Horst Balz, Gerhard Schneider - Diccionario Exegetico Nt.ii.pdf

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DICCIONARIO EXEGÉTICO o> I

DEL N U E V O T E S T A M E N T O

(X-co)

H o r s t B alz - G erhard S ch n eid er

Xaói;, OD, ó la o s pueblo Xóyoç, ou, ó lo g o s palabra

B ib lio te c a d e Estúdios Bíblicos

pexávoict, aç, f| m e ta n o ia conversión pxiorripiov, ox), xó m ystêrio n mistério

V 3 nekro s muerto vópoç, ou, ô n o m o s ley fc VEJtQÓ ç,

^evíÇca x e n izõ hospedar |ú).ov, ou, xó x y lo n madera O oíxoç, ou, ó o iko s casa ôvopa, axoç, xó o n o m a nombre

Jl Jtíaxi.5, Ecoç, p is tis fe jivEüpa, axoç, ó p n e u m a espíritu pfípa, axoç, xó rh em a palabra QÚopai rh y o m a i salvar O oágl, oapxóç, fj sa r x carne ooqpía, aç, f| so p h ia sabiduría

T xéxvov, ou, xó tekn o n nino xújtoç, ou, ó typos ejemplo V

ulóç, oü ó h u io s hijo úítaxori, fjç, T) h yp a ko ê obediência

(P Oagioaioç, ou, ó P h a risa io s fariseo qjíüç, qpcoxóç, xó p h õ s luz X . XÓQiç, Lxoç, x) ch a ris gracia X qloxóç, oü, (ó) C hrito s Cristo ■il)áXX,(up s a llo cantar rliuxil, fiç, p sy c h ê vida ( jO

q)ôr|, fjç, f| õ d ê cântico cb(ps>.éco õp h eleõ aprovechar

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SIGUEME

EDICIONES

n°91

9 788430

1 132 00

DICCIONARIO EXEGETICO DEL NUEVO TESTAMENTO II

BIBLIOTECA DE ESTÚDIOS BÍBLICOS

91

Otras obras publicadas por Ediciones Sígueme: — — — — — —

L. Coenen (ed.), Diccionario teológico dei N T (BEB 26-29) L. Pacomio (ed.), Diccionario teológico interdisciplinar (Vel 66-69) A. di Berardino, Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana (Vel 97-98) R. Bultmann, Teologia dei N T (BEB 32) H. Kõster, Introducción al N T (BEB 59) Vocabulário griego dei N T (BEB minor 5)

HORST BALZ GERHARD SCHNEIDER (Eds.)

DICCIONARIO EXEGETICO DEL NUEVO TESTAMENTO

II Traducido por CONSTANTINO RUIZ-GARRIDO SEGUNDA EDICION

EDICIONES SIGUEME SÂLAMANCA

2002

Esta edición ha sido patrocinada con la ayuda de INTER NATIONES, Bonn Cubierta disenada por Christian Hugo Martin Título original:

E xe g etisc h es W õ rterbuch z u m N e u e n T esta m en t I

© W. Kohlhammer GmbH, Stuttgart ^1992 © Ediciones Sígueme, S.A., 1998 C/ Garcia Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca/Espana www.sigueme.es ISBN: 84-301-1283-9 (obra completa) ISBN: 84-301-1320-7 (volumen H) Depósito Legal: S. 625-2002 Impreso en Espana / UE Imprime: Gráficas Varona PoKgono El Montalvo, Salamanca 2002

y III

PROLOGO

El Diccionario Exegético dei Nuevo Testamento (DENT), cuyo segundo volumen tiene ante sus ojos, se sitúa en la tradición dei Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament que justa­ mente ahora, 46 anos después de la aparición dei primer volumen, ha finalizado su publicación. EI Diccionario exegético dei Nuevo Testamento se siente deudor dei Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament y no puede discutirle que para más de una generación de investigadores ha constituído una documentación excepcional —y durante largo tiempo la única— para el trabajo exegético. Este nuevo Diccionario exegético es la respuesta pertinente a la gran cantidad de câmbios y nuevos enfoques en la discusión científica especializada así como en el âmbito docen­ te y práctico sobre el Nuevo Testamento. Ha de quedar listo en poco tiempo para estar a disposición dei usuário como una ayuda cerrada en sí misma y homogéneamente concebida para la interpretación dei texto. El Diccionario exegético dei Nuevo Testamento tuvo, desde el principio, un planteamiento interconfesional. Sus numerosos colaboradores son exegetas católicos y protestantes dei área de la lengua alemana, de otros países europeos y también dei otro lado dei océano. Estamos, por consiguiente, ante un diccionario que constituye una muestra de colaboración universal a la comprensión dei Nuevo Testamento. El Diccionario exegético dei Nuevo Testamento colma Ias exigências de un diccionario sobre los escritos neotestamentarios, porque presenta todos los vocablos dei texto griego, incluídos los nombres propios, alfabéticamente ordenados. En cada vocablo se ofrecen los datos precisos para su traducción y exégesis. El mayor interés se centra en la comprensión de cada palabra en su con­ texto. Las palabras cuya raiz y significado coinciden se tratan casi siempre juntas. La especificidad y el objetivo dei Diccionario exegético dei Nuevo Testamento está precisamente en su limitación al vocabulário dei Nuevo Testamento, pero también en su completo tratamiento y en el subrayado de los contextos exegéticos y teológicos, así como de los fundamentos históricos pre­ cisos. Se presta igualmente atención a las nuevas orientaciones linguísticas, pero no subyace ningún sistema concreto de teoria lingüística. En cuanto es posible, los artículos parten siempre de los estratos más antiguos de la tradición, de donde se toma el vocablo correspondiente como portador de sentido. También se abordan los sentidos posteriores sin que la idea de una evolución o de una corfiguración gradual quiera disenar esquemáticamente la exposición. La confrontación con el abundante material extraneotestamentario se va haciendo en el lugar oportuno (y no en un apartado «de historia de las religiones»). Los editores respondeu de los pequenqs artículos que no están firmados nominalmente. El Diccionario exegético dei Nuevo Testamento debe prestar un servido a los hombres de ciência, a los párrocos y a los estudiantes. Se parte siempre de la lengua griega. Pero este trabajo debe ser también accesible a quienes no dominan ni el hebreo ni el griego. Por ello todas las palabras hebreas se transliteran y los términos griegos se ponen a la vez en su forma original y en su transliteración. Un índice de palabras en castellano ayudará a que las encuentren quienes no están habituados a partir de palabras griegas.

vin

Prólogo

Como editores tenemos que dar Ias gradas, primero a todos los colegas que han intervenido en esta obra común y que han colaborado en ella. No pocas veces la elaboración dei artículo dei Diccionario les obligó a posponer otros trabajos. Tenemos que dar también Ias gradas a una lar­ ga lista de anônimos colaboradores en muchos trabajos relacionados con el diccionario. Final­ mente estamos también muy agradecidos a los trabajadores de la imprenta, que hicieron un trabajo concienzudo, así como a la editorial. Nuestros mejores deseos acompanan al Diccionario exegético en su camino hacia aquellos que «sobre el terreno» participan en la interpretación y anuncio dei mensaje bíblico.

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION La primera edición dei Diccionario exegético dei Nuevo Testamento apareciô en entregas parciales entre agosto de 1978 y octubre de 1983. Los tres volúmenes se completaron en los anos 1980, 1981 y 1983. Con el tiempo el diccionario se ha acreditado en la praxis de la Iglesia y en la exégesis científica. Para muchos investigadores constituye un instrumento de trabajo imprescindible. Entretanto, se están preparando traducciones al inglês (en Estados Unidos), japonês, italiano y castellano. Nos alegramos de poder ofrecer ahora la segunda edición dei Diccionario exegético dei Nue­ vo Testamento. Hay que agradecer a la editorial W. Kohlhammer que haya hecho posible la segunda edición mejorada y renovada dei Diccionario exegético dei Nuevo Testamento con el esmero a que nos tiene acostumbrados. H orst Balz G erhard S chneider

PLAN DEL DENT

1. La base dei texto dei DENT es la tercera edición The Greek New Testament (New YorkLondon-Stuttgart 1975) o la vigesimosexta edición de NesÜe-Aland, Novum Testamentum Graece (editada por K. Aland-M. Black y otros, Stuttgart 1979). Con el texto de ambas coincide la Vollstãndige Konkordanz zum griechischen Neuen Testament, editada por K. Aland y otros (2 vols., Berlin 1975ss). Pero a los autores dei DENT se les dio la übertad de apartarse de la base de este «texto normal». El DENT es, conscientemente, un «diccionario de términos», es decir, esta­ dia los términos y vocablos que aparecen en el Nuevo Testamento, y no pretende ser una «enci­ clopédia de temas». 2. Además de los términos dei NT referidos arriba, este Diccionario también recoge Ias variantes textuales más importantes. De este modo el diccionario puede ser utilizado con cualquier otra edición dei Nuevo Testamento griego. 3. Todas Ias entradas dei diccionario se pondrán en negrita. Los sustantivos irán acompanados de la desinencia de genitivo y dei artículo; los adjetivos y pronombres aparecerán con Ias desinencias de gênero. A la palabra griega y a su transcripción (en cursiva) sigue la traducción castellana; en algunos casos aparecerá una selección de los significados documentados. Si la palabra clave se trata en otro vocablo, se indica con el signo 4. Los nombres propios bíblicos siguen la grafia de Ias modernas ediciones de la Biblia, aunque en ellos no hay completa uniformidad {La Biblia, de la «Casa de la Biblia», Madrid T995; Biblia dei Peregrino, Estella 1996) y dei Diccionario enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, así como dei Atlas bíblico Oxford, Estella 1988. 5. En la selección bibliográfica al comienzo de cada artículo reside el centro de gravedad para nuevos trabajos. Los autores están ordenados alfabéticamente. Dentro dei artículo. Ias refe­ rencias bibliográficas se hacen de forma abreviada. También al final de los artículos cortos, sin fir­ mar, hay indicaciones bibliográficas abreviadas. El índice detallado de Ias abreviaturas está en Ias páginas XV-XXTV. 6. De los artículos firmados nominalmente son responsables sus autores. Lo mismo vale para Ias selecciones bibliográficas. Los editores se han limitado a una pura elaboración formal de estos artículos y a corregir errores evidentes. Los mismos autores han corregido sus correspondientes galeradas. 7. De los artículos (breves) que no llevan firma responden los editores. Puesto que el DENT no se reduce a ima enciclopédia de temas (con la problemática de un principio selectivo correcto), se incluyen los vocablos que raramente aparecen o que son hapaxlegomenon.

X

Plan dei DENT

8. La estmcturación dei artículo se efectúa conforme a im triple sistema: 1. b) 3). En los artículos extensos se ofrece al principio un sumario. A veces, los párrafos se destacan poniendo en cursiva algunas palabras clave. 9. La transliteración de los signos griegos y hebreos se hace de acuerdo con la tabla de la p.XXXV. 10. Se utilizan los siguientes signos: en el encabezamiento, tras la última palabra de la traducción hay un asterisco (*) cuando el artículo (o el párrafo) trata o al menos indica todas Ias apariciones en el Nuevo Testamento (temendo en cuenta Ias ediciones a que nos hemos referido en el n. 1). Con el signo ->• se indica el lugar dei DENT en que se trata el respectivo vocablo o donde hay información sobre el tema mencionado. 11. Al final de la obra se ofrece un índice de palabras en castellano así como un índice de los nombres propios que aparecen en el Nuevo Testamento.

AUTORES DEL SEGUNDO VOLUMEN

Annen, Dr. Franz, profesor, Chur (Suiza) Balz, Dr. Horst, profesor, Bochum Barth, Dr. Gerhard, profesor, Wuppertal Bartsch, Dr. Hans-Wemer, profesor, Frankfurt a. M.; murió en 1983. Bauer, Dr. Johannes B., profesor, Graz (Áustria) Baumbach, Dr. Günther, docente, Berlín Beilner, Dr. Wolfgang, profesor, Salzburg (Áustria) Berger, Dr. Klaus, profesor, Heidelberg Bergmeier, Dr. Roland, Weingarten Betz, Dr. Otto, profesor, Tubinga Beutler, Dr, Johannes, profesor, Frankfurt a. M. Bõcher, Dr. Otto, profesor, Maguncia Borse, Dr. Udo, profesor, Bonn Bouwman, Dr. Gijs, profesor, Tilburg (Holanda) Bühner, Dr. Jan-Adolf, Tubinga Dabelstein, Dr. Rolf, Uetersen Egger, Dr. Willi, profesor, Bressanone (Italia) Elliger, Dr. Wiirfried, Tubinga Fendrich, Herbert, Essen; ahora Dr. Feneberg, Dr. Wolfgang, docente, Múnich Fiedler, Dr. Peter, profesor, Freiburg i. Br. Fitzer, Dr. Gottfried, profesor, Viena (Áustria) Fitzmyer, Dr. Joseph A., profesor, Washington D.C. (USA) FrankemõUe, Dr. Hubert, profesor, Paderbom Friedrich, Dr. Johannes H., Nuremberg; ahora en Jerusalén Giesen, Dr. Dr. Heinz, profesor, Hennef Goldstein, Dr. Horts, Lihenthal Haacker, Dr. Klaus, profesor, Wuppertal Hackenberg, Wolfgang, Witten Hahn, Dr. Ferdinand, profesor, Múnich Hartman, Dr. Lars, profesor, Uppsala (Suécia) Hasler, Dr. Victor, profesor, Berna (Suiza) Haufe, Dr. Günter, profesor, Greifswald Hegermann, Dr. Harald, profesor, Múnich Hofius, Dr. Otfried, profesor, Tubinga Holtz, Dr. Traugott, profesor, Halle Hollander, Dr. Harm W, Leiderdorp (Holanda); ahora en Haarlem (Holanda) Horstmann, Axel, Hamburg Hübner, Dr. Hans, profesor, Düsseldorf; ahora en Gotinga Hutter, Uhich, Bonn KeUermann, Dr. Uhich, profesor, Mülheim Kertelge, Dr. Karl, profesor, Münster i. W.

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Autores dei segundo volumen

Kleine, Heribert, Dipl.-Theol., Bochum Kõhler, Wilhelm, docente, Wuppertal Rraft, D. Dr. Heinrich, profesor, Kiel Kramer, D. Helmut, profesor, Bethel; falleció en 1990 Kratz, Dr. Reinhard, Bensheim Kremer, Dr. Jacob, profesor, Viena (Áustria) Kretzer, Dr. Armin, Würzburg Kuhli, Horst, Mag. theol., Kõnigstein i. T. Kuhn, Dr. Heinz-Wolfgang, profesor, Heidelberg; ahora en Múnich Lampe, Peter, Berna (Suiza); ahora profesor Dr. en Richmond, Va. (USA) Langkammer, Dr. Hugolinus,, profesor, Lublin (Polonia) Larsson, Dr. Edvin, profesor, Oslo (Noruega) Lattke, Dr. Dr. habil. Michael, Lector, Brisbane (AustraUa) Légasse, Dr. Simon, profesor, Toulouse (Francia) Leivestad, Dr. Ragner, profesor, Aas (Noruega) Lichtenberger, Dr. Hermann, Tubinga; ahora profesor, Münster i. W. Lüdemann, Dr. Gerd, profesor, Gotinga Merkel, Dr. Helmut, profesor, Erlangen; ahora en Osnabrück Merklein, Dr. Hehnut, profesor, Bonn Michel, D. Otto, profesor, Tubinga Müller, Dr. Paul-Gerd, profesor, Stuttgart; ahora en Tréveris Nebe, Dr. Gottfried, Bochum Nepper-Christensen, Dr. Poul, docente, Aarthus (Dinamarca) Nützel, Dr. Johannes M., docente, Bamberg; ahora profesor, Münster i. W. Ollrog, Dr. Wolf-Henning, Darmstadt Palzkill, Angela, Dipl.-Theol., Bochum PalzkiU, Elisabeth, Dipl.-Theol., Bochum Patsch, Dr. Hermann, Múnich Paulsen, Dr. Henning, profesor, Bielefeld-Bethel; ahora en Hamburg Pesch, Dr. Dr. Rudolf, profesor, Freiburg i. Br.; ahora en Múnich Pesch, Dr. Wilhehn, profesor, Maguncia Pfammatter, Dr. Josef, profesor, Chur (Suiza) Plümacher, Dr. Eckhard, Berlín Põhlmann, Dr. Wolfgang, docente, CeUe; ahora profesor, Lüneburg Popkes, Dr. Wiard, docente, Hamburg Porsch, Dr. Felix, docente, Stuttgart; ahora profesor. St. Augustin Pridik, Dr. Karl-Heinz, docente, Wuppertal Probst, Hermann, Erlangen Radl, Dr. Walter, docente, Bochum; ahora profesor, Ausburg Rebell, Dr. Walter, Siegen; ahora profesor Rissi, Dr. Mathias, profesor, Richmond, Va. (USA); ahora en Stonington, Me. (USA) Ritt, Dr. Hubert, docente, Wuppertal; ahora profesor, Ratisbona Rohde, Dr. habil. Joachím, BerKn Rutenfranz, Morúka, Bochum Sand, Dr. Alexander, profesor, Bochum Sanger, Dr. Dieter, Plankstadt; ahora docente, Flensburg Schelkle, Dr. Dr. Karl Hermann, profesor, Tubinga; falleció en 1988 Schenk, Dr. Wolfgang, docente, Eppstein i. T.; ahora profesor Schille, Dr. Gottfried, Borsdorf b. Leipzig Schneider, Dr. Gerhard, profesor, Bochum

Autores dei segundo volumen Schnider, Dr. Franz, profesor, Ratísbona Schoenbom, Dr. Ulrich, Wetter-Mellnau Schramm, Dr. Tim, profesor, Hamburg Schrõger, Dr. Friediich, profesor, Passau Schunack, Dr. Gerd. profesor, Marburg Schwank, Dr. Benedikt, profesor, Beuron-Jerusalén Schwarz, Günther, Diepholz; ahora Dr, Wagenfeld Schweizer, Dr. Eduard, profesor, Zúrich (Suiza) Strecker, Dr. Georg, profesor, Gotinga Thomas, Dr. Johannes, Bremerhaven Trummer, Dr. Peter, docente, Graz (Áustria) Võlkel, Martin, Doitmund

Walter, Dr. Nikolaus, docente, Naumburg; ahora profesor, Jena Weigandt, Dr. Peter, Kassel Weiser, Dr. Alfons, profesor, Vallendar Winter, Dr. Martin, Wetter-Oberrosphe Wolter, Dr. Michael, Maguncia; ahora profesor, Bayreuth Zeller, Dr. Dieter, profesor, Lucema (Suiza); ahora en Maguncia Zmijewski, Dr. Josef, profesor, Fulda Los breves artículos no firmados de los siguientes bloques fiieron redactados por los editores; columnas: 1-62, 341 (lín. 37)-602, 881-1137, 1374-1542, 1777-1966 (G. Schneider) columnas: 67-341 (lín. 36), 605-879, 1138-1363, 1544-1774, 1975-2214 (H. Balz)

xm

ABREVIATURAS

1. Libros bíblicos y escritos extracanónicos a) Antiguo Testamento Abdías Abd Ageo Ag Am Amós Cantar de los cantares Cant 1 Crón 1 Crônicas 2 Crônicas 2 Crón Daniel Dan Dt Deuteronomio Eclesiastés Ecl Esd Esdras Est Ester Ex Exodo Ezequiel Ez Gén Gênesis Hab Habacuc Is Isaías (Dtis; Tris) Deuteroisaías, Tritoisaías Jer Jeremias J1 Joel Job Job

Jon Jos Jue Lam Lev Mal Miq Nah Neh Núm Os Prov 1 Re 2 Re Rut 1 Sam 2 Sam Sal Sof Zac

Jonás Josué Jueces Lamentaciones Levítico Malaquías Miqueas Nahún Nehemías Números Oseas Provérbios 1 Libro de los reyes 2 Libro de los reyes Rut 1 Libro de Samuel 2 Libro de Samuel Salmos Sofonías Zacanas

Los libros deuterocanónicos (según Ias ediciones católicas de la Biblia) o apócrifos (según Ias ediciones protestantes), que aparecen únicamente en la versión de los Setenta, se citan con Ias siguientes siglas: AdDan AdEst Bar Eclo EpJer

Adiciones [gr.] a Daniel Adiciones [gr.] a Ester Baruc Eclesiástico Epístola de Jeremias

Jdt 1 Mac 2 Mac Sab Tob

Judit 1 Libro de los macabeos 2 Libro de los macabeos Sabiduría Tobías

Cuando se toma la cita de la Setenta, aparecerá después de la cita la indicación LXX. b) Nuevo Testamento Ap Apocalipsis Col Carta a los colosenses 1 Cor 1 Carta a los corintios 2 Cor 2 Carta a los corintios Ef Carta a los efesios Fim Carta a Filemón Flp Carta a los fílipenses Gál Carta a los gaiatas Heb Carta a los hebreos Hech Hechos de los Apóstoles Jds Carta de Judas Jn Evangelio según san Juan 1 Jn 1 Carta de Juan 2 Jn 2 Carta de Juan

3 Jn Lc Mc Mt 1 Pe 2 Pe Rom Sant 1 Tes 2 Tes 1 Tim 2 Tim Tit

3 Carta de Juan Evangelio según san Lucas Evangelio según san Marcos Evangelio según san Mateo 1 Carta de Pedro 2 Carta de Pedro Carta a los romanos Carta de Santiago 1 Carta a los tesalonicenses 2 Carta a los tesalonicenses 1 Carta a Timoteo 2 Carta a Timoteo Carta a Tito

Para los testigos de la tradición textual dei Nuevo Testamento se utilizan Ias abreviaturas de NestleAland (NTG) o de The Greek New Testament (GNT), a excepción de «Koiné» y «Sin».

XVI

Abreviaturas

c) Escritos extracanónicos y Padres apostólicos AntBibl ApAbr ApBar (gr) ApBar (sir) ApEl ApEsd (gr) ApEz ApMos ApPe ApSid ApSof Arist Aristób Ascis AscMos Bem CD 1 Ciem 2 Ciem Did Diogn EpJer EpSant 3 Esd 4 Esd 5 Esd 6 Esd EvEb EvEg EvFel EvHeb EvNaz EvPe EvTom EvVer HechAndr HechJn

Antigüedades bíblicas dei PseudoFilón Apocalipsis de Abrahán Apocalipsis de Bamc (griego) Apocalipsis de Baruc (sinaco) Apocalipsis de Elias Apocalipsis de Esdras (griego) Apocalipsis de Bzequiel Apocalipsis de Moisés Apocalipsis de Pedro Apocalipsis de Sidrac Apocalipsis de Sofonías Carta de Aristeas Aiistóbulo Ascensión de Isaías Ascensión de Moisés Carta de Bemabé Escrito de Damasco (de El Cairo) 1 Carta de Clemente 2 Carta de Clemente Didaché Carta a Diogneto Epístola de Jeremias Epístola de Santiago 3 Libro de Esdras 4 Libro de Esdras 5 Libro de Esdras 6 Libro de Esdras Evangelio de los ebionitas Evangelio de los egipcios Evangelio de FeHpe Evangelio de los hebreos Evangelio de los nazarenos Evangelio de Pedro Evangelio de Tomás Evangelium veritatis Hechos de Andrés Hechos de Juan

HechPab HechPe HechTom Hen (et) Hen (gr) Hen (heb) Hen (esl) Herm (m, s, v) Ign

InfTom Jub JyA KgPe Laod 3 Mac 4 Mac Martis MartPol OdSl OrMan ParJer Polic ProtEv SalSl Sib TestAbr TestJob TestSl TestXn

Hechos de Pablo Hechos de Pedro Hechos de Tomás Apocalipsis de Henoc (etiópico) Apocalipsis de Henoc (griego) Apocalipsis de Henoc (hebreo) Apocalipsis de Henoc (eslavo) (Pastor de) Hermas (mandata, similitudines, visiones) Ignacio de Antioquía (Ef[esios], Magn[esios], Fil[adelfos], Pol[icarpo], Rom[anos], Esm[imiotas], Tral[ianos]) Relato de la infancia, de Tomás Libro de los Jubileos José y Asenet Ketygma Petri Carta a los laodicenses 3 Libro de los Macabeos 4 Libro de los Macabeos Martírio de Isaías Martirio de Policarpo Odas de Salomóm Oración de Manasés Paralipomena Jeremiae Carta de Policarpo Protoevangelio (de Santiago) Salmos de Salomón Sibilinos (oráculos) Testamento de Abrahán Testamento de Job Testamento de Salomón Testamento de los doce patriarcas (As[er], Ben[jamín], Dan, Gad, ls[acar], Jos[é], Jud[á], Lev[í], Neíltalí], Rub[én], Sim[eón], Zab[ulón])

VidAd VitProph

Vida de Adán y Eva Vitae prophetarum

d) Textos de Qumrán IQDf IQDP IQDM (1Q22) IQapGén IQH

1 Manuscrito dei Deuteronomio 2 Manuscrito dei Deuterononáo Discursos de Moisés Apócrifo dei Gênesis RoUo de los himnos (hodayot)

IQIs-

IQIsIQM IQMyst (1Q27)

KJpHab

1 Manuscrito de Isaías 2 Manuscrito de Isaías Rollo de la guerra Libro de los secretos Comentário de Habacuc

Abreviaturas IQpMiq Comenttuio de Miqueas K^Sof (1Q15) Comentário de Sofonías IQS Regia de la secta IQS* (1Q28*) Regia complementaria IQS'>(1Q28'’) Libro de Ias bendiciones 4QDt 32 Manuscrito Dt 32 4QEx" Manuscrito dei Exodo 4QFlor Florilegio 4QPatr Bendición de los Patriarcas 4QpOs“ Comentário a Os 4, 15 4QpOs'Comentário a Os 2, 8.10.11-13 4QpIs” Comentário ais 10, 28-11,14

XVII

4QpIs'’ 4QpIs‘ 4QpIs'‘ 4ÇJpNah 4QpPs 37 4QPrNab 4QSam’ 4QSam'’ 4QTest 4QTestLevi 6QD llQtgJob

Comentário a Is 5 Comentário ais 30, 15-18 Comentário a Is 54, 11-12 Comentário de Nahún Comentário al salmo 37 Oración de Nabonid 1 Manuscrito de Samuel I y n 2 Manuscrito de Samuel I y II Testimonia Testamentum Levi Escrito de Damasco (Fragmentos) Targum de Job

jSan 2, 21b

Talmud jerosoümitano (palestinense). Tratado Sanednn, capítulo 2, hoja 21, columna 2. GénR, Mek, SifraLev, Sifre, MidrEcl (por ejemplo)

e) Literatura rabínica Se utilizarán Ias abreviaturas normales. Ejemplos: San 1, 4 TosSan 1, 4 bSan 31a

Misná, Tratado Sanedrín, capítulo 1, § 4 Tosefta, Tratado Sanedrín, capítulo 1, §4 Tabnud babilónico. Tratado Sanedrín, hoja 31, columna 1.

Midrasim

f) Textos de Nag Hammadi Fuera de Ias siglas indicadas en el apartado c). Ias citas y uso de abreviaturas serán tomadas de Gnosis undNeues Testament, editado por K.-W. Trõger, Gütersloh 1973, 20s.

xvm

Abreviaturas

2. Autores y escritos griegos, latinos, judios y cristianos (Las cifras romanas indican siglos) Aecio Amideno VI p.C. (ed. A. Olivieri, CMG VIII/1-2 1935,1950) Agustín rV/V p.C. (PL 32-47 1845ss; CSEL 12, 25, 28, 33, 34, 36, 40, 41, 43, 44, 47, 51, 52, 57. 58, 60, 63, 74, 77, 80, 84 1887ss) CivD = De Civitate Dei [La Ciudad de Dios]; Cresc = Contra Cresconium; Ep = Epistulae [Cartas]; Faust = Contra Faustum Manichaeum; JohEvTract = In lohannis Evangelium Tractatus; SctVirg = De Sancta Virginitate; Serm = Sermones Alcifronte II p.C. (ed. A. R. Benner-F. H. Fobes, 1949, reimpresión 1962) Alejandro de Afrodisia Ü/III p.C. (ed. I. Bruns, Supplementum Aristotelicum II/1-2 1887, 1892) An = De Anima; Fat = De Fato Ambrosio IV p.C. (CSEL 32, 62, 64, 73 1897ss) Amiano Marcelino IV p.C. (ed. C. U. Clark-L. Traube-W. Heraeus, II-II ^1963) Anacreonte VI a.C. (ed. D. L. Page, 1962) Anaxágoras V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der VorsokratikerJi ”1964) Anaximandro VI a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratikerl ”1964) Anaxímenes VI a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratikerl ”1964) Andócides V a.C. (ed. G. Dalmeyda, ^1960) Anecdota Graeca (ed. J. F. Boissonade, I-V 18291833) Antifonte V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Frag­ mente der Vorsokratiker II ”1964) Apiano II p.C. (ed. P. Viereck-A. G. Roos, I-II 1939, 1905; I reimpresión 1962) BellCiv = Bella Civilia Romana; RomHist = Romanae Histoiiae Apolonio Díscolo II p.C. (ed. R. Schneider-G. Ulding, Grammatici Graeci II/1-3 1878-1910) Synt = De Syntaxi Apolonio de Rodas III a.C. (ed. H. Frankel, 1961) Apuleyo n p.C. (ed. R. Helm-P. Thomas, I-II 1908, 1913; 1H955; H ^959) Met = Metamorphoses Aquiles Tacio n p.C. (ed. E. Vilborg, 1955) Areteo Médico II p.C. (?) (ed. C. Hude, CMG II n958)

Arg = Argumentum Arístides II p.C. (ed. E. Goodspeed, Die altesten Apologeten, 1914) Apol = Apologia Aristófanes V/IV a.C. (ed. V. Coulon-H. van Daele, I-V 1923-1930; reimpresiones)

Ach = Achamenses; Av = Aves; Eccl = Ecclesiazusae; Eq = Equites; Lys = Lysistrata; Nu = Nubes; PI = Plutus; Ra = Ranae; Thes = Thesmophoriazusae; Vesp = Vespae Aristóteles IV a.C. (ed. I. Bekker y otros, 183 Iss; ^1960ss) An = De Anima [Acerca dei alma]; AnPost = Analytica Posteriora [Analíticos Segundos]; AnPri = Analytica Priora [Analíticos Primeros]; Cael = De Caelo; Cat = Categoriae [Cate­ gorias]; EthEud = Ethica Eudemia; EthM = Ethica Magna; EthNic = Ethica Nicomachea; GenAn = De Generatione Animalium [Investigación sobre los animales]; GenCorr = De Generatione et Corruptione [Acerca de la generación y la corrupción]; HistAn = Historia Ani­ malium; Metaph = Metaphysica [Metafísica]; Meteor = Meteorologica; MotAn = De Motu Animalium; Oec = Oeconomica; PartAn = De Partibus Animalium; Phys = Physica [Física]; Poet = Poética; Pol = Politica; Ftobl = Problemata; Rhet = Rhetorica; Spir = De Spiritu Arrio Dídimo I a/p.C. (ed. H. Diels, Doxographi Graeci, 4958) Artemídoro II p.C. (ed. R. A. Pack, 1963) Onirocr = Onirocriticus Asclepio hasta el I p.C. (ed. A. D. Nock-A. J. Festugière, Corpus Hermeticum II ^1960) Ateneo E p.C. (Ch. B. Gulick, I-VE 1927-1941; reimpresiones) Atenágoras E p.C. (ed. E. Goodspeed, Die altesten Apologeten, 1914; P. Ubaldi-M. Pellegrino, 1947) Suppl = Supplicatio Baquílides V a.C. (ed. B. SneU-H. Maehler, ‘“1970) Calímaco EI a.C. (ed. R. PfeUfer, I-E 1949, 1953; 14965) Hymn = Hymni; Epigr = Epigrammata Cicerón I a.C. (ed. A. Klotz y otros, 1914ss) Att = Epistulae ad Atticum; DeOrat = De Oratore; Divin = De Divinatione; Fam = Epistulae ad Familiares; Fin = De Finibus Bonorum et Malorum; Lael = Laelius; Mil = Pro Milone; NatDeor = De Natura Deorum; Off = De Officiis; Or = Orationes, Orator = Orator ad M. Brutum; Rep = De Re Publica; SomScip = Somnium Scipionis; Tusc = liisculanae Disputationes; Verr = In Verrem Clemente de Alejandría E/IE p.C. (GCS 4 2 , 4 7 , [39], ^52 1905SS)

EclProph = Eclogae Propheticae; ExcTheod = Excerpta ex Theodoto; Paed = Paedagogus;

Abreviaturas Prot = Protreptícus; QuisDivSalv = Quis Dives Salvetur; Strom = Stromata Constitutiones Apostolorum III/IV p.C. (ed. F. X. Funk, 1905) Comelio Nepote I a.C. (ed. A. M. GuiUemin, 1961) Alt = T. Pomponius Atticus; Vit = Vitae Comuto 1 p.C. (ed. C. Lang, 1881) TheolGraec = Theologia Graeca Corp[us] Henn[eticum] hasta el siglo I p.C. (ed. A. D. Nock-A. J. Festugière, I-IV 1945-1954; I-Il H960) Crisóstomo I V p . C . (PG 47-64 1862ss) Demócrito V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Frag­ mente der Vorsokratiker II “1964) Demóstenes IV a.C. (ed. S. H. Butcher-W. Rennie, I-in 1903-1931; reimpresiones) Or = Orationes; Ep = Epistulae Didascalia Siiíaca UI p.C. (ed. F. X. Funk, 1905) Diodoro Sículo I a./p.C. (ed. C. H. Oldfather y otros, I-Xn 1933-1967; reimpresiones) Diógenes Laercio n i p.C. (ed. H. S, Long, 1964) Dión Casio Coceyano II/III p.C. (ed. U. P. Boissevain, I-V 1895-1931; I-IV reimpresión 1955; V reimpresión 1959) Dión Crisóstomo I/II p.C. (ed. J. W. Cohoon-H. L. Crosby, I-V 1932-1951; reimpresiones) Or = Orationes Dionisio de Halicamaso I a.C. (ed. C. Jacoby, I-V 1885-1925; E. Cary, I-VH, 1937-1950; reim­ presiones) AntRom = Antiquitates Romanae; Compos Verb = De Compositione Verborum Eliano n/III p.C. (ed. R. Hercher, I-II 1864-1866; NatAn A. F. Scholfield, I-IH 1858-1859) Ep = Epistulae; NatAn = De Natura Animalium; VarHist = Varia Historia Elio Arístides B p.C. (ed. B. Keil H958; W. Dindorf, I-in 1829; reimpresión 1964) Or = Orationes Eneas Táctico IV a.C. (ed. A. Dain-A. M. Bon, 1967) Empédocles V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker I “1964) Epicteto m p.C. (ed. H. Schenkl, H916) Diss = Dissertationes; Ench = Enchiridion; GnomStob = Gnomologium Epicteteum Stobaei Epicuro IV/ni a.C. (ed. G. Arrighetti, 1960) Epifanio W /V p.C. (ed. K. Holl, GCS 25, 31, 37 1915SS)

Haer = Hareses Esquilo V a.C. (ed. D. Page, 1972) Ag = Agamemnon [Agamenón]; Choeph = Choephori [Las Coéforas]; Eleg = Fragmenta

XDC

Elegiaca; Eum = Eumenides [Las Euménides]; Pers = Persae [Los Persas]; Prom = Prometheus Vinctus [Prometeo encadenado]; Supp = Supplices [Las Supücantes]; SeptTheb = Septem contra Thebes [Los Siete contra Tebas] Esquines IV a.C. (ed. V. Marin-G. de Budé, H952) Ep = Epistulae Estobeo, Juan V p.C. (ed. C. Wachsmuth-O. Hense, I-V 1884-1923) Ecl = Eclogae Estrabón I a.C. (ed. H. L. Jones, I-VIU 1917-1932; reimpresiones) Eurípides V a.C. (ed. L. Méridier y otros, I-VII 1925-1961; IH961; IIH960; V H961) Alc = Alcestis; Andr = Andromache [Andrómaca]; Archel = Archelaus [Arquelao]; Ba = Bacchae [Bacantes]; El = Electra; Epigr = Epigrammata; Hec = Hecuba [Hécuba]; Hei = Helena; Heracl = Heraclidae [Heráclidas]; HercFur = Hercules Furens [Hércules enfure­ cido]; Hipp = Hippolytus [Hipólito]; IphAul = Iphigenia Aulidensis [Ifigênia en Aulide]; Iph Taur = Iphigenia Taurica [Ifigênia entre los Tauros]; Med = Medea; Or = Orestes; Phoen = Phoenissae [Fenicias]; Suppl = Supplices [Su­ plicantes]; Tro = Troiades [Troyanas] Eusebio n m v p.C. (GCS 7.9, 1-3.11, 1-2.14.20. 23.43, 1-2. H7 1902ss) DemEv = Demonstratio Evangélica; HistEccl = Historia Ecclesiastica; Marc = Contra Marcellum; PraepEv = Praeparatio Evangélica; Teoph = Teophania; VitConst = Vita Constantini Filodemo el Filósofo I a.C. (ed. C. Jensen, itepl xaxLãv, 1911; A. Olivieri, itegl itaQçqaíaç, 1914; C. Wilke, De Ira, 1914) Filón de Alejandría I a./p.C (ed. L. Cohn-P. Wendland-S. Reiter, I-VI 1896-1915; Vn,l-2: índi­ ces, ed. J. Leisengang, 1926; reimpresión 19621963) Abr = De Abrahamo; Aet = De Aeternitate Mundi; Agr = De Agricultura; All = Legum AUegoiiae; Cher = De Chembim; Conf = De Confusione Linguarum; Congr = De Congressu Eruditionis Gratia; Decai = De Decalogo; Det = Quod Deterius Potiori insidiati soleat; Ebr = De Ebrietate; Exsecr = De Exsecrationibus; Flacc = In Flaccum; Fug = De Fuga et Inventione; Gig = De Gigantibus; Her = Quis Rerum Divinarum Heres sit; Imm = Quod Deus sit Iimnutabilis; Jos = De Josepho; Leg Gai = Legatio ad Gaium; Migr = De Migratione Abrahami; Mut = De Mutatione Nominum; Op = De Opificio Mundi; Plant = De Plantatione; Post = De Posteritate Caini; Praem = De Praemiis et Poenis; Prov = De Providentia;

Abreviaturas

XX

Sacr = De Sacrificiis Abelis et Caini; Sobr = De Sobrietate; Som = De Somniis; SpecLeg = De Specialibus Legibus; Virt = De Wtutibus; VitCont = De Vita Contemplativa; VitMos = De Vita Mosis QuaestGenCEx) = Quaestiones in Genesin (Exodum) (ed. R. Marcus, Philo Supplement, I-II 1953; reimpresión 1961) Filóstrato n /m p.C. (ed. C. L. Kayser, I-ü 1870, 1971; reimpresión 1964) Heroic = Heroicus; VitAp = Vita Apollonii; Vit Soph = Vita Sophistarum Fírmico Materno IV p.C. (ed. K. Ziegler, 1953) ErrProfRel = De Errore Profanarum Reügionum Focio DC p.C. (ed. R. Hemy, 1959ss) Lex = Lexikon Galeno II p.C. (ed. H. Diels y otros, CMG V/1-2 1914SS)

Gelasio V p.C. (ed. G. Lx>eschcke-M. Heinemann, GCS 18, 1918) HistEccl = Historia Ecclesiastica Gorgias V/VI a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratikeríí ”1964) Hei = Helena; Pal = Palamedes Heráclito Y W a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker I "1964) Herodiano II/HI p.C. (ed. K. Stavenhagen, 1922) Hist = Historiae Herodoto V a.C. (ed. Ph. E. Legrand, I-IX 19321955) Hesíodo VIIIATI a.C. (ed. P. Mazon, 1951) Hesiquio V p.C. (ed. K. Latte, 1953ss) Hierocles V p.C. (ed. F. W. A. MuUach, Fragmen­ ta Philosophorum Graecorum 1 1860) CarmAur = In Aureum Pythagorae Carmen Commentarius Hipócrates V a.C. (ed. E. Littré, I-DÍ 1839-1861) Acut = De Ratione Victus in Morbis Acutis; Epid = Epidemiae; Morb = De Morbis Muberum; Progn = Prognosticum; VetMed = De Vetete Medicina; Vict = De Ratione Vicms Salubris Hipólito n/m p.C. (GCS 1.26. H6 1897ss) Phil = Philosophmnena; Ref = Refutatio Omnium Haeresium Homerici Hymni [Himnos Homéricos] desde VH a.C. (ed. Th. W. AUenn, 1946) Homero Vin/VIIa.C. (ed. D. B.Monro-Th. W. Allen, I-V1902-1912; I-ü H920; m H917; IV ^919) II = nias [níada]; Od = Odyssea [Odisea] Horacio Flaco I a.C. (ed. Klingner, H959) Carm = Carmina [Odas]; Sat = Satirae [Sáti­ ras] Serm = Sermones [Charlas]

Ireneo n/m p.C. (ed. W. Harvey, 1875; reimpre­ sión 1949) Haer = Adversus Haereses Isócrates V/TV a.C. (ed. G. Mathieu-E. Brémond, I-IV 1928-1962) Areop = Areopagiticus JámbUco m/IV p.C. (ed. G. Parthey, 1875; H. Pistelli, 1888; reimpresión 1967; L. Deubner, 1937; H975) CommMathScient = De Communi Mathematica Scientia; Myst = De Mysteriis; Protr = Protrepticus; ITieolArithm = Theologia Arithmetica; VitPyth = De Vita Pythagorica Jenofonte V/TV a.C. (ed. E. C. Marchant, I-V 1900-1920) Ag = AgesUaus; An = Anabasis [Anábasis]; Ap = Apologia Socratis [Apologia de Sócrates]; Cyrop = Cyropaedia [Ciropedia]; Hist = Histo­ ria Graeca (HeUenica) [Historia de Grécia]; Mem = Memorabüia Socratis Jerónimo IV/V p.C. (PL 22-30 1865ss; I. Hilberg, CSEL 54-56 1910ss) Josefo Flavio I p.C. (ed. B. Niese, 1887-1890; reimpresión 1955; O. Michel-O. Bauemfeind, De Bello ludaico, I-m 1959-1969) Ant = Antiquitates ludaicae [Antigüedades de los Judios]; Ap = Contra Apionem [Contra Apión]; BeU = De Bello ludaico [Las Guerras de los Judios]; Vita = Vita losephi [Autobio­ grafia] Justino Mártir H p.C. (ed. E. Goodspeed, Die ãltesten Apologeten, 1914) Apol = Apologia [Apologia]; Dial = Dialogus cum Tryphone ludaeo [Diálogo con Trifón]; Epit = Epitome Juvenal I/H p.C. (ed. W. V. Clausen, 1962) Sat = Satirae [Sátiras] Lactancio m/TV p.C. (ed. S. Brandt-G. Laubmann, CSEL 19.27 1890ss: H. Kraft-A. Wlosok, De Ira Dei, 1957) Inst = Divinae Institutiones; Ira = De Ira Dei Lisias V/IV a.C. (ed. L. Gemet-M. Bizos, ^1955) Livio I a./p.C (ed. R. S. Conway-C. F. Walters-S. K. Johnson-A. H. McDonald, I-IV 1914-1935; reimpresiones 1960-1964; V 1965) Luciano n p.C. (ed. C. Jacobitz, I-IV 1836-1841; K. Mras, 1954) Alex = Alexander sive Pseudomantis; Asin = De Asino; Hermot = Hermotimus; Indoct = Adversus Indoctum; JupConf = Juppiter Confutams; JupTrag = Juppiter Tragoedus; Peregr Mort = De Peregrini Morte; Pseudolog = Pseudologista; Salt = De Saltatione; VitAuct = Vitarum Auctio

Abreviaturas Marco Aurélio Antonino II p.C. (ed. W. Theiler, 1951) Máximo Tino H p.C. (ed. H. Hobein, 1910) Menandro IV/III a.C. (ed. A. Kõrte, I-II 1947, 1953; nueva edición, ed. A. Thierfelder, ^1957, "1959) Musonio Rufo I p.C. (ed. O. Hense, 1905) Orígenes H/m p.C. (PG 11-17 1857ss; GCS 2.3.6. 10.22.29.30.33.38.40.41,1. Hl,2. "49 1899ss) Cels = Contra Celsum; Orat = De Oratione; Princ = De Principiis Orphei Hymni (ed. W. Quant, "1955) Orphica (ed. E. Abel, 1885) Orphicorum Fragmenta (ed. O. Kem, 1922) Ovidio Nasón I a./p.C. (ed. R. Ehwald-F. W. LenzF. W. Levy, I-IÜ 1906-1932) Fast = Fasti; Metam = Metamorphoses [Metamorfosis] Parménides V W a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker I ‘4964) Passio Perpetuae etFelicitatis [Martirio de Ias San­ tas Perpetua y Felicidad] (ed. C. van Beek, 1936) Pausanias II p.C. (ed. F. Spiro, 1903) Píndaro V W a.C. (ed. B. Snell, 1964) Isthm = Isthmia [Istmicas]; Nem = Nemea [Nemeas]; Olymp = Olympia [Olímpicas]; Pyth = Pythia [Píticas] Pistis Sophia n i p.C. (ed. C. Schmidt-W. Till, Koptisch-gnostische Schriften I, GCS H5 1959; reimpresión 1962) Platón V m a.C. (ed. J. Bumet, I-V 1900-1907; reimpresiones) Ap = Apologia [Apologia]; Charm = Charmides [Cármides]; Clit = CHtopho; Crat = Cratylus [Crátilo]; Critías; Ciito [Critón]; Ep = Epistulae [Cartas]; Euthyd = Euthydemus [Eutidemo]; Euthyphr = Euthyphron [Eutifrón]; Gorg = Gorgias; Hi = Hippias [Hipias], I Maior [Mayor], II Minor [Menor]; lon; La = Laches [Laques]; Leg = Leges; Lys = Lysis [Lisis]; Men = Meno [Menon]; Menex = Menexenus [Menéxeno]; Pann = Parmenides [Parménides]; Phaed = Phaedo [Fedón]; Phaedr = Phaedrus [Fedro]; Phileb = Philebus [Filebo]: Pol = Politicus [Político]; Prot = Protagoras [Protágoras]; Resp = Respublica [El Estado]; Soph = Sophista [Sofista]; Symp = Symposion [Banquete]; Theaet = Theaetetus [Teeteto]; Tim = Timaeus [Timeo] PUnio el Joven ¥Í1 p.C. (ed. M. Schuster-R. Hanslik, 4958)

XXI

Plinio el Viejo Ip.C. (ed. K. Mayhoff-L. lan, I-V 1892-1909) NatHist = Naturalis Historia Plotino n p.C. (ed. P. Henry-H. R. Schwyzer, I-IH 1951-1973) Enn = Enneaden [Eneadas] Plutarco I/n p.C. (ed. W. R. Paton y otros, 1925ss) Alex = De Alexandro; AlexFort = De Alexandri Fortuna aut Virtute; Amat = Amatorius; AmatNarr = Amatoriae Narrationes; Anton = De Antonio; Apophth = Apophthegmata Regum et Imperatorum; Athen = De Gloria Atheniensium; Aud = De Audiendo; CatoMaior = De Catone Maiore; CatoMinor = De Catone Mi­ nore; CommNot = De Communibus Notitiis adversus Stoicos; Cons = Consolatio ad Apollonium; Def = De Defectu Oraculorum; Demetr = De Demetrio; Fort = De Fortuna; GenSocr = De Genio Socratis; Is = De Iside et Osiride; LatViv = De Latenter Vivendo; Lib Educ = De Liberis Educandis; Plac = De Placitis Philosophorum; Pomp = De Pompeio; PraecConiug = Praecepta Coniugalia; Praec GerReip = ftaecepta Gerendae Reipublicae; Pyth = De Pythiae Oraculis; QuaestConv = Quaestiones Convivales; QuesfPlat = Quaestiones Platonicae; SeptSap = Septem Sapientium Convivium; Stoic = De Stoicorum Repugnantiis; SuavVivEpic = Non posse suaviter vivi secundum Epicurum; Superst = De Superstitione; Tranq = De Tranquillitate Animi Polibio III/II a.C. (ed. Th. Büttner-Wobst, I-V "1963-1964) Porfirio UI p.C. (ed. A. Nauck, "1886) Abst = De Abstinentia; Antr = De Antro Nympharum; Christ = Adversus Christianos; Marc = Ad Marcellam; VitPlo = Vita Plotini; VitPyth = Vita Pythagorae Posidonio n/I a.C. (ed. F. Jacoby, Die Fragmente der griechischen Historiker II A, reimpresión 1961) Proclo V p.C. (ed. G. Friedlein, In Primum Euclidis Librum Commentarius, 1873; W. Kroll, In Platonis Rempublicam Commentarii, I-II1899, 1901; E. Diehl, In Platonis Timaeum Commen­ tarii, I-ni 1903-1906; E. R. Dodds, Insütutio Theologica, 1933) Eucl = In Euclidem Commentarius; Inst = Institutio Theologica; RemPubl = In Platonis Rem Publicam Commentarius; Tim = In Platonis Timaeum Commentarius Pseudo-Clementinas, Hormlías hasta IV p.C. (ed. B. Rehm-J. Irmscher-F. Paschke, GCS "42 1969; W. Frankenberg, TU 48,3 1937)

XXII

Abreviaturas

Pseudo-Clementinas, Recogniciones hasta IV p.C. (ed. B. Rehm-F. Paschke, GCS 51 1965; W. Frankenberg, TU 48,3 1937) Pseudo-Platón (ed. J. Bumet, I-V 1900-1907; reimpresiones) Alc = Alcibiades, I Maior, II Minor; Amat = Amatores; Ax = Axiochus; Def = Definitiones; Demod = Demodocus; Ep = Epistulae; Epin = Epinomis; Eryx = Eryxias; Hipp = Hipparchus; Just = De lusto; Min = Minos; Sis = Sisyphus; Theag = Theages; Virt = De Virtute Quintiliano I p.C. (ed. L. Radermacher, I T965; II U965) InstOrat = Institutio Oratória Salustio rv p.C. (ed. Kurfess, reimpresión 1972) Séneca I p.C. (ed. A. Bourgery-R. Waltz, 1923ss [Dialogi]; F. Préchac-H. Noblot, 1945ss [Ep]; F. Préchac, 1961 [Ben; Ciem]; P. Oltramare, U961 [Nat]) Ben = De Beneficiis; Ciem = De Clementia; Ep = Epistulae Morales; Ira = De Ira; Marc = Ad Mareiam De Consolatione; Nat = Naturales Quaestiones; Vita = De Vita Beata Sexto Empírico IWII p.C. (ed. H. Mutschmann-J. Mau, I-in 1914ss; IV; índices, ed. K. Janácek, H962) Gramm = Adversus Grammaticos; Math = Adversus Mathematicos; PyrrhHyp = Pyrrhoneae Hypotyposes Sófocles V a.C. (ed. A. C. Pearson, Í924; reimpre­ siones) Ai = Aiax [Ayante]; Ant = Antigone [Antígona]; El = Electra; OedCol = Oedipus Coloneus [Edipo en Colono]; Oediyr = Oedipus lyrannus [Edipo Rey]; Phil = Philoctetes [Filoctetes]; Trach = Trachinieae [Las Traquinias] Suetonio Tranquilo I/n p.C. (ed. H. Ailloud, I-III 1930; U954-1955) Caes = De Vita Caesarum [Vida de los doce Césares]

Suidas X p.C. (ed. A. Adler, I-V 1928-1938; reim­ presión 1967-1971) Taciano II p.C. (ed. E. Goodspeed, Die altesten Apologeten, 1914 OrGraec = Oratio ad Graecos Tácito Comelio I/II p.C. (ed. E. Koestermann, I U965; H/1 U969; W2 ^970) Aim = Annales [Anales]; Hist = Historiae [His­ torias] Teócrito m a.C. (ed. A. S. F. Gow, I-H 1950) IdyU = Idyllia Teófilo II p.C. (ed. G. Bardy-M. Sender, SC 20 1948) Autol = Ad Autolycum Teofrasto rV/m a.C. (ed. F. Wimmer, 1854-1862; P. Steinmetz, 1960) Char = Characteres [Caracteres]; Hist = Histo­ ria Plantarum [Historia de las plantas] Tertuliano (Quintus Septimius Tertullianus Florens) IWn p.C. (CSEL 20.47.69.70.76 1890ss; CChr 1-2 1954) Apol = Apologeticum [Apologia]; Bapt = De Baptismo [Acerca dei bautismo]; Marc = Adveisus Marcionem [Contra Marción]; Mart=Ad Martyres [Acerca de los mártires]; PraescrHaer = De Praescriptione Haereticorum [Acerca de la prescripeión de los herejes]; Pud = De Pudicitia [Acerca dei pudor]; Vai = Adversus Valentinianos [Contra los valentinianos] Tibulo I a.C. (ed. F. W. Lenz, 1937) Tucídides V a.C. (ed. H. S. Jones, I-H; reimpresión 1974) Vettio Valente II p.C. (ed. W. Kroll, 1908) VirgUio I a.C. (ed. F. A. Hirtzel, 1900; reimpresio­ nes; R. Ellis, Appendix Vergiliana, 1907; reim­ presiones) Aen = Aeneis [Eneida]; Ecl = Eclogae [Eglogas]; Georg = Georgica [Geórgicas] Vitae Aesopi (ed. B. E. Perry, 1952) Zenón V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Frag­ mente der Vorsokratiker 1 “1964)

Abreviaturas 3.

xxm

Inscripciones, documentos, fragmentos, papiros y antologias griegos y latinos

ÃgU Ãgyptische Urkunden aus den Staatlichen Museen zu Berlin. Griechische Urkunden I-IX, Berlin 1895-1970 vAmim J. von Amim, Stoicorum Veterum Frag­ menta I-IV, Leipzig 1903-1924; reimpresión, Stuttgart 1964 Audollent A. Audollent, Defixionum Tabellae quotquot innotuerunt. Paris 1904 Beckby H. Beckby, Anthologia Graeca I-IV, München 1957-1958 BMI Ancient Greek Inscriptions in the Bristish Museum, Oxford 1874-1916 Bonner C. Bonner, Studies in Magical Amulets, University of Michigan Studies, Humanistic Series 49, Ann Arbor 1950 CBBP Chester Beatty Biblical Papiry I-XV, London 1933-1937 CGCI Corpus der griechisch-christlichen Inscbiiften von Hellas, ed. por N. A. Bees, Athen 1941. CGF Comicorum Graecorum Fragmenta, ed. G. Kaibel, Berlin 1899; reimpresión, Berlin 1958 CIA Corpus Inscriptionum Atticarum I-in. Appendix, Inscriptiones Graecae I-IIl, Berlin 1837-1897; editio nünor, Berlin 1913ss CU Corpus Inscriptionum Judaicarum I-II, Città dei Vaticano 1936.1952 CIL Corpus Inscriptionum Latinarum I-XVI, Leipzig/Berlin 1862-1943; ^1893ss CIMRM Corpus Inscriptionum et Monumentorum Religionis Mithriacae I-B, ed. M. J. Vermaseren, Den Haag 1956. 1960 CIS Corpus Inscriptionum Semiticarum, Paris 1887SS

CPG Corpus Paroemiographorum Graecorum In, ed. E. L. von Leutsch-F. G. Schneidewin, Gõttingen 1893.1951 CPJ Corpus Papyrorum Judaicarum, ed. V. A. Tcheiikover-A. Fuks, Cambridge Mass, 1957ss; reimpresiones, Heildesheim 1958, 1965 Diehl E. Diehl, Anthologia Lyrica Graeca I-m, Leipzig H949-1952; reimjMresión 1954-1964 Diels H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratíker I-in, Zürich/Berlin "1964 EpigrGraec Epigrammata Graeca ex lapidibus conlecta, ed. G. Kaibel, Berlin 1878 FAC Fragments of Attic Comedy I-III B, ed. J. M. Edmonds, Leiden 1957-1961 FGH Die Fragmente der griechischen Historiker I-III C2, ed. F. Jacoby, Berlin/Leiden 19231958; reimpresiones, Leiden 1954ss

Friedlânder P. Fiiedlânder-H. B. Holfleit, Epi­ grammata; Qreek Inscriptions in Verse, from the Beginnings of the Persian Wars, Berkeley 1948 GLP Greek Literary Papiry, ed. D. L. Page, London/Cambridge Mass. 1942 GVI Griechische Vers-Inschriften, ed. W. Peek, Berlin 1955 IG Inscriptiones Graecae, Berlin 1873-1939 If f Inscriptiones Graecae, editio minor, Berlin 1913ss IGLS Inscriptions grecques et latines de la Syrie, ed. L. lalabert-R. Mouterde, I-V, Paris 19291959 ILCV Inscriptiones Latinae Christianae veteres, ed. E. Diehl, I-BI, Berlin ^961 IMagn Die Inschriften von Magnésia am Màander, ed. O. Kem, Berlin 1900 IPiiene Die Inschriften von Priene, ed. F. HUler von Gartringen, Berlin 1906 OGIS Orientis Graeci Inscriptiones Selectae I-B, ed. W. Dittenberger, Leipzig 1903.1905; reim­ presión, 1960 PapBod Papiro Bodmer I-XXIII, Genf 19541965 PapEleph Die Elephantine-Papyri, ed. O. Rubensohn, Ãgyptische Urkunden aus den Kõniglichen Museen zu Berlin, Griechische Urkun­ den, Sonderheft, Berlin 1907 PapFamXeb A Family Archive from Tebtunis, ed. B. A. van Groningen, Leiden 1950 PapFayüm Fayúm Towns and their Papyri, ed. por B. P. Grenfell-A. S. Hunt-D. G. Hogarth, London 1900 PapFlor Papiri Fiorentini, Papiri Greco-Egizü I. m , ed. G. ViteUi, Milano 1906.1915: E, ed. D. Comparetti, Milano 1908-1911; reimpresión, Torino 1960 PapFouad Les Papyrus Fouad I, ed. A. Bataille y otros, Publications de la Societé Fouad I de Papyrologie, Textes et documents VEI, Cairo 1939 PapFuadUniv The Fuad I University Papyri, ed. D. S. Crawford, Publications de la Société Fouad I de Papyrologie, Textes et documents VEI, Alexandria 1949 PapHibeh The Hibeh Papyri I, ed. B. P. GrenfellA. S. Hunt, London 1906; B, ed. E. G. Tumer, London 1955 PapLeiden Papyri Graeci Musei Antiquarii puplici Lugdiuii-Batavi, ed. C. Leemans, I-E, Lei­ den 1843.1885 PapLeipzig Griechische Urkunden der Papymssammlung zu Leipzig, ed. L. Mitteis, Leipzig 1906

XXIV

Abreviaturas

PapLondon Greek Papyri in the Bristish Museum, I-II, ed. F. G. Kenyon, London 1893. 1898; ni, ed. F. G. Kenyon-H. I. Bell, London 1907; rV-V, ed. H. I. Bell, London 1910.1917 PapMasp Papyrus grecs d’époque byzantíne, ed. J. Maspéro, Catalogue général des antiquités égyptiennes du Musée du Caire I-Ill, Cairo 1911-1916

PapMich Papyri in the University of Michigan Collection I-VIII, Aim Arbor 1931-1951 PapOxford Some Oxford Papyri I-II, ed. E. P. Wegener, Leiden 1942.1948 PapOxy The Oxyrhynchus Papyri I-XLI, ed. B. P. Grenfell-A. S. Hunt y otros, London 18981972 PapPetrie The Flinders Petrie Papyri I-II, ed. J. P. Mahaffy, Dublin 1891.1893; IH, ed. J. P. Mahaffy-J. G. Smyly, Dublin 1905 PapRyl Catalogue of the Greek Papyri in the John Rylands Library at Manchester I-IV, Manchester 1911-1952

PapRylZenon A New Group of Zenon Papyri, ed. C. C. Edgar, Bulletin of the John Rylands Library 18 (1934) 111-130 PapTebt The Tebtunis Papyri, ed. B. P. GrenfellA. S. Hunt y otros, I-UI, London 1902-1938 PapZenonCol Zenon Papyri, Business Papers of the 3rd Centuiy B. C. I, ed. W. L. WestermannE. S. Hasenoehrl, Columbia Papyri, Greek Series UI, New York 1934; II, ed. W. L. Westermann-C. W. Keyes-H. Liebesny, Columbia Pap}TÍ, Greek Series IV, New York 1940 Preisendanz K, Preisendanz, Papyri Graecae Magicae. Die griechischen Zauberpapyri I-II, StuttgartH973.1974 Preisigke F. Preisigke-F. Bilabel-E. Kiessling, Sanunelbuch griechischer Urkunden aus Àgypten I-XI, Wiesbaden 1915-1973 SIG Sylloge Inscriptionum Graecarum, ed. W. Dittenberger, I-IV, Leipzig N915-1924; reimpresión, HUdesheim 1960 TGF Tragicorum Graecorum Fragmenta, ed. A. Nauck, Leipzig H989; reimpresión con suple­ mento de B. Snell, Hildesheim 1964

Abreviaturas

XXV

4. Siglas de revistas, series, colecciones, léxicos, ediciones de textos

AAB Abhandlungen der Deutschen (hasta 1944: PreuBischen) Akademie der Wissenschaften zu Berlin. Phil.-hist. Klasse, Berlin 1815ss AAH Abhandlungen der Heidelberger Akademie der Wissenschaften. Phil.-hist. Klasse, Heidelberg 1913ss AB The Anchor Bible ALBO Analecta Lovaniensia Biblica et Orientalia ALW Archiv fUr Liturgiewissenschaft AnBibl Analecta Bibhca ANET Ancient Near Eastem Texts Relating to the Old Testament, ed. J. B. Pritchard, Princeton4955 Angelos Angelos. Archiv für neutestamentliche Zeitgeschichte und Kulturkunde I-TV, Leipzig 1925-1932 AOT Altorientalische Texte zum Alten Testa­ ment, ed. H. Gressmann, Berlin H926 APF Archiv für Papyrusforschung und verwandte Gebiete ASNU Acta Seminarii Neotestamentici Upsaliensis ASTI Annual of the Swedish Theological Institute ATD Das Alte Testament Deutsch AThANT Abhandlungen zur Theologie des Alten und Neuen Testament AThR The Anglican Theological Review AuC Antike und Christentum. Kultur- und religionsgeschichtliche Studieu BBB Bonner Biblische Beitrage Beginnings 1-V The Beginnings of Christianity. Part I, ed. Foakes-Jackson/Lake, 1-V, London 1920-1933 BeO Bibbia e Oriente BEvTh Beitrage zur Evangeüschen Theologie BFChTh Beitrage zur Forderung christlicher Theologie BGE Beitrage zur Geschichte der neutestamentlichen Exegese BHH Bibüsch-historisches Handwõrterbuch I-IE, ed. Reicke-Rost, Gõttmgen 1962-1966 BHK Biblia Hebraica, ed. R. Kittel, Stuttgart ’1951 (reimpresiones) BHS Biblia Hebraica Stuttgartensia, ed. ElligerRudolph, Stuttgart 1968ss Bib Bibhca BiKi Bibel und Kirche BiLe Bibel und Leben BJRL The Bulletin of the John Rylands Library BK Bibhscher Kommentar. Altes Testament BNTC Black’s New Testament Commentaries BRL Biblisches Reallexikon, ed. K. Galling, Tübingen “1977

BStF Biblische Studien, Freiburg BStN Bibhsche Smdien, Neukirchen BThB Biblical Theology Bulletin BU Biblische Untersuchungen BWANT Beitrage zur Wissenschaft vom Alten und Neuen Testament BZ Bibhsche Zeitschiift BZNW Beihefte zur Zeitschrift für die neutestamenthche Wissenschaft CB Coniectanea Bibhca CBQ Cathohc Biblical Quarterly CChr Corpus Christianorum CGPNT Catenae Graecorum Patrum in Novum Testamentum I-Vin, ed. J. A. Cramer, Oxford 1838-1844 CIR The Classical Review CMG Corpus Medicorum Graecorum, BerlinHalle 1908SS CNeot Coniectanea Neotestamentica CNT Commentaire du Nouveau Testament, ed. P. Botmard y otros CQR The Church Quarterly Review CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium CSEL Corpus Scriptorum Ecclesiasticomm Latinorum CSS Cursus Scripturae Sacrae DAC Dictionary of the Apostolic Church I-Il, ed. J. Hastings, Edinburgh 1915.1918 DACL Dictionnaire d’archéologie chrétienne et de liturgie 1-XV, ed. Cabrol-Leclercq y otros. Paris 1895-1912 DB Dictionnaire de la Bible 1-V, ed. F. Vigouroux. Paris 1928ss DBHE L. Alonso Schõkel, Diccionario Bíblico Hebreo-Espanol, Madrid 1994 DBS Dictionnaire de la Bible, Supplément, ed. Pirot-Robert, Paris 1928ss DJD Discoveries in the Judaean Desert, Oxford 1955SS

DNT Diccionario dei Nuevo Testamento, ed. X. Léon-Dufour, Madrid 1977 DTAT Diccionario teológico dei Antiguo Testa­ mento I, ed. Botterweck-Ringgren, Madrid 1973 (cf. ThWAT) DTB Diccionario de teologia bibhca, ed. J. B. Bauer, Barcelona 1967 DTMAT Diccionario teológico manual dei Anti­ guo Testamento I-II, ed. Jenni-Westermann, Madrid 1978-1985 DTNT Diccionario teológico dei Nuevo Testa­ mento I-FV, ed. L. Coenen-E. Beyreuther-H. Bietenhard, Salamanca “1991 DThC Dictionnaire de Théologie Catholique 1XV Paris 1930-1950

XXVI

Abreviaturas

EB Echter-Bibel EHS Eviropâische Hochschulschriften EJ Encyclopaedia Judaica. Das Judentum in Geschichte und Gegenwait 1-X, Berlin-Charlottenburg 1928-1934 (incompleta) EJJ Encyclopaedia Judaica I-XVI, Jerusalem 1971-1972 EKK(V) Evangelisch-Katholischer Kommentar zum Neuen Testament (Vorarbeiten) EKL^ Evangelisches Kirchenlexikon, ed. E. Fahlbusch y otros, Gõttingen ^1986ss EnchB Enchiridion Biblicum, Romae H956 ERE Encyclopaedia of Religion and Ethics I-Xn, Edinbuígh-New York 1908-1921 (reimpresiones) EstB Estúdios Bíblicos EstEcl Estúdios Eclesiásticos ET The Expository Times EtB Etudes BibUques EThL Ephemerides Theologicae Lovanienses EvTh Evangelische Theologie EWG J. B. Hofmann, Etymologisches Wõrterbuch des Griechischen, München 1950 (reim­ presiones) FRLANT Forschungen zur Religion und Literatur des Alten und Neuen Testaments FzB Forschung zur Bibel GCS Die griechischen christUchen Schrifsteller der ersten drei Jahrhunderte GGA Gôttinger gelehrte Anzeigen Glotta Glotta. Zeitschrift für die griechische und lateinische Sprache GNT The Greek New Testament, ed. K. AlandM. Black y otros, New York-London (1966) '1975 GNTCom B. M. Metzger, A. Textual Commentary on the Greek New Testament, LondonNew York 1971 Gr Gregorianum GS Geistliche Schrifüesung HAW Handbuch der Altertumswissenschaft, fundado por I. v. MüUer, reed. W. Otto, Mün­ chen 1929ss; reedición 1955ss HNT Handbuch zum Neuen Testament HSNT Die Heiüge Schrift des Neuen Testaments, ed. F. Tillmann (Boim “193153) HThG Handbuch theologischer Gmndbegriffe In, ed. H. Fries, München 1962.1963 HThK Herders Theologischer Kommentar zum Neuen Testament HThR The Harvard Theological Review HThS Harvard Theological Studies HUCA Hebrew Union College Annual ICC The International Criticai Commentary IDB The Interpreter’s Dictionary of the Bible IIV, ed. G. A. Buttrick, New York-Nahsville 1962. Suppl(ementary Volume) 1976

lEJ Israel Exploration Journal IKZ Internationale Kirchliche Zeitschrift IKZC Internationale Kathohsche Zeitschrift Communio JAC Jahrbuch für Antíke und Chiistenmm JBL Journal of Biblical Literature JBR The Journal of Bible and Religion JETS Journal of the Evangeücal Theological Society JHS The Journal of Hellenic Studies JJS The Journal of Jewish Studies JR The Journal of Religion JSHRZ Jüdische Schriften aus hellenistischrõmischer Zeit I-V, ed. W. G. Kümmel, Gütersloh 1973ss JSJ Journal for the Study of Judaism JStNT Journal for the Study of the New Testa­ ment JThS The Journal of Theological Studies KBL' Koehler-Baumgartner, Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden H958 KBL' Koehler-Baumgartner, Hebrãisches und Aramãisches Lexikon zum Alten Testament, Leiden '1974ss KEK Kritisch-exegetischer Kommentar über das Neue Testament, fundado por H. A. W. Meyer KIT Kleine Texte für (theologische) Vorlesungen und Übungen KNT Kommentar zum Neuen Testament IXVm, ed. Th. Zahn, Leipzig 1903ss KQT Konkordanz zu den Qumrantexten, ed. K. G. Kuhn, Gõttingen 1960 KuD Kerygma und Dogma LAW Lexikon der Alten Welt, ed. C. AndresenH. Erbse y otros, Zürich 1965 LeDiv Lectio Divina LThK Lexikon für Theologie und Kirche I-X, Freiburg H957-1965 LXX Septuaginta I-II, ed. A. Rahlfs, Stuttgart H952 LXX-G Septuaginta. Vetus Testamentum GraecumAuctoritate Academiae (Societatis) Scienciamm (Litterarum) Gottingensis editum, Gõt­ tingen 1931ss MGWJ Monatsschrift für Geschichte und Wissenschaft des Judentums Moffatt NTC The Moffatt New Testament Com­ mentary MThZ Münchener Theologische Zeitschrift NHC The Facsimile Edition of the Nag Hammadi Códices (I-XEI), Leiden 1972-1977 NIC The New International Commentary on the New Testament NIDNT The New International Dictionary of New Testament Theology I-III, ed. C. Brown, Exeter 1975-1978

Abreviaturas NIGTC The New International Greek Testament Commentary NLC The New London Commentary on the New Testament (parcialmente = NIC) NovT Novum Testamentum NovTS Novum Testamentum. Supplement NRTh Nouvelle Revue Théologique NTA Neutestamenthche Abhandlungen NTD Das Neue Testament Deutsch NTG“ Novum Testamentum Graece, ed. E. Nestle-K. Aland, Stuttgart “ 1979 (reimpresiones) NTS New Testament Studies NTT Norsk teologisk Tidsskrift NTTS New Testament Tools and Studies OBO Orbis Biblicus et OrientaUs OCD The Oxford Classical Dictionary, ed. Hammond-Scullard, Oxford ^1970 ÔTK Ôkumenischer Taschenbuch-Kommentar ÕVBE Õkumenisches Verzeichnis der biblischen Eigennamen nach den Loccumer Richtlinien, Stuttg^ 1971 OVBE^ Õkumenisches Verzeichnis der bibli­ schen Eigennamen nach den Loccumer Richthnien, Smttgart ^1981 PG Migne, Patrologiae series Graeca PGL G. W. H. Lampe, A Patristic Greek Lexicon, Oxford “1976 PL Migne, Patrologiae series Latina PO Patrologia Orientalis PS Patrologia Syriaca PVTG Pseudepigrapha Veteris Testament! Graece RAC Reallexikon für Antíke und Christentum, ed. Th. Klauser, Stuttgart 1941ss RB Revue Biblique RE Realencyclopâdie für protestantische Theologie und Kirche I-XXIV, Leipzig ^1896-1913 RevSR Revue des Sciences Religieuses RGG Die Religion in Geschichte und Gegenwart I-VI, Tübingen N957-1962 RhMus Rheinisches Museum für Philologie RHPhR Revue d’histoire et de philosophie reli­ gieuses RivBib Rivista Biblica, Brescia RNT Regensburger Neues Testament RQ Rõmische Quartalschrift für christliche Alterstumskunde und Kirchengeschichte RQum Revue de Qumran RSPhTh Revue des Sciences philosophiques et théologiques RSR Recherches de Science rehgieuse RThPh Revue de Théologie et de Philosophie SAB Sitzungsberichte der Deutschen (hasta 1944: PreuBischen) Akademie der Wissenschaften zu Berlin. Phil.-hist. Klasse, Berlin 1882ss

xxvn

SAH Sitzungsberichte der Heidelberger Akade­ mie der Wissenschaften. Phil.-hist. Klasse, Heidelberg 1910ss SAM Sitzungsberichte der Bayerischen Akade­ mie der Wissenschaften. Phil.-hist. Abteilung, München 1871ss SBFLA Studii Biblici Franciscani liber annuus SBi Sources Bibliques SBLMS Society of Biblical Literature, Monograph Series SBS Stuttgarter Bibelstudien SBT Studies in Biblical Theology SBU Svenskt Bibliskt Uppslagsverk, ed. EngneU-Fridrichsen, Gavle 1948-1952 SC Sources chrétiennes SJTh Scottish Journal of Theology SM Sacramentum Mundi I-VI, Barcelona 19721976 SNT Die Schriften des Neuen Testaments übersetzt und erklart von Bousset-Heitmüller I-IV, Gõttingen ^1917-1919 SNTS Mon Society for New Testament Studies, Monograph Series StANT Studien zum Alten und Neuen Testament StEv StudiaEvangehca, Berlin 1959ss StNT Smdien zum Neuen Testament StNTU Studien zur Neuen Testament und seiner Umwelt StPB Studia Post-Bibüca StTh Studia Theologica StUNT Studien zur Umwelt des Neuen Testa­ ments SvEA Svensk Exegetisk Ârsbok SyBU Symbolae Biblicae Upsahenses TEH Theologische Existenz heute ThBl Theologische Blatter ThGL Thesaurus Graecae Linguae ab H. Stephano constructus I-IX, ed. Hase-Dindorf, 18311865, rermpresión Graz 1954 ThGl Theologie und Glaube ThHK TheologischerHandkommentar zum Neuen Testament ThLZ Theologische Literaturzeitung ThPh Theologie und Philosophie (hasta 1965: Scholastik) ThPQ Theologisch-praktische Quartalschrift ThQ Theologische Quartalschrift ThR Theologische Rundschau ThRv Theologische Revue ThSt Theological Studies ThStKr Theologische Studien und Kritiken ThStUt Theologische Studien, Utrecht ThStZür Theologische Studien, Zollikon-Zürich ThViat Theologia Viatorum

xxvni

Abreviaturas

ThWAT Theologisches Wõrterbuch zum Alten Testament, ed. Botterweck-Rínggren, Stuttgart 1970ss (traducido al castellano el primer volumen, se citará: DTAT: Diccionario teológico delAT.Madrid 1973) ThWNT Theologisches Wõrterbuch zum Neuen Testament I-X, fundado por G. Kittel y ed. G. Friedrich, Stuttgart 1933-1979 ThZ Theologische Zeitschiift TRE Theologische Realenzyklopâdie, ed. Krause-Müller y otros, Berlin 1976ss TSt Texts and Studies TThZ Trierer Theologische Zeitschrift TU Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur UNT Untersuchungen zum Neuen Testament UUA Uppsala Universitets Ârsskrift VD Verbum Domini VF Verkündigung und Forschung VigChr Vigiliae Christianae VKGNT I-n K. Aland (ed.), VoUstandige Konkordanz zum griechischen Neuen Testament I-II, Berlin 1975-1983 (I) VL Vetus Latina. Die Reste der altlateinischen Bibel. Tras Sabatier, nuevamente reunidos y

editados por la abadia de Beuron, Freiburg 1949ss VT Vetus Testamentum VTB Vocabulário de teologia biblica, ed. X. Léon-Dufour, Barcelona '^1985 WMANT WissenschafÜiche Monographien zum Alten und Neuen Testament WuD Wort und Dienst. Jahrbuch der Kirchlichen Hochschule Bethel WUNT WissenschafÜiche Untersuchungen zum Neuen Testament ZAW Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft ZBK Zürcher Bibelkommentare ZDPV Zeitschrift des Deutschen Palâstina-Vereins ZEE Zeitschrift für Evangehsche Ethik ZKG Zeitschrift für Kirchengeschichte ZKTh Zeitschrift für Katholische Theologie ZNW Zeitschrift für neutestamentliche Wissenschaft ZRGG Zeitschrift für Reügions- und Geistesgeschichte ZSTh Zeitschiift für systematische Theologie ZThK Zeitschrift für Theologie und Kirche ZWTh Zeitschrift für wissenschaftliche Theologie

Abreviaturas 5.

XXDC

Bibliografia usada con frecuencia en forma abreviada

Abel, Géographie F.-M. Abel, Géographie de la Palestine I-H, Paris 1933-1938 Abel, Grammaire F.-M. Abel, Grammaire du Grec biblique. Paris 1927 Abel, Histoire F.-M. Abel, Histoire de la Palesti­ ne depuis la conquête d ’Alexandre jusqu’à Vinvasion arabe I-II, Paris 1952 Altaner, Patrología B. Altaner, Patrología, Madrid ‘‘1956 Amdt-Gingrich, Lexicon Amdt-Gingrich, A Greek English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, Chicago n979 Bauer, Wõrterbuch W. Bauer, Griechisch-deutsches Wõrterbuch zu den Schriften des Neuen Testaments und der übrigen urchristlichen Literatur, Berlin ^1958 (reimpresiones) (®1988) Benoit, Exégèse P. Benoit, Exégèse et Theologie I-m, Paris 1961-1968 Beyer, Syntax K. Beyer, Semitische Syntax im Neuen Testament VI, Gõttíngen 1962 Billerbeck, I-IV (Strack-) Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch 1-IV, München 1922-1928 (reimpre­ siones) Black, A/7;7rc>flcA M. An Aramaic Approach to the Gospels and Acts, Oxford ^1967 BlaB-Debnmner Blafi-Debrunner, Grammatik des neutestamentlichen Griechisch, preparada por F. Rehkopf, Gõttíngen «1976 ("1990) Bonsirven, Textes J. Bonsirven, Textes rabbiniques des deux premiers siècles chrétiens, Roma 1955 Bomkamm, Aufsãtze G, Bomkamm, Gesammelte Aufsãtze I-IV, München 1952-1971 (I: Das Ende des Gesetzes. Paulusstudien\ II: Studien zu Antike und Urchristentum; III-IV: Geschichte und Glaube) (La traducción castellana de algunos artículos {Estúdios sobre el NT, Salamanca 1983] se cita in extenso) Bousset-Gressmann Bousset-Gressmann, Die Religion des Judentums in spãthellenistischen Zeitalter, Tübingen '*1966 (A926) Braun, Qumran H. Braun, Qumran und das Neue Testament I-II, Tübingen 1966 Bultmann, Creer R. Bultmann, Creery comprender, Barcelona 1976 Bultmann, Geschichte R. Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition, Gõttingen ®1964; además, cuademo suplementario, Gôttingen 1971

Bultmann, Teologia R. Bultmann, Teologia dei Nuevo Testamento, Salamanca ^1997 Burrows, Scrolls M. Burrows, The Dead Sea Scrolls of St. Mark’s Monastery I.n/2 (lQIs“; IQpHab; IQS), New Haven 1950.1951 Chantraine, Dictionnaire P. Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque. His­ toire des mots. Paris 1968ss Charles I-II The Apocrypha and Pseudoepigrapha of the Old Testament in English, ed. R. H. Charles, Oxford 1913 Christ, Geschichte W. v. Christ, Geschichte der griechischen Literatur, sexta edición con la colaboración de O. Stâhün, y ed. W. Schmid, München 1/1-5, 1912-1948; IFl, 1920; II/2, 1924 Conzelmaim, Theologie H. Conzehnann, Grundrifi der Theologie des Neuen Testaments, Mün­ chen 1967 (n968) Cremer-Kõgel, Biblisch-theologisches Wõrter­ buch des neutestamentlichen Griechisch, Goth a “1915; Stuttgart "1923 Dalman, Arbeit G. Dahnan, Arbeit und Sitte in Palüstina I-VII, Gütersloh 1928-1942 (reimpresión, Hildesheim 1964) Dalman, Worte G. Dalman, Die Worte Jesu, Leipzig ^1930 (reimpresión, Darmstadt 1965) Daremberg-Saglio Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines I-V, Paris 1877-1919 DeiBmann, Licht A. DeiBmann, Licht vom Osten, Tübingen '*1923 Denniston, Particles J. D. Denniston, The Greek Particles, Oxford (1934) ^1954 (reimpresión 1970) Dibelius, Botschaft M. Dibelius, Botschaft und Geschichte. Gesammelte Aufsãtze I-II, Tübin­ gen 1953.1956 Dibelius, Historia M. Dibelius, Historia de Ias formas evangélicas, Valencia 1984 Dupont, Béatitudes I. Dupont, Les Béatitudes Im . Paris F.n, 1969; m , 1973 Eichrodt, Teologia W. Eichrodt, Teologia dei Antiguo Testamento I-II, Madrid 1975 Eissfeldt, Einleitung O. Eissfeldt, Einleitung in das Alte Testament, Tübingen ^1964 Frisk, Wõrterbuch H. Frisk, Griechisches etymologisches Wõrterbuch I-IH, Heidelberg 19601972 ES Bardtke Bibel und Qumran. F S f H. Bardtke, Berlin 1968 ES Barthélemy Mélanges D. Barthélemy, Fribourg-Gõttíngen 1981

XXX

Abreviaturas

FS Black Neotestamentica et Semitica. FS f. M. Black, Edinburgh 1969 FS Black 1979 Text and Interpretation. FS f. M. Black, Cambridge 1979 FS Bomkamm Kirche. FS f. G. Bomkamm, Tübingen 1980 FS Braun Neues Testament und christliche Existenz- FS f. H. Braun, Tübingen 1973 FS Bruce Apostolic History and the Gospel. F Sf F. F. Bruce, Exeter-Grand Rapids 1970 FS Bruce 1980 Pauline Studies. Essays presented to F F Bruce, Exeter 1980 FS Bultmann 1954 Neutestamentliche Studien f R. Bultmann, Berlin (1954) H957 FS Bultmann 1964 Zeit und Geschichte. Dankesgabe an R. Bultmann, Tübingen 1964 FS Conzelmann Jesus Christus in Historie und Theologie. FSf. H. Conzelmann, Tübingen 1975 FS Cullmann 1962 Neotestamentica et Patrislica. FSf. O. Cullmann, Leiden 1962 FS Cullmann 1967 Oikonomia. Heilsgeschichte ais Thema der Theologie. FS f. O. Cullmann, Hamburg 1967 FS Cullmann 1972 Neues Testament und Ges­ chichte. FSf. O. Cullmann, Zürich 1972 FS Dahl God’s Christ and His People. FSf. N. A. Dahl, Oslo 1977 FS Daube Donum Gentilicium. FS f. D. Daube, Oxford 1978 FS Davies Jews, Greeks and Christians. FSf. W D. Davies, Leiden 1976 FS Debrunner Sprachgeschichte und Wortbedeutung. FSf. A. Debrunner, Bem 1954 FS Dinkler Theologia Crucis. FS f. E. Dinkler, Tübingen 1979 FS Dodd The Background of the New Testament and its Eschatology. FSf. Ch. H. Dodd, Cambridge 1954 FS Dupont A cause de Févangile. FS f. J. Dupont. Paris 1985 FS Ellis Tradition and Interpretation in the New Testament. F S f E. E. Ellis, Grand-RapidsTübingen 1987 FS Friedrich Das Wort und die Wõrter. FS f. G. Friedrich, Stuttgart 1973 FS Fuchs Festschrift f. Emst Fuchs, Tübingen 1973 FS Gingrich Festschrift to Honor F. W. Gingrich, Leiden 1972 FS Greeven Studien zum Text und zur Ethik des Neuen Testaments. FSf. H. Greeven, Berlin 1986 FS Goguel Aux sources de la tradition chrêtienne. FSf. M. Goguel, Neuchâtel-Paris 1950 FS Gunkel Eucharisterion. Festgabefür H. Gunkel, Gottingen 1923

FS Haenchen Apophoreta. FS f. E. Haenchen, Berlin 1964 FS Jeremias 1960 Judentum, Urchristentum, Kirche. FSf. I. Jeremias, Berlin 1960 FS Jeremias 1970 Der RufJesu und die Antwort der Gemeinde. FS f. J. Jeremias, Gottingen 1970 FS Kasemann Rechtfertigung. FS f. E. Kãsemann, Tübingen-Gõttingen 1976 FS Kilpatrick Studies in New Testament Language and Text. FSf. G. D. Kilpatrick, Leiden 1976 FS Klijn Text and Testimony. FSf. A. F. J. Klijn, Kampen 1988 FS Kümmel Jesus und Paulus. FSf. W. G. Kümmel, Gottingen 1975 FS Kuhn Tradition und Glaube. Das frühe Christentum in seiner Umwelt. FS f. K. G. Kuhn, Gottingen 1971 FS Meinertz Vom Wort des Lebens. FSf. M. Meinertz, Münster 1951 FS Michel Abraham unser Vater. Juden und Christen im Gesprãch über die Bibel. FS f. O. Michel, Leiden 1963 FS Moule Christ and Spirit in the New Testa­ ment FSf. Ch. F. D. Moule, Cambridge 1973 FS MuBner Kontinuitãt und Einheit. FS f. F. Mufiner, Freiburg 1981 FS Ratzinger Weisheit Gottes - Weisheit der Welt. FSf. J. Kard Ratzinger, St. Ottilien 1987 FS Rengstorf Theokratia TL.FS f. K. H. Rengstorf, Leiden 1973 FS Rengstorf 1980 Wort in der Zeit. Neutesta­ mentliche Studien. FSf. K. H. Rengstorf, Lei­ den 1980 FS Rigaux Mélanges Bibliques en hommage au B. Rigaux, Gembloux 1970 FS Schelkle Wort Gottes in der Zeit FS f. K. H. Schelkle, Düsseldoif 1973 FS Schlier Die Zeit Jesu. FS f. H. Schlier, Frei­ burg 1970 FS Schtnid 1963 Neutestamentliche Aufsãtze. FS f. J. Schmid, Regensburg 1963 FS Schmid 1973 Orientierung an Jesus. FSf. J. Schmid, Freiburg 1973 FS Schnackenburg Neues Testament und Kirche. FSf. R. Schnackenburg, Freiburg 1974 FS Schneider Der Treue Gottes trauen. Beitrãge zum Werk des Lukas. FSf. G. Schneider, Frei­ burg 1991 FS Schubert Studies in Luke-Acts. Essays Presented in Honour ofP. Schubert, New York 1966 FS Schürmann Die Kirche des Anfangs. FS f. H. Schürmann, Leipzig 1977 FS Sevenster Studies in John, Presented to J. N. Sevenster, Leiden 1970

Abreviaturas FS Smith Christianity, Judaism and Other Greco-Romans Cults. FS f. M. Smith I-IV, Leiden 1975 FS Stahlin Verborum Veritas. FS f. G. Stàhlin, Wuppeital 1970 FS Stanley Wort in Spirit. FSf. D. M. Stanley, W. Uowdale 1975 FS VõgÜe Jesus und der Menschensohn. FS f A. Võgtle, Freiburg 1975 FS Wikenhauser Synoptische Studien. FS f A. Wikenhauser, München s. f. (1953) FS Wikgren Studies in the New Testament and Early Christian Literature. F S f A. P. Wikgren, Leiden 1972 FS Zimmermann Begegnung mit den Wort. FSf. H. Zimmermann, Bonn 1980 FS de Zwaan Studia Paulina in honorem Johannis de Zwaan, Haarlem 1953 Fuchs, Aufsãtze E. Fuchs, Gesammelte Aufsãtze I-m, Tübingen 1959-1965 Gesenius-Buhl Hebrãisches und Aramãisches Handwõrterbuch über das Alte Testament, ("1915); reimpresión, Berlin 1962 Goppelt, Theologie L. Goppelt, Theologie des Neuen Testaments 1-Jl, Gõttingen 1975.1976 Gregory, Textkritik C, R. Gregory, Textkritik des Neuen Testamenles I-IIl, Leipzig 1900-1909 Grollenberg, Atlas L. H. Grollenberg, Bildatlas zur Bibel. Edición alemana a cargo de H. Eising, Gütersloh ^1958 Haag, Diccionario H. Haag-A van der Bom-S. de Ausejo, Diccionario de la Biblia, Barcelona 1967 (reimpresiones) Haenchen I-II E. Haenchen, Gott und Mensch (Gesammelte Aufsãtze I); Die Bibel und wir (Gesammelte Aufsãtze II), Tübingen 1965. 1968 Hahn, Hoheitstitel F. Hahn, Christologische Hoheitstitel. Ihre Geschichte imfrühen Christentum, Gõttingen (1963) ’1966 (= '*1974) Hamack, Mission A. von Hamack, Die Mission und Ausbreitung des Christentums in den ersten drei Jahrhunderten I-II, Leipzig “1924 Hastings I-V J. Hastings, A Dictionary of the Bible 1-V, Edinburgh 1942-1951 HastingsRev J. Hastings, A Dictionary of the Bible, revisado por Grant-Rowley, Edinburgh 1963 Hatch-Redpath A Concordance to the Septuagint and the Other Greek Versions ofthe Old Testa­ ment I-II, Oxford 1897 (reimpresión, Graz 1974) Heine, Synonymik G. Heine, Synonymik des Neutestamentlichen Griechisch, Leipzig 1898

XXXI

Helbing, Grammatik R. Helbing, Grammatik der Septuaginta. Laut- und Wortlehre, Gõttingen 1907 Helbing, Kasussyntax R. Helbing, Der Kasussyntax der Verba bei den Septuaginta, Gõttin­ gen 1928 Hengel, Judentum M. Hengel, Judentum und Hellenismus, Tübingen (1969) ^1973 Hennecke-Schneemelcher Neutestamentliche Apokryphen in deutscher Übersetzung I-II, Tübingen H959; 1964 (H990.H989) Imschoot, Teologia P. van Imschoot, Teologia dei Antiguo Testamento, Madrid 1969 Jastrow, Dictionary M. Jastrow, A Dictionary of the Targumim, the TalmudBabli and Yerushalmi, and the Midrashic Literature, New York 1950 Jeremias, Parábolas J. Jeremias, Ims parábolas de Jesús, Estella ’1987 Jeremias, Teologia J. Jeremias, Teologia dei Nuevo Testamento, Salamanca ‘1993 Johannessohn, Prãpositionen M. Johannessohn, Der Gebrauch der Prãpositionen in der Sep­ tuaginta, Berlin 1926 lonas, Gnosis H. Jonas, Gnosis und spãtantiker Geist I-II/l, Gõttingen I (1934) H964; II/l, 1954 Jülicher, Gleichnisreden A. Jülicher, Die Gleichnisreden Jesu I-II, reimpresión Darmstadt 1963 (=Tübingen 1910) Kãsemann, Versuche E. Kasemann, Exegetische Versuche und Besinnungen I-II, Gõttingen I “1965; n ’1968 (La edición castellana parcial [Ensayos exegéticos, Salamanca 1978] se cita­ rá in extenso) Kautzsch I-n E. Kautzsch (ed.), Die Apokryphen und Pseudepigraphen des Alten Testaments III, Tübingen 1900 (reimpresión, Hildesheim 1962) Kopp, Stãtten C. Kopp, Die heiligen Statten der Evangelien, Regensburg 1959 Kühner, Grammatik R. Kühner, Ausfiihrliche Grammatik der griechischen Sprache I-II, 3.“ edición (I por F. Blass; II por B. Gerth), Hannover 1890-1894 (reimpresión, Darmstadt 1966) Kümmel I-II W. G. Kümmel, Heilgeschehen und Geschichte I-II, Marburg 1965.1978 Kümmel, Einleitung W. G. Kümmel, Einleitung in das Neue Testament, Heidelberg 1976 (= 18.“ edición a cargo de Feine Behm) Kümmel, Geschichte W. G. Kümmel, Das Neue Testament. Geschichte der Erforschung seiner Probleme, Freiburg (1958) ^1970 Kuss I-IH O. Kuss, Auslegung und Verkündigung I-III, Regensburg 1963.1967.1971 (volumen ni: Paulus)

XXXII

Abreviaturas

Leipoldt-Grundmann J. Leipoldt-W. Grundmann (eds.), El mundo dei Nuevo Testamento I-in, Madrid 1973 Levy I-IV J. Levy, Wdrterbuch über die Talmudim und Midraschim I-IV, Berlin -1924 (reimpresión Darmstadt 1963) Lewy, Fremdwõrter H. Lewy, Die semitische Fremdwõrter im Griechischen (1895), reimpresión, Hildesheim 1970 LiddeU-Scott A Greek-English Lexicon, Oxford ’1940 (reimpresión); Supplement 1968 Lietzmann I-m H. Lietzmaim, Kleine Schriften Im , Berlin 1958-1962 Lohse, Texte Die Texte aus Qumran. Hebrãisch und Deutsch, ed, E. Lohse, Darmstadt (1964) '1971 Maier, Texte J. Maier, Die Texte vom Toten Meer I-n, München 1960 Maier-Schreiner J. Maier, Literatur und Religion des Frühjudentums. Eine Einjühnmg, ed. MaierSchreiner, Würzburg 1973 Mayser, Grammatik E. Mayser, Grammatik der griechischen Papyri aus der Ptolomaerzeit I-II, Berlin-Leipzig 1906-1934 (reimpresión o segunda edición, Berlin 1970) Meinertz, Teologia M. Meinertz, Teologia dei Nuevo Testamento, Madrid ^1966 Meyer, Ursprung E. Meyer, Ursprung und Anfãnge des Christentums I-III, Stuttgart I.II ■'*1924.1925; III ‘*1923 (reimpresión, Darm­ stadt 1962) Mitteis-Wilken Grundzüge und Chrestomathie der Papyruskunde, Leipzig 1912 Moore, Judaism G. F. Moore, Judaism in the First Centuries o f the Christian Era I-III, Cambridge Mass. 1927-1930 Morgenthaler, Statistik R. Morgenthaler, Statistik des neutestamentlichen Wortschatzes, Zürich 1958 Moulton, Einleitung J. H. Moulton, Einleitung in die Sprache des Neuen Testaments, Heidelberg 1911 Moulton, Grammar Moulton-Howard-Tumer, A Grammar of New Testament Greek I-IV, Edmburgh I, *1908 (reimpresión 1957); II, H956; m , 1963; IV, 1976 Moulton-Milligan The Vocabulary of the Greek Testament Illustrated from the Papyri and Other Non-Literary Sources, London 1930 (reimpresión) Nâgeli, Wortschatz Th. Nâgeli, Der Wonschatz des Aposteis Paulus, Gottingen 1905 Nilsson, Geschichte M. P. Nilsson, Geschichte der griechischen Religion II. Die hellenistische und rõmische Zeit, München ^1961

Noth, Historia M. Noth, Historia de Israel, Bar­ celona 1966 Noth, Personennamen M. Noth, Die israelitischen Personennamen in Rahmen der gemeinsemitischen Namengebung, Stuttgart 1928 Onomastikon Eusebio-Jerónimo, Onomastikon der biblischen Namen, ed. E. Klostermann (GCS 11/1; Eusebio m), Leipzig 1904 Pape, Wõrterbuch W. Pape, Griechisch-deutsches Wõrterbuch I-II, Braunschweig *1914 (reimpresión, Graz 1954) Passow I-n F. Passow, Handwôrterbuch der grie­ chischen Sprache I-II, Leipzig *1841-1857 (reimpresión, Darmstadt 1970) Pauly, Lexikon Der Kleine Pauly. Lexikon der Antike I-V, ed. Ziegler-Sontheimer, SmttgartMünchen 1964-1975 Pauly-Wissowa Paulys Realencyklopãdie der klassischen Altertumswissenschaft, revisada por Wisso-wa-KroIl, Stuttgart 1893ss Preisigke, Wõrterbuch F. Preisigke, Wõrterbuch der griechischen Papyrusurkunden I-III, Ber­ lin 1925-1931; Supplement I, Amsterdam 1971 Preisker, Zeitgeschichte H. Preisker, Neutestamentliche Zeitgeschichte, Berlin 1937 Prümm, Handbuch K. Prütnm, Religionsgeschichtliches Handbuch für den Raum der altchristlichen Umwelt, Freiburg 1943; reim­ presión, Roma 1954 von Rad, Teologia G. von Rad, Teologia dei Antiguo Testamento I-II, Salamanca I, ’1993; n, *1990 Radermacher, Grammatik L. Radermacher, Neutestamentliche Grammatik, Tübingen *1925 Reicke, Zeitgeschichte B. Reicke, Neutestamentliche Zeitgeschichte, Berbn 1965 Riessler, Schrifttum P. Riessler, Altjüdisches Schrifttum aufierhalb der Bibel, Augsburg 1928 (reimpresión, Heidelberg 1966) Ristow-Matthiae Der historische Jesus und der kerygmatische Christus, ed. Ristow-Matthiae, Berlin *1964 Robert-Feuillet Introducción a la Biblia I-II, ed. Robert-Feuillet, Barcelona 1965 Robertson, Grammar A. T. Robertson, A Gram­ mar of the Greek New Testament in the Light of Historical Research, Nahsville (Tenn.) '*1934 Roscher, Lexikon Ausführliches Lexikon der griechischen und rõmischen Mythologie, ed. H. W. Roscher, Leipzig 1894-1897 Schelkle, Teologia K. H. Schelkle, Teologia dei Nuevo Testamento I-IV, Barcelona 1975 Schlier I-IV H. Schlier, Exegetische Aufsãtze und Vortrãge, Freiburg 1956-1971; I: Die Zeit der

Abreviaturas Kirche, 1956; II: Besinnung auf das Neue Testament, 1964; III; Das Ende der Zeit, 1971 (reimpresión); IV; Das Geist und die Kirche, 1980 Schmidt, Synonymik J. H. H. Schmidt, Synonymik der griechischen Sprache I-IV, Leipzig 1876-1886 (reimpresión, Amsterdam 19671969) Schnackenburg I-II R. Schnackenburg, Christliche Existenz nach dem Neuen Testament I-II, .München 1967.1968 Schnackenburg, Mensaje I-II R. Schnackenburg, El mensaje moral dei Nuevo Testamento I-II, Barcelona 1989.1991 Schreiner-Dautzenberg Gestalt und Anspruch des Neuen Testaments, ed. Schreiner-Dautzenberg, Würzburg 1969 Schubert, Messias Vom Messias zu Christus, ed. K. Schubert, Wien 1964 Schulz, Q S. Schultz, Q. Die Spruchquelle der Evangelisten, Edinburgh 1973ss Schürer I-III E. Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi I-III, Leipzig 1901-1909 (reimpresión Hildesheim 1970) Schürer, History E. Schürer, The History of the Jewis People in the Age of Jesus Christ, revisión y edición inglesa por Vermes-Millar, I-III, Edinburgh 1973ss. (De esta revisión inglesa se han traducido al espanol los dos primeros voMmenes: Historia dei pueblo judio en tiempos de Jesús I-II, Madrid 1985). Se citan: Schürer, Historia I-II) Schürmann I-III H, Schürmann, Traditionsgeschichtliche Untersuchungen zu den synoptischen Evangelien (I); Ursprung und Gestalt (II); Orientierungen am Neuen Testament (III), Düsseldorf 1968.1970.1978 Schwyzer, Grammatik E. Schwyzer, Griechische Grammatik I-IV, München 1939-1971 (I, M878; n, n966; BI, B968; IV, 1971)

xxxin

Sophocles, Lexicon E. A. Sophocles, Greek Lexicon of the Roman and Byzantine Periods, B888 (reimpresión, Hildesheim 1975) Spicq, Notes C. Spicq, Notes de lexicographie néotestamentaire I-II, Fribourg-Gõttingen 1978 Spicq Notes Suppl C. Spicq, Notes Supplément, Fribourg-Gõttingen 1982 Staab, Pauluskommentare K. Staab, Pauluskommentare aus der griechischen Kirche, Münster 1923 Strack, Introducción H. L. Strack, Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, Valencia 1988 Sukenik, Scrolls E. L. Sukenik, The Dead Sea Scrolls of the Hebrew University, Jerusalem 1955 (lQls‘; QH; IQM) ThraU, Particles M. Thrall, Greek Particles in the New Testament (NTTS 3), Leiden 1962 Trench, Synonyma R. Ch. Trench, Synonyma des Neuen Testaments, Tübingen 1907 de Vaux, Instituciones R. de Vaux, Instituciones delAntiguo Testamento, Barcelona 1964 Volz, Eschatologie P. Volz, Die Eschatologie der jüdischen Gemeinde im neutestamentlichen Zeitalter, Tübingen 1934 Wettstern, NT J. J. Wettstein, Novum Testamentum Graecum I-II, Amsterdam 1751.1752 (reimpresión, Graz 1972) Wikenhauser, Geschichtswerk A. Wikenhauser, Die Apostelgeschichte und ihr Geschichts­ werk, München 1921 Wikenhauser-Schmid A. Wikenhauser-J. Schmid, Introducción al Nuevo Testamento, Barcelona 1978 (reimpresiones) Zahn, Kanon Th. Zahn, Forschungen zur Ge­ schichte des neutestamentlichen Kanons und der altkirchlichen Literatur I-IX, ErlangenLeipzig 1881-1916 Zerwick, El Griego dei NT M. Zerwick, El griego dei Nuevo testamento, Estella 1997 Zorell, Lexicon F. Zorell, Novi Testamenti Lexi­ con Graecum, Paris -1931

TRANSLITERACIÓN

Griego a P Y ô E

K

Tl

a b g (g& gk) d e z è

§ 1 X

X V

1

th i k 1 m n

0 Jt q/q

o iç X V

X

0 P r/rh s t y(u ) ph

X op tü

ch ps õ h

ã ã ã ê é ê e í i ô õ o

IX X nx X X

ú u “h (rõ"h)

Hebreo K 3 a T n 1 T n Q

9

b g d h w z h t

y

n = k s 1

□ D m 13 n 0 s t 1? Q P *]S f s s p q "1 r to s to s n t

r

K K HK

K K K ÍK X X T

e a e

X

o

El «dagesh» Iene sólo se tíene en cuenta en: S = p D = f El «dagesh» fiierte duplica la consonante. (Transliteración según; Holladay, A Concise Hebrew and Aramaic Lexicon ofthe OT, Leiden 1971).

A X

Xayx®'''*® lagchanõ obtener, ser elegido por sorteo; echar suertes* Dícese de la obtención dei ministério apos­ tólico, Hech 1,17; de la fe, 2 Pe 1, 1. Zacarias «fue escogido por sorteo para el ministério dei incienso (êXax£ xox) ■&'U[uãoaL)», Lc 1, 9. XaYXávco tiene el sentido de echar suertes / sortear en Jn 19, 24 (X,áxcDpev jiEpl aÒToii TÍvoç Êoxai). ThWNT IV, 1-3; Spicq, Notes I, 451-453.

Aá^aQOÇ, ov Lazaros Lázaro* Nombre de persona. Corresponde a l ‘zr, abreviación rabínica de ’e l‘ãzãr. En el Evangelio de Juan (11, 1.2.5.11.14.43; 12, 1.2.9. 10.17) es el nombre dei hermano de Maria y Marta (11, 2.5); los hermanos vivian en Betania (11, 1). Lázaro era amigo de Jesús (11, 5. 11), quien le resucitó de entre los muertos (11, 17-44; 12, 17). - En el Evangelio de Lu­ cas, el mendigo de la parábola (16, 19-31) lleva este nombre (16.20.23.24.25). J. Kremer, Lazarus. Die Geschichte einer Auferstehung. Text, Wirkungsgeschichte und Botschaft von Joh 11, 1-46, Stuttgart 1985; B. Lindars, Rebuking the Spirit: A New Analysis o f the La­ zarus Story o f John 11: NTS 38 (1922) 89104; A. Marchadour, Lazare. Histoire d ’un récit. Récits d ’une histoire (LeDiv 132), Paris 1988. X á d Q a lathra (adv.) en secreto* Mt 1, 9, con àjto^iim; 2, 7, con HaÀéco; Jn 11, 28, con qjoavéfco; Hech 16, 37, con èx^áXXta. Spicq, Notes I, 454-457. À-aíÀ-ailt, aTCOç, ^ lailaps viento huracanado* Mc 4, 37 par. Lc 8, 23; >,aíXaxJ) ávép.on (asi también TestNef), «un viento tempestuo­

so». En 2 Pe 2, 17 dícese en sentido figurado de Ias falsas doctrinas: son «bruma empujada por la tormenta». X a n á m lakaõ reventar* En Hech 1, 18 dícese de Judas; èX,áxT]aev fiéooç, «reventó por el medio». À.axTÍ^ca laktizõ dar coces, cocear* Dícese de Ias bestias de tiro que tiran coces con con sus patas traseras. En Hech 26, 14 (y 9, 5 Textus Receptus) en sentido metafórico: JtQÒç xéyXQU À.axxíÇco, «dar coces contra el aguijón (dei arriero)». ThWNT FV, 3; Spicq, Notes I, 458s. ^ xévxpov. Xa^iéta laleõ hablar, decir 1. Aparición en el NT. - 2. Contenidos semânticos. - 3. Expresiones idiomáticas. B ibl: A . Debrunner y otros, Xéyo) m k ., en ThWNT IV, 69-139, sobre todo 75s, llOs; H. Jaschke, «A.a7£tv» bei Lk: BZ 15 (1971) 109-114; H. W. Kuhn, Ãltere Sammlungen im Mk-Ev. (StUNT 8), Gôttingen 1971, 133s; H. Raisãnen, Die Parabeltheorie im MkEv. (Schriften der Finnischen Exegetischen Gessellschaft 26), Helsinki 1978, 48-64 (bibl.); más biblio­ grafia en yk& oaa, kéyfa, Xòyoç: cf. además ThWNT X, 1157s.

1. En el NT el verbo XaX,É(o aparece muy frecuentemente (entre los verbos ocupa el undécimo lugar en frecuencia); aparece 269 veces (principalmente en el Evangelio de Juan y en Hechos: 59 veces en cada uno de ellos). De los 52 testimonios que hay en Pablo, 34 se encuentran en la Carta primera a los Corintios. Otras apariciones frecuentes: 16 veces en Hebreos, 12 en Apocalipsis. 2. El significado original de XaXÉcn es balbucear (un verbo onomatopéyico) y se refiere

Xakétí) - Xa|,ia a los sonidos que emiten los ninos pequenos, cuando se sienten desvalidos. El verbo se aplica luego a los adultos y significa charlar y parlotear, a veces incluso en oposición cons­ ciente a la manera razonable de hablar (-> Xéym). Vemos, sin embargo, que ya en el griego clásico XakÉo) significa lo mismo que Xéyu): hablar, decir (cf. Debrunner, 75s; Frisk, Wõrterbuch II, 76). En el NT, XaXétí) aparece únicamente con el significado de hablar, de­ cir, siendo característico de una serie de pasajes el matiz de ser capaz de hablar, por ejemplo, èXáXTiaev ó xcncpóç, «el xaaáofue capaz de volver a hablar» (Mt 9, 33 par. Lc 11, 14; cf. Mc 7, 37; Mt 12, 22; 15, 31); èXáXei òqílrôç, «era capaz de nuevo de hablar correcta­ mente» (Mc 7, 35). Lo mismo que Xéym, el verbo XaXém puede ser también transitivo: por ejemplo, ttiv àXí)fleiav... ÀEX,áX,Tixa, «he dicho la verdad» (Jn 8, 40; cf. la expresión sinônima tt]v à)\.r|■&8iav Xéym en Jn 8, 45). La persona a la que se habla aparece casi siempre en dativo (así sucede siempre en Mateo), se expresa tam­ bién a menudo con jtQÓç Tiva (ffecuente en el Ev de Lc y en Hech); encontramos a veces, lo mismo que en nuestra lengua, la expresión: hablar con alguien (acerca de algo), pEtá Tivoç (Jn 4, 27; 14, 30). Xakém se distingue de X.ÉYCO en que raras veces significa decir que... o decir (seguido por palabras en discur­ so directo, por ejemplo, èÀáXriOEV pEz’ èpoí) Xéymy, me dijo: Ap 17, 1; 21, 9; cf. también Mt 28, 18; Jn 8, 12; Hech 8, 26 [-*■ Xéym 2]; èA,áX,T]aEV... Xéymy es muy frecuente en la LXX, especialmente en el Pentateuco y en los libros históricos). Uso dei participio, por ejemplo, f|... X.aX.o-upévT] ôiôaxr|, «la ensenanza que presentas», Hech 17, 19; ó ôl’ àyyéXmy ^aX,T)'0ELÇ Xóyoç, «la palabra procla­ mada por el ángel», Heb 2, 2.

car, proclamar (Kuhn, 133: una expresión de la proclamación cristiana primitiva; Râisânen, 54: terminologia propia de los evangelios), en Mc 2, 2; 4, 38; 8, 32 (por tanto, entre los Evangelios Sinópticos, la expresión aparece únicamente en Marcos, pero cf. Lc 24, 44); Hech 11, 19; 14, 25; 16, 6; Flp 1, 14 (cf. Jn 12, 48; Heb 2, 2); con genitivo atributivo adi­ cional: oon, Hech 4, 29; toC Deoií, Hech 4, 31; 13, 46; Heb 13, 7; xov xuQÍon, Hech 8, 25; 16, 32. El objeto de XaXém es también a menudo Qfjpa(Ta), pero sin llegarse a un empleo idiomático fijo, como lo demuestran Ias diferencias en cuanto al contenido de la frase, compárese, por ejemplo, Hech 5, 20 con 6, 11.13. Tan sólo Marcos (4, 33s) y Mateo (13, 3. 10.13.33s) contienen la expresión (èv) JtapaPoXatç X,a)\.eLV, «hablar en parábolas» o xtoQLÇjraQaPoX,fjç XaXzly, «hablar sin parábola / hablar llanamente»; a propósito de la tensión entre Mc 4, 34 y 4, 33, cf. Râisânen 48-64; R. Pesch, Das Markusevangelium I (HThK), 264-276; J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos I, 220ss. Sobre la expresión yXmooaic, (o y^róooíp) XaXziy, «hablar en lenguas», Hech 19, 6; 1 Cor 12, 30; 13, 1; 14, 2.4.5.6; 14, 13.18.23. 27; 14, 39 -> yXmaaa 6. H. Hübner

X a ^ iá , ã ç , lalia palabra, lenguaje, ma­ nera de hablar* Jn 4, 42: «Ya no creemos por lo que tú has dicho, pues nosotros mismos le hemos oído...»; 8, 43: «^Por qué no entendéis mi ma­ nera de hablarl»-, Mt 26, 73 (par. Mc 14, 70 Koiné A y otros): «Tu manera de hablar (= tu dialecto) te delata».

3. Una expresión idiomática en el discurso joánico de despedida es t a n t a X.£X.áX.'qxa X a^.a lama ^por qué? úpiv, «estas cosas os he dicho» (Jn 14, 25; 15, Mc 15, 34 B 0 D par. Mt 27, 46 D* tienen, en vez de Xepa (dei arameo l^mã’), la expre­ 11; 16, 1.4.6.25.33). Con bastante frecuencia sión Àapa, que corresponde al hebreo lãmmã. aparece como expresión idiomática XaXém ekcoL. tò v X.ÓYOV (-> Xóyoç) en el sentido de predi­

X.a|j,páva)

X a n P á v ío lambano tomar, coger; alcanzar; tomar, recibir 1. Aparición en el NT - 2. Fundamentos en el griego profano y raíces en el AT - 3. Âmbito de empleo en el NT - 4. Compuestos. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; G. Delling, Xa^pávcü, en ThWNT IV, 5-7; H. H. Schmidt, Iqh «tomar»,

en DTMAT I. 1196-1200.

1. Xafipávco se halla atestiguado 260 veces en el NT, con gran preponderância en Mateo (54 veces), seguido por Lucas/Hechos (51 veces) y el Evangelio de Juan (46). Es sorprendente la relativa frecuencia dei verbo en los dos escritos tardios dei NT como son Hebreos (17 veces) y Apocalipsis (23 veces). Sin embargo, en ninguno de los casos menciona­ dos puede considerarse lap p áv tn como verdadero término preferido. El sustantino ilnç, «la acción de recibir o tomar», aparece únicamente en Flp 4, 15. 2. a) El verbo Xa[j,j3áv(o se halla atestiguado en la literatura griega desde Hesíodo y Homero, y también en Ias inscripciones (Bauer) y en los pa­ piros, Describe primeramente el campo léxico: «echar mano, tomar, coger», tanto en sentido amistoso como en sentido violento; se aplica, además, a los estados de alma o a Ias situaciones de enfermedad (por ejemplo, «estar poseído» por la ira, por la fiebre; Herodoto, Hipócrates) y se aplica también a la acción de captar con la mente y comprender (Píndaro, Platón). En este último caso aparece ya la acepción de «recibir, experi­ mentar», y también los significados de «adquirir, alcanzar», atestiguados frecuentemente en poesia (Homero) y en prosa (Jenofonte) y referidos tan­ to a lo que se posee materialmente como a lo que se posee en el âmbito humano (la mujer). En es­ tos testimonios se trasparenta, además, un amplio campo de tensión, que indica tanto el sentido ac­ tivo de À,a(tpáv(o como su sentido receptivo (en­ tendido más bien pasivamente), y que es funda­ mental para comprender Ias reflexiones contenidas en los textos bíblicos. b) En la LXX XapPávo) traduce casi siempre el hebreo Iqh (conjugación qal dei verbo); tam­ bién ôéxopai, como traducción de Iqh, pertenece al campo léxico de «aceptar, recibir». De este es­ pectro tan disperso de significados y dei empleo.

en parte inespecífico, dei verbo emergen dos as­ pectos importantes: el factor de movimiento y de tensión resalta más intensamente en el sentido de «tomar, quitar»; el aspecto menos activo se expresa en Ias acepciones de «recibir, tomar». En ambos casos existen puntos de partida para el uso que se hace de este verbo en el NT.

3. a) En los Evangelios Sinópticos, el sen­ tido activo de tomar, asir aparece de manera característica en la terminologia para referirse a la acción de dar de comer y de comer (Mc 6, 41; 8, 1 par.; cf. también 7, 27; completado en Mateo por 16, 7.9s), y adquiere una impronta eucarística por la celebración comunitária de la Iglesia primitiva (Mc 14, 22s par; a propó­ sito, 1 Cor 11, 23s; Lc 24, 30.43 y Jn 21, 13). Además, hay que mencionar aqui el estilo na­ rrativo de la parábola de los vinadores (Mt 12, 3.8 par Mt: en sentido violento) y el litigio acerca de la resurrección (Mc 12, 19s.21s. par. Lc; con referencia a una mujer, como persona y como posesión). b) El significado receptivo de aceptar, reci­ bir es más ffecuente en el NT y más impor­ tante teológicamente. Aparece en lugares centrales dei kerygma dei NT, y puede usarse, por ejemplo, para describir la interrelación entre pedir y recibir: Mc 11, 24 (par. Mt); Lc 11, 10 (par. Mt 7, 10, probablemente de 0 ; Jn 16,24 y Sant 1, 7; 4, 3, y aqui, por tanto, caracteriza a la parénesis de la petición, una parénesis que está asociada con la invitación a creer (Mc 11, 24). El origen y la dirección dei recibir pueden reforzarse y precisarse más mediante una preposición; èx (Gál 3, 2; Jn 1, 16: 16, 14s; Heb 5,1), àjtó (Mc 12, 2), n a g á (Hech 17, 9; 20, 24; Jn 5, 34.41, y passim en el Ev de Jn), ôiá (Rom 1, 5; 5, 11). Esta conexión y refuerzo mediante una preposición se hallan tam­ bién atestiguados en los papiros (testimonios en Mayser, Grammatik II/2, 609). El carácter de algo como don de grada resalta cuando el donante es o bien Dios (2 Jn 4; 2 Pe 1, 17) o bien Jesucristo (Rom 1, 5; 5, 11). El don mismo puede tener formas muy di­ ferentes: sobre todo «se recibe» el irveõpa (Rom 8, 15; 1 Cor 2, 12; Hech 1, 8; 8, 15.17.

X,a[xf?ávo) 19, en conexión con la oración o con la imposición de Ias manos; Jn 7, 39; 20, 22); y también la gracia (Rom 1, 5); 5, 17), la reconciliación (5, 11), la justicia (5, 17), el perdón de los pecados (Hech 10, 43; 26, 18), la herencia prometida (Heb 9, 15), el conocimiento de la verdad (Heb 10, 26), y en general todos los dones que hacen posible la existência cristiana y la caracterizan: «^Qué tienes que no hayas recibidol» (1 Cor 4, 7); «La idea de la gracia encuentra una expresión radical... en contra de la cristología corintia de la exaltación, en la que queda relegado el instante de la recepción» (H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 106). En este con­ texto, Xappávoj tiene una orientación escatológica: conseguir, alcanzar. Se encuentra en los enunciados acerca dei seguimiento y de la recompensa en Mc 10, 30 (par.), reforzados aún más en Mateo (19, 29) mediante el uso dei futuro y dei pasivo divino (cf. también 1 Cor 3, 8.14). El uso más bien receptivo, descrito hasta ahora, puede ampüarse además por medio de determinadas expresiones fijas, que aparecen sin especiales énfasis redaccionales, por ejemplo, Xap,pávcü ôúvapiv, «recibir poder» (Hech 1, 8; Heb 11, 11; Ap 4, 11), «alcanzar el poder» (Ap 4, 11), Xap,pávcu è^ouatav, «recibir autoridad» (Hech 26, 10; Ap 2, 28; 17, 12); pero también X.ap,pávEiv XQÍp,a, «re­ cibir castigo», refiriéndose a los escribas (Mc 10, 40 par. Lc 20, 47), a los cristianos que resisten al poder legítimo dei Estado (Rom 13, 2) y a los maestros falsos y sin conciencia (Sant 3, 1). Ejemplos parecidos, tomados algunos de ellos de Ias epístolas, muestran el espectro de significados, orientado en un sen­ tido más intensamente pasivo, de X.ap,pávoo {recibir, aceptar) mediante combinaciones como X,a(tpávco àcpoçp,fiv (Rom 7, 8.11: im­ pulso), ÀapPávcú njtóp,VT]OLV (2 Tim 1, 5: recuerdo), [xiaO^ajtoôooíav (Heb 2, 2; retribución), àQ)(T|v (Heb 2, 3: comienzo), A.f|'0T]V (2 Pe 1,9: olvido). Además, encontramos de manera parecida el significado activo de XatiPávco, como en Heb 11, 29.36 (jtEiQav X,ap,pávoj, «empren-

der un intento»), Sant 5, 10 (njtóÔEiYP-a A,ap.pávoj, «tomar como ejemplo»). c) Como complemento de y a diferencia de estos significados generales de ÀapPávco mencionados en 3.a y 3.b, conviene senalar algunos énfasis debidos a la redacción: Marcos 14, 65 es un ejemplo notable: pajtíap,aatv... EÀaPov, que puede traducirse aqui, seguramente, por: «Ellos (los criados) le recibieron (a Jesus) a golpes» (R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 442). Mateo ofrece también notables ejemplos: 10, 8, la recepción gratuita (dei evangelio) apremia a seguir trasmitiéndolo; 10, 38, acep­ tar la cruz como parte dei discipulado; 10,41, la obligación de recibir con amor a los profe­ tas y a los justos, con la correspondiente promesa de recompensa (cf. aqui también 20, 7.911, la parábola de los trabajadores en la vina). Como especial frase mateica puede considerarse la de onjtPoiJÀtov Àap,pávEtv («adoptar una resolución»): 12, 14; 22, 15; 27, 1.7; 28, 12, referida siempre a los dirigentes judios. La forma de participio )\,apd)v, usada a menudo como un pleonasmo (13, 31 par. Lc 13, 19; Mt 17, 27; especialmente Mt 25 y passim), puede ser un semitismo (BlaB-Debrunner § 419, 1. 2), pero se encuentra también en el griego pro­ fano (Homero, Sófocles) y se traduce sencillamente por «con». Àap.pávto es un tecnicismo dei lenguaje de los tributos y de Ias finanzas en Mt 17, 24s.27 (cf. también 27, 9 y 28, 15 en un contexto parecido) y debe traducirse por cobrar, imponer tributos. En la tradición lucana encontramos como peculiaridad la acentuación afectiva dei ver­ bo, conocida ya por el griego profano: puede apoderarse de Ias personas la confusión y el temor (5, 26; 7, 16), y una enfermedad demo­ níaca puede mantener cautiva a una persona (9, 39); o la gente puede recobrar el ânimo (Hech 28, 15). En Lc 19, 12.15 se habla de que un soberano toma posesión de algo; en 5, 5 se trata de coger algo como ejercicio de una actividad profesional (la de pescar). En 20, 21 se reflejan expresiones dei AT: JiQÓotojtov X.apPávci) (cf. Eclo 4, 22; Mal 1,8): «aceptar

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X.a[i,pávcü - XanKÓç el rostro de alguien, tener consideraciones con alguien, ser partidista en favor de alguien» (cf. Gál 2, 6). En Hechos, además de la recepción dei Espíritu (->• b), se habla de recibir un ministério o servieio: 1, 20.25; 20, 24, y en sentido parecido se habla de recibir un encar­ go (17, 15) o una autoridad (26, 10). Temáti­ camente podría encajar aqui lo que se dice en Heb 5, 1 y 7, 5 (la aceptación dei sumo sacer­ dócio, recibido como don de gracia). Podríamos anadir también testimonios paulinos ya mencionados: 1 Cor 10, 13 como descripción de la existência, llena de tensiones, dei cristiano (la tentación viene sobre el individuo); 14, 5 en un contexto eclesiológico (oLxoôojxfiv XaPp: la comunidad es edificada); Flp 2, 7 como enunciado cristológico (to­ mar forma de siervo) y 3, 12 como enunciado escatológico {conseguir la meta final). La expresión p,aQTugíav Itattpávcu {«aceptar un testimonio» - o no aceptarlo) es un ele­ mento importante en la teologia joánica, tan­ to con respecto a la soberania dei Cristo joánico (5, 34) como a la decisión que debe adoptar el hombre (3, 11; 3, 22s; 1 Jn 5, 9). Esta decisión es el resultado de aceptar a Cristo mismo (1, 12; 13, 20) y aceptar sus palabras (17, 8) o rechazarlas (5, 43; 12, 48). En el relato de la Pasión, Juan utiliza el verbo A.ap,pávto para caracterizar Ias maquinaciones de los que fueron responsables de que Jesús fuera condenado a muerte (18, 31; 19, 1.6.23). Pero también se usa este verbo para referirse a la acogida con amor de que fue ob­ jeto la madre de Jesús (19, 27) y a la preocupación por el cadáver de Jesús (19, 40). En el Apocalipsis hay que mencionar como teologicamente importantes Ias combinaciones de X,ap,pávco con xó:QaYp.a: aceptar el sello, es decir, la marca (dei culto idolátrico) y ser juzgado (14, 9.11; 19, 20), o rehusarlo con consecuencia para la salvación (20, 4), y reci­ bir como sediento el agua de la vida (22, 17). Para terminar afirmaremos: los variados testimonios de Àap,pávco en el NT son prueba clara de la gran amplitud de significados de este verbo, pero éstos se concentran, no obs­ tante, en determinados puntos de importância

central: el significado de aceptar, recibir «predomina, especialmente en los enunciados de importância teológica. Por todo ello se ve claro hasta qué punto el NT... entiende Ias re­ laciones entre el hombre y Dios como Ias que existen entre quien recibe y entre quien da graciosamente» (Delling, 6). 4. Con A,a(ipávüJ se forman los siguientes compuestos que aparecen en el Nuevo Testamen­ to (entre paréntesis se indican Ias veces que apa­ rece el correspondiente verbo): ôvaA.a|iPávcú (13), âitiX,agPávco (19), xaTaXap,pávco (15), fiETa)ka[j,páva) (7), JiaQaXapPávco (50), JtpoXapPávoj (3), jtQooXapPávcü (12), auXÁ,a[xpávcü (16) y íi3toXap,pávco (5); encontramos ade­ más los verbos doblemente compuestos aup,3iaQaXap,pávo) (4), outiJt£QiXa(xpávü) (1) y ouv-

avTLX,appávopai (2). A. Kretzer

A á^E X Lamech Lamec* Nombre indeclinable dei padre de Noé en la genealogia de Lc 3, 36 (cf. Gén 5, 28s; 1 Crón 1, 3).

lamma ^por qué? Forma alternativa de ^ Lapa.

Loi^niáç, á ô o ç , para*

lampas antorcha, lám-

1. Aparición en el NT - 2. Significado general - 3. Mt 25, ^«antorchas» o «lámparas»? - 4. Apocalipsis. B ib l: G. Fohrer, Fackel, en BHH I, 462s; J. F a ckel (K erze), en RAC VII, 154-217; H. Ch.

Gagé, Hahn, en DTNT II, 462-465; I. Jeremias, AAMÜAAES M t 25, 1 .3 f.7 f ZNW 56 (1965) 196-201; A. Mau, en Pauly-Wissowa VI/2, 1945-1953; Ch. Mugler, D ictionnaire historique de la term inologie optique des G recs, Pa­ ris 1964, Í.V.; A. Oepke, Xápjtco xxL, en ThWNT IV, 17-28; E. Schweizer, D a s Ev. nach M atthãus (NTD), Gõttingen 1973, 303-306; F. Zorell, D e la m padibus decem virginum : VD 10 (1930) 176-182.

1. El sustantivo Lapitáç aparece 9 veces en el NT, y 5 de ellas se encuentran en la pa­ rábola de Ias vírgenes (Mt 25, 1.3.4.7.8, en

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Xa(XJtáç

todos los casos en plural). La forma plural ^afiJiáÔEç se encuentra además en Jn 18, 3; Hech 20, 8; Ap 4, 5. Unicamente en Ap 8, 10 aparece el sustantivo en singular. 2. El sustantivo liapjtáç, desde su aparición en Esquilo, Ag 8, que es probablemente la aparición más antigua, designa la antorcha (normalmente de madera resinosa de pino o de ramas untadas de brea, cf. Mau). Las X,apjráôeç se usaban en actividades nocturnas, principalmente al aire libre (Jn 18, 3; cf. Jue 7, 16.20). En la época helenística se observa una ampliación dei significado de este térmi­ no. En diversas ocasiones (Jdt 10, 22; Dan 5, 5 Teod.; PapOxy X I I 1449,19) a las lámparas se las llama también ?i.ap,jráÔEÇ (Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Michaelis, 17. Jeremias [197] interpreta estos pasajes en el sentido de «can­ delabros», es decir, soportes con varias lám­ paras de aceite). En el NT, Hech 20, 8 queda en esta misma línea («había muchas XapnáÔEÇ en la sala de arriba, donde estábamos reu­ nidos»), Aqui el término puede significar «candelabros», pero el contexto hace pensar más bien en lámparas: a pesar de la luz que daban las numerosas lámparas, el joven Eutico se quedó dormido (v. 9); cf. H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT), 125. En Mt 25, 1-8 el plural de Àapnáç de­ signa lámparas (Oepke, 17, 39s; Bauer, Wõrterbuch, í . v.) o (una clase especial de antorchas (Jeremias, 197s); 3. 3. En Mt 25, 1-12, en la parábola de las diez vírgenes (cf. recientemente I. Maisch: BiLe 11 [1970] 247-259; K. P. Donfried: JBL 93 [1974] 415-428), las X,a[X3táôeç (vv. 1.3.4. 7.8) se traducen tradicionalmente por lámpa­ ras (de aceite), sobre todo teniéndose en cuenta la mención que se hace dei aceite co­ mo combustible. Sin embargo, Zorell sugirió que se hace referencia a las faces nuptiales (las antorchas nupciales; cf. Gagé, 160s). Je­ remias (197s) interpreta aqui las XapjráÔEÇ (teniendo en cuenta, entre otras cosas, las costumbres de las fiestas de boda en Palestina hacia fines dei siglo XIX) en el sentido de an­

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torchas cuya parte superior está envuelta en trapos empapados en aceite de oliva (de manera parecida piensa ya Trench, Synonyma, 98): cuando se da la voz para que se inicie rá­ pidamente el desfile, las muchachas de la pa­ rábola preparan sus antorchas (v. 7: £xóofxr|aav), lo cual, según Jeremias (200), significa; «vuelven a echar aceite en los trapos empapa­ dos ya en aceite, para que flameen con luz centelleante, y las encienden». Si se interpre­ ta asi el texto, entonces el temor de las mu­ chachas necias (v. 8; a i X,ap,jtáôeç fiptôv apévvuvxai) debe entenderse en el sentido de que sus antorchas vayan a apagarse «pronto / fácilmente / con rapidez» (cf. Schweizer, 304). Sin embargo, tanto lo de volver a empapar de aceite los trapos (cf. Jeremias, Parábolas, 213: las muchachas «esperan con antorchas llameantes») como también el trascurso de la acción en la parábola son difíciles de imaginar, si supone el empleo de tales antorchas (cf. Schweizer, 304s). El texto (en el contexto actual) piensa en lámparas (que corren peligro de apagarse, porque el esposo tarda en llegar mucho más de lo esperado; v. 8). Sin embargo, hay que tener en cuenta que una historia «construida» no puede concretarse absolutamente en todos sus detalles. Además, es posible llegar a una especie de solución de compromiso entre las lámparas y las antorchas (Rashi, sobre Kelim 2, 8 [en Billerbeck I, 969], habla de lámparas con trozos de tela empapados en aceite, que constan de recipientes de cobre sujetos a lar­ gos paios); cf. Schweizer, 304. En todo caso, hay que distinguir las ?»,ap,n:áÔEç; de los faroles 0 Ias lintemas (-> cpavóç, como vemos por Jn 18, 3 (Xapjtúôeç junto a cpavoí también en PapLondon 1159, 59). 4. En el Apocalipsis, Xapjcáç se usa primeramente en la descripción dei trono de Dios. De ese trono salen relâmpagos, voces y truenos; ante él «arden siete antorchas de fuego (X,ap,n:áôeç Jtuçóç), que significan los sie­ te espíritus de Dios» (4, 5). La expresión tiene «colorido propio dei AT» (Oepke, 26; cf. especialmente Ez 1, 13). Es original dei Apo-

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Xa|uráç - A aoôíxeia

calipsis el número de Ias antorchas, que son siete (cf. el candelabro de siete brazos dei templo) y su interpretación que aplica esta imagen a los «espíritus de Dios» (cf., no obs­ tante, Sal 103, 4 LXX: Jtveúpara de Dios en paralelismo con JtbQ qpÃÉYOv); para la exégesis cf. H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT), 97, quien cree que Ias antorchas «se entienden como manifestaciones dei Espíritu Santo». En segundo lugar, en 8, 10, una «gran estrella» (llamada ”A'il;iv'&oç, «ajenjo», V. 11), que cae dei cielo cuando el tercer ángel toca la trompeta, se caracteriza como xaió(i£voç (bç Xapjiáç. La estrella, evidentemente al caer, se inflama y esparce chispas como una antorcha que cae (o que arrastra una cola); al precipitarse sobre la tierra, hace que el agua de la tercera parte de todos los rios y de todas Ias fuentes no pueda ya beberse (v. 11). G. Schneider

3 lampros radiante, resplandeciente* En el NT, el adjetivo se refiere al lucero de la manana (Ap 22, 16), al agua {cristalina) (Ap 22, 1) y especialmente a vestiduras {ra­ diantes / resplandecientes (Lc 23, 11; Hech 10, 30; Sant 2, 2.3; Ap 15, 6; 19, 8). La forma sustantivada xà X,apjtQá, Ias cosas esplêndi­ das (así también en Filón, Flacc 165; LegGai 327), aparece en Ap 18, 14. ThWNT IV, 1728; Spicq, Notes 1, 460-465.

XapiTtQÓtijç, l l to ç , 1^ lamprotês resplandor* Hech 26, 13; «más brillante que el resplandor dei sol». Spicq, Notes 1, 460-465.

lamprõs (adv.) suntuosamente, espléndidamente* En Lc 16, 19 dícese dei rico que «todos los dias disfrutaba espléndidamente (suqjQaivópevoç... Xafxjtprôç)». Spicq, Notes I, 460465.

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X á|in;a) lampo brillar, alumbrar, resplande­ cer* En Mt 5,15 dícese de la lámpara; en Lc 17, 24, dei relâmpago; en Hech 12, 7, de la luz. Así como la lámpara ha de lucir (Mt 5, 15), así también los discípulos de Jesus deben res­ plandecer como luz ante los hombres (X,apTjjáxQ) xò qpcõç upcõv, 5, 16). El rostro dei Je­ sus trasfigurado «brillaba / resplandecia co­ mo el sol» (Mt 17, 2). 2 Cor 4, 6a habla de que la luz, por orden de Dios, resplandeció en la manana de la creación (èx oxóxouç q)c5ç XáfirjtEL); en 4, 6b se habla de Dios «que ha resplandecido en nuestros corazones», o quizás mejor en sentido transitivo: «que ha hecho que se haga la luz—» (así Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 101 y llOs). ThWNT rV, 17-28.

X .avdáv (0 lanthanõ estar oculto* Mc 7, 24: «él no podia permanecer oculto». Lc 8, 47: la mujer vio «que no habia pasado inadvertida {= que no podia pasar inadverti­ da)». Hech 26, 26: Xav^áveiv... aòxóv xi xoúxcov oú íteíb-opai oú'&év, «no puedo convencerme de que le haya pasado inadvertida alguna de estas (cosas)». Heb 13, 2: eXa•&OV... ^evLoavxeç àyYÉ^ouç, «hospedaron a ángeles, sin saberlo». Lo que permanece oculto puede enunciarse también en una oración de ôxi: 2 Pe 3, 5 («se les escapa que...»); 3, 8 {«no perrnanezca oculta para vosotros es­ ta verdad, que...»). Spicq, Notes 1, 466s. À-alEUTÓÇ, 3 laxeutos excavado en la ro­ ca* Dícese dei sepulcro de Jesús, en Lc 23, 53; ftvfipa )i,a^EUtóv, «un sepulcro excavado en la roca».

A a o ò íx E ia , a ç Laodikeia Laodicea* Nombre de una ciudad frigia a orillas dei rio Lico, en la que habitaban numerosos ju­ dios (Josefo, Ant XIV, 241-243; Schürer III, 17 y 110). De la existência de una comunidad

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Aaoôíxeia - ^.aóç

cristiana en Laodicea hay testimonios en la Carta a los Colosenses (2,1; 4,13.15.16) y en el Apocalipsis (1,11; 3, 14). Según Col 4,16, Pablo escribió una carta a la comunidad de Laodicea (cf. la Carta apócrifa a Laodicenses). Pauly-Wissowa XH, 722-724; LThK VI, 793s; Haag, Diccionario, 1079s; Pauly, Lexikon III, 483s; IDE Suppl. Vo. 526s. A a o ô ix e v ç , éroç, ó Laodikeus laodicense* AaoôlXEÚç designa al que moraba en la ciudad de A aoôíxeia. Col 4, 16: «Haced que esta carta [a saber, la Carta a los Colosen­ ses] se lea también en la comunidad de los laodicenses». Ap 3, 14 Textus Receptus lee (en lugar de la «comunidad en Laodicea») exxX,riaía Aaoôixémv. Marción pone a la Car­ ta a los Efesios la superscriptio: «A los Lao­ dicenses». X aóç, OÍJ, ó laos pueblo, multitud, pueblo de Dios 1. Aparíción en el NT - 2. Significados (campos lé­ xicos, contexto, antecedentes) - 3. Uso teológico dei término - a) Pablo - b) Tradiciones sinópticas más antiguas - c) Lucas/Hechos - d) Mateo - e) Otros escri­ tos - 4. Problemas teológicos. B ibl.: M. Barth, D a s Volk G ottes. Juden un d Christen in d e r B o tsch a ft d es P aulus, en M. Barth y otros, P a u lu s - A p o s ta t o d e r A p o stei? , Regensburg 1977,45134; H. Bietenhard, Pueblo, en DTNT m , 437-451; L. Cerfaux, La théologie de 1’E glise suivant sainí Paul, Paris ‘'1965, 31-57; N. A. Dahl, The P eo p le o fG o d : Ecumenical Review 9 (1956-1957) 154-161; Id., D as Volk G ottes. E in e U ntersuchung zum K irchenbew ufitsein des U rchristentum s, Darmstadt ^1963; J. Dupont, AAOS "EH "E0NQN (A c 15, 14), en Id., E lu d es su r les A ctes des A pôtres, Paris 1967, 361-365; G. Eichholz. D e r B e g r ijf <>Volk» im N T , en Id., Tradition und Interpretation, München 1965, 78-84; H. Frankeraõlle, J a h w e b u n d u n d K irc h e C h risti, Münster i. W. 1974, 193-220 (sobre Mt); J. Gnilka, D ie V erstockung Israels. Isa ia s 6, 9 -1 0 in d e r Theol. d e r Synopt., Mün­ chen 1961; H. Goldstein, P a u lin isc h e G em ein d e im E rste n P etru sb rief, Stuttgart 1975; E. GrãBer, D e r G laube im Hebr, Marburg 1965, 216-218; H. F. Ha­ milton, The P eo p le o f G o d (2 vols.), Oxford 1912; G. Harder, K o n tin u itã t u n d D isk o n tin u itã t d e s V olkes Gottes, en H. Gollwitzer-E. Sterling (eds.), D a s gesp a lte n e G ottesvolk, Stuttgart-Berlin 1966, 267-282; R.

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1. Apareceu considerables diferencias en cuanto al uso dei concepto Xaóç en los diver­ sos teólogos dei NT, Estas diferencias afectan no sólo al uso dei concepto en general sino también al contenido específico dei mismo. De los 142 testimonios que hay en el NT, de los cuales tan sólo 9 se hallan en plural, ve­ mos que 12 se encuentran en el Corpus Paulinum, pero únicamente en Romanos (8 veces), 1 Corintios (2), 2 Corintios (1), Tito (1); el término aparece 3 veces en Marcos, 14 en

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Xaóç

Mateo, 84 en los escritos lucanos (36 en el Ev de Lc, 48 en Hech), 3 en Juan, 13 en Hebreos, 3 en 1 Pedro, 1 en 2 Pedro, 1 en Judas, 9 en el Apocalipsis. Según esto, Xaóc, es uno de los vocablos preferidos por Lucas. Sorprende la falta de Xaó<^ en Q, como la fuente común de la tradición de Ias sentencias que se encuentran en Mateo y Lucas; esto se confirma por los resultados negativos que se observan en el Evangelio de Tomás (EvTom). - Sobre la im­ portância teológica dei concepto o dei teologúmeno bíblico dei pueblo de Dios, la estadística dei uso de la palabra no nos dice nada. El concepto es ambiguo; es un polisemo, cuyo contenido no se fija sino por el uso actual dei lenguaje.

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con que introduce los términos, indudablemente sin connotaciones teológicas, de ôfjp,oç (el pueblo como conjunto de los habi­ tantes de una poblaciôn; en el NT aparece so­ lo 4 veces en Hechos), 3TX.fj'&oç (multitud): Lc 1,10; 2,13; 5 ,6; 6,17; 19, 37; 23,1.27 y passim, y òyXoç (muchedumbre de personas, la gran masa de gente, en contraste con la clase alta): 4, 42; 5, 15; 6, 19; 9, 11; 11, 29; 12, 1.54; 13, 17; 14, 25; 19, 39; 23, 4.48. Hasta ahora no se ha demostrado de manera concluyente la existência de una motivo para el cam­ bio terminológico (cf. õxX.oç en 13, 17; 22, 6). i,Será que Xaóç, en virtud de su historia anterior en la LXX, se encuentra ya tan mar­ cado, que en general deba entenderse como «concepto importante para la historia de la 2. La concreción semântica se rige princi­ salvación» (Lohfink, 35), o quizás en lugares palmente por tres factores: el contexto, los menos importantes teológicamente existe un campos léxicos en el correspondiente escrito, «significado vulgar», que para Lucas es inclu­ los antecedentes de Xaóç en los escritos ju­ so «muy usual» (Strathmann, 50; cf. Bietendios. La influencia de estos últimos aparece hard, 442s)? El contexto y la concepción lumuy claramente por Ias numerosas citas de la caca ( ^ 3.c) serán decisivos para dar una resLXX. puesta. El espectro de significados de Xaóç en el El significado general, en el caso de Lucas, NT se extiende desde a) pueblo, poblaciôn, es obvio cuando ^aóç amplia, entre otros, a gente, multitud, gentio -sin ningún matiz na­ õx^oç (7, 29; 8, 47; 9, 13; Hech 5, 37 y pascional- pasando por b) Xaóç, como término sim), cuando Lucas con su estilo arcaizante técnico para designar a Israel como pueblo de (inspirado en la LXX) sustituye un 6%koç Dios -siguiendo muy de cerca la manera de marquino, sin que la realidad objetiva lo exija hablar de la LXX, en ambos casos con Êfrvq (Lc 19, 48; 20, 6.19.45), y cuando habla ple(gentiles) como término opuesto- hasta llegar rofóricamente de «todo el Xaóç», en el senti­ a c) Xaóç como designación de la(s) comunido de «todos, cada uno» (3, 21; 7, 29; 18, 43; dad(es) cristiana(s) -quedando suprimida enHech 21, 36). En este sentido debe entenderse tonces la oposición a e ^ o g - . también la expresión «la (gran/total) multitud toó3 Xaov» (Lc 1,10; 6,17; Hech 21, 36). Sin a) El significado dei término sin cualifica- embargo, en los pasajes en que Xaóç se con­ ción teológica aparece, en singular, en dos pasidera en contraposición a los círculos diri­ sajes de Marcos (11, 32; 14, 2) y en tres pasagentes y que rechazaban a Jesús (Lc 22, 2; 23, jes de Mateo (4, 23; 26, 5 par. Mc; 27, 64). En 5; Hech 6, 12; 10, 41; 13, 15) o cuando Xaóç Lucas el empleo es discutido, porque es difu­ se integra en el frente de rechazo (Lc 23, 15), sa la transición dei término general al término entonces lo decisivo no es sólo el lenguaje de cualificado teologicamente. En general, Lu­ la LXX (-+ 2.b), sino también la concepción cas intensifica numéricamente —en comparalucana, que se basa en la LXX (Xaóç = el Is­ ción con Marcos- el elemento de Ias multiturael creyente como pueblo de Dios, la Iglesia des, cuando introduce Xaòç en la tradición; de los gentiles como Xaóç). Lc 7,1.29: 8,47; 9„ 13; 18,43; 20,1.9.26; 21, El plural X,aoí es paralelo a (pueblos) 38; 23, 27.35, pero con la misma intensidad en Rom 15, 11; Ap 7, 9; 10, 11; 11, 9; 21, 3;

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Xaóç

Lc 2, 30s; Hech 4, 25.27; de manera semejante el singular X.aóç es paralelo a e^voç (Jn 11, 50; 18, 14; Ap 5, 9; 13, 7; 14, 6; 17, 15): lo que se quiere dar a entender es que son todos, la totalidad numérica, toda la humanidad. El contexto y los términos usados en él determinan el significado de Xaóç en todos esos pasajes que no tienen ninguna asociación fijada con la historia de la salvación. Este mismo sentido podría hallarse también presente en la mayoría de Ias 22 veces en que aparece el tér­ mino en Hech 1-6, aunque kaóç se limita en estos casos a multitudes judias que asisten, por ejemplo, como oyentes (cf. también 10, 2; 12, 4; 21, 30.36, etc.). El uso lucano dei tér­ mino no es consecuente. A menudo podría ser decisivo el afán de inaitar el estilo de la LXX. Quizás los pasajes con el término kaóç deter­ minado teológicamente han influido sobre los pasajes que no eran significativos semánticamente.

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Rom 11, 1; 1 Cor 10, 7; 2 Pe 2, 1; Jds 5), por­ que la tendencia dei enunciado queda igual­ mente asegurada de esta manera.

c) Las comunidades cristianas se entendían a sí mismas como Xaòç, to ü '0'eoü en continuidad con el uso de Xaóç como predicado de honor de Israel, pero al mismo tiempo niegan este título a aquella parte de Israel que rechaza a Jesus. Esto quiere decir que la continuidad se halla basada cristológicamente: Dios (!) escoge para sí un X,aóç de entre los êOvT] (Hech 15, 14 recogiendo una idea de Zac 2, 15 y Am 9, 11; cf., a propósito, de Kruijf, 127s). De importância decisiva para esta elección es la actitud de cada persona ante Jesús: «Todo el que no escuche a este profeta, será erradicado dei Xaóç» (Hech 3, 23 como cita de Lev 23, 29). - Como demuestran las citas, Hech 15,14 «no es una afirmación muy revo­ lucionaria para la sensibilidad judia» (Strathmann, 53; de manera parecida Müller, 52 y b) La creencia en que Israel es el pueblo 94s a propósito de Pablo), sino que ya en el Deuteronomio y plenamente en todos los pro­ escogido por Dios (Xaòç Toü ■&eo0) no se interrumpe en el NT. Esto se haUa en consonân­ fetas se rompe la idea nacional y religiosa dei cia con la manera de hablar de la LXX, donde Xaóç y se incluye también a los gentiles (so­ A.aóç aparece unas 2000 veces, prineipalmenbre los escritos dei AT cf. Frankemõlle, 198). te como tecnicismo religioso. En el NT, este También en el AT Israel como Xaóç se hallasignificado de la historia anterior queda aseba siempre en crisis. Una disolución dei Xaóç gurado especialmente mediante citas dei AT = la totalidad de Israel se encuentra igualmen­ (Mt 2, 6; 4, 16; 13, 15; 15, 8; Hech 3, 23; 28, te en la «idea dei resto», en tiempo de Jesús, sobre todo en la conciencia elitista de la elec26, etc.; jen Pablo Ias citas sehallan presentes incluso cada vez que aparece el término! -*• ción que existia en Qumrán (cf., a propósito, Gnilka, 155-185). 3.a), mediante adiciones explicativas (Hech 4, 10; 13, 17.24: el Xaóç de Israel; Hech 12, 11: El NT no siguió la dirección emprendida en el Xaóç de los judios; Mt 2, 4; 21, 23; 26, Qumrán. Tanto en el NT como en la literatura 3.47; 27, 1; Lc 19, 47; Hech 4, 8: principales judia, se ve evidentemente que Xaóç era en sacerdotes y escribas [ancianos dei X.aóç]), todo el âmbito judio un concepto dinâmico (que, por tanto, no se origino con el NT) que por el término contextualmente opuesto de «gentiles» (Lc 2, 32; Hech 10, 2; 26, 17.23; estaba abierto al cambio, y que se oponía a to­ da seguridad con respecto a la salvación. So­ 28, 27s; Rom 15, 10) o por los términos para designar a «Israel» que son teológicamente bre todo el Evangelio de Mateo y la Carta a los Hebreos desarrollan este aspecto. significativos por el contexto, como el tem­ plo, la ley, el Dios de Israel, Ias costumbres de 3. a) Es curioso que en Pablo el término los padres, etc. (Lc 1, 68.77; 7, 16; 24, 19; Xaóç se encuentre tan sólo en citas bíblicas; Hech 21, 28; 28, 17). Xaóq puede aparecer cuando es él mismo el que habla, evita —a di­ también aislado, sin tales expUcaciones conferencia de Lucas (-^ 3.c)- el término (Certextuales directas (Lc 2, 10; Hech 13, 15;

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Xaóç

faux, 12; WeiB, 415, 418). Además, sólo en Rom 9-11 (9, 25.26; 10, 21 y 11, 1.2) él presenta citas en el contexto de la temática dei pueblo de Dios; en los demás pasajes (Rom 15, 10-11; 1 Cor 10, 7; 14, 21; 2 Cor 6, 16; Tit 2, 14) Ias citas se ofrecen por su tradicional importância teológica, asignándoseles única­ mente una función subordinada, basada tipológicamente, dentro de un contexto parenético. En Rom 9, 3-5, en la enumeración de los títulos honoríficos que correspondeu a Israel, no aparece Xaóç. Las razones: «No todos los que descienden de Israel, son Israel» (9, 6b), porque Israel, como Xaóç, «es desobediente y obstinado» (10, 21). El verdadero Xaóç, según 9, 25, está llamado de entre los judios (’Iouôatcov) y de entre los gentiles (è^vóãv); el que no-es-mi-pueblo (Os 2, 25) se convierte en el Kaóç de Yahvé en virtud de la fe en el evangelio. Sin embargo; «Dios no ha desechado a su Xaóç» (11, 2); las promesas siguen siendo válidas para el verdadero À,aóç. Aunque el Israel concreto (9, 27; 11, 7), con excepción de un «resto», se ha endurecido, sin embargo todo Israel será salvo (11, 25ss). Incluso en Rom 9-11 Pablo no se sirve dei concepto de Xaóq para esbozar una teologia dei pueblo de Dios. Sino que de los conjuntos emergen los conceptos como promesa, fidelidad de Dios, ley, evangelio, justicia; dei con­ cepto dialéctico de Israel emergen puntos de partida que emplean la terminologia y la teo­ logia universalista tradicional dei Xaóç como base para enfocar el problema de Israel y la Iglesia. Lo mismo que 'ôeóç (Dios, Yahvé), vemos que Xaóç es en Pablo un término «ideal» que está tomado -sin discontinuidadde la tradición judia. La forma teológico-terrena de existência de este Xaóç, la describe Pablo, tanto en lo que respecta a Israel como a la Iglesia, con abundancia de otros conceptos; sobre la eclesiología cf. £JtxÀ,TiOLa (iglesia, comunidad), ocopa (cuerpo de Cristo), v aòç deon (templo de Dios), etc. Tan sólo la totalidad dei campo lé­ xico referente a la historia de la salvación y a la cristología libera y deja aparecer la eclesiología paulina, en la cual Xaóç es el compo­

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nente teocéntrico: «Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (2 Cor 6, 16). Así como esta promesa fue válida y sigue siendo válida para Israel, así también lo es -según Pablo- para la Iglesia de los gentiles. Sin embargo, es válida, pero tan sólo en virtud también de la correspondiente conducta. También en Tit 2, 14 la referencia a la creación de un «Xaóç puro» (según Dt 14, 2) por medio de la muerte de Jesus, está asociada con una oración final. b) En la tradición sinóptica más antigua, Xaóç aparece en Mc 7, 6 como cita de Is 29, 13, pero no es aplicada por Marcos a todo Is­ rael, sino únicamente a los fariseos y escribas hipócritas. En Marcos, Xaóç no recoge el teologúmeno veterotestamentario dei pueblo de Dios. En Q no se halla atestiguado el término Xaóç. c) Lucas introdujo consciente e intenciona­ damente el término Xaóç en su doble obra (es curioso que este término falte en el relato dei viaje en el Evangelio y en los fragmentos de Hechos que están escritos en primera persona dei plural). El pueblo, designado por Xaóç, aparece en relación extraordinariamente posi­ tiva con Jesús (Ev de Lc) y con los apóstoles (Hech 1-6). Y aparece en fuerte tensión con los círculos dirigentes (incluidos los fariseos en el relato de la Pasión y en Hechos). Un pro­ fundo abismo separa dei Xaóç a esos círculos dirigentes (-»■ 2.a; cf. Lc 7, 29s; 19, 47s; 20, 1. 6.19.26.45-47; 22, 2; 23, 35; 24, 19s). La actitud positiva (en contra de Strathmann, 50) de todo Israel (cf. el frecuente Jtãç plerofórico junto a Xaóç en 2, 10.31; 7, 29; 8, 47; 9, 13; 18, 43; 20, 45; 21, 38; 24, 19; cf. 1, 10; 3, 21; 19, 48; 20, 6; Hech 3, 9.11; 4, 10; 5, 34; cf. 2, 47) como pueblo de Dios da un giro crítico en Lc 23, 13 con el triple clamor dei Xaóç que reclamaba la crucifixión de Jesús (en contra de la conjetura de Rau; «dirigentes dei pue­ blo»); en Hechos el movimiento de congi'egación dei Xaóç termina totalmente con la muer­ te de Esteban (Hech 6, 8ss). También aqui (6, 12) el Xaóç se deja integrar en el frente de rechazo y, por tanto, en el discurso de Esteban,

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X,aóç

es acusado corporativamente y repudiado por su parte de culpa en la muerte de Jesús. A partir de entonces, según Lucas, sólo hay algunos creyentes de Israel; la totalidad de los ’Ionôaíoi (así se afirma frecuentemente, aunque no de manera consecuente: Hech 9, 23; 10, 22; 12, 3.11; 21,11.20, etc.) están endure­ cidos (28, 26s). Esta base histórico-teológica en la composición de Hechos (cf., a propósi­ to, Gnilka, 143-146; Lohfiirk, 47-62) abre el camino para el verdadero pueblo de Dios, la comunidad cristiana, integrada por judios (ca­ da vez en menor número) y por gentiles (cada vez en mayor número). Esta construcción literaria, entre otras co­ sas, garantiza al mismo tiempo la unidad de la doble obra lucana. Con razón, en Hech 3, 11, presuponiéndose lo dicho en Lc 23,13, puede cargarse sobre todo el kaóç la culpa por la muerte de Jesús y puede llamársele al arrepentimiento. Pero sigue siendo Laóç, incluso después dei clamor reclamando la crucifixión de Jesús, en Lc 23, 27.35; 24, 19 (la cosa es totalmente diferente en Mateo y en Juan, -> 3.d). El esquema lucano se encuentra ya fun­ damentado en su historia de la infancia; cf. la profecia de Simeón en Lc 2, 34: «Este (Jesús) está para la caida y el levantamiento de muchos en Israel». Aunque esta afirmación pue­ de referirse todavia a la sima, acentuada en forma estereotipada, entre el kaóç y sus diri­ gentes, sin embargo hay también otros textos que sitúan esta sima en medio mismo dei «pueblo», al que en estos pasajes no se deno­ mina nunca Kaóç (cf. principalmente la pencopa programática de Nazaret en Lc 4, 16-30 asi como los pasajes 6, 22s; 7, 9.31s; 8, 10; 9, 41; 10, 13-15; 11,29-32.49-51:12, 54-56; 13, 26-29.34s; 20, 16; cf. también 3, 8s). De ahi se sigue; en Lucas el kaóç, desde un principio, no sólo se halla en oposición a sus dirigentes (que rechazan a Jesús), sino tam­ bién a la porción incrédula y endurecida de Israel; esto es lo que constituye la redacción lucana. (Tan sólo una investigación dei campo léxico es capaz de asentar esta concepción.) Está en consonância con ello el que se amplie desde un principio el concepto de Kaóç, de­

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terminado étnicamente: Lc 1, 16s: Juan el Bautista «convertirá a muchos de los hijos de Israel,... y preparará para el Senor (de Israel) un kaóç bien dispuesto»; 2, 30-32; Jesús es la «salvación que tú has dispuesto en presencia de todos los pueblos (jtávTcov tcõv kawv), una luz para la revelación a los gentiles (è'&vcõv) y para la gloria de tu kaóç Israel» (so­ bre la comprensión lucana dei cristianismo gentilico cf. el paralelo en Hech 13, 47). En la concepción histórico-teológica de Lu­ cas, Jesús se dirige, si, al kaóç en su totali­ dad, tal como habia sido caracterizado por la LXX en su dimensión histórico-salvifica, pero ese kaóç no se identifica de hecho con Israel. La ampliación universalista -como sucedia ya en el AT (->- 2.c)- viene dada desde un princi­ pio por el concepto de Kaóç. En Lucas se ob­ serva una continuidad sin problemas entre la comunidad o la Iglesia cristiana (Exxkqoía) y el kaóç. Sin embargo, hay que senalar que -e n completo contraste con Pablo (->■ 3.a)- la èxxktioía se halla estructurada de la manera teocéntrica tradicional únicamente en el dis­ curso de Mileto, en Hech 20, 28. En todos los demás pasajes, el término sigue estando redaccionalmente sin especificar (= la asamblea dei pueblo, tecnicismo para designar a Ias co­ munidades cristianas). La densidad teológica dei kaóç no llega hasta la èxxkT)oía de Lu­ cas. De ordinário, ésta puede considerarse co­ mo la manifestación exterior y «profana» y como la asamblea dei kaóç. La acentuación extraordinariamente intensa de la eclesiología en Lucas no se halla relacionada con el térmi­ no èxxkqaía sino con la realidad dei kaóç. Si se pertenece o no a ese kaóç, eso lo de­ cide la fe en la predicación de Jesús y de los apóstoles (Hech 3, 23). En consonância con ello está el que para Lucas no haya más que un Kaóç: integrado por judios y gentiles que creen en Cristo (Hech 3, 22s; 15, 13-18; 18, 10; en contra de la tesis de Jervell, según la cual tan sólo la Iglesia judeocristiana seria kaóç, y los gentiles participarian únicamente de Ias promesas hechas a ella). La congregación dei Kaóç es, como en el AT, obra enteramente de Dios (Lc 1 ,68; 2,28-

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Xaòc

32: 15, 14; cf. también 1, 72; Hech 5, 35-39; 13, 40s; 15, 14-18). No aparece en perspecti­ va una soteriología sino en Hech 20, 28 («la Iglesia [ex>t.X.T^0 Ía] de Dios, que El adquirió para sí por medio de la sangre de su propio [Hijo]»). La cristología lucana es rigurosamente teocéntrica. El Jesus terreno tiene una función consistente en la proclamación de la aetividad de Dios en medio dei kaòç (también en lo que respecta a la congregación de los doce apóstoles: lleva al pueblo a la crisis, pero su congregación no comienza sino en Hech 1-6 entre los judios, y en Hech 7-28 entre los gentiles. De esta manera, «el pueblo de entre los gentiles» (Xaòç èOvítbv) que Dios escogió para sí según Hech 15,14, se vislumbra ya fundamentalmente en Ias amenazas de Lucas a Israel (3, 8s; 10, 13-15: 11, 31s.50; 13, 2628; 20, 16), en Ias promesas para los «otros» (3, 8; 13, 29; 20, 16) y en la aceptación de los gentiles (7, 1-10; 14, 15-24). También en este punto, la historia de la salvación conducida por Dios no sólo aparece en toda la obra de Lucas como una historia marcada por la continuidad, sino que además se halla en comple­ ta continuidad con la anterior historia judia de la salvación. Esta continuidad queda garantizada, no menos, por el concepto de Àaóç.

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El verdadero Àaóç de los discípulos de Je­ sús, integrado por todos los pueblos (28, 19), es inaugurado mediante la entrega de Jesús «para el perdón de los pecados» (1, 21; 26, 28 redaccional; suprimido en el relato de Juan el Bautista tomado de Mc 1, 4), ya que Jesús es Enmanuel (= Dios con nosotros). El Xaóç de Jesús es, como tal, el Xaóç de Dios. El con­ texto redaccional en Mt 1-2, los conceptos pa­ ralelos èxtíÀTiaía |xou (mi Iglesia) en 16, 18 y PaoiXeía oou (tu reino) en 13, 41; 16, 28; 20, 21, así como el campo léxico de Ias designaciones eclesiológicas (discípulos, hijos, hermanos, etc.) refuerzan esta misma idea. Para mantener la propia identidad de la Iglesia como Xaóç (con una acentuación su­ mamente intensa de la inseguridad de su pro­ pia salvación), Mateo es, entre todos los teó­ logos dei NT, el que más radicalmente niega a Israel esta designación de pueblo. Este es el fundamento de su proyecto de teologia de la historia, marcado «deuteronomísticamente», que aparece en su Evangelio.

e) Los demás escritos dei NT (1 Pedro, Hebreos, Apocalipsis) testifican expresamente (sin polemizar contra Israel como Xaóç) su propia comprensión de ser verdadero X,aóç, en continuidad con el AT. Cf. principalmente d) Mateo, como indican Ias citas dei AT en la acumulación de predicados honoríficos que se aplican en 1 Pe 2, 9s (según Is 43, 20; Ex 2, 6; 4, 16; 13, 15 y 15, 8, enlaza con la ma­ 19, 6; Mal 3, 17) a una Iglesia de la diáspora nera de hablar de la LXX, de tal manera que entre los gentiles (1, 1; 2, 12). No aparece en Xaóç, debe entenderse dialécticamente: existe el horizonte -en contra de lo que sucede con el Xaóç empedernido (13, 15), pero también Pablo- el X,aóg integrado por judios y genti­ el Xaóç de Yahvé (2, 6) y de Jesús (1, 21), el les; tan sólo aparece la comprensión que tieÀaóç de la «Galilea de los gentiles» (4, 15s). nen de sí mismos los cristianos gentiles. A diferencia de Lucas, vemos que Mateo asoNo ofrece tampoco problemas el término cia el À.aóç en el primer sentido con sus re­ Jtaóç, que aparece en 13 pasajes de Hebreos. presentantes (2, 4; 21, 23; 26, 3.47; 27, 1), El término una de dos: o bien se refiere pre­ hasta incluir la automaldición cultuai y didácdominantemente al Xaóç, judio, pero pensántica de 27, 25, que se basa en el dodecálogo dose tipológicamente en la comunidad (como siquemita de Dt 27, 15-16: «Todo el Xaóç exsucede cuando se habla dei sumo sacerdote, clamó: jCaiga su sangre sobre nosotros y so­ dei culto, dei tabemáculo), o bien se refiere bre nuestros hijos!». Desde entonces no exis­ directamente a la comunidad (2, 17: Jesús ex­ te ya Israel como ^aóç, sino que existen uni­ pia los pecados dei Xaóç; 13, 12: por medio camente -como en todo el Evangelio de Juan, de su muerte, él santifica al Xaóç; 8, 8.10: Je­ pero no como en Lucas- «los judios hasta el sús es el Mediador de un nuevo pacto [Jer 31, dia de hoy» (28, 15).

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X.aóç

33] con la casa de Israel [!], y con ello esta casa será el Xaóç de Yahvé). La idea dei pueblo de Dios, tal como fue concebida en el AT y en el cristianismo primitivo (no hay oposición entre judios y gentiles) aparece como la clave para la comprensión de la carta (Oepke, 57-74; GrâBer, 216). Así como el culto dei AT era provisional, así también lo eran el pacto y el Xaóç; tan sólo la comunidad de Jesus es el verdadero Xaóç, y este pueblo está obligado al ethos cristiano. También para este Xaóç es inminente el juicio (10, 30). Sigue siendo el pueblo de Dios en peregrinación (3, 7-4, 13). El Apocalipsis acentua también (en el con­ texto de la lucha contra «la sinagoga de Sata­ nás»: 2, 9; 3, 9) que el Xaóç es antes y después de Cristo una entidad uniforme, como demuestra la aplicación de pasajes veterotestamentarios dei Xaóç en 18, 4 (Jer 51, 45) y 21, 3 (Zac 2, 14; Ez 37, 27). Ese pueblo abar­ ca marcadamente a Ias naciones y al mundo (5, 9; 7, 9; 10, 11; 11, 9; 13, 7; 14, 6s; 17, 15; el plural en 21, 3 es consecuente; cf. también el capítulo 7: Israel y los pueblos). Por lo demás, Xaóç no es un concepto teologicamente significativo. No llega a ser eclesiológicamente relevante sino por medio de la eclesiología que acentua en conjunto la continuidad con el AT (cf. especialmente 7, 1-17; 21, 12-14).

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•&eoü. En el NT, Xaóç (desarrollando el tema de la LXX) es un término teocéntrico, garantiza la continuidad de la historia de Dios con Israel y con los pueblos. Así como no hay más que un solo ■&EÓç, así también no hay más que un solo Xaóç '&eoT3. Por eso, ni TopafiX en el AT ni la èxxX.T)o ía en el NT pueden representar exactamente lo mismo que Xaóç, por cuanto expresan la correspondiente existência histórica dei «pue­ blo» judio y dei «pueblo» cristiano. Lo mis­ mo que en la LXX, ’IoQaf|X se entiende dialécticamente en el NT (cf. la expresión paulina Topari^i, x ax à oápxa). Lo decisivo en el NT es la fe en Jesucristo. Tan sólo en la afirmación de esta fe, Israel es Xaóç Ueou. Y es­ to se aplica también a la «Iglesia integrada por todos los pueblos». Esta comprensión dialéctica de Xaóç en lo que respecta a «Israel» y a la «Iglesia» es genuinamente judia. El NT no ha hecho más que recibirla. La relación entre Israel como Xaóç '&eoõ y la Iglesia como À.aòç Ueon, allá donde se estudia como tema, es interpretada de manera sumamente diferente. El más radical de todos es Mateo, quien representa una teoria de la sustitución o dei desplazamiento: todo Israel se halla endurecido (27, 25); ha perdido el lu­ gar preeminente que Dios le había concedido (21, 43 en la composición de los capítulos 214. Los enunciados dei NT acerca dei Xaóç 25). Las promesas y la fidelidad de Yahvé distan mucho de ser uniformes, y no compar(Frankemõlle, 108-143 y 257-307) se aplican ten un foco teológico común en todos los es­ ahora a la Iglesia integrada por todos los pue­ critos dei NT. Cuando se usa el término, éste blos (entre los cuales hay que contar también refleja la comprensión que el autor y su comu­ a los judios, pero Mateo no lo dice). Esta tenidad tienen de sí mismos como Xaóç '9'EOü, sis, que hoy dia nos parece radical, sólo puede entenderse por la situación de Mateo y por lo cual implica al mismo tiempo una determi­ nada comprensión de Israel como Xaòç ■freoü. la manera marcadamente judia de pensar dei Evangelio de Mateo, lo cual tenía sus antece­ En el NT no se habla de un «nuevo Xaóç». dentes en el judaísmo. Tan sólo en Heb 8, 8-13, siguiéndose a Jer 31, Segán Lucas, el único Xaóç se constituye 31-34, los conceptos de À,aóç y de «nuevo por el hecho de que al Israel creyente se anapacto» (xaivf] ôta-&f|XTi) se asocian contexdan gentiles creyentes. En esto se demuestra tualmente con Israel, pero se trata de una idea la continuidad de la historia de la salvación, que no se sigue desarrollando teologicamente dirigida por Dios mismo. ni aqui ni en ninguna otra parte de la carta, de Según Pablo, «Israel» sigue siendo Xaóç tal manera que también aqui -como en los demás pasajes dei NT que hablan de ôiaí)T|XTi- ô^EOü; Israel no ha sido desechado por Dios (Rom 11, Is; 9, 4s). Por el endurecimiento de no se expresa la idea en un «nuevo» kaòç

^aóç - XaxQevtí)

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una parte de Israel, «llegó la salvación a los gentiles, para causarles celos» (Rom 11, 11). Cuando los gentiles crean en su totalidad, «entonces todo Israel será salvo» (11, 26). También para Pablo no hay más que un solo X,aòç DsoO. En lo que respecta a la idea dei ^aóç en el NT (tanto para Mateo como para los demás escritores dei NT), el cristianismo sigue es­ tando vinculado permanentemente al judaís­ mo, y éste lo sigue estando a la Iglesia en el único Xaòç ■&Eon. Ambos se hallan bajo la re­ serva escatológica. H. Frankemõlle VYYOg, ó larygx garganta* Rom 3, 13 en cita dei Sal 5, 10 (LXX); «Sepulcro abierto es su garganta». ThWNT IV, 57s. A a f f a í a , a ç Lasaia Lasea* Nombre de una ciudad situada en la costa meridional de Creta. Hech 27, 8 refiere que cerca de Buenos Puertos se encuentra la ciu­ dad de Lasea. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK) 669 nota 4. XaTO^éo) latomeõ excavar en la roca* En Mt 15, 46 par. Mt 27, 60 dícese dei se­ pulcro (pvTipeiov) de Jesús. Marcos: ô f|v 7,E>iaxoiJ,T||iÉvov èn jtÉxgaç. Mateo; ô èXaTÓfxqaEV EV xfj jtéxQg.

XaTQEÍa, a ç , culto

latreia servicio divino,

XaxQEÚoo.

XaTQEÍtlO latreuõ servir (a Dios), adorar* A,axQEÍa, aç, f| latreia servicio divino, cul­ to* 1. Aparición en el NT - 2. Uso de los términos en la LXX y contenidos semânticos en el NT - 3. Hebreos 4. Pablo. B ib l: 12, 1-2,

J. Blank, Z u m B e g r iff des O pfers nach B õ m en F u n ktio n u nd S tru ktu r c h r is tl Gem einde.

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II, 239-262; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1156S.

1. En el NT, XaxQEiJCú aparece veintiuna veces; XaxQEÍa, cinco veces; el verbo es es­ pecialmente frecuente en Lucas (ocho veces en total en Lc/Hech) y en Hebreos (seis ve­ ces); dos veces en Romanos y otras tantas en el Apocalipsis; además en Flp 3, 3; 2 Tim 1, 3; el sustantivo aparece dos veces en Roma­ nos y otras tantas en Hebreos; además en Jn 16, 2. 2. El verbo XaxgEÚco, que aparece sólo raras veces en la literatura griega, se encuentra en la LXX casi exclusivamente en el sentido religioso y cultuai dei servicio que Israel presta a Dios y es traducción dei verbo hebreo ‘ãbad (distinguiéndose así claramente de su sinônimo griego ôouXeúco, que tiene un sentido más amplio; cf. tam­ bién la diferencia entre ambos verbos en Hech 7, 7; otra cosa sucede en 20, 19), por ejemplo, en Ex 4, 23; Dt 10, 12. El sustantivo XaxQEÍa sirve pa­ ra traducir el tecnicismo cultuai hebreo ‘“bõdâ, por ejemplo, en Jos 22, 27; 1 Mac 2, 19. El verbo tiene únicamente en Dt 28, 48, y el sustantivo únicamente en 3 Mac 4, 14 el sentido de «realizar servicios / trabajos asalariados», en consonância con el significado general griego (por ejemplo, en Jenofonte, Cyrop n i, 1, 36 se habla dei servicio prestado por los esclavos; sin embargo, en relación con los dioses, cf. por ejemplo Eurípides, lon 152; Platón, Phaedr 244e). Por tanto, XaXQEÚot) / X,axQ8Ía, en el uso bíblico, se concentran en su sentido cultuai, mientras que el término ôeQajtEÚEiv, que predomina en griego para referirse al âmbito cultuai y religioso, queda relegado

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XaTQEÚCO

notablemente en la Biblia en cuanto a este signi­ ficado. El NT conserva la acentuación de los térmi­ nos derivada de la LXX, aunque el factor cul­ tuai aparece sólo en citas y referencias al AT. Xarpento se refiere siempre al servicio di­ vino, incluso en los casos en que el lugar de Dios es ocupado por otras entidades, resaltando así más intensamente la perversión o la desviación dei verdadero culto divino; Hech 7,42 (Tfi ortQaxiç Ton oneavoC, cf. Jer 7,18 LXX; y también 16, 13 LXX); Rom 1, 25 jun­ to a aép o p ai (tfi Kxíaei JtaQà xòv xxíoavxa); Heb 8, 5 (xutoÔEÍYp.axL wal oxiâ... xtõv èjTongavLcõv, a saber, al «tabemáculo»); cf. 13, 10 (xfi oxqvfj). Puede faltar un objeto de la acción verbal en dativo, cuando Xa^:Q^V(o se emplea en sen­ tido amplio o también en sentido figurado pa­ ra referirse a la vida dedicada a Dios o al constante «servicio divino»; Lc 2, 37 (vqoxEÍaiç x a l ÔEf|OEOiv LaxQEnonaa vúxxa x a l qpégav, cf. Jdt 11, 17) refiriéndose a Ana; de manera semejante en Hech 26, 7 para referirse al acto por el que Israel estaba sirviendo (= «orando / suplicando») día y noche (cf. Sal 88, 2; 2 Mac 13,10); cf. también Heb 9, 9; 10, 2. En Flp 3, 3 (oí nvEÚpaxi •&eou [v.l. dErâ] XaxQEÚovxeç) se trata dei contras­ te entre la «verdadera circuncisión» con su servicio espiritual a Dios, y la confianza en «la carne», en la «mutilación» (cf. también A.axQEÚa) Ev xw 3tveú|xaxí pou, Rom 1, 9); ôt’ qç XaxQEÚcopev, Heb 12, 28. Ahora bien, Rom 9 ,4 indica que Pablo no puede negar la validez de la XaxQEÍa de Isra­ el (mencionada entre muchos otros dones salvíficos de Dios; cf. también 11, 29), sino que él rechaza únicamente el abuso de la misma en contra de Cristo; cf. también Jn 16, 2; XaxQEÍav jtQoaqjéQEiv tõ) O-ecp, refiriéndose al hecho de que creían estar prestando un ser­ vicio a Dios como si le ofrecieran un sacrifí­ cio). El Espíritu de Dios, que dirige toda la vi­ da de los creyentes, es el único que conduce al verdadero servicio de Dios, que no puede estar ligado a un determinado pueblo ni a un

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determinado lugar (cf. también E. Lohmeyer, Der P?n7ipperhrie/[KEK], sub loco\ Wenschkewitz, 175ss en general sobre Pablo). Las referencias al AT indican que especial­ mente Lucas ve que la esencia dei nuevo ser­ vicio de Dios está asentada ya en el culto dei antiguo pacto. Y, así, XaxQeúco tiene el senti­ do de adorar / venerar (cultualmente): Lc 1, 74 (de Abrahán); 2, 37 (en conexión con el templo); 4, 8 par. Mt 4, 10 (junto a KQoaxvvéco, cf. Dt 6, 13); Hech 7, 7 (cf, Ex 3, 12); 24, 14 (de Pablo: XaxQEÚcú xrâ jtaxQcócp Oecõ; 26,7 (dei pueblo de las doce tribus)); cf. también Ap 7, 15; 22, 3 dei servicio divino de los mártires que se perpetúa día y noche (cf. 1 Crón 9, 33) ante el trono celestial y en el tem­ plo celestial de Dios; 2 Tim 1, 3. En el sustantivo XaxgEÍa se ha conservado la idea dei culto sacrificial: además de Jn 16, 2 y Rom 9, 4 cf. también Heb 9, 1 (ôiMairóp ax a XaxQEÍaç, sobre las «disposiciones pa­ ra el culto de los sacrifícios»)', 9, 6 (xàç XaXQEÍaç EniXEXoüvxEÇ, sobre la realización de los servidos cultuales por los sacerdotes; cf. Núm 18, 3s; jtá a a ç xàç XEixouQYtotÇ 'tqç o>iqvqç [v. 4]; -» 3); en sentido figurado en Rom 12, 1 4). 3. En la Carta a los Hebreos se realza con especial claridad la referencia al culto dei AT (8, 5; 9, 1.6.9; 10, 2; 13, 10). Tanto el verbo como el sustantivo abarcan (en contra de la LXX, 2) el culto sacerdotal de los sacrifí­ cios (-+ XeixoDQYÍa [2]). Pero, al mismo tiempo, ese servicio se considera como provisional y como limitado al santuario terreno (9, 1.9s.lls). Queda superado y sustituido por el verdadero servicio de Dios, que se fundamen­ ta en el ofrecimiento que Cristo hizo de sí mismo de una vez para siempre, y en la correspondiente purificación de la comunidad, obrada por él, y que la libera de los sacrifícios «muertos» y terrenos, de tal manera que los creyentes -con una conciencia purificada (cf. 2 Tim 1, 3 )- pueden servir ahora al Dios vivo (XaxQEÚEiv #Erâ Çcõvxi, 9, 14; XaxQEÚcopEV EÚaQÉoxcoç xô) ■&erâ, pexà euXaPeíag « a i ôÉouç, 12, 28). Ahora bien, en este nuevo

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A,aTQ£TJCO - ÍLEyitÜV

sentido de X.axQEXxn hay continuidad entre el culto divino cristiano y el antiguo culto divi­ no de los sacerdotes, pero al mismo tiempo hay también discontinuidad, porque el nuevo servicio divino abarca toda la vida de los creyentes, se fundamenta en la gratitnd por el don dei reino inquebrantable y se ajusta a la exigencia divina que es un fuego eterno y consumidor (12, 29), y lo hace con la libertad de los que son salvos y no necesitan ya mediación sacerdotal alguna para rendir su culto a Dios.

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es el que capacita a los creyentes para este culto divino practicado en la vida cotidiana (cf. también TestLev 3, 6; Jn 4, 23s; 1 Pe 2, 2.5). H. Balz

X á /a v o v , OV, TÓ lachanon hortaliza, legumbre* Mc 4, 32 par. Mt 13, 32: El grano de mostaza crece y se hace «mayor que Ias demás (Mateo: que Ias) hortalizas». Lc 11, 42: «Pa4. Para Pablo este nuevo servicio de Dios gáis el diezmo... de toda clase de hortalizas (jiãv X,áxavov)». Rom 14, 2: «El que es dé­ se efectúa mediante su servicio «al evangelio bil come (solamente) legumbres (ká^ava)». de su Hijo» (Rom 1, 9; èv trô rrveúpatí pou, ThWNT IV, 66-68. en conexión con la invocación a Dios como testigo [v. 9a], significa el compromiso total de Pablo con esta misión, un compromiso que Dios es el único que tiene derecho a examinar A e ^ P a io ç , o v Lebbaios Lebeo y poner a prueba, cf. también E. Kâsemaim, El noihbre de persona A e^Paioç aparece An die RõmeP [HNT], sub loco). En cambio, como v.l. en Ias listas de apóstoles de Mc 3, el pasaje de Flp 3, 3 está determinado por la 18 D it y Mt 10, 3 D k Orígenes'®*, en lugar dei oposición entre rtveüpa y oáp^, y hace refe­ nombre -+ © aôôaloç. Koiné y otros asimilan rencia a toda la vida cristiana: el signo de la y leen Mt 10, 3: «Lebeo por sobrenombre Tapertenencia a Dios (jteQixopr|) es la vida y la deo». Dalman, Worte, 40; B. Lindars: NTS acción en el Espíritu de Dios, no la confianza (1957-1958) 220-222. carnal en Ias seguridades tradicionales dei «servicio divino». Ahora bien, Rom 12, 1 muestra que no se puede hablar, ni mucho Xey iw v , WVOÇ, 1^ legiõn legión* menos, de una «espiritualización» de la termi­ B ibl.: A. R. Neumann, Legio, en Pauly, L exikon III, nologia tradicional dei servicio divino (cf., a 538-546; H. Preisker, ksYitúv, en ThWNT IV, 68-69; propósito, Wenschkewitz, 189-195). La )\,oyl- E. Ritterling, L egio, en Pauly-Wissowa XII, 1186XT] X,aTQeía que se exige, consiste en el ofre1837. cimiento (itapiOTÓvco es terminologia hele1. 7,8YLÚ)V, que en algunos manuscritos dei NT nistica de los sacrifícios, cf. Jenofonte, An VI, se escribe también 'KEy^ú)\, es un préstamo léxico 1, 22; también Josefo, Ant IV, 113, pero en la dei latín ( le g io ) y designa la mayor unidad dei LXX el verbo se usa en el sentido de servir y ejército romano. En el siglo I veinticinco legiones de ponerse a disposición) de toda la vida (xà constituían el núcleo dei ejército permanente. Los ocopaxa) de los creyentes que viven en el efectivos de una legión eran de 5600 hombres, di­ mundo, como un sacrificio vivo hecho a Dios. vididos en 10 c o h o r te s de 5 ó 6 c e n tu r ia e cada una. A estos efectivos había que anadir 120 e q u iEl uso de Ias expresiones cultuales ilustra con te s y a u x ilia (tropas especiales). Al frente de la toda nitidez el giro que ha tenido lugar (Kâselegión estaba el l e g a tu s le g io n is , asistido por 6 mann, 25) frente a un concepto rituaMsta dei tr ib u n i m ilitu m y 60 c e n tu r io n e s . Las distintas le­ culto divino (cf. también Dt 10, 12ss; Jos 22, giones estaban numeradas y llevaban además un 5; Miq 6, 6-8; cf. igualmente Blank, 41ss; nombre. En la Palestina dei siglo I, la L e g io X Kraus, 177s). La conexión con ^ X,OYixóç F r e te n s is desempenó el papel más importante. Su pone de relieve que el Espiritu mismo de Dios sello y su insígnia de campana era el jabalí.

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— Xéyo}

2. En el NT, Xeylcüv aparece sólo 4 veces. En Mc 5, 9.15 par. Lc 8, 30 se halla como nombre de demonios. Este nombre se funda­ menta explícitamente en el gran número de demonios que se alojan en el poseso (cf. los 200 cerdos en Mc 5, 13). Además, el nombre ilustra claramente el ingente poder organiza­ do dei mnndo de los demonios. Es obvio, asimismo, que en este nombre se expresa también el odio y el temor a Ias fuerzas romanas de ocupación. En Mt 26,53 aparece el término Àeyiróv pa­ ra designar a los poderes angélicos («más de doce legiones de ángeles»). La idea de los ángeles como fuerzas militares y de su lucha escatológica contra los poderes dei mal se halla atestiguada en la literatura judia contemporâ­ nea (cf. especialmente IQM). También en es­ te caso el término XeyKÓv expresa el gran nú­ mero y el poder organizado de los espíritus que se hallan al servido de Dios. En el NT el término X.Eyiróv se usa única­ mente para designar a los poderes espirituales, y jamás para designar a una unidad mili­ tar dei ejército romano. En todos los pasajes acentúa directamente el poder de esos espíri­ tus (buenos o maios), e indirectaménte el po­ der de Jesús, que tiene autoridad para darles ordenes.

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p h e c y a n d H erm eneutic in E arly C hristianity

1. Si lo consideramos conjuntamente con -> eLjiov (aoristo segundo), que aqui no se tie­ ne en cuenta por separado, el verbo Xéytt» es, después de sipí, el que aparece con mayor frecuencia en el NT.

2. Entre los significados fundamentales de (Debrunner, 71-73; Frisk, Wõrterbuch n, 94), que son recoger, reunir (que en la pro­ sa ática y en el NT aparecen sólo en el verbo con prefijo onÀXÉYCO), luego contar, enume­ rar, narrar, y sólo en época post-homérica hablar, decir, vemos que en el NT predomina el significado de decir. ÀEYCO se emplea como verbo transitivo, por ejemplo, àkri^&Eiav XéYCO, «digo la verdad» F. Annen (Rom 9, 1). Algunas veces kéyco aparece con la construcción completiva de acusativo con infinitivo, por ejemplo, rív a fXE XÉyovaiv ol À,éYM lego decir, llamar ãv^Qcojtoi EÍvai;, «^Quién dice la gente que 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos; soy yo?» (Mc 8, 27). En el NT, el verbo XÉyto uso sintáctico e idiomático - 3. Idiomas de relevância se halla seguido en la mayoría de los casos teológica. por el discurso en estilo directo, o por la reproducción exacta dei discurso en estilo di­ B ib i: W. Bacher, D ie exegetische Term inologie der recto, introducida por la conjunción 5xi, lo jü d . Traditíons-L it. I, Leipzig 1899 (Darmstadt 1965), 5-7; J. Bergmann-H. Lutzmann-H. W. Schmidt, dbr, en mismo que hacen los narradores populares ThWAT II, 89-133; H. Braun, S p ã tjü d .-h ã re tisc h e r con anterioridad o al margen dei NT, los cuau n d frü h ch ristl. R adika lism u s II (BHTh 24), Tübingen les jamás usan el discurso en estilo indirecto. ^1969, 9; R. Bultmann, D e r S til d e r p ln P red ig t und Así, pues, el ôxi recitativo viene a ser como d ie kyn isch -sto isch e D ia trib e (FRLANT 13), Gõttingen 1910, 10-19, 64-68; Bultmann, G eschichte, 142en nuestra lengua el uso de los dos puntos, se­ 144, 157s; D. Daube, The N T a n d R a bbinic Judaism , guido de una cita literal (BlaB-Debrunner § London 1956, 50-62; A. Debrunner-G. Kittel y otros, 470, 1; sobre el paso dei discurso en estilo in­ Xéyco xtX., en ThWNT IV, 69-140; E. E. Ellis, PauTs directo al discurso en estilo directo, cf. ibid. Use o f the OT. London 1957, 48s, 107-113, 155-185; Id., AéyEi XÚQloç Q uotations in the NT, en Id., Pro470, 2). La persona a quien se dice algo se ha-

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lÂycü

11a generalmente en dativo, y también en la construcción jtgóç tiv a. Otras frases preposicionales son: tI jrepL xivoç X,éyeiv, «decir al­ go sobre (de) alguien»; xtvl jieqí uvoç Xiyei-v, seguido de discurso en estilo directo, «decir a alguien con respecto a alguien...», eíç tiv a XéyEiv, «hablar contra alguien»; úitEQ Tivog XÉyELV, «hablar en favor de al­ guien». Cerca dei significado de decir se halla el de pensar, entender (un significado idiomático frecuente en Platón: Jtcaç X,8yeLç;, «^Cómo entiendes esto?»), por ejemplo, toüto ôè Xéyto, «así lo entiendo yo» (Gál 3, 17). Especí­ ficamente, el verbo Xéyco, partiendo de la idea de decir, puede adquirir los significados de preguntar, responder, ordenar y afirmar. Con el significado de llamar, el verbo requiere siempre doble acusativo, por ejemplo, Aauiô XÉyei an tò v xógiov, «David le llama Senor» (Mc 12, 37). En la LXX es un hebraísmo el participio XÉymv después de un verbo finito de decir o de significado parecido, como traducción lite­ ral dei hebreo lê’mõr. Esta construcción, que se convirtió así en idiomática de la LXX, es también característica de los evangelios y dei libro de Hechos (por lo demás, aparece muy reiras veces en el NT; se encuentra, por ejem­ plo, en Heb 2, 6; Jds 14; Ap 21, 9; jamás apa­ rece en Pablo). La referencia de BlaB-Debrunner a Herodoto, por ejemplo, êq)T) XÉycov en III, 156; V, 36, no pretende negar que la correspondiente expresión idiomática dei NT sea un hebraísmo. La expresión sinóptica o joánica àjtexgíílTi Xéycov o de tenor parecido, aparece raras veces. En lugar de ella se en­ cuentra casi siempre la expresión sinóptica àjioKQtflELç EÍJtEV y la expresión joánica ÒJiEXQÍflq n m eÍjiev, que BlaB-Debrunner § 420, 2 explican, seguramente con razón, co­ mo derivadas de la expresión veterotestamentaria wayya‘an wayyõ'mer. En todo caso, EygatjJEv Xéymv en Lc 1, 63 corresponde a yiktõb lè'mõr (cf. 2 Re 11, 15: x a l êygatjiev èv T(õ Pi|3Xí(p Xéycov y expresiones de tenor parecido; así piensan también Bauer, Wõrterbuch, s.v. 8.b y BlaB-Debrunner § 420, 3).

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Aparece con frecuencia el participio X^yòpEVOç, algunas veces con el significado de el así llamado, por ejemplo, XEyóftEvoi í Ieoí (1 Cor 8, 5), y otras veces con el significado de por nombre, llamado, etc., por ejemplo, âv'&Qcoji;ov... M aW aio v Xeyópevov, «un hombre llamado Mateo» (Mt 9, 9). Este participio puede indicar también que se trata de una tra­ ducción, por ejemplo, xójtov Xeyó|revov FoXyoM, õ EOtiv R gavíon TÓJtoç XEyópEvoç, «un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera» (Mt 27, 33). 3. Llama la atención y es, al mismo tiempo, significativo que la primera persona dei presente de Xéyco aparezca en los Evangelios sinópticos casi exclusivamente (126 veces [con Mt 25, 12.40.45] sobre 128 veces) y en el Evangelio de Juan en lábios unicamente de Jesús. La conciencia que Jesús tiene de su misión, indicada ya de esta manera, se expresa principalmente en la fórmula, seguramente autêntica, de encarecimiento y de autoridad: «Amén, yo os / te digo», con su «amén» (cf. también ->■ ápfiv) antepuesto y no responsorial, y en la frase «Pero yo os digo», que es constitutiva de Ias antítesis dei Sermón de la Montana (Mt 5, 22.28.32.34.39.44, y que es considerada como autêntica en la primera, la segunda y la cuarta antítesis [por ejemplo, Kümmel, Kâsemann, Lohse] o en la primera, la segunda, la cuarta y la quinta antítesis [Hübner], y que según Jeremias, Teologia, 292ss, es autentica en Ias seis antítesis; a pro­ pósito de «pero yo os digo» como expresión de la autoconciencia mesiánica, cf. en sentido crítico la opinión de Lohse, 81 con la nota 29; sobre la relación de esta expresión con la ex­ presión rabínica wa'“ni ’õmêr, cf. Daube, 55, 62; Lohse, 78-84; Hübner, 231-233 y 235 no­ ta, 206). Jesús no usa precisamente la fórmu­ la para trasmitir un mensaje profético: kõh ’ãmar YHWH, «Así habla Yahvé». La frase (f|xoúaaTE ÕTi) èggé^T) (tolç àgxaíotç), «oísteis que se dijo (a los antiguos)», a la que siempre se opone la de «pero yo os digo», co­ rresponde únicamente de manera formal a la

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Xéya}

expresión rabínica senne'‘mar (Bacher I, 6: «la forma más frecuente de citar pasajes bíbli­ cos»), porque Jesús aqui no cita precisamente pasajes bíblicos para probar sus propias afirmaciones (Levy I, 100: «senne'‘mar, porque se dice en la Escritura, es decir, por este pasaje bíblico se demuestra tal o cual afirmación doctrinal»; ^ vópoç). También en Pablo el uso de la primera persona dei presente de X.éYO) es expresión de la conciencia que él tiene de su misión, más exactamente, de la conciencia que él tiene de su vocación apostólica. Es típica de él la manera de introducir citas de la Escritura, no me­ diante la forma usual xaflròç YéYQauxai, usada también por él, o mediante otra fórmu­ la de tenor parecido (->• YQCtq)f| 3), sino con Ias palabras: «la Escritura dice» (por ejemplo, Rom 4, 3; 9, 17; 10, 11; cf. también Jn 7, 42; 19, 37; 1 Tim 5,18; Sant 2, 23), «la ley dice» (Rom 7, 7), «David (Isaías) dice» (por ejem­ plo, Rom 4, 6; 10, 16), y también «la Escritu­ ra dice en (complétese: su relato sobre) Elias» (Rom 11, 2). En todos los casos se trata de la autoridad divina de la Escritura, en lo cual se especifica -con respecto a la Escritura (como se había hecho antes ya en el judaísmo)- la idea fundamental dei AT de que Dios habla y el hombre escucha. Así, en Rom 9, 17 la Es­ critura dice al Faraón lo que Dios le dice, mientras que inmediatamente antes, en el v. 15, por usarse la primera persona dei singular, lo más obvio es anadir al verbo Xéyei el sujeto ó #EÓç. Con razón afirman Blafi-Debrunner § 130, 3: «En la fórmula de citación 'kéyei etc., el sujeto es ó '&eóç, ■q Y0®T''Í> u otra ex­ presión por el estilo». En Gál 3, 16, èppé^qoav es pasivo divino; «Dios pronuncio a Abrahán Ias promesas». En este sentido, Pablo inserta en Rom 12, 19s, en la cita de Dt 32, 35 introducida por YÉYOaJttai yàg: XéyEi xúQiog (cf. también 1 Cor 14, 21). Por lo que respecta a XéyEi xúgtoç: En la cita mixta de 2 Cor 6, 16ss, introducida por el sorprendente x a^tbç eíjtev ó ^eóg, vemos que la inserción XéyEi xúqloç se produce en la sección 6, 14-7, 1, que dificilmente será

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paulina (cf., a propósito, Kümmel, Einleitung, 249s; Ph. Vielhauer, Historia de la literatura cristiana primitiva, Salamanca 1991, 169), mientras que en Rom 14, 11 Xéyei xúqloç es parte integrante original de la cita introducida por YÉyQajtxai yá ç. En Hebreos, todos los pasajes de Xéyei xúgioç son parte de la correspondiente cita dei AT (8, 8.9.10; 10, 16). Es típica también de Pablo la pregunta xí onv èQoü|i.ev;, « ly qué diremos a propósito de esto?», derivada dei estilo de la diatriba (Bultmann, Stil, 64-68). Pero esta pregunta aparece sólo en Romanos (7 veces, por ejem­ plo, 6, 1; 7, 1; cf. también Rom 9, 19; 11, 19: ÈQEiç [pot] ouv, «pero seguramente me repli­ carás»; cf. también 1 Cor 15, 35). Sin embar­ go, tal derivación no implica que el interlocu­ tor que interviene oponiéndose sea necesaiiamente una ficción (en contra de Bultmann, Stil, 67). La teologia de Mateo se refleja claramente en sus citas de reflexión o de cumplimiento (Rothfuchs), introducidas casi siempre por Lva (o ÕJtmç) jtÀqQoaílfi xò gq^èv (vttò xuglou) ôià xon jtgoqjqxon Xéyovxoç, «para que se cumpliera lo que había sido dicho (por el Senor) por medio dei profeta», u otras expresiones por el estilo, 1, 22; 2, 15; 4, 14; 8, 17; 12, 17; 13, 35; 21, 4; dos veces: xóxe ÈjxX.qgdr&q xò gqfl-Èv ô ià TEgEpíou xon Jtgoqpqxou (X.éyovxoç), 2, 17; 27, 9 (-»• jxXqgóm). Mateo, desde luego, al poner de relieve Ias palabras autoritativas de Dios pronuncia­ das por medio de los profetas dei AT, piensa supremamente en que tales palabras se cumplieron en Cristo. Hay que destacar especialmente en Hechos; qxouoa qpcüvqv XÉYOXioav (poi), «oí una voz que (me) decía», 9, 4; 11, 7; 22, 7; 26, 14 (cf. también Ap 12, 10 y passim); xáÔE "kéyzí xo JtVEüpa xò âyi-ov, «así dice el Espíritu San­ to», 21,11; cf. 20, 33 (por lo demás, en el NT JtVEÜpa aparece raras veces como sujeto de XÉYco: 1 Tim 4, 1; Heb 3, 7; sobre el Apocalipsis, cf. infra). En Ias misivas dei Apocalipsis, el Cristo exaltado habla a siete comunidades de Asia

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Xéyt» - A^iTOUQYÍa

Menor, en Ias que él utiliza siempre al princi­ pio, refiriéndola a sí mismo, la fórmula dei AT para trasmitrr mensajes proféticos: xàôe Xéyei xiiQioç (casi siempre traducción de kõh ’ãmar YHWH), pero sustituyendo en cada ca­ so xÚQioç por otro título, 2, 1.8.12.18; 3, 1.7. 14. Las misivas terminan siempre con el mis­ mo toque de atención (E. Lohse, Die Offenbarung des Johannes [NTD], 23): «El que tiene oídos, que escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias (lí tò Jtvenpa léyEi)», 2,7.11.17; 3, 6.13.22, y con él se introduce un mensaje específico adicional. «Por medio dei Espíritu habla el Senor exaltado» (Lohse, Die Ojfenbarung des Johannes, 23). H. Hübner a t o ç , TÓ leimma resto* Rom 11,5: X8t[X|ra x ax ’ èxXoyTiv xápixoç, «un resto (obrado) por la elección de la gracia». ThWNT IV, 198-221; X, 1161 (bibl.). Xeio ç , 3 leios plano, llano* Lc 3, 5: x a l a l xpaxelar eiç óôoòç Leíaç, «los caminos ásperos (se harán) llanos» (cita [?] de Is 40, 4 V.I.). ThWNT IV, 198. Xe Í tio) leipõ dejar atrás; en voz media-pasiva, ser dejado atrás, dejar que desear, carecer de; en sentido intransitivo activo, faltar* En el NT el sentido transitivo fundamental aparece únicamente en voz media-pasiva, y concretamente tan sólo en Santiago: 1, 4: X8ÍJio[iai èv [tT)ÔEVÍ, «no quedar atrás en na­ da»; 1, 5; oocpíaç, «dejar que desear en sabiduría»; 2, 15: xfjç XQoqjfjç, «carecer de ali­ mento». En sentido intransitivo X,8Ún:a) se ha11a en Lc 18, 22 («te. falta [ooi Lsíjtei] aün una cosa»), xà Xeíitovxa es enTit 1,5 lo que queda/ lo que falta. Spicq, Notes I, 472-474. XEltODQYETO leitourgeõ prestar un servicio ÀeiTouQYÍa-

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X E iT o rg y ía , a ç , ■n leitourgia servicio, prestación de un servicio, servicio o culto divino* X,EiToi)QYÉm leitourgeõ servir, desempenar un ministério, prestar un servicio* Xeixonpyixóç, 3 leitourgikos lo que está al servicio, concemiente al servicio, servicial* Xeitouqyóç, oíj, ó leitourgos servidor, encargado dei servicio* 1. Aparición en el NT - 2. El uso de los términos en griego y en la LXX - 3. Lucas y Hebreos - 4. Pablo 5. Hech 13, 2. B ibl.: R. M. Cooper, L eitourgos C hristou lesou. Tow ard a Theology o fC h ristia n P rayer: AThR 47 (1965) 263-275; A.-M. Denis, L a fo n c tio n apostolique et la Uturgie nouvelle e n esprit: RSPhTh 42 (1958) 401-436, 617-656; P. Femández Rodríguez, E l térm ino liturgia. Su etim ologia y su uso: Ciência Tomista 97 (1970) 43163; G. Friedrich, G eist u n d A m t. WuD 3 (1952) 8185, sobre todo 71s; F. Hahn, D e r urchristl. G ottesd ie n s t (SBS 41), Stuttgart 1970, 35s; K. HeB, en DTNTIV, 218-219; H.-J. Kraus, G ottesdienst im alten u n d im neuen Bund: EvTh 25 (1965) 171-206, sobre todo 179; E. J. LengeUng, Liturgie, en HThG II, 7597, sobre todo 75s, 78s; N. Lewis, L eitourgia a n d R elated Terms: GRBS 3 (1960) 175-184; 6 (1965) 229s; J. M. Nielen, G ebet u n d G ottesdienst im NT, Freiburg i. Br. ^1963, 114s, 121s; E. Peterson, L a Keixovqyíu des p ro p h ètes e t d es d idascales à Antioche'. RSR 36 (1949) 577-579; A. Romeo, II term in e AEITOYPr iA nella grecità biblica, en M iscella n ea L iturgica H. F S f ü r L. C. M ohlberg, Roma 1949, 467-519; K. H. Schelkle, D e r A p o ste i a is P rieste r. ThQ 136 (1956) 257-283; H. Schlier, D ie «Liturgie» d es apostolischen E vangeliu m s (R õm 15, 14-21), en Schlier III, 169-183; Spicq, N o te s I, 475-481; H. Strathmann-R. Meyer, XELToneYÉu) KzX., en ThWNT IV, 221-238; K. WeiB, P a u lu s - P rieste r d e r christl. K ultgem einde: ThLZ 79

(1954) 355-364; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1162.

1. En el NT XEixouQYÍa aparece 6 veces, À,ELtooQYéco 3, Xeixouqyóç 5, ÀEtxonQYtxóç se encuentra únicamente en Heb 1,14. El gru­ po de palabras aparece frecuentemente en He­ breos (6 testimonios), pero en los evangelios se encuentra únicamente en Lc 1, 23, y falta en las cartas déutero-paulinas, en las cartas católicas y en el Apocalipsis. 2. El grupo de palabras se emplea en griego casi siempre en sentido profano para referirse a

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XeltouqyÍoi

los servicios prestados al pueblo como entidad política (en consonância con la etimologia de los términos, que se derivan dei jónico XqÍTOç [«concemiente al pueblo»] y Èpyov [«obra, servicio»]). Además dei empleo predominante de estos térmi­ nos en lo relativo a Ias cuestiones jurídicas de los impuestos y de Ias obligaciones generales de prestar servicio, los encontramos frecuentemente durante la época helenística -sobre todo en Ias inscripciones- para referirse a Ias cuestiones dei culto (los ejemplos pueden verse en Strathmann, 224s). En la LXX, el grupo de palabras se emplea en un sentido marcadamente cultuai. A diferencia de -> XaxQ EVtí) (2), se emplean como tecnicismos para referirse al ministério de los sacerdotes y de los levitas en el templo, casi siempre como traducción de los vocablos hebreos s ê r ê t o ‘“b õ d â , en la medida en que estos términos se emplean en sentido sacerdotal y cultuai (por ejemplo, Ex 28, 35; Núm 8, 22; en época más tardia se los encuentra referidos también a la oración, Sab 18, 21; aisladamente los bailamos incluso para refe­ rirse al culto pagano, Ex 44, 12; 2 Crón 15, 16). Quizás se escuche en estos términos el sentido original de un servicio reglamentado y público en favor de todo el pueblo (Strathmann, 228s).

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prestado por hombres, se halla ahora en vivo contraste con la acción de Dios en Cristo, que es eficaz de una vez para siempre. El uso de términos no cultuales, en la Carta a los Hebreos, aparece únicamente en Ias afirmaciones introductorias sobre la subordinación de los ángeles al Hijo, en 1, 7 (cita Sal 103, 4 LXX: como servidores [A.EixonQYOÍ] celestiales que son) y, en consonância con ello, en 1, 14 («como espíritus que se hallan al servicio [^EixouQYixà jtVEÚfiata]»).

4. Pablo enlaza con el sentido cultuai dei grupo de palabras, cuando en Rom 15, 16 considera su propio servicio al evangelio bajo la imagen dei ministério sacerdotal (lEQOugYtõv) y, por tanto, se entiende a si mismo co­ mo ÀEixouQYÒç X qloxoü I tioou elç xà êflvT] (cf. también la terminologia sacrificial que sigue; níQOOCpogà... EUJtgóoÔEXxoç, qYtaop.évq). Nos daremos cuenta por el contexto de que el interés de Pablo no se dirige bacia una nueva dimensión cultuai dei evangelio, ni mucho menos bacia una función sacra dei 3. En el NT el grupo de palabras se refiere apóstol como sacerdote. Sino que la imagen de la jtgooqiogá dei fin de los tiempos, una en tres pasajes al ministério sacerdotal en el templo; Lc 1,23: a l f|pÉQai Tfjç X,£ifoi)QYÍ-otÇ> ofrenda que consiste en el mundo gentílico, se refiere al verdadero cumplimiento escatológipara referirse a la terminación dei servicio sa­ co -en la misión mundial de Pablo- de unas cerdotal de Zacarias; Heb 9, 21: Jtá v ta xà esperanzas que hasta entonces se habían vin­ aJíEÚT] xfjç X,ELxon0Ytaç, para referirse a los culado con el culto (Schlier; Cooper; sobre la objetos de culto que había depositados en el «tabemáculo»; Heb 10, 11: x a # ’ fi|iéQav A,el- discusión cf. E. Kâsemann, An die RõmeP [HNT], sub loco). Se rompe con una comxouQYCõv (junto a jtQoatpéQCOv ■Oxjataç), para prensión ritual dei culto divino. Al mismo referirse al ministério cotidiano dei templo. tiempo, Pablo conoce la autoridad, dada por En Heb 8, 2.6 esta terminologia se trasfiere gracia, que se vincula con la tarea que se le ha luego al verdadero ministério sacerdotal en el encomendado, y que le capacita para el verda­ «santuario celestial y en el verdadero tabemá­ culo» (xcõv óiY'-®'v Xelxouqyòç x a t xfjç oxt)- dero «ministério sacerdotal». De manera parecida debe entenderse en vfjç xfjç àXirdivfjç, V. 2), el cual, con arreglo sentido figurado la formulación ejti xfj 'duaía al nuevo y «mejor pacto», representa también x a i X.ELXOugYÍa xfjç JtLOXEtoç n(J,cúv (Flp 2, un «culto divino más excelente (ôiatpoQCüxé17; cf. Rom 12, 1). Pablo quiere acepttir gog a À.EixouQYÍa)» (v. 6). Mediante el uso de la zosamente el martírio que le aguarda, como terminologia sacerdotal y cultuai, el autor de una «libación» (ajtévôopai) que «se derrama la Carta a los Hebreos es capaz de exponer el sobre» su «ministério sacrificial en favor de acontecimiento salvífico en Cristo, interprela fe» (genitivo objetivo) de los filipenses. tándolo principalmente como la superación (Teniendo en cuenta el v. 16 y Rom 15, 16, es dei inútil culto divino que se había practicado menos probable la idea, igualmente posible hasta entonces. El antiguo servicio ineficaz.

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A.eiTOUOYÍtt - A.eitouqyóç

desde el punto de vista gramatical, dei «mi­ nistério sacrificial» de 1a comunidad [tfiç jtíaTecaç seria entonces genitivo epexegético], al que Pablo se anade como una libación; cf. especialmente E. Lohmeyer, Der Brief an die Philipper^ [KEK], sub loco). El grupo de palabras aparece igualmente en sentido figurado en el contexto amplio de Filipenses, en el que se hace referencia a la contribución financiera y al apoyo que se presta al apóstol para socorrerle en su necesidad. Es­ ta ayuda puede llamarse también un «sacrifí­ cio agradable» a Dios (4, 18) y una àeitouqyta (2, 30). A Epafrodito, que es quien ha en­ tregado la contribución, se le describe como àjtóotoX oç de la comunidad y como )ieiTOUQYÒç tfjç M'0'u (2, 25). Puesto que Pablo realza el carácter de la ayuda como don y como obligación de la comunidad hacia su fundador (4, lOss), y puesto que además, en 4, 18s, sitúa ese don a una luz escatológica, no habrá que pensar tanto en el trasfondo griego general de la «prestación de un servicio», sino más bien en el cumplimiento dei verdadero «culto» cristiano y en el ofrecimiento de «sacrifícios» agradables a Dios por parte de la comunidad. Tal es el «fruto» que el apóstol tiene derecho a exigir a sus comuni­ dades en nombre de Dios (4, 17). De manera parecida habrá que entender también el uso de X.eitouqyéco en Rom 15, 27 y la expresión ôiattovía xfjç XeiTOUQyíaç en 2 Cor 9, 12, en lo que respecta a la colecta de Ias comunidades griegas en favor de la comu­ nidad de Jerusalén, porque esta colecta, según Rom 15, 25s.28, como signo dei servicio mu­ tuo y de la común participación en los dones de Dios, es igualmente un «fruto» de Ias co­ munidades griegas (según 2 Cor 9, 11-15 es también una senal de la obediência de fe y de la gracia de Dios, que suscitará la gratitud y el anhelo de comunión); cf. D. Georgi, Die Geschichte der Kollekle des Paulus fü r Jerusa­ lém, Hamburg 1965, 86; sobre la discusión cf. Kasemtmn, An die Rõmmer, sub loco (bibl). Queda muy lejos cualquier idea de correspon­ dência entre lo que aqui se dice y el «ministé­ rio sacrificial de Ias naciones al fin de los

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tiempos» o incluso el tributo para el mantenimiento dei templo judio. En Rom 13,6 Pablo designa a los funcioná­ rios romanos encargados de recaudar impuestos como ItELTOUQYOt-- ^Eoõ (de manera pa­ recida los Uama •&eoü... òiáxovoi en el v. 4), es decir, los considera como representantes o instrumentos encargados por Dios para el ser­ vicio. Con arreglo al lenguaje administrativo y jurídico dei contexto, no se trata de una función sacra realizada por personas encargadas de un ministério (cf. A. Strobel: ZNW 47 [1956] 86s), sino que el genitivo ■&eoü no ha­ ce más que califícar el trabajo de esas perso­ nas como una contribución a la función que el Império y sus administradores tienen de imponer orden y autoridad, y que es una función que Dios ha permitido y ha querido. 5. En Hech 13, 2 el verbo liEitoueYÉ® se usa én una forma singularísima en el NT (y también por lo que respecta a la LXX), ya que se emplea en un sentido especialmente cultuai para referirse a la oración en común, que realizan en medio de ayunos los cinco profetas y maestros de la comunidad antioquena, men­ cionados en el v. 1 (cf. también 13, 3; 14, 23; Lc 2, 37). Lucas, con la expresión l^.enouQyoúvTmv ôÈ avxmy xcõ xuQÍtp, recoge con un lenguaje marcadamente solemne la termino­ logia sacerdotal de la LXX (cf. 2 Crón 13, 10; Ez 40, 46; Dan 7, 10 0 ) y la refiere -prepa­ rando así la terminologia posterior de los primeros tiempos de la Iglesia (cf. Did 15, Is; Strathmann, 235s; Lengenling, 76)- a la actividad «cultuai» de diversos ministros de la comunidad, que en su «ministério -verdaderamente- sacerdotal» son considerados dig­ nos de recibir la instrucción dei Espíritu. H. Balz 3 leitourgikos lo que está al servicio, concemiente al servicio X,£ixouQYÍa. XeiTOVQYÓÇí o v , ó leitourgos servidor ->• ÀEixouQYÍa.

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Xejxa —A e'u í( ç)

^ e f ia lema i,por qué? -> eA.a)i. >,évTlOV, o u , TÓ lention toalla* Préstamo léxico (dei latín linteum). Jn 13, 4: Jesus «tomó una toalla y se la cinó». Después dei lavatorio de los pies, la utilizo para secar con ella (xcp X,EVTÍtp) los pies de los dis­ cípulos (v. 5). ^EJtíÇ, lô o ç , 1^ lepis escama* Hech 9, 18: «Al instante cayeron de sus ojos [de los ojos de Pablo] algo así como es­ camas, y recupero la vista». ThWNT IV, 239s; Spicq, Notes I, 482s. XÉTtQa, a ç , lepra lepra* En la perícopa de la curación dei leproso (-^ XejiQÓç), en Mc 1, 42 par. Mt 8, 3 / Lc 5, 12.13. Segúu Marcos / Lucas la lepra le dejó; según Mateo «la lepra (dei hombre) fue limpiada». Billerbeck IV, 745-763; ThWNT IV, 240; X, 1162 (bibl.); Haag, Diccionario, 1088s; R. Pesch, Jesu ureigene Taten?, Freiburg i. Br. 1970; W. Braners, Die Reinigung der zehn Aussãtzigen und die Heilung des Samariters Lk 17, 11-19, Stuttgart 1977; C. R. Kazmierski, Evangelist and Leper: A SocioCultural Study o f Mark 1, 40-45: NTS 38 (1992) 37-50. XetiçÓç, 3 lepros leproso* El adjetivo (lo mismo que el sustantivo ->• XéJipa) aparece únicamente en los Evangelios Sinópticos: en una historia de curación en Mc 1, 40 par. Mt 8, 2, en la mención de «Simón el leproso», en Mc 14, 3 par. Mt 26, 6, en el encargo que da Jesus («ilimpiad a los le­ prosos]») en Mt 10, 8, y en aquellas palabras que informan de que «los leprosos son limpiados» en Mt 11, 5 par. Lc 7, 22. Lc 4,27 hace referencia a «los muchos leprosos que había en Israel en tiempo de Eliseo»; en 17, 12 introduce la historia de los «diez leprosos». Para la bibliografia XÉKQa.

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Í.E31TÓV, OV, TÓ lepton leptón, moneda de escaso valor* B ib l: H. Chantraine, en Pauly, L exikon III, 582; A. Kindler, C oins o f th e L a n d o f Israel, Jerusalem 1974.

1. El adjetivo Xejitóç significa «delgado, fino, delicado». Se usa en combinaciones como «tejido fino», «polvo fino», «metal delgado». Guando se usa XeiiTÓv para referirse a monedas, puede emplearse en combinación con vópiapa, xÉQpa, XaX.>cóç, aQyÚQiov, ÔQáxpq (moneda, dinero suelto, cobre, plata, dracma). Significa sencillamente «calderilla», o bien diferencia monedas más ligeras de otras monedas más pesadas que llevan el mismo nombre. Como sustantivo, pare­ ce que XeJttóv se usó también fuera dei NT para designar una determinada clase de moneda.

2. Tan sólo en Mc 12, 42 se explica con respecto a los dos leptá echados por la viuda en el cofre de Ias ofrendas: «es decir, un cuadrante». En Lc 21, 2 falta la indicación dei valor, y lo mismo sucede en el tercer lugar dei NT en que se menciona el leptón. Como se conoce el valor de un cuadrante romano (= la «cuarta parte», a saber, de un as), podremos afirmar: los dos Xeirtá que se mencionan en Mc 12, 42 tenían, cada uno, un valor de 1/128 de denario (1 denario = 16 ases). En Ias actuales obras numismáticas aparecen esas pequenísimas monedas de cobre como «half-perutah» (= media prutá; en hebreo en plural, medias pmtot). El diâmetro de esas monedas era de unos 11 mm, y su peso de unos 0, 9 g, y se acunaron en tiempo de Juan Hircano II y de Herodes I (63-4 a.C.). B. Schwank

A ev Í( ç) Leui(s) Leví* 1. El hijo de Jacob - 2. En la genealogia de Jesús 3. El publicano. B ib l: Hennecke-Schneemelcher II, 33s; G. Kuhn, D ie G eschlechtsregister J esu b ei L k un d M t, nach ihrer H e rk u n ft untersu ch t: ZNW 22 (1923) 207-210, 223-228; R. Pesch, L evi-M atthãus (M c 2. I 4 / M t 9. 9; 10, 3 j, ein B eitra g zu r L dsu n g eines alten Problem s: ZNW 59 (1968) 40-56; H. Strathmann, Aeu(e)í Kxh.,

en ThWNT IV, 241-245.

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A£UÍ(ç) - JlEDXÓÇ

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1. En el NT, de Ias 8 veces que aparece el culto divino. La parábola dei Samaritano nombre de A euÍ o Aeuíç (txascripción dei hemenciona en Lc 10, 32 a un levita (después de mencionar a un «sacerdote» en el v. 31). Jn 1, breo lêwv, A euí es indeclinable, A eijíç declinable), tres de ellas se refieren al tercer hijo 19 habla de «sacerdotes y levitas» que fueron enviados de Jerusalén para preguntar a Juan el de Jacob, nacido de Lía. Ap 7, 7 menciona la Bautista. Hech 4, 36 dice que Bemabé era un tribu de Leví, en la enumeración que hace de levita oriundo de Chipre. ThWNT IV, 245Ias doce tribus de Israel. Los otros dos lugares 247; X, 1163 (bibl.). son Heb 7, 5.9, donde se presenta a Leví co­ mo antepasado y representante dei sacerdócio veterotestamentario o israelítico. Esto enlaza A e ih TIXÓÇ, 3 Leuitikos levítico* con la intención de la especulación judia so­ Heb 7, 11: por medio de «el sacerdócio le­ bre Leví, tal como aparece, por ejemplo, en el vítico (f| AsuiTixí] lEQcooúvT])» no hay perLibro de los Jubileos o en los Testamentos de fección (teXeícoaiç). los Doce Patriarcas. 2. Lucas, en su versión de la genealogia de Jesús, menciona dos veces el nombre de Leví, como bisabuelo de José (3, 24) y como otro antepasado de Jesús (3,29). Posiblemente, Ias series de nombres desde Jesús hasta Matat (w . 29-31) y desde Jesús hasta Matatías (vv. 23-26) fueron originalmente idênticas, y el redactor de Mateo se equivoco al ordenar sus fuentes y convirtió a Jesús y a los demás nom­ bres de la serie de los vv. 29-31, de personajes posteriores al destierro en personajes ante­ riores al destierro. Más aún, los nombres de los patriarcas de Ias doce tribus no aparecen como nombres de personas sino en los tiempos posteriores al destierro, en la época helenistica. 3. En Mc 2, 14; Lc 5, 27.29 se menciona a un publicano (o recaudador de impuestos) 11amado Leví («hijo de Alfeo», 2, 14) (cf. también EvPe 60; Ev. Mariae 18, 6; 19, 1; Didascalia V, 14), que es llamado por Jesús para ser uno de sus discípulos. En el pasaje paralelo Mt 9, 9, el nombre de Leví se modifico en el de «Mateo». H. W. Hollander A e u iti|Ç , o o , ó Leuitês levita* Designación de un hombre de la tribu de Leví (-»■ Aeuí), especialmente de aquel que, no perteneciendo al linaje de Aarón, desempenaba funciones de categoria inferior en el

X.evKaívíO leukainõ blanquear, emblanquecer* En sentido propio dícese de los vestidos blanqueados por el batanero, Mc 9, 3. En sen­ tido figurado, en Ap 7, 14, dícese de los már­ tires: «Ellos blanquearon sus vestidos en (por medio de) la sangre dei Cordero». ThWNT IV, 248 y 256. Xe v x Óç:, 3 leukos blanco, resplandeciente* B ibl.: H. Baltensweiler, D ie Verklãrung Jesu (AThANT 33), Zürich 1959, 62-69; F. H. Daniel, The T ra n sfig u ra tio n (M a rk 9, 2 -1 3 a n d P a ra lle ls), tesis Vanderbilt University, Nashville, Tenn., 1976 (Xerox University Microfilms, Ann Arbor, Midi., 1977), 4751; W. Gerber, D ie M etam orphose Jesu, M a rk 9, 2f. par.-. ThZ 23 (1967) 385-395; R. Gradwohl, D ie F arben im Ar(BZAW 83), Berlin 1963, 34-50; E. Haulotte, Sym bolique du vêtem ent selon la B ible (Théologie 65). Paris 1966, 201-203, 207-216, 324-331; H. W. Hertzberg, en BHHI, 463s; J. Jervell, Im a g o D ei. G en 1, 26f. im Spãtjudentum , in d e r G nosis un d in den p ln B riefen (FRLANT 76), Gottingen 1960, 44-46, 268271; J. Maier, Das G e fã h rd u n g sm o tiv b e i d e r H im m elsreise in de jü d . A p o ka lyp tik und «G nosis»: Kaiios 5 (1963) 18-40, sobre todo 30-33; Id., Vom K u ltu s zu r G nosis. S tudien z u r Vor- u n d F rühgeschichte d e r «jüdischen G nosis» (Kairos. Religionswiss. St. 1), Salz-

burg 1964, sobre todo 96, 125-128; W. Michaelis, Xenaóç, en ThWNT IV, 247-256; J. M. Nützel, D ie Verklãrungsgeschichte im M arkusevangelium (FzB 6), Wüzburg 1973, sobre todo 96-102; R. Pesch, D a s M a rk u se va n g e liu m II (HThk), Freiburg i. Br. 1977, 72-74; H. Riesenfeld, J é s u s tra n sfig u re . V a r r iè r e p la n du récit évangélique de la transfiguration d e N otre-Seign eur (ASNU 16), Copenhague 1947, sobre to­ do 115-129; A. Schlatter, D e r E va n g e list M t, Stnttgart

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X.EDxóg

1929, 527; Schürerll, 319s; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1163.

1. El término Xenxóç aparece muy frecuentemente en el Apocalipsis (15 veces), donde es senal de celestial pureza, gloria y victoria. Corresponde a este uso el sentido de Xenxóç como puro/luminoso (en el sentido de celestial-escatológico) en la historia de la Trasfiguración en Mc 9, 3 par. Mt 17, 2 / Lc 9, 29 y en los relatos de Ias manifestaciones de ángeles en Mc 16, 5 par. Mt 28, 3; cf. Jn 20, 12 y Hech 1, 10. Tan sólo Mt 5, 36 y Jn 4, 35 se apartan de esta manera de hablar: tenir de blanco los cabellos o ennegrecerlos significa en sentido fi­ gurado, en Mateo, el intento humano -imposible- de modificar la edad de la propia vida, y senala que el hombre se halla dentro dei orden de la creación y no puede ligarse capri­ chosamente por medio de un juramento. En Jn 4, 35 Àenxóç se usa para referirse a Ias espi­ gas que tienen ya un color amarillento claro, que indica que están maduras ya para la siega (sobre la escala de colores dei ItEuxóç, cf. Michaelis, 248; Gradwohl, 48-50). 2. X,enxóç, radiantemente blanco, como color de gloria celestial, deriva su viveza intuitiva y su significado de la apocalíptica cultuai judia; blan­ co es el color de la pureza y, por tanto, es fundamentahnente el único color adecuado para la vestidura de los sacerdotes. El sumo sacerdote, como soberano teocrático en la época de después dei destierro, con vestiduras esplêndidas (cf. Ex 28, 4-43: 39, 1-31), se revestia de una túnica de blan­ co lienzo en el Gran Dia de la Reconciliación pa­ ra hacer su entrada en el lugar santísimo, con el ornato que correspondia a un lugar terrenal-celestial (cf. Lev 16, 4; Yom 3, 6s; 7, 4; Josefo, Bell V, 236). A partir de estos fundamentos se desarrolla la apocalíptica cultuai judia (véanse los detalles fundamentales en Maier) con su imagen de lo que es el mundo celestial. Se describe el trono celes­ tial de Dios y el santuario celestial como un lugar de perfecta pureza y santidad (cf. Dan 7, 9); los ángeles que están en presencia dei trono de Dios (cf. Ez 9, 2s.ll; 10, 2; Dan 10, 5; 12, 6s) y los justos que participan en la adoración celestial es­ tán vestidos o estarán vestidos en la resurrección -la apocalíptica cultuai tiene una marcada escato-

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logía de presente y conoce la glorificación de los justos en la hora de la muerte- de vestiduras de blancura celestial (cf. ApBar [sir] 51, 5; Hen [et] 38, 4; 50, 1; 104, 2, cf. ya Dan 12, 3). Por tanto, entrar en esa gloria celestial y estar vestido de la vestidura resplandecientemente blanca de la pu­ reza celestial le corresponde originalmente al su­ mo sacerdote como figura terrenal-celestial (cf. Lev 16, 17 en la interpretación que hace Filón, Her 84; Som II, 189, 231; cf. ya Zac 3, 3ss: el su­ mo sacerdote Josué ante el ángel dei Senor, su nueva vestidura celestial-cultual). Hacerse con­ forme a esta pureza celestial es luego la experiencia dei místico arrebatado durante algún tiempo al cielo (la tradición de Henoc; cf., entre otros, Hen [esl] 22, 8-10) y es signo de la trasfiguración celestial de los justos (cf. ApBar [sir] 51, 5.12; Hen [et] 62, 15s; ApAbr 13, 15). El NT presupone tales asociaciones. En Mc 9, 3 par., Jesus aparece ante los discípulos re­ vestido de gloria celestial, en la que él ha de entrar luego, siguiendo el camino dei Hijo dei hombre: la experiencia visionária es una anticipación de la trasfiguraeión intramortal y de la exaltación celestial; la combinación de ex­ periencia visionária y de arrobamiento intra­ mortal como entrada definitiva en la gloria celestial corresponde esquemáticamente al camino seguido por Moisés y por Elias. De la apocalíptica cultuai de Ezequiel y de Daniel proceden también Ias descripciones que se hacen dei que es Semejante a Hijo de hombre, en Ap 1, 12ss (v. 14 bis); el cabello blanco de la figura sentada en el trono, en Da­ niel, se relaciona aqui con el que es Semejan­ te a Hijo de hombre; según Ap 20, 11, el tro­ no de Dios es de deslumbrante blancura. En 14, 14 el Semejante a Hijo de hombre llega sobre una nuble blanca (cf. Ez 30, 3; Dan 7, 13); como tóyoç toü '&eoõ (19, 13), está él sentado (19, 11) sobre un caballo blanco. Aqui es blanco el color dei glorioso vencedor (cf. 6, 2): apoyado por ángeles puros sobre corceles blancos y en blancas vestiduras, el Xóyoç, según Ap 19, 14[bis]s, destruye en la tierra a los impuros enemigos, mediante la pureza celestial obrada por el Cordero. Su victoria significa un clímax escatológico, más aún, la inversión de Ias circunstancias terre­ nas de impureza agresiva y de pureza cultuai-

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XeuxÓç - Xiav

mente limitada. Los justos, que no mancillaron sus vestiduras, es decir, que Ias conservaron blancas (esto es, que se mantuvieron pu­ ros) reciben la promesa de que han de revestirse de la vestidura eelestial-bZanca de la consumada pureza y de que, así, podrán caminar con Cristo (3, 4.5; cf. v. 18). Segun 4, 4, los veinticuatro ancianos (jtQEopúxeQoi, (.«enviados / mártires»? Cf. H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], 96s; O. H. Steek, Israel und das gewaltsame Geschick der Propheten, reimpresión 1967, 214s, 229 nota 5) están provistos también de vestiduras blancas de pureza celestial: participan de la fu^Tia purificadora de la sangre dei Cordero; c f .6 , 11; 7, 9,13s. La piedra blanca en la cual, según 2,17, eslá grabado el nombre de los justos, se deriva -como la misma imagen lo indica- dei «billele» de piedra que autoriza a una persona para entrar en una comunidad de culto (cf. Kraft, Die Offenbarung des Johannes, 66s); como sefial de la trasfiguración y de la exaltación celestial, el vencedor (= el mártir que se ha jBantenido firme) recibe un nombre nuevo. J.-A. Bühner JiéfilV, OVTOÇ, Ó leõn león* Con excepción de Heb 11,33 («cerraron Ias £uices de leones»), en el NT Xécov aparece sók) en sentido metafórico (dícese dei diablo: «como león rugiente», 1 Pe 5, 8; otras compalaciones: Ap 4, 7; 9, 8.17; 10, 3; 13, 2) o en sentido figurado (2 Tim 4, 17; Ap 5, 5). ThWNT IV, 256-259; X, 1163 (bibl.) lêthê olvido* 2 Pe 1, 9 en la expresión; X.fi'ôi(v kap,(3ávro Tivóç, «olvidar algo». E toç, 1^ lêmpsis acción de recibir* Flp 4, 15: etç Xóyov ôóoetoç x a i X.T)pT|?ea)ç, «en cuestión de dar y recibir», es de­ cir, -e n sentido figurado- en un recíproco «ajuste de cuentas».

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XljVÓÇ, oC, 1^ lênos lagar* Mt 21,33 (a diferencia de Mc 12,1): «y ca­ vo en ella (es decir, en la vina) un lagar». El Apocalípsis usa el término ^ tjvóç en sentido metafórico: en 14, 19.20 (bis) se habla dei «lagar de la ira de Dios», en el que se pisaba la uva fuera de la ciudad y dei que manaba sangre. 19, 15: Cristo «pisa el lagar dei vino de la ira... de Dios». ThWNT IV, 259-262.

XtÍQOÇ, o u , Ó lêros disparate, tontería* Lc 24, 11: El relato de Ias mujeres les pare­ cia a los apóstoles un disparate (ó aei Xfjpoç) y no Ias creían. Spicq, Notes I, 484s.

Xt]aTrjç, oC, ó lestes bandido, salteador de caminos* Mc 11, 17 par. Mt 21, 13 / Lc 19, 46; «Habéis hecho (de mi casa) una cueva de bandi­ dos» (en la que a uno le roban y asaltan; cf. Jer 7, 11 LXX). Mc 14, 48 par. Mt 26, 55 / Lc 22, 52: «Habéis salido... como contra un ban­ dido». En Mc 15, 27 par. Mt 27, 38; Mt 27, 44 se habla de dos bandidos que fueron crucifi­ cados junto a Jesús. En la parábola dei samaritano compasivo se dice que un hombre «cayó en manos de salteadores de caminos», Lc 10, 30, 36. En Jn 10,1.8, X.Tiatfiç se halla jun­ to a xkénx-qç (ladrón), y ambos términos es­ tán en oposición a jtotpf|v (pastor). Jn 18, 40 acentua que Barrabás era un bandido. En 2 Cor 11, 26 Pablo menciona «peligros de sal­ teadores». ThWNT IV, 262-261 \ X, 1163 (bibl.); Spicq, Notes I, 486-492.

X íav Han (adv.) mucho, bastante, demasia­ do* En el NT A,íav se halla en combinación con verbos: Mt 2, 16; 27, 14; Mc 6, 51; Lc 23, 8; 2 Tim 4, 15; 2 Jn 4; 3 Jn 3, y con adjetivos; Mt 4.8; 8, 28; Mc 1, 35; 9, 3; 16, 2; además 2 Cor 11, 5 y 12, 11 dei Textus Receptus (imÈQ Xíav). BlaB-Debrunner § 474 nota 3.

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XíPotoç - Müoç

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X,íPavoç, OD, ó libanos incienso* En Mt 2, 11 como regalo de los Magos; en Ap 18, 13 junto a otros artículos de valor. ThWNT IV, 268s; W. W. Müller: Glotta 52 (1974) 53-59.

J^,í'ô’lV0 Ç, 3 lithinos hecho de piedra* Dícese de imágenes de los ídolos en Ap 9, 20, de tinajas de piedra para el agua en Jn 2, 6, de Ias tablas de la ley en 2 Cor 3, 3 (Ex 31, 18; Bem 4, 7). ThWNT IV, 273, 3-9.

^iPavtOTÓÇ, OÜ, Ó libanõtos incienso, incensario* XLpavcoTÓç puede significar, lo mismo que -> X.ípavoç, incienso. Así sucede, por ejemplo, en MartPol 15, 2. En el NT -e l término aparece únicamente en Ap 8, 3.5- ÀtPavcoTÓç designa el incensario en el que se quema el incienso. Bibliografia ->■ Xípavoç.

Xi'd'oPoXéo) lithoboleõ arrojar piedras, apedrear, lapidar* El verbo significa, de manera no específica, arrojar piedras en Mt 21, 35 (par. Mc 12, 4 Textus Receptus); Hech 14, 5. En el sentido de lapidar (es decir, de dar muerte apedreando), el verbo X.iOoPoÀéco se halla en Mt 23, 37 par. Lc 13, 34, así como -refiriéndose a Esteban- en Hech 7, 58.59. Aparece, asimismo, en Jn 8, 5 Textus Receptus (en vez de X,t&át,cn). De la muerte a pedradas de un ani­ mal: Heb 12, 20 (cf. Ex 19, 13). ThWNT IV, 27Is).

A i P eqt Í voç , o u , Ó Libertinos liberto* Préstamo léxico dei latín {libertinus, «liber­ to», esclavo libertado o descendiente de esclavo libertado), en Hech 6, 9 en plural: Li­ bertos junto a eirenenses y alejandrinos. Los tres grapos, eomo judios de lengua griega, tenían en Jemsalén una sinagoga: cf. W. Schrage, en ThWNT VII, 835s. ThWNT IV, 269s; Pauly, Lexikon III, 624s. A ip ú l), n ç Libyê Libia* Nombre de la región norteafricana situada entre Egipto y Cirene. Hech 2, 10: «Habitan­ tes... de Egipto y de los territórios de Libia que limitan eon Cirene (es deeir, de los terri­ tórios de Libia Occidental)». Pauly, Lexikon III, 628-632. lithazõ apedrear, lapidar* La lapidación o apedreamiento era en Isra­ el y en el judaísmo la pena de muerte con que se castigaban determinados delitos (San 6, 1-7, 10). Era el eastigo por el adultério (Jn 8, 5) y sobre todo por la blasfêmia contra Dios (Jn 10, 31.32.33; 11, 8). El verbo aparece también en Hech 5, 26; 14, 19; 2 Cor 11, 25. Este castigo es mencionado junto a otras clases de pena capital en Heb 11, 37. R. Hirzel, Die Strafe der Steinigung (1909), reimpresión Darmstadt 1967; Billerbeck II, 685s; ThWNT IV, 271s.

Xí'^oç, o u , ó lithos piedra* 1. Significado fundamental - 2. Sentido figurado. O. Bõcher, Z u r B edeutung d e r E delsteine in en K irche un d B ibel. F S fü r E. Schick, Paderbom 1979, 19-32; J. Jeremias, Xíúoç, en ThWNT IV, 272-283; H.-G. Link-E. Tiedtke, en DTNT III, 365367; W. W. Reader, The Twelve Jew els o f R evelation 21, 19-20: JBL 100 (1981) 433-457; más bibliografia en ->■irétQa, Yfuvía y úe(rÉX.tov. B ibl.: O ffb 21,

1. Los evangelistas prefieren X.íO-oç en su significado fundamental sin ningún sentido particular. a) En piedras no labradas, que están a la vista y que, por tanto, pueden usarse como objeto de demostración -se tiene en cuenta quizás la geomorfología de Palestina (desiertos de piedras; serranias)- se piensa segura­ mente en Mt 3, 9 par. Lc 3, 8; Mt 4, 3 par. Lc 4, 3; Mt 4, 6 par. Lc 4, 11. Jn 8, 7.59; 10, 31 (ss) menciona la costumbre de aplicar la pena de lapidación (cf. Dt 17, 7). En Mc 5, 5 la pie­ dra es instmmento de autodestrucción. En Lc 22, 41 se menciona el «tiro de piedra» como manera de indicar una distancia. El caracter no comestible de la piedra sugiere su contras­ te con el «pan», en Mt 7, 9 par. Lc 11, 11; Mt

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Â,í-ftoç

4, 3 par. Lc 4, 3 (entendida aqui la piedra co­ mo objeto para demostrar la usurpación de un poder divino). La naturaleza «inanimada» de la piedra es la base para la contraposición en­ tre la Deidad (viva) y la imagen (artificial y tallada) de un ídolo, en Hech 17, 29 (j discur­ so dei Areópago!). Mt 3, 9 par. Lc 3, 8 (siguiendo a Is 51, Is) contienen ya implicaciones teológicas; estas palabras rechazan cualquier interpretación dogmática de Ias prerro­ gativas judias sobre la salvación, que se basen en simple genealogia. Dios, de la matéria muerta, puede suscitar para sí «hijos vivos» (refiriéndose seguramente a los gentiles; cf. Mc 7, 24-30 par. Mt 15, 21-28; Mt 8, 10-12), si los «hijos de Abrahán» no hacen penitencia (sobre la comprensión judia temprana de Is 51, Is cf. Jeremias, 274). b) La piedra de molino como piedra talla­ da se menciona en Lc 17, 2; Ap 18, 21, segu­ ramente por su pesantez. En el Apocalipsis Ia piedra sirve como símbolo de la destrucción (también en Lc 17, 2) de Babilonia-Roma; de igual manera, el «mar» podría simbolizar en ambos lugares (de manera menos clara en Lu­ cas) el lugar de la condenación. Lc 20, 18 acentua también el poder destructor de la pie­ dra (Mt 21,44 se debe seguramente a influen­ cias dei lugar paralelo), aunque por el parale­ lismo con el versículo anterior hay en el fon­ do de todo ello una interpretación personifi­ cada. c) 2 Cor 3, 7 alude a Ias leyes mosaicas es­ culpidas en piedra. Aqui el ministério de la ley escrita es superado por el nuevo ministé­ rio dei Espíritu de Cristo. d) En la mayoría de los casos una gran pie­ dra que se hace rodar sirve para cerrar la en­ trada a un sepulcro situado en el interior de una cueva o excavado en la roca (Mc 15, 46; 16, 3.4; Mt 27, 60; 28,2; Lc 24,2; Jn 20, 1: el sepulcro de Jesus; Jn 11, 38-41; el sepulcro de Lázaro). En Ias historias de los Sinópticos so­ bre el sepulcro, la palabra clave ^líO^oç tiene función semântica; se usa, por ejemplo, en conexión con el gênero «milagro de apertura de puertas y milagro de Uberación» (cf. también Chariton, De Chaerea et Callirhoe III, 3); la

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«gran piedra» pone de relieve la seguridad con que estaba cerrado el sepulcro y el mila­ gro (no «narrado») de la apertura dei mismo, es decir, pone de relieve supremamente la liberación de Jesús, que queda libre dei sepul­ cro y de la muerte (cf. R. Kratz, Rettungswunder. Motiv-, traditions- undformkritische Aufarbeitung einer biblischen Gattung, Frankfurt a. M. 1979, 500-541). e) Ap 4, 3; 17, 4; 18, 12.16; 21, 11.19 hablan de \ a piedra preciosa o piedra de jaspe (a menudo en combinación con oro, plata, perlas y otras piedras preciosas) en la descripción que hacen de la gloria de Dios, de la Jerusalén celestial, de la mujer, y de los lujos de la ciudad de «Babilônia». f) Las «piedras que claraan», en Lc 19,40, recuerdan motivos de teofanía dei AT; la natu­ raleza expresa su júbilo por la manifestación de Yahvé. Si los discípulos callaran a la vista de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, las piedras inanimadas entonarían su clamor de júbilo —eso es lo que se quiere decir con una marcada hipérbole-. g) La referencia a los grandiosos sitiares dei templo (herodiano) se utiliza en Mc 13, Is par. Mt 24, 2 / Lc 21, 5s como ocasión para profetizar la destrucción de Jerusalén. La pro­ fecia de caracter apocalíptico, que es segura­ mente un vaticinium ex eventu y que contem­ pla ya retrospectivamente la destrucción dei templo en el ano 70, introduce el discurso escatológico. Del sillar se habla también en Mc 12, 10 par. Mt 21, 42 / Lc 20, 17; Hech 4, 11; 1 Pe 2, 7; claro que aqui encontramos ya la transición al sentido simbólico y figurado dei término. 2. La interpretación mesiánica de «la pie­ dra» se encuentra atestiguada ya en el judaís­ mo antiguo en relación con pasajes dei AT co­ mo Sal 118, 22; Is 8, 14 (28, 16); Dan 2, 34s.44s y otros. En el NT estos pasajes se aplican a Jesús, a quien se considera como la piedra angular, la piedra clave, la piedra fun­ damental. a) La cita dei Sal 118, 22, que la comunidad primitiva -dificilm ente Jesús m ism o-

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XÍ^&OÇ - X.Í[i,VTl

anade en Mc 12,10 como prueba de Escritura a la parábola de los vinadores malvados, describe el destino de rechazo experimentado por el último mensajero de Dios, y muestra además el giro salvífico que tuvo lugar en la resurrección dei Hijo de Dios, que se convirtió en la piedra clave (Mc 12, 5s). El rechazo de que fue objeto Jesus sella precisamente el destino de los asesinos de profetas en Jerusalén, de los viejos arquitectos, e inicia la edificación de la nueva comunidad de salvación (en el discurso de Pedro en Hech 4, 11, se concreta la asignación de funciones: «éste..., vosotros...»; cf. también 1 Pe 2,7). b) En 1 Cor 3, 12 Ias piedras preciosas y otros «materiales» son imágenes de Ias diver­ sas obras que cada uno, según su capacidad, «sigue edificando» sobre el «fundamento» (o «piedra fundamental») que es Cristo (->^ ■&ep,éX,iov). La imagen de la comunidad como «templo de Dios» corresponde a lo que se dice en Ef 2, 20-22 (cf. también Mt 16, 18). c) En 1 Pe 2, 4-8 es donde más desarrollada está la comparación de la comunidad con la Casa de Dios; se han agrupado Ias distintas ideas asociadas con el sentido figurado (trasfondo veterotestamentario: Is 8, 14s; 28, 16; Sal 118, 22). Cristo es la piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y pre­ ciosa delante de Dios. En esta «piedra angu­ lar» se dividen los espíritos: para los creyentes, esa piedra es el fundamento; para los in­ crédulos se convierte en «piedra de tropiezo», en roca ( ^ JtéxQa) en la que se dan traspiés. d) Como indica ya 1 Pe 2, 8, la comprensión (mesiánico-cristológica) de la «piedra» es ambivalente. También en Rom 9, 32s la fe es el critério decisivo; el ser miembro de la comunidad de salvación no se basa en el propio origen, en ser judio o en ser gentil. No son Ias obras Ias que justifican, sino la fe. Para el Israel incrédulo. Cristo se convirtió en «pie­ dra de tropiezo y roca de escândalo» (v. 33: cita mixta de Is 8,14 y 28, 16). A este contex­ to pertenece también el tema de Lc 20, 18 (cf. Dan 2, 34s). R. Kratz

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À,ld'ÓaTQ6)TOÇ, 2 lithostrõtos pavimentado con losas de piedra/mármol* raPP a'& á Gabbatha Gábata* Según Jn 19, 13, Pilato ocupó su sitiai (->• Pfifia) en el lugar «que se llama XiíIóaxQCOToç y en hebreo Gábata». Aqui ài^ óotqotoç (xójtoç) o TÒ Xiô-óoxpcoTov (adjetivo sustantivado) es el «nombre» (que, por eso, se escribe a veces con mayúscula inicial) dei correspondiente lugar (por ejemplo: el «enlosado de mármol»). Se trata de una plataforma situada ante el pretorio dei gobemador (cf. 18, 28), que estaba pavimentada con losas de piedra. La designación aramea Gábata no ha sido in­ terpretada hasta ahora con seguridad (Billerbeck II, 572; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, 326 nota 96). Spicq, No­ tes 1,496s. Sobre la localización en el interior de Jerusalén -> jtQaixcÓQiov 2. likm aõ aplastar, destrozar por completo* Mt 21, 44 par. Lc 20, 18: La piedra hará pedazos a aquel sobre quien caiga. El pasaje de Mateo no es seguro desde el punto de vis­ ta de la crítica textual; cf. GNTCom 58. Cf. ThWNT IV, 283-285; Spicq, Notes I, 498s. Xif*T|v, év o ç, ó limên puerto* En Hech 27, 12a.b se habla de dos puertos distintos. El término aparece además en 27, 8 en el topónimo K aW i kipéveç. OttOÇ, TÓ limma resto Forma alternativa de ->■ X,et[xp,a. Ji-ífivn], i]Ç, limnS lago, estanque, pantano* Dícese dei lago de Genesaret: Lc 5, 1.2; 8, 22.23.33 (siempre a diferencia de Marcos). En el Apocahpsis X,Í(xvt] designa el estanque de fuego y azufre (19, 20; 20, 10; 21, 8), en el que los enemigos de Dios encuentran su final. G. TheiBen, «Meer» und «See» in den Evangelien (StNTU 10) 1985, 5-25 (recogido en

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Xíjivii - Xo^í^ofiai

parte en Id., Colorido local y contexto históri­ co en los evangelios, Salamanca 1997, 129140, 260-283). Àiptóç, oC, Ó ('^) limos hambre, escasez* Con el significado de hambre enLc 15,17; Rom 8, 35; 2 Cor 11, 27. De gran escasez hablan Lc 4, 25 (4 Re 6, 25); 15,14; Hech 7,11; 11, 28; Ap 6, 8; 18, 8. Los Xifxoí se cuentan entre Ias tribulaciones dei fin de los tiempos; Mc 13, 8 par. Mt 24, 7 / Lc 21, 11. En los pasajes de Lc 15, 14 y Hech 11, 28 Xtp,óç tiene gênero femenino.

À,OY£Ía, a ç , logeia colecta* En 1 Cor 16, 1 se habla de la colecta en fa­ vor de «los santos». 16, 2; «organícense colectas». ThWNT IV, 285s; D. Georgi, Die Geschichte der Kollekte des Paulus fü r Jeru­ salém, Hamburg 1965, esp. 40s. X o y íÇ o ^ a i logizomai calcular, tener en cuenta, estimar, apreciar; considerar, suponer 1. Aparición en el NT - 2. Uso dei término fuera dei NT - 3. Pablo y Ias Deuteropaulinas. B ibl.:

Jlívov, OU, TÓ linon lino, vestido de lino* En Mt 12, 20 Xívov designa la mecha de una lámpara (cf. Is 42, 3); en Ap 15, 6, los vestidos de lino de los siete ángeles. A ív o ç , ot) Linos Lino* En 2 Tim 4, 21 nombre de un cristiano que, por lo demás, nos es desconocido. En la tradición posterior (Ireneo, Haer III, 3, 3), Lino Ilega a ser el primer obispo de Roma y se dice de él que recibió su ministério de los «apóstoles». hjúoç, 3 lios plano, llano Forma alternativa de Xeloç. JluiaQÓç, 3 liparos esplêndido, lujoso* Ap 18, 14 (adjetivo sustantivado en plural): TÒ XuraQÓ, Ias cosas lujosas y esplêndidas. X ítg a , a ç , 1^ litra libra* Designación de la libra romana (que pesaba 327 g). En el NT, el término aparece únicamente en Jn 12, 3 (ungüento de nardo) y 19, 39 (áloe). X ipóç, ó lips suroeste* Hech 27,12: El puerto estaba orientado hacia el suroeste (PXéjtcu %axà Xífia).

-V Xoytapóç.

1. De los 40 pasajes en que aparece el ver­ bo, la mitad aproximadamente son citas direc­ tas de la LXX o fórmulas que en su tenor lite­ ral se ajustan a citas. Esto se aplica especial­ mente a los pasajes de Ias Cartas Paulinas, de los que se diferencia claramente Mc 15, 28 v.l. par. Lc 22, 37 (cita de Is 53, 12), por cuanto únicamente aqui el verbo mãnâ (nifal: «ser contado entre») constituye la base en el texto hebreo. En la LXX, 2 Crón 5, 6 es el otro úni­ co lugar en que Xoyí^opai se emplea para traducir el verbo hebreo mãnâ. Fuera de estos pasajes, XoYÍ^opat, con excepción de Ias Cartas Paulinas, aparece tan sólo en Jn 11, 50; Hech 19, 27; Heb 11, 9 con los significados de considerar / ser de la opinión de; en 1 Pe 5,12, con el sentido de dar por supuesto, y en Sant 2, 23, para referirse a la «obra de fe» de Abrahán, en cita de Gén 15, 6, una cita que es determinante también para Pablo en Rom 4, 3ss. 2. En lo que respecta a Ias Cartas Paulinas, hay que tener en cuenta no sólo el uso dei verbo en la LXX sino también en el griego profano. En él Xoyí^opai significa la acción objetiva de «cal­ cular / valorar» el valor y el débito en Ias transacciones comerciales. Por otro lado, en la filosofia clásica, se emplea este verbo para expresar la «afirmación» objetiva de realidades por parte de los filósofos, por ejemplo, en Platón, Phaed 65c; cf. H. W. Heidland, en ThWNT IV, 287. En con­ textos políticos, el verbo puede adquirir también significado político.

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XoYÍÇofiai

En la LXX X,07Í^ojiai, implica mayor subjetividad y se emplea para referirse a la opinión personal, por ejemplo, en Gén 31, 15; 1 Re 1, 13. El hebreo }}ãsab, que con escasas excepciones (2 Re 19, 44; Dt 3, 13; Is 53, 12 [-^ 1]; 44, 19) constituye el fundamento, tiene siempre significado subjetivo; por un lado, como juicio de valor (43 veces, por ejemplo «considerar como»: 1 Re 1, 13; Is 53,4; en este significado Ia LXX puede traducirlo también por 13, 24; 19, 15), «acreditar algo como» (Gén 15, 6; 2 Re 19, 20), en voz pasiva, «ser acreditado como» (Lev 25, 31; Jos 13, 3); por otro lado, con los signifi­ cados de «pensar, reflexionar» (Is 10, 7; Zac 8, 17), «tener malas intenciones» (Sal 140, 3) y «pretender / planear algo» (1 Re 18, 25; Sal 140, 5). El significado «calcular, considerar como», tomado dei lenguaje comercial, ha quedado bas­ tante relegado (Gén 31, 15; Lev 25, 31). La LXX precisa a menudo el sentido dei verbo recurriendo a compuestos con ouv- en Lev 25, 27, con èx- en 4 Re 12, 16 y con Jtpoa- en Lev 27, 18. En el âmbito religioso el verbo designa no sólo el decreto de Dios (Jer 18, 8.11; 27, 45 LXX) si­ no también su juicio (Gén 15, 6; Sal 105, 31 LXX; en sentido negativo en 31, 2 LXX). El sen­ tido de «acreditar, tener en cuenta», que resuena ya aqui, aparece en el âmbito cultuai en Lev 7, 18; 17, 4 (cf., a propósito, G. von Rad, La imputación de lafe como justicia, en Id., Esttplios so­ bre el AT, Salamanca ^1982, 123-127). En los escritos rabínicos, para expresar la idea de «acreditar algo como», no sólo se usa el verbo Ifãsab sino también otros verbos. Con ello se in­ tensifica la idea definida por Gén 15, 6 y por el controvertido pasaje de Lev 17, 4, en el sentido de que la injusticia cometida se imputa como mé­ rito al autor, después de la conversión de éste (cf. Billerbeck Eli, 121-123).

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no imputa el pecado») en Rom 4, 8 interpreta el enunciado abandonando el lenguaje comer­ cial y refiriéndose a Ias relaciones entre Dios y el hombre, en Ias cuales la fe no sustituye a Ias obras, sino que designa la apertura dei corazón que se abre a la acción de Dios. La idea tiene un controvertido paralelo en 4 Esd 8, 32a: «Pues precisamente porque no tenemos obras de justicia, tú serás llamado el Cle­ mente, si accedes a concedemos clemencia. Pues los justos que tienen muchas obras depositadas junto a ti, recibirán la recompensa por sus propias obras». Sin embargo, en contra de esta idea se po­ lemiza ya en CD 1, 19, donde se atribuye a los apóstatas la idea: «Declararon justo al impio, pero consideraron impio al justo» (cf. E. Kâsemann, An die Rõmer [HNT], 103).

En este contexto debe entenderse koyíÇop,ai no sólo en Rom 4, sino también en 2, 26: «La incircuncisión se computa como circuncisión». Y en 9, 8: «Los hijos de la promesa son considerados como descendientes (de Abrahán)». Está también en eonsonancia con esto lo que se dice en 2 Cor 5, 19: «El no les toma en cuenta Ias trasgresiones»; 2 Tim 4, 16: «(el haber dejado solo a Pablo en su jui­ cio) no les sea tenido en cuenta». En 1 Cor 13, 5 se dice en sentido figurado, refiriéndose al amor: «él no tiene en cuenta el mal». Corresponde al uso de este verbo en Rom 8, 36 (cita dei Sal 43, 23 LXX): «Somos consi­ derados como ovejas para el matadero») lo que se dice en 1 Cor 4, 1: «Que se nos consi­ dere como a servidores de Cristo», y en senti­ do negativo en 2 Cor 10, 2: «... nos conside3. Pablo emplea X.oyíCo (10íi siguiendo de ran como si anduviéramos según la carne». Aqui, para aclarar, se ha anadido d)ç, mientras cerca a la LXX (->• 1). En el Midrás de Abraque en 2 Cor 12, 6; Hech 19, 27 se ha empleahán en Rom 4, cita tres veces el pasaje de 15, do eIç con el mismo sentido. 6 (vv. 3.9.22; iguaünente en Gál 3, 6). Desde El verbo, con arreglo al uso griego, pero luego, en Rom 4, 4 el sentido derivado dei con el matiz subjetivo que es propio de la lenguaje comercial desempena un papel, por cuanto se habla de XoYÍÇea'b'ai x a r à ôqpEÍÀT]- LXX, aparece en fórmulas en Ias que baila­ mos una oración completiva de infinitivo con [ta, a diferencia de x a tò xáQiv. ôtpeíÀTipa es (como en Dt 24, 10 LXX) la suma de dinero sujeto en acusativo, en Rom 3, 28: «Pues nosotros opinamos (= creemos) que el hombre es que se debe al «trabajadoD>. Así que Xoyí^op,ai se entiende aqui en el sentido de contabi­ justificado»; de manera correspondiente en Rom 6, 11; 14, 14; Flp 3, 13. Este mismo sig­ lizar. Sin embargo, la cita dei Sal 31, 2 LXX nificado tiene el verbo seguido de õti en Rom («Bienaventurado el varón a quien el Senor

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XoYÍÇonai - XÓYiov

8, 18; Heb 11, 19, donde equivale al sentido de moxeúco: «(Abrahán) creyó que Dios es también poderoso para resucitar de entre los muertos». Mientras que el sentido de opinar/pensar está determinado por la creencia en estos pasajes, esto puede afirmarse también dei uso absoluto dei verbo con el significado de pen­ sar algo, pero sólo en 2 Cor 3, 5. Ahora bien, en 2 Cor 10, 7.11; Flp 4, 8 se destaca con mayor relieve el pensamiento racional. Este pensamiento desempena un papel por sí solo, sin referencia a la creencia, en Rom 2, 3: «Hazte cargo, oh hombre que juzgas..., de que...». Así, pues, la valoración que Pablo hace de sí mismo en 2 Cor 11, 5 habrá que entendería en el mismo sentido que cuando se usa el verbo en sentido neutral en 1 Cor 13, 11. El significado de «tener intención de hacer algo» (con arreglo al Sal 139, 5 LXX) apare­ ce únicamente en 2 Cor 10, 2a. H.-W. Bartsch Jboyixóç, 3 logikos racional, espiritual* B ib l.:

Bauer,

W õ rterb u ch , s.v.;

O. Casei,

D ie

IkoyiXT] ú v aía d e r a n tiken M y stik in ch ristl.-litu rg i-

jcAer Umdeutung-. JLW 4 (1924) YI-Al-, E. Kâsemann, £f cu lto en la vid a cotidiana d e i m undo, en E. Kãsentann, E n sa yo s exegéticos, Salamanca 1978, 21-28; G. Kiltel, X.OYIXÓÇ, en ThWNT TV, 145-147 (con biblio­ grafia un tanto antigua); H. Lietzmann, A n die R o m er
Tçeóto. El concepto preferido de los filósofos clásicos (Epicteto, Diss II, 9,2: el hombre es Ç^ov Xoyixóv) no aparece en la LXX, pero sí en Filón y en la sinagoga postbíblica (cf. Constituciones Apostóhcas VII, 34, 6; 35, 10; VIII, 9,

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8 y passim en oraciones que se derivan de raíces judias; cf. también TestLev 3, 6). En el NT X.OYUtóç aparece sólo dos veces: Xovinf] XaxQeia (Rom 12, 1) es traducido casi de manera distinta por cada uno de los exegetas; desde «espiritual» (A. Nygren) e «intelectual» (Th. Zahn) hasta «objetivo» (K. Barth) y «racional» (P. Althaus) se han agotado todas Ias posibilidades. Michel (369s) ve a Pablo influido por el uso griego de este térmi­ no a través de Ias doctrinas herméticas (cf. CorpHerm I, 31: [dei Dios santo] ô é |a i Xoyixòç ■hiiaíaç á yvà ç à n ò ti/uxfíç koiI x ag ôíaç) y la mística helenística, y traduce; «el culto divino con arreglo a la palabra». Sin embargo, a diferencia dei mencionado origen, el vocablo no tiene el sentido de ver el culto divino en el cântico y la oración, en vez de verlo en los sacrifícios, sino que la vida coti­ diana, determinada por la fe en la palabra, es para Pablo el culto divino correcto. Por eso, el vocablo no significa una espiritualización. La firase xò Xoyinòv àòoXov yáXa (1 Pe 2, 2) está tomada de la piedad de los mistérios, una piedad que se haUaba muy difundida en la gnosis (cf. OdSl 8, 16: «... mi leche santa [se la di yo] a beber [a ellos]»). El origen de esa leche puede denominarse luego «Ias doce fuentes racionales» (C. Schmidt-W. Till [eds.], Unbekanntes altgnostisches Werk [GCS 45], Berlin ^1962, 5, 16s), que están llenas de vida eterna. Sin embargo, el carácter sacramentcd dei concepto, que en la gnosis viene dado cultualmente por el mistério, está determinado en el NT por el evangelio, el logos, y no se experimenta cultualmente en el mistério, sino en el hecho de oír la Palabra. Esto se acentua mediante la adición de áòoXoç, «no adultera­ do» (Jiapax legomenon). Por tanto, el concep­ to gnóstico podría haberse recogido ya sencillamente para rechazar los mistérios gnósticos. H.-W. Bartsch X óyio v, o v , t ó logion palabra, sentencia* En el NT y en la literatura cristiana primiti­ va el término se encuentra únicamente en plu-

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XÓYiov - XoYio|xóç

ral. En Hech 7 ,3 8 , refiriéndose a la ley de Dios, se dice de Moisés ôç èô é^ato Xóyia ÇüõvTa, «que [en el Sinai] recibió palabras de vida (cf. Dt 32, 47)». De manera parecida se afirma en Rom 3, 2 que la primera de Ias ventajas de Israel fue el haber recibido Ias pala­ bras de la promesa divina; 83tiateij'&qaav t à Àóyia Toõ #eoõ. En Heb 5, 12, la frase xà oxoixeíot xfjç cipxííç "koyítíiv xoõ ■fteon se refiere a <dos primeros principios de Ias pa­ labras de Dios», es decir, a los conocimientos cristianos elementales (cf. 6, 1) de la «ensenanza» divina (cf. también 1 Ciem 62, 3). Mientras que estos pasajes se refieren a la palabra de Dios que promete, revela y establece la comunidad, vemos que 1 Pe 4, 11 (eí tiç X,aÀEt, (bç tó y ia ■&eot3) se refiere a Ias pala­ bras de los carismáticos cristianos pronuncia­ das en el culto divino: «... entonces ique hable palabras de Dios!», es decir, palabras dadas por Dios mediante el Espíritu (cf., a propósi­ to, el uso extra-bíblico de 'kóyiov en el senti­ do de «oráculo / sentencia profética», Herodoto VII, 60, 3; Filón, Gig 49). En el lenguaje de la Iglesia primitiva, XóYLOv adquiere otro significado más, que abar­ ca en la expresión (xà) Xóyia xoü Kngíou no sólo Ias «sentencias dei Senor», sino -en gra­ do cada vez mayor- toda la tradición dei Se­ nor, es decir, el evangelio (cf. PoEc 7, 1; Papías en Eusebio, HistEccl III, 39, 1.15s. Cf. ThWNT IV, 140-145. H. Balz

X ó yioç, 3 logios elocuente, docto* Según Hech 18, 24, Apoio era Óívt)q X,óyioç. En Luciano, ApoL; Filón, Mut 220, el adjetivo significa fácil palabra, elocuente. Pero en Aristóteles, Pol II, 8, 1267b; Arist 6; Filón y Josefo passim, el adjetivo se entiende más bien en el sentido de docto / erudito. Del texto de Hech 18, 25 (Çéüov xô) jtveépaxi èA.áX.EL) no debe deducirse precipitadamente la elocuencia de Apoio; cf. ThWNT IV, 140; Liddell-Scott í .v.; Spicq, Notes I, 500-502; —>• ’AjtoX?i,mç (bibl.).

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X oyiO íióç, ofi, ó logismos pensamiento, consideración, buen sentido* Bibl.: K. Berger, Abraham in den pln Hauptbriefen: MThZ 17 (1966) 47-89, sobre todo 63-66; Billerbeck m, 121-123; Bultmann, Teologia, 265-274; Id., Glossen im Rom: ThLZ 72 (1947) 197-202; F. Hahn, Genesis 15, 6 im NT, en Probleme bibl. Theologie. FS G. von Rad, München 1971, 90-107; H.-W. Heidland, Die Anrechnung des Glaubens zur Gerechtigkeit (BWANT rV, 18), Stuttgart 1936; Id., XoYÍ^oixaL, en ThWNT IV, 287-295; E. Kâsemann, Der Glaube Abrahams in Rom 4, en Id., Pln Perspektiven, TUbingen 1969, 140-177; K. Kertelge, Rechtfertigung bei Paulus, Münster 1. W. 1967, sobre todo 185-195; D. Lührmann, Pistis im Judentum: ZNW 64 (1973) 19-38; G. von Rad, La imputación de la fe como justicia, en Id., Estúdios sobre el Antiguo Testamento, Salamanca ^1982, 123-127; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1164.

De Ias numerosas posibilidades que hay de traducir este término en el griego clásico, uni­ camente pensamiento, consideración, reflexión vienen al caso en los dos pasajes dei NT en que aparece el término. De los 121 testimonios que hay en la LXX, tan sólo 26 tienen una base hebrea en el sustantivo de tema )}ãsab. Esto es senal dei origen helenístico dei concepto, un origen que se confirma por el escaso uso que Pablo hace dei mismo. En Rom 2, 15 Pablo interpreta la obveLôtiaiç antes mencionada, entendiéndola en el sentido de «pensamientos que acusan o defienden», atestiguando una vez más la obra dei vójtoç escrito en los corazones de los gentiles. A partir de ahí hay que determinar en qué modo habrá que entender el conflicto de los pensamientos. No se piensa en una dispu­ ta de los gentiles entre ellos mismos (en con­ tra de Heidland, en ThWNT IV, 289), porque el contexto exige que los participios se entiendan como interpretación de la conciencia moral. Hay que tener en cuenta que este con­ flicto no tiene su fundamento en la ley misma, sino en Ias obras de la ley. Por eso, el pasaje no ofrece ninguna base para suponer una revelación natural. Bultmann {Glossen, 200) ha excluido convincentemente el v. 16, que viene a continuación inmediata, por considerarlo una glosa. La razón en que se basa es que Pa­ blo está describiendo un proceso actual.

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X.oYLanóç - X.ÓYOÇ

En 2 Cor 10, 4 el término se usa con un juicio negativo para referirse a los pensamientos que son un obstáculo en el camino de la fe. Se habla metafóricamente de esos pensamientos como de un baluarte que se opone. Demoler esos pensamientos se interpreta como coger prisionero el vóq[xa, para ponerlo bajo la obediência de Cristo. Sin embargo, Pablo no condena el pensamiento racional como tal, según vemos por el uso que él hace dei verbo A,OYÍ.Copat (3). H.-W. Bartsch

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Yop.axí.otç, «estar enfermo de disputas y con­ trovérsias de palabras»-, cf. Tit 3, 9 G (en vez de YevEaXoYÍai). X.ÓYOÇ, OU, ó logos palabra, discurso, cuenta, predicación, logos*

1. Aparición en el NT - 2. Sobre el significado léxi­ co - 3. La predicación de Jesús - 4. Pablo - 5. La tradición joánica - 6. El Logos joánico - 7. Pasajes especiales (Apocalipsis, Hebreos, Hechos, Pastorales, sig­ nificados técnicos). Bibl.: N. S. F. Alldrit, The Logos Outside St John, en StEv VII (1982), 1-4; P. Bergen, Der Logos war das wahre Licht, en A. Fuchs (ed.), Theologie aus dem Norden, Linz 1976, 99-117; G. Bomkamm, Gotteswort und Menschenwort im NT. Kirche in der Zeit 12 (1957) 301-305; Bultmann, Creer I, 233-254; Bultmann. Teologia, 364-372, 477-487; A. Debrunner, XeYtt) axX., en ThWNT IV, 71-76; G. DelUng, «...ais er uns die Schrift aufschlofi», en FS Friedrich, 75-84; Id., «Nahe ist dir das Wort». Wort - Geist - Glaube bei Paulus: ThLZ 99 (1974) 401-412; E. Fuchs, Logos, en RGGIV, 434-440; Haenchen 1,114-143; P. Hofrichter, Im Anfang war der «Johannesprolog». Das urchristliche Logosbekenntnis - die Basis ntl. und gnosticher Theologie, Regensburg 1986; B. Jendorff, Der Logosbegrijf. Seine philos. Grundlegung bei Heraklit von Ephesos und seine theol. Indienstnahme durch Johan-

1. La distribución de los 330 pasajes en que aparece el término XÓYOÇ en el NT se ba­ ila bastante equilibrada entre los diversos es­ critos; el término aparece 129 veces en los evangelios (33 veces en Mateo, 24 en Marcos, 32 en Lucas, 40 en Juan); se encuentra con una frecuencia superior a la normal en Heebos (65 veces) y en Ias Cartas Paulinas que indudablemente son autênticas (48 veces); los demás testimonios se distribuyen entre Colosenses (7), Efesios (4), 2 Tesalonicenses (5), Hebreos (12), Pastorales (20), Apocalipsis (18), Santiago (5), 1 y 3 Juan (7), 1 y 2 Pedro (10); tan sólo en Filemón, 2 Juan y Judas no aparece Xóyoç. El concepto absoluto dei Lo­ gos -aplicado a la manifestación bistórica de Jesús, el Dador eterno y divino de vida en la tierra- en el prólogo de Juan (Jn 1, 1.14) y en el preâmbulo de la Carta primera de Juan (1, 1) resalta claramente sobre todos los demás pasajes en los que aparece el término. 2. La gran variedad de significados léxicos de Xóyoç -palabra, discurso, lenguaje, relato, enun-

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'kóyoç

ciado, sentencia, cuestión, rumor, cuenta, predicación, ensenanza, llamamiento, sentido- se ex­ plica principalmente a) por razones filológicas y b) por causas teológicas: a) La raiz Xey- constituye una amplia unidad de sentido: reunir, coleccionar, seleccionar, anadir, enumerar, narrar, hablar... La influencia ejercida por el concepto dei Xóyoç en Heráclito de Efeso (550-480 a.C.) sobre la interpretaeión filo­ sófica (la ley que verdaderamente permanece dei cosmos, dei pensamiento y de Ias costumbres) hasta llegar a Hegel y a Nietzsche, tiene tan sólo escasa importância para la exégesis dei NT. Aqui habrá que aplicar aquel principio: el sentido de la palabra hay que encontrarlo en cada caso por el contexto bíblico.

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parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. La comunidad cristiana pri­ mitiva mantuvo firmemente la inquebrantable validez de la autoridad de Ias ensenanzas de Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mc 13, 31 par. Mt 24, 35; Lc 21, 33).

a) El comienzo dei reino salvífico de Dios no sólo está vinculado con la predicación de Jesús como palabra hablada, sino también -y en igual grado- con su persona y con su obra; «^Qué clase de palabra es ésta (tíç ó Àóyoç oÒToç)? Con autoridad y poder manda él a los espíritus inmundos» (Lc 4,36; cf. Mc 1,27: en relación con la ôiSa^f)); Mt 8, 16: «Y él exb) El trasfondo teológico está constituido por pulsaba a los espíritus con su palabra y curala traducción dei hebreo dãbãr («palabra, relato, ba a todos los enfermos»; Mt 8, 8 par. Lc 7, 7: orden»; también «cuestión, asunto») por X ó y o ç «jDi una sola palabra (eutè Àóycp) y mi cria­ (casi siempre en los libros históricos dei AT) y por Qfjpa (en su mayor parte en los escritos pro­ do sanará!». El lenguaje misionero dei cristia­ féticos). La «teologia de la palabra de Dios», que nismo primitivo expresó constantemente la tiene su punto de partida en el relato de la creaunidad entre la palabra y la acción en la acti­ ción y en el acontecer de la revelación profética, vidad salvífica de Jesús (cf. Lc 24,19; Hech 4, conduce luego hacia la literatura sapiencial. 29-31: 8, 25; 11, 19; 13, 46; 14, 25; 16, 6.32). Está bien claro: la gama de posibles significa­ Con la afirmación de que «él (Jesús) les hados de À.óyoç se extiende en el NT desde el uso blaba la palabra», la redacción marquina coloquial dei término (por ejemplo, en 2 Pe 2, 3: «con palabras enganosas»; Ef 5, 6:-«con pala(Mc 2, 2; 4, 33) conecta tradiciones de milabras vanas») hasta el término cristológico de progros (hechos) y tradiciones de parábolas (pa­ fundísimo sentido en el prólogo dei Evangelio de labra) y, como logion aislado, en lenguaje sin Juan. Hay que contar incluso con la existência de velos, la predicción de la Pasión (8, 32). Tam­ frases casi intraducibles, por ejemplo, Col 2, 23: bién los conjuntos mateicos de sentencias enXóyov êxeiv oocpíaç (traducción aproximada: lazan, mediante observaciones redaccionales «considerada como sabiduria»). que sirven de marco (por ejemplo, «cuando 3. En la predicación de Jesús el centro te­ Jesús hubo terminado de decir estas palabras [sentencias]»; Mt 7, 28; 19, 1; 26, 1), con tra­ mático lo constituye el mensaje acerca dei diciones de hechos ordenadas sistemática­ «reino de Dios»: 'H PotoiXeía toõ mente. Hasta qué punto el programa teológico deob (Mc 1, 14s; Lc 10, 9 par. Mt 10, 7). No de Lucas concede la primacía al hecho de oír basta oír (-+ ànoiioo) esa palabra acerca dei la palabra y a los principios de acción que de futuro salvífico definitivo dei hombre y dei ello se derivan, lo vemos claramente por Ias mundo; la respuesta humana al llamamiento observaciones redaccionales; Lc 5, 1 (introsalvador de Dios es la fe, la cual motiva de ducción a la vocación de los discípulos); 8,21 manera enteramente nueva la actividad dei («Mi madre y mis hermanos son los que escuhombre. En la mirada retrospectiva que en la chan la palabra de Dios y la ponen en prácti­ fuente de logia {Q) se dirige a Ias ensenanzas ca»); 10, 39 (w . 38-42: escuchar la palabra de impartidas a los discípulos, en la parábola fi­ Jesús); 11, 28 (macarismo). También en Ias nal dei Sermón de la Montana, se acentua: historias de milagros, el motivo de la divulga«Todo el que oye estas palabras mias y Ias ción se expresa con el término Xóyoç (5, 15: pone en práctica (Mt 7, 24 par. Lc 6, 47) se

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Xóyoç

ó Kóyoç JiEQt aÍTOfi, «su fama»; de manera diferente en Mc 1, 45; Lc 7,17; cf. Mt 28,15 material peculiar). b) La reacción de los oyentes ante Ias palabras de Jesús se describe de maneras muy di­ versas; el hombre rico se disgusta al oír la palabra (Mc 10, 22: ènl xm Xóycp) de Jesús, porque la riqueza constituye el mayor obstá­ culo para el seguimiento de Jesús àx o Xov&éco); los discípulos se sienten consterna­ dos (Mc 10, 24), los fariseos se escandalizan (Mt 15, 12) o quieren «atraparle en alguna palabra» (Mc 12, 13; Lc 20, 20). Por otro la­ do, el asombro ante Ias ensenanzas de Jesús se debía a que «su palabra brotaba con autoridad (divina)» (Lc 4, 32, a diferencia de Mc I, 22). En el litígio sobre lo de ser hijo de David, Jesús sigue siendo el vencedor no violen­ to, porque «nadie era capaz de responderle una palabra» (Mt 22, 46); esta frase es especialmente interesante porque el término X.Óyoç puede significar también pregunta (Mc II, 29 par. Mt 21, 24; Lc 20, 3). c) La parábola dei terreno desigual (la pa­ rábola dei sembrador) (Mc 4, 1-9; Mt 13, 1-9; Lc 8, 4-8) recibió ya en la colección pre-marquina de parábolas una interpretación alegóri­ ca posterior (anadida a la manera de la litera­ tura apocalíptica); Mc 4,13-20; Mt 13,18-23; Lc 8, 11-15. Aqui -cosa singularísima en lá­ bios de Jesús- la palabra es la proclamación misionera. La suerte que ha de correr el evangelio se describe aqui con intención parenética. Y, asi, se habla de su ffacaso y de su êxito misionero, al caer en terrenos cualitatívamente distintos (que son los que escuchan la pala­ bra). De esta manera la parábola trata de in­ fundir alientos (ante el fracaso) y de hacer un llamamiento a la fe. En la terminologia misio­ nera dei cristianismo primitivo, ó ItÓYOç se convirtió en el término técnico para designar la proclamación misionera (por ejemplo, 1 Tes 1, 6: recibir con gozo la palabra, a pesar de Ias muchas tribulaciones; Col 4, 3: abrir una puerta a la palabra; Sant 1, 21: la palabra es plantada, etc.).

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d) La sentencia sobre la negación de Jesús, que es original en la versión de Q (Lc 12, 8s), adquiere como duplicado de Lc 9, 26 una redacción marquina que acentúa en la situación postpascual la función escatológica de Jesús como Juez y (sin la positiva «exigencia de confesión» que aparece en la tradición de Q) dice asi: «Cualquiera que se avergüence de mi y de mis palabras..., de él se avergonzará también el Hijo dei hombre...» (Mc 8, 38). Se piensa asi en todo el mensaje de Jesús, que en la misión de Palestina exigió un compromiso pleno en la confesión de la fe. 4. Para Pablo la creadora «palabra de Dios» (ó A,óyoç xoü fl'EOÜ), que originalmen­ te estuvo dirigida a Israel, «no ha fallado» (Rom 9, 6): tal cosa no seria posible en abso­ luto, porque Dios mismo es la fuente de esa palabra (1 Cor 14, 36; 2 Cor 4, 2), dei evangelio ( ^ enaYYÉXtov), que debe diferenciarse claramente de la «palabra humana» (Xóyoç àvfl^Q(ún;cov; 1 Tes 2, 13; 1, 5; 2, 5). Pablo di­ ce refiriéndose a su propia predicación «No somos como muchos, que comercian con la palabra de Dios. Nosotros la proclamamos con sinceridad y en Cristo, de parte de Dios y en presencia de Dios (... àKk' cbç èx §£013 xaxévavti ■fteob èv X qlotcõ A,aX.oüpev)», 2 Cor 2, 17. a) En la repetida renuncia al propio interés (cf. 2 Cor 1, 12) y a Ias «palabras de adulación» (1 Tes 2, 5), Pablo expresa la unidad que existe entre la credibilidad dei proclamador y el contenido de la predicación que pro­ cede de Dios. Rechaza asi la acusación de fal­ sificar la palabra de Dios (2 Cor 4, 2). Niega también que él trate de apoyar la palabra de Dios «con una palabra de sabiduria» (1 Cor 1, 17) o «en elocuencia o sabiduria» (1 Cor 2, 1): «Mi palabra y mi proclamación (ó Xóyoç pou x a l xò xf|çuYpá pou) no consistían en palabras persuasivas de sabiduria, sino en demostración dei Espiritu y de poder, para que vuestra fe no descanse en la sabiduria de los hombres, sino en el poder de Dios» (1 Cor 2,

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ÀÓ70Ç

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4-5; cf. 1 Tes 1, 5). Mereceu especial atención 1 Cor 2, 13 (jconfrontación polêmica!) y 2 Cor 11, 6 (Pablo se justifica «por no ser hábil en discursos»),

5. Sin entrar en la cuestión de la autoria de los escritos que trasmiten la tradición joánica, podemos afirmar con seguridad lo siguiente acerca dei concepto de Xòyoç.

b) En vivo contraste con la «sabiduría de este mundo» se halla la «palabra de la cruz» (1 Cor 1, 18; ó Kóyoç toú otanQOij), que es el contenido central dei kerygma paulino (Gál 3, 1). De esta predicación de la cruz, procla­ mada públicamente, debe estar plasmada la comunidad (Gál 4, 19). El X qiotòç eoxauQcopévoç (1 Cor 1, 23; Gál 5,11; el participio de perfecto de la voz pasiva indica la actualidad presente de la salvación) es el critério de la proclamación paulina; la decisión de Dios en favor dei mundo y la separación de los hombres para salvación o para perdición tuvieron lugar en el acontecimiento de la cruz. Esta acción cósmica de reconciliación (como acto histórico) llega a ser suceso presente en la «palabra de reconciliación» (2 Cor 5, 19; ó X.ÓYOÇ tfjç xataÀXaYfjç); el ministério apos­ tólico consiste en la trasmisión de la «palabra de la verdad» (2 Cor 6, 7; èv ^ÓYCp àX,Ti■&eíaç). La exigencia fundamental que se hace a la comunidad en este mundo es que permanezca aferrada a la «palabra de la vida» (Flp 2, 16; Lóyov Çrofíç èjréxovxeç), que es como se designa al evangelio.

a) La predicación de Jesus se atribuye consecuentemente al Padre, en consonância con la perspectiva estrictamente teocéntrica de Juan; en el uso sinonimico de gfipaxa (Jn 3, 34; 14, 10; 17, 8) y Xóyoç (5, 38; 8, 55; 14, 24; 17, 6.14; 1 Jn 2, 5.14; cf. 1 Jn 1, 10), la proclamación de la «palabra» se pone en relación con el Padre y con su autoridad. Esta «palabra» es el poder de Dios que actúa en los creyentes y les dispensa vida. La proclama­ ción misionera (Jn 17, 20) crea una vinculación de los discípulos (los creyentes) con el Padre a través de Jesús (cf. la situación en 1 Jn 1, 1-4: comunión con Dios por medio de Jesucristo, el mediador real de la salvación). En estilo sonoro y armonioso, la típica expresión joánica «guardar mi palabra» (ttiqeTv TÒv Lóyov [tou, Jn 8, 51s; 14, 23; 15, 20) sirve para expresar la comunión de vida y amor con Dios el Padre.

c) El concepto de Xóyoç eleva Ias citas dei AT a la categoria de «palabra de promesa» (Rom 9, 9; ó Xóyoc, EJtaYYELíaç): la fidelidad de Dios al pacto (3, 4), la palabra de elección dirigida a Isaac (9, 9), el llamamiento de Dios dirigido al «resto» de Israel (9, 28), el cumplimiento de la ley en la sola palabra dei amor (13, 9; Gál 5, 14: èv èvl Xóyw), la victoria suprema sobre los destructores poderes de la muerte y dei pecado (1 Cor 15, 54). Pero la cita puede apelar también a la autoridad de una «palabra dei Senor» (1 Tes 4, 15; èv XÓYtü xuQÍooj; cf. 1 Cor 7, 10) o puede ser la precisión ulterior de un contenido dei evange­ lio (1 Cor 15, 2: tív i Lóy


b) La palabra de Jesús exige una clara de­ cisión de los oyentes: esta decisión consiste en una de dos: o en la aceptación de esta pa­ labra, es decir, en la fe, o en el rechazo de la misma, es decir, en el juicio (Jn 5, 24; 12, 48; cf. 4, 41.50). «Dura es esta declación (oxXt|QÓç èorriv ó Àóyoç ontoç), iquién podrá escucharla?» (6, 60), tal es la reacción. Y la impresión discordante que la declaración reveladora de Jesús provoca, aparece expresada clarísimamente en 10, 19: «Volvió a originarse discórdia entre los judios a causa de estas palabras (ôià xonç Xóyouç xoúxouç)» (cf. 7, 43), de tal manera que un eco teológico se expresa en forma antitética al final de la primera parte dei Evangelio de Juan (12, 47s: se emplea el término pf|p,axa). El llamamiento esencial (especialmente para los oyentes judeocristianos dei Evangelio de Juan) a «per­ manecer en su palabra» (8, 31; cf. 5, 38; tam­ bién 15, 7 con gfipaxa) tiene como fin el verdadero discipulado (cf. 8, 43.47; 9, 27); la pa-

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XÓYoç

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12-28; Prov 3, 19; 8, 22-36; Sab 7, 12.25-30; 8, 4; 9, Is: ó jioiT|aaç xà jrávxa èv Xóym oon; Hen [esl] 33, 4; Eclo 1, 1-10.15-20; 24, c) Vale la pena mencionar también diver­ 3-12), sino también -y de manera especial—la sos matices dei concepto de Xóyoç, que no tensión que existe entre la aceptación y el inpodemos detenemos aqui a estudiar detalladacomprensible rechazo por parte de los hom­ bres (cf., especialmente por lo que al rechazo mente: por ejemplo, el de provérbio (Jn 4, se refiere, Eclo 24, 3-12: Hen [et] 42, Iss). 37), palabras de la Escritura (12, 38, cita de Is La afinidad intelectual y literaria dei prólo­ 53, 1; sobre 15, 21 no hay testimonios), opigo dei Evangelio de Juan con el proemio de 1 nión (21, 23). Jn 1, 1-4 no sólo reside en Ias numerosas co6. El prólogo dei Evangelio de Juan (Jn 1, nexiones textuales (por ejemplo, en los enun­ 1-18), estructurado ritmicamente, es un himno ciados sobre la óipxf| y la ^0)f|) sino también, (dei cristianismo primitivo) que identifica a y ante todo, en la posición central dei concep­ Cristo mismo -en el uso absoluto de la palato dei Logos como Xóyoç xfjç tmtjS (v- 2), que en la hora histórica desvela su esencia pa­ bra- con el Xóyoç personal. Los numerosos y diferentes intentos de reconstrucción de este ra los ojos de la fe (à>CT]xóapEV, écoQáxapEV, âdeaoápe^&a, èoliTiXáqjTiaav). «himno al Logos» convergen, no obstante, en los enunciados -que pueden leerse en el texto mismo- sobre el camino redentor de Cristo: 7. Entre los numerosos pasajes especiales en su preexistencia eterna (v. la) y en su vinen los que aparece Xóyoç, mencionaremos los culación personal con Dios (vv. lb.2), el Lo­ siguientes: gos tiene una completa actívidad causai en la creación (v. 3) y una función salvifica (que co­ a) En Ap 19, 13 («y su nombre es; la Palamunica «luz» y «vida») para el mundo (v. 4). bra de Dios) se recoge la imagen de Sab 18, Esta venida histórica dei Logos al mundo 15. El Cristo que regresa victorioso es identi­ ficado con Jesús de Nazaret (cf. 1, 2.3.9; 6, 9; de los hombres, en su encamación, se convierte ya en tema a partir dei v. 5, y se acen20, 4). túa por medio de una consciente labor redacb) La Carta a los Hebreos, que se entiende cional (los vv. 6-8.15 son indudablemente rea sí misma como «palabra de exhortación» daccionales: inserciones acerca de Juan el Bautista) en el himno original (véanse Ias di­ (13, 22: Xóyoç xfjç JtapaxXr|OBüoç), exhorta vergências que aparecen ya en los solos ensaa la aceptación de la «palabra de Dios» (13, 7), que quedó asegurada «en la palabra dei yos de reconstrucción de Schnackenburg y de Zimmermann): el Logos en su gloria divina juramento» (7, 28) como garantizada palabra divina de la promesa en la institución de Jesús (v. 14h) asume la plena reahdad de la palpabilidad histórica y de la transitoriedad humana como sumo sacerdote; cf. 6, 1 (la «palabra inicial acerca de Cristo»). (v. 14a: Kal ó Xóyoç o á g l èyévexo expresa el acontecimiento de la plena encamación en lo que tiene de fragilidad terrena y perecedec) En la terminologia misionera cristiana de Hechos, «la palabra de Dios» -usada en ra). Estos enunciados, que se concentran en la encamación, permiten reconocer un origen sentido absoluto (4, 31; 6, 2.7; 8, 14; 11, 1; 13, 5.7.44.46; 16, 32; 17, 13; 18, 11)- es una cristiano dei «himno», que procede verosímilmente de un ambiente judeo-helenístico; circunlocución para describir la proclamación apostólica dei mensaje de Jesucristo; cf. tam­ en favor de ello habla el trasfondo teológico bién «la palabra dei Senor»: 8, 25; 13, de la especulación sapiencial: no sólo hay que mencionar aqui la función creadora y la signi44.48.49; 15, 35.36; 16, 32; 19, 10.20. Predi­ ficación salvifica de la sabiduria (cf. Job 28, car «la palabra de esta salvación» (13, 26) es

labra de Dios es portadora y comunicadora de la verdad (ó Xóyoç ò oòç àXr|^eiá ècmv).

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Xóyoç - XoiJtóç

lo que cualifica a los mensajeros para «el mi­ nistério de la palabra» (6, 4; cf. Lc 1, 2). d) La fórmula característica de Ias Pastorales: «fiel es la palabra'» (1 Tim 1, 15; 3, 1; 4 ,9 ; 2 Tim 2,11; Tit 3, 8) hace referencia a la tradición de fe en el aeontecimiento de Cristo: una tradición que es kerigmática, litúrgica e institucional. e) Hay numerosos significados técnicos de XÓ70Ç, tomados -p o r ejemplo- dei lenguaje comercial de «ajustar cuentas» (Flp 4, 15.16), que sólo se entienden dentro de sus relativos contextos. Pueden proceder de la manera semítica de expresarse (Mt 5, 32) o simplemente dei griego profano (Hech 10, 19; 18, 14). Hay que mencionar especialmente la expresión «dar cuenta de» (1 Pe 3, 15; 4, 5; Rom 14, 12 y passim). H. Ritt logchê lanza* Según Jn 19, 34, «uno de los soldados le traspasó el costado [de Jesús] con una lanza» (^ÓYXíl - Tnv rtXeupàv êvu^ev); cf. Mt 27, 49 v.l. (XaPtóv Xóyxtiv Êvn^ev). Xo i 5 oq É(0 loidoreõ insultar, ultrajar* El NT, al emplear el grupo de palabras re­ presentado por XoiôoQÉco, lo hace más inten­ samente en el sentido griego general de «ul­ trajar, insultar», que en el sentido de «dispu­ tar, litigar» conocido por la LXX (especial­ mente como traducción dei hebreo rib): según Jn 9, 28, los fariseos insultaban -por motivo de Jesús- al ciego que había sido curado; se­ gún Hech 23, 4, Pablo injuria (sin saberlo, v. 5) al sumo sacerdote, lo cual raya en la blas­ fêmia. En consonância con la historia de la Pasión, 1 Pe 2, 23 considera a Jesús como modelo para los cristianos que son injuriados (cf. Mc 14, 65 par.; 15, 17ss par.; 15, 29ss par.), ôç XoiôoQoúfxevoç oúx àvTEXoiôógei (cf. Josefo, Ant II, 60; Bell VI, 307, y también Jn 18, 23); de la misma manera, Pablo res­

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ponde a Ias affentas con bendiciones (Xoiôo0oúp,£voi EÚXoYOÜpEV, 1 Cor 4, 12; cf. tam­ bién Mt 5, 44; Lc 6, 27s; Rom 12, 14.20; 1 Pe 3, 9; Diogn 5, 15; Sal 108, 28 LXX). ThWNT rV, 295-297; Spicq, Notes I, 503-505. ÀiOiôoQÍa, a ç , lí loidoria insulto, ultraje* 1 Pe 3, 9 (bis), recogiendo el mandamiento de amar a los enemigos (Lc 6, 27s): jxfi àmoôiôóvTEç... XoiôoQÍav àvxl Xoiôogíaç, t o ú vavxíov ôÈ EÚXoYoüVTEç (cf. Polic 2, 2; Filón, Agr 110; Prov 24, 29; ->• Xoiôogéco). En 1 Tim 5, 14, XoiôoQÍaç significa una de dos: o «por consideración con el insulto [por parte de los enemigos]», o bien (dependiendo de à(poQ[if|) «por el oprobio / por Ias habladurías». ThWNT IV, 295-297; Spicq, Notes I, 503-505. X o íô o ç o ç , o v , ó loidoros blasfemador, afrentador* En el NT aparece dos veces en catálogos de vicios, 1 Cor 5, 11; 6, 10, en ambos casos en el contexto de [tÉ'duooç y â g j t a | o eiôo)X.oXáxQT^ç; cf. también TestBen 5, 4 (antônimo; ó õoioç). X o i^ ó ç , 3 loimos inficionado por la peste, pernicioso* En Hech 24, 5 dícese en sentido figurado de Pablo, quien, según Ias palabras de acusación de Tértulo, es un hombre pernicioso y que todo lo contagia con la peste (cf. 1 Re 25, 25; 30, 22; jtãç àvf|g Xoipòç ttal jtovr|góç). Xoi^.ÓÇ, oC, Ó loimos peste; en plural, epi­ demias, enfermedades* En la expresión x ax à xójtouç Xipol x a l Xoi[ioí, para caracterizar los horrores dei fin de los tiempos, Lc 21, 11 par. Mt 24, 7 v.l. (cf. el juego de palabras en Hesíodo, Op. 243). XoiTióç, 3 loipos restante, que queda 1. Aparición en el NT - 2. Uso plural - 3. Uso ad­ verbial.

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Xoutóç —Aouxôtç

BibU: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; Black, Approach, 176; BlaB-Debrunner § 160, 3; A. Cavallin, (tò) Xoiiióv. Eine bedeutungsgeschichtliche Untersuchung-, Eranos 39 (1941) 121-144; H. Conzelmann, Der erste B rief an die Korinther (KEK), Gõttingen 1969, 155; W. Günther-H. Krienke, Resto, en DTNTIV, 84-88; H. G. Meecham, The Meaning o fix ò ) Xoutóv m the NT\ ET 48 (1936-1937) 331s; Thrall, Particles, 25-30.

1. Las 55 veces que aparece X.oiatóç (in­ cluído Mc 16, 13) se distribuyen por todo el NT, sín que el término tenga especial relieve en ningún escrito. No hay testimonios de él en el Evangelio de Juan ni en las Cartas de Juan. Predomina el uso en plural con el sentido de los restantes, los otros (40 veces); el acusativo adverbial (t ò ) à o ijió v aparece 13 veces, y el genitivo adverbial to õ XoiJtoõ aparece 2 veces. 2. En el NT dificilmente se hallará un uso teológico específico de la forma plural, por ejemplo, en el sentido de la idea profética dei resto, que tanto se encuentra en el AT, una idea que Pablo recoge en Rom 9-11 (X,8tpp,a, ÚJtóÀeippa). De todos modos, en el Apocalipsis se escuchan ecos de esa idea: 2, 34; 3, 2 («fortalece el resto» [ tà A,oin:á]; H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], 76, se refiere a JtQÓPata, siguiendo el paralelo dei AT en Ez 34, 4s); 11, 13; 12, 17. A veces oL A,oin:oí tiene el sentido opuesto y designa a los que están fuera dei reino de Dios. En la parábola de las bodas reales, en Mt 22, 1-14, son los que mataron (v. 6) a los criados que habían venido a traer las invitaciones; en la parábola de las diez vírgenes en Mt 25, 1-13, las vírgenes necias son aquellas a las que no se permite entrar (v. 11). )i.oiJtóç tiene también un tono crítico de fondo en Lc 8,10; Rom 11,7 (los endurecidos), Mc 16,13 (los incrédulos), Hech 5, 13 (los no cristianos), Gál 2,13 (los hipócritas) y Ap 9,20 (los impenitentes). En 1 Tes 4, 13; 5, 6 y Ef 2, 3, ol Xoutoí es prácticamente una expresión si­ nônima (Black) de t ò e Ov i ) ( ^ eOvo ç 3 . c). 3. El acusativo adverbial (xò) Xoutóv tiene diversos significados, y no es posible clasificar siempre de manera clara las veces que es­

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ta expresión aparece en el NT. En Mc 14, 41 par. Mt 26, 45 («j segais durmiendo!») y Heb 10,13 (Cristo espera de ahí en adelante...), el acusativo adverbial tiene con seguridad el sentido clásico, puramente temporal (lo mismo sucede con xoti Xoutoõ, en el futuro, en Gál 6, 17). En varias ocasiones la fórmula se usa para expresar el último miembro de una serie (Carvallin, 132), para introducir una nueva proposición que refiera el final: finalmente (Hech 27, 20), por lo demás (1 Cor 1, 16), por último, por lo demás (2 Cor 13, 11; Flp 3, 1; 4, 8; 1 Tes 4, 1; 2 Tes 3, 1, siempre en asociación con el vocativo àôsXcpoí [[ton]). El sig­ nificado de finalmente lo tiene también con probabilidad la expresión adverbial to õ X,oiJtotJ en Ef 6, 10 (cf. J. Gnilka, Der Epheserbrief [m hK ], 304 nota 1). En 1 Cor 4, 2 se usa môe Xoutóv para recoger una imagen anterior («administradores», 4, 1) y para desarrollarla a fin de sacar una conclusión {«pues bien, se requiere de los ad­ ministradores...»). TÒ XoLJtóv tiene también probablemente el sentido lógico de: pues bien, por tanto, por ello, en 1 Cor 7, 29 y en 2 Tim 4, 8; sin embargo, no puede excluirse por completo el significado temporal de para el futuro (así piensa Bauer). H. Fendrich

A o v x ô tç, ã Loukas Lucas* Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, í .u ; H. J. Cadbury, en Beginnings II, 209-264; J. Ernst, Das Evangelium nach Lukas (RNT), Regensburg 1977, 30-32; R. Glover, «Luke the Antiochene» and Acts: NTS 11 (19641965) 97-106; Haag, Diccionario, 1118s; E. Haenchen, Das «Wir» in der Apg und das Itinerar, en Haenchen I, 227-264; Kümmel, Einleitung, 116-119; W. Marxsen, en RGG IV, 473; R. Pesch, Die Zuschreibung der Ew. an apostolische Verfasser. ZKTh 97 (1975) 56-71; E. Plümacher, Apostelgeschichte, en TRE m , 483-528; J. Regul, Die antimarcionitischen Evangelienprologe, Freiburg i. Br. 1969, 197-265; J. Schmid, en LThK VI, 1203s; G. Schneider, Das Evan­ gelium nach Lukas I (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 32s; M. A. Siotis, Luke the Evangelist as St. PauVs Collaborator, en FS Cullmann 1972, 105-111; A. Strobel, Lukas der Antiochener. ZNW 49 (1958)

131-134; 'Wikenhauser-Schmid, 378-414.

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A ouxãç -

A ouxãç es un nombre pagano atestiguado en Ias inscripciones. Es la forma abreviada de Aom ioçILucius. En el postscriptum de tres cartas dei NT se menciona a Lncas; «Os saluda Lucas, el médico, el amado» (Col 4, 14). «Sólo Lucas sigue todavia conmigo» (2 Tim 4, 11). «Os saludan... Demas y Lucas, mis co­ laboradores» (Fim 24). Hay que distinguirlo dei —>• Aoúxioç a quien se menciona en Hech 13, 1; Rom 16, 21. Desde el siglo II, Lucas, acompanante de Pablo y médico, es conside­ rado como el autor dei Evangelio de Lucas y de Hechos (cf. la superinscriptio dei Evange­ lio de Lucas; el Canon de Muratori; Ireneo, Haer III, 1, 1). Pero los critérios internos dei Evangelio de Lucas y de Hechos hablan en contra de ello. La tradición de la Iglesia antigua puede explicarse por el empeno en atri­ buir los escritos a «apóstoles», deduciéndose la imagen que se tenía de Lucas de la combinación de los datos dei Corpus Paulinum con los relatos en primera persona de plural que apareceu en Hechos. Lo único que puede decirse con seguridad es que el autor dei Evan­ gelio de Lucas y de Hechos era un cristiano gentil familiarizado con la LXX, y que tal vez se llamaba Lucas. A. Weiser A o v x io ç , o v Loukios Lucio* Hech 13, 1; Aoúxtoç ó Rugi^vaioç, nom­ bre de un profeta y maestro de Antioquía, a quien se menciona juntamente con Bemabé, Simeón, Manaén y Saulo; cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte erklãrf (KEK), sub lo­ co. Rom 16, 21; nombre de un judeocristiano de Corinto, quien, junto con otros av■Yye^\l^lÇ de Pablo, envia saludos a la comunidad roma­ na (desde Orígenes, identificado a menudo con Lucas, ^ Aouxãç). À,OVtQOV, oO, t ó loutron bano, lavamiento* En el NT, el término se usa siempre con re­ ferencia al bautismo, pero escuchándose el uso griego y judio dei vocablo en el sentido

X o v io

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de bano de ptuificación (cf. ThWNT IV, 298304). En Ef 5, 26 dicese que Cristo ha santifi­ cado y purificado a la Iglesia «por medio dei bano dei agua en la palabra» (tõ) Xouxqíõ TOÜ tíô ato ç èv QTi[iaTi), a fin de preparársela para si gloriosa y sin mancha (v. 27). El bau­ tismo (asociado con la palabra) se entiende como bano de purificación de la esposa, que es conducida al encuentro de su esposo (cf. también 2 Cor 11, 1; H. Schlier, La Carta a los Efesios, Salamanca 1991, sub loco). Según Tit 3, 5, el bautismo, como Xoutqòv JtaXiyYEVEOÍaç xa l àvaxaivcooEwç jrvEÚpatoç áYtou, concedido graciosamente por Dios, obra la salvación, porque el nuevo nacimiento y la nueva vida brotan dei perdón de los peca­ dos (no de la propia justicia). ThWNT IV, 297-309; D. L. Norbie: EvQ 34 (1962) 36-38; DTNTI, 166-168; Spicq, Notes I, 506-510; -> XoÚQ) 2.

XovO) louõ lavar, banar* 1. Aparición y significado en el NT -2. Referencias al bautismo - 3. Jn 13, 10. Bibl.: M. E. Boismard, Le lavement des pieds (Joh 13. 1-17): RB 71 (1964) 5-24; G. Bomkamm, Das Bekenntnis im Hebr., en Bornkamm, Aufsatze II, 188203; J. D. G. Dunn, The Washing ofthe Disciples’Feet in John 13, 1-20: ZNW 61 (1970) 247-252; H. Klos, Die Sakramente im Joh-Ev. (SBS 46), Stuttgart 1970; J. Michl, Der Sinn der Fufiwaschung: Bib 40 (1959) 697-708; G. Richter, Die Fufiwaschung im Joh. Geschichte ihrer Deutung (BU 1), Regensburg 1967; Id., Die Fufiwaschung Joh 13; 1-20, en J. Hainz (ed.), Studien zum Joh (BU 13), Regensburg 1977, 42-57; J. A. T. Robinson, The Significance o fth e Footwashing, en FS Cullmann 1962, 144-157; H. Thyen, Joh 13 und die «kirchliche Redaktion» des vierten Ev., en FS Kuhn, 343-356.

1. En el NT el verbo aparece 5 veces (y, además, Ap 1, 5 v.l.). Designa principalmente una purificación total, y lo mismo sucede en el NT, con excepción de Hech 16, 33. Xouco no sólo significa lavar en el sentido literal (dei lavado usual que se hacia a los muertos, Hech 9, 37; dei lavado y limpieza de Ias heridas, Hech 16, 33; dei banadero de un animal [en el sentido de un refrán], 2 Pe 2, 22) sino

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Xoúcú - A u x a o v ía

que significa también purificar en sentido metafórico (Jn 13, 10: el lavatorio mismo de los pies es descrito correctamente con el ver­ bo víjam [13, 5]; Heb 10, 22). 2. Heb 10, 22 se halla en relación íntima con el bautismo. Se exhorta al lector a retener firmemente y a no poner en peligro (6, 4-6: 10, 26ss) el acceso al perdón de los pecados, que ha sido concedido de una vez para siempre por medio de la muerte sacrificial de Je­ sus (10, 2 y passim) y que se ha adquirido de manera igualmente irrepetible por medio dei bautismo y de la confesión de fe bautismal (10, 22s). - 2 Pe 2, 22 tiene una idea parecida, expresada de manera marcadamente negativa, pero sin referencia al bautismo: los herejes gnósticos (2, 1) se parecen al animal «que, después de banarse en el agua, vuelve a revolcarse en el cieno». 3. Xoúco aparece de manera singular en los escritos joánicos. Pero, además, Jn 13, 10 se ve cargado con nuevas dificultades. Desde el punto de vista de la crítica textual, se discute si Ias palabras el pf) xoèç jtó ô aç (póvov) pertenecen al texto original (como sostienen la mayoría de Ias ediciones modernas dei tex­ to) o constituyen una adición posterior (como opinan la mayoría de los exegetas). Los ma­ nuscritos no nos offecen información concluyente. Sin embargo, una adición, habida cuenta de que se produce efectivamente el lavato­ rio de los pies por parte de Jesús, es más fácil de explicar que una supresión posterior, de tal manera que 13,10 debiera leerse así: «El que se ha banado (ó X,eX.oupévoç) no necesita lavarse, sino que está enteramente limpio» (Richter, Fufiwaschung [1977], 45). Aparte de eso, la versión actual de la perícopa contiene dos interpretaciones divergentes; 13, 12-17 interpreta el lavatorio de los pies, realizado por Jesús, como un modelo para la conducta de los discípulos, que deben realizar actos de servicio, mientras que 13, 10 formula la idea definitiva de la primera interpretación contenida en el diálogo de Jesús con Pedro (13, 610). La expresión Xe^oupevoç ha dado oca-

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sión incesante para ver en el lavatorio de los pies una alusión al significado dei bautismo. No puede excluirse tal interpretación. Sin em­ bargo, como este episodio se encuentra principalmente al comienzo de la Pasión de Jesús (cf. especialmente 13, 1), y teniendo en cuenta el realce que se da al lavatorio de los pies como una acción que Jesús ha de realizar (13, 8), la interpretación cristológico-soteriológica deberá preferirse a la interpretación sacra­ mental. La acción simbóHca dei lavatorio de los pies, cuyo sentido los discípulos no entienden sino «más tarde», es decir, bajo la ac­ ción dei Espíritu (13, 7), senala la necesidad de la muerte de Jesús en la cruz y no necesita, por tanto, ninguna complementación ulterior (13, 10). M. Vólkel A iJÔ ôa, a ç Lydda Lida (Lod)* Nombre de una ciudad situada a unos 13 km al sudeste de Jaffa (Yafó), en la ruta que sube a Jerusalén (en hebreo lôd-, hoy día es el aeropuerto de Lod). Según Hech 9, 32.35.38, Pedró visitó a la comunidad cristiana de aquel lugar y curó al paralítico Eneas; cf. además 1 Mac 11, 34; Josefo, Bell II, 244; Plinio, Nat Hist V, 14, 70. BHH II, 1101; Haag, Diccionario, 1106.

A v ô í a , a ç Lydia Lidia* Nombre de una comerciante en púrpuras, natural de Tiatira en Asia Menor. Como «te­ merosa de Dios», se había adherido a la co­ munidad judia de Filipos. Según Hech 16, 14(15), esta mujer y su familia fueron bautizados por Pablo, siendo los primeros converti­ dos en Europa. Hospedo a Pablo en su casa (v. 40). BHH n , 1115; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), aprojrósito de 16, 14.

A v x a o v í a , a ç Lykaonia Licaonia* Región montanosa situada al sur de la parte central de Asia Menor. Desde el ano 25 a.C. quedó incorporada a la provincia de Galada.

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A uxaovía - XújtTj

Según Hech 14, 6, Pablo y Bemabé huyeron de Iconio (ciudad frigia, cf. Jenofonte, An I, 2, 19, y que fue la capital de Licaonia durante la época romana) a Lista y Derbe, ciudades de Licaonia (cf. también 13, 51ss; 16, Iss). Lu­ cas, seguramente, creyó que Iconio no pertenecía a Licaonia (cf. Plinio, NatHist V, 245). Pauly-Wissowa XIII, 2253-2265; BHH II, 1115s; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf- (HNT), 86s; LAW 1791; Pauly, Lexikon II, 1360; III, 807s. A v x a o v i a r í Lykaonisti (adv.) en Ia lengua de Licaonia, en licaonio* Según Hech 14, II (ss), el gentio de Listra aclamaba a Pablo y Bemabé, ensalzándolos en lengua licaonia como a Hermes y Zeus, co­ sa que los apóstoles al principio no podían en­ tender. Lucas alude seguramente al dialecto frigio; sobre los idiomas populares que se conservaban en Galacia junto a la lengua griega, cf. F. Müller: Hermes 74 (1939) 66-91; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. A v x í a , a ç Lykia Licia* Nombre de una península situada al suroeste de Asia Menor, entre Caria y Panfilia, con la ciudad portuaria de Mira, a la que llegó Pa­ blo desde Sidón, cuando era trasladado a Ro­ ma: Hech 27, 5; cf. también 21, 1 (Pátara en Licia). BHH II, 1118. o v , ó lykos lobo* En el NT se habla siempre dei lobo como predador salvaje, por contraste con Ias indefensas ovejas: según Mt 10, 16 par. Lc 10, 3, Jesus envia a los discípulos «como ovejas èv pÉocp XúwcDV», es decir, los envia a situaciones en que han de ser perseguidos; se habla también metafóricamente en Jn 10, 12 (bis), que se refiere a Ias amenazas a que está expuesta la vida dei rebano (la comunidad), el cual encuentra únicamente en Cristo protección y salvación, porque él es su verdadero Pastor. Es muy significativo que en el NT fal-

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ten imágenes dei reino mesiánico de paz, co­ mo Ias que aparecen en Is II, 6; 65, 25. En sentido figurado se llama lobos a los falsos maestros: eloEXeúaovtai... Xúxoi |3aQEtç, Hech 20, 29; a los falsos profetas que son co­ mo «lobos rapaces (êcrw&EV... Xúxoi ctpjtayeç), vestidos con piei de oveja», Mt 7, 15 (cf. también Ez 22, 27s; Sof 3, 3s; Did 11, 6.12; sobre el manto de piei dei profeta, cf. 2 Re 1, 8; Zac 13, 4); cf. O. Bocher: ThZ 24 (1968) 405-426. ThWNTIV, 309-313; Spicq, Notes I, 511s. X v ^ a í v o ^ a i lymainomai destruir, hacer estragos en* En voz media en Hech 8, 3: XaõXoç ôè èXupaLvETO (en imperfecto) Tf)v èxxXrjaíav, «Saulo trataba de hacer estragos en la Iglesia». XvjtÉbl lypeõ afligir, ofender, disgustar ->■ X u itT ).

XvjtTi, HÇ, ^ lypê dolor, sufrimiento, aflicción* Xnjiéco lypeõ causar dolor, ofender; en voz pasiva, sentir dolor, estar afligido* 1. Aparición en el NT y expresiones afines - 2. Sig­ nificados: uso de los términos en el AT y en la lengua griega - 3. Uso general en el NT - 4. Jn 16 - 5. 2 Corintios. B ib l : R. Bultmann, XÚJtq xtX., en ThWNT IV, 314325; Id., D e r zw e ite B r i e f a n d ie K o rin th e r (KEK), Gõttingen 1976,49-53, 58-60; Ch. Dietzfelbinger, Die e sc h a to lo g isc h e F reu d e d e r G em ein d e in d e r A n g st d e r Welt: EvTh 40 (1980) 420-436; G. GerstenbergerW. Schrage, L eid en (Bibl. Konfrontationen [1004]),

Stuttgart 1977; H. Haarbeck-H.-G. Link, en DTNT H, 415-416; J. H. H. Indemans, D a s L k-E v. X X II, 45: Symbolae Osloenses 32 (1956) 81-83; C. S. Lewis, E l p ro b lem a d e i sufrim iento, San José (Costa Rica) 1966; E. OBwald, Trauer, en BHH Dl, 2021-2023; J. Scharbert, D e r S c h m erz im A T (BBB 8), Bonn 1955; Id., U i d . en HThG H, 37-44; Spicq, N o tes I, 553-519; pa­ ia más bibliografia, cf. TTiWNT X, 1164.

1. En el NT el sustantivo aparece 16 veces, nueve de ellas en Pablo (5 veces en 2 Corin-

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X.1J5tT)

tios, 2 en Filipenses, 1 en Romanos), 4 veces en Juan, y el resto en Lc 22,45; Heb 12, 11; 1 Pe 2, 19. Falta en Marcos/Mateo y (lo mismo que el verbo) en el Apocalipsis. De Ias 26 ve­ ces que aparece el verbo (21 en voz pasiva; 5 en voz activa, todas ellas en 2 Corintios y en Ef 4, 30), 6 se encuentran en Mateo, 2 en Marcos, otras 2 en Juan; además 14 veces en Pablo (12 en 2 Corintios, y también en Rom 14, 15; 1 Tes 4, 13), el resto en Ef 4, 30; 1 Pe 1, 6. Estos datos deben compararse con el uso de ->■ xXaíco (40 veces, especialmente en Lu­ cas, Juan y el Apocalipsis), de -> Jtev&éoa (10 veces, tres de ellas en el Apocalipsis), de jtévOoç (5 veces, cuatro de ellas en el Apoca­ lipsis) y especialmente de xaípco (74 ve­ ces, especialmente en Lucas, Juan y en Pablo) y de ^ XCtQÓ (59 veces, especialmente en Mateo, Lucas, Juan y Pablo). Son también términos afines Tagaxr] y, como an­ tônimos, EÍiqpQaívco, àyaXXiáco.

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envia ningún sufrimiento (Prov 10, 22; Miq 6, 3; otra cosa sucede con los maios. Is 19, 10), a no ser como medio para educarle y disciplinarle (Is 32, 11; 57, 17; Tob 13, 16). Por eso, el piadoso puede esperar que Dios ponga fin al dolor y al su­ frimiento (Is 40, 29; Tob 3, 6; 7, 17; Sab 8, 9 habla de la sabiduría como consoladora en el sufri­ miento; como esperanza para el futuro y para el fin, se dice en Is 35, 10; 51, 11; 4 Esd 7, 13; TestJud 25, 4: ot èv XÚJtT] TEXeuTT|aavT£ç àvaorrr|aovrai èv xaçã, cf. también Sal 125, 5 LXX). Aunque la vida no existe sin Xúirq, sin embargo ésta se halla en contradicción con los fines que Dios tiene para su creación. De manera parecida, los poetas y pensadores griegos saben que el gozo y el sufrimiento de la vida se hallan a menudo íntimamente relaciona­ dos, y que un exceso de gozo conduce casi siempre al sufrimiento (Sófocles, OedCol 1211ss; Platón, Phaed 60b.c). Por eso, el estoicismo aconseja que se busque el verdadero bien y el verdadero gozo y que se evite la XuitT) como jtáO^oç nocivo (junto a qiópoç, èitf&npía y qôovfi; Epicteto, Diss I, 9, 7; m , 11, 2).

2. XÓJtT) y Xnitécú designan tanto en senti­ 3. En los evangelios se habla en sentido do físico como espiritual el dolor, la tristeza, amplio dei sufiimiento de los indivíduos. Así la pena, la fatiga. El verbo puede tener tam­ sucede ante una mala acción de Herodes, que bién los significados de irritar, encolerizar. él no es capaz de evitar (Mt 14, 9 [material pe­ culiar]: XtJJtiT&EÍç, lleno de tristeza), ante una En consonância con esto, el sustantivo y el ver­ mala acción que había sucedido (Mt 18, 31 bo tienen gran amplitud de significados en la [material peculiar]: èXujtfiíhiaav aq)óÔQa), LXX (en total, 20 equivalentes hebreos). En el horizonte se hallan el dolor y el pesar como expeante un llamamiento de Jesús al discipulado liencia fundamental de la vida humana. Y así apa(que el «joven rico» no se siente capaz de esrecen especialmente en la literatura sapiencial. El cuchar, Mc 10, 22 par. Mt 19, 22: ãjtfjXOEV dolor y el sufrimiento no pueden eliminarse de Xuitoúpevoç), después dei anuncio que Jesús esta vida, y se mezclan incluso con el gozo (Prov hace de la traición y de la Pasión (dícese de 14, 13 texto hebreo, a diferencia de la LXX; Tob los discípulos, Mc 14, 19: fíg^avro XuJteia2, 5s; Eclo 12, 9; 26, 28; cf. también Ecl 3, 4; 7, Oai, par. Mt 26, 22: XujtoúpEVoi oqpóôga [a 2s). Sin embargo, hay que luchar contra ellos (Prov 15, 13; 25, 20; Eclo 3, 12; 4, 2; 14, 1; 30, diferencia de Mc 9, 32 / Lc 9,45: f|Yvóouv xò 21.23); en la mayoría de los casos, son consegfjfia... x a l èqpopoüvxo... (èjt)EgcoTfíaai]; cuencia de malas acciones (Prov 10, 1.10; Eclo cf. además Jn 21, 17; èXttjtrjOt] ó IlEXgoç). 18, 15; Ez 16, 43) y especialmente son efecto de Según Lc 22, 45, Jesús, en el Monte de los la hostilidad contra los piadosos (Sal 54, 3 LXX; Olivos, encuentra a los discípulos dormidos Is 15, 2; ler 15, 18; Lam 1, 22). Aunque la refle(sobrecogidos por el dolor. eúgev xotpcopéxión teológica fundamental considera el sufri­ miento como infligido por Dios sobre los homvouç auTotJÇ àjtò xfjç XÚJtqç). Jesús mismo, bres de este mundo (Gén 3, 16s: èv XÚJtaiç díceen vista de su muerte inminente, se siente pose de los dolores de parto de la mujer y dei trabaseído por un intenso dolor (Mt 26, 37: fjg^ajo fatigoso dei hombre; cf. también 5, 29; alivio xo XujxEio^&ai x a i àôijpovEÍv, «comenzó a de Ias Xõjtai presentes desde Adán, por obra de sentir tristeza y angustia», cf. jtEgtXujtoç en Noé, cultivador dei vino; cf. iguahnente Prov 31, el v. 38 [cf. Sal 41, 6 LXX; Heb 5, 7]). 6), sin embargo el piadoso sabe que Dios no le

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XlJÍIT)

También Pablo habla en términos generales dei sufrimiento y de la tristeza. Según Rom 9, 2, su corazón se siente invadido de «gran pe­ sar e infinito dolor» (Xnjtr| |xeYáX.T]... x a l àôiáA,£iJtxoç ôôíivT) xfj xapôíçt (xon) por «Israel», pueblo al que él, después de todo, pertenece. En Rom 14, 15 se dice: el... ó àôeXcpòç... J^nitelxat, «si tu hermano (por tu comida) se siente ofendido / profundamente dolído (vv. 13.15b); Flp 2, 27: iva |xfi Àújxnv EJTLXÚJtriv axcõ, «para que yo no tuviera tris­ teza sobre tristeza»-, 2 Cor 9, 7: pf] èx ÀTJjrqç f] èÇ àváyxT^ç, «no de mala gana o por coacción (a saber, a la hora de reunir la colecta; lo contrario es la libre y alegre decisión dei co­ razón [íXapóç, cf. Prov 22, 8a LXX]); el do­ lor por la muerte, a la que consideran como un poder invencible, caracteriza a quienes no tienen esperanza en la resurrección de los muertos (1 Tes 4, 13: tva |j,f| XnJt'fjo'&e xaD-òç x al ol XoiJtoí). La Carta primera de Pedro considera los padecimientos de los creyentes, durante este tiempo (de persecuciones), como una tribulación que hay que soportar y que pronto pasará, y que se halla íntimamente relacionada con Ias tentaciones que el pueblo de Dios ha de sufrir al fin de los tiempos (1,6: òKíyow ápxi ei ôéov [eoxiv] Xwtii&évxEç) y es verdadera senal de la elección de los creyentes en un mun­ do de perdición, porque la gracia de Dios actúa para que uno pueda «soportar tribulaciones / golpes», a causa de Dios y sin culpa propia (2, 19: el... ÚJtoqpÉQei xtç XÚJtaç jtáaxmv âôíxcoç). Aunque la idea de la disciplina y de la educación por Dios deserapena ya aqm' algún papel (->• 2), sin embargo esta idea -for­ mulada en términos muy generales- aparece claramente en Heb 12, 11: así como la disci­ plina, en el momento de su aplicación, no re­ sulta nunca agradable, sino que implica sufri­ miento (Jiãoa ôè Jtaiôeía... ov ôoxei xagãç eívai àKkà XÚJtriç), así también el camino presente de Dios con su pueblo pasa a través dei sufrimiento (cf. v. 7; también Sant 1, 2). Ef 4, 30 (pf| Xujietxe xò nveêpa xò aY'‘OV xoü â^EOÜ, «\no ofendais al Espíritu Santo de Dios!») se refiere al Espíritu de Dios que ha­

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bita en los creyentes y en el conjunto de la comunidad, y a quien «se infieren «graves gol­ pes» (cf. Is 63, 10; Herm [m] 3, 4; 10, 2, 2.4s) por una inadecuada manera de hablar y de obrar. Se piensa concretamente en los estados de ânimo y en Ias actitudes que se enumeran en el V. 31 («amargura, ira, enojo, gritos, inju­ rias»), que están en contradicción con el Espí­ ritu recibido graciosamente en el bautismo, y que, por tanto, destruyen el sello de los cre­ yentes para futura redención. 4. Según Jn 16, 6.20-22, la marcha de Je­ sus al Padre produce «durante breve tiempo» tristeza y dolor entre los discípulos (v. 6: q XÚJtq jtEJtXfiQCoxEV 'òp.râv xqv xaQÔlav; v. 20: ■dQqvT|oex£ í)|X£iç... úpEiç Xojtqfl-riOEXE; V. 22: npEÍç onv vnv pèv Xúnqv êxExe [v.l. e^£X£]), mientras que el xóopoç «se alegra­ rá» (xaQTjOexai, v. 20a) (por su supuesta victoria). Puesto que los discípulos no tienen ya su patria en el mundo (cf. 15, 18s), el dolor por la separación les afectará con especial du­ reza, porque de momento tendrán que sopor­ tar ellos solos el conflicto con el mundo (cf. 13, 33; 17, 11). Este anuncio de Jesus no se refiere sólo a la situación de la despedida, si­ no que revela una estructura fundamental de la fe: así como una mujer que está dando a luz, no llega a la alegria sino a través dei te­ mor, y luego, inundada ya de felicidad por el nacimiento, olvida sus anteriores temores (16, 21; cf. Is 66, 7ss; 4 Esd 4, 42s; IQH 3, 7ss), así a los creyentes -e n el mundo- no se les ahorrará el tener que experimentar, en medio dei abandono y dei sufrimiento, la cercania dei Senor, a fin de encontrar luego en El la verdadera alegria (v. 22), que no tiene nada que ver con este mundo (cf. 16, 33). Se pien­ sa así en el tiempo dei Espíritu y de la certeza de fe, un tiempo que comienza con la Pascua (vv. 23s) y en el cual toda la atormentadora incertidumbre llega a su fin para los creyentes (cf. Dietzfelbinger, 423-426). 5. En Ias confrontaciones de la Carta se­ gunda a los Corintios, el dolor y la tribulación desempenan un gran papel. El contexto en 2,

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Xljjtt] - XtÍolç

1-7 (W nri, vv. 1.3.7; vv. 2[bis].4. 5 [bis]) está marcado por el contraste entre el «gozo» (xaQá, 1, 24; 2, 3; x«íeto, 2, 3; eõ(jPQaíva), 2, 2) y la «tristeza» (cf. además:

jtoÀ,?LT) hqócüv,

xal mjvoxi], ôià toàXõiv ò a -

2, 4; jiagaxaXéco, 2, 7). Así como el apóstol está vinculado a su comunidad en el gozo (1, 4; cf. 2, 3), así también lo está en el sufrimiento. Aunque él (en su visita anterior) tuvo que ser duro con la comunidad, de la que espera alegria, sin embargo les ha hecho ver ahora claramente, mediante una «carta inter­ media» —escrita «con muchas lágrimas» (2, 3s)- y no precisamente mediante una nueva visita, que él no desea más tristeza. Su apa­ rente severidad fue expresión de su amor (2, 4). Aquel que en la comunidad le causó pesar (2, 5; cf. 7, 12), se lo causó en realidad a toda la comunidad. Pero, como miembro que es de la comunidad, también él, después de «ser reprendido» por la mayoría (2, 6), merece ahora el perdón y el consuelo como senal dei amor que impregna a la comunidad (2, 7s). En esto se demuestra que la comunidad ha salido airosa de la prueba y es obediente (2, 9). Por tan­ to, la finalidad misma de la actitud crítica de unos ante otros no puede ser más que la ale­ gria. Aunque la severidad y la tristeza pasajera (a causa de la mencionada carta) fueron dolo­ rosas tanto para el apóstol como para la co­ munidad (7, 8s), no constituyeron un fin en sí mismas, sino un primer paso necesario para la alegria (7, 9), porque la tristeza condujo al «arrepentimiento» y se produjo «conforme a la voluntad de Dios» (èXujrr|flqTE eIç pEtáv o ia v èX.t)jifidsxe yàQ x a x à h-eov, v. 9). Por tanto, «el dolor que se ajusta a la voluntad de Dios» (q x ax à 'heòv Jiújtq, v. 10a) produce «arrepentimiento para salvación» (cf. TestGad 5, 7; “> 2), mientras que «la tristeza dei mundo» (f| toõ xóopou X,ÚJtq) produce la muerte (v. 10b), porque se origina a causa dei cosmos y liga con el cosmos a los afectados. Por eso, habrá que decir dei creyente (y sólo de él): ó ç X,ujtoúp8Voi àei ôè xatQovtEç (6, 10), humanamente (sí) entristecido, pero - a pesar de todo- lleno de alegria, porque ese

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dolor hace que el creyente se separe dei cos­ mos (cf. 4, 8s; 6, 7ss; 11, 23ss) y con ello le acerca a la cruz de Cristo y a la comunión con su resurrección (cf. Flp 2, 27; Gál 6, 14; ->• 4). H. Balz A u a a v í a ç , o u Lysanias Lisanias* Según Lc 3, 1, en el ano décimoquinto dei reinado dei emperador Tiberio (28 p.C.), Li­ sanias era tetrarca de Abilene. Según Josefo, Ant XVin, 237 (cf. 275), su tetrarquía (junta­ mente con Galilea) fue entregada en el ano 37 p.C. a Herodes Agripa I por el emperador Calígula (cf. también CIG 4521 y 4523). Bauer, Wôrterbuch, j.v.; BHH II, 1116; Haag, Diccionario, 1109; Pauly, Lexikon III, 831.

A u a í a ç , o u Lysias Lisias* En Hèch 23, 26; 24, 22; 24, 7 Textus Receptus encontramos el nombre de KLaúÔLOÇ A uaíaç, quiliarca de la guamición ro­ mana de Jerusalén, quien, como tribuno mili­ tar, según 21, 31ss; 22, 24ss; 23, 10, detuvo a Pablo (para protegerle) y ordenó (según 23, 12ss, especialmente los vv. 23ss) que se le trasladara -con un oficio de acompafíamiento- a Cesarea para que compareciese ante el gobernador Félix. Según 22, 28, él había comprado por dinero la ciudadanía romana. A uaíaç es su sobrenombre (griego). BHH II, 116s; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), a propósito de 21, 31.

X ú o iç, E(0Ç, 1^ lysis disolución, separación, divorcio* 1 Cor 7,27; pq CtítEi ^úoiv (a saber, «si es­ tás unido a una mujer»). Según el contexto, hay que pensar en una de dos: o (fúndamentalmente) en la prohibición dei divorcio, lo cual seria una repetición innecesaria de lo que se dice en 7, lOs, o bien (concretamente) en la recomendación dirigida a los varones para que no rompan un compromiso existente de matri­ mônio. ThWNT V, 835; H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther (KEK), sub loco.

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A.UOIT8XÍO) — XlJTQOV

XvaiTE^éco lysiteleõ ser útil* Lc 17, 2 en sentido impersonal: XnoiTEX.Et antcp, «le es más útil / es mejor para él, si..., que»; sobre la traducción en forma comparati­ va cf. BlaB-Debrunner § 245, 2.b con la nota 4.

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1973) 38-64; W. Schmithals, D a s E va n g eliu m nach M a rku s (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1979, 469-471; Spicq, N otes Suppl., 429-435; P. Stuhlmacher, E xistenzstellvertretung f ü r die Vielen: M k 10, 4 5 (M t 20, 28), en Id., V ersôhnung, G e se tz u n d G erech tig keit. A u fsâ tze z u r bibl. Theologie, Gõttingen 1981, 27-42; H. Thyen, Stu d ien z u r S ü n d en vergebung im N T und sein en atl. u n d jü d . V oraussetzungen (FRLANT 96), Gõttingen 1970; más bibliografia en ->■ âjtoXÚTQCoaiç; cf. además ThWNT X, 1165s.

AvOTQtt, tov Lystra Listra* Nombre de una ciudad de la región de Licaonia, situada al suroeste de Iconio; sobre la declinación -a, -cuv, -oiç, -av cf. BlaB-De­ brunner § 57, 2. Pablo visita Listra (acompanado por Bemabé) durante su «primer» viaje misionero (Hech 14, 6.8.21; lapidación de Pa­ blo, 14, 19; cf. 2 Tim 3, 11) y (sin Bemabé) durante su «segundo» viaje misionero (Hech 16, 1.2). Allí se unió a él Timoteo, residente en Listra. Pauly-Wissowa XTV/l, 71s; W. M. Ramsay, Cities o f St. Paul, London 1908, 407-419; LThK VI, 1254; Bauer, Wôrterbuch, s.v. (bibl.); BHHII, 1117s; Pauly, Lexikon III, 846. ^/■ÚTQOV, o v , TÓ lyíron rescate, precio dei rescate* 1. Aparición en el NT - 2. Significado fundamental - 3. La sentencia de ly tw n en Mc 10, 45 par. - 4. àvt í A.u t q o v - 5. Lurpoonai, Xúxçtooiç - 6. X.UTQ(OTfiç. B ib l.: C. K. Barrett, M k 10, 4 5 : A R a n so m f o r M any, en Id., N T E ss a y s , London 1972,20-26; M. Carrez, R a ch a t n. NT, en DBS K , 1055-1064; P. Fiedler, Jesu s u n d d ie S ü n d er (BET 3), Frankfurt a. M. 1976; J. Gnilka, E l E va n g elio según S a n M arcos n, Salamanca ^1997, 114-124; W. Grimm, W eil ich D ich Hebe. D ie Verkündigung Jesu m u i D euterojesaja, Bem-Frankfurt a, M. 1976; B. Janowski, A u slõ su n g d es verw irkten L ebens. Z u r G eschichte u n d S tru k tu r d e r bibl. L osegeldvorstellung: ZThK 79 (1982) 25-59: J. Jeremias, R esca te p o r m u ch o s (M c 10, 4 5 ), en Id., A bba. E l m ensaje cen tra l d e i N u evo Testam ento, Salamanca ^1993, 138-151; K. Kertelge, D e r d ien e n d e M e n sch e n so h n (M k 10, 4 5), en F S Võgtle, 225-239; E. Lohse, M ãrtyrer u n d G o tteskn ech t (FRLANT 64), Gõttingen ^1963; W. J. Moulder, The O T B a ckground a n d the Interpretation o f M a r k X . 45: NTS 24 (1977-1978) 120-127; H. Patsch, A b en d m a h l u n d h isto risc h er J esu s, Stutt-

gart 1972; O. Procksch-F. Büchsel, X.ú
1. En el NT, À,xn:QOV aparece únicamente en Mc 10, 45 par. Mt 20, 28. Claro que este pasaje, que es importante para Marcos (y Mateo) y para la tradición cristiana acerca de la muerte de Jesus, sigue creando todavia algunos problemas a los investigadores. La sen­ tencia de lytron de Mc 10, 45 tiene una «va­ riante helenizada» en 1 Tim 2, 6 con el térmi­ no clave sinônimo àvTÍXuTQOV (-> 4). Por otro lado, en correspondência con este pasaje se halla Tit 2,14 (iva X,uxQ(OTf|OETai f|p.ãç...). Aparte de los derivados X.uTQÓop.ai en Lc 24, 41 y 1 Pe 1, 18, hay que tener en cuenta también XÚTQCOOiç (Lc 1, 68; Heb 9, 12) y XuTQ(0TT|ç en Hech 7, 35, así como -v àjidkvTQCooiç. Es semejante por la realidad signifi­ cada el término âvTáXXaYlia en Mc 8, 37 par. Mt 16, 26. 2. XÚTQOV es un sustantivo derivado de Xúo) y designa (por su terimnación en -tqov ) el «medio» para rescatar: el rescate o precio dei res­ cate. Del «rescate» (frecuentemente en plural) se habla en textos griegos de la antigüedad, incluida la LXX, en Füón y en Josefo, refiriéndose princi­ palmente al precio que hay que pagar por la libertad de prisioneros de guerra, de esclavos y de personas endeudadas. La cuantía dei precio que hay que pagar y la forma de hacerlo están sujetas a ciertos convencionalismos, pero se ajustan en buena parte al «derecho dei amo». Textos dei AT y textos rabínicos (Ex 21, 30; 30, 12; Núm 35, 31; bBQ 40a; 41b; bMakk 2b) nos bacen ver la conexión que existe entre «precio dei rescate» y «expiación». Un rescate se impone como expiación por una vida que ha caído en deudas. Esta relación con la idea veterotestamentaria y judia de la expiación es fundamental también para el uso que se hace en el NT de Xúxçov o àvríXuTçov. 3. La sentencia de lytron de Mc 10, 45, recogida casi sin cambio alguno por Mt 20, 28,

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XÚTQOV

encuentra su explicación, por un lado, en la tradición cristiana primitiva acerca de la muerte expiatória y viçaria de Jesús (Lohse, 111-192) y, por otro lado, en la redacción marquina o ya pre-marquina dei texto. Con una resonancia clara de Is 53, 10-12, la entrega que Jesús hace de su vida se interpreta como entrega viçaria «en favor de muchos». Claro que XvxQOV no aparece en Is 53 LXX. Lo que parece más obvio es entender X.útqov como «traducción libre» dei término hebreo 'ãsãm» (Is 53, 10; así piensa Jeremias, 149). Sin em­ bargo, bastaria ver en la sentencia de lytron una alusión al texto dei AT, una alusión que tiende a expresar sobre todo el efecto salvífico universal de la muerte de Jesús. Para la derivación de la sentencia de lytron a partir de una forma semítica original, no nos ofrece base suficiente ni el colorido linguísti­ co ni la idea característica de la expiación en el judaísmo primitivo. El uso dei concepto de expiación en formulaciones semej antes (claro que sin la referencia universal) en la literatura judia helenística (2 Mac 7, 37s; 4 Mac 6, 2729; 17, 21s: âvxítjjuxov) sugiere más bien que Mc 10, 45 se originó en círculos judeocristianos de lengua griega. La estrecha relación entre la sentencia de lytron (en Mc 10, 45) y Mc 14, 24 sugiere que la tradición acer­ ca de la Cena dei Seííor tiene el mismo trasfondo. En virtud de esta conexión, habrá que preguntarse también de qué manera Jesús comprendió su propia muerte como expiación viçaria (Patsch, Roloff). Desde el punto de vista de la historia de Ias tradiciones, la sentencia de lytron debe considerarse probablemente como una ampliación de lo que se dice que el Hijo dei hombre ha venido a servir (v. 45a), con ayuda de un «fragmento de tradición autônomo» (Gnilka, 115). La convergência de los dos motivos de la existência de Jesús como de quien ha veni­ do a «servir» y de quien entrega su vida como expiación, podría haber conducido a la forma actual dei v. 45 como final de la instrucción de Jesús a sus discípulos acerca dei servicio. Aunque la interpretación de la sentencia de lytron, desde el punto de vista metodológico.

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no pueda partir inmediatamente de Is 53 (Büchsel, 344), sin embargo Ias innegables resonancias dei texto dei AT proporcionan re­ ferencias para su interpretación. La muerte de Jesús tiene significado para otros, más exactamente: àv ri JtoX,A.ôjv, «para muchos», en lo cual se expresa al mismo tiempo no sólo la intención universal sino también la intervención de Jesús en lugar de (-► à v rí 2.d) los que son propiamente los culpables. Esto último se acentúa espeçialmente por medio de A,ijtqov. Existe, por tanto, la concepción de que los «muchos», es decir, los hombres que se encuentran cautivos dei pecado, necesitan una iniciativa llegada dei exterior para poder ser liberados dei estado en que se encuentran. Con ello aparece Jesús en una inconfundible función de quien está en relación con todos los demás. Su «solidaridad» con los pecado­ res (cf. Mc 2, 14-17) actúa, por tanto, como verdadera redención de los «muchos» dei cautiverio en que se encuentran. Jesús se hace «solidário» al intervenir en lugar de los «mu­ chos». A diferencia de Is 53, vemos que Mc 10, 45 acentúa la iniciativa de Jesús, la entre­ ga que él hace de sí mismo. Sin enbargo, en su acentuación de la voluntad salvífica de Dios, el pasaje corresponde en su temática a Is 53. La entrega que Jesús hace de sí mismo tiene lo­ gicamente como destinatário a Dios, y como be­ neficiários a los muchos. Claro que aqui también se observa el limite de la imagen dei rescate. En efecto, según la concepción bíblica general, Dios mismo es quien hace posible y obra la expiación por los pecados de los hombres. Por eso, la idea de la expiación viçaria en la muerte de Jesús se halla asociada en su tema con la idea de la misión dei Hijo por Dios: Rom 8, 2-4. La muerte de Je­ sús actúa liberadoramente, porque es la expresión más profunda de su obediência como Hijo de Dios, de su identificación con Dios y con su vo­ luntad salvífica. Aqui vemos también la tensión entre el Padre amante y el Dios que es Juez, entre el perdón de los pecados por Jesús y la «condición» de su muer­ te expresada en Mc 10, 45. El Redentor es tam­ bién el Juez, y Jesús demuestra en su historia la insuprimible dialéctica entre la acción de Dios co­ mo Juez y su incondicional voluntad de perdonar.

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\vXQOV

Grimm (231-237) desearía que se tu viera en cuenta más intensamente la conexión de Mc 10, 45 con el «rescate en el juicio final». Al responder a la cuestión acerca de la posibUidad de la salvación de Israel en el juicio final, la literatura rabínica remite a la idea dei rescate en Is 4 3 ,4s (!). Se ofrece un rescate por la salvación de Israel: «Los pueblos gentiles, en el juicio final, son arrojados al infiemo en lugar de Israel...» (246). Se recurre, además, al Sal 49, 8, con el cual se prueba que pa­ ra los pecadores y los gentiles no existe un resca­ te con el que ellos puedan redimir su vida echada a perder: TgS2d 49, 8; SifreDt 329 (sobre 32, 39); MekEx 21, 30; cf. Hen (et) 98, 10. Con esta concepción tuvo que enfrentarse el lo g io n de Jesús en Mc 10, 45. La trasformación de la idea dei resca­ te debió de efectuarse directamente bajo la in­ fluencia de Is 43, 22-25 (Dios llega a hacerse el ‘e b e d [el servidor] de los hombres), y sólo indirectamente bajo la influencia de Is 53. Claro que Mc 10, 45 no ofrece suficiente apoyo para esta interpretación. El lo g io n de Jesús dificilmente se derivo de la conffontación inmediata con los rabi­ nos, sino que más bien nació de la reflexión de Je­ sús y de la comunidad post-pascual acerca de la misión de Jesús en la historia de la salvación. Así que no sólo los contenidos teológicos de Is 53, si­ no también la figura dei Siervo sufriente de Dios debieron de influir sobre este texto.

4. àvTÍXuTgov rescate*, como compuesto de XÚTQOV, acentua con el prefijo òtvxi- el as­ pecto de la representación viçaria. 1 Tim 2, 6, con este sustantivo y con otras resonancias claras de Mc 10, 45b, repite en forma intensa­ mente helenizada el logion de Jesús que apa­ rece en este pasaje. «El hombre Cristo Jesús» demostro ser el «Mediador entre Dios y los hombres», al «entregarse a sí mismo como rescate por todos». Esta entrega que Jesús hace de sí mismo, se entiende como el rescate por el cual él quiso «redimimos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya» (Tit 2, 14). La idea dei rescate no se desarrolla aqui ulteriormente, sino que se defí^ne mediante el concepto genérico, establecido ya anteriormente, acerca dei efecto universal de la muerte redentora de Jesús. 5. En el NT el verbo XvTgóojuai* (de XuTQÓco, «dejar en libertad por el pago de un rescate») aparece únicamente en voz media

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{conseguir la libertad mediante el pago de un rescate) y en voz pasiva (ser redimido me­ diante el pago de un rescate). Se encuentra sólo en unos cuantos lugares de los escritos tardios dei NT. Evidentemente, no sólo en Tit 2, 14 (->■ 4) sino también en 1 Pe 1, 18s la imagen dei pago de un rescate presupone la interpretación dei cristianismo primitivo acer­ ca de la muerte de Jesús. El último pasaje ci­ tado menciona también el precio por el cual «fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres»: «por la preciosa sangre de Cristo como de un cordero sin defecto y sin mancha». En el trasfondo se reconoce a Is 52, 3. La muerte sacrificial de Jesús se entiende, pues, no sólo como una forma «muy valiosa» de rescate, sino también como expresión de aquel servicio vicario de Jesucristo, que sustenta históricamente la «gratuidad» de la redención obrada por Dios (Is 52, 3). Lc 24, 21 emplea el infinitivo XuTQOÜoflai en asociación con la esperanza sumamente general de la «redención» de Israel, que debía ser llevada a cabo por el Mesías. La idea dei pago de un rescate no desempena aqui ningún papel. Así como Lc 24, 21 expresa en forma ver­ bal la esperada redención que tendría lugar en la era mesiánica, así también Lc 1, 68 y 2, 38 la expresan por medio dei sustantivo Xútgroaiç redención*. Vemos que es Dios quien -con clara resonancia dei Sal 110, 9 LXX- ha preparado ahora para su pueblo la redención escatológica esperada. El contexto inmediato de 1, 68 (especialmente el v. 71) hace que la redención se entienda en un sentido muy ori­ ginário, a la luz de Ias expectaciones judias, como un acontecimiento político en la histo­ ria de la salvación. El hecho de que tal expectación debía corregirse en cuanto a su cumplimiento en la historia dei Mesías Jesús, lo hacen ver claramente 2, 38 y 24,21, así como la totalidad de la doble obra lucana. Heb 9, 12 habla de una «redención eterna», a fin de calificar la obra de Jesucristo, en lo que respecta a sus efectos, como im aconteci­ miento de salvación singular y único y que

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Xtjtqov - X,X)XVOç

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2. En la imagen sinóptica de la lámpara se trata de la alternativa de poner la lámpara so­ bre el candelabro (tídrjpL èm XT)V X.uxvíav, Mc 4,21 par. Mt 5,15 / Lc 11,33 ó tí§Tipi èrà 6. Xi)tQCOtif|Ç Redentor* es el sustantivo X,uxyíaç, Lc 8, 16) o bien bajo el celemín (-► (ióôioç, asíMarcos/Mateo). Tan sólo en el prique hace de sujeto agente de Xtjtqóco. El tér­ mero de estos dos casos, la lámpara cumplirá mino aparece raras veces; en los Sal 18, 15 y con su finabdad, que es la de difundir luz. 77, 35 LXX designa la realidad de que Dios Heb 9, 2 menciona el candelabro de siete es el Redentor de su pueblo. Hech 7, 35, en vista de la misión que le corresponde a Moi­ brazos (Ex 25, 31-38; Josefo, Ant XIV, 72) en el santuaiio dei tabemáculo terreno. Se habla sés con respecto a Israel, le Uama ãpxtu''' sorprendentemente de la mesa de los panes de XuTQ(OTT|ç. Evidentemente, esta designación senala tipológicamente bacia el Moisés dei fin la presencia (a diferencia de Ex 25, 23-38; 37, de los tiempos y bacia su obra. 10-24), tal vez siguiendo una tradición helenística (cf. O. Michel, Der Brief an die HeK. Kertelge b ra e / [KEK], 299).

supera todo lo provisional. Implica la «redención (ctJtoXúxQüDonç) de Ias trasgresiones co­ metidas bajo el primer pacto (v. 15).

XvTQÓO^ai lytroomai liberar, redimir, rescatar -> X.ÚTQOV 5. À,VTQ(aaiç, £0)Ç, 'n lytrõsis redención ->^ X.ÚTQOV 5. XvTQCDTirjç, OÜ, Ó lytrõtês redentor XÚTQOV 6. X u /v ía , a ç , 11 lychnia candelabro, candelero* 1. Aparición y significado - 2. Sinópücos y Heb 9, 2 - 3 . Apocalipsis. Bibl.: H. Ch. Hahn, enDTNTü, 465; W. Michaelis, Xúxvoç, Xnxvía, en ThWNT IV, 325-329; para más bi­ bliografia en ->■Jiúxvoç.

1. El sustantivo Xuxvía aparece en 12 pasajes, principalmente en el Apocalipsis (7 ve­ ces; -y 3). Las restantes veces se limitan a la imagen sinóptica de la lámpara (-> Xúxvoç 3.a), que ha de ponerse sobre el candelabro (Mc 4, 21 par. Lc 8, 16; Mt 5, 15 par. Lc 11, 33), y al pasaje de Heb 9, 2. La Xuxvía es un candelabro o soporte dei que cuelgan o sobre el que se colocan lámparas (->■ Xúxvoç 2) (Bauer, Wõrterbuch, j.v.).

3. En el Apocalipsis, Xuxvía se pone en relación con Ias siete comunidades de Asia Me­ nor (1,12.13.20a.b; 2,1.5). En el trasfondo de los «siete candelabros de oro» (1,12.20; 2, 1) no se baila la idea dei candelabro con siete lámparas (cf. Zac 4, 2); porque en medio de los candelabros se baila el que es «semejante abijodebom bre» (1 ,1 3 ;2 ,1). SegúnMichae­ lis (328), aqui influye seguramente la imagen de Mt 5, 14 ó de Flp 2, 15. En todo caso, hay aqui una analogia conceptual. El hecho de que los dos testigos se designen en 11,4 como «los dos oHvos y los dos candelabros» tiene su explicación en Zac 4, 2 s.ll (cf. D. Haugg, Die zwei Zeugen [NTA 17/1], Münster i. W. 1936). Pertenece también al contexto de estas concepciones el hecho de que en Ap 21, 23 se designe al «Cordero» como Xv%voç de la Jemsalén celestial. G. Schneider XÍJXVOÇ, ot), ó lychnos lámpara, candelero* 1. Aparición - 2. Significados - 3. X vfyo ç, en las palabras de Jesús - a) Como la imagen de la lámpara - b) El ojo como Xúxvoç - c) Otras referencias - 4. Xúxvoç fuera de los Evangelios (en el Apocalipsis) B ibl: D. C. Allison, Jr., The Eye is the Lamp ofthe Body (Matthew 6, 22-23 = Luke 11, 34-36)\ NTS 33 (1987) 61-83; P. E. Bonnard, Poterie palestinienne, en

DBS vm , 136-240, sobre todo 231-237; Dalman, A r-

103

Xvxvoç

b e it VII, en el índice alfabético í . v. L a m p e (Lam p e n stã n d e r )’ I. Dupont, L a lam pe su r le lam padaire d a n s V évangile d e sa in t L u c (VIII, 16; XI, 33), en A u Service de la p a ro le d e D ieu. F S f ü r A .-M . C harue, Gembloux 1969, 43-59; C. Ediund, D a s A u g e d e r E in fa lt. E in e U ntersuchung zu M t 6, 22-23 und I k 11, 3435, Copenhague-Lund 1952; K. Galling, D ie Beleuchtungsgerãte im israelitisch-jüd. K ulturgebiet: ZDPV 46 (1923) 1-50; W. H. GroB, Lam pen, en Pauly, L exikon III, 469-471; F. Hahn, D ie Worte vom L ic h t L k 11, 3336, en F S S ch m id 1973, 107-138; Haag, D iccionario, 1077s; H. Ch. Hahn, enDTNT H, 465; J. Jeremias, D ie L am p e unter dem Scheffel: ZNW 39 (1940) 237-240; Jeremias, P a rá b o la s, 149s; W. Michaelis, L v y y o ç , ThWNT rv, 325-329; Ch. Mugler, D ictionnaire historique de la term inologie optique des Grecs, Paris 1964, j.v.; M. Philonenko, L a p a ra b o le s u r la lam pe (Luc 11, 33-36) e t les horoscopes qoum râniens: ZNW 79 (1988) 145-151; G. Schneider, D as B ildw ort vo n d e r Lampe'. ZNW 61 (1970) 183-209; R. H. Smith, The H o u seh o ld L a m p s o f P alestine in N T Times: BA 29 (1966) 2-27; H. Weippert, Lam pe, en BRL 198-201.

1. En el NT, el sustantivo Xúxvoç aparece en 14 pasajes, especialmente en el Evangelio de Lucas (6 veces) y en los demás evangelios (Mateo 2 veces. Marcos 1 vez, Juan 1 vez). Los EvangeHos Sinópticos ofrecen Ias diver­ sas formas de la imagen de la lámpara (Mc 4, 21 par. Lc 8, 16; Mt 5, 15 par. Lc 11, 33; en los cuatro pasajes se habla igualmente dei candelabro [->^ ?;,uxvía]); y en los Sinópticos bailamos también la sentencia que babla dei ojo como dei ?iúxvoç toC ocópaxoç (Mt 6, 22 par. Lc 11, 34). Fuera de los evangelios, Xtjxvoç aparece únicamente en el ApocaUpsis (18, 23; 21, 23; 22, 5) y en 2 Pe 1, 19. 2. Con el vocablo X'úx'VOÇ se designaba (desde Homero, también en la LXX y en tex­ tos no literários) la lámpara becba de barro o de metal, con una mecba y con aceite como combustible. Puede estar colgada de un soporte o colocada sobre un candelabro (-> Xnxvía) (Filón, SpecLeg I, 296: x aíeaftai Xiixvouç èitl Tfjç... Xuxvíaç; cf. Josefo, Bell VII, 429; Ant III, 182 y 199). En el NT, Xúxvoç se usa algunas veces en sentido literal (en la imagen de la lámpara en los Sinópticos, tam­ bién en Lc 11, 36; 15, 8; Ap 18,23; 22, 5); en otros casos el término se emplea en sentido fi­ gurado (en Mt 6, 22 par. Lc 11, 34 dícese dei

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ojo como lámpara/candelero dei cuerpo; en Ap 21, 33 se babla dei «Cordero» como el Xúxvoç de la nueva Jerusalén). En sentido li­ teral el vocablo se encuentra también en imágenes, como en Lc 12, 35 («vuestras lámparas deben estar encendidas»), en Jn 5, 35 (Juan el B autista como ó Xúxvoç ó xaió(xevoç x a l q)aívcov) y en 2 Pe 1, 19 (la palabra profética [cf. Sal 118, 105 LXX] es como una lámpara que brilla [q)aív(i)v] en el lugar oscuro). Las expresiones que aparecen más frecuentemente son las de encender la lámpara (Lc 8, 16; 11, 33; 15, 8) o la de la lámpara que arde (Mt 5,15; Lc 12, 35; Jn 5, 35) o la de la luz de la lámpara (qprôç Xúxvon, Ap 18, 23; 22, 5; cf. Lc 11, 36, qxflTL^co) o de su resplandor (q>aívco, Jn 5, 35; 2 Pe 1,19). La expresión que ba­ bla de la «venida» de la lámpara (Mc 4, 21) no es seguramente un semitismo (Scbneider 188 y 197s; en contra. Jeremias, Lampe, 238). 3. a) La imagen en que Jesus babla de la lámpara se nos ba trasmitido en dos formas básicas: Mt 5, 15 par. Lc 11, 33 (Q) y Mc 4, 21 par. Lc 8, 16. Las dos variantes de la tradición dificilmente pueden reducirse a una sola forma original. Los autores de los evangelios ban plasmado de nuevo, en cada caso, la ima­ gen expuesta por Jesús. La comparación con la lámpara, en Marcos, se refiere principal­ mente al mensaje de Jesús; en Lucas, se refie­ re al Evangelio (8, 16) y a Jesús mismo (11, 33 siguiendo a Q); en Mateo -aunque aqui tenemos quizás la versión (relativamente) más antigua- la imagen está referida (especial­ mente por su posición en el contexto, cf. 5, 14) a la comunidad de los discípulos de Jesús. Mt 5, 15 se mueve en el marco de las condi­ ciones de una vivienda sencilla de Palestina: la casa tiene una sola babitación (v. 15b). Lc 11, 33, con la oración de iva, tiene a la vista una casa (urbana) con vestíbulo y relaciona la imagen con el carácter propagandístico de la causa de Jesús (8, 16, esta oración final falta en p^^ B); cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÕTK) 186s, 271-273. - La va­ riante de la imagen en EvTom 33 depende dei Evangelio de Lucas.

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Xvxvoç —Xíioj

b) La frase que habla dei ojo como «la lámpara dei cuerpo» (Lc 11, 34-36 par. Mt 6, 22s) es la segunda sentencia de Jesfe acerca dei Xú^voç, que procede de la fuente Q. La sentencia, en esa fuente, abarcaba en lo esencial Lc 11, 34.35.36a (F. Hahn, 116). El logion sapiencial (v. 34) experimenta en el v. 35 una trasformación parenética, mientra que el V. 36 intensifica la idea fundamental. Al hablarse dei ojo como «la lámpara dei cuerpo» (v. 34), se trata de «la recepción de luz y de la difusión de luz para todo el cuerpo humano», mientras que, al hablarse de la luz de la lám­ para (v. 33, -> 3), se trátaba de «la realidad de la salvación que afecta al hombre» (F. Hahn, 130). La relación dei v. 33 con el versículo fi­ nal 36b (que enlaza con el v. 33: «como cuando la lámpara te ilumina con su resplandor») puede entenderse de tal manera -si tenemos en cuenta el motivo dei fulgor dei relâmpago en Lc 17, 24 (par. M t)- que «el hombre enfo­ cado por la luz y captado por ella en toda su existência, queda desvelado, confirmado y reconocido por el rayo de luz que ha de fulgurar en el juicio final» (F. Hahn, 131). c) Lc 12, 35 recuerda, sí, temáticamente la parábola de Ias diez vírgenes (Mt 25, 1-12), porque Jesus exhorta a mantener Ias lámparas encendidas. Pero será difícil que exista dependencia entre ambos textos. En todo caso, el V. 35 es secundário en relación con la siguiente parábola de los siervos vigilantes (12, 36-38), y tal vez se debe incluso a la redacción lucana. En la parábola de la dracma per­ dida (15, 8-10), la mujer enciende una lámpa­ ra para buscar la dracma (v. 8). Según Jn 5, 35 Jesús dice acerca dei Bautista: «El era la lámpara que ardia y alumbraba», de cuyo resplandor la gente se gozaba. El enunciado se refiere al «testimonio» dado por Juan (v. 33). El evangelista evita designar a Juan como cpcoç, «luz», porque reserva para Jesús esta palabra simbólica (1, 7s), cf. Michaelis, 328; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 1980, sub loco.

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Apocalipsis. En la destrucción de «Babilônia» (Ap 18, 1-24), al final no brillará ya en la ciudad «la luz de la lámpara» (v. 23), porque en la nueva Jerusalén no habrá necesidad de «luz de lámpara» ni de resplandor dei sol, porque no existirá ya la noche (22, 5). El resplandor de la luz de Dios ilumina a la nueva Jerusalén, y su lámpara es «el Cordero» (21, 23). G. Schneider Xvw lyo desatar, soltar, disolver, destruir, suprimir* B ibl.: Bauer, W õríerbuch, s.v.; G. Bomkanim, E l p o ­ d e r de a ta r y desa ta r en la Iglesia de M ateo, en Id., E s ­ tú d io s sobre e l N u e vo Testam ento, Salamanca 1983,

279-293; F. BUchsel, Xúco, en ThWNT IV, 337s; J. D. M. Derret, B inding a n d L o osing (M att 16, 19; 18, 18; Jo h n 20, 23): JBL 102 (1983) 112-117; R. H. Hiers, «B inding» a n d «Loosing»; T he M atth ea n A u th o riza tions: IBL 104 (1985) 233-250; K. Kertelge, Siindenvergebung a n Stelle Gottes, en D ien st d e r Versõhnung (TThSt 31), Trier 1974, 27-44; O. Michel, B inden und Losen, en RACII, 374-380; H. Thyen, Studien zu r Siindenvergebung im N T un d seinen atl. u n d jü d . Voraussetzungen (FRLANT 96), Gõttingen 1970, 218-259; A. Vôgtle, «B inden u n d Losen», en LThK II, 480-482.

1. En el NT, kúco aparece 42 veces, predo­ minando en los Evangelios, Hechos y Apoca­ lipsis. Entre los compuestos àva-, àno-, èx-, èju-, xaxa-y JtaQaXúo), vemos que en el NT se usan con relativa frecuencia àjtoXúco y JtaxaXúco (67 y 17 veces respectivamente). a) En el significado fundamental de desa­ tar (opuesto a ôéco, «atar») Xúco lleva un objeto de cosa. Hablan de desatar alguna atadura Mc 1, 7; Lc 3, 16; Jn 1, 27 (Ias correas dei calzado); Ap 5, 2 (romper los sellos de un hbro); Mc 7, 35 (la atadura de la lengua),

b) Hablan de soltar a un prisionero o algo por el estilo Hech 22, 30; Ap 9, 14.15; 20, 3; Jn 11, 44. De desatar a un animal Mc 11, 2.4. par. Mt 21, 2; Lc 19, 30.31.33a.b; Lc 13, 15, donde a continuación inmediata se habla, en sentido figurado, de liberar a una mujer enfer­ 4. Aparte de 2 Pe 1, 19 (-> 2), kúxvoç fue- ma «de esta ligadura» con que Satanás la manra de los evangelios no aparece sino en el tenía atada. Según Ap 20, 7, Satanás -después

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Xvto

dei milênio- será soltado de su prisión. Hech 7, 33 y 13, 25 hablan de quitarse las sandalias de los pies (genitivo). En 1 Cor 7, 27 el perfecto ‘k ékvoai tiene el significado de estar li­ bre (de vínculo conyugal con una mujer), sin que con ello se afirme que anteriormente se hubiera estado ligado por tal vínculo. Es singularísimo en el NT el uso que se hace de este verbo en Ap 1, 5; «A El, que nos ama y nos ha redimido de nuestros pecados por medio de su sangre...» (si es que, en vez de Xúaavxi, no hay que leer aqui Àoúoavu con algunos testimonios de la tradición tex­ tual). Tan sólo aqui se observa en >>,13(0 una afinidad de significado con -> Wxgov/X.uXQÓop.at. c) Con el significado de disolver (algo) (en sus partes integrantes) se halla X,úco en el logion dei templo en Jn 2, 19 (en Mc 14, 58, x,axaXúoj en futuro), y también en Ef 2, 14 («él derribó el tabique intermédio de separación»); Hech 27, 41 (la popa de la nave); 13, 43 (una reunión); 2 Pe 3, 10.11.12 (los ele­ mentos cósmicos en el fuego dei juicio apoca­ líptico). 1 Jn 3, 8 habla de la destrucción de las obras dei diablo. En Hech 2, 24 ^úco tiene el significado de poner fin a los dolores de parto de la muerte, o de soltar los «lazos de la muerte» (2 Sam 22, 6; Sal 17, 5; 114, 3 TM), los cuales lazos, por las traducciones de la LXX, se identificaron con los «dolores de parto de la muerte» (cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 182s). 1 Jn 4, 3 v.l. habla de «deshacer» a Jesus, en vez de hablar de negarse a reconocer y confesar a Jesús. Así, pues: «Todo el que deje de conside­ rar a Jesus (todo el que descarte al hombre Jesus como objeto de la confesión cristiana de fe), no es de Dios». El verbo A,úoo aparece en sentido Jurídicoteológico en Mt 5, 19; Jn 5, 18; 7, 23; 10, 35 con referencia a la supresión de la ley o dei precepto sabático y de la Escritura. d) En Mt 16, 19 (bis) y 18, 18 (bis) apare­ ce la expresión «atar y desatar» como manera de referirse en sentido figurado a la acción

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autoritativa de la Iglesia. Suponemos que en el fondo de todo se halla la manera de expresarse judeo-rabínica (Billerbeck I, 738-742; IV, 304-321). 'ãsar y hitir se emplean en hebreo, lo mismo que en arameo ’“sar y Frã’, para referirse a la fulminación y la supresión -en sentido disciplinario- dei anatema de la sinagoga, pero se emplean también en sentido magisterial para referirse a una interpretación vinculante de la ley en el sentido de «prohibir y permitir». Cf. CD 13, 10: «Y él (el supervi­ sor) desatará todas las cadenas que los atan»; Josefo, Bell I, 111: Los fariseos alcanzaron la «posibilidad... de desatar y atar (X.ÚEiv xe wai ÔEOpElV)».

2. Es teológicamente significativo el uso que se hace dei término en los sentidos expuestos en ->■ l.c y l.d. Mt 5, 19 y Jn 5, 18; 7, 23; 10, 35 reflejan la validez de la ley dei AT, que era tema discutido en el cristianismo primitivo. Según Mt 5,17.19 no puede hablarse de una disolución de la ley por Jesús. Se trata, más bien, de dar cumplimiento pleno a lo prescrito en la ley. Jesús, al descubrir y dar sentido pleno, bajo la «letra de la ley», a la voluntad de Dios, que es el verdadero contenido de la ley, hace que su propia ac­ ción sea para la comunidad cristiana primitiva la norma para el cumplimiento de la ley. Según Mt 16, 19, la autoridad para atar y desatar se confiere a Pedro, y, según 18, 18, a toda la comunidad de los discípulos. Esta au­ toridad es expresión de la permanente vinculación de la èxrtXxioía post-pascual con el Senor, en cuya autoridad se basa el apóstol o la comunidad de los discípulos. «Atar» y «desa­ tar» van adquiriendo cada vez más, en la era post-apostólica, un significado de derecho eclesiástico. En la tradición judeocristiana an­ tes de Mateo y en tiempo de Mateo, se dan ya los preâmbulos para una comprensión dei atar y desatar en el sentido de una autoridad de magistério y disciplina. Mt 16, 19 se entiende más a menudo como una referencia a la «autoridad doctrinal», mientras que 18, 18 se ve más bien como una referencia a la «autoridad disciplinar» (Bom-

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Xvw - A cót

kamm, 282). En todo caso, se trata suprema­ mente de la aplicación obligatoria de Ias nor­ mas establecidas por Jesús para el cumplimiento de su propia misión salvífica. La tradición neotestamentaria (cf. especialraente Jn 20, 23 y Mt 18, 15-18.21-35) acentua de manera especial con el motivo dei desatar el en­ cargo dirigido por Jesús a la Iglesia para que, en seguimiento suyo y de acuerdo con él, perdone los pecados a los hombres. K. Kertelge A o ííç, í ô o ç Lõis Loida* Nombre de la abuela de Timoteo (oriunda de Listra). En 2 Tim 1, 5 se la menciona, jun­

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tamente con ->• EÚvíkt), madre de Timoteo, a causa de su fe ejemplar. BHH II, 1103; C. Spicq: RB 84 (1977) 362-364.

A<»t Lõt Lot* Nombre dei hijo de Harán y nieto de Abrahán (en hebreo lôt, Gén 19, Iss). Lc 17, 28.29 alude a la salida de Lot de Sodoma. La mujer de Lot (Gén 19, 26) se menciona en Lc 17, 32 (en ambos casos como material peculiar de Lucas). En 2 Pe 2, 7 se considera al «justo Lob> como tipo de quien sufre por Ias injusticias de su ambiente y es salvado por Dios. BHH n , 1105s; Haag, Diccionario, 1118.

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112

M

M á a d Maath Mahat* Nombre en la genealogia de Jesiís, Lc 3, 26; cf. 1 Crón 6, 20; 2 Crón 29,12 (como hijo de Amasay); 31, 13. Sin embargo, según Lucas es hijo de Matatías (1 Crón 9, 31).

M ayaôáv Magadan Magadán* En Mt 15, 39 se menciona esta localidad (por lo demás, desconocida) situada junto al lago de Genesaret, adonde llegó Jesús en bar­ ca después de dar de comer a Ias 4000 personas. La Koiné lee -> MáYÔa)^,a. En el parale­ lo de Mc 8, 10 el lugar se Uama -> \a k \ia \o v& á (v.l. M áyôaX a, M ayeôá, MeXEyaôá, etc.). BHH II, 1121; Haag, Diccionario, 1141S. M áY Ô aX a Magdala Mágdala En Mt 15, 39 v.l. en lugar de -v MaYçiôáv. Mágdala se baila situada en la ribera noroccidental dei lago de Genesaret. BHH II, 1121; MaYÔaX,T]vií. MaYÔaÀ,t|VT|, fjç, ■q M agdalènê (la mujer) oriunda de Mágdala* MaYÔaXíivT) es sustantivo femenino, deri­ vado de MaY6aXr|vóç. En el NT, el nombre aparece en los cuatro evangeüos para referirse a «Maria Magdalena» o «Maria de Mágda­ la» ( ^ M ag ia 3). El sobrenombre «Magdale­ na» (o «de Mágdala») se refiere probablemente al lugar de Mágdala, situado junto a la orilla Occidental dei lago de Genesaret (cf., a propósito, Kopp, Stãtten, 246-252: LThK VI, 1269; V. Corbo: SBFLA 24 [1974] 5-37; 28 [1978] 232-242; Haag, Diccionario, 1142; IDB Suppl 561; S. Loffreda: Bibbia e Oriente 18 [1976] 133-135: F. Manns-S. Loffreda-V. Corbo, en Studia Hierosolymitana in onore dei B. Bagatti I, Jerusalem 1976, 307-378).

n

La forma más frecuente es M ag ia (M agiáp) f] MaYÔaXrivTj: Mc 15, 40.47 par. Mt 27, 56.61 l Jn 19, 25; Mc 16, 1 par. Mt 28, 1; Jn 20, 1.18 (par. Mc 16, 9). Lc 8, 2 tiene M ag ia xaÀoupévTi McYÔaltTivri; 24, 10 tiene MaYÔaÀT]vf| M agia. G. Schneider Magedõn Maguedón Ap 16, 16 v.l. en lugar de ->■'Ag[taYeôo)v. ^.aYEÍtx, ctç, lí mageia m agia, artes de magia* Según Hech 8, 11, Simón Mago fascinó du­ rante mucho tiempo con sus artes mágicas a la población de Samaría (raíç paYeiaiç è |Eoxa>cévai auxoüç); 2i|iO)v 10. ThWNT IV, 362s. ^aY ^vcu mageuõ hechizar, practicar Ias ar­ tes mágicas* En Hech 8, 9 dicese de Simón Mago: p.aYEÚcov jtal èÇioxávcov xò eôvoç xfjç 2ap,ageiaç; ->■ 2i[itov 10. ThWNT IV, 362s. liaYÍtXy « ç , ■q magia magia, artes de ma­ gia Forma alternativa de ->• paYEia.

^.áyoç, ov, ó

magos mago, adivino, hechicero* En el NT el término aparece 6 veces. Según la historia de la infancia (Mt 2, 1.7.16 [bis]), vienen «magos/sabios dei Oriente (pÓYOi Óotò àvaxoXôiv)» (v. 1) a Jerusalén para ado­ rar al nino recién nacido (v. 2). El término pÓYOi se deriva dei nombre de una tribu médica que, en la religión persa, desempenaba funciones sacerdotales (Herodoto

113

fiáyoç - [ia-&rprtíç

1 ,101) y se ocupaba dei estúdio de la astrono­ mia o la astrologia. Por eso, en la antigüedad, los astrólogos, intérpretes de suenos y adivinos venidos principalmente de Oriente se Uamaban magos (cf. Herodoto Vn, 37; Porfirio, Abst IV, 16; también Is 47, 13; Dan 2, 2; Josefo, Ant XX, 142), realzándose de esta manera sus conocimientos secretos y su capacidad para practicar la magia. Hay textos judios que reconocen el saber de los magos (Filón, SpecLeg III, 100), mientras que entre los ra­ binos predomina el critério de que los magos son embaucadores y charlatanes (bSab 75a; cf. Dt 18, 9ss; 2 Re 9, 22). Mateo entiende a los páyoi como personas doctas y expertas en astronomia (procedentes seguramente de Babilônia), que, siendo gentiles, reconocen los signos dei nacimiento de Cristo y, por tanto, aprenden también a enten­ der la Escritura (2, 5s). El acento negativo dei término se centra en Hech 13, 6.8, donde al ajjenôojtQorpfiTqç ju­ dio Baijesús (v. 6) o Elimas (v. 8), en Pafos de Chipre, se le designa igualmente como páyoç. Pablo, gracias al Espiritu Santo, logra vencer el peligroso poder de esa persona (vv. 9-11); ->■ BaQiTiaoõ, ’EA,úpaç; cf. además 8, 9.11). Bauer, Wôrterbuch, í . v. (bibl.); ThWNT rV, 360-363; X, 1166 (bibl.); BHH BI, 2204s; W. Grundmann, Matthãus (ThHK), a propósi­ to de 2, Iss; Haag, Diccionario, 1145s; P. Gâchter. ZKTh 90 (1968) 257-259; M. Hengel-H. Merkel, en FS Schmid 1973, 139-169; Pauly, Lexikon V, 1460-1472; cf. más biblio­ grafia en ->■ àoTriQ. H. Balz M a y w Y Magog Magog rcóy. M a ô i á ^ Madiam Madián* Hech 7, 29: yfj M aô iáp como nombre dei «pais de Madián» (en hebreo midyãn, Gén 25, 2; Ex 2, 15), en el que Moisés, según Ex 2, 15, habitó como «forastero» (jtáçoLXOç). Los madianitas eran una liga de tribus nômadas.

114

que probablemente tenia sus principales luga­ res de pasto en el território situado al este dei golfo de Aqaba. H. St. J. Philby, The Land of Midian, London 1957; BHH n , 1214; Haag, Diccionario, 1139. ^a'dlf)TCVCi) mathêteuõ hacer discípulo; en voz pasiva, llegar a ser discípulo ->- pa'&T]Triç. ^ a ^ T r j ç , OV, ó mathêtês alumno, discí­ pulo pa'0"tiTEÚ(o mathêteuõ hacer discípulo; en voz pasiva, llegar a ser discípulo* 1. Aparición en el NT - 2. Aspectos lingüísticos - 3. Los discípulos de Juan - 4. Los discípulos de Jesús - a) Amplitud dei grupo - b) Vocación - c) La esencia dei discipulado - d) La falta de visión de los discípulos e) Discípulos en los Hechos. B ibl.: E. Best, The R o le o f t h e D isciples in M ark: NTS 23 (1976-1977) 377-401; Id., F ollow ing Jesus. D isc ip le sh ip in the G o sp el o f M a rk (Journal for the Study of the NT, Suppl. Series 4), Sheffield 1981; Id., D iscip les a n d D iscipleship. Studies in the G ospel A ccording to M ark, Edinburgh 1986; H. D. Betz, N achfo lg e u n d N achahm ung Jesu C hristi im N T (BHTh 37), Tübingen 1967; O. Bõcher, Jünger, en EIQL^ II, 905907; Conzelmann, T heologie, 49s, 109s, 166s; J. D. M. Derrett, TEEAN TAP 'AAEEÉ (M k 1 16). J e s u s ’s F ish erm e n a n d the P a ra b le o f the N et: NovT 22 (1980) 108-137; J. K. Elliott, M a th êtês w ith a P ossessiv e in the NT: ThZ 35 (1979) 300-304; B. Gerhardsson, D ie B o ten G ottes u n d d ie A p o stei Christi: SvEA 27 (1962) 89-131; F. Habn, D a s V erstãndnis d e r M issio n im N T (WMANT 13), Neukirchen-Vluyn 1963, 32-36, 95-119; M. Hengel, S e g u im ie n to y carism a, Santander 1981; J. D. Kingsbury, The F igure o fP e te r in M a tth e w ’s G ospel a s a T heological Problem : JBL 98 (1979) 67-83; J. A. Kirk, A po stlesh ip since R engstorf: NTS 21 (1974-1975) 249-264; H.-J. Klauck, D ie erzãhlerische R o lle d e r Jü n g er im M arkusevangelium : NovT 24 (1982) 1-26; G. Klein, D ie z w õ lf A p o ste i

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115

pialhiTriç

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1. En el NT, el sustantivo [Aa^&iiTTiç apare­ ce 261 veces, pero lo hace exclusivamente en los evangelios y en Hechos (Mateo 72 testimonios, Marcos 46, Lucas 37, Juan 78, He­ chos 28). El verbo p-aUrixeija) aparece 4 ve­ ces (Mt 13, 52; 27, 57; 28, 19; Hech 14, 21). 2. El contraste entre [xa'&T]TT|ç y ôiôáoxaX.OÇ, tal como aparece en la expresión prover­ bial de Mt 10, 24s, así como la afinidad entre (x a^x tíç y el verbo (tavO-ávco muestran que pa#T)Tiíç se concibe como la designación de alguien que se halla en relación de discípulo con otra persona y es instruido por ella. Semejante relación era conocida en los tiempos dei NT, porque los escribas hacían de maes­ tros y tenían discípulos {talmidtm), a quienes instruían en la Escritura y en Ias tradiciones de los padres. También Jesús fue llamado rabí o rabuni (Mt 26, 25.49 par. y passim) y ôiòáanaXoç, (Mt 8,19; 12, 38 y passim), y tam­ bién él ensenaba (Mt 4, 23; 26, 55 par. y pas­ sim). Pero Jesús actuaba con una autoridad desconocida hasta entonces (Mt 7, 28s; Mc 1, 22.27; Lc 4, 32; Jn 7, 46), y por eso el hecho de ser [ia^briXTiç suyo significaba tma relación que no podia deducirse dei término mismo fia^ x x |ç (cf. Rengstorf 392ss). 3. Antes de que Jesús comenzara su actividad pública y reuniera discípulos, existia ya un grupo de discípulos en tomo de Juan el B autista. La afluência de estos discípulos no fue quizás tan grande como indica Mc 1, 5, pero el movimiento en tomo a Juan fue ocasión evidente para que Herodes Antipas se sintiera intranquilo (Mt 14, 3ss par.; cf. Jose-

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fo, Ant X V m , 116-119). Mt 11, 2 indica que Juan disponía de personas a Ias que él podia enviar, y según Mt 14, 12 par. había un gmpo de discípulos que se preocuparon de enterrar a su maestro (cf., por lo demás, Hengel, 38s). Los que pertenecían al grapo joánico, se habían hecho bautizar para el arrepentimiento, y se habían sometido a exigências éticas (de se11o ascético), por ejemplo, a ayunos y purificaciones (Mc 2, 18 par.; Jn 3, 25). El Bautista les había ensenado a orar (Lc 11, 1). El Evangelio de Juan acentúa que el Bautista -incluso según su propia opinión- no era el Mesías (Jn 1, 6-8.20; 3, 28) y que testificaba que Jesús era el Mesías esperado (Jn 1, 8.19-36; 3, 2236). Pero el énfasis con que el Evangelio de Juan realza esto, delata que el Bautista era considerado como mesías por algunos, y hay razón para suponer que el paso dei seguimien­ to dei Bautista al seguimiento de Jesús no siempre fue tan armónico como lo describe Jn 1, 35-39. Lo indica también el hecho de que, según Hech 18, 25; 19, 1-6, aun anos más tar­ de hubiera todavia en Efeso discípulos dei Bautista que no habían oído hablar siquiera dei Espíritu Santo. 4. a) Las personas que seguían a Jesús pueden clasificarse en dos grapos principales, co­ mo se desprende de Mc 3, 7-12: por un lado, un gmpo que se hallaba nitidamente deslindado, y, por otro lado, una gran multitud. Esta división queda también confirmada por los pasajes en los que se dice que Jesús se retiraba de las masas y se quedaba a solas con sus discípulos (por ejemplo, Mt 13, 36; 14, 22 par. Mc). Al gmpo amplio de adeptos y oyen­ tes se le aplica raras veces la denominación de de [xafhixfiç. Sin embargo, esto sucede en Lc 6, 13.17, donde se hace distinción entre tres grapos, a saber, una gran masa de perso­ nas, una gran multitud de discípulos y, finalmente, el círculo de los Doce, escogidos de entre ese gmpo de discípulos (v. 13; cf. Mc 4, 10). También en Lc 19, 37.39; Jn 6, 60.66; 7, 3; 8, 31 y 19, 38 aparece [xaíhixf|ç como de­ nominación de personas que pertenecían al grupo amplio de adeptos.

117

(la^TTÍÇ

Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, el término [ia^&TiTiíç se reserva para el grupo íntimo en tomo a Jesús. El grupo era, al parecer, bastante reducido. Cabia en una sola barca (por ejemplo, Mt 14, 22 par.; Jn 6,17) y podia reunirse en una sola casa (por ejemplo, Mc 7,17; 9, 28). En todo caso, de la tradición se desprende con claridad que el grapo íntimo en tomo a Jesús estaba formado por «los Do­ ce» (cf. Rigaux, 299s; Klein, 202ss; Schmithals, 56ss; Roloff, 138ss). Por ejemplo, cuando se nos dice en Mc 6, 35 que los discípulos de Jesús se acercaron a él, sabemos por Lc 9, 12 que se trataba de los Doce, cosa que también dice Mc 6, 7. Los pa-&T]xaí a quienes Je­ sús, según Mí 26, 17-19, encargo que prepararan la cena pascual, eran los Doce, con quienes él luego celebro esa cena (Mt 26, 20ss par.). En Mc 3, 13-19 se indican (prescindiendo de pequenas divergências) los nombres de esos Doce, a quienes Jesús -e n un momento anterior de su actividad públicahabía escogido como su especiales colabora­ dores. Dificilmente se podrá dudar de que el número doce tiene significación simbólica (-> ôcóôexa; cf. también Jeremias, Teologia, 271). Pero esto no justifica para negar la existência prepascual de este grupo o para suponer que se ha datado con anteiioridad la formación dei mismo, ya que incluso el traidor pertenece a ese grupo sumamente íntimo (cf. Mt 26, 14 par.; 26, 47 par.; Jn 6, 71). La denominación de «los Doce» desapareció muy pronto (Gerhardsson, 125ss). Pablo no la emplea, a no ser en 1 Cor 15, 6 (cf. además Kirk, 249ss; Klein, 65 ss; Merklein, 98). No debe excluirse que, antes de la elección dei grupo de los Doce, hubiera existido en torno a Jesús otro grupo más reducido aún. Esta podría ser la explicación de que algunos discípulos -principalmente Pedro (Kingsbury, 67ss), Santiago y Juan- parecieran haber esta­ do especialmente cerca de su Senor (Mc 5, 37 par.; Mt 17, 1 par.; 14, 27 par.; Mc 1, 29; Mt 20, 20 par. Mc; Mc 13, 3; cf. además Schmahl 128ss). Por lo demás, Mt 4, 18-22 par. refiere que los mencionados discípulos fueron los primeros en ser llamados (Derrett, 108ss); cf.

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Jn 1, 35ss, donde junto a Pedro yAndrés no se nombra, a pesar de todo, al discípulo que en companía de Andrés fue el primero en llegarse a Jesús. Tampoco está claro si «el discípu­ lo a quien Jesús amaba» (Jn 13, 23; 19, 26; 20, 2; 21, 7.20) es Juan o si pertenecía inclu­ so al grupo de los Doce (cf. R. E. Brown, El Evangelio según Juan 1, Madrid 1979, lOOss; Schnackenburg, 435ss). El Evangelio de Juan menciona una sola vez (Jn 6, 67) a ese gmpo, y este evangelio no contiene lista de apóstoles; por tanto, no concedió importância espe­ cial al número de doce. b) Aunque hay ejemplos de que hubo personas que se acercaron a Jesús y le pidieron pemüso para seguirle y, por tanto, para llegar a ser sus pafiTjxaí (Mt 8, 19; Mc 5, 18), sin embargo suponemos que en la mayoría de los casos Jesús tomaba la iniciativa y llamaba a personas para que le siguieran (Mt 4, 18-22; Mt 9, 9 par; cf. también Jn 6, 70; 15, 16), al igual que Dios en el AT había escogido y 11amado profetas. c) Una larga serie de enunciados revela co­ mo se entendia lo de ser discípulo. En la in­ mensa mayoría de esos enunciados la palabra se dirige al grupo íntimo de discípulos, pero esto no excluye que los mencionados enun­ ciados tengan también aplicación para los que eran discípulos en sentido más amplio (Best, The Role o f the Disciples in Mark, 400s). La relación especial que existia entre Jesús y sus discípulos se atestigua, entre otras cosas, por el hecho de que a ellos -por contraste con Ias masas—se les revelaron los mistérios dei rei­ no (Mt 13, Is par.; cf. Mt 16, 15-17 par.; Mt 16, 21 par.; 17, 22-23 par.; 20, 17-19 par.). Según Mt 12, 49, a los discípulos Jesús los consideraba como si fueran su madre y sus hermanos (cf. Mc 3, 34 par.). Y Jesús les ensenó a orar (Mt 6, 9; cf. Lc 11, 2). Un discí­ pulo tenía que romper con la clase de existên­ cia que había llevado hasta entonces, por ejemplo, tenía que abandonar sus ocupaciones (Mt 4, 18-22 par.; 9, 9 par.), romper los lazos familiares (Lc 14, 26 par.; Lc 9, 61s) y dejar al cuidado de otros un deber tan elemental co-

119

[Xa'&TlTTlÇ

mo el de enterrar a su padre (Mt 8, 21s; cf. también Hengel, 6ss). En cierto sentido, Ias condiciones de los discípulos eran comparables a Ias de los esclavos. Por ejemplo, cuando Jesús, en su camino bacia Jerusalén, tuvo que pasar por Samaría, los discípulos tuvieron que buscarle alojamiento (Lc 9, 51s). Ellos tuvieron que preparar también su entrada solemne en Jerusalén (Mt 21, 2 par.) y bacer los preparativos para la cena pascual que Jesús queria celebrar con ellos (Mt 26, 17s par.). Ser [taOriTriç y, por tanto, seguir a Jesús significaba una radical negación de sí mismo. El [ia^&TiTriç tiene que «cargar sobre sí su cruz» (Mt 16, 24-25 par.; cf. Mt 10, 38 par.), y esto implica la comunión de destino con Jesús, que consiste en la persecución, el sufrimiento y últimamente la muerte (Mt 10,24-25: Jn 15, 20; Mt 10, 17-22 par.; Mt 20, 20ss par.; Mt 24, 9 par.; Jn 16, 2). Este intenso radicalismo en cuanto a Ias condiciones de vida de los discípulos se dife­ rencia en una serie de puntos de lo que era la práctica usual de aquellos tiempos (Rengstorff, 447s). Abora bien, bay promesas para los que soportan los sufrimientos ligados al seguimiento de Jesús (Mt 19, 27-30 par.; 10, 22; 24, 13 par.; cf. también Scbulz, 117ss; TbeiBen, Seguimiento, 41ss). Pero, por otra parte, el negar a su Maestro significa perder la propia salvación (Mc 8, 38 par.; Mt 10, 33 par.). Según Mc 3, 13-14 Jesús escogió a los Do­ ce para que estuvieran con él, y también -en contraste con la relación que caracterizaba en general a los discípulos- para enviarlos en misión (6,7-13 par., cf. también Conzelmann, 318ss). Lc 10, Iss refiere que Jesús, además de los mencionados discípulos, envió a otros setenta (setenta y dos), a los cuales —desde luego- no se les aplica la denominación de p,a'ÔT]xf|ç. Lucas quiso indicar tal vez que el mensaje no sólo estaba destinado para el pueblo de los judios, sino que tenía significación universal (cf. Gén 10, Iss). Así como el Ma­ estro recibía poder de lo alto, como acentúa especiabnente Lc 4, 14ss (cf. Hecb 10, 37), así también los discípulos recibieron como poder la e%ovaía (Mc 3, 14s par.). Realiza-

120

ban grandes obras en el nombre de Jesús (Lc 10, 17; cf. Hecb 3, 6.12-16), pero principal­ mente proclamaban que el reino de Dios esta­ ba cerca (Mt 10, 7s), y -lo mismo que Jesúscuraban a los enfermos y a los que estaban poseídos por los demonios (Mt 4, 23 par.). No bay ninguna razón para poner en duda que Je­ sús llevara a cabo esta misión. Suponemos que se ba conservado la estructura fundament£Ú dei mandato de misión en Lc 10, 2-12 (cf. Halrn, 32ss). Tanto Marcos (6, 30) como Lu­ cas (9, 10; 10, 17) -pero no Mateo- refieren que los discípulos regresaron adonde estaba Jesús. Esta misión estuvo limitada a Israel (Mt 10, 5s) y fue caracterizada por los discí­ pulos como un tiempo en que no carecieron de nada (Lc 22, 35; cf. TbeiBen, Legitimación, 151ss). La situación era completamente distinta cuando los discípulos fueron enviados por Je­ sús, después de su muerte y resurrección (Mt 28, 18-20 par.; cf. Jn 20, 21-23). Abora ellos debían convertir en discípulos a todas Ias personas, proclamando en todas partes el evangelio, predicando el arrepentimiento para el perdón de los pecados y bautizando. En su ministério, los discípulos son basta tal punto representantes de su Senor, que puede afirmarse sin más que quien recibe a un paOi^xriç, recibe a Aquel que lo envió (Mt 10, 40 par.; cf. Jn 13, 20). Por eso, un discípulo de Jesús no podrá considerarse nunca como alguien que ha aprendido ya «todo lo que te­ nía que aprender» y que puede dejar de ser discípulo para establecer su propia escuela. d) Un rasgo característico de los discípulos de Jesús es su falta de comprensión, por ejem­ plo, ante lo que Jesús decía y bacia (Mc 6, 52 par.; Mt 16, 4-12 par.; Mt 15, 15-20 par.; Mc 4, 13), y sobre todo en relación con los anún­ cios de la Pasión y con la cuestión de quién era en realidad su Maestro (Mt 16, 21-23 par.; Mc 9, 31-32 par.; Lc 18, 34; Mc 4, 40-41 par.). Esta tradición -juntamente con los preceptos de guardar silencio, frecuentemente mencionados- puede estar determinada por una concepción (marquina) secundaria (cf., a

121

^ la^triç - M aM aioç

propósito de la cuestión dei secreto mesiánico, Rãisânen, 20s; Best, The Role o f the Disciples in Mark, 377ss); desde luego, hay que contar con que los discípulos no fueran capaces de entender lo radicalmente nuevo que venía con Jesús, por ejemplo, que el reino de Dios pertenece a los ninos (Mt 19, 13-15 par.) y que en este reino se invierten los critérios habituales. Pero forma parte de la imagen neotestamentaria dei pa^&rjTriç el que incluso esas personas a quienes faltaba comprensión hacia Jesús y que, por este motivo (entre otras cosas), trabajaron en contra de Jesús (Mt 19, 13-15 par.) y finalmente abandonaron a su Maestro (Mt 26, 57-75 par.), fueran confirma­ das por el Resucitado en su condición de dis­ cípulos, después de la resurrección de Jesús. e) En los Hechos se denomina [taf)T|TaL todos los que pertenecían a la comunidad, ya fuera en Jerusalén (6, 1.2.7; 9, 26) o en Da­ masco (9, 10.19) o en Antioquía -donde, por lo demás, se empezó a aplicar el nombre de «cristianos» a los discípulos (11, 26.29; 13, 52)- o en Efeso (19, 2; 20, 1.30). Así que, a partir de entonces, el nombre de discípulo no supone ya haber conocido directamente a Je­ sús, sino que expresa una relación de fideUdad hacia él (cf. Jn 9, 28; Mt 22, 16 sobre los discípulos de Moisés o de los fariseos [cf., por lo demás, Betz, 27ss]; también Hech 9, 25, donde se habla de los discípulos de Pablo). P. Nepper-Christensen ^ a d rjT Q ia , a ç , mathêtria discípula* En Hech 9, 36 se menciona como [ta^dfiTQia a Tabita de Jafa (ftadfiTQta ôvópaTi T aptdá); cf. -*■ (taíhiTfiç 4.e. M a d d á # Maththath Matat Variante dei nombre Ma'&’ô'áx en Lc 3, 24.29 Sin. M a d d a í o ç , OV Maththaios Mateo* B ibl.:

Dalman,

Bauer,

W õterbuch, í . v.; Billerbeck I, 536; G. G ra m m a tik d es jü d isch -p a lã stin isch en A ra -

122

Leipzig ^1905 (Darmstadt 1960), 178 con la nota 5; W. Grundmann, D a s M t-Ev. (ThHK), Berlin ^1972, 269s; Id.. D a s M k-Ev. (ThHK), Berlin ’1977, 104-107; Haag, D iccio n a rio , 1193 (bibl.); E. Haenchen, D e r Weg Jesu, Berlin 1966, 135-138; H. Ljungmann, en BHH II, 1171; P. Nepper-Christensen, D a s m ãisch,

M atthãusevangelium - e in ju d enchristl. Evangelium ?, Aarhus 1958; R. Pesch, L evi-M atthaus (M c 2, 14 / M t 9, 9; 10. 3): ZNW 59 (1968) 40-56; G. Schille, D ie urchristl. K ollegialm ission (AThANT 48), 131-144.

1. Mateo se menciona en Ias cuatro listas de apóstoles (Mt 10, 3 [solamente aqui se le identifica como; ó xeXcóvqç]; Mc 3, 18; Lc 6, 15; Hech 1, 13) en el séptimo (Marcos y Lu­ cas) o en el octavo lugar (Mateo y Hechos). Se le menciona también en Mt 9, 9, donde se dice que Jesús, una vez que pasaba junto a la oficina de recaudación de impuestos, le llamó diciendo; «jSígueme!», y Mateo se levanto y a le siguió. Sin embargo, en los relatos parale­ los (Mc 2, 14; Lc 5, 27), al correspondiente recaudador no se le llama Mateo (el nombre se deriva probablermente dei rabínico mattay, «don de Dios», cf. Billerbeck, Dalman), sino Leví. La explicación pudiera ser que Mateo, como otros (hay nada menos que siete sobrenombres en Ias mencionadas listas de apósto­ les -tal vez para evitar confusiones-) hubiese recibido un sobrenombre, en cuyo caso Mateo habría tenido, en contra de la costumbre, dos nombres hebreos/arameos, aunque uno sólo de ellos tuviera terminación griega. Mateo ha­ bría podido recibir el sobrenombre de Jesús mismo, y el nuevo nombre habría desplazado al antiguo (B. WeiB, Das Evangelium des Aíatthãus^° [KEK], Is), como había sucedido ya con Pedro. Pesch (16) sostiene la opinión de que sólo la redacción mateica identifico al publicano Leví con Mateo. Al mismo tiempo, Mateo es mencionado también con el nombre de Mattay en bSan 43a, donde se le nombra en primer lugar entre cinco discípulos de Jesús. Esto indica que en algunos círculos se quiso poner a Mateo en un lugar destacado, y E. Klostermann {Das Matthãusevangelium^ [HNT] 81) tiene quizás razón al afirmar que Mateo «fue puesto en sustitución de aquel hombre que ya no interesaba» (a saber, Leví). Así seria, si estuviera en

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MaUD-atoç - MadUíaç

lo cierto la hipótesis de Grandmann de que el recaudador de impuestos Mateo era persona «importante para la tradición en la que se basaba el evangelio» (270). En todo caso, única­ mente el Evangelio de Mateo menciona al «publicano» (o recaudador de impuestos) Ma­ teo en la lista de los discípulos (Mt 10, 3). Fi­ nalmente, la circunstancia de que no se men­ cione a Leví en Ias listas de los apóstoles puede reflejar también el hecho de que se hubiera efectuado ya el cambio de nombre (E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthãus [NTD] 146). 2. Prescindiendo de Mt 9, 9, el NT no nos refiere nada acerca de Mateo. Según Clemente de Alejandría, Mateo era asceta y no comia carne (Paed II, 16, 1). Según Apolonio, él -lo mismo que otros apóstoles- permaneció durante doce anos en Jerusalén, siguiendo Ias instrucciones de Jesús (Eusebio, HistEccl V, 18, 12). Después se dedicó a Ia labor entre los no hebreos (HistEccl III, 24, 6). Clemente de Alejandría refiere, temen­ do a Heracleón como fuente (Strom IV, 71, 3), que Mateo murió de muerte natural. Sin embargo, tanto en Occidente como en Oriente se celebra la conmemoración de su martírio el 21 de septiembre o el 16 de noviembre. Papías refiere que Mateo recopiló Ias palabras (tò Xóyia) en hebreo ('E(3gaíôi ôiaXéxro)) y que cada uno Ias tradujo como podia (Eusebio, Hist Eccl III, 39, 16; cf. también III, 24, 6; V, 8, 2; 10, 3; VI, 25, 4; sobre Ias tradiciones acerca de Ma­ teo en los escritos de San Jerónimo, cf. NepperCbristensen 37ss). Claro que Mateo dificilmente será el autor dei Evangelio de Mateo. Las numerosas tradiciones dobles, la combinación de palabras de Jesús en largos discursos, las agrupaciones de relatos de milagros y, finalmente, el becbo de que el Evan­ gelio de Mateo sea un escrito original griego y no una traducción, lo cual lo demuestran, entre otras cosas, los juegos de palabras y el empleo dei ge­ nitivo absoluto, aunque en el escrito aparezcan semitismos, son un serio obstáculo para suponer que uno de los apóstoles baya sido el autor dei Evan­ gelio de Mateo. Finalmente, la teologia «eclesiás­ tica» dei Evangelio de Mateo atestigua igualmen­ te que el autor/redactor no pertenece a la primera generación de cristianos (cf., a propósito, la mención de ExxA.T]Otía en Mt 16, 18 y 18, 17 y los enunciados que se formulan en 16, 19 y 18, 19).

P. Nepper-Cbristensen

M a'^ ^ á'V Maththan Matán Variante dei nombre ->• Mar'&áv en Mt 1, 15 (bis) en el códice B. M a d d á t Maththat Matat* Nombre de dos personas en la genealogia de Jesús. Lc 3, 24: hijo de un tal Leví y padre de Eli o abuelo de José; Lc 3, 29; hijo de un tal Leví y padre de Jorín. M a d 'f tía ç , o v Maththias Matías* B ib l: W. Foerster, en RGG IV, 810s; H. R. Fuller, The C hoice o fM a tth ia s, en StEv VI (1973), 140-146; P. Gaechter, D ie Wahl des M a tth ia s (A pg 1, 15-26): ZKTh 71 (1949) 318-346; E. GrãBer, A cta-F orschung se it 1960 (in): ThR 42 (1977) 1-68, 6-9; Haag, D icc io n a rio , 1198; Ch. Masson, L a re c o n stitu tio n du collège d es D ouze d ’a près A ctes 1, 15-26: RThPh ser. 3, 5 (1955) 193-201; Ph.-H. Menoud, L es additions au groupe des douze apôtres d 'a p rè s le livre d es A ctes:

RHPhR 37 (1957) 71-80; F. MuBner, en LThK VII, 179s; E. Nellessen, Z eu g n is fU r Jesus u n d das Wort, Kõln 1967, 128-178; K. H. Rengstorf, D ie Z uw ahl des M atthias (A pg 1, 15ss): StTh 15 (1961) 35-67; J. Renié, V é le c tio n de M a th ia s (A ct., I, 15-26): RB 55 (1948) 43-53; A. Weiser, D ie N a ch w a h l des M a ttia s (A pg 1, 15-26), en K. Müller-H. Merklein (eds.), Z u r G esch ich te des U rchristentum s (QD 87 = F S f ü r R. Schnackenburg), Freiburg i. Br. 1979, 97-110.

Matías es forma abreviada dei nombre ju­ dio Matatías. En el NT el nombre aparece uni­ camente en Hech 1, 23.26, donde se habla de la elección de un apóstol que sustituyera a Ju­ das. El candidato que prospero en esta elec­ ción, preparada por un discurso de Pedro y por la oración de los presentes y decidida por sorteo, fue Matías. El nombre nos permite sa­ ber que era judio. A esto se anade el contacto con el Jesús terreno, que se presupone tam­ bién en Hech 1, 21s. En el NT no se refiere nada más de él. - Eusebio, HistEccl I, 12; II, 1 le cuenta entre los 70 discípulos de Jesús. El «Evangelio según Matías» y las «Tradiciones de Matías», así como las Actas de Andrés y Matías (Hennecke-Schneemelcher I. 224-228; II, 403) ofrecen más informaciones, pero que no son históricamente fiables. A. Weiser

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Ma-ôouoa>.á - naxágioç

M a d o v a a X á Mathousala Matusalén* Nombre en la genealogia de Jesús en Lc 3, 37 (en hebreo, m"tüsselafy, Gén 5, 21ss), hijo de Henoc y padre de Lamec o abuelo de Noé. BHHII, 1208; Haag, Diccionario, 1204.

Maiváv Mainan Menán Variante textual dei nombre Lc 3, 31 Textus Receptus.

M evvá en

f i a i v o f i a i mainomai estar loco, estar poseído, desvariar*

Los 5 testimonios que hay de este verbo en el NT expresan siempre un juicio negativo de otros acerca de personas que aparecen dota­ das de especial autoridad o que refieren expe­ riências habidas por el poder de Dios: en Jn 10, 20, una acusación judia contra Jesús: Òai[ióviov Exet x al paívETai. En Hech 26, 24 el gobernador Festo censura a Pablo después que éste pronunciara su discurso de defensa: fiaívT), naüX-E, a lo cual replica Pablo: ou HaLvopai,... akXà ctÀir&EÍaç x a i amcpQcoaúvqç gruraxa àjto(p&éYYop.ai, v. 25 (cf. Platón Phaed 244a); en 12, 15 dícese de la sirvienta llamada Rode, que en la casa de Maria (la madre de Juan Marcos) anuncia que el prisionero Pedro está a la puerta. Mientras que en estos pasajes hay personas que se resisten a admitir la inaudita intervención de Dios (cf. también el juicio de los miembros de la asamblea ateniense sobre Solón, Diógenes Laercio I, 49), vemos que Pablo en 1 Cor 14, 23 criti­ ca a los corintios que hablan en lenguas, diciéndoles que no tienen en cuenta los efectos que su conducta produce sobre los de fuera: oux ÈQOÜOLV ÕTi [xaívEa^E;. La idea dei arrebatamiento religioso (dionisíaco) (cf. Herodoto IV, 79: un:ò toü Ueou paívETai) no encuentra ecos positivos en el NT. ThWNT IV, 363-365; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Spicq, No­ tes II, 529s. H. Balz

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^.aK a^i^O ) makarizõ proclamar feUz, alabar como bienaventurado* En Lc 1,48 dice de sí Maria (àn;ò toü vüv paxaQLOÜoiv p,s Jiãooa a l Yeveaí); Sant 5, 11: paxaQÍÇo|tEV xoüç ÜJtopEÍvavxaç («... a los que resisten firmemente», cf. Dan 12, 12); -> paxágioç. ^ a x á Q io ç ,3 makarios feHz, dichoso, bien­ aventurado* 1. Aparidón en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Trasfondo en la historia de Ias religiones - 4. Sinópticos - a) Sermón de la montana / discurso dei llamo b) Las demás tradiciones de Q - c) Otras tradiciones sinópticas - 5. Juan - 6. Pablo - 7. Las Cartas Católi­ cas - 8. Apocalipsis. B ib L : S. Agourides, L a tra d itio n d e s B é a titu d e s chez M attieu e t Luc, en F S Rigaux, 9-27; H. D. Betz, D ie M a ka rism en d e r B ergpredigt (M t 5, 3-12). B eobachtungen z u r literarischen F arm u n d theol. Bedeiitung: ZThK 75 (1978) 3-19; I. Broer, D ie Seligpreisun g en d e r B ergpredigt. Stu d ien zu ihrer Ü berlieferung u n d In terpretation (BBB 61), Kõnigstein-Bonn 1986; Dupont, B éa titu d es l-III; H. Frankemõle, D ie M a ka rism en (M t 5, 1-12; L k 6, 20-23). M o tive un d U m fang d e r red. K om position: BZ 15 (1971) 52-75; R. A. Guelich, The M atthean B éatitudes: «E ntrance-Req u irem en ts» o r E sc h a to lo g ic a l B le ssin g s? : JBL 95

(1976) 415-434; F. Hauck-G. Bertram, paxágtoç xxX., en ThWNT IV, 365-373; Ch. Kâhler, B iblische M a ka ­ rism en. Studien z u r F arm - un d T raditionsgeschichte d e r b ib lisc h e n M a k a rism e n (tesis mecanografiada), Jena 1974; K. Koch, Was ist F orm geschichte?, Neu-

kirchen-Vluyn ’1974, 7-9, 50-55, 74-78; Ch. Michaelis, D ie T l-A Iliteration d e r Subjektsw orte d e r ersten 4 Seligpreisungen in M t V, 3 -6 un d ihre B edeutung f ü r den A u fb a u d e r S e lig p re isu n g e n b e i M t. L k u n d Q: NovT 10 (1968) 148-161; G. Strecker, D ie M akaris­ m en d e r Bergpredigt: NTS 17 (1970-1971) 255-275; N. Walter, D ie B earbeitung d e r Seligpreisungen durch M t, en StEv IV (TU 102), Berlin 1968, 246-258; H. Windisch, D e r Sinn d e r B ergpredigt (UNT 16), Leipzig "1937; W. Zimmerli, D ie Seligpreisungen d e r B erg­ p re d ig t und das A T , en F S Daube, 8-26; para más bi­

bliografia, cf. ThWNT X, 1167.

1. De los 50 testimonios que hay dei térmi­ no en el NT, la principal parte (28) se encuentran en los Sinópticos (13 en Mateo, de los cuales nueve se hallan en el Sermón de la Montana, 5 en Lucas). Aparte de los evangelios, el Apocalipsis es ei único escrito dei NT en que p a x á g io ç aparece con alguna fre-

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IxaxaQioç

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parenética, encontramos elementos paraclétieos (-»■ 4). En virtud de su motivación escatológica, el macarismo dei NT aparece consecuentemente como una interpelación o una instrucción de carácter profético-apocalíptico. 2. En el NT el término puede poseer el sig­ En tales contextos, isaludo! o el arcaico bienificado no específico áe feliz o bueno, y pue­ naventurado es una traducción más apropiada que la de «feliz». La misma significación tie­ de emplearse en gran variedad de contextos ne pawápioç con respecto a partes dei cuerpo gramaticales y con muy diversos significados. humano, cuando se considera que Ias personas En sentido personal, Pablo se considera/eZiz, así designadas han sido espeeialmente bendeporque tiene la oportunidad de defenderse an­ cidas (Mt 13, 16 par. Lc 10, 23; Lc 11, 27). te el rey Agripa (Hech 26, 2); en sentido impersonal, el término aparece en la máxima atribuida a Jesús: «Es más dichoso dar que re3. El término paxágioç, que aparece desde Píndaro en la literatura poética griega, designa el cibir» (Hech 20, 35), una máxima que en esta misma forma o en forma parecida se trasmitía estado (supraterreno) en que se encuentran los dioses y también los humanos que gozan de ex­ también en el mundo helénico (cf. E. Haentraordinária felicidad. En tiempo de Aristófanes, chen, Die Apostelgeschichte"' [KEK], sub lo­ el término, que era parte integrante dei lenguaje co). Si aqui el comparativo se enuncia por cotidiano, describe -entre otras cosas- a los ricos medio de la expresión (iiaxágióv èoTiv) |tãÀque, por su bienestar, se hallan elevados por enci­ ma de Ias preocupaciones diarias. eòôaípouv pue­ Xov... fí, vemos que el comparativo se encuende aparecer como sinônimo junto a paxáçioç. La tra formalmente en Pablo dentro de un juicio forma estereotipada de macarismo (por ejemplo, ético de valor. La mujer libre de vínculos conpauáçioç ooTiç) aparece ya en la tradición grie­ yugales hará mejor (paxagiooTÉQa... èaxiv) ga (Menandro, F r a g m e n ta , 114; Píndaro, Pyth V, en quedarse sin contraer matrimônio (1 Cor 7, 46 y p a s s im ) . Como término que expresa alaban40). p a x á g io ç juntamente con èXjtíç tiene za, se refiere siempre a valores internos y exter­ sentido teológico, cuando designa el objeto de nos, y puede tener un sentido genuinamente reli­ gioso (ef. Bauer, W õ r te r b u c h , 962). También co­ la esperanza cristiana (= la futura epifanía de la gloria de Dios y de Jesucristo). Este uso se mo epíteto para designar a Dios (->■ 2), paxápioç es conocido en el mundo helénico (Plutarco, Def halla en consonância con el que encontramos 420e; cf. Plutarco, Is 538e y p a s s im ) . El término en Ias Pastorales, donde paxágioç se emplea técnico para designar a los difuntos, ol paxágioi como una designación adjetival de Dios (1 («los bienaventurados»; así Platón, Leg XII, Tim 1, 11; 6, 15). 947d; también papiros; cf. Deifimann, L ic h t, 144) En la inmensa mayoría de los pasajes, no se haUa atestiguado aún en el NT; pero se encuentra en inscripciones sepulcrales cristianas de p-axágioç se refiere a personas. Así sucede en la época post-constantiniana (ThWNT IV, 369, el típico macarismo dei NT, al que se limitará 40s). nuestro estúdio en lo sucesivo, y en el que la En la LXX, paxágioç es ante todo un término palabra p axágtoç está situada a menudo en para traducir el hebreo ’a s r ê , el cual precede tam­ primer lugar y tiene sentido predicativo, aunbién en la frase y tiene sentido predicativo, Los que se omita el èoTiv (u otro verbo por el es­ macarismos dei AT expresan una alabanza por una felicidad profana, refiriéndose a bienes terre­ tilo). El macarismo se construye en segunda o nos (Gén 30, 13; 3 Re 10, 8; Sal 126, 5 LXX; 4 tercera persona y expresa (en algunos casos Mac 18, 9). Esos bienes raras veces senalan más implicitamente; también mediante una oraaUá de la situación presente; tan sólo eventual­ ción de relativo o una oración pospuesta) una mente se hace referencia al acontecimiento me«condición» (por ejemplo, Mt 5, 3ss) y se ha­ siánico futuro (así sucede quizás en la interpretalla encuadrado en un esquema que expresa la ción mesianológica de Is 31, 9; cf. también el acción - el resultado de la acción (Káhler, verbo en Sal 71, 17 LXX y Núm 24, 17). Nume­ rosos textos de la literatura sapiencial dei AT y 232). Junto a esta orientación primariamente cuencia (7 veces). Los demás lugares se distribuyen entre Pablo (4 veces), Ias Pastorales (3), Ias Cartas Católicas (4), así como Juan y Hechos (2 veces en cada uno).

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fiaxagioç

dei judaísmo tienen una fímción parenética (por ejemplo, Prov 3, 13; Eclo 14, Is; 25, 8; 26,1; cf. Sal 40, 2 LXX). El carácter exhortativo no puede desatendeise tampoco en la alabanza de la piedad y dei temor de Dios (Sal 1,1; 40,2 LXX; Prov 8, 34; 18, 14 y passim). La promesa contenida en el macarismo se halla reforzada paradójicamente por la referencia al sufrimiento de la persona piadosa (Job 5, 17; Dan 12, 12; Tob 13, 16; 4 Mac 7, 22 y passim), y no queda suprimida por el martirio, sino que se cumple precisamente en él (4 Mac 7, 15; 10, 15 y passim). Aisladamente se expresa así la esperanza en una eterna bienaventuranza (4 Mac 17, 18; 18, 19 A). Esa esperanza se halla expresada claramente en los macarismos de la literatura apocalíptica judia (por ejemplo, SalSl 17, 50; Hen [et] 58, 2: «Bienaventurados sois vosotros, los justos y los escogidos; porque vuestra suerte será gloriosa»).

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los pobres, a los hambrientos y a los afligidos (a los que lloran) la llegada dei reino de Dios y, con ello, el giro decisivo en su situación ca­ lamitosa. Si estos tres macarismos, por la aliteración de I I y lo conciso de su dicción, constituyen una unidad incluso formalmente, vemos que -e n contraste con ello- la biena­ venturanza de los perseguidos es más explíci­ ta, dándose detalles concretos sobre la situa­ ción calamitosa (la persecución por la sinago­ ga judia). Todos estos macarismos están moti­ vados en un sentido futuro y escatológico (llevan pospuestas oraciones de ôti); tienen primariamente una orientación paraclética. Esta orientación concuerda, pues, con la descripción que la fuente Q hace de Jesús, a quien considera como el «amigo de publicanos y pecadores» (Mt 11, 19 par.). Por tanto, el macarismo dei NT no puede Un segundo grupo de tres macarismos se derivarse directamente ni dei âmbito veteronos ha trasmitido con las bienaventuranzas de testamentario-judío ni dei âmbito greco-helelos misericordiosos, los puros y los pacifica­ nístico. Pero su forma estilística (->■ 2) se ha­ dores (Mt 5, 7.8.9). Este grupo, que suponella atestiguada tanto en la literatura veterotesmos que se contenía ya en la fuente Q*^*, potamentaria-judía como en la greco-helenístisee función parenética. Corresponde objetiva­ ca. En cuanto a su contenido, está influido por mente el macarismo de los indulgentes (Mt 5, elementos sapienciales o éticos y por elemen­ 5 = Sal 36,11 LXX), que posiblemente se hatos apocalípticos. Su peculiaridad la adquiere llaba también en la fuente para completar por la relación con el acontecimiento de Cris­ el número pre-mateico de siete (vv. 3-9). Ma­ to; esta relación fue preparada en la predicateo intensificó el acento ético de esta tradición de Jesús y fue desarrollada luego por los ción mediante la inserción de «en espíritu» (v. profetas dei cristianismo primitivo y por los 3: Tcõ JTveújiaTL), de tal manera que la biena­ escritores dei NT. venturanza de los pobres se convirtió en una 4. a) El indiscutido material de Q, en el bienaventuranza de los humildes. Intensificó también el aspecto ético mediante lo siguienSermón de la Montana de Mateo o en el Dis­ te: la adición de «(los que tienen sed) de juscurso dei Llano de Lucas, comprende -adeticia» (v. 6: ôiiJJCõvTeç tfiv ÔLxaioaúvT|v); la más de la bienaventuranza final de los perse­ formación redaccional dei macarismo de guidos (Lc 6, 22 par. Mt 5, 11)- tres macarisaquellos «que son perseguidos por causa de la raos (Lc 6, 20 par. Mt 5, 3; Lc 6, 21a par. Mt 5, 6; Lc 6, 21b par. Mt 5, 4). Las divergências justicia» (v. 10; cf. a propósito el v. 3b, así co­ mo el concepto mateico de la justicia en 5, en los textos paralelos deben explicarse en 6.20; 6, 1.33; también 3, 15; 21, 32), y la parte por diferentes modelos de Q (Q“ ‘ o adaptación a la situación de la comunidad (vv. Q^); así sucede con la diferencia entre la terlls ; redaccional ôuüxto como término técni­ cera persona (Mateo; excepción; vv. lls ) y la co para la persecución en 5, 10-12.44; 10, segunda persona (Lucas; cf. Strecker, 256). 23). Según la comprensión mateica, los maca­ En los tres primeros miembros de esta serie de macarismos de Q, Jesús -haciéndose eco rismos -como prelúdio para el Sermón de la Montana- enuncian «las condiciones para la de la piedad veterotestamentaria y judia de admisión en el reino de Dios» (Windisch, 45). los pobres (cf. SalSl 5, 2; 10, 6 )- ammcia a

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[xaxaçioç

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nidad a cumplir pacientemente lo preceptuado. La misma situación la presupone el doble macarismo quiástico de Lc 12, 37.38 (Q ?); la exhortación implícita queda fundamentada por la promesa de que el Senor que llega pre­ parará para el siervo vigilante el festín escato­ lógico. - Frente a esto, la expectación escatológica de la cercania y la de la lejanía constituyen el marco teológico de los macarismos de Q. Aqui, de conformidad con el carácter predominantemente parenético de la colección de logia, la promesa escatológica de sal­ 4. b) El macarismo de Mt 11, 6 (en tercera vación y la exhortación ética se hallan estrepersona dei singular) se trasmite también en chamente relacionadas con miras a la llegada concordância literal en Lc 7, 23. Con Mt 11, dei reino de Dios, que se encuentra ya presen­ 5s se encontraba ya en Q en un contexto lite­ te en el Kyrios Jesús. rário más extenso (Mt 11, 2ss par.; Bultmann, 4. c) Independientemente de la tradición de Geschichte, 22 y 115). Inspirándose en textos Q, paxáQioç se halla atestiguado también en dei AT (Is 35, 5s; 61, 1), se describe el tiempo los Evangelios Sinópticos en el material pe­ de la salvación, y su expectación y cumpliculiar y en el material redaccional (cf. ya ->■ miento se vinculan con el reconocimiento dei 4.a). De trascendencia para la historia de la sentido escatológico de Jesus, el profeta de teologia es el macarismo por el que Jesús, en los últimos tiempos. Aunque el macarismo se respuesta a la confesión de Pedro en Cesarea refiere a la situación dei oír y ver Ias palabras de Filipo, designa a Pedro como receptor de y hechos de Jesús, sin embargo está orientado al mismo tiempo en sentido futuro y escatoló­ la revelación (Mt 16, 17). Aunque se discute si Ias palabras sobre la roca y sobre Ias llaves, gico: la salvación futura se concede n aquel que siguen a continuación, y que tienen igual­ que no se cierra a Ias pretensiones de Jesús. mente colorido semítico (vv. 18-19), estuvieEl macarismo de los testigos que ven y oyen (Mt 13, 16 par. Lc 10, 23) acentúa -c o ­ ron o no vinculadas originalmente con el ma­ carismo, y si pueden atribuirse o no al Jesús mo interpelación en segunda persona dei plu­ histórico (cf. Strecker, Weg, 2 0 Is; Kâhler, ral- el carácter escatológico dei tiempo de Je­ 236-255), sin embargo el macarismo refleja el sús como tiempo dei cumplimiento de la ex­ lugar destacado de Pedro dmante el período pectación profética. Mientras que Lucas (que inicial de la Iglesia cristiana. en esto se halla más cerca de la tradición de Si la «historia de Jesús», narrada aqui por el Q) acentúa el objeto dei ver y recoge así la evangelista, constituye el trasfondo objetivo, anterior palabra de revelación sobre la autoriotro tanto habrá que decir de los macarismos dad de Jesús, vemos que Mateo, en conexión dei material peculiar de Lucas: en la introduccon la ensenanza de Ias parábolas de Jesús, se ción lucana, se alaba como bienaventurada a refiere a la comprensión por parte de los dis­ Maria a causa de su fe, y se le asegura el cumcípulos (v. 13), cuya autoridad queda así fun­ plinüento de lo que se le ha prometido (Lc 1, damentada para Ias generaciones posteriores 45). Al material peculiar de Lucas pertenece (G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõttambién la alabanza (indirecta) de la Madre tingen ^1971, 197s). de Jesús, que se recoge y corrige parenéticaEn Mt 24, 46 par. Lc 12, 43, en la parábola mente mediante el macarismo (originalmente dei siervo fiel y prudente, encontramos la proindependiente) que declara bienaventurados a mesa que se hace al siervo fiel y prudente, en aquellos «que oyen la palabra de Dios y la contraste con quien no es como él. En vista de guardan» (11, 27.29); de igual manera 14, 14, la demora de la parusía, se exhorta a la comu-

Lucas, en el Discurso dei Llano, trata su fuente de manera más conservadora. La interpelación en segunda persona, así como los ayes que siguen a continuación sobre los ricos y los que están hartos (Lc 6, 24-26) vienen dados por la tradición. Lucas acepta la comprensión en sentido material y social; la actualiza mediante la inserción de «ahora» (vnv dos veces en el v. 25) e intensifica con ello no sólo el enunciado paraclético, sino también el parenético (cf. Lc 6, 27ss).

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liaxapujç

donde la exhortación de Jesús a su anfitrión es llevada positiva y antitéticamente a su fín, y a aquel que da sin esperanza de recibir nada a cambio, se le promete una recompensa «en la resurrección de los justos». Por el contrario, 14, 15 («[Bienaventurado aquel que coma pan en el reino de Dios!») no es trasmitido co­ mo una sentencia de Jesús, y es (^redaccionalmente?) la introducción a la parábola dei gran banquete (para el cual se ofrece aqui la palabra clave decisiva). La bienaventuranza que proclama dichosas a Ias personas que no tienen hijos (23, 29), no debe entenderse en sen­ tido literal sino como una manera de describir lo ineludible que es el juicio futuro. 5. Los dos testimonios que hay en el Evangelio de Juan suscitan la cuestión sobre la existência de una corriente de fondo, de carácter profético y apocalíptico, en el círculo joánico. Lo cierto es que ambas promesas escatológicas de salvación tienen carácter futu­ ro; 13, 17, en conexión con el acto ejemplar dei Revelador al lavar los pies, pide la comprensión de los discípulos para que pongan en práctica el amor; a la práctica dei amor se le ha prometido la salvación escatológica (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° [KEK], 363 nota 5: èáv = «si en el futuro»). La misma promesa la contiene 20, 29, donde (^en una elaboración Joánica de la alabanza de los testigos oculares según Lc 10, 23 par. Mt 13, 16?), y con la mirada puesta en Ias generaciones siguientes, se establece un con­ traste fundamental entre el creer y el ver. 6. Prescindiendo de su uso no teológico en 1 Cor 7, 40 ( ^ 2), paxápioç en Pablo apare­ ce únicamente en Romanos; en 4, 7.8 (bis) se ofrece la prueba de Escritura en favor de la tesis de que Abrahán fue justificado no en virtud de obras, sino de la fe; una prueba tomada dei Sal 31, 1-2 LXX. Aunque el macarismo dei AT se referia a la persona que había expe­ rimentado el perdón y la no imputación dei pecado, Pablo infiere, en contra dei sentido li­ teral, la «imputación» de la justicia de Dios «sin obras». 14, 22 se halla en contraste con

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el V. 23 a; si está «juzgado» el que come came en contra de su conciencia moral, vemos que la exclamación considera dichoso a quien, de conformidad con la libertad de la fe, actúa sin escrúpulos (E. Kâsemann, An die Rõmer^ [HNT], 366s). 7. En conformidad con el carácter de la Carta de Santiago como tratado sapiencial y ético, los dos testimonios dei término son parenéticos; 1, 12 recoge la fórmula de la LXX (p.axápioç àvfiQ, cf. Sal 1,1; 31, 2; Is 56, 2; Prov 8, 34 y passim) y alaba a quien soporta pacientemente la tentación (cf. vv. 2-4); a la persona probada se le promete «la corona de la vida» (una expresión casi proverbial para referirse a la salvación futura; cf. Ap 2, 10). Suponemos que también en sentido futuro y escatológico (en vez de futuro lógico), 1, 25 encarece -frente a la actitud dei simple oír- lo necesaria que es para la salvación la actitud dei obrar (cf. vv. 21ss). Más concretamente, 1 Pe 3, 14 se refiere a la situación de la comunidad que tiene que contar con actos de hostilidad (el optativo de la forma verbal caracteriza lo indeterminado de la situación); no de manera completamente independiente de Mt 5, 10 (trasmitido este texto posiblemente a través de la tradición oral), la promesa de salvación se vincula tan­ to en el texto de 1 Pedro como en el de Mateo a la condición de que los sufrimientos de persecución se produzcan ôià SixaioaúvTiv. Y, así, está en consonância con la exhortación (indirecta) dei contexto el que se anime a hacer el bien y a prescindir dei temor a los hombres (en cita de Is 8, 12; cf.; por lo demás, Dupont III, 345ss). Se presupone igualmente la tradición sinóptica (Mt 5, l l s par. Lc 6, 12s), cuando en 1 Pe 4, 14 se considera dichosos a quienes «son vituperados por el nombre de Cristo»; si la persecución les afecta por ser cristianos (v. 16), entonces tienen razón para gozarse de estar en comunión con los sufri­ mientos de Cristo (v. 13); por medio dei don dei Espíritu de Dios, son ya partícipes -en el momento presente- de la salvación escatoló­ gica (v. 14b).

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(iaxágioç - Maxeôovía

8. Las bienaventuranzas dei Apocalipsis aparecen, todas ellas, en tercera persona; interpelan indirectamente a la comunidad, como oyentes que son dei mensaje dei apocalíptico: 1, 3 y 22, 7 constituyen un marco en el que, por medio dei macarismo que considera bienaventurado a quien «tenga en cuenta las palabras de la profecia de este libro», se confir­ ma la autoiidad dei autor. Se presupone la situación de una Iglesia perseguida. A los már­ tires se les promete la participación en la «piimera resurrección» y con ello la victoria definitiva sobre la muerte (20, 6). A ellos, juntamente con los confesores, que son los «muertos que mueren en el Senor», se les pro­ mete el «descanso de sus fatigas» (14, 13; cf. V. 12). Son los «invitados a la cena de las bo­ das dei Cordero» (19, 9). En contraste con los asesinos e idólatras, ellos «lavan sus ropas» (imagen dei martirio: 7, 14) y han de «entrar por las puertas de la ciudad» (22,14; cf. v. 15; posiblemente recogiéndose y contrastando con la fórmula de anatema en la liturgia de la Cena dei Senor; así piensa U. B. Müller, Prophetie und Predigt im NT, Gütersloh 1975, 204). En estos textos martirológicos resalta en primer plano el motivo dei consuelo. Por otro lado, 16,15 hace un llamamiento a la vigilân­ cia, basado en la cercania de la inminente venida dei Kyrios (cf. 3, 3; 1 Tes 5, Iss; Mt 24, 43: 2 Pe 3, 10). Vemos, pues, que el consuelo y la exhortación se unen en los macarismos dei Apocalipsis. Aunque de este modo están próximos a la tradición literaria de la apoca­ líptica judia, sin embargo se interpretan cristológicamente por su conexión con la expectación de la cercania, que es propia dei apoca­ líptico cristiano. G. Strecker ^ a x a Q i a ^ ó ç , o v , ó makarismos bienaventuranza* En el NT el término aparece unicamente en Pablo: en Rom 4, 6.9 refiriéndose a la bienaventuranza dei Sal 31, Is LXX; cf. 1 Ciem 50, 7. Gál 4, 15; Jtoü oúv ó p,axaQiop,òç np,(õv;, «^Dónde está, pues, vuestra bienaven-

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turanzal» (es decir, «vuestra felicitación a vosotros mismos» por la presencia dei apóstol). M a x e ô o v ía , a ç Makedonia Macedonia* M axeôm v, óvoç, ó Makedõn macedonio* BibL: Bauer, Wõrterbuch, 963; A. Brunot, L ’Evangile passe en Europe: BTS 138 (1972) 6-16; P. E. Davies, The Macedonian Scene o f PauTs Joumeys: BA 26 (1963) 91-106; Ch. Edson, Macedonica: HSCP 51 (1940) 125-136; W. Elliger, Paulus in Gríechenland

(SBS 92-93), Stuttgart 1978, índice í .v.; F. Geyer-O. Hoffmann, en Pauly-Wissowa XIV, 638-771; O. Glombitza, Der Schritt nach Europa. Erwãgungen zu Act 16, 9-15: ZNW 53 (1962) 77-82; Haag, Diccionario, 1137; U. Kahrstedt, Stãdte in Makedonien: Her­ mes 81 (1953) 85-111; D. Kanatsoulis, Historia de Macedonia, Thessaloniki 1964 (en griego moderno); P. Lemerle, Philippes et la Macédoine Orientale à l ’époque chrêtienne et byzantine (BEFAR 158), Paris 1945; E. Meyer-I. Seibert-H. Schmoll, en LAW 18151819; G. Neumann-H. Volkmann, en Pauly, Lexikon ffl, 910-919; O. Volk, en LThK VI, 1314; A. Wikenhauser, Religionsgeschichtliche Parallelen zu Apg 16, 9: BZ 23 (1935) 180-186. 1. Macedonia es el nombre de la región de Grécia septentrional que está situada entre la re­ gión montanosa fronteriza de lUria y el río Nestos: importante país de trânsito para el comercio. Desde el siglo VII a.C. se formo el Estado Mace­ donio bajo el reinado de monarcas que residieron primeramente en Edesa y luego en Pela (o Pella). Durante la dinastia de los Argeadas (hasta el ano 300 a.C.), Macedonia se fue desarrollando cada vez más hasta convertirse, en tiempo de Filipo II de Macedonia (359-336 a.C.), en la primera po­ tência de Grécia. Desde el ano 293 a.C. reinaron los Antigónidas, cuyo último rey Perseo fue de­ rrotado en el ano 168 a.C. en Pidna y fue hecho prisionero por los romanos. Macedonia fue divi­ dida en cuatro partes independientes y desde el ano 148 a.C. se convirtió en província romana. De los anos 15 al 44 p.C. fue administrada por el legado imperial de Mesia, pero luego volvió a ser província senatorial. Había colonias romanas, en­ tre otras ciudades, en Dirraquio, Pela y Filipos.

2. En el NT, Majteôovúx aparece 22 veces como denominación de la provincia romana (8 veces en Hechos; 14 en el Corpus Paulinum). MaxEÔcbv, como designación de un habitante de esa provincia, aparece 3 veces en Hechos, y 2 veces en 2 Corintios. - Hech 16,

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Maxeôovía - [iaxgáv

9.10.12 describen cómo a Pablo, durante su segundo viaje misionero, y estando en Tróade, se le aparece en una visión un macedonio y le pide que venga a ese país. En primera persona dei plural se habla luego dei viaje inmediato a Macedonia y de la llegada a Filipos, «una ciudad principal de la provincia ro­ mana de Macedonia, una colonia romana». Lucas realza la importância de ese paso im­ portante para la historia de la misión, haciéndolo mediante una descripción especialmente gráfica. En Corinto Pablo aguarda a sus colabora­ dores Silas y Timoteo, que partirán de Mace­ donia para reunirse con él (Hech 18, 5). Des­ de aqui Pablo escribe su primera carta a la comunidad de Tesalónica, en la que acentua que esa comunidad es un modelo para todas Ias comunidades de Macedonia (1 Tes 1,7), afir­ mando que desde ella se difunde el evangelio (1, 8) y el amor fraterno (4, 10) por Macedo­ nia. La labor eficaz de Pablo en Macedonia du­ rante el tercer viaje misionero se expresa en Hech 20, 1-3: 2 Cor 2, 13; 1 Tim 1. 3; 2 Cor 7, 5 nos hace saber que Pablo allí también mvo que soportar «luchas externas y angustias internas». Los planes de viaje de Pablo para dirigirse de nuevo desde Efeso a Macedonia, se mencionan en Hech 19, 21; 1 Cor 16, 5; 2 Cor 1, 16. Y en Hech 19, 22 se refiere que él envió por delante a Macedonia a sus colaboradores Timoteo y Erasto. Hech 19,29 menciona a los macedonios Gayo y Aristarco entre los companeros de viaje de Pablo, y según 21, 2 el macedonio Aristarco acompana a Pablo en el viaje a Roma. Pablo refiere en Rom 15, 26 que Macedo­ nia y Acaya tienen preparados donativos para Jerusalén, y en 2 Cor 8, 1 acentúa la buena disposición de Macedonia para prestar ayuda, que debe servir de ejemplo a los corintios. Pa­ blo quiere que ellos no queden avergonzados, cuando él, en companía de macedonios, se di­ rija adonde ellos (9,4), sino que desea alabarlos a ellos más que a los macedonios (9, 2). Pablo mismo aceptó ayuda personal única­

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mente de los cristianos de Macedonia (2 Cor l l ,9 ; F lp 4 , 15). A. Weiser M a jíe ô ó iv , ó v o ç , o Makedõn macedonio M ajteôovía. ow, t ó makellon mercado, mercado de alimentación* 1 Cor 10, 25: jtãv tò ev paxéXX,q) jicoXoú[lEVOV èaO^ÍEXE. El término, procedente segu­ ramente dei semítico y atestiguado en inscripciones latinas (jnacellum, cf. Pauly-Wissowa XIV/1, 129ss) y que aparece también como préstamo léxico en el lenguaje rabínico (Billerbeck III, 420), significa originalmente un lugar cercado y luego, como por ejemplo el macellum en Pompeya, una sala porticada con tiendas en los lados, una capilla para el culto imperial y un comedor (cf. la planta en H. Lietzmann-W.-G. Kümmel, An die Korinter I [HNT], sub loco). Una inscripción latina ba­ ilada en Corinto menciona el macellum dei que habla Pablo (cf. H. J. Cadbury: JBL 53 [1934] 134ss). ThWNT IV, 373s; Bauer, Wõrterbuch, s.v. \ H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), sub loco con la nota 13 (bibl.); -> Eiôo)X.ov 4.b. f ia x g á v macran lejos, a distancia* paxQ áv fue originalmente un acusativo que luego se quedo fijado como advérbio (elipsis de óôóv, cf. BlaB-Debruimer § 161, 1 con la nota 1). En el Nuevo testamento apare­ ce usado 10 veces como advérbio (tan sólo en Lc 7, 6 v.l. como preposición impropia); lo encontramos 5 veces en la combinación paxpàv àjió, en sentido local en Mt 8, 30; Lc 7, 6; Jn 21, 8; en Hech 17, 27 dícese de la «cer­ cania de Dios» (cf. Josefo, Ant VIII, 108; Séneca, Ep 41, 1; 120, 14); en sentido figurado en Mc 12, 34 (oíi pax g àv eI àjtò tfjç (3aaikEÍaç Toü '0'Eoü); en los demás casos aparece en sentido local: Lc 15, 20 (paxpàv ÒJtÉXü)); Hech 22, 21 (eiç paxgáv, «a los gentiles, lejos»); en forma correspondiente tam-

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[laxeáv - [iaxQO'0-u|j.ía

bién en 2, 39 ('Ú|Alv... x a l itãaiv xoXç eIç (iajcgáv); en sentido figurado se dice de los gentiles, que antano estuvieron lejos de la salvación, Ef 2, 39 (oí itoxe õvxeç naXQáv; lo opuesto: èYevf|'&T)xe èyYTJç); 2, 17 (cf. Is 57, 19 LXX). Jl«5£oX.O'U'&éa), «seguir a distancia» (Mc 14, 54 par. Mt 26, 58 / Lc 22, 54), ■0'Ea3Qéo), «mirar desde lejos» (Mc 15, 40 par. Mt 27, 55), ÓQáa) (Mc 5, 6; 11, 13; Lc 16, 23), fjjítu (Mc 8, 3, v.l. ELvai) y l'oxT]pi (Lc 18,13; 23,49, cf. Sal 37, 12 LXX; Ap 18, 10.15.17). makrothymeõ tener paciên­ cia, ser paciente -> pawQodupía. ^ a x Q O ‘d 'V ^ ía , a ç , makrothymia pa­ ciência, longanimidad* |xaxQO'fl"upéü) makrothymeõ tener paciên­ cia, ser paciente* p,auQO'ôijp,coç makrothymõs (adv.) pacien­ temente* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Campo referencial - 4. Lc 18, 7. U. Falkenroth-W. Mundle, P a ciên cia , en DTNT III, 234-240; J. Horst, (iajtçodnpía xtL., en ThWNT IV, 371-390-, H. Ljungvik, Z u r E rklãrung ein e r L k -S íe lle (Luk. X V U I jy . NTS 10 (1963-1964) 289-294; F. MuBner, D e r J a k o b u s b rie f (HThK), Freiburg i. Br. 1964, 199-207; W. Ott, G e b et u n d H e il (StANT 12), München 1965, 44-59; H. Riesenfeld, Z u paxQoO-upEiv (L k 18, 7), en F S S c h m id 1963, 214217; H. Sahlin, Z w ei Lukas-Stellen: SyBU 4 (1945) 920, sobre todo 14-18; A. Strobel, U ntersuchungen zum B ib l.:

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e sc h a to lo g isc h en V erzô g eru n g sp ro b lem (NovTS 2), Leiden 1961, 90-92, 129, 254-264; A. Wifstrand, Lukas X Vin.7-. NTS 11 (1964-1965) 72-74; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1168.

1. En el NT el verbo se halla atestiguado 10 veces, el sustantivo 14 veces y el advérbio una sola vez. Es curioso que en los evangelios aparezca únicamente el verbo, y por cierto tres veces (Mt 18, 26.29; Lc 18, 7); que los términos no aparezcan en absoluto en los es­ critos joánicos, y que el adjetivo paxpó^u(loç, que en la LXX es relativamente frecuente, no se encuentre en el NT. 2. En el griego (profano), paxQO§U[xía xxX., a diferencia de otros compuestos de ->• •&upéco, se halla atestiguado en época relati­ vamente tardia y no aparece sino raras veces. El sustantivo significa paciência, aguante, perseverancia, y el verbo, tener paciência, perseverar. Se trata siempre de un atributo dei carácter humano, y no se orienta hacia los semejantes. En la LXX, paxQodupía xxA. aparece con re­ lativa frecuencia. El equivalente hebreo que se halla detrás es, en la mayoría de los casos, ’e r e k 'a p p a y im , «la demora de la (explosión de la) ira». Es sobre todo un atributo de Dios, estrechamente relacionado con su misericórdia ( e L ê o ç u otros términos por el estilo). paXQodupía designa es­ pecialmente la p a c iê n c i a de Dios con los hombres y particularmente con los pecadores, sobre los que El no derrama su ira, sino que los perdona y los salva -pero unicamente en el caso de que ellos se conviertan—. En la literatura sapiencial se encuentra paxQO^Ovpía % xk. en relación también con seres humanos: Ias personas buenas y sabias no permiten que su ira estalle en seguida. En es­ tos escritos aparece también el sentido profano de p a c iê n c ia , p e r s e v e r a n c ia .

En el judaísmo primitivo aparece igualmente esta gama de significados. Es curioso que paXQO-&upta v.xk. falte en Filón. Josefo emplea los términos en sentido exclusivamente profano.

3. En el NT, paxpo^&uiJtía v,xk. no sólo es un atributo de Dios (y de Jesús) sino también una característica dei cristiano. Se sigue en parte el uso que se hace de estos términos en el AT y en el judaísmo primitivo. La paxQO-

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IxaxQoôuuía - jiaxQÓç

Hufiía de Dios significa también aqui su pa­ ciência. Pero se ha convertido especialmente en la característica de un plazo durante el cual Dios retiene su ira y quiere dar a los hombres la oportunidad de convertirse y de eludir así el eastigo divino y conseguir la salvación. Es­ te motivo procede dei judaísmo primitivo, encontrándose ya vestígios de él en la LXX (cf. Eclo 5, 4; 4 Esd 7, 74; ApBar [sir] 21, 20; 59, 6; cf. Arist 188). En este sentido se encuentra también en Rom 2, 4: la paciência es paralela a la «bondad» (xqt| otÓtt]ç) y a la «indulgên­ cia» (àvoxií) de Dios (cf. también Sab 15, 1; Clemente de Âlejandría, Strom III, 3). De manera parecida en Rom 9, 22; pero aqui falta el motivo de la conversión. Según 1 Pe 3, 20, Dios aguardo pacientemente antes de enviar el dilúvio (cf. Hen [et] 66; Pirqê Abot 5, 2; y cf. Ireneo, Haer I, 10, 3); según 2 Pe 3, 9.15, el juicio de Dios se hace esperar un poco, por­ que Dios es paciente y desea que los hombres se conviertan, estén sin pecado y de esta manera sean salvos (cf. IgnEf 11, 1; Hipólito, Comm. in Dan. IV, 22, Isa). El significado veterotestamentario original de p,axqo^u[iía (asociado, pues, con la misericórdia de Dios; perdón y salvación después dei arrepentimiento) se halla presente en 1 Tim 1, 16 (cf. fiXefilhiv), pero aqui Jesucristo es el sujeto de la paciência. El hombre como sujeto de |iaxQO #u|iía xrX,. aparece en la parábola dei siervo despiadado: como los deudores no pueden pagar sus deudas, piden paciência a sus acreedores, es decir, piden que no se les castigue inmediatamente, sino que se les conceda un plazo más para devolver la suma de dinero que adeudan (Mt 18, 26.29; TestJob 11, 10). La p,ax0O'&upía es una cualidad típica dei cristiano: el dominio de la ira que hierve fá­ cilmente. Y, así, el término se encuentra (a menudo junto a xotI otóxtiç, jt0aiJTT]ç y àyáJtT| y a veces Ú3top,ovT|) en los catálogos de virtudes y en otras series de virtudes cristianas: 2 Cor 6, 6; Gál 5, 22; Ef 4, 2; Col 1, 11; 3, 12; 1 Tes 5, 14; 2 Tim 3,10. Incluso la proclamación dei evangelio debe hacerse «con longanimidad y paciência» (2 Tim 4, 2). En el

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poema epigramático sobre el valor dei amor, en 1 Cor 13,4, no falta la idea de la paciência (cf. también 1 Ciem 49, 5). En un sentido más profano [iax0O'9'X)p,ía xxX. se encuentra en Heb 6, 12.15; Sant 5, 7 (bis).8.10. Según Hebreos, los creyentes deben aguardar pacientemente Ias promesas fu­ turas de Dios, lo mismo que hizo en su dia Abrahán. Sant 5, 7ss hace referencia a la panisía que se acerca, y exhorta a los hermanos a aguardar con paciência como el labrador (cf. Orígenes, Princ III, 1, 14), a ser siempre pacientes y a tener aguante, como perseveraron en su dia Job (cf. Ú3XopovTi, v. 11) y los profetas (en cuanto a paxQO^uixía - xaxoJta#ía, cf. también Josefo, Bell VI, 37; cf. 2 Tim 4, 2.5). El significado profano (paxQC&úp.coç, pa­ cientemente) aparece también en Hech 26, 3 (cf. Pseudo-Clementinas, Hom IV, 8, 6). 4. Por tanto, Lc 18, 7 (cf. Pseudo-Clemen­ tinas, Hom XVII, 5, 4) deberá traducirse probablemente de la siguiente manera: «i,No hará Dios justícia a sus elegidos que claman a El dia y noche, mientras que en los que a ellos respecta (en relación con ellos) aguanta (es decir, permanece inmóvil)?». Lo mismo que el juez injusto, Dios, por Ias incesantes súpli­ cas de sus elegidos, no permanecerá inmóvil por más tiempo sino que les hará justícia (y, por cierto, «en breve», èv xáxet, v. 8; xáxoç se halla aqui en contraste con (xaxgo'6-up.Etv; cf. también Eclo 5, 11). Para un significado parecido de [iax0O'&u(iía (= «paciência de Dios»), cf. Eclo 35, 19; Crisóstomo, Hom. in M t28, 1. H. W. Hollander |iia>eQOd"Ú^.(i)Ç makrothymõs (adv.) pa­ cientemente paxQO^&upía. fiaxQÓÇ, 3 makros distante, lejano, largo* Adjetivo en la expresión eiç xtÓQCCv paXQÓv (Lc 15,13; 19,12); neutro plural en sen-

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[iaxQÓç - (j,ãX.Xov

tido adverbial en la expresión [xaxgà jtqoo8DXÓ|t.8VOi, «orando durante mucho tiempo, haciendo largas oraciones» (Mc 12, 40 par. Lc 20, 47 / Mt 23, 14 Textus Receptus).

^.aXQOXÇÓvioç, 2 makrochronios de lar­ ga vida* Ef 6, 3 (en cita de Ex 10, 12; Dt 5, 16 LXX): «para que tengas larga vida en la tie-

( la X a x ía , a ç , malakia blandura, debilidad, dolencia* Aparece únicamente en Mateo en la expre­ sión Jtõoav vóoov x a l Jtõoav paX axíav, «toda enfermedad y toda dolencia»-. 4, 23; 9, 35; 10, 1; cf. Dt 7, 15; 28, 61; ÃgU 954, 12.

^ .a X a x ó ç , 3 malakos blando, delicado, suave* De los cuatro testimonios que hay en el NT, tres se refíeren a personas elegantes «vestidas con ropas delicadas»-, èv paX.axotç (IpaTÍoiç: Lucas) f|(xq)ieafiévov, Mt 11, 8a par. Lc 7, 25; ol TÒ paX axà q)OQOÜVTEÇ, Mt 11, 8b; cf. EvTom 78. De esas personas -dice Jesússe diferencia el Bautista, que está vestido co­ mo un ascético profeta dei desierto (cf, también Mc 1, 6 par. Mt 3, 4; Heb 11, 37; Ap 11, 3; cf. O. Bocher, Christus Exorcista [BWANT 96], Stuttgart 1972, 109s; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas [ÕTK], sub loco [bibl.]). El catálogo de vicios, en 1 Cor 6, 9, menciona a los paXaxoL / afeminados como ejemplo reprobable de homosexualidad pasiva (cf. Rom 1, 27; Lev 20, 13; Arist 152; Sib III, 184ss, 584ss; cf. Billerbeck III, 70; H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther [KEK], sub loco [bibl.]).

Ma^£À,£TjÀ, Maleleél Maleleel* Nombre dei hijo de Cainán (Gén 5, 12, en hebreo: mah“lal’êl) en la genealogia de Jesus, Lc 3, 37.

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^ á X u n a malista (adv.) lo más, casi siempre, (muy) especialmente, sobre todo* En el NT el advérbio aparece 12 veces (pero no en los evangelios): Hech 20, 38; 25, 26; 26, 3; Gál 6, 10; Hp 4, 22; 1 Tim 4, 10; 5, 8.17; 2 Tim 4. 13; Tit 1, 10; Fim 16 (páLioxa..., Jióoü) ôè põÀXov, ->• pãX.A.ov 3.a); 2 Pe 2, 10; cf. BlaB-Debrunner § 60, 3. mallon (adv.) más (aún), más bien, antes bien, tanto más 1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. gãX.kov en figuras de argumentación y de estilo. Bibl.: Amdt-Gingrich, s.v.; Bauer, Wõrterbuch, j.v.; L. Rydbeck, Fachprosa, vermeintliche Volkssprache und NT, Uppsala 1967, 80-85; M. Wolter, Rechtfertigung und zukünftiges Heil (BZNW 43), Berlin 1978, 177-180 (bibl.).

1. pãX,Xov es el comparativo dei advérbio p á k a (que no aparece en el NT). Se encuentra 81 veces en el NT. El significado se deter­ mina por su entorno sinsemántico. 2. a) En comparación directa (con f) o ge­ nitivo de comparación) significa más que-, Mt 18, 13; Hech 4, 19; 5, 29 («hay que obedecer a Dios antes que a los hombres»; ambos pasajes de Hechos reflejan lo que dice Platón Ap 29d; cf. también Apiano, RomHist XXVI, 101); 27, 11. - La cuestión de si pãX,Xov adquiere aqui o en Jn 3, 19; 12, 43; Hech 20, 35 ir^ c); 1 Tim 1, 4; 2 Tim 3, 4; Heb 11, 25 un sentido excluyente o tan sólo un sentido com­ parativo (cf. BlaB-Debrunner § 246, 2a), se decide no por pãkkov sino por la correspondiente antítesis dei contenido (compárese, por ejemplo, 4 Mac 15, 3 con 16, 24). b) En sentido absoluto (en comparación in­ directa): más todavia (que antes, que otros), tanto más (Mc 10, 48 par. Lc 18, 39; Lc 5, 15; Jn 5, 18; 19, 8; Hech 5, 14; 9, 22; 2 Cor 7, 7; Flp 1, 12; 2, 12; 3, 4; Heb 10, 25; 2 Pe 1, 10; Flp 1, 9 (pãXÂ,ov x a l [aõX>i,ov, cada vez más)-, 1 Tes 4, 1.10 en combinación con -+ jteçioa8Ú(0 (4) (cf. también Mc 7, 36; Rom 5, 15.17; 2 Cor 3, 9; 7, 13); también 1 Cor 9, 12 (pregunta retórica).

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|j.ãJLA.ov - |i.a(j,ü)vãç

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c) Son afines los enunciados construidos antitéticamente: la conducta que se aconseja, es acentuada por pãXkov (más bien, preferiblemente, en vez de eso, con imperativo: Mt 10, 6.28; 25, 9; Rom 14, 13; Ef 4, 28; 5, 4.11; 1 Tim 6, 2; Heb 12, 13; también 2 Cor 2, 7 (refuerzo de xouvavxíov). - Una variante es­ tilística la constituye la formación de la antítesis con ayuda de una interrogativa (oíi[xl] pãkkov) negativa y que espera, por tanto, respuesta afirmativa («i,no es más bien?»): 1 Cor 5, 2; 6, 7; Heb 12, 9. d) Es problemático el texto de 1 Cor 7, 21 (sobre él, últimamente, P. Trummer, Die Chance der Freiheit: Bib 56 [1975] 344-368): una de dos, o «haced preferiblemente uso de ello» (de la posibilidad de la libertad; pãLkov se corresponde entonces con pf| ooi peÀéx©), o bien «permaneced preferiblemente en ello» 3. a) La expresión jtokkrô (jtóocp) p,ãX,X,ov (en la esclavitud; |xõkXov reflexiona aqui so­ caracteriza la conclusión a maiori (minori) ad bre lo de a k \ ’ el x a i ô ú v a o a t èkeú^egoç minus (maius), como se llama en la retórica YEvéofiai, -> XQáopat). antigua. Los rabinos la llaman qal wãhômer M. Wolter («ligero y pesado») (BUlerbeck 111, 223ss; C. G. Wilke, Die neutestamentliche Rhetorik, Dresden 1843, 315; H. Lausberg, Handbuch MáX/oç, OV Malchos Malco* der literarischen Rhetorik, München ^1973, § Nombre propio (forma helenizada/latiniza396s; Wolter). Se trata de una argumentación da dei hebreo melek, nombre frecuente de no a fortiori en dos partes: de una premisa más judios en inscripciones nabateas y en Josefo) difícil (más improbable), casi siempre en for­ de un esclavo dei sumo sacerdote, a quien Pe­ ma de una oración condicional real (eI), se dedro cortó una oreja con un mandoble de su es­ duce con un grado superior de evidencia -a pada; Jn 18, 10 (cf., sin mención de nombres, fortiori- un aserto más fácil y, por tanto, más Mc 14, 47 par.). Bauer, Wõrterbuch, í . v . probable: (si...,) tanto más (Mt 6, 30 par.; 7,11 (bibl.); Haag, Diccionario, 1149; R. Schnacpar.; 10, 25; Lc 12, 24; Fim 16; Heb 9, 14; 12, kenburg, El Evangelio según San Juan, Bar­ 9 [en forma de pregunta], 25); ->■ itoÀúç 3.a. celona 1980, sub loco.

c) En combinación con un adjetivo marca el grado comparativo dei mismo: xaÀòv |xãX\o v (mejor): Mc 9, 42; 1 Cor 9, 15; también Hech 20, 35: p axágióv èoTiv p,ãAÀov ôtôóv ai T] )tap.pávEiv (cf. Tucídides II, 97, 4; cf. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 569s nota 5; R. W. Funk, A Greek Grammar ofth e NT, Chicago 1961, § 245a); 1 Cor 12, 22 (más necesario); Gál 4, 27 (más numero­ so). - Como refuerzo dei comparativo (Rydbeck) con el significado de mucho: Flp 1, 23; Mc 7, 36; 2 Cor 7, 13; cf. también Mt 6, 26 (->■ ôiaqpéga) [3.a]). d) En correspondência con una negación mencionada anteriormente o que sólo se halla implícita, significa sino, antes bien (Mt 27, 24; Mc 5, 26 [cf. Job 30, 26 LXX]; 15, 11; 2 Cor 5, 8; 12, 9; Fim 9); 3.c.

Esta figura de argumentación tiene relevância teológica en Pablo, que la utiliza en un marco tipológico y de historia de la salvación (Rom 5, 15.17; 2 Cor 3, 7s.9.11), en relación con la actividad de Dios en la elección (Rom 11, 12.24) y con la acción salvífica de Dios (Rom 5, 9.10).

n ç , ^ mamme abuela* En 2 Tim 1, 5 se menciona a Loida, abuela de Timoteo, y a su madre Eunice, por la fe sincera de ambas; ^ EúvLxq.

b) Mediante el uso de [tãkkov ôé se forma FiKFitovãç, ã , ó mamõnas bienes, riqueza, la figura de la correctio, que sirve para mejofortuna* rar (precisar) el propio enunciado (o más En el NT el término aparece únicamente en bien)-. Rom 8, 34; 1 Cor 14, 1.5; Gál 4, 9 (cf. Lausberg, Handbuch der literarischen Rheto­ palabras de Jesús: Mt 6, 24 par. Lc 16, 13: oíi rik § 784-786). óúvaoDe De^ ôouketiEiv x a i p,ap,(üvã; Lc

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|j,a[xcüvãç - (xavdávta

16, 9; jJiat».(Mvãç xfjç àôixCaç; 16, 11; ó ãôixoç jj,a[iO)vãç (cf. también 2 Ciem 6, 1); en arameo, mãmôn / mãmônã' (Textus Receptus; ^lafxfxcovãç). El origen dei término es incierto. Tal vez exista alguna relación con el hebreo ’ãman, «ser fiable». El vocablo falta en el Canon hebreo, pero se encuentra en Eclo 31, 8; CD 14, 20; IQS 6, 2 (probablemente deba presuponerse también en Hen [et] 63, 10) y es frecuente en la Misná, en el Talmud y en los Targumim (cf. Abot 2, 12; San 1, 1; bQid 70a). El mãmôn es asociado frecuentemente con la adquisición no honrada de bienes o con el afán de obtener ganancias por médios enganosos y fraudulentos, y por este motivo es condenado (mãmôn disqar u otras expresiones por el estilo / (ta(xrovãç ãôixoç o tfjç àôiHÍaç; cf, también Billerbeck II, 220; Jastrow, Dictionary II, 794; ThWNT IV, 391; cf. además Eclo 5, 8; 26, 29-7, 3). ó [lapcüvãç aparece personificado en Q (Mt 6, 24 / Lc 16, 13) como un poder que se halla en conflicto con lo que Dios exige al hombre. Al igual que hace la piedad (apoca­ líptica) judia asociada con la pobreza, lesús rechaza el afán de buscar la seguridad de la vida en la posesión de bienes y riqüezas, por­ que ese afán es en realidad la sumisión bajo un falso amo, una sumisión que pone en peligro la vida. Lucas, probablemente, sintetizó el logion de Q con Ias otras dos sentencias (que venían también dadas previamente por la tradición) de 16, 9.11, haciendo de ellas la interpretación de la parábola dei administrador in­ justo (16, 1-8). Así, la intención dei v. 9 (quizás en asociación directa con la parábola) cs que uno se aproveche dei «manmón injusto», durante la propia vida (mediante la generosa distribución de Ia propia riqueza), para lograr que Dios sea su «amigo» en el cielo, mientras que el V. 11 exige que uno muestre su propia fiabilidad incluso en el âmbito de Ias «posesiones injustas», pero en el contexto actual advierte precisamente a los discípulos que no vayan a fallar en cuanto a la necesaria pru­ dência escatológica (para distribuir generosa­ mente los propios bienes). Será difícil consi­ derar la expresión èx toü papw vã como tra-

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ducción dei arameo mimmãmdnã’ («jmás va­ le que consigáis amigos que no el injusto man­ món!»; en contra de Colella; ZNW 64 [1973] 124-126). Billerbeck I, 434s; Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT IV, 390-392; X, 1168 (bibl.); BHH II, 1135; Haag, Diccionario, 1151s; H. P. Rüger; ZNW 64 (1973) 127131; TRE III, 607; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÔTK), sub loco (bibl.) H. Balz M a v a r|V Manaên Manaén* Hech 13, 1: Nombre de un profeta y maes­ tro (en hebreo, m‘nahem\ cf. también 4 Re 15, 14; Josefo, Ant XV, 373ss) de la comunidad antioquena, a quien se describe más concreta­ mente como oúvTQOípoç («companero de in­ fância») dei tetrarca Herodes, es decir, que se habfa criado con el príncipe y que quizás por este motivo había conseguido una posición especial en la corte; el título de honor siguió tributándosele aun después de adulto. Sobre Ias relaciones con Josefo, Ant XV, 373ss cf. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. No se puede probar que haya conexión con Jn 4, 46ss. BHH II, 1136; Haag, Diccionario, 1154. M a v a a o f jç , fj Manasses Manasés* Nombre (en hebreo, m‘nasseh) a) dei hijo primogênito de José (Gén 41, 51) y patriarca de una de Ias doce tribus de Israel (Ap 7, 6), b) dei hijo dei rey Ezequías ('E^exíaç, cf. 4 Re 18, 1) y padre de Amón (!A.p,róç, Mt 1, 10, pero cf. ’A|iü)V en 4 Re 21, 18) en la genealo­ gia de Jesús según Mt 1, 10 (bis); cf. Lc 3, 23ss D. BHH II, 1136s; Haag, Diccionario, 1154-1156. H avftávM manthano aprender 1. Aparición en el NT - 2. Contenido semântico - 3. Campo referencial en lingüística - 4. Campo referen­ cial en temática teológica. B ib l.: E. Jenni, Im d, en DTMAT I, 1191-1196; E. Kãsemann, A m t u n d G e m e in d e im N T (1949), en Kã-

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(xavôávco

semann, Versuche I, 109-134; H.-W. Kuhn, Nachfolge nach Ostem, en FS Bomkamm, 105-132; E. Lohse, Katechismus (I. im Urchristentum), en RGG III, 1179; U. Luz, Erwãgungen zur Entstehung des ^
1. En el NT [lav&ávoj aparece 25 veces, seis de ellas en los evangelios, una en Hechos, siete en Ias Cartas Paulinas, nueve en Ias Deuteropaulinas (con Colosenses y Efesios), una vez en Hebreos y otra vez en el Apocalipsis. La distribución de pavOávco en el NT es distinta, en parte, a la de pa^&Titeúaj y fiaHritriç. 2. pavO-ávco (atestiguado desde Homero; cf. el indoeuropeo mendh-, «[llegar a] conocer, enterarse», cf. Frisk II, 170s) significa aprender. Con este significado se comprenden bien los pasajes dei NT, incluso los pro­ blemáticos (tan sólo en Hech 23, 27: enterar­ se). 3. Especiales relaciones sintácticas; expresión dei origen o fuente por medio de àjtó, èv, jtagá; expresión dei objeto de la acción verbal por me­ dio de objeto directo (en acusativo), oración de ÕTl, construcción de infinitivo, construcción de participio (1 Tim 5, 13; participio en nominativo, como sucede ya en el griego clásico. con àgyctí como predicativo de [.tav&ávü}, la segunda parte dei versículo está construída análogamente), inte­ rrogativa indirecta (Mt 9, 13); uso absoluto dei verbo o relación de objeto indirecto u objeto im­ plicado (en parte, adicionalmente) (por ejemplo, 1 Cor 14, 31; Mt 9, 13; 11, 29). -Ejemplos de vocablos de sentido afín o empleados en estrecha conexión: àxoXou&éü) (Mt 9, 13), àKOÚco. YLvcóoxo) jtrX., ôiôáoxcü / ôiôaxií, oTôa, èjtgQcuxáa), jtagakappávcL). 4. a) Mientras que el uso profano general dei verbo (sobre el mundo antiguo cf. Rengs­ torf) no tiene especial peso (pero cf. Hech 23. 27), vemos que pav&ávo) es importante para la vida de los cristianos: se hace un uso ético

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y paraclético dei verbo (1 Cor 14, 31). Apesar de todas Ias diferencias, llama la atención un enraizamiento más o menos intenso dei verbo en la soteriología. Según Heb 5, 8, hasta el mismo Cristo aprende. b) Heb 5, 8s se refiere a Cristo, poniéndole paracléticamente como ejemplo, y presentándole soteriológicamente como Salvador. Y to­ do ello, sobre la base de la obediência de Cristo. De esta manera se condensa la tendên­ cia paraclética y escatológica de la Carta a los Hebreos. En Pablo se observa únicamente en Gál 3, 2 una referencia a la doctrina de la justificación. Desde luego, Pablo aqui suscita la cuestión en forma irônica y crítica, a fin de que los gálatas aprendan (no «se enteren» de) lo que es la vida cristiana. En los demás pasa­ jes se expresa de manera más indirecta toda­ via la soteriología característica de Pablo (Rom 16, 17; Flp 4, 9). En Ap 14, 3 se habla de un éántico de los 144.000 sellados (^el contenido dei cântico se expresa en 19, Iss?): un cântico que ellos únicamente aprendeu (i,«aprenden a cantar»?, y que no oyen o entienden o algo por el estilo). Lo de estar sella­ dos se documenta por su capacidad para apren­ der y por su cântico. Según 2 Tim 3, 7 hay una manera de aprender que no puede llegar al conocimiento de la verdad. c) En la tradición de los cuatro evangelios acerca de Jesus, encontramos en Jn 6, 45 estructuras parecidas (interpretación joánica de Is 54, 13). La conexión entre el oír y el apren­ der realza lo que es la fe por contraste con la acción de ver. En Mt 9, 13 [tavüáva) paiece ser redaccional. Como en Os 6, 6, no se piensa aqui en una misericórdia divina, sino en una misericórdia humana (cf. 12, 7; 23, 23). Y, así, Mateo (a pesar de Ias tensiones soteriológicas con el contexto) puede dar instrucciones a su comunidad en lo que respecta al cumplimiento de la ley (cf. la «justicia mejor», 5, 20). Por eso, parece que pav^ávm (cf. Billerbeck I, 499) remite a una tradición catequética de Mateo. En Mt 11, 29 encontra­ mos una de dos: o material peculiar de Mateo o bien (cf. Kuhn, 114 nota 53) una tradición de Q, y por cierto en el marco de 11, 28-30

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(ia'V'&ávco - jxavía

como totalidad (cf. EvTom 90), que son unas palabras de Jesus dirigidas a los agotados y agobiados. La función soteriológica de Jesús y la conducta de quien va en pos de él vuelven a convertirse en tema -véanse Ias relacio­ nes (posiblemente trasparentes) con algunas bienaventuranzas (Q), con la Pasión y la cruz de Jesús (Mt 10, 38 Q; Mc 8, 34 par.), la resurrección de Jesús (cf. también Mc 13, 13 par.), el peso dei camino de la justicia (cf. Bultmann, Geschichte, 171s y 176)-. Segura­ mente, Jesús mismo se volvió ya hacia los «fatigados y cargados», les comunico (escatológicamente) una conciencia dei sufrimiento y les dio instrucciones (en parte, como Maes­ tro), pero ^lo hizo él ya en Ias dimensiones expresadas en esta sentencia? Mc 13, 28 par. Mt 24, 32 (^Lucas sin pavOávm con más escasa vertiente catequética?) es quizás redaccional. Ahora bien, en el hablar en parábolas podría haber materiales antiguos de la tradición (^procedentes de lábios de Jesús? - en sentido crítico Bultmann, Geschichte, 129s y 187; en sentido positivo. Jeremias, Parábo­ las, 127ss). Aqui, en el uso que se hace de pav&ávto en los evangelios, predomina la perspectiva post-pascual, al menos en parte con una posible base en Ias ensenanzas de Jesús, y presenta también en el horizonte la idea dei seguimiento de Jesús (véeinse los problemas: el llamamiento de Jesús, dirigi­ do a individuos ^es -en analogia con los rabinosun llamamiento carismático-escatológico?; sobre los limites de pav&ávco en relación con àxo7.on■dém cf. Regnstorf, 408). Así, como muestra Kuhn, nuevas perspectivas se revelan, teniendo en cuenta la tesis de Theifien sobre los carismáticos itine­ rantes, acerca dei problema de la discontinuidad y de la continuidad.

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Cor 4, 6; 2 Tim 3, 7). La disciplina dei arcano y la idea de la revelación no aparecen con es­ pecial relieve (a no ser en Ap 14, 3). Particu­ larmente significativos son el aprender por parte de Ias mujeres (Pablo, Pastorales), la distinción entre judeocristianos y cristianos gentíles (Tit 3, 14; cf. Gál 3, 2). Después que los investigadores ya un tanto an­ tiguos acentuaran la existência de un catecismo cristiemo primitivo de carácter homogêneo (Seeberg), entró más tarde en el debate la evolución hacia el «catoücismo incipiente» (cf. Kâsemann, 127ss; Luz). Seguramente, una evolución de la constitución y de la doctrina de la Iglesia llegó a ser importante (Bultmann, T e o lo g ia , 513ss). Es curioso que pavdávo), fuera de los evangelios, se refiera especialmente a la dimensión catequética, y refleje desarrollos que en el NT estaban tenien­ do lugar aqui. Por otro lado, es notable que pavflávco falte precisamente en Ias Cartas Católicas, en Ias que se retuvo la tradición acerca de Jesús, y que en Ias Pastorales el verbo no experimente aún ninguna restricción a un sistema doctrinal.

e) Hermenéuticamente, pav&ávu) ha ex­ perimentado una intensificación intelectual, a base de diversas fuentes y caminos; por ejemplo, la instrucción sobre doctrina (Rom 16, 17), la parábola (Mc 13, 28), la referencia a la Escritura (también 1 Cor 4, 6), la profecia en la comunidad (1 Cor 14, 31). Ahora bien, el aprender llega también hasta el terreno de la práctica de la vida (Mt 11, 29; Flp 4, 9.11). G. Nebe

^ a v í a , a ç , ■q mania locura, demencia* La expresión, seguramente nada inusual, eiç pavíav jtEQiXQéJtei (Hech 26, 24, cf. Luciano, Abdic. 30; en paralelo con ella se encuentra dos veces [taívopai, w . 24s) dificil­ d) El campo referencial, en matéria de so­ mente deberá interpretarse en el sentido dei arrebato profético (cf., a propósito, Liddellciologia de la religión, llega a ser especial­ Scott S.V.), sino que debe entenderse en senti­ mente importante en la praxis catequética dei do peyorativo: «volver loco / trastomar» (tér­ cristianismo primitivo (en cuanto a la comuminos opuestos; à)i,TiOeia, omtpeooóvTi, v. nidad de Qumrán cf. IQS 3, 13; 9, 13). Aqui 25; cf. también Os 8, 7s; Sal 39, 5 LXX; Sib encontramos lo de aprender, en un sentido ca1 ,17 Is). Al romano (en contraste con el judio tequético, en la convefsión al cristianismo, Agripa pi]) le falta todo acceso a la verdad generalmente con referencia a maestros con­ dei mensaje paulino; p,aívop.ai. cretos o en sentido derivado y desvaído (1

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(iáw a - [xagava ü a

f lá v v a , TÓ manna maná* ^lávva (en hebreo mãn, en árabe mann, LXX (láv, Ex 16, 35, en los demás casos [xávva) aparece cuatro veces en el NT; en Jn 6, 31.49 dícese dei maná de los padres en el desierto (cf. Ex 16,4ss; como «pan dei cielo» se encuentra en el v. 31b, cf. Sal 77, 24 LXX), que constituye un antitípo dei «verdadero pan dei cielo» (cf. 6, 32s.41.50s.58, también los vv. 35.48; 1 Cor 10,3; Billerbeck II, 481s); en Heb 9, 4 dícese dei maná que se guardaba en una uma de oro en el lugar santísimo (cf. Ex 16, 32ss; TosYom 3, 7; pero cf. 1 Re 8, 9); Ap 2, 17: TÒ p,ávva tò xeKQuppévov como man­ jar (celestial) escatológico de Dios para los «vencedores» (cf. ApBar [sir] 29, 8; análogo al «agua de la vida», Ap 7,17; 21,6; 22,1.17; que probablemente debe entenderse en conexión con la tradición judia acerca de la salvación y conservación de los objetos dei lugar santísimo escondidos [en la tierra] desde la destrucción de Jerusalén hasta el fin de los tiempos, cf. 2 Mac 2, 4ss; ApBar [sir] 6, 6ss; cf. también Billerbeck III, 793s). El maná es una secreción dulce dei tamarisco dei maná, que es chupada por cochinillas, cae al suelo en pequenas bolitas de color brillante, y puede recogerse aun hoy día en la región dei Sinai. ThWNT IV, 466-470; X, 1169 (bibl.); Bauer, Wõrterbuch, í .v. (bibl.); F. S. Bodenheimer: BA 10 (1947) 2-6; BHH II, 1141-1143; Haag, Diccionario, 1152-1154; P. Borgen, Breadfrom Heaven (NovTS 10), Leiden 1965. ^.avT E V O ^ai m anteuom ai adivinar la suerte, predecir el futuro* En Hech 16, 16 se habla de una esclava pagana (pavteuofxévT]) que está poseída por un demonio (n:v£'0[ta Jtúdcov, v. 16a, i,una ventrílocua?); cf. 1 Re 28, 8; Josefo, Ap I, 306.

^ a Q a í v o ^ a l marainomai (en voz pasiva) extinguirse, desaparecer, marchitarse* En Sant 1,11 dícese dei rico, que (como Ias flores dei campo) se marchitará (p ,aQ av ^-

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o etai) en medio de sus negocios; cf. Job 15, 30; Josefo, Ant XI, 56. Spicq, Notes II, 53Is. I ^ a ç a v a d a marana tha iSenor nuestro, ven!* BibL: M. Black, The Maranatha Invocation and Jude 14. 15 (1 Enoch 1:9), en FS Moule, 189-196; G. Bomkamm, Das Anathema in der urchristl. Abendmahlsliturgie, en Bomkamm, Aufsatze I, 123-132; H. Conzelmann, Der erste B ríef an die Korinther (KEK), Gõttingen 1969, 360s; O. Cullmann, Cristología dei Nuevo Testamento, Salamanca 1997, 279-288; Hahn, Hoheitstitel, 100-109; G. Klein, en RGG IV, 732s; K.

G. Kuhn, iiaçavaftá, en ThWNT IV, 470-475; P. E. Langevin, Jésus Seigneur et Teschatologie, BragesParis 1967, 168-298; C. F. D. Moule, A Reconsideration o fth e Context o/maranatha: NTS 6 (1959-1960) 307-310; J. A. T. Robinson, Traces o fa Liturglcal Sequence in 1 Cor. 16, 20-24: JThS 4 (1953) 38-41; H. P. Rüger, Zum Problem der Sprache Jesu: ZNW 59 (1968) 113-122, 120s; Id„ en TRE IH, 607; B. Sandvik, Das Kommen des Herm beim Abendmahl im NT, Zürich 1970,13-36; I. Schmid, en LThK VI, 1370; pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1169.

1. La forma transcrita p a g a v a d a o p ag àv à d á (así L al lat) aparece en el NT únicamente en 1 Cor 16, 22 en el contexto de la conclusión de la carta: «Si alguno no ama al Senor, jsea maldito! (títoj ^ àv a d ep a), marana tha». A continuación sigue el deseo: «jLa gracia de Jesus, el Senor, esté con vosotros!» (v. 23). El p a g a v a d a se encuentra también en Did 10, 6 en la oración eucarística: «i Venga la gracia y pase este mundo. jHosaima al Dios [v.l. Hijo] de David! jEl que sea santo, que se acerque a él! iEl que no lo sea, que haga penitencia! p ag à v à d á (o p ag a v ad á). Amén». La base de pagava d a es una de dos; o la expresión aramea m ã r a n ( ã ’) ’“t ã ’, «Nuestro Senor ha venido», o bien mãran(ã’) ( ’‘)tã \ «jSenor nuestro, ven!». Existen testimonios tanto en favor de m ã r a n como de t n ã r a n ã ’ (Rüger, en TRE). Es difícil decidir entre ambas posibilidades. El perfecto ’“tã’, «él ha venido» se halla tan atestiguado como el imperativo ’‘t ã ’, «jven!». Puesto que en el «(Amén.) iVen, Senor Jesúsl», en Ap 22, 20b, podemos ver la «traducción» de la exclamación aramea, merece la preferencia la traducción imperaüvista de pagava d a por /Senor nuestro, ven!

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Hagava d a - naQyaQÍTTiç

2. La interpretación de la exclaraación en forma de oración dependerá de que se trate de una exclamación (^pronunciada en el culto di­ vino?) pidiendo la venida dei Senor para la parusía (así, por ejemplo, Hahn, 109; Langevin 206-208; C. K. Barrett, / Corinthians [BNTC], 397s); cf. Ap 22, 20b; 1 Cor 11, 26 (como alusión a la exclamación, ->• múqioç 8, cf. Hahn, 103); 1 Tes 1, 10. Sin embargo, pa­ rece que Did 10, 6 quiere decir (como adver­ tência hecha a los no santos): El Senor ha venido (o: viene). La interpretación de la excla­ mación como una invitación hecha al Senor para que venga a la cena (cf. Cullmann, 284; Al Resucitado «se le pedia que se les mostra­ ra en medio de la Iglesia, reunida en tomo a la mesa, como había aparecido el domingo de Pascua, para consolaria y ofrecerle la certeza de su próximo regreso». De manera parecida Sandvik) es una interpretación menos probable, si tenemos en cuenta los textos de 1 Cor 16, 22 y Ap 22, 20b. La hipótesis de que p a g a v a '6'a, «según la historia de Ias tradiciones, deba entenderse como continuación de la petición que aparece en Mt 10, 6a», la cual, «por su parte, parece conocer ya la de­ mora de la parusía» (Klein), es una hipótesis que no cuenta en su apoyo con argumentos suficientes. G. Schneider

ou, Ó margaritês perla* E. Burrows, The P e a r l in the A p o ca lyp se: JThS 43 (1942) 177-179; J. Dupont, L e s p a ra b o les dit tréso r e ld e la p erle: NTS 14 (1967-1968) 408-418; O. Glombitza, D e r Perlenkaufinarm : NTS 7 (1960-1961) 153-161; F. Hauck, (j,a9Y“ eivT|Ç, en ThWNT IV, 475477; W. Krenkel, en Pauly, L exikon III. 1020s; H. Kahane-R. Kahane, P ea rls B efo re Sw ine ? A R einierpreta tio n o f M t 7, 6: Traditio 13 (1957) 421-424; H. Rommel, en Pauly-Wissowa XIV, 1682-1702 (bibl.); R. Shippers, The M a sh a T ch a ra cter o f the P arable o f the P earl, en StEv II (1964), 236-241; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1169. B ib l.:

1. La perla, muy apreciada desde los tiempos más antiguos en la índia, Mesopotamia y Pérsia, no llegó a conocerse en los países riberenos dei Mediterrâneo sino gracias a Ias expediciones mi­ litares de Alejandro Magno, cf. Rommel, 1685ss.

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(El Egipto antiguo y el AT no saben todavia nada de la perla, y la lengua griega no posee un nombre especial para designaria: tò págyaQOV o ó pagyaçLTqç [XÍDoç] son prestamos directos o in­ directos de la lengua india antigua, cf. EWG 190). Pero luego la perla se impuso rápidamente en el mundo helenístico y romano como la quintaesencia de lo más precioso: principium ergo columenque omnium rerum pretii margaritae tenent (Plinio, NatHis IX, 106). En ocasiones, la perla -principalmente como joya y como adorno de los vestidos- se convertia en ostentación de lujo derrochador. Se contaban historias sobre el incalculable valor de algunas perlas (Suetonio, Caes I, 50; Phnio, NatHist IX, 117 y 119ss; Séneca, Ben VII, 9, 4). 2. En el NT Ias perlas se mencionan nueve veces: tres veces en Mateo, una vez en 1 Timoteo, cinco veces en el Apocalipsis. También el en NT Ias perlas se consideran siempre como objetos de inmenso valor. En Ap 18, 12s aparecen en un catálogo (inspirado en Ez 27) de mercaderías muy exquisitas. Las per­ las se encuentran entre las ricas joyas de la «ramera» (idólatra) Babilônia (Roma), Ap 17, 4; 18, 16 (véanse las palabras dei AT contra las personas que usan tales omatos en Is 3; Ez 28) , y se encuentran también entre las cosas a que las mujeres cristianas deben renunciar en el culto divino, por ser únicamente un adomo externo (así 1 Tim 2, 9; probablemente en la fuente; cf. en general M. Dibelius, Die Pastoralbriefe'^ [HNT], 37). El extraordinário es­ plendor de la Jerasalén celestial, descrito en Ap 21, lo muestran, entre otras cosas, sus do­ ce puertas, que constan cada una de una enor­ me perla (y no sólo de nácar: Burrows) (v. 21s). Ya sea que, en la parábola de la perla (Mt 13, 45s; cf. EvTom 76), el filo de la parábola consista en la alegna de quien la encuentra (Jeremias, Parábolas, 243s) o bien en el deci­ dido aprovechamiento de una oportunidad única (E. Linnemann, Gleichnisse Jesu, Gõttingen ®1975, 104ss; cf. Dupont, 413ss); lo cierto es que la convicción de lo preciosa que es la perla ocupa un lugar tan central en la pa­ rábola (Schippers: un enigma como 2 Sam 12, Iss, referido a un contexto correspondiente a

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(laQYCiOÍtTiÇ - Magia

Mc 10, 17ss) como en la imagen, difícil de in­ terpretar, de Mt 7, 6 (basada quizás en un pro­ vérbio parto; cf. Widengren, Iranisch-semitische Kulturbegegnung, Koln 1960, 36s). Did 9, 5 interpreta la perla como una referencia a la eucaristia (cf. Kahane); E. Klostermann, Das Matthãusevangeliurrr (ThHK), 222. E. Plümacher M á g d a , a ç Martha Marta* B ibl.: J. A Bailey, The Traditions C om m on to rhe G ospels o fL u k e a n d John (NovTS 7), Leiden 1963, 18; BlaB-Debrunner I 53, 4; J. Brutscheck, D ie M aríaM a rta -E rzã h lu n g . E in e red a ktio n skritisch e U ntersuc h u n g zu L k 10, 3 8 -4 2 (BBB 64), Frankfurt a. M.Bonn 1986; E. Laland, D ie M a rth a -M a ria -P eriko p e L u ka s 10, 38-42: StTh 13 (1959) 70-85; W. MagaB, M a ria und M artha: Linguística Biblica 21112% (1973) 2-5; J. Michl, en LThK VII, 111; G. Rinaldi, M arta:

Bibbia e Oriente 5 (1963) 123-126; H. P. Rüger, en TRE III, 608; G. Schnneider, D a s E va n g eliu m nach L u kas (ÔTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 251-253.

El nombre femenino de persona M ág’&a es transcripción dei arameo mãr^tã’, «senora» (ÃgU IV, 1153 I, 3; 1155, 4; CIJ II, 1219; 1311; otros testimonios en Rüger). En el NT, Marta es el nombre de la hermana de Maria (-> M ag ia 6) y (según el Evangelio de Juan) de Lázaro de Betania. Lc 10, 38.40.41 (bis) la caracteriza como ama de casa muy diligente y activa (eZ/a es la que recibe a Jesús en su ca­ sa: V. 39) y la que se encarga de servir a Jesús durante su visita (v. 40, asi también en Jn 12, 2). Critica a Maria, que está sentada a los pies de Jesús, escuchando su palabra (vv. 39s). Pero Jesús acentúa que lo primordial es escuchar «su palabra»; «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas, cuando en realidad una sola es necesaria. Maria ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará» (vv. 41s). En la historia de Lázaro se menciona a Marta con la misma frecuencia que a Maria: Jn 11, 1.5.19.20.21.24.30.39. Es verdad que Maria, en 11, 1, se halla en primer plano, pero en todos los demás casos es Marta la que se menciona en primer lugar (^era quizás la mayor?); 11, 5.19; 12, 2s. Ella es la que sale al encuentro de Jesús, mientras que Maria se

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queda en casa (v. 20; también v. 30). Ella es la que dice a Jesús, antes de que lo haga su her­ mana: «Senor, si hubieras estado aqui, no habria muerto mi hermano» (v. 21; Maria hace el mismo reproche suave en el v. 32); pero confia en que la oración de Jesús será oída (v. 22) y hace una confesión de fe cristológica (v. 27). Pone objeciones contra la intención de quitar la piedra que tapaba el sepulcro (v. 39). Jn 12, 2 es un paralelo de Lc 10, 40: mientras que Marta, en la visita de Jesús, se ocupa de servirle, Maria le unge los pies (v. 3). Aqui se interpreta una tradición común lejana o bien el cuarto evangelista utiliza el texto de Lucas (Bailey, 5s). G. Schneider

M ttQ Ía , a ç / M a ç i á ^ Maria / Mariam Maria* 1. Formas dei nombre de Maria; aparición en el NT - 2. Maiía, la madre de Jesús - a) Marcos - b) Mateo c) Lucas/Hechos - d) Juan - 3. Maria Magdalena - 4. Maria, la madre de Santiago - 5. Maria, «Ia de Cleofás» (Jn 19, 25) - 6. Maria, la hermana de Marta - 7. Maria, la madre de Juan Marcos (Hech 12, 12) - 8. Una tal Maria, no mencionada en ninguna otra parte (Rom 16, 6). B ibl. sobre 1: O. Bardenhewer, D e r N am e M aria, Freiburg i. Br. 1895; Sch. Ben-Chorin, M u tter M irjam . M aria in jü d . Sicht, München 1971 (Dt. Taschenbuch Verlag 1982); Id., L a m adre de Jesús en p erspectiva ju d ia : Concilium 188 (1983) 201-208; M. Gõrg, M ir­ ja m - ein w eiterer Versuch: BZ 23 (1979) 285-289; E. Kõning, W oher sta m m t d e r N am e «M aria»?: ZNW 17 (1916) 257-263; F. Zorell, W as b e d e u te t d e r N a m e M aria?: ZKTh 30 (1906) 356-360. S o bre 2: J. B. Bauer, B ib e lth e o lo g isch e s W ôrterbuch II, Graz ^1967, 970-988; W. Bauer, D as L eben im Z e ita lter d e r neutestam entlichen A p o kryphen, Tübingen 1909, 8-21, además s.v. en el indice analítico (a los apócrifos); F.-M. Braun, L a m ère d e sfid è les, Tournai-Paris ^1954 (sobre Juan); R. E. Brown, E l nacim ien to d e i M estas, Madrid 1982; Id., The «M other o f Jesus» in the F ourth G ospel, en U E v a n g ile de Jean (BEThL 44), Gembloux-Louvain 1977, 307-310; R. E. Brown-K. P. Donfried y otros, M a ria en e l N u evo Tes­ tam ento, Salamanca ^1994; I. Cantínat, M arie dans la B ible, Paris 1964; W. Delius, G eschichte d er M arienverehrung, München-Basel 1963, sobre todo 9-34; A. Feuillet, Jesus e t sa m ère. Paris 1974 (sobre Lc 1-2 y Juan); P. M. Gaechter, M aria en e l E vangelio, Bilbao 1959; J. Galot, M arie dans T E vangile, Paris 1958; A.

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M agia

George, Im m ère de Jesus, en Id., E tudes su r 1’oeuvre de Luc, Paris 1978,429-464 (sobre Lc-Hech); Id., Ma­ ne d a n s le NT, Paris 1981; J. A. Grassi, The R ole o f Jesu s M o th er in J o h n ’s Gospel: CBQ 48 (1986) 67-80; P. Grelot, en DSp X, 409-423; Haag, D iccio n a rio , 1182-1188; K. Kertelge, M aria, die M u tte rJ e s u in d e r H ie lig e n S c h rift: Catholica 40 (1986) 253-269; R. Laurentin, S tru k tu r u n d T h eologie d e r Ik K in d h eitsgeschichte, Stuttgart 1967; Id., B u lletin su r la Vierge M a n e : RSPhTh 69 (1985) 611-643; 70 (1986) 101150; L. Legrand, V a n n o n c e à M a rie (L c 1, 26-38). U ne a p o c a ly p se a u x o rig in es de 1’E va n g ile (LeDiv 106), Paris 1981; R. Mahoney, D ie M u tte r Jesu im NT, en G. Dautzenberg y otros (eds.), D ie F ra u im Urchristentum , Freiburg i. Br. 1983, 92-116; J. McHugh, The M o th er o f Jesu s in th e NT, London 1975; J. McKenzie, L a m adre d e Jesú s en e l N u evo Testamento: Concilium 188 (1983) 185-200; J. Michl, en LThK VII, 25-27; E. Nellessen, D a s K in d un d seine Mutter, Stuttgart 1969 (sobre Mt 2); W. Pratscher, D a s ntl. B ild M a ria s a is G ru n d la g e d e r M ariologie: KuD 35 (1989) 189-211; H. Râisanen, D ie M u tter Jesu im NT, Helsinki 1969; K. H. Schellde, M aria, m adre d e i R e ­ dentor, Barcelona 1965; H. Schürmann, D a s L ukasevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969, s.v. en el índice analítico (585) (a propósito de Lc); O. da Spinoteli, M a ria n ella B ibbia, Bologna 1988; G. StâhÚn, M a ria im NT, en RGG IV, 747-749; M. Thurian, M a ­ rie, m ère d u S eigneur, Taizé 1968; J. Zmijewski, D ie M u tter des M essias, Kevelaer 1989. S obre 3: P. Benoit, M a rie-M adeleine e t les D iscip le s au Tom beau selo n Jo h 20, 1-18, en F S Jerem ias 1960, 141-152; T. Bemard-J. V. Vesco, M arie d e M agdala, Paris-Fribourg (Suiza) 1981; F. Bovon, L e p rivilège P a sca l de M arie-M adeleine: NTS 30 (1984) 5062; R. L. Bruckberber, M a ria M agdalena, Düsseldorf 1954; G. Ghiberti, / racconti p a sq u a li d e i cap. 20 di G iovanni confrontati con le altre tradizioni neotestam entarie, Brescia 1972; P.-M. Guillaume, en DSp X, 559-575; Haag, D iccionario, 1189s; M. Hengel, M aria M a g d a len a u nd d ie F rauen a is T eugen, en F S M ichel, 243-256; P. Ketter, D ie M agdalenenfrage, Trier 1929; J. Michl, en LThK VII, 39s; E. Parvez, M a ry M agdalene: S in n er o r Saint?: Bible Today 23 (1985) 22-124; V. Saxer, L e cu lte de M a rie M a d elein e en O ccident des o rig in es à la f i n d u M o y e n A g e , Paris 1959; L. Schottroff, M a ria M a g d a len a u n d die F rauen a m G rabe J e ­ su: EvTh 42 (1982) 3-25. S o bre 6: J. Brutscheck, D ie M a ria -M a rta -E rzã h lung. E ine redaktionskritische U ntersuchung zu Uc 10, 3 8 -4 2 (BBB 64), Frankfurt a. M.-Bonn 1986; M. L. Rigato, M aria di B eta n ia nella redazione giovannea: Antonianum 56 (1991) 203-223; - r MágOa.

1. El nombre de Maria aparece de dos for­ mas en el NT: M ag ia y Magiáp.. Esta última es transcripción (LXX) dei nombre hebreo miryãm (así se llamó la hermana de Moisés,

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Ex 15, 20s y passim), en targúmico maryãm. Josefo, Ant III, 54 escribe MagLá[[x]p.T) (t]ç). Si M ag ia es la forma helenizada de ese nom­ bre (cf. también Moulton-Milligan, s.v.), es algo que no se puede decidir con seguridad, porque en Ias inscripciones se halla atestiguado también el nombre mryh (cf. E. Y. Kutscher: Scripta Hierosolymitana lY, Jerusalem ^1965, 23s nota 118; J. P. Kane: JSSt 23 [1978] 270). En lo que respecta a la madre de Jesús, Mt 13, 55 y Lc 1, 27.30.34.38.39.46. 56; 2, 5.16.19.34 ofrecen la forma dei nombre en -ap,; en nominativo, tan sólo Lc 2, 19 Sin* D © pc atestigua la forma más breve M agia. Entre Ias demás personas que llevan este mismo nombre en el NT, la tradición textual va­ cila casi siempre entre M ag iáp y M agia. El genitivo es siempre M agíaç; Mt 1, 20 y Rom 16, 6 tienen el acusativo M agíav. Cf. BlaBDebrunner § 53, 4 con la nota 12. - En el NT siete mujeres diferentes llevan el nombre de Maria (-> 2-8). 2. En el NT se menciona nominalmente a Maria, la madre de Jesús, un total de 19 veces (Mt 1, 16.18.20; 2, 11; 13, 55; Mc 6, 3; Lc 1, 27.30.34.38.39.41.46.56; 2, 5.16.19.34; Hech 1, 14), trece de ellas en la doble obra de Lucas (de Ias que doce se encuentran en Lc 1-2). A estos pasajes hay que anadir otros en los que se habla de Maria sin mencionaria nominal­ mente (sobre todo en el Evangelio de Juan, que nunca menciona a Maria por su nombre, pero que conoce a otras tres mujeres con este mismo nombre): con frecuencia se habla de la «madre de Jesús» (Jn 2, 1.3) o de «su madre» (Mt 2, 13.14.20.21; 12, 46; Mc 3, 31; Lc 2, 33.48.51; 8, 19; Jn 2, 5.12; 19, 25; cf. Jn 6, 42; 19, 26, «la madre»), sin mencionar al mis­ mo tiempo su nombre (cf. «tu madre», Mc 3, 32 par. Mt 12, 47 / Lc 8, 20; «la madre de mi Senor», Lc 1, 43) (-+ pf|XTig). Por el contrario, «la mujer vestida dei sol...», en Ap 12, 1-17, no es una referencia a Maria; cf. H. Gollinger, Das «grofie Zeichen» von Apk 12, 1-17, Würzburg-Stuttgart 1971, especialmente 27-48; A. Vôgtle, en FS Kuhn, 396 nota 5.

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M agia

a) Mientras que en la fuente de logia no se halla atestiguada ninguna mención de Maria, vemos que la madre de Jesus aparece en dos lugares dei evangelio más antiguo: con men­ ción de su nombre en Mc 6, 3 (par. Mt 13, 55 / Jn 6, 42) en la pencopa de Nazaret; sin men­ ción de su nombre en Mc 3,31.32 (par. Mt 12, 46.47 / Lc 8, 19.20) en el apotegma acerca de los verdaderos parientes de Jesus (cf. Mc 3, 21). En la primera perícopa mencionada los críticos de Jesus preguntan: «^No es éste el xÉxxtov, el hijo de Maria, el hermano de San­ tiago, de José, de Judas y de Simón? ^No están (= viven) sus hermanas aqui entre nosotros?» (Mc 6, 3). Con la referencia al origen de Jesus, pretendeu poner en duda su mesianidad; los críticos se niegan a creer en Jesus. La metrónima designación de Jesús como «hijo de Maria» se explica perfectamente en la hipótesis de que le llamaban así por ser hijo de una viuda; cf. J. Blinzler, Die Brüder und Schwestem Jesu, Stuttgart 1967; R. Pesch, Das Markusevangelium I (HThK), 319 (por el contrario, E. Stauffer, en FS Black [1969], 119-128, pretende entender estas palabras en el sentido de que se estaba difamando a Jesús como hijo ilegítimo). En Mc 3, 31-35 se men­ ciona a la madre y a los hermanos de Jesús en la introducción al fragmento de la tradición (v. 31). La gente dice a Jesús: «Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están afuera y te buscan» (v. 32). Esta presentación escénica sirve de trasfondo a Ias palabras de Jesús que siguen a continuación y que hablan de quiénes son sus verdaderos parientes (vv. 33-35). En Marcos no se observa interés especial por Maria. b) Mateo recogió los dos pasajes de Mar­ cos (->■ a). En Mt 13, 55, el evangelista refiere la pregunta; «^No es éste el hijo xoõ xÉxxovoç? ^No se llama su madre Maria, y sus hermanos...?»: se conoce el oficio dei padre y el nombre de la madre. Sin embargo, jno se designa a Jesús como «hijo dei xéxxmv y de Maria»! Según 12, 46 la madre y los herma­ nos buscan a Jesús «para hablar con él». A continuación (v. 47) (om B Sin* al) no habla

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la gente, sino una persona: «[Mira, tu madre y tus hermanos...!». Mt 1, 16 Uama a José «el marido de Maria, de la cual nació Jesús». El V. 18 aclara que José (->^ Icnofiqp 4) era única­ mente el padre «legal» de Jesús: «Su madre Maria estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que ella había concebido por la acción dei Espíritu Santo». Un ángel de Dios se lo explica todo a José y le ordena que reciba a Maria por esposa: JtaQaA,aPELV M agíav XT)v Y'uvaixá oou (v. 20). La razón que le da para ello, dice así: «porque lo que se ha engendrado en ella es dei Espíritu Santo». La proposición cristológica acerca de la concepción virginal de Jesús procede de una tradi­ ción (cristiano-helenística) (cf. Lc 1, 35, ^ Jtaçdévoç 3). En el complejo total de la his­ toria de los magos, en 2, 1-23, se menciona a Maria en el v. 11: «y vieron al nino (jtaiôíov) con Maria, su madre». Se realza claramente «al nino y a su madre» en contraste con José; los dos se hallan en contraste con él (vv. 13.14.20.21). Sin embargo, tampoco en Ma­ teo se observa verdadero interés por la perso­ na de Maria. c) Mc 3, 31s fue recogido por Lucas (Lc 8, 19s), pero no Mc 6, 3. Según Lc 8, 19, la ma­ dre y los hermanos de Jesús no podian acercarse a él «a causa dei gentio (que se apinaba alrededor de Jesús)». Querían «ver» a Jesús (v. 20). En la pencopa de Nazaret, los críticos se limitan a preguntar: «^No es éste el hijo de José?» (4, 22, mientras que en Mc 6, 2b.3 ba­ ilamos cuatro preguntas concretas). No conocen el verdadero «origen» de Jesús (Lc 1, 2638; cf. 3, 23, que -desde luego- es bien conocido para el lector (Schürmann 235). A Maria se la menciona también por su nombre en Ias secciones 1, 26-38 (cuatro veces). 39-56 (cua­ tro veces); 2, 1-20 (tres veces). 25-35 (una vez), así como -sin mencionar su nombre- en 2,41-52. Mana era una virgen, comprometida para casarse con José (1, 27), cuando el ángel le dirigió la palabra llamándola por su nombre (v. 30) y le anunció que ella, siendo virgen, iba a concebir al Mesías (v. 31; cf. Is 7, 14; además Lc 2, 5; ->■ nagO-évoç 3). La pregun-

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Mapía

ta que hace Maria pidiendo aclaraciones (1, 34) sirve para introducir el enunciado cristológico acerca de la concepción de Jesus por obra dei Espíritu Santo (v. 35: cf. Mt 1,18.20, ->• b), lo cual fundamenta aqui la dignidad dei nino como «Hijo de Dios» (cf. ôtò xaí, v. 35c). En Lucas vemos que se realza a Maria co­ mo persona (1, 48), y por cierto como madre dei Mesias (1, 42s) y también por su fe ejemplar, que se entiende como confianza en la promesa de Dios (1, 45). Deben entenderse también en el sentido de una actitud ejemplar de fe Ias observaciones que se hacen en 2, 19.51b (cf. 8, 15). La profecia de Simeón (2, 34: «dijo a Maria, su madre [de Jesús]») con­ templa el destino de Maria estrechamente vin­ culado al de Jesús (cf. también 2, 48-50). Hech 1, 4 refiere que Maria, después de la ascensión de Jesús a los cielos, formaba parte de la comunidad primitiva de Jerusalén y se hallaba entre los discípulos, que aguardaban -orando- el don dei Espíritu.

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de Jesús de haber «venido dei cielo». Según 2, 12, Maria fue a Cafamaún y se quedó allí (durante algún tiempo) en companía de Jesús, sus «hermanos» y los «discípulos».

3. M a g ia (M agiàp.) q ^ Mayôcxkqvfi, Maria Magdalena (la designación dei lugar de origen -M agdala- falta úniceunente en Jn 20, 11.16) se menciona en los cuatro evangelios: en la escena de la crucifixión de Jesús en Mc 15, 40 par. Mt 27, 56 / Jn 19, 25 (junto a otras discípulas galileas) y en el sepelio de Je­ sús en Mc 15, 47 par. Mt 27, 61. Lucas, en ambos pasajes, omite los nombres de Ias mujeres de Galilea (23, 49.55), porque éstas se mencionciron ya en 8, 2: «y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus maios y de enfermedades: Maria, llamada f| MaY6aX.Evf|, de la que habíem salido siete de­ mônios...». La observación de que Jesús había liberado a Maria de una grave posesión, está tomada de Mc 16, 9 (èxP£flXf|XEi én;Tà ôaipóvia). La tradición cristiana vio, entre otras cosas, d) Es curioso que en el Evangelio de Juan en esta observación la referencia a una vida anterior de vicios llevada por Maria y la idenno se mencione por su nombre a Maiía. Esto tificó con la pecadora de Lc 7, 36-50, así co­ se halla íntimamente relacionado con la manera joánica de comprender en forma «simbo­ mo (^a causa de Jn 11, 2?) con Maria, la hermana de Marta (-> M ág§a) (-> 6). Así lo hilicamente elevada» a la madre de Jesús. Ella es, según 2, 1-11, la representante de los que cieron también la liturgia latina y Ias artes plásticas. Como Lc 8, 2s menciona a Maria esperan de Jesús la salvación; ella implora, en representación de otros, el don de Jesús. El junto a Juana, mujer de Cusa, y refiere que Ias mujeres galileas habían ayudado con sus biedon dei vino senala simbolicamente bacia el futuro. La escena en que se presenta a la ma­ nes al grupo de los discípulos, Maria era se­ guramente una mujer bien acomodada econo­ dre de Jesús y al discípulo amado al pie de la cruz (19, 25-27) debe ponerse en relación re­ micamente. En Mc 16,1 par. Mt 28,1 / Lc 24, 10, Maria aparece la primera de Ias tres muje­ trospectiva con 2, 1-11. El discípulo amado res (Mateo: dos; Lucas: tres «y Ias otras con de Jesús (como intérprete de la revelación de Jesús para los hombres), al acoger a Maria, ellas») que en la manana de Pascua se dirigieron al sepulcro de Jesús. Según Jn 20, 1, Ma­ acoge a los que buscan la salvación. Sobre es­ ta interpretación cf. en concreto Schürmann ria se dirigió, ella sola, al sepulcro; comunicó a Pedro y al discípulo amado que se habían II, 13-28; R. Schnackenburg, El Evangelio se­ gún San Juan III, 342-347; J. Wanke: ThPQ llevado al Senor (v. 2). Maria se hallaba en pie ante el sepulcro (20, 11), después que los 129 (1981) 105-113. dos discípulos lo hubieran inspeccionado (vv. La pregunta de los «judios» en Jn 6, 42 3-10). Ella vio a los dos ángeles (vv. 12s) y fi­ («^No es éste Jesús, el hijo de José? jConocemos a su padre y a su madre!»; cf. Mc 6, 3, -»■ nalmente vio a Jesús mismo, a quien confuna) pretende reducir al absurdo la pretensión dió con el jardinero (w . 14-16). De él recibió

165

M agia - Magxoç

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el encargo de anunciar a los discípulos su regreso al Padre (vv. 17s). Que el Resucitado se apareció en primer lugar a Maria Magdalena, lo afimia también (dependiendo de Jn 20) el final secundário de Marcos (Mc 16, 9s).

«Maria ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará» (v. 42).

5. Tan sólo Jn 19, 25 (a diferencia de Mc 15, 40), entre Ias mujeres que se hallaban «al pie de la cruz de Jesús», menciona, después de la madre de Jesús y antes de Maria Magda­ lena, a «Maria, la (mujer) de Cleofás». Es posible que lo que precede inmediatamente, «y la hermana de su madre», se refiera a esta Maria. Seria una parienta más bien que una hermana carnal de la madre de Jesús; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, 340s, quien se declara expresamente en contra de la identificación de la mujer de Cle­ ofás con Maria la madre de Santiago (->• 4).

M ã g x o ç , o v Markos Marcos*

7. Según Hech 12, 12, durante la persecución de Herodes Agripa I, muchos miembros de la comunidad cristiana de Jerusalén esta4. Mc 15, 40, entre Ias discípulas galileas ban reunidos para orar «en casa de Maria, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos». que se hallaban al pie de la cruz de Jesus, Sobre la tradición acerca de la sala donde Jemenciona, después de Maria Magdalena, a sús celebro la Cena, que se supone que estaba «Maria, la madre de Santiago el Menor y de situada en aquel lugar, cf. Kopp, Stãtten, 378Joset (par. Mt 27, 56; y de José). Se la men­ 387, especialraente 382. ciona de nuevo en Mc 15, 47 (par. Mt 27, 61: «la otra Maria») en el sepelio de Jesus, y en 8. En Rom 16, 6, Maria es el nombre de Mc 16, 1 par. Mt 28, 1 (
6. Lucas y Juan conocen a Ias hermanas Maria y ^ M áp ^a. Según Jn 11, 1.2.19.20. 28.31.32.45; 12, 3, Maria es también la her­ mana de Lázaro (11, 2.19) de Betania. Maria ungió con ungüento a Jesús y le secó los pies con sus cabellos (11, 2, refiriéndose anticipadamente a lo que se dice en 12, 3). Según 11, 32, ella dijo a Jesús (después de la muerte de Lázaro): «Senor, si hubieras estado aqui, no habria muerto mi hermano». Lc 10, 39.42 realza a Maria como ejeraplo, en contraste con su hermana Marta: ella «se sentó a los pies dei Senor y escuchaba su palabra» (v. 39), mientras Marta se ocupaba de los quehaceres domésticos. Jesús emite el siguiente juicio:

B ibl.: E. Bamikol, P ersonenproblem e d er A pg: Joh a n n e s M a rko s, S ila s u n d T itus, Kiel 1931; Bauer, W õrterbuch, r.v., J. Blinzler, en LThK VII, 12s; N. Brox, L a p rim e ra C arta de P edro, Salamanca 1994, 329s (sobre 1 Pe 5, 13); J. C. Fenton, P a u l a n d M ark: S tu d ie s in the G ospels. E ssa y s in M e m o ry o f R. H. Lightfoot, Oxford 1955, 89-112; J. Gnilka, E l E va n g e­ lio según San M arcos I, Salamanca ^1996, 38s; Haag, D iccionario, 1171s; B. T. Holmes, L u k e ’s D escription o f John M ark: JBL 54 (1935) 63-72; J. F. Kelly, The P atristic B iography o f M ark: Bible Today 21 (1983) 39-44; U. H. J. Kortner, M arkus d e r M itarbeiter des Petrus: ZNW 56 (1991) 203-226; Kümmel E inleitung, 67-69; J. Kürzinger, D ie A u ssa g e des P apias von H iera p o lis z u r lite ra risc h e n F arm d e s M a rk u se va n g e lium s: BZ 21 (1977) 245-264; W. Marxsen, en RGG IV, 722s; K. Niederwimmer, Johannes M arkus und die F rage nach dem V erfasser d es zw eiten E vangelium s: ZNW 58 (1967) 172-188; R. Pesch. D ie Z uschreibung d e r E va n gelien an ap o sto lisch e Verfasser: ZKTh 97 (1975) 56-71, sobre todo 61s; Id., D as M arkusevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1976, 3-12; E. Stauffer, D e r M eth u rg em a n d e s P etru s, en F S S c h m id 1963,

283-293; Wikenhauser-Schmid, 326-333.

1. Marcos es un nombre propio que apare­ ce frecuentemente y que se halla atestiguado también en inscripciones, papiros y escritos literários (por ejemplo, en Filón y Josefo). En Hech 12, 12, Marcos es el sobrenombre de Juan, cuya Madre M ana poseia una casa en Jerusalén, a la que acudió Pedro después de

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M õqxoç - naQTOçéw

su liberación, y en donde encontro reunidos a muchos cristianos. Juan Marcos fue con Pablo y Bemabé a Antioquía (12, 25), participo en el primer viaje misionero hasta Panfilia, pero se separo allí de ellos (15, 37s; cf. 13, 5.13). Por esta razón Pablo, en contra dei deseo de Bemabé, se negó a llevar consigo a Juan Marcos durante el segundo viaje niisionero (15, 37s). Después de una disputa, Bernabé y Juan Marcos se separaron de Pablo y se dirigieron a Chipre (15, 39). Se envían saludos de parte de Marcos en Fim 24; Col 4, 10 (de parte de Marcos, el pri­ mo de Bemabé); 1 Pe 5, 13 (de parte de Mar­ cos, «mi hijo»); y según 2 Tim 4, 11, Pablo pide al destinario que traiga consigo a Marcos como ayudante. 2. La tradición eclesiástica antigua, con Papías como primer testigo (en Eusebio, HistEccl III, 39, 14-15) y de quien dependen todos los demás testimonios, identifica al Juan Marcos menciona­ do en Hechos con el Marcos de quien se habla en Ias cartas, y le atribuye la composición dei segun­ do evangelio (= Evangelio de Marcos), mientreis hacía de intérprete de Pedro en Roma. La tendên­ cia marcadamente apologética de la observación de Papías menoscaba el valor histórico de su afirmación. Papías pretendia asegurar la autoridad dei segundo evangelio relacionando indirectamente con Pedro la composición dei mismo, bien sea atribuyendo a Marcos, el companero de Pe­ dro, un escrito evangélico anônimo, o bien identi­ ficando a un tal Marcos, considerado ya como el autor dei segundo evangelio pero por lo demás desconocido, con el Marcos mencionado en el NT, o bien siendo reahnente Juan Marcos de Jerasalén el autor dei segundo evangelio, pero identificándolo Papías con la persona mencionada en 1 Pe 5,13. Ahora bien, esta última hipótesis tiene en contra suya la dificultad de que el autor dei Evangelio de Marcos tenía conocimientos impre­ cisos sobre los lugares de Palestina y elaboró muy variadas tradiciones que, en parte, suponen largos procesos de tradición. A. Weiser ^ÚQjltaQOÇ, o v , ó marmaros mármol* Ap 18, 12: jtãv oxeüoç èn... p ag p á ço u como ejemplo de los lujos existentes en «Ba­ bilônia»; cf. EpJer 71.

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^aQTVQÉta martyreõ dar testimonio, atestiguar, testificar* ÔLap,aQXÚQop,ai diamartyromai conjurar, instar encarecidamente, testificar* fxaQTÚQopai martyromai conjurar, instar encarecidamente, testificar* 1. Aparición de (xaQTUçéco en el NT - 2. Contenidos semânticos - 3. Campo referencial y uso fuera dei sector de los escritos joánicos - 4. El «testificar» reli­ gioso en el sector de los escritos joánicos - 5. paQXÚQOixai, ôiapaQTOQopai. B ib l.: páçTUç; J. Blank, K risis, Freiburg i. Br. 1964; J. M. Boice, W itness a n d R evelation in the Gosp e l o fJ o h n , Grand Rapids 1970; J. C. Hindley, W itness in the F ourth G ospeli SJTh 18 (1965) 319-337; J. Nolland, Im p resse d U n b elievers as W itnesses to C h rist (Luke 4, 22a): JBL 98 (1979) 219-229; M. C. Tenney, The M eaning o f «W itness» in John: Bibbotheca Sacra 132 (1975) 229-241.

1. En el NT encontramos el verbo papxuQÉco 76 veces. De ellas, 63 veces en voz acti­ va y 13 en voz pasiva. El verbo aparece con la mayor ífecuencia en el Evangelio de Juan (33 veces) y en Ias Cartas de Juan (10 veces); también en Hechos (11 veces). Siguen Hebreos (8 veces), Pablo (5), Apocalipsis (4), Pastorales (2), una vez en Mateo, otra en Lucas y otra en Colosenses. En la voz pasiva se hallan a la cabeza Hebreos (6 veces) y Hechos (4). 2. Usado en sentido absoluto, [xapxupéco significa dar testimonio (1 Jn 5, 6s) o también afirmar solemnemente (Jn 12, 17; 13, 21). Con acusativo de cosa significa atestiguar, y el mismo sentido tiene con õxi (Jn 4, 44 y passim). Con dativo de persona y 5xi, el ver­ bo [xaQXUQéto significa testificar / confirmar alguna cosa a alguien (Jn 3, 28 y passim). Claro que el dativo puede ser también dativus incommodi «en contra de alguien» (-»• 3, so­ bre Mt 23,31). Si el verbo se halla con el verdadero dativo de persona (Lc 4, 22), entonces significa aplaudir a alguien\ si se halla con dativo de cosa, entonces significa «dar testi­ monio en favor de algo» (únicamente en el Evangelio de Juan, 3 Juan, Hech 14, 3). La voz pasiva significa una de dos: o bien —en sentido neutral- que una cosa está «atestigua-

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liagxuQEü)

da», siempre con referencia a la Escritura (Rom 3, 21; Heb 7, 8.17; 11, 4.5, en los dos últimos lugares con nominativo e infinitivo), o bien, en sentido de valoración, que alguien «recibe un buen testimonio» (en los demás pasajes).

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sentido de «atestiguar algo a alguien» (Rom 10, 2; Gál 4, 15; cf. Col 4, 13). El conoce también un «testimonio» de la Escritura sobre el orden escatológico de la salvación: la justicia de Dios está «atestiguada por la ley y los profetas» (Rom 3, 21). Pablo se acerca muchísimo al uso lucano dei término en 1 Cor 3. jtaQTUQÉo) üene matiz jurídico en Ma- 15, 15, donde él se designa a sí (y a sus comteo: Los escribas atestiguan en contra de ellos paneros en el apostolado) como «testigos fal­ mismos que son los hijos de los que dieron sos de Dios», si es que «nosotros testificamos muerte a los profetas (Mt 23, 31, a diferencia contra Dios diciendo que él ha resucitado a de Lucas; ->• páQTUÇ 2). - Lucas prefiere un Cristo», si en verdad los muertos no son resusentido figurado dei término: sobre Lc 4, 22 citados (-f tpEUÔópagxuç). 2. La frecuente voz pasiva dei verbo en He- Según 1 Tim 6, 13, la «buena confesión» chos significa que alguien «recibe un buen que Jesús «testifico ante Pondo Pilato» (so­ testimonio», «tiene una buena reputación»: bre èjtí cf. Bauer, Worterbuch, 566) sirve de Hech 6, 3, los siete; 10, 22, Comelio; 16, 2, ejemplo y estímulo para el discípulo dei apósTimoteo; 22, 12, Ananías. En sentido figurado tol. Cf. la expresión de un tenor parecido en el se dice también que Dios «habló a David dan­ v. 12 (->• pÓQXUÇ 3). La viuda, «que goza de do testimonio» (13, 22); que «todos los profe­ prestigio por sus buenas obras», en 5, 10, retas dieron testimonio» en favor de Jesús (10, cuerda el uso que Lucas hace de la voz pasiva 43), y que Dios con senales y milagros «daba dei verbo en el libro de Hechos (cf. supra). testimonio en favor de la palabra de su gra­ La Carta a los Hebreos habla de diversas da» (14, 3 con un èjtí incierto, cf. Heb 11,4). maneras acerca de una divina «testificación» Sobre la realidad expresada cf. en este caso o «confirmación». En la mayoría de los casos Heb 2, 4 y Jn 5, 36; 10, 25 (.-* 4). Hech 15, 8 se trata de palabras de la Escritura, en Ias que habla de un testimonio de Dios en favor de el verbo paprugeco puede hallarse construido los gentiles. en forma personal (como en 7, 8) o en forma Un empleo más marcadamente forense lo impersonal (como en 7, 17). En 10, 15 el au­ encontramos en los discursos de Pablo en su tor hace referencia a sí mismo en dativo y propia defensa: Todos los judios conocen la atribuye el testimonio de la Escritura al Espíconducta de él y pueden atestiguarla (Hech ritu. En el capítulo 11, el «testimonio» que re26, 5); él persiguió el «camino» cristiano, co­ cibieron los antepasados y Ias personas cremo pueden testificarlo, en favor de él, el su­ yentes de Israel (v. 2; cf. v. 39 con participio mo sacerdote y el consejo supremo (22, 5): concesivo) se describe explícitamente como aqui hay que completar el acusativo de cosa. un testimonio de Dios (v. 4): también el sacri­ fício de Abel, aceptable a Dios (cf. Gén 4, 4), Partiendo de este lugar, es posible ver tam­ fue un «testimonio» de que él era justo (Heb bién un sentido forense en 23, 11: «Así como tú dabas testimonio de mi en Jerusalén (ôi£11, 4, nominativo con infinitivo). Henoc «rep,aQTÚQ(o), así también darás testimonio en cibió el testimonio (por la Escritura) de que él Roma» (^habrá que completar de nuevo el había agradado a Dios» (v. 5, la misma consacusativo de cosa?; cf. ôiepaQXÚQCO xà Jtegl trucción). âpoü, ->■ 5). En realidad se alude aqui a la tarea de Pablo de dar testimonio y a su título de 4. En la mayoría de los 33 testimonios dei testigo, según Hechos (-» paQXuç 4). verbo pagrugeco que hallamos en el EvangePablo puede emplear el verbo paQXUQÉco lio de Juan, encontramos la construcción en sentido absoluto sencillamente para enca­ paQXUQécü iregl xivoç (que aparece 19 veces, recer algo (2 Cor 8, 3), o bien con dativo en el y que fuera de este evangelio no se encuentra

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[XaQTOJQECO

en el NT, a no ser en la Carta primera de Juan), por cierto referida casi siempre a Jesús. La confrontación con los «judios» o «judeos», que se oponen al raensaje de Jesús, tiene los rasgos de un proceso judicial, como indican otras expresiones judiciales (-> Ekéyxa), xqívcü, nQÍoiç, 3tapá}i7,T]Toç, etc.). Esto se sabe ya a lo más tardar desde W. Wrede (1903) y desde el comentário al Evangelio de Juan de W. Heitmüller (^1918) (Beutler, 26). Jesús aparece ante la barandilla de la au­ diência y, en presencia dei tribunal dei «mun­ do» y de los «judios», llama a «testigos» que confirmen su propia afirmación de ser el Re­ velador. Según el prólogo dei Evangelio de Juan, el Bautista es el que dio testimonio (Jn 1, 7s) y sigue dándolo (1, 15: complemento joánico de un fragmento himnico) «acerca de la luz», es decir, acerca de que Jesús es el Logos encarnado. En la sección 1, 19-34 se desarrolla el contenido de este testimonio dei Bautista (cf. la inclusión entre [xaQTUQÍa en el V. 19 y el verbo en los vv. 32 y 34): su con­ tenido no es propiamente el bautismo de Je­ sús, sino su permanente don dei Espiritu y la palabra de la voz celestial, que tiene significación permanente (juso dei perfecto en el v. 34!). Después de una breve mención en 3, 26 (aqui con dativus commodi: «en favor de quien»), surge de nuevo el Bautista como testigo en la sección 5, 31-40: aqui como «testigo en favor de la verdad» (5, 33), es decir, de la realidad divina de la revelación en Cristo (cf. infra, a propósito de 18, 37), Sin embar­ go, no es el Bautista, sino el Padre el ãkXoç pap-tuptõv dei v. 32, con respecto al cual Je­ sús rechaza la acusación dei v. 31 de que «él está dando testimonio en favor de si mismo» (->• paQTDQÍa 4). El da testimonio de Jesús mediante Ias «obras» (no simplemente por medio de Ias «senales», sino precisamente por medio de Ias «obras» de dar vida y de juzgar, vv. 19-23) concedidas a Jesús para la «consumación» de Ias mismas. Cf. 10, 25. Cuando el Padre mismo que envia a Jesús, es menciona­ do directamente en 5, 37 como testigo en fa­ vor de Jesús, no se pensará tanto en un testi­ monio interno dei Espiritu de Dios (Trites,

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Concept, 102; con Hindley y otros) sino más bien en la palabra de Dios acerca de su Hijo en el Antiguo Pacto (vv. 37b-38) (Beutler 260s), que una vez más debe distinguirse, cla­ ro está, de la palabra de la Escritura dei Anti­ guo Testamento (v. 39). En 8, 12-20 los «fariseos» vuelven a for­ mular contra Jesús la acusación de que él es testigo en favor de si mismo, y que por tanto su testimonio no es «fíable» (v. 13, papTUQta 4). Pero Jesús rechaza esa acusación (de manera diferente a como lo hace en 5, 31), y se aplica a si mismo el principio veterotestamentario y judio de Dt 19, 15 par., según el cual cualquier cuestión debe asentarse sobre la base de la declaración de dos testigos (vv. 14-18; c f páçTuç 3 y Van Vliet sobre la cita libre que se hace en el v. 17). En lo que quizás sea una sentencia post-joánica en Jn 15, 26s, el testimonio divino en favor de Jesús continua en el testimonio dei Paráclito y de los discipulos. Los paralelos más próximos acerca de Dios como testigo y de Ias senales acreditativas se encuentran, además de en Hechos (14, 3) y Hebreos (2, 4; 11, 4), en textos judeo-helenisticos, principal­ mente en la tradición acerca dei êxodo (cf. Filón, VitMos n [IH], 263s y 281; All 11, 55; Josefo, Ap II, 53: Beutler, 152s). De sello más intensamente apocalíptico es la idea de Jesús como testigo de cosas celestiales, una idea que encontramos en Jn 3, 11 (donde quizás sólo hay un plural literário en alusión al v. 2) y en 3, 22 (cf. infra, en relación con el Apocalipsis y la referencia a los Jub, los textos de Qumrán y el Hen [esl], proemio: Beutler 328s). Es afin a ellos el testi­ monio de Jesús (y dei Bautista) en favor de la «verdad», Jn 18, 37 (cf. 5, 33). Se piensa con ello en la realidad de la revelación divina (I, . de la Potterie en: Castelli, Le Témoignage, 317-329). Que el testimonio de testigos ocu­ lares es fiable, se indica en el relato dei solda­ do que traspasó con la lanza el costado de Je­ sús (19, 35); el acusativo de cosa debe suplirse en este relato, que es probablemente postjoánico; a un testimonio de esta clase se hace también referencia, con JtEQÍ y genitivo de

173

[i.aQTUeECD

cosa, en la identificación dei discípulo amado con el evangelista (21, 24; cf. la misma construcción en 18, 23; con referencia a personas, también en 2, 25; 7 ,7 ; 4, 39: Jesús).

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lo dos veces). El sentido de atestiguar apare­ ce en los tres pasajes en que el verbo se construye con dativo de persona: Pablo atestigua a todo el que se haga circuncidar, que está obligado a guardar toda la ley (Gál 5, 3). Lucas emplea esta misma construcción en relación A este testimonio sobre hechos se hace con los ancianos de Efeso en Hech 20, 26. En también referencia en la Carta primera de Hech 26, 22 la expresión podría estar coloreJuan, donde se habla de Jesús como dei «Loada por el v. 16: Pablo, que está llamado a ser gos de vida» (1, 2). En 1 Jn 4, 14 el testimo­ nio implica más claramente una realidad de «testigo», debe dar testimonio dei evangelio ante grandes y pequenos. [taQxÚQopat con fe: Jesús como «Salvador dei mundo». El triple testimonio dei Espíritu, la sangre y el agua acusativo e infinitivo significa en Ef 4, 17 y 1 Tes 2, 12 conjurar (etç xó). (5, 6-10) se entiende casi siempre en sentido antidocético, y se interpreta como una refe­ En el NT ôia^iaprópopaL (en voz media, rencia al bautismo y a la muerte de Jesús co­ aoristo: ôte[iaQXt)Qá(XTiv) aparece 15 veces, mo acontecimientos salvíficos, que dan testi­ nueve de ellas en Hechos (en la LXX aparece monio de la misión de Jesús. Quizás el testi­ 26 veces). El significado corresponde al de [xagxÚQopat: conjurar, atestiguar. En contra monio de Dios en favor de su Hijo en el v. 9 de lo que piensa E. Günther (M APTY2, Güdeba entenderse también históricamente (cf. tersloh 1941), no debemos suponer un «uso supra, a propósito de Jn 5, 37); según el v. 10, ese testimonio no se apropia interaamente si­ apocalíptico» especial de este verbo. Pablo utiliza el verbo en 1 Tes 4, 6 con da­ no en la fe (cf. el tiempo perfecto dei verbo; cf. Beutler, 278-280). La Carta tercera de tivo de persona, para referirse a un contenido Juan recoge la formulación de Jn 5, 33; 18, de la predicación anterior: el juicio. 37 (cf. supra) pero sólo en su forma verbal, En Heb 2, 6 ôwxp.aQXÚQop.ai aparece para introducir la cita que el autor hace de un paya que hace de ella el testimonio de la consaje de la Escritura, pero sin que pueda haducta personal dei cristiano (vv. 3 y 6). En el blarse de una «prueba de Escritura» en senti­ V. 12 se cambian los papeles: jla verdad ha dado testimonio en favor de Demetrio! do estricto. En Ias Pastorales podemos observar la E\ Apocalipsis (como Jn 3, 11.32; cf. supra) transición a un uso formulístico cristiano: se conoce el «testimonio» apocalíptico: el viden­ trata de «conjurar en presencia de» (èvcójtiov) te atestigua «lo que él ha visto», a saber, «la Dios, Jesucristo, los ángeles, en 1 Tim 5, 21 palabra de Dios y el testimonio de Jesús» (1, (con Lva); 2 Tim 2, 14; 4, 1 (asociado aqui adicionalmente con un acusativo de cosa: 2, (xaQTUQÍa 5). El ángel da testimonio dei «por su venida...»). contenido dei libro, es decir, lo manifiesta (22, Lucas conoce el verbo con dativo de perso­ 16), tal como es atestiguado finalmente por na en el sentido de una exhortación muy en­ Jesús (v. 20). Tan sólo en estos tres pasajes, carecida, en Lc 16, 28. En Hechos (prescinademás de Jn 3, 11.32; 1 Tim 6, 13, encontra­ diendo de 2, 40, donde el verbo se halla en mos en el NT el verbo paQxuQéto con acusativo de cosa. En una «fórmula de canonización» paralelo con JtaQaKaX.éco y tiene un sentido afín al que aparece en Lc 16, 28) el verbo se (W. Bousset) se «atestigua» que aquellos que convierte en término técnico para referirse a anadan algo a la Escritura o quiten algo de ella, recibirán el castigo divino (Ap 22, 18). la predicación de los apóstoles y de Pablo. Los contenidos son (cambiándose los destina­ 5. En el NT, el verbo afín p,aQTÚQop.ai (en tários): la palabra dei Senor (8, 25), la conversión y la fe en Jesucristo el Senor (20, 21), voz media y únicamente en presente) aparece sólo cinco veces (en la LXX se encuentra só­ el evangelio de la gracia de Dios (20, 24), el

175

lAagXUQEO) - [laQTDQia

reino de Dios (28, 23), la verdad de que Jesus es el Cristo (con acusativo e infinitivo, 18, 5), «el mensaje acerca de mí» (Jesús, 23, 11, en paralelo con p,aQTopt)oai, aqui dícese de Pablo como -V páQTUÇ [4]). En 10, 42 el contenido se halla en una oración de õ u (Jesús co­ mo Juez) y el verbo se encuentra en paralelo con xriQÚ^ai, lo cual confirma la interpretación dada. Tan sólo en 20, 23 el Espíritu San­ to es sujeto de la acción de «dar testimonio»: promete a Pablo sus futuros suftimientos. J. Beuüer ^aQTUQÍa, a ç , m a r t y r i a declaración de un testigo, testimonio*

1. Frecuencia - 2. Significación dei término - 3. Campo léxico - 4. Testimonio de Jesús y testimonio sobre Jesús en el Evangelio de Juan y en la Carta primera de Juan - 5. Testimonio de Jesús en el Apooalipsis - 6. pUQTÚQlOV. Bibl.: -►páQTUç.

1. En el NT el término paQXUQÍa aparece 37 veces, correspondiendo la mayor frecuen­ cia al grupo de los escritos joánicos en el sen­ tido más amplio: el Evangelio de Juan ofrece 14 testimonios, el Apocalipsis 9, la Carta primera de Juan 6, y la Carta tercera de Juan 1. El resto de los testimonios se distribuye entre Marcos con 3 testimonios, Lucas y Hechos con 1 cada uno, y Ias Pastorales con 2. 2. Con Bauer, Wõrterbuch, í . v., podemos distinguir entre un uso activo dei término y un uso pasivo. El término tiene sentido activo en Jn 1, 7; Ap 11, 7, la «acción de dar testimo­ nio»: «éste vino para dar testimonio» (Jn 1, 7); «y cuando hayan terminado de dar su tes­ timonio» (Ap 11,7). En los demás pasajes el término significa el testimonio dado, la «deposición de un testigo» o, en sentido más ge­ neral, el «testimonio» en sentido figurado. Se piensa en la «declaración de un testigo» presentada ante el tribunal en Mc 14, 55.56.59; Lc 22, 71 (a diferencia de Mc 14, 63; fragirúQcov. Como Lucas no había mencionado antes a los dos testigos falsos, hace ahora que el su­

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mo sacerdote pregunte sencillamente: «iQué necesidad tenemos ya de declaración de testigosl»). En sentido figurado se dice en Tit 1, 13 que la palabra de un «profeta» (es decir, de un poeta) pagano es un testimonio sobre los cretenses. El epískopos, según 1 Tim 3, 7, tie­ ne que dar «buen testimonio», es decir, debe poseer «buena reputación» ante los de fuera. El uso religioso dei término se encuentra en Hech 22, 18: Los habitantes de Jerusalén no aceptarán el testimonio de Pablo acerca de Je­ sús (sobre el uso de nepí, en relación con la persona de Jesús, -*■ paQTVQÉa) 4). - Sobre el significado y el uso dei término en los pasajes de los escritos joánicos, 4 y 5. 3. En el NT, ixaQxuQÍa aparece siempre en singular, con excepción de un solo pasaje (Mc 14, 56). Puede preceder ô iá con acusativo co­ mo preposición que indica la causa: «a causa dei testimonio» (de Jesús, -»■ 5), Ap 1, 9; 6, 9; 20, 4; y el elç que, después de Jtioreúo), indi­ ca el objeto de la acción verbal, 1 Jn 5, 10: «creer en el testimonio». El sustantivo se une con un genitivo atributivo o con un adjetivo atributivo. El genitivo de la persona que da el testimonio lo encon­ tramos en Mc 14, 59; Hech 22, 18; 3 Jn 12 y passim. Sobre el uso lingüístico en los escri­ tos joánicos ->■4 y 5. El único adjetivo atribu­ tivo que aparece es xaX,Tjv (pagTUQÍav) en 1 Tim 3 ,7 , 2. El psíÇ© (= peí^ova) en Jn 5, 36 está usado ya en sentido predicativo: «Yo tengo un testimonio que es mayor que el que procede de Juan». En oraciones de predicado nominal se hallan los adjetivos predicativos pEÍÇoov (1 Jn 5, 9a), àÃ^T]§f|ç, àX,T]'9'ivf|, y íoTi/íaai (Mc 14, 59.56: «coincidente(s)». Mientras que el adjetivo àXiT&r|ç junto a paQTUQÍa en Tit 1, 13; Jn 5, 32; 21, 24; 3 Jn 12 significa «verdadero«, vemos que en Jn 5, 31; 8, 13.14.17 se entiende en un sentido más formal y significa lo mismo que «creíble». àXij-fiivri en Jn 19, 35 significa seguramente lo mismo que àXir&f|ç, «verdadero» (jcf. la continuación: «y él sabe que dice la ver­ dad»!). - Sobre Ias combinaciones con verbos ->-4y 5.

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[laQTUQta

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4. Como se indico al hablar de ^ [xaçxn- 10 («el que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo»), no habrá que pen­ QÉco (4), el evangelista Juan conoce un doble sar aqui (como hacían algunos autores un tan­ uso característico de la idea dei testimonio: to antiguos) en un testimonio interno dei Es­ según Jn 3, 11.31s, Jesus es testigo de cosas pírito Santo, sino en la manifestación que celestiales, «pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio (v. 11) o «nadie acepta su testimo­ Dios hace de sí mismo en la palabra de la Es­ critura y en la obra de Jesús (jjn 5, 36-39!) y nio» (v. 32). En el fondo de todo esto podrían en la revelación de la vida de Jesús (1 Jn 5, estar la manera de hablar y Ias ideas apocalíp­ lls ), en cuanto esta p a p tu p ía encuentra en ticas dei judaísmo (->- p,aQxuQé(u 4). el hombre la aceptación de la fe. En Jn 5, 31-40 y 8, 12-20 se trata de testigos que, a la manera de una confrontación ju ­ 5. En el Apocalipsis encontramos seis vedicial con los «judios», deben legitimar (-> ces la expresión «el testimonio de Jesús» (1, papTupéu) 4) la pretensión de Jesús de ser el 2.9; 12, 17; 19, 10 [bis]; 20, 4). En contra de Revelador divino. En 5, 31, Jesús -que está algunos autores un tanto antiguos (como H. hablando aqui- concede que su testimonio no von Campenhausen, Die Idee des Martyriums es «creíble», cuando ese testimonio se da en in der alten Kirche, Gõttingen 1936), no ha­ favor de uno mismo, y por eso remite al Padre brá que pensar aqui en un testimonio acerca como al ÃX,X,oç papTuptãv, cuyo testimonio de Jesús, sino en un testimonio que procede seria «verdadero» (v. 32; cf. Beutler, 257). de Jesús, y por tanto el genitivo habrá que enFundamentalmente Jesús no acepta el testitenderlo como genitivo subjetivo, no como monio (que le confirma) procedente de homgenitivo objetivo (con Brox, Trites y otros). bres (v. 34), aunque él puede apelar en un arAsí lo sugiere también el paralelismo con la gumentum ad hominem al testimonio que el «palabra de Dios» en 1, 2.9 y 20, 4, y con los Bautista dio en favor suyo (v. 33, verbal; 1, «mandamientos de Dios» en 12, 17. La pala­ 7.19). Jesús tiene «un testimonio que es mayor que el que procede de Juan» (5, 36), a sa­ bra de Dios y el testimonio de Jesús son acogidos por el vidente y son realzados frente al ber, el testimonio de Ias obras que el Padre le enemigo acusador. «Los sacrificados... manha encargado realizar. tienen firme el testimonio», 6, 9; también los En 8, 12-20 Jesús rechaza desde un princi­ profetas de 19, 10 y los decapitados de 20, 4. pio (v. 14) la acusación de que su testimonio Los dos testigos (proféticos) de 11, 7 «consu«no es creíble» (v. 13) por ser un testimonio man» su testimonio, después de haberlo exdado en favor de uno mismo, y entonces en el V. 17 apela a la norma (reformulada) de Dt 19, presado antes con la palabra (X.ÓYOv), y a continuación son muertos (cf. también 12, 11). 15 par., según la cual «el testimonio de dos Aqui, con la secuencia dei testimonio de la personas es creíble» (-^ [táptuç 3). palabra y de la muerte, no habrá que pensar En 19, 35 y 21, 24 la p a p tu p ía se extiende aún en un uso martirológico de paQTUQÍa (así —tal vez ya de manera post-joánica- a hechos piensan también Lohse, Brox, Trites, ->• acerca de Jesús, no sólo a su persona: uno de pÓQTnç 2 y 5). Sino que a esta manera de ha­ ellos se refiere al costado que fue abierto por blar no se llega sino con MartPol 1, 1; 2, 1; la lanza; el otro, al relato dei discípulo amado. 1 Jn 5, 6 recoge una vez más el testimonio 18, 2; 19, 1: cf. Bauer, Wòrterbuch, s.v. 3, y Brox 227. Una preparación de ese uso marti­ total acerca de Jesús: en 5, 9a.b.c, lo mismo que en Jn 5, 34.36, se contrapone el testimo­ rológico podría encontrarse ya en 4 Mac 12, 16 A (cf. 16,16 ôtapaQTUQÍa). nio de Dios al testimonio de los hombres, por ser «mayor» el testimonio de Dios. Este testi­ 6. El adjetivo sustantivado afín fiagTÚmonio podría referirse retrospectivamente a Qiov, testimonio, prueba* (cf. Schwyzer, Jn 5, 37: es un testimonio que ha quedado ya Grammatikl, 470) aparece 19 veces en el NT. terminado (;se usa el perfecto!). Apesar dei v.

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HaQTUQia

Los Sinópticos lo emplean, cada uno, tres veces; Pablo, igualmente tres veces; los Hechos y Ias Pastorales lo emplean, en cada caso, dos veces, y Hebreos, Santiago y Apocalipsis, una vez cada uno. El significado es casi generalmente el de testimonio, prueba\ de esta manera el vocablo puede convertirse en término técnico dei lenguaje de la proclamación (cf. infra, a propósi­ to de Pablo, de Ias Pastorales y de Hechos). De una traducción equivocada de la LXX se deriva la expresión f| axqvf] xoi3 paQxnpton (Hech 7, 44; Ap 15, 5), que traduce la expre­ sión hebrea ’õhel m ô‘êd; los traductores de la LXX derivaron erróneamente mô‘êd de la raiz ‘d, «testigo», en vez de hacerlo de y ‘d, «en­ contrar». En la tradición sinóptica hallamos exclusi­ vamente la expresión slç p,aQXÚQiov, «para testimonio». Según Mc 1, 44 par. Mt 8, 4 / Lc 5, 14, el leproso que había sido limpiado tiene que presentarse al sacerdote y ofrecer el sacri­ fício prescrito por Moisés (Lev 14, 2ss) «co­ mo testimonio para ellos». Se piensa segura­ mente en la función dei sacerdote que, en es­ ta ocasión, tiene que dictaminar si ha habido curación. La frase fue recogida exfensamente por Mateo y Lucas, hasta llegar incluso a un orden poco habitual de Ias palabras. La cosa es diferente en los otros dos pasajes de la tra­ dición marquina. Mateo suprime (10, 14) lo de 8Í.Ç [xapxÚQiov anxoíç de Mc 6, 11, que no se entiende dei todo: «sacudid el polvo de la planta de vuestros pies como testimonio para (í,contra?) ellos»; Lucas aclara (9, 5): elç laapxijpLov 8Jt’ aúxoúç, es decir, claramente «en contra de ellos». Según Mc 13, 9, los discípulos serán llevados ante tribunales judios y paganos «como testimonio para ellos»: aqui habrá que pensar ya en la confesión de fe en Cristo que los per­ seguidos pronuncian ante los tribunales. Ma­ teo aclara esta idea y la amplia: eiç [xapTÓQLOv anxoLç x a l tolç edveoiv (10, 18), tanto más que por lo de «gobemadores y reyes» se entiende evidentemente los encargados paga­ nos de administrar justicia. En Mt 24, 14 la fórmula se ha independizado plenamente: El

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evangelio dei reino debe proclamarse en todo el mundo habitado «como testimonio para to­ dos los pueblos gentiles». Según Lucas (21, 13) el ser llevados a los tribunales se convierte en ocasión «de dar testimonio», no para los Jueces sino para los acusados mismos. EÍ,ç paQxÚQLOV aparece dos veces en la lite­ ratura epistolar. Según Sant 5, 3, el moho dei dinero de los ricos será, en el juicio final, «un testimonio contra ellos» (dativo como en Mc 6, 11). La fidelidad de Moisés, según Heb 3, 5, llega a ser «un testimonio de Ias revelaciones futuras», es decir, de la revelación que vendría en Cristo (v. 6). En el libro de Hechos papxÚQiov se convierte en el término técnico de la proclama­ ción apostólica como testimonio acerca de la resurrección de Jesús, ^ pápxnç 4. «Los apóstoles daban testimonio de la resurrección de Jesús el Senor» (4, 33). Si en Lucas p.aQxúgiov está más intensamente asociado al acontecimiento de la resurrección que descue11a en la historia, vemos que este elemento queda algo más relegado en Pablo. Cuando en 1 Cor 1, 6 se dice: «el testimonio de Cristo ha demostrado ser firme entre vosotros», vemos que no se acentúa con ello ni el componente judicial ni el componente histórico. En conso­ nância con ello, puede decirse en 2 Tes 1, 10 que «disteis crédito a nuestro testimonio». Tiene que quedar en suspenso la cuestión de hasta qué punto Pablo (o «Pablo») piensa aqui conscientemente en su función como testigo de la resurrección, según 1 Cor 15, 8. La fun­ ción dei apóstol como testigo de la resurrec­ ción, que era tan central en Lucas, no ha de­ saparecido aún, al menos terminológicamente. Una variante textual de 1 Cor 2,1 conside­ ra [xaQxúpLov xoü •&eoi3 simplemente como ei tema de la proclamaciónm paulina, en un sentido sinônimo al de xò [rnaxTjpiov. Fuera de este uso dei término, Pablo habla en 2 Cor 1, 12 -e n una frase a modo de paréntesisacerca dei «testimonio de nuestra conciencia». Las Pastorales, lo mismo que Pablo y He­ chos, conocen (laQXÚQiov como término para expresar la proclamación. A Timoteo se le ex-

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(xaQTUQia - [iaQTuç

horta: «No te avergüences dei testimonio de nuestro Senor» (2 Tim 1, 8). En 1 Tim 2, 6, la expresión difícil xò [laQrúçiov Haiçotç iôíolç se refiere a una de dos: o a la muerte redentora de Jesús como testimonio de Dios, o bien a la fórmula de fe y de proclamación mencionada anteriormente en el v. 5 (así Brox, 35; en contra, Bauer, Wõrterbuch, s.v. l.a: Beutler, 199). J. Beutler

fia ç T V g io v , o it, t ó martyrion testim o­ nio, prueba -> papxoQÍa 6.

martyromai conjurar, instar encarecidamente, testificar papTupéto (5).

ftaQTitç, 0OÇ, o martys testigo* 1. Aparición - 2. Significado - 3. Campo referencial - 4. Testigos en favor de Jesús según Hechos - 5. Testigos de Jesús y Jesús como testigo según el Apocalipsis. B ib l.: E. Albrecht, Z eu g n is durch Wort un d Verhalten (Theol. Dissertationen 13), Basel 1977; Th. Baumeister, D ie A n fã n g e d e r T h eologie des M artyriu m s ÍMBTh 45), Münster i. W. 1980; J. Beutler, M artyria (FThSt 10), Frankfurt a. M. 1972; N. Brox, Z euge und M ã rtyrer (StANT 5), München 1961; Ch. Burchard, D e r d re ize h n te Z e u g e (FRLANT 105), Gõttingen 1970; E. Castelli (ed.), L e T ém oignage, Paris 1972; G. Klein, D ie z w õ lf A p o s te i (FRLANT 77), Gõttingen 1961; N. Lash, "What m ig h t m artyrdom mean?, en Suffe r in g a n d M a rty rd o m in NT. F S f ü r G. M . Styler, Cambridge 1981, 183-198; E. Lohse, D ie O ffenbarung d e s Jo h a n n es (NTD), Gõttingen 1962; Ph.-H. Menoud, J esu s e t s e s tém o in s: Eglise et Theologie 23 (1960) 7-20 (= Id., Jésu s-C h rist e t l a f o i . NeuchâtelParis 1975, 100-110); E. Nellessen, Z eugnis f ü r Jesus u n d das Wort (BBB 43), Kõln 1976; G. Schneider, D ie z w õ lf A p o s te i a is « Z eu g en » , en P. W. Scheele-G. Schneider (ed.), C liristu sze u g n is d e r K irche, Essen 1970, 39-65; H. Strathmann, pápxnç m k ., en ThWNT IV, 477-520; A. A. Trites, Mágxuç a n d M artyrdom in the A p o ca lyp se. A S em a n tic Study: NovT 15 (1973) 72-80; Id., The N T C o n cep t o f W itness (SNTS Mon 31), Cambridge 1977; H. Van Vliet, N o Single Testimony, Utrecht 1958.

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1. El término (xÓQTnç, que en los Evangelios sinópticos se encuentra sólo aisladamente (en Mateo dos veces, en Marcos una vez, en Lucas dos veces), tiene numéricamente su centro de gravedad en Hechos con 13 testimonios, seguido por Pablo (sin Ias Pastorales) con 6 testimonios, y el Apocalipsis con 5 testimonios. El resto de los 36 testimonios se distribuye entre Ias Pastorales con 3 testimo­ nios, Hebreos con 2 y la Carta primera de Pe­ dro con uno. Es curioso que falte el término, aunque no la realidad expresada por él, en el Evangelio de Juan y en Ias Cartas de Juan (-»■ pagrugétn, paQTnQÍa). 2. El significado fundamental de testigo se mantiene en todos los pasajes dei NT. Frisk {Wõrterbuch II, 179) lo relaciona con el tér­ mino indio antiguo smárati y con pégLfiva, y ve en el «recuerdo» el elemento constituti­ vo. El concreto (págruç, p ág ru p , también páQxnpoç) se ha desarrollado a partir dei abstracto (*pap-xn-, «testimonio»). Del «testigo» ante el tribunal habla un prin­ cipio jurídico, citado varias veces en el NT, según el cual «por la declaración de dos o tres testigos será firme la causa» (Dt 19,15, citado en Mt 18, 16; 2 Cor 13, 1; 1 Tim 5, 19), o que afirma que «se ejecutará al malhechor por la declaración de dos o tres testigos (Dt 17, 6; ci­ tado libremente en Heb 10, 28); -+ 3. Testigos en sentido judicial se mencionan en el proceso contra Jesús (Mc 14, 63 par. Mt 26, 65: «^Qué necesidad tenemos ya de testigos!» [a diferencia de Lc 22, 71: paQxnQiaç]) y en el proceso contra Esteban (Hech 6, 13 [->- 3]; 7, 58). En sentido amplio, los escribas dei tiempo de Jesús son «testigos» de los asesinatos de profetas cometidos por sus antepasados, es decir, ellos «confirman» Ias acciones de sus antepasados, al erigir monumentos funerários a los profetas (Lc 11, 48 [a diferencia de Mt 23, 31: papxnpetxe éanxolç], tradición de Q). Se entiende también en sentido forense, pero más amplio, lo de los testigos de la instrucción bautismal de Timoteo en 2 Tim 2, 2. Lucas desarrolla una manera de hablar, se­ gún la cual los apóstoles no sólo son «testi-

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(iaQTVç

gos» de los acontecimientos externos de la vi­ da, la muerte y la resurrección de Jesús, sino también de su significado salvífico según la Escritura (-> 4). Y, así, él diferencia terminológicamente entre liÓQxnQeç, testigos, y aíixójtxai, «testigos oculares» (Lc 1, 2: Menoud, 4s con referencia a la misma distinción en Josefo, Ap I, 55 en contra de I, 4; ambos términos en Bell VI, 134). (iágxnç, en con­ traste con afixóJtXTjç, no sólo expresa el ele­ mento de la valoración sino también el dei compromiso personal. Sin embeurgo, la opinión sostenida por Bauer, Wõrterbuch, s.v. y numerosos autores un tanto antiguos (cf. ibid.) y más recientes (cf. últimamente E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], y H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf [HNT], a propósito de 22, 20), dificilmente probará de manera suficiente que Lucas y con él el NT conocen ya (al menos como sugerencia) al «testigo de sangre», que mediante el derramamiento de su propia sangre se convierte en testigo. Evidentemente, Esteban se convierte en testigo por su proclamación de la palabra, de la que él se hace responsable (Hech 22,20), y no en virtud de su muerte (cf. Brox, 61-66; Beutler, 188 y 196). La presencia, la interpretación y èl compro­ miso personal en favor de lo atestiguado se asocian también en 1 Pe 5, 1, donde «Pedro» se designa a sí mismo como «testigo de los padecimientos de Cristo». El compromiso en favor de un mensaje parece ser también parte constitutiva dei concepto de testigo en el Apocalipsis (-> 5). Pablo invoca varias veces a Dios como tes­ tigo de sus pensamientos, intenciones y oraciones (Rom 1, 9; Flp 1, 8; 2 Cor 1, 23; 1 Tes 2, 5) o de una acción que ha brotado de una determinada manera interna de sentir y pensar (1 Tes 2, 5). En Israel existia gran temor de invocar asi a Dios como testigo, a causa dei «segundo mandamiento». Pero se va hacíendo frecuente en la LXX (Beutler 118) y es algo que resulta familiar al mundo helenistico (çf. la definición que da Filón dei juramento como [xagxugía -deou iregl jrgáYfiaxoç àpqpiaPT]xoupÉvou [Sacr 91 y passim\, cf. Beutler, 147sy 151s).

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Es difícil de interpretar la referencia que se hace como testigos a los padres en la fe, se­ gún Heb 12, 1 (pero cf. 11, 39: [tagxuQiT&évxeç). La distinción general entre «testigos de hechos» y «testigos de convicciones» (asi Strathmann) será quizás demasiado simple y tal vez no baga justicia a la relación entre la historia y la salvación en Lucas. 3. En el campo referencial de [tágxuç sorprende la gran frecuencia de adjetivos numerales. Según el principio dei AT que excluye la declaración de un solo testigo en un proceso penal, «toda causa [de importância penal] debe determinarse por la boca (es decir, por la declaración) de dos o tres testigos». Y, asi, Dt 19, 15 se cita en forma abreviada en Mt 18, 16; 2 Cor 13,1; 1 Tim 5,19. Sobre el ôux cau­ sai con genitivo, cf. Bauer, Wõrterbuch, 566; sobre el èirí con dativo («morirá en virtud dei testimonio de dos o tres testigos», en Heb 10, 28 según Dt 17, 6) cf. ibid., 568; sobre el te­ ma cf. Van Vliet. Timoteo hizo su confesión de fe (en el bautismo o en la ordenación) «en presencia de (èvcojuov) muchos testigos» (1 Tim 6, 12); él recibió el mensaje cristiano «por conducto de (es decir, en presencia) de muchos testigos (ôià rtoXXõiv p.agxúgcov)» (2 Tim 2, 2). A propósito dei uso que aqui se hace de ôiá cf. Bauer, Wõrterbuch, 358s con referencias; cf. Núm 35, 30 LXX. Dos testi­ gos se mencionan también en Ap 11, 3 (-> 5); «uno de ésos», según Hech 1, 22, debe ser constituído testigo «con nosotros» (->■ 4). Además de adjetivos atributivos que se refieren al número, el NT conoce también adje­ tivos que caracterizan la credibilidad dei testi­ go; se presentan «testigos falsos (es decir, en­ ganosos)» en contra de Esteban (Hech 6, 13); Jesús es «el testigo fiel / fiable (y verdadero)» (Ap 1, 5; 3, 14; cf. 2,13, Antipas, donde seria de esperar el genitivo). El genitivo atributivo (p,ou) aparece en Ap 2,13 y también en 11, 3; 17, 6 (Tqaoü); aparece igualmente en Rom 1, 9 y Flp 1, 8 («Dios es mi testigo de cómo yo...»). El genitivo en Lucas (Ev y Hech) será siempre genitivo objetivo: Los apóstoles o Pablo son testigos de la vida, muerte y resu­ rrección de Jesús como actos salvlficos, o tes-

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(lagtuç

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vida terrena de Jesús en el testimonio apostó­ lico. Pero Lucas, seguramente de manera in­ tencionada, hace que los Doce en pleno asistan desde un principio a la predicación de Je­ sús (cf. Lc 6, 12-19), a fin de asegurar así la continuidad en la proclamación dei mensaje. 4. Lucas ha desarrollado, especialmente en Pablo, desde luego, no es testigo de la vida Hechos, un concepto carácterístico dei testiterrena de Jesús, pero sí lo es de su resurrec­ go, que es de fundamental importância para ción, en virtud de la visión en que recibe la su teologia de la historia. Hay que partir, co­ vocación o de la aparición de Jesús en el tem­ mo observa con razón Burchard en su excurplo según Hech 22, 15 con los vv. 17-21 (cf. sus (130-135), de Lc 24, 48: Los (de momen­ Burchard, 108, l l l s y 135s) y 26,16. El pe en to todavia) once apóstoles serán «testigos de 26, 16, por ser la lectio difficilior, podría ser estas cosas», es decir, de los padecimientos y la lectura original. la resurrección de Jesus, que tuvieron lugar En el testimonio dado por Esteban en Hech según Ias Escrituras, y dei mensaje de perdón 22, 20 falta el elemento dei encargo por parte que ha de proclamarse. El encargo dado por el dei Resucitado. Posiblemente, Estehan lleva Resucitado forma parte constitutiva de la conel título de testigo en virtud de su visión dei dición de «testigo». Parece que corresponde Hijo dei hombre antes de su muerte, en Hech al elemento de la misión que se encuentra en 7, 55s (Nellessen, 249s) o en virtud de su pro­ la tradición paralela de Jn 20, 19-23. A la conclamación de la palabra, lo mismo que hacían cesión dei Espíritu, en ella, le corresponde en los apóstoles y Pablo (Brox 61-66; Beutler Lucas (como en Hech 1, 8) la promesa dei Es­ 188 y 196; ->■ 2). Según otros, Esteban seria píritu (Burchard, 130s). Parece, pues, que Lu­ testigo por razón dei fin de su vida (Burchard, cas reserva esencialmente para los Doce el tí­ 130 nota 291; cf. Conzelmann, Apostelgetulo de testigo, como aparece en Hech 1, 21 schichte^, 136). (con Schneider en contra de Nellessen). En 5. Lo mismo que sucede en Lucas, vemos todo ello, el haber estado presente en la vida, la muerte y la resurrección de Jesus es tan so­ que en lo que respecta al autor dei Apocalipsis hay que partir de todo el campo léxico lo condición previa para el ministério de testi­ go: aquel que ocupe el lugar de Judas, tendrá paQTi)-. Partiendo de ahí es obvio que en el Apocalipsis no hay que suponer que se haga primero que ser elegido por el Resucitado y, en virtud de esta elección, se convertirá en ya un uso martirológico de pÓQTuç (con Brox y Trites en contra de autores más antiguos). «testigo de su resurrección». Por tanto, pÓQTuç es más que «testigo ocular» (->■ 2). El Los dos testigos de Jesús (Ap 11, 3) «profetizan» primeramente y luego, una vez que hem tema dei testimonio apostólico, según los dis­ dado ya su «testimonio», son muertos (11, 7). cursos misioneros de la primera mitad de He­ chos, es principahnente la resurrección de Je­ Luego Antipas, «testigo fiel» de Jesús (2, 13), es muerto, seguramente por el testimonio da­ sus, que se entiende seguramente por el re­ lativo neutro ou («de lo cual, en favor de lo do ante el tribunal. Por la conexión con el res­ tante uso que se hace de la familia de palacual») en Hech 2, 32; 3, 15, y a la que se hace referencia también en 10, 41 y en 13, 31. bras, es obvio también suponer que los «testi­ Según 5, 32, el Espíritu -juntamente con los gos de Jesús», en 17, 6, no lo son primaria ni apóstoles- aparece como testigo de la muerte exclusivamente por derramar su sangre. De igual manera, Jesús, en 1, 5 y 3, 14, es deno­ y dei mensaje de la resurreción de Jesús, así como dei mensaje dei perdón (cf., a propósi­ minado «el testigo fiel (y veraz)» en virtud de su intrépida proclamación ante un foro hostil. to, Jn 15, 26s, -> paQTUQécu 4). Tan sólo en jCf. el ó àpTjv y el ãJiTiOivóç precisamente en Hech 10, 39 y en 1, 21s se incluye también la

tigos de El mismo (->• 4). En 1 Pe 5 ,1 , el ge­ nitivo de cosa debe entenderse en este mismo sentido. En Hech 22,15 [xáQtnç se construye con el dativo de provecho o dano: <-<~testigo en favor de El».

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(xáçTuç - (xáoTil

3, 14! Sobre la formulación lingüística, cf. Sal 88, 36 LXX; ó (rápTuç èv oiíQavtp jucrtóç, así como los textos de Prov 14, 5.25; Is 8, 2. J. Beutler ^ a o a o ^ a l . masaomai morder, morderse* Ap 16, 10; è[xa0õ)VTo xàç yXwaaaç avtóõv, «ellos (los hombres de la «bestia») se mordían la lengua»; cf. ApPe 28s (texto akhmínico; 9.11 texto etiópico). ThWNT IV, 521. ^.aO'd'óç, oi), ó masthos pezón, pecho Forma alternativa de -> paaxóç. [L ia a a á o fia i massaomai morder, morder­ se Forma alternativa (Textus Receptus) de p ao áo p ai. ^.aotiYOCO mastigoõ azotar, flagelar, dis­ ciplinar* En el NT el verbo aparece 7 veces: en la (tercera) predicción de la Pasión de Jesus según Mc 10, 34 par. Mt 20, 19 / Lc 18, 33; apa­ rece también dos veces en Mateo: 10, 17 en el discurso de misión pronunciado por Jesús; 23, 34 a diferencia de Lc 18, 33; solamente en Jn 19, 1 en relación con la historia de la Pasión; en Heb 12, 6 en sentido figurado y en general en sentido sapiencial con el significado de castigar/disciplinar (cita de Prov 3, 12; cf. también SalSl 10, 2; 13, 6ss; Filón, Congr 177; Séneca, Prov. 16; 1 Ciem 56, 4). El castigo de azotes aplicado a Jesús según Jn 19, 1; Mc 10, 34 par. corresponde al casti­ go romano de la flagelación (yerberatio), que se aplicaba como disciplina o tormento (no a los ciudadanos romanos, cf. Hech 16, 37; 22, 24ss) y especialmente como castigo adicional en Ias sentencias de pena capital y en otros castigos infamantes, principalmente en el ca­ so de la crucifixión, a la que casi siempre pre­ cedia (cf. Josefo, Bell n , 306ss; Livio X, 9, 4s). Como el número de azotes no estaba li­ mitado, la flagelación producía ya a menudo

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la muerte dei reo. Desde luego, Jn 19, 1 podría entenderse como una primera flagelación independiente, quizás en el sentido de una tortura, para arrancar una confesión de culpabilidad (cf. vv. 4s; cf. también Lc 23, 16; n:aiÔE'úaaç, de manera distinta en Mc 15, 15 par. Mt 27, 26: q)QaYeX.Xó)aaç [...] iva oxauQCO'ôf); cf. Mc 10, 34 par.; p,aoxi7Óco x a i àjroxxeívm / oxauQÓcn). Las flagelaciones que, según Mt 10, 17 (èv xatç onvaYcoY^iÇ axixcõv paaxiYcóaonoiv, a diferencia de Mc 13, 9; ôaQXjoeo^&e / Lc 21, 12); 23, 34, amenazan a los enviados por Je­ sús, deben entenderse en el sentido dei casti­ go judio de los 39 azotes (cf. Dt 25, 2s; 22, 18; Hech 5, 40; 22, 19; 2 Cor 11, 24; detalladamente en Makk 3, Iss.lOss; Josefo, Ant IV, 238 y 248). Este castigo era aplicado por el ministro de la sinagoga, entre otras razones, porque el acusado habia originado lesiones corporales, habia quebrantado la prohibición dei incesto o los preceptos relativos a la pure­ za y a los alimentos (Makk 3, 12; cf. los detalles en Billerbeck III, 527ss). Mc 10, 17 presupone (como Mc 13, 9, a diferencia de Lc 21, 12) juicios y condenas en sanedrines locales (cf. San 1, 2.4.6), que existian ya junto al sanedrín de Jemsalén. ThWNT IV, 521-525; X, 1172 (bibl.); BHHI, 534; Haag, Diccionario, 713s; RAC IX, 469-490; Spicq, Notes II, 539-542. H. Balz ^.aoTl^O) mastizõ azotar, flagelar* Hech 22, 25, refiriéndose al castigo romano de la verberatio (-> paoxiYÓo)), al que Pablo rehúsa someterse basándose en sus derechos como ciudadano romano. A este respecto son de importância decisiva la Lex Porcia y la Lex lulia', cf. especialmente Beginnings V, 297338; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. ly o ç , n ttiastíx azote, tormento; en plural, azotes* El plural aparece en su sentido propio de azotes en Hech 22, 24, refiriéndose al interro-

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(iáoTil - [laTaiÓTTiç

gatorio de Pablo bajo la apücación de tortura (p á a ti^ iv àveTáÇ eo^ai avxóy, -* paoTiYÓco; Heb 11, 36 (junto a è(j,3taiY[J.oí). En sen­ tido figurado dícese de los padecimientos físi­ cos, Mc 3, 10; 5, 29.34; Lc 7, 21 (junto a vóooi y jtveúfxaTa JtovT]Qá); cf. Job 21, 9; Sal 38, 11 LXX; 2 Mac 7, 37. ThWNT IV, 524s. ^ a a tÓ Ç , oC, Ó mastos pezón, pecho* En plural dícese de los pechos matemos, Lc 11, 27; 23, 29; según Ap 1, 13, el «semejante a hijo de hombre» lleva el cinto de oro (i.de un rey?) «en tomo al pecho» (itpòç xolç paoToíç); cf. 1 Mac 10, 89; Dan 10, 5; Ez 9, 2.11 LXX. fia ta io X o Y Ío t, wç, mataiologia palabrería vana* 1 Tim 1, 6 en conexión con èxTeéjtEoO-ai eiç, «volverse a...» (a saber, apartándose de la aYáitT]): cf. Polic 2, 1. liaTaioXÓYOÇ, 2 matailogos hablador vano, charlatán* Tit 1, 10, como adjetivo sustantivado y en plural, junto a àvujtótaxxoi y qppevajtátai. jliá ta io ç , 3 mataios vano, inútil, sin va­ lor* En el NT el adjetivo aparece 6 veces (no en los evangelios). Mientras que en el adjetivo ->■ xevóç, de sentido afín, resalta más intensa­ mente el significado de «vacío, huero», ve­ mos que páxaioç (como sucede ya en la lengua griega en general), especialmente por su tradición bíblica, tiene también en el NT el sentido de vano/inútil/enganoso y se refiere a la absurda edificación de una realidad aparen­ te frente a la única realidad válida de Dios, o bien a la resignación ante la lejanía de Dios en la realidad de este mundo (cf. los sinôni­ mos hebreos 'ãwen «pecado», hebel «soplo de viento, nada», kãzãb «delirio», sãw‘\ «nulidad, mentira», y otros). En la LXX se consi­ dera páxaioç la palabra enganosa de los pro­ fetas no autorizados por Dios (Zac 10, 2; Ez

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13, 16ss), como en general todo lo que está relacionado con los dioses de los paganos y con sus imágenes (Os 5, 11; Is 2, 20; Jer 2, 5; 2 Crón 11, 15). La persona piadosa puede de­ sesperar ante la futiUdad de sus actos y al ver como le va en la tierra (Jer 2, 30; Sal 61, 10; 88, 48 [advérbio]; 93,11; Sab 13, 1; cf. espe­ cialmente el sustantivo [xaxaióxT]ç, que apa­ rece más de 35 veces en el Eclesiastés: 1, 2.14; 7, 1; 9, 9 y passim). En consonância con esto, el NT cuenta en­ tre Ias cosas p á x a ta todo culto divino falso, que no se dirige al Dios vivo y verdadero, si­ no a la adoración de hombres (Hech 14, 15: àitò xoúxcov xmv paxaícov EJU0XQécpEiv èm O^eòv Çmvxa. cf. Jer 2, 5; algo parecido ve­ mos en 1 Pe 1, 18 [cf. infra]. Por eso, se consideran también como vanos los arrogantes pensamientos de los sábios de este mundo (con Sal 93,11 LXX), 1 Cor 3, 20 (ôiaXoYio(iol... páxaioi); lo mismo se dice de Ias especulaciones gnósticas y nomísticas (cf. 1 Tim 1, 3ss; Tit 1, lOss); son «inútiles y vanas, Tit 3, 9 (àvcuqíEÀEiç x a l paxaioO. Así como los creyentes fueron rescatados de su anterior conducta vana, que ellos habían vivido «se­ gún la tradición de los padres», 1 Pe 1, 18 (paxaía àvaoxQotpTi itaxQOJtapáôoxoç), es decir, de su aYvoia y EittOupLa ( 1 ,14s; cf. L. Goppelt, Der erste Peín<íftne/[KEK], sub lo­ co), así también es vano el culto divino de aquel que sólo se ajusta externamente a la pa­ labra y que es traicionado por su lengua, Sant 1, 26 (xoúxou páxaioç r| fl-QTiaxeía); y así, finalmente, será también vana la fe de los corintios, si no confían en Dios, que es quien resucita a los muertos, 1 Cor 15, 17 (p ax aía f] jtíoXLÇ ■ójicõv). ThWNT IV, 525-530; X, 1172 (bibl.); H. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung (BEvTh 59), München 1971, 39-51; DTNTPV, 315-317. H. Balz ^ a t a i ó t t |Ç , T|TOÇ, mataiotés vanidad, nulidad, transitoriedad* En Ef 4, 17, el sustantivo se refiere en sen­ tido crítico a lo vanos que son los objetivos de

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Haxau)TT]ç - [laxaiQa

la vida de los paganos (èv p,aTaiÓTT]Ti toC voòç aiiTCõv), y 2 Pe 2, 18 alude a la arrogancia de los falsos maestros «que hablan palabras presuntuosas sin sentido» {vnéQoyyia yÒQ paxaióxTiTOç qpllEYYÓM.EVoO. Según Rom 8, 30, la creación fue sometida por Dios a vanidad / transitoriedad a causa de la culpa dei hombre (xf)... paxaióxTiTi... uiiExáYTi), lo cual hace que Pablo deduzca y espere que ese estado de transitoriedad, además de su comienzo (histórico), haya de tener también un fin (histórico), a saber, en la liberación de la creación para que alcance la libertad que aguarda a los hijos de Dios; cf. también 4 Esd 7, 11; ApBar (gr) 15, 32s; ->■ p,átaioç (bibl.). ^ .a ta ió c o mataioõ hacer vano; en voz pasiva, mostrarse vano* En el NT el verbo aparece únicamente en Rom 1, 21 (eu voz pasiva), donde se dice de los hombres que, en vez de ensalzar a Dios como el Creador, «se mostraron vanos en sus razonamientos» (ètiatauóhiiaav); cf. Jer 2, 5 LXX; Hech 14, 15; 1 Cor 3, 20; -+ p,áxaioç. fAáTtjv matên (adv.) en vano, inútilmente* Mc 7, 7 par. Mt 15, 9 (cf. Is 29, 13): p.áTT]v ôè oépovxaí p,E. M a t d a í o ç , o u Manhaios Mateo Forma alternativa (Textus Receptus) de ->■ M a^d aio ç. MaT'd^áv Matthan Matán* Nombre (enhebreo, mattãn, cf. 2 Re 11, 18; 2 Crón 11,18; 2 Crón 23,17) en la genealogia de Jesus: Mt 1, 15 (bis); cf. Lc 3, 23ss D. M a t d á t Matthat Matat Forma alternativa (Textus Receptus) de Mah-háx. M a f f t ía ç , o u Matthias Matías Forma alternativa (Textus Receptus) de ->■ M aM íaç.

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M a T t a d á Mattatha Matatá* Nombre (en hebreo, mattatâ, cf. Esd 10, 33) dei hijo de Natán y nieto de David en la genealogia de Jesús: Lc 3, 31. M a tT a '0 'ía ç , o u Mattathias Matatias* Nombre (en hebreo, mattityâ, cf. 1 Crón 9, 31) en la genealogia de Jesús: Lc 3, 25 (hijo de Amón); 3, 26 (hijo de Semeín). ^ á x a i g a , i]ç, r\ machaira espada* 1. Aparición en el NT y significado - 2. Uso en sen­ tido propio - 3. Uso figurado y metafórico. B ih l.: H.-W. Bartsch, Jesu Schw ertw ort, L k 22, 3538: NTS 20 (1973-1974) 190-203; Bauer, W õrterbuch, S .V .; M. Black, T he V iolent Word: ET 81 (1969-1970)

115-118; J. Friedrich-W. Põhlmann-P. Stuhlmacher, Z u r historischen S ituation un d In tention von R õ m 13, 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166, sobre todo 140-145;

Liddell-Scott, s.u; W. Michaelis, páxaiça, en ThWNT IV, 530-533; P. S. Minear, A N o te on L u k e 22, 36: NovT 7 (1964-1965), 128-134; A. Schlatter, D ie beiden Sch w erter (BFChTh 20, 6), Gütersloh 1916; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1172.

1. En el NT p á x a ig a aparece 29 veces (13 de ellas en la historia dei prendimiento de Je­ sús en Mc 14, 43-52 par.; Jn 18, lOs) y tiene siempre el significado general de espada. Na­ da -n i siquiera la definición concreta de páXatQtt como «espada de dos filos» (ôíoxopoç, Heb 4, 12; cf. 11, 34 y O. Hofius: ZNW 62 [1971] 129s)- nos permite deducir a qué clase de arma cortante o punzante de Ias que entonces se usaban, se hace referencia en los diversos pasajes. El «filo de la espada» -siguiendo la manera de hablar del AT (Gén 34, 26; Núm 21, 24 y passim)- se dice paxaíprjç oxópa (Lc 21, 24; Heb 11, 34); la «vaina de la espada», h-riHT] (Jn 18, 11), y la «herida de la espada», Ji?tTiY'n '^'99 (Ap 13,14). Originalmente páxonpoi (que no se deriva de páxopai; Chantraine, Dictionnaire, j.v.) signifi­ ca «cuchillo» (así, por ejemplo, en Homero); co­ mo designación de un arma no encontramos este término sino a partir de Herodoto, y entonces sig­ nifica casi siempre la espada (corta) o el punal (algunas veces el sable), mientras que gopcpaía

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[laxaiQa

significaba Ia verdadera espada (larga), y líqpoç, el estoque (cf. Liddell-Scott, s.v.). Pero, al menos desde la época helenística, no se hacía ya una distinción tan nítida entre los diversos términos, de tal manera que, por ejemplo en la UOC. se pueden usar como sinônimos, hasta el punto de que el hebreo hereb se traduce indistintamente por (táxaiQa, por QO|xq)aía y, algunas veces, por ^íqjoç. También el Apocalipsis (6, 4; 19, 21) y el Evangelio de Juan utilizan conjuntamente páxatga y gopqpaía, sin que se observen diferencias de matiz en cuanto al significado.

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nalmente en Ap 6, 4 (aqui en manos dei se­ gundo jinete apocalíptico, cf. 19, 21).

Ideas apocalípticas (difícümente ideas zelóticas, pero cf. Black, 116s) se encuentran también en el fondo de Ias palabras, cargadas de proble­ mas, acerca de la compra de una espada en Lc 22, 35-38: hay que estar bien equipados para Ias tribulaciones mesiánicas dei íin de los tiempos (v. 36). En la combinación dei v. 36 con el v. 35, la sentencia prevê la hostílidad que han de encontrar los misioneros cristianos, y para la que hay que estar preparados. Pero el v. 36b no contiene una 2. Como armas necesarias para el prendi- comprensión solidaria de los desesperados que recurren al uso de Ias armas (en este caso: de los miento de ladrones, los esbirros que van a de- judeocristianos que participan en la rebelión con­ tener a Jesús empunan espadas y paios (Mc tra Roma, Bartsch 201-203). El v. 38 es formación redaccional (posiblemente con utiüzación de 14, 43 par. Mt 26, 47; Mc 14, 48 par. Mt 26, material pre-lucano: H. Schürmann, Jesu Ab55 / Lc 22, 52). La espada se cuenta también schiedstede, Münster i. W. 1957, 131 s; cf. lo de entre Ias armas que llevan los guardianes de Ias dos espadas, interpretado alegóricamente en Ias prisiones, Hech 16, 27. Una de esas espa­ la Edad Media como la autoridad secular y la audas sirve (a Pedro, Jn 18, lOs), cuando vienen toridad espiritual) y prepara seguramente para Lc a prender a Jesús, para defenderle (Mc 14, 47 22, 49-51. Y, así, la reacción de Jesús ante el hecho de que los discípulos posean espadas (v. 38) par. Mt 26, 51; cf. Lc 22,49). Sin embargo, en debe quedar aqui eclipsada por la respuesta (v. un provérbio insertado como palabra dei Se51) que él da a su pregunta acerca dei uso de la nor en la historia de la Pasión según Mateo espada (v. 49; cf. Schneider, Das Evangelium (^o en una cita dei Tgls 50, 11? [cf. H. Kosnach Lukas [ÔTK], 456). mala; NovT 4 (1960) 3-5]) se censura -con arreglo a lo dicho en Mt 5, 39- ese uso de la 3. Asimismo, Mt 10, 34 debe entenderse violência : El que empuna la espada, a espada sobre el trasfondo de Ias ideas apocalípticas perecerá (26, 52 [bis]; en la palabra de la es­ acerca de Ias tribulaciones que acompanarán a pada en Ap 13, 10b, ^una amenaza contra los la aparición dei Mesías (cf. CD 19, 10-14; perseguidores? Cf. H. Kraft, Die Ojfenbarung 4QpIs'’ 2, 1; Billerbeck IV, 977-986), pero di­ des Johannes [HNT], 178, y Hen [et] 91, 12). ficilmente como una palabra de amenaza de En la situación de persecución, la muerte por Jesús (análoga a lo que se dice en IQH 6, la espada es una realidad omnipresente, que 29ss) contra los impíos que han de ser aniqui­ puede ser el destino de cualquier cristiano lados en los últimos tiempos (O. Betz: NovT (Ap 13, 10b; cf. Mt 10, 34.38s) y que ya ame2 [1958] 129), y ciertamente no como un pro­ nazó o incluso golpeo a algunos testigos de la grama zelótico de Jesús (S. G. F. Brandon, Je­ fe en el AT (Heb 11, 34.37). La espada dei sus and the Zealots, Manchester 1967. páxcuejecutor mató a Santiago (Hech 12, 2) y se g a, en contraste con etgT|VTi, significa aqui en menciona también en el catálogo de sufrilenguaje figurado, y al igual que en Ap 6,4, la mientos en Rom 8, 35 (cf. E. Kâsemann, An violência opresora (no la división que llega die Rõmer^ [HNT], 240s). En la trasformahasta el seno de la familia, en contra de Mición lucana de la apocalipsis sinóptica (Mc chaelis 532). En la persecución (jMt 10, 38!) 13, 5-37) en un vaticino de la Guerra Judia, la ve la comunidad cómo se cumple la palabra espada funciona como arma homicida de gue­ de Jesús (Bultmann, Geschichte, 166). rra (Lc 21, 14), al igual que aparece frecuenEn una manera parecida a como lo hace 2 temente en textos apocalípticos como Hen Cor 10, 4, vemos que Ef 6, 11-17 esboza la (et) 88, 2; 90, 19; Jub 9, 15; IQH 6, 29 y fi­ imagen de la armadura espiritual de los cris-

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(laxaiça - |xeYaXEiÓTT]ç

tianos (para imágenes semejantes en el judaís­ mo antiguo y en el cristianismo primitivo cf. Sab 5, 18-21: IQM 6, 2-16: IgnPol 6, 2). La espada (dei Espíritu, Ef 6, 17) aparece junto a la coraza (de la justicia), el escudo (de la fe) y otras armas comunes de los hoplitas. La espa­ da es la única arma que se describe con mayor precisión: es la palabra de Dios (v. 17b). En Heb 4, 12 aparece la misma asociación entre la palabra y la espada, sólo que usada de manera distinta: más cortante (to (XÓ)teqoç) aún que una espada, el Xóyoç Toõ -beoü es capaz de separar y -poniendo al descubierto- juzgar. Por lo menos en este último pasaje no só­ lo se usaria la metáfora, tan difundida, de la palabra como espada (cf., por ejemplo, Sal 56, 5; Pseudo-Focílides 124; Diógenes Laercio V, 82; TgCant 3, 8 [aqui: la Torá como es­ pada]), sino que más bien se habría elaborado la idea de la espada apocalíptica de juicio o de la palabra de Dios como tal, según se halla igualmente en IQH 6, 29; IQM 19, 11 ó Is 49, 2; Sab 18, 15s; Ap 1,16; 19, 15.21 y Filón Cher 28; Her 130s -helenizada aqui como doctrina dei Àóyoç xopsúç-. En Rom 13, 4 p a x a ip a se entiende como signo indicador dei poder de castigar que Dios ha concedido al Estado. Es discutible si [láXctipav q)OQáü) significa aqui la consecuencia extrema de ese poder, la de aplicar la pena ca­ pital (así piensa, por ejemplo, O. Michel, Der Brief an die Rõmer^ [KEK], 401s), o si sebe interpretarse más bien a partir de los docu­ mentos en papiros como el PapTebt 391, 20; PapMich 577, 7s, en los que se designa como [iaxaiQoqpÓQOi a los policias que protegen a Ias autoridades en el desempeno de sus fun­ ciones, como son, por ejemplo, la recaudación de impuestos, de tal modo que p áx a ip a deba interpretarse como una referencia al poder dei Estado en general para desempenar funciones penales y policiales (Friedrich y otros, 144). E. Plümacher

disputa sobre palabras u otras cosas por el es­ tilo, cosa que se rechaza, especialmente en Ias Pastorales (cf. también, a propósito, TestRub 3, 4; TestJud 16, 3; TestBen 6, 4). En 2 Cor 7, 5 el término aparece en conexión con qpó(3oç (Ê^oo^&EV p áx a i, eaco-0-ev qjópoi); según 2 Tim 2, 23 hay disputas estúpidas (ÇtiTriaEtç), que únicamente «conducen a altercados» (ÕTi YEVVCÕOLV páxaç); de manera parecida Tit 3, 9: páxcii vofiiwaí, «.disputas acerca de la ley»; en Sant 4, 1 el término aparece junto a Jtó?ie[ioi. ThWNT IV, 533s.

^ á x il) 11Ç, 11 tnache lucha, disputa, disensión* El término aparece 4 veces en el NT, siempre en plural y con el sentido, no propio, de

^£Y<xA.£IÓT1]Ç, T|tOÇ, ■q megaleiotês gran­ deza, majestad* Con genitivo ^ e o ü , Lc 9, 43; xoi3 x u q í o u f|[X(Dv... èxELVou p.EYa?tELÓXT]ç, 2 Pe 1, 16;

^ .á x o ^ a i machomai luchar, disputar, renir* El término aparece 4 veces en el NT, con un significado parecido al dei sustantivo ->■ p,áxT]: Jn 6, 52; Hech 7, 26 (aqui en el sentido de llegar a Ias manos, cf. Ex 2, 13); 2 Tim 2, 24 (lo opuesto: fjmov Etvai jtqòç Jtávtaç, cf. V. 23); Sant 4, 2: páxeob^E x a l JtoXEpEitE, cf. V. 1). ThWNT IV, 533s. fie me me, a mi Acusativo de -*

E yco.

fiEYCtXavxéw megalaucheõ estar orgulloso, gloriarse (de grandes cosas) Sant 3, 5 Texms Receptus en vez de [íeyÓXa aüxéco. 3 megaleios grandioso, mag­ nífico, excelso* En el NT se usa únicamente el neutro plural sustantivado: x à p ,E Y a X ,E L a xoíS O e o õ , «Ias obras maravillosas de Dios», Hech 2, 11; cf. Lc 1, 49 v.l. en vez de pcYáXa (cf. Sal 70, 19 LXX, en sentido absoluto; Dt 11, 2; 3 Mac 7, 22 y passím con genitivo). ThWNT IV, 547; Spicq, Notes II, 543.

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|iEYaX£ióxT|ç - [.lÉYaç

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con referencia a la adoración de Artemisa por los efesinos, Hech 19, 27 (cf. (X8YáJi,T) Heá, v. 27a). ThWNT IV, 547s; Spicq, Notes II, 543s.

siempre a Dios: en la doxología de Jds 25 aparece junto a ô ó |a , xgáxoç y è^ouaía (cf. 1 Crón 29, 11); como circunlocución para no pronunciar el nombre de Dios: Heb 1, 3 ( ev ÔE^LÕ xfjç HEYaXoooúvTiç èv noljqXotç); de HEyaXoJtQEJtlfjç, 2 megaloprepês majesmanera semejante en 8, 1. Cf. además Hen tuoso, sublime* (et) 14, 16; 1 Ciem 20, 12; 58, 1. ThWNT IV. 2 Pe 1, 17: ■q p,eYa)^on:QEjtr|ç òó^a, «la 549s; X, 1172 (bibl.); DTNT II, 245s; Spicq, majestuosa gloria» como denominación de Notes II, 546. Dios (cf. Sal 144, 5.12 LXX; TestLev 3, 4; Hen (et) 14, 20; 102, 3; Aseis 11, 32); cf. (también en cuanto al uso general) Spicq, No­ M .Éyag, f i S y á X l l, f l é y a megas, megalê, tes n, 544s. ThWNT IV, 548. mega grande, alto, importante HeyttíiVVOí megalynõ agrandar, ensalzar, alabar; en voz pasiva, llegar a ser grande, crecer* El verbo aparece 8 veces en el NT: en sen­ tido propio en Mt 23, 5: peYaX.iJvoiJOLV t à xpáatTEÔa, «alargan los flecos (de los vesti­ dos) (para ser vistos; según bMen 41b; SifreNúm 15, 38 etc., se fija sólo una largura míni­ ma); enL c 1, 58 dícese de Dios; èp.EYáXnvev xò eX,eoç a ü to ü , «conceder abundantemente su misericórdia»; en voz pasiva en 2 Cor 10, 15; [xeYa^ttv&fjvat... e í ç jtEQiooEÍav, «cre­ cer aún mucho más / alcanzar el punto culmi­ nante (concedido a nosotros)» (->^ xavcóv 3). Por lo demás, siempre en el sentido figurado de alabar / ensalzar. tò v xÚQiov, Lc 1, 46; xòv dEÓv, Hech 10, 46; en voz pasiva, ser glorificado: xò õvopa xoü xuqlou H t^o o u , 19, 17; XpLOtóg, Flp 1, 20; en voz activa, refiriéndose a los apóstoles, Hech 5, 13. ThWNT IV, 549; X, 1172 (bibl.); DTNT II, 245s; Spicq, Notes II, 545s. flE yáX w ç megalõs (adv.) grandemente, mucho, extraordinariamente* En el NT el advérbio, derivado de pÉYctç, aparece únicamente en Flp 4, 10 (èxáQtlv... pEYáXcoç, cf. Arist 42 y 312). ^.EyaJi-COaiJVi], i]Ç, megalõsynê grande­ za, majestad* Como en la LXX (Dt 32, 3; Sal 78, 11; Sab 18, 24), [XEYaX.caaúvq en el NT se refiere

1. Aparición en el NT - 2. Evangelios y Hechos - 3. Cartas - 4. Apocalipsis. B ib l: O. Betz, tpcovf| xtX., en ThWNT IX, 272303; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT), Tübingen 1972; W. Grimm, Weil ich Dich He­ be, Bem-Frankfurt a. M. 1976, 231ss; W. Grundraann, pÉYaç ivú .., en ThWNT IV, 535-547; E. Lohmeyer, Die Offenbarung des Johannes (HNT), Tübingen ^1953; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1172.

1. En el NT el adjetivo péyaç aparece en total unas 194 veces (sin ->• peíÇcov). Se encuentra principalmente en los libros «históri­ cos» dei NT (Evangelios y Hechos 66 + 31 veces; Mateo 20, Marcos 15, Lucas 26); se encuentra con menor frecuencia en Ias cartas y es frecuente en el Apocalipsis (80 veces). La amplitud de su significado corresponde en buena medida a la dei término hebreo gãdôl, usado tanto en sentido propio como en senti­ do impropio. Predomina este último y se halla muchas veces al servido de la revelación escatológica. 2. a) En los Evangelios y en Hechos péyaç se usa para referirse a lo que descuella o re­ sulta notablemente, como sucede con Ias ra­ mas dei arbusto de la mostaza (Mc 4, 32), el abismo que separa la región de los muertos (Lc 16, 26), los edifícios dei templo (Mc 13, 2), la sala dei piso superior para la celebración de la cena (Mc 14, 15 par. Lc 22, 12), la piedra que cierra el sepulcro de Jesús (Mc 16, 4 par. Mt 27, 60), los peces capturados en la pesca milagrosa (Jn 21, 11) y el lienzo que bajaba dei delo (Hech 11, 5). Además se de-

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(X8Y«Ç

signa también como grande lo que sobresale por su número o por su extensión material, como la piara de cerdos de Gádara (Mc 5, 11), el banquete al que asistían muchos publicanos (Lc 5, 29) y el banquete que significa la invitación al reino de Dios (14, 16). Finalmente, la notable impresión acústica, el hablar, orar y gritar «en voz alta» u otras cosas por el estilo (Mc 15, 34 par. Mt 27, 46; Lc 1, 42; 17, 15; 19, 37; 23, 46; cf. Hech 7, 60, también 7, 57; 23, 9; 16, 24). Es senal de fuerza sobrehumana el gran gri­ to de los demonios cuando se enfrentan con Jesus (Mc 5, 7 par. Lc 8, 28) o cuando son ex­ pulsados (Mc 1, 26 par. Lc 4, 33; Hech 8, 7), y también el clamor de Jesus al resucitar a Lá­ zaro (Jn 11, 43), el grito que él dio al morir en la cruz (Mc 15, 37 par. Mt 27, 50) y el tanido de la trompeta cuando se produzca la parusía (M t24, 31). b) péY0i.ç designa también Ias dimensiones nada habituales y casi siempre amenazadoras de un suceso natural; dei terremoto de Filipos (Hech 16, 26), de Ias conmociones cósmicas que se han de producir al fin de los tiempos (Lc 21, 11), dei terremoto epifánico en la resurrección de Jesús (Mt 28, 2). Causada por el poder dei caos es la gran agitación de Ias aguas durante la tempestad dei lago (Mt 8, 24), y además el fuerte viento (Mc 4, 37; Jn 6, 18), mientras que «la gran calma» (= el cese total dei viento) realza igualmente la victoria de Jesús (Mc 4, 39 par. Mt 8, 26); está causa­ da también demoníacamente la alta fiebre de la suegra de Pedro (Lc 4, 38). c) Asimismo, puede llamaise grande la dimensión asombrosa de actos que producen salvación o perdición, como los prodígios de los falsos profetas (Mt 24, 24), de Esteban (Hech 6, 8), de los apóstoles (8,13), Ias senales que anuncian el fin (Lc 21, 11), la luz de la salvación sobre Galilea (Mt 4, 16 según Is 9, 1), el derrumbamiento de la casa de la exis­ tência cscatológica (Mt 7, 27 par. Lc 6,49), la calamidad de una gran hambre (Lc 4, 25; Hech 7, 11; 11, 28) o tribulación (7, 11), la persecución de los cristianos (8, 1), Ias aflicciones escatológicas (Lc 21, 23), el «día dei

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Senor» (Hech 2, 20 según Joel 3, 4), los dias de fiesta especial (Jn 7, 37; 19, 31). En senti­ do absoluto se emplea pEyáX.a para referirse a los «grandes [actos]» de Dios (Lc 1, 49). d) En Mt 22, 36 se expone cuál es el «.gran mandamiento» (Mc 12, 28, así como en Mt 22, 38 «el primer mandamiento») dei que dependen toda la ley y los profetas (22, 40) y que contiene, por tanto, el sentido y la quintaesencia de la voluntad de Dios. No le corres­ ponde el equivalente lingüístico miswâ g‘dôlâ, el mandamiento importante frente a un mandamiento más pequeno (cf. Mt 5, 19), si­ no el «gran principio {Idlal gãdôl) en la Torá», que el rabí Aqiba vio enunciado en Lev 19, 18 (jNed 9, 41c). e) En consonância con el AT, péYCiç desig­ na la fuerza de Ias emociones humanas, por ejemplo, de la alegria (Hech 15, 3), especial­ mente por la acción salvífica de Dios (Mt 2, 10; Lc 2, 10; 24, 52; Hech 4, 33), o dei temor ante sucesos epifánicos (Mc 4, 41; 5, 42; Lc 2, 9; 8, 37; Hech 2, 43; 5, 5.11), y también la fuerza de la fe (Mt 15, 28), dei testimonio en favor de Cristo (Hech 4, 33), o dei llanto por los muertos (8, 2). f) Finalmente, péyaç se refíere a la persona sobresaliente en la historia dei mundo o en la historia de la salvación; y, así, se refiere a Dios mismo como el «gran (= supremo) Rey (péyaç en sentido superlativo, Mt 5, 35), en cuyo reino, además de personas más pequenas (Lc 7, 28), habrá también grandes (= eminen­ tes) ciudadanos (Mt 5,19; cf. IQS 6, 2; San 4, 2). Jesús es considerado como «gran profeta» (Lc 7, 16); sin embargo, el orden orientado por él y establecido por los discípulos se halla en contraste con Ias aspiraciones de los «gran­ des» y de los príncipes seculares, los cuales abusan de su poder (Mc 10,42); el que quiera ser grande (= sobresalir) en el círculo de los discípulos, debe ser el servidor de todos (10, 43); da ejemplo el Hijo dei hombre, que viene a servir (10, 45 según Is 43, 3s.23-26). Inclu­ so Juan el Bautista, a quien puede llamarse grande (es decir, importante en la historia de la salvación; Lc 1, 15.32), anuncia que ha de venir «Uno más fuerte» (Mc 1, 7), y será

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(ieY«Ç

aventajado por el más pequeno en el reino de Dios (Lc 7, 28). Por eso, es osado que Simón Mago pretenda ser «un gran personaje» (Hech 8, 9) o «lo que se llama el gran poder (de Dios)» (8, 10), es decir, el que por medio de palabras egóticas («yo soy...») pretenda ser el representante de Dios (cf. Mc 14, 62: ôúvapiç / gfbürâ como circunlocución para de­ signar a Dios). Grande aparece como el atri­ buto con que los ciudadanos de Efeso aclaman a Artemisa (Hech 19,27.28.34.35; cf. Jenofonte de Efeso, 1 11, 5, cf. a propósito Conzelmann, 123). Tiene origen en el AT la siguiente expresión para designar a la totalidad: «desde el pequeno hasta el grande» (en sentido superlativo, «el joven y el viejo»), Hech 8, 10; de manera semejante en 26, 22 (cf. Heb 8,11 según Jer 31, 34); la frase pare­ cida de Hech 26, 29 («en poco tiempo o en mucho») tiene sentido temporal.

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ser también el de «gran sacerdote» en el AT y en Heb 10, 21; referido a Cristo, este título significa que él es el «autor de la etema salvación» (Heb 5, 9), a quien se llama también el «gran Pastor de Ias ovejas» (13, 20). Por eso, la confianza tiene «ima gran recompensa (es decir, una recompensa salvífica; 10, 35). En 11, 24, p,ÉYaç y^'''óp.evoç significa «cuando se hizo mayor». La lengua, que es peque­ na, se gloria de «grandes cosas» (Sant 3, 5); en Jds 6 se menciona el «gran día» dei juicio.

4. a) En el Apocalipsis [iéyaç se aplica a fenômenos impresionantes, percibidos por la visión y la audición, dei acontecer escatológico en el cielo y en la tierra, fenômenos que son de índole divina o demoníaca, como una enorme montana que cae dei cielo (8, 8), una estrella (8,10), una piedra de molino (18, 21), un águila (12, 14), el trono (20, 11) y el con­ vite de Dios (19, 17), una espada (6, 4), un 3. En Ias Cartas el sentido figurado predo­ homo (9, 2), un lagar (14, 19), una cadena mina. Así lo vemos, por un lado, por la «pro­ (20, 1), un muro (21, 12), un monte (21, 10). En Ias cosas «grandes» de la tierra, como el funda tristeza» de Pablo ante la actitud de rechazo protagonizada por Israel (Rom 9, 2), y, no Eufrates (9, 14; 16, 12), la ciudad (^de Jepor otro lado, en la «puerta grande y eficaz» msalén?, 11, 8), [iéyaç se refiere a menudo a la concentración de poder político y econômi­ (1 Cor 16, 9) que significa en iraagen la misión entre los gentiles. Forma parte dei estilo co y también antidivino, principalmente en la «gran Babilônia» (14, 8; 16, 19; 17, 5; 18, de argumentación paulina la pregunta retóri­ ca: «^Será grande (es decir, demasiado), si...» 2.10.21), la «gran ciudad» (16, 19; 18, 16.18. 19) y la «gran ramera» (17, 1; 19, 2), y el (1 Cor 9, 11); con negación en 2 Cor 11, 15. En Ias Deuteropaulinas, prescindiendo de 2 «gran dragón» (12, 3.9) con su poder diabóli­ Tim 2, 20 (casa grande), [iéyaç realza la im­ co. En tales denominaciones estereotipadas se escucha quizás irónicamente un grito de acla­ portância de la realidad de Cristo, revelada ahora. La expresión: «Grande es el mistério», mación. b) Frecuentemente se oye que se habla y se que quizás recoja una aclamación cultuai, se grita «con voz potente» y que resuenan «po­ aplica en Ef 5, 32 al matrimônio, cuyo verdatentes voces». Esto se refiere principalmente dero sentido se revela por Ias relaciones entre a los ángeles, que alaban a Dios y trasmiten Cristo y la Iglesia. En 1 Tim 3, 16, la aclama­ sus órdenes (1, 10; 5, 2.12; 7, 2.10; 8, 13; 10, ción se aplica a la religión cristiana, que se fundamenta en el plan salvífico de Dios y que 3; 11, 12.15; 12, 10; 14, 7.9.15.18; 19, 17). Dios mismo llama con «gran voz» desde el ahora se ha hecho realidad en Cristo; por eso, la piedad es una grande (= creadora de salvatemplo celestial (16, 1.17) o desde el trono (21, 3). En 6, 10 y 19, 1 se hace referencia a ción) ganancia (1 Tim 6, 6). Según Tit 2, 13, grandes voces emitidas por personas. Grandes la gloria «dei gran Dios» circundará con su fenômenos de la naturaleza tienen el carácter luz el retomo de Cristo. Es inusual la calificade juicios devastadores, como el terremoto (6, ción de «gran sumo sacerdote» (Heb 4, 14), 12; 11, 13; 16, 18 [bis]), el viento (6, 13), el porque el título de «sumo sacerdote» puede

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[xÉYaç - [le^&íaTTpi

incêndio (16, 19), el granizo (16, 21); cf. la «gran plaga» (16, 21) y la «gran tribulación» (2, 22). Son manifestaciones que acompanan al «gran día» dei juicio (6, 17; 16, 14), al «gran convite» de Dios (19, 17). c) En 15, 3 se cantan Ias obras de Dios co­ mo «grandes y maravillosas». Una «gran senal» (12, 1; 15, 1) muestra el comienzo de una nueva visión, aunque la expresión «gran­ des senales y portentos» se usa también para referirse al falso profeta (13,13; cf. Dt 13, 2). El poder de Dios (11, 17), la autoridad de un ángel (18, 1) y también el poder que se ha da­ do a la bestia dei dragón (13, 2), se denominan grandes (es decir, de gran extensión); esa bestia pronuncia «grandes (= osadas) palabras y blasfêmias» (13, 5; cf. Dan 7, 8.11, 20). d) La significación intensiva de p,ÉY0tç aparece en el temor (11, 11), la ira (12,12), el asombro (17, 6), la expresión «pequenos y grandes» u otras por el estilo (11, 18; 13, 16; 19, 5.18; 20, 12). O. Betz

flÉyedoç, ovç, tó

m egethos grandeza, poder* En el NT se usa únicamente en sentido fi­ gurado, para referirse a Dios: TÒ ÚJteppáXX.OV ftÉYeOoç xfíç ôuvápemç anxotj, «la ex­ traordinária grandeza de su poder», Ef 1, 19; cf. Filón, Op 23; Ex 15, 16; Sab 13, 5. Cf. ThWNT IV, 550; Spicq, Notes H, 547.

<*voç, o megistan persona noble, distinguida* En el NT se usa unicamente el plural paYioxãveç: dícese de los miembros de la corte de Herodes Antipas Ounto a xiA.íaQXOi) en Mc 6, 21; en general; o t paaiX eiç xfjç y^ 5 x a l ot pEYioxáveç x a l oL xi^íaQXOU Ap 6,15 (cf. también Sal 2, 2; Is 24, 21; 34, 12); díce­ se de los mercaderes de «Babilônia» como los peYioxáveç xfjç yfiç, 18, 23 (cf. Is 23, 8; Jer 25, 18 LXX; 27, 35 LXX; cf. también H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], sub loco).

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lléyiOTOÇ, 3 megistos muy grande, enor­ me* Superlativo de ^ pÉYOç; en el NT aparece únicamente en 2 Pe 1, 4 con sentido de super­ lativo absoluto: pÉYioxa èjtaYYÉ^potxa, «grandísimas promesas» (cf. BlaB-Debrunner § 60, 2). HEdeçfltlVEtJM methermêneuõ traducir* El verbo aparece 8 veces en el NT, siempre en pasiva y, con excepción de Hech 13, 8 (ped-EQpiivEÚsxaO, en la fórmula; õ èaxiv pefl-EQpriVEUÓpevov, «lo que traducido quiere decir» (Mt 1, 23; Mc 5, 41; 15, 22.34; Jn 1, 41; Hech 4, 36; jno aparece en Lucas ni en Pablo!) o: ô XÉYCxai pE&EQpTivEuópevov (Jn 1, 38); ->• EçptiVEÚo) 2. f l é ^ , TJÇ, ^ methe embriaguez, borrachera* En el NT el término aparece únicamente en el catálogo de vicios: junto a xpautáXí] («desenfreno») y pEQipval PioxiJtaí («preocupaciones cotidianas»), Lc 21, 34; en plural junto a ttüópoi («orgias»), etc., Rom 13, 13; Gál 5, 21 (cf. también Filón, Ebr 15. 154s y passinr, Sobr 2). ThWNT IV, 550-554. ^E 'd 'ía T im i (form a alternativa fiEdioxávta) methistêmi (methistanõ) trasladar (a otro lugar), transplantar, deponer, hacer apostatar* En el NT el verbo aparece 5 veces; en sen­ tido local en 1 Cor 13, 2, en una imagen pro­ verbial corriente que expresa que se hace posible lo que parece imposible (õqt) pEdioxávai, cf. Mc 11, 23 par. Mt 21, 21; Mt 17, 20 a diferencia de Lc 17, 6; bSan 24a; Billerbeck I, 759); trasladar a otro âmbito, Col 1, 13 ( eÍç xf)v PaoiAííav..., cf. también Josefo, Ant IX, 235); apartar / hacer apostatar, Hech 19, 26 (Ixavòv õxkov); deponer (dei trono) / sepa­ rar (dei poder), refiriéndose a Saúl, 13, 22 (cf. 1 Sam 15, 23; Dan 2, 21; dificilmente sig­ nificará «expulsar» [4 Re 17, 23] o «hacer partir de la vida» [3 Mac 3, 28]). En voz pasi-

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[I e OÍXITTKí I - (lEÍ^COV

va en Lc 16, 4: «ser destituído de su cargo» (õ ta v jietaoxaOffl èit xfjç oLxovofxíaç; cf. también VitAesop I, 9). fiE'0'OÔeía, a ç , methodeia ardid, enga­ no; en plural, asechanzas* El término aparece 2 veces en el NT (en Efesios) y no se halla atestiguado con anterioridad. El sustantivo, lo mismo que péOoôoç y peOoôeúco, puede entenderse también en el sentido neutral de «técnica, método» (cf. Suid, S.V.: xé^vaç t] ôó)\.o-uç), pero en el NT tiene únicamente sentido negativo; Ef 4, 14: «por la astúcia, que conduce a Ias artimanas enganosas dei error ( jiqòç xtiv peO oôeíav xfjç JtXárqç)»; en plural en 6, 11: de Ias «ase­ chanzas dei diablo». ThWNT V, 106-108; Liddell-Scott, j.v.; Spicq, Notes II, 548. ^E'0'ó@iov, m t, TÓ methorion frontera, región fronteriza Mc 7, 24 Textus Receptus: elç xà pEdÓQia T úqou, en vez de opta. ^E^DOXíO methyskõ emborrachar; en voz pasiva, emborracharse* En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre en voz pasiva: Lc 12, 45 (junto a èff&íeiv y Jtívetv); Jn 2, 10: õxav peOnoOcboLV, «cuando están bebidos»-, Ef 5, 18 (oívm); 1 Tes 5, 7 (junto a vuxxòç pEO-úonoiv); Ap 17, 2 ( ex xoü OLVou Tfjç jtoQVEÍaç; cf. Jer 28, 7 LXX; Nah 3, 4). ThWNT IV, 550-554. fié'd'VOOÇ, OXJ, ó methusos bebedor, borra­

cho* En el NT aparece unicamente en catálogos de vicios: 1 Cor 5, 11; 6, 10, siempre junto a XoíôoQOÇ (cf PapOxy XV, 1828, 3; TestJud 14, 1.8). ThWNT IV, 550-554. ^E‘d ’'úb) methyõ estar borracho, estar em­ briagado* El v e r b o a p a r e c e 5 v e c e s e n e l NT: Mt 24, 49 (ol pe'& úovX E Ç , « l o s borrachos»)-, Hech 2,

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15; 1 Cor 11, 21 (ôç [xèv JtEtvã, ôç ôè ps•&ÚEI, que dificilmente se entenderá como re­ ferencia al culto de Diónisos [en contra de ThWNT rV, 553], sino como crítica provoca­ tiva contra el íôiov ÔEtJtvov, v. 21a); 1 Tes 5, 7 (vuxxòç pE ^co junto a vuxxòç xa'&eúô© como imágenes de una existência que no es apropiada para los uloi cproxòç... xal... fipéQaç [v. 5]); en sentido figurado, embriagado, Ap 17, 6. ThWNT IV, 550-554. fiEÍYW fU, jiEiyvvJW meignymi, meignyõ mezclar* Aparece 4 veces en el NT, sobre la ortogra­ fia cf. BlaB-Debrunner § 23 con la nota 3. Mt 27, 34; oivov pExà XO?^.fjç pEptypÉvov, «vino mezclado con hiel» (cf. Sal 68, 2 LXX); en Lc 13, 1 dícese de unos galileos: cbv xò aípa fltXãxoç êpi^EV pexà xmv ■ômatõiv auxtiôv, «cuya sangre Pilato mezcló con los sacrificios de ellos (es decir, los mandó matar mientras ellos ofrecían sus sacrificios)»; Ap 8, 7: pEptypéva aípaxL, «mezclados con sangre»; 15, 2: pEpiYpévT)V JtUQL, «mezclado con fuego» (díce­ se dei «mar de cristal»; se piensa seguramen­ te con 4, 5s en el resplandor de fuego de los relâmpagos, cf. también Hen [esl] 29,2). jiEÍÇov meizon (adv.) (aún) más abundan­ temente, (aún) más* Advérbio formado a base dei comparativo ^ pEÍÇcDV (cf. BlaB-Debrunner § 102, 1): Mt 20,31: pEiÇov EXQO^av, «gritaban aún más». fiEi^ÓTEQOÇ, 3 meizoteros más grande, mayor* El comparativo peiÇóxEQOç («neologismo popular» junto a ->■ pEÍ^tov: BlaB-Debrunner § 61, 2) aparece únicamente en 3 Jn 4 (peiÇoxÉpa xapót). ^ e Í^( ov, 2 meizõn más grande, mayor B ibl.: H. Conzelmann, D e r erste B r ie f a n die K orin th er (KEK), Gõttingen 1969, 270-273; W. Grundmann, jiÉyoç, en ThWNT W, 535-547; S. Légasse, Je ­ su s e t V enfant, Paris 1969, 23-36, 72-75, 215-231; W.

207 Wink, J o h n th e B a p tis t bridge 1968, 24s.

HeíÇcov - (lÉXav in th e G o s p e l T ra d itio n ,

Cam-

1. [lEÍÇcov es el comparativo de ->■ péyaç, «grande». Adopta algunas veces en el NT el significado (helenístico) dei superlativo rela­ tivo. El advérbio pel^ov aparece únicamente en Mt 30, 31. Si prescindimos de tres casos (Rom 9, 12 como cita de Gén 25, 23; Mc 4, 32 par. Mt 13, 32; Lc 12, 18), lo encontramos siempre en sentido figurado. Los usos son di­ versos (Mt 23, 17.19; Jn 13, 16; 15, 20; 19, ll;H e b 6 , 13.16; 9,11; 11,26; Sant4, 6 ;2 P e 2, 11; 1 Jn 3, 20; 4, 4; 3 Jn 4 [^reiÇóxEQOç]). 2. Merecen especial mención algunas for­ mas de uso. a) La segunda parte dei logion de Lc 7, 28 par. Mt 11, 11 es una «rectificación» cristiana; no pretende establecer un contraste entre Jesus, como quien ha venido más tarde, y el Bautista (a eUo se opone la frase aclaratoria «en el reino de Dios»), sino que hace ver claramente la diferencia esencial de nivel en­ tre el tiempo antiguo y el tiempo nuevo, du­ rante el cual aun el más insignificante entre los cristianos aventaja en dignidad incluso a aquel que es «más que profeta» (Lc 7, 26 par. Mt 11, 9). El diálogo sobre el «más grande» (peí^mv) en Mc 9, 33-35 (cf. 10, 43s) ó Lc 22, 24-27 corrige la (posible) ambición entre los que desempenan cargos de responsabUidad en Ias comunidades, al definir que la verdadera grandeza consiste en la modéstia y en el servicio. Mt 23, 11 dirige la misma ensenanza a los maestros. Lc 9, 46-48 expresa probablemente un llamamiento para que se acoja al pobre a causa de (v. 48b: yotQ) una dignidad que hace de él -paradójicamente«el mayor». Mt 18, 1-4 habla de la verdadera grandeza «en el reino de los cielos», es decir, de la grandeza en lo que respecta a la salvación y a la conducta moral: tan sólo los hu­ mildes (cf. 5, 3s), descritos bajo el símbolo de un nino, serán partícipes de la bienaventuranza escatológica. La argumentación comple­ mentaria, en Mt 12, 5-7, para justificar la libertad de ensenanza que Jesús reclama con respecto al sábado, expresa un pensamiento

208

q u e, e n e l fo n d o , e s m e n o s p e rso n a l (e n e l v. 6 s e h a lla e l n e u tro p e i^ ó v

e o t iv

m ô e, c f. 12,

41: JtXEiov). b) En Juan, pEÍ^cov corresponde en parte a la estructura «jerárquica» de la teologia: el Padre, que «es mayor que todo» (10, 29; v.l. «todos»), es «mayor que» Jesús (14, 28) y le confiere un poder en el que éste da vida a los muertos (5, 20s). En este contexto se sitúa a Jesús por encima incluso de Jacob (4, 12) y de Abrahán (8, 53). El tiene un «testimonio ma­ yor» que Juan, por Ias obras que realiza (5, 36; 1 Jn 5, 9; cf. Jn 1, 50), a saber, el testimo­ nio mismo de Dios, un testimonio que es «mayor» que el de los hombres (1 Jn 5, 9). Ahora bien, el que cree en Jesús realizará obras que «serán mayores» que Ias de Jesús (Jn 14, 12), al extender hasta el interior dei mundo su actividad reveladora (cf. 17, 20; 20, 21.29). c) Dentro dei orden ético, Juan define el «mayor amor». Consiste en dar la propia vida por los amigos, tal como Jesús mismo lo hizo (Jn 15, 13). El amor es, por sí mismo, lo más elevado en la escala de valores. Aunque entre los carismas superiores la profecia ocupa el primer lugar (1 Cor 12, 31; 14, 5), sin embar­ go el amor —tema dei más grande mandamiento (Mc 12, 31)- sobrepuja a la fe y a la esperanza (1 Cor 13, 13), no quizás porque permanezca para siempre, sino más probable­ mente porque -sin él- Ias otras dos virtudes permaneceu incompletas (Gál 5, 6; cf. 1 Tes l,3 ;2 T e s 1, 11). d) Finalmente, la tipologia de Hebreos (9, 11) acentua la trascendencia dei santuario ce­ lestial, a través dei cual ha pasado Cristo, así como la superioridad dei nuevo culto divino sobre el antiguo. S. Légasse jiéX a v , a v o ç , TÓ m

e la n

tinta*

En el NT el neutro dei adjetivo ->■ pÉXaç se emplea tres veces en sentido sustantivado co­ mo término técnico para designar la tinta (ne­ gra), obtenida casi siempre a base de holKn (conocida desde Platón, Phaedr 276c; fre-

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(iéXav - M eXítt )

cuentemente mencionada en los papiros, cf. Preisigke, Wõrterbuch, s.v.; Moulton-Milligan, Í.V.; cf. también Jer 36, 18 TM / 34, 18 LXX tan sólo en unos cuantos manuscritos; préstamo léxico en la literatura rabínica): en sentido figurado, èjtLoxoXf)... eYY^YQOltliÉVT) ov p,Élavi, 2 Cor 3, 3; 6 tà j^ágrot) x a i péXa\oç, con papel (papiro) y tinta», 2 Jn 12; ô ià pél.avoç x a l xaXápoo, con tinta y plu­ ma», 2 Jn 13. ThWNT IV, 554-556; PaulyWissowa Suppl. VII, 1574-1579; BHH lU, 1991; Haag, Diccionario, 1943; Pauly, Lexikon V, 856; H. Hunger y otros, Die Textüberlieferung der antiken Literatur und der Bibel (Zürich 1961), München 1975, 27-43.

210

de eso») como sujeto, Hech 18, 17; en sentido absoluto, pf) ooi peltéxo), «no te preocupes / no te importe», 1 Cor 7, 21. MeÀ,£XeifjX Meleleêl Meleleel Forma alternativa (Lc 3, 37 Sin^ A N y otros) de ->■MaXEXErjX. ^.eXeTácu m eletaõ preocuparse, ser dili­ gente, tramar* Hech 4, 25: pE^exám x e v ó , «.tramar cosas vanas» (cita dei Sal 2, 1 LXX); 1 Tim 4, 15: xaüxa peXéxa, «preocúpare mucho de esto»; Mc 13, 11 Textus Receptus, en sentido abso­ luto: pr|ÔÈ pEÀEXÕXE.

fiéXaç, aiva, av

melas negro* Dícese dei «cabello negro» por contraste con el blanco ('OqíÇ A,Et)XTÍ / péX,aLva), segu­ ramente como senal de la juventud y de la ancianidad, Mt 5, 36; uraoç péA.aç, en Ap 6, 5, como color dei tercero de los cuatro cabaUos (apocalípticos) (cf. también Zac 6, 2.6; Herm [v] 4, 3, 2); péXaç cbç oáxjíoç xpíxivoç, dí­ cese dei oscurecimiento dei sol: «negro como tela hecha de ciin (vestido de luto), Ap 6, 12 (cf. Is 50, 3; también Ez 32, 7). Según Bem 4, 9, al diablo se le llama ó pÉA.aç. Bauer, Wõr­ terbuch, s.v. (bibl.); ThWNT rV, 554-556.

MeÀ,eá Melea Meleá* Nombre (en hebreo, probablemente m‘le ’â) en la genealogia de Jesus, hijo de Mená; Lc 3, 31. ^.éÀ.£l ( ^ o i) melei (moi) me importa, me preocupa* La tercera persona dei singular dei verbo pÉA,co aparece 10 veces en el NT (constmida en sentido impersonal con una sola excepción [Hech 18,17]): con genitivo, unicamente en 1 Cor 9, 9 (cf. Dt 25, 4; Arist 144; Filón, Spec Leg I, 260; bBM 88b); con itept y genitivo, Mc 12,14 par. Mt 22,16 («no te preocupa nadie»); Jn 10, 13; 12, 6; 1 Pe 5, 7; con oxi, Mc 4, 38; Lc 10, 40; con oíiôèv toÚTCov («nada

fléXl, ITOÇ, TÓ meli miei* Aparece cuatro veces en el NT: dícese dei alimenfo de Juan el Bautista en Mc 1, 6 par. Mt 3, 4: âxpíÔEç x a l pÉX,L ãYpiov (cf. EvEb: seguramente miei de abejas silvestres, la cual (como la mayoría de Ias clases de langostas) se contaba entre los alimentos puros (cf. además ThWNT IV, 556-559; Billerbeck I, 98101; como «bebida de ayuno» para los «asce­ tas»: O. Bocher: Christus Exorcista [BWANT 96], Stuttgart 1972, 120a; Id.: NTS 18 [19711972] 90-92; «dulce como la miei», Ap 10, 9.10 (cf. Ez 3, 3; Sal 118, 103 LXX). BHH II, 747; Haag, Diccionario, 1247; ThWNT X, 1173 (bibl.). |ie X ía a io ç , 2 melissios perteneciente a la abeja Lc 24,42 Textus Receptus: àjtò peX,iaoíou XT10ÍOU, «de un panai de abejas». M£À.ÍTt|, n ç M elitê Malta* Nombre de la isla situada al sur de Sicilia (Estrabón VI, 2, 11), que por sus numerosos puertos constituía una base para el comercio entre el Oriente y el Occidente a través dei Mediterrâneo, y solía escogerse como refugio para Ias naves durante el inviemo. Según Hech 27, 39ss, a consecuencia de un naufragio, Pa-

211

M8A.ÍTT] -

blo fue a parar a M e X,ít t ) (28, 1), que desde el ano 218 a.C. se hallaba bajo domínio romano. Los habitantes hablaban sobre todo una lengua púnica (28, 2: páQ|3aQoi). Pablo permaneció tres meses en la isla (28, 11), en cuyo costado norte hay una profunda bahía que se llama la Bahía de Pablo. Th. Zahn, Die Apostelgeschichte II (KNT) 441-444; BHH II, 1132s (bibl.); Haag, Diccionario, 1151 (bibl.); Pauly, Lexikon BI, 1179 (bibl.); N. Heutger, «Paulus a u f Malta» im Lichte der maltesischen Topographie: BZ 28 (1984) 86-88; S. Suhl, Gestrandet! Bemerkungen zum Streit über die Romfahrt des Paulus: ZThK 88 (1991) 1-28; H. Warnecke, Die tatsãchliche Romfahrt des Aposteis Paulus (SBS 127), Stuttgart 1987; J. Wehnert, Gestrandet. Zu einer neuen These über den Schiffbruch des Aposteis Paulus a u f dem Wege nach Rom (Apg 27-28): ZThK 87 (1990) 67-99; Id., «...und da erfuhren wir, dafi die Insel Kephallenia heifit». Zur neuesten Auslegung von Apg 27-28 und ihrer Methode: ZThK 88 (1991) 169-180. ^cA/À.(i) mellõ estar a punto de, disponerse a (como verbo auxiliar para la formación dei futuro), tener que, reflexionar, vacilar 1. Aparición - 2. Construcción y significado - Cam­ pos referenciales. B ib l.: Bauer, W õ r te r b u c h , í .v.; BlaB-Debrunner § 66, 338, 350, 356; Kühner, G r a m m a tik I V l , \ 1 1 - \1 9 : A. J. MattUI, Jr., L u k e a n d th e L a s t T h in g s , DUlsboro 1979, 43-49, 53; Mayser, G r a m m a tik Il/l, 166, 226; W. Sdmeider, en DTNTIV, 323-325.

1. En el NT péÀXcü aparece 109 veces. La predilección de Lucas por el uso de p.EX.k«) queda bien patente en Ias 29 veces que lo emplea en tan sólo Hech 16-28 (sobre el Evangeho de Lucas cf. H. Schürmann, Jesu Abschiedsrede. Lk22, 21-38, Münster i. W. ^1977, 13). El término aparece 53 veces en forma de participio de péXLa». El au­ mento puede ser I- o bien f|-: en Juan y en el Apocalipsis alteman ambas formas; en cambio, Lucas -lo mismo que Heb 11, 8- prefieren f|- (Lc 7, 2; 9, 31; 10, I; 19, 4; Hech 12, 6; 16, 27; 27, 33; de manera diferente, tan sólo en 21, 27); falta en otras partes.

(i.éA,X.K)

212

2. a) En la mayoría de los casos péÀÀco se halla en combinación con un infintivo que le sigue, pero raras veces con el futuro de infini­ tivo (que aparece regularmente en el griego clásico): tan sólo en Hech 11, 28; 24, 15; 27, 10, y propiamente también en 3, 3 y 20, 7 (cf. BlaB-Debrunner § 350 nota 1). Con mayor frecuencia, pero también escasamente, le si­ gue el aoristo de infinitivo (que es también ra­ ro en la lengua clásica): Hech 12, 6; Rom 8, 18; Gál 3, 23; Ap 3, 2.16; 12, 4. En la mayo­ ría de los casos, el verbo va seguido por el presente de infinitivo, que aparece también a menudo en la lengua clásica y que se encuentra en los papiros de lenguaje poco elevado. Los matices dei significado fundamental «tengo intención de» (Kühner, 178) se encuentran en todas Ias construcciones de péX.Xü) con infinitivo: 1) el significado de estar a punto de, disponerse a, y precisamente comenzar, así en Lc 7, 2, «se hallaba cerca de la muerte / a punto de morir; Hech 16, 27; Ap 10, 4, «yo iba a comenzar a escribir»; 10, 7, «cuando esté para tocar la trompeta». 2) A menudo péÀXm es simplemente una construeción perifrástica para expresar el futuro, espe­ cialmente por la tendencia dei infinitivo y dei participio de futuro a desaparecer: el infiniti­ vo de péXXm únicamente en Hech 28, 6 y 19, 27 (cf. BlaB-Debrunner § 356 nota 4), en cambio el participio de péXXoo es frecuente, así en 2 Tim 4, 1 («Cristo Jesus, que juzgará /el futuro Juez») o -como sustitución dei par­ ticipio de futuro pasivo- en Rom 8, 18 («con la gloria que será [ha de ser] revelada»), y lo mismo en Gál 3, 23; 1 Pe 5, 1; cf. 1, 5 (con ETOLpoç). Un ejemplo típico de la perífrasis dei futuro de indicativo lo ofrece Herm (m) 4, 4, 3: õ o a XaXm q x a l [xéXXco XaXeTv, «lo que digo o también lo que he de decir». péXXco no sugiere un futimo próximo, ni siquiera en Hechos (de manera diferente piensa Mattill). 3) péXXco designa también la acción que se tiene intención de hacer, por ejemplo en Mt 2, 13, «él tiene la intención de buscar al nino»; en Hech 20, 3.7 con referencia a los planes de viaje de Pablo. 4) Finalmente, [lÉXXm puede expresar también la necesidad de un aconteci-

213

[léXXco —[iéXoç

miento, fundada en el decreto divino, y enun­ ciar así que ese acontecimiento se ha de producir necesaríamente, por ejemplo en Mt 17, 12: «él tiene que padecer» (cf. Mt 16, 21 par. Lc 9, 22 con ôeí); Jn 12, 4: «Judas... que habría de traicionarle» o -entonces hay que clasificar el pasaje en el apartado 3)- «que tenía intención de traicionarle». Este último ejemplo nos hace ver claramente que p,éX.X,CD no siempre puede fijarse en un único signifi­ cado. b) Además de combinarse con un infiniti­ vo, péX,Xco aparece también 18 veces en el NT como participio absoluto. 1) Usado como ad­ jetivo, se encuentra siempre en posición atiibutiva y significa venidero, futuro (Mt 3, 7 par. Lc 3, 7; Mt 12, 32; Hech 24, 25; Rom 5, 14; Ef 1, 21; 1 Tim 4, 8; Heb 2, 5; 6, 5; 10, 1; 13, 14). 2) En sentido sustantivado significa el futuro (xò pé^X,ov: 1 Tim 6, 19), en una ocasión significa especialmente el ano que viene (slç xò pé}:,^ov: Lc 13, 9, así Bauer 991 con referencia a PapLondon 1231, 4), o lo fu ­ turo, lo venidero (xà pé)^X.ovxa: Col 2, 17; 1 Tim 1, 16; Heb 11, 20; junto a èveoxmxa, lo presente: Rom 8, 38; 1 Cor 3, 22). c) Como verbo independiente [xéX,)\,co no aparece en NT sino en Hech 22,16: «^Por qué vacilas todavíal» 3. Prescindiendo dei libro de Hechos, la mayoría de los pasajes dei NT en que aparece [jiéXX,co corresponden a dos temas. Mientras que en Hechos, con excepción de los enuncia­ dos teológicos de 17, 31; 24, 15.25 y el anun­ cio de la muerte en 20, 38, péX.X,ü) se usa en contextos de menor importância teológica, vemos que los demás escritos en que se baila el verbo (xé^Àco giran esencialmente en tomo a dos puntos de referencia: la Pasión y lo escatológico. Los dos pasajes que apareceu en Marcos son sintomáticos de lo que sucede en los Evangelios en general: 10, 32 alude a la Pasión de Jesus (cf. Mt 17, 12.22; 20, 22; Lc 9,31.44; 22, 23; Jn 6, 71; 7, 35b.c; 11, 51; 12, 4.33; 18, 32) y 13, 4 hace referencia al acon­ tecimiento escatológico (cf. Mt 3, 7; 11, 14; 12, 32; 16, 27; 24,6; Lc 3,7; 19, 11; 21, 7.36;

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24, 21; Jn 7, 39; 14, 22). En Ias Cartas dei NT, p,éA.)tiio en 1 Tes 3 ,4 se usa con referencia a los sufrimientos (de los cristianos) y, por lo demás, se emplea frecuentemente para referirse al futuro esperado, al juicio, al nuevo eón, a la vida futura y a otros «bienes» espe­ rados: Rom 4, 24; 5, 14; 8, 13.18; Ef 1, 21; Col 2, 17; 1 Tim 4, 8; 6, 19; 2 Tim 4, 1; Sant 2, 12 ;2 P e5 , l;H eb 1, 14; 2, 5; 6, 5; 10, 1.27; 13, 14, y finalmente en el juego de palabras pévouoav (jióXiv) - péX.^.onoav. En el Apocalipsis los dos campos referenciales coinciden por su misma naturaleza: en 2, lOa.b; 3, 10; 6, 11 se enlaza ya el martirio con el acon­ tecimiento escatológico; de éste se habla ade­ más en 1, 19; 8, 13; 10, 7; 12, 4.5; 17, 8. W. Radl

OUÇ, TÓ meios miembro dei cuerpo, miembro*

1. Aparición en el NTy significado - 2. Mt 5, 29s 3. Cartas paulinas - 4. Sant 3, Iss. B ib l.: U. Brockhaus, C harism a u n d A m t. D ie p ln C harism enlehre a u f dem H intergrund d er früh ch ristl. G e m e in d e fu n k tio n e n , Wuppertal 1972, 164-175; E. Fuchs, E x iste n tia le In te r p re ta tio n von R o m 7, 1-12 u n d 21-23, en Fuchs, A u fsã tze III, 364-401; J. Hainz, E kklesia. Strukturen p ln G em einde-T heologie u n d G em einde-O rdnung (BU 9), Regensburg 1972, 73-88; F.

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1. |téÀ,oç aparece 34 veces en el NT y se encuentra con especial frecuencia en Ias Car­ tas paubnas (en Romanos, 1 Corintios, Efesios, Colosenses y Ef 4, 16 se lee pégoç); por lo demás, aparece únicamente en Mt 5,29.30; Sant 3, 5.6; 4,1. péXoç, originalmente en plu­ ral, designa los miembros dei cuerpo. El sig­ nificado de «canto» (cf. Horst, 560 nota 3) no aparece en el NT. El término se usa extensa­ mente en la imagen de la unidad dei cuerpo y de la gran variedad de miembros, cada uno con su tarea específica.

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(xéXoç —MeXxioÉòex

2. En la tradición sinóptica péX,oç aparece unicamente en la adición -procedente de la fuente de logia- a la segunda antítesis dei Sermón de la Montana (Mt 5, 29s), usándose aqui el término en consciente oposición a ac5(xa. La antítesis de Mt 5, 28 adquiere, me­ diante los vv. 29s, un carácter ético y radical; se exige que uno se aparte de una situación que origina peligro. 3. El uso dei término en Pablo acentua es­ pecialmente una convicción central de su an­ tropologia: la coirespondiente situación dei hombre al servido y bajo el dominio ya sea dei pecado o ya sea de Dios (como parénesis bautismal en Rom 6, 13 [bis]. 19 [bis]; cf. 1 Cor 6, 15 [tres veces]; Col 3, 5), y luego el aprisionamiento dei hombre en la escisión -que clama pidiendo redención- entre dos leyes (Rom 7, 5.23 [bis]). No corresponde a es­ to la diferencia empírico-moral entre la volición y la acción dei hombre, sino una escisión dentro dei hombre mismo, el triunfo mortal (7,24) de la ley dei pecado sobre la ley buena de Dios, que es la ley que mora en el interior dei hombre (7, 22). Dentro de este contexto, p.é^oç designa acentuadamente a la persona (no únicamente a sus hechos), en cuanto la persona no tiene control de si misma. Pablo recoge la imagen de la unidad dei cuerpo y de la diversidad de funciones de los miembros en Rom 12,4ss; 1 Cor 12,11-27, en el marco de la cuestión acerca de los dones de la gracia. Aunque el enunciado dei problema se formula dentro de la diversidad de funcio­ nes de los miembros, sin embargo la idea de la unidad dei cuerpo no se deriva de la claridad de la imagen; lejos de eso, la identificación dei «cuerpo» con el «cuerpo de Cristo», que se extiende más allá de la imagen, es una anticipación de Ias ensenanzas acerca de la cooperación entre los miembros (Rom 12, 5; 1 Cor 12, 12.27). En consonância con esto, el hablar acerca dei cuerpo de Cristo no se efectúa en el contexto de la soteriología, sino en el de la pa­ rénesis (Schweizer, Kirche). Los miembros son miembros de un cuepo, y no constituyen la unidad dei mismo (cf. 1 Cor 12, 18).

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De manera semejante, en Ef 4, 25; 5, 30 la imagen sirve como base para la parénesis. Y, así, en Ef 4, 25, con la aislada referencia a los solos miembros, hay una clara indicación de que aqui se presupone la precedencia dei cuerpo sobre la cooperación de los miembros. 4. En Sant 3,1-12 se escucha la imagen dei cuerpo y de los miembros (3, 2.5s) juntamen­ te con gran abundancia de otras imágenes y alusiones, que no siempre aparecen claramen­ te. En primer plano se halla la advertência (3, 10) contra los efectos desoladores, contem­ plados de manera muy pesimista, dei más pe­ queno de los miembros, que es la lengua (cf., a propósito, Eclo 28, 13-26). M. Võlkel M eXjj Í Melchi Melquí* Nombre (en hebreo, malkí) en la genealogia de Jesús: Lc 3, 24: el hijo de Janay; 3, 28: hijo de Adí. M e ^ X ia é ô e x Melchisedek Melquisedec* B ibL : Billerbeck IV, 252s, 452-465; J. Bonsirven, L e Sacerdoce e t le sacrifice de Jésu s C h rist d ’après V Epitre a u x H ébreux: NRTh 66 (1939) 641-660, 769786; H. Braun, D e r H e b r a e r b r ie f (HNT), TUbingen 1984, 135-140, 196-199: 1. Carmignac, L e do cu m en t de Q um ran su r M elkisédek. RQum 7 (1970) 343-378; H. Feld, D e r H e b r a e r b r ie f (EdF 228), Darmstadt 1985, 35-38, 49-51, 76-82; 1. A. Fitzmyer, F u rth e r L ig h t on M elch ized ek fr o m Q um ran C ave 11: JBL 86 (1967) 25-41; M. Friedlânder, L a Secte de M elchisédec e t Vépitre a u x Hébreux: REJ 5 (1882) 1-26, 188198; 6 (1883) 187-199; W. Hertzberg, D ie M elchisedeq-Traditionen: JPOS 8 (1928) 169-179; F. L. Horton, The M elch ized ek Tradition, Cambridge 1976; M. de Íonge-A. S. van der Wonde, I I Q M elch ized ek an d the NT: NTS 12 (1965-1966) 301-326; H. J. de longe, T raditie en exegese: de h o g ep riester-ch risto lo g ie en M elch ized ek in H ebreeen: NedThT 37 (1983) 1-19; E.

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217

Mel,xiaéôeu - iiév

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(BZAW 105), Berlin 1967, 255-264; para más bibUografía, cf. ThWNT X, 1173-1175.

1. Melquisedec (el nombre significa «Mi rey [se llama] justicia») es una figura que pertenece a una tradición antiquísima. El rey-sacerdote, que probablemente vivió en el norte de Canaán (Hertzberg), se convierte según la tradición judia en rey de (Jeru-)Salén y en contemporâneo de Abrahán (Gén 14, 18ss). Por medio de su gesto de bendecir, Melquisedec se convierte para Israel en una importante persona dei pasado. El que fuera en otro tiempo «sacerdote dei Dios Altísimo» (Gén 14, 18), pasa a ser el rey-sacerdote que es repre­ sentante ancestral dei sacerdócio de Jerusalén. 2. Precisamente por ser un personaje extrano y misterioso, que como àiiáxmQ y cipáTtOQ no puede incluirse en una genealogia hu­ mana (Heb 7, 3), Melquisedec se asienta co­ mo constante figura de la fe israelita. Y a tra­ vés dei camino, en buena parte oscuro, que conduce por el Qumrán apocalíptico (cf. la bi­ bliografia sobre IIQ ) y por los escritos de Filón, Melquisedec halla entrada en los escritos dei NT. Como modelo de interpretación (F. MuBner, en Petuchowski [1979], 42), el tema de Melquisedec consigue su relevância y su posición incomparable para la cristología y la historia de la salvación en la Carta a los Hebreos (5, 6.10; 6, 20; 7, 1.10.11.15.17). Como rey de paz y de justicia (etimologia dei midrás), el Melquisedec original es sólo un tipo anticipador. El tipo con el que se le compara, es Jesucristo, el Mesías e Hijo de Dios. El es el Sa­ cerdote y el Rey por excelencia, el verdadero y único Sumo Sacerdote, con el que la paz y la justicia se hacen realidad (cf. Sal 110, 4). Así como Dios estableció ya en el Melquisedec de antano el signo dei eterno e inmortal rey-sa­ cerdote - la muerte de Melquisedec no se menciona nunca-, la expresión «el orden de

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Melquisedec» (Heb 5, 6.10; 6, 20; 7, 11.17; 7, 21 v.l.) es la garantia escatológica: sacerdote eterno. Por tanto, el sacerdócio judio se ve trascendido en gran manera, precisamente porque Jesus, de la tribu de Judá, que no era propiamente sacerdotal, crea finalmente para todos un acceso inmediato a Dios. El Melquisedec-Cristo abarca al mismo tiempo la histo­ ria de los orígenes y la historia dei fin escatológico e implica la consumación de todas Ias cosas en el plan salvífico de Dios. El es el Mediador de la salvación, más aún, él mismo es la salvación, a la que hacía y hace referen­ cia Melquisedec como tipo anticipador. F. Schrôger ^ eftP Q áY a, IJÇ, ^ membrana pergamino* 2 Tim 4, 13, en plural, junto a TÒ pipX,ía, «especialmente los pergaminos / rollos de pergamino (?)». Bauer, Wõrterbuch, í .v.; ->■ PiPX.íov 1. ^ é ^ q ) 0 ^ a i memphomai reprochar, censu­ rar, hacer objeciones* Rom 9, 19: t Í oúv ext pép,q)8xai, «^cómo puede él hacer todavia reproches (a Dios)?; Heb 8, 8: pepqjópevoç yà q aôxoòç XéyEi, «porque él los critica con Ias siguientes palabras»; Mc 7, 2 Textus Receptus. ThWNT IV, 576-578. ^.£^1jti^OlQOÇ, 2 mempsimoiros quejumbroso, descontento de su suerte* Jds 16: yoYTitoxal pepoJJÍpotQOi, «murmuradores, descontentas de su suerte». ThWNT IV, 578. ^ é v men ciertamente, por cierto, en verdad

1. Aparición en el NT- 2. pév con partículas correlativas - 3. Constmcciones con pÉv a modo de fórmu­ las - 4. pÉv sin partículas correlativas. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, § 447; Kühner, G ram m atik II, 264-272; Mayser. G ram m a tik II/3, 125-131; Schwyzer, G ram m atik II, 569s; VKGNT n, í.v.

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(Í8V

1. (J.év se usa menos en la Koiné popular que en el griego clásico. En el griego moder­ no falta por completo. En el NT aparece toda­ via 180 veces; de ellas 48 en Hechos, 20 en Mateo, 20 en 1 Corintios, 20 en Hebreos y 18 en Romanos; en los demás escritos aparece menos de 10 veces. Por tanto, en proporción con el tamano de los escritos, la partícula [xév aparece con la mayor frecuencia en Hebreos. En algunos escritos dei NT no se encuentra la partícula [xév (2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, Tito, 2 Pedro, Cartas de Juan, Apocalipsis) o se encuentra una sola vez (Ef 4,11; Col 2,23; 1 Tes 2, 18; Sant 3, 17). 2. La partícula intensificadora p,év, que originalmente fue un vocablo prepositivo, pero que luego se empleó normalmente como pospositivo, tiene en el NT y en su mundo la función -como también la tiene predominan­ temente en el griego clásico- de preparar una antítesis más o menos marcada (casi siempre con ôé), y contribuye por tanto a unir palabras aisladas o frases. La correlación entre páv y ôé corresponde en nuestra lengua a la que existe entre «ciertamente - pero»; sin embar­ go, Ias partículas desempenan a menudo un papel en la frase por el énfasis que dan por su posición o por el realce que experimentan en la lengua hablada, de tal manera que sobre to­ do pév, con más frecuencia que ôé, puede quedar sin traducción, verbigracia en Mt 10, 13: èàv pèv... èàv ôé pf|, «si - (pero) si no». Una antítesis preparada por p,év puede tam­ bién reforzarse (a) o debilitarse (b) por medio de otras partículas: a propósito de a) cf. p,év àKká (Mt 9, 12; Hech 4, 16; Rom 14, 20); fiév - jtX,T|v (Lc 22, 22); pév - pévtoi (Jn 7, 12); a propósito de b) cf. pév - x a í (Hech 1, 18s; 27, 21; Rom 7, 12; 10.1; 1 Tes 2, 18).

220 [iév - ó ôé es raro (con seguridad únicamente: Rom 2, 7; 1 Cor 7, 7; Gál 4, 23; Ef 4, 11; Hp 3, 13; Heb 7, 5.23; 12,10); es frecuente el uso de ôç pév - ôç ôé, y a menudo con variaciones, porque en lugar de ôç [lév encontramos también >tal akXoc, / a)\,)\,oç (ôé), j t a i eteqoç o àXk’ ô EXEQOç -incluso en los Evangelios-. En tales circunstancias no está justificado que Ias ediciones dei NT en general, en cuanto apare­ ce el nominativo plural masculino de esas fórmu­ las, prefieran el artículo (es decir, oi |iév - oí ôé) al pronombre relativo (es decir, oí [xév - oí ôé. Los siguientes pasajes quedan afectados; Hech 14, 4; 17, 32; 28, 24; Flp 1, 16, así como Mt 16, 14 y Jn 7, 12 en la constmcción oí pév - ãXXoi ôé. b) La fórmula (xèv oúv aparece 32 veces en el NT, veintiséis de ellas en Hechos. Cuando no va seguida de ôé, la partícula p,év en es­ ta constmcción actúa como un refuerzo (por ejemplo, Rom 11, 13; 1 Cor 6, 4.7 [->• 4]; Heb 7, 11); pero, por lo general (cf. —> 2), incluso en esta fórmula, senala anticipadamente hacia otro miembro de la frase, por cuanto se halla en correspondência con un subsiguiente ôé (Hech 1, 6s; Flp 2, 23; Heb 9, 1 y passim) o ^ a t (por ejemplo, Hech 1, 18). c) j t g r â x o v pév, primeramente, en primer lugar, se corresponde únicamente en Heb 7, 2; Sant 3, 17 con un esperado E J tE ix a (ôé), «luego / en segundo lugar»; cf. la variante XÓXE [i£V... E JiELxa en Jn 11, 6. En los tres pa­ sajes restantes (Rom 1, 8; 3, 2; 1 Cor 11, 18), jtQ ü õ x o v pév se halla solo, con el significado de sobre todo.

4. Además de los casos ya mencionados ( ^ 3), pév se encuentra (aparentemente) en algunos pasajes sin partículas/conjunciones correlativas. Varias veces, como sucede ya en el griego clásico, se han empleado otros mé­ 3. En los Evangelios predomina, en una dios para indicar la antítesis: Hech 3, 13: proporción aproximada de 3 a 2, el uso libre EJiEÍvou; 1 Cor 12, 28: EJiEixa; 1 Cor 5, 3 (cf. de [xév - ôé, mientras que en los restantes es­ V. 6); Col 2, 23: on (como en Heb 12, 9, en la critos predominan Ias tres clases siguientes de medida en que no haya que suplir un ôé); en 2 fórmulas: a) La más frecuente es, con mucho, la fór­ Cor 9,1-3 y 11,4-6 la correlación de pév y ôé está separada únicamente por un miembro inmula «el uno - el otro»; en ella el uso de ó

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[lEv - nevü)

termedio introducido por yoiQ. Una dificultad la constituye [xév en 2 Cor 12, 12, donde se halla sin correlación verbed con lo siguiente; en 1 Cor 6 , 7 [í é v , con Ia omisión de o ív , reforzaría de manera muy singular, en sentido preclásico, un tíôti anterior, con el significado de «ciertamente ya»\ en Hech 28, 22 se ha omitido la idea correlativa, porque ha queda­ do ya casi anticipada al comienzo dei versícu­ lo; en 1, 1 y en 3, 21 parece que la idea inicial no llegâ a completarse, porque la posible idea antitética está introducida bajo un aspecto temporal (con âxQi). K.-H. Pridik M e v v á Menna Mená* Nombre en la genealogia de Jesus. Era hijo de Matatá; Lc 3, 31; Textus Receptus M aiváv. ^E vaC v menoun más bien, por el contra­ rio, verdaderamente* Partícula con significado intensificador o corrector; Lc 11, 28, al comienzo de la frase (en contra dei uso griego general; cf. BlaBDebrunner § 441, 6 con la nota 6; 450, 4 con la nota 5); cf. además Rom 9, 20 v.l.; Flp 3, 8 v .l.

HEvaOvye menounge más bien, claro está, sí por cierto* La partícula pevoüv intensificada espe­ cialmente por -ye: Rom 9, 20: «^Quién eres tú entonces...!»-, 10, 8, «jclaro que s í/p o r cier­ to!»-, Flp 3, 8: aXkò. pevoõvye, «sí realmente / sí por cierto» (-> ò/lXò. 2); Lc 11, 28 v.l. fiÉVTOl mentoi realmente, desde luego, a pesar de todo* Aparece 8 veces en el NT, siempre con sen­ tido adversativo; pero, desde luego, a pesar de todo (Jn 4, 27; 7, 13; 20, 5; 21, 4; 2 Tim 2, 19); ôptoç pévxoi, «pero, a pesar de todo (Jn 12, 42); eí p,évTOi, «(pero) si verdaderamente/realmente (Sant 2, 8); con sentido algo ate­

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nuado: ó p o í ü o ç p é v T O i xaí, «(pero) verdade­ ramente, de igual manera» (Jds 8, cf. los vv. 57). Cf. también BlaB-Debrunner § 450 nota 1). flEVtO menõ permanecer, aguardar

1. Aparición en el NT- 2. Contenidos semânticos 3. Las denominadas fórmulas de inmanencia en los escritos joánicos. B ibl.: F. Hauck, pÉvcü, en ThWNT IV, 578-581; J. Heise, B leiben. M enein in den jo h Sckriften (HUTh 8), Tübingen 1967; B. Lammers, D ie M E N E IN -F o rm etn d e r Jo h-B riefe. E in e S tu d ie z u r jo h A n sc h a u u n g der G ottesgem einschaft (tesis Gregoriana), Roma 1954; E. Malatesta, In te r io r ity a n d C oven a n t. A n E xe g e tic a l Study o f the sívai Iv a n d [í Éveiv èv E xpressions in 1 John (AnBibl 69), Roma 1976; K. Munzer, en DTNT lU, 348-351; R. Schnackenburg, C artas de San Juan, Barcelona 1980, 139-145; G. Strecker, 1-3 Joh (KEK),

Góttingen 1991, 371-427; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1175.

1. pévco aparece 118 veces, principalmente en los escritos joánicos (Evangelio de Juan 40 veces, 1 Juan 24, 2 Juan 3). Otros testimonios: en los escritos lucanos el verbo aparece 20 veces (trece de ellas en Hechos); 1 Corintios 8 veces; Hebreos 6 veces; en los demás escritos dei NT el verbo aparece sólo esporá­ dicamente. 2. La signifieación fundamental de p é v c o como verbo intransitivo es quedar(se), per­ manecer, mantenerse firme-, como verbo tran­ sitivo, aguardar / esperar (Frisk, Wõrterbuch n , 209). En el NT aparecen también los signi­ ficados (derivados de los anteriores) de habi­ tar (Jn 1, 38s), permanecer vivo (Jn 21, 22s), vivir aún (1 Cor 15, 6), tener consistência (3, 14), permanecer en un estado (7, 8.11.20.24. 40). Según R. Bultmann (Die Johannesbriefe [KEK], 32 nota 3), (iévü) contiene siempre una negación: no (retro-)ceder. Sin embargo, no responde a la pregunta «^dónde?», sino a la pregunta «^durante cuánto tiempo?»; según el uso griego más antiguo, el verbo significaba c o n tin u a r en un lugar fijado objetivamente durante un tiempo determina­ do objetivamente, y luego más tarde implico el hecho de permanecer en una vinculación personal

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(levo)

(con este sentido aparece en el Evangelio de Juan y en la Carta primera de Juan). Claro que Bultmann, cuando aboga por el sig­ nificado de (lévEiv como respuesta a la pregunta «^durante cuánto tiempo?», y no como respuesta a la pregunta «í,d6nde?», está llevando Ias eosas demasiado lejos, porque tiene en cuenta princi­ palmente el uso metafórico dei verbo pév(o con la preposición èv. Y, así, corresponde al uso platôni­ co dei verbo (por ejemplo, pév siv èv tolç fjdeoiv, Ep 358c; pévEiv sv Tfj ôtxaiooúvT], Resp 360b; cf., a propósito, Heise 3) el uso neotestamentario (pévEiv èv tf) ôiôaxfí, 2 Jn 2, 9; pévEiv èv Jtíoftei xai aYártfl, 1 Tim 2, 15; cf. también 2 Tim 3, 14), La traducción moderna corriente de «quedarse con...» oscurece el sentido local fun­ damental, que todavia se escucha en el griego. Esto se aplica con mayor razón todavia a Ias de­ nominadas fórmulas joánicas de inmanencia 3): «permanecer en» (èv) Dios o en Cristo (Hei­ se, 172). Otras construcciones preposicionales con liÉvto son: pévo) ( l E t á xivoç / avv t iv l / JtaQ& Tivi, «permanecer con o junto a alguien». El hecho de que en los pasajes importantes el sujeto de peveiv sea Dios, tiene sus antece­ dentes lingüísticos y objetivos en la LXX, donde la expresión [x é v e iv e íç t ò v aícõva se refiere característicamente a Dios o al plan de Dios, a la justicia de Dios, a la palabra de Dios, etc. «A diferencia de la mutabilidad y transitoriedad de todo lo terreno y humano, lo característico de Dios es permanecer» (Hauck, 579, 24-26). Sin embargo, la idea primordial no es la de una naturaleza suprahistórica de Dios, sino la de que, en la historia, uno puede fiarse de Dios y confiar en él. Y, así, en el NT se cita la mencionada expresión péveiv eiç TÒV altõva, tomada dei Sal 111, 9 LXX (2 Cor 9, 9) y de Is 40, 8 (1 Pe 1, 25): la justicia de Dios o la palabra de Dios «permanece inquebrantablemente durante la etemidad», cf. también 1 Jn 2, 14. También el Mesías per­ manece para siempre, Jn 12, 34; cf. Sal 1(^, 4 LXX; cf. igualmente Heb 7, 23s. La predestinación de Dios, efectuada mediante la elección, permanece en vigor, Rom 9, 11. Pero también lo que se le ha dado al hombre en virtud dei acontecimiento salvífico en Cristo, permanece. Y, así, permanece el mi­

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nistério de la justicia «en gloria», 2 Cor 3, 11; permanecen la fe, la esperanza y el amor, 1 Cor 13, 13; «el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre», 1 Jn 2, 17. Claro que también «la ira de Dios permanece sobre aquel» que es desobediente al Hijo de Dios, Jn 3, 36. Por tanto, pévco no se predica exclu­ sivamente en el contexto de la salvación. 3. De especial relevância teológica es pévm en Ias denominadas/ónnMÍfli de inmanen­ cia de los escritos joánicos. Jesus exige a los suyos que permanezcan en él, Jn 15, 4-7, lo mismo que él permanece en ellos, 15, 5 (fór­ mulas de inmanencia recíproca; cf. también 6, 56 [redacción eclesial]). En la Carta primera de Juan Ias fórmulas de inmanencia (2, 6.24. 27s; 3, 6.24; 4, 12s.l5s.; que en parte son re­ cíprocas) se refieren unas veces a permanecer en Dios, y otras veces a permanecer en Cristo, y están expresadas tanto en indicativo como en imperativo (cf. también 3, 9, «su simiente [= de Dios] permanece en él»; 3,17, «el amor de Dios permanece en él»). Se piensa en el hecho de permanecer como en un âmbito o en una esfera, lo cual no debe entenderse, ni mucho menos, en sentido místico. Corresponde en cierto modo a Ias fórmulas recíprocas la altemancia entre èv Xpiarrâ y X qiotÒç èv r|pív en Pablo (Schnackenburg, 140s). Heise (172s) senala con razón que, en el Evan­ gelio de Juan y en la Carta primera de Juan, se emplea el verbo peveiv en su sentido coloquial con el fin de expresar un elemento esencial dei acontecimiento salvífico. Claro que pévEiv èv, con su sentido local (->■ 2), no se refiere al espacio como extensión mensurable y tridimensional. «El nuevo ser es un nuevo espacio y un nuevo tiempo, por los cuales la existência dei hombre queda cualificada de nuevo... Se trata de un cam­ bio de lugar, que es debido al acontecimiento de la presencia de Dios en Jesús» (Heise 173). Con acierto subraya Bultmann (Das Evangelium des Johannes^^ [KEK], 411 nota 3) los dos aspectos de péveiv èv: predicado dei hombre, el «permanecer en» designa la «fidelidad»; predica­ do dei Revelador o de Dios, designa la «eterna validez de la acción salvífica de Dios en favor dei creyente». H. Hübner

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liEQÍCo) - llÉQlflVa

^ .E el^va, t |ç , ^ merimna preocupación, afán, ansiedad* pEQipváto merimnaõ preocuparse, afanarse

^eQÍ^co merizo dividir, distribuir* B ibl.:

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-> [J.ÉQOÇ.

1. En el NT el verbo [regíCto aparece 14 veces (8 veces en los Sinópticos, 5 en Pablo, 1 en Hebreos). Tiene la misma raiz que pégoç y posee el mismo sentido factitivo-instrumental que otros verbos terminados en -íCm. En 1 Cor 1, 13; 7, 34 el verbo se haUa en voz me­ dia o en voz pasiva; en Lc 12, 13 se encuentra claramente en voz media; en Mc 3, 24ss par., en voz pasiva (quizás con sentido medio; «dividirse en facciones»); el sentido de distribuir aparece en Mc 6, 41; el de hacer partícipe, dar como participación, en Heb 7, 2. 2. El uso es análogo al de -> pÉQOç. Y, así, el verbo se emplea en un contexto eclesiológico en Rom 12, 3, juntamente con el motivo dei cuerpo de Cristo: Dios ha distribuido a ca­ da uno una medida de fe (cf. los carismas, 12, 6ss). 1 Cor 7, 17 acentua la conducta que debe estar en consonância con lo que el Kyrios ha asignado a cada uno (cf. la regia en el v. 20). En 2 Cor 10, 13 Pablo argumenta a base dei xavmv de la misión (o «amplitud dei cam­ po de trabajo») que él ha recibido de Dios. Ahora bien, pepí^co se usa también en sen­ tido negativo. En él se ve claramente que la salvación cristiana tiene mucho que ver con la unidad, la consecuencia, la plenitud y la exclusividad (1 Cor 1, 13; 7, 34). En Mc 3, 2426 par.; Mt 12, 24-26 (Q), el tema es el reino de Satanás. Jesus, sirviéndose de imágenes para establecer comparaciones, se defiende contra la acusación de que él expulsa los de­ mônios por el poder dei príncipe de los demô­ nios. En el contexto de un dualismo escatológico, se ve claramente que también el princi­ pado de Satanás necesita unidad y plenitud: se trata de una alternativa en el pleno sentido de la palabra (o en favor o en contra), que se aplica a Jesús mismo en lo que respecta al «reino de Dios» (cualquiera que sea la respuesta que se dé a Ias cuestiones suscitadas acerca dei carácter histórico dei pasaje). G. Nebe

1. Aparición en el NT - 2. Significación fundamen­ tal y uso de los términos en el entorno dei NT - 3. Âm­ bitos de aplicación. B ib l : R. Bultman, pEQiváto ta X ., en ThWNT IV, 593-598; H. Riesenfeld, Von Schatzesam m eln und Sorgen - ein Them a urchristlicher P arãnese, en F S Cullm ann 1962, 47-58; Schulz, Q, 149, 157, 442-444; D. Zeller, D ie w eish eitlich en M a h n sp rü ch e bei den Synopt., Würzburg 1977, 82-94.

1. En Ias palabras de Jesús referidas en los Sinópticos, y en Ias Cartas el sustantivo apa­ rece 6 veces, y el verbo, 19 veces (Lc 10, 41 om. D it syr®). 2. El radical pepipva-, abundantemente atestiguado en griego, significa que algo existenciahnente importante acapara el corazón. En el NT, el verbo aparece con acusativo, ge­ nitivo (introducido a veces por jteqí) o inte­ rrogativa indirecta; el sustantivo aparece con genitivo de objeto. La LXX utiliza pÉgipva (-áto) para traducir diversos radicales. En el libro dei Ecle­ siástico, le corresponde principalmente d ’g, que en la literatura sapiencial dei AT posee vários términos de significado afín (Zeller, 87s). El estoicismo, Filón y Josefo, en vez de pÉQipva (-áoa), emplean q)Qovxíç, cpQovxíÇco (en el Nuevo Testamento atestiguado única­ mente en Tit 3, 8). 3. a) La parénesis de Jesús y dei cristianis­ mo primitivo advierten contra Ias preocupaciones que -con excepción de la sentencia de consolación de Q (Mt 10, 19s par. Lc 12, l l s ) - giran siempre en tomo a Ias seguridades materiales de la vida. En la composición de sentencias procedentes de Q en Mt 6, 25-33 par. Lc 12, 22-31, a la que Mateo anade (co­ mo material peculiar) el v. 34, se superan di­ versos argumentos sapienciales en contra de Ias preocupaciones (paralelos en Zeller) me­ diante la exhortación a buscar primeramente el reino de Dios (^tjtéco; es el verbo que apa-

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(XEQifxva - [xegianoç

rece ya en Lc v. 29 en vez de |J,eQijj,váco). También el cristianismo de lengua griega sabe que Ias preocupaciones (nÉQijAvai) dei mun­ do pueden sofocar la palabra de la proclamación evangélica (interpretación de la parábola en Mc 4, 19 par. Mt 13, 22 / Lc 8, 14) y por este motivo Lc 10, 38-42 (material peculiar) critica la afanosa actividad de Marta (p,EQi[xváca junto a l>oQnpá^op,ai, JiEQionáopai). Las preocupaciones asociadas con la vida -según Lucas, con una vida disoluta- (p.8Qi|xv ai PicoTixaí) impiden la vigilância escatológica en la oración (Lc 21, 34-36, seguramente redaccional; cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II [ÔTK], 431ss). En cam­ bio, la expectación dei retomo de Cristo y la oración dirigida a Dios hacen posible que uno se vea libre de preocupaciones, cosa que Pablo pide a los cristianos en Flp 4, 6. Vemos que 1 Pe 5, 7 les recomienda (con el Sal 54, 23 LXX): «jEchad sobre Dios todo lo que ori­ gine en vosotros ansiedad\ (Bauer, Wôrterhuch, 998; cf. Herm [v] 3, 11, 3; 4, 2, 4). b) En 1 Cor 7, 32-34 Pablo fundamenta sus consejos ascéticos (vv. 25ss) con el deseo de que los corintios vivan sin preocupaciones (a|x É Q L p ,v o ç, V. 32), «sin tener que atender a las cosas dei mundo» (v. 33), lo cual significa en este caso: sin tener que afanarse por agra­ dar al cónyuge (sobre las preocupaciones propias de las personas casadas cf. Sófocles, Trach 147ss; Beckby, Aní/zoZogia III, 220). En cambio, el célibe puede «dedicarse enteramente a las cosas dei Senor» (vv. 32.34; cf. Niederwimmer, Askese und Mysterium, Gõttingen 1975, 111-116). c) Sin embargo, (tÉQipva (-áoa) se valora positivamente, cuando Pablo (2 Cor 11, 28) o su colaborador (Flp 2, 20; cf. v. 21 xà èanTcõv por contraste con xà Itio o n Çt)teIv) se preocupa por la(s) comunidad(es) o cuando los miembros de la comunidad «se preocupan en armonía los unos por los otros» (1 Cor 12, 25; TÒ anxò ojièq âXXf)Xa)v pEQip.vãv, en otras ocasiones se usa qpQOveív). D. Zeller

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fiep i|iiv ao ) m erimnaõ preocuparse, estar afanoso, tener preocupaciones -»• [tépinva. ^£Q Í ç, ÍÔOç, meris parte, porción, dis­ trito* El término aparece 5 veces en el NT y es prácticamente sinônimo de (XÉQOç; Lc 10, 42: XTiv à Y a # f ) V [XEQÍôa è|£A.é|axo, «ella escogió la buena (mejor) parte» (cf. Sal 16, 5s); Hech 8, 21: oux... (a e q iç ouôè xX,fjQOç, «no tienes parte ni suerte» (en el sentido de una «fórmula de excomunión», cf. Dt 12, 12; 14, 27; ^ pÉQOç 3.e); cf. r\ peQiç xon xkxjQou ( ^ xkfjQOç 3) en Col 1, 12 (cf. también IQS 11, 7); xíç pEQiç moxrô pExà àtríoxou;, «^qué parte tiene en común el creyente con el incrédulo?», 2 Cor 6, 15 (expresión hebraizante, cf. Sal 49,18 LXX; Mt 24,51; Jn 13, 8; cf. BlaS-Debrunner § 227 nota 4). En Hech 16, 12 se dice que Filipos es JtQCÓXT] (p^'* Sin A y otros jtqíüxt ] xfiç, conjetura: jtQ c n x q ç ) peQ Í ô o ç xfiç M a x E Ô o v L a ç jtó A .iç (sobre los problemas de crítica textual cf. GNTCom sub loco). Como Filipos no es ni la capital de Macedonia ni uno de sus cuatro distritos, parece obvia la traducción sugerida por la conjetura; «Filipos, una ciudad dei primer distrito de Macedonia». Seria también posible traducir lo de ttpróxTi nóXiç en términos generales por «una ciudad destacada» (cf. la variante tex­ tual de p’“ Sin A y otros), o bien dar una in­ terpretación temporal; la primera ciudad en la que había de suceder lo decisivo; cf. también Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.); E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. H. Balz ^.CQIG^OÇ, OV, Ó merismos división, distribución, separación* Heb 2, 4: jrvEÚpaxoç áyíou pepiopoí, «distribuciones (= dones) dei Espíritu Santo» (se refiere a los diversos dones obrados por el Espíritu Santo); 4, 12: pEQiapòç tjjuxfjç x al jiveúpaxoç..., «hasta la división entre el alma y el espíritu, entre las coyunturas y las médu-

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ixegionoç - [lEQoç

Ias», como imagen dei efecto de la palabra de Dios, que penetra hasta lo más íntimo dei hombre. El término se usa para referirse a la separación de los herejes, en IgnFil 2, 1; Ign Esm 7, 2. ^eçiaTT|Ç , OV, Ó meristês distribuidor, repartidor de una herencia* Lc 12, 14: XQiTTjç i] pEQiaxfiç, «juez o repartidor de una herencia» (cf. Ex 2, 14; Hech 7, 27.35). |néQOÇ, o v ç , TÓ meros parte, porción 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Campo referencial objetivo y teológico.

Bibl.: J. Herrmann-W. Foerster, xXfjpoç xxX., en ThWNT m, 757-786; W. Mundle, en DTNT II, 269s; H. H. Schmid, hlq, en DTMAT I, 800-804; J. Schneider, p.égog, en ThWNT IV, 598-602; para más biblio­ grafia, cf. ThWNT X, 1175. 1. De Ias 42 veces que el término aparece en el NT, 13 se encuentran en los Evangelios, 7 en Hechos, 14 en Pablo, 2 en Efesios, 1 en Colosenses, 1 en Hebreos, y 4 en el Apocalipsis (sin tenerse en cuenta expresiones como x à Ô e ^ l à [pÉQ Tl], XÒ XQÍXOV [pÉQ O Ç ]).

2. pÉQOÇ, en su sentido de «parte, porción», tiene sus raíces en el indoeuropeo (s)mer-, donde significa «recordar, acordarse, preocuparse de» (cf. Frisk, Wõrterbuch II, 212). Es­ te significado se desarrolló en diversos aspec­ tos en el mundo helénico, y también en el NT. En él [a é q o ç es, ante todo, en sentido cuantitativo y concreto, parte/porción/trozo de unos bienes/herencia, pescado, vestidos u otras co­ sas por el estilo (por ejemplo, Lc 15, 12; 24, 42); después, en sentido derivado, es parte/ porción/lugar (Mt 24, 51; Jn 13, 8), lado (Jn 21, 6), miembro (? Ef 4, 16), partido (Hech 23, 9), sector de negocios (Hech 19, 27), cosa/asunto/relaciôn (2 Cor 3, 10; 9, 3). En ex­ presiones preposicionales o usado adverbial­ mente, el término tiene el sentido cuantitativo de parcial (Rom 15, 15; 1 Cor 11, 18; la expresión aparece sustantivada en 1 Cor 13, 10)

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o de lo que es considerado como parte (1 Cor 12, 27). Puede significar algo gradual: en par­ te (Rom 15, 24) o hasta cierto punto (2 Cor 2, 5). Puede emplearse en sentido numérico: por turno (1 Cor 14, 27). Puede tener sentido diferenciador: en detalle (Heb 9, 5). Y puede significar relación o causalidad: con respecto a / a causa de (Col 2, 16). 3. a) péçoç puede usarse en sentido geográfico-cosmológico para referirse a partes de la tierra, como en Ef 4, 9 donde se hace refe­ rencia a Cristo y a su descensus ad inferos (iinterpretación discutida!), y en los Evange­ lios y Hechos, donde se refiere a viajes. La visión dei mundo y la geografia permaneceu en los marcos tradicionales. b) En sociologia de la religión, el término designa como partidos, Hech 23, 6 (^«par­ tes»?); 23, 9, a los diversos grupos que existían en el seno dei judaísmo. Los componen­ tes dei sanedrín no se clasifican aqui confor­ me a Ias tres partes, ya conocidas, que lo integran (los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos), sino que se desglosan -según Ias correspondientes posturas teológicas- en los saduceos (constituídos especialmente por la aristocracia sacerdotal y la aristocracia lai­ ca) y los fariseos (entre los que se cuenta la gran mayoría de los escribas). c) En sentido eclesiológico, pÉQOç se halla en 1 Cor 12, 27; Ef 4, 16 en el contexto de la idea dei cuerpo y de sus miembros (v.l. péXoç podría ser sinônimo de pépoç). Este motivo es bien conocido en el mundo antiguo (H. Lietzmann, An die Korinther I / l f [HNT], 53). Pero la relación que en él se contempla entre la parte y el todo es un problema teológico elemental. Así, pues, la Iglesia como cuerpo de Cristo es una unidad. No obstante, cada in­ divíduo tiene en ella su propio peso y su propia función. En consonância con esto, Pablo en 1 Cor 12, 27 designa a los corintios como cuerpo de Cristo, y, por ser parte (èx p,éQonç) de él, los contempla como miembros de este cuerpo. En Ef 4, 16 (cf. Col 2, 19) se hallan más desarrollados y diferenciados los aspec­ tos eclesiológico y cristológico: los lectores

231

H8QOÇ - |X801TT|Ç

232

bla dei endurecimiento de Israel, un endurecison acõ[j,a X qiotoü (v. 12), y Cristo es al miento que Pablo contempla - a la luz de la misino tiempo Ia cabeza dei cuerpo (vv. 15s). Se observa aqui un desplazamiento que con­ historia de la salvación- como camino para la salvación de los gentiles: ese endurecimiento templa más intensamente a la cristología y a se ha producido sólo parcialmente, hasta que la eclesiología en un contexto cosmológicola plenitud de los gentiles llegue a la salva­ jerárquico (cf. v. 13). ción. d) La relación entre la parte y el todo desempena una función antropológica en Lc 11, G. Nebe 36 con Ias imágenes de la luz o dei ojo (Q; cf. EvTom 33). El difícil v. 36 (quizás una am|iiE• [XEOÍTT]Ç. tamentarias y judias como ihãyâ heleq b‘/ l‘/ ‘im (LXX liÉQiç, >tX,fjQOç; Hech 8, 21; Col ^EaÍTT)Ç, ov, ó mesitês mediador, garante* 1, 12; IQS 11, 7s), en el NT Xap,pávco xXfj[iecTiTEnco mesiteuõ garantizar* Qov èv y otras por el estilo, xoivcovíav Ixo) ixexá, èv. Desde el punto de vista de la 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos historia de Ias tradiciones, el concepto está de ireoÍTTiç - 3. (leoiTEÚto. enraizado en la «porción de tierra» de Israel y B ibL : O. Becker, en DTNT I, 89-92; J. Behm, D e r en la espiritualización y escatologización de B e g r iff AIA0HKH im N T , Leipzig 1912, 77-97; R. esta idea en el Antiguo Testamento y en el ju ­ Bring, D e r M ittler un d d a s Gesetz. E in e Studie zu G al 3, 20: KuD 12 (1966) 292-309; H. Hegermann, D ie daísmo. V orstellung vom Schõ p fu n g sm ittler im hellenistischen f) En el sector de problemas de la escatoloJ u d en tu m und U rchristentum (TU 82), Berlin 1961; H. gía y la historia, son dignos de tenerse en W. Huppenbauer, en BHH II, 1227s; O. Michel, D er cuenta los siguientes pasajes paulinos; En 1 B r ie f an die H e b rã e r (KEK), Gõttingen ’1975, sobre todo 292; M. P. Nilsson, The H igh G o d a n d the M eCor 13, 9 (bis). 10.12 èx yLÍQOVg, parcial, esdiator. HThR 56 (1963) 101-120; A. Oepke, p.eoÍTr]Ç tablece un contraste entre el pasado y el pre­ xrX., en ThWNT IV, 602-629; K. H; Rengstorf, en sente, y expresa así un deslinde escatológico. RGG TV, 1064s; K. Th. Schãfer, en LThK VH, 498s; J. Mientras que 2 Cor 3, 7ss utiliza el argumen­ Scharbert, H eilsm ittler im A T u n d im A lte n O rient (QD 23/24), Freiburg i. Br. 1964, 82-92, 242-244; F. J. to a minori ad maius para contraponer el mi­ Schierse, en HThG II, 169-172; Spicq, N o tes II, 549nistério de la muerte al ministério dei Espíri552; A. Stegmann, 'O ôè itEOÍrTiç; évòç o m Êativ G al tu, el V. 10 establece una clara diferenciación; 3, 20: BZ 22 (1934) 30-42; para más bibliografia, cf. «En esta relación / en este caso», lo que ha si­ ThWNT X, 1175s. do glorioso (el ministério de Moisés) no es glorioso a causa de la incomparable ô ó |a (de 1. En el NT el sustantivo [teoíttjç aparece la ôiaxovLa cristiana). En Rom 11, 25 se ha­ únicamente 6 veces (Gál 3, 19.20; 1 Tim 2, 5;

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(lEOlTnç

Heb 8, 6; 9, 15; 12, 24), mientras que el ver­ bo, derivado dei sustantívo, es hapax legomenon en el NT y se encuentra únicamente en Heb 6, 17.

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Se habla, pues, de una doble mediación dei vópoç: en primer lugar, mediante ángeles (cf. losefo, Ant XV, 136; Hech 7, 38.53; Heb 2, 2) y, en segundo lugar, por medio de Moisés. El actúa co­ mo representante y abogado de los ángeles entre éstos e Israel. El v. 20 indica por qué se necesita 2. a) El sustantivo [xeoíttiç, en consonân­ a Moisés como peoÍTqç: «Sin embargo, el media­ cia con la variedad de significados que aparedor no es (mediador) de uno sólo, pero Dios es uno». La explicación más probable de esta frase cen en Ias traducciones vernáculas, no puede es: los ángeles no pueden entrar directamente en reducirse a un solo contenido semântico. relación con Israel, el destinatário dei vópoç, porque ellos son muchos v. 19c). Por El término -atestiguado literariamente en el eso, necesitan a alguien que los represente. Esa griego profano a partir de Porfirio y que aparece persona es Moisés. Ahora bien, como Dios es uno con especial frecuencia en los papiros (cf. Bauer, (elç), no necesita ningún mediador. De ahí se siWõrterbuch, í.v.; Behm 78s)- procede dei lengue que el vópoç no puede venir directamente de guaje jurídico helenístico y significa a) la persona Dios (consúltense los comentários sobre este pa«imparcial» que media en un proceso entre dos saje). El sentido de la argumentación paulina con­ partes (Polibio XXVIII, 17, 8; sobre la realidad siste en demostrar la inferioridad dei vópoç. Este significada cf. ya Homero, II 23, 574; lenofonte, no es superior a la promesa (èjiaYYE7.ía, cf. vv. An in , 1, 21), b) la «persona mediadora» (íe16-18), sino que está subordinado a ella, porque quester) que trata de resolver el objeto de la dis­ Dios mismo se la dio a Abrahán, y por cierto sin puta entre Ias partes en conflicto (cf. PapLondon in, 206, n.° 370) y c) el «testigo» y «fiador» en un peoÍTT|ç. Deducir de aqui una valoración ne­ gativa dei pEOLTTiç (como hacen Huppenbauer, on acto jurídico (Diodoro Sículo IV, 54, 7; Pa­ 1228; Becker, 163) es muy cuestionable, porque pLondon II, 251, n.° 370). Mientras que en el en Gál 3, 19s no se trata primariamente de la fungriego profano predomina el uso técnico, vemos ción de Moisés, sino de determinar la relación que en el âmbito judio helenístico el término que existe entre la promesa divina y el vófioç. (lEOÍTTiç se usa más bien en sentido figurado y de­ signa al «intermediário» o «mediador» entre perc) En 1 Tim 2, 5, que es un fragmento plas­ sonas y especialmente entre Dios y el hombre mado litúrgicamente, el concepto de pEOÍTTiq (Josefo, Ant VII, 193; Filón, VitMos II, 166 [cf. se halla (desde el punto de vista de la historia Her 205s]; Som I, 142; AsMo 1, 14; 3, 12; cf. también Job 9, 33 LXX), o también al «intercede Ias tradiciones) en la misma línea que en­ sor» (TestDan 6, 2 [cf. TestLev 5, 6]; cf. Füón, contramos en el judaísmo helenístico y que Som I, 143). Siguiendo al AT (Ex 19, 13ss; 20, vemos especialmente en el TestDan 6, 2 19; Núm 21, 7; Dt 5, 5.27 y passim), el judaísmo (ouxóç [a saber, el ángel intercesor] èoxi rabínico, que tiene el término técnico sarsür («in­ peaíxT]ç ■0'EOõ x a l âv&Qcájtmv): «Porque hay termediário, tratante») para expresar la función de un pEOÍTTiç -tanto en sentido profano como en un solo Dios, y también un solo mediador sentido teológico (cf. Oepke, 605s)- y el judaís­ entre Dios y los hombres, el hombre Cristo mo helenístico consideran a Moisés como el Jesús». El es el «abogado e intermediário» (lEOÍTTiç por excelencia. Dios por medio de él dio (Oepke) de Dios ante los hombres, y viceverla Torá a Israel (jMeg 7, 4d, 9; ExR 3 [69b]: DtR sa. La estrecha dependencia de Ias concepcio3 [201a] y passim). Lo mismo que en el âmbito nes y de la manera de hablar dei judaísmo he­ judio helenístico, Moisés en la literatura rabínica lenístico sugiere que, en 1 Tim 2, 5, hemos de tiene significación soteriológica en virtud de su entender peoíxT^ç como mediador dei pacto, función. Sobre la concepción de un |xeoÍTqç en Qumrán cf. IQH 6, 13s. aunque falte el correspondiente tecnicismo ->■ ôiadijxT] (pacto / alianza / testamento). b) Según Gál 3, 19, la ley (vópoç) dada en d) La mitad de los testimonios de peoíxriç el Sinai al pueblo de Israel, «fue promulgada en el NT se encuentran en la Carta a los Hemediante ángeles por mano de un mediador». breos y, por cierto, siempre en asociación con Como indica el contexto, ese peoíxTiç es Moi­ ôiaüiíxT] como genitivo dependiente. Hebresés. os considera la función mediadora de Jesu-

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|X8aÍTT]ç - Meaojioxafiía

cristo como una función de su verdadera actividad sacerdotal (5, 6.10; 6, 20; 7, 17.21.26; 8, 1 y passim). El es el «Mediador de un pac­ to mejor» (8, 6) y el «Mediador de un nuevo pacto» (ÔLaO-pxTiç «aivfjç [xeoÍTriç, 9, 15 ó ôta#iíxTiç véaç peaítriç, 12, 24). La expresión que bailamos en 7, 22 y que viene a decir lo mismo -Jesús como «fiador (eyYUOç) de un mejor pacto»- sugiere que, en los mencio­ nados pasajes, hay que entender p e o ÍT T jç de una manera correspondiente y que hay que atribuir aqui al término el sentido jurídico que por naturaleza le corresponde. Jesucristo es el fiador (o garante) dei pacto mejor y de la mejor promesa (conclusión (a minori ad maius), que Dios dio a su pueblo según Jer 31, 31-34 (cf. Heb 8, 8-12). Ahora bien, si en Heb 8, 6 el mejor pacto garantizado por Jesús se fundamenta en la promesa de Jer 31, 31-34, ve­ mos inversamente en 9, 15 que el nuevo pacto, establecido por la muerte de Jesús, es el prerrequisito para la recepción de la promesa (cf. 6, 12.15; 10, 36; 11, 13.33.39) hecha a los Uamados a la herencia etema en el cielo. Así, pues, 9, 15 recoge de nuevo la sustancia de lo que se dice en 8, 6. «Cristo no sólo es sacerdote y víctima, sino también el Mediador de un nuevo pacto» (Michel, 316). 12, 24 vuelve a estar en estrecha conexión con 12, 18-24, mediante una construcción antitétíca. Los vv. 18-21 recogen imágenes de la concertación dei pacto en el Sinai (cf. Ex 19, 12. 16-21; Dt 4, lls; 5, 22s; 9,19); en cambio, los vv. 22-24 mencionan los dones escatológicos dei nuevo pacto, que tiene a Jesucristo como fiador (v. 24). Porque la sangre derramada por medio de su muerte habla ante Dios (cf. 7, 25) pidiendo perdón con voz más potente que la sangre de Abel que clama venganza (11,4; cf. Jub 4, 3; Hen [et] 22, 5-7). Así que Jesús, como el peoíxTiç, es €í fiador y la prenda de la promesa divina defini­ tiva.

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sia por medio de Cristo, quien es en sí mismo la palabra de la promesa escatológica de Dios ( 1, 2). D. Sânger f ié o o v ( o v , TÓ) meson situado en medio,

en medio de ^ péaoç. jieo o v v x T lO V , 0X5, TÓ mesonyktion me-

dianoche* Mc 13, 35: [XEaovúxTtov, a medianoche (acusativo de tiempo; cf. Sal 118, 62 LXX); Lc 11, 5: peaovuxTÍou (genitivo de tiempo, cf. péoqç vuxxóç, Mt 25, 6; BlaB-Debrunner § 186 nota 6); x ax à xò psoovúxxiov, «a me­ dianoche», Hech 16, 25; péxQ'- p.eoovuxxLOU, «hasta Ia medianoche», 20, 7 (a propósito de la ausência de artículo cf. BlaB-Debrunner § 255, 3).

Meoon:oT«HÍa, aç,

Mesopotamia Mesopotamia* Literalmente, el «país (xtÓQa) situado entre rios», en hebreo '“ram nah“rayim (Gén 24, 10), paddan '“rãm (25, 20); en la LXX se traduce siempre por MEOOJtoxapía. Durante la época helenística fue el nombre que se aplicaba al território situado entre el curso medio dei Eufrates y dei Tigris, pero en el NT se aplica a toda la región situada entre los dos rios; Hech 2, 9: oi xaxotxoüVTEç ttiv M eoojto x a p ía v , los habitantes de Mesopotamia, refiriéndose seguramente a gran parte de los judios deportados a «Babilônia»; cf. también Josefo, Ant I, 154; GénR 39 sobre 12, 1; Billerbeck II, 608s, 666s, y especiahnente Hech 3. En Heb 6, 17 el verbo tiene la misma 7, 2, según el cual texto Abrahan, antes de su significación básica que el sustantivo. «(Dios) estancia en Jarán, experimentó la manifestación de Dios (cf. Gén 12, 7) en Mesopotamia garantiza con un juramento lo inquebrantable de su voluntad» (cf. 7, 21 y Sal 110, 4; cf., a (õvTi èv Tfj M EaoJtoxapíg: cf., a propósito, la Ur de los caldeos mencionada en Gén 11, propósito, H. Koster, en Studien zur Theologie der alttestamentlichen Überlieferungen. 31 y que se hallaba en el curso bajo dei EuFS fü r G. von Rad, reimpresión 1961, 105ss) frates), es decir, se emplea también Mesopo­ tamia en sentido amplio para referirse a «Ba­ y mediante Ias promesas que Dios hizo a Abrahán (Gén 22, 16s) y que él dio a la Iglebilônia» (Lucas, en contra dei AT en Gén 12,

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MEOOJiOTaiJÍa - (iéooç

1.7, se refiere a la primera salida de Abrahán de Ur/Mesopotamia, en vez de referirse a la segunda salida, a la de Jarán, cf. también E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco), Pauly-Wissowa XV, 1105-1163; Bauer, Wõrterbuch, í . v. ; BHH II, 1197; Haag, Diccionario, 1244 (bibl.); Pauly, Lexikon III, 1237-1241. H. Balz

fléaoç, 3

mesos situado en el medio, en medio de, entre

B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch, 1103s; O. Becker, en DTNTI, 89-92; BlaB-Debrunner § 204 con la nota 1; 215, 3; R. R. Brewer, R evelation 4, 6 a n d Translations Thereof: JBL 71 (1952) 227-231; U. Holzmeister, Vox •rmedium» e t p h ra sis «in m edio» in S. Scriptura: VD 18 (1938) 279-284; Johannessohn, P rãpositionen, í . v. en el índice analítico; E. Lohmeyer, D iatheke, Leipzig 1913, 85s; Mayser, G ram m atik, s.v. en el índice analí­ tico; A. Oepke, (teaÍTTiç m k ., en ThWNT IV, 602-629; O. SchultheB, en Pauly-Wissowa XV, 1097-1099.

1. En el NT péooç aparece 58 veces como adjetivo (sustantivado algunas veces), como advérbio y como preposición impropia. Se encuentra con especial frecuencia en la doble obra de Lucas, concretamente 24 veces, mientras que en el Corpus Paulinum aparece uni­ camente 5 veces (1/2 Corintios, Filipenses, 1 Tesalonicenses). Los restantes testimonios se distribuyen entre los demás evangelios, y en­ tre Colosenses, 2 Tesalnicenses, Hebreos y Apocalipsis. 2. a) El significado básico, conforme al uso original -cf. Homero, 11 18, 507; Jenofonte, An III, 1, 21; Aristóteles, EthNic V, 4, 1132a, 22s- es situado en medio, en medio de, entre (Mt 10, 16; 14, 6; 18, 2; Mc 3, 3; Lc 8, 7; 10, 3; Jn 8, 3.9; Hech 1, 15; 4, 7; Flp 2, 15; 1 Tes 2, 7; Heb 2,12; Ap 1, 13; 4, 6 y passim). La expresión adverbial èv (tíõ) (ieoío o eiç tò pÉoov puede aparecer como preposición im­ propia para sustituir a Ias preposiciones clásicas èv o 8Íç (Mt 10, 16; Mc 3, 3 y passim). péooç puede realizar también la misma función como simple adjetivo (Jn 1, 26; péooç ■up,(üv, «en medio de vosotros»; cf. Bla6-De-

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brunner § 215, 3), o como advérbio (Flp 2, 15: péoov, «en medio de una generación tor­ cida y perversa»), Muy semejante es la expre­ sión kn péoou (cf. el hebreo mittôk) en Mt 13, 49; Hech 17, 33; 23, 10; 1 Cor 5, 2 (i,latinismo?), cf. BlaB-Debmnner § 5, 4); 2 Tes 2, 7. En estos casos la expresión se halla siempre en lugar de la preposición clásica èx y de­ signa, reforzando la preposición, el lugar dei que se destaca o sobre el que realza una cosa O una persona (de en medio de, en la mayoría de los casos va seguida por un genitivo). En­ contramos además à v à péoov (seguido de genitivo) con el significado de entre (Mt 13, 25; Mc 7, 31; Lc 17, 11 v.l.; 2 Cor 6, 5; Ap 7, 17); en cambio, la expresión naxà péoov tfjç vuxTÓç en Hech 27, 27 (cf. también 16, 25 D con jc atà ôè tò peoovúxTiov) debe entenderse como una determinación de tiempo: «en medio de la noche». b) Principalmente Marcos y Lucas vinculan pÉooç con una intención teológica defini­ da, que va más allá dei simple significado lo­ cal que tiene este término en la mayoría de los demás casos. En Mc 3, 3 Jesús coloca al lisiado de la mano seca en medio de los fariseos (v. 6). Cuando Jesús llama al enfermo para que se sitúe en esta «posición expuesta» (R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 191, cf. 9, 36; 14, 60), Marcos acentua que Je­ sús, como era costumbre en un pleito -cf. Jn 7, 53-8, 11; también Hech 4, 7 -, sitúa a la persona desvalida (como verdadero objeto dei litígio) en medio de los que son los adversá­ rios en el proceso. De esta manera, Jesús demuestra fundamentalmente que el mandamiento dei sábado pierde su obligatoriedad desde el momento en que no se orienta ya hacia la persona. Es sorprendente la frecuente aparición de péooç en Lucas. Como sucede también en los demás escritos dei NT, el término sirve prin­ cipalmente para acentuar aún más lo que ya es notable de por sí, especialmente en escenas creadas por el evangelista mismo; a la edad de doce anos, Jesús se sienta ya en medio de los maestros, en el templo (Lc 2, 46); Jesús, el Maestro, se comporta entre sus discípulos co-

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néooç - (AeoTÓco

mo un sierviente (22, 27). Lucas, al ser el úni­ co que acentúa que Pedro sigue a Jesús cuando le llevan preso, y que llega incluso a sentarse alrededor dei fuego encendido en medio dei patio de la casa dei sumo sacerdote, ocu­ pando un sitio en medio de los criados de la guardia (22, 55 [bis]), relativiza (no justifica) la negación que va a producirse a continuación. El èv (xÉocp de Hech 1, 15, dentro dei discurso de Pedro (1, 15-22) creado por Lu­ cas, es, como por ejemplo Lc 24, 36 y passim, griego biblizante (èv péotp, en la LXX, es traducción dei hebreo Iftòk, cf. Hatch-Redpath I, 461-467; cf. también IQS 6, 22). Acentúa, como los demás biblicismos de esta sección (cf., a propósito, E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 162s), que la elección de Matías para formar parte dei círculo de los Doce se ajustaba a la Escritura. Es singular en el NT la expresión ôiò [xéoov en Lc 17, 11 (Jesús llega «por entre me­ dio de Samaría y Galilea»), porque ôió con acusativo tiene aqui únicamente significado espacial; «por entre medio de», pero cf., no obstante, 4, 30. Si ô tà péoov en 17, 11 es o no original, es una cuestión que no puede resolverse con seguridad (cf. la v.l. sub loco y H. Conzelmann, El centro dei tiempo, Madrid 1974, 104-105). D. Sânger JIEOÓTOIXOV, OV, t ó mesotoichon pared intermedia, pared de separación* Ef 2, 14; xò pEOÓxoixov xoú cpQaYpoíj, «la pared de separación / el muro de separa­ ción, formado por la barrera» de la ley, que separaba a judios y gentiles antes de Cristo; es diferente la interpretación que ofrece el ThWNT rV, 629. ^ E ffo v ç a v r m a , a t o ç , to

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de aves, 19, 17 (siempre con el perfecto dei verbo Jtéxopai, «volar»). ^EOÓO) mesoõ estar a la mitad, alcanzar la mitad* Jn 7, 14; fíÔT] ôè xfjç EOQXijç pEooúoqç, «mediada ya la fiesta». M s a a í a ç , o v Messias Mesías* La forma helenizada dei arameo m^sihã’, en hebreo mãsí°h, aparece únicamente en el Evangelio de Juan; 1, 41; enpTixapEV xòv M eoaíav, en lábios de Andrés; 4, 25; o íôa oxi MEOoíaç EQxexai (sin artículo; cf., a pro­ pósito, R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, sub loco: ^referencia al Ta’ebl) en lábios de la mujer samaritana; en ambos pasajes se acompana la traducción griega XQiotóç (-» Iq o o õ ç 4.a, ->^ X qloxóç). Encontramos además ó XEyópEVOÇ XQtotóç, que debe entenderse indudablemente como una explicación; «lo que significa / lo que quiere decir». Cf. también 9, 11; 11, 16.54; 19, 13; 20, 16. Cf. además Glotta 36 (19571958) 171; ThWNT IX, 561-565. ^EOtÓÇ, 3 mestos lleno, colmado* El adjetivo aparece 9 veces en el NT, siem­ pre asociado con el genitivo; en sentido propio en Jn 19, 29a («una jarra llena de vina­ gre»); 19, 29b («una esponja empapada de vinagre»); 21, 11 («red llena de grandes peces»); en sentido figurado, aplicado a personas; Mt 23, 28 («llenos de hipocresía e iiúquidad»); Rom 1, 29 («llenos de envidia...»; 15, 14 «llenos de bondad»); Sant 3, 17 {«lle­ na de misericórdia»): en relación con los ojos en 2 Pe 2,14; {«llenos de [es decir, con deseos de] una adúltera»); dícese de la lengua en Sant 3, 8 {«llena de veneno mortal»).

m eso u ra n êm a

el medio dei cielo, el cenit* Literalmente, es el punto más alto alcanzado por el sol en el cielo; de ahí, en sentido ge­ neral, significa en lo más alto dei cielo-, dícese de un águila, Ap 8, 13; de un ángel, 14, 6;

|l.£0tÓ(O mestoõ Uenar* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva; yX.enxouç (j,e|xeoxo)|xévoi eioív, «están llenos de vino dulce», Hech 2, 13; -> Ykeüxoç.

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(leta

^ 8 t á meta con genitivo: con, al lado de; con acusativo: después, detrás 1. Aparición - 2 Significado - a) |iExá con genitivo - b) (íetú con acusativo - 3. Uso teológico. B ib l : Bauer, W õrterbuch, í .u ; BlaB-Debninner § 198, 226s, 402, 459; H. Frankemõlle, Ja h w ebund un d K irche C hrísti, Münster i. W. 1974, 7-158; W. Grundmann, oúv - (tetá m it Gen. kt\., en ThWNT VII, 766798; Johannessohn, P rã p o sitíonen, 202-216; Kühner G ra m m a tik I V l , 505-509; Liddell-Scott, í .u ; Mayser, G ram m atik II/2, 440-445; H. D. PreuB, «...ich w ill m it d irse in !» : ZAW 80 (1968) 139-173; Schwyzer, G ram ­ m a tik II, 481-487; W. C. van Unnik, D om inas vobiscum : the b a ckg ro u n d o f a liturgical fo rm u la , en N T E ssays. S tu dies in M em o ry o fT . W. M anson, Manchester 1959, 270-305; D. Vetter, J a h w es M it-S ein - ein A u sd ru c k d es S egens, Stuttgart 1971.

1. El NT emplea (i8Tá 473 veces, nunca con dativo. Con acusativo [lEtá se halla unas 100 ve­ ces, y sólo es relativamente frecuente en Hechos (29 veces sobre 66) y en Hebreos (9 veces sobre 23). petá con genitivo aparece en el NT con mucba mayor frecuencia que la preposición (ampliamente sinônima) oúv; esta última falta enteramente, entre otros escritos, en Ias Pastorales, en Hebreos, en 1 Pedro, en Ias Cartas de Juan y en el Apocalipsis, y aparece sólo alguna vez que otra en Mateo, Marcos y Juan, y sólo predomina en Hechos (50 veces en contra de 36). 2. a) En pExá con genitivo, el significado básico «con» varia de diversas maneras (cf. Bauer, í .v. A). 1) En sentido local significa en medio de, entre, con: Mc 1, 13, «entre Ias fieras». 2) En la mayoría de los casos pexá expresa una forma de relación (generalmente personal). En primer lugar, designa a la persona en cuya comunión o companía sucede algo. Esto se refiere al ir o venir con alguien o al ptermanecer junto a él: Mt 20, 20: «ella vino con sus hijos adonde El estaba»; en Ap 6, 8 y 14, 13 casi tautológicamente con av,okov^éto: seguir como companero a alguien. Además, se refiere al hecho de traer o llevar con­ sigo, o algo parecido, a alguien o algo: Mt 12, 45: entonces va y toma consigo como companeros»; Hech 1, 26: «y le contaron entre los apóstoles». Finahnente, describe el estar con alguien y a su lado, sea en el sentido propio

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de la comunión con alguien, tal como Mc 3, 14; Jn 13, 33 lo expresa en relación con Jesus y sus discípulos, y Mt 5, 25; Jn 3, 26, en rela­ ción con otros; o bien en el sentido figurado de la ayuda que presta Dios (Mt 1, 23), Cristo (28, 20), el Espíritu (Jn 14, 16) o la comunión de estos tres (2 Cor 13, 13). - Sobre la manera «hebraizante» de expresarse así (BlaB-Debrunner § 277, 3) en Lc 1, 72; 10, 37; Hech 2, 28; 14,27; 15,4, cf. Bauer, s.v. A II c y* Sobre la descripción de dos actitudes contrapuestas en Mt 12, 30 par. Lc 11, 23, cf. ibid. ô. En segundo lugar, p e tá designa una actividad o experiencia común, por ejemplo, en una comida (Lc 7, 36); en tercer lugar, designa la acción conjunta de dos partidos, sea hostil (Ap 2, 16) o bien pacífica (Rom 12, 18). Fi­ nalmente, se refiere a cualquier otra asociación de personas (Mt 2,11) o grupos (22,16), de cosas (27, 34) y realidades espirituales (Ef 6, 23). 3) pexá puede designar también Ias cir­ cunstancias concomitantes en Ias que algo su­ cede. Entre ellas se cuentan especialmente los condiciones espirituales y físicas y Ias manifestaciones de Ias mismas, por ejemplo, el go­ zo (Flp 2, 29), el temor y temblor (2 Cor 7, 15) o (clamor y) lágrimas (Heb 5, 7; 12, 17), pero también otras manifestaciones concomi­ tantes como Ias persecuciones (Mc 10, 30), el rnmulto (Hech 24, 18) o el tanido de la trom­ peta (Mt 24, 31), e incluso pertrechos como lintemas y armas (Jn 18, 3). b) En el NT pexá con acusativo tiene, a lo sumo, sentido local en Heb 9, 3 (cf. BlaB-Debrunner § 226). En todos los demás pasajes, pExá tiene sentido temporal y designa una de dos; o el momento después dei cual algo su­ cede, o bien el tiempo que trascurre desde un determinado momento hasta que algo sucede, pexá aparece frecuentísimamente (33 veces) en el primero de estos dos sentidos temporales, en la frase psxà xaüxa (xoüxo), después, pero que se limita a Lucas/Hechos, Juan, He­ breos y Apocalipsis. Con bastante frecuencia se asocia también con pexá el infinitivo sustantivado (siempre en aoristo); Mc 1,14, «des­ pués de que Juan había sido encarcelado». El

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tAexa - [iexaiQCü

segundo sentido temporal aparece en la frase: «después de tres dias» (Mt 27, 63; Mc 8, 31; 10, 34; Lc 2, 46). 3. La idea de estar «con Cristo» la formula Pablo (cf. Col 2, 13.20; 3, 3.4) con oúv (a diferencia de Lc 23, 43; Jn 15, 27; 17, 24); por el contrario, el hecho de que Cristo y Dios estén con los hombres, lo formula él -como los demás autores dei N T - con pExá. El deseo de la ayuda y asistencia divina forma par­ te habitualmente de Ias fórmulas finales de bendición en todo el Corpus paulino y en Hebreos (cf. 1 Jn 1, 3; 2 Jn 3); el uso paulino de pexá se corresponde con Ias fórmulas dei AT que expresan la presencia de Yahvé con su pueblo (cf. 3 Re 8, 57; Sal 22, 4 LXX). El Evangelio de Mateo se halla marcado tanto al principio (1, 23; cf. Is 7, 14 ó 8, 8.10 LXX) como al fin (28, 20), es decir, en toda su extensión, por una promesa de Dios o de Cristo expresada con [xetó (cf. Is 41, 10; Zac 8, 23). Según Lucas/Hechos, la asistencia es­ pecial de Dios (cf. Gén 28,15; Ex 3,12; Jer 1, 8.17.19) la experimentan Jesús (Hech 10, 38), Juan (Lc 1, 66), Maria (1, 28), Pablo (y Bernabé) (Hech 18, 10; 14, 27; 15, 4) y otros (7, 9; 11.21). El Evangelio de Juan acentua que Dios está con Jesús, y que Jesús está con sus discipulos (3, 2; 8, 29; 13, 33; 14, 9.16; 16, 4.32; 17, 12). Ap 21, 3 describe -jy lo hace tres veces con ^ exó!—la futura comunión de vida de Dios con los hombres. W. Radl ^.E T aP aívú) m etabainõ ir a otro lugar, marcharse, pasar de... a, trasladarse* En el NT el verbo aparece 12 veces, casi siempre en sentido propio marchar de un lu­ gar (a otro): Mt 8, 34 (àjtó); 11, 1; 12, 9; 15, 29; Hech 18, 7 (èxEifrev); en Mt 17, 20 dicese en sentido metafórico de una montana (p e tá p a ÊvfrE èxEi [«\trasládate de aqui has­ ta allá!»], x a l ^xexapf|aExaL); Lc 10, 7 (è^... EÍç: «jno andéis de casa en casa!»); Jn 7, 3 (èvxe'0'&Ev); 13, 1 (èx t o ú xóojxon xonron 31QÒÇ xòv itaxÉQa); en sentido figurado en Jn

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5, 24; 1 Jn 3, 14 pasar (en ambos casos: èx eíç xf|v Çcofiv). ThWNT I, 521.

XOÓ3 fraváron

JlE ta P á X X o fia i metaballomai volverse, cambiar de parecer* Hech 28, 6: paxaPa)ió[XEVoi eXeyov, «cambiaron (de repente) de parecer y dijeron». flETáyw metagõ dirigir en otra dirección; en voz pasiva, cambiar el rumbo* En Sant 3, 3 dicese dei freno (como de un pequeno instrumento en el hocico de los caballos), que dirige a todo el animal; en 3, 4 di­ cese dei ümón (que es muy pequeno en comparación con toda la nave); en ambos casos, como imagen de lo mucho que puede hacer la lengua. ^ £ T a ô íô (0 ^ l metadidõmi compartir, co­ municar, entregar* En el NT el verbo aparece 5 veces: entregar en Lc 3, 11 (a saber, una de Ias dos prendas de ropa interior); Ef 4, 28 (a saber, algo de los bienes que se han ganado); comunicar, Rom 1, 11; 1 Tes 2, 8; en sentido absoluto: ó pexaôiôoúç, «el que comparte (con otros)», Rom 12, 8. flEtá^EO lÇ , ECOÇ, 1^ metathesis trasformación, cambio, traslado, arrobamiento* Heb 7, 12: vópon pExáflEaiç, «cambio de la ley»; 12, 27: xrôv oaX.EUopévcov jXExáfreaiç Cüç KEttOiTjpÉvcüv, «la trasformación de Ias cosas que pueden ser sacudidas, como Ias cosas creadas» (cf. v. 26, cita de Ag 2, 6 LXX); en Heb 11, 5 dicese dei arrobamiento de Henoc (cf. Gén 5, 25; Eclo 44, 16; Sab 4, 10, en todos los casos con p,Exaxífrr][xi [en hebreo, lãqah]}. ThWNT VIII, 162s. fAETaÍQO) metairõ irse, marcharse* Mt 13, 53: pExfjQEV IxEifrcv; 19, 1: àitò xf)5 TaXiAaíaç, en ambos casos dicese de Je­ sús.

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H£xaxaA.Éo[iai - imanoeqpóco

f i e t a x a ^ É o j i a i m e ta k a le o m a i hacer 11a-

mar o mandar llamar / hacer venir* En el NT el verbo aparece sólo en voz me­ dia y únicamente en Hechos: 7, 14: laxcóP; 10, 32: Eífioova; 20, 17: toxiç JtQEoPvTéQonç; 24, 25: oé (refiriéndose a Pablo). jl E ta x i V E tO m e ta k in e õ m over dei lugar,

alejar* En pasiva en Col 1, 23: TeO-ep.eX.icopévoi... âÔQaíoi... |xf) (iexaxivoiJUEVOi, «firmemente establecidos... sin d e ja r qu e o s apa rten » ; se­ ria también posible considerar el verbo en voz media: «sin a p a rta ra s» . ThWNT III, 719. ^ e t a ^ a ^ P á v o ) m e ta la m b a n õ recibir par-

ticipación, ser hecho partícipe, obtener* El verbo aparece 7 veces en el NT; con acusativo únicamente en Hech 24, 25: xaiQÒv [iETaX,aPcóv, « si en cu en tro una ocasión opor­ tuna / a su debido tiempo»; en los demás ca­ sos, con genitivo: [tExaX,a[iPávco xpocpfjç, « to m a r alimento», Hech 2, 46; 27, 33.34; xcõv xaQJtíõv pEXaÀ,ap,pávEiv, « re cib ir su p a rtic ip a c ió n en los frutos», 2 Tim 2, 6; s e r h ech o p a r tíc ip e , Heb 6, 7 (eú^i.oYÍaç); 12, 10 (xfjç áyiÓTTixoç). ThWNT IV, 11. m e ta lê m p s is participación, aceptación, recepción* En 1 Tim 4, 3 dícese de los manjares que Dios (en contra de los preceptos tradicionales sobre Ias comidas) ha creado «para que se acep ten / para que se disfru ten con gratitud» ( e Í ç p,ExáX'q|xx|)iv pExà Enxccgioxíaç). ThWNT IV, II. ^ E x á X tm i|H Ç , E fo ç,

j i E t a ^ X á a a t o m e ta lla s õ cambiar, trocar* Rom 1, 25: p e x r |^ X a |a v xt]v à )c r|^ E ia v ... £V xm tjjÊtJÔEL, « e llo s (los paganos) ca m biaron la verdad de Dios por la mentira» (cf. fíÀ ,X a|av, V. 2 3 ); 1, 26: pEXT]XX,a|av x q v cpuOLMTiv XQfjoiv E iç..., «ca m b ia ro n la función

natural por la que es contra la naturaleza» (ELç/èv corresponde al hebreo b ”, cf. la LXX);

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cf. también TestNef 3, 4. ThWNT I, 259s; Spicq, N o te s II, 553s; à k X á a a ü ). ^ £ T a ^ é X o ^ a l m e ta m e lo m a i sentir arre-

pentimiento, arrepentirse* En el NT, pExapÉXopai aparece 6 veces como deponente pasivo y expresa -en comparación con pExavoéü)- un cambio, no tanto en la conciencia cuanto en los propios sentimientos acerca de una cosa o de una acción (cf. ThWNT IV, 630); Mt 21, 29: í Soxeqov ôè p.axapEJcqO-EÍç, «pero después sin tió arrepen tim ien to / sin tió p e s a r » (cf. también el v. 30 v.l.); algo parecido se dice en 27, 3 de Judas; 21, 32: pEXEpEXfi^EXE noxEQOV, « a rre p en tir­ se / se n tir rem ordim ien tos después (de la an­ terior incredulidad); en 2 Cor 7, 8a.b, el pre­ sente junto al imperfecto: «no m e p esa ...', aunque (antes) m e p e sa b a » ; Heb 7, 21: «El Senor ha jurado y no se a rre p e n tirá » (cita dei Sal 109, 4 LXX). ThWNT IV, 630-633; DTNT I, 333s. (leTa^OQCpÓQ) m e ta m o r p h o õ trasform ar, trasfigurar* 1. Aparición - 2. Significados de Ia palabra - 3. Encuadramiento teológico. B ib l: J. Behm, pETapoQqtóto, en ThWNT IV, 762767; R. Hermann, Ü ber d en Sin n d es MoQcpoõaúai XpioTÒv èv np.iv in Gal. 4, 19'. ThLZ 80 (1955) 713726; E. Larsson, C hristus ais Vorbild, Uppsala 1962, 179-182; J. M. Nützel, D ie V erklãrungsgeschichte im M a rkusevangelium , Würzburg 1973 (en Ias pp. 317324, más bibUogralia); K. Prümm, D ia ko n ia P neum atos I. Theol. A u sleg u n g d es 2Kor, Roma 1967, 179182.

1. En el NT el verbo liExaftOQqjócü se emplea en cuatro pasajes: Mc 9, 2 par. Mt 17, 2; Rom 12, 2; 2 Cor 3, 18. En todos los pasajes el verbo se halla en voz pasiva: p,Exa(XOQqióopat. 2. El significado básico de [xexa[ioQqpó(o es: cambiar la piO0qif|. a) Una trasfiguración visible extemamente se describe en Mc 9, 2 par. Mt 17, 2. No se piensa en una trasformación de la esencia de

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HETanoQcpoo) - HEtavoia

Jesús; la verdadera esencia de Jesús se hace visible en la Trasfiguración a tres discípulos escogidos. El uso de la voz pasiva indica que se trata de una acción de Dios. b) Como lo opuesto a una acomodación (-^ oncxTipaTÍ^tü) a este mundo (-+ aimv 4.c), Rom 12, 2 exige un cambio mediante la renovación de la mente. La finalidad dei cambio es que el cristiano se comprometa consciente­ mente (->- ôoxipáÇoo) a cumplir la voluntad de Dios, a hacer lo bueno, lo noble y lo perfecto. La voz pasiva indica que Pablo no piensa en algo que la persona logre por sí misma, sino en la fuerza divina de persuasión que trasforma la mente humana. Claro que el im­ perativo p,ExapoQqpO'0a'&e exige la prontitud y la cooperación por parte dei hombre. Como Pablo dirige su exigencia a cristianos, no puede referirse a una reorientación singular en la vida (por ejemplo, con motivo de la aceptación de la fe y de su sello en el bautismo); Pa­ blo piensa evidentemente en otro cambio per­ manente y progresivo dei ser interno de la persona. En este pasaje se ve claramente que la trasformación interior tiene que hacer sen­ tir también sus efectos al exterior. c) La fuerza trasformadora dei xÚQioç o dei JtV8Üp,a se halla expresada claramente en 2 Cor 3, 18. La finalidad de su acción es la trasformación en la imagen (->• e Ixóiv 7 . c) de la gloria dei Cristo exaltado. La «contemplación sin velos» de la gloria (->■ ô ó^a 4) dei Senor «en el espejo» (->• xaxojtTQÍÇopai), que es Dios mismo (cf. H. Lietzmann, An die Korinther / /// [HNT], sub loco), conduce a que uno se baga semejante a lo contemplado. La adición de Ias palabras «de gloria en glo­ ria» indica que se trata de un proceso progre­ sivo. Y, así, la idea puede ser que se da un crecimiento de la ô ó ^a en los cristianos (ApBar [sir]) o bien que se produce un constante fluir de la ôó^a dei Senor sobre los cristianos, que precisamente se van trasformando así en la imagen de su Senor. 3. Así que p.eTap,OQq)ó(0 describe: a) una revelación de la gloria dei Jesús te­ rreno, obrada por Dios, y con ello, un progre-

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so —producido también graciosamente por D ios- en el conocimiento de los discípulos acerca de Jesús (y, mediante la narración, en el conocimiento que adquiere el lector), b) la trasformación progresiva que se pro­ duce en el cristiano por medio dei conoci­ miento (hecho posible por la fe) de la gloria dei Senor exaltado. El Conocido marca su impronta sobre el que conoce. El conocimiento hace que los cristianos se vayan haciendo semejantes a la imagen de Jesucristo, y los con­ duce así a la entrega -libre y convencida- a la voluntad de Dios. J. M. Nützel fiEXavoéo) metanoeõ volverse, cambiar de actitud, hacer penitencia ->■ (iExávoia. fAETavoia, a ç , iq metanoia cambio de vi­ da, conversión, penitencia* pexavoÉO) metanoeõ volverse, cambiar de actitud, hacer penitencia* 1. Aparición en el NT - 2. Significación de Ias pala­ bras (fiiera dei NT) - 3. Juan el Bautista - 4. Jesús - 5. Fuente de logia (Q) - 6. Marcos - 7. Mateo - 8. Lucas/Hechos - 9. Literatura epistolar - 10. Apocalipsis. B ib t : P. Aubin, L e p ro b lèm e de la «conversion», Paris 1963; J. Becker, Bajie IV {NT), en TRE VB, 446451; J. Behm, M eta n o ia - E in G ru n d b eg riff d e r ntl. V erkündigung: DTh 7 (1940) 75-86; J. Behm-E. Würthwein, petavoéco •nrX., en ThWNT IV, 9721004; H. Braun, « U m kehr» in sp ã tjü d .-h ü r e tis c h e r u n d frü h ch ristl. Sichr. ZThK 50 (1953) 243-258; C. E. Carlston, E schatology an d R ep en ta n ce in the E pistle to the H ebrew s: JBL 79 (1959) 296-302; E. K. Dietrich, D ie U m kehr (B ekehrung u n d Bufie) im A T und im Judentum , Stuttgart 1936; A. H. Dirksen, The N T C oncept o f M etanoia, tesis, Washington 1932; J. DuponL R ep e n tir e t conversion d ’a p rès les A ctes de A pôtres: ScEc 12 (1960) 137-173; H. Emonds-B. Poschmann, Buj^e, en RAC II, 802-814; H.-J. Fabry, D ie W urzel SU B in d e r Q um ran-Lit., Kõln-Bonn 1975; Id., U m kehr u n d M eta n o ia a is m onastisches Id e a l in d er «M õnchsgem einde» von Qum ran: EuA53 (1977) 163180; A. Feuillet, M e ta n o ia , en SM FV, 578-589; I. Fichtner-K. H. Rengstorf-G. Friedtich, B ekehrung, en RGG I, 976-980; P. Fiedler, J e s u s u n d d ie S ü n d er, Frankfurt a. M.-Bem 1976; G. Fohrer, U m keh r un d E rlô su n g beim P o p h eten H o sea , en S tu d ien z u r atl. P rophetie, Berlin 1967, 222-241; H. A. Frei, M etanoia

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HETOvoia

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ZAW 73 (1961) 171-186.

1. ( jE T Ó v o ia y (iE x a v o É c o aparecen princi­ palmente en los Evangelios sinópticos (Mar­ cos 1 y 2 veces respectivamente; Mateo 2 y 5 veces), especialmente en Lucas (5 y 9 veces; además, en Hechos 6 y 5 veces). En la litera­ tura epistolar, los términos aparecen raras ve­ ces (Pablo 3 y 1 veces respectivamente [+ 1 vez àfAEtavÓTiToç]; en los demás escritos en­ contramos unicamente f r e T Ó v o ta : Pastorales 1 vez; Hebreos 3 veces; 2 Pedro 1 vez), y en Juan el término no aparece en absoluto. El verbo p ,E T a v o é (o se encuentra frecuentemente en el ApocaHpsis (11 veces). 2. En griego la nota semântica decisiva de (XExávoia o de pExavoéoi es el cambio de actitud (tanto para el bien como para el mal). En el caso de un cambio moral, los términos se refieren a un caso concreto, no a un amplio cambio de actitud que afecte a toda la exis­ tência (cf. ThWNT rv, 972-976). De impor­ tância decisiva para la comprensión neotestamentaria de los términos es el concepto de süb en el AT («volverse» en el sentido de apartarse de Ias cosas presentes y retomar al punto de partida; cf. Holladay 53). Desde luego, la LXX traduce casi generalmente süb por èjtL-(ájto-)axpéq3co(-opai), y utiliza [xexavóü) como equivalente dei verbo niham («sentir pesar de algo»). Tan sólo en la literatura sapiencial (cf. Eclo 44, 16; Sab 11, 23; 12, 10.19) aparecen por vez primera ejemplos en los que pExavoéco es equiva­ lente de süb (Eclo 48, 15) o sinônimo de èraoTQéq)(i) (cf. Eclo 17, 24s.29). Este uso queda con­ firmado por los escritos judios helenísticos y por Ias posteriores traducciones griegas dei AT (especiaknente la de Sínunaco; ThWNT IV, 985-991).

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(lexavoia

Süb adquiere un significado religioso espe­ cial en la profecia. Su finalidad es el «retomo a la relación original con Yahvé» (Wolff, Umkehr, 134), en el que no hay que excluir la idea de un «comienzo completamente nuevo» (Fohrer, 225 nota 7). Especialmente en Amós, Oseas e Isaías, el retorno está orientado en sentido estrictamente personal (conversión a Yahvé) y constituye un acto que afecta a la totalidad de la existência. En Jeremias y luego especialmente en Ezequiel hay un desplazamiento y aparece en primer plano la idea de apartarse de los pecados (individuales). En el judaísmo antiguo la conversión se entiende principalmente como un retorno a la ley y se valora quizás como requisito prévio para la salvación. Sin embargo, ni esto ni la orientación más intensamente individualista, y en parte también casuística, de la idea de la conversión, autorizan para hacerla sospechosa de legalismo (M. Limbeck, Die Ordnung des Heils, Düsseldorf 1971; Fiedler); más bien hay que tener en cuenta la orientación parenética. Por lo demás, el judaísmo antiguo sabe -a l menos en principio- que tanto la ley como la conversión a Dios son dones de la grada (Sab 11, 23; 12, 10.19; OrMan 8; Las Dieciocho Bendiciones 5). - La idea de la conversión adquiere especial importância en la secta de Qumrán, la cual se designa a sí misma como <dos convertidos de Israel» (cf., a propósito, Fabry).

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inmediata proximidad (Mt 3, 10 par.) dei juicio de la ira, que para Juan parece ser lo úni­ co seguro (Mt 3, 7b par.) y que disipa todas las ilusiones enganosas de Israel que quiere aferrarse a las promesas de salvación que se le habían hecho hasta entonces (Mt 3, 9 par.). La conclusión de Juan es la siguiente: «[Por tanto, dad fruto digno de arrepentimientol» (Mt 3, 8 par.). En todo ello dificilmente dependerá de la situación precaria de las fuentes el hecho de que el «fruto dei arrepentimiento» no se concrete en el cumplimiento más riguroso de los preceptos de la Torá (Lc 3, 10-14 es secundário: P. Hofftnann, Studien zur Theologie der Logienquelle, Münster i. W. 1972; contra Sahlin), porque también la pretensión de que la Torá es medio de salvación caerá análogamente bajo el veredicto de Mt 3, 9. Co­ rrespondería más bien al carácter de principio el identificar el fruto de arrepentimiento con el bautismo de agua de Juan, que se contrapone al bautismo de fuego (= juicio) de Aquel «que viene» (Mt 3, 11 par.; a propósito: Hoffmarm, Studien zur Theologie der Logienquelle, 18-25, 28-31: cf. Becker, Johannes der Taufer und Jesus von Nazareth, 34-37).

Según esto, la conversión significa un reconocimiento radical de Dios, quien con razón se halla encolerizado con Israel, o una confesión radical de hallarse perdidos en el pecado, una perdición que es tan completa, que apare­ ce como inútil el recurso a los médios de sal­ vación de que se había dispuesto hasta enton­ ces. La conversión se concreta en el «bautis3. Juan el Bautista. De los ocho pasajes de mo de arrepentimiento» (Mc 1, 4 par. Lc 3, los Sinópticos en los que aparece el término 3), el cual, al renunciar precisamente a toda qexávoia, cinco se refíeren a Juan (aparece, seguridad relativa a la salvación, deja abierta además, una vez p,exavoécü en Mt 3, 2), de una última oportunidad de salvación. Pero cuya predicación es constitutivo el concepto aun los encubiertos enunciados de salvación dei arrepentimiento. Podría estar reflejado (Mc 3, 10b. 12c par.) no se traducen en positi­ material autêntico en Mt 3, 7-12 (Q) (J. Becvas promesas de salvación. ker, Johannes der Taufer und Jesus von Nazü4. Jesús. Si prescindimos de los pasajes reth, Neukirchen-Vluyn 1972, 109 nota 21; que probablemente se deben a la redacción luMerklein, Die Gottesherrschaft ais Handcana (Lc 5, 32; 15,7.10; ^16, 30?; ^17, 3?; 24, lungsprinzip, 142s). La conversión es ante todo un apartarse de 27; cf. además: Mc 6. 12; Mt 11, 20; ^ 6.7), los pecados (Mc 1, 4s). El carácter que por queda asombrosamente muy poco material que nos hable de una predicación de Jesús exprincipio tiene la conversión, y que constituye una exigencia para todo Israel, se deriva de la hortando al arrepentimiento. Es dudoso que el

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(leravoia

anuncio de la basileia y la exigencia de arrepentimiento en Mc 1, 15 sean autênticos (cf., a modo de contraste, Q: Lc 10, 9 par.). A lo sumo podrían atribuirse a Jesús Lc 10, 13; 11, 32 par. y especialmente Lc 12, 3.5 (pero cf., no obstante, Limbeck, 36s). En todo caso, el concepto de [texavoia no es típico de Jesús, como lo fue dei Bautista (cf. Trilling, 188). Si partimos de los pasajes mencionados en último lugar, entonces se deduce lo siguiente; Jesús, lo mismo que Juan, exige arrepentimiento, y lo exige de todos sin excepción; el que no se convierta, está atrayendo sobre sí el juicio (Lc 13, 3.5), un juicio que Jesús no pro­ clama ya apodícticamente, sino de manera condicionada (Merklein, Die Gottesherrschaft ais Handlungsprinzip, 146-149). El »repentimiento exige positivamente que uno se confie a Ias palabras y a Ias acciones de Je­ sús (Lc 10, 13; 11, 32 par.). Por tanto, el arrepentimiento hay que contemplarlo en el con­ texto de la proclamación de la basileia. Si en Juan el arrepentimiento no era ya un retomo a lo anterior (a no ser un retomo a Yahvé, quien quiere ser tomado en serio -e n cuanto a su fu­ tura actividad de juzgar- por la persona que se arrepiente), vemos que el arrepentimiento en Jesús significa: vivir de la salvación apor­ tada por el reino de Dios, una salvación anun­ ciada ya y que se encuentra ahora presente, y que suprime todo el pasado de culpabilidad. Con ello la idea de que Dios concede el arre­ pentimiento (->• 2), no sólo es llevada hasta el extremo, sino que además es superada en la medida en que el arrepentimiento es ahora consecuencia de haberse recibido antes el perdón (Merklein, Die Gottesherrschaft ais Handlungsprinzip, 204s). También por este motivo el concepto tradicional dei arrepentimiento, que antes tuvo un contenido semânti­ co en buena parte distinto, habría desempena en Jesús un papel tan escaso.

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con Jesús (Hoffmann, Studien, 28-33). Por tcmto, el arrepentimiento no es sólo apartarse de lo anterior (como lo era en la predicación dei Bautista) sino también reconocer el mensaje y la misión de Jesús (A. Polag, Die Christologie der Logienquelle, NeukirchenVluyn 1977, 74 y 90), quien, como el Hijo dei hombre que viene, sanciona la proclamación de Q (de la basileia renovada). Y Q, puesto que con este mensaje encuentra evidentemen­ te rechazo en Israel, refuerza la predicación dei juicio. En este contexto se integran Ias sentencias de Lc 10, 13 par. Mt 11, 21 y Lc 11, 32 par. Mt 12, 41 (cf. a propósito; D. Lührmann, Die Redaktion dei Logienquelle, Neukirchen-Vluyn 1969, 37-40, 63s). 6. Mc 1, 15 exige el arrepentimiento como respuesta al anuncio dei reino de Dios, y refleja así objetivamente la peculiaridad estractural de la idea dei arrepentimiento en la pre­ dicación de Jesús. Es nueva la vinculación con la fe en el evangelio. El arrepentimiento adquiere así el sentido de conversión (cf. Mc 6, 12, redaccional) como inicio dei acto de volverse hacia la fe cristiana. En consonância con esto. Marcos elimina de la predicación de arrepentimiento dei «Precursor» Juan la idea dei juicio: el «bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados», en Mc 1,4, se entiende así primariamente como preparación y purificación para el subsiguiente mensaje de Jesús acerca de la salvación.

7. Según Mt 3, 11 (redaccional), el bautis­ mo de agua de Juan se orienta expresamente hacia el arrepentimiento; sin embargo, no tiene el poder de perdonar pecados (a diferencia de Mc 1, 4), un poder que Mateo atribuye a la muerte de Jesús (26,28). Por lo demás, Mateo hace que la figura dei Precursor se acerque aún más a la de Jesús; ambos hacen su aparición en público con el mismo llamamiento (3, 5. luãfuente de «logia» (Q) recoge la pre- 2; 4, 17). Las divergências con respecto a Mc (ücación dei Bautista acerca dei juicio y dei 1, 15 hacen sospechar que a Mateo le interesa más intensamente la actividad responsable arrepentimiento (Lc 3, 8 par. Mt 3, 8); pero (motivada escatológicamente) dei hombre (G. adquiere un acento distinto en la medida en Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõttinque «Aquel que ha de venir» es identificado

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(iExavoia

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sús llame al arrepentimiento a publicanos y pecadores (Pesch 49: «personas caídas moral­ mente») (Lc 5, 32 a diferencia de Marcos; 15, 7 a diferencia de Q [cf. Merklein, Die Gottesherrschaft ais Handlungsprinzip, 186-188]); éstos, desde luego, no son más que ejemplos de la pecarainosidad universal (Lc 13, 3.5). Por eso, en oposición al axioma rabínico «Si así a los pecadores, cuánto más a los juestos» (cf. Sjõberg, 66s y passim), Lucas aprecia 8. Es característica de la comprensión lu- mucho más al pecador que se arrepiente que al justo que no tiene necesidad de penitencia cana dei arrepentimiento la vinculación dei (Lc 15, 7; cf. V. 10). mismo con el perdón de los pecados (Hech 2, Conviene tener en cuenta la integración de 38; 3, 19; 5, 31; 8, 22; 26, 18.20; cf. Lc 3, 3; la comprensión ética de Lucas dentro de su 24, 47) o con el bautismo y la recepción (dei perspectiva histórico-salvífica; es preciso Espíritu) de la salvación (Hech 2, 38; 11, 18). apartarse de la vida pecadora a fin de lograr el La relación se define así: el arrepentimiento es perdón de los pecados y la salvación que ha condición para el perdón, y éste es -a su vez- re­ llegado con Jesús (Lc 4, 16-21; 5, 23; 7 ,47s). quisito prévio para recibir la salvación (Hech 2, Hay que relacionar también con ello el «bau­ 38; 3, 19; cf. 8, 22). Esto, así como la eventual tismo de arrepentimiento [proclamado por complementación dei verbo con el uso de -*• Juan] para el perdón de los pecados» (Lc 3, ejtiaTQéqpü) (Hech 3, 19; 26, 20; cf. Lc 17, 4), muestra que Lucas concibe de manera más dife­ 3), un bautismo al que Juan dificilmente atri­ buirá poder independiente para borrar los renciada el arrepentimiento (H. Conzelmann, El centro dei tiempo, Madrid 1974, 146-148, 317pecados (cf. Hech 13, 24; 19, 4; H. Schür319); seguramente no sin dejarse influir por el mann, Das Lukasevangelium 1 [HThK], uso linguístico griego, él entiende el arrepenti­ 159s). Quien - a la vista de la salvación que se miento como el cambio de actitud que conduce a ha manifestado en Jesús- no se arrepienta, inla conversión, un cambio que, desde luego, ha de currirá en el juicio (Lc 10, 13; 11, 32). ir seguido por los hechos (Hech 26, 20; cf. Lc 3, Claro que de la pasión y la resurrección dei 7). Sin embargo, Lucas sigue siendo fiel a la herencia bíblica tradicional, por cuanto considera el Mesías se deriva, para el tiempo de la Iglesia, arrepentimiento como un acto que se realiza una una nueva posibilidad de cirrepentimiento pa­ sola vez (la única excepción es el empleo antro­ ra el perdón de los pecados, una nueva posibipológico en Lc 17, 3s). Considerada en conjunto, la idea lucana acerca dei arrepentimiento tiene in­ üdad que ahora -comenzando por Jerusaléntensos matices éticos (Michiels, 76), pero no se hay que proclamar a todos los pueblos (Lc 24, 47; cf. Hech 5, 31). En consonância con ello, ha perdido dei todo la orientación escatológica (Hech 3, 19; 17, 30s). la predicación apostóhca dei arrepentimiento se dirige primeramente a Israel (Hech 2, 38; 3, 19) y luego —avivada por la idea de que Por el estrechamiento dei concepto, Lucas Dios mismo da a los gentiles la oportunidad no puede recoger el llamamiento de Jesús al para el arrepentimiento (así es como debe inarrepentimiento, en Mc 1, 15 (de manera seterpretarse la formulación tradicional de Hech mejante en 6, 12), como una exigencia global 11, 18 [cf. 5, 31] según la comprensión luca­ dirigida al hombre. El colorido ético aparece en el plural redaccional «frutos de arrepenti­ n a)- la predicación se dirige también a los gentiles (cf. Hech 17, 30; 20, 21; 26, 20). El miento» (Lc 3 ,8 a diferencia de Q), los cuales aspecto histórico-salvífico aparece con espe­ se concretan luego en la predicación dei Baucial claridad en Hechos (cf., a propósito, tista sobre los deberes dei estado de cada uno Wilckens): El arrepentimiento es negativa(Lc 3, 10-14), así como en el hecho de que Je­

gen ^1971, 226-228). En este sentido habría que entender también la exigencia de dar fru­ to digno de arrepentimiento (Mt 3, 8) -dirigi­ da ahora a los fariseos y los saduceos-. La falta de arrepentimiento se manifiesta en la exigencia farisaica (!) que quiere ver senales, Mt 12, 38-42 (v. 41), y en el rechazo de los milagros de Jesus como actos mesiánicos (Mt 11, 20 [redaccional].21; cf. 11, 2.19).

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(xeravoia

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dades de Dios (para perdonar). Más bien, bro­ ta de la experiencia pastoral dei autor o se ha­ lla al servido de la parénesis (cf. 6, 9-12). Heb 12, 17 se encuentra clarísimamente en un contexto parenético, donde se hace frente a la postura de tomar a la ligera la gracia de Dios (v. 15) y se advierte seriamente contra la posibilidad de un irreversible jdemasiado tarde!: Esaú no halló posibilidad (rónoç) de arrepen­ timiento (es decir, de hacer que volviera atrás el pasado), aunque lo intentó con lágrimas. d) En 2 Pe 3, 9, como en Rom 2, 4, apare­ 9. a) Pablo: Siguiendo la tradición judia ce el motivo de la paciência dei Senor, que (cf. Sab 11, 23), Rom 2, 4 ensena que la bonquiere conducir a la pEtóvoia. Se piensa asi dad y la paciência de Dios quieren conducir al primeramente en la conversión de los burloarrependimiento. Inversamente, el corazón no nes (3, 3s), y luego también -en sentido gene­ dispuesto a arrepentirse (àfietavÓTiTOç xapral—en llevar a la práctica la requerida conôía) atrae sobre sí la ira de Dios (2, 5). En 2 ducta de piedad (3, lls.l4 s). Cor 7, 9.10; 12, 21 se halla el sentido atenua­ do de penitencia o cambio de actitud. La rara 10. En el Apocalipsis pExavoéa) forma aparición dei concepto de «arrepentimiento» parte dei inventario fijo de los conceptos que en Pablo se explica por el hecho de que la reaparecen en Ias misivas a Ias siete comunida­ alidad significada se encuentra expresada ya des, por cuanto se hace ver a dichas comuni­ en el concepto de ->■ jilotiç. dades la amenaza de incurrir en juicio (2, 5 b) En 2 Tim 2, 25 [iExávoia significa el re­ [bis].16.21.22; 3, 3.19). La llamada al arre­ tomo (de los falsos maestros) a la recta docpentimiento parece ser parte de una estereoti­ trina y práctica. Para la comprensión de la expada paráclesis que exhorta a la penitencia (U. presión judia tradicional «Dios concede el B. Müller, Prophetie und Predigt im NT, Güarrepentimiento» (cf. Sab 12, 10.19; Sib IV, tersloh 1975, 57-92). El concepto no significa 168s) 8, a propósito de Hech 5, 31; 11, 18 aqui la conversión -como, por lo demás, sig­ (cf. Polic 11, 4). nifica predominantemente en el NT-, sino el c) En Heb 6, 1 el «apartarse de Ias obras retomo de los cristianos a su manera original muertas» (= Ias obras que conducen a la de obrar (2, 4s; cf. 3, 15s; sobre la conexión muerte; cf. Did 5) constituye jimtamente con con Eçya, cf. también 2, 22s; 3, 2s; 9, 20; 16, la fe en Dios (cf. Lührmann, Henoch) el fun­ 11), una manera que corresponde a Ias ensedamento de la existência cristiana. Heb 6, 6 nanzas recibidas y que debe conservarse (3, 3; considera imposible que una persona que se cf. 2, 10.25; 3, 8.10s). Se censura concreta­ ha convertido y que luego ha apostatado puemente la tolerância de algunas comunidades da «renovarse otra vez para arrepentimiento» con los nicolaítas (2, 14-16.20) y sus adeptos, (6, 1; cf. Herm [s] 9, 26, 6; [m] 4, 3, 1). Sin a quienes se concede todavia - a pesar de to­ embargo, esta declaración que tuvo graves do-una posibilidad de arrepentimiento (2, 21consecuencias para la historia de la penitencia 23). Resalta sobre todo la referencia eclesio(Montanismo, Novacianismo; cf. Poschmann) lógica, que no cuenta ya con la posibilidad de y que toma radicalmente en serio el carácter que fuera de Ias iglesias haya arrepentimiento escatológicamente definitivo de la salvación y (9, 20.21; 16, 9.11). El arrepentimiento debe el carácter de don gracioso que tiene el arre­ entenderse como la última y única posibili­ pentimiento, dificilmente podrá entenderse dad, que debe realizarse en seguida (cf. 2, como un decreto dogmático sobre Ias posibili5.16; 3, 3b), antes dei fin inminente. En con-

mente un apartarse de la ignorância (ÒLYVoia) que se ha tenido hasta entonces, y que se rea­ liza en virtud de la acción confmnadora de Dios obrada en Jesiís (Hech 3, 17.19; 17, 23.30); y positivamente es un volverse hacia Dios, algo que se concreta en la fe en Jesús el Senor (Hech 20, 21; 26, 18.20; cf. 19, 4). Una conexión singularísima dei aspecto éti­ co y dei aspecto histórico-salvífico se ve en Lc 16, 30s, con tal que podamos ver en todo ello una alusión a la resurrección de Jesús.

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[XETÓvoia - (xeTaoxTiixaxíÇü)

sonancia con esto, la amenaza de juicio en Ias misivas es sólo una amenaza condicional (2, 5b. 16.22; 3, 3) y desemboca siempre en una promesa de salvación (cf. Ias denominadas sentencias sobre «el que supera»). H. Merklein f lE ta lt) metaxy (adv.) en medio de, en el intervalo, entre, a continuación* En el NT el término aparece 9 veces. Como advérbio (en sentido temporal) aparece única­ mente en Jn 4, 31 (èv xcp p e ta lú , entretanto /mientras tanto); Hech 13, 42 ( e iç t ò p E x a ^ u oáppaxov, «al siguiente sábado»; cf. también Bem 13, 5). En todas Ias demás ocasio­ nes se usa como preposición impropia; Mt 18, 15 (irexa^ò oon x al an to n póvou, «entre tú y él solos / a solas»); Hech 15, 9 (pexa^n f |p õ )V XE >tal aüxtõv, «entre nosotros y ellos»); Rom 2, 15 (pexa^i) à?i,Àr|Xtüv, «entre sí / mutuamente»); en los demás casos, en sentido espacial: Mt 23, 35; Lc 11, 51; 16, 26; Hech 12, 6. |l£T0t7lC^.7tO^.ai metapempomai m andar llamar, hacer venir* En el NT el verbo aparece 9 veces, única­ mente en voz media y en voz pasiva, y todas Ias veces en Hechos; 10, 5, hacer venir; cf. 10, 22.29a (en voz pasiva psxaJtepcpO-EÍç, cuando fu i llamado); 10, 29b ( x ív l "kóyta pEXEJtéptliaadÉ pe;, «i,por qué causa me hicisteis venir!»); 11, 13; 20, 1; 24, 24.26; 25, 3 (ÔJtcüç pExaJtéptjJTixaL aõxòv eÍç T e ç o n o a -

X,f]p, «para que le hiciera venir a Jemsalén»). ^eTaOFTQétpO) metastrephõ volverse, cam­ biar, convertirse* Hech 2, 20 (ó "qX-ioç pExa0TQacpT|OExai eiç oxóxoç x a l q OEX,r|vq eiç aíp a, cf, J1 3, 4; en los demás casos dícese de lo que se convierte en lo contrario; Sal 77, 44 LXX; Eclo 11, 31; Sant 4, 9 v.l. «la risa en lamento»); en Gál 1, 7 el objeto es xò EuayYÉ^tov xoD X qiotoü , «convertir en lo contrario (= pervertir) el evangelio de Cristo». ThWNT VII, 729.

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|u.£Taox‘nfi0tTÍÇa) metaschematizõ trasformar* Bibl.: J. Kürzinger, 2u[ipópq)OUÇ xfjg elxóvoç xoü ■uloC aúxoê (Rõm 8, 29): BZ 2 (1958) 294-299, sobre todo 298; J. Schneider, pExaaxTipaxí^M, ThWNT VII, 957-959. 1. En el NT pExaoxqpaxíÇto aparece 5 ve­ ces, y lo hace exclusivamente en Ias Cartas Paulinas. El significado fundamental de pexaoxqpaxíÇco es cambiar la forma (-+ axíjpa). Flp 3, 21 habla de la trasformación de nuestro pobre y humilde cuerpo por Jesucristo, con motivo de su futura manifestación, de la parasía. En ella, la modificación de la for­ ma (oxqpa) exterior corresponderá a la tras­ formación interior, que el Senor ha de realizar en los cristianos, a fin de hacerlos partícipes de la gloria de su cuerpo (-> oúppopqpoç). En 2 Cor 11, 13.14.15 pexaoxTlM-aTÍta) tiene el sentido negativo de hacerse pasar por alguien / pretender hipocritamente ser alguien / disfrazarse de alguien, introduciéndose entonces con e Í ç o con tbç el papel que teatral­ mente se pretende representar. Pablo designa a sus adversários de Corinto como «apóstoles enganosos», como «trabajadores fraudulen­ tos», que sin razón pretenden ser apóstoles de Cristo. Los llama «cómplices de Satanás», que se hacen pasar por «servidores de la justicia», lo mismo que Satanás se disfraza como «ángel de luz». En 1 Cor 4, 6 es difícil aclarar el significado de pExaaxqpaxíCco. El sentido que algunos autores suponen de «decir algo mediante una figura de dicción», no parece obvio, porque no hay ninguna figura de dic­ ción en el contexto que precede. ^Querrá expresar Pablo que él «ha expuesto de manera nada usual» lo que ha dicho, aplicándoselo como ejemplo a sí mismo y a Apoio? 2. a) La trasformación a semejanza de la gloria dei Senor, de la que se habla en Flp 3, 21, hay que contemplaria en relación con lo que se dice en 3, 10. La comunión con Cristo trasforma al cristiano, durante esta vida, en la semejanza dei Senor, que es afligido y pade­ ce. De ahí deduce Pablo la esperanza de que

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(lexaoxiluaTÍÇo} —(iexeü3QÍÇo[xai

esa comunión conducirá también, al fin, a la participación en la resurrección (Rom 6, 5) y en la gloria de Jesucristo, es decir, trasformará al cristiano a semejanza dei Senor exaltado (cf. también ->■ p,8Ta[iOQcpóü) 2.b.c; 3.b). b) La idea de que la apariencia, la «forma» de los hombres, está plasmada por el senor a quien alguien se ha adherido, se lee también en 2 Cor 11, 13.14.15. El que es «servidor de Satanás», se presentará también —según Pab lo - con hipocresía y presunción, lo mismo que Satanás, para hacer que otros se extravíen. En cambio, el que pertenece a Cristo, estará determinado por este Senor suyo, y entonces será de veras «servidor de la justicia». J. M. Nützel ^ £ T a tí'd '’i ] ^ i metatithêmi Uevar a otro lu­ gar, trasladar, convertir; en voz media, desviarse; en voz pasiva, cambiarse, aban­ donar* En el NT el verbo aparece 6 veces: en sen­ tido espacial en Hech 7, 16 (en voz pasiva, pE T exÉ §T ]oav Eiç SuxÉp, «.ellos [los cadáve­ res de Jacob y de los padres] fueron traslada­ dos a Siquén»); en Heb 11, 5a (en pasiva). 5b (en activa) dícese dei arrobamiento de Henoc (-^- pexáHEOiç); en sentido figurado en Gál 1, 6 (en voz pasiva o en voz media, 5xi o ü x m ç x a /E c o ç pExaxLdEoiS^E, «de que tan pronto estéis abandonando / os apartéis»'); Heb 7, 12 (en voz pasiva, pE xaxf& spÉ vT iç x fjç le g c o o ú víiç, «cuando el sacerdócio se cambia / expe­ rimenta un cambio»); Jds 4 (en voz activa, XTiv xápitct p E x a x td É v x E ç , «convirtiendo la grada»). ThWNT VIE, 162s. liETatQÉJlO) metatrepõ tomar; en voz pa­ siva, ser convertido, tomarse* Sant 4, 9: pExaxQaJtf|xco (v.l. pExaoxgaq}f|xco), «que vuestra risa se tome en llanto»; -X

pexaaxQÉqpcu.

^ETÉTIEiTa metepeita (adv.) después, ulteriormente* En Heb 12, 17 dícese de Esaú: x a i pExéjtE ix a '0'É?\,a)v xX T iQ ovopfjoai xt]v EX))toYÍav,

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«y cuando después quiso heredar la bendición». flETEXO) metechõ compartir, participar, recibir, disfrutar (conjuntamente)* El verbo aparece 8 veces en el NT, unica­ mente en 1 Corintios (5 veces) y en Hebreos (3 veces), casi siempre (con excepción de 1 Cor 10, 17: ex) con objeto de la acción verbal en genitivo: 1 Cor 9 , 10: è x ’ eX,jiíôl xoü [XExéxEiv, «con la esperanza de compartir (el fruto de arar o trillar)»; 9 , 12 (xfjç úpmv è^ouaiaç pExéxEiv, «.disfrutar dei derecho de disponer sobre vosotros»); 10, 17 (èx xoõ évòç áQXOU pexéxop-EV, «somos partícipes de un solo pan»; 10, 21: (xpaoté^tiç xugíou pEXÉXEiv, «participar de la mesa dei Senor»); 10, 30 (xáçLxi [lExéxtu [a saber, xfjç XQOcpfjç], «disfrutar con agradecimiento»); Heb 2, 14 (pExéoxev xcbv aôxmv, «él [el Hijo] partici­ po de Ias mismas cosas [de la came y de la sangre] / aceptó sobre s í la misma condición»); 5, 13 (pExéxtov yá^otxxoç, «nutrirse de leche»; 7, 13 (qpuX,fjç Exégaç pExéoxTixev, «pertenecer a otra tribu»). ThWNT II, 830s; Spicq, Notes II, 555-559. ^ETEOlQÍ^O^ai meteõrizomai ensoberbecerse, inquietarse* En el NT el verbo aparece únicamente en Lc 12, 29 (en voz pasiva); la LXX entiende el verbo con sus derivados en el sentido de «le­ vantar en alto / ensoberbecerse» (Sal 130,1; 2 Mac 7, 34). El significado de «inquietarse» aparece más raras veces (PapOxy XIV, 1679, 16s; Josefo, Ant XVI, 135), pero según el contexto es el único que encaja en Lc 12, 29: pq pExeo)gL^EO'0'E, «\no os inquietéisl» (cf. la traducción de la Vetus Latina nolite solliciti esse; d: non abalienatis vos; es diferente la traducción de la Vulgata: nolite in sublime tolli. Cf., además, sobre la traducción propuesta: Tucídides VHl, 16, 2; Josefo, Ant VIII, 218; Bell IV, 118; PapMich 484, 5s). Bauer, Wõrterbuch, s.v.; ThWNT IV, 633-635; J. Molitor: BZ 10 (1966) 107s; Spicq, Notes II, 650-662.

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liETOixeaía - (j,8Teio3ta^é(o

^.E T O ix eo ia, a ç , ti metoikesia emigración, deportación, destierro* En el NT el término aparece únicamente en la genealogia de Jesus, en Mt 1, como ele­ mento de estructuración cronológica: (í e TOiXEOÍa BaPnX,(ãvoç, «la cautividad de Ba­ bilônia», Mt 1, 11.12.17 (bis) (Abrahán - David / David - cautividad de Babilônia / cauti­ vidad de Babilônia - Cristo; cf. 4 Re 24, 16; 1 Crón 5, 22.

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además 4 Esd 7,28; 14, 9; también Jn 1 5 ,14s; más bibliografia en Michel). ThWNT II, 830832; Spicq, Notes II, 555-559; E. Nardoni, Partàkers in Christ (Hebrews 3.14): NTS 37 (1991) 456-472.

^ETQ£6) m etreõ medir, mensurar, distri­ buir* En el NT el verbo aparece 11 veces, en sen­ tido propio únicamente en el Apocalipsis; me­ dir, mensurar, 11,1 (el templo, etc.); 11,2 (no |i£TOlXl^(0 metoikizõ trasladar, hacer ir a el atrio); 21, 15.16 (laciudad, etc.); 21, 17 (la otro lugar, trasplantar* muralla); cf. Ez 40, 3ss; Zac 2, Iss. En senti­ Hech 7, 4: |j,8T(p5tL08v aíiTÒv eíç tt]v yfjv do figurado: Mc 4, 24 (bis) par. Mt 7, 2 (bis) / xaÍ!tT)V, dícese de Dios que hizo que Abrahán Lc 6, 38: èv (Lucas sin èv) ro péxQtp pEXQEixe «íe trasladara [desde Jarán] a esta tierra»; 7, (XEXQiy&fiaExai (Lucas àvxipexQTidriaExai) 43: peToixirô ÍJjtãç, «Yo os trasplantaré (más úpív, en un juego de palabras a manera de allá todavia de Babilônia)» (cf. Am 5, 27 provérbio: distribuirse, darse (cf. Filón, Her LXX, en este caso: èjiéxeiva Aaiiaoxoú). 229; 1 Ciem 13, 2; Polic 2, 3; Sot 1, 7); 2 Cor 10,12: aúxol èv èauxoXç èauxoúç [lexponvXEÇ, «cuando se miden por si mismos» (así HETO/IÍ, f|Ç, i\ metochê asociación, comucon la variante textual de p"^®Sin* B H''“* 33 y nión* otros, cf. GNTCom sub loco; claro que, en es­ 2 Cor 6, 14; -cíç yà q pexoxp ôixaiooúvT] te caso, el contexto sugiere también que anKal àvop,ía...;, «^Qué tienen en común la jusxoí se refiera a Pablo mismo, como vemos ticia y la iniquidad...?»; cf. 6, 15. ThWNT II, por la variante textual de los vv. 12s en D* G 830-832; Spicq, Notes II, 555-559. it y otros; cf. también R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco). f ié to x o ç , 2 metochos partícipe; sustantiThWNT IV, 635-638; péxpov. vado, participante, companero* En el NT el término aparece 6 veces; además de encontrarse en Lc 5,7, el vocablo apa­ ^£T@lf|TTjç, OÜ, ó metrêtês medida, metrerece únicamente en Hebreos; como adjetivo ta* (sustantivado) en Heb 3, 1 (x^ oecoç ènouMedida para líquidos, empleada principal­ Qavíon [íétoxol); 6, 4 (pETÓxouç... 3tveú[iamente en Atica (unos 39 litros). En el NT apa­ xoç ávíou); 12, 8 (jtaiÔEÍaç... (íétoxoi); co­ rece únicamente en Jn 2, 6: à v à peTQT]xàç mo sustantivo en Lc 5, 7; Heb 1, 9 (jta p à ôúo q xqeXç, «en cada una de Ias cuales cablToòç pETÓxonç oon, «más que a tus compaan dos o tres medidas». Bauer, Wõrterbuch, neros», cita dei Sal 44, 8 LXX); 3, 14 ((iéxoJ.V .; BHH II, 1165s; R. Schnackenburg, El Xoi yÒQ xon Xpioxon Y^YÓvapev, «porque Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980, hemos llegado a ser companeros de Cristo», a sub loco. saber, mediante la participación en la vocación celestial, cf. v. 1; 2, lls ; dificilmente: «participes de Cristo», cf. A. Strobel, Der jtieTgiojta^éct) metriopatheõ moderar Ias Briefan die Hebraer [NTD], sub loco; O. Mipropias pasiones, ser comprensivo* chel. Der Brief an die Hebraer^ [KEK], sub El verbo significa propiamente: «moderar loco; sobre los «companeros dei Mesias», cf. Ias propias itá^&q» (cf. Diógenes Laercio V,

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(lETQlOJtadéü) - HÉTQOV

31; no aparece en la LXX); en el NT se encuentra únicamente en Heb 5, 2 y se dice dei sumo sacerdote: petQiojra^&EÍv ôuvápevoç, «como alguien que es capaz de sentir compasiôn bacia los ignorantes y extraviados», es decif, que es capaz de ser comprensivo con la situación en que se encuentran, «puesto que él mismo está sujeto a flaquezas» (cf., con respecto a Cristo, ônvápEVOç aniijmôtivaL, 4, 15). En el contexto de la Carta a los Hebreos no se trata de la vía media de los estoicos en­ tre el apasionamiento y la apatia, ni tampoco de la idea filosófica de que la pErgioitádeia es propia de la persona que ha hecho progresos, y que en cambio la â rtá d e ia es propia dei imperfecto (a propósito, cf. especialmente Spicq, Notes II, 563-565; O. Michel, Der B rief an die H eb rã ef [KEK], sub loco', cf. Plutarco, Cons 3, 22; Filón, Virt 195; All III, 129ss; Abr 257), sino que quiere ponerse de relieve los verdaderos sentimientos humanos de Cristo, que es el sumo sacerdote instituído por Dios para el fin de los tiempos. ThWNT V, 938. E. GrâBer, Der Brief an die Hebrüer I (EKK), Neukirchen-Vluyn 1990, 275s. ^ETQÍt(}Ç metriõs (adv.) moderadamente, poco* Hech 20, 12: JtaQSJtXfidTiaav ou petQÍooç, «quedaron consolados no poco / considerablemente». [lléTQOV, OV, TÓ metron medida* 1. Aparición en el NT - 2. La tradición acerca de Je­ sus - 3. Textos paulinos - 4. Ap 21, 15.17. Bihl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v.; K. Berger, Zu den sogenannten Sãtzen heiligen Rechts: NTS 17 (19701971) 10-40, sobre todo 19; B. Couroyer, De la mesure dont vous mesurez il vous sera mesuré: RB 77

(1970) 366-370; K. DeiBner, péreov xxL, en ThWNT rv, 635-638; E. Neuhãusler, M it welchem Mafistab mifit Gott die Menschen? Deutung zweier Jesussprüche: BiLe 11 (1970) 104-113; R. Pesch, Das Markusevangelium I (HthK), Freiburg i. Br. 1976, 251-254; H. P. Rüger, «Mit welchem Mafi ihr mefit, wird euch gemessen werden»: ZNW 60 (1969) 174-182; R. B. Y. Scott, Weights and Measures o f the Bible-, BA 22

(1959) 22-40.

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1. En el NT el grupo de palabras péxQOV / peTQÉü) se usa primeramente para describir el proceso de medir (Mt 7, 2; 23, 32; Mc 4, 24; Lc 6, 38; Ap 11, Is; 21, 15-17) o para ofirecer datos sobre el contenido (Jn 2,6; 3, 34). Otros ejemplos importantes dei uso de los términos se hallan en textos relacionados dentro de la tradición acerca de Jesus (Mc 4, 24 par.; Lc 6, 38 par.), en Pablo (Rom 12, 3; 2 Cor 10, 12.15; cf. Ef 4, 7.13.16) y en el Apocalipsis (11, Is; 21, 15-17). 2. Jesús tomó de la tradición judia el prin­ cipio de «medida por medida», a fin de poner de relieve la acción judicial de Dios en el juicio final (Mt 7,2): Dios juzga únicamente con arreglo a la medida de la justicia, cuando el hombre ha rechazado la medida dei amor (18, 23-35; 25, 14-30). Además dice Jesús que el amor de. Dios es la única medida recta (Mt 7, 2; Lc 6, 38) para la acción dei hombre; Jesús rechaza así todo cálculo humano. Pero Mar­ cos ha situado 4, 24 -como palabra apocalíp­ tica de juicio- en im nuevo contexto: el de Ias sentencias acerca de la misión, y acentúa así la responsabilidad de sus oyentes y la seriedad de la obligación de proclamar. En cambio Lucas, al acentuar el motivo de la recompen­ sa, exhorta a prestar una ayuda eficaz e ilimi­ tada: Dios dará abundantes dones a cada uno, porque él ama con magnanimidad. 3. Pablo designa el campo de misión que se le ha confiado como la medida dada a él por Dios (2 Cor 10, 13-15); de esta manera pone a raya a sus adversários que se glorían «sin medida» (10, 12; cf. v. 16). La idea de que Dios, en la labor en pro de la salvación, ha asignado a cada uno su propia medida, es decir, le ha concedido su don especial de gracia, se expresa en la fórmula postpaulina de Ef 4, 7.16, y por cierto de manera congruente con la tradición paulina (cf. Rom 12, 3; 1 Cor 12); la Iglesia tiene una medida ideal perfecta, que debe alcanzarse. Los bautizados deben «llegar a la unidad de la fe, al conocimiento dei Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la me­ dida total de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13).

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[lETQOV - [«í

4. Las dos veces que se halla testimoniado el téranno: Ap 11, 1 (pEXQÉco) y 21,15.17, se hallan relacionadas entre sí: en 11, 1 el profe­ ta recibe el encargo de «medir» el templo; en 21, 15-17 se lleva a cabo esa medición; signi­ fica aqui algo así como «conservación». El pasaje de referencia para esta exposición es Ez 40, 3 y 40, 5-41, 4. Las cifras de las mediciones en el Apocalipsis son, por un lado, ci­ fras redondas y armónicas, y , por otro lado, son exageradas y gigantescas; en ellas se reflejan las medidas paradisíacas y escatológicas de la nueva Jerusalén, que es la morada de Dios entre los hombres. W. Pesch ^ÉTOIJIOV, OV, TÓ metõpon frente*

En el NT el término aparece 8 veces, unica­ mente en el Apocalipsis, donde se trata siempre de un signo que se lleva en (èití) la frente: dícese dei sello de Dios en 7, 3; 9, 4 o dei nombre de Dios en 14, 1; 22, 4; dei distintivo de la «bestia», en 13, 16; 14, 9; 20, 4; dícese dei nombre de Babilônia que la ramera lleva en su frente en 17, 5. La imagen de marcar con el sello podría estar tomada dei signo de propiedad que los esclavos llevaban en su frente (cf. ol ôoüXoi to ú dEOÜ en 7, 3), y de la marca protectora de que se habla en Ez 9, 4.6 (cf. además Ex 28, 36; también Is 44, 5). La marca de la bestia indica la relación opuesta de propiedad (difícUmente se pensaria en los tefillín [filacterias o estuches que se lleva­ ban durante la oración]; en contra de ThWNT IV, 639), y lo mismo sucede con el nombre de la ramera (si este último no es un ejemplo de tocado distintivo). ThWNT IV, 638-640; E. Dinkler, Signum Crucis, Tübingen 1967,1-25, 26-54 y passim. E. Lohse, Die Offenbarung des Johannes (NTD), sobre 7, 3; H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT), sobre 7, 3; 13, 16; 17, 5; ocpeaYÍ^to, ccpçavíç. H c x ç i, m e c h r i , m e c h r i s hasta, hasta el grado de, hasta que*

Aparece 17 veces en el NT (péxoiç línicamente en Mc 13, 30; Gál 4, 19; Heb 12, 4, de-

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lante de vocales), siempre como preposición (14 veces), como conjunción en la construcción pÉxpiç ou en Mc 13, 30; Gál 4, 19; sólo [téxQL en Ef 4, 13. Tiene sentido espacial en Rom 15, 19; tem­ poral en Mt 11, 23; 28, 15; Lc 16, 16; Hech 10, 30; 20, 7; Rom 5, 14; 1 Tim 6, 14; Heb 3, 14; 9, 10 y los empleos de la partícula como conjunción (cf. supra); como expresión de una medida o grado (de su frimiento) hasta: Flp 2, 8.30 (liéxot daváTOu); 2 Tim 2, 9 (qéXQi ôeopôiv); Heb 12, 4 (p.éxQiç aíp ato ç ). Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, i.v. en el índice analítico. jiiri m ê no (partícula negativa, partícula in­ terrogativa, conjunción) 1. Significado fundamental - 2. En la oración prin­ cipal - 3. En la oración subordinada - 4. Con participio y con infinitivo - 5. oú [i,f|. Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, s.v. en el índice analítico; J. Carmignac, «Fais que nous n'entrions pas dans la tentation»: RB 72 (1965) 218226; Moulton, Grammar m, 281-287; IV, 33, 69, 92 y passim: J. W. Roberts, The Independent Subjunctive: Restoration Quarterly 6 (1962) 98-101 (a propósito de oii pij); Thrall, Particles, passim (el ôè |if| y otras); ZerwicL El griego dei NT, n.° 440-442, 444, 468-471.

1. |rr| se halla como negación en las frases que no expresan la realidad sino la simple imaginación dei hablante: en esas frases el hablante no hace más que desear, reclamar, considerar, temer, etc. la realización de lo imaginado. También las oraciones condicionales son proposiciones subje­ tivas que no afirman la realidad de sus contenidos. - En la Koiné la escala de los posibles usos de pfj se ba ampliado hasta tal punto, que el pf| (sobre todo en los participios y los infinitivos) sustituye y desplaza muchas veces al oú. Como regia general podemos afirmar que oú sirve de negación en el modo indicativo, mientras que pf| lo hace en los demás modos verbales, así como en las formas nominales dei infinitivo y dei partici­ pio. - [if]... pqôeíç son pleonásticos («no... nadie»). 2. En la oración principal; a) Con el optativo sin áv, como en griego clásico, pf] expresa un deseo concebido como posible (2 Tim 4, 16). La expresión pf] yévoi-

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HTl

TO, que es más refinada, aparece en Lc 20, 16

y se encuentra trece veces en Pablo. b) [ATI con el imperativo de presente (Lc 6, 30; Jn 20, 17; Gál 5, 13 [a saber, exete]) y a veces también con el imperativo de aoristo (Mt 24, 17 y passim). Se halla en una frase elíptica en Jn 18, 40. c) p.T| con el subjuntivo 1) p"»! aparece en Ias prohibiciones: la segunda y la tercera persona dei subjuntivo de aoristo equivalen a un imperativo de aoristo de sentido negativo (Mt 24, 23; 1 Cor 16, 11). 2) pi) sirve de negación al exhortativo: «;no...!» (Gál 6, 9; Rom 3, 8 [debiendo completarse posiblemente: Jtoir|ocopEv]). 3) En preguntas deliberativas el pr| niega al verbo (Mc 12, 14: «i,debemos dar o no debemos dar?»). d) pi) con el indicativo en oraciones independientes formula una pregunta en forma de sugerencia: lacasol (->• p f |T t ) . La respuesta esperada es «no» (1 Cor 9, 8; Mt 9, 15). Si se anade un oò que niega al verbo (pr|... ov, ino es verdad queT), entonces se espera respuesta afirmativa (Rom 1 0 ,18s; 1 Cor 9, 4s; 11, 22). 3. En la oración subordinada; a) En Ias oraciones condicionales la nega­ ción es casi siempre píj. Tan sólo en Ias con­ dicionales indefinidas (denominadas equivo­ cadamente «reales») la negación clásica pf] (1 Tim 6, 3) es sustituida por oti. - e i (âv) pf|, después de una negación, significa a no ser / excepto (Mc 6, 5; 10, 18; 4 , 22; Mt 5, 13); a veces se encuentra EÍ pq en lugar de òXkà: si­ no (Mt 12, 4; Gál 2, 16). El helenístico e j ít ò ç e I pf| significa excepto si /a n o ser que (1 Cor 14, 5); eI ô è pq (y s), de lo contrario (Lc 5, 26). b) Las oraciones relativas condicionales con indicativo llevan raras veces en el NT la negación clásica pq (2 Pe 1,9; 1 Jn 4, 3; cf. Tit 1, 11). Por el contrario, pq aparece en el subjuntivo con âv (eventual e iterativo); ôç õv / õoTiç âv, etc. = EÓv tiç (Mt 19, 9; Lc 9, 5; Hech 3, 23). c) En la oración causai con indicativo, pq (en contra de las regias clásicas) aparece en Jn 3, 18; ô t l pq JtE JtíaxE U X E V .

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d) pq hace de negación en oraciones finales introducidas por iv a y ÒJtcoç (Mt 7, 1; Hech 20,16). Pero pq puede convertirse, a su vez, en conjunción: para que no (Hech 27, 42 y passim). e) pq como conjunción {que\ p f | ou, que no) introduce oraciones completivas que dependen de verbos de temer. De ordinário, el modo es el subjuntivo, cuando la preocupación se refiere a cosas futuras (Hech 23, 10; 2 Cor 8, 20). Aparece el indicativo, cuando la preocupación se dirige hacia algo que puede haber sucedido ya (Gál 4, 11). A propósito de Gál 2, 2; 1 Tes 3, 5 y otros p q jc o x E 5.b). Originalmente en qpoPoüpai pq, la oración de pq era era una oración volitiva asindética, por ejemplo: «Tengo miedo. jOjalá no muera!». Al enlazar las dos partes, el pq palideció hasta convertirse en un simple que: «tengo miedo jde que él...». f) Después de los verba curandi transiti­ vos, «tener cuidado, procurar», el pq {que no) introduce oraciones completivas. Van en futu­ ro (Col 2, 8) o en subjuntivo (Heb 12, 25; Gál 5, 15). Sin embargo, la mayoría de esas ora­ ciones de pq deben interpretarse más bien co­ mo oraciones independientes formuladas co­ mo prohibiciones (->■ 2.c), que aparecen asindéticamente junto a los imperativos ópãXE / P^éjtexe; «mirad, no debéis», etc. (en Mt 18, 10; 1 Tes 5, 15; Ap 19, 10 y 22, 9 sobreentiéndase Jtoiqoqç). - El indicativo se orienta hacia lo que ha sucedido ya: «mira, no sea que» (Lc 11, 35). 4. a) En el participio, la negación en la Koiné es pq en la mayoría de los casos, inclu­ so cuando la lengua clásica exige oi) (Rom 4, 17; 1 Cor 1, 28; Heb 12, 27). b) En el infinitivo, la negación suele ser casi siempre pq, incluso (en contra de las nor­ mas clásicas) después de verbos de opinar y afirmar (Mc 12,18). Después de verbos nega­ tivos («impedir, negar», etc.), el pq no se traduce (Lc 22, 34; Hech 20, 27). El infinitivo sustantivado en genitivo xoõ pq tiene a menudo sentido final {para que no, Heb 11, 5) o consecutivo {de tal manera que no, Rom 7, 3;

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| l f | - [ITJÔEÍÇ

Hech 10, 47). X(p hace Ias veces de una oración causai (2 Cor 2, 13).

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go con pt] Jtéçav (10, 10a), y continuado fi­ nalmente otras tres veces con pqôé; de manera parecida en Lc 14, 12; cf. además 1 Cor 5, 5. oi) (xri (que se deriva seguramente de on 8; 1 Jn 2, 15. qpóPoç êoTiv [iT)) con aoristo o futuro de subDespués de ôç âv con verbo propio, pqôé juntivo es una negación intensa y enfática de significa: y no (Mt 10, 14; Mc 6, 11); después lo futuro, una negación que aparece casi de tva pf| (Mt 24, 20; Jn 4, 15); después de siempre en palabras de Jesus y en citas de la ôjrcoç pf| (Lc 16, 26); pqôé repetido varias LXX. Se traduce en sentido futuro: «ciertaveces después de pf|, cada vez con su propio mente, no» + futuro (Lc 22, 67s; Jn 10, 5; verbo (Rom 14, 21; 1 Cor 10, 7-10; Col 2, Hech 13, 41). - Construcciones pleonásticas 21); ptiôé con infinitivo después de pq con como onô’ on (atí y o uxett on p,f| son extrainfinitivo (Hech 4, 18; 21, 21; 2 Tes 2, 2; 1 nas a la lengua clásica; Mt 24, 21, y ciertaTim 1, 4); de manera correspondiente con mente no\ Mc 14, 25, ciertamente no más-, Lc participio (Mt 22, 29; Rom 9, 11; 2 Cor 4, 2; 10, 19, ciertamente nada. - En preguntas que Flp 2, 3; 1 Pe 5, 2s); pTjôé al comienzo de una sugieren respuesta afirmativa, ou pí) significa oración que expresa una conclusión y viene in o es verdad que? / lacaso no? (Lc 18, 7; después de una oración condicional con el oú, Ap 15, 4; Jn 18, 11). 2 Tes 3, 10 («que tampoco coma»). P. Lampe El significado de ni siquiera / ni aun, des­ pués de m ote pqxéxi, aparece en Mc 2, 2; después de mote pf], en 3,20; después de pq, JltlYE mege no en 1 Cor 5, 8. Variante textual que aparece únicamente en Sin que preceda una negación, la cual se la expresión ei ôè (Textus Receptus y halla implícita -no obstante- en el sentido dei otros), en vez de eI ôè pr| ys, «en caso con­ enunciado, en Mc 8, 26: «Le envió (directatrario»: Mt 6, 1; 9, 17; Lc 5, 36.37; 10, 6; 13, mente) a su casa y dijo: /ni siquiera entres en 9; 14, 32; 2 Cor 11, 16. la aldea!»; cf. también BlaB-Debrunner § 445, 2 con la nota 2.3. ^ T |ô a ^ có ç médamõs (adv.) de ningún mo­ do, no* M .T|ôeiç, ^1 |5 É V mêdeis, mêdeEn el NT pTiôaptõç (piy&apcõç únicamente mia, mêden ninguno; nadie; de ningún fuera dei NT, en 1 Ciem 33,1; 45,7, cf. BlaBmodo Debrunner § 33, 2 con nota 2) aparece tan so­ En el NT el término aparece 80 veces, eslo en Hech 10,14; 11, 8, en ambos casos en la peciahnente en Hechos (21 veces); además -► negativa de Pedro a comer un manjar impuro: pq-fl-EÍç en Hech 27, 33. pTiôapOóç, xilpiE. No es frecuente como adjetivo: Hech 10, 28; 13, 28; 19, 40; Heb 10, 2; después de una negación, significa «no... ningún», 1 Cor 1, 7 ^t^ô é mede ni, y no, ni siquiera En el NT la partícula aparece 56 veces (es­ 2 Tes 2, 3; 1 Pe 3, 6. Casi siempre sustantivado: Mt 8, 4; 17, 9 pecialmente en Mateo (11 veces). Marcos (6), I x 10,4; Rom 12,17; 2 Cor 6, 3; Ef 5, 6; Sant Lucas (7) y 1 Corintios (6). Falta, por ejem1, 13; después de iva, Mt 16, 20; Mc 8, 30 plo, en Gálatas, 1 Tesalonicenses, Santiago y con infinitivo, Lc 8,56; Hech 23, 32; con par­ ApocaUpsis. ticipio, 9, 7; después de una negación, Hech pr|ôé, ni, y no, continua una negación ante­ 4, 17; es frecuente el neutro, que significa na­ rior, por ejemplo (permaneciendo igual el ver­ bo): pT| jtTiícrqo^&e (Mt 10, 9), recogido dos da, Mc 6, 8; Hech 8,24; 1 Cor 10, 25.27; des­ pués de una negación, ninguna cosa, especialveces en el mismo versículo con pqôÉ, y lue-

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(ITIÔEÍÇ - HTfV

mente en Pablo: |j,T]ôevl ftrjôév, nada a nadie, Rom 13, 8; nTiôejtíav ev jítiôeví... kqookoJtiív, «no siendo en nada tropiezo alguno», 2 Cor 6, 3; cf. Flp 1, 28. Como acusativo interno; en modo alguno, en nada-, Mc 5, 26: priôèv (btpeXiyfteiaa, «sin que a ella le hubiera aprovechado en nada»; Lc 4, 35: [XTjòèv pXátjjav, «sin hacerle ningún dano»; cf. Hech 4, 21; 10, 20; de manera pa­ recida: ev p,T]ÔEVL, «en nada», 2 Cor 6, 3 (cf. supra); 7, 9; Sant 1, 4; [XTiôèv oiv, «no siendo nada», Gál 6, 3. p.i|ÒÉn:oTe mêdepote (adv.) nunca, jamás* 2 Tim 3, 7: [triôÉjtoTE ôojváqeva, «que nunca están en condiciones» (opuesto a: Jtávtote); cf. MartPol 2, 3. HtJÔÉJtO) mêdepõ todavia no* Heb 11,7: pqôÉJtco pXeJiópeva, «acontecimientos que todavia no se veían».

Mtjôoç, OU, Ó Medos medo* En Hech 2, 9 se menciona a los medos jun­ to a los partos y los elamitas, como pueblos dei Oriente, entre los que vivían -en partebuen número de judios (cf. Billerbeck II, 606608; cf. 2 Re 17, 6; 18,11), a pesar de que, en tiempos dei cristianismo primitivo, los medos y los elamitas pertenecian desde hacia ya mucho tiempo al pasado. BHH II, 1180; Haag, Diccionario, 1210; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. ftT |^eíç, jii|dÉV mêtheis, mêthemia, mêthen ninguno, nada* En el NT aparece unicamente en Hech 27, 33: peOÈv jtQoa7,apóp,evoi, «sin haber comi­ do nada»; cf. BlaB-Debrunner § 33, 2. ^T|>CÉTl mêketi ya no, nunca más* Aparece 22 veces en el NT; en oraciones independientes, en Lc 8, 49; Jn 5, 14; 8, 11; Ef 4, 28; 1 Tim 5, 23 (en todos los casos, con imperativo); Mt 21,19; Mc 9, 25 (con subjun-

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tivo); cf. en sentido exhortativo en Rom 14, 13; con optativo en Mc 11,14 (p,TixÉTi eíç tò v aicõva... pqôeíç, «nadie ya etemamente». En oraciones subordinadas: con doble negación, Mc 2, 2; Hech 4 , 17; 2 5 , 2 4 ; después de tva, 2 Cor 5 , 15; Ef 4 , 14; después de &axe, Mc 1, 4 5 ; 2 , 2; cf. e I ç tò p T ix éti con infi­ nitivo, 1 Pe 4 , 2 ; pT itiéri con participio, Hech 13, 3 4 ; Rom 15, 2 3 ; 1 Tes 3, 1.5; con infitivo, Rom 6, 6; Ef 4, 17 (cf. supra Mc 2, 2 ; Hech 4, 17; 2 5 , 2 4).

^fÍKOÇ, o u ç , TÓ mêkos longitud* En Ef 3, 18 en la mención de Ias (cuatro) dimensiones (no visualizables) de la salvación de Dios: xò mXáxoç x a l jtfjxoç x a t ütljoç x a t pá'0'oç (-> páDog 3); en Ap 21, 16 (bis) dícese de la longitud, la anchura y la al­ tura (cada una de 12.000 estádios, junos 2400 km!) de la ciudad celestial; cf. E. Lohse, Die Ojfenbarung des Johannes (NTD), sub loco. fiT|KÚ'VOp.ai mèkynomai alargarse, crecer a lo largo* En el NT el verbo aparece sólo en voz me­ dia, en Mc 4,27, y dícese de la semilla de cereales que brota y crece mucho. f jç , mêlõtê piei de oveja* Heb 11, 37, en un pasaje en que se habla de los justos y piadosos de Israel, concretamente de los profetas, entre los cuales, por ejemplo, Elias, según 3 Re 19, 13.19; 4 Re 2, 8.13s, estaba vestido con piei de oveja: JtEQifj)i,'0'ov èv [iTiXcaxaiç, «iban vestidos con pieles de oveJa» (en paralelo con «pieles de cabra»), es decir, con vestidura de profeta (cf. Zac 13, 4; también Mc 1, 6 par.; Josefo, Vit 2) como se­ rial de crítica contra el lujo de la civilización, y pasando conscientemente privaciones. ThWNT IV, 640s; X, 1176 (bibl.); A. Strobel, Der Briefan die Hebrâer (NTD), sub loco.

flT|V mên (partícula intensiva) si, de veras* Heb 6, 14 en la fórmula de juramento ei [if|V , de veras; ->• Et p,f|v.

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(iliV - (iflJCOTE

ftT|V, v ó ç , ó tnên mes, novilunio* En el NT aparece 18 veces; en los Evangelios únicamente en Lucas (cinco veces, cuatro de ellas en la historia de la infancia); por lo demás, cinco veces en Hechos y seis veces en el Apocalipsis; también en Gál 4, 10; Sant 5, 17. Este detalle es muy significativo para conocer el estilo expositivo de Lucas, en comparación con el resto de la tradición evangéli­ ca. Las indicaciones cronológicas en meses, en Lc 1, 24.26.36.56, permiten enlazar los primeros tiempos de la historia de Juan con los de la historia de Jesús; 4, 25 (a diferencia de 1 Re 18, 1; «en el tercer ano»), «tres anos y seis meses como tiempo de sequía y de gran hambre (seguramente, la duración de una desgracia apocalíptica, cf. Dan 7, 25; 12, 7; cf. infra)', también Sant 5, 17. Además, Hech 7, 20 (cf. Ex 2, 2) y especialmente en los relatos paulinos en Hechos; 18,11 (un ano y seis me­ ses en Corinto); 19, 8 (tres meses en la sina­ goga de Efeso; cf. v. 10); 20, 3 (tres meses en Greda); 28, 11 (tres meses en Malta). Los plazos de meses se mencionan también en el Apocalipsis: 9, 5.10 (durante cinco me­ ses, los incrédulos son atormentados por las «langostas» [^como el tiempo de lã devastación de la cosecha por langostas, cf. J1 1, 4ss?]); 9, 15; eíç tfiv... p,fjva, «(preparados) para... el mes...»', 11, 2 (la destrucción de Jerusalén por los gentiles dura 42 meses, cf. el plazo de 3'h anos en D m 7, 25; 12, 7 ó «2300 tardes y mananas», 8, 14; cf. además Ap 11, 3; 12, 6.14); 13, 5 (cf. a propósito de 11, 2); en 22, 2, se habla de los árboles de la vida, que durante doce meses dan su fruto «cada mes (x a tà pfjva)» (cf. Ez 47, 12). En Gál 4, 10 («guardáis los dias de fiesta, los meses / novilunios, las estaciones festivas y los anos / los dias de ano nuevo») se trata (de manera parecida en Col 2, 16, veoprjvía) de la celebración dei dia de luna nueva (cf. Núm 10, 10; 28. 11; Ez 46, 3; Sal 80, 4 LXX Hen [et] 75, 3; IQS 10, Iss; cf. además ThWNT IV, 642s) a propósito de la observância de un ca­ lendário de fiestas judias, lo cual para los gálatas significaba al mismo tiempo la senal de una recaída en el legalismo y en la idolatria

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pagana. ThWNT IV, 641-645; X, 1176 (bibl.); BHH II, 1232-1235: Haag, Diccionario, 1219-1221; D. Lührmann, Der B rief an die Galater (ZBK), a propósito de 4, 8ss. H. Balz f*Tjrú(0 mênyõ informar, revelar* En sentido jurídico, denunciar, Jn 11, 57; Hech 23, 20 (en voz pasiva); según Lc 20, 37, Moisés revelô / anuncio (è[if|vuoev) ya la resurrección de los muertos en el pasaje de la zarza ardiente, cf. Ex 3, 6.15. En 1 Cor 10, 28, ó (iTivúoaç, «el hombre que dio a conocer J revelo» que la carne había sido ofrecida en sacrificio a los ídolos, es seguramente una persona no cristiana; cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), sub loco.

fAi]7lOTe mepote (partícula negativa, partí­ cula interrogativa, conjunción) B ibl; BlaB-Debrunner, í.v. en el índice analítico; cf. además § 392 nota 3; 456 nota 2; Moulton, Grammar in, 98s; IV, 13, 151 ypassim; Radermacher, Grammatik, 171s, 178, 195, 203s y passim.

1. p-ijiiOTe con indicativo en una oración interrogativa independiente significa; iquizásl (Jn 7, 26; (xf| 2.d). 2. p,f|3toT E con indicativo en una oración causai es helenístico (Heb 9, 17; cf. Jn 3, 18 p.f| 3-c). 3. p,T]jioTE sigue a un iv a final (sólo en Lc 14, 29), o como conjunción independiente introduce oraciones finales (especialmente en Mateo; siete de los ocho testimonios). Se usa con el subjuntivo (Mt 4, 6) y -en contra dei gusto clásico- con el futuro (Mt 7, 6). 4. [if|j[OTE sigue a verba curandi: «tened cuidado / mirad no sea que», Lc 21, 34; Heb 3,12; cf. 4,1. Sobre la constmcción ->■ [tf| 3.f. 5. a) qpopéopat p,f|JtoTE se encuentra sólo raras veces en el NT (Hech 23, 24 v.l.; 2 Cor

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[ÍT1JIOT8 — (if)Te

11,3 V.I.; Heb 4,1). - En Mt 25, 9 hay que sobreentender o v x antes de [iT|ji:oTe: «(nos te­ memos) que no habrá suficiente» = «no habrá suficiente»; jAf|3toxe oi) [if|: «(nos tememos) que ciertamente no» = «decididamente no» ( ^ [tií 5).

b) En la Koiné se omite en la mayoría de los casos el verbo de temor; la oración de |if |J to T E se conecta independientemente con algún verbo para expresar temor, preocupación, rechazo frente a lo que se sospecha: «(por temor) de que» (Hech 3, 39; Ix 14, 8, que puede traducirse también como una ora­ ción final). c) El elemento prohibitivo de temor y re­ chazo puede desaparecer en la Koiné, de tal modo que p,T|JtO TS no introduzca ya sino preguntas y suposiciones. El objeto de la sospe­ cha no es ya algo que se teme, sino una cosa que incluso se espera: Lc 3, 15, «reflexionaban si él seria quizás el Cristo»; 2 Tim 2, 25, «reprenderlos (reflexionando y preguntándose temerosamente) si Dios irá a conceder qui­ zás el arrepentimiento». Así habrá que enten­ der tal vez Mc 4, 12, en lugar de interpretarlo en sentido final: «con la temerosa pregunta y la reflexión) sobre si ellos quizás van a arrepentirse, se les comunica todo, (a saber) que ellos...» (->■ Lva 3). Los dos últimos ejemplos se hallan tan floj amente ligados a lo que pre­ cede (-> b), que pueden traducirse también como oraciones independientes: «Quizás ellos vayan a...». P. Lampe M.iíjTIOV mêpou para que (no) en alguna parte / de algún modo Variante textual en Hech 27, 29 en vez de pf| JtOU. |AiÍ7l(0 mêpõ (adv.) todavia no* Rom 9, 11: (ifjJtcD yÒQ yEvvr\'&évT,(úv, dícese de Esaú y Jacob, que «aún no habían nacido» (cf., a propósito, Gén 25, 22ss); Heb 9, 8: tiriito) n:£cpav£Qã)a'9'at, «que aún no ha sido revelado».

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fltjjtta ç mêpõs no sea que, que quizás, si quizás En el NT aparece únicamente como varian­ te textual en anteriores ediciones dei texto: Hech 27, 29; Rom 11, 21; 1 Cor 8, 9; 9, 27; 2 Cor 2, 7; 9,4; 11, 3; 12, 20 (bis); Gál 2, 2; 4, 11; 1 Tes 3, 5; [xf|, ^ jtcõç.

^TjQOÇ, o ií, ó meros muslo, cadera* Según Ap 19,16, el jinete escatológico, con el nombre «ó Xóyoç to h 'Oeoü» (v. 13), lleva también escrito en su manto y en su muslo (^en su cadera?) un nombre de senorío (cf. Dt 10,17; Dan 2,47; 2 Mac 13, 4; cf. Ap 17,14). Como explicación pueden aducirse los nombres que se hallaban grabados en los muslos de estatuas antiguas (Cicerón, Verr IV, 43); seria concebible también una relación con Is 11, 5 (sobre ambas hipótesis cf. H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], sub loco).

^.rjTE mete y no, (no) - ni, ni - ni* Aparece 38 veces en el NT, con un signifi­ cado que en ocasiones se acerca mucho al de ->• ffqôé (cf. BlaB-Debrunner § 445 nota 2); [if|t£ se hãlla siempre en conexión con una negación o bien se repite (varias veces): después de pf|, «no... y no», Lc 7, 33b; doble [xf|X£ después de |if|, «no...y no / ni... ni», Hech 23, 8; 1 Tim 1, 7; Ap 7, 1.3; de manera correspondiente, un triple pf|T£, Sant 5, 12; también 2 Tes 2, 2 (después de (rq/ixqôé); cuádruple pfite, Mt 5, 34-36; quintuple p.f|xe después de [xqôév, Lc 9, 3). En estas construcciones en cadena, se estructura siempre en vários aspectos un enunciado negativo ante­ rior (|rr|), cf. especialmente Mt 5, 34-36: Sant 5, 12, donde el [xf| (ÕÀ,03Ç) que sirve de introducción, contiene ya la prohibición global, de la cual se ofrecen a continuación inmediata algunos ejemplos («no... [especialmente] tampoco... tampoco», es decir, en el sentido de [xqôé; cf. también Ap 9, 21; Billerbeck 1,328). qfiTE... tifiXE, ni... ni, Mt 11, 18; Hech 23, 12. 21; 27, 20; Heb 7, 3.

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(XTlTTle

T0ÓÇ, ^ mStér madre Bibl.: E. Beyreuther, en DTNT III, 129-131; R. E. Brown, El nacimiento dei Mesías, Madrid 1982; W. Michaelis, niíxtie, en ThWNT IV, 645-647; E. Nellessen, Das Kind und seine Mutter (SBS 39), Stuttgart 1969, 94-97; I. de la Potterie, Das Wort eSiehe, deine Mutter» und die Annahme der Mutter durch den Jünger (Joh 19, 27b), en FS Schnackenburg, 191-219; H. Schürmann, Jesu letzte Weisung Jo 19, 25-27a, en

Schürmann n, 13-28.

1. En el NT el ténnino aparece 83 veces, 71 de ellas en los Evangelios, 4 en Hechos, 7 en Ias Cartas y 1 en el Apocalipsis. Aparece también en sentido figurado. 2. En sentido propio se mencionan madres de diversas personas; Ia madre de los hijos de Zebedeo (Mt 20, 20), la madre de Santiago y José (27, 56), la madre de Juan Marcos (Hech 12, 12), etc. A Ia madre se le debe especial respeto y honra, como lo manda encarecidamente el precepto de honrar a los padres (Ex 20, 12; 21, 17; Dt 5, 16) en Mc 7, 10 par. Mt 15, 4 / Lc 18, 20 (cf. Mc 10, 19; Ef 6, 5). Y, así, 1 Tim 5, 2 exige al dirigente de la comunidad que se honre a Ias mujeres ancianas «como a madres». Pablo honra a la madre de Rufo co­ mo a su propia madre (Rom 16,13). Del mandamiento de amar a los padres no puede uno eximirse haciendo una ofi^enda al templo (Mt 15, 5s par. Mc 7, lls ). Sin embargo, el víncu­ lo conyugal está por delante de los lazos que unen con los progenitores (Mt 19, 5 par. Mc 10, 7s; cf. Ef 5, 31; Gén 2, 24). Por amor de Jesús (Mt 19, 29) y de su evangelio (Mc 10, 29s) o por amor dei reino de Dios (Lc 18, 29) hay que dejar a los padres (cf. Mt 10, 37 par. 14, 26). 3. La madre de Jesús desempena un papel especial en Ias historias de la infancia, de los Evangelios según Mateo y según Lucas. Lu­ cas entiende la matemidad de Maria no sólo en sentido físico, sino que Maria se cuenta más bien entre los verdaderos parientes de Je­ sús (Lc 1, 38), porque ella cumple la voluntad de Dios (cf. Mc 3, 31-35 par. Mt 12,46-50) o

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escucha y pone en práctica la palabra de Dios (Lc 8, 19-21). Por eso, Jesús corrige a la mujer de entre la multitud, que ensalza la maternidad física de Maria. Jesús considera bienaventurados a los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (11, 27s). Por este motivo, también Isabel, después de ensalzar la maternidad física de Maria, la alaba como bienaventurada, porque ha creído (1, 45). Isabel, al saludar en Maiía a la madre de su Senor (1, 43), reconoce la mesianidad de Jesús (cf. 20, 41-44; Hech 2, 34). La pregunta recriminatoria hecha por su madre (2, 48b), da al Jesús de doce anos la ocasión para referirse al vínculo que le une con el Padre, con el cual él «debe estar», así como también tiene que proclamar el mensaje dei reino de Dios (4, 43) y es necesario que padezca mucho (9, 22; 17, 25; cf. 24, 7.26.44). Sobre estas cosas incomprensibles reflexiona la madre de Jesús en su corazón (2, 51c; cf. 2, 33s). De manera parecida, Maria, después de Pascua, es receptiva y está abierta, lo mismo que los discípulos, para recibir el Espíritu (Hech 1, 14). La anteposición dei «nino» en la expresión «el nino y su madre» (Mt 2, 11.13.14.20.21) pone de relieve, evidentemente, que la dignidad de la madre se debe por entero al nino. En el fondo, el evangelista enlaza así con el capí­ tulo primero dei Evangelio de Mateo, en el que se habla primordialmente dei origen dei nino. En Ias bodas de Caná (Jn 2, 1-11) Jesús se distancia de su madre, porque es el Padre quien determina cuál es su «hora» (2, 4; cf. 13, 1 y passim). Por su conducta. Mana demuestra ser más bien la representante de los que esperan de Jesús la salvación, la cual se concede ya desde ahora como en un símbolo en el regalo dei vino (Schürmann), de tal ma­ nera que gracias a este signo los discípulos Uegan a la fe en Jesús (2, 11). Un significado parecido le corresponde seguramente a la ma­ dre de Jesús en la escena que se desarrolla al pie de la cruz (19, 25-27), cuando Maria y el discípulo amado, como el testigo de la tradición acerca de Jesús, son confiados por Jesús el uno al otro. El que se deje acoger por ese

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liflTTlQ - HiaiVO)

discípulo y se confie a su testimonio, encon­ trará el camino de la fe (cf. 19, 35; 20, 29.31). Es improbable que la madre de Jesús sea identificada con el judeocristianismo, y el dis­ cípulo amado, con el cristianismo gentílico (en contra de R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KBK], 369s). Cf. otras interpretaciones en R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, 344-347. 4. Cuando Gál 4, 26 dice que la Jerusalén de arriba es «nuestra madre», se refiere al âm­ bito dei Resucitado, de quien procede para los creyentes la salvación escatológica. Cuando en Ap 17, 5 se dice que la gran ramera Babi­ lônia (Roma) es «la madre de Ias rameras y de todas Ias abominaciones de la tierra», se la es­ tá senalando como la fuente de toda perdición. En Ap 12 la mujer (ywfi) simboliza al pueblo de Dios. Como tal, ella es madre dei Mesías (v. 5) y de los cristianos (v. 17). 5. La expresión bíblica èx xoiX.íaç priTQÓç (LXX Jue 16,17; Sal 70, 6; Is 49,1 y passim) se encuentra en Mt 19, 12; Lc 1, 15; Hech 3, 2; 14, 8; Gál 1, 15. Significa «desde el comienzo mismo». H. Giesen mèti ^acaso?, quizás En el NT piÍTi aparece 18 veces como par­ tícula interrogativa, casi siempre en preguntas que exigen respuesta negativa, eventualmente también en preguntas cuya respuesta es incierta (cf. BlaB-Debrunner § 427, 2 con la no­ ta 2.3); en preguntas que esperan respuesta negativa, pqTi puede traducirse por: iverdad que no?, Mt 7, 16; Mt 26, 22.25 (en el v. 25 contrasta el sentido en que Judas formula la pregunta con el sentido que Jesús da a su res­ puesta); Mc 4, 21; 14, 19 (bis) (cf., a propósi­ to, Mt 26,22.25); Lc 6,39 (en cambio, la continuación exige con oúxt respuesta afirmati­ va); Jn 8, 22; 18, 35; Hech 10, 47; 2 Cor 12, 18; Sant 3, 11; en preguntas en suspenso; tal vez, quizás, Mt 12, 23 («^Será él quizás el Hijo de David?»); Jn 4, 29. Asociada con otras

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partículas; el pf|Ti, a menos que, Lc 9, 13; 1 Cor 7, 5; 2 Cor 13, 5; pqTi ye, por no hablar / tanto más, 1 Cor 6, 3 (cf. Blafi-Debrunner § 427, 3): pf|Ti ã g a (sacando una conclusión) lacaso, entoncesl, 2 Cor 1, 17 (cf. BlaB-De­ brunner § 440, 2). ^iflTiyc mêtige por no hablar Variante textual en 1 Cor 6, 3 en lugar de pf|Ti ye. mêtis ninguno, nadie Ap 13, 17 Textus Receptus en lugar de pt) TIÇ. (ilÍTQa, a ç , ^ mêtra matriz, seno mater­ no* Lc 2, 23: ôiavoÍYOo pfjXQav, «abrir la ma­ triz», ‘dícese dei primer parto (cf. Ex 13, 2.12); Rom 4, 19: «lo muerto de la matriz de Sara» (c f Gén 17, 17). ^ETQoXÓtaç, o u , ó mêtrolõas matricida* Sobre la morfología de esta palabra cf. Bauer, Worterbuch, í . v .; BlaB-Debrunner § 26 nota 4; 35 nota 2; en 1 Tim 1, 9 en un catálo­ go de vicios junto a JtaTgoXráaç (refiriéndose quizás a la negligencia en cumplir la obligación de cuidar de los propios padres, cf. J. Jeremias, Die Pastoralbriefe [NTD], sub lo­ co). ^ la ív c o miainõ manchar, contam inar (en sentido ritual)* En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre en sentido figurado; dícese dei temor a contraer la impureza cultuai (entrando en el pretorio romano antes de la Pascua), Jn 18, 28 Cíva pf] piavOcõaiv); en sentido figurado, se refiere a la conducta en Tit 1 , 15a (oí pepiappévoi, «los impuros», junto a los âm o to t; término opuesto; oí xad^agoí); 1, 15b: peptavTat... ó voõç x a l f| ouveíôqoiç, «hasta su mente y su conciencia están corrompidas», cf. además el v. 16; Heb 12, 15, en una adver-

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[xiaivoj - [iiKQoç

tencia para que no quede manchada toda la comunidad (pr)... p ia v & c õ o L V o i jro^J^.oL) a causa de los que se apartan de la gracia y actúan así en la comunidad como una raiz vene­ nosa (cf. Dt 29, 17); Jds 8, refiriéndose al libertinaje sexual: o á p x a piaívonoiv. ThWNT IV, 647-649; X, 1177 (bibl.)

de tiempo» en Jn 13, 33; 14, 19; êxi pixgòv õaov õoov, «todavia m poco, jqué poco, qué poco!» / «todavia un brevisimo tiempo» en Heb 10, 37 (cita de Is 26, 20 LXX; cf. 1 Ciem 50, 4; cf. Bla6-Debrunner § 304 nota 4); en sentido irônico, piXQÓv ti, un poquitín, en 2 Cor 11, 1.16; pixQÓç (4).

ptiaCjUia, aTOÇ, t ó miasma mancha, confilXQÓÇ, 3 mikros pequeno, exiguo, breve taminación* 2 Pe 2, 20: xà p iáap a x a xoõ xóopon, «Ias 1. En contrastes - 2. «Estos pequenos» - 3. Lc 12. 32 - 4. Del tiempo. contaminaciones que tienen su origen en el mundo / Ias contaminaciones causadas por el B ibl.: H.-J. Degenhardt, Lukas, E va n g elist d e r A rmen, Stuttgart 1965, 85-88; S. Légasse, Jésus e t l ’enmundo» (cf. p íao p a junto a aioxíivq en Jdt fa n t. Paris 1969, 51-119; O. Michel, «D iese K leinen» 13, 16). ThWNT IV, 649.

- ein e J ü n g erb eze ich n u n g Jesu: ThStKr 108 (19371938) 401-415; Id., [xixQÓç X . , en ThWNT IV, 650661; W. Pesch, Z u r F o rm geschichte u n d E xegese von L k 12, 32: Bib 41 (1960) 26-31; W. Trilling, H ausordnung G ottes. E ine A u sleg u n g von M t 18, Düsseldorf 1960, 30-42; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1177. k x

^ l a o ^ o ç , o u , o miasmos cormpción, im­

pureza* 2 Pe 2, 10: ôjtío®

o a Q x ò ç èv è ju flu p íg

p i a o p o ü jtO Q e n ó p e v o i, « lo s q u e v a n d e trá s

de cormpción»', 5, 7, 2. ThWNT IV, 649s.

d e la c a m e , lle n o s d e d e s e o cf.

Herm

[s]

« t o ç , TO migma mezcla* Jn 19, 39: p íypa opÚQvriç x a l àXóqç, «una mezcla de mirra y áloe»; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, sub loco: no se trata de óleo para ungir, sino de sustancias aromáticas.

liíyVUfU, fUYVÚW mignymi, mignyõ mezclar Forma alternativa de -*■ peíyvupi, peiyvúco. ^ i x g o v mikron (acusativo adverbial) un poco, un poquito, durante un instante* En el NT p ix Q Ó v aparece en 16 lugares, con sentido de acusativo adverbial: un poco, dicese de una pequena distancia en Mt 26, 39; Mc 14, 35, de un breve lapso de tiempo en Jn 16, 16 (bis).17(bis).18 (xò p i x ç ó v «la [expresión] ‘un breve tiempo’»).\9 (bis); p e tà piXQÓV, «después de breve tiempo» en Mt 26, 73; Mc 14, 70; EXi p tX Q Ó v , «todavia un poco

1. En la medida en que piXQÓç posee trascendencia teológica en el NT, aparece primeramente en una serie de contrastes: la peque­ nez y la grandeza se hallan frente a frente en el reino de Dios o en la Iglesia (Mt 11,11 par. Lc 7,28; Lc 9,48; en ambos pasajes ó piXQÓxegoç tiene sentido superlativo, ->• (xeí^tov 2.a). El grano de mostaza, que es «la más pe­ quena de todas Ias semillas», ilustra el comienzo poco llamativo de la predicación de Jesus, en contraste con el triunfo mundial dei futuro reino (Mc 4, 31s par. Mt 13, 31s). De la «pequena (cantidad de) levadura» (pixpà Çúpq) se habla en un provérbio; Pablo lo aduce para caracterizar lo grandes danos que los ad­ versários judaizantes pueden causar (Gál 5, 9; es dificil precisar una relación exacta con el contexto) o Ias graves consecuencias que un solo delito grave acarrea para la comunidad (1 Cor 5, 6). 2. En los Evangelios sinópticos, la expresión «estos pequenos» designa a los cristianos (Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 / Lc 17, 2; Mt 10, 42; 18, 10; ^ èXáxioxoç 2.a). Algunas veces se los considera como una totalidad y se los dis-

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(ilXQÓÇ- Míàt^toç

tingue de los no cristianos; a estos últimos les falta el arrepentimiento, y por ello poseen me­ nor amor al prójimo, en comparación con los primeros. Sin embargo, esta diferencia fo­ menta una actitud de buena voluntad bacia el cristianismo, semejante a la de los exorcistas extranos que, en sus prácticas, utilizan el nombre de Jesús (Mc 9, 38-40). Por eso, se les asegura recompensa escatológica (9, 41). Lo mismo se dice de Ias atenciones que se tienen con los mensajeros pobres dei evangelio (así hay que entender, seguramente, Mt 10, 42). En otro pasaje se habla de «estos peque­ nos» en relatos sobre la vida «interna» de la comunidad, para caracterizar a los cristianos que son, sí, creyentes, pero que corren peügro en su fe y que son propensos a la confusión (cf. 1 Cor 8; Rom 14, 1-15, 1, «los débiles»). Estas personas. que son los protegidos de Dios por medio de «sus ángeles», tienen derecho (por tanto) al respeto y solicitud por parte de la comunidad, en lo que respecta a su salvación (Mt 18, 6.10-14). El origen de esta denominación se baila en una manera de hablar característica de Jesús, que al hablar de «estos pequenos» no se refe­ ria a los ninos, sino a los «marginados» de su pueblo, a esas personas que eran menospreciadas y despreciadas por los grupos religio­ sos dirigentes. 3. El aliento escatológico que Jesús da al «.pequeno rebano» de sus discípulos, sirve de final en Lc 12, 32 a una sección (12, 22-31) que contrasta con la anterior (12, 13-21): mientras que a los ricos se los exhorta a la vi­ gilância frente a Ias seducciones dei afán de lucro, y se los anima a que den limosnas, Je­ sús dice a los pobres (a la comunidad) que no deben inquietarse, porque Dios cuida de ellos. 4. p,iXQÓç, aplicado al tiempo, aparece en Âp 6, 11; 20, 3 en puntos muy senalados de los acontecimientos dei fin, y también en Jn 7, 33; 12, 35, donde la expresión «todavia un breve tiempo» indica el instante inminente en que el Cristo celestial ha de partir de este mun­ do (cf. 16, 28).

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El neutro (xò) p,ixQÓv, (el) poquitín, se emplea en Jn 14, 19 en sentido adverbial (êxi piXQÓv, cf. LXX Is 10, 25; 29,17; Jer 28, 33; Os 1, 4); aqui posee una connotación escato­ lógica: el retomo pascual de Jesús y la situación que con ese retomo comienza para los discípulos. Por el contrario, en Jn 13, 33, la misma expresión anuncia la marcha de Jesús con ocasión de su muerte, mientras que en 16, 16.17.19 un doble p,ixQÓv -m ás allá de la bre­ ve ausência que la muerte de Jesús significasenala hacia la nueva presencia cuya duración ilimitada quedará garantizada por el Paráclito (14, 16; 16, 7-15). S. Légasse

IU.IXQOTEQOÇ, 3 mikroteros más pequeno* El comparativo de piXQÓç aparece 5 veces en el NT (únicamente en los Evangelios sinópticos) y en todos los pasajes puede traducirse en sentido comparativo o (mejor) en sentido superlativo: el más pequeno J más in­ significante (cf. BlaB-Debmnner § 60; 61 no­ ta 1); Mt 11, 11 par. Lc 7, 28; Mc 4, 31 par. Mt 13, 32; -)• [XLXQÓç 1. MÍÀ1|T0Ç, od Milêtos Mileto* Durante la época romana, floreciente ciudad situada en la costa Occidental de Asia Me­ nor, en la bahía de Latmos, al sur frente a la desembocadura dei rio Meandro. Contaba con una comunidad judia. Según Hech 20,15, Pablo llega a Mileto en su último viaje de Gré­ cia a Jerasalén, procedente de Samos. Según 20, 17, Pablo hace que los ancianos de Efeso se Ileguen hasta Mileto (a fin de no perder personalmente mucho tiempo, dando un ro­ deo para dirigirse a Efeso. v. 16). Y se despide de ellos con unas palabras (vv. 18ss). Se­ gún 2 Tim 4, 20, Trófimo tuvo que quedarse enfermo en Mileto, cosa que no es compatible con otros detalles que se dan en la Carta se­ gunda a Timoteo y en Hechos. Bauer, Wôrterbuch, Í.V.; BHH U, 1216 (mapa); Haag, Diccionario, 1256; Pauly, Lexikon III, 12951298; IDB Suppl. 597s.

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(xíA-iov - ju[iéo|j.ai

milion nailla* Mt 5, 41: fj.íÀi.ov EV,... ôiJO (material pecu­ liar). Medida romana de longitud, que significaba propiamente mil {millè) pasos {mille es también un préstamo léxico en la literatura rabínica). La milla equivalia a unos 1500 m, y se dividia en 7, 5 estádios. ^ íX io v , o v ,



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que se encuentran atestiguadas en el NT, ocho pertenecen al Corpus Paulinum (1 Tes 1, 6; 2, 14; 1 Cor 4, 16; 11, 1; Flp 3, 17; 2 Tes 3, 7.9; Ef 5, 21). El verbo aparece además en Heb 13, 7 y 3 Jn 11; el sustantivo, en Heb 6, 12.

2. El verbo significa imitar, emular, seguir a alguien, con acusativo de persona o de cosa; es decir, expresa la acción de imitar a un mo­ ^ l ^ É o ^ a l mimeomai imitar* delo. El sustantivo expresa al imitador de un [XtitT^Triç, oõ, ó mimêtês imitador* modelo. En el NT el término se usa siempre 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos - con eipí o yÍTop.ai y con genitivo. En los es­ 3. Campo referencial - 4. Empleo en el NT. critos dei NT, el grupo de palabras se emplea siempre -claramente- en sentido positivo, co­ B ibL : A.-M. Artola, V A p ô tre -o u v r ie r se dorm e en m odele, 2 Thess 3, 7~12: ASeingn 64 (1969) 71-76; P. sa que no sucede siempre en los escritos grievan den Berghe, «Oui, cherchez à im itier D ieu !» E p 4, gos de la época clásica.

30-5, 2: ASeign 50 (1974) 37-41; H. D. Betz, N achfolge u n d N a ch a h m u n g Jesu C hristi im N T (BHTh 37), Tübingen 1967; W. P. de Boer, The Im itation o f P aul, Amsterdam 1962; M, Buber, N achahm ung G ottes, en Id., W erke II, München 1964, 1053-1065; E. Eidem, Im ita tio P a u li, en T eo lo g iska S tu d ie r tillã g n a d e E. Stave, Uppsala 1922, 67-85; B, Gerhardsson, M em ory a n d M a n u scrip t (ASNU 22), Lund ^1964, 288-323; N. Hyldahl, J esu s o g j0 d e m e infolge 1 Thess 2, 14-16: SvEA 37/38 (1972-1973) 238-254; I. Jervell, L uke and th e P eo p le o f G od, Minneapolis (Minn.) 1972; H. Kosmala, N a ch fo lg e u n d N achahm ung Gottes: ASTI 2 (1963) 38-85; 3 (1964) 65-110; E. Larsson, C hristus a is V orbild, Uppsala 1962; W. Michaelis, pi|xéopai jtxX., en ThWNT IV, 661-678; L. Nieder, D ie M otive d e r relig iõ s-sittlich en P a rã n ese in den p a u lin isc h e n G em einden (MThS 1/12), Mnnchen 1956, en el índice analítico s.v. «Nachahmung»; B. A Pearsson, 1 Thess 2 :13-16: A D eu tero -P a u lin e Interpolation: HThR 64 (1971) 79-94; H. M. Schenke, D e te r m in a tio n u n d E th ik im ersten Johann esb rief. ZThK 60 (1963) 203215; R. Schippers, The p r e -s y n o p tic tra d itio n in 1 T h ess 1113-16: NovT 8 (1966) 223-234; W. Schrage, D ie konkreten E in zelg eb o te in d e r p a u linischen P a rã ­ n ese, Gütersloh 1961, en el índice analítico s.v. pipEia^ftai; A. Schulz, N a c h fo lg e n u n d N a c h a h m e n (StANT 6), München 1962; D. M. Stanley, «B ecom e im ita to rs o f me»: Bib 40 (1959) 859-877; Id., Im ita ­ tio n in P auT s L etters. Its S ig n ifica n ce f o r H is R ela tionship to J esu s a n d to H is O w n C hristian F oundations, en F rom J esu s to P aul. E S f i r F. W. B eare, Waterloo 1984, 127-142; E. J. Tinsley, The Im itation o f G od in Christ, London 1960; B. Trémel, L a voie de la p erfectio n ehrétienne. P k 3 ,1 7 -4 , 1: ASeign 15 (1973) 37-42; H. C. Waetjen, Is the «Im itation o f C hrist» B iblicaU : Dialog 2 (1963) 118-125; para más bibliogra­

3. En el NT, los términos que pertenecen al grupo de palabras pueden tener como mode­ los objetos de diversa índole; entre los pasajes no paulinos en que se hallan atestiguados los términos, vemos que hay que imitar «lo bueno» (3 Jn 11), «la fe de los dirigentes» (Heb 13, 7), «aquellos que por la fe y la paciência heredan Ias promesas (Heb 6, 12). En Pablo domina la imitatio Pauli. El apóstol se presenta ante sus propias comunidades (no ante otras) como ejemplo ad imitandum. Además, se consideran -directa o indirectamente- co­ mo modelos Dios, Cristo, comunidades o gru­ pos de una comunidad. Por lo demás, en los enunciados paulinos se observa la tendencia a construir la imitatio como un sistema «jerárquico» (Dios - Cristo - Pablo - la comunidad - otras comunidades), sin que se trate de un patrón fijo. La imitación puede referirse a una cualidad característica o a una manera de obrar de la correspondiente persona (por ejemplo, 2 Tes 3, 7.9), pero puede tener tam­ bién por objeto la actitud total de la vida dei modelo (1 Cor 4, 16s; cf. Flp 3, 17). A la imi­ tación de Dios, de Cristo, dei apóstol y de otros modelos pertenece como factor impor­ tante la obediência a estas autoridades. Sin embargo, esto no significa que en los pasajes fia, Cf. ThWNT X, 1177s. paulinos en que se usa p,Lp,éop,at, este verbo 1. El grupo de palabras se halla escasamen- pueda traducirse senciUamente por «ser obe­ te representado en el NT. De Ias once veces diente» (en contra de Michaelis).

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Umeofiai

4. Hay exhoitaciones a imitar al apóstol en 2 Tes 3, 6-9. Esta imitatio es muy específica. A los destinatários se los exhorta a imitar el trabajo de Pablo para ganarse el propio sus­ tento. El renuncio a que la comunidad le ayudase, a fin de poder dar un ejemplo (xújtoç) a los tesalonicenses (v. 9). Esta actitud ejemplar fue completada mediante ensenanza oral (v. 6). La exhortación a la imitatio sirve para combatir la tendencia a la confusión escatológica (v. 6), que se manifestaba entre otras co­ sas en el menosprecio dei trabajo cotidiano (v. 11). De una imitatio Pauli se trata ante todo en 1 Tes 1, 6. Lo ejemplar dei apóstol no es su acción poderosa (v. 5), sino principalmente su postura durante el sufiimiento. Así resalta indirectamente en el v. 6 y se confirma directamente en 2, 2 (cf. Hech 16, 20ss; 17, 5ss). La aceptación de la palabra de Dios por los tesa­ lonicenses los ha conducido a una comunión de padecimientos con el apóstol. Los ha llevado también a unirse con los sufrimientos de Cristo. Por tanto, han llegado a ser también imitatores Christi. Su gozosa aceptación dei mensaje de Cristo y de los sufrimientos que lleva inherentes, se ha acreditado también de manera ejemplar. La postura de ellos los convierte también en ejemplo para otras comuni­ dades. En 1 Tes 2, 14-16 resalta asimismo en primer plano la actitud durante el sufrimiento. Los tesalonicenses han llegado a ser piprixaí de Ias comunidades de Judea: han sido perse­ guidos por sus compatriotas, como los cristianos de Judea lo fueron por los judios. Aqui no hay una simple comparación (en contra de Michaelis). Los destinatários, por el conocimiento que tenían de la actitud adoptada por los cristianos de Palestina (Jervell, 19-39), pudieron emularlos en su lucha. Y con ello se han vinculado también con los padecimientos de Jesús, de los profetas y dei apóstol (vv. 15s), una comunión de sufrimientos que incluye en sí cierta imitatio por parte de los te­ salonicenses. En 1 Cor 11,1 Pablo exhorta a que le imiten a él, lo cual constituye indirectamente una

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imitatio Christi. Es ejemplar su actitud ante la libertad cristiana (10, 23ss): esa libertad no debe convertirse en escândalo para los hermanos (v. 29). Sino que debe servir para la gloria de Dios (v. 31), lo cual en Pablo se manifiesta en que él no busca el propio provecho, sino el de muchos (v. 33; cf. v. 24). Esta actitud es digna de imitación, entre otras cosas porque es un reflejo de la vida de Cristo; cf. especial­ mente Rom 15, 3.7; cf. 2 Cor 8, 9; Flp 2, 5ss. En 1 Cor 4,16 se hace un llamamiento a los corintios para que se conviertan en imitadores dei apóstol. El onv enlaza estrechamente la exhortación con la sección precedente (4 ,14s; cf. w . 8-13), donde Pablo se ha designado a sí mismo como «padre» de los destinatários. Como réxva dei apóstol, ellos deben imitar la conducta hunnlde de él. La imitatio aqui no se refiere sólo a la humildad dei apóstol, sino también -como implica la exposición que se hace en 4, 8-13- a toda su vida (que, desde luego, está marcada por la humildad). Los «caminos» dei apóstol (v. 17) son prescripciones para la vida cristiana, prescripciones que él dio en sus ensenanzas (cf. 7, 17; 14, 33) y que están vinculadas orgánicamente con su conducta ejemplar (ôiò toüto a n tó vincula el V . 17 con el v. 16). Por tanto, la imitatio Pauli, en 1 Cor 4, 16, está concebida en tér­ minos generales; probablemente, se entiende al mismo tiempo como una imitatio Christi. La exposición que se hace en 4, 9-13 senala como ejemplo, más allá de Pablo, al Senor mismo (cf. 11, 1; 1 Tes 1, 6). En Ef 5, 1 hay xm llamamiento a la imitatio Dei (en esta forma, es cosa singular en el NT). Este versículo (5, 1) se halla estrecha­ mente relacionado con 4, 32, pero sirve tam­ bién de transición para la sección siguiente (5, 2-7). El sentido de esta imitación se deduce en primer lugar de 4, 32. El perdón de Dios en Cristo es el ejemplo que hay que imitar. Los efesios, como (xipqTal xon h-Eoii, deben ser bondadosos y misericordiosos unos con otros y deben perdonarse mutuamente (cf. Col 3, 13s). Esta imitatio por parte de los xénva aYaJiTiTá de Dios resulta tanto más natural, por cuanto ellos han experimentado el perdón

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miieofiat - ju[i,vt]axo[j.ai

de Dios (Ef 4, 32). Por tanto, la acción de Dios no sólo es el modelo sino también el mo­ tivo (xa'&cóç es comparativo y causai). En 5, 2 se sigue explicando la imitación de Dios. La actitud perdonadora de los efesios, que se contempla como un reflejo dei perdón divino, se identifica con el hecho de andar en amor. El modelo de ese vivir en la ãyájtT] es la en­ trega que Cristo hizo de sí mismo. Por tanto, la imitatio Dei consiste en caminar en amor, teniendo como modelo a Cristo. Los pasajes no paulinos en que aparecen los términos, no contribuyen gran cosa a la comprensión dei grupo de palabras. El autor de la Carta a los Hebreos espera que los des­ tinatários sean imitadores de quienes beredan Ias promesas mediante la fe y la paciência (Heb 6, 12). La fe es determinada y purifica­ da por medio de la paciência (O. Michel, Der Briefan die Hebrãer^^ [KEK] sub loco). Los «hebreos» deben imitar esa fe constante de los padres (Abrahán, v. 13; cf. capítulo 11). También en 13, 7 se trata de una imitatio de la fe. La Jtíotiç de los dirigentes es ejemplar, una fe que aqui -seguramente- no se entiende tanto como el contenido de la fe, sino más bien como la actitud de fe (quizás en lá disposición para el martirio). La exhortación general dirigida a Gayo, en 3 Jn 11, para que imite lo bueno, no lo maio, se refiere probablemente a la manera de obrar de Demetrio (v. 12) o a la de Diotrefes (v. 9). Por tanto, la imitación consiste también aqui en la imitatio de una persona. E. Larsson ^l^T|Tr|Ç, o v , o mimetes imitador -> pipéopai. mimnêskomai acordarse, recordar* 1. Aparición y uso en el NT - 2. Dios como sujeto 3. Seres humanos como sujeto. B ib l.: R. H. Bartels, en DTNT IV, 49-53; N. A. Dahl, A nam nesis: StTh 1 (1947) 69-94; G. Henton Davies, en IDB III, 344-346; B. Gerhardsson, M em o ry

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(ASNU 22), Uppsala ^1964; H. Haag, en H. Haag y otros (eds.), B ib e lle xik o n , Einsiedeln ^1968, 454-459; O. Haggenmüller, E rin n e m u n d Vergessen G ottes und d e r M enschen: BiLe 3 (1962) 1-15, 75-89, 193-201; J. Jeremias, M c 14. 9: ZNW 44 (1952-1953) 103-107; O. Michel, ptp.'VT|Uttopai xtX,., en ThWNT IV, 678-687; G. Schmidt, MNH20HTI, en F S f ü r H. M e ise r, München 1951, 259-264; O. Schilling, «C edenken» un d «G edãchtnis» in d e r Sprache d e r B ibel: LebZeug 3 (1965) 30-37; W. Theiler, E rinnerung, en RAC VI, 43-54; para más bilbliografla, -> àváp,VT)aiç; cf. además ThWNT X, 1178s.

a n d M an u scrip t

1. En el NT pt[ivfioxo(xai aparece 23 veces, seis de ellas en Lucas, dos en Hechos, cuatro en Hebreos; en Pablo aparece única­ mente en 1 Cor 11, 2. El verbo se usa unica­ mente en voz pasiva (con significado de ver­ bo reflexivo; los compuestos se usan también en voz activa). Por lo demás. Ias formas dei verbo simple y Ias de los verbos compuestos se usan sin diferencia alguna. Se emplean co­ mo sinônimos pvqpovEÚco y construcciones con pveía, pvfipij, pvTjpóouvov y àvápvT)oiç. 2. Mientras que el acordarse de Dios desempena un gran papel en el AT, vemos que en el NT se habla raras veces de ello. Y cuando se hace, casi siempre en expresiones propias dei griego bíblico: pvT]a'0'fjvai èXéouç (Lc 1, 54) procede seguramente dei Sal 97, 3 LXX (è p v r|0 ^ Toü kXéovc, auxoõ xw Taxa»P). La conexión sintática aqui es floja. El sentido podría ser: El se acuerda de la miseri­ córdia que mostro antes a su pueblo», o (mejor): «El tiene intención de ejercitar la miseri­ córdia, tal como prometió a los padres» (cf. Ex 32, 13; Dt 9, 27). En el fondo, Lc 1, 72 viene a decir lo mismo: «mostrar misericórdia a nuestros padres y recordar su santo pacto». El hecho de que Dios se acuerde de su pacto con los padres significa que él va a cumplir sus promesas. El reverso de ello es que Dios se acuerda de Ias malas acciones de los gentiles, cf. Ap 16, 19: BaPuXtbv q peyóXq èpvf|(r&Ti èvrómov xoü '&eoü. Una expresión semitizante parecida la en­ contramos en Hech 10, 31: «Tu oración ha si­ do oída y tus limosnas han sido recordadas

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Hmv^ojtonai

delante de Dios» (èji,VTÍo'0T)oav èvcbmov xov ■fteoC). La expresión presupone que los ángeles llevan Ias oraciones a la presencia de Dios y recuerdan a Dios Ias acciones de los hombres (Ap 8, 3-5). El texto de Hech 10, 4 (pvT)[ióauvov) corresponde aún más intensamente al griego de la LXX. Los demás pasajes son citas. Heb 2, 6 cita al Sal 8, 5 LXX: acordarse de una persona significa mostrarle gracia. Heb 8, 12; 10, 17 proceden de Jer 31, 34. El perdón de los pecados se expresa diciendo que Dios no se acuerda ya de los pecados. Resumiendo podremos afirmar: En el hecho de que «Dios se acuerde», se expresa su justicia y su fidelídad al pacto. Tan sólo una vez aparece Jesús como sujeto, y entonces lo hace como el Mesías dotado de la autoridad divina. «jJesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu reino!» Así ora el ladrón arrepentido (Lc 23, 42). La fórmula p,vf|odTiTi es corriente en Ias oraciones judias (Jue 16, 28; Job 7, 7; Sal 88, 51 LXX).

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dei Espiritu Santo de hacer que se «recuerde», cf. Jn 14,26; 16,12-15). El motivo se pone de relieve especialmente en el Evangelio de Juan. Hech 11,16 ofrece un ejemplo concreto: Cuando el Espiritu cayó sobre Comelio, Pe­ dro recordo lo que el Senor había dicho: «Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espiritu Santo» (cf. 10, 44-48).

Toda la tradición evangélica puede contemplarse desde esta perspectiva: la tradición es para la Iglesia el recuerdo fundamental de una revelación histórica. También Ias cartas (lo mismo que el libro de Hechos) se hallan al servicio dei re­ cuerdo. Fueron escritas «para mantener viva en vosotros, por medio dei recuerdo, la mente pura, afin de que os acordarais de Ias palabras que habían sido dichas de antemano por los santos pro­ fetas y dei mandamiento de nuestro Senor y Sal­ vador trasmitido por vuestros apóstoles» (2 Pe 3, 1-2). También Ias palabras de los apóstoles se convierten en objeto de recuerdo, en parte porque se entienden como predicciones que pueden ilu­ minar el presente y el futuro (cf., por ejemplo, Jds 17), pero piincipalmente porque su exhortación 3. Lo indiscriminadamente que se usan el moral y edificante posee validez permanente (2 Pe 1, 12s). Estas formulaciones se hallan repre­ verbo simple y los compuestos, lo vemos por sentadas especialmente en los escritos tardios, Mc 14, 22 par. Lc 22, 61 / Mt 26, 75: «Pedro pero en principio se encuentran ya en Pablo, se acordo (Mateo spvrio^&T], Marcos àv-, Lu­ quien recuerda (ávap.ipvpaxüi) a los corintios cas uji-) de lo que Jesús había dicho». Este [como modelo] sus propios «caminos en Cristo» (1 Cor 4, 16s) que abarcan no sólo sus ensenanhecho de recordar Ias palabras de Jesús trajo zas sino también su modo ejemplar de vida. la salvación (cf. también Lc 24, 6.8). Pero puede haber también un recuerdo hostil, co­ Así podemos entender también lo que se dimo vemos por Mt 27, 63: «Nos acordamos de ce en 1 Cor 11, 2: «...de que vosotros os acorque ese seductor dijo...». Ahora bien, general­ dáis de mí en todas Ias cosas y guardáis con mente el «acordarse» significa reflexión y cofirmeza Ias ensenanzas, tal como yo os Ias nocimiento más profundo, cf. Lc 16, 25. Algo di». Propiamente lo de Jtávxa p,ou [iép,vT]a'&e distinta es la orientación de Mt 5, 23; aqui la es ambiguo. A menudo [U(xvfioxop,at, cuando idea no gira en torno a una reflexión sistemá­ tica, sino que se trata más bien de un «acor­ tiene por objeto a una persona, tiene un senti­ do diferente: el de «conservar un recuerdo darse -casualmente- de algo». amistoso / no olvidar a alguien» (2 Tim 1, j-: Puesto que la Iglesia está ligada a la historia «lleno de anhelo de verte, tanto más que re­ y a la tradición, el recordar es fundamental. cuerdo tus lágrimas»; cf. 2 Cor 7, 15), o bien Los hechos y la suerte de Jesús no pueden enel de «acordarse de alguien solícitamente / tenderse sino recordando Ias palabras proféti­ con oración y ayuda» (Heb 13, 3: «Acordaos cas de la Escritura (Jn 2,17; 12,16). El recor­ de los que están encarcelados...». En 3 Jn 10, dar Ias palabras de Jesús tiene importância de­ el compuesto újtopipvfiajtaj tiene sentido de cisiva para la fe y la vida (Jn 2, 22). La Escri­ reproche. tura, la historia y Ias palabras de Jesús se interpretan recíprocamente (sobre la actividad R. Leivestad

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[iiaecü

fiiGEb) miseo odiar, despreciar, menospreciar* 1. Aparición y coíitenidos semántícos - 2. La tradiclón de Jesús en los Sinópticos - 3. El Evangelio de Juan y la Carta primera de Juán - 4. Los demás escri­ tos dei NT. B ib l: Hi Braun, Spü tjü d isch-hãretischer u n d fr ü h c h ristlic h er R a d ika lism u s II, Tiibingen ^1969, 57^59 con la nota 1; I. Brière, Odio, en VTB 538-541; A. Dihle, D ie Gold&ne R egei, OOttingeíi 1962, 114-116;

O, Michel, jxiaéo), en ThVÍTSlT IV, 687-690; I. Procopé, Hafi, en RAC XIII, 677-714; H. Sêebafi, jliãécB, en DTNT II, 75-78; E. F. Sutcliffe, H a tred M Qum ran: RQuih 2 (1959-1960) 345-356; L. K. StacliDwiak, en: J. B. Bauer (ed.), B ib e lth e o lo g is c h e s W õrtefbU ch, Graz ^1967, I 664-669; para nlás bibliografia, cf. ThWNTX, 1179.

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enetnigos dei püeblo de Dios (Lc 1,71; apa­ rece ya en Is 66, 5). c) La exigencia de Jesús de que hay que aborrecer a los patientes y de qUe hay que aborrecerse a sí misffio a causa de él (Lc 14, 26), o de que no hay que amar a los parientês más quê a él (Mt 10, 37), viehert a dedr en realidad lo mismo: ante Ia declsión de seguir a Jesús hay qüe dejatlo todo a un lado (cf, además Lc 9, 59s). Ahora bien, el que odie a Je­ sús y rechace sü rélno (Lc 1 9 ,14), tiêhê sõbre sí la amenaza de la pefdlciôfl (19, 27).

3. ã) El que odiü a Cristo, la luz, haclendo el mal (Jn 3, 20), porqUe ama más Ias tínieblas que la lUz, incurrirâ en el juicio (v, 19). Los incrédulos «hermanos de Jesús» (7, 5) no 1. En el NT el verbo [iioéco aparece 40 vetienen qUe temer, Según 7, 7a, el odio pOr par­ ces, trece de ellas en los Sinópticos, doce en el te dei mundo (hostil a Dios). Sin embargo, el Evangelio de Juan y cinco en la Carta primera mundo ódia a Jesús, porque él le atestigua que de Juan. Los demás pasajes se distribüyen en­ sus obras (Ias obras dei mundo) son malvadas tre la literatura epistolar y el Apocalipsis. (v. 7b-d). La misma suerte corren los discí­ Como su equivalente hebreo en el AT áãnã\ pulos de Jesús (15, 18-25 [pioero; w . 18 bis. abarca toda la gama de significados desde 19.23bis.24.25]; cf. 17, 14; 1 Jn 3, 13). Como amar menos / detestar hasta odiar. el odio se fundamenta en la incredulidad, no tiene ninguna razón de ser (Jn 15, 25, cita dei 2. a) Mt 5 ,43s par. Lc 6,27 exigen el amor Sal 35, 19; 69, 4). En Jn 12, 25 encontramos al prójimo, pero un amor sin reservas y que una variación de una sentencia sinóptica de abarque incluso al enemigo, un amor que -seJesús (Mc 8, 35; Mt 10, 39). Jesús hace ver a gún Mt 5 ,4 5 - tiene su fundamento en el amor los discípulos la paradoja de que la vida pueinmenso dei Padre celestial. El precepto, rede significar la muerte, y de que la muerte chazado por Jesús, de odiar al enemigo (5, puede significar la vida. Quien aborrece su 43), no se encuentra en el AT. Se piensa en propia vida y se decide así en favor de Cristo, una de dos: o en una máxima popular de conproduce fruto (v. 24). ducta, difundida universalmente (así, por b) 1 Jn 2, 9-11 contrapone al amor frater­ ejemplo, Billerbeck I, 353), o bien en el pre­ no, que es el único mandamiento (w . 7s), el cepto de la secta de Qumrán de aborrecer a odio fraterno. Quien aborrece a\ hermano, se los hijos de Ias tinieblas (IQS 1, 9s y passim-, encuentra hasta ahora en Ias tinieblas (vv. cf., por ejemplo, Dihle). En la imagen que ha9.11), es decir, carece de orientación. Los bla dei servir a dos senores, ptaéco se inter­ cristianos no deben asombrarse de que el preta como «estimar en menos / menospremundo los aborrezca (3, 13); porque a ellos ciar», y àyajtáto como «ser fiel». La conclules pasa como a Abel, cuyas obras justas prosión final dice así; el servicio de Dios y el ser­ vocaron a Caín a cometer el asesinato (v. 12). vido de Manmón se excluyen mutuamente. Esta comparación hace que el amor fraterno b) Ser odiado a causa de Jesús (Mc 13, 13 aparezca como ocasión para el odio. El amor par. Mt 24, 9s [10, 22] / Lc 21, 17; Lc 6, 22) fraterno es al mismo tiempo la prueba de que significa ser partícipe de la suerte corrida por los cristianos «han pasado de la muerte a la Jesús. Odiar es la actitud fundamental de los vida» (v. 14). Por el contrario, el que no ama.

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|iioé(B —(uct9 óç

permanece en la muerte (v. 14d), El gue odia es un ssesino, porque ipsta la vida verdadera, que vieoe por rpedio dei amor fratemo (v. 15). El que afirma acerca de sí que ama a Dios, pero aborrece a su hermano, se desenmascara como mentiroso (4. 20); porque demuestra que él no ha aceptado el amor de Dios, que se anticipa a nuegtro amor (v. 19). No es posible amar a Dios haciendo caso omiso dei hermano (vv. 20d,21).

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habita en la Babilônia (Roma), ya caída (cf. Is 21,9; Jer51, 8; Ap 14, 8). H. Giesen

^ I0 '& a 7 io ò o a ía , a ç , misthapodosia salario, recompensa, retribución* Este término se halla atestiguado única­ mente en la literatura cristiana. En el NT apa­ rece tan sólo en Hebreos: 2, 2: êvôixoç pia■dartoôooía, «justa recompensa» (en el senti­ 4. a) Cuando en Rom 7, 15 se dice que el do dei castigo por Ias trasgresiones y Ias des­ obediências); 10,35; p.eYáX,T] ptofiajtoôooía, hombre irredento haee lo que aborrece, y con­ «grande recompensa»-, 11, 26: àTcépÀ,ejt8v firma de esta manera que la ley es buena (v. yÒQ Eiç xfiv piofi-ajtoôooíav, «porque tenía 16), se está afirmando la absoluta necesidad la mirada puesta en la retribución (la humillade redención que tiene esa persona. Con la ci­ ción por Dios)». ta de Mal 1, 2s vemos que Rom 9, 13 funda­ menta la libre e inmerecida elección por parte de Dios. Si tan sólo una parte dei Israel físico fU0‘d'(X7loôÓTl)Ç, o v , ó misthapodotês el pertenece al nuevo Israel (9, 6), ello tiene su que recompensa o retribuye* prototipo en Ia elección de Jacob y el rechazo Heb 11,6; toíç èx^TiToij0 tv anxòv p,iO'&ade Esaú. Ef 5, 29 acentua de esta manera la jtoôóxqç «El (= Dios) recompensa a profunda comunión entre el hombre y la muquienes le buscan» (cf. Sab 10, 17); ->• ptojer en el matrimônio; «En efecto, nadie abofiaitoôooía. rreció jaraás a su propia carne, sino que la alimenta y cuida, como Cristo a la Iglesia». Según Tit 3, 3, la existência anterior al cristia­ IlíadlO Ç , o v , ó misthios jom alero, trabajador asalariado* nismo se halla caracterizada, entre otras co­ Propiamente es un adjetivo, pero en el NT sas, por el hecho de que los hombres se abose emplea únicamente como sustantivo; Lc 15, rrecían unos a otros. Sobre este trasfondo des17.19.21 v.l. Los jomaleros gozaban de macribe 3, 4-7 la grandeza de la acción redentora de Cristo. En Heb 1, 9 se dice que Jesús, el yor libertad que los esclavos, pero en cambio tenían menores seguridades. BHHII, 1103. Hijo de Dios, amó la justícia y aborreció la maldad (cita dei Sal 44, 8 LXX). El aoristo de los verbos hace referencia al acontecimiento f i u r d ó o ^ a i misthoomai contratar* de la cruz, Jds 23 advierte a los creyentes que En el NT únicamente en voz media: Mt 20, no tengan comunión con los falsos maestros, 1: pia'ôü)aaa#ai EQYÓxaç eíç, «para contra­ y los exhorta a que «aborrezcan incluso la rotar trabajadores para (la vina)»; 20, 7; onôeiç pa contaminada con la carne». qpãç èpio^cbaaxo. b) El Cristo exaltado alaba en Ap 2, 6 a la comunidad de Efeso por aborrecer «Ias obrtis de los nicolaítas», así como él mismo Ias abo­ lA io^óç, oí), ò misthos recompensa rrece. Según 17, 16 los poderes contrários a 1. Aparición en el NT - 2. En Ias palabras de Jesús Dios, actuando por encargo de Dios, destru- 3. En Pablo. yen a la gran ramera -Rom a-, a la que aboB ib l: G. Bomkamm, D e r L ohngedanke im N T , en rrecen, y ejecutan en ella el juicio escatológiBomkamm, A u fsã tze II, 69-92; G. Didier, D ésintéresco. 18, 2 habla dei ave aborrecida que, junta­ sem en t du chrétien. L a rétribution dans la m orale de mente con demonios y espíritas inmundos. S. P aul, Paris 1955; J. Dupont, L e logion des douze

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[xia-O-óç

trônes (M t 19, 28; L k 22, 28-30): Bib 45 (1964) 355392; J. I. H. McDonald, T he C oncept o fR e w a r d in the Teaching o f Jesus: ET 89 (1977-1978) 269-273; W. Pesch, D e r L ohng ed a n ke in d e r Lehre Jesu, München 1955; Id., D e r S o n d e rlo h n f ü r d ie V erkü n d ig er des E vangelium s, en F S S ch m id 1963, 199-206; Id., R etribución, en DTB 922-930; H. Preisker-E. Würthwein, (uaôóç otX., en ThWNT IV, 699-736; B. Reicke, The N T C onception o fR e w a rd , en F S Goguel, 195-206; K. H. Rengstorf, D ie F ra g e d es gerechten L ohnes in d er Verkündigung Jesu , en F S f ü r K. A m o ld , Düsseldorf 1955, 141-155; H. Graf Reventlow, «Sein B lu t kom m e ü b er sein H aupt»: VT 10 (1960) 311-327; Schnackenburg, M en sa je I, 93-97, 208-209; Spicq, N o tes Suppl, 473-486; E. Will, N o te s s u r pic&óç, en L e m o n d e grec. F S C. P réaux, Braxelles 1975,426-438; M. Winter, L ohn (I), en TRE XXI, 447-453; para más biblio­

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debe entenderse en el sentido de un «bien ad­ quirido por medio dei pecado» (cf. Lc 16, 9 y Hech 1, 18), es decir, significa los benefícios materiales obtenidos por los falsos maestros (cf. 2 Pe 2, 3; Tit 1, 11). En sentido figurado, Jn 4, 36 emplea el tér­ mino recompensa para designar el êxito de la labor misionera. Un sentido figurado análogo lo encontramos también en Pablo (1 Cor 9, 18, 3). Según Heb 10, 35s, los bienes pro­ metidos se entregan graciosamente como «re­ compensa»; con ello la imagen de la esperanza de una recompensa individual se aplica a la actitud fundamental de la fe cristiana: la re­ grafia, cf. ThWNT X, 1179. compensa se convierte en el bien de la salva1. En el NT el sustantivo (xioO^óç aparece ción cristiana. La comunión con Dios, conce­ dida graciosamente, es la recompensa de la fe, en 29 pasajes (apareciendo 10 veces en Mala cual «significa «un anhelo apasionado, una teo, 5 en Pablo, 4 en Lucas/Hechos). Junto a ardiente orientación bacia el mundo de la ra­ este término encontramos [xta^ajtoôoaía diante promesa de Dios y bacia su cumpli(«salario», 3 veces en Hebreos), [uoO^ajtoôómiento» (Preisker, 706). XT]ç («el que retribuye», Heb 11, 6 ), [iLa'0'ioç («jomalero», Lc 1 5 ,1 7 .1 9 ), pwr&óoftaL («con­ 2. Las sentencias que hablan de piall-óç en tratar», Mt 2 0 ,1 .7 ) , [tLoOmita (Hech 2 8 ,3 0 ) y la tradición de Jesús, se hallan integradas en [iiaO^coTÓç (Mc 1, 20; Jn 10, 12.13), y encon­ las ensenanzas de Jesús acerca de la retributramos además àvTLpLoOía (Rom 1, 2 7 ; 2 Cor ción; se ajustan a las fórmulas que encontra­ 6, 13). De este total de 43 veces que se hallan mos en el AT y en el judaísmo, pio^óç apare­ atestiguados los vocablos dei grupo de palace en Mc 9, 41 par. Mt 10, 42; Mt 5, 12 par. bras, dieciséis (que se encuentran fuera de Ias Cartas paulinas) no tienen significación teoló­ Lc 6, 23; Mt 5, 46; 6, 1, .2.5.16; 10, 41a.b.42; 20, 8; Lc 6, 35; 10, 7. Jesús unifica la recom­ gica inmediata. De Ias veces restantes, doce pensa dentro dei tiempo y la recompensa esse encuentran en Ias palabras de Jesus en los catológica: así sucede en cuanto a las bienaSinópticos, y siete en Pablo. venturanzas y a los ayes (Lc 6, 20-26 par.), a En el NT, p.ia'6'óç significa recompensa en las promesas de recompensa para los discípu­ sentido propio y designa ante todo el pago los (Mc 10, 29s, etc.), a la seguridad de paz que se hace a los jom aleros y trabaj adores interior (Mt 11, 28-30) y a las palabras de juiasalariados (Mt 20, 8; cf. Lc 15, 15-21; Jn 10, cio (por ejemplo, en Mt 23, 37-39). Jesús re12s); este término, según el uso de la LXX, conoce algunas veces una «recompensa» en el sirve también para designar la paga de los sol­ acontecer terreno (Mc 2, 5; Lc 13, 1-5; 19, dados (Ez 29,18), la porción que corresponde 31-44), aunque esa recompensa sobrepasa to­ a los levitas (Núm 18, 31) y a los sacerdotes da posibilidad de comprensión (Lc 17, 20s) y (Miq 3, 11) y la paga de los trabajadores (Ex es algo que procede enteramente dei amor de 2, 9; Dt 15, 18). Se aceptaba el principio de Dios (Mt 20, 1-15). que cada trabajador (Mc 1, 20) merece su re­ La recompensa de Dios sobrepasa todas las compensa (Lc 10, 7; 1 Tim 5, 18). El NT coconcepciones terrenas de lugar y calidad, no noce también juicios severos contra los explo­ radores que retienen el salario de los trabaja­ conoce espacios celestiales y trasciende todo tiempo terreno (Mc 13, 31; Lc 12, 20s; Mt 25, dores (Sant 5, 4s). Jds 11 (cf. 2 Pe 2, 13.15) 13). Por eso, la tradición de Jesús no conoce habla de la «recompensa de la injusticia», que

301

|iio#óç - (iicrfrooTÓç

302

cial para el predicador»), son únicos entre los pasajes paulinos dei pi0-&óç. Todo ello nos obliga a la conclusión de que Pablo emplea, sí, la imagen dei [xlo# óç con contenidos variables, pero que no conoce una «doctrina te­ ológica específica sobre la recompensa». Expresamente no se dice nada sobre la posesión de algún derecho adquirido ante Dios. El contenido de la imagen, en Pablo, se halla defini­ do más precisamente por la doctrina de que las comunidades fieles son la recompensa es­ pecial dei predicador. La recompensa será distinta, según sea la actividad de cada indiví­ duo; y será una recompensa tanto más glorio­ sa, cuanto más completa y perfectamente res3. El grupo de palabras no tiene en Pablo pondan esas comunidades a la predicación (1 Cor 3, 14; 1 Tes 2, 19; Flp 4, 1). Pero como ningún sentido teológico determinado. Las tal respuesta es un don de la gracia divina, to­ expresiones están condicionadas por las imádo lo que «corresponda» a los predicadores o genes que aparecen en el contexto, acerca dei expositores de la palabra de Dios seguirá trabajo y de la reciprocidad. La oposición dei siendo un don inmerecido de la gracia. apóstol a las ensenanzas contemporâneas so­ bre la recompensa por los méritos es una opo­ W. Pesch sición tan intensa, que él rechaza expresamente toda idea de que la justificación sea una re­ a t o ç , t ó misthõma alquiler; compensa, tal y como el judaísmo la entendia cosa alguilada, vivienda alquilada* (Rom 4, 4). Por eso, evita la expresión ptoSegún Hech 28, 30, Pablo se queda «duran­ •ftcç y otros términos parecidos en la exposite dos anos completos en su propia casa al­ ción positiva de su doctrina acerca de la justi­ quilada» (èv lôío) pia^cDfxaTi). Desde luego, ficación (cf. Rom 6, 23). El término ptofióç esta traducción de la expresión -no atestiguafalta también en todas las claras ensenanzas da en otras partes- la sugieren 28, 16 (xa^O’ acerca dei juicio universal de Dios sobre las êauTÓv) y 28, 23 (TjA.O-ov Jtpòç aÚTÒv e Lç obras humanas (por ejemplo, en 2 Cor 5, 10). rqv levíav). En principio, se podría traducir Este término no se usa nunca, a diferencia de también «a su propia costa» (así Beginnings lo que sucede en las ensenanzas de Jesús, pa­ IV, 348; H. J. Cadbury: JBL 45 [1926] 319ra designar la vida eterna. La doctrina dei jui­ 322; E. Hansack: BZ 19 [1975] 249-253), pe­ cio según las obras forma parte obviamente ro entonces serían difíciles de entender el ver­ de la predicación dei apóstol, pero desempena bo EppévcD y la expresión àiteôéxexo n:áven ella un papel sumamente subordinado. xaç xoúç 8LOjroQ8UO[xévouç Jtçòç aíixóv, No sólo falta p ia^ó ç como término para dei V. 30. Spicq, Notes II, 566s; D. L. Meadesignar el don gratuito de la vida eterna, sino land, The Close ofActs and its Hellenistic Voque falta incluso el concepto dei «tesoro en el cabulary: NTS 36 (1990) 583-587, sobre todo cielo». Todo el complejo de ideas aparece 583-453. únicamente cuando la polêmica contra las opiniones de sus adversários (principalmente judios) las sugiere o cuando el contexto ofrejAUrdfOTÓç, o v , ó misthõtos jom alero, trace una imagen o una palabra clave pertinente. bajador asalariado* Los testimonios dei término en 1 Cor 3, 8.14s, Propiamente es un adjetivo, pero en el NT con su significado («recompensa eterna espe­ se emplea siempre como adjetivo sustantiva-

el cálculo mezquino de la recompensa, el an­ dar sumando Ias obras (y los fallos), la equi­ valência entre la recompensa y la obra reali­ zada. Además, Jesus -según los textos sinópticos—entiende la recompensa como «don de gracia» que el Padre concede gratuitamente por amor (Mt 20, 1-15; Lc 15, 11-32). Propiamente la recompensa es «el reino de los cielos» (Mt 5, 3.10; 25, 34), es decir, Dios mismo es la recompensa de los hombres, los cuales, a pesar de sus esfuerzos, siguen siendo inútiles (Lc 17, 7-10) pecadores (Lc 18, 1014). Hacer de tal recompensa el motivo de la acción, es eminentemente teológico.

303

liiadojTÓç - nvEÍa

do; Mc 1, 20 (jomaleros en la barca de Zebedeo); en Jn 10, 12.13 dícese en sentido peyorativo dei pastor asalariado / mercenário, que no siente ningún interés por Ias ovejas; cf. Billerbeck II, 537s.

MltVÀlívil, ijç Mitylênê Mitilene* Capital de la isla de Lesbos, a la que -según Hech 20, 14- Pablo llega por mar, proce­ dente de Asos. BHHII, 1228. M ljfatjX Michaêl Miguel* Nombre teóforo (hebr.; mikã’êl, «í,Quién es como Dios?») de un arcángel a quien, según la tradición judia, se considera como «prínci­ pe supremo» o «gran príncipe» de los ángeles y como protector de Israel (cf. Dan 10, 13.21; 12, 1), se cuenta entre los ángeles que están junto al trono de Dios (cf. Hen [et] 20, Iss) y acaudilla la lucha de los ejércitos celestiales contra Satanás (IQM 9, 15s; 17, 5ss). Según Ap 12, 7(s), Miguel x a i oi ãyysXoi aíito õ vencen a Satanás y a sus ángeles (cf., a pro­ pósito, AscIs 7, 9ss; Hen [esl] 7, 1; Lc 10, 18). Jds 9 (ó ôè Mixcfn). ó àçxàyyeXoç) menciona (siguiendo seguramente un texto, no conservado, de la AscIs) una lucha entre Miguel y el diablo por la sepultura dei cuerpo de Moisés (cf. también Zac 3, 2), lucha en la cual Miguel se abstuvo de proferir maldición alguna contra el diablo, y dejó el juicio en manos de solo Dios (en contra de lo que hacen los falsos maestros a quienes se ataca y de quienes se dice: ô ó |a ç ôè pXaaqpTip-oüaiv, v. 8). Billerbeck EI, 786s, 813; Bousset-GreBmann, 327s; H. Windisch-H. Preisker, Der B rief des Judas^ (HNT), sub loco', Bauer, Wôrterbuch, s.v.; RAC V, 243-251; BHH II, 1212; Haag, Diccionario, 1248; W. Schrage, Der B rin d e s Judas (NTD 10), sub loco. H. Balz

Jivã, ãg,

mna mina* Unidad de cuenta y moneda griega, recibida dei Oriente (que correspondia por su peso, según Dt 22,19 y Ez 45,12, a unos 570 g; co­ mo moneda se menciona, por ejemplo, en 1

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Mac 14, 24): Lc 19,13.16 (bis).18 (bis).20.24 (bis).25. Una mina equivede a 1/60 de talento o a 100 dracmas, viniendo a valer 1 dracma lo mismo que 1 denario (en Mt 20, 2 como jor­ nal diário de un trabajador). Bauer, Wõrterbuch, Í.V.; BHH II, 1159-1169, sobre todo 1169; 1249-1256; Haag, Diccionario, 2099s.

MváaocdV, covoç Mnasõn Nasón* Nombre griego, bastante corriente, de un cristiano de Chipre que, según Hech 21, 16, alojo a Pablo en Jerusalén (códice D: en una aldea situada en el camino entre Cesarea y Je­ rusalén), y a quien se designa como ÓQXctíoç [xaOtiTriç; tal vez uno de los «helenistas» de los primeros tiempos de la comunidad de Jeru­ salén. Bauer, Wôrterbuch, s.v.; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. HVEÍa, ag, ■q mneia recuerdo* Bibl: |u;rvfiaxo|J,ai. El término aparece únicamente en el Corpus Paulinum (7 testimonios, además en Ef 1, 16; 2 Tim 1, 3), casi siempre al comienzo de la carta, con la expresión p v E Ía v j t o t 8 0 [ i a i , Rom 1, 9; Ef 1,16; 1 Tes 1, 2; Fim 4 (cf. ftvf|(iq v J t o i é o i i a i en 2 Pe 1, 15). El contexto hace ver claramente el sentido: se trata de acordarse favorablemente de alguien en la oración ( è ji i Tcôv jtQ OOEuxcõv). La expresión tiene el sentido técnico de «orar por alguien», y está formada seguramente con arreglo al modelo ô é q o i v j r o i é o p a i (Flp 1,4). El mismo sentido tiene pvEÍav Exm, 2 Tim 1, 3; pero con ella se acentúa más intensamente la continuidad de la acción («incesantemente - dia y noche»). Parece que la misma expresión tiene un senti­ do más amplio en 1 Tes 3, 6; ê x e tE p .v e ía v ■q(tmv à Y a f l í iv jtá v x o T E significa que la co­ munidad piensa constantemente con gozo y gratitud en el apóstol y sus colaboradores, y no sólo en la oración. Hp 1, 3; EÍixaQiOTô) tm '0'Eõ) poti ê jt i J tó OT] xfj [ivEÍct íip,c&v se traduce ordinariamente por «doy graeias a mi Dios, siempre que me acuerdo de vosotros». Esto, lingüísticamente.

HVEia - [ivT](ieiov

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es posible; pero, exegéticamente, es dudoso: 1) è n í con genitivo es una constracción más comente (cf. Rom 1, 10; Ef 1, 16; 1 Tes 1, 2; Fim 4); 2) la idea de este versículo se expresa claramente con otras palabras en el v. 4 («siempre, en cada oración, oro por todos vosotros con gozo»); 3) el v. 5 muestra que èjtL con dativo se emplea para indicar la razón de dar gracias (èrtl Tfj xoivovía ■ópcüv; cf. 1 Cor 1, 4; 2 Cor 9, 5; 1 Tes 3, 9). Esto hace que el sentido de la acción de gracias sea el siguiente: «Doy gracias a mi Dios por todas Ias senales de que o s a co rd a is (de mí)», un acordarse que, en este caso, Lncluye la ayuda material concreta (4, 10). En Rom 12, 13, la variante textual [tveíaiç, en vez de xpEtaiç, atestiguada en D G it, no modifi­ ca necesariamente el sentido de la frase, porque pveía puede significar igualmente «cuidado / solicitud», Sin embargo, se ha propuesto también aqui el significado de «conmemoración» (de los mártires; cf. igualmente O. Michel, Der Briefan die Rõmer^ [KEK], sub loco). R. Leivestad sepulcro, tumba* El término aparece 8 veces en el NT; dícese dei sepulcro de Jesus en Lc 23, 53 ( e^ tihev an tò v èv [tvrjpati X.a|EnTÕ, «le puso en un sepu lcro excavado en la roca»); 24, 1 (cf. Mc 15, 46; 16, 2 v.l.); dícese de la tu m ba de David en Hech 2, 29; dícese de la tu m ba de los patriarcas en Siquén: Hech 7, 16 (con TÍOTjfit Êv); de los testigos en Ap 11, 9, cuyos cuerpos no son depositados (tí-^ripi e iç ) en una tu m ­ ba, sino que permaneceu insepultos en Jerusalén durante tres dias y medio; se p u lc ro s, cu evas se p u lc ra le s (en plural) como morada y vivienda de un poseso, en Mc 5, 3.5; Lc 8, 27. ThWNT IV, 683s; p,vT]p,EÍov. |A v f j ^ a , a t o Ç j T Ó m n êm a

flV ílu e ío v ,

Olf,



m n ê m e io n sepulcro

tumba

1974, 108-131; I. Broer, D ie U rg em ein d e u n d da s (StANT 31), München 1972,138-200; H. v. Campenhausen, D e r A b la u f d e r O sterereignisse u n d d a s leere Grab, Heidelberg ^1966; W. L. Craig, The H is to r ic ity o f th e E m p ty Tom b o f Jesu s: NTS 31 (1985) 39-67; H. GraB, O stergeschehen u n d O sterberichte, Gõttíngen ^1964, 138-186; J. Jeremias, G olgotha, Lepzig 1926; O. Michel, pipvyioxopai m k . , en ThWNT rV, 678-687, sobre todo 684s; F. Neirynck, Jo h n a n d the Synoptics: T he E m pty Tom b Stories: NTS 30 (1984) 161-187; R. Pesch, D a s M arkusevangelium II (HThK), Freiburg i. Br., en el índice analítico s.v. p.vfjpa, pvqpetov. G rab Jesu

1. En el NT los 39 testimonios dei término se encuentran, todos ellos (con excepción de Hech 13, 29), en los Evangelios; fuera de la historia de la Pasión cf. principalmente Mt 23, 29; Lc 11, 44.47 (48 v.l.); Jn 11, 17.31.38. Además de p v rijiE to v , Marcos y Lucas escriben también pvfjpa (cf., a propósito, Pesch), y Mateo, lo mismo que Josefo, ráqioç; sin embargo, hay que tener siempre en cuenta que la tradición textual es muy fluctuante, por in­ fluencia de los lugares paralelos. En el NT p,VTip,Eiov puede traducirse siempre por se p u l­ cro-, a lo sumo en Mt 23,29; Lc 11,47 podría escucharse también el significado original de m on um en to se p u lc ra l.

2. Lc 11,44 (cf. Mt 23, 37) alude al proble­ ma farisaico de la impureza contraída por el contacto con sepulcros no reconocibles, mientras que Lc 11, 47 habría sido interpretado acertadamente por Mt 23, 39: se trata de la práctica, no indiscutida entre los mismos ju ­ dios, de honrar con mausoleos a veces monumentales los sepulcros de reyes y profetas, una práctica sobre la que ironiza el texto de Lucas con la paradoja «matar - edificar monu­ mentos» (Lc 11, 48), y que para Mateo es senal de que se ha colmado la medida dei homi­ cídio (Mt 23, 32). En Jn 11, la triple mención dei sepulcro de Lázaro no sólo sirve para asentar firmemente su muerte (v. 39), sino que, por encima de la situación concreta, senala ya hacia el camino propio de Jesús (11, 4.8.41s).

1. Aparición en el NT y significado - 2. Uso gene­ ral - 3. Del sepulcro de Jesús. B ib l.: J. Blinzler, D ie G rablegung Jesu in historisc h e r S ich t, en E. Dhanis (ed.), R esu rre xit, Roma

306

3. Según Mc 15,42-47, Jesús fúe sepultado ya -e l día de la preparación dei sábado- en una câmara funeraria excavada en la roca (so-

307

bre un lecho en forma de banqueta o en el in­ terior de un nicho), una vez que José de Arimatea hubo logrado que se les entregara el ca­ dáver de Jesus. El sepulcro se bloqueaba con una enorme piedra en forma de rueda de molino, pero podia entrarse en él (Mc 16,4). Estos detalles, más bien generales, sobre el sepulcro de Jesus, la falta completa de datos sobre la localización dei sepulcro (con excepción de la descripción tardia y vaga de Jn 19, 42), a pe­ sar de que se afirma que Ias mujeres conocian el lugar (Mc 15, 47; un conocimiento, claro está, que a causa de Mc 16, 1-8 es ya literariamente irrenunciable), así como una serie de difíciles rasgos concretos de la tradición acer­ ca dei sepelio de Jesus, apenas permitirán deducir sólidas conclusiones históricas sobre un verdadero conocimiento dei sepulcro de Jesús. Estos problemas pesaron también seria­ mente desde un principio sobre la tradición acerca de la localización dei santo sepulcro en la actual Iglesia dei Santo Sepulcro. Pero, por otra parte, está claro que el sepe­ lio de Jesus, tal como se describe en Mc 15, 42ss, debe entenderse como un entierro suma­ mente digno (no influido, sin embargo, por Is 53, 9). Así lo demuestra la acentuación dei atrevimiento de José de Arimatea (Mc 15,43) al pedir que se le entregara el cadáver de un ejecutado para darle sepultura honrosa, así como la calificación que se hace más tarde dei sepulcro al decirse que era un sepulcro que todavia no había sido utilizado (Lc 23, 53) y que estaba destinado para José mismo (Mt 27, 60; cf. Jn 19, 41). Así que es bien patente la tendencia a corregir (como quien dice en un primer acto) «mediante un honroso entierro la suerte injusta corrida por Jesús» (Pesch) —un paso esencial más allá dei simple ètáqíTi dei kerygm a más antiguo (1 Cor 15, 4)—. M. Võlkel recuerdo, memória* 2 Pe 1, 15: p,vf|p.T)v itoiEÍodai, «mantener el recu erdo / conservar en la m em ó ria » (con genitivo; cf. PapFayúm 19, 10; cf. también MartPol 18, 2. ThWNT IV, 683. FiV T |FU |, t i ç , ^ m n em e

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^■VTUXEIO^V - (XVTIUOVEVQ)

f i v i m , o v e v o ) m n em o n eu o

Bibl:

recordar*

[ugvf|cr>to|i,ai.

1. En el NT el verbo aparece 21 veces. En la mayoría de los casos tiene el sencillo sen­ tido de a c o r d a r s e / re c o rd a r, hallándose lo recordado en genitivo (ordinariamente) o en acusativo (sin diferencia de significado). Cuando el objeto es una persona, entonces el verbo puede adquirir el sentido de a co rd a rse so líc ila m e n te de alguien. Es peculiar única­ mente el uso que se hace dei verbo en Heb 11, 15.52

2.C).

2. a) El verbo, en si, no tiene connotaciones religiosas. Tan sólo una vez es Dios el sujeto, Ap 18, 5: èp.vTpxóvEUOEV ó í I e ò ç xà àôixiíixaxa autfjç, es decir, Dios no se mos­ trará ya indulgente, sino que ejecutará sobre «Babilônia» el castigo justo. Los objetos dei verbo pueden ser cosas, experiencias, palabras, acciones o personas, pero nunca Dios o sus atributos y beneficios (la cosa es diferente en la LXX: 1 Crón 16, 12; Sal 6, 6; 62, 7). Cristo es solamente una vez objeto de la acción verbal, en 2 Tim 2, 8: pvqpóvEUE ’I t]ooõv X qloxòv ÈYTiYeep.Évov èx vexqcõv èx ojtéçpaxoç A auíô, x a x à xò EÍ)aYYÉA,LÓv p,on. Dificilmente se citará aqui una fórmula de fe; en tal caso, los miembros de la frase habrían tenido que hallarse en orden inverso. El sentido «Recuerda que Jesús resucitó», queda excluido por el segundo miembro de la frase. El sentido de la exhortación será que hay que m a n ten er v iv a la m em ó ria dei Jesucristo pro­ clamado, a fin de cosechar así energia y consuelo en medio de Ias persecuciones. b) Es una excepción el que la acción de acordarse tenga sentido profano y general, co­ mo en Jn 16, 21. De ordinário se trata de un recuerdo que, en sí, es muy significativo para la fe y el conocimiento, como ocurre princi­ palmente cuando uno se acuerda de Ias palabras (y de Ias acciones) de Jesús. Hech 20, 35, donde se cita un lo g io n —por lo demás, desconocido- atestigua que en Ias comunidades era corriente aprender de memória palabras de Je­ sús, a fin de utilizarias como norma (cf. 1 Cor

309

[ivT)HOveTj(o - [iOYiX.áÀ.oç

7, 10). En el discurso de despedida, en el Evangelio de Juan, se recalca varias veces la necesidad de acordarse de Ias palabras (15, 20; 16,4; cf. 14, 26; 15,26). En estos casos la idea gira especialmente en tom o a que los acontecimientos futuros (la suerte corrida por Jesús, Ias tribulaciones de la Iglesia) no podrán entenderse debidamente sino por medio de Ias palabras de Jesús. Un efecto parecido tiene el recuerdo de Ias palabras de los apóstoles (2 Tes 2, 5). Según Mc 8, 18; Mt 16, 9, el recuerdo dei milagro dei pan tendría que haber conducido a los discípulos a una comprensión más profunda. Se recoinienda varias veces acordarse de Ias experiencias personales, dei pasado pagano (Ef 2, 11), dei encuentro con el evangelio (Ap 3, 3), de la dicha de los primeros tiempos (2, 5), a fin de renovarse y fortalecerse en la fe. Un efecto parecido podría tenerlo el recuer­ do de Ias personas de la historia sagrada (por ejemplo, la mujer de Lot, en Lc 17, 32; cf. los ejemplos en Heb 11). De la misma manera, una fuente permanente de energia es el re­ cuerdo dei esfuerzo y de la vida irreprochable de los apóstoles (Hech 20, 31; 1 Tes 2, 9) o de Ias obras de fe, amor y esperanza en la comunidad (1 Tes 1, 3). pvTip,ovEÚa) puede desig­ nar a veces el hecho de acordarse con solicitud y amor, tal como se expresa en la intercesión y en la ayuda. Se exhorta a los colosenses a pensar en el Pablo cautivo (Col 4, 18). En la reunión celebrada por los apóstoles se decidió que el apóstol de los gentiles debía acordarse de los pobres que había en Jerusalén, es decir, que él debía recolectar dinero en sus comunidades para ayudarles (Gál 2, 10). De manera análoga podría entenderse la exhortación que se lee en Heb 13, 7: «Acordaos de aquellos que os guiaron, que os hablaron la palabra de Dios»; pero en la frase que viene a continuación inmediata se ve claro que se piensa más que nada en los predicadores ya fallecidos, que deben estar siempre presentes como modelos de fe ante los ojos de la comunidad. Sólo el contexto podrá decidir si pvTKtoveúoo significa un recuerdo agradecido 0 un recuerdo inspirador.

310

c) Un aplicación peculiar dei término lo encontramos en Heb 11, 15.22. En el primer pasaje, el verbo pvqpovEÚa) habrá que traducirlo por pensar, en el segundo pasaje, por hablar de algo, porque aqui se excluye todo recuerdo, ya que José habla de un acontecimiento futuro. R. Leivestad flVI|flÓ(rüVOV, Ol), TÓ mnêmosynon me­

mória, recuerdo* Mc 14, 9 par. Mt 26, 13: eíç p,vT]póauvov aÚTfjç (genitivo objetivo), «en memória de ella / para recuerdo de ella»; en Hech 10, 4 (dícese de Ias oraciones y Ias limosnas: ávéPr|oav etç pvT]p,óai)vov êpjtQOO^&ev xoü dEOÍj), pvqpóouvov podría referirse, como en Lev 2, 2.9.16, al sacrifício memorial (la parte de la oblación que se quemaba para Dios en el altar), de lo que se hablaría en sen­ tido figurado; en favor de esto habla el moti­ vo dei «ascender»; cf. también Ex 2, 23 LXX y el enunciado paralelo en Hech 10, 31 (èfivfiodriaav èvcumov to õ Oeoü), que sugiere también para 10, 4 el sentido, más bien, de memorial/ recuerdo. Bauer, Wõrterbuch, s.v.\ E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. ^VT|OTevo|itai mnSsteuomai estar prome­ tida, desposarse* En el NT el verbo se usa ünicamente en voz pasiva, y refiriéndose siempre a Maria como la joven prometida en matrimônio a José: Mt 1,18: pvTioxE-u&ELOTiç... M apíaç xô) Tmofiqp; Lc 1, 27: JiaQ'dévoç IpvnaxEupévT] àvÔQÍ; 2, 5 oòv M apiàfr xfj èpvqoxeupévT) aúxcp; cf. Mt 1, 16 v.l. Con el desposorio o compromiso matrimonial el matrimônio quedaba fundamentado juridicamente. C. M. Henze: ThPQ 101 (1953) 308-313; M ag ia 2.b.

2 mogilalos mudo, persona que habla con dificultad, persona que apenas habla* Mc 7, 32: xmqpòç x a l p,OYiMX.oç, «sordomudo» o «sordo y que no habla sino con difi-

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H,oYiX.áX.oç - fioi^eija)

cultad»-, los vv. 33-35 hablan en favor dei primer significado, que es el más amplio; ôq#rôç acentua el milagro de que un mudo, inmediatamente después de la curación, pueda hableur «correctamente/normalmente». Bauer, Worterbuch, í .v. (bibl.).

fioyiç mogis (adv.) apenas, con dificultad*

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ftOlXEVtO moicheuõ cometer adultério* (toixaXíç, íôoç, (ri) moichalis adúltero/a; sustantivado: (mujer) adúltera* [to ix á o |ta i moichaomai ser seducido/a al adultério, ser adúltero/a, cometer adulté­ rio* ftoixeía, aç, r| moicheia adultério* [toixóç, oi), ó moichos adúltero*

Lc 9, 39; [tÓYtç àjtoxojQei (v.l. ->■ [tóXiç); cf. también Heçb 14, 8 D; Rom 5, 7 v,l. (en ambos casos, en lugar de póXiç). ThWNT IV, 743s.

1. Aparición en el NT - 2. Sobre el uso de noiyEÚto / poixáo|J.ai - 3. El adultério en el mundo dei NT - 4. Utili?ación dei campo léxico en el NT - a) Cita e interpretación dei Decálogo - b) En catálogos de vicios y anúncios de jnicio - c) En el contexto de la prohibición dei divorcio - d) Uso en sentido figurado.

fióôioç, íov, ó modius almud*

B ibl.: H. Baltensweiler, D ie E hebruchsklauseln bei M t: T h Z 15 (1959) 340-356: Bauer, W o rterb u ch , 1040s; K. Berger, D ie G e se tzesa u sleg u n g J e s u I

Es un préstamo léxico dei latín {modius), propiamente una medida de capacidad para áridos (aproximadamente 8, 7 1), pero en el NT aparece únicamente en la expresión: ÚJtò TÒv póôiov y dícese de la lámpara a la que nadie «pone bajo el almud» (porque la luz, con ello, se apagaria pronto y además no seria vista por nadie)); Mc 4, 21 par. Mt 5, 15 / Lc 11, 33 (NTG^®); se piensa, por tanto, en la vasija que sirve para medir; cf. también Jue 7, 16; Josefo, Ant V, 223; §ab 3, 6; 16, 7; Bauer, Worterbuch, í .v.; Xú^voç 3.a.

fio i moi a ml, me Dativo de èyá (forma enclitica).

^O l/aÀ ,lç, ÍÔOÇ, (^ ) moichalis adúltero/a; sustantivado: (mujer) adúltera ->• poixetjm.

^ O lx á o |iIa l moichaomai ser seducido/a al adultério, cometer adultério ^ poLxeúo).

p.oi}(EÍa, aç, -> [toixetico.

moicheia adultério

(WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 307-326, 508-575; J. Blinzler, D ie S tr a fe fü r E hebruch in B ibel und H alacha: NTS 4 (1957-1958) 32-47; G. Delling, D as L ogion M k 10, 11 (u n d seine A bw andlungen) im NT: NovT 1 (1956) 263-274; Id., E hebruch, en RAC IV, 666-677; K. Haacket, D e r R e c h ts sa tz J e s u zu m T hem a E hebruch: BZ 21 ( \9 1 1 ) 113-116; F. Hauck,

[xoixéuío JtTi,., en ThWNT IV, 737-743 (bibl.); E. Lõvestam, D ie fu n ktio n a le B edeutung d e r synopt. Jesusw orte iiber E h esch e id u n g u n d W ied erh eira t, en A. Fuchs (ed.), T heologie au s d em N orden, Linz 1977, 19-28; B. Schaller, D ie Sprü ch e iiber E hesch eid u n g u n d W iederheirat in d e r synopt. Ü berlieferung, en F S Jerem ias 1970, 226-246; R. Schnackenburg, E l E vangelio según San Ju a n II, Barcelona 1980, 225-236; G. Schneider, J esu W ort iiber d ie E h esch eid u n g in d e r Ü berlieferung d es NT: TThZ 80 (1970) 65-87 (bibl.); G. Strecker, D ie A n tith esen d e r B ergpredigt: ZNW 69 (1978) 36-72, sobre todo 51-56; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1180.

1. Los derivados dei radical ftoix- apare­ ceu en el NT un total de 35 veces (de ellas tres veces en v.L: Mt 19, 9; Gál 5, 19; Sant 4, 4). Las formas verbales son Ias que apareceu con mayor frecuencia; p.OLxeúcu (15 veces) y [toixáo[tai (4 veces). poixaXiç aparece 7 ve­ ces; poixóç y [ioixeía, 3 veces cada uno. Casi dos terceras partes de todos los testimonios (18) se encuentran en los Sinópticos, 6 en Pablo, 3 en Santiago, 2 en el Evangelio de Juan, y 1 en cada uno de los escritos siguientes; Hebreos, 2 Pedro y Apocalipsis. Siempre que en el NT se encuentra el cam­ po léxico, que originalmente perteneció con

313

[ioixewcü

probabilidad a la esfera vulgar (Chantraine, Dictionaire 111, 709), éste aparece eu formas procedentes dei lenguaje jónico-ático, mientras que poixaA.LÇ es el único término que no aparece atestiguado sino en textos helenísticos (Bauer s.v.). Tan sólo Mateo y Marcos emplean con p,otxáo[tai una forma dórica (cf. Jenofonte, Hist 1, 6, 15). Todos los derivados de p,oix- que aparecen en el NT, se encuentran también en la LXX (como equivalentes de nã’a fy sus derivados); la mayoría de ellos se encuentran, además, en Filón, Josefo y en otros textos judios helenísticos (por ejemplo, TestXIl). 2. Cuando en el griego clásico los verbos (xoixeúco / (xoixáopai aparecen usados en voz activa -en sentido absoluto o con objeto en acusativo-, tienen por único sujeto al varón; el obje­ to es primordiabnente tan sólo la raujer casada. En voz pasiva y en voz media significan «ser seducido, dejarse seducir al adultério» y -irefiriéndose a la mujer!- «cometer adultério». El uso de este grupo verbal con su aplicación específica a uno o a otro sexo llegó luego a desaparecer, de tal manera que en el empleo de Ias formas pasivas y medias en la LXX y en el NT, incluso en Ias citas que el NT hace de Ex 20, 13 LXX / Dt 5, 17, se hace referencia siempre a ambos sexos como sujetos dei verbo (cf. Mt 5, 32; 19, 9; Schwyzer, Grammatik II, 235; cf. Bauer, 1041). 3. Segün la tradición jurídica dei Oriente antiguo, el adultério se cuenta entre los delitos espe­ cialmente graves. Si se comete con una mujer is­ raelita y vulnera un matrimônio ajeno (sólo en es­ te caso se considera como adultério), entonces merece la pena de muerte, porque perturba al mismo tiempo el pacto con Yahvé (Lev 20,10; Dt 22, 22), un critério que todavia se mantiene en Jub (30, 8; 39, 6) y, por principio, también entre los rabinos (SifraLev 20, 10; San 11, 1; Jn 8, 5), aunque atenuado en este caso por una serie de cautelas (Billerbeck I, 295s). Sin embargo, en la época romana apenas se aplicaba ya la pena de muerte (cf. bSan 41a) sino que se sustituía por el repudio de la mujer adúltera (con pérdida de la indemnización por divorcio y bajo prohibición de contraer matrimônio con el adúltero: Sot 4, 3e; 5, Ib; cf. Jer 3, 8). El Oriente antiguo y el mundo grecorromano conocen, ambos, el derecho de matar concedido al marido enganado, y que en Roma no fue aboli­

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do sino por Ias leyes de Augusto, aunque en Gré­ cia el marido enganado podia contentarse con que se impusiera al adúltero una sanción pecuniária (así en la Carta de la Ciudad de Gortina, pero cf. Prov 5, 9s; 6, 32-35). Ahora bien, lo mismo que en el judaísmo antiguo (Sot 5, Ib), en Atenas y en Roma el marido -en cualquier caso- tenía que separarse de la esposa sorprendida en adultério. Las penas que según el derecho romano solían aplicarse por el delito de adultério, durante la época imperial, eran el destierro y la pérdida dei patri­ mônio. En el mundo antiguo, sólo a la mujer se le exi­ gia una fidelidad conyugal absoluta. Las relacio­ nes sexuales dei marido con esclavas y rameras no vulneraban juridicamente su matrimônio sino en casos rarfsimos (Plutarco, Alc. 8, 4), y la espo­ sa tenía que tolerarias (Plutarco, PraecConiug 16); tan sólo algunos filósofos -Platón, Aristóte­ les y especialmente los estoicos (Musonio, Epicteto)- así como la novela helenística consideraban tales relaciones como ilícitas o, al menos, deshonrosas. Principalmente la novela celebraba tan programáticamente la fidelidad ilimitada de ambos cónyuges, que esa novela pudo convertirse más tarde en el modelo literário para los Actas cristianas de los Apóstoles (E. Plümacher, en Pauly-Wissowa, Suppl. XV, 63). 4. a) La continuada validez de la prohibi­ ción veterotestamentaria dei adultério se con­ sidera obvia en el NT; seis veces se cita Ex 20,13 / Dt 5,17 (Mt 5, 27; Mc 10, 19 [par. Mt 19, 18; Lc 18, 20]; Rom 13, 9; Sant 2, 11), mencionándose siempre este precepto dei Decálogo juntamente con otros preceptos dei mismo (excepto en Mt 5, 27). En todas partes se considera la prohibición dei adultério como parte absolutamente integrante de los precep­ tos éticos: así lo vemos en el apotegma sinóptico sobre la pregunta dei rico acerca de cuáles son las condiciones para conseguir la vida eterna (Mc 10, 17-22 par.); así lo vemos tam­ bién en la tradición catequética judeocristíana recogida por Pablo en Rom 13, 9s (E. Kâsemann, An die Romer^ [HNT], 348s; sobre los antecedentes rabínicos cf. Billerbeck I, 357ss), que habla dei mandamiento dei amor, en Lev 19, 18, como el denominador común de todos los preceptos particulares; así lo vemos en la diatriba de Sant 2, 1-13, donde los vv. lOs recalcan la convicción -formulada igualmen-

315

(loixeiJCü

te con arreglo a correspondientes ideas rabínicas (cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ [KEK], 179s)- acerca de la indivisibilidad de la ley (moral), que obliga al cumplimiento de todos los mandamientos. Aparece, además, una referencia al sexto mandamiento (aunque no es citado explícita­ mente) en Rom 2,17-24, donde Pablo echa en Ccira burdas trasgresiones de la ley a los judi­ os orgullosos de la ley (vv. 21s; la agrupación dei adultério, el hurto y el robo en el templo aparecen también en Filón, Conf 163, cf. CD 4, 12ss). Lc 18, 11 ofrece una imagen de con­ traste: el fariseo que se gloria de su propia rectitud, insiste precisamente en que él se abstiene de robar y de cometer adultério. Final­ mente, en Rom 7, 1-6 el poder de la ley, que no termina sino con la muerte, se ilustra me­ diante el lazo que existe entre una mujer y su marido, un lazo que, dada la rigurosa prohibición veterotestamentaria dei adultério, excluye como adúlteras cualesquiera otras relacio­ nes (vv. 2s). La prohibición dei adultério en Mt 5, 27s está afirmada radicalmente como «exigencia de una perfecta actitud ética que unifique el acto exterior y la orientación interna de la voluntad» (Strecker, 51s), Una vez más esta prohibición adopta conceptos dei judaísmo antiguo que -en algunos aspectos- se encontraban ya plasmados en el AT (cf. LevR 23 [122b]; Hall 1; Billerbeck I, 298-301). Estos conceptos son dificilmente de origen helenístico (en contra de H. Hommel: ZNW 57 [1966] 4ss). Se encuentran relacionados estrechamente con la prohibición dei deseo (èju■&up,fioai), expresada en Ex 20, 17 / Dt 5, 21, de tal manera que el acto de adultério se co­ mete ya cuando existe la decisión de quebrantar el mandamiento, una decisión que se ma­ nifesta en la mirada de deseo (o en la mirada provocativa; Haacker). En la polêmica contra los herejes en la Carta segunda de Pedro, se atribuye tal deseo a los herejes: ellos tienen ôqjda^í.pol peoxol poixakíôoç, «tienen ojos llenos de adultério» (2, 14). Aunque la perícopa de la yuvf) èjtl poiXEÍa xaTEiA,qpgévq (jsobre la terminologia de 8, 3s

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cf. Eliano, NatAn 15!), a pesar dei v. 11b, se entendió ya erroneamente, desde muy pronto, como una hberalización de la actitud rígida dei NT frente a los adúlteros (cf. Agustín, D e A d u lt. C o n iu g . II, 6 [CSEL 41, 387], no tiene como finalidad -ni mucho menos- tratar dei problema dei adultério. El antiguo fragmento de la tradición, de corte más bien sinóptico (un apotegma biográfi­ co; Schnackenburg 233), insertado secundaria­ mente entre Jn 7, 52 y 8, 12 y también en otros lugares dei NT (U. Becker, J e s u s u n d d ie E h e b r e c h e r in , Berlin 1963; K. Aland, S tu d ie n z u r Ü b e rlie fe r u n g d e s N T u n d s e in e s T e x te s, Berlin 1987, 39-46), y que es antiguo, a pesar de hallarse atestiguado tardíamente (el testimonio más temprano es el de Eusebio, HistEccl III, 39, 17) tiene más bien la finalidad, a semejanza de Mc 12, 13-17 par., de ser un hábil gesto con el que Jesus rechaza una pregunta capciosa y provocativa, que pre­ tendia obligarle a adoptar una decisión en favor de la Toiá y en contra de la misericórdia con el pecador. b) El adultério se incluye también en Ias listas de los vicios graves. Juntamente con Ias virtudes primarias, la parénesis dei NT recogió tales vicios en listas, a imitación dei juda­ ísmo helenístico, que había estado influido a su vez por la filosofia estoica popular (cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 121-123 [bibliografia]). Las (toixEtai aparecen en la lista de Mc 7, 21 par. Mt 15,19 (cf. Gál 5, 19 v.L), y la lista claramente tradi­ cional (cf. Gál 5, 19-21) que Pablo ofrece en 1 Cor 6, 9s pone a los adúlteros (poixoí.) en­ tre los que no han de ser partícipes dei reino de Dios. Este anuncio de juicio es también tradicional; está presente, por ejemplo, en la lista de Gál 5,19-21, y aparece igualmente en las exhortaciones de Heb 13, 1-21, donde el v. 4 habla dei juicio de Dios sobre jtÓQVoi y poixoí (H. Schlier, La Carta a los gaiatas, Salamanca 1975, 295). c) Tanto Marcos (10, l l s par. Mt 19, 9) co­ mo la fuente Q (Mt 5, 31s par. Lc 16, 18) ofrecen la tradición de una sentencia dei Senor, que al principio se trasmitió seguramente en forma aislada, y que rechaza el divorcio y el nuevo matrimônio de las personas divorcia­ das calificándolos de poiXEXieiv o poixãoDai.

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fiOlXEUtO

El problema acerca de la forma de la sentencia —^una sentencia jurídica (Bultmann, G e s c h ic h te , 139s; Schneider, 73-75), «una declaración fun­ damental formulada concretamente» (Delling: NovT 263) o una parénesis en forma de sentencia judicial (Berger; NTS 17 [1970/1971] 28-30)?es tan discutido como la cuestión acerca de cuál es su forma más antigua (Schneider 70-72; Ber­ ger, G e s e tz e s a u s le g u n g , 569s: Mt 5, 32; J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, 87: Lc 16, 18; Delling: NovT 265 y Schaller, 237; Mc 10, 11). Desde luego, un aramaísmo conservado por Marcos, la construcción de potxóopai con èjtí en lugar de con Tivá (conservando el mismo signifi­ cado de «cometer adultério con alguien»), habla aqui en favor de Mc 10, 11 como la forma más antigua (SchaUer, 237-245). Se ha considerado como elemento constitu­ tivo dei logion el desacuerdo y la oposición a la práctica judia dei divorcio, que concedia al marido la posibihdad de divorciarse (->■ ànoX.TJCÚ; àjTOOTá0Lov). Mt 5, 32 se halla muy cerca de algunas normas judias que, aunque no estaban absolutamente comprometidas con la monogamia, se oponían sin embargo a que el marido rompiera su propio matrimônio (cf. Billerbeck I, 297; Blinzler, 43 nota 1); el nuevo matrimônio contraído por la mujer repu­ diada hace que su nuevo cónyuge cometa adultério contra el primer matrimônio, que se considera que sigue existiendo todavia; razón por la cual, según Mt 5, 32, el anterior marido tiene también la culpa de que se cometa tal adultério (JtotEi an tq v p o ix e n ^ v a i; cf. De­ lling; NovT 266s; Schneider 75). Por el con­ trario, Mc 10,11 y Lc 1 6 ,18a, de manera más radical y, por tanto, más original que la versión re-judaizante de Mateo, inculpan al varón que, después de divorciarse, se ha vuelto a casar, de que se cometa adultério contra su (primer) matrimônio. Puesto que el divorcio y el nuevo matrimônio aparecen en relación sumamente íntima (si no en relación final) en los pasajes de Marcos y Lucas que acaban de citarse, podría pensarse si el lo g io n -^originado quizás en Siria como catequesis de la comunidad?- no se orienta tal vez, no hacia la prohibición dei divorcio, sino a la de un segundo matrimônio, en virtud de lo cual «se admitia de facto el acto dei divorcio, pero manteniéndose al

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mismo tiempo que el matrimônio era d e iu re indisoluble», a fin de seguir ajustándose, al menos formalmente, a la prohibición absoluta de Jesús en lo referente al divorcio (Mc 10, 2-9; 1 Cor 7, lOs) (Schaller, 243s). Seguramente en Mc 10, 12 hay una adaptación posterior de la tradición a Ias exigências contemporâneas, cuando se tiene en cuenta la posibilidad de divorcio y de nuevo matrimô­ nio que existia también para la mujer en vir­ tud de Ias leyes grecorromanas (cf. Delling, en RAC IV, 709-713), y en consecuencia se condena igualmente como adultério el hecho de que la mujer se divorcie y vuelva a casarse. Asimismo, son secundarias Ias denomina­ das cláusulas de fomicación -(,que reflejan Ias ideas dei rabí Shammay (cf. Billerbeck I, 313-315)?- en Mt 5, 32 (jiag e x tò ç Xóyov JtOQVEÍag) y en 19, 9, que permitirían al ma­ rido divorciarse de su mujer en caso de que ella cometa adultério (^o si se descubre que ella tiene un parentesco de sangre en grado prohibido [Baltensweiler] o que se dedica en toda regia a la prostitución [A. Sand: MThZ 20 (1969) 128]?). Cf. Lõvestam; Strecker, 54s; ^ JtOQVEia 3. Cf. también J. B. Bauer, en FS Zimmermann, 23-21 (bibl.). d) El sentido figurado de poiXEtito xxk. en el NT se orienta enteramente según los mode­ los dei AT, el cual interpreta el pacto concerta­ do entre Yahvé e Israel como un matrimônio, y la apostasia de Israel para dedicarse a cultos ajenos, como un adultério (Os 2, 21s; 4, 12s; Jer 3, 8s; 13, 26s; Ez 16; 23; Hauck 738s). En consonância con ello, a Israel, que rechaza a Jesús y a sus misioneros, se le llama yeyzà poixakíç (Mc 8, 38; R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 64); también en Mateo (12, 39 = 16, 4) se llama así a Israel, cuando éste, representado por los fariseos y los escribas (saduceos), exige una senal de confirmación pero se niega a creer en la senal de Jonás (que es la resurrección de Jesús) (12, 38-42; 16, 1-4; R. Walker, Die Heilsgeschichte im ersten Evangelium, Gõttingen 1967, 35-38). La apostasia de la fe correcta para caer en la falsa doctrina es denominada igualmente

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|XOIXE'UCO- |J.OH(pf|

adultério: Ap 2, 22. Claro que la expresión que se formula en este pasaje (p,oixeí)ovT8ç pex’ aüxfjç) podría no haber surgido simplemente dei deseo de inspirarse en metáforas dei AT, sino que también podría estar sugerida por la circunstancia de que, en el grupo heré­ tico atacado por el autor dei Apocalipsis, una profetisa libertina y que al parecer propagaba la JtOQVEÍa (y el consumo de came sacrifica­ da a los ídolos) desempenaba un papel impor­ tante (cf. H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], 69s; sobre la asociación de la herejía con el adultério cf. además 2 Pe 2,14). La rigorista «ética de conventículo» de la Carta de Santiago (M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ [KEK], 71) inculca la idea de retirarse dei mundo; el comprometerse en los asuntos dei mundo significa mantener enemistad bacia Dios (e/O-Qa xoü O-e o u ). Para el autor de la carta es obvio caracterizar como adúlteros a los partidários de la qjiltía xoü >tóop,ou (4, 4). E. Plümacher ( i o i / o ç , o v , o moichos adúltero

-» [XOtXEVÍÜ. molis (adv.) apenas, con dificultad, no fácilmente* En el NT el advérbio aparece 6 veces, cuatro de ellas en el libro de Hechos con el signi­ ficado: (sólo) con dificultad, 14, 18; 27, 7.8.16; apenas / no fácilmente, Rom 5, 7; apenas / dificilmente, 1 Pe 4, 18; cf. Lc 9, 39 v.l. nóytç). ThWNT IV, 743s.

M óX ox Moloch Moloc* Moloc es, en la LXX, el nombre de un dios adorado ya desde el siglo III a.C. entre los semitas dei nordeste y dei este (en hebreo melek, vocalizado por los masoretas mõlek, imi­ tando seguramente la vocalización de bõset, que significa «vergüenza». Su culto, por in­ fluencia asiria, adquirió en Israel bastante in­ fluencia. Y a esta divinidad debieron de ofre-

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cerse sacrificios de ninos, especialmente en el Valle de Hinnón, al sur de Jerusalén (cf. 2 Re 16, 3; 23,10; Jer 32, 35; prohibiciones en Lev 18, 21; 20, 2ss). En Hech 7, 43 se cita Am 5, 26 LXX: àveXápexe xf]v axqvqv xoü MóXox, «llevásteis el tabemáculo de Moloc», lo cual supone que Israel adoraba ya a Moloc durante el tiempo de su peregrinación por el desierto. (En cam­ bio el texto hebreo de Am 5, 26 dice; sikküt malkfkem, a «Sicut, vuestro rey».) Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); BHHII, 1232; Haag, Diccionario, 1289-1291 (bibl.). ^oXÚvta molynõ manchar, ensuciar, conta­ minar* En Ap 3, 4 la suciedad de los vestidos (ct oüx âpóÀuvav xà ipáxia aüxcõv) es imagen de una vida impura e impenitente; en 14, 4 poX.úvo) se usa en sentido figurado para referirse a toda la comunidad (de los 144.000), oi psxà ycvatitMv oüx èp.oX.üv&qoav, «los que no se han contaminado con mujeres», es decir, como imagen de la fidelidad de la comu­ nidad, que no se ha entregado a la fomicación (dei culto idolátrico, cf. Os 2, 14ss; Jer 2, 2ss; también 2 Cor 11, 2); en 1 Cor 8, 7 se dice, también en sentido figurado, refiriéndose a la conciencia de los débiles, que se mancha (f| o u v e Lôt]o iç aüxcbv à o fiE v fiç ouoa jxoXüvExai) al comer came sacrificada a los ídolos. ThWNT IV, 744s. pio X v a^ó ç, oC, ó molysmos mancha, contaminación* En 2 Cor 7, 1 se dice en sentido figurado: àjtò Jiavxòç |j,oX,uap,oü aapxòç x a l jtv eú p.axoç, al final de una parénesis tipicamente judia (sobre 6, 14-7, 1 cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub lo­ co, y la bibüografía mencionada en la p. 264s de la citada obra). momphè acusación, queja* Col 3, 13: JtQÓç xiva... |xopqpf|v, «queja contra alguien». ThWNT IV, 577.

321

[lOVTl - |10V0YEVT)Ç

f*OVT|, fjç, ^ monê morada, alojamiento, estancia* En Jn 14, 2 se habla de (Aoval Jto?tXaí, de Ias moradas celestiales en la casa dei Padre, en Ias que Jesús va a preparar para los discí­ pulos una «residência» permanente (cf., a propósito, Hen [et] 39, 4s; 41, 2; 71, 16; Filón, Som I, 256; cf. también Billerbeck II, 560; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, sub loco [bibl.]; R. H. Gundry; ZNW 58 [1967] 68-72: G. Fischer, Die himmlischen Wohnungen, Bem 1975). En Jn 14, 23 lo de povT]v JTOiéopai,, «prepararse una mo­ rada / fijar su estancia / habitar» se refiere a la permanente inhabitación de Cristo y dei Pa­ dre en aquellos que aman a Jesús y guardan su palabra (compárese el morar de Dios entre su pueblo en Ex 25, 8; Ez 37, 26s; Zac 2, 14; también en Ap 21, 3). ThWNT IV, 583-585; jtévo) 3. H .ovoyEVtjç, 2 monogenês único (en su

clase), hijo único* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. en Lucas - 4. Heb 11, 17 (Isaac) - 5. Jesucristo co­ mo liovoyevriç. B ibl.: K.-H. Bartels, póvoç, en DTNTIV, 311-313, sobre todo 312s; R Büchsel, |j,ovoYevr|ç, en ThWNT rv, 745-750; H.-J. Fabry, jãlia d, en ThWAT BI, 595603; F. C. Grant, « O nly B egotten» - A F ootnote to the N ew R evision: AThR 36 (1954) 284-287; F. Hahn, B eobachtungen zu Jo h 1:18, 34, en F S K ilpatrick, 239245; D. Moody, G o d S O nly Son: JBL 72 (1953) 213219; Id„ en IDB HI, 604; F. M. Warden, G o d ’s O nly Son: RExp 50 (1953) 216-223; R Winter, MovoyEVTjç itaçà naxQÓç: ZRGG 5 (1953) 335-365.

1. En el NT el adjetivo [XOVOYevfiç aparece 9 veces, tres de ellas en Lucas (en 7, 12 y 9, 38 dícese de un hijo varón, y en 8, 42, de una hija), cuatro veces en el Evangelio de Juan para caracterizar Ias relaciones de Jesús con Dios (1, 14.18; 3, 16.18), una vez en la Carta primera de Juan (4, 9, en el mismo sentido que en el Evangelio de Juan) y en Heb 11,17 (donde se dice de Isaac). 2. [tovoYEvr|ç significa único, uno solo de su clase, singularísimo (se deriva de [tóvoç y

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YÉvoç). Este significado se encuentra en Platón, Tim 92c (dícese dei cielo; eÍ ç oÚQavòç oôe povoYEvf|ç); Sab 7, 22 (dei espíritu de sabiduría); Comuto, TheolGraec 27 [49, 13] (de este solo y único mundo: eLç x a l [xovoyEvqç ó RÓopoç; de manera parecida en Plutarco, Moralia, 423a); 1 Ciem 25, 2 (dei ave Fênix). Aunque yévoç está relacionado con yiÍyIteo•úai, sin embargo el radical yeveo- perdió su nota sexual original y significo pronto sencillamente «Uegar a ser», sin connotación de «generación» o «nacimiento». Ahora bien, povoYEvfjç se empleó frecuentemente para designar a un «hijo único», varón o mujer, que hubieran tenido los padres, por ejemplo, en Hesíodo, Opera et dies, 376 (povoYEvfjç natç), Theogonia, 426 (de Hecate: povoYEvf]ç deá); Herodoto VII, 221; Filón, Bybl. en Eusebio, PraepEv I, 10, 33 (tòv èauToú povoYEvf] uíóv); Plutarco, Lycurg. 31,4; Diodoro Sículo IV, 73, 2. Este mismo uso se encuentra también en la LXX (Jue 11, 34; Tob 3, 15; 6, 10.14; 8, 17; posiblemente también en Sal 21, 21 y 34, 17 LXX), En estos casos povoyevTiç puede tener el matiz de «el único hijo nacido». En algunos casos la LXX traduce con povoyevfiç el hebreo yãhid, «único» (emparentado con ’ehãd, «uno», que no posee ninguna connotación de «generación» o «nacimiento»). Algunas veces povoYEVT|ç tiene incluso el matiz de «solo, soli­ tário» (Bar 4, 16; Sal 24, 16; posiblemente tam­ bién Sal 21, 21; 34, 17 LXX). 3. povoYEvf|ç signigfica único en todos los pasajes de Lucas. Aqui se emplea el adjetivo para referirse al único hijo que la viuda de Naín había tenido (7, 12 material peculiar). El evangelista insertó (lOVOYEvrjç en el relato de la curación de la hija de Jairo (8, 42; cf. Mc 5, 23: TÒ ■flüYáTQióv pou) y en la perícopa dei muchacho epiléptico (9, 38; cf. Mc 9, 17: tòv ulóv pou). povoY£vf|ç, en estos casos, refuerza la importância dei milagro. 4. Que único es el sentido real de povoyEvf|ç lo vemos en Heb 11, 17, donde este adje­ tivo se refiere a Isaac, a quien Abrahán estaba dispuesto a sacrificar (tòv povoYEvfj itQooéq)EQEv), a pesar de que Dios le había prometi­ do abundantísima descendencia. povoYevf|5 significa aqui único (hijo) de su clase, es de-

323

[iO V O Y E V liç - (lOVOÇ

cir, el único hijo de la promesa (Gén 21, 12). Pues Abrahan había engendrado ya de Agar a Ismael (Gén 16, 3s; 17, 22-25) y tenía de Queturá otros seis hijos (Gén 25, Is). p,ovoY£vr|Ç refleja aqui el sentido del hebreo yãhid en Gén 22, 2.12.16, que la LXX prefiere traducix por àYan:r|xóç (Aquila emplea povoYEvqç en Gén 22, 2, y Símmaco ofrece el adjeti­ vo povoyevriç en Gén 22, 12). De manera pa­ recida, Josefo, Ant I, 222 emplea povoYEvrjç en el sentido de único-, expresa la idea de «nacido» mediante un participio especial ('ujteq^yásta povoYevfj òvxa x,al èm ytiqwç ouôrâ x axà ôcoQEàv aúxcp xoü Deou y£'vóp.EVov).

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«único nacido» adquirió otro matiz ulteiior: el de «único engendrado» —un matiz que el texto griego original del Evangelio de Juan admite dificil­ mente-. El «Logos», según Jn 1, 14.18, es el «Úni­ co» del Padre, y lo es precisamente en su calidad de ser el único Revelador del Padre. J. A. Fitzmyer ^ÓVOV monon (adv.) únicamente, solamente -»• póvoç 5.

5. «El/su Hijo único» es lo que se quiere (tOVÓO|iai monoomai estar solo, quedarse solo* dccir clarísimamente en Jn 3, 16.18; 1 Jn 4, 9. En 1 Tim 5, 5 s e e n c u e n t r a e l p a r t i c i p i o d e La expresión designa la singularísima persop e r f e c t o d e la v o z p a s i v a : «la q u e e s en v e r nalidad de Jesüs, su singularísima relación d a d v i u d a y se ha quedado sola» (■q ô è õ v x c o ç con el Padre y su singularísima misión. X qpa

El uso joánico de povoyevriç fue cuestionado a causa de Jn 1, 14 (ôóÇav d)ç povoYEVoüç jtaQÒ. naxQÓç) y 1, 18. En este último pasaje, la mejor variante textual (p®*^^ Sin*' B C* L y otros) dice: (ó) povoyevíiç deóç (cf. © Koiné Vg: povoy6vt)ç nlóç). Aunque después de la palabra clave povoYevT|Ç se ponga una coma ([ó] povoYEvqç, dEÓg), la falta de utóç hace que uno se pregunte cuál es el sentido de povoYevr|ç. Bauer {Wõrterbuch, 1043) propone los significados de «único engendrado» o «engendrado por el Úni­ co» (cf. 1, 13: z% Ueou YEVvãoO-at). Sin embargo, esto no puede ser correcto, por­ que È3t UeoB YEVvSodat en 1, 13 se refíere también a los c r e y e n te s cristianos (ol... Èyevvtj^&t]oav, según todos los manuscritos griegos; en contra de la «Biblia de Jerusalén» y otras traducciones). La v.l. del manuscrito a de la Vetus Lati­ na traduce povoYEvf|ç por unicus; pero San Jerónimo (Vg) modifico este término sustituyéndolo por u n ig e n itu s en los pasajes de Jn 1, 14.18; 1 Jn 4, 9; Heb 11, 17, conservando no obstante la traducción de u n ic u s en los tres pasajes de Lucas (7, 12; 8,42; 9, 38; ->■3). La modificación pretendia, evidentemente, que estos textos quedaran libres de una interpretación «arriana». Sin embargo, hay que tener en cuenta que el segundo Símbolo, que ofrece Epifanio, Ancoratus, 119, 4 (GCS 25, 148), emplea dos vocablos para expresar «único engendrado»; YSWT]'&évxa èx 'ôeoõ Jtaxpòç povoYEvfj. De esta manera, el posible significado

xcà p E p o v m p é v q ) .

^ ó v o ç , 3 monos solo, único, solitário* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Uso del adjetivo - 4. xaxà póvaç - 5. póvov como advérbio. B ib l : K.-H. Bartels, póvoç, en DTNTIV, 311s; Beyer, Syntax, 126-129; E. R F. Bishop, Som e N T Occurren c es o f Monos w ith Theos; Muslim World 51 (1961) 123-127; G. Delling, Móvoç 0eóç: ThLZ 77 (1952) 469-476; J. Dupont, Móvo) ooiptõ 0gtõ (Rom., X V I. 27): EThL 22 (1946) 362-375; P.-E. Langevin, B ibliographie b iblique, Quebec 1970. 1978, I, 122s\ n, 1236s; N. Lohfink-J. Bergmann, 'aehãd, en DTAT I, 207-215; Moulton-MiUigan, i.v.; E. Norden, A g n o stos Theos, Darmsfadt ''1956, 245-256.

1. En el NT póvoç aparece 47 veces como adjetivo pronominal, y el neutro póvov se emplea 66 veces como advérbio. El adjetivo se encuentra en todos los escritos del NT con excepción de Hechos, 2 Corintios, Efesios, 2 Tesalonicenses, Tito, Filemón, Santiago, 1/2 Pedro y 3 Juan, y el advervio aparece en todos los escritos con excepción de Colosenses, Ti­ to, Filemón, 2 Pedro, 2/3 Juan, Judas y Apocaüpsis. Al total de los 113 testimonios de póvoç hay que anadir Jn 8, 9 y Hech 15, 34 que apareceu en el Textus Receptus. En cua-

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[xovoç

tro pasajes (Hech 11,19; Rom 3,29; 1 Jn 2,2; 5, 6), la variante textual preferida ofrece el advérbio; sin embargo, algunos manuseritos atestiguan formas dei adjetivo. 2. [lóvoç significa so lo , único, s o litá r io ; en el NT expresa la unicidad, el aislamiento o la exclusividad de personas, cosas o acciones. póvoç puede designar al mismo tiempo: aislamiento espacial o retraimiento, soledad, singularidad única. Tanto el adjetivo como el ad­ vérbio contienen estos matices; pero a veces el significado dei advérbio puede distinguirse dei uso predicativo dei adjetivo. Así, por ejemplo, oò póvoç JtaQoixEiç T eponoaX,fip,...; significa: «^Eres tú el único forastero en Jerasalén, que...?» (Lc 24, 18), mientras que oò povov JtaQoixEtç TBQonoaÀfip; sig­ nificaria: «^Te encuentras ú n icam en te como forastero en Jerusalén?» (cf. Liddell-Scott [*1890], 977). Cf. 1 Cor 9, 6; 14, 36; Hech 26, 14 según el manuscrito 614. 3. a) El adjetivo se usa a trib u tiv a m e n te con un sustantivo o un pronombre para expresar la unicidad, por ejemplo: xòv póvov ô e o jtÓ T q v x a l xÚQLOv fip râ v T tio o ü v X

q io x ò v

àQvoúixevoi, «negando a nuestro único Dueno y Senor Jesucristo» (Jds 4). El autor pone en guardia a sus lectores contra personas que se encuentran entre ellos y que pretenden ne­ gar el senorío único de Cristo (cf. K. H. Rengstorf, en ThWNT II (47s). La frase ó póvoç EXíov àO avaoíav, «(Dios,) e l único que posee inmortalidad» (1 Tim 6, 16), se halla dentro dei siguiente contexto; Timoteo debe luchar la buena lucha de la fe, hasta que aparezca el Senor, quien se manifiesta por medio dei único Poderoso (v. 15: póvoç ôuvaoxf]ç), Dios, que es el único que posee inmortalidad. b) 1) Sin embargo, póvoç se emplea más fi"ecuentemente como p re d ic a tiv o a fin de expresar la unicidad, la exclusividad o el aisla­ miento. Así, por ejemplo, Mc 6, 47; x a i anxòç póvoç EJtl Ytjç, significa «y él (estaba) s o lo en tierra», es decrr, sin nadie que le acompanara, porque los discípulos estaban cruzando el lago en barca. O: anxõ) póvo)

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XaxQEÚEiç, en la respuesta que Jesús da a Sa­ tanás, significa; «a El so lo adorarás» (Mt 4, 10 par. Lc 4, 8 [póvcp se ha anadido a Dt 6, 13]). De manera parecida en Mt 18, 15 (a so ­ las, es decir, en privado); Mc 9, 2 (so lo s, es decir, aparte de los demás discípulos); Lc 24, 12 (« só lo /ú n ica m en te los lienzos», pero no a Jesús); Jn 6,15.22; 1 Cor 14, 36; Gál 3, 2 (sin embargo, Bauer, W õrterbuch, í .v. 2b incluye este pasaje entre los de uso adverbial); 6, 4; Col 4, 11; Heb 9, 7; Ap 15, 4 (dirigiéndose a Dios, el «único Santo»); Hech 15, 34 Textus Receptus). Este uso predicativo se encuentra también en combinación con verbos. Así sucede con ELvai: póvoç ■qv IxEi, «él estaba so lo allí» (Mt 14, 23, dícese de la oración de Jesús en el monte, mientras los discípulos cruzaban el la­ go). póvoç otix elpí, «no soy yo so lo » (Jn 8, 16), porque Jesús está unido con Aquel que le envió'(cf. 10, 30). De manera parecida Jn 16, 23b; 2 Tim 4,11. Con otros verbos: póvqv |X£ xax£X,Ewt£V ôtaxovEiv, «ella me ha dejado a mí so la la tarea de servir» (Lc 10, 40: Maria no ha ayudado en nada a su hermana Marta). o m àtpfjxév p,E [xóvov, «no me ha dejado s o ­ lo» (Jn 8, 29, es decir, no me ha abandonado, porque Jesús habla siempre lo que el Padre le ha ensenado). De manera parecida Lc 9, 36 (so lo , es decir, sin Moisés ni Elias); 24,18 (->• 2); Jn 12, 24 (sola: la semilla no produce fru­ to) 16, 32a (so lo , es decir, abandonado); Rom 11, 3 (1 Re 19, 10); ICor 9, 6; 1 Tes 3, 1 (so ­ los, es decir, sin acompahantes); Jn 8, 9 Tex­ tus Receptus. 2) Un uso pleonástico de póvoç se encuen­ tra en negaciones con e I pq, con lo cual se refuerza el carácter único o el aislamiento. Y, así, se dice de David: ô onx eÇòv qv anxtü qpayEiv... et pq xolç Legenouv póvoiç, «a él no le estaba permitido comerlo... sino a los s o lo s [= únicamente a los] sacerdotes» (Mt 12, 4; cf. Lc 6,4). Así lo vemos también en la frase; onôéva e Lôov ei pq xòv Tqooõv póvov, «no vieron a nadie, sino a so lo Jesús» (Mc 9, 8; cf. Mt 17, 8). En forma correspondiente en Mt 24, 36; Flp 4, 15. Acerca de Lc 5, 21 c.

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[4,OVOÇ

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el evangelista interpreta lo de «la vida eter­ na», poniendo en lábios de Jesús Ias palabras: iv a YivráoKOOOLV aè xòv póvov àÀq^tvòv Oeóv, «para que te conozcan a ti, el único Dios verdadero». Aqui se contrasta implicita­ mente a Yahvé con otras supuestas deidades. De manera parecida en 1 Tim 1, 17 (en una doxología que alaba «al único Dios»); Jds 25 («al único Dios, nuestro Salvador»; igual­ mente una doxología); Rom 16, 27 (se alaba «al solo sabio Dios», porque ha obrado la «obediência de la fe» conforme al evangelio c) Un claro uso teológico de póvoç apare­ de Pablo. Asi, pues, Dios es el único a quien corresponde el atributo de ooq)óç). Cf. 1 Tim ce cuando el adjetivo se aplica a Dios, lo cual 6, 15 (con ôuváoxqç, «poderoso», en lugar sucede con mucha frecuencia en Ias doxologíde ■&EÓÇ). as o en los enunciados a manera de confesiones de fe. En el NT este uso se remonta a los 4. En dos pasajes encontramos la expreenunciados monoteísticos de la literatura dei sión elíptica xaxà póvaç, que se emplea co­ AT y de los escritos judios intertestamentarios mo un advérbio y que significa a solas: xal (por ejemplo, Dt 6, 13; Is 44, 24 LXX; 2 Mac ÕXE èyévExo xaxà póvaç, « y cuando él esta7, 37; Sib Fragm. 1.16s [GCS 8,228]; Josefo, ba a solas» (Mc 4, 10), es decir, cuando se haAnt VIII, 335). Uaba apartado de la multitud, pero en compa1) El adjetivo se usa predicativamente de la siguiente manera: ... el pq póvoç ó ■fteoç;, nía de los Doce. èv x(õ eivai aúxòv ixQoaeuXÓpevov xaxà póvaç, «mientras él oraba a «t(quién puede perdonar pecados,) sino Dios solas» (Lc 9, 18). En esta expresión, xaxá risolol» (Lc 5, 21); Lucas insertó aqui por proge un acusativo plural femenino que está sopia iniciativa el adjetivo póvoç (en contraste con su fuente, Mc 2, 7, que lee elg). Cuando breentendido (xcopaç ?). En los pasajes dei NT mencionados, la expresión tiene sentido el NT suscita asi la idea de que Jesus se halla espacial, como en Jer 15, 17 LXX y Josefo, de alguna manera en el mismo plano que YahAnt XVII, 336. Pero no en todas partes tiene vé, sin embargo hace ver claramente que este este significado (cf. Gén 32, 17 y Sal 4, 9 último es «el único Dios verdadero», y pone en lábios de Jesús la afirmación de que a solo LXX). La expresión se halla atestiguada tanto en el griego clásico como en el griego heleDios se le debe adoración (Mt 4, 10 par. Lc 4, 8, -> S.b.l). De esta manera se mantiene la nístico y en la LXX. herencia monotelsta recibida dei AT y dei ju­ 5. a) El neutro póvov hace Ias veces fredaísmo. Cf. además Ap 15, 4. cuentemente de advérbio y designa la misma 2) Ahora bien, póvoç se usa con más fre­ unicidad, aislamiento o exclusividad. Se usa cuencia atributivamente, para designar «al para modificar verbos, sustantivos/pronomúnico Dios»: xqv ôó^av xf|v jcaçà xoú póbres, advérbios, expresiones preposicionales, vou ■0'eoú oú Çqx£LXE, «vosotros no buscáis oraciones y negaciones. Con este advérbio se la gloria (que viene) dei Dios único» (Jn 5, limita su acción, alcance o condición. 44), es decir, dei solo y único Dios; Jesús cri­ 1) Con verbos: a kk à póvov eiJtè X,ÓYCp, tica a los judios, que buscan la gloria que se «pero di solamente una palabra» (Mt 8, 8); tributan unos a otros. En este pasaje, p“ B W èàv póvov ãtjjcopai xò Ipáxiov aúxoú, «si omiten Oeoí); si se prefiere esta variante tex­ tan sólo toco su vestido» (Mt 9, 21; cf. 14, tual, entonces hay que entender xoú póvou 36). De manera parecida en Mc 5, 36; Lc 8, como un sustantivo: «dei Unico». En Jn 17, 3

3) El JÍ.ÓVOÇ predicatívo se asocia también con una negación precedente y con un coixespondiente àKkà (>caí), «no sólo... sino (tam­ bién, incluso)». Esta construcción niega el carácter único o el aislamiento y acentua ima al­ ternativa: oÚK èrt’ ãQxqj p,óv(p... akX" èjti jtavTL Qf|fiaTL, «no de pan solo... sino de toda palabra» (Mt 4, 4 par. Lx 4, 4 [Dt 8, 3]). De manera parecida Rom 16, 4; Flp 2, 27 (Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2c cree que póvov es aqui advérbio); 2 Jn 1.

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[xóvoç- lAovóqj^aA-fiOç

50; Hech 8, 16 (el advérbio está mal coloca­ do; debería estar en la frase preposicional; cf. 18, 25); 1 Cor 15, 19 (/.mal colocado?); Gál 1, 23; 5, 13 (hay que sobreentender el verbo). 2) Con sustantivos/pronombres: èàv àanáoTiofre t o ü ç àôe^cpoüç ■up.cãv póvov, «si sôlo saludáis a vuestros hermanos» (Mt 5, 47), es decir, y no saludáis a todas Ias personas; ôç èàv jtOTÍOT] eva Ttõv piXQtbv xoÚTtov JtoTiÍQLOV rjjuxQoü [xóvov eiç õvopa pafri]Toü, «el que ofrezca tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequenos, porque es un discípulo» (o tal vez: «un vaso de agua fres­ ca... tan sólo porque es un discípulo» [en este caso el advérbio póvov modificaria a la expresión preposicional]), en Mt 10, 42; sin em­ bargo, D E* omiten el advérbio. De manera semejante en Hech 18, 25 (quizás póvov es aqui la forma neutra dei adjetivo); Rom 3, 29 (pero D lee póvoç y B póvtov); Gál 2, 10; 2 Tes 2, 7; Sant 1, 22. 3) Con advérbios, expresiones preposicionales u oraciones: póvov èv xuQÍcp, «única­ mente en el Senor» (1 Cor 7, 39), es decir, ella puede casarse con un cristiano (se refiere al caso de una viuda que, después de la muerte de su marido, quiera volver a casarse). tcai fiT] (ióvov âv TÕ) JtaQELvaí fte Jtgòç tipãç, «y no sólo cuando yo esté presente entre vosotros» (Gál 4, 18). De manera parecida en Gál 6, 12; Flp 1, 27; Heb 9, 10; Sant 2, 24 («no solamente por la fe», sin Ias obras).

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c) El uso correlativo dei advérbio se encuentra también después de una negación: ou póvov e X.u e v xò oáppaxov àXkà x a l JtaxéQa íôiov e Xey ev xòv •&e Óv , «no sólo era trasgresor dei sábado, sino que decía incluso que Dios era su propio Padre» (Jn 5, 18); pxj xoúç Jtóôaç poü póvov àKká x a i xàç x al XT|v xe(paXf|v, «no sólo mis pies, sino tam­ bién mis manos y la cabeza» (Jn 13, 9). De manera semejante enM t 21, 21 ;Jn 11,52; 12, 9; 17, 20; Hech 19, 26.27; 21, 13; 26, 29; 27, 10; Rom 1, 32; 4, 12.16.23 (en el v. 23 es po­ sible que póvov sea adjetivo: acusativo sin­ gular masculino); 9, 24; 13, 5; 2 Cor 7, 7; 8, 10.21; 9. 12; Ef 1, 21; Flp 1, 29; 1 Tes 1, 5.8; 2, 8; 1 Tim 5, 13; 2 Tim 2, 20; 4, 8; Heb 12, 26 (anadido a Ag 2, 6 LXX); 1 Pe 2, 18; 1 Jn 2, 2 (no obstante, B lee póvmv); 5, 6 (B lee póvü)). En la mayoría de estos pasajes la construcción es sencillamente «no sólo... sino también». Pero en Flp 2, 12 se encuentra una forma más plena: pf) d)ç èv xfj jtaQouoíg pou póvov àXká vüv jtoXX.tõ pãXXov è v xfj àjtouoig pou, «no sólo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausência». Una forma elíptica de los correlativos aparece en unos cuantos pasajes paulinos. Después de hablar de la grada que se ha obtenido por medio de Cristo, y de la esperanza cristiana en la participación en la gloria de Dios, Pablo prosigue: ou póvov ôé, àkXá x a l xauxcbpEfra èv xatç frX ítjJEaiv, «no sólo (esto), sino que también b) El advérbio póvov se emplea también nos gloriamos en Ias tribulaciones» (Rom 5, 3 pleonásticamente con eí [tf]: oüôèv euqev èv [D anade de hecho xoüxo después de ôé]); 8, auxf] El irq cpúX)i.a póvov, «no encontro nada 23; 9,10; 2 Cor 8,19. En todos estos casos, la en ella (a saber, en la higuera), sino única­ elipsis hace referencia a algo que se ha men­ mente bojas» (Mt 21, 19). iva priôèv aipoocionado inmediatamente antes. O iv Eiç óôòv El (tT) QÓpôov póvov, «que no J. A. Fitzmyer llevaran nada para el camino sino únicamente un bastón» (Mc 6, 8 [aqui es posible entender ^ovÓ(p'd'aX^OÇ, 2 monophthalmos con un póvov como adjetivo: «sino un solo bastón»]; solo ojo* tanto Mt 10, 9 como Lc 9, 3 omiten el pleonasmo). ptiôEvi X,aÀoüvxeç xòv Xóyov el pf] Mc 9,47 par. Mt 18, 9, en una serie de sen­ póvov ’Iou5aíoiç, «no predicando la palabra tencias de Jesus en Ias que se exhorta a los oyentes a despojarse de todo lo que pueda hade Dios a nadie, sino sólo a los judios» (Hech cerles caer: povóqpfraXpov (...) e í o e XO-elv , 11, 19 [D 614 leen póvoiç en vez dei advér­ «entrar con un solo ojo». bio]).

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(iOQqJTl

fjÇ) 'H morphe forma, manifestación visible* 1. Aparición en el NT - 2. Campo referencial y contenidos semânticos - 3. iropqpt] en el final inauténtico de Marcos - 4. [roQqpri en Flp 2, 6s - 5. Conceptos afi­ nes. B ib l: J. Behm, popcpr] jítX.., en ThWNT IV, 750767; Cremer-Kõgel, 736-739; P. Grelot, D e u x expressio n s difficiles d e P h il 2, 6-7: Bib 53 (1972) 495-507; J. Héring, L e R oya u m e de D ieu et sa venue; Nenchâtel ^1959, 159-170; O. Hofius, D e r C hristushym nus P hil 2, 6-11 (WUNT 17), Tübingen 1976, 56-74; J. Jervell, Im a g o Dei. G en 1, 2 6 s im Spãtjudentum , in d e r G nosis u n d in den p ln B riefen (FRLANT 76), Gõttingen 1960, 197-231; E. Kasemann, A n á lisis crítico de F lp 2, 5-11, en E. Kasemann, E nsa yo s exegéticos, Salamanca 1978, 71-121; E. Larsson, C hristus ais Vorbild. E ine Untersuch u n g zu den p ln Tauf- u n d E ikontexten (ASNU 23), Uppsala 1962, 230-275; E. Lohmeyer, K yrio s Jesus. E ine U ntersuchung z u Phil. 2, 5-11, Darmstadt ^1961, sobre todo 17-20; R. Martin, C arm en Christi. P hilipp ia n s 11.5-11 in R ecen t Interpretation a n d in the Setting o fE a r ly C hristian Worship (SNTS Mon 4), Cam-

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mita a dos âmbitos. En Mc 16, 12 el Resucitado se aparece «e.n forma distinta», y por tanto no puede ser reconocido por la forma física familiar con que se manifestaba. En el fondo de todo se halla la idea de que Ias figuras supraterrenas pueden cambiar su poQq)f|. Pero en Flp 2, 6s no debemos deducir la doble pOQCpf| de Cristo de la idea de la metamorfosis (en contra de Spicq). La descripción antitética dei Preexistente y dei Terreno no puede derivarse de la idea de la capacidad de trasformación que posee un ser divino. Hay que tener en cuenta que [tOQqifi ^ eou y p,OQqpTi ôoúLou son maneras metafóricas de hablar (Hofius, 58), que deben interpretarse como aproximaciones poéticas a la condición de Cristo antes de su actividad en la tierra y du­ rante ella.

1. En el NT el sustantivo (xoçq)f| aparece sólo 3 veces (Mc 16, 12; Flp 2, 6.7); es, pues, un término raro, en comparación con la im­ portância que el concepto tiene, por lo demás, en la lengua griega. Si anadimos todas Ias for­ mas nominales y verbales derivadas dei radi­ cal poQtp- (peTapoQq)óo|j.ai, ixoQtpótn, pÓQqpcooiç, aBpp,OQq)í.Çopai, oóp.p.oQqioç), entonces la aparición de los términos se limita a los Evangelios sinópticos (3 veces). Ias Cartas paulinas (9 veces) y Ias deuteropaulinas (2 Tim 3, 5).

3. La aparición dei Resucitado «en forma distinta» (sv eTÉpoi poQcpfj) a dos discípulos en el denominado final inauténtico de Marcos (16, 12) se deriva de Lc 24, 13-35 (R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 545,55 Is); claro que el elemento de la trasformación es nuevo en relación con el relato de Lucas, [xoçcpfi significa aqui la figura, la manifesta­ ción —sobre todo física—por la que se reconoce a una persona y por la que esa persona es diferenciada de otras. Según Ias concepciones griegas y helenísticas, la poQq)ri de la fi­ guras que están en el limite de lo humano (dioses, héroes, moribundos, extáticos) es mutable (por ejemplo, Sófocles Trach 10: õç p ’ èv TQiolv poQqpalaiv è|f|Tei; Preisendanz, Papyri 13, 69-71.73 [iva poi cpavf)ç àyaflfí poQqpfiJ.271s.582s; Ací. Petr. etAndr 2;Act. Phil. 144.148; HcchTom 8: epXsKOV xò eI ôoç auToü èvr|X,^aYpévov èv éxÉQa poçqpfj, cf. asimismo 34.43.45; -> pExapoQcpóopai).

2. El NT ofrece sólo una breve sección de la amplia gama de contenidos semânticos de p,oçtpf| en el giiego clásico y en el helenístico («figura, manifestación perceptible por los sentidos, especialmente manifestación física, forma, encanto, belleza, manifestación exter­ na, apariencia»). El campo referencial se li­

4. Las expresiones antitéticas poQqpf) ■0-eo'O y poçqjf] ôoúXou, en Flp 2, 6s, son claves y crux para la comprensión dei himno. Contra la antigua interpretación de Lutero, que refe­ ria ambos enunciados al Xóyoç evaaçxoç, hoy día se acepta generalmente que en 2, 6 se habla dei Hijo -preexistente- de Dios, y que

bridge 1967, j.v. poQçr) en el índice analítico; PGL 884s; E. Schweizer, E rn ied rigung un d E rhõhung bei J esu s u n d sein en N a c h fo lg e m (AThANT 28), Zürich ^1962, 93-102; C. Spicq, N o te su r MOP4&H dans les p a p yru s et q uelques inscriptions: RB 80 (1973) 37-45; Spicq, N o tes II, 568-573; D. H. Wallace, A N o te on m orphê: ThZ 22 (1966) 19-25; para más bibUografía, cf. ThWNT X, 1181.

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(iOQípfl- (iOQCpOO)

en 2, 7 se habla dei Hijo -encarnado- de Dios. Toda interpretación ulterior dei par de conceptos debe partir dei paralelismo entre 1, 6 y 2 ,1 . El cambio de la poQqpf) b^eon a la pogqJT] ôoisXoi! no es ni el simple cambio de apariencia externa, quedando sin cambio alguno la esencia (en contra de J. Schneider, õpoioç, en ThWNT V, 197, 21s: «La poQcpií terrena es, como quien dice, la envoltura que rodeaba su existência esencial, que permane­ cia siempre la misma») ni es un cambio de la esencia (Kâsemann, 95; «ésta [la divinidad] abandona la naturaleza [= la esencia] celestial y se reviste de la naturaleza [= la esencia] te­ rrena»). El contraste entre «apariencia exter­ na» y «sustancia» hace caso omiso de lo que se enuncia en el himno (Schweizer, 95s; Hofius, 57), porque éste no se halla caracteriza­ do por una reflexión sobre la sustancia, ni anticipa la doctrina acerca de Ias dos naturalezas. No se trata tampoco de un cambio en el «modo de existência» (M. Dibelius, Thesalonicherbriefe. Philipperbrief^ [HNT], 60; Kâ­ semann, 89; J. Gnilka, Der PhiUpperbrief [HThK], 114; G. Barth, Der Briefan die Philipper [ZBK], 40). Pues poQqsrj se refiere sólo raras veces a la forma de la apariencia externa en contraste con lo esencial (así, por ejemplo, en Ias inscripeiones sepulcrales, con la antítesis entre pogtptí y i[)t)xi]: Preisigke, Sammelbuch V, 8071, 10 y 15). La comprensión de la pogq)f| como ser esencial (Kâsemann, 88ss) puede verse, a lo sumo, en el caso dei gnosticismo, en el que pogcpfi y e Ixcóv son sinônimos (Jervell, 228). Pero el gnosticismo no tuvo in­ fluencia alguna sobre Flp 2, 6-11 (en contra de Jervell, 229), como tampoco la tuvieron los papiros mágicos griegos. Con poQqpií en Flp 2, 6s se piensa precisamente, no en cualquier forma mutable, sino en la forma especí­ fica, de la que dependeu la identidad y la condición. Por tanto, poQtpfi ôoúJtOU, con Cremer-Kôgel, 736, habrá que entendería como «la forma propia de un esclavo en cuanto es expresión de su condición», y popqpf) D e o ií , de igual manera, como la forma divina, «en cuanto es expresión de la condición divina»

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(ibid.). Por tanto, no es la mutabilidad lo constitutivo de la comprensión de poQqpf) '&eo{j en Flp 2, 6-11, sino precisamente la inconfundibilidad entre la poQqpf) '9'EO'ü y la poçq)T] ôoúXou. 5. Frente a todos los intentos por identifi­ car poQ(jpT| con otros conceptos griegos, hay que acentuar que poQq>Ti conservó, también en el lenguaje helenístico, su propia significación («figura»), y -si prescindimos dei len­ guaje gnóstico- no es intercambiable con eiittbv (con Wallace, 22s; Spicq; RB 80, 44; Id., Notes II, 570; en contra de Héring, 159ss; Martin, 106ss). La equiparación entre poQcpfi y ouoía no se halla atestiguada hasta la exégesis patrística (PGL 884sX W. Pôhlmann ^OQtpÓtO m orphoõ configurar, formar, plasmar* 1. Aparición en el NT y significado - 2. gOQtpócú en Gál 4, 19 - 3. gÓQqpcDOiç. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, 1045; J. Behm, ixoQqnj xxk., en ThWNT IV, 750-767, sobre todo 760-762; Cremer-Kõgel, 703; R. Hermann, Ü ber den S i m des MoQqpoãcrftai Xpiotòv è v ôiriv in Gal. 4, 19\ ThLZ 80 (1955) 713-726; E. Lesky, D ie Z e u g u n g s- un d V ererbu ngslehren d e r A n ríke u n d ih r N a c h w irke n

(AAWLM.G 1950, 19), Würzburg 1950, 1358-1363; F. MuBner, D e r G a la terb rief (HThK), Freiburg i. Br. 1876, 312s; PGL 885s; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1181.

1. En el NT el verbo aparece únicamente en la frase: pÉxgiç ou poQcpoflf] X qiotòç ev úpTv (Gál 4, 19), «hasta que Cristo adquiera forma en vosotros». Por tanto, el NT no conoce el uso de (togqjóco ni para expresar la acción creadora de IJios (Filón, Plant 3; Fug 12, 69; Som I, 210; II, 45; Abr 118; SpecLeg I, 171; Aet 41) ni para expresar la actividad creativa dei artista, que en piedra o en metal plasma imágenes de dioses (Is 44,13 A; Filón. Decai 7.21.66.72; SpecLeg II, 255; Josefo, Ant XV, 329; Justino, Apol I, 9, 1). 2. En Gál 4, 19 Pablo describe sus relacio­ nes con los gálatas usando la metáfora de la

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HOQtpOO) - [lOOXOÇ

concepción y dei parto. La imagen abreviada habrá que entendería sobre el trasfondo de Ias ideas del mundo antiguo sobre la procreación. Según ellas, el hombre —en la procreacióndesempenaba la función activa; la mujer, la pasiva. La mujer pone la matéria prima (riÀrt), que por medio del varón adquiere su forma (Àap,|3ávov xfiv pogtpiív: Aristóteles, GenAn I, 21, 729b; Lesky, 1395). En este contexto, la voz pasiva de pogqpócü se emplea para referirse a la formación del embrión en el seno materno (Behm, 760, 40ss). La metáfora paulina de Gál 4, 19 asocia ambas funciones; el apóstol es padre y madre de la comunidad. El la ha engendrado (cf. 1 Cor 4, 15) y ha impreso en ella por medio de su predicación la for­ ma de Cristo. Mediante su labor apostólica (4, 19 (bôívcü) él parió a la comunidad. La obra de Pablo se halla en peligro porque los gálatas se han vuelto hacia los falsos maestros, pero Pablo está dispuesto a realizar una vez más el proceso de la procreación y del parto. Por tan­ to, el enunciado paulino no debe entenderse en el sentido de un mística de Cristo (con Hermann en contra de Behm, 761, 19s), sino como una densa metáfora. El apóstol está dis­ puesto a comenzar de nuevo la proclamación del evangelio y la formación de la comuni­ dad, a fin de que suija una verdadera comuni­ dad de Cristo. 3. Con plasmación, formación, configuración* podría expresarse, en Rom 2, 20b, la idea de que el judio fiel a la ley «posee en el libro de la ley la encamación del conocimiento y de la verdad» (Bauer); es digna también de mencionarse la interpretación de Schlatter: El judio, por medio de la ley, recibió la «formación» que le comunica conocimiento y verdad {Gottes Gerechtígkeit, Stuttgart ^1959, 103). La frase de Rom 2, 20b se considera frecuentemente como la cita de una tradición procedente de la Diáspora judia (úl­ timamente piensa así U. Wilckens, La Carta a los Romanos I, Salamanca ^1997, 187). Pero esta interpretación es combatida, y con razón, porque le faltan puntos de apoyo (O. Kuss, Der Rômerbriefl, Regensburg 1957, 85).

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En 2 Tim 3, 5 se dice que, en los últimos tiempos, algunas personas tendrán, si, la p.ÓQq)(OOiç de la piedad, pero renegarán del vigor de la misma. pógtpooaiç debe entenderse aqui, con Schlatter (Gottes Gerechtígkeit, 104), co­ mo una referencia a la formación que se recibe por medio de la fe, sin ver en ello un con­ traste entre el ser y la apariencia (según la in­ terpretación que dan Bauer y otros). W. Pohlmann E
fióoxoç,

OD, ó moschos tem ero, toro, be­ cerro, novillo* El término aparece 6 veces en el NT; en Lc 15, 23.27.30 se habla de matar el «temero cebado» (ó o ix E u x ò ç p,óoxoç, cf. Jue 6, 25 A; Jer 21, 26 LXX); en Heb 9, 12 se habla de la sangre de «machos cabríos y de novillos» ( a i [ta XQáytov x a l [xóoxtov) como del sacrifício tradicional en el gran Dia de la Expiación (a diferencia de 9,13, donde se habla de la «san­ gre de los machos cabríos y de los toros y de Ias cenizas de una temera», cf. 10, 4; cf., a propósito, Lev 16, 2ss); [ióoxoç tiene aqui una coimotación peyorativa, como también en 9, 19, donde se menciona la sangre de «becerros y machos cabríos» (cf., a propósito, Ex 24, 13ss) como la sangre del sacrifício con el que se selló por primera vez el pacto (cf. A. Strobel, Der Briefan die Hebrãer [NTD], sub loco)-, según Ap 4, 7, el segundo de los seres vivientes que había alrededor del trono de

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[lóoxog - (iOdoç

Dios era «semejante a un toro» (õnoiov |ióocf. a propósito Ez 2, 5.10 [reçóacojtov HÓoxot)]), en todo lo cual el orden de sucesión y la imagen de los cuatro seres vivientes mencionados se diferencian de Ez 1 y también dei cuadro dei zodíaco babilónico, en el cual probablemente se basan. Estos seres se conciben, según Ap 4, 8, como seres angéli­ cos (con arreglo a Is 6, 1-3); cf. además 1 Ciem 52, 2; Bem 8, 2. ThWNT IV, 767-769; X, 1181 (bibl.); BHH II, 920s; Haag, Diccionario, I955s; Spicq, Notes II, 574s. fio v mou de mí Genitivo de ->• èyá> (forma encUtica). |J.ovaiXÓç, 3 mousikos entendido en músi­ ca; sustantivado: músico* En el NT el adjetivo se emplea únicamente en sentido sustantivado: Ap 18, 22: qptovf)... pouoiMCÕv, junto a citaristas, flautistas y trom­ petistas; esa voz no se oirá ya en «Babilônia» (cf. también Is 24, 8; Jer 25, 10). En el con­ texto se piensa seguramente en cantores, ya que el xi'0'aQcpôóç canta acompanándose con el instrumento (cf. Ez 26, 13). ^ÓX'^'OÇ, OD, ó mochthos esfuerzo, fatiga, trabajo* En el NT en la combinación: xójtoç x a i [lóx^&oç, «trabajo y fatiga/dificultad»: 2 Cor 11,27; lT e s 2 , 9 ;2 T es 3,8. o i), Ó myelos médula (de los huesos)*

Heb 4, 12: p,eQ iO [tòç... oiq[j,(üv te x a l p.UEX.(õv, «la separación de Ias articulaciones y la médula», como imagen dei efecto de la palabra de Dios que penetra hasta lo más íntimo. ^.t)£0) myeõ iniciar; en voz pasiva, ser ini­ ciado* Es un término técnico dei lenguaje de Ias religiones mistéricas y se usa por extensión, en Flp 4, 12, para referirse al poder de Cristo

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que actúa en el apóstol: èv jta v tl x a l âv Jtãoiv [rep,ÚT][iaL, «en todas y cada una de Ias circunstancias yo soy un iniciado (es decir, he aprendido el secreto de vivir en la abundancia y en la escasez, de estar saciado y de pasar hambre; infinitivos). Precisamente por esta razón el apóstol sabe «contentarse» (v. 11); cf. también 3 Mac 2, 30; Sab 8, 4. ^'0'd'OÇ, OD, ó mythos relato de ficción, fá­ bula, cuento* En el NT el término aparece 5 veces (siempre en plural), en todos los casos con sentido negativo y peyorativo (como sucede con frecuencia en la tradición judia [cf. Filón, Exsecr 162; Josefo, Ant I, 122] y fundamentalmente en la tradición cristiana primitiva), para refe­ rirse a los relatos y especulaciones inventados y carentes de verdad, que eran difundidos por los falsos maestros (influidos por los judios o por los gnósticos). Es típico de esta acentuación el uso tardio dei término en el NT (apa­ rece únicamente en Ias Pastorales y en 2 Pe­ dro; cf. también IgnMagn 8, 1; también como crítica contra el mensaje cristiano, en 2 Ciem 13, 3). Las Pastorales ofrecen seguramente una concepción uniforme de los (xõi&ol. Según 1 Tim 1, 4, [lüú-oi x a l YeveaJtoYÍai ÕJtéQavtoi, «los cuentos y las genealogias interminables (-»■ YEVEaXoyla)», que desde luego no constituyen la totalidad de las «falsas doctrinas» (v. 3), conducen no obstante a la comunidad a inútiles especulaciones, en vez de hacerla intuir el plan divino de la salvación, que sólo puede entenderse por medio de la fe (v. 4b; cf. [raxaioXoYÍa, vo(xoôiôáoxaX,oi, vv. 6s); de manera peirecida en 4, 7: pépt]Xoi x al YQaoóÔEiç põOoi, «cuentos impíos y propios de mujerzuelas viejas»; en 2 Tim 4, 4 oÍ [iü'&OL son lo contrario de la áX.f|'&eia (v. 4a); proceden de las falsas doctrinas, que son placenteras al oído y que son difundidas por ma­ estros escogidos según los propios deseos; y son lo opuesto a la nYiaívouoa ÒLÔaoxaX,ía (v. 3); Tit 1, 14 ve la misma oposición entre el p,ü'&oç y la àXií'&eLa y habla directamente de

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[iTJÜoç - MÚQa

“lo tjô aix o l (iõ5'&oi x a i èvxoXai àv&Qcójtcov (cf. también 3, 9). Según 2 Pe 1, 16, el mensaje «apostólico» acerca dei poder y de la panisía (tanto entonces como en el futuro) de Cristo no se basa en «cuentos ingeniosamente inventados» (ob yÒQ oeaocpLap,évoiç E|axoIon'0'f|aavTeç), sino en el testimonio dado por los que fueron testigos oculares de la gloria de Cristo (cf. Mc 9, 2ss par.). En general, los mencionados podrían ser especulaciones cosmogónicas, genealó­ gicas y angelológicas de una gnosis judia helenística, parecida a la «herejía colosense» (cf. Col 2, 8ss), y que se experimentaba como un peligro cada vez mayor para Ias comunida­ des, sobre todo durante la era postapostóHca. Senalan también bacia la gnosis Ias informaciones que encontramos en Ireneo, Haer I, 1; Tertuliano, PraescrHaer 7.33, y otros, mientras que otros padres de la Iglesia (Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto, Agustín, cf. ThWNT IV, 790) piensan más bien en la Agadá judia (cf. Ambrosiaster sobre 1 Tim 1, 4: fabulae, quas narrare consueti sunt ludaei de generatione suarum originum). ThWNT IV, 769803; X, 1181 (bibl.); M. Dibelius-H. Conzelmann, Pastoralbriefe'^, sobre 1 Tim 1,4 (bibl.); Spicq, Notes II, 576-581. H. Balz mykaomai rugir* En Ap 10, 3 dicese de la gran voz dada por un ángel: morcEQ Xécnv p,nxãTai, «ruge como un león» (cf. Os 11,10; Am 3, 8). myktêrízõ burlarse de, mofarse de* En el NT el verbo aparece únicamente en Gál 6, 7 y en voz pasiva: fl-eòç on [vuxTqgíÇexai, «Dios no deja que se burlen de él» (la significación literal es: «arrugar la nariz»). ThWNT rv, 803s; Spicq, Notes n, 582s. |iivÀ,ixóç, 3 mylikos de molino* Lc 17, 2; Mc 9, 42 Textus Receptus: Xldoç [xnÀixóç, «piedra de molino» (se piensa en la

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piedra superior de un molino de mano, que tiene un agujero en el centro); la imagen se hallaba seguramente muy difundida y se utilizaba como un provérbio, cf. bQid 29b). Billerbeck I, 775-778; BHH B, 1246s. ^ vX ivoç, 3 mylinos de molino* Ap 18, 21: Xí^Ooç (bç (ítjXlvoç jxéYaç, «una piedra grande como piedra de molino» (v.l. «)ç púXoç). otl, ó mylos molino, piedra de moüno* Se habla de la piedra de molino en Mc 9,42 par. Mt 18, 6 / Lc 17, 2 Textus Receptus: p,nA.OÇ ôvixóç, «piedra de molino movida por un asno»; se refiere a Ias grandes piedras de molino (que tienen que ser movidas por un as­ no), a diferencia dei molino de mano. Pero ôvLXÓç, como en textos judios, podria entenderse también de la parte inferior dei molino (Billerbeck I, 775, 777), o, como en textos griegos, de la piedra superior (Bauer, Wôrterbuch, 1130); en todo caso, se piensa en una piedra de molino especialmente pesada (con un agujero en el centro). Mt 24, 41: àX.ir&éo) èv TCü pnÀü), «moler con el molino» (como trabajo propio de mujeres; cf. también Biller­ beck II, 966s; Ap 18, 22: qpoovT) [xúkon, el «ruido (sordo y chirriante) que produce la piedra de molino» al girar, algo que forma parte de la vida cotidiana (cf. Jer 25, 10); 18, 21 v.l. BHH II, 1246s; Haag, Diccionario, 1288s; BlaB-Debrunner § 50, 2). JUjXm v , rôvoç, Ó mylõn (la casa dei) moli­

no Mt 24, 41 Textus Receptus, en lugar de -»• pnkoç. M vQ tt, cov Myra Mira*

Nombre (neutro plural) de una ciudad si­ tuada en Ia costa meridional de Licia, junto al rio Miro, puerto importante para el comercio de cereales; actualmente se llama Dembre.

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Míiga - [luonÍQiov

Según Hech 27, 5 Pablo en su viaje a Roma llegó a Mira, donde se haUó una nave alejandrina para continuar el viaje (v. 6; se trataba seguramente de un carguero de cereales). BHH II, 1263; Haag, Diccionario, 1260s; Pauly, Lexikon III, I518s. p iv ç iá ç , á ò o ç , n myrias miríada, (núme­ ro de) diez mil, número muy grande* El término aparece 8 veces en el NT: en sentido propio en Hech 19, 19 tiuQiáôeç jtévre, «50.000 monedas de plata»); en el sentido de miríadas / decenas de miles / miles (una cantidad muy grande pero indefini­ da), Lc 12, 1; Hech 21, 20; Heb 12, 22 (puQiáÔEç ÒYYÉii.mv); de manera semejante en Jds 14 (èv áYÍaiç pngiáoLV, cf. Hen [et] 1, 9) ; Ap 5, 11 (puQiáôeç pngiáôcúv, innumerables decenas de mil / miríadas de miríadas, junto a xL^iáôeç cf. Hen [et] 14, 22; genitivo partitivo como semitismo de traducción [cf. Gén 24, 60, pero también Dan 7, 10] , cf. BlaB-Debrunner § 164, 1); 9,16 como el número de los ejércitos de caballería; ôiapuQiáÔEÇ pnQiáôoov, «dos miríadas de miría­ das» (Textus Receptus: ôúo pnQiáÔEç). flVQÍ^ta myrizõ ungir* Mc 14, 8: «ella se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura» ^ pÚQov. 3 myrioi diez mil* Mt 18, 24: ôcp8iX.éxT]ç pngícov xa^ávxoov, «un deudor de diez mil talentos».

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rirse a Ias unciones de Jesús: Mc 14, 3.4.5 par. Mt 26, 7.12; Lc 7, 37.38.46; Jn 11, 2; 12, 3a.b.5. Unicamente Lc 23, 56 refiere que, el mismo día de Viemes Santo, Ias discípulas galileas prepararon, además de àgrópaxa (par. Mc 16, 1), también pxiga para ungir el cadáver de Jesús. En Ap 18, 13 pÚQOV apare­ ce junto a otras mercaderías. ThWNT IV, 807809. M v p g a Myrra Mira Grafia incorrecta de ->• M úga. M v a í a , a ç Mysia Misia* Nombre de una región situada en el noroes­ te de Asia Menor. Hech 16,7.8 refiere que Pa­ blo, en su «segundo viaje misionero», pasó por la región de Misia o la cruzo, cuando iba caraino de Tróade. W. P. Bowers: JThS 30 (1979) 507-511. ^v aT i^Q io v , oi), TÓ mystêrion mistério, secreto* 1. En el griego profano - a) uso cultuai - b) uso me­ tafórico - 2. En el judaísmo - a) la LXX - b) la apoca­ líptica y Qumrán- c) Filón - d) Josefo - 3. Nuevo Tes­ tamento - a) Evangelios - b) Pablo (I Corintios, Rom 11, 25) - c) Colosenses, Efesios, Rom 16, 25 - d) 1 Timoteo - e) 2 Tesalonicenses - f) Apocalipsis - g) Observación final. B ib l.: R. Baumann, M itte u n d N o r m d e s C h r is tlic h e n (NTA NF 5), Münster i. W. 1968, 152s, 174-

199, 215-218 (bibl.); G. Bomkamm, [tuaxTÍQiov, en ThWNT IV, 809-834 (bibl.); R. E. Brown, T h e S e m itic B a c k g r o u n d a f t h e N T mystêrion: Bib 39 (1958) 426448; 40 (1959) 70-87; C. Caragounis, T h e E p h e s ia n M y s tê r io n (CB 8), Lund 1977; H. Conzelmann, D e r 3 myrios innum erable, inconta- e r s te B r i e f a n d ie K o r in th e r (KEK), Gõttingen 1969, 72-88, 243; G. Finkenrath, en DTNT IB, 94-98; O. ble* Gigon, D ie a n tik e K u ltu r u n d d a s C h r is te n tu m , Gü1 Cor 4, 15: puQÍOL jraiôaYCüYOÍ; 14, 19: tersloh 1966, 86-103; J. GniUca, M y s te r iu m I. I n d e r pugLoi ?í.ÓYOi.; seria posible también la traducS c h r ift, en LThK VII, 727-729; Id., E l E v a n g e lio s e ­ g ú n S a n M a r c o s I, Salamanca ^1996, 195-200; K. Hación en el sentido de pÚQioi, «diez mU». acker, E r w ã g u n g e n z u M c TV 1 1 : NovT 14 (1972) 219225; Jeremias, P a r á b o la s , 16-22; E. Kasemann, A n d ie R õ m e r (HNT), Tübingen ^1974, 299s; H. Kraft, D ie ^ÚQOV, Oú, t ó myron óleo para ungir* O ffe n b a r u n g d e s J o h a n n e s (H l^ ) , Tübingen 1974, El préstamo léxico semítico se encuentra 148s, 215; H: Krâmer, Z u r W o r tb e d e u tu n g « M y s te únicamente en Ap 18, 13 y en los evangelios, ria » : WuD 6 (1959) 121-125; P. Lampe, D ie m k D e u tu n g d e s G le ic h n is s e s v o m S ã m a n n M k 4, 10-12: ZNW en los que aparece principalmente para refe-

343

|XDOT1ÍQlOV

65 (1974) 140-150; A. Lindemaim, D ie A ufhebung d e r (StNT 12), Gütersloh 1975, 74-80, 91-95, 221230; E. Lohse, D ie B riefe an die K o lo sser un d an Philem on (KEK), Gõttíngen 1968, 118-122, 232-234; D. Lührmann, D as O jfen b a ru n gsverstãndnis bei P a u lu s u n d in p ln G em e in d e n (WMANT 16), NeukírchenVluyn 1965, 98-140 (bibl.); H. Merklein, D a s kirchliche A m t nach dem E ph (StANT 33), Miinchen 1973, 202-294, 210-219; W. F. Otto, D e r Sinn der eleusinischen Mysterien-, Eranos-Jahibuch 7 (1939) 83-112 (= Id., D ie G esta lt u n d d as Sein, Darmstadt 1955, 313337); H. Schlier, L a C arta a los E fesios, Salamanca 1991, 76-85, 194-207, 344ss; E. Vogt, «M ysteria» in textibus Qum rãn: Bib 37 (1956) 247-257; H. Weder, D ie G leichnisse Jesu a is M e ta p h e m (FRLANT 120), Gõttíngen 1978, 99-116 (bibl.); para más bibliografia, cf.ThWNTX, 1182-1184.

Z e it

1. a) El término pncn:f|Qia (que en el griego clásico se usa casi siempre en plural) es por su forma (-xtigta) un nombre de fiesta griega; su raiz verbal onomatopéyica pu-, «proferir con los lábios cerrados un sonido inarticulado = mantener la boca cerrada», designa como «inexpresable» el contenido de la celebración cultuai, por­ que no es accesible al pensamiento discursivo. El iniciado (mystes) no participa de manera racional y cognitiva (paüetv) en el acontecimiento sagra­ do, sino que es asido y llevado a un nivel más profundo de la vivência (jraüetv) (Aristóteles, Hegí qji^toaoqjiaç Frgm. 15 [Ross]). Se puede deducir con la máxima prudência que el conteni­ do de los mistérios es la idea de la unión indisoluble entre la vida y la muerte: la vida, en el sen­ tido propio y más elevado, se fundamenta sobre Ias profundidades de la muerte (así puede verse todavia en el siglo II p.C. en Apuleyo Met XI, 23, 7). Por eso, los dioses mistéricos tienen un aspec­ to de vida y un aspecto de muerte, ya sea distribuidos entre una diosa más antigua, diosa de la fecundidad y que oiiginalmente difundia la vida, y una deidad más joven y sufriente (Eleusis, mis­ térios de Atis), o bien unidos en una deidad (Diónisos); también Isis, como divinidad poderosa, posee ambos aspectos. El mystes, en la celebra­ ción dei culto, al entrar en unión con esas deidades, por ejemplo, en Eleusis por medio de la contemplación (èjrojtxeía), adquiere para si personalmente la salvación (acoxqçía) con la plena confianza de que, por la protección de la deidad, estará seguro en su vida actual y después de la muerte. Por tanto, a diferencia dei culto estatal, los mistérios se centran en el individuo; éste se somete por Hbre decisión (en los mistérios de Isis, después de ser llamado por la diosa) a los ritos de iniciación. Las diferencias de clase social e inclu­

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so de sexo, no cuentan ya para nada, y en cambio la segregación con respecto a los no iniciados es tanto más rigurosa. Este carácter esotérico de los mistérios condiciona el precepto absoluto de guardar silencio sobre el contenido dei mistério. La traducción común por «secreto» (puOTf|Qiov = «aquello de lo que se guarda silencio»), que se orienta precisamente bacia este aspecto, no cubre sino parcialmente toda la extensión semântica dei pUOTTIQlOV. b) El uso metafórico de puoxf|Qiov comienza en Platón: por un lado, el camino dei conocimiento para la percepción de la verdad dei ser se describe como la andadura que va a través de las etapas de la iniciación eleusina hasta llegar a la èixoJtxeía (Symp 209e-212a). Por otro lado, la opinión de un filósofo se designa (con ligera ironia) como [xucrrriQiov, cuya verdad oculta (àXrjOeiav àjtoxexgupp,évqv) hay que indagar (Theaet 155d-156e); o en general el progreso dei diálogo, que va penetrando más y más profunda­ mente en el tema, se compara con la participación en un puoxriQLOV (Gorg 497c; Men 76e). A consecuencia de estas metáforas, el uso de pxi0xf|Qiov se va haciendo cada vez más permisivo y ar­ bitrário, hasta Uegarse a un uso puramente profa­ no dei término. Mientras que, por ejemplo, las gnómicas Sentencias {Sententiae) de Menandro 784 (üjxvoç xà p.ixoà xoõ Oaváxou (tu0xf|Qia), en su contenido, hacen todavia referencia clara a los mistérios eleusinos y a su etapa preliminar en Agrai (Pauly, Lexikon III, 1535), vemos que la Comparatio Menandri et Philistionis (ed. Jaekel 1964), I, 45, de la época imperial, entiende única­ mente por puoxfjQióv oov px|jiox’ eÍJiTiç xtp qpíXtp (cf. n , 89) el «secreto» privado, que hay que guardar para uno mismo. 2. a) En la LXX, puoxf|Qiov aparece única­ mente en los escritos de la época helenística. Mientras que en Sab 14, 15.23 |tt)axf|Qiov es un término técnico para designar los actos de culto pagano que deben rechazarse, vemos que por p.uoxf|Qia se entiende «secretos» puramente pro­ fanos en Jdt 2, 2; Tob 12, 7.11 (en sentido políti­ co), Eclo 22, 22; 27, 16s.21 (en sentido privado) y 2 Mac 13, 21 (en sentido militar), que no deben divulgarse. Por el contrario, los p.uaxf|0La, enten­ didos teologicamente, en Sab 2,22; 6, 22, que designan últimamente la actividad creadora de Dios, no son Eisuntos privados, sino que deben ser conocidos y proelamados por la persona piadosa. En Daniel, puoTTqçLOv es traducción dei préstamo léxico persa rãz. En 2, 18s.27 designa el contenido de la visión que Nabucodonosor tuvo en suenos, un anuncio encubierto de aconteci-

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IIVOTTIQIOV

mientos futuros determinados por Dios (2, 2830); Dios es el único que puede revelar el signifi­ cado oculto (2, 28.47), y él asigna la tarea de la interpretación a una persona inspirada por él (4, 9 Teod.). Por primera vez se entiende aqui [iuorfj01OV como mistério escatológico. b) En la apocalíptica se piensa que los profun­ dos e innumerables «mistérios» de Dios (Hen [et] 63, 3) se encuentran existentes en el cielo (106, 19), es decir, constituyen la base oculta y trascendente de todo lo que es y de todo lo que sucede, especialmente de lo que ha de revelarse al fin de los tiempos (103, 2s; 38, 3; 83, 7). Â determina­ dos varones de la historia dei AT se les ha mani­ festado esos mistérios por medio de arrobamiento (52, Is), suenos (4 Esd 10, 59) o visiones (Hen [et] 13, 8; 93, 2); necesitan interpretación y deben trasmitirse únicamente a los sábios dei pueblo (4 Esd 12, 36ss; 14, 5s.45s). En los textos de Qumrân encontramos general­ mente rãz (casi siempre en plural) y algunas veces sõd (casi siempre en singular) en el sentido de «mistério», cf. 1QH4, 27s. Los mistérios maravillosos de Dios (IQH 4, 27s; KJpHab 7, 8; IQM 14, 14, etc.), calificados incesantemente como mistérios de sabiduría (IQH 9, 23), de inteligên­ cia (13, 13), de conocimiento (IQS 4, 6), de verdad (9, 18), etc., se refieren al orden de la creación (3, 15ss, incluídos los mistérios de los as­ tros; IQH 1, 11.13), a la preservación de Israel en el seno de la comunidad de Qumrán (mediante el perdón de los pecados, CD 3, 18s); en su purificación, IQM 17, 9; en su fidelidad al pacto de Dios, 14, 9s), así como a los acontecimientos dei fin (cf. infra). Tan sólo el mismo Dios conoce la profundidad de sus mistérios (IQS 11, 18s), que permanecen ocultos a los hombres (11, 6); ahora bien, él ha manifestado todos los mistérios de Ias palabras de los profetas al «Maestro de Justicia» (IQpHab 7, 4s), quien tiene que instruir en ellos a los miembros de la comunidad (IQS 9, 17ss). Así, pues, al piadoso se le ha concedido el cono­ cimiento acerca de esos mistérios (IQH 7,27; 11, 10; 12, 13). Ante los de fuera, él debe guardar si­ lencio sobre los mistérios (IQS 4, 6; cf. IQH 5, 25). - Los planes y Ias obras de los poderes con­ trários a Dios (Belial) son denominados también «mistérios»: en IQM 14, 9, «mistérios» de hostilidad; en IQH 5, 36, de pecado. c) En 9 de 14 ejemplos, Filón emplea metafóricamente el término p.i)OTr|giov para referirse a los «mistérios» de Dios (deoB pnorfiQia, All III, 3; toB xuQÍot) p,i)OTTÍQia, IH, 71), que tienen primordiamente como contenido la autoria divina dei universo, y su eficaz poder y sus virtudes. Dios considera que el alma dei piadoso es digna

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de conocer esos p,uaTf|Qia (in, 27). Además de este conocimiento mediato de Dios por medio de sus obras, se halla luego el nivel superior de la Vi­ sion inmediata de Dios, concebida bajo influen­ cia platônica, y que es «iniciación en los Grandes Mistérios» (III, l(K)s), pero que no se puede alcanzar nunca sino como regalo de la gracia. Esa Vision de Dios tiene su modelo bíblico en la vocación de Moisés en lo alto dei Monte de Dios (in, l(X)s); de esta manera, Moisés se convierte en mistagogo (Cher 49). d) Josefo emplea siete veces el término puoTT|Qiov, seis de ellas en sentido cultuai; en Bell I, 470, dice metaforicamente que la vida dei intri­ gante Antípatro es ttaxíaç p.u0Tf|9iov, «una realidad indecible, oculta (y, por tanto, ritual) de maldad». 3. En los 28 pasajes dei NT en los que apa­ rece ifuaTiÍQiov, éste no se emplea ni en sen­ tido cultuai ni en sentido puramente profano. Para entender debidamente el término, hay que tener en cuenta toda la gama de significa­ dos desarrollada hasta ahora. Del concepto griego de puaxfiQiov procede un sentido estrictamente esotérico de una «vivência» que es inaccesible a la razón humana, así como el tema dei «vivir desde el aspecto de la muerte». De la tradición judia procede un esoteris­ mo menos rígido y el mistério de Dios, un mistério trascendente y humanamente inacce­ sible, que es puesto historicamente en acción por Dios mismo en sus actos de salvación y juicio en el pasado, en el presente y en el fu­ turo, y que se ha hecho patente ya desde aho­ ra al que ha sido llamado y que se hará paten­ te a todos al fin de los tiempos. Por su conte­ nido, el puatfiQiov se refiere primordialmen­ te a la acción salvífica de Dios en Cristo. a) En los Evangelios, |iUoxf|Qiov se encuentra únicamente en Mc 4, 11 par. en la expresión «el mistério dei reino de Dios» (-> P a o ile ía 3.b). El logion emplea el término [tuoxiÍQiov para describir la experiencia dei comienzo dei reino de Dios en Ias palabras y en Ias obras de Jesús. Este reino se halla toda­ via oculto y se revelará en toda su gloria al fm de los tiempos, pero ya ahora se ha hecho accesible (en voz pasiva, ôéôoxai) a los discí-

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[XDOTTIQIOV

pulos de Jesús y puede ser experimentado y comprendido por ellos en la fe, mientras que para los de fuera todo resulta enigmático jiaQaPo>i,fi) y permanece, por tanto, oculto. Este duro logion se situó entre la parábola y su interpretación, porque en el logion y en la parábola se halló expresada la misma distinción entre la fe y la incredulidad con respecto a la palabra (de Jesús). Los lugares paralelos de Mt 13, 11; Lc 8, 10 (Yvwvai t à [inoxriQia en vez de TÒ pnoTTipiov) no se centran tanto en el hecho de la llegada (pnoitígiov en sin­ gular) sino más bien en la esencia dei reino de Dios en sentido amplio, cuya proclamación entienden los discípulos (la comunidad) (cf. el verbo anvíif]p,L, que aparece seis veces en Mt 13). b) En 1 Cor 2, 1 Pablo designa la procla­ mación dei Cristo crucificado (1, 23; 2, 2) co­ mo el [tnoxfiQiov xon deon (la v.l. pagxúQiov procede seguramente de 1, 6). Este acontecimiento salvífico es inaccesible a la razón humana, porque a la razón le parece una locura (1, 23ss); más aún, puesto que el que fue crucificado es también el que resucitó, la idea griega acerca dei «vivir desde el as­ pecto de la muerte» pudo haber influido en la elección que Pablo hizo dei término p.uoxf|Qiov. En 4, 1 Pablo tiene en su mente el contenido de esta proclamación de Cristo, cuando se designa a sí mismo como «servidor de Cristo, es decir (xaí epexegético), como ad­ ministrador (cf. 9, 17s) de los mistérios de Dios». En 2, 7, la posición de èv [iucrxTiQÍq), colocado entre ooq)íav y el participio atributivo xf)v àjtoxEXQUiipiÉvpv, indica claramen­ te que se trata de un atributivo preposicional de aoqpíav, y define, por tanto, a la aoqpía co­ mo un poder; «la oculta sabiduría de Dios, que se deja sentir en un mistério (es decir, la sabiduría realizada históricamente)». Tam­ bién aqui se entiende que el p.naxf|QU)v es el crucificado xúqloç xfjç ôó^Tiç (2, 6). Al mis­ mo tiempo, ese p,noxf|giov de la sabiduría de Dios se describe de manera apocalíptica como el bien de la salvación, oculto por Dios en el cielo desde antes ya de los siglos y preparado

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por él para nuestra glorificación (escatológica), y que ahora se ha revelado por medio de su Espíritu (2, 7.10). Aqui se indica ya el de­ nominado esqnema de la revelación (->■ c). En 1 Cor 14, 2 los puoxT|Qia son los misté­ rios (a saber, de Dios), que se expresan de ma­ nera incomprensible para el hombre en la glosolalia extática. En interés de la edificación de la comunidad, esos mistérios deben traducirse a una lengua comprensible para todos. En 13, 2 el conocimiento de todos los |rnoxf|Qia se refiere en el sentido más amplio a los dones espirituales de la profecia. En 15, 51s Pablo utiliza el término pnoxr|giov en relación con el tema de la vida / la muerte (cf. 15, 36) para expresar un enunciado sobre la trasformación ( ^ àX.á00{ü 2) de los cristianos que vivan aún en el momento de la parusía. En Rom 11, 25s, pnoxf|QLOv (cf. también los adjetivos «inescrutables, insondables» en el V. 33) se refiere a la acción salvífica de Dios para con Israel: la expectación apocalíp­ tica tradicional de la restauración de Israel se modifica por cuanto el endurecimiento parcial de Israel da margen para la conversión de los gentiles. Todo Israel será salvo en la parusía, después que hayan sido admitidos los gentiles. c) En Colosenses, Efesios y Rom 16, 25s, el esquema -plenamente desarrollado—de la salvación (que en otro tiempo estuvo oculto, pero que ahora se ha revelado) se expone me­ diante la distinción entre dos períodos de tiempo cualificados (->■ aíráv 4-6). En Col 1, 26 xò [tnoxfiQiov se halla bajo el aspecto de toda la actividad salvífica de Dios dirigida hacia el mundo entero, «oculta desde eones y generaciones» como el plan de la salvación, pero revelada ahora a los cristianos (xoiç áyíoiç) y realizada mediante la proclamación de Cristo entre Ias naciones (los gentiles). Por tanto, el pnoxqQiov es el Cristo proclamado entre Ias naciones (èv t)p,Tv = èv xolç è''flvs0 iv 1, 27), lo cual es la razón y el contenido de la acmal esperanza de la gloria que ha de manifestarse en la consumación (3, 4). El mistério de Cristo en 2, 2 y 4, 3 debe entenderse tam­ bién de esta manera.

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HDcrrfiQio-v

En Efesios, a ^ivottíqiov le falta el elemen­ to escatológico: se trata de lo que Dios ha hecho ya, es decir, de la realidad presente. El es­ quema de la revelación no tiene tanto a la vis­ ta la sucesión temporal de dos eones, sino más bien la distinción entre dos âmbitos cós­ micos según la idea dei conocimiento o dei desconocimiento dei pnaxrjQiov. En 1, 9s, el pnaxfiQiov es la realización de la voluntad creadora y salvffica de Dios, a escala cósmi­ ca, en la reunión (àvaxetpaXaióm 3) dei uni­ verso en Cristo. Esto se explica en el capítulo 3. En Ef 3, 3s, el conocimiento -concedido graciosamente por D ios- dei mistério de Cris­ to (es decir, la penetración con la inteligência en el mistério de Cristo; èv = hebreo cf. IQH 2, 13; 12, 13), como en Col 1, 26s, serefiere al hecho de la incorporación de los gentiles al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (Ef 3, 6). Este puoxfiQLOV ha sido revelado en el Espíritu (3, 5) a los apóstoles y profetas (cristianos) (una restricción con respecto a xoTç áyíoiç en Col 1, 26), y ha sido confiado para la proclamación (v. 8), siendo dado a conocer (vv. 9s) por medio de la Iglesia (como entidad cósmica) a los poderes y autoridades cósmi­ cos (-)• 3.c; è^ouoía 2.d) como el plan salvífico de la sabiduría de Dios. En 6, 19 el «puoxfiQiov dei evangelio» se refiere también en forma sucinta pero global a la procla­ mación dei mistério de Cristo (como indica también el término jtap p q aía, que se recoge de 3, 12). En 5, 32 puoxriQiov significa un sentido más profundo, que no está patente sin más, de la cita bíblica de Gen 2, 24: el autor explica eclesiológicamente el puoxT|Qiov co­ mo el mistério de Cristo, refiriéndose a la unión entre Cristo y la Iglesia. La doxología final —secundaria—de Rom 16,25ss (dei siglo II) se halla en la misma tradición que Colosenses y Efesios. El esquema de la revelación está modificado en cuanto a su contenido: el fiuoxf|Qiov se había silencia­ do (intensificación con respecto a ocultado), y su revelación a todas Ias naciones se ha llevado a cabo «por medio de los escritos (a saber, de los escritos cristianos primitivos)» (cf. Lührmann, 123).

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d) En la Carta primera a Timoteo, el uso un poco solemne y formulário de puoxr|Qiov debe entenderse en el sentido de «razón (raiz, base) inexpresable y suprema» de una conducta. En 3, 9 la frase «guardar el [luaxfiQiov de la fe» (a saber, xfjç èv Xpioxô) ’I t]ooü) se refiere de hecho a la doctrina que ha sido trasmitida (cf. la «sana doctrina» en 1, 10), es de­ cir, se refiere en general a la fe ortodoxa. En 3, 16 el pnoxfipiov de la conducta piadosa» (ThWNT VII, 181) es el acontecimiento de Cristo, tal como se describe en el himno que sigue a continuación (que forma parte de la tradición recibida por el autor), desde una perspectiva cósmica que abarca desde la encamación hasta la exaltación, y que incluye la proclamación de ese acontecimiento. e) En 2 Tes 2, 7 la obra presente dei anticristo («hombre de iniquidad») se designa co­ mo puoxf|Qiov xfjç àvopíaç, «mistério de iniquidad» (-v àv o p ía 5). La expresión tiene su paralelo lingüístico en Josefo, Bell I, 470 (->• 2.c), y su paralelo lingüístico y de fondo en IQM 14, 9; IQH 5, 36 (-+ 2.b). Según la concepción apocalíptica, al anticristo, que ahora obra todavia en oculto, y que ha recibido de Dios esta posibilidad (2, 11), se le per­ mitirá salir de su ocultamiento y actuar en pú­ blico (àrtoxaX,uqi'9f|a8xai 2, 8) y luego será aniquilado por Cristo. f) Ap 10, 7 habla de la realización escatológica dei «[iUOxfiQiov de Dios» (el subjuntivo con ãv en la oración subordinada hace que el aoristo èxEXéoílTi tenga sentido futuro); Dios lo anunció a los profetas (dei cristianis­ mo primitivo) (cf. Am 3, 7, pero EÚaYYE^íÇco sustituye a àjtoxa)i,Újrx®). En cuanto al con­ tenido (el sellado dei rollo y el juramento dei ángel en 10, 4-6), se presupone Dan 12, 1-7, de tal manera que puaxriQiov podría referirse a la resurrección de los muertos (Kraft 149). En 1, 20 puoxf|Qiov designa el sentido ocul­ to. Las siete estrellas y los siete candelabros son interpretados inmediatamente como los siete ángeles de las comunidades y como las comunidades. En 17, 5 Babilônia es una clave

351

(XDaxfiQiov - ncoQia

para referirse a Roma. El «puaxTjQiov de la mujer y de la bestia» en 17, 7 no consiste tan­ to en la referencia velada a Roma (17, 9.18), sino que es más bien una referencia al acontecimiento escatológico al que se alude en 17, 8, cuando se dice de la bestia (en contraste di­ recto con lo que se afirma de Dios en 1, 4.8): «érase y no es y vendrá de nuevo».

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^.Ô9|i,oç, o v , ó mõmos censura, mancha* 2 Pe 2, 13 designa a los falsos maestros co­ mo ojtíÀoi >tal ptõfxoi («manchas de suciedad y senales de infamia»), ThWNT IV, 835.

fAMQaívo) mõrainõ poner en evidencia co­ mo necedad o tontería; en voz pasiva, hacerse insípido (icuQÍa. g) La base dei uso de pnoxfieiov en el NT reside en el significado fundamental dei tér­ mino gtiego inexpresable, es decir, lo que no ^ (O Q Ía , a ç , iq mõria necedad, tontería* es accesible al pensamiento namral (pero sí es pcoçaLvo) mõrainõ poner en evidencia co­ accesible a la fe). Esto impide que el concepmo necedad o tontería; en voz pasiva, hato tenga un contorno preciso. El sentido de cerse insípido* cada enunciado se deduce en cada caso dei pcoQÓç, 3 mõros estúpido, necio (loco, in­ correspondiente contexto. Aqui el papel más sensato)* importante lo desempena la tradición de Ias 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos concepciones apocahpticas judias (el mistério 3. Uso en Mateo - 4. Uso en Pablo. oculto y luego revelado). Pero también hay B ib l.: R. Baumann, M itte u n d N orm des C hristlique tener en cuenta los elementos griegos chen (I K o r 1, 1-3, 4) (NTANF5), Münsteri. W. 1968; que, como tales, vienen dados con el vocablo, G. Bertram, [ím q ó ç xt X., en ThlVNT IV, 837-852; W. y que se conservan incluso al servirse de ellos D. Davies, The Setting o f the S erm on on the M ount, para traducir conceptos hebreos. Cambridge 1964, 235-239; J. Goetzmann, [UOQÍa, en DTNT rv, 122-124; M. Hengel, M o rs turpissim a cruH. Krâmer cis, en F S K ãsem ann, 125-184; A. Kretzer, D ie H errStuttgart-Würzburg 1971, 113-115, 191-206; I. Maisch,

sch a ft d e r H im m el u n d die Sôhne des Reiches,

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D a s G le ic h n is vo n den klu g en u n d tõ ric h te n J u n g fra u en : BiLe 11 (1970) 247-259; U. Wilckens, Weish e it u n d T orheit (1 K o r 1/2) (BHTh 26), Tübingen

1959. Además de los comentários cf. también la bi­ bliografia correspondiente a los conceptos paralelos y antitéticos como ->■àtpQooúvri, -►VTjttioç, ->■ aocpía.

^ v to jlá ^ c o myõpazõ ser corto de vista* 2 Pe 1, 9 en sentido figurado: «El es ciego 1. En contraste con la preferencia por el ra­ dical àqpQ- en la LXX, vemos que en el NT (no ve nada) por la cortedad de su vista» predomina el radical ptop-. El verbo aparece ((xuamá^cov)». 4 veces (dos de ellas en Pablo, y ambas usa­ das en sentido transitivo, según el ejemplo de C07IOÇ, ó mõlõps herida, llaga* la LXX). El sustantivo aparece 5 veces (uni­ 1 Pe 2, 24: «Por sus heridas fuisteis sana­ camente en 1 Cor 1-3). Además se encuentra dos» (Is 53, 5 LXX). ThWNT IV, 834s. el sustantivo (ACOQoXoYÍa en Ef 5, 4. Y el ad­ jetivo (sustantivado algunas veces) aparece 12 veces, que se distribuyen entre 1 Cor 1-4 mõmaomai burlarse, mofarse, (cuatro veces), Mateo (seis veces) y Ias Pastoafrentar* rales (dos veces). 2 Cor 8,20: «para que nadie se burle de no2. La concepción de fondo de una deficiên­ sotros». En 6, 3 en sentido pasivo; «para que cia que (des-)califica a una cosa o a una perel ministério no sea objeto de mofa».

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|XQ)QUX

sona, se halla marcada con matices religiosos en el âmbito bíblico. El trasfondo sapiencial, que recoge también en sí el sentido profano, es inivegable en Mateo y en Pablo. En cuanto a Ef 5 ,4 (rechazo de la «palabrería estúpida»; sobre la agrupación con aiaxeóxT]ç y eúxpajtEX,ía cf. IQS 10, 21-23), así como en lo re­ ferente a 2 Tim 2, 23 (junto a àjtaíôenxoi) y a Tit 3, 9 (siempre en la advertência de que hay que mantenerse alejado de Ias estúpidas controvérsias, que a nada conducen, con los herejes), está bien clara -por el contexto- la interpretación cristiana. Lo mismo hay que decir dei empleo dei verbo en la imagen de la sal, que habla de una depreciación natural de esta sustancia y que, procedente de Q, se halla en Mt 5, 13 par. Lc 14, 34s. Que la sal se tome insípida (o, de manera semejante, en la frase paralela de Mc 9, 50; que la sal llegue a «desalarse») es, desde luego, una cosa verdaderamente absurda (cf. bBek 8b). Para explicarlo, algunos recurren o bien a Ias capas de sal que, una vez cada quince anos, había que eliminar dei homo, porque ya no servían para nada, o bien -por tratarse de la sal de m esa- hablan de Ias impurezas de la sal obtenida en el país, que la hacían inservible para el consumo humano (Jeremias, Pa­ rábolas, 205ss). La diferencia entre Q (pmçavOrj) y Marcos (âvakov yévqxai) se debe a una variante en la traducción (J. Lightfoot). Sin embargo, esta reconstrucción seguirá siendo tan hipotética como la interpretación que considera la oración claramente subordi­ nada como «una especie de parábola dei rei­ no» pronunciada por Jesus, que tiene como punto principal la imposibilidad de que la sal pierda su poder de salar (Bertram, 842s). De todos modos, en el contexto actual, es innegable que la imagen se aplica al discipulado y a sus riesgos, unos riesgos que Lucas concreta en Ias relaciones dei cristiano con los bienes de este mundo (cf. Lc 14, 33). 3. En Mateo, la advertência dirigida a los discípulos de que no lleguen a ser necios, en 5, 13 -al comienzo, pues, de Ias instmcciones dadas en el Sermón de la Montana-, se anade

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a la exhortación expresada al final de la doble parábola de que hay que ser como el àvfjQ qpQÓvipoç (y no como el necio; v. 26), es de­ cir, que hay que escuchar Ias palabras de Jesús y ponerlas en práctica (7, 24-27). En con­ sonância con esto se halla la intención con que se enuncia el relato parabólico de 25, 113, intensamente alegórico, que se orienta hacia la parusía. La constante disposición, ca­ racterizada por Mateo como «vigilância», de Ias cinco muchachas prudentes, contrasta con la estupidez de Ias otras (vv. 2.3.8 pcopaí), que se muestra en el descuido en proveerse dei «aceite» de Ias buenas obras. A este des­ cuido le amenaza el castigo, que se fulminará en el juicio -cuandoquiera que éste se produzca-, de verse excluidas dei banquete escatológico de bodas. La misma «crisis» se contempla en otra for­ ma en la advertência dirigida contra Ias explosiones verbales de cólera, en Mt 5, 22s, en el contexto de la primera «antítesis». La distinción, muy difundida, que se hace entre el término (arameo) p a x á («cabeza hueca», según se entiende por referencia a xevé en Sant 2, 20) y poopÉ («loco» impío en el sentido en que se expresa el Sal 14, 1, etc.) sobrecarga esos insultos, que evidentemente eran muy populares. La interpretación iria, además, en contra de la intención expresada en 5, 22a. Más bien, ambos ejemplos explicaiían la ad­ vertência dada por Jesús contra la cólera -en forma análoga a como lo hacen paralelos judi­ os como IQS 6, 24ss o bBM 58b (cf. también Mt 12, 36)-. Como resultado, se reconoce fá­ cilmente la tensión creada cuando la invectiva contra «los» escribas y fariseos, a quienes se considera como pcopol x a i xncpkoí, se atribuye a Jesús (23, 17). Esa invectiva brota de la polêmica dei cristianismo primitivo contra los dirigentes de Israel, a quienes se niega Ias cualidades de ooqpol x a l ouvexoí (cf. 11, 25). 4. En Pablo el grupo de palabras se aplica también a una situación de conflicto -en este caso, entre cristianos-. En 1 Cor 1-4 Pablo ataca la creación de facciones en Corinto, y sitúa el mensaje de la cruz, sobre el trasfondo

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(xüUQLa - M üJüaTiç

de la sabiduría divina, como la medida y la norma para juzgar acerca de la sabiduría y de la necedad humana. Así, pues, la sabiduría humana «normal» ha sido convertida por Dios en locura y juzgada de esta manera (este pensamiento de 1 Cor 1, 20b, recogido en Rom 1, 22 -cf-, a propósito, especialmente Is 44, 25; Jer 10, 14- se desarrolla en Rom 1, 18ss). En vista de la práctica de la crucifixión, y muy comprensiblemente por Ias ideas de aquel entonces (cf. Hengel), el no cristiano ve esta locura en la «palabra de la cruz» (1 Cor 1,18), es decir, en el kerygma paulino (vv. 21. 23). Pero como su contenido, el Cristo cruci­ ficado, representa el poder y la sabiduría de Dios, su contradicción por la autodenominada sabiduría humana es incongruente (v. 25). El uso sustantivado dei adjetivo (tò pcopóv), en la audaz paradoja de la «locura (y la debilidad) de Dios», es preferido aqui, no sólo co­ mo variación dei sustantivo, sino también con la mirada puesta en la correspondência que se da en el v. 27, dentro de la «aplicación» de la paradoja a la estructura de la comunidad de Corinto. En esta aplicación, Pablo, por consideración hacia los destinatários, usa el neutro plural (-cà pojQá, en vez dei masculino; en contra de lo que opina Wilckens, 41). La palabra de la cruz en 2, 14, caracteriza­ da como revelación dei Espírita de Dios (Baumann, 254), desvela y condena como ne­ cedad no sólo la sabiduría dei mundo en ge­ neral, sino también en particular Ias facciones que conducen al jactarse humano entre los cristianos de Corinto, como se acentua 3, 19. Esta sentencia fundamenta la exhortación pre­ cedente (v. 18) a hacerse a sí mismo necio, con arreglo al evangelio, desligándose real­ mente de la sabiduría dei mundo, y haciéndose de esta manera sabio ante Dios. Finalmen­ te, Pablo sugiere también a los corintios que renuncien a la formación de facciones. El procedimiento consiste en hacerles ver a ellos, que son los «sábios en Cristo» (el eco de 1, 26ss, claramente reconocible aunque adapta­ do, contiene cierto grado de ironia) que todos los heraldos de la fe a los que «se utiliza» pa­ ra la creación de facciones, son «necios por

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amor de Cristo» (4, 10). De esta manera el apóstol llama a la reflexión a Ias partes en li­ tígio. P. Fiedler

r\ mõrologia palabrería necia* El término aparece en Ef 5, 4 junto a aioXQÓTiqç y 8nTQaJteÀ.ía. ThWNT IV, 848-850; -»■ pcoQÍa 1.2. fM O Q O ^ o y ía , a ç ,

^0)QÓ ç, 3 mõros estúpido, necio (loco, in­ sensato) ->• ptúQ Ía.

M roüirfjç, EMÇ Mõysês Moisés 1. Aparición en el NT - 2. Moisés como legislador 3. Moisés el profeta - 4. Moisés como tipo - 5. Enun­ ciados dirigidos contra Moisés - 6. Elementos legen­ dários - 7. Significación teológica. B ib l.: E. Auerbach, M ose, Amsterdam 1953; A. Bentzen, M e ssia s, M o se s red ivivas, M e n sch e n so h n (AThANT 17), Zürich 1948; E. Bock, M ose un d sein Zeitalter, Stuttgart ^1961; M.-E. Boismard, M o ise ou Jésus. E ssa i d e C hristologie jo h a n n iq u e (BEThL 84), Louvain 1988; M. Buber, M ose, en Id., Werke II, München-Heildelberg 1964, 9-230; H. Cazelles y otros, M o ise ho m m e de V A lliance, Paris 1955 (= M o se in S ch rift u n d Überlieferung-, Düsseldorf 1963); H. Cazelles-A. van den Bom, en Haag, D ic cio n a rio , 12781288; D. Daiches, M ose, M a n in the W ildem ess, London 1975; E. GiUabert, M o ise e t le phén o m èn e ju d é o chrétien, Marsanne 1976; E. GrâBer, M o se und Jesus. Z u r A usleg u n g von H e b r 3, 1-6: ZNW 75 (1984) 2-23; Id., D e r H e b r ã e r b r ie f I (EKK), Neukirchen-Vluyn 1990, 156-172; S. Freud, D er M ann M ose u n d d ie mon o th e istisc h e R e lig io n , en Id., G esa m m e lte W erke XVI, Frankfurt a. M. H 9 6 1 , 101-246; Hahn, H oheitstítel, 380-404; S. Herrmann, H isto ria de Isra el en la época d ei A n tig u o Testam ento, Salamanca ^1996, 80116; Id., Isra els A u fe n th a lt in à g yp len (SBS 40), Stuttgart 1970; Id., M ose: EvTh 28 (1968) 301-328; J. Je­ remias, Mcoüofíç, en ThWNT IV, 852-878; K. Koch, D e r Tod des R eligionsstifters: KuD 8 (1962) 100-123; W. A. Meeks, The P ro p h e t-K in g . M o se s T ra d itio n s a n d the Jo h a n n in e C hrisío lo g y (NovTS 14), Leiden 1967; Id., M o ses in the NT, en IDB Suppl. Vol. 605697; E. Osswald, D a s B ild des M o se in d e r kristischen atl. W issenschaft s e it J. W elhausen (ThA 18), Berlin 1962; T. Saito, D ie M o sevo rstellu n g en im N T (EHS 23/100), Frankfurt a. M.-Bem 1977; H. SeebaB, en DTNT UI, 110-113; R. Sraend, D a s M o se b ild von H.

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M coüafjç

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bibliografia, cf. ThWNT X, 1184s,

1. En el NT se menciona a Moisés 80 veces, a Elias 40 veces, y a David 59 veces. Es­ to demuestra ya que el cristianismo primitivo considero a Moisés como la figura más desta­ cada de la historia precedente, de la historia de Dios con el pueblo de Israel, y que se sen­ tia vinculado con esta figura. Es tradición recibida dei judaísmo. «Moisés es para el juda­ ísmo tardio la figura más importante de toda la historia de la salvación trascurrida hasta entonces» (Jeremias, 854). Lo mismo se puede decir de la importância que Moisés tenía para Jesús y para los autores de los escritos dei NT. Mientras que en el AT Moisés fue el receptor inmediato de Ias ensenanzas de Dios, de la Torá, vemos que en el NT Ias leyes se presentan algunas veces como trasmitidas por medio de ángeles (Gál 3, 19: la ley «promul­ gada mediante ángeles por mano de un me­ diador»), pero Moisés es quien habla con Dios. Según Jn 9, 28s, dicen los judios: «Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés, pero en cuanto a ese hombre (Jesús), no sabemos de donde es». Se referían a Ex 33, 11: «El Senor hablaba con Moisés cara a cara, como un hombre habla con su amigo». Pablo cita Ex 33, 19 con la fórmula: «Porque El (a saber, Dios) dice a Moisés» (Rom 9, 15). 2. A Moisés se le presenta en muchos pasajes como el legislador, que recibió Ias palabras decisivas de Dios y se Ias trasmitió a los hombres, también en lo que a la ley ceremonial se refiere. Y, así, Jesús ordena al enfermo de lepra que había sido curado: «; Vete, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste a ellos!» (Mc 1,44 par. Mt 8 ,4 / Lc 5, 14). Con la mayor natureJidad sigue siendo válida la ley ceremonial atribuida a Moisés: «Cuando se cumpüeron los dias de su purificación se­ gún la ley de Moisés (x ax à xòv vópov xoü Mcoüoécoç)» (Lc 2, 22). En la cuestión dei di­ vorcio, se recurre a la permisión concedida

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por Moisés en Dt 24, 1, y Jesús comenta a propósito de esto: «Moisés os permitió divorciaros por la dureza de vuestro corazón» (Mc 10, 3s par. Mt 19, 7). En la cuestión acerca de la resurrección, los saduceos citan la disposición acerca dei llamado matrimônio por levirato («Moisés escribió», cf. Dt 25, 5ss) (Mc 12, 19 par. Mt 22, 24 / Lc 20, 28). Jesús repli­ ca con otras palabras de Moisés: «^No habéis leído en el libro de Moisés el pasaje sobre la zarza ardiente, cómo Dios le habló diciéndole...?» (Mc 12, 26 par. Lc 20, 37, a diferencia de Mt 22, 31). La frase que sirve de conclusión: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos» (Mc 12, 27 par.), no aparece desde luego en el «Hbro de Moisés». Según Mt 23, 2s, dice Jesús: «;En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y fariseos; haced y observad (xriQetxe) todo lo que os digan, pero no imitéis su ejemplo!» La palabra de Moisés y la palabra de Dios son consideradas como una misma cosa en Mc 7, 10 («Porque Moisés dijo: jHonra a tu padre y a tu madre!»); Mt 15, 4 («Porque Dios dijo»); de igual manera en Mc 12, 26;cf. M t22, 31. Según el Evangelio de Juan, Jesús pregunta a los judios: «^No os dio Moisés la ley? jY rdnguno de vosotros cumple la ley!» (7, 19); cf. 7, 22a: «Por eso Moisés os ha dado la circuncisión», y a continuación inmediata la corrección dei evangelista en el v. 22b: «No por­ que sea de Moisés, sino de los padres». En la historia, insertada con posterioridad, de la mujer sorprendida en adultério, se dice: «En la ley Moisés nos ordenó...» (8, 5). Se afirma lapidariamente en el prólogo: «La ley fue da­ da por medio de Moisés; la gracia y la verdad fiieron hechas realidad por medio de Jesucristo» (1, 17). Lo mismo que en el prólogo dei Evangelio de Juan, vemos que en Pablo se establece una antítesis entre Moisés y la fe en Cristo: «Por­ que Moisés escribe que el que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella. Pero la justicia que es de la fe, dice...» (Rom 10, 5s). Moisés es el legislador. «La muerte reinó des­ de Adán hasta Moisés» (Rom 5, 14). El autor de la Carta a los Hebreos, mencionando el

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Míoüafjç

principio «Sin derramamiento de sangre no hay perdón» (9, 22b), hace referencia a Moi­ sés; «Porque cuando Moisés tenninó de pro­ mulgar todos los mandamiento al pueblo, conforme a la ley, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos...» (9, 19). Este Moisés está vivo y se halla actualmente presente: porque «él tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los sábados es leído en Ias sinagogas» (Hech 15, 21). En el discurso de Esteban se recapitula toda la historia de Moisés, desde su nacimiento, con todos sus milagros, hasta la manifestación de Dios en la zarza ardiente, y esta historia ter­ mina con la afirmación de que este hombre no fue reconocido al principio por sus compa­ triotas, a pesar de que Dios le había enviado como caudillo y redentor (áQxovxa x a i XvTQCOTTiv) (Hech 7, 20-44, donde el nombre de Moisés se menciona 9 veces). De manera muy parecida, el autor de la Carta a los Hebreos considera a Moisés como un importante testigo de la fe (Heb 11, 23s; 12, 21); también en 10, 28 se habla de la ley de Moisés; y de ma­ nera parecida en 8, 5). Finalmente, la salvación reside también en el legislador: «Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan» (Lc 16, 29ss).

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4. Se cita expresamente el pasaje de Dt 18, 15; «Moisés dijo: El Senor Dios vuestro os suscitará de entre vuestros hermanos un pro­ feta como yo; escuchad todo lo que él os di­ ga» (Hech 3, 22; igualmente en 7, 37). Según Hahn (382s), el discurso de Esteban ( ^ 2) ofrece una tipologia de Moisés con su punto central en Dt 18, 15. Moisés, además, es mo­ delo y tipo: «Si creyerais a Moisés, también me creeríais a mí» (Jn 5, 46). El hecho de le­ vantar en alto a la serpiente en el desierto se convierte en el tipo de que el Hijo dei hombre fuera levantado en alto (3, 14). Pablo crea una metáfora sacramental: «En Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar (1 Cor 10, 2). La fidelidad dei apóstol y sumo sacer­ dote Jesús es comparada con la de «Moisés en toda su casa» (Heb 3, 2s). Sin embargo, luego se sitúa a Cristo en posición más alta que la de Moisés, porque aquél es el Hijo, mientras que Moisés era un servidor (■OEpájtoov, 3, 5). También en la historia de la Trasfiguración, Moisés y Elias deben considerarse como mo­ delos, con quieres Jesús entra en conversación (Mc 9, 4s par. Mt 17, 3s / Lc 9, 30.33).

5. Hay ya distanciamientos con respecto a Moisés en Ias «rectificaciones» que se hacen en Jn 6, 32s; 7, 22s; Ias hay también cuando 3. El Evangelio de Juan, al comienzo de la Pablo habla desfavorablemente dei «velo» que cubría el rostro de Moisés y dei «velo que actividad de Jesús, refiere cómo Felipe le dice hay sobre loss corazones de ellos» (2 Cor 3, a Natanael: «Hemos encontrado a Aquel de 13-15). Entre Ias acusaciones que se lanzan quien Moisés en la ley, y los profetas escribieron, a Jesús de Nazaret» (Jn 1, 45), El Resucicontra Esteban se formula claramente la opotado reprende a los discípulos de Emaús por sición a Moisés: «Le hemos oído hablar palala torpeza de su corazón: «Y comenzando por bras blasfemas en contra de Moisés y en con­ Moisés y por todos los profetas, les explico tra de Dios» (Hech 6, 11; cf. v. 14). También a Pablo se le acusa de «inducir a los judios a todas Ias cosas referentes a él en todas Ias Es­ crituras» (Lc 24, 27); cf. además 24, 44; «Era que se aparten de Moisés» y de hablar en con­ tra de la circuncisión (21, 21). La actitud fun­ necesario que se cumplieran todas Ias cosas que sobre mí están escritas en la ley de Moi­ damental de Pablo con respecto a la ley, la expuso él claramente en la Carta a los Romanos, sés, en los profetas y en los salmos». Lucas hace decir a Pablo algo parecido en su discur­ cf. 2, 20; 3, 25; 7. 12; 10, 4. El libro de Hechos ofrece un eco de la teologia paulina, so ante Agripa (II) (Hech 2 6 ,22s); cf. también cuando pone en lábios de Pablo la afirmación la predicación de Pablo en Roma (28, 23). Heb 7, 14 ofrece una prueba que argumenta e de que el perdón de los pecados viene por me­ dio de Jesús, «incluso de todo de lo que no silentio: Moisés no dijo nada sobre sacerdotes de la tribu de Judá, de la cual Jesús descendia. pudisteis ser justificados por medio de la ley

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Mtoüafjç

de Moisés, de eso es justificado por medio de El (Jesus) todo aquel que cree» (13, 38s). De la dureza de la conlrontación en tomo a la ley y a la circuncisión dan testimonio la Carta a los Gálatas y Hech 15, 1-12. 6. Lo mismo que en Josefo, Ant n , 201-IV, 331 y en Filón, VitMos, vemos que en el NT hay también desarrollos lengendarios acerca de la figura de Moisés. En Jn 5, 45 se dice que Moisés es «acusador». En Jds 9 se dice que «el arcángel Miguel disputo con el diablo acerca dei cuerpo de Moisés» (H. WindiscbH. Preisker, Der Brief des Jakobus^ [HNT], sub loco; ->• MLX0iT|k). Janes y Jambres desempenan un papel legendário como adversá­ rios de Moisés, en 2 Tim 3, 8 (Billerbeck III, 660). Cuando aquellos que han logrado la victoria sobre «la bestia», cantan el «cântico de Moisés, el siervo de Dios» (Ap 15, 3), no se trata dei cântico dei que se habla en Ex 15, 1. 7. Al reflejarse en el NT con tanta abundancia y variedad la figura de Moisés, se está presuponiendo al mismo tiempo con esa figu­ ra algo que en el NT no se expresa directamente. Puesto que para Moisés «el Dios de los padres», el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se identifica con Yahvé, que es quien actúa en la historia dei pueblo, vemos que la

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historia se contempla como historia de Dios. «Es precisamente el Dios de Israel, que se manifesto a los padres y que ahora va a garantizar el acontecimiento dei êxodo. Cualquiera que sea el nombre de ese Dios, El es el quien actúa en la historia y en la actualidad» (Herrmann, Israels Aufenthalt, 78). Aunque en el NT el factor escatológico desempena un papel determinante, sin embargo no debemos olvidar que Jesus y la comunidad primitiva recogieron la historia senalizada por Moisés. Con Juan el Bautista, Jesus llegas a ser el punto crucial de una historia que está orienta­ da hacia todos los pueblos (Mt 28, 19) y que se convierte así en la historia dei pueblo de Dios, tal como Pablo lo expresa teologica­ mente en Rom 9-11. El «cântico de Moisés, el siervo de Dios», y el «cântico dei Cordero» llegan a ser idênticos: «jGrandes y maravillosas son tus obras, oh Senor Dios, Todopoderoso!'iJustos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de Ias naciones! jOh Senor! ^Quién no temerá y glorificará tu nombre? Pues solamente Tú eres santo; porque todas Ias nacio­ nes vendrán y adorarán en tu presencia, pues tus justos juicios han sido revelados» (Ap 15, 3s). De esta manera se recoge la historia de Moisés, y esta historia adquiere su carácter universal. G. Fitzer

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363

N

Naaaoóiv Naasson Naasón* Nombre de persona, indeclinable, en Mt 1, 4a.b.; Lc 3, 32 (cf. Rut 4, 20 LXX). N a y V ttí Naggai Nagay* Nombre de persona, indeclinable, en Lc 3, 25. N a Ç a g á Nazara Nazaret Forma alternativa dei topónimo NaÇaQÉT. Según NTG^^/GNT, la forma N aÇ agá aparece en Mt 4, 13; Lc 4, 16. N a Ç a ç é # Nazareth Nazaret Variante ortográfica dei topónimo ->■ N a^agár. NTG^®/GNT tienen la forma termina­ da en -■&en los lugares: Mt 21, 11; Lc 1, 26; 2,4.39.51; Hech 10, 38.

NaÇagét (Na^agá, NaÇagéd)

Naza­

ret (-a, -eth) Nazaret* 1. Aparición dei término - 2. Grafia y etimologia 3. Consideraciones históricas y geográficas - 4. Naza­ ret en el NT. B ibl.: Abel, G éographie II, 395; W. F. Albright, The N a m es «N azareth» a n d «N azoraean»: JBL 65 (1946) 397-401; A. Alt, D ie Stã tten des W irkens Jesu in Galilãa, en Id., K leine Sch riften z u r G eschichte d es Volkes Isra el II, München 1953, 436-455; B. Bagatti, en

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V

PE0/NAZAPA/NAZARHNOS/NAZQPAIO2: ZNW 72 (1981) 257-263; E. W. Saunders, en BHHII, 1291s; B. Schaller, en Pauly, L e x ik o n IV, 27; W. Schmauch, O rte d e r O ffen b a ru n g u n d d e r O ffenbarungsort im N T , Berlin 1956, 20-26; E. Testa, N azaret g iu deo-cristiana, Jerusalem 1969; P. Winter, «N a za ­ reth» a n d «Jerusalem » in L uke chs. I a n d II: NTS 3 (1956-1957) 136-142; consúltense, además, los co­ mentários, en especial sobre Mt 2, 23; Mc 1, 9; Lc 4, 16; cf. también B. M. Metzger, In d ex to P erio d ica l Literature on C hrist a n d the G ospels (NTTS 6), Leiden 1966, 198; más bibliografia en -►NaÇaQTjvóç.

1. Con anterioridad al siglo III p.C., el to­ pónimo indeclinable NaÇagéx se halla atestiguado únicamente en el NT, donde, con excepción de Hech 10, 38, aparece únicamente en los evangelios: Marcos 1 vez (1,9); Mateo 3 veces (2, 23; 4, 13 [NaÇagá]; 21, 11); Lu­ cas 5 veces (1, 26 [om D]; 2, 4.39.51; 4, 16 [NaÇagá]); Juan 2 veces (1,45.46). Los puntos temáticos en que se centra la aparición dei término son Ias historias de la infancia en Mateo/Lucas (5 veces) y los relatos dei comienzo de la actividad de Jesús (5 veces). 2. La grafia dei topóiúmo carece notablemente de uniformidad y oscila - a veces en un mismo manuscrito- entre Ias formas NaÇagÉT (por ejemplo, Lc 1, 26 [Sin B] y Na^agÉ'& (Lc 4, 16 D). Además, bailamos la forma NaÇagá, una va­ riante aramea (cf. G. Dalman, Grammatik des jüdisch-palãstinischen Aramãisch, Leipzig ^1905, 152) que no está plensimente helenizada (en con­ tra de A. Schlatter, Der evangelist Matthãus, Stuttgart *1963, 113). Con NTG^* y GNT, NaÇagá debe preferirse en dos pasajes a Ias variantes NaÇagéé/x/ô por ser la lectio difficilior: Mt 4, 13 (v.l. -eô Sin* [C] D 0 pm lat / -ex L al); Lc 4, 16 (v.l. -eô D). Las formas dei topónimo Nazaret trasmitidas en el NT griego, Io mismo que su equivalente ára­ be en Nãsira, permiten la reconstmcción de una referencia geográfica (en arameo, nãfrã/nãfrat [cf. Onomastikon 285]; se discute cuál es la vocalización de la correspondiente forma hebrea: rTseret [F. Dehtzsch, NT Hebraice, London 1877 (= 1906) o nõseret [Dalman, Grammatik, 152]).

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NaÇagér

La forma se basa en la raiz nsr («proteger, guar­ dar»), El topónimo se refiere a la situación expuesta dei lugar, que dominaba la Uanura de Yezrael, y que desempenaba quizás una función mili­ tar (^corno fortín fronterizo?). 3. Si tenemos en cuenta el carácter tradicional de los topónimos de Palestina (de Ias 219 aldeas galileas mencionadas por Josefo [Vita 235], tan sólo una parte se conocen por su nombre; cf. C. Mõller y G. Schmitt, Siedlungen Palãstinas nach Flavius Josephus [Beihefte zum Tübinger Atlas des vorderen Orients B 14], Wiesbaden 1976), el hecho de que los lugares no se hallen atestiguados en los escritos no cristianos no tiene particu­ lar importância. En el siglo III la existência dei lugar se baila atestiguada en la literatura (Julio Africano en Eusebio, HistEccl I, 7, 6-12) y en Ias inscripciones (lEJ 12 [1962] 137ss), y los hallazgos arqueológicos confirman el continuado asentamiento en el território desde aproximadamente el ano 900 a.C. Desde luego, el antiguo asentamiento, que se ballaba situado a una altitud un poco mayor que la de la ciudad actual (343 m so­ bre el nivel dei mar), era completamente insigni­ ficante, ya que no poseía ninguna de Ias caracte­ rísticas de una antigua ciudad palestinense (el NT designa siempre a Nazaret con el nombre de -* JTÓXiç [Mt 2, 23; Lc 1, 26; 2, 4.39]; cf. Alt 441ss). 4. a) En el NT, Nazaret aparece siempre en relación con Jesus y con su familia. Se refie­ re, mediante una aposición (ó òtJtò NaÇaQÉ'&, «el de Nazaret», al lugar de donde era oriun­ do Jesús (Mt 21, 11; Jn 1, 45; Hecb 10, 38), de acuerdo con la costumbre antigua de preci­ sar de este modo la identidad de una persona; también indica el lugar (Mt 2, 23; Lc 2, 29.51; 4, 16) o el punto de partida (Mt 4, 13; Mc 1, 9; Lc 2, 4; Jn 1, 46) con ocasión de un trasla­ do de Jesús o de sus padres. Mientras que para Lucas la familia de Jesús está asentada en Nazaret, y su nacimiento tie­ ne lugar en Belén (->• BT]'&X,ée|j,) durante un viaje de sus padres a la ciudad de David, Mateo presupone que Belén fue el lugar original de residência, y que José y Maria no se fueron de allí sino para huir a Egipto (Mt 2, 14), y asentarse finalmente en Nazaret, a su regreso dei destierro (Mt 2, 23). Mt 2, 23 relaciona es­ te traslado de lugar con una cita de reflexión de origen incierto (la mayoría de los comenta­

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ristas piensan en Is 11, 1; pero W. F. AlbrightC. S. Mann, Matthew [AB], 21 y E. Zolli: ZNW 49 [1958] 136 suponen que la cita está tomada de Jer 31, 6) y que asocia el topónimo Nazaret (^según una etimologia popular?) con el sobrenombre ->• NaÇcoQaloç que se aplicaba a Jesús. En Mc 1, 9 Nazaret marca el punto de par­ tida de Jesús (àjtò N a ^ a p é t debe relacionarse claramente con el verbo) cuando se dirige a ser bautizado (no se trata tanto, seguramente, de una reminiscencia histórica cuanto de un paralelismo consciente entre la llegada de Jesús y la «salida» de «toda Judea», v. 5; cf. E. Lohmeyer, Das Evangelium des Markus^ [KEK], 21). El carácter redaccional de la observación que se hace en Mt 4, 13 (Bultmann, Geschichte, 69 y 378) en la intersección entre el ciclo dei Bautista y el comienzo de la actividad propia de Jesús dificulta la valoración históricá de la indicación sobre el traslado de Jesús (fundamentada de nuevo con una cita de reflexión [4, 14-16]), que se va de Nazaret (aqui: N aÇ apá) y fija su residência en Cafarnaún (en contra de W. Grundmann, Das Evan­ gelium des Matthüus^ [ThHK], 108). En lugar de la innominada ciudad natal (->• jraxgLç) de Jesús (Mc 6, 1), vemos que en Lc 4, 16 se menciona expresamente «Nazará, donde él se había criado», como el lugar donde sus pai­ sanos le rechazan. La extraneza de Natanael por el lugar de procedência de Jesús (Jn 1, 46) no refleja posiblemente una mala reputación de los habitantes de Nazaret (en contra de Th. Zahn, Das Evangelium des Johannesf’'^ [KNT], 140), sino que se basa en la insignificância dei lugar. b) La conexión -relativamente floja- dei topónimo Nazaret con la tradición de Jesús y la cuestión, todavia por resolver, de la rela­ ción de Jesús con el hecho de que le llamaran Na^mpaToç justifican Ias dudas sobre la fidelidad histórica de Ias indicaciones acerca de Nazaret como lugar de origen de Jesús. Y, así, H. Stegemann (cf., a propósito, Blinzler, 14ss) y W. Schmithals {Das Evangelium nach Markus I [ÔTK], 83) mencionan la posibilidad de que Jesús se convirtiera en «Jesús de

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N aÇagét - NaÇaQTjvóç

Nazaret» porque no se entendia ya la designación de Na^coQatoç o su forma alternativa NataQT]vóç, mientras que la patria histórica de Jesus habría que buscaria más bien en Cafamaún. H. Kuhli

Na^aQtfvóç, 3 Nazarenos (oriundo) de Nazaret, Nazareno* Na^coQatoç, oo, ó Nazõraios (oriundo de Nazaret), Nazoreo* 1. Aparición en el NT - 2. Na^aQqvóç NaÇiogaXoç - a) En diversos pasajes - b) El problema lingüístico.

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NattoQaíoç (13 testimonios) aparecen única­ mente en los evangelios y en Hechos. Mien­ tras que Marcos ofrece exclusivamente la for­ ma NaÇaQT]vóç (4 veces: 1, 24; 10, 47) [v.l. NaÇcogaíoç Sin C Koiné pm], vemos que Mateo, Juan y Hechos se ümitan de manera igualmente consecuente al uso de la forma NaÇoigaloç (Mateo 2 veces: 2, 23; 26, 71 Juan 3 veces: 18, 5 [v.l. NaÇaQqvóv D lat].7 19,19; Hech 7 veces: 2, 22; 3, 6; 4, 10; 6, 14; 22, 8; 24, 5 [en plural]; 26, 9). Por el contra­ rio, Lucas utiliza promiscuamente ambos tér­ 3. minos, siguiendo a sus fuentes en cuanto al uso de NaÇagqvóç (Lc 4, 34 [= Mc 1, 24]; seguramente también en 24, 19 [v.l. Na^oogaíou Koiné D 0 pm]), mientras que en sus frases redaccionales y también en Hechos prefiere la forma NaÇcogaíoç (Lc 18, 37 [v.l. NaÇagqvóç D L pc]).

B ibl.: L. Abramowski, Jesus, der N azirãer. ZThK 81 (1984) 441-446; W. F. Albright, The N a m es «N azareth» a n d « N a zorean»: JBL 65 (1946) 397-401; G. Allan, H e sh a ll be ca lled - a N azarite?: ET 95 (19831984) 81s; Bauer, W õrterbuch, s.v. (bibl.); W. Caspari, NaÇwpaíoç. M t 2, 2 3 n a c h a tl. V oraussetzungen: ZNW 21 (1922) 122-127; G. Delling, N azarener, en BHH n, 1291; A. Díez Macho, Jesú s «H o N azoraios», en Q uaere P a u lu m . F S fU r L. T urrado, Salamanca 1981, 9-26; B. Gãrtner, D ie rãtselhaften Term ini N azp rã er u n d Iska rio t (Horae Soederblomianae 4), Uppsala 1957; J. S. Kennard Jr., N azorean an d Nazareth: JBL 66 (1947) 79-81; M. Lidzbarsld, M andãische Liturgien, Berlin 1920, XVI-XDÍ; S. Lyonnet, «Q uoniam N aza ra eu s vocabitur»: Bib 25 (1944) 196-206; Meyer, U rsprung II, 408s, 423-425; G. F. Moore, N azarene a n d N a za reth , en B eg in n in g s I, 426-432; B. Reicke, N azorãer, en BHH II, 1293; J. A. Sanders, NaÇtoQUioç in M a tth ew 2, 23: JBL 84 (1965) 169-172; H. H. Schaeder, NaÇaoqvoç/NaÇcoQaíoç, en ThWNT IV, 879-884 (bibl.); G. Schille, N a zoraer, en EKL H, 538; W. Schmauch, O rte d er O ffenbarung und d e r O ffenbaru n g so rt im N T , Berlin 1956, 20-26; J. Schmid, en LThK VII, 854s; E. Schweizer, « E r w ird N a zo r ã e r heifien». Z u M k 1, 24; M t 2, 23, en Id., N eotestam entica, Zürich-Stuttgart 1963, 51-55; S. M. Shires, The M eaning o f th e Term «Nazarene»: ATliR 29 (1947) 1927; H. Smith, NaÇcoQaioç: JThS 28 (1926-1927) 60; W. B. Tatum, M t 2, 2 3 - W ordplay a n d M islea d in g Translations: Bible Translator 27 (1976) 135-138; D. B. Taylor, J esu s - o f N azareth?: ET 92 (1980-1981) 336s; H. Thyen, N azorãer, en RGGIV, 1385; H. Zimmem, N a zo rã er (N azarener): ZDMG TA (1920) 429438; E. Zolli, N aza ren a s vo cabitur. ZNW 49 (1958) 135s; E. Zuckschwerdt, N a zõ raios in M t2 , 23: ThZ 31 (1975) 65-77 (bibl.); cf. además los comentários sobre Mt 2, 13; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1185.

2. En el NT la forma adjetival N a^agr|vóç (sobre la morfología cf. Moulton, Grammar II, 150) aparece únicamente sustantivada y también únicamente en aposición al nombre de Jesús, cuya identidad se precisa así, de conformidad con la costumbre antigua gene­ ralizada (cf. H. Rix, en Pauly, Lexikon IV, 658), indicando el lugar de origen: Jesús de Nazaret. El adjetivo/sustantivo, cuya corres­ pondência con el topónimo N a^agéx no era puesta en duda por quienes manejaban el NT, parece significar lo mismo que la expresión adverbial ó ano N a^agéx, que se encuentra también varias veces junto al nombre propio de Jesús (Mt 21, 11; Hech 10, 38; Jn 1, 45). Mientras que, de esta manera, Mc 10, 47; 14, 67; 16, 6; Lc 24, 19 ofrecen sencillamente «la identificación dei portador dei nombre de Je­ sús, un nombre muy corriente, indicando su lugar de origen» (R. Pesch, Das Markusevangelium n [HThK], 171), nosotros podríamos explicar quizás la inclusión de este detalle, por lo demás supérfluo, en la interpelación dei demonio en Mc 1, 24, como un intento por parte dei demonio de conseguir alguna protección mágica contra Jesús (W. Schmithals, 1. En los escritos dei NT, NaÇaQTjvóç Das Evangelium nach Markus I [ÔTK], 124), (con un total de 6 testimonios en el NT) y basándose en la teoria de que una designación

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NaÇaQiTvóç

exacta dei objeto al que uno se dirige, logra mayor control mágico sobre él (O. Bauemfeind, Die Worte der Dãmonen im Markusevangelium, Stuttgart 1927, 13ss).

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Das Matthãusevangelium^ [HNT], 19; A. Schlatter, Der Evangelist Matthãus, Stuttgart *1963,49; W. Rothfuchs, Die ErfUllungszitate des Matthâusevangeliums, Stuttgart 1969, 66; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõt3. a) NaÇtüQaloç y NaÇaQqvóç son evi­ tingen ^1966, 62 y passim). dentemente para los autores dei NT dos for­ De igual manera, la sinonimia de Na^comas variantes tan sólo morfológicamente dei gaioç y NaÇapqvóç en Lucas se deduce dei mismo término, con el mismo significado y uso alternativo que se hace de ambas designacon un campo referencial congruente. Así, ciones y de la semejanza en el uso de Ias mispues, el uso de N a^toçaloç corresponde mas. Lucas toma de sus fuentes, al parecer sin exactamente, en el aspecto sintáctico y en el dificultad alguna, la forma N a^aQ qvóç (4, semântico, al de NaÇaQTjvóç, por cuanto, en 34 par. Mc 1, 24; Lc 24, 19), pero en sus procalidad de sustantivo determinado (excepcio­ pias composiciones preíiere la forma NaÇcnnes: Mt 2, 23; Hech 24, 5), construido en apoQaioç (18, 37). De los 7 testimonios que apa­ sición, delimita la identidad de Jesús frente a receu en Hechos, son dignos de especial menotros portadores dei mismo nombre: Jesús de ción la designación formal que el Cristo exal­ Nazaret (Mt 26, 71; Lc 18, 37; Jn 18, 5.7 y tado hace de sí mismo al presentarse a Pablo passim). La aposición ó NaÇcüQaíoç junto al (Hech 22, 8), y el uso de este nombre en la nombre de Jesús, en la versión joánica de la fórmula de juramento «en el nombre de Jesuinscripción puesta en la cabecera de la cruz, cristo el Nazoreo» (3, 6), o en el informe so­ se explica quizás por la tendencia dei Evangebre la curación realizada mediante la invocalio de Juan a dar carácter de documento ofi­ ción de este nombre (4, 10). cial al titulus de la cruz (cf. A. Dauer, Die El único testimonio de la forma plural se Passionsgeschichte im Johannes-Evangelium, encuentra en la acusación de Tértulo contra München 1972, 176s). Pablo de ser «instigador de la secta de los naEl carácter sinônimo que los dos términos zoreos» (Hech 24, 5). Así, pues, el sobrenomtenían para Mateo se confirma también por la bre de Jesús, aplicado a sus seguidores, co­ sustitución de la forma N aÇ aeqvóç en Mc rresponde en cuanto a su función y a su signi­ 14, 67 por NaÇcoQatoç en Mt 26, 71, así co­ ficado a la forma alternativa XpiOTiavoi, de­ mo por la explicación expresa que se hace de rivada dei título de Jesús de ser el Cristo la relación entre el término Na^coçaloç y el (Hech 11, 26). topónimo Nazaret en la cita de reflexión de Mt 2, 23: «Y residió en una ciudad llamada b) La cuestión, tan debatida en otro tiempo, de Nazaret, para que se cumpliera lo que fue disi NaÇcoQaloç se deriva dei topónimo Nazaret o de si tuvo originalmente un significado enteracho por medio de los profetas: Será llamado mente distinto, se considera en buena parte como nazoreo». El origen de esta «cita» es incierto. resuelta, una vez que Schaeder (880ss, siguiendo Algunos sugieren que el versículo se refiere a a Moore, 426ss y a otros) demostro que, a pesar una determinada sentencia dei AT (Is 11, 1: J. de Ias conocidas dificultades (sobre todo el cam­ Schniewind, Das Evangelium nach Matbio de la vocal a por la vocal õ en la segunda sí­ thãus^^ [NTD], 20; H. J. Holtzmann, Die Sylaba, y la trascripción de la consonante aramea s por t, en lugar de por o), es posible en principio noptischen Evangelien^ [HC], 194 y passim-, que el término se derive dei topónimo nãfrat. Jer 31, 6: W. F. Albright-C. S. Mann, Matthew Sin embargo, hay que hacer notar que estas y [AB], 21; Zolli, 136 y passim-, Jue 13,5.7 [16, otras irregularidades (por ejemplo, la pérdida de 17]: Schweizer, 53ss; Zuckschwerdt, 69ss y la consonante fmal t, cf. Schweizer, 56; Kennard, passim). Pero lo más probable es que el versí­ 80), especialmente cuando se acumulan, hacen culo refleje una combinación no específica de más complicada esta hipótesis (cf. K. Rudolph, vários pasajes proféticos (E. Klostermann, Die Mandãer I, Gõttingen 1960, 113ss). Subsiste

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NaÇaQT|vóç - vai

además la cuestión de «si con esta posibiüdad üngüística queda ya resuelto el problema» (Hahn, Hoheitstitel, 237 nota 4). Por eso, a pesar de la explicación, filológicamente muy posible, de NaÇcoQatoç como deriva­ do de Nazaret, no hay que desechar por completo la posibüidad alternativa de que el discutible tér­ mino haya tenido originalmente otro significado distinto, y que no fuera asociado con Nazaret si­ no mediante una etimologia popular. A pesar de Ias objeciones de Schaeder (88 Is) y de C. Colpe (ThLZ 86 [1961] 31ss), hablan en favor de esta alternativa los datos que nos facilita Epifanio, Haer XXIX, 6 sobre la secta judia prescristiana de los N acapaloi y la autodenominación de los mandeos como nãs^rãyã, así como el uso diver­ gente que se hace de este término en dos pasajes dei NT que pudieran reflejar una fase más primi­ tiva de su uso y significado (Mt 2, 23; Hech 24, 5), aunque los contextos en que bailamos actualmente esos textos dificilmente expresarán otra cosa que no sea la conexión dei término con el topónimo «Nazaret». Así que, además de la interpretación predomi­ nante de NaÇcoQaioç como gentilicio relaciona­ do con el topónimo nãfrat (Albright, Meyer, Moore, Sanders, Schmauch, Schimid, y otros), se sugieren Ias siguientes derivaciones; 1) NaÇigaloç (en hebreo, nãzir) (Schweizer 51ss; Zuckschwerdt 71ss; Hahn, Hoheistitel, 237 nota 4, y otros); 2) un sustantivo arameo derivado de la ra­ iz mr, cuyo plural nãsõrãyã se referiría a un gru­ po o asociación personal de «vigilantes» o «guar­ dadores» (en el sentido de «observantes» de ritos [bautismales]) (Lidzbarski; Kennard, 81; Gártner; Thyen, y otros). H. Kuhli

NaÇtoçaíoç, ov, ó Nazoraios Nazoreo ->• NaÇaQtjvóç. N a '0 'á n Natham Natán* Nombre de persona, indeclinable, en Lc 3, 31. Natán era hijo de David (2 Re 5, 14; aqui como en Lc 3, 31 Koiné A 0 al lat la forma es Na'&áv). N a d a v a ifjX Nathanaêl Natanael* Nombre de persona, indeclinable, de un discípulo de Jesús, que apttrece únicamente en el Evangelio de Juan: 1, 45.46.47.48.49 y

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21, 2. Según 21, 2, era oriundo de Caná de Galilea. U. Hozmeister; Bib 21 (1940) 28-39; E. Leidig, Natanael. ein Sohn des Tholomãus: ThZ 36 (1980) 374s; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, 350-354.

vai nai sí,

ciertamente* La partícula v ai se emplea para expresar afirmación o asentimiento o para corroborar algo; 1. En respuesta a la pregunta formulada por otra persona {sí: Mt 9, 28; 13, 51; 17, 25; 21, 16; Jn 11, 27; 21, 15.16; Hech 5, 8; 22, 27) o formulada por la persona misma que da la respuesta {ciertamente, de seguro: Mt 11, 9 par. Lc 7, 26; con una pregunta negativa, la respuesta es desde luego: Rom 3, 29). 2. v a i expresa también asentimiento a lo que otro dice {ciertamente, desde luego, jqué duda cabe!: Mt 15, 27; aqui habrá que incluir seguramente Ap 14, 13; 16, 7; 22, 20 Textus Receptus), o cuando se repite, para dar mayor encarecimiento, lo que uno ha dicho {sí, en efecto: Mt 11, 26 par. Lc 10, 21; Lc 11, 51; 12, 5; Fbn 20; después de una súplica prece­ dente, Flp 4, 3). 3. En una solemne declaración: Ap 1, 7 vai, ap.f|v, sí, con toda certeza»; 22, 20a: «Sí, vengo pronto». 4. En juegos de palabras v a i se emplea junto a on. Sant 5, 12: «jQue vuestro ‘í f sea ‘sí’, y vuestro no sea no!», es decir, que la veracidad de vuestros asertos haga que sea su­ pérfluo corroborarlos por medio de un jura­ mento. En Mt 5, 37 se escucha la misma ad­ vertência; «;Que vuestro hablar sea ‘sí, s f o no, noi», es decir, que más allá dei simple y claro «sí» o «no» no sea necesario encarecerlos (por medio de un juramento); cf. P. Minear: NovT 13 (1971) 1-13. (Por el contrario, E. Klostermann, Das Matthãusevangelium* [HNT], sub loco y otros interpretan estas pa­ labras en el sentido de Sant 5, 12.) - Pablo niega que él sea tan ambiguo en sus decisiones, «que en mí haya un ‘sC y un ‘no’ al mismo tiempo» (2 Cor 1, 17); sus palabras no

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v a i —v a o ç

significan « ‘s f y ‘no’ (al mismo tiempo)» (v. 18). En el evangelio no se predica «"sf y ‘no’ (al mismo tiempo), sino que hay únicamente el ‘j f (V. 19). Jesucristo es el st a todas Ias promesas de Dios (v. 20); él demostro que ta­ les promesas eran dignas de crédito; cf. F. Hahn, en FS Braun, 229-232; Id., Ist das textkritische Problem von 2Kor 1, 17 lõsbar?, en FS Greeven, 158-165; R. Bultmann, Der zweite Briefan die Korinther (KEK), 43-45.

Naifiáv Naiman Naamán* Nombre -indeclinable- dei sirio a quien Eliseo curó de la lepra (2 Re 5, 1-27). Lc 4, 27 alude a 4 Re 5. La forma griega dei nom­ bre N aip áv corresponde a la forma que apa­ rece en la LXX; sobre otras formas cf. BlaBDebrunner § 37, 2.

Naív Nain Naín* Nombre -indeclinable- de una aldea de Galilea en Lc 7, 11; Kopp. Stãtten, 294-299. El topónimo se deriva seguramente dei hebreo nã‘im («agradable, grato»), un término dei hebreo talmúdieo.

vaóç, ov, ó naos templo* 1. Aparición y referencia dei término en el NT - 2. EI edifício - 3. El templo como posesión de Dios y co­ mo santuario - 4. El templo como morada de Dios - 5. El templo de Jerusalén - 6. Las sentencias de Jesús acerca dei templo. B ib l.: Bauer, W â rterb u ch , s.v.; D iccio n a río d e i N u evo Testam ento,

X. Léon-Dufour, Madrid 1977, 466 (en el índice de palabras griegas citadas); O. Michel, vaóç, en ThWNT tV, 884-895; Moulton-Milligan, í . v . ; Preisigke, W õrterbuch II, 124; ID, 381. B ib lio g ra fia g e n era l (sobre «templo»): F. Amiot, en VTB 774-779; M. Bachmann, Jerusalem un d d e r Temp e l (BWANT 109), Stuttgart 1979; M. Ben-Dov, en IDE Suppl 870-872; G. Cornfeld-G. J. Botterweck, Díe B ib el u n d ihre W elt II, Bergisch Gladbach 1969, 1411-1421; B. Gartner, The Temple a n d the C om m un ity in Q um ran a n d the NT, Cambridge 1965; K. Galling, en RGG VI, 681-686; L. Gaston, N o S tone on Another, Leiden 1970; Haag, D iccionarío, 1909-1911; A. R. S. Kennedy-N. H. Snaith, en HastingsRev 961968; Kopp, S tã tten , 339-364; A. Kuschke, en BRL 333-341; D. Lührmann, M k 14, 55-64: C h risto lo g ie

374

u n d Z e rstõ ru n g d e s T em pels im M arku seva n g eliu m :

NTS 27 (1980-1981) 457-474; J. Maier, Tem pel un d Tem pelkult, en Maier-Schreiner, 371-390; W. v. Meding, en DTNT IV, 248-251; F. MuBner, J e s u s un d «das H aus des Vaters» - J esu s a is «Tempel», en F reud e am G o ttesd ien st. F S f ü r J. G. P lõger, Stuttgart 1983, 267-275; J. Schlosser, L a P arole de Jésus su r la fin du Temple: NTS 36 (1990) 398-414; Templum amicitiae. E ssa ys on the Seco n d Temple. F S f ü r E. B am mel, Sheffield 1991; J. Quellette, en BDB Suppl 872-

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1. Los 45 testimonios de vaóç que hay en el NT se distiibuyen entre los libros «históri­ cos» (Marcos 3 testimonios, Mateo 9, Lucas 4, Hechos 2, Ev. de Juan 3), las cartas paulinas (1 Corintios 4 testimonios, 2 Corintios 2, Efesios 1, 2 Tesalonicenses 1) y Apocalipsis (16 testimonios). Tan sólo dos pasajes, que se refieren al paganismo, emplean el término en plural; «(Dios) no habita en templos hechos por la mano dei hombre» (Hech 17, 24, una observación que se hace en términos muy generales; -> 4.a.b). Demetrio fabricaba templos de Artemisa de plata (Hech 19, 24). Son frecuentes las referencias al templo de Jerusalén (20 ejemplos). El Evangelio de Juan y Pablo utilizan casi siempre el término vaóç en sen­ tido figurado (9 ejemplos), enlcizando a menudo con la idea real dei templo (1 Cor 3, 17a.b; 2 Cor 6, 16a.b; Ef 2, 21; cf. Jn 2, 19. 21). La mayoría de los testimonios que apare­ ceu en el Apocalipsis se refieren al templo (de Dios) en el cielo (11 ejemplos). En Ap 3, 12 se habla dei templo como imagen de la comunión con Dios. En la nueva Jerusalén no hace falta templo, porque Dios y el Cordero son su templo (21, 22a.b.). 2. Mientras que ->■ Íeq Óv (1) designa el re­ cinto dei templo en su totalidad, vaóç se refiere al edifício (cf. Michel, 887, 7s). El tem­ plo es un edifício; tiene cimientos y piedra angular (en sentido figurado; cf. J. Gnilka, Der Epheserbrief [HThK], 132, 159s), Ef 2, 20s. Puede construirse y demolerse, Mc 14,

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vaoç

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21. Al fin de los tiempos, según 2 Tes 2, 4, el «hombre de iniquidad» se asentará en el tem­ po y ocupará así el puesto de Dios (en sentido figurado dícese dei templo de Jerusalén, cf. E. von Dobschütz, Die Thessalonicherbriefe [KEK], 276s, en contra de G. Friedrich, Die Briefe an die Thessalonicher [NTD S*"*], 264). Esteban suscita la cólera de los judios, cuando dice dei templo de Salomón que «el Altísimo» no habita en edifícios hechos por la mano dei hombre, Hech 7, 47s (-»• a; cf. O. Michel, en ThWNT V, 127, 9-22; 156, 22-28; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 276s). 3. a) Un templo lleva el nombre de su deic) Los cristianos son templo dei Dios (vi­ dad; los templos (en plural) de Artemisa, vo), porque Dios (habita) en ellos, 2 Cor 6,16 Hech 19, 24, ó el templo de Dios: es «(el) templo de Dios», Mt 26, 61; 1 Cor 3, 16.17a. (cita libre de Ez 37, 27 LXX); porque el Espíb; 2 Cor 6, 16a; 2 Tes 2, 4; Ap 11, 1.19a; «dei ritu de Dios habita en ellos, 1 Cor 3, 16. Su Dios vivo», 2 Cor 6, 16b. Es su templo, Ap 7, cuerpo es templo dei Espíritu Santo (dado por 15; 11, 19b; el templo «de mi Dios» (es decir, Dios) que está en ellos, 6, 19. En un enuncia­ dei Dios de Cristo, cf. v. 7; cf. H. Kraft, Die do paralelo, se dice que toda la Iglesia es «templo santo en el Senor», y se la describe Offenbarung des Johannes [HNT], 79, 83), 3, 12; dei Senor (es decir, de Dios), Lc 1,9. El como la morada de Dios en el Espíritu, Ef 2, cuerpo de los cristianos es templo dei Espíri21s (-> 3.b). d) Dios habita en el templo (de Dios) en el tu Santo, que procede de Dios; por eso, ellos cielo, Ap 11, 19; 14, 17, o en la tienda dei tesno se pertenecen a sí mismos, 1 Cor 6, 19. b) El templo de Dios es santo; el que lo timonio (en el tabemáculo) en el cielo, 15, 5. destruye, es destruido por Dios, 1 Cor 3, 17. El manifiesta su presencia por medio dei arca El edificio de la Iglesia va creciendo para ser dei pacto, 11, 19; por medio dei incienso, 15, 8; por medio de la gran voz (de Dios o de un un templo santo en el Senor (es decir, en Cris­ ángel, cf. Kraft, Die Offenbarung des Johan­ to, cf. Gnilka, Der Epheserbrief, 159), Ef 2, 21. El oro dei templo es santificado por el nes, 204, 210s), 16, 1.17. Angeles salen dei templo y, por encargo de Dios, dan ordenes y templo, Mt 23, 17 (-»■ 5.b). actúan, 14, 15.17; 15, 6. Los redimidos (cf. 4. a) En el templo pagano se coloca una Kraft, Die Offenbarung des Johannes, 130) imagen dei dios; por eso es considerado como sirven a Dios en el templo en presencia de su morada de esa deidad (cf. Michel IV, 885, 19trono, 7.15. e) En la nueva Jerusalén que desciende dei 26). En contraste con ello, Dios, que es el Se­ nor sobre cielos y tierra, «no habita en tem­ cielo (Ap 21, 10), Dios y el Cordero se hallan presentes por doquier; ellos mismos son su plos hechos por la mano dei hombre», Hech 17, 24 (-» 1). templo, de tal modo que es supérfluo un edifi­ b) En el templo de Jerusalén no había nin- cio especial dedicado a templo, 21, 22. Se presupone aqui la concepción acerca de la guna imagen de Dios, cf. 2 Cor 6, 16: «i,Qué presencia de Dios en el templo de la Jerusalén relación tiene el templo de Dios con (Ias imágenes de) los ídolos?»; cf., a propósito, H. terrena (cf. Michel, 894, 2-11). Windisch, Der zweite Brief an die Korinther 5. a) El templo en general. Herodes I co(KEK), 215. Ahora bien, el templo es habita­ do (por Dios o por el nombre de Dios, cf. A. menzó en los anos 20/19 a.C. la renovación R. Hulst, en DTMAT H, 1135-1141), Mt 23, dei templo de Jerusalén. Unos diez anos se

58 par. Mt 26, 61 / Jn 2, 19s, cf. Hech 6, 14; Mc 15, 2 9 par. Mt 27, 4 0 . El templo está hecho por Ias manos, Mc 14, 5 8 ; Hech 17, 24 (en plural). Tiene columnas (en sentido figu­ rado, en singular), Ap 3, 12. Puede medírsele, 11, Is. Es curiosa la manera de designar al templo de Artemisa en Efeso; al santuario de la diosa se lo llama Ie q ó v , Hech 19, 2 7 ; pero a los templecillos de plata que son reproducción dei edificio se los llama vaoí, v. 2 4 (cf. G. Schrenk, en ThWNT in , 2 3 2 , Is).

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vaoç

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por «la nueva comunidad salvífica dei Cruci­ necesitaron para la edificación dei templo ficado» (L. Schenke, Der gekreuzigle Chrismismo. La construcción de todo el complejo tus, Stuttgart 1974, 100; en contra de R. dei templo duró más tiempo; la inauguración Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], oficial no se hizo sino el ano 63 p.C. Los 46 499; -»• 6.a), Me 15, 38 par. Mt 27,51 / Lc 23, anos de construcción, de los que se habla en 45; -V xaTajtétaop,a 1. Jn 2, 20, nos proporcionan como fecha los anos 27/29 p.C. y se ajustan bien a la crono­ 6. a) Unos testigos falsos imputan a Jesus logia de Jesus (cf. Lc 3, 1; cf. R. Schnackenla afirmación de que él iba a destruir ese burg, El Evangelio según San Juan I, 403). El «templo edificado por la mano dei hombre» y templo estaba rodeado de átrios; los no judios podían penetrar únicamente en el atrio exte­ a construir en tres dias otro templo que no estuviera edificado por la mano dei hombre, Mc rior (-»• LEQÓv 3.h; tomado, en sentido espiri­ 14, 57-59; cf. 15, 29. No sabemos si el autor tualizado, dei templo de Herodes; cf. Kraft, entiende esta acusación como pura invención Die Ojfenbarung des Johannes, 152), Ap 11, 2. El traidor Judas arrojo Ias monedas de pla- o como falsa interpretación; sin embargo, lo ta «en el templo», quizás Ias tiró contra el tede los «tres dias» sugiere una referencia al acontecimiento de Pascua (G. Delling, en soro dei templo; porque él no tendria acceso al templo mismo (cf. E. Klostermann, Das ThWNT VIII, 219; en contra de Pesch, Das MatthSusevangelium [HNT], 217), Mt 27, 5. Markusevangelium II, 433s). «(No) edificado b) El edifício dei templo. Delante dei edifí­ por mano de hombres» es seguramente una interpretación helenistica. Por lo demás, hacio dei templo se hallaba el altar de los holocaustos, cf. Mt 23, 16-21; Ap 11, 2. «Entre el brá que preguntarse si en el fondo de todo ello templo y el altar», donde ordinariamente se hay un logion autêntico de Jesús, o si se trata concedia asilo, tuvo lugar el asesinato de de una influencia polêmica procedente dei ju­ Zlacarias (cf. Klostermann, Das Matthausdaísmo (cf. Pesch, Das Markusevangelium II), o quizás de unas palabras procedentes de evangelium, 189s), Mt 23, 35. Por el «oro dei templo» se entienden quizás los objetos dei círculos judeocristianos helenísticos que protemplo, y más probablemente Ias joyas dei clamaban la cruz y la resuirección de Jesús templo (cf. Klostermann, Das Matthãusevancomo el giro decisivo que marcaba la transición dei templo judio cil nuevo templo espiri­ gelium, 185; Michel, 887,11-25), 23, 16s. Za­ carias entra en «el templo dei Senor» («el lu­ tual de la comunidad mesiánica (cf. Schenke, gar santo») para ofrecer el sacrifício dei inDer gekreuzigte Christus, 34s; -> 5.b). b) La versión mateica dei logion fue modi­ cienso, Lc 1, 9). Junto al altar dei incienso se le aparece un ángel, v. 11. Los orantes que esficada de varias maneras (cf. G. Schneider, peraban fuera se preguntaban a qué obedece­ Die Passion Jesu nach den drei ãlteren Evanría la tardanza y la imposibilidad de que Za­ gelien, München 1973, 65s): «Yo puedo des­ truir el templo de Dios y reedificarlo en tres carias pronunciara la bendición (cf. H. Schiirmann, Das Lukasevangelium I [HThK], 37s), dias», 26, 61; cf. 27, 40. Es una acusación de w . 21s. El templo tenia dos cortinas: la exte­ arrogancia blasfema contra el templo de Jerusalén. El autor ve en esta acusación una de rior colgaba entre el atrio exterior y el lugar dos: o una calumnia sin fundamento o una santo; la interior cubria el acceso al lugar santísimo. Inmediatamente después (Lucas: an­ pretensión mesiánica de Jesús acompanada tes) de la muerte de Jesus, se desgarra la cor­ por la amenaza dei juicio escatológico sobre el templo (E. Lohmeyer-W. Schmauch, Das tina o velo (probablemente la cortina «inte­ rior», cf. Schrenk, en ThWNT III, 236; C. Evangelium des Matthãus [KEK], 368s). Schneider, x a ta jté ra o p .a , en ThWNT III, c) La doble obra de Lucas recoge única­ 631) en dos partes: signo de que el orden salmente la primera parte dei logion, que se trasforma en una acusación contra Esteban (cf. vifico dei templo habia quedado reemplazado

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vaoç - veaviaxoç

W. Wiater, Komposition ais Mittel der Interpretation im lukanischen Doppelwerk, tesis mecanografiada Bonn 1972, 216; ->■ tÓJtoç), Hech 6, 14. d) En el cuarto evangelio, Jesús mismo pronuncia un enigma simbólico acerca dei templo de su cuerpo, y los judios, por error, lo entienden como referido al templo de Jerusalén (cf. H. Leroy, Rãtsel und MiJSverstandnis, Borni 1968, 137-147; 5.a), Jn 2, 18-22. U. Borse

NaoiJfl Naoum Naún* Nombre de persona, indeclinable, en Lc 3, 25 (cf. Nah 1, 1 LXX, para el hebreo nahüm).

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mann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT), 151s. Moulton-Milligan, s.v. abogan por el significado de «capitán».

vaug

(acusativo vaüv), naus nave, bu­ que* En el NT el término aparece unicamente en Hech 27, 41: «encallaron la nave».

vauTi^ç, ou, o nautês

navegante, marinero* En el NT el término aparece siempre en plural: Hech 27, 27.30; Ap 18, 17.

Na/róç Nachõr Nacor* váQÔOÇ, OU, nardos aceite de nardo* El sustantivo designaba originalmente el nardo como planta (así, por ejemplo, en Hen [gr] 32, 1; ApPe 3, 10). En el NT vápôoç, en los dos pasajes en que aparece, significa acei­ te de nardo (extraído de Ias raíces dei nardo): Mc 14, 3 par. Jn 12, 3, p,ÚQOV vápôou, «ungüento de nardo»; ->• momxóç. Pauly, Lexikon III, 1572.

Nágxiaooç, ou Narkissos Narciso* En Rom 16, 11 Pablo saluda xovç èx xmv NaQxíoaou, «a los de la casa de Narciso», es decir, a los miembros de la casa de Narciso, en cuanto son cristianos. H. Schlier, Der Rõmerèrfe/(HThK), 445. - En los HechPe se dice que Narciso es presbítero (48, 7; 49, 15; 53, 13; 61, 8.27). v au aY É w nauageõ naufragar* En 2 Cor 11, 25 en sentido propio: «tres veces naufragué». En sentido figurado en 1 Tim 1, 19: «naufragaron en lo tocante a la fe (jteqLxt)v jtíoxLv)». ThWNT IV, 895s.

vaúxXi]QOÇ, ou, ó nauklêros

armador de un buque, capitán de un buque* Hech 27, 11 menciona al vaúx)iT)Qoç después dei xup8Qvf|XT)ç («capitán»); H. Conzel-

Nombre de persona (Gén 11, 22-26), inde­ clinable, en Lc 3, 34.

veavíaç, ou, ó «eaníai joven, hombre joven* En el NT el término aparece únicamente en Hechos: en 7, 58 dícese de Saulo; en 20, 9, de Eutico; en 23, 17 (23, 18.22 v.l.), dei hijo de la hermana de Pablo, que debía llevar un re­ cado al xtJtíapxoç; ->■ vaavíaxoç.

veavíoxoç, ou, ó

neaniskos joven, hom­ bre joven* El sustantivo, lo mismo que ^ veavíaç, designa a un hombre joven hasta la edad de unos 40 anos. El término se usa en singular para referirse al «joven rico» en Mt 19, 20.22 (a diferencia de Marcos), al joven que huye desnudo en Mc 14, 51, al ángel que está junto al sepulcro en Mc 16, 5, aí joven de Naín en Lc 7, 14, así como al sobrino de Pablo en Hech 23, 18.22. El plural aparece en Hech 2, 17 (cita de Joel 3, 1 LXX) y 5, 10 (aqui difi­ cilmente se referirá a «los criados», en contra de lo que piensa Bauer, Wôrterbuch, s.v. 2); se halla, asimismo, en 1 Jn 2, 13.14 (como interpelación: vosotros, {oh jóvenesl). E. L. Schellbãcher, Das Rãtsel des veavíaxoç bei Markus: ZNW 73 (1982) 127-135.

Néa nòXiç - vexgóç

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Néa

JIÓX.IÇ Nea polis Neápolis («Ciudad Nueva»)* Hech 16, 11 (también IgnPol 8, 1) emplea este nombre para referirse al puerto de Filipos en Macedonia, por el que Pablo llegó al con­ tinente europeo durante su «segundo viaje misionero» (actualmente se llama Kavala). Du­ rante la batalla de Filipos en el ano 42 a.C., Neápolis fue la base naval de Bruto y Casio. Pauly, Lexikon FV, 29s (bibl.); -> véoç 2.a.

NeájtoXiç Neápolis Neápolis* Variante ortográfica (Hech 16, 11 C D* E y otros) de ->• N éa jióàlç. N c E n á v Neeman Naamán Forma alternativa de Nai(ráv. vexq Óç,

3 nekros muerto

1. Aparición en el NT y significado - 2. v e j c q ó ç en sentido propio - 3. Jesucristo como Salvador, Juez y Primogênito de entre los muertos - 4. v e x q ó ç en sen­ tido metafórico. B ibl.: A. Bertholet y otros, Tod, en RGG VI, 908914; J. Blank, K risis. U ntersuchungen z u r jo h C hristologie u n d E sch a to lo g ie, Freiburg i. Br. 1964, 134ss, 172ss; R. Bultmann, vsxpóç xtX., en ThWNT IV, 896899; L. Coenen, en DTNT III, 124-127; A. Feuillet, M o rt du C h rist e t m o rt du chrétien d 'a p rè s les Epítres p a u lin ie n n es: RB 66 (1959) 481-513; E. Fiorenza [-Schüssler], D ie ta u sen d ja h ríg e H e rrsc h a ft d e r Au~ fe rsta n d en e n (A p k 20, 4-6): BiLe 13 (1972) 107-124; A. Grillmeier, D er G ottessohn im Totenreich: M it ihm im d in ihm , Freiburg i. Br. ^1978, 76-174; E. Güttgemanns. D e r leidende A p o stei un d sein H e rr (FRLANT 90), Gõttingen 1966, 94ss; P. Hoffmann, D ie Toten in C hirstu s (NTANF 2), Münster i. W. ^969, 26ss, 66ss, 180ss, 236ss; Id„ Tod, en HThG II, 661-670; J. Jere­ mias, E ntre v ie m e s sa n to y dom ingo de pascu a , en Id., A bba. E l m en sa je cen tra l d e i NT, Salamanca ‘*1993, 189-196; E. Jüngel, Tod (ThTh 5), Stuttgart-Berlin ■1971; C. Keams, The Interpretation o f R om ans 6, 7, en Stud io ru m P a u lin o ru m C ongressus In tem a tio n a lis C atholicus 1961,1., Roma 1963, 301-307; E. Klaar, 'O

yàp àjtoOavòv òeôixaícoTai àitò xfjç ágapríaç: ZNW 59 (1968) 131-134; J. Kremer, D ie O sterevangelien - G esch ich ten um G eschichte, Stuttgart 1977; F. Neugebauer, In C hristus, Gõttingen 1961, 110-112; R. Schnackenburg, Z u r A ussa g e: «Jesus ist von den Toten auferstanden»: BZ 13 (1969) 1-17; E. Schweizer, Die

382

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105; más bibliografia en -> áváoTaaiç; ->• èYEÍQw; cf. además ThWNT X, 1100-1103.

1. En el NT, como es frecuente también en el mundo antiguo, vexqóç se usa como adje­ tivo (15 veces en singular y 7 en plural) y co­ mo sustantivo (2 veces en singular y 104 en plural). Usado como adjetivo, el término sig­ nifica muerto en el sentido de «no viviente ya». Caracteriza tanto a Ias personas como a Ias cosas, y se usa no sólo en sentido propio sino también en sentido figurado. El sustanti­ vo designa al muerto o a los muertos por con­ traste con los vivos, y se refiere a aquellos co­ mo «los que ya no viven». El NT emplea el sustantivo plural casi siempre en asertos rela­ cionados con la resurrección (unas 86 veces). Comprende entonces (usado casi siempre sin artículo) «a la totalidad de los difuntos, a to­ dos los que se hallan en el mundo inferior» (Bauer, Wõrterbuch, 1058) y (usado con preposición) a la región de los muertos en gene­ ral (-> àváaxaoLç; ->■ èYeÍQOo). El sustantivo se usa también en lenguaje metafórico. 2. Hech 5, 10 refiere de Safira: Después de decir su mentira, se desplomó y murió; «unos jóvenes la encontraron muerta y... le dieron sepultura». De igual manera, levantaron muer­ to a Eutico, que se había caído desde el tercer piso (20, 9). Los nativos de Malta esperan que Pablo, después de ser mordido por la serpiente, caiga muerto (28, 6). También Jesus estaba muerto, antes de que Dios lo resucitara (Ap 1, 18). Mt 28, 4, en el relato de epifanía, describe así la reacción de los guardas dei sepulcro, al aparecérseles el ángel dei Senor: «y estaban como muertos». Esta expresión intensifi­ ca en grado sumo el temor de esas personas, y al mismo tiempo describe su reacción en for­ ma congruente con la epifanía divina (cf. Dan 8,19; 10, 9; ApAbr 10, 2).

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VEXQOÇ

Las concepciones, sumamente variadas, de aquella época sobre la región donde moraban los muertos, se pueden reconocer también en cuanto a sus detalles iniciales en el NT. Y, asf, en Mc 16, 5 encontramos los «sepulcros» (cf. Jn 5, 28), en Rom 10, 7-9 el Sheol âpuoooç 2), en Lc 16, 22ss un «más allá» suma­ mente diferenciado S ôt)ç; yÉEVva; cf. Hen [et] 22; cf. Billerbeck IV, lOlóss; Hoffmann, Toten, 26ss). «Los muertos èv Xpioxõ)», que según 1 Tes 4, 16 «serán los primeros en resucitar», son los que murieron como cristianos. Siguen estando unidos, incluso en la muerte, con Aquel que con su muerte y resurrección determinó la vida de ellos. Por vfa de contraste, «los muertos que mueren en el Senor de aqui en adelante», en Ap 14, 13, son probablemente los mártires. Sobre el bautismo vicario «por los muertos», dei que se habla en 1 Cor 15, 29, cf. H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther (KEK), sub loco, y ->• PaJtTÍÇco 7.

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Dios, «que vivifica a los muertos» (2 Cor 1, 9; cf. Jn 5, 21; Rom 8, 11), le resucitó; él es «el primogênito entre los muertos» (JiQCOxóToxoç £K [xcãv] vexQcõv). Más aún: Puesto que a Cristo no sólo se le llama «las primicias de los que duermen» (1 Cor 15, 20), sino que además es el «primero en resucitar de entre tos muertos» (Hech 26, 23), su resurrección es la condición de posibilidad de que otros también le sigan. El es el prelúdio y la causa de todas las demás resurrecciones, incluso de la resurrección de los muertos en el último dia. En este sentido, la predicación himnica de «primogênito de entre los muertos» (Col 1, 18; cf. Ap 1, 5) no sólo acentúa la prioridad temporal de Jesús, sino también su singularisima superioridad cósmica, porque inmediatamente antes se alaba a Cristo como el primo­ gênito de toda la creación. Corresponde a esta posición de poder el que vivos y muertos, es decir, todos los seres humanos, pertenezcan al âmbito de su reino. Dios le destinó a ser x q lx t ) ç Çcúvxoav x a l 3. Jesús aparece como quien salva de la vexQôv (Hech 10,42; cf. 17, 31; 2 Tim 4, 1). muerte en Mc 9, 26, con la curación (que tar­ Sin embargo, en 1 Pe 4, 5, lo mismo que en da un poco en producirse) dei muchacho epi­ Rom 2, 16; 3, 6; 14, 10, Dios aparece como el léptico. «Yacía como muerto, de tal manera Juez sobre vivos y muertos, y por cierto sobre que muchos decían: Ha fallecido». De mane­ todos los muertos. ra más impresionante todavia, Lc 7, l l s des1 Pe 4, 6 fundamenta expresamente la univercribe a Jesús como senor de la muerte, cuansalidad dei juicio sobre todos los seres humanos do él hace volver a la vida, con una palabra de sin excepción, es decir, también sobre los «gentipoder, al joven que yacia ya en el ataúd. La les» que afligen a la Iglesia (4, Iss): «Porque con drástica reanimación de Lázaro, «a quien Je­ este fin fue predicado el evangelio aun a los sús había resucitado de entre los muertos» (Jn muertos, para que sean juzgados lo mismo que 12, 1.9.17), seria difícil describirla de manera [todos] los hombres...». Puesto que en el juicio, según 4, 17s, todos los hombres serán juzgados más impresionante, porque Lázaro llevaba ya supremamente según su postura ante el evangelio, cuatro dias muerto y «ya despide mal olor» vemos que los muertos —mediante la proclama(11, 39). Tales acciones de Jesús constituyen ción dei evangelio- serán puestos al igual que los el fundamento para el sumario de Mt 11, 5 vivos ante la decisión, y podrán ser juzgados lo par.: vexpol èYeÍQOVxai. Antes de que Jesús mismo que todos los demás. Por lo demás, queda pudiera ser alabado definitivamente como el en suspenso el saber cuándo, cómo y dónde se les proclama también a ellos el mensaje de salvación, Salvador de los muertos, tenia que morir él o cómo llega hasta ellos este mensaje. «Concluir mismo -conforme a la voluntad de Dios—; te­ de ahí el viaje de Cristo a los inflemos (conocido nia que estar realmente muerto (Ap 1, 18; 2, sólo por los escritos posneotestamentarios) es una 8). El hecho de que Cristo no sólo pertenecieposibilidad obvia» (N. Brox, L a p r i m e r a C a r ta d e ra a los vivos, sino que incluso durante algún Pedro, Salamanca 1994, 265). Ahora bien, como tiempo se contara entre los muertos, intensifi­ los muertos de los que se habla en 4,5, no son los mismos que los espíritus de los que se habla en 3, ca la esperanza cristiana en la resurrección.

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V8XQOÇ

19, y puesto que ambos pasajes no deben interpretarse tampoco en contra el uno dei otro, vemos que en 4, 6 se piensa en todos los muertos, y en 3, 19 se piensa probablemente en los «hijos de Dios», de quienes se habla en Gén 6, 2 (cf. Brox, 231 en contra, por ejemplo, de Vogeis, 142s). Ap 20 describe detalladamente el juicio so­ bre los muertos: Parte de ellos, los mártires, serán resucitados en la llamada «resurrección primera». Con esto participan ya dei nuevo tiempo de la salvación, y la «segunda muerte», el lago de fuego, no tiene ya poder alguno sobre ellos (20, 4-6). Todos los demás muertos no serán resucitados sino en el juicio final, para ser juzgados entonces según sus obras.

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gión de los muertos» (Vogeis, 53 y 56), sino todas Ias personas que, por su incredulidad, no tienen relación con el Logos y con la Çmf| trasmitida por él. Viven pecadoramente en Ias tinieblas, en el cosmos. Los muertos de Jn 5, 25 son «todas Ias personas que, por la situación de perdición en que se hallan, están ‘en la muerte’» (Blank, 142).

En Rom 6, 11 Pablo exhorta a los cristianos a sacar Ias consecuencias de su bautismo: «Así también vosotros jconsideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cris­ to Jesús!» Esta liberación dei poder dei peca­ do y de sus pretensiones se realiza mediante la participación en la suerte de Cristo, en su muerte y en su vida. Porque él, vicariamente, 4. En el NT, lo mismo que en el mundo an- dio al pecado lo que el pecado podia exigir de los hombres. Cristo, al morir, los sustrajo de­ tiguo, VEXQÓç tiene en sentido figurado un es­ pectro muy variado de significados. Por ejem­ finitivamente a Ias pretensiones dei pecado, según aquella sentencia basada en un princi­ plo, los estoicos caracterizan como «muertos» a los seres humanos y a su condición en la vi­ pio jurídico rabínico (6, 7): «El que ha muer­ to, está [juridicamente] libre del pecado». La da, si su vida no se orienta hacia el mundo de vida de todos los hombres conduce a la muer­ la filosofia (cf., además, Bultmann 896; Coenen 124). En el NT los significados deben dete, «mientras que la vida de Jesucristo emerge de la muerte. Y en cuanto Jesucristo hace ducirse dei contexto. Ya en el AT, los que padecen una grave en- partícipes de su propia vida a los que quieren pertenecerle a él, ellos también emergen de la fermedad son contados entre los «muertos» (Sal 30, 2-4; 86, 13). Los rabinos llaman tammuerte, aunque todavia tengan que morir» bién «muertos» a los impíos, aunque estén vi­ (Jüngel, 108). Esta realidad de haber sido sa­ vos. Porque no tienen participación en los cados del senorío del pecado y de la muerte, hay que acreditaria en el seguimiento cotidia­ bienes salvíficos y no poseen ninguna relano de Cristo: «Presentaos vosotros mismos a ción con Dios. Por el contrario, a los piadosos Dios como vivos de entre los muertos» (6, se los puede llamar «vivos», incluso en la 13). Con palabras parecidas el himno bautismuerte (Billerbeck 1, 489; III, 652). A partir mal de Ef 5, 14 exhorta a alzarse de la muerte de aqui hay que interpretar unas palabras de causada por los pecados y a recibir a Cristo, Jesús referidas al seguimiento y dirigidas a un que es la luz; «jLevántate de entre los muer­ discípulo: «iSígueme y deja que los muertos tosl». entierren a sus muertosl» (Mt 8, 22; cf. Lc 9, 60). Evidentemente, el primer vexQOÚç de­ En Rom 7, 8 Pablo formula una sentencia teológica: «Sin la ley el pecado está muerto». signa a los que no siguen a Jesús y no quieren entrar en relación alguna con él. Lc 15, 24 11a- Utiliza la expresión v e x q ó en el sentido de «ineficaz / impotente / sin actividad». Sin la ma muerto al hijo «perdido», al hijo pródigo, ley el pecado no tiene oportunidad de atacar que no mostraba signos de vida y estaba sepa­ al hombre y seducirlo. Mientras el pecado esrado de la vida dei círculo familiar. «Los té muerto, el hombre vive. Pero el pecado, en muertos que oyen la voz dei Hijo de Dios», cuanto pudo servirse de la ley, revivió (v. 10: no son -en Jn 5, 25—«los que están efectivaàvÉ^TiOEv), recobro su energia vital (1 Cor mente muertos» o «los que escuchan en la re-

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VEMQOÇ

15, 56: «El poder dei pecado es la ley»). El pecado desperto en el hombre la concupiscencia, le sedujo para que trasgrediera los mandamientos, para que observara una conducta contraria de Dios. De esta manera hizo al bombre culpable y -a consecuencia de la ma­ la conducta de éste—le entrego a la muerte (cf. Rom 6, 21ss). El discutido enunciado de Rom 8, 10 (xò [lèv arâpa vekqòv ôià ápaQxíav) probablemente no debe interpretarse a partir dei v. 11, sino en relación con la antítesis entre «cuerpo de pecado» (6, 6) y «cuerpo de muerte» (7, 24). En el bautismo fue muerto el cuerpo de pecado (6, 2ss). Por eso, el cuerpo, en lo que respecta al pecado, está muerto, es decir: el pecado no tiene ya ningún derecbo sobre él, y sobre todo el pecado ha perdido su poder letal de traer la muerte, porque Cristo cargó sobre sí vicariamente la muerte. El Espíritu de Cris­ to habita ahora en los bautizados y determina su vida (8, 10). En Rom 11, 15 Pablo trata de explicar a los cristianos gentiles la plenitud de bendiciones que la restitución de Israel ha de aportar a ellos y al mundo entero. Argumentando según la regia hermenêutica dei qal-wãhômer (que deduce «de menor a mayor», ^ pãXXov 3.a), Pablo afirma que si el rechazo de Israel condujo a la reconciliación de Dios con el mun­ do, ^qué otra cosa significará su nueva aceptación sino Çcoti k% vexQôiv? Se piensa así en algo parecido a lo que se dice en el v. 12 (xaxaÀXayT) xóopon): en un acontecimiento mediado igualmente por Israel y que supera inconcebiblemente a la salvación actual. E. Kâsemann {An die Rõmer [HNT], sub loco) piensa en la à v á a x a o iç vexQcnv; C. E. B. Cranfield {Romans II [ICC], sub loco), en la «final resurrection». En Col 2, 13, conforme a la manera rabínica de hablar, se dirige la palabra a los cristia­ nos gentiles, para referirse al tiempo que precedió a su bautismo, y se les dice: «vosotros, que estábais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne». El carácter de muerte que tiene es a vida anterior al bautismo o sin el bautismo está condicionado

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y determinado por los delitos de ellos y también por su incircuncisión. Entonces, como no tenían la Torá ni el pacto, es decir, como eran «gentiles», su vida estaba marcada por vicios que traen la muerte. De esa caída en la muer­ te libera y vivifica únicamente el perdón recibido en la comunión con Cristo (vv. 13c. 14) y la supresión de la ctxQoPuoxía por medio de la JteQLXopf) àxELQOJtoÍTiTOç (2, 11). Ef 2, 1.5 describe de manera parecida la época pre-cristiana de la comunidad entera (cf. 2, 3.5) considerándola muerta. Y, así, relaciona consecuentemente lo de hallarse caídos en la muer­ te y lo de la perdición, no con la incircunci­ sión, sino únicamente con los delitos y los pecados, con la concupiscencia y el egoísmo. En Heb 6, 1; 9, 14, lo de Ias «obras muertas» no debe entenderse seguramente como los esfuerzos dei hombre natural por reconciliarse con Dios. Sino que parece que aqui se piensa en los actos que precedieron a la conversión, actos que se produjeron sin la confianza en y sin la relación con Dios y con Jesucristo. Esas obras, por su misma naturaleza, encerraban ya en sí la muerte y conducían, por tanto, a la muerte. Tal vez, con arreglo a lo que se dice en 4 Esd 7,119, hay que pensar en «obras de muerte» o en vicios; cf. también Did 5, Iss, donde se habla de «caminos que conducen a la muerte». En Sant 2, 17.26 la expresión paralela a la de muerto es àgYh («inútil / infructífero), y proporciona la clave decisiva para la interpretación. Según 2, 26, la fe sin obras está tan muerta como lo está el cuerpo sin el «alma» (-> JiV£Ü|ia) que lo anima y que hace posible la vida. Una fe que no demuestra ser tal por medio de Ias obras dei amor, está muerta (v. 17), es decir, es inútil e ineficaz para la salva­ ción; no salva en el juicio final (v. 14). Guan­ do en Ap 3, 1 se dice de Sardes «que aunque tienes nombre de vivo, estás muerto», enton­ ces V E X Q Ó ç significa; la comunidad ha su­ cumbido a la tentación y se ha apartado de Dios. Se ha dejado seducir y se ha mancillado con el culto idolátrico. R. Dabelstein

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vexpotu - veo|i.i^via

VEXQÓCO nekroõ matar, hacer morir; en voz

pasiva, morir* véxQ oaiç, eo)ç, f| nekrõsis estar muerto* B ib l.:

-*

vexQÓç.

1. El verbo aparece 3 veces en el NT (Rom 4, 19; Col 3, 5; Heb 11, 12); el sustantivo, 2 veces (Rom 4, 19; 2 Cor 4, 10). Los términos no aparecen en la LXX, pero se hallan atestiguados desde la época helenística. Designan en medicina el proceso de morir o el estado de muerte dei cuerpo o de una parte dei cuerpo. Los estoicos los utilizan también en sentido figurado (cf. Bultmann, 898s; Coenen, 124). 2. En Rom 4, 19 Pablo se sirve dei verbo para expresar la impotência dei viejísimo Abrahán para engendrar hijos; con el sustanti­ vo expresa la imposibilidad de que Sara llegase aser madre (cf. Gén 17, 17; 18, lls): «Y él [a saber, Abrahán] sin debilitarse en la fe con­ templo su propio cuerpo, que ya estaba como muerto (vevEXQCopévov), puesto que tenía como cien anos, y lo muerta que estaba [tam­ bién] la matriz de Sara (xtiv vÉxQcoaiv xfíç pf|XQaç SÓQQaç)». Sin embargo, en contra de todos los cálculos humanos, Dios cumple Ias promesas que les había hecho. Así lo dice también con parecidas palabras Heb 11, 12 (en voz pasiva), refiriéndose a Abrahán. En Col 3, 5 se exhorta a la comunidad, con la expresión vsxQoóaaxe, a que saque Ias consecuencias dei bautismo y combata los vidos que han penetrado en ella: «Así que /mortificad los miembros que pertenecen a la tierra: a la fomicación, a la impureza...!». Esta identificación entre los miembros y los vidos pro­ cede de la concepción judia según la cual el pecado actúa sobre diversas partes dei cuerpo (cf. Rom 7, 5.23; Sant 4, 1; ApBar [sir] 49, 3). Los vidos dominan sobre los miembros y los mantienen aferrados a la «tierra», mientras que la comunidad o el creyente vive ya «arri­ ba» en su verdadero sí mismo. - Aqui se han recogido probablemente ideas cosmológicas helenísticas (cf. E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 158ss; J. Gnü-

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ka. Der Kolosserbrief [HThK], 179s, piensa en elementos «iranios»). - Por eso, hay que «despojarse» de los vidos (v. 9) y hacerlos inocuos, «mortificarlos» (v. 5), a fin de liberar así a los miembros afectados por su ataque y por sus efectos mortales. En 2 Cor 4, 10 Pablo utiliza el sustantivo para interpretar cristológicamente sus propios sufrimientos apostólicos: «Llevamos siempre la muerte de Jesús (véhqcooiv xon ’lT]aoü) en nuestro cuerpo, a fin de que la vida de Jesús se revele también en nuestro cuerpo». Güttgemanns (lOOss) rechazó con razón Ias interpretaciones que trabajan con categorias «místi­ cas» (por ejemplo, B. H. Lietzmann-W. G. Kümmel, An Die Korinther I-lP [HNT], sub loco) o que entienden la véxQcooiç como «proceso» (por ejemplo, C. F. G. Heinrici, Der zweite B rief an die Korinther^ [KEK], sub loco). Lejos de eso, Pablo designa con la expresión, lo mismo que en Rom 4, 19 (cf. Mc 3, 5 V.I.; Herm [s] 9, 16, 2s), un estado, la «muerte», o más exactamente: el estado de muerte de Jesús. Pablo debió de pensar en el estado de Jesús al hallarse crucificado. El ver­ bo jtEQiq)éQü) implica también un estado de muerte. Pablo, en los vv. lOs, senala la epifanía cristológica como el objetivo final de los sufrimientos que le infirieron los hombres (cf. vv. Ss.lla). Puesto que para él el Jesús muer­ to se identifica con el Kyrios resucitado, Pa­ blo puede también asociar su muerte y su vi­ da en una unidad paradójica y presentar su propio cuerpo mortal como el lugar y objeto en el cual y por medio dei cual Jesús revela su ^cor|. Paradójicamente también, porque el apóstol lleva en su propio cuerpo y revela epifánicamente ese morir de Jesús. R. Dabelstein VEXQCúaiç, EOíÇ, m nekrõsis estar muerto

vexQÓco. neomênia luna nueva* La luna nueva, celebrada por los judios y muchas veces también por los gentiles, no se VEOfitJVÍa, a ç ,

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V60[iT]Via - VEOÇ

menciona en el NT sino en Col 2,16 (cf. también, no obstante. Bem 2, 5; 15, 8 [cf. Is 1, 13]; Diogn 4, 1): La secuencia «fiesta, luna nueva, sábado» corresponde exactamente a la LXX (Os 2, 13; Ez 45, 17). En Col 2, 16-19 se entabla polêmica contra prescripciones de carácter religioso-cultual. ThWNT IV, 641645; E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, sub loco\ T. C. G. Thomton, Jewish New Moon Festivais (Gal 4, 3-11 and Col 2, 16): ZNW 73 (1982) 127-135. VÉOÇ,

3

neos

n u e v o , fre s c o , re c ie n te , jo -

ven* àvavE Ó ü)

ananeoõ r e n o v a r *

V8ÓTT]ç, TjTOÇ, f | n c o í ê j j u v c n t u d *

1. Aparición y significados en el NT - 2. Empleo en sentido propio - a) refiriéndose a cosas -b) refiriêndose a personas - 3. Empleo teológico y figurado - a) Mc 2, 22 par. - b) 1 Cor 5, 7 - c) Colosenses y Efesios.

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nância con ello, VEÓTT]ç significa habitual­ mente la juventud (cf., en cambio, xaivÓTTiç en Rom 6, 4; 7, 6), y v é o ç se usa en muchos casos en el sentido de joven {-> 2.b). El verbo àvavEÓ oo significa (en voz activa) en sentido transitivo renovar (por ejemplo, en Herm [s] 9, 14, 3) y en sentido intransitivo «rejuvenecerse» (Herm [v] 3, 11, 3). En Ef 4, 23 lo de c t v a v E o õ a ô a t tm JtVEÚixaxi dificilmente se entenderá como voz media con sentido refle­ xivo («renovarse»), sino que habrá que entenderlo más bien en voz pasiva; «ser renovado en el Espíritu» (o «dejarse renovar...»); cf. Behm 902s; Bauer, Wôrterbuch, s.v. 1). El componente preposicional à v a - no se refiere necesariamente a un estado anterior, que seria restaurado ahora.

2. a) véoç se predica en sentido propio de cosas y significa en este cotexto nuevo/jfesco: «vino nuevo», que todavia no ha fermentado Bibl.: J. Behm, véoç, ãvavEÓo), en ThWNT IV, dei todo, Mc 2, 22a.c par. Mt 9, 17a.c / Lc 5, 899-904; P. Benoit, Vhorizon Paulinien de 1'Epitre 37a.b.38; Lc 5, 39; «m asa/reíca» (q)ÚQaaux Ephésiens (1937), en Benoit, Exégèse II, 53-96; R. pa)», a la que todavia no se ha anadido leBultmann, Der alie und der neue Mensch in der Theovadura, 1 Cor 5, 7. En Heb 12, 24 se habla de logie des Paulus, Darmstadt 1964; Haag, Diccionario, 1644-1668; H. Haarbeck, véoç, en DTNT ni, ISls; F. la «nueva (es decir, que acaba de manifestarHahn, Die Bildworte vom neuen Flicken und vom junse) declaración de la voluntad (òia'&f|KTi)» de gen Wein {Mk. 2. 21s parr): EvTh 31 (1971) 357-375; Dios; cf. O. Michel, Der B rief an die HeW. Matthias, Der alie und der neue Mensch in der Anbrãer^ (KEK), 468 nota 3. El topónimo ihropologie des Paulus: EvTh 17 (1957) 385-397; R. North, hãdãsch, en ThWAT 11, 759-780; R, SchnacN éa jtóÀiç, «Ciudad Nueva», que en el NT kenburg. Der neue Mensch - Milte chrisilichen Wellaparece únicamente en Hech 16, 11, debe reverslãndnisses. Kol 3, 9-11, en Id., Schriften zum NT, ferirse en este pasaje al puerto de Filipos en München 1971, 392-413; G. Schneider, Die Idee der Macedonia (cf. también IgnPol 8, 1). Neuschõpfung beim Aposlel Paulus und ihr religionsgeschichllicher Hinlergrund: TThZ 68 (1959) 257b) Referido a personas, el adjetivo signifi­ 270; Id., Neuschõpfung oder Wiederkehr?, Düsseldorf ca joven. Predomina el uso dei comparativo 1961, sobre todo 65-90; Trench, Synonyma, 133-139; VECüTEQOç: Lc 15, 13, «el hijo más joven» (es C. Westermann, hãdãs nuevo, en DTMAT l, 733-740; decir, el hijo menor, por contraposición al más bibliografia en xaivoç; cf. ThWNT X, 1186. jiQ E oP iJT eQ oç, V. 25); cf. 15, 12: ó vE C üxepoç 1. De todo el grupo de palabras, el término a ú x r ô v . El sentido dei comparativo apenas se escucha ya en el uso de vecóxeqoç: 1 Tim 5, que aparece con mayor ífecuencia en el NT es 11, «Ias viudas jóvenes» (cf. v. 14; vecóxeel adjetivo (24 veces), mientras que el verbo gai). Jn 21, 18; õxe fiç vEcnxEQOç, «cuando aparece una sola vez. El sustantivo abstracto eras joven» (cf. Sal 36, 25 LXX). v é o ç / vecóVEÓTTiç se halla en 5 pasajes. véoç, lo mismo que -+ xaivóç, significa nuevo. Pero, a di­ xEQoç se halla también como adjetivo sustantivado: a í v é a i . Ias mujeres jóvenes (Tit 2, 4; ferencia de xatvóç, no designa tanto la cualise dice igualmente Ias V EtnxEQ ai, 1 Tim 5, 2); dad nueva, sino más bien (bajo el aspecto (oL) vecbxEQOi, los hombres jóvenes (Hech 5, temporal) la frescura nuevamente adquirida o 6; 1 Tim 5, 1; Tit 2, 6; 1 Pe 5, 5). que nunca ha llegado a envejecer. En conso­

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VEOÇ

No se sabe si veóíxzqoi se usa como ténnino técnico en el NT, como sucede algunas veces en el entorno helenístico (Schürer m , 91; Behm, 900); en 1 Pe 5, 5 y 1 Tim 5, 1 los vecÓTEÇoi son más bien un «estado» en el seno de la comunidad, contrapuesto a los nigeoPÚTEQOL o al jip e a p Ú T E p o ç . Vemos que ó VECÓXEQOÇ, junto a ó pE Í^tav, tiene sentido su­ perlativo en Lc 22, 26; el más joven (cf. Gén 42, 20). En el fondo de todo se halla la idea de que, normalmente, el más joven está obligado a realizar los servicios más bajos. vEÓTT]ç se encuentra principalmente en la expresión fija èx veótt|toç, desde la juventud» (Homero, II 14, 86; frecuente en la LXX): Mc 10, 20 par. Mt 19, 20 (C D Koiné W y otros) / Lc 18, 21; Hech 26,4. El sustantivo tiene significado independiente tan sólo en 1 Tim 4, 12, en la exhortación: «jNadie te menosprecie a causa de tu juventud (oou xfjç

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primido, por este motivo, por Marción, Ireneo D it): Se prefiere el vino viejo (o anejo) al vi­ no nuevo. Ahora bien, con esta «regia sobre el vino» el evangelista pretende explicar por qué muchas personas se cierran a lo nuevo dei cristianismo; encuentran más agradable al pa­ ladar lo antiguo (cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I [OTK], 141).

b) 1 Cor 5, 7 exhorta; «jLimpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva (véov q)úpapa), así como (en realidad) sois panes sin levadura (ã^upot)! Porque también Cris­ to, nuestra Pascua, ha sido sacrificado». La masa que se acaba de preparar, y que no tiene levadura, se convierte aqui en imagen de la comunidad, que debe mantenerse limpia dei pecado (imperativo èx x adápaxe), a fin de ser lo que en su esencia es ya; d^npoi. La «vieja masa» significa la masa leudada, que hay que desechar para la celebración de la VEÓTTITOÇ xaxaqpQovELXoo)!». fiesta de la Pascua (Ex 11, 15); aqui se con­ 3. a) Las sentencias - a modo de provér­ vierte en imagen de lo que hace impuro. bios- que se encuentran en Mc 2, 21.22, se c) Col 3, 9s se halla dentro de la tradición hallan estructuradas análogamente y unidas paulina (cf. Rom 6, 4.6) y dice que los cristiapor medio de xaí. Ambas sentencias se renos se han despojado dei «hombre viejo» con montan a Jesús (Hahn, 369), quien con ellas sus malas acciones (v. 9) y se han revestido habla de la llegada dei reino de Dios y de su dei «hombre nuevo (xòv véov)». En el fondo incompatibilidad con lo antiguo; «Y nadie se halla el acontecimiento dei bautismo (cf. echa vino nuevo en odres viejos; de otra maGál 3, 27). Lo que se efectuó en el hombre nera el vino romperá el cuero, y se pierde el con ocasión dei bautismo, debe él realizarlo vino y también los odres; sino que se echa vi­ en la vida (Col 3, 8.12). El «(hombre) nuevo» no nuevo en odres nuevos (eiç àoxoòç xaiestá caracterizado por xòv àvaxaivoúpevov vovç)» (v. 22). En el contexto dei mensaje de eiç èrtíyvmatv x ax ’ Etxóva to ü xxíaavxoç Jesús, esto quiere decir: «Lo escatológicaaúxóv (v. 10). En el bautismo se efectúa una mente nuevo no puede entenderse, en modo nueva creación, y de conformidad con ella alguno, según las normas y dentro de los limi­ hay que renovar también la conducta. tes y posibilidades de lo antiguo; el que lo in­ Ef 4, 23 se halla igualmente en un contexto tente, perderá ambas cosas» (Hahn, 372). La parenético; el v. 22 exhorta a despojarse dei actitud de Jesús ante lo que ha habido hasta «hombre viejo». La frase de infinitivo âvaahora, es la de un distanciamiento soberano. VEoüoO-at ôè r ã JtVEÚpaxt xoõ voòç npcõv Los evangelios sinópticos (->■ 2.a) hacen que (v. 23), lo mismo que la de «revestirse dei ambas imágenes sigan inmediatamente a la hombre nuevo» (èvôúoaa^aL xòv xaivòv âvcuestión dei ayuno, y las entienden, por tanto, UQtoJtov, V. 24), están regidas por èôiôáxcomo referidas a la nueva manera y a las nueOxixE en el v. 21. Los infinitivos recuerdan la vas formas de la piedad. Lc 5, 39 anade un parénesis bautismal. Hay que abandonar «la provérbio que, a primera vista, contradice a la conducta antigua» (v. 22) y vivir con arreglo imagen sobre el vino nuevo (el v. 39 fue su­ al «hombre nuevo» en justicia y santidad (v.

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VEOÇ -

VeCOKOQOÇ

24); cf. H. Schlier, La Carta a los Efesios, Salamanca 1991, 284-292. G. Schneider V E oaooç, oC, ó neossos (la) cria, (el) polluelo (de un ave) Forma alternativa de vooaóç. veOTIlÇ, lltOÇ, ^ neotês juventud ->■ VEOÇ.

VEÓtpitTOg, 2 neophytos recién plantado,

recién convertido* 1 Tim 3, 6 en sentido figurado; El epískopos no debe ser un recién convertido, «no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo». El sentido de VEÓqpuToç es seguramente; «el que ha sido recién plantado en la comunidad cristiana» (Bauer, Wõrterbuch, s.v.). Dibelius-Conzelmann, Die Pastoralbriefe (HNT), sub loco. VEDM neuõ hacer senas (con la cabeza)* Jn 13, 24; Pedro hace senas (con la cabeza) al discípulo amado (para indicarle algo). Hech 24,10; El gobemador Félix hizo senas a Pablo para que comenzara a hablar. veqjéXíi, HÇ, 1^ nephelê nube*

Lc 12, 54 habla de la nube que viene de poniente y trae lluvia; Jds 12 (cf. 2 Pe 2,17 v.l.), de «nubes sin agua» (que no descargan agua). El motivo de Ias nubes tiene alcance teológi­ co en todos los demás pasajes dei NT. En 1 Tes 4, 17 Pablo habla de Ias nubes en Ias que «nosotros», con los resucitados, seremos arre­ batados para salir al encuentro del Kyrios, cuando se produzca la parusía. Las nubes se consideran también como vehículos entre el cielo y la tierra en Mc 13, 26 par. Mt 24, 30 / Lc 21, 27, así como en Mc 14, 62 par. Mt 26, 64 (con ocasión de la venida del Hijo del hombre). Aqui hay que contar también los pa­ sajes en los que el Apocalipsis habla de las

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nubes (1, 7) o de lanube (10,1; 11,12; 14,14 [bis].15.16). En Lucas, tanto en Hech 1, 9 (la ascensión) como en Lc 21, 27 (la parusía), v e qpéXri se halla en singular, es decir, no constituye probablemente un motivo apocalíptico. Mc 9, 7a.b par. Mt 17, 5a.b / Lc 9, 34a.b.35, en la historia de la trasfiguración de Jesus, enlazan con la idea de la nube de revelación o con un motivo de teofanía. El motivo de la nube, en la peregrinación por el desierto, apa­ rece sólo en 1 Cor 10, 1.2, en conexión con el paso liberador a través del mar. ThWNT IV, 904-912; X, 1186 (bibl.); S. Luzárraga, Las tradiciones de la nube en la Biblia y en el Ju­ daísmo primitivo, Roma 1973; L. Sabourin; BTB 4 (1974) 290-311. NEtp'0'aXí^ Nephthalim Neftalí* Neftalí era uno de los hijos del patriarca Jacob (Gén 30, 7s; hijo de Bilha; 49, 21). En el NT, el nombre se aplica a la tribu de Neftalí (Hech 7, 6) o al território tribal que llevaba este nombre y que estaba situado al oeste del lago de Genesaret (Mt 4, 13.15). LThK VII, 788. v étp o ç, OVÇ, TÓ nephos nube*

Heb 12, 1, en sentido figurado, para referirse a una grande y apinada multitud (cf. Ho­ mero, II 4, 274; Diodoro Sículo III, 29, 2); «puesto que tenemos tan gran nube de testigos en derredor nuestro». ThWNT IV, 904s. VEtpQÓç, o í), Ó nephros rinón*

Ap 2, 23 en la expresión bíblica que habla de que Dios escudrina (o examina) «los rifiones y los corazones», es decir, conoce lo más íntimo del hombre (cf. LXX Sal 7,10; Jer 11, 20; 17, 10; 20, 12). ThWNT IV, 912s; RGG rV, 1474. VEfOXÓQOÇ, OD, ó neõkoros custodio del templo*

En Hech 19, 35 el secretario de la ciudad de Efeso comienza su discurso diciendo que Efeso «custodia el templo de la gran Artemisa».

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VEOJJCOQOÇ - VflJIlOÇ

Este título de la ciudad se halla atestiguado también en CIG 2966 y 2972. Bauer, Wõrterbuch, í.v. VEtrtTEQlJíÓç, 3 neoterikos juvenil, rela­ cionado con la juventud* 2 Tim 2, 22, referido a Ias èia-dnixíai; «jHuye de Ias pasiones juvenüesl». VTi nê sí, de verdad* La partícula de enccirecimiento se construye con acusativo de cosa o de persona. En el NT aparece únicamente en 1 Cor 15, 31: «De verdad, por el orgullo que siento de vosotros».

vií|'d'0) nêthõ hilar* En Mt 6, 28 par. Lc 12, 27 dícese de los «lirios dei campo», que «no hilan» y, sin embar­ go, están vestidos esplendorosamente. Schulz, Q, 149-157. VHJUá^to nêpiazõ ser como un nino, ser inocente* 1 Cor 14, 20: «jNo seáis como ninos en vuestra manera de pensar (xatç tpQEOÍv), sino sed inocentes en cuanto a la mabcia (xf) >caxíg vT|má^ETe)!» ^ vr|Juoç.

VTjJtioç, 3 nepios infantil, inocente, menor de edad* B ib l.: G. Bertram, vijjtioç xrX,., en ThWNT IV, 913-925; W. Gnindmann, D ie vr|moi m d e r urchristl. P a rã n ese: NTS 5 (1958-1959) 188-205; J. Dupont, h e s «sim ples» (petâyim) dans la B ible e t à Qum rân. A p ro p o s des vr|Jtloi de M t I I , 25; L c 10, 21, t n Studi su lV O riente e la B ib b ia o fferti a P. G. Rinaldi, Gêno­ va 1967, 329-336; Dupont, B é a titu d e s II, 149-151, 181-197; S. Légasse, Jésu s e t 1’enfant, Paris 1969 (r.v. en el índice analítico); para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1186s

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gelios, el adjetivo -además de encontrarse en Mt 11, 25 par. Lc 10, 21—aparece tan sólo en Mt 21, 16 (cita dei Sal 8, 3 LXX). Además de 1 Tes 2, 7, Ias cartas paulinas autênticas contienen 9 testimonios dei término, cinco de ellos en el pasaje de 1 Cor 13, 11 (los restan­ tes: Rom 2, 20; 1 Cor 3, 1; Gál 4, 1.3). Otros testimonios son Ef 4, 14; Heb 5, 13. El adjeti­ vo designa al nino en su tiema y temprana edad, al nino pequeno; el término se emplea en sentido propio (->^ 2) y en sentido figurado (-> 3). 2. En sentido propio vf|jtioç designa al ni­ no, pero lo liace únicamente para ilustrar una situación o un comportamiento. En general, el punto de vista es negativo. En Gál 4, 1.3 Pablo compara a la humanidad antes de Cristo y sin Cristo -por cuanto se hallaba bajo el do­ mínio de la ley y de los «poderes»- con un ni­ no, que se encuentra bajo tutela. En los pasajes de 1 Cor 3, 1; Ef 4, 14; Heb 5, 13, vf|moç se usa como imagen dei cristiano que es toda­ via inmaduro en su fe y en su conducta: el ni­ no pequeno se alimenta todavia de leche o es muy susceptible de recibir influencias. La imagen de la inmadurez espiritual dei vqmoç en comparación con el adulto (àvf|Q), se la aplica 1 Cor 13, 11 al nivel «inferior» de la existência actual dei cristiano en comparación con su perfección cuando llegue el ésjaton (vv. 10.12). Por otro lado, en Mt 21, 15s se atribuye a los ninos un papel positivo (cf. vqmá^co): los ninos, que aclaman a Jesús como el Mesías y a quienes se aplica lo que dice el Sal 8, 3 LXX, encarnan la fe clarividente de los no instruídos, frente a la incredulidad de los diri­ gentes religiosos dei judaísmo.

3. Empleado en sentido figurado y metafó­ rico, el adjetivo no se refiere directamente a lo de ser nino, sino que significa ser ignoran­ te. Este matiz tiene sus raíces en la LXX 1. Prescindiendo de 1 Tes 2, 7 y 2 Tim 2, (Prov 1, 32; Sal 18, 8; 114, 6; 118, 130 LXX), pero en el NT no tiene un sello tan marcada24, donde vf|jtioç compite con ->■ fíjtioç en mente «pietista» como en el AT. Y, así, Pablo cuanto a la tradición textual, vemos que vqen Rom 2, 20 refiere lo presuntuoso que es un 3UOÇ aparece 14 veces en el NT. En los evan-

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v iíju o ç - VTiateijQ)

judaísmo que desearía instruir a quienes no conocen la verdadera sabiduría. En su «cla­ mor de júbilo», en Mt 11, 25s par. Lc 10, 21, Jesús alaba la revelación que se hace dei mis­ tério de la salvación a quienes en aquel mo­ mento constituyen la «pequena grey» (-» piXQÓç 3) de sus discípulos. Esta grey no tiene diplomas «acadêmicos», en contraste con los que son conocedores de la ley. En los vijinoi se reconocen los cristianos, cuando están pro­ fundamente convencidos de que todo saber humano es vano en comparación con la salva­ ción que se ofrece en Jesucristo, y en compa­ ración con el poder de la EÜôoxía divina, la cual -con excepción de la fe - no exige a la persona ninguna condición previa para comunicarle la autêntica sabiduría (cf. 1 Cor 1, 17-2, 16: Mt 13, 11-17 par.). S. Légasse

v l^ a tE ia , a ç ,

nesteia ayuno

vqaTEÚo). VtjoTEtJfi) nèsteuõ ayunar*

vTjaxEÍa, aç, f| nesteia ayuno* B ib l.: R. Arbesmann, en RAC VII, 447-493; F. Bammel-F. Schmidt-Clausing, en RGG II, 881-885; J. Behni, vfiariç k x X., en ThWNT IV, 925-935; F G. Cremer, D ie F a sten a n sa g e J e s u (BBB 23), Bonn 1965; J. Gamberoni, en DTB 122-126; H. Mantel-St. G. Hall-J. H. Crehan, F a sten (n-III), en TRE XI, 4559; B. Reicke, D ie F a sten fra g e n a ch Luk. 5, 33-39: ThZ 30 (1974) 321-328; W. C. Robinson, en BHH I, 465s; F S. Rothenberg-L. Coenen, en DTNT I, 152154; K. Th. Schâfer, «..M nd dann w erden sie fa s te n an je n e m Tage» (M k 2, 2 0 un d Par.), en F S W ikenhauser, 124-147; M. Waibel, D ie A u seinandersetzung m it d er F asten- u n d S a bbatpraxis Jesu in urchristl. G em einden, en Z u r G eschichte des U rchristentum s (QD 87), Freiburg i. Br. 1979, 63-80; J. F. Wimmer, T he M eaning an d M o tiva tio n o f F a stin g according to the Syn o p tic G ospels (tesis Gregoriana), Roma 1979; para

más bibliografia, cf. ThWNT X, 1187.

N u p E Í Nêrei Nerí Forma alternativa de ->■ N t^qÍ.

Nl|QEÍ)g, éo)Ç Nêreus Nereo* En Rom 16, 15 Pablo envia salüdos «a Ne­ reo y a su hermana».

N tjQ Í Nèri Nerí* Nombre de persona, indeclinable, en la ge­ nealogia de Jesús en Lc 3, 27.

VT|OlOV, OD, TÓ nêsion islote, isla peque­

na* Diminutivo de ^ vr|aoç; dícese en Hech 27, 16 de la isla ^ K aüôa.

nêsos isla* En Hech 27, 26 dícese de una isla de la que no se menciona su nombre; en 13, 6, de Chi­ pre; en 28, 1, de Malta (también en 28, 7.9. 11); en Ap 1, 9, de Patmos. Ap 6, 14 y 16, 20 predicen que, al fin de los tiempos, habrá islas (y montanas) que sean removidas de su sitio.

v fja o ç , OD,

1. a) En el NT el verbo aparece 20 veces, y por cierto sólo en los evangelios sinópticos (Mt 4, 2; 6, 16 [bis].17.18; 9, 14 [bis].15; Mc 2, 18 [ter].19 [bis].20; Lc 5, 33.34.35; 18, 2) y en Hechos (13, 2.3). El sustantivo aparece en 5 pasajes (tres testimonios en la doble obra de Lucas: Lc 2, 37; Hech 14, 23; 27, 9; dos testi­ monios en Pablo: 2 Cor 6, 5; 11, 27). b) En el NT el verbo y el sustantivo significan casi siempre ayunar o el ayuno en senti­ do específicamente religioso (ritual o ascéti­ co). Lo único que habrá que preguntarse es si Pablo, con la expresión ev vTjaxEÍaiç en 2 Cor 6, 5 y 11, 27 (en este último caso con la adición de JtoX,Àáxiç, «frecuentemente»), se refiere a un ayuno practicado frecuentemente por él por motivos religiosos y ascéticos, o a casos en los que padeció hambre por Ias pre­ cárias situaciones en que se encontraba. En favor de esta última hipótesis podna hablar la expresión «en hambre y sed» (11, 27), y tam­ bién la circunstancia de que la frase aparezca en ambos casos en un catálogo de tribulaciones, es decir, en una lista de sufrimientos y privaciones, «que sobrevienen al apóstol, y que él no puede eludir sino que tiene sencilla-

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vT)a Te TJc>

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en paralelo con la «oraciôn» (Lc 2, 37; 5, 33; Hech 13, 3; 14, 23; cf. también Ias variantes textuales en Mc 9, 29 par. Mt 17, 21; 1 Cor 7, 5; Hech 10, 30). Ambas cosas, la oraciôn y el ayuno, son signos de la adoración de Dios (cf. X argenonoa en Lc 2, 37, X.eitouqyo^''"'^™''' en Hech 13, 2). La idea de que la eficacia de la oraciôn se refuerza por medio dei ayuno, se encuentra ya en el AT (Jer 14, lls ; Neh 1, 4 y passim). Para el judio (especialmente para el fariseo) el ayuno, juntamente con la oraciôn y la limosna, se contaba entre Ias obras de piedad más meritórias (cf., sobre la tríada, Mt 6, 2ss.5s.l6ss [obsérvese la palabra clave ôtxaiooTJVT) en 6, 1]; también Lc 18, 9-14 [el fariseo, en la oraciôn que hace en el templo, senala que él ayuna dos veces por semana y que paga el diezmo]). Por su intenciôn origi­ nal, el ayuno tenía esenciahnente el carácter 2. El NT refleja clararaente la práctica ju ­ de expiaciôn viçaria, y era -para Ias personas dia y paleocristiana dei ayuno en cuanto a sus piadosas- expresiôn de penitencia y pesar por formas y motivos. la apostasia dei pueblo que se alejaba dei pac­ to con Dios (cf. la equiparación entre «ayua) En el judaísmo, el ayuno estaba sólo nar» y «estar de luto» en Mt 9, 15). preceptuado por la ley en el Día de la Reconciliaciôn (cf. Lev 16, 29ss; 23, 27-32; Núm 3. La actitud de Jesús y de la Iglesia primi­ 29, 7); a este ayuno, obligatorio para todos, tiva con respecto al ayuno, la vemos princi­ hace referencia Hech 27, 9 («pues hasta el palmente por Mc 2, 18-22 (par. Mt 9, 14-17 / ayuno había pasado ya»). Existia, además, el Lc 5, 33-39) y Mt 6, 16-18. ayuno voluntário practicado por algunas personas y grupos. También este ayuno se ena) Parece que el litigio de Mc 2, 18-22 pasó cuentra atestiguado en el NT (donde, además, por una larga historia de la tradición; así lo senase menciona casi siempre la duración o el mo­ lan Ias numerosas incongruências, duplicaciones y otras cosas por el estilo que hay en el actual tivo dei mismo): Jesús ay una durante 40 dias texto de Marcos (cf., por ejemplo, la doble menen el desierto (Mt 4, 2 par. Lc 4, 2; a diferen­ ción de los adversários en el v. IS.a.b, donde los cia de Mc 1, 13); la profetisa Ana ayuna «día discípulos de Juan -mencionados en ambas oca­ y noche» (Lc 2, 37); los fariseos y los discí­ siones en primer lugar- son situados en el primer pulos de Juan ayunan habitualmente (Mc 2, caso al lado de los «fariseos», y en el segundo ca­ so al lado de los «discípulos de los fariseos»; la 18: f|0av vqaTEÚovTEç; Lc 18, 2: «dos veces yuxtaposición de Ias diferentes indicaciones de por semana»); los cinco profetas y maestros tiempo Èv ffl [mientras»] y ooov xQÓvov [duran­ de la comunidad antioquena ayunan, al enviar te todo el tiempo que], en el v. 19a.b; la discre­ a Bemabé y a Pablo como misioneros (Hech pância entre Ias expresiones «vendrán dias» 13, 2s); Pablo y Bemabé ayunan al designar [iplural!] y «en aquel día» [jsingular!] en el v. 20, presbíteros (Hech 14, 23). y la adición de Ias dos sentencias metafóricas -que, según la crítica de Ias formas y por su mis­ b) La motivación religiosa dei ayuno se mo contenido no encajan en un litigio- acerca dei expresa de manera especial cuando el término remiendo y dei vino nuevo, vv. 21s). Podemos re­ «ayuno» aparece junto a otros términos reli­ construir quizás de la siguiente manera el proceso de trasmisión de la perícopa: giosos. Casi siempre el «ayuno» se encuentra

mente que ‘soportar’» (J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narrenrede», Kôln-Bonn 1978, 263). c) En todas partes se hace referencia a un ayuno/isico (expresiones sinônimas: «no co­ mer» [Lc 4, 2; cf. en el lugar paraleo Mt 4, 2 vrjoxeijaaç]; «hambre y sed» [2 Cor 11, 27 junto a «ayuno»]; antônimo: «comer y beber» [Lc 5, 33; los paralelos Mc 2, 19; Mt 9, 14 ofrecen la expresiôn «no ayunat-»Y). En ningún lugar se puede demostrar claramente que se comprenda el «ayuno» en sentido metafóri­ co y figurado (pero cf. Schâfer, 140s; Gamberoni, 379; en opiniôn de estos especialistas, en la sentencia de Jesus de Mc 2, 20, y por la imagen dei esposo, es obvio que al verbo le corresponde el sentido figurado de sufrir privaciones desconsoladamente).

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VTlOTEtKü

El litígio original, que se remonta a Jesús mismo, en el cual se trataba evidentemente dei ayuno de los discípulos de Juan (todavia no dei ayuno de los discípulos de los fariseos) o de que los discí­ pulos de Jesús no ayunaban, contenía probablemente la sola notícia de que hubo personas que se llegaron a Jesús y le formularon una pregunta (v. 18b; la observaclón que sirve de marco, en el v. 18a, fue creada probablemente de manera redaccional por Marcos), así como -en forma de respuesta dada por Jesús- la sentencia metafórica (en forma de pregunta retórica) acerca de los invitados a la boda que no pueden ayunar, mientras se encuentre con ellos el esposo (v. 19a). Los dis­ cípulos de Juan entendían esenciabnente su ayuno como «una preparación para el Mesías y su reino» (P. Gâchter, Matthüusevangelium I, 1963, 296). Con la imagen de la boda, que ya en el judaís­ mo servia para presentar intuitívamente la idea de la salvación mesiánico-escatológica (los testimonios pueden verse en Billerbeck I, 517s), Jesús hace ver claramente que, por este motivo, semejante ayuno no pueden practicarlo (ya) sus discí­ pulos, porque el tiempo de la salvación ha comenzado ya (en él) y existe, por tanto, una nueva situación. Como Ias dos sentencias metafóricas, en los vv. 21s, se ocupan también de la relación «viejo-nuevo», podrían haberse anadido ya al lití­ gio en ese nivel más antiguo (ahora bien, según J. G. Gnilka, El Evangelio según San Marcos, sub loco, la adición [que rompe el paralelfsmo] «sino vino nuevo en odres nuevos» [v. 22] es una adi­ ción posterior [efectuada en el segundo nivel], y la interpolación «lo nuevo de lo viejo», en el v. 21, es una interpretación dada por el evangelista, a fin de hacer resaltar así la idea de la «nueva doctrina» [1, 27]). En el segundo nivel de la tradición no sólo se llegó a la introducción adicional de los discípulos de los fariseos, en el v. 18b, sino también a la ampliación de la pregunta retórica dei v. 19a me­ diante el enunciado de los vv. 19b.20: «Durante todo el tiempo que el esposo está con ellos, no pueden ayunar; pero vendrán dias en que el espo­ so les será quitado, y entonces ayunarán». Por medio de este enunciado, que tiene una clara orientación cristológica (cf. la doble referencia al «esposo»), se desplaza el sentido de la perícopa; no se trata ya (como en la tradición más antígua) de una fundamentación teológico-escatológica dei hecho de que los discípulos de Jesús no puedan ya ayunar, porque ha comenzado el tiempo de la salvación; sino que ahora la situación de la Iglesia después de la muerte de Jesús se contrasta con el tiempo en que Jesús se hallaba aún en la

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tierra, y la perícopa trata de explicar la (nueva) práctica que los cristianos tienen de ayunar -a ellos se hace referencia al hablarse de los discí­ pulos de Jesús—, en el contexto de la «cristología de la cruz y de la muerte», dei cristianismo pri­ mitivo (Waibel, 79). Se trata así de justificar la nueva práctica cristiana de ayunar, en contraste con la dei judaísmo (como representantes dei cual aparecen ahora los discípulos de los fariseos jun­ tamente con los discípulos de Juan) que poseía una motívación esencialmente diferente. En la última etapa de la tradición se amplió el enunciado dei v. 20 mediante la adición de «en aquel día». Ahora no se trata ya de una justificación general de la práctica dei ayuno en el cris­ tianismo primitivo y de su genuina motívación cristiana, sino de una justificación especial de los tiempos de ayuno: con «aquel día» podría entenderse concretamente el día de la muerte de Jesús (viernes); por tanto, la perícopa defendería el ayuno practicado en viemes por el cristianismo primitivo (cf. su testimonio en Did 8, 1), frente a la práctica judia y farisaica de ayunar los lunes y los jueves. El que la Iglesia primitiva utilizara esta pe­ rícopa para fundamentar y justificar su prácti­ ca dei ayuno, no significa una falsificación dei mensaje original de Jesús. Como se ha vis­ to, Jesús -evidentemente- no rechazó de ma­ nera general el ayuno (cf. Reicke, 325), sino que únicamente declaro sobrepasado el ayuno que se entendia a sí mismo como una obra de penitencia y arrepentimiento y que servia para preparar la salvación, tal como lo practicaban (habitualmente) los discípulos de Juan. b) Los enunciados acerca dei ayuno en Mt 6, 16-18 (que pueden considerarse, al menos en esencia, como palabra autêntica dei Senor) pueden entenderse también de esta misma manera. En este pasaje, Jesús no rechaza el ayuno como tal, sino que —lejos de eso- le atribuye (lo mismo que a la oración y a la limosna) un alto valor religioso. Pero, eso sí, se opone a la manera «hipócrita» de ayunar, en la cual lo único que interesa es que a uno le vean y le alaben por ayunar (cf. v. 16a). Fren­ te a ello, Jesús pone de relieve aquel ayuno en que el hombre se vuelve enteramente hacia Dios (como debe hacerlo todo genuino acto de piedad [cf. Schnackenburg, Mensaje I,

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VT|0TED(O - V ixacü

248s]). Por eso, el ayuno ha de practicarse «en lo escondido» (v. 18: èv xcp jcQucpaíü)) y debe estar marcado por el «gozo festivo» que «está en consonância con el motivo de Ias bodas que sorprendentemente se pone de relieve en el diálogo acerca dei ayuno» (Reicke, 325). J. Zmijewski v íja T iç, lo ç ( lô o ç ) [ó (i^)] nêstis en ayu-

nas, hambriento* El adjetivo aparece en Mc 8, 3 par. Mt 15, 32: Jesus no quiere despedir hambrienta a la gente (acusativo plural: vqaxeiç), es decir, sin haberles dado de comer. BlaB-Debrunner § 47, 3; ThWNT IV, 925-935. VHipá^lOÇ, 3 nêphalios sobrio, m odera­ do* El Textus Receptus ofrece el vocablo en su forma tardia vqcpáksoç. En el NT, el adjetivo aparece únicamente en Ias Pastorales: en 1 Tim 3, 2 en lo que se exige al obispo; en 3, 11 en lo qne se exige a Ias mujeres de los diáconos (cf. también 3, 8); en Tit 2, 2 en Ias recomendaciones que se dan para los ancianos (cf. 2, 3 con respecto a Ias mujeres). El uso abso­ luto dei adjetivo se refiere en estos pasajes a la moderación en el consumo de vino. ThWNT IV, 938-940. vrjtpfo nêphõ ser sobrio*

En el NT el verbo aparece únicamente en sentido figurado, y siempre en exhortaciones. Junto a YQtlYOQÉO) en 1 Tes 5, 6 y 1 Pe 5, 8; junto a ouKpçovÉcü en 1 Pe 4, 7; vf|q)a), en el sentido de vivir con sobriedad, se halla tam­ bién en 1 Tes 5, 8; 1 Pe 1,13. Dícese en 2 Tim 4, 5: ot) ôè vfjq)e èv jtãoiv, «jpero tú muéstrate sobrio (es decir, juicioso) en todas Ias cosas!». ThWNT IV, 935-938; E. Lõvestam: StTh 12 (1958) 80-109. N íy c Q N iger Niger (Negro)*

Nombre de persona (latinismo). Según Hech 13, 1, sobrenombre dei cristiano Si-

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meón (-♦ Snperóv) en Antioquia, a quien se menciona inmediatamente después de Bernabé. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), 378 con la nota 4. N ix á v w g , OQOÇ Nikanõr Nicanor* Nombre de persona, bastante frecuente en griego (Tucidides, 1, 2 y 4 Macabeos, Carta de Aristeas, Josefo; CIJ 1256; frecuente tam­ bién en la literatura rabinica). En Hech 6, 5, nombre de uno de los siete en torno al helenista Esteban. v iz á f o nikao vencer* vÍHT], T|ç, f| nikê victoria* 1. Aparición en el NT - 2. Testimonios no joánicos - 3. Evangelio de Juan y Carta primera de Juan - 4. ApocaUpsis B ib l : O. Bauemfeind, vixáo) xxX,., en ThWNT IV, 941-945; W. Günther, en DTNT D, 461s; F. Hahn, D ie Sendschreiben d e r Johannesapokalypse, en F S K uhn, 357-394, sobre todo 382-386; T. Holtz, D ie C hristolog ie d e r A p k des Johannes (TU 85), Berlin ^1971, sobre todo 36-39; A. Polag, D ie C hristologie der L ogienquelle (WMANT 45), Neukirchen-Vluyn 1977, 42s; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1187s.

1. Prescindiendo de 17 testimonios de vixácú en el Apocalipsis y 6 en la Carta prime­ ra de Juan, el verbo aparece únicamente en Lc 11, 22; Rom 3, 4; 12, 21 (bis) y Jn 16, 33; el sustantivo se halla tan sólo en 1 Jn 5, 4. 2. Lc 11,21s ofrece la parábola dei hombre fuerte que es vencido por otro más fuerte, se­ gún la forma que tenía en la tradición de Q. El empleo de viuáto está condicionado por la parábola. La cita de la LXX en Rom 3, 4 se refiere a la victoria en un pleito. Pablo recoge en el contexto el verbo ÔLxaionoilai (v. 5), pero lo importante para él es el enunciado de que Dios vence a sus adversários en un pleito jurídico. La instrucción sintetizadora que se formula en Rom 12, 21 tiene carácter estereo­ tipado, cf. TestBen 4, 2s; también Pseudo-Focílides 80 nos hace sospechar que VLxáct) se emplea de manera ya fija por el uso (cf. P. W.

407 van der Horst, The Sentences o f PseudoPhocylides, Leiden 1978, 168s). La lucha es­ piritual, aqui representada (cf. TestGad 5, 4), se lleva a cabo efectivamente. La situación de los interpelados y el uso dei neutro tò xaxóv sugieren un acento escatológico. 3. Jn 16, 33 sintetiza el resultado dei proceso por el cual Jesus demostro ser superior al mundo. Jn 16, 11 dice lo mismo refiriéndose a la victoria sobre el «príncipe de este mundo», y en 12, 31s nos hace ver que tal «victoria» tiene lugar por medio de la «exaltación» en la cruz. En la Carta primera de Juan vixácú (y víxi]) se aplican a los creyentes. 1 Jn 5, 4s tiene un sentido muy expresivo y global: Todo el que es nacido de Dios, vence al cosmos; y esta victoria es la fe dirigida a Jesus y que le confiesa como el Hijo de Dios. El hecho de haber nacido de Dios se manifiesta en la fe, la cual tiene sólo su base en la realidad y es única­ mente verdadera, cuando confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Con esta fe el creyente participa en la realidad de Jesús, y ha venci­ do, por tanto, al mundo como poder sobre su vida. VLxáco en 1 Jn 4, 4 se refieré a la victo­ ria de los que son de Dios, y a la derrota de los falsos maestros; 2, 13s se dirige al grupo de los jóvenes, con la afirmación de que ellos han vencido al maligno. El v. 14 introduce una variación con respecto al v. 13; el contex­ to hace ver que el volverse hacia el hermano y el apartarse dei mundo y de sus peligros (v. 16) son una senal de esta victoria. 4. En Ap 11, 7; 13, 7; 17, 14 se piensa en vencer en la batalla, o esta idea se halla en el fondo de todo, como lo demuestra la aparición de la raiz iio7.e[í - en el contexto. Una consecuencia directa de la guerra es la victo­ ria -inicialmente sólo la de la bestia en 11,7 y en 13, 7 - pero, en cambio, en 17, 14 se menciona conscientemente sólo la guerra que hacen los diez reyes, y en relación con ella la victoria dei Cordero. El himno de 12, lOs in­ terpreta la caída dei dragón en la lucha con los ángeles como la victoria de los miembros

408 de la comunidad, pero se refiere a un proceso jurídico, como lo demuestra el uso de xaxf|y(OQ / xaTT)YmQEiv en el v. 10. En 15, 2 (los glorificados que han triunfado sobre [èx] la bestia...) nos acercamos mucho al uso absolu­ to dei participio sustantivado ó vlxcüv para designar al vencedor. El uso absoluto se encuentra en Ias senten­ cias sobre los vencedores en Ias cartas dirigi­ das a Ias iglesias (2, 7.11.17.26; 3, 5.12.21), así como en 21, 7. Por lo demás, el uso abso­ luto de VLxácü no vuelve a aparecer sino en 3, 21; 5, 5, donde se habla de Cristo, y en 6, 2 (bis), donde se habla dei arquero que cabalga en un caballo blanco y que representa la vio­ lência irresistible y victoriosa en la guerra. El uso absoluto de vixáü) no surgió por una abreviación dei enunciado más pleno. No es convincente el intento de interpretar todos los pasajes desde el horizonte de la teologia dei sufrimiento (Hahn). Tampoco se deduce tal cosa dei uso judeo(-apocalíptico) dei término (en Hen [et] 46, 3 se refiere al Hijo dei hombre; en 50, 2, a los justos; en ambos casos en un litígio; en 4 Esd 7, 115.127, a los justos, primeramente en un litígio, luego en la lucha; según IQM 4, 13, al regreso dei combate, en los estandartes está escrito [entre otras cosas] nsh T [«victoria de Dios»]. En Ap 5, 5 se piensa en el combate (cf. 17, 14). Dado que en 3, 21 se establece un paralelo entre la vic­ toria de Cristo y la victoria de los que reciben la promesa, vemos que ó vixmv no puede referirse primariamente al vencedor en el pleito. Claro que 4 Esd 7 , 115.127s y Ap 12, 7-11 demuestran la gran afinidad que existe entre la idea de la lucha y la de un proceso judicial. El uso absoluto de vixáco designa la prueba escatológica, por medio de la cual se alcanza la participación en la salvación y la exaltación. En el fondo de todo se encuentra la imagen dei mundo como escenario de la lucha entablada entre el anti-dios y Dios: un escenacio en el que Ias personas que actúan en la histo­ ria pueden sucumbir ante el anti-dios o vencerle. T. Holtz

vixeo) - vixoç

409

viJtéco nikeo vencer

Forma alternativa de ->■ vixám. BlaB-Debrunner § 90.

v íx tj, i]Ç,

nike victoria

->■ vtxáo). Nl>tÓôl]HOÇ, OV Nikodêmos Nicodemo* Nombre de un fariseo y «principal entre los judios» (Jn 3, 1), que visito de noche a Jesus para conversar con él (3, 4.9); 7, 50 y 19, 39 remiten a esta conversación nocturna. Según 19, 39, Nicodemo trajo «una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras», para dar se­ pultura a Jesús. Sobre Jn 3 cf. J. Becker, en FS Friedrich, 85-96; G. Gaeta, 77 dialogo con Nicodemo, Brescia 1974; H. Zimmermann: Catholica 30 (1976) 81-93. NlHOÀ/aÍTtlç, OD, Ó NikolaitSs nicolaíta* En plural, denominación de los seguidores de un tal Nicolás, de quien nada más se sabe, y en quien se piensa en Ap 2, 6.15 como fun­ dador de la secta. Como el nombre de Nicolás era bastante corriente, creemos que este personaje no tiene nada que ver con el Nixókaoç que se menciona en Hech 6, 5 (en con­ tra de Th. Zahn, Apostelgeschichte [KNT], sobre 6, 5). Posiblemente la autodenominación de la secta (para demostrar su origen «apostólico») pretendia relacionarse con el famoso helenista «Nicolás», sin que hubiera sido fundada realmente por él (Brox). N. Brox: VigChr 19 (1965) 23-30; M. Goguel: RHR 115 (1937) 5-36; R. Heiligenthal, Wer waren die «Nikolaiten» ? Ein Beitrag zur Theologiegeschichte des frühen Christentums: ZNW 82 (1991) 133-137.

NixóXaoç, ou Nikolaos Nicolás* Nombre de un prosélito antioqueno que pertenecia al grupo de los siete que trabajaban en tomo al helenista Esteban, Hech 6, 5; NLXOÂ,aÍTTiç.

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N ixón;oX iç, EWÇ Nikopolis Nicópolis* Entre Ias numerosas ciudades de este nom­ bre, en Tit 3,12 (y en la subscriptio de la Car­ ta primera a Timoteo) se piensa probablemente en Nicópolis en Epiro (Pauly, Lexikon IV, 124s: Nicópolis era, desde los tiempos de Nerón, capital de la nueva provincia de Epiro): «...procura venir en seguida a mi encuentro en Nicópolis, pues he decidido pasar alli el inviemo». Dibelius-Conzelmann, Pastoralbriefe (HNT), 114-116. VÍXOÇ, OVÇ, TÓ nikos victoria* 1. Aparición en el NT - 2. 1 Cor 15, 54.55.57 - 3. Mt 12, 20. B ibl.: O. Bauemfeind, vixáo) ktX.., en ThWNT IV, 941-945; G. Bomkamra-G. Barth-H. J. Held, Ü berlie fe ru n g u n d A u sle g u n g im M a tth ã u s-E v a n g eliu m

(WMANT 1), Neuldrchen-Vluyn M970, 128-143; R. H. Guridry, T he Use o f th e O T in St. M a tth e w ’s G ospel (NovTS 18), Leiden 1967, 110-116; R. A. Kraft, EIS NIKOS = p e rm a n e n tly /s u c c e ssfu lly : 1 C o r 15, 54, M a tt 12, 20, en Id. (ed.), S e p m a g in ta l L exicography (Septuagint and Cognate Studies 1), Missoula 1972, 153-156; W. Rothfuchs, D ie E r fü llu n g sz ita te des M atthãus-E vangelium (BWANT V/8), Stuttgart 1969, 72-77; K. Stendahl, The Sch o o l o fS t. M atthew (ASNU 20), Uppsala 1954,107-115; G. Strecker, D e r Weg d e r G erechtigkeit (FRLANT 82), Gõttingen ^1971, 67-70.

1. Los cuatro testimonios de vXxoç se concentran en dos pasajes: Mt 12, 20 y 1 Cor 15, 54.55.57. En ambos lugares, el término está tomado evidentemente de la tradición dei AT, y por cierto en la forma de e Í ç vixoç. El tér­ mino no tiene significado independiente en el lenguaje dei NT. 2. La cita que se halla en 1 Cor 15, 54s combina Is 25, 8 con Os 13, 14. El texto de Is 25, 8 corresponde a la versión de Teodoción (eiç vixoç aparece también en Aquila); de ahí podría proceder la sustitución de ôíxt) por vlxoç en Os 13, 14. Ahora bien, la cita com­ binada existia ya probablemente en esta for­ ma, antes de ser tomada por Pablo. La breve acción de gracias en 1 Cor 15, 57, que presenta —aplicándolo—el pensamiento anterior, recoge otra vez el término víxoç. La repetida

411

■Vixoç - VOECO

inclusión de la palabra muestra que ésta se entendió en el significado de victoria, triunfo total (aunque en Is 25, 8 Teod. Aq., e Lç v íx o ç podría significar «definitivamente», como en la LXX, en consonância con el hebreo lã-nesafi, cf. Kraft; pero cf. también G. B. Caird, en ibid., 136). La cita proclama, al final de los enunciados paulinos acerca de la realidad de la resurrección, la victoria escatológica sobre la muerte (cf. 1 Cor 15, 26), y la acción final de gracias proclama la victoria sobre el poder escatológicamente amenazador de la muerte, una victoria que es don actual de Dios por medio de Cristo (cf. Rom 8, 37). 3. En Mt 12, 20 vTxoç aparece como parte de una cita de Is 42, 1-4, aunque no tiene una fuente directa en ninguna forma de trasmisión dei texto dei AT. Evidentemente, en Mt 12, 20c se han comprimido Is 42, 3b y 4a (Strecker). Mateo podría haber tomado ya Ia cita en esta forma, como vemos no sólo por 12, 21, sino también por la circunstancia, en lo que respecta a vixoç, de que Mateo no emplea en ninguna otra parte vocablos de la raiz VIX-. La cita de reflexión desarrolla la acción salvífica de Jesús sintetizada en el sumario de Mt 12, 15s (par. Mc 3, 7-12). Mt 12, 20c men­ ciona el objetivo escatológico bacia el cual se dirige la misericordiosa liberación dei siervo. elç vtxoç significa también aqui «para victo­ ria / para validez ilimitada», pensándose entre otras cosas en el aspecto de la duración. Ma­ teo, con la adición dei v. 21, orienta asimismo la esperanza de los gentiles bacia este objeti­ vo de imponer escatológicamente el derecbo, es decir, la justicia. T. Holtz N ived Í Nineui Nínive Forma indeclinable dei nombre, que apare­ ce en Lc 11,32 Textus Receptus para designar a la que fue en su tiempo capital dei Império Asirio; cf. BlaB-Debrunner § 39, 1. Lc 11, 32 enlaza con el relato bíblico de Jonás, según el cual los habitantes (paganos) de Nínive se mostraron dispuestos de buena gana a bacer penitencia (Jon 3, 5 LXX).

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NlVEVÍTtlÇ, OV, Ó Nineuitês ninivita, na­

tural de Nínive* Gentilicio para designar a los habitantes de Nínive (->■ Nivení) en el logion de Q que apa­ rece en Mt 12, 41 par. Lc 11, 32; «Los ninivitas se alzarán en el juicio contra esta generación», y avergonzarán a la generación actual, que es impenitente. También Lc 11, 30 (Jonás llegó a ser un signo Totç Niveuíxaiç) procede seguramente de la fuente Q. Schulz, Q, 250257. vi:JttT|0, fj^ o ç , ó niptêr palangana, lava-

manos* Según Jn 13, 5, Jesús echa «agua en la pa­ langana y comienza a lavar los pies de los discípulos (->- VLJtXOO)». vím tto niptõ lavar; en voz media, lavarse* Se trata de uno de los términos predilectos dei Evangelio de Juan (aparece 13 veces; ocho de ellas en el relato sobre el lavatorio de los pies y cinco en la curación dei ciego en Jn 9; en el resto dei NT el verbo aparece cuatro veces). El verbo se baila en voz activa en el relato en que Jesús lava los pies de sus discí­ pulos (Jn 13, 5.6.8a.b.l2.14a.b) y también en 1 Tim 5, 10 (la acción de lavar los pies como gesto de amor al prójimo). La voz media, la­ varse, aparece en Jn 9, 7a.b.lla.b.l5. El sig­ nificado de voz media, yo me lavo, con objeto de la acción verbal en acusativo, se encuentra en: Mt 6, 17 (la cara); Mc 7, 3 par. Mt 15, 2 (como acción ritual; Ias manos); Jn 13,10 (los pies). ThWNT IV, 945s; DTNT 1 ,166-168. v o é w noeõ conocer, comprender* 1. Aparición y significado - 2. Los escritos y la indicación de su finalidad - 3. La ética - 4. La falsa doctrina - 5. Empleo teológico- pneumatológico. B ibl.: J. Behm, voéo) xxA,., en ThWNT IV, 947-959; G. Bomkamm, G la u b e u n d V e m u n ft bei P a u lu s, en Bomkanun, A u fsã tze IL 119-137; Bultmann, Teologia, 265-267; Conzelmann, T heologie, 202-204; R. Jewett, P auTs A n thropological Terms, Leiden 1971, 358-390; para más bibliografia, cf. Th\WT X, 1188s.

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VOE(0 - VOT)|Xa

1. El verbo, que se refiere a la comprensión objetiva de una realidad, aparece 14 veces y es sinônimo de (âm-jYivcóaxcü y ouvítíiíi (3 testimonios en Marcos, 4 en Mateo con un du­ plicado, 2 en Efesios, y una vez en cada uno de los escritos siguientes: Ev. de Juan, Roma­ nos, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Hebreos; falta en la doble obra de Lucas; cf., además, vóqp,a, que aparece 6 veces en Pablo, y voõç, que se encuentra 24 veces en el NT, 14 de ellas en Pablo). Si voõç significa la facultad (el órgano) para entender objetivamente Ias reali­ dades (por tanto, no sólo la acción de pensar, sino también la de conocer), vemos que voém designa la correspondiente actividad, y vóqel resultado de la misma. Sin embargo, los limites no están claramente marcados. 2. En un uso sorprendente, voécú se refiere a la inteligência dei objetivo global de un es­ crito. Se dirige la palabra directamente a los destinatários y se les insta a que comprendan (no sólo a que piensen o reflexionen) la totalidad de un escrito (Mc 13, 14 par. Mt 24, 15). En contraste con ello, se habla de cómo los oyentes que aparecen en el relato, no entendían, Mc 7, 18 (par. Mt 15, 17); 8, 17 (par. Mt 16, 9.11). De igual manera, el lector de Ef 3, 4 debe seguir con el pensamiento y comprender la inteligência que el autor tuvo, y que aqui se expone, dei plan salvífico. En 2 Tim 2, 7 esta exhortación vuelve a marcar precisa­ mente la parte principal de la carta, 2, 8ss (cf. también 2 Tes 2, 2; Lc 24, 25; Ap 13, 18; 17, 9). Jn 12, 40 pudo senalar también ironica­ mente, por via de negación, la finalidad de to­ do el libro (->• 5). 3. En los pasajes que se refieren a la ética. Ias convicciones no se entienden nunca como una actitud moral básica. Rom 1, 20: Ias estructuras de orden de la realidad son eviden­ tes universalmente (es decir. Ias estructuras de la realidad se relacionan, como revelación de la creación, con Ias estructuras dei pensa­ miento y dei lenguaje), ya que pueden ser comprendidas racionalmente (participio de la voz pasiva). Ahora bien, su rechazo universal.

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igualmente manifiesto, tiene como consecuencia que el entendimiento humano llegue a ser permanentemente inútil y disfuncional (1, 28, cf. V. 21; pero no como convicciones reprobables o reprobadas). La renovación de la facultad de juzgar se efectúa de tal modo, que la reconciliación con Dios (Flp 4, 7) impreg­ na y controla la propia mente -incluidos sus diversos pensamientos—. Tan sólo después de la recepción literaria de Ef 3, 20 y de la trasformación de esta intercesión en doxologia, el componente inclusivo de Pablo se convierte en el componente más intensamente diferenciador de una superación dei entendimiento. 4. En la polêmica post-paulina contra los falsos maestros, en 1 Tim 1, 7, vemos que los falsos maestros no comprenden lo que dicen, y son considerados, por tanto, como personas «de mente trastomada» (1 Tim 6, 5; cf. 2 Tim 3, 8 ;T itl, 15;Col 2, 18). 5. En el enunciado sobre la pistis en Heb 11, 3, con su concepto de fe (= confianza, piedad) no específicamente cristiano sino ético, el conocimiento (como facultad cognitiva de semejante fe) está subordinado a la fe. En un vigoroso enunciado de tal dualismo epistemológico, Jn 12, 40 (en cita de Is 6, 10, pero con la inserción dei verbo, tomado de Mc 8, 17), que es una reflexión sobre toda la obra dei Jesús joánico, afirma que -de conformidad con la voluntad de D ios- tal obra no seria comprendida. W. Schenk v o r i n a , aTOÇ, t o noêma pensam iento, sentido; decisión* En el NT, el sustantivo aparece únicamente en Ias Cartas Paulinas: 2 Corintios (5 veces) y FiUpenses (4, 7), en todos los casos en plural o, al menos, con sentido plural (2 Cor 10, 5). Con excepción de Flp 4, 7, vemos que vóqpa se emplea siempre in sensu maio. Designa el resultado de la acción de pensar (voéo)). De los pensamientos humanos hablan 2 Cor 3, 14; 4, 4; 11, 3 y -sin valoración negativa- Flp

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voTi(j,a - vo(iixoç

7, 4. En 2 Cor 2, 11 se hace referencia a los malignos ardides / decisiones de Satanás (cf. Ef 6, 11; 1 Pe 5, 8). La imagen de 10, 5 alx[raXcoxL^ovTeç Jtãv v ó rp a eiç nJtaxof)v xoij Xgiaxot) debe interpretarse; El luchador Pablo toma cautivos todos los ardides huma­ nos contra Cristo, y los obliga a someterse. ThWNT IV, 958s. vó'0'OÇ, 3 nothos bastardo, ilegítimo* Se usa metaforicamente en Heb 12, 8, don­ de se dice que Ias personas que no experimentan en sí mismas la corrección divina, no pueden ser (según Prov 3, lls ) verdaderos hijos de Dios: «entonces sois hijos ilegítimos (vó■Ooi) y no hijos verdaderos».

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2. Con excepción de Hech 16, 13, donde un personaje positivo de la narración manifiesta una suposición correcta, vemos que vopíÇco designa siempre en Lucas una suposi­ ción equivocada, que en algunos ejemplos es criticada en discurso directo por el que está enfrente (Hech 8, 20; 17, 19; en Hech 7, 25 por el narrador que se sitúa frente a los he­ chos), y que, por lo demás, se narra como una suposición equivocada (Lc 2, 44; 3, 23 es una adición redaccional que se propone armonizar la línea genealógica de José con el nacimiento virginal de Jesús; Hech 14, 19; 16, 27; 21, 29). Todos los pasajes lucanos en que aparece el verbo son redaeeionales.

3. También los tres testimonios dei verbo que hay en Mateo son redaeeionales, ya que, a diferencia de todos los demás ejemplos dei v o firi, n ç , 1^ nome (lugar de) pasto; forraverbo en el NT, vopíÇto en Mateo se construje* ye con õxi, en vez de ir seguido por un infini­ Jn 10, 9: «y entrará y saldrá y hallará pas­ tivo con sujeto en acusativo. En Mt 5, 17 y 10, tos». 2 Tim 2, 17 en sentido figurado: La fal­ 34 hay un imperativo de sentido negativo (co­ sa doctrina «corroerá (vo[at)v e^ei) como tu­ mo vemos que sucede varias veces en los limor canceroso». bros segundo y cuarto de Macabeos), el cual introduce una oración de fiXdov y, de esta maVO^ÍÇo) nomizõ pensar, creer, suponer* nera, disipa un malentendido cristológico. 1. Aparición, significado y empleo - 2. Lucas/HeAhora bien, como sigue a continuación inmechos - 3. Mateo. diata la afirmación positiva de sentido inverso, 1. De los 15 testimonios que hay en el NT, vemos que la típica antítesis mateica podría ser un simple recurso retórico para reforzar el 9 correspondeu a Lucas (dos al Evangelio de sentido dei enunciado. A base de estos dos pa­ Lucas y siete a Hechos), 3 corresponden a sajes, el lector verá también claramente desde Mateo (sin contacto con Lucas); el verbo apa­ un principio que la opinión que se enuncia en rece, además, en 1 Cor 7, 26.36 (aqui en el Mt 20, 10 es una suposición equivocada. sentido positivo de tener una convicción fun­ W. Schenk dada, cf. vv. 25.37) y en 1 Tim 6, 5 (crítica contra los falsos maestros, que se imaginan cosas, cf. Hech 8, 20). Es sinônimo el verbo VO^lXÓÇ, 3 nomikos conform e a la ley, transitivo ôoxÉo). Los 15 testimonios de la concemiente a la ley; en sentido sustantiLXX apareceu únicamente en porciones deuvado: jurista, doctor de la ley* terocanónicas. Con excepción de lo que suce­ vop,oôiôáoxaÀ.oç, on, ó nomodidaskalos de en Mateo, al verbo le sigue ordinariamente doctor de la ley* un acusativo con infinitivo (o, como ocurre en B ib l : W. Gutbrod, vopixóç, en ThWNT IV, 1080s; Lc 3, 23 [en voz pasiva], un nominativo con K. H. Rengstorf, vopoôiôáaxaXoç, en ThWNT II, participio; en Hech 8, 20 el verbo va seguido 162: más bibliografia en Y0 “ Wr®x6Úç. únicamente por un infinitivo, y en 21, 29 el 1. En el NT, (ó) voptxóç aparece 9 veces, verbo va seguido sólo por un acusativo con 6 de ellas en Lucas; como adjetivo aparece oración de õxt).

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vojuxoç -voiioç

unicamente en Tit 3, 9. En el griego clásico vo[xiHÓç se encuentra únicamente como adje­ tivo, «lo que concieme a la ley / lo que co­ rresponde a la ley»; en el NT no aparece con este sentido sino en Tit 3, 9: [láxaç vofiLxáç, «disputas acerca de la ley». Más tarde, en griego, el adjetivo sustantivado ò vopixóç adquiere el sentido de «jurista / notaria»; en este sentido debe entenderse probablemente, en el NT, el pasaje de Tit 3, 13 (M. Dibelius, Pastoralbriefe‘^ [HNT], 114; Gutbrod 1081). En todos los demás pasajes dei NT, ó vopixóç significa el judio experto en la ley / doctor de la ley. Pero, en Lucas, los testimonios de vofuxóç o bien son con gran probabilidad redaccionales, 7, 30 (par. Mt 21, 31 ?); 11, 45s.52; 14, 3, ó bien se basan en una tradición que le fue trasmitida únicamente a Lucas, 10, 25 (sin embargo, en el paralelo de Mt 22, 35 leemos: elç e% auTCõv vopixóç [a saber, uno de los fariseos mencionados en el v. 34], a di­ ferencia de Mc 12, 28, en donde leemos; clç Tcõv YQOtM-EoitÉtov). No existe una clara distinción entre vopixóç, entendido en este sen­ tido específico, y ->• yQappateúç.

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v ó f u o ^ a , a t o ç , TÓ nomisma moneda*

Mt 22, 19a: «jMostradme la moneda dei tri­ buto (TÒ vópiO|ia TOü xf|voou)! Mc 12, 15, en el lugar paralelo, lee ^ ôtivÓqiov, lectura que recoge también Mt 22, 19b. v o ^ o ô iô á o x a X o ç , o n , ó nomodidaska-

los doctor de la ley ^ vopixóç. VOflO'9'EOÍa, a ç ,

nomothesia legislación, ley* En Rom 9, 4 en la enumeración de Ias pre­ rrogativas de los israelitas; õv... a i ôiaílfixai x a l ■q vopo'&eaía x a i q ^.axQEia. Aqui se piensa en el resultado de la legislación, es decir, en la Torá. ThWNT IV, 1082.

VOJIOÔETÉCO nomotheteõ legislar* En el NT el término aparece sólo 2 veces. Ias dos en voz pasiva y en la Carta a los Hebreos. En Heb 7, 11: «el pueblo había recibido la ley». En 8, 6: la mejor ôiaOqxq «estaba 2. vopoôiôáoxaX oç, que es un término asentada sobre mejores promesas». ThWNT IV, 1082s. desconocido en el griego profano, aparece so­ lo 3 veces en el NT: Lc 5, 17 (redaccional jun­ to a 3>aQiaaíoi); Hech 5, 34 para referirse a vo^ odÉ T U Ç , OD, ó nomothetês legisla­ Gamalilel I (-» rapaJtif|X; cf., además, H. dor* Hübner: KuD 19 [1973] 228s) y 1 Tim 1, 7 Dícese de Dios en Sant 4, 12: «Uno es (el) «para caracterizar a los falsos maestros de Legislador y Juez». ThWNT IV, 1082. orientación legalista, combatidos por el autor, pero en sentido irônico», porque «no saben siquiera lo que es el vópoç» (Rengstorf). vó^OÇ, o v , ó nomos ley H. Hübner 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos VO|ií^(OÇ nomimõs (adv.) según la ley, conforme a Ias regias* En el NT se encuentra únicamente la forma adverbial derivada dei adjetivo vóptpoç. En 2 Tim 2, 5 no significa: «de conformidad con la ley dei AT», sino según los regias (en el mar­ co de la imagen de la competición deportiva). En 1 Tim 1, 8 la decisión es más difícil; tal vez se piensa también en la Torá. ThWNT IV, 1081s.

a) En el griego clásico y en el griego helenístico - b) En la LXX - c) En el NT - 3. Uso sintáctico - 4. a) Je­ sus y los Sinópticos / Hechos - b) Pablo y la influen­ cia paulina - c) Juan. B ibl.: A. J. Bandstra, The L a w a n d the E lem ents o f lh e W orld, Kampen 1964; R. Banks, J e s u s a n d the L a w in the S yn o p tic T radition, Cambridge 1975; G. Barth, D a s G esetzesverstãndnis des E vangelisten M t, en G. Bomkamm-G. Barh-H. J. Held, Ü berlieferung un d A u sleg u n g im M t, Neukirehen-Vluyn ’1975, 54154; M. Barth, D ie S tellung des P a u lu s zu G esetz und O rdnung: EvTà 33 (1973) 496-526; K. Berger, D ie G esetzesauslegung J esu I. M k u n d P a rallelen, Neukir-

419

vofxoç

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1. En el NT VÓ[xoç aparece 195 veces. De ellas 118 se encuentran sólo en Pablo (Roma­ nos 74 veces, Gálatas 32, y el resto en 1 Colintios y Filipenses), en Mateo 8 veces, en los escritos de Lucas 27 (9 + 18), en Juan 15, en Efesios 1, en 1 Timoteo 2, en Hebreos 14 y en Santiago 10. Aunque en Marcos se discute so­ bre importantes cuestiones relativas a la ley, el término vóp,oç no aparece en este evangelio. 2. a) vó|xoç se deriva etimológicamente de vépco, «asignar». Así que vópoç significa origi­ nalmente lo «asignado». En Hesíodo, Op. 276ss, vó|toç es «el orden asignado a un grupo de seres vivos y que está en vigor entre ellos..., es decir, es un objetivo que está por encima de ellos» (Heinimann, 62). Por tanto, vópoç, en cuanto orden de vida, se entendia como los mores vigentes. La civilización griega, que se comprendía a sf misma a partir de la polis, pensaba que esa polis estaba asegurada en su respectivo vópoç, en la ley de la ciudad-estado, tanto más que se creia que todas Ias leyes recibian su esencia de una ley divina (Heráclito Frgm 114: ... lOxuçíÇeod-ai xqt)... vo­ ltei» jróXiç... TQBtpovTai yÒQ Jtávrsç ol àv& Q W JteiOL vópoL ÚJtò évòç toii ■0-eíou). Durante el siglo V a.C., con la formación de la democracia griega, el vó|toç se convirtió en la ley escrita de la polis-, claro que es probable que «aun el vó|toç escrito se considerara en la polis como expresión de la voluntad de la deidad que regia la ciudad» (Kleinknecht, 1018). Entonces el concepto dei vópoç se desarrolla caracteristicamente en dos direcciones diferentes. Los sofistas griegos analizaron los vó|toi y vieron en ellos la expresión de Ias más equivocadas opiniones de la mayoria. Por el contrario, el vó[toç fue siendo considerado cada vez más como la ley universal, especialmente por los estoicos. Mientras que Dustración griega establecia una separación entre la qjúoiç y el vó|toç, vemos que los estoicos decfan: qnjOEi E iv a i tòv vó(tov (vAmim, Fragmenta III, 76, n.° 308); ó vójtoç jrávTcov èoü paadeüç ■Oeícnv te xai avOgamíveov Jigavitárov {ibid. EI, 77 n.° 314). También Filón, siguiendo la tradición estoica, entendia el v ó p o ç como una ley universal:... 5 ôe ó x ó o |to ç ... ( tiã X Q Õ tai jioXixEÍçt x a i vóitq) éví.

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vojioç

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^Los traductores alejandrinos dei AT entendieron la Torá en sentido «legalista» al traducir tôrâ por vópoç? Según Gutbrod, llegó así a ven­ cer y dominar por completo el matiz de «ley» que en tiempos posteriores predomina en la Torá (ThWNT rv, 1040). Con más vigor todavia lo expresa J. Schmid: La elección dei término vóp,oç atestigua el cambio que se produjo en el concepto de la tôrâ\ este concepto se restringe sólo a aque11a parte de la revelación que contiene Ias exigên­ cias que Dios hace al hombre (LThK IV, 818). Monsengwo se vuelve enérgicamente contra esta b) En la cuestión sobre como hay que traducir interpretación: «... nomos significa... no ya ‘Ley’, en el sentido legalista y jurídico dei griego clásivó(i05 en el NT, no debemos recurrir en primera co, sino más bien ‘Instrucción, Ensenanza, Doctriinstancia a la comprensión interna dei AT acerca na’, según el sentido original de su correspondiende la tôrâ. Sino que habrá que tener en cuenta, te hebreo tôrâ...» (138, refiriéndose al Deuterono­ antes que nada, el desplazamiento semântico que mio). Pero el citado especialista se excede al in­ hubo al pasar de tôrâ a vópoç (de unos 220 casos terpretar, por ejemplo, vop.ofl8Této en Dt 17, 10 en que aparece el término tôrâ en el AT hebreo, la por «instruir, ensenar», basándose en la traducLXX lo traduce en unos 200 casos por vópoq; en ción, (indudablemente) más tardia, de los salmos total vóp,og aparece en la LXX unas 430 veces). (131ss). Según Monsengwo, vóp.os en la LXX deHay que tener en cuenta en todo esto que tôrâ en el AT ofrece un amplio espectro de significa­ biera traducirse por «instrucción/ensenanza», más aún, por «revelación» (203). Pero, si así fuera, los dos: 1) la instrucción dada por el sacerdote a pertraductores de la LXX se habrían alejado por sonas, casi siempre sobre cuestiones de lo que es puro y lo que es impuro, 2) preceptoss particula­ completo dei sentido contemporâneo de vópog. Por tanto, vóitog en la LXX habrá que tradures de la ley dei pacto dada en el Sinai, sobre to­ cirlo casi siempre por «ley». Sin embargo, queda do de Índole cultuai en el Código Sacerdotal, 3) aún por averiguar si vópoç, en la LXX, implica, y la ley dei pacto considerada en su totalidad (aunque sólo por primera vez en el Deuteronomio). La en qué sentido, un pensamiento «legalista». En todo caso, es sorprendente que la LXX traduzca Torá, en el sentido de la totalidad-de la ley, debe casi exclusivamente el plural tôrôt por el singular entenderse -partiendo de la autocomprensión de Israel- como la exigencia de Dios que libero a su vópoç; en cambio, el plural vófioi se encuentra sólo muy raras veces, por ejemplo, en 2 Esd 19, pueblo de la esclavitud de Egipto y concerto con 13 para referirse a Ias leyes dei Sinai. Por el con­ él su pacto (-> ÔLadr|5tq 2); la Torá es, por tanto, trario, el plural en Prov 1, 8 (Sin A; B: Jtaiôeíav) la «ley» o la «instrucción» dada al Israel que se es traducción dei singular müsãr para referirse a encuentra ya dentro dei pacto. En modo alguno, la salvación se consigne sólo mediante la obser­ la «instrucción» dada por el padre; en 6, 20, en el vância de los preceptos de la Torá. Por tanto, des­ mismo sentido, es traducción dei plural /niswóí. La mayoría de los testimonios dei plural vóp,oi se de su origen, la Torá no se entendió en sentido encuentran en textos redactados originalmente en «legalista». El hecho de que se tradujera el térmi­ griego (C. Habicht, en JSHRZI, 193) dei übro se­ no hebreo por «ley» (y no por «instrucción») no gundo de Macabeos, pero el singular vópoç se implica necesariamente que se entendiese la Torá encuentra en Ias cartas dei libro segundo de Ma­ en sentido «legalista». cabeos (por ejemplo, 1, 4; 2, 2s) que se derivan de Se discute si, en el trascurso de los tiempos que originales hebreos o arameos (Habich 199ss). Es siguieron al destierro, van apareciendo en Hbros sorprendente la traducción dei singular tôratí (Jer bíblicos los primeros comienzos de una determi­ 31, 33) por vó|ioç p,on (Jer 38, 33 LXX; por lo nada comprensión legalista de la Torá (así, piendemás, con excepción de 38, 36, donde oí vóp,OL sa, por ejemplo Noth, 103-123, especialmente es traducción de haliuqqim, vemos que en Jere­ 114; «‘La ley’ se convirtió en una entidad absolu­ ta con una vigência que se entendia sin preceden­ mias LXX aparece sólo el singular vó(toç; 8 ve­ ces). ^Querrá establecerse aqui una diferencia en­ tes y que quedaba al margen dei tiempo y de la historia»; cf. p. 119; en cambio, von Rad, Teolo­ tre los vópot dei nuevo pacto y la antigua Torá? gia n , 523-525 es más prudente en sus afirmacioc) En el NT, principalmente por influencia nes; más contundente lo es Kraus, Freude\ Id., de la LXX, vópoç debe traducirse por ley. Gesetzesverstandnis', críticamente en contra de Casi siempre se piensa en la ley mosaica y. Kraus: Hübner: KuD 22, 261-164.

Xójoç ôá èoTi qpxiaECOÇjtgoOTaTixóç (Jos II, 46; cf. también ó tfjç (piiaecaç vó|xoç Abr 135). A Filón le interesa principalmente la armonía entre la ley dei AT (->■b) y el orden dei mundo (Gutbrod, 1045; Monsengwo, 193). En el helenismo, al soberano se le consideraba como la epifanía de Dios y, por tanto, como el vóp,oç 8^111)^X05 de la ley universal eterna (por ejemplo, Musonio Rufo p37.2ss). En tiempos dei NT, el significado de vóp,05 se restringia general­ mente al de «ley».

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VOJiOÇ

por cierto, considerada en conjunto, a menudo en su carácter de exigencia y, por tanto, como determinante de juicio (por ejemplo, Rom 2, 12ss). En el NT no se usa vópoç como instrucción dei sacerdote o dei padre, y no se usa siquiera para referirse a un precepto particular de la Torá (incluso en Rom 7, 7 vópoç signi­ fica toda la Torá; para referirse a un mandamiento concreto se habla de -»■ evToX,r|). La idea, típica principalmente de Qumrán, de la conexión interna entre el orden cósmico y la ley mosaica (Limbeck, Ordnung, 134-182, es­ pecialmente 181; cf. también Hengel, Judentum, 422-442) no desempena ningún papel en elNT. La expresión (ó) vópoç u a i (oí) UQOtpfjxai se usa como expresión sinônima de -»• JQO.cpij; así en Rom 3, 21; Lc 24, 44 (+ >tal tjjaX,poiç); Hech 24, 14; 28, 23 (pero en 13, 15 se refiere a la lectura, determinada en cada ocasión, de una porción de la Torá y de los profe­ tas); Jn 1, 45; ahora bien, la expresión èv x ç vópcp puede equivaler también sencillamente a «en la Escritura»: Rom 3, 19; 1 Cor 14, 21; Jn 10, 34; 15, 25 (cf. 12, 34). «La ley y los profetas», en Lc 16, 16, significa la época hasta el Bautista (en Mt 11, 13 se invierte el orden de la fórmula; cf. además ->• 4.a). En Mateo esta expresión idiomática adquiere en la mayoría de los casos el matiz de «la ley juntamente con su interpretación por los pro­ fetas»: Mt 5, 17; 7, 12; 22, 40. Tanto «la /ey» como «la ley y los profetas» y la expresión tripartita que se encuentra en Lc 24, 44, para referirse a todo el AT, son también expresiones que aparecen en el judaísmo (2 Mac 15, 9; cf. TestLev 16, 2). Se discute si Pablo, en algunos pasajes, emplea vópoç en el sentido de «principio / orden de la salvación» o algo por el estilo (-»• 4.b).

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la LXX. Mencionemos tan sólo: x ax à (xòv) vópov (Mroiioémç / xoü xuqíou), principal­ mente en Lucas (Lc 2, 22, 39; cf. también 2, 24.27; Hech 22, 12; 23, 3; 24, 14) y en Hebreos (7, 5.16; 8, 4; 9, 19.22; 10, 8); aparece en la LXX, por ejemplo, en Núm 9, 3; Dt 17, 11; 24, 8: Kaxà jtávxa xòv vópov. La expre­ sión èv (xtõ) vóptp (Moüoémç) (YÉYQOtmai) aparece en Mateo, Lucas/Hechos, Juan y Pa­ blo (por ejemplo, Mt 12, 5; Lc 2, 23; 10, 26; Jn 8, 17; 1 Cor 9, 9); aparece en la LXX, por ejemplo, en Jos 9, 2; 2 Crón 23, 18 (A^ B). Por el contrario, es específicamente paulina la expresión è^ eqyojv vópou como fórmula po­ lêmica (únicamente en Gál 2, 16; 3, 2.5.10; Rom 3, 20.27s; 9, 32) y, como tal, no tiene ló­ gicamente paralelos en la LXX. También una serie de verbos que tienen vó|iov como objeto en acusativo, son comunes a la LXX y al NT; por ejemplo, vópov qpukáõaro: 4 Re 17, 13; Sal 118 (LXX), 55. 57.136; Sab 6, 4 y passinv, Gál 6, 13; Hech 7, 53; 21, 24; cf. Rom 2, 26; JtotÉw xòv vópov: 1 Crón 22, 12; 2 Crón 14, 4; 2 Esd 19, 34; cf. la expresión típica dei Deuteronomio jtoiÉco jtávxaç xoüç Xóyouç (jtávxa xà çfipaxa) xoü vópou xoúxou: 29, 29; 31,12; 32, 46; cf. también Núm 5, 30; 9, 3; Est 1, 13; Jn 7, 19; Gál 5, 3; cf. también Rom 2, 14. La expresión JtkriQÓco xòv vópov u otras por el estilo: Mt 5, 17; Gál 5, 14 (cf. 6, 2); Rom 13, 8, no se encuentra en la LXX, pero sí la expresión afín TtXtiQCOÜ-fívai kÓYOv xupíou, 2 Crón 36, 21; cf. 3 Re 1, 14 ó JtXqQayOfjvai (xò) Qtjpa tcugíou, 3 Re 2, 27; 2 Crón 36, 22; cf. 3 Esd 1,54. En el NT, vófioç aparece como sujeto el doble de veces (unas 30 veces) que en la LXX. Mientras que en la LXX esta construcción sintática dificilmente tendrá relevância teoló­ gica (exceptuados los pasajes de Is 2, 3 / Miq 3. En el NT vópoç aparece en casi todas 4, 2; Bar 4, 1), vemos que en el NT, principal­ mente en Pablo, vópoç tiene como sujeto una Ias construcciones sintácticas posibles. Más de la mitad de todos los testimonios dei tér­ importância decisiva, cuando el predicado tie­ ne carácter verbal: «La ley produce la cólera mino se encuentran en frases preposicionales, (de Dios)», Rom 4, 15; la ley «se introdujo», si incluimos los ejemplos en que (xoü) vópou 5,20; «se ensenorea (xuQieÜEt) sobre el homaparece como genitivo atributivo en frases bre», 7, 1; «la ley dei Espíritu de vida te ha lipreposicionales. Aqui es clara la influencia de

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3), y no la Torá, es para Jesús el principio de­ cisivo de su acción. Indudablemente, la comprensión que Jesús tiene de Dios se manifiesta en su interpretación de laTorá (Hübner, Synopt. Tr, 152-154: la lucha de Jesús contra la casuística farisaica, la cual, ciertamente, no era la nota caracterís­ 4. a) Si prescindimos de la «sentencia de tica dei judaísmo contemporâneo, pero indu­ los que toman por la fuerza» (Lc 16, 16 par. dablemente se practicaba también entonces). Mt 11, 12s), que dificilmente se podrá recons­ Como senala Bomkamm, la estrecha conetruir en su tenor original, no poseemos de Je­ xión entre la interpretación que da Jesús de la sus ninguna sentencia autêntica en la que apaley y su crítica de la ley se acentúa por su rezca vópoç. Es bastante probable que en la mensaje acerca de la cercania dei reino de «sentencia de los que toman por la fuerza» se Dios (Câmbios en la comprensión de la ley, contemple retrospectivamente la época, ya 350). terminada, de la ley y de los profetas (W. G. En Marcos vemos que en 7, 15 se deja sin Kümmel, Verheifiung und Erfüllung, Zürich vigor el capítulo 11 dei Levítico, pero sin que ^1956, 114-117; Kâsemann, Ensayos, 231s). se mencione como tal el tema de la ley (cf. Pero precisamente por eso se discute su histotambién Mc 10, 2-12: Dt 24, 1 no tiene ya varicidad (Schulz 261-261 \ creen que es autênti­ lidez). Pero los escritos de Mateo y los de Lu­ ca: Kümmel; Kâsemann; Hübner, Synopt. Tr., cas estudian el tema de la ley en forma muy 62 y 227; cree que probablemente es autênti­ diferente. ca: Merklein, 90); sin embargo. Ias razones en La cuestión acerca de la ley en el pensacontra de la autenticidad no serían válidas, si miento teológico de Mateo no ha dejado de se sostiene que Jesus era consciente de Ias discutirse. Sin embargo, en puntos importan­ consecuencias de su abrogación parcial de la tes se ha Uegado a un acuerdo: 1) Se admite Torá. que la ley es muy importante para Mateo, por­ Las sentencias que enuncian tal abrogación, que vópoç aparece únicamente en las compono contienen el concepto de vópoç, por ejemsiciones dei redactor (5, 17 [^parcialmente?]; plo, Mc 7, 15 (sentencia autêntica: Hübner, 12, 5; 22, 40) y en versículos refundidos o Synopt. Tr, 157-175. Sin embargo, R. Pesch, completados radaccionalmente (5, 18; 11, 13; Das Markusevangelium, I [HThK] 377-384, y 22, 36; 23, 23); 2) Mt 5, 17-20 es «el enun­ Westerholm 82 no entienden la sentencia co­ ciado programático más importante acerca de mo abrogación explícita de Lev 11; en contra la Ley que se halla en Mateo» (Meier, 164); de la impugnación que Berger, 461ss hace de 3) Hay, al menos a primera vista, una tensión la autenticidad, cf. Hübner: NTS 22). Al misentre la abrogación de contenidos de la Torá mo tiempo, cuando Jesús veia expresada la en el Sermón de la Montana (en todo caso en voluntad de Dios en los preceptos de la Torá, 5, 33ss y 5, 38ss) y el texto de 5, 18. principalmente en los mandamientos dei DeCon Strecker (Weg, 146s) habrá que consi­ cálogo (Mc 7, 9-13 [autêntico: Künunerl, Je­ derar esas modificaciones y, por tanto, esa sus, 29; Hübner, Synopt. Tr, 146-155; Pesch, crítica dei tenor literal de la ley dei AT como Das Markusevangelium I, 368-377]; Mt 5, una realización dei cumplimiento de la ley (y 21ss.27ss), Jesús intensificaba y radicalizaba de los profetas que interpretaron la ley), Mt 5, tales preceptos. Esta concreta abrogación e 17 (-^^ 2; itXqQÓm). Pero no habría que deintensificación de la Torá no puede clasificarducir de ahí que Mateo era un cristiano gentil se como «no esencial» (en contra de Braun II, (en contra de Strecker y Meier). Por lo demás, 5 nota 2; 7ss). Con Merklein (105) hay que Mt 5, 43-48 (el amor a los enemigos, que va mantener que el reino de Dios (-»■ PaoiXeíxi •más allá dei amor al prójimo, como cumpli-

berado (f|)i£'U'&ÉQa)OEv)», 8, 2. El que la ley «hable» (-> Xéya 3), una expresión que se encuentra en Rom 3, 19; 7, 7; 1 Cor 14, 34, se halla también en la LXX (4 Mac 2, 5; 2, 6) como paralelo de Rom 7, 7), pero no es en la LXX una expresión estereotipada.

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miento de la ley) no está equilibrado con 22, 34-40 (el amor de Dios y el amor al prójimo como puntos centrales de la ley). El problema es, además, saber hasta qué ins­ tante en el tiempo no deberá pasar -según 5 ,18dni una iota ni una tilde. Davies, por ejemplo, piensa que 5, 18d (ewç âv itávxa yÉvt]tol) se refiere «únicamente hasta el momento en que la muerte de Jesús inaugure finalmente el Nuevo Pacto» {Setting, 334: entendidas estas palabras como palabras autenticas de Jesús). Parece muy tentadora en principio la solución propuesta por Meier: 5, 18d significa «hasta que sucedan todas Ias cosas que se han profetizado» (164). Mateo habría adaptado a su «economia» de la historia de la salvación unas palabras originalmente rigurosas sobre Ia validez eterna de la Torá (65). Luego, Mt 28, 19 habría sido la norma para los discípu­ los; lo que Jesús les había mandado en sus pala­ bras (65 y 164s). Apesar de que estudia detenidamente Mt 24, 34, Meier valora muy poco que aqui, en 24, 34, se piensa en los acontecimientos escatológicos dei fin (Hübner, Synopt. Tr., 18s). y, así, se excede en la interpretación que da de Mt 18, 16-20; Después de la resurrección de Jesús, «el exaltado Hijo dei hombre viene en parusía proléptica a proclamar una misión universal» (165). Merklein, en 5, 18, entiende vópoç como la Torá escatológica o interpretada jesuánicamente (94). Es difícil decir si puede encontrarse una interpretación plenamente convincente de 5, 18, que sea capaz de armonizarse con aquella invalidación de preceptos de la Torá de la que se habla en Ias antítesis. En todo caso, 5, 17, como obra dei redactor, interpreta el v. 18, el cual al menos en su sustancia demuestra proceder de la tradición (Q). Banks (204-213) defiende a su vez la autenticidad de 5, 17. Pero, a lo sumo, lo que él es capaz de demostrar es que 5, 17 contiene posiblemente elementos de la tradición. En Lucas la ley se contempla desde dos puntos de vista; 1) En la ley, lo mismo que en los profetas y en los salmos, está escrito lo que debía curaplirse: la muerte y la resurrec­ ción de Jesús, 2 4 ,44ss; cf. 24,27; cf. también Hech 24, 14; 28, 23; 2) La vida de Jesús se halla bajo la ley. Así como ya en Lc 1, 6 los padres dei B autista cumplían irreprochablemente todos los mandamientos y preceptos dei Senor, así también el comienzo de la vida de Jesús se realiza ya n a xà tòv vópov, 2,

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22s.27.39. La «sentencia de los que toman por la fuerza», recogida de Q, se halla tan refundida en 16,16, que htista que llegó el Bautista existieron «sólo» «la ley y los profetas», pero desde entonces existe «también» la predicación dei reino (H. Conzelmann, El centro dei tiempo, Madrid 1974, 44; cf. también 4.a). Está en consonância con ello el hecho de que Lucas, en 16, 15, evite conscientemente incluir el texto de Mc 7, 1-23 con su invalidación dei capítulo 11 dei Levítico. La abrogación de contenidos de la Torá se traslada, más bien, al tiempo de la Iglesia, es decir, se expone en el bbro de Hechos. Y, así, la anulación de Ias leyes cultuales relativas a los alimentos se efectúa en Hech 10-11: Dios declaro puros (èxa^áQiOEV [jaoristo!]) a los alimentos impuros, 10,15; pero sin que en to­ do ello se escuche la palabra vópoç (Hübner, Synopt. Tr., 189-191). En el sínodo que se reunió para tratar sobre la misión entre los gentiles, en Hech 15, los cristianos gentiles quedaron exentos de la obligación de circuncidarse «conforme a la costumbre de Moi­ sés», xrô E^Ei tõ) McoúoÉüoç (e^ oç aqui es casi sinônimo de vóp.oç), 15, 1; cf. 15, 5. Pe­ ro siguen estando en vigor Ias decisiones dei denominado «decreto apostólico», 15, 20s. 28s: la prohibición de comer la carne sacrifi­ cada a los ídolos, la sangre y lo estrangulado, y el mandaraiento de abstenerse de la fomicación JtogvEÍa). Todo la composición es claramente lucana: supresión paulatina, aunque sólo sea parcial, de la ley, después de Pentecostés. Por más que en el fondo subsiste la autoridad de la ley (15,21), se concede una liberación parcial de ella, a fin de suprimir cargas insoportables (v. 10). Vemos así que la abrogación —al menos—parcial de la Torá, en Hech 15, se debe más a un pragmatismo de política eclesial que a una reflexión teológica. b) La presentación de Ias afirmaciones de Pablo acerca de la ley no se puede separar de los as­ pectos biográficos de la vida de Pablo. Así que el tema de «Pablo y la ley» habrá que estudiarlo en dos planos, el de su biografia, que se reconstruye principahnente a base de sus cartas, y el de Ias afirmaciones sobre el vópoç en Ias cartas pauli-

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nas, especialmente en Gálatas y en Romanos. Ahora bien, ambos planos -en la exposición- no podrán separarse el uno dei otro. Pablo, antes de su vocación para ser el apóstol de los gentiles, era «fariseo en lo que respecta a la ley, ... irreprochable en cuanto a la justicia» (Flp 3, 5s), «celoso en grado ex­ tremo de Ias tradiciones de los padres» (Gál 1, 14), es decir, de ia ley escrita y de Ias interpretaciones orales de los fariseos. Guando, en calidad de tal, perseguia a la Iglesia (Gál 1, 13; 1 Cor 15, 9; Flp 3, 6), habrá que decir que la perseguia -o , más exactamente, a Ias co­ munidades cristianas judeo-helenísticas de Damasco (i,y sus alrededores?)- por la condenable libertad (a los ojos de los judios) que esas personas se tomaban con respecto a la ley. El hecho de que el grupo de Jerusalén reunido en tomo a Esteban (Hech 6) practicara de alguna manera la critica de la ley y la li­ bertad con respecto a la ley (E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 253ss; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 406ss, 417SS [bibl.]; M. Hengel: NTS 18 [19711972] 15-38; ZThK 71 [1975] 151-206)-esos helenistas debieron de avanzar más decidi­ damente que los Doce por la llnea marcada por Jesús (H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte^ [HNT], 43; en contra Müller, 167)-, es un hecho que resulta evidente por los car­ gos lanzados contra Esteban, a quien acusaban de hablar contra el templo y contra la ley (jta tà toü vópon, Hech 6, 13), y por el discurso de Esteban en 7, 2-52 (critica dei templo). «La crítica contra la ley y el templo se halla íntimamente relacionada con el ‘en­ tusiasmo’ de los helenistas» (Hengel: ZThK 72, 195). La vocación de Pablo como apóstol de los gentiles implica, pues, un abandono dei tigorismo que él había mantenido hasta entonces en lo tocante a la Torá, y una afirmación cons­ ciente de la libertad con respecto a la ley practicada por esos helenistas (piensa de ma­ nera distinta Strecker, Befreiung, 480s; Por primera vez en la Carta a los Gálatas, Pablo reflexiona sobre el significado de la ley y de

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la justificación, ya que la Carta primera a los Tesalonicenses no expone todavia la proble­ mática de la ley; cf., a propósito, Hübner: NTS 26, 454ss). En el sínodo que se reunió para tratar sobre la misión entre los gentiles, Pablo logra imponer la liberación de los gentiles convertidos, que se verán exentos de la obligación de circuncidarse y, seguramente también, de la obligación de observar Ias prescripciones ju ­ dias con respecto a los alimentos (Gál 2, Iss). Como vemos por la argumentación que se ex­ pone en Gálatas, Pablo entiende esa libera­ ción como libertad que por principio se tiene de la ley (Hübner, Gesetz bei Paulus, 21-25. 53-58). Porque él considera la circuncisión como una obligación que se contrae de obser­ var totalmente la Torá (ôXov xòv vóftov jtoifíaaL, Gál 5, 3). Y, puesto que nadie es ca­ paz de observar toda la ley (Gál 3, 10, cita de Dt 27, 26 LXX), esto conduce necesariamente a que la persona se separe de Cristo y caiga de la grada. La función de la ley, que fue da­ da por ángeles (seguramente por seres demo­ níacos: a Dios se le deja aparte dei acto de dar la ley) y que estaba limitada en el tiempo, es la de provocar actos pecaminosos (3, 19s) y, por tanto, la de situar a todos bajo el poder dei pecado (ún;ò ápaQXÍav, 3, 22). Por este mo­ tivo, Pablo pone vtiò vójxov (3, 23; 4, 4s) en paralelo con vkò ápaQxíav (3,22), íutò Jtaiò a y w y ó \ (3, 25), xmò èjttxQÓJtouç x a i olxovópouç (4, 2) y úxò x à oxoiXEta xoü xóopou (4, 3). La objeción de que para la interpretación de los ángeles ( ^ àyyekoç 2) como legisladores demo­ níacos malévolos no hay paralelo en la historia de Ias religiones (F. T. Fallon: CBQ 41 [1979] 652), a no ser prescindiendo de los gnósticos (Pageis, 107), dice bien poco, porque tampoco hay parale­ lo de la ausência de Dios, indiscutiblemente expuesta en Gál 3, 19s, dei acto de la legislación. Por eso, la tríada «ley por medio de ángeles -au­ sência de Dios- inferioridad de la ley» necesita una explicación sacada de la estractura argumentativa de Gálatas. En cuanto a la presencia de án­ geles en la legislación, en un sentido positivo, cf. Dt 33, 2 LXX (en contra dei TM); sobre Ias concepciones rabínicas, cf. Billerbeck III, 554ss.

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VOflOÇ

La traducción de ó Jiãç vófxoç (Gál 5, 14) debe tener en cuenta su diferencia de contenido con respecto a 5Xov xòv vóirov jtoifiaai (5, 3); porque esta última frase afirma preci­ samente que no es posible cumplir toda la ley, mientras que en la primera frase (5, 14) la ley se cumple en el solo mandamiento dei amor y, en consecuencia, es algo que se debe cumplir. Por esta razón, ó jtõç vópoç no puede tener un sentido idêntico al de õX,oç ó vópoç. En 5, 14 podría haber una observación de carácter irônico y crítico, tanto más que el Jtãç atributivo expresa de ordinário lo opuesto a una pluralidad, pero aqui expresa lo opuesto a un solo mandamiento: èv svl Xóycp (Hübner: KuD 21; Gesetz bei Paulus, 37-39). Se establece así un contraste entre toda la ley de Moisés y la denominada toda la ley dei cristiano: cf. también 6, 2; vópoç toi3 X pioton. La polêmica de Gálatas contra la ley mosai­ ca con su enunciado teológico decisivo de que nadie es justificado eqyoov vópou (2, 17), corresponde al enunciado positivo de la justificación por la fe y acerca dei amor que posee en la fe su «energia» por ser el fruto dei Espíritu (5, 6.22). Tan sólo cuando se tiene en cuenta que Pablo formula también en Romanos su enuncia­ do teológico fundamental acerca de la justificación, no por Ias obras de la ley, sino única­ mente por la fe (Rom 3, 20-22.28), se llega a ver claramente la importância dei concepto de vópoç, que ahora se ha modificado. La cons­ tante entre Gálatas y Romanos es la doctrina de la justificación; la variable, el concepto de la ley. En Romanos se encuentran enunciados que habrían sido imposibles según el carácter de la argumentación en Gálatas: la ley es san­ ta; su mandamiento es santo, justo y bueno (7, 12). Es espiritual (jtveupaxLxóç 7, 14) y se baila, por tanto, dei lado de Dios. Incluso la circuncisión no se contempla ya únicamente en su faceta negativa (2, 25ss; 3, Is; 4, lOss). No se habla ya de la ley dada por ángeles, que provocará actos pecaminosos; ahora es función de la ley que el pecado se baga conscien­ te (3, 20; 7, 7). El hecho de que el manda­

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miento de la ley, que originalmente fue f| èvToXf) 'q ELÇ ÇtOTÍv, produzca ahora la muerte (7,10), es culpa únicamente dei poder dei pe­ cado. Se echa también de menos la argumen­ tación a base de la denominada totalidad de la ley; en 13, 8-10 es el amor el cumplimiento de la ley, que ahora es finalmente la ley mo­ saica; todos y cada uno de los mandamientos se cumplen en el mandamiento dei amor. Se discute cómo hay que interpretar la expresión vópoç jtíateooç, en Rom 3, 27. ^Significará -en sentido figurado- «norma» (Bultmann, Teo­ logia, 315), «orden nuevo» que se contrapone al orden de la Torá (E. BCasemann, An die Rõmer* [HN.T], 96), o significará la «Torá» misma, pero contemplada desde un determinado punto de vis­ ta (Friedrich 120: la ley que atestigua la justicia de la fe, Rom 3, 21; de la misma manera se ex­ presa Lohse 281)? En favor de la comprensión de vópoç JtíoxEcaç como Torá habla el hecho de que la «ley de Ias obras» (3, 27) pudiera significar aquella visión de la Torá en la cual no se excluya el gloriarse (Hübner, Gesetz bei Paulus, 95s), y, por tanto, vópoç Jtíaxecuç significaria la visión opuesta a ella. vópov loxávopEV (3, 31) quiere decir entonces que hay que dejar que la ley sea lo que ella pretende ser; como la ley atestigua acer­ ca de si misma en la prueba de Escritura dei capí­ tulo 4, eso consiste en ser: ley de Ia fe, no de Ias obras. De manera análoga hay que interpretar lo de ó vópoç xoü jrveúpatoç xqç ttofjç (8, 2). Mientras que lo de xéloç vópou X q lo x ó ç , en Rom 10, 4, pudiera significar para Gálatas «Cris­ to es el final absoluto de la ley», vemos que para Romanos significa: Cristo es el final dei abuso sárquico [o carnal] de la ley. Hebreos modifica caprichosamente la idea paulina dei final de la ley. vópoç aparece úniCcunente en los capítulos 7-10 y, por cierto, de manera casi exclusiva como la ley que reglamenta el sacerdócio dei AT (una excepción es 10, 28). Lo que es x ax à (xòv) vópov (7, 5. 16; 8, 4; 9,19.22; 10, 8) no es ya válido; por­ que Crista, como el sumo sacerdote eterno, es el final de la ley dei sacerdócio dei AT. He­ breos habla expresamente acerca de la àfréxqoiç («abolición») dei pasado mandamiento, porque era débil e inútil (7, 18; cf. 10, 9). La ley es débil, porque los sacrificios ordenados por ella no obran más que la purificación de

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la came, pero en cambio la sangre de Cristo purifica de obras muertas nuestra conciencia (9, lla a ; 10, 4). El nuevo pacto sucede defini­ tivamente al antiguo ôia§r|>íT| 4.c), en él (según Jer 38, 33 LXX) Dios pone sus leyes en los corazones (8, 10; 10, 16). Ahora bien, estas leyes no se identifican ya con la ley cul­ tuai dei antiguo pacto. Hasta qué punto se identifican, por su contenido, con los preceptos morales de la ley mosaica, es algo sobre lo que no se reflexiona. El aspecto positivo de la ley dei AT se muestra en que fue siempre ley de Dios y poseía, a pesar de todo, una sombra de los bienes futuros (10, 1). Hebreos, al describir a Cristo basándose en Ias ideas cultuales dei sacerdócio dei AT, rompió radicalmen­ te con Ias categorias cultuales. También Santiago podría hallarse bajo la influencia histórica de Pablo. Pero, sorprendentemente, en su polêmica contra un paulinismo mal entendido (2, 14ss), no emplea el concepto de vófxoç. Se réfiere al vófrov téÀetov TÒv Ttiç èA.enflEQÍaç (1, 25; cf. 2, 12), que ciertamente no se identifica sin más con la ley dei AT (Gutbrod 1074 lo diferencia conscientemente de ella). Sin embargo, como vópoç paotXucóç, se fundamenta en-la Escri­ tura (xaxà tf]v YQacpTjv), a saber, en el mandamiento dei amor de Lev 19, 18 (cf. Gál 5, 14; Rom 13, 8-10), y como tal debe cumplirse (TeXeíte 2, 8) (F. MuBner, Der Jakobusb rie f [HThK], 107: no es ni únicamente la ley dei AT ni únicamente el «evangelio», sino la voluntad de Dios; «El evangelio es para él ‘ley’». Pero es discutible que Santiago haya entendido así el evangelio). Sant 2, 10 nos recuerda el tenor literal de Gál 3, 10; 5, 3: «Cualquiera que guarda toda la ley (õ)tov tòv vópov), pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos», pero sin que Santiago haya sacado de ahí Ias consecuencias expuestas por Pablo. Santiago espera que se cumpla toda la ley. También 2, 9 recuerda a Rom 2, 23ss (cf. también 4, 11), pero únicamente en la terminologia, no en la índole de la argumentación teológica. c) Asimismo, Juan emplea vópog en una forma dialéctica que es peculiar suya. El con­

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cepto implica no sólo elementos de continuidad sino también de discontinuidad. Así como Juan habla dei cumplimiento de la Escritura (->• YQCiqpf| 4.d), así también habla dei cumpli­ miento de la palabra escrita en la ley (15, 25), en lo cual se hace referencia, desde luego, a la palabra de un salmo (15, 25). Por consiguiente, vópoç puede significar todo el AT; cf. tam­ bién 10, 34; 12, 34. Poco después que el Jesús joánico exhortara a los judios a estudiar la Es­ critura, porque ésta da testimonio de él (5, 39), Jesús dice que Moisés acusa a los judios que no creen: porque Moisés escribió sobre él (5, 45s). Ahora bien, Moisés representa a la ley en sentido estricto (7, 23). A pesar de esta función, casi completamente igual, de la Es­ critura y de la ley, que consiste en dar testi­ monio de Jesús, vemos que Jesús dice a los judios: «vuestraley» (8, 17; 10, 34; cf. 15, 25: «la ley de ellos»), como si no fuera la ley de Jesús ni de los que creen en él. Aqui habrá que tener en cuenta el uso tipicamente joánico dei malentendido: los judios, como increyentes y, por tanto, como obcecados, no entienden su propia ley. Y, así, la ley es finalmente para ellos el medio para dcir muerte a Jesús, que es la vida (11, 25; 14, 6). Por eso, la ley se convierte para ellos en juicio -u n a idea afín al pensamiento de Pablo- Sin embargo: «Juan... no está interesado en la Ley como norma ética que conduce al hombre a confiar en su propia fuerza y en sus propios méritos» (Pancaro 528). Jn 1, 17 está concebido como paralelismo antitético; La ley fue dada por medio de Moisés; en contraste con ello, la gracia y la verdad han llegado a hacerse realidad únicamente por medio de Jesucristo (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes'^^ [KEK], 53; GraBer, Antijüdische Polemik, 54ss; Pancaro, 534ss). Pues sólo en la fe en Jesús, que es la verdad (14, 6), se revela esta verdad. «... la ‘verdad’ no hay que encontrar­ ia en la Ley... La función de la Ley... se reduce a dirigir a los hombres para que reconozcan la ‘verdad’ en Jesús: tiene una función pu­ ramente profética o pedagógica» (Pancaro, 539). H. Hübner

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VOO80) - vouvextoç

v o a éco noseõ estar enfermo*

1 Tim 6, 4 en sentido figurado y construído con JtEQL y.acusativo («estar enfermo de al­ go»): «está enfermo de simples disputas y contiendas de palabras». ThWNT IV, 10841091;DTNTII, 11-13. v ó a t ] ^ a , aTOÇ, TÓ nosêma enfermedad

Jn 5, 4 (v.l.); «ése quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese». ThWNT IV, 1084-1091. v ó a o ç , o v , 'q nosos enfermedad*

El NT (casi siempre en relatos sumários) habla de enfermedadfes), y lo hace únicamen­ te en sentido propio, sobre todo para referir que Jesus curaba esas enfermedades (-*■ D e paTCEÚco): Mc 1, 34; Mt 4, 23.24; 8, 17; 9, 35; Lc 4, 40; 6, 18; 7, 21. Jesús comunico también a sus discípulos tal poder: Mt 10, 1 par. Lc 9, 1 (los Doce); Hech 19, 12 (Pablo). Cf. ThWNT IV, 1084-1091; X, 1195 (bibl.); DTNTII, 11-13.

ãç, ^ nossia nido, nidada* Lc 13, 34 en Ias palabras de Jesús a Jemsalén: «jCuántas veces quise reunir a tus hijos, como un ave a sus polluelos debajo de sus alas...!». Cf. el paralelo en Mt 23, 37 (con el plural de ^ voootov).

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piedad, Hech 5, 2.3. En la exhortación dirigi­ da a los esclavos en Tit 2, 10: p,f] voaqjiÇofrévouç. Spicq, Notes II, 584.

VÓTOÇ, OD, 1^ notos viento dei sur(oeste),

sur* En Hech 27, 14 y 28, 13 se hace referencia al viento dei suroeste, y también probablemente en Lc 12, 55 (el viento que trae calor abrasador). En Lc 13, 29 se piensa en el punto cardinal dei sur («dei norte y dei sur»), y lo mismo sucede en Ap 21, 13 («al sur»). En Mt 12, 42 par. Lc 11, 31 se hace referencia a un país situado al sur (= el reino dei sur).

VOD'0'EOÍa, a ç , nouthesia amonestación, advertência* 1 Cor 10, 11: «Estas cosas se escribieron como advertência para nosotros». En Ef 6, 4 vouO-EOÍa se halla junto a JtaiÔEÍa (como en Filón Imm 54). En Tit 3, 10 se habla de la amonestación dei hereje. ThWNT IV, 10131016; Spicq, Notes n , 585-588.

VOOfflá,

v o a a í o v , o d , TÓ nossion (el) polluelo (de

un ave)* Mt 23, 37: «como un ave reúne a sus po­ lluelos (xà v o o o ía auxfjç) debajo de sus alas»; cf. Lc 13, 34 (-» voooiá). v o o a ó ç , o v , ó nossos (el) polluelo (de un

ave)* Lc 2, 24: ôúo voooohç jtEQioxEQCõv, «dos pichones»; cf. Lev 12, 8; 14, 22. v o a c p í^ O fia i nosphizomai retener algo

para sí, cometer fi^aude* Dícese de Ananías, que se quedó con parte dei dinero obtenido con la venta de una pro-

VOD'0'eTéro noutheteõ amonestar* En el NT, el verbo (prescindiendo de Hech 20, 31 [discurso de Pablo]) se halla única­ mente en el Corpus Paulinum: 1 Cor 4, 14 (como un padre amonesta a sus hijos); Rom 15, 14 (àUf|>i,ouç); 1 Tes 5, 12.14; Col 1, 28 (a todapersona); 3, 16 (èauxoúç); 2 Tes 3, 15 (óç àÔE?i(póv). Cf. ThWNT IV, 1013-1016; Spicq, Notes II, 585-588.

VODjnivía, aç, ^

noumenia luna nueva Forma alternativa de ->■ vEO[j,Tivía.

VODVe/WÇ nounechõs (adv.) sabiamente,

con sensatez* En el NT, el advérbio, derivado de vouveXf|ç, se haUa únicamente en Mc 12, 34: Jesús vio que el escriba «había respondido sabia­ mente».

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VOVÇ

VoCç, v o ó ç , ó nous mente, entendimiento,

razón* 1. Apaiición y significado - 2. Campos referenciales - 3. En Pablo - 4. Las Deuteropaulinas - 5. Otras apariciones dei término, BibU: J. Behm, voãç K zk., en ThWNT IV, 956-957; P. Bonnard, U in te llig e n c e c h e z sa in t P aul, en Id., A n a m n e sis, Genève-Lausanne 1980, 133-143; G. Bomkanun, G laube u n d V em u n ft bei PaúLus, en Bomkamm, A u fs ã tz e II, 119-137; G. Harder, voijç, en DTNT IV, 9-15; R. Jewett, P auV s A n th r o p o lo g ic a l Terms, Leiden 1971, 358-390; W. G. Kümmel, M an in the N ew Testament, London 1963, 38-71; G. Menestlina, voüç: BeO 20 (1978) 134; W. D. Stacey, The P auline View o fM a n , London 1956, 198-205; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1188.

1. Con excepción de Lc 24, 45; Ap 13, 18; 17, 9, el término se encuentra principalmente en Pablo (14 veces) y en los escritos deuteropaulinos (7 veces). Mientras que voõç desempenó un papel central en el pensamiento griego (en sentido antropológico-dualístico en Platón y Aristóteles; en sentido metafísicodualístico en el Corpus Hermeticum; cf. Har­ der, 1289), vemos que el uso dei término es notablemente más reducido en la LXX; la lengua hebrea no conocía ningún equivalente adecuado dei término griego voüç. Consiguientemente, el sustantivo no desempena tampoco un papel especial en el NT; se halla atestiguado tan sólo 24 veces. El significado no es uniforme, voõç puede designar el hecho de entender una cosa, la facultad individual de juicio, y también las opiniones y convicciones humanas. A veces voõç se acerca mucho al significado de ->■ oocpía o designa la recta conducta por contraste con las acciones humanas de carácter terreno, es decir, con las acciones erradas. 2. Tres veces se habla dei voõç dei xÓQioç o dei X qiotóç, con lo cual se pretende realzar la superioridad de Dios o de Cristo: Rom 11, 34; 1 Cor 2, 16 (bis). En Rom 7, 23.25 el voõç humano se halla en contraposición a la ley divina, voõç aparece 4 veces en contraste con el JtV E Õ pa; se puede expresar entonces una oposición (1 Cor 14, 14) o una armonía (14, 15 [bis]). Ef 4, 23 habla de la renovación

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en el espíritu dei voõç. Es también insólito el uso dei término en Col 2, 18, donde se habla dei voõç de la carne. 3. Rom 1,28 describe la reprobación de los hombres, porque han desechado de su conciencia a Dios. Por eso, Dios los abandona a merced de una mente que es òôÓKipoç («inú­ til, inexistente»). Según 7, 23, la ley que hay en los miembros lucha contra la ley de la ra­ zón’, esa ley de la razón está ordenada a Dios, lo mismo que lo está el Êoco ãvd-QCOJtoç (v. 22, EOCü 6), y es opuesta a la «ley que hay en mis miembros», la cual se identifica con la «ley dei pecado» (v. 23). voõç es la instancia judicial interna, que es capaz de discernir en­ tre el bien y el mal (cf. Rom 1, 20). Rom 7, 25b (el versículo no encaja en este lugar; cf. los comentários sub loco y la bibliografia so­ bre ->• àvhgcojtoç) es una especie de síntesis de los vv. 22 y 23; con la razón el hombre sirve a la ley de Dios; con la came, a la ley dei pecado (la oposición que aparece aqui entre voõç y o á g l no es paulina). En Rom 11, 34 Pablo cita a Is 40, 13 LXX (y a Job 41, 3). El voõç RDQÍon debe entenderse como el Espíritu de Dios, que se sustrae a todo conocimiento humano, voõç adquiere carácter parenético en Rom 12, 2 y 14, 5; la trasformación exigida en 12, 2 debe efectuarse mediante la «renovación de la mente / manera de pensar», a fin de poder juzgar cuál es la voluntad de Dios. Y en 14, 5 Pablo pide que cada uno esté plenamente convencido en su propio juicio, es decir, esté seguro de si mis­ mo. La cita de Is 40, 13 LXX se encuentra también en 1 Cor 2, 16. Ahora bien, Pablo desarrolla aqui su pensamiento: el voõç dei xúQioç (de Dios) es interpretado como voõç X qiotoõ (así la mayoría de los manuscritos); voõç es entonces el Espíritu de Cristo, que hizo que los corintios fueran personas pneumá­ ticas (cf. vv. 14 y 15). La expresión aúxòç voõç en 1 Cor 1, 10 expresa: la unidad tiene que sustituir a las facciones, esa unidad que se traduce en una misma manera de sentir, manera de sentir y convicción (yvcópT)) son expresiones sinônimas

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voOç - vunqjioç

(cf. Bultmann, Teologia, 259s) y se interpretan recíprocamente (de manera distinta piensan los Padres de la Iglesia; cf. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 46 nota 14). En la discusión sobre el hablar en lenguas, vonç aparece cuatro veces (1 Cor 14, 14.15 [bis],19). El 'vonç, como instancia crítica, de­ termina el pensar claro; conforme al v. 14, el jtvEõpa está sometido al control dei entendimiento. El v. 15 situa la oración inteligible en el mismo rango que la oración en el Espíritu; de lo contrario, el voõç se hace inútil (á>taQJióç èoTiv); en el v. 19 vonç significa el claro entendimiento, que es capaz de instruir sabia­ mente a los miembros de la comunidad. Flp 4, 7 distingue entre vonç y voripara o ^ naQÒía. En contra de la antropologia dei AT, se deja aqui sentir la influencia griega y helenística; vonç es el entender intelectualracional con acento peyorativo. 4. En 2 Tes 2, 2 vonç significa la racionabilidad, la reflexión serena gradas a la cual los tesalonicenses no deben caer precipitamente en confusiones. Ef 4, 17 recuerda a Rom 1, 28; el vonç de los gentiles, apostrofado negativamente, significa el entendimiento, el cual -como instrumento dei conocer- se in­ clina a la vanidad y hace que los gentiles se entenebrezcan en sus reflexiones (biávoia, v. 18). vonç, ô iávoia y xaQÔta (v. 18) tienen en cierto modo el mismo significado. Por el contrario, Ef 4, 23 habla dei vonç en forma positiva; los cristianos deben renovarse en el espíritu de la mente, es decir, en una mente llena dei Espíritu. En Col 2, 18 vonç xfjç oapxóç designa literalmente el sentir o afán de la carne, que es definido negativamente como un comportamiento equivocado, deter­ minado por el mundo. La expresión describe al hombre cuyo espíritu está determinado uni­ camente por la existência carnal (cf. Rom 8, 7; qppóvqpa xfjç oagjíóç). En el «catálogo de vidos» de 1 Tim 6 ,4b-5, vemos que en el v. 5 se condena a Ias personas cuyo entendimiento está corrompido, que no piensan ya claramen­ te. El mismo enunciado se encuentra en 2 Tim

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3, 8 (en vez de ôia^p^ô-eíço) se halla aqui xaxatp&eÍQm). Tit 1, 15 tiene un significado parecido; pero con la adidón de onvEÍôqaiç se caracteriza el entendimiento de los incré­ dulos como un entendimiento que carece de conciencia moral. 5. Lc 24, 45 emplea vonç en el sentido de entendimiento/comprensión: el Cristo resucitado abre el entendimiento a los discípulos que todavia no comprenden para que entiendan de manera recta y plena (cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II [ÔTK], 502). También en Ap 13„18 y 17, 9 vonç designa el aspecto cognitivo dei entender: el que tiene entendimiento, es capaz de calcular el núme­ ro de la bestia (13, 18), y este entendimiento, cuando es empleado rectamente, posee sabiduría (17, 9; la conexión entre vonç y ootpía aparece ya en 13, 18). A. Sand N v fitp a Nympha Ninfa* Col 4, 15 tiene el acusativo Nnptpav, que puede estar formado a base de un sustantivo masculino terminado en -ãç o de un sustanti­ vo femenino terminado en -a. Como en el mismo versículo anxfjç (B) está mejor atestiguado que anxmv (Sin A C) o que anxon (Koiné D G), se trata seguramente de un nombre femenino de persona. GNTCom 627; E. Lohse, Der Brief an die Kolosser (KEK), sub loco. ví)fiq)l|, l|Ç, q nymphé novia, nuera* Mt 10, 35 par. Lc 12, 53 (bis) habla de la división entre la nuera y la suegra (Gén 11,31; Rut 1, 6). En los demás casos el término sig­ nifica novia: Jn 3, 29; Ap 18, 23; 21, 2. De la novia dei Cordero hablan Ap 21, 9; 22, 17. ThWNTIV, 1092-1099; X, 1196 (bibl.). VVfttpíOÇ, OV, Ó nymphios novio* vnpqjíoç designa en sentido general al no­ vio en Jn 2, 9 y Ap 18, 23. Los demás testimonios dei vocablo tienen orientación cristo-

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vunqpioç - vuv

lógica. Según Mc 2, 19 (bis) par. Mt 9, 15a / Lc 5, 34, los «hijos de la alcoba dei novio» [= los invitados a la boda] no pueden ayunar (->• vqaxEiJco) mientras el novio está con ellos. Pero cuando el novio les haya sido quitado, ayunarán: Mc 2, 20 par. Mt 9, 15b / Lc 5, 35. También en Mt 25, 1.5.6.10 vufxqjíoç se refiere a Jesús (al Cristo que «se demora» en la parusía). En Ias palabras dei Bautista en Jn 3, 29, vnpqjíoç aparece tres veces; «El que tiene la novia es el novio, pero el amigo dei novio, que está allí y le oye, se alegra en gran manera con la voz dei novio». ThWNT IV, 10921099; X, 1196 (bibl.). VDfiq5(óv, wvoç, ó nymphõn salón de bo­ das, alcoba dei novio* En Mt 22, 10 v.l. vnpcpráv designa la sala donde se celebra la boda. La expresión «hijos de la alcoba dei novio», en Mc 2, 19 par. Mt 9 , 15/Lc 5, 34 («ellos no pueden ayunar mien­ tras el novio está con ellos»), es un hebraísmo y significa los amigos dei novio que han sido invitados a la boda o el conjunto de Ias personas reunidas para festejar la boda. Billerbeck I, 500-518.

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vDv como variante textual más difícil). Algunas veces no es fácil decidir entre võv y vnví; cf. Heb 8, 6; vuv[l], Con excepción de Filemón, 3 Juan y Apocalipsis, võv aparece en to­ dos los escritos dei NT y con especial frecuencia en el Evangelio de Juan (29 veces), en Hechos (25) y en Ias principales cartas paulinas (33 testimonios). 2. võv es de ordinário un advérbio, pero se usa también como sustantivo y como adjeti­ vo. En sentido sustantivado võv aparece en combinación con una preposición en ártò xoõ võv (como en Lc 1, 48), (Rom 8,22), Ecoç Toõ võv (Mc 13,19) y, como acusativo, en r à võv (Hech 4, 29; võv adverbial en 24, 25; cf. BlaB-Debranner § 413, 8). võv desempena la función de adjetivo atributivo en ó võv altóv (por ejemplo, en 1 Tim 6, 17) y ó võv xaiQÓç (Rom 3, 26); cf. Gál 4, 25; 1 Tim 4, 8; 2 Pe 3, 7.

3. võv está emparentado con el latín nu(m) (en etiamnum y nunc o en nuper) y con el alemán nun (cf. Nu y neu) y designa de ordinário el presente (Jn 8, 52 y 21, 10 también el tiempo que precede inmediatamente al presente). Además de este uso con el significado de aho­ ra (o en este mismo momento), võv se emplea vCv nyn ahora, en este momento también en sentido no temporal, ya sea para 1. Aparición - 2. formas en que se aplica - 3. Signi­ indicar continuación o bien como expresión ficado - 4. Diversas maneras de entender ei «ahora». de una oposición lógica. B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , j.v.; H.-Ch. Halm, en a) Especialmente en los escritos lucanos y DTNTIV, 267-272; Kühner, G r a m m a tik W 2 , 116-119; joánicos, võv hace Ias veces de continuación A. Laurentin, We‘attah - kai nun. F orm ule caractérisjustificante o concluyente. 1) Con el imperati­ tiq u e des textes ju rid iq u e s e t Uturgiques (à pro p o s de Jea n 17, 5): Bib 45 (1964) 168-197, 413-432; U. Luz, vo; precedida por un genuino imperativo, Mt Das G e sch ich tsverstã n d n is d es P a u lu s (BEvTh 49), 27, 42 (par. Mc 15, 32).43; en Jn 2, 8 puede München 1968, 87s, 125, 168s, 297s; E. Neuhausler, haber también un võv temporal, pero no en la en LThK V, 969s; Id., D e r en scheidende A u g en b lick interjección en Sant 4, 13; 5, 1; aye võv, im Z eu g n is des N T («Jetzt», «Heute»): BiLe 13 (1972) 1-16; Schwyzer, G ra m m a tik II, 570s; G. Stãhlin, võv ipues bien! De manera semejante en Hech 13, (ágri), en ThWNT IV, 1099-1117; P. Tachau, «E inst» 11; 20, 22.25 con íôoú; \pues ve!; también en u n d «Jetzt» im N T (FRLANT 105), GOttingen 1972; 7, 34 (= Ex 3, 10 LXX) con ÔEÕQo; «jven enThrall, P a rticles, 30-34; para más bibliografia ThWNT tonces!». x a t võv (en hebreo w“ attâ) puede X, 1196. introducir un imperativo o una locución pare­ 1. En el texto dei GNT, la partícula võv cida, así en Jn 17, 5 (cf. Lc 2, 29); Hech 10, 5; 22, 16; 1 Jn 2, 28; 2 Jn 5; de manera semejan­ aparece 148 veces. Sobre los testimonios inte x a l xà võv, y entonces, Hech 4, 29; 5, 38; ciertos de Hech 13, 31 y Rom 11, 31b cf. 20, 32; 27, 22, y võv oõv, por tanto, 10, 33; GNTCom (sobre Rom 11, 31b cf. Luz, 297;

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VDV—VtJVl

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15, 10; 16, 36; 23, 15. 2) Con el indicativo: vüv hace Ias veces de simple cópula, y entonces, Lc 11, 39; de inteijección m l võv, jy Jn 14, 29; Hech 3, 17 y quizás también en 2 Tes 2, 6 (cf. Blafi-Debrunner § 442, 8d; 474, 5c; 475, Ib). Como deducción vi3v se refiere a un nuevo saber en Jn 8, 52; 16, 30; 17, 7; Hech 12, 1, y x a l võv, a una nueva situación, 23,21. b) vüv designa lo opuesto a lo que se ha dicho antes, Jn 6,42 («... ^cómo puede entonces decir...?»), y x a l võ3v, Hech 16, 37; 26, 6. Si se trata de realidades -incompatibles-, enton­ ces vüv ôé, pero en realidad, en vez de eso, expresa lo contrario de una circunstancia supuesta, que en Jn 8, 40; 9, 41; 15, 22.24; 18, 36; 1 Cor 5, 11; 7, 14; 12, 18.20; Heb 11, 16; Sant 4, 16 se describe como irreal, y que en 1 Cor 14, 6 se ha descrito con exxòç ei pr|. c) Jn 11, 22 no está claro desde el punto de vista de la crítica textual, x a l vüv oiôa signi­ fica; o bien -sin àK ká- la deducción que se saca de un nuevo saber (y ahora), o bien -con òXká—el mantenimiento de lo que ya se sabia antes (pero aun así).

trinal (^incluso 8, 18 y 13, 11?), conoce uni­ camente el vüv escatológico. b) Las cartas post-paulinas presentan notablemente a la raanera de fórmula el contras­ te entre «en otro tiempo» y «ahora» (Ef 5, 8; 1 Pe 2, lOa.b.25; 3, 21; cf. Rom 16, 26). En ellas vüv puede describir también lo opuesto al futuro, y tiene entonces el sentido de «aho­ ra todavia», algo de lo que Pablo no habla nunca (a no ser en Rom 8, 18), dada su mar­ cada escatología de presente (Ef 2, 2; 1 Tim 4, 8; 6, 17; 2 Tim 4, 10; Tit 2, 12; Heb 2, 8). c) En Lucas, en las bienaventuranzas y en los ayes (Lc 6, 21 [bis].25 [bis]), el vüv indi­ ca el mundo presente. En las sentencias acer­ ca de la lucha y el testimonio (Lc 22, 36; Hech 13, 31; 17, 30), el vüv significa el tiem­ po de la Iglesia. d) El Evangelio de Juan habla de que ha llegado la. «hora» de la obra de la salvación, y de que esta obra se consuma por medio de Je­ sus (4, 23; 5, 25; 12, 27.31a.b; 13, 31.36; 16, 5.22.29; 17, 13).

4. El vüv empleado en sehtido temporal tiene diferentes significados: a) En las cartas paulinas autênticas están claros dos puntos importantes. 1) vüv designa «el tiempo de la salvación que ha comenzado por medio de Cristo» (Luz, 88), es decir, la si­ tuación escatológica que ha comenzado «ya ahora», tal como se da en general con la revelación de Cristo (Rom 3, 26; 5, 9.11; 8, 1; 11, 5.30.31a[b]; 2 Cor 6, 2 [bis]; Gál 4, 29) y pa­ ra cada persona en el bautismo (Rom 6, 19.21; Gál 2, 20; cf. 1, 23). Pablo contrapone a menudo con vüv lo de ahora a lo de antes (cf. Tachau, 12, 81) en Rom 6, 21; 11, 30; Gál 1,23. 2) vüv se refiere a la situación dei apóstol. El se encuentra cautivo (Flp 1, 20.30; 2, 12; 3, 18; cf. Col 1, 24) y ausente (2 Cor 13, 2) y siente preocupación por sus comunidades (7, 9; 1 Tes 3, 8; cf. 1 Cor 3, 2; Gál 3, 3; 4, 9). La Carta a los Filipenses, de carácter más personal, conoce únicamente este vüv «apostóli­ co»; la Carta a los Romanos, que es más doc-

V\3Vl nyni ahora, en este momento*

W. Radl

B ibl.:

-►vüv.

1. En el texto dei GNT vnví aparece 20 ve­ ces, seis de ellas tan sólo en la Carta a los Ro­ manos. Aparte de Hech 22, 1; 24, 13 y Heb 8, 6; 9, 26, vnví aparece únicamente en el Corpus Paulinun, y, con excepción de Hechos, se encuentra siempre acompanado por ôé. Tan sólo en Hech 22,1 vuvl se usa como adjetivo. 2. VUVL tiene el mismo significado que vüv. El sufijo demonstrativo i (cf. el latín nunc de num ce) no hace más que darle mayor énfasis. Esto se aplica tanto al vuvl adverbial como al vuví conjuntivo. vuvl, cuando va acompanado por ôé, expresa una clara contraposición. Esta se halla determinada algunas veces de manera simplemente objetiva, pero en la mayoría de los casos expresa también una contraposición temporal. Sin significación temporal, o casi sin significación tempo-

447

V D V Í- VÚ|

ral, vojvl ôÉ expresa, en contraste con una realidad pensada, la realidad efectiva, por ejemplo, en el sentido de pero entonces (Rom 7, 17), pero ahora (1 Cor 13, 13) o -después de una condicional irreal con et (èjtsí)- pero es que (1 Cor 12, 18; 15, 20; Heb 8, 6; 9, 26). Por el contrario, el vuvl ôé temporal signi­ fica frente a la realidad antigua (o futura; Rom 15, 25) la retilidad actual. En el contex­ to escatológico de Rom 3, 21, sirve para describir la situación actual, creada por el acontecimiento de Cristo, en contraste con la si­ tuación pasada, que se hallaba bajo la ley; cf. 7, 6. El nuevo eón se realiza (6, 22; Ef 2, 13; Col 1, 22) y debe dejar sentir sus efectos (Col 3, 8) en el bautizado. En lo que respecta al ministério dei apóstol, vuví ôé caracteriza un cambio en la situación de Pablo (Rom 15, 23.25; Fim 9), de sus colaboradores (2 Cor 8, 22; Fim 11) y de una comunidad (2 Cor 8, 11).

W. Radl V Ú |, VVXTÓÇ, 1^ nyx noche* 1. Aparición en el NT - 2. El significado cronológi­ co y el significado simbólico - 3. como lugar de la acción salvadora de Dios - 4. Como esfera dei juicio escatológico - 5. Como espacio de la decisión de fe 6. Como plenitud divina de tiempo: «día y noche» co­ mo fórmula intensificadora. B ibl.: S. Aalen, D ie B reg riffe «Licht» u n d «F instern is» im AT, im S p ã tju d e n tu m u n d im R a b b in ism u s:

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448

1970; H. Schár, E rlõsungsvorstellungen und ihre p sy chologischen A spekte, München 1950; R. Staats, D ie Sonntagnachtgottesdienste d e r christl. F riihzeit: ZNW 66 (1975) 242-263; A. Strobel, In d ieser N a c h t (L k 17, 34)-. ZThK 58 (1961) 16-29.

1. En el NT el término vú^ aparece 61 veces (20 veces en los Sinópticos, 16 en Hechos, 11 en el Corpus Paulinum, 6 en el Ev. de Juan, 8 veces en el Apocalipsis). En la LXX el término se emplea unas 200 veces y traduce casi siempre el vocablo hebreo laylâ. En el NT se siente la influencia dei lenguaje re­ ligioso dei AT; según Gén 1, 5, la palabra creadora de Dios penetra en Ias tinieblas dei caos y Ias convierte en «noche», una esfera de Yahvé. Por eso, la noche proclama la gloria de Dios (Sal 19, 3; Dan 3, 71), hace que los hombres perciban cuál es la voluntad de Dios (Gén 20, 3; 26, 24; 31, 24; 2 Crón 7, 12; Sal 16, 7; 77, 7; Dan 7, 1; Zac 1, 8), invita a la oración (Sal 4, 5; 42, 9; 63, 7; 77, 3; 88, 2; 119, 55; Job 35, 10) y realiza maraviUosa salvación por obra de Dios (Ex 11,4; 13, 21; 14, 21-28; Jue 7, 9-22; Is 17, 14; 37, 36s). Por otro lado, la noche, en el AT, es el âmbito de acción dei anti-Yahvé, de los poderes malignos, dei dehto y dei horror, de la Sheol (Sal 91, 5; Sab 17, 13s: el infiemo; Gén 19, 33: la embriaguez; Jer 49, 9: los ladrones; Jue 19, 25: la violación; Neh 6, 10; el asesinato; 1 Sam 28, 8: el ocultismo). Según Zac 14, 7, en el tiempo escatológico de la salvación no habrá ya noche, cf. Hen [esl] 65, 9. 2. En el NT, vú§ aparece muy pocas veces en su sentido cronológico neutral; en la mayoría de los casos, el vocablo desempena ya la función de símbolo teológico. Según la manera judia de calcular la hora, la noche se divide en tres vigilias nocturnas; pero, según la manera grecorromana, en cuatro vigilias. Mt 14, 25 par. Mc 6, 48 habla de la cuarta vigilia; Lc 12, 38, de la segunda o la tercera vigiüa (qpuXaitT), cf. a propósito G. Bertram, en ThWNT IX, 237-240). Ahora bien, en el NT la «vigilia de la noche» se convierte ya en algunos luga­ res en referencia parabólica al ésjaton, como vemos claramente por la parábola dei amo vi­ gilante (Mt 24, 43), la dei portero vigilante (Mc 13, 33-37) y la alabanza de los criados vigilantes (Lc 12, 38) (cf., a propósito, A. Strobel, Untersuchungen zum eschatologi-

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vú |

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hombre y sin que él entienda cómo. De mane­ ra parecida, segün Lc 2, 8, Dios comunica su noticia; los pastores cuidaban de sus rebanos durante la noche; entonces se presentó delante de eUos el ángel dei Senor, y la gloria dei Senor los envolvió con su luz. El concepto de la noche tiene intención escatológica clara en el contexto de la vocación de los discípulos, con ocasión de la pesca milagrosa, en Lc 5, 5: «Maestro, hemos trabajado mucho durante to­ da la noche y no hemos pescado nada»; cf. la aparición dei Resucitado a orillas dei lago, según Jn 21, 3: en esa noche no habían pescado nada; al alborear el día, Jesús estaba de pie junto a la oriUa. Para Lucas, la noche -e n el libro de Hechos- es un recurso estihstico típico para describir la intervención salvadora de Dios. Hech 5, 19; Un ángel de Dios abrió durante la no­ che el portón de la prisión e hizo salir a los apóstoles; 9, 24: Cuando Saulo huye de Da­ masco, Ias puertas de la ciudad estaban vigiladas de díay de noche; 9, 25: Los discípulos de Pablo lo descolgaron en una canasta desde lo alto de la muralla de la ciudad; 12, 6: Duran­ te la noche, antes dei día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormia entre dos soldados; 27, 27; A media noche se expe­ 3. La noche, segün el lenguaje dei NT, pue­ rimenta la salvación frente a Ias costas de de convertirse en el momento preferido para Malta. Aqui hay que senalar también el moti­ la acción divina de la salvación escatológica, vo lucano de hacer que Ias visiones de Dios se experimenten durante la noche; Hech 16, 9: de tal manera que la intervención salvadora de Dios se experimente precisamente durante Un hombre de Macedonia estaba en pie ante él, suplicándole que viniera a Macedonia; 18, la noche. En el relato que de que Jesús caminó sobre Ias aguas, un relato que indudable9: El Senor, durante la noche, habló a Pablo en una visión; 23, 11: A la noche siguiente se mente tiene también una dimensión escatológico-eclesiológica, Jesús llega durante la le apareció el Senor a Pablo; 27, 23: Porque cuarta vigilia de la noche, caminando sobre en esta noche vino a mí un ángel de Dios (Pa­ blo frente a Ias costas de Malta). Ias aguas dei lago, hasta donde estaban sus discípulos, Mt 14, 25 par. Mc 6, 48; cf. Jn 6, 4. La noche como esfera dei juicio escato15-21; Lc 24, 37. En la parábola de Ias diez doncellas se escucha en medio de la noche el lógico. Lc 12, 20: «Entonces Dios le dijo: jNecio! /Esta misma noche te van a reclamar grito de que llega el esposo, Mt 25, 6. En la la vida!»; Lc 17, 34: «Os digo que en aquella parábola de la semilla que crece por sí misma, noche estarán dos en una cama; uno será to­ vemos que «día y noche» -en Mc 4, 27—de­ mado y el otro será dejado» (cuando llegue el signa igualmente el âmbito dei proceso escaHijo dei hombre); Jn 9, 4; «Llega la noche, tológico dei crecimiento dei reino de Dios, que va desarrollándose sin la colaboración dei cuando nadie puede hacer ya nada» (curación

schen Verzõgerungsproblem, Leiden 1961, 209). La noche puede dividirse también en en doce «horas» (cóça) de distinta duración, cf. Hech 23, 23: «iPreparad doscientos soldados para la tercera hora de la noche\»\ v. 31: «Los soldados llevaron de noche a Pablo hasta Antípatris». Parece que hay una simple indicación de tiempo en Mt 28, 13: la mentira de los principales sacerdotes y de los ancianos: «Sus dis­ cípulos vinieron de noche y se lo llevaron (el cadáver de Jesús) mientras dormíamos»; Lc 21, 37; «Jesús pasó la noche en el Monte de los Olivos, después de haber pasado el día ensenando en el templo de Jerusalén; Hech 17, 10: Los hermanos, cuando todavia era de no­ che, enviaron a Pablo y a Silas hacia Berea; 23, 31: Llevaron de noche a Pablo hasta Antípatris; 27, 27: «Cuando Uevábamos ya catorce noches navegando a la deriva por el Mar Adriático, los marineros se dieron cuenta a eso de la media noche de que la tierra se estaba acercando a ellos» (frente a Malta); pero en estas indicaciones de la hora nocturna no está claro si hay relación íntima entre el moti­ vo de la noche y el de la intervención de Dios, segün veremos por los siguientes ejemplos.

451 de un ciego); pero también la marcada mención de la noche, con ocasión de la traición de Judas en Jn 13, 30, habrá que entendería co­ mo escena de juicio, ya que la traición de Ju­ das se revela como acción dei anti-Yahvé, co­ mo sintoma de la lejanía de Dios, de la hostilidad contra Dios y de la noche dei mundo. El símbolo de la noche escatológica resulta familiar para Pablo: Rom 13, 12, «La noche casi ha pasado ya, y el día se acerca», palabras en que se recoge claramente el motivo veterotestamentario dei «día de Yahvé». La antítesis retórica «noche - día» hace ver intuitivamen­ te el ocaso dei antiguo eón y el alborear dei nuevo eón escatológico, el nuevo tiempo de la salvación que llega con Cristo. También la reminiscencia de la Pasión en 1 Cor 11,23 -«En la noche en que el Senor Jesus fue entrega­ do»- la entiende Pablo como anuncio de jui­ cio (cf. R. Pesch, Das Abendmahl und Jesu Todesverstãndnis, Freiburg i. Br. 1978, 53ss). 1 Tes 5, 2: «Sé exactamente que el día dei Se­ nor llega como ladrón en la noche». En el lenguaje dei Apocalipsis la metáfora de la noche tiene fundamentalmente rasgos de juicio. Ap 8, 12: Por el tanido de la cuarta trompeta, la noche se hace una tercera parte más oscura; 12,10: El acusador de los hermanos, que los acusaba día y noche ante Dios, ha sido derribado; 14, 11: Los idólatras no tendrán descanso ni de día ni de noche; 20, 10: El diablo, la bestia y el falso profeta serán atormentados día y noche; en 21, 25 y en 22, 5 se recoge la idea de Zac 14, 7: En la consumación escatológica no habrá ya noche.

452 lleva a su casa a Pablo y a Silas y hace que le bauticen a él y a su familia. 1 Tes 5, 5.7 pertenece también al grupo de parénesis de deci­ sión; «Todos vosotros sois hijos de la luz e hijos dei día. No pertenecemos a la noche ni a Ias tinieblas... Los que duermen, de noche duermen, y los que se emborrachan, de noche se emborrachan».

6. La noche como plenitud divina de tiem­ po. Mt 4, 2; Jesús ayunó durante 40 dias y 40 noches; 12, 40: «Así como Jonás esmvo tres dias y tres noches en el vientre dei pez, así es­ tará el Hijo dei hombre tres dias y tres noches en el interior de la tierra»; cf. 20, 19; 27, 63 (cf. K. Lehmann, Auferweckt am dritten Tag nach der Schrift, Freiburg i. Br. 1968). A este grupo pertenece también la combinación «día y noche», que en muchos casos designa el tiempo querido por Dios y expresa intensidad. Y, así, en Lc 2, 37 se dice; La profetisa Ana servia a Dios día y noche con ayunos y oraciones; 18, 7; Los elegidos, que claman a Dios día y noche; Mc 5, 5: El poseso de Guérasa gritaba día y noche en Ias cuevas sepulcrales; 1 Tes 2, 9 par. 2 Tes 3, 8; Trabajando día y no­ che para no ser gravoso a ninguno de voso­ tros; 1 Tes 3, 10: Orar día y noche; 1 Tim 5, 5: La viuda ora día y noche; 2 Tim 1,3: Doy gracias a Dios de día y de noche; Hech 9, 24; 20, 31: Pablo en Mileto: «Recordad que yo, du­ rante tres anos, día y noche, no cesé de amonestar con lágrimas a cada uno de vosotros»; 26, 7: Israel sirve a Dios día y noche; Ap 4, 8; Los cuatro seres vivientes clamaban día y no­ che; «jSanto!»; 7, 15: Los mártires prestan 5. La noche como el espacio de la decisión servicio día y noche delante dei trono de Dios; 12, 10: El acusador acusa día y noche delante de fe. Mt 2, 14: José se decide a huir; toma de Dios; 14, 11; Los idólatras no tendrán des­ consigo al nino y a su madre; 26, 31, en el Monte de los Olivos: «En esta noche vais a canso día y noche (juicio final); 20, 10: Sata­ nás, la bestia y el falso profeta serán atormen­ apartaros de mí»; 26, 34: «Rn esta noche, an­ tados día y noche durante toda la etemidad. tes de que el gallo cante, tú me negarás tres Por tanto, en el NT el concepto «noche» se veces»; par. Mc 14, 30; según Jn 3 ,2 Nicodeusa predominantemente como una metáfora mo visita de noche a Jesus, cf. 19, 39; tam­ simbólica, en la que la función de símbolo es­ bién 11, 10 insta a la decisión: «Si alguno an­ catológico tiene especial importância en el da en la noche, tropieza, porque la luz no está contexto de la parénesis. en él» (con ocasión de la muerte de Lázaro); P.-G. MüUer según Hech 16, 33, el guardián de la prisión

453

VDaOO) - VCÕTOÇ

v ú o a to nyssõ golpear, punzar, clavar* Jn 19, 34; «Uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza». El Textus Receptus lee en Mt 27, 49, dependiendo de Jn 19, 34; E vn^ev anto íl tíjv jtÀEngáv. w a r á ^ c o nystazõ dar cabezadas, dormir* Mt 25, 5: «Pero como el esposo tardaba, a todas ellas les entro sueno y se durmieron». 2 Pe 2, 3, en sentido figurado y con antó^ieia como sujeto; «Su perdición no está dormida (es decir, es inminente)».

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de la justicia»; Heb 11, 7 alaba su fe. La expresión èv (xaTç) 'np.ÉQaiç Nme recuerda la generación dei dilúvio: Lc 17, 26; 1 Pe 3, 20; cf. Mt 24, 37 («los dias de Noé»). El «día dei Hijo dei hombre» (la parusía) se compara con la llegada repentina dei dilúvio en tiempo de Noé: Lc 17, 26.27 par. Mt 24, 37.38; cf., a propósito, D. Lührmann: ZNW 63 (1972) 130-132; J. Schlosser: RB 80 (1973) 13-36. J. P. Lewis, A Study ofthe Interpretation ofN oah and the Flood in Jewish and Christian Li­ te rature, Leiden 1968.

vtod^QÓç, 3 nõthros tardo, perezoso* w / d r i f i e g o v , o v , t ó nychthêmeron día y

noche, veinticuatro horas* 2 Cor 11, 25; «He pasado un día y una no­ che a la deriva en alta mar». BlaB-Debrunner § 121.

Heb 6, 12: iv a [ít] vco^pol yévtjoO^c, en la exhortación a perseverar en la fe. 5, 11: vtn■Opol yeyóvaxe xaiç àxoaiç, «os habéis vuelto duros de oído» (literalmente; tardos en cuanto a los oídos). ThWNT IV, 1120; Spicq, Notes n,-589-591.

N w e Nõe Noé* El nombre —indeclinable—de persona (Gén 5, 29 y passim) aparece en Lc 3, 36 en la ge­ nealogia. 2 Pe 2, 5 llama a Noé «proclamador

VMTOÇ, OU, ó nõtos espalda*

Rom 11,10 (cita de Sal 68, 24 LXX); «jDobla sus espaldas para siempre!».

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xenia hospitalidad, buena acogida; alojamiento* Fim 22: «jPrepárame al mismo tiempo bue­ na acogida (^alojamiento?)!» En Hech 28, 23 dícese de los judios romanos que «acudieron a visitar a Pablo en su alojamiento». ThWNT I, 19-23: Spicq, Notes II, 596s; J. Schreiner: TThZ 89 (1980) 50-60. |e v ía , a ç ,

^CVÍÇto xenizo acoger como huésped, hos­ pedar; parecer extrano a* 1. Aparición - 2. Significado concreto - 3. La hos­ pitalidad en la Bíblia - 4. Significado abstracto. BibU: H. Bietenhard, en DTNT H, 160-163; Dalman, Arbeit, 129-148; J. Friedrich, Gott im Bruder? (CThM 7), Stuttgart 1977; R. Gyllenberg-B. Reicke, en BHH I, 498s; J. Mathews, Hospitality and the N T Church, tesis Princeton Theol. Seminary 1964; H. Rusche, Gastfreundschaft im AT, im Spãtjudentum und in den Evangelien: ZM 41 (1957) 170-188; Id., Gast­ freundschaft und Mission in der Apg und in den Apostelbriefen: ZM 41 (1957) 250-268; Id., Gastfreund­ schaft in der Verkündigung des N T und ihr Vehaltnis zur Mission, Münster i. W. 1958; Spicq, Notes II, 592-

597; G. StahUn, ^évoç Kxk., en ThWNT V, 1-30; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1196s.

1. En el NT el verbo aparece 10 veces, siete de ellas en Hechos, dos en 1 Pedro y una vez en Hebreos, Lo mismo que ocurre con -> |évoç, el término se traduce a nuestra lengua por dos significados enteramente diferentes. Predomina numéricamente el significado de acoger con hospitalidad (siete veces, seis de ellas sólo en Hechos). 2. La frecuencia con que el verbo aparece en Hechos (10, 6.18.23.32; 21, 16; 28, 7) in­ dica ya lo importante que era la hospitalidad para que los misioneros dei cristianismo pri­ mitivo pudieran desarrollar su actividad. Por esta razón, la hospitalidad se menciona como una virtud en Hebreos (13, 2), senalándose al

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mismo tiempo ejemplos de hospitalidad en el AT. 3. Heb 13, 2 hace referencia a Gén 18: la aco­ gida que Abrahán (18, Is) y Lot (19, 1.18.21) prestaron a Dios en la figura de sus mensajeros (18, Is). La hospitalidad es una virtud muy apre­ ciada en el m undo antiguo. Sus raíces pueden describirse de la siguiente manera: de la expeliencia de que, cuando se está en tierra extrana, uno siente temor y angustia y tiene que acogerse a la hospitalidad que le brinden, nace la siguiente «secuencia histórico-cultural» (Stâhlin, 3): el extranjero es primeramente el enemigo al que hay que combatir. Pero pronto se observa que hay otro camino para «arreglárselas» con el extranjero hostil. Y es el de la hospitalidad. Con ello el proscrito se convierte en la persona protegida por la religión. Así, el AT muestra claramente Ias penalidades por Ias que tiene que pasar el extranjero (cf. Gén 9, 4ss), y al mismo tiempo la obligación que exis­ te de brindarle hospitalidad (Gén 19; Dt 14, 29). Esta obligación la encontramos en el AT algunas veces más; cf., por ejemplo, Is 58, 7, donde la hospitalidad aparece en una serie de «obras de caridad», cada una de Ias cuales constituye un as­ pecto parcial de la hospitalidad, como es la de «saciar a los hambiientos» y la de «dar de beber a los sedientos», acciones que se mencionan con mayor frecuencia que el concepto genérico mis­ mo de brindar hospitalidad. De todos modos, la hospitalidad figura en casi todos los catálogos de obras de caridad, que conocemos de Israel y de los pueblos de su entorno (una exposición detalladaen: Friedrich, 164-172). Por tanto, el alto aprecio de la hospitalidad en la comunidad cristiana primitiva (cf. también Rom 12, 13) debió de tener varias raíces: a) el aprecio general de esta virtud en Israel y en el AT; b) el hecho de que no sólo los mi­ sioneros dei cristianismo primitivo sino también Jesús tuvieran que recurrir a la hospitali­ dad (cf. esta idea en Lc 10, 38; Mc 2, 15; 14, 3 y passim)-, c) la predicación de Jesús en Ias parábolas y en Ias sentencias (por ejemplo,

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levíÇo) - Çévoç

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NT predomina el significado de extranjero (11 veces); una vez significa anfitrión (Rom 16, 23) y dos veces se halla junto a un sinôni­ mo de «extranjero» y puede significar tanto extranjero como huésped (Ef 2, 19; Heb 11, 13). El significado de «huésped», que se halla 4. Ya en el griego profano, el verbo tiene en el griego profano, no aparece en el NT. El término se encuentra no sólo como adjeti­ también otro significado distinto y más absvo (5 veces) sino también como sustantivo (9 tracto: el de parecer extrano a alguien. Esto se debe al doble sentido de ->■ |év o ç (1.3) co­ veces). mo «huésped» y como «extranjero» (cf. Bauer, 2. El mundo antiguo experimento primerai.v.). Los cristianos son extranjeros en este mente hacia los extranjeros un sentimiento de remundo, porque pertenecen a Dios (Ef 2, 19; chazo («bárbaros»), que lentamente se fue miti­ ->■ §Évoç 2); por eso, también el mundo siengando al desarrollarse el derecho de los forasteros te extraneza ante la conducta no mundana de y extranjeros. Para Israel los pueblos extranjeros son enemigos, lo cual se basa en experiencias his­ los cristianos (1 Pe 4, 4), y los persigue; esta tóricas (cf. Dt 20, 14ss y passim), y son también persecución es consecuencia lógica de lo exgentiles, porque esos pueblos tienen una religión tranos que son entre sí el mundo y el cristiaextrana que con harta facilidad atrae y seduce a no, una extraneza que equivale a su vez a los israelitas (cf. Jer 5, 19). Sin embargo, desde «hostilidad». Por eso, al cristiano no debe exmuy pronto se acoge con hospitalidad a Ias persotranarle tampoco que le persigan (1 Pe 4,12); nas extranjeras y a los viajeros (-<• ^evíÇco 3), hecho dei cual va desarrollándose poco a poco una cf. ^eviÇovTa, cosas extranas (Hech 17, 20). especie de derecho de extranjería. J. H. Friedrich Lo de «ser extranjero» es también una catego­ ria que se aplica a Ias relaciones entre Dios y el Mientras que, según la concepción grieÇevoôojjéto xenodocheõ mostrar hospita- mundo. ga, el alma es extranjera en este mundo y anhela lidad* su patria celestial, vemos que -según la visión bí­ En 1 Tim 5, 10 dícese de los obras buenas blica- el hombre y Dios se hallan frente a frente como extranjeros (cf. Is 28, 21; Sal 39, 13; 1 que hacen recomendables a Ias viudas: «si Crón 29,15), aunque propiamente el hombre y el ella ha acogido con hospitalidad a extranos (è^evoôóxTlOEv)». ThWNT V, 19-23; X, 1196 mundo pertenecen a Dios como criaturas suyas que son. Sin embargo. Ias personas piadosas sa(bibl.); T. Hirunuma, xenodocheõ: Shinyaku ben que esa meta no se alcanza en la tierra (cf. 1 Kenkyü (Osaka) 149 (1979) 1239s; Spicq, Crón 29, 15; Heb 11. 13). Notes II, 596; J. Schreiner: TThZ 89 (1980) 50-60. Los diferentes niveles reaparecen también en el uso que el NT hace de ^évoç. En Mt 25, la hospitalidad hacia los extranjeros (vv. 35. ^ é v o ç , 3 xenos extrano, inadaptado, raro; 38.43s) es un punto dei catálogo de obras de sustantivado; extranjero, huésped, anficaridad (-+ ^evíÇo) 3) que constituyen los cri­ trión* térios para que el Juez pronuncie su sentencia 1, Aparición - 2. «Extranjero» - 3. «Huésped». en el gran juicio universal. Pero en el NT se observa también el temor a la religión extran­ Bibl: I eví^O). jera. Los extranjeros son paganos e impuros, 1. En el NT |év o ç aparece 14 veces, cinco y por eso reciben también sepultura en luga­ de ellas en Mateo, dos en Hechos y otras tan­ res impuros (Mt 27, 7; cf. la exposición detatas en Efesios y en Hebreos, una vez en 1 Pe­ llada que hace Stâhlin, 14). Ahora bien, no só­ dro, otra en 3 Juan y otra en Romanos. El tér­ lo en el AT se encuentra un distanciamiento con respecto a todo lo extranjero en la relimino refleja dos significados distintos; en el

Mt 22, 1-14; Lc 14, 7-14, especialmente el v. 12, y de la manera más clara en Mt 25, 31-46, donde en el catálogo de obras de caridad se recoge explícitamente la exhortación a ser hospitalarios con los extranjeros).

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|é v o ç - liiX ivoç

gión; sino que eso es algo que pertenece segu­ ramente a la esencia de toda religión (cf. Hech 17,18 [también v. 20] eu lo que respecta a los griegos; posiblemente ^évoç no tenga aqui matiz de acusación, sino que designe única­ mente algo curioso que despierte el interés de los atenienses). Ante lo extranjero hay que ser precavido (Heb 13,9), una advertência que se dirige propiamente contra la alienación judai­ ca de lo cristiano. Sin embargo, a diferencia dei pueblo de Israel, que había concertado un pacto con Dios y que creia que Ias relaciones dei pacto eran únicamente para su propio be­ neficio, con lo cual se erigia un muro de separación entre Israel y Ias naciones extranjeras, dejando a esas naciones a merced dei abando­ no divino (Ef 2, 12), vemos que ahora no se excluye ya a ninguna persona de la comunidad cristiana por el hecho de que esa persona pertenezca a una nación extranjera (2, 19); en la Iglesia no hay más que criaturas nuevas, que tienen en común derecho pátrio en la casa de Dios y que son «miembros de la familia de Dios». Porque ahora se ha cumplido la promesa de que se suprimiría la alienación entre Dios y el hombre (Heb 11, 15s), una supresión que los que creyeron antes de Cristo no habian alcanzado (Heb 11, 13). A pesar de to­ do, los cristianos siguen siendo extranjeros frente al mundo (cf. 1 Pe 4, 12; cf., a propósi­ to, ->• ^evLÇca 4). - Por el contrario, |év o ç debe entenderse en sentido neutral en Hech 17, 21: «los extranjeros que alli vivian». 3. Se ha senalado ya la curiosa tensión que existe en el tema de esta palabra (-> 1; -»■ ^ evlÇcu 4). Esta tensión aparece también en los mencionados pasajes de Ef 2, 19 y Heb 11, 13, donde ^évoç se encuentra en cada ca­ so junto a un sinônimo que significa extranje­ ro (JtÓQoiHoç y JtaQEJtíÔTip,oç) y, por tanto, debe traducirse más bien por huésped, pero entendiéndose aqui siempre en el sentido de «huésped extranjero» (cf. la agrupación pare­ cida en Gén 23, 4 y passimj. El término con el sentido de «huésped» apa­ rece sólo clarísimamente en Rom 16,23, pero entendiéndose aqui lo de «huésped» única­

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mente en el sentido de hospedador. Gayo, evi­ dentemente, acogió en su casa no sólo a Pablo sino también a otros cristianos, de la Iglesia universal, que se hallaban de viaje: una virtud sin la cual no hubiera sido posible la labor misionera dei cristianismo primitivo (cf. 3 Jn, es­ pecialmente el V. 5; Friedrich, 272-276). Por eso, es menos probable que el v. 23 haya que entenderlo en el sentido de que la comunidad celebrara sus reuniones en la casa de Gayo. J. H. Friedrich | é o t t | ç , o v , ó xeííês jarro, cântaro*

Medida de capacidad para líquidos, que equivalia aproximadamente a litro. Sin el aspecto de medida, el término aparece en Mc 7, 4 (7, 8 v.l.) junto a itottiqlov y xaXxiov. ^ijQ aívo) xêrainõ secar; en voz pasiva, secarse / marchitarse* En el NT el significado activo aparece uni­ camente en Sant 1, 11. La voz pasiva se refiere, en sentido propio, a árboles, Mc 11, 20.21 par. Mt 21, 19.20; a plantas (que no tienen raíces), Mc 4, 6 par. Mt 13, 6 / Lc 8, 6; 1 Pe 1, 24; Ap 14,15; dícese dei pámpano cortado, en Jn 15, 6. Dícese que Ias aguas se secaron, en Ap 16, 12 (en el rio Eufrates). Del flujo de sangre que se secó, en Mc 5, 29; de lo rígido que se quedaba el cuerpo dei poseso, en Mc 9, 18; de la mano seca (o paralizada), en 3, 1. I n e ó ç , 3 xeros seco, desecado* En sentido propio se dice de la madera, Lc 23, 31; de la tierra, Heb 11, 29 («la tierra se­ ca»). Lo seco (Gén 1, 9) en contraste con fiáLaooa, Mt 23, 15. En sentido figurado dícese principalmente de enfermedades: la mano, Mc 3, 3 par. Mt 12, 10 / Lc 6, 6.8; en sentido absoluto, ^T]QOÍ, secos (es decir, paralíticos), Jn 5, 3. ^tlXlVOÇ, 3 xylinos de madera* Ap 9, 20; t à eíôcolta x à gúÀiva, los ídolos de madera. En 2 Tim 2, 20 dícese de los ins­ trumentos / Ias vasijas ( oxeúti) de madera.

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| ij A.ov

^iiÀ,ov, ot), TÓ xylon madera* 1. Aparición en el NT - 2. En la naturaleza terrenal y en el paraíso escatológico - a) Como «madera» - b) Como «árbol» - 3. En relación con la empleo de vio­ lência - a) Como «cruz» - b) Como «paio» - c) Como «cepo». B ib l: Bauer, W õrterbuch, í.u; Bousset-Gressmann, 284 («Lebensbaum»); K. Erdmarm y otros, B aum , en RAC n, 1-34; E. O. James, The Tree o fL ife (SHR 11), Leiden 1966; A. G. Levin, The Tree o f L ife: G en 2:9 a n d 3 :2 2 -2 4 in Jew ish, G nostic a n d E arly C hristian Texts, tesis Harvard (resumen en HThR 59 [1966] 449s); G. Q. Reijners, The T erm inology o f the H o ly C ross in E arly C hristian L iterature, Nijmegen 1965; St. J. Reno, The S a cred Tree a s an E a rly C hristian Literary Sym bol: a P hen o m en o logical Study (FARG 4),

Saarbrücken 1978; J. Schneider-(K. G. Kuhn), |ijXov, en ThWNT V, 36-40; J. A. Soggin, ‘ês, en DTMAT II, 453-458; T. C. G. Thomton, Trees, G ibbets, a n d Crosses: JThS 23 (1972) 130s; I. Vergote, F olterw erkzeuge, en RAC VIII, 112-141, sobre todo 117; Volz, Eschatologie, s.v. «Lebensbaum» en el índice analítico; M. Wilcox, «U pon th e Tree» - D e u t 21:22-23 in the NT: JBL 96 (1977) 85-99; para más bibliografia sobre el «árbol de la vida», cf. Soggin, 456s; sobre |úXov en el sentido de cru z XQep,áwu|U (2); atauQÓç.

1. En el NT ^tjX,ov aparece principalmente en cuatro sentidos, dos de ellos en expresiones fijas: se encuentra 5 veces en los Sinópticos con ocasión dei prendimiento de Jesus en la frase [lETà paxaiQCõv x a l ^úÀcov, 5 veces para designar la cruz, 4 veces en el Apocalipsis como (xò) %vkov (xfjç) Çtofjç, 3 veces (o 4 veces) en el sentido sencillamente de madera. 2. Aparece como término para designar la madera en la naturaleza terrenal y, por tanto, también -e n sentido escatológico- en el pa­ raíso: a) La madera como material de construcción se menciona en 1 Cor 3, 12; §X)Xov xi[lUÓTaxov, «madera noble muy valiosa» para la constmcción de utensílios, en Ap 18, 12b; especialmente madera de cítricos, en Ap 18, 12a. A propósito de Lc 23, 31 ->^ b. b) Un árbol en cuanto está «verde» o «se­ co» (como, por ejemplo, en Ez 17, 24) o sen­ cillamente madera, en cuanto está «verde» o «seca», se menciona en Lc 23, 31 en una sen­ tencia metafórica y proverbial de Jesus (cf. un paralelo conceptual en Seder Eliahu Rabba

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14 [65] y un paralelo material en GénR 65 a propósito de 27, 27 [cf. Kuhn: ThWNT V, 37 nota 7]). El Apocalipsis habla varias veces -en senti­ do escatológico- dei ^ tjXov (xf|ç) Ctofjç (la expresión se halla literalmente en la LXX Gén 2, 9 y passim; en cuanto a ^nXov xfíç Çoofjç, también en sentido escatológico, en el Paraíso cf.: SalSl 14, 3 [plural]; TestLev 18, 11; ApMo 28): «el árbol de la vida» «en el Paraíso de Dios»; 2, 7 («dar de comer dei ár­ bol de la vida»: dei «árbol de la vida» escato­ lógico, situado igualmente en el «Paraíso», habla también en sentido literal TestLev 18, 11; cf. ApMo 28); «árboles de la vida, situa­ dos a ambos lados dei rio y que dan fruto do­ ce veces al ano» (la constmcción es poco cla­ ra), 2 2 ,2a, «y Ias hojas de los árboles (sirven) para la curación de los gentiles», 22, 2b (el singular en ambos casos se entiende segura­ mente en sentido colectivo [de manera distin­ ta piensa, por ejemplo, Schmidtke, en: Erdmann y otros, 23]; cf., sobre el tema, espe­ cialmente Ez 47, 12; «árboles de la vida» si­ tuados junto a Ias aguas, IQH 8, 5s; cf. también 4 Esd 7, 123); dícese de los piadosos: «Tienen derecho al árbol de la vida», 22, 14 (cf. Hen [gr] 25, 4); en la advertência que se hace al final dei libro, se amenaza con el cas­ tigo de privar de la «participación en el árbol de la vida», 22, 19. En los pasajes menciona­ dos no se reconoce todavia una alusión a la cmz de Cristo (en contra de la opinión mani­ festada recientemente por H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], 59). 3. "^ifkov aparece también en relación con el empleo de madera por unos hombres para cometer actos de violência contra otros hom­ bres. En este sentido significa: cruz, paio y cepo de madera para los pies. a) En Gál 3, 13 Pablo cita a Dt 21, 23 para referirse a la crucifixión de Jesús (en una versión dei texto que no concuerda ni con la LXX ni con el TM); ‘ès / |nX,ov se refiere a un madero dei que adicionalmente se colgaba al reo, después de su ejecución (sobre la rela­ ción dei pasaje con la pena de cmcifixión en

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^ v X o v - guQám

el judaísmo contemporâneo xQEp,ávvu(xi 2; cf. también, por ejemplo, tãlâ ‘ãl ‘Sf / XQepávvu[M èm §6 )^,0), Gén 40, 19, que en Josefo, Ant II, 73.77 y Filón, Som II, 213 se interpreta igualmente en el sentido de la pena romana de la crucifixión.). Está también cla­ ro, por la expresión XQep,áaavxeç èiii que Dt 21, 22(s) se halla detrás de la mención de la ejecución de Jesus en Hech 5, 30 y 10, 39. Hech 13, 29 emplea §úÀov para referirse al descendimiento de Jesús de la cruz (segura­ mente aludiendo al pasaje dei AT [cf. Wilcox 92s]). En el contexto de una referencia a Is 53, 4.12 LXX, en 1 Pe 2, 24 (= Polic 8, 1) el madero, en el sentido de la cruz, es el lugar al que Jesús «llevó nuestros pecados en su cuerpo» (cf. Dt 21, 23aa [Wilcox, 93]). (No se dice «se llevó a sí mismo» o «llevó su cuerpo» como objeto [según se dice en Heb 7, 27], y por tanto no existe verdadera terminologia sacrificial [opina así acertadamente L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), sub loco; es di­ ferente la opinión de Bauer, Wõrterbuch, s.v. ctvaqjÉQO) 2 y J. Kremer en la presente obra ->■ àvaqpÉQco 3]; no puede comprobarse que haya un eco de la idea dei chivo expiatório de Lv 16, 21s.) También en textos judios y paganos, el uso absoluto de |úXov puede designar a veces (!) la cruz como instrumento de ejecución; por

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ejemplo, Filón, Som II, 213 (aludiendo a Gén 40, 19; cf. supra); Artemídoro, Onirocr IV, 33 (junto a oxauQÓç y ^úXov como «trozo de madera»). En el NT, el uso de |úÀov en todos los pasajes mencionados en a) podría hacer referencia a Dt 21, 22s. b) En el relato sobre el prendimiento de Je­ sús encontramos la expresión «eon espadas y paios»'. Mc 14, 43 par. Mt 26, 47; Mc 14, 48 par. Mt 26, 55 / Lc 22, 52. c) Hech 16, 24 designa por ^vXov un cepo para mantener apresados los pies de los cautivos en la cárcel (cf. Vergote), refiriéndose en este caso a los pies de Pablo y de Silas en la prisión de Filipos (^úA,ov para ambos pies también en Job 33, 11; Plutarco, GenSocr 598 B; cf. también especialmente Herodoto IX, 37; Lisias X, 16; OGIS H, 483, 181). H.-W. Kuhn (^DQéco, xyraõ (xyreõ, xyrõ) cortar (el pelo o la lana)* En Hech 21, 24 encontramos el futuro de la voz media ^UQriaovtai, se raparán (tf|v xecpaX,f|v). En 1 Cor 11,5 bailamos el participio de perfecto de la voz pasiva (empleado en sentido absoluto); E|nçí]pÉVTi {la rapada); en 11, 6, el presente de infinitivo de la voz media (en sentido absoluto); ^upãcr&ai.

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Oo ó,

TÓ ho, he, to (artículo) el, la, lo

1. Originalmente pronombre demonstrativo - 2. Empleo individual y general - 3. Efecto sustantivante - 4. Posición atributiva y posición predicativa - 5. Con el predicado nominal - 6. Con nombres propios - 7. Ausência dei artículo. B ib L : Bauer, W õ rte r b u c h , í . v. ; BlaB-Debrunner § 249-276, 398-404; F. Eakin, The GreekArticle in First and Second Century Papyrí: AJP 37 (1916) 333-340; R. W. Funk, The Syntax ofthe GreekArticle, tesis Vanderbilt University, NashviUe-Tennessee 1953; Kühner, Grammatik II/l, 575-640; Liddell-Scott, J.v.; Mayser, Grammatik lEl, 56-62; 2, 1-50; Moulton, Grammar I, 80-84; III, 36ss, 140-146, 150-153, 165-184, 197-201; Radermacher, Grammatik, 112-118; I. W. Roberts,

Exegetical Helps: The Greek Noun with and without theArticle: Restoration Quarterly 14 (1971) 28-44; H. M. Teeple, The Greek Article with Personal Names in the Synoptic Gospels: NTS 19 (1972-1973) 302-317;

cf. más bibliografia en Roberts, 28 nota 1.2.

En lo esencial, el empleo dei artículo en el NT concuerda con el uso dei mismo en la lengua clásica; pocas veces puede observarse in­ fluencia dei hebreo. 1. La función dei artículo, que consiste en caracterizar como algo determinado un concepto sustantivo, se deriva de su significado original de demonstrativo, que se reconoce todavia en restos formultirios que aparecen en el NT: ó fxèv - ó ôé, «el uno - el otro», «éste - aquél»-, ò ôé, «y eZ», «pero éste», oi ôé, «y ellos», «pero éstos». ó (oí) [ièv o ív , «y él (ellos)», «pues bien, éste {éstos}», sin el ôé correspondiente, aparece línicamente en Hechos. 2. El artículo se emplea; a) individualmente, para referirse a una persona o cosa determinada, ya mencionada («anafórico») o conocida universalmente («definitorio»); «los magos», Mt 2, 7 (introducidos sin artículo en el v. 1); «los cinco pa­ nes», Lc 9, 16 (después de hablarse de «cinco panes» en el v. 13); «una bestia», Ap 13, 1,

después siempre «la bestia»; cf. Lc 4, 17b (cf. 17a); Jn 4, 43 (cf. el v. 40); Hech 9, 17 (cf. el V. 11), etc. - ó jrQoqpf|TT]ç, «el profeta (esperado)», Jn 1, 21; q qpéça, «el día (dei juicio)», 1 Cor 3, 13; p,oi á|xaQTtoL(p, «de mí (eZ) pecador», Lc 18, 13; èv Tfj èjtiOToXf), «en la carta (conocida por vosotros)», 1 Cor 5, 9. b) En sentido general, para designar el gê­ nero o clase, no el individuo: Mt 12, 35, «el hombre bueno» (en general; cf. v. 15, 11); Iv xm àvOQcójrq), «en el hombre» {- en todo hombre), Jn 2,25 (en cambio, en 4, 50 en sen­ tido individual ó ãv&Qconoç, «el hombre», en este caso:, el centurión de Cafarnaún). Por eso, es frecuente cuando se habla en parábo­ las: «Ias zorras y Ias aves», Lc 9, 58; «el trabajador» (= todo trabajador), 10, 7; «el dueno de la casa - el ladrón», Mt 24, 43; «el heredero», Gál 4, 1). c) En sentido distributivo (una variante dei uso en sentido general) se espeeifica a «cada uno»: Tou èviautou, «cada ano, anualmen­ te», Heb 9, 7; xqç fip,éQag, «cada día, diaria­ mente», Lc 17, 4. e l V.

3. Por medio dei artículo puede sustantivarse cualquier palabra, y también una frase o parte de una frase. a) Adjetivos: ó JtovqQÓç, «el maligno» (el diablo), Mt 13, 19; Jn 17, 15; xò àYa'9'óv oox), «tu buena acción». Fim 14 (en sentido individual); xò àyaO^óv, «el bien», Gál 6, 10 (en sentido general). b) Advérbios y expresiones preposicionales (el uso «elíptico»): r| aÜQiov (sobreentiéndase qp,éQa), «el día de manana», Sant 4, 14; xò èvxóç - xò èxxóç, «lo interior» - «lo exterior», Mt 23, 26 (cf. Jn 8, 23; Flp 3, 13, etc.); oi èxeT, «la gente que estaba allí», Mt 26, 71; àitò xoü vüv, «desde ahora», Lc 1, 48; xò xip.ã)V, «en cuanto de vosotros de­ penda», Rom 12, 18 (acusativo adverbial); xò

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x a t à aÓQxa, «en cu an to a la carne», 9, 5. De manera semejante, el artículo seguido de genitivo; « lo s h ijos (ol) de Zebedeo», Jn 21, 2; « lo s que p e r te n e c e n a Cristo», 1 Cor 15, 23; xà K aio aço ç, «Ias c o sa s qu e so n dei Cé­ sar», Lc 20, 25; « lo que co n trib u ye a la paz», Rom 14, 19; « e l co n ten id o (xó) dei provér­ bio», 2 Pe 2, 22. c) Participios: ó Pajtxí^cov, « e l Bautista», Mc 6, 14; ó xXéjtxcDV, « e l ladrón», Ef 4, 28; xà ujtáQxovxa, «Ias posesiones», Lc 12, 33.44; xà YLVÓ|XEva, « lo s sucesos», 9, 7; jtQÒç TÒ Jtagóv, «para e l momento», Heb 12, 11. Es frecuente ó X.EYÓp.evoç (xaX,oúp.svoç) seguido de un nombre propio: « e l ... llamado / por nombre»; así también en Hech 13, 9; «Saulo, e l c u a l se llamaba también (ó xaí) Pablo». - Algunas veces, en lugar de la oración de relativo que seria de esperar: Lc 18,9, «a unos que (jtgóç xivaç toúç) que confiaban en sí mismos» (cf. Hech 4, 12; 11, 21; Mc 15, 41). d) Infinitivos; El infinitivo sustantivado, como ocurre en toda la Koiné, se halla mucho más difundido en el NT que en el griego clásico (sobre todo en Lucas, Pablo y Hebreos; es raro en Juan). En todo ello, eLartículo sirve más para caracterizar el caso que para de­ terminar algo (en la traducción suele hacerse caso omiso de él): «la esperanza de recibir su parte» (xoõ pexéxEiv), 1 Cor 9, 10; «la fe de ser salvado» (xoõ awOfjvai), Hech 14, 9); «abstenerse de ofrecer sacrifícios» (xoõ [if] ■&ÚEIV), V. 18. También puede ser sustantivado un acusativo con infinitivo (en el caso de que el infinitivo tenga distinto sujeto): «el tiempo de que ella diera a luz» (xoõ x ex e I v aíixTiv), Lc 1, 57 (cf. 2, 6); «la esperanza de salvarnos» (xoõ Oü)t,ÊO'àai r)p,ãç), Hech 27, 20. Es frecuente con preposiciones: e I ç xò oxanQcõoai, « p a ra crucificar(le)», Mt 27, 31; ev xm jtOQEÚEOÕ-ai, «en e l viaje, Hech 9, 3; êcuç xoõ èXõ-Eiv auxóv, «hasta que él llegó». Con bastante frecuencia el infinitivo sustanti­ vado en genitivo tiene sentido final o conse­ cutivo; « pa ra sembrar, Mt 13, 3 par.; p a r a ser bautizado, 3,13; « de su erte qu e hubierais creído en él» (xoõ morxEõoai au x ã), 21, 32.

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e) Citas: xò àvépr], lo d e qu e ‘El ascendió’», Ef 4, 9 (cf. Mt 19, 18; Rom 13, 9). En interrogativas indirectas, en Lc 1, 62; Hech 4, 21, y p a ssim en Lucas. 4. En algunos pronombres hay que distin­ guir entre la posición predicativa y la posición atributiva (los pronombres posesivos y los demonstrativos llevan generalmente artí­ culo). a) auxóç: « e l Espíritu m ism o» (predicativo), Rom 8, 26, pero « e l m ism o Espíritu» (atributivo), 2 Cor 4, 13. b) n ã ç : j t ã o a v xt]v àX ,f)'& Eiav, « to d a la verdad», Mc 5 , 3 3 (jx ã ç sin artículo: «cada»), pero ó 3xãç vópxjç (atributivo: se acentúa la unidad total), «la ley en su to ta lid a d » , Gál 5, 14; «en to ta l doce hombres», Hech 19, 7. 5. En el caso de un predicado nominal de­ terminado, el artículo aparece o no, a diferen­ cia de lo que sucede en el griego clásico (don­ de el predicado nominal va generahnente sin artículo), según sea el orden en que vayan Ias palabras: si el predicado precede al verbo, entonces no Ueva artículo; si el predicado va de­ trás dei verbo, entonces Ueva artículo (cf. E. C. Colwell: JBL 52 [1933] 12-21); sin embar­ go, hay muchas excepciones. Por tanto, en Jn 10, 36: «Yo soy e l Hijo de Dios» (cf. 9, 5) co­ mo en Mt 14, 33; pero luego en 2 7 , 54: O e o õ uiòç fiv, «él era e l Hijo de Dios [o: el hijo de un dios]». 6. En cuanto al artículo con nombres propios, no se observan regias fijas. En la mayoría de los casos: a) Los nombres propios llevan artículo, cuando la persona (sin artículo) ha sido ya presentada (~> 2.a): «Maria», Lc 2, 19 (cf. el V. 5); «Esteban», Hech 6, 9 (cf. el v. 8); «Pilato», Mt 27, 13.17.22.24 (cf. el v. 2); «Jesus» y «Cristo» (propiamente un apelativo: « e l Un­ gido») aparecen casi siempre con artículo en los evangelios (->■ Tqooõç 4.a, en la columna A dei cuadro). - Los nombres propios hebreos (que son indeclinables en griego) suelen llevar artículo para determinar el caso.

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ó - 5ôe

b) Los nombres de países que originalmente fueron adjetivos, llevan artículo: f| ’Iouô a ía (yf) o xtópa), «Judea»; f| FaXiÀaía, «Galilea», pero, por ejemplo, se dice también habitualmente q Engrójtq, «Europa»; q "Aaía, «Asia». c) Los gentilicios no llevan necesariamente artículo: en Pablo ’Io u6aíoi, «los judios»; “E}i,A,qv£ç, «.los griegos»; pero en los evangelios llevan casi siempre artículo. 7. El artículo está ausente a menudo: a) En Ias enumeraciones (los nombre apa­ receu como en una lista, por ejemplo, Rom 8, 35.38s; 1 Cor 13, 12; catálogos de vicios) y en Ias defíniciones (Rom 1, 16s), los encabezamientos de cartas. Ias fórmulas de saludo, etc. (Mt 1, 1; 1 Cor 1, 1.3; Ef 6, 23). b) En designaciones de clase y de afinidad o parentesco que equivaleu a nombres propios (cf. el ejemplo clásico: PaoiXEÚç, «el rey de los persas»): KatoaQ, «el emperador» (tan sólo en Jn 19, 12 con artículo); ■&eóç rtaxqQ, «Dios (eZ) Padre; o a ta v ã ç , «{el) Satanás» (pero casi siempre con artículo, lo mismo que sucede con deóg, «Dios», y xúpioç, «Senor», que llevan artículo cuando se refieren al Dios judio o cristiano). Aqui hay que incluir tam­ bién la mención -sin artículo- de fenômenos de la naturaleza, como el sol, la luna, la tierra, el mar (sobre Lc 21, 25 cf. Platón Crat 397s), el cielo, la muerte, etc. c) En conceptos abstractos: (en Pablo) ápaQTÍa, «el pecado», aÓQ^, «la carne», OCOtqQÍa, «la salvación», etc. d) En indicaciones ordinárias de lugar y tiempo (por su carácter adverbial): à it’ aYQon, «dei campo»; ív àyoQ ^, «en el mercado»; Ecoç EOJtÉQaç, «hasta la tarde»; x a x à xatQÓv, «a su debido tiempo»; también, por esta razón, en Lc 8, 27 habrá que entender «en ca­ sa» y no «en una casa». e) La falta de artículo puede tener también un matiz calificador: no se piensa en el indiví­ duo, sino que se acentúa la esencia de una persona o cosa. Así, en Heb 5, 8 xaÍJteQ mv ulóç, «a pesar de su condición de Hijo (de Dios)»; Jn 1,18 «nadie ha visto a Dios (Deóv)» (la in-

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visibibdad pertenece a la esencia divina); cf. Gál 2, 6. En consonância con esto hay que distinguir entre JtVEüpa «espíritu» como «sus­ tância» (por ejemplo, en Mc 1, 8 en corres­ pondência con üôaTi, «con agua») y tÒ Jtveüpa, «el Espíritu (Santo) como ser personal (v. 12; vópoç, «la ley» como principio (Gál 4, 21a: todas Ias formas de ley) y ó vópoç, «la ley (judia)» (v. 21b). W. Elliger Ô Y Ô o tjx o v ta ogdoêkonía ochenta* Lc 16, 7: «jToma tu recibo y escribe: ochental». En 2, 37 dícese de Ana: Había per­ manecido viuda ECOÇ (v.l. cuç) èxcôv ôyôoqxovxa XEOoáQCDV «hasta los ochenta y cuatro

Õy ÔOOÇ, 3 ogdoos (el) octavo* En Lc 1, 59 y Hech 7, 8 dícese de la circuncisión (de Jesús o de Isaac) «al octavo día» (Gén 21, 4). 2 Pe 2, 5: Noé fue el octavo a quien Dios conservo la vida, es decir, se la conservo a él y a otros siete (cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v.). Ap 17, 11: La «bestia» es: la octava (cabeza; se refiere a Nerón, cf. W. Bousset, Die Offenbamng^ [KEK], 407s); en 21, 20 dícese de la octava piedra, que es beri­ lo.

Òyxoç, OV, ó ogkos

(el) peso, (la) carga* Heb 12, 1: Hay que «despojarse de toda carga que sea un impedimento». El concepto paralelo es aqui ctpaQxía. ThWNT V, 41; Spicq, Notes II, 598-600. ÕÔ£, !)&£, TÓÔE hode este*

De Ias 10 veces que aparece este pronombre demonstrativo en el NT, siete se hallan só­ lo en el Apocalipsis, concretamente en la fór­ mula de introducción (que aparece también en los edictos de los reyes persas y en los discur­ sos proféticos dei AT): x ú ô e Zi é y e l ó ... (2, 1.8.12.18; 3, 1.7.14). Es similar Hech 21, 11: xáÔE ÀéyEi xò jtvEüpa xò àyiov. El pronom-

471

bre se usa también para remitir a lo que se ha mencionado antes: Lc 10, 39: xfjôe qv àòeXcpt], «ella tenía una hermana». Sant 4, 13: «iremos a esa ciudad...».

cando espigas»; cf. R. Pesch, Das Markusevangelium 1 (HThK), sub loco (180 nota 5).

ÓÔÓÇ, o € , ^ hodos

ÓôeiJto hodeuõ i r , c a m i n a r , v i a j a r * Lc 10, 30, dei samaritano: óÔEÚmv fiX^&sv, «yendo de camino llegó». ÓÔ1]Y£C0 hodêgeõ conducir, guiar; introducir* Mt 15, 14 par. Lc 6, 39 en la sentencia dei ciego que guia a otro ciego. En Jn 16, 13 dícese dei «Espíritu de la verdad» que «os guia­ rá a toda verdad». En Hech 8, 31 dícese de la iniciación a la comprensión (cristológica) de la Escritura. En Ap 7, 17 dícese dei «Cordero» que ha de llevar a los mártires hasta los manantiales de Ias aguas de la vida. ThWNT V, 101-106; DTNTI, 211s.

óôt]yóç,

oC , ó hodêgos guia* Mt 15, 14; 23, 16.24 habla de los guias ciegos (que conducen a otros ciegos) óôqY É cu ). Hech 1, 16 habla de que Judas guiaba al grupo de los que venían a prender a Jesús (cf. Lc 22, 47). En Rom 2, 19 se habla de que el judio pretende ser guia de ciegos. ThWNT V, 101-106; DTNT1, 211s. ÓõoilJIOQéo) hodoiporeõ

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ÕÔE - ÓÔÓÇ

v ia ja r, c a m in a r*

Hech 10, 9: ó ô o iJ tO Q O Ú V T m v «cuando a q u é l l o s iban de camino».

è x e ív to v ,

ó õ o iJlO Q Ía, a ç , q hodoiporia

v ia je , c a -

m in a ta *

En Jn 4, 6 dícese que Jesús «estaba cansado dei viaje» y se sentó a descansar junto al pozo de Jacob. En 2 Cor 11, 26, en el catálogo de penalidades: «viajando a menudo». óâoT loiéfo hodopoieõ hacer camino En Mc 2, 23 B al dícese de los discípulos de Jesús: «comenzaron a hacer camino, arran­

c a m in o , v ia je

1. Vision general - 2. Evangelios sinópticos - 3. Evangelio de Juan - 4. Hechos - 5. Hebreos. Bibl.: C. Colpe, Die «Himmelsreise der Seele» aufierhalb und innerhalb der Gnosis, en U. Bianchi (ed.), The Origins of Gnosticism, Leiden 1967, 429447; F. C. Fensham, «I am the Way, the Truth and the Life»: Neotestamentica 2 (1968) 81-88; O. Hofius, Das «erste» und das «zweite» Zelt. Ein Beitrag zur Auslegung von Hebr 9. 1-10: ZNW 61 (1970) 271277; Id., Inkamation und Opfertod Jesu nach Hebr 10, 19f, en FS Jeremias 1970, 132-141; Id., Katapausis. Die Vostellung vom endzeitlichen Ruheort im Hebr

(WUNT 11), Tübingen 1970, 127-131,146-151; W. G. Johnsson, The Pilgrimage Motif in the Book of Hebrews: JBL 97 (1978) 239-251; E. Kâsemann, Das wandemde Gottesvolk. Fine Untersuchung zum Hebr

(FRLANT 55), Gõttingen ^1959; E. Manicardi, II cammino di Gesu nel Vangelo di Marco (AnBibl 96), Ro­ ma 1981; S. V. McCasland, The Way: JBL 77 (1958) 222-230; W. Michaelis, óôóç, en ThWNT V, 42-101; F. Nõtscher, Gotteswege und Menschenwege in der Bibel und in Qumran (BBB 15), Bonn 1958; I. de la Potterie, «Je suis la Voie, la Vérité et la Yie» (Joh 14, 6): NRTh 88 (1966) 907-942; E. Repo, D er Weg ais Selbstbezeichnung des Urchristentums, Helsinki 1964; W. C. Robinson, Der Hfeg des Herm. Studien zur Geschichte und Eschatologie im Lukasevangelium (ThF 36), Hamburg 1964; R. Schnackenburg, Das Anliegen der Abschiedsrede Jesu in Joh 14, en FS Schelkle, 89104; G. Theifien, Radicalismo itinerante. Aspectos literario-sociológicos de la tradición de Ias palabras de Jesús en el cristianismo primitivo, en Fstudios de so­ ciologia dei cristianismo prmitivo, Salamanca 1985, 13-40; G. Wingren, Weg, Wanderung und verwandte Begriffe: StTh 3 (1949) 111-123; para más bibüogra-

fía, cf. ThWNT X, 1197s.

1. En el NT óôóç aparece 101 veces, pre­ dominando claramente en los escritos narrati­ vos, y entre ellos en la doble obra de Lucas, en la cual se halla casi una tercera parte de to­ dos los testimonios. El Evangelio de Juan, con excepción de la cita de 1, 23, emplea el térmi­ no únicamente en 14, 4.5.6. Dentro dei Corpus Paulinum hallamos testimonios aislados en Romanos, 1 Corintios y 1 Tesalonicenses. En el NT el término aparece también única­ mente en Hebreos, Santiago, 2 Pedro, Judas y Apocalipsis. El término muestra una gama su-

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óôóç

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los discípulos (9, 33 s). Y la precisa más anadiendo una indicación dei destino que senala la significación de «en el camino» a la luz de lo que iba a suceder en Jerusalén. Por eso, la indicación èv xf] óõm sobrepasa la simple función de una observación topográfica y encuadra redaccionalmente los diversos elemen­ tos de la redacción. Así hay que entender tam­ bién la observación final dei viaje de Jesus a Jerusalén, que nos habla de que a Jesús le se­ guia el ciego que había sido curado (10, 52); es un paradigma dei camino dei seguimiento en general. El contraejemplo negativo nos lo ofrece Mc 10, 17. El detalle èxrcoQeuopévou 8ÍÇ óôóv, suprimido por Mt 19, 6; Lc 18, 18, seria supérfluo e incluso carente de sentido como simple indicación dei marco. Por eso, en Marcos, el énfasis en la situación de viaje en que se hallaba Jesús debe entenderse como una referencia objetiva al contenido de los fragmentos introducidos por medio de èv xfj óôõ) ( eI ç óôóv). Tiene afinidad objetiva con ello el pasaje de Lc 9, 57. Está clara la corres­ pondência que existe entre la indicación dei marco (jtO0EUO|XÉvo)v èv xfj óôm) y el conte­ nido de la sentencia que viene a continuación y que habla dei seguimiento (9, 57-62). Y lo está igualmente la correspondência entre la dirección dei camino de Jesús, designada por medio de la referencia retrospectiva de 9, 57 a 9, 51, y dicho seguimiento. Las instrucciones de Jesús sobre Ias provisiones de los mensajeros para el camino parecen estar referidas al marco de la misión dei cristianismo primitivo como una misión itine­ rante (Mc 6, 8; Mt 10, 10; Lc 9, 3; cf. Lc 22, 35s), y posiblemente remiten también retros­ 2. Según los estúdios estadísticos, óôóç pectivamente al radicabsmo dei cristianismo con su significado fundamental de camino / primitivo en su actividad misionera itinerante. viaje aparece principalmente en los EvangeLa doble imagen, frecuentemente interpre­ lios sinópticos. Una ruta determinada la mentada, de la puerta estrecha y la puerta ancha y dei camino angosto y el camino amplio (Mt 7, cionan Lc 10, 31 (Jerusalén - Jerico) y Hech 8, 26 (Jerusalén - Gaza). 13s) no hay que forzarla demasiado. Es deci­ Aparte de eso, óôóç con una indicación de siva para la comprensión de la doble imagen la conclusión inherente a la imagen misma y dirección se encuentra únicamente en Mc 10, 32. La indicación de la situación èv xf) óôcõ, que se expresa en la contraposición entre la recoge aqui Marcos tomándola dei anuncio jtoitLoí y òXíyoL. Por tanto, no se ilustra prode la Pasión (Mc 8, 27) y de la discusión de piamente la dificultad dei seguimiento, sino

mamente variada de significados. En su acepción fundamental significa no sólo camino, ruta, sino también la andadura, el viaje, en­ tendidos como acción. La diferenciación puede ser difícil en casos concretos (por ejemplo, f|(téQaç óôóv, sX «camino de un día», Lc 2, 44; oappáxon óôóv, «el trecho de camino que es lícito andar en sábado», Hech 1, 12, etc.). Asimismo, resulta a veces difícil distinguir nitidamente entre el sentido «propio» y el sen­ tido «figurado». Los usos metafóricos dei tér­ mino son en buena parte patrimônio cultural común. Así sucede principalmente con la imagen, tan difundida, de los «dos caminos» (cf. Mt 7, 13s; Michaelis, 42-65). En el NT óôóç se refiere principalmente al camino de la vida, a la conducta o manera de vivir (exigidos por Dios) (Hech 14, 6; Rom 3, 16s; Sant 1, 8; 5, 20; 2 Pe 2, 15.21 y passim; sin embargo, 2 Pe 2, 5 debe referirse más bien al cristianismo como la verdadera ensenanza. 1 Cor 4, 17 re­ laciona íntimamente la forma de vida, bien palpable en la persona dei apóstol, con su predicación. La óôóç x a íl’ ÓJtEQPoLriv, mencio­ nada en 1 Cor 12, 31, no debe referirse a la consecución de los dones de la gracia, sino que designa la forma más excelente de conducirse en la vida. El término se usa también en expresiones preposicionales; èv Tfj óôm, en el camino (Mt 15, 32; Mc 8, 3.27; 9, 33s; Hech 9, 27 y passim), e igualmente x ax à xf|v óôóv (Hech 26, 13 y passim-, cf., además, Bauer, Í.V.; BlaB-Debrunner § 161, 1 sobre Mt 4, 15; genitivo de dirección con óôóç, ibid. § 166 sobre Mt 10, 5).

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óôóç

que la imagen exhorta a la vigilancia en el seguimiento, ya que aqui no puede aplicarse el critério dei gran número (cf. 7, 21 y lo de jTOÀX,oL, que vuelve a mencionarse en 7, 22), sino que lo que cuenta es lo de poner en práctica Ias palabras de Jesus (7, 16.20.24.26). 3. Es singular dei NT y, más concretamen­ te, dei Evangelio de Juan la manera en que Je­ sus se designa a sí mismo como el camino (Jn 14, 6), mediante la fórmula de revelación kyw E Í[j,i. Offece dificultades, a este propósito, la coordinación entre Ias tres expresiones «ca­ mino, verdad y vida» (sobre la conexión de estas tres expresiones en textos gnósticos cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes"^ [KEK], 468 nota 4). Y Ias ofrece también, desde el punto de vista de la historia de Ias religiones, la cuestión de lo cerca que se halla la imagen utilizada por Jesüs de concepciones gnósticas o mandeas. Mientras que la exégesis un tanto antigua trató principalmente de establecer distinción entre el camino y la me­ ta (a la que se llega por medio dei camino), enunciada por medio de Ias dos expresiones siguientes, parece que es preferible explicar la expresión que aparece en primer lugar, el ca­ mino, por medio de Ias otras dos, «la verdad y la vida». La idea hay que parafrasearia así; No hay más que un acceso al Padre, un acceso verdadero y que conduce a la vida. Si tenemos en cuenta la identificación entre Jesüs y el Pa­ dre (14, 9.11), entonces 14, 6 debe entenderse en el más riguroso sentido como una senten­ cia de revelación. La vinculación estricta de la imagen dei camino con la persona acentua la naturaleza histórica de la revelación. Esto pre­ cisamente distingue de manera suprema la sentencia de Jn 14, 6 de todos los paralelos conocidos en la historia de Ias religiones. 4. Es igualmente singular dei NT el uso de óôóç, peculiar dei libro de Hechos, para de­ signar la ensenanza cristiana en general (19, 23; 22, 4; 24, 33) o a los cristianos como gru­ po (9, 2; 24, 14). Para explicar esta manera de hablar, dificilmente se podrá recurrir a los es­ critos de los esenios (cf. IQS 9, 17.19; 10,

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20s; CD 1, 13; 2, 6 y passim). Falta en ellos la expresividad característica que tiene la expre­ sión en el übro de Hechos; óôóç en el sentido general de manera de vivir (en consonância con la interpretación esenia de la ley) no pue­ de excluirse en absoluto en los pasajes qumránicos; por tanto, no puede demostrarse una relación directa ni, mucho menos, una dependencia. En Hechos óôóç no implica tanto la definición dei cristianismo como la verdadera ensenanza que contraste con otras ensenanzas. Ni siquiera lo implica así el texto de Hech 24, 14. Sino que óôóç se usa precisa­ mente como parte de la tendencia a evitar Ia impresión de que el cristianismo sea una aiQEOiç judia divergente. Esto, también, dife­ rencia la manera de hablar de Hechos de todo lo que se dice en el contexto de los escritos esenios. Por eso, habría que tener prudência a la hora de afirmar que óôóç es la manera con que el cristianismo se designaba a sí mismo. Más bien, el concepto debe su origen al hecho de que el cristianismo en su totalidad, que se hallaba continuamente en situaciones de polê­ mica y litígio, sintió la necesidad de denominarse a sí mismo conceptualmente. 5. En Heb 3, 10 óôóç se encuentra en la extensa cita dei Sal 95, 7-11. Dos modificaciones esenciales de Ia cita son decisivas para la comprensión de óôóç. En primer lugar, la indicación de tiempo TeaoEQáxovta erq se conecta con tò EQya pou. Y, en segundo lu­ gar, se ha insertado consecuentemente ôió pa­ ra indicar la razón. Estos câmbios sólo se pueden explicar satisfactoriamente en la hipótesis de que hay dos períodos diferentes de tiempo, de 40 anos cada uno (Heb 3, 10.17; cf. Hofius, Katapausis, 128s). Con ello, los caminos de Dios mencionados en Heb 3, 10 se identifican con la época de 40 anos de sus obras (de gracia). Heb 9, 8 y 10, 20 hablan dei «acceso al lugar santísimo», que no se había revelado hasta el tiempo de Cristo (9, 8), pero que ahora ha quedado patente por medio de su muerte» (cf. BlaB-Debrunner § 163), «no de un ‘camino de los santos’ hasta el interior dei santuario celestial» (con Hofius, Katapausis,

477

478

óôóç - oLôa

149, en contra de Kâsemann, 19). En ambos pasajes no puede excluirse el motivo de la peregrinación. ó ô ó ç , tanto en 9, 8 como en la oración de relativo de 10, 20 que explica el sentido de 10, 19, se eneuentra en el sentido de E i o o ô o ç («acceso»); es poco probable una diferencia de sentido entre ó ô ó ç y e i o o ô o ç (por lo demás, en relación con el difícil pasaje de 10, 19s, cf. Hofius, Irkarnation, passim). M. Võlkel ÒÔOÚÇ, ÒÔÓVTOÇ, Ó odous diente*

Mt 5, 38; «Ojo por ojo, y diente por diente». En la expresión; ó Pquyíiòç tcõv ôôóvT cov, «el rechinar de dientes», Mt 8, 12; 13, 42.50; 22, 13; 24, 51; 25, 30; Lc 13, 28. Co­ rresponde a esta expresión, en Hech 7, 54: P qÚXO) xoÒç òôóvxaç (èjti xiva), y en Mc 9, 18: XQÍÇco XOÒÇ òôóvxaç, «rechinar los dien­ tes». Ap 9, 8: «sus dientes eran como los de los leones». Ò ô w á o ^ a i odynaomai

(e n v o z p a s iv a )

s e n tir d o lo r*

En el NT el término aparece únicamente en Lucas/Hechos. Lc 2, 48: «Te hemos estado buscando angustiosamente (oôuvoópEVOL)». En 16, 24.25 dícese dei tormento dei rico en el infiemo. Hech 20, 38: ô ô u v r ó p E v o i páÀiaxa, dei dolor por la despedida de Pablo, sobre todo por el anuncio que éste hace (v. 25) de que ya no le volverán a ver. ThWNT V, 118s.

ôôvvt], nç, 1^ odynê dolor,

sufrimiento* Rom 9, 2: àôiáXeiJttoç òôòvti, «continuo dolor», junto a XturT] p,EYákT). En 1 Tim 6, 10 dícese de los remordimientos de conciencia: Los que son víctimas de la avaricia «se han causado a sí mismos muchos dolores». Cf. ThWNT V, 118s; X, 1198 (bibl.).

ov, ó odyrmos lamentación* Mt 2, 18; xX,atr&(iòç x a l ôôuppòç Kokvç, «llanto y gran lamentación» (cita de Jer 38, 15 LXX). En 2 Cor 7, 7 el término aparece junto a èjtiJtóOTioiç y ^fjkoç. ThWNT V, 119.

’OÇíaç, OV Ozias Ozías

(Uzías)* Nombre de persona en Mt 1, 8.9 en la gene­ alogia de Jesús (hijo de Jorán).

5^(0 ozõ exhalar olor, oler* En mal sentido en Jn 11, 39: TjÓT) õÇei, dícese dei cadáver de házaio. Õ^dev hothen (adv.) de donde, por lo cual* En el NT el advérbio aparece únicamente en Mateo (4 veces), en la obra de Lucas (4 veces), en Hebreos (6 veces) y en 1 Jn 2, 18. Con significado local en Mt 12, 44 par. Lc 11, 24; Hech 14, 26; 28, 13; además en el sentido de EXEíO-ev ÕJtou («allá donde»), Mt 25, 24.26. Al comienzo de la frase, con el signifi­ cado de por lo cual, Mt 14, 7; Hech 26, 19; Heb 2, 17; 3, 1; 7, 25; 8, 3; 9, 18; 11,19. En 1 Jn 2, 18 significa: por este hecho (cf. Josefo, Ant II, 36). othonê p a n o , l i e n z o * Hech 10,11; 11, 5, en ambos casos: o x E Ü ó ç TI ( b ç ô'&óvTiv p£YáX.Tiv, «un recipiente como un gran lienzo». Ô 'f l 'ó v t |, T |Ç , l í

ô^ftóviov, OD, TÓ othonion

f a ja d e te la ,

lie n z o *

En el NT sólo en plural (ôOóvia) y refiriéndose a los lienzos en que se envolvió el cadáver de Jesús (Lc 24, 12; Jn 19, 40; 20, 5. 6.7. En contraste con ello, Mc 15, 46 par. Mt 27, 59 / Lc 23, 53 suponen que a Jesús se le envolvió en un lienzo o sábana (en singular, O L V ôcóv). J. Blinzler: Philologus 99 (1955) 158-166; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, 366s; Spicq, Notes II, 601605.

o lô a oida

s a b e r, e n te n d e r, c o n o c e r

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Campo referencial. B ib l :

Bauer, W õrterbuch, í .v.; BlaB-Debrunner, í .v.

eíôÉvai en el índice analítico; D. W. Burdick, Oíôa

479

olôa

yivcüoxco in the P a u lin e E pistles, en R. N. Longenecker-M. C. Tenney (eds.), N e w D im en sio n s in N T Study, Grand Rapids 1974, 344-356; E. Heitsch, D as W issen d es X en ophanes: RhMus 109 (1966) 193-235, sobre todo 207-216; Helbing, G ram m atik, 108; Kühner, G ra m m a tik II/2, 35 Is; M, Leumann, G riech. hom. ELÔcóg, lôoía und..., en Id., K leine Schriften, ZürichStuttgart 1959, 251-258, sobre todo 251s; LiddellScott, í.v. EÍôto B; Mayser, G ram m atik, V2, 130, 149; I. de la Potterie, OTôa e t YivcóaKO). L es d eu x m o d es de la conn a issa n ce dans le q u atrièm e Evongile'. Bib 40 (1959) 709-725; Schmidt, S yn o n ym ik I, 282-309, so­ bre todo 289-295; Schwyzer, G ram m atik II, 395; H. Seesemann, oíôa, en ThWNT V, 120-122; B. Snell, D e r Weg zum D enken u n d zu r W ahrheit (Hypomnemata 57), Gôttingen 1978, sobre todo 21-43 (= JHS 93 [1973] 172-184); ThGL j.v. elôéo); W. Veitch, Greek

and

480

LXX). Sobre la frecuencia y la existência de otras formas cf. VKGNT II, í . v.; en lo que respecta a la LXX cf. Helbing, Grammatik, 108; sobre los papiros, cf. Mayser, Gramma­ tik V I, 130 y 149.

2. oíôa (originalmente haber visto [con el ojo espiritual]; cf. por ejemplo Snell, 26; Liddell-Scott; ver con el ojo de la mente) designa en griego clásico, a diferencia dei verbo -» Yivróoxco, originalmente incoativo (-ox-) («conocer»), y dei resultativo -*■ èníoxapai, que hace referencia más bien a una facultad práctica de conocer (compárese, de Platón, Verbs Irreg u la r a n d D efective. T heir F orm s, M eaning Phaed 75d con Theaet 209e, citados por de la a n d Q uantity, Oxford 1887 (Hildesheim 1967); Zorell, Potterie, 710s al estudiar el uso clásico), la L exicon, s.v. posesión teórica de saber {saber, conocer, cf. 1. El verbo (perfecto no reduplicado de ->■ Schmidt, 285-289; los tres verbos juntos en elôov [«ver»], con sentido de presente, con Tucídides I, 69,3, citados ibid., 295). Este coIas fases de altemancia vocáüca Foiô-, Feiônocimiento que se basa en la intuición (cf., y Fiô-; cf. Leumann 251; conocido desde Ho­ por ejemplo, Herodoto IV, 31, 1, citado en mero II) aparece en el NT 381 veces, espe­ Snell, 58 nota 18), puede adquirir ya en Ho­ cialmente en Juan (84 veces) y en el Corpus mero una forma totalmente abstracta (Heitsch, Paulinum (103 veces), es menos frecuente en 207-216). Es un conocimiento puramente los Evangelios sinópticos (Mateo 24 veces. mental sin que lleve inherente la experiencia Marcos 21, Lucas 25) y en Hechos (19). Falta (Schmidt, 289). En el NT esta diferencia clásica entre olôa únicamente en la Carta segunda de-Juan. y Ytvcóoxoa se conserva en buena parte. En lo Como v.l. oLôa sustituye a Yivtáaxoi en Jn 14, 7 (NTG^^ en el texto); 1 Cor 8, 2; Flp 2, que respecta a los Evangelios sinópticos, falta hasta ahora una investigación completa (ob22, y a eíôov en Mt 9, 4 (NTG^ en el texto); Mc 12, 28 (NTG^5 en el texto); Jn 8, 56; Hech servaciones aisladas pueden verse en Seese­ 28, 26; Sant 5,11; 1 Pe 1, 8. (Sucede también mann 120-121, quien aboga por la sinonimia lo inverso: v.l. Yivróaxa) en Lc 6, 8; Jn 21, 4; de ambos verbos). En Juan, o lô a frente a Hech 20, 22; Rom 15, 29; Ap 2,17 [no apare­ Yivmoxü) designa siempre un saber intuitivo o cierto. I. de la Potterie lo demuestra en lo ce en el aparato crítico dei NTG^®]; v.l. elôov en Mt 12, 25; Mc 12, 15; Lc 13,27; Jn 19, 28; que respecta a Jesús (715-717) y los discípu­ los (722-724). En lo que concieme al Corpus 1 Cor 2, 2.12; ambos aparecen juntamente en Lc 9, 47). Paulinum, Burdick llega a la conclusión de que, de Ias 103 veces que aparece olôa, 90 se Apartándose dei uso clásico (testimonios aislados en Veitch 218-220; cf. también ThGL ajustan el significado clásico, y tan sólo cinco veces el verbo es sinônimo de Y'''vtí)axa) y Liddell-Scott) aparecen Ias formas oíôaç, oíôapev (en vez dei subjuntivo en 1 Jn 5,15; (Rom 8, 26; 13,11; 2 Cor 5, 11; 9 ,2 ;2 T im l, -s èáv 2), oíôaxe Ctoxe únicamente en Ef 5, 15) y ocho veces tiene el significado clásico de Ytvtóaxm (Rom 7,7.18; 1 Cor 2, 12; 11, 3; 5; Heb 12, 17; Sant 1, 19; sobre el modo ver­ bal cf. F. MuBner, Der Galaterbrief^ [HThK], Ef 1, 18; 6, 21; Col 2, 1; 1 Tes 5, 12). sub loco, oíôaoi(v) (lo ao i únicamente en Hech 26, 4), fjôeixe, fjôeioav, etôf|oouoiv 3. El sujeto de o lô a es casi siempre una persona (por ejemplo, ó Tqooüç, Jn 6, 64; ó únicamente en Heb 8, 11 (cita de Jer 38, 34

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oiôa - olxeTEÍa

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f) Una interrogativa indirecta, introducida 1) por un pronombre interrogativo (casi siem12, 30; ambos [ô •&eòç Jtai itarriQ], 2 Cor 11, pre xíç; jxoíoç en Mt 24,42; 24,43 par. Lc 12, 31; KTJQLOÇ, 2 Pe 2, 9; ó ôiópoXoç, Ap 12, 2) 3 9 ; oíoç en 1 Tes 1,5; t|Xího ç en Col 2, 1), 2) o grupo de personas (por ejemplo, los discí­ por un advérbio interrogativo (jió'àev, itóxe, pulos, Jn 21, 4; los gentiles, Gál 4, 8; 1 Tes 4, Jtoü, Jicõg: los testimonios en Bauer, s.v. l.f; 5; xà ôaipóvia, Mc 1, 34 par. Lc 4, 41; ex(bç, Hech 10, 37s; 1 Tes 2, 11; cf. BlaB-De­ cepción: x à JtQóPaxa, Jn 10, 4.5). brunner § 396 nota 4), 3) por e i (-> e I 2.c), 4) El objeto de la acción verbal puede ser por EÍxe - eíxE, 2 Cor 12, 2.3; cualquiera de los siguientes (cf. también VKGNTI, Í.V.); g) Un infinitivo {entender que) (por ejem­ plo, Mt 7, 11 par. Lc 11, 13). Algunas veces a) Un acusativo de persona (por ejemplo, acompanado por un advérbio: àxQipôiç, 1 Tes I tiooüv, 1 Cor 2, 2; xòv §8Óv, 1 Tes 4, 5; xòv 5, 2 (cf. también Bauer, Worterbuch, s.v.), en Tcaxépa, Jn 8,19), 1) con un participio (BlaBgrado comparativo (cf. Ps.-Platón, Ax. 369s), Debrunner § 416 nota 9), 2 Cor 12, 2 (debe Hech 24, 22 (cf. 23, 15), à)cri-&cí)ç (cf. Platón sobreentenderse en Mc 6, 20; es también una Men 71c), Hech 12, 11 (con YivcóoHOj en Jn construcción clásica: Schwyzer, Grammatik 11, 395), 2) con infinitivo (BlaB-Debrunner § 7, 26; 17, 8). Los advérbios clásicos corrientes eu (cf. LiddeU-Scott, j.v.) y oatptüç (por 397 nota 3), Lc 4, 41 (se omite en Mc 1, 34) ó 3) (prolépticamente) con una oración comple- ejemplo, Sófocles, El 660; cf. también Bauer, Worterbuch, s.v.) no acompanan a olôa. tiva introducida por õxi (cf., por ejemplo, Platón, Men 94b), 2 Cor 12, 3 ó con una interro­ El uso absoluto aparece en respuestas, Mt gativa indirecta (por ejemplo, Mc 1, 24 par. 21, 27 par. Mc 11, 33; Jn 9, 12, en inserciones Lc 4, 34); con d)ç, Mt 27, 65; Mc 4, 27, o con JtaUoóç, Hech 2, 22; 1 Tes 2, 2.5; 3, 4. El objeto de la b) Un acusativo de expresión abstracta o acción verbal hay que sobreentenderlo en Lc de cosa (por ejemplo, jcávxa, Jn 16, 30; 21, 11, 44; Jn 2, 9b; 2 Pe 1, 12; 1 Jn 2, 20 (v.l. 17; Jds 5; cf. Homero, 112,485; Od 12, 189 y, jtávxa en lugar de jtávxeç); Ap 7, 14. Sigue a propósito, Snell, 27 y 37), 1) explicado por una oración principal en Sant 1, 19 (cf. Kühmedio de un acusativo de persona, Hech 10, ner, Grammatik W 2, 35 Is). 37s; 1 Cor 2, 2, 2) con infinitivo, 1 Pe 5, 9 (v.l. oración de õxi) ó 3) con una oración A. Horstmann completiva introducida por õxi (por ejemplo, después de ev, Jn 9, 25; cf. Ps.-Demócrito B olxElOÇ, 2 (3) oikeios perteneciente a la 304 [= Diels, Fragmente 11, 223, 26]; después casa; en sentido sustantivado, miembro de xoüxo, Ef 5, 5; 1 Tim 1, 9; 2 Tim 1, 15) o de la familia o comunidad doméstica* con una interrogativa indirecta, Ef 6, 21; Junto a LÔioi. dícese de los miembros de la c) Ttepí con genitivo de expresión abstracta familia, 1 Tim 5, 8. En sentido figurado, o de cosa (cf. Platón Critias 107b), Mt 24, 36 oixeíoi xoü àeoõ dícese de los cristianos co­ par. Mc 13, 32 (seguido por õxt, 1 Cor 8,1.4); mo «miembros de la familia de Dios», Ef 2, d) Una completiva con õxt (más de 130 ve19; como «miembros de la familia de la fe», ces), formulariamente (cf. F. MuBner, Der Gál 6, 10. ThWNT V, 136s; D TN T1, 236. Galaterbrief [HThK], a propósito de 2, 16): oíôafiev õxt, oxm oiôap-Ev õxt (los testimonios en Bauer, í . v. l.e), Etôtóç ( eíôóxeç ) õxt oiXETEia, a ç , t] oiketeia la servidumbre (los testimonios en Zorell 4); de la casa* e) Una oración de relativo (por ejemplo, En Mt 24, 45 se habla dei õoültoç a quien Mc 5, 33; de manera parecida [un participio el dueno de la casa «puso a cargo de todo el sustantivado] en Hech 5, 7); personal doméstico». El lugar paralelo de Lc

#EÓç, 2 Cor 11,11; ó itatriQ, Mt 6,32 par. Lc

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OlK8TEia - o ix ia

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12, 42 tiene el sustantivo •^EçanEÍa en lugar de OLxeTEÍa.

0. Michel, oíxoç xxX., en ThWNT V, 133-136; E. Struthers Malbon, Tfj olxíçi aiixoü: M a rk 2. 15 in Context: NTS 31 (1985) 282-292.

OlX£TT]Ç, OD, ó oikelês criado doméstico,

1. El término se halla atestiguado desde Herodoto, pero falta en los trágicos griegos. En ífecuencia y amplitud de significados, es superado por el término -> oiuoç, que es esencialmente sinônimo. En la LXX, oixía y oLxoç traducen principalmente el término hebreo bayit. En ella, oLxoç se emplea con una frecuencia unas ocho veces mayor que la de oixía. En el NT oLxía aparece 94 veces (oixoç, 115), concretamente 26 veces en Mateo, 18 en Marcos, 24 en Lucas, 5 en el Ev. de Juan, 12 en Hechos, 2 en 1 Corintios y otras 2 en 2 Corintios, 1 vez Filipenses, 1 en 1 Timoteo, 2 en 2 Timoteo, 1 vez en 2 Juan. Significa a) casa/hogar, b) comunidad familiar/familia. En estos significados coincide con ->• oixoç y se estudiará juntamente con este término. De los dos significados principales se derivan todos los demás.

esclavo* Los conceptos antônimos son, en 1 Pe 2, 18, ÔEOJiÓTriç, o en Lc 16,13, xúqioç. El àXX.ÓTQLOÇ oixÉTTiç es «un esclavo ajeno», Rom 14, 4. Según Hech 10, 7, Comelio llama «a dos de sus esclavos y a un soldado piadoso» para enviarlos a Jope. C. Spicq: RB 85 (1978) 218-220. o ix é b i oikeõ vivir, morar; en sentido tran­ sitivo, habitar en* En sentido intransitivo dícese de la comunidad conyugal, 1 Cor 7, 12.13. Del Espíritu de Dios, que habita en el hombre, Rom 8, 9.11; 1 Cor 3, 16. Del bien o dei pecado, Rom 7, 17.18.20. - En sentido transitivo, en 1 Tim 6, 16, dícese de Dios, que «habita en luz inaccesible». ThWNT V, 137s. o i x t m a , a t o ç , TÓ oikêma habitación, es­

tância* Como eufemismo para referirse a la prisión, en Hech 12, 7 (cf. Tucídides IV, 47, 3; 48, 1; Luciano, Tox. 29; Plutarco, Agis 19, 5.8.9). o l x i f t r i ç i o v , OV, TÓ oikêíêrion residên­

cia, morada* En 2 Cor 5, 2, en sentido figurado, dícese dei cuerpo de los cristianos glorifícados. En sentido propio dícese de los ángeles, que «abandonaron la propia morada», Jds 6. ThWNT V, 157. o i x i a , a ç , t | oikia casa, comunidad fami­ liar, familia 1. Aparición y significado - 2. Significados que no se estudian en o i k o ç - a) «La casa de mi Padre» b) La casa como metáfora dei cuerpo - c) «La casa de César». B ib l.: O L K O ç ; consúltese además: G. Fischer, D ie him m lischen W ohnungen, Bem-Frankfurt a. M. 1975;

2. a) Usado en sentido figurado, el término oixía, en la sentencia de revelaciôn de Jn 14, 2 —«en la casa de mi Padre» (que aparece también en Hen [et] 45, 3; Acta Petri et Pauli 82)-, recuerda Ias ideas sobre moradas ceiestiales, que eran corrientes por aquel entonces (cf. Lc 16, 9), y que hallamos en textos judios y gnôsticos (cf. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan UI, sub loco). Esta sentencia de revelaciôn presenta en perspectiva la glo­ ria dei Padre como la meta suprema. b) Usado también en sentido figurado, el término oixía designa el cuerpo, en 2 Cor 5, 1. En él Pablo establece un contraste entre el cuerpo como perecedera «tienda de la morada terrenal» y el cuerpo dei glorificado como «morada imperecedera y celestial, no cons­ truída por manos humanas». La imagen dei cuerpo como una casa es una imagen muy di­ fundida (cf. Job 4, 19; Filôn, Praem 120; ^ oTxoç 3.f); pero sólo llegô a desarrollarse con la gnosis, principalmente entre los mandeos (sobre la imagen dei cuerpo como tienda cf. Is 38, 12; Sab 9, 15; CorpHerm 13, 12.15).

oixía - olxoôonri

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c) Del significado de olxía como comunidad familiar se deriva la expresión «los de la casa de César» (ol êx xfjç K a ío ag o g olxíaç), Hp 4, 22. Se refiere a los que pertenecían a la servidumbre de la corte imperial, tanto libertos como esclavos, que procedían de numerosos lugares dei Império Romano (cf. también J. Gnilka, Der Philipperbrief^ [HThK], sub loco). R Weigandt

grados en sentido propio y en sentido figurado - b) Como no m en a ctionis) edificación - c) La edificación dei cueipo - d) (En sentido antropológico) «el morar en una tienda» - e) otxoôopr] xf\ç xS^íaç - 4. oixoôop,éoi - a) Teologicamente relevante: edificar la è j « i A , T ) O Í a - b) Los constructores según Sal 118, 22 c) Matices especiales dei uso profano - d) Uso profa­ no - e) oljtoSogéto = euaYYEWÇop,ai - f) En la confrontación con los adversários en Corinto y en Galacia - g) Edificación dei templo escatológico-mesiánico por Jesús - 5. Formas compuestas.

o i x i a x ó ç , oC , ó oikiakos m iem bro de la com unidad fam iliar* En Mt 10, 25 en contraposición a oixoÔEOJtótr|g. 10, 36; «los enemigos dei hombre serán los de su misma casa (= sus familiares)».

Scripta Theologica 1 (1969) 7-54, 243-313; B. Gãrtner, T he Temple a n d the C om m unity in Q um ran an d the NT, Cambridge 1965; G. Klinzing, D ie U m deutung des K u ltu s in d e r Q um rangem einde und im N T , Gôttingen 1971; Gay J. López, Sentido M isio n a l dei «edi­ fic a r » la Ig lesia en S. P ahlo\ Misiones Extranjeras 16 (1968) 478-490; R. J. McKelvey, The N e w Temple. T he C hurch in the NT, Oxford 1969; O. Michel, olxoÔEpÉcu xtL, en ThWNT V, 139-151; F. MuBner, C hristus, d a s A ll u n d d ie K irche, Trier ^1968; H. Muszynski, F u n d a m en t, B ild u n d M e ta p h e r in den H andschriften von Q um ran, Roma 1975; J. Pfammatter, D ie K irche ais B au. E ine exegetisch-theol. Studie zu r E kklesiologie d e r P aulusbriefe, Roma 1960; J. J. Szlaga, C hristus i A p o sto lo w ie ja k o fu n d a m e n t Kosciola («Cristo y los apóstoles como fundamento de la Iglesia»): Roczniki Teologiczno-Kanoniczne 18 (1971) 113-130; Id., «Z budow ani na fu n d a m e n cie A postolów i P roroków ». P roblem y egzegetyczne E f2 , 19-22: Collectanea Theologica 46 (1976) 45-64, 65; A. Vanhoye,

oixoôeoJlOTÉO) oikodespoteõ gobemar la

casa* En la regia de Ias viudas en 1 Tim 5, 14: «Quiero que Ias (viudas) más jóvenes se casen, que tengan hijos y que gobiemen su ca­ sa»-, cf. ->• ÔEOJtÓTTlÇ 5. oiK O Ô Eom ótilç, 013, ó oikodespotês (el) dueno de la casa*

En Mc 14, 14 par. Lc 22, 11 dícese dei due­ no de la casa en la que Jesus queria celebrar la Pascua. En Mt 24, 43 par. Lc 12, 39 se habla dei oixoôeoJtóxT)ç que no sabe a qué hora los ladrones van a entrar a robar en su casa. En combinación con ávOQCOjroç en Mt 13, 52; 20, 1; 21, 33. En algunas parábolas y metáfo­ ras, esta expresión se aplica a Dios: Mt 13, 27; 20, 1.11; 21, 33; Lc 14, 21. Jesús se la aplica a sí mismo: Mt 10, 25; Lc 13, 25. Cf. ->• ôeojTÓXTiç 5. OlKOÔo^éo) oikodomeõ edificar, construir ^

OLXOÒOpT].

oÍxoôo^T|, fjç,

1^ oikodomê ed ificio , construcción; edificación* OLXOÔop,éüL) oikodomeõ edificar, construir*

1. Aparición en el N T- 2. Contenidos semânticos 3. oíxoôopri - a) (Como nom en rei actaé) edifícios sa­

B i b i : J. M. Casciaro, E I v o c a b u lá rio té c n ico de Q um rân en relación con e l concepto de com unidad:

La C hiesa com e casa spirituale secondo la p rim a lettera d i S. Pietro, en Sinodo D ocum entazione 6, Verona 1975, 89-104; Ph. Vielhauer, O ikodom ê. D a s B ild vom B a u in d e r christl. Lit. vo m N T bis C lem ens A le xa n d ri­ nas, Karlsruhe 1940 [ahora también en Id., O ikodom ê, München 1979, 1-168]; H. Wenschkewitz, D ie Spiritu a lisierun g d e r K u ltu sb eg riffe Tempel, P rieste r un d O pfer i m N T (Angelos Beih. 4), Leipzig 1932, 70-230.

1. El sustantivo oixoôo|xf| aparece 3 veces en los Sinópticos (Mt 24, 1 par. Mc 13, 1.2: refiriéndose en todos los casos al edificio dei templo); en el Corpus Paulinum aparece 15 veces, usado siempre como imagen en sentido metafórico. - En el NT predomina (con 40 testimonios) el uso dei verbo (en los Sinópti­ cos aparece 24 veces, en Juan 1, en Hechos 4, en Pablo 9, en 1 Pedro 2). Los Sinópticos emplean a menudo el verbo en su sentido origi­ nal para referirse a la actividad constructora dei hombre, pero en parte ya con matices eclesiológicos (Mc 12, 10 par.; 14, 58 par.; Mt

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oixoôo|ir|

16, 18; cf. Jn 2, 19s). - De los cuatro pasajes de Hechos, 7, 47.49 se refieren a la edificación dei templo; 9, 31 y 20, 32 tienen afinidad con el lenguaje eclesiológico de Ias Cartas paulinas. - Las once veces que el verbo apa­ rece eu las cartas dei NT (Rom 15, 20; 1 Cor 8, 1.10; 10, 23; 14, 4a.b.l7; Gál 2, 18; 1 Tes 5, 11; 1 Pe 2, 5.7) se hallan enteramente en un contexto eclesiológico y reciben de él su sen­ tido. 2. El tema olxoôo[x- designa la actividad de edificar en el sentido más amplio. En el NT, los objetos de la acción verbal son construcciones de toda clase (casas, ciudades, to­ rres, monumentos, graneros). El sustantivo y el verbo, en lenguaje figurado, tienen como objeto la enKkriaía en su totalidad o diversos miembros de la misma, y en Hech 15, 16 (->■ 5.b) la casa de David. En el uso absoluto (por ejemplo, en Lc 17, 28; 1 Cor 8, 1; Rom 15, 2; 1 Cor 14, 3), el sentido dei sustantivo y dei verbo hay que averiguarlo por el contexto. En los casos en que el verbo tiene relevância teológica, el sujeto de la acción de edificar es Dios (Hech 20, 32), Jesús (Mt 16, 18) o una persona que actúa con la autoridád de Dios o de Jesús (1 Cor 14, 4; 2 Cor 10, 8; 13, 10), y también cualquier creyente (1 Tes 5, 11). En el NT, el grupo de palabras se usa básicamen­ te para referirse a los actos salvíficos de Dios. El lenguaje figurado que habla de edifício y edificar caracteriza, además, el ministério salvífico de unas personas dirigido a otras personas, con el fin de encarainarlas a la Iglesia, que es el sacramento de la salvación. - Sobre la interpretación neotestamentaria de los olxoôo^ioüvTÊç dei Sal 118, 22 4.b. 3. a) oixoôo[xf| se usa en Mc 13, 1.2 par. Mt 24, 1 (en los tres casos en plural) para re­ ferirse a las edificaciones sacras dei templo de Jerusalén. Según 1 Cor 3, 9, los miembros de la eomunidad a la que va dirigida la carta son Deoú oixoôopf), «edifício de Dios», y b-eon YECÓqyiov, «plantación de Dios». Los constructores humanos son, en el mejor de los ca­

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sos, «colaboradores» de Dios (3, 9), pero jamás serán los propietarios (y, mucho menos, los amos, cf. 2 Cor 1, 24) de la comunidad. En E f 2, 21, oixoóopri representa igualmente un edificio sacro; las personas que han llegado a la fe, constituyen sus pabellones. rtã a a olxoôopf) (a pesar de la falta dei artíeulo) habrá de entenderse como «todo el edificio», que va creciendo hasta convertirse en «templo santo en el Senor» o en «morada de Dios en el Espíritu» (vv. 21s). Por medio dei participio auvaQpoX,OYOUpÉVTi, la imagen dei edifício se acerca a la dei cuerpo (ouvappoítOYétt), en el NT, además de aparecer en este lugar, se encuentra sólo en Ef 4, 16; pero en este último pasaje es el euerpo de Cristo y en aquel otro es la oixoôopf) lo que «se mantiene bien trabado y unido». Las imágenes dei edificio y dei cuerpo (entrelazadas la una con la otra en 4, 12.16) ilustran el hecho de que la Iglesia siempre es y, al mismo tiempo, está haciéndose: «La Iglesia es, cuando crece» (H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 189), en todo lo cual el crecimiento (an^Ei, 2, 21; 4, 16) no es un crecimiento observable extemamente, cuantitativo, sino que es «todo el movimiento de la Iglesia hacia la propia santidad» (Schlier, La Carta a los efesios, 189). b) Cuando las Cartas paulinas usan oíxoôopr| como nomen actionis (la acción o proceso de edificar, la edificación: Rom 14, 19; 15, 2; 1 Cor 14, 3.5.12.26; 2 Cor 12, 19), entonces lo que se construye no es nunca un edi­ ficio, sino siempre la èxxXtioía. El significa­ do característico dei uso teologicamente rele­ vante de oixoôopr) aparece en todos estos pa­ sajes. Esto se aplica igualmente a 2 Cor 10, 8 y 13, 10: la autoridad apostólica conferida por Dios sirve para la edificación, no para la destrucción de la comunidad. c) Es singularísima la combinación de imá­ genes en oixoôopTi xoü acópaxoç toü X qloxoõ, Ef 4, 12 (y también en eíç oixoòop-Tiv Éauxoú [es decir, xoõ ocópaxoç], 4,16). Dios «ha dado» a la comunidad determinadas per­ sonas para que sean constructores (4, 11). Pe­ ro, supremamente, el dinamismo interno dei

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oixoôonií

cuerpo mismo es el que —en el vigor y por el vigor de la Cabeza, que es Cristo- produce su propio crecimiento. Aqui hay que tener en cuenta la posibilidad sugerida por Schlier {La Carta a los efesios, 274) de que jtãv tò a(õp a (v. 16s) se refiera primeramente al cuerpo de Cristo, a la Iglesia, y de que en cambio lo de TT]V aü^TiOLV xoü atüpaxoç (v. 16b) no signifique ya la Iglesia sino el cuerpo dei mundo. Entonces se enunciaria que el cuerpo de la Iglesia, «al edificarse a sí misma en el amor», produce al mismo tiempo «el creci­ miento dei cuerpo dei mundo hacia Cristo». d) La única vez que aparece oixoôopr| en sentido antropológico (2 Cor 5, 1) combina a su manera la imagen dei edificio con la dei cuerpo humano como una vestidura: el cuerpo es una «morada en una tienda», una morada que con la muerte se destruye, mientras que una morada eterna, no construida por manos humanas, está preparada en el cielo como nueva vestidura. «Aunque la mejor manera de explicar 5, Is es recurriendo a Ias ideas mandeas acerca del cuerpo terreno y dei cuerpo celestial como una casa o edificio y una vesti­ dura», resulta difícil pensar en una trayectoria de Pablo hacia Ias concepciones mandeas, so­ bre todo porque Ias imágenes del edificio y de la casa «no llegaron a ser términos antropoló­ gicos en el judaísmo», y porque de Ias ideas iranias sobre la construcción se tomaron uni­ camente Ias imágenes «que eran utilizables para plasmar Ias ideas acerca del templo apo­ calíptico y de Jerusalén como ciudad santa, en la que cada una de Ias personas piadosas tiene su ‘morada’ o su ‘cabana eterna’» (Vielhauer 108). Por tanto, Pablo se mueve aqui en un espado creado por él mismo. De todos mo­ dos, hay que tener en cuenta la proximidad en que 2 Cor 5, 1 se halla de Mc 14, 58, y no sólo en cuanto a los términos. e) La construcción de genitivo oixoôopf] xf)ç 5^çeíaç, en Ef 4, 29, es insólita y muy pronto suscitó correcciones que facilitaran el sentido (D* F G it vg'' leen xqç itíoxemç). Con bastante seguridad no nos hallamos aqui ante un genitivo objetivo, sino ante un genitivo de cualidad; XQetoi podría estar tomado del v. 28

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mediante una combinación con la palabra cla­ ve. Entonces la parénesis del v. 29 volvería a tener como contenido la «edificación» en el sentido paulino; la edificación «donde» sea precisa o «en la medida en que» sea precisa. 4. El uso teologicamente relevante del ver­ bo oíxoSopécD y de sus compuestos 5) concuerda en buena medida con el empleo eclesiológico mencionado {-> 3.b) del sustantivo {construcción, edificación). a) Estadísticamente y por su contenido, el centro de gravedad de los pasajes teologica­ mente relevantes de oí>coôo|iéco recae sobre el significado de edificar, construir. Los obje­ tos de la acción verbal -explícita o implicita­ mente- son siempre la hcKkxYsm (Mt 16, 18; 1 Cor 14, 4b) ó los distintos miembros de la misma (Hech 20, 32; 1 Cor 8, 1; 10, 23; 14, 4a.l7; 1 Tes 5, 11; cf. 1 Pe 2, 5). Por de pron­ to, la elección de la imagen del edificio (Mt 16, 18; Pablo passim) se efectúa de ordinário en virtud de una opción eclesiológica. La comunidad (y la «Iglesia universal»: Ef 2, 21s) es, sí, templo santo de Dios (1 Cor 3 , 16s), pero al mismo tiempo es una construcción en la que se trabaja constantemente, ya que habrá que incorporar a ella incesantemente nuevos elementos (Ef 2, 22; 1 Pe 2, 5). Para hacer ex­ plícito lo que se halla implícito en esta ima­ gen; la iglesia local y la «Iglesia universal» poseen un elemento estático en lo que se refiere al plano de su construcción, y un ele­ mento dinâmico en lo que se refiere a su cre­ cimiento. En Hech 20, 32, «Dios y su palabra» son el sujeto agente de oixoôopfjoai, un verbo que aqui presenta intuitivamente «el progreso en la realización personal del evangelio» (J. Dupont, Paulus an die Seelsorger, Düsseldorf 1966, 184). Según Hech 9, 31, Dios realiza la edificación de la Iglesia; por tanto, de manera parecida a como se dice en Mt 16, 18 y Hech 20, 32, los verdaderos constructores no son hombres, y se piensa en la Iglesia como Iglesia universal. b) Según el testimonio de los Sinópticos (Mc 12, 10 par. Mt 21, 42 / Lc 20, 17) Jesús

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o I m o ô o |j ,ií

ve eti los OLXoôofjioüvTeç dei Sal 118, 22 a sus contemporâneos, concretamente a Ias au­ toridades de Jerusalén que le rechazan a él (le matan), que es el Hijo (posiblemente haya aqui un juego de palabras: piedra = ’bn / = hbn), y con eUo dan origen a una nueva comunidad, que se entiende a sí misma como edifício, y entiende a Jesús como «piedra an­ gular» (cf. R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], sub loco). - En Hech 4, 11 olxoôópoi (en vez de olxoôopoõvxEç) es hapax legomenon en el NT, pero está respaldado por la tradición de la LJOÍ. El Sal 118, 22 sirve (como en Mc 12, 10 par.) de testimonio bíbli­ co en favor de la resurrección. - 1 Pe 2, 7s uti­ liza el Sal 118, 22 en combinación con Is 8, 14 y da con ello a la palabra dei salmo una nueva interpretación: El Crucificado (rechazado) se convierte (por medio de su resurrec­ ción) para los que no creen (en la palabra) en piedra de tropiezo y en roca de escândalo. c) En algunos pasajes el contexto da al uso profano de oíxoôop,8CD un matiz teológico, como sucede en Hech 7, 47 (la construcción dei templo de Salomón senala anticipadamente, según el discurso de Esteban, hacia la edificación de la nueva comunidad sálvífica); en Lc 11, 47.48 (los «ayes» de Jesús se dirigen contra los que construyen monumentos fune­ rários [Mt 23, 39: tumbas] para los profetas asesinados, porque cometen una falsedad al construirlos); en Ias palabras de Jesús sobre Ias condiciones para el discipulado (Lc 14, 28.30) y en la parábola final dei Sermón de la Montana (Mt 7, 24.26 par. Lc 6, 48a.b.49), la imagen (edificación de una torre o de una ca­ sa) y el tema (llegar a ser discípulo de Jesús) no se yuxtaponen -seguramente- sin relación alguna entre sí (en contra de Vielhauer, 59). d) Pasajes con un uso no relevante teológi­ camente de los términos en cuestión son Lc 4, 29; 7, 5; 17, 28; Mc 12, 1 par. Mt 21, 33. - En Lc 12, 16-20, la imagen de la construcción (v. 18) presenta intuitivamente Ias posibilidades y los limites de un afán de seguridad al margen de Dios. e) En Rom 15,20 el verbo olxoôojiiéco, sin objeto de la acción verbal, es sinônimo de

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eúayYeÀ.í^opat; «describe aqui la participación de quienes proclaman el evangelio en la edificación de la comunidad de Dios» (O. Michel. Der Brief an die Rõmer [KEK], sub lo­ co). f) El verbo oíxoôop,éo), sin indicarse el objeto de la acción verbal, adquiere en 1 Cor 8, 1.10; 10, 23 su sentido especifico por me­ dio de la cuestión de la carne sacrificada a los ídolos, que se estudia en 1 Cor 8-10. En 8, 1 el verbo queda determinado por su contraposición a qjuaióco: la gnosis «hincha» (le da a uno Ias apariencias de ser grande y fuerte), pero la agape edifica (hace que uno sea real­ mente grande y fuerte). En 1 Cor 10, 23, oixoõopém relativiza el eslogan Jtáv ta eÇsoTiv, recordando la necesidad absolutamente prioritária de edificar a la comunidad: algo que es una barrera contra una desenfrenada èlo n o ía. Por tanto, la acción de edificar se realiza mediante «la actitud ética en la vida práctica» (Vielhauer, 96). La desconsiderada conducta dei «fuerte» (1 Cor 8, 10) es una ac­ ción pervertida de edificar que se convierte en todo lo contrario: «El débil se hunde por tus ideas (llevadas a la práctica sin moderación)» (v. 11). Gál 2, 18 emplea también el verbo de manera no específica, y hace así que resalte más claramente su significado típico: oixoôopécü significa aqui la acción de volver a declarar válida la ley como camino de salvación, a pesar de que había quedado invali­ dada para ello. g) Mc 14, 58 par. Mt 26, 61 y Mc 15, 29 par. Mt 27, 40 trasmiten un logion según el cual Jesús se habría atribuído la autoridad pa­ ra destruir el templo de Jerusalén y edificar en sustitución suya el templo mesiánico. Jn 2, 19, seguramente una variante de este logion, parangona el templo mesiánico con el cuerpo dei Resucitado (y quizás con la èxxÀT)OÍa). Esta sospecha se corrobora por el hecho de que el clarísimo verbo oLxoôop.éo) se sustituye aqui por el ambiguo verbo eYEÍQCO- En el pasaje de Mc 16, 18, que seguramente debe estimarse como variante de este logion, coin­ cide «la futura edificación dei templo mesiá­ nico con la futura ekklesía... Con ello se indi-

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o ijc o ô o f ití - o i) io v o [ x ía

ca que la edificación se realiza ensenando y dirigiendo, mediante el ejercicio de una autoridad conferida por Jesus» (H. Schlier, en LThK III, 960).

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sobre Israel, y después también sobre todas Ias naciones (15, 17).

c) ovvoixoão^ém , edificar juntamente* (en la LXX sólo en 3 Esd 5, 65 [en voz acti­ 5. Entre los verbos compuestos, èjtoixo- va]; en el NT sólo en Ef 2, 22 [en voz pasiva]) designa en Ef 2, 22 (en voz pasiva) no sólo el ôofxéco aparece en el NT 7 (8) veces, àvoixoproceso de ser incorporado sino también la ôop.éo) 2 veces, y auvoixoôop,écu 1 vez. comunidad con otros, es decir, con los crea) Ejtoixoôofiéto, edificar sobre, construir yentes en general (J. Gnilka, Der Epheserencima*. En la Carta primera a los Corintios, brief [HThK], sub loco\ de manera parecida los cuatro testimonios de este verbo (3, lOa.b. se expresa Schlier, La Carta a los efesios, sub 12.14) se hallan en el discurso en lenguaje loco)-, con Cristo, con los apóstoles y profetas metafórico que habla de echar los fundamen­ y con la totalidad de los creyentes (Michel, tos y seguir edificando sobre ellos, una metá­ 151, 20s.) fora que determina aqui el sentido. En inmeJ. Pfamnatter diata cercania a este sentido se halla Ef 2,20: El creyente, entendido como piedra de construcción, se edifica sobre el fundamento de olxoôÓ^.OÇ, OU, Ó oikodomos constructor* los apóstoles y profetas (dei NT) (1 Cor 3, 11: sobre Jesucristo como fundamento). En Col 2, Hech 4,11: «Este (a saber, Jesús) es la pie­ dra rechazada por vosotros, los constructo7 la fuerza de la metáfora è j t o i x o ô o p o ú p E voL queda reducida en buena parte por su cores» (cf. Sal 117, 22: olxoôopoüvTEç). Quizás Lucas eligió el sustantivo oixoôópoç a nexión con EQQi^cópEvoi y principalmente por el imperativo jtEQijtatELXE (v. 6) (jpero causa de los àQjpyxEc, xoú À,aoú (en el v. 8: los miembros dei Sanedrín) a quienes aqui obsérvese la proximidad a 1 Cor 3, 9!). Los acusa. ThWNT V, 139. lectores deben permanecer enraizados (participio de perfecto) en el suelo y en la roca que es Jesucristo, y deben dejarse edificar cons­ OIXOVO^EO) oikonomeõ adm inistrar, ser tantemente (por él) (participio de presente). adm inistrador En cambio, Jds 20 exhorta a los lectores a ediOLXovopía (3). ficarse a si mismos sobre la fe; el fundamen­ to para la construcción es -cosa singularísima en el N T - la fe santa». - Cuál es la lectura original entre Ias variantes de 1 Pe 2, 5 ( o l x o ô o p é c o o è j E o ix o ô o p é c o ) es algo que la crítica textual no puede resolver con seguridad; en ambas variantes, el significado coincide con el de Ef 2, 20 y 1 Cor 3, 10. b) àvoixoôop.éo), (re-)edificar*, aparece únicamente en Hech 15, 16a.b. en una cita li­ bre de Am 9, l l s según la LXX. Lucas, al refundir su fuente de la LXX, refuerza aún más el significado básico dei prefijo âv- (re-edificar). Según el discurso de Santiago (Hech 15, 13.21), va a tener lugar ahora la reedificación escatológica dei verdadero pueblo de Dios: el nombre dei Senor se invocará primeramente

o íx o V O flía, a ç ,

oikonomia adm inistración, actividad de adm inistrar* olxovopéctí oikonomeõ llevar la adm inistración, ser adm inistrador* OLXOvópoç, o n , ó oikonomos adm inistra­ dor, ecónomo* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos y campo referencial - 3. oixovóp,oç / olxovo|xéü) - a) Uso en sentido literal - b) Uso en sentido no literal 4. olxovo|iía - a) Uso en sentido literal - b) Uso en sentido no literal. B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; B. Botte, O iko n o ­ mia, en C orona G ratiarum . F S fü r E . D e k k e r s l, Brügge-Den Haag 1975, 3-9; H. Brattgârd, Im H a u sh a lt G ottes. E ine theologische Studie über G rundgedanke u n d P raxis d er Siew ardship, Berlin 1964; H. J. Cad-

495

oiKOvojua

bury, E ra stu s o f Corinth: JBL 50 (1931) 42-58; K. Duchatelez, L a notion d ’économ ie e t ses richesses théologiques: NRTh 102 (1970) 267-292; J. Goetzraann, en DTNT I, 239s; H.-J. Hom, Kax’ olxovo(j,íav xoC . S to is c h e V o ra u ssetzu n g en d e r V orstellung vom H eilsp la n Gottes, en Vivaríum. F S f ü r Th. K lauser, Mtinster i. W. 1984, 188-193; P. Landvogt, E pigrap h isch e U ntersuchungen ü b er den oiôovó|j,oç, tesis StraBburg 1908; Liddell-Scott, s.v.; O. Lillje, D as p a tr is tis c h e W ort olxovo(iía, se in e G ru n d la g e u n d sein e G eschichte b is a u fO rig e n e s , tesis mecanografiax x j q ío v

da, Erlangen 1955; O. Michel, oixoç xxK., en TbWNT V, 151-155; D. M. Parrott, The D ish o n est S tew ard (Luk e 16. l- 8 a ) a n d L u ke's S p ecia l P a ra b le C ollection: of to a b o u tA .D . 100 a s a B a c k g ro u n d fo r P a tristic A p p lic a ­ tio n s, tesis, University of Pennsylvania 1957; Id., «Stew ards o f God». P re-C hristian R elig io u s A p p lica ­ tion o f oixovótioç in G r e e t. IBL 77 (1958) 339-349; Id-, OLXovo|xía-rermí in P a u l in C o m parison w ith L ucan H eilsgeschichte: NTS 13 (1966-1957) 147-167; Id., Oixovojxía a s « E th ic a l A c c o m o d a tio n » in the F a th ers a n d its P ag a n B ackgrounds, en F. L. Cross (ed.), Stu d ia P a tristica IH (TU 78), Berlin 1961, 370379; J. H. P. Reumann, The Use o f oikonomia a n d R e ­ la ted Term s in G reek S o u rces to a b o u t A.D . 100: Ek-

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1. En los Sinópticos, el uso tanto dei verbo como dei sustantivo ol>tovo|iía se limitan a la parábola dei «mayordomo infiel» (el sustanti­ vo en Lc 16, 2.3.4; el verbo en 16, 2), mientras que el nombre de un oficio, olxovófioç, aparece no sólo en Lc 16, 1.3.8 sino también en 12, 42. El Corpus Paulinum ofrece seis testimonios de oixovo(iía (1 Cor 9,17; Ef 1,10; 3, 2.9; Col 1, 25; 1 Tim 1, 4) y cinco testimonios de oixovópoç (Rom 16, 23; 1 Cor 4,1.2; Gál 4, 2; Tit 1, 7). El único escrito dei NT en que aparece también oljtovóp.oç es la Carta primera de Pedro (4, 10). 2. El contenido semântico de los tres vocablos es característicamente inespecífico y di­ fuso y tan sólo en algunos casos puede deducirse dei correspondiente contexto. El espectro de significados en el NT, que va desde la designación dei administador o de su actividad en sentido propio (Lc 12,42; 16, Iss) pasando

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por el empleo metafórico para denominar los oficios y funciones eclesiales (1 Cor 4, 1; 9, 17; Col 1, 25 y passim) hasta llegar al teologúmeno dei plan salvífico de Dios (Efesios), desarrolla el cuadro de significados que existían ya en el griego profano (cf. Liddel-Scott, Í.V .), pero permite aún reconocer casi siempre el significado fundamental {actividad gestora en relación con cosas [que han sido confia­ das], aunque el acento recaiga más algunas veces sobre la actividad gestora (por ejemplo, Ef 1, 10), y otras sobre el aspecto de fideicomiso (por ejemplo, en 1 Cor 4, Is; 9, 17). 3. a) Entre Ias atribuciones de un adminis­ trador se cuenta la de inspeccionar los asuntos dei personal, incluída la retribución (en especie) de los trabajadores (cf. los testimonios en Spicq, 607 nota 5). La inserción por Lucas de la designación olxovópoç en lugar de ôoüXoç en la parábola de Q sobre el siervo fiel (Lc 12, 42), tiene en cuenta esta circunstan­ cia, pero está determinada también, probablemente, por la idea de que los cristianos que desempenan en la Iglesia un oficio son oixovópoi de Dios {-r b) (A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse der synoptischen Evangelien [StANT 29], München 1971, 220). Mientras que en Lc 12, 42 olxovófioç es la designa­ ción de un esclavo que tiene atribuciones propias en un âmbito limitado y que, al dar buena cuenta de sí en la administración total de los bienes de su amo, será recompensado por él (12, 44), vemos que 16, Iss presupone que la persona designada como oíwovópoç (que aqui, evidentemente, no es ningún esclavo) ocupa ya este puesto y hace uso de su autoridad para negociar por cuenta de su senor, tan­ to en beneficio de éste como en contra de él, de tal modo que no sólo desempena intemamente la función de administrador, sino tam­ bién la función externa de ser agente de su se­ nor para actuar con autoridad suya en los ne­ gócios (15,5-8). Al abusar de esta posición de confíanza, y ser desemnascarado como «ad­ ministrador infiel» (v. 8), no podrá seguir ejerciendo ya por más tiempo el oficio de ad­ ministrador (oixovopÉü) [v. 2]).

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oixovojiia

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Apol 36b; Resp 498a; Jenofonte, Oec. 1, 1]), no se recogieron en el NT. Pero, al usarse en relación con la persona dei oixovó[t.oç, el tér­ mino expresa no sólo el oficio de administra­ dor en sí mismo (Lc 16, 3s; cf. PapTebt 24, 62) sino también la actividad de la persona que desempena ese oficio, la administración (Lc 16, 2 [nomen aetionis]). b) Al igual que oixovópoç, como designación de quien desempena el oficio (,->■ 3.b), el sustantivo olxovopía se convierte, dentro dei contexto dei lenguaje cristiano de la edificación, en la metáfora para designar el ministé­ rio apostólico (1 Cor 9, 17). Col 1, 25 relacio­ na la tarea dei apóstol relativa a la proclamación de la palabra de Dios con la olxovop,ía Ton deon, con lo cual dificilmente se pensará en la totalidad dei plan salvífico de Dios (en contra de E. Lohmeyer, Der Brief an die Kolosser^ [KEK], 80), sino que se hace referen­ cia más bien al ministério divino confiado a Pablo (Michel 154; E. Lohse, Der Brief an die Kolosser [KEK], 117; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 97). Ef 1, 10 desvela el contenido dei mistério de Dios (->■ |tnofxf|Qiov [v. 9]) como «el reunir todas Ias cosas en Cristo». La «plenitud de los tiempos» (-+ JtÀ,f|QCopa) marca el «instante dei tiempo..., en el que hay intersección entre el decreto promulgado por Dios antes de to­ dos los tiempos y la ejecución dei mismo en el seno de la historia, y la ‘economia’ de la ple­ nitud de los tiempos hace resaltar con énfasis el aspecto de la realización» (J. Gnilka, Der Epheserbrief[íiThK], 79). Este uso dei térmi­ no oixovopía está determinado en el lengua­ je de cancillería, donde designa la actividad de disponer (cf. Presigke, Wôrterbuch II, í .v.) o un acto de ejecución, de tal manera que tam­ bién en Ef 1,10 habrá que entenderlo segura­ mente como orden / disposiciôn / ejecución, y por tanto -por referirse a la ejecución dei de­ 4. a) El significado, frecuentísimo en el creto promulgado por Dios antes de todos los tiempos- se acerca en su significado al tecni­ griego clásico, dei término olxovo^iía («el cismo usual en el siglo II para designar a la arte [téxvq] de llevar la administración [en el «historia de la salvación» (cf. IgnEf 18, 2; 20, âmbito de la producción y consumo de bienes]») y la traducción de este término a la 1; Goppelt, Theologie II, 387), pero sin llegar a identificarse con él (U. Luz, Das Gepráctica: «la gestión econômica» [Platón,

En Gál 4, 2 Pablo se refiere a los «tutores y fideicomisarios» como personas que velan por los intereses dei heredero que es menor de edad, y que son administradores de su formna (cf. H. Schlier, La Carta a los Gaiatas, Salamanca 1975, 220). Pablo designa a Erasto (cf. Cadbury, 42ss) como oluovópoç JtóX,e• a). Por eso, la función propia de este oficio servia al lenguaje de la edillcación cristiana como imagen para expresar la manera recta de desempenar el ministério de apóstol (1 Cor 4, 2). Y, así, Pablo quiere ser «ser­ vidor de Cristo y administrador de los misté­ rios de Dios» (1 Cor 4, 1). Es discutible que esta manera de expresarse se trasmitiera a tra­ vés de los cultos mistéricos (como piensa Reumann, Stewards o f God, 345ss, refiriéndose a la denominación de otxovó[xoç que se aplicaba a los oficiantes en el culto de Serapis y de Hermes Trisméguistos). 1 Cor 4, 1 no ofrece ninguna prueba de semejante uso técnico de la palabra, y la referencia religiosa no reside en la denominación misma de oíxovófioç, si­ no únicamente en el objeto de tíd administración, los jtnoxfiQia ■dson (H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther [KEK], 102). Tit 1, 7 aplica la imagen dei administrador al ministério dei «obispo» (-^- èjtíoxojioç), y 1 Pe 4, 10, a todos los cristianos.

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o ix o v o fu a —o ix o ç

schichtsverstãndnis des Paulus [BEvTh 49], München 1968, 14 nota 11, en contra de Reumann, Covenant, 284, y otros). Como en Col 1, 25, la mayoría de los exegetas suponen que oixovopía tiene en Ef 3, 2 el significado de «ministério», «oficio de administración» (Bauer, Wõrterbuch, 1107s; Michel, 154; M. Dibelius, Der Epheserbrief [HNT], 73, y otros), con lo cual, desde luego, no se tiene en cuenta suficientemente que, a diferencia de Col 1, 25, el parücipio ôofleíoa no se refiere a oíxovopía sino a xótQiç, de tal manera que el autor no se interesa tanto por el ministério apostólico de Pablo, sino más bien «por el plan salvífico de Dios... y por la integración dei ministério apostólico en el plan salvífico divino» (H. Merklein, Das kirchliche Amt nach dem Epheserbrief,[^tPAAY 33], München 1973, 174). Sin embargo, aqui no es completa aún la identificación formal de la OLJtovopia con el plan divino de la salvación (en contra de Lohmeyer, Der Briefan die Kolosser^, 80), sino que -como en Ef 3, 9 - se realza únicamente la conexión dei concepto con la disposición y ejecución de este plan salvífico concebido como mysterium (cf. Gnilka. Der Epheserbrief, 163). En 1 Tim 1,4 oiHovopía •ôaoij (la variante olxoôopf| D* lat Sy'’’”"®Iren‘“ es una simple corrección estilística, que no merece tenerse en cuenta) aparece en contraste con ex^iÍtt]oiç, de tal manera que es preferible suponer que aqui se da la transición dei sentido dei término a la connotación de «instrucción en la salvación», atestiguada en la literatura patrística (Clemente de Alejandría, Paed I, 8, 64, 3; 70, 1; cf. Bauer, Wõrterbuch, 1108; Michel 155; M. Dibelius-H. Conzelmann, Pastoralbriefe^ [HNT], 15; G. Holtz, Pastoralbriefe^ [ThHK], 36, y otros), en vez de afirmar los significados, que apenas tienen sentido, de «orden de la salvación» (N. Brox, Pastoralbriefe [RNT], 103, y otros), o bien de «autoridad» o «administración» (A. Schlatter, Die Kirche der Griechen im Urteil des Paulus, Stuttgart ^1958, 37s; C. Spicq, Epitres Pastorales I"* [EtB], 323s; Notes II, 612 nota 4). H. Kuhli

500

o l x o v ó f io ç , OV, Ó oikonomos administra­

dor doméstico, administrador -> oixovopía (3). o l x o ç , OD Ó oikos casa, comunidad fami­

liar, familia, bienes y pertenencias 1. Aparición y significados - 2. Término intercambiable con oljtia - 3. Casa, edifício, morada - a) Vi­ sion de conjunto - b) Peculiaridades de Marcos - c) Peculiaridades de Lucas - d) La casa de Dios - e) La casa de Dios como metáfora de la comunidad - f) La morada como metáfora dei cuerpo - 4. Comunidad fa­ miliar, familia - a) Vision de conjunto - b) Fulano de tal y su casa; la casa de fulano de tal - c) Descendên­ cia, ünaje - d) Comunidad doméstica - 5. La casa co­ mo término genérico para designar el edifício y la fa­ milia - a) Vision de conjunto - b) La casa dei padre c) El municipio, la ciudad - 6. Bienes y pertenencias. B ibl.: K. Aland, D ie Sãuglingstaufe im N T un d in d e r alten K irche (TEH 86), München 1961, 60-67; Id., D ie Stellung d e r K in d er in den frü h e n christl. G em einden - un d ihre Taufe (TEH 138), München 1967, 3033; G. R. Beasley-Murray, D ie christl. Taufe, Kassel 1968, 407-421; K.-H. Bieritz-Ch. Kãhler, H aus (III),

en TRE XLV, 478-492; E. Dassmann-G. Schõllgen, (II. H ausgem einschaft), en RAC XIII, 801-905; G. Delling, Z u r Taufe von «H ciusem » im Urchristentum: NovT 7 (1964-1965) 285-311; P. Fiedler, H austafe l, en RAC JQII, 1063-1073; M. Gielen, Z u r Interpretation d e r p ln F o rm ei f| xar’ oTxov èxxLTiaía: ZNW 77 (1986) 109-125; J. Goetzmann, en DTNT I, 233242; H. A. Hoffner, bayit, en DTATI, 636-646; E. Jenni, báyit, en DTMATI, 449-457; J. Jeremias, D ie K indertaufe in den ersten v ie r Jhh., Gõttingen 1958, 2328; Id., N ochm als: D ie A n fa n g e d e r K indertaufe (TEH 101), München 1962, 9-27; H.-J. Klauck, D ie H ausgem ein d e a is L eb ensform im U rchristentum : MThZ 32 (1981) 1-15; Id., H a u sg em ein d e un d H a u skirch e im fr ü h e n C h riste n tu m (SBS 103), Stuttgart 1981; D. Lühnnann, N tl. H a u sta fe ln u n d a n tik e Ô konom ie: NTS 27 (1980-1981) 83-97; O. Michel, oíxoç en ThWNT V, 122-133 (bibl.); L. Schenke, Z u r so g «Oik o sfo rm e l» im N T : Kairos 13 (1971) 226-243; E. Stauffer, Z u r K indertaufe in d e r Urkirche: DtPfrBl 49 (1949) 152-154; A. Strobel, D e r B e g r iff des «H auses» im griech. u n d rõm. P rivatrecht: ZNW 56 (1965) 91100; P. Stuhlmacher, D e r B r ie f an P hilem o n (EKK), Zürich-Neukirchen-VIuyn 1975, 70-75; W. Vogler, H aus

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6 (1963) 49-74; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1198s.

1. El término oLxoç se encuentra atestiguado ya en Ias tablillas micénicas de escritura li-

501

oixoç

neal B. Desde Homero son corrientes sobre todo los siguientes significados, todos los cuales se derivan dei significado fundamental casa: a) casa / edifício de la índole más diver­ sa / morada, b) comunidad familiar / familia, es decir, los que viven en la casa, c) bienes / pertenencias, es decir, lo que se encuentra en la casa, incluida también (en parte) la casa misma. Hay también otros significados deri­ vados, algunos de los cuales son peculiares dei NT. oíxoç (aparece 115 veces, incluido Hech 16, 33 v.l.) es más frecuente que oixía, y se encuentra atestiguado en Mateo 10 veces, en Marcos 13, en Lucas 33, en Juan 5, en Hechos 26, en Romanos 1, en 1 Corintios 4, en Filemón 1, en Colosenses 1, en 1 Timoteo 1, en Hebreos 11, en 1 Pedro 2 veces. En la obra de Lucas y en Ias Pastorales, oixoç se usa con más frecuencia que oixía, mientras que oixta predomina en Marcos y principalmente en Mateo. Hebreos tiene únicamente olxoç. En Juan la relación entre los dos términos se ba­ ila enteramente equiUbrada, y en Pablo, casi equilibrada. En los demás escritos, ambos tér­ minos aparecen tan pocas veces, que no pode­ mos hacer una valoración. 2. Originalmente, oLxog y oíxía tuvieron en griego significados diferentes; olxoç tenía un sentido más amplio y designaba todas Ias propiedades; OLXÍa designaba únicamente la vivienda (cf. Jenofonte, Oec. I, 5). En la mayoría de los pasajes dei NT en que se hallan atestiguados uno u otro vocablo, ambos son intercambiables entre sí y de hecho fueron intercambiados. Por eso, a continuación vamos a estudiar también oíxla, en cuanto se trate de significados que sean comunes a olxoç. Principalmente Lucas usa varias veces in­ distinta y sucesivamente ambos términos, en una misma y única sección, con el significado de casa (Lc 15, 6.8; también 1 Cor 11, 22.34), casi siempre para referirse incluso a una mis­ ma y única casa (Lc 7, 6.10; 7, 36.37.44; 8, 27.39; 8, 41, 51; 10, 5a.b.7a; también Jn 11, 20.31; Hech 16, 32.34). De manera análoga, en 1 Cor 1, 16; 16, 15 se emplean indistinta-

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mente ambos vocablos con el significado de familia (de Estéfanas). En Hech 10, 1-11, 8 Lucas distingue entre dos casas distintas, sirviéndose para ello de olxoç y de oLxía: cuando se trata de la casa dei curtidor Simón, entonces se usa siempre olxla (10, 6.17.32; 11, 11); en cambio, cuan­ do se trata de la casa dei centurión romano Comelio, entonces se usa siempre olxoç (10, 22.30; 11, 12s). En la doble obra de Lucas, encontramos también algunas veces en una misma y única sección el término olxoç con los significados alternativos de casa y àe. familia: Lc 19, 5 en contraste con el v. 9 (la casa y la familia de Zaqueo); Hech 10, 22.30; 11, 12s en contras­ te con 10, 2; 11, 14 (la casa y la familia de Comelio; cf. supra); Hech 16, 15b en contras­ te con el V. 15a (la casa y la familia de Lidia). En los textos paralelos de los Sinópticos no siempre se recoge el vocablo de la fuente, si­ no que algunas veces se cambia olxoç por olx ía y viceversa. Así, por ejemplo, Mc 5, 38 tiene olxoç mientras que Mt 9, 23; Lc 8, 51 tienen olxla. En Mc 3, 25; Mt 12, 25 encon­ tramos olxla, y en cambio en Lc 11, 17 ol­ xoç; y frente a olxla en Mt 24, 43, hallamos olxoç en Lc 13, 29. 3. a) En la inmensa mayoría de Ias veces ol­ xoç y olxla aparecen con el significado bási­ co de casa, edifício, vivienda (olxoç 46 ve­ ces, olxla 71 veces). En los escritos en que ambos vocablos aparecen bastantes veces con este significado, la distribución de uno y otro es diferente; Mateo tiene 21 veces olxla y so­ lo 3 veces olxoç, mientras que en Marcos, Lucas y Hechos hay sólo una ligera preponde­ rância de olxla, y en Juan una ligera prepon­ derância de olxoç. Prescindiendo de Mt 11, 18 (palacio real) y de Jn 2, 16 (lonja de mer­ cado), en Ias casas mencionadas se trata siem­ pre de casas privadas, mencionándose algunas veces sus propietarios (Mt 8, 14; 9, 23; 26, 6; Mc 1, 29; 5, 38; 14, 3; Lc 1, 40; 4, 38; 5, 29; 7, 36.37; 9, 61; 14, 1; 22, 54; Hech 9, 11; 10, 6.17.32; 17, 5; 18, 7; 21, 8), pero pudiendo deducirse otras veces por el contexto (Lc 19,

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OIXOÇ

5; Jn 11, 31; 12, 3; Hech 9, 17; 10, 22.30; 11, 11.12s; 16, 15.32). Son frecuentes expresiones como en casa, èv (x(p) oíxo) ( t i v ó ç ) , M c 2, 1; Jn 11, 20; 1 Cor lU 34; 14. 35; èv (xü) oixía (xivóç), Mt 8, 6; 9,10; Mc 2, 15; 9, 33; Lc 8, 27; elç xt]v olxíav, Mc 10, 10; 6 a casa, E iç (xòv) ohióv (xivoç), Mt 9, 6s; Mc 2,11; 3, 20; 5, 19; 7, 17.30; 8, 3.26; 9, 28; Lc 1, 23.56; 5, 24s; 7, 10; 8, 39; 15, 6; 18, 14; Jn 7, 53; Hech 16, 34; elç xt)v olxíav, Mt 9,28; 13, 36; 17, 25. No raras veces el propietario de la ca­ sa debe deducirse por el contexto. En 2 Tim 2, 20, casa significa metaforica­ mente la Iglesia. b) Marcos hace que en diversas ocasiones Jesus o Jesús y sus discípulos busquen una casa para apartarse de la multitud, es decir, para tener un poco de vida privada (7, 17.24; 9, 28.33; 10, 10). En todos los pasajes se trata de adiciones redaccionales dei evangelista, que faltan en los paralelos de Mateo y Lucas. Esta acción de Jesús, o de Jesús y sus discípu­ los, de apartarse de la multitud, lo expresa también Marcos por medio de frases como x a x à póvaç («a solas», Mc 4, 10) o x a x ’ lôíav («en privado», Mc 4, 34; 9, 2 [aqui además de póvouç]; 9, 28 [además de elç olxov]; 13, 3). Esta acción de Jesús de retirarse le sirve a Marcos como recurso para expresar su peculiar teoria dei secreto mesiánico: tan sólo a los discípulos se les da la posibilidad de conocer la mesianidad de Jesús. Al público, al pueblo, esa condición permanece­ rá oculta. Pero ni siquiera los discípulos, an­ tes de Pascua, llegan a tener el recto conocimiento. Es sorprendente que Mateo sólo en 11 luga­ res y Lucas sólo en 9 lugares de los 24 en que olxoç o olxía aparecen en Marcos con el sen­ tido de casa, empleen igualmente los térmi­ nos OLXOÇ o olxía. En todos los demás luga­ res falta un equivalente por distintas razones (modificaciones estilísticas, concisión dei es­ tilo, reflexiones teológicas). c) El libro de Hechos refiere que los cristianos de los primeros tiempos celebraban sus reuniones en diversas casas privadas, olxoç / olxía designa en estas ocasiones el lugar de

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reunión de una comunidad cristiana (-»• 4.d). Mientras que en Hech 12, 12 se dice que en la olxía de Maria, la madre de Juan, se reunían los miembros de la comunidad para orar, Lu­ cas emplea en Hech 2, 46; 5, 42 la expresión x ax ’ oíxov, o en 8, 3; 20, 20 x ax ’(à xonç) oixonç, en sentido técnico, para informar a los lectores de que los cristianos solían reunirse «en Ias casas», es decir, en determina­ das casas privadas. Las comidas comunitá­ rias, la oración, la predicación y la enseríanza proporcionaban las ocasiones para ello. Por tanto, se los podia encontrar allí, cuando alguien queria prenderlos (8, 3). d) Tanto los Evangelios como el libro de Hechos emplean en algunos pasajes olxoç (incluso sin el genitivo atributivo úeoü) con el significado de «casa (de Dios)» / templo ( ^ vaóç). El término, con este significado, se encuentra únicamente en citas dei AT (Mc 11, 17a par. [«mi caía»]; 11, 17b par. [«casa de oración»]; Jn 2, 16 [«la casa de mi Padre»]; Hech 7, 49) o en alusiones (Mc 2, 26 par.; Lc 11, 51; Hech 7, 47) o en el contexto de las mismas (Jn 2, 17 [«tu casa»]) (-> 4.d). olxía no se halla atestiguada con este significado. En cambio, oíxoç aparece ya con este sentido en Euripides, Phoen 1372 y Herodoto VIII, 143, y es frecuente en la LXX. e) En algunas cartas dei NT, no paulinas, olxoç designa a la comunidad como la casa de Dios (1 Tim 3, 15; Heb 3, 2.5.6; 10, 21; 1 Pe 2, 5; 4, 17). En el fondo de todo hay una concepción, conocida también por la comuni­ dad de Qumrán (IQS 5, 6; 8, 5.9; 9, 6; CD 3, 19; cf. también IQH 7, 8s) y que se halla estrechamente vinculada con la idea de que la comunidad es templo de Dios (1 Cor 3, 16s; 6, 19; 2 Cor 6, 16; cf. también Ef 2, 19-22, y también la idea de la «casa de Yahvé», Os 8, 1; 9. 8.15; Jer 12, 7; Zac 9, 8). f) En Mt 12, 44 par. se dice en sentido fi­ gurado que el cuerpo de una persona es o l ­ x o ç , morada / habitaciôn de un demonio. Es­ to se halla en consonância con ideas, no insó­ litas, de la antigüedad tardia y dei judaísmo (Filón, Det 33; Seneca, Ep XX, 3, 14; bHull 105b; bGit 52a); olxía 2.b.

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oixoç

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4. a) Con el significado d&familia / comu- llan atestiguadas en el mundo profano y en la nidad doméstica, oLxoç se encuentra ya atesLXX (Delling, 290-293; Jeremias, Nochmals, 15-17). En 1 Tim 3, 12, además de menciotiguado con seguridad desde Hesíodo y quizás narse el oixoç se mencionan también los hijos también desde Homero. Y oLjiía está atesü(xéxva). Esto es igualmente corriente (cf. guada desde Herodoto. En Ias leyes dei Atica PapHamburg [ed. P. M. Meyer, Leipzig 1911oiííía se halla definida de la siguiente manera; oixía ôè xéXeioç kv. ôotjXcdv x a i èXEV^fré- 1924] 54 II, I3s; PapGenève [ed. Nicole, Genève 1896-1909] I, 54, 29; IgnEsm 13, 1; Qcuv, «una casa [es decir, un hogar] completa está integrada por esclavos y personas libres», IgnPol 8, 2; Herm [m] 12, 3, 6; [s] 5, 3, 9; 7, 6). De la expresión «Fulano de tal y (toda) su y luego la describe más concretamente como casa» no se puede deducir, en ninguno de los integrada por el senor, la mujer, los tiijos y los pasajes mencionados, en qué personas se esclavos (Aristóteles, Pol 1253b 4-7; cf. tam­ piensa en cada caso concreto. El contexto, en bién Ias tablas de deberes domésticos en Ef 5, todos los casos, permite deducir únicamente 22-6, 9; Col 3, 18-4, 1). Esto corresponde al que no se incluyen los bebês ni los ninos pe­ uso de oixLa y de oixoç en la LXX (Stuhlmaquenos. Esto se aplica también a Ias noticias cher, 72s; Weigandt, 52-55) y en el NT. Pero de que tal o cual «casa de Fulanito de tal» fue el grupo de personas que pertenecen a tal ca­ sa (u hogar) puede también ampliarse. Y, así, bautizada (Hech 16, 15a.33 v.L; 1 Cor 1, 16), fue salva (Hech 11, 14; 16, 31) o se hizo crepueden pertenecer igualmente a ella parientes a cargo y clientes (= protegidos). El marco se yente (Hech 18, 8). Ambas expresiones no pueden dar respuesta a la cuestión de si la co­ amplia aún más, cuando oixoç designa, por ejemplo, a una «familia extensa» o incluso a munidad cristiana, en tiempos dei NT, bautiun pueblo (-»• 4.c). La cunplitud exacta de una zaba o no a bebês y a ninos pequenos. OLxía entendida en el sentido de comunidad Sin embargo, seria posible que Lucas se sirdoméstica / familia es algo que sólo puede deviera de la expresión «Fulanito de tal y (toda) su casa» o de otras frases por el estilo, que ducirse dei contexto. El término oixoç penetra posiblemente en con excepción de Jn 4, 53 aparecen unica­ mente en el libro de Hechos, para referir que el terreno de la economia, cuando en 1 Tim 3, 5.12 se pide al obispo y al diácono que sean se habían fundado nuevas comunidades. capaces de gobernar bien su casa, antes de c) Del significado de familia se deriva el de descendencia / linaje, es decir, la totalidad que puedan cuidar de la Iglesia de Dios (que de los que deben su otigen a un antepasado es una casa mucho más extensa [la frase se común. completa por el sentido]) (cf. Lührmann 95). oixoç / olxía con este sentido son relativa­ La expresión «casa de David» (oixoç Aaníô) aparece únicamente en Lc 1, 27.69; 2, 4 mente raros en el NT (aparecen 18 ó 19 veces: (en este último caso hay una hendíadis, «casa Mc 3, 25 par.; 6, 4 par.; Lc 19, 9; Jn 4, 53; 8, y linaje»). Casa designa aqui a los parientes 35; Hech 10, 2; 11, 14; 16, 15a.31.33 v.L; 18, consanguineos, que por linea agnaticia des8; 1 Cor 1, 16; 16, 15; 1 Tim 3, 4s.l2; 5, 4; 2 cienden del fundador dei linaje (cf. la genea­ Tim 1, 16; 3, 6; 4, 19; Tit 1, 11; Heb 11, 7). Mateo, Marcos y Juan emplean únicamente logia en Lc 3, 23-31). Los tres pasajes tienen sentido cristológico, ya que para Lucas el heolxía. b) En Jn 4, 53 y en los mencionados (-> a) cho de que Jesús sea hijo de David es una de Ias pruebas de su mesianidad. Se orientan pasajes dei libro de Hechos aparece la exprehacia el nacimiento en Belén y esclarecen la sión «Fulano de tal y (toda) su casa», u otras estrecha relación que Lucas ve entre la confrases por el estilo. En 1 Cor 1, 16; 16, 15; 2 dición de Jesús como hijo de David y su Tim 1, 16; 4, 19; Heb 11, 7 encontramos la condición como Hijo de Dios (cf. 1, 32-35; 3, expresión «la casa de Fulano de tal» u otras 23-38). frases por el estilo. Ambas expresiones se ha-

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OIXOÇ - OtXOUliEVT)

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El término lo bailamos ampliado, de tal manera que incluya a todos los descendientes dei fundador de un linaje, en la construcción «ca­ sa de Israel» ( o Lk o ç ’IOQaf|X,), Mt 10, 6 ; 15, 24 (en ambos casos en singular); Hech 2, 36; 7, 42 (aqui, una cita de Am 5, 27 LXX). En todos los pasajes se trata dei pueblo de Israel, dei pueblo de Dios; en la cita de Amós se hace referencia al pueblo durante la época, ya muy remota, de su peregrinación por el desierto; en los demás pasajes, al pueblo en su época actual. Es sinônima de la expresión «casa de Isra­ el» la expresión «casa de Jacob» (oixoç ’IaX(üj3), que apeurece únicamente en Lucas (Lc 1, 33; Hech 7, 46), pero que con este mismo significado se encuentra ya en Is 9, 7; 10, 20; 14, 1, etc, Apartándose de la manera corriente de hablar, la expresión «casa de Israel» en Heb 8, 8.10 se refiere únicamente al reino septentrional y, en consonância con ello, la expresión «casa de Judá» (olxoç lo ú ô a ), en 8, 8, se re­ fiere únicamente al reino meridional. La Carta a los Hebreos se ajusta aqui al pie de la letra y en cuanto al sentido a la cita de Jer 31, 31-34. d) El libro de Hechos refiere Ias reumones habituales de los primeros cristianos (->^ 3.c). Esto se refleja en la frase «la iglesia (reunida) en la casa de tal y cual» (■q xax’ olxóv xivoç 8xxX.qoía). La encontramos en los saludos iniciales y finales de algunas cartas; Rom 16, 5; 1 Cor 16, 19; Fim 2; Col 4, 15). La comunidad doméstica se denomina según el nombre dei propietario o la propietaria en cuya casa se celebran Ias reuniones. La composición de tal comunidad doméstica solamente puede deducirse dei contexto, en caso de que en él se ofirezcan los datos correspondientes.

oixoç, a Lc 10, 5b; 12, 52. Sin embargo, lo más probable es que se trate aqui de un signi­ ficado que abarque no sólo la casa sino tam­ bién a los que habitan en ella, un significado que se expresa muy acertadamente por el tér­ mino casa, ya que también en nuestra lengua la palabra tiene este mismo sentido complejo (como vemos, por ejemplo, cuando se habla de la «casa paterna»). El significado extenso de olxía en Mc 6, 10 par.; Mt 1 0 ,12s se acentúa mediante la expresión «sacudir el polvo de los pies», en Mc 6, 11 par.; Mt 10, 14: la imagen expresa el abandono completo dei lu­ gar, y su sentido profundo es que no habrá comunión alguna con los moradores de esa casa. También olxía en Mc 10, 29s puede entenderse en sentido extenso que abarca Ias rela­ ciones de parentesco y la posesión de bienes. b) Lo que se ha dicho en a, se aplica también a la expresión «la casa de (mi) pa­ dre», Lc 16,27; Hech 7, 20. El contexto de Lc 16, 27 nos permite ver claramente que no se piensa sólo en el edificio. En Hech 7, 20 es obvia la alusión a Ex 2, 1-3, y en ella se ve igualmente que no se está hablando sólo dei edificio. c) En Mt 23, 38 par. oixoç significa una ciudad, una gran comunidad urbana, a saber, Jerusalén. También aqui se piensa en los edi­ fícios y en los que viven en ellos. oixoç apa­ rece ya en este sentido en Jer 12, 7; 22, 5 (cf. también Hen [et] 89 passim; TestLev 10, 4).

5. a) En algunos pasajes no es posible deci­ dir claramente si oixoç / olxía debe entenderse en el sentido de casa o, más bien, en el de famüia. Bauer (Wõrterbuch, j.v. oixía 3) sugiere, a propósito de olxía en Mt 10, 12s, una «posición intermedia» entre ambos signi­ ficados. Esto se aplicará también a Mt 10, 14; Mc 6, 10; Lc 9, 4; 10, 5a.7, y, a propósito de

oi3<0'U^évl|, HÇ, oíkoumenê la tierra ha­ bitada, el orbe, la humanidad*

6. Desde Homero oixoç se halla atestiguado en el sentido de bienes / pertenencias. En el NT, este significado aparece únicamente en Hech 7, 10, donde está tomado de Gén 45, 8. P. Weigandt

1. Aparición en el NT y usos - 2. En la LXX y en el lenguaje griego en general - 3. En Lucas - 4. Los de­ más enunciados dei NT. B ibl.: W. Bieder, D ie m issionarische B edeutung der «O ikum ene» u n d die ih r drohende «Verkirchlichung»-. EvTh 22 (1962) 180-194; E. Fascher, Õ kum enisch und

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oixovnevT)

ka th o lisc h . Z u r G e sc h ich te zw eier, h e u te v ie l g eb ra u ch ter Begriffe: ThLZ 85 (1960) 7-20; O. Hender, en DTNT IV, 286s; R Gisinger, O ikum ene, en Pauly-

Wissowa XVII/2, 2123-2174: G. Johnston, Oíxm)(i£VT] a n d xóonoç in fh e NT: NTS 10 (1963-1964) 352360; J. Kaerst, D ie a ntike Id ee d e r O ikum ene in ihrer p o litisc h en u n d kuU urellen B edeutung, Leipzig 1903; R Lasserre, O ikum ene, en LAW 1221; Id., O ikum ene, en Pauly, L exiko n IV, 254-256; O. Michel, olxonp,ÉVT^, en ThWNT V, 159-161; M. Paeslack, D ie ^O ikum en e» im N T: ThViat 2 (1950) 33-47; A. Vanhoye, L’olxonixé'VT] d a n s T é p itr e a u x H ébreux: Bib 45 (1964) 248-253; J. Vogt, O rbis Roífum us. Z u r Termin o lo g ie d es rõm . Im p eria lism u s, Tiibingen 1929; W. A. Visser’t Hooft, D e r Sinn d es W ortes «õkum enisch», Stuttgart 1954.

1. oíxoofjiévr) es participio de presente de la voz activa, dei verbo -»• olxétD («habitar»), que se usa desde la época clásica, casi siempre en sentido sustantivado, y que originalraente debía completarse con yr)- Aparece 15 veces en el NT. No es, por tanto, muy frecuente. En realidad, es un término preferido sólo por Lucas (Evangelio de Lucas 3 veces, Hechos 5). Por lo demás, aparece 3 veces en el Apocalipsis, 2 en Hebreos, una vez en Mateo (Mt 24, 14) y otra vez en Pablo (Rom 10, 18, cita dei Sal 18, 5 LXX). Esta distribución se halla en sorprendente contraste, por ejemplo, con el uso de -> xóopoç como expresión general para designar al «mundo / este mundo». Allá donde se usa preferentemente xóapoç (en los escritos joánicos 102 veces, en Pablo, 37), el término oiKoopévq falta por completo (Evangelio de Juan, Cartas de Juan) o casi por completo (Pa­ blo). En cambio, en Lucas se reduce considerablemente el uso de xóopoç (en el Evangelio de Lucas aparece 3 veces, de Ias cuales tan sólo 12, 30 [n á v ta xà eOrq xoü xóopou] se refiere al «mundo habitado»; en Hechos apa­ rece únicamente en 17, 24). oixovpévq falta en Ias llamadas «palabras de la misión univer­ sal»; en Mt 28, 19, Jtávxa xà eOvq (pero cf. 24,14); en Mc 16, 5, xóopoç ãrtaç / Jtãoa x] xxíaiç; en Lc 24, 47, itáv x a xà ê-ôvq; en Hech 1, 8, ECüç èoxáxou xfjç yfjç (cf. además Johnston; Paeslack 33-37). Estos datos se explican principalmente por el hecho de que oixoupÉVT] había adquirido en la época roma­

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na un significado político, íntimamente rela­ cionado con Ias fórmulas -muy difundidasdel «estilo imperial» (Michel, 159; Paeslack, 34; -> 2), que fue arrebatando cada vez más al término el sentido teológico que éste había tenido originahnente en la LXX (-> 2), mientras que -+ xóopoç (2) no llegó a ser sino en la antigüedad tardia un concepto teológico dei judaísmo helenístico y, por tanto, dei cristia­ nismo primitivo. En el NT se encuentran atributos que acentúan la amphtud y el significado de olxoupéVT): õkoç (Mt 24, 14; Hech 11, 28; Ap 3, 10; 12, 9; 16, 14; cf. también Hech 19, 27); Tcãç (Lc 2, 1; cf. también 4, 5; Hech 24, 5); asimismo, E iç x à jtépaxa xfjç oíxoupÉvT]ç (Rom 10,18). Se mencionan los reinos (Lc 4, 5; Ap 16, 14) y Ias naciones de la oixoupévq (Mt 24, 14; cf. Hech 19, 27 [oíxoupévq junto a õX.Tj fi !Aoía]; 24, 5 [nàvxeç ol Touôaioi]); olxoupÉvq se encuentra en sentencias de juicio en Lc 21, 26; Hech 17, 31; cf. también Heb 1, 6; 2, 5 (q otxonpévq q péXkouoa). 2. La LXX emplea oixoupévq unas 40 veces (unas 17 veces en los salmos, mientras que xóopoç [2] falta todavia en ellos [->-1]; unas 14 veces en Isaías), casi siempre como equivalente de ’e r e s («tierra») o tê b ê l («continente», «tierra firme»). En todos los casos se trata de la totalidad de la tierra, de sus habitantes y de sus «reinos», que Dios ha creado, gobierna y castiga, y a los que finalmente ha de juzgar (cf. especialmente Sal 9, 9 [de manera semejante, 95, 31; 97, 9; cita­ dos en Hech 17, 31]; Sal 18, 5 [citado en Rom 10, 18]; Sal 49, 12; 88, 12; Is 10, 14; 37, 16; 62, 4; cf. también VisserT Hooft 10-12). En el âmbito griego, oixoupévq es original­ mente un concepto geográfico (atestiguado desde Jenófanes 21 A 41a [Diels, F r a g m e n te I, 125, 7]; Herodoto lU, 114; IV, 110), que designa a Ias par­ tes habitadas y habitables de la Tierra, a diferen­ cia de Ias inhabitadas (territórios desérticos, etc.). Ya en la época clásica y luego especialmente en la época helenístíca, oixoupévq designa el mun­ do cultural griego, por contraste con los pueblos bárbaros que vivían al margen dei mismo (cf. además Gisinger, Larresse, Kaerst, Fascher). En la época romana (especialmente desde Sila), oixoupévq, sobre todo por influencia dei cosmopoUtismo estoico y dei imperialismo oriental (cf. el decreto de Ciro en 3 Esd 2, 2), se fue convir-

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01X01) (j,evT]

tiendo cada vez más en un concepto hiperbólico para designar el mundo dei Império Romano, un mundo regido y ordenado centralmente, el orbis terrae (terrarum), cuyo dominio le corresponde a Roma (cf, Cicerón, Pro Murena 22; Virgílio, Aen VI, 850; Josefo, Ant XI, 3; cf. además Vogt, 12ss). En relación con esto, vemos que, por ejemplo, Josefo (Bell I, 633) llama al emperador ro­ mano «el rector de la ecumene» (ô tfjç olxoupivqç itQOoxáxTiç Kaloag); a Nerón se le puede llamar àYaQòç ôaí|j.a)v xfjç olxoupévqç (PapOxy 1021, 5ss; cf OGIS 666, 3ss), más aún, otoTT)Q xai sueQYÉxqç Tfjç olxoupévTjç (OGIS 668, 5; algo parecido se dice también de Marco Auré­ lio, cf. Preisigke, Sammelbuch, 176, 2; cf. además OGIS 669, 10; SIG 906 A 3s; Filón, LegGai 16; Josefo, Bell IV, 656; cf. también Michel, 159; Visser’t Hooft, 8-10).

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aqui también el pasaje de Lc 4, 5 (redaccional), donde se dice que el diablo £Ôe i | ev aíixm

n ã o a ç r à ç PaoiXeíaç xfíç olxontiÉ-

VT]ç, a diferencia de Mt 4, 8: ... xoü xóoftou.

Ahora bien, no se puede deducir de ahi, en modo alguno, que Lucas exprese con estos enunciados su «valoración negativa dei mun­ do politico» (en contra de Paeslack, 37ss, la cita en la p. 39). Antes al contrario, Lucas evi­ ta precisamente la crítica contra la oixou|j,évTi romana y, en vez de eso, realza que los conflictos posibles o reales con Roma no tienen su raiz en el mensaje cristiano en si mismo (cf. también Lc 4, 5; Hech 17, 6; 24, 5). Por eso, los enunciados que hay en los escritos de Lucas acerca de la olxoupÉVTi deben entenderse más bien como referencias plerofóricas 3. Lucas aprecia seguramente el término que pretendeu hacer dei mensaje cristiano un olxoupÉVT], porque es una expresión que le centro recôndito dei mundo romano. Además, permite realzar Ias dimensiones universales Lucas se halla intensamente influído por el dei acontecimiento y dei mensaje de Cristo, lenguaje de la LXX, de tal manera que en sus unas dimensiones que abarcan a la totalidad enunciados relativos a la ouxoupEVí] se escudei Império Romano. No tiene miedo de que cha también casi siempre una referencia a la en esta expresión haya resonancias de la di­ humanidad entera, creada por Dios y que ha fundida terminologia imperial. Y, así, en Lc 2, de ser juzgada por él (Lc 21, 16 [material pe­ 1 (material peculiar), se refiere al censo impe­ culiar]: xà EJtEQ5(ó|xeva xfj olxoupévT), sobre rial de todo el Império Romano (lo hace hi­ los horrores de los últimos dias; Hech 17, 31). perbólicamente y, además, de una manera que No obstante, para Lucas, la expresión olxoudesde el punto de vista histórico dificilmente pÉVT) podría hallarse también tan marcada por será exacta: àjtoYQáq)Eadai jtão av Tqv oL- la idea imperial que Roma tenía de si misma, xoupÉvTiv, -* àjtoYpaqpfi); en Hech 17, 6 que el autor evita esta expresión en la fórmu­ alude a la critica (judia) de que la misión paula programática de Hech 1, 8 y, en vez de ella, lina era un elemento de agitación pública en emplea el lenguaje bíblico de la LXX (êojç todo el orbe (oi rqv otxoupévqv àvaoxaxróèoxáxou xfíç Y^iÇ. cf. Is 49, 6 LXX). oavxeç, a pesar de que Pablo, en su labor evangelizadora, no habia llegado por aquel 4. Mt 24, 14 amplia la expresión eLç jxávx a xà E'dvT]... ôeI xqQux^&fjvai xò EÚaYYÉentonces sino hasta Tesalónica); cf. 24, 5 Xtov, de Mc 13, 10, y lo hace con una fórmu­ (axáoeiç jxãoiv xoiç lo u ô a ío iç xoiç x ax à la propia, que es singularísima en el NT: xqxfiv oíxoupévqv); probablemente también en QUX'&f|OExai xoüxo xò EÚayyÉlí-iov... èv õX.ti 11, 28 (Xipòv pEYÓÀTjv... èqp’ ô^tiv xf)v oíXOU|j,ÉVT)v, un hambre que históricamente so­ xfj oixoupév^ EÍq papxúpiov Jtõotv xotç e^VEOiv. La referencia que se hace a continualo se puede probar que azotara a Palestina, cf. ción al final inminente (vv. 15ss) y al juicio E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], final (25, 31ss) pone bien en claro que para sub loco); cf. también 19, 27, donde se pre­ Mateo, antes dei juicio, todo el orbe tendrá tende que el culto de la Artemisa de Efeso se que ser confrontado con el evangelio, porque hallaba difundido por toda la o í x o u [íé v t i éste ha de ser la norma por la que el Juez pro­ (quizás se afirma asi con con razón, cf. Haen­ nuncie su sentencia (cf. 25, 32). chen sub loco). Posiblemente haya que incluir

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OlJtOU(lEV11 - OIXTIOIXOÇ

En Rom 10, 18 Pablo relaciona Ias palabras dei salmo acerca de la alabanza tributada a Dios por toda su creación (Sal 18, 5 LXX) con la realidad escatológica de la proclamación dei evangelio en todo el mundo (elç TÒ jtégaT a tfjç olxou[tévT]ç). No describe así con exageración desmesurada los êxitos que hasta entonces ha tenido la misión cristiana, sino que habla de la completa obra escatoló­ gica de la salvación divina, una obra que no puede pasar inadvertida al Israel que profesa su fe en el Dios creador. Heb 1, 6 (lo mismo que todo el contexto) está determinado por el lenguaje de la LXX y, con la mirada puesta en la parusía dei Hijo, recoge el motivo dei juicio sobre el orbe de la tierra ( eIç ttiv oíxoupévTjv, cf. Mt 24, 14; Hech 17, 31; ->• 2). El enunciado de 1, 6 está relacionado con el enunciado acerca de la (primera) venida dei Hijo al mundo (elç t ò v xóopov, 10, 5; cf. 2, 7-9) y marca, al mismo tiempo, un progreso en «la historia de la sal­ vación». No es ya únicamente el xóopoç (cf. 9, 1; 11, 7; también 11,3) aquello que el Hijo ha de encontrar cuando venga como Juez, si­ no que es también la oixonpévr], que por la fe de la Iglesia ha vuelto a acercarse al sentido original de la creación (cf. 1 2 ,18ss.22ss; tam­ bién Sal 92, 1 LXX; 23, 1 LXX; 88, 12 LXX; 97, 7 LXX; Is 62, 4 LXX; cf. también Vanhoye; disiente de esta interpretación Paeslack; dificilmente habrá que pensar en un hebraísmo {hèbV 1‘^‘ôlãm] en lo que respecta a la «en­ trada en el mundo futuro» [en contra de Michel. Der Brief an die Hebraer^ (KEK), sub loco]). A este enunciado corresponde la expresión otxoupévTi f| pékXonoa en Heb 2, 5, donde se recoge de nuevo explícitamente 1, 6 (jtEQi qç kaXoõpev). A la luz de la interpreta­ ción dei Sal 110 dada por el autor (1, 3), se entiende claramente que él concibe «la oixoupévT] venidera» como el senorío de Cristo con su victoria sobre todos los enemigos de Dios (cf. 2, 7s; 6, 5; 12, 26ss). Por el contrario, el Apocalipsis acentúa ne­ gativamente la olxonpévT). Según 3, 10 el jceipaapóç escatológico vendrá sobre todos los habitantes de la tierra (eitl T fjç OLXoupé-

VT]ç õXqç), es decir, principalmente sobre los pecadores (cf. 6, 10; 8, 13); porque los creyentes serán preservados de esa hora. Según 12, 9, ■q oixoupÉvq oXq ha sido seducida por el adversário de Dios, ese adversário que al fi­ nal será derribado. También 16, 14 se refiere al orbe de la tierra y a sus reyes como a los enemigos escatológicos de Dios (ol PaaiXetç Tfjç oixoupévqç õXqç), que caerán ante él. Por consiguiente, tan sólo los incrédulos y los enemigos de Dios son los que constituyen la olxoupévq. Pero con ello no se alude espe­ cialmente al Império Romano (en contra de Paeslack, 39s), sino que se habla en general de los incrédulos que pueblan el orbe de la tierra (cf. la expresión que aparece con frecuencia: ol xatoixoüvTgç [èjtl] xqç yflÇ» 3, 10; 6, 10; 8, 13; 13, 8.12; 17, 2 y passim), los cuales representan -finalmente también en la forma dei imperialismo romano que es con­ trario a D ios- la lucha escatológica de este mundo contra la salvación de Dios. H. Balz olxoVQY^Ç; 2 oikourgos casero, dedicado a Ias tareas domésticas* olxouQyóç aparece (en vez dei clásico olxouQÓç) en Tit 2, 5 en relación con Ias mujeres. o lx o v ç ó ç , 2 oikouros casero, econômico Tit 2, 5 Textus Receptus en lugar de oiXOUQYÓÇ.

olxTEÍQO) oikteirõ tener compasión Forma alternativa de ->• olxtÍqco. o lx T iQ ^ ó ç , oC , ó oiktirmos compasión, misericórdia* Col 3,12; ankáy%va olxxtQpoü, «entranas de misericórdia». En los demás casos en plurar (icon arreglo al hebreo ralfmiml): dícese de la compasión humana en Flp 2, 1; de la mi­ sericórdia de Dios, en Rom 12, 1; 2 Cor 1,3; sin sujeto en Heb 10, 28 (x«>qIç olxxiQp.õ>v,

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OlíCtLQUOÇ —OIOÇ

«sin misericórdia». ThWNT V, 161-163; X, 1199s (bibl.); DTNT HI, 102s. olxTÍQjlKOV, 2 oiktirmõn compasivo, mi­

sericordioso* Dícese de Dios (en combinación con itoXóojtXayxvoç): Sant 5, 11; de los hombres y de Dios, Lc 6, 36 bis (a diferencia de Mateo); «jSed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso]». Cf. ThWNT V, 161-163; X, 1199 (bibl.); DTNT IH, 102s. OIXTÍQO) oiktirõ tener compasión* Rom 9, 15 (bis) en la cita de Ex 33, 19 LXX (declaración de Dios a Moisés); «Tendré mi­ sericórdia (èXef|ao)) de quien yo quiera tener misericórdia, y tendré compasión ( olxti 91)00)) de quien yo quiera tener compasión (oiTÍQü))». ThWNT V, 161-163: X, 1199s; DTNT III, 102s. O lf ia i oimai opmar, pensar

Forma contracta de ->• oíopat (Jn 21, 25). OlVOJlOTílÇ, OV, O oinopotês bebedor de

vino, borracho* Mt 11, 19 par. Lc 7, 34 como crítica dirigi­ da contra el «Hijo dei hombre», Jesús, que «come y bebe», es decir, que no vive ascéticamente: «jAhí tenéis un comüón y un bebe­ dor, amigo de publicanos y pecadores!». o iv o ç , OV, ó oinos vino*

La mayoría de Ias 34 veces que aparece oivoç en el NT, el sustantivo se emplea en sentido propio: Jn 2, 3a.b.9.10a.b (cf., a pro­ pósito, Windisch: ZNW 14 [1913] 248-257); 4, 46. Según Mt 27, 34, a Jesús le dieron en el Gólgota «vino mezclado con hiel» (a diferen­ cia de Mc 15, 23: èop,U9VL0 |xévov olvov). En Lc 10, 34 el vino se menciona junto al aceite, como un medicamento; Ap 18, 13 habla dei vino, dei aceite y de otros productos naturales. Juan el Bautista no bebe vino (Lc 1,15; 7, 33). Los «débiles» practican la abstinência de

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carne y de vino (Rom 14, 21). Una metáfora usada por Jesús habla de «vino nuevo en odres viejos» (Mc 2, 22 par. Mt 9, 17 / Lc 5, 37.38); cf., a propósito, F. Hahn: EvTh 31 (1971) 357-375. Contra el consumo excesivo de vino advierten Ef 5, 18; 1 Tim 3, 8; Tit 2, 3. En cambio, 1 Tim 5, 23 recomienda el con­ sumo moderado de vino como medicamento para el estômago: o lv cn ô X.íycü xqcõ ô i à t ò v oTÓpaxov (->■ vTjcpáLioç). El Apocalipsis relaciona oLvoç, entendido en sentido figurado, con los castigos que Dios hace beber como vino a los impíos (Sal 60, 5; 75, 8s; Is 51, 17.22; Jer 25, 15): 14, 10; 16, 19; 19, 15 («el vino de la cólera de Dios»), y también con el «vino (de la cólera) de la fornicación» de Babilônia; 14, 8; 17, 2; 18, 3 (->• •ônpóç 3). En Ap 6, 6 oívoç {ejfectus pro causa) re­ presenta la vina / la vid. J. Dõller: Bib 4 (1923) 143-167, 267-299; Dalman, Arbeit IV, 291-413; ThWNT V, 163-167; X, 1200 (bibl.); Ch. Seltmann, Wine in the Ancient World, London 1957; W. Dommershausen; TThZ 84 (1975) 253-260; BRL 362s.

olvotpXvyía, aç,

^ oinophlygia embria­ guez, borrachera* En 1 Pe 4, 3 el plural designa algunos excesos de la embriaguez (cf. Filón, VitMos II, 185; SpecLeg IV, 91). o í o i i a i oiomai opinar, pesar* El objeto dei verbo es una oración completiva en infinitivo con sujeto en acusativo en Jn 21, 25, un infinitivo en Flp 1, 17, y una oración completiva introducida por 5 ri en Sant 1, 7.

oioç, 3 hoios

(pronombre relativo) tal co­ mo, así como* Con el correlativo t o io ú t o ç este pronom­ bre significa «así como... así también» en 1 Cor 15, 48a.b; 2 Cor 10,11. De manera semejante en Flp 1, 30; tò v aÚTÒv áYtõva... oíov, «la misma lucha... que (visteis en mí)». En

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oLoç —òXiYOKWTtía

otros casos el correlativo se deduce dei con­ texto: Mt 24, 21; Mc 9, 3; 2 Cor 12, 20a.b; 2 Tim 3, 11a; Ap 16, 18. Es un pleonasmo en Mc 13, 19; ■frXltltiç, oia oti y é y o \s toia-úti]. En una interrogativa indirecta en 1 Tes 1,5; Lc 9, 55 Textus Receptus. En una exclamación en 2 Tim 3, 1Ib. En Rom 9, 6, onx oLov ÕTi es una combinación de onx oíov y onx õri, «pero no es que...» (BlaB-Debranner § 304; 480, 5). oioaÔT)JtOTo{jv en Jn 5, 4 v.l. significa; «.de cualquier enfermedad que él tuviera (oim ôV) Jiox’ oúv...)».

Ôxvéo) okneõ vacilar, tardar* Hech 9, 38; «[No tardes en venir a nosotros!». Spicq, Notes II, 614.

ôxvtlQÓç, 3 oknêros perezoso, holgazán* Mt 25, 25 en Ias palabras dirigidas al siervo: jtovriQè ôoíjX,e xaL ôxvTipé. Rom 12, 11: «No seáis perezosos en lo que requiere dili­ gencia». Flp 3, 1: «A mí no me resulta moles­ to (Ipoi oux ôxvqgóv) escribiros otra vez lo mismo»; cf. Sófocles, OedTyr 834. ThWNT V, 167s; Spicq, Notes II, 614.

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òXEd'Q£’ÚO) olethreuõ destruir, aniquilar, exterminar Forma alternativa de ->■ ôXodQeúco.

òÀ .É '0'Q ioç, 2 olethrios que causa destruc-

ción 2 Tes 1, 9 A 33 pc: ôíxtiv ô?\,é'&0Lov, «cas­ tigo que causa destrucción», ->• õí^eDqoç.

5Xe'&qoç , o v , Ó olethros destrucción, perdición* 1 Tes 5, 3; «súbita destrucción», con moti­ vo de la llegada repentina de la parusia; 2 Tes 1, 9: õLe^poç a u á v L o ç , «perdición eterna» (es decir, la muerte, cf. TestRub 6, 3). 1 Cor 5, 5: «esa persona debe ser entregada a Satanás para la destrucción de su carne» (es decir, pa­ ra la muerte; cf. H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther [KEK], 117s). 1 Tim 6, 9: PufH^to Tivà e l ç õ X,e -0'QOV, «hundir a alguien en la perdición». ThWNT V, 169s; DTNT m , 335s.

ò X iy o n ;ia T Ía , a ç , oligopistia poca fe* ôLiYÓJtiaxoç, 2 oUgopistos de poca fe*

òxxarm EQ O Ç , 2 oktaêmeros (adj.) a los ocho dias* Flp 3, 5: jteQiTopfj ôxxaTÍpcQoç, «por lo que respecta a la circuncisión, a los ocho di­ as» (es decir, circuncidado al octavo día). ôíCTcó oktõ ocho* En Lc 2, 21 dícese de los ocho dias que precedían a la circuncisión; se habla, además, de ocho dias en 9, 28; Jn 20, 26; Hech 25, 6. De ocho anos, en Hech 9, 33 (è^ èxrâv ôxxd), «desde hacía ocho anos»). 1 Pe 3, 20; ôxxrà tpnxaí, «ocho personas» entraron en el arca y se salvaron. Cf. òexaoxxró, Lc 13, 4.11 (v. 16: ôéxa x a l ôxtò) exp); XQtáxovxa [xal] ôxxcb êxT], Jn 5, 5. ÒÀ,E'ô'gEDTirjç, Ot), Ó olethreutês destructor Forma alternativa de ->• ôXo'&Qenxfiç.

Bibl.: G. Barth, Glaube und Zweifel in den synopt. Evangelien: ZThK 72 (1975) 269-292; G. BomkaimnG. Barth-H. I. Held, Überliefemng und Auslegung im Matthãusevangelium (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn ’1975, 99-108, 278-284; D. Lührmann, Glaube, en

RAC XI, 48-122, sobre todo 72. 1. ôXixornoTÍa y ôX,iyójuoxoç apareceu única­ mente en escritos cristianos, por ejemplo, en la sexta Sentencia de Sexto: òlLYÓmoxoç èv jtíoxEi ãjtiOTOç (hacia el ano 200, cf. H. Chadwick, The Sentences ofSextus, Cambridge 1959), y luego en Leoncio de Neápolis (Vida de San Juan el Limosnero [ed. H. Gelzer, Freiburg i. Br.-Leipzig 1893] 7 p 14, 18.21. 15, 5 [sigio VE]), pero tiene un pa­ ralelo en la expresión rabínica (ftannê ’"mãná o m^hüssrê ’“mãnâ (Billerbeck I, 438s).

2. En el NT, el grupo de palabras aparece únicamente en Mateo (el sustantivo 1 vez, el adjetivo 4 veces) y en Lucas (el adjetivo 1 vez), y sobre todo en una de Ias sentencias

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ôXtYOJticrtía - ôXíyoç

contra Ias preocupaciones, en Mt 6, 30 par. Lc 12, 28: «Y si Dios engalana así a la hierba..., jcuánto más hará él por vosotros, hombres de pocafeH . Preocuparse por lo necesario para la vida es falta de fe, poca fe. De la concor­ dância literal que existe entre Mt 6, 30 y Lc 12, 28 podemos deducir que la expresión se encontraba ya en la fuente Q y que, por tanto, era corriente entre los judeocristianos de Pa­ lestina. Mateo recogió el grupo de palabras y les dio una expresión característica en el marco de su eclesiologfa. Mateo (en contraste con Sexto 6) situa ô)i,lyóju0 xoç (8, 26; 14, 31; 16, 8) y òXiYOJtiOTÍa (17, 20) en claro contraste con âm axoç (17, 17) o aitioxía (13, 58), li­ mitando a los discípulos el reproche de la «poca fe», y designando en cambio como ãm oxoç a la masa dei pueblo. La explicación es que a los discípulos, que representan ampliamente a la comunidad cristiana, se les concedió la posibilidad de «entender» (-+ anvíqp.1, cf. Mt 13, lls s .l9 .23.51 y passim), y en cambio al pueblo no se le concedió tal cosa. Por tanto, la «poca fe» es la forma espe­ cífica en que el discípulo falia como creyente: el discípulo que ha conocido y ãceptado el mensaje de salvación y que ha respondido a la vocación al discipulado. Así que, cuando se habla de la poca fe de los discípulos, hay siempre situaciones de tentación en Ias que se ven metidos los seguidores de Jesus. Su reacción de temor ante los peligros (8,26; 14, 31), sus preocupaciones angustiadas por conseguir alimentos (6, 30; 16, 8), su fracaso al intentar curar una enfermedad, son criticados siempre como actitud de «poca fe». De ahí que òLiyójuoxoç en 14, 31 sea un concepto paralelo de ôioxá^K) («dudar»). Por tanto, lo que se ca­ racteriza con los términos ôXiYomoxía y ôXiYÓmoxoç no es el rechazo fundamental de la fe, sino la falta de confianza, la deficiente fir­ meza en la fe. G. Barth òXiYÓn;ivToç, 2 -V ôX,iYomoxía.

o lig o p is to s

de poca fe

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Ô Xíyoç, 3 oligos poco, pequeno, escaso, breve; un poco* 1. Aparición en el NT y usos - 2. En plural - 3. En singular y en uso adverbial - 4. En Hechos. Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; BlaB-Debrunner § 405 nota 1; E. F. F. Bishop, Oligoi en 1 Pet 3:20: CBQ 13 (1951) 44s; E. Boissard, Note sur 1’interpretation du texte «Multi sunt vocati, pauci vero electi»: RThom 52 (1952) 569-585; N. Brox, La primera Carta de Pe­ dro, Salamanca 1994, 232-237; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), Gõttingen ’1977, 659 con la nota 1; Preisigke, Wõrterbuch II, 167s; H. Seesemann, ÔXÍYOÇ, en ThWNT V, 172s; F. Thiele, en DTNT II, 248s; G. H. Whitacker, The Words o f Agrippa to St. Paul: JThS 15 (1914) 82s.

1. En el NT ôXíyog aparece 40 veces, 16 de ellas en los Evangelios sinópticos, 10 ve­ ces en Hechos, 4 veces en 1 Pedro, otras tan­ tas en Apocalipsis, 2 veces en 1 Timoteo, y 1 vez en Efesios (3, 3), Hebreos (12, 10), San­ tiago (4, 14) y Pablo (2 Cor 8, 15). Falta en Juan (pero cf. [iixpóç [4]). En los Sinópti­ cos predomina el pltiral (11 veces [-> 2]; pero el singular neutro, usado en sentido absoluto y con significado adverbial, aparece 5 veces [-> 3]). El libro de Hechos muestra predilección por la construcción onx òXíyoç en el sentido de jxoXúç o en otros sentidos pareci­ dos (8 veces [->- 4], construcción que no apa­ rece en ninguna otra parte dei NT; como lítotes en 12, 18; 15, 2; 19, 23.24; 27, 20; en cambio, en 14, 28; 17, 4.12 aparece más bien como senal de estilo elevado, cf. también BlaB-Debrunner § 495, 2 con la nota 9; en­ contramos, además, dos veces la construcción preposicional èv ôXÍYq), 26, 28.29 [->^ 4], que sólo se haUa también en Ef 3, 3). En los demás escritos dei NT, el singular aparece 8 ve­ ces (->• 3; de ellas, en 1 Tim 4, 8 y Sant 4, 14 aparece en construcción preposicional con jtpóç), y 5 veces se encuentra en plural ( ^ 2). El uso de ôX,íyoç en el NT corresponde po­ co más 0 menos al uso que se hace de él en la LXX (donde aparece 103 veces) y en el griego clásico. En plural ôXíyoç significa poco(s), y en singular significa poco, pequeno, escaso, O en uso adverbial significa un poco (entendi­ do en sentido cuantitativo y ttunbién en senti-

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ôXíyoç

do temporal). Opuesto de ôXíyoç es JtoXiJÇ (Mt 7, 14; 9, 37 par.; 22, 14; 25, 21.23; Lc 7, 47 [bis]; 10, 42 v.L; 12, 48; 13, 28; 2 Cor 8, 15), oí)ôep.ía ÔTJvapiç (Mc 6, 5) y Jtávxa (1 Tim 4, 8).

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T(p); ôi’ ôXíymv eyQaijja, «he escrito breve­ mente», 1 Pe 5, 12 (cf. una expresión pareci­ da en Heb 13, 22; Ârist 128); ex^o x ax à ooü ôXtya, «tengo algunas cosas / algo contra ti» (después de la alabanza anterior), Ap 2,14. En Lc 12, 48 (ôaQqaexai ôXtyaç, «recibirá po­ 2. El plural se usa para designar un número cos azotes») hay que sobreentender JtXrjyáç. limitado de cosas o personas, a menudo en contraste con una gran exigencia o expectati­ 3. El singular se encuentra como adjetivo va. Con un sustantivo; Mt 9, 37 par. Lc 10, 2; en; 1 Tim 5, 23 (oívoç ôXíyoç, «un poco de «los obreros son [tan sólo] pocos» (en con­ vino»); Ap 12, 12 (ôXíyoç tcaiQÓç, «un breve traste con la gran cosecha); Mt 15, 34 par. Mc plazo»), Como sustantivo en: 2 Cor 8, 15 (ci­ 8, 7: «unos pocos / unos cuantos peces (peta de Ex 16, 18): ó xò JtoXu..., ó xò oXíyov, quefios) (ôXíya lxâ'úôia)», que incluso con «el que tenía mucho, no tenía demasiado, y el los siete o cinco panes son bien poca poca en que tenía poco, no padecia escasez». vista de la multitud de personas hambrientas; En la mayoría de los pasajes, el neutro sin­ Mc 6, 5; «unas pocos enfermos»; Ap 3, 4; gular ôXíyov se usa en sentido adverbial: dí«(tan sólo) unos pocos nombres / personas cese de una pequena distancia, Mc 1, 19; Lc (ô v ó p ata)» de entre toda la comunidad de 5, 3; de un breve tiempo, Mc 6, 31; 1 Pe 1, 6; Sardes; Heb 12, 10: jcqòç ôXíyaç r|(X8Qaç, 5, 10 (lo opuesto: aimvioç ôó^a); Ap 17, 10; «por unos pocos dias / por muy poco tiempo», en sentido análogo rtQÒç ôXíyov, Sant 4, 14; refiriéndose al período relativamente breve en cuantitativamente como expresión propia dei que los padres terrenos aplican la «disciplina» estilo epistolar o dei estilo oratorio: èv ôXíycp, (cf. también Sant 4, 14; itQÒg ôXíyov), en con brevedad, brevemente, Ef 3, 3 (cf. 1 Pe 5, comparación con la disciplina aplicada por 12); en sentido general; Jtpòç ôXíyov (bqpéXiDios, que dura toda la vida. p,oç, «útil para (bien) poco», 1 Tim 4, 8. Se­ ôXíyoç, usado en sentido absoluto, designa gún Lc 7 ,47b, la medida dei amor dei que una en sentencias de Jesús el número pequeno de persona es capaz, muestra la medida dei perlos, que en contraste con los muchos, serán dón que ella ha experimentado (m ôè ôÀíyov partícipes de la salvación: Mt 7, 14; 22, 14; àcpÍExai, ôXíyov à y a n ã [om. D]). Cuando la jtoXXol... xXTytoí, ôXíyoi ôè («pero sólo po­ «pecadora» (en contraste con Simón) muestra ços»), es ciertamente una «sentencia de con­ a Jesús un amor sin limites, entonces eUa no traste» que no debe mitigarse mediante una es ya una pecadora para Jesús; precisamente traducción comparativa de JtoXXoí / ôXtyoi en por eso Jesús le anuncia que Dios le ha perdoel sentido de una simple diferencia numérica nado ya su vida pecadora. De esta palabra de entre los que son llamados y los que son ele­ Jesús la Iglesia debe aprender a aceptar el gidos (en contra de Boissard); cf., además, Lc arrepentimiento y conversión de los pecado­ 13, 23. En 1 Pe 3, 20 (òXíyoi, t o ú t ’ eoxiv res como sorprendente obra dei amor de Dios ôxTü) i])uxa.í., ôiEacüOr^oav) la salvación de hacia ellos, y debe aprender también a abrirunos pocos a través dei agua -según Gén 7, se, ella misma, a la experiencia dei amor de 7.13 se piensa en Noé, su mujer, sus tres hijos Dios. y Ias mujeres de sus hijos (cf. 2 Pe 2, 5 )- es un antitipo de la salvación de la pequena y 4. En el libro de Hechos oútt ôXíyoi (->1) amenazada Iglesia por medio de Ias aguas dei designa un gran número de entre una gran bautismo (cf. también Brox 236s; Bishop). multitud (genitivo partitivo): 17, 4 (junto a Neutro plural; èjti òXíya, «sobre lo poco / JtXfjh^oç jioXúç); 17, 12 (junto a JtoXXoí); en lo que es poca cosa», en Mt 25, 21.23 (a oxjtt ôXíyoç se halla en sentido temporal en diferencia de Lc 16, 10; 19, 17: èv èXaxío14, 28 («bastante tiempo / no poco tiempo»).

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ôXíyoç —ò X

Cómo lítotes, oux ôÀíyoç puede también sig­ nificar no pequeno / considerable: dícese de una «confusión», 12, 18; 19, 23; de una «disensión», 15, 2; de una «tempestad», 27, 20; cuantitativamente, de una «ganancia considerable», 19, 24. En Hech 26, 29 x al èv òXiym xal èv pEycí^(p (dativo instrumental en circunlocución con èv; cf. BlaB-Debrunner § 195 con la nota 3) significa «por poco o por mucho»; por el contrario, èv ôX,íyü), en Ias palabras de Agripa n a Pablo, en 26, 28, no debe entenderse probablemente en sentido instrumental, sino co­ mo una indicación de tiempo: «En poco tiempo / pronto me convencerás de que me baga cristiano»; pero seria posible entenderías tam­ bién en sentido instrumental: «con poco esfuerzo / casi...» (cf., asimismo, Whitacker [quien parafrasea así estas palabras: «En cuanto a convencerme de que me baga cristiano, jconsidéralo cosa de poca importância!»; pero necesita introducir como conjetura el verbo JtetÜEiv]; es distinta la opinión de A. Fridricbsen: CNeot 3 [1939] 13-16; cf. Bauer, í . v . 3.b [bibl.]; s.v. JtEÍ'õ'(o l.b [bibl.] y 3.a; BlaB-De­ brunner § 405 nota 1; Haencben; H. Conzelmann, Apostelgeschichte^ [HNT], 140). H. Balz ô ^ iy ó ijrv x o ç , 2 oligopsychos desalenta­ do, desanimado* 1 Tes 5, 14: «jAnimad a los desalentados, ayudad a los débilesi». TbWNT IX, 666s. ò)\,iYa)Qé(0 oUgõreõ tomar a la ligera, menospreciar* Heb 12, 5: «jHijo mio, no tomes a la ligera la corrección (jtaiÔ E Ía) dei Senor!» (cita de Prov 3, 11a LXX). O ^iyw ç oligõs (adv.) apenas* 2 Pe 2, 18: Los falsos maestros seducen con palabras altisonantes a «quienes apenas ban escapado (tonç ôkÍYtoç àjtoqjEÚYOvtaç) de los que viven en el error».

o X v ^ w

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ÔXodgEUTííç, o ü , ó olothreutês destructor* En 1 Cor 10, 10 dícese dei «ángel exterminador» (Ex 12, 23: ó ôÀE'&Qena)v) o Satanás (Bauer, Wõrterbuch, s.v.). TbWNT V, 170s; DTNT m, 336s. olothreuõ destruir, exterm i­ nar* Sobre la grafia ô X.e ü q e ijc ü cf. BlaB-Debrun­ ner § 32.1. Heb 11, 28 alude a Ex 12, 23: El «ángel exterminador» ( ô à o í I q e í k ü v ) no toca­ ria a los primogênitos. TbWNT V, 168s.

óJi.oxavTOfia, a to ç ,

t Ó holokautõma bolocausto* En el bolocausto se quemaba totalmente al animal sacrificado (de Vaux, Instituciones dei Antiguo Testamento, 529-530, 542-545). okoxaÚTCofra es un término de la LXX que falta en el griego profano. En sentido propio apare­ ce en Mc 12, 22 (junto a üuaía); Heb 10, 6.8 (junto a JtEQi ó p a Q T Ía ç , «sacrificio por el pe­ cado», Sal 39, 7 LXX). Mc 12, 33 situa el amor al prójimo, y Heb 10, 6s, la obediência a la voluntad de Dios, por encima de todos los sacrifícios.

ÓXoxXflQÍa, a ç , holokléria totalidad, integridad* Hecb 3, 16; La fe concedió al paralítico tt]v ó)i,oxÀTiQÍav taÚTTiv («esta salud perfecta»). TbWNT III, 766; A. Debrunner; Pbilologus 95 (1942) YIA-Ylfy, Spicq, Notes II, 616s. ÓXÓ>cXt]QOÇ, 2 holoklêros íntegro, entero* 1 Tes 5, 23: «jQue vuestro espírita sea pre­ servado íntegro... en la venida de nuestro Se­ nor Jesucristo!». Sant 1, 4; «para que seáis perfectos ( téXeioi) e íntegros ( ó)v,ó x >i.ti0 oi)». TbWNT in , 765s; Spicq, Notes II, 616s. òXoXv^co ololyzõ dar alaridos* Sant 5, 1 en la palabra profética dirigida a los ricos; xkaúoaTE ôkoXú^ovxeç, «jllorad

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ôA.oXijÇo) - õXoç

dando alaridos (ante Ias desgracias que vienen sobre vosotros)!». ThWNT V, 174. ÒÀ.OÇ, 3 holos entero, total, completo

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c) Más raras veces se hace referencia a co­ sas: «toda la masa», 1 Cor 5, 6; «toda la ley», Mt 22, 40; Gál 5, 3. d) En Mateo en la fórmula «todo esto

1. Empleo en el NT - 2. Significado - 3. El todo y (Toõxo õÃov) sucedió para que...», como su­ la parte. mario de acontecimientos en los que se cumBièl.: Bauer, Wõrterbuch, í.v.; Liddell-Scott, j.v.; Moulton, Grammar III, 199; A. Oepke, õXoç, en ThWNTV, 175. 1. A diferencia de -> Jtãç, que tiene un sen­ tido parecido, no hay en òXoç diferencia se­ mântica entre el uso dei término con artículo y el uso sin artículo (cf. õ^onç oíxonç, «fa­ mílias enteras», Tit 1, 11 y f) olxía anxofi ÕÀT], «toda su familia», Jn 4, 53). òXoç con artículo se usa casi siempre como predicativo; no afecta al significado el hecho de que el ad­ jetivo preceda o siga al sustantivo (cf. õXt) r| JtóXtç, Mc 1, 33, y t ) JtóX.iç ô ^-T], Hech 21, 30, «toda la ciudad»). 2, ÕX.T] sirve para indicar la totalidad en Ias siguientes frases: a) Especialmente en expresiones que enuncian magnitudes de tiempo y de espacio: «du­ rante toda la noche», Lc 5, 5; «el día entero», Mt 20, 6; Rom 8, 36; 10,21; «durante todo un ano», Hech 11, 26; de manera semejante en 28, 30. - En Lucas õLoç es frecuente en la expresión xafr’ ôÀTjg xfjç..., «en toda...» (Judea, Lc 23, 5; Hech 9, 31; cf. 9, 42; Lc 4, 14; 8, 39). fi otxonpévTi õX,t), «todo el mundo [habi­ tado]», Ap 3, 10; 12, 9; 16, 14. òXoç ó xóopoç, «todo el mundo», en Rom 1, 8; 1 Jn 2, 2; 5, 19; como término global para designar la totalidad de los bienes terrenos, Mt 16, 26 par. b) Refiriéndose a grupos de personas, corporaciones y conceptos análogos: «todo el sanedrín», Mt 26,59; «toda la iglesia», Rom 16, 23; «todo el pueblo», Jn 11, 50. Asimismo, se habla de «toda Jerusalén», Hech 21,31; «toda la ciudad», Mc 1, 33 y passim, no pensándose tanto en la extensión espacial sino, más bien, en la población que vive en esos lugares.

ple una palabra de Ias Escrituras dei AT, 1, 22; 26, 56. 3. Es importante teologicamente el uso de õXoç en la imagen en que se habla de la parte y dei todo, contemplados bajo diferentes as­ pectos. En relación antitética en Mt 5, 29s: Es mejor perder un ojo o una mano, que no que «el cuerpo entero» sea arrojado a la Gehenna (£V xôjv peLcõv - bXov xò ompa). Pablo da a esta relación un acento diferente en 1 Cor 12, 12-27; el ojo no puede ser nunca «el cuerpo entero» {oXoy xò ocõpa, v. 17), porque entonces el organismo («muchos miembros - un solo cuerpo») se destruiría. - Una relación análoga hay en Mt 6, 22s y Lc 11, 34-36; el ojo sano ilumina «todo el cuerpo», el ojo en­ fermo lo deja en tinieblas. Santiago usa la fórmula bXov xò oóãpa en el mismo sentido en que lo hace la filosofia helenística popular, con intenso matiz ético: El que no tropieza en lo que dice, será capaz también de refrensir «todo el cuerpo» (3, 2s); inversamente, la lengua, que en sí misma es un «miembro pequeno», es capaz de contami­ nar «todo el cuerpo» (3, 5s). Es característico de Juan el uso de bXoç sin artículo, como adjetivo predicativo: El que se ha banado está xafragòg õÀoç, «está todo limpio», es decir, «está limpio totalmente», Jn 13, 10; lo opuesto se expresa en 9, 34: tú naciste «enteramente» (bXoç,) en pecados. Jesús cura «a la persona entera» (ôXov ãvfrQmjtov, en contraste con el tratamiento parcial de la circuncisión), 1 ,2 3 . - La idea de una unidad completa se expresa también en 19, 23, cuando se habla de la túnica de Jesús: úqjavxòç ôl’ o Xo u , «tejida de / en una sola pieza». Finalmente, en Mc 12, 30 par., conforme a la manera de hablar de la LXX, se usa õXoç para referirse a la entrega total a Dios: Ama-

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ÔXoÇ- Ó(uXÉO)

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rás al Senor, tu Dios, «con todo el corazón, con toda el alma», etc. (el paralelo más cercano de la fórmula, que se va modificando cons­ tantemente en el AT, es Dt 6, 5; una serie con è | õXtiç anafórico). W. ElUger

tir profundo afecto (hacia alguien)». ThWNT V, 176; N. Baumert, 'OpeiQÓpsvoç in 1 Thess 2, 8: Bib 68 (1987) 552-563.

ÓXote Xi^ç, 2 holotelês perfecto, acabado, completo* 1 Tes 5, 23: «jQue el Dios de paz os santif i q u e por completo]». Cf. ÓXÓ x Xt]Q o ç . Cf. ThWNT V, 176.

1. Características generales de los testimonios que aparecen en el NT - 2. Einpleos y significados de óptXÉQ) en Lucas/Hechos - 3. ópiXía en la cita de Menandro en 1 Cor 15, 33.

’O X u ^ .Jtãç, ã Olympus Olimpas*

Forma abreviada de un nombre de persona, más largo, que comienza por 'OXipn;-. En Rom 16, 15 esa persona recibe un saludo. ÒÀ,DVdoç, OU, Ó olynthos higo tardio*

ó]AiXÉio homileõ conversar, hablar* ópiXía, aç, f| homilia companía, trato so­ cial*

B ib l.: A. Bonhõffer, E p ik te t u n d d a s N T , GieBen 1911; W. Gõrler, MENANAPOY TNQMAI, tesis Berlin 1963; E. Norden, D ie a n tik e K u n s tp r o s a , Leipzig-Berlin ^1909; E. Plümacher, L u k a s a is h e lle n is tis c h e r S c h r ifts te lle r , Gôttingen 1972; W . Popkes, G em e in s c h a ft, en RAC K, 1100-1145; R. Reitzenstein, D ie h e lle n ist. M y ste r ie n r e lig io n e n , Stuttgart ^1927; T. B. L. Webster, An I n tr o d u c tio n to M e n a n d e r , Manchester-New York 1974.

o u , Ó ombros chubasco, aguacero* Lc 12, 54: «Cuando véis una nube que se levanta en el poniente [que viene dei Medite­ rrâneo], al instante decis: ‘Va a llover’, y así sucede».

1. Del grupo de palabras en tomo a ôptXog (Frisk, Wõrterbuch II, 386s), tan sólo el verbo ó|t,tXéo) Uega a ustirse en el NT y, por cierto, uni­ camente en la doble obra de Lucas (2 veces en el Evangelio de Lucas y otras 2 en Hechos). El sustantivo ópiXía en 1 Cor 15, 33, por ser una cita, resulta un cuerpo extrano (cf. Bonhõffer, 122). En consonância con la escasa y restringida aparición dei término, se halla la limitación dei espectro de sus significados en el NT (compárese Bauer, Wõrterbuch, 1119s con Liddell-Scott, 1222, PGL 951, Passow n/1, 458s). Además, la impresión, reforzada por sinônimos contextuales, de que se trata de un verbo de decir (-»• Xéyoj), induce un poco a engano. Más bien, lo que hay que tener siempre en cuenta es el aspecto de la companía, dei trato social (sobre la conexión entre o u v E iv a i y óptXéü) cf. Schmidt, Synonymik III, 234); la comunicación verbal es tan sólo un componente dei significado. De los usos casi técnicos dei término ^ o r un lado- para expresar las relaciones sexuales (cf. especialmente Filón, el cual usa, desde luego, en sentido paralelo plÇtç y c ru v o u a ía ) y la unión dei mystes con el dios en las reügiones mistéricas -por el otro lado- (por ejemplo, CorpHerm Xn, 19; cf., además, Reitzenstein, 435s í . v . y Bonhõffer, 122), falta todo vestígio en el NT.

OjliEiQO^ai homeiromai sentir ansia* En 1 Tes 2, 8 con xivóç (de alguien); pero el verbo puede tener aqui el significado de «sen­

2. a) En la perícopa de Emaús, perteneciente al material peculiar de Lucas (Lc 24, 13-35), los acontecimientos de la Pasión y de Ia Pascua constituyen el tema dei ópiXeTv

õXnv&oç designa el higo tardio, todavia inmaduro (verde). En Ap 6, 13 se habla de los acontecimientos que se producen al abrirse el sexto sello: «Las estrellas dei cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos de inviemo cuando es sacudida por un fuerte viento». ThWNT VII, 75Is y 757. õX,coç holõs (adv.) de ninguna manera, en general* Mt 5, 34: «Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera». 1 Cor 5, 1; õXmç àxoÚETOi, «se oye en general»; 6, 7: fjÔT] ouv õXmç, «así que es ya en general; 15, 29: «si de nin­ guna manera los muertos resucitan». Õjí P q o ç ,

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Ó(J,lXÉ(0 - ÔfiVÚO)

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itQÒç àXX.r|Xo'uç, al que se hace referencia en el V. 14 con toqI m k . (cf. el sumario en los vv. 19ss). Si lo que sigue en el v. 14 (como lo que sigue a EÍJtav en el v. 17, modificado por D en cuanto a Jipòç éautoúç) acentua la comunicación, vemos, no obstante, que los sinô­ nimos àvTipóXXcD Jipòç àXXf|Xouç en el v. 17 y especialmente ouÇtitÉü) en el v. 15 (cf. en cuanto a los hechos, Mc 9, 10 ó Lc 22, 23) sugieren una viva discusión. b) En el contexto de Hech 24, 26, (opíXci aõxm {«conversaba con él») se halla junto a ôiaXÉYOjxai (v. 25). La sinonimia de ambas expresiones se acentúa mediante la v.l. ôieXéYEXO en vez de (bpíXEi. La breve escena con Ias conversaciones entre Félix y Pablo se cuenta entre aquellos «pasajes en los que Lu­ cas describe a los representantes dei cristia­ nismo... como representantes... de la cultura helenística» (Plümacher, 22). c) El fragmento de la fuente dei «nosotros» en Hech 20, 7-12 ofrece la misma yuxtaposición de biaXÉYopai (v. 7) y ôfxiXéco (v. 11) que caracteriza al estilo literário de Lucas. Si lo de «partir el pan» es aqui un «término téc­ nico para referirse a la Cena dei Senor» (->■ ÕQXoç 3), entonces óptXeív puede tener ya aqui el significado de predicar, que se consolidó en la época patristica, desde el tiempo de IgnPol 5, 1 (ó[iiXíav TcoieioOai), no sin enlazar con el «discurso» filosófico clásico y helenístico (cf. PGL 951; Bonhõffer, 122; Norden II, 541; cf. también los artículos Homiletik («homilética») y Predigt («predicación») en EKL, LThK y RGG).

blico, VitPyth 180), es decir, significa el trato y Ias relaciones sociales en el sentido más am­ plio (cf. Webster, 189: «bad company» [«ma­ las companías»]; xaxóç). Como vemos por HechTom 139 (cf. HechJn 46), ópiXía en este sentido puede ser casi un sinônimo de -»• Hoivrovía (cf. Popkes passim). M. Lattke

En la sentencia de Menandro, de una sola linea (sobre Ias «Colecciones de sentencias antiguas, tomadas de Ias comédias de Menan­ dro», cf. Gõrler, 6), citada por Pablo de la co­ media © A I2 = Frgm. 187 (218) Kõrte-Thierfelder (cf. también Diodoro SIculo XVI, 54 ó Arist 130), vemos que ópiXíai (plural en con­ gruência con el plural de fj^doç) tiene el signi­ ficado general de j iq ò ç e x eq o v (Jám-

S c h w u r v e r b o t M t 5, 3 3 -3 7 ; J a k 5, 12 e in B e is p ie l f i i r d ie T o r a k r itik J e s u ? \ E id sb ‘ G r a m m a tik D e r J a k o b u s b r ie f

ó ^ i X í a , a ç , 1^ homilia relaciones, trato social, companía -> ópiXéo) (3).

o^lXoç, ov, ó

homilos gentio, multitud Ap 18, 17 Textus Receptus: «la gran multi­ tud de los que (navegan) en Ias embarcaciones». ó ^ íx ^ ir , tiç , lí homichle neblina, niebla* 2 Pe 2, 17 documenta el plural de este tér­ mino junto a ó Çóqjoç xoõ oxóxouç. Õ ^ fta , KTOÇ, TÓ omma ojo* En sentido propio en Mc 8, 23 dicese de los ojos dei ciego; en Mt 20, 34 dicese de los ojos de los ciegos de Jerico, que Jesús tocó. O ^W O ), omnyõ, omnymi jurar, afirm ar con juram ento, jjro m eter, hacer un juramento*

1. Testimonios en el NT y origen dei término - 2. Campo referencial gramatical y grupos de palabras afines - 3. El juramento en el entorno de la Bíblia - 4. 3. El sustantivo ópiXía no pertenece aún, Puntos principales y enunciados exegéticos. en el NT, al vocabulário de la proclamación B ib l.: Bauer, W õ r te r b u c h , s.v.; BlaB-Debrunner, s.v. en el índice analítico (453); G. Dautzenberg, I s t d a s oral de la Palabra y de la ensenanza escrita. BZ 25 (1981) 47-66; Id., (IV), en TRE IX, 379-382; C. A. Keller, nifal, en DTMAT II, 1075-1083; Mayser, II/2, 303s; E MuBner, (HThK), Freiburg i. Br. ^1975 (sobre 5, 12); J. Schneider, ôiivúco, en ThWNT V, 177-185; Id., ÕQWÇ, m k., en ThWNT V, 458-467; para más bibliografia, cf. ThWNTX, 1200. 1. ôp.vúto, variante helenística dei verbo ático clásico õpvupi (cf. BlaB-Debrunner §

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OfiVDO)

92), se halla documentado 26 veces en el NT, pero entre ellas la forma õ[ivnp,i aparece sólo en Mc 14,71. El verbo se encuentra preferentemente en escritos de carácter veterotestamentario y judeocristiano más marcado: en Mateo aparece 13 veces y en Hebreos 7 ve­ ces. En estos escritos el verbo deriva su pers­ pectiva reflexiva (hacer algo para sí) y su ca­ rácter recíproco fundamental (el uno al otro) de la raiz hebrea sb ‘ («jurar») en la forma nifal (traducida unas 100 veces en la LXX por ôjxvúco). 2. El campo referencial gramatical se ca­ racteriza principalmente por diversas posibilidades de construcción. En el centro se halla la persona o la cosa por la que alguien jura. Puede estar determinada concretamente por el acusativo (Sant 5, 12), el dativo (Heb 3, 18) o por medio de una preposición como jt q ó ç ( L c 1, 73); m x á (Heb 6, 13.16); èv o elç (Mt 5, 34.36, seguramente por influencia dei hebreo b‘). Una oración principal o subordinada, que figure a continuación, indica el contenido o Ias consecuencias dei juramento (Heb 3, 11; 4, 3; 7, 21; Mc 14, 71 par. Mt 26, 74). Al campo léxico de ò(xvúa) pertenecen, por corresponder también al mismo verbo radical hebreo sb ‘: E^op,oXoYÉop,ai (Is 45, 23; cf. Lc 22, 6 en la voz activa), ÓQXíÇoa en el sentido cansativo de «hacer jurar» (Gén 50, 5s; 24, 3), así como el sustantivo õgxoç en combinación con Óq x í Ço) ( E x 13, 19) y con ôpvúcD (Núm 30, 3; Lc 1, 73; Hech 2, 30; Sant 5, 12), y también los verbos óixoXoyéo) (Mt 14, 7) y aQvéo[j,at (Mt 26,72). Como contrapunto ne­ gativo hay que mencionar también èmoQxéü) («jurar en falso»), Mt 5, 33. Aqui destacan ya puntos esenciales de significado, que desempenan un papel en el mundo circundante de la Biblia y en el entorno contemporâneo. 3. El juramento, como fenômeno de la historia de Ias religiones, es una seguridad dada en forma solemne de que un enunciado corresponde a la verdad o de que se va a cumplir una promesa (así aparece ya en Hesíodo, Homero y en los jura­ mentos de dioses y de reyes que aparecen en los papiros). El prestar juramento es cosa que se

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menciona frecuentemente en el AT como prome­ sa formal que se hace directamente a Dios (Núm 30, 3; Sal 132, 2), o en la que se pone a Dios por fiador y testigo de de la verdad (Jos 2, 12s; I Sam 20, 42), reforzándose frecuentemente Ias palabras con gestos apropiados (por ejemplo, el de alzar la mano; Dt 32, 40). Puesto que el juramento es una «manifestación de voluntad irrevocable y vinculante» (Keller, 858), se hace una encarecida ad­ vertência contra el peijurio (Lev 19, 12) y se con­ dena igualmente el juramento pronunciado a la ligera (Eclo 23, 9-11). La intensificación de Ias fórmulas de juramen­ to (abundante material en los papiros: Preisigke, Wõrterbuch II, í.v.) revelan que en el entorno bí­ blico los juramentos habían perdido parte de su efecto. De ahí Ias reservas a la hora de formular juramentos y Ias prohibiciones de los mismos (entre los pitagóreos y los estoicos). Coincide en parte con ello la actitud dei judaísmo, como puede verse por Filón (especialmente SpecLeg II, 238), Josefo (especialmente Bell II, 135: los esenios) y los escritos rabínicos (Billerbeck I, 328330). A esto se anade la circunlocución, basada en Ex 20, 7, para no pronunciar el nombre divino: algo que sigue dejándose sentir, con acento críti­ co, en el NT (cf. Mateo y Santiago), y la espontâ­ nea promesa -corroborada con juramento- por la que Yahvé se obüga a sí mismo ante los hombres (cf. Gén 22, 16 y Sal 110, 4 en Lucas y Hebreos). 4. En Pablo no encontramos, desde luego, fórmulas explícitas de juramento, pero en realidad su afirmaciones encarecidas, semejantes a juramentos, que ponen a Dios por testigo de la verdad, deben considerarse como verdaderos juramentos, Y, así, en Gál 1, 20, Pablo dice: «jDios sabe que no miento!»; o en Rom 9, 1: «Digo en Cristo la verdad...». La cuestión y la problemática de los jura­ mentos se estudia de la forma más detallada en Mateo. En la cuarta antítesis (Mt 5, 33-37) el autor recoge con énfasis (así lo vemos por la forma, solemnemente extensa, de la introducción en el v. 33, cf. 5, 21) la prohibición veterotestamentaria dei peijurio (Lev 19, 12) y el mandamiento que obliga a cumplir los ju­ ramentos (Núm 30, 3). Luego el autor con­ trasta con estos mandamientos Ias ensenanzas de Jesús de que no hay que jurar en absoluto, ni siquiera usando circunlocueiones para no pronunciar el nombre de Dios (vv. 34s), por-

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Ô|iVÚü) - Ó[J,OUxttt>

que esa sutil casuística es insincera; Jesus ensena, asimismo, que no se se debe jurar tampoco por la propia vida (v. 36), porque ésta pertenece igualmente a Dios. «En el orden de la vida, determinado por el reino de Dios, el juramento no tiene ya ningún lugar. El ju­ ramento tendrá sentido únicamente cuando se cuestione la veracidad de los hombres» (Schneider, 178). En el v. 37b se afirma; Lo que pasa de ahí, viene dei maligno. Esta antítesis, caracterizada como sentencia de Jesús, pero que con probabilidad fue ela­ borada redaccionalmente y plasmada catequéticamente por Mateo, tiene un paralelo más breve en Santiago 5, 12s. En el fondo de todo se halla una tradición común, que con su exi­ gência absoluta de que se diga la verdad, se remonta a los tiempos de Jesús: «En cuanto al sentido, concuerdan Ias palabras de Jesús re­ feridas en Mateo y Ias palabras de Santiago» (Schneider, 182). La exigencia de que se diga absolutamente la verdad en todo lo que uno hable, hace que todo juramento sea supérfluo (Mufiner, 212). La dura polêmica contra los guias judios, que están ciegos, en Mateo 23, 16-22 (ô[xvija) aparece aqui 10 veces), va dirigida también contra la casuística de los maestros de la ley. El templo y el oro dei templo, el altar y los sa­ crifícios forman un todo inseparable y, por tanto, se hallan dedicados a Dios de igual manera: lo que la mezquindad humana quisiera separar, se encuentra indisolublemente unido según la voluntad de Dios. En contraste con esta postura cntica ante el juramente, el autor de Hebreos adopta un en­ foque diferente, que refleja enteramente el dei AT y el dei judaísmo. Habla con igual espontaneidad (según Sal 95, 11) dei juramento que Yahvé hizo en su ira contra su pueblo infiel (Heb 3, 11.18; 4, 3), y habla también de la promesa que Yahvé hizo bajo juramento a Abrahán (6, 13.16s). De igual manera argu­ menta Heb 7, 20-22 y, de la promesa jurada hecha por Yahvé, saca la conclusión (según Sal 110, 4) de que el sacerdócio de Jesús su­ pera con mucho al sacerdócio levítico, porque este último no fue instituido bajo juramento.

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El autor hace resaltar de esta manera: «El ju ­ ramento divino es la garantia para la fe, por­ que excluye toda duda y da seguridad a la promesa» (Schneider, 184). Apocalipsis 10, 6, con arreglo a Dan 12, 7, presenta la figura dei ángel que hace un jura­ mento, según el cual el mistério de Dios se cumplirá sin dilación y comenzará la hora de la salvación. Finalmente, cuando en los Evangelios se hace un juramento como promesa (Herodes: Mc 6, 23) o como «imprecación contra uno mismo» (Pedro: Mc 14, 71 par. Mt 26, 74), entonces aparece la postura corriente de los judios ante esta cuestión. «Ahora bien, dei cristiano se espera que sus palabras se vinculen absolutamente a la verdad. Por eso, será suficiente que él diga sencillamente ‘s f o ‘no’» (Schneider, 182). A. Kretzer Ó ^ O '^ ^ a ô ó v homothymadon (adv.) unánimemente, todos a una* El advérbio es un vocablo preferido dei li­ bro de Hechos (donde aparece 10 veces). En el resto dei NT se encuentra únicamente en Rom 15,6. En Hechos designa, principalmen­ te en los sumários (1, 14; 2, 46; 4, 24; 5, 12) pero también en otros lugares (15, 25), la armonía ejemplar de los cristianos y también la de los que escuchan el mensaje cristiano (8, 6). Otros pasajes se refieren a la muchedumbre que adopta una postura unánimemente hostil contra los cristianos (7, 57; 18, 12; 19, 29; cf. 12, 20). El advérbio aparece también en Rom 15, 6, en la oración de Pablo en favor de la comunidad cristiana de Roma: «para que unânimes, a una voz alabéis a Dios...». Cf. ThWNT V, 185s; DTNT IV, 302s; Spicq, No­ tes n , 618-620. ó ^ o iá ^ O ) homoiazõ ser semejante, parecerse Mc 14,70 Koiné A al; q Xabiá oou ófioiá^ei, «tu manera de hablar se parece (a la de los gaUleos)»; cf. Mt 26, 73. Mt 23, 27 B A,: ó[xoiáÇsT8 (en vez de itapopoiá^exE).

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ójxoiOJtaÔTiç - 5(ioioç

ó^olo:n;a'difjç, 2 hom oiopathês de igual condición* En Hech 14, 1 5 y S an t5 , 17 con t iv í . «Nosotros somos hombres de igual condición que vosotros» o «Elias era un hombre de igual condición que nosotros». ThWNT V, 938s; DTNTIV, 193s. õ jiioioç, 3 homoios igual, semejante, pare­ cido* 1. Aparición y sentido - 2. Empleo en los Sinópticos - 3. Empleo en el Apocalipsis - 4. Otros usos. B ib l.: E. Beyreuther-G. Finkenrath, en DTNT IV, 193-196; Bülerbeck II, 7-9; D. A. Carson, The opoioç W ord-G roup cís Introd u ctio n to som e M atthean P arables: NTS 31 (1985) 277-282; Jeremias, P arábolas,

124-127; J. Schneider, õpoiç, en ThWNT V, 186-188; más bibliografia en ->• jiaQaPoXf|: cf. además ThWNT X, 1200s.

1. El NT contiene 45 testimonios, de los que 18 correspondeu a los Sinópticos, 21 al Apocalipsis, 3 a los escritos joánicos y 1 a Hechos, 1 a Gálatas y 1 a Judas. El objeto de la comparación se halla en dativo. Pero en Ap 1, 13; 14, 14 el solecismo conduce a la asimilación: õpoiov uiòv àv&çtújtou (cf. BlaBDebrunner § 182, 6). Los Sinópticos vinculan õpoioç a elvat, «ser igual», y lo mismo suce­ de en Hech 17, 29; Jn 8, 55; 1 Jn 3, 2. Tan sólo en Mt 22, 39 hay un desplazamiento dei sentido y õpoioç significa entonces «ser de igual valor / de igual rango»', lo mismo suce­ de en Ap 13, 4; 18, 18; Jn 9, 9, donde el sen­ tido se desplaza a «ser semejante». En los demás casos, el Apocalipsis emplea ôpoioç co­ mo partícula comparativa con igual sentido que ü)Ç. En Gál 5, 21 õpoioç se usa en plural con sentido sustantivado, como último térmi­ no de una serie: y cosas semejantes', en Jds 7 se usa como adjetivo; de manera semejante. 2. Los Sinópticos usan casi siempre ôpoioç en los discursos de Ias parábolas, tan­ to en la pregunta (Lc 7, 31; 13, 18) o en el enunciado (Ix 6, 47) que introduce la parábo­ la como en la primera frase de la narración de la parábola (Lc 6, 48s; 7, 32 par.; Mt 13,

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31.33.44.45.47; 20, 1). El objeto de la compa­ ración es el reino de Dios o el cielo (Lc 13, 18.19.21; Mt 13, 31.33.44.45.47; 20, 21), esta generación (Lc 7, 31 par.), el que pone en práctica o no pone en práctica Ias palabras de Jesús (Lc 6, 47-49). Como el verbo ópoiótu, el adjetivo õpoioç, en consonância con el uso rabínico (concisa construcción de dativo con P o inicio más desarrollado de dativo) no in­ dica una equivalência sino la comparación con el suceso neurado: «Con el reino de Dios sucece como con...». Fuera de los discursos de Ias parábolas, õpoLoç aparece en Ias sentencias metafóricas dei escriba de recto proceder (Mt 13, 52) y de los discípulos (Lc 12, 36). En Mt 22, 39 se afirma, mediante õpoioç, que el mandamiento dei amor al prójimo es de igual valor o de igual rango que el mandamiento dei amor a Dios. 3. El Apocalipsis emplea predominante­ mente ôpoLOç en Ias comparaciones e imágenes que explican los seres y entidades con­ templados por el vidente. Y lo hace como un enunciado independiente (1, 15; 2, 18; 4, 3b. 7; 9 ,7a. 19; 13, 2; 21,11) o bien como unaexplicación dependiente de un enunciado ante­ rior (4, 3a.6; 9, 7b.l0; 11, 1; 13, 11; 21, 18). Varias veces una expresión dei AT sirve de modelo. Dos preguntas acentúan retóricamen­ te lo incomparable que son la bestia que sube dei mar (13, 4) y la ciudad de Babilônia (18, 18) como representantes dei maligno. Siguiendo a Dan 7, 13, en Ap 1, 13; 14, 14 se designa al Jesús exaltado como õpoiov nlòv àvfrQCÓJtou, y con ello se da la interpretación de que él es el Mesías. 4. En Gál 5, 21 Pablo, con x a l xà õpoia TOÚTOiç interrumpe la enumeración de «Ias

obras de la carne» que excluyen dei reino de Dios. Hech 17, 29 acentua apologéticamente que la Deidad no es semejante al oro, la plata o la piedra, y ni siquiera a producto alguno dei arte o dei ingenio humano. En Jn 8, 55 Je­ sús declara a los judios que él seria «como ellos», es decir, un mentiroso, si negara que

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o^toloç - ofAoicona

él, en contraste con ellos, posee verdadero conocimiento de Dios. En 1 Jn 3, 2 el autor asegura que todavia está por Uegar la consumación de los hijos de Dios: tan sólo la revelación escatológica de Cristo conducirá a la semejanza con él. En Jn 9, 9 Õ|ío l o ç se usa para referirse a una simple semejanza física entre personas. En Jds 7 se hace una advertência refiriéndose a que Sodoma y Gomorra cometieron inmoralidad sexual, «de manera semejante» a como lo hicieron los ángeles, y lo mismo que ellos caerán en el fuego eterno. G. Haufe 0|Ul0lótf]Ç, T|TOÇ, q homoiotês semejan­

za, conformidad* Heb 4, 15: xafí’ ó [x o L Ó T r]ta , «de la misma manera»; 7, 15: x a t à ttiv ópoióxTiTa M eàX i o é ô e x , «de la misma manera que Melquisedec». ThWNT V, 189s; DTNT II, 193 y 196. ó p .o ió o ) homoioõ asemejar, comparar* 1. Aparición y sentido - 2. En Ias parábolas - 3. Otros usos. Bibl.; -+ õ|xoioç; cf. además: J. Schneider, ópoióto, en ThWNT V, 189s.

1. El NT contiene 15 testimonios dei ver­ bo, de los que doce corresponden a los Sinópticos, uno a Romanos, uno a Hechos y uno a Hebreos. En 11 ejemplos el verbo se emplea en la introducción a Ias parábolas o en el comienzo de Ias mismas, con el sentido de com­ parar. En 4 ejemplos, la pasiva dei verbo se usa para referirse a la adaptación de personas en el sentido de Uegar a ser semejantes a alguien o a algo.

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fiere predominantemente al reino de Dios, y en una ocasión (Mt 11, 16 par.) a la generación presente. Detrás de esta construcción se halla el lenguaje rabínico. Materialmente expresa la dificultad para hablar adecuadamente de algo. - (2) La voz pasiva es una pecularidad dei lenguaje de Mateo en Ias parábolas y se halla siempre en la primera frase de la narración parabólica, en parte en futuro (Mt 7, 24.26; 25, 1) y en parte en aoristo (Mt 13, 24; 18, 23; 22, 2). El objeto de la comparación es predominantemente el reino de los cielos; en dos ocasiones (Mt 7, 24.26), aquel que pone en práctica o no pone en práctica Ias palabras de Jesus. Lo mismo que la primera forma, es­ ta no pretende expresar tampoco una equiva­ lência, sino la comparación con el suceso na­ rrado; Õ[iOLOÇ 2. 3. Los restantes usos dei verbo se haUan en la voz pasiva y expresan una conformidad contemplada negativa o positivamente. Pablo (Rom 9, 29) fundamenta la libre elección di­ vina, entre otras cosas, en Is 1, 9 LXX: «... y nos habríamos parecido a Gomorra» (aoristo de indicativo). Los que contemplan cómo Pa­ blo cura a un paralítico en Listra declaran: «Los dioses se han hecho (participio de aoris­ to) semejantes a hombres y han descendido hasta nosotros los hombres (Hech 14, 11). La cristología de la kénosis, formulada helenísticamente, ensena (Heb 2, 17): «Por eso, él tenía que hacerse (aoristo de infinitivo) semejante en todo a sus hermanos». Jesus habla en contra de la forma en que los gentiles oran (Mt 6, 8): «No os hagáis (aoristo de subjuntivo) como ellos». G. Haufe ó |ü io i{0 ^ a, a t o ç , TÓ homoiõma imagen,

2. El empleo dei verbo en Ias parábolas se efectúa en dos formas. (1) El futuro de la voz activa se halla en Ias frases interrogativas que sirven de introducción a Ias parábolas, en par­ te en estilo «egótico» o de primera persona dei singular (Mt 11, 16 par. Lc 7, 31; Lc 13, 18.20) y en parte en estilo de «nosotros» o de primera persona dei plural (Mc 4, 30), y se re-

semejanza* óp,oícooiç, etoç, f| hom oiõsis semejanza, correspondência* 1. Aparición - 2. ópoícoaiç ~ 3. ópoícopa en Pablo - a) Testimonios determinados por la tradición - b) Rom 6, 3 y 5, 14 - 4. Ap 9, 7. B ib l ; H.-W. Bartsch, D ie th eo logische B edeutung des B egriffes OMOIQMA im NT, en: Id., E ntm ytho-

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o[xoi(ü[ia

logisierende A u sleg u n t (ThF 26), Hamburg 1962, 156169; G. Bomkamm, Taufe u n d n eues L eben bei P aulus, en Bomkamm, A u fsã tze I, 34-50, sobre todo 41s; N. Gâumann, Taufe u n d E th ik (BEvTh 47), München 1967, 50-52; E. Jenni, en DTMATI, 639s; O. Kuss, Zu R õ m 6, 5a, en Kuss I, 151-161; F. MuBner, D e r ja k o b u s b r ie f {YiThK ) Freiburg i. Br. M975, 167s; H. D. PreuB, d ‘m ü t, en ThWAT II, 273-277; I. Schneider,

óiioímoLÇ, ó|j,oÍQ)(ia, en ThWNT V, 190-197; P. Siber, (AThANT 61), Zürich 1971, 218221; U. Vanni, 0(roícü(xa in Paolo: Gr 58 (1977) 321345, 431-470; 1. WeiB, D a s U rchristentum , Gottingen 1917, 376-378; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1200s.

M it C hristus leben

1. Los sustantivos verbales, derivados de ó|4Oió(0, que se hallan atestíguados ya en la

época clásica, aparecen raras veces en el NT. ópoícoaiç únicamente en Sant 3, 9; ópoícopa en Ap 9, 7 y cinco veces en Pablo. 2. En Sant 3, 9 -una sentencia que tanto en su forma como en su contenido está determi­ nada por el judaísmo—, ópoícooiç se deriva de Gén 1, 26 LXX. En ella se explica claramen­ te con una viva antítesis lo que es la lengua: Con ella alabamos a Dios, con ella maldecimos a los hombres que están creados en co­ rrespondência con Dios (Ias formas termina­ das en -aiç son abstractas, cf. BlaB-Debrunner § 109, 3; no será casual, seguramente, el que Santiago no recoja x a t ’ eluóva de Gén 1,26. La parénesis judia, en casos parecidos, remite igualmente a la semejanza dei hombre con Dios, MekEx sobre 20, 26; GénR 24, 8, también Hen (esl) 44, 1. 3. a) ópoí(üp,a en Rom 1, 23 está influido igualmente por Gén 1, 26s. Pero la frase, se­ guramente, está determinada de manera más directa por el Sal 105, 20 LXX y Dt 4, 15ss; 5, 8. En estos pasajes, ópoícüp,a es la «for­ ma», la «imagen» (en hebreo, fmünâ, tabnít). La construcción de genitivo ópoícopa eixóvoç, que tiene una notable correspondência en la literatura rabínica (cf. J. Jervell, Imago Dei [FRLANT 76], Gottingen 1960, 97s), establece un paralelo entre ô ó |a y ópoímiia; con ello se evita, a pesar de la fuerte polêmi­ ca, una identificación demasiado simplista de la esencia de Dios con Ias imágenes de Dios.

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La religión pagana pervierte la doxa de Dios convirtiéndola en imagen de la forma (sobre “> elxcóv [7.b/c] cf. Rom 8, 29; 2 Cor 3, 18) de la creación. No es improbable que la formulación de la frase, incluida la construcción èv ó|i.oiü)[xaTi ELXtüvoç, se derive de la tradición judia. Con gran probabilidad ó f i o í t o p a fue recogido por Pablo, en Flp 2, 7, como parte inte­ grante de un himno a Cristo. El origen de to­ do el himno y Ias expresiones paralelas que hay dentro dei mismo sugieren una comprensión de ó p o í m p a que corresponde a la de la LXX, a saber, \m& forma o imagen concreta. La frase sv ó[XOLcbftaTt àv&gcójtcov identifica al «Encarnado» con la forma o apariencia hu­ mana, pero sigue estando abierta a una dife­ rencia en esta identidad. El empleo de ópoío3p,a en Rom 8, 3 se ha11a sustancialmente cerca de Flp 2, 3. No se excluye que exista conexión entre ambos tex­ tos en cuanto a la historia de Ias tradiciones. En todo caso, á|iaQXÍaç; no es un genitivo de cualidad sino, más bien, un genitivo posesivo. El problema de la impecabilidad dei Hijo no lo aborda directamente el enunciado. Sin em­ bargo, ópoí(0[j,a acentua que Aquel a quien Dios envió a la historicidad dei hombre, yecta en el pecado, es el Hijo, a pesar de la iden­ tificación de éste con el mundo. b) ópoítupa, en Rom 6, 5, debe entenderse a partir dei uso de este término que hemos ob­ servado hasta ahora. No se aprecia aqui una etapa anterior en la historia de Ias tradiciones. La conexión de esta sentencia con el proceso dei bautismo se acepta hoy dia extensamente. Y por buenas razones. En el bautismo somos unidos con la semejanza de la muerte de Cris­ to. Es la muerte de Cristo con la que se une aquel que es bautizado, una muerte que tiene efectos liberadores con respecto al pecado: no la muerte históricamente única en el Gólgota, sino lo que tuvo lugar en esa muerte. Por tan­ to, estas palabras senalan también, al mismo tiempo, la identidad y la diferencia. Finalmente, esto mismo se aplica a Rom 5, 14. La contraposición entre Adán y Cristo, en Rom 5, 12-21, está relacionada con la demos-

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ó(j,oíü)(ia - ónoXoYÉoJ

tración de la universalidad dei pecado desde el tiempo de Adán. Pablo demuestxa esto indirectamente, en lo que respecta al tiempo entre Adán y Moisés, el tiempo sin «ley», basándose en los efectos dei pecado. La muerte reinó también sobre esas generaciones que pecaron, aunque no lo hicieran con una trasgresión semejante a la de Adán. Puesto que no tenían ley, tampoco había para ellos «trasgresión» (Rom 4, 15). Y, sin embargo, ellos tuvieron que haber actuado contra Dios, porque sufrieron también Ias consecuencias dei pecado. En el fondo de la diferencia hay una identidad, indicada primariamente por la «semejanza» (ópoícopa), aunque esta identidad escape a una definición precisa.

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te): 1 Pe 3, 1.7; 5, 5. Los demás testimonios dei vocablo se encuentran en 1 Cor 7, 22; Heb 9, 21; además, con ópoícoç en posición final: Ap 2, 15; 8, 12. EWÇ, 11 homoiõsis semejanza ópoícajra (2). ó^oX oyéo) homologeõ confesar, alabar* ópoXoYLa, aç, f| homologia confesión* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos fuera dei NT - 3. Uso de los términos en el NT - 4. Mt 10, 32s par. Lc 12, 8s ~ 5. La confesión de fe en Cris­ to - 6. ópoXoYonpévcoç. B ibL : G. Bomkamm, D a s B ekenntnis im H ebrãerb r ie f en Bomkamm, A u fsã tze II, 188-203; Id., L obpreis, B ekenntnis und Opfer, en ibid. III, 122-139; Id., H om ologia, en ibid. III, 140-156; Id., L a s p a la b ra s de J esú s sobre el co n fesa r a D ios, en Id., E stúdios sobre el NT, Salamanca 1983, 157-169; Frhr. von Campenhausen, D a s B eken n tn is im U rchristentum : ZNW 63

4. ófxoícopa tiene en Ap 9, 7 el significado de apariencia /form a, atestiguado igualmen­ te en la LXX (Dt 4,12; Jos 22, 28; cf. también Ez 1, 26; ^ 3.a sobre Rom 1, 23); la aparien­ cia de Ias langostas es semejante a la de cor(1972) 210-253 (cf. también 66 [1975] 127-129); J. celes dispuestos para la batalla. Castelvecchi, L a hom ologia en la carta a los Hebreos: T. Holtz CiFe 19 (1963) 329-369; H. Conzelmann, Was glaubte Ó^OÍtoç homoiõs (adv.) de manera seme­ jante, de la misma manera* En el NT, el advérbio derivado de -»■ õfxoLOÇ se emplea principalmente en Lucas (11 de los 30 testimonios que hay en total). Los únicos paralelos sinópticos son Mc 15, 31 y Mt 27, 41. Otros testimonios dei vocablo en los Evangelios: Mt 22, 26 a diferencia de Mc; Mt 26, 35 a diferencia de Mc; Jn 5, 19; 6, 11; 21, 13. En el Evangelio de Lucas (el libro de Hechos no ofrece ningún testimonio): Lc 5, 33 a diferencia de Mc; Lc 6, 31 a diferencia de Mt, y en el material peculiar: Lc 3, 11; 5, 10; 10, 32.37; 13, 3; 16, 25; 17, 28.31; 22, 36 (cf., a propósito, H. Schürmann, Jesu Abschiedsrede, Münster i. W. 1957, 122). ópoícoç ôè xat, además de encontrarse en Lc 5, 10; 10, 32, se halla también en 1 Cor 7, 3.4; Sant 2, 25; cf. ópoímç te x a í en Rom 1, 27. En Jds 8 hallamos ópoítüç ftévxot xai, «no obstante, de la misma manera». ó[xoía)ç une también secuencias (de manera semejan­

die frU he C hristenheit?, en Id., T heologie ais Schrifta u sleg u n g , München 1974, 106-119; O. Cullmann, D ie ersten chrstl. G laubenbekenntnisse, Zürich ^1949; R. Deichgrâber, G otteshym nus u n d C hristushym nus in d er friih e n Christenheit, Gôttingen 1967, 114s, 117s; G. Delling, D e r G o ttesd ien st im NT, Gôttingen 1952,

77-88; D. Fürst, en DTNT I, 292-295; E. Kãsemann, D as w a n d e m d e G ottesvolk, Gôttingen 1961, 105-110; Id., L a fó rm u la neotestam entaria de una p a rén esis de o rd enación, en Id., E n sa y o s exeg ético s, Salamanca 1977, 123-131; W. Kramer, C hristos K yrio s G ottessohn, Zürich-Stuttgart 1963, 61-71; W. G. Kümmel, D as Verhalten Jesus gegen ü b er u n d da s Verhalten des M enschensohns, FS Vôgtle, 210-224 (bibl.); H. Lôwe, B ekenntnis, A p o stela m t un d K irche im K o lo sse rb rie f en F S B o m k a m m , 299-314; O. Michel. ópoA,OYÉ(D ■KXk., en ThWNT V, 199-220 (bibl.); V. H. Neufeld, The E a rliest C hristian C onfessions, Leiden 1963; R. Pesch, Ü ber d ie A u to r itã t Jesu. E in e R ü ck fra g e anhand des B ekenner- und V erleugnerspruchs L k 12, 8 f par., en F S Schürm ann, 25-55 (bibl.); H. Schlier, D ie A n fã n g e d e s c h risto lo g isc h e n Credo, en B. Welte (ed.), Z u r F rühgeschichte d e r C hristologie, Freiburg i. Br.-Basel-Wien 1970, 13-58; A. Seeberg, D e r K atechism us d e r U rch ristenheit (Leipzig 1903) (TB 26), München 1966; Spicq, N otes II, 621s; D. G. van Vreumingen. D e betekenis va n ópoX.oyEiv m h e t NT: Theo­

logie en Practijk 21 (1961) 121-132; H. Zimmermann, D a s B ekenntnis der H offnung, Koln 1977, sobre todo 44-52; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1201s.

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óno>.oYÉ(i)

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francamente / confesar, Hech 24, 14 (cf. TestDan 1, 4); 2) afirmar / reconocer, Hech 23, 8 («Los saduceos afirman que no hay resurrección de muertos ni ángeles y espíritus; en cambio, los fariseos afirman [reconocen] am­ bas cosas»); 3) declarar categoricamente, Mt 7, 23 (cf. Josefo, Ant X, 166), declarar expresamente, Heb 11, 13 (como Filón, Op 25, que se refiere a una sentencia dei AT [Hebreos 2. En el griego profano ópoXoYéco tiene una piensa en Gén 23, 4; 47, 9]), afirmar, Tit 1, 6 amplísima gama de significados. Significa espe­ (como Jenofonte, Mem II, 3, 9); 4) prometer, cialmente: 1) «estar de acuerdo»; 2) «aprobar / Mt 14, 7 (como Jenofonte, An VII, 4, 22; Liconsentir»; 3) «conceder»; 4) «admitir / reconosias 12, 9; Josefo, Ant IV, 76 y 136), asegurar cer, confesar / profesar» (tanto en sentido forense mediante una promesa, Hech 7,17 (dícese de como en sentido general); 5) aceptar / afirmar»; 6) «declarar (abiertamente) / mantener»; 7) «dar la promesa hecha por Dios, como Filón, Abr 275 [cf. Det 60; Ebr 39]). seguridad / prometer»; 8) «acordar / comprometerse / concertar un pacto». El sustantivo ópoX.oEn 2 Cor 9, 13 el sustantivo óp-oXoYÍa poYtct, que tiene la misma gama de significados, exdría tencr el sentido general de asentimiento, presa los correspondientes nombres sustantivos. reconocimiento, conciencia de la propia obliLa literatura helenística judia utiliza predominan­ gación: al ver la colecta efectuada por los temente el verbo y el sustantivo en el sentido cristianos gentiles, la comunidad de Jerusalén griego general. Además, aparece ocasionalmente alabará a Dios «por la obediência con la que un uso de los términos (->• 3.d/e) que está deter­ minado por el sentido dei verbo hebreo hôdâ, que profesáis el evangelio de Cristo (es decir, por en el TM y en textos de Qumrán tiene el signifi­ la obediência con que manifestáis que os sen­ cado religioso de «alabar (a Dios)» y «confesar tis obligados por Ias exigências dei evange­ pecados» (cf. ->• è|o|ioX.OYéo) 1). En los escritos lio)» (el genitivo Tfjç óp,o7.0YÍaç úixcõv expli­ rabínicos, hôdâ tiene además los sentidos senalaca el sentido de ÚJtoxaYn; el atributivo pre­ dos para ó[toA.OYécü en los apartados 1-5). Un claro antônimo de ó|xo).OYéa) es el verbo ->■ posicional elç xò e-uaYYÉX,iov determina a ó|i.o^oYÍa). àgvéopai. El par de términos opuestos ó|i,oX.oyéo) / àQvéopai puede expresar diversos matib) Hay que considerar como un semitismo ces: «confesar / negar» (Tucídides VI, 60, 3); extrano a la lengua griega la construcción «admitir / impugnar» (Aristóteles, Rhet 11, 3, 5 ófxoXoYelv èv, confesarse a favor de alguien, pl380a, 16ss; PapZenon Col II, 83, 13s; Josefo, Mt 10, 32 par. Lc 12, 8 (->• 4). Corresponde al Ant VI, 151; TestGad 6, 3s; Eliano, NatAn II, hebreo hôdâ b" (-»■ 2; cf. además MidrSal 100 43); «afirmar / negar» (Diógenes Laercio VI, 40; § 1 sobre el v. 1; GénR 53, 16 sobre 21, 12) o cf. Filón, Ebr 192). En la literatura rabínica se encuentra con frecuencia el par de verbos opuestos al arameo ’ôdi b‘ (jSab 7, 10c; jYeb 1, 2c; Tg hôdâ b‘ / kãfar b‘, principalmente con el signifi­ Onq Gén 49, 8; Tg Is 26, 13; cf. también la cado de «confesar la adhesión a una persona o co­ expresión siríaca ’awdt b‘ en la traducción de sa / renegar de ella» o «reconocer / rechazar a una Hech 23, 8; Ap 3, 5). persona o una cosa» (por ejemplo, MekEx sobre c) Un empleo religioso, específicamente 15, 11; SifraLev sobre 11, 45; 26, 14; SifreNúm cristiano, lo encontramos en aquellos pasajes 111 sobre 15, 22s; SifreDt 54 sobre 11, 28; jBer dei NT en que el verbo o el sustantivo desig9, 13b; ExR 32, 5 sobre 23, 22; DtR 2,5 sobre 3, 24). nan la confesión de fe en Cristo (->■ 5). En el concepto de «confesar» o de «confesión» se combinan aqui los aspectos de afirmar y reco­ 3. a) En el NT el verbo ópoXoyéco se usa nocer, que son propios de los términos grieen siete pasajes en el mismo sentido que tiene gos, y también los de formular una declaraen la lengua griega general. Hay que senalar los siguientes matices de significado: 1) decir ción pública y vinculante, es decir, una decla-

1. De Ias 26 veces que aparece el verbo en el NT, 11 corresponden al Corpus lohanneum (4 al Ev. de Juan, 5 a 1 Juan; 1 a 2 Juan, 1 al Apocalipsis), 4 a Mateo, 3 a Hechos, 2 a Lu­ cas, 2 a Romanos, 2 a Ias Pastorales (1 Timoteo y Tito) y 2 a Hebreos. - El sustantivo apa­ rece 6 veces en el NT (3 veces en Hebreos, 2 en 1 Timoteo; 1 en 2 Corintíos).

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ó[ioA.oYéco

ración que obligue y comprometa a quien hace tal confesión. ó[i,oÀ,OYéa), confesar, se construye con acusativo de persona (1 Jn 2, 23; 4, 3) o de cosa (1 Tim 6, 12), con doble acusativo (Jn 9, 22; Rom 10, 9; 1 Jn 4, 2. [3 v.l.]; 2 Jn 7) con acusativo e infiniti­ vo (Jn 9, 22 V.L; 1 Jn 4, 2 v.l.) y va seguido también por una oración de õxi (1 Jn 4, 15); cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. 4; BlaB-Debnmner § 157 nota 4; 397 nota 5; 416 nota 14. - En algunas fór­ mulas dei judaísmo helenístico son evidentes ciertos puntos de contacto con el lenguaje religio­ so cristiano; cf., por ejemplo, Filón, Post 175; Cher 107; Ebr 117; Abr 203 (ópo>i.OYÍav ó|toXoYÉ03, «hacer una confesión», como en 1 Tim 6, 12); además, 2 Mac 7, 37, así como Josefo, Bell Vn, 418 (K aíoaça ôeojrÓTT)v óiíoXoyeIv, «reconocer al emperador como senor» [cf. 419]).

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e) El uso de ópoXoYÉco que aparece en Heb 13, 15 es completamente ajeno al uso de este verbo en el griego profano. En el texto de Hebreos, el verbo asociado con el objeto en dativo Trâ ôvó[taxi au to õ (= toõ ■&80ü) tiene el significado de alabar / glorificar, y no de «confesar» («confesar el nombre» se diría ópoXoyeív tò õvopa; cf. Justino, Apol I, 45, 5; Dial 39, 6). En el texto de Hebreos no se piensa en una confesión hímnica de fe en Cristo, sino «en general en los cânticos de alabanza que la comunidad ofrece a Dios por medio de su Sumo Sacerdote celestial, que es Jesus» (Deichgrâber, 118; cf. 1 Ciem 61, 3; MartPol 14, 3).

Paralelos con el uso poco habitual dei verbo en Heb 13, 15 los encontramos en 3 Esd 4, 60; 5, 58; Sal 99, 3 Simm. (cf. también Filón, All I, 82). Co­ d) Como el compuesto ->■ è|opo)i,OYéopai, mo sucede con el uso sinonímico de ò(v{lopoX.oque aparece varias veces en el NT, el verbo Y É o p a i con dativo (Lc 2, 38; Sal 78, 13 LXX; Dan 4, 37 LXX; TestJud 1, 3) y de è|opoX,osimple se emplea en 1 Jn 1, 9 para designar la YÉopai con dativo, este uso está calcado dei heconfesión de los pecados (ó(XoX.oYéa) t à ç breo hôdâ «alabar» (compárese 3 Esd 5, 58 apapTÍaç; cf. Eclo 4, 26; Filón, Praem 163; con Esd 3, 11 TM). La fórmula ópoÂ,OYeiv rõ) VitProph [ed. T. Schennann] 51, 9 = 79, s; ô v ó p a r i ( t o ü -Ob o í }) tiene también su equivalen­ Prov 28, 13 ATeod). Se piensa no sólo en un te en el hebreo hôdâ l^sêm, Sal 106, 47; 122, 4; 140, 14; 1 Crón 16, 35; 1Q34III, 1, 6 y en el arasimple reconocimiento interno, sino también meo 'ôdi (hôdi) lismã', Tg 1 Re 8, 33.35; Tg Sal en la confesión pública de los pecados ante 122, 4; 140, 14 ó 'ôdi Vsüm, Tg 1 Crón 16, 35. Dios. El autor de la Carta primera de Juan comparte con el judaísmo antiguo la convicción de que la confesión de los pecados constituye la condición previa no sólo para alcanzar el perdón divino, sino también para obtener la certeza de que Dios responde a la con­ fesión de los pecados con la seguridad dei perdón (cf. Filón, Praem; Tanhuma [ed . Buber] Gén, wysb § 11 [182]; Pesiqta [de Rab Kahana] 24, 8; SifraLev sobre 26, 40; sobre los antecedentes en el AT cf., por ejemplo. Sal 32, 5; Prov 28, 13). En textos dei griego profano, la confesión pú­ blica de una culpa o de un yerro se expresa con el verbo ópoXoYÉto (Eurípides Frgm 265; Arriano, A n a b a s i s [ed. A. G. Roos] VII, 29, 2; Apiano, RomHist Vin, 79; Eliano, NatAn XI, 17; igual­ mente: Filón, All III, 66; Josefo, Ant VI, 151; TestGad 2, 1; 6, 3). Sin embargo, en estos textos no se habla de la confesión de pecados en sentido específicamente religioso.

4. La doble sentencia, procedente de Q, so­ bre el confesar y el negar en Mt 10, 32s par. Lc 12, 8s, cuya forma original se baila quizás muy cerca de la versión ofrecida por Lucas, delata claramente su origen semítico. La estructura (doble sentencia con paralelismo antitético, forma de correspondência condicio­ nal), que aparece también en 1 Jn 2, 23; 4, 2s, tie­ ne analogias en sentencias rabínicas: «Todo el que confiesa la idolatria, niega (con ello) toda la Torá; y todo el que niega la idolatria, confiesa (con ello) toda laTorá» (SiífeDt 54 sobre 11, 28); «Todo el que confiese los dos mundos (es decir, la resuirección de los muertos, será llamado tu simiente (de Abrahán); y todo el que no confiese los dos mundos, no será llamado tu simiente» (GénR 53, 16 sobre 21, 12). - Sobre óp,o).OY£ív Èv ->■3.b. - El paralelo más cercano al par de ver­ bos opuestos ópoXoYÉo) / àQVÉopai lo ofrece jBer 9, 13b: «Una persona tiene un pariente: si el pariente es rico, entonces esa persona le confiesa

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ó(io^07éo)

(= declara abiertamente su paretesco con él [môdeh i>ô]), pero si es pobre, le niega (= no quiere saber nada de él [kôfer bô\)»\ cf. también ExR 32, 5 sobre 23, 22 y, en cuanto al fondo, la escena de Pedro en Mc 14, 66ss. No debe ponerse en duda la autentícidad de la sentencia de Q, que está dirigida al círculo de los discípulos. Esta sentencia es expresión dei singularísimo título que Jesús ostenta de poseer soberania y autoridad: Jesús, en esta sentencia, se identifica a sí mismo con el Hijo dei hombre que viene, a quien Dios ha confia­ do el juicio dei mundo (cf. Hen [et] 45, 3; 49, 4; 61, 8s; 69, 27); y Jesús, con sus promesas y sus advertências, hace ver claramente que la decisión sobre la salvación eterna o la perdición eterna está determinada por la actitud que se adopte ante El. La sentencia tiene a la vista la hostilidad que Jesús experimenta y por la que -a causa de él- se ven afectados también sus discípulos. Quien, en esta situación, confiese abiertamente ante el foro de los hombres su pertenencia a Jesús, ese tal será reconocido por Jesús como perteneciente a él, en el juicio final, ante el tribunal celestial. Por el contrario, el que se distancie de Jesús o se desligue de él, escuchará de lábios de Jesús la palabra de rechazo, que le separará para siempre de él y, con ello, de la salvación (cf. Mt 7, 23; 25, 12). Mateo y Lucas -conservando plenamente la intención original de la doble sentencia- la aplican a la situación de la comunidad postpascual (cf. el correspondiente contexto). Ma­ teo interpreta óiioXoyeiv como la confesión pública de fe en Jesucristo, una confesión que sus mensajeros hacen en el marco de su actividad misionera. Lucas piensa en la confesión abierta con que los cristianos, en Ias situaciones de persecución, declaran abiertamente su fe en Cristo ante los tribunales hostiles. La promesa dei Apocalipsis 3, 5 recoge la sentencia de Mt 10, 32 par. sobre la confe­ sión: Cristo, en el juicio final, se confesará a favor de los que se han mantenido fieles a él. Esta confesión significa que esas personas serán preservadas en el juicio y obtendrán la vi­ da eterna.

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5. El verbo Ó(xo)i,oyé© se usa para referirse a la confesión de fe en Cristo en Jn 1, 20 (dos veces); 9, 22; 12, 42; Rom 10, 9s; 1 Tim 6, 12; 1 Jn 2, 23; 4, 2s.l5; 2 Jn 7, mientras que el sustantivo ójxoXoYÍa se usa en este mismo sentido en 1 Tim 6, 12s y en Heb 3, 1; 4, 14; 10, 23. En todos estos pasajes, los términos se refieren con ligurosa exclusividad a la persona misma de Jesús. La homología no es una enumeración de enunciados de fe cristológicos que describan la obra salvífica de Jesús, sino «la designación, tan concisa como clara, dei ser divino y único de Aquel ante quien uno se baila, y cuya afirmación hace que cada cristiano sea cristiano, y lo diferencia de cualquiera que no sea cristiano» (von Campenhausen, 211). Esta afirmación y reconocimiento de Jesús se expresa en sencillas confesiones de títulos. Ias cuales -e n analogia con la confesión de fe dei AT: YHWH hü’ hãnohlm (Dt 4, 35.39; 1 Re 8, 60; 18, 39; Sal 110, 3)- combina en una concisa oración de predicado nominal el nombre de Jesús (como sujeto) con un título de majestad (como predi­ cado nominal): «Sehor es Jesús, «Jesús es el Mesías», «Jesús es el Hijo de Dios». El acen­ to recae sobre el correspondiente título de majestad, que expresa la singularísima dignidad y con ello, al mismo tiempo, la esencia de Jesús. a) Pablo, en Rom 10, designa la exclamación cultuai xúpioç Trjooõç (v. 9; 1 Cor 12, 3) como la confesión fundamental que lleva aparejada la salvación escatológica (Rom 10, 9s; cf. vv. 12s). En esta confesión se manifiesta la fe que reconoce al Crucificado como el Senor resucitado por Dios y exaltado a la categoria de Soberano dei universo, que se somete a su senorío y que confiesa su adhesión a él en alabanza y adoración (cf. Flp 2, 911). Como la fe misma, la homología es efecto de la «palabra cercana» (Rom 10, 8a), es decir, dei evangelio predicado (vv. 8b.l4ss), el cual —ipor ser la palabra de Cristo (v. 17)!— demuestra ser ôóvaqiç O-eon elç acoxqQÍav (Rom 1, 16). Según 1 Cor 12, 3, la confesión xÓQLOç Ttiooõç sólo puede expresarse «en el Espíritu Santo»; en relación con esto hay que

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ó|ioXoYÉco

recordar que los creyentes reciben el Espíritu è | àxofjç itíoxecoç, «por la predicación que obra la fe» (Gál 3, 2.5). b) En Hebreos óixoXoyía significa en sen­ tido objetivo, en 3, 1; 4, 14; 10, 23, la confesión de la comunidad que el individuo se apropia en el acto de su confesión personal. Como se deduce de 4, 14, la homología recibida por tradición dice así: «Jesus es el Hijo de Dios». Va dirigida (según la interpretación dei autor de Hebreos) al Hijo de Dios como el verdadero y eterno Sumo Sacerdote, que me­ diante el sacrifício de sí mismo, obtuvo para el pueblo de Dios el privilegio sumo-sacerdotal de entrar en el lugar santísimo de los cielos en el día de la consumación de la salvación (6, 20; 9, lls s ; 10, 19ss). La entrada (síooôoç), abierta y garantizada por el Hijo (10, 19; 3, 7ss), es el contenido y la meta de la «vocación celestial» (3, 1) y es, por tanto, la salvación escatológica prometida a la comu­ nidad y esperada por ella con firme confianza (6, 18). Por este motivo, la confesión de fe en Jesús puede designarse como ópoXoyía Tfjç è)i,JtLÔoç (10, 23). El autor exhorta así a la co­ munidad, que se baila en peligro de sentir cansancio de su fe, a mantenerse inquebrantablemente firme en esta confesión y, con ello, en la esperanza (4, 14; 10, 23; 3, 6; 6, 11). Si por ótioX,OYÍa hay que entender la confesión de fe hecha en el bautismo (como piensa es­ pecialmente Bomkamm) o la confesión de fe hecha en el culto divino (así piensa, por ejemplo, Zimmermann), es algo que dificilmente podrá decidirse con seguridad. c) En Juan se escucha varias veces la ho­ mología «Jesús es el Hijo de Dios» (especial­ mente en 1, 34.49; 11,27). Los tres pasajes en que aparece el verbo ó[io^OY£Ív (1, 20; 9, 22; 12, 42), tienen en mente la confesión «Jesús es el Mesías (el / qiotóç)» (en 12, 42 el verbo usado en sentido absoluto no tiene simplemente el sentido general de «admitir» [en contraste con «ocultar»], sino que significa con precisión -también aqui como en 9, 22— la confesión abierta y pública, en la cual, se­ gún Juan, se manifiesta necesariamente la ge­ nuína fe en la mesianidad de Jesús [cf. 1, 49;

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11, 27]). Los tres pasajes permiten ver clara­ mente que el evangelista hace referencia polémicamente a Ias circunstancias de su tiempo (a fines dei siglo I de nuestra era). Guando en 9, 22; 12, 42 menciona la decisión de los «ju­ dios» de expulsar de la sinagoga a todo el que confesara a Jesús como el Mesías (cf. 16, 2s), esto presupone la separación definitiva a que se llegó hacia el ano 90 p.C., por la que los judeocristianos quedaron separados de la comu­ nidad judia, y Ias fuertes controvérsias que hubo entre unos y otros (para más detalles cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, 3I4s y 514s). La declaración abierta dei Bautista: «Yo no soy el Mesías» (1, 20), quiere el evangelista que se la entienda como una confesión indirecta de la mesianidad de Jesús. Podría dirigirse así contra los seguido­ res dei Bautista, que ven en este al portador de la salvación mesiánica y -a diferencia dei Bautista mismo (oúx r|Qvf|0axo!)- niegan la mesianidad de Jesús (cf. todo el contexto en 1, 19-34yen 1, 6-8.15; 5,36). d) Para el autor de Ias Cartas de Juan, Ias homologías «Jesús es el Mesías» (1 Jn 2, 22; 5, 1) y «Jesús es el Hijo de Dios» (4, 15; 5, 5) sirven como medio para identificar y deslindarse de Ias doctrinas de los falsos maestros, que niegan la realidad de la encarnación y, con ello, la verdadera humanidad y muerte en la cruz (5, 6) de Cristo, el Hijo de Dios. En la confrontación con la teologia docetista, el acento se desplaza dei predicado al sujeto de Ias fórmulas de confesión; Jesús —jel verdade­ ro hombre Jesús de Nazaret- es el Mesías, el Hijo de Dios. Conservar la confesión trasmitida por la tradición significa, como formula el autor dando una interpretación, «confesar que Jesucristo ha venido en carne» (1 Jn 4, 2s; 2 Jn 7; cf. Jn 1, 14). El Espíritu de Dios conduce a los creyentes a esta recta confesión (1 Jn 2, 20.27; 4, 2.13ss); el espíritu de la mentira induce a los falsos maestros a su impugnación (4, 3.6), con la cual no sólo niegan al Hijo, si­ no también a Dios el Padre (2, 22s). e) En Ias Pastorales, se habla en 1 Tim 6, 12s de la «buena» confesión de fe, es decir, de la confesión ortodoxa de que Jesús es el Hijo

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óp,oXo7 Éü) - õvag

de Dios. «Timoteo» hizo esta confesión de fe en su bautismo (otras interpretaciones; en su ordenación; ante Ias autoridades paganas) «en presencia de muchos testigos» (v. 12) y, de es­ te modo, recogió precisamente aquella ópoXoyía que Jesus mismo había expresado en su interrogatório ante Pilato (v. 13).

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de campana (oxqvojtotóç). R. Silva: EstB 24 (1965) 123-134: R. F. Hock: JBL 97 (1978) 555-564.

ó ^ o v homou (adv.) juntamente, al mismo tiempo* Jn 21, 2: fjoav ópon, «estaban juntos» (en 6, El advérbio ónoXoYonfiévioç* se en- el mismo lugar); Hech 2, 1: «todos estaban cuentra en 1 Tim 3, 16a en una frase que in- juntos en un mismo lugar (èitl tò autó)». Jn troduce la cita de un himno cristológico en el 20, 4: «los dos iban corriendo juntos»; 4, 36: V. 16b. Son posibles dos traducciones: a) ma«para que el que siembra y el que siega se renifiestamente / indiscutiblemente / sin duda gocijen juntos». alguna (cf. 4 Mac 6, 31; 7, 16; 16, 1; Filón, Det 18; Imm 71); b) como se reconoce gene­ ralmente / según el juicio de todos (cf. Tucíó^.óq)Qa)V, 2 homophrõn de un mismo sentir, que está de acuerdo* dides VI, 90, 3; Jenofonte, An II, 6 ,1 ; Josefo, Ant 1 ,180; II, 229; Ateneo VI, 239b; Diogn 5, 1 Pe 3, 8 al comienzo de la parénesis gene­ 4). Hay que preferir la última de estas dos tra­ ral: jtávTEç ópóqjQOVEÇ, «i(sed) todos de un ducciones (cf. Spicq): «Sí, es grandioso -en mismo sentir...\». Spicq, Notes II, 618-620. este juicio están de acuerdo todos (los cristianos)- el mistério de la verdad de la fe (tal co­ õ ^ ío ç homõs (adv.) sin embargo, aunque* mo se halla atestiguado en la Iglesia)». La inEn Jn 12, 42 reforzado por pévTot. Es pe­ terpretación dei advérbio en el sentido de un culiar el uso que Pablo hace de este advérbio. simple «verdaderamente» o «ciertamente» En 1 Cor 14, 7 y Gál 3, 15 õqtoç se entiende (así Seeberg, 113) no puede fundamentarse a menudo en el sentido de aunque. Pero, co­ lingüísticamente. O. Hofius mo en ambos pasajes se introduce una comparación, habrá que pensar seguramente (con BlaB-Debrunner § 450, 2) en un eco dei viejo ó p ,okoY Í«, a ç , homologia confesión sentido de õptoç: «de igual modo»; entonces ópoXoYÉo). es obvio el significado de: igualmente (Bauer, Wôrterbuch, s.v.). H. Schlier, La Carta a los ójtoXoYOVfiévwç homologoumenõs (adv.) Gálatas, Salamanca 1975, 167 nota 72; J. Je­ según el juicio de todos, unánimemente, remias: ZNW 52 (1961) 127s; R. Keydell: con toda certeza ZNW 54 (1963) 145s. -> óp,oXoYÍa 6. ó |iÓ a £ homose (adv.) en el mismo lugar, juntamente Hech 20, 18 p’‘* D lat; óftóae õvtcov anxtõv, dícese de Pablo y de los presbíteros de Efeso. ÓjlÓTE/VOÇ, 2 homotechnos el que ejerci-

ta el mismo oficio manual* Hech 18, 3: Pablo era dei mismo oficio que Aquila y Priscila (v. 2), es decir, hacía tiendas

o v a g , TO (sólo en nominativo y acusativo singular) onar sueno* En el NT õvap aparece unicamente en Mateo y siempre en el modismo relativamente reciente x ax ’ ô va ç, «en suenos»: en Mt 1, 20, el sueno de José antes dei nacimiento de Jesús; en 2, 12, Ias instrucciones dadas en suenos a los Magos de que no volvieran adonde Herodes; en 2, 13.19.22, los encargos da­ dos en suenos a José en relación con la huida a Egipto; en 27, 19, la mujer de Pilato «sufrió

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õvaç - ôvEiSí^co

mucho en suefios» a causa de Jesus. Esta re­ serva dei NT con respecto al tema dei sueno (cf., no obstante, Hech 16, 9s; 18, 9; 23, 11; 27, 23s) se explica por la actitud crítica ante los suefios. En el NT faltan por completo Ias interpretaciones de suefios. ThWNT V, 220238; X, 1202 (bibl.); A. Wikenhauser: Bib 29 (1948) 100-111 (dobles suefios); E. L. Ehrlich, Der Traum im AT, Berlin 1953; Id.: ZNW 47 (1956) 133-145 (Talmud); W. Richter: BZ 7 (1963) 202-220 (AT); B. Stemberger: Kairos 18 (1976) 1-42 (escritos rabínicos); ThWAT II, 986-998. ÔvágiO V, o u , TÓ onarion borriquillo*

Jn 12, 14: «Jesús, bailando un borriquillo, se montó en él» (el v. 15 hace referencia a Zac 9, 9 LXX, donde se emplea el término Jtmkoç). ThWNT V, 283-287. ÒVClâi^cn oneidizõ reprochar; insultar, in­ juriar* ôveiôiofióç, oü, ó oneidismos reproche, in­ juria, oprobio* õveiôoç, ouç, xó oneidos oprobio, afrenta* 1. Aparidón, origen y usos en el NT - 2. La esterilidad como oprobio - 3. La cita de los salmos en Rom 15, 3 - 4 . òvEiôíÇo) y òveiôiopóç en relación con la Pasión y con Ias persecuciones - 5. El reproche en lá­ bios de Jesús - 6. Dios da y «no hace reproches». B i b l : E. GrãBer, D e r h isto risc h e J e s u s im H ebr. ZNW 56 (1965) 63-91; H. Kõster, « O u tsid e the Cam p»: H ebrew s 13, 9-14: HThR 55 (1962) 299-315; H.-J. Kraus, Teologia de lo s Salm os, Salamanca ^1996, capítulo 7; E. Kutsch, b rp H, en ThWAT HI, 223-229; H. Millauer, L eid en ais G nade, Bern-Frankfurt a. M. 1976; K. H. Schelkle, D ie P a ssio n Jesu, Heidelberg 1949; 3. Schneider, õvEiòoç xxX., en ThWNT V, 238242; Spicq, N o tes H, 623-625; O. H. Steck, Isra el und da s gew a ltsa m e G eschick d e r Propheten, NeukirchenVluyn 1967; H. Wahrisch-W. Mundle, B lasfêm ia, calumnia, en DiTNT I, 184-188.

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veces como traducción dei piei de hãraf, «afrentar», KBL^ 341; L. Alonso Schôkel, DBHE 281). Mientras que el neologismo tar­ dio èveiôiop,óç (cf. BlaB-Debrunner § 109; el nomen actionis no se halla atestiguado aún, por ejemplo, en Filón, y se halla atestiguado en Josefo únicamente en Ant XIX, 319) apa­ rece 5 veces, el término õvetôoç, que es más ffecuente en griego, es hapax legomenon en el NT (-+ 3). Si en la LXX los limites entre ambos sustantivos son difusos (unas 50 veces ôvsiôiopóç y unas 25 veces õveiôoç son tra­ ducción dei hebreo b^rpâ, «insulto, afrenta», KBL^ 342), vemos ya en la tradición texmal de TestLev 10, 4 y 15, 2 que ambos sustanti­ vos son intercambiables. Muchos de los pasajes dei NT están marca­ dos lingüísticamente por la LXX o incluso se haUan tomados literalmente de esta versión. La gama de significados, en el NT, correspon­ de al uso corriente que se hace de estos térmi­ nos (cf. Spicq, 623). La sinonimia merece es­ pecial atención (cf. Schmidt, Synonymik I, 136-149; in, 536-543), y son muy instructivos los matices que aparecen en unos 50 ejemplos que aparecen en Filón. 2. En Lc 1, 25 õvetôoç se usa para referirse al oprobio de no tener hijos (cf. Gén 30, 23). 3. Como prueba de Escritura de que Cristo no vivió para agradarse a sí mismo (-> ctQÉoxco), Pablo cita el Sal 68, 10b LXX (Rom 15, 3). El Sal 69 (68) se considera también en otras partes (Jn 2, 17; Rom 11, 9s) como anuncio profético (cf. H.-J. Kraus, Los Sal­ mos II, Salamanca 1995, 103s).

4. Junto al mesiánico Sal 69 (68), el Sal 88, 51 s LXX ha influido en el uso de los «térmi­ nos de proclamación» en teologia de la Pasión 1. El verbo, incluídas Ias tres lecturas va­ y en el dei «lenguaje de mártires» dei cristia­ nismo primitivo (cf. Schelkle, 108s; cf. en riantes en Mc 15, 34 (una atenuación de kfépoca más tardia Eusebio, HistEccl V, 1, 60). xaxaXeÍJtO)), Heb 10, 33 (en lugar de •beaJesús, según Mc 15, 32 par. Mt 27, 44 (cf. Lc TQÍ^co) y 1 Tim 4,10 (una «amplificación» de 23, 39 y los respectivos contextos) tuvo que àYOJVí^opaL, cf. Schelkle, 109), aparece 12 «sufrir en la cruz insultos, burlas y afrentas» veces en el NT (en la LXX aparece unas 30

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ôveiSíÇco - "OvTiaíçpoQoç

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(R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 483; P^taocpTifxéo), è[j,JtaíÇ(o). El macarismo de Mt 5, 11 par. Lc 6, 22 (cf. Schulz, Q, 452-457) vincula el «sufrimiento dei justo» con la persecución de los profetas dei AT (Steck, 20-27 y 257-260), en lo cual afrentar es uno de los «verbos que denotan un desti­ no» (Steck, 258). La bienaventuranza de 1 Pe 4, 14 se halla en asombroso paralelo con esta categoria de sufrir oprobio y afrenta õvopa). En los vv. 12-19 el verse afrentado es expresión dei sufrimiento (N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, sub loco', Millauer § 39 y passim; ->■ Jiáoxco). Para la Carta a los Hebreos, en la cual ôvaiôiapóç desempeiía el mayor papel, el «oprobio de Cristo», en 11, 26, constituye el punto de par­ tida exegético (cf. O. Michel, Der Briefan die Hebraer [KEK], sub loco). Aqui el autor habla paradójicamente, cuando afirma que Moi­ sés actuó, no a causa dei oprobio, sino «a cau­ sa de la recompensa» (cf. O. Kuss, Carta a los Hebreos, Barcelona 1977, sub loco). En 13, 13, con lo de «su oprobio» se piensa en la crucifixión, la cual —por lo demás- se consi­ derada también como ^ alaxnvT] (12, 2). Hay que mantener la conexión, por un lado, entre la aflicción (-» '&X,ítJJiç) y los insultos en 10, 33, que no se especifican ulterionnente, y, por otro lado, entre la aflicción y el oprobio que sufrió el Jesus histórico (jcf. GrâUer!). Sobre el trasfondo de tal theologia crucis re­ sulta extrana la finalidad negativa indicada en 1 Tim 3, 7, aunque es verdad que este texto presupone una modificación en la situación de la Iglesia y refleja una cambio en la manera de entender el ministério.

6. La sentencia aislada sobre Dios en Sant 1, 5 debe considerarse como contrapunto a sentencias sapienciales como Ias de Eclo 20, 14s (y otras por el estilo: cf. F. MuBner, Der Jakobusbrief, sub loco). El autor entabla po­ lêmica indirectamente contra lo de echar en cara, hacer reproches, como una «mala costumbre humana a la hora de dar alguna cosa» (M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [KEK], sub loco, con más elementos). M. Lattke

5. La dureza dei reproche dirigido por Je­ sus contra Ias ciudades no dispuestas a hacer penitencia, en Mt 11, 20 (sobre el ay siguiente cf. Schulz, Q, 360-366), se ajusta bien a la imagen familiar de la autoridad con que actuaba Jesus (cf. Schneider, 240). Es posible la influencia directa sobre el final largo de Mar­ cos, aunque según Mc 16, 14 lo que Jesus reprende en este caso es la incredulidad de sus propios discípulos.

’Ovi|OÍ
ÒVElôl0|llÓç, OÜ, ó oneidismos reproche, injuria, oprobio -> ôvEiôí^m. ÒVEiôoç, o v ç , t ó oneidos afrenta, opro­

bio -V ôveiôíÇco (2).

’O v iía ifio ç , OD Onêsimos Onésimo* Onésimo significa «el que es útil» y es un nombre propio de esclavos que aparece con frecuencia. En Fim 10 escribe Pablo; «Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones». Se refiere al esclavo Onésimo, que había huido de casa de Filemón y que fue convertido por Pablo al cristianismo. En el v. 11 se hace un juego de palabras con el nom­ bre de Onésimo. Según Col 4, 9, Pablo le envió de regreso a Colosas, juntamente con Tíquico. P. Stuhlmacher, Der Brief an Philemon (EKK), 21-24 y 38s; P. Lampe, Keine «Sklavenflucht» des Onesimus: ZNW 76 (1985) 135-137.

ovixoç - ovojia

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ôvixóç, 3 o n ik o s

de asno, movido por un

asno* Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 en combinación con ->• púXoç ÒVIV.ÓÇ, «una piedra de molino d e Ias que mueve un asn o». Esa piedra de moli­ no es notablemente más pesada que la de un molino movido a mano. ô v í v a ^ , a i o n in a m a i (voz media), gozarse,

ser feliz* El aoristo segundo de optativo ôvaíp,T)V se emplea a modo de fórmula: y o m e g o za ria , con genitivo de lo que es la causa dei gozo. En Fim 20, con ooõ y ev xuqío ): « yo m e g o ­ za ria de ti en el Senor». õvojL ia, aTOÇ, TÓ o n o m a nombre

1. Aparición y uso en el NT - 2. Los nombres y los que llevan los nombres en general - 3. El nombre de Dios - 4. El nombre de Jesus - 5. ôvopa en combina­ ción formularia con è v , ê r r í , e I ç . B ib l: R. Abba, N a m e, en IDB III, 500-508; K. Baltzer, N am en g la u b e (II. Im A T ), en RGGIV, 1302-1304; H. Bietenhard, õvopa xxL., en ThWNT V, 242-283; Id., en DTNT III, 171-176; S. H. Blank, S om e O bservations C oncerning B ib lica l P rayer. HUCA 32 (1961) 75-90; A. J. H. W. Brandt, O nom a en de D oopsform ule in h e t N T . ThT 25 (1891) 565-610; R. G. Bratcher, «The N a m e» in P rep o sitio n a l P hrases in the NT: BiTr 14 (1963) 72-80; H. A. Brongers, b ‘sê m JH W H : NedThT 11 (1956-1957) 401-416; Id., D ie W endung b‘sSm jh w h im AT: ZAW 77 (1965) 1-20; H. Frhr. von Campenhausen, Taufen a u f den N am en Jesu?: VigChr 25 (1971) 1-16; N. A. Dahl, «A p e o p le fo r H is N am e» (A cts XV. 14): NTS 4 (1957-1958) 319-327; G. Delüng, D ie Z u eig n u n g d es H eils in d e r Taufe. E ine Untersu ch u n g zu m ntl. «taufen a u f den N am en», Berlin 1961; J. Dupont, enDBS VI, 514-541; L. Hartman, «Into the N am e o f Jesus». A S u ggestion co n cerning the E a rliest M ea n in g o f the P hrase: NTS 20 (1973-1974) 432-440; W. Heitmüller, «Im N a m en Jesu» (FRLANT 2), Góttíngen 1903; H. B. Huffmon, N am es, religious sig n ifica nce of, en IDB Suppl 619-621; H. Kosmala, «In M y N am e»: ASTI 5 (1967) 87-109; G. van der Leeuw, F en o m enología de la religiôn, México-Buenos Aires 1964, especialmente el § 17; G. Lohfink, «M einen N a m en zu tra g en ...» (A pg 9, 15): BZ 10 (1966) 108-115; W. Philipp, N am e G ottes, en RGG IV, 12981300; L. Poznanski, A p ro p o s de la collation du nom d a n s le m o n d e antique: RHR 194 (1978) 113-127; B. Reicke, N a m englaube (III. Im N T ), en RGG IV, 13041306; D. Tabachovitz, «Heifien» un d «Sein» im G riechischen: Eranos 58 (1960) 9-11; F. G. UntergaBmair,

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1. En el NT õvo|ia aparece 230 veces, y lo hace con especial ffecuencia en la obra de Lu­ cas (34 veces en el EvangeUo, 60 en Hechos) y en el Apocalipsis (38 veces); por lo demás, se encuentra 22 veces en Mateo, 15 en Mar­ cos y 25 en Juan; en Pablo aparece 15 veces. El uso de ôvopa en el NT coincide sólo en parte con el uso general que se hace de este término en griego. Detrás de él hay un lenguaje religioso específico, que en su mayor parte se halla atestiguado por la LXX. Por lo demás, frases como la de «les puso por (sobre-)nombre Boanerges» (Mc 3, 17) son corrientes en griego. El sentido de «fama, reputación» (Mc 6, 14; Ap 3, 1) es también corriente en griego, y 5vop.a en el sentido de «persona» (Hech 1, 15; 18, 15?; Ap 3, 4; 11, 13) aparece también en textos no bíblicos. Corresponde igualmente al uso muy difundi­ do el significado de «persona» o quizás de «concepto» (en contraste con «hechos»), que se encuentra en Hech 18, 15. 2. En muchas indicaciones de nombres de personas y de lugares (sobre todo en el Evangelio de Lucas y en Hechos) no hay nada que deba tenerse especialmente en cuenta. Pero, a menudo, detrás de textos dei NT se halla la creencia muy difundida de que el nombre enuncia algo esencial o típico acerca dei que lo lleva. El nombre de Jesús es interpretado así expresamente en Mateo (1, 21.25; cf. Eclo 46, 1). El hecho de que a Jesús se le haya puesto este nombre por orden divina (así tam­ bién en Le 1, 31; 2, 21) quiere decir que su portador ha sido elegido especialmente por Dios. Lo mismo hay que decir de Juan el Bautista: su persona no se define tanto por lazos de familia, sino por el encargo divino (Lc 1, 13.59.61.63). Los nombres de «Pedro» y de los discípulos que son «hijos dei trueno» (Boanerges) dicen algo esencial sobre quienes los llevan (Mc 3, 16s), como también el nom-

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ovona

bre de «Legión» (Mc 5, 9 par. Lc 8, 30), el de Elimas el mago (Hech 13, 8) y el de diversas figuras que apareceu eu el Apocalipsis (6, 8; 8, 11; 9, 11; 17, 5; 19, 12s.l6), incluídos los nombres blasfemos de la bestia, que enuncian que la bestia reclama para sí nombres y dignidades que correspondeu a solo Dios (14, 11; 15, 2; 17, 3; 13, 1.17 [àQf&|xòç to ü ôvópatoç]). En Ap 3, 1 ocurre lo inverso: el nombre («la reputación») no expresa nada verdadero acerca de la persona. La estrecha relación que existe entre el nom­ bre y la persona/esencia tiene como consecuencia que aquel que conoce el nombre de alguien pueda ejercer dominio también sobre su persona (Mc 5, 9 par. Lc 8, 30). Cuando Jesús da a edguien un nuevo nombre, le concede con ello graciosamente una nueva identidad (Mc 3, 16s; Ap 2, 17; cf. Jn 10, 3). Por eso, dice mucho acerca dei hombre entero el hecho de que su nombre esté escrito en el cielo o en el libro de la vida: Dios inscribió allí su nombre y con ello dio a esa persona la vida y se la prometió (Lc 10, 20; Flp 4, 3; Ap 3, 5; 13, 8; 17, 8). Cuando el «vencedor» es marcado con el nombre de Dios, con el de la ciudad de Dios y con el nuevo nombre de Cristo (Ap 3, 12; 14, 1; 22, 4), entonces se crea una nueva relación entre el nombre y quien lo lleva: el que ha si­ do salvado pertenece ahora al âmbito personal de Dios y de Cristo, es la propiedad persona! de Dios y de Cristo, es protegido por ellos, y tiene derecho de ciudadanía en la ciudad de Dios. Sucede lo inverso con quienes están marcados con el nombre de la bestia. Están plasmados análogamente con arreglo a la esencia de la bestia (13, 17; 14,11). El hecho, además, de que Ias doce puertas de la ciudad santa lleven escritos los nombres de Ias doce tribus de Israel (21, 12; cf. Ez 48, 30ss) signi­ fica probablemente que los miembros disper­ sos dei pueblo de Dios, procedentes de todas Ias direcciones dei mundo, entrarán como ciudadanos en la ciudad. Este es el nuevo pueblo de Dios, ya que los doce pilares llevan los nombres de los doce apóstoles (21, 14): ellos son los patriarcas, los fundamentos echados por Cristo mismo.

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La conexión entre el nombre y la persona se contempla también en Mc 6, 14: con el nom­ bre se conoce la reputación de una persona. Esta conexión se da también seguramente en Lc 6, 22, pero el sentido preciso no está claro. Que aqui se trata de una mala reputación, está bastante claro; pero quizás se escuche también la idea de la excomunión y de la maldición. El texto de Ef 1, 21 podríamos quizás parafrasearlo de esta manera: «...sobre todo senorío y autoridad y poder y dominio y sobre el nom­ bre con que uno pudiera designar a tales po­ deres» (es decir, õvopa como designación de un ser celestial; el nombre expresa algo acer­ ca de su índole y poder, -> ôvopáÇco 2). 3. Expresiones como «el nombre de Dios» y otras por el estilo aparecen en gran parte en citas dei AT y en expresiones influídas por el AT. También aqui existe una estrecha relación entre el nombre y su portador. El que conozca el nombre de Dios, conocerá a Dios, o, mejor dicho, conocerá de Dios lo que El haya queri­ do revelar. Esta revelación se efectuó princi­ palmente por medio de Jesucristo y es procla­ mada por la predicación apostólica (Rom 9, 17 [cita de Ex 9, 16]; cf. Heb 2, 12). El que alaba o invoca el nombre de Dios, se vuelve hacia Dios, quien primero se volvió hacia los hombres (Rom 10, 13 [cita de Joel 3, 5]; 15, 9 [cita dei Sal 18, 50]; Heb 13,15; Ap 15,4 [cf. Sal 86, 9]). Blasfemar contra el nombre de Dios significa blasfemar contra Dios (Rom 2, 24 [cita de Is 52, 5]; 1 Tim 6, 1; Ap 13, 6; 16, 9). Se comete ya tal blasfêmia, cuando los hombres, que pertenecen a Dios, viven de ma­ nera indigna de Ia santidad de Dios (Rom 2, 24; 1 Tim 6, 1). Las siguientes expresiones están inspiradas también en el AT: según Hech 15,14 (cita de Am 9,12 LXX), Dios hará de los gentiles un pueblo para su nombre (Kaòv Tfl) ôvópaTi auToü; cf., por ejemplo, 1 Re 8, 17), es decir, Dios los ha escogido como pueblo de su propiedad; en Hech 15, 17 (cita de Am 9,11 LXX) se habla de los gentiles so­ bre quienes se ha invocado el nombre de Dios, es decir, que han sido consagrados a él. En Heb 6, 10 se habla dei «amor a su nom-

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ovofia

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clamado (8, 12) y que actúa en la comunidad; tan sólo por medio de este nombre hay salvación y curación (4, 12; cf. 19, 13; cf., a pro­ pósito, òvopáCco 2), por medio de él es posible el perdón de los pecados (10, 43); contra este nombre estuvo luchando Pablo (26, 9), pero luego, ya como apóstol, «llevó» este nombre (9, 15); «en» él Pablo actuaba en pú­ blico sin temor (9, 27s), y a causa de él Pablo y Bemabé «arriesgaron su vida» (15, 26; cf. también 9, 16; 21, 13), así como otros discí­ pulos tuvieron que sufrir también «a causa dei nombre» (5, 41). El aplicar a Jesús construcciones de õvopa que eran aplicadas a Dios en el AT, es cosa que forma parte también dei estilo de otros autores dei NT. En 1 Cor 1, 2 se mencionan personas que «invocan el nombre de Jesucristo» (cf., por ejemplo, Is 64, 6 y supra Ias citas de Hechos), y, según 2 Tes 1, 12, por medio de la vida"de los destinatários es glorificado el nombre de Jesucristo (cf., por ejemplo. Sal 86, 9.12), es decir, Jesucristo mismo que ha sido proclamado a ellos, en quien ellos creen y cuya parusía ellos esperan (vv. lOs). En Sant 2, 7 se encuentra también terminologia dei AT; el buen nombre, que ha sido «pronun­ 4. Prescindiendo de Ias construcciones pre- ciado» sobre los cristianos (cf., por ejemplo, posicionales que han de estudiarse infra (-* Am 9, 12 LXX y Hech 15, 17; ->^ 3), es aqui 5), la expresión «el nombre de Jesus» aparece el nombre de Jesús, de quien ellos han llegaprincipalraente en el libro de Hechos y en los do a ser (en el bautismo) el pueblo de su propiedad (cf. 2 Tim 2, 19; ->• ôvopáÇco 2). So­ escritos joánicos. En Hechos el uso de la fraseologia de bre Mt 7, 22 ->• 5. Una expresión que nos recuerda la manera de hablsu dei AT se encuen­ õvofxa parece estar al servicio de la intención dei autor de trasmitir al lector la sensación de tra también en Rom 1, 5; 3 Jn 7; «Por amor a que se está usando estilo bíblico. La expre­ (xmÉQ con genitivo) su (o el) nombre», Pablo ha llegado a ser apóstol entre los gentiles o sión veterotestamentaria «invocar el nombre han partido misioneros para que Jesús sea code Dios» aparece aplicada aqui a Jesús (2, 21 nocido y encuentre reconocimiento (cf., por [cita de Joel 3, 5]; 9, 14.21; 22, 16; cf. 19, 17). Así como en el judaísmo esta expresión ejemplo. Sal 102, 16; Mal 1, H). En el Evangelio de Juan y en la Carta prisignificaba la debida relación con Dios, expresa aqui lo mismo, pero ahora en cuanto a mera de Juan encontramos una construcción la relación con Cristo. «El nombre de Jesús» tipicamente joánica; jtia x E Ú c o e iç xò òvopa es a menudo un concepto que equivale al de (Jn 1, 12; 2, 23; 3, 18; 1 Jn 5, 13). Será equi­ valente a m o x E Ú o j E iç con acusativo de perso­ «Jesús»; a causa de la fe en el nombre de Je­ na, y aparece 31 veces en relación con Jesús. sús / en Jesús, su õvopa curó al paralítico (3, Enuncia la entrega activa dei hombre a la re16; cf. también 4, 30); pero en todo ello se esvelación divina en Cristo. La expresión m ocucha que el nombre representa al Senor pro­

bre», es decir, dei amor al nombre de Dios, que significa lo mismo que «el amor a El» (cf. Sal 5, 12; 69, 37; para la construcción de èxôeíxvopi con eiç, cf. Gén 50, 15 v.l.). Q (Mt 6, 9 par. Lc 11, 2) contiene en el Padrenuestro la petición de que el nombre dei Padre sea santificado. El sujeto activo de la santificación es, en último término, Dios mis­ mo. Como òvo[xa equivale aqui —digámoslo así- al Dios vuelto bacia los hombres, y la santidad es la esencia de Dios (cf. Lc 1, 49; cf. también ->• dtyioç 4), se pide, por tanto, que Dios baga que los bombres le reconozcan como a Dios y sean moldeados por El. Semejante oración incluye también la petición de que Ias personas se abran a Dios y a su reina­ do (cf. Ez 36, 23). En Juan se recoge de manera típica la idea veterotestamentaria de que conocer el nombre de Dios es conocer a Dios mismo; por medio de la persona y la obra dei Hijo, se revela el Padre a los bombres. Y, así, el Jesus joánico puede afirmar que él ha revelado el nombre dei Padre (17, 6.26) y que, por medio de la obra de él (es decir, de Jesus), el nombre dei Padre es «glorificado» (18, 28).

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ovo^ia

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tacaremos especialmente las relacionadas con el bautismo (cf. además ->■ 4). a) Las expresiones con èv son las más frecuentes y poseen gran variedad de significa­ dos y aplicaciones. Este âmbito de connotaciones, bastante poco perfiladas, corresponde a la LXX. Son relativamente comunes los sig­ nificados de «por encargo de», «con referen­ cia a (la autoridad de)» y «apelando a». Y, así, Mc 11, 9 (par. Mt 21, 9; Lc 19, 38) y la fuente Q (Mt 23, 39 par. Lc 13, 35) citan el Sal 118, 26, Según Mc 11, 9, Jesús, en su entrada triunfal en en Jerusalén, es aclamado como el Mesías humilde enviado por Dios; en el para­ lelo de Lucas, parece que la adición de «el Rey» describe a Jesús como Rey por encargo divino. En el pasaje de la fuente Q, se trata de la venida de Jesús con autoridad divina como representante de Dios en la parusía. Marcos y Lucas/Hechos utilizan también la expresión «en (èv) el nombre», con ocasión de exorcismos y curaciones: con la invocación (expresa) de Jesús, cuyo nombre repre­ senta el poder de su persona, que se halla pre­ sente por el Espíritu Santo, pueden expulsarse demonios (Mc 9, 38 par. Lc 9, 49; Lc 10, 17; Hech 16, 18) y curarse enfermos (Hech 3, 6; 4, 7.10; cf. 9, 34). En 2 Tes 3, 6 se formulan exhortaciones «en el nombre» de Jesucristo, es decir, por encargo suyo, y en sentido aná­ logo se dice en Sant 5, 10 que los profetas «hablaron en el nombre dei Senor». Según Sant 5,14, la unción de los enfermos debe hacerse «en el nombre dei Senor», es decir se­ guramente, invocando al Cristo sanador de enfermos y apelando a él (cf. v. 15b). En 1 Cor 5, 4, «en el nombre dei Senor» podría es­ tar conectado con «he dictado ya sentencia», con «entregar a ese tal a Satanás» o con lo de «reunirse». En el caso de las dos primeras conexiones, el significado seria «por encargo de» / «ostentando la autoridad de»; en la ter5. Las construcciones preposicionales con cera, el sentido seria: «por invocación de». õvopa son, en su mayor parte, ajenas al gusLa LXX atestigua el uso de «en (èv) el to griego y deben considerarse como semitisnombre dei Senor» con verbos que significan mos o biblicismos indirectos o directos. Aqui acciones de culto: el hombre alza sus manos se estudiarán únicamente las expresiones con (Sal 62, 5), alaba (Sal 104, 3), bendice (Sal èv (sobre Hech 9, 27s ^ 4), èjií y e Íç , y des­ 128, 6) «en el nombre dei Senor». La fórmula

ôvójxaxi (1 Jn 3, 23) es equivalente a la de juoteiko con dativo de persona (por ejemplo, en Jn 5, 46; 1 Jn 5, 3). En comparación con la frase de eI ç , esta última indica más bien el reconocimiento y aceptación de lo que una persona dice. Esta misma equiparación entre el nombre y la persona la encontra­ mos en Jn 15, 21 (la persecución «a causa dei nombre de Jesus) y en 1 Jn 2,12 (el perdón de los pecados «a causa de su nombre»-, cf. 1 Jn 1, 7). En ambos pasajes la persona de Jesús está vinculada con su labor como Revelador de Dios. En algunos otros pasajes, expresiones como «el nombre de Jesús» u otras parecidas son intercambiales con la expresión «Jesús». Se habla dei odio o de Ias persecuciones «a causa de su nombre» (ôiá con acusativo, Mc 13, 13 par. Mt 10, 22; 24, 9; Lc 21, 17; evexev , Mt 19, 29 y Lc 21, 12, mientras que Marcos, en ambas ocasiones, tiene únicamente èpoê; cf. también Ap 2, 3), y de la exhortación «por» (ôtá con genitivo) el nombre» de Jesús el Senor (1 Cor 1, 10; cf. Rom 15, 30), es decir, apoyada por la autoridad y con la autoridad dei Senor. Los enunciados de Âp 2, 13 y 3, 8 se dilucidan recíprocamente: se traia de la fidelidad en la confesión de fe en el Seííor invisible, pero real, de los destinatários (cf. 3, 5b). Dos textos dei NT hablan de un nombre dei Cristo exaltado: Flp 2, 9 y Heb 1, 4 (cf. tam­ bién Ap 3, 12). Según Idp 2, 9, Dios da al «Exaltado» «el nombre que está sobre todo nombre», es decir, el nombre dei Kyrios (-> xÚQioç 7.8): el nombre representa aqui la esencia divina de Jesús. Heb 1, 4 se refiere a una entronización semejante: Cristo ha heredado un nombre más excelente que los ángeles, es decir, Dios le ha dado el nombre y, con ello, la naturaleza y la posición de «Hijo»,

XETJío X(õ

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ovop,a

senala entonces a quién se invoca; pero el contexto da pie también para entender la expresión «en el nombre» como referencia al fundamento, al presupuesto y a Ias condicio­ nes dei culto, viéndolos concretamente como obra y revelación de Dios en favor de su pueblo y como presencia de Dios en medio de él. Parecen tener connotaciones parecidas Ias fórmulas de Hech 2, 38 (v.l.)i 10,48; Ef 5, 20; Flp 2, 10; Col 3, 17 y también la de 1 Cor 6, 11, aunque en este último caso «el Senor» es Cristo. Juan emplea «en (èv) el nombre» en la for­ ma que acaba de describirse, pero con los matices mencionados anteriormente 3). Así, Jn 12, 13 cita también el Sal 118, 26, pero «el Rey que viene por encargo dei Senor», viene como quien —en su exaltación—revela a Dios. En 17, l l s se habla también dei nombre de Dios en el sentido de la revelación de Dios en el Hijo, porque en ella es donde los discípulos han de ser guardados «en el nombre» dei Pa­ dre. En 5, 43 y 10, 25, así como en 20, 31, se da la misma connotación de la revelación de Dios, aunque en 20, 31 el nombre puede entenderse también como concepto intercambiable con el de la persona. El uso «cultuai» lo encontramos en enunciados acerca de la oración «en el nombre» de Jesus (14, 13s; 15, 16; 16, 24.26). La revelación que Jesus hace de Dios constituye el fundamento, el presupues­ to y la condición para la oración. Lo mismo podría decirse de los pasajes según los cuales el Paráclito es enviado «en el nombre» de Jesús (14, 26; 16, 23). 1 Pe 4, 14 (oprobios «en el nombre de Cris­ to», cf. Mt 5, lls ) podría compararse con Mc 9, 41 (èv òvópaxL õxi). La expresión debe traducirse por «a causa de / por». b) En la LXX, è jt l t r ô ô v ó p a t L se usa de manera intercambiable con è v t © ô v ó p a T i y con el mismo significado, pero también espe­ cialmente en el sentido de «por encargo de / apelando a (la autoridad de)». Este significa­ do lo encontramos en Mc 13, 6 (par. Mt 24, 5 / Lc 21, 8); 9, 39. Mateo emplea en el mismo sentido el simple dativo (en 7, 22 tres veces; cf., por ejemplo, Jer 33, 9 LXX). Cuando se

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trata de hablar «en el nombre / por encargo», Lucas/Hechos emplean constantemente la construcción con àní (Lc 24, 27; Hech 4, 17.18; 5, 28.40). Un significado parecido, pe­ ro sin el aspecto de autoridad, lo tiene la ex­ presión de Mc 9, 37 (par. Mt 18, 5 / Lc 9, 48): hay que a acoger a un nino «en (èjtí) el nom­ bre» de Jesus, es decir, por consideración a él. Un uso «cultuai» (cf., por ejemplo, Dt 21, 5 LXX) podría estar detrás de Hech 2, 38: el bautismo se administra mediante la invocación de Jesus y en orden a él; aqui se escucharían también en el libro de Hechos los matices de õvopa estudiados anteriormente 4). c) Aparte de la fórmula dei bautismo, elç TÒ õvofta aparece únicamente en Mateo (so­ bre Heb 6, 10 -> 3; sobre la expresión joánica maxen© e I ç t ò ôvopa cf. ->■ 4). La expre­ sión: «en el nombre de un profeta» o «de un justo» o «de un discípulo» (Mt 10, 41s) es traducción literal de una locución semítica atestiguada en los rabinos, que describe la catego­ ria o la razón determinante de una acción (Heitmüller, 112; Hartman). Por tanto, hay que acoger a un profeta porque es profeta, etc. Mt 18, 20 puede entenderse de la misma ma­ nera: dos o tres están reutüdos «en mi nom­ bre», es decir, Jesús es quien determina Ias condiciones fundamentales para la reunión (cf. Abot 4, 11: «Toda reunión que tiene lugar en el nombre dei cielo...», es decir, toda reu­ nión que es de tal naturaleza, que Dios la de­ termina fundamentalmente». d) La fórmula bautismal «bautizar para ( e iç ) el nombre» parece ser la más antigua de Ias fórmulas empleadas (sobre Hech 10, 48 [èv]; 2, 38 [èjtí] a.b). Heitmüller pensaba que detrás de la fórmula (que no está atestiguada en la LXX) se halla el lenguaje de Ias trasferencias de dinero en la épo­ ca helenística, de tal manera que la fórmula diría -en sentido metafórico- que el neófito es trasferido al «haber» de la cuenta dei Senor y, de esta manera, se convierte en propiedad suya. Por el contrario, Brandt, Bietenhard y otros han explica­ do la fórmula bautismal por el lenguaje rabínico antes mencionado. El sentido seria comparable

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õvo[ia - ôvoiiá^ü)

entonces al de la recepción de un sacrifício, y harfa referencia así a una dedicación al Senor. Delling (97) opina, por su parte, que õvop.a repre­ senta el acontecimiento de la salvación obrada por Cristo; «El bautismo ‘para (en) el nombre...’ inseria a una persona en el acontecimiento salvífico, que está vinculado con el nombre (de Jesús)». Sin embargo, detrás de la fórmula parece estar la expresión hebrea y aramea Psêm, que se empleaba no raras veces en un contexto cultuai (Hariman; también Mt 18, 20 [-> c] es propiamente «cultuai»), La expresión indicaba la cate­ goria, la razón, la intención, más aún, la relación fundamental de un rito. Y, así, con la fórmula se indicaria que el bautismo era un rito que estaba determinado fundamentalmente por Jesús, por su persona y por su obra (cf., por ejemplo, TosAZ 3, 13; «Un samaritano circuncida en el nombre dei monte Garizim», es decir, el rito está determina­ do fundamentalmente por el culto samaritano en el Garizim). Por tanto, la fórmula determinaria también el rito dei bautismo, el cual, por ejemplo, no es el bautismo de Juan ni bano alguno de inmersión, sino que está determinado fundamental­ mente por Jesús y por el acontecimiento de Jesús. Es, además, perfectamente concebible que en el bautismo se pronunciara el nombre de Jesús. Es­ to podria hallarse también detrás de lo que se dice en Sant 2, 7 (cf. también -> 4). Esto se aplica al bautismo de la Iglesia pri­ mitiva en una época anterior a nuestros textos más antiguos, y se basa necesariamente en suposiciones. Habrá que contar con que la fór­ mula se reinterpretó más tarde. Pablo no la usa explícitamente, pero demuestra en 1 Cor 1, 13.15 que la conoce. El contexto podria de­ mostrar una concepción paulina de la fórmu­ la, según la cual el bautismo se relaciona úni­ camente con Cristo (v. 13: ixepÉQiOTai [;], y lo hace en virtud de la decisiva obra salvífica de Cristo, que es su muerte en la cruz (cf. también Rom 6, 3; Gál 3, 27; cf. 1 Cor 10, 2; en todos los casos hay un simple elç). En Hech 19, 5 se establece un contraste en­ tre el bautismo en el nombre de Jesús el Senor y el bautismo de Juan. La fórmula, como tal, parece que aqui no tiene más finalidad que la de designar el bautismo tipicamente cristiano, el cual -en contraste con el bautismo de Juanconfiere juntamente con la imposición de Ias

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manos (8, 16; 19, 6) el Espíritu Santo (cf. también 4). En Mt 28, 19 encontramos la fórmula triádica: «en [para] (elç) el nombre dei Padre y dei Hijo y dei Espíritu Santo». Si tenemos en cuenta el lenguaje «rabínico» (->■ c), atestiguado también en otros pasajes de Mateo, podríamos entender también 28, 19 en el sentido «cultuai» expuesto. El bautismo se refiere fundamentalmente al Padre, al Hijo y al Espí­ ritu Santo (a la luz de pasajes como 3, 11.16; 10, 20.40; 11, 27). L. Hariman ò v o ^ á ^ to onomazõ nombrar, Uamar* B ibl.:

H. Bietenhard, òvopáttfl, en ThWNT V, 282.

1. En el NT ôvopáÇco aparece 9 veces (2 en Lucas, 1 en Hechos, 2 en Pablo, 3 en Efesios y 1 en la Caria segunda a Timoteo). 2. El verbo ôvopáÇco tiene en buena parte Ias inismas connotaciones que el sustantivo -> õvopa. Así, el hecho de que algunos discípu­ los recibieran de Jesús un nombre, nos dice algo acerca de su carácter y de su persona (Lc 6, 13s; Mc 3, 14 v.L): ellos llegan a ser aque11o que se les llama. Inversamente, según 1 Cor 5, 11, la vida de «alguien que se llama hermano» no corresponde a lo que el nombre àôeA,qpóç debiera expresar. El difícil enuncia­ do de Ef 3, 15 puede contemplarse también desde esta perspectiva; todos los linajes ( ^ jtaxQiá) en el cielo y en la tierra reciben su nombre dei Padre, dei Creador (3,9; cf. 1, 21; 3, 10; Sal 147, 4), es decir, él es el origen de la identidad de ellos. El nombre puede ser una representación de la persona. Y, así, según Hech 19, 13, algunos tratan de utilizar el nombre de Jesús con intenciones exorcísticas; pero, para utilizar de esta manera el nombre de Jesús, hay que pertenecer a Jesús. Mencionar el «nombre dei SenoD> (2 Tim 2,19) puede significar también que uno se somete a su senorío y que por eso le invoca (cf. Is 26, 13). Ef 1, 21 podria entenderse de manera parecida; pero cf. también

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Ô V O U áto) - Ô31ÍXJO)

-võvojxa 2. A la luz de Rom 1, 5, vemos que probablemente en 15, 20 no sólo se dice que la fama de Cristo se va difundiendo (cf. 1 Mac 39), sino también que Cristo es conocido y reconocido (como el Kyrios). En Ef 5, 3 ôvo|iáÇo) puede entenderse co­ mo la acción de «mencionar» una cosa, en contraposición a la «realidad efectiva de la misma» (en este caso: la fomicación): ésta «no debe ni siquiera nombrarse». L. Hartman ô v o ç , o v , ó (lí) onos asno (asna)*

Aparece junto a Poüç (Is 1, 3) en Lc 13, 15. 3IÍUÀOÇ õvon en Jn 12, 15 es el pollino de as­ na. En Mt 21, 2.5.7 se habla de dos animales, la borrica (õvoç) y su pollino (3t{õX.oç [antfjç]), seguramente para acomodarse a Zac 9, 9 LXX. ThWNT V, 283-287; X, 1203 (bibl.). ÔVTWÇ ontos de veras, realmente* ÕVTCOÇ aparece como advérbio propio en Mc 11, 32; Lc 23, 47; 24, 34; Jn 8, 36; 1 Cor 14, 25; Gál 3, 21. Por el contrario, el advérbio se usa en sentido atributivo en 1 Tim 5, 3.5.16 («la viuda verdadera», a diferencia de la que todavia tiene parientes, todavia está en edad de casarse o ha estado casada varias veces); 6, 19 («la vida verdadera»)', cf. también 2 Pe 2, 18 Textus Receptus. õ ^ o ç , ObÇ, TÓ oxos vino agrio, vinagre de vino* En el NT õ^oç aparece únicamente en los evangelios, concretamente en la historia de la Pasión de Jesús: Mc 15, 36 par. Mt 27,48 / Jn 19, 29a.b.30 hablan de una esponja empapada en õÇoç (Blinzler: «vinagre diluido en agua, que era el refresco corriente para obreros agrícolas y soldados»), que extendieron al Crucificado. Lc 23, 36 dice simplemente õ |o ç 3TQoaq)éQOVTeç aurip (como una bur­ la). Cf. ThWNT V, 288s; X, 1203 (bibl.); J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg “*1969, 369s.

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ô ^ v ç , 3 oxys agudo, ligero, veloz* Dícese de la espada de agudo filo (Ez 5, 1) en Ap 1, 16; 2, 12; 19, 15; de la hoz en 14, 14.17.18 (bis). El significado de veloz (asi también la LXX; Filón; Josefo, Ant V, 26) con aoristo de infinitivo en Rom 3, 15: «ve/occí para derramar sangre» (Sal 13, 3 LXX). Ô31T|, fjÇ, lí ope abertura, agujero, caver­ na* Heb 11, 38; ôrcf) rfjç yfjç, como lugar don­ de buscar refugio. En Sant 3, 11 se habla en sentido absoluto de la abertura de la que ma­ na agua. ÕJUO'ft£V opisthen (adv.) por detrás, de­ trás* El uso adverbial con el significado de por detrás en Mc 5, 27 par. Mt 9, 20 / Lc 8, 44; con el significado de detrás en Ap 4, 6; 5, 1. Como preposición impropia con genitivo {«detrás de alguien») õmaO-ev aparece en Mt 15, 23; Lc 23, 36; Ap 1, 10 v.l. ThWNT V, 289-292; DTNTIV, 182s. ÒTliaCi) opisõ atrás, detrás (como advér­ bio); después de, detrás de (como prepo­ sición impropia)* 1. Aparición en el NT - 2. Formas de empleo - 3. En la terminologia dei seguimiento. B ib l.: W. Bauder, ÔJtíao), en DTNT IV, 182s; Black, A pproach, 218; Blafi-Debrunner § 215, 1 con la nota 2; Rademacher, G ra m m atik, 144s; H. Seesemann,

ÔJiíato, õmaflEV, en ThWNT V, 289-292.

1. En el NT ÔJtLao) aparece 35 veces, prin­ cipalmente en los evangelios (6 veces en Mateo, 6 en Marcos, 7 en Lucas y 7 en Juan). Los demás lugares en que aparece son: Hech 5, 37; 20, 30; Flp 3, 13; 1 Tim 5, 15; 2 Pe 2, 10; Jds 7; Ap 1, 10; 12, 15; 13, 3. Los paralelos sinópticos son: Mc 1, 7 par. Mt 3, 11 (de aquel «más poderoso» que viene ÔJtíaoo p,ou); 1,17 par. Mt 4,19 (ÔEÕxe òn:íatt) pou); 8, 33 par. Mt 16, 23 (nitave ÔJtíoco pon, oaTavã, detrás de mí!», es decir, «jquítate

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ÔJIÍOÜ) - Õ3tX.OV

de mi vista!»; cf. Black); 8, 34 par. Mt 16, 24 / Lc 9, 23 (ôjtíaeo p,ou); 13, 16 par. Mt 24, 18 / Lc 17, 31 (EJiiOTQEiiJáTCi) [Mc/Lc: elç rà ] ôjtíoco); Mt 10, 38 par. Lc 14, 27 (ÔJiíaco [íod ). Vemos que Mateo emplea únicamente ÔJtíao) cuando depende de fuentes. En Lucas, los pasajes dei material peculiar 7, 38; 9, 62; 19, 14 y 21, 8 (redaccional) no dependen ni de Marcos ni de la fuente Q. Los testimonios que hay en Jn 1, 15.27.30 están influidos probablemente por la tradición sinóptica (cf. Mc 1,7). 2. En el NT, Ôtcíoco se usa como advérbio y como preposición ímpropia (con genitivo). Los empleos como preposición son ajenos a los autores profanos, pero son corrientes en la LXX (traducción de 'alfrê, «detrás de»). En el NT el uso como preposición (en sentido lo­ cal) se halla en la mayoría de los pasajes (= detrás de, en pos de): Mt 4, 19; 10, 38; 16, 23.24; Mc 1,17.20; 8, 33.34; Lc 9, 23; 14, 27; 19, 14; 21, 8; Jn 12, 19; Hech 5, 37; 20, 30; 1 Tim 5, 15; 2 Pe 2, 10; Jds 7; Ap 1, 10; 12, 15; 13, 3. En sentido temporal, ôníoco aparece como preposición impropia {después de) en: Mc 1, 7 par. Mt 3, 11 / Jn 1, 15.27.30. Como advérbio, ÔJtioa) responde a la pregunta «^dónde?» (= detrás): Flp 3, 13; Jn 6, 66; 18, 6; 20, 14; además, Mc 13, 16 par. Lc 17, 31; Lc 9, 62, o responde a la pregunta «^hacia dónde?» (hacia atrás, de retomo): Mt 24, 18; Lc 7, 38. La construcción eiç t à ÔJtíao) se encuentra en: Mc 13, 16; Lc 9, 62; 17,31; Jn 6, 66; 18, 6; 20, 14. 3. El ÔJtíao) preposicional (en sentido lo­ cal) aparece en la expresión ojiloco, que seguramente es más antigua que àxokoo^Oécú (3, 4), y que corresponde a la ex­ presión hebrea hãlak 'alfrê. En Mc 1, 17 par. Mt 4, 19, Jesus hace un llamamiento a Simón y Andrés: ôeõte oiríoco pou, «iVenid en pos de mí!» (cf. 4 Re 6, 19); a continuación inmediata Jesús anuncia a los dos hermanos que hará de eUos «pescadores de hombres». Mc 1, 20 recoge esa misma expresión en el relato: àjiíílc&ov ôjtíao) aÚTOõ, mientras que en

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cambio Mt 4, 22 escribe fixokoó^rioav aÔTrâ. En Ias palabras sobre cargar con la cruz, Mc 8, 34 tiene eí xiç DÉkei ôitíoo) pon à x o k o u d e t v , mientras que Mt 16, 24 dice òjtíoco pou zkQzlv, y Lc 9, 23 dice oitíoto pon En la versión de Q de estas palabras, Mt 10, 38 lee x a i àxoX 'U '0'E i Ô J iío to pon, y Lc 14, 27 lee x a l EQXEtai ôrtíoco pon. Según Jn 12, 19, los fariseos exclaman con desaliento: «jMirad, (todo) el mundo se va en pos de él (ôn:ío(D anxon à3rf)X.'& Ev)!». La terminologia dei seguimiento se refleja también en Lc 21, 8 (a diferencia de Marcos), donde Jesús hace advertências contra los fal­ sos mesías que declaran que ha llegado el x a i p ó ç , y dice: pf] JtoQen^OfjxE ô j t í o c o avxcóv. Hech 5, 37 refiere que Judas el galileo insurreccionaba a la gente: àjtf|O X E O £V kaòv ô jtL o co anxon, es decir, hacia que multitud de personas se rebelaran y fuesen en pos de él. En Hech 20, 30 Pablo pone en guardia contra los falsos maestros que en la comunidad «hablan cosas perversas para arrastrar a los discí­ pulos tras ellos ( à n o o j t ã v . . . òmoco an x c õ v )» . 1 Tim 5, 15 se lamenta: «Algunos ya se han apartado para seguir a Satanás (òjtLOCD xon o a x a v õ ) » . Cf. Ap 13, 3. G. Schneider ÓJlXÍ^O^.0tl hoplizomai (en voz media) armarse, pertrecharse* 1 Pe 4, 1 en sentido figurado: «Puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos tam­ bién vosotros con el mismo propósito». Cf. ThWNT V, 294. ÕJtXov, OD, t ó hoplon instrumento, utensilio, arma*

En Jn 18, 3 dicese de los pertrechos de los esbirros que fueron a prender a Jesús. Por lo demás, sólo aparece en Pablo y en sentido fi­ gurado: Rom 6, 13a: ÕJtÀa àôtxíag; 6, 13b: ôixaioanvqç {instrumentos...). En sentido metafórico se habla de la lucha de la vida cristiana: Rom 13, 12 («jPongámonos Ias ar­ mas de la luz!»); 2 Cor 6, 7 {«armas de la jus-

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ÕJtXoV - õnov

ticia»); 10, 4 («Ias armas de nuestra lucha [oxeateía]»). ThWNT V, 292-294; X, 1203s (bibl.). Ó n o lo ç , 3 hopoios (pronombre) de cualquier clase, cualquiera que sea* Como pronombre correlativo apeirece en Hech 26, 29; Gál 2, 6. Como pronombre inte­ rrogativo indirecto: 1 Cor 3, 13; 1 Tes 1, 9; Sant 1, 24.

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El uso como pronombre interrogativo (tan sólo en interrogativas indirectas; conocido desde Homero, Od) no está documentado en el NT (en contra de Moulton III, 116 y Zorell, í.v. l.b; cf. en general BlaB-Debrunner § 300, 1; tan sólo hay un ejemplo en los papiros, co­ mo puede verse en Mayser II/3,52; en cambio aparece ->• itoú, por ejemplo, en Jn 14, 4s).

2. ôjrou se usa a) en sentido propio y b) en sentido figurado. a) 1) En sentido propio va acompafiado de indicativo y significa donde, principalmente ÓJtÓTE hopote cuando, como después de un nombre de lugar (Bauer, v.v. La partícula temporal se emplea con el ver­ l.a.a) en vez de (preposición con) pronombre bo en indicativo y se refiere a casos concretos relativo (por ejemplo, Mc 6, 10; ÕJtou... eiç... dei pasado; Lc 6, 3 A R © al; Bem 12, 9. par. Mt 10, 11 / Lc 9, 4 eiç rív...), especial­ BlaB-Debrunner § 455, 1. mente después de xÓJtoç (cf. Dan 2, 38 Teod.): Mt 28, 6 par. Mc 16, 6; Jn 4, 20; 6, 23; OJtOD hopou donde, adonde 10, 40;_11, 30; 19,18.20.41; Ap 12, 14 (en es­ te último pasaje y en 12, 6 con èjtei pleonástiB ib l.: Bauer, W õrterbuch, í.v.; BlaB-Debrunner, § co (cf., por ejemplo, Rut 3, 4; de manera se293, 300, 456; C. Fabricius, Z« den Ju gendschriften des Jo h a nn es C hrysostom os, tesis Lund 1962, 74-79 mejante en Ap 17, 9: ÕJtou... èjt’ aútóõv, cf. (excursus III: «noã usw. zur Bezeichnung der RichBauer, s.v.). El correlativo èxeí (cf. el schotung in der klassischen Sprache»); Liddell-Scott, i.v.; lion C a Dionisio de Tracia [Dionysius Thrax, Mayser, G r a m m a tik M I\,1 6 \ II/3, 52; Moulton, C ram ed. A. Hilgard, Grammatici Graeci 1/3, Leipm a r m , 116; Moulton-Milligan, i.v.; Pape, W õrterb u ch , i.v.; L. Rydbeck, F ach p ro sa , v e r m ein tlic h e zig 1901] 27, 16s: èmqpÉQEtai... xò ÈRel) siVolkssprache u n d N T (SGU 5), Uppsala 1967,119-144 gue a ÕJtou en Mt 6, 21 par. Lc 12, 34; Lc 17, (VIII A; ’Eáv « sta tt» ãv p o s t rela tiva ), sobre todo 37; Jn 12, 26 (Bauer, s.v.; sigue a ou en Mt 132-137; Zerwick, E l griego d e i N T , 217; Zorell, L exi18, 20; v.l. ÕJtou om NTG^®). Puede sobreencon, s.v. tenderse también por el contexto (allí o hacia 1. El advérbio relativo (in)definido de lu­ allí\ 11 y 7 ejemplos respectivamente en Bauer, s.v.). ÕJtou con imperfecto sirve para gar (sinônimo de ou, que aparece como v.l. indicar una acción repetida en el pasado en Jn 6, 62; 10, 40; Hech 20, 6 [de manera (siempre que) en Mc 6, 56 (Bauer s.v. l.a.p.; distinta piensa Zerwick, 217); correlativo de cf. Jenofonte, Ag n , 24). -> Jtoü, cf. Apolonio Díscolo, Adv. 172, 10; Con aoristo de subjuntivo se encuentra en conocido desde los tiempos de Herodoto) Mc 14, 14b = Lc 22, 11 (oración de relativo aparece 82 veces en el NT (sin Ias repeticiocon sentido final; cf. Bauer, s.v. l.a.y) y con nes secundarias de Mc 9, 44.46), especial­ èáv anadido (repetitivo de presente o de futu­ mente en Juan (30 veces) y en los Evangelios ro; ejemplos a partir dei siglo IV a.C. en Ryd­ sinópticos (13 veces en Mateo, 15 en Marcos, beck 132 nota 3 y 135-137; cf. también 5 en Lucas -e n Mateo y en Marcos tan sólo en Bauer, s.v. l.a.ô; Mayser II/l, 76; Moultonpasajes paralelos, en los demás pasajes ou-; cf. BlaB-Debrunner § 293 nota 4); pero es ra­ Milligan) en Mt 26, 13 par. Mc 14, 9; Mc 9, 18; 1 4 ,14a (v.l. dv om. NTG^®; de manera sero en el Corpus Paulinum (tan sólo en Rom mejante Lc 22, 10: eíç fív, v.l. oú [dv, èáv]). 15, 20; 1 Cor 3, 3; Col 3, 11). Falta en Ias PasA ÕJtou le sigue el correlativo exeX(cf. supra) torales, en la Carta primera de Pedro, en Ias en Mc 6, 10 y en Mt 24, 28 (en este último caCartas de Juan y en Judas).

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03I0D - OJttOÇ

so el correlativo sigue a ònov èáv con pre­ sente de subjuntivo; se omite en Lc 17, 37). En el NT no se halla atestiguado un genitivo partitivo con OTton (cf., por ejemplo. Pape, Wõrterbuch, j.v.). a) 2) ÕKon con indicativo, después de la referencia a un lugar, con el significado de adonde (õiroí falta en el NT; cf. en general Fabricius) no aparece en el NT (en sentido fi­ gurado en Heb 6, 20; pero cf. Bauer, Wõrter­ buch, í.v. oú 2), a no ser con un kneX que complete el sentido (a aquel lugar; 1 ejemplos en Bauer s.v. l.b.a). ÕJton con presente de subjuntivo y âv {adondequiera que; con aoristo de subjuntivo aparece, por ejemplo, en Platón Euthyphr llb.c) se encuentra en Ap 14,4, y con èáv (-> a.l; en vez de áv; ambos v.l. en Sant 3, 4; cf. Moulton-Milligan) en Mt 8, 19 par. Lc 9, 57 (cf. o í èáv, 1 Cor 16, 6). b) En s&vAiáo jigurado, õjron indica 1) cir­ cunstancia (temporal) o condición {donde, en que; cf. Zorell í . v. 2.a; Liddell-Scott, í . v. n .l) en Col 3, 11; Heb 9, 16; 10, 18; con èxEi co­ rrelativo (->^ a.l) en Sant 3, 16, o 2) la razón (por cuanto, ya que; cf. Bauer, s.v. 2.b; ojton [cf. Liddell-Scott, s.v. n.2; Bauer, s.v.] no se encuentra en el NT) en 1 Cor 3, 3. La interpretación que se da de 2 Pe 2, 11 varia {donde [es decir, en la situación en que], Bauer, s.v. 2.a; mientras que, Moulton-Müligan; ya que, BlaB-Debrunner § 456 nota 8). A. Horstmann ÒTITÚVOfiai optanomai aparecerse, dejarse ver* En Hech 1, 3 dícese de Jesus resucitado: ôi’ ruxÉQCov TeooEQáxovxa ÔJttavópEvoç aíi-

TOiç, «apareciêndoseles (a saber, a los apóstoles) durante cuarenta dias». ThWNT V, 344. 0 3 iT a o ia , a ç , 'n optasia aparición, Vi­ sion* 2 Cor 12,1: «Pasaré a Ias visiones y revelaciones (àjtoxaX.úilJEiç) dei Senor»; cf., a pro­ pósito, H. Saake; Bib 53 (1972) 404-410; Id.;

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NovT 15 (1973) 153-160; K. H. Schelkle; ThQ 158 (1978) 285-293; A. T. Lincoln: NTS 25 (1978-1979) 204-220. En Hech 26, 19 el Pablo lucano habla de la «visión celestial», es decir, de la cristofania ante Ias puertas de Da­ masco, una visión a la que él no se mostro «desobediente». Las dos veces que el término aparece en el Evangelio de Lucas se refieren a apariciones de ángeles: en Lc 1, 22, al ángel que se apareció a Zacarias, cuando éste se encontraba en el interior dei templo; en 24, 23, a los dos ángeles que se aparecieron a las mujeres junto al sepulcro de Jesús. ThWNT V, 373; DTNTIV, 328.

ÒTtXÓç, 3 optos asado, cocido* En Lc 24, 42 se habla dei «pez asado» dei que los discipulos dieron a comer al Jesús re­ sucitado. El hecho de que el Resucitado coma «mte los ojos de ellos» (v. 43) acentua la «naturaleza corporal» de la resurrección (cf. las objeciones en los vv. 37s). òn;b>Qa, a ç , ■q opõra época de frutos, fru­ ta* Ap 18, 14: q ÔJtíÓQa aou Tf)ç âjtifhjpíaç xfjç 't]>ux'fjç, «la fruta que tanto ha deseado tu alma» (se está hablando a Babilônia).

ojcfoç hopos cómo, de qué manera; que, a fin de que 1. Aparición en el NT - 2. Posibilidades de uso y gama de significados - 3. Enfasis teológicos. B ib l : Bauer, W õ rterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 369, 392 nota 4 (c); Liddell-Scott, s.v.; Mayser, G ramm a tik n/1, 254-257.

1. En el NT ÕTcroç se halla atestiguado 53 veces, principalmente en Mateo (17 veces) y en Lucas/Hechos (21 veces). Frente a ello, en la Uteratura epistolar, encontramos 8 testimonios en Pablo (además, 2 Tes 1, 12), 2 en Hebreos y 2 en las Cartas Católicas (Santiago 5, 16; 1 Pe 2, 9). A esto hay que anadir Mc 3, 6; Jn 11, 57.

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ojicoç- ogaiia

2. En el griego clásico, ôitraç es una partí­ cula muy frecuente y de usos muy variados (aparece especialmente desde Tucídides y Jenofonte, cf. Liddell-Scott, í .v.). En la Koiné aparece de vez en cuando en función adver­ bial y principalmente en contextos de subjuntivo, como se ve ya en la LXX, donde se halla atestiguada aproximadamente 500 veces. Co­ mo advérbio {cómo, de qué manerá), ÕJttnç sirve para introducir una interrogativa indi­ recta (Lc 24, 40), y como conjunción {que, a fin de que), acompafiada de subjuntivo, indica la intención, la finalidad o el objetivo (Mt 2, 8; 5, 16), reforzada a veces por ôtv (Lc 2, 35; Hech 3, 20) y utilizando p,r| como negación (Lc 16, 26; 1 Cor 1, 29). Con sentido final, ÕJttüç puede ser una partícula sinônima de iv a y alternar con ella, tal y como se ve frecuentemente en los papiros (Mayser), y asociada con âv (y subjuntivo) es característica dei los documentos oficiales y dei estilo protocolario de la época de los Ptolomeos; en el NT aparece únicamente en Pablo (1 Cor 1, 28s; 2 Cor 8, 14) y en Lucas (16, 24.26ss). ÕJttüç puede recoger también un enunciado anterior de iva y desairollarlo ulteriormente, como sucede en 2 Tes 1, llss). Sorprende, además, el uso frecuente de la partícula después de verbos de pedir (Mt 9, 38; Lc 10, 2) y decidir (Mt 12, 14; 22, 15; cf. Mc 3, 6), en vez dei infinitivo (cf. BlaB-Debrunner § 392 nota 4c). 3. Como énfasis teológicos, los más impor­ tantes son Ias citas de reflexión tomadas dei AT que aparecen principalmente en Mateo, y en Ias que el carácter de cumplimiento se expresa mediante un ÕJtmç final {«para que se cumpliera»; «de este modo se cumplió»), con el fin de manifestar así la voluntad de Dios, revelada en la Escritura, en relación con un determinado acontecimiento; Mt 2, 23; 8, 17; 13, 15. Mientras que los verbos de decidir combinan siempre ÕJtcoç con una finalidad negativa y manifiestan así la maldad de los dirigentes judios (Mc 3, 6; Mt 12, 14; 22, 15), vemos que los enunciados cristológicos de la Carta a

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los Hebreos (2, 9 y 9, 15: la significación salvífica de la muerte de Jesus) y el pasaje eclesiológicamente importante de 1 Pe 2, 9 (el en­ cargo de proclamar el evangelio, que el pueblo de Dios recibe en virtud de su vocación) tienen un sentido claramente positivo. A. Kretzer

õ ç a ^ a , aTOÇ, TÓ

horam a

lo que se ha

visto, aparición, visión* 1. Aparición en el NT - 2. Relación con la aparición dei Resucitado - 3. Significado en la LXX - 4. Las «visiones» en el libro de Hechos. B ib l: H.-W. Bartsch, In h a lt u n d F u n ktio n d es urchristl. O sterglaubens: NTS 26 (1979-1980) 180-196; Bauer, W õrterbuch, í .v.; M. Buber, E kstatísche K onfessio n en , Jena 1909; K. Dahn, en DTNTIV, 325-331; F. G. Downing, H as C hristianity a R evelation?, London 1964; J. S. Hanson, D ream s a n d V isions in the G ra eco -R o m a n W orld a n d E a rly C h ristianity, en

ANRW II, 32. 2 (1980) 1395-1427; W. Michaelis, ÕQa|j,a, en ThWNT V, 372s; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1204s.

1. En el NT õ p a p a aparece 12 veces, once de ellas en el libro de Hechos y, además, Mt 17, 9 (redaccional por a eÍ ô o v en Mc 9, 9). Falta en la tradición antigua dei cristianismo primitivo y también en los Padres Apostóli­ cos. En la LXX ÕQapa aparece 43 veces. Y entre los 7 pasajes en que éste término se encuentra en Isaías, 6 de ellos tienen la v.l. pf]pa. En Daniel el término alterna frecuentemente con ->■ ôpaoiç. En los apocalipsis dei Antiguo y dei Nuevo Testamento se observa la misma altemancia. En las Homilías Pseudo-Clementinas aparece un bajo aprecio de los ó p á p a ta a los que apela Simón (= Pa­ blo), y así lo vemos expresamente en XVII, 19, 1 a propósito de la aparición de Jesus. 2. Para referirse a la aparición de Cristo no se usa nunca õ p a p a . La tradición cristiana primitiva de 1 Cor 15, 5-7: X qlotòç... Kr|qpã vxk. (cf. Lc 24, 34) no se clasifica en­ tre las visiones proféticas. Esto explica la au­ sência dei vocablo en la tradición cristiana primitiva. Sin embargo, en el libro de Hechos,

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OQa(xa- ogaoiç

Lucas establece una relación entre el uso ex­ clusivo de rncp-Ori ÓQáco 4.5) y ÕQa|xa con la cita de Ex 3, 3 en Hech 7, 30s, y combina además 0)q)'frTi con ÕQajxa en Hech 16, 9; ÔQafia ô ià xfjç vuxxòç IlaúXcp rôqjDT] (cf. v. 10). Abandona así el uso exclusivo de â)qp'&T] y clasifica de hecho la aparición de Cristo en­ tre Ias visiones de que se habla en el AT. 3. En Gén 15, 1 y 46, 2 èv ógáfiau se refiere funcionalmente al acontecimiento de que la palabra llegó a Abrahán y a Jacob respectivamente. Y lo mismo sucede en Núm 12, 6 y en Daniel. Sin embargo, la misma expresión puede designar también en Dt 4, 34; 26, 8; 28, 34.67 los actos po­ derosos dei Senor: õqapa se encuentra entonces junto a PQaxícov x u q í o u , repara y oqpeia. Las variantes en Isaías (->• 2) muestran, por su contenido, que las visiones son revelaciones hechas en palabras. Esto se aplica también a los testimonios que aparecen dei término en Daniel y en los apocalipsis tardios. Y, así, vemos que las grandes visiones, en Hen (gr), se denominan una por una õçapa, y este mismo nombre se aplica a todas ellas (ópápara) cuando se las menciona en conjunto en 83, 1. En la época cristiana, en Ap 1, 1; 5 Esd; ApSid; Apocalipsis de Juan; Apocalipsis de Pablo, y otros, se pone como título àjtoxáXu'viJiç.

4. En sentido funcional aparece èv óqá(iart en Hech 9, 10.12, en la instrucción dada por el Senor a Ananías para que vaya adonde Pablo. En 10, 30, la instrucción dada a Comelio se introduce con la misma expresión. En 18, 9 la instrucción dada por el Senor a Pablo tiene lugar èv v u x rl ô t’ ÓQáp,aroç. Por el contrario, la designación de la visión de Pedro en 10, 17.19 como ÕQa[ta corresponde al uso que se hace de este término en los apocalipsis (-> 3). Esto se acentúa en 11, 5 en el relato de Pedro: x a i elôov èv èxoráoet ÕQa|xa. Aunque este uso está determinado constan­ temente por la LXX, sin embargo Hech 12, 9 se aparta de él. En este pasaje se dice acerca dei ángel liberador: (II éxqoç) èôóxei ôè ôgafta pXéjtetv. En ninguna otra parte dei NT se halla atesüguado el uso de ÕQap,a como concepto opuesto al de realidad. H.-W. Bartsch

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õ ç a a i ç , eoDÇ, ■q horasis apariencia, acción de ver, visión, espectáculo* Bibl: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; W. Michaelis, õga-

oiç, en ThWNT V, 371s; más bibliografia en ->■òçapa, ÓQáw; cf. además ThWNT X, 1204s.

1. En el NT opaoiç aparece 4 veces: signi­ fica visión / aparición en Hech 2, 17 (en cita de Joel 3, 1) y en Ap 9, 17; significa aparien­ cia en Ap 4, 3 (bis). En 2 Ciem 1, 6 designa la acción de ver como «visión ocular / vista», y en 7, 6; 17, 5 se halla en una cita de Is 66, 24. En continuidad con la apocalíptica dei AT, ÕQaoLç tiene también un puesto fijo en el apocalíptica dei cristianismo primitivo. 2. En la LXX ÕQaoiç aparece más de 110 ve­ ces con significados muy diversos, en ocasiones como variante de ^ ôgapa (1.3). La gama de significados se extiende desde la hermosa «apa­ riencia» de los árboles en Gén 2, 8, pasando por el sobrenombre dei manantial en 24, 62; 25, 11: TÒ qjQÉag rfjç ÓQáoetnç (sentido incierto, quizás una etilogía cultuai) hasta el significado de «vi­ sión», que no comienza precisamente con Ezequiel y Daniel. En Ez 1,1 el vidente llama al con­ tenido de su libro; e L8o v ógáoEiç fiEOü. Esta de­ signación se encuentra también en Niím 24,4.16; Ez 8, 3; 40, 2. Pero, por su contenido, se aplica a todas las visiones. Podemos suponer que, partiendo de Ap 9, 17, la apocalíptica dei cristianismo primitivo recogió õpaaiç como término técnico. El au­ tor de Herm (v) emplea ôgaaiç como título de tres visiones y utiliza este término otras diez veces más. Apocalipsis más tardios, es­ critos bajo el nombre de Daniel, tienen como titulus (Cod. Parisiensis 947); èoxártj õgaOiç roü Aavif|X (K. von Tischendorf, Apocalypses Apocryphae [Leipzig 1866], Hildesheim 1966, XXX). Asimismo, en el Apocalip­ sis de Pablo se habla de la rg ín j õgaoiç de un ángel (von Tischendorf 35). Pero, con el tiempo, esta designación va cediendo ante el término ÒJtoxáXutjJiç, que acaba por imponerse (-> õ g a p a 3). H.-W. Bartsch Página 290

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OQttTOÇ — OQaCO

óçaT Ó ç, 3 horatos visible -V ÓQáo) 1.6. ÓQáo) horaõ ver

otÓQaxoç, 2 aoratos invisible* ópaTÓg, 3 horatos visible 1. Aparición y significado fundamental - 2. Campo referencial - 3. Ver y creer - 4. Ver profético/apocalíptico (visionário) - 5. Apariciones dei Resucitado - 6. Ver (o no ver) a Dios. Bibl.: H.-W. Bartsch, Inhalt und Funktion des urchristl. Osterglaubens: NTS 26 (1979-1980) 180-196; H. F. Fuhs, Sehen und Schauen. Die Wurzel bzh im Alten Orient und im AT (FzB 32), Wiirzburg 1978; H. Gese, Die Frage des Weltbildes, en Id., Zur bibl. Theologie (BEvTh 78), München 1977, 202-222; F. Hahn, Sehen und Glauben im Joh, en FS Cullmann 1972, 125-141; P. Hoffmann, Auferstehung II/l, en TRE IV, 478-513; J. Kremer, Die Osterevangelien - Geschichten um Geschichte, Stuttgart 1977; F. Lentzen-Deis, Die Taufe Jesu nach den Synopt. (FTS 4), Frankfurt a. M. 1970; J. Lindblom, Gesichte und Offenbarungen, Lund 1968, 85-89; W. Marxsen, La resurrecciân de Jesús de Nazaret, Barcelona 1974; W. Michaelis, ÓQáto xtX.., en ThWNT V, 315-371; F. MuBner, Die joh Sehweise und die Frage nach dem historischen Jesus (QD 28), Freiburg i. Br. 1965; A. Pelletier, Les apparitions du Ressuscité en termes de la Septante: Bib 51 (1970) 76-79; R. Pesch, Zur Entstehung des Glaubens an die Auferstehung Jesu: ThQ 153 (1973) 201-228, 270283; H. Schlier, Über die Auferstehung Jesu Christi, Einsiedeln 1968; D. Vetter, bzh, en DTMAT I, 744750; Id., r ’h, en DTMAT II. 871-883; A. Võgtle-R. Pesch, Wie kam es zum Osterglauben?, Düsseldorf 1975; H. Wenz, Sehen und Glauben bei Joh: ThZ 17 (1961) 17-25; U. Wilckens, Der Ursprung der Überlieferung der Erscheinungen des Auferstandenen, en W. loest-W. Pannenberg (eds.), Dogma und Denkstrukturen, Gõttingen 1963, 56-95; para más biblio­

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así como el futuro õi|iop,at (y õil)T)a'&£ en Lc 13, 28 v.l.) están formados a base dei tema OJt-, y el aoristo eLôov lo está de la raiz lô(cf. oiSa). El verbo puede ser transitivo (teniendo como objeto un acusativo o una oración completiva de 6xi) o intransitivo (sin ob­ jeto o con una preposición [elç, Jtpóç] o con un acusativo de relación. El significado fundamental dei verbo ópáco es ver (con los ojos). Las formas activas remiten a la actividad implícita en el acto de ver; las formas medias dei futuro, al elemento sub­ jetivo. En sentido figurado, opáta significa percibir, conocer, experimentar, visitar, tener en cuenta. Como en la LXX, en la que el ver­ bo es equivalente de los verbos hebreos r ’h y de hxh\ cf. Michaelis, 324ss), en el NT opaco es sinônimo Ifecuentemente de ->■ pXéjtco, ■ 0-ecopécü, ^ •fteciopai. En la interpretación hay que tener en cuenta que eran ajenas a la mentalidad antigua la concepción dei ver según el modelo de una percepción fotográfica (exclusión dei marco de la acti­ vidad mental), la limitación positivista de la realidad a lo que puede observarse de hecho y las ca­ tegorias de la psicologia actual (lo subjetivo y lo objetivo) (cf. Gese, 208ss).

2. En el NT el sujeto de ópáco es siempre una persona (o Jtveõfia [Mc 9, 20] o ôpóxcov [Ap 12, 13] concebidos como personas). En el NT ópáco no se usa nunca con referencia a cualidades estéticas, y tan sólo aisladamente se usa en conexión con objetos de la vida co­ tidiana (por ejemplo, la moneda para pagar el grafia, cf. ThWNT X, 1204s. tributo, Mc 12, 15; la barca, Lc 5, 2; en estas 1. En el NT el verbo ógáo) aparece 449 ve- ocasiones se usa más frecuentemente -»• pXéJtco). En la mayoría de los casos ópáco se reces (incluídas Ias formas verbales construídas fiere a personas, por ejemplo, Jesús, los discí­ a base de otros temas [especialmente elôov, pulos, los enfermos, los fariseos o la multitud. unas 350 veces], pero excluyendo Tôe, lôoú); El que ve, es capaz de percibir a personas los otros verbos que expresan la idea de ver concretas en su individualidad (cf. «ver el son menos ffecuentes. El adjetivo verbal òçarostro», Hech 20, 25; Col 2, 1) y frecuente­ TÓç aparece únicamente en Col 1, 16, y àómente en su modo individual de ser o de compaxoç aparece 6 veces 6). Del tema ópportarse (por ejemplo, Mt 11, 8; Mc 1, 16). (por su significado durativo, «estar viendo») Frecuentísimamente ópáco se refiere a actos se hallan atestiguados únicamente el presente, extraordinários (->• 3). Los sucesos naturales, el imperfecto y el perfecto. El aoristo de la por ejemplo, una nube en Lc 12, 52, suelen voz pasiva mqjdriv (y el futuro ôqp'9'r|OOfiai)

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oeao>

ser objeto de OQáco, cuando tiehen significa­ do de símbolo para los hombres, pôf ejemplo, una estrella (Mt 2, 2.10), un terremoto (27, 54). Además dei ver de Ias personas, opát» puede referirse también al ver a Seres sobrenaturales (-> 4), a Cristo rêsucitado (-+ 5) o incluso de Dios (->■ 6). El uso principalfflente antropocéntrico tiene lugar también, cuando el significado funda­ mental de ver se ha desvanecido casi por com­ pleto (como en nuestra lengua) y ÓQám tiene sentido figurado. Y, así, ópáeo significa a menudo conocer (por ejemplo, «la fe de ellos», Mt 9, 2; «que él [Jesus] había sido condena­ do», 27, 3; «que ellos no andan conforme a la verdad dei evangelio», Gál 2, 14). En Hech 15, 6 ÔQáco significa examinar / considerar (cf. Lc 2, 15). Varias veces ÔQÓU) equivale a hallar (por ejemplo, Mt 2,11), encontrar (por ejemplo, Mt 11, 8s par.; Rom 1, 11; también Jn 12, 21) o visitar (1 Cor 16, 7; Heb 13, 23). Por influencia dei AT, ópáü) significa a menudo experimentar (por ejemplo, ver la corrupción», Hech 2, 27.31; cf. Heb 11, 5), ver el reino de Dios» (Jn 3, 3). En imperativo, opaco tiene a menudo sentido intransitivo: «/tened cuidado!» (Mt 16, 6), «jved vosotros!» (27, 24; cf. 27, 4; Hech 18, 15), y seguido por p,T| y subjuntivo: «jguárdate...!» (por ejemplo, Mc 1, 44). Aqui hay que incluir también el enun­ ciado elíptico õ p a pr) (jtornaxiç): «\Guárdate (de hacer eso)!» (Ap 19, 10; 22, 9).

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es consecuencia de la fe [11, 40];; cf. Hahn Í36s). En Juan, ópáco significa varias veces una acción de ver que no capta la dimensión plena de lo contemplado y que, por este moti­ vo, no Gonduce a la fe (cf. 6, 36; 12, 40; 15, 24); junto a esto, opóto significa a menudo una acción asociada con la fe, que consiste en ver la doxa de Jesus en sus «sefiales» (1 Jn 1* 3-4: cf. Jn 1, 14). Semejante Capacidad para ver creyendo fue prometida a los discípulos, según 1, 39.50s, y fue concedida incluso a To­ más, según 20, 27ss (cf. Wenz, 19s; Kremer, 192s); hace incluso que en Jesus se vea al Pa­ dre (14, 7.9; -*• 6). Mediante esta «manera joánica de ver» (MuBner, 18-24), los discípu­ los y el Bautista (1, 34) están cualificados pa­ ra dar testimonio en favor de Jestís y de su obra (3, 11; 19, 35; 1 Jn 1, 2), exactamente igual que Jesus puede dar testimonio de Dios (Jn 3, 32; cf. 6, 46). A causa dei testimonio dado por los discípulos, las generaciones pos­ teriores serán capaces de creer sin ver (20, 29; cf. 1 Pe 1, 8).

4. En muchas ocasiones en que aparece opám en el NT, el verbo ha de interpretarse a la luz de los textos proféticos o apocalípticos dei AT y dei judaísmo (cf. Michaelis, 328ss; Vetter I, 750; II, 882s; Fiihs [bibl.]); así suce­ de, por ejemplo, con la «visión interpretativa» (Lentzen-Deis) con ocasión dei bautismo (Mc 1, 10) y con la aparición (mqjOr)) y la visión durante la Trasfiguración (Mc 9, 4-9); y así 3. En los evangelios, ópáco (juntamente sucede también con el enunciado apocalíptico de ver al Hijo dei hombre (Mc 13, 26; 14, 62). con PÀéjTco y otros verbos por el estilo) se refiere a menudo a los actos de Jesus, que Ias Los distintos escritores no siempre emplean generaciones anteriores no pudieron ver (es de la misma manera este sentido de ópáco. Lucas, por ejemplo, cuando emplea óçáo) o decir, experimentar; Lc 10, 24 par.). Las dife­ rentes reacciones (por ejemplo, la constemasiôov, se atiene muy estrictamente al lenguación, Mt 9, 8; la alabanza de Dios, Mc 2, 12 je de la LXX (cf. Hech 7, 2.30.35.44), escribe par.; Lc 18,43; 19, 37; el rechazo, Mt 21,15) varias veces sobre apariciones de ángeles (Lc se basan en las distintas maneras de ver, se1, 11; 22, 43; Hech 11, 13), a las que alguna gún se haga por pura curiosidad (Lc 23, 8), vez que otra califica de Ô Jttaoía (Lc 1, 22; por una incredulidad que exige senales (Mt 24, 23), y con relativa frecuencia (cf. Hech 2, 12, 38; Mc 15, 32; Jn 4,48; 6, 30; 20, 25) o en 17 [Joel 3, 3]) escribe sobre visiones (Hech 7, 55; 10, 3.17; 11, 5.6; 16, 9). Narra también, a relación íntima con la fe, como se indica en el este propósito, la aparición de Cristo ante las Evangelio de Juan (con una actimd que conduce a la fe [9, 37; 20, 8.29; cf. 11, 45], o que puertas de Damasco (9,17; 2 2 ,14s; 26, 16) y

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OQaCB

en el interior dei templo (22, 18), apariciones que él diferencia de Ias apariciones dei Resucitado antes de su ascensión a los cielos (13, 31; cf. 1, 3, -♦ 5). Las experiencias visioná­ rias, precisadas a veces concretamente «en una Vision» (10, 17; 10, 3), «en una visión du­ rante la noche» (16, 9), «en éxtasis» (11, 5; 22, 18), no son en absoluto para Lucas procesos puramente internos y mentales (compárese Lc 24,22 con 24,6; Hech 26,16 con 2 6 ,13s); su descripción tiene afinidad con los relatos helenístieos de epifanía (Lindblom, 75-77). Según el Evangelio de Juan, Abrahán e Isaías vieron ya el día o la doxa de Cristo (8, 57; 12, 41), y el Bautista, con ocasión dei bautismo, vio quién era Jesús (1, 33-34). A los dis­ cípulos se les promete que habrán de ver la gloria dei Hijo dei hombre (1, 51; cf. 1, 39.50): siguiendo a Gén 28, 12, las sentencias de la Iglesia primitiva acerca de la visión dei Hijo dei hombre (Mc 14, 62) son referidas aqui a la visión (interpretativa), sustentada por la fe, de la gloria de Cristo en la vida de Jesús (-+ 3). El lenguaje apocalíptico se refleja en el discurso de despedida en forma de escatología de presente: «y xm poco más tarde me volveréis a ver» (Jn 16, 16-19; cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK], 447s). El juego de palabras «pero yo os veré (visitará) de nuevo» (16,22) indica que ÓQáca significa aqui la nueva comunión de vida con Cristo (cf. 17, 3). En el Apocalipsis, elôov se refiere varias veces (por ejemplo, en 1, 9-20) a experiencias visionárias dei vidente que se encuentra en éxtasis (1, 10; 4, 2). La índole de muchas «visiones» que no tienen más conexión que sus ideas, y la dependencia literaria en que estas visiones se hallan de modelos dei AT o de mo­ delos judios (cf., a propósito, H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], 38), nos obliga a suponer que elôov se entiende aqui, como en otros apocalipsis, en un sentido más bien de fórmula. El autor consideraba como «inspirado» lo que él había recibido o lo que él mismo había profetizado, y le conferia autoridad mediante el empleo de esta fórmula (Lindblom, 237).

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5. Las apariciones dei Resucitado, en los textos más antiguos, se designan exclusiva­ mente con formas dei verbo OQácü. En 1 Cor 15, 5-8 y Lc 24, 34 (cf. Hech 13, 31), rncp^T), según el lenguaje de la LXX, debe traducirse como aoristo de la voz media en el sentido de él se apareció / se dejô ver. (La interpretación como pasivo teológico «Dios hizo que él fuera visible», falia por el hecho de que Cristo es el sujeto.) Sólo aisladamente se halla en contextos generales, por ejemplo, en Hech 7, 26; en la LXX, es término técnico en las teofanías y las angelofanías (Pelletier, 76s; Bartsch, 184ss; cf. también Hech 7, 2.30.35), y así sucede también frecuenteraente en el NT (por ejemplo, Lc 1, 22; 22, 43; Mc 9, 4 par.). Con arreglo a este uso, no debe negarse a mcp•0T] todo elemento visual, como si fuera simplemente un término formal para designar una revelación (Michaelis 357-360; en contra, Võgtle[-Pesch], 42ss y Hoffmann, 492s). Esta expresión no se encuentra aqui como simple fórmula de legitimación (para fundamentar la autoridad de Cefas y de otros) sin referencia a una aparición (Wilckens, 75; Marxsen, 129ss; Busse, lOlss; Pesch, 213ss; en contra espe­ cialmente Võgtle[-Pesch] 44ss); porque mqp■ôt) no se usa con este fín ni en los profetas ni en ninguna otra parte dei NT, y claramente no se usa así en 1 Cor 15, 6 («más de 500 hermanos») ni en 1 Tim 3, 16 («a los ángeles»); al final de la serie «muerto... sepultado... re­ sucitado...», mqxOr] no puede entenderse sino como un enunciado acerca de un acontecimiento y como confirmación de la afirmación «resucitado»; oxp^T) presupone aqui una mo­ rada celestial y un «poder de acción» dei Cru­ cificado, que hacen posibles las apariciones (Võgtle[-Pesch], 58). La elección de este térr mino técnico puede indicar que el poder ca­ racterístico de Yahvé y de los ángeles para aparecerse visiblemente, se atribuyó al Resu­ citado (Bartsch, 196 ve incluso en ello el fun­ damento para la trasferencia dei título de xÚQioç a Jesús). En todo caso, mqi'0'T] en 1 Cor 15, 5-8; Lc 24, 34 afirma que el Crucifi­ cado se dio a conocer personalmente a Vcirias personas conocidas por su nombre (es decir.

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ogao) - OQyi\

no fue un simple «vivência» [Marxsen, 141], sino un «encuentro» [Schlier, 38]). En 1 Cor 15, 8 Pablo se incluye a sí mismo entre los testigos pascuales dei Resucitado (a diferencia de Hech 9, 17; 26, 16 en comparación con 13, 31). Pablo utiliza la expresión ECÓQaxa, he visto, en 1 Cor 9, 1, en forma análoga a como lo hace Is 6, 1.5 ( e Í ô o v t ò v xiJQiov), para acentuar su propia autoridad singularísima (cf. Võgtle[-Pesch], 65s), y pa­ ra expresar al mismo tiempo que él «vio» personcdmente a Cristo que se le había aparecido (1 Cor 15, 8) o que se le había «revelado» (Gál 1 , 12.15s). Esto, por el modo de existên­ cia dei Cristo contemplado (cf. 1 Cor 15, 44), no fue un ver como el que se tiene en la vida cotidiana, sino que fue una percepción que conduce al conocimiento (cf. Flp 3, 10); según 2 Cor 4, 6 y 1 Cor 12, 3, esto no era posible sin el -> jtVEÜpa. Como Pablo, en 1 Cor 9, 1, no cuenta con que los corintios hayan tenido la misma experiencia, este «ver» hay que distinguirlo de todo «llegar a la fe» (Marxsen, 139 y 141ss). Pablo, en 2 Cor 12, 1, no lo in­ cluye entre Ias vivências extáticas. En Mc 16, 7 par. se anuncia a los discípulos que en un futuro inmediato van ã «ver» al Re­ sucitado (õtpea'&e, veréis). Esto no se refiere a la parusía (como recientemente ha vuelto a suponer Bartsch, 191 nota 15). En Ias descripciones intuitivas de Jn 20, 18.20.25.27.29, se expresa también claramente que, para ver al Resucitado, hace falta que él llame (20, 16), que se revele a sí mismo (20, 20) y hace falta la fe (20, 17) (cf. Kramer, 171s, 186s y 192s). En los escritos de Lucas, Ias apariciones que tuvieron lugar antes de la Ascensión, se describen en forma materializadora (falta casi por completo el verbo opaco). En consonân­ cia con la representación -que con el tiempo se fue haciendo cada vez más materializado­ ra - de los evangelios de Pascua se halla la elección de los vocablos 'ÔEciop.ai, Mc 16,11; ■&eü)Qé(D, Lc 24, 37.39; Jn 20, 14; qpavEQÓO), Jn 21,1.14; Mc 16,12.14; Bem 15,9; cpaívo), Mc 16, 9; Justino, Apol I, 67, 7; Dial 138, 1; èpcpavfí yEvéo^&ai, Hech 10, 40; ÒJiTávopai, Hech 1, 3.

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6. En Col 1,15; 1 Tim 1,17; Heb 11,27, se caracteriza a Dios mismo (según costumbre dei judaísmo helenístico) llamándole àógaToç, el Invisible, entre otras, para distanciarse de la concepción pagana acerca de la presen­ cia visible de los dioses en Ias imágenes dei culto. En Col 1, 16 xà àÓQaxa, Ias cosas invisibles, se refieren a los poderes enumerados en ese pasaje, por contraste con xà ó ç a tá . Ias cosas visibles (el mundo perceptible). En Rom 1, 20, xà ã ó g a ra a vro v , lo invisible (de Dios), significa lo que «se percibe» ( ^ xa'&OQá(o) de Dios por medio de la razón al contemplar Ias obras de la creación, la Omnipotencia y la Majestad de Dios, ocultas a los sentidos humanos y que son negadas a menudo (H. Schlier, Der Rômerbrief [HThK], sub loco\ cf. U. Wilckens, La Carta a los romanos I, Salamanca ^1997, 135-140). 1 Jn 4, 20 y 1 Tim 6,16 expresan la convicción, acentuada en el judaísmo helenístico, de que nadie es capaz de ver a Dios. Jn 1, 18; 5, 37 y 6, 46 mencionan esto para realzar lo singularísimo de Jesus, que ha visto al Padre: «El que me ve a mí, ve al Padre» (écuQaxtüç y ecógaxev tienen aqui sentido de presente) (Jn 14, 9; cf. 12, 45). A partir de ahí hay que en­ tender también el pasaje de 3 Jn 11: «El que hace lo maio, no ha visto a Dios», es decir, no ha llegado a conocerlo en Cristo (cf. 1 Jn 3, 6). Hay que distinguir de esto Ias pocas promesas de la visión escatológica de Dios: Mt 5, 8 como cumplimiento dei anhelo (buscado en el templo) de contemplar (es decir, de experi­ mentar) el rostro de Dios, en favor de aquellos que son «de corazón puro» (es decir, que no tienen la simple pureza cultuai); 1 Jn 3 ,2 y Ap 22, 4 como cumplimiento de la esperanza de ver la revelación de Dios y de contemplar a Dios 0 a su doxa (cf. Is 40, 5; 62, 2s; 66, 18; Sal 84, 8 y passim). J. Kremer òeyií» ííç . n orge ira* 1. Aparición y significado dei término - 2. La ira dei hombre - 3. La «ira» en Ias palabras y en Ias accíones de Jesús - 4. La ira de Dios en los teólogos dei NT.

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OQ7T]

Bibl.: G. Bornkamm, La revelación de la ira de Dios (Rom 1-3], en G. Bomkamm, Estúdios sobre el NT, Salaiwanca 1983, 9-36; Bultmann, Teologia, 345s; H. Conzelmann, Zom Gottes, en RGG VI, 1931s; H.J. Eckstein, «Denn Gottes Zom wird vom Himmel her offenbar werden». Exegetische Erwãgungen zu Rom 1, 18: ZNW 78 (1987) 74-89; A. T. Hanson, The Wrath of the Lamb, London 1957; G. Herold, Zom und Gerechtigkeit Gottes bei Paulus. Eine Untersuchung zu Rom I, 16-18 (EHS 23/14), Bem-Frankfurt a. M. 1973; G. H, C. MacGregor, The Concept o f the Wrath ofG od in the NT: NTS 7 (1960-1961) 101-109; H. Ringgren, Einige Schilderungen des gõttlichen Zoms, en Tradition und Situation. ES A. Weiser, Gõttingen 1963, 107-113; G. Schrenk, Unser Glaube an den Zom Gottes nach dem Rõmerbrief, Basel 1944; G. Stahlin, ôgyr| tixk. (E), en ThWNT V, 419-448; R Stuhlmacher, Gerechtigkeit Gottes bei Paulus (FRLANT 87), Gõttingen ^1966; R. V. G. Tasker, The Biblical Doctrine o f the Wrath ofGod, London 1951; U. Wilckens, La Carta a los Romanos I, Salamanca ^1997, 161; para más bi­

bliografia, cf. ThWNT X, 1205.

1. El término Ôqyií significa originalmente «índole impulsiva», pero ya en la época clásica adquiere una relación con la tragédia (el «exceso demoníaco dei querer») y con la doctrina acerca de los dioses («la ira justa de la deidad»), En la LXX ôeytí aparece no raras veces como término sinônimo de ->• Oufxóç. Este lenguaje es también típico dei NT, pero prefiriéndose el término Ô0yr| para designar la ira de Dios, seguramente porque este térmi­ no recuerda menos la emoción y el exceso. En el NT, ÒQYq aparece en 36 lugares, de los cuales 12 se encuentran en la sola Carta a los Ro­ manos. El Apocalipsis tiene 6 testimonios; luego siguen la Carta primera a los Tesalonicenses y la Carta a los Efesios, con 3 testimo­ nios cada una. La irritación encolerizada, que va más allá de la Ôqy'>Í) y que se plasma en encono, se denomina itaQOQYiop.óç en Ef 4, 26 (y solamente en este pasaje), ÔQyíÇopai. 2. En el NT, ÔQyn significa primeramente la ira como afecto humano. En esta acepción el vocablo se halla junto a JtiRQÍa y •&t)[ióç. El pasaje clave para conocer la valoración que el NT hace de este afecto es Sant 1, 20; en la ira el hombre no hace lo que es recto ante Dios (cf. 1, 19). Según Ap 11, 18, la ira de los gentiles se parece a la ira dei dragón ante la

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obra salvífica de Dios (cf. 12, 17). Estos enunciados teológicos fundamentales se en­ cuentran también en los jucios éticos emitidos en Ias cartas deuteropaulinas. Mientras que Pablo hablaba aún de la renuncia a la venganza, una renuncia que deja espacio para la ira de Dios (Rom 12,19), vemos que ahora se habla de la ira como de un yerro de la conducta humana, y en la mayoría de los casos como de un pecado de la lengua (Col 3, 8; Ef 4, 31). El hombre debe guardarse especialmente de este pecado; no debe provocar a otros para que lo cometan (Ef 6, 4; pf) jiaQOQYÍÇexe). Tan sólo así el hombre será puro para el culto divino (1 Tim 2, 8; cf. Tit 1, 7). Aqui y en escritos más tardios (por ejemplo, en IgnFil 1, 2; 8, 1) no pueden excluirse influencias estoicas. Sin em­ bargo, en el NT la advertência contra la ira dei hombre está integrada en un enunciado re­ ligioso fundamental; «La ira no contribuye a la justicia, que es lo que interesa ante Dios» (Stahlin, 422). 3. También en los textos sobre Ias palabras y Ias acciones de Jesús aparece la ÔQYq (Mc 3, 5). Jesús muestra ira hacia Satanás (Mt 4, 10; 16,23) y hacia los demonios (Mc 1,25; 9, 25; Lc 4, 41), y se se siente encolerizado ante Ias personas diabólicas (Jn 8, 44; cf. Mt 23, 33). Su ira se dirige contra toda forma de incredulidad (Jn 11, 33) y de incomprensión (11, 38). Su plena ira (que le causa profunda tristeza) va dirigida contra los fariseos (Mc 3, 5), porque él no es capciz de vencer la obstinación de tales personas. En Ias parábolas de Jesús, esa ira se menciona expresamente algunas veces (Lc 14, 21; Mt 18, 34). En esos pasajes, la ira de Jesús se aproxima cada vez más a la ira dei Juez escatológico; El juzga a Ias ciudades impías (Mt 11, 20-24), a los tra­ ficantes dei templo (21, 12-13), los arroja al valle dei fuego (11,23; cf. 13,42; 25,41 y 22, 7). En el Apocalipsis se proclama que Jesucristo camina sobre la sangre de sus enemigos y pisa el gran lagar dei vino de la ira de Dios (19, 15 ->• ■Oupóç). La ira dei Cordero (6, 16) es la ira que siente el Senor exaltado hacia los enemigos de Dios.

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oQYn

4. En el NT, ÔQyri expresa casi siempre el juicio de Dios (Rom 3, 5s), haciéndolo en parte según fórmulas tradicionales (en Rom 2, 8 juntamente con •ônp.óç) y en imágenes antiguas (2, 5: «el día de la ira»). Por medio de Jesucristo, así dice la proclamación, los cristianos están a salvo dei «juicio de la ira de Dios» (1 Tes 1, 9s; Rom 5, 9). Juan el Bautista predicaba ya la ->■ [XExávoia (3) para ser salvos de la ira (Mt 3, 7 par. Lc 3, 7s). En Ias palabras de Jesús, la ÔQyií aparece en el mensaje acerca de la destrucción de la ciudad san­ ta (Lc 21, 23). Las numerosas veces con que este término aparece en el Apocalipsis amplían aún más esta idea, cumdo hablan de la ira venidera de Dios (11, 18; 19, 15), de la copa dei «vino de la ira» de Dios (14, 8-10; 16,19), dei gran día de la ira (6, 17) y de un día de la ira dei Cordero (6, 16; para detalles 'On[xóç). En las imágenes dei fiiego (-»^ jtõQ), de las aguas dei caos (Mt 24, 38s, ->■xaraxlcuo(tóç) y de la copa de veneno ( ^ PaoavíÇro), y además en las imágenes de las tazas de la ira, dei lagar de la ira y de la «acumulación» de la ira (Rom 2, 5), se habla de la ira escatológica de Dios (Rom 2, 5). La teologia joánica acentúa adicionalmente la presencia aqui y ahora de esa ira escatológica, aunque lo hace una sola vez (Jn 3, 36): la misión salvífica de Jesús se convertirá en juicio para quien no crea en Jesús; el incrédulo se encuentra ya en la esfera de la muerte. En el Evangelio de Juan, todo ello se encamina a la exhortación dirigida a cada persona para que acepte el testimonio dei Hijo (3, 31-36). Según Pablo, la ira de Dios se impondrá en el juicio final (Rom 2, 5.8; 3, 5; 5,9; 9 ,22a.b; 1 Tes 1, 10; 5, 9); también la escuela de Pablo retuvo esta idea (Col 3, 6; Ef 5, 6; cf. 2, 3). Ahora bien, en Romanos Pablo habla expresamente de la actividad presente de Dios, de la función salvadora y, al mismo tiempo, juzgadora dei evangelio (1, 17s), que sitúa definiti­ vamente a judios y gentiles, es decir, a la humanidad entera, ante la decisión. En su teolo­ gia acerca de la ôqytí de Dios, Pablo adopta una doble posición; por un lado, él mantiene

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el carácter futuro dei la ira escatológica y la expectación de un juicio de Dios «según las obras» (2, 5ss); pero, por otro lado, él puede hablar de una revelación presente de la ira, que contrasta con la revelación de la ôixaiocrúvT]. Al margen de la fe en el evangelio no hay más que ÔQYq (cf. 3 ,9ss.23). La doble re­ velación de la ira y de la justicia de Dios (4, 15; 13, 4s; 1 Tes 2, 16) no acontece con igual valor y simultáneamente, sino que «.no se pro­ clama la ira y la justicia, sino la justicia como salvación ante la ira, que está dejándose ya sentir» (Conzelmann, 1932). Por tanto, la cuestión decisiva para Pablo no es la de pre­ parar y conducir a las personas a la fe («la predicación de la ira al servicio de la predicación de la fe»), sino la cuestión acerca dei plan salvífico de Dios para el mundo: la fundíunentación teológica (en el sentido literal) y su presupuesto cristológico preceden también a cualquier antropologia en la doctrina paulina acerca de la ira de Dios. Como en su concepción acerca de la justicia de Dios (-* ôixaiooúvT] 4), así también en su concepción de la ira de Dios la cruz de Jesús y la salva­ ción efectuada por el Resucitado siguen siendo la clave para comprenderlo todo. Por eso, en Rom 1,18 hay que sobreentender èv avxip a base de lo que se dice en 1,17. En el mismo evangelio, las mismas personas encuentran la ira y la salvación. No es que la ira afecte úni­ camente a los pecadores, y la salvación, a los justos; sino que todos son pecadores (3, 23), y a todos ellos se les aplica la eliminación de la ira en la cruz de Jesús (3, 24). Según la Carta a los Romanos, el evangelio proclama que la ira de Dios es cosa distinta y más importante que la simple predicación de una amenaza apocalíptica. Al confrontar a los hombres con la ira actual de Dios, los anima diciéndoles: vosotros sois salvos (3, 21-26) por el bautismo y la confesión de fe (Flp 3, 9s). Por eso, según Pablo, la ira de Dios no es un atributo divino, sino el juicio de Dios sobre el pecado, el juicio que el hombre conoce ahora por me­ dio de Jesucristo, cuando en el kerygma se en­ cuentra con el Crucificado; el hombre es sal­ vado ahora de esa ira por medio de la fe (Rom

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ÒQVn - ÔQ'0’OJIOÔé(B

5, 9; cf. 10, 4). Heb 3, 11 y 4, 3 citan el Sal 94, 11 LXX («tal como juré en mi ira; no entrarán en mi descanso»). W. Pesch

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ã ç , ^ orgyia braza* Medida de longitud (aproximadamente 1, 85m). Como término técnico dei lenguaje náutico, la braza es una medida para determi­ nar la profundidad de Ias aguas (Diodoro Sículo III, 40, 3): Hech 27, 28a.b.

ÒQYÍ^O|U,ai orgizomai encolerizarse* B ib l:

-> ÔQYTi.

En el NT el verbo aparece 8 veces. En Mt 18, 34 y 22, 7 (par. Lc 14, 21) ôpYLÇopaL es una metáfora para designar la ira de Dios ( ^ ÒQyfi; en los demás pasajes, el término se aplica sólo al hecho de que los hombres monten en cólera. En dos casos el verbo p ai procede de citas de salmos dei AT (Ef 4, 26; Ap 11, 18). El hecho de que el hermano mayor monte en cólera, en Lc 15, 28, revela su falta de misericórdia y la dureza de su corazón y contrasta con la imagen dei amor dei padre, es decir, en el sentido de Lc 15, el her­ mano encolerizado constituye el polo opuesto a Jesus y a su amor. Aqui se ve ya claramente lo que se desarroUa más en el Apocalipsis; la ira de Ias naciones contra Dios está llena de presunción y de justicia propia (Ap 11, 18), y el enunciado de que el dragón persigue enco­ lerizado a la mujer celestial, demuestra como ese montar en cólera quiere atravesarse a los planes salvíficos de Dios. En Ap 12, 17, lo de ÔQylÇopai se atribuye al diablo como actitud típica suya. Cuando Mt 5, 22 emplea ô q y í Ço p a i para designar la conducta pecadora de un hermano con su hermano, entonces acentúa al mismo tiempo que ÔQYt^opai es cosa que pervierte al hombre. No sólo la acción (por ejemplo, el homicídio: Mt 5, 21), sino los mismos sentimientos y Ias palabras homicidas sitúan ya al hombre ante el juicio de Dios y lo llevan a la perdición. W. Pesch

3 orgilos colérico, iracundo* Tit 1, 7 en lo que se exige al episkopos: «no obstinado, no iracundo, no dado a la bebida, no pendenciero». ThWNT V, 420-422.

ÒQEYO^ai oregomai (en voz media) tratar de alcanzar, tender hacia, anhelar* 1 Tim 3,1; èjuoxojtfiç ÔQéyopat, «aspirar al ministério de obispo». Heb 11, 16; xpeíxTovoç ÔQÉYopat, «anhelar una patria mejor (es decir, la patria celestial)». En 1 Tim 6, 10 se habla dei vivo deseo de (pLA,aQYUQÍa (tér­ mino usado impropiamente por: aQYÚQLOv). ThWNT V, 449; DTNT H, 25s; Spicq, Notes n , 626s. ÒQElvóç, 3 oreinos montanoso* El femenino sustantivado r\ ÔQ8ivf| signifi­ ca la región montanosa / la serrania (LXX, Filón, Josefo). Lc 1, 39: Maria marcho eiç TTiv ÔQEiVT|v. Lc 1, 6 5 : fj ÔQeivq xfjç Touôaiaç, «la región montanosa de Judea». ÒQe^iç, ecDÇ, lí orexis deseo ardiente* En Rom 1, 27 se habla de los varones que (en vez de Ias relaciones naturales con la mu­ jer) «se encendieron en ardientes deseos (èv xfj ÔQé^EL afixcãv) los unos de los otros». ThWNT V, 449s; DTNT II, 25s; Spicq, Notes 11, 626s. ÒQ’d 'On;oôé(a orthopodeõ andar con pies

derechos, caminar rectamente* En Gál 2, 14 dícese de Cefas y de los judeocristianos: «no andan con rectitud (ôgdoitoôoüoiv) en cuanto a la verdad dei evangelio» (en Antioquía dejaron de tener comunión de mesa con los cristianos gentiles). Acerca de la imagen empleada cf. Prov 4, 26 LXX; Heb 12, 13 (-> ògb-óç). Sobre la frase preposicio­ nal TiQÒç xf]v aX,f|'&eiav xoü euaYYC^íot)- cf. Bauer, Worterbuch, s.v. Jtçóç III.5.f (cf. Lc 12, 47; 2 Cor 5, 10; Ef 3, 4). ThWNT V, 452s;

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ÒQ#07t0Ôé(fl - ÓQÍ^CO

G. D. Kilpatrick, en FS Bultmann 1954, 269274; F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), sub loco\ Spicq, Notes II, 628s. Òq ^ÓÇ, 3 orthos derecho, recto* Hech 14, 10 en Ias palabras dirigidas por Pablo al paralítico: «jPonte derecho sobre tus pies!». Sobre el empleo adverbial dei adjetivo cf. BlaB-Debrunner § 243,1. Heb 12, 13 (Prov 4, 26 LXX): «jHaced sendas derechas para vuestros pies!». ThWNT V, 450s; X, 1205 (bibl.); DTNTIH, 347s. ÔQdoTOnétrt orthotomeõ cortar en la dirección recta, distribuir rectamente* 2 Tim 2, 15 en la exbortación a Timoteo, que debe mostrarse como un diligente trabajador, «que distribuye rectamente la palabra de la verdad». Pero, según el sentido original dei término, ÔQ-doxopéoj puede significar: «ir por el camino recto», «proclamar derechamente» (la palabra), es decir, sin discusiones inútiles (Brox). ThWNT VIII, 112s; N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, 639s; Spicq, Notes n , 630. OQ^QÍ^tO orthrizõ estar levantado muy de manana* El verbo forma parte dei lenguaje de la LXX (Ex 24, 4; 4 Re 6, 15 y passim). En Lc 21, 38 dícese dei pueblo (kaóç) que se levantaba de madrugada (mQ^Qi^Ev) para oír a Jesús en el templo. Ôq^Oqiv Óç, 3 orthrinos de madrugada* Lc 24, 22: Algunas mujeres dei grupo de los discípulos de Jesus «estaban ya de madru­ gada» junto al sepulcro de Jesús (YEVÓftEvat ÔQ'&QLVaí).

ÒÇ'dQlOÇ, 3 orthrios de madrugada El adjetivo aparece en Lc 24, 22 Textus Receptus, probablemente como forma más fácil que la original -> ôq^^qivóç.

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Õ0 'd g o ç , o v , ó orthros madrugada, amanecer* Lc 24, 1: õqOqou PaOécoç, «al rayar el alba». Jn 8, 2 [v.l.]: ÕQ^&QOU, «muy de manana». Hech 5, 21: ujtò xòv õq^ qov, «al amanecer». ò g d ô íç orthõs (adv.) correctamente, debidamente, bien* Mc 7, 35: Xákéw ôp^Ocõç, «hablar correcta­ mente». Dícese dei sordomudo que fue cura­ do, y que antes había sido poyi^áXoç, «hablaba con dificultad» (v. 32). Õ£>ia, tov, XÓ. horia (los) confines, (el) te­ rritório* En el NT xò õpiov aparece únicamente en plural en el sentido de território. Sin mencionarse el nombre dei território; Mc 5, 17 par. Mt 8, 34; Mt 2, 16; Hech 13, 50; mencionándose el nombre dei território; Mc 7, 24.31a: xà ÕQia TÚqou (cf. Mt 15, 22); 7, 31b; AexaitoXecoç; 10, 1: xfíç T ouôaíaç (par. Mt 19, 1); Mt 4, 13: Za^ouXcnv x ai NEcpb^aXíp.; 15, 39: M ayaôáv. Óq ÍÇo) horizo determinar, fijar, declarar* I. Aparición en el NT - 2. Determinación / designación de personas (Cristo) - a) Rom 1, 4 - b) Hechos 3. Determinación / fijación de objetos. Bibl.: L. C. Allen, The OT Background o f (rteojÓQÍ^Eiv in the NT: NTS 17 (1970-1971) 104108; M.-E. Boismard, Constitué Fils de Dieu (Rom., I, 4): RB 60 (1953) 5-17; H. Conzelmann, El centro dei tiempo, Madrid 1974, 217 y 225; M. Dibehus, Aufsãtze zur Apg, Gõttingen ^1953, 30-35 (sobre Hech 17,

26); G. Dulon, ÓQÍÇto, en DTNT I, 315-318; J. D. G. Dunn, Jesus - Flesh and Sprint: An Exposition ofRomans L 3-4: JThS 24 (1973) 40-68: V. Gatti, II senso delVespressione O Q i a a ç m e o o X E T a Y l i é v o o ç x a i Q O Ó ç (Act. 17, 26 b), (tesis Gregoriana), Roma 1977; E. des Places, Actes 17, 30-31: Bib 52 (1971) 526-534; H. Schlier, Zu RSm 1, 3s, en FS Cullmann 1972, 207-218;

K. L. Schmidt, oeíÇo) % x\., en ThWNT V, 453-457; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1205s.

1. El verbo óçí^u) es un término preferido en la obra de Lucas (aparece 6 veces; Lc 22,

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ÓQÍÇü) - ÕQXOÇ

22 a diferencia de Marcos; Hech 2, 23; 10, 42; 11, 29; 17, 26.31), y en el resto dei NT no aparece sino dos veces (Rom 1, 4; Heb 4, 7). Prescindiendo de Hech 11, 29, el sujeto dei verbo es siempre Dios (así sucede también en -»■ itQOOQÍCco); el verbo se refíere predominantemente, sobre todo en la obra de Lucas, al plan salvífico de Dios; cf. Conzelmann, 217s. 2. a) Rom 1, 4 dice en una fórmula cristológica pre-paulina: El que procedia «de la es­ tirpe de David» «fue determinado» por Dios «como Hijo de Dios (xoü ÓQiaffévTOÇ uioü 'ftEOil)», y lo fue àvaoTáoecoç vexqcõv («en virtud de la resurrección de entre los muertos»). Como está indicado el punto des­ de el cual data la condición de Hijo de Dios, el verbo óqÍÇcl) tiene que significar aqui cons­ tituir, aunque el verbo en otras partes signifi­ que determinar, declarar o decretar. La fór­ mula pre-paulina (en la cual faltaba probablemente èv ôuváfX E t, que se lee en el v. 4), decia asi: «Jesus, que por su origen terreno era descendiente de David, es el Mesias terreno, a quien Dios ha declarado como el Hijo de Dios en conexión con su resurrección de entre los muertos, y ha entronizado así como Rey mesiánico» (Schlier, 215). b) Según Hech 17, 31 (final dei discurso pronunciado por Pablo en el Areópago), Dios juzgará al mundo èv àvôpl q» ôpioev, «por medio de un Hombre a quien él ha determina­ do (para ello)». Según Hech 10, 42, Pedro di­ ce ante Cornelio que Jesucristo es el «Juez determinado por Dios». En ambos pasajes dei libro de Hechos podría haber fórmulas cristológicas más antiguas (-> a), 3. Otros enunciados hablan de Ias disposiciones adoptadas por Dios, es decir, de su plan savífico. En estos enunciados, una cosa en acusativo es el objeto de la acción verbal de ÓQÍ^O) (tan sólo en Hech 11, 29 la decisión [aqui una decisión humana] se expresa por medio de un infinitivo: mpioav... jtépiJjai): según Heb 4, 7 Dios fijó «un dia»; según Hech 17, 26 Dios fijó «determinados tiempos» (sobre el debate acerca de si se piensa en

épocas dei ano, en épocas de la historia o en algo por el estilo, cf. Dibelius, Gatti, xatgóç). En forma correspondiente puede usarse también la voz pasiva: q ÓQiap.évq (3ouX.fi, «la resolución^yada», Hech 2, 23; o también puede decirse en sentido sustantivado; x ax à TÒ á)Qi0|j,évov, «según lofijado (por Dios)», el Hijo dei hombre «va por su camino», Lc 22, 22 (Mc 14, 21 dice en cambio: xaOtbç YÉYecutxai jteçl aúxoü). G. Schneider ÒQlVÓÇ 3 orinos montaííoso Forma alternativa de -> oqeivóç.

horkizõ pronunciar un juramento, conjurar ->• ÕQXOÇ. Ôq

xoç

,

ó q x l Ç oj

, Ó horkos j u r a m e n t o * horkizõ p r o n u n c i a r u n j u r a m e n t o ,

o v

c o n ju ra r*

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Campo referencial. B ib l: E. Bemeker, E id , en Pauly, L exiko n II, 209210; Billerbeck I, 321-337; R. Hiersche, N o te additionnelle relative à V étym ologie d’oQXOç e t d ’ò \iy v vai: REG 71 (1958) 35-41; H. G. Link, Juram ento, en DTNT II, 397-401; J. Schneider, õqxoç xtX., en ThWNT V, 458-467; E. Ziebarth, Eid, en Pauly-Wissowa V, 2075-2083; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1206. 1. En el NT los vocablos de la raiz Ó q x aparecen sólo aisladamente, con excepción de los sustantivos Õ q x o ç (que aparece 1 0 veces) y ÓQXCopooía (4 veces). Los testimonios de los términos se concentran principalmente en Mateo (donde õ q x o ç aparece cuatro veces, y además è^oQXÍÇco en Mt 26, 63, èmoQxéco en 5, 33, y trece veces el verbo —>■òjxvúto) y en la Carta a los Hebreos (donde õ q x o ç apa­ rece dos veces, ÓQxcopoaía cuatro veces, y además siete veces ôpvúco.

2. ÕQXOÇ designaba originalmente el bastón que se tenía en la mano al pronuncitu un

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OQXOÇ - OQ(iaCO

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un juramento de Dios, mientras que los sacer­ dotes dei AT deben su ministério a lo preceptuado en la ley. Los verbos ó q x l Ç © , e v o q x í Ç cu y è|oQxíÇo) pertenecen a un campo referencial distinto. En el NT aparecen siempre en el discurso en estilo directo, concretamente en el marco de una fórmula de conjuro: ó q x í Çcú ( o un compuesto dei mismo) seguido por el acusativo de la persona a quien se conjura, o por el acusa­ tivo (o x ax á y genitivo) de la autoridad a la que se invoca (en el NT: Dios o Jesus). Se tra­ ta en todo ello de una fórmula helenística co­ rriente para exorcizar demonios, que se encuentra frecuentemente en los papiros mági­ cos. Según Hech 19, 13, esta fórmula la usan è^oQXLOxaí judios, que invocan el nombre de Jesús. En Mc 5, 7 el poseso invierte Ias cosas y trata de pronunciar la fórmula de conjuro en contra de Jesús. En sentido atenuado, como expresión de una súplica ardiente que implora 3. En el NT, õqxoç se usa casi siempre en «conjurando», el verbo èvopxtÇ© aparece en 1 Tes 5, 27. También en Mt 26, 63, el verbo el sentido corriente, es decir, para corroborar È^OQxlÇm no debe entenderse tanto como la Ias palábras que una persona dice a otra per­ demanda de que se haga un juramento («hacer sona. Y, así, la adición de pExà ôpxou en la segunda negación de Pedro, en Mt 26,72, sig­ jurar»), sino como la exigencia encarecida y solemne de que se dé una respuesta. nifica una intensificación de lo ítfirmado. El juramento eleva de grado la obligatoriedad de F. Annen una promesa; Herodes no se atreve a quebrantar su juramento (Mt 14, 7.9; Mt 6, 26). YenÓQX(d|iO
juramento. En el NT õ^ hoç significa jura­ mento (en Mt 5, 33 quizás en el sentido de «voto»), es decir, corroboración de la palabra de una persona mediante la invocación de Dios como testigo de la verdad (cf. la «definición» que se da en Heb 6,16). En el NT se encuentran Ias siguientes expresiones: ôpvúco oQxov (Lx; 1, 73; Sant 5, 12: hacer un jura­ mento) 0 ÕQxq) (Hech 2, 30); pEaiTeúto õpxcp (Heb 6, 17; garantizar con unjuramento)-, óp.o^oYÉco p.E'9'’ ÕQXon (Mt 14, 7: prometer bajo juramento)-, àçvéojiat [TE'®’ oqkov (26, 72: negar bajo juramento)-, àjtoôíômpí t o ò ç ôgxouç (5, 33: cumplir los juramentos). En el NT no se observa una diferencia de significa­ do entre õpxoç y ÓQHCupooía. Asimismo, sin diferencia observable de significado, óqxíÇ© y los compuestos èvoQXÍÇco y E^opxíÇco significan hacer jurar o conjurar (Mc 5, 7; Hech 19, 13; 1 Tes 5,27; quizás Mt 26, 63).

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OQIXaOJ - OQOÇ

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En Hech 14, 5 (èyévETo ÓQfiT] xrôv èOvmv TE x a l ’Iouôaío>v) dícese dei ataque contra Pablo y Bemabé en Iconio. En Sant 3 ,4 díce­ se dei piloto cuya ÓQpr| gobierna la nave. ThWNT V, 468-472.

gún W. Eltester (en FS Bultmann 1954, 202227), óçoO^EoLai se refiere a rios y montanas (212 nota 14) o a los limites que Dios, en la creación, impuso a Ias aguas primordiales, no permitiéndoles que los rebasaran (214-219). Sin embargo, aqui se piensa seguramente en Ias «fronteras entre Ias naciones» (cf. v. 26a: jtãv E^Ovoç); cf., a propósito, M. Pohlenz; ZNW 42 (1949) 69-104, esp. 86; H. J. Cadbury, The Book o fA cts in History, London 1955, 36s; Spicq, Notes II, 631.

Õ Q iiljlia , a t o ç , TÓ hormêma ímpetu, vio­

OQOÇ, o v ç , TO oros montana, monte, ce­

29 dícese de Ias multitudes arremolinadas en Efeso: «que se precipitaron a una en el tea­ tro». ThWNT V, 468-472.

ÓQfMÍ, fjÇ, 1^ hormê impulso, ceio, avidez*

lência* Ap 18, 21: «Así será derribada con violên­ cia (ÓQp,fi[taTi) Babilônia, la gran ciudad». ThWNT V, 471. ÒgV£OV, OV, TÓ orneon ave*

Ap 18,2: Babilônia como «guarida de todas Ias aves inmundas y aborrecibles». 19, 17: Un ángel gritaba «a todas Ias aves que volaban por lo más edto dei cielo» para que vinieran al «gran banquete de Dios»; cf. 19, 21: «y todas Ias aves se saciaron de la carne de ellos». ÕQVl§, 1^ o m ix ave madre, gallina Lc 13, 34 Sin D W en vez de õpviç. Õq v iç , 1'^ oç , Ó (■q) om is ave, gallo (galli­ na)* La actividad dei ave o dei ave madre (f| õpviç) se considera como imagen de la solicitud protectora (cf. Dt 32, 11; Is 31, 5; Sal 36, 8): Mt 23, 37 par. Lc 13, 34. Schulz, Q, 346-356. horothesia trazado de fronteras; frontera fija* Hech 17, 26 en el discurso dei Areópago: Dios ha fijado (ópíÇco) t à ç ópo^&eoíaç xfjç xax o ix taç aíx tõ v (a saber, xmv àrOpcnn:o)v), es decir, «los limites fijos para su mo­ rada». Según M. Dibelius (Aufsãtze zur Apostelgeschichte, Gõttingen ^1953, 38), se piensa en «territórios fijos para el asentamiento». Seó ç o ^ d e a ía , a ç ,

rro* 1. Aparición en el NT - 2. õ q o ç en el contexto de los acontecimientos de la vida de Jesus - 3. Tradiciones y contextos apocalíptico-escatológicos - 4. El Monte Sinai. B ibl.: R. L. Cohn, The Sacred M ountain in A n cien t Israel, tesis Stanford University (Cal.) 1974; T. L. Donaldson, Jesu s on the M ountain. A Study in M atthean T heology, Sheffield 1985; W. Foerster, õpoç, en ThWNT V, 475-486; H. Haag, B erg, en H. Haag (ed.), B ib e lle xik o n , Zürich ^1982, 193; J. Lange, D a s E rscheinen d es A u ferstandenen im Ev. nach M t (FzB 11), Würzburg 1973, 392-446; X, Léon-Dufour, M ontana, en VTB 490-492; W. Schmauch, O rte d e r O ffenbarung un d d e r O ffenbarungsort im N T , Gõttingen 1956, 48-80; E. Stommel-(M. Kloeppel), B erge, en RAC H, 136-138; A. Strobel, D e r B erg d e r O ffenbarung (M t 28, 16; A p g 1, 12), en F S Stãhlin, 133-146.

1. De Ias 63 veces que aparece õpoç en el NT, 44 son en los evangelios: a) en el material narrativo: 11 veces en Mateo, 9 veces en Mar­ cos, 9 en Lucas y 3 en Juan; b) en el material de discursos: 5 veces en Mateo, 2 en Marcos, 3 en Lucas y 2 en Juan. Los restantes testimonios dei término se distribuyen así: 8 veces en el Apocalipsis, 4 en Hebreos, 3 en Hechos; el término aparece además en 1 Cor 13,2; Gál 4, 24.25; 2 Pe 1, 18. - Se menciona por su nombre el Monte de los Olivos (12 veces), el Monte Sión (2 veces) y el Monte Sinai (4 ve­ ces). Sin mencionar su nombre, Jn 4, 20.21 hace referencia al Monte Garizim, y Heb 8, 5 y 12, 20 al Monte Sinai. 2. a) En el material narrativo de los evan­ gelios, õpoç se usa como indicación dei lugar

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OQOÇ

o de la situación. Ahora bien, el infinitivo fi­ nal n:Qoagí)§aa'&aL (Mc 6,46 par. Mt 14, 23; Lc 6, 12; 9, 28) así como la comprobación de que el monte es a menudo el lugar de acontecimientos especiales, nos muestran que el monte es un lugar donde Dios se halla particularmente cerca (cf. también la acentuación de la altitud dei monte; Mc 9 ,2 par. Mt 17,1), En Marcos los montes son lugares donde se realizan acontecimientos de revelación que permanecen ocultos al pueblo; el monte don­ de se elige a los Doce (Mc 3, 13 par. Lc 6, 12), el monte de la Trasfiguración (Mc 9, 2.9 par. Mt 17, 1.9 / Lc 9, 28.37; cf. 2 Pe 1, 18), el discurso apocalíptico en el Monte de los Olivos (Mc 13, 3 par. Mt 21, 1 / Mt 24, 3). El OQOÇ aparece como lugar de oración en Mc 6, 46 par. Mt 14, 23. Las palabras que hablan de la entrada triunfal de Jesus en Jerusalén partiendo dei Monte de los Olivos (Mc 11,1 par. Mt 21, 1 / Lc 19, 29; Lc 19, 37) y de la mar­ cha de Jesús al Monte de los Olivos después de la Ultima Cena (Mc 14, 26 par. Mt 26, 30 / Lc 22, 39) deben entenderse como simple indicación de lugar o de situación. En Mc 5,11 par. Lc 8, 32 se menciona òqoç como el lugar donde pace una piara de cerdos, y en Mc 5. 5 los montes y las cuevas sepulcrales como lu­ gares de habiíadón caracterizan al poseso co­ mo persona impura y que vive aislada. En cinco pasajes Mateo toma de Marcos el concepto de oQoç. Pero, además, el monte es para Mateo el lugar de revelación ante el pue­ blo; en el Sermón de la Montaria (5, 1; 8, 1) Jesús da a su pueblo la nueva ley («contraste» con la legislación dei Sinai), y en un monte Jesús cura a muchos enfermos (15, 29). Jesús, después de haber resistido en el monte a la oferta dei diablo que le proponía darle todos los reinos dei mundo (4, 8), se revela a sí mismo en un monte en Galilea (28, 16) como Aquel a quien se ha conferido todo poder. Seis de las nueve veces que aparece õqoç en Lucas, están tomadas de Marcos. Ahora bien, el monte tiene más intensamente en Lu­ cas el carácter de un lugar de oración (cf. 6, 12; 9, 28; 23, 39ss). El Monte de los Olivos es el lugar donde Jesús pasa la noche (21, 37; cf.

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22, 39; x ax à xò ê^doç). Desde el borde de la cumbre dei monte en cuya ladera está edificada la ciudad de Nazaret (4, 29), quieren arro­ jar a Jesús al precipício. El enunciado implíci­ to en Hech 1, 12 de que Jesús ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos, se halla al servicio dei motivo de Jerusalén que tanto aparece en Lucas. En Juan 6, 3 ÒQOç designa un lugar solitá­ rio, donde Jesús da de comer a los cinco mil. Según 6, 15, Jesús se retira de la multitud pa­ ra dirigirse al monte. En 8,1 (cf. Lc 21, 37) se narra que Jesús (por la noche) se fue al Mon­ te de los Olivos. b) Muchas de las veces que õqoç aparece en el material de discursos, este término se haUa en un contexto apoccdíptico-escatológico (-> 3). La palabra que habla de la «fe que traslada montes», se encuentra en Mc 11, 23 par. Mt 21, 21; Mt 17, 20; 1 Cor 13, 2. Según Mt 5, 14, la altitud dei monte garantiza la buena visibilidad de la ciudad. xà õqt] desig­ na en Mt 18,12 un lugar peligroso para los rebanos de ovejas. - Según Jn 4, 20.21, Jesús quito toda importância especial a los montes (en este caso, al Garizim) y a Jerusalén como lugares para la oración y el culto. 3. Se mencionan las montanas como luga­ res de refugio y escondrijos durante las tribulaciones escatológicas; Mc 13, 14 par. Mt 24, 16 / Lc 21, 21; Ap 6, 15.16 (cf. Os 10, 8 LXX); cf. también Heb 11, 38. Según Lc 23, 30 (cf. Os 10, 8 LXX), la gente pedirá a los montes que caigan sobre ellos, a fin de esca­ par así al juicio de la ira divina. En Ap 6, 14 el hecho de que los montes y las islas sean re­ movidos de su lugar demuestra la gravedad dei terremoto, y en 16, 20 la desaparición de los montes indica el comienzo dei eschaton. A propósito de la predicación de penitencia por el Bautista, lo de «allanar montanas» en Lc 3, 5 (cf. Is 40,4 LXX), que es lo que ha de preparar el camino dei Mesías, debe entender­ se como la conversión. En Ap 8, 8 la montana caracteriza la magnitud de la estrella que cae al mar. Los siete montes en 17, 9 significan

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OQOÇ - oç

Ias siete colinas de Roma. En 21, 10 (cf. Ez 40, 2) el monte se menciona como lugar espe­ cial para contemplar el espectáculo. En 14, 1 Sión es el lugar de seguridad, donde se con­ grega el pueblo de Dios dei NT. En Heb 12, 22 2icbv ÕQOÇ es una manera de designar al nuevo pacto.

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ÒQX^O|iai orcheomai bailar, danzar* Aparece 4 veces en el NT: en Mc 6, 22 par. Mt 14, 6 dicese de Salomé, que bailó en pre­ sencia de Herodes; Mt 11, 17 par. Lc 7, 32: «Os tocamos la flauta, y no bailasteis (oúx VTB 233; W. Grundmann, Das Lukasevangelium (ThHK), 167.

4. El Sinai se menciona en Hech 7, 30.38 y ÕÇ, íj, Õ hos, hê, ho (pronombre relativo) Heb 8,5 por su importância como lugar de reque, quien, el que, el cual velación en el AT. Para Pablo el Sinai es sig­ no de la ley antigua y esclavizadora (Gál 4, 1. Empleo en el NT - 2. Concordância con el ante­ cedente - 3. C onstructio a d sensum - 4. Con preposi24.25). De igual modo, en Hebreos, se estaciones. blece un contraste entre el Sinai (12, 20) y el Monte Sión (12, 22), que es signo dei nuevo B ibL : Bauer, W õrterbuch, j.v.; BlaB-Debrunner § pacto. 293-297, 377-380; Kühner, G r a m m a tik II/l, 587s; H. Kleine ÒQVOao) oryssõ cavar, excavar, enterrar* El verbo aparece 3 veces en el NT: Mt 25, 18: ÔQU^ev Ytjv, «cavó en la tierra», para es­ conder en un hoyo la suma de dinero que se le habia confiado (cf. Billerbeck I, 971s); Mc 12, 1 par. Mt 21, 33: ôqu ^ ev újtoA.fiviov / À.T]vóv, «cavó un lagar».

ôçq)avóç, 3

orphanos desamparado, sin padres; sustantivado: huérfano* Aparece 2 veces en el NT: Jn 14, 18 en sen­ tido figurado, en Ias palabras de despedida de Jesus, que no va a dejar huérfanos / solos a sus seguidores (para la interpretación cf. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK], 478 nota 1; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, 109s con la nota 223; cf. también la relación entre maestro y discípulos en Platón Phaed 116a); Sant 1, 27 exhorta en un contexto parenético: èm oxéjttEO^at ôqcpavoòç x a l xiÍQCtç, «a visitar a los huérfanos y a Ias viudas» (como personas especialmente necesitadas de protección, cf. Ex 22, 21; Ez 22, 7; 2 Mac 3, 10; IgnEsm 6, 2; Herm [m] 8, 10; [s] 9, 26, 2; Mc 12, 40 v.L). Bauer, Wõrterbuch, r.v.; Billerbeck IV, 536ss y 559ss; ThWNT V, 486-488; BHH III, 2133; VTB 517.

11/2, 406-421, 434-439; Liddell-Scott, s.v.; Mayser, G ram m atik'Q Jl, 76-78; II/3, 98-108; Moulton, Gram m a r I, 91-94; III, 47-50; Radennacher, G ram m atik, 62s; V. Spottomo, T h e R ela tiv e P ro n o u n in the NT: NTS 28 (1982) 560-564.

1. En cuanto al uso dei pronombre relativo, el NT es más liberal que el griego clásico. a) No se hace distinción rigurosa entre el individual õç, que, quien, y el general ->• õottç, «cualquiera que», cf. paaikeX ôç, Mt 18, 23 y PaOL^Ei õaxiç, 22, 2, «a un rey que». Lucas emplea ôoTiç incluso con nombres propios (Lc 2, 4; Hech 8, 14s); en cambio, Pablo usa los términos correctamente. b) Algunas veces, como en el griego clási­ co, el pronombre relativo se encuentra después de un verbo de conocer, en lugar dei pro­ nombre interrogativo (indirecto): «sin saber lo que (õ) decía», Lc 9, 33; cf. Jn 13, 7; 18, 21; ambos pronombres alteman en 1 Tim 1, 7. c) Por influencia semítica, el pronombre personal de tercera persona puede anadirse pleonásticamente al pronombre relativo: «la mujer cuya hija» (nç... aÜTfiç), Mc 7, 25; cf. 1, 7; Mt 3, 12; Lc 3, 16s. d) El pronombre relativo se usa como demostrativo en los mismos casos en que el ar­ tículo se usa con sentido demostrativo ( ^ ó 1): con frecuencia ôç [tèv... ôç ôé, «.el uno... el otro»; ôç ôé, «pero él, Mc 15, 23. e) Algunas veces, Ias oraciones de relativo tienen adicionalmente sentido final o sentido

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oç - ooaiaç

consecutivo (el verbo se halla en futuro o en subjuntivo), y entonces el pronombre relativo puede o debe traducirse por la conjunción correspondiente: 1) Con sentido ofinal: el mensajero <.
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caso dei pronombre demostrativo omitido (atracción): onôèv mv étoQaxav = onôèv toÚTOOV a écÓQaxav, «nada de lo que ellos habían visto»; Lc 9, 36 (cf. 23, 14; Hech 8, 24); â ^ ia (bv èjtQÓ^aftEV, «digno de lo que hemos hecho», Lc 23, 41; t i Xo Xeív mv, «decir algo de lo que», Rom 15, 18; itegl mv, «por aquellos que», Jn 17, 9.

3. En algunas ocasiones el pronombre rela­ tivo difiere de su antecedente en cuanto al gê­ nero o el número {constructio ad sensum): a) Sobre el gênero gramatical se impone el gênero que corresponde al antecedente por su sexo o gênero natural: JtatóáQiov õç, «un 2. Con frecuencia el pronombre relativo se muchacho que», Jn 6, 9; eíívti ètp’ onç, «pueblos gentiles sobre los que», Hech 15, 17; cf. asimila en cuanto al caso a su antecedente 26, 17; Gál 4, 19; Col 2, 19. (pero casi únicamente cuando tendría que es­ b) El número (el sentido impone el número tar en acusativo). Esto se llama «atracción» o plural): JtXfí§oç itoXn oí, «una gran multitud «asimilación» dei relativo: que», Lc 6, 17s; jtóXiv Jtãoav èv alç, «toda a) èv òq(x f) (= f]v) oú Yivcboxei, «a una ciudad en la que», Hech 15, 36; ÔEnTÉpav hora que él no sabe», Mt 24, 50; èjtl rtãoiv èjuoToXriv èv aLç, «la segunda carta en la olç (= a) fjxonoav, «por todo lo que habían que», 2 Pe 3, 1. Raras veces aparece el singu­ oído», Lc 2, 20; tcóv ix'0'úa)V cnv (= onç) lar en vez dei plural: Flp 3, 20; Hech 24, 11. onvéXapov, «de los peces que habían cogic) Es una fórmula fija la expresión õ èoTiv, do», 5, 9; cf. 13, 9; 1 Cor 6, 19); ecoç xfjç «lo cual quiere decir», al dar una explicación, TipÉQaç f|ç (= fi), «hasta el día en que», Hech una traducción, etc.: Heb 7, 2; Mc 3, 17 y 1, 22; cf. 2 Cor 1, 4. - No hay atracción en ca­ sos como Hech 1, 21: èv XQÓvo) á), en el passim. tiempo en que, donde lo único que se hace es 4. Mediante la combinación con preposino repetir la preposición delante dei pronom­ ciones se forman expresiones fijas que tienen bre relativo (cf. 13, 2.38, etc.). valor de conjunciones: àv&’ tí)v, «porque, ya b) Por inclusión dei antecedente en la ora­ que», Lc 1, 20 y passim; ctqp’ on, «desde ción de relativo: JtE çl n;aaü5v mv eI ôov ô u que», 24, 21 y passim; áxQi ( ecoç, ItéxQi) oõ, vá[i£(ov, «por todos los actos de poder que «hasta que», Hech 7, 18; èv m, èv olç, «mienellos habían visto», Lc 19, 37; cf. 1, 4; Rom tras», Mc 2, 19 y passim; ècp’ d), «por lo cual, 6, 17; 2 Cor 10, 13. puesto que», Rom 5,12; 2 Cor 5,4; Flp 3, 12. c) A menudo falta el pronombre demostrativo al que se refiere el pronombre relativo W. Elliger (como sucede también a veces en nuestra lengua): «quien (= aquel que: õç) carga sobre sí su cruz», Mt 10, 38; ô Xéya), «lo que (= aqueÓaáxiç hosakis (adv.) siempre que, cada vez que* 11o que) digo», 10, 27; «bienaventurados (son Aparece tres veces en el NT, siempre en la aquellos) cuyas (= de los cuales [mv]) Ias iiüquidades han sido perdonadas», Rom 4, 7; de combinación óoáxiç èáv: 1 Cor 11, 25.26 en manera semejante 15, 21; Lc 7, 43; 2 Tim 1, relación con la Cena dei Senor; Ap 11, 6: 12; èv m, «aquello en que», Rom 14, 21. El óaáxiç èàv •OeXtiocooiv, «siempre que quieran». pronombre relativo puede quedar atraído al

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O01OÇ

3 hosios

santo, piadoso, agradable

a Dios* óaiÓTTlç, 11TOÇ, dad*

hosiotês santidad, pie-

ÕaiOÇ,

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chas por Dios a David; cf. además B. Lifshitz; ZDPV 78 (1962) 64-88, especialmente 73.

A diferencia de lo que sucedió en la LXX, õoioç no llegó a ser término técnico en el NT 1. Aparición y uso en el NT; significado en la LXX y fiie desplazado pronto por kvXzvxòç, y y uso de los términos en la lengua griega en general por otyioç como términos para designar a 2. De Dios y de Cristo - 3. De los creyentes. los creyentes, mientras que õoioç pudo alcanB ib l,: Bauer, W õrterbuch, í . u ; J. Ch. Bolkestein, zar cierta importância en los escritos de ca"Ooioç en Eõaejlfiç, tesis Utrecht 1936; M. Dibeliusrácter más marcadamente helenístico, con el H. Conzelmann, D ie P astoralbríefe (HNT), Tübingen sentido griego general de «puro / piadoso / '*1966, 36s; B. Hâring, D a s H e ilig e u n d d a s G ute, vinculado a Ias obligaciones (establecidas por München 1950; F. Hauck, õaioç ktX., en ThWNT V, 488-192 (bibl.); H. SeebaB, en DTNTIV, 158s; M. van los dioses)» (cf., a propósito, Platón, Eutyphr der Valk, Z u m W orte ooioç; Mnemosyne 10 (19416e, 12d, 15b, cf. también Hauck, 489 con la 1942) 113-140; más bibliografia en Syiog; cf. tamnota 10; Gorg 507b: xà òíxaia x a i xà õoia, bién ThWNT X, 1207. Pol 301d; xà JtQÒç xoòç àv&QÓmovç ôíx aia 1. En coraparación con -v ÕYioç (1), ve­ x a i xà JiQÒç xoòç ^ eouç õoia, Polibio, XXII, 10, 8; también Josefo, Ant X, 83). mos que OOIOÇ, que aparece 8 veces (cinco de ellas en citas dei AT), es un término relativa­ 2. Referido a Dios, õoioç aparece en los mente raro en el NT (no aparece en los evancânticos de alabanza, estrechamente relacio­ gelios, y se encuentra tres veces en Hechos, nados con expresiones dei AT, de Ap 15, 4 dos veces en Ias Pastorales [1 Tim 2, 8; Tit 1, 8] y otras dos en el Apocalipsis [15, 4; 16, 5]); (õxi póvoç õoioç) y de 16, 5 (ôíxaioç eí, ó mv x a i ó ■qv, ó õoioç); cf., a propósito, Dt 32, aparece además en Heb 7, 26. El sustantivo 4; Sal 144, 17 LXX. Ambos pasajes dei Apo­ òaiÓTr|ç aparece únicamente en Lc 1, 75 y en calipsis hablan de la santidad de Dios, en reEf 4, 24 (siempre en combinación con ôtlación con la redención escatológica o el juiJtaiooóvTi). cio escatológico; una santidad que es justa En la LXX õoioç se refiere casi siempre a los con una justicia que no se aüene a normas hu­ «piadosos» y traduce de ordinário el término hemanas, sino que establece -ella m isma- Ias breo 1}ãsid (en la mayoría de los casos en plural, normas dei derecho permanente. refiriéndose a la comunidad de los piadosos, que Hech 13, 34 recoge lo que se dice en Is 55, viven de acuerdo con el pacto con Dios, cf. Sal 3 LXX y con ello refiere a Cristo (futuro; Scb29, 5; 36, 28; 49, 5, en sentido absoluto en Sal 11, oco) Ias «fieles demostraciones de salvación / 2; 17, 26; 85, 2; Ewx)iT]OÍa óoímv, Sal 149, 1), de grada» (xà õoia Aanlô xà juoxá), aplipero no traduce q ã d o s ni s a d d tq \ puede usarse en general para designar la confianza y la esperanza cables originalmente a David. El enunciado de Ias personas piadosas en Dios (Sal 85, 2; 96, debe entenderse en conexión con el v. 35 10; Sab 4, 15 [junto a êtckettxoí] y como expre(igualmente en futuro; OÍ) ô tb O E iç xòv õoióv sión de la pureza y de lo que es agradable a Dios oon lòeiv õiaq)-boQáv, de tenor idéntido al (Prov 22, 11 [junto a ãpa}p.oi]; 10, 15). Como grupo nitidamente definido dentro dei pueblo en­ de 2, 27; en ambos casos, una cita dei Sal 15, 10 LXX), según lo cual la promesa salvífica contramos a los I f s i d t m - Ass\.bdXa\., desde la épo­ ca de los Macabeos: 1 Mac 2, 42; 7, 13; 2 Mac de Dios, dirigida hacia lo imperecedero, no 14, 6; cf. Filón, O m n . P ro b . L ib . 91, mientras que podia agotarse en David, que estaba ligado a la denominación falta en Qumrán. õoioç aparece una vida transitória, sino que necesariamente en Dt 32, 4 y Sal 144, 17 (en ambos casos junto a no encontro su cumplimiento sino con la resuôíxaioç) para referirse a la fidelidad y a la justirrección de Jesus (cf. vv. 36s). El punto prin­ cia de Dios; el plural xà ôoia se encuentra en Is 55, 3 ( ^ 2) en el sentido de «disposiciones» divi­ cipal de esta interpretación lucana dei AT re­ nas, para referirse a Ias promesas de salvación heside en la validez permanente de la promesa

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oaioç - oaoç

de salvación, la cual, según la santidad de Dios que descansa en sí misma, no podrá cumplirse sino en la salvación definitiva e imperecedera, y no en realidades históricas provisionales. En Heb 7, 26, ôoioç, que es un predicado propio de Dios, se trasfiere a Cristo como al Sumo Sacerdote verdadero y celestial: El es õoioç âx a x o ç ápíavxoç y, por ser el único que estaba libre de todó pecado, fue el primero que ofreció, por medio de su propia muerte, la verdadera expiación, válida de una vez para siempre (v. 27; cf., a propósito de êjtpejtev en el v. 26, lo que se dice en 2, 10). Por consiguiente. Cristo es santo por su completa conformidad con Dios, una conformidad que se refleja en el hecho de hallarse lejos de toda mancha y de toda maldad (cf. O. Michel, Der Briefan die Hebrãer^ [KEK], sub loco).

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208; Josefo, Ant XIX, 300; 1 Ciem 48, 4); y en Ef 4, 24 (èv ôixaiooúvT) x a l óoióxTjxi àlcnf^eíaç) el sustantivo se emplea para refe­ rirse a la condición dei hombre nuevo, creado a imagen de Dios: «en justicia y verdadera santidad», es decir, en conformidad plena con Dios en cuanto a Ias propias acciones y al propio ser (cf. también Col 3, 10). H. Balz ÓfflÓTilÇ, t|tO Ç , 1^ hosiotês piedad, santi­ dad ->■ õoioç.

Óoítoç hosiõs (adv.) piadosamente, santa­

mente, de manera agradable a Dios* En 1 Tes 2, 10, junto a ôixaíooç y à|a,ÉixjTxcoç, dícese de la conducta de Pablo hacia la 3. En Ias Pastorales se aplica õoioç a los comunidad: una conducta agradable a Dios, vivida con conciencia y de manera irreprocreyentes; según 1 Tim 2, 8, los hombres, en chable (cf. también Tit 1, 8; Heb 7, 26; Hen la oración, deben levantar a Dios «manos san­ [gr] 104, 12; 1 Ciem 45, 7; 2 Ciem 15, 3; -> tas / piadosas» (refiriéndose a la postura õoioç). adoptada corrientemente en la oración, que consistia en levantar Ias manos: ènaÍQOVxaç óoLonç lo cual se explica a continuaoa^iTi» ÍÍÇ> n osme aroma, olor ción: «sin ira ni contienda». Así, pues, õoioç, ->■ e iK o ò ía . como expresión original de la pureza cultuai (cf, puras ad caelum manus tollere, Séneca, Õaoç, 3 hosos tanto como, tan extenso co­ Nat III, Praef. 14; además, Josefo, Bell V, mo, tan prolongado como, todo lo que 380; IQS 9, 15; 1 Ciem 29, 1; cf. DibeliusPronombre correlativo, atestiguado desde Conzelmann), se aplica aqui a la conducta de la vida y a toda la actitud de la persona. Difi­ Homero; aparece 110 veces en el NT (y varias veces más como v.l.). Es sorprendente su acucilmente habrá influencia directa dei lenguaje mulación en Flp 4, 8 (en este versículo se ende los mistérios, aunque a los «mistes» se los cuentran seis de Ias siete veces que el término podia llamar también õoioi (Platón, Resp aparece en Fílipenses). El pronombre se en363c; Aristófanes, Ra 327 y 336; cf. Bauer, cuentra casi únicamente en nominativo y en j.v. l.a). EnT it 1, 8, baioç,piadoso/ agradaacusativo (BlaB-Debmnner § 293, 1); son ex­ ble a Dios, se halla junto a àvéYJt^ilToç, ocbcepciones: Lc 11, 8 (ômoEi axixü) õoov XQTl" (ppcov, ôtxaioç, èyxQaTfiç y otras virtudes en ^ei); Heb 8, 6 (õocp, en la medida que / por un catálogo de deberes dei jtgsopÚTeçoç o cuanto) y Ia expresión xoooúxq)... õom, tanto dei èjtioxottoç (cf. también 1 Tim 3, 1-7). más... que, Heb 1, 4; 10, 25. õoov puede de­ El sustantivo óoiÓTT]ç, con el significado signar también la extensión en el espacio (Ap de piedad / santidad, aparece en Lc 1, 75 pa­ 21, 16) y la extensión en el tiempo (èqp’ õoov ra referirse en general a Ias personas piadosas XQÓvo v , Rom 7, 1; èq)’ õoov, Mt 9, 15; õoov que viven en la salvación de Dios (èv óoióxT ]XQÓvov, Mc 2, 19). Con números y con indiXI x al ôixaiooúvT), cf. Sab 9, 3; Filón, Abr

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o a o ç - ooT iç

caciones de cantidad, õooç puede significair todo lo que (Jn 6, 11), o en plural, en combinación con Jtávteç (o ã;itavTeç), todos los que (Lc 4, 40; Jn 10, 8; Hech 3, 24 y passim; con el mismo significado sin JiávTEç, 9, 39; 10, 45 y passim). En comparaciones, oooç in­ dica Ias proporciones de Ias cosas compara­ das, cf. Mc 7, 36 (ooov..., jxã)i)LOv Jtepi,aoóTEQOV, «cuanto más..., tanto más»); Heb 3, 3 ( jc X.e Í oov. . . , 'HaU’ ôoov jtX.sítov, «tanto mayor..., cuanto mayor»); 10, 25 (Toaoúxcp pãÀ"kay 00(0, «tanto más, cuanto más) y passim. Expresiones especiales son el exclamativo exi pixQÒv ooov ooov, Heb 10, 37 (cita de Is 26, 20 LXX), «sólo un poco de tiempo, ‘;qué po­ ço, qué poco!' - sólo poquísimo tiempo» (->• [XiXQÓv; cf. BlaB-Debrunner § 304 nota 4); de manera parecida en Lc 5, 3 D: õaov ooov, «poquísimo» (en lugar de òLíyov). õajtEQ , 3 hosper el cual precisamente, el cual ciertamente Mc 15, 6 Textus Receptus: õ v jte p f|x o ú v x o (en vez de õ v JtaQT)xoí5vxo). ÒffTÉOV, Ol) (Ô a T o C v , o C ) , TÓ osteon

(ostoun) hueso, esqueleto En el NT, el término se usa únicamente en plural y sin artículo, con excepción de Jn 19, 36, donde aparece la forma contracta ôoxoõv en una cita de la LXX (Ex 12, 10.46; cf. BlaBDebrunner § 45 nota 2). En Lc 24, 39, el Resucitado insiste en que es él fisicamente, haciendo ver que él tiene carne y huesos. Según Mt 23, 27, los fariseos son como sepulcros llenos de huesos de muertos (cf. Haenchen I, 29-54, esp. 50). Heb 11, 22 hace referencia a los huesos de José (cf. Gén 50, 24); el térmi­ no aparece también en Ef 5, 30 v.l. (cita de Gén 2, 23 LXX). ô o T iç , fÍTiç, õ Ti hostis, hêtis, ho ti cual-

quiera que; (aquel) que; que, quien (pronombre relativo) B ib l.: Bauer, W õrterbuch, í .v.; BlaB-Debrumier, § 293, 300; H. J. Cadbury, T he R ela tiv e P ro n o u n s in

614

A cts a n d E lsew here: JBL 42 (1923) 150-157; Radermacher, G ram m atik, 75; V. Spottorno, T he R e la tiv e P ronoun in the NT: NTS 28 (1982) 560-564; Zerwick, E l griego d e i N T n.° 163-166.

1. En el texto dei GNT, el pronombre apa­ rece 148 veces (cf. VKGNTII, 202s), y se ba­ ila distribuído de manera bastante uniforme, con excepción de Marcos (sólo 5 testimonios), Juan (6) y Ias Cartas Católicas (5); pero, aparte dei acusativo 5 xt (Hech 9, 6, todo lo que\ con èáv, Mc 6, 23; 1 Cor 16, 2; Col 3, 17; y con âv, Lc 10, 35; Jn 2, 5; 14, 13; 15, 16, cualquier cosa que, todo lo que) y la fór­ mula fija eoúg õxou (junto a eioç ou, Mt 1, 25 y passim), mientras o hasta que (Mt 5, 25; Lc 12, 50; 13, 8; 15, 8; 22, 16, 18; Jn 9, 18), el pronombre aparece únicamente en nominati­ vo singular y plural. Mezcladas con el pro­ nombre relativo sencillo, se emplean de ordi­ nário Ias siguientes formas; en singular, õç, fjxiç, õ; ou, f|ç, oú, etc.; en plural, oíxtveç, aixiveç, â; cbv, etc. La forma oíxiveç (apare­ ce 60 veces en el NT) se baila con especial frecuencia en Hechos (18 veces de los 24 pasajes de Hechos con alguna forma de ôcruç). 2. ooxiç ejerce diversas funciones: a) ôopuede servir para la generalización, por ejemplo, en Mt 7, 24, aqui incluso -en forma pleonástica- con rtãç (como en 10, 32; 19, 29), aquel que (con jtõç y èáv, Col 3,17). b) ôoxtç puede tener sentido cualitativo, por ejemplo, en Mt 7,15: «Guardaos de los falsos profetas, (en efecto, estos son aquellos) que vienen a vosotros vestidos con pieles de ovejas...». Correspondientemente, Rom 16, 3-7 alterna entre õoxiç y oç. Cf. Bauer y Zerwick. c) ooxiç -particularmente en la Koiné- puede reemplazar a 5ç; compárese Mt 18, 23 con 22, 2, donde, después de exactamente la misma frase de introducción (bfxoLcóO^ri... |3aoiLsi, se continua una vez con õç y otra vez con ôoxtç; en forma parecida, compárese Rom 4, 16 con Gál 4, 26; cf. además Heb 9, 2.9; 13, 7. - So­ bre õoxiç como pronombre interrogativo cf. BlaB-Debrunner § 300. XLÇ

W. Radl

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OOTOUV —OTE

ôoT oC v, oC , TÓ ostoun hueso, esqueleto

-V ôaxéov. ÔaTgáxiVOÇ, 3 ostakinos de barro, de arcilla* En el NT se encuentra únicamente la combinación o>c£'ú'n ò atg áx iv a , «vasos de barro / frágiles» (cf. Lev 11, 33; también Dan 2, 34.42 LXX; Lam 4,2; Artemídoro, Onirocr V, 25): 2 Cor 4, 7, donde se usa en sentido figu­ rado para referirse al cuerpo débil y «frágil» dei apóstol como «vaso» para el nuevo minis­ tério de gloria (èv ôoxQaxivotç oxeúeoiv, cf. además, R. Bultmann, Der zyveite Briefan die Korinther [KEK], sub loco); en 2 Tim 2, 20 se dice en sentido figurado que los falsos maes­ tros son oxeÚT] ^úXiva x a l ôoxpáxiva (por contraste con XQUoã x a i cíQYUQã). õa
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ÕTav hotan entonces, cuando, siempre que

Las 123 veces que aparece el término se concentran en los evangelios (19 testimonios en Mateo, 21 en Marcos, 29 en Lucas [en Hechos únicamente en 23, 35; 24, 22], 17 testi­ monios en Juan); por lo demás, õxav aparece 12 veces en 1 Corintios (nueve de ellas en el capítulo 15 y siguiente) y 9 veces en el Apocalipsis. La partícula temporal õxav (sobre el signi­ ficado repetitivo cf. BlaB-Debrunner § 367 nota 1) lleva ordinariamente subjuntivo (co­ mo en la lengua clásica), acercándose en su significado a èáv (cf. Kühner IE2, 447s; BlaB-Debrunner § 382, 2.3; cf. especialmente 1 Jn 2, 28, donde la mayoría de los manuscri­ tos leen õxav en vez de èáv): con presente, casi siempre con sentido repetitivo, siempre que / cada vez que, Mt 6, 2.5.6.16; con senti­ do no repetitivo y seguida de xóxe, «cuando... entonces», 1 Tes 5, 3; la expresión ecoç xfjç fipégaç êxeívTjç õxav... irivco, en Mc 14, 25 par. Mt 26, 29, es una circunlocución de la la expresión clásica j i q i v ãv, «hasta el día en que... / antes que»; se usa ífecuentemente con aoristo, cuando designa una acción que prece­ de a la de la oración principal (va seguida a menudo por xóxe): Mt 5, 11; 9, 15; Mc 4,15. 16.29.31.32; 8, 38; Lc 6, 22 (bis); Rom 2, 14; 2 Cor 13, 9 y passim. Más raras veces õxav va seguida de indica­ tivo (como en la época posclásica, cf. BlaBDebrunner § 382, 4), en futuro o en presente, para expresar una expectativa: Mc 11, 25, ca­ da vez que; Lc 13,28 v.l.; Ap 4, 9 (cf. también BlaB-Debrunner § 382 nota 8); con aoristo en Mc 11, 19 (sentido repetitivo): Ap 8, 1 (en el sentido de la v.l. õxe, «cuando»); con imperfecto en Mc 3,11 (sentido repetitivo). Õ te hote cuando, al tiem po que, después que En el NT, õxe aparece 103 veces (y varias veces más como v.l.), doce de ellas en cada uno de los Evangelios sinópticos, 21 en Juan, 10 en Hechos y 13 en el Apocalipsis. Como conjunción (con indicativo) õxe de­ signa el momento en que sucede algo, y va se-

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OTE - OTOV

guida principalmente dei aoristo (BlaB-Debrunner § 382, 1); õ te è j t i a t e n a a f i E V , « e n el tiempo en que empezamos a creer», Rom 13, 11; en Mateo es frecuente como fórmula de transición, J t a i èyÉVETO õ t e , «y sucedió que, cuando...», 7, 28; 13, 53 y passinv, cf. además Mt 11, 1; Lc 22, 14; Gál 2, 11 y passinv, con imperfecto, mientras, Mc 14,12; 15, 41; Rom 6, 20; 1 Cor 12, 2; con perfecto, después que, 1 Cor 1 3 ,11b; con presente, cuando, Mc 11,1 (presente histórico, cf. el imperfecto en el có­ dice D); mientras, Heb 9, 17. Õt e , después de un sustantivo que indique tiempo, puede sustituir también a un pronombre relativo; EQ /erai &Qa (...) õxe, Jn 4, 21.23; 5, 25; êgxExaL v ú | õ t e , 9, 4; Eoxai y àp xaigòç õxe, 2 Tim 4, 3; cf. además Lc 17, 22; Jn 16, 25. Suponemos que, en Lc 13, 35, basándose en õ x e , hay que sobreentender xaiQÓç: êooç TÍ|ei õxe eíirqxe (tan sólo aqui en subjuntivo, cf. la v.l. ecoç âv), «hasta que llegue el momento en que digáis...» (Bla6-Debrunner § 382, 2). OTl hoti que, porque 1. Aparición y uso - 2. õxi = que - 3. õxi recitativo - 4. Uso causai. B ib l.: Bauer, W õrterbuch, í .v.; BlaB-Debrunner § 388, 2; 394, 4; 396s; 408, 1; 456, 1; 470, 1; Kühner, G ra m m a tik U/2 (s.v. en el índice analítico); Mayser, G r a m m a tik II/l, 310-316; II/3, 46s, 204; Moulton, G ra m m a r II, 453s, III, 49s, 136s, 318; Radermacher, G ram m atik, 78, 179, 184, 192s, 195-197, 208s.

1. La conjunción õxi, que aparece en total 1297 veces (y que originalmente fue la forma neutra de õoxiç), se distribuye de manera re­ lativamente uniforme entre los escritos dei NT, aunque el uso de la misma se concentra de manera especial en los escritos joánicos (Evangelio de Juan y Carta primera de Juan). El empleo de õxi en el NT corresponde en lo esencial al uso de esta conjunción en la lengua clásica. Pero, apartándose dei mismo (excepto en Lucas, en Hebreos y en Pablo), õxi se emplea con más frecuencia que Ias construcciones de infinitivo o de participio, que son usuales en la lengua clásica. Son sinôni­

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mas de õxi, que, Ias partículas (bç o jtcõç, que tienen no obstante un matiz subjetivo más in­ tenso. 2. ÕXL, que, indica el contenido o el objeto, después de verbos que significan percepción a través de la mente o de los sentidos (Mt 2, 22; 24, 33 y passim), o el acto de creer, opinar, pensar, juzgar, esperar (Mt 5, 17; 6, 7; Jn 11, 50 y passim) y de decir y anunciar (Lc 22, 70; Rom 10, 2; 1 Cor 15, 50 y passim). Con fre­ cuencia el sujeto de la oración de oxi es tras­ ladado a la oración principal y allf se convierte en objeto de la acción dei verbo (por ejemplo, Hech 4, 13c; 1 Cor 16, 15b). - En los es­ critos joánicos, õxi se encuentra también en lugar dei infinitivo epexegético (Jn 3,19; 1 Jn 4, 9.13 y passim). Como partícula interrogativa, ^qué? / ipor qué?, õxi se encuentra en interrogativas indi­ rectas y parece que también en interrogativas directas (Mc 2, 16c; 9, 11; Jn 8, 25 v.l.; Hech 9, 6 v.l. y passim). - A veces õxi tiene también significado consecutivo: de suerte que (Mt 8, 27 par.; Heb 2, 6 y passim). 3. El õxi recitativo realiza la función de los dos puntos que introducen una cita en estilo directo (Mt 7, 23; Mc 1, 37; Jn 10, 36; 2 Tes 3, 10 y passim). De esta manera se introducen también citas de la Escritura (Mt 21, 16; Mc 12, 19; Lc 2, 23; Jn 10, 34 y passim). 4. õxi introduce oraciones subordinadas causales: porque /y a que (Mc 1, 34; Jn 8, 47; 20, 29; Rom 9, 32 y passim). Pero, a menudo, la subordinación es tan débil, que se recomienda la traducción por pues (Mt 7, 13; Lc 9, 12; 13, 31; 2 Cor 4, 6 y passim). H. Kleine ÕTOU hotou (genitivo) de cualquiera que; después de preposiciones: entonces, cuan­ do* En el NT, el genitivo õxou dei pronombre õaxiç aparece 5 veces en la expresión prepo­ sicional fija êcúç õxot), hasta el tiempo en

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OTOD - OD

que), con indicativo en Jn 9,18, con subjuntivo en Lc 12, 50; 13, 8; 15, 8 v.l.; 22, 16.18 v.L; con el significado de mientras / por el tiempo que (con indicativo) en Mt 5, 25 (cf. BlaB-Debranner § 455 nota 5.6; cf. también ^ ôç 4). Ol) hou (adv.) donde, adonde El advérbio de lugar, formado dei genitivo de -> õç, aparece 24 veces en el NT, especial­ mente en los escritos lucanos (5 veces en el Ev. de Lucas [tan sólo en pasajes originales de Lucas, en los demás sitios 0^:00] y en 22, 10 v.l.; 8 veces. en Hechos y en 20, 6 v.l.; cf. BlaB-Debrunner § 293 nota 4). Por lo de­ más, el advérbio aparece 3 veces en Mateo y otras tantas en Romanos, y una vez en cada uno de los escritos siguientes: Cartas primera y segunda a los Corintios, Colosenses, Hebreos y Apocalipsis; ou no aparece en Marcos ni en los escritos joánicos (con excepción de Jn 11,41 V.L). ou, lo mismo que en nuestra lengua, puede sustituir a un pronombre relativo y viene casi siempre después de un sustantivo que designa un lugar: donde / en donde, Lc 4, 16.17; 23, 53; Hech 1, 13; 7, 29 y passim; además, èrcávco oú, «el lugar donde», Mt 2, 9; oú... èxEÍ, «donde... allí», Mt 18, 20 (son posibles el sen­ tido propio y el sentido figurado); en sentido figurado en Rom 4, 15: ou ôè oux eoxiv vópoç, «donde no hay ley...», para designar la condición bajo la cual tiene aplicación alguna cosa; cf. 5, 20; 2 Cor 3, 17. En el sentido propio de adonde, 1 Cor 16, 6: ou èàv JtOQEÚcopai, adondequiera que vaya»; eiç... xóitov oú, «a cualquier lugar adon­ de», Lc 10, 1; etç t ò õ q o ç o u , Mt 28, 16; eLç xf]v xrópT]v o ú , Lc 24, 28. o it ou no* En el NT, oú (con acento) aparece 17 ve­ ces; en Jn 1, 21 y 21, 5 se encuentra como la respuesta negativa /no! (aisladamente, sin adición alguna); de otra manera, en Mt 13,29; Jn 7, 12; en juegos de palabras vai x a l oú en 2 Cor 1,18.19; la negación aparece duplicada

en vai vai, oú oú en Mt 5, 37; sustantivada; xò vai v ai x a l xò oú oú en Sant 5, 12; 2 Cor 1, 17 (->• v ai 3). Aparece además al final de la frase, con el mismo significado que oú: Mc 12, 14 par. Mt 22, 17 / Lc 20, 22; Lc 14, 3; Rom 7, 18. Blafi-Debrunner § 432, 1 con la nota 1; 493 nota 2; oú 1.3.

oí) (oí)>c, oi&x) ou (ouk, ouch) no oú ou no 1 . Aparición en el NT - 2. Función estilística en la retórica teológica - 3. El «[no!» rotundo. B ib l: Bauer, W õrterbuch, en el índice analítico.

s.v.;

Blafi-Debrunner, í . v .

1. En el NT el vocablo oú aparece 1612 veces. Falta únicamente en la Carta a Filemón. El vocablo oú aparece 17 veces. En el NT la partícula de negación se en­ cuentra como negación objetiva (no) y como exclamación (/no.'); delante de vocales con espíritu suave adopta la forma oúx; delante de vocales con espíritu áspero, la forma oúy. Con acento (oú) la partícula se usa como res­ puesta negativa: /no.', por ejemplo, en Mt 13, 29; Jn 1, 21; 7, 12; 21, 5. Sobre todo en citas de la LXX oú traduce la negación hebrea lõ ’, frecuentemente en combinación con un participio o en forma de futuro de prohibición, «no (matar-)ás», Mt 5,21; 19,18; Rom 7,7; 13,9; ajustándose al tenor literal dei Decálogo en Ex 20, 13.17; Dt 5, 17-21. Se usa con predilección en preguntas retóricas a Ias que se es­ pera respuesta afirmativa: Mt 6, 26; 17, 24; 27,13; Mc 6, 3; 7,18; 12, 24; Lc 11, 40; Jn 4, 35; 6, 70; 7, 25; Hech 9, 21; Mc 4, 38 con ocasión de la tempestad en el lago; «Maestro, l/u> te importa que perezcamos?». En Ias preguntas en que el verbo lleva ya la negación oú, esta negación puede contrarrestarse por medio de la partícula interrogativa fxf|, ^ acaso? (que exigiría propiamente una respuesta negativa), de forma que lo que en realidad se formula es una afirmación positi­ va, cf. Rom 10, 18; p^q oúx qxonoav;, «/.Acaso no han oído? jCiertamente que sí!»; 1 Cor 9,4: pf) oúx exoE^'v-è|onoíav;, «/Aca-

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OD - o v a i

so no tenemos derecho...? jCiertamente que sí!»: 1 Cor 11, 22; |rT) oíjiíaç otix «^Acaso no tenéis casas (para comer y be­ ber)? jClaro que sí!». - Las figuras retóricas on... ôé (Hech 12, 9.14; Heb 4, 13.15), ov [róvov, àXkà («aí) y ou... eí |xi) son muy frecuentes, especialmente en Pablo. 2. La partícula de negación desempena una función retórica importante en la argumentación apologética, porque con ella se hace un vivo énfasis para deslindar y distinguir bien entre puntos de vista y prácticas, y puede lograrse así un gran efecto de contraste; cf., por ejemplo, Mt 6, 24: No podéis servir a Dios y a Manmón. En Gál 4, 8s: tòte onx... vüv ôé («En aquel tiempo, desde luego, cuando no conocíais a Dios, servíais a dioses que en realidad no lo son. Pero ahora...»). O en 2 Cor 4, 8: 'fl'>,Lpópevoi àXX' oii oTEvoxcüQonpEvoi («Estamos afligidos en todo, pero no agobiados; en apuros, pero no desesperados»). Este mismo tono apologético de fondo se escucha en Rom 9, 25: tò v ov Xaóv pou («A los que no eran mi pueblo, llamaré ‘pueblo m ío’») (cf. Os 2, 25; 1 Pe 2, 10); de igual modo en Rom 10, 19: onx e^ voç («Un pueblo que no es pueblo», Dt 32, 21). La negatividad de lo que de hecho no es, puede trasformarse en la positividad de lo que de hecho es, mediante la elección por parte dei Dios creador y omnipotente (cf. Rom 4, 17: «Dios que da vida a los muertos y llama a la existência a las cosas que no existen»). 3. Repetidas veces el NT acentúa la rotundidad dei «no» (on) como convicción firme y clara manifestación de fe. Mt 5, 37: «Vuestro ‘s f sea ‘sí’, vuestro ‘no’ sea ‘no’; lo que pasa de ahí, viene dei maligno». De manera pareci­ da se expresa Sant 5, 12: «Antes bien, vuestro ‘sí’ sea ‘sí’ y vuestro ‘no’ sea ‘no’, para no incurrir en juicio». La exigencia de absoluta veracidad y fidelidad en las afirmaciones hace que sea supérfluo todo juramento; cf. Hen (esl) 49, 1; Billerbeck I, 337. También Pablo conoce esta ética de la rotundidad y dei carácter rectilíneo en las afirmaciones: 2 Cor 1, 17:

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«O lo que me propuse, i,me lo propuse confor­ me a la carne, para que en mí hubiera ‘sí, sí’ y ‘no, n o ’ al mismo tiempo? El Hijo de Dios «no fue ‘sí’ y ‘no’; en él no hubo más que ‘sí’» (v. 19). Pablo da a esta rotundidad un fundamento dogmático en el hecho de que Jesucristo encarna el ‘sí’ global de Dios al mun­ do, a la historia y a la humanidad; en la encamación dei Hijo, Dios dijo -por principio‘sí’ al mundo y a cada una de las personas. De esta fe dimana también la rotundidad dei ‘no’, y la veracidad y la confianza que la autoridad apostólica reclama de la comunidad. P.-G. Müller

ova

oua jbah!, jeh!’^ En Mc 15, 29, la interjección de asombro oi)á introduce las exclamaciones de burla de los que pasaban junto a la cruz.

ovai ouai

jay de!; sustantivado: (el) ay’'‘ 1. o naí es un semitismo dei NT (cf. el hebreo hôy, ’ôy), pero es también un latinismo (cf. el latín vae); aparece como interjección de dolor, de lamentación y principalmente de amenaza en 41 pasajes dei NT; además de aparecer en 1 Cor 9, 16 (interjección sustantivada) y en Jds 11, se encuentra principalmen­ te en el Apocalipsis (en 9 pasajes; 8, 13 [triple ay]; 18, 10.16.19 [en los tres casos un triple ay]; 12, 12; como interjección sustantivada [indeclinable] en 9, 12 [bis]; 11, 14 [bis] los «tres ayes») y en los Evangelios sinópticos (13 veces en Mateo, 2 en Marcos, 15 en Lu­ cas), donde hay que destacar especialmente las series de ayes pronunciados por Jesús (Mt 11, 21; 18, 7 dos ayes, 23, 13.15.16.23.25.27. 29 siete ayes; Lc 6, 24-26 cuatro ayes; 10, 13 dos ayes, y 11, 42.43.44.46.47 seis ayes). Casi siempre o n a í se construye con dativo (30 veces, incluido Lc 17, 1 [oíiaí ôi’ ou = oíiaí TOÚT(p ôi’ ou]), con nominativo (en función de vocativo) en Lc 6, 25b (pero cf. también 6, 25a); Ap 18, 10.16.19; con acusativo en Ap 8, 13; 12, 12; seguido por ôrav (sin indicarse la persona) en Lc 6, 26; seguido por ÕTi en Lc 6,

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oíiaí - 01!ôé

24s; 11,42-44.46 (ouaí pospuesto).47.52; Jds 11; seguido por lá v en 1 Cor 9, 16; cf. tambiénBlaB-Debrunner § 190 nota 2; 412 nota 10 .

2. En el AT, el clamor de jay!, como lamentación y especialmente como amenaza, pertenece especialmente a la manera de hablar de los profe­ tas (Os 7, 13; Is 1,4; 10, 5; Jer 23, 1; Ez 24, 6; Is 5, 8-22 seis ayes; junto a macarismos en Is 3, 9ll;E cl 10, 16s; Tob 13, 12.14; cf. también ApBar [sir] 10, 6s); en Hen (et) se encuentran series de ayes; 94, 6ss; 95, 5ss tres ayes; 96, 4ss cinco ayes; 97, 7s dos ayes; 98, 9-99, 2 ocho ayes; 99, llss cinco ayes; 100, 7s dos ayes, frente a los cuales hay un macarismo en 99, 10. Los ayes dei NT se ajustan a la manera de hablar de los profetas. Sobre todo en la tradición de Jesus, se trata de la amenaza de que­ dar excluído de la salvación escatológica y de incurrir en el juicio: Los ayes pronunciados por Jesús van dirigidos contra ciudades (Mt 11, 21 [bis] par. Lc 10, 13 [bis]), contra el cosmos (Mt 18, 7a), contra determinadas personas (18, 7b par, Lc 17, 1), contra los escribas y fariseos (Mt 23, 13ss; cf. Lc 11, 42ss; cf., a propósito, Bultmann, Geschichte, 118120; W. Grundmann, Das Lukasevangelium [ThHK], 244ss). De Marcos proceden el cla­ mor de lamentación apocalíptica en 13, 17 par. Mt 24, 19 / Lc 21,23 y la exclamación de jay! por el traidor a Jesús en 14, 21 par. Mt 26, 24 / Lc 22, 22. A los cuatro macarismos (-+ p ax áçio ç 4.a) dei discurso dei llano, Lu­ cas contrapone cuatro ayes antitéticos de aná­ logo contenido y estructura (6, 24-26: redaccional: Dupont, Béatitudes I, 299ss; Ch. Michaelis; NovT 10 [1968] 148-161: P. Klein: ZNW 17 [1980] 150-159, etc.; de lafuente Q; Bultmann, Geschichte, 117; H. Schürmann, Das Lukasevangelium I [HThK], sub loco', G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas [ÕTK], sub loco, etc.] En el Apocalipsis, la tripé exclamación apocalíptica de jay! (8, 13) anuncia los horro­ res dei fin de los tiempos, que han de caer so­ bre la humanidad incrédula (cf. la floja vinculación con la «quinta trompeta», en 9, 12, y

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también en 11, 14; 12, 12). La exclamación sustantivada Tj o n aí es tratada en 9,12; 11,14 como femenina (cf. fj ■Ô-X.tipiç y otras expresiones por el estilo; BlaB-Debrunner § 58 no­ ta 2), En 18, 10.16.19 se escucha un clamor de lamentación, repetido tres veces, que es proferido por quienes contemplan de lejos la caída de «Babilônia» (cf., a propósito de la duplicación de onaí, Am 5, 16; Miq 7, 4; so­ bre Babilônia, Jer 28, 2 LXX; además Ez 26s. BHH III, 2147 (bibl.); Haag, Diccionario, 183s (bibl.); P. Klein, Die lukanischen Weherufe Lk 6, 24-26: ZNW 71 (1980) 150-159; A. D. Lowe: Her. 105 (1967) 34-49; J. C. Margot: BiTr 19 (1968) 26s. H. Balz OVÔafiMÇ oudamõs (adv.) de ningún m o­ do, absolutamente no* En Mt 2, 6 se designa a Belén como onôapcòç èXaxíoTT]... 8v Toiç f|YE[tóaiv (a diferen­ cia de Miq 5, 1 LXX; èXiYooncòç... èv xiXiáOLV lonôa). OVÔé oude ni, y no, tampoco, ni siquiera En el NT, oíiôé aparece 143 veces, especiahnente en los evangelios (27 veces en Mateo, 10 en Marcos, 21 en Lucas, 17 en Juan), en los Hechos (12 veces), en el Apocalipsis (11 veces), en la Carta primera a los Corintios (10 veces) y en Gálatas (9 veces). Como conjunción negativa, oíiôé conecta oraciones negativas o partes de la oración ne­ gativas, y se encuentra principahnente después de on: ni, y no (Mt 6, 20.28; Mc 4, 22; Jn 6, 24 y passini): después de onôeíç en Mt 9, 17; Ap 5, 3 (onÔEÍç... onôè... onôé, «nadie... ni... ni»; onôè Y«Q, «porque ni», en Jn 5,22; 8,42; con el significado de tampoco, en Mt 6, 15; 21, 27; 25, 45; Rom 4, 15; 1 Cor 15, 13 y passim; en la construcción onôè yàq, «pues tampoco», en Gál 1, 12. Ahora bien, onôè puede servir también pa­ ra acentuar un hecho extraordinário: «Ni si­ quiera Salomón se vistió como uno de ellos», Mt 6,29; cf. además Mc 5, 3; 12,10; Lc 7, 9;

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ovôé - ovôeíç

12, 26; 23, 15; 1 Cor 3, 2; 5, 1 y passim; ovbúç... ovòè... ovòÉ, en Mc 13, 32 par. Mt 24, 36 («nadie... ni siquiera... ni tampoco»)', ouôè elç, «ni uno«, Mt 27, 14; Hech 4, 32; Rom 3, 10 (cf. BlaB-Debrunner § 445, 2); oíiôé puede reforztir también un ov preceden­ te; Lc 18, 13 (oíJM fjO-eXev oíjôé, «no queria ni siquiera»-, Hech 7, 5; cf. también Rom 3, 10. Bauer, Wôrterbuch, s.v. (bibl.).

626

Jn 8, 15; 18, 31; Hech 4, 12; 1 Cor 6, 5; ovxÉTi... ouôelç, Mc 9, 8; 12, 34; ouôeiç oujtm, ««adie...todavia», Lc 23, 53; Mc 11,2; ouôé310) ouôelç. «todavia ninguno», Jn 19, 41; Hech 8, 16; ouôè... ouxéxi ouôelç, «nadie (habia podido hasta entonces sujetarle con una cadena)», Mc 5, 3; ouôevl ouôév, «(y no dijeron) nada a nadie», Mc 16, 8. En sentido figurado, el vocablo designa una realidad insignificante, inaplicable, sin valor, nula: «El que jura por el templo, (su juramen­ ovòeíç, ovòe^ia, ovôév oudeis, oude- to) es inválido», Mt 23, 16; cf. Jn 8, 54; 1 Cor mia, ouden nadie, ninguno, nada 7, 19; el x a l ouôév elpi, «Aunque (a vuestros oíiO^EÍç outheis nadie, ninguno, nada ojos) no soy nada», 2 Cor 12, 11; Hech 21, 24; 25, 11. El acusativo ouôév, «en ningún 1. Aparición en el NT - 2. Función en la argumentación teológica - 3. Para la descripción de la exclusiviaspecto, en ninguna relación, en ningún mo­ dad cristológica. do»: oúôèv ôiatpÉQei, «no se diferencia en nada», Gál 4, 1; oú'&èv ôiéjcQivev, «(y no Bibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.: BlaB-Debrunner, j.v. en el índice analítico. hizo) ninguna diferencia (entre nosotros y ellos)», Hech 15, 9; Touôalouç ouôév f|ôl1. En el NT, oôÔEÍç aparece 227 veces (19 Kí\aa, «a los judios no les he hecho injusticia veces en Mateo, 26 en Marcos, 33 en Lucas, en modo alguno», Hech 25, 10; ouôév poi 53 en Juan, 25 en Hechos, 49 en el Corpus ôiaq^epei, «me es indiferente», Gál 2, 6. Paulinum, 12 en el Apocalipsis), en Ias for­ mas gramaticales siguientes: ouôeíç (98 ve­ 2. Los vocablos ouôelç xrk. despliegan su ces), oôôepia (3), ouôeftiav (8), ouôév (85), relevância semântica especialmente en la argumentación apologética en favor de la resouôéva (16), otiôeví (9), onôevóç (8). Adetricción excluyente que es propia dei reino de más, la variante ortográfica o u -Oe íç aparece 5 veces en la forma ouO-év y 2 veces en la for­ Dios, de la fe en Jesucristo y de la Iglesia co­ mo comunidad de Cristo, en la que «nadie en­ ma oíiflevóç. Como negación adjetival (ontra que...». El deshnde que excluye de la co­ ô e I ç JtQoq)f|TT]ç, «ningún profeta», Lc 4, 24) munidad es aplicado, especialmente por Pablo o como sustantivación negativa «nadie» (Mt y por Juan, al hecho de pertenecer a la comu­ 6, 24; 8, 10; 9, 16; Mc 2, 21; 5, 4; 7, 24; Lc 5, nidad, de la que no forma parte nadie que no 36.39; Jn 1, 18; Rom 14, 7; 1 Cor 2, 11; 3, reúna ciertos prerrequisitos confesionales, éti­ 11), algunas veces con genitivo partitivo (oucos y juridicos; «Nadie puede decir: Jesus es ôelç àvÔQCÓJtcov, «ningún hombre», Mc 11, el Senor», 1 Cor 12, 3; «Sin la santificación, 2), algunas veces con k% (Jn 7, 19; 16, 5; ounadie verá al Seflor», Heb 12, 14. Inversa­ ôèv ÈktÒç cbv, «nada más que aquello que», mente, el vocablo designa el universalismo Hech 26, 22), designa la exclusividad de unos dei reino de Dios y de la salvación en Cristo, hechos o de un grupo de personas. En la ne­ que no puede quedar restringido por ninguna gación condicional, el término aparece en la limitación ni reducción humanas (Gál 4, 1; combinación ouôelç... ei pr|, «nadie... excepHech 15, 9). Al acentuarse la exclusión de to­ to», Mt 11, 27; 17, 8; Mc 10, 18; Lc 10, 22; 18, 19; Jn 14, 6; 17, 12; 1 Cor 1, 14; 8, 4; Ap das Ias instâncias y competências humanas, se 2, 17; 14, 3; 19, 12; en la combinación ou­ hace valer plenamente la autoridad de Dios. Mediante la acentuación retórica dei «nada, ôelç... èàv pf|, Jn 3, 2; 6, 44.65; en construcnadie, ninguno», se subraya el carácter radi­ ción pleonástica: ov... ofiôeLç, «no... nadie», calmente decisivo y la validez general y funMt 22, 16; Mc 3, 27; 5, 37; 12, 14; Lc 8, 43;

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ovàtíç - OÍl^EÍÇ

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damental que tienen los enunciados, princi­ palmente los que se expresan en provérbios y sentencias: «Nadie puede servir a dos senores», Mt 6, 24; Lc 16, 13; «En ninguno de Is­ rael he encontrado una fe tan grande», Mt 8, 10; «Nadie es bueno sino solo Dios», Mt 19, 17 C Koiné W; Mc 10, 18; Lc 18, 19; «Nadie echa vino nuevo en odres viejos», Mc 2, 22; Lc 5, 37; «Nada de lo que llega de fuera dei hombre a su interior, puede contaminar al hombre, sino que lo que sale dei hombre es lo que contamina al hombre», Mc 7, 15; «Ningún profeta es bien acogido en su tierra», Lc 4, 24; «Ninguno de nosotros vive para sí so­ lo», Rom 14, 7. Pablo utiliza principalmente esta retórica de la decisión en su controvérsia sobre la ley: «Por medio de la ley nadie llega a ser justo ante Dios», Gál 3,11.

sías, nadie sabrá de dónde es», 7, 27; tan sólo el Hijo es quien sabe: «Vosotros no sabéis na­ da», 11, 49; «Nadie ha visto jamás a Dios», 1, 18; 1 Jn 4, 12. También Hech 4, 12 acentúa esta exclusividad de Jesús: «En ningún otro está la salvación»; de manera semejante se dice en 1 Cor 3, 11: «Nadie puede establecer otro fundamento», y el carácter único dei Hi­ jo se fundamenta en el carácter único dei Pa­ dre: No hay más que un solo Dios (1 Cor 8, 4: onôelç b-EÒç eL[xt] eLç). Por tanto, el grupo de vocablos «nadie, ninguno, nada» desempena un papel importante en el repertório dei lenguaje teológico dei NT que se usa para deli­ mitar, para rechazar y, finalmente también, para definir cristológicamente.

3. Finalmente, los términos de la negación se utilizan para definir la exclusividad cristológica dei Hijo, Jesucristo. «Nadie conoce al Hijo sino el Padre» (Mt 11, 27; Lc 10, 22) acentúa el carácter singularísimo y único de la relación de Jesus con Dios, es decir, la condición de Cristo de ser el Hijo de Dios. De manera análoga, el relato de la Trasfiguración hace resaltar el carácter singularísimo y único de Jesús: «Ellos alzaron sus ojos y no vieron a nadie más que a Jesús», Mt 17, 8. Hay dife­ rentes tradiciones en la trasmisión de aquel enunciado de los Sinópticos: «En cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni siquiera los ángeles dei delo, (ni tampoco el Hijo, ) sino sólo el Padre», Mt 24, 36; Mc 13, 32 (cf., a propó­ sito, B. M. F. van lersel. Der «Sohn» in den synoptischen Jesusworten, Leiden ^1964, 7784). Como atenuación de la exclusividad de Jesús suena aquel enunciado de Lc 7, 28: «Entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan». Principalmente en Juan, la exclusividad dei Hijo se formula mediante el empleo contras­ tante de «nadie»: «Nadie es capaz de hacer esas senales», 3, 2; «Nadie subió al cielo», 3, 13; «El Hijo no puede hacer nada por su cuenta», 5, 19; cf. 8, 28; 9, 33. «Nadie puede venir a mí», 6, 44.65; «Cuando venga el Me-

ovôéjioT E oudepote (adv.) nunca, (nunca) jamás* El advérbio aparece 16 veces en el NT, casi siempre acompanado dei aoristo; Mt 7, 23; 9, 33; 21, 16.42; Mc 2,12.25; Lc 15, 29 (bis); Jn 7, 46; Hech 10, 14; 11, 8; 14, 8; acompanado dei presente: 1 Cor 13, 8; Heb 10, 1.11; acom­ panado dei futuro; Mt 26, 33; en preguntas, Mt 21, 16.42; Mc 2, 25 (onôéjtoTE àvéyvoixe;, «inunca habéis leído?»). ouôéjroxe sirve especialmente para caracterizar algo único, que hasta entonces no se había conocido: Mt 9, 33; Mc 2, 12; Jn 7, 46; Hech 14, 8; Hech 10, 14; 11, 8; o para acentuar el carácter tajante y definitivo de una afirmación: Mt 7, 23; 1 Cor 13, 8; Heb 10, 1.11.

P.-G. Müller

ovôÉ Jlw oudepõ (adv.) todavia no, aún no*

El advérbio aparece 4 veces en el NT, tres de ellas en Juan (además, Lc 23,53 v.L; 1 Cor 8, 2 V.I., siempre en sustitución de ->• oujtcú): Jn 7, 39 (refiriéndose a onn:ro); 20, 9; 19, 41: ovòénu) oúSeúç, «todavia nadie»', cf. Hech 8, 16. Oli^^EÍÇ, OÍidÉV outheis, outhen nadie, nin­ guno; en neutro: nada ^ onôeíç.

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ov% - oxjga

OVX ouk no oí).

ovxéxi ouketi (adv.) ya no, no más En el NT el advérbio aparece 47 veces, 12 de ellas en el Evangelio de Juan, 7 en Marcos, 7 en Romanos, 4 en Gaiatas; es sorprendente la ausência de oiixért en Ias Cartas de Juan. onxéxi aparece casi siempre con su signifi­ cado temporal propio: Mt 19, 6; Mc 10, 8; Lc 15, 19; Jn 11, 54; Hech 20, 38; Rom 6, 9; 2 Cor 1, 23; 5, 16; Ap 10, 6 y passim\ en Juan va seguido a veces por el presente con sentido de futuro, 14, 19; 16, 10.16; 17, 11; en combinación con otra negación: «(y) no... nunca más o un tenor parecido: Mt 22, 46; Mc 5, 3; ouxÉTL ouôév, «nada más», Mc 7, 12; 15, 5; ouÔEiç oüxétt, Mc 12,34; ouxéxi ou (xf|, «ya no más», Mc 14, 25; Ap 18, 14. En Pablo, ouxéti, además dei sentido tem­ poral, adquiere a menudo un sentido lógico: ya no, Rom 7, 17; 11, 6b; Gál 3, 25, especial­ mente en la apódosis de Ias oraciones condicionales: entonces ya no / entonces no más, Rom 7, 20; 11, 6a; 14, 15; Gál 3, 18. o v íto iív oukoun

( i ) así que (?), ( i ) enton­ ces (?) En el NT se emplea únicamente como conjunción interrogativa, siendo entonces la pregunta una conclusión que se deduce dei con­ texto inmediato: (,;) así que {?) / (^) entonces (?), Jn 18, 37 (cf. V. 36); cf. BlaB-Debrunner § 451, 1; cf. Bem 5, 2.

OÍ)V oun así que, de modo que, pues, por

consiguiente De Ias 500 veces aproximadamente que aparece en el NT, unas 200 se hallan en el Evangelio de Juan (en cambio, en Ias Cartas de Juan no hay más que un testimonio); Mateo tiene 56 testimonios, Lucas 33, Hechos 63, Marcos únicamente 6. oúv aparece como nexo consecutivo y copulativo no sólo en oraciones enunciativas (por ejemplo, en Mt 1, 17; 13, 40; Lc 3, 7;

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Rom 5, 1; 3 Jn 8, y passim) y en oraciones volitivas (Mt 3, 8; 10, 31; Mc 13, 35; Lc 3, 8; Hech 2, 36; Rom 6, 12; Gál 5, 1, y passim', Jn Únicamente en 8, 38), sino también principal­ mente en preguntas (Mt 13, 28; 21, 25; Lc 22, 70; Jn 9, 10; 18, 8; Hech 19, 3; Rom 2, 21), en preguntas retóricas (Mt 12, 12.26; Lc 7, 31; Rom 11, 1 y (sobre todo en Pablo) en breves preguntas formularias: t i ouv;, ^entonces qué? (Jn 1, 21; Rom 3, 9; 6, 15; 11, 7); xí, oúv egoupev;, «i,qué diremos, entonces!» (Rom 4, 1; 7, 7; 8, 31; 9, 14.30); xí ouv èoxiv;, «^entonces, cómo están Ias cosas?» (Hech 21, 22; 1 Cor 3, 5: «^qué es, pues, ...?»; 14, 15. 26); xí ouv cpíipt, 1 Cor 10, 19. Además, después de ima interrapeión, ouv reanuda el cur­ so anterior de los pensamientos: así, pues / como se dijo (Lc 3,7; 19, 12; Jn 4, 6; Hech 8, 25; 1 Cor 8, 4) o introduce un elemento nuevo: entonces (especialmente frecuente en el Evangelio de Juan; cf. también BlaB-Debrun­ ner § 462, 1 con la nota 2.3); sobre los nexos con otras partículas cf. Bauer, Wõrterbuch, í.v. 3 (bibl.); BlaB-Debrunner § 451 con la no­ ta 2.3.7. H. Reynen: Glotta 36 (1957) 1-47: W. Nauck: ZNW 49 (1958) 134s; D. C. Par­ ker, The Translation o f oúv in the Old Latin Gospels: NTS 31 (1985) 252-276. OVTtOl oupõ (adv.) todavia no*

El advérbio aparece 26 veces en el NT, once de ellas en Juan y cinco en Marcos. oújtü), como advérbio temporal, significa en todos los pasajes: todavia no: Mt 16, 9; 24, 6; Mc 4, 40; 8, 17.21; 11, 2; 13, 7; Lc 23, 53; Jn 2, 4 (cf. 7, 6.30; 8, 20); 3, 24; 6, 17; 7, 8. 39; 8, 57; 11, 30; 20, 17; 1 Cor 3, 2; 8, 2; Heb 2, 8; 12, 4; 1 Jn 3, 2; Ap 17,10.12, (cuatro ve­ ces en preguntas); como introducción a un paréntesis, Jn 3, 24 (oÚJico yágy, o u ô e l ç oújtco, «todavia nadie», Mc 11, 2; oúx... oúôeiç oún;a), «nunca todavia nadie», Lc 23, 53. o tig á , ã ç , oura cola* El término aparece 5 veces en el NT, única­ mente en el Apocalipsis: en plural en 9, 10 (bis) en la descripeión de Ias langostas; en 9,

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OVQa - ODQOVOÇ

19 (bis), en la descripción de los caballos que forman parte dei castigo correspondiente a la quinta o a la sexta trompeta; en singular, en 12, 4, a propósito dei dragón que amenaza a la mujer y a su hijo. El poder amenazador de los seres apocalípticos reside siempre en sus colas, que se comparan con escorpiones (9, 10) y con serpientes (9, 19). o v q Úv io ç ,

2 ouranios celestial, que pertenece al cielo, que procede dei cielo oupavóç 5.

O tiQ av ó d ev ouranothen (adv.) dei (= des­

de el) cielo* Advérbio de lugar que responde a la pregunta «i,de donde?»: en Hech 14,17 dícese de los benefícios que Dios envia desde el cielo en favor de los gentiles (lluvias y estaciones fructíferas; xaiQÓç 6; ougavóO-ev, con la máxima probabilidad, designa aqui la autoridad de Dios para disponer de sus dones; cf. también Lc 4, 25; Ap 11, 6); en 26, 13, en el relato de la vocación de Pablo; cf. èx toB ouQttvoü, 9,3; 22, 6). ThWNT V, 542s; BHH H, 719s; DTNTI, 265s y 269; -+ ouçavóç (3). o v g a v ó ç , o v , ó ouranos cielo 1. Aparición y significado fundamental - 2. Presupuestos hermenêuticos - 3. Campos de aplicación - 4. Contextos ejemplares - 5. onçávioç. B i b l : J. Becker, D a s E v a n g e liw n n a c h Jo h a n n es (ÕTK), Gütersloh 1978, sobre todo 147ss; H. D. Betz, D e r A p o ste i P a u lu s u n d d ie sokra tiscke Tradition, Tübingen 1972, 84-92; H. Bietenhard, D ie h im m lisch e W elt im U rchristentum u n d Spãtjudentum (WUNT 2), Tübingen ^1954; Id„ DTNT I, 265-273; A. Cody, E l cielo en el N u evo Testamento-. Concilium 143 (1979) 326-337; B. Ego, Im H im m el w ie a u f Erden. Studien zu m V erhãltnis von h im m lisch er un d ird isch er W elt im rabb. J u d en tu m (WUNT 11/34), Tübingen 1989; E. Haenchen, D ie A p o stelg e sch ic h te (KEK), Gõttingen ’1977, sobre todo 154ss; F. Lentzen-Deis, D a s M otiv d e r « H im m elsd ffiiu n g » in v ersch ie d en e n G a ttu n g en d e r U m w eltliteratur d es NT: Bib 50 (1969) 301-327; G. Lohfink, D ie H im m elfa h rt Jesu (StANT 26), München 1971; C. F. Russel, A H isto rica l a n d E xeg etica l S tu d y o f ongavóç a n d xaQaôEíaoç, tesis Southern BaptistTheologial Seminary 1951; H. Schlier, L a C ar­

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ta a los efesio s, Salamanca 1991; E. Schweizer, L a C arta a los co losenses, Salamanca 1987, sobre todo

52s, 76ss, 159ss; H, Traub-G. von Rad, oÜQavóç xrX.., en ThWNT V, 496-543; H. Windisch, D e r zw eite K orin th erb rief (K E K ), Gõttingen 1924 (= 1970), 369ss; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1207.

1. No nos asombrará que ouQavóç sea uno de los términos empleados con mayor frecuencia en el NT. Se observa una predilección por este término en los escritos narrati­ vos: en Mateo aparece 82 veces, en Lucas 35, en Hechos 26, en Marcos 19, en Juan 18, en Apocalipsis 52. Asimismo, hay un empleo menos llamativo dei término en la literatura epistolar de carácter discursivo: en Ias cartas autênticas de Pablo aparece 11 veces, en Efe­ sios y Colosenses 9, en Hebreos 10, en 2 Pe­ dro 6 veces. Entre los 274 testimonios, 91 corresponden al uso dei término en plural. Posiblemente, este uso dei plural, ajeno al griego profano, halló entrada en el NT a través dei lenguaje de la LXX. Las razones pudieron ser la traducción dei hebreo sãmayim, la pleroforia dei estilo hímnico y doxológico y las in­ fluencias orientales. Será difícil senalar una regia clara. Como peculiaridad pueden aducirse las expresiones preferidas por Mateo: itaxqQ qpmv ó èv xolç oupavoiç (15 veces) y PaoiLeía xwv ouçavcov (32 veces). El término oupavóç reúne componentes fí­ sicos y metafísicos. Con él se designa todo lo que, en sentido local y en sentido figurado, se halla por encima de la tierra y sobre el hombre: «el firmamento, la bóveda celeste, la expansión, lo divino». De esta diferenciación global se siguen diferentes aspectos de signi­ ficado, que correspondeu a las situaciones vitales contemporâneas. Son, además, significa­ tivos para la descripción dei contenido de es­ te término los matices que la palabra adquiere en combinación con preposiciones o la tensión que se crea cuando ongavóç se emplea como concepto alternativo. 2. Entre las condiciones para la comprensión de oúgavóç se cuentan los factores socio-culturedes de la concepción antigua dei mundo, a los que están ligados los escritos dei NT. Lo que está por encima dei poder dei hombre y se encuentra

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owQavoç

más allá de su control es el cielo, lo celestial, o lo que se halla en el cielo. Por la diferencia con lo de «arriba» se definen lo de «abajo» y los que están «abajo». Y, así, la Tierra puede convertirse en lo correspondiente al cielo y en lo opuesto al mismo. En el acontecer terreno se repite un arquétipo prefigurado o el antitipo dei mismo. A Ias categorias de espacio se afíaden Ias que acentúan una superioridad temporal y garantizan así el primado dei cielo sobre todo cuanto existe. En el mito se combinan lo empírico y la especulación en el enunciado acerca de la unidad dei mundo. Además dei pensamiento griego, rico en aspectos, y de Ias especulaciones gnósticas, ve­ mos que principalmente el AT y la apocatiptica (cf. DTMAT II, I2I0ss) dan al término perfiles concretos e históricos. El encuentro con culturas extranjeras, la experiencia dei sufrimiento y de la persecución legaron una riqueza de lenguaje y de contenido (viajes visionários y arrobamientos al cielo; construcciones de una corte real en el cielo; Ias funciones soteriológicas dei más allá celestial; la remitologización, pero también el escepticismo). El cielo se convirtió en término que podia sustituir al término «Dios» (ya en la periferia dei Canon: Sal 73, 9; Job 20, 27; Dan 4, 23) y que proporcionaba una correspondendo local para una trascendencia futura. El hombre que reflexionaba sobre el cielo o lo celestial, se entendia a sí mismo cono quien se hallaba bajo el desafio de esa esfera de poder. Mediante el reconocimiento o la critica, el hombre objetivaba la comprensión que tenía de sí mismo. Por eso, lo importante no tanto es buscar en el término la concepción espe­ culativa acerca dei mundo, sino más bien los enunciados, expresados en Ias reflexiones teoló­ gicas, acerca dei hombre, dei mundo y de Ias re­ laciones con Aquel de lo que todo depende.

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yectando sobre el cielo factores inmanentes de dominio, como lo dei «trono» (cf. Mt 5, 34; Mc 14, 62; Hech 2, 34; Heb 8, 1) o lo de «sentarse a la derecha» (cf. Ef 1, 20; Col 3,1; Heb 1, 3.13; 10, 12; Ap 4, 9.10; 5, 1.7 y passim). Lo decisivo para la comprensión de este tema es que, a partir de Dios mismo, se deter­ mina lo que merece llamarse cielo. Algo análogo sucede con la expresión JtaxfiQ fipó&v è Ev Toíç oíiQavoiç (Mt 5, 16.45. 48; 6, 1.9; 7, 11.21; 10, 32 y passim). No se habla jamás de que la existência de Dios sea una existência en el espacio. Lejos de eso, lo de EV toTç oupavoTç pone de relieve que Dios no está ligado sino que es independiente de todo concepto de lugar. El cielo se convierte, pues, en una «relación dinâmica de partida» (Traub, 520, 33). Así aparece princi­ palmente en el Sermón de la Montana, que llama perfecto, justo y bueno a todo lo que viene de Dios. Como el cielo se ha convertido en una designación sustitutiva de Dios, esos atributos pueden ser trasferidos al cielo. So­ bre todo enMateo (3,2; 4, 17; 11,25; 13, Iss; 18, Iss y passim) el cielo representa el senorío de Dios. Habrá que tener en cuenta primeramente el carácter sustitutivo de esta metáfo­ ra. Sin embargo, el dinamismo de la expre­ sión paoiXEÍa xrôv oupavfòv demuestra que el cielo es más y es algo muy distinto de un epíteto embellecedor. Se trata de la paoiX,EÍa Toõ •deou, que se expresa «en la pturábola co­ mo parábola» (Mt 20, Iss y passim; E. Jüngel, Paulus und Jesus, Tübingen '*1972, 135). Una 3. Lo mismo que la concepción antigua dei nueva realidad irrumpe en Ias palabras y en mundo, el NT combina elementos cosmológilos hechos de Jesus. Esa realidad formula sus propios principios (Mt 5, 3ss) en contra de un cos con la idea de Dios. Sin embargo, en el NT esa simultaneidad queda superada, porque mundo que busca su propia autonomia, es dea partir dei kerygma se asientan concepciones cir, que quiere confundirse a sí mismo con claras. El acontecimiento de Cristo efectúa en Dios y con el cielo (cf. Mt 23, 13). En el día ese vocablo religioso desplazamientos de dei Hijo dei hombre (Mt 24, 30; 26, 64; Mc acentos, transferencia y privación de poder. 13,27; 14,62) la metáfora actualmente discu­ a) Dios y el cielo se hallan íntiraamente re­ tida (cf. Mt 19, 12; 20, 23) se verá con toda lacionados. Puesto que a Dios se le define co­ claridad (cf. Mt 10, 33). mo ó '9'EÒç TOti ouQavoõ (Mt 11, 25; 23, 22; b) Dios creó el cielo y la tierra por medio Lc 10,21; Hech 7,49; Col 4,1; Ap 11,13; 16, de su palabra (Hech 4, 24; 14,15; 17, 24; Heb 11), el cielo participa dei poder inherente a 1, 10; 2 Pe 3, 5; Ap 10, 6; 14, 7). Citas y aluDios. Este status absoluto se visualiza prosiones mantienen la continuidad con el tópico

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OD0avoç

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son visibles maravillosos fenômenos (Hech 2, 2.19; 10, 16; 11, 10) o senales (Mt 16, 1; Lc 11, 16; 12, 56; Hech 26, 13; Ap 15, 1), querequieren interpretación. El significado empírico local muestra implicaciones teológicas, en cuanto se llega a hablar dei hombre. Porque ser hombre signifi­ ca vivir en la tierra, úitò tòv ouQavóv (Hech 2, 5; 4, 12; Col 1, 23). «El hombre se halla bajo el cielo; por eso es, por principio, un re­ ceptor pasivo. El cielo designa aqui la acción de Dios que abarca a todo el mundo y que de­ termina a todos los hombres» (Traub 531, 46ss). De ahí se sigue que, lo mismo que el poder conservador y fomentador de Dios (Hech 14, 17; 1 Pe 1, 12), también la ira de Dios se despliega desde el cielo (Lc 9, 54; 17, 29; Rom 1, 18; 2 Tes 1, 7s; Heb 12, 25; Ap 16, 21; 20, 9). El gesto dei publicano (Lc 18, 13) es harto comprensible. Su punto espacial de 1. 10) . A esta esfera pertenecen también los térmi­ referencia hace que se trasparente al mismo tiempo una estructura religiosa. nos que comparan el cielo con un almacén dei En la tradición se descubren vestígios de que los justos reciben su recompensa (Mt 5, que el cielo es considerado como el lugar de 12.20; 6, 20; 8, 11; 19, 21; Mc 10, 21; Lc 10, los ángeles (cf. Mt 22, 30 par.; 28, 2; Mc 13, 20; 12, 21.33; 18, 22; 1 Pe 1, 4; Col 1, 5). Los 32; Lc 2, 15; 22, 43; Gál 1, 8; Ap 10, 1 y pasjustos son, entre otros, los mártires, que tiesim) o como la región en donde los demonios nen su futuro en el cielo (Ap 7, 15; 11, 12; 13, hacen sus maquinaciones (1 Cor 8, 5s; 15, 24; 6; 18, 20; 19, 1), porque de ese futuro se les Col 1, 16; 2, 10.15; Ef 1, 21; 3, 10; 6, 12; privo en la tierra. Recogiendo una tradición Hech 7, 42; Ap 13, 13). Se lucha contra esos anterior, Pablo puede afirmar que el cristiano poderes. En el cielo se desarrolla una guerra, tiene su patria en los cielos (Flp 3, 20; 2 Cor que tendrá como resultado la destrucción de­ 5, Is), sin que con ello se designe un lugar ge­ finitiva dei poder de esos seres (cf. Ap 12, ográfico específico. La realidad dei cielo cre­ 7ss). Con la venida de Jesucristo (cf. Lc 19, ado sigue siendo una realidad paradójica y 38) se hace realidad la paotÀsía tcõv ouQaoculta. c) En todos los âmbitos literários dei NT, võ)v, manifestada intuitivamente en la caída de Satanás desde el cielo (Lc 10, 18). Allá el cielo es identificado como un punto empíri­ co de referencia (cf. Mt 11, 23; Ap 18, 5) que donde domina el pensamiento apocalíptico, esta guerra se describe como el final escatolóes percibido por medio de la observación (Lc gico y el derrumbamiento de la bóveda celes­ 17, 24). El orante levanta su mirada bacia el cielo (Mt 14, 19 par.), el que jura invoca co­ te. Irán precedidos por dramáticos acontecimientos y senales en el cielo que anunciarán mo garante al cielo (Mt 23, 22; Sant 5,12; Ap su llegada (cf. Mc 13, 25 par.; Lc 21, 11.26. 10, 5). El cielo cambia de color (Mt 16, 2; Lc 33; Ap 6, 13s; 8, 10; 9, 1; 12, 4). 12, 56). El cielo es el firmamento que está muy elevado sobre la tierra (Mc 6, 41; 7, 34; d) Detrás de la expresión plerofórica èv oíiQavã) / êjtl Yqç (a la que algunas veces se Lc 18,13; Jn 17,1; Heb 11, 12). Sirve de mo­ rada a Ias aves (Mt 6, 26; 8, 20; Mc 4, 32; Lc anade •OáXaooa; cf. Hech 4, 24; 14, 15; Ap 10, 6; 14, 7; 21, 1) se halla la necesidad de ha8, 5; 9, 58; 13, 19; Hech 10, 12; 11, 6). En él

dei AT. ovQavóç se entiende como la parte superior dei universo, el cual es denominado casi siempre oúçavòç x a l Yfj u a i '0'áX,aaoa. Cuando se habla de tò KÓvta (cf. 1 Cor 15, 27ss; Flp 3, 21; Col 1, 16; Ef 1,10; 3, 15; Heb 1, 3; Ap 4, 11), se piensa en la totalidad de lo creado, incluído el oupavóç. Con esta condición de criatura que tiene el cielo se vincula el conocimiento acerca de su transitoriedad (Mc 13, 31; Heb 1, lls ; 12, 26; 2 Pe 3, 7.10; Ap 21, 1). El pensamiento apocalíptico es el que aborda el tema de la limitación histórica dei cielo o el que expresa la subordinación dei mismo (Mt 5, 18s; 5, 34s; Mc 13, 31; Lc 16, 17; 21, 33). Porque al mismo tiempo que Dios creó el cielo, creó también un «cielo alternati­ vo» (cf. Ap 21, 1; 2 Pe 3,13), que ya está con­ sumado y que el visionário puede contemplar ya desde ahora (Ap 3, 12; 11, 19; 20, 11; 21,

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3, 16s; Lc 3, 21s; cf. Jn 1, 32). Sobre Jesús se abren los cielos y Dios da testimonio de él. Estos acontecimientos contradicen al sentimiento apocalíptico dei mundo, un sentimiento que sufre mucho por estar el cielo cerrado y porque Dios calla (Lc 4, 25; Sant 5, 18; Ap 11, 6). Ahora se concretan antiguas esperanzas (Marcos hace referencia a Is 63, 19; Ma­ teo y Lucas, a Ez 1, 1). Porque en Jesús de Nazaret la bendición escatológica se pone en movimiento. Jesús, en sí mismo, no sólo es la puerta que da al cielo (cf. Jn 10, 7.9), sino que allá donde está él, el cielo se hace realidad (compárese Jn 1, 51 con Gén 28, 12). La voz que se escucha desde el cielo (Mc 1, 11 par.; cf. 2 Pe 1, 18) define autoritativamente el co­ mienzo de la era escatológica. Lo que es dei cielo (compárese Mc 11, 30s par.; Jn 12, 28; Hech 11, 9; 2 Pe 1, 18 con Mc 9, 7 par.; cf. ademásAp 10,4.8; 11,12; 14,2.\3 jpassim ), se distingue por una exigencia contingente e incalculable. En el relato dei bautismo, Mar­ cos emplea el verbo o^íÇo), que reaparece de nuevo en el relato de la Pasión (compárese 1, 10 con 15,38), es decir, la cruz verifica la his­ toria comenzada en el bautismo; Dios se halla junto a ese Hombre de Nazaret. Por esta razón. Ias visiones y Ias experiencias proceden­ tes dei cielo (cf. Hech 7, 55s; 9, 3; 10, 11.16; 11, 5; 22, 6; Ap 4, 1; 8, 1; 12, 1.3; 15, 5, y passim) son posibles aqui en la tierra. b) Un segundo âmbito de problemas vincu­ la el cielo con la resurrección, la exaltación y el retomo de Jesucristo. Los enunciados convergen en una paradoja. Por un lado, el acon­ tecimiento de Cristo significa apertura, ruptu­ ra de todas Ias limitaciones; por otro lado, es­ ta realidad sigue estando oculta y sigue sustrayéndose. Según una antigua fórmula kerigmática, el retomo de Cristo desde el cielo se espera en virtud de la resurrección de Jesús. Al mismo tiempo, este cosmos corrompido se disolverá en el juicio (1 Tes 1, 10; cf. 4, 16). El Resuci4. El acontecimiento de Cristo amplio Ias tado tiene todo poder en el cielo y en la tierra. dimensiones semânticas de ohgavóç. Ha sido exaltado al cielo (Hech 2, 33; 3, 21) y a) Una posición clave la ocupa el relato está sentado a la diestra de Dios (compárese acerca dei bautismo de Jesús (Mc 1, 9-11; Mt Rom 8, 34 con 10, 6; cf. además el Sal 110, 1

cer extensivas Ias pretnisas de la fe a la unidad dei mundo (xà Jiávxa). Esta agrupación se encuentra en fragmentos litúrgicos e hímnicos (1 Cor 8, 5; Col 1, 16.20; Ef 1, 10). El punto de partida de estas expresiones es la experiencia de que el cielo y la tierra se hallan en conflicto. Hay poderes demoníacos presentes en el cielo para arrebatar el poder y usurparlo en su favor. En Ias crisis que sufren Ias esferas de los ordenes terrenos, los hombres experimentan la conmoción fundamental dei horizonte trascendente. Esperan la paz y la reconciliación mediante un «retomo a la unidad» (Schweizer, 76). Cristo supera la división y la tribulación (Col 1, 20), deriibando de Ias esfe­ ras celestiales a los poderes que se oponen a Dios y sometiéndolos, iniciando de esta manera —por decirlo así- una segunda creación. El comienzo de su reinado produce un cambio de senorío que pone en claro definitivamente quién y qué está en el cielo (Flp 2, 9ss; 1 Cor 8, 6; Ef 3, 15; 1 Pe 3, 22; Ap 5, 3.13). Pero la soberania de Cristo prevalece también en la tierra y exhorta a un servicio reponsable (cf. Ias parénesis de Colosenses y de Efesios). Es significativo el final dei Evangelio de Mateo, que hace un resumen dei mismo (28, 18ss). Así como Dios y el hombre entran en nueva relación en virtud dei acontecimiento salvífico, así lo hacen también el cielo y la tierra. El cielo ya no se alza -como extranosobre la tierra. Lejos de eso, al cielo le mueve y le preocupa lo que pasa en la tierra (Lc 15, 7.18.21). El cielo llega a ser una realidad aUá donde los hombres responden a la voluntad de Dios (cf. Mt 6, 10; 7, 21; 12, 50; 16, 19; 18, 18s). Esta convergência se concreta en la «concepción de una asunción escatológica de la tierra hasta el cielo o de un descenso dei cielo hasta la tierra» (Traub, 518, 30ss). Sin embargo, seguirá existiendo una prerrogativa, por cuanto Dios -en su palabra (Mt 5, 18; Mc 13, 31)- sigue siendo antes que el todo.

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citado con frecuencia en este contexto). Des­ de esta «iniciativa dei senono divino, locali­ zada en cierto modo» (Traub 523, 9s), Dios llega a la resurrección de todos los muertos. Es significativa en 1 Cor 15, 20ss la corres­ pondência entre èx vexQCõv y èx xcõv ongavõ)v. Pablo no está familiarizado todavia con el tema de la Ascensión. El concibe al Cristo resucitado como la àjtagxií [= Ias primicias] dei âv&QCúrtoç onpávioç, es decir, el Resuci­ tado realiza el destino dei hombre fijado por Dios: él vive èx/á n ’ oíiQavoõ. Qué y quién es el dv§Qomoç oíigavon (15,47), se nos dice en el contexto por medio de Ias oposiciones entre el JtQCÜTOç âv&QCOJioç y el ôeúteQoç âv&Qüjjtoç, entre el ngcõxoç 'Aôáp. y el Eoxottoç ’A ôáp. No existe duda alguna de que Pablo alude aqui a Gén 2, 7 (LXX) y ar­ gumenta en contra de una lógica especulativa. La victoria dei Resucitado sobre la muerte introduce el nuevo eón y califica al presente co­ mo tiempo escatológico dei fín. El es espera­ do desde el cielo como contradicción encar­ nada que se opone a los esquemas dei mundo. En esta esperemza se fundamentan todas Ias afirmaciones de que él ha venido ya dei cielo. Mientras la esperanza está incombatida, lo de que «él resucitó» significa lo mismo que lo de que «él viene desde el cielo» (cf. Mc 14, 62 par., que enlaza con Dan 7, 13 y con el Sal 110, 1), sin que influya una ontologia ingê­ nua. Sin embargo, al ir disminuyendo la expectación de la parusía, esa ontologia insta por aparecer en ptimer plano. Además, la vida cotidiana exige soluciones de avenencia y ra­ cionaliza la esperanza entusiástica. Se desarrolla una concepción que piensa en âmbitos (cf. Col 4,1; Ef 6, 9 ó la convergência de «so­ bre» y de «a partir de»), que sustituye a la fal­ ta de precisión teológica. La resurrección, la exaltación y la parusia se van distanciando entre sí. Consecuencia de este proceso es la introducción de la «ascensión». Sin embargo, el concepto de la exaltación, como tal, no dimana sólo de la experiencia de la demora de la parusía. c) Lc 24, 51; Hech 1, lOs; 2, 32ss presuponen el tópico dei cielo como firmamento y co­

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mo limitación de lo terreno. Lc 24, 5Os deduce dei enunciado ôiEarq ctJt’ auxõiv la afirmación x a l àveqségexo etç xòv oègavóv. En algunos testimonios dei texto (Sin* D it) falta esta frase. Además de que el texto extenso se halla mejor atestiguado (p^^ A B C), hay que tener en cuenta que la supresión de la parte dei versiculo que habla de la ascensión se ex­ plica más fácilmente que su inserción. De es­ ta manera se evita una contradicción con Hech 1, 9 (cf., por el contrario, la tradición en Hech 1, 2). Podemos leer el relato lucano co­ mo si el Resucitado hubiese regresado a la vi­ da terrena. En el conjunto de la composición, la ascensión marca el final de Ias apariciones dei Resucitado y constituye en forma legen­ dária el puente entre la resurrección de Jesus y la esperada parusía (cf. Bultmann, Geschichte, 310). Aquel que ha ascendido al cie­ lo (cf. el lenguaje kerigmático en Mc 16, 19; 1 Pe 3, 22 y el Sal 110, 1 interpretado cristológicamente) pertenece definitivamente al âmbito dei poder de Dios, en lo cual no cam­ bia nada la extensión dei tiempo (Hech 2, 32s). En el centro de la historia en Hech 1, 9s (Haenchen, 157: «con sobriedad carente de sentimentalismo y que casi origina extraneza») se halla el hecho concreto de la ascen­ sión a los cielos (cuatro veces se menciona la palabra ougavóg) y un comentário crítico so­ bre el comportamiento de los discípulos. Hay que reforzar la confianza en la parusía, la cual posiblemente se puso en duda. El autor sustimyó la expectación inminente por una nueva forma de esperanza, renunciando a senalar cualquier fecha y haciendo que Aquel que ha de venir quedase representado en los suyos. Por el hecho de que el Resucitado se halle en­ tre ellos, la comunidad adquiere nueva dignidad y orientación. Se vive con arreglo a esta presencia real, cuando se hace distinción en­ tre la ascensión a los cielos y la parusía. d) La ascensión dei alma al cielo, mencio­ nada en 2 Cor 12, 2ss, es un fenômeno espe­ cial y no tiene nada que ver con el complejo que acaba de describirse. No se trata ni de un proceso gnóstico de redención ni de una ma-

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nera extraordinária de conocimiento ni de un suceso real. En círculos gnósticos este tópico era, ciertamente, bien conocido (cf. Ias refe­ renciar en Windisch, 371ss). Fero habrá que partir de su uso Uterario en el contexto, para entender cuál es la intención paulina. Como ha probado Betz (84ss), Pablo parodia im re­ lato de ascensión al cielo. En el diálogo con la comunidad, el apóstol se escurre en el papel de loco (cf, 11, 16ss; 12, 11) para argumentar retóricamente, de manera convincente, en contra de los ataques de sus adversários. e) E f 4, 8ss (cf. Rom 10, 6s) habla de una ascensión al cielo (áva|3àç elç utlJoç). A dife­ rencia dei conocido esquema de Ias tres plan­ tas, la carta alude a una concepción según la cual el mundo es una llanura cubierta de esfe­ ras (es decir, de los ciêlos). Desde la tierra, la existência se extiende hacia los espacios celestiales. No existe un mundo de lãs profundi­ dades, porque el reino de los demonios y diablos se encuentra «arriba», por encima de la tierra, en Ias zonas inferiores dei cielo (cf. 2, 2; 3,10; 6,12). Esos poderes desgarran la unidad dei universo y trastoman Ias relaciones dei hombre con Dios. Con referencia a Cristo (2, 14), que elimino los impedimentos esclavizadores y el aislamiento, el autor formula su llamamiento parenético a la unidad (4, Iss). Cita el Sal 68, 19 LXX, aunque con modifícaciones, de tal manera que la referencia a Cris­ to es clara, como lo es también en el paréntesis de los vv. 9s. La ascensión y el descenso se refieren a la misma persona. El Redentor, en su descenso, hace irrupción a través de Ias zo­ nas dei cielo que efectuaban el aislamiento. Y, al romperías él, éstas se convierten en espa­ cios de trânsito. La ascensión al cielo, que sigue al descenso, realiza la liberación de los oprimidos y somete a los opresores. Con la ascensión se consuma un camino, en el cual el Encarnado y Exaltado reclama para sí el uni­ verso (1, 10.22; 4, 15). Como vencedor triun­ fal (cf. Rom 9, 5), él es la paz de todos los que estaban cerca o lejos, en el cielo y en la tierra. La Carta a los Efesios desarrolla su eclesiología a partir dei acontecimiento cósmico de Cristo. La Iglesia, como el cuerpo o n:Xf|Qa)-

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p a (1, 23) de Cristo, se extiende desde lo «al­ to», donde Cristo reina, hasta la tierra. El hombre recibido en esta Iglesia, vive todavia en el mundo y está implicado en la lucha con los poderes. Sin embargo, en calidad de bautizado, él pertenece al bando dei Vencedor. Y, así, el cristiano experimenta quién es él, al decírsele dónde está. Con tales tendências afir­ mativas, el autor de Efesios se acerca mucho a una conciencia gnóstica de redención (cf. 2, 5s). Además, la preferencia por categorias espaciales conduce fácilmente a malentendidos ideológicos. Si la Iglesia «representa algo así como el cielo en la tierra» (Schweizer, 52s; cf. Col 1 , 12ss), entonces se acrecienta la tentación de ejercer el senorío y de pretender la exclusividad. f) A la pregunta de «^Quién podrá llegar al mundo celestial?», Juan da la siguiente respuesta; «Sólo Aquel que ha venido de él» (3, 13; cf. también Ias variantes que completan el sentido dei texto), ó èx xoü oíipavou êgxópevoç adquiere precisamente fuerza de título (cf. 6, 14), porque oÕQavóç identifica a lo que está èjtávto Jiávxmv (3, 31). Hay una sorprendente concentración de ougavóç en los capítulos 3 y 6, donde el término aparece únicamente en singular. Probablemente se expresa aqui una tendencia antignóstica. El po­ der que es contrario a Dios no se encuentra en el cielo, sino que es el xóopoç o el ãp^mv xoü HÓopou (cf. 12, 31). El cielo y Aquel que viene de él se hallan en oposición a todo lo que sucede en el mundo (3, 31). Fero cuando se dice que sobre la cabeza de Jesus, con ocasión dei bautismo, se abre el cielo, entonces se quiere concretar así la antítesis entre Jesus y el mundo de los hombres. La comunión eterna con el Padre no cesa en la encamación. En él y por medio de él (1, 14) se revela el cosmos como lo que reahnente es. El debate es sobre si el hombre pertenece al cosmos o al cielo. La áspera argumentación dei capítulo 6 asigna al mundo celestial la verdad y la vida (6, 3 Iss; cf. 5, 26). El cosmos está yecto en la muerte. Al participar dei pan que ha descendi­ do dei cielo (6, 38.41s.50s.58), la fe tiene la vida. Con Ias palabras acerca dei pan, el autor

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realza la encaraación, que era discutida en la comunidad. g) Una variante independiente dei tema de la «ascensión a los cielos» aparece en Hebreos, que define un nuevo dato fundamental de la fe, haciendo coincidir el Viemes Santo y la Ascensión a los cielos (O. Michel, Der Brief an die HebrãeP [KEK], 292s). La afirmación de que Cristo está exaltado a la derecha de Dios èv Toíç oíipavoLç (8, 1) se entrecruza con la certeza de que él pasó a través de los cielos (4, 14). Así que Cristo sobrepasó todos los cielos (7, 26) hasta Uegar al santuario dei más allá. A este verdadero delo lo diferencia el autor, en 9, 23ss, dei cielo creado y, por tanto, perecedero (cf. 1, 10-12; 12, 26). Es la morada, el templo y el trono de Dios (cf. Ap 4, 1; 11, 19; 14, 17; 15, 5; 16, 17; 19, 11), aunque el autor lo llama únicamente oxT)vfi (9, lOss). Allí se encuentra uno clarísimamente ante el trono de Dios. «Así que, según la Carta a los Hebreos, por muy elevado que esté Dios por encima de los cielos, El se en­ cuentra ‘en los cielos’» (Traub 528, 26s). So­ bre la base de una teologia dei sacrifício, orientada según el AT, se asocian los conceptos espaciales con los contenidos teológicos. La Carta a los Hebreos no conoce ningún dua­ lismo ontológico. Consecuentemente, el camino histórico de los creyentes se describe como el camino de la esperanza (3, 7ss). Por­ que «en el cielo» aguarda la herencia prome­ tida (9, 15), están inscritos los justos (12, 23) y se halla preparada la «ciudad permanente» (13, 14). En la confesión de fe en Jesus, el au­ tor y consumador de este camino, se halla el critério para distinguir entre la manera teoló­ gicamente recta de hablar dei ouQavóç y la especulación ideológica. El cielo está allá donde Jesus encuentra seguidores y los con­ grega para recibir la gracia dei Dios justo. Por eso, la cristología implica crítica dei lenguaje religioso y provoca el afán de ejercitarse para lograr la unidad dei cielo y la tierra.

nificado. En Lc 2, 13 y Hech 26, 19 pretende acentuar el origen divino. El adjetivo aparece 7 veces en Mateo (5, 48; 6, 14.26.32; 23, 9; 15, 13; 18, 35). La expresión - a modo de fór­ mula—ó jiaTqQ ó oúçávioç corresponde a ò jtaxfjQ (xot) / típcõv ó èv to iç oÚQavotç. Sin embargo, el NT prefiere ->• EJTonpávioç y circunlocuciones parecidas. No sabemos si el uso de oúpávioç que se hacía fuera de la Bí­ blia, fue lo que condujo a esta decisión. U. Schoenbom O Í Q p a v ó ç , o ü Ourbanos Urbano* En Rom 16, 9 se envían saludos a Urbano (y a otros miembros de la comunidad). A Ur­ bano se le llama ->■ouveQYÒç iJM-cõv èv X qioTCp. Urbano (JJrbanus) es un nombre latino (derivado de urbs), frecuente entre los esclavos y libertos de la corte imperial. BHH III, 2060.

OriQÍaç, ov

Ourias Unas* O úpíaç (en hebreo ’üriyã) se menciona en Mt I, 6 en la genealogia de Jesús. Es el nom­ bre dei marido de Betsabé (èx xfjç Ton OÚQLOu), de la cual David engendró a Salomón (cf. 2 Sam 11, 3ss; 12, 24). a u ç , (OTÓç, TÓ ous oreja, oído

1. Aparición y uso en el NT - 2. Las denominadas «fórmulas de atención» - 3. La negativa a prestar oídos-4. Lc 10, 23 / Mt 10, 16. Bibl.: M. Dihelius, «Wer Ohren hat, zu horen, der hôre»: ThStKr 83 (1910) 461-471; J. Gnilka, Die Verstockung Israels (StANT 3), München 1961; F. Hahn, Die Sendschreiben der Joh-Apk, en FS Kuhn, 357-194;

F. Horst, ouç xxX., en ThWNT V, 543-558; K. Lammers, Horen, Sehen und Glauben im N T (SBS 11), Stuttgart 1966; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1207s; -> àxoúto.

1. En el NT, oúç aparece 36 veces, 18 de ellas en los Evangelios sinópticos (y 5 veces en Hechos). Aparece, además, en Romanos, 1 5. El adjetivo oúgavioç celestial / lo que Corintios, Santiago, 1 Pedro y Apocalipsis. Se pertenece al cielo / lo que procede dei cielo*, diferencian claramente dos grupos de testimocomparte Ias mencionadas tendências de sig­ nios dei término; en primer lugar, las denomi-

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ouç - ouaia

nadas «fórmulas de atención»: eí xiç ê^ei dbxa àxoÚEiv àxouéTCo o de un tenor parecido (Mt 11, 15; 13, 9.43; Mc 4, 9.23; Lc 8, 8; 14, 35; Ap 2, 7.11.17.29; 3, 6.13.22; 13, 9; como V.I.: Mt 25, 29; Lc 12, 21; 21, 4; Mc 7,16; cf„ además, una exhortación parecida en Mc 13, 14; Mt 24, 15); en segundo lugar, el uso frecuente de oõç en citas y alusiones al ÂT, es­ pecialmente en los enunciados sobre el endurecimiento en Mt 13, 14s; Hech 28, 26s (cf. Hech 7, 51); Rom 11, 8; cuando se habla de los oídos de Dios en 1 Pe 3, 12; Sant 5, 4. En el NT, o íç significa siempre el oído na­ tural, principalmente en cuanto éste propor­ ciona la posibilidad de oír. El término denota raras veces el proceso mismo de la audición (Lc 1, 44; 4, 21; Hech 11, 22). Tan sólo en Lc 9, 44, la expresión eíç t à rata designa la comprensión de lo oído. En general, no se puede hablar de que en el NT el sentido dei oído predomine sobre los demás órganos de los sentidos.

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la crítica textual de Mt 25, 29; Mc 7, 16; Lc 12, 21; 21, 4 nos obliga a reconocer que la fórmula muestra, por lo menos, una tendencia a un uso más amplio e inespecífico o a ser anadida a modo de glosa, si es que no debe en absoluto su origen a esta inclinación. Cf., fuera dei NT, el EvTom 8, 21.63.65.96; el EvTom no puede menos de corroborar esta sospecha.

3. La discrepância entre la facultad de oír y la negativa de hecho a oír realmente determi­ na el tenor de lo expresado en Mt 13, 14s (de manera semejante en Hech 28, 26s, cita de Is 6, 9s) y en Rom 11,8 (cita mixta de Dt 29, 3 y de Is 29, 10). Esta discrepância parece intensificarse como contradicción entre la elección de Israel y su conducta ante el mensaje cristiano. Lo formula crudamente Rom 11, 8: «Oídos para que no oigan» (cf. BlaB-Debrunner § 393 nota 6; 400 nota 4) -exactamente lo contrario de la fórmula tuxa àxoÚEtv-. En contraste con Mc 4, 12, vemos que Mt 13, 13s, al citar plenamente Ias palabras de Isaías, 2. Es difícil determinar el origen y la natu- adquiere un filo antiisraelita y probablemente no debe relacionarse sólo con la parábola con­ raleza de Ias denominadas «fórmulas de aten­ creta de Mt 13, 3-8 (cf. Jn 12, 38s). ción». Posiblemente procedan «de la tradición apocalíptica, que vincula la comunicación de 4. La bienaventuranza de Jesus en favor de mistérios escatológicos con la debida actitud los que son testigos con sus ojos (Lc 10,23) y de escuchar y entender rectamente» (Hahn, con sus oídos (Mt 13, 16) se trasmite proba­ 380). Pero la base para esta tesis es muy anblemente en Lucas en su versión original. En gosta. La fórmula parece hallarse firmemente la forma actual, Mt 13, 16 proclama bienarraigada únicamente en Mc 4, 3-9 par. Mt/Lc aventurados a los cristianos que escuchan (o; y en Ias misivas dei Apocalipsis. El funda­ porque escuchan), en contraste con Israel. En mento para la exhortación a una actitud espe­ cambio, Lc 10, 23 acentua más intensamente cial de escuchar surgió, en primer lugar, de el objeto de la acción de ver; la presencia de los tempranos comienzos de la alegorización Jesus como cumplimiento de Ias esperanzas de Ias parábolas (Mc 4, 14-20), y, en segundo dei AT. lugar, dei hecho de que esta fórmula formara M. Võlkel parte de la sentencia dei vencedor (cf. Dibelius, 469s). Ahora bien, en Mc 4, 23; Mt 13, 43 la fórmula es evidentemente una adición ovoía, a g , ousia riqueza, bienes, poseredaccional (jBultmann [Geschichte, 352] siones* menciona incluso que lo sea en Mc 4, 9!). En En Lc 15, 12.13 junto a ->■ píoç (2). El hijo Mt 11, 15 y Lc 14, 35 no se ve ninguna razón menor pide al padre que le dé la parte de la para que la fórmula haya sido suprimida por fortuna que le corresponde (tò èmpáXÀov el otro evangelista correspondiente, de forma p,£QOç xfiç oúoíaç, V. 12), y luego ôleoxóqque también aqui habrá que suponer una adi­ moEV XTiv oxioíav auxoü, la despilfarra (v. ción redaccional. Finalmente, el resultado de 13; compárese además Tob 8, 21 B A con 14,

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648

ODOia - OtJTOÇ

13 B A; 3 Mac 3, 28). Sobre Ias cuestíones ju­ rídicas de la división de la herencia cf. Billerbeck II, 212; III, 545-553; L. Schottroff; ZThK 68 (1971) 27-52, esp. 39ss; W. Pohlmann; ZNW 70 (1979) 194-213, esp. 208ss. OVTE oute (adv.) y no

El advérbio aparece 87 veces en el NT, 9 de ellas en Lucas, 14 en Juan, 10 en Hechos, 13 en Romanos y 15 en el Apocalipsis. oíjte , co­ mo conjunción copulativa, continua una negación anterior («no... y no / ni... ni»)\ cf. piíte. A menudo es v.l. junto a ^ ouôé (Mc 5, 3; Lc 12,26.27.33; Jn 1, 25 y passim), así co­ mo en general en los manuscritos oute apare­ ce intercambiado a menudo con ouôé (Jn 4, 11; Gál 1, 12; Sant 3, 12; cf. BlaB-Debrunner § 445 nota 1). ouôeíç ... o u te , «nadie... ni» (Ap 5, 3s); oú... oute (Mt 12, 32); p,f| (!) ... OUTE (Sant 3, 12; 3 Jn 10); ou... ouòé... o ute , «no... tampoco... ni» (Gál 1,12); es frecuentísimo en la serie o u te ... o u te ... ( o ute ), ni... ni... (ni); doble oute en Mt 6, 20; 12, 32; Mc 12, 25; 14, 68 (cf., a propósito, Blafi-Debrunner § 445 nota 3); Jn 4, 21; 1 Cor 3, 7 y pas­ sim, triple oute en Hech 24, 12 (el v. 13 con­ tinuado por medio de ouôé, «ni tampoco»; 25, 8; 1 Tes 2, 5-6a (continuado por medio de un doble o u te , v. 6b); Ap 9, 20; 9, 21 (después de ou ), 21, 4 (continuado por medio de ou), principalmente en Ias enumeraciones paulinas: en Rom 8, 38s (diez veces o ute ) dícese de lo que no es capaz de separar al cristiano dei amor de Dios; en 1 Cor 6, 9s (catá­ logo de vicios con siete veces o u te , continua­ do por un triple ou) dícese de los que no habrán de tener participación en el reino de Dios. En Jn 4, 11; 3 Jn 10 en la extrana construcción de correlación con un miembro posi­ tivo: OUTE... xaí, «por un lado... por otro la­ do» (cf. BlaB-Debrunner § 445, 3 con nota 4; cf. también Mt 10, 38; Lc 14, 27).

B ibl.: BlaB-Debrunner § 290, m a tik § 467 (II/l, 641-651).

292; Kühner,

G ram -

1. El pronombre demostrativo, documenta­ do 1391 veces, ocupa el duodécimo lugar en­ tre los términos que aparecen con mayor ffecuencia en el NT. Desplazó casi por completo a õÔE (que aparece sólo 10 veces, ocho de ellas en la fórmula Táôe Xéyei). Se baila con relativa frecuencia en el Evangelio de Juan y en Ias Cartas de Juan (el 20, 6% de los testimonios de outoç en el NT se encuentra en un bloque de escritos que comprende el 13, 1% de todas Ias palabras dei NT) y en Lucas/Hechos (el 33,5% de todos los testimonios en un bloque de escritos que comprende el 27, 5% de todas Ias palabras dei NT); en contraste con esto, sorprende el número de veces relati­ vamente escaso con que este término se halla documentado en el Apocalipsis (el 3, 5% de los testimonios en un 7, 1% de todas Ias pala­ bras dei NT). La posición dei pronombre después dei sustantivo, preferida en el NT, refleja la influencia semítica (cf. Radermacher, Grammatik, 28; BlaB-Debrunner § 292, 2). 2. oÚ Toç designa lo que se halla más cerca de quien habla o escribe. En contraste con ello, -> èxElvoç (que aparece con mucha me­ nor frecuencia) designa lo que está alejado de quien habla o escribe; cf. Sant 4, 15; Lc 18, 14; Jn 5, 38; Lc 20, 34s, así como -lo que es digno de notarse- Jn 1, 7s.

3 . a) Vamos a destacar tan sólo algunos rasgos importantes dei uso de ese término. Puesto que outoç ha asumido también, en conjunto, la función de ôôe (sobre la diferen­ cia que existió originalmente, cf. Kühner, 6 4 1 ), el término designa la realidad inmediata. Así, aicDV OÚTOÇ designa el «mundo exis­ tente ahora» (Mt 12, 3 2 ; Lc 16, 8 ; 1 Cor 1, 2 0 ; 2 , 6 y passim; -»• aícóv 4 ) , el «atQÒç OUTOÇ es la «era presente» (Me 10, 3 0 par. Lc OÍJTOÇ, aílT t], TOÍJtO houtos, kautê, touto 18, 3 0 ), la YEveà aÜTT] es la «generación que vive actualmente» (por ejemplo, Mt 12, este, esta, esto, él, ella, ello 1. Aparición - 2. Significado - 3. Variedades en el4 1 S .4 5 ; 2 4 , 3 4 ; Mc 8 , 3 8 ; Lc 1 7 , 2 5 ; Heb 3, 10). En el fondo de este empleo riguroso de uso.

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auToç- outcfl

los términos se halla la contraposición apoca­ líptica entre el «ahora» y el «antano», en la cual el «ahora» está contemplado negativa­ mente. Así aparece con especial claridad en la frase citada últimamente. b) De manera semejante, totjto remite a lo que está directamente delante, en Ias palabras interpretativas que aparecen en Mc 14, 22.24 par.; 1 Cor 11, 24s. Ahora bien, la forma dei enunciado puede estar influida también por la fórmula de identificación ou tó ç èaxiv o de otro tenor parecido, que aparece en la interpretación de Ias parábolas (Mc 4, 15s.l8 [a diferencia dei v. 20]; Mt 13, 38); introduce ecuaciones exegéticas y procede evidente­ mente de la interpretación de suenos y de visiones (cf. H.-J. Klauck, Allegorie und Allegorese in synoptischen Gleichnistexten [NTA NF 13], Münster i. W. 1978, 88 [nota 273: testimonios] y 100). Hay que distinguir de ello la expresión formulística t o ü t ’ eotlv , «esto quiere decir», que puede considerarse casi como una sola palabra (xouxéati[v]) (BlaB-Debrunner § 12, 1; 132, 2, pero cf. Rom 1, 12). c) Un vestígio dei significado original, que marcaba ligeramente una distancia, se ha con­ servado quizás en el uso despectivo dei pronombre (cf. Kühner, 644), en 1 Cor 6, 11: x al xaüxá xiveç fjxe, «gente así...»\ cf. además Lc 14, 30; 15, 30; 18, 11; Hech 17, 18 (cf. BlaB-Debrunner § 290 nota 1). d) Es firecuente la combinación con preposiciones (ôiá, eíç, èx, èv, èjtí, pexá, también xoúxou xÓQiv). x a l xaüxa, en Heb 11, 12, realza, lo mismo que en la lengua clásiea, una circunstancia que confiere especial importân­ cia a lo que se acaba de decir, y adquiere el significado de «a pesar de que» (cf. LiddellScott, í.v. C VIII, 2a). e) EI uso predicativo dei pronombre, que es especialmente frecuente con términos que expresan cantidad, es más difícil a veces de defmir en términos generales. Hech 1, 5: ov pexà KoXkàç xaúxaç ■qpégaç, «después de no muchos dias / a partir de aquellos (dias)»-, 24, 21: f] jrepi p.iãç xaúxT|ç q)C0VT|ç, «a no ser por lo que respecta a esa sola palahra». En es­

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te último caso, xaúxT]ç remite anticipadamente a la exposición que va a hacerse a continuación dei pronombre; este uso es bastante frecuente. Lo encontramos también, por ejemplo, en 1 Tes 4,15, donde xoüxo remite a la palabra dei Senor que se cita en el v. 15b; cf. Gál 3, 17; 1 Cor 15, 50 y 1 Cor 1, 12. T. Holtz OVTO), OVTCOÇ houtõ, houtõs (adv.) así, de

esta manera El advérbio derivado de ouxoç se halla atestiguado 208 veces en el NT (32 veces en Mateo, 10 en Marcos, 21 en Lucas, 14 en Juan, 27 en Hechos, 17 en Romanos, 31 en 1 Corintíos, 7 en 2 Corintios y 7 en Santiago; en los demás escritos es menos frecuente). En el NT la forma sin -ç (sobre la ç móvil, cf. BlaBDebrunner § 21) no se halla atestíguada con seguridãd sino en Hech 23,11; Flp 3, 17; Heb 12, 21;Ap 16, 18. ôuxcü puede remitir a lo precedente, casi siempre en construcción correlativa (Rom 12, 4s y passim con xaO^ájtEQ, Lc 11, 30 y passim con xaOcóç, Hech 8, 32 y passim con d)ç, Mt 12, 40 y passim con ^ cáojtEQ, Heb 9, 27s con xaO’ õaov, 2 Tim 3, 8 con ôv xqó Jtov); en estos casos habrá que traducir: «así como ... así también»-, en sentido absoluto, ouxcoç significa (refiriéndose a lo preceden­ te): a s í/d e tal manera, y también según eso / por tanto, Mt 6, 9.30; Mc 10, 43; Lc 14, 33; Rom 1,15; 11, 5; 1 Cor 7, 26.40; 14, 25 y pas­ sim-, se usa elípticamente en Lc 22, 26 (úheiç ôÈ oúx oúxcoç, «jpero vosotros no [debéis ser] así\y, cf. también 1 Cor 7,7 (oúxcoç... oú­ xcoç, de esta manera... de aquella manera). oúxcoç puede resumir también ima construc­ ción de partícipio (únicamente en Hech 20, 11; 27, 17, cf. BlaB-Debrunner § 425, 6). Como una referencia a lo que sigue, oúxcoç aparece en Lc 24, 24; Jn 21, 1; Hech 1, 11 y passim y tiene entonces el significado: así, de la siguiente manera; así sucede especialmen­ te en referencias a la Escritura: oúxcoç yéYpajixai, Mt 2, 5; oúxcoç IiÉyei, Rom 10, 6; oúxcoç... xa'&doç yéYQaJixai, 11, 26; cf., ade-

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OÍÍTOJ - Ô(pElA,ÉTT|Ç

en B asiléia.

más, Hech 7, 6; 13, 34; Mt 6, 9 como referen­ cia al texto de la Oración Dominical (onxcoç

E p istle to the Rom ans,

OlIV JtQOOETJXSCf&E 'UJiElÇ')-

1. En el NT, ôqpEtXéxriç aparece 7 veces, y ôcpeíX,Tipa, 2 veces. El uso de los términos se limita a Mateo/Lucas y a Pablo, pero hay que tener en cuenta que los correspondientes cam­ pos semânticos se diferencian notablemente entre sí.

Delante de adjetivos y advérbios, otixtoç significa tan (refiriéndose a la medida o al grado); Gál 3, 3; Heb 12, 21; Ap 16, 18; de­ lante de un verbo, hasta tal punto\ Jn 3, 16; 1 Jn 4, 11. - En Jn 4, 6 èxa^éÇexo onxcoç sig­ nifica; «él se sento sin más (o sencillamenté). Hay uso adjetival en Mt 1, 18; 19, 10; Rom 4, 18; Ap 9, 17, y uso sustantivado (semejante cosa) en Mt 9, 33; Mc 2, 12; Lc 1, 25; 2, 48. o v x ouch no -* ov. ouchi no, de ninguna manera Forma reforzada de ->• on. Aparece 54 veces en el NT (que se concentran en Mateo [9 veces], Lucas [18] y 1 Corintios [12]; no se encuentra en Marcos, Ias Pastorales, Ias Car­ tas Católicas y el Apocalipsis). Como simple negación (Jn 13, 11; Lc 18, 30 y passim); como respuesta, seguido de àXXá, «.no... sino» (Lc 12, 51 y passim\ cf. BlaB-Debrunner § 432, 2); como partícula in­ terrogativa en preguntas a Ias que se espera respuesta afirmativa: en Mt 5, 46; Rom 3, 29 y passim, pero especialmente en la Carta primera a los Corintios (1, 20; 3, 3; 5, 12; 6, 1 y passim-, on^L pãX).ov;, «^no... más bien?» en 5, 2; 6, 7 [bis]), lo cual se deduce dei estilo de discusión en que está escrita la carta; jxcüç onxí;, «í,como entonces no?», Rom 8, 32; cf. 2 Cor 3, 8. òtpei^iÉTtlg, OU, Ó opheiletês deudor, pe­ cador* ôçpELÍtTipa, axoç, xó opheilêma deuda, pe­ cado* 1. Aparición en el Nuevo Testamento - 2. Mateo/Lucas - 3. Pablo. B ib l: Dalman, Worte, 334-344; R Hauck, òcpelXT]p.a, ô(psiXérT]ç, en ThWNT V, 564s; Levy II, 19-21, 43s; E, Lohmeyer, D as Vater-unser, Gõttingen ^1947, 111-134; P. S. Minear, G ra titude a n d M issio n in the

F S fü r W. Freytag,

Stuttgart 1959, 42-48.

2. a) En Mt 18, 24 ôqpEiléxriç se usa como término dei lenguaje de Ias finanzas: deudor (cf. Platón, Leg V, 736d; TestJob 11, 12). El objeto directo dei verbo ^ ôcpEÍÀ.co (2), que va en acusativo, se convierte ahora en genitivo dependiente de ôq)EiX.éxT]ç e indica la suma de dinero que se adeuda (cf. Jiilicher II, 305); ôq)et^éxT)ç pngícov xaXávxcov; «que [le] debía 10.000 talentos». ôq3£ÍX,Ti(xa («deudas») no se encuentra en sentido financiero en el NT, pero sí en la LXX (Dt 24,10; 3 Esd 3,20; 1 Mac 15, 8 [cf. OGIS I, 149; Polibio XXV, 3, 3] y en el griego profano (Platón, Leg IV, 717b; PapHibeh I, 42, 10, y passim). b) En Mt 6, 12 (la quinta petición dei Padrenuestro) òq)EÍXTipa corresponde al término arameo hôbâ («deuda»), que se deriva de hôb («deuda de dinero», y que en la literatura rabínica se convirtió en la expresión corriente para designar el endeudamiento o culpabilidad ante Dios o ante alguno de nuestros semejantes, y pasó así a significar «pecado» (cf. Black, Approach, 140; Dalman; Jastrow, Dictionary, í .v.; Levy). Por ejemplo, los targumim traducen frecuentemente por hôbâ u otros términos parecidos los términos hebreos para designar el pecado (cf., por ejemplo, Tg Onquelos sobre Gén 13, 33; 42, 21; Ex 10, 17; otros testimonios pueden verse en Jas­ trow; Dalman). Al trasladarse la imagen de la deuda de dinero a la deuda (o culpa) dei peca­ do, y la relación entre el deudor y el acreedor a la situación dei hombre pecador ante Dios, ôcpeíkppa llegó a ser un término sinônimo de e intercambiable con a p a p tía , lo cual se ve por el hecho de que Lucas, en la quinta pe­ tición dei Padrenuestro (11, 4), sustituya ôtpEÍXTip,a por áp-aQXÍa. Esta posibilidad de intercambiar los términos se muestra también

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ô(pEiA,ÉTriç - ô
en que el verbo ^ àcjpíq^u puede acompanar tanto a ôqpeíX,ripa como a áp,aQxía (cf. ->■ DcpeíXco 2; también Mt 6, 12 / Lc 11, 4). En consecuencia, el òq)EiXéTTiç (Mt 6, 12; Did 8, 2; Lc 13, 4; en arameo htayyãb) es el deudor [o culpable] (de un pecado) / el pecador, y por tanto es término sinônimo de ápaQTO)Xóç (compárese Lc 13, 2 con 13, 4; cf. Hen [gr] 6, 3; Polic 6, 1: ôqpEiÀÉrqç áfxaQTÍaç).

do en la antítesis entre la fe y Ias obras (la ley, ^ ÊQyov 5) -una antítesis que determina el curso de la argumentación- y se sitúa dei lado dei EQYov: mientras que el trabajo realizado recibe el salario como contraprestación debida, la ÔLxaLOOÚvq, como «salario de la fe», no puede recibirse sino x ax à xóqlv.

3. Pablo utiliza primeramente ôqpEdéTriç (con genitivo) en Rom 15, 27 con el significa­ do de deudor (->■ 2.a) en sentido figurado: Ias comunidades de Macedonia y Acaya han par­ ticipado de los jrvsu[iauxá de la comunidad de Jerusalén, y están obligadas, por tanto, a la contraprestación de la colecta. En Pablo, ôq)EiA,ÉTT|ç aparece siempre como predicado nominal con el verbo £lp,í como copulativo: «estar obligado», y corresponde, por tanto, al significado dei verbo ^ ôq)eíX,co (3.b). En Gál 5, 3 Pablo entabla polêmica contra la circuncisión (como en el pasaje paralelo de Rom 2, 25) y niega que la circuncisión tenga eficacia excepcional para la salvación, como pretenden sus adversários gálatas: la circunci­ sión lleva consigo la obligación de cumplir toda la ley, un cumplimiento que debe descartarse como camino de salvación y que conduce a separarse de Cristo y a perder el estado de gracia (Gál 5 ,4 ; cf. también Sant 2, 10 [de acuerdo con M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ [KEK], 179ss]). El término aparece también con infinitivo (cf. Sófocles, Ai 590) en Rom 8, 12, donde, dei hecho de que el jtvEüpa habite en nosotros (v. 11), se deduce la ogligación de no per­ mitir que nuestra vida esté determinada por Ias leyes de la oág^. En Rom 1, 14 se usa ôqpEiÀéxTiç con dativo de la persona hacia la cual está uno obligado: en su tarea apostólica, Pablo se siente obliga­ do hacia todo el mundo gentil, con la obliga­ ción de proclamarle el evangelio. ôqjeíXT^pa se encuentra únicamente en Pa­ blo en Rom 4, 4 como concepto antitético al de xáQiç (aparece también en Tucídides II, 40, 4). Es un concepto que se halla encuadra-

òq^EiXtj, fjç, 1^ opheilê deudas, deuda [o culpa], obligación*

M. Wolter

B ibl.:

F. Hauck, ôcpEikr|, en ThWNT V, 564.

La deuda aparece primeramente en Mt 18, 32 como deuda de dinero (-> ôq)£iX,ÉXT|ç 2.a; ^ ôq)ELX.(io 2; sobre todo en los papiros: ÃgU 1 ,112, 11; IV, 1158; PapOxy II, 286, 18 y passim) y en Did 8, 2 aparece como deuda huma­ na (pecada) ante Dios (-»■ ôq)eiXÉXT]ç 2.b). En Rom 13,7 a i ôqiEiÀaí son los «trihutos debidos» que han de pagarse al Estado (■ ôqpEL?i,tt) 2; cf. también A. Strobel: ZNW 47 [1956] 88 nota 114). En 1 Cor 7, 3, el coito conyugal se conside­ ra como òcçzúd], un deber que el marido y la mujer deben cumplir el uno con el otro (de nuevo el verbo ->■ àjtoôíôoopi) para evitar la itoQVEÍa (cf. el v. 2). Vemos que también en el judaísmo el coito conyugal se consideraba como un deber obligatorio (cf. Billerbeck III, 368ss) y frecuentemente se describía así mediante Ias correspondientes circunlocuciones (cf., por ejemplo, bErub 100: miswâi cf., a propósito, Hauck, 564, 23ss. M. Wolter Ô cpcíX t]^.a, aTOÇ, TÓ opheilèma deuda,

pecado ->■ òcp£iX.éxTiç.

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ôqJEÍÀco

ÔcpeíÀ,co opheilõ ser deudor, tener que, es­ tar obligado* 1. Aparición en el NT - 2. Significado como térmi­ no financiero - 3. La necesidad y la obligación. Bibl.: R. D. Aus, The Liturgical Background o fth e Neccessity and Propriety o f Giving Thanks According to 2 Thes 1. 3: JBL92 (1973) 432-438; A. Fridrichsen, Exegetisches zu den Paulusbriefen: ThStKr 102

(1930) 291-301; F. Hauck, oçeíXo), en ThWNT V, 559-564; más bibliografia en ôq)EiXÉTT|ç.

1. En el NT ôcpEÍXo) aparece 35 veces. Los testimonios dei verbo se distribuyen entre casi todos los escritos y grupos de escritos (con excepción de Marcos, Colosenses, Ias Pastorales, la mayoría de Ias Cartas Católicas y el Apocalipsis). Como sucede en el caso de -* ôtpeiXéTqç, el uso dei verbo en Mateo/Lucas se diferencia claramente, con escasísimas ex­ cepciones, dei uso que se observa en los demás escritos. 2. Con objeto de la acción verbal en acusativo, ôqteíXco se encuentra en algunas parábo­ las dei material peculiar de Mateo y de Lucas, con el significado de ser deudor de algo (de dinero: Mt 18, 28.30; Lc 7, 41; de productos de la naturaleza: Lc 16, 5.7). Con este signifi­ cado el verbo aparece con mucha frecuencia en los papiros, sobre todo para referirse a los pagos en Ias transacciones comerciales priva­ das (cf. Moulton-Milligan; Preisigke, Wõrterbuch; Preisigke, Sammelbuch, siempre í.v.; Hauck, 559, 5ss). En consonância con esto, el participio neutro de la voz pasiva t ò ôqpeiXógEVOv (Mt 18, 30.34) designa la deuda (o suma adeudada) (->■ ôcpeiX,f|). En relación inmediata con orpEÍXco se hallan los verbos àjtoôíôcopi en lo que se refiere al pago de la deuda (Mt 18, 28.30.34; Lc 7, 42; fuera dei NT: Ez 18, 7; Aristóteles EthNic 1165a, 3; Pol 1304b, 29; Presigke, Sammelbuch, 6753, 5s; Josefo, Ant IX, 50 y passim), o c tq p íq p t en lo que se refiere a la remisión de la deuda (Mt 18, 27.32; fuera dei NT; Dt 15, 2; 1 Mac 13, 39). En Fim 18 ôqpELX© se refiere a una pérdida material, que Filemón ha sufrido por la fiiga

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de su esclavo (o por un robo relacionado con ella), y que Pablo se obliga juridicamente a compensar (cf. Pap. Strafiburg [ed. F. Preisig] I, 32, 9s; E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser und an Philemon^, [KEK] 284 notas 1-5; ->• âjtoTLvo), - t ÈXkoyétü). En Ias dos parábolas de Mt 18, 23-35: Lc 7, 41-43, la remisión de una deuda de dinero sirve de imagen dei perdón de los pecados (cf. Mt 18, 21s.35; Lc 7, 47; en ambos ejemplos, el puente entre lo metafórico y lo real es ->■ à(pLTipt,); ssta idea encuentra también su expresión en algunas parábolas rabínicas que tienen la misma forma literaria (cf. Tanfi 178a; ExR 31 [Billerbeck I, 798s, 800s]; cf. A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse der synoptischen Evangelien [StANT 24], München 1971, 76). - El uso dei verbo ôqpsíXo3 está influido aqui por el arameo bub (bayyãb) (cf. Levy II, j.v.), lo cual se refleja también en Lc 11, 4; àcpíopEV Jtavxl ôq)EÍXovTL qpLV, «nosotros personamos a todo el que se ha hecho deudor nuestro». ôcpEÍXoo xiví adquiere aqui el significado de ápaQxávco EÍç xiva (cf. IG in , 74, 15: ápapxíav ôqpdéxto M tiví TUQávvft); para más detalles -> ôqpeiXéxTiç [2.b]). 3. En los demás escritos dei NT, òfpeíXco se construye casi sin excepción con infinitivo. a) Como la expresión tener que, ô^peíXcu describe en primer lugar la necesidad general (1 Cor 5, 10; 7, 36; 9, 10; 2 Cor 12, 11.14; Heb 2, 17; 5, 12. - En 1 Cor 5, 10; 2 Cor 12, II, el imperfecto sin áv expresa, lo mismo que en la lengua clásica, la no existência de una necesidad; tendría que\ cf. BlaB-Debrunner § 358 nota 2), con la negación (oõx ôqpeíXcü) el no deber (Hech 17, 29; 1 Cor 11, 7). Pero ôqpEÍXo) puede expresar también un precepto jurídico o cultuai (Liddell-Scott, í.v.: «as a legal term»). Asi sucede, por ejemplo, con respecto al castigo que la ley impone por un determinado delito (Jn 19, 7: x a r á xòv vópov ôcpEÍXEi àjio^&avElv, «él tiene pena de muerte» [cf. también Tob 6, 13 B A; Sab 12, 20; 4 Mac 11, 15; TestJos 14, 6; inversamente Filón, SpecLeg Eli, 59; la mujer inocente lle-

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ôq)EÍA.to-

va una vida pura x a i Çfiv ô(p8ÍX.ei]) o en relación con determinados preceptos cultuales (1 Cor 11, 10; Heb 5, 3) o prohibiciones (1 Cor 11, 7). La necesidad expresada por medio de ô EnxaQiotém [2]) (cf. P. Schubert, Form and Function o f the Pauline Thanksgivings [BZNW 20], Berlin 1939, 54; P. T. 0 ’Biien, Introductory Thanks­ givings in the Letters o f Paul [NovTS 49], Leiden 1977, 167ss). En el trasfondo de todo se hallan primeramente los enunciados sobre el deber de dar gracias (xÓQiv ôqpEÍÀtü) en el griego profano (por ejemplo, Sófocles Ant 331; Teócrito II, 130; Platón, Pol 257a; Preisigke, Sammelbuch, 6789, 4; PapRyl 77, 39); luego pueden aducirse paralelos dei âmbito de la tradición judia y cristiana (cf. Aus), que hacen referencia a un contexto cultuai y litúrgico (Filón, SpecLeg 1, 224; Constitutiones Apostolorum VII, 39, 2; Pes 10, 5; bTaa 64b; 1 Ciem 38, 4; Bem 5, 3; 7, 1; cf. también Constitutiones Apostolorum VII, 35, 6.10; Henn [s] 9, 28, 5; 1 Ciem 40, Is). Mientras que aqui la obligación de dar gra­ cias se deriva de la oración de õii, que pertenece a la forma (cf. Schubert, Form and Function), vemos que en la denominada «parénesis ejemplar» (cf. A. Schulz, Nachfolgen und Nachahmen [StANT 6], München 1962, 302ss) la obligación ética se fundamenta, principalmente en la literatura joánica, por el correspondiente ejemplo dado por la conducta de Cristo o de Dios (Jn 13, 14; 1 Jn 2, 6; 3, 16; 4, 11; también Rom 15, l[-3]; Ef 5, [25.] 28 [cf., a propósito, G. Bouwman: NovTS 48 (1978) 179-190]). ôqJEÍÀco es, a este respecto, elemento de una conexión causai y adquiere casi la función de un imperativo (cf. una vi-

õcpeAx)v

658

sión de conjunto en Schulz, Nachfolge und Nachahmen, 303ss), aunque le confrere carac­ ter argumentativo. Algo parecido hay que decir también de la exhortación que aparece en Rom 15, 27; 3 Jn 8. En Rom 15, 27 vemos que ôtjpEÜuo, como en Jn 13, 14; 1 Jn 4, 11, depende de una oración condicional que debe entenderse en sentido causai (BlaB-Debmnner § 372, 1); en 3 Jn 8 deriva su importância de la oración final que viene a continuación (cf. también Lc 17, 10: correspondência con ôicttáoao) [2.b]). c) ôcpEÍÀco en Mt 23, 16.18 está elíptico y, como parte de una fórmula rabínica de voto, es traducción dei arameo hayyãb (cf. Ned 2, 3: él está obligado (a cumplir el juramento). d) En Rom 13, 8 (cf. Fridrichsen) Pablo, recogiendo el término ->■ô(pEiX,r| (v. 7), subraya que el amor recíproco es la obligación más sublime y amplia y que sobrepuja a todas Ias demás obligaciones -incluso a Ias menciona­ das en el v. 7 - (cf. v. 8b): «.No tengáis obliga­ ción alguna con nadie, a excepción (de que estáis obligados) a amaros unos a otros». Pa­ blo formula así la dialéctica de la libertad ra­ dical ante cualquiera y en todos los aspectos y con sujeción radical a la reciprocidad dei amor mutuo. M. Wolter

õq)£Xov ophelon

(participio) jojalá! õqjeXov aparece 4 veces en el NT (en algunos manuscritos uupELov). Es un participio que originalmente debía completarse con Ecrtiv (cf. BlaB-Debrunner § 67, 2 con la nota 4); se encuentra como partícula desiderativa en deseos irrealizables (1 Cor 4, 8; Gál 5, 12; Ap 3, 15) y seguramente también en deseos realizables (2 Cor 11, 1, donde el imperfecto áveíxEofi^E podría sustituir al optativo, cf. BlaB-Debrunner § 384 y 448 nota 1; también R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco-, de manera distinta piensan Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-De­ brunner § 359, 1 con la nota 2); cf. IgnEsm 12, 1. DTNTIII, 150s.

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õcps^oç - ôcp^&aXjióç

660

100 testimonios, aunque este hecho no corres­ ponde sin más a la importância que tiene el significado dei ojo en comparación, por ejem­ plo, con el órgano dei oído. En efecto, la gran mayoría de los testimonios de ôcp'0a?t(xóç se refieren al ojo como órgano físico o como facultad de percepción sensorial. La percepción, entendida en el sentido de conocer y comprender, que es propia de la mayoría de los verbos de ver en el NT, tiene menos énfasis en el âmbito dei término ôqpdaX,[xóç (pero cf. Mc 12, 11 par. Mt 21, 42; Lc 24, 31; Hech 26, 18; Ef 1, 18, y los ejemplos negativos en Lc 19, 42; 24, 16). Las sentencias acerca dei endureòtp-daXiiio&ovXia, a ç , 1^ ophthalmodoucimiento, que tienen su fundamento en Is 6, lia servicio que se hace delante de los de9s, se basan en la distinción entre la facultad más para quedar bien* natural de ver y la falta de entendimiento (Mt En Ias tablas de deberes domésticos de Col 13, 14s; Hech 28, 26s; Jn 12, 40), así como 3, 22 / Ef 6, 6 se exhorta a los esclavos crisMc 8, 18 ((referida a los discípulos!) y Rom tianos a servir a sus amos no simplemente pa­ 11, 8 . 10. ra que los vean (èv ôq)'8'aA.[toôouX,La [v.l.: Entre los órganos de los sentidos, al ojo le plural] / x ax ’ ôqp'&aXp.oôot)}tíav, en ambos corresponde especial importância, en cuanto casos junto a cbç àv§Q(UJtáQ£axoi), es decir, puede ser portador de especiales sensaciones un servicio que se presta sólo para «guardar y puede representar precisamente a toda la Ias apariencias» (sin verdadera dedicación in­ persona. A esta categoria pertenece lo de ôcpterna). ThWNT II, 283. ■&a)t|jiòç jrovqpóç; en Mt 20,15 y Mc 7, 22 la expresión designa la «envidia», pero la cosa cambia en Mt 6, 22s par. Lc 11, 34. Así como ò
õcpe^oç, o v ç , TÓ ophelos provecho, bene­ ficio* El término aparece tres veces en el NT, siempre en preguntas: xí (poi) xò õqpeXoç;, «^de qué (me) aprovechaly>, en 1 Cor 15, 32, donde se formula esta pregunta refiriéndose al martirio de Pablo, que no tendría sentido sin la esperanza en la resurrección de los muertos; en Sant 2, 14.16 dícese de la fe, que -sin obrasno sirve para nada (v. 16: ejemplo tomado de la vida práctica; cf. Eclo 4, 3; 1 Jn 3, 17s; Did 4, 8); cf. 2 Ciem 6, 2; Herm (v) 3, 3, 1.

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ô(p§aX|xóç - õqjiç

cuerpo. Sino que la serie se orienta, más bien, positivamente y es la exhortación a una obe­ diência radical e integral. La bienaventuranza de Jesús, que considera dichosos a los que son testigos con sus ojos y sus oídos, en la versión distinta que tiene en Lucas (10, 23) y en Mateo (13, 16), no supone una preferencia dei ver o dei oír. En su for­ ma actual, la sentencia, en el contexto de Lu­ cas, acentua el objeto de la acción de ver, que es la presencia de Jesús en cuanto cumplimiento de la esperanzas dei AT, mientras que Mateo considera bienaventurados a los que cristianos que (o: porque) «ven» (= entienden) y escuchan con fe. Finalmente, la acentuación dei hecho de que el «nosotros» que habla en el prólogo de la Carta primera de Juan (1, 1) ha sido testigo con sus ojos y sus oídos, anticipa ya los temas teológicos centrales de la carta: la percepción sensible de los testigos corresponde a la revelación de Dios en Jesús, porque con esto se subraya y conso­ lida la confesión de fe de que Jesucristo ha venido en carne (èv oaQxl èÀ.qX.ufi-óxa, 1 Jn 4, 2; cf. además 1 Jn 5, 6 y passim).

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radigma dei «ver» con los ojos de la fe: un «ver» que conduce a la confesión de fe en Je­ sús como el JtÚQioç (18, 41) y como el Hijo de David (18, 38s). Mateo reelaboró y condensó en la forma que le es peculiar Ias dos historias de milagros, hasta plasmar una escena ideal que «presenta intuitivamente la fe a la que se con­ cede un milagro» (Held 213). Finalmente, en Juan 9, 1-7, lo que está en juego, como se ve por la discusión que sigue al milagro y sobre todo por el litígio (9, 3941), es más y algo muy distinto de la curación de una persona enferma y de la aclaración de la pregunta preliminar que se plantea en 9, 2. Lo que en realidad está en juego es saber quién seguirá estando «ciego» ante la misión de Jesús o quién comenzará a «ver» (9, 41).

3. Finalmente, merece especial mención el texto de Gál 3, 1. No sólo es inusitado —para Pablo y para el N T - el empleo de itgoYQátpo) como circunlocución para describir la proclamación dei evangelio. Sino que también es cosa singular la combinación dei verbo con ccp-d-aX-p-óç. Por eso, es difícil precisar el 2. Hay que estudiar aparte Ias curaciones de sentido de la expresión jtgoyQácpa) nax’ ôq?ciegos obradas por Jesús (Mc 8, 22-26; 10,46#a).(to'úç. Una de dos: o bien significa el ca52 par. Mt 20, 29-34 [9, 27-31] / Lc 18, 35-43; rácter de notoriedad (jtQOYQátpm, cf. JtgoTÍOspai en Rom 3, 25) de la predicación pauliJn 9, 1-41). En Ias curaciones de los ciegos, en general, no se trata sólo de que esas persona de la cruz, por contraste con el hechinas recuperen la facultad natural de la visión. zamiento secreto dei que fueron objeto los gálatas por parte de los adversários de Pablo, Esto aparece ya clarísimamente en Marcos por el llamativo encuadramiento de Ias dos o bien describe —en el sentido de 1 Cor 1, 23— la especial intensidad y encarecimiento de la curaciones de ciegos en el curso de su evangelio. Mc 8, 22-26 precede inmediatamente a predicación de Cristo como predicación dei Crucificado. Esta última posibilidad será quila confesión de Pedro y a la primera predicción de la Pasión (8, 27-33). Sobre el trasfonzás la que raejor corresponda a la combina­ ción de JtgoYgóqift) con òq)'&aX,póç, así como do de 8, 18 nos damos cuenta de que el ciego es fiel imagen de los discípulos, a quienes hay a la acentuada interpelación y a la posición de ècrtaugtúpévoç al final de la frase. que abrirles los ojos. A partir de 10, 46-52 se interrumpe la actividad pública de Jesús antes M. Võlkel de su marcha a Jerusalén. El ciego curado se convierte en el tipo dei seguidor de Jesús. Para Lucas, después de la observación acer­ ôtpiç, etoç, ó ophis serpiente* ca de la incomprensión de los discípulos con En el NT el término aparece 14 veces, cin­ co de ellas en el Apocalipsis. El NT no atribula que termina la tercera predicción de la Pa­ ye valor especial a Ias serpientes, como se les sión (18, 34), la curación siguiente es un pa­

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õq)iç - õ/Xoç

atribuía en el mundo antiguo, además de hacerse de ellas una valoración negativa (cf. Pauly-Wissowa II/l, 506-521); una excepción es, claro está, Jn 3,14, donde, recogiéndose la noticia de Núm 21, 4-9 de que Moisés levan­ to la serpiente de bronce, se habla de que este hecho fue tipo de la exaltación de Jesús (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, 445s). Por lo demás, la serpiente -sin caracter simbólico alguno- es considerada co­ mo un animal peligroso, que una persona no dará nunca a su hijo (Mt 7, 10 par. Lc 11, 11), y que, por su carácter venenoso, sirve de imagen para representar a los adversários farisaicos de Jesús (Mt 23, 23: en plural, junto a Yevvf|p,axa è/tôvcov), pero que ya no puede hacer ningún mal a los creyentes (Mc 16, 18; Lc 10, 19; cf. también Hech 28, 3ss: ejjiôva), pero sí a los que tientan al Senor (1 Cor 10, 9; cf. Núm 21, 5ss). Ahora bien, de Ias serpientes puede aprenderse la prudência (Mt 10, 16: en plural; término opuesto: a l jieQioxeQal). Sin embargo, se acentúa de manera simbólica y mítica la faceta negativa de Ias serpientes (Ap 9, 19) y éstas pueden designar al diablo como el adversário antiguo y dei fin de los tiempos (-»• ôpáxcDV 3) (12, 9; 20, 2 [òcpiç ó àex«íoç]; 12, 14.15; 2 Cor 11, 3 [cbç ó õcpiç 8^T)3T(XTTioEV Euav]); cf. Bem 12, 5.6.7; IgnPol 2, 2. ThWNT V, 566-582; X, 1208 (bibl.); BHH III, 1699-1701; RAC IV, 226-250; J. Emst, Die eschatologischen Gegenspieler in den Schriften des NT, Regensburg 1967, 241250 y í.v. en el índice analítico; O. Bõcher, Dãmonenfurcht und Dãmonenabwehr, Stuttgart 1970, 92-95 y í . v . en el índice anaUtico; DTNTII, 50s.

òq)Q'Cç, i)OÇ, 1^ ophrys precipício dei mon­ te, cumbre escarpada* Según Lc 4, 29, quisieron arrojar a Jesús desde la cumbre escarpada dei monte en el que -en opinión de Lucas- «estaba asentada su ciudad»: TjYaYov a õ x ò v ecoç ôq)Q 'úoç t o ü ÕQOu ç ... G. Dalman, Orte und Wege Jesu, Gütersloh ^1924, 83s; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÕTK), sub loco.

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ò x ^ é o ^ a i ochleomai ser atormentado* En el NT el verbo se usa únicamente en voz pasiva: Hech 5, 16, ôx)i.onp,Evoi 'un:ò jtvenp,áxcov àxaOágxcov, «.atormentados por espíritus inmundos» (junto a ào^Evelç); cf. también Lc 6, 18; HechTom 12. Ò)(À.OJIOléo) ochlopoieõ prom over un tu­ multo* En Hech 17, 5 dícese de los judios, quienes, juntamente con otros, llenos de envidia contra Pablo y Silas, promovieron un tumulto'. b y\o JtOLiioavTEÇ. ôxXoç, o v , ó ochlos pueblo, muchedumbre, gentio, multitud de gente El término aparece 175 veces en el NT, uni­ camente en los Evangelios (50 veces en Mateo, 38 en Marcos, 41 en Lucas, 20 en Juan), en Hechos (22 veces) y en el Apocalipsis (4 veces). La gran difusión dei término en la tradición de Jesús demuestra que la actividad de Jesús no tuvo lugar en privado ni se entendió como asunto entre unos cuantos, sino que (como había ocurrido ya con Juan el Bautista: Lc 3, 7.10) tuvo lugar siempre de cara a la multitud (cf., a propósito, U. Hedinger: ThZ 32 [1976] 201-206). Según Mt 4, 25, «un gran gentio» (õxkoi JTokkoi) sigue a Jesús desde Galilea (a diferencia de Mc 3, 7 [jtokti jrkfjO^oç] / Lc 6, 17 [õxkoç Jtoknç |xa§T)X(jõv anxoü, x a i jrXfjdoç jtokü xoü kaoü], cf. v. 19 [jtãç ó ò%Xoç]) y son así testigos dei Sermón de la Montana dirigido a los discípulos (Mt 5, 1: lôtbv 8È xonç õx^onç, cf. 7, 28: è^eitkfiaaovxo oí õxkoi, a diferencia de Lc 6, 20). Se­ gún Mc 6, 34 par. Mt 9, 36, Jesús «se siente lleno de compasión (-> ajtkaYX'víCo(tat). cuando ve a la multitud / al gentio (õxkoç, que en otras partes es también sinônimo de õx^oL, aunque el plural se halla en Marcos únicamente en 10, 1 y en Juan únicamente en 7, 12a) «como ovejas sin pastor» (de manera semejante en Mt 1 4 ,13s.l9; 15, 32 par. Mc 8, 1). Los dirigentes y maestros dei pueblo y la multitud misma creen que Jesús es un alboro-

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ôy\oç, - ôi|>é

tador dei pueblo (Jn 7, 12b [jt^^avõ xòv õxA,ov]; 7, 20.32.43.49 [ó õx?^.oç oíjtoç, «es­ ta plebe-»]). Sin embargo, en la mayoría de los casos õx^oç es «el trasfondo anônimo sobre el que se desarrolla la actividad de Jesus» (ThWNT V, 586), según vemos en Mt 13, 2; 14, 23; 15, 10; Mc 3, 20; 9, 25;L c5, l ; J n l l , 42, y passim. Ahora bien, los evangelios conocen también la doble cara de la actitud de Ias multitudes: por un lado, tributan a Jesús una entrada triunfal en Jerusalén (Mt 21, 111, especialmente los vv. 8.9.11; en cambio, Mc 11, 1-11; Lc 19, 28-38 sin òy\og)\ por otro lado, se dejan instigar y reclaman a gritos la crucifixión de Jesús (Mt 27, 15.20.24; Mc 15, 8.11.15; Lc 23, 4). Lc 23, 48 (material pe­ culiar) refiere cómo, a continuación de la muerte de Jesús, Ias multitudes (õx)i.oi) sintieron pesar de lo que había sucedido. También en Mt 14, 5; 21, 26; Mc 12, 12 y passim, el pueblo adopta una actitud contraria a la de sus dirigentes. En el libro de Hechos se mantiene la oferta, no privada sino abierta a todos, dei evangelio: 1, 15; 6, 7; 8, 6; 11, 24; 13, 45; pero también aqui aparece la doble cara dei pueblo, que se deja seducir; 14, 19; 16, 22; 17, 8; 19, 26 y passim. Algunas expresiones particulares: õxX,oç, «un tropel de gente», Mc 14, 43; cf. Mt 26, 47; Lc 22, 47; ó itLeioxoç õx^oç, «un gran gentio», Mt 21, 8; õx^oç Lxavóç, «una multitud considerable», Mc 10, 46; Lc 7, 12; a í p-UQtáÔEÇ Toü õxX.on, «la gente a millares», Lc 12, 1; ò%Xoç... teXtovmv, «gran número... de publicanos», Lc 5, 29; cf. además 6, 17 (cf. supra)-, Hech 6, 7; õx^oç òvopÓTCüv... moel èxaTÒv eixoai, «un grupo de unas 120 personas», 1, 15. En Ap 7, 9; 19, 1.6 òxXoç se usa para referirse a la multitud de los redimidos; en 17, 15, el plural «muchedumbres» (junto a Itaoí, ê^&VT] y Y^êiaoaL). P. Joüon: RSR 27 (1937) 618s; ThWNT V, 582-590; X, 1208 (bibl.); B. Citron: SJTh 7 (1954) 408-418; BHH III, 2112; P. Zingg, Das Wachsen der Kirche, Fribourg (Suiza)-Gõttingen 1974, 6163: DTNTIII, 445s. H. Balz

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’O x o Ç ía ç , o v Ochozicts Ococías Nombre en la genealogia de Jesús en Mt 1, 8 sy""; Lc 3, 23ss D (cf. 4 Re 8, 24; 2 Crón

22, 1).

ÒXÚQMliia, a t o ç . t ó ochyrõma fortaleza, baluarte* Según 2 Cor 10, 4, Ias armas espirituales de Pablo son «poderosas..., para la destrucción áe fortalezas (de adversários)» (cf. Prov 21, 22; Filón Conf 129s), a saber, los À,OYiopoí etc. de quienes se alzan contra la verdadera Yvmoiç Ton § eoõ. ThWNT V, 590s.

o ljtaQ io v , o it, TO opsarion pescado* El término aparece 5 veces en el NT: en relación con el milagro de dar de comer a 5000 personas, únicamente en Jn 6, 9.11 (v. 9: jtévTE âQTOuç... x a i ÔTJO ôojjáQta; v. 11: óp.oícoç x a l èx xrâv ôipaQÍcov; en cambio, los Sinópticos dicen: ôúo ÍX'&'úeç, Mc 6, 38.41 par.); según Jn 21, 9.13, el Resucitado ofrece como comida a sus discípulos «pan -y (un) pescado»; en el v. 10, a los peces capturados en la red se los llama pescados, ôojHXQia (jun­ to a LX'0'úsç en el v. 11). Se piensa en todos los casos en el pescado como alimento y para acompanar al pan (ôtjiáQiov es un diminutivo de TÒ õtjjov, «alimento cocido»). Bauer, Wôrterbuch, í . v . (bibl.); ->■ Ix^ijç (3.4).

ôljtÉ opse (adv.) al atardecer, al anochecer, después de* -La construcción de genitivo ôojjè o a ^ p á Tcov (Mt 28, 1) debe traducirse por «después dei sábado» (no «al atardecer dei sábado»), cf. BlaB-Debrunner § 164, 4; Bauer, Wôrterbuch, s.v. 3 (bibl.). Mc 11,19: oxav ôtj)è èyéVEXO, «a la caída de la tarde»; 13, 35 en una exhortación a permanecer despiertos y vigi­ lantes: El dueno de la casa puede llegar «al anochecer o a media noche o a primeras horas de la manana». S. Zeitlin: JQR 43 (19521953) 197s.

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ô^j)ía - ôxpcüVLOv

O lpía, a g , ^ opsia (el) atardecer* El término aparece 14 veces en el NT, uni­ camente en Mateo, Marcos y Juan; Mt 8, 16; 14, 15.23; 16, 2; 20, 8; 26, 20; 27, 57; Mc 1, 32; 4, 35; 6, 47; 14, 17; 15, 42, en la combinación ôtpíaç (ôè) YSVopévTiç (Jn 6, 16: wç ÔÈ òijJta EyéveTo; 20, 19: oõcrriç oúv òtpíaç Tfj fipÉQÇt èxEÍVT)...): «al atardecer de aquel día»); también en Mc 1, 32 junto a ÔTE eôu ó fíX,ioç. El sustantivo ôijjía fue originalmente un adjetivo que llegó a sustantivarse por la elipsis dei correspondiente sustantivo (mça); cf. BlaU-Debrunner § 241, 3 con la nota 4. õ tjti^ o g , 2 opsimos tardio; sustantivado, lo que es tardio, fruta tardia, lluvia tardia* En Sant 5, 7 el adjetivo sustantivado apare­ ce en la exhortación a ser pacientes y aguar­ dar, como el labrador que para el fruto de su campo aguarda «lo tempranero y lo tardio (jiQÓipov x a i oipipov)». Los manuscritos completan xaQjióç (Sin y otros) o úetóç (A P V Koiné). Lo más probable es que se piense en la lluvia temprana (en el otono) y en la llu­ via tardia (en la primavera) (cf. ecoç ^ápT], también 5, 18). BHH III, 1568-1571.

õtjtiog, 3 opsios tarde* Mc 11, 11: ôijjíaç rjôq oüoqç xfjç ô ç a ç , «como era ya tarde / era ya muy entrada la tarde»; v.l. ->■ôtjjÉ Sin C L y otros.

Õtplg, £0)g, 1^ opsis cara, rostro; apariencia* Con el significado de cara/rostro el término se aplica en Jn 11, 44 a la cara de Lázaro resucitado; en Ap 1, 16 se aplica a Cristo, como el «Hijo dei hombre», cuyo «rostro era como el sol cuando brilla en su fuerza» (cf. Jue 5,

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31). En Jn 7, 24 se dice; pq x q l v e t e x a t ’ õtjjiv, «ino juzguéis por Ias apariencias (exteriores)b> (cf. también 1 Re 16, 7). ò ijt t ó v io v , o v , TÓ opsõnion paga, salario,

compensación* El término aparece 4 veces en el NT: en Lc 3, 14 en Ias palabras predicadas por el Bautista sobre los «deberes de estado», refiriéndose concretamente a la paga (en plural) de los soldados (arpaxEnópEVot, que eran segura­ mente mercenários al servido de Herodes Antipas): ôoxE T afi-E t o I ç ô i |) covlolç upõjv (como tecnicismo militar aparece también en 1 Mac 3, 28; 4, 32); se piensa en la paga (en plural) recibida periodicamente, que sólo permitia vivir de forma modesta y que a menudo era cau­ sa de que la soldadesca se propasara; con el mismo significado el término aparece en 1 Cor 9, 7 como imagen dei sustento que la comunidad debiera proporcionar (propiamente) al apóstol (cf. Mt 10, 10), pero que éste no recibió de los corintios sino de otras comunida­ des (en Macedonia), para «desventaja» de ellas: ?tapràv ôtlttoviov itgòç xqv ■upôiv ôiaxovíav, «tomando salario de ellas para serviros a vosotros», 2 Cor 11, 8 (sobre la manera desvaída en que se entiende el término, cf. BlaB-Debrunner § 126, 2 con la nota 8). En Rom 6, 23, el término -en sentido figuradose refiere al salario / la paga que el pecado recibe por los servidos prestados, a saber, la muerte: xà yà ç ôtlióvia xfjç àp,aQxíaç Dávaxoç (lo opuesto: xáQtopa xoú dEou ^coq aiCüVioç). - En sentido figurado, el término se aplica a los creyentes, que son luchadores que reciben de Cristo su paga, IgnPol 6, 2. ThWNT V, 591s; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Ch. C. Caragounis: NovT 16 (1974) 35-57; DTNT IV, 34s; Spicq, Notes H, 635-638.

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n JiayiÔEVfi) pagideuõ tender una trampa, hacer caer (en una trampa)* En Mt 22, 15 se habla dei plan de los fariseos para «hacer caer» a Jesús en una trampa «con alguna de sus declaraciones» ( ô k c o ç auTÒv jcaYLÔeúwoiv èv X,óycü). Xóyoç signi­ fica aqui una declaración de Jesús, provocada por sus adversários, y al mismo tiempo la «trampa» o «lazo» que le han tendido; cf. 1 Re 28, 9; Prov 6, 2 Simm. (LXX: JtaYÍç). ThWNT V, 595s. J ta y íç , íô o ç , 1^ pagis trampa, lazo, red (de caza)* El término aparece 5 veces en el NT, siempre en sentido figurado o como metáfora para significar algún peligro o mal repentino e inesperado: en Lc 21, 35 se habla dei día dei Hijo dei hombre, que caerá de repente «como una red» (para cazar pájaros) sobre los que no se hallen preparados (cf. Is 24, 17s); según Rom 11, 9 (cita dei Sal 68, 23 LXX), el altar se convertirá en una trampa para aquellos de Israel que sigan empedernidos. En 1 Tim 3, 7 JcaYiç Ton ôiapóÂ.on (juntamente con ôvel8iap,óç) es una metáfora para designar Ias peligrosas consecuencias de que un obispo tenga mala reputación entre los de fuera; cf. también CD 4, 17s; de manera semejante se expresa 2 Tim 2, 26 ->■ àvavf](jpü) èx to n ôiapóX.01) JiaYÍôoç, «ser sobrio / escapar dei lazo dei diablo»; en 1 Tim 6, 9 junto a jieiQaoftóç y èjtf&nptai. ThWNT V, 593-595; BHHIII, 1701-1703. J lá y o ç , o u , ó pagos monte, colina - r

“A

q EIOÇ

JtÓYOÇ.

n:á'diím a, a t o ç , t ó pathêma sufrimiento, desgracia, pasión* 1. Aparición, significado fundamental - 2. Pasiones ~ 3. Sufrimientos de los cristianos y de Cristo.

n

B ibl.: tOtípco, -►Jtáoxo), además: W. Michaelis, JtáÚTipa, en ThWNT V, 929-934; H. Millauer, L eiden a is G na de. E in e tra d itio n sg e sc h ic h tlic h e U n tersuchung zu r Leidenstheologie des 1 P etr (EHS 23/56), Frankfurt a. M. 1976; P. von der Osten-Sacken, R õ m 8 a is B eispiel p a u lin isc h e r Soteriologie (FRLANT 112), Gõttingen 1973, 260-309; C. H. Proudfoot, Im itation o r R e a listic P a rtic ip a tio n : Interpretation 17 (1963) 140-160; P. Siber, M it C hristus leben. E in e Studie zu r p ln A u fe r s te h m g s h o jfn u n g (AThANT 61), Zürich 1971; R. C. Tannehill, D ying an d R ising w ith Christ. A Study in P auline T heology (BZNW 32), Berlin 1967;

para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1224s.

1. jiá'&Ti[xa, con el sentido básico de aquello que uno experimenta {-r jtáaxüi), no apa­ rece en la LXX; en el NT se halla atestiguado 16 veces.-Significa dos veces Ias pasiones ex­ perimentadas como una fuerza (-> 2); en los demás casos significa los sufrimientos. Ias tribulaciones de los cristianos y de Jesucristo 3). (En la interpretación dei término hay que tener en cuenta que la traducción por los «sufrimientos de Cristo», influida por la pos­ terior teologia de la expiación y por la devoción a la Pasión de Cristo, entendió a menudo el término en el sentido estrecho de amargos sufrimientos físicos o psíquicos.) 2. Según Rom 7, 5 «Ias pasiones de los peca­ dos» (los afectos que impulsan a los pecados o que se experimentan en éstos) determinan la vida «en la carne»; esas pasiones llegan a ser tan po­ derosas «por la ley que hay... en nuestros miembros», que originan la muerte (cf. 6, 12). Los que pertenecen a Cristo, «han cmcificado su came» -en la fe y en el bautismo- «juntamente con Ias pasiones y los deseos» (Gál 5, 24; cf. Rom 6, 6; 8, 13; Col 3, 5). Jiáú^npa se halla aqui junto a -> ÈJtifluitLa, y se diferencia de ella porque designa más bien la experiencia de la inclinación de la oáQl, mientras que àmílupía denota sobre todo la tendencia activa por parte de la persona (cf. H. SchUer, La Carta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco). 3. Varias veces t à Jtahtjpaxa (lo mismo que designan claramente Ias tribu-

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jtá-6r)[ia- máOoç

laciones a Ias que los cristianos, especialmen­ te los apóstoles, están expuestos en este mun­ do, y que se originan sobre todo por Ias persecuciones. Así aparece en 2 Cor 1, 6.7; Col 1, 24a; 2 Tim 3, 11; 1 Pe 5, 9; Heb 10, 32 (cf. la definición más precisa en 10, 33ss). En Rom 8, 18 Pablo utiliza el plural de Jtálhip.a para designar los sufrimientos de los cristianos en general y, con arreglo a algunas concepciones apocalípticas judias. Ias considera estrechamente relacionadas con la situación dei mun­ do al fin de los tiempos (cf. los vv. 19ss); esos sufrimientos los experimentan los cristianos en comunión con Cristo; son la condición pre­ via para la participación en la gloria de Cristo (V. 17). xà na-dfipaxa to ü X qiotoú, en 2 Cor 1, 5, pudieran ser Ias dificultades experimentadas por Pablo a causa de Cristo (Michaelis, 930s; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief[KEK], 298). Pero es más probable que se trate de los sufri­ mientos propios de Cristo (el rechazo de que fue objeto y la crucifixión; cf. la estructura de la frase y Flp 3, 10; 2 Cor 4, 10). Pablo, en virtud de su comunión de vida con Cristo (concedida por el -> jivEÜpa), puede conside­ rar sus propias tribulaciones en relación su­ mamente íntima con los sufrimientos de Cris­ to. Como tales, esas tribulaciones sirven para el «consuelo» (jtapáxÀqaiç) y la «salvación» (0ü)tr|QÍa) de los lectores (v. 6; cf. 4, 10-12). El «conocer» [experimentar] «la comunión con sus sufrimientos [a saber, los de Cristo]» es, según Flp 3, 10, juntamente con la experiencia cotidiana dei «poder de su resurrección» (cf. 2 Cor 4, 10; 13, 4), la forma de es­ tar unido con Cristo y de alcanzar la resurrección. Los Jta'fl'f|[taTa son aqui los sufrimien­ tos propios de Cristo (cf. «su resurrección»), en los que el apóstol participa (-> xoivoovía) por sus tribulaciones diarias (cf. 1 Cor 15, 31; 2 Cor 4, lOs) y con Ias que Pablo llega así a «hacerse semejante a El en su muerte» (onit[tOQCpí^®). En la Carta primera de Pedro, t à Jta'&TÍ[taxa, en contraposición a la gloria futura, designan los [ignominiosos] sufrimientos que Cris­ to tuvo que padecer (1,11), y en los que «par-

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ticipan» los cristianos (yendo en pos dei Cru­ cificado, 4, 13, cf. 2, 21; -)• Jtáox® 3; de manera distinta, Flp 3, 10). Pedro, según 5, 1, es «testigo» (-+ [xÓQxnç) de esos padecimientos de Cristo, (bien como «testigo ocular» -^la «condición de testigo ocular» como elemento integrante de la pseudoepigrafía?- o bien co­ mo «testigo experiencial», que al soportar sus propias aflicciones da testimonio de los sufri­ mientos de Cristo; cf. N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, sub loco). En Heb 2, 9 Jtá'&T]pa xon d-aváxou se refiere clarísimamente a los sufrimientos de Jesús en su muerte (xon ■daváxon es genitivo epexegético), que mostraron un aspecto extra­ ordinário de sus padecimientos (por tanto, jtádTKia no es sinônimo sencillamente de «muerte» [en contra de Michaelis, 933s]). Cristo, de esta manera, tenía que ser llevado «por medio dei sufrimiento a la consumación» (2, 10; cf. 5, 8s, -> n;áox«) 4). La fór­ mula xà Jta^&Tiiraxa, que designa la muerte ignominiosa y humillante sufrida por Jesús, se ha escogido aqui también, como en Pablo y en la Carta primera de Pedro, con la mirada puesta en la suerte que corrían los cristianos (cf. la v.l. de D* en 2, 14; pero especialmente Heb 11, 26; 13, 13: la «afrenta de Cristo»). J. Kremer jia^di^TÓç, 3 pathêtos expuesto al sufri­ miento, capaz de sufrir* En Hech 26, 23 en el discurso que Pablo pronuncia en su propia defensa ante Festo y Agripa: ei JtaO-ijXÒç ó X qioxóç, «que el Cris­ to tendría que padecer» (así BlaS-Debrunner § 65, nota 5; cf. también Lc 24, 26.46; Hech 3, 18; 17, 3; con el término opuesto àjta0r]ç, referido igualmente a Cristo, en IgnEf 7, 2; Polic 3, 2; no aparece en la LXX). ThWNT V, 923; Jtáoxm. J tá d o ç , OVÇ, TÓ pathos pasión; sufrimiento* En el NT el término aparece 3 veces, unica­ mente con el significado de pasión (sexual):

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jtá ^ o ç — jtaiSaYcoYÓç

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en Rom 1, 26 J tó -^ áti[iíaç (-> âxinoç 3) dícese de los gentiles que, por su impiedad, se hallan entregados a «pasiones degradantes» (la homosexualidad, cf. vv. 26b.27); en Col 3, 5 Jtá-&oç juntamente con JtoQveía, a x a ^ a g oía, ETO'&t)}xía xaxt] y JtXeove|la se consi­ dera como un impulso apegado todavia a esta tierra (cf. TestJos 7, 8); en 1 Tes 4, 5 jtá^&OÇ EJtf&nixíaç es la «pasión concupiscente» que caracteriza la vida sexual en los matrimônios de los gentiles. ThWNT V, 926-929.

xaJioç («maestro») propiamente tal (Platón, Lys 208c; Diógenes Laercio III, 92; Filón, LegGai 53), porque el JtaLÔaycoYÓç es el en­ cargado de imponer disciplina y de vigilar a los muchachos. En los dos pasajes citados dei NT se presupone (-*■ 2.3) una valoración ne­ gativa dei JtaiôaYCOYÓç (jaun reconociendo su utilidad!; los testimonios pueden verse en Oepke, 87). Se desea vivamente que termine la tutela por el JiaiôaYtoYÓç (Gál 3, 23-26); Pablo establece un contraste entre los JiaiôaYtOYOÍ y si «padre» (1 Cor 4, 14-16).

JtaiôaY O íY Ó ç, oC, ó paidagõgos el encargado de llevar a los muchachos (a la escuela), de imponerles disciplina y de vigilarlos*

2. Gál 3, 24 compara el vópoç (4.b) con un JtaiôaycoYÓç: «De tal manera que la ley fue nuestro ayo encargado de imponernos disciplina hasta que llegara Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe». No se piensa que la ley mosaica nos haya educado «pedagógicamente» para conducimos a Cris­ to, sino que nosotros, «antes de que llegara la fe (->• Jtíoxiç 6)», fuimos mantenidos por la ley en una especie de custodia (icustodia protectora?) (v. 23; IcpçoupoupeDa auY>cX,eióp,£VOi). Y, asi, el v. 25 puede afirmar lo siguiente; «Pero desde que llegó la fe, no esta­ mos ya sometidos al ayo encargado de la dis­ ciplina (Ú3tò jiaiôaYioYÓY eo[xev)». Mediante esta comparación (Plutarco parangona también alguna vez a la ley y al JtaiôaYcoYÓç: QuaestConv III, Prooem.; Moralia, 645b.c), Pablo no sólo logra caracterizar el aspecto ne­ gativo de la ley, su función esclavizadora; si­ no que, además, nos hace ver claramente la naturaleza temporal de su misión. Por medio de la fe, y con la llegada de Cristo, nosotros no somos ya «esclavos» (4, 1-7) sino «hijos» de Dios (v. 26).

1. Aparición y significado - 2. Gál 3, 24s - 3 . 1 Cor 4, 15. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v. (bibliografia un tanto antigua); G. Bertram, i t a iÔ E Ú c o m X . (D. 2), en ThWNT V, 618-620; D. Gordon, A N ote on i t a i ô a Y t o YÓç in Gal. 3, 24-25: NTS 35 (1989) 150-154; W. H. GroC, P a id a g o g o s, en Pauly, L exiko n IV, 408; D. J. Lull, «The L a w w as o u r P edagogue»: A Study in Gal. 3, 19-25: JBL 105 (1986) 481-498; A. Oepke, D e r B r ie fa n die G a la ter (ThHK), Berlin '1960, 86-88; G. Rinaldi, L a leg g e «pedagogo:» (G a l 3, 2 3 -2 6 a ), en C hiesa p e r il m ondo. M isc. M . P ellegrino I, Bologna 1974, 157-166; E. Schuppe, P a id a g o g o s, en PaulyWissowa XVffl, 2357-2385; Spicq, N o tes B, 639-641; N. H. Young, P aidagõgos: the S o cia l Setting o f a P auline M etaphor: NovT 29 (1987) 150-176; Id., The F i­ gure o f th e Paidagogos in A r t a n d Literature: Bibl. Archaeologist 53 (1990) 80-86.

1. El sustantivo jiaiòaYt»Y®5 halla atestiguado desde Eurípides y Herodoto y era un préstamo léxico, bastante corriente, en el lenguaje rabínico. En el NT aparece únicamente en Pablo; Gál 3, 24.25 y 1 Cor 4, 15. De acuerdo con su etimologia, jtaiôaYCoyóç sig­ nifica aquel que lleva a los muchachos (a la escuela) y designa, en el mundo dei NT, a aquel hombre -casi siempre esclavo de condición (Platón, Lys 208c; Plutarco, Mor. 4a.b)— que estaba encargado de la educación externa (urbanidad, forma de comportarse a la mesa, buenos modales) de los hijos varones (desde los seis hasta los dieciséis anos de edad). Al JiaiôaYCOYÓç hay que distinguirlo dei ôiôáo-

3. En 1 Cor 4,15 se menciona a los Jtaiôacon los JtatéQEç como personas dignas de respeto (cf. Plutarco, Lyc.Yl, 1). Pablo, después de acentuar que exhorta a los corintios como a sus «amados hijos» (v. 14), pone de relieve la singularísima relación que le une con la comunidad de esa ciudád. El es el «padre» de la comunidad de Corinto, porque los engendró; «Âunque tuvierais diez

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jtaiôaYCüYÓç - maiôeía

mil ayos en Cristo, no tenéis muchos padres; porque yo (èytb) os engendré en Jesucristo por medio dei evangelio (v. 15). La diferencia entre la amonestación paterna (v. 14b; votrüeTéco) y Ias palabras de un jtai6aY(OY®5 ‘1’^® no hace más que avergonzar (v. 14a: èvigéJto)) consiste, entre otras cosas, en que el padre exhorta a sus hijos a que le imiten a él (V . 16). G. Schneider TiaiÔáglOV, OV, TÓ paidarion muchacho, mozo* Diminutivo de jtoíç. Puede designar tanto a un chico varón o a un mozo (cf. Gén 37, 30; Tob 6, 2) como a un «esclavo joven» (cf. 1 Re 25, 5; MartPol 6, 1). Jn 6, 9: eotiv n:aiôáQiov (bôe, «aqui hay un muchacho»', cf. ThWNT V, 637.

TCaiÔEÍa, aç,

paideia educación, reprensión, disciplina*

1. Aparición y significado - 2. Heb 12,4-11 - 3. La Carta a los Efesios y la Carta segunda a Timoteo. B i b l : G. Bertram, jiaiÔEÚco xrX., en ThWNT V, 596-624; P. Blotnenkamp, E rzie h u n g , en RAC VI, 502-559; G. Bomkamm, S o h nschaft u n d Leiden. H ebr 12, 5-11, en F S J erem ia s 1960, 188-198 (= Bornkamm, A u fsã tze IV, 214-224); H. Frhr. v. Campenhausen, G laube und B ild u n g im N T (1949), en Id., Traditio n u n d Leb en , Tübingen 1960, 17-47; H. Dõrrie, P ai­ deia, en Pauly, L exikon IV, 408s; W.-D. Hauschild, E r­ zieh u n g u n d B ild u n g a is theol. P ro b lem d e r fr ü h e n C hristenheil, en F S R a tzin g er I, 615-635; M. Hengel, J u d e n tu m u n d H e lle n ism u s (WUNT 10), Tübingen ^1973, s.v. en el índice analítico (687); W. Jaeger, P a i­ deia. L os ideales de la cultura griega, Madrid ‘^1993; W. Jentsch, E rzie h u n g u n d B ild u n g im NT: Pastoralblãtter 108 (1968) 206-222; O. Michel, D e r B r ie fa n die H eb rã er (KEK), Gõttingen ^1966, sobre todo 439s; D. Michel-N. Oswald, B ild u n g (AT, J u d en tu m ), en TRE VI, 582-595; I. Schindler, P a id e ia n a c h dem Z eugnis d es N T , tesis mecanografiada München 1958; Trench, S ynonym a, 66-69.

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judaísmo (helenístico) (Bertram, 607-617; Hengel), posee en el NT un sentido mucho más reducido y una significación mucho me­ nor. Así se deduce, por de pronto, dei escaso uso dei término jtaiôeía: además de los cuatro testimonios que existen en Hebreos (12, 5.7.8.11), el sustantivo abstracto aparece uni­ camente en Ef 6, 4 y en 2 Tim 3, 16 (pero es especialmente frecuente en la Carta primera de Clemente). En esos seis pasajes Jtaiôeía se entiende en sentido activo y se refiere ya sea al acto de educar (únicamente en 2 Tim 3, 16) o bien al acto de reprender / disciplinar, pero jamás se entiende en el sentido (pasivo) de recibir una «formación» (así, en contra de Eclo 1, 27; Josefo, Vita 196 y 359; Ap 1, 73; Herm [v] 3, 9, 10). 2. Dentro dei «discurso de exhortación» de la Carta a los Hebreos, el pasaje de 11, 4-11 es una parénesis desarrollada a partir de Prov 3, lls . Como en la literatura sapiencial, la condición de hijo y la disciplina «se contemplan como un proceso educativo ordenado por Dios» (Michel, 426). El autor de Hebreos comienza en 12, 5s con una cita de Prov 3, l l s LXX, que consiste en la exhortación (con el vocativo «jhijo mío!») a no menospreciar la jtaiÔEÍa KUQLOU, es decir, la disciplina apli­ cada por Dios, porque Dios aplica la disciplica (jtaiÔEÚEi) a aquel a quien ama. Por tanto, cuando Dios envia Jtaiôeía a los destinatários de la Carta a los Hebreos, cuando les aplica la disciplina, los está tratando «como a hijos» (v. 7). Si Dios no aplicara la disciplina, esto seria prueba de que los destinatários eran «vástagos ilegítimos y no hijos verdaderos» (v. 8). Finalmente, toda JtaiÔEÍa produce el «fruto apacible de la justicia» (v. 11).

3. En la «tabla de deberes domésticos» de Efesios, encontramos en 6, 4 como (única) exhortación dirigida a los «padres»; «j...no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino educad1. El concepto de jraLÔeía, que en el mun­ los (èjtrpéqjETE) en la disciplina e instrucción dei Senor (èv jtaiôeíçt x a i vouU eaía xndo griego tenía su propio sello característico y una gran trascendencia (Jaeger; Bertram, 597QÍon)!». El genitivo xuQÍou caracteriza a «la disciplina y la instrucción» como actos «cris603), y que influyó en el mundo cultural dei

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iia iô e ía —Jtaiôeúai

tianos» (Bauer, Wõrterbuch, í . v. JtaLÔEÍa). El autor de la carta asocia la Jtaiôeía con la «orientación, la instrucción y la ensenanza» paternal, más bien que con la «disciplina» (J. Gnilka, Der Epheserbrief [WThK], sub loco). 2 Tim 3, 16 afirma que toda YQCitptl -*■■0'EÓJtveucfTOç es útil «para ensenar, convencer, corregir y educar en la justicia». Los términos ôi8ao5taX,ía, èkeYpóç, EjravÓQllcooLg y jtaiôeía se hallan aqui en una serie; parece obvio traducir rtaiòeía por educación. G. Schneider

n;aiÔE'i)T'rjç, ov, ó paideutês

educador, maestro, persona encargada de la disci­ plina* En Rom 2, 20 dícese dei judio que, en virtud de su propio conocimiento de la ley, se atreve a «ser educador de los ignorantes» (jtaiôenxfiç ácpQÓvmv, junto a ôtôáoxa^oç vqjtLCüv); en Heb 12, 9 se habla de los «pa­ dres terrenos», en quienes «tuvimos personas que nos aplicaban la disciplina» de la manera que ellos creían más conveniente (cf. v. 10a; ^ òXíyoç, 2); DTNT II, 60s; ThWNT V, 62Is. Spicq, Notes II, 639-641.

Jtaiôetxo paideuõ

educar, reprender, apli­

car la disciplina* 1. Aparición y significados - 2. «Educar» - 3. «Re­ prender» - 4. «Aplicar la disciplina». B ib l.: G. Bertram, itaiÔEÚw xxX., en ThWNT V, 596-624; D. Fürst, en DTNT n, 58-61; más bibliogra­ fia en -» JtaiÔEÍa; cf. además ThWNT X, 1208s.

1. En el NT el verbo JtatÔEnüo aparece 13 lugares, sobre todo en la obra de Lucas (2 veces en el Evangelio de Lucas y 2 veces en Hechos) y en el Corpus Paulinum (5 veces); se encuentra, además, en Hebreos (5 veces) y en Ap 3, 19. El significado de educar / ins­ truir / formar se halla atestiguado únicamente en Hechos, mientras que en todos los demás pasajes el verbo debe interpretarse en el senti­ do de aplicar la disciplina. Entre esos pasa­ jes, solamente Lc 23, 16.22 debe referirse

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(^posiblemente?) a la disciplina o castigo cor­ poral (pena de azotes; —^ 4). 2. Según Hech 7, 22, Moisés «fue educado / instruido en toda la sabiduría de los egipcios» (sobre la formación y los conocimientos de Moisés cf. Filón, VitMos I, 20-24). En Hech 22,3 «Pablo» refiere la trayectoria de su vida: «Yo soy judio, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad (a saber, Jerusalén), instruido (jrejiatôeupévoç) a los pies de Gamaliel en estricta conformidad con la ley de nuestros padres...» (cf., a propósito, W. C. van Unnik, Sparsa collecta I, Leiden 1973, 259-327). El verbo Jtaiôeúco expresa única­ mente en Lucas el aspecto de la «formación». 3. Entre JtaiÔEÚco = educar y jtatÔ E Ú co = castigar hay un amplio espectro de significa­ dos dei vx)cablo. En el sentido de una corrección (espiritual) y de una orientación, el verbo jtaiÔEÚo) aparece en Ias Pastorales (2 Tim 2, 25; Tit 2, 12), de manera parecida en 1 Ciem 21, 6; 59, 3; Herm [v] 2, 3, 1; 3, 9, 10. - La disciplina en forma de castigo aplicado por Dios se menciona en Heb 12, 6 (-> iraiÔEÍa 2) y Ap 3, 19, así como en 1 Ciem 56, 3.4.5; en formulación pasiva; 1 Cor 11, 32; 2 Cor 6, 9 (también 1 Ciem 56, 16). En un castigo saludable (^aplicado por Satanás?) piensa 4 Tim 1, 20. A la disciplina o corrección aplicada por los padres se refieren Heb 12, 7.10a (cf. Prov 19, 18; 28, 17a; 29, 17; -+ TtaiÔEÍa 2). 4. El significado de disciplinar = «castigar con azotes» lo propugna Bauer (Wõrterbüch, í.v. 2by) en relación con Lc 23, 16.22 (entre en otras cosas, basándose en 3 Re 12, 11.14; 2 Crón 10, 11.14). Si tenemos en cuenta que Lc 23, 16.22 constituye una «sustitución» de Mc 15, 15 (par. Mt 27, 26 qpQaYEX.Àd)oaç), habrá que dudar de que Lucas, con la frase jtatÔEÚoaç oòv auTÒv àjroXúoco (Lc 23, 16.22), quiera expresar realmente un intencionada «flagelación» de Jesús (cf. jraiôeúü) en el li­ bro de Hechos, -*■2). En todo caso, Lucas evi­ ta informar sobre una «disciplina» o «casti­ go» que se hubiera aplicado a Jesús (cf. J.

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jtaiÔETJCü - itaiôíov

Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg '^1969, 334). G. Schneider Jtaiôió^ftev paidiothen (adv.) desde la in­ fância* En Mc 9, 21 en la expresión èx jiaiÔLÓfev, «.desde la infancia / desde su infancia» (cf. Gén 47, 3 A). ;n;aiòíov, o u , TÓ paidion nino (pequeno) 1. Aparición en el NT - 2. Solicitud por los ninos 3. Comparaciones - 4. Textos narrativos. B i b l : Dupont, B é a titu d e s II, 145-218, G. Haufe, D a s K in d im NT: ThLZ 104 (1979) 625-638; G. Krause (ed.), D a s K in d im E vangelium , Stuttgart 1973; S. Légasse, J é s u s e t T e n fa n t. « E n fa n ts» , «P etits» e t «Sim ples» da n s la tra d itio n synoptique, Paris 1969; A. Lindemann, D ie K in d er u n d d ie G ottesherrschaft. M k 10, 1 3-16 u n d d ie S tellu n g d e r K in d e r in d e r spãthellen istisch en G esellsch a ft u n d im U rchristentum: WuD 17 (1983) 77-104; H. Merklein, D ie G ottesherrschaft a is H a n d lu n g sp rin zip , Würzburg 1978, 115-134; A. Oepke, jtaíç xtX., en ThWNT V, 636-653; C. Perrot, L a lecture d ’ un texte exégétique. E ssai m éthodologique à p a r tir de M c 10, 13-16: PoTh 2 (1979) 51-130; G. Ringshausen, D ie K in d er d e r W eisheit. Z u r A usleg u n g von M k 10, 1 3 -1 6 par.: ZNW 77 (1986) 34-63; D. Zeller, D ie B ild lo g ik d es G leichnisses M t 11, 16s; L k 7, 31: ZNW 68 (1977) 252-257; más bibliografia en

-►Ppétpoç, xéavov,

1. En el NT Jtatôíov aparece 52 veces, es­ pecialmente en los Evangelios sinópticos: 18 veces en Mateo, 12 en Marcos y 13 en Lucas. Los restantes testimonios dei término se distribuyen entre el Ev. de Juan (3 testimonios), Hebreos (3), 1 Juan (2) y 1 Cor 14, 20. En el NT hablan dei nino (jcatôíov) los siguientes sectores de temas (->• 2-4). 2. Jesus reconoce a los ninos el derecho a la bendición: los ninos se cuentan entre aquellas personas desvalidas a quienes se aplican los macaiismos de Jesus (cf. Lc 6, 20-23) y entre quienes Jesús se halla presente (Mt 25, 40.45). Por eso, Jesús les concede la bendi­ ción (Mc 10,14); los discípulos deben estar al servicio de los ninos (Mc 9, 37).

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3. La comparación con los ninos se propone inducir a una nueva conducta: los oyentes de Jesús no deben parecerse a los nifíos que, por desgana, rehúsan aceptar la invitación a jugar a bodas o a funerales; los oyentes deben conocer lo favorable de la hora (Mt 11, 16s par. Lc 7, 32). Según Mc 10, 15, la entrada en el reino de Dios depende de la condición de llegar a ser «como un nino». El punto de com­ paración dei logion, sobre el que los investi­ gadores discuten, se deduce de la forma y dei trasfondo contemporâneo dei logion: Mc 10, 15 es una provocación paradójica. Jesús recoge Ias «condiciones para la entrada», de Ias que se hablaba corrientemente en el judaísmo de la época, y según Ias cuales a determinados actos se prometían determinadas recompensas (cf. H. Windisch, Die Sprüche vom Eingehen in das Reich Gottes: ZNW 27 [1928] 163192), pero en lugar de mencionar un acto en el que se cumpliera la ley, Jesús menciona al «nino», es decir, a una persona que no es ca­ paz en absoluto de cumplir la ley. De esta manera, aun conservando la forma, se rompe la conexión entre el acto y la recompensa. La frase no da ninguna información directa sobre lo que hay que hacer, sino que -a l afirmar que el acto no es lo decisivo- provoca al oyente para que reflexione de nuevo sobre la cone­ xión entre el acto y la recompensa. El lugar paralelo en Mt 18,4 hace de la pro­ vocación una ensenanza, interpretando en el sentido de la humildad lo de «ser como un ni­ no» y colocando bajo el signo dei nino todo el discurso acerca de la familia de Dios (18, Is). En Ias variaciones que se introducen en esta tradición, la entrada en el reino de Dios es posible únicamente mediante el nacer de nuevo (Jn 3, 3.5) o superando la diferencia entre los sexos (EvTom 22). La mujer sirofenicia, en Mc 7, 28, aprovecha la metáfora empleada y consigue la curación de su hija; la mujer reconoce la primacía de Israel (de los «ninos») y, sin embargo, in­ siste en que también los «perrillos» tengan su parte. El origen de Ias mencionadas tradiciones (-* 2 y 3) debe atribuirse al Jesús histórico.

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jtaiôíov - jtalç

Hablan en favor de ello a) la gran variedad de los testimonios que hay en Ias fuentes y en los diversos gêneros (relatos y logia)\ b) la gran diversidad de los logia relativos a este tema; c) la constemación de Jesus, que se manifiesta precisamente en estos logia, por la manera en que se trata a los ninos; d) la proximidad en que todo ello se encuentra dei centro mismo de la proclamación hecha por Jesus. Faltan su­ ficientes pruebas que den base a la hipótesis de que el bautismo de los ninos sea el Sitz im Leben (la «situación vital») de todo esto.

682

el otro, de la èLeu^&éQa (Sara), cf. Gén 16, lss.l5s; 21, Iss.lO; Filón, All HI, 244. Pablo da por supuesto, con arreglo a Ias leyes de aquella época sobre la esclavitud, que los descendientes de esclavos son también, ellos mismos, esclavos; por tanto, jtaiôíojtri signi­ fica aqui esclava/m ujer no libre-, cf. ThWNT I, 55s; BHH U, 623; F. MuBner, Der Galater&ne/(HThK), 319ss.

Jiaí^O) paizõ divertirse, bailar, danzar* En 1 Cor 10, 7 en la descripción dei culto 4. En Ias historias de milagros, a los ninos idolátrico en Israel; >cai àvéoxTjaav JtaíÇeiv, «y se levantaron para danzar» (cita de Ex 32, - 2l pesar de los paralelos sinópticos existen­ 6 LXX; cf. H. Conzelmann, Der erste Brief tes- se los menciona únicamente en Mt 14, an die Korinther^ (KEK), 205s, nota 33; 21; 15, 38; Mc 5, 39-41; 7, 30; 9, 24; J n 4 ,49. ThWNT V, 625-629; BHH III, 1332-1335. En los evangelios de la infancia, el término itaiôíov hace referencia a Jesús: nueve veces en Mateo y tres en Lucas; en cambio, en Lc 1, J ia iç , n:aiôÓ g, Ó (q ) pais criado (-a), ni­ 59.66.76.80 el término se refiere a Juan el no (-a), hijo (-a) B autista. W. Egger n a i ô l o x i ] , t|g , 'H paidiskê sirvienta, muchacha, esclava* En el NT, Ias 13 veces que aparece el térmi­ no se limitan a los Evangelios (6 veces), los Hechos (2 veces) y Gál 4, 22-31 (5 veces). JtaiõíajiT] significa siempre una mujer (joven) que hace el oficio de sirvienta; si se tra­ ta de una muchacha o de una esclava, es algo que en cada caso sólo podrá saberse por conjeturas: en Mt 26, 69; Mc 14, 66.69; Lc 22, 56; Jn 18, 17 se habla de una criada dei sumo sacerdote; ante Ias preguntas que hace esa mujer, Pedro niega a Jesús; en Lc 12, 45 se habla de JtaiôíoMai y de n:alôeç, criados y criadas» (cf. Lev 25, 44); En Hech 12, 13, una «sirvienta llamada Rode» (jraiôÍOTcq... ô v ó p ati T óôt]) se encuentra en casa de Ma­ ria, la madre de Juan Marcos; en 16, 16 se ha­ bla más probablemente de una esclava con un espíritu de adivinación (cf. el v. 19: oi xÚQioi aÚTfjç [D: Tfjç Jtaiôío5tT|ç]). En Gál 4, 22.23. 30-31 se habla de los dos hijos de Abrahán, uno de ellos era hijo de la 3taiôíaotr| (Agar), y

1. Apaiíción, significado y campo léxico - 2. itatç ÚEOV como designación cristológica.

B ib l: G. Braumann, jiaíç, en DTNT III, 165-167; O. Cullmann, C ristología dei N uevo Testam ento, Salamanca 1997,107-140; I. D. M. Derrett, L a w in the NT: The Syro-P hoenician W oman a n d the C enturion o fC a p e m a u m : NovT 15 (1973) 161-186; J. P. Floss, Jahw e D ienen - G õ tte m D ien en (BBB 45), Bonn 1975; R. T. France, H erod a n d the C hildren o f B ethlehem : NovT 21 (1979) 98-120; N. Füglister, F undam entos veterotestam enta rios d e la cristología neotestam entaria, en M ySal m/1, Madrid 1969, 121-243, sobre todo 163194, 227-230; W. Grimm, W eil ich dich Hebe. D ie Verkündigung Jesu und D euterojesaja, Bem-Frankfurt a, M. ^1981; W. C. Hofheinz, A n A n a ly s is o f t h e Usage a n d Influence o fis a ia h C hapters 4 0 -6 6 in the N T , te-

sis Columbia University 1964 (Ann Arbor 1965), 586633; M. D. Hooker, J esu s a n d the S erva n t, London 1959; J. Jeremias, Ilatç (#800) en e l N u evo Testam en­ to, en Id., A bba. E l m ensaje central d e i N T , Salamanca ^1993, 113-138; E. Krãnkl, J esu s d e r K n e c k t Gottes. D ie heilsgeschichtliche Stellung Jesu in den R eden d e r A p g (BU 8), Regensburg 1972, 125-129; E. Lohmeyer, G ottesknecht u n d D avidsohn, Gõttingen ^1953; R. N. Longenecker, The C hristology o f E a rly Jew ish C h ristia n ity , London 1970, 104-109; J. E. Ménard, P a is T h eou a s M e ssia n ic Title in the B o o k o fA c ts :

CBQ 19 (1957) 83-92; O. Michel, Jtatç # e o 0 , en DTNT II, 276-279; J. Morgenstem, Som e Significant A n te ce d e n ts o f C hristianity (StPB 10), Leiden 1066, 41-60; L. S. Mudge, T he S e rv a n t C hristology in the N T , tesis Princeton University (Ann Arbor 1961); A.

683 Oepke, jiaTç

jtaiç

en ThWNT V, 636-653; M. Rese,

A tl. M o tive tn d e r C h risto lo gie d es L u ka s (StNT 1), GUtersloh 1969, 128-131; Id., Ü b erp rü fu n g e in ig e r T h esen vo n Jo a ch im Jerem ia s zu m T h em a d es G otteskn ech tes im Judentum : ZThK 60 (1963) 21-41; I. Riesener, D e r Stam m ‘abad im A T (BZAW 149), Berlin-New York 1979; U. Wilckens, D ie M issionsreden d e r A p o ste lg e sc h ic h te (WMÂNT 5), Neukirchen-

Vluyn ^1974, 163-170; W. Zimmerly-J. Jeremias, Jiaiç ■Oe o í ) , en ThWNT V , 653-713; para más bibliografia, cf. ThWNT X. 1209-1212.

1. En el NT el término jtaiç aparece 24 veces, pero sólo en Lucas (Evangelio y Hechos) y en Mateo. jtatç es un concepto genérico que se aplicaba a todos los miembros de la familia que estaban subordinados al senor de la casa, y que podia tener, por tanto, los correspondientes significados; en Mt 2, 16; 17, 18 par.; Lc 2, 43; Hech 20, 12 Jtatç designa a un chico antes de llegar a la adolescência; en Lc 8, 51.54 se piensa en una chica\ en Mt 21,15, el plural Jtatôeç abarca a los chicos y a Ias chicas. Es significativo que Mt 8, 6-13 par. Lc 7, 2-10 / Jn 4,46-53 altemen el uso de jiatç con el de ôoõ^oç, uLóç y Jtaiôíov. Mientras que Mateo usa generalmente Jtalç, chico / muchacho (dei centurión, cf. sobre el trasfondo Derrett, 174s), Lucas interpreta el .jtaTç como ôoüXoç a fin de expresar relaciones no fami­ liares entre el que manda y el que obedece; Juan realza ulóç como concepto genérico: hay que tener en cuenta que en Palestina el criado pertenece a la familia y que «hijo de la casa» no significa necesariamente un hijo bio­ lógico (cf. Lohmeyer, 3). En Lc 12, 45 Jtalõeç y itaiòíoxai, significan los criados y Ias criadas de la casa; en Lc 15, 26 parece que no se hace distinción entre Jtaíç y ôoüXoç, aunque aqui también el hecho de pertenecer al oLxoç es lo que distingue fundamentalmente al Jtatç dei (tíadioç. En Mt 14, 2 Herodes expresa ante sus Jtatôeç («miembros de su cor­ te / consejeros», es decir, «ministros») la opinión que tiene de Jesús, cf los ‘abdê hammelek l Jtatôeç xoü PaoiX,é(oç (2 Sam 11, 24; 15, 15; cf. Riesener, 150-159). 2. La expresión Jtatç ■Oeot), «siervo de Dios», procede dei lenguaje cultuai dei orien­

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te antiguo y corresponde ideologicamente a la manera en que se hablaba en la corte de un rey (cf. Michel; Riesener, 268-271; de otra manera piensa Floss, quien cuenta con que el término, en el AT, se usaba en una perspectiva histórico-salvifica y religiosa). En Lc 1, 54 J t a tç , como «expresión litúrgica» (Lohmeyer, 6) y titulo honorífico, se refiere -con arreglo a Is 41, 8s—al Israel escatológico, que experi­ menta la acción salvifica de Dios, la exaltación de los humildes, en la misión de Jesús y, de este modo, sitúa esa acción en la figura re­ dentora de la existência como Siervo de Dios. En Lc 1, 69 y Hech 4,25 David lleva ese titu­ lo honorífico, que expresa proximidad y subordinaçión a Dios. Desde los tiempos dei Deuteroisaías, rasgos individuales y colectivos se combinaron en la expresión j t a t ç ■&eoÜ (cf. Riesener, 246s); por eso, Jesús, como el J t a t ç deou, es el sucesor mesiánico de la casa de David y el consumador mesiánico de Is­ rael. Mateo resume en 12, 18-21, mediante una traducción independiente de Is 42, 1-4, Ias ca­ racterísticas más destacadas de su visión de Cristo; Aquel que plasma la halaká dei sábado según los perfiles de su autoridad misericor­ diosa y que actúa en lo oculto como Salvador, es el Jtatç 'Ôeoõ, quien trae la justicia escatológica de Dios como quien no busca conflictos, que proclama el gran mensaje pero no con voz estridente (como los que gritan en el mercado), que no quiere una ruptura definiti­ va, sino que desde su ocultamiento hace pa­ tente la misericórdia de Dios y, de esta mane­ ra lleva, la esperanza a los que están lejos. La singularidad mesiánica de la misión profética de Jesús, que se ajusta a la imagen dei siervo sufriente de Dios según la expone el Deute­ roisaías, sitúa a Jesús en una cercania estrecha a Dios, en consonância con la seguridad y con el ocultamiento dei Hijo en la unidad con el Padre (cf. Mt 11, 25-27). En el discurso misionero dei capítulo tercero de Hechos, el título de jtatç ^eoü en los vv. 13 y 26 se relaciona con la resurrección y la glorificación de Jesús. El contexto, en este caso, no está tan claramente marcado por el

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jtaiç - naxaxiavóç

Deuteroisaías, ya que la resurrección aqui no significa exaltación después de un período de humillación. Ciertamente, la autoridad cristológica y la humillación no son correlativas la una con la otra. Más bien, el rechazo por par­ te de los judios y la confirmación dei jiatç ■ôeoõ por Dios se contraponen antitéticamente. Jesus es el Siervo de Dios, el profeta escatológico y mesiánico, que fue enviado y desti­ nado (cf. 3, 22) para obrar milagros, lograr la conversión y traer la bendición; esta tarea profética de Jesus, no vinculada de manera especial con el Siervo sufriente de Dios, de­ termina no sólo su misión terrena, sino también la de la comunidad terrena que le repre­ senta; ambas cosas se hallan andadas -desde el punto de vista de la historia de la salvación- en la resurrección. En la oración que se lee en Hech 4, 24-30, la suerte de Jesus en Jerusalén es interpretada a partir dei Sal 2, Is: él es el Cristo de Dios, que cayó víctima dei ataque de los enemigos; como tal, él es el santo n;alç, que está dei la­ do de Dios y cuya suerte se halla dirigida por la predestinación divina. El contexto mira cristológicamente hacia el bautismo de Jesús. En todo ello podría haber el recuerdo de una comprensión dei bautismo determinada por Is 42, 1 y que considera ese bautismo de Jesús como una unción dei Espíritu para que Jesús sea el Siervo de Dios. ^Hay en la cristología dei itaTç 'beoü una antigua tradición palestinense, que en otros tiempos estuvo muy desarrollada y que luego se vio superpuesta por el título cristológico de n í ò ç t o u ■dson, que se encuentra en Ias comunidades helenísticas (así piensa Bousset, y esta tesis ha sido mantenida recientemente, entre otros, por Cullmann. Jeremias, Lohmeyer, Füglister y Grimm)? bien se trata de una amplificación secundaria, arcaizante, de una cristología más antigua, que procede originalmente de la doctrina acerca dei Hijo dei hombre (como piensa Hamack y, recien­ temente también, E. Haenchen [Die Apostelgeschichte^ (KEK), a propósito de 3, 13], Hofheinz, Hooker, Ménard, Mudge y Rese)? Sea lo que fuere, lo cierto es que de Is 53 y de otros cânticos dei Siervo de Dios no procede una conexión firme­ mente estructurada de la tradición acerca dei Me-

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sías sufriente, pero también que el motivo dei Deuteroisaías acerca dei justo sufriente, dei Isra­ el sufriente, de la constitución de la comunidad santa de los últimos tiempos que pasa a través de la humillación, tuvo influencia muy activa en la autocomprensión de los piadosos en Israel (cf. Mudge, 99-147). Por eso, el hacer ver que hubo una influencia de la cristología dei J t a t ç § eo ú co­ mo doctrina dei Mesías sufriente sobre Jesús y sobre los comienzos de la formación dei kerygma se asienta sobre una base más amplia de motivos (así lo expuso especialmente Grimm, en época reciente) y de resonancias filológicas de los cânti­ cos dei siervo de Dios (así lo propugna sobre to­ do Jeremias, 194s: en arameo talyã’ = l.° «sier­ vo», 2.° «hijo», 3.“ «cordero»; cf., además, la re­ ferencia al concepto de ôoükoç en Mc 10,44; Ias fórmulas de ujtÉQ en Mc 14, 24; Jn 6, 51; cf, Michel, 1152s, quien aporta más referencias). Teologicamente podemos afirmar que la doctrina acerca dei Jtatç hace patentes los rasgos característicos de la humillación y dei ocultamiento de Jesús, su mesianidad de mi­ sericórdia y su autoridad basada en la unidad con el Padre oculto. J.-A. Bühner

Jtaío) paiõ

golpear, herir* El término aparece 5 veces en el NT: golpe­ ar (en la cara, con el puno o dando una bofe­ tada, cf. Billerbeck I, 1024) como expresión de ultraje a Jesús durante su interrogatório por el Sanedrín, Mt 26, 68 (cf. v. 67) par. Lc 22, 64 (cf. V. 63); herir / dar un tajo (con la espada), Mc 14, 47; Jn 18, 10 (con ocasión dei prendimiento de Jesús); picar (dícese dei escorpión), Ap 9, 5. - En sentido figurado se habla de los «golpes de Dios» en Job 4, 19; 5, 18; 1 Ciem 39, 5.

riaxatiavoç, 3 Pakatianos Pacaciana* En el NT el término aparece únicamente en la subcriptio de la Carta primera a Timoteo de los manuscritos de la Koiné, como designación tardia de una parte de Frigia con capital en Laodicea, desde donde se supone que fue enviada la carta.

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Kokai - nakaiáç

T táX ai p alai (adv.) antiguam ente, hace tiem po, en tiem pos pasados; ya (hace tiempo)* El advérbio aparece 7 veces en el NT: se refiere a un momento en el pasado, en Mt 11,21 par. Lc 10, 13, en el jay! sobre Ias ciudades de Galilea: hace ya mucho tiempo\ con el sentido de en otro tiempo, en Heb 1, 1; a l JtáXai óipaQTÍai,, «los pecados de antano», 2 Pe 1, 9; oi n:áli.ai jT Q O Y eY Q apftévoL eíç t o t jt o x ò x p íp a, dícese de los falsos maestros, «que desde hace ya mucho tiempo estaban marca­ dos para esta condenación (que se describe en los enunciados siguientes)», Jds 4; ya, Mc 15, 44 (el jtáX,ai àjtéh-avev), En 2 Cor 12, 19 se hace referencia a un período de tiempo que dura ya bastante: JtáXai ôoMelxe, «hace mu­ cho tiempo que pensáis». ThWNT V, 713s; DTNTI, 136-138.

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cada una). Fuera de eso, JcaXaióç aparece únicamente en 1 Jn 2, 7a.b («un mandamiento antiguo»), Del «vestido viejo» hablan Mc 2, 21a(b) par. Mt 9, 16 / Lc 5, 36a.b, y Mc 2, 22 par. Mt 9, 17 / Lc 5, 37, de «odres viejos». A propósito de la doble sentencia metafórica acerca dei remiendo de pano nuevo y dei vino nuevo, y acerca de Lc 5, 39a.b («vino viejo»), cf. véoç 3.a. En Mt 13, 52 (material pecu­ liar) se caracteriza al buen escriba como quien «saca de su tesoro cosas nuevas y viejas». Los pasajes paulinos hablan dei «hom­ bre viejo» (Rom 6, 6; así como Col 3, 9 y Ef 4, 22), de la «masa vieja», es decir, de la levadura (1 Cor 5, 7.8, ^ véoç 3.b) así como dei «antiguo pacto» (2 Cor 3,14); cf. también JtaÀaióxTiç YQÓpfiaxoç en Rom 7, 6.

2. En contraste con véoç, «fresco, reciente», jtaÀaióç tiene principalmente el signifi­ cado de viejo (= lo que existe hace ya mucho JtotX aióç, 3 palaios antiguo, anticuado tiempo): Mc 2, 21a par. En Mt 9, 16 se habla dei «vestido viejo» por contraste con el re­ 1. Aparición en el NT - 2. «Antiguo» por contrapomiendo «no lavado (nuevo)»; en Mc 2, 22 par. sición a véoç y xaivóç - 3. El «hombre viejo». Mt 9, 17 / Lc 5, 37, de «vino nuevo en odres B ibl.: -y yta ivó ç ~y véoç; además; O. Betz, N eues viejos» (cf., por el contrario, Mc 2, 22 par.: u n d A lte s im G eschichtshandeln Gottes. B em erkungen ào x o i xaivoí); en Lc 5, 39a.b, dei «vino vie­ zu M t 13, S l s , en F S S chelkle, 69-84; H. Haarbeck, en jo - nuevo»; en 1 Cor 5, 7.8, de la «vieja ma­ DTNT I, 136-138; J. Kremer, «A ltes u n d N eues», Z u dem L o g io n ü b e r d en christl. «Schriftgelehrten» (M t sa» (levadura) por contraste con véov 13, 5 2), en D ie Z u ku n ft d e r G laubensunterw eisung. F S cpÚQapa. A diferencia de Rom 6, 6 (cf. infra), f. A. Heuser, Freiburg i. Br. 1971, 84-101; E. Larsson, Col 3, 9 habla dei «hombre viejo» por con­ C hristus ais Vorbild, Uppsala 1962, 61-69, 197-210; traste con el véoç (v. 10). O. Linton, «G am m alt» och «nytt»'. SvEA5 (1940) 4355; B. Rey, L ' h o m m e n o u v e a u d ’a p rè s s. Paul'. Los siguientes pasajes üenen xaivóç, «nue­ RSPhTh 48 (1964) 603-629; 49 (1965) 161-195; H. vo, lo que nunca ha existido», como concepto Seesemann, jtaXaLÓç, en ThWNT V, 714-717; D. Zeantitético y entienden principalmente Jtaller, Z u e in e r jü d . V orlage vo n M t 13, 52: BZ 20 Xaióç como anticuado, obsoleto: Lc 5, 36a.b: (1976) 223-226. «vestido nuevo - viejo»-, cf. Mc 2, 21b; «lo 1. En el NT Jtá?i.aioç aparece en 19 pasajes, nuevo de lo viejo». El buen escriba saca, sesiempre en oposición a véoç o a ^ xaivóç gún Mt 13, 52, x a iv à x a i jtaX,aiá (-> d-q(->■ 2). Designa lo antiguo en el sentido de lo oauQÓç 3, d). Rom 6, 6: «nuestro hombre que lo que existe hace ya mucho tiempo (por viejo fue crucificado juntamente (con Cristo)» contraste con véoç) o también (en parte con el (cf. V. 4: xaivótqç C®fiç); esta idea se recoge sentido secundário) de anticuado (por con­ en Ef 4, 22: «el hombre viejo» (pero cf. en el traste con xaivóç); cf. Bauer, Wôrterbuch, V. 24: «el hombre nuevo», ó xaivòç ãv&pcos.v. Los testimoiüos dei adjetivo se concennoç; cf. no obstante, Col 3, 10; —> ■3). En 2 tran en los Sinópticos (11 veces), en Ias Car­ Cor 3, 14 «el antiguo testamento» (ôiaíhíxq) tas paulinas (4 veces) y en la tradición influise contrasta con el nuevo (v. 6, ->■ ôia'9f|xq da por éstas (Colosenses y Efesios, 1 vez en 4.b) y representa aquello de lo que hay libros

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3taX ,aióç - jtáXT)

o documentos que pueden «leerse». En Rom 7, 6 se establece una antítesis entre xaivóxTiç nvenjxatoç y jTaX.aiótqç Y6Ó(X[raxoç. En 1 Jn 2, 7a.b se habla dei «antiguo mandamiento», a diferencia dei nuevo (->• èvToXf| 6). Claro que no siempre se observa rigurosamente la diferencia entre véoç y xaivóç, y por tanto los contenidos semânticos de jtaXaióç son también a veces un poco fluidos; cf„ por ejemplo, Col 3, 9s (jta>LaLÓç - véoç, junto a àv a x aiv ó o p ai); Ef 4, 22-24 (jtaX,aióç - xaivóç, junto a àvaveóopaL); Mt 13, 52 (jtaXaiá sin valoración negativa). 3. El enunciado que habla de la crucifixión de «nuestro hombre viejo» juntamente con Cristo, se encuentra en Rom 6, 6 en conexión con otros enunciados de carácter indicativo acerca dei bautismo: «nosotros hemos muerto al pecado» (v. 2), «hemos sido bautizados en su muerte (de Jesucristo)» (v . 3), y «hemos si­ do sepultados juntamente con él... en su muerte» (v . 4). En este contexto es donde hay que interpretar la expresión «nuestro hombre viejo». Evidentemente, Pablo recuerda la doctrina tradicional acerca dei bautismo (v. 6; TOÕTO Y L V c b o x o v x e ç ); cf. E. Kâsemann, An die Romer (HNT), sub loco, quien sospecha que el término JtaXaiòç ctv&Qcajtog procede de la tipologia Adán-Cristo. Con la expresión «con sus actos», Col 3, 9 caracteriza al «hombre viejo» como el hom­ bre que actúa con maldad, y dei que uno «se ha despojado» (en el bautismo); al mismo tiempo, uno se ha «revestido» dei «hombre nuevo» (como quien se pone un vestido) (v. 10). Por eso, hay que «despojarse» ahora de todos los vicios (v. 8) y «revestirse» de Ias virtudes que se mencionan en el v. 12. Después de los indicativos vienen los correspondientes imperativos. Ef 4, 22 se halla también en un contexto parenético; El «hombre viejo» es «el que se co­ rrompe según los deseos enganosos» (qpO-EiQÓpevoç x ax à xàç èm-Oupíaç xfjç ãjtáxi^ç). Hay que «despojarse» de él y «revestirse» dei Haivòç âv&pcoJtoç (v. 24). Aqui se ha forma­ do expresamente el concepto antitético «hom­

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bre nuevo». Este hombre nuevo está «creado según Dios (cf. Gén 1, 26s) en verdadera justicia y santidad». G. Schneider JiaX a ió ttfÇ , 11TOÇ, palaiotês vejez, es­ tado arcaico* Rom 7, 6; ôonXeúeiv... on (èv) n;aX,atóXT)Xi yQ<ÍM-M-“ '’-0Ç> «servir... no en el estado arcaico bajo la letra (de la ley)» (lo opuesto: sv xaivóxTixi JtvEÚpaxoç, -* jraX.aióç 2). ThWNT V, 717; DTNTI, 136-138. TiaXaióct) palaioõ hacer viejo, declarar vie­ jo (obsoleto); en voz pasiva, envejecer* En el NT el verbo aparece 4 veces (fuera de la LXX y dei NT se halla atestiguado única­ mente en voz pasiva): Lc 12, 33, en voz pasi­ va, envejecer (es decir, perder su utilidad, un sentido que es frecuente en la LXX, cf. ThWNT V, 714): «bolsas de dinero que no se deterioran» (Pa^Xávxia pf) JtaXaioúpEva, lo opuesto: 'OxiaaijQÒç àvÉxÀEiJtxoç âv xoíç onpavoíç). Heb 1, 11 (en voz pasiva): «/lacerse viejo como un vestido» (jtávxEç d)Ç Lpáxiov jraXaio)§r|aovxai, cita dei Sal 101, 27 LXX; cf. Dt 8, 4; Eclo 14, 17; Is 51, 6 y passim); en Heb 8, 13 (bis) dícese de Dios que, con la proclamación dei nuevo pacto, «declaro anticuado el primero» (en voz acti­ va: JtejtalaícoxEV xf)v jtQü)XT|v, v. 13 a), y xò jtaÀaioúpEvov x a l YtlQÓaxov eyyíJç àcpaviopoü («lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desaparecer»). ThWNT V, 717; DTNT I, 136-138. 7láÀ,t], T|Ç, ^ palê lucha* En Ef 6, 12 dícese, en sentido figurado, de la lucha escatológica de los creyentes contra «los ataques dei diablo» (v. 11), un combate «que no es contra la carne y la sangre» (itáXir) jtgòç a tp a x a l o ág x a) y que, por tanto, hay que entablarlo protegidos «con la armadura de Dios» (vv. 11.13) (cf. también Rom 13,12; 1 Tes 5, 8; en el âmbito cultural griego, este término se aplica a menudo a la lucha espiri-

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jtáXT] - JtaA.iYYEveaía

tual dei asceta y a realidades por el estilo, cf. Filón, Abr 243). ThWNT V, 717s (bibl.).

Jta^iYY^vewía, aç,

paliggenesia nuevo nacimiento, regeneración, renovación*

1. Semântica - 2. El lenguaje dei NT - 3. Mt 19, 28 - 4. Tit 3 , 5 - 5 . Sobre la hermenêutica. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.\ E Büchsel, yívofrai xtX.., en ThWNT I, 680-688; F. W. Bumett, iraXiyYEV E 0 Í a m M att. 19, 28. A V ãndow on M atthean Comm unity?: JStNT 17 (1983) 60-72; Id,, P hilo on Im m orta lity: A T h em a tic S tu d y o f P h il o ’s C o n c ep t o f

jtaX.iYYeVEata; CBQ 46 (1984) 447-470; A. Charbel, O C onceito de «P alingenesia» ou R egeneração em M t 19, 28: RGB 7 (1963) 13-17; R Christou, T he Id ea o f R egeneration in th e N T , tesis doctoral, Boston 1950; J.

Dey, ÜAAirrENESIA (NTA 17/5), Münster i. W. 1937; M. Dibelius-H. Conzelmann, D ie P astoralbriefe (HNT), Tübingen '*1966, lllss; Frisk, W õrterbuch II, 468; W. C. Grese, C orpus H erm eticum X I I I an d E arly C hristian Literature, Leiden 1979; I. Guhrt, en DTN'T III, 152-155; Prümm, H a n d b u c h , 332s; R. Reitzenstein, P o im a n d res, London 1904; T. Riise-Hanssen, G je n f0 d e lsesb eg rep e t i d e t N T : TTK 5 (1958) 186198; R. Schnacketiburg, D a s H eilsgeschehen bei d e r Taufe na ch dem A p o stei P a u lus (MThS 1/1), München 1950, 8-14; K.-W. Trõger, D ie herm etische G nosis, en Id. (ed.), G n o sis u n d N T , Güttingen s.f., 97-119; P. Trummer, D ie P a u lu s tr a d itio n d e r P a sto ra lb riefe (BET 8), Frankfurt a. M. 1978, 185-189:

1. Este sustantivo, compuesto de jtáÀ.tv, «de nuevo, bacia atrás» (Frisk) y de yéveoiç, «llegar a ser, originarse», significa Ias más di­ versas clases de nuevo nacimiento o regenera­ ción o renovación: por ejemplo, el restablecimiento de la salud, el comienzo de una nueva vida tanto de una persona como de todo un pueblo, la esperada restauración dei mundo, la reencamación de Ias almas, etc. etc. (Liddell-Scott, 1291). 2. En contraste con el uso de JtaX,iYYEveo ía en el entorno dei NT, vemos que el NT, con sólo dos testimonios dei término (Mt 19, 28 y Tit 3, 5), es bastante reservado en cuanto al empleo dei vocablo. Sin embargo, a la imagen correspondiente se alude con frecuencia en el NT (cf. -»■ àvayeyyám , 1 Pe 1, 3.23; YevvT)'&f)vai ->• ãvur&EV, «ser engendrado de lo alto» o «ser engendrado de nuevo», Jn 3,

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3.7; èx O eoõ YE'vvT)6'fjvai, «ser nacido de Dios» -por contraste con el nacimiento namral-, Jn 1, 13; 1 Jn 5, 1 y passim\ cf. también àjioxuÉ©, Sant 1, 18). Al campo semântico dei concepto pertenecen igualmente expresiones como «hombre nuevo», «nueva creación», «restauración» (àjtoxaxáoxaoiç, Hech 3, 21; cf. también 1, 6) y otras, que son esperanzas que ya se expresan en Ias profecias dei AT acerca de la salvación y que se refieren tanto al individuo (jcf. especialmente Job 14, 14 LXX!) como a la totalidad dei mundo (Is 65, 17). 3. Mt 19, 28 promete a los discípulos, co­ mo recompensa por la renuncia y el seguimiento, la participación en el juicio que el Hijo dei hombre ha de llevar a cabo èv xfj jtaX.LYYE'''ECtí'Ç^> <<sn la regeneración», por la cual Mc 10, 30 y Lc 18, 30 entienden el «eón venidero». El contexto en Mateo conecta itaXtYYEVEOÍa principalmente con la persona dei Hijo dei hombre y con su definitiva revelación y acción de juzgar, y entrana esperanzas para el futuro, unas esperanzas que van más allá de Ias meras dimensiones individuales, personales, o puramente espirituales. 4. Tit 3, 5, recogiendo y trasformando la tradición paulina, habla de nuestra salvación «no por obras..., sino conforme a su miseri­ córdia... mediante el bano de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo». De esta manera. Ias Pastorales rechazan como fundamento de la redención incluso Ias obras «que hubiéramos hecho en justicia» (v. 5), y reconocen que el único fundamento es la ac­ ción de Dios, comunicada como un signo «por medio dei (ôtá) bano de la regenera­ ción», pero que por su esencia es una renova­ ción (àvaxaívtoaiç) obrada por el Espíritu de Dios. La intención parenética de la sección rechaza cualquier especulación mística ex­ tática o cualquier interpretación puramente personal de nakiYYEVEoía (cf. «nosotros», «nos», en los w . 3-7); nos exhorta a ser sobrios y a demostrar activamente la existência redimida que nos fue concedida graciosamen-

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jiaX.LYYEV8 0 Ía - na|icpt)Xía

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/ otra vez, cuando se trata de circunstancias o acciones que se repiten; Mt 4, 8; 19, 24; 21, 36; Mc 2, 13; 8, 1; Lc 23, 20; Jn 1, 35; na kw èx ÔEUTÉQon, Mt 26, 42; Hech 10, 15; cf. Jn 5. La cuestión, discutida desde Reitzenstein, 4, 54; Eiç xò jtáXiv, 2 Cor 13, 2, es un aticisde si el concepto neotestamentario de la regeneramo en lugar de un simple jiáXtv. ción o nuevo nacimiento depende de Ias religioTiàXiv se usa frecuentemente en series con nes mistéricas (sobre todo, CorpHerm XIII, 1: el significado de además / aparte de eso / de «Nadie puede ser salvo antes de su nuevo naci­ miento») requiere prudência metodológica: En nuevo: Mt 5, 33; 13, 45.47; Jn 9, 27; 12, 39; Rom 15, 10.11.12; Ap 10, 11; la intención de primer lugar, la cronologia de los escritos gnósticos y de los escritos dei NT y cualquier depenMc 15, 13 y Jn 18, 40 es probablemente la de dencia entre ellos sólo puede determinarse de masituar un hecho en una serie (otra vez), aunnera aproximada; y, en segundo lugar, en los ca­ que sin hablar expresamente de un griterío an­ sos de posible correspondência o derivación conterior dei pueblo. ceptual, los respectivos contextos de los enun­ Para designar un contraste: por otro lado/a ciados siguen siendo decisivos para el significado real de los enunciados. Lo que el NT quiere dar a su vez / por el contrario: Mt 4, 7; Lc 6, 43; 1 entender realmente con el término jtaXtyYEVECor 12, 21; 2 Cor 10, 7; 1 Jn 2, 8. aía, se sustrae a toda posible experiencia históri­ ca o natural. La metáfora JiaXiyyeveoía significa Jia?í,lVYEVEOÍa palingenesia nuevo naci­ ya en sí misma que se rebasan Ias fronteras dei conocimiento: testifica la fe en una renovada acmiento ción creadora de Dios y la «esperanza de la vida Forma alternativa de -> jraX,iYYEveaLa. eterna» (Tit 3, 7), que sobrepasa todo lo que ha existido hasta entonces, pero que no pasa de lar­ go por ello. Jta|in;X t]#£Í pam plsthei (adv.) a una, to­ dos juntos* P. Trummer Según Lc 23, 18, los principales sacerdotes, los ancianos y el pueblo (cf. v. 13) gritaron a una (àvéxQayov ôè Jtap.JtX.TiOEl X,éyovx£ç) palin (adv.) hacia atrás, además, de que Pilato soltara a Barrabás; cf. Bla6-Denuevo, por otro lado brunner § 122 con la nota 1. El advérbio aparece 141 veces en el NT, y es especialmente frecuente en el Evangelio de Juan (45 veces, incluido 8, 2.8), Marcos (28 :Jlá^:n:oÀ.vç, 3 pampolys muy grande veces) Mateo (17), Hebreos (10) y Gálatas (9). Jxáp.jtoXuç õyXoç, en Mc 8, 1 A K Koiné y Con verbos de movimiento o de acción tieotros en lugar de JtáA.iv jtoXnç õyXoç. ne a menudo el significado de hacia atrás, de retomo: ànoaxÉXkío JtáX.iv, enviar acá, Mc Ila^tpvXía, aç Pamphylia Panfilia* 11, 3; EQXOpai 3tá?i,iv, regresar, Mt 26, 43; Jn 4, 46; âyco jráXtv, volver, Jn 11, 7; jiáXiv Región costera situada a lo largo de la cos­ ta meridional de Asia Menor, al oeste de Li­ À.a(j.|3áv(0, recuperar, Jn 10, 17; puede usarse d a, al sur de Pisidia y al este de Cilicia; uni­ también en sentido pleonástico, Hech 18, 21; da durante algún tiempo con Licia, Cilicia o Gál 1, 17; pero, con claro énfasis en el retor­ Galada; entre los anos 25 a.C. y 43 p.C., pro­ no, se dice èjiioxeéqjü) JtáÂ.iv, Gál 4, 9 (cf. víncia independiente (cf. Dión Casio LIII, BlaB-Debrunner § 484). 26). Según 1 Mac 15, 23, en Panfilia vivían En la mayoría de los casos está indicada la traducción de nuevo, cuando se hace referen­ comunidades judias; cf. Hech 2, 10. Pablo estuvo varias veces en Panfilia durante su «pri­ cia retrospectiva a un estado anterior o a algo por el estilo: Mc 11, 27; Rom 8, 15; 11, 23; 1 mer viaje misionero», visitando la capital Perge (Hech 13, 13; cf. 15, 38) y más tarde Perge Cor 7, 5; Gál 2, 18; Flp 2, 28. - Una vez más

te con la manifestación de la «bondad de Dios, nuestro Salvador, y de su amor a los hombres» (v. 4).

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naiA tp u X ía —jia v o jtX ía

y Atalía, que eran importantes ciudades por­ tuárias (14, 24[s]); cf., además, 27, 5. PaulyWissowa XVIII, 354-407; D. Magie, Roman Rule in Asia Minor, Princeton (NJ) 1950, 260ss, I132ss; BHH HI, 1381; Haag, Diccionario, 1428; Pauly, Lexikon IV, 441-444. JtavÔ05(£l0V, OD, TÓ pandocheion posa­ da, mesón, caravansar* En textos áticos y helenísticos se encuentra casi siempre la forma -m ás antigua- itavôoX8ÍOV (cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v.; BlaB-Debrumier § 33, 1); como préstamo léxico, el término aparece también en textos judios (cf. BiUerbeck II, 183): Lc 10, 34 en la parábola dei buen samaritano, que llevó a un mesón al hombre que había sido asaltado por forajidos (tíyciyev auTÒv eiç jtavôoxEÍov); cf. ThWNT V, 18 con la nota 135; BHH II, 693s; J. R. Royse: NovT 23 (1981) 193s. J ia v ô o /E Í iç , Éwç, ó pandocheus posade-

ro, mesonero* Según Lc 10, 35, el buen samaritano encargó al mesonero que cuidase dei hombre que había sido asaltado por forajidos; al marcharse, pagó anticipadamente al mesonero dos denarios, comprometiéndose a pagar a su vuelta todos los demás gastos. JlCtVTjyUQlÇ, EWÇj panêgyris asamblea festiva* Heb 12, 22(s) en la descripción de los dones salvíficos dei nuevo pacto; JtavfjYtJQLç x a t èxxXT]aía JtQcoxoxóxüov, «la asamblea festiva y comunidad de los primogênitos, fra­ se en la que Jtavf|Y’uçi.ç acentúa más intensa­ mente el carácter cultuai (cf. Josefo, Bell V, 230; Filón, VitMos II, 159; Am 5,21; también Isócrates, Paneg. 43 y 46), y âxxXTioía, el ca­ rácter constitucional de la asamblea; en el culto divino, la comunidad tenía conciencia de hallarse unida con la Jerusalén celestial y con el coro de ángeles. O. Michel, Der Brief an die H ebraef (KEK), sub loco; R. Williamson, Philo and the Epistle to the Hebrews

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(ALGHL 4), Leiden 1970, 64-70; A. Strobel, Der Brief an die Hebrãer (NTD), sub loco; Spicq, Notes II, 642-646. iTiavolXEÍ panoikei (adv.) con toda la casa, con toda la familia* En Hech 16, 34 dícese dei carcelero de Filipos; fiYaXXiáoato JtavoiXEÍ, «se regocijó con toda su familia» (por haber abrazado la fe; cf. V. 33; a u tò ç x a l ol aiiToü); cf. MartPol 20, 2. BlaB-Debruimer § 23 con la nota 3; 122 con la nota 1.

Jiavon:Xía, aç, ■qpanoplia armadura com­ pleta* El término aparece 3 veces en el NT. itavoitXía designa la armadura completa de un sol­ dado de infantería con armadura pesada (es­ cudo, espada, lanza, yelmo, coraza y espinilleras, etc., cf. ThWNT V, 295). El sentido fi­ gurado dei motivo de la lucha y de la armadu­ ra es típico de los textos bíblicos y de los textos influidos por la BibUa; cf., con referen­ cia a Dios, Is 42, 13; 59, 17; Sal 35, Iss; Sab 5, 17ss. En el NT el sentido propio de JtavojcXía aparece únicamente en la imagen dei fuerte que es vencido en duelo por otro más fuerte, Lc 11, 22 (redaccional): xt)v jtavoxXíav aúxoõ aÍQEt (a diferencia de Mt 12, 29 / Mc 3, 27; cf. también 2 Re 2, 21). En sentido metafórico se habla de ponerse o de echar mano de la jtavojrXía •heou en Ef 6, 11.13 (cf. también 1 Tes 5, 8; Rom 13,12; 16, 20; 1 Cor 16, 13; 2 Cor 6, 7; 10, 4s; Flp 1, 27.30; 1 Pe 4, 1), desarrollándose detalladamente en Ef 6, 14-17 la alegoria de Ias armas. El modelo es la armadura dei legionario ro­ mano. Pero, en este caso, se considera que Dios mismo (genitivo xoú ■&8oõ) es quien realmente proporciona Ias armas espirituales para la lucha escatológica contra los ataques dei diablo (6, 11) y contra los poderes malig­ nos de este mundo y los que hay en los âm­ bitos celestiales (por debajo de Dios, 6, 12). Ef 6, 10-20 muestra en conexión con 1, 20-23 que el senorío de Cristo sobre el mundo ha

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jiavoitXía - navxe^Tiç

quedado ya asegurado en principio. Pero en la era presente, en la que el maligno sigue estan­ do activo, «hay que recuperar el cosmos para el senorío dei Creador» empleando para ello todos los dones dei Espíritu (H. Conzelmann, Der Briefan die Epheser (NTD 8), sub loco; cf. además IQM 1, 1.10; 3, Iss; 4, 1; 5, 1; 6, Iss; 10, Iss; 14, Iss y passim). Por consiguiente, en el fondo no se halla la idea griega de la «lucha» dei asceta contra sí mismo, sino la esperanza apocalíptica dei poderoso triunfo dei senorío de Dios, que -según el capítulo sexto de Efesios- se manifiesta ya en la lucha de fe que los bautizados mantienen en la tierra. Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, 295-302; X, 1203s (bibl.); BHH 111, 21242127; F. MuBner, en FS Schmid 1963, 185198; A. E. Travis; SWJT NS 6 (1963) 71-80; P. F. Beatrice: StPatr 19 (1972) 359-422; K. M. Fischer, Tendenz undAbsicht des Epheserbriefs (FRLANT 111), Gõttingen 1973, 165172; A. Lindemann, Die Aufhebung der Zeit (StNT 12), Gütersloh 1975, 63-66. H. Balz JtavoUQYlOt, a ç , panourgia astúcia, artimana, engano* En el NT el término aparece 5 veces, siempre (en contra de la LXX) con acentuación ne­ gativa: Lc 20, 23, astúcia (xatav o rjo aç ôè auTcõv TT]v JtavouQYÍav); en 1 Cor 3, 19 (ci­ ta de Job 5,13, cf, 5 , 12s LXX) dícese de Dios que atrapa a los sábios en su propia astúcia (ó ÔQaooó[t8voç to ò ç ooqpoòç ev xfj itavonpytÇí otuTCõv); en 2 Cor 4, 2 dícese de Pablo que «no anda en astúcia» (p,fi jieçijtaxoüvxEÇ èv jtavouQYÍg...); en 2 Cor 11, 3 dícese de la astúcia de la serpiente, que sedujo a Eva (èv xfj jtavouQYÍg anxoõ, cf. Gén 3, 1 A. S. Teod.: 3tavoõQYoç[-óxeQOç], a diferencia de la LXX: qpQOvqtMxaxoç); Ef 4,14: èv JtavouçYÍg Jipòç xf]v p.eO-oÔEÍav xfjç jiXávTjç, «por la astúcia que conduce a la seducción dei error. ThWNT V, 719-723; H. D. Betz, Der Apostei Paulus und die sokratische Tradition (BHTh 45), Tübingen 1972, 104-106.

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Jtavoi3gY®Ç) 2 panourgos astuto sagaz* En 2 Cor 12, 16 Pablo dice de sí mismo que es astuto (ilo dice irónicamente o recoge acusaciones lanzadas por sus adversários?; cf., a propósito, R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco): •UJtáQXtuv J ta v o ííQ Y O ç , «siendo astuto, os sorprendí con engano»; el v. 17 hace pensar en la acusación de que él pretendiera enriquecerse con el asunto de la colecta; cf., además, Herm (v) 3, 3, 1. ThWNT V, 719-723. J i a v t a / f j pantachê (adv.) por todas par­ tes* Hech 21,28: jtávxaç Jtavxaxfj ôiôáaxoav, de Pablo, «que anda ensenando a todos por todas partes una doctrina» que va dirigida contra el pueblo de Dios, contra la ley y con­ tra el templo; BlaB-Debrunner § 26 nota 4; 103, 2. J t a v t a x o õ pantachou (adv.) por todas partes, en todos los lugares, a todas par­ tes* En el NT el advérbio aparece 7 veces: con el significado de por todas partes en Mc 16, 20 (èxfiQu^av JtavxaxoO); Lc 9, 6 (EuaYYeLi^ópevoi x a l 'ôeQajieúovxEç itavxaxoü); Hech 28, 22; con frecuencia acompaííado de nãç; 17, 30 (návxaç navxaxoü p.Exavo£ív); 24, 3 (jtávxT) XE x a l navxaxon... pExà JtáoTjç EÒxaeioxíaç, paranomasia retórica, cf. BlaB-Debrunner § 488, la: «en todo tiempo / de todas formas y por todas partes / en todos los lugares...»); 1 Cor 4, 17 (navxaxon èv JtáoT] èxxÀ,T]aíg). Con el significado de a to­ das partes, Mc 1, 28 (jtavxaxon eÍ.ç õXt]V xf]V JtEQÍXOtQOV).

JtavTE)tT|Ç, 2 pantelês completo, perfecto, total* En el NT el adjetivo aparece 2 veces, en ambos casos en la expresión elç xò JtavxELéç, completamente / totalmente, que sustituye al advérbio KavxzX&ç; así en Heb 7, 25 (ocbt,evv E iç xò JiavxeLÈç ôóvaxai), «él es pode-

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jiavteXriç - jiavTOMgátcüQ

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roso para salvar totalmente»-, habida cuenta lo que se dice en los vv. 24 y 25b, pudiera ser que se realzara también el aspecto temporal («para sierapre»), pero ambos aspectos se hallan íntimamente relacionados en la teologia de la Carta a los Hebreos (cf. O. Michel, Der Brief an die H ebrãef [KEK], sub loco). En Lc 13, 11 (jATi ôuvapévri àvattútljai eiç tò jtavxeÀéç), la expresión adverbial puede referirse al infinitivo («ella no podia enderezarse en absoluto») o al participio («ella no era en absoluto capaz de enderezarse»; esto último es lo que entiende la Vulgata). Bauer, Wõrterbuch, í.v.

Seis pasajes dei Apocalipsis (Ap 15, 3; 16, 7.14; 19, 6.15; 21, 22) parecen estar inspira­ dos por el AT {(,Am 4, 13?); los tres primeros pasajes (1, 8; 4, 8; 11, 17; cf. también 16, 5.7) tienen afinidad tanto por su forma como por su contenido. Ap 4, 8 y Am 4, 13 parece que traducen por jtavxoxpáxtop el predicado di­ vino fb a õ t. Podemos pensar, por tanto, que este atributo divino fue también decisivo para los demás pasajes de JtavxoxpáxoQ que aparecen en el Apocalipsis. La mayoría de los in­ vestigadores entienden f b ã ’ôt como un plural abstracto intensivo (a la manera, por ejemplo, de ‘êsôt, «verdadera prudência»; dê‘ôt, «saber profundo», etc.).

n ia v ttl pantê (adv.) de todas Ias maneras, en todo tiempo* Hech 24, 3; jtávxT] xe x a l Jtavxaxoü, «en todo tiempo y en todos los lugares»; -+ jtavxaxoú.

Esta explicación dei epíteto en el sentido de «Yahvé dei poder» o «Yahvé todopoderoso» co­ rresponde a la traducción que se da predominantente en la LXX: x Ú Q io ç J ta v x o x Q á x a íQ . Además, yhwh fb ã ’ôt es una designación dei DiosRey que se sienta en el trono de los querubines (por ejemplo, 1 Sam 4, 4; 2 Sam 6, 2) y que está dotado de poder soberano. La LXX traduce tam­ bién ( ‘el) Sadday por ita v x o x Q á x c o Q . Parece que la idea de soberania se escucha también en sad­ day. En todo caso, la LXX introduce un concepto griego que apareció hacia el siglo III a.C. y que pudiera derivarse de un modelo (estoico) más antiguo, JtaYxgaxf|ç, con el sentido predominante de «todopoderoso» ( n ã v X Q Ó xoç extuv / j t a v x ò ç x g a x c õ v , es decir, de x g a x é c o con genitivo).

JtávtO^dev pantothen (adv.) de todas par­ tes, por todos lados, por doquier* En el NT el advérbio aparece 3 veces: Mc 1, 45, de todas partes-, Lx 19, 43, por todos lados; Heb 9, 4, toda alrededor / por todas partes. JtavTOXQatcoQ, oqoç , o pantokratõr To-

2. En Ap 1, 8; 4, 8; 11,17, la expresión que se repite tres veces (de manera irregular) «el 1. Aparición en el NT y trasfondo en la historia de que es - el que era - el que ha de venir», sueIas religiones - 2. Campo referencial - 3. itavTOXQána a fórmula. Puesto que en 11, 17 se trata de TCOQen el Apocalipsis. un himno celestial de alabanza por la realizaB ibl.: P. Biard, L a p u issa n ce de Dieu, Paris 1960; dón dei reino de Dios, falta el tercer miemTh. Blatter, M a c h t u n d H e rr sc h a ft G ottes, Fribourg bro. La «venida» de Dios se contempla como 1962; A. de Halleux, « D ieu le P ère to u t-puissant»: algo que ha tenido ya lugar (cf. 16, 5). Detrás RTL 8 (1977) 401-422; D. L. Holland, navToxgáTtoQ de esta formula trimembre se hallan Ex 3, 14 in N T a n d Creed: StEv VI (1973) 256-266; H. Hommel, P a n tokra to r. ThViat 5 (1953-1954) 322-378; Id„ y Is 41, 4. Parece que la epíclesis divina está S c h õ p fe r u n d E rh a lter, Berlin 1956, sobre todo 81formada por la combinación de los textos 137; W. Michaelis, jtavTougáxwQ, en ThWNT III, mencionados, y se halla situada en orden cro­ 913s; A. S. van der Woude, sã b ã 'E jército , en DTMAT nológico en Ap 4, 8. Según esto, Dios es el II, 628-639. principio, el medio y el fin, lo cual se enuncia 1. En el NT, itavxoítpáxcop aparece 10 ve­ también en 1, 8 con el símbolo abreviado Aces; en 2 Cor 6, 18 al final de una serie de ci­ Q (->- ”AX,rpa). Esto se interpreta luego expresamente en 21, 6 por medio de la expresión tas dei AT, y nueve veces en el Apocalipsis. dopoderoso. Soberano universal*

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jravTOXQaxtüQ - jtavxoTE

JtQcõxoç xaL eoxaxoç, y en 22, 13, por medio de f) ÓQXÒ "fò TÉÀoç. La fórmula principio-medio-fín es conocida también en el estoicismo. En Rom 11, 36; 1 Cor 8, 6; Col 1, 16; Heb 2, 10, la expresión aparece como una fórmula triádica de irõv (è i auxoü - 6i’ auxoü [èv auxcõ] - eiç auxóv), que huele tam­ bién a estoicismo (cf. Marco Aurélio Antonino, Ad se ipsum IV, 23). Sin embargo, parece que no hay razón para suponer que haya habido influencia directa dei estoicismo sobre el Apocalipsis, porque en ella el trasfondo veterotestamentario es de sobra evidente. Por tan­ to, dificilmente podrá asignarse al itavxoXQÓxooQ dei Apocalipsis el motivo dei «sustentador», que aparece principalmente en el miembro intermédio (con èv); cf. -> 3.

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ción dei «ángel de Ias aguas»). Falta ó eq xó [lEVOÇ, porque Dios aparece como Juez. - Ap 16,14 no contiene ninguna aclamación. El tex­ to habla dei combate escatológico, en el cual el tiavxoxQáxcúQ revelará su omnipotencia. Ap 19, 6 enlaza con una voz que sale dei cielo y que exhorta a los «siervos» de Dios a cantar un cântico de alabanza a Dios. Este himno, el último dei Apocalipsis, lo entona un coro inmenso, integrado por todos los creyentes. Después de un aleluya introductorio (cf. 11, 7), se da gracias a Dios, el Todopoderoso, porque El ha instaurado definitivamente su reinado. - En Ap 19, 15 se acentúa el poder absoluto de Dios para reinar, a pesar de que 19, 6 y 19, 15 se hallan encuadrados en un conjunto de ideas cristológicas, que se indicaron ya en 1, 8. 3. Ap 1, 8 es una afirmación formulada por Ap 21, 22 ve realizada ya la visión dei tem­ Dios. Es un enunciado unido asindéticamente plo, de Ez 48, en Dios, el Todopoderoso, y en con la frase precedente, que quiere demostrar el Cordero. Sintetizando podremos afirmar que el fin dei mundo (v. 7) se halla en Ias ma­ que los pasajes de JtavxoxQáxoQ en el Apo­ nos de Dios. - Ap 4, 8 es una confesión hecha calipsis se proponen sobre todo mostrar intuipor los «cuatro seres vivientes» (según el mo­ tivamente la omnipotencia y la soberania uni­ delo de Ez 1, 6), que están dotados de conociversal de Dios. miento acerca de Ias cosas terrenas (cf. la H. Langkammer imagen de los muchos «ojos»). Entonan el trisagio (cf. Is 6, 3), en el cual se alaba la santidad, la omnipotencia y la etemidad de Dios. JlávTOTE pantote (adv.) siempre, en todo En Ap 11, 17 comienza una adoración celes­ momento tial de los 24 ancianos (representantes de to­ El advérbio aparece 41 veces en el NT, casi dos los justos dei AT): la omnipotencia de siempre en sustitución de ->• àeí, que es raro Dios se ha dejado sentir plenamente, y se ha en el NT (cf. BlaB-Debranner § 105); el ad­ hecho realidad su reino definitivo (cf. la idea vérbio aparece 6 veces en los Sinópticos, 7 en dei trono en f b ã ’ôt). el Evangelio de Juan, 19 en Pablo, 8 en los Según 15, 3, los «vencedores», a quienes el escritos deuteropaulinos, y en Heb 7, 27; falta anticristo no pudo vencer, cantan el cântico de en los Hechos, Ias Cartas Católicas y en el Moisés (cf. Ex 15, 1-8) y dei Cordero. Con Apocalipsis: en Mc 14, 7 (bis) par. Mt 26, 11 ello se indica que el himno se entona ya en co(bis) / Jn 12, 8 (bis); Rom 1, 10 aparece junto munión con Cristo. Como en el cântico de a (bg àôiaÀEÍJtxcoç (v. 9); cf. 1 Tes 5, 16; jun­ Moisés, se alaba la majestad de Dios, su omni­ to a èv navxl xóitq) en 2 Cor 2, 14; paronopotencia y su justicia, el cumplimiento de to­ masia Jtãoav... èv Jtavxl jtávxoxe n:ãoav... das Ias promesas divinas y el reinado eterno EÍç Jtãv en 2 Cor 9, 8; cf. además Ef 5,20; Flp (cf. el motivo dei soberano en fbã'ôt). - En 1, 4.20; 1 Tes 1, 2; junto a eiç xò aTavx8X,éç en Ap 16, 7 el altar dei sacrifício expresa el pre­ Heb 7, 25; es especialmente frecuente en dicado jiavxoxpáxcoQ (^el altar como imagen combinación con EÚxaQtoxéco (sobre todo al de los mártires?). El motivo de «el que es» y comienzo de Ias cartas): 1 Cor 1, 4; Ef 5, 20; de «el que era» aparece ya en el v. 5 (aclamaCol 1, 3; 1 Tes 1, 2; 2 Tes 1, 3; 2, 13; Fim 4.

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jta v T c u ç

JtávTOíÇ pantõs (adv.) enteramente, de to­ das Ias maneras, con seguridad, en abso­ luto* En el NT el advérbio aparece 8 veces; con seguridad / ciertamente en Lc 4, 23; Hech 21, 22; 28, 4; de todas Ias maneras, enteramente en 1 Cor 9, 10; en absoluto / en todo caso en 1 Cor 9, 22; con la negación: ou JtávTcnç, «rotundamente no / de ninguna manera» en Rom 3, 9; Jtávtwç oüx en 1 Cor 16, 12; ou jtávTOjç, «no en absoluto / rotundamente no», 1 Cor 5, 10 (cf. BlaB-Debrunner § 433, 2 con la nota 3). G. M. Lee; ZNW 64 (1973) 152; Id.: NovT 19 (1977) 240.

- naga

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brunner § 236, nota 1). Por ser su uso -en ge­ neral- menos frecuente, n a g á no aparece en todos los escritos dei NT (Morgenthaler, Statistik, 160). Los compuestos de ita ç ú son tí­ picos de Marcos, Lucas y Pablo (Morgentha­ ler, Statistik, 17). Jtapá designa originalmen­ te la cercania, sobre todo en sentido espacial, pero también en Ias relaciones externas (Küh­ ner, 509). Según el caso gramatical, se tratará dei alejamiento de la cercania (genitivo), de la permanência en la cercania (dativo) y dei movimiento hacia la cercania (acusativo).

2. Con genitivo; a) En sentido local: de, desde, dei lado de (con verbos de llegar, ir, enviar, expulsar, salir, ser, etc.; se usa también J ia Q á para con genitivo: de, de parte de; atributivamente; para designar el punto de con dativo; con, junto a, según la opinión partida y el origen): Mc 14, 43, llegar de par­ de; con acusativo: en, junto a, a lo largo te de-, Jn 15, 26a, enviar desde-, Mc 16, 9, ex­ de, en comparación con, contra pulsar de; Jn 15, 26b (èxJtoQEÚExat), Jn 16, 1. Aparición en el NT - 2. Con genitivo - a) Senti­ 27 (è|fiA,'&ov), Lc 6, 19 (è|fiQ)(,exo), salir de; do local - b) Sentido figurado - 3. Con dativo - a) Sen­ Jn 6, 46: ô mv jragà xoü •frEoü, «que es (o tido local - b) Sentido figurado - 4. Con acusativo - a) viene) de Dios»; Jn 7, 29: n a ç á auxoü Eipi, Sentido local - b) Sentido figurado - c) En expresio«de él soy (o procedo) yo»; Lc 8, 49: tlç jtanes fijas. pà xoü àçxiavvayw yov, «alguien de (la ca­ B ib l : Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § sa) / dei (personal) dei presidente de la sina­ 236s; Johannessohn, P rã p o sitionen, 226-235; Kühner, goga». G ra m m a tik II/l, 509-515; Mayser, G ram m atik, II/2, 482-492; Radermacher, G ram m atik, 137-146; P. F. Reb) En sentido figurado; El empleo en senti­ gard, C ontribution à l ’E lude d es P répositions dans la do figurado, que procede dei significado lo­ langue du N T , Paris 1919, 513-526; E. H. Riesenfeld, cal, no siempre puede deslindarse claramente Jtaçá, en ThWNT V, llA -T iT r, Schwyzer, G ram m atik dei sentido local. Muchas veces no se puede II, 491-498. establecer separación entre el punto de parti­ 1. En el NT, la preposición jta p á se en- da espacial y el autor. Con más frecuencia que cuentra atestiguada 194 veces y se halla, por en el griego clásico, jta p á se emplea en lugar tanto, en tan sólo el duodécimo lugar de frede ujró para designar el complemento agente cuencia entre todas Ias preposiciones dei NT. en la voz pasiva. Como prefijo verbal, jta p á se encuentra sólo 1) Autor; por, por medio de-. Mc 12, 11 en el noveno lugar de frecuencia, en el NT. El par., jta p à xuQÍou èyévExo, «esto sucedió uso de jta p á se halla distribuído de manera por medio dei Senor / fue realizado por el Sebastante uniforme entre los tres casos. Esto se nor»; Lc 1, 45, «lo que le fue dicho por el Se­ debe a que jtaQÓ, a diferencia de EJtí y xaxá, nor» (BlaB-Debrunner § 237, nota 1); Jn 1, 6, se construye frecuentemente en Juan con ge­ «enviado por Dios (Bauer 1,2); Jn 1, 14, «dei nitivo y con dativo. En el NT, lo mismo que Unigénito dei Padre» o «dei Hijo único dei en general en la Koiné, se halla mezclado el Padre» (jta g á como circunlocución dei geni­ uso de Jtagá con genitivo y con dativo (Rativo; cf. Mayser, 487) o, si x a g à jtaxQÓç se demacher, 141s). jta p á con acusativo se usa refiere a ôóÇav; «una gloria que (procede) de manera indistinta para responder a Ias ptedei Padre»; Lc 10, 7, x à Jiap à aúxcBv, «lo guntas «^dónde?» y «^adónde?» (BlaB-De­ que (sea ofrecido) por ellos».

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jtaga

2) Origen y punto de partida: de\ a) Después de verbos de pedir y requerir; Mc 8, 11, «requiriendo de él»; Jn 4, 9, «^cómo tú puedes pedirme?; Sant 1, 5, «jque se la pida a Dios»; Mt 20, 20 v.l. (en el texto àjtó; sobre el uso de àjtó en lugar de Jtagá, cf. Bla6-Debrunner § 210), «pidiéndo/e algo». - |3) después de verbos de tomar, recibir y comprar; Mc 12, 2, «para recibir de los vinadores»; Mt 18, 9, «les será concedido por mi Padre»; Hech 7,16, «que él había comprado de los hijos»; Flp 4, 18, «después de haber recibido yo de Epafrodito vuestros dones». - y) Después de verbos de oír, enterarse y preguntar; Jn 1, 40, «que habían oído de Juan (la palabra)»; Jn 8, 38b, «lo que babéis oído de (vuestro) pa­ dre»; 2 Tim 3, 14, «sabiendo de quiénes Ias has aprendido»; Mt 2, 4, ejTuvO-ávexo Jtap’ aíJTcüv, «se informaba de ellos». 3) Como circunlocución que sustituye al genitivo o al pronombre posesivo: Mc 5, 26, xà jta p ’ aüxfjç Jtávxa, «toda su fortuna»; Flp 4, 18, xà ita g ’ fipoiv, «vuestros dones»; Rom 11, 27, aüxTi auxoíç q jta p ’ èpoü ôiaOxixq, «éste es mi pacto con ellos».

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19. «necedad ante Dios»; Gál 3, 11, «nadie es justo ante Dios». 2) Âmbito: Lc 1, 30, «has encontrado gracia delante de Dios»; 1 Pe 2, 20, xoüxo jta p à ■Oecõ, «esto es gracia con (delante de) Dios»; Lc 2, 52, «en aprecio ante Dios y los hombres»; 1 Pe 2, 4, n a g à ènXETíXÓv, «escogido en presencia de / por Dios» (con­ tacto entre el sentido de ita p á con genitivo y con dativo); Mt 19, 26 par. «para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible» (jtaQá con dativo no sólo designa aqui el âmbito, sino que al mismo tiempo tiene el significado dei simple dativo; cf. Riesenfeld, 729, 44-730, 2); Rom 2, 11, «porque no hay acepción de personas para con Dios»; Sant 1, 17, «en el cual no hay variación»; Mt 8, 10, «no he haUado una fe tan grande en ninguno».

4. Con acusativo: a) En sentido local; con, al lado de, junto a, al margen de, hacia, pasando por el lado de, a lo largo de (en res­ puesta a Ias preguntas «^dónde?» y «^adónde?»): Mt 15, 30; Lc 7, 38; Lc 8, 35.41; Hech 4, 35 y passim, m apà xouç Jtóôaç Xivóç, «a los pies de alguien» (poner, sentarse, estar de 3. Con dativo: a) En sentido local: con, al pie, caer, etc.); Mt 4, 18, (caminar) «a la orilado de, junto a (en respuesta a Ias preguntas lla dei lago»; Mt 13, 1, (sentarse) «a la orilla «idónde?» y «^adónde?»): Jn 19, 25, «estadei (lago); Mc 4, 1, (ensenar) «junto al (a la ban junto a la cruz»; Lc 9, 47, «lo puso a su orilla dei) lago; Hech 10, 6, «un casa junto al lado»; 1 Cor 16, 2, Jiap’ èauxcõ, «consigo (en mar»; Mt 15,29, (ir) «por la orilla dei mar de su casa)»; Lc 11, 37, «para que comiera con él Galilea»; Hech 16, 13, (ir) «a la orilla dei (en su casa)»; Lc 19, 7, «se ha alojado con (en rio»; Mt 20, 30 par., (sentados) «a (la vera) casa de) un pecador»; Jn 14, 23, «haremos en dei camino»; Mt 13, 4, (caer) «en el camino» él morada»; Ap 2, 13, «que fue muerto entre o; «junto al camino / a lo largo dei camino»; vosotros»; Mt 28, 15, «entre los judios»; Jn 8, Mc 4, 15, (encontrarse) «en el camino»; Heb 38, «de lo que he visto junto al Padre (âmbi­ 11, 12, «a la orilla dei mar». to, íntima pertenencia)»; 1 Cor 7, 24, ita p à b) En sentido figurado; 1) Con sentido ■&E(p, «con / delante de Dios» (en comunión comparativo: en comparación con, (más) que, con Dios / en la presencia de Dios: el signifi­ (a diferencia) de, en lugar de, en sustitución cado local da paso al sentido figurado; Bauer de: Lc 13,2, áp.aQxoo).ol ita g à irávxaç xoòç II, 2 e). raÀiA.aíouç, «pecadores en comparación con b) En sentido figurado: 1) juicio, opinión: /m á s que todos los demás galileos»; Rom 14, 2 Pe 2, 11 v.l., jra ç à xuQÍtp, «ante Dios (co­ 5, XQÍvet qpiQav ita g ’ qpéQav, «estima más mo Juez)» (en el texto: JtaQa JtUQÍou, de par­ un día que otro»; Rom 12, 3, pq 'ÓJtegqpQOte de Dios»; sobre el texto, cf. GNTCom sub veTv jta g ’ ô ô e I qpQoveív, «no tener opinión loco); Rom 2, 13, ôtxaiot ita g à 'ftecõ, «justos más elevada de la que se debe tener» (juego ante Dios (según el juicio de Dios)»; 1 Cor 3, de palabras); Lc 3, 13, jtXéov jta g à xò ôia-

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nagá

- n a g á p a a iç

Teray^évov, «mds de lo que está ordenado / prescrito»; Heb 3, 3, ria g à Mooüafjv, «en comparación con Moisés»; 1 Cor 3, 11, OspéX.IOV àXXov n a g à xò XEÍ(xevov, «(nadie puede poner) un fundamento distinto dei que ya estápuesto»; Gál 1, 8, Jtag’ ô Oa úplv, «diferente dei evangelio que os hemos predicado»; v. 9, Jtag’ ô JtaQE>.ápEXE, «diferente dei que habéis recibido». Uno de los dos elementos de la compara­ ción puede omitirse por completo (Riesenfeld, 731, 12-16 y 26-37): Rom 1, 25, zkàxpenoav xf) jítíoei Jtag à xòv jcxtaavxa, «adoraron a la criatura en vez de adorar al Creador»; Lc 18, 14, xaxÉpri o íx o ç ÔEÔixaicop,évoç 8Íç xòv oLxov anxon Jiag’ exetvov, «éste descendió a su casa justificado en vez dei otro / y el otro no» (Riesenfeld, 731 nota 65, siguiendo a Jeremias [Parábolas, 174s] senala aqui el uso excluyente dei arameo min)-, Heb 1, 9 (Sal 44, 8 LXX), jta g à xoijç p.Exóxonç oon, «y a tus companeros no / como a ninguno de tus compeineros» o «más que a tus iguales». 2) En sentido adversativo; El significado (pasando) de largo por constituye el funda­ mento para el sentido adversativo dfe en contra de, por contraste con (lo opuesto a jcaxá con acusativo, con arreglo a): Rom 1, 26, jxagà (púoiv, «contra la naturaleza»; Rom 16, 17, iia g à XT)V ôiôaxqv, «en contradicción con / en contra de la doctrina»; 2 Cor 8, 3, Jtagà ôúvapiv, «más allá de su capacidad» (punto de contacto con el sentido comparativo); Hech 18,13, Jtagà xòv vópov, «contra la ley». 3) En sentido causai: a causa de\ 1 Cor 12, 15s, ob Jtagà xoüxo oíix (lítotes), «no por eso no / pero aun a causa de esto». 4) En sentido de substracción: menos: 2 Cor 11, 24, xeaoEgáxovxa Jtag à píav, «cuarenta menos uno / treinta y nueve». c) Expresiones fijas: Lc 5, 7 v.l. (adición en D) como Herm (s) 9, 19, 3, Jtagà xi, «con excepción de algo / casi / aproximadamente»; en vez de eso, Herm (s) 8, 1, 14, jta g à [iixgóv, «con excepción de poco / casi». W. Kõhler

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J ta Q a P a ív o ) parabainõ trasgredir, desviarse ^ jtagápaoLç. TiaQaPáXXo) paraballõ arrojar, comparar; en sentido intransitivo, acercarse, cruzar al otro lado* En el NT el verbo aparece únicamente en sentido intransitivo, como tecnicismo dei lenguaje de la navegación: Hech 20, 15, jtagePáXo(XEV elç Sáp,ov, «cruzamos el mar rumbo a Samos»; significa «comparar» en Mc 4, 30 A D 0 Koiné y otros. parabasis trasgresión, violación de la ley* JtagaP atvo) parabainõ trasgredir, desviarse* jtagapáxT iç, ou, ó parabatês trasgresor, violador de la ley*

J i a ç á p a o i ç , e to ç ,

1. Aparición y campo referencial - 2. Pablo - Hech 1. 25. B ib l.: E. Brandenburger, A d a m u n d C h ristu s (WMANT 7), Neukirchen-Vluyn 1962, 180-205, R. Bultmann, Z u r A u sleg u n g von G al 2, 15-18, en Id., E xegelica, TUbingen 1967, 394-399; W. Günther, en DTNT III, 322-324; U. Luz, D a s G eschichtsverstãndn is des P aulus (BEvTh 49), München 1968, 186ss; W. Mundle, Z u r A usleg u n g von G al 2, 17, 18: ZNW 23 (1924) 152s; J. Schneider, itagaP aívo) m k ., en ThWNTV, 733-741.

1. En el NT, el verbo JtagaPaívo) aparece sólo 3 veces (Mt 15, 2s; Hech 1, 25); JtagáPaoiç y JtagaPáxTiç (prescindiendo de la v.l. en Lc 6,4 D) aparecen unicamente en Ias car­ tas (7 y 5 veces respectivamente), correspondiendo siete de esos testimonios sólo a Pablo (^ 2 ). En el NT el grupo de palabras, con excep­ ción de Hech 1, 25, y con arreglo al uso helenístico (especialmente helenístico judio; cf., a propósito, Schneider), se usa para designar la trasgresión contra la ley dictada o sancionada por Dios: Jta g á p a o iç / jtagapáxT|ç (xoõ) vópou (es decir, de la Torá): Lc 6, 4 D; Rom 2,23.25.27; Sant 2, 11.

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3tagápaaiç

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En Mt 15, 2s Jesús replica a la acusación de òtxQoPnaxía y trasferido a la oposición entre los escribas y fariseos de que sus discípulos judio y gentil; Como «trasgresor de la ley», «quebranlan la tradición de los antíguos», y el judio pierde su privilegio fundado en la cir­ afirma que precisamente esa tradición (en cuncisión, porque ese privilegio está ligado al concreto, la práctica dei corbán [vv. 5s; —>■ cumplimiento de la ley. Inversamente, el gen­ xoq Põv]) «quebranta el raandamiento de til que cumple la ley adquiere la eondición de Dios (el cuarto mandamiento dei Decálogo, v. incircunciso y en el juicio final pronunciará la 4)». La sustitución efectuada por Mateo, y sentencia sobre el judio (v. 27). De este modo que está determinada por motivos estilísticos Rom 2, 1 queda invertido escatológicamente; y retóricos, de dos verbos diferentes que apalo mismo sucede (cf. Mt 12, 41 par.) con la recen en la fuente de Marcos (Mc 7, 5.8s), por idea judia de que Israel o los justos habrán de un JtagaPaívo) paralelo y recogido anafóri- juzgar a los impíos en el juicio final (cf., por camente en la pregunta con que Jesús replica, ejemplo, Dan 7, 27 LXX; Hen [et] 95, 3; Sab confiere a esta pregunta una gran expresivi4, 16; ApAbr 29 y passim\ cf. Billerbeck I, dad y un énfasis muy marcado. - Este sentido 650; n i, 124). Tanto aqui como allí la obser­ aparece también claramente en Rom 5, 14; 1 vância y la trasgresión de la ley serán decisi­ Tim 2, 14 (dei pecado de Adán o de Eva, en­ vas para la distribución de los papeles en el tendido como trasgresión de la prohibición di­ juicio final. vina [cf. 4 Esd 3, 7; ApBar (sir) 4, 16; 9, 7; b) El grupo de palabras aparece en otras Josefo, Ant I, 46; ApMo 8.14 y pasiim]); Heb partes en reflexiones intercaladas a modo de 2, 2 (paralelo de itapaxofi en relación con el digresiones, cuya intención se dirige bacia la pépaioç Xóyoç, de Dios, anunciado por ángeabrogación de la ley como camino de salvales); 9, 15; Sant 2, 9 (cf. v. 8: cita de Lev 19, ción: Según Rom 4, 13-15, la ley no puede ser 18 como vópoç PaoiXixóç). la portadora de la promesa hecha a Abrahán, porque de hecho la ley sólo produce la ira di­ 2. En Pablo, Jta g á p a o iç y JiagapáxTiç; vina al ser violada. Eso no habría sucedido sin aparecen únicamente en Gálatas y en Roma­ la existência de la ley (v. 15b). (Para el ele­ nos, y siempre en el contexto dei debate acer­ mento intermédio que falta en el v. 15 -«la ca de la ley (->■ vópoç 4.b). trasgresión de la ley produce ira»- hay que a) Rom 2, 23.25.27 son textos polêmicos. remitir a ApMo 14.) Por medio de este pensaPablo hace que el tema (tratado a partir de 1, miento, Pablo traslada el concepto de la ley al 18) de la universalidad dei pecado contra la contexto, frecuentemente atestiguado, dei pe­ ley (jiag áp ao iç Toü vópon) se convierta en cado y de la ira (cf., por ejemplo, 2 Mac 5, 17; un tema específico desde 2,12 en adelante. Al Rom 1, 18). proceder de esta manera, Pablo destruye la Aqui enlaza Pablo con Rom 5, 13s: a él le pretensión singularísima dei judio de ser su­ interesa probar que, incluso sin la ley o antes perior al gentil, una pretensión basada en la de su promulgación, el pecado ya existia. Con posesión de la ley y de la circuncisión; en el v. ayuda dei concepto de la ley, efectúa una dis23, como sumario de los vv. 21s, Pablo acusa tinción histórico-salvífica entre JtaQápctotç y al judio de contradicción entre su xanxãa'0'aL áp a g x ía : según esta distinción, el pecado èv vófxcü y su JtaQápaotç to n vóp,on; él, que existia ya independientemente de la ley en el se jacta de Dios (2, 17) y de la ley, «deshoma tiempo que medió entre la Jta g á p a a iç de a Dios mediante la violaciôn de la ley» (cf. Adán (cf., a propósito, 1) y la promulga­ TestNef 8, 4.6; MekEx 15, 2; bYom 86a [cf. ción de la ley, de tal manera que «la muerte Billerbeck I, 414s]; sobre el conjunto, ibid. reinaba también sobre los que no habían pe­ 412ss). En Rom 2, 25-27 la acusación de que cado con una trasgresión semejante a la de el judio es un jtaQ apáxqç xon vópon es re­ Adán» (v. 14), aunque en ese caso la trasgre­ lacionada con el dualismo entre n;8gi,xopf| y sión no tenía la forma empírica de la itag á-

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jragáPaaiç - 3ta0aPoA,T|

Paoiç, que recibió sólo mediante la ley y que hizo, como tal, que Ias personas fueran también justiciables (-►íXkoyztíii). Esta reflexión sirve de preâmbulo para el pensamiento expresado luego en el v. 20 (cf. Brandetiburger, 251; en contra de Luz, 202 nota 254); Puesto que, por medio de la ley, el pecado de los hombres adquiere la misma forma que el pe­ cado de Adán, resulta que el peeado de Adán y la ruina que de él se sigue se multiplican (cf. el V. 16), por decirlo así, de tal manera que Pablo puede afirmar que la ley ha acrecentado Ias trasgresiones y que es lo que ha hecho que el pecado se difunda de veras. Según Oál 3, 19(-22), la ley se anadió «pa­ ra dar lugar a Ias trasgresiones» (como se dice en vivo contraste con la opinión judia, se­ gún la cual la Torá, como «valia contra el pe­ cado», pretende evitarlo precisamente, cf. pot ejemplo LevR 1 [106a], cf. Billerbeck III, 588) y, por tanto, está igualmente «encerrada bajo el pecado» (v. 22). Según Gál 2, 18 (cf., a propósito, G. Klein, Rekonstruktion und Interpretation, München 1969, 195ss), el restablecimiento (olxoôopéto) de la ley ya abolida (cf. v. 19) como camino de salvación demuestra (ouviotávcu) que todo el que aspira a semejante justicia êgywv vópou (éste es el sentido de la primera persona de singular) es trasgresor (de la ley), porque èQYtov vópou oti ôixaicflOfiOETai jtã a a aág% (v. 16). Por eso, como pue­ de afirmarse marcadamente, no es Cristo (v. 17), sino la ley la que hace de «ministro dei pecado». Con ayuda de la correlación entre JtagáP aoiç y vóqoç, Pablo vincula la ley, que ha sido la condición previa para la existência de JtaQapáoetç, con el pecado, que adquiere por medio de la ley su forma concreta como Jtagápaoiç.

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que le había sido asignado por Dios (cf. H. Kõster: ThWNT VIII, 205s); así que su pues­ to debe ser ocupado ahora de nuevo. La LXX emplea jtagapaívo) cofl àjtó o pa­ ra traducir la expresión hebrea sür Mn en Ex 32, 8; Dt 9, 12.16 (cf. 1 Ciem 53, 2; Ct> 1, 13.15 y passim) en el sentido de «desviarse» dei camino senalado por Dios o de desviarse luego directafflertte òtjtò TÔ3V èvToXfõv [tob deoü] (Dt 17, 20; 28, 14). W. Wolter 7 C a Q a p á tt|ç , OV, Ó parabatês trasgresor,

violador de la ley ^ rtagápacíiç. i t a Q a p i d ^ o ^ tt i parabiazomai presíonar, insistir, obligãr* Lc 24, 29: «Le insistieron diciendo»; Hech 16, 15; «nos rogaba encarecidamente»-, cf. además MartPol 4. T iaQ apoX eÚ O ^ai parabolem m ai aventu­ rar, arriesgar* En Flp 2, 30 (con dativo, como siempre) dícese de Epafrodito, quien, según los vv. 26s, estuvo al borde de la muerte a causa de una enfermedad y, según el v. 30a, no tuvo miedo a la muerte por amor a la obra de Cristo: jrapaPokeuaápevoç xf] tjjnxfj, mrriesgando su vida»; cf. además Polibio II, 26, 3 (toXç õÀotç); Diodoro Sículo III, 36, 4 (xaíç i|)uXaíÇ)T ia ç a P o ^ i], f j ç , ^ parabole tipo, parábo­ la

1. Aparición en el NT y significado - 2. Diferenciación en la perspectiva de la historia de Ias formas - 3. Matéria y estructura - 4. Mensaje y finalidad de Ias pa­ En Hech 1, 25, JtagaPaívfO no se rela­ rábolas - 5. Sobre la interpretación.

3. ciona con la ley ; en virtud de la construcción con -> c tJtó (2.a.l) y de la referencia mediata a TÓttoç, adquiere más bien un componente local. Según este texto. Judas se alejô a sí mismo dei ministério apostólico como lugar

B ibl.: A. M. Ambrozic, M a r k ’s C oncept o f t h e P arable: CBQ 29 (1967) 220-227; J. D. Crossan, P arable a s R elig io u s a n d P oetic E xperience\ JR 53 (1973) 330-358; R Dschulnigg, R abbinische G leichnisse und d a s NT. D ie G leich n isse d e r P e s K im Vergleich m it

713

JtaQapoÀ,f|

d en G le ic h n isse n J esu u n d d e m N T , Bem 1988; D. Flussey, D ie ra bbinischen G leichnisse un d d e r G leichn iserzã h ler Jesu s I. D a s Wesen d e r G leichnisse (Judai­ ca et Christiana 4), Bera 1981; B. Gerhardsson, The N a rra tive M esh a lim in the Synoptic G ospels. A Comp a riso n w ith the N a rra tive M esh a lim in the OT: NTS 34 (1988) 339-363; W. Hamisch, L a s p a rá b o la s de Jesús, Salamanca 1989; F. Hauck, itapapoJo], en ThWNT V, 741-759; A. Jülicher, D ie G leichnisreden Jesu, F/n, Tübingen 1910; E. Jüngel, P aulus un d J e ­ sus, Tübingen ^1964, 87-139; W. S. Kissinger, The P arables o f Jesus, London 1979; M. S. Kjârgaard, M eta p h o r a n d Parable. A System atic A n a ly sis o f the Specific Structure a n d C ognitive F unction o f the Synoptic Sim iles a n d P arables qua M etaphors, I^iden 1986; E. Linnemann, G leichnisse Jesu, Gottingen ’1978; J. C. Little, P a rable R esearch in the Twentieth C entury. ET

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258; C. H. Peisker, en DTNT III, 286-291; N. Perrin, The P arables o f Jesu s a s P arables, as M etaphors, and a sA e sth e tic Objects: JR 47 (1967) 340-346; H. Râisânen, D ie P a ra b e lth e o rie im M k, Helsinki 1973; E. Rau, R ed en in Vollmacht. H intergrund, F arm und A nliegen d e r G leichnisse Jesu (FRLANT 149), Gõttingen 1990; J. W. Sider, The M eaning o/Parabole in the U sage o fth e S yn o p tic Evangelists'. Bib 62 (1981) 453470; Id., P ro p o rtio n a l A n a lo g y in the G o sp el P a ra ­ bles: NTS 31 (1985) 1-23; C. Thoma-S. Lauer, D ie G leichnisse d e r R a b b in en I. P esiq tã de R a v K ahanã (PesK), Bern 1986; E. Trocmé, W hy P a ra b les? A Study o fM a r k IV: BJRL 59 (1977) 458-471; D. O. Via, D ie G leichnisse Jesu, München 1970; H. Weder, D ie G leichnisse Jesu ais M e ta p h e m (FRLANT 120), Gõttingen ^1980; C. Westermami, Vergleiche und G leich­ n isse im A lte n u n d N e u en Testam ent (CThM A/14),

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uno de los discursos en parábolas, y el plural (31 veces) se refiere a la imagen general de Jesús como quien habla en parábolas. No to­ dos los discursos en cuestión se caracterizan expresamente como JtagaPoXaí. 2. Concretamente en los Sinópticos JtagaPoX,T| designa el provérbio (Lc 4, 23; 6, 39), la máxima (Mc 7, 17; Mt 15, 15), la sentencia metafórica (Mc 3, 23; Lc 5, 36), la sentencia enigmática (Mc 4,11; Mt 13,10; Lc 8, 10), la regia general (Lc 14, 7), la parábola (que describe un proceso típico: Mc 4, 13.30; 13, 28; Mt 13, 18.31.33.36; 24, 32; Lc 8, 4.9.11; 12, 41; 13, 6; 15, 3; 21, 29), el relato parabó­ lico que describe un interesante caso particu­ lar (Mc 12, 12; Mt 13, 24; 21, 33; Lc 18, 1; 19, 11; 20, 9.19), la narración ejemplar que pretende ofrecer un caso modélico (Lc 12, 16; 18, 9). A veces los limites entre unas formas y otras no están nitidamente marcados. La ga­ ma que abarca el uso de jtaQaPoX,fi corres­ ponde a la gama dei mãsãl en el AT y en el ju­ daísmo (excluido Qumrán).

3. La matéria de las JtaQaPo).at sinópticas procede dei entorno con que estaban familia­ rizados los oyentes de Jesús; está tomada en parte de la vida de la naturaleza (Mc 4,26-32; 13, 28s; Lc 12, 54-56 y passim) y en, parte, de las variadas circunstancias sociales. El tema Stuttgart 1984; para más bibliografia, cf. ThWNT X, elegido y la forma de presentación están de­ 1212-1215. terminados por la intención de Jesús al hacer 1. El NT contiene 50 testimoiüos dei sus- sus afrrmaciones. Como los rabinos, a Jesús le gusta emplear metáforas de la vida ordinaria tantivo, de los cuales 2 corresponden a Hebreos, 13 a Marcos, 17 a Mateo y 18 a Lucas. (el rey, el criado, la vina, etc.), mediante las cuales las correspondientes parábolas adquieEn Hebreos, JtagaPoÀií es un tecnicismo pa­ ra designar la exégesis tipológica: el tabemáren fácilmente rasgos alegóricos. La estructuculo antiguo es tipo dei tiempo actual (9, 9), y ra de las parábolas es sencilla y está cargada de sentido: una sola línea de acción con tres la devolución de Isaac con vida es tipo de la resurrección de los muertos (11, 19). En los personas o tres grupos de personas a lo máxi­ mo, escenas claramente definidas, coordinaSinópticos, JtaQa|3oA,f| designa una forma ca­ racterística en que Jesús hablaba. La traducción entre los rasgos particulares y el punto ción corriente por parábola no debe oscurecer principal de la parábola, claro equilíbrio. Rea­ el hecho de que, en los casos concretos, hay lidades indiscutibles (metáforas, parábolas) o que establecer diferencias desde la perspecti­ sucesos no habituales (relatos parabólicos, va de la historia de las formas (-> 2). El sin­ narraciones ejemplares) despiertan la atengular (que aparece 31 veces) se refiere a cada ción dei oyente.

715

jragaPoXri - jtagaYYs^^co

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4. El mensaje original de Ias parábolas de Jesús es complejo temáticamente y difícil de expresar en conceptos precisos. Se refiere a la llegada dei reino de Dios (Mc 4, 26-32; 13, 28s; Mt 13, 33), a la gran invitación (Lc 14, 16-24), a la separación escatológica (Lc 13, 6-9; 17, 26-29; Mt 13, 24-30.47-50), a la debida conducta preceptuada (Mc 13, 33-37; Mt 7, 24-27; 18, 23-35; 21, 28-32; 24, 45-51; Lc 14, 23-32; 16, 1-8), a la reacción de Dios an­ te la impenitencia dei pecador (Mt 18, 12-24; 20, 1-16; Lc 15, 11-32; 18, 9-14). En parte no puede reconocerse ya el sentido original (por ejemplo, en Mc 4, 3-8). Las parábolas de Jesús se distinguen temá­ ticamente de las de los rabinos, que se orientan principalmente a la interpretación de la ley. La finalidad que Jesús persigue al hablar en parábolas se reconoce por sus elementos en indicativo y en imperativo (alientos y exi­ gências): pretenden trasformar al oyente. Al mismo tiempo, esa manera de hablar es más que un recurso pedagógico para ayudar a la comprensión, porque es obvio que el mensaje de Jesús requeria objetivamente las parábolas, y éstas se hallaban comentadas prácticamente por la vida de Jesús.

Desde Jülicher, la investigación crítica de las parábolas viene distinguiendo entre la par­ te de imagen y la parte de realidad y busca el tertium comparationis, el tercer punto en el que hay intersección de los otros dos elemen­ tos. Aunque con ello la parábola y el relato parabólico se entienden como discurso impropio, vemos que la reciente teoria dei lenguaje (Ricoeur y otros) afirma que el verdadero dis­ curso metafórico es discurso propio, a saber, un discurso que se hace necesario por la realidad misma de la cosa. Según eso, las parábo­ las no deben traducirse, sino parafcasearse; la verdad se halla únicamente «en la parábola como parábola» (cf. Jüngel, 135).

5. La comunidad pospascual sabe que las JtaQaPoXat de Jesús revelan únicamente su sentido a quienes las escuchan con tenso interés (Mc 4, 9.33); el Sitz im Leben (o «situación vital») de las parábolas en la comunidad crea nuevos destinatários y nuevas interpretaciones. Algunas parábolas se narran como ale­ gorias (Mc 12, 1-12; Mt 22, 1-14; 25, 1-13); otras se interpretan alegóricamente (Mc 4, 1320; Mt 13, 36-43). La Iglesia apostólica recla­ ma el derecho de ser la única a quien le ha si­ do confiada la clave para entender las parábo­ las o el pnaTiÍQiov dei reino de Dios, mientras que «los de fuera» sólo escuchan enigmas oscuros con el único resultado de un perma­ nente endurecimiento (Mc 4, 34.10-12; con sentido atenuado en Lc 8, 10 par. Mt 13, 11). Mateo sabe que hay «cosas ocultas desde el principio», que, según la promesa profética, se revelan en las parábolas de Jesús (13, 35).

Jiag ay y é X X to p a m g g ellõ instruir, m an­ dar, ordenar* TcaQaY7£X.ta, aç, f| paraggelia instrucción, mandamiento*

G. Haufe JiaQCtpOV^ElJOnai parabouleuomai aven­ turar, arriesgar Flp 2, 30 C tp Koiné sy bo*” en vez de nagaPo^EÍiopai. Jia Q a y y E ^ ítt, a ç , paraggelia instrucción, mandamiento, anuncio ->■ TcaQayyékXa.

1. Aparición - 2, Construcción - 3. Significado - 4. Campos referenciales. Bibl: W. Mundle-H. H. EBer, en DTNT III, 37-39; O. Schmitz, magayyéXXco m k ., en ThWNT V, 759162-, Spicq, Notes U, 647-649. 1. El verbo TzaQayyélXoi se halla atestiguado más de 20 veces en la LXX y 31 veces en el NT. Once de ellas se encuentran en Hechos (cf. Lucas: los 4 testimonios marcan una dife­ rencia con respecto a Marcos), cuatro veces en 2 Tesalonicenses y cinco veces en 1 Timoteo. El sustantivo no aparece nunca en la LXX; en el NT, además de aparecer en 1 Tes 4, 2, se encuentra en los siguientes pasajes: Hech 5, 28; 16, 24; 1 Tim 1, 5.18.

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jiagaYYÉAAa) - iragávco

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2. Como designación de un «mandato cuya ejecución se considera obvia» (BlaB-Debmnner § 329, 1), el verbo -con idea de pretéritose halla siempre en aoristo, con excepción dei imperfecto repetitivo de 2 Tes 3, 10. Prescindiendo de 1 Cor 11, 17, el verbo va seguido siempre por presente o aoristo de infinitivo (cf. Bauer, Wõrterbuch, 1216), una oración de Lva (en Mc 6, 8; 2 Tes 3, 12), o un discurso en estilo directo (3, 10, provérbio después de 5xi; Mt 10, 5, después de Xéywv), también co­ mo continuación de un discurso en estilo indi­ recto en Mc 6, 8s; Lc 5, 14; Hech 1,4; 23, 22.

12. Finalmente, «Pablo» encarga a «Timoteo» en 1 Tim 1, 18; 6, 13 que vele por la recta doctrina (1, 3.5) y por la buena conducta, es­ pecialmente de Ias viudas (5, 7) y de los ricos (6,17). Estos pasajes offecen instrucciones de validez y aplicación universal (cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, a propó­ sito de 1, 5; otro es el parecer de Schmitz, 76 Is nota 33), mientras que en el caso de Je­ sús se trata de ordenes e instrucciones relacio­ nadas con Ias diversas situaciones y personas.

3. El verbo y el sustantivo significan una orden que se da con autoridad a una persona (o grupo de personas), en el sentido de dar instrucciones, dar ordenes, mandar (con p,r|; prohibir), o de instrucción, disposición, man­ dato. En 1 Tes 3,12 el sustantivo con ÔLÔco[j,t, una circunlocución helenísticá, tiene el mismo sentido que el verbo (cf. 1 Tim 1, 18). El sustantivo y el verbo juntos refuerzan el enunciado que se formula en Hech 5, 28: «Os hemos prohibido rigurosísimamente».

JtaçaY ÍV O fiai paraginomai llegar, venir; presentarse, aparecer, prestar asistencia a alguien* En el NT el verbo aparece 37 veces, 8 de ellas en el Evangelio de Lucas y 20 en los Hechos; en Pablo aparece únicamente en 1 Cor 16, 3 (en sentido absoluto: õxav ôè JtaQaYÉVü)[rat, «cuando esté entre vosotros / a mi llegada»)-, en Ias Pastorales el verbo apare­ ce únicamente en 2 Tim 4, 16 (oúôeíç poi JtaQeyévETO, «nadie estuvo a mi lado / nadie me apoyó»)-, Heb 9, 11 (Xpiaxòç ôè jraçayevópevoç àQXiEQEÚç, «cuando Cristo hizo su apariciôn como sumo sacerdote»); cf. tam­ bién el significado de hacer acto de presencia em Mt 3, 1; Lc 12, 51; el verbo falta en Ias Cartas Católicas y en el Apocalipsis. - En to­ dos los demás pasajes el verbo JiaQayívopai significa venir / llegar, con eiç e indicación de lugar (en acusativo): Mt 2, 1; Jn 8, 2; Hech 9, 26; 13, 14; 15, 4; con èjtí: Lc 22, 52; con Jipóç; Lc 7, 4.20; 8, 19; 11, 6; Hech 20, 18; con EJti... JtQÓç; Mt 3, 13; en sentido absolu­ to: Mc 14, 43; Lc 14, 21; 19, 16; Jn 3, 23; Hech 5, 21.22.25; 9, 39; 10, 33; 11, 23; 14, 27; 17, 10; 18, 27; 21, 18; 23, 16.35; 24, 17.24; 25, 7; 28, 21.

4. En los Evangelios Jesus es el único que da ordenes o instrucciones: al espíritu inmundo en Lc 8, 29, a los Doce en Mc 8, 6 (R. Pesch, Das Markusevangelium [HThK], sub loco: «Jesús establece Ias regias para la misión») y Mt 10, 5; a la multitud en Mt 15, 35 par. Mc 8, 6; y ordena silencio en Lc 5, 14; 8, 56; 9, 21. En Hechos el Resucitado da ordenes en 1, 4; 10,42; Dios mismo, en 17, 30. Pablo da or­ denes al espíritu de adivinación «en el nombre de Jesucristo», en 16, 18. Pablo y los do­ ce Apóstoles se ven afectados por los man­ datos y prohibiciones de Ias autoridades ju­ dias y romanas en 4, 18; 5, 28.40; 16, 23.24; 23, 22.30. Hech 15, 5 y Ias Cartas paulinas mencionan instrucciones para la comunidad. El Pablo au­ têntico apela en ellas al «Senor (Jesús)», 1 Cor 7, 10; 11, 17 con el v. 23; 1 Tes 4, 2 (ôiá y èv en el v. 1); 4, 11. Basándose a su vez en la au­ toridad de Pablo, da ordenes 2 Tes 3, 4.6.10.

W. Radl

Jia Q a yto paragõ pasar (cerca de), pasar, irse; en voz pasiva: desaparecer, desvanecerse* En el NT el verbo aparece 10 veces: casi siempre con el sentido intransitivo de pasar

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n aQ áyoi ~ JtagáÔEiaoç

cerca de / junto a, Mt 20, 30; Mc 2, 14; 15, 21; Jn 9, 1; con iia g á en Mc 1, 16 {«mientras él pasaba junto al mar de Gaülea»); en senti­ do figurado en 1 Cor 7, 31 (jtagáYEi jà g tò oxfjfta, «porque pasa la figura de este mun­ do»; cf. pertransire en 4 Esd 4, 26); con el significado de irse ( exeíO-ev) en Mt 9, 9.27; en sentido pasivo: f| o x o ría ítagáYExai, «Ias tinieblas están desapareciendo» en 1 Jn 2, 8; ó x ó o |jioç naçáYexai, «el mundo ha de desa­ parecer», 2, 17. ThWNT I, 129s. T taQ aÔ ElY ^atí^tO paradeigmatizõ exponer al ridículo o a la burla, sacar a vergüenza* Heb 6, 6; àvaoxauQOüvxaç... x a l JtagaÔELYH-ctxíÇovxaç, dícese de los apóstatas, a quienes no se puede mover a nuevo arrepentimiento, porque «(de nuevo) crucifican para sí mismos al Hijo de Dios y lo exponen a igno­ mínia»; cf. también Mt 1, 19 v.l. El significa­ do de infligir un castigo público, que desempena un papel frecuente en la LXX (cf. Núm 25, 4; ler 13, 22), está ausente en Heb 6, 6; sobre la idea de exponer a pública ignominia cf. Ez 28, 17; 3 Mac 3, 11; 7, 14. ThWNT fi, 32; Spicq, Notes II, 650.

magáÔEiooç, ov, ó paradeisos paraíso* Mientras que en el NT se alude varias veces al relato dei AT sobre el paraíso en Gén 2s (especialmente en Rom 3, 23; 5, 12; 8, 20; también en 2 Cor 11,3), JtaQáôeiooç aparece únicamente tres veces como expresión de un lugar presente (pero oculto) y supraterreno, donde moran los redimidos en el tiempo inter­ médio entre la muerte y la resurrección de los muertos: Lc 23, 43; 2 Cor 12, 4; Ap 2, 7. JtaQáÔEiooç es un préstamo léxico dei Iranio antiguo y designa en general un «jardín» o «parque»; en la LXX se refiere especial­ mente al «jardín de Dios» (Gén 2, 8ss; 13,10; Ez 31, 8). De ahí jragáôeiooç pasó a desig­ nar el paraíso original mismo, que ahora está oculto pero que se manifestará de nuevo en el futuro; Is 51, 3; TestLev 18, lOs; Hen (et) 25, 4s; 4 Esd 7, 36; 8, 52; sobre el ocultamiento

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actual cf. especialmente Hen (et) 60, 7s; 61, 12; 70, 4; ApAbr 21, 6s; como lugar donde moran Henoc y Elias, que fueron arrobajos en vida: Hen (et) 60, 8; 89, 52; TestÂbr 11,3; cf. también Lc 16, 9; se piensa casi siempre que el paraíso se halla en el cielo, 4 Esd 4, 7s; VidAd 25, 3; ApBar (gr) 4, 8; ApMo 37, 5; so­ bre Ias concepciones dei NT, cf. además Lc 16, 22ss; Jn 14, 2ss; 2 Cor 5, Iss; Flp 1, 23; 1 Tes 4, 17; Ap 20-22. Según Lc 23, 43, Jesús crucificado, al malhechor que estaba crucificado a su lado y que había rogado a Jesús que le aceptara en el juicio final (v. 42; õxav eÀ-Opç eiç xqv paoiÀEÍav aou [p” Sin B C* y otros]), él le pro­ mete ya «hoy» la comunión con él en el pa­ raíso (af|p,EQOv pEx’ èpoü EOT) èv xcõ jiag aÔEÍacp). Con ello se perdona definitivamente la culpa y se hace patente ya la salvación final en el ocultamiento de un espacio que está más allá de la muerte (cf. también Hech 7, 59; Rom 8, 38s; 2 Cor 5, Iss; Flp 1, 23). En Ap 2, 7 se habla dei JiagáÔEioog xoü Deoü: el paraíso original con el árbol de la vi­ da (Gén 2, 9; 3, 3ss) retomará al fin de los tiempos (probablemente el paraíso se concibe aqui en relación íntima con la nueva Jerusalén, cf. 21, 2; 22, Iss). En 2 Cor 12, 4 Pablo habla de que fue arro­ bado al paraíso (T|QjráYr| e iç x ò v i t a g á ô e i oov, cf. etoç XQÍxou o u g a v o u , v. 2), cosa que él clasifica entre Ias o n x a o í a i x a i à n o x a X ú tl^Eiç x u Q Ío u ; se piensa seguramente en un es­ tado de arrobamiento, pero que clartunente no se relaciona con el esperado estado de salva­ ción después de la pamsía, sino que se efectuó en Pablo como en alguien extrano a él mismo; cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), sub loco. - Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, 763-771; X, 1215 (bibl.); BHH III, 1386s; Haag, Diccionario, 1439-1444; P. Hoffmann, Die Toten in Christus (NTA NF 2), Münster i. W. ^1969, s.v. en el índice analítico; DTNTIII, 293s; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II (ÕTK), sobre 23, 43 (bibl.). H. Balz

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3taQ a ô éx o (ia i - jiaQaÔLÔo)[xi

J i a g a ô é j j o ^ a i paradechom ai recibir, aceptar, acoger* El verbo aparece 6 veces en el NT: tò v Xóyov Jtagaôéxopai (junto a àxoúm): Mc 4, 20; E"^ Jtagaôéxopai, «costumbres que nosotros, como romanos, no debemos aceptar», Hech 16, 21; pagxvQÍav Jiagaôéxopai, 22, 18; xaxTiYOQÍ^''' Jtagaôéxopai, «admitir una. acusación», 1 Tim 5, 19; con una persona co­ mo objeto de la acción verbal: en voz activa, aceptar / amar, Heb 12, 6 (cita de Prov 3, 12, según el hebreo rãsâ); en voz pasiva, ser recibido, Hech 15, 4. 7C aQ aôíò(i)^l paradidõmi entregar* 1. Aparición en el NT ~ 2. Âmbito semântico Historia de Ias tradiciones - 4. Uso dei verbo en los es­ critos dei NT. B ib l.: M. Black, The «Son o fM a n » P assion Sayings in the G ospel Tradition: ZNW 60 (1969) 1-8; F. Büch-

sel, itaQaôtôo)|xi, en ThWNT II, 171-174; Goppelt, T heologie, 272-276; M.-L. Gubler, D ie fr ü h e s te n D eutungen d es Todes Jesu, Fribourg 1977; Hahn, H oheitstite l, 46-66; P. Hoffmann, M k 8, 31 , en F S S c h m id 1973, 170-204; I. Jeremias, A bba. E l m ensaje central d e i N T , Salamanca “1993, 113-138 y 138-151; Jere­ mias, Teologia, 342-344; K. Kertelge (ed.), D e r Tod Jesu. D eu tu n g en im N T , Freiburg i. Br. 1976; H. Kessler, D ie theol. B edeu tu n g d es Todes Jesu, Düsseldorf 1970; W. Kramer, C hristos K yrios G ottessohn, Zürich 1963; E. Lindars, N T A p o lo g etic, Philadelphia 1961; E. Lohse, M a rty re r u n d G o tteskn ech t, Gõttingen ^1963. K. Lüthi, D a s P roblem des Judas I s k a r io t- n e u u n tersu ch t: EvTh 16 (1956) 98-114; H.-J. van der Minde, S ch rift u n d Tr. b ei P aulus, München 1976; H. Patsch, A b en d m a h l u n d h isto risc h er Jesus, Stuttgart 1972; N. Perrin, The Use o f (jtaQa)ôiôóvai in Connectio n w ith the P a ssio n o f Jesus in the N T , en F S J e ­ rem ias 1970, 204-212; Id., en H. D. Betz (ed.), C hrísto lo g y a n d a M o d e m P ilg rim a g e , Claremont 1971, 23s, 71-73; W. Popkes, C hristus traditus, Zürich 1967; J. Roloff, A n fã n g e d e r soterio logischen D eutung des Todes Jesu-, NTS 19 (1972-1973) 38-64, K. Romaniuk, L ’a m o u r du P ère e t d u F ils d a n s la so té rio lo g ie de S a in t P a u l, Roma 1961; L. Schenke, S tu d ie n zu r P a ssio n sg e sc h ich te d es M a rku s, Würzburg 1971; E. Schweizer, D er M ensch en so h n in d e r synopt. Ü berliefe ru n g , en Id., N eo testa m en tica, Zürich 1963, 56-84; G. Strecker, D ie L eid en s- u n d A uferstehungsvoraussagen im M k-E v.: ZThK 64 (1967) 16-39; P. Stuhlmacher, E xisten zstellvertretu n g f ü r d ie Vielen: M k 10, 45 (M t 20, 2 8), en Id., Versõhnung, G esetz und G erechtigkeit, Gõttingen 1981, 27-42; H. E. Tõdt, D e r M e n ­

722

sc h e n so h n in d e r sy n o p t. Ü b e rlieferu n g , Gütersloh ^1963; K. Wengst, C hristologische F orm eln un d Lieder des U rchristentum s, Gütersloh 1972; para más bi­

bliografia, Cf. ThWNT X, 1047s.

1. En el NT Jtagaôíôcüpi aparece 119 ve­ ces, con la máxima ffecuencia en los Evangelios y en Hechos (31 veces en Mateo, 20 en Marcos, 17 en Lucas, 15 en Juan, 13 en Hechos; en total 96 veces). Se encuentra también 19 veces en el Corpus Paulinum (de ellas 6 en Romanos, 7 en 1 Corintios) y 4 veces en Ias Cartas Católicas. 2. jtagaòí5copi, como forma intensificada de «dan>, designa el proceso por el cual algo o alguien es trasferido a disposición de otra persona; existe la misma relación que entre 3. «dar» y «entregar». Mientras que el hebreo dei AT conoce tan sólo el verbo ntn, vemos que el verbo más tardio msr (en hebreo y en arameo) es sinônimo de jrapaôíôropi; tam­ bién el latín tradere corresponde plenamente a JtaQaôíôcopi (W. Bacher; ZAW 29 [1909] 219). En griego, el verbo (jiaQa)tí'0qpL tiene a menudo el mismo significado. Aparte de eso, el verbo simple y el verbo compuesto alteman con frecuencia y son prácticamente intercambiables en muchos casos. La gran amplitud de significados que posee el verbo itagaSíôcopi se clasifica muy acertadamente según el grado de disposición que implique el verbo y, sobre todo, según el peUgro que la acción verbal suponga para la exis­ tência de aquel o aquello que sea objeto de la entrega: a) Confiarse a la benevolencia / encomendarse al favor / entregar para fiel conservación\ como tecnicismo, trasmitir, casi man­ dar, b) poner en manos de un âmbito de po­ der / dar plena potestad / dejar a merced; c) entregar para condena / castigo o algo por el estilo (el acto es una amenaza para la persona afectada, pero se ajusta a un curso prescrito); nuevamente un tecnicismo; d) entregar / po­ ner en manos de. Aqui hay que mencionar los enunciados, en general sumamente concisos y estereotipados, sobre la acción de Judas (úni­ camente en los Evangelios). El significado

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jiaQaôíôcoiu

fundamental es el de entregar, aunque aparecen ya modificaciones redaccionales. jiag aÔLÔ(0[j,i, no significa «delatar algo (especial­ mente secretos)», sino a lo sumo, en sentido derivado, «entregar, abandonar y, con ello, traicionar (ja una persona!)» (Popkes, 217ss); e) arriesgar la existência o incluso entregar la existência (especialmente como entrega de sí mismo). Un sentido parecido tiene xídripi tf)v rpuxfiv (Jn 10, 15); f) entregar a la muerte, a la perdición. Claro que parte considerable de los pasajes dei NT, sobre todo los que se relacionan con la Pasión de Jesus, no se pueden clasificar sin más, porque su formulación es imprecisa: la entrega dei Bautista, en Mc 1,14 par., y la dei Hijo dei hombre, en Mc 9, 31 etc. (^pasivo di­ vino? ^Judas? potros?; de manera parecida en 1 Cor 11, 23b; Rom 4, 25; cf. Jn 3, 16. Diver­ sos enunciados se combinan también entre sí. Además, la interpretación puede ser diferente en los diversos niveles de la tradición.

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ción (la fórmula de entrega) y no se limitaba a significar la muerte, sino que abarcaba toda la venida dei Hijo de Dios. La fórmula más antigua se baila en Rom 8, 32; Jn 3, 16; tardíamente Rom 4, 25 (así piensan Kramer y van der Minde). c) Origen independiente de los enunciados profanos (proceso. Judas) y de los enunciados teológicos (la acción de Dios / de Jesus); Ias coincidências se produjeron sólo más tarde. La reducción de todos los enunciados teológi­ cos a una sola raiz no se puede probar estrictamente; lo más probable es que una sentencia como la de Mc 9, 31a fuera el punto de parti­ da. Vinieron luego una explicatio soteriológica (Rom 4, 25) y una trasformación en la fór­ mula de la entrega de sí mismo (Mc 10, 45, etc.), en parte recuniendo a Is 53 (así piensa Popkes y, en parte, también Hahn). d) Inicialmente, JtaQaôíôcopi se empleó de manera puramente descriptiva en el relato sobre el proceso de Jesus (Mc 15, 1 etc., tam­ bién la acción de Judas). En la temprana apo3. La poreión más importante de enuncia­ logética de la Pasión se empleó luego jiap ados dei NT en que aparece el verbo itaQaôíôíôcopi como pasivo divino (Mc 9, 31; 14, ôcüfti se encuentra en relación con la Pasión 21.41, etc.). De este uso apologético se derivo de Jesus. ^Podrá reconstruirse una historia de luego el uso soteriológico, especialmente en la tradición? Para ello se han seguido los siel âmbito helenístico y por influencia de Is 53 guientes caminos (prescindiendo dei esbozo, (Rom 4,25; Mc 10, 45 y otros) (así piensa Perrin). demasiado especulativo, de K. Barth, Kirchliche Dogmatik II/2, Zürich 1959, 533-563): e) Los enunciados paulinos y sinópticos nacieron independientemente. El empleó de a) Los impulsos esenciales proceden de Is 53. La formulación más temprana es posiblejtapaôíôoofxi en la teologia de la Pasión de los Sinópticos, aparece por vez primera en mente Mc 9, 31a {mashal, pasivo divino; cf. Rom 4, 25), procedente quizás de Jesus. Son Marcos (no es pre-marquino). La crítica de la antiquísimos también los enunciados reflexi­ redacción muestra: Mc 8, 31 contiene mate­ vos de Mc 10,45 etc. También en círculos herial antiguo, pero no así 9, 31; el empleó de lenísticos se sintió la influencia de Is 53 (dife­ Jiaçaôlôcopi proviene dei relato dei proceso rentes formas de texto; entre otras, Rom 8, (especialmente de la acción de Judas); Marcos fue el primero en formular conscientemente 32). El Sitz im Leben (o «situación vital») era enunciados ambiguos (en el mismo sentido la prueba de Escritura (así piensa especial­ mente Jeremias, Abha, 127ss). que el secreto mesiánico) como 9, 31; detrás de la acción de los incrédulos. Marcos ve la b) Los enunciados de los Sinópticos acerca de la Pasión y la tradición pre-paulina surgieacción de Dios. La teologización podría estar influida por el lenguaje paulino (así piensan ron con independencia mutua. En el estádio pre-pauUno (y pre-joánico), Jiapaôíômfti se Hofímann y Schenke; cf. ya Strecker). f) En el relato pre-marquino de la Pasión hallaba afincado en el tercer tipo (junto a la había ya una concatenación de diversos actos adopción y a la misión) de fórmulas de filia-

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3taQaôíôo)|iL

de entrega: la entrega efectuada por Judas, por el Sanedrín, por Pilato, por los verdugos. Sin embargo, antes de todos esos actos de en­ trega por parte de los horabres, se halla la en­ trega efectuada por Dios (Mc 9, 31, quizás es­ ta sentencia «contribuyó incluso a suscitar los relatos de la entrega») (así piensa Goppelt). En vista de que la situación dei problema no ha terminado de aclararse en los debates, no será posible por el momento reconstruir de manera convincente la historia de Ias tradiciones. Y, así, queda todavia por aclarar hasta qué punto habrá que contar con material prepaulino, pre-marquino y posiblemente también con material pre-lucano y pre-joánico (especialmente en lo que respecta a Mc 9, 31; Rom 4, 25). Sigue discutiéndose todavia el encuadramiento de Ias sentencias dei Hijo dei hombre y de Is 53 (formas de texto, influen­ cias) en la historia de Ias tradiciones. Asimismo. Ias cuestiones acerca de la forma {mashal, «fórmula de ‘entregado’») y dei Sitz im Leben o «situación vital» (Cena dei Senor, prueba de Escritura) de sentencias acunadas no han quedado aclaradas todavia suficiente­ mente. Lo mismo habrá que decir de la relación entre Ias diversas interpretaciones de la muerte de Jesús (Roloff y otros). Los puntos fijos de la historia de Ias tradi­ ciones que han quedado relativamente mejor asegurados, son probablemente los enuncia­ dos frecuentes y estereotipados acerca de la acción de Judas así como el dato que se ofrece en 1 Cor 11, 23b. Según esto, los pasajes más antiguos de JiaQaôíôtüfxi están asociados —históricamente y en la perspectiva de la his­ toria de Ias tradiciones- con la noche de la úl­ tima Cena. La entrega (o traición) efectuada por Judas seria entonces el dato original subyacente al uso de Jiapaôíôtopi. Otra línea, también muy antigua, se halla en Ias palabras de la Cena dei Senor; la entrega que Jesús hace de si mismo, por lo menos según el sentido dei pasaje (también Mc 10, 45; cf. Jn 13 y 15, Gálatas, Efesios, Pastorales). Y también la re­ ferencia a esa «noche santa» (cf. la Pascua). Los estádios que fue siguiendo el desarrollo de la tradición son inciertos. Suponemos que

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hubo un ulterior desarrollo soteriológico (por influencia de Is 53) y posiblemente también un desarrollo en la dirección dei juicio de Dios sufrido vicariamente (en el AT jtaQaôíôcofu se halla con sorprendente frecuencia en conexión con el juicio de Dios). Otros enun­ ciados de JtaQaÔLÔcopi, originalmente independientes (sobre todo la terminologia dei proceso), se anadieron a la tradición, resultan­ do de ello una influencia recíproca en vários niveles. No debe subestimarse la contribución dei redactor final (especialmente Marcos). El proceso de la tradición necesita ulteriores aclaraciones; conviene mostrar cierto escepticismo ante deducciones que dan por sentada la existência de una sola fuente. 4. a) En Marcos tan sólo dos pasajes (4, 29: permitir, 7, 13: trasmitir) no tienen nada que ver con la Pasión; tres pasajes hablan de la persecución de la comunidad (13, 9.11.12: llevar ante los tribunales: hostilidad antinatural); un pasaje prefigura el destino de Jesús (1, 14: Juan el Bautista). Los demás pasajes de Marcos se refieren a la Pasión de Jesús. Marcos entrelaza sucesivamente en estos pasajes tres trayectorias: la entrega dei Hijo dei hombre, indicada al prin­ cipio enigmáticamente (9, 31; 10, 33; 14, 21.41, cf. 8, 31), la entrega (o traición) por Judas (3,19; 14, lOs.18.21.42) y la entrega de Jesús por Ias autoridades judias a los gentiles (10, 33; 15, 1.10) y la entrega de Jesús por es­ tos últimos a la muerte (15, 15). Se trata de elementos esenciales de la teologia marquina de la Pasión, en la cual el secreto mesiánico se va revelando gradualmente. Aunque detrás de 9, 31 etc. se hallaba una tradición que hablaba apocalípticamente de la entrega escatológica dei Hijo dei hombre en manos de los hombres o algo parecido. Marcos mismo vio en ella, en el plano histórico, el rechazo por Judas y por Ias autoridades judias, pero conservó al mismo tiempo la dimensión teológica (voluntad de Dios, conformidad con Ias Escri­ turas). b) Mateo sigue en buena parte Ias formulaciones marquinas acerca de la Pasión de Jesús

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3taQa6íô(o[u

(también en lo que respecta al Bautista, en 4, 12): entrega dei Hijo dei hombre (17, 22; 20, 18s; 26, 2.24.45), entrega (o traición) por Ju­ das (10, 4; 26, 15s.21ss.46ss; 27, 3s), entrega a Pilato o por Pilato (27, 2.18.26). En el proceso, Mateo enlaza estrechamente los dos primeros actos y hace resaltar en general la cul­ pa de Judas (frecuencia de la mención; contenido y posición de 27, 3-10). Judas es el prototipo de quienes rechazan a Jesús y se dan cuenta demasiado tarde de lo que han hecho. Este tono de advertência se ajusta a otro grupo de textos. En ellos se amonesta a la comunidad, senalándole los dones que se le han concedido (25,14.20.22), y haciéndole ver Ias tentaciones en Ias que uno no debe caer (10, 17-21; 24, 9s). A los impenitentes les amenaza la entrega a la condenación (5, 25; 18, 34). Por lo demás, Mateo realza la autoridad plena de Jesús (11, 27, cf. 28, 18). c) En Lucas/Hechos 3iaQaôíôoLi[xi posee una amplia gama de significados. Junto a enunciados en matéria de teologia de la Pasión encontramos; la tradición de los testigos oculares (Lc 1, 2), conceder autoridad (10, 22; sentido atenuado en 4, 6: «yo poseo»), en­ tregar al magistrado (12, 58), ordenar (Hech 6, 14; 16, 4), abandono por parte de Dios (7, 42), encomendar a la grada (14, 26; 15, 40), comprometerse en favor de (15, 26). La am­ plia gama de significados corresponde a la variación linguística de la fuente marquina (Lc 6,16: Judas) y al abundante uso de sinônimos (Hech 2, 23). jtaQaôíôoop.i no es tan impor­ tante para Lucas como para Marcos y para Mateo. A Lucas le gusta sustituir el verbo JtaQaôíò(op,i por explicaciones racionales (así en Lc 3, 20: «encarcelar») y por glosas (cf. a propósito de 18, 31s; 21, 16). Apesar de todo, jtaQaôíômpí aparece también con frecuencia en el relato lucano de la Pasión: entrega dei Hijo dei hombre (9, 44; 18, 32; 22, 22; 24, 7), entrega (o traición) por Judas (22, 4.6.21s. 48), por Pilato (23, 25) y por Ias autoridades judias (20, 20; 24, 20; Hech 3,13). Se cumple el plan de Dios (Lc 24, 7, cf. 17, 25); pero Lucas ve que la responsabilidad recae en los judios (Hech 3, 13, cf. 2, 36; 7, 51s). En todo

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ello no hay que subestimar tampoco el poder dei diablo (Lc 4 ,6 ; cf. 22, 3; Hech 26, 18). Fi­ nalmente, el Ubro de Hechos describe los sufrimientos de la comunidad con arreglo a los sufrimientos de su Senor; prisión, entrega en manos de los gentiles y entrega a la muerte (8, 3; 12, 4; 21, 11; 22, 4; 27, 1; 28, 17; cf. tam­ bién Lc 21, 12.16). d) Juan emplea predominantemente el ver­ bo jrapaôíôoopi para referirse a la acción de Judas (de nueve a diez veces) y también para referirse a la entrega que los judios hicieron de Jesús en manos de Pilato (18, 30.35, posiblemente 19, 11) o a la inversa (18, 36; 19, 16). JtaQaôíôcofxi senala la entrega en manos de un âmbito distinto de poder. Aquellos que debían ser «los suyos», rechazan a Jesús. Su acción es satânica (6, 71s, etc.; 19,11). Final­ mente, la entrega no tiene êxito; Pilato vuelve a poner a Jesús en manos de los judios (19, 16); lo que queda es el rechazo. Pero el ma­ ligno juego no puede danar en nada la sobera­ nia de Jesús (él lo sabe todo de antemano, 6, 64 etc.; su reino es de otra índole, 18, 36; na­ da sucede sin la permisión de Dios, 19, 11). Fuera de estos pasajes queda únicamente 19, 30 (Jesús entrega el espíritu). La fórmula nada habitai (R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, 350s) acentúa la sumisión activa al Padre. - Sobre 3, 16: el enunciado pertenece al marco de la teologia joánica dei «dar» (“> ôíôto|u 8); es dudoso que Juan hubiera reelaborado aqui una antigua fórmula que expresara la entrega. e) El uso dei término en el Corpus Paulinum no es uniforme. Dios abandona al peca­ dor a merced de su destino (Rom 1, 24.26.28; es más un abandono que un castigo); ser en­ tregado a una forma de ensenanza (Rom 6, 17, cf. la práctica judia de entregar un discí­ pulo a la ensenanza de un rabí: cf. E. Kãsemaim, An die Rõmer [HNT], 171); entregar un pecador a Satanás para que sea castigado (1 Cor 5,5; 1 Tim 1, 20, faltan paralelos exac­ tos: Popkes, 138-140); entregar doctrinas y formas de conducta (p a ra s u f ie l o b servâ n cia ) (1 Cor 11, 2.23a; 15, 3); entregar el cuerpo para ser quemado (13, 3, ^martírio en la ho-

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jta Q a ô íô o )(u - jta g á ô o o L ç

guera o senal de esclavos marcada a fuego?); experimentar el seguimiento de Jesús en la cruz (2 Cor 4, 11); entregarse a una vida disoluta (Ef 4, 19). JtaQaôíôcopi aparece también en 1 Cor 15, 24 en sentido cristológico (acción de devolver o trasferir el senorío), primeramente como interpretación de la entrega que Jesús hizo de su vida («por amor de»: Gál 2, 20; Ef 5, 2.25; probablemente en sentido tradicional, cf. Gál 1, 4 y los pasajes 1 Tim 2, 6; Tit 2, 14, que están relacionados con Mc 10, 45). En segundo lugar. Cristo es objeto de la ac­ ción de JtaQaôíômpi. Es pre-paulino el pasaje de 1 Cor 11, 23b, entendido posiblemente por Pablo como entrega hecha por Dios, tal como se formula directamente en Rom 8, 32. Luego hay con seguridad un pasivo divino en Rom 4, 25 (i,un texto pre-paulino? Cf. U. Wilckens, La Carta a los romanos I, Salamanca ^1997, 341s). JtaQaôiôcopt se refiere a la muerte en la cruz, no en sentido general a la misión (en contra de Kramer). Se acentua el sentido salvífico; la muerte aconteció a causa de nuestros pecados o en favor nuestro, y es prenda dei amor divino (Rom 8, 32-39; Gál 2; Ef5). f) En Ias Cartas Católicas JtaQaôíô(op,i aparece en primer lugar en el contexto dei juicio divino. El Cristo ultrajado «lo» dejó (falta el objeto de la acción verbal) al «justo Juez» (1 Pe 2, 23; cf. Rom 12,19). 2 Pe 2 ,4 acentua a modo de amonestación que el juicio divino es cosa segura; ejemplos de ello son los ángeles caídos (Gén 6, cf. Hen [et] 10s.18s.21s). En segundo lugar, Jds 3 y 2 Pe 2, 21 acentúan -frente a los falsos maestros- la «fe en­ tregada de una vez para siempre», el «mandamiento dado» a los cristianos. Sujeto de la ac­ ción de dar son seguramente los apóstoles (2 Pe 3, 2; cf. Polic 7, 2). La doctrina y la conducta se hallan íntimamente relacionadas (cf. «el camino de la justicia» en 2 Pe 2, 21; «el camino recto» en 2, 15). No hay que abando­ nar el fundamento (Jds 20; cf. 1 Tim 1, 19 etc.; también ya Rom 16, 17). W. Popkes

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J t a ç á ò o l o ç , 2 paradoxos increíble, extrano, inaudito* Lc 5, 26: eíôopev J i a g á ô o ^ a of|p,EQ O v, «Hoy hemos visto cosas increíbles» (propiamente, «en contradicción con lo que cabia pensar y esperar»; cf. Mc 2, 12: outcoç oú 8éjtoxe eíôapev); cf. también Sab 5, 2; 16, 17; 19, 5; 3 Mac 6, 33. ThWNT II, 258. J t a g á ô o a i ç , ecuç, reglamentación*

paradosis tradición,

1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. Marcos y Mateo - 4. Cotpus Paulinum. B ibl.: H. R. Balz, M ethodische P roblem e d er neutestam entlichen C hristologie, Neukirchen-Vluyn 1967, 176-203; K. Berger, D ie G e se tzesa u sleg u n g J esu I,

Neukirchen-Vluyn 1972, í . v. en el índice analítico; F. Büchsel, Jiapáôoaiç, en ThWNT n, 174s; L. Cerfaux, D ie Tradition bei P aulus: Catholica 9 (1953) 94-104; O. Cullmann, L a Tradition. P roblem e exégetique, histo riq u e e t théo lo g iq u e, Neuchâtel 1953; E. Dinkler, Tadition (V. Im urchristentum ), en RGG VI, 970-974; L. Goppelt, Tradition nach Paulus: KuD 4 (1958) 213233; W. G. Kümmel, J e s u s u n d d e r jü d is c h e Traditionsgedanke, en Kümmel I, 15-35; F. MuBner, Tradi­ tion (n. In d e r Schrift), en LThK X, 291-293; J. Roloff, A p o s to la t - V erkündigung - K irch e, GUtersloh 1965, 84-90; K. Wegenast, D a s Verstãndnis d e r Tradi­ tion bei P a u lu s und in d en D euteropaulinen, Neukir­ chen-Vluyn 1962 (crítica: W. G. Kümmel: ThLZ 89 [1964] 753-755; W. Gerber: ThZ 25 [1969] 81-90); pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1047s.

1. En el NT el término aparece sólo 13 veces, ocho de ellas en Mc 7, 3-13 par.; los demás testimonios aparecen únicamente en el Corpus Paulinum. 2. a) En el NT, Jtapáôooiç significa cons­ tantemente reglamentación tradicional (Cer­ faux: «tradición de regias»); es una ensenanza que se va trasmitiendo y que se recibe de generación en generación, en forma autoritativa, con la obligación de observaria. Por eso, el sentido de Jtapáôooiç se halla cercano al de estatuto, mandamiento, ley (compárese Gál 1, 14 con Flp 3, 6; es un término análogo a IvTokri y kóyoç en Mc 7, 8s par.; v.l. vópoç en Mt 15, 1). La reglamentación «se ensena, se trasmite, se recibe, se observa, se compren-

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jraQáôooiç - jragatTiXóa)

de»; «se camina» según ella o se la «infrin­ ge». La estructura semântica no queda afectada por el campo de aplicación (jtagáóooiç judia en Mc 7 par. y Gál 2; cristiana en 1 Cor; 2 Tes; herética en Col 2) ni por la valoración positiva o negativa que se haga de la misma. Se rechaza la jtaQÓôoaiç cuando es de índo­ le humana y se opone a la voluntad de Dios. b) En griego, itapáSooiç significa «tradición» en sentido amplio. En el NT la concentración dei término en el sentido de reglamentación corresponde a la práctica judia según la cual la tradición y la ley se hallan íntima­ mente relacionadas entre sí (la tradición como halaká; los testimonios pueden verse en Kümmel; Billerbeck I, 691-694: Wegenast, 30-33; F. Mufiner, Der Galaterbrief [HThK], 80). c) La literatura secundaria opera casi siempre con un concepto genérico de «tradición, que sólo coincide en parte con el sentido lite­ ral de JtaQáôooLÇ (cf., a propósito, Balz y Dinkler). 3. ^Por qué los discípulos de Jesús no siguen la itaQÓôoaiç de los ancianos, es decir, de los que son conocedores de la Escritura (Mc 7 par. Mt 15)? La respuesta-polémica dice así: La tradición de los fariseos bloquea el mandamiento y la palabra de Dios. Mc 7 descalifica la Jiapóôooiç a causa de su origen (procede de hombres, v. 8), y acentua por tres veces la incompatibilidad de la misma con la verdadera voluntad de Dios (vv. 8, 9 y 13). Los profetas y la Torá se hallan en contradicción con la jcagáôooiç, que queda entonces desenmascarada como distorsión ilegítima tardia; con ello se cumple la profecia acerca de la apostasia de Israel en los últimos tiempos (Berger, 15s y 489s). Mt 15 plantea inmediatamente, con toda claridad, la pregunta que sirve de réplica (v. 3): Lo importante es ob­ servar el mandamiento de Dios; Ias regias dictadas por los fariseos no son más que caminos de evasión para eludir el complimiento dei mandamiento divino. 4. La forraulación absoluta y los problemas contextuales dificultan la interpretación de Ias

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reglamentaciones en 1 Cor 11, 2. En conexión con 11, 3-16 (la cuestión de cubrirse la cabeza), jtaçábooLç significa Ias regias de vida y conducta cristianas. Claro que si 11, 3-16 es una interpolación (L. Cope: JBL 97 [1978] 435s), entonces el v. 2 se refiere ya a Ias instrucciones relativas a la Cena dei Senor (cf. el V. 23). 2 Tes 2, 15; 3, 6 exhortan a la observância de Ias disposiciones, tal como fueron ensenadas por Pablo (modelo en 3, 7ss, también en I Cor 11, 1). Se piensa en tradiciones doctrinales y éticas (2, 17: obra y palabra). Los enun­ ciados no son senal, en absoluto, de una formación tardia de tradiciones; cf. ya 1 Tes 4, 2 (cf. W. Schrage, Die konkreten Einzelgebote..., Gütersloh 1961, 19, 59, 79 y 135s). Según Gál 1, 14, la vida anterior de Pablo trascurrió según Ias costumbres judias rigurosas (Touôaiopóç) y con mucho ceio por Ias «disposiciones de los padres». La formulación acentúa la más extensa observância posible de la ley, y dificilmente se referirá a Ias diferencias existentes entre fariseos y saduceos acerca de la tradición oral. Según Col 2, 8, la falsa doctrina no es x a x à X q i o t ó v , sino xa x à t t iv jtaQÓôoaiv tüõv àvfl-QCÓjtcüv y x ax à xà axoiXEta xoõ xóopou. Formulaprescripciones (cf. 2, 14.20-22) con un trasfondo judio y una relación con lo que se dice en Mc 7 que quedan bien patentes: la pureza; son «de hombres» (v. 22; cita de Is 29, 13; cf. Tit 1, 14; cf. Berger, 471; E. Schweizer, Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, 144s). W. Popkes 7C0t@a^T|ÀO(0 parazêloõ excitar, provocar celos / envidia* El verbo aparece 4 veces en el NT, única­ mente en Pablo: dícese de Dios que quiere quiere provocar a celos a su pueblo (êyò) ItaQaÇTjÀcóom npãç), Rom 10, 19 (cita de Dt 32, 21); de manera parecida en 11, 11 (6lg TÒ JtaçatilX íõaai a-uxoúç); en relación con la ò iax o v ía de Pablo: el jimç JiaQa^TiX,tí)oa) pou xf)V o á ç x a , «...a mis compatriotas», 11,

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jiaQaÇiiÀ,óü) - naQaôfjxr)

14; f] 3taQaÇTi7.o'0[J.EV t ò v x i j q i o v ;, « ^ o pro­ vocaremos a celos al Senor?» (a saber, parti­ cipando en los banquetes sacrificiales ofrecidos a los ídolos, que ponen a los creyentes en comunión con los demonios), 1 Cor 10, 22 (cf. también Is 65, lls); -*■ ÇfjXoç 6. 7 ia0 a'ô 'aX áaaiO Ç , 2 parathalassios situa­ do junto al mar o lago* En Mt 4, 13 dícese de Cafamaún, que está situada junto al lago (es decir, en el valle, a diferencia de Nazaret, mencionada anterior­ mente); eIç KaqjoQvaoòp Tf)v jtagaflaÀ aaaíav (sobre la forma femenina cf. BlaB-Debrunner § 59, 1; cf. Lc 4, 31 D: Tf]v Jtap a^ a}\,áaoiov). n a g a d E to g é o j paratheõreõ desatender, descuidar* Dícese de Ias viudas de los helenistas ( ^ 'EX,XTiviaTf|ç), que eran desatendidas (itageOecDQOüvTO... a l yfjQai aurcáv) en la distribución diaria de alimentos; Hech 6, 1). J ia p a 'â 'rjx ti, mç, ■q parathêkê depósito confiado a alguien* u;aQaTÍ'0'rip.i paratithèmi proponer, presentar; colocar al lado de; entregar, confiar, exponer* 1. Significado de los términos - 2. El verbo en NT - 3. El sustantivo en Ias Pastorales. B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , 1222, 1235; N. Brox, C artas P astorales, Barcelona 1974, 622ss; M. Dibelius-H. Conzelraann, D ie P a sto ra lb riefe (HNT), Tübingen ''1966, 69s; Frisk, W õrterbuch II, 897s; G. Lohfink, D ie N o rm a tivitã t d e r A m tsvo rstellu n g en in den P a sto ra lb riefe: ThQ 157 (1977) 93-106, sobre todo 95ss; P. Trummer, D ie P a u lu stradition d e r P a sto ra l­ b riefe (BET 8), Frankfurt a. M. 1978, 219-222; K. Wegenast, D as Verstãndnis d er Tradition b ei P aulus und in d en D e u te ro p a u lin en (WMANT 8), Neukirchen-

Vluyn 1962, 132-158.

1. El verbo y el sustantivo están compuestos de Jtag á + -cíbript; el significado funda­ mental dei verbo, «poner, depositar, asentar» y otros (Frisk, 897), queda matizado por la

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preposición rcagá, «dei lado de, desde», en el sentido de un punto de partida (local) dei movimiento. 2. El verbo, que aparece 19 veces en el NT, designa la acción de ofrecer comida en prueba de hospitalidad (Lc 10, 8; 11, 6; Hech 16, 34; 1 Cor 10, 27), cosa que Jesús mismo practica haciendo que se distribuya abundante co­ mida (Mc 6,41; 8, 6 [bis].7; Lc 9,16). El ver­ bo se halla también en conexión con la «exposición» de parábolas (Mt 13, 24.31), la exposición y la expücación de la proclamación evangélica (Hech 17, 3), la trasmisión personal de la proclamación evangélica (1 Tim 1, 18; 2 Tim 2, 2) o significa el acto de enco­ mendar al Senor Ias personas encargadas de la misión apostólica (Hech 14, 23; 20, 32) o también la suprema entrega dei espíritu (Lc 23,46) y de la vida (1 Pe 4,19) a Dios. Lc 12, 48 emplea el verbo en el sentido de encargar una tarea o exigir una responsabilidad jurídi­ ca; «A aquel aquien se ha confiado mucho, tanto más se le exigirá». 3. Las Pastorales emplean en tres pasajes el sustantivo, que originalmente se referia a las leyes relativas a los depósitos y los bienes (en ático -> JtaQaxaxa'dTiXTi), y describen con ello el evangelio como la tradición apos­ tólica, es decir, paulina, que el destinatário, el el ministro post-paulino (Timoteo), debe «con­ servar» (1 Tim 6, 20; 2 Tim 1, 14). Esta tarea se describe más concretamente en 1 Tim 6, 20, diciéndose que hay que evitar «las vanas palabrerías no santas y las objeciones de la falsamente llamada ciência». Según 2 Tim 1, 14, esta tarea se efectúa «mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros» y se Ueva a ca­ bo supremamente por la sola confianza en Dios, «que es poderoso para guardar mi tradi­ ción hasta aquel día» (v. 12). La frecuente afirmación de que el concepto de tradición en las Pastorales es un concepto estático no hace justicia al correspondiente contexto ni a su intención teológica total (Tnmuner, 220ss). P. Trummer

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iraçaivem - jtaQaLxeo[i,ai

JtaQaivéco paraineõ exhortar, advertir, aconsejar* B ibl.: M. Dibelius-H. Greeven, D e r B r ie f des Jakobus (KEK), Gõttingen ^1964, 16-18; E, Haenchen, A c t 2 7 , en F S B u ltm a n n 1964, 235-254; G. Stahlin,

jtaootuuHéoixai, en ThWNT V, 815, 18-20; más bi­ bliografia en ^ itaQaxalvéo).

1. En el NT, Jtagaivéoo aparece únicamen­ te en Hech 27, 9.22. Es más general que el concepto de Jtapaíveotç, de la retórica antigua, que significaba «discurso de exhortación práctica» (en contraste con JtgoTQEJtxixóç o otaQáxitqoiç, que significaba «discurso encaminado a influir radicalmente»), y más gene­ ral también que el tecnicismo exegético mo­ derno «exhortaciones de contenido general­ mente moral, dirigidas a un destinatário» (Dibelius). En el NT el verbo jtaçaivécü signifi­ ca dar un consejo encarecido, propiamente sin peso de autoridad, por razones puramente objetivas (con el acusativo "01405 en lugar dei dativo clásivo [«persuadir»] y sin el tomo amistoso dei jta g a - [cf. Stahlin]). naçaiveco se halla entre el autoritativo -r TtaQayyéXkm (11 veces en Hechos) y el cordial TiagaxaXéoi (22 veces en Hechos). 2. Puesto que la descripción dei imperfecto TcaQ'r|vei en Hech 27, 9 como «estilo literá­ rio» (cf. BlaB-Debrunner § 328, 2 con la nota 3) no tiene base suficiente, la sorprendente elección que el autor hace dei término (apare­ ce 2 veces en el capítulo 27) habrá que inter­ pretaria partiendo de la intencionada duplicación de 3 ta Q e x á X 8 i/jia p a x a X ,(õ ... p,ExaXa|3eiv XQOtpfig (vv. 33s): en el v. 34 Pablo alienta más bien consolando —y consigne ahora su propósito (v. 22; itagaivõ) úitaq eú"®!)peív; V. 36: e"u^ [ aoi ôè Yevóp.evoi)-. Según el V. 9, Pablo se mezcla anteriormente, sin re­ sultado alguno, en Ias deliberaciones de los responsables, y solamente les hace una ad­ vertência. Después de X,É"ya)v (v. 10) no sigue el contenido de la advertência (cf. vv. 33s), si­ no la razón en que se basa (cf. Lc 7, 4). Cuando Pablo se dirige luego a todo el gru­ po de personas (Hech 27, 22), sigue faltando

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la condición previa para el uso de n a p a x a X.éco; la combinación de la extrema necesidad y dei cambio inminente en Ias circunstancias, x a l xà vOv indica la consecuencia de la decisión divina, y no el resultado de la culpa: «Pero ahora os exhorto a que, a pesar de todo, tengáis buen ânimo». Pablo, el profético hombre de Dios, mediante una palabra de reprensión y de promesa asienta su sutoridad y muestra una competência que faltaba a los responsables. J. Thomas JtaQ aiT É O ^ai paraiteomai pedir para sí, disculparse; rechazar, mantenerse alejado de, rehusar* El verbo aparece 12 veces en el NT: 4 veces en los Evangelios y otras tantas en Ias Pastorales; en Hech 25,11; Heb 12, 19.25 (bis). No aparece en el Corpus Paulinum. En Mc 15, 6 pedir se (la liberación de un preso con motivo de la fiesta); este significa­ do fundamental se ha modificado en Lc 14, 18a en el sentido de disculparse (por no aceptar una invitación), es decir, de declinar una invitación (cf. 1 Re 20, 6.28); en voz pasiva: E^e pE 3tapi]TT)pévov, «acepta mis excusas», Lc 14, 18b. 19. En el sentido más amplio de rechazar / mantenerse alejado de, «el prefijo jtag- indi­ ca el tono de rechazo, de no querer saber nada de algo» (ThWNT I, 115), algunas veces en el sentido de una repulsa. Según Heb 12, 19, Is­ rael, al pie dei Sinai, no quiso (por medio de ruegos) / protestó de que Dios le siguiera hablando en medio dei trueno (cf. Ex 19, 16ss; ptj es un pleonasmo, cf. BlaB-Debrunner § 429, 2); según Hech 25, 11, Pablo no preten­ de sustraerse a la muerte (implorando cle­ mência), si realmente ha merecido morir (oú n;aQaLto"Dpai xò àjto§av£iv; cf. Josefo, Vita 141). El sentido de rechazar aparece también, sobre todo en Ias Pastorales (en ellas siempre en el imperativo JtaQaixoü): 1 Tim 4, 7; 5, 11; 2 Tim 2, 23; Tit 3, 10. En Heb 12, 25a.b en una advertência contra la apostasia: El Dios que se revela definitivamente desde el

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jiagaiTéojiai - jtagaKaXéo)

cielo (ó XaXã>v) no debe ser rec/iazado (como Ias personas dei antíguo pacto trataron de rechazar al Dios que se les revelaba en el Sinai, cf. V. 19). ThWNT I, 194s; DTNT m , 212 y 215. JiaQ ffX C td éÇ o ^ai parakathezom ai sentarse al lado* Lc 10, 39, participio de aoristo de la voz pasiva; jtaQaxa'9'EO’&eíoa, con sentido refle­ xivo, dícese de Maria «que se había sentado a los pies dei Senor» (v.l. JcaQaMaôíoaoa).

JiaçaK a^ftíÇ oí parakathizõ sentarse al la­ do Lc 10, 39 v.l. en vez de itapaxa^^eÇo[tai.

parakaleõ pedir, exhortar, consolar jiaQájíXTioiç, Ecoç, fj paraklêsis exhortación, advertência, aliento, consuelo, petición, paráclesis* 1. Aparición - 2. Significados - a) Desarrollo - b) Delimitación - 3. Sinópticos - 4. Aspectos según la historia de Ias formas - 5. Pablo - a) Observaciones generales - b) 1 Tesalonicenses - c) 2 Corintios - d) El lugar teológico de la paráclesis en Pablo - 6. Las demás cartas - 7. El libro de Hechos. B ibl.: C. Andresen, Z u m F o rm u la r früh ch ristl. Gem ein d eb riefe: ZNW 56 (1965) 233-259; R. Asting, D ie Verkündigung d es W ortes im U rchristentum , Stuttgart 1958,171ss, 716-729; K. 'Be.vgei, A p o ste lb rie f und a p ostolische R ede. Z u m F o rm u la r frü h ch ristl. Briefe: ZNW 65 (1974) 190-231; C. J. Bjerkelund, P arakalo (BTN 1), Oslo 1967 (bibl.); N. Brox, P aulus u n d seine V erkündigung, München 1966, 55; R. Bultmann, D as P ro b lem d e r E th ik b ei Paulus: ZNW 23 (1924) 123140; Id., D e r S til d e r p ln P re d ig t un d d ie kyn isch stoische D ia trib e (FRLANT 13), Gõttingen 1910, 96-

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1. Ya desde el punto de vista estadístico, jtapaxaXéo) / JiaQáxXqaiç se cuentan entre los conceptos más importantes dei NT para expresar la idea de hablar e influir. El verbo (que aparece 109 veces) se emplea en los Si­ nópticos (25 veces) predominantemente en el sentido de pedir con la acepción de solicitar algo; en Pablo el verbo se usa (unas 44 veces) y en las demás cartas (unas 18 veces) con el sentido -enteramente predominante- de pedir con la acepción de animar invitando, exhortar y consolar. El verbo falta en el Evangelio y en las Cartas de Juan, en el Apocalipsis, en Santiago, en 2 Pedro y en Gálatas (!). El sustantivo (29 veces) aparece únicamente en Lu­ cas (2 veces), Hechos (4), Pablo (19), 1 Timoteo (1) y Hebreos (4); tan sólo una vez con el sentido de petición (ruego / persuasiôn, 2 Cor 8, 17). La acumulación dei verbo y dei sustantivo en Hechos, 2 Corintios, 1 Tesaloni­ censes, Filemón y Hebreos conduce a pensar, partiendo de estos escritos, que el significado dei tema acentua la idea de «consuelo» y «aliento», y esto nos llevará a interpretar así la ulterior aparición de este tema en pasajes destacados (Rom 12, 1; 1 Cor 1, 10; Ef 4, 1; Jds 3; Flp 2, 1).

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jraQaxaXéo)

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(o se halla introducida únicamente por una interpelación directa), entonces tiene el tono de un mandato concreto (por ejemplo, sobre el ministé­ rio de amonestar, 1 Tes 5, 14; 1 Pe 5, Is; o como apoyo para el apóstol, Rom 15, 30; con el tono de la instrucción por medio dei aoristo en 1 Tim 1,3; 2 Tim 4, 2; a diferencia de Tit 2, 15; 4.g). El uso absoluto de jtaQaxaXéco puede mostrar tam­ bién la evolución dei término hacia el tecnicismo de «aplicación dei mensaje de salvación (de la tradición doctrinal) al individuo a quien se dirige la palabra (al caso actual)» en el sentido de una 2. a) Aun con un significado enteramente applicatio. profano, jtapaxaLétt) / rcaçáxXTioiç «se po3) El uso judio, más antiguo, que utiliza los términos en el sentido de «consuelo al fin de los nen de la manera más natural al servido dei tiempos» (-►3) se conserva, sí, pero queda com­ testimonio que se da en el NT dei acontecimiento salvífico» (Schmitz, 797, 18), pero, a pletamente relegado detrás dei sentido de ayuda prestada por medio de la salvación actual -en la pesar de su frecuente peso teológico, su signi­ palabra (2 Cor 7, 7) o en la acción (Hech 20, ficado sigue siendo ligero y con múltiples po12)-. - Como en el concepto bíblico de consolar sibilidades de modulación, y en ninguna parte se escucha siempre un elemento que indica que se se halla fijado con un sentido especial (a dife­ está dando una bendición (no un vago consuelo: Mt 2, 18), la combinación de consolar y exhortar rencia de ôiôaxp, zvayyéXío^, xfiQ'U7 pa). pertenece obviamente a los hendiciones de despe­ En consecuencia, es también muy variada la dida (Hech 16, 40; 20, 1; a diferencia de 15, 32; sintaxis (cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . itap ax a 2 Tes 2, 16: itaQáxX.qaiç; cf. Rom 15, 5). Xéco 1-4). El término expresa sobre todo un 4) Los significados confluyen fácilmente unos interés personal, frecuentemente acentuado, en otros: pedir y exhortar (Hech 16, 15; 2 Tes 3, con el que uno se vuelve bacia alguien. 12); palabras de exhortación y de fortalecimiento (Col 2, 2); consolar y exhortar (2 Cor 2, 7-8). En el NT, esto se halla especialmente relacionado 1) El sencillo clamar / pedir se halla «casi con la índole peculiar dei evangelio: como Jtaqásiempre, de algún modo, en relación con la proxXqoiç suscita una crisis, en la que desarrolla clamación de la salvación» (Schmitz, 791, 12s; también su poder, haciéndolo como una exigencia por ejemplo en Heb 13, 19). Expresa la respuesta al manifíesto poder dei salvador Jesus (Hech 8, para que se haga frente a la crisis y como un 31; a diferencia de Mc 5, 10.12.17), una respues­ aliento en medio de ella. ta que puede ser intercesión en favor de un terce5) En la voz pasiva de jtaQaxaXéco, los pasa­ ro (Mc 7. 32; 8, 22; Lc 7, 4 par.; cf. Fim 10), o jes que significan consolar (cinco veces en 2 Cor que puede expresar una invitación (acusativo de 1 y 7; además, Lc 16, 25; Hech 20, 12 y, con una persona; ->■7). - Guando el que habla quiere algo, fuente veterotestamentaria, Mt 2, 18; 5, 4) o for­ no para sí o para un tercero), sino para la persona talecer (1 Tes 3, 7) tienen una ligera preponde­ misma a quien se dirige, entonces aparece el sig­ rância sobre los que significan invitar (Hech 28, nificado de alentar (Hech 27, 33s; ^ napaivécu; 14) y exhortar (1 Cor 14, 31; ser exhortado, 2 en sentido negativo, advertir/desaconsejar, Hech Cor 13, 11). - También jtagáxXqcnç tiene con 19, 31; 21, 12); este sentido se desarrolla fácil­ menor frecuencia sentido pasivo (genitivo objeti­ mente en todos los matices de la palabra de alienvo en 2 Cor 1, 5-7; 7, 13; además, Lc 6, 24 [sen­ to que exhorta y anima cordialmente (2) o que tido figurado]; Fim 7). persuade y consuela (3). 6) Detrás de jra0áxA,qoiç en sentido activo se 2) En la gran mayoría de los casos se expresa hallan como actuantes: el Mesías que viene (Lc 2, una referencia o se hace una indicación dei conte25), Dios (Rom 15, 5; 2 Cor 1, 3), el Espíritu de nido de la exhortación mediante un verbo parale­ Dios (Hech 9, 31), Ias Escrituras (Rom 15, 4; Heb lo (-> 2.b) o mediante una constmcción de infini­ 6, 18; 12, 5), el misionero (1 Tes 2, 3), el caris­ tivo (más raras veces mediante una oración final, mático (Rom 12, 8; 1 Cor 14, 3; 1 Tim 4, 13; la cual es más frecuente en el caso de la petición). Hech 4, 36), la comunidad (Flp 2, 1), una carta Si la exhortación sigue sin conexión gramatical (Hech 13, 15).

Tan sólo en 10 pasajes aparece el verbo itaQaxaÀéü) en voz pasiva; en todos los demás casos encontramos siempre la voz activa. Asimismo, el nomen actionis aparece tan sólo siete veces con sentido pasivo. La preferencia de Pablo por Ias construcciones con sustantivo se muestra también en el elevado porcentaje de veces que él emplea jtaQáxXT]OLç en sus escritos.

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jraQaxaX.6(o

7) La doble función activo-pasiva de naçáxA.T)aLÇen 2 Cor 1,4; 7,7 (relacionada con itaçexX,ií'0T) y con àxayyèXkmv) hace evidente también la capacidad de Pablo para crear conceptos en esta esfera. 8) Los tiempos verbales se escogen también cuidadosamente (^- 3), El imperfecto (y el participio de presente) designan la consecuencia incierta (Hech 21, 12) o el discurso continuado (Hech 2, 40; persuadir, dirigido hacia Pablo, 19, 31; después de terminada la carta, eyQaípa staçaxaXwv, 1 Pe 5, 12: «Os he escrito y ahora to­ davia exhorto y testifico...»). - El aoristo designa el resultado seguro (Hech 16, 15; a diferencia de 1 Cor 16, 12: súplica decidida y, no obstante, rechazada) o algo novedoso (Hech 16, 39, junto al imperfecto), algo memorable (2 Cor 7, 6s junto al participio de presente, así como junto al perfecto en el v. 13) o el final de unas palabras de consuelo (Hech 16, 40; cf. 2, 40 SispaQTÚQaTo junto a TtaQExáXEi, -> 2.b). 9) Son también cosa específica dei NT los atri­ butos de JtaQaxaWca introducidos por Pablo en forma de aposiciones al sujeto (Fim 9; Ef 4, 1; 1 Pe 5, 1) o a Ias personas a quienes se dirige la palabra (con tbç, 1 Pe 2, 11) o por medio de frases preposicionales (-> 5.d.2). 10) La historia dei término se halla intensa­ mente influida por la retórica griega (P. Wendland) y por la forma de la carta griega (Bjerkelund). El actual tecnicismo paráclesis recoge muy vagamente el concepto dei gênero retórico antiguo («pronunciar un discurso que gane el asentimiento a una determinada idea fundamen­ tal»). La evolución dei concepto griego coincide en el judaísmo y en el NT con una línea proce­ dente de la LXX. La LXX muestra interés por formar un lenguaje religioso en el que determina­ dos conceptos giiegos representen constantemen­ te determinados conceptos de Ias Sagradas Escri­ turas. Los traductores vincularon naçay.aXéw (en vez de jiaQapudÉopai) con el verbo hebreo nhm («consolar») y con sus equivalentes (Is 40, 1-11 LXX). La conversación consoladora y el acontecimiento consolador se convirtieron en pa­ labras divinas de consuelo. En el NT, lo de «consolar a la luz de los últi­ mos tiempos» se convierte específicamente en la proclamación de Cristo a la luz de los últimos tiempos, lo cual tiene dos formas: la proclama­ ción misionera propagandística y la paráclesis de la comunidad.

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Cor 14, 3; 2 Cor 13, 11; Flp 2, 1; 1 Tes 4, 13; 2 Tim 4, 2; cf. 1 Tes 5, 14) se puede definir bien el contenido específico de jtapaxakéo) / JtapáxXtiaiç: el consuelo y aliento se sirve de la información (Col 4, 8 par. junto a y i v c ó o x o v t e ç ) o d e la manifestación de una firme convicción (1 Pe 5, 12 junto a èiapagxuQcõv). Se realiza en Ia comu­ nidad de acuerdo con la tradición doctrinal (Rom 6, 17; 1 Cor 4, 13ss; Tit 1, 9). En la proclamación de la salvación, itaQattakéü) designa la transición dei kerygma (informativo ôiepapxÚQaTo [iaoristo!] en Hech 2, 40) a la aplicación (itageHáA.EL [jimperfecto!], cuya ejecución Lucas resu­ me con lo de «;Sed salvos!» (cf. también el enfá­ tico paQTUQEiv junto a naçanaXéw en 1 Tes 2, 12). Así, pues, 3iaQa>caA,éaj documenta el doble carácter dei término como indicativo y como im­ perativo (Schmitz, 777, 45). naçanákéa) / itaQáxX,T]aiç hacen, junto a JtaQayyéXktü y otros, que un mandato sea más personal y apremiante (2 Tes 3, 12; 2 Cor 10,1.6; en cambio, pedir en vez de dar un mandato en Fim 8s; IgnRojn 4, 1.3); junto a vondEXÉw hace que la severidad de la labor pastoral sea más paternal (1 Cor 4, 14.16); junto a ôéopai hace que la petición sea más encarecida (2 Cor 8, 4). jtaganakéü) / rcaQÓKXTjoiç aparece junto a iXiyXtü para dar un carácter de mayor seriedad a Ias palabras (Tit 1, 9; 2, 15; cf. 2 Tim 4, 2); junto a EQQjTáco para dar un carácter más cooperativo, orientado más hacia el cumplimiento voluntário (1 Tes 4, 1; 5,12; Flp 4, 2s); junto a jtapapuO^éopai / jtaçapn'&ía(-iov) para dar un carácter más amistoso (1 Tes 2, 12; Flp 2, Is). El efecto pre­ tendido se intensifica con crtr|Qͧai (junto a jiagaKakéco xàç xapôíxxç, 2 Tes 2, 17; cf. Hech 14, 22; 1 Tes 3, 2), olxoôopeíxE / oiKOÔopT) (1 Tes 5, 11 / 1 Cor 14, 3, edificación por medio de laexhortación y el consuelo) y xaQá (2 Cor 7, 4; Fim 7). En 1 Cor 14, 31 JtaQaxa^tõvxat, después de jtQocpTixeÚEiv y iva p.avdávcooiv, es casi idênti­ co a olxoôopetoôau

3. Marcos (más débilmente que Mateo y Lucas) emplea JtaQaxaXéco, pedir (humilde­ mente) con franqueza y encarecimiento, co­ mo fórmula para comenzar historias de curación. A su lado se encuentra instar (5, 17), desear (v. 18; sobre los vv. 10 y 12 2.a.l). El pedir con certeza de ser escuchado (Mt 26, 53) se diferencia ligeramente, por medio dei aoristo, dei pedir sin certeza de ser escuchado 2. b) Por la comparación con conceptos para­ (imperfecto: Lc 8,41; ->■2.a.8). - Mateo y Lu­ lelos (que con frecuencia se hallan en grupos, 1 cas recogen también el tono dei consuelo al

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TtaQaKokéu)

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concreta. Exposiciones más fundamentales de la paráclesis se hacen casi siempre como observaciones previas o intermedias (1 Tes 3, 17-19; 1 Pe 1, 13-21; Rp 1, 27-30; 2, 12-18; Ef 4, 17-24; en todos los casos sin jtaoaxaA.éa)). e) La paráclesis no se asienta en normas jurídi­ cas (compárese Hech 15, 28 con el v. 32; pero cf., no obstante, ^ j) y suaviza así la demanda de obediência convirtiéndola en petición (de manera distinta Santiago; Gál 5-6). Su lenguaje echa un velo, en buena parte, sobre la frontera entre la tra­ dición y la palabra actual (a diferencia de rabi­ nos) o entre la norma y el consejo (a diferencia de 1 Cor 7, sin JtaQaxaiéo)). La autoridad se ejerce patemalmente (1 Cor 4, 13-17; Schlier, 342). f) El carácter práctico de la paráclesis no deja mucho espacio, en la mayoría de las cartas, para una parte «dogmática» independiente (cf., por ejemplo, 1 Cor 1, 10; 1 Pe 2, 11). Lo didáctico se integra más frecuentemente en la acción de gra­ 4. a) Las cartas dei NT son «palabra de con- das (por ejemplo, Ef 1-3; Col 1, 3ss) o en la pa­ ráclesis (por ejemplo, Ef 4, 7-16; Flp 2, 5ss). Son suelo y aliento», Xóyoç JtaQa>tX,f|08Cüç (Heb 13, excepciones Romanos y Hebreos. 22). Con esta breve fórmula se puede resuimr la g) El consuelo espiritual seguirá surtiendo sus intención (ayuda acmal), la estructura (altemanefectos (Ef 6, 22 / Col 4, 8; 1 Cor 16, 15; 1 Pe 5, cia de ensenanza y exhortación) y el contenido 1; Heb 3, 13; 10, 25; cf. Rom 15, 14, etc.). Una (aliento y advertência) de las cartas dei NT. Cf. cadena paraclética de interés y consuelo se exHech 15, 31; 1 Pe 5,12; Jds 3 (Schmitz, 793,22). tiende desde Dios (en Cristo; 2 Cor 5, 20), pasanb) Las cartas completan la paráclesis practicado por los proclamadores, hasta los hombres ( ^ da en las comunidades (1 Cor 1, 6; 1 Tes 5, 11b; Col 2, Is). Se trata de un consuelo y aliento mu­ b) y produce incesantemente de nuevo la aceptación y la propagación de la exhortación (Flp 2, 1). tuo: aup,jtaQaj(Xq’df)vai (Rom 1, 11). Por esta razón, autores que no son familiares a sus lectoh) La cadena dei interés de amor actúa retroactivamente como experiencia de un consuelo y es­ res solicitan reconocimiento mutuo (Heb 13, 22; Jds 3; Rom 15, 14). No hay otra condición fíjada tímulo que fortalecen: itaQexX.f|’0v]pev (1 Tes 3, para la forma de la jtagáxXqaiç cristiana sino la 7; 2 Cor 7, 4-7.13) y como alabanza de Dios (2 Cor 1. 11, cf. V. 3: eíiLoytitóç). La paráclesis, en de ajustarse a esta reciprocidad. jtaQaxa^éco este aspecto, se halla andada también en el culto abre el camino a todas las formas posibles, desde la palabra espontânea e incidental hasta el discur­ divino; cf. jtaQaxaXéo) como concepto guia en las bendiciones (2 Tes 2, 16s; Rom 15, 5; 2 Cor so institucionalizado. Y lo hace por consideración a la agape. 13, 11). c) La paráclesis se expresa más claramente en i) En la carta griega oficial, las «frases de el seno de la comunidad que en el carácter uni­ p(arakalõ)» («Os exhorto a que») ofrecen una lateral de la predicación misionera (pero cf. —^ «expresión digna y educada de exhortación, de la S.d.l). jtaQaxaXÉü) cuenta (casi) siempre con que queda lejos todo elemento de orden imperati­ una respuesta de fe o de asentimiento. va (a saber, en las cartas reales) o de actitud de d) La paráclesis habla personalmente, persuasubordinación (a saber, en los que hacen la prosivamente, en forma directa (en contraste con la puesta)», y presentan un objetivo concreto (Bjerfilosofia popular y con la sabiduría aforística). kelund, 110). Según esto, «pedir» puede ser ex­ Tiene carácter imperativo a causa de 1) las palapresión de autoridad apostólica. - Claro que la dibras de Dios en el AT (seguidas por una «oración visión de los pasajes entre este uso profano (ori­ causai» en indicativo; sobre el imperfecto en las ginal) y un uso religioso desconoce 1) la estrecha tablas de deberes domésticos, cf. Goppelt, 499), conexión entre la paráclesis oral y la epistolar, 2) 2) el carácter de atención y amor de la misión de la función rectora de JiaQaxaLém (-+ 5.b), 3) la Jesus, 3) la XÓqlç, que ha de conducir al x Ó Q io p a difícil definición de las «típicas» oraciones de personal. La paráclesis es predominantemente naçmiákéio (cf. la sinoninúa de Xéyco, paQTÚ-

fin de los tiempos {->• 2.a.3), que se encuentra en la proclamación de Ias acciones de Dios: «Salvación para los que están tristes, porque ellos serán consolados [mediante la intervención de Dios en favor suyo]» (Mt 5, 4, o bien mediante la superación de Ias aflicciones de este mundo, Lc 16, 25). - Lucas se encuentra ya en la tradición de la paráclesis de Pablo 5): «Juan exhortaba muchas otras cosas (itaçaxaLétt) usado en la predicación dei arrepentimiento) y de esta manera continuaba la proclamación dei evangelio para el pueblo (jtaQctxaLôív EnTiYYeLí^eTco)», 3, 18. En la invitación dei padre en 15, 28 podría escucharse ya un eco de la proclamación propagandística (los destinatários se hallan indica­ dos en el v. 2).

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naQaKoKéw

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consuelo que esto supone para el que hizo la proclamación (3, 7). La vocación a la fe no tiene por objeto conducir a un mundo de ideas religiosas y dog­ máticas, sino a la «vida cotidiana en el mun­ do» (Kásemann, 24s). Aqui se encuentran el viejo eón y el nuevo eón. Lo de «además, os pedimos y exhortamos» -co n su X,otJtóv a modo de fórmula (4, 1; cf. Cavallin)- no introduce un apêndice ético a la carta, sino que habla de la renovación actual de la vocación con el objetivo de lograr un incremento en ella. A esto Pablo lo llama 1) una petición fra­ ternal (v. 1), 2) una devoción a Cristo mismo, èv xuQÍtp, 3) un recordatorio de la tradición recibida, 4) la seguridad de verse preservados en el juicio (v. 6; 5, 9). - La santificación (v. 7) es el fruto, no la condición para el consue­ lo y para esta seguridad. - La paráclesis inte­ gra lo actual -que se menciona abiertamente y 5. a) El alto grado de modulación y la rele­ sin veláda alusión (principalmente en 4, 10bvância teológica de los términos jtaQa>taX.éco 12.13-18)—en lo tradicional y lo hace en cin­ co ocasiones separadas (5 veces se usa Jtaga/ n;aQáxX,'noiç en el NT, se hallan atestiguados principalmente en Pablo (y en el libro de xaXéo) con variados matices en 4, Iss); con ello tiene siempre como meta el consuelo y Hechos). Tan sólo una vez Pablo expresa con aliento mutuo en la comunidad, concretamen­ jtaQaxaÀéo) la invocación dei Kyrios (2 Cor 12, 8), pero hace a menudo que la exhortación te para el esclarecimiento de la doctrina (4, 15-18) y para su aplicación moral (5, 1-11), tenga la forma de petición (compárese Fim 8 así como para que se observe el debido orden con el V. 10). Sobre la exhortación acentuada por la realidad de las cosas cf. - r 2.a.2. En la en la comunidad: un marco en el que la pará­ mayoría de los casos, el tono persuasivo de clesis se convierte en el tema propiamente tal (5, 12-25). La serie de concisas instrucciones jtaQaxaÀÉCú hace que se escuche, de manera imposible de desoír, un eco dei mensaje de la a los dirigentes (vv. 14-15a) desemboca, sin cesuras, en instrucciones para la vida de la co­ salvación. munidad, que se hallan (como es corriente) al b) La Carta primera a los Tesalonicenses final de la paráclesis (Hp 4, 2-9; Col 4, 2-6: muestra que la proclamación es una renovaHeb 13, 1-21: Ef 6, 18-20; cf. Rom 15, 30-33: ción actual y práctica de la vocación. En la 16, 17-20). - La paráclesis desemboca en la parte dedicada a la acción de gracias y a la bendición (vv. 23s), en la cual se atestigua rendición de cuentas, en los capítulos 1-3, Pa­ blo describe la proclamación inicial y sus que el interés y la preocupación es por la cau­ sa misma de Dios. efectos. «Nuestra predicación» (iq JtaQáxÀT]c) La Carta segunda a los Corintios hace oiç •qpwv, 2, 3) significa no sólo las palabras ver que naQaytákém / jtaQáxX,Tiaiç es la fe­ sino también la actitud de quien les hizo la cunda asistencia de Dios en las situaciones en proclamación: su libertad madurada en medio que el hombre se halla en crisis (1, 3-4). Los de la persecución y su plena entrega a los médios de esta paráclesis divina son 1) pala­ oyentes y al servicio (vv. 1-12). El fruto de to­ bras: como mensaje de salvación (5, 20), co­ do ello es una fe pura y fuerte ante los sufrimo estímulo fraternal (1,4), de perdón (2, 7), mientos (vv. 13s) y -retroactivam ente- el

etc.), y 4) el «énfasis» de Ias frases preposicionales conectadas directamente con Ias oraciones de JtaQa)taA,8ü) en Rom 12, 1 (E. Kásemann, An die Rômer [HNT], sub loco)-, 15, 30 {-* 5.d.2). j) La paráclesis y la tradición doctrinal se hallan en estrecha relación mutua. itapaxaLéto va seguido a menudo por partes de la carta con un elevado porcentaje de tradición parenética. La predicación comunitária y la carta adoptaban a menudo la forma de una aplicación de la tradi­ ción a los oyentes contemporâneos, tal como lo sugerían Ias comunidades jóvenes (1 Tes 4, Iss) o que sufrían persecución (paráclesis de persecución en Heb 10, 32ss; 12, Iss, ajustándose a la tradición de Sant 1, 2-12 par.; sobre la relación entre Ias normas doctrinales y la acción dei Espíritu, cf. H. D. Wendland). - Las Pastorales y Ju­ das desarrollan la línea de Pablo: su instrucción de conservar, actualizar y aplicar el mensaje -co­ mo la voluntad moral de Dios- a sí mismo y a los oyentes (1 Cor 4, 13-17; Rom 16, 17s). Q O jx a i, Ê Q O JT ácú ,

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jraQaxaÀÉo)

de advertência (6, 2), de mutuo aliento (13, 11); como referencia al ejemplo de Jesus (10, 1), como buena nueva (7, 4-7.13), como tarea eclesial (8, 6.17; cf. 9, 5). - Médios de la paráclesis son 2) experiencias: de la conversión de Dios hacia nosotros para consolar (1, 3), especialmente al humilde (7, 6a), dei efecto consolador de la fe (1,4) y de la bendición dei sufrimiento (1, 6s). - JtaQa>taX,éa) es el puente que se tiende desde el llamamiento a la fe hasta la gloria futura y que salva la distancia y soporta la tensión entre la tentación y la fe (4, 13-17).

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6. En la tradición procedente de Pablo, jtaQaxaXéo) / jiaQáxXijaiç aparece con menor variedad y sin Ias estrechas relaciones con

Efesios 4-6 contiene la parénesis más con­ gruentemente plena y completa dei NT. Después de la sección de acción de gracias en los capítulos 1-3, la sección parenética está introducida programáticamente por la oración de n;aQaxaXécü (-> 4.i) con la actualización dei acontecimiento de la vocación (4, 1; cf. 1 Cor 7, 20-24). La carta termina con la recomendación de la paráclesis de Tíquico, lo mismo que Col 4, 8). d) 1) El mensaje misionero y la paráclesis de Por el contrario, en la Carta primera a Tila comunidad mantienen su semejanza en el hemoteo, la instrucción (1, 3, en aoristo) a Ticho de que el oyente experimenta (continuamen­ moteo para que amoneste precede al propio te) la ciisis de los tiempos como una experiencia personal. Por eso, Pablo puede exclamar a los que interés exhortativo de «Pablo» (2, 1, rtaç aya se han reconciliado con Dios: «Os rogamos xaXcü oúv). Según Ias Pastorales, la acción (ahora, por este medio), como auxiliadores de de jrapaxaXéco se realiza 1) amistosamente Cristo: ireconciliaos [imperativo] con Dios!» (2 8V [xaxQo{)-up,ía (2 Tim 4, 2), va dirigida a Cor 5, 20). La interpelación en forma de impera­ personas mayores (1 Tim 5, 1) y a jóvenes tivo no se basa en el hecho de que el hombre esté (Tit 2, 6), 2) como palabra que produce arreamenazado por el pecado, sino que se funda pri­ mordialmente en el ser personal dei hombre, en pentimiento (sleylov) y recapacitación (èmsu elección para ser el interlocutor de Dios, en su TÍpqoov; 2 Tim 4, 2), 3) siempre de confordependencia dei llamamiento divino. midad con la doctrina (1 Tim 4, 13; 6, 2) y 4) 2) Cristo mismo bendice, confirmando en los en armonía con la conducta dei ministro que corazones la jtaQáôoaiç; y, así, Dios infunde ha sido llamado a dar consuelo y aliento (4, aliento para el futuro: Jtagá5tA.T]Oiv aícovíav (2 13-16). Tes 2, 15s). Por eso, breves frases teológicas, es­ pecialmente frases preposicionales con ôiá (xnLa Carta primera de Pedro se ajusta plena­ QÍon), èv (xuQÍm) y otras (cf. vj\âq en 2 Tes 2, 1) mente a la línea paulina: 1) introduciendo por caracterizan la jtapáxXqoig (-►4.i). Todo el peso medio de jrapaxaXéco el objetivo principal dei conocimiento de la salvación lo utiliza Pablo de la pastoral (2, 11, continuando hasta 4,19), para dar pleno contenido a este concepto abierto (-> 5.b sobre 1 Tes 4, 1; una visión de conjunto de 2) con su exhortación a exhortar (5, Iss) y 3) con la equiparación entre la paráclesis epistoIas expresiones con ôiá puede verse en Bjerkelund, 163-173). lar y la paráclesis normal en la comunidad (5, 3) La ley y la paráclesis se hallan en tensión, 12). no porque el obrar haya llegado a ser secundário Hebreos es la predicación más antigua que (y la tentación de la fe lo primário), sino porque se conoce, que conecta en estricta sucesión en la economia salvífica de Dios su misericórdia redentora se ha convertido, ella misma, en la nor­ Ias secciones de la alocución en imperativo (con jtaQaxaXÉco y equivalentes) con Ias sec­ ma de la acción. Y, así, la exhortación a un amor servicial es la aplicación concreta dei evangelio ciones de la aplicación doctrinal en indicati­ (Rom 15, 1-6; Friedrich). vo. El autor llama a su carta Xóyoç Jiapa4) La profecia es un camino fiable, pero no el xÀiíaeooç (13, 22), porque, a pesar de toda su camino decisivo para la jtagáxXqoiç (1 Cor 14, preocupación actual, él se centra en su con3.[24s].31). El carisma de la ttaQáxXrioiç no es fianza en el poder de la palabra pronunciada concluyente en sí mismo. «El que da consuelo y aliento, entréguese a sí mismo de corazón a él (es por encargo divino y en la disposición de la decir, a la palabra y a la persona)» (Rom 12, 8). comunidad para escuchar (!; cf. 6, 9). En

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jtaQaxaA.É(u - jtagáxXTiToç

efecto, magaxaXéco es una tarea cotidiana (3, 13) y resume en su concepto todos los minis­ térios pastorales (10, 23-25). El «fuerte im­ pulso» de quienes «han huido para refugiarse y echar mano de la esperanza puesta delante de ellos», se halla integrado en el consuelo de los irreversibles actos salvíficos de Dios y en la exigencia que éstos plantean (6, 18). Y esta exhortación habla para ayudar, «como se habla con hijos» (12, 5). El autor afirma aqui la unidad de la palabra bíblica y dei testimonio actual como jtaQáxX,qoiç. «Judas» afirma que su intención es la de jtagaxaXELV (Jds 3), comienza con una captatio benevolentiae fundamentada espiritual­ mente (áváyxqv êo^ov, 4.b) y -después de hacer un «recuerdo» (la sección doctrinal principal en los vv. 5-19)- menciona tradicio­ nalmente, aunque en forma muy condensada, los imperativos de su exhortación (vv. 20-23). 7. El libro de Hechos ofrece todo el espec­ tro de significados: desde pedir (25, 2; solicitud presentada para congraciarse en 24, 4; convocar en 28, 20 después dei v. 17), disuadir encarecidamente (19, 31; 21, 12), hasta el llamamiento misionero a la salvación (2, 40), a la consolación (20, 12) y al fortalecimiento ante Ias tribulaciones dei fin de los tiempos (14, 22, cf. infra). - Traduciéndola por invitar captamos bien el tono y la orientación de la petición en los pasajes 8, 31; 9, 38; 13,42; 28, 14; además -con acento de obligación- 16, 9s.l5. naQanaXÉd) no designa nunca el kerygma misionero en sí, sino su aplicación exhortadora e invitante (2, 40, 2.b). La aceptación de la palabra (v. 41) incluye ambas co­ sas; el indicativo de ôiEfiaQXÓgaTO (fides quae creditar) y el imperativo de n;aQ£xáX.8L

(fides qua creditar). En los demás ejemplos Lucas sigue el uso específico de JiaQaxaX,éo) como consuelo y aliento espiritual dentro de la comunidad (13, 15); un uso que se derivaba de la tradición de la sinagoga. - Los profetas Judas y Silas refuerzan el mandamiento y el estímulo contenidos en la carta venida de Jerusalén (15, 31s). Más aún, la Iglesia «se acrecienta por el con­

suelo y aliento obrados por el Espírita Santo» (9, 31). - Por tres veces JtaQaxaÀéto designa un discurso de despedida en el que se bendice y alienta (14, 22 con una Ifnea que vincula la fe y la tribulación [cf. 2 Corintios]; 16, 40; 20, 1); por dos veces designa la actividad li­ bre (15, 32) o la actividad intensa de predicar (20, 2; G. Stâhlin, Die Apostelgeschichte [NTD] sub loco: «El le hablaba abundante­ mente la palabra (jtaQaxaX.éaaç a n to ò ç X,óycn jroX>t(p)». J. Thomas

TCCLQaUítkVTtXíO parakalyptõ ocultar* En Lc 9, 45 dícese de la (segunda) predicción de la Pasión hecha por Jesus (v. 44), que quedó oculta / velada para sus discípulos (fjv rcaçaxexaXuppévov àrt’ a-uxmv). m a g a x a T a ^ T jx T i, ijç ,

parakatathèkê

depósito confiado a alguien En 1 Tim 6, 20; 2 Tim 1, 14 el Textus Receptas ofrece en ambos casos la forma propiamente ática jtaQaxaTaOfixr) en lugar de ^ jtagaOfixTi (3). J t a g á x c i ^ a i parakeimai estar presente,

estar al alcance* Rom 7, 18.21 en la descripción dei hombre antes de la fe, en quien (el bien) está, sí, pre­

sente / está a disposición (xò yòtQ OéXeiv JtaQÓXELxaí [tot, V. 18), pero para quien, en el âmbito de la acción, lo único que está al al­ cance es lo maio (õxi èp,ol xò xaxòv n a g á xEixai, V. 21). ThWNT IH, 656. JT aQ áxX i|aiç, £Ci)Ç, paraklêsis exhorta­ ción, advertência, petición, aliento, con­ suelo ^ jtagaxaXÉcú.

Jta0áxÀ ,l]tOÇ, OV, Ó paraklêtos defensor, abogado, intercesor, auxiliador* 1. Contenido semântico - 2. Carta primera de Juan 3. Evangelio de Juan - 4. Origen dei título «Paráclito».

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jtagáxXTiToç

B ibl.: J. Behm, rtaQáx^Tjxoç, en ThWNT V, 798812; O. Betz, D e r P a ra k le t (AGSU 2), Leiden-Kõln 1953; J. Blank, K risis, Freiburg i. Br. 1964, 316-339; G. Bomkamm, E l P a rá clito en e l E vangelio de Juan, en Id., E stú d io s sobre e l N u evo Testam ento, Salamanca 1983, 199-223; R. E. Brown, The P araclete in the F ourth G o sp ek NTS 13 (1966-1967) 113-132; Id., The « P araclete» in the L ig h t o f M o d e m R esearch, en StEv rv, 158-165; R. Bultmann, D a s E vangelium d e s Joh a n n es (KEK), Gõttingen '“1968, 437-440; D. A. Carson, The F un ctio n o f the P a raclete in John 16: 7-11: JBL 98 (1979) 547-566; A. Casurella, The Johannine P a ra clete in the Church F athers. A Study in the H istory o f E xegesis, Tübingen 1983; Ch. Dietzfelbinger, P a ra klet u n d theol. A n sp ru ch im Johannesevangelium : ZThK 82 (1985) 389-408; J. T. ForesteU, Jesu s an d the P a ra clete in the G ospel o f John, en Word a n d Spirit. F S f u r D . M . Stanley, WiUowdale 1975, 151-197; E. Franck, R evela tio n Taught. The P araklete in the G os­ p e l o f J o h n (CB, NT Series 14), Uppsala 1985; G. Johnston, The Spirit-P a ra clete in the G ospel o f John

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ferencias: Behm, 799-804; Porsch, 227s; de la Potterie, 330ss). En la LXX no aparece el tér­ mino KaQáxXT|xoç (en Job 16, 2 rrfnalfamtm se traduce por jraeaxXf|xoQ£ç; en cambio Aquila y Teodoción tienen 3rapáxXr|Toç). 2. En el NT JiapáxXTitoç aparece única­ mente en los escritos joánicos (Evangelio de Juan y Carta primera de Juan). En 1 Jn 2,1 se designa a Jesucristo como jrapáxXTiTOç, por­ que él, después de su exaltación, intercede an­ te el Padre por los pecadores. Aqui el término no se usa como un título; el concepto corres­ ponde a la idea judia de un intercesor ante Dios (cf. Betz, 36-116).

3. De esta idea se diferencia el uso que se hace dei término en el Evangelio de Juan, (SNTS Mon 12), Cambridge 1970; A. M. Kothgasser, porque en él el Paráclito no intercede ante D ie L eh r-, E rin n eru n g s-, B e z e u g u n g s -u n d E in fü h Dios (en el cielo) por los creyentes (pecado­ ru ngsfunktion des jo h G eist-P arakleten gegen ü b er der res), sino que el término es claramente el títu­ C hristusojfenbarung: Salesianum 33 (1971) 557-598: 34 (1972) 3-51; M. Miguéns, E l P aráclito (Jn 14-16) lo que se aplica al «Espíritu de la verdad» o al (SBFA 2), Jerusalén 1963; U. B. Müller, D ie Parakle«Espíritu Santo» (14, 26). Como tal aparece te n v o rs te llu n g im Joh: ZThK 71 (1974) 31-77; F. exclusivamente (4 veces) en Ias denominadas MuBner, D ie jo h a n n eisc h en P arakletsprüche u n d die sentencias dei Paráclito en el discurso de des­ aposto lisch e Tradition: BZ 5 (1961) 56-70; F. Porsch, P n eu m a u n d W ort (FTS 16), Frankfurt a. M. 1974 pedida (14, 16s; 14, 26; 15, 26; 16, 7-11; im­ (bibl.); I. de la Potterie, L a v érité d a n s Sa in t Jean I plicitamente: 16, 13-15). (AnBibl 73), Roma 1977,330-466; R. Schnackenbnrg, Ea Jn 14, 16 el «Espíritu de la verdad» es E l E v a n g e lio seg ú n S a n J u a n III, Barcelona 1980, presentado inmediatamente como «otro Pará­ 154-176; Id., D ie jo h G em einde u n d ihre G eisterfahrung, en F S S chürm ann, 277-306; J. Veenhof, D e P aclito» (ãXXoç JtaQÓxXqTOç), con la promesa ra kleet, Kampen ^1977; U. Wilckens, D e r P a ra k le t de que él estará «con», «junto a» y «en» los u n d d ie K irche, en F S B o m k a m m , 185-203; más bi­ discípulos, con lo cual se describe ante todo bliografia en -> jraQaxakéto, Jtveõpa; cf. además su función como auxiliador. El contexto ThWNT X, 1215-1217. muestra que el Paráclito es «dado» para reem1. JtaQáxX,T)TOÇ, según su forma gramati­ plazar la ausência física de Jesús con una nuecal, es un adjetivo verbal pasivo derivado de va presencia «en el Espíritu» y evitar así que JtaQaxaXéo). Significa primeramente «llamalos discípulos se queden huérfanos. El es, co­ do (por alguien para algo)» (Bauer, Wõrtermo quien dice, el representante de Jesús entre buch, 1223s). Cuando se emplea en sentido los suyos (cf. 14, 18ss). En cambio, entre el sustantivado, jraQáxÂ,T]TOÇ significa «el que Paráclito y el mundo no hay relaciones (14, es llamado en apoyo, el que es llamado en 17). La denominación de «otro Paráclito» ayuda» (cf. Bauer, Wõrlerbuch, s.v. iraQÓpresupone que Jesús fue ya para los discípu­ xXtitoç), es decir, el abogado. Por eso, los los un Paráclito, aunque este título no se apli­ Padres latinos traducen a menudo itaçáxXT)ca nunca al Jesús terreno. Sin embargo, el Toç por advocatus (Agustín, Tertuliano, Cievangelista establece conscientemente un pa­ priano). Fuera dei NT, se encuentra «la clara ralelo entre la actividad de Jesús y la dei idea, procedente de la vida jurídica, de un jtaQáxXqxoç (cf. Porsch, 239s y 242s). abogado, auxiliador o intercesor ante el tri­ En Jn 14, 26 (y en 16, 13ss) se atribuyen al bunal correspondiente» (Behm, 801. Otras re­ rcaQáxXT)xoç Ias funciones de ser revelador

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jtagáMA,T|xoç - jtaeajtoiia)

de ensenanzas y de recordarias (ôiôáaueiv, ■ÚJtofUfAvfiaxeiv), unas funciones que hacen que progrese la actívidad reveladora de Jesús. Ambos conceptos constituyen una unidad. El 3taçáxX.T]T05 ensena haciendo que se recuerde. Se piensa en una representación actualizadora dei mensaje de Jesús («lo que yo os dije»; cf. 2, 22; 12, 16; 16, 4). El Paráclito no trae ensenanzas nuevas, si­ no que continua la obra reveladora de Jesús, como lo acentúa principalmente la última sen­ tencia {16, 13-15). Según el v. 12, hubo «muchas cosas» que Jesús no pudo decir todavia a los discípulos, porque ellos -antes dei envio dei Espíritu- no podían «soportarlas aún». La tarea dei Espíritu-Paráclito consistirá en «conducirlos» (óôtiyeIv) «a toda la verdad», a Ias profundas dimensiones y aspectos, toda­ via desconocidos, de la verdad. Esta verdad es la revelación de Jesús, supremamente es él mismo (cf. 1, 18; 14, 6; 17, 18). El introducir en «toda la verdad» abarca también la proclamación de lo «venidero» ( t à èQXÓ(i8va). No se piensa con ello en revelaciones dei futuro al estilo apocalíptico, sino en la interpretación de los «signos dei tiempo» como lo que llega e incumbe siempre a la comunidad. El jtaq áx?tT)TOÇ, al proclamar a Jesús como el Exalta­ do y mostrarle como el origen de la obra de salvación, le está glorificando (16, 14s). La función característica dei jTaQÓxltqTOç como abogado se expresa clarísimamente en Jn 15, 26 y 16, 7-11. Ambas sentencias se hallan en un contexto determinado por el odio y la hostilidad dei mundo (15, 18-16, 4a). En esta situación el JtaQáxX,TiToç dará testimonio en favor de Jesús (en los creyentes) y de este modo capacitará a los discípulos para que den su testimonio (15, 27). La sentencia, des­ de el punto de vista de la historia de Ias tradiciones, podna estar relacionada con Mc 13, 913 par. - Según Jn 16, 8, el jtapáx)o]Toç (v. 7), en la confrontación de los creyentes con el mundo, asumirá la función de convencer, de descubrir (-►èA.éYX®), probando que Jesús ha sido glorificado, mientras que el mundo y su «príncipe» han sido juzgados por su incredulidad pecadora (w . 8-12). De este modo, el

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Espíritu demuestra ser el abogado de Jesús y de los creyentes. 4. El origen dei título ó JtaçáxXqroç, que se introduce sin más expUcación en el Evangelio de Juan, sigue siendo todavia discutido. No satisfacen los intentos por derivarlo de figuras gnósticas de auxiliadores (Bultmann), de Ias ideas judias sobre intercesores (Behm, Betz) o de la expectación dei Hijo dei hombre (Bomkamm). No es su­ ficiente tampoco para dar una explicación el re­ curso al conjunto de ideas de la paráclesis (-> jtaQaxaXéto). Lo mejor seria quizás explicar el títu­ lo por la «situación de proceso» en el Evangelio de Juan. En la confrontación con el «mundo», los creyentes experimentan la acción dei Espíritu co­ mo la de un jtaeáxJcqToç, es decir, la de un abo­ gado y auxiliador (más detalles en Porsch, 306324 y en Schnackenburg, El Evangelio según San Juan m , 171-176). F. Porsch JiaQ axoirj, tjç , parakoè desobediencia, no querer escuchar, desoír* En el NT el término aparece 3 veces: en Rom 5, 19 dícese de Adán, por cuya Jtagaxof| «los muchos» fueron hechos pecadores (lo opuesto: ujtaxofi). Según 2 Cor 10, 6, Pablo declara estar dispuesto a castigar toda de­ sobediencia (lo opuesto: ■ôitaxofi). En Heb 2, 2 se habla de la desobediencia (junto a jraQÓPaOLç) hacia la ley dei Sinai promulgada por medio de ángeles (cf. Gál 3, 19s). ThWNT I, 224; BHH m , 2048; Spicq, Notes H, 656s. 3iaQaxoXoV'd'é(0 parakoloutheõ acompaííar, investigar (un asunto) àxoX.ouO-écD 5. jiaQ ax o v o } parakouõ oír (por casualidad / de pasada); no escuchar a, desoír* Mc 5, 36 (ó ôè I tiooõç Jtaçaxoúoaç xòv Xóyov Xakov\i&vov) puede significar que Je­ sús hizo caso omiso / no quiso prestar atención o bien oyó de pasada / escuchó por ca­ sualidad Ias palabras (sobre la muerte de la hija dei presidente de la sinagoga); la conexión con los vv. 35 y 36 hace que la segunda

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TcaQaxoíico - itaQaXauPávcü

traducción sea más probable. En el sentido de ser desobediente / no prestar atención a (èàv ôè [...] jtaeaxoíiaTi), Mt 18, 17 (bis); cf. además 2 Ciem 3, 4; 15, 5. ThWNT I, 224; T. Hirunuma, parakouO «To overhear, to refiise to hear»: Shinyaku Kenkyü (Osaka) 147 (1978) 1223S. Jiag ax v JtT O ) parakyptõ inclinarse (pata mirar), mirar a* En el NT el verbo aparece 5 veces. El signi­ ficado original de inclinarse aparece en la construcción x a l rtaQaxnrlJaç pX,éjtei, Lc 24, 12 (dícese de Pedro); Jn 20, 5 (dícese dei «otro discípulo»); cf. jtaQéxnapev eiç tò [rvT]jj,ETov, 20, 11 (dícese de Maria Magdalena); en sentido figurado, mirar a (la ley perfecta de Ia libertad), Sant 1, 25 (cf. la imagen en los vv. 23s); contemplar (el acontecimiento salvífico de la proclamación dei evangelio), 1 Pe 1, 12. ThWNT V, 812-814; F. Neirynck: EThL 53 (1977) 113-152.

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aparece una sola vez en Hebreos), pero no carecen de importância desde el punto de vista teológico (por ejemplo, en el Evangelio de Juan el verbo aparece 3 veces). - Sobre la gra­ mática hay que senalar que el aoristo de participio JtaQaÀapüiv puede usarse pleonásticamente (Hech 15, 39; 21, 32) o para reforzar el sentido (Lc 9, 10). Mientras que en los papi­ ros y en Ias inscripciones jiaQa7.a(xPávü) se construye a menudo con Jtapá, en 1 Cor 11, 23 se encuentra con àjió para designar el origen. Es sorprendente también Mc 7, 4, donde jiaQaÀapPávo) va seguido por un infinitivo con sentido final (BlalB-Debrunner § 391).

2. Para la comprensión dei uso de napaXaqpávtü en el NT, principalmente como concepto relacionado con la tradición, es muy instructivo echar una ojeada al entorno dei NT. En la LXX (donde aparece unas 50 veces) el verbo compuesto JtaQaXapPávco se usa a menudo para reforztir el sentido dei verbo simple (por ejemplo, en Gén 22, 3), y, cuando va acompanado por una persona (Gén 31, 23) o por una cosa (Núm 23, 20) como objeto de la acción verbal, puede tener los signi­ ficados de «tomar consigo» (en sentido amistoso: J ta ç a X a ^ P a v tO paralambanõ tomar con­ Gén 47, 2; en un contexto de guerra: 1 Mac 4, 1); sigo, recibir; traer hacia sí mismo; acep«quitar» (Sab 16, 4); «obtener, conseguir» (por tar* ejemplo, el dominio; Dan 6, 1.29); el reino esca1. Testimonios en el NT y aspectos gramaticales - 2. tológico: Dan 7, 18). También en la literatura griega Jta0aX,a(rPáEn el entorno dei NT, principalmente en relación con vcu se usa teniendo como objeto de la acción ver­ la tradición - 3. Principales puntos y perspectivas en la bal a una persona («recibir, aceptar a alguien», exégesis. Herodoto, Platón) o a una cosa («aceptar el goB ib l : Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, j.v. biemo, hacerse cargo de negocios», Aristófanes, en el índice analítico (454); H. Conzelmann, D e r erste Plutarco). jta 9aX.ap.pávcü puede usarse como B r ie fa n die K o rin th er (KEK), Gottingen ^1981 (sobre tecnicismo para designar el proceso de la tradi­ 11, 23; 15, 1-3); G. Delling, Xappávco xrX., en ción, sobre todo cuando va asociado con JtaçaôiThWNT IV, 5-16; B. Gerhardsson, M em o ry a n d M aSóvai. Frente a un concepto de la tradición en n u scrip t (ASNU 22), Uppsala 1961 (sobre todo 262sentido general (Herodoto, Isócrates) se halla el 323, para 3.c.); E. Lohse, D ie B riefe an die K olosser carácter especial que el concepto adquiere en el u n d a n P h ilem o n (KEK), Gottingen 1968 (a propósito cultivo de Ias tradiciones de una escuela, por de Col 2, 6; 4, 17); F. MuBner, D e r G a la terb rief Traejemplo, cuando se usa para definir Ias relaciones ditio n sverstã n d n is b ei P a u lu s un d in den D euteropauentre el maestro y los discípulos (Platón, Theaet linen (WMANT 8), Gottingen 1962; para más biblio­ 198b) o para precisar la propiedad intelectual y la grafia, cf. ThWNT X, 1154. influencia de Ias ideas (Platón, La 197d), una in­ 1. En el NT jraQa7,apPávco se halla atesti- fluencia que se debe entre otras cosas a la sobresaliente personalidad dei filósofo (Platón, Resp guado 50 veces, preponderando numérica­ YH, 520). «Por eso, el Jia0aX.a(iPávcuv ve en el mente los escritos narrativos de Mateo (con maestro a la autoridad por excelencia» (Delling, 16 testimonios) y de Lucas/Hechos (con 13), 12). Esta autoridad presupone una relación de mientras que los testimonios son escasos en confianza y exige un determinado comportamienlos escritos tardios (por ejemplo, el verbo to en la vida (cf. Pablo). La comprensión de jta-

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3iagaXa|xpávco

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también una orientación/oreníe: Mt 18, 16 (llevar consigo testigos); 27, 27 (los soldados lidad dei indivíduo y le da profundidad religiosa, llevan a Jesús al pretorio; cf. Jn 19, 16), y asociada a menudo con rasgos esotéricos (Conpuede recibir un significado escatológico: Mt zelmann, 230). 24, 40.41 par. Lc 17, 34.35.36 (aqui, desde En cuanto al âmbito judio, el acento de iragaluego, con consecuencias de separación; lle­ A,an|3áv(0 recae sobre el contenido de la doctrina, var consigo - ser dejado); cf. también Heb 12, sobre la Torá y su interpretación. A esas ensenan28 (recibir el Reino, a tenor de Dan 7,18). En zas les corresponde una autoridad ilimitada, co­ mo garantiza entre otras cosas la cadena de tradieste campo semântico se encuadran casi sin ción ininterrumpida que se remonta a Moisés o a distinción alguna los testimonios que se haDios mismo (Abot 1, 1). El piei qibbel («tomar, llan en el libro de Hechos, por ejemplo, 15, 39 recibir») y el nifal mãsar («ser trasmitido») se (Bemabé lleva consigo a Marcos); 16, 33 emplean casi a manera de fórmula, cuando se ha(acoger); 21, 24 (llevar consigo para hacer un bla de trasmitir el contenido de la tradición (Devoto); cf. además 21, 26.32; 23, 18 (cf., a pro­ lling, 13s). pósito, Ch. Burchard; ZNW 69 [1978] 156s). 3. Los principales puntos y perspectivas de b) El carácter constitutivo de la comunila exégesis se pueden definir de la siguiente dad, inherente a JtaQaX,ap,pávco, adquiere manera; JtaQaJtapPávco como concepto cons­ una acentuación especial en el contexto cris­ titutivo de la coraunidad (especialmente en tológico, especialmente en Jn 1,11 (los suyos los Evangelios), en un contexto cristológico no aceptaron al Logos) y en 14, 3 («yo os lle(Juan; Colosenses) e, incluyendo ambas pers­ varé conmigo»); esta perspectiva se ahonda pectivas, como tecnicismo para designar el ahora existencialmente en Col 2, 6; j Vosotros habéis aceptado a Jesucristo como el Senor! proceso de la tradición. a) El carácter constitutivo de la comuni- jPor tanto, vivid también en él! «De este mo­ dad, inherente a JtaQaÀap|3áv(ü, puede refedo se asocian muy íntimamente la cristología rirse primeramente al âmbito familiar: José y la ética» (Lohse, 142 nota 6). Esta actitud debe caracterizar también el ministério (ôiatoma consigo a Maria como esposa (Mt 1, 20. 24), acepta al nino y a la madre (2, 13s), les >tovía) de Aiquipo, recibido por encargo dei Senor (4, 17). da protección y seguridad (2, 20s). Mateo emplea aqui un esquema fijo; encargo - revelac) Pablo usa también JiaQaÀap,(3áv(0 co­ mo tecnicismo para designar la parádosis ción - ejecución, y en él vemos que Jtagaapostólica. El contexto revela que aqui se inXapPávco se halla siempre asociado con tyeg■fteíç como signo de que todo se ha realizado. cluyen tanto el elemento constitutivo de comunidad como los aspectos cristológicos. Como concepto constitutivo de la comuniAunque en un grupo de testimonios el conte­ dad, en sentido más amplio, itaQa^kappávco nido, propiamente tal, de la tradición queda se aplica a Ias relaciones entre los discípulos y sin especificar (1 Tes 2,13; aceptar la palabra Jesús (Mc 4, 36) e incluye tanto a la esfera de de Dios que ha sido proclamada; Gál 1, 9: el glorificación (Mc 5, 40; 9, 2 par.: Jesús toma consigo a tres discipulos) como al acontecievangelio), y aunque el acento recae más so­ miento de la cruz (Mc 10, 32 par. Mt 17,1 / Lc bre el valor que lo aprendido tiene para la vi­ da (1 Tes 4,1; cf. Flp 4, 9; 2 Tes 3, 6), sin em­ 9, 28: Jesús lleva aparte a los discípulos y les bargo se mencionan explícitamente elementos habla de su propia Pasión; cf. Mc 14, 33 par. esenciales de la parádosis en 1 Cor 11, 23 y Mt 26, 37: escena dei Monte de los Olivos). 15, 1-3. En efecto, se trata de temas de no po­ El sentido solidário de JiaQaX,apPávco ça importância como son la celebración de la puede abarcar incluso el âmbito demoníaco, como vemos en Mt 4, 5.8 (el diablo lleva con­ eucaristia, la formulación - a modo de confesión de fe - dei acontecimiento de Cristo exsigo a Jesús) y 12, 45 par. Lc 11, 26 (el espíritu inmundo y sus secuaces). Puede adquirir presado en su muerte y su resurrección, y el gaXauPávcü en los cultos mistéricos y en la

Gnosis imprime no menos su sello en la persona-

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jtaeaXajipáviu - jraQa7ijo(j,aL

«evangelio original» (cf. 15, Is). Estos materiales de la fe (orales y/o escritos) se hallan firmemente andados en la tradición de la comunidad primitiva (por ejemplo, en la celebración de la Cena dei Senor: Mc 14, 22.25; sobre todo Lc 22, 19s), pero además demuestran ser universalmente vinculantes por la confirmación que de ellos hizo el Senor mismo (1 Cor 11, 23). El recurso a la parádosis bien marcada (15, Iss) y la apelación a la revelación personal (Gál 1, 12) no tienen por qué excluirse entre sf, como se ve precisamente en Gál 1,12. Jun­ to al factor polémico-apolegético, que desempena un papel, por ejemplo, en Gal 1, 12 (cf. 1, lOs), podrá quizás explicarse así la aparen­ te tensión entre la revelación y la tradición: «Pablo, en virtud de la ‘revelación de Jesucristo’ experimentada por él, reconoce que el kerygma cristiano existe justificadamente, de tal manera que él mismo puede ‘aceptarlo’ y ‘trasmitirlo’ como parádosis. De este modo se mantiene en pie lo indeducible de la ‘revelación de Jesucristo’ y, no obstante, queda lugar para la comunicación de esa revelación y de esa parádosis» (MuSner, 66 nota 116; allí se cita más bibliografia). Una concepción de la tradición en sentido puramente judio la encontramos en Mc 7, 4, donde se habla especialmente de los preceptos relativos a la purificación. - Con ello jiaQaX,ap(3áv(t) demuestra ser un concepto que, en sus diversos matices y acentos, está basado de manera esencial en la cristologia (comunión, unión con Jesucristo) y garantiza, por tanto, la obligatoriedad y la vitalidad de la tradición cristiana primitiva, entre otras co­ sas, por su realización en la fe de Ias comuni­ dades cristianas. A. Kretzer TiaçaX É Y O ^ai paralegomai costear* Aparece como tecnicismo dei lenguaje de la navegación en Hech 27, 8: [lóÀiç t e rtapaXeyópevoi an-criv (= Tqv KçT|Tqv, cf. v. 7), «costeándola con dificultad (a saber, la isla de Creta)»; 27, 13: xf)V KQqTqv.

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n a ç á X lo ç , 2 paraüos región situada junto al mar, región costera* Según Lc 6, 17, entre la muchedumbre que escuchaba a Jesús habia gente de toda Judea y de Jerusalén y «de la región costera de Tiro y Sidón» (cf. Mc 3, 8: rcepl T ú q o v x a l Siôcõva). n a g a X X a y n j fjÇj 11 parallagê variación, cambio* Propiamente se trata de un tecnicismo as­ tronômico. En Sant 1, 17 se dice -e n sentido figurado- de Dios, «el Padre de Ias ‘luces’ (cf. Sal 135, 7 LXX), en quien no hay variación ni oscurecimiento ocasionado por la rotación» (jta p ’ (p ov% Evi JtaQaXXayn q TQortfjç àjtoaKÍaap.a). Por tanto, en contraste con Ias variaciones que experimentan los astros, que estan sometidos a un orden, Dios es inmutable (en su bondad: v. 17a). ;n;aQ a^O Y Í^o^ai paralogizomai enganar, descarriar* Col 2, 4: JtaQaXoYÍÇccr&ai èv m^avoXoyíg, «enganar / seducir con capciosos razonamientos»; Sant 1, 22: TcaQaXoyíÇeo^ai èauxóv, «enganarse a sf mismo» (oyendo la palabra, pero no poniéndola en práctica); cf. también 2 Ciem 17, 6. T ia ç a X v o ^ a i paralyomai estar débil, sin fuerzas; (participio de perfecto) sustantivado: paralítico* El término aparece 5 veces en el NT (siempre en voz pasiva): cuatro veces en los escri­ tos de Lucas y una vez en Heb 12, 2. El verbo se encuentra únicamente en participio de per­ fecto, jtaQaX8Xup,évoç, y tiene sentido sustantivado en Lc 5, 24 y Hech 8, 7; en los es­ critos de Lucas designa siempre a paralíticos que son curados por Jesús (Lc 5, 18.24) o por los apóstoles (Felipe, Hech 8,7; Pedro, 9, 33). En Heb 12, 12, en la exhortación a robustecer de nuevo Ias rodillas débiles / que flaquean (xà JtaQaX.e7,upéva yóvaxa) (cf. Is 35, 3; ^ yóvn 2.a). ->■ rtaçaXtm xóç.

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jtaQaÀ.UTixóç

TiaQaÀVTlXÓÇ, 3 paralytikos paralítico, tullido* 1. Aparición y significado en el NT - 2. La curación dei paralítico en Mc 2 par. - 3. La curación dei joven criado dei oficial en Mt 8 par. B ib l.: P. J. Achtemeier, Toward the Isolation o fP r e M a rkan M iracle Catenae'. JBL 89 (1970) 265-291, RW. Funk (ed.), E a rly C hristian M ira cle Sto ries (Se­ meia 11), Missoula 1978; H. J. Held, M a tth ã u s ais Interp ret d e r W u ndergeschichten, en G. Bomkamm-G. Barth-H. J. Held, Ü b erlieferu n g u n d A u sle g u n g in M a tth ã u seva n g eliu m (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn

’1975, 155-287, sobre todo 165ss, 182ss; K. Kertelge, München 1970, sobre todo 75-82, 85-89,185ss; J. D. Kingsbury, O bservations on the M ira cle C hapters o f M t 8-9: CBQ 40 (1978) 559-573; X. Léon-Dufour (ed.), L o s m ilagro s d e Jesús, Madrid 1979, sobre todo 227-247; H. van der Loos, The M ira cles o f Jesus, Leiden 1965, so­ bre todo 435-463, 530-550; I. Maisch, D ie H eilu n g des G elãhm ten, Stuttgart 1971; R. Pesch, Jesu ureigene Taten?, Freiburg i. Br. 1970, 135ss; B. Reicke, The

D ie W u n d er J e s u im M a rk u se va n g e liu m ,

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paciente xaxóòç hftav, pero intensifica la gravedad dei padecimiento al hablar de una enfermedad mortal (también Jn 4, 47). La forma de Ias historias de milagros dei NT se ajusta a los esquemas corrientes en el mundo helenístico. Esto no decide nada sobre la historicidad de los relatos. 2. Las intensas diferencias en cuanto al vo­ cabulário y los detalles narrativos en Mc 2, 112 par. Mt 9,1-8 / Lc 5,17-26 hacen difícil de admitir la idea tradicional de que Mateo y Lu­ cas hubieran utilizado a Marcos (cf. Reicke).

Marcos tomó la perícopa de la tradición de la comunidad y no introdujo en ella casi ningún cambio. El diálogo de los vv. 5b-10a se encontraba ya asociados, en la época pre-marquina, con la historia dei milagro. El v. 11 (todos alaban a Dios; no se mencionan ya los enemigos de Jesús) demuestra que el relato tuvo originalmente vida S yn o p tic R ep o rts on the H ealing o f the P aralytic, M t propia. Sin embargo, el diálogo (insertado poste­ 9, 1-8 a n d P a ra llels, en S tu dies in N T L anguage. F S riormente, como demuestran el v. 12 y la mptura f ü r J. K. E llio tt, Leiden 1976, 319-329; E. Schweizer, D ie H eilu n g des K oniglichen: Joh 4, 46-54: EvTh 11 dei estUo en el v. 10b) no circulo nunca sin la his­ (1951-1952) 64-71; E. F. Siegmann, St. Jo h n 's Use o f toria dei milagro, porque el v. 10 se halla insepath e S yn o p tic M a teria l: CBQ 30 (1968) 182-198; G. rablemente unido con la curación. - La historia TheiBen, U rchristliche W undergeschichten, Gütersloh dei milagro hace hincapié en la fe de los cuatro 1974, 114ss, 165s. hombres, que vence todos los obstáculos. El diá­ logo presupone una conexión entre la enfermedad 1. En el NT naQaXnxuióç aparece 10 ve- y el pecado (admitida ya en el AT y en el judaís­ mo, cf. bNed 41a: «El enfermo no se levEinta de ces. El término se usa como adjetivo y como su enfermedad hasta que no se le han perdonado sustantivo: en el sumario de Mt 4, 23-25 (que todos sus pecados [es decir, hasta que Dios no le describe la actividad de Jesús como proclaha perdonado todos sus pecados]»; cf. Billerbeck mación y sanación) aparece junto a otras dis1, 495s), pero el diálogo no presupone una doctricapacidades físicas (v. 24), en Mc 2, Iss (cin­ na sobre la correspondência (la gravedad de la co veces) par. Mt 9, 2ss (tres veces) (curación enfermedad corresponde a la magnitud dei peca­ dei «paralítico») y en Mt 8, 6 (curación dei jo­ do). Jesús libera al itapaXuTiJtóç de lo que le se­ para de Dios, y luego de su discapacidad física, la ven criado de un oficial pagano). Los escritos cual -lo mismo que toda enfermedad- es exprelucanos (así como Heb 12, 12) usa, en vez de sión de lo alteradas que están las relaciones dei JtagaÀnTixóç, el participio de perfecto de la hombre con Dios. Por eso, la pregunta dei v. 9 di­ voz pasiva de Jiapaiv.ÍHX); Jtapali.EX.fip.Évoç ficilmente será una «pregunta no hecha en serio» (los Evangelios y la Carta a los Hebreos usan (en contra de lo que afirma Dibelius, Historia, también jtükòz,, pero, con excepción de Lc 63), sino que senala la inexpresable dificultad dei perdón, cuya realidad se refleja en la menor difi­ 14, 13; Hech 3, 2; 14, 8; Jn 5, 3, lo hacen uni­ cultad de la curación, v. 11. camente en sumários sinópticos y en sentido Mateo reduce el relato (como hace con frefigurado. Es imposible un diagnóstico exacto cuencia) a unos cuantos rasgos esenciales. Con de los fenômenos de parálisis en Ias historias eUo las palabras de Jesús, en 9, 6, ocupan un lu­ de curaciones dei NT. Mt 8, 6 habla de una gar destacado. Con el final de voces a coro, Ma­ parálisis asociada con intensos dolores. El lu­ teo asocia una idea que va más allá de lo que se dice en el relato de Marcos: también la comunigar paralelo Lc 7, 2 dice sencillamente que el

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jtaQaXvTixóç - jtagaiADÜía

dad tiene autoridad para perdonar pecados, 9, 8 (cf. 16, 19; 18, 18). Lucas modifica la exposición, introduciendo ya inmediatamente a los adversários en 3, 17. Al mismo tiempo, Lucas inserta en el relato un ele­ mento importante para él: la interpretación caris­ mática dei poder sanador de Jesús (cf. 4, 14; 6, 19; 8,46). Como en Mateo, la tradición de Ias palabras en Lucas se aproxima bastante al texto de Marcos. 3. En Mt 8, 5-13 par. Lc 7, 1-10 (Jn 4, 4653) el tenor de Ias palabras y el curso dei re­ lato (a diferencia de la tradición de Ias pala­ bras: Mt 8, 8b-10.13 par. Lc 7, 6b-9) son tan distintos, que resulta difícil pensar que ambas versiones sinópticas hayan tenido una única fuente (Q). Mateo inicia el relato con la súplica dei oficial que quiere que Jesús cure a su criado paralítico (naiç = ôoüLoç). 8, 6 debe leerse como una pregunta; «^Tendré yo que ir... (a la casa impura de un pagano)?». Pero el gentil no acepta el rechazo, V . 9 (cf. Mt 15, 26s). Jesús no se niega ante semejante fe de un gentil. Y con ello comienxa el tiem­ po de salvación para los «muchos» (vv. lls [Q: cf. Lc 13, 28-30]; cf. Is 2, 2s; Miq 4, 1. Lucas realza más la humildad dei gentil, y hace por eso que hablen en representación dei oficial unos ancianos judios y más tarde ünos amigos, de tal forma que no se llega a un encuentro personal entre el oficial y Jesús. La razón de ello no es el obstáculo que supone la impureza dei gentil, sino más bien la grandiosa majestad de Jesús. M. Rissi maçáXvTOÇ, 2 paralytos (adj.) paralítico; (sustantivado) paralítico, tuUido. Mc 2, 9 D sustantivado; ó JtaQáX.OTOç, en lugar de -> jrapaX.uxix.óç. JKXga^EVb) paramenõ permanecer, conti­ nuar, perseverar* El verbo aparece 4 veces en el NT; en 1 Cor 16, 6 dícese de Pablo que quiere permanecer (durante algún tiempo) junto a los corintios (v.l. xaxapévo)); en Flp 1, 25; pEvcõ x a i tiaçapevÍD rtãoiv uplv, «yo me quedaré y seguiré estando con todos vosotros». En Heb 7, 23 el verbo se usa en sentido absoluto para re-

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ferirse a los sacerdotes levíticos, a quienes (a diferencia de Jesús) la muerte les impedia permanecer (en el ministério); en Sant 1, 25 se habla -en sentido absoluto- de perseverar en la ley perfecta de la libertad. Cf. IgnEf 2, 1; Herm (v) 2, 3, 2; (m) 5, 2, 3. ThWNT IV, 581s; D T N T in, 351. n:aQ a^'V 'd'éo^ai paramytheomai conven­ cer, animar, consolar* El verbo aparece 4 veces en el NT. Jtapa(lor&éopai adquiere su sentido de Jtagá («a, hacia») y p.U'0'éopai («hablar»); hablar amis­ tosamente a alguien. Tiene un significado afín al de ->■ jraQaxaXéco. «Es característico de ambos verbos el doble aspecto de amonestar y consolar» (ThWNT V, 819). En Jn 11, 19.31 dícese de unos judios que tratan de consolar a Maria y a Marta de la pérdida de su hermano (jtaQ aptrdéopai anxáç / anxf|v); en otros casos, el verbo se usa también para expresar el consuelo / la condo­ lência en casos de luto, cf. Tucídides II, 44, 1; Plutarco, Cons 104c; detrás de Jn 11, 19ss se halla la acción de consolar a los que están de luto: una de Ias más importantes obras de caridad preceptuadas en la tradición judia, cf. ThWNT V, 788s y 820; Billerbeck IV, 582ss; Spicq, Notes II, 659 con la nota 2.3. El verbo se emplea en 1 Tes 2, 12, donde Pablo da cuenta de su actividad en la comunidad, a la que él «ha exhortado, alentado e implorado» (jxaQaxa7,onvx8ç npãç x a l JtaQapxc&onpevoi x a i paQxngópEvoi), como un padre hace con sus hijos; en 5, 14 el verbo se usa en una parénesis: «\alentad/ consolad a los pusilâni­ mes!» (jtaQapir&EioOE xonç òkiyoTlrúxonç, junto a vonflExeTxE xonç ótxáxxonç). Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, 815-822; X, 1217 (bibl.); H. Schlier: GuL 36 (1963) 327-340; DTNTI, 322s; Spicq, Notes E, 658663. JiaQa|A‘U‘d 'ía , a ç , ^ paramythia consuelo, aUento* En 1 Cor 14, 3 dícese dei que habla proféti­ camente en la asamblea de la comunidad y

itaçafiudía - JtaQartX,r|oioç

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que se dirige a Ias personas para «decirles palabras de «edificación, exhortación y consuelo / aliento» (XaXel oixoòoqTiv x a l ita p á HÀTiaiv x al jiaQatxufl^íav). H. Greeven: ZNW 44 (1952-1953) 1-43, especialmente 11 y 37; ThWNT V, 815-822; DTNT I, 322s; Spicq, Notes II, 658-663.

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(vv. 18s) que en el desierto se rebelaron / se insubordinaron (contra Dios) (xlveç... jtapEjtíxgavav;); cf. v. 15; Ex 17, Iss; Dt 31, 27; Sal 105, 7 y passim en la LXX. ThWNT VI, 125-127; P. Walters, The Text o f the Septuagint, London-New York 1973, 150-154. J ta g a J U X Q a ff^ ó ç , OÜ, ó parapikrasmos

JiaQafivdlOV, ou, tó

paramythion con-

suelo, estímulo* Flp 2, 1 en un llamamiento a la unidad y al amor mutuo: al mutuo estímulo de amor / nu­ trido por el amor» (itapapiifliov àyájtqç, junto a la frase: JtaQáxX.qoiç èv Xpurtrâ, xoLvcüvta JtvEÚqaxoç, ojtXáyxva x a l oixxiQpoí).

Jiagávoia, aç,

paranóia locura, de­ mência 2 Pe 2, 16 v.l. en lugar de ^ jtagatpgovLa.

Jiaçavofiéo) paranomeõ

actuar contra la ley* Según Hech 23, 3, el sumo sacerdote, actuando contra la ley, ordena golpear a Pablo (jtagavoqrâv x e Xe ú e l ç pe rÓ J tT E o f l^ a i) ; lo opuesto es la frase: xgívcov pe x a t à xòv vópov, V. 23a. ThWNT IV, 1083s.

enfurecim iento, rebelión, insubordinación* El sustantivo no se halla atestiguado sino a partir de la LXX. En Heb 3, 8.15: pq oxkqgúvqxe xàç x ag ô íaç upoav tbç èv xrô jtag amxQaoptõ (cita dei Sal 94, 8 LXX; cf. además Ex 15, 23ss; 17, Iss; Núm 20, 2ss) díce­ se de la insubordinación dei pueblo dei êxodo en contra de Dios. ThWNT VI, 125-127. J ia g a J lÍJ lT W parapiptõ delinquir, caer,

apostatar* En Heb 6, 6 el verbo se usa en sentido ab­ soluto y figurado para referirse a quienes ya creían pero que han vuelto a apostatar / caer (xal nagajtéoovxaç); cf. 3, 12; 10, 26; Sab 6, 9; 12, 2; 1 Ciem 51, 1; en la Carta a los Hebreos se piensa en un acto fundamental y consciente por el que uno se aparta de la comunidad, cf. 6, 6b-8. ThWNT VI, 170-173; DTNT III, 324s; Spicq, Notes II, 692-694; jtagájtxcopa 3.

J i a g a v o f i i a , a ç , i ] paranom ia acción

mala, acción contraria a la ley, delito* En 2 Pe 2, 16 dícese de Balaán, quien (se­ gún el contexto) «fue recriminado por su bu­ rra a causa de su mala acción» (eXey^ iç... 3tagavoplaç); cf. Núm 22, 22ss, donde se refiere, desde luego, que el ángel dei Senor sale al encuentro de Balaán, de lo cual el vidente no se da cuenta al principio; cf. Jds 11. ThWNT IV, 1083. Jiag a n ;i> tg a ív a ) parapikrainõ enfurecerse, rebelarse, insubordinarse* El verbo no se halla atestiguado sino a par­ tir de la LXX. Heb 3, 16 lo emplea en sentido absoluto para referirse a los desobedientes

Jtapam X éoj parapleõ pasar de largo (na­ vegando)* El verbo aparece en Hech 20, 16 como tec­ nicismo dei lenguaje de la navegación: jtag ajtXehaai xf)v "Eqpsaov, «dejar de lado a Efeso» en el curso de la navegación. n a ^ a n X iíja io ç , 3 paraplêsios aproxima­ do, casi el mismo, semejante* En el NT el adjetivo aparece únicamente en gênero neutro y con sentido adverbial. Según Flp 2, 27, Epafrodito tuvo una enfermedad «que le puso al borde de la muerte»; estuvo «enfermo de muerte» (jiaQ03tX.fiaiov flaváxtp). Spicq, Notes II, 664s.

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Jta0ajt?itiaícoç - Jta0ájiTO)|ia

JiaQ aJlX t|aí(o ç paraplêsiõs (adv.) aproxi­ madamente, de manera igual / semejante, asimismo* En Heb 2, 14 dícese de Jesús, que participó -de igual manera que los hombres—de la car­ ne y de la sangre (x al aü tò ç JiagaJtXTioícoç [lexéoxev xó&v aüxcõv); cf. 4, 15. A pesar de lo imprecisa que es la expresión, no se piensa en una mera «semejanza»; cf. O. Michel, Der Briefan die H ebrãef (KEK), suh loco; Spicq, Notes II, 665: «sin ninguna diferencia».

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En este aspecto, el término coincide con parte dei espectro de significados de àpaQTÍa y especialmente con ãpáQTqpa. La LXX se sirve en parte de ellos para traducir los mismos términos hebreos que traduce por JtaeáitTcoiia (y JtapajtmTCO), pero entre tales términos no se encuentran los términos he­ breos bãtã ’ y battã ’t, traducidos en la inmensa mayoría de los casos por ápapxáva) / âp.aQTÍa, etc.

2. En el lenguaje paulino, itaQ ájtxcofta, como acto pecaminoso concreto, se distingue claramente de áftaQXÍa, que se entiende co­ JiaQam O QEVOfiai paraporeuomai pasar mo poder y desgracia funesta. En Pablo, el por, atravesar* plural aparece casi exclusivamente en citas y En el NT el verbo apeirece 5 veces: en sen­ expresiones tradicionales, y lo mismo sucede tido absoluto, pasar por en Mc 11, 20; ol Jtacon textos no paulinos en contextos parecidos Q«n:oQ8UÓp,evoi, «los que pasaban», 15, 29 (cf. Rom 4, 25: Cristo JtapEÔó^T] ó tà x à Jtapar. Mt 27, 39; con ôiá, cruzar, atravesar. 0 aJtxcóp,axa [Is 53, 12 LXX: xàç áp a p x ía ç ] ô ià Tcõv ojtoçípcov, «por los sembrados», rípcõv; 2 Cor 5, 19: [tq XoYi^óp.Evoç x à JtaMc 2, 23; JtaQajtoQeúopai ô ià xfjç F a k p a 5ixob|taxa [Sal 31, 2 LXX: á p a e x ía v ; cf. Xaíaç, «cruzar Galilea», 9, 30. también Aristófanes, Vesp 745]). Algo análo­ go hay que decir dei lenguaje de los escritos deuteropaulinos (compárese Ef 1, 7: âqjEOiç JCaQájlTOlfia, a t o ç , TÓ paraptõma deli­ xcóv jrapajtxajpáxcov con la expresión, freto, trasgresión, pecado, caída* cuente en los Sinópticos, àcpEOtç xcúv ap ap 1. Aparición y significados - 2. napánTcopa y xitDV [cf. también Mt 6, 14s par. Mc 11, 25]; áuotpTÍa - 3. «Caer» dei estado de salvación. Col 2 , 13c: xaptoápevoç riplv Jtóvxa x à itapajtxcbpaxa [Josefo, Ant VI, 114: áp ap x f|B ib l.: E. Brandenburger, A d a m u n d C h ristu s (WMANT 7), Neukirchen-Vluyn 1962; E. Jüngel, D as paxa]). En Ef 2,1.5; Col 2 , 13a aparecen forG esetz zw. A d a m u n d C hristus, en Id., U nterw egs zu r mulaciones idênticas (enunciados sobre la Sache (BEvTh 61), München 1972, 145-172; U. Luz, conversión; cf. P. Hoffmann, en TRE IV, D a s G esch ich tsverstã n d n is d e s P a u lu s (BEvTh 49), 484), en Ias que la muerte (de la que los bauMünchen 1968, 202s; W. Michaelis, jtaçajtbtxa), jtapájtxcona, en ThWNT VI, 170-173. tizados fueron resucitados con Cristo median­ te el acto dei bautismo) se considera como 1. En el NT jiapájtxcopa aparece 19 veces causada, entre otras cosas, por los JtapajTxco(sin contar la v.l. de Mc 11, 26). De los once p ax a de esas personas. testimonios que hay en Pablo, seis se concenEn Gál 6, 1 parece que Jtapáitxcopa se usa tran en Rom 5, 15-20. con un significado diferente y, por cierto, más El sustantivo verbal JiaQájttoapa, que en el débil que el de àpapxía, a saber, en el senti­ griego profano se halla atestiguado por primedo de un mal paso que no excluye de la cora vez en la época helenística (Polibio IX, 10, munidad. Son comparables los textos de SalSl 6; PapTebt I, 5, 9) y, como nomen rei actae, 3, 7; 13, 5.10, donde jtapájtxcnpa designa está formado con la terminación -\ia, designa exclusivamente los yerros de la persona justa, el pecado en cuanto (acto particular de) tras­ temerosa de Dios y piadosa, a quien se pone gresión (casi siempre en plural, cuando se tra­ luego en claro contraste con el ápapxcoXóç, ta de trasgresiones cometidas contra Dios). sobre el que va a recaer muy pronto la conde-

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j t a Q á iix t o lia - jta Q a a x e ijá C ü )

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En la LXX (Ezequiel), este significado es propio de ambas expresiones; asi lo vemos cuando el pecado de Israel se describe como el apartarse de Dios (con àitooTQÉtpco o como traducción dei hebreo mã‘al [«ser infiel»; en sentido sustantivado: «infidelidad / apostasia»], cf. Ez 3, 20; 14,11.13; 3. Aqui hay que mencionar también la re­ 15, 8; 18, 24.26; 20, 27). ferencia que se hace a la trasgresión de Adán M. Wolter (Rom 5, 15 [bis].17.18.20; cf. vv. 12s). A p e­ sar dei paralelismo que existe con JtapápaOLÇen el v. 14, JtapáJtxropa se diferencia cla­ 3tagaQ Q é(0 pararreõ fluir al lado, arrasramente de jtaQápaoiç, aqui y en otros pasatrar fuera; en voz pasiva; extraviarse* jes, en que le falta la referencia a la ley (en En sentido figurado en Heb 2, 1: pf|jroxe contra de U. Wilckens, La Carta a los Roma­ jtaQaQnóópev (aoristo segundo de la voz pa­ nos I, Salamanca ^1997, 392 nota 1070; II, siva): «para que no nos extraviemos (como se Salamanca 1992, 295 nota 1079; Jüngel, 167, pierde el agua que es arrastrada al desierto)». etc.). Al referirse al pecado de Adán como jtapájtxcopa, se pone de relieve más bien los efectos y el resultado de napaittcopa (como T ia ç á o ii^ O Ç , 2 parasêm os conspicuo, en Sab 10, 1; cf. a propósito, Brandenburger, distinguido* llls s ), como «caída» de Adán, es decir, co­ Según Hech 28, 11, Pablo y sus companemo la pérdida de la gloria dei paraiso, por la ros viajaban en una nave alejandrina, «que se cual cayó sobre los hombres la desdicha de la distinguía por tener a los Dióscuros (como muerte (5, 15.17) y de la condenación (5, mascarón de proa)» (èv JiXoíq)... JiaQaOT|pq) 16.18; cf. tEunbién 4 Esd 7, 118). Después de AioOHOTJQOiç, probablemente dativo instru­ la promulgación de la ley (v. 20), los hombres mental, quizás también dativo asociativo: pecaron de la misma manera que Adán (-> «con los Dióscuros como insígnia de la na­ jxaQápaoLÇ [2.b]), de tal modo que la trasgre­ ve»-, cf. tò JtaQáaqpov, «la insignia de la na­ sión de este último «se multiplico» -por deve», cf. Bauer, Wõrterbuch, í.v.; Bla6-Decirlo asi- (cf. el v. 16; ->■jtkeová^CL)). En con­ brunner § 198, 7 con la nota 11). E. Haentraste con este concepto se sitúan los concepchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), 640s tos antitéticos de jraQájrTC0[xa, que describen con la nota 2; -> AióaxouQoi. el acontecimiento de la salvación y sus efec­ tos, que sobrepasan con mucho Ias conseT taQ a ax etlá^ fO paraskeuazõ preparar, cuencias de la caida en el pecado; tales condisponer; en voz media: prepararse* ceptos son x ág io p a (v. 15a), ôixaím pa (v. 18) o también la expresión (Siá) xon X qloEn el NT el verbo aparece 4 veces. En Hech 10, 10 en sentido absoluto: jtaQaoxEuaÇóvxoü (vv. 15b. 17). Esta connotación se expresa claramente en xcov ôè aúxmv (a saber, ôeXjtvov), «mientras Rom 11, l l s y Heb 6, 6: aqui jraQájixmpa y preparaban (la comida, cf. v. 10a)». Pablo JtaQan:íjtxa), asi como -»• èxjcbiTCo, Gál 5, usa el verbo en voz media: 1 Cor 14, 8, JtaQaoxeuáÇopai etç JtóXepov, «prepararse pa­ 4; 2 Pe 3, 17; Ap 2, 5; TestJud 21, 4 (cf. tam­ ra la guerra»; el perfecto de la voz media apa­ bién Filón, Fragmenta II, 648 [ed. Th. Manrece en 2 Cor 9, 2 para referirse a la preparagey, London 1742]) se usan para describir la ción de la «colecta» CAxata JtaQeoxEÚaocaida dei âmbito de la salvación: en Rom 11, xai àjtò jtÉQuoi, «Acaya estd [ya] preparada lls , la caída de Israel de la elección por haber desde el ano pasado»); 9, 3 (iva... JtaQEOrechazado el evangelio (cf. v. 9); en Heb 6, 6, xeuaapévoL f|TE, «para que estéis prepara­ la apostasia de la comunidad cristiana (en dos»). DTNT m, 404s. contra de Michaelis, 171, 35ss). nación etema (cf. también Sal 18, 13 LXX: jtaQájrtcjo|A,a como traducción de S^giâ [«trasgresión no intencionada»; cf. R. Knierim, en DTMATII, 1092ss]).

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jtOQaoxEDfi - JtagaxriQTiaLç

n :aQ aax E V ií, fjç, paraskeuè preparación, Día de la Preparación* En el NT el término aparece 6 veces: Según Mc 15, 42 (fiv jtaQaoxErjT] o eoxiv jxpooápP ato v ) par. Lc 23, 54 (f|pÉQa fjv Jtap aa otenfjç x a l o á p p a ro v ènéqjooojcev); cf. Jn 19, 42 (ô ià TT]v jtapaoxEOTiv Trâv ’lonôaíwv), la crucifixión y la sepultura de Jesús tuvieron lugar en el Día de la Preparación que precedia al sábado (en hebreo: ‘ereb sabbãty, Mt 27, 62 presupone la misma fecha (xfj òè èrcaúpvov... pexà JtaçaoxEufiv), por­ que lo de apostar una guardia para que vigilara el sepulcro (vv. 63 ss) fue una decisión que se tomó después de dar sepultura a Jesús (w. 59s), y que, por tanto, se llevó a cabo en el Día de la Preparación. Asimismo, en Jn 19, 31 se senala como fecha de la muerte de Jesús el Día de la Preparación dei sábado ( ejieI JtaQaoxeufi f|v, iv a pq petvri Ejxlxon oxanQoú xà ocúpaxa ev xm oappáxo); a los cru­ cificados hubo que quebrarles Ias piemas, pa­ ra que los cadáveres pudieran ser descolgados de la cruz antes de la noche dei sábado (cf. Dt 21, 22s; también Sal 33, 21 LXX). Pero, en Juan, ese Día de la Preparación (= viemes) para el sábado se considera, al fnismo tiempo (en contraste con los Sinópticos), como Día de la Preparación para la fiesta de la Pascua (14 de Nisán): 19, 14: f)v ôè jtaçaoxEUT) xoú jtáo x a (en hebreo: ‘ereb pesah ; cf. también 18, 28), de tal manera que -según el cuarto Evangelio- la muerte de Jesús coincidió con el sacrificio de los corderos pascuales en el templo. En textos cristianos primitivos, se usa igualmente el término jtaçaoxEufi para referirse al viemes, MartPol 7, 1; Did 8, 1 (como día de la muerte de Jesús es, al mismo tiempo, día de ayuno). Billerbeck II, 829ss; Bauer, Wõrterbuch, s.v.\ BHH III, 1625s; R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° (KEK), 504 nota 3; 514 nota 5; 524 nota 5; ThWNT VII, 1-35; VTB 576s; DTNTIH, 404s. n i a ^ a a T a t i ç , lò o ç , q parastatis ayudadora En Rom 16, 2 v.l. dícese de Febe (en lugar de JtQOOxáxLç).

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n :a 0 at£ÍV fi) parateinõ prolongar, extender* En Hech 20, 7 dícese de Pablo que, en Tróade (v. 6), a la caída de la tarde, «se extendió hablando hasta la medianoche» (jtaQÉXEivév XE xòv kóyov). 7CaQaTl]QE(0 paratêreõ observar atenta­ mente, contemplar, vigilar* En el NT el verbo aparece 6 veces: en voz activa, en Mc 3, 2, dícese de los adversários de Jesús que le espiaban / observaban atenta­ mente (jtapsxTiQouv aúxóv); la voz media se usa con el mismo sentido en Lc 6, 7 (n;aQEXqQonvxo ôè anxóv) y en 14, 1 (rjoav itap axqgoúpEVOi aúxóv); en sentido absoluto: jraQaxqgfioavXEç âJiéoxEikav Ey^ah-Éxonç, «enviaron espias para atraparle en alguna ocasión / para acecharle, Lc 20, 20 (v.l. àitoXCOpfiaavxEç, cf. también ThWNT VIII, 147 nota 3); en el sentido de vigilar, Hech 9, 24 (jtapexqQonvxo ôè x a l xàç jtúXaç); obser­ var, guardar, en Gál 4, 10 (qpéçaç itapaxqQEioh-E x a l pfjvaç x a l xaipoúç x a l èvianxoúç) dícese de la recaída de los gálatas en la observância de un calendário (ijudío?) de fiestas y, con ello, de una nueva esclavización bajo los órdenes y poderes de este mundo (cf. una expresión parecida, acerca de la obser­ vância cultuai, en Josefo, Ap II, 282; Ant IH, 91; XIV, 264; xonç xaiQoúç, en Filodemo el Filósofo, I I eqí OLXOvopíaç XVII, lOs; cf. también ThWNT VIII, 147s, donde se supone que se trata de una angustiada observación de los dias faustos e infaustos [bibl.]; cf. además Rom 14, 5; Col 2, 16). A. Strobel: ZNW 49 (1958) 157-196, especialmente 163ss; ThWNT V ni, 146-148; BlalJ-Debmnner § 316 nota 3; DTNT l, 392s. 3 ta Q a T lÍQ i|a iç , eoíç , paratêrSsis ob­ servación* Según Lc 17, 20, Jesús rechaza como inadecuada la pregunta de los fariseos acerca de la fecha de la llegada dei reino de Dios: onx ÊQXExat T| PaoiAsía xoü 'Ôeoü paxà Jtaga-

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jiagaxTÍQiioiç - 3taeaxei[iátco

TTjQriaecoç, «el reino de Dios no viene de tal manera que su presencia pueda ser observa­ da (por signos externos)». El sustantivo jtapaxriQTiaiç, que no aparece en la LXX, puede emplearse también en el sentido de «observación» científica (Sexto Empírico, Math 1 ,153) y especialmente de «observación» astronômi­ ca (Diodoro Sículo I, 9, 6; Clemente de Alejandría, Strom I, 135, 2 y passim) y puede tener el sentido general de hacer observaciones críticas (Orígenes, Orat III, 1) y también el de observar leyes y normas (Josefo, Ânt VIII, 96). En Lc 17, 20 no se trataria tanto de la idea de calcular anticipadamente una fecha, sino más bien de la opinión (de los fariseos) de que la llegada y la presencia dei reino de Dios debían hacerse patentes mediante fenô­ menos claramente reconocibles. La respuesta de Jesús es que el reino de Dios puede experimentarse sôlo como una realidad que hace sentir sus efectos en el presente, pero no pue­ de constatarse como una cosa que esté ahí o que llegue inevitablemente (->■ èvxóç 2). Bauer, Wõrterbuch, í .v.; A. Strobel: ZNW 49 (1958) 157-196; Id.; ZNW 51 (1960) 133s; ThWNT V in, 148-151 (bibl.); G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II (OTK), a pro­ pósito de 17, 20s (bibl.); DTNT I, 392s. H. Balz 7CaQaTÍ'd'tmi paratithêmi proponer, presentar; colocar al lado de; en voz media: entregar, confiar; exponer ^ JtapaíhíxT) (2). JtttQatvyXCfVtO paratygchanõ hallarse por casualidad, estar presente a la sazón* Según Hech 17, 17, Pablo hablaba diaria­ mente en la plaza de Atenas a los que a la sa­ zón se hallaban presentes (jtQÒç xotiç Jiapaxuyxóvovxaç); cf. Josefo, Ant II, 226. J ia jia v T Íx a parautika (adv.) en el instan­ te, al momento* En 2 Cor 4, 17, el advérbio acompanado de artículo se usa en sentido adjetival; xò yà ç

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rtapauxíxa eLacjppov xfjç •&XÍ\1)ecoç, «porque el peso ligero y (sólo) momentâneo de nuestra tribulación» (con el matiz de «pasajero», cf. JTQÓoxaipa en el v. 18); cf. R. Bultmann, Der zweite Briefan die Korinther (KEK), sub loco. TiaQatpéQU parapherõ hacer que pase, apartar, quitar* En el NT el verbo aparece 4 veces: la voz activa se encuentra únicamente en el sentido figurado de quitar / hacer que pase, Mc 14, 36 par. Lc 22, 42 (jtaQÉVEYxe xoüxo xò Jtoxf|Qiov àjx’ èpoõ); en voz pasiva, ser empujado lejos en Jds 12 («nubes sin agua, llevadas lejos por vientos tempestuosos»); en sen­ tido figurado en Heb 13, 9: «jno os dejéis arrastrar/ seducirl (pq JtaQaqpÉQeaDe')»; cf. 2 Pe 2, 17. Spicq, Notes II, 666s. JiaçatpQOVÉtO paraphroneõ estar loco, comportarse de manera absurda* Según 2 Cor 11, 23, Pablo -como quien ha perdido el juicio- afirma su superioridad so­ bre sus adversários: jtaQacpQovcõv XaXcõ (cf. èv àcpQooúvq XéYot, v. 21).

naQaq^çovía, aç,

paraphronia locura, insensatez* En 2 Pe 2, 16 se habla de la insensatez de Balaán (q xoõ JXQoqjqxou JtapacpQovía) que queria maldecir al pueblo de Dios (cf. Núm 22, 22ss).

:7tagaq)gOOl)Vtl, t|Ç, n paraphrosynê lo­ cura, demencia* 2 Pe 2, 16 v.l. en lugar de -> Jiapaqppovía. n : a Q a /e i ^ á ^ ( o paracheim azõ invernar, pasar el inviemo* En el NT el verbo aparece 4 veces: en Hech 27, 12 y 28, 11 dícese de naves que pasan el inviemo atracadas en un puerto. Según 1 Cor 16, 6, Pablo, en su viaje, desearía quedarse tal vez con los corintios o «pasar incluso con ellos el inviemo»', según Tit 3, 12, «Pablo» decidió pasar el inviemo en Nicópolis.

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jtaQa5(Ei.!J.aoia - n:aQei(j,i

JtOCQOCXClM^CCffia, aç, paracheimasia invemada* En Hech 27, 12 dícese que el puerto KaA,o'i ÀifxévEÇ (v. 8) «no era apropiado para pasar el invierno» ( à v e Ú ^ E T O Ç ... JtQÒÇ 310QO^Eipaoiav). TtOCQaXQÚO^ai parachraomai usar indebidamente, abusar En sentido absoluto, JtaQaxQtúpeYoi en 1 Cor 7, 31 L en lugar de xoTOXQCÓpEVOL 7taQaXQfÍM'(>^ parachrêm a (adv.) al mo­ mento, al instante, inmediatamente* En el NT el advérbio aparece 18 veces; además de hallarse en Mt 21, 19.20, se encuentra sólo en Lucas (Evagelio de Lucas 10 veces, Hechos 6 veces). En 15 pasajes JtoQOXQfjpo (literalmente, jtoqò tò XQt)po, «durante el suceso / en el acto») se encuentra en relatos de milagros (curaciones: Lc 1, 64; 4, 39; 5, 25; 8, 44.47.55; 13, 13; 18, 43; Hech 3, 7; milagros para castigo: Mt 21, 19s; Hech 5, 10; 12, 23; 13, 11; milagros de apertura de puertas; Hech 16, 26) con el fin de senalar que el milagro o la curación se produce al instante. Por lo demás, el advérbio se encuentra en Lc 19, 11: sin dilación / inmediatamente; 22, 60: en el mismo instante; Hech 16, 33: al instante. L. Rydbeck, Fachprosa, vermeintliche Vokssprache undN TiSG U 5), Uppsala 1967, 167-176; BlaB-Debrunner § 102 nota 2. euOijç (3). J ia g ô a iu iç , etoç, pardalis pantera, leo­ pardo* En Ap 13, 2 en la descripción de la bestia apocalíptica, que «se parecia a una pantera» (ôpoiov jtapôóXEi); cf. Dan 7 ,6. K. Hanhart; NTS 27 (1980-1981) 576-583. ItOtQCÔQCVai paredreuõ s e r v i r , a t e n d e r (constantemente)* En 1 Cor 9, 13 el verbo se usa para designar a los que desempenaban un servido junto al altar (oí xrô O-uoiaoTqpítp JtaçeÔQEÚovxEç,

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junto a ol xà íegà ÈQY<x^óp,EVOi), es decir, a los sacerdotes que en el templo prestaban servicio junto al altar de los holocaustos y a quienes se les hacía partícipes de Ias ofrendas (cf. Núm 18, 8ss; Dt 18, Iss; -> ^ a i a a x f |Qiov 3). Esta expresión cultuai aparece también en Diodoro Sículo IV, 3, 3; SIG 695.27, pero no se encuentra en la LXX. J ia g e íô o v pareidon no haber tenido en

cuenta Aoristo segundo de -> jtaQOQÓa). TláQ El^i pareimi estar presente, haber venido / llegado* 1. Aparición en el NT - 2. De personas - a) «estar ahí / estar presente» - b) «haber venido / llegado» - 3. De cosas. Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; A. Oepke, jtapot)oía, jDÚpEipi, en ThWNT V, 855-869.

1. En el NT, el verbo jtáQEipi, dei que se deriva n aq o u a ía , aparece en 24 pasajes, que se distribuyen entre diversos escritos sin nada que llame especialmente la atención. El verbo está ausente, por ejemplo, en Marcos, Romanos, Efesios, Ias Pastorales, Santiago y Ias Cartas de Juan. El empleo dei verbo se concentra en Hechos (5 veces) y 2 Cor 10-13 (5 veces). En Pablo aparece en total 9 veces. 2. De personas: en conjunto, 18 de los pa­ sajes dei NT en que aparece el verbo jtáQEtpi se refieren a la presencia de personas; entre esos pasajes se encuentran todos los que se hallan en Lucas/Hechos y en Pablo. a) En el sentido de estar presente / estar allt, 3tápEi|xi aparece en los siguientes pasa­ jes: Jn 11, 28 (ó ôiSáoxaLoç); Hech 10, 33 (x|pEíç); 24, 19 (è3ti oon tcagEivat). En Pablo aparece casi siempre el participio Jtapcóv: 2 Cor 10, 2; 11, 9, con el opuesto àttcóv en 1 Cor 5, 3a.b; 2 Cor 10, 11 (en plural); 13, 2.10. En Gál 4, 18.20 Pablo se refiere a su propia presencia, usando para ello el infinitivo (èv xm jtaQEÍvaí ps 3tQÒç ú p ãç o bien fí0'ekov

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JtaQ£l(lL - JtaQElOEQXOfiai

òè itaçeivai jtQÒç ■ôp.ãç ãgxL). En Ap 17, 8 el ángel de la revelación dice: «La bestia (-> •&TIQLOV) que viste era y no es, y está para su­ bir (de nuevo) dei abismo... Y los moradores de la tierra... se asombrarán al ver a la bestia que era y no es, y que (de nuevo) estará pre­ sente (JtaQÉOTai, en tiempo fumro)». b) El presente jtáQEip.L tiene a veces senti­ do de perfecto, haber Regado: Mt 26, 50 (a diferencia de Macos; seguramente no debe entenderse como oración interrogativa, sino como una frase elíptica: «Amigo, a lo que has venido, (jhazlo!)», cf., a propósito, F. Rehkopf; ZNW 52 (1961) 109-115; W. Eltester, en FS CuUmann 1962, 70-91. El presente con sentido de perfecto se encuentra también en Hech 10, 21; 17, 6; Lc 11, 6 D. - El imperfecto JtaQfjoav, en Lc 13, 1 y Hech 12, 20, puede traducirse por habían Regado.

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Biblia, y en el NT se halla atestiguado única­ mente en Gál 2, 4, donde se dice de «falsos hermanos que se han infiltrado» (jta ç e ío a x to i tJJEnôáÔEXtpoi) y que, en contra dei Evangelio paulino, exigían a los cristianos gentiles la circuncisión (cf. jtaQEtoqX.flov, v. 4b; Hech 15, Iss; también 2 Pe 2, 1). Hesiquio, Focio Lex y Suidas interpretan jta Q E Ío a «to ç en el sentido de à?iÀ,ótQLOÇ. Bauer, Wôrterbuch, s.v. (bibl.); F. MuBner, Der Galaterb rie f (HThK), sub loco (bibl.); ThWNT V, 822-824.

JtaQ E iaôvoi pareisdyõ penetrar solapada­ mente, infiltrarse* En Jds 4 en una advertência contra los in­ trusos en Ias comunidades, los cuales hace ya mucho tiempo que han incurrido en la condenación definitiva: JiaQEioéônoav yÓQ tivEç ãv&Qcojtoi (según el contexto se trata segura­ 3. En unos cuantos pasajes jtápEL[U tiene mente de libertinos). La forma de aoristo de la como sujeto a cosas: Jn 7, 6: xaiQÓç («Mi voz activa puede derivarse de la primera pertiempo no ha Regado todavia»); Col 1, 6: ensona dei singular dei aoristo primero -eônoa «YYÉXiov (Ton jtaçóvToç eíç np,ãç, «...que (dei presente -ôúco) o dei aoristo segundo ha Regado a vosotros»). Aqui habrá que tener EÔuv (dei presente -ôúvco). La v.l. -èôúqoav en cuenta también Ias expresiones de Heb 12, (B C) es aoristo segundo de la voz pasiva y 11 (jtpòg tò Jtaçóv, «en el momento presen­ tiene el mismo significado intransitivo; cf. te»); 13, 5 (tò JiaQÓvta, «lo que está presen­ BlaB-Debrunner § 76, 3 con la nota 4; 101, te, los bienes que tenéis»); 2 Pe 1, 9 (cb pq 19. Fuera dei NT el verbo aparece casi siemJtáQEOTiv t a n t a , «en quien no están presen­ pre en voz media. tes estas cosas [a saber. Ias virtudes, cf. los vv. 5-7]»); 1, 12 (q JtaQonoa ãX-fideta, «la verdad presente [en vosotros]». 7iaQ£l(TÉQXOM'<^l' pareiserchom ai entrar por un lado, deslizarse entre, infiltrarse* G. Schneider En Gál 2 ,4 , junto a JtaQEÍoaxxoç, dícese de los «falsos hermanos que se han introre açe ia áY * » pareisagõ introducir, hacer ducido subrepticiamente / se han infiltrado entrar solapadamente* (jtaQEUjqkB^ov)», refiriéndose probablemente En 2 Pe 2, 1 en la advertência contra los fal­ a judeocristianos radicales que se alzaron en sos maestros, «que introducirán (encubiertaAntioquía (cf. Hech 15, Iss), y seguramente mente) herejías destructoras» (jtapeioá^ontambién en la asamblea de Jerusalén y en Ias oiv atQEOEtç aitcoXeíaç); cf. Jds 4; Eusebio, comunidades de Galacia, en contra dei menHistEccl IV, 22, 5. ThWNT V, 822-824. saje paulino de la libertad (cf. J. Becker, Der Briefan die Galater [NTD 8], sub loco). JiaQEÍflrctJíTOÇ, 2 pareisaktos deslizado Según Rom 5, 20, en la antítesis entre Adán encubiertamente* y Cristo (vv. 12-18), la ley no tiene función El adjetivo verbal, derivado de —> ■jtaQEioásalvífica independiente, sino que, como una Yto, se encuentra muy raras veces fuera de la entidad que entró en el mundo «después de»

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jtaQEioégxojJiai - itageixPoJ^rj

Adán y «antes de» Cristo, seguia estando dei lado de Adán, dei pecado y de la muerte: vópoç ôÈ TcaçEiofjXtlev, «pero la ley se introdujo / se anadió». No se acentúa que la ley fuese una «adición injustificada», sino que fue una «entidad intermedia», temporal y objeti­ vamente necesaria, que tenía la función de preparar definitivamente el camino dei mun­ do, desde Adán y el pecado, hasta la gracia en Cristo; cf. E. Kâseraann, An die Rõmer^ (HNT), sub loco (bibl.); E. Jüngel: ZThK 60 (1963) 145-172, especialmente 159s y 169ss: «Con ello la ley demuestra ser una reglamentación provisional entre Adán y Cristo, que era teologicamente necesaria para la corres­ pondência entre Adán y Cristo» (17Is); U. Wilckens, La Carla a los Romanos I, Salamanca ^1997, sub loco (bibl.); ThWNT II, 680. H. Balz JtaçeiatjpEQCO pareispherõ aportar* En 2 Pe 1, 5 en un contexto parenético: ojtouôfjv jtâo av JiaQeiaEVÉYxavxEÇ, «apor­ tando (vosotros) todo el ceio / haciendo todo lo posible»; expresión muy difundida en la Koiné, cf. OGIS E, 438, 5ss; SIG II, 656, 14; 667,10; 694, 16; Josefo, AntXX, 204. Spicq, Notes II, 668. JtagexT Ó ç parektos (adv.) aparte, fuera* 1. Como advérbio sustantivado, xà Jtapsxxóç (BlaB-Debrunner § 266 nota la) designa en 2 Cor 11, 28 «lo que queda fuera (es decir, lo no mencionado)». La lítotes X®Q'-Ç jraQExxóç interrumpe la serie de tribulaciones mencionadas en el v. 27 y acentúa -a mo­ do de paralipsis (o preterición)- los dos anacolutos siguientes como clímax final (cf. en nuestra lengua: «por no mencionar»), cf. J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narrenrede» (BBB 52), Kõln-Bonn 1978, 264270. 2. Como preposición impropia que rige ge­ nitivo (BlaB-Debrunner § 216, 2 con la nota 7): fuera de / excepto, Mt 5, 32; Hech 26, 29.

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La denominada cláusula de adultério o fomicación, jtaQ E x x ò ç kÓYOu jto p v E Ía ç , en Mt 5, 32 (en 19, 9 v.l. por |xti èjti JtogvEÍg), «ex­ cepto en caso de fomicación», es de origen judeocristiano y lleva el sello de la casuística rabínica; cf. B. Schaller, en FS Jeremias 1970,226-238, especialmente lap. 237; sobre Ias actuales controvérsias acerca de esta cuestión, cf. H. Baltensweiler, Die Ehe im NT (AthANT 52), Zürich-Stuttgart 1967, 59-72, 87-102; A. Sand: MThZ 20 (1969) 118-129; G. Schneider; TThZ 80 (1971) 78-83; E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthãus^ (NTD), sub loco', G. Strecker: ZNW 69 (1978) 52-56; jtoQveía (3). La comprensión de JiaQEXXÓç y pií en el sentido de excluir -sobre la interpretación en el sentido de incluir cf., en­ tre otros, A. Ott, Die Ehescheidung im Matthãusevangelium, Würzburg 1933; K. Berger, Die Gesetzesauslegung Jesu (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 562 nota 1 (bibl.)no requiere ya ulterior discusión, ni siquiera entre los exegetas católicos, cf. P. Hoffmann, Las palabras de Jesús sobre el divorcio y su interpretación en la tradición neotestamentaria: Concilium 55 (1970) 210-225. R. Bergmeier parem ballo levantar, eri­ gir* En Lc 19,43 como tecnicismo militar; «Tus enemigos levantarán un muro contra ti (jtaQEpPaXoüaLV... ooí)»; v.l. jceQi|3aPakoüoiv A B Koiné y otros; èju|3akoúoiv G y otros; Pakoüaiv D; es frecuente en la LXX como tecnicismo: «acampar», por ejemplo en Gén 33, 18; Jue 6, 33; «asediar» (2 Re 12, 28; Jer 27,29; cf. además Is 29, 3; Ez 4 ,2; 26, 8). 7taQ E IipoX t|, fijç, parem bolê campamento, cuartel; línea de combate, ejército* En el NT el término aparece 10 veces, siempre como tecnicismo militar: en Hechos siempre en la expresión eI ç xfiv jtaQ ep (3 o k f|v para designar el cuartel romano en la Torre

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jiapE|j,po?aí - jtaQEJiíÔTiixoç

Antonia en Jerasalén: 21, 34.37; 22, 24; 23, 10.16.32; por lo demás, jtaçep,poXT| designa casi siempre un campamento (fortificado), por ejemplo, en la expresión è^co tfjç JiaQep,Po^fjç, que se refiere al campamento de los israelitas, Ex 29, 14; 33, 7; Lev 4, 12.21 y passirrr, la misma expresión la encontramos en Heb 13, 11 (cita de Lev 16, 27) para referirse a la carne de los animales inmolados en el sacrifício expiatório offecido en el Día de la Reconciliación; carne que se quemaba «fuera dei campamento»', este acto se pone en relación con la muerte de Jesus fuera de la ciudad (v. 12). Por esta razón, los ministros dei antiguo pacto no tienen derecho alguno a participar en la salvación comunicada (v. 10) por medio de la muerte en la cruz (^sacramentalmente en la comida de comunión?), mientras que los creyentes «salen dei campa­ mento» para dirigirse al Crucificado como ba­ cia aquel que fue expulsado (è^eQ^cópEOa JtQÒç auTÒv e| cü Tfjç jtapepPoXfjç), 13, 13 (cf. Lev 24, 14; Núm 15, 35ss), porque ellos tampoco tienen aqui «ciudad permanente», si­ no que buscan la ciudad que está por venir (v. 14); cf. también 1 Ciem 4, 11; Filón, Gig 54. La expresión jtaQEpPoXf) tcóv áyícov (Ap 20, 9) está influída también por el AT y se refiere al ataque escatológico de Ias naciones contra «el campamento de los santos y la ciudad amada» (cf. Jer 12, 7; Sal 78, 68; Ez 39, 6). En Heb 11, 34 el término aparece con el sig­ nificado de línea de combate / ejército: JtaQEpPoX.a'i... àX,XoTQÍCDV, «ejércitos de nacio­ nes extranjeras» (cf. sobre el significado Jue 4, 16; 8, 11; y sobre el tema, 7, 7s; 2 Re 19, 6ss y passim). BHH II, 1041s; D. Lübrmann: ZNW 69 (1978) 178-186. H. Balz JtaçEVOjjXéo) parenochleõ im poner una carga (adicional), causar (más) dificultades* Según Hecb 15, 19, Santiago «no quiere imponer una carga (adicional)» (a saber, la circuncisión y la observância de la ley) a los gentiles que se convierten a Dios; cf. los w .

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lOs; el prefijo irapa- refuerza el sentido dei verbo èvoxÀéco y acentua el matiz de algo adicional, cf. Passow II/l, s.v.; otro es el pare­ cer de E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. JiaQ e JIÍô tm o ç, 2 parepidêmos el que re­ side como extranjero entre otras personas; sustantivado: (el) extranjero* En el NT el adjetivo aparece 3 veces y siempre en sentido sustantivado, para referuse a los creyentes, que se ballan meramente de trânsito en el mundo y no tienen en él su verdadera patria: en Heb 11, 13 bailamos la ex­ presión ÇÉvoi x a l jtaQEJtíóqpoi... èjtl T fjç Yfjç, «forasteros y extranjeras en la tierra», (cf. Gén 23, 4; también 1 Crón 29, 15); desig­ na primeramente a Abrabán y a los suyos, que vivían como extranjeros en el país, y fundamentalménte expresa su condición de transeúntes que anbelan la verdadera patria celestial (Heb 11, 14-16; cf. también Sal 38, 13 LXX). En 1 Pe 1, 1 se dirige la palabra a Ias comuni­ dades, llamándolas èx)i,8XTOL jtaQEJtíôqpoi ôtaojtOQãç, es decir, personas que viven en el mundo pero separados de él en virtud de la elección divina, y que al mismo tiempo residen como extranjeros formando parte de la actual «dispersión» (o «diáspora»), En ambos pasajes JtaQEJtíÔT]p,oç se usa en sentido figu­ rado y se refiere al aislamiento en que viven Ias comunidades, y a su distancia crítica con respecto al mundo (cf. además 1, 17; Flp 3, 20; Sant 1, 1; también 4 Esd 8, 39; 14, 13s). Según 1 Pe 2, 11, los creyentes, como jtúqoi>tOL x a l JiaQETCÍÔTiiiot, «forasteros y extranje­ ros»» (cita de Gén 23, 4; cf. Sal 38, 13 LXX), no deben tener ya nada en común con Ias EJuUupíai de este mundo; también aqui se usa el término en sentido figurado, careciendo de importância la distinción entre JtapEJtíÔTipoç (extranjero que no goza de derecbos de ciudadanía ni de derecbos de bospitalidad [= residência legal] en el país) y ->■ jrÓQOixoç («extranjero / forastero» que reside permanenteraente en el país). TbWNT II, 63s; BHH I, 498s; Jobn H. Elliott, Un hogar para los

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JiaeEJtíÔT|(XOÇ - 3iaQÉ0XO[i«l'

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sado el ay uno (es decir, el tiempo de ayunar). En Mc 14, 35 Jesús ora suplicando que pase la hora (como tiempo de aflicción); el verbo aqui adquiere ya sentido teológico. Lo mismo sucede cuando Pablo, en 2 Cor 5, 17, afirma que lo antiguo (xà àpxcita, entendida la expresión no en sentido temporal sino en senti­ do cuaütativo) ha pasado: «Lo viejo, àpxriíot, compendia todo lo que queda bajo el viejo H. Balz eón» (R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 159). De manera parecida, 1 Pe 4, 3 habla dei tiempo pasado, dei tiempo JiaQÉQXOpiai parerchomai llegarse a, paque precedió a la conversión de los cristianos, sar delante (pasar de largo), pasar (trascuun tiempo que estuvo marcado por el desenrrir), pasar (desaparecer)* freno. Dícese que el rico pasa como la flor de BibL: I. Broer, F r e ih e it v o m G e s e tz u n d R a d ik a lis ie la hierba: Sant 1, 10; cf. Is 40, 6 y passim. r u n g d e s G e s e tz e s (SBS 98), Stuttgart 1980 (bibliogra­ Hay también una designación de tiempo en fia sobre Mt 5, 18); W. Mundle, 60xop«i, en DTNT IV, 318-322; J. Schneider, reapéQxojrai, en ThWNT los enunciados apocalípticos; Esta generación II, 679s; D. P. Sênior, T h e P a s s io n N a r r a tiv e A c c o r (Mc 13, 30 par. Mt 24, 34 / Lc 21, 32), al d in g to M a tth e w (BEThL39), Louvam 1975, 100-119; igual que el delo y la tierra (Mc 13, 31 par. paramás bibliografia, cf. ThWNTX, 1086. Mt 24, 35 / Lc 21, 33, dos veces en cada 1. a) En el NT jraQÉQXoiicti aparece 30 ve- ejemplo) pasarán-, en cambio. Ias palabras de Jesús ciertamente no (ou pf|) pasarán (Mc ces, 23 de ellas en los Sinópticos. Si se inclu13, 31 par. Mt 24, 35 / Lc 21, 33, dos veces en yen los dos (o tres) testimonios de Hechos en cada ejemplo). La referencia apocalíptica que esta rama de la tradición (Hech 24, 7 es una se hace al futuro en 2 Pe 3, 10 tiene también adición insertada como «invectiva contra Liprimeramente sentido temporal, aunque con sias»; H. Conzelmann, Die Apóstelgeschichte la referencia al «día dei Senor» se abandona erklãrf' [HNT], 141), entonces hay otros 4 el aspecto meramente temporal. testimonios más en la literatura epistolar dei NT: 2 Cor 5, 17; Sant 1, 10; 1 Pe 4, 3; 2 Pe 3, 2. Tiene relevância teológica el pasaje de 10. El significado primário es local: pasar de­ Lc 11, 42, cuando se reprocha a los fariseos lante, pasar al lado de. Jesús pasa por delan­ que pasen de largo, es decir, hagan caso omite de sus discípulos (Mc 6, 48) o pasa por so de la justicia y dei amor de Dios, tomando donde estaba el ciego de Jericó (Lc 18, 37); como pretexto una observância escrupulosa Pablo y Timoteo pasan por Misia (Hech 16, dei diezmo para sustraerse así a lo que Dios 8, en participio); nadie se atreve a pasar por quiere. En Lc 15, 29 el hijo mayor puede conun camino en el que salen al encuentro dos fesar al padre que nunca ha pasado de largo endemoniados (Mt 8, 28). El sentido de lle­ por ninguno de sus mandamientos, es decir, garse a aparece en Lc 12, 37; el participio in­ que nunca los ha desobedecido. terpreta la acción de venir a servir, y no signi­ En Mt 26, 36-42 Jesús ruega por tres veces fica «pasar al lado de» (en contra de R. Pesch que pase de él la «tribulación»; por dos veces [ed.], Synoptisches Arbeitsbuch zum N T III, (vv. 39 y 42) se cita literalmente la petición, y Gütersloh 1980, 51). EI imperativo en Lc 17, la tercera vez (v. 44) se hace referencia a Ias 7 ordena al criado que venga. palabras citadas. La primera petición ruega b) El aspecto temporal se halla presente en expresamente que pase de él (imperativo de aoristo) la copa; la segunda petición dice así; Mt 14, 15: va pasando el tiempo, es decir, se «Si ésta no puede pasar...». La copa que, seva haciendo tarde. Según Hech 27, 9, ha pa-

que no tienen patria ni hogar Estúdio crítico social de la Carta primera de Pedro y de su situación y estratégia, Estella 1995; L. R Mercado, The Language o f Sojouming in the Abraham Midrash in Hebrews 11, 8-19, tesis Harvard University, Cambridge (Mass.) 1967; DTNTIII, 347s; L. Goppelt, Der erste Petrusfcne/(KEK), 79s; Spicq, m te s H, 669-672.

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jta Q E Q x o |ia i - JtaQTjYOQia

gún Mc 14, 36, se quiere que Dios aparte de Jesús, es para Mateo la copa que se quiere que Dios haga pasar de largo por Jesús. Mediante la repetición de Ias palabras en estilo directo, mediante la formulación negativa y la especificación dei conteiüdo de la frase relativa a la copa, y no menos mediante la aplicación a la totalidad dei sufrimiento (toüto), la segunda petición adquiere mayor intensidad, lo cual se expresa también por medio de Ias semejanzas verbales con la tercera petición dei Padrenuestro. En Mt 5, 18 (bis; cf. Lc 16, 17) se acentúa que la vigência de la ley continua «hasta que pasen el cielo y la tierra». El cielo y la tierra designan el eón presente, en el que la ley tiene vigência indisoluble. Por tanto, ocupa el primer plano «la vigência positiva e inquebrantable de la ley y no su esencial disolubilidad y su inminente disolución» (Broer, 44). A. Sand T táçeffiç, eo)Ç, paresis remisión, acto de dejar sin castigo, perdón* El sustantivo, que no aparece en la LXX, y que en los textos ajenos a la Biblia se emplea casi siempre en el sentido de «remisión» de deudas y dispensación de obligaciones (Fálaris, Ep. 81, 1; Dionisio de Halicamaso, AntRom VII, 37, 2), aparece en Rom 3, 2 en Ia expresión: JtáQEoiç xcõv... ápapTTijiáTCOv, y debe traducirse en este caso por «remisión / perdón de los pecados» (Vg: remissio), difí­ cilmente en el sentido de «dejar sin castigo / pasar por alto» (cf., a propósito, Plutarco, Comparatio Dionysii Bruti, 2). En contraste con el término más común âqJEOiç (-»^ CHpíqpi 1), JtáQEOiç acentuaria más intensamente el aspecto universal e histórico-salvífico de la remisión (cf. el término evS eiÇiç, empleado dos veces en Rom 3, 25s, cf. además U. Wilckens, La Carta a los romanos I, Salamanca ^1997, sub loco [bibl.]; en un sentido parecido, realzando el aspecto jurídico de la remisión, E. Kasemann, An die Rõmer* [HNT], sub loco [bibl.]. Se trata de la remi­ sión de todos los pecados cometidos antes de

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Cristo. ThWNT I, 506-509, sobre todo 508; J. M. Creed: JThS 41 (1940) 28-30; S. Lyonnet: VD 28 (1950) 282-287; Kümmel I, 260-270. parechõ conceder, preparar, ofrecer; en voz media: mostrarse a sí mismo, conceder* En el NT el verbo aparece 16 veces, cuatro de ellas en el Evangelio de Lucas, cinco en Hechos; en Pablo el verbo se encuentra única­ mente en Gál 6, 17 (Col 4, 1); no aparece en Ias Cartas Católicas ni en el Apocalipsis. El verbo se halla con la máxima frecuencia en la voz activa (12 veces) con el significado de conceder / mostrar: Jtícrav jtaQÉXtU, «con­ ceder / proporcionar \ma. acreditación, acredi­ tar», Hech 17, 31; JtaQéxto 'nouxíav, «mos­ trar calma / guardar silencio», 22, 2; JtaQÉxo) oú xqv xúxouoav cpiT.avOQtmtíav, «mostrar una hospitalidad excepcional», 28, 2; rcapéXm Jtávxa Jtkouoícoç, dícese de Dios, que «todo nos lo concede abundantemente», 1 Tim 6, 17; ofrecer / presentar: Jtapéxto xqv ãÀÀqv (oiayóva), Lc 6, 29; causar / origi­ nar: wójtouç jtaQÉxco, «causar moléstias, originar problemas / dificultades», Mt 26,10; Mc 14, 6; Lc 11, 7; Gál 6, 17; JtaQÉxtO xójtov, Lc 18, 5; ègyaoíav n:o7,A,T|v Jtagéxco, «proporcionar grandes ganancias», Hech 16, 16; èxÇqxfjOEtç iraQÉxco, «dar lugar a especulaciones», 1 Tim 1, 4. - La voz media tiene el significado de proporcionar / conceder: nagéxro o tx ôXíynv èQyaoíav, Hech 19,24; de la conducta de los «amos» con los esclavos: xò ôíxaiov x a l xfjv loóxTixa Jtagéxco, «conceder lo que es justo y equitativo», Col 4, 1; á^ióç èaxiv w JtagÉ^Ti xoüxo, él es digno de que le concedas esto», Lc 7, 4; osauxòv JtagExópEvoç xúitov, «mostrándote en todo como modelo», Tit 2, 7. Bauer, Wõrterbuch, S . V . : BlaB-Debranner § 316, 3 con la nota 4. J ta g iiY O g la , a ç , ■q p a r S g o r i a consuelo,

aliento* En Col 4, 11 dícese de los colaboradores de Pablo; èyevq^qoav poi JtagqYoçía, «ellos fueron aliento para mí».

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jtaQ-&evía - jtaQ'ftévoç

Jiaç^dEVÍa, a ç , parthenia virginidad* En Lc 2, 36 dícese que la profetisa Ana «había vivido siete anos con un hombre (es decir, había estado casada) desde / después de su virginidad (àjtò tfjç irapOsvíaç auxfjç)». JtttQdévOÇ, OU, (Ó) paríhenos virgen, muchacha (casadera); hombre «virgen»* 1. Aparición en el NT - 2. «Muchacha» - 3. Maria como virgen - 4. 1 Cor 7 - 5. 2 Cor 11, 2 - 6. Ap 14, 4. B ib l : R. A. Batey, N ew Testam ent N u p tia l Im agery, Leiden 1971; O. Becker, itapfl'Évoç, en DTNT III, 131s; G. Delling, itaQMvoç, en ThWNT V, 824-835; J. M. Ford, The M ea n in g o f 'V irgin’’. NTS 12 (19651966) 293-299; W. G. Kümmel, Verlobung un d H eira t b ei P a u lu s (I. K o r 7, 36 -3 8 ), en F S B ultm ann 1954, 275-295; L. Legrand, S a in t P a u l e t le célib a t, en J. Coppens (ed.), S a c erd o ce e t c é lib a t (BEThL 28), Gembloux 1971, 315-331; K. Niederwimmer, Z u r A n a lyse d e r a sketischen M otivation in 1 K o r 7: ThLZ 99 (1974) 241-248; H. M. Orlinsky, Virgin, en IDB SuppI. Vol. 939s; A. Schulz, 'Almã: BZ 23 (1935) 229241; R, H. A. Seboldt, S p iritual M a rria g e in the E arlv Church: CTM 30 (1959) 103-119,176-186; F. A. Strobel, Z u m V erstã n d n is vo n M t X X V 1-13: NovT 2 (1957) 199-227; G. I. Wenham, B^tülâh ‘A G irl o fM a rriageable A g e ’: VT 22 (1972) 326-348; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1217-1220-

1. En el NT itag^évoç aparece 15 veces; 6 veces en 1 Corintios, 4 en Mateo, 2 en Lucas y 1 vez en Hechos, en 2 Corintios y el Apocalipsis. El sustantivo abstracto jiag^&EVia, «virginidad», aparece únicamente en Lc 2, 36. 2. A veces el término jtagílévoç designa sencillamente a una muchacha casadera. Y, así, este sustantivo se encuentra en la parábo­ la de Ias diez «vírgenes» (jtag'&Évoi; Mt 25, 1.7.11) para referirse a Ias diez muchachas que aguardan la llegada dei esposo. Estas muchachas todavia no están casadas. Lo impor­ tante en la parábola no es, en sentido estricto, la «virginidad» de tales muchachas. De igual manera, según Hech 21, 9, Ias cuatro hijas de Felipe son jiag-S-évoL JtQoqpTiTEÚouaai, es decir, muchachas jóvenes en edad de casarse (quizás: vírgenes); se Ias menciona porque poseen el don de profecia.

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3. En Lc 1, 27, jtaQ'9'Évoç significa «vir­ gen» en sentido estricto (ditEiQOç àvÔQÓç, como la define Menandro). Se describe a Ma­ ria como «una virgen que estaba prometida a un hombre llamado José» (cf. 2, 5). Este es también el sentido de nagUÉvoç en Mt 1, 23, donde se aplica a Maria el texto de Is 7, 14 LXX ( f | TtaQdÉvoç èv Y a o x Q L e | el ) . La LXX había dado un sentido más estricto al término hebreo original 'almâ, de sentido más amplio, que significa una muchacha en edad de casarse, y lo había traducido por JtapOévoç. En es­ te sentido más estricto se aplica jtagdévoç a Maria. Ahora bien, los enunciados dei NT se refieren únicamente a la virginidad de Maria ante partum. 4. En 1 Cor 7 hay que distinguir entre el uso de JtagDévoç en los vv. 25-34 y el uso que se hace en los vv. 36-38. Los vv. 25, 28 y 34 hablan en sentido general de Jtagú-évoi: Pablo da un consejo personal, porque no tiene mandamiento dei Senor, evidentemente por­ que no conoce Mt 19, 10-12. Cuando Pablo utiliza el término itagUévog, se refiere al es­ tado de virginidad de hombres y mujeres no casados. El consejo ascético que él da para esas personas y para Ias personas casadas, dice asi: jQuédate como estás, en vista de la crisis presente! En 7, 34 Ias variantes textuales dificultan la interpretación dei versículo; sin embargo, la variante textual preferida especi­ fica a «la mujer no casada» como Jiagílévoç y como una persona que no se ve distraída dei servicio dei Senor. En estos versículos Jtag•Oévoç no tiene nada que ver con Ias personas de quienes se habla en 7, 2-5. Ahora bien, en 7, 36-38 Pablo utiliza J t a g ■ôÉvoç en sentido específico, que no obstante no aparece claro. Pablo se refiere claramente a una virgen, pero la relación de ésta con el hombre (xlç, õ ç , a ò x o ü ) depende de cómo se interprete ^ x )J té g a x [io ç (masculino o femenino), y depende además de cómo se entienda en concreto Y a p e í x u ) ( o a v ) y y a p á t o 2). Hay diversos intentos por interpre­ tar aqui Jtagi&évoç en el sentido de una «hija virgen», un «pupilo virgen», una «esposa o

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JiaQÔévoç - 3iaQÍcn:T)|ii,

prometida virginal» en un matrimônio espiri­ tual, o incluso como la virgo subintroducta de Ias comunidades monásticas de tiempos pos­ teriores (jeso seria evidentemente un anacro­ nismo!). La interpretación de itapUévoç que encaja mejor es la de «virgen prometida en matrimônio» o bien la de «esposa virginal». 5. En 2 Cor 11, 2 Pablo usa el término JtaQÜévoç en sentido figurado y colectivo pa­ ra referirse a los corintios, a quienes él pro­ clamo el evangelio para Cristo: «Os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura (êvl ãvôpl jtaQ'9'évov ctyvriv)», es decir, para presentaros a Cristo, que vendrá en la parusía. Ahora Pablo teme celosamente que los corin­ tios pudieran ser seducidos, es decir, que pudieran abandonar la dependencia que tienen de él en cuanto a la fe. 6. En sentido aún más intensamente meta­ fórico, en Ap 14, 4 se dice que los 144.000 se­ guidores redimidos dei Cordero son itagilÉvoi («virginales») que «no se contaminaron con mujeres», es decir, que no cayeron en el culto idolátrico (en el culto tributado al emperador). Aqui el NT refleja la idea veterotestamentaria de que practicar el culto idolátrico es caer en la «prostitución» (2 Re 9, 22; Ez 2, 11). En este contexto, JcapO-évoç es el concepto antitético de ^ nÓQvq (5) (Ap 17, 1,5. 15s). J. A. Fitzmyer n á ç 'd o ç , o tt, ó Parthos (gentilicio) par­ to* En Hech 2, 9, en la lista de los judios de la Diáspora que, en la fiesta de Pentecostés, se hallaban presentes y residían en Jerusalén (v. 5). Se menciona en primer lugar a los n á p ■&01 en la lista de un total de 14 nombres (que originalmente fueron 12). Los partos son probablemente el pueblo que vive más alejado en el oriente. Inmediatamente después de ellos se menciona a los Mfjôoi x a l ’E^ap,TTai. Los partos, desde el siglo II a.C., dominaban Mesopotamia y el Irán, y eran un enemigo temi­

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do en la frontera oriental dei Império Ro­ mano. Su reino fue destruido por los Sasánidas en el ano 227 p.C. BHH III, 1394s; Haag, Diccionario, 1451; Abadia de Maredsous, Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, 1180s; sobre la lista de pueblos, cf. H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf' (HNT), sub loco; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub lo­ co; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), sub loco. TtaçÍTiiiu pariemi omitir, descuidar; en voz pasiva: debilitarse, cansarse* Lc 11, 42: jroLfjaai... pf] tragelvai, «hacer... no omitir»; en voz pasiva en Heb 12, 12: t à ç JtaQsipévaç àvoQO-cooaTE, «jfortaleced de nuevo Ias manos debilitadasl» (cf. Eclo 2, 12; 25, 23; Is 35, 3). El significa­ do de «remitir» (cf. -»■ trágeaiç) falta en el NT (pero cf., por ejemplo, Eclo 23, 2; Josefo, Ant XV, 48). ThWNT I, 506s y 508. Jta Q ia T tm i, J ia g ia T a v w paristêmi, paristanõ llevar a la presencia; presentarse al lado, someter* B ib i: N. Baumert, Tãglich sterben un d auferstehen (StANT 34), München 1973, 284-299; H. Frankemõlle, D as T aufverstãndnis des P aulus (SBS 47), Stuttgart 1970; O. Kuss, C arta a los rom anos, Barcelona 1976, 83-97 (excursus: el bautismo); K. Munzer, jtaQÍaTripi, en DTNT I, 318s; B. Reicke-G. Bertram, jtaQÍaxnni, itagiaxávc), en ThWNT V, 835-840.

1. En los escritos dei NT el compuesto de —>■ íoTTipL se halla atestiguado 41 veces. Muestran cierta predilección por este verbo el libro de Hechos (13 testimonios) y la Carta a los Romanos (8). En los escritos tardios el verbo aparece sólo 5 veces (2 en Colosenses, 1 en Efesios, 2 en la Carta segunda a Timoteo). JtaptOTTipi, usado en la voz activa y en senti­ do transitivo, significa preparar, poner a disposición, y en sentido intransitivo, ponerse al lado, acercarse a alguien. En la voz media el verbo tiene el sentido de presentarse, someter, forzar. La amplia diversificación de significa­ dos en el griego profano continua también en

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jtaQiaxTi[xi

el NT, de tal manera que en cada caso hay que tener en cuenta el contexto. La forma de pre­ sente jtaQicrtávco, que predomina en los es­ critos dei NT, no se desarrolló sino en época tardia; en la LXX y en el griego no bíblico aparece bacia el siglo II a.C. (cf. Bauer, Wó'rterbuch, s.v.). 2. Los autores dei NT emplean primeramente el verbo en el sentido formado ya ante­ riormente en el griego profano. El Padre puede poner a disposición dei Hijo más de 12 legiones de ángeles; Mt 26,53; de manera pare­ cida Hech 23, 24: los soldados deben prepa­ rar cabalgaduras. Según Hech 24, 13, los judios no pueden aportar praebas contra Pablo. El significado de presentarse aparece en Hech 1, 3 y 9, 41: aquel que había estado muerto se presenta ahora como el que vive. El sentido intransitivo de llegarse (a alguien) se encuentra en 4, 26 (con intenciones hostiles, cf. Sal 2, 2 LXX); en 9, 39 (Ias vindas que 11oran), y en 27, 23 (un ángel de Dios). El verbo (frecuentemente sustantivado) significa estar al lado, estar presente, en Mc 15, 35.39; 14, 47.69.70; Lc 19, 24; Hech 1, 10; 4, 10; 23, 2.4; Jn 18, 22; 19, 26. Dícese qüe la cosecha está presente, es decir, que su tiempo ha llegado: Mc 4, 29. El significado de presentar, entregar, lo hallamos en Hech 23, 33; 27, 24. En Rom 16, 2 y 2 Tim 4, 17 JtaQÍoxTpi tiene el sentido de asistir, ayudar. 3. a) Todos los cristianos comparecerán {«serán puestos») ante el tribunal de Dios se­ gún Rom 14, 10 (v.l.: ante el tribunal de Cris­ to), porque Dios es el Soberano y Rey ante quien todo el mundo tiene que doblar sus rodillas (v. 11). El ángel Gabriel se'identifica a si mismo como quien está (en pie) en la pre­ sencia de Dios (Lc 1, 19; dificilmente como quien sirve a Dios, en contra de lo que piensa Reicke, 838); aqui vemos reflejada la idea ju ­ dia de que nadie está sentado en presencia de Dios: «Todas Ias criaturas tienen que estar en pie en la presencia de Dios» (Munzer, 318). El uso transitivo (y ya un sentido teológico) lo encontramos en Lc 2, 22: el nino es llevado

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a Jerusalén para ser presentado al Senor con­ forme a lo preceptuado en la ley mosaica; aunque no existia ninguna base legal que obligara a presentar al primogênito en el templo, el «verdadero énfasis» recae en el verbo JtaçioTTip,i (G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I [ÕTK], 71). b) Son teologicamente importantes los tex­ tos en los que JtaQtoxTipL tiene el sentido de hacer, crear, presentar. La humanidad separa­ da de Dios se convierte, es decir, «ei hecha» por la muerte de Cristo una comunidad santa (Col 1, 22); todo el que es perfecto en Cristo, es creado para él (1, 28). Así como Jesus se presentó ante los apóstoles como el que vive (Hech 1, 3; ->■ 2), así también Dios resucitará con Jesús a los creyentes y los presentará (an­ te su acatamiento): 2 Cor 4, 14. Según 2 Cor 11, 2 Pablo presentará a la comunidad como virgen pura ante Cristo (como quien hace en­ trega de una novia real: Sal 44 LXX). Cristo creó la comunidad en gloria: Ef 5, 27. Timoteo debe esforzarse por presentarse ante Dios como una persona probada: 2 Tim 2, 15. Por el contrario, la comida no es capaz de hacer que los creyentes sean recomendables ante Dios (1 Cor 8, 8): «Ninguna obra, ni siquiera la libertad practicada como una obra, es capaz de hacemos aceptables ante Dios» (H. Conzelmann. Der erste B rief an die KorintheP [KEK], 183). c) n:aeíoxTifii aparece cinco veces en el ca­ pítulo sexto de Romanos (vv. 13 [bis]. 16.19 [bis]). La consecuencia que dei bautismo se deduce para la conducta, dice así: Los miembros (xà |XÉ)cri) que antes se habían puesto a disposición de la impureza, tienen que ser puestos ahora (vv. 19 y 21) al servicio de la justicia. Al tiempo presente, en el v. 13 a, «que designa una permanência en el antiguo esta­ do», le corresponde el aoristo de imperativo en el v. 13b (cf. BlaB-Debrunner § 337) que exige una decisión (Kuss 95). Pablo exhorta «a los oyentes a la realización de la salvación recibida, a que se pongan al ‘servicio de la justicia’ (6, 13.16.18.19)» (Frankemõlle, 95). Depende de eada persona el que se ponga a sí misma a disposición dei poder maligno o dei

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jiaQ io T T iiii - j i a g o i x o ç

poder bueno (v. 16); ahora bien, el bautísmo significa una cesura tan importante en la vida de una persona, que ella tiene que poner aho­ ra sus miembros, es decir, tiene que ponerse a sí misma, al servido de la justicia (v. 19). El sentido de JtaQ ÍO T T]|xi incluye la libertad de la voluntad y de la decisión, de tal manera que el imperativo exige que la existência corporal, en el sentido más amplio, se presente ante Dios como sacrificio agradable (12, 1). Por tanto, el verbo senala un cambio en la exis­ tência humana mediante un cambio en la relación dei servicio. A. Sand ü a Q ^ E V ã ç , ã Parmenas Parmenas* Nombre (forma abreviada de flapiiEVÍÔTiç, IlaQpévoov u otro nombre parecido) de un miembro dei grupo de los «siete»: Hech 6, 5. Parmenas, como los demás miembros dei gru­ po (con excepción de Nicolás), era judeocristiano. Blafi-Debrunner § 125, 1 con la nota 3.

TtáQOÔOÇ, OX), 1^ parodos paso, trânsito*

Según 1 Cor 16, 7, Pablo quiere ver a los corintios «no sólo de paso (èv Jtagóôcp)», si­ no quizás pasar incluso el inviemo entre ellos (V. 6 ) .

n ;a ç o ix e o ) paroikeõ vivir al lado, vivir como extranjero, adoptar residência co­ mo extranjero* El verbo es un teenicismo en la LXX para designar a los extranjeros residentes, es decir, a los extranjeros que vivían en Israel sin tener derecho de ciudadanía (2 Re 4, 3), pero se aplicaba también a los israelitas que vivían en el extranjero (Gén 12, 10; 19, 9; Ex 6, 4; el término hebreo correspondiente es gür). A di­ ferencia dei -> 3taQe3TLÔíip.oç, que sólo se ha11a de paso en un lugar dei extranjero (es tran­ seunte), el —> ■ jtágoLXoç reside permanen­ temente entre los ciudadanos de pleno dere­ cho y goza de ciertos derechos (ThWNT V, 842ss).

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A partir de aqui hay que entender el texto de Heb 11, 9, según el cual Abrahán «residió como extranjero en la tierra de la promesa que era entonces para él tierra extrana (JtaQcóxpoev elç ãX.XoTQÍav)», pero habito sólo en tiendas, porque aguardaba aún la ciudad sólidamente cimentada (la Jerusalén celestial) (vv, 9b-10; cf. Gén 23,4; 26,3; Heb 11, 13 [-)■ itaçeitíÔTipog]). En Lc 24, 18 Cleofás pregunta; aí) [lóvoç itapouxelç I eqouoaX,r|p(;). Y su pregunta: o significa sencillamente, sin otro matiz, «habitar en Jerusalén» (cf. Tucídides I, 71, 2), o bien significa hallarse en la ciudad como extranjero {«^eres tú el único extranjero en Jerusalén [es decir, el úni­ co peregrino que acude a la fiesta] que no es­ tá enterado...?»). ThWNT V, 840-852; X, 1220 (bibl.); DTNT II, 163s. H. Balz niaQ O ixía, a ç , paroikia país extranjero, residência en el extranjero, condición de extranjero* En Hech 13, 17 se dice que Israel creció «durante su estancia en la tierra extrana de Egipto» (èv Tf) Jtapoixtg èv yi! AÍ yíijitou); cf. Ex 6, 1.6; Dt 5, 15; en sentido figurado dícese dei «tiempo en que se vive como extran­ jero (ó tfjç Jtagoixíaç XQÓvoç)», es decir, de la vida que está ligada todavia a este mundo, 1 Pe 1, 17; cf. 2 Ciem 5, 1; Filón, Conf 80. ThWNT V, 840-852; X, 1220 (bibl.); DTNT II, 163s; ->■ Jiagem ôppoç, ^ JtaQoixéco. JláQ O ixoç, 2 paroikos extranjero; sustantivado: extranjero, (extranjero) residente* El término aparece 4 veces en el NT, dos de ellas en sentido propio (LXX: traducción dei hebreo gèf) en el discurso de Esteban en Hech 7 (en 7, 6, como adjetivo que califica al ajtégpa de Abrahán como «residente en tie­ rra extrana», jtágoixov èv yÕ àXÀOTQÍg (cf. Gén 15, 13); en 7, 29, en sentido sustantivado, dícese de Moisés que, después de su huida de Egipto, fue rtágoixoç en Madián (cf. Ex 2, 15.22).

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jiáçoLXoç - n;ago[xoiáÇa)

En Ef 2, 19 el téraiino se aplica a cristianos gentiles bautizados, que ahora no son ya ^évoi x a l j t á Q o i K o i , sino o n p j t o À I x a L tcõv áYÍCúv x a i o l x e i o i toõ d e o õ («conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios»), Mientras que aqui la imagen dei extranjero o dei forastero residente (->■ j t a Q o i xÉ co) se aplica sorprendentemente a la condición, ya superada, que tuvieron los cristianos gentiles, que antes no pertenecían al pueblo de Dios, y con ello se concibe a la Iglesia, con la imagen de la comunidad de ciudadanos o de miembros de una misma familia, como una entidad unida que está reconciliada con Dios y que se halla completa en sí misma, vemos que la afirmación que se hace en 1 Pe 2, 11 de que los cristianos son j r á p o i x o i x a i JtapEJríÔTipoi en el mundo se atiene a la tradición, muy difundida también en otras partes dei NT, de que los creyentes viven en la condición escatológica de ser extranjeros (->• itageJTLÔTipoç, JC aQ O ix écü ). Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, 840-852; X, 1220 (bibl.); BHH I, 498s; DTNTII, 163s. H. Balz

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abiertas y comprensibles por los oyentes (jtaçgTioía... ànayy^Xií) nplv, 16, 25; vnv èv JxaQQXioía hxXElv, 16, 29). Es comparable la frase sinóptica de hablar èv naQapoX.aíç, Mc 4, 11 par. y passim (jtapaPoXfj no apare­ ce en el Evangelio de Juan), pero en este evangelio no se trata dei endurecimiento de los oyentes por hablárseles en el lenguaje ve­ lado de Ias parábolas, sino de poner de manifiesto la incapacidad para escuchar y comprender que tienen todos aquellos que no han participado todavia en el cambio decisivo aportado por la «hora» escatológica (cf. Jn 10, 24s; 11, 11-14). Para los discípulos esta hora de apertura comenzó con la fe (16, 2933), al principio todavia en medio de la incertidumbre y dei riesgo de la existência prepascual, pero luego, con la llegada dei Paráclito, con la certidumbre de la presencia dei Exaltado (16, 13ss). Bauer, Wõrterbuch, í.v. (bibl.); ThWNT V, 852-855; X, 1220 (bibl.); R. Bultmann, Das Evangeliutn des Johannes^° (KEK), sobre 16, 25; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980, sobre 16, 25. -> JxagpTiaía. H. Balz

Ttaçoi^ia, aç,

paroim ia provérbio, sentencia metafórica, palabras enigmáti­ cas* En el NT el sustantivo aparece 4 veces: en el sentido de provérbio (que puede citarse) se halla únicamente en 2 Pe 2, 22: xò xfjç àÀq■Ooüç jcagoipíaç («lo que dice el provérbio verdadero»; a continuación se citan Prov 26, 11 y otro provérbio muy difundido. Citas pa­ recidas, aunque sin hablarse de Jingoipia, se cncuentran en Lc 4, 23 (-> JtaQaPoXf) 2); Jn 4, 37; 1 Cor 15, 33; Tit 1, 12 y passim. En el Evangelio de Juan jxaQoipÁa aparece en Jn 10, 6 (xagoipíav )vé.yo3, referido a Ias palabras acerca dei «buen pastor»); en 16, 25 (bis) (èv jtagoipíaiç XaXéto); en 16, 29 (JtaQOipíav ÀéYU)) dícese de Ias palabras oscuras de Jesús, que de momento están todavia vela­ das (en imágenes, en hebreo mãsãl, cf. tam­ bién especialmente Eclo 47, 17), a Ias que seguirá alguna vez la «hora» de Ias palabras

JtttQ O ivoç, 2 paroinos ebrio, disoluto por la embriaguez; sustantivado; borracho* 1 Tim 3, 3; Tit 1, 7 en el catálogo de deberes dei dirigente de la comunidad (èjtúaxoJtoç): pf] JiágoLvov, «no dado a la bebida» (en ambos casos, junto a pq jtkqxxf|v). JlttQOÍXOfiai paroichomai irse, pasar (de­ saparecer)* Hech 14, 16: èv xaTç jcaQWxtlPÉvaiç ycveaiç, «en Ias generaciones pasadas / en los tiempos pasados» (cf. 15, 21). TCaQO^Olá^b) paromoiazõ ser (casi) igual, parecerse* Mt 23, 27 en los ayes pronunciados por Je­ sús contra los fariseos: «Os pareceis a sepul­ cros blanqueados» (jxaQopoiáÇexE, a dife­ rencia de Lc 11, 44: èoxè d)ç...).

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jiagojAoioç - jtagovaia

JtaQÓ^OlOÇ, 2 (3) paromoios (casi / bas­ tante) igual, parecido* Mc 7, 13: Jtal jtaQÓjioia xoiaijTa jtoX,X.à JtotelTE, «y hacéis muchas cosas (más) como ésa»; cf. 7, 8 v.l. Jla g o ^ v v to paroxynõ incitar; en voz pasiva: incitarse (hasta montar en cólera), excitarse* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva; en Hech 17, 16 dícese de Pablo: JtaQcn^úvEto TÒ Jtveüfia èv aúxõ), «su espíritu se excitaba/se indignaba en su interior»; dícese de la àyájtTi en 1 Cor 13, 5: ou jtapo^úvexai, «no se irrita» (a saber, «hasta el punto de montar en cólera», un significado que se ve con frecuencia en la LXX: Núm 14, 11; Dt 1, 34; Os 8, 5; Zac 10, 3). ThWNT V, 855s. JtaQ O ^tíO ^óç, oC, Ó paroxysmos estimulación, irritación, fuerte conflicto* En Hech 15, 39 se usa sensu maio: kyévEzo ôè JtapoÇuopóç, «se llegó a un gran conflic­ to (entre Pablo y Bemabé; cf., sobre el signi­ ficado, Dt 29, 27). Sin embargo, en Heb 10, 24, la frase jtapo^uopòg àyájrTiç nai naXmv ÊQycov, exige que el término se entienda en el buen sentido: «estimulación al amor y a Ias buenas obras», un sentido que, por lo demás, se halla atestiguado en el verbo Jtapo^úvfü (en la LXX aparece únicamente en Prov 6, 3; pero el término se encuentra también, por ejemplo, en Jenofonte, Mem 3, 13); cf. Vg: in provocationem caritatis. ThWNT V, 855s. itaQOQ ao) paroraõ no tener en cuenta, pasar por alto Hech 17, 30 D Vg JtaQOQáco (jcapiòcDv) en lugar de úitEpopám (cf. Sab 11, 23). JtapO Q yíÇ w parorgizõ encolerizar, provo­ car ira* En Rom 10, 19, con Dios como sujeto: èjt’ ÊhvEi àouvÉxcü naQOQji& upãç, «Os provo­

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cará a ira con un pueblo sin entendimiento» (cita de Dt 32, 21), como prueba de Escritura (junto a otras) que demuestra que Dios acepta a los E^hvq; una aceptación que se hace realidad en la misión entre los gentiles y que había sido anunciada ya por «Moisés» (v. 19a). Ef 6, 4: «)No provoqueis a ira a vuestros hijos!» ([tf] napoQYÍ^EXE); cf. Col 3, 21 v.l.

JiaQOQyiOflOÇ, ou, o parorgismos enojo, ira, provocación a la ira* Según Ef 4, 26, «vuestro enojo no dure más allá de la puesta dei sol (èjil [x(p] jtaQopy^opm úpmv)»; este sentido pasivo aparece tam­ bién en Jer 21, 5 LXX (jtapoQYiopòç péyaç juntamente con ■ftupóç y oQyr\). JtttQOtQDVCO patotrynõ incitar, instigar*

Según Hech 13, 50, los judios instigaron a mujeres temerosas de Dios y a otras personas prominentes en Antioquía (de Pisidia) en con­ tra de Pablo y de Bemabé (jtapróxQuvav).

JiaQOvaia, aç, tj parousia

presencia, ve-

nida, llegada* 1. El término ícaponoía - a) Aparición - b) Signifi­ cado - c) Origen dei tecnicismo - 2. La parusía de Cristo - a) La idea - b) La expectación - c) El contenido. B ibl.: J. Baumgarten, P aulus und die A pokalyptik, Neukirchen-Vluyn 1975; Bousset-GreBmann, 202, 301; G. Braumann, en DTNTIII, 299-303; Deifimann, L ic h t, 314-320; A. Feuillet, P a ro u sie , en DBS VI, 1331-1419; T. F. Glasson, T heophany a n d P arousia: NTS 34 (1988) 259-270; E. Grãfier, D a s P roblem d e r P arusieverzõgerung in den synopt. E va ngelien und in d e rA p g , Berlin ^1977; H. Greeven, K irche u n d P arusie Christi: KuD 10 (1964) 113-135; W. Hamisch, E sc h a to lo g isc h e E x is te m , Gôttingen 1973; E. Kâsemann, E in e A p o lo g ie d e r urchristl. E sch a to lo g ie, en Kasemann, Versuche I, 135-157; F. Laub, E schatologische V erkündigung und L ebensgestaltung nach P a u ­ lus, Regensburg 1973; D. M. Maxwell, The Sig n ificance o f the P arousia in the T heology o f P aul, Drew University, Madison, N. J„ 1968; A. L. Moore, The P arousia in the N T , Leiden 1966; A. Oepke, itapou-

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1220- 1222.

1. a) En el NT JTaQOBaía aparece 24 veces. Fuera dei capítulo 24 de Mateo, el término se encuentra únicamente en Ias cartas, a saber, once veces en Ias cartas paulinas autênticas, tres veces en 2 Tes 2 y seis veces en Ias Car­ tas Católicas. En Ias ceirtas paulinas autênti­ cas, con excepción de 2 Cor 10, 10, jtaQOUata forma parte siempre de rina frase preposi­ cional. En Mt 24, 27.37.39 (cf. el v. 3) el tér­ mino es parte de una fórmula estereotipada. b) El significado fundamental dei término se deriva dei verbo -> itáQei|xi, «estar presen­ te». Por tanto, JtaQOUOÍa significa original­ mente p r e s e n c i a . Pero, así como el verbo iráQEipi puede adquirir el sentido de «venir, llegar, acercarse», por ejemplo, en Jue 19, 3 LXX, así también Jtap o u aía designa con muchísima frecuencia la « l l e g a d a como ini­ cio de la presencia» (Bauer, W t ír te r b u c h , s.v . 2). Este es también el sentido que rtagonoía tiene habitualmente en el NT; tan sólo en 1 Cor 16, 17; 2 Cor 10, 10 y Flp 2, 12 (^1, 26?) el término designa la p r e s e n c i a o la a c t u a c i ó n dei apóstol o de sus colaboradores. En cuanto al significado de l l e g a d a , hay que distinguir a su vez entre el concepto ge­ neral y el uso específico dei término. Tan só­ lo en 2 Cor 7, 6.7 (iFlp 1, 26?) se habla de una llegada corriente. Al uso específico de n a ç o v a í a se aproximan 2 Tes 2, 9 y 2 Pe 3, 12, donde el anticristo o el día de Dios es sujeto de la acción de llegar, En los 16 pasajes restantes, JtaQOUOÍa es un tecnicismo para designar la venida de Cristo al fin de los tiempos. c) El uso de JtaQOUOÍa como término técnico no puede derivarse de la LXX; en ella aparece únicamente en 3 Mac 3, 17 (el término aparece, por lo demás, tan sólo en Neh 2, 6; Jdt 10, 18; 2

800

Mac 8, 12; 15, 21). En cambio, la literatura helenística emplea n a Q o v a i a como tecnicismo no sólo en contextos sacros sino también en contex­ tos ofíciales. Designa, por un lado, la epifanía de Dios o de un dios (Diodoro Sículo IV, 3, 3; Elio Anstides, Or H, 30 y 31; SIG HI, 1169, 34; Josefo, Ant III, 5, 2; 8, 5; IX, 4, 3; XVIII, 8, 6) y, por otro lado, la visita oficial de un emperador o de algún alto dignatario a una ciudad de Ias provín­ cias (PapPetrie II, 39e; PapTebt 48, 14; 116, 57; 121, 95; 182; 253; SIG 495, 85s; 741, 21.30; 1169, 34; CIG 4896, 8s; Polibio XVIH, 31, 4). A la pregunta de si los cristianos tomaron su térmi­ no técnico dei lenguaje sacro o dei lenguaje ofi­ cial, no puede responderse con total claridad. Cristo es aguardado como el Salvador y como el Senor. Ahora bien, puesto que al emperador no sólo se le puede acoger como a soberano sino también como a quien trae la salvación al pueblo, entonces el uso oficial de n a ç o v c í a , con sus ele­ mentos sacros, se aproxima mucho al uso dei térnüno en el cristianismo.

2. Sobre la parusía de Cristo, no existe en el NT una concepción ni una expectación ho­ mogênea. a) Si prescindimos de los acontecimientos que la acompanan, como son la resurrección de los muertos o el juicio universal, la parusía sólo se describe detalladamente en Mc 13, 2427 par. Mt 24, 29-31 / Lc 21, 25-27; 1 Tes 4, 16s; 2 Tes 1, 7-10; 2, 8 y Ap 14, 14-16; 19, 11-16. Los motivos tratados en estos textos se derivan de Ias expectaciones dei AT y dei ju­ daísmo acerca de la salvación, que aguardan como salvador a una personalidad terrena que será el rey mesiánico (cf. Núm 24, 7.17 LXX juntamente con Testfud 24, 1; CD 7, 19-21: IQM 11, 6; 4QTest 9-13; además 2 Sam 7, 12s.l6; Jer 23, 5; Miq 5, 1; TestLev 18, 2; SalSl 17, 21; 18, 5) o que aguardan a Yahvé mismo (cf. Miq 1, 3; Is 59, 20; 63, 19; 64, 1; 66, 15) o a una figura trascendente de reden­ tor con rasgos humanos (cf. Sib III, 49s, 286s, 652-654; 4 Esd 7, 28; 12, 31; ApBar [sir] 29, 3; 53, 8-11), y cuya llegada, principalmente en la apocalíptica, se describe con polícromos colores. Es decisiva principalmente la figura dei Hijo dei hombre en su venida (cf. Dan 7, 13 LXX, Hen [et] 46, 1; 53, 6; 4 Esd 13, 3s.32). Su llegada desde el cielo (cf. Hech 3,

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jtttQouoia - 3iaQ0T)aia

20s; Flp 3, 20; 1 Tes 1, 10; 2 Tes 1, 7) es el núcleo mismo de la concepción neotestamentaria de la pamsía. b) Si Jesús mismo aguarda ya la pronta llegada dei reino de Dios (Mc 1, 15; 13, 28s; Lc 6, 20-23; 11, 20), la comunidad primitiva, en virtud de la experiencia pascual y de la posesión dei Espíritu, aguarda especialmente su próxima parusía. Esta expectación próxima, que abarca también en su perspectiva al Exal­ tado, la reflejan fórmulas (1 Cor 16,22; Flp 4, 5) y textos tradicionales (1 Tes 4, 16.17a). Pablo comparte el horizonte de la esperanza apocalíptica y recoge Ias correspondientes fórmulas dei lenguaje comunitário (1 Cor 15, 23; 1 Tes 2, 19; 3, 13; 4,15; 5, 23 con jraçouoía; cf. 1 Cor 1, 7: «revelación»; 1, 8; 3, 13; 5, 5; 2 Cor 1, 14; Hp 1, 6.10; 2, 16; 1 Tes 5, 2.4: «día» dei Seiior o de Cristo; 1 Cor 4, 5; 11, 26; 16, 22; Flp 4, 5: su «llegar» o su «acercarse»; 1 Cor 1, 7; 1 Tes 1, 3.10: su «ex­ pectación»); ahora bien, Pablo acentua la escatología de presente (2 Cor 5, 14-6, 2) y ve lo decisivo en la nueva vida, que es ahora realidad «en» Cristo (5, 16) y que en el futuro será una realidad «con» Cristo (1 Tes 4, 14.17; 5, 10; Flp 1, 23; cf. 2 Cor 5, 8). Los Sinópticos dan testimonio dei problema que supone la demora de la parusía (Mc 13 par.; Mt 25, 1-13; Lc 12, 35-46; Hech 1, 6-8). Lo que -según Pablo- es una realidad futura «con Cristo», eso -según £ /2 , 5s y Col 1, 5; 2, 12s; 3, 1-4- es ya realidad presente, pero no acá abajo, sino allá arriba en el cielo. El Evangelio de Juan (3,19; 5, 19-30) piensa ra­ dicalmente en presente. Por el contrario, la expectación de la parusía se retiene (al menos verbalmente) en Ias Pastorales (èjticpáveia en lugar de Jtapouaía: 1 Tim 6, 14; 2 Tim 4, 1.8; Tit 2, 13), en Ias Cartas Católicas (jiaçouoLa: Sant 5, 7.8; 2 Pe 1, 16; 3, 4.12; 1 Jn 2, 28) y en la Carta a los Hebreos (10, 37s con referencia a Hab 2, 3s. LXX; 9, 28); la Carta segunda a los Tesalonicenses tiene precisa­ mente que calmar esa expectación (jtaqouoía: 2, 1.8), mientras que, por el contrario, la Carta primera de Pedro (1, 5-7.13.20; 4, 7.17; 5, 10) y el Apocalipsis (1, 1.3; 3, lOs;

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10, 6; 22, 20) tratan de avivaria, y finalmente la Carta segunda de Pedro (3, 1-13) trata de defendería expreseimente. c) Es difícil identificar los rasgos absoluta­ mente esenciales de Ias variadas maneras de hablar, con marcado carácter apocalíptico, acerca de la parusía. En todo caso, el cristiano espera y aguarda el encuentro con Cristo, quien se revela a sí mismo como el Senor (cf. Pablo, -> b). W. Radl 7CaQO\|)íç, ÍÔOÇ, ^ paropsis fuente (pe­ quena), plato* Propiamente se trata de un «manjar adicio­ nal» o de una «fuente pequena» para un man­ jar adicional; Mt 23, 25: xò elroílev... xfjç jtapooljíôoç, «el exterior de la copa y dei pla­ to», en una imagen que expresa gráficamente la hipocresía fomentada por los preceptos de pureza, los cuales, con una limpieza exterior, pretenden desviar la atención de la impureza total que hay en el interior; 23, 26 v.l. Billerbeck 1,934-936.

JiaQQT|aia, aç,

^ parrêsia apertura, notoriedad, franqueza, (gozosa) confianza* Jtap Q q aiá^o p ai parrêsiazomai hablar con franqueza o libertad, cobrar ânimo*

1. Aparición en el NT - 2. Enunciados griegos y ju­ dios - 3. Empleo en el NT - a) Uso general - b) La es­ fera pública (Evangelio de Juan; Col 2, 15) - c) Aper­ tura (Ev. de Juan; Mc 8, 32) - d) Proclamación franca y valiente (Hechos) - e) Autoridad y franqueza apostó­ licas (Pablo y Deuteropaulinas) - f) Certidumbre, con­ fianza (Deuteropaulinas, Hebreos, 1 Juan). B ibL: G. J. M. Bartelink, Q uelques observations sur jtapQqaía dans la littérature paléo-chrétienne: Graecitas et Latinitas Christianorum, Supl. 3 (1970) 7-57; Bauer, W õrterb u ch , J.v.; W. Beilner, UAPPH2IA. E in n eu testam entliches W ortfeld m it aktu ellen Im plikationen, Salzburg 1979 (publicado por el autor), es­ pecialmente pp. 5-49 (bibl.): A.-M. Denis, V a p ô tr e P aul, p ro p h è te « m essianique» des gentils: EThL 33 (1957) 245-318, sobre todo 251-259; L. J. Engels, Fiducia, en RAC VII, 839-877; H. Ch. Hahn, en DTNT I, 295ss; H. Holstein, L a P arrêsia dans le NT: BVC 53 (1963) 45-54; H. Jaeger, IlaQQTiola e tfid u c ia , en K. Aland-F. L. Cross, Stu d ia P atristica I (TU 63), Berlin

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jtaQQTiaia

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piensa y posee una moral sólida y que vive con total «apertura» ante sus conciudadanos, amigos y enemigos, a quienes alaba pero también critica (cf. Aristóteles, EthNic 1124b, 1165a; Diógenes Laercio VI, 69; también Filón, SpecLeg 1, 321, 323; Her 14; cf. además Peterson, 280-289; Mal­ herbe, 204ss; Denis, 251ss). En textos judios jtaQQTjaía (12 veces en la LXX; el verbo jtaQQTiaiáÇopai 5 veces) adquiere un significado nuevo y singular (cf. especial­ Brescia 1964; H. Schlier, jtoQQTiaía, JtaQQT|aiáÇomente van Unnik): Así como Dios saca de la ser(rat, en ThWNT V, 869-884; R. Schnackenburg, en vidumbre a los liberados, que salen «con libertad LThK VII, llOs; Spicq, N o te s Suppl 525-533; W. y con la cabeza alta» (qYOiYt^''' 'úpõíç pExà jtaçStahlin, P a ro u sia u n d P arrh esia, en W ahrheit un d Vergqoríaç, Lev 26,13; cf también Jaeger, 223s), así k ü n d ig u n g . F S f . M . S ch m a u s, München-Paderborn también la persona justa y aceptada por Dios tie1967, 229-235; G. Strecker, 1-3 Jo h (KEK), Gõttingen 1989, 144-146, 197s; W. C. van Unnik, The C hrisne «libertad, confianza y gozosa seguridad» (cf. tian's F reed o m o f Speech in the NT: BJRL 44 (1961Job 22, 26: JiaçQ T ioiaoU iíoT ] Êvavxi x u q ío u 1962) 466-488; Id., The S em itic B a ckground o f naQ àvapXéi|)aç eiç xòv otiçavov EXaQtõç; en senti­ QT]0ta in the N T (1962), en Id., Sparsa C ollecta II, Ledo escatológico en Sab 5, 1), pero no así el impío dien 1980, 290-306; W. S. Vorster, The M e a n in g o f (Job 27,10; Prov 13, 5; TestRub 4, 2s). Dios misJtaQQT)oía in th e E p istle to the H ebrew s: Neotestamo se manifiesta abiertamente en la palabra y en mentica 5 (1971) 51-59; para más bibliografia, cf. el juicio (Sal 93, 1 LXX; 11, 16 LXX; en lo que ThWNT X, 1222. respecta a la sabiduría cf. Prov 1, 20; cf. Schlier, 874s) y hace justicia al despreciado, de tal modo En el NT JtaQQTioía aparece 31 veces, pero que éste puede invocarle con confianza, y al misen los Sinópticos el término se halla atestimo tiempo Dios relfena al malvado. Por tanto, la JtaQQqata dei piadoso tiene su origen en la naçguado únicamente en Mc 8, 32; es más fre0T]0Ía de Dios (Filón, Her 27; -*• 3.d-f), y se cuente en el Ev. de Juan (9 veces), Carta primuestra como la verdadera audacia y valentia dei mera de Juan (4); Hechos (5), Hebreos (4); en sabio y de los amigos de Dios (como Moisés y Pablo aparece únicamente en 2 Cor 3, 12; 7, Abrahán, Her 14, 21 y passim). Por tanto, es al 4; Flp 1, 20; Fim 8; el sustantivo se encuentra mismo tiempo una confianza escatológica, una también en Ef 3,12; 6,19; Col 2,15; 1 Tim 3, certeza dei futuro gozo que se va a tener junto a 13. El verbo (que se halla atestiguado 9 ve­ Dios (cf Hen [et] 61, Iss; 62, 15s; 69, 26; 4 Esd 7, 98ss). ces) aparece principalmente en Hechos (7 ve­ ces) y se encuentra también en 1 Tes 2, 2; Ef 3. a) En aproximadamente la mitad (unos 6 , 20 . 22 en total) de los pasajes dei NT, tanto el verbo como el sustantivo se refieren a la pu2. TtapQqaía designa propiamente la libertad para decirlo todo (cf. nãv, çfjcriç) y, por tanto, la blicidad o notoriedad de Ias palabras y de la franqueza y apertura en lo que uno dice. En el acción (-> b.c). En los demás enunciados pre­ âmbito de la lengua giiega, el grupo de palabras domina el elemento de la franqueza y de la se encuentra principalmente en los autores políti­ confianza en Dios (-> d-f). En 16 casos apare­ cos. waQQqaía es principalmente la
1957, 211-239; P. Joüon, D iv ers sen s de jtaQQTÍaia dans le NT: RSR 30 (1940) 239-242; A. J. Malherbe, «G entle a s a N urse». The C ynic B a c k g r o m d to I Thess IT. NovT 12 (1970) 203-217; St. B. Marrow, Parrhesia a n d the NT: CBQ 44 (1982) 431-446; O. Michel, D er B r ie f a n die H eb rã er (KEK), Gõttingen ’1975, sobre 3, 6; E. Peterson, Z u r B ed eu tungsgeschichte von JiagQT|aía, en Z u r Theorie d es C hristentum s I. F S f ü r R. Seeberg, Leipzig 1929, 283-297; G. Scarpat, naQÇTiaía. S to ria d e i term ine e d elle sue traduzioni in latino,

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itaçoriota

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clamación evangélica y con Ias relaciones con Dios. Traducciones verdaderamente claras y defi­ nitivas a nuestra lengua sólo podrán darse en unos cuantos casos (cf. Vg y Vetus Latina: flducia, confidentia, audere, palam, constantia, etc.; cf. Engels, 853, 856s y 859; Jaeger, 222; observaciones fundamentales en Scarpat. En la Peshitta se trascribe sencillamente el térmi­ no jtaQQT]aía, y éste aparece como préstamo léxico en arameo y en siríaco). En el cristia­ nismo primitivo, rcaperioía no llegó a condensarse como fórmula en el lenguaje de la proclamación evangélica, aunque la peculiaridad de la terminologia bíblica de la JtaQQT)o ía tuvo innegables repercusiones en la lite­ ratura de los primeros tiempos de la Iglesia (especialmente desde fines dei siglo II: Bartelink, llss; cf. también Engels, 860ss; Jaeger, 228ss; Peterson, 293ss; Schlier, 883s; cf. es­ pecialmente Diogn 11, 2; 1 Ciem 34, Iss; MartPol 10, 1; HechTom 46.81.103; HechJn 22.30; Eusebio, HistEccl V, 1, 18; 2, 4).

cf. 7, 4). Se trata de la autorrevelación de Jesús ante el mundo, no de una actuación con carácter demostrativo (7, 4), sino con pala­ bras abiertas y, por tanto, públicas, pero que no obstante permanecen (y permanecerán) ocultas para el cosmos, porque éste no se ha abierto realmente a la palabra, en el tiempo de la revelación. Asi que la apertura con que Jesús habla juzga al cosmos. Una idea parecida se encuentra en Col 2, 15 (únicamente aqui); se refiere a la acción salvifica de Dios (vv. 13ss), que en la exaltación de Cristo de la cruz (v. 14) manifesto su victoria definitiva sobre los poderes (los despojó de sus armas, los expuso a pública vergüenza, hizo un desfile triunfal) con toda notoriedad (èSeiYpátiaEv èv jtappqoíg). Por tanto, la publicidad a que aqui se hace referencia se dio con el acontecimiento de la cruz, pero también -a l mismo tiempo- con la realidad de la salvación escatológica de la comunidad, inmersa por el bautismo en la muerte y en la exaltación de Cristo (cf. 2, 20; 3, Iss).

b) Según Jn 7 ,4 los hermanos de Jesus tratan de inducirle (con un adagio general) a que baga demostración pública ante el mundo de su poder de obrar milagros: èv jtaQQr|0 tçt eivai, «bailar reconocimienlo público» (lo opuesto: èv XQUJtTÕ)); con ello desconocen precisamente el verdadero significado de Je­ sus como testigo en contra dei cosmos (v. 7), no saben nada acerca de la hora escatológica (v. 8) y delatan su incredulidad (v. 5). Aqui JtaQQT)OÍa se refiere concretamente a la notoriedad entre los judios de Jerusalén, y lo mismo sucede en otros pasajes: 7, 13 (JtaQQTioíg XaXéco, «hablar públicamente», es decir, sin temor a los judios); en 7, 26 se dice de Jesus esto mismo con idêntica expresión; jtaQQT)oíg TCCQiJtatéco «(no) aparecer (ya) en públi­ co», 11, 54. La afirmación èycb JtaQQTjoíg X.EXá)iq)ta xiõ xóop,tB (18, 20) se refiere tam­ bién, según el contexto, a Ias palabras de Je­ sus pronunciadas en público (v. 20b: en la si­ nagoga, en el templo, en presencia de todos los judios), pero tiene su verdadero término opuesto en la expresión èv XQUJtTtõ (v. 20c;

c) El factor de hablar abiertamente y sin velos desempena un papel especialmente en conexión con enunciados centrales de la cristología. Según Juan, la abierta confesión que Jesús hace de sí mismo no es una posibilidad para el mundo, sino una posibilidad escatoló­ gica; tan sólo los creyentes son capaces (en el tiempo dei Espíritu) de oír verdaderamente; oúxéxL èv rtapoipíaiç XoXijoco ■ôfttv, òXkà jtapQTiaíg (franca o abiertamente) tleqí xon jtaxQÒç ànayYeXã) upív, 16, 25; cf. v. 29. La razón de ello no consiste en lo incomprensible y enigmático dei mensaje mismo, sino en los oyentes, compárese 11, 14 con 11, 11-13.15. El incrédulo ha oído materialmente la confe­ sión de Jesús, pero piensa, no obstante, que no podrá arreglárselas sin legitimación y sin seguridades, compárese 10, 24 ( eítcè qixiv jtagpEOÍg, «jdinos abiertamente]») con 10, 15ss. Aquel (Jesús) que actáa en público ( ^ b) y confiesa públicamente su misión no se revela precisamente en esta apertura, a no ser como crisis para el mundo y para su incredu­ lidad (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio se-

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jraQQTjaia

gún San Juan II, Barcelona 1980, a propósito de 7, 4s). Un malentendido parecido acompana la predicción que Jesús hace de su Pasión en Mc 8, 32. Aunque el pueblo, según 4, 33, sólo po­ dia oír el Xóyoç èv jtaQaPoÂ,aiç, sin embar­ go sus discípulos lo escuchan abiertamente / sin velos (jtapQTioía ròv Xóyov èX,áXei, 8, 32), pero, a pesar de todo, este logos sigue siendo incomprensible para ellos (8, 32b-33), porque la Pasión de Cristo constituye sólo después de Pascua el núcleo dei mensaje de salvación (cf. ríp^aTO ôiôáoxeiv, v. 31); un factor que determina la diferencia entre el tiempo dei ver y el de creer.

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de Pablo en Damasco se fundamenta en el Senor mismo (èitaQQTiaiáoaxo àv xtp ôvópaxi xoü I t j o o í S ); de manera parecida se habla en 9, 29 (cf. 13, 46) de Pablo y de Bemabé (jrapQTiaiaaápEvoi); en 14, 3 (jtapQTioiaÇópEVOi èjri xô xuQÍü), «proclamaban al Senor, llenos de confianza en él»); 19, 18 (Pablo en la sina­ goga); 26, 26 (Pablo ante Agripa); 18, 26 (Apoio en la sinagoga).

e) Los testimonios paulinos y deuteropaulinos muestran una comprensión propia y sin­ gular. Pablo usa siempre jtaQQT)oía con jtãç o jtoXúç: según Flp 1, 20, él espera no ser avergonzado en ningún aspecto, sino que ahora, como siempre. Cristo sea gloiificado en su d) En el libro de Hechos, la apertura dei soma (el cuerpo de un preso) èv nàor\ jrapmensaje misionero en el sentido de la intrepi­ QTioía. Después de à jto x ap a ô o x ía y èXníç (v. 20a), será difícil una interpretación subje­ dez, la franqueza y la confianza gozosa frente a los críticos y los adversários -principalmen­ tiva de JtaQQTjoía (en el sentido de «confian­ za»). Lejos de eso, se trata de la glorificación te judios- desempena un papel. Según 2, 29, Pedro se toma la libertad de referir la espede Cristo en él (en Pablo). La esperanza de ranza de vivir que tenía el «patriarca» David Pablo es que, por medio de su propio cuerpo, (Sal 16, 8ss), a la resurrección de Cristo, co­ ya sea en su actividad misionera o bien sumo descendiente de David (v. 30; cf. Sal 132, friendo la muerte por Cristo, la glorificación 11) (è|ò v eíiieiv p,exà naQQTiaiaç, «con [to­ de Cristo se fomente, una glorificación abierda] sinceridad / franqueza»); ef. 4, 13 acerca ta en todos los aspectos, no limitada por nada y que, por tanto, se realiza con toda notorie­ de franqueza con que Pedro predica a Cris­ to (vv. 8-12), una franqueza que se entiende dad (cf. especialmente E. Lohmeyer, Der casi en el sentido de «autoridad», pero que no Brief an die PhilippeP [KEK], sub loco; cf. se basa en la erudición ni en el prestigio for­ también 4 Mac 10, 5: la jraQQTiaía de un mártir). mal (v. 13b). El Espíritu dei Exaltado mismo es el que confiere autoridad a sus ôoüXoi (cf., De manera semejante en 2 Cor 3,12, donde a propósito, Filón, Her 5ss) para que hagan especialmente la autoridad o apertura apos­ una proclamación franca e intrépida dei evantólica se basa en la Jt83toí'difioiç (v. 4), es degelio, 4, 29 (pETÒ JtaQQTiaíaç ttáar\ç, XaXelv cir, en la confianza en el servicio prestado al xòv Xóyov oou), cf. 4, 31. En 28, 31 se dice nuevo pacto de gloria (jtoXXfj jraQQqota de Pablo: xriQÚaocov... x a l ôiôáaxcov... peXpôitE^a). En contraste con el rostro de Moi­ sés, cubierto por un velo (3, 13ss), Pablo prexà jtáoTiç n:aQQT]OLaç àxtoXúxmç, «con toda franqueza y sin impedimentos. Tampoco aqui senta a Cristo «sin velos» (3, 18; 4, 3; cf. es­ se trata tanto de la pública «notoriedad», sino pecialmente, a este propósito, van Unnik, de la autoridad e intrepidez que el Exaltado 292ss) y tiene la libertad de renunciar a todos concede a sus mensajeros. los médios de confirmarse y darse seguridad a El verbo se usa de manera muy semejante sí mismo (cf. los reproches en 4, Iss). Tampo­ -en la mayoría de los casos refíriéndose a Pa­ co aqui se trata de la apertura 0 confianza de blo- como tecnicismo para expresar la procla­ Pablo mismo, sino dei ilimitado reflejo de la mación franca y valiente dei mensaje evangé­ gloria de Cristo en la existência de su proclamador (4, 5). Pablo se adentra en la jiapQT]lico. Según 9, 27, la intrépida proclamación

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jiaQQT]oia

oía escatológica dei nuevo ministério (Denis, 254). Tiene colorido personal el pasaje de 2 Cor 7 , 4 : 3T0À?iT| [ioi JtaQQT)oía jiqòç ■ó|xãç, jro?iX,T| poL x a n /rja iç 'urcèp •ópôbv. Pablo tiene JtaQ0T)OÍa en el sentido de que hace uso con franqueza y confianza de la autoridad apostó­ lica (cf. 6, 11) ante una comunidad de la que él puede sentirse orgulloso, y a la que él, por tanto, puede infundir también consuelo y go­ zo (JtapáxÀTjoiç, /a g á , v. 4b). En esta pers­ pectiva hay que entender también Fim 8s, donde Jto)tXfi jiag g íia ía... èjtLTáooEiv se contrapone a 6 ià rqv àyáKv\\ [x.ãKko\ n agaxaXóô (v. 9). En 1 Tes 2, 2 la expresión èjtaggqoiaoáps'0'a êv Tcp §E(p f|píüv XaXfjoai debe traducirse: «Conseguimos la valentia de ânimo, por medio de nuestro Dios, para anunciaros el evangelio». Se trata de la Jtaggqaía escato­ lógica de los mensajeros de Dios (compárese 2, 1-8 con 2 Cor 3, 12ss; 4, Iss; también Sab 5, 11; cf. Denis, 256ss; Malherbe, 204ss senala el trasfondo de la filosofia cínica). Cf. además Ef 6, 19: franqueza, intrepidez', 6, 20: conseguir valentia de ânimo-, también aqui el evangelio aporta consigo su propia JtaggT)oía, de tal manera que el mensajero no tiene más que pedir a Dios la capacidad para res­ ponder con apertura y de manera pública a ese poder dei evangelio.

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[xoç («alto rango» ante Dios), Jtaggrioía se refiere probablemente no sólo a la relación de confianza en Dios (en la oración) sino tam­ bién a la franqueza con respecto a Ias demás personas. En la Carta a los Hebreos itag g q aía de­ signa un don escatológico de la salvación di­ vina, «la verdadera característica de la exis­ tência cristiana» (Stâhlin, 233; cf. además Voster). Juntamente con el xaúxtlF® tfjç èX.jtíôoç («excelencia [posiblemente: gozo] de la esperanza»), la Jtaggqaía, como certeza de la fe concedida graciosamente por Cristo, caracteriza a la comunidad (3, 6). Hay que aferrarse decididamente a ella (x a ta o /cô ftev), lo mismo que a la ópoXoYÍa (3, 1; taml3ién 4, 14; 10, 23) y a la n jtó atao iç inicial (3, 14). En Heb 4, 16 se trata de la franqueza / certeza dei libre acceso a Dios por medio de Cristo, que es el verdadero sumo sacerdote (jta g g q a ia dentro de una imagen cultuai aplicada a la vida de la comunidad en presen­ cia de Dios: jtQ008QxrópE'6-a oúv pexà JtagQTioíaç Tcõ figovu) tfíç xÓQi-toÇ)- En 10, 19 (igualmente una imagen cultuai: itag g q o ía £iç xqv ELooôov xmv kv xm aíp ax i ’It)o o õ ) debe entenderse ya sea como el derecho (cf. también Eclo 25, 25 B: è^onoía) de acceso al santuario por la sangre de Jesus, o bien como la correspondiente confianza / seguridad. Aqui también, como a continuación en 10, 35, en donde la advertência pq amopái) Aunque en los pasajes estudiados en ->■ XqxE corresponde a la exhortación xaxaoxrôd.e resulta difícil distinguir en el fondo entre pev de 3, 6, la certeza de la fe y la exhorta­ la jtaggTjaía para con los hombres y para con ción a dar buena prueba de ella se hallan inseDios o Cristo, vemos no obstante que una se­ parablemente unidas. Por tanto, Jtaggqoía rie de enunciados acentua la referencia direc­ describe esta libertad y la inmediatez dei prota de la jtagpTioía a Dios. En Ef 3, 12 itagpio acceso a Dios como senal de la salvación escatológica; perdería significaria la propia gqoía se halla junto a n:QOoaYCOY'n JtEJtoi■Ofioei («acceso, lleno de confianza, a Dios» perdición definitiva. por medio de la fe en Cristo) y, por tanto, sig­ En la Carta primera de Juan jra g g q a ia nifica más que nada.franqueza / confianza goaparece dos veces en contextos escatológicos. zosa (en Dios). En 1 Tim 3, 13 se alienta al En relación con la parusía, se refiere en 2, 28 «buen» diácono a adquirir JtaQQTioía a la confianza en la salvación (iva... axtõltEv èv jTÍOTei... y también (3á'ftpoç xaXóç (cf. vv. ítaggqoíav x a l pf) aioxw&cõpev); cf. Sab 5, 1; 4 Esd 7, 98ss (->■ 2); de manera parecida 8- 12), que muy probablemente significa: «abundante confianza / plena confianza salvíen 4, 17 (iva Jtaggqoíav Êxtopev èv xfj qpéfica en la fe en Jesucristo»; después de páfiqq. xfjç xgíoECOç); esta confianza o franqueza

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jtaQQT]Oia - Jtaç

tiene su razón de ser en la avártii de Dios, porque el amor echa fuera en los creyentes el temor (vv. 16-18). En 3, 21 (reaQQTioía... jTQÒç TÒv •&eóv) y en 5, 14 (jtaçQTioía... Jtpòç aíiTÓv) se habla de la seguridad y confianza de los orantes en que van a ser oídos (-> 2), la cual en 3, 21 se fundamenta en la «buena conciencia dei justo» (cf. Prov 13, 5; 20, 9; Filón, SpecLeg I, 203s; TestRub 4, 2s; cf. también Peterson, 293), y en 5, 14 queda restringida a Ias peticiones que «son confor­ mes a la voluntad de Dios». La certeza de la salvación escatológica y la certeza de ser escuchado se fundamentan en el amoroso interés de Dios bacia los creyentes, un interés que se experimenta como don dei Espíritu (3, 2124; 4, 17-19). H. Balz jta ç Q T ] ( n á ^ o ^ a i parrêsiazom ai hablar con franqueza o libertad, cobrar ânimo ->■ n;açQTiaía.

n:ãç, n;ãffa, Jlãv pas, pasa, pan

todo, ca­ da, todo entero; en plural, todos. ãn a g , a o a , a v hapas todo entero; en plu­ ral, todos.

1. Aparición en el NT - 2. Significado general - 3. Asociaciones cosnaológico-soteriológicas - 4. Orientación cosmológico-eclesiológica - 5. Jesús y su título de autoridad plena. B ibl.: P. Benoit, Leib, H a u p t u n d P lerom a in den G efangenschaftsbriefen, en M., E xegese un d Theologie, Eiüsseldorf 1965, 246-280; J. G. Gibbs, C reation a n d R ed em p tio n , Leiden 1971; W. Grundmann, M atth XI. 27 u n d d ie jo h « D er V ater - d e r Sohn»-Stellen: NTS 12 (1965-1966) 42-49; H. Hegermann, D ie Vorstellung vom S ch ô p fu n g sm ittler im hellenistischen Jud entum u n d U rchristentum (TU 82), BerUn 1961; H. S. Hwang, D ie Verwendung des W ortes jtãç in den p ln B riefe n , tesis Erlangen 1985; H. Langkaminer, D ie E in w o h n u n g d e r « a b so lu ten S ein sfu lle» in C hristus. B erm erku n g en zu K o l 1, 19: BZ 12 (1986) 258-263; Id., L iterarisch e u n d theol. E inzelstücke in 1 K o r VIII. 6: NTS 17 (1970-1971) 193-197; F. MuBner, C hristus, d a s A ll u n d die K irche. S tu d ien zu r T heologie des Eph, Trier ^1968, sobre todo 29-39; B. Schweizer, L a C arta a los colo sen ses, Salamanca 1987, 55-77 (a propósito de Col 1, 15-20); W. Thüsing, P er C hristum in D eum . S tudien zu m Verhãltnis von C hristozentrik un d Theo-

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zen trik in d e n ,p ln H auptbriefen, Münster i. W. 1965; K. Wengst, C hristologische F o rm eln u n d L ie d e r des U rchristentum s, Gütersloh ^1973; para más bibliogra­

fia, cf. ThWNT X, 1222s.

1. En el NT J tã ç aparece 1244 veces, a Ias que hay que anadir Ias 34 veces que aparece Ü Jtaç. J tã ç se usa como adjetivo y como sustantivo. En el primer caso, tiene con el artícu­ lo posición predicativa o atributiva. En la posición predicativa, el artículo, pospuesto a J tã ç , tiene a menudo sentido demostrativo, lo cual origina un significado implicativo, por ejemplo, en Mc 5 , 33: J t ã o a b à Ã ri^ E ta . En Mt 18, 31 J tã ç aparece con un participio sustantivado; J t á v t a xà y Ê v ó p e v a ; en Mt 5, 15, con una expresión preposicional sustantivada: n:ávT8Ç o i èv rfí o lx íçt. Un artículo genérico da a J tã ç sentido distributivo, por ejemplo en 1 Cor 10, 25: J tã v xò jtco X o ú p ev o v , y tambien bay que senalar el sentido ilativo, por ejemplo en 2 Cor 1, 4; è itl Jiáo i^ xfj f|pcõv. Este significado se observa a menudo en J tã ç sin artículo, pero sólo en relación con sustantivos abstractos, por ejemplo en Mt 28, 18: J t ã o a è ^ o u o í a . El sentido distributivo es frecuentísimamente genérico (por ejemplo, Lc 3, 6) o indefinido (por ejemplo, Tit 1, 16). Jtãç se usa sustantivadamente tanto con ar­ tículo como sin él. Cuando el artículo se usa con matiz demostrativo, entonces Jtõç tiene sentido implicativo (por ejemplo, en Mc 14, 64: oí JtávTEç, «todos ellos»; Rom 11, 32; 1 Cor 9, 22); cuando se usa genéricamente, en­ tonces Jtõç tiene a menudo sentido formulístico: en lugar de «todas Ias cosas / el todo (por excelencia)» (por ejemplo, Rom 11, 36; 1 Cor 8, 6; Col 1, 16s; Heb 1, 3). oi J t á v x e ç tiene sentido sumador como aposición explicativa a un sustantivo (por ejemplo, Hecb 19, 7: fiaav ôè oi Jtávxeç âvôpeç cbosl ôróôexa, «ellos eran en total unos doce hombres»). Sin artículo, Jtãç tiene significado distribu­ tivo, indefinido o genérico en el singular en el sentido de todo aquel, cada, todos (por ejem­ plo, Lc 14, 33: Jtãç ■òpcõv, «cualquiera de vosotros»), en el plural en el sentido de todos (por ejemplo, en Mt 10, 22: Jtávxeç, «todos los bombres»).

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jia ç

Las expresiones adverbiales tienen considerable variedad. Como genitivo partitivo J tá v tcov ctin superlativos (por ejemplo, Mt 22,27; ■üoTegov jtávTCiov, «finabnente»), como acusativo de relación (por ejemplo, Hech 20, 35: n á v t a [újtéôei^a], «en todos los aspectos»), con las más diversas preposiciones (por ejem­ plo, 2 Cor 2, 9; elç jt á v x a , «en todos los respectos»). El advérbio rcávTcnç debe interpretarse según el contexto (por ejemplo, 1 Cor 5, 10: JtávTCOÇ oí JtÓ Q V O i, «los fornicarios en general»), ã jta ç es una forma alternativa reforzada por ã- (que indica totalidad). En el NT se usa predominantemente, cuando hay que acentuar algo especial. Se encuentra de ordinário después de consonante. Lucas muestra particular preferencia por esta forma, por ejemplo, en Lc 3, 21; 4, 6; 8, 37; Hech 2, 44; 4, 32. 2. El uso de Jtãç en el NT denota primeramente un sentido completamente normal o también un estilo narrativo que relata en for­ ma exagerada cierto suceso. Habrá que men­ cionar aqui principalmente los tópicos que indican colectivos como «toda Jerusalén», Mt 2, 3; «toda Judea», 3, 5; «todos los que sufrían», 4, 24. Sin embargo, en ciertos pasajes podrá pensarse en una intención redaccional dei autor, por ejemplo, es probable que Mc 1, 5 («toda Judea fue bacia él y toda la gente de Jerusalén») quiere ver cumplidas las correspondientes palabras de Isaías. 3. Con frecuencia J t ã ç tiene un sentido cosmológico-soteriológico muy determinado. Como ejemplo podemos aducir 1 Cor 8, 6 . El paralelismo dei texto atestigua una estereotipación a modo de fórmula. Esta existia ya an­ tes de Pablo, o fue redactada por él para su predicación misionera o fue plasmada ad hoc por él, recogiéndose un enunciado cosmológico más antiguo, al que el apóstol le dio orientación soteriológica. En favor de esta última posibilidad habla especialmente la frecuente aparición de formulaciones puramente cosmológicas en el NT. Pablo usa una fórmula de Jtõç (modelada según Is 40, 13) en Rom 11, 36: aÚTOÕ -

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ôi’ anrotS - elç aúxóv jtávxa. Tiene afinidad con la fórmula estoica de Marco Aurélio Antonino IV, 23. El carácter panteista de esta úl­ tima fórmula queda eliminado en Rom 11, 36 por la convicción de la fe veterotestamentaria en la trascendencia y en la personalidad de Dios, idea que se expresa también por la for­ ma misma de la frase. La preposición âv es reemplazada por ôiá. Dios es la causa, el me­ diador y la meta suprema de todas las cosas. Esta idea sobre una fórmula pre-paulina de carácter cosmológico en 1 Cor 8, 6 se confir­ ma aún más por el colorido puramente cósmi­ co de la primera estrofa dei himno a Cristo en Col 1, 15-18a, donde xà Jtávxa ôi’ anxoü y también eíç anxóv se aplican a Cristo, que es la eittcóv de Dios. Heb 1, 2 tiene también ca­ rácter cósmico; en este texto se conserva la forma de expresión veterotestamentaria orien­ tada bacia la creación. Dios creó el universo por medio dei Hijo. En vez de xà jtávxa apa­ rece aiôjVEç con el verbo jtoiéü). Finalmente, habrá que interpretar también cosmológicamente Jn 1, 3.10. Para decirlo en pocas pala­ bras; cuando el NT usa un ôiá asociado con Jtávxa, entonces se alaba únicamente a Cris­ to como el mediador de la creación, lo cual sucede también probablemente en 1 Cor 8, 6. Aqui se le presenta como elç xÚQioç. En 1 Cor 8, 6 Pablo efectuó una conexión for­ mal entre la protología y la soteriologfa. La ocasión directa para ello la ofrecía la situación de la comunidad, a la que se recuerda a manera de fór­ mula que eUa está separada dei entorno pagano y que proclama a un solo Dios, el Padre, la única causa dei universo y la meta final de los cristianos, y a un solo Senor, el mediador de la primera creación y de la existência salvífica en que vive la comuiúdad. Esto atenua la distinción rigurosa entre la protología y la soteriologfa. No es el uni­ verso lo que se halla en el centro de los enuncia­ dos. No se trata de dar una explicación dei mun­ do, sino de afirmar que todos los seres dependen de Dios (Rom 9, 5) y fueron creados por medio dei «Senor», y que este Jesucristo ha realizado ya su obra redentora y los redimidos están vueltos hacia su Creador, cosa que 2 Cor 5, 17 ilustra también intuitivamente refiriendo xà Jtávxa a las cosas nuevas (xaivá), a la nueva creación que emerge de la obra divina de reconciliación.

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3xaç

Un empeno semejante por enlazar la protología con la soteriología puede observarse en Col 1, 15-20. Se supone generalmente que en este pasaje se incorpora nn himno a Cristo, compuesto ya con anterioridad. Sin embargo, parece que sólo la primera estrofa (vv. 1518a) es pre-paulina, en el caso de que se piense que Pablo es el autor de Colosenses. En esa primera estrofa, diversas formas de jrãç aparecen cinco veces. «En él», «por medio de él», «para él», «antes de todas Ias cosas», «to­ das Ias cosas» son predicados cosmológicos dei «Primogênito de toda la creación». Determinan la primera estrofa y la caracterizan co­ mo himno dedicado a la creación. En la se­ gunda estrofa (vv. 18b-20) Jtãç aparece en el V. 18b: «a fin de que él sea el Primero en to­ das Ias cosas», en el v. 19; «porque ello agra­ do a toda la plenitud» (literalmente), en el v. 20; «por medio de él reconciliarlo todo con él». En el v. 18b, èv Jtãoiv tiene un sentido histórico-salvífico universal, como también en el v. 20. El V. 19 se interpreta de diversas maneras. El significado de jrâç depende de lo que se identifi­ que como sujeto de la oración. Jtãv tò Ji:Â,f|Qü)pa como sujeto ofrece muchas dificultades. Por eso, muchos intérpretes completan la frase introduciendo Heóç como sujeto. Pero esto hace que se tropiece igualmente con dificultades. En efecto, «Dios» apareció últimamente en el v. 12 como objeto de la oración. Pero, si se tiene en cuenta que la segunda estrofa está plasmada soteriológicamente y se halla asociada, en cuanto a su contenido, con 1, 13s, entonces podríamos quizás traducir: «Porque (a Dios le) agradó hacer que habitara todo el pléroma». El acento recaería entonces en lo de «en él» (cf. 1, 16a). Se recoge el pronombre aÚTÓç, que en el v. 18b es objeto de la oración, se lo trasforma en anxtp, se lo situa delante de eõóóxqaev, y en el v. 20 este pronom­ bre tiene continuidad por dos veces, pero modifi­ cado en ôi’ auTOÜ. Un segundo acento recae en Jtãv. Este remite al anterior ev jtãaiv en el v. 18c, para tener luego continuidad en r à jiávra en el v. 20a. De ahí se deduce claramente que Pa­ blo (o el autor de la carta) quiere conservar tam­ bién en la segunda estrofa el cósmico Prae de Cristo de la primera estrofa y lo vincula con la se­ gunda estrofa.

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Así como Cristo, en cuanto imagen de Dios, plasmó la primera creación, así también él (lleno de ese poder creador absoluto) pudo realizar por medio de su muerte y de su resurrección la nueva creación como reconciliación universal por su sangre. El v. 18a ofrece a la eclesiología post-paulina un modelo para expresar la dimensión cósmica de la Iglesia. 4. Esta idea se recoge principalmente en Ef 1, 22s. Dios es el sujeto de la frase: «Y todas Ias cosas Ias puso él a sus pies y le dio por cabeza sobre todas Ias cosas a la Iglesia; ella es su cuerpo, la plenitud de aquel que llena el to­ do en todo». El primer Jiávxa es referido en el contexto dei AT (Sal 8, 7 LXX) a la preeminencia dei ser humano en la creación. Aqui se describe la exaltación universal de Cristo. Según 1 Cor 15, 27, el definitivo senorío uni­ versal de Cristo está aún por llegar; pero, se­ gún Ef 1, 22s, ha comenzado ya. La perspec­ tiva cósmica se ha condensado, por medio de la idea principal, en la perspectiva eclesiológica. Puesto que Cristo es la cabeza sobre to­ das Ias cosas (v. 22a.b), él es dado también como cabeza a la Iglesia. La Iglesia, como el cuerpo de Cristo, es su pléroma (v. 23). De es­ ta manera, enunciados cosmológicos se convierten en enunciados eclesiológicos. A esta Iglesia fluye el amor de Cristo, que sobrepuja el conocimiento humano (3, 18s). 5. Jtãç aparece también en enunciados acerca de la plena autoridad de Cristo en Q y en el Evangelio de Juan. A la fuente Q pertenece sobre todo el «clamor mesiánico de júbi­ lo» en Mt 11, 27 par. Le 10, 22; «Todo me ha sido entregado por mi Padre...». Parece que el cuarto Evangelio no se ha desviado totalmen­ te de Ias formulaciones de Jtõv dei prólogo (Jn 1, 3.10). El acento cosmológico sigue desempenando un papel. Jn 3, 31 habla de Cris­ to, que viene de lo alto y «está por encima de todos», en contraste con el hombre de la tierra. Lo «alto» y la «tierra» son en Juan conceptos cosmológicos y dualísticos, aunque aqui lo que interesa es negar al hombre de es­ te mundo el derecho a presentarse en público

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jtaç - Jtaoxct

como revelador. Esta autoridad la tiene única­ mente Cristo. Jn 6, 37 tiene afinidad con Mt 11, 27: «To­ do lo que el Padre me ha dado...». Parece que en ambos textos se habla primeramente en sentido cosmológico y luego se precisa el sen­ tido refiriéndose a los hombres. Esto es comprensible, tratándose dei pensamiento joánico: los hombres pertenecen al mundo y están necesitados de redención. El mundo, que no reconoció al Logos, es decir, el mundo de los hombres, fue creado por medio dei Logos (1, 3.10). En 13, 3 el evangelista habla acerca de Cristo; «Aunque él sabia que el Padre había puesto todas Ias cosas en sus manos...», un testimonio de que Jesús era consciente de su posición como Hijo y Mesías en el plan salvífico universal de Dios. A este testimonio le sigue en 16, 30 una declaración de fe por parte de los discípulos: «Ahora sabemos que tu lo sabes todo...». Los enunciados joánicos acer­ ca de la plena autoridad de Cristo culminan en 17, 2: «Tú le has dado poder sobre toda carne, para que él dé vida eterna a todos los que le has dado». El EncEomado ejerce poder sobre toda carne. Se revela la gloria definitiva que Cristo tenía ya como Logos preexistente, por medio dei cual todas Ias cosas fueron creadas. Juan proclama de diversas maneras la posi­ ción de poder de Cristo, pero siempre lo hace mostrando que Cristo mantiene su Prae cós­ mico. Esto marca, como es lógico, una orientación intensamente soteriológica. Después de la resurrección, el Evangelio de Juan no ofrece ya formulaciones enfáticas de Jtãv. No obstante, Tomás confiesa: «jSenor mío y Dios mío!» (20, 28). Esta confesión de fe en Cristo es singular en el NT. Quiere enunciar lo que el Evangelio de Juan ha venido preparando en toda su extensión. Nos re­ cordará también la formulación de 1 Cor 8, 6: «Un solo Dios y un solo Senor». - El título de poder que Jesús hace valer en Mt 28, 18 es semejante el título joánico. En el Evangelio de Mateo este título sirve de prelúdio para la misión universal. H. Langkammer

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Jtao x ct, TO pascha la fiesta de la Pascua, la celebración de la Pascua, la cena de Pascua, el cordero pascual* 1. Aparición y significado - 2. Los Evangelios - 3. La Carta a los Hebreos y Pablo. B ibl.: BillerbeckIV, 41-76; A. Dauer, D ie P assionsg eschichte im Joh-Ev. (StANT 27), München 1972; R. le Déaut, L a N u it P ascale (AnBibl 22), Roma 1963; R. Feneberg, C hristl. P a ssa feier un d A b en d m a h l (StANT 27) , München 1971; N. Füglister, D ie H eilsbedeutung des P ascha (StANT 8), München 1963; H. Haag, Vom alten zu m neuen P ascha (SBS 49), Stuttgart 1971; J. Halbe, P a ssa-M assot im deuteronom istischen F estkalender: ZAW 87 (1975) 147-168; W. Huber, P assa und O s te m (BZNW 35), Berlin 1969; I. Jeremias, L a ú lti­ m a C ena. P a la b r a s de Jesú s, Madrid 1980; Id., jtáoya, enThWNT V, 895-903; H. Paisch, A b en d m a h l un d historischer Jesus, Stuttgart 1972; B. Schaller, en DTNT II, 193ss; R. Schnackenburg, E l E vangelio segú n Sa n Ju a n III, Barcelona 1980; B. N. Wambacq, P esa b - M assdf. Bib 62 (1981) 499-518; M. Wise, P assionsw oche u n d E piphaniew oche im Joh-E v. : KuD

12 (1966) 48-62; para más bibliografia, cf. en ThWNT X, 1223.

1. El sustantivo indeclinable, derivado dei arameo pashã’ (en vez dei hebreo pesafj), aparece 29 veces en el NT y, con pocas ex­ cepciones (Hech 12, 4; 1 Cor 5, 7; Heb 11, 28) , sólo en los Evangelios. Se refiere a la primera de Ias grandes fiestas de peregrinación (Ex 23, 15), con ocasión de la cual todo Israel se congregaba anualmente en Jerusalén (Lc 2, 41). Desde el tiempo de la reforma de Josías (2 Re 23, 21.23), un animal macho de un ano, sin defecto alguno, ordinariamente un cordero o un cabrito (Ex 12, 5), era sacrificado ritual­ mente en el templo en la tarde dei 14 de Nisán (marzo/abril) y comido luego, después de la puesta dei sol, es decir, el 15 de Nisán, en una comida familiar en grupo, celebrada en Ias ca­ sas particulares. Por su conexión con la Fies­ ta de Ias Mazzot (o de los Panes Azimos; âÇupoç, 15-21 de Nisán), una conexión exis­ tente ya desde los tiempos dei AT (Ex 12; Núm 9; Dt 16; cf. Jub 49, 22), la fiesta de la Pascua se consideraba como el comienzo de la semana festiva (cf. Mc 14, 12; Lc 22, 7); tò Jtáoxa puede designar también los siete dias de la fiesta (Lc 22, 1; Hech 12, 4). Mc 14, menciona por separado ambas fiestas. Una

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Jta0xa

expresión estereotipada es «la fiesta de la Pascua», iq êoQtfi xoíi Jtáoxa (Lc 2, 41; Jn 13,1; cf. 2, 23; 6,4), o simplemente éoçxr) (2), la «fiesta», como se dice en forma abre­ viada algunas veces (Jn 4, 45 y passim), aunque refiriéndose siempre a la semana festiva. Jtáoxct, en sentido absoluto, significa la celebración nocturna de la Pascua (Mt 26, 18; Heb 11, 28), con una cena que hay que prepa­ rar (Mc 14, 16; Mt 26, 19; Lc 22, 8.13). El uso de Jtáoxa para referirse al cordero pascual es específicamente bíblico, y por cierto en conexión con el verbo «sacrificar» (Mc 14, 12a; Lc 22, 7; 1 Cor 5, 7; conforme a la ex­ presión m hat hapesalj., Ex 12, 21 y passim) y con el verbo «comer» (Mc 14, 12b. 14; Mt 26, 17; Lc 22, 11.15; Jn 18, 28; conforme a la ex­ presión ^ãkal hapesah, 2 Crón 30, 18 y pas­ sim).

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también una reliquia pre-marquina sobre la Pascua.) Si, como es probable, la última cena de Jesús fue una cena pascual, entonces el motivo de la Pascua se explica por la tradición misma. Mateo (a diferencia de Marcos) evita hablar dei sacrifício dei cordero pascual (26, 17) y, por lo demás, se limita a referir el motivo mismo de la Pascua; en 26, 2 este motivo está seguido inmediatamente por la referencia a la crucifixión dei Hijo dei hombre, y en 26, 18 está ampliado con la alusión a la proximidad dei kairós. El interés teológico de Mateo no recae en la Pascua misma, sino en el grupo obediente de discípulos, a todos los cuales Je­ sús envia (vv. 18s). Lucas sigue fundamentalmente el marco trazado por Marcos, pero suprime la datación (22, 1.7), hace que la orden proceda inmedia­ tamente de Jesús y pone de relieve que los En el Séder, el ritual de la Cena Pascual se hados enviados son Pedro y Juan (v. 8), los cua­ 11a descrito en la Misná (tratado Pesahim)-, en sus les ejecutan el encargo (vv. 11.13). Tampoco rasgos fundamentales es de suponer que sea al Lucas tiene interés especial en el motivo de la mismo que se observaba en tiempos dei NT. Teo­ Pascua. Su relato de la institución de la euca­ logicamente la cena tenía doble orientación; estaba orientada hacia un acontecimiento pasado, peristia en 22, 15-20 es material peculiar, con ro al mismo tiempo se hallaba impregnada de ex­ una orientación no etiológica (leyenda cultuai pectativas escatológicas. Su punto de partida era de una celebración de la Pascua en el cristia­ la redención lograda dei cautiverio en Egipto; el nismo primitivo) sino supremamente historipadre de familia estaba obligado a narrar la histo­ ria dei êxodo según se refiere en Dt 26, 5-11, y a zante y catequética. Tan sólo aqui, entre los interpretar los diversos elementos de la cena (cor­ relatos dei NT acerca de la institución de la eucaristia, se habla claramente dei cordero dero, mazzot, hierbas amargas) partiendo de ese acontecimiento (cf. Pes 10, 4s). Esta acción de pascual (v. 15). Desde el punto de vista fílolóDios en la historia pasada tenía significado para gico no es posible decidir si Lucas o su fuenel presente (10, 5), pero representaba al mismo te concibieron el deseo de Jesús como irrealitiempo un modelo para la redención futura (Mekzable 0 como un deseo cumplido. Ex 12, 42). La expectación de que el Mesías haEn Juan hay que distinguir entre distintos bría de llegar en la noche de Pascua (TgEx 12, niveles de tradición. Junto a datos cronológi­ 42) es probablemente pre-cristiana. cos generales (2, 13.23; 6,4 ; cf. 4,45) y otros 2. La datación redaccional que hace Mar­ que corresponden a la tradición sinóptica (11, cos (14, 1) de la decisión de dar muerte a Je­ 55a: decisión de dar muerte a Jesús; 13,1; tra­ sus, adoptada dos dias antes de la Pascua y Ias dición de la Cena), hay también una cronolo­ Mazzot, está caracterizada por intenciones gia muy específica de la Pascua: la unción en historizantes. Marcos no tiene ningún interés Betania se realiza seis dias antes de la fiesta teológico en la Pascua; la leyenda sobre la de la Pascua (12, 1), es decir, el 10 de Nisán, búsqueda de la sala (14, 12-16) con la cuádrudia en el que se escogían los corderos pascuales (Ex 12, 3). El interrogatório y la entrega ple mención de la Pascua es pre-marquina, es decir, fue recogida simplemente por Marcos. de Jesús se sitúan en el día de la prepaxación (La mención dei hallel de Pascua en 14, 26 es de la Pascua, es decir, en el 14 de Nisán (19,

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naaxa - Jtaoxco

14). Esto explica el temor ritual de los judios en sus relaciones con Pilato (18, 28) y la amnistía que se concedia por Pascua (18, 39). La datación de la muerte de Jesiis (a diferencia de los Sinópticos) en el 14 de Nisán (19, 31.42) se deriva de una cronologia pre-joánica. Esta cronologia no se interpreto sólo como tipologia (Jesús el Cordero pascual) en el nivel más tardio de la tradición, en 19, 36, cuando en él se alude a Ex 12, 46 o a Núm 9, 12 (ja diferencia dei TM y de la LXX!), es decir, cuando se alude al cordero pascual dei que no se debe quebrar ningún hueso. (Pero es también posible la referencia al justo sufriente. Sal 34, 21.) Esto quiere decir que la cronolo­ gia de Ia Pascua es más antigua que la tipolo­ gia de la Pascua. 3. El autor de la Carta a los Hebreos reflexiona sobre la historia dei sacrifício pascual, cuando hace que se remonte a la fe de Moisés (11, 28). Pablo, en la parénesis (1 Cor 5, 7), utiliza la imagen tradicional de Cristo como Cordero pascual, en lo cual se sirve dei esquema indicativo-imperativo: la tipologia dei Cordero pascual (que sólo aqui es inequívoca) funda­ menta la exhortación de Pablo a la comunidad de Corinto para que se comprometa a sí misma con arreglo a su condición de «masa nueva», «no fermentada» (v. 7a), de lo cual debe seguirse (v. 8) la supresión de la inmoralidad (vv. Is). Pablo presupone en todo ello el conocimiento de Ias usanzas judias de la Pascua y el conocimiento de la tipologia de la Pas­ cua, pero no necesariamente una fiesta cristiana de Pascua. H. Patsch J i a 0 /OJ pascho vivenciar, experim entar; sufrir (la muerte), soportar* 1. Aparición, significado básico - 2. Significados generales - 3. El sufrimiento de los cristíanos - 4. El sufrimiento de Cristo. B ibl.: -►hXíPoj, ^ jtá ^ p a , además: W. J. Bennett, Jr., «T he Son o f M a n must...»: NovT 17 (1975) 113129; L. Boreham, The Sem a n tic D evelopm ent o f n á a -

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X(0: Glotta 49 (1971) 231-244; P. Hoffmann, M k 8,

31. Z u r H erku nft u n d m k R ezeption einer alten Ü berliefem n g , en F S Schm id 1973, 170-204; D. Dormeyer, D e r Sinn des L eid en s Jesu. H isto risch -kritisch e u n d textpra g m a tisch e A n a lysen z u r M arkuspassion (SBS 96), Stuttgart 1979; K. Th. Kleinknecht, D e r leidende Gere ch tfen ig te. D ie atl.-jüd. Tradition vom «leidenden G erechten» u n d ihre R ezep tio n b e i P a u lu s (WUNT n/13), Tübingen ^1988; E. Larsson, C hristus ais Vorbild. E ine U ntersuchung za den p ln Tauf-und Eikontexten (ASNU 23), Lund 1962; D. Meyer, IIoA.Àà jiatleiv: ZNW 55 (1964) 132; J. R. Michaelis, E schato logy in / P e te r III. 17: NTS 13 (1966-1967) 394-

401; W. Michaelis, Jiáoxco, en ThWNT V, 903-925; W. Rebell, D as L eidensverstãndnis bei P a u lu s un d Ign a tiu s vo n A n tio c h ie n : NTS 32 (1986) 457-465; L. Ruppert, J esu s a is d e r leidende G erechte? D e r Weg Jesu im L ichte eines alt- u n d zw ischentestam entlichen M otivs (SBS 59), Stuttgart 1972, 44-71, G. Strecker, D ie L eid en s- u n d A ufersteh u n g svo ra u ssa g en im M k: ZThK 64 (1967) 16-39; A. Strobel, M a ch t L eiden von der S ü nde fr e i? Z u r P roblem atik von 1 P e tr 4 , Is: ThZ 19 (1963) 412-425; M. Wolter, D e r A p o stei u n d seine G e m ein d en a is T eilh a b er a m L e id e n s g e s c h ic k Jesu C h risti: B e o b a c h tu n g e n z u r p ln L e id en sth e o lo g ie : NTS 36 (1990) 535-557; Id., U i d e n (HI), en TRE XX,

677-688; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1224s.

1. El verbo activo jtáoxco, con el sentido fundamentalmente pasivo de experimentar, vivenciar, sufrir, aparece 42 veces en el NT (especialmente en los Sinópticos, en la Carta primera de Pedro y en Hebreos). De ellas, aparece unas 7 veces en el sentido general ( ^ 2) y 35 veces (como ->■ itá^Tipa) para desig­ nar el sufrimiento de los cristíanos (-> 3) o de Cristo (-+ 4). En la LXX jtáoxco aparece 21 veces; en cambio, en Filón se encuentra 150 veces. A la lengua hebrea le resulta desconocida la contraposición entre «sufrir / experi­ mentar (pasivamente)» y «hacer (activamente)», expresada por jiáoxm y ôgoco y otros verbos semej antes. Para denotar la idea de «sufrir», la lengua hebrea usa expresiones más concretas. 2. El sentido general se encuentra en Gál 3, 4: «iHabéis experimentado en vano tales co­ sas (los signos de haber recibido el Espíritu)?». Este sentido se halla también en Lc 13, 2, cuando en este pasaje se piensa concreta­ mente en una experiencia negativa, como la que se indica expresamente en Hech 28, 5: «él

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naaxtíi

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tienen que soportar evidentemente inconve­ nientes y afrentas. Se acentúan estas palabras de aliento con la repetida referencia al ejemplo de Cristo, el cual «siendo justo sufrió por los injustos» y con ello les abrió el camino hacia Dios (3, 18, 4). En 1 Pe 4, 1, junto a la referencia a la actitud con que Cristo aceptó sobre si el sufri­ miento (->■ 4), se halla la frase siguiente, difí­ cil de entender, y que suena a sentencia gnómica: «Pues quien padece en la carne, ha ter­ 3. En 1 Tes 2, 14, que es el testimonio más minado con el pecado» (o «está desligado dei antiguo, Jtáox® designa el sufrimiento de los pecado»). El sujeto de esta frase dificilmente cristianos en Ias persecuciones. Según Flp 1, será Cristo (Strobel, 420; en contra N. Brox, 29, es una gracia «sufrir por él (Cristo)», es La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, decir, estar expuesto a Ias persecuciones por sub loco [bibl.]); itáoxoc) no aparece aqui amor de Cristo (v. 28), ya que esto es senal de tampoco en sentido figurado, como si se refila futura gloria (cf. Rom 8, 17) y de los esperiera al bautismo, en forma análoga a como ciales lazos con el Crucificado (cf. Flp 3, 10, aparece en Rom 6, 3.7 (así piensa Michaelis, jtá'&q[ia). Para referirse a Ias propias tri92 Is); la interpretación más obvia es la si­ bulaciones, Pablo utiliza el verbo Jtáoxm úni­ guiente: Quien sufre en seguimiento de Cris­ camente en 2 Cor 1, 6 (cf. 0up,3táoxop.EV en to, muestra así que ha roto con el pecado. Rom 8, 17). Aparte de eso, la estrecha asociación entre la Según Hech 9, 16, Cristo mostrará a Pablo «carne» y el «pecado» durante ese período (que hasta entonces había perseguido «a los pudo haber influido en la formulación de esta que invocan su nombre», 19,14) «cuánto tensentencia (cf. Rom 7, 18.24; 6, 7; 8, 13; L. drá que padecer a causa de mi nombre». Es­ Goppelt, Der erste Petrusbrief [BQEK], sub tos padecrmientos se hallan asociados ineludiloco). blemente (ÔEi, cf. 14, 22) con su nueva tarea Concepciones judias fluyen también en la y provienen de Ias persecuciones (cf. 5, 41; exposición que se hace en 1 Pe 4,12-19, don­ 15, 26; 21, 13). Aqui dificilmente se dirá (co­ de el sufrimiento de los cristianos -parecido a mo en 2 Cor 4) que Pablo tiene que proclamar un castigo (vv. 15.19)- se contempla en coneel evangelio precisamente por medio de sus xión con el comienzo dei juicio de Dios, dei que los incrédulos, ciertamente, no podrán es­ padecimientos (Michaelis, 919; objeciones en E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], capar (cf., a propósito, Goppelt, Der erste Pe­ trusbrief, 312ss; ibid., 299-304 sobre el moti­ sub loco), náoxo) designa también en 2 Tim 1, 12; 2 Tes 1, 5 y Ap 2, 10 el sufrimiento devo dei gozo por el sufrimiento). Según 5, 10, lo que los lectores tienen que sufrir (aoristo bido a Ias persecuciones. En 1 Pe 2, 19.20 3táax
no experimento (no sufrió) dano alguno». En Mt 17, 15, el advérbio x a x ã ç determina el sentido de náoxsiv (v.l. êxEi), concebido en sentido neutro, de tal manera que habrá que traducir así; «él lo pasa muy mal». Sin determinación más específica, náoxcü significa sufrir en 1 Cor 12, 26 (como antítesis de «expe­ rimentar honores»). En Mc 5, 26 y Mt 27, 19 noKkà Jiáoxeiv significa «aguantar / soportar muchas cosas».

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jiaoxo)

se especifica por medio de los verbos «rechazar» y «ser muerto» (cf. Mc 5, 26; Mt 27, 19). La expresión está influída probablemente por el motivo de Ias aflicciones dei justo en el Sal 34, 20 (cf. el contexto), pero tatnbién por la manera en que se habla de Ias aflicciones de los cristianos (cf. 1 Tes 2, 14-16). Es discutible si por ello se entendió originalmente el rechazo y la hostilidad contra Jesús a causa de su actividad (Hoffmann, 18Is). En el con­ texto actual (especialmente en Mateo) se anuncian así los sufrimientos asociados con el proceso (el prendimiento, el proceso, la crucifixión; cf. Josefo, Ant XIII, 268; KoXkà jtá•&COV... àjté^&avev, «después de sufrir muchas cosas... murió»). En Mc 9, 12, la predicción iv a noXXà se pone en relación expresa con la Escritura; como se ve por la adición «ser tratado con desprecio» (->■ èlorjÔEvéco), además de pensarse en los Sal 34, 20 y 118, 22, podría haberse pensado también en el Sal 88, 39 LXX (è^onôévoooaç... xòv X qiotÓv oon) y en otros enunciados acerca dei justo que sufre (^también en Is 53?; cf. R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], sub loco). El lugar paralelo Mt 17, 12 contempla el do­ loroso destino dei Hijo dei hombre en rela­ ción con enunciados acerca de Elias. En vista dei uso que se hace de Jtáoxco en otros luga­ res, no puede deducirse dei verbo, por sí solo, una nota teológica especial o «el carácter singularísimo y único de la Pasión de Jesús» (Michaelis, 914s). Sin ulterior precisión, náaxw designa en Lc 22, 15; 24, 26.46; Hech 1, 3; 3, 18 y 17, 3 el acontecimiento que precedió a la resurrección o a la glorificación de Cristo. Aunque tal acontecimiento significa esencialmente la muerte de Jesús, sin embargo Jtáoxco no es aqui sencillamente un sinônimo de «morir» (en contra de Michaelis, 911), sino que carac­ teriza el final de la vida de Jesús como la suerte ignominiosa dei rechazo. Se discute si esta manera de hablar (sobre todo en Lc 22, 15) procede de una tradición independiente de Mc 8, 31 (i,o quizás más antigua aún?). La forma activa 3ta'Ô£Ív no pretende acentuar, como tampoco lo pretendeu los verbos eíoEA.CO,

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■d-eiv, áv ao tfjv ai (->■ ãvácrxaoiç 5) el factor activo en la muerte o la resurrección de Jesús. En la Carta primera de Pedro, los enuncia­ dos formulados con Jtáoxco acerca de los su­ frimientos de Cristo se hallan en relación ínti­ ma con Ias palabras acerca de los ignominiosos sufrimientos de los cristianos. En 2, 21.23 Jtáoxco designa la Pasión de Jesús como sufirimiento ejemplar: «El sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo»; «cuando él padecia, no amenazaba» (la variante textual ájtéd^avev podría haberse insertado aqui, como en 3, 18, tomándola de Ias Cartas paulinas; cf. Brox, La primera Carta de Pedro, sub loco). La adi­ ción «por vosotros» (2, 21), que evidentemen­ te existia ya con anterioridad, no es valorada especialmente ( ^ í)JtÉQ). En 3, 18 la variante textual EJta^EV, probablemente genuina, se refiere (al menos en el contexto actual) a la aceptación ejemplar dei sufrimiento (cf. v. 17) en conexión con la muerte expiatória (cf. 2, 24). El autor no piensa aqui únicamente en la muerte, como se ve también por 4, la {«sufrió en su carne»; cf. 3,18: «muerto en la carne»), porque el autor allí se refiere a la actitud que caracteriza la conducta ejemplar de Jesús (2, 22s; cf. Flp 2, 6ss; sobre 4, Ib ^ 3). En la Carta a los Hebreos jtáoxco es el úni­ co verbo empleado para designar la muerte de Jesús. Sin embargo, en 2, 18 Jtáoxco caracte­ riza su muerte bajo la perspectiva de una prueba. Tal prueba (la paciente perseverancia en medio dei aparente abandono de Dios) la indica 5, 8 con el juego de palabras ê[xa#EV ÊJta§ev, que recoge el adagio general basado en la experiencia: jtá'&Et - [táUoç; «de lo que él padeció, aprendió la obediência» (cf. Flp 2, 8). En Heb 9, 26 Jtáoxco designa además la muerte de Jesús como un acto sacrificial (cf. JtQooqpéQCo en los vv. 9.14.25.28). En 13, 12 Jtáoxco se halla también en estrecha relación con la idea dei saciificio (cf. v. 11): «para san­ tificar al pueblo mediante su propia sangre, él sufrió [la muerte sacrificial] fuera de la puerta». El contexto que sigue a continuación inmediata («cargar con su oprobio») muestra que Jtáoxco significa aqui la muerte voluntá­ ria, aceptada y sufrida con obediência: una

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jiaax© - JcaTiiQ

muerte que, además dei carácter de sacrifício que sirve para la santífícación (borrar los pe­ cados), poseía el carácter de oprobio y era presentada ante los lectores como modelo alentador. J. Kremer n á t a ç a , OíV Patara Pátara* Ciudad portuaria situada en la costa dei su­ doeste de Licia. En ella desembarco Pablo en su último viaje de Corinto a Jerusalén por el itinerário de Cos y Rodas: Hech 21, 1. BHH III, 1399; Haag, Diccionario, 1464; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, 1193. n :a T a a c r(o patassõ golpear, pegar, matar a

golpes* El verbo aparece 10 veces en el NT, tres de ellas en citas dei AT (Hech 7, 24 [Ex 2, 12]; Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 [Zac 13, 7]); el tér­ mino se halla atestiguado más de 400 veces en la LXX, casi siempre como equivalente dei hebreo nãkâ (hifíl). Hech 12, 7: «golpear en el costado»; Mt 26, 51 par. Lc 22,-50: golpear fuertemente a alguien (con la espada); usado en sentido absoluto en Lc 22, 49: «dar mandobles / herir con la espada» (èv [taxaípT] jtatáooco); Hech 7, 24; abatir a golpes / ma­ tar a golpes (dícese de Moisés: itax á^aç tòv A iyújm ov); Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 (de Dios: Jtaxá^a) xòv jroipéva, cf. Zac 13, 7; Bem 5, 12). En sentido fígurado dícese de la acción de Dios que golpea castigando o juzgando (cf. por ejemplo Gén 8, 21; Ex 7, 20), por medio de un ángel que hiere de muerte a Herodes (Agripa), Hech 12, 23; por medio de los dos testigos (Moisés y Elias), que «golpean a la tierra con toda suerte de plagas» (jtaxáoam xtiv yfjv âv jtáox) xcXriyfj, cf. 2 Mac 9, 5; Ex 7, 19s), Ap 11, 6; mediante el victorioso Rey y Juez Cristo (ó 'kóyoç, xoü "dEon, 19, 13), que con la afilada espada que sale de su boca (cf. 1, 16; Is 11, 4; 49, 2; Sal 2, 9; Sab 18, 15ss; SalSl 17, 24.35; 4 Esd 13, 9; Hen [et] 62, 2) hiere a Ias naciones (tva èv

auxfí jtaxá^T] xà èOvq), Ap 19, 15. ThWNT V, 939s. jtaTÉw pateõ pisotear, pisar sobre, aplastar con el pie* En el NT el verbo aparece 5 veces, cuatro de ellas (como sucede frecuentemente en la LXX, cf. J1 4, 13; Is 63, 2s.l8; Zac 12, 3) en el contexto de la acción de Dios que castigar y juzgar: pisotear, en voz pasiva en Lc 21, 24 (TepouoaÀfip sax a i jtaxoupévT] ujiò èflvcõv, cf. Zac 12, 3; Dan 8, 10.13); de manera parecida en Ap 11, 2 (xfjv JtóA-iv xf]v áyíav jraxf|aou0 iv [a saber, xà è-&vri], cf. especial­ mente Dan 8, lOss; Is 63, 18), posiblemente con el sentido especial de «profanar»; Ap 14, 20 (en voz pasiva); en 19, 15 «pisar el lagar» (jtaxéü) xf]v Xt]vóv ) como imagen de la cóle­ ra dei juicio de Dios (cf. J14, 13; Is 63, Iss; X,T)VÓÇ.

Tan sólo en Lc 10, 19 se usa el verbo en sentido neutro o positivo para referirse a la autoridad que Jesus concede a los discípulos para «pisar sobre serpientes y escorpiones» (itaxeco èjtávo)), es decir, para estar protegi­ dos de los ataques satânicos (como senal dei tiempo de la salvación; cf. v. 19b; Sal 90, 13 LXX; TestLev 18, 12). Bauer, Wõrterbuch, Í . V . ; ThWNT V, 940-943. Jta T tjç ,

t q Óç,

Ó patêr padre

1. Aparición en el NT - 2. En sentido general - 3. Sobre la relación de Jesus con el «Padre» - 4. Antiguo Testamento y judaísmo - 5. El judaísmo de la Diáspora, especialmente Filón y Josefo - 6. Tradición litúrgica y doxológica en el judaísmo y en el cristianismo primitivo - 7. La invocación «Padre» y los enunciados acerca dei «Padre», en Jesús. - 8. Los padres humanos en el NT. B ib l: Billerbeck I, 392-396; P. A. H. de Boer, F ath e rh o o d a n d M o th e r h o o d in Isr a e lite a n d Ju d ea n P iety, Leiden 1974; G. Bomkamm-H. G. Gadamer-W, Lemke-L. Perlitt, D a s V aterbild in M y th o s m d G eschichte, Stuttgart 1976; Dalman, Worte, 150-159,296304; W. Gmndmann, M atth X I.2 7 u n d die jo h a n n eischen « D er Vater - D e r Sohn»-Stellen: NTS 12 (19651966) 42-49; R. Gyllenberg, G ott d e r Vater i m A T und in d e r F red ig t Jesu (StOr 1), Helsinki 1926, 3-140; E. Haenchen, « D e r Vater, d e r m ic h g e sa n d t hat», en

829

narnQ

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àppá, cf. además ThWNT X, 1225.

1. En el NT 3xaTT|Q aparece 414 veces, de Ias que casi 250 se refieren a Dios y más de 150 a hombres. La mayoría de los testimonios se encuentran en el Evangelio de Juan (136); por lo demás, Mateo ofrece 63 testimonios, Marcos 19, Lucas 56; Hechos 35, Pablo 40, 1 Juan 14 y Hebreos 9. Jesús mismo habla de Dios como Padre 3 veces en Marcos, 4 en Q, 4 en el material peculiar de Lucas, 31 en Ma­ teo (sin incluir el material de Q y el de Mar­ cos) y 100 veces en el Evangelio de Juan (cf. Hofius, 1245). 2. El concepto y la dignidad dei padre forman parte de la estmctura patriarcal dei mundo antiguo y se hallan encuadrados en Ias categorias dei hogar, la familia y el dominio. El padre es el pro­ tector, el que proporciona el alimento y el que da

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protección. Desde los tiempos de Homero, el pa­ dre biológico, el ascendiente y el antepasado de un Mnaje son llamados rtarfiQ (II 6, 209); pero también el maestro en la educación filosófica y el mistagogo en el culto (Apuleyo, Met XI, 25, 7) pueden ser llamados «padre». En sentido metafó­ rico, jiaxfiQ se apEca al rey, más aún, a Dios mis­ mo. Un rey en el norte de Sitia (825 a.C.) se glo­ ria de ser para sus vasallos como un padre, como una madre, como un hermano (M. Lidzbarski: Ephemmeris für Semitische Epigraphik 3 [1915] 237s; cf. ANET 499s). Es importante la invocación que se hace en la oración, en un texto sapiencial sumerio: «jDios mío, tú eres mi padre, tú me engendraste!» (ANET, Suppl. 590). Sirac in­ voca al Senor, Padre y Soberano de su vida (Eclo 23, 1-4; 51, 10 [texto hebreo], a quien también se puede invocar llamándole àrtárcoQ (ApAbr 17, 9). La comunidad de Qumrán ensalza a Dios; «Porque tú eres padre para todos los hijos de tu verdad. En ellos tú te regocijas como la llena de ternura por su nino, y como una nodriza recoges en tu seno todas tus criaturas» (IQH 9, 35s, F. Garcia Martinez, Textos de Qumrán, Madrid '*1993, 386). En arameo ’abbã’ sustituye, como invocación dei padre, a la antigua forma hebrea y aramea ’ãbí, «padre mío» (bBer 40a par.; bSan 70b; cf. bTaa 23b; -* àppá). 3. El mistério de Jesús remite a una deter­ minada relación entre el Padre y el Hijo, que se basa en un ver y oír, en un recibir y entre­ gar (= sacrificar). Esta relación resuena en sentencias rítmicas como Mt 11, 27; 24, 36. El Padre, que ve en lo oculto o que se halla en lo oculto (6, 4.6), exige dei hombre una conducta que esté en consonância con ello. El es, al mismo tiempo, «Senor dei cielo y de la tierra», que dispone de la decisión de ocultar y descubrir su voluntad (11, 25); cf. además ^7. 4. La conexión entre «Dios» y «Padre» está li­ gada bíblicamente por la elección, el pacto y la promesa de salvación hecha a Israel (cf. Dt 32, 6; cf. también E. Jenni, en DTMATI, 54s). Se alude a un proceso histórico, en el que Dios ha llegado a ser el Padre por su amor, su solicitud y su peda­ gogia (Jer 31, 9). Las promesas hechas a la des­ cendência de David senalan hacia el beneficio de adopción (2 Sam 7, 14: «Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo»; Sal 2, 7; «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy»). Claro que el AT emplea sólo con reservas estos enunciados acerca

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jcaTiíQ

de Dios como Padre. Israel no se apropió nunca el lenguaje mítico que habla dei Dios que engen­ dra y da a luz; incluso en la fórmula de adopción mesiánica, la frase «hoy te he engendrado» es protocolaria, ya que se entiende en el sentido dei derecho que le corresponde a Dios y expresa un privilegio, una relación de protección y una tarea. La manera metafórica de hablar de Dios como el Padre recibió su impronta especial en el Sal 103, 13 («Así como un padre se apiada de sus bijos») y en Prov 3, 12 («A quien Yabvé ama, le reprende»): la misericórdia y la pedagogia de Dios recaen precisamente sobre aquel que se baila en la desgracia y en la tentación, es decir, forman parte dei proceso de legitimación de la adopción como bijo. La relación bíblica entre Padre e bijo (Dt 14, 1; «Sois bijos de Yabvé, vuestro Dios») está liga­ da siempre a requisitos prévios que se exponen, y de los que bay que dar buena cuenta en la obe­ diência y la fidelidad. Amplificando lo que se dice en el Sal 22, 11, confiesa el orante de IQH 9, 35s: «Pues mi padre no me ba conocido y mi madre me ba abandona­ do a ti. Porque tú eres padre para todos los bijos de tu verdad. En ellos tú te regocijas como la llena de ternura para su nino...» (F. Garcia Martínez, Textos de Qumrán, 386). Aunque este conocimiento de que Dios es el Padre no escasea, ni mucbo menos, en el judaísmo posterior, sin embargo tiene su origen probablemente en la liturgia (Tob 13, 4; Eclo 51,10 [texto bebreoj; Jub 1, 24s.28; 19,29). La revelación futura traerá consigo un espíritu santo, pureza y obediência, una nueva rela­ ción entre Padre e bijo (Jub 1, 25). TestJud (frag­ mentos mesiánicos) anuncia un nuevo tiempo de salvación con nuev derramamiento dei Espíritu. Llegará un nuevo sacerdócio (TestLev 18, 6). Claro que el texto de los TestXII fue refundido ulteriormente. En la época helenística dei judaísmo resalta más intensamente la relación personal dei justo con Dios, a quien se dirige como a Padre (por ejemplo, Eclo 23, 4 [texto griego], en la invocación de Dios: «iSenor, Padre mío!»). En la lucba entre el hombre de sentimientos mundanos y el justo aparece con claridad que este se llama a sí mismo siervo de Dios, bijo de Dios, y se gloria de que Dios es su Padre (Sab 2, 16-20). Aqui bay que contar con que, en el judaísmo de la Diáspora, siguieron desarrollándose ciertos motivos bí­ blicos. Con Ia mayor naturalidad Tobit se gloria: «jEl es nuestro Dios y Senor; nuestro Padre y Dios por siempre!» (Tob 13, 4). Enteramente de acuerdo con esto, el material rabinico, que se remonta quizás hasta los tiempos de Jesus, muestra la siguiente invocación de Dios

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en la oración: «jPadre nuestro, Rey nuestro!» ( ‘ahabâ rabbâ; liturgia de ano nuevo: 'abinü malkenü, cf. Staerk 6, 27ss). [Resalta en primer plano la invocación de Dios como Padre! En sentido más amplio son de importância la literatura Hekalot y la continuada influencia de Ias teofanías dei AT en la apocaKptica (el trono de Dios y el templo, la manifestación de Dios, la tradición acerca de los ángeles y el culto celestial): el ascenso y descenso de ángeles y de seres hu­ manos, la trasformación dei cuerpo, la superioridad dei que asciende, que se situa por encima de los ángeles (Hen [et] 14, 5; 71, 1-17; TestLev 3). La literatura Hekalot sigue estando vinculada con la Torá y con Israel; pertenece, por tanto, al mar­ co de la piedad dei judafsmo. Sus comienzos se remontan a la época de la destrucción dei templo (70 p.C.). Habrá que preguntarse si la mejor manera de entender a Jesús es partiendo de la doctrina sapiencial o la profecia o bien de los motivos fundamentales de la literatura Hekalot. En este últi­ mo caso, la relación de Jesús como el Hijo con el Padre es única y singularísima (cf. Jn 20, 17). El nombre de «Padre» no es tan sólo una metáfora, sino que, como reinado y voluntad o decreto, es parte de la revelación misma. El Hijo la trajo des­ de el cielo. En esto se baila la diferencia entre el AT y el pensamiento rabinico (->• 3.7). 5. La sinagoga helenística lleva adelante la tradición de la LXX, con fuerte acentuación de la tradición palestinense. Conviene comparar 1 Crón 29, 16 LXX con Josefo, Ant VII, 380: David ensalza a Dios como «Padre y origen de todo, como Creador de Ias cosas humanas y divinas, con Ias que él se adomó a sí mismo, como pro­ tector y guardián dei pueblo hebreo, de su prosperidad y de su reino». Una tradición sacerdotaldoxológica sigue muy de cerca la tradición de la LXX, pero utiliza ahora un lenguaje propio, que recoge nuevos conceptos griegos. También Filón habla dei «Padre de todos los hombres y Creador dei universo» (Op 89; Decai 64; SpecLeg I, 96; n, 6; Ebr 81). El elemento común aqui es una te­ ologia de la Diáspora judia con acento palestinen­ se; Josefo, como político, pregunta acerca dei ori­ gen dei poder; Filón, como filósofo, pregunta acerca dei origen dei mundo. En todas estas disquisiciones, puede entenderse de la misma mane­ ra la idea dei Padre como Creador y Protector (Josefo: invocación de Dios como Jtatf|Q y Sq(luweyóç, JtQoarátqç y ttqôepwv; Filón: Dios es jtaxr|g y jtotqTqç). Pero el motivo dei Padre puede adquirir tam­ bién en Filón otra forma peculiar: Determinadas

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itaTqg

personas como Moisés son «hijos de Dios» (VitMos II, 288). Pero Josefo no pasa de afirmar; Los patriarcas fueron «criaturas de Dios mismo» (Ant I, 106). Son los «amados por Dios», los cuales -según también Josefo- observan una conducta peculiar en su vida. Pero en Filón se inserta una interpretación filosófica propia: La creación tiene su origen (jtTiyií y otíxía) en Dios por medio dei poder formativo (ôúvapig jtoiT)Twf|) y la con­ cordância con él por medio dei Logos (ó O êI oç lóyoç). Llega a ser decisiva la doctrina acerca de la creación dei mundo invisible (Op 19s). En el trasfondo dei pensamiento de Filón hay elemen­ tos platônicos y estoicos. Sobre todo, Dios domi­ na el mundo como «Creador, Padre y Conserva­ dor» dei hombre (cf. Epicteto, Diss I, 9, 7; Himno de Cleantes a Zeus). Surge la pregunta de si tales elementos hallaron también entrada en otros puntos de la tradición judia de la Diáspora. Es importante que la invocación que suele emplearse en doxologías: «Dios de los padres» (3 Esd 4, 60: ôéajtota tóõv JtaTÉQoav), se halle refiejada abreviadamente en Filón con el vocativo ôéojtota e igualmente, aunque en forma acentuada, en Josefo. Los enun­ ciados acerca dei Senor o dei Creador tienen cierta preponderância sobre los enunciados que hablan de Dios como Padre. En la halaká de Filón el lugar más destacado lo ocupa el desarrollo de la liturgia judia; tan sólo en segunda linea sehalla la influencia filosófica. Ahora bien, la invocación de Dios como «Padre» en la oración y los enun­ ciados que hablan de él como «Padre» se imponen en el judaísmo (3 Mac 6, 3.8; Sab 14, 3; Apó­ crifo de Ezequiel, frag. 3) y reflejan probablemente una tradición litúrgica abreviada. En el ju­ daísmo helenistico, los enunciados acerca dei Pa­ dre penetraron en Ias relaciones cósmicas, e incluso en el âmbito dei cielo y de la tierra, aun­ que este concepto encuentra ya en el AT y en la tradición palestinense Ias semillas de tal desarro­ llo. La solicitud y ayuda que Israel experimenta como pueblo, aparece junto a la orientación recibida de los padres y a Ias intenciones que mueven a la persona piadosa.

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mos griego: el mundo de los ángeles (como la familia superior) y el mundo humano (como la familia inferior) se hallan enlazados por Dios como Padre y Senor, como Creador de un orden que abarca el cielo y la tierra. El Pa­ dre es el dueno de la casa (Billerbeck III, 594; cf. también ->• jtaxgiá 2). El, como el Crea­ dor, es también el Redentor. Un concepto afln es la fórmula abreviada que procede de la tradición palestinense (Núm 16, 22; 27,16): «Padre de todos los espíritus», una fórmula que abarca el cielo y la tierra (Heb 12, 9). También aqui se trata de la obediência al Padre, que es el único que crea la vida. El atributo «Padre de Ias luces» (Sant 1, 17) recuerda Ias formas de pensamiento de la sinagoga helenística: en El no hay câmbios ni períodos de sombra. El mensaje, más antiguo, de 1 Jn 1, 5, es traducido aqui a una for­ ma más reciente (cf. Ias expresiones: «Luz dei universo» y «Padre de la luz» en ApMo 36, 3). Aqui se manifiesta también la herencia Utúrgica de la sinagoga. Con la fnndación de la Iglesia cristiana en­ contramos una nueva forma litúrgica y didáctica (oración, bendición, confesión de fe). Pablo habla de «Dios el Padre», «Dios, nuestro Padre», «Dios, el Padre de nuestro Senor Jesucristo» (cf. Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1, 2; Gál 1, 3 y passim). Esta forma doctrinal es bimembre, porque la confesión de fe en Dios como Padre se amplia ptua incluir el senorío de Jesucristo. De la manera usnal en la Diás­ pora judia (1 Crón 29, 16 LXX), fórmulas de omnipotencia pueden anadirse doxológicamente a esta confesión bimembre de Dios y dei Senor (como sucede en 1 Cor 8, 6). En el estilo de la Shema (Dt 6, 4 LXX), se acentúa la unidad de Dios el Padre, y la confesión de fe en el senorío de Jesucristo aparece enton6. Los padres y el Dios de los padres. Ias ces como una ampliación y explicación, no como una limitación dei enunciado acerca de promesas hechas a los padres y Ias bendicioDios como Padre. Esto recuerda el pasaje de nes a ellos impartidas se hallan detrás dei Ex 4, 16, donde Moisés debe hablar para Aamensaje dei NT y lo legitiman. Tiene impor­ rón haciendo Ias veces de Dios, o cuando tância central el pasaje de Ef 3, 14s: «Doblo Moisés asciende a la montaria y dialoga con mis rodillas ante el Padre, de quien todo reciDios (Ex 24,15-18). Quizás haya que tener en be su nombre...». El enunciado es litúrgico y cuenta aqui también la conexión joánica entre presupone un cosmos palestinense, no un cos­

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jtaxfiQ

la relación Padre-Hijo y la legitimación dei mensajero por parte de Aquel que le envia (Jn 17, 1-3). En modo alguno la designación de Dios co­ mo Padre aparece en cualquier enunciado en el que se haga una confesión de fe (cf. 1 Tim 2, 5). La acentuación de la unidad de Dios, y dei único Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo (= Mesías) Jesús, muestra rasgos judíos-cristianos, que se atienen a la tradición dei AT. Más rica aparece la confe­ sión de fe en un solo Kyrios y en un solo Dios y Padre, acompanada por fórmulas que expresan la omnipotencia (Ef 4, 5-6). También aqui se aplica aquella ley: ampliación y complementación, pero no limitación. Es interesante la reserva dei Apocalipsis en cuanto a formu­ lar enunciados que llamen Padre a Dios (2, 28; 3, 5.21; 14, 1): aqui falta en la oración la invocación «Padre»; sin embargo, los vocativos que inspiran respeto, como ó ôeojtÓTtiç (6,10) y xÚQiE è dEÒç ó JtavtoxpáxtoQ (15, 3), abreviado en m ú q i e (15, 4), muestran la analogia con el judaismo. Merece especial atención el conjunto de fórmulas dei Evangelio de Mateo. El comienzo de la oración dei Padrenuestro contiene la invocación: «Padre nuestro en el delo» (Mt 6, 9) y, como Ias oraciones sinagogales de aquella época, debió de formularse original­ mente en hebreo o arameo. La invocación se remonta a la costumbre misma de orar que tenia Jesús y a sus instrucciones sobre la ora­ ción (cf. Mc 11, 25; Lc 11, 13). Según el mandamiento de bautizar (Mt 28, 19; Did 7, 2), se invoca sobre el neófito. el nombre dei Padre, dei Hijo y dei Espíritu Santo: la invocación dei nombre incluye la entrega bajo el dominio dei Padre, quien se revela a si mismo en la creación, en la plena autoridad de Jesús y en el don dei Espiritu Santo. La fórmula es triádica en el texto dei Evangelio de Mateo, y se entiende como ampliación y como complementación, no como limitación (cf. 2 Cor 13, 13 como bendición). El mismo Evangelio habla en sintesis acerca dei Padre como el Creador y el Elector de Israel, acerca de Jesús co­ mo el Crucificado, el Resucitado y el Exalta­

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do, y acerca dei Espiritu dei Padre, que babla en los discipulos (Mt 10, 20). La invocación en la oración «Padre en el cielo» y el correspondiente enunciado acerca de Dios («vuestro Padre en el cielo») sustentan todo el mensaje dei Evangelio de Mateo. En la invocación al Padre en la oración y en la instrucción de Jesús sobre la manera de orar, el vocativo «Padre» se convierte en un enunciado fundamental importante, que da cobesión a todo el Evangelio. Se invoca a Dios como Padre y se tiene bien presente, al mismo tiempo, que él es el Juez que manda que se lleve una conducta santa (1 Pe 1, 17). La invocación en la oración comporta en si misma todo el mensaje, incluida la amonestación dei apóstol. El movimiento de oración y el movimiento dei Espíritu, en el cristianismo primitivo, trae también consigo un nuevo comienzo en la invocación de Dios como Padre y en el enunciado acerca de Dios como Padre, pero babrá que tener en cuenta la analogia con la costumbre judia de orar; ese movimiento no babrá que amplificarlo basta convertirlo en oposición, como se bace casi siempre. 7. El arameo 'abbã' (Mc 14, 36; Rom 8, 15; Gál 4, 6) es un clamor de oración y refleja la invocación de Dios que era común en Ias oraciones de Jesús y de los cristianos de babla aramea (cf., además de los testimonios men­ cionados en 1, Tgis 8,14; cf. Hofius, 1241; àppá). Significa poco más o menos: «jTú, Padre amado!». La invocación bebrea no de­ bió de quedar desplazada por ella (por ejemplo, el texto dei Sal 22, 2 es recogido en Mc 15, 34 según el lenguaje coloquial arameo, y en Mt 27,46, según la forma bebrea original). La invocación de «Padre» {'abbã’) no se baila en tensión con la invocación «Soberano dei mundo» (bTaa 23b), sino que tiene su pa­ ralelo en la exclamación de júbilo de Jesús (Mt 11, 25; Lc 10, 21), donde la invocación «Padre» es completada y ampbada por la in­ vocación «Senor» ( ’°donãy). Se trata aqui de una relación excepcional, más aún, exclusiva entre el Padre y el Hijo, que tiene sus parale­ los más próximos en el judaísmo de los jasi-

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itatfiQ

dim de Galilea (Vermes). La derivación dei mistério de Jesús se hace remontar a una Vi­ sion y a una voz celestial (Mc 1, 11; 9, 7) y tiene un paralelo en la tradición que aparece en bBer 7a (la invocación: «Ananías, hijo mio», durante una visión). La identificación que se hace de Jesús me­ diante la visión y la voz tiene significado fun­ damental para Jesús. Su oración, su obediên­ cia, su don de obrar milagros, y también su deslinde de Ias personas y de los partidos se basan en ese acontecimiento originário, que le convierte en el Elegido y el Amado, en el siervo de Dios y en el Hijo de Dios. La combinación dei Espíritu y de la voz es de índole jurí­ dica (dos testigos); Ias palabras que se le dirigen recuerdan el Sal 2, 7 y también Is 42, 1. El Evangelio de Juan convierte ese aconteci­ miento originário en un testimonio dado por el Bautista, análogo a la eomprensión dei testigo mesiánico; él es asumido en el proceso dei ver y dei oír que tiene por objeto a Jesús de Nazaret (1, 32s). Jesús mismo conoce Ias cosas celestiales y Ias cosas terrenales, porque él es el único que ha ascendido y ha descendido (3, 12s). Por tanto, él tiene legitimidad inmediata y mediata. El acontecimiento terreno fundamental se convierte en un proceso celestial. Jesús es le­ gitimado desde el cielo y se halla en relación inmediata con el cielo mismo (1, 51). Nos ba­ ilamos así en el âmbito de la apocalíptica de la Hekalot (->• 4). Con ello no se priva a Jesús de su plena humanidad, sino que 61 sigue siendo de manera ejemplar el maestro de sus discípulos y el predicador ante el pueblo. Entre su invocación de Dios como Padre y su instrucción acerca de la paternidad de Dios hay diferencia, pero no oposición; Jesús recibe y trasmite a sus discí­ pulos (en Mt 6, 9: «Padre nuestro» como asociación; en Jn 20, 17; «Padre mío» como diferenciación). Más tarde, Heb 2, lls s describió a Jesús como quien dirige la oración litúrgica ante sus «hermanos». Pero precisamente este contexto amplia la diferencia entre quien dirige la oración, que se haUa como un padre ante sus hijos, y la comunidad. La diferencia-

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ción se lleva a cabo mediante la relación entre el Padre y el Maestro. Según el Evangelio de Juan, Jesús invoca también al «Padre» (cf. Mt 11, 25; Lc 10, 21; Jn 11, 41; 12, 27s; 17, Iss; «Padre justo», 17, 25). Conforme a la oración de acción de gra­ das, en 11, 41, Jesús se cuenta entre los orantes que siempre son oídos por el Padre y que, por tanto, tienen autoridad dei Padre; en el fondo hay aqui una fuente aramea. En los enunciados que Jesús hace sobre el Padre, los contextos de 4, 34 y 5, 19 senalan también probablemente hacia una fuente más antigua: el Hijo sólo es capaz de obrar con el Padre en plena obediência a él; por eso el Padre le ama y le da plena autoridad. Una halaká apocalíp­ tica que describe el mundo celestial y el mun­ do terreno en el trato dei Hijo con el Padre, impregna actualmente todo el Evangelio de Juan. El Padre confirma la plena obediência dei Hijo y le legitima: la autoridad reclamada por el Hijo no es sino la manera misma en que el Padre actúa. Mientras que Filón piensa me­ tafísicamente (->■ 5), Juan quiere ser entendido metaéticamente (3, 35; 5, 20). El cuarto Evan­ gelio es intensamente polémieo y, frente a la pretensión judia de ser simiente de Abrahán, más aún, de ser hijos de Dios, formula la tesis contraria; «Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis ejecutar los deseos de vuestro padre» (8, 44: los judios hostiles a Jesús han quedado excluídos dei mundo dei Padre, co­ mo la conducta de ellos lo demuestra). Los enunciados acerca de Dios como Padre se hallan en los escritos joánicos dentro dei marco de un dualismo metaético, pero, según la mente dei AT, trascienden con mucho ese dua­ lismo (1 Jn 1, 5; Jn 8, 12). 8. El título de «padre» puede aplicarse al sacerdote (Jue 17, 10; 18, 19), al profeta (2 Re 6, 21; 13,14) y también al maestro (Mt 23, 8s prohíbe tanto el tratamiento de «rabí» como el título de «padre»). En Hech 7, 2 los miembros dei Sanedrín y en 22, 1 Ias gentes dei pueblo son llamados «hermanos y padres». A los antepasados de Israel se los menciona específlcamente (como Abrahán, Isaac, Jacob -inclu-

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TcaxfiQ

so el rey David-), cuando los judios y los cristíanos pueden apelar a ellos (Mt 3, 9; Jn 8, 39; Rom 4, Iss; 9, 5). Tanto la tradición judia como la tradición cristiana primitiva recurre a los padres; todos tienen conciencia de su solidaridad bajo el origen común. El respeto y re­ verencia al propio maestro se considera tan importante como el respeto y reverencia al cielo (Abot 4, 15). Pablo recuerda a los corintios; «Aunque tuviérais innumerables educadores en Cristo, sin embargo no tenéis muchos padres', pues en Cristo Jesús yo llegué a ser vuestro padre por medio de la proclamación dei mensaje de salvación» (1 Cor 4, 15). El rabi llega a ser «padre» de los creyentes como maestro; el mistagogo, como iniciador en los mistérios; y Pablo, por la proclamación dei Evangelio. En su misión, Pablo busca personas a quienes pueda engendrar y dar la vida (Gál 4, 19; Fbn 10). El misionero puede convertirse en padre. Cuando «Pablo» llama «hijo legítimo» a Timoteo y a Tito (1 Tim 1, 2; Tit 1, 4), esto se refiere también a la trasmisión de la doctrina paulina y al compromiso en la actividad misionera. 1 Pe 5, 13 muestra hasta qué punto «Pedro» piensa también en la genuina trasmi­ sión de la doctrina y en el compromiso en la labor en Ias comunidades (Marcos «mi hijo»). El hijo sigue Ias huellas dei padre y le repre­ senta ante la comunidad. Frente a la ambición, a la discórdia y a la credulidad en la autoridad humana, la negativa expresada en Mt 23, 8-10 sigue siendo una advertência muy encarecida. El honor tributado al padre debe quedar reservado para solo Dios. Como metá­ fora, ese respeto y reverencia se aplica tam­ bién al apóstol. El rechazo dei abuso dei corbán y el intento de desairar a los padres remiten a un contexto diferente (Mc 7, 9ss par. Mt 15, 3ss). El abu­ so de la tradición farisaica se convierte aqui -en lábios de Jesús- en el motivo para que Je­ sús exhorte a mantener el mandamiento de Dios y a rechazar en general la tradición de los antiguos. Sigue siendo fundamental el mandamiento de Ex 20, 12, un mandamiento que es reforzado por la amenaza de juicio en

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Ex 21, 17. El trasfondo de esta historia no puede ser sino la institución de una nueva clase de obediência. El amor a Dios debe ser tan intenso, que haga cumplir hasta lo último el mandamiento de honrar a los padres (Mc 12, 28-34 par. Mt 22, 35-40). A su vez, ese amor puede exigir que, en el seguimiento de Jesús, se pospongan los lazos que unen con el padre y la madre, con los hijos y Ias hijas (Mt 10, 37; Lc 14, 26). La crisis en la que Jesús sitúa al hombre, puede romper los lazos con los pa­ dres. Con esto Jesús intensifica la seriedad de la inminente decisión. Las tablas de deberes domésticos, en Colosenses y Efesios, se hallan estfucturadas en tres partes: la mujer y el marido, los hijos y los padres, el criado y el amo están llamados, cada uno en su estado, a tomar en serio las tareas y obligaciones que a cada uno le incumben con respecto a los demás: lo conveniente y lo preceptuado se ilumina y ahonda por el bautismo y por el nuevo ser de la persona (Col 3, 18-4, 1; Ef 5, 22-6, 9). El fundamen­ to establecido en la creación (hombres y mujeres) incluye las relaciones con los padres (Ef 6, 1). El mandamiento de honrar a los pa­ dres (Ex 20, 12 / Ef 6, 2) se completa y se ahonda por las correspondientes obligaciones de los padres de no provocar a sus hijos, sino de educarlos por medio de la disciplina y la exhortación. Surge una nueva norma: la nor­ ma de lo que es «agradable» al Senor, de lo que es «justo y equitativo» (Col 3, 20; 4, 1). Debe entenderse de manera distinta el Uamamiento que se hace -en tres partes- a los hijos, a los padres y a los jóvenes en 1 Jn 2, 12ss. El llamamiento a los «hijos» se refiere a la totalidad de los lectores (cf. 2, 1.18); se tra­ ta, por tanto, de estilo didáctico. Mientras que los llamamientos a los padres y a los jóvenes se dirigen a distintos grupos de edades. El mensaje dei perdón y dei especial conocimiento dei Padre se aplica a todos los miembros de la comunidad. Los «ancianos» -los padres-, que se puede decir de dos maneras, han conocido a Aquel que era desde el princi­ pio. Los jóvenes, como portadores de la palabra y dei Espíritu, han vencido al maligno. En

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jtaxfiQ - jtaxQia

este llamamiento no se trata de una tabla de deberes domésticos. 1 Jn 2, 12ss no se dirige a Ias mujeres. Si se contempla en perspectiva todo el con­ junto, entonces nuestra mirada retoma sin cé­ sar a la parábola dei hijo pródigo (Lc 15, 1132). El padre misericordioso, que reparte sus bienes y se dedica a sus hijos, y que acoge con gozo al hijo perdido que regresa a casa, nos hace comprender toda la riqueza que hay en la patemidad terrena y celestial. O. Michel

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102 (^se compuso el Apocalipsis después de la muerte de Nerón, durante los anos 68/69 p.C.?). TtaTQlá, ã ç , ^ patria familia, linaje, división de una nación* Bibl.; Bauei, W ôrterbuch, s.v.; H. Schlier, L a Carta Salamanca 1991, 219s; G. Schrenk, n a XQiá,enThWNTV, 1017-1021. a los E fesios,

1. En el NT jtaxQiá aparece tres veces (Lc 2, 4; Hech 3, 25 y Ef 3, 15). El sustantivo se deriva de Jtaxf|Q y significa un origen común en el mismo padre o antepasado.

n á t ^ o ç , Ori Patmos Patmos* Según Ap 1, 9 el vidente Juan recibió su vo2. Según el relato sobre el empadronamiento ordenado por Augusto, en Lc 2, 1-5, cación y su encargo en el «día dei Senor» (v. 10) en la isla de Patmos, una isla pequena, po­ los habitantes judios de Palestina van a censarse no en su lugar de residência, sino en el ço poblada y rocosa, dei gmpo de Ias Espóralugar de donde era oriundo su clan. José, se­ das meridionales, en el Mar Egeo, frente a la cosa de Jonia, a unos 70 km al oeste de Milegún Lc 2, 4, por ser descendiente de David (cf. 1, 27) se dirige «a la ciudad de donde pro­ to: èYcvópTiv èv xfi vf|Ocp xfl xaÀ,ou|j,évp náxpcp. Según su propia declaración, Juan cedia su antepasado» (G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I [ÕTK], sub loco). llegó a Patmos cuando los cristianos estaban siendo perseguidos en Asia Menor (probableEn el discurso de Pedro, compuesto por Lu­ cas, encontramos en Hech 3, 25 la expresión mente en Efeso hacia el ano 94 p.C., en tiempo de Domiciano; cf. 9a), «a causa de la palan:ãoaL a i JtaxQial xfjç yílÇ- todas Ias familias de la tierra» como cita de la Escritura, una ci­ bra de Dios y dei testimonio de Jesus» (v. 9b). ta que, no obstante, no aparece en la LXX. Allí Juan -separado de sus comunidades- esLucas tomó probablemente su cita de Gén 22, cribió Ias siete misivas (vv. lOs) y toda su revelación o «apocalipsis» (v. 19). Una tradi18; 26, 4, y sustituyó EdvT] (LXX) por nación tardia dice que Juan se hallaba desterra­ XQiaí, porque el tecnicismo que él emplea en Hechos para referirse a los gentiles (e^ vt)), do o preso en Patmos: Clemente de Alejandría, QuisDivSalv 42; Eusebio, HistEccl III, no podia emplearlo en un discurso dirigido a 18, laa; 23, 6; Tertuliano, PraescrHaer 36; se­ judios. En el «juego de palabras basado en el griegún Plinio, NatHist IV, 12,13 Patmos es lugar go» (Schlier, 220), de Ef 3, 14s: Jtpòç xòv jxade destierro. Ahora bien, el destierro es tan xépa, o í Jiãoa iiaxQiá, «ante el Padre, de improbable históricamente como la elección quien desciende todo pueblo», el término nade Patmos como território especial de misión; XQiá debió de inferirse de la LXX. Pero en la H. Kraft, Die Ojfenbarung des Johannes LXX itaxQiá es ambiguo (linaje, clan; tribu, (HNT), a propósito de 1,9, piensa en un tiemcf. Schrenk, 1017s). Tampoco en la literatura po específico durante el cual se recibió la rerabínica encuentra el enunciado ningún punto velación, muy lejos de la presencia de otras de apoyo. Una traducción demasiado concre­ personas (42). Bauer, Wôrterbuch, í.v. (bibl.); BHH III, 1400s (bibl.); Haag, Diccionario, ta, como la que efectúa la Vg (jtaxQiá = patemitas), no acierta con el verdadero signifi­ 1464; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Bíblia, 1193; Pauly, Lexikon IV, 549; cado. Schrenk (1019) está en lo cierto cuando, en este contexto, interpreta Jtaxpiá por «puetambién A. A. Bell: NTS 25 (1978-1979) 93-

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jtatQLá - IlatQoPãç

blo», porque Ef 3, 15 se refiere a Israel y a los «gentiles», que ahora se hallan unidos -todos ellos- en una sola Iglesia, U, Hutter 3taTQiágX'n5j ® patriarchês padre de una nación, antepasado, patriarca* En el NT el término aparece 4 veces; a los doce hijos de Jacob se los llama patriarcas, Hech 7, 8 (ô m ô sm JtaTQiágxai, cf. Gén 29, 31ss; 35, 16ss); 7, 9 (oí, JtaTçiágxai, cf. Gén 37, 11); se aplica a Abrahán en Heb 7, 4 CAPQaàp... ó jtaTQiágxtlç, cf. Gén 14, 20); como especial título de honor, se aplica a David en Hech 2, 29 (jtEQi naxQtÓQXOi^ uíô), cuyo sepulcro «está entre nosotros hasta el día de hoy» (cf. Josefo, Ant VII, 392ss).

TtatQixóç,

3 patrikos procedente o heredado dei padre / de los padres, paterno* Gál 1, 14; a l jtaxgixaí pon itagaôóoeiç, «mis tradiciones paternas» (refiriéndose al hogar paterno de Pablo) o (más bien) «Ias tra­ diciones de mis antepasados» (cf. Mc 7, 5; Hech 22, 3; 23, 6; Flp 3, 5), entre los que se incluye como trasmisor de Ias tradiciones al propio padre de Pablo. ThWNT V, 1023s. TCaTQÍÇ, ÍÔOÇ. 1^ patris patria, ciudad na­

tal, la aldea de origen* B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch, í .v.; H. Braun, D a s him m lisch e V aterland b e i P h ilo u n d im H ebr, en F S Stãhlin, 319-327; E. GrâBer, J esu s in N azareth {M k 6, l-6 a ), en Id., Text u n d Situation, Gütersloh 1973, 1349 (sobre todo 27 y 37 [bibl.]); F. Laub, B ekenntnis u n d A u sle g u n g , Regensburg 1980, 257ss; R. Pesch, D a s M a rk u se v a n g e liu m I (HThK), Freiburg i. Br. ^1980,316; R. L. Sturch, T he HATRIZ c f Jesus: JThS

28 (1977) 94-96.

1. En el NT JtaxQÍç aparece 8 veces, seis de ellas en la sola perícopa de Mc 6, Iss par. Lc 4, 16ss / Mt 13, 54ss; cf. Jn 4, 44; además Heb 11, 14. 2. En Mc 6, 1 par. Mt 13, 54 jtaxgíç es el pueblo o tierra de Jesús, sin mencionarse su

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nombre (a diferencia de Lc 4, 16; eIç N a^aqó ), seguramente para preparar la «regia pro­ verbial» enunciada por Jesús (cf. Pesch, 320) que habla de la suerte que corren los profetas, Mc 6, 4 par. Mt 13, 57. Este apotegma biográ­ fico es una sentencia que expresa la experiencia general, trasmitida también en el judaísmo y en la literatura helenística (los testimonios en Pesch, 320). R. Bultmann {Geschichte, 30 nota 2) remite a un provérbio árabe; «En su patria el flautista no tiene amigos (o admira­ dores de su arte)». En Mt 13, 54-58 se encuentran inserciones menores, y en Lc 4, 1630 inserciones mayores, en el original de Marcos. Paralelos extracanónicos dei provér­ bio los ofrecen el EvTom 31 y el PapOxy 1, 6 (los textos en Hennecke-Schneemelcher I, 69). Son amplificaciones secundarias con arreglo a Lc 4, 23 (G. Schneider, Das Lukasevangelium I [ÕTK], sub loco). Jn 4, 44 recoge de la tradición oral la sen­ tencia sinóptica, no recurriendo probablemente a la tradición sinóptica, ya que el enuncia­ do está formulado de manera bastante independiente. JtaxQÍç, refiriéndose al origen de Jesús, significa aqui su patria, que en el Evangelio de Juan es también indudablemente Galilea (cf. 1, 45s; 6, 42; 7, 3.41.52). Jesús se dirige a Galilea para evitar choques con los fariseos (cf. 4, 1-4). Heb 11, 14 se halla en el sumario de la sección 11, 3-12 (los siete primeros testigos de la fe). En el v. 14 Jiaxgíç se usa en el sentido de patria. El autor de Hebreos quiere mostrar que la consecución de la «jraxgíç celestial», que anhelahan los padres (cf. v. 16), no se lo­ gra sino por la acción salvífica de Cristo (cf. Laub, 261). U. Hutter IlaT Q O p ãç , ã Patrobas Patrobas* Nombre de un cristiano (en Roma; forma abreviada de IlaxQÓpioç, cf. BlaB-Debrunner § 125, 1) quien, según Rom 16, 14, recibe saludos de Pablo. Patrobas aparece también en otras fuentes como nombre de un liberto, cf. BHH III, 1402.

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jtaxQoXcpaç - IIaDÀ,oç

JtatQ O ^ tó a ç, OV, Ó patrolõas parricida* En 1 Tim 1, 9 en un catálogo de vicios, jun­ to a ->• p,T]TQoXcóaç (matricida). TiatQ O TtagáôoTO Ç , 2 patroparadotos trasmitido por el padre / por los antepasados* 1 Pe 1, 18: (xataía ■ó[icõv àvaoxQocpri jtaTçon;apáôoToç, «vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres / al estilo de vuestros padres (paganos)» (cf. lo opuesto en los vv. 14 y 17: Dios como Padre; 4, 3; Ef 4, 17. J ia tç w o ç , 3 patrõos paterno, que procede dei padre / de los antepasados* En el NT el adjetivo aparece 3 veces, todas ellas en el libro de Hechos: 22, 3: ó rtaxpcõoç vó|roç,
IlaiíÀ.oç, ou Paulos Pablo 1. Aparición en el NT - 2. Los enunciados paulinos - a) Material biográfico - b) Material teológico - 3. Pablo en los Hechos - 4. Pablo en Ias Deuteropaulinas (Colosenses, Efesios, 2 Tesalonicenses) - 5. Pablo en Ias Pastorales y en 2 Pedro - 6. Sérgio Pablo. B ib l.: C. K. Barrett, P a u lu s a is M is s io n a r u n d Theologe: ZThK 86 (1989) 18-32; J. Becker, Pablo. E l a p ó sto l d e los p a g a n o s, Salamanca 1996; Sch. BenChorin, P aulus D e r V õlkerapostel in jü d . Sicht, München 1970; O. Betz, P a u lu s a is P h a risã e r nach dem G esetz, en Treue zu r Thora. F S fU r G. Harder, Berlin

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IIo t A.o ç

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veces). - Hech 13, 7 menciona al procónsul romano Sérgio Pablo 6).

2. a) Nuestras fuentes para conocer la vida de Pablo son en primerísimo lugar las cartas reconocidas como genuinamente paulinas (Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipen­ ses, 1 Tesalonicenses, Filemón), aunque éstas ofrecen muy poco material biográfico. Sobre el tiempo que precedió a su conversión, sabe­ mos que Pablo era judio (de la Diáspora), fariseo, de la tribu de Benjamin (Flp 3, 5; cf. Rom 11, 1; 2 Cor 11, 22; Gál 2, 15), que de­ fendia con especial fervor las tradiciones heredadas de los padres (Gál 1, 14) y que, por Vluyn 1974, 171-202. este motivo, perseguia ferozmente (^especial­ mente en Damasco?, cf. Gál 1, 17) a las co­ 1. El nombre dei apóstol Pablo (IlatíXoç es munidades cristianas (helenisticas) (Gál 1, cognomen romano; Hairer) aparece 157 veces 13.23; Flp 3, 6; 1 Cor 15, 9), y se servia con en el NT. De ellas, 127 menciones dei nombre este fin de los castigos sinagogales dei anatese encuentran en Hech 13-28, y 11 en las car­ ma y de la pena de azotes. Gál 1, 14 revela al­ tas post-paulinas (2 en Efesios, 3 en Colosengo sobre el ambiente religioso dei hogar pa­ ses, 2 en 2 Tesalonicenses, 3 en las Pastorales terno de Pablo (-> naTQixóç). Con ocasión ya y una en 2 Pedro). Pablo menciona 19 veces de su circuncisión, Pablo recibió (junto a su su nombre en sus ctutas (1 vez en Romanos, 8 nombre judio sã ’âl ZanXoç) el cognomen en 1 Corintios, 2 en 2 Corintios, 2 en Gálatas, romano IIai3)v.oç, con el que él se denomina 1 en Filipenses, 2 en 1 Tesalonicenses, 3 en siempre a si mismo. Filemón); de ellas, lo hace 7 veces al comienPablo experimento su vocación por una zo de sus cartas (IlaõXoç... àjrÓ0ToX,oç, Rom aparición (probablemente en Damasco, cf. Gál 1, 1; 1 Cor 1, 1; 2 Cor 1, 1; Gál 1, 1; cartas 1, 17) de Cristo resucitado (Gál 1, 12.15; 1 post-paulinas: Ef 1, 1; Col 1, 1; 1 Tim 1, 1; 2 Cor 9, 1; 15, 8; Flp 3, 7ss). Esta vocación hiTim 1, 1; Tit 1, 1; sin ân:óaToA,oç: Flp 1, 1; 1 zo de él inmediatamente el apóstol de los genTes 1, 1; Fim 1; carta post-paulina: 2 Tes 1, tiles (Gál 1, 11-17). Con ello Pablo descarto 1). El enfático èvco nai3X,oç realza ya sea la por completo su anterior comprensión de si autoridad dei apóstol en la paráclesis (2 Cor mismo (Flp 3, 7-9; Gál 1,15-17). Después de 10, 1; Fim 9), o bien subraya lo peculiar de su una primera actividad en la Arabia nabatea proclamación evangélica (Gál 5,2; cf. Ef 3,1; (Gál 1, 17), regresó a Damasco (1, 17), de Col 1, 23) y se encuentra en las instrucciones donde tuvo que salir huyendo (2 Cor 11, 32), relacionadas con la organización (1 Tes 2, 18) y se dlrigió luego -después de una estancia o al final de las cartas (1 Cor 16, 21; Fim 19; intermedia de dos semanas para visitar a Pe­ cf. Col 4, 18; 2 Tes 3, 17). Aparte de eso, Pa­ dro en Jerusalén (Gál 1, 18s; «después de tres blo menciona seis veces su nombre (junto a anos»)- a la región de Siria y Cilicia (Gál 1, otros nombres) en la confrontación con los 21) con su centro en Antioquía (cf. 2, 11; grupos corintios (1 Cor 1, 12.13 [bis]; 3,4.5. Hech 11, 26 y la lista de colaboradores en 13, 22). Por el contrario, su nombre judio ->• S aü1), donde permaneció probablemente unos 14 Koç se emplea únicamente en el libro de Heanos (Gál 2, 1). Por sus êxitos misioneros y chos (15 veces), e igualmente su forma hepor la defensa enérgica de su «evangelio para brea (que se usa sólo en vocativo) SaoiíX (9 la incircuncisión» en el «concilio apostólico»

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n a í/.o ç

de Jerusalén (Gál 2, 7; cf. Hech 15) y con ocasión dei denominado «incidente de Antioquía» con Pedro (Gál 2, lls), llegó a ser pron­ to el representante deeisivo de la misión cristiana primitiva (antioquena) entre los gentiles. La descripción de la labor misionera de Pablo, basada únicamente en el Corpus Paulinum, es todavia un desideratum entre los es­ pecialistas (Lüdemarm). Pablo actuaba como misionero itinerante ànóaxokoç,). Durante sus estancias en ciudades de Asia Menor y de Grécia, fundó comunidades (al principio, sí, muy pequenas, cf. 1 Cor 1, 14.16), que se reunían en Ias ca­ sas particulares de algunos cristianos (cf. 1 Cor 16, 15.19; Rom 16, 5). Mantenía una relación muy intensa con sus comunidades; recibía de ellas consultas y noticias (1 Cor 1, 11; 7, 1; 16, 17) y también apoyos (Flp 2, 25.30; 4, lOss). El número de los que lograba ganar como colaboradores iba aumentando rápidamente (cf. los praescripta y los saludos finales de sus cartas). Ahora bien, Pablo expe­ rimento también fuerte resistência, especial­ mente por parte de comunidades judias y de Ias autoridades (1 Cor 4, 9ss; 15, 32; 16, 9; 2 Cor 6, 4ss; 11, 23ss). Además, tuvo que pasar por multitud de peligros y privaciones (1 Cor 4, lls s; 2 Cor 1, 8s; 4, 7ss). La Carta a los Filipenses la escribió estando preso (1, 7.13. 20ss), seguramente en Efeso (cf. 1 Cor 4, 9; 15, 32). Al mismo tiempo, sostuvo en muchas comunidades una lucha, a veces muy viva, contra misioneros itinerantes que pretendian hacerle la competência (2 Cor 10-13; Flp 3, 2ss) y contra la distorsión que pretendia hacerse de «su» evangelio (Gál 1, 6ss). A Ias co­ munidades por él fundadas, no podia atender­ ías personalmente sino durante breve tiempo, para dejarlas luego que vivieran una vida independiente bajo la atención de sus colabora­ dores. Por medio de sus cartas y de visitas episódicas permanecia siempre en contacto con ellas, al mismo tiempo que evitaba reali­ zar actividades misioneras en comunidades fundadas por otros (Rom 15, 20). Durante su principal período de actividad en Grécia, puso mucho empeno en reunir una

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colecta en favor de Jerusalén (Gál 2, 10; 1 Cor 16, 1; 2 Cor 8, Iss; Rom 15, 25ss), que seria seguramente una senal de unidad ecu­ mênica entre Ias comunidades judeocristianas y Ias comunidades cristianas gentiles. Hacia el final de su actividad, proyectó ampliar su labor misionera llegando incluso a Espana (Rom 15, 23) y, por este motivo, escribió (desde Corinto) la Carta a los Romanos a fin de ganar a la comunidad romana (no fundada por él) para que diese apoyo a su misión. An­ tes quiso llevar personalmente la «colecta» a Jerusalén. Con esto terminan Ias noticias paulinas acerca de su propia actividad. Pablo debió de ser ejecutado en Roma, capital dei orbe (1 Ciem 5, 5-7; HechPab 10). Muy pronto se desarrolló la veneración de Pablo y la leyenda acerca dei mismo, como lo demuestran los escritos deuteropaulinos y Ias tradiciones utilizadas en el libro de Hechos. La cronolo­ gia usual acerca de Pablo está tomada en buena parte de la exposición que se hace en el li­ bro de Hechos, y se basa principalmente en la mención de Galión en Hech 18, 12s. b) Pablo, con su incansable actividad mi­ sionera, promovió decisivamente la misión dei cristianismo primitivo entre los gentiles, que ya existia antes de él, y logró la rápida difusión dei cristianismo primitivo más allá de Ias fronteras de Palestina y de Asia Menor. Para él, en el acontecimiento de Cristo se efectuó el giro decisivo dei mundo hacia la salvación escatológica (cf. 2 Cor 5, 16ss), una salvación que no está ligada ya a la conexión entre la ley y la justicia obrada por la ley (Rom 10,4), sino que se aplica universalmen­ te a todos los que se acogen, en la fe en Cris­ to (Rom 10,9ss), a la grada de Dios, es decir, a la liberación dei poder dei pecado y de la muerte (Rom 5, 12ss) y a la nueva vida vivida ante Dios en el Espiritu (Gál 5, Iss; Rom 8, Iss) como prenda dei eschaton (Rom 8, 23). La comunidad de los creyentes es el verdadero pueblo escatológico de Dios (Gál 6, 16; Rom 4, 16), que con Cristo llegó a la existên­ cia saliendo de Israel, para incluir también algún día a Israel (Rom 11, llss.25ss).

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naflXoç

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1) y desempena ya en el denominado «primer viaje misionero» un papel más importante que el de Bemabé (cf. 13, 13: oí jregi IIaêA,ov, cf. también 15, 36). Antes dei «segundo viaje misionero» Pablo se separa de Bemabé (15, 39) y continua independientemente su misión en Ias ciudades de Asia Menor y finalmente (16, 9ss) de Macedonia y Grécia, con nuevos colaboradores escogidos por él (15, 40; 16, Iss), dirigido por el Espíritu (16, 6-8) y ob­ servando fielmente Ias decisiones adoptadas en Jemsalén (16, 4). La descripción de Pablo como poderoso taumaturgo (13, 9ss; 14, 8ss; 3. Junto a muchas tradiciones particulares 16, 18; 19, llss; 20, 7ss; 28, 3ss.8ss) armonimuy valiosas, la imagen de Pablo en el libro za dificilmente con la propia actitud de Pablo, de Hechos permite reconocer también una que era capaz, sí, de obrar los «signos dei amplificación y un desplazamiento dei interés apóstol» (2 Cor 12, 12), pero que no consideen dirección hacia la saga de Pablo. Es la imaraba tales actos milagrosos como el elemento decisivo en su misión. En contraste con el Pa­ gen de la época pospaulina, una imagen que además está influida claramente por los inteblo de Ias cartas (cf. 1 Cor 2, Iss; 2 Cor 10, 10), el Pablo de Hechos es eminente orador, reses teológicos de Lucas (cf. especialmente Burchard, Kertelge [eds.], Radl, Roloff, Wilque es capaz incluso de predicar a Ias persockens). El libro de Hechos es el único que renas cultas de Atenas (17, 22ss) con la raisma fiere que Pablo era oriundo de Tarso de Cilifacilidad con que hace callar en Jemsalén a la cia (9, 11; 21, 39; 22, 3; cf. 9, 30; 11, 25); que multitud enfurecida (21, 40; 22, Is) y que imPablo era, por nacimiento, ciudadano romano pone respeto y admiración a sus adversários (22, 28); que (después de residir muy poco ante los tribunales (24, lOss). Finalmente, Pa­ blo tiene êxito frente a sus enemigos y ante tiempo en Tarso; van Unnik) se trasladó a Jerusalén, donde tenía parientes (23, 16ss), y los poderosos (13, 7ss; 18, 12ss; 19, 35ss; 24, 23; 26, 24ss) y, por fin, puede pasar aún bas­ que fue discípulo dei rabí Gamaliel (I) (22,3); que aprendió, además, el oficio de fabricar tante tiempo en Roma predicando el evangetiendas (18, 3). Se nos refiere, asimismo, que lio a judios y gentiles (28, 23ss). siendo joven asistió a la lapidación de EstePero en el libro de Hechos no sólo hay amplificaciones sino también reducciones. Mienban (7, 58); que, cuando se hallaba camino de tras que Pablo dice que suftió tres naufrágios Damasco para perseguir allí a Ias comunida­ des cristianas (9, Is), se convirtió mediante y padeció varias veces el castigo de azotes (cinco veces a manos de los judios, tres veces una visión de Cristo (9, 3ss; 22, 6ss; 26, 12ss), y a continuación, al ser bautizado en en otras ocasiones: 2 Cor 11, 24s), el libro de Hechos conoce únicamente un naufragio (27, aquel lugar, recibió el Esprritu Santo (9, 17s). Se nos refiere que, después de su huida de 27ss) y un castigo de azotes (16, 22ss). Con ello Pablo, que para Lucas no es Damasco (9, 25; cf. 2 Cor 11, 32), fue presentado por Bemabé a los apóstoles (9, 26s), y «apóstol» en el mismo sentido en que lo son los Doce (1, 21s), está caracterizado, no obs­ que luego regresó a Tarso, pasando por Cesarea (9, 30). tante, por la idea dei «apóstol» que una geneLa descripción de la misión paulina nos ración pospaulina poseía. Unicamente su incansable y exitosa proclamación dei evangepermite reconocer la amplificación efectuada por Lucas. Pablo sobresale desde un principio lio hizo que el camino de la salvación se extendiera desde Jemsalén hasta Roma: ese caentre el grupo de los colaboradores (Hech 13,

A pesar de todo, Pablo no presentó en sus cartas una concepción teológica acabada, sino que respondió a consultas e incertidumbres concretas y reaccionó también contra ataques. Claro que su carta final, la Carta a los Roma­ nos, debe considerarse como el «testamento» misionero y teológico de Pablo (Bomkamm, Pablo de Tarso, 135ss). Para más detalles consúltese Bultmann, Eichholz, Kuss, Schlier; cf. también áp a Q tía 4.a; ôixaiooúvT] 4; òixaióoo 3.4; èXjtíç 3; vópoç; 4.b; itíoriç 6; jüVEüp.a 3, b; o á g l 3; X“ QtÇ-

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üatjXoç - Jtaúoj

mino que se fundamentaba en la voluntad de Dios y en el rechazo de la salvadón por parte de los judios (cf. 13, 45ss; 14, 2ss; 17, 5ss; 18, 5ss; 22, 22ss; 28, 17ss). 4. En Ias cartas deuteropaulinas de Colosenses y Efesios, el evangelio (para los gentiles) y el apóstol se hallan tan inseparablemente unidos entre sí, que este evangelio puede expresarse únicamente como el evangelio «paulino». Al servicio de esta intención se ha­ llan el acentuado eyò) riaü ^ o ç (Col 1, 23; Ef 3, 1) y la definición fundamental de la función dei ministério apostólico en Ef 4, 1Is; cf. 2 , 20 .

Un proceso similar se observa en la utilización de Colosenses por el autor de Efesios (cf. 1, 1.7.10s.l5s.l9s; 3, 2ss.l7; 4, 16.22ss; 6, 21s) y en la utilización de la Carta primera a los Tesalonicenses por el autor de la pseudoepigráfica Carta segunda a los Tesalonicenses: la palabra apostólica se baila a disposición de la generación pospaulina como tradición (es­ crita) recibida (2 Tes 2, 15) y, a diferencia de 1 Cor 16, 21 (pero también de Col 4, 18), la firma de puno y letra dei autor en los saludos finales (2 Tes 3, 17) confirma la autenticidad «apostólica» de la carta. La recepción y ulterior desarrollo de la teo­ logia paulina en Colosenses y Efesios se entienden muy bien si los asociamos con la idea de la existência de una escuela paulina (^en Efeso? [así piensa Schenke]; cf., a propósito, los estúdios de H. Merklein y W. Trilling, en Kertelge [ed.]). 5. En Ias Pastorales Pablo es el apóstol por excelencia. Su nombre propio aparece única­ mente en los praescripta, y su apostolado es­ tá orientado principalmente hacia Ias ideas sobre el ministério, la doctrina y la conducta perfecta (1 Tim 1, 15s; 4, 12; 2 Tim 1, 13; 3, 10). Y, así, el evangelio demuestra su poder no sólo en la peculiaridad histórica de Pablo, sino también en su vida personal (2 Tim 1, 8). En una situación posterior y reorientada ya teológicamente, se puede ensenar ya con la autoridad dei evangelio apostólico en el nom­

bre de Pablo, es decir, se puede ensenar apos­ tólicamente. De manera semejante, el autor de 2 Pe 3, 15s contempla retrospectivamente los escritos paulinos desde una apropiada distancia y los ve con respeto y veneración. Los situa al mismo nivel que Ias yQOtqpctí (3, 16), aunque tales escritos no sean ya directamente comprensibles para todos los lectores y hayan sido ocasión para que surgieran algunas falsas doctrinas. Como en Ias Pastorales, creemos que en la Carta segunda de Pedro podría presuponerse ya la existência de una primera recopilación de Ias cartas paulinas. «Pedro» y ó àyajrT)TÒç r|p,cõv àSe^qjòç n a ü ^ o ç representan la totalidad de la antigua tradición apostólica (cf. los estúdios de G. Lohfink y P. Trummer en: Kertelge [ed.]). 6. ->• ÜÉQYioç (nomen gentilicium) Ila ü Xoç {cognomen) se llama el procónsul roma­ no de Chipre, que según Hech 13, 7 escucha a Bemabé y a Saulo y según 13,12 abraza la fe. H. Balz J ta ix a pauõ hacer cesar, tranquilizar; en voz media, cesar*

1. Aparición - 2. Empleo en voz activa - 3. Empleo en voz media. B ib l.: Bauer, 180, 6; 414, 2.

W drterbuch, s.v.;

BlaB-Debrunner §

1. De Ias 15 veces que Jtaúco se encuentra en el NT, 9 corresponden a la obra de Lucas (3 veces en el Evangelio de Lucas, 6 en Hechos). Los demás testimonios se hallan en la literatura epistolar (1 Cor 13, 8; Col 1, 9 par. Ef 1, 16; Heb 10, 2; 1 Pe 3, 10; 4, 1). 2. En el NT el empleo dei verbo en voz ac­ tiva aparece únicamente en 1 Pe 3,10 (lo mismo que en 1 Ciem 22, 3, nna cita aproximada dei Sal 33, 14 LXX): «Refrene (Jtauoátü)) su lengua dei mal...». 3. El empleo dei verbo en voz media apare­ ce principalmente en el Evangelio de Lucas /

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Kavtí) - jtei'&aQ)(6C)

Hechos: seguido dei participio de presente en Lc 5, 4 (kaX ãv) y Hech 21, 32 (xóitTcov). Con negación (ov Jtaóopai) y participio de presente («hacer algo incesantemente») en Hech 5, 42 (ôiôáoxcov); 6, 13 (XaXóáv); 13, 10 (ôiaoTQÉqpcov); 20, 31 (voo^&excõv), y también en Ef 1, 16 (eúxaQtaxcõv); Col 1, 9 (jtQooeoxópEvoL x a l aÍxoóp.evoi); Heb 10,2 (jtQooqpeQÓpevai). En 1 Pe 4, 1 Jtatioixai va seguido por el genitivo de separación (BlaBDebrunner § 180, 6: jtéjtauxai á|taQXÍaç, «él ha terminado con el pecado». En sentido absoluto jtaóofiaL aparece en Lc 8, 24, donde se dice que el viento y Ias olas «se calmaron» (cf. Homero, Od 12, 168; Herodoto VII, 193), y también en 11, 1, refiriéndose a que Jesus termino de orar: «cuando él hubo terminado» (sentido absoluto también en Arist 293; Sib V, 458); también en Hech 2 0 , 1 (de un tumulto: 'Õ'Óq u |3oç ) y en 1 Cor 13, 8 (de la glosolalia: Y^ôjooai).

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figurado de embotarse / volverse insensible, en cita de Is 6, 10 LXX (en hebreo, sãman [hifil]: èjtaxiivÔTi yàg f| xoQÔía roõ ?i,ao13 xoúxou, Mt 13, 15; Hech 28, 27 (con la LXX, el embotamiento es aqui obra de Dios; en el TM, es la finalidad dei mensaje dei profeta); cf. también Jn 12, 40; Rom 11,8. ThWNT V, 1024-1027, especialmente 1026s; X, 1226 (bibl.). n:éôil, n ç , ■q pede grillo (cadena para los pies)* Mc 5, 4 (bis) par. Lc 8, 29, en la expresión jtéôai x a i áX.úaeiç, «grillos y cadenas». Jie ô iv ó ç , 3 pedinos (terreno) llano, en la llanura* Lc 6, 17: E jrl x ó i t o u jtE Ô ív o u , «en un lugar llano / en la llanura» (por contraste con la zo­ na montaííosa, w . 12.17a).

G. Schneider nácjp o ç, o v Paphos Pafos* Ciudad portuaria en la costa sudoccidental de Chipre (Nueva Pafos); desde el tiempo de Augusto fue la metrópoli de Chipre con el tí­ tulo honorífico de Augusta. En tiempo de Pablo (aproximadamente dei 46 al 48 p.C.), sede de un procónsul romano. Pablo, acompanado por Bemabé, visito Pafos durante su «primer viaje misionero»; Hech 13, 6 (àxpt Hácpov), desautorizo a un mago judio y ganó para la fe al procónsul ^ SÉQyioç IlaüX oç (13, 6ss); luego continuo su viaje desde Pafos hasta Perge en Panfilia: 13, 13 (ájtò xfjç Ilácpou). Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BHH III, 1382s; Haag, Diccionario, 1406; Maredsous, Diccionario Enciclopédico de la Biblia, 1160; Pauly, Lexikon IV, 484-487 (bibl.). JiaxtJVOí pachynõ hacer sólido / lerdo / insensible* Propiamente significa «espesar» (de iraXtjç, «espeso»), pero en el NT el verbo apare­ ce únicamente en voz pasiva y en el sentido

pezeuõ viajar por tierra, ir a pie* En Hech 20, 13 dícese que Pablo queria ir de Tróade a Aso haciendo el viaje por tierra, porque era el camino más corto, o ir a pie (pÉltXcov axixòç n;£^E'úeiv), mientras que los demás (vv. 5s) querían ir en barco. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. JIE^fi pezê (adv.) por tierra, a pie* En Mc 6, 33 par. Mt 14, 12 dícese que la multimd corrió adonde Jesús y los discípulos yendo por tierra / a pie hasta la orilla opuesta dei lago de Genesaret (lo contrario: èv [xm] 3tX.OÍü)).

niE^Óç, 3 pezos el que va por tierra, el que va a pie Mt 14, 13 Sin L Z y otros, en vez de jteCíiJ tE id a g x é w peitharcheõ obedecer, ser obediente, escuchar a* En el NT el verbo aparece 4 veces; propia­ mente significa «obedecer a una autoridad / a

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jtei-ôaçxéw — Jteí'&a)

un poder (àgxií)». Se usa en sentido absoluto para referirse a la conducta obediente de los creyentes (en Ias relaciones entre unas personas y otras y en Ias relaciones con Dios, cf. 2 Tim 3, 2; Tit 1, 10; 3, 3); Tit 3, 1 (jT£i'&aQXEtv, junto a 'ÓjtOTáooEO'0'ai); «obedecer a Dios», Hech 5, 29 (0'eõ) [iãI7.ov rj ávO-QCüJtoLç, cf. 4, 9; JtEÍoopaL ôè pã?i,Àov tõ) flerô i] íipiv, Platón, Ap 29d); oi jt8L’&agxo'0vxeç auxcp (^ ecõ) como forma de designar a los creyentes, 5,32. En Hech 27, 21: «escucharme a mí» (jiei&aQXTÍoavxáç [xoij.Cf. ThWNT VI, 9s; X, 1226 (bibl.); Spicq, Notes II, 676-678. ;7iei'd'óç, 3 peithos convincente, persuasivo* Este adjetivo, que no se encuentra en otra parte, aparece en 1 Cor 2, 4 ([Sin*] B D 33 y otros) en la expresión èv JtEt&otç oocpíaç Àóyotç, «con palabras persuasivas de sabiduría»; cf. BlaK-Debrunner § 47 nota 12; 112 nota 1; jxelII oTç , por lo demás, con una formulación diferente aparece también en los manuscritos Sin^ A C ^ y en la Koiné. Los minúsculos 1, 42, 440 y otros leen el dativo Jt8i#oí dei sustantivo itEiHcí); cf. tam­ bién GNTCom sub loco. Bauer, Wõrterbuch, S.V.; ThWNT VI, 9; H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther^ (KEK), sub loco.

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En la voz activa, el verbo tiene el significa­ do de convencer, persuadir (en sentido nega­ tivo: inducir, engatusar, cf. Bauer, Wõrter­ buch, s.v. l.b); significa además: conciliar, apaciguar. En la voz pasiva, el verbo signifi­ ca confiar, y luego también obedecer. El perfecto segundo jtéjtot&a conserva en su forma activa el sentido intransitivo original de con­ fiar firmemente, fiarse de, es decir, de perseverar en el estado de confianza. Por el contra­ rio, el perfecto primero de la voz media y pa­ siva mantiene el sentido de presente de estar convencido (cf. Becker, 560s). La gama de significados es grande y los matices de los enunciados son numerosos. El tener en cuenta Ias diversas formas verbales y sobre todo el contexto es lo que mejor revela el sentido dei verbo en cada caso.

2. Mt 27, 20; Hech 12, 20; 14, 19; 19, 26 emplean el verbo JtEÍfto) en aoristo con el sen­ tido (positivo) de persuadir, en Mt 27, 20 y Hech 14, 19 el verbo se asocia con el sentido negativo de seducir, como sucede también probablemente en Hech 19, 26. Con este empleo dei verbo se relacionan estrechamente los enunciados de Hech 13, 43; 18, 4; 19, 8: Pablo intenta persuadir en sentido positivo a los judios; así ocurre especialmente en 28, 23: a su llegada a Roma, el apóstol se esfuerza en convencer a los dirigentes de los judios (v. 17), es decir, en ganarlos para la causa de Je­ :nC£Í'd'(0 peithõ persuadir, convencer; con­ sus. El pasaje de Hech 26, 28, con una trasmifiar en, creer en sión textual incierta (cf. NTG sub loco), pue1. Aparición y contenidos semânticos - 2. Conven­ de interpretarse de diversas maneras: el senti­ cer, persuadir - 3. jiEÍüopai, - 4. jtéjtoiôa. do es probablemente que Pablo trata de con­ vencer a Agripa de que se haga cristiano (cf. Bibl.: O. Becker, jtEÍüopai, en DTNT II, 170-175; Bultmann, 1 nota 4; ->■òlíyoç 4). En cuanto a R. Bultmann, HEÍO^o), en ThWNT VI, 1-7; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1226. 2 Cor 5, 11 y Gál 1, 10 (en ambos casos en presente de indicativo), es difícil determinar 1. En el NT el verbo se halla atestiguado 52 exactamente el sentido dei verbo. En 2 Cor 5, veces. Es un término favorito en la doble obra 11 el verbo significa probablemente: tratar de de Lucas (aparece 4 veces en Lucas y 17 ve­ ganar a la gente en el ejercicio dei ministério ces en Hechos) y en Pablo (19 veces; no hay apostólico; este significado podria hallarse ningún testimonio en la Carta primera a los también en Gál 1, 10. Finalmente, en futuro de la voz activa el verbo significa persuadir Corintios). No aparece, entre otros, en Mar­ cos, en el Evangelio de Juan (hay un solo tes­ en el sentido de calmar: Mt 28, 14; 1 Jn 3, 19 timonio en 1 Jn [3, 19]) y en el Apocalipsis. (sobre Ias dificultades en matéria de crítica

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jrEÍdco - nELvácü

textual y sobre Ias dos posibilidades más im­ portantes de interpretación cf. R. Schnackenburg. Cartas de San Juan, Barcelona 1980, 228; Schnackenburg traduce: «Tranquilizare­ mos nuestro corazón ante él»). 3. El pasivo jtEÍO^opai aparece 3 veces en aoristo: Hech 5, 39; 17,4; 23, 21 (p,r| con subjuntivo = imperativo negativo) y designa el resultado (el êxito) de la acción de persuadir. uno se deja convencer por otra persona; se sigue y se obedece a esa persona. El mismo sig­ nificado tiene el imperfecto en Hech 27, 11; 28, 24; el àjuoTeiv de 28, 24 sugiere que JtEÍDop,ai tiene aqui el sentido de creer. Lc 16, 31 emplea el verbo en futuro y expresa que el hombre, siempre que rehúsa su asentimiento, no se dejará convencer ni siquiera en el caso de que uno de los muertos resucite. El presente expresa el hecho de estar convencido (Hech 21, 14; 26, 26; Heb 13, 18); en Gál 5, 7; Heb 13, 17; Sant 3, 3, el verbo adquiere el significado de obedecer. En Rom 2, 8 el ver­ bo tiene ya sentido teológico más intenso: la conducta debida para con Dios es la obediên­ cia (cf. la formulación antitética y -»■ àjteiOém) con la certeza de lafe: Rom 8, 38 y passim. 4. Jtéjtoida con eni significa fiarse de, después de haber adquirido ya una firme convicción: Lc 18, 9; 2 Cor 1, 9; 2, 3; 2 Tes 3, 4. En la adición posterior a Mc 10, 24 (Koiné; muchos códices minúsculos), los ricos confían en su riqueza. El uso de :rrÉJtOL'ha en Flp 1, 25; 2, 24 hace ver claramente «que con ello se expresa claramente una esperanza en lo futu­ ro» (Becker, 563). El perfecto segundo en combinación con èv aparece únicamente en Flp 3, 3.4; fiarse de la carne caracteriza la errônea confianza de los judios, una confianza que se halla en oposición a la fe en Cristo (v. 9). Finalmente Jtéjroi,-&a con dativo, en Flp 1,14, significa confiar, èv x.uQÍ(p hay que referirlo al verbo (J. Gnilka, Der Philipperbrief [HThK], 54 y 58s): los hermanos sacan su confianza dei hecho de que Pablo se haUe encarcelado. De la confianza en Dios, Pablo

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habla únicamente en 2 Cor 1, 9 y Flp 1, 6, así como el NT en su totalidad habla raras veces de la confianza en Dios (en Mt 27,43 es Jesus quien confia en Dios; cf. Sal 21, 9 LXX: qX,juoev èjrl xúgiov; cf. H. Windisch, Derzweite Brief an die Korinther [KEK], 47). El he­ cho de que en el NT se hable tan poco de la confianza en Dios tiene su razón en que aquello de lo que se habla es «de la calamidad dei hombre en general y de la salvación escatológica». «Pero, en relación con ella, la confian­ za ha adquirido ya la fisonomía de la fe» (Bultmann, 7). A. Sand JtEldcó, OÍig, 1^ peithõ persuasión, el arte

de la persuasión 1 Cor 2 ,4 v.l. (d: èv jisiOot ooqpíaç àóyou; g: èv jtEiüot aocpíaç, también en Orígenes y Ambrosio); cuando se prefiere irsuild) a ->• jteifióç, habrá que pensar en una dittografía de la o o en un error de audición. Sobre la asociación de jteifid) con 'kóyoç,, cf. Platón, Resp 411 d; Filón, Virt 217; c f además Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther^ (KEK), sub loco con Ias notas 21 y 24. ÜElÀãTOÇ, OU Peilatos Pilato

Forma altemativa de ^ IliXãxoç. n;Eiváa) peinaõ tener hambre, sentir hambre de* En el NT el verbo aparece 23 veces, con 9 testimonios en Mateo, 5 en Lucas y 5 en Pa­ blo; en el Evangelio de Juan (6, 35) el verbo aparece únicamente en sentido figurado. Dícese 21 veces dei hecho de tener hambre en sentido literal: Jesús tuvo hambre (èjteivaaev) después de ayunar durante 40 dias en el desierto, Mt 4, 2 par. Lc 4, 2; dícese también que David y sus companeros tuvieron hambre, en Mc 2, 25 par. Mt 12, 3 / Lc 6, 3 (cf. 1 Sam 21, Iss); cf. además èjteívaoEV con referencia a Jesús, en Mc 11, 12 par. Mt 21, 18; con re­ ferencia a los discípulos en dia de sábado, en

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mi\átí) - jteiQáCo)

Mt 12, 1; a propósito de la Cena dei Senor en Corinto; quedarse con hambre: ôç pèv jiew ã ôç ôè pE'0iJ£L, 1 Cor 11. 21, cf. v. 34; en ge­ neral, como expresión de indigencia y necesidad: jteivüüvtaç âvéjtXriaEv òtYaHwv (lo opuesto; jr^vo-uxodvtEç), Lc 1, 53 (cf. 1 Sam 2, 5; Sal 106, 9.36ss LXX). Jteivácn, con este mismo sentido, aparece junto a ôitltáa) (cf. Jer 38, 25 LXX; Sal 106, 5 LXX) en el discurso de Jesús sobre el juicio en Mt 25, 35.37.42.44 (lo opuesto en cada caso son expresiones que designan saciar y ayudar: èôoóxaté pot cpayetv, vv. 35.42; è'&gétpapEV, v. 37; ou ôtrixovqaapév ooi;, v. 44); cf. Ap 7, 16 (oü jiEiváaouoLV 8TL ouxÊ ôiTpfioouaiv Exi, cita de Is 49, 10 LXX); Rom 12, 20 (èàv jtEtvã ó èx■ô-póç 0OU,... èàv ÔLt(;ã, cita de Prov 25, 21); 1 Cor 4, 11 (jtELVcõpev x a i ôiopcôpev x a l yupvtXEÚopEv); Flp 4, 12 (xoçxáteollai x a i Jteivãv); en los macarismos y ayes pronuncia­ dos en el discurso dei llano: oi JtEtvcávxeç vüv, Lc 6, 21 (lo opuesto: xoQ'tcia'&f|aEa'&£); JtELváoEXE, 6, 25 (lo opuesto: oL EpjtEJtX,T]apÉvoi vüv); por el contrario, Mt 5, 6 muestra el empleo dei verbo en sentido figurado: oí jtEivcõvxEç x a l ôii);c&vxEÇ xfjv ôixatoaúvr|v, ... xoQxaodfioovxat (cf. Am 8, 11; Is 55, la; Sal 42, 3; Bar 2, 18); cf. Jn 6, 35 (ó EQXÓpcvoç... oü pf] jtEiváoT], x a l ó j u o x e Ü ü jv e Lç èpÈ oü pf) ôtt()r|OEi, cf. Eclo 24, 21). Por tanto, en el NT el tener hambre es senal de calamidad y pobreza e imagen de la depen­ dência en que se está de Dios; así como los creyentes han aprendido a soportar el hambre y Ias calamidades por amor al Senor y a aten­ der, con sus obras de amor, a los que pasan hambre (y en ellos al Senor mismo), así también Dios saciará el «hambre» y, en cambio, a los «saciados» los despedirá con Ias manos vacías. ThWNT VI, 12-22; X, 1226 (bibl.); DTNT II, 252-255. H. Balz :7lEiQa, a ç , 'n peira intento, prueba, experiencia* En el NT el término se emplea únicamente en la expresión Jieipav Lappávto; «hacer un

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intento», Heb 11, 29; «adquirir experiencia de / conocer afrentas y azotes», 11, 36. ThWNT VI, 23-28. TIElQCt^it) peirazõ poner a prueba, tentar* êxjtEiçáÇa) ekpeirazõ desafiar* niEipaopÓç, oü, ó peirasmos prueba, tentación* 1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. Uso de los términos - 4. Elementos de la tradición - 5. Desa­ fiar a Dios - 6. La tentación dei piadoso. B ibl.: G. Baumbach, D a s Verstãndnis des B õsen in den sy n o p t. E va n g elien , Berlin 1963; E. Best, The T em ptation a n d the P a ssio n , Cambridge 1965; N. Brox, en HThG II, 778-782; Bultmann, G eschichte, 270-275, H. Conzelmann, E l centro d ei tiem po, Madrid 1974,49-51 y 324s; P. H. Davids, The M eaning o f àjtsípaaTOç in J a m e s 1. 13: NTS 24 (1977-1978) 386-399; J. Dupont, D ie V ersuchungen J esu in d e r W üste, Stuttgart 1969; E. Fascher, Jesu s utid d e r Satan, Hildesheim 1949; Id., Jesus un d d ie Tiere: ThLZ 90 (1965) 561-570; A. Feuillet, D ie V ersuchungen J e ­ su: IKaZ 8 (1979) 226-237; W. Froerster, ôiápoXoç, en ThWNT II, 70s, 74-80; Id., aaxavãg, en ibid. VII, 151-164; G. Friedrich, B eobachtungen zu r m essianischen H ohepriestererw artung in den S y n o p t, en Id., A u f da s W ort ko m m t es an, Gõttingen 1978, 56-102; B. Gethardsson, The Testing o f G o d ’s Son, Lund 1966; P. Hoffmann, D ie V ersuchungsgeschichte in d e r L ogienquelle: BZ 13 (1969) 207-223; C. B. Houk, HEIPASMOZ, The L o r d ’s Prayer, a n d the M assah Traditiom SJTh 19 (1966) 216-225; B. M. F. van lersel, ‘D e r S o h n ’ in den s y n o p t Jesusw orten, Leiden 1961, 165171; Jeremias, T eologia, 88-96; K.-P. Kõppen, D ie A usleg u n g d e r V ersuchungsgeschichte u n ter bes. B erücksichtigung d e r A lte n K irche, Tübingen 1961; J. H. Kom, IIEIPA2M02. D ie V ersuchung des G laubigen in d e r g riech . B ib e l, Stuttgart 1937; K. G. Kuhn, 3tElQaa|XÓç-auaQTÍa-aáQ| im N T u n d die d a m it zusa m m e n h ã n g en d e n V orstellungen: ZThK 49 (1952) 200-222; Id., J esu s in G ehtsem ane: EvTh 12 (19521953) 260-285; H.-G. Leder, Sündenfallerzahlung un d V ersuchungsgeschichte: ZNW 54 (1963) 188-216; cf., a propósito, el epflogo de J. Jeremias, ibid. 278s; E. Lohmeyer, D ie V ersuchung Jesu, en Id., U rchristliche M ystik, Darmstadt ^1956, 81-122; U. Luck, W eisheit un d Leiden: ThLZ 92 (1967) 253-258; H. Mahnke, D ie V ersuchungsgeschichte im R ahm en d e r synopt. E va n ­ gelien, Frankfurt a. M. 1978 (bibl.); U. Mauser, C hrist in the W ilderness, London 1963; W. Nauck, F reude im Leiden: ZNW 46 (1955) 68-80; F. Neugebauer, Jesu Versuchung. W egentscheidung am A n fa n g , Tübingen 1986; P. Pokomy, The Tem ptation Stories a n d th eir Intention: NTS 20 (1973-1974) 115-127; J. A. T. Robinsou, The Tem ptations, en Id., Twelve N T Studies, Lon­ don 1962, 53-60; R. Schnakenburg, D e r Sinn d e r Ver-

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igáÇco

su ch u n g Jesu b e i den S yn o p t., en Id., Sch riften zum N T , München 1971, 101-128; C. Schütz, en J. FeinerM. Lõhrer (ed.), M ysteriu m S a lu tis ni/2, Madrid 1971, 72-141; Schulz, Q, 177-190, H. Seesemann, i t E i g a v x k ., en ThWNT VI, 23-37 (bibl.); H. Thielicke, Z w isch en G o tt u n d Satan, Hamburg ^1955; J. Thomas, A n fe ch tu n g u n d Vorfreude: KuD 14 (1958) 183-206, W. Wilkens, D ie V ersu ch u n g sg esch ich te L k 4, 1-13 u n d die K om position d e s E vangelium s: ThZ 30 (1974)

262-272; para más bibliografia, ya un tanto antigua, cf. Bauer, W drterbuch, í .v.; para bibliografia más reciente, cf. ThWNT X, 1226-1228.

1. En el NT iteigá^co y èxjteiçáÇoo aparecen respectivamente 38 y 4 veces, y JteiQaa[tóç, 21 veces. La distribución es muy diver­ sa; los términos no aparecen en Romanos, Efesios, Filemón, Colosenses, 2 Tesalonicenses, 2 Timoteo, Tito, Filemón, Cartas de Juan; apenas aparecen en el Evangelio de Juan; se encuentran con la mayor frecuencia en los Sinópticos, Hechos, 1 Cor 10; Heb 2-4; Sant 1; Ap 2-3. 2. El significado fundamental dei tema jtELQa-corresponde ampliamente al de nuestros verbos tentar, poner a prueba y al dei verbo hebreo nsh (G. Gerleman, en DTMAT II, 100-102): probar / someter a üna prueba. El proceso supone soportar una carga y sentir riesgo e incertidumbre, más aún, amenaza y desconfianza. Según sea la intención, el concepto implica el sentido positivo de poner a prueba para que alguien se acredite, y el sen­ tido negativo de seducir para que alguien caiga. Como en el NT los objetos de la acción verbal son casi únicamente personas, se escuchan generalmente Ias connotaciones de confianza, fidelidad y obediência. En el NT èxjtEiQÓÇoi significa desafiar, lanzar un reto, y es una acción que constante­ mente va dirigida contra Dios o contra Cristo. - La gama de significados de jteiçáÇo) es más amplia. 1) examinar, poner a prueba, con buenas intenciones; 2) someter a prueba crítica­ mente, con intenciones no serias; 3) amenazar, imponer una carga, tentar; 4) seducir, descarriar; 5) desafiar, poner en duda, mostrar desconfianza; 6) disponer o planear algo. Es­ tos matices, claro está, pueden entreverarse.

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jT E iQ a a p .ó ç , que aparece raras veces en el griego profano, tiene un marco de significa­ dos menos amplio. Predomina el sentido de carga o amenaza debida a hombres o a otros poderes (cf. «tribulación, persecución, lazos tendidos», etc.). En sentido objetivo, j t E i Q u a (xóç (que aparece sólo cuatro veces y en plu­ ral) significa el peligro que amenaza a una persona de desviarse dei camino recto. En sentido subjetivo, la amenaza se siente más bien —en parte- como motivo de preocupación (la ayuda de Dios es necesaria; se pide a Dios el salir airoso de la prueba) y -en partese siente sobre todo como un estímulo (ocasión para dar buena cuenta de sí).

3. En Marcos, en la fuente Q y en Mateo encontramos tres campos de aplicación: la tentación de Jesús, Ias preguntas capciosas formuladas por los adversários de Jesús (igualmente en Jn 8, 6) y la petición de los discípulos en la oración. Una expresión única es ó JTEiQá^oiv en Mt 4, 3, la cual, por lo demás, sólo aparece también en 1 Tes 3, 5. Lucas es más independiente. En otras dos ocasiones se habla de la tentación (o de Ias tentaciones) de Jesús (4, 13; 22, 28). Lucas pone de relieve también la tentación de los cristianos (8, 13; Hech 20, 19). En contraste con esto, falta dos veces el verbo mEigá^oo, al hablarse de Ias preguntas capciosas que se dirigen a Jesús, mientras que en un caso (Lc 10, 25) se acentúa probablemente la blasfêmia; de manera parecida en Hech 5, 9; 15, 10. Ahora bien, JtELQá^ü) puede significar sencillamente disponerse para / tratar de (Hech 9, 26; 16,7; 24, 6). Jn 6, 6: en sentido pedagógico, poner a prueba. Las Cartas paulinas asocian casi siempre con el tema itEiQa- un sentido negativo: peca­ do, trasgresión, rebelión (1 Cor 7, 5; 10, 6ss; Gál 6, 1; 1 Tes 3, 5; 1 Tim 6, 9), carga (1 Cor 10,13), ocasión de escândalo (Gál 4, 14). Tan sólo en 2 Cor 13, 5 el tema itEipa- tiene un sentido más positivo («examinarse a sí mismo»).

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jtEigáÇo)

Hebreos menciona la rebelión de Israel (3, 8s) y acentua que la obediência se prueba en el sufrimiento (2, 18; 4, 15; 11, 17). También Sant 1,2.12; 1 Pe 1, 6; 4, 12 encajan en este contexto; cf., como contraste, Sant 1, 13s: seducir para que se cometa pecado. La tentación de la fe por medio dei sufri­ miento es también el tema de 2 Pe 2, 9; Ap 2, 10; 3, 10; el someter a examen crítico, en Ap 2, 2.

4. En cuanto a Israel, se observa un interés «marcadamente religioso» por el gmpo de palabras (Seesemann; en su estúdio pueden verse los detalles). Elementos más importantes para el NT: a) La prueba, a menudo dolorosa, a que Dios somete al piadoso (Abrahán, Job, etc.); el tema se asocia^on el dei justo sufriente y el de la peda­ gogia sapiencial (por ejemplo, Sab 3,5; Eclo 2,1; Jub 19, 8s). b) La caída de Adán (aunque en el eapítulo tercero dei Gênesis falta jrEipáÇco / nsh). c) La creciente importância de Satanás y la mar­ cada situación de lucha (Kuhn, Jieiçaopóç, espe­ cialmente en Qumrán, aunque más según la realidad significada que por el vocablo mismo). d) La expectación de una gran tribulación al fin de los tiempos. También aqui ireiQaopóç aparece raras veces (Seesemann). EI testimonio más veces mencionado es el de Ap 3, 10; cf. Hen (et) 94, 5, mientras que Dan 12, 10 habla de prueba y santificación. Con más frecuencia se emplea nXmàw xtX,.; H. Braun, en ThWNT VI, 240ss. e) La idea acerca dei «mal impulso» (cf. Billerbeck IV, 466483). f) La provocación de Dios por parte de Is­ rael: Ex 17; Núm 20; Sal 78; 95; 106. 5. El desafio lanzado contra Dios está ca­ racterizado, en cuanto al tema, por la rebelión de Israel en el desierto, 1 Cor 10, 9; Heb 3, 8s; también Mt 4, 7 par. Se piensa en una pro­ vocación de Dios, al «poner en duda su bondad y su perfecto poder mediante deseos provocadores y codiciosos» (H.-J. Kraus, Los Salmos n, Salamanca 1995, 194 [a propósito de 78, 18]). Semejante provocación dei Espíritn o de Dios se menciona también en Hech 5, 9; 15, 10: mediante el engano o la incomprensión los hombres llegan a cansar a la bondadosa paciência de Dios, 6. a) Es incierto si Heb 2, 18; 4, 15 se halla en conexión con el material sinóptico. La ten­

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tación de Jesus aparece aqui en la misma línea que Ias tribulaciones que afectan a todos los seres humanos (cf. 5, 7; 11, Iss). Jteiçao[tóç es el peligro que se corre de caer en la deso­ bediência y en la resignación. Como quien ha sufrido, Jesús está cualificado para ofrecer ayuda; como persona sin pecado, él demuestra que el JiE iQ ao p ,ó ç «no conduce necesariamente al pecado» (H. Zimmermann, Das Bekenntnis der Hoffnung, Kôln 1977, 173). b) Las tentaciones por adversários terrenos constituyen una tradición originalmente independiente, Mc 8, 11 par.; 10, 2 par.; 12, 15 par.; Jn 8, 6. Consisten en preguntas capciosas, intrigas y perfidias. c) Los problemas de crítica de las tradiciones y de crítica hteraria planteados por Mc 1 ,12s; Mt 4, 1-11 par., no pueden ya resolverse con total claridad (cf. también Jn 6, 15ss: el milagro de los panes). Parece que el punto común de partida fue una escena de indigencia física (el desierto). El desarrollo siguió luego dos trayectoiias distintas en cuanto a la forma, la conexión con el AT y la comprensión. Cualquier intento de reconstrucción de la forma original y dei desarrollo de la misma siguen siendo inciertos, como lo son tam­ bién los intentos por atribuir el suceso al Jesús te­ rreno y, por tanto, por situarlo historicamente. La vinculación con el bautismo no existió necesariamente desde el principio (expresan dudas, por ejemplo, Lohmeyer, J. Gnilka, [El Evangelio se­ gún San Marcos I, Salamanca ^1996, sub loco], Mahnke; opinan de manera diferente, por ejem­ plo, Gehardsson, R. Pesch [Das Markusevangelium I (HThK), sub loco]). Dejando a un lado la cuestión de la existência de un núcleo histórico, hallamos primariamente una historia de Cristo en dos formas. Su comprensión estuvo determinada por los cambiantes intereses en la historia de la trasmisión. Todos los tradentes senalan que Jesús fue tentado, aunque lo consignan de manera bas­ tante global al principio (Mateo y Lucas lo con­ signan una vez más, cada uno); según Mt 4, 7 par., está implicada además la tentación de Dios. d) Mc 1, 12s no es el núcleo de un relato más extenso. iteipa^ópEvoç ... no es una adición marquina, y el conjunto no puede designarse sino con ciertas condiciones como una historia de tentación (Mahnke). El trasfondo de historia de los motivos apunta (a pesar de las objeciones de Leder) hacia ideas dei paraí-

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TcsiQátm

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cha tardia. El Jesús obediente es el antitipo de Israel en el desierto, y es al mismo tiempo el justo ejemplar, quedando acreditado en am­ bos aspectos como el Hijo de Dios y como verdadero hombre. Jesús vence la seducción dei diablo que quiere incitarle a la desobe­ diencia, e indirectamente supera la prueba a que Dios le somete. La tipologia de Israel (y de Moisés) supri­ me las alternativas «tentación mesiánica o no» y «obra mesiánica o actitud personal». Por eso, la perspectiva histórico-salvifica y la postura personal son inseparables. Se trata de algo más que de rechazar una comprensión mágica de los milagros. Lo fundamental es: e) La tradición paralela en Mt 4, l-ll;L c 4 , 1- Jesús, eomo israelita ejemplar, es capaz de re­ 13 contiene numerosos problemas. La asignación alizar la obra escatológica (cf. Mahnke). a la fuente Q es probable, a pesar de algunas difiLas escenas remiten también seguramente a cultades; Ias divergências son ya, en parte, pre-rela triple función como profeta, sacerdote y daccionales. La secuencia de los sucesos, según los refiere Mateo, es con bastante probabilidad la rey. El fragmento, que por su forma y su contenido fue originalmente un diálogo didáctico más antigua. Se discuten además la homogeneidad, la forma (^midrás, agadá, litígio, apologia, cristológico, adquirió también relevância -en catequesis, entre otras?). Ias referencias al AT diversos niveles de la tradición- para estable(^Israel, Adán, Abrahán, Job, etc.?), el trasfondo cer un deslinde frente al zelotismo (un mesias histórico-religioso (^el judio justo, el ■betoç àvf|Q político) y a una cristología dei •freioç àvf|Q helenistico?), el alcance cristológico ((.tentación (comprensión mágica de los milagros). A pe­ mesiánica o tentación humana general?), la situasar de la singularidad única de Jesús, su acreción de los frentes (^zelotismo, magia, milagros espectaculares?), los aspectos en cuanto a la his­ ditación en la prueba se convirtió también en toria de los motivos (^profeta-sacerdote-rey; exejemplo para los cristianos (cf. la asociación pectación profética, sacerdotal, apocalíptica?), la con el bautismo; la tipologia de Israel en 1 relación con el bautismo (^original?, (.esquema Cor 10). parenético?), así como la indole y el sentido de la tentación: iprobatio, deceptio, seductiol (Agusf) Mateo «nos habla acerca de Jesús; Lu­ tín). Dupont y Mahnke ofrecen visiones de con­ junto dei estado de Ias investigaciones. cas, acerca dei diablo» (Dupont, 61). Para Mateo, Jesús es también aqui «el que cumple El punto de partida más seguro lo offece el toda justicia» (3,15), el que permanece sumiso a Dios, el que no interviene en ayuda de si entreverado de citas que hallamos en Ias resmismo (jcf. 27, 40!) y el que, al mismo tiem­ puestas de Jesús: Dt 8, 3b; 6, 16; 6, 13, dei po, se legitima como recto intérprete de la Es­ sector de la shema. Se refieren, en correcta critura. sucesión cronológica, a la fase crítica de la marcha de Israel por el desierto: el maná (Ex Lucas lo orienta todo hacia Jerusalén; en 4, 13 acentúa además la Pasión. Jesús se enfren­ 16), el alboroto en Masá (Ex 17), la ocupación dei pais (Ex 23 y 34). La combinación de ta con la posición de poder dei diablo (4, 6; cf. 4, 14); se llega a un «primer duelo» (Du­ citas habla también en favor de la unidad dei pont, 67). Como quien está lleno dei Espiritu trozo; por lo menos, Ias escenas segunda y tercera dificilmente habrian existido separa­ y vence al adversário al ser atacado, Jesús se convierte también en el prototipo de los midas. Las citas tomadas de la LXX senalan una sioneros (Baumbach). El versículo 4, 13 no se formulación judia helenistica, pero no una fe­

so y de Adán (dificilmente hacia la tradición de Elias; los detalles en Mahnke; Jeremias, Pesch, Das Markusevangelium; Gnilka, El Evangelio según San Marcos). La tentación tiene por objeto que Jesus cometa un acto de desobediencia y quebrante su fidelidad, lo cual le descalificaria para el ejercicio de su ministério escatológico. Jesús, al resistir a la tentación, recupera el paraiso. Mc 1 ,12s no es un fragmento incompleto, cuyo final se anadiría más tarde (3, 27: Best, Pokomf, Schütz; 1, 14s; resurrección). Evidentemente, el motivo de la Incha victoriosa de Jesús contra Satanás es esencial para Marcos.

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3l£lQai,CÜ

refiere probablemente a un «período libre de Satanás» hasta la llegada de la Pasión; porque 22, 28 es retrospectivo, más bien que anticipador dei futuro. Pero sigue siendo cierto que la Pasión es el tiempo fijado por Dios, en el que Satanás vuelve a acosar masivamente a Jesus.

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datos generales (cf. supra) y de la falta de ar­ tículo. Por lo que respecta a la oración de Getsemaní, habrá que preguntarse: ^Se enfrenta Je­ sus con una tentación apocalíptico-satánica (por ejemplo, W. Schenk, Der Passionsbericht nach Markus, Berlin 1974, 202s) o con una prueba (en el sentido sapiencial: por 7. a) «Si te dispones a servir al Senor, pre­ ejemplo, Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, 307)? El contexto sugiere una sipara tu alma para la prueba ( elç jte iQ a o jió v )» tuación de lucha apocahptica (cf. Kuhn, u ;e i (Eclo 2, 1). La línea de tales exhortaciones tiene su continuidad en el NT; el cristiano depaopóç); frente a la violência y a la tradición hay que permanecer firmes y perseverantes. be prepararse para Ias tentaciones (jisipao[XÓç como carga, especialmente de sufrimienSegún Marcos y Mateo, el JtE iQ aa[tó ç ataca tos; 1 Pe 1, 6; 4, 12; Sant 1, 2.12; Heb 2, 18; la debilidad de la carne; la oración de iva 4, 15; 11, 17; terminologia más frecuente: trimuestra cuál es la finalidad de la vigilância y bulación, persecución, etc.). La experiencia, de la oración; otro es el sentido de Lc 22, desde luego, no es agradable; pero, como me­ 40.46: el contenido de la oración (Kuhn, Je­ sus, 285). dio empleado por la pedagogia divina, puede sacarse de ella un sentido positivo; cf. el tópi­ d) La fuente de la tentación se localiza co de «gozo en el sufrimiento» (Nauck; cf. también en el hombre, especialmente en su además N. Brox, Lm primem Carta de Pedro, èn:i&up.ía: Sant 1, 14, de manera semejante 1 Salamanca 1994, 89 nota 19) y la instrucción Cor 10, 6ss; 1 Tim 6, 9, cf. Mc 14, 38b. Esta de los neófitos (asociación con el bautismo), idea se halla asociada, evidentemente, con la así como Ias sentencias acerca de la persevedoctrina judia acerca dei «mal impulso», con adicionales motivos helenísticos (cf. más derancia (Mt 10, 22, etc.). b) El acento puede recaer también sobre el talles en F. MuBner, Der Jakobmbrief\WThYl.], a propósito de 1, 14). carácter pernicioso de Ias tentaciones; detrás de ellas se ve a menudo al diablo; Mt 6, 13; e) Se sintió que los diversos aspectos de la Lc 8, 13; 1 Cor 7, 5; 1 Tes 3, 5. Por eso se pro­ tentación eran todo un conjunto de proble­ mete salvación dei o en medio dei jtEiQaomas, especialmente para la teodicea. Cuanto póç: 1 Cor 10, 13; 2 Pe 2, 9; Ap 2, 10; 3, 10. más intensamente se concibió el Jtei0a0|tóç c) Es difícil la interpretación de Mt 6, 13a como una carga, más aün, como un acoso sa­ par.; Mc 14, 38 par. La petición dei Padretânico, tanto más cuestionables se hicieron su carácter sapiencial de prueba y el papel que nuestro se interpreta, por un lado, apocalípti­ camente (la preservación en la gran tribulaen ella desempenaba Dios, Esto se ve clarísimamente en el capítulo primero de Santiago: ción, no de la gran tribulación; por ejemplo, J. Jeremias, en Abba. El mensaje central dei NT, al motivo tradicional dei gozo por los JtE iQaopoí (w . 2 y 12) se contrapone la exoneraSalamanca '*1993, 233s), pero, por otro lado, se interpreta más bien sapiencialmente (jOjación de Dios (v. 13) y la responsabilidad dei lá que Dios no nos ponga a prueba!; por ejem­ hombre (v. 14). Estos mismos factores se encuentran en 1 Cor 10; Pablo incrimina a Ias plo, E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthãus [NTD], 98). Mateo (amenaza por el malas inclinaciones dei hombre, que a su vez inducen a desafiar a Dios (v. 9; cf. Heb 3, 8s). maligno: 6, 13b) y Lucas (peligro cotidiano dei convertido: J. Ernst, Das Evangelium Por el contrario, según 1 Cor 10, 13, el J te iQaa|ióç llega desde fuera hasta nosotros, pe­ nach Lukas [RNT], 365) establecieron ya, según parece, una diferencia. La interpretación ro Dios vigila para que no se sobrepase el Kmite de nuestra capacidad para soportar una apocalíptica es problemática, en vista de los

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jtEigá^co -

carga; aqui, por tanto, aparece más bien el carácter de prueba que tiene la tentación. La cuestión acerca de quién es el autor dei 3TeiQao|tóç sigue sin estar clara —como suce­ de a menudo en el NT-, probablemente por la sensación de que se está tocando el problema dei opus Dei alienum. W. Popkes mciQtXO^ai peiraomai tratar de, intentar, esforzarse* En el NT el verbo aparece únicamente en voz media: Hech 26, 21: èjteiQcnvTO ôiaxetp í o a o H a t , «trataron de matar(me)»; cf. 9, 26 Textus Receptus; sobre Heb 4, 15 Textus Receptus ( j r e j r E L Q a p é v o ç ) cf. Bauer, Wõrterbuch, S .V .; ->■jteiQáÇcu 6.a.

ji;£ iQ a a ^ o ç , o u , o peirasmos prueba, ten­

tación ->• JtELQÓÇcO.

Jt£l,a^OVTj, fjç,

peismonê persuasión, el hecho de ser persuadido* Gál 5, 8: r| n:8iapovf] oux Ix to ü xakoõvToç i)[xãç, «la persuasión (de ->■ JtEÍda)) para ello (es decir, para apartarse de la verdad, v. 7) no procede de Aquel que os llama»; cf. IgnRom 3, 3. Como la variante textual en Gál 5, 7 (àX.iy&eíçt pt] jteí'&ea'&ai pT ]òevl j ie í '0'eo'&e, «jno obedezcáis a nadie de manera que desobedezcáis a la verdad!», F G a b y otros) está débilmente atestiguada, habrá que excluir la traducción de jt8iopovf| por «obe­ diência / observância» (de JtEÍHopai); cf. además Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 488 nota 3. ThWNT VI, 9.

J tÉ X a y o ç , o u ç , TÓ pelagos alta mar, lo

profundo dei mar, mar* Mt 18, 6: èv trâ jte7.áYEi tfjç ^aA.áoor|ç, en lo profundo dei mar»; Hech 27, 5: xò jtéXayoç t ò x a t à Tf)v KiXixíav..., «el mar a lo largo de Ias costas de Cilicia».

872

7I£À£XÍ^(0 pelekizõ degollar, decapitar* Ap 20, 4: a i t|iuxal tcóv jtejtekexiapévwv, «Ias almas de los que habían sido decapita­ dos» (refiriéndose a la ejecución romana de la pena capital por medio dei hacha o de la espa­ da; cf. Hech 12, 2; San 7, 1.3; según 9, 1 también como castigo judio; cf. además Billerbeck I, 270). J l£ jiJ tta ío ç , 3 pemptaios que dura cinco dias Hech 20, 6 D: fjküopEV... JtEpjttaTot, «llegamos al cabo de cinco dias (a Tróade)», en vez de: â x p t 'npEQóãv jié v t e . TíÉpUttOÇ, 3 pemptos quinto* En el NT el adjetivo aparece 5 veces, todas ellas en el Apocalipsis: r| jtépjtxri ocppayíç, 6, 9; ó JtépjtTOÇ ãyyEXoç, 9, 1 (cf. 8, 2.6); ó jtépjtxoç (ãyysXoç), 16, 10 (cf. 15, 1.6-8; 16, 1); ó Jtépm oç oaQÕóvu^, 21, 20 (dicese de los pilares sobre los que se asienta la muralla de la Jerusalén celestial, cf. v. 19; Ez 28, 13; Ex 28,17-20). JtépjtxT] (oaPPáxcov), el «quin­ to dia de la semana / jueves», es según Did 8, 1 dia de ayuno para los judios (juntamente con el lunes; para los cristianos, los dias de ayuno son el martes y el viernes). 7l£^7l(0 pempo enviar

1. Aparición en el NT - 2. Expresión de la comnnicación humana—3. Soteriología de Rom8, 3 - 4. Teocentrismo en el Evangelio de Juan. B ib l.: H. Bürkle, M issio n s th e o lo g ie , Stuttgart 1979; Haenchen I, 68-77; J. Kuhl, D ie S e n d u n g J e s u u n d d e r K ir c h e n a c h d e m J o h -E v ., St. Augustin 1967; C. Mercer, áxoaxÉXÀEiv a n d 3té|iJiEiv in J o h n : NTS 36 (1990) 619-624; H. Ritt, D a s G e b e t zu m Vater, Würzburg 1979, 319-323; E. Schweizer, Z u m re lig io n s g e sc h ic h tlic h e n H in te r g r u n d d e r « S e n d u n g s fo r m e l» G a l 4. 4 f; R õ m 8, 3 f; J o h 3, 1 6 , I J o h 4, 9: le s v e r b e s àJtoaxÉXl,(o e t xÉpd a n s le v o c a b u la ir e th é o lo g iq u e d e s a in t J e a n , V E v a n g ile d e J e a n , D ie S e n d u n g J e s u u n d d e r J ü n g e r im J o h a n n e s e v a n g e liu m : T h e G e n tile s a n d th e G e n tile M is s io n in L u k e -A c ts ,

ZNW57 (1966) 199-210; J. Seynaeve, jtco en M. de Jonge (ed.), (BEThL 44), Louvain 1977, 385-389; M. Waldstein, IKZC 19 (1990) 203-221; S. G. Wilson, Cambridge 1973; más

873 bibliografia en ãjlóoroXoç en los autores: Miranda, Rengstorf, Schneider.

1. De los 79 testimonios dei verbo que hay en el NT, 32 corresponden al Evangelio de Juan (en 24 de ellos se habla de que Jesús fue enviado); otros 21 testimonios aparecen en Lucas / Hechos. Mientras que en Marcos y en Mateo el verbo ànoarzkko:) aparece un total de 42 veces, el verbo jt É(xjico no aparece sino 5 veces en dichos evangelios. 2. Uso dei verbo jtépjttt) para expresar concretamente una comunicación humana; a) El verbo significa el envio de personas para comunicar mensajes casi siempre impor­ tantes; Mateo emplea siempre el participio Jtéfrijtaç acompanado dei verbo en tiempo fi­ nito (2, 8; 11,2; 14,10; 22,7). Pero en los pa­ ralelos sinópticos encontramos formulaciones redaccionales (Lc 7, 19; êneprltev JtQÓç) o el empleo sinônimo de àTCoaxéX),co (Mc 6, 27). El traslado a un proceso jurídico (Hech 23, 30; 25, 25.27; juicio de Pablo ante el tribunal dei gobemador en Cesarea) o la orden de en­ viar emisarios a Jope, dada a Comelio en una angelofanía en Cesarea antes de su bautismo (Hech 10, 5.32.33) contienen especiales en­ cargos de misión. En cuanto a Pablo, el envio de colaborado­ res significa un mandato para ejecutar con autoridad y poder determinadas funciones en Ias comunidades. Así, Timoteo debe fortalecer a los tesalonicenses en su fe (1 Tes 3, 2.5), a los corintios debe recordarles Ias ensenanzas paulinas (1 Cor 4, 17) y debe informar a Pablo sobre la comunidad de Filipos (Flp 2, 19.23; acerca de Epafrodito cf. Flp 2, 25.28). La tarea principal de los enviados (por ejemplo, Tíquico; Col 4, 8; Ef 6, 22; Tit 3, 12) es la de encargarse de la colecta (1 Cor 16, 3; 2 Cor 9, 3) y la de recoger noticias. El paralelismo en­ tre «elegir» (èxX,8YO|xai) y enviar (jtépjto)) acentua la responsabilidad de los «varones prominentes entre los hermanos» en el Conci­ lio Apostólico (Hech 15, 22.25). Sobre todo en Lucas se atribuye siempre la acción de itépito) a la iniciativa de alguien con autori-

874 dad (el centurión en Lc 7, 6.10; un ciudadano en 15, 15; Abrahán en 16, 24.27; el dueno de la vina en 20, 11.12.13). b) La comunicación humana se expresa también mediante el envio de cosas con va­ lor. Las «colectas» (Flp 4, 16; Hech 11, 29) unen entre si a las comunidades (cf. Ap 11, 10), y la palabra de Dios comunicada en el «Ubro» (envio de misivas; Ap 1, 11) alienta y estimula a las comunidades. Además, el exorcismo de demonios (Mc 5, 12: Jtéptjjov) y el envio de mensajeros de Dios (Ap 22, 16; Lc 4, 26) se describe intuiti­ vamente con la imagen de un encargo dado «con autoridad», de manera análoga a los que por encargo han recibido autoridad en la tierra U Pe 2, 14) o a los que tienen «poderes» por­ que Dios se los ha dado (2 Tes 2, 11). 3. Rom 8, 3 interpreta soteriológicamente el envio dei Hijo de Dios al mundo de la exis­ tência humana creada y mortal, presuponiendo la preexistencia dei Hijo de Dios (cf. Gál 4, 4-6: Flp 2, 6-11) y previendo la entrega dei Hijo a la muerte (cf. Rom 8, 32): hallarse bajo el senoiío de Cristo significa encontrarse liberado dei poder dei pecado y de la muerte. 4. En el Evangelio de Juan, la realidad his­ tórica dei envio dei Hijo por el Padre se ex­ presa en lábios de Jesús mediante la fórmula ó itéptltaç pe (4, 34; 5, 24.30.37; 6, 38.39.44; 7, 16.28.33; 8, 16.18.26.29; 9, 4; 12, 44.45. 49; 13, 20; 14, 24; 15, 21; 16, 5). Estos 22 pasajes y los enunciados, construidos en tercera persona, acerca dei Padre o de Dios «que le envió» (5,23; 7, 18) permiten reconocer el teocentrismo cristológico de la relación entre el Padre y el Hijo. La iniciativa de la misión procede dei Padre y permanece presente en la obra dei Hijo. La continuación de la misión por el Hijo envuelve a los discípulos creyentes (cf. el logion «sinóptico» en 13, 20), en to­ do lo cual se aplica aquel principio jurídico judio según el cual el enviado dispone de la misma autoridad que el que le envia. El lo­ gion de 20, 21 (en contraste con los pasajes 4, 38; 17,18, que expresan el mismo sentido por

875

jiéfjjtco - n:£vdéüj

medio dei verbo àjtooTéXAw) debe considerarse como primário y nos presenta al Senor resucitado trasmitiendo (jen presente!) a la comunidad de los discípulos la autoridad para realizar la obra divina de la salvación. Por eso, el envio dei Paráclito puede ser efectuado por el Padre (14, 26; cf. el envio dei Espíritu como continuación de la misión dei Hijo en Gál 4, 6: è^ajteoxeiXev) o por el Hijo mismo (Jn 15, 26; 16, 7). Las palabras y los actos dei Jesus terreno adquieren sólo su plena efícacia en el Espíritu que da testimonio de que Cristo se halla presente en la vida de la comunidad. H. Ritt Jtév n ç, tlTOÇ, Ó penes pobre, indigente* En el NT el término aparece únicamente en sentido sustantivado en 2 Cor 9, 9, que habla de la conducta dei «temeroso de Dios»: eôcoxev xoíç n:évqaiv, «él dio a los pobres» (cita dei Sal 111, 9 LXX). La LXX usa Jtévqç en este salmo y en otros pasajes, con frecuencia, para traducir el término hebreo ’ebyôn\ junto a jcxooxóç aparece para designar a los piadosos en Sal 39, 18 LXX; 85, 1 LXX y passinv, se usa casi siempre en sentido general para expresar la indigencia social. Bauer, Wõrterbuch. s.v. (bibl.); ThWNT VI, 37-40; DTNT m , 380. J te v d e ç á jã ç , penthera suegra* En el NT el término aparece 6 veces: dícese de la suegra de Simón (Pedro) en Mc 1, 30 par. Mt 8, 14 / Lc 4, 38; en el logion de Q acerca de las desavenencias en las relaciones entre miembros de una misma familia: ôi^áoat... vúpqpr|v x ax à xfjç jtev^eQõç aúxfjç, Mt 10, 35; de manera semejante en Lc 12, 53 (bis) (cf. Miq 7, 6). JtEV^degÓç, OV, Ó pentheros suegro* En Jn 18, 33 dícese de Anás, que era suegro de Caifás; "Avvaç 2; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan, Barcelona 1980, sub loco.

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JieV'0'éoJ pentheõ estar triste, estar de luto, lamentarse por* En el NT el verbo aparece 10 veces, tres de ellas (como el sustantivo jtévOoç) en el ca­ pítulo 18 dei Apocalipsis; se encuentra 6 ve­ ces junto a xXaíw (Mc 16, 10; Lc 6, 25; Sant 4, 9; Ap 18, 11.15.19; cf. también 2 Re 19, 2; 2 Esd 18, 9). En la LXX el verbo expresa frecuentemente el dolor que se siente (ante la muerte o ante un castigo divino) y que se expresa en lágrimas, lamentos y ritos de duelo (lamento fúnebre: Gén 23, 2; lamen­ to dei pueblo después de la muerte de los ex­ ploradores: Núm 14, 39; lamento dei oprimi­ do y dei marginado: Sal 34, 14 LXX; lamento de la tierra: Is 24, 4.7; 33, 9). En el NT Jtevdéco puede referirse al lamen­ to de los discípulos por la muerte de Jesus (Mc 16, 10: JtEvOoüvxeç x a i xkaíovxeç); ahora bien, el tiempo de gozo (por la presen­ cia dei esposo) excluye la pena y el dolor, Mt 9, 15 (pT] ôúvavxai... jie v O e iv , a diferencia de Mc 2, 19 par. Lc 5, 34: rqoxeÚEiv / rpaXEÚoaL). En 1 Cor 5, 2 el verbo se refiere a la tristeza/dolor por haberse cometido una grave trasgresión (un incesto) en la comunidad; esa pena debe ser senal de la autorreflexión y de la consiguiente purificación: x a l o-ux'l pãkXov èjxev^riaaxe; lo opuesto: x a i upEíç jtEqpuoicopévoi èoxé); cf. también 2 Cor 12, 21 (en sentido transitivo: lamentarse por), donde se dice de la tristeza que Pablo siente por los pecadores inconversos que hay en la comuni­ dad (cf. además 2 Ciem 2, 6); Sant 4, 9 tam­ bién en el contexto de un llamamiento al arrepentimiento (vv. 1-8.10): xakaiJicoQf|0axE x a l jtEV&fioaTE x a l nkavaaxE (cf. Is 32, llss; Jer 4, 8; Miq 1, 8; también Lc 6, 25; ->■ xX,aíco 3; ->■ JtévOoç); Ap 18, donde se habla de la lamentación (fúnebre) de los mercaderes (w. 11 y 15) y de los navegantes (v. 19) por la caída de Babilônia (cf. Ez 26s) en senal dei horror que sentirán las hombres de este mun­ do cuando vean los efectos dei juicio de Dios. En el macarismo de Mt 5, 4 (paxáçioL oí jtEv&oüvTEç, ÔTi auToi jtaQaxX,T]'&fiaovxai), jxevi&éco es expresión de la tristeza de quienes sufren bajo este mundo y ponen su

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n;ev6-é«) —jiévte

esperanza únicamente en Dios xXaío) 3; cf. Is 49, 13; 61, 2s; 66, 10; Sal 125, 5 LXX); en contraste con este macarismo se halla en Lc 6, 25 el jay! apocalíptico contra los que «ahora ríen» yeXà(ü): oxi 3tev{lr|oeTe x ai xXaúoETe (cf. v. 21; Mt 8, 12; Sant 5, 1; Hen [et] 94, 8ss; Ap 18, 9ss [cf. supra]). Bauer, Wõrterbuch, s.v.; ThWNT VI, 40-43: X, 1228 (bibl.); -»• xJtaío) (bibl.). H. Balz J lé v d o ç , OVÇ, TÓ penthos llanto, aflicción,

duelo* En el NT el sustantivo aparece 5 veces, cuatro de ellas en el Apocalipsis. Sant 4, 9 (ó yé^coç ■ôp.cõv eíç jtév&oç [aexaxpajtrixco) en un llamamiento a la penitencia dirigido a los soberbios (cf. vv. 6-8), que deben sentir humildad ante Dios (v. 10); ->■ yéXmç-, -> Jtev■üéu). El Apocalipsis habla dei castigo escatológico que se infligirá a «Babilônia» (P «aavia[xòç x a l Jtév&oç, 18, 7a; ílávaxoç: x a l Jtév&oç x a l ^.L^óç, 18, 8): a Babilônia que afirma soberbiamente que no conoce «el due­ lo / la lamentación» (icévôoç ov pf) lôco, 18, 7; cf. Is 47, 7-10): en contraste con ello se encuentra la supresión escatológica que Dios ha de hacer dei sufrimiento de este mundo: ó •&ávaxoç oÍ!x êoxai êxi oi3xe jtévdoç oõxe XQauyfi oüxe Jtóvoç, «ni lamento ni alarido ni dolor», 21, 4 (cf. Is 35, 10; 51, 11; 65, 19). jxevdéco. JlEVlXQÓç, 3 penichros pobre, necesitado* Lc 21, 2; Jtevixoá (Mc 12, 42: jrxcoXT)), una «viuda pobre / necesitada», con es­ pecial énfasis en su indigencia (cf. Filón, Som I, 98; n , 213). ThWNT VI, 40; -> XBQ“ m e v tá m ç pentakis (adv.) cinco veces* Según 2 Cor 11, 24, Pablo recihió cinco ve­ ces de los judios el castigo (sinagogal) de azotes (con flagelos o varas; cf. Haag, Diccionario, 713s; véanse mencionadas a continuación inmediata (11, 25) Ias tres veces que Pa­ blo fue azotado por los romanos; cf. también

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Hech 16, 22); estos azotes no se mencionan en el libro de Hechos; para más detalles, cf. Billerbeck HI, 527-530. JlE V taxiO /ÍX lO l, 3 pentakischilioi cinco mil* En el NT el numeral aparece 6 veces, refiriéndose siempre a la manera milagrosa en que se dio de comer a cinco mil personas: Mt 14, 21 (ávôQEç (boel jtEVTaxL0XLkioi x®QÍ-Ç Yuvaixcõv x a l jtaiôícov); 16, 9; Mc 6, 44 (jtEVxaxiaxlkLOL ôvôqeç ); 8, 19; Lc 9, 14 (cboel âvÔQEç jtevxaxioxl^ioi); Jn 6, 10 (ol õvÔQEç TÒv àQidpòv (bç jrEvxaxioxíkioi); cf. también Hech 4, 4 (xtkiáôeç Jtévxe). J lE V t a x ó a io i, 3 pentakosioi quinientos*

Lc 7, 41: SrjváçLa Jtevxaxóoia, «quinien­ tos denarios» (junto al numeral JtEvxf|xovxa); 1 Cor 15, 6: rncp^T] èjtávco jiEvxaxoOLOiç àÔEX.qpoIç, «se apareció a más de qui­ nientos hermanos» (cf. H. GraB, Ostergeschehen und Osterberichte, Gôttingen '*1970, 99101; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther^ [KEK], sub loco). JlévTE pente cinco*

El numeral aparece 38 veces en el NT, de Ias cuales 12 correspondeu a Mateo, 3 a Mar­ cos, 9 a Lucas, 5 a Juan, 5 a Hechos y 5 al Apocalipsis; en Pablo el numeral aparece uni­ camente en 1 Cor 14, 19. El número cinco es una cifra redonda prefe­ rida para referirse a una pequena cantidad (cf. los cinco dedos de una mano), por ejemplo, en el AT en Ex 22, 1; Lev 26, 8; Jue 18, 2; 1 Sam 17, 40; 21, 4 (cinco panes) y passim). En el NT aparece también casi siempre como ci­ fra redonda: cinco panes (Mt 14,17.19; 16, 9; Mc 6, 38.41; 8, 19; Lc 9, 13.16; Jn 6, 9.13), doncellas (Mt 25, 2 [bis]), talentos (Mt 25, 15.16 [bis].20 [cuatro veces) o minas (Lc 19, 18), meses (Lc 1, 24); también como período de tormento (Ap 9, 5.10), dias (Hech 20, 6; 24, 1), gorriones (Lc 12, 6), cinco en una casa (3 + 2) (Lc 12, 52), bueyes (14,19), hermanos

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JlévTE - ItEVTrjXOaTT)

(16, 28), ciudades (19, 19), cinco maridos de una mujer (Jn 4, 18), cinco palabras (con el entendimiento; lo opuesto; 10.000 palabras hablando en lenguas; 1 Cor 14, 19). En gran­ des cifras redondas: xi7,i.áóeç jt é v t e (Hech 4, 4); frrjQ iáÔ E Ç jtév x e (19, 19. En datos sobre un lugar (Jn 5, 2; Jtévxe o roàç êxonoa) y en alusiones históricas (Ap 17,19: ol j i é v t e [paoiXeTç]). En combinaciones numéricas: eíxooi JtévxE, veinticinco (Jn 6, 19); èpôop,T|>tovxa JTÉVXE, setenta y cinco (Hech 7, 14). G. Kittel, Rabbinica, Leipzig 1919, 31-47, esp. 39ss; E, Hommel: ZNW 23 (1924) 305-310. T te V T O ta iô é x a to ç , 3 peniekaidekatos decimoquinto* Lc 3, 1: èv êxei jrevxExaiÔExáxcp, en el ano decimoquinto dei reinado dei emperador Tiberio (27/28 p.C.); cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I (ÕTK), sub loco. JlEVtfjxoVTa pentêkonta cincuenta*

El numeral aparece 5 veces en el NT: xaxà Exaxòv x a l x ax à Jtevxr|xovxa: Mc 6,40; cf. à v á jtEvxrjxovxa: Lc 9, 14; Jtevxfixovxa (ÔTiváQia) en contraste con quinientos: 7, 41; jxevxr|xovxa (páxoi èXaíon) en contraste con cien: 16, 6; jt£vxr|xovxa êxt] onitco èxeiç se refiere, según Jn 8, 57, a que Jesus no ha llegado aún a la plena edad madura (cf. también Núm 4, 3; 8, 24s). iJlEVTUJtOOTIfj, fíç, pentêkostê quincuagésimo (día), fiesta de Pentecostés* B ibl.: N. Adler, D a s erste chrístl. P fingstfest, Münster i. W. 1938; Id., P fin g s tw u n d e r en LThK VIII, 422s; A. Arens, P fingsten, en ibid. VIII, 421s; Bauer, W õrterbuch, j.v.; J. D. ColUns, D iscovering the M eanin g o f P entecost: Scripture 20 (1968) 73-79; M. Delcor, P en tec ô te. en DBS VII (1966). 858-879; W. Grundmann, D e r P fin g stb e ric h t d e r A p g in se in em theol. Sinn, en StEv H (1964), 584-594; Haag, D iccionario, 1505-1508 («El milagro de Pentecostés»); K. Hruby, L a f ê te d e la P en tecô te dans la tradition juive: BVC 63 (1965) 46-64; I. Kremer, P fin g sb erich t und P fin g stg e sc h e h e n , Stuttgeirt 1973; G. Kretschmar, H im m e lfa h rt u n d P fin g ste n : ZKG 66 (1954-1955) 209-253; E. Kutsch-H. D. Wendland, F este u n d F e ie m

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II. In Israel; III. Im U rchristentum , en RGG II, 910919; E. Lohse, nevxT]5toc(Tf|, en ThWNT VI, 44-53; I. H. Marshall, The Significance o f Pentecost: SJTh 30 (1977) 347-369; P. Matta-El-Meskin, L a P entecôte: Irénikon 50 (1977) 5-45; Maredsous, D iccionario en­ ciclopédico de la B iblia, Barcelona 1993, 1207s; Ph. H. Menoud, L a P en tec ô te lu ca n ie n n e e t V histoire: RHPhR 42 (1962) 141-147; B. Noack, The D a y P en te­ c o st in Jubilees, Q um ran, a n d A c ts: ASTI1 (1962) 7395; I. Potin, L a f ê te ju iv e de la P entecôte. Paris 1971; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1228s. 1. La denominación de «Fiesta de Ias Sema­ nas» en el AT (Jiag sãbü ‘ôt (= èoQxf| êpôop,áôcüv, «Fiesta de Ias Semanas») se traduce por jtevxT|xoaxr| en Tob 2, 1; 2 Mac 12, 22 y en el judaísmo helenístico (por ejemplo, Filón, Decai 160; Josefo, Ant III, 252). Originalmente fue una fiesta de la cosecha, que se celebraba siete sema­ nas después de comenzada la cosecha (Dt 16, 9s) o «después dei sábado» (Lev 23, 15s). En el juda­ ísmo primitivo se calculaban Ias siete semanas o el quicuagésimo día a partir de la fiesta de la Pascua. Como después de la destrucción dei templo, en el ano 70 p.C., no era posible ya presentar en él Ias ofrendas, pasó a primer plano otra fiesta, atestiguada ya en Jub 6 y probablemente en IQS I, 18-2, 23: la de la promulgación de la ley en el Sinai (testimonios rabínico: Billerbeck II, 601). Este contenido se dedujo de la referencia a la fiesta de la Pascua y de Ias indicaciones de tiempo que se hacen en Ex 19, 1.

2. En los tres pasajes dei NT en los que se habla de JtevXT]xoaxf|, se hace referencia a la Fiesta judia de Ias Semanas. En 1 Cor 16, 8 Pablo escribe que desea quedarse en Efeso hasta la fiesta judia designada como jie v x t )xoaxT); en Hech 20, 16 Pablo dice que desea estar de regreso en Jerusalén, de su tercer via­ je misionero, antes de itevxexooxri. Según Hech 2, 1, el descenso dei Espiritu Santo, acompanado por fenômenos cósmicos y por el milagro de Ias lenguas extranjeras, sucedió «al cumplirse el dia de Pentecostés». Esta expresión lucana indica que lo que suce­ dió fue un cumplimiento histórico-salvifico. Se discute si la datación de la escena, descrita con intensos motivos de teofania, procede origintJmente de Lucas mismo (asi lo afirman, entre otros, E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 175s; M. Dómer, Das Heil Gottes, Kõln/Bonn 1978, 151s) o de una tra-

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jtevTT]jtoaTf| - jtsgi

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dición anterior a Lucas (así lo afirman, entre otros, Menoud, 144s; Kremer, 94), pudiéndose suponer que hubo conexión con un acontecimiento histórico que tuviera lugar en Jerusalén, durante la Fiesta judia de Ias Semanas, después de la resurrección de Cristo (así lo afirman, entre otros, Kretschmar, 248; Kre­ mer, 260s; G. Lohfink: ThQ 160 [1980] 172174; con razón G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 242-248, adopta una pos­ tura más reservada).

7C£Qaç, atO Ç , t ó peras limite, final* El plural aparece en Mt 12, 42 par. Lc 11, 31 en la expresión tcõv uegárcnv tfjç y ^ íç ; en Rom 10, 18 en la cita dei Sal 18, 5 LXX: Eiç xà Jtégaxa xfjç oixoupévqç. Además dei sentido espacial aqui atestiguado, Jtégaç sig­ nifica también la terminación, sl final: en Heb 6, 16 dicese dei juramento que pone^n a toda disputa.

A. Weiser

né0Y tt|*oÇ » OI* Pergamos Pérgamo* En el NT la ciudad de Pérgamo se mencio­ na únicamente en Ap 1, 11 y 2, 12; en el primero de estos textos se la menciona (en tercer lugar) en la enumeración de Ias siete comuni­ dades cristianas de Asia Menor, en el encargo dado a modo de fórmula: «jY escribe al ángel de la comunidad de Pérgamo!». En ambos pasajes se da posiblemente la forma dei nombre xò néQYapov, atestiguada también en otras partes. La ciudad pertenecía a Misia y era el centro de números cultos (entre otros, el culto tributado a Zeus Soter); Pauly, Lexikon IV, 626-631; IDB Suppl. Vol. 653s. En Pérgamo se desencadenó ya probablemente en fecha muy temprana una persecución contra los cristianos (cf. Ap 2, 13). Ap 2, 14-16 amonesta a los cristianos de Pérgamo a que se aparten de Ias falsas doctrinas de los nicolaitas. H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT), 63-67.

3l£Jloí'dlí|Olç, £Ci>ç, 1^ pepoithêsis confianza, seguridad* El sustantivo apareció tardíamente. Se encuentra varias veces en escritos judios helenísticos. En el NT aparece tan sólo en el Corpus Paulinum y designa la confíanza en otros y en si mismo: en Ias personas, 2 Cor 1, 15; 8, 22; cf. Flp 3, 4 (âv oaQtíí); en Dios, Ef 3, 12; en sí mismo, 2 Cor 3, 4; 10, 2. ThWNT VI, 8s; DTNT n , 170-175.

7t£QaitÉQ(0 peraiterõ (adv.) m ás aún* En el NT el advérbio, formado dei adjetivo jre p a ÍT E Q O ç , aparece únicamente en Hech 19, 39: «si deseáis (èjuÇTjTetxe) algo más toda-

JIÉQav peran (adv.) más allá, al otro lado* El advérbio de lugar se usa en sentido sustantivado y con articulo: xò jrégav, «la otra orilla»: Mt 8, 18.28; 14, 22; 16, 5; Mc 4, 35; 5, 21; 6, 45; 8, 13. - Jtégav se usa, además, como preposición impropia (con genitivo) pa­ ra responder a Ias preguntas: ^adónde? (Jn 6, 1.17; cf. 10, 40; 18, 1) y ^dónde? (Mt 19. 1; Jn 1, 28; 3, 26; 6, 22.25); cf. BlaB-Debrunner § 184. JtÉpav con genitivo se emplea también en sentido sustantivado y con articulo: Mc 5, 1; Lc 8, 22. - Jtépav xoú Togôávou hace Ias veces de nombre propio indeclinable: Mt 4, 25; Mc 3, 8; cf. Mt 4, 15; Mc 10, 1.

Pergê Perge* Pablo, durante su «primer viaje misionero», visito la ciudad de Perge en Panfilia: Hech 13, 13.14; 14, 25. W. Ruge, en Pauly-Wissowa XIX/1, 694-704; Pauly, Lexikon IV, 631s.

3T£QÍ peri con genitivo; sobre, de, a causa de, referente a, por; con acusativo; alrededor de, cerca de, hacia, referente a 1. Aparición en el NT - 2. Con genitivo - a) Dirección - b) Razón - c) Referencia - d) Interés - 3. Con acusativo - a) Sentido local - b) Sentido temporal - c) Sentido figurado.

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TE8QL

B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , i.v.; E. Baasland, D ie ns.Q Í-F orm el u n d d ie A rg u m e n ta tio n fssítu a tio n ) des P a ulus: StTh 42 (1988) 69-87; BlaB-Debrunner § 228s; lohannessohn, P rapositionen, 219-226; Kühner, G r a m m a tik II/I, 491-495; Mayser, G ra m m a tik II/2, 445-456; Radermacher, G ram m atik, 137-146; P. F. Regard, C ontribution à 1'Etude des P répositions dans Ia langue du N T , Paris 1919, 527-544; E. H. Riesenfeld, iieçí, en ThWNT VI, 53-56; Schwyzer, G ram m atik II,

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2. Con genitivo. a) Para designar el objeto o la persona hacia la que se dirige una actividad; acerca de, sobre, en tomo a; en este sentido keql sigue a verbos que significan decir, ensenar, escribir, oír, saber, opinar, pensar, testificar, preguntar, investigar, sortear, preocuparse, etc. Este campo de significados no siempre se puede 499-505. deslindar claramente de otros campos (razón, referencia, interés): Mt 11,7, «Jesus comenzó 1. En el NT JtEQÍ aparece 333 veces y ocu­ a hablar sobre Juan»; Hech 8, 34, «iDe quién pa, por tanto, el décimo lugar en cuanto a fredice esto el profeta? ^de sí mismo o de algún cuencia, entre Ias preposiciones que se enotro?»; Jn 1, 22, «^Qué dices de ti mismo?»; cuentran en el NT. Como prefijo verbal, jreQÍ1 Jn 2, 27, «así como su unción os ensena {alrededor, más allá, muy) ocupa el duodéciacerca de todas Ias cosas»; Hech 25, 26, «No mo lugar de frecuencia, entre los prefijos dei puedo escrihiros nada seguro sobre él»; 1 Jn NT. jtEQÍ con dativo no aparece ya en el NT ni 2, 26, «Os he escrito estas cosas con respecto en los papiros (en la LXX j ie q í con dativo a los que están tratando de enganaros»; Hech aparece sólo cuatro veces). Con esto termina 24, 24, qxouoEV auxoü jtepl Tíjç eíç X qio una evolución que había comenzado ya en el TÒv Tqaoüv jilotecoç, «le oyó hahlar acerca griego clásico. jie q í , se encuentra en casi to­ de la fe en Cristo Jesús»; Mc 13, 32 (Mt 24, dos los escritos dei NT (exceptuados Gálatas, 36), «En cuanto al día o (y) la hora, nadie sa­ Santiago y 2 Juan) y predomina con mucho el be nada»; 1 Tes 4, 13, ou fl-éÀopev upãç àyv o E iv jtE Q i T(õv x o ip o 3 p ,é v ( ü v , «No queremos uso de la preposición con genitivo (Morgenque ignoréis acerca de los que duermen / dethaler, Statistik, 160). jtEQÍ con genitivo es un jaros en la ignorância acerca de los que han rasgo típico de los escritos lucanos y joánicos muerto»; Hech 26, 26, èitíoxaxai jieqí xoú(aunque no dei libro dei Apocalipsis). En nexcov ó PaatXeúç, «De ello sabe el rey / enQÍ, como en Ias demás preposiciones, se ob­ tiende el rey algo»; Mt 22, 42, xí u(fiv ÔOXEI serva que va ganando terreno el uso de frases jieq I xoü Xgioxoü;, «^Qué pensáis acerca preposicionales en lugar de los simples casos dei Cristo?»; Jn 1, 7s, iva paprugriaTi jtEQi (Radermacher, 125 y 135). jtEQÍ y hjrÉQ se xoü qjtoxóç, «para que diera testimonio de (o; mezclan en cuanto a su significado, siendo más frecuente la sustitución de vtc£Q por itEQÍ en favor de [-*■ 2.d]) la luz»; Hech 23, 20, «con el pretexto de hacer una indagación que lo contrario (BlaB-Debrunner § 229, 1; (jruvh-ávEoüat) más a fondo sobre él»; Jn 19, 231, 1). 24, J,áxciop£v jxeqI auxoü xívoç êoxai, El significado original de jieqí (posible«echemos suertes sobre ella, para ver a quién mente, a través de y más allá de) no está to­ le toca»; Mt 22, 16, o ú pé^ei o o i j t E g l ouôetalmente claro (Frisk, Wõrterbuch II, 5I2s; vóç, «No te preocupas acerca de nadie / no te Schwyzer, 499); este significado original se dejas influir por nadie»; Mt 6, 28, jtEQi èvôúdeja sentir todavia en la partícula enclítica in­ paxoç xí |j,EQt[j,vãxE;, «^por qué os preocutensiva itEQ, que en el NT aparece sólo en papáis dei vestido?». labras compuestas. A partir de este significa­ b) Para indicar la razón de una actividad; a do original se desarrolla el significado espa­ causa de, por', en este significado, irepí sigue cial en torno a / alrededor de, que designa la a verbos de acusar, probar la culpabilidad, permanência en el círculo de algo o el movicondenar, castigar, alabar, y a verbos que exmiento alrededor algo. El significado espacial presan emociones, etc.: Hech 24, 13, JtEQi cbv va siendo desplazado cada vez más, desde xaxT)YOQOÜoív pou, «ias cosas de que ahora muy pronto, por sentidos figurados. me acusan»; Jn 8, 46, xíç èXÉYXet EE JtEQi

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jte g í

ájxaQTÍaç;, «^Quién de vosotros me prueba que he cometido pecado?»; Hech 25, 20, kqÍveoôai j i e q L t o í i t o v , «ser juzgado por estas cosas»; Hech 23, 6, «Estoy siendo juzgado (uQÍvopai) a causa de la esperanza y de la resurrección de los mueitos»; en contraste con ello: Jn 8, 26, KoXkà êyoo ttepl ú[xõ)v ^aÀsiv >tai xptveiv, «Tengo mucho que decir y juzgar sobre vosotros» (el sentido, probablemente, es; «Yo podría decir muchas cosas sobre vosotros y condenaros»); Jn 10, 33, «No te vamos a apedrear (Xt&áÇopev) por ninguna obra buena, sino por blasfêmia»; Lc 19, 37, aivetv TÒv '6eòv jtepi jtaorôv ônvápewv, «alabar a Dios por todas Ias obras podero­ sas»; Mt 20, 24, «Se indignaron a causa de los dos hermanos»; Lc 2, 18, «se maravillaron de Ias palabras». c) Para designar la referencia y el respecto: en relación con, con respecto a, por lo que concierne a (con un significado parecido al de Jtepí con acusativo [->■ 3.C.2]): 1 Cor 7, 1, j i e QL (üv EYpátJjaxE, «en cuanto a Ias cosas de que me escribisteis»; Lc 24, 19, xà j i e q i I t]aov, «Ias cosas referentes a Jesús / lo que sucedió con Jesús»; Lc 24, 27, xà JtEpl éanxoí), «Ias cosas referentes a éH \o que dicen de él»; Flp 1, 27; 2, 19, xà toqI úprôv, «vuestra situación / lo referente a vosotros»; Ef 6, 22, xà itEQi fiprâv, «nuestra situación»; Hech 24,10, xà Jtepl epauxoij, «Ias cosas acerca de mí»; Lc 22, 37, xò JtEQi èpoti, «lo que a m í con­ cierne», posibles interpretaciones; «lo que es­ tá escrito acerca de mí / lo que está determi­ nado para mí / mi vida» (así Riesenfeld, 54, 15); 3 Jn 2, TtEgl irávxcov, «en todo respecto» (BlaB-Debrunner § 229 nota 4 considera posible el significado de «por encima de todo»); Jn 15, 22, «no tienen excusa con respecto a su pecado (por su pecado). d) Para designar la cosa o la persona en interés de la cual o en benefício de la cual suce­ de algo (lo mismo que vtcÉq con genitivo), especialmente con verbos de pedir y suplicar; por, a causa de: Lc 4, 38, «Le rogaron por ella»; Lc 6, 28, «jOrad por los que os maltratan!»; Col 1, 3, nsQi (v.l. urtèg) ■uprôv tcQoaEuyópEVOi, «cuando oramos por vosotros»; Col 2, 1 V.L, àyóõva j i e q í (en el texto:

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Ú3TÈQ) Úpmv, «Tengo que sostener una lucha en favor vuestro» (jieqI úptõv también como v.l. en 1 Cor 1, 13); Mt 26, 28, xò irepi JtoXXõ)v EjíXUVVópEVOV (Mc 14, 24 y Lc 22, 20: ÚJtÉQ), «que es derramada en favor de muchos»; Hech 26,1, «Se te permite hablar en tu favor (3tEQÍ aeauxoü; v.l. íurÉQ)». En la frase JtEQi àpaQXtaç (Rom 8, 3), «a causa dei pecado», itepí adquiere el sentido de «para la eliminación / para la expiación (dei pecado)»; 1 Pe 3, 18, Xpiaxòg â jta ^ Jte01 áp,a0ximv ÊJtaílEv (v.l. âjtÉ-davEv), «Cristo padeció por los pecados (para expia­ ción de los pecados) una vez para siempre»; Heb 10, 18, Jtpoocpopà j i e q i à p a Q X Í a ç , «offenda por el pecado»; de manera correspondiente en Heb 10, 6.8; 13, 11, j i e q I áp a p x ía ç (debe sobreentenderse: jtgoaqjogá) y en 5, 3, Jtegl ápagxicõv, «ofrenda por el pecado o por los pecados»; 10, 26, oxwÉxi jregí á p a g x i c b v àjroX,E(jt8xaL 6'uaía, «Ya no queda sacrificio alguno por los pecados». 3. Con acusativo: a) En sentido local; alrededor de, en tomo a, cerca de: Lc 13, 8, ecoç a x á t l ^ o ) J t E g l a u x T |v (es decir, o u x f j v ) , «hasta que yo c a v e alrededor de ella (de la higuera)»; Hech 22,6, j t e g i a o x g á i j J a L q x ü ç J iE g l èpé, «que una luz fulguró a mi alrededor» (el prefijo verbal refuerza el sentido de la preposición); Mt 3, 4 y Mc 1, 6, «en torno a la cintura»; Mc 9, 42 par., «alrededor de su cuello»; Mc 3, 8, «(la región) alrededor de Tiro y Sidón; Hech 28, 7, è v x o t ç j x e g l x ò v x ó j t o v è k e í v o v , «en la re­ gión en torno a aquel lugar / en los alrededores de aquel lugar»; Mc 3, 32.34, «(estar sen­ tado) alrededor de él». Con la preposición jregí con acusativo (de persona) se designa especialmente a personas que se mantienen cerca de una persona (acom­ pahantes, seguidores, gente). Como en el griego clásico, la correspondiente persona puede incluirse también en la acción (si esto sucede o no, sólo podrá decidirlo el contexto); algunas veces, en el griego helenístico, esta forma de expresión se refiere únicamente a la correspondiente persona (así sucede quizás en Jn 11, 19 V.L, Jtgòç xàg jrEgl M ágflav xal

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JIEQÍ - JlEQlPáXXU)

M apiáfi, «a Marta y a Maria», o: «a Marta y a Maria y a los que estaban con ellas», cf. Riesenfeld, 56 nota 25): Mc 4,10 y Lc 22,49, ol j i e q I aíiTÓv, «sus acompanantes / discípu­ los»; Hech 13, 13, oí j i e q i naõX ov, «Pablo y sus companeros». b) En sentido temporal (una determinación imprecisa de ti empo): hacia, en tomo a: Mt 20, 3, «hacia la hora tercia»; Mc 6, 48, «hacia la cuarta vigilia de la noche»; Hech 22, 6, «ha­ cia el mediodía». En el griego clásico y en el griego helenístico, Jieçí con acusativo designa también otros datos numéricos imprecisos. c) En sentido figurado: 1) El hecho de ocuparse de, de esforzarse por: Hech 19, 25, oL JtEQi xà T o iaõ ta EQyáxai, los operários que se dedican a tales cosas; Lc 10, 40, neçieaJtõxo jtEQL j i o XXt| v ôiojtovíav, «Ella estaba muy ocupada con numerosas tareas (para la preparación de la cena)»; v. 41, ■fioQupáÇTi KEQL noXXú, «Tú estás afanada y te molestas por muchas cosas» (propiamente; «Te preo­ cupas de demasiadas cosas»); Mc 4, 19, a i JtEpl xà Xoijtà EJtf&upíai, «los deseos de Ias demás cosas / los otros deseos». 2) en relación con, con respecto a, por lo que concieme a (con significado parecido al de JtEQÍ con genitivo [-v 2.c]): FÍp 2, 23, xà JtEQL èpé, «lo que a mí se refiere / mi situación»; 1 Tim 1, 19; 6 , 21; 2 Tim 3, 8, jieql xf)v jtiaxiv, «con respecto a la fe» (naufragar, extraviarse dei camino, no acreditarse); 2 Tim 2, 18, «(extraviarse dei camino) en lo que respecta a la verdad»; 1 Tim 6 , 4 , voocõv jteqI ^T]xf|aeiç x a i Xoyopaxíaç, «sufriendo la enfermedad de disputas y discusiones de palabras»; Tit 2, 7, JtEQi Jtávxa, «en todos los as­ pectos». W. Kõhler n:EQláYra periagõ llevar, conducir en derredor; en sentido intransitivo: andar de un lado a otro* En el NT el sentido transitivo de llevar con­ sigo / tener consigo aparece únicamente en 1 Cor 9, 5: «llevar consigo una hermana (cristiana) como esposa». En todos los demás ca­ sos, el verbo tiene sentido intransitivo: dicese

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de Jesús en Mc 6, 6b par. Mt 9, 35; Mt 4, 23; de los viajes de los escribas y fariseos, Mt 23, 15; dei ciego que anda a tientas, Hech 13, 11. n;EÇiaiçe(iO periaireõ quitar; destruir* En 2 Cor 3, 16 dicese dei velo que es quita­ do. En Hech 27, 40 dicese de Ias anelas (a ambos costados dei buque), que son quitadas /cortadas. En 28, 13, dei levar anelas ( ^ jxe 0i£QXO|tai). En Heb 10, 11 dicese de los sacrificios, que no son capaces destruir / quitar los pecados (cf. Ex 8, 4.27). La voz pasiva aparece en Hech 27, 20: «Toda esperanza de nuestra salvación iba desapareciendo más y más (imperfecto, JtEQiTiQEtxo)». Spicq, Notes II, 679s. 7CEQiá:riT0) periaptõ encender* Lc 22, 55 (a diferencia de Mc 14, 54); «Después de encender una hoguera en mitad dei patio» (relato de la negación). TlEQiaoTQáTlTO) periastraptõ iluminar alrededor; en sentido intransitivo; resplan­ decer alrededor* En el NT el sentido transitivo (negiaoXQÓJtxco X L vá) aparece en Hech 9, 3; 22, 6 D: Una luz venida dei cielo ilumino en derredor al perseguidor Saulo. Del mismo suceso se habla en 22, 6, pero con el verbo en sentido intransitivo: «Una luz cegadora, venida dei cielo, resplandeció a mi alrededor (jtEQi è[té)».

7iEçiPáX)bC0 periballõ echar alrededor, poner; en voz media, vestirse* El NT conoce únicamente el sentido propio de ponerse prendas de ropa. El verbo se usa en Lc 19, 43 v.l. refiriéndose a la muralla con que los enemigos han de cercar (neçiPaXonaiv) a Jerusalén. En lo que respecta al sentido de vestirse prendas de ropa, se encuentran Ias siguientes constracciones: 1. Con xí xivi, «vestir algo a alguien» o en voz media « v c í tirse algo»: Mc 14, 51; 16, 5; Mt 6, 31; Hech

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JtE0lPá?i,A.Ü) - JtEQlíOTÍlfil

12, 8: Ap 7, 9.13; 10, 1; 11, 3; 12, 1; 17,4; 18, 16; 19, 8.13. - 2. Con tiv ó xm , «vestir a alguien con algo»: Ap 17, 4 v.l. - 3. En voz me­ dia con EV Tivi, «vestirse con algo»: Ap 3, 5; 4, 4. - 4. Con doble acusativo, «vestir algo a alguien»: Jn 19, 2; cf. Lc 23, 11. - 5. Sin mención dei vestido, con xivá, «vestir a alguien»: Mt 25, 36.38.43; o, en voz media, vestirse: Mt 6, 29 par. Lc 12, 27; Ap 3, 18. TtCÇlpXeTIOfiai periblepomai mirar alrededor, volverse para ver* En el NT el verbo aparece sólo en Mc 3, 5 par. Lc 6, 10; Mc 3, 34; 5, 32; 10, 23; 11, 11, refiriéndose en todos los casos a Jesús; en 9, 8 se dice de los discípnlos, con ocasión de la Trasfiguración de Jesús.

n:eQipó)>,aiOV, ou, tó

peribolaion capa, manto, velo* Heb 1, 12 (cf. Sal 101, 27 LXX): (boei jteQtPóX,aLOV EÀ,íaoü), «enrollarlo como un man­ to». 1 Cor 11, 15: «El cabello se le ha dado (a la mujer) a manera de velo». JCEQiôéo) perideõ envolver*

Jn 11, 44: «Su rostro estaba envuelto ( jie QiEÔéÔETO) con un sudario».

periergazomai hacer co­ sas inútiles, aparentar actividad* En el NT el verbo aparece únicamente en 2 Tes 3,11 (no obstante, cf. también JtEQÍegyoç): «Pues oímos que algunos de vosotros viven ociosamente, porque no trabajan, sino que hacen cosas inútiles». Aqui èQYaÇópEvoi y 3t8Qi£QYciÇ.óp£VOi se contraponen como términos opuestos. W. Trilling, Der zweite Brief an die Thessalonicher (EKK), 150-153 (sobre el tema dei ser reacio al trabajo). neçíeQYOÇ, 2 periergos curioso; perteneciente a la magia* En 1 Tim 5, 13 a propósito de Ias «viudas más jóvenes»: «no sólo están ociosas, sino que además son chismosas e indiscretas...»'.

cf. Herm (v) 4, 3, 1. Hech 19, 19: xà Y« JXQáooco, «practicar la magia».

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toq Íeq-

perierchomai andar de un lado para otro* En Hech 19, 13 dícese de los exorcistas que andan de un lado para otro; en Heb 11, 37, de los perseguidos que andan de acá para allá. Con acusativo de lugar en 1 Tim 5, 13; cf. Hech 13, 6 D. De los pasajeros de una nave: Hech 28, 13 v.l. (jxEQielt^óvxEç, «yendo alrededor»; B Sin* leen JtEQiELóvxEç, «levando [anelas]»; cf. a propósito E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco. ThWNT II, 680. 3l£Qlé/(0 periechõ abarcar; contener* Lc 5, 9 (cf. Dan 7, 28 LXX): §áp.poç jteQiéoxEV aõxóv, el temor le sobrecogió». Hech 15, 13 D habla de la carta «que contiene lo siguiente». En 1 Pe 2, 6 se usa el verbo en sen­ tido intransitivo: tXEQiéxEi èv YQaqpÊ^ «está en la Escritura / dice así la Escritura». n;eçiÇ(dV'VUfiai perizõnnymai cenir (a al­ guien); en voz media, cenirse* El verbo tiene significado activo en Ap 1, 13 (quizás también en 15, 6). En Lc 12, 35 jtEQiE^coopévai («vuestra cintura debe estar cenida»), que está usado en sentido absoluto, tiene significado pasivo. Hay significado me­ dio en el uso absoluto dei término en Lc 12, 37; 17, 8. Posiblemente, los pasajes de Ap 1, 13 y 15, 6 deban entenderse también en voz media. En 6, 14 se menciona en acusativo a la parte dei cuerpo que está cenida (xfiv ôoqiòv úpm v). ThWNT V, 302-308; DTNTIII, 406s. n;eQÍ^£Oiç, Etog, perithesis atavio* 1 Pe 3, 3: Jt£QÍ'6'Eoiç XQuateav, «el atavio de alhajas de oro». TIEQllOtlíffU periistêmi situar alrededor; en voz media, volverse, evitar* Hech 25, 7: Los judios se pusieron a su al­ rededor». Jn 11, 42: ó òy}.oç, ó jtEQiEOxróç,

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neQiiaxT)[j,i - jreg ijiev c o

«la multitud que me rodea». Hay sentido de voz media en la parénesis de 2 Tim 2, 16; Tit 3,9.

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2 perikratês poderoso, el que controla o dom ina* Hech 27,16: JteQiXQarqç xfjç axóqptiç, «el que tiene poder sobre el bote (salvavidas)», es decir, el que lo controla.

j t e Q i x á d a Q ^ a , a t o ç , t ó perikatharma

desechos, basura* 1 Cor 4, 13; «Hemos llegado a ser, como quien dice, escoria dei mundo (jteQiKafl^áq[xata TOõ xóopon)». ThWNT UI, 434; DTNT II, 448s; Spicq, Notes II, 68Is.

3I£Qixa'O'í^C0 perikathizõ sentarse en derredor Lc 22, 55 D en lugar de ->■

}ieQl>eaXv:nT(ii) perikalyptõ cubrir, tapar* En Mc 14, 65 dícese que a Jesús le cubrieron el rostro. El lugar paralelo de Lc 22, 64 habla de que cubrían a Jesús mismo (anxóv). Según Heb 9, 4 (cf. Ex 28, 20) el arca de la alianza estaba cubierta / revestida enteramente de oro.

n:eQ iK ei^.ai perikeimai estar colocado alrededor; en voz pasiva, ser rodeado por* En Mc 9, 42 dícese de la piedra de molino colgada alrededor dei cuello; cf. Lc 17, 2. En Heb 12, 1 se habla de una multitud de personas (váqjoç papxnçmv) que están en derredor de alguien. En Hech 28, 20, de Ias cadenas que alguien lleva encima. El verbo rtegíxeipai se usa en sentido figurado en Heb 5, 2 {«llevar en s í flaquezas»). ThWNT III, 656.

T teQ ixetpaX aía, a ç , ^ períkephalaia cas­ co, yelmo* En el NT el término se usa sólo en sentido figurado, en la parénesis de Ias virtudes; en 1 Tes 5, 8 se habla de la esperanza en la aroxT]QÍa como de un casco', Ef 6, 17: «el 'yelmo de la salvación ( o m x t iq l o ij ) » . Cf. IgnPol 6, 2: la Tiíoxiç como un yelmo. ThWNT V, 314s.

TtEÇlXQÚpto perikrybõ ocultar* Lc 1, 24, de Isabel: «se mantuvo oculta (ixeQiéxQX)(3ev éaxjxriv) durante cinco me­ ses». JtEQlXDJíXÓO) perikykloõ sitiar, rodear* Con acusativo, dícese de una ciudad sitiada (Jos 6, 13; 4 Re 6, 14): en Lc 19, 43 dícese de Jerusalén, según la predicción de Jesus. 7l£ÇlXá|U.Jta) perilam põ rodear de luz (a alguien)* Lc 2, 9: «la gloria dei Senor los rodeó de resplandor»', Hech 26, 13; «una luz me rodeó de resplandor (a saber, a Pablo)». ThWNT IV, 17 y 25; DTNT II, 463-465. perileipomai (en voz pasi­ va) quedar (vivo)* 1 Tes 4, 15.17, en ambos lugares: «nosotros, los que quedemos vivos (hasta la parusía dei Senor)». Spicq, Notes III, 683. JlEÇiÀ.EÍxto perileichõ lamer alrededor Lc 16, 21 v.l. en vez de ê3tiX.eíxo) (dícese de los perros que lamen Ias llagas). JlEQÍXvTtoç, 2 perilypos muy triste* Mc 6, 26: JtEQLA.ajjtoç Y e v ó p e v o ç ; Lc 18, 23: jte Q L À u jio ç eyevtííIt); cf. v. 24. Mc 14, 34 par. Mt 26, 38: «Mi alma está profundamente afligida con tristeza mortal» (cf. Sal 41, 6.12 LXX). ThWNT IV, 325; J. Beutler; NTS (1978/1979) 33-57. iTlEÇi^évio perimenõ esperar, aguardar* En el NT el verbo aparece sólo en Hech 1, 4 para referirse al hecho de aguardar en Jem-

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jt e p ijiE v u )- JisguraxEO)

salén el cumplimiento de la promesa. ThWNT IV, 582s. perix (adv.) alrededor* Hech 5 , 16: a l jiéq l Ç 3tóX.Eiç, «Ias ciudades de alrededor», es decir, situadas en los alrededores (de Jerusalén). JCEQlOlxéb) perioikeõ vivir en la vecindad* Lc 1, 65: oí, JtEQioixoíjvTEç auxoúç, «sus vecinos». TieQÍoiXOÇ, 2 perioikos el que vive en la

vecindad* En el NT el adjetivo aparece únicamente en sentido sustantivado: ot JteQÍoixoL, los veci­ nos; en Lx 1, 58, junto a oí ouyyeveTç («los parientes»). TCEQloúorioç, 2 periousios escogido, elegi­

do* Tit 2, 14: Jesucristo «se entrego a sí mismo por nosotros para redimimos de toda culpa y crear para sí un pueblo puro, que le perteneciera como su especial propiedad». Xaòç n:EQio'úaioç debe interpretarse a la luz de Ex 19, 5; 23, 22; Dt 7, 6; 14, 2; 26, 18. ThWNT VI, 57s; DTNTIV, 109s. 'nS» ■'í psriochê contenido (de un pasaje), sección* En Hech 8, 32 jteQioxT) puede designar ya sea el contenido / el texto dei correspondiente pasaje de la Escritura, o bien la sección dei li­ bro bíblico: «La sección / el contenido (dei pasaje) de la Escritura (fj JtEQioxri xfjç yqocpfjç) que él leyó, decía...». niEQlJtaTéo) peripateõ andar de un lado a otro, andar; caininar, vivir (de manera de­ terminada)* 1. Aparición en elNT - 2. I r cam inar/vivir.

(de un lado a otro) -

3.

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B ibl.: Bauer, W õrterbuch. í .v.; G. Bertram-H. Seesemann, jtarÉoj Kxk., en ThWNT V, 940-946; O. Bõcher. D e r Joh D u alism us im Z usam m enhang des nachbibl. Jud en m m s, Gütersloh 1965, 76-106, 149ss; G. Ebel, en DTNT I, 215-217; R. G. Ward, PauVs Use o f the R o o t jteçujraTÉoo, tesis Dallas 1953.

1. Este verbo aparece 95 veces en el NT, aimque en su sentido figurado de caminar, vi­ vir -con excepción de Mc 7, 5; Hech 21, 21; Heb 13, 9, que se refieren a ordenanzas ju ­ dias- aparece únicamente en los escritos joánicos y especialmente en Ias cartas paulinas y deuteropaulinas. 2. Andar (de un lado a otro): en el contex­ to de la curación de paralíticos en Mc 2, 9 par.; Jn 5, 8.11s; Hech 3, 6.12; 14, 8, y también en la caracterización dei tiempo de la salvación (Mt 11, 5 par., motivos tomados de Is 35, 6; cf. H.-W. Kuhn, Enderwartung und gegeriwãrtiges Heil, Gôttingen 1966, 196), en Mateo y en Lucas en una enumeración de los actos de Jesús (cf. también 15, 31); especial­ mente para la demostración dei êxito dei milagro (Mc 5,42; 8, 24; Jn 5,9; Hech 3, 8s; 14, 10; cf. G. TheiBen, Urchristliche Wundergeschichten, Gütersloh 1974, 75s). Dícese de los ídolos, que «no pueden an­ dar», Ap 9, 20 (cf. Sal 113, 15 LXX). - Del diablo, que «anda al acecho (cf. Job 1, 7; 2, 2) como león ragiente», 1 Pe 5, 8. - Con frecuencia el verbo se usa para indicar el marco de la situación; pasar por allí, Jn 1, 36; ir de camino, Mc 16, 12; Lc 24, 17; «andar por en­ cima»; jtEQiJtaxÉco jtaQ à xfjv #áÂ,aooav etc., «andar a lo largo de», Mt 4, 18; JtepLitaxéco £v, «permanecer en, andar por», Mc 11, 27; Jn 7, la.b; 10, 23; 11, 54; itEQiJtaxéco èv pÉocp etc., Ap 2, 1 (cf. 1, 13). «No andaban ya con él», Jn 6, 66. Al estilo de Ias descripciones de teofanías (cf. Job 9, 8b): jtEQiJtaxéo) èjtl xfjç ftaXãoaqç, Mc 6, 48s; Mt 14, 26; Jn 6, 19; j t E Q i j i a xéo) èjxL xfiv ftáXaaaav / xà üôaxa, Mt 14, 25.29. Andar, indicándose la ropa que uno lleva puesta (cf. Ev axoX,i(p jtEgijtaxÉo), Marco Au­ rélio Antonino I, 7, 4; èv xoxxívotç itEQuta-

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JteQUtaTeCO -

JtEQUTtUtTCO

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Hech 21, 21; pf) xcópoiç etc., Rom 13, 13b; xô) anxtp jivEX)paxi etc., 2 Cor 12, 18; nvEÚpaxi, Gál 5, 16 (cf. F. MuBner, Der Galaterbrief [m hK ], 374s). c) por medio de Jtaxá con acusativo para designar la norma; x a x à xfjv JtaQáôooLV, Mc 7, 5 (refiriéndose a la halaká farisea); 2 Tes 3, 6c (refiriéndose a la tradición apostóli­ ca); naxá aágna, Rom 8,4; 2 Cor 10, 2; xax à ãv&QcoJtov, 1 Cor 3, 3; xa x à itveõpa, Rom 8, 4; x ax à àyájxnv, 14, 15; «según sus mandamientos», 2 Jn 6a. d) por medio de un advérbio: EuaxTipóVíDç, Rom 13, 13a; 1 Tes 4,12; à^ícoç con ge­ nitivo, 1 Tes 2, 12; Ef 4, 1; Col 1, 10; àxáxxcoç, 2 Tes 3, 6.11. e) por medio de una comparación: Flp 3, 17.(18); Ef 4, 17; 5, 8 (J. Gnilka, Der Epheserbrief \ynJdK \, 251ss: «caminar como hijos de la luz»); 1 Jn 2, 6. Lo mismo que ^fjv èv oapxí (Gál 2, 20; Flp 1, 22), vemos que èv oapxl jtEQirtaxEiv (2 Cor 10, 3) designa la existência terrena (cf. 3. Caminar, vivir, como una norma especi­ Hen [et] 108, 11; Bem 10, 11); hay una co­ ficada más concretamente por la forma en que rrespondência semejante entre ^fjv èv jríoxEi se desarrolla la conducta (1 Tes 4, la.b; Ef 5, (Gál 2, 20) y ôià morxemç jteputaxoõpev oõ 15; sobre la referencia a la sabiduría y a la neô ià EÍôouç (2 Cor 5, 7). Según 1 Cor 7, 17, cedad cf. IQS 4, 24, cf. K. G. Kuhn: NTS 7 «cada uno debe seguir viviendo» en la condi­ [1960/1961] 341), y determinada en concreto; ción en que se encontraba, cuando le llegó el a) por èv, que designa la condición o la es­ llamamiento de Dios (vv. 20 y 24). fera en que «se camina»; èv xaivóxqxi ^cüfjç, R. Bergmeier Rom 6, 4 (cf. 7, 6); èv JtavonpYÍQi- 2 Cor 4, 2; en pecados, Ef 2, 2; Col 3, 7 (->• jroxé); en buenas obras, Ef 2, 10; èv àvájtTi, 5, 2; cf. 2 neçiniE Íçto peripeirõ traspasar, atravesar* Jn 6b (es posible también la referencia a èv1 Tim 6, 10 en sentido figurado: êauxòv x o Xtí); en el Senor (el Cristo Jesús de la proJtEçmeÍQEiv ôôúvaig, «proporcionarse a sí clamación apostólica, cf. E. Schweizer, Carta mismo penetrantes dolores». a los colosenses, Salamanca 1987, llls ) , Col 2, 6; èv oocpíg, 4, 5; en Ias presciipciones so­ JiEQiniínTta peripiptõ caer bajo algo / ver­ bre los alimentos, Heb 13, 9; en Ias tinieblas, se envuelto en algo* Jn 8,12; 12, 35c 2); 1 Jn 1, 6; 2,11; en la Lc 10, 30: jTEpuríjtxaj kpoxaíç, «caer en luz, 1, 7; èv (xfj) àXirdeíg (en el sentido de manos de ladrones». Hech 27,41: jtEQUtbixcn «creer y actuar cristianamente», cf. R. Berg­ elç xÓTCov ôi^&áXaoaov, «encallar en un bameier; ZNW 57 [1966] 96-100; Id., Glaube ais Gabe nach Johannes, Stuttgart 1980, jío / en un banco de arena». En sentido fi­ gurado en Sant 1, 2; jtEQUtíJtxa) 3teiQa0polç 200ss), 2 Jn 4; 3 Jn 3s. 3toixíX,OLÇ, «hallarse en diversas pmebas». b) por el dativo asociativo (cf. BlaB-DeThWNT VI, 173s; Spicq, Notes H, 684-686. branner § 198 con Ias notas 6s); xotç ê'0'Eaiv,

TÉíü, Epicteto, Diss EU, 22, 10): èv OToXatç, Mc 12, 38 par. o t o Xt |) ; èv Xe d x o i ç , Ap 3, 4 (cf. Hen [et] 62, 16; Herm [s] 8, 2, 3; -> Iterjxóç), en contraste con «andar desnudo», 16, 15. En una singularísima variación de Is 60, 3, vemos que según Ap 21, 24 Ias naciones caminarán a la luz de la ciudad de Dios (literamente, «a través de su luz»). La transición dei sentido propio al sentido metafórico (en Pablo cf. 2 Cor 12, 18; jteqiJtaxÉw TOíç auTOlç íx v e o iv ) puede verse en el Evangelio de Juan; andar de camino de día o de noche, 11, 9s; «andabas por donde querías, 21, 18; en contraste con la terminologia dualística (cf. IQS 3, 21; 4, 11; Bem 19, 1), n;EQijraTéu) èv tf] oxoxíg, 8, 12; 12, 35c. «\Caminad mientras tenéis la luz!», 12, 35b, se interpreta mediante JuaxeÚEXE e Iç xò cptõç, V . 36 (cf., a propósito de estos pasajes, R. Bergmeier, Glaube ais Gabe nach Johannes, Stuttgart 1980, 231, 235 y 272 nota 598).

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jtegutoiE onai — negiaaeTJO)

TIEQlJTOlÉO^ai peripoieom ai conservar, salvar, adquirir para sí* Lc 17, 33: rfiv ojíuxiív, «conservar la propia vida». En Hech 20, 28 dícese de la «Iglesia de Dios», que El «adquirió para sí me­ diante la sangre de su propio Hijo». 1 Tim 3, 13: «obtener para sí una elevada posición». DTNTIV, 109s; Spicq, Notes II, 687-689. 7t8Qin;oÍT|aiç, £(OÇ, il peripoiêsis conservación, adquisición, posesión* Seguido por genitivo de objeto en 1 Tes 5, 9 (oüaxriQiaç); 2 Tes 2, 14 (ôó^qç xoõ xuqíou qprôv). En Heb 10, 39, Eiç 7iEQiJtoíq0iv tltuXqç (lo opuesto; elç àitcóXeiav) se refiere a la conservación de la vida (cf. 17, 33, -> jieqlJtoiéopai). 1 Pe 2, 9: «un pueblo en propiedad»\ Ef 1, 14: àji:o?Li3xQü)OLÇ xfjç Jt£QutoiT|OECioç, «la redención, por la cual nos convertimos en posesión (de Dios)». DTNT IV, 109s; Spicq, Notes II, 687-689. JlEQlQttívo) perirainõ rociar en derredor Ap 19, 13 Sin'“^ lee JtEQiQEQappévov después de IpáxLov (en lugar de PePapp.Évov, de Pájix©). GNTCom sub loco. JCegiQTiYWfU perirêgnym i desgarrar en derredor* Hech 16, 22; En Filipos, a Pablo y a Silas «les desgarraron dei cuerpo Ias ropas (jtEQiQtj^avxEÇ anxõôv xò Ipúxia), antes de azotarlos con varas. JIE Q ia J lá o ^ a i perispaomai estar absorbido, estar muy ocupado* En Lc 10, 40 dícese de Marta: niEQiEOJtãxo Jtepl jioXX,T)v 6ia>tov(.av, «estaba muy atareada sirviendo», es decir, estaba totalmente absorta por el afán de atender a Jesús. ->• JtEQÍ 3.C .I.

JlE Ç io o e ia , a ç , perisseia abundancia, plenitud* Tan sólo en 2 Cor 10, 15 aparece itegioaeía en sentido absoluto; «crecer hasta lo su­

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mo». En los demás casos el término va segui­ do por un genitivo que precisa cuál es el obje­ to que abunda: Rom 5, 17, xfjç x^Qtxoç; 2 Cor 8, 2, xfjç X^QCtç; Sant 1, 21, xax íaç. ThWNT VI, 62s. TlEQÍoaEVfia, atO Ç , t ó perisseuma abun­ dancia, exceso, sobras* En 2 Cor 8, 14a.b 3tÊQÍaoei)|xa se halla en oposición a ->■ úaxfiQEpa, «deficiência». El pasaje se refiere a la colecta de los corintios en favor de Jerusalén. Mt 12, 34 par. Lc 6, 45: èx (xfjç) jtEQioaeúpaxoç (xfjç) x a g ô ía ç , «de lo que abunda en el corazón...». En Mc 8, 8 HEQÍooeupa se hedla en el sentido de sobras, resto: n:eQiooEÚpaxa xX aopátcov (Mt 15, 37 tiene en cambio: xò jreQiooeõov xcõv KXaapáxcov). ThWNT VI, 63. JlEQiaffEVlo perisseuõ exceder, existir en abundancia, m ostrarse abundante, tener abundancia; en sentido transitivo, hacer que abunde* 1. Aparición de la raiz jiEOioa- en el NT - 2. Gama de significados y de usos de iteQioaeúco - 3. Evangelios - 4. Pablo - 5. Los demás escritos dei NT, B ibl.: Bauer, W õrterbuch, í .v.; N. Baumert, Tãglich sterben u n d auferstehen. D e r L iteralsinn von 2 K o r 4, 12-5, 10 (StANT 34), München 1973, 300-310; Th.

Brandt, en DTNT IH, 368-370; F. Hauck, j t E Q i o O E Ú c o xtX., en ThWNT VI, 58-63; B. Noack, A N ote on I I Cor. IV. 15: StTh 17 (1963) 129-132; M. Theobald, D ie überstrõm ende G nade. Studien zu einem paulinischen M otivfeld. tesis Bonn 1980.

1. En el NT, además de jteQiooEÚco, apare­ ceu otros vocablos de la misma raiz, especial­ mente en Ias Cartas paulinas autênticas. Los vocablos de la raiz JiEQioa- se hallan atestiguados con la siguiente frecuencia (según el orden siguiente: totalidad dei NT / Pablo / los demás escritos dei NT); JtEQiaoEÚO) (39/24/ 15 veces), itEgioosía (4/3/1), JteQÍooEupa (5/2/3), JtEpiOOÓÇ (6/2/4), JtEQlOOÓXEQOÇ (17/6/11), JtEQiaaoxÉQOiç (12/10/2), JtegioOÕ)Ç (4/0/4). •ÓJtEQEXJtEQlOaOÕ (3/2/1), UltEQJIEQIOOEÚO) (2/2/0), ÚjlEQJtEQlOOCÕÇ (1/0/1). De la totalidad de los 93 testimonios, 51 co-

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ite g ia o E X Jü )

rresponden a Pablo y 42 a los demás escritos dei NT. En la LXX el tema Jtegiao-suele traducir casi siempre la raiz hebrea ytr (en nifal significa «quedar sobrante»; en hifil, «dejar sobrante»). 2. El verbo JtEQioOEiJCO se emplea predominantemente en sentido intransitivo y significa, tratándose de cosas, exceder, sobrar, existir en abundancia, y también ser muy abundante. Tratándose de personas, iteQiaaeiJco significa tener abundancia, ser rico (de algo). - El sen­ tido transitivo (menos frecuente) de hacer que abunde, referido a cosas, se encuentra única­ mente en Mt 13,12; 25, 29; 2 Cor 4,15; 9, 8a; Ef 1, 8; y, referido a personas, se halla en 1 Tes 3, 12 y quizás en Lc 15, 17, si suponemos que n:EQiaae'úovTai esta en voz pasiva (no en voz media; ^ 3). El significado (intransitivo) de crecer (en Hech 16, 5; Flp 1, 9), senalado por Bauer {s.v. laô), no refleja sino muy imprecisamente el sentido de jteQiaoeiJCO con dativo o con la preposición èv. 3. En los Evangelios itepiaasnco aparece con el significado de sobrar (en el relato de la multiplicación milagrosa de los-panes) para referirse a los >iX,áopaTa que sobraron, Mt 14, 20; 15, 37; Lc 9, 17; Jn 6,12.13, mientras que Mc 8, 8 lee JtepLaoeijpaTa. Mateo tiene en ambos lugares xò Jt8Qi0O£T5ov, lo que so­ bro-, Lucas, xò jiepiooEúoav anxoXç, «lo que les había sobrado». En Mc 12, 44 par. Lc 21, 4, xò JtEQiooEúov (con dativo) es la sobreabundancia de bienes materiales que una persona posee (lo opuesto; en Marcos, ■uorépTioiç; en Lucas, 'uoxégqpa). El Evangelio según Mateo (con 5 testimonios) muestra cierta predilección por JtepioO E iim ; en 5, 20 (material peculiar) el sujeto es la ôixaiooúvT) de los discípulos de Jesús: «Si vuestra justicia no es más abundante (negioOEÚOT)... jiX,Eiov) que la de los escribas y fariseos». El logion de 13, 12 se repite en 25, 29 (en ambos lugares JtEQiooEÚcn es transitivo: «Porque al que tiene, se le dará, y se le con­ cederá en abundancia» (xal JtEQiaoEtrftrioExai falta en el lugar paralelo de Mc 4, 25).

900

En Lucas hay dos testimonios dei verbo en el material peculiar. En la advertência que se hace en 12, 15 contra la codicia, la razón en que se funda dice así: «Porque aunque uno posea en abundancia (èv x m jtEQLOcrEiJeiv x iví), su vida no consiste en sus posesiones». En 15, 17, K E Q iO O E Ú o v x a i habrá que entenderlo probablemente como voz pasiva dei j i e g i a o o e ú t o transitivo; Son llevados a la abun­ dancia / reciben más que suficiente (con geni­ tivo). Bauer, s.v. Ib cree que aqui se usa en voz media el J i E Q i a a e ú c o intransitivo, algo que no se puede excluir. Sin Koiné y otros leen en 15, 17 (quizás facilitando el sentido): jrE Q ia o e ú o u a iv .

4. En Pablo, los sujetos de jtEQioaEÚoo que se mencionan expresamente, son: «la verdad de Dios» (Rom 3, 7), «la grada de Dios» (5, 15), «los italh íp ax a de Cristo» (2 Cor 1, 5a), «nuestra jtaQáxA,TiOLç» (1, 5b), «la ôiaxovía de la justicia» (3, 9), «la JtEQiooEÍa de su go­ zo y su profunda JtxcoxEÍct» (de Ias iglesias de Macedonia; 8, 2), «la ôiaxovía de este ser­ vido» (9, 12), «vuestro amor» (Flp 1, 9), «vuestra gloria» (1, 26). En el JtEQiooeiJü) transitivo se mencionan como sujetos «el Senor» (1 Tes 3, 12), «la grada» (2 Cor 4, 15) y también «Dios» (9, 8a). El uso de JiEQioaEÚCL) con e iç es caracterís­ tico de Pablo (Baumert, 300s): Rom 3, 7; 5, 15; 2 Cor 1, 5a; 4,15; 8,2; 9, 8a.b; 1 Tes 3,12 (en el NT no aparece además sino en Ef 1, 8). Destaca también la combinación de itegiooeúco con p,ãX,Xov: 2 Cor 3, 9; Flp 1, 9; 1 Tes 4, 1.10. Hallamos una concentración dei empleo de JtEQiooeúco, tener gran abundancia, para ca­ racterizar la riqueza de los cristianos en bie­ nes salvíficos presentes (además de los pasajes ya mencionados, cf. también Rom 15, 13, «en la esperanza»; 2 Cor 8, 7a, «en todo»; 9, 8a. 12) y de la exigencia que de ahí nace de sobresalir y destacarse (1 Cor 14, 12; 15, 58; 2 Cor 8, 7b; 9, 8b; 1 Tes 4, 1.10). El verbo muestra un significado más neutral en 1 Cor 8, 8 (tener ventaja) y Flp 4, 12a.b.l8 (tener en abundancia-, lo opuesto: 'óox£Qéo[tai, v. 12b).

901

902

JtEQiaOEUO) - JlEQlOTEQa

El verbo JteQioaeija) es apropiado para de­ signar «no sólo lo específico de una condición particular, sino también el dinamismo de un proceso particular» (Baumert, 300). Pablo ca­ racteriza con el verbo 3tEpio0EÚa) el dinamis­ mo de la existência cristiana, la superabundancia de la salvación comenzada (en comparación con la existência precristiana; Rom 5, 15.17.20s), la riqueza de la comunidad en dones, energias y servicios, así como el crecimiento espiritual de los cristianos (Rom 15, 13; 1 Cor 14, 12; 15, 58).

(8uax'nM'0<^'*J'''^); 2 Cor 2 , 7 (XÚjtt]); M c 12, 40 par. Mt 23, 14 v.l. / Lc 20, 47 (xQÍpa). El neutro j t e g i a o ó x E ç o v aparece en Lc 12, 48; 1 Cor 15,10; jc e q l o o ó t e q ó v tl , «algo más», en Lc 12,4; 2 Cor 10, 8; con genitivo de comparación en Mc 12, 23; cf. también Mt 11, 9 par. Lc 7, 26 {«mayor/más que un profeta»). Co­ mo advérbio, jtEQiaoóxEQOv aparece en Mc 7, 36; Heb 6, 17; 7, 15).

JCEQiaoOTÉQMÇ perissoterõs (adv.) más, especialmente* En el NT JtEQtoaoTÉQütç se usa en sentido 5. Los demás escritos dei NT atestiguan comparativo {en grado mucho mayor. 2 Cor jrEQioaeÍKO únicamente en tres pasajes: en 11, 23 [bis]; 12, 15; Gál 1, 14; Flp 1, 14; Heb Hech 16, 5 se usa este verbo para referirse al 2, 1; 13, 19) y en sentido elativo {especial­ crecimiento de Ias comunidades cristianas mente: 2 Cor 1, 12; 2, 4; 7, 13.15; 1 Tes 2, ( lx x ) tr |o ia i) ; è rtE ç ío o E u o v tr ô àQU&pcõ 17). f|pÉ Q av. En Col 2, 7, JtEQiooEtJÓVTeç èv enXtXQLOTÍa significa que los destinatários deben sobresalir en la acción de gracias (cf. 1 perissos (adv.) con exceso, mu­ Tes 4, 1.10). Ef 1, 8 se halla dentro de la tracho; más* dición paulina (cf. Rom 5, 15; 2 Cor 4, 15) y El advérbio n:eQiooõ)ç se usa en sentido habla de la diciendo que Dios «ha hecomparativo {üún más) en Mc 10, 26 (con èxcho qusfluya abundantemente sobre nosotros jrX.fiooopat); Mc 15, 14 par. Mt 27, 23 (con (èjtEQlaoEnoÊV en sentido transitivo) en toda xpáÇo)). Tan sólo en Hech 26, 11 el advérbio sabiduría e inteligência». tiene el sentido de mucho: Pablo «estaba muy G. Schneider

/ sobremanera enfurecido» contra los cristia­ nos.

Jt£Q iao ó ç, 3 perissos lo que sobrepasa (el

número habitual o la medida corriente), lo que es sobreabundante* Mt 5, 47: «^Qué hacéis de extraordinariol»\ en 5, 37 tÒ JtEQiooóv es «lo que va más allá de eso (a saber, el decir sencillamente ‘s f o ‘no’)»- 2 Cor 9, 1; itEpiaoóv poí èoTiv con infinitivo: «es supérfluo para mí (escribir)». Rom 3, 1: xò jtEQioaóv se refiere a Ias ventajas dei judio sobre el gentil. En Mc 6, 51, la expresión adverbial èx jtsQiaooü significa «en gran manera». ThWNT VI, 61s. niEQiaoÓTEQOÇ, 3 perissoteros mayor,

más* El comparativo de J t E ç i a o ó ç se une a un sustantivo en 1 Cor 12, 23a.24 (tipf|); 12, 23b

n^EQiOTEQÚ, ã ç ,

peristera paloma*

1. Aparición en el NT y uso general - 2. La paloma en el bautismo de Jesús. B ibi: H. Braun, Entscheidende Motive in den Berichten über die Taufe Jesu von Mk bis Justin: ZThK 50 (1953) 39-43; J. De Cock, Het Symbolisme van de D u if bij het Doopsel van Christus: Bijdragen 21 (1960) 363-374, A. Feuillet, Le symbolisme de la colombe dans les récits évangéliques du baptême: RSR 46 (1958) 524-544; S. Gero, The Spirit as Dove at the Baptism o f Jesus: NovT 18 (1976) 17-35; E. R. Goodenough, Jewish Symbols in the Greco-Roman Period

VIII, New York 1958, 27-46; H. Greeven, jiEQiarepá xxk., en ThWNT VI, 63-72; L. E. Keck, The Spirit and the Dove: NTS 17 (1970-1971) 41-67; O. Keel, Võgel ais Boten (OBO 14), Fribourg (Suiza)-GSttingen 1977; F. Lentzen-Deis, Die Taufe Jesu nach den Synoptikem, Frankfurt a. M. 1970, sobre todo 12-14, 20, 46, 133s, 170-183, 265-270; G. Richter, Zu den Tau-

903

JlEQlOTSÇa

ZNW 65 (1974) 42-56, sobre todo 42-46; H. Schüimann, D as L u ka seva n g eliu m I (HThK), Freiburg i. Br. 1969; M. Smith, Jesu s the M a g icia n , London 1978, 96-104; pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1229.

fe r zã h lu n g en M k 1. 9-11 u n d Joh 1. 32-34:

1. Las diez veces que aparece el término se concentran en cuatro perícopas de tos Evangelios (Mc 1, 10 par. Mt 3. 16 / Lc 3, 22 / Jn 1, 32; Mc 11, 15 par. Mt 21,12 / Jn 12, 14.16; Mt 10, 16-, Lc 2, 24). En el relato de la purificación dei templo, Mc 11, 15 par. menciona las palomas que, en un mercadillo permisivo, se ponían a la venta para que la gente pudiera comprarias con des­ tino a las ofrendas. Su venta en el atrio dei templo facilitaba a tos visitantes la adquisición de animales puros. Lc 2, 24 se refíere al sacrifício de dos palomas prescrito para la pu­ rificación de las mujeres que habían dado a luz recientemente, y tiene en cuenta la cláusu­ la de Lev 12, 8 que preveía las ofrendas de tos pobres. El contexto aqui es halákicamente im­ preciso y se halla realzado cristológicamente con una orientación sacerdotal (cf. Schürmann, 121s). En Mt 10, 16 Jesus, recogiendo imágenes tradicionales (cf. Billerbeck I, 574s; Goodenough, 39), compara la misión de tos discípulos con el comportamiento de pruden­ tes serpientes e inocentes palomas: tos discí­ pulos son como indefensas ovejas en medio de lobos rapaces, y en sus relaciones con la gente muestran la inocência de las palomas como nota característica de su prudência; tienen conocimiento de 1o que significa la radi­ cal transición escatológica. 2. Según tos relatos de tos cuatro Evangelios acerca dei bautismo de Jesus (sobre el material de la Iglesia primitiva cf. Braun), el Espíritu descendió sobre Jesus «como una paloma». Como la interpretación adverbial (el Espíritu desciende dei cielo como las palo­ mas cuando descienden volando), que recien­ temente ha sido propugnada de nuevo por Keck, no es acorde con el gênero de la visión, en la cual lo celestial adquiere fígura como fenômeno integral y tan sólo en esa fígura se hace «real», habrá que entender la paloma co­

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mo símbolo figurai que «realiza» 1o que sig­ nifica la concesión dei Espíritu en el marco dei bautismo y de la voz celestial. El mundo antiguo asociaba generalmente tres elementos de simbolismo con la paloma (cf. Goo­ denough): como fígura y ave simpatética de la divinidad (casi siempre femenina; sobre la etimolo­ gia de TtEgioxegá cf. la expresión semítica perajIstar, «ave de Istar»), como figura dei alma hu­ mana y, especialmente en el judaísmo, como sím­ bolo de Israel. El hecho de que la paloma haya sido tradicionalmente en el judaísmo un símbolo dei espíritu, no puede convertirse seguramente en la base para la exégesis (cf. Billerbeck I, 123ss). La tercera interpretación de la paloma como sím­ bolo de Israel, una interpretación acenmada por Lentzen-Deis y por Feuillet, no encuentra apoyo alguno en los textos de los Evangelios, y a lo su­ mo se escucha quizás en el fondo.

El segundo nivel de este simbolismo (la pa­ loma como ave dei alma) viene a decir que Jesús fue unido con su alma celestial, interpre­ tación que parece hallarse próxima a la tradición acerca dei Hijo dei hombre (especial­ mente en el Evangelio de Juan). El nivel sim­ bólico mencionado en primer lugar (la paloma como figura de Dios), puede senalarnos que el Jtveüpa / rüah mismo es una figu­ ra (generalmente femenina en el uso semítico) en que se manifíesta Dios; la figura de la pa­ loma expresa entonces la «realización» visio­ nária y apocalíptica de la manifestación de Dios como nvebpa (asociada en la historia de las religiones con 1o mágico y con la iniciación chamánica, cf. Smith); por medio de la paloma, el «Hijo amado» está viéndose con la presencia figurai dei Espíritu, y en un sentido referencial con la p.OQ(pf| propia de Dios. Esta interpretación puede remitir a 4 Esd 5, 23ss: los objetos de la creación allí mencionados, son elegidos porque son símbolos de la elccción histórica de Israel. Al mismo tiempo, según la comprensión sacerdotal de la historia (cf. Jub 2: la creación prefigura la elección) se hallan en una relación simpatética -orientada hacia la crea­ ción—con Dios, una relación que prosigue en la historia de las naciones mediante la elección de Israel: la paloma aparece, pues, como ave simpa­ tética dei Dios de Israel.

905

jiE Q iaxeça - ítegiTOnr)

El Espíritu, en figura de paloma, sustenta como realidad carismático-visionaria, la vinculación entre el Padre y el Hijo, enunciada por la voz celestial. J.-A. Bühner JICçiTélw.VCD peritem nõ cortar alrededor, circuncidar -í- JtEQlTOpf|.

peritithêmi poner alrededor; conferir, investir* Mc 12, 1 par. Mt 21, 23: çiQaY[ióv, «rode­ ar (la vina) con una cerca» (Is 5, 2 LXX). Mc 15, 36 par. Mt 27, 48: on ò yyo v xaÀápa), «sujetar una esponja en (tomo a) una cana»; Jn 19, 29: OKÓyyov ■óoocújrtp JteQidévxeç. Mt 27, 28 habla dei manto de color púrpura que echaron por encima a Jesús: >toxxLVT]v jiEQiéOijxav antíp. Mc 15, 17 ha­ bla de la corona de espinas que le pusieron. El verbo, en sentido figurado, aparece única­ mente en 1 Cor 12, 23: Ti^if)v nepixíllTifu, «mostrar honor». JteQlTO^f), fjç, tj peritom ê circuncisión; los circuncisos (es decir, los judios)* JtEQixépvco peritemnõ circuncidar* 1. Aparición en el NT y contenidos semânticos - 2. Lucas/Hechos y Ev. de Juan - 3. Corpus Paulinum. B ibl: O. Betz, Beschneidung (II), en TRE V, 716722; Billerbeck IV, 23-40; O. Cullmann, Le Baptême des enfants et la doctrine biblique du baptême,

Neuchâtel 1948, 48-60; H.-Ch. Hahn, en DTNT I, 275-279; W. Komfeld, en J. B. Bauer (ed.), Bibeltheologisches Worterbuch I, Graz ^1967, 146-149; O. Kuss, La Carta a los Romanos, Barcelona 1976, 5256; F. R. Lehmann-K. Galling, en RGGI, 1090s; N. J. McEleney, Conversion, Circumcision and the Law: NTS 20 (1973-1974) 319-341; R. Meyer, jiEQiTépvco m X ., en ThWNT VI, 72-83; J. Schmid, en LThK II, 289-291; F. Stunmier, Beschneidung, en RAC D, 159169; de Vaux, Instituciones, 83-86; H. Wi6mann-0. Betz-F Dexinger, Beschneidung, en TRE V, 714-724 (bibl.); para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1229s.

1. En el NT el verbo aparece 17 veces, y sustantivo, 36 veces, especialmente en Roma­

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nos y en Gálatas, donde Pablo se enfrenta con el judaísmo o con cristianos judaizantes. El sustantivo, como el término hebreo rabínico milâ, significa: a) el acto de la circuncisión (Jn 7, 22.23; Hech 7, 8; Rom 2, 25a.27; 4, 11; Flp 3, 5; Col 2, 11 [bis]; E f 2, 11); b) la condición de ser circunciso, que es la que carac­ teriza a los judios (Rom 2, 25b.26.28; 4, 10 [bis]; 1 Cor 7, 19; Gál 5, 6.11; 6, 15); se habla de la circuncisión en sentido metafórico en Rom 2, 29; Col 2, 11; c) es nuevo el signifi­ cado concreto de los circuncisos, es decir, «los judios» (Rom 3, 1.30; 4, 9.12; 15, 8; Gál 2, 7. 8.9; Col 3, 11) y «los judeocristianos» (oí èx [Tfjç] JteQixopfiç, Hech 10, 45; 11, 2; Rom 4, 12; Gál 2, 12; Col 4, 11; Tit 1, 10). En Flp 3, 2 Pablo se burla de los judaizantes, llamándolos xaxaxopf|, «corte, mutilación»; el v. 3 dice de los cristianos: «Porque nosotros somos la jxEQixopr)». El verbo aparece en 26 pasajes de la LXX para traducir el hebreo múl, el sustantivo se encuentra cuatro veces en la LXX, entre ellas en Ex 4, 26 para traducir mülã. Son importantes Ex 4, 24 (J), Gén 17 (P) y Ex 12, 44-50 (P); se habla metafori­ camente de la circuncisión (dei corazón) en Dt 10, 16; 30, 6; Jer 4, 4; cf. IQS 5, 5s; IQH 18, 20. En virtud de la prohibición de circuncidarse, dictada por Antíoco IV y por Adriano, la circunci­ sión adquirió el valor de confesión de fe: los rabi­ nos acentuaban el poder expiatório de la sangre de la circuncisión (TgEx 4, 25), cuya práctica tenía prioridad incluso sobre el sábado (bSab 132a). 2. Lucas presupone que la circuncisión se efectúa en el octavo día de vida de los bebês judios y judeocristianos, como sucedió en los casos de Juan el Bantista (Lc 1, 59), de Jesús (2, 21) y de Isaac (Hech 7, 8, cf. Gén 21, 4). Es más importante para él la imposición dei nombre, asociada con este rito (Lc 1, 59s; 2, 21). Pablo, por consideración con los judios, circuncidó a Timoteo, que era judio a medias (Hech 16, 1-3); por tanto, la acusación lanzada contra él en Jemsalén, a saber, que él no queria que los judios de la Diáspora se circuncidasen (21, 21, cf. SifrNúm 15, 31 § 112), el era injustificada. La exigencia, formulada por antiguos fariseos, de que los cristianos genti-

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JtEQlTO|Xf| - JTEQlTQSXíü

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nas, lo que cuenta no es el signo visible «hecho en la carne por manos humanas» (Ef 2, 11), sino la «circuncisión dei corazón en el Espíritu» (Rom 2, 28s, cf. IQpHab 11, 13); al decir esto, Pablo piensa especialmente en Ez 36, 26sy Jer 31, 31-34. Los acontecimientos escatológicos de Ia cruz, la resurrección y la nueva creación en el Espíritu suprimen la ventaja histórico-salvífica de la circuncisión (Gál 5, 6; 6, 15). Con­ tra los judaizantes, Pablo acentúa que, ya des­ de Abrahán, la circuncisión no fue la condición previa sino la confirmación, el «sello» de la justicia por la fe (Rom 4, 9-11). Por eso, Abrahán se convirtió en heredero de la pro­ mesa en Gén 17, 5s.l6 y en padre de los ju ­ dios y de los gentiles que siguen su ejemplo de fe (Rom 4, 12, cf. 3, 30; Gál 3, 6-9). El bautismo es la confirmación visible de la justificación por fe y, por tanto, es llamado «la circuncisión no hecha por Ias manos» (Col 2, 11), y los cristianos gentiles son la circunci­ sión (espiritual; Flp 3, 3). Pablo no tenía necesidad de circuncidar a Tito (Gál 2, 3); él no predicaba ya la circuncisión (Gál 5, 11), y consideraba la exigencia de que los cristianos 3. Pablo incluye su circuncisión al octavo gentiles se circuncidaran (6, 12) como un vo­ día entre Ias distinciones que Dios le ha con­ to de censura contra el significado salvífico cedido (Flp 3, 5). La circuncisión es, desde el de la cruz (5, 2; 3, 1-3), como un anacronis­ punto de vista de la historia de la salvación, la mo, y lo mismo consideraba el epispasmos (el senal de que Ias palabras de Dios, es decir, la hecho de rehacer el prepúcio; ^ èm aitáoqai) ley y la promesa, fueron confiadas a Israel por parte de los judeocristianos (1 Cor 7, 18). (Rom 3, Is, cf. Ef 2,11-13). Por eso. Cristo se En Cristo ha quedado suprimida la diferencia sirvió también de la circuncisión (Rom 15, 8) entre la circuncisión y la incircuncisión (Gál y encomendó a Pedro el «apostolado de la 5, 6; 6, 15; Col 3, 11). circuncisión» (Gál 2, 7-9). Lo mismo que pa­ O. Betz ra los rabinos y para los cristianos farisaicos, la circuncisión y la ley son también para Pa­ JiEQitçén:»} peritrepõ volver, poner (en blo la característica dei judaísmo (compárese una condición)* Rom 4, 12 con 4, 16); Ia primera obliga al Según Hech 26, 24 Festo dijo a Pablo: «Tu hombre a la observância de toda la Torá (Gál mucho saber te está haciendo perder la cabe5, 3; 6, 13; Rom 2, 25; 1 Cor 7, 19; cf. Hech za (8LÇ pavíav JtEQixQÉJtei)». 15, 5; Eclo 44, 20). Esta observância es la norma en el juicio final y determina el valor de la propia circuncisión, que se cuenta como 3ieçiTgé)(W peritrechõ recorrer* incircuncisión en el caso de que el judio queMc 6, 55: JtegiéÔQapov õ7t]v ttiv ycuQav brante la ley, y viceversa (Rom 2, 25s). Ante èxeívqv: Las gentes «recorrieron toda aque11a comarca». Dios, que penetra en el corazón de Ias perso­

les se circuncidaran (15, 1.5), fue rechazada en el «Concilio Apostólico», como lo demuestra el decreto (15, 20.29; 21, 25). Esteban emplea la expresión «pacto de la circuncisión» (7, 8 [= b‘rtt mtlâ, bMen 53b según Gén 17, 13]), que Pablo tiene probablemente en su mente en Rom 9, 4, cuando habla de los pactos y al referir Ias palabras de la institución: «el nuevo pacto en mi sangre» (1 Cor 11, 25, cf. Eclo 44, 20; Rom 2, 28). La metá­ fora de los que son incircuncisos en el corazón o en los oídos (Hech 7, 51) expresa el endurecimiento de Ias personas (cf. Dt 10, 16; Jer 6, 10; IQH 18, 20; IQS 5, 5s). Según Jn 7, 22-24, Jesus justifico la acción de curar en sábado, basándose en la obligación de circuncidar a una persona incluso en día de sábado (v. 22): si un solo miembro dei cuerpo puede ser acondicionado en día de sá­ bado en el estado que Dios quiere que tenga, jcuánto más habrá que afirmar lo mismo dei cuerpo entero dei hombre! (cf. bSab 132a). La circuncisión viene de los patriarcas, pero fue Moisés quien la prescribió por ley (Jn 7, 22, cf. Hech 15, 1).

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JIEQiqJeQM - JE£TO[Jiai

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7ieçiq)éço) periphero llevar de acá para allá* En sentido propio en Mc 6,55, donde se dice que la gente trae de todas partes a los en­ fermos para presentárselos a Jesús. 2 Cor 4, 10: Pablo lleva por todas partes en el cuerpo la -> véxQroaiç de Jesús, es decir, seguramen­ te: vive en constantes peligros de muerte. El verbo aparece en sentido figurado y en voz pasiva en Ef 4, 14: «llevados de acá para allá por todo viento de doctrina».

Ü E Q aíç, íô o ç Persis Pérsida* Nombre femenino de persona; en Rom 16, 12 como destinataria de saludos; «iSaludad a la amada Pérsida, que ha trabajado mucho en el Senor!».

JieQupgovÉO) periphroneõ no tom ar en

n ;£ T a o ^ a i petaomai volar Forma altematira de -> itéto p ai como v.l. (dei Textus Receptus) en Ap 4, 7; 8, 13; 14, 6; 19, 17.

consideración, despreciar* Tit 2, 15: nqÔEÍç; oou JtEQtqpQOveÍTCu, «nadie te desprecie / te menosprecie». Las palabras de quien ejerce el ministério no pueden admitirse o no admitirse a capricho por la comunidad, sino que son vinculantes para ella; cf. 1 Tim 4, 12 (con xataqjpovÉü)). N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, sub loco; ThWNT III, 634; Spicq, Notes II, 690s. JlEQi/tOQOÇ, 2 perichõros circunvecino* EI adjetivo se usa predominantemente en sentido sustantivado; f | j ie q íx c u q o ç ( y n ) , la región circunvecina, los alrededores: Mt 14, 35; Mc 6, 55 Textus Receptus; Lc 4, 14.37; 7, 17; Hech 14, 6. Mt 3, 5 y Lc 3, 3 emplean el adjetivo seguido dei genitivo: t o õ ’IoQÔávou; de manera parecida en Lc 8, 37: «de los gerasenos»; Mc 1, 28; «de Galilea» (genitivo epexegético: «la región, es decir, Galilea»). Mt 3, 5 emplea JtEQÍxtUQOÇ para referirse a los que habitan en una región particular. TICQÍtjJima, atO Ç , XÓ peripséma desecho, basura* 1 Cor 4, 13: «Hemos llegado a ser, hasta ahora, la escoria dei mundo». ThWNT VI, 8392; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Spicq, Notes II, 681s. niEQn;£Q£VO|iai perpereuomai jactarse* En I Cor 13,4 dícese de la ótYáitT]: oú iteçJteQEÚexai, «no se jacta». ThWNT VI, 92-94.

JlÉQVffiív) perysi(n) (adv.) hace un ano* 2 Cor 8, 10; 9, 22, en ambos casos: àrtò jtéQUOi, «desde hace un afio».

JtETElVOV, OV, t ó peteinon ave*

El sustantivo se halla casi siempre en plu­ ral, frecuentemente en la expresión «las aves dei cielo» (esta expresión: Mt 6, 26; 8, 20; 13, 32; Mc 4, 32; Lc 8, 5; 9, 58; 13, 19; Hech 10, 12; 11, 6). El singular no aparece en el NT. Diez de los catorce testimonios que hay en el NT se hallan en palabras de Jesús: Mc 4, 4 par. Mt 13, 4 / Lc 8, 5 (parábola de los dife­ rentes terrenos); Mc 4, 32 par. Mt 13, 32 / Lc 13, 19 (parábola dei grano de mostaza); Mt 6, 26 (a diferencia de Lucas): «jMirad las aves dei cielo!» (cf. Lc 12, 24); Mt 8, 20 par. Lc 9, 58; «Las zorras tienen madrigueras y las aves dei cielo nidos...». De la tradición judia y bí­ blica procedeu enumeraciones como las de Hech 10,12 (11, 6) y Rom 1, 23: xexpájtoòa, êpjtexá, J t e x E i v á (cf. Sant 3, 7: •OpQÍa [así aparece también adicionalmente en Hech 11, 6], JtEXElvá, EQjtExá, EváÀia).

JiÉTO ^ai petomai volar* El verbo Jtéxopai aparece en el Apocalipsis, principalmente en participio, para referirse al águila en vuelo (4, 7; 8, 13), a la «mujer» apocalíptica (12,14: iva Jtéxqxai eiç xt^v êpT][xov), a un ángel (14, 6) y a las aves (19, 17: ÕQvea).

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J tE tg a , a ç ,

JTEtQa

petra roca*

1. Aparición en el NT - 2. Usos dei término y contenidos semânticos - 3. Mt 16, 18. Bibl.: H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther, Gottingen 1969, a propósito de 10, 4; O. Cullmann, jtéxQa, en ThWNT VI, 94-99; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief Gottingen 1978, a propósito de 2, 8; H. Halter, 1 Kor 10, 1-13: Sakramentale Rettung unter ethischem Vorbehalt, Freiburg i. Br. 1977; E. Kâsemann, An die Rõmer, Tübingen ^1974, a propósito 9, 33; R. Pesch, Das Markusevangelium E. f f , Freiburg i. Br. 1980; R. Pesch-R. Kratz, So liestman synoptisch 4-5 (Gleichnisse und Bildreden), Frankfurt a. M. 1980; R. Pesch, Simon Petrus. Geschichte und geschichtl. Bedeutung des ersten Jüngers Jesu Christi, Stuttgart 1980 (bibl.); M. Riebl, Auferstehung Jesu in der Stunde seines Todes? Zur Botschaft von Mt 27, 51b-53,

Stuttgart 1978; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1230.

1. De los 15 testimonios dei término que hay en el NT, nueve se encuentran en los Evangelios sinópticos (5 en Mateo; 1 en Mar­ cos; 3 en Lucas), 3 en Pablo, 1 en la Carta primera de Pedro, y 2 en el ApocaÜpsis. Doce pasajes emplean el singular, tres el plural a t JtSTpai (Mt 27, 51; Ap 6, 15.16). Entre los testimonios sinópticos, tres procedeu de la tradición de Q (Mt 7, 24s par. Lc 6, 48), dos dei relato premarquino de la Pasión (Mc 15, 46 par. Mt 27, 60), dos dei material peculiar de Mateo (Mt 16, 18; 27, 51) y dos de la redacción lucana de Marcos (Lc 8, 6.13, a dife­ rencia de Mc 4, 5.16 [ t ò JteTQóáÔEÇ o xà JteTQCÓÔT)]). Entre los testimonios paulinos, uno es una cita dei AT (Rom 9, 33 = Is 28, 16 y 8, 14; igualmente 1 Pe 2, 8). Ap 6, 15s alude a pasajes dei AT (Is 2, 10.19.21; Is 4, 29). 2. KÉTQa significa la roca madura, el terre­ no rocoso firme, la garganta rocosa y el blo­ que rocoso. La parábola final dei Sermón de la Montana o dei Discurso dei Llano mencio­ na con énfasis la roca como un fundamento firme (Mt 7, 24s par. Lc 6, 48), comparándose al oidor y hacedor de Ias palabras de Jesus con un hombre que echa los cimientos de su casa asentándolos sobre roca, lo cual garantiza la solidez de la edifícación; de manera pa­ recida, en la promesa hecha a Pedro en Mt 16,

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18 (->■ 3). Lc 8, 6.13 menciona redaccionalmente el terreno rocoso como suelo estéril que carece de la humedad necesaria para el crecimiento de Ias plantas. Lucas modifica la fuente marquina, porque él presupone segura­ mente que la siembra se hace en terreno montanoso (en vez de hacerse en un campo en el que hay algimas placas rocosas), cayendo la semilla sobre suelos que tienen profundos es­ tratos rocosos, y donde, por la escasez de humus. Ias semillas brotan, pero no pueden prosperar por falta de humedad. La interpretación de la parábola de los terrenos diferentes no hace hincapié en la «dureza» de los oyentes, sino en su «falta de raigambre» (así también en Lc 8, 13 par. Mc 4, 17 a pesar de Lc 8, 6 a diferencia de Mc 4, 5s). El sepulcro «excavado en la roca» (con una gran piedra redonda que bloquea la entrada) está bien atestiguado arqueológicamente co­ mo tumba para personas ricas (Mc 15, 46 par. Mt 27, 60). El resquebrajamiento de Ias ro­ cas, mencionado en Mt 27, 51 juntamente con el terremoto y la apertura de tumbas, es una senal escatológica (cf. TestLev 4 ,1 ) que sucedió al morir Jesús (motivo de teofanía), y que sirve para dar una interpretación escatológica y universal de esa muerte, con la que el «Enmanuel» abre o hace patente la salvación. La «piedra de tropiezo» que ocasiona la caí­ da (cita de Is 8, 14 en Rom 9, 33 y en 1 Pe 2, 8), es el obstáculo en el que una persona tropieza y cae. Pablo y el autor de la Carta primera de Pedro recogen una tradición interpretativa de la Iglesia primitiva, según la cual Je­ sús, que es la roca puesta por Dios para ser el fundamento de la Sión escatológica, dei edificio de la Iglesia, es al mismo tiempo para el Israel incrédulo el tropezadero que obstaculiza la fe o que la extravia, porque la incredulidad endurecida no reconoce que esa piedra es la «piedra angular» (Is 28,16). La intensificación que hace Pablo de la cita combinada pa­ ra referiría a la falta de fe de Israel, se amplia en la Carta primera de Pedro para que incluya también al mundo de Ias naciones, el cual tropieza igualmente y cae por su desobediencia a la palabra de Dios que llega hasta él en la pro-

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nézQ a- IIÉTQoç

clamación. Mientras que la Carta primera de Pedro se ajusta probablemente a una colección de testimonios sobre la «piedra-roca», vemos que Rom 9, 33 inserta Is 8,14 en Is 28, 16 y trasforma el anuncio de salvación en una profecia de perdición. En 1 Cor 10, 4 Pablo interpreta la roca de la que manaba agua (Ex 17, 6; Núm 20, 7-13) recogiendo la tradición judia de la roca que seguia a Israel en su peregrinación por el desierto (AntBibl 10, 7; TosSukk 3, llss) y que identificaba a la roca con la sabiduría preexis­ tente (Filón, AU II, 86). Pablo identifica a la roca con el Cristo preexistente que, como Jtéxga JCV£np,aTixq, dispensaba bebida pneu­ mática (interpretación tipológica de la euca­ ristia). En su descripción apocalíptica dei juicio, Ap 6, 15s habla de Ias cuevas rocosas como lugares de refugio y de Ias penas que al caer sobre una persona son escondedero mortal (iparadoja!) que oculta dei rostro aniquilador dei juicio de Dios y de su Mesías.

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dro como tradente de la revelación y gEirante

de la tradición. R. Pesch néTQOÇ, o v P etro s Pedro* Sípmv, oç Simõn Simón 1. Origen de tos nombres - 2. Empleo de los nombres - 3. Pedro en los diversos escritos dei NT - 4. Im­ portantes pasajes particulares - 5. La biografia de Pe­ dro. Bibl.: S. O. Abogunrin, The Three Variant Accounts of Peter’s Call: A Criticai and Theological Examination o f the Text: NTS 31 (1985) 587-602; K. Berger, Unfehlbare Offenbarung. Petrus in der gnostischen und apokalyptischen Offenbarungsliteratur, en FS Mufiner, 261-326; J. Blank, Tipologia y ministério de Pedro en el NT: Concilium 83 (1973) 348-361; Id„ Petrus und Petrus-Amt im NT, en Papsttum ais õkumenische Frage, München-Mainz 1979, 59-103; R. E. Brown y otros, Pedro en el NT, Santander 1976; Ch. C. Caragounis, Peter and the Rock (BZNW 58), BerlinNew York 1989; O. Cullmann, San Pedro, Madrid

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3. tro de la tradición de la epifania pascual, recogida por Mateo en la escena en que Pedro confiesa a Jesus como el Mesias, y en Ias palabras en que Jesús promete que ha de edificar su Iglesia «sobre esta roca» (= la roca noble «Pedro»), se dice que Pedro es el fundamento rocoso dei edifício dei pueblo escatológico de la salvación (integrado por judios y gentiles), y que es el tradente decisivo de la revelación. Probablemente hay una ampliación dei titulo de autoridad dei dirigente de Ias tres «columnas» (Gál 2, 9) existentes en el edifício dei templo escatológico, recurriéndose a tradiciones acerca de Abrahán que conocen al patriar­ ca como «columna de Israel» y como «roca», una ampliación que se integra en el contexto dei conflicto antioqueno (Gál 2, llss) y que se interpreta por medio de un juego de palabras néxQOç - JtéxQa, concebido probable­ mente en griego (y no ya en arameo), y que se inserta en el contexto de la «investidura dei tradente de la revelación». También la recepción mateica confírma la signifícación de Pe­

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néxQOç

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cf. además ThWNT X, 1230-1232.

1. Síiicov es nombre griego que, durante la época helenística, se convirtió en el equiva­ lente dei nombre dei patriarca hebreo Sim'ôn, transliterado al griego por Siip-ecov en Hech 15, 14; 2 Pe 1, 1. Pedro, lo mismo que su hermano Andrés, recibió de su padre Juan (cf. Mt 16,17; Jn 1,41; 21,15-17) un nombre griego, en la ciudad helenizada de Betsaida (Jn 1, 44). néxQoç, en la época anterior al cristianis­ mo, no se halla atestiguado como nombre propio griego. Aparece como nombre de cosa, desde Homero hasta los tiempos dei NT, con el significado de «piedra». IIÉtqoç se convierte en nombre propio como traducción dei sobrenombre ky f’ (= «piedra noble»), aplica­ do por Jesiís a Simón, y que en griego (con la terminación en ç, característica de un nombre

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propio) se convierte en KTjqpãg. El sobre­ nombre, en su forma transliterada y traducida, llegó a ser desde muy pronto un nombre pro­ pio y fue desplazando cada vez más al nom­ bre original «Simón», probablemente porque el sobrenombre adquirió especial significación como «nombre de un ministério» (cf. co­ mo analogia el desarrollo dei título de Mesías que se convierte en el nombre propio «Cris­ to»), El nombre original Simón se combino con Pedro formando el nombre compuesto «Simón Pedro» (cf. también el nombre com­ puesto «Jesús Cristo» [Jesucristo]). 2. El nombre original de Pedro 2tp.ü)V (so­ bre 2np,eú)v -> 1) aparece en todos los Evangelios y también en fuentes posteriores no ca­ nônicas. a) En Marcos, hasta el relato sobre la eoncesión dei sobrenombre de Pedro (3, 16), se usa siempre el nombre de «Simón» (1, 16.29. 30.36; 3, 15). Posteriormente se usa fléxQog (excepto en una ocasión en que Jesús se diri­ ge a Pedro llamándole «Simón», 14, 37); El sobrenombre néxpoç se ha convertido, por tanto, en el nombre propio Pedro (5, 37; 8, 29.32.33; 9, 2.5; 10, 28; 11, 21; 13, 3; 14, 29. 33.37.54.66.67.70.72; 16, 7). b) Mateo, ya desde el primer momento, identifica a Simón como «el que es llamado Pedro» (4, 18; cf. 10, 2). Tan sólo dos veces Jesús se dirige a él llamándole «Simón» (17, 25 [con Bar-Yona en 16, 17]). Por lo demás, Mateo siempre le presenta como Pedro (8,14; 14, 28.29; 15, 15; 16, 18.22.23; 17, 1.4.24; 18, 21; 19, 27; 26, 33.35.37.40.58.69.73.75). c) El Evangelio de Lucas sigue a su fuente marquina en cuanto al nombre de «Simón» (4, 38; 5, 3.4.5.10) hasta que a Simón se le aplica el nombre de Pedro (6, 14), exceptuado el uso dei nombre compuesto «Simón Pedro» en 5, 8 (con la tradición acerca de la pesca milagrosa, cf. Jn 21, Iss). Posteriormente, exceptuada la vez en que Jesús se dirige a Pedro llamándole «Simón, Simón» (22, 31) y la confesión de Pascua en que se dice «se apareció a Simón» (24, 34), Lucas usa Uéxpoç (8, 45.51; 9, 20. 28.32.33; 12, 41; 18, 28; 22, 8.34.54.55.58.

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néXQOÇ

60.61; 24, 12). Y lo mismo sucede en todo el libro de Hechos (1, 13.15; 2, 14.37.38; 3, 1.3. 4.6.11.12; 4, 8.13.19; 5, 3.8.9.15.29; 8, 14.20; 9, 32.34.38.39.40 [bis].43; 10, 5.9.13.14.17. 18.19.21.25.26.32.34.44.45.46; 11, 2.4.7; 12, 3.5.6.7.11.14 [bis].16.18; 15,7). «Pedro» apa­ rece también como vocativo (10, 13; 11, 7). Cuatro veces, en la historia de Comelio, se menciona a Pedro como a «Simón que es 11amado Pedro» (10, 5, 18.32; 11, 13); de lábios de Santiago escuchamos la forma (^hebraizante?) «Simeón» (15,14). d) En el Evangelio de Juan «Simón», a quien muy pronto se le promete el nombre de «Cefas» (1, 42), después de 1, 41 (informe), aparece únicamente en lábios de Jesus (1, 42; 21, 15.16.17, siempre con el patronímico), mientras que al discípulo se le presenta con igual frecuencia como «Pedro» o (si se pres­ cinde de 1, 44) con el nombre de «Simón Pe­ dro», en lo cual el nombre simple (1, 44; 13, 8.37; 18, 11.16.17.18.26.27; 20, 3.4.6; 21, 7. 17.20.21) va siempre por detrás de la mención dei nombre compuesto (6, 8.68; 13, 6.9.24.36; 18, 10.15.25; 20, 2; 21, 2.3.7.11.15). e) Por lo demás, el nombre compuesto apa­ rece únicamente en Lc 5, 8; Mt 16, 16 (en una tradición cercana a Jn 21, 15-17) y en 2 Pe 1, 1 («Simeón Pedro»), más tarde también en es­ critos no canônicos. Además de la forma corriente Kqqiãç, Pablo utiliza tan sólo dos ve­ ces néxQoç (Gál 2, 7.8); finalmente, el nom­ bre se emplea también como seudónimo en 1 Pe 1, 1.

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la comunidad de los discípulos hacia los padecimientos dei Hijo dei hombre (8, 31.33; 9, 5). Pedro asume el protagonismo en la confesión de fe en el Mestas (8, 29) y es testigo pascual decisivo (9, 2; 16, 7); con su fallo aprendió a «tener en su mente Ias cosas de Dios» (8, 33). Marcos presenta redaccionalmente a Pedro como portavoz de los discípu­ los dispuestos al seguimiento (10, 28), y le asocia redaccionalmente, junto con los tres ín­ timos, a Andrés, que en la tradición era segu­ ramente el único que se mencionaba como re­ ceptor dei discurso escatológico de Jesús (13, 3). Marcos, de manera seguramente redaccional, presenta también a Pedro, junto con los hijos de Zebedeo, como el testigo dei mayor milagro de Jesús (5, 37). La imagen marquina de Pedro, con Simón como el primero en ser llamado al discipulado (1, 16-18), como el Primero de los Doce, y como el que recibió el sobrenombre de Pedro (3, 16), está elaborada -en general- siguiendo la línea de Ias tradiciones anteriormente existentes. Junto con los Doce, Pedro es para el Evangeho de Marcos lo que Papías de Hierápolis retuvo acertadamente, al referirse al menos a la imagen mar­ quina de Marcos: el garante de la tradición acerca de Jesús, por haber sido desde un prin­ cipio el testigo presencial de su actividad.

b) En Mateo la imagen de Pedro se modifi­ ca por omisiones, por el uso de otras tradiciones y por la presentación redaccional de Pe­ dro. No se narra ya cómo «Simón y sus companeros» fueron buscando a Jesús desde Ca3. a) De los 16 textos de Marcos en los que famaún (Mc 1, 35-37); junto con los tres ínti­ mos, Pedro desaparece dei relato de Jairo (Mc se menciona a Simón o a Pedro, nueve pertenecen a la historia premarquina de la Pasión, 5, 37); Pedro es sustituido por «discípulos» en Mt 21, 19 a diferencia de Mc 11, 21, y (junto que reelabora y refleja la historia dei discípu­ con los otros tres mencionados) en 24, 3 a di­ lo dirigente y su papel de líder en la comuniferencia de Mc 13, 3; no se le menciona ya dad primitiva. El portavoz de los discípulos (8, 27-33) y de los Doce (11, 21), el primero expresamente en 28, 7 a diferencia de Mc 16, 7. Por el contrario, Pedro es presentado redac­ entre los tres íntimos de Jesús (9, 2; 14, 33), y también su portavoz (9, 5) y protagonista (14, cionalmente como portavoz en 15, 15 a dife­ 37), parece haber desempenado un papel tan rencia de Mc 7, 17 y en 18, 21 a diferencia de firme de líder, que se narra sin miramientos su Lc 17, 4 (Q), así como en 26, 35 a diferencia fallo (14, 29.33.54.66-72), y en su protesta de Mc 14, 31. Por consiguiente, Ias omisiones (condicionadas por el contexto) no pretenden pudo condensarse la imcomprensión inicial de

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disminuir la función de Pedro. Mateo, desde c) En Lucas la imagen de Pedro trasmitida un principio, presenta a Simón como «Pedro» por Marcos, es modificada más intensamente (4, 18 a diferencia de Mc 1, 16) y como el aún. En vez de Simón y sus companeros (Mc «Primero» de los Doce (10, 2 a diferencia de 1, 36), son «Ias multitudes» (Lc 4,42) Ias que Mc 3, 16); que Jesus dio a Simón el sobrebuscan a Jesús; Pedro no es ya el portavoz, y nombre de Pedro (Mc 3, 16), eso no lo refiere el episodio de la higuera queda suprimido ya Mateo, porque recoge la tradición pascual (Mc 11, 20); cf. Lc 21, 7 a diferencia de Mc de la interpretación dei nombre de Pedro (-> 13, 3. En el relato de Getsemaní (22, 39-46) Jtéxpa) por Jesus (16, 18) y la situa anticipalos íntimos de Jesús no desempenan ningún damente. El papel de Pedro en la Pasión de papel; tampoco Pedro; el encargo dei ángel Jesús, Mateo lo modifica -en general tratando (Mc 16, 7) es sustituido por el recuerdo que bien a Pedro (con excepción de 26, 72 a dife­ éste hace de Ias profecias sobre los padecirencia de Mc 14, 70; el juramento ya en la se­ mientos y la resurrección (24, 6s). Lucas exo­ gunda negación)- (cf. 26, 33 a diferencia de nera a Pedro y le muestra en una función po­ Mc 14, 29; 26, 40 a diferencia de Mc 14, 37; sitiva (8, 45 a diferencia de Mc 5, 31) y pone 26, 58 a diferencia de Mc 14, 54; 26, 75 a di­ en sus lábios el título de majestad «j Maes­ ferencia de Mc 14, 72; cf. además 17, 4 a di­ tro!» (5, 5; 9, 33 a diferencia de Mc 9, 5). En ferencia de Mc 9, 5s); Mateo acentua la orienLc 12, 39-43 se indica que Pedro es el «admi­ tación de Pedro hacia Jesús, su dependencia nistrador prudente y fiel», porque él (a dife­ dei «Senor». rencia de lo que se dice en Mateo) es quien La función de Pedro se intensifica por me­ hace la pregunta. Lc 22, 8 (a diferencia de Mc dio de tres tradiciones que son peculiares de 14,13) hace que «Pedro y Juan», los dos líde­ Mateo: Pedro camina sobre Ias aguas (14, 28res de la Iglesia primitiva (Hech 1-8; cf. la se­ 31), la promesa hecha a Pedro (16,16-19) y el gunda posición que Juan ocupa en Ias listas relato de la estatera en la boca dei pez (17, de discípulos), se encarguen de preparar la ce­ 24-27). Con la recepción de Mt 16, 16-19 (cf. na de Pascua. Pedro (9, 20 a diferencia de Mc 4) está asociada la cuestión de saber cómo 8, 29) confiesa a Jesús como el «Cristo de Mateo interpreta la función especial de Pedro. Dios», pero no reprende a Jesús ni es reprenComo tradente de la revelación, Pedro es ga­ dido por Jesús, quien llega incluso a llamarle rante de la tradición acerca de Jesús y de su «Satanás» (falta Mc 8, 23s). recta interpretación (cf. su papel de hacer preEn la forma en que Lucas expone el discur­ guntas a propósito de Ias definiciones doctriso de Jesús en la Ultima Cena, Pedro (a dife­ nales de carácter halákico hechas por Jesús; rencia de lo que se dice en Mc 14, 27) no re15, 15; 18, 21); pero, como tal, Pedro está acciona ante la predicción de la deserción de completamente ligado a Jesús, que es el Me­ los discípulos, sino ante la promesa de Jesús diador de la revelación. Siempre que la Igle(22, 3 Is), y lo hace con la encarecida declarasia se asienta sobre la doctrina de Jesús, está ción de estar dispuesto a todo (22, 33 a dife­ edificada -según Mateo- sobre el fundamento rencia de Mc 14, 29); no discute que vaya a de Pedro, que es el tradente de la revelación, negar a Jesús (falta Mc 14, 31). En el palacio y a quien se ha concedido el poder de Ias 11adei sumo sacerdote, Pedro permanece cerca ves con la autoridad para atar y desatar, ejerde Jesús (22, 54s a diferencia de Mc 14, 53s; cido en el momento presente por el conjunto 22, 61 a diferencia de 14, 72); en la tercera de la comunidad unânime (18, 19). Puesto negación, él no mtJdice ni jura (22, 60 a dife­ que quiere encarecer la sujeción de la Iglesia rencia de Mc 14, 71; cf. también 22, 62). Al comienzo dei Evangelio de Lucas, Jesús entra a Ias ensenanzas de Jesús, Mateo tipifica así aún más la figura de éste, en la cual figura esya en casa de Simón (4, 38), antes de que el boza -por decirlo así—la norma apostólica de discípulo reciba la vocación con ocasión de la la Iglesia. pesca milagrosa (5, 1-11); Ias palabras sobre

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convertirle en pescador de hombres van diri­ gidas únicamente a Pedro (5, 10, a diferencia de Mc 1, 17). Es una visión anticipada de la fúnción misionera de la Iglesia primitiva. «Simón», a quien Jesús «llamaba también Pedro» (6, 14 a diferencia de Mc 3, 16), es en la exposición hecha por Lucas (incluido tam­ bién el libro de Hechos) el dirigente de los «Doce, a quienes él llamaba también apóstoles» (6, 13). Finalmente, la negación de Pe­ dro no significa que se desvaneciera su fe (22, 32); antes al contrario, él se encargará de fortalecer a los hermanos. Acude a toda prisa al sepulcro (24, 12), y a él «se le apareció el Senor» (24, 34); la fe pascual está vinculada a su testimonio. La imagen luceuia de Pedro experimenta un enriquecimiento esencial por Ias tradiciones recogidas en 5, 1-11 y 22, 31 (->4). En el libro de Hechos, Pedro se halla al frente de los Once (1, 13) y reconstruye el grupo de los Doce (1, 15ss). El es el dirigente de la comunidad primitiva y el iniciador de la misión entre los judios y los gentiles (Hech 2, ss; 10-11; 15). Como obrador de milagros (3, 1-10; 5, 15; 9, 32-34.36-43), Pedro responde al encargo misionero dado por Jesús (9, Is); como discípulo perseguido (4, 1-22: 12, 117), Pedro representa con su franqueza y va­ lentia la suerte que el Senor predijo que habrían de correr los discípulos (Lc 12, 4ss; 21, 12ss). En el seno de la comunidad, Pedro ejerce con autoridad carismática la disciplina co­ munitária (Hech 5, 1-11), y como legado apostólico desenmascara en Samaría al avaricioso hechicero Simón Mago (8, 9-25). El rasgo esencial de la imagen de Pedro pa­ rece ser que en él se presenta al decisivo «testigo ocular y ministro de la palabra» (Lc 1, 2), quien en la época siguiente, que coraienza con la misión paulina, garantiza la fidelidad de la tradición cristiana (Lc 1, 4). Pedro, el discípulo y testigo ocular «desde el principio» (Lc 1, 2), a quien se confió la dirección de la Iglesia (Lc 22, 31s), se dejó guiar constante­ mente por el Espíritu, derramado por el Resucitado, y en la apertura de la misión para los judios y los gentiles asentó el camino para la

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palabra de Dios, el camino por el que habría de seguir la historia de la Iglesia. d) En el Evangelio de Juan se menciona a Pedro con más frecuencia que en los Sinópticos (34 veces), pero en menor número de tex­ tos (nueve en Jn 1-20; tres en el capítulo 21, que es el epílogo). Pedro no es el primero en ser llamado, sino que es llevado por Andrés, su hermano (cf. 1, 44; 6, 8), a presencia de Je­ sús (1, 41), y es distinguido por Jesús con la promesa de que se recibirá el nombre de Cefas (1,42). En la crisis siguiente a Ias palabras dei pan, Pedro es el portavor de los Doce, los cuales permanecen junto a Jesús (6, 68s). Con ocasión dei lavatorio de los pies (13, 6-9), de la predicción de la negación (13, 36-38) y en el huerto de Getsemaní, donde a Pedro se le identifica con el que da el tajo con la espada (18, 9s), se muestra a Pedro como un discípu­ lo que no entiende (compárese también 18, 11 con Mc 8, 31-33 par.). Aunque Pedro ha de­ mostrado su disposición a dar su vida por Je­ sús (13, 37), sin embargo, en el palacio dei sumo sacerdote, niega por tres veces (en la versión joánica, en dos escenas) que sea discí­ pulo de Jesús (18, 15-18.25.27). El «discípulo amado» parece hallarse más cerca de Jesús que Pedro (13, 34). Es el discí­ pulo que se halla al pie de la cruz (19, 25-27), el único que no dejó solo a Jesús, el que en el sepulcro vacío llega a la fe, después de haber corrido más deprisa que Pedro, pero dejando que éste entrara primero en el sepulcro (20, 3, 10). En el capítulo 21 (el epílogo), el discípu­ lo amado identifica a Jesús como el «Senor» (21, 7), y Pedro vuelve a depender de él. Puesto que Jn 21, 15-17 narra la institución de Pedro en el ministério pastoral (-> 4) y predice su muerte (se sugiere la crucifixión: 21, 18s), apremia la pregunta acerca de quién se­ rá su sucesor. Pero la pregunta queda sin respuesta. El círculo joánico, sin menguar la autoridad ecumênica de Pedro, parece estar interesado en corroborar el prestigio dei discí­ pulo amado como su autoridad decisiva (a pe­ sar de la relación tensa entre este discípulo y Pedro).

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sa hecha a Pedro acerca de la edificación de la Iglesia, es un relato de epifanía, en el que se hace valer la autoridad de Pedro (segu­ ramente con ocasión dei conflicto antioqueno) para la Iglesia integrada por judios y gentiles, al narrarse la «investidura de Pedro co­ mo tradente de la revelación»: él corre a car­ go de la confesión de fe en el Cristo e Hijo de Dios, que le ha sido revelada (16, 16s); él es el fundamento de roca dei edifício escatoló­ gico de la Iglesia, y está dotado de la auto­ ridad de Ias llaves y dei poder de atar y des­ atar, es decir, tiene autoridad plena para inter­ pretar Ias «condiciones de ingreso» en la basileia («en el cielo»), que tienen vigência ya para la ekklesia («en la tierra»), en la cual se halla congregada la comunidad de la salvación. El material peculiar de Lucas de la historia de la pesca milagrosa (Lc 5, 1-11), que se ha 4. Sobre la concesión dei sobrenombre fundido redaccionalmente con el relato de la (Mc 3, 16) y sobre la promesa dei nombre (Jn vocación (Mc 1,16-20) (palpable, en otra ver1, 42) -»• Kr]tpãç. sión, detrás de Jn 21, 1-14, donde existe una A pesar de diversas objeciones, la confesión asociación con un relato de apariciones de mesiánica de Pedro en Cesarea de Filipos Pascua), está marcado por rasgos de leyenda. (Mc 8, 27-30) podría tener credibilidad histó­ Por el contrario. Ias últimas palabras de Je­ rica, en vista de que el texto es un relato in­ sús a Simón (Lc 22, 31s) podrían remontarse formativo con detalles temporales e históricoa palabras autênticas que se centraban en la religiosos que pueden ponerse en correlación. función que Pedro debía desempenar en vista Sin embargo, no habrá que asociar a Pedro de la inminente Pasión de Jesús: la fe persocon ningún mesianismo judio de carácter na­ nal de Pedro y su arrepentimiento deben for­ cional y político (tanto más si se tienen en talecer a la comunidad de los discípulos, que cuenta Ias críticas que Jesús hace contra él serán zarandeados como en un cedazo por la [Mc 12, 35-37]). Lejos de eso, su confesión oposición pública (jSatanás!) contra la causa de fe enlazaba seguramente con tradiciones de Dios representada por Jesús. proféticas acerca dei maestro, profeta y reve­ Es especialmente difícil de apreciar (y, por lador escatológico. tanto, controvertido) el valor de la trasmisión El examen realizado desde la perspectiva de Ias tradiciones acerca de Pedro en el libro de la crítica de Ias tradiciones prueba también de Hechos. que la tradición de la negación (Mc 14, 54. Entre el material peculiar joánico es espe­ 66-12) está narrada desde una base de inforcialmente importante la escena de la asignamación histórica acerca de la vida de Pedro. ción dei ministério pastoral a Pedro (Jn 21, El material peculiar de Mateo en el relato 15-17). En ella se describe la función de Pe­ de que Pedro caminó sobre Ias aguas (Mt 14, dro en la Iglesia primitiva como «dirigente de 28-31) es una leyenda de fe que tipifica la fi­ la comunidad» (posiblemente en competência gura de Pedro. con Ias pretensiones de Santiago, el hermano La tradición pascual (Mt 16, 16-19, ->■ rtédei Senor, a quien quizás se alude en el «ri­ xça) incrustada en Mc 8, 27ss, con la prome­ tual» descrito). e) Pablo habla con más frecuencia y con mayor extensión que todos los demás varoiies de la era apostólica acerca de Cefas/Pedro (->■ Kqqpãç). En 1 Pe 1, 1, mediante una referen­ cia al Pedro romano (5, 13), se reclama autoridad apostólica para el escrito pseudonímico. La Carta segunda de Pedro apoya la autoridad de Pedro recurrriendo a la tradición sinóptica que afirma que Pedro fue testigo ocular (1, 16-19). El apóstol y «siervo de Jesucristo» (1, 1) es «testigo consagrado» 1, 16), a quien Cristo concedió una revelación especial acer­ ca de su muerte inminente (1, 14s; la carta es como un testamento). Pedro aparece como guardián de la verdadera fe, quien, ante el acoso de los falsos maestros en la era postapostólica, posee plena autoridad para inter­ pretar Ia Escritura (cartas dei «hermano Pa­ blo», 3, 15s) y la tradición.

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n é l Q O Ç — 3tT |Ç a

5. Los siguientes datos (suficientemente seguros) nos proporcionarán una breve bio­ grafia de Pedro en palabras clave: Era natural de Betsaida (Jn 1, 44), se casó en Cafamaún (1 Cor 9, 5; Mc 1, 29), era pescador de oficio (Mc 1, 16-18; Jn 21, 3), probablemente a tra­ vés de su hermano Andrés entro en contacto con el movimiento de penitencia promovido por Juan el Bautista (Jn 1, 35-37.40) y junto con Andrés fue el primer discípulo de Jesús (Mc 1, 16-18; Jn 1, 41s); en la creación dei grupo de los Doce Jesús le distinguió como discípulo dirigente aplicándole el sobrenombre de «roca (noble)» (Mc 3, 13-16). Después de confesar a Jesús como el Mesías (Mc 8, 27-30) y de faliar a la hora de la Pasión (Mc 14, 54.66-72) se convirtió en el decisivo testigo de Pascua (Mc 16, 7; Lc 24, 34; 1 Cor 15, 5) y en el dirigente de la comunidad primiti­ va, y se encargo de la misión entre los judios (Hech 1-12; Gál 2, 8). Después de verse obligado a abandonar Jerusalén, se abrió también a la misión entre los gentiles. Fue mediador decisivo en los acuerdos de Jerusalén y en la suavización dei conflicto antioqueno (Gál 2; Hech 15), y más tarde emprendió también viajes misioneros (1 Cor 9, 5). Finalmente sufrió el martirio en Roma. Su autoridad efectiva en toda la Iglesia, que se impuso contra Santiago y Pablo, se refleja extensamente en todos los testimonios dei NT.

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jtiiY n , íjÇ, n pege fuente, manantial* En sentido propio en Sant 3, 11; Ap 8, 10; 14, 7; 16, 4. En la imagen de lo que son los pecadores, en 2 Pe 2, 17 («manantiales sin agua»). Referido al pozo de Jacob en Jn 4, 6a (b). El término aparece además en la expresión «elflujo de sangre» (Lev 12, 7) en Mc 5, 29. En Ap 21, 6 se habla dei manantial dei agua de la vida; cf. Çcofiç JxriYai úôáxcov, 7, 17. En Jn 4, 14 se habla de la « f u e n t e de la que brota agua para vida eterna». ThWNT VI, 112-117; X, 1232s (bibl.); DTNT I, 69-71. jrrjYVUfiipêgnymi consolidar, fijar; erigir* Heb 8, 2 refiriéndose a la erección dei tabemáculo (cf. Ex 33, 7; 38, 26). JtTlôáÀ.lOV, OU, TÓ pêdalion timón*

En el NT el término aparece únicamente en Sant 3, 4 (en singular) y en Hech 27, 40 (en plural). Jti]X íxoç, 3 pélikos qué grande* En el NT el pronombre correlativo aparece únicamente en exclamaciones; Gál 6, 11: jct)XÍKoiç Ypcippaoiv EYpatjja, \con qué letras tan grandes os escribo!». Heb 7, 4 en sentido figurado: jrqXíxoç ouxoç, «\qué importante (debe de ser) éste (a saber, Melquisedec)!»

R. Pesch n;ETÇÚòf)Ç, 2 petrõdês pedregal* Al sustantivarse se convierte en TÒ jietqcõÓ£ç (Mc 4, 5) o en xà JtexQCÓÔT] (Mt 13, 5.20; Mc 4, 16). En todos estos pasajes significa el suelo pedregoso sobre el que se extiende a lo sumo una delgada capa de tierra cultivable; JtÉxpa 2. JlT iy av o v , o u , t ó pêganon ruda (hierba aromática)* Lc 11, 42 menciona el jrfiyavov entre Ias plantas sobre Ias que hay que «pagar el diezmo» (a diferencia de Mt 23, 23).

7ir|Xóç, o ü , ó pêlos barro, arciUa* El barro como material de alfarería: Rom 9, 21 (cf. Sab 15, 7). Dícese de la masa blanda hecha con tierra en Jn 9, 6: Jesús «escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y se lo untó (al ciego) en los ojos» (cf. vv. 11.14.15). Cf. ThWNT VI, 118s. :7riÍQa, a ç , pêra alforja, bolsa de viaje* En la prohibición que da Jesús a los discí­ pulos de que no lleven consigo bolsa de viaje (^talega de mendigo?): Mc 6, 8 par. Lc 9, 3; Mc 10, 10 par. Lc 10, 4; Lc 22, 35 (pero el te­ nor es diferente en 22, 36; cf., a propósito, H.

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jtiÍQ a - j t i ô a v o X o y í a

Schürmann, Jesu Abschiedsrede, Münster i. W. 1957, 138). ThWNT VI, 119-121. 7Ct]QÓ(a péroõ baldar; cegar En algunos pasajes dei NT jttiqóco se halla como v.l. en lugar de jccoqÓcl), como sucede en Mc 8,17; Jn 12,40; Rom 11,7. ThWNT V, 1027-1030. n r jç c o a iç , eioç, 1] pérõsis mutilación; ce-

guera En sentido figurado en Mc 3, 5 v.l.: jtfiQü)oiç xfíç xaQÔíaç (en lugar de jtcüQtuaiç ttíç xapôíaç). ThWNT V, 1027-1030. JlfjXVÇ, £
35-37; G. Schwarz, rcQoahetvai è3tltT)v f)Xi,xíav auToü itfjxuv Eva: ZNW 71 (1980) 244-247.

1. En el NT Jtfjxtiç aparece 4 veces; en dos de ellas el término se entiende evidentemente como medida de tiempo: M t 6, 27 par. Lc 12, 25, en una de Ias sentencias de Jesus expresadas en sentido figurado («prolongar un breve lapso de tiempo»); dos veces aparece como medida de longitud: Jn 21, 8, para indicar la distancia desde la barca a la orilla («unos 200 codos»y, Ap 21, 17, para senalar la altura de Ias murallas de la nueva Jerusalén («144 co­ das»). 2. El Jtfjxtiç era una medida de longitud, calculada por la distancia que existe entre el codo y la punta dei dedo dei medio; según el «sistema de medidas filetérico», aplicado en Palestina, equivalia a 525 mm (Jeremias). En Jn 21, 8 y Ap 21, 17 su significado está asegurado por el contexto; en Ias palabras de Je­ sus en Mt 6, 27 par. Lc 12, 25, ese significado es «discutido» (Schneider); Para poderio refe­ rir, como medida de longitud, a la estatura dei cuerpo, el codo era «demasiado grande»; por

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eso, se entiende el codo como «un mínimo de tiempo», como un lapso de tiempo; entonces el logion puede tener sentido escatológico y puede referirse a la imposibilidad, en vista de la catástrofe, de «alargar el plazo de vida, aunque sólo sea un palmo» (Jeremias). Pero es posible también que irfjxuç se deba a un error de traducción, que interpreto mal el tér­ mino arameo, por no haber oído o leído bien garmiPã, «huesecito», y haberlo confundido con garmid’ã, «codo». Si se corrige este error (y un segundo error, relativo a f|Xixía), entonces es probable que el tenor original de Ias palabras de Jesús fuera el siguiente: «^Quién de vosotros es capaz de anadirse (literalmente, de anadir a su es­ queleto) un solo huesecillo?». En caso de que es­ ta conjetura estuviese en lo cierto, entonces Ias palabras de Jesús se habrían dirigido con fina iro­ nia a unos oyentes a quienes él queria hacer cons­ cientes de su insoportable arrogancia. G. Schwarz piazõ coger, agarrar, encarcelar* JuáÇcn corresponde en el dialecto dorio y en la lengua popular a la forma ática méÇco. En sentido neutral, en Hech 3, 7: «él le tomó de la mano». En todos los demás ca­ sos, con sentido hostil {prender, encarcelar): teniendo como objeto de la acción a Jesús, en Jn 7, 30.32.44; 8, 20; 10, 39; 11, 57; además (teniendo como objeto de la acción a Pedro o a Pablo) en Hech 12, 4; 2 Cor 11, 32. El ver­ bo máÇto puede designar también la captura de animales (peces: Jn 21, 3.10; xò '0'tiqLov en Ap 19, 20). TtlÉÇtO piezõ apretar* En Lc 6, 38 el participio de perfecto de la voz pasiva jrejxieopévov se refiere a la «me­ dida (géxQOv) apretada / bien colmada». Jli'0'avoÀOYÍa, a ç , 'n pithanologia el arte de la persuasión* En Col 2, 4 jii&avoXoYta se halla en senti­ do negativo; «Esto os lo digo pcira que nadie os engane con (falsas) persuasiones». Moulton-Milligan, í . v.; DTNT II, I70s y 174s.

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Jlldóç- niAÕTOÇ

JlldÓÇ, 3 pithos convincente, persuasivo Forma alternativa de ->• jt£1§ óç (en Westcott-Hort). JtiK Ç aívw pikrainõ amargar* En sentido propio en Ap 10, 9.10, referido a f) xoiXía: El libro pequeno que el vidente de­ vora, «amarga su estômago», es decir, le echa a perder el estômago o los órganos de digestiôn. En 8, 11 se dice de Ias aguas, que se convirtieron en ajenjo o se hicieron amargas. En sentido figurado y en la voz pasiva {amargarse) en Col 3, 19 (los maridos no deben amargarse [= ser duros] con sus esposas); cf. Herm (m) 10, 2, 3. ThWNT VI, 122-125. JtlX Q Ía, Ctç, pikria amargura* Hech 8,23 dice que el mago estaba en XoX.fi juxgíaç (es decir, xoXf] JtixQÚ, «bilis amar­ ga»); cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), sub loco. çí^ a rax çíaç (Heb 12, 15) es una «raiz amarga», es decir, una raiz de la que brotan frutos amargos. En sentido figu­ rado JUXQÍa se halla en el catálogo de vicios de Ef 4, 31, y también en la cita (Sal 9, 28 LXX?) de Rom 3, 14. ThWNT VI, 122-125. JtlXQÓç, 3 pikros amargo*

Dicese dei agua no potable (amarga) en Sant 3, 11 (cf. Ex 15, 23). En sentido figurado en 3, 14: ^fíXov jtlx q Òv êxco, «tener (en el corazôn) celos amargos». ThWNT VI, 122-125. TUXQtõç pikrõs (adv.) amargamente*

En combinaciôn con xXaícu (como en Is 22, 4; 33, 7 LXX), «llorar amargamente», al final de la historia de Ias negaciones de Pedro; Mt 26, 75 par. Lc 22, 62 (;a diferencia de Mar­ cos!). riiXãTOÇ, o v Pilatos Pilato nóvT ioç, orj Pontios Poncio* 1. Datos biográficos - 2. En el NT - a) Lc 3, 1; 1 - b) Pilato en la Pasión de Jesus.

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1. Pilato, ciudadano romano dei orden «eques­ tre» {eques), de la família {gens) de los Poncios, fue gobemador de Judea de los anos 26 a 36 p.C. La inscripción bailada en 1961 en Cesarea le 11ama praefectus. Filón, LegGai le caracteriza como «hombre inflexible y despiadadamente duro». Se ajustan muy bien a esta imagen vários conflictos: en contra de Ias costumbres, hizo que Ias tropas romanas entraran militarmente en Jerasalén con los estandartes imperiales desplegados (Josefo, Ant XVni, 55-59; Bell II, 169-174), empleó dinero dei tesoro dei templo para la constmcción de un acueducto (Josefo, Ant XVIII, 60-62; Bell II, 175-177), colocó en el antiguo palacio de Hero­ des escudos votivos con el nombre dei emperador (Filón, LegGai 38) y ataco a unos samaritanos que se babían reunido en el Monte Garizín (Jose­ fo, Ant XVIII, 85-89). A causa de este último acto despótico, Pilato fite depuesto y tuvo que acu­ dir a Roma para responder de su conducta, No sa­ bemos cuándo ni de qué manera murió. Vários es­ critos apócrifos se centran en su figura (cf. Hennecke-Scbneemelcber I, 330-348 y 356-358). 13, La ejecución de Jesus por Pilato se halla atestiguada por Tácito, Ann XV, 44.

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IIiX,ãTOç- jtífiJiQOfxai

2. a) Lc 3, 1 menciona redaccionalmente que Poncio Pilato fue gobemador de Judea y, con su referencia a la historia profana, indica la umversalidad de la salvación ofrecida por Jesus. En 13, 1 se refiere: Pilato mandó dar muerte a unos galileos que habían acudido en peregrinación a la fiesta, mientras estaban ofreciendo sus sacrifícios. Aunque el suceso no se halla atestiguado en fuentes extrabíblicas, se ajusta muy bien al proceder de Pilato. b) Todos los demás pasajes en que se men­ ciona a Pilato, están relacionados con la Pasión de Jesús. Marcos 15 refiere el interroga­ tório de Jesús por Pilato (vv. 1-5), la puesta en libertad de Barrabás y la condena de Jesús a ser azotado y crucificado (vv. 6-15), así como la entrega dei cadáver de Jesús a José de Arimatea para que éste le dé sepultura. Mt 27 recoge los relatos de Marcos, pero acentua más intensamente la culpa de los ju­ dios por la muerte de Jesús y hace Ias siguientes adiciones: en el v. 19 la advertência de la mujer de Pilato, en el v. 24 Pilato se des­ carga de toda responsabilidad, y en el v. 25 el pueblo judio carga sobre si su propia respon­ sabilidad. Otra adición más nació de intenciones apologéticas: el relato sobre la guardia que Pilato mandó estacionar junto al sepulcro (vv. 62-66). También en Lc 23 se recogen Ias secciones de Marcos acerca de Pilato. Lucas refiere además que Pilato hizo que Jesús compareciera ante Herodes Antipas, y que éste lo devolvió de nuevo al tribunal de Pilato, incidente por el cual los dos se hicieron amigos (vv. 6-12). La escena está compuesta probablemente por Lu­ cas, basándose en una reminiscencia históri­ ca. En la oración de la comunidad en Hech 4, 27 («Herodes y Poncio Pilato»), Lucas se re­ fiere de nuevo, redaccionalmente, a esa esce­ na (otra cosa piensa Dibelius). En cuanto al contenido, Lucas fija sus propios acentos, haciendo que Pilato testifique por tres veces la inocência de Jesús, y que de este modo Pilato defienda a Jesús y a los cristianos ante el Es­ tado romano (Lc 23, 4.14s.22). En el Evangelio de Juan, el proceso ante Pilato es el «epicentro» de toda la exposición

(R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, Barcelona 1980, 269). A Jesús se le muestra como el verdadero Rey, mientras que Pilato no aparece sino como un juguete impo­ tente en manos de los poderes hostiles a Dios (18, 28-19, 16a). En Jn 19, 19-22 Pilato testi­ fica una vez más la realeza de Jesús, al redactar la inscripción de la cruz (el titulus) y de­ fender lo que en ella se dice, en contra de Ias objeciones de los judios. En 19, 31.38 el evangelista recogió dos tradiciones que se hacen la competência: según la primera, los ju­ dios piden a Pilato que se quiebren Ias piemas de los crucificados y que éstos sean descolgados de la cruz; pero, según la segunda tradición, José de Arimatea pide a Pilato que se le entregue el cuerpo de Jesús. En el marco de la predicación cristiana pri­ mitiva y de los enunciados de fe acerca de la muerte de Jesús, se menciona a Pilato en Hech 3, 13; 13, 28 y en 7 Tim 6, 13 (en este último caso se dice: «Poncio Pilato»). A. Weiser n:í^7lXrm.l pimplêmi llenar, colmar* En sentido propio, Jxípu)vTip,i se usa en los siguientes pasajes dei NT: Mt 22, 10; 27, 48; Lc 5, 7; Hech 19, 29; se dice, además, dei hecho de ser lleno dei Espiritu Santo: Lc 1, 15.41.67; Hech 2, 4; 4, 8.31; 9, 17; 13, 9; se afirma, asimismo, que alguien está henchido de algo (especialmente al describirse emocio­ nes): Lc 4, 28 (Oujroú); 5, 6 (cpópou); 6, 11 (àvoíaç); Hech 3, 10 ('Oáppouç x a l èxotáO 8 C0 Ç); 5, 17 y 13, 45 (^r|Xou). Estas dos últi­ mas manera de emplear el verbo son caracte­ rísticas de los escritos lucanos. En sentido figurado, jtífj,JtX.T|[xi se refiere: a profecias que se cumplen (Lc 21, 22; cf. 1, 20 V .I.), a un período de tiempo que llega a su fin (Lc 1, 23.57; 2, 6.21.22). ThWNT VI, 127131; D T N T in, 372-378.

p im p r a m a i

hincharse*

La voz pasiva de itífrjTQTjfAi en Hech 28, 6 significa probablemente inflamarse, hinchar-

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l u H s i Q a j j i a i - 3UVC0

se: «Ellos esperaban que él (a saber, Pablo después de la mordedura de la serpiente) comenzara a hincharse o que de repente cayera muerto».

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êoUíro [xQcÓYto] xoiL Jtívco). El verbo compuesto xaxajtívto, «tragar, beber enteramente», aparece en 7 pasajes.

2. «Comer y beber» sirven para saciar el hambre y la sed físicas. El NT nos advierte J liv a x íô io v , OV, TÓ pinakidion tablilla* contra una conducta que se centre principal­ Sustantivo derivado de rríva^; en Lc 1, 63, mente en disfhxtar de los bienes terrenos de la dícese de una tablilla para escribir. comida y la bebida. Mt 6, 25-32 par. Lc 12, 22-32 acentúan que no es necesario preocuparse por el alimento y el vestido, por la co­ J tiv a x íç , íâ o ç , 1^ pinakis tablilla para es­ mida y la bebida (Mt 6, 25.31 par. Lc 12, 29). cribir Lo único importante es buscar «el reino dei Lc 1, 63 v.l. en vez de ^ Jtivaxíôiov. Padre». De lo contrario, a la gente le sucede­ rá lo que les ocurrió a los contemporâneos de míva^, axoç, ^ pinax bandeja, plato* Noé y Lot (Mt 24, 37-39 par. Lc 17, 26-30). jrív a | se halla junto a jtoTtjQiov en Lc 11, «Comían y bebían» y no contaban con que to­ 39: «Vosotros limpiáis por fuera la copa y el do iba a terminar de repente. No hicieron ca­ plato». En Mc 6, 25 par. Mt 14, 8.11 se habla so de los signos de los tiempos. de que la cabeza dei B autista debía traerse o La parábola dei rico necio (Lc 12, 13-21) se trae èm rtívaxi. Sobre la presentación de advierte que uno no debe centrar todo su inteuna cabeza en bandeja durante un banquete, rés en los bienes terrenos, sin pensar en que la cf. Diógenes Laercio EX, 58. fortuna se la lleva la muerte. Al rico que «se entrega al descanso, a comer y beber y a pasarlo bien» (v. 19), Dios le llamará en aquella Jtivo) pino beber* misma noche y le hará rendir cuentas. - La parábola de los siervos vigilantes y de los 1. Aparición en el NT - 2. Comer y beber - 3. Comunión de mesa - 4. La Cena dei Senor - 5. Beber el descuidados (Mt 24, 45-51 par. Lc 12, 42-46) agua de la vida (Juan) - 6. Otros contextos. nos hace ver lo equivocada que está la con­ ducta dei siervo que no cuenta con la demora B ib l.: H. Bardtke-B. Reicke, B e c h e r , en BHH I, de la parusía. Maltrata a sus consiervos y co­ 208s; J. Betz, D er A b en d m a h lskelch im Judenchristentw n , en A b h a n d lu n g en ü b er T heologie un d Kirche. F S me y bebe en companía de los borrachos. f ü r K. A d a m , Düsseldorf 1952, 109-137; G. BfauAunque el cristiano tiene «derecho a comer mann, Jtívm, en DTNTII, 259-263; F. M. Braun, A vo ir y beber» (1 Cor 9, 4; cf. también 11, 22), sin s o i f e t boire (Jn 4, 10-14; 7, 3 7 -3 9 ), en F S R igaux, embargo está obligado a tener consideración 247-258; L. Goppelt, Jtívo) xxk., en ThWNT VI, 135160; E. J. Kilmartin, The E u charistic C up in the P ri­ con sus semejantes y a «no comer carne ni be­ m itive Liturgy: CBQ 24 (1962) 32-43; H. Schürmann, ber vino» ni hacer nada que pueda escandali­ D a s a p o sto lisch e In teresse am eucharistischen K elch zar al hermano (Rom 14, 21). - 1 Cor 15, 32, (1953), en Schürmann II, 188-196; para más bibliogra­ con la exclamación «jcomamos y bebamosl», fia, cf. ThWNT X, 1233. caracteriza la actitud de la persona que busca 1. En el NT el verbo itívco aparece 73 ve- todas sus satisfacciones en esta vida. Junto a Ias advertências contra una conducta ces: 15 veces en Mateo, 8 en Marcos, 17 en que sitúe en el centro el comer y el beber, se Lucas, 3 en Hechos, 11 en Juan, 15 en Ias encuentran enunciados sobre la abstinência. Cartas paulinas autênticas (Rom 14, 21 y caSe dice de Juan el Bautista: «El no comia ni torce veces en 1 Corintios), 3 en el Apocalipbebía» (Mt 11, 18; el lugar paralelo de Lc 7, sis; el verbo aparece además en Heb 6, 7. 33: «no comia pan ni bebía vino»). Ya al proTreinta y nueve veces va acompanado dei ver­ meterse su nacimiento se dice de él: «No bebebo ^ èo^&ía) (24 de ellas en la formulación

935 rá ni vino ni licor» (Lc 1, 15). Con estos enun­ ciados se caracteriza la manera (^profética?) de vivir dei Bautista. - A Jesús se le critica porque sus discípulos comen y beben, mientras que los discípulos de Juan y los fariseos ayunan (Lc 5, 33; cf. Mc 2, 18 par. Mt 9, 14). Pablo, después de su experiencia de Da­ masco, se pasó tres dias sin comer ni beber (en senal de penitencia y de preparación para el bautismo) (Hech 9, 9; cf. v. 19a). El libro de Hechos describe el comportamiento de los hombres que planeaban atentar contra la vida de Pablo. Juraron y declararon que no comerían ni beberían hasta que hubieran dado muerte a Pablo (Hech 23, 12.21).

936 A los discípulos que perseveraron con Jesús en Ias pruebas, se les hace la siguiente promesa: «Vosotros comeréis y beberéis en nú mesa en mi reino y os sentaréis en tronos y juzgaréis a Ias doce tribus de Israel» (Lc 22, 30; cf. Mt 19, 28). Los discípulos, en el reino de Je­ sús, podrán sentarse a la mesa con él y ejercer la soberania junto con él.

4. Los relatos de la institución eucarística contienen un total de nueve veces el verbo jiívco: Mc 14, 23.25 (bis); Mt 26, 27.29 (bis); Lc22, 18; 1 Cor 11, 25.26. El verbo jtívco debe interpretarse aqui en el contexto de los relatos sobre la Ultima Cena; porque los ritos eucarísticos sobre el pan y so­ 3. «Comer y beber» son palabras que sir- bre la copa se hallan íntimamente relaciona­ dos. Después de su acción de tomar el pan, ven a menudo para expresar la comunión de mesa. Por contraste con Juan el Bautista (-^ Jesús toma en sus manos la copa y recita una 2), se dice de Jesús: «El come y bebe» (Mt 11, oración de acción de gracias. Se pone de re19 par. Lc 7, 34). Con Jesús comienza el tiemlieve que Jesús invita a los presentes a «to­ po de gozo; él, en cierto modo, toca música mar» la copa y a «compartirla entre ellos» (Lc invitando a la boda. Durante este tiempo los 22, 17b); porque con la copa de comunión no invitados no pueden ayunar (Lc 5, 33s). El sucede lo que pasa en la celebración corriente de una cena, en la que cada participante bebe hecho de que Jesús conüera y bebiera con sus de su propia copa. En consonância con ello comensales es senal de que ha comenzado el Marcos acentúa: «y todos bebieron de ella» tiempo de la salvación. Mientras que de Juan, por su actitud ascética, se dice que está pose(14, 23). Jesús no bebe de la copa. La acción ído, a Jesús se le descaUfica como comedor y sobre la copa con la invitación a beber se fun­ bebedor (Mt 11, 19 par. Lc 7, 34). Jesús «co­ damenta - lo mismo que la acción sobre el me y bebe» con publicanos y pecadores (Lc 5, pan - en el anuncio de la muerte (Lc 22, 18; 30; cf. Mc 2, 16 par. Mt 9, 11), es decir, tiene cf. Mc 14, 25 par. Mt 26, 29). En el futuro rei­ no de Dios, Jesús «beberá nuevamente» dei comunión de mesa con ellos, se pone de su fruto de la vid (Mc 14, 25 par. Mt 26, 29). En parte y se solidariza con eUos. Jesús da instrucciones a sus mensajeros pa­ esta bebida Jesús ofrece su muerte redentora. ra que se queden en una casa que les brinde La acción física de beber se sublima aqui co­ hospitalidad, y que en eUa coman y beban lo mo la recepción dei acontecimiento redentor. Por tanto, la acción de beber, en los relatos de que les pongan (Lc 10, 7). La parábola de la puerta angosta y de la la institución, es una acción sacramental (cf. Goppelt, 142). puerta cerrada (Lc 13, 22-30) presupone el motivo de la cena escatológica (cf. vv. Junto al relato de la institución en 1 Cor 11, 23-26, Pablo describe en 10, 3-5.18-21 la ac­ 25.28s). Los que Uaman a la puerta y son reción de comer y beber en la Cena dei Senor. chazados pretenden acogerse a que, como Este comer y beber debe compararse con la contemporâneos de Jesús, comieron y bebierecepción dei manjar dei maná en el desierto ron con él (v. 26). Esto significa para los lectores de Lucas: La participación en la cena y con la recepción dei agua que brotaba de la roca en tiempos de Moisés (jtívco, v. 4 [bis]). eucarística no da por sí misma título alguno para entrar en el reino de Dios. La acción de comer y beber en la Cena dei Se-

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JUVCD —JtUtTÜ)

nor es diferenciada conscientemente de la acción ordinaria de comer y beber (10, 18.21; 11, 27-32). Se advierte contra un comer y be­ ber, tal como lo hizo el pueblo en el desierto (10, 7). El comer y el beber -como todas Ias demás acciones- debe hacerse también a glo­ ria de Dios (10, 31). Juan 6 habla de un comer y beber que produce vida etema. El que come la carne de Je­ sus y bebe su sangre (6, 53.54) tiene vida eterna. Su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida (6, 55). El que come esta cEUae y bebe esta sangre permanece en Jesús, y Jesús en él (6, 56). rtívco debe entendefse en el contexto de Ias palabras sobre el pan (6, 48-58), que están abiertas a una interpretación eucarística. Por tanto, el don conce­ dido por Jesiís consiste -según los relatos de la Ultima Cena- en Jesús mismo. 5. Además dei comer y beber los dones eucafísticos (->■4), Juan habla dei beber el agua de la vida (4, 7-14: 7, 37). A la mujer, junto al pozo de Jacob, Jesús le promete un agua que sacia para siempre la sed. El que beba de esa agua que concede vida etema, ése no volverá ya a tener sed (4, 10-14). Todos los que tienen sed, deben venir a Jesús (7, 37), y dei que crea en él, brotarán rios de agua viva (7, 38). El beber el agua de la vida debe considerarse co­ mo una afirmación paralela a la de comer el pan de la vida (6, 35.50s; cf. 4, 32). Jesús mismo es el don, que la persona puede recibir por medio de la fe. 6. Jtívto se usa metaforicamente en los enunciados acerca dei cáliz de la Pasión y de la copa de la ira. El que acepta voluntaria­ mente sobre sí el destino deparado por Dios, está dispuesto a «beber el cáliz» (Mt 26, 42; Jn 18, 11; cf. Mc 10, 38s par. Mt 20, 22s, ^ Jtorqpiov). El Apocalipsis habla de beber el vino de la ira de Dios (Ap 14, 10; 18, 3), con el que se han llenado l2is «copas de la ira» (cf. también 16, 6). Según Mt 27 , 34, a Jesús, en la cruz, «le dieron a beber vino mezclado con hiel»; él lo probó, pero no quiso bebe rio. En Mc 16, 18

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se promete a los discípulos de Jesús que, aunque «beban veneno mortal», éste no les hará dano. A la cuestión acerca dei ayuno, Lucas le anade una norma general sobre el vino, que explica por qué muchas personas rechazan lo nuevo que Jesús trae (Lc 5, 39). Lo viejo es más tolerable para muchos, y de este modo se entiende la actitud negativa de los judios ante Ias pretensiones de Jesús. - La parábola dei siervo indigno (17, 7-10) hace ver con claridad que el siervo tiene que servir primeramente a su senor. Tan sólo después que éste haya «comido y bebido», el siervo podrá «co­ mer y beber» (v. 8). Esta parábola va dirigida contra Ias falsas expectativas de recompensa. En Heb 6,7 se dice que la tierra que «ha be­ bido la lluvia», recibe la bendición de Dios. A. Palzkill JllÓTtJÇ, 11TOÇ, 1^ piotês grasa* Rom 11, 17: fi gíÇa Tf)ç juóttitoç, literal­ mente «la raiz de la grasa», es decir, la raiz dei olivo noble que suministra aceite; cf. TestLev 8, 8; Jue 9, 9 LXX. J tiJ tç á a x to pipraskõ vender* En el NT el verbo lleva acusativo de cosa en Mt 13, 46; Hech 2, 45, refiriéndose en am­ bos casos a la venta de todos los bienes; en el mismo contexto se hallan los pasivos Hech 4, 34; 5, 4. Con genitivo de precio en Mc 14, 5; «por más de trescientos denarios»; Mt 26, 9: KoWov-, Jn 12, 5: «por trescientos denarios». Mt 18, 25 menciona (en la parábola) personas que son vendidas (como esclavos}\ se dice también metafóricamente, en Rom 7, 14: «vendido al pecado (como amo de esclavos)». ThWNT VI, 160s. nín;TO) piptõ caer, caerse, precipitarse; llegar a caer (moralmente), hacerse perecedero* 1. Aparición en el NT y significado fundamental 2. caer, caer en, caer de, caer sobre - 3. precipitarse,

derrumbarse, venirse abajo - 4. Postrarse, caer de ro-

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dillas (y adorar) - 5. Perder la vida, ser muerto, morir, perecer - 6. Llegar a eaer (moralmente), eaducar, hacerse perecedero. B ibl.: W. Bauder, en DTNTI, 205-207; W. Michaelis, jtútTO), en ThWNT VI, 161-167; Spicq, N o tes II, 692-694.

1. En el NT jtbtxco aparece 90 veces, con la máxima frecuencia en el Apocalipsis (23 ve­ ces). En los Evangelios el verbo se halla atestiguado 47 veces (19 veces en Mateo, 8 en Marcos, 17 en Lucas y 3 en Juan). Los restan­ tes testimonios se encuentran en Hechos (9), Romanos (3), 1 Corintios (4) y Hebreos (3). El NT ofrece además los verbos compuestos Èxjtíjtxco, xaxajtLJtxm, JtaQajtíjrxoo y JteQtjtíxx®. - En la LXX, donde aparece más de 400 veces, jxbtxco es casi exclusivamente el equivalente dei verbo hebreo nfl, «eaer». Su significado fundamental es también eaer, venirse abajo, derrumbarse. 2. En la mayoría de los lugares se trata de un eaer no intencionado. Las estrellas caen dei delo: Mc 13, 25 par. Mt 24, 29; Ap 6, 13; 8, 10 (bis); 9, 1. Satanás caía «dei delo como un rayo» (Lc 10, 18). Migajas de pan caen de la mesa de los ricos (Mt 15, 27; Lc 16, 21). Los granos de semilla caen en la tierra: Mc 4, 4-8 par. Mt 13, 4-8 / Lc 8, 5.7.8.14; Jn 12, 24. Los animales y los hombres caen\ Mt 10, 29 (gorriones); Lc 14, 5 (el buey y el hombre). Mt 15, 14: «Si un ciego guia a otro d ego, ambos caerán en un hoyo». Un lunático se precipita con frecuencia en el fuego y con frecuencia en el agua» (17, 15). Un espíritu maligno «cayó en tierra» (Mc 9, 20). Unas personas claman a las montanas y a las rocas diciendo: «\Caed sobre nosotros!» (Lc 23, 30; Ap 6, 16). Por dos veces se usa itúxxü) en el sentido de recaer. Hech 1, 26 («la suerte cayó sobre Matías») y Ap 7, 16 («ni el sol caerá ya sobre ellos»). En Hech 13, 11 jtÍJixoo adquiere el sentido de envolver. «Al instante una niebla y una oscurídad cayeron sobre él». 3. En relación con edificaciones, míjtxm aparece en los siguientes pasajes con el signi­

940 ficado de derrumbarse, venirse abajo: Mt 7, 25.27; Lc 11, 17 (casas); 13, 4 (una torre); Heb 11, 30 (murallas); Hech 15, 16; Ap 11, 13; 14, 8 (bis); 16, 19; 18, 2 (bis) (partes de una ciudad y ciudades enteras, por ejemplo. Babilônia). - Unas personas se desploman por la impresión: Jn 18, 6 (las personas que habían venido a prender a Jesus); Hech 9, 4; 22, 7 (Pablo ante Damasco); Ap 1, 17 (el vidente al tener una aparición). 4. El significado de postrarse, eaer de rodillas (intencionadamente) aparece en los si­ guientes pasajes: doce veces el verbo se halla en conexión con «adorar» (->• jiQoaxuvéco). En seis ejemplos Dios es adorado: 1 Cor 14, 25; Ap 4, 10; 5, 14; 7, 11; 11, 16; 19, 4, y en dos ejemplos son adorados ángeles: Ap 19, 10 y 22, 8. Los magos se postraron ante el nino y le adoraron (Mt 2, 11). El diablo dijo a Jesús: «si te postras y me adoras» (4, 9). En la pará­ bola dei siervo despiadado, se trata de una proskynesis dei esclavo ante su amo (18, 26). Según Hech 10, 25, Comelio se postra a los pies de Pedro. Una acción de postrarse sin adoración la encontramos en Ap 5, 8 y en los siguientes contextos: Mt 18, 29 (parábola dei siervo des­ piadado); Mc 5, 22 par. Lc 8, 41 (resurrección de la hija de Jairo). En Lc 5, 12 (cmación de un leproso) la postración va seguida por una petición, y en Lc 17, 16 (el samaritano agra­ decido) por una acción de gracias. Maria de Betania se postra ante Jesús para saludarle. Los discípulos cayeron sobre sus rostros con motivo de la Trasfiguración de Jesús y sintieron mucho miedo (Mt 17, 6). Jesús, antes de su prendimiento, se postró en tierra para orar (Mc 14, 35 par. Mt 26, 39). 5. Once veces el verbo JtCjtxm aparece en relación con la muerte: Lc 20, 18 par. Mt 21, 44 (en sentido figurado: la muerte por eaer sobre la piedra o por la caída de la piedra); Lc 21,14 (eaer al filo de la espada); Hech 5,5.10 (eaer muerto)', 20, 9 (la muerte por la caída desde el tercer piso); 1 Cor 10, 8 («y en un día cayeron veintitrés mil»); Heb 3, 17 (perecer

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nuiTCD - racrciç

en el desierto); Ap 17, 10 («cinco han caídoy>). Con excepción de Hech 20, 9, la muerte se produce como consecuencia de una culpa.

quizás la variante con el nombre de ôta. GNTCom sub loco.

6. La culpabilidad la expresa también jtíjtxoo en los siguientes pasajes: Heb 4, 11 («para que nadie caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia»). Al pueblo de Is­ rael se refieren Rom 11,11 («^Acaso tropezaron para caerl»), en el mismo contexto en 11, 22 («la severidad para con los que cayeron») y en 1 Cor 10, 12 («Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga»). Y de la oposición entre estar en pie y caer se habla también en Rom 14, 4: «para su propio amo está en pie o cae». La Carta de Santiago exhorta a decir la verdad; «para que no caigáis bajo juicio» (5,12). El Apocalipsis en una misiva dirigida a Efeso recuerda a la comunidad su caída y la exhorta al arrepentimiento: «jRecuerda, por tanto, de donde has caído y arrepiéntete y haz Ias obras que hiciste al principio!» (2, 5). En Lc 16, 17 se dice que de la ley no cadu­ cará ni un ápice (-+ 'nepaía)». Por consiguiente, la Torá seguirá en vigor en todas sus partes. Según 1 Cor 13, 8 el amor tampoco caducará, es decir, no cesará jamás.

JtlOTevCD pisteuo creer

E. Palzkill ülfHÒiot., Ciç Pisidia Pisidia* Nombre de una región montanosa situada al oeste de la cordillera dei Tauro, y que fiie vi­ sitada por Pablo y Bernabé (Hech 14, 24). Hech 13, 14 Textus Receptus lee: 'Avrioxeiot tfiç Iliaiô íaç, «Antioquía de Pisidia». Haag, Diccionario, 1534; Pauly, Lexikon IV, 868870. I l i a í ô i o ç , 3 Pisidios de Pisidia, pisidio* El texto más antiguo de Hech 13, 14 (p'^^'^'^ Sin A B al) no lee el nombre Ilioiôía, sino el adjetivo IIioíôioç: "AvTtóxeia n io iô ía , «la Antioquía pisidia». Sin embargo, el adje­ tivo II loÍôioç no se halla atestiguado en ninguna otra parte. Por tanto, habrá que preferir

ntat-

- > rtíO TlÇ

JtiatiHÒç, 3 pistikos fiel, genuino(?)* El adjetivo aparece en Mc 14, 3 y Jn 12, 3 en la expresión píigou vágôon Jtiotixfjç. El vaso de alabastro para la unción de Jesús contenía ungüento de nardo (púgov vágôou). El adjetivo n:iOTi}tóç se refiere al costoso un­ güento de nardo y significa probablemente en este contexto; auténtico/no falsificado (Spicq, 696; «un parfum de nard vrai» o «un nard très pur»). Pero es posible que juoxixóç se derive de un sustantivo (Teofilacto; PG 123, 645 B; cf. Jn 12, 3 Vg; pisticus); Bauer, Wõrterbuch, s.v. 3. Spicq, Notes II, 695s. T tía tiç , EOíç, 1^ pistis fe, confianza, fidelidad* Jtioxeúm pisteuõ creer* 1. Aparición en el NT y trasfondo lingüístico - 2. Uso general - 3. Uso específicamente cristiano - 4. Je­ sús - 5. La fe y los milagros - 6. Pablo - 7. Evangelio de Juan y Carta primera de Juan - 8. Hebreos - 9. San­ tiago - 10. Las Pastorales. B ih l.: ->■ àjtioxéü), ^ ôLiyoJtiaTÍa, además; M. Barth, The F aith o f th e M essiah: Heythrop Journal 10 (1969) 363-370; G. Barth, P istis in hellen istisch er Religiositãt: ZNW 73 (1982) 110-126; H. Binder. D er G laube b e i P aulus, Berlin 1968; G. Bomkamm, Jesús de N azaret, Salamanca ^1996, 135-144; Id., P ablo de Tarso, Salamanca *1997, 194-199; J. E. Botha, The M eanings o/pisteuõ in the G reek NT-. Neotestamentica 21 (1987) 225-240; E. Brandenburger, P istis un d Soteria. X um V erstehenshorizont von «G laube» im Urchristen tu m : ZThK 85 (1988) 165-198; H. Braun, G laube, en RGG II, 1590-1597; R. Bultmann, Jesus, Tübingen *1951, 135-160; R. Bultmann, Teologia, 372-390 y 487-511; H. Conzelmann, Was glaubte die fr ü h e C hristenheit?, enid., T heologie a is Schriftauslegung, München 1974, 106-116; C. E. Cranfield, MéT Q O V m ía x E c o ç in R o m ans 12, 3: NTS 8 (1961-1962) 345-351; A. Delacharlerie, F o i e t m ira c les dans les é va n g iles sy n o p tiq u e s, tesis Louvain 1960; A. von Dobbeler, G laube a is Teilhabe. H isto risc h e u n d sem antische G rundlagen d e r p ln T heologie un d E kklesiologie des G laubens (WUNT11/22), Tübingen 1987;

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moTiç

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para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1233-1236.

1. En el NT el sustantivo y el verbo aparecen, cada uno, 243 veces; los términos faltan en Ias Ctirtas segunda y tercera de Juan. Co­ mo, por un lado, el Evangelio de Juan emplea únicamente el verbo, y Colosenses, Filemón, 2 Pedro y Apocalipsis emplean únicamente el sustantivo, y como, por otro lado, es frecuente que el mismo enunciado pueda expresarse por medio dei verbo o por medio dei sustanti­ vo, convendrá estudiar ambos conjuntamente. No sólo la ftecuencia, sino también principal­ mente la índole dei uso de los términos demuestran que se trata de un concepto teológi­ co central, que describe la recta relación con Dios y, finalmente, la esencia de la reügión cristiana en general. Ahora bien, tal significación no la tienen jtioTEÚEiv / jtíoTiç ni en el mundo helenístico o judio

ni tampoco en el AT. Dificilmente se podrá afir­ mar que itiOTEijeLv / itíoriç haya sido en el helenismo un «eslogan de Ias religiones para hacer propaganda». Pero, por otro lado, tampoco es cierto que el uso religioso de niax- haya resulta­ do extrano para el griego contemporâneo (además de los testimonios aducidos en Bauer, WóVterbuch, j.v., cf. Platón, Tim 40d.e; Plutarco, Superst 2.4; Pyth 17.25; GenSocr 24; Consolatio ad uxorem, 11; De sera numinis vindicta, 3; Luciano, Alex 30.38; JupTrag 40; Philopseudes, 10.38; Satumalia, 5; De Sacrificlis, 15). La LXX (con excepción de Jer 25, 8) emplea de ordinário términos del tema nicrt- para traducir únicamente el tema hebreo 'mn, sobre todo en Ias conjugaciones hifil y nifal. Sin embargo, ’m n no tiene el mismo papel central que JUOXeÚEtv / jtíoTLÇ en el NT, sino que designa la relación del hombre con Dios, pero lo hace sólo juntamente

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JtlOTlÇ

con otros términos como bth, (fsh, qwh, yhl, Ifkh. Si a ’mn (hifil) le corresponde por ello un papel más central que el que tenía en los oráculos de salvación de la guerra santa (Wildberger), es cosa discutible (Jepsen). Pero, en todo caso, ’mn con sus significados de «adquirir firmeza», «fiarse absolutamente de alguien», «dar crédito a un mensaje», influyó intensamente en la comprensión de Jtiax- en el judaísmo y en el NT. Tan sólo en algunos escritos judios resaltará más intensamente el tema moT- para designar la relación con Dios, como sucede principalmente en Eclo 2, 6.8.10; 4, 16; 11, 21; Sab 16, 26; 4 Mac 7, 19.21; 15, 24; 16, 22; Filón, Abr 262ss; 268ss; Her 90ss; VitMos I, 83.90; All II, 89, pero el significado de este tema se asocia entonces con la conversión al judaísmo (Sab 12, 2; Jdt 14, 10; Filón, Abr 69s) y con el vópoç (Eclo 32, 24; 33, 3; 4 Esd 7, 24; ApBar [sir] 54, 5). Sin embargo, de qué modo m orebeiv / jtíaTLÇ se convirtieron en el concepto teológico central dei NT para designar la recta relación con Dios y la religión cristiana en general, es algo que no se puede explicar con total claridad desde ese trasfondo judio por sí solo. Aqui hay que contar con que se produjo independientemente un ulterior desarrollo cristiano.

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labras o al mensaje de alguien»; Lc 1, 20; Jn 2, 22; 4, 50; 5, 47b; 12, 38; Rom 10, 16 (cita de Is 53, 1); «.creer a la Escritura»; Jn 2, 22; 5, 47a; Hech 24, 14; Jn 10, 38b, to iç EQyoiç (en su testimonio); 2 Tes 2, 11.12, creer la menti­ ra o la verdad. - Con oración de oti; «creer que...» (cf. Ex 4, 5; Is 43, 10; 4 Mac 7, 19) Lc 1, 45; Jn 4, 21; Hech 27, 25; Heb 11, 6 Sant 2,19. - Con acusativo de cosa: Jn 11,26 juoreóeiç t o õ x o ;, «^lo c r e e í ? » ; Hech 13, 41 (cita de Hab 1, 5); 1 Cor 13, 7; 1 Jn 4,16; con infinitivo; JuaT8Úo[tev oor&fívaL, Hech 15, 11; en voz pasiva; èjuoTeúOT] t ò p,aQTÚQiov q[j,ã)v, «nuestro testimonio encontro fe en vosotros», 2 Tes 1 ,10b. - Con frases preposicionales: Lc 24, 25; juoxeóeiv èttl jtã0iv olç èXá)tT)0av..., «creer todo lo que eUos han hablado»; Mc 1, 15; èv xrô EuaYYe^to) (cf. Sal 105, 12 LXX), «... en el EvangeUo». - El ver­ bo se usa en sentido absoluto, y los detalles se deducen dei contexto: Mc 13, 21 par. Mt 24, 23; Mt 24, 26, «jno (les) creáis\»\ Lc 22, 67; Jn 3, 12; 10, 25s; 12, 39; 19, 35; 20, 8.25.29; Sant 2, 19b; Jds 5; el contexto explica también lo que se dice en Rom 14, 2; jtioxEÚei cpaYEtv itávxa, «... cree que puede comer de todo».

2) Dios como objeto de la fe: Rom 4, 3; Gál 3, 6; Sant 2, 23: xtí) O^eõ), «Abrahán creyó 1) «Dar crédito a un mensaje y/o a quien a Dios» (cita de Gén 15, 6); Rom 4, 17: Jtaxétrae el mensaje; el uso puramente profano (cf. vavxi ot) èjiíoxEuoEV ■&eoõ (= Jtaxévavxi Gén 45, 26; 3 Re 10, 7; Job 4, 19; Prov 14, ■fl-eofi (b èiTÍoxEUoev, cf. Bla6-Debrunner § 15; Jer 12, 6 y passim) es raro: Jn 9, 18; Hech 294, 5); Jn 5, 24; Hech 27, 25; 1 Jn 5 , 10b; cf., 9, 26; 1 Cor 11, 18; x a l [iéq o ç t i ju o t e -vkü, «y como contraste, Hech 16, 34; Tit 3, 8: «llegar en parte lo creo». Destaca por completo en a creer en Dios». primer plano la referencia religiosa. Según sea el contexto, JtioxéiJCú puede adquirir más 3) «Confiar algo a alguien», xiví xi (cf. Jeel significado de considerar verdadero, obe­ nofonte, Mem IV, 4, 17; 1 Mac 8, 16; 4 Mac 4,7 ; Josefo, Bell IV, 492); Lc 16,11; «^Quién decer o confiar. Con dativo de persona (cf. Ex 4, 1.8s; 19, os confiará lo verdadero (el bien verdade­ 9): Mc 16, 13: «tampoco a ellos les creyero)?»; Jn 2, 24, confiarse a alguien. En voz ron»-, 16, 14; Mc 11, 31 par. Ml 21, 25 / Lc pasiva, rttoXEÓoixaí xt, «recibir algo como 20, 5, «ipor qué entonces no le creísteis (= cosa confiada / ser confiado algo a una perso­ obedecisteis) a él (a saber, a Juan)?»; de igual na» (cf. Josefo, Bell V, 567; Vita 137): Rom manera Mt 21, 32; además Jn 5, 46; 8, 45s; 3, 2: «a ellos lesfueron confiadas Ias palabras 10, 38a; Hech 8, 12; 26, 27; 1 Jn 4, 1. - Con de Dios»; el Evangelio: Gál 2, 7; 1 Tes 2, 4; 1 dativo de cosa (cf. Sal 105, 24 LXX; 118, 66 Tim 1, 11; Tit 1, 3; olttovopíav itEttíoxEULXX; Tob 14,4): «Dar fe (o crédito) a Ias pa|xai, 1 Cor 9, 17. 2. a)

niOTTEVOi,

creer.

947

jaoTiç

948

por de pronto el hecho de que tan sólo en el NT la «fe» llega a ser la designación central y sintetizadora de la relación dei individuo con Dios, y de que especialmente la fe se encuentra ahora en relación indisoluble con Jesus co­ mo el Senor -crucificado y exaltado- de la comunidad. a) La vinculación de la fe con Jesus se expresa casi siempre en palabras que hablan de «creer en él»; JU0T8t)Co elç Ttiooüv, Jn 12, 11; eiç X qioxòv Tr^oonv, Gál 2, 16; Eiç tòv uLòv (xon Ueon), Jn 3, 36; 1 Jn 5, 10; eiç xòv nlòv xon a,v'&Qtbn;on, Jn 9, 35; eiç an tó v o õv, Jn 2, 11; 3, 16.18; 4, 39; 6, 29.40; 7, 5.31.39.48; 8, 30; 9, 36; 10, 42; 11, 45.48; 12, 37.42; Hech 10, 43; 14, 23; Rora 10, 14; Flp 1, 29; 1 Pe 1, 8; eIç èjié, Mt 18, 6; Mc 9, 42 V .I.; Jn 6, 35; 7, 38; 11, 25s; 12, 44.46; 14, I . 12; 16, 9; 17, 20; 8iç tò õvo|j,a..., Jn 1, 12; 2, 23; 3, 18; 1 Jn 5, 13; eiç xòv eq)(;Ó[X8vov, Hech 19,4. - tciatenco èv aíitm , Jn 3, 15 (v.l. EÍ.Ç anxóv); Ef 1, 15; por el contrario, es discutible si en Gál 3, 26 èv Xpiotrô Tr|aotj debe referirse a ô ià xfjç xíoxEcoç. - moxEtnx) èjtt..., Mc 27, 42; Hech 9, 42; 11, 17; 16, 31; 22, 19; 1 Tim 1, 16; en Rom 9, 33; 10, 11; 1 Pe 2, 6 como cita de Is 28, 16. - moteúco tm XUQÍO), Hech 5, 14; 18, 8; xõ) ôvópaxi..., 1 Jn 3, 23. Guando hay uso absoluto, puede deducirse también por el contexto que Cristo es el objeto de la acción de maxEÚEiv: Mc 15, 32; Jn 1, 7; 4, 41s.53; 5, 44; 6, 36.47.64; 9, 38; II, 15.40; 14, 29; 16, 31; 20, 31b; Hech 13, 39; 18, 8b; 21, 25; Rom 3, 22; 10, 4.10; 1 Cor 1, 21; Gál 3, 22; Ef 1, 19; 1 Tim 3, 16 (en voz pasiva). - Ttíoxiç eiç..., Hech 20, 21; 24, 24; 26, 18; Col 2, 5. - ítíatiç JtQÓç..., Fim 5. La 3. Aunque no podemos suponer como pun- construcción de genitivo Jtíoxtç X qloxoü en to de partida la existência de un concepto uni­ Rom 3, 22.26; Gál 2, 20; Flp 3, 9 debe entenforme de la fe, que hubiera estado al comienderse también como genitivo objetivo {«fe en zo de la evolución neotestamentaria y que Cristo»), como lo demuestra claramente Gál luego se hubiese desarrollado de diversas ma2, 16; cf. además Hech 3, 16; Ef 3, 12; Sant 2, neras, sin embargo en la amplia mayoría de 1; Ap 2, 13; 14, 12; cf. el genitivo objetivo los niveles y de los escritos dei NT puede obque aparece análogamente en Mc 11, 22, «fe en Dios»; Flp 1, 27, «fe en el Evangelio», así servarse la existência de una manera de hablar que se distingue claramente de la dei mundo como en Col 2, 12 y 2 Tes 2, 13. dei AT y dei judaísmo y que en este pimto pre­ b) Lo que significa la fe en Cristo, lo excisamente muestra cierta continuidad y coin­ presan oraciones de ôti, en Ias que se han po­ cidência. Entre estas características se cuenta dido recoger fórmulas ya acunadas. Esa fe

b) n ía tiç. 1) «Lo que suscita confianza, fe»: a) Fidelidad, fiabilidad (cf. Jenofonte, An I, 6, 3; 1 Re 26, 23; Jer 5, 1.3; Eclo 1, 27; 1 Mac 10, 27): junto a xqÍ0 iç y êlteoç en Mt 23, 23; fidelidad (a la voluntad de Dios revelada en la Escritura); Rom 3, 3: ttjv JtíoTiv xoü lleon xataQYÉü), «anular lafidelidad de Dios (al pacto)» (cf. Sal 32, 4 LXX; Os 2, 22); Tit 2, 10: jiã a a v J t í a t i v èvôsíxvnaD ai à Y a '6 't í v , «mostrar toda buena/idelidad». Junto a otras virtudes, en Gál 5, 22; 2 Tim 4, 7; «he mantenido lafidelidad» (x T |p é to j t í o x i v , Josefo, Bell n , 121). b) solemne promesa, juramento (cf. Jenofonte, Cyrop VII, 1, 44; Platón, Leg III, 701c; 3 Mac 3, 10; Josefo, Ant XII, 382): xt|v jtQ c ó x q v j i í o x i v iq f lé x T jo a v , 1 Tim 5, 12, «quebrantaron la primera (= anterior) prome­ sa». c) prueba (cf. Platón, Phaed 70b; Epicteto, Diss I, 28, 3; Josefo, Ant XV, 69): Hech 17, 31: jtíoxLV jtapaoxcbv Jtãoiv àvaoTTja a ç an tò v èx vexQÕiv (Dios destinó a Jesus como Juez dei universo) «dando a todos una prueba (de su elección) al resucitarlo de entre los muertos». 2) «Confianza que uno pone en práctica, fe». a) Con indicación de Dios como objeto de la fe: Mc 11, 22: jtíoxiç •&eoü (genitivo ob­ jetivo, cf. Plutarco, Superst 2: àjttaTÍa xon ■deíou), «fe en Dios / confianza en Dios»; Heb 6, 1: JiíoTiç èm •&8Óv; 1 Tes 1, 8: JtQÒç tòv Oeóv; 1 Pe 1, 21: eíç -&8ÓV. b) Aun sin men­ cionar a Dios, el contexto puede mostrar que Dios es el objeto de la Jtíoxiç: Mt 17, 20 par. Lc 17, 5s; Mt 21, 21; Col 2, 12: Fe en el po­ der de Dios; Heb 11, 3-33.39; Sant 1, 6; 5, 15.

949

JUOTIÇ

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8, 12; Hech 4, 4; 8, 13; 11, 21; 13, 12.48; 14, 1; 15, 7; 17, 12.34; 18, 8; 19, 2; Rom 13, 11; 1 Cor 3, 5; 15, 2.11; Gál 2, 16; Ef 1, 13. Ve­ mos que lo mismo sucede con el perfecto en Hech 14,23; 15,5. Los cristianos son los reiaTEÚovxeç: Mc 9, 42 v.L; Hech 2, 44; 1 Cor 14, 22; 1 Tes 1, 7; 2, 10.13; 1 Pe 2, 7, o los juoT eóoavxeç en Mc 16, 17; Hech 4, 32; 2 Tes 1, 10, o los JTEmoxEnuóxEÇ en Hech 18, 27; 19, 18 (cf. 21, 40) o también los o ÍxeI oi xfjç jttaxEroç en Gál 6, 10. d) Además de esto, Jtíaxiç puede designar también el hecho de ser creyente, la condición de tener lafe: Lc 22, 32, «... que tu /e no se extinga»; 1 Cor 2, 5, «para que vuestra/e no se base en sabiduría humana»; así sucede principalmente cuando se habla de estar en la fe o de permanecer en la fe, Hech 14, 22; 1 Cor 16,13; 2 Cor 1, 24b; 13, 5; Col 1, 23; pero también en Hech 14, 27: fiÚQa jtíoxewç, «puerta a la-/e (= al estar en lafe)»-, además Hech 15, 9; 1 Cor 15, 14.17; 2 Cor 4, 13; Ef 2, 8; Col 2, 7; 1 Tes 3, 2.5ss; 2 Tes 1, 4; 3, 2; 1 Tim 3, 13; Sant 2, 5; 1 Pe 1, 5.7.9; 5, 9; Ap 13,10, o cuando se habla de la coraza de la/e, 1 Tes 5, 8, o dei escudo de la/e, Ef 6, 16. El infinitivo èv xrâ moxEÚEiv (Rom 15, 13) pue­ de tener también el mismo sentido. Con frecuencia se piensa no tanto en la existência de la fe, sino más bien en la vitalidad o intensidad de la misma. Así sucede cuando se habla dei crecimiento de la fe (2 Cor 10, 15; 2 Tes 1,3), dei fortalecimiento en la fe (Hech 16, 5), dei abundar (-+ JtEQtooeúco) en la fe (2 Cor 8, 7), de la obra de la fe (1 Tes 1, 3; 2 Tes 1, 11); cf. también 2 Pe 1, 5; Ap 2, 19, y cuando se dice que hay personas jtXfiQqç JxíoxECoç xa i JtvEÚpaxoç, Hech 6, 5; 11, 24. Aqui habrá que incluir también los pasajes de Rom 1,12; 14, 22; Ef 4, 13; Rom 12, 3 -> [iéxQov JiíoxEcnç; es discutible si hay que incluir también Fim 6 (->■ xotvtúvía xfjç jtíoXECOç; pero, desde luego, hay que incluir los pasajes en los que aparecen asociados la fe y el amor: Ef 3, 17; 6, 23; Col 1, 4; 2 Tes 1, 3; c) Sobre todo en aoristo, irioxEiJCO se con- 1 Tim 1, 14; 2, 15; 4, 12, y en los que se ha­ vierte en el término técnico para designar el bla de la tríada/c, amor y esperanza, 1 Cor hecho de llegar a lafe = hacerse cristiano: Lc 13, 13; 1 Tes 1, 3; 5, 8 (sobre la tríada, cf. H.

significa que Dios le resucitó de entre los muertos, Rom 10, 9; que Jesus murió y resu­ citó, 1 Tes 4, 14; cf. Rom 6, 8; que Jesús fue enviado por Dios, Jn 11, 42; 16, 27.30; 17, 8.21; que Jesús es el Santo de Dios, Jn 6, 69, el Cristo, el Hijo de Dios, Jn 11, 27; 20, 31; 1 Jn 5, 1.5 (cf. también la constracción de infi­ nitivo en Hech 8, 37 v.L). Por eso, la fe en Je­ sús no es la fe en una deidad distinta, sino la fe en que sólo Dios es quien ha actuado salvíficamente en Jesús y se ha revelado en él. Por eso, la fe en Jesús, Jn 12, 44; 14, l.lOs; 1 Tes 1, 8 es al mismo tiempo fe en Dios o conversión a Dios, Hech 20, 21, porque es fe en el Dios que resucitó a Jesús de entre los muer­ tos, Rom 4, 24; Col 2, 12, y por tanto fe en la revelación salvífica de Dios en Cristo, fe en la Luz, Jn 12, 36. La fe es, por tanto, la aceptación dei mensaje salvífico de la acción de Dios en Cristo; en Mc 1, 15 y Flp 1, 27 esa fe se asocia con el Evangelio (cf. también Mc 16, 15s; Rom 1, 16; 1 Cor 15, Is; Ef 1, 13) y forma parte precisamente de la proclamación misionera hecha a judios y gentiles, Hech 10, 43; 13, 39; 16, 31; 20, 21; 24, 24; cf. Rom 1, 5; Jn 17, 20s; Lc 8, 12s; Hech 14, 27. No se trata, ni mucho menos, de la mera aceptación de la verdad de unos hechos, sino que el m oTEÚEiv ÕTi... (Rom 10, 9) está inseparablemente unido a la confesión x Ú q i o ç Tqaoüç, con la cual el creyente se somete a Jesús co­ mo a su Senor. Esta fe abarca una manera de entenderse a sí mismo y de comportarse que determina toda la existência, dei mismo modo que la fe está asociada (Mc 1, 15; Hech 11, 21; 20, 21) con la conversión y se entiende como un acto de obediência (Rom 10, 16; ■ÓJtaxof] JTÍOTEtoç: Rom 1, 5; 16, 26 [genitivo explicativo]), según se ve especialmente por la comparación de Rom 1, 8 y 1 Tes 1, 8 con Rom 15, 18 y 16, 19, y de 2 Cor 10, 5 con 10, 15, y por la oposición a -> aotEifiéto (1) en Jn 3, 36; Hech 14, 2; Rom 11, 30s; 1 Pe 2, 8; 3, 1;4, 17.

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3 U 0 T IÇ

Conzelmann, An die Korinther I [HNT], a propósito de 13, 13). Lc 18, 8 habrá de entenderse probablemente en este misrao sentido: «Cuando el Hijo dei hombre venga, i,hallará fe (viva) en la tierra?» e) En algunos pasajes jtíoTiç puede desig­ nar ya la fides q m e creditar, el contenido de la fe, la religión cristiana (en Plutarco, Pytb 18; Amat 13, iríoTiç designa ya la religión recibida de los antepasados: r| náxQioç x a l TcaXaià Jiícruç). Se encuentran ya inicios en Pablo (Gál 1, 23): «El predica abora la /e (= la religión) que en otro tiempo perseguia». Además, en Hecb 6, 7 se babla de bacerse obe­ diente al mensaje de la fe o de aceptar obe­ dientemente la/e; Ef 4, 5, «una fe, un bautismo...»; además, 1 Tim 1, 19; 2, 7; 3, 9; 4, 1.6; 6, 21; Tit 1,1; 2 Pe 1, 1; Jds 3, 20.

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y Marcos, al narrar la respuesta dei padre su­ plicante: «]Creo, pero ayuda a mi incredulidad!» (9, 24), nos bace ver que aquel padre lo babia comprendido acertadamente: Tal fe no la «posee» uno; es un movimiento constante de la incredulidad bacia la fe, y con ello el único comportamiento adecuado ante la ofer­ ta hecha por la bondad de Dios.

5. En una serie de historias de milagros Je­ sús babla de la fe: Mc 2, 5 par. Mt 9, 2 / Lc 5, 20; Mc 5, 36 par. Lc 8, 50; Mt 8, 10 par. Lc 7, 9; Mt 9, 29; 15, 28; la expresión ■q Jiíoxiç oou oéacoxév oe aparece en Mt 5, 34 par. Mt 9,22 / Lc 8, 48; Mc 10, 52 par. Lc 18, 42; Lc 17, 9 (cf. también 7, 50); cf. además Mc 4, 40 par. Lc 8, 25. Como la forma y el lenguaje de Ias historias de milagros están plasmados por la comumdad narradora, no es posible verificar 4. La significación central de moTeÚEiv / sencillamente que tales enunciados sean palaTtíoTiç en la comunidad post-pascual nos invibras dei Jesús terreno. ta a preguntamos basta qué punto puede baPero, por otra parte, muestran tan excepcio­ llarse una «base» para todo ello en la predicanal comprensión de Ias relaeiones entre la fe y el milagro, que no pueden entenderse tampoción de Jesús. Es verdad que Jesús no exigió que se creyera en su propia persona (juaco sin la influencia de la predicación de Jesús. Porque, mientras que en el mundo circundan­ teóeiv eiç èp,é en Mt 18, 6 y Mc 9, 42 v.l. es te (Luciano, Philopseudes 9.13; pero cf. tam­ redaccional); pero él, evidentemente, exbortó y alentó a una fe que, en su radicalismo, sobién Ex 4, 8s; 14, 31; Sal 78, 22; más testimonios en O. Weinreich, Antike Heilungsbrepasaba con mucbo lo que la teologia con­ temporânea sabia decir acerca de la fe. La fra­ wunder, GieBen 1909, 87 y 119) y en una ex­ se de que todo es posible para el que cree, en tensa corriente de la tradición cristiana sobre Mc 9, 23, y la sentencia, trasmitida de diver­ los milagros (Jn 2, 11.23; 4, 53; 11, 15.42.45; 20, 31; Hecb 5, 12ss; 9, 42; 13, 12; 19, 17s; sas maneras, acerca de «la fe como un grano HechPe 2, 4.12s.23.28.32; HechJn 22.30.42. de mostaza» o de la fe «que mueve monta56s; HechTom 6ss.53) el milagro precede a la nas», Mt 17, 20 par. Lc 17, 6; Mt 21, 21 par. fe y ésta es la consecuencia dei milagro, ve­ Mc 11, 23; cf. 1 Cor 13, 2 (sobre la bistoria de Ias tradiciones cf. G. Bartb: ZTbK 72 [1975] mos que la tradición sinóptica muestra preci­ samente la relación contraria: la fe suplicante 271-282; Zmijewski, 81-101; Mt 17, 20 podria contener en el núcleo la versión más anprecede a la curación milagrosa y recibe el milagro. Por eso. Ias exigências de senales tigua) bacen que el creyente participe de la omnipotencia de Dios. El contraste entre una (Mt 12, 38ss par.; Mc 8, l l s par.) y los mila­ gros espectaculares (Mt 4, 5ss par.; Mc 15, 32 fe tan pequena como un grano de mostaza, y par.) son rechazados estrictamente, y Jesús no un efecto que sólo es posible para el poder obra ningún milagro allá donde tropieza con creador de Dios, bace ver claramente que seincredulidad (Mt 13, 58 par.). Esta compren­ mejante fe no es realización dei hombre, sino sión de la fe y dei milagro, tan opuesta a la confianza en la ilimitada bondad de Dios. Por manera de pensar dei mundo circundante y a eso, esta fe es definida expresamente en Mc 11, 24 par. Mt 21, 22 como la fe de la oración. la extensa corriente de la tradición cristiana

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moTiç

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5, 1; 9, 30; 10, 6; 14, 23; Gál 3, 7ss.22.24; 5, posterior acerca de los milagros, se explica 5) o ô ià Jtíaxeaiç (Rom 3,25.31; Gál 2,16; 3, facilísimamente si tiene su razón de ser en la 14.26; Flp 3, 9; èx j i Lotecoç y ôiò JtíaxECOÇ actividad misma de Jesus. son expresiones sinônimas en Rom 3, 20; peUna corriente relativamente reducida de la ro en Rom 5, 22 aparece en lugar de ellas el tradición cristiana primitiva trasmitió esta dativo xfj níoxei). Por este motivo, Pablo pue­ comprensión de la fe; Mateo la acentuo espe­ de hablar de la õixaioaúvT] jtíoTECoç (Rom 4, cialmente por medio de expresiones como d)ç èrríorenoaç yevtt&iítcí) ooi, en 8, 13, o x a t à 13), la eual, como ôixaioaúvT] O^eoõ (10, 3) o TT)v 31ÍOTIV npcóv YEvriüfiTa) opív, en 9, 29 èx ^EOÜ ôixaiooúvT) (Flp 3, 9) se halla en (cf. también 15, 28); cf. además Hech 3, 16; oposición estricta a la ôixaioaúvq èx vóp,ou 14,9. Por el contrario, la corriente más exten­ (3, 9) o a la L8ía ôixaiooúvti (Rom 10, 3). Así como la justicia solamente puede reci­ sa de la tradición cristiana primitiva acerca de birse èx Jtíoxemç, así también su revelación los milagros vio en el milagro un medio de en el evangelio se orienta e Íç jilo tiv , Rom 1, propaganda que debía suscitar o fortalecer la fe; carismáticos y taumaturgos itinerantes (cf. 17; es decir, este camino de salvación por la Mc 6,7; 1 Cor 12, 9) debieron de ser sobre to­ fe, abierto por Cristo, es la voluntad genuina do los portadores de esta comprensión. y original de Dios (Gál 3, 15ss). Pablo lo ve anunciado en el AT (en el contexto de Rom 1, 6. En Pablo moTeúeiv / juoxía ocupan to­ 17 y Gál 3, 11 el texto de Hab 2, 4 habrá que traducirlo probablemente: «Aquel que por fe talmente el centro de su pensamiento teológi­ co. Pablo recoge así el significado cristiano es justo vivirá») y lo ve prefigurado en la fe de Abrahán (Gén 15, 6): la promesa hecha a general de la aceptación dei mensaje sobre la acción salvífica de Dios en Cristo (Rom 10, Abrahán y la condición de hijos de Abrahán 9.14; 13, 11; 1 Cor 1,21; 2, 5; 15, 2.11; Gál 2, se conceden a los creyentes (Rom 4; Gál 3, 16 y passim). Por eso, la fe viene siempre de 6ss). En todo ello, la fe de Abrahán no se con­ la palabra (Rom 10, 14), es k ío t iç àxofjç, sidera -cual en el judaísmo- como una virtud (Filón, Her 90ss; cf. 1 Mac 2, 52) o incluso Rom 10, 17, y por este motivo se habla dei Qfjfxa Tfjç jcíoxecoç (Rom 10, 8) o de la òtxoT) como un mérito (MekEx 14,15), sino como el JtíoTEtoç (Gál 3, 2.5). hecho de aferrarse a la promesa de Dios, presAunque la fe tiene su base en la predicación cindiendo de sí mismo, de Ias propias posibiUdades y obras. Así como Abrahán, allá don­ acerca de la acción salvífica de Dios, Pablo de no cabia esperar ya nada, se mantuvo afepiensa a fondo -d e manera más radical- en Ias consecuencias de ese acontecimiento. Si rrado firmemente a la promesa de Dios, que Dios actuó de una vez para siempre en la cruz resucita a los muertos y que llama a la exis­ de Cristo obrando la salvación, entonces la tência a Ias cosas que no existen (Rom 4, 17ss), así también la fe cristiana es el manterespuesta dei hombre no podrá consistir sino en la aceptación obediente, en la confianza en nerse aferrado firmemente a la palabra de Aquel que resucitó a Cristo de entre los muer­ la X«QtÇ de Dios y en la acción de recibir ese don con una vida y en una vida vivida desde tos y que justifica en Cristo al impío (4, 5.24). Puesto que la fe vive de la palabra, se halla ese don. Por eso, la Jtíattç se halla íntima­ mente relacionada con la xdpiç (Rom 4, en oposición al contemplar (2 Cor 5, 7), al confíarse a lo visible (4, 18), a lo que puede 4s.l6) y, por esta misma razón, se opone antitéticamente a los Eçya vóp.ou (Rom 3, 28; 9, demostrarse como existente palpablemente, y 32; Gál 2, 16) y al vó(ioç entendido como por tanto no ha llegado nunca a la meta de la principio de la justificación por obras (Rom 3, consumación salvífica, sino que se encuentra 21s; Gál 3, 12; Flp 3, 9). siempre en camino (Flp 3, 9ss). Se ha pensado que de Gál 3, 23.25 podría El don salvífico de la ôixatooúvTi puede recibirse únicamente Ix jxíaxEOjç (Rom 1, 17; deducirse que la Jtíoxiç es «la realidad de un

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JUOTIÇ

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embargo, los enunciados dei Evangelio de Juan están caracterizados por cierta tensión. Se recoge evidentemente una tradición según la cual la acción de jaaxeÚEiv está ligada a los milagros de Jesus: los oripEÍa de Jesús conducen a la fe o debieran conducir a la fe (2, 11.23; 4, 53; 7, 31; 11, 15.42.45; 12, 37; 20, 31; según 10, 25.37s; 14, 11 los Epya de Jesús deben conseguir eso). Esta comprensión de la fe es sometida, por un lado, a una dura crítica y, por otro lado, se intenta interpretaria positivamente: Por un lado, la demanda de milagros que fundamenten la fe, se pone de manifiesto co­ mo la actitud dei mundo incrédulo (2, 18; 4, 48; 6, 26s.30), y a Tomás que duda, se le dice: «^Porque me has visto, has llegado a la fe l jDichosos los que, sin ver, llegan a l afel» (20, 29). Se acentúa repetidas veces que la fe está ligada a la palabra de Jesús o al testimonio acerca de Jesús (1, 7; 4, 39.41s.50; 5, 24. 47; 8, 30s; 17, 20; cf. 10, 3.16.27; 18, 37). Por otro lado, hay un ver con fe o un ver de la fe, para el cual los milagros de Jesús se convierten en signos dei don que Jesús real­ mente trae. Y, así, en 6, 40 se asocian entre sí el ver y el creer; en 12, 44s se usan en sentido totalmente paralelo; en 1, 14.50s; 14, 19; 16, 16 se habla sencillamente dei ver, allá donde se trata claramente de un proceso de creer. Con ello se expresa el hecho de que un conocer y saber forma parte de la estructura de la fe, y por eso se asocian también entre sí JCiOTEÚCü y Yivróowü) (6, 69; 8, 31s; 10, 38; 17, 8; 1 Jn 4, 16; cf. o i ô a p E V , 16, 30); y, cuando en estos enunciados se cambia el orden, entonces se ve claramente que el conocer no es un nivel más avanzado con respecto al creer, sino que es un elemento estructural dei creer. Semejante fe se orienta hacia los enuncia­ dos de que Jesús ha sido enviado por el Padre (5, 24.38; 6, 29; 12, 44; 17, 8.21), ha salido dei Padre (16, 27, 30; 17, 8), de que Jesús es­ tá en el Padre y el Padre en él (14, lOs; 17, 7. En la teologia joánica mOTEÚco (aparece 21), de que él es el Cristo, el Hijo de Dios (3, 18; 11, 27; 1 Jn 3, 23; 5, 1.5), que vino al 98 veces en el Ev. de Juan y 9 veces en la Car­ mundo (11, 27; 12, 46). Por tanto, esa fe no ta primera de Juan; níoTtç aparece únicamen­ está tan orientada hacia el significado soteriote en 1 Jn 5, 4) tiene importância central. Sin

acontecer divino, una entidad transubjetiva» (Binder, 53), o un «fenômeno global supraindividual» (P. Stuhlmacher, Gerechtigkeit Gottes bei Paulus, Gôttingen 1965, 81). Pero esto se halla en contradicción con la frecuencia con que se habla de la jtío-ct,ç npciõv (Rom 1, 8; 1 Cor 2, 5; 2 Cor 1, 24; Flp 2, 17; 1 Tes 1, 8; 3, 2.5ss.l0; cf. Fim 5) y en contradicción con el uso indiscriminado dei sustantivo y dei verbo y especialmente con la vinculación funda­ mental de la fe al hecho de oír la palabra. Lo que sucede más bien es que en Gál 3, 23.25 se personifica a la fe de una manera parecida a como se personifica a la justicia en Rom 10, 6ss. La venida de la fe en Gál 3, 23.25 signi­ fica objetivamente el camino salvífico de la fe que ha llegado a nosotros con Cristo. Por ser la respuesta apropiada dei hombre al mensaje de salvación, la fe determina la existência dei cristiano (Rom 14, 22s; 1 Cor 13, 13; 2 Cor 4, 13; Gál 2, 20; 5, 5s) y funda­ menta su nueva conducta; porque de la k í o t i ç se dice que ésta se traduce en el amor (Gál 5, 6) y que tiene como consecuencia una deter­ minada conducta (Rom 14, 23; 2 Cor 4, 13). Como vida que es por el don de la grada, la conducta dei creyente se halla en oposición a la confianza en Ias propias obras y al jactarse en ellas (Rom 3, 27; 4, 2). Por eso, Pablo puede hablar de un vó[ioç níoTeoaç en oposición al vóftoç tcüv EQYCOV (Rom 3, 27). Puesto que la fe, como recepción de la xáQtÇ. no es nun­ ca una posesión firme y de la que uno disponga, podrá hablarse también de la debilidad en la fe (14, 1) y dei crecer en la fe (Flp 1, 25; 2 Cor 10, 15; cf. 1 Tes 3, 10). Dado que la fe se aferra únicamente a la palabra, en contra de todas Ias apariencias, es, como la fe de Abrahán (Rom 4 , 19s), una fe sujeta incesantemente a tentación, por lo cual se exhorta a perma­ necer firmes en la fe (11, 20; 1 Cor 16, 13; 2 Cor 1, 24; cf. Gál 5, 1), pero también a exa­ minar si uno está en la fe (2 Cor 13, 5).

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raaxiç

lógico de la muerte y resurrección de Jesús, sino más bien a que Dios se revelo en Jesús, lo cual significa que él se ha revelado como el poder dei amor (3, 16; 1 Jn 4, 8.10.16). Por eso, el contenido de la fe puede expresarse sencillamente diciendo õxi £76) elp-í (Jn 8,24; 13, 19), y el creer en Jesús puede igualarse al de creer en Dios (12, 44; 14, 1). En el hecho de que Dios se haya revelado êv oaQHÍ. (1 Jn 4, 2) en un hombre cuyo origen se conoce, en ese hecho radica el escândalo que la pretensión de Jesús origina para el mundo (Jn 6, 42.60; 7, 27.41s); un escândalo que la fe su­ pera. Una serie de circunlocuciones, que en parte son metafóricas, muestra la vinculación dei creyente con Jesús. En lugar de juaxEÚcu po­ demos encontrar: llegar a Jesús (5, 40; 6, 35.37.44s.65; 7, 37), recibirle (1, 12; 5, 43), beber dei agua que él ofrece (4, 13s; cf. 6, 35; 7, 37), seguirle (8, 12), amarle (1 4 ,15.21.23s; 16, 27), Lo que en 11, 25 se dice dei juoXEÚcov Eiç Epé, se aplica en 8, 21 a aquel que «guarda» la palabra de Jesús (cf. 14, 23; 17, 6; 1 Jn 2, 5). Como en Jesús ha llegado la revelación escatológica de Dios, el creyente participa ya desde ahora en la salvación esca­ tológica (Jn 3, 18.36; 5, 24; 6, 40.47; 11, 25s; 17, 3). Sin embargo, es necesario «permane­ cer» en Jesús (15, 4.7; 1 Jn 2, 6.28; 3, 6), lo cual no significa otra cosa que permanecer en su palabra (Jn 8, 31) y, de este modo, perma­ necer en su amor (15, 9) y guardar sus mandamientos (15, 10; 14, 15.21; 1 Jn 2, 3s; 3, 24). Como el conocimiento concedido al cre­ yente es el conocimiento dei amor de Dios, la fe tiene que conducir necesariamente al amor (Jn 17, 26; 1 Jn 3, 23; 4, 16), un amor que ha de dirigirse principalmente al hermano.

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Es sorprendente que itíoTiç aparezca siempre en contextos parenéticos, y nunca en secciones cristológicas. Esto está en consonância con el hecho de que la itíoxiç ejtl 'Ô e Ó v , l a / e en Dios, se mencione, sí, una vez entre Ias doctrinas cristianas fundamentales (6, 1), pero Cristo no aparezca nunca como objeto de la fe. Cristo es más bien el iniciador y el consumador de la fe (12, 2), y la fe se define sobre todo como la perseverancia en el camino abierto por Cristo. Así, la Jtíoxtç en 6, 12 está asociada con la [iaxQO^utxía y se halla en contraste con el sentirse fatigado. En 10, 38s, la fe está en oposición al «echarse atrás» ('U3TOClxoX,f|), y en 4, 2s, al «quedarse rezagado» (■òoxEQÉm, 4, 1); en 12, Is la fe se halla en paralelo con Si’ ■uxcojxovfíç rpé^eiv, y en 10, 22s, con el mantener firme la confesión de fe. Por eso, en 13, 7 se exhorta también a los creyentes a imitar la fe de los dirigentes de la comunidad, teniendo presente el resultado de su vida.

En 11, 1 parece ofrecerse una definición de la fe, pero la traducción de este pasaje es discutida: Èariv ôè iríoriç êXjtiÇopévtov ú n ó c rc a o iç , jtpaypÚTcov ÊXeyxoç oú p?i.EJtop.év(iov. No es posible la traducción que Lutero ofrece de újtóaraOLç por gewisse Zuversicht, «confianza cierta». La interpretación de Ú J tó a x a o iç , derivada etimológicamente y preferida por muchos, en el sentido de «hallarse bajo», falia en la segunda mitad de la frase, donde se designa a la fe como eXeyxoç (pmeba, convicción, ipero no en el sentido pasivo de quedar convicto!). Por eso, en la primera mi­ tad de la frase, que es paralela, habrá que traducir U Jü ó ax aaiç de acuerdo con el uso dei término, tal como se desarrolló en la tradición filosófica, en la cual tiene el sentido de «realidad» (cf. Dõrrie; Lührmann, 72ss; H. Kõster, en ThWNT VIII, 571588), y de este modo se llega al enunciado paradójico: «La fe es la realidad de lo esperado, la prueba de Ias cosas que uno no puede ver». 8. De los 34 testimonios que hay de m a- Por tanto, Heb 11, 1 no define la fe, sino que formula una afirmación acerca dei objeto de la fe: T8ÚC0 / jtíoTiç en la Carta a los Hebreos, dos Los dones invisibles de la promesa constituyen terceras partes corresponden al capítulo once. una realidad sólida para la fe. Esto asienta la Diversas tensiones que hay en el texto sugiebase para la fiel perseverancia a la que se anima ren que es probable que el autor recogiera y en la exhortación, y para la que se aduce como refundiera aqui una fuente (yudía?). Por tan­ material ilustrativo la lista de testigos que se to, los demás testimonios deben proporcio­ enumera a continuación. Para esos testigos los bienes de la promesa fueron una realidad fiable, a namos el punto de partida.

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mOTLÇ

la que ellos se mantuvieron aferrados. El autor ha reelaborado una fuente, como se ve, entre otras cosas, por el hecho de que idíotilç no siempre tenga el mismo significado en esa lista, sino que a menudo signifique sencillamente la c o n fia n z a en la promesa de Dios (11, 7.11.20.21.22.23.24. 27.29), la aceptación obediente de la palabra de Dios (11, 8.17.28), la^B en la existência de Dios (11, 3.6), o que simplemente permanezca sin pre­ cisar.

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10. Las Pastorales quieren permanecer cla­ ramente dentro de la tradición paulina, pero muestran -frente a Pablo- un notable desplazamiento y un desarrollo ulterior más tardio. También en las Pastorales Cristo es primaria­ mente el objeto de la fe (1 Tim 3, 16, en voz pasiva). Sin embargo, en lugar de juoteúco etç X qloxóv, las Pastorales usan la expresión jtioxEÚw EJtí... (1 Tim 1,16), JTÍOTiç £v X çiax ^ (1 Tim 3, 13; 2 Tim 3,15; cf. 1 Tim 1, 14). 9. La Carta de Santiago no tiene un con- Esta fe procede de la proclamación dei evancepto uniforme sobre la fe. En 2, 1 se dice que gelio, de la sana doctrina (1 Tim 1, 5.10; 2 el objeto de la fe es Jesuciisto, el Senor de la Tim 2, 2.15ss; 4, 3), no es simple aceptación gloria (genitivo objetivo). En 1, 6 y 5, 15 se dei mensaje de salvación, sino al mismo tiementiende por jtíoTiç la fe de la oración (es depo una confianza que se dirige bacia Dios (2 cir, la oración de fe), la confianza que no ad­ Tim 1, 12; Tit 3, 8) y que conduce a la acoxqmite dudas. Cuando en 1, 3 se afirma que la QÍa (2 Tim 3, 15), a la vida eterna (1 Tim 1, tentación es el medio para poner a prueba la 16). jiíoTiç, esto presupone que la jtíoTiç tiene En la lucha antignóstica, la jríoxiç no sólo consecuencias para la conducta e incluye en sí se convierte en \ afides quae creditur, sino misma una determinada conducta; de manera que surge también como la fe recta por oposiparecida se habla en 2, 5, donde se designa a ción a la falsa doctrina (1 Tim 1,19; 4, 1.6; 6, los pobres como ricos èv jtíaTEt. 21; 2 Tim 2, 18; 3, 8; Tit 1, 13s; cf. Tit 1, 1.4). La comprensión de la fe en 2, 14-26 es di­ Son significativas algunas expresiones como ferente. Aqui el autor entabla polêmica contra ÚYWxtVEiv xfi JtíoxEi (Tit 1, 13; 2, 2); Jttaxiç la tesis de que el hombre es justificado èx x a l àXijilEia (1 Tim 2, 7); Lóyoi xfjç m oJtíaTECüç póvov (2, 24). En contra de ello se xecaç x a l xfjç xa7.fjç ôiôaaxa7.íaç (1 Tim 4, acentua que Ias obras han de anadirse a la fe 6); p.uaxf|giov xfjç jtLOxecoç (3, 9). Se puede (2,17.20.26) y que la fe se perfecciona tan sósufrir naufragio en la fe (1, 19), apostatar de lo por medio de Ias obras (2, 22). Puesto que la fe (1, 4), extraviarse de la fe (6, 10.21), la contraposición entre la fe y la obra (jtíoxig destruiría (2 Tim 2, 18). Xcoelç êQYCov, 2, 18.20.26) se halla única­ A pesar de esta orientación bacia la recta mente en Pablo y en su escuela (Ef 2, 9; 2 Tim doctrina, la fe es -en las Pastorales- una acti1, 9; Tit 3, 5), esta polêmica no puede dirigirtud que determina toda la existência, la genuise sino contra un paulinismo mal entendido, na conducta cristiana, que bay que mantener sin ir realmente contra Pablo. Porque para Pa­ en la lucba (1 Tim 6, 12). Por eso, a la Jtíoaiç blo la fe es el vivir por la gracia de Dios en se la menciona a menudo en una misma serie Cristo, y no por Ias propias realizaciones, y con otras virtudes (1, 5.14.19; 2, 15; 4, 12; 6, esa fe tiene, desde luego, consecuencias para 11; 2 Tim 1, 13; 2, 22; 3, lOs; Tit 2, 2), se ha­ la propia conducta. En cambio, la rtíaxiç a la bla de una «fe sin hipocresfa» (1 Tim 1, 5; 2 que Santiago se refiere, es -según 2 ,1 9 - la fe Tim 1, 5) y de una fe «con conciencia pura» en la existência de un solo Dios, una fe que se (1 Tim 3, 9). La falta de atención y solicitud a da también en los demonios. Esa fe, por tanto, los familiares constituye una «negación» de la es un simple considerar algo como verdadero, fe (5, 8). La eclesialidad que se va consoli­ sin consecuencias para la conducta. Ante sedando se muestra también en que semejante mejante fe muerta (2, 17.26) e inútil (2, 20), fe habitaba ya en la madre y en la abuela (2 el autor acentua en 2, 14-26 la necesidad de Tim 1, 5), se nutre de las Sagradas Escrituras Ias obras. (2 Tim 3, 15) y la expresión èv tcíoxei se usa

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m O T lÇ - TCUTTOÇ

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Determinados colaboradores reciben el calificativo de lucrtóç como título de honor; Timoteo, 1 Cor 4, 17; Onésimo, Col 4, 9; SilvaG. Barth no, 1 Pe 5, 12; Epafras y Tíquico reciben el calificativo de Jtiaxòç ôiá«ovoç, Col 1, 7; 4, 7; Ef 6,21. Cuando Pablo, en 1 Cor 7, 25, pa­ m a tó ç, 3 pistos fiel, creyente* ra fundamentar su autoridad, declara que el 1. Aparición en el NT - 2. Fiel, fiable, creíble - 3. Senor le ha concedido la gracia de ser Jtioxóç, Creyente, el que tiene fe. entonces juaxóç no significa sólo fiel/fia b le, B ibl.: -* àiucnéu), Jtíoxiç, cf. adeuiás; J. M. Bosino que se emplea casi como un título: «perver, F id e lis serm o : Bib 19 C1938) 14-19-, G. W. sona de confianza / mandatario»; en este sen­ Knight, The F a ith fu l S a yin g s in the P a sto ra l Letters, tido, jxioxóç aparece a menudo en Ias inscripKampen 1968. ciones (los testimonios en Bauer, Wôrterbuch, 1318; E. Peterson, E IS 0 E O S , Gõttingen 1. En el NT kioxóç aparece un total de 67 1926, 32s), así como Jtíariç (correspondienteveces, pero sólo 16 veces con el significado mente) aparece como «posición de confian­ de creyente / el que tiene fe. Por tanto, la maza» o como «oficio de confianza» (cf. E. yoría de los testimonios se ajustan al signifi­ Seidl, jTLOXiç in der griechischen Literatur, cado predominante en el lenguaje ajeno al tesis Innsbruck 1952, 200). cristianismo y que entiende el término en el En el Apocalipsis jtía ttç aparece en rela­ sentido de fiel / fiable. Lo que sorprende es ción con el martirio. Y, así, en 2, 10 se exhorque en Juan aparezca únicamente el significa­ ta; «'iSéfiel hasta la muerte!», y en 2, 13 se do de creyente. designa a Antipas como ó -> páQxuç pou ó JU0TÓÇ, y a Cristo en 1, 5 se le llama ó pág2. Fiel, fiable, creíble (= que despierta fe o xnç ó nuaxóç, y en 3, 14 jtioxòç x a l àk'q'ôiconfianza): a) Referido a personas (cf. Homero, E 15, vóç (cf. 19, 11; Prov 14, 5.25: págxtjç nioxóç, «testigo fiel»; cf. Jer 49, 5; Filón, Sacr 331; Jenofonte, An I, 5,15; 1 Re 22, 14; Eclo 17). Por tanto, en Ap 17, 14 jtioxoí podría 44, 20; Josefo, Ant VI, 256 y passim). ô Kiasignificar también \osfieles. xòç ôoüKoç Mt 24, 45 par. jxioxòç oixovóDe la fidelidad de Cristo se habla no sólo qoç Lc 12, 42, «e\ fie l/fia b le criado o admi­ en Ap 1, 5; 3, 14, sino también en 2 Tes 3, 3; nistrador»; ôoúX.e àYctüè x a l jcioxé, Mt 25, 2 Tim 2, 13 (“> ã m a x é m 2.a); Heb 2, 17, «su­ 21.23. El objeto al que se refiere la fiabüidad mo sacerdote fiel»-, 3, 2: m o tò v õvxa xcp y la fidelidad, se introduce con èrtí (Mt 25, 21.23) o con èv (Lucas); e v èXaxíoxm jua- jtO L T |o a v x i a ú x ó v , «él es fiel a quien le hizo (o a quien le constituyó)». xóç, «.fiel en lo más pequeno», Lc 19, 17; 16, De acuerdo con Ias convicciones dei AT y 10; èv xrâ àÔLXcp ftaqmvã, «en cosas dei in­ dei judaísmo (Dt 7, 9; 32, 4; Is 49, 7; Sal 144, justo Manmón», Lc 16, 11; èv ttp àA,XoxQÍq), 13a LXX; cf. Filón, Her 93; Sacr 93; All III, «en lo que pertenece a otros / en relación con 204), se habla con énfasis acerca de la fideli­ los bienes de otros», Lc 16,12. En sentido ge­ dad de Dios. Así Heb 10, 23: «Fiel es quien neral en 1 Cor 4, 2; «de los administradores se dio la promesa»; de manera parecida se habla exige que se muestren/ie/cí». Pablo, en todo en 11, 11. 1 Pe 4, 19 exhorta a encomendarse esto, piensa en el ministério dei proclamador. al 3Tiox(õ xxíoxT), «alfiel Creador», y según 1 En consonância con ello, se habla de la fideli­ Jn 1, 9, Dios es «fiel y justo», cuando nos perdad y de la fiabilidad en orden al ministério dona los pecados, si hacemos confesión de dei apóstol o dei predicador, 1 Tim 1, 12; 2 ellos. Es ya una fórmula la expresión jtioxòç ó Tim 2, 2; de Ias mujeres de los predicadores, ■fteóç (1 Cor 1, 9) («fiel es Dios, por quien...») 1 Tim 3, 11; de Moisés, Heb 3, 5 (cita de Núm ó 10, 13 («fiel es Dios, quien...»; 1 Tes 5, 24; 12, 7; cf. Filón, All II, 67).

ya a veces a modo de fórmula (1 Tim 1, 2.4; Tit 3,15).

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m o T Ó ç - jiÀaváco

«Fiel es Aquel que os llama, y él también lo hará» (cf. una expresión parecida en 2 Tes 3, 3, referida a Cristo). En cambio, en 2 Cor 1, 18, moTÒç ôè ô '&EÓÇ, por ir seguido de una oración de õtl, debe entenderse seguramente como una fórmula de juramento; «Así como Dios es fiel, nuestra palabra dirigida a vosotros no es ‘sí’ y ‘no’ al mismo tiempo». b) Referido a cosas, especialmente a palabras (Josefo, Ant XIX, 132; Platón, Tim 49b; Plutarco, SeptSap 17; Dión Crisóstomo 45, 3)\ fiable / fidedigno. Así Ap 21, 5.6: «Estas palabras soa fidedignas y verdaderas»; Tit 1, 9: la palabra. fidedigna, que es conforme a la doctrina. Aqui habrá que mencionar sobre to­ do la fórmula m otòç ó Xóyoc,, 1 Tim 3, 1; 2 Tim 2, 11; Tit 3, 8, ampliada algunas veces por x a i jtáoTiç àjtoôoxfiç ôtÇioç (1 Tim 1, 15; 4, 9): «La palabra es fidedigna y merece toda aceptación». Como la expresión se reite­ re tan sólo en 1 Tim 1, 15 a lo siguiente, y en todos los demás pasajes se refiere a lo que precede, habrá que entendería no tanto como una fórmula de citación, sino más bien como una fórmula de encarecimiento (sobre la cuestión cf. Bover, Knight, así como G. Kittel, en ThWNT IV, 119 nota 199; M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastomlbriefe'^ [HNT], excursus sobre 1 Tim 1, 15). - 3 Jn 5: juotÒv jtoiEiç ô èàv ÈQYtxoT], «\Haz fielmente lo que hacesl» (= «hazlo como cosa fiable»; posición predicativa). Sobre Hech 13, 34: ôcuocn nplv t à õ o ia A aniô xà ju o tá (cita de Is 55, 3 LXX) cf. õoLoç 2. 3. creyente / elq u e tiene fe (cf. Sab 3, 9; Eclo 1, 14). Así habla Gál 3, 9 refiriéndose a Abrahán, que creyó (cf. 2 Mac 1, 2; Filón, Post 173); en Jn 20, 27 el Resucitado exhorta: «jNo seas incrédulo sino creyente!»', Hech 16, 15: JtiaxTiv x(p xnQÍM EÍvai, «creer en el Senor»; 1 Tim 4, 3: xolç Jtioxoíç x a i èTtEyva)XÓOL Tf)V áÀfi^ELav, «para los que creen y han conocido la verdad»; de manera semejante en 1 Pe 1, 21: to uç ... ju o t o Òç e I ç ■&eóv, «para los que creen en Dios». En diversas ocasiones se designa como creyentes a algunas personas, dándose a entender

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que se han convertido al cristianismo. Así, en Hech 16, 1 se dice que Timoteo es hijo de una judia que se había hecho creyente (ynvaixòç Tonôaíaç moTfjç); en Col 1, 2 se habla de hermanos creyentes-, en 1 Tim 6, 2, de amos creyentes', en Tit 1, 6, de hijos creyentes. Fi­ nalmente, JUOTOÍ se usa en sentido absoluto para designar sencUlamente a los creyentes = a los cristianos; así en 2 Cor 6, 15; Ef 1, 1; 1 Tim 4, 10.12; 5, 16. En Hech 10, 45, oi èx jiEQiTop.iíç 3UOTOÍ son «los cristianos de la circuncisión (= los judeocristianos). G. Barth JtiOTOto pistoõ adquirir confianza, conven-

cerse* 2 Tim 3, 14; «jPero tú permanece en lo que aprendiste y aceptaste confe (èjaaxd)'&Tiç)!». ThWNT VI, 178 y 205.

JtXaváro planaõ extraviar,

seducir* àjtojtXavácu apoplanaõ extraviar, seducir*

1. Aparición en el NT - 2. Antecedentes en el AT y en el judaísmo - 3. itXaváto en el Corpus Paulinum y en la Carta a los Hebreos - 4. jtXaváto en los Sinópticos - 3. JtXaváco en los escritos joánicos (incluído el Apocalipsis) - 6. rtXaváui en Ias Cartas Católicas (excluidas Ias Cartas de San Juan) ~ 7. õ u io n X a v á ío ~ 8. jiXávt) -■9. jtX,ávoç - 10. Resumen. B ibl.: W. Bauer, R ech tglãubigkeit un d K etzerei im ãltesten C hristentum (BHTh 10), Tübingen 1934; O. Bocher, D e r j o h D u a lism u s im Z u sa m m e n h a n g des nach-bibl. Judentum s, Gütersloh 1965, 77-96 y p a ssim ; H. Braun, JiXaváo) m X ., en ThWNT VI, 230254; W. Günther, Seducir, en DTNT IV. 169-172; K. Koch, b m ’, en ThWAT B, 857-870; O. Michel, VerfU hrung, en BHH III, 2080s; M. S»b0, p th, en DT-

MAT II, 624-627; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1236.

1. En el NT el verbo jtXaváo) aparece en total 39 veces, y su sinônimo, el verbo àrcojtXaváco, aparece 2 veces. Los testimonios de JtXaváü) se distribuyen de manera relativa­ mente uniforme entre todos los grupos de es­ critos neotestamentarios: el verbo aparece 8 veces en Mateo, 4 en Marcos, 1 en Lucas, 2 en el Ev. de Juan, 2 en 1 Corintios, 1 en Gála-

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jtX.aváo)

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11), especialmente a la idolatria (Hen [et] 19, 1; cf. 8, 1-3). Para los piadosos de Qumrán el peca­ do se basa en el senorío de Belial (IQS 1, 22-24); por medio dei ángel de Ias tinieblas cae también sobre los hijos de la justicia el extravio (tã‘üt) que conduce al pecado (3, 21-23). En los TestXII el j t v E ü p a Tfjç JtJtávT jç (TestSim 3, 1; TestJud 14, 8; 20, 1 y passim) y el j iv e O p a Tfjç àX iy & eíaç (TestJud 20, 5) se oponen entre si (20, 1). Ese espíritu de seducción o, en plural, los espífitus de seducción ( t t v e ú p a x a x fjç jtX á v q ç , TestRub 2, Is; 3, 2.7; TestSim 6, 6 y passim) son instrumentos de Beliar (->• BeXiág) y 2. La LXX traduce por itltaváco o itLaváopai de Satanás, por medio de los cuales éste, que es el diversos verbos hebreos ihãtã’, pãtâ, tã‘ã). Junto príncipe de la seducción (TestSim 2, 7; TestJud al sentido literal, puramente local, de «extraviar» 19, 4), trata de apartar a los hombres dei camino (por ejemplo, Dt 27, 18) o de «hacer vacilar» (por recto. El objeto de la seducción (nXayá
tas, 2 en 2 Timoteo, 1 en Tito, 3 en Hebreos, 2 en Santiago, 1 en 1 Pedro, 1 en 2 Pedro, 3 en 1 Juan y 8 en Apocalipsis. Marcos y 1 Timoteo emplean una vez, cada uno, el verbo ànojiX,aváü). Dos pasajes en que aparece nXaváü) son citas tomadas de la LXX (Heb 3,10 [Sal 94, 10]; 1 Pe 2, 25 [Is 53, 6]). Es notable la frecuente aparición de nkaváw en Mateo y en el Apocalipsis (8 veces en cada uno de es­ tos escritos),

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jiX « v á o )

(jtXav(ó|xevoi, Tit 3, 3). Las personas malva­ das y los impostores, que en 2 Tim 3, 13 se designan como embaucadores embaucados (nXavãvxeç « a l JtXavcbfievoi), son -segúil 1 Tim 4, 1 - los falsos maestros de los últimos tiempos; en un provérbio originalmente pagano, jxXaváü) ha adquirido resonancias escatológicas (cf. TestLev 10, 2; 16, 1). De los tres pasajes en que aparece JtXaváo) en la Carta a los Hebreos, 11, 38 emplea el verbo JtXaváco en el sentido original, pura­ mente local, de andar vagando (cf. la LXX). El pasaje de 3, 10 cita el Sal 94, 10 LXX, refiriéndose a la desobediencia de Israel; el pa­ saje de 5, 2 celebra la capacidad dei sumo sa­ cerdote para mostrar comprensión hacia los ignorantes y los extraviados (jtXavrópEVOi), es decir, para expiar los pecados de debilidad y de ignorância. Puesto que, según 4 , 14s, Jesucristo es el sumo sacerdote de los cristianos, los nXavrópevoi de 5, 2 incluyen también a los cristianos, cuyos pecados pueden expiarse.

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jas descarriadas, que procede de la LXX (- rel="nofollow"> 2), significa la desobediencia culpable de Is­ rael -en este caso, la de los miembros infieles de la comunidad- y quizás forma parte también dei contexto de la seducción escatológica (cf. Mt 24, 11.24).

5. El cuarto Evangelio muestra la obcecación de los «judios» (-»^ TouôaToç 5) que son hostiles a Jesús, y que consiste en que consideran a Jesús como seductor dei pueblo (Jn 7, 12) y de los guardianes dei orden (7, 47); aqui se refleja una polêmica interna judia contra los herejes e igualmente el avanzado proceso de disgregación dei judaísmo (cf. Jn 8, 37-59). El dualismo entre el espíritu de la verdad y el espiritu dei error, tal como lo encontramos en los TestXII (Tesüud 20,1; -♦ 2), lo conoce igualmente la Carta primera de Juan (4, 6; ->■ 8); por eso, los testimonios de JtXaváco en 1, 8; 2,26; 3,7 deben interpretarse también dualísticamente. En los maestros que ensenan falsedades cristológicas (2, 26; 3, 7) está actuan4. Para los Sinópticos, JtXaváro tiene prin­ do el ôiápoXoç; se identifican con los atXácipalmente el sentido de la seducción escatovoL, más aún, con el n:Xávoç (-> 9) y àv tílógica. En Mc 13, 5 par. Mt 24, 4 / Lc 21, 8 XpioToç por excelencia (2 Jn 7). El que sigue Jesus advierte a sus oyentes contra la seduc­ el camino extraviado de los herejes, se está ción y el engano que, segün Mc 13, 6 par. Mt enganando a si mismo y se separa de la àXij24, 5, procederá de falsos maestros que se ■&Eia (1 Jn 1, 8). presentarán como mesías; como se dice en Mt El Apocalipsis se refiere al dragón, al dia24, 11, muchos tj)euôojrQoq)fiTai seducirán a blo y Satanás llamándole expressis verbis se­ rauchas personas. Según Mt 24,24, se trata de ductor (12, 9; 20, 3.8.10). Nuevamente vemos 'ipenôóxpuJtoi x a l ipeuôojtçotpfjTai que con que éste se sirve de los falsos maestros: Jezasus enganos y seducciones (nXaváro; el lugar bel seduce a los cristianos de Tiatira para que paralelo de Mc 13, 22 tiene àJtOJtXaváo), -* caigan en la «idolatria» (2, 20). El diablo (12, 7) constituirán incluso una amenaza para los 9.18) concedió poder (capitulo 13) a las dos elegidos. bestias anti-çristianas; se halla detrás de los Jesus responde a la pregunta de los saducesignos seductores de la «segunda bestia» y os acusando de error a sus adversários (arXapseudoprofeta (13, 14; 19, 20), es decir, de­ vãoôe, Mc 12, 24 par. Mt 22, 29; Mc 12, 27) trás de la exitosa propaganda dei culto al empor su falta de conocimiento de las Escrituras perador romano. «Babilônia» (= Roma) ha sey dei poder de Dios. En la parábola de la oveducido a todas las naciones para que caigan Ja perdida (Mateo: de la oveja extraviada) en la idolatria (18, 23). La falsa doctrina y la Mateo introduce tres veces el verbo JtXavátu apostasia, obradas por el diablo y por sus se­ (Mt 18, 12 [bis].13), aUá donde el paralelo de ductores, y también la guerra incitada por Sa­ Lucas (Lc 15, 4-6) habla de perder o de pertanás (20, 8; cf. 16, 14 y Hen [et] 56, 5s) son derse (—> àjtóXXupi 2); la imagen de las ovesenales dei fín de los tiempos. Terminan con

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jtXavátü

la ruina dei diablo y de los poderes diabólicos (19, 20; 20, 10). 6. Santiago 1, 16, lo mismo que Pablo (->■ 3), exhorta; «\No os enganéisbr, se advierte a los lectores contra la idea de que algo maio (como la tentación, Sant 1,17) pueda venir de Dios (1, 13). Lo que se dice en 5, 19 se compagina con lo dicho en 1 Jn 1, 8; el camino de la jrXávT] (Sant 5, 20; 8) se opone al de la à^níO^eia. El hacer que vuelva un extraviado proporciona salvación escatológica al pecador y a quien le ha rescatado (5, 20). La Carta primera de Pedro, siguiendo a Is 53, 6, habla de Ias ovejas extraviadas (2, 25; cf. Mt 18, 12s); la imagen designa aqui el tiempo que precedió a la conversión de los gentiles a Cristo como al Pastor y Guardián. En la Carta segunda de Pedro 2, 15 se dice que los falsos maestros han abandonado el ca­ mino recto, se han extraviado y han escogido como modelo a Balaán (sobre Balaán como falso maestro cf. Jds 11; Ap 2, 14; —> B aXaáp). 7. àjtojtXaváco, en voz activa, aparece únicamente en Mc 13, 22 como paralelo sinô­ nimo de jiX,avá(ü en Mt 24, 24 (-^ 4). La for­ ma pasiva àjtEJiÀavfifl-qoav se usa en 1 Tim 6, 10; a los codiciosos les amenaza la seducción, que los aparta de la jcíotiq: la nueva norma (Braun, 250). 8. jtJkávtj error, seducción* aparece 10 veces en el NT, de ellas 4 veces en el Corpus Paulinum y 5 veces en Ias Cartas Católicas. El trasfondo dualístico (-> 2) se halla claro en casi todas partes: la idolatria, que Dios casti­ ga entregando a merced de los vidos (Rom 1, 21-27), es una JtÀávq (1, 27); así como la verdad y el amor se hallan íntimamente rela­ cionados (Ef 4, 15), así lo están también el error y la astúcia (4, 14). Detrás de la predicación de Pablo no se halla la JtM vq (1 Tes 2, 3), la cual, como poder hostil a la verdad, conduce a la falsa doctrina (2 Tes 2, lOs) y muestra que la Iglesia vive actualmente en los últimos tiempos.

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El único testimonio sinóptico, Mt 27, 64, se acerca mucho a Jn 7, 12.47 (->■ 5); los judios acusan de engano a Jesús y a sus discípulos (sobre JtXávoç cf., entre otros, Mt 27, 63 (->• 9). Con estricto dualismo, 1 Jn 4, 6 contrapone al espMtu de la verdad el espíritu dei error, a la confesión recta de fe la herejía cristológica. La Carta de Santiago llama al pecado un extraviarse de la verdad (Sant 5,19; -> 6) y un camino errado (5, 20); de nuevo se hallan frente a frente la áXfifrsia y la 3tÀ.ávT]. En los tres pasajes restantes de Ias Cartas Católicas (2 Pe 2, 18; 3, 17; Jds 11), JtX,ávq designa la falsa doctrina; Jds 11 menciona a Balaán co­ mo el autor de la n;Xávq (cf. 2 Pe 2,15; Ap 2, 14) y afirma que la codicia es su base (cf. 1 Tim 6, 10; ^ 7). 9. JtXávoç el que extravia, en sentido sustantivado seductor* es un término que se ha­ lla atestiguado 5 veces. Pablo, un seductor según el juicio humano, especialmente según el juicio judio, es veraz (2 Cor 6, 8); a la antítesis entre jtM vti y àXfifrELa (-> 8) le corres­ ponde la antítesis entre jiXávoç y àX.rifrriç. La actitud polêmica de los judios afirma que la pretensión de Jesús de ser el Mesías es una n tó v q (Mt 27, 64; -> 8), y a él mismo le lla­ ma jtXávoç (Mt 27, 63). 1 Tim 4, 1 y 2 Jn 7 (bis) atestiguan el carácter demoníaco de la falsa doctrina. 10. En el uso dei grupo de palabras, el NT muestra su conexión con los escritos dei AT y dei judaísmo. Como Israel (LXX), los cristianos pueden compararse también con ovejas extraviadas (Mateo, 1 Pedro). jtXaváco es la seducción para el pecado, especialmente para la idolatria y la fal­ sa doctrina; es obra dei diablo y de sus demonios. El dualismo heredado dei judaísmo (cf. Hen [et], Qumrán, TestXII) establece una antítesis entre itXávT] y àXr|ÔELa (Pablo, Santiago), entre el es­ píritu de la jtXávTi y el espíritu de la á)\,f|-&Eia (1 Juan). El espírim dei error produce el engano propio, contra el cual tiene que poner en guardia a los cristianos la advertência pf) JtÀavãafre (Pa­ blo, Santiago). La obcecación diabólica puede hacer incluso que a Jesús (Mateo, Juan) y a sus apóstoles (2 Corintios) se les acuse de ser seductores. La idolatria y la falsa doctrina caracterizan al fin de los tiempos; no cesarán sino cuando el

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nXavám - jtXaxúvco

diablo y sus cúmplices demoníacos sean destruí­ dos (Apocalipsis). O. Bõcher n :^ á v ti, riç, lí plane (el) errar, error, seducción ^ jiÀaváto 8. Jt^áv i]Ç , t ] t o ç , Ó planes el que anda errante Jds 13 v.l. en vez de ->^ JtX,avr)TT)ç. 3tÀ,aVT|Tllç, OD, ó planêlês el que anda

errante, el que anda vagando* jtX,aviÍTq5 se usa también como adjetivo, como sucede en el único pasaje en que este término aparece en el NT, Jds 13; àoxÉQEÇ jtX.avfjxaL, «estrellas errantes» (cf. v. 11; JtXávT]). ThWNT VI, 23 Is, 236 y 251. Jtíi/ávoç, 2 planos el que extravia, en sen­ tido sustantivado; seductor -> Jtitaváü) 9. J tX á |, JtXaxÓÇ, lí plax tabla*

Heb 9, 4 con la expresión JtÀÓKEç tfjç ôiase refiere a Ias tablas de la ley. A ellas alude también 2 Cor 3, 3; «una carta... escrita no en tablas de piedra, sino en tablas en corazones de carne (Iv jtltaÇlv wagôiaiç oaqxívatç)». JlXáajtia, aTOÇ, t ó plasma cosa formada

o modelada* Rom 9, 20; «^Dirá acaso el objeto modela­ do al que lo modela...?»; cf. Is 29, 16 LXX. ThWNT VI, 254-263. ttK á o a o ) plassõ formar, modelar, crear* Rom 9, 20; «^Dirá acaso el objeto modela­ do al que lo modela (xcp n:A.áaavxi); ‘Por qué mi hiciste (èjtoíqoaç) así’?». 1 Tim 2, 13; «Adán fue formado / creado (ejt^áadx)) pri-

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mero (jtQrôxoç), después Eva» (cf. Gén 2, 7.8.15 LXX; sobre la prioridad dei hombre, cf. también 1 Cor 11, 8). ThWNT VI, 254262, especialmente 260s. niXaoTÓç, 3 plastos artificioso, mendaz* 2 Pe 2, 3; «Y por codicia os explotarán con palabras enganosas (jtÀaoToIç X,ó y o l ç ) » . L o dice refiriéndose a los falsos maestros. ThWNT VI, 262s. JtXaTEÍa, a ç , ií platéia camino ancho, caUe* Mt 6, 5: êv ta íç yM^íaiç xcõv jtX ,atet(D V , «en Ias esquinas de Ias calles»\ 12, 19; «oír su voz en Ias calles». Lc 10, 10 y 14, 21, refi­ riéndose a Ias calles de una ciudad; 13, 26, re­ firiéndose a Ias calles como lugar donde Jesus ensenaba. Hech 5,15; Sacaban los enfermos a Ias calles para que la sombra de Pedro los to­ cara. Ap 11, 8 y 21, 21; «la{s) calle(s) de la ciudad»; cf. 22, 2; aÚTf)ç. La calle de la Jerusalén celestial es de oro puro (21, 21); tam­ bién 22, 2 habla de una calle (principal) de la nueva Jerusalén. JtÀ,átoç, o v ç , t Ó platos anchura*

Ap 21, 16a.b; xò itLáxoç junto a xò pfjxoç (longitud) y a xò utjjoç (altura), refiriéndose a la nueva Jerusalén. En Ef 3,18, además de es­ tas tres dimensiones, se habla de pó^oç (profundidad). Ap 20, 9, refiriéndose al último ata­ que de Satanás; «subieron hasta la ancha su­ perfície de la tierra y rodearon el campamento de los santos». JlXaTÚVW platynõ ensanchar, ampliar* Mt 23, 5 habla de los escribas y fariseos que ensanchan sus qpuÀaxxriQia (tiras con oraciones). En 2 Cor 6, 11 escribe Pablo; «Nuestra boca se ha abierto hacia vosotros..., nuestro corazón se ha ensanchado ampliamente (n:ejtX.áxuvxai)». En 6, 13 suplica; «\Abríos también vosotros ampliamente (nXaxúvllqxe)!».

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jiX,axijç - jiXeítov

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JtÀattJÇ, 3 platys

ancho, amplio* Mt 7, 13: «Ancha es la puerta (fj jtúàT)) y espacioso (siiQijxcüQOç) es el camino que conduce a la perdición».

va); en vez de JCÀ.éov (que aparece 3 veces) es más ffecuente jrXeiov (18 veces). El nominativo singular masculino y femenino y el dativo singu­ lar no aparecen en el NT; exceptuado jtXiov, to­ das Ias demás formas de casos se construyen a base de la forma plena j i A.e i -.

nXÉY^oi, atoç, XÓ plegma trenzado* 1 Tim 2, 9 en la exhortación dirigida a Ias mujeres: «que se atavíen con ropa decorosa..., no con peinados ostentosos ni con oro ni perlas...».

En el NT el punto de partida de los contenidos semânticos es el significado más. De ahí se desarrolla un sentido análogo en parte al dei grado positivo y que no siempre es fácil de traducir de manera fluida a nuestra lengua (por ejemplo, en Hech 2, 40), según que y en la forma en que 3rX,eícii)v se emplee como adje­ tivo, como sustantivo o como advérbio, con artículo o sin artículo. Y, así, en el sentido de intensificación numérica (cf. local, temporal, metafórico) significa más, más numeroso (Mt 21, 36; Jn 4, 1; 7, 31; 15, 2; Hech 4, 22); desarrollado más intensamente en el sentido gradual o de intensificación, significa vários (Hech 13, 31; 24, 17; 27, 20); o en el sentido directamente de intensificación gradual y de superioridad cualificante, significa mayor, más abundante, más prolongado y otras cosas por el estilo (Lc 11, 53; Jn 15, 2; 21, 15; Hech 15, 28; 18,20; 24,4; 2 Tim 2, 16; 3, 9; Heb 3, 3; 11,4; cf. Ias indicacioiies sobre los signifi­ cados en Bauer, Wõrterbuch, 1366-1368). Aqui se indica que en el NT el comparativo puede usarse en lugar dei superlativo (cf. el superlativo como elativo «muy grande», por ejemplo, en Mc 4, 1; el comparativo en lugar dei verdadero superlativo) y como el positivo (cf., en sentido ligeramente elativo, bastante-, cf. BlaB-Debrunner § 60-62 y 244-246). De ahí que su sentido aparezca frecuentemente como ambiguo, pero este sentido está bien claro en combinación con el genitivo como segundo término de comparación (Mt 21, 36) y en construcciones con fj (Lc 9, 13), Jtapá (Lc 3, 13) y JtA,f|v (Hech 15, 28). El sustantivado (oi) jtXeíoveç o jtXEÍonç (no aparece en los Evangelios), como concepto que expresa un conjunto, ofrece problemas parecidos a los dei positivo (oí) jtoXXoí. Aunque en Hech 19, 32; 27, 12; 1 Cor 15, 6 se piensa en la mayoría, en los más, como parte bien marcada de una totalidad, sin embargo

ni^ElOTOg, 3 pleistos la mayoría de, muy numeroso, mucho* En el NT el superlativo de ->■ jtoX,úç se usa como adjetivo y como sustantivo. Como adje­ tivo en Mt 11, 20: «la mayoría de los actos de poder»; 21, 8 (en sentido elativo): «la nume­ rosa multitud»; Mc 4, 1: õy)^oc, nXEloroç. En sentido sustantivado: oí n:ÀeTaxoL, «la mayo­ ría», Hech 19, 32 D; el neutro xò JtÀeioxoY (a lo sumo) se emplea como advérbio en 1 Cor 14, 27.

JtXeítov (jtXéoív), 2 pleiõn

(pleõn) más

1. Aparición en el NT - 2. Uso dei término y contenidos semânticos - 3. Campo referencial específica­ mente teológico.

Bibl.;

ttoA-úç.

1. JtÀELCOV es comparativo dei positivo ->■ JToXúç (cf. el superlativo -> JtÀElaxoç) y apa­ rece 55 veces en el NT, concretamente 7 veces en Mateo, 1 en Marcos, 9 en Lucas, 5 en Juan, 19 en Hechos, 3 en 1 Corintios, 3 en 2 Corintios, 1 en Filipenses, 2 en 2 Timoteo, 4 en Hebreos y 1 en el Apocalipsis; por tanto, no se halla tan difundido como el adjetivo en grado positivo. 2. rcXeíonv se a tie n e a l a f o r m a d e i t e m a a b r e ­ v ia d o jrX E(i)- y s e a ju s ta a l tip o d e d e c ü n a c ió n c o n s o n á n t i c a d e d o s t e r m in a c i o n e s ( g e n i t iv o h Xe Ío v o ç ) : s e h a l l a n a t e s t ig u a d a s I a s f o r m a s JtXELOuç ( d e riv a d a s d e i t e m a e n -s (<XoaEÇ, y e n a n a lo g ia c o n e l l a X o o a ç , e n lu g a r d e t i X e í o v e ç , 3rX .E Íovaç) y jtXeíco (< X o o a, e n lu g a r d e n;X,EÍo-

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nXeíwv - jtX,eové>tTTi5

esto no ocurre así tan claramente en 2 Cor 2, 6 (donde se habla de algo así como dei «ple­ no»; Bauer, Wõrterbuch, 1367: «los demás, el resto», es decir, no se trata de una decisión de la mayoría, sino de un voto unânime de la comunidad [que decide excluir a la persona cen­ surada]); 4, 15. A este respecto son notables también los textos de 1 Cor 9, 19 y 10, 5 (ipartitivo junto a jtávTEÇ?); 2 Cor 9, 2; Flp 1, 14 (^partitivo junto a ol Xoijiol JiávxEÇ?); Heb 7, 23 (junto a Jesús, el único sacerdote). En todo caso, el plural ji ^leíoveç puede deli­ mitar por lo alto (la mayoría de un número to­ tal) y por lo bajo (sin el artículo pero con f\ y otras construcciones por el estilo: Mt 21, 36; Hech 28, 23); o, con arreglo a otro uso gradual-intensivo y cualificador dei comparati­ vo, puede referirse colectivamente a una pluralidad (cf. BlaB-Debrunner § 244, 3: «la ma­ yoría», o también «otros, aún más»), en cuanto se opone a un individuo o a unos pocos individuos, pero que puede estar también junto a JtávTEç (sobre la distinción entre la manera semítica y la manera griega de expresarse, cf. Josefo, Bell II, 146; a propósito O. Michel-O. Bauemfeind [eds.J, De Bello ludaico I, München ^1962, 437 nota 71). . Expresiones y figuras de dicción especiales: paronomasia (2 Cor 4, 15), lítotes 1 Cor 10, 5), combinación con alXoc,, e x e q o ç (Mt 21, 36; Hech 2, 40), relaciones especiales de concordância (Mt 6, 25 par.; Lc 9, 13), com­ binación (reforzadora) con el positivo (Jn 4, 41), frases preposicionales (Lc 11, 53; Hech 4, 17).

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cristológica dei Hijo dei hombre por encima de Jonás y de Salomón, procedente de la fuente Q (Mt 12, 41 par.; cf. también Heb 3, 3); el problema dei «igual» y dei más en enunciados como Mt 20, 10; Lc 7, 42s; Jn 21, 15; Heb 11, 4; el progreso en el bien y en el mal (2 Cor 4, 15; 2 Tim 2, 16; 3, 9); b) el uso colectivo ( ^ 2 sobre nXEÍtov como concepto que expresa un conjunto). G. Nebe TCXÉxo) plekõ trenzar, tejer* En Mc 15, 17 par. Mt 27, 29 / Jn 19, 2 se habla de que tejieron una corona de espinas para ponérsela a Jesús; Marcos: àxáv&tvov oxÉcpavov; Mateo / Juan: oxéqpavov eE, ootav#Õ)V.

JtA,80váÇto pleonazõ abundar mucho / llegar a abundar mucho; en sentido transiti­ vo: hacer que abunde* En sentido intransitivo {existir abundante­ mente, acrecentarse) JtX,eováÇco se halla prin­ cipalmente en Pablo; Rom 5, 20a.b (jcapájtxcopa, ápaQxía); 6, 1 (xÓQiç); 2 Cor 4-, 15 (XÓQLç); Flp 4, 17 (xaQjtóç); además en 2 Tes 1, 3 (àyájtTi); 2 Pe 1, 8. En el sentido de tener más (de lo necesario) en 2 Cor 8, 15: «El que (había recogido) mucho, no tenía demasiado (ÈJtÀeóvaoEv)». - Hay sentido transitivo en 1 Tes 3, 12: «jQue el Senor os haga abundar en amor!» ThWNT VI, 263-266; DTNTI, 355s.

J l^ e o v o tte o ) pleonekteõ aprovecharse, enganar* 3. En el campo referencial específicamente Dícese de personas que se aprovechan de teológico, hay numerosos aspectos que son otras: 2 Cor 7, 2; 12, 17.18; 1 Tes 4, 6. De Sa­ análogos a los dei grado positivo (cf., por tanás en 2 Cor 2, 11 (en voz pasiva): «para ejemplo, el relato histórico). Destaquemos Ias que no seamos enganados por Satanás». Cf. ideas más notables que son propias dei grado ThWNT VI, 266-274; DTNT I, 150s. comparativo: a) una intensificación específi­ ca; la exigencia de una justicia mejor en Mateo (Mt 5, 20; pero cf. también Mc 12, 43 n;^eovéxT i|ç, o v , ó pleonektSs codicioso, avaricioso* par.; Jn 15,2; Hech 15,28); la argumentación, procedente de la fuente Q, acerca de la preoEn la enumeración de personas viciosas en 1 Cor 5, 10.11; 6, 10; Ef 5, 5. ThWNT VI, cupación por el «alma» y el cuerpo (Mt 6, 25 par.; cf. también 6, 33 par.); la superioridad 266-274; DTNT I, 150s.

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jiX.6ove^ía — jtXriYT)

3lX£OVE|ía, a ç , n pleonexia codicia, avaricia* En catálogos de vícios en Mc 7, 22 (en plu­ ral); Rom 1, 29; Ef 4, 19; 5, 3; Col 3, 5; cf., a propósito, A. Võgtle, Die Tugend- undLasterkataloge im NT, Münster i. W. 1936, esp. 223225. - Lc 12, 15 advierte contra «toda forma de avaricia». En 2 Cor 9, 5 jtXEOVE^ía, según el contexto, significa: «un don como (dificil­ mente) se saca a la tacanería». 1 Tes 2, 5 habla dei «pretexto para la codicia». 2 Pe 2, 3.14 atribuye codicia a los falsos maestros. ThWNT VI, 266-274; DTNT I, 150s; K. S. Frank, Habsucht (Geiz), en RAC XIII, 226247; Spicq, Notes II, 704-706. JlÀ,EVQá, ã ç , n pleura costado (dei cuerpo)* En el NT el término se refiere siempre a un costado dei cuerpo humano; en Jn 19, 34, se habla dei costado dei Crucificado en el cual un soldado (después de la muerte de Jesús) clavó su lanza (par. Mt 27, 49 v.l.). Jn 20, 20.25.27: el costado (la herida dei costado) que el Resucitado mostro a los discípulos. Hech 12, 7: el ángel golpeó en el costado a Pedro que dormia (jta x á la ç rfiv jtXEUQÓv), para despertarle. Ttkètíi pleõ navegar, hacerse a la vela* Con excepción de Ap 18, 17, todos los testimonios dei NT se hallan en la obra de Lucas (Lc 8, 23 a diferencia de Marcos, y cuatro veces en el libro de Hechos). Sin indicación de la meta dei viaje, jiXéco se halla en Lc 8, 23; Hech 27, 24. La meta de la navegación se in­ dica con ELÇ en Hech 21, 3; 27, 2.6. En Ap 18, 17 ó EJii TÓJtov jtXscov significa quizás «el que navega a lo largo de la costa», cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v.-, H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT) 236, cree que el texto se halla corrompido y propone leer xtójtqv (ga­ lera) o itQQjQav (proa) en lugar de xójtov; cf. Ez 27, 29 LXX. íjÇ» 'H plSgê golpe, herida, plaga* Bibl.: Haag, Diccionario, 713s («Flagelación»), 1535 («Plagas de Egipto»); J. Levy, Chaldãisches

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Wõrterbuch über die Targumim und eínen grofien Theil des rabbinischen Schrifttums II, Leipzig ^1866 (Kõln 1959), 114; Ch. Maurer, ârtiTÍ-âripi, en ThWNT VIII, 160, 22s; H. P. Müller, Die Plagen der Apokalypse: ZNW 51 (1960) 268-278.

1. De los 22 testimonios de JiXriYfi que se encuentran en el NT, dieciséis corresponden al Apocalipsis, dos al Evangelio de Lucas y otros tantos a Pablo y al libro de Hechos. La expresión de participio irXqYÒç âttr&Évxeç, Lc 10, 30; Hech 16, 23 («infligir golpes», «golpear»), se halla atestiguada tanto en griego (Maurer) como en arameo (Levy: 'assêb küfrê, literalmente «hacer que se reciban gol­ pes»). En la parábola dei Buen Samaritano (Lc 10, 30), esa expresión se usa en el contex­ to de un atraco perpetrado por ladrones de caminos; en Hech 16, 23, la expresión se men­ ciona en el relato sobre la actividad de Pablo en Filipos, a propósito de un linchamiento de Pablo y Silas (sobre Ap 22,18 2). 2. En Lc 12, 48, JtXqY''! designa el castigo de azotes que un esclavo recibe cuando hace algo que «merece golpes»; Hech 16, 23; 2 Cor 6, 5; 11, 23: el castigo de azotes que Pa­ blo recibió (en un caso, estando Silas con él) por hallarse al servicio dei Senor; Hech 16, 33: los resultados de la flagelación, es decir. Ias heridas. Corresponde a esta manera de hablar, lo que se dice en Ap 13, 3.12.14, cuando se habla de que la «bestia» (cf. Dan 7, Iss) anticristiana recibió «herida mortal y herida de espada», y que de ella sanó. Desviándose dei uso esbozado hasta ahora, jtXqYil debe traducirse por plaga en todos los demás pasajes (Ap 9, 18.20; 11, 6; 15, 1.6.8; 16, 9.21 [bis]; 18, 4.8; 21, 9; 22, 18): un concepto que sólo puede perfilarse nitidamente e interpretarse como es debido, en relación con Ias «plagas de Egipto», narradas en el libro dei Exodo. En favor de esta interpretación ha­ bla el hecho de que tanto en el Apocalipsis como en el libro dei Exodo se hable de «diez plagas» (TM: nega', LXX: JtX.ijY'*!; compárese Ex 7, 14-12, 36 con Ap 9, 18 [tres plagas] y 15, 1.6.8 [siete plagas]), y que tanto en el li­ bro dei Exodo como en el Apocalipsis Ias diez

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JtXrjYTÍ - jiXfjôoç

plagas vayan seguidas por el êxodo (compárese Ex 12, 31 con Ap 18, 4). H. Schwarz 3 t^ f|d o ç , o v ç , TÓ plêthos multitud, grupo muy num eroso, gentio, población, reunión; (asamblea de la) comunidad* 1. Aparición - 2. Uso en el NT - a) Significado fun­ damental - b) JtXijffoç sin y con artículo - c) Entida­ des a Ias que se hace referencia - d) Significados en concreto - 3. (xò) jtKfifloç como designación lucana de la comunidad. Bibl.: W. Bauder, en DTNT III, 370-372; G. Delling, jtXfjOoç, en ThWNT VI, 274-279; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), Gõttingen ’1977, sobre todo 227 nota 1; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, sobre todo 251 nota 71; 381 nota 23; 424 nota 31; H. Schürmann, Das Lukasevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 320 (sobre Lc 6, 17); P. Zingg, Das Wachsen der Kirche (OBO 3), Fribourg (Suiza)-Gõttingen 1974, esp. 65ss; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1236.

1. De los 31 testimonios seguros que apare­ ceu en el NT, veinticuatro de ellos corresponden a Lucas/Hechos (8 + 16 respectivamen­ te). Se trata, por tanto, de un «término prefe­ rido» por Lucas (Schneider, 381 nota 23). Por lo que respecta al Ev. de Lucas, esto se con­ firma por la siguiente observación: tan sólo en 6,17 la sentencia se deriva de Marcos (Mc 3, 7s; pero en este caso el término se usa en sentido absoluto); tres veces el término es redaccional: en 8, 37 ãjtav xò JiT.fjüoç (con ge­ nitivo) es un adición aclaratoria de Mc 5, 17; en 19, 37 y 23, 1 la misma expresión sustituye complejas enumeraciones de grupos de personas en Marcos (11, 9 ó 15, 1)); los demás pasajes: 1, 10; 2, 13; 5, 6; 23, 27 pertenecen al material peculiar de Lucas y no tienen paralelos sinópticos (sin embargo, compárese Lc 5, 6 con Jn 21, 6). Con excepción de Hech 5, 14, en el NT el término aparece siempre en singular. 2. a) El sustantivo, por su etimologia (de la raiz plê-), significa propiamente plenitud (cf. Jtíp.Jt7.TiM,L, 3TX.f|QT]ç; en latin, plenus). En el NT se emplea como indicación (colectiva) de

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cantidad, y corresponde en su significado ge­ neral al término espanol multitud (sinônimos de carácter general: grupo muy numeroso, gentio, masa de gente) y, por tanto, tiene en cierto modo un significado extenso y un am­ plio campo referencial (como sucede ya en la LXX; cf. Delling, 276ss). b) Sin articulo, JiT.fiOoç designa un conjun­ to bastante numeroso pero de cantidad inde­ terminada (una multitud) y es sinônimo a ve­ ces dei adjetivo jro^À.oí (Delling, 279). La magnitud excepcional de un JiX.fjdoç (indeter­ minado) se expresa generalmente por medio dei adjetivo JtoÀú (Mc 3, 7s; Lc 5, 6; 6, 17; 23, 27; Hech 14, 1; 17, 4); tiene precisamente sentido «hiperbólico» (Zingg, 65) el plural jrT.Tjüti àvÔQÔiv XE x a l Ybvaixcõv en Hech 5, 14. Una indicación limitadora de la cantidad (con xi) la encontramos en Hech 28, 3; «una brazada de lena» (Delling, 279). Si jtÀfjOoç lleva artículo, entonces se piensa en un con­ junto en el sentido de la (totalidad de) una reunión homogênea (en ciertas ocasiones = oi jto)y.7,oí; cf, Delling, 278). En determinadas reuniones de personas, Lucas realza de manera especial su «carácter homogêneo» (Zingg, 67) o la «uniformidad de su conducta» (De­ lling, 278) por medio de Jtãv (Lc 1,10; Hech 6, 5; 15, 12) o ótJtav (Lc 8, 37; 19, 37; 23, 1; Hech 23, 24; cf. ôXov en Hech 14, 7). c) Casi siempre un genitivo indica a qué se refiere (xò) JtXfjfloç. Pero, aunque falte ese genitivo (como sucede en Mc 3, 7s; Hech 2, 6; 6, 5 [14, 7 v.l.]; 19, 9; 23, 7; cf. Heb 11, 12, donde x(õ JiÀ,f|0^EL, usado como adjetivo, tiene el sentido de «numeroso»), la referencia se puede deducir claramente dei contexto. Predominantemente el sustantivo se refiere a per­ sonas (con frecuencia con la constructio ad sensum característica de los nombres colectivos; cf. BlaB-Debrunner § 134, 1; 296, 1); po­ ças veces se refiere a entidades no personales (a peces: Lc 5, 6; Jn 21, 6); a lena: Hech 28, 3; estrellas: Heb 11, 12; pecados: Sant 5, 20; 1 Pe 4, 8). d) Guando no se refiere a personas, el tér­ mino tiene siempre el significado usual de conjunto, gran cantidad. Por el contrario.

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jiXfi'0'oç

cuando se refiere a personas, hay variedad de significados: En sentido general (como designación de un conjunto o gran grupo de personas) el sustantivo se encuentra, por ejemplo, en Lc 2, 13: «una multitud de Ias huestes celestiales»; Jn 5, 3; «multitud de enfermos»; Hech 5, 14: «multitud de hombres y mujeres»; 14,1: «una gran multitud de judios y griegos; 17, 4; «una gran multitud de griegos temerosos de Dios» (junto a; «y no pocas mujeres de familias distinguidas» [joux òXíyai es una expresión si­ nônima de JtXfjüoç jtoÀú!]). Aqui hay que in­ cluir también los pasajes en los que (xò) dog significa (el) pueblo o (la) multitud de personas-, con este mismo sentido el sustantivo usado en sentido absoluto aparece única­ mente en Mc 3, 7s («una gran multitud» = «muchas personas»; cf. el lugar paralelo de Mt 4, 25: õxA.oi jro?t)y,OL); en los demás casos, el sustantivo va acompanado siempre de xon Xaov-, Lc 1, 10 (junto al sencillo ó Â,aóç, v. 21); 6, 17 («un gran gentio de personas», di­ ferenciado aqui de õx^oç jtolrúç pa^Ttxrôv); 23, 27 (téngase en cuenta aqui la diferenciación que se establece: «una gran multitud de pueblo y de mujeres»); Hech 21, 36 (aqui con acento negativo: «multitud ruidosa», «masa de gente»; cf. en Ias inmediaciones la simple expresión ó oxXoç, vv. 27.34s ó ó Xaóç, vv. 30.39S). Tan sólo en Lucas xò 3XÀ,fj'&oç tiene a veces un sentido más amplio (acentuándose espe­ cialmente, en la mayoría de los casos, el as­ pecto de totalidad) y designándose entonces a la población (entera) de una ciudad o región (Lc 8, 37: dei território de los gerasenos; Hech 5, 16: de Ias ciudades de los alrededores de Jerusalén; 14, 4: de Iconio; cf. [con exageración] 25, 24: «todo el pueblo judio»; además 2, 6, donde por la «multitud» [jxò jrX.fjdoç en sentido absoluto!] que se reunió en el dia de Pentecostés, hay que entender, según el con­ texto [vv. 5 y 14], a todos los habitantes de Jerusalén juntamente con los judios de la Diáspora que residian en aquella ciudad); dos ve­ ces (Lc 23, 1; Hech 23, 7) se hace referencia a la reunión (en pleno) dei Consejo Supremo.

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De igual modo, sólo en Lucas -con arreglo a la terminologia para referirse a Ias entidades religiosas (Bauer, Wõrterbuch, í . v.; Schneider, 424 nota 31)- se encuentra el sustantivo como tecnicismo para designar a la (asamblea) de la comunidad religiosa reunida en pleno. La expresión se usa consecuentemente en este sentido, pero con dos excepciones: en Lc 1, 10 Jtõv TÒ ttXfjifoç significa la comuni­ dad reunida para el culto divino en el atrio dei templo (por contraposición al sacerdote que hacía en el templo la ofrenda dei incienso), y en Hech 19, 9 se emplea la expresión xò jtXfi^ o ç en sentido absoluto para referirse a la asamblea comunitária de la sinagoga de Efeso (de la cual se separan «los discipulos»). Con esta expresión se piensa unas veces en el gru­ po de los discípulos antes de Pascua (así en Lc 19, 37; òlixav xò JxLijDoç xtõv (xa'&T)xõ)'v; cf. 6, 17, donde la expresión sinônima òxXog jtoXvç |r.a{lT)xâjv auxoü describe el círculo más íntimo de los discípulos de Jesus, a dife­ rencia no sólo de los «Doce» sino también dei noXv dei pueblo) o bien (como suce­ de siempre en el libro de Hechos) se piensa en la comunidad cristiana (reunida); así Hech 4, 32 (xò itJcfjOoç xmv juaxeuoávxwv); 6, 2 (xò jtXfidoç xrôv pa'0'Tixcõv); 6, 5 y 15, 2 (en am­ bos casos Jtõv xò jtXfi'&oç) se refieren a la co­ munidad primitiva de Jerusalén, y 15, 30 (OOvaycxYÓvxEÇ xò jrXfjdoç) se refiere a la comunidad de Antioquía. 3. Con el uso lucano dei sustantivo como designación de la comunidad cristiana (junto a ^ £Xx)iT)aLa; compárese, por ejemplo, Hech 4, 32 con 5, 11; 15, 12 con 15, 22) se asocian varias ideas de relevância teológica: a) La idea de la continuidad (histórico-salvífica): Cuando en Lc 19, 37 (en la perícopa de la entrada triunfal en Jerusalén) el grupo de discípulos que acompanaba a Jesús se de­ signa con la misma expresión (jt^^fj^oç xcõv (ra'9'T)X(õv) que se emplea para designar en Hech 6, 2 a la comunidad primitiva de Jerusa­ lén, entonces se caracteriza claramente a los discípulos como «modelo y prototipo de la comunidad cristiana primitiva» (Schürmann,

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it^ fjd o ç - jtXii&iJva)

320), También en Lc 6, 17 la «gran multitud de sus discípulos» que (junto a los «Doce») se mencionan entre los que seguían a Jesús, aparecen al menos «simbolicamente como signo profético... de la comunidad pospascual de los discípulos» (Schürmann, 321), así como la «gran muchedumbre de gente» -con anticipación de la situación misionera después de Pascua- «representa ya a Ias masas de personas de la Ecumene susceptibles de ser evangelizadas... y prefigura así potencialmente al pueblo de Dios de la Nueva Alianza» (Schür­ mann, 321). Una comprensión parecida se sugiere para Lc 2, 10; 23, 27, y sobre todo para 5, 6 (la abundante captura de peces como representación anticipada dei êxito de la misión postpascual; cf. v. 10). b) La idea dei crecimiento: esta idea se in­ dica ya en el Evangelio de Lucas. Mientras que en 6,17 el õx?^.oç JtoÂ,úç de los discípulos se distingue aún dei itX.f\'0'OÇ iroLú dei pueblo (que evidentemente se concibe como mucho mayor; Zingg, 65), la expresión dicav xò JtÀ.fjdoç en 19, 37 podría referirse ya al grupo de los discípulos incrementado con «Ias ma­ sas que confesaban su fe en Jesús» (Schür­ mann, 321 nota 7). A su vez, el libro de Hechos (especialmente en los tres sumários que describen la vida de los primeros cristianos; 2, 41-47; 4, 32-35: 5, 11-16) nos hace ver cómo la comunidad primitiva fue creciendo continuamente desde el primer día de Pentecostés; el día en que a base de la multitud con­ gregada (2, 6) se formó el primer grupo de cristianos (cf. 2,41 al principio dei primer su­ mario). De manera precisamente hiperbólica se formula en 5, 14 la noticia sobre el creci­ miento (en el tercer sumario): «Y más y más, multitudes de hombres y mujeres creyentes en el Senor se anadían constantemente (jtqooexí'9'evTo)» (cf., a propósito, Zingg, 38s). La convocación de la «multitud de discípulos», mencionada en 6,2, que conduce a la elección de los Siete por «toda la multitudy> (6, 5), se debe a Ias dificultades surgidas por el intenso crecimiento de la comunidad (6, 1: «porque ei número de los discípulos iba aumentando» [-> JtXii&iJva)]). Más todavia crece el número de

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cristianos por la actividad misionera de Pablo y de sus companeros. Según 14, 1, éstos predican con tanto êxito en la sinagoga de Iconio, que «gran multitud de judios y griegos abrazan la fe»; según 17, 4, en Tesalónica logran ganar para la fe, junto a algunos judios, «a una gran multitud de griegos temerosos de Dios y a no pocas mujeres de famiüas distinguidas». c) La idea de la unidad (homogênea y, a la vez, estructurada); al grupo de los discípulos de Jesús se los caracteriza ya en Lc 19, 37 (por medio de ã ita v ) como una comunidad homogênea. Esto se aplica sobre todo a la co­ munidad cristiana postpascual. Su homogeneidad se hace patente en la forma de su con­ vivência (Hech 4, 32; «La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y un alma sola, ... todo lo poseian en común») y en la postura uniforme que adoptan en decisiones importantes (así sucede en la elección de los Siete; 6, 5; en el Concilio Apostólico: 15, 12. 22.25). En todo ello, la comunidad -con arreglo a su modelo prepascual (cf. la distinción que se hace entre los «Doce» y el círculo ma­ yor de los «discípulos» en Lc 6, 17)—aparece como una unidad estructurada; en Hech 6, 2 se hace distinción entre la «multitud de los discípulos» y el grupo de los «Doce» (que convoca la asamblea y que dirige a la comu­ nidad). En el relato sobre el Concilio Apostó­ lico hallamos la tríada: comunidad (ièxxÂ,Tioía!), apóstoles, ancianos (15, 4; cf. 15, 22). A los apóstoles y a los ancianos se los realza así especialmente como el grêmio rector den­ tro de la asamblea plena de la comunidad (15, 12; jrãv xò jrLij^&oç). J. Zmijewski plêthynõ completar, acrecentar(se), crecer, aumentar* 1. Aparición y uso en el NT - 2. Expresiones for­ mularias - 3. jtXtfÔTJVo) en el libro de Hechos. B ib l ; W. Bauder, en DTNTII, 370-372; G. Delling, jzXtiüÚvq), en ThWNT VI, 279-282; G. Schneider, D ie A po stelg esch ich te I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, so­ bre todo 422 nota 14, y 457 nota 108; P. Zingg, D as

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jtJi-iTÍhjva)

W achsen d e r K irche (OBO 3), Fribourg (Suiza)-Oõttingen 1974; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1236.

1. En el NT el verbo aparece 12 veces (en la LXX hay unos 200 testimoiüos), cinco de ias cuales se encuentran en el libro de Hechos (Schneider, 457 nota 108: «un término predilecto en Hechos». Se emplea (como sucede ya en la LXX; cf. Delling, 280) tanto en sentido transitivo como intransitivo. Claro que la voz activa dei verbo en sentido transitivo, que sig­ nifica completar, acrecentar, se encuentra únicamente en dos pasajes (en ambos como un enunciado acerca de Dios); en 2 Cor 9, 10, donde se dice que Dios concederá a los corintios su «cosecha» y la acrecentará (se piensa en la abundancia de bienes materiales que les permita realizar su obra de amor con la comunidad de Jerusalén [^o que nace de esa obra de amor?]) y (dos veces) en Heb 6, 14 en la cita de la promesa hecha por Dios a Abrahán en Gén 22, 17: «Sí, bendiciendo te bendeciré y te acrecentará acrecentándote (= con abun­ dancia) (en la LXX dice: a tu simiente)». La voz activa dei verbo con sentido intransitivo y con el significado de crecer, aumentar (en nú­ mero) aparece únicamente en Hech 6, 1 (refiriéndose a la comunidad de los discípulos; cf. también Hech 19, 20 D. En los ocho pasajes restantes (Mt 24, 12; Hech 6, 7; 7, 17; 9, 31; 12, 24; 1 Pe 1, 2; 2 Pe 1, 2; Jds 2) el verbo aparece en voz pasiva = ser acrecentado, ser concedido en abundancia (así especialmente teniendo a Dios como sujeto lógico), pero también con sentido de voz media (en conso­ nância con el sentido intransitivo): acrecentarse, aumentar, crecer (por ejemplo en Mt 24, 12, donde se senala que uno de los signos dei fin de los tiempos es el aumento de la ^ àvopía, provocado por la seducción (v. 11), que tendrá como consecuencia un «enfriamiento» de la àyáJtTi en muchos). 2. El par de términos «(hacer) crecer y multiplicar(se) (aíi^áva) x a i JtX.iy&úvm: Hech 6, 7; 7, 17; 12, 24; 2 Cor 9, 10) es ya una expresión fija en la LXX (donde aparece 13 veces, por ejemplo, en Gén 1, 22.28; 47, 27; Ex 1,

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7). La combinación de los dos verbos, los cuales (a pesar de su sinonimia) tienen como fondo diversas ideas (cf. Zingg, 26), podría entenderse como intensificación (es decir, po­ dría expresar la gran abundancia y lo constan­ te dei crecimiento), pero podría tratar también de describir el crecimiento bajo dos aspectos (dando a entender más bien con an láv to la energia interna que produce el crecimiento [cf. Delling, 281], y con jtX.iyOúvco más bien los efectos externos dei crecimiento). En los tres praescripta epistolares, el optativo JtXT]'0nv'&eÍTi («jojalá crezca!» o «jconcédase en plenitud!») -seguramente por in­ fluencia de la LXX (cf. Dan 4, 37c LXX; 4,1; 6, 26 Teod.)—se anade a la fórmula de saludo (1 Pe 1, 2: 'óltiv x a i elprivri JtX.'q'9nv•0-eÍT]; de manera semejante en 2 Pe 2, 1, aunque con la adición redaccional de èv èjttyvcó08LToõ -ftEOi) %xk.\ Jds 2; êA,eoç úpív x a i elQrivT] x a i àyáitTi jrX.irduvdeíq); el deseo quiere «que la plenitud de los dones divinos de salvación se dejen sentir activamente en Ias comunidades» (Delling, 282). 3. JtX.iy&úvto (juntamente con aúlávco, lOXÚco, JtQooxídTipi y otros) es uno de los ver­ bos característicos dei libro de Hechos para dar noticias sobre el crecimiento. Dos de esas noticias enmarcan el relato sobre la elección de los Siete (6, 2-6). La primera (6, 1), expresada en forma de genitivo absoluto (jt^ir&uvóvTiov xcõv [iabxixtüv; «como los discípulos fueran aumentando en número»), menciona el trasfondo (temporal y objetivo) de Ias dificultades, que (según el v. 2) hacen que se reúna la comunidad en pleno (-+ Jt)ifi§oç 3; el sustantivo, por tanto, se halla aqui junto al verbo, jcomo en Ex 1, 9s; Dt 1, 10; 1 Crón 4, 38 LXX!). La segunda noticia (6, 7) describe en tres frases estructuradas paralelamente el êxi­ to obtenido por el nombramiento de los Siete (al quedar libres los apóstoles para el «minis­ tério de la palabra»; cf. v. 4): «Y la palabra de Dios crecía (lyu^avEv), y se multipUcaba po­ derosamente (oqpóÔQa) el número de los dis­ cípulos en Jerusalén, y gran multitud (noJtòç õxXoç) de sacerdotes se hicieron obedientes a

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nX.riôiJva) - Ji?ir|0T|ç

la fe». En relación con 6, 1, este sumario re­ presenta innegablemente una intensificación (cf. el refuerzo con otpóôpa [como en Ex 1, 7 y passim, el imperfecto que sirve para acen­ tuar lo continuado dei crecimiento, la ampliación dei círculo de personas a la «gran multitud de sacerdotes», pero también la clara refe­ rencia a la conexión entre el crecimiento dei logos y el aumento -determinado por ellodel número de discípulos. Otra intensificación la encontramos en 9, 31 («la Iglesia en toda Judea, Galilea y Samaría... iba creciendo por la 3raQáxX,T]oiç dei Espíritu Santo»); aqui se habla ya de una â x x 7 ,T )O Ía (una «iglesia regional» que rebasa los limites de la comunidad primitiva) con un constante crecimiento (jde nuevo se usa el imperfecto!) que sigue atribuyéndose a la acción dei Espíritu Santo. La noticia final (12, 24: «Pero la palabra dei Seiior seguia creciendo y multiplicándose») marca una suprema intensificación, no sólo a causa de la formulación (jel logos es ahora el único sujetol), sino también a causa de la posición de la frase: Lucas la situó cons­ cientemente entre el relato sobre la persecución y muerte de Herodes (12,1-23) y el rela­ to sobre el primer viaje misionero de Pablo (a partir de 13, 1). Y lo hizo así peira mostrar cla­ ramente que el crecimiento dei logos y, con ello, el de la Iglesia proseguía de manera incontenible (jotra vez se usa el imperfecto!) - a pesar de la persecución—, en cumplimiento dei encargo dado por el Senor (1,8). Hech 7, 17, con su alusión a Gén 47, 27 ó Ex 1, 7 (en palabras puestas en boca de Esteban) se halla exactamente entre Ias cuatro no­ ticias acerca dei crecimiento, que acabamos de examinar. Si, según Lucas, el «crecimiento y multiplicación» dei antiguo pueblo de Dios en Egipto, que en esas citas se mencionan, se refieren al comienzo dei cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán (cf. 7, 5), vemos ahora que el crecimiento dei logos y de la Iglesia significa la nueva y definitiva realización de esa promesa (cf. Zingg, 174). J. Zmijewski

n;XT|xtt)ç, o v , ó plêktês pendenciero* En los «espejos de obispos» de Ias Pastorales encontramos, entre otras cualidades, la de que el èrtíoxoitoç no debe sej pendenciero (pT) Jt7,f|XTT]v): 1 Trm 3, 3; Tit 1, 7. tjç , plêmmyra crecida de Ias aguas, inundación* Lc 6, 48 (a diferencia de Mt 7, 25) en la pa­ rábola final dei «sermón dei llano» (la casa edificada sobre fundamento de roca): JtliTippÚQTiç YE'''0 [tévr|Ç, «cuando vino una inundación». plên (adv.; preposición impropia con genitivo) pero, sin embargo; excepto* 1. El advérbio se usa (como conjunción) al principio de la oración o de parte de la oración (sin embargo, no obstante): en la frase que introduce sentencias de Jesus: Jt7.f)v Xéytí) "óplv (Mt 11, 22.24; 26, 64) y mX.qv o u aí (Mt 18, 7; Lc 6, 24; 17, 1; 22, 22). - Otros testimonios: Mt 26, 39 par. Lc 22, 42 (ja diferen­ cia de Marcos!); Lc 6, 35; 10, 11.14.20; 11, 41; 12, 31; 13, 33; 18, 8; 19, 27; 23, 28. Jt)ir|v puede también finalizar la explicación y realzar lo decisivo, por ejemplo, en Pablo: 1 Cor 11, 11; Flp 3,16; 4, 14; cf. Ef 5, 33; Ap 2, 25. - jtX.T]v ÔTi, «excepto que», se halla en Hech 20, 23; Flp 1, 18. - En Lc 22, 21 Kkx\v interrumpe el curso dei pensamiento y marca la transición hacia una nueva idea. 2. Como preposición impropia que rige ge­ nitivo (excepto), JtÀtív sigue casi siempre a enunciados negativos: Mc 12, 32; Jn 8, 10 Textus Receptus; Hech 15, 28; 27, 22. Sigue a un enunciado positivo en Hech 8, 1: Jtávxeç ôiEajtápT]oav trÀfiv tcúv àjtooTÓÀtuv. 2 plêrês lleno* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. jtXÚQuç en los escritos de Lucas. B ihL: G. DelUng, jiX .t|qt]ç, en ThWNT VI, 283-285; G. M. Lee, Indeclinable IIAHPH2; NovT 17 (1975) 304; para más bibliografia, cf. -> xXtiqócd.

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3XXf|QT|Ç- JtXriQOCpOQEÜ)

1. En el NT JtWieifiç aparece 16 veces, prin­ cipalmente en Ias obras de Lucas (2 veces en el Ev. de Lucas y 8 en el libro de Hechos); por lo demás, aparece 2 veces en Mateo, 2 en Marcos, 1 en el Ev. de Juan y 1 en la Carta se­ gunda de Juan. 2. JtX,T|QT]ç (que en el NT es parcialmente indeclinable, como lo es en general en la lengua helenística vulgar; cf. BlaB-Debrunner § 137, 1) significa lleno, completo, primeramente en sentido puramente espacial; «doce canastas Renas» (Mt 14, 20; de manera pare­ cida en Mt 15, 37; Mc 8, 19; «grano lleno en la espiga» (Mc 4, 28). Aparece también en sentido figurado: «para que recibáis completa recompensa» (2 Jn 8). El empleo dei término es teologicamente relevante en Lucas ( ^ 3) y Jn 1, 14: jT?tr|QTiç xáetTOç stal àXir&eíaç, «lleno de gracia y de verdad» àX.TiOeia 4.b, -> jrX,r|Q0jp,a 3.c). 3. JtJtfiQTiç tiene en Lucas especial peso te­ ológico. El Jesús pre-pascual es por excelencia el portador dei Espíritu; él está jrXf|ÇT]ç jTveúfxaxoç 071.00, «lleno dei Espíritu Santo, Lc 4, 1 (cf., a propósito, H. Conzelmann, El centro dei tiempo, Madrid 1974, 253s; cf. también Lc 4, 16ss). El uso de jtÀ,f|QT]ç en He­ chos muestra que, después de Pentecostés, el Espíritu Santo es el verdadero poder para el tiempo de la Iglesia. Hech 6,3 describe a «los Siete» (-»• Eitrá 2.e) como «llenos dei Espíri­ tu y de sabiduría», aunque dificilmente en el sentido de «experiencia práctica dei mundo» (en contra de E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 256; crítica justificada en G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 426 nota 45, con referencia a Hech 6, 10). La afirmación de que Esteban es «un varón lleno de fe y dei Espíritu Santo» (6, 5) se desarrolla en dos direcciones: 1) él está «lleno de gracia y de poder (-> ôúva|i,iç 6)» (6, 8), es decir, es obrador de milagros, y 2) él habla «con sabi­ duría y Espíritu» al enfrentarse con los adver­ sários de la fe cristiana (6, 10; cf. Schneider, Die Apostelgeschichte, 434s). En 7, 55, Este­ ban, «lleno dei Espíritu Santo», ve la gloria

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(-> ôó^a 3.b) de Dios en el cielo y ve a Jesús a la mano derecha de Dios (Haenchen, Die Apostelgeschichte, 286: «El Espíritu Santo abre los ojos de Esteban... para que contemple la realidad celestial que está infinitamente por encima de toda polêmica terrena»). En 11, 24 se dice que Bemabé está «lleno dei Espíritu Santo y de fe»; está apareciendo una termi­ nologia fija dei lenguaje de la edificación» (Haenchen, Die Apostelgeschichte, 352s). En este sentido hay que entender quizás la caracterización (sobrecargada lingUísticamente) de Tabita como «Rena de buenas obras y de Ias limosnas que hacía», Hech 9, 36 (a propósito, cf. Haenchen, Die Apostelgeschichte, 327). Lucas usa JtÀ,f|QTiç en sentido descalificador en Hech 13, 10; «Estás Reno de engano y de maldad» (refiriéndose Elimas el mago), y en 19, 28: «llenos de ira» (se refiere a los efesinos en el alboroto promovido por Demetrio); cf. también Lc 5, 12: «un hombre Reno de lepra». H. Hübner JlXt)QO(jpoQÉ(a plêrophoreõ llenar (com­ pletamente); en voz pasiva también: estar convencido* JtA,T]QoqpOQLa, aç, q plêrophoria plenitud, convicción* 1 . Aparición y significado de JtXt]QOcpoQÉa) - 2. Aparición y significado de JiXqoocpoQÍa - 3. Lc 1, 1 4. Rom 14, 5. B ihh: J. Becker, Q uid itXr|ço<poQelaúai in R om 14, 5 significef. VD 45 (1967) 11-18; Id., Z u JiXqçoqpoeElaUai in R o m 14, 5: Bib 65 (1984) 364; DeiBmann, L icht, 67s; G. Delling, JtXriQoqpoQéo), en ThWNT VI, 307s; J t X , í ]Q O (p o Q Í a , en ibid., 309; H. SchUnnann, D as L u ka sevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 119; Spicq, N otes II, 707-709; para más bibliografia, cf.

-> JiXrjQÓco.

1. A causa de su doble significado de llenar (completamente) (sentido reforzado de -r JtX.qQÓco) y de estar firmemente convencido (en voz pasiva), y de su carácter cambiante, el verbo JtÀqQoqJOQéco, dei griego tardio, se re­ siste a veces a una traducción inequívoca. Aparece 6 veces en el NT: xà jtE J tX ,q p o (p o -

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irXíiQocpoQéa)

0Ti(xéva èv ^[xív :tQáY|iaTa, «los sucesos que se han cumplido (= que Dios ha hecho que se cumplan) entre nosotros» (segiín la traducción propuesta en alemán por Schürmann, 4), LC 1, 1; KXTIQOqpOQII&EÍÇ / 3tA.T]QOq)OQEÍO'&(0, completamente convencido / él debe convencerse plenamente, Rom 4, 12; 14, 5; irEJtX,TipocpoQTipévoL, cumplidos, o, como en Pablo: completamente convencidos, Col 4, 12; «cum~ ple tu ministério», 2 Tim 4, 5; iva ôi’ èpoC tò xriQUYpa JtXTjpotpopii&fj, «para que por me­ dio de mí llegue a sufin la tarea de proclamación (que se me ha impuesto)», 2 Tim 4, 17 (en sentido un poco atenuado, traduce así M. Dibelius, Die Pastoralbriefe [HNT], sub loco: «a fín de que por medio de mí la predicación se proclame a lo largo y a lo ancho»).

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qjogíav xfjç èX,jtíôoç (Heb 6, 11), ya sea la de «ceio por el pleno desarrollo de la esperanza» (O. Michel, Der Briefan die Hebraer^ [KEK], sub loco), o bien la de «ceio que conduce a la plena confirmación de la esperanza final» (Delling, 309, 21s). Se discute el significado de èv jrXqpocpoQÍg níoxecuç (Heb 10, 22); «en fe completa» (Michel, Der B rief an die Hebraer, 342; ibid., 346; «lo inquebrantable de la fe»). Delling (309, 25s) ve acertadamente que aqui JiÀT]QoqpoQÍa se acerca teológi­ camente al significado de 3iaQpT]aía («con­ fianza»).

3. La frase: xà JtejtX.TiQoqpoQTi[rÉva èv r||r.ív jtgáYpaxa (Lc 1, 1) contiene un frag­ mento dei programa teológico e histórico que se expresa en el prólogo dei Evangeho de Lu­ 2. Las dificultades de traducción son aún cas. Schürmann podria estar en lo cierto al mayores con respecto al sustantivo nXqpoafirmar que itÀTjQOcpoQéü) «se emplea aqui en cpoQÍa, también dei griego tardio, con su dodoble sentido»; significa primeramente, lo ble significado de plenitud y firm e convicmismo que 3i A,t)qóo), la consumación. Para ción, suprema certeza. El sustantivo aparece Lucas, «los acontecimientos cristológicos de tan sólo 3 veces en las cartas dei NT. la salvación ‘han llegado a su final’ con la re1 Tes 1,5: «El evangelio llegó... no sólo en surrección y la exaltación de Jesus...». Pero la palabra, sino también en el poder y en el Lucas quiere expresar, no obstante, el «carácEspíritu y [èv] nXTjQoqpoQÍçt JtoX,Xf)». El con­ ter de cumplimiento» de esos acontecimientos traste aqui entre 3t^T]QocpOQÍa y «la palabra» (Schürmann, 5). Con este fin el evangelista se y la coordinación de JtXTiQoqpoQÍa con el po­ habría servido intencionadamente, para sus der y el Espíritu podrían sugerir la siguiente ideas teológicas, dei sentido poco nítido dei traducción; «en gran plenitud de acción divi­ término JtXTjQoqJOQÉto. Al cumplimiento (o na» (así Delling, 309, 6ss; de manera diferen­ consumación) de los actos salvíficos corres­ te traduce E. von Dobschütz, Die Thessalonipondería el cumplimiento de lo que se ha es­ cherbriefe [KEK], sub loco: «confianza inter­ crito sobre ellos (Lc 24, 44, ->• jtXqpóa) 3.a). na obrada por el Espíritu»; Bauer, Wõrter4. El principio: «Cada uno debe llegar a es­ buch, 1330 ofrece como traducción probable: «riqueza en certidumbre»). tar firmemente convencido según su propio Col 2 , 2 es un texto inequívoco: e Lç Jtãv juicio» (Rom 14, 5), permitirá adoptcir decisiones diferentes en la espinosa cuestión acer­ jtXoÕToç Tfjç jrXqpoqpopíaç xfjç auvéoecoç, «a toda la riqueza de la plenitud dei conoca de la pureza cultuai, es decir, en una cues­ tión que afecta a la validez de la ley mosaica cimiento» (M. Dibelius, An die Kolosser^ [HNT], 24: «a la comprensión plena y rica»; (-> vópoç 4.b). Según esto, en la Carta a los Romanos, Pablo podria dar muestras de maDelling, 309, 17s: entiende jtXrjQoqpoQÍa co­ mo una expresión tautológica que viene a deyor «tolerância» que antes, en la Carta a los Gálatas, en cuestiones relativas al aspecto cir lo mismo que JtÀoüTOç: sobreabundancia). cultuai de la ley. Esto sugiere la idea de una evolución teológica en Pablo (J. W. Drane, Dificilmente podrá ofrecerse una traduc­ ción segura de: o j t o u ô t j v J i p ò ç xf)V 3xX,T]QOPaul: Libertine or Legalist?, London 1975,

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Jt>Ll]QO(pOQ£Ü) -

132-136; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus [FRLANT 119], Gõttingen ^1980, esp. 44s y 81ss). Contra Becker, que interpreta jtkqQOcpoQEtadcü (Rom 14, 5) como voz media en el sentido de «complacerse en», se alza con razón E. Kâsemann, An die Romer^ [HNT], 358. H. Hübner iTlXnfQotpOQÍa, a ç , "n plSrophoria plenitud, convicción, certeza -y JtkriQoqpoQéco 2. :tXl1QÓ0D plêroõ cumplir, llevar a término, realizar àvajt^TiQÓü) anaplèroõ cumplir, com ple­ tar, llenar àvxavajtXriQÓm antanapléroõ com pletar (vicariamente), cumplir* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Uso teologicamente relevante - a) Evangelios y Hechos - b) Pablo - c) Cartas deuteropaulinas. B ib l.: R. Banks, Jesu s a n d the L a w in the Synoptic Tradition (SNTS Mon 28), Cambridge 1975, 2Ò4-213; G. Barth, D as G esetzesversta n d n is d e s E vangelisten M a tth ã u s , en G. Bomkamm-G. Barth-H. J. Held, Ü berü eferun g u n d A u sleg u n g in M atthdusevangelium

(WMANT 1), Neukirchen-Vluyn ’1975, 62-66; M. Delcor, m V , en DTMAT I, 1223-1227; G. DeUing, jtkTjQÓo), en ThWNT VI, 285-296; Id., àvajtXrieóa), àvTavajtÀTjQÓto, en ibid., 304s; O. EiBfeld, jtkqQcba a i T tã a a v ôiKaiocrúvTiv in M t 3, 15: ZNW 61 (1970) 209-215; J. A. Fitzmyer, The Use o f E xp licit O T Quota tio n s in Q um ran L itera tu re a n d in the NT: NTS 7 (1960-1961) 297-333; F. Hahn, M t 5. 17 - A nm erkung e n zu m E rfü U u n g sg ed a n ken b e i M a tth ã u s, en D ie M itte d e sN T . F S fü r E . Schweizer, Gõttingen 1983, 4254; H. Hübner, D a s G esetz in d e r synopt. Tradition, Witten 1973, 32-35, 196-211, 233-235; Id., D a s G e­ se tz b e i P aulus (FRLANT 119), Gõttingen ^1980, 3743, 76-80; R. Hummel, D ie A useinandersetzung zw isch en K irche u n d Ju d en tu m im M a tth ãusevangelium (BEvTh 53), München ^1966, 66-75; J. Kremer, Was an den L eiden C hristi noch m angelt (BBB 12), Bonn 1956, 156-163; H. Ljungman, D a s G esetz erjullen. M t 5, 1 7 f f u n d 3, 15 u n tersucht, Limd 1954; R. S. McConnell, L a w a n d P ro p h ecy in M a tth e w ’s Gospel, Basel 1969, 6-58, 101-141, 128-132; 1. P. Meier, L a w a n d H isto ry in M a tth e w s G ospel (AnBibl 71), Roma 1976, 65-89, 120-124; G. Miegge, II S e rm o n e su l monte, Roma 1970, 83-90; W. Rothfuchs, D ie Erflillu n g szita te d e s M a tth ã u s e v a n g e liu m (BWANT 88),

Stuttgart 1969, 27-56, 151-183; R. Schippers, en

JtXTlQÓa)

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DTNT in, 372-378; E. Schweizer, M t 5, 17-20, in Id., N eotestam entica, Zürich 1963, 399-406; G. M. Soares Prabhu, T he F orm ula Q u o tations in the In fa n cy N arrative o f M t (AnBibl 63), Roma 1976; Spicq, N otes II, 707-709; G. Strecker, D e r Weg d e r G erechtigkeit (FRLANT 82), Gõttingen ^971, 49s, 143-147, 178181; H. Th. Wrege, D ie Ü berlieferungsgeschichte der B ergpredigt (WUNT 9), Tübingen 1968, 35-47; más bibliografia en -»YQacpif|, vópoç; of. además ThWNT X, 1236s.

1. En el NT jtX.pQÓoo aparece 87 veces, principalmente en Lucas (de los 25 testimonios, 9 corresponden al Evangelio de Lucas y 16 al libro de Hechos). En Mateo el término se encuentra 16 veces, en el Ev. de Juan 15, y en Pablo 13. Otros testimonios: 3 veces en Marcos, 6 en Ias Deuteropaulinas juntamente con Ias Pastorales, 1 vez en 1 Pedro, 1 vez en 1 Juan y otra en 2 Juan, 2 en el Apocalipsis. àvajtkTiQÓa) aparece 1 vez en Mateo y 5 ve­ ces en Pablo. àvxavajrkriQÓco aparece única­ mente en Col 1, 24. 2. El verbo causativo jtX.TiQÓa), dei mismo tema que jrXriQqç, significa fundamental­ mente, en sentido puramente espacial, llenar, colmar, por ejemplo, cântaros (Eurípides, lon 1192), y luego también, en sentido figurado, llenar -p o r ejem plo- de gozo (Filón, Abr 108). Sab 1, 7 : Jtveüpa x u q ío u ttejiXfiQwxe Tíiv OLXOup,évT)V, «el Espíritu dei Senor ha llenado el mundo» (cf. también Elio Arístides, Or 45, 21, refiriéndose a Zeus Serapis: xò jtãv jrejtXf|ptoME). En el NT el sentido espacial es relativamen­ te poco frecuente (aparece, por ejemplo, en Mt 13,48, donde se habla de una red; en Hech 2, 2, donde se habla de una casa). En el senti­ do figurado es donde JtXriQÓtt) adquiere su verdadera importância teológica (-> 3); la ley y sus exigências jurídicas deben cumplirse, ponerse en práctica; la Escritura o su palabra deben cumplirse. En estos casos el verbo JtXi^QÓOL) se baila casi siempre en voz pasiva y, desde luego, lo está siempre que enuncia el final de un tiempo, por ejemplo, en Hech 7, 30: JtXTjQ0t)'9'évxa)v excov xeaaeQÓxovxa, «cuando hubieron pasado cuarenta anos»; en sentido cualitativo en Mc 1, 5: jtejrXf|pa)xaL

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jtXiieócü

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mente tales (Mc 15, 28 es secundário desde el punto de vista de la historia dei texto). Mc 14, 49 hace sólo una referencia general al cumpli­ miento de las Escrituras en la vida de Jesus (de igual modo el paralelo Mt 26, 56 con la frase redaccionalmente antepuesta: «todo esto sucedió», cf. 1, 22). En Mc 1, 2 no se halla precisamente jtXrigóm, aunque por el verbo èyévEXo dei v. 4 se halla implícita seguramen­ te la idea de cumplimiento. Mientras que es típica de Mateo la combinación de xò griflév (->■ Xéyco 3) con el aoristo de la voz pasiva de JXÀTiQÓtü, vemos que en la fórmula )oám'ca de cumplimiento cambia el sujeto: 'H YQOttpií (4 veces): Jn 13, 18; 17, 12; 19, 24.36; ó Xóyoç TJaatou xon JXQoqpf]xou, 12, 38; o también: ó Xóyoç ó ev xm vóftcp anxõúv ysygap,pÉvoç, 15, 25. Dos veces se trata dei cumplimiento de algo que Jesús mismo dijo, 18, 9.32. Por consiguiente, la fór­ mula joánica de cumplimiento no es tan fija como la de Mateo. El evangelista usa X.óyoç siempre que la cita se hace de manera más es­ pecífica o exacta (Rothfuchs, 153). Es cons­ tante únicamente la expresión iva JtÀTigc&fj. Y sobre todo: mientras que Mateo, en las citas 3. a) En M a teo hay que distinguir entre Ias de cumplimiento, aduce únicamente palabras citas de contextos y Ias citas de reflexión o ci­ de profetas (excepto en Mt 13, 35, donde se tas de cumplimiento. Estas últimas se introdupresenta el texto de un salmo como palabras cen mediante fórmulas de cumplimiento: proféticas), Juan cita siempre pasajes de pro­ «Las fórmulas de cumplimiento se construyen fetas y de salmos (en Jn 15, 25 vópoç no se en tomo al verbo Jt)iTiQoi3v, que presenta un refiere a la ley en sentido estricto, sino a la texto dei AT como ‘cumplido’ en un suceso o Escritura). episodio narrado» (Soares Prabhu, 46). Dicen casi siempre: iva / ÕJtooç jiJtTjQmflfi xò QTjdèv Las citas de cumplimiento, introducidas por la fórmula de cumplimiento, se distinguen de las (nrcò xnpLon) ôià... xoü JtpocpTixou Xéyovotras citas dei AT hechas por Mateo y que tienen xoç, «para que se cu m pliera lo que había sido paralelos en los demás Sinópticos, porque en dicho (por el Senor) por medio dei profeta, diaquéllas el texto que sirve de base no es el de la ciendo», Mt 1, 22; 2, 15.23; 4, 14; 8, 17; 12, LXX, sino en buena parte el texto hebreo dei AT, 17; 13, 35; 21, 4; pero dos veces se dice: xóxe aunque es innegable la influencia de la LXX (por èjiÂ,T)QCüílr] xò QTjflèv ô ia Tepepíou xoõ ejemplo, en Is 7, 14 con napOévoç, citado en Mt 1, 23). No ha concluido el debate acerca de las ci­ JtQoq)T|xou Xéyovxoç, «entonces se cu m p lió tas de cumplimiento. Se halla pendiente la cueslo que había sido dicho por el profeta Jere­ tión de si el evangelista recurre a una colección mias, diciendo», 2, 17; 27, 9. Las citas de de testimonios (entre otros, Strecker, 83). K. Stencumplimiento introducidas con fórmulas de dahl {T h e S c h o o l o f S t . M a tth e w , Lund -1968) sucumplimiento, son esenciales para la intenpone que esas citas se originaron dentro de la tración redaccional dei evangelista. Ni Q ni Mar­ dición de una escuela determinada. Soares Prab­ cos conocen citas de cumplimiento propiahu, basándose en Stendahl, R. H. Gundry y Roth-

ó xaiQÓç, «el tiempo se h a cumplido-»', cf. también Jn 7, 8. El enunciado cristológico de Ef 4, 10 se halla de algún modo entre el signi­ ficado puramente espacial y el significado metafórico: iv a jtltTiQcóot] t à n á v x a , «para que él (Cristo) lo llen e todo». Precisamente en esta frontera se sitúa también Ef 5, 18: jtA.TiQonoÜE êv Jtvenpaxi, « se d llen o s dei Espíritu», mientras que en Hech 13, 52 («fueron llen os de gozo y dei Espíritu Santo») no habría más que sentido metafórico. «Para que vuestro gozo se a completo-» u otras frases por el estilo son características de los escritos joánicos (por ejemplo, en Jn 15,11; 16, 24; 1 Jn 1 ,4 ;2 Jn 12). àvajtX,T|pócD es tan sólo un JtXtipóco reforzado. Así que, por lo que respecta al verbo, no hay diferencia entre jtXt]QÓü) ròv vópov, « cu m p lir la ley», y àvajtX,TiQü)aETe tò v vóttov to ü X qioxoõ, «cu m p liréis la ley de Cris­ to» (Gál 6, 2). En 1 Tes 2, 16, «para c o lm a r la m edida de sus pecados» es la mejor traducción de: eIç xò àvajtX,TiQcõaai anxtõv xàç ótp,aQxíaç Jtávxoxe. También àvxavait^riQÓo) en Col 1, 24 significa c o m p le ta r o colm ar.

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jrXTjQÓo)

fuchs, habla de «traducciones targúmicas libres hechas por Mateo dei texto hebreo original, teniendo en cuenta el contexto en que Ias ha insertado» (104), y quizás haya senalado así el camino acertado para la solución dei problema. Sin em­ bargo, de este modo se contempla únicamente el aspecto formal. Porque, desde el punto de vista teológico, habrá qne preguntarse si «Ias citas de reflexión... son una especie de legitimación de la mesianidad de Jesus» y, por consiguiente, «no es tanto el cumplimiento lo que determina la promesa, sino más bien... la promesa lo que determina el cumplimiento» (H.-M. Schenke-K. M. Fischer, Einleitung in die Schriften des NT II, Gütersloh 1979, 100), o si Ias citas de reflexión demuestran precisamente «como en Mateo la apelación a la Escritura y, con ello, la Escritura misma adquiere su verdadera legitimación desde la perspectiva dei acontecimiento de Cristo», tanto más que la unidad de Ias citas de la Escritura aducidas por Mateo se halla constituída únicamente por el acontecimiento de Cristo que ya ha sucedido (H. Hübner: KuD 27 [1981] 13). JtXriQÓm es también en Mt 3, 15 y 5, 17 una palabra clave redaccional, sin que por ello si­ tuemos, no obstante, a un mismo nivel el sen­ tido de esos pasajes y el sentido de jtXriQÓm en Ias fórmulas de cumplimiento. En 5, 17 TÒv vópov x a l Tonç JtQoqpf|xaç... itltTiQmaai significa primeramente «hacer respetar la ley (y los profetas que interpretan la ley) por me­ dio de la ensenanza», pero luego significa también la modificación de la ley por medio de la ensenanza (Strecker, 143-147: Hübner, Gesetz in der synoptischen Tradition, 34 y passim). jtX,T)Q(50aL Jtáaav ÒLxaioaúvr)v en 3, 15 incluye no sólo JtXTjgóco sino también ÔLMaLOOnvT], un «eoncepto teológico clave» en Mateo (-> ôixaioanvT]), que con Strecker debe interpretarse como la conducta recta: Je­ sus hace realidad la justicia no sólo por me­ dio de la ensenanza, sino también por medio de la acción (179). Así, la eontemplación eonjunta de 3, 15 y 5, 17 nos revela el ensamblamiento que hace Mateo de la cristología y de la ética. Lucas modifica el programático rtejtX,r|Q(nxai ó xaipóç de Mc 1,15 (cf., a propósito, W. Marxsen, El evangelista Marcos, Salamanca 1981) convirtiéndolo en la frase, igualmente

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programática, de Lc 4, 21: jtEjrÀr|QtuTai r| YQoqjfl anTT]: el tiempo de la actividad terre­ na de Jesús, como el centro dei tiempo, es el cumplimiento de Is 61, Is; porque la activi­ dad terrena de Jesús es actividad por el poder dei Espíritu. Según Lc 24, 44, todo lo que es­ tá en la ley, en los profetas y en los salmos tenía (-V Ô8L 5) que cumplirse, a saber, la Pasión y la Resurrección de Jesús; cf. también Hech 1, 16; 3, 18. Comprender este cumplimiento es posible únicamente después de Pascua, Lc 24, 44. La interpretación de Lc 22, 16 es dis­ cutida (cf. Delling, 295, 29ss). 3. b) En Pablo no aparece nunca la expresión idiomática «cumplir la Escritura», pero sí se habla de que se cumple la ley. Según Gál 5, 14, toda la ley (ó Jtãç vójioç) se cumple en una sola palabra, a saber, en el mandamiento dei amor (Lev 19, 18). Con ello toda la ley (5, 14) se halla en oposición a la ley íntegra (ôkov TÒV vóp,ov, 5, 3), a la Torá, la cual, precisamente en su integridad, es decir, como la suma que abarca todos los mandamientos particulares, no debe observarse, porque eso conduce, por lo demás, a caer de la gracia (cf. 5, 3 en conexión con 3, 10). Por tanto, está bien claro que el cumplir «toda» la ley no se identifica con el poner en práctica la ley mo­ saica en su integridad, y en consecuencia «to­ da» la ley no se identifica con la integridad de la ley mosaica (Hübner, Gesetz bei Paulus, 37ss). La frase ó Ttãç vóp,oç JTEJtkriQtotai (5, 14) se aproxima (en cuanto a su significado) a la frase à v a j t À t i Q c ó o e x E t ò v vópov to n XpioTob, «cumpliréis la ley de Cristo» (6, 2). La cosa es diferente en Rom 13, 8-10. Aqui el cumplimiento de la ley significa clarísimamente el cumplimiento de la ley mosaica. Hay que suponer, por tanto, que entre ambas cartas se produjo una evolución teológica, si es que existe realmente la mencionada dife­ rencia entre Gál 5, 14 y Rom 13, 8-10 (Hüb­ ner, Gesetz bai Paulus, 53ss y 76ss). También Rom 8, 4 («para que el justo requisito [->■ ômaLtopa] de la ley se cumpla»), como enun­ ciado teológico, dificilmente se puede compaginar con Gálatas. En Rom 15, 19 Pablo usa

999

JtXílQÓCO

1000

de Cristo es la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo (jt£3iA.TiQa)pévou: participio de la voz media); cf. teimbién iv a nXTipróoT] xà Jtáv ta, «para que él (Cristo) llene el todo» (4, 10), donde vuelve a verse claramente «la yuxtaposición de la perspectiva cósmica y de la perspectiva eclesiológica» (J. Gnilka, Der Epheserbrief [HThK], 96) expresada ya en 1, 23. No tiene especial profundidad teológica la oración de «Pablo» en 2 Tes 1,11, donde pide a Dios que consume poderosamente toda buena voluntad (-»■ eòôoxía 2) y la obra de la fe (cf. Ap 3, 2). Se discute la interpretación de Col 1, 24. «Pablo» se goza de los sufrimientos que él padece en favor de los colosenses, y completa así en la propia carne lo que todavia falta en Ias tribulaciones de Cristo (àvxavajtÀqQCõ 3. c) Los enunciados de jtI^tjqóco en Ias xà uoxEQfiftaxa xcõv DAítltEcov xoü X qio Deuteropaulinas se hallan en cierta continuixoü). La crux interpretum es el significado de dad con Ias Cartas Paulinas autênticas. Rom d)tí'il)£tç xoü X q l o x o ü . ^Se piensa en Ias tri­ 15, 19 encuentra un eco en Col 1, 25; a «Pa­ bulaciones dei Jesus terreno, incluida su Pablo», como a ministro de la Iglesia, se le consión (J. Gnilka, Der Kolosserbrief [HThK] cedió la gracia de JtA.TiQCÕ0aL xòv Xóyov xoü 97s), o se trata, en una concepción apocalípti­ ■&80Õ, «de llevar la palabra de Dios al pleno ca, de Ias aflicciones escatológicas, a Ias que êxito misionero» (cf. también Col 4, 17; Arse considera como dolores de parto dei Mequipo debe cumplir su ministério [-> ôiaxosías y, por tanto, se trata concretamente de Ias vía; cf. 1, 25: «Pablo» como ôiáxovoç]). Se tribulaciones de «Pablo» (E. Lohse, Der Brief halla en la línea teológica de Pablo la in­ an die Kolosser [KEK], 113s; cf. también E. sistência en que los destinatários sean llenos Schweizer, La Carta a los Colosenses, Sala­ dei conocimiento de la voluntad de Dios (Col manca 1987, 97: «Ias penalidades asumidas 1, 9), dei Espíritu (Ef 5, 18). Pero E f 3, 19 por causa de Cristo, que dan tanta eficacia a la («para que seáis llenos de toda la plenitud predicación que entre los colosenses... llevan jtX,T|pü)pa 3,b] de Dios») va cristológicamenla fe a su plenitud»)? Si Ias «tribulaciones de te mucho más allá que Pablo. Aqui habria una Cristo» significaran (también) la Pasión de notable desarrollo ulterior dei pensamiento de Jesus, entonces el ser completadas por Pablo Col 2, 9s, que va también más allá dei pensa­ seria una glorificación teológicamente inadmiento de Pablo: Puesto que en Cristo habita misible dei apóstol por uno de sus discípulos, toda la plenitud de la Deidad (v. 9), los coloaun en el caso de que 2 Cor 4, lOs se halle senses están ya llenos en él (jt£3tX.TiQ(üpévoL, también en el trasfondo de este enunciado. La V . 10); es decir, ellos son ya lo que el hombre argumentación de Schweizer {La Carta a los debe ser según la voluntad de Dios. Por conColosenses, 95) de que aqui no puede pensarsiguiente, se ha prescindido de la reserva esse en la Pasión de Jesús, porque UXíiltiç en el catológica de Pablo (cf. también Col 3, 1; Ef NT no se emplea nunca en este sentido, no 2, 5s). El tema eclesiológico de Colosenses y tiene en cuenta el hecho de que el uso singuEfesios se encuentra intensificado en Ef 1, 23: larísimo que posiblemente se haga de esta ex­ La Iglesia (-+ èxxÀtjoía 4.c) como el cuerpo presión en Colosenses no tiene por qué coin-

la expresión JtEJtX,T]Qcoxévai xò euaYYÉXiov tot 3 X q i o t o ü para indicar que él ha termina­ do su tarea de proclamar el evangelio en el Oriente. 1 Tes 2, 16 sugiere también que hubo una evolución teológica en Pablo: el dictamen de que los (!) judios colman la medida de sus pe­ cados y de que, por tanto, el juicio de la ira de Dios (-> ÔQYtí) cae plenamente sobre ellos, lo revisará Pablo en Rom 11, 26 (U. Wilckens, La Carta a los Romanos II, Salamanca 1992, 312s). Mt 23, 32 se halla cerca de 1 Tes 2, 16. La Carta de Santiago, que entabla polêmica contra un Pablo mal entendido (^paulinismo?), no ofrece ya la expresión tipicamente paulina jrX.T]QÓot) xòv vópov, sino el motivo dei cumplimiento de la Escritura, tal como aparece en los Evangelios (Sant 2, 23).

1001

jtA.T]QÓca - jiA.f|0(on.a

cidir necesariamente con el uso que se hace de ella en los demás escritos dei NT. H. Hübner 7lXr|QC0^a, a t o ç , t Ó p l e w

m a

plenitud,

cumplimiento* 1. Plenitud en el NT - 2. Contenidos semânticos - 3. it\r|QC)(ia como concepto teologicamente relevante a) Pablo - b) Deuteropaulinas - c) Ev. de Juan. B ih L : P. Benoit, Leib, H a u p t u n d P lerom a in den G efangenschaftsbriefen, en Id., E xegese u n d Theologie, Düsseldorf 1965, 246-279; R. Bultmann, D a s E va n g eliu m d es Jo h a n n es (KEK), Gõttingen “'1968,

51 nota 7; G. Delling, jiX.TiQcopa, en ThWNT VI, 297304; J. Emst, P lero m a u n d P lerom a C hristi (BU 5), Regensburg 1970; C. A. Evans, T he M eaning ofn X r]Qtnpa in N a g H am m adv. Bib 65 (1984) 259-265; A. Feuillet, P lérôm e, en DBS VIII, 18-40; I. Gnilka, D e r E p h e s e r b r ie f (HThK), Freiburg i. Br. ’1977, 97-99, 105-109; H. Hegermann, D ie V orstellung vom Schõpfu n g sm ittle r im h ellen istisch en Ju d en tu m u n d C hristen tu m (TU 82), Berlin 1961, 105-109; lonas, G nosis I. 362-375; H. Langkammei, D ie E in w o h n u n g d e r « a b so lu ten S e in sfü lle» in C hristus. B em erku n g en zu K o l 1, 19: BZ 12 (1968) 258-263; A. Lindemann, D ie A u fh eb u n g d e r Z e it (StNT 12), Gütersloh 1975, 59-63, 201-204; E. Lohse, D ie B riefe an die K o losser u n d an P h ilem o n (KEK), Gõttingen U977, 98-100; J. J. Meuzelaar. D e r L e ib d es M essia s (GTB 35), Assen 1961, 130-142; G. Münderlein, D ie E rw ã h lu n g durch da s P lero m a : NTS 8 (1961-1962) 264-276; F. MuBner, C h ristu s, d a s A ll u n d d ie K irch e (TThSt 5), Trier ^1969, 46-64; P. D. Overfield, P lerom a: A S tu d y in C o n te n ta n d Context: NTS 25 (1978-1979) 384-396; I. de la Potterie, L e Christ, P lérôm e de V E glise (Eph I, 22-23): Bib 58 (1977) 500-524; más bibliografia en

jt2,TiQÓQ); cf. aderaás ThWNT X, 1236s.

1. En el NT JtXfiQCopa aparece 17 veces: 1 vez en Mateo, 3 en Marcos, 1 en el Ev. de Juan, 6 en Pablo y otras 6 en Ias Deuteropau­ linas (Colosenses y Efesios). 2. jtXriQcopa, lo mismo que jtlcqQÓtt), se deriva de n;)tTiQqç. Con arreglo a su sentido básieo significa plenitud, cumplimiento. En el NT este sentido fundamental tiene casi siempre trascendencia teológica (-> 3). El sustantivo JtX.fiQO)pa puede sustituir al adjetivo JtX,r|pqç; ôcóôexa xocpivcov JtXTiQcópaxa, «doce canastas llenas», Mc 6, 43 (Mt 14, 20 modifi­ ca la frase diciendo: ôróôexa xotjpívonç jtX,f|-

1002

Qeiç); de manera parecida en Mc 8, 20. En Mc 2, 21 par. Mt 9, 16 Jt?tr|Q(opa es lo que «cubre» (literalmente: «llena») de nuevo nn roto en un vestido, es decir, un remiendo (en senti­ do peyorativo). El uso que se hace de ji?tf|QC0p a en el NT apenas tiene antecedentes en la LXX, porque en ella JiJtrjQCopa se usa casi sin excepción en sentido idiomático en la frase q YP (f| f J á X a a o a ) x a t tò JtX,í|Qa)pa a o T f j g , «la tierra (el mar) y su plenitud (es decir, y to­ do lo que en ella [en él] hay y vive) o en expresiones semejantes (cf. Sal 23, 1 LXX, cita­ do en 1 Cor 10, 26). 3. a) En Pablo, JtX.tÍQa)pa tmv èOvwv, «la plenitud de los gentiles», en Rom 11, 25, es un concepto teológico relacionado con la misión de Pablo, y se emplea en el marco de Ias reflexiones que se hacen sobre Israel en Rom 9-11. La plenitud de los gentiles es, en el plan salvífico de Dios, la «condición previa» para la salvación de todo Israel, 11, (12).26. t ò jt^riQcopa Toü xpóvou, «laplenitud dei tiempo» (Gál 4, 4) significa el tiempo salvífico, cualificado escatológicamente, dei acontecimiento de Cristo, en la cual frase XQÓvoç adquiere casi el sentido de xaiQÓç (3). Cuando Pablo dice que el amor es jtl^TiQCopa vópon (Rom 13, 10), entonces esta afirmación se halla en la misma línea que la frase paulina JtÀ.pQÓa) (3.b) tò v vópov. Según Rom 15, 29, Pablo quiere ir adonde los roma­ nos £v j t ) .p Q m p a T t enX.OYtotç X q l o t o í í , «con la plenitud de la bendición de Cristo», es de­ cir, él piensa «llegar a Roma con toda la autoridad que le ha sido conferida y, por tanto, con la plenitud dei Evangeüo» (E. Kâsemann, An die Rômer^ [HNT], 387). En 1 Cor 10, 26 Pablo corrobora con el Sal 23, 1 LXX 2) su teologúmeno acerca de la pureza funda­ mental de la carne sacrificada a los ídolos eíôtüLov 4.b). b) En Ias Deuteropaulinas, Jt>if|Qtopa es un concepto cristológico central. En Col 1, 19 3tãv TO J tX ,r|Q o ip a es sujeto de euôóxqoev (de manera distinta piensa Lindemann, 62 no­ ta 69): Agrado a la divina «plenitud en su to-

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j i X r |Q a ) ( x a -

talidad» (Lohse, 98. E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, 74, atenua el sentido: «toda la plenitud de los poderes de la gracia») morar en Cristo y efectuar así la reconciliación por medio de él (de manera distinta Benoit, 273ss; Langkammer, 262: ■ JtX,T)eóco 3.c)», 1, 23. Los destinatários deben ser llenos elç jxãv xò jtX,r|Qcopa xoü ■Oeoü, «hasta toda la plenitud de Dios» (3, 19). Deben llegar ELÇ péxpov xjXiTtíaç xoü niXT^çrópaxoç T o ü X q i o x o ü , «hasta la medida (fijada por Dios) de la grandeza de la plenitud de Cristo» (4, 13). Por consiguiente, en Efesios se yuxtaponen completándose la plenitud de Dios y la plenitud de Cristo. E f 1, 10 habla dei jrXiÍQO)p a xmv xaiQcóv, de la «plenitud dei tiempo», y de este modo se hace eco de Gál 4, 4. Por tanto, en Efesios JtXiÍQCopa posee, al mismo tiempo, dimensión espacial y dimensión tem­ poral. En la cuestión acerca dei origen dei concepto dei jtXf|gu)pa en Ias Deuteropaulinas hay que distinguir entre Ias raíces teológicas de este con­ cepto, que indudablemente se hallan en Pablo (en cuanto a pasajes que no emplean el motivo dei jiXiÍQüjpa; compárese, por ejemplo, 1 Cor 8 , 6 con Col 1, 15-20), y la derivación de este concep­ to dentro de la historia de Ias religiones. nXriQCOp a es, sobre todo, un concepto dominante en la gnosis valentiniana. Pero, aunque la comprensión que esta gnosis tiene dei 3tXf|0üjpa se encontrara ya en corrientes paganas pre-gnósticas (que deberían reconstruirse hipoteticamente), esto dificil­ mente contribuiría en algo a la comprensión dei JtXqQtüpa en Ias Deuteropanlinas, porque en la gnosis valentiniana Dios mismo no pertenece al

j i X t ) c t ío v

1004

sino que éste es la plenitud de Ias emanaciones que han procedido de Dios (Hipólito, RefVI, 29, Iss). Habiía que pensar más bien en reconstmir una raiz común para el itXf|Q0)pa deuteropaulino y para el JtXf|Q(opa de los escritos herméticos, por­ que en el CorpHerm VI, 4 se dice que Dios es el jtXf|0 Copa xoü àYOtíloü, «la plenitud dei bien» (en cuanto ésta se opone al jtXf|QQ)pa xfjç xaxíaç, es decir, al cosmos iib id .\) . Según XVI, 3, Dios se identifica con el jrXfiQoapa, aunque -des­ de luego- en sentido precisamente panteísta. Podremos afirmar seguramente con Lohse (99): «La comunidad cristiana tomó dei entorno helenístico el término T t X T j g c o p a , para hablar de la plenitud de Dios, la cual decidió habitar en el Uno. Pero, con ello, el concepto se traslado dei contexto de la cosmología al de la soteriología».

p le r o m a ,

c) Aunque el autor dei Evangeho de Juan, que es en su misma esencia un autor no-gnóstico, maneja categorias (pre[?]-)gnósticas, sin embargo no habrá razón alguna para conside­ rar que el concepto de JtXf|0(O[xa en Jn 1, 16 («de su plenitud hemos recibido todos, y por cierto gracia sobre gracia») es un concepto gnóstico (lo vio acertadamente J. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, Barce­ lona 1980, 290s). H. Hübner n;XTjaíov plesion (adv.) cerca* 1. Empleos dei término en el NT - 2. jtXqaíov co­ mo preposición - 3. jtXr|aíov como sustantivo - 4. Mt 5, 43; Lc 10, 29. B ib i : J. Becker, U ntersuchungen z u r E ntstehungsg eschichte d e r TestXII, Leiden 1970, 377-401; K. Berger, D ie G esetzesauslegung Jesu I. M a rku s u n d P arallelen (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 100115 y s.v. en el índice analítico; E. Biser, Bfer is t m ein N ãchster?: GuL48 (1975) 406-414; BlaB-Debmnner § 184, 266; R. Bultmann, E l m andam iento cristiano dei a m or a l prójim o, en M., C reer I, 199-211; H. Cohen, D e r N ã c h ste. B ib e lex eg e se m d L itera tu rg esch ich te, en Id., M d . Schriften I, Berhn 1924, 182-195; 1. D. M. Derrett, T he P arable o f the G ood Sam aritan, en Id., L a w in the NT, London 1970, 208-227; G. Downey, W ho is m y N eighbor? The G reek an d R om an A nsw er: AThR47 (1965) 3-15; G. Eichholz, Jesus C hristus und d e r N ãchste, Neukirchen-Vluyn 1955; R. Eulenstein, « U n d w e r is t m ein N ã c h ste r ? » L k 10, 2 5 -3 7 in d e r S ic h t eines klass. P h ilo lo g en : ThGl 67 (1977) 127-

1005

j iX t jo ío v

145; U. Falkenroth, en DTNT n, 274-276; J. Fichlner, D e r B e g r iff d e s «N ãchsten» im A T m it einem A u sb lick a u f S p ã tju d en tu m u n d N T: WuD 4 (1955) 23-52; E. Fuchs, Was heifit: «D u S o llst N ã chsten liehen w ie dich selbst»?, en Fuchs, A u fsã tze II, 1-20; H. Greeven-J.

Fichtner, j i ?i.t ) 0 Í o v , en ThWNT VI, 309-316; M. Güdemann, J ü d u n d c h r i s t l N ã c h sten lieb e : MGWJ 37 (1893) 153-164; W. Günther, en DTNT II. 271-274; K. Haacker, S a m a rita n , S a m a ria, en NIDNT III, 449466; K. Hruby, L ’a m o u r du p rochain dans la p en sée ju ive: NRTh 91 (1969) 493-516; H. Hübner, D a s ganze u n d d as eine G esetz’. KuD 21 (1975) 239-256; Id., D a s G esetz b e i P a u lu s (FRLANT 119), Gõttingen M980, sobre todo 37s, 76-80, 114-116; M. Katten, Um da s G ebot d e r N ãchstenliebe: MGWJ 79 (1935) 209223; J. Kühlewein, rê“‘ p ró jim o, en DTMAT II, 989995; H.-P. Mathys, L ie b e d e in e n N ã c h sten w ie dich selbst. U ntersuchungen zu m alt. G ebot der N ã ch sten ­ liebe (Lev 19, 18) (OBO 71), Gõttingen 1986; O. Michel, D a s G eb o t d e r N ã ch sten lieb e in d e r Verkündigu n g Jesu, en N. Koch (ed.), Z u r sozialen E ntscheidung, Tübingen 1947, 53-101; G. Molin, M t 5, 43 und da s S ch rifttu m von Q um ran, en F S Bardtke, 150-152; W. Monselewski, D e r b a rm h erzig e Sam ariter. E in e A u sleg u n gsg esch ich tlich e U ntersuchung zu L k 10, 2537, Tübingen 1967; F. MuBner, D e r B e g r ijf des « N ã ch sten » in d e r V erkü n d ig u n g Jesu: TThZ 64 (1955) 91-99; A. Nissen, G ott u n d d e r N ãchste im antiken Ju d en tu m (WUNT 15), Tübingen 1974, 161-342; G. V . Rad, B ru d er u nd N ã ch ster im AT, en Id., G ottes W irken in Isra el, Neukirchen-Vluyn 1974, 238-249; K. H. Ratsohow, A gape, N ã ch stenliebe und B rudertiebe: ZSTh 21 (1950-1952) 160-182; B. Reicke, D e r b a rm h erzig e S am ariter, en F S S tã h lin , 103-109; H, Ringgren, 'ah, en DTAT I, 201-206; H. M. Schenke, J a k o b s b ru n n e n - J o se p h sg ra b - Sychar: ZDPV 84 (1968) 159-184; G. Seilin, L k a is G leichniserzühler: d ie B rzã h lu n g vom b a rm h erzig en S a m a rite r (L k 10, 25-37): ZNW 65 (1974) 166-189; 66 (1975) 19-66; J. Soucek, D e r B ru d er u n d d e r N ãchste, en H ôren und H andeln. F S f ü r E . Wolf, München 1962, 362-371; L. P. Trudinger, O nce A g a in Now, «W ho is m y N eig h bour»?: EvQ 48 (1976) 160-163; N. H. Young, Once A g a in Now, « W h o is m y N e ig h b o u r? » A C om m ent:

EvQ 49 (1977) 178s; para más bibliografia, cf. ThWNTX, 1237s.

1. El advérbio jr)tT]aíov se usa en el NT 1) como preposición que rige genitivo y 2) como advérbio sustantivado (siempre en singular). El NT ofrece así una perspectiva limitada de los posibles usos que tenía el término durante el siglo I p.C. 2. El único ejemplo seguro dei uso prepo­ sicional es Jn 4, 5, donde el evangelista Juan situa la aldea de Sicar diciendo que se hallaba

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«cerca dei terreno que Jacob dio a su hijo Jo­ sé». Filológicamente es posible la corriente identifícación que se hace hoy día de Sicar con la actual aldea de Askar, y dei terreno le­ gado por Jacob con la zona que rodea a lo que actualmente se conoce como el «pozo de Ja­ cob»: la distancia entre ambos lugares (apro­ ximadamente 1 km) es comparable con otras distancias verificables que se expresan también mediante JtÀqoíov (cf. Josefo, Bell IV, 158; aproximadamente 5 km; Vita 234: apro­ ximadamente 5 millas romanas = 7-8 km). Lo importante es que se presupone que el terreno con el pozo (4, 6) es un punto de referencia bastante conocido, y con ello se alude a la tradición local, que aqui se hace accesible literariamente por vez primera (cf., a propósito, Gén 33, 19; 48. 22 LXX; Jos 24, 32 LXX). Sobre la descripción de la situación cf. además Josefo, Ant II, 257 (Moisés en Madián). Sobre Lc 10, 35 ->• 4. 3. De los 16 testimonios dei uso sustanti­ vado dei advérbio, 12 se encuentran en el contexto dei mandamiento dei amor, los 4 res­ tantes se hallan también en contextos éticojurídicos. a) Frases con el sujeto híaaxoç, y con una forma de ó n:k'qoíov como objeto de la acción verbal se hallan en Rom 15, 2; Ef 4, 25; Heb 8, 11 v.l. (cita de Jer 31, 34 ó 38, 34 LXX V.I.). Están calcadas en la combinación hebrea de ’ís y rêa con la cucd puede expresarse una relación recíproca (Kühlewein, 991); cf. Jose­ fo, Bell V, 295; Filón, Conf 1; Abr 40; VitMos 1 ,137. b) Sin generalización y aludiendo simplemente a Ias regias de la convivência, ó jikT]oíov (lo mismo que éteqoç [2]) puede de­ signar a quien se tiene frente a frente en una determinada interacción; así sucede en Hech 7, 27; Sant2, 12. c) En Mt 5, 43; 19, 19; 22, 39; Mc 12, 31; Lc 10, 27; Rom 13, 9; Gál 5, 14 y Sant 2, 8 se menciona el precepto dei amor al prójimo en una cita de Lev 19, 18; en Mc 12, 33 y Rom 13, 10 se varia y se interpreta la cita prece­ dente. En Lc 10, 29 se discute el precepto dei

1007

3tXT]alov

1008

AT y dei judaísmo. Argumentos en contra son: a) en 5, 46s Jesus designa la conducta criticada co­ mo una conducta típica de publicanos y gentiles, pero no de judios piadosos; b) en el AT y en el ju­ El hecho de que a este mandamiento en Mt 22, daísmo (incluido Qumrán; cf. Molin) no hay tes40 (aqui junto al mandamiento dei amor a Dios, timonios de una tradición doctrinal en el sentido de Dt 6, 5); Rom 13, 8-10; Gál 5,14, se le atribude lo que se dice en 5, 43b (cf., por el contrario, ya una importância tal que represente a toda la Ex 23, 4s; Prov 25, 21; Job 31, 29s); c) ó it>.tiTorá, es algo que estaba sugerido exegéticamente aíov, en princípios éticos formulados por autores por la circunstancia de que ó jtX,Tioíov designa, judios dei siglo I p.C., designa claramente al pró­ en muchos textos legislativos y parenéticos dei AT, a quien se tiene ante sí y con quien hay que jimo en general; cf., entre otros, Filón, Plant 106; Praem 100; Som II, 79; Virt 116; VitMos I, 247. portarse de una manera éticamente apreciable, La cita de 5, 43, criticada en 5, 44ss, podría ser como vemos por de pronto por Ias cuatro veces una manera popular de hablar, basada en la resque se menciona a esa persona que está ante notricción dei significado de rêa ‘ en el lenguaje po­ sotros, en la denominada «Segunda Tabla» dei pular (cf. Levy IV, 447s sobre rêa' y rê‘ât; cf. Decálogo. Con ello el mandamiento global dei también Abot 6, 1). amor al prójimo no sustituye a los mandamientos particulares de contenido social, expresados prin­ b) Esto sugiere también el probable trascipalmente en forma de prohibiciones, sino que fonto de la pregunta formulada en Lc 10, 29, los completa dándoles una orientación positiva la cual, por lo demás, no debe sobrevalorarse, que los sintetiza (cf. Mt 19,19). Se discute cuáles ya que Lucas la introduce como el deseo de fueron los comienzos históricos y los prespuestos complicar artificialmente la comprensión dei teóricos de esta corriente de pensamiento que enmandamiento y no como el ruego sincero que tiende de manera distinta la Torá (cf. Berger, Nissen y otros). Mt 5, 43 y Lc 10, 29.36 son los fo­ desee una aclaración (cf. Eulenstein y otros). cos de este debate en cuanto se refiere a la definiLlama la atención y se ha discutido mucho ción de ó jiXqoíov (-> 4). la incongruência entre Lc 10, 29b y 10, 36: el sorprendente uso de jt7.qaíov para designar el 4. a) En Mt 5, 43 el concepto de ó rtÀT)- papel activo en una determinada interacción oíov, por la oposición a èx'0'QÓç y por la susse sale dei marco de la tradición lingüística titución por oí àYajtmvxeç úp,ãç en el v. 46, asociada con Lev 19, 18. La traducción co­ queda restringido al significado de amigo. En rriente de Ytvop,ai jt7.r|aLov xtvóç en 10, 36 el AT, allá donde réa ‘ tiene claramente este por «ser / llegar a ser el prójimo de alguien» significado (cf. Kühlewein, 991), la LXX prees, sí, posible desde el punto de vista lingüísfiere, desde luego, otras traducciones (qpíXoç tico, pero es sumamente problemática, si teen Miq 7, 5; Prov 14, 20; 1 Crón 27,22; ol qpi- nemos en cuenta el hecho de que en Josefo y Xoüvxeç en Lam 1, 2; èxaigoç en 2 Re 15, 37; en Filón esta frase no tiene nunca otro sentido 16, 16; 3 Re 4, 5); claro que se trata de textos que el de «acercarse a una cosa o una perso­ que no son jurídicos o parenéticos. Con resna» o «llegarse a algo o a alguien» (cf. Jose­ pecto a estos últimos habrá que decir más fo, Bell VI, 258, 346; Ant I, 254; II, 279; V, bien: «Generalmente hay que entender rS“‘ en 225, 245; XTV, 445; sin genitivo: Bell II, 325; sentido amplio como ‘semejante, prójimo’... Ant IV, 458; Vita 167; Filón, Virt 40; VitMos Aunque de hecho suelen entrar en consideraI, 228). Según eso, parece que Lc 10, 36 com­ ción sólo los compatriotas, rê“ ‘ no se convirtió bina el sentido fundamental espacial-concreto en término técnico para designar a los miemde jtXqoíov con el objetivo ético de la mane­ bros dei pueblo de Dios» (Kühlewein, 992). ra tradicional de hablar acerca dei prójimo: lo importante es «llegarse» al prójimo a quien Sin embargo, una exégesis bastante difundida hemos visto en situación angustiosa (en vez -en el marco de una comprensión global de Ias de «ver y pasar de largo», un «ver - sentirse «antítesis» dei Sermón de la Montana, que se re­ identificado con él - acudir a él - ayudarle»). monta a F. C. Baur—ve en Mt 5, 43-47 una confontación de la ética de Jesüs con la tradición dei Mientras que los preceptos y máximas sobre amor y se lo corrobora e interpreta por medio de Ia narración que sigue a continuación.

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jtX,T]aíov —jtXotov

la conducta con el prójimo se encaminan de ordinário a la renuncia a la agresión (cf., entre otros pasajes, Rom 13, 10), aqui se eleva a la categoria de norma una atención y dedicación más intensa hacia quien es nuestro semejante —algo que, seguramente, no se halla de manera casual en la respuesta dada a una pregunta sobre la vida eterna (10, 25)-. La relación, a modo de juego de palabras, entre el v. 29 y el V . 36, parece a primera vista que sólo es posible en griego (también J. Jeremias \JDie Sprache des Lukasevangeliums, Gõttingen 1980, 192s] piensa que el v. 36 es redaccional); sin embargo, ese juego de palabras es posible también en hebreo, por la afinidad terminoló­ gica entre ré a \ prójimo, y rã‘â, «asociarse (con alguien)». Todo el debate sobre el concepto particularista y supuestamente original dei prójimo, un concep­ to que no habría sido ampliado en sentido universalista sino por Jesus, se halló desde un principio bajo el signo desfavorable de la traducción alemana dei término ó jtXriaíov, der Nãchste, «el más próximo» (en el sentido de «el más allegado», que por su morfología es un superlativo y que supone, por tanto, una diferencia entre una cercania mayor y una cercania menor (cf. Cohen, 193). En con­ traste con esto, vemos, por ejemplo, en Josefo, Ant XV, 348 que oi JtXT)oíov no son precisamen­ te los conciudadanos (los miembros de Ias tribus de salteadores que moraban en la Traconítide), si­ no los habitantes de los territórios circunvecinos (cf. XV, 345). En el Sal 37, 12 LXX, los «más allegados de todos» reciben el nombre de oL êyyiOTa (traducción dei hebreo (frôbay), y en Jose­ fo, Ant IV, 221, la «ciudad más cercana» recibe el nombre de r| TiXíiaiaiTáTr) jtóXiç. Por tanto, si tenemos en cuenta estos pasajes comparados y reflexionamos sobre la «eficacia histórica» (Wirkungsgeschichte) que tuvo la elección de este tér­ mino, tendremos que preguntamos si será posible mantener a la larga la traducción alemana de ó JtXtioíov por «der Nãchste)» (el «prójimo» en el sentido de «el que está más próximo»). K. Haacker JtXTiafiovrj, íjç , n plêsmonê saciedad, satisfacción* Col 2, 23 en la expresión jiqòç jtXtiopovqv tfjç aapxóç, «para la satisfacción dei sentido

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carnal». «La hartura es aqui lo contrario de la moderación y debe entenderse, por tanto, en el sentido de una satisfacción excesiva» (J. Gnilka, Der Xo/oííerfcrie/[HThK] 161). 7lX.i|O(T(0 plêssõ golpear* En Ap 8, 12 dícese en sentido figurado y en voz pasiva de Ias estrellas que, al ser golpea­ das (EJtXriYTi), pierden una tercera parte de su luz. 3tXtiyÍ| («golpe, plaga»). o t) , TÓ ploiarion barca, barquilla* Diminutivo de -> JtXoIov, pero que en la mayoria de los casos no se siente ya como un diminutivo: en Mc 3, 9 encontramos JtXoiáQiov y, en cambio, en 4, 1 leemos JtXoIov. En Lc 5, 2 v.l. JtXoiáQia (en lugar de jrXoía). Jn 6, 22.24; 21, 8. En Jn 6, 23 sigue siendo incierto si hay que leer JtXoia (así, por ejemplo, p’^ Sin B) o JiXoiÓQia (así, por ejemplo, A D Koiné). En todos los pasajes se hace referen­ cia a barcas que navegaban por el lago de Genesaret. -»• jtXoiov 1.3. n :X ,o ío v , OD, TÓ ploion nave, barca

1. En sentido general - 2. En la historia de la vocación en Mc 1, 16-20 par. - 3. En los relatos de pescas milagrosas, Lc 5, 1-11 / Jn 21, 1-14 - 4. En Ias histo­ rias de salvamentos milagrosos de perecer ahogados 5. En la colección pre-marquina de historias de milagros - 6. En el libro de Hechos - 7. Uso en sentido fi­ gurado y simbólico. B ib l : Dalman, A r b e itN l, 351-356, 363-370; E. HilS ch iff, B oot, en BHH lU, 1694-1696; Id., The S h ip a n d O th e r R e la te d S y m b o ls in the NT, Assen 1962; K. Goldammer, N a v is E cc le sia e : ZNW 40 (1941) 76-86; R. Krate, Rettungsw under. M otiv-, traditio n s-, u n d fo r m k r itis c h e A u fa r b e itu n g e in e r bibl. G attung, Frankfurt a. M. 1979; R. Pesch, D e r reiche F ischfang L k 5. I - I I / J o 21, 1-14. W undergeschichte - B eru fe rzã h lu n g - E rsch ein u n g sb erich t, Darmstadt 1969; Id., D a s M a rkusevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br. 1976; H. Rahner, A n te n n a C rucis, en Sym bole d e r K irch e. D ie E k k le sio lo g ie d e r Vãter, Salzburg

gert,

1964, 237-564.

1. Como sucede ya en el griego clásico, el grie­ go dei NT no suele emplear términos diferentes para distinguir entre Ias pequenas embarcaciones

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TiXóioy

dedicadas a la pesca en aguas interiores y Ias grandes naves que surcan los mares para trasportar pasajeros, practicar el comercio o hacer la guerra. Mientras que el libro de Hechos presupone naves bastante grandes que surcan el Medite­ rrâneo, los Evangelios piensan más bien en pe­ quenas embarcaciones accionadas por remos o con la ayuda adicional de velas (para los detalles, cf. Dalman). No se reflexiona específicamente sobre Ias proporciones ni sobre el aspecto de Ias naves. Tan sólo en Hech 27 se senalan detalles técnicos de la navegación. itX,oiov y el diminutivo jiX,oiáQiov se encuentran casi exclusivamente en relatos de sucesos que tuvieron lugar en medio de Ias aguas de lagos o mares, y casi siempre en gêneros típicos de esta clase de historias. En el NT apenas se halla difundido el sentido simbóli­ co de nlvOtov. 2. Como el relato de la vocación en Mc 1, 16-20 par. Mt 4, 18-22 (Lc 5, 1-11) parte dei supuesto, de cuya veracidad histórica dificil­ mente se podrá dudar, de que Simón y segura­ mente también su hermano Andrés y los hijos de Zebedeo (?) ejercían el oficio de pescado­ res, Ias barcas desempenan un papel impor­ tante en la escena: los relatos de vocación muestran a la persona que va a ser llamada, en medio dei ejercicio de sus faenas. La palabra sobre «pescadores de hombres» es con seguridad una palabra autêntica de Jesús, y el para­ lelismo con Ias escenas de vocación es creación literaria. Mateo refuerza el radicalismo dei seguimiento, haciéndonos ver cómo al pa­ dre se le deja solo en la barca (4, 22). 3. La barca, como se comprenderá, pertenece al repertório dei relato de una pesca mi­ lagrosa, que en dos variantes de una forma básica más antigua encontramos en Lc 5, 1-11 y Jn 21,1-14, donde vemos que Lucas combi­ na la historia dei milagro (vv. 1.4b.5-7.11.8-9) con material tomado de Mc 2, 13; 3, 9; 4, 13.35 y con el relato de vocación que se encuentra en Mc 1, 16-20, mientras que el redactor dei epflogo dei Evangebo de Juan entrelaza en su relato la variante de la que dispone (vv. 2-4a.6.11) y un relato de aparición (vv. 5.10) y los subordina a sus intenciones redaccionales (cf. vv. 1.2.14) (para la reconstrucción cf. Pesch, Fischfang). La altemancia

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de jtLoíov y jtX,oiá0iov no ofrece ocasión pa­ ra establecer distinciones desde el punto de vista de la crítica literaria (cf. ya Mc 3, 9). 4. Las instrucciones dadas por el taumaturgo para que se navegue mar adentro pertenecen a los detalles expositivos dei salvamento milagroso de perecer ahogados en las aguas. En Mc 4, 37.38 (más intensamente aún en Mt 8, 24), el peligro en que se ve la embarcación por el viento y las olas y la actitud de Jesús de dormir en la popa recostado sobre un cabezal (el lugar que debe ocupar el timonel) se hallan en paralelo con el relato de Jonás: Jesús actúa para acallar la tempestad -sobrepasando en esto el relato de Jonás- y ejerce así la función que es propia de Yahvé. Mateo refundió la historia dei salvamento, dándole el estilo de un relato sobre el seguimiento de los discípu­ los; se hace ver a la comunidad, como en un paradigma, que, a pesar de todos los embates dei mundo, deben confiar en que su «piloto» es el Senor. Aqui aparece una comprensión simbólica de la nave como «barquilla de la Iglesia», una forma de interpretación que se halla muy elaborada en la exégesis patrística (cf. Rahner; Goldammer). En el relato en que se presenta a Jesús caminando sobre las aguas, en Mc 6, 45-52 par. Mt 14, 22-33, a los motivos de los milagros de salvamento se superponen rasgos de epifanía. El punto cristológico culminante se alcanza en Mt 14, 33: «los que se hallan en la barca» confiesan que Jesús es el Hijo de Dios. 5. La barca sirve a Jesús y a sus discípulos como vehículo para cruzar el lago de Galilea, y aparece predominantemente en Marcos en noticias redaccionales que marcan una transición (Mc 4, 1 par. Mt 13, 2; Mc 4, 36 par. Mt 8, 23 / Lc 8, 22; Mc 5, 2, que se da por sabi­ do en Mt 8, 28 / Lc 8, 26s; Mc 5, 18 par. Lc 8, 37; Mc 5, 21; 6, 32 par. Mt 14, 13; Mc 6, 45 par. Mt 14, 22; Mc 6, 54, y en cuanto al senti­ do Mt 14, 34). Las noticias sobre travesías en barca son evidentemente puntos de enlace de una colección pre-marquina de historias de

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jiXoTov- jiXoTjaioç

milagros, que unen entre sí redaccionalmente vários relatos particulares (junto a los sumá­ rios de 3, 7-12 y 6, 53-56: 4, 35-39.41; 5, 120; 5, 21-43; 6, 32-44: 6, 45-51), algunos de los cuales están ligados al lago como escenario 4) y se desarrollan a orilla dei lago de Genesaret o en sus aguas. El marco geográfi­ co, la presencia de los más importantes gêne­ ros literários de milagros, la disposición con­ cêntrica, el trasfondo dei AT, el estilo cristológico uniforme (milagros de superación; Jesús en el papel de Yahvê) y Ias perspectivas judfas o judeocristianas son aspectos de la forma, dei fondo y dei sentido teológico que justifican la hipótesis de que existiera semejante colección. La «situación vital» (Sitz im Leben) de la colección de historias de milagros podría ser una misión entre los gentiles, que tuviera su punto de partida en Galilea y que estuviese sustentada por sectores judeocristianos (cf. especialmente 5, 1-20; Pesch, Das Markusevangelium I, 277-281). 6. En el libro de Hechos se informa sobre viajes marítimos de Pablo, que él realiza en naves mercantes: 21, 2, en una nave que se di­ rige a Fenicia y que deja su cargamento en Ti­ ro; 27, 2, Pablo viaja como preso en una nave de Adramitio; 27, 6 y 28, 11, en ambos casos en una nave alejandrina (con cargamento de trigo) -en 28, 11 en una nave que llevaba co­ mo mascarón de proa a los Hermanos Gemelos (los Dióscuros), conocidos como ayudadores en situaciones de apuro en el mar y como estrellas que guían la navegación- En el capí­ tulo 27, se relata el naufragio y el salvamento de Pablo y estos se emiquecen con una termi­ nologia náutica especializada y con motivos de milagros de salvamento, en los que Lucas ha utilizado fuentes evidentemente más am­ plias (y dificilmente el escueto relato de un viaje); la concepción global de la exposición dei naufragio y dei salvamento de Pablo (que quizás tuvo su origen en apuntes biográficos) podría ser obra dei evangelista, que, al final de su libro de Hechos, y en forma simbólica, quizo consignar quizás algo que correspondiera a la exposición de la muerte y resurrección

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de Cristo al final de su Evangelio. - En 27, 41 vaõç se usa como sinônimo de jtX,oIov; oxá(pq significa el bote auxiliar, la lancha de sal­ vamento (sobre Hech 27, cf. Kratz, 320-350). 7. En Sant 3 ,4 la lengua y el habla se comparan con el timón y una nave. - En Ap 8, 9 se anuncia la destrucción escatológica de una tercera parte dei mar, de los seres vivientes y de Ias embarcaciones que navegan por el mar, en lo cual el mar y todo lo que hay en él (cf. Sal 104, 25s) se contempla a la manera apo­ calíptica y dualística como cosas que se oponen a Dios. En 18, 19 se describe intuitiva­ mente la destrucción de Babilonia-Roma con un colorido que recuerda a Ez 27. R. Kratz

mXóoç, OV, ó ploos

navegación, viaje ma­ rítimo Forma no contracta (jde la segunda declinación!) de -*■ jtLoüç. ni^OÜÇ, OÓÇ, Ó plous navegación, viaje marítimo* Sobre la declinación cf. Blafi-Debrunner § 52. El libro de Hechos conoce, además dei ge­ nitivo Tzkoóç (27, 9), el acusativo jcX.oõv (21, 7; 27, 10). Los tres pasajes dei libro de He­ chos se hallan en relatos narrados en primera persona dei plural. TtÀ.OVaiOÇ, 3 plousios rico* TcXottoícoç plousiõs abundamente, ricamen­ te* jtXooTéto plouteõ ser (o llegar a ser) rico* jtÀottTtÇüL) ploutizõ hacer rico, enriquecer* jt)iot3TOÇ, Oh, ó / xó ploutos riqueza, abundancia* 1. Aparición en el NT - 2. Marcos - 3. Mateo - 4. Lucas - 5. Corpus Paulinum - 6. Cartas Católicas - 7. Apocalipsis. B ihl.: K. Berger, D ie G esetzesauslegung Jesu, Neukirchen-Vluyn 1972, 396-460; K. Bomhâuser, D e r C hrist u n d seine H abe nach dem NT, Gütersloli 1936; H. Frhr. v. Campenhausen, D ie A skese im U rchristen-

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jtXoúaioç

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veces), en el Corpus Paulinum (5) y en el Apocalipsis (5). 2. Marcos. La provocativa afirmación de Mc 10, 25 (cf. 10,23) debe entenderse, dentro dei contexto actual, como un comentário ge­ neralizador de 10, 17-22 (Egger, 116s). No se trata de rechazar por principio al rico, como se ve por 10, 24b.26s, palabras que hacen ver que al hombre le resulta de todo punto imposible alcanzar la salvación. Desde la perspec­ tiva de la historia de Ias tradiciones, Mc 10, 24b-27 podría ser un fragmento independiente de tradición, al que, por su vinculación con 10, 29s ó 10, 17-22, se le antepusieron como transición los vv. 23.24a. Y, así, en el v. 25, la lectura original «hombre» podría haber sido sustituida por la lectura «hombre rico» (Wal­ ter, 209s; cf. Berger, 403s). No obstante, el contexto remite al peligro especial en que se halla el rico, porque a él le resulta difícil la disposición para renunciar a los bienes (10, 17-22), una renuncia que la adhesión a Jesús puede exigir en un caso concreto (después de Pascua, el seguimiento se convierte en el pa­ radigma de la fe; cf. también los vv. 10, 29s). - Por lo demás, la riqueza crea por su parte vínculos enganosos, que pueden hacer que sea estéril la palabra ya aceptada, 4, 19. - La mención incidental de muchos ricos en 12, 41 (par. Lc 21, 1) sirve para realzeu a modo de contraste el ejemplo de la viuda pobre.

3. Mateo. Con la mayor naturalidad Mt 27, 57 (a diferencia de Marcos) presenta como persona rica a José de Arimatea. A pesar de 1. El grupo de palabras falta en Juan (in­ todo, 13, 22 advierte contra Ias preocupaciones dei mundo, que hacen que uno sucumba cluídas Ias Cartas de Juan) y en el libro de Hechos. Con la mayor frecuencia aparece el ante el engano de la riqueza. La existência tiene que estar libre de preocupaciones paganas adjetivo en los Sinópticos (16 veces; 3 en el (mundanas) y debe estar orientada escatológiCorpus Paulinum; 5 en Santiago; 4 en el Apocamente (cf. 6, 25-34), lo que para Mateo sig­ calipsis), y el sustantivo en el Corpus Pauli­ nifica actuar con arreglo a la justicia mayor, num (16 veces; 3 en los Sinópticos; 1 en San­ de la que se habla en el Sermón de la Montatiago; 2 en el Apocalipsis). El advérbio se enna (cf. 5, 20). En este sentido entiende Mateo cuentra únicamente en Colosenses, Ias Pastorales y la Carta segunda de Pedro (4 veces en el llamamiento al seguimiento (es decir, al discipulado) que se hace al joven (Mc 10) co­ total). itltOBTÍ^co aparece únicamente en Pamo llamamiento a la perfección (compárese blo (3 veces) y jtXouTéoi aparece en Lucas (2

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JtXoiJOlOÇ

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piensa sobre todo en la beneficencia desinteresada (cf. 8,1-3). Por eso, no hay que invitar a los vecinos ricos sino precisamente a los po­ bres, 14, 12.13. Lo generoso que debe ser con ellos el rico, lo vemos clarísimamente por el 4. Lucas adopta una actitud marcadamente caso de Zaqueo, el rico jefe de recaudadores de impuestos (o publicanos), 19, 2.8. En otros crítica ante los ricos. La riqueza, a la que se pasajes se exige incluso la total entrega de los pone en paralelo con Ias preocupaciones (cf. 12, 22-34) y los goces de la vida (8, 14), enbienes en favor de los pobres (18, 22; 12, 33; cierra en sí el peligro de sofocar la palabra de cf. 14, 33). Dificilmente estarán detrás de Dios. El rico granjero de 12, 16 no se da todo ello motivos ascéticos (tampoco instruccuenta de que lo único que importa es ser rico ciones especiales para los que ejerzan un mi­ (otltouxéu)) ante Dios, 12, 21. Lo difícil que le nistério; en contra de Degenhardt), sino expe­ riências de la comunidad lucana en situacioresulta al rico encontrar acceso al reino de nes de apuro (cf. Schmithals, 159ss): la conDios (18, 24.25), lo muestra el caso dei hombre prominente que no escucha el Uamamienfesión de fe en Jesús podría tener como conto que Jesus le hace, porque era muy rico, 18, secuencia la pérdida de los bienes, de tal 23. Por eso, no es casual que los adversários modo que esa confesión de fe exigia como de Jesus piensen y actúen principalmente co­ mínimo la disposición para renunciar a los mo personas ricas (16, 14; 11, 39; 20, 47; cf. bienes, así como -inversamente- la renuncia voluntária a los bienes facilitciría la confesión Hauck-Kasch, 326). Al lado de la bienaventude fe. - Sobre Le 21, 1 par. Mc 12, 41 ->■2. ranza de los pobres (-> Jtxooxóç), Lucas situa el jay! (que seguramente aparecia ya en la tradición) pronunciado sobre los ricos, un jay! 5. Corpus Paulinum. a) Para Pablo es sig­ que no se fundamenta en la peligrosidad de la nificativa la referencia teológica dei grupo de palabras (sobre el significado original «pleniriqueza, sino (de manera mucho más encare­ cida todavia) en la inversión escatológica de tud de...», cf. Hauck-Kasch, 317). SintagmátiIas circunstancias, 6, 24. Dios despacha a los camente se pone de relieve con todo ello la ricos (jtkouxotivxeç) con Ias manos vacías, 1, misericórdia de Dios (como en la tradición ju­ dia, cf. ApBar [sir] 59, 6s; 4 Esd 7, 132-139; 53. Sin embargo, en Lucas no se trata de una ley fatal, de la que sea imposible escapar, co­ especialmente IQS 4, 3; IQH 4, 32.36s; 6, 9; 7, 27.30.35; 9, 8.34; 10, 21; 13, 17; 15, 16; mo vemos por 16, 19-31: el rico (16, 19.21. 18, 14). Rom 2, 4 habla de la «riqueza de la 22) no existe para sí, sino siempre en relación bondad, paciência y longanimidad» de Dios. sumamente íntima con el pobre, a quien tiene «En los vasos de misericórdia» muestra Dios al alcance de su vista (vv. 20s.23), de tal ma­ «la riqueza de su gloria», 9, 23. Este sintagma nera que la inversión escatológica (v. 25) pueaparece con variaciones y fundamentado crisde entenderse al mismo tiempo como la fijatológicamente en Flp 4, 19. La idea está con­ ción en el más allá de la distancia que en vida cebida de manera directamente cristológica se mantuvo con respecto al pobre (vv. 20s. en Rom 10, 12: el Kyrios es rico para todos 26), es decir, presupone la responsabilidad (jtkouxmv elç Jtávxaç) los que le invocan que le incumbe al rico. (tanto si son judios como griegos). En Rom Por eso, a pesar de todas Ias críticas, Lucas 11, 12 la dimensión soteriológica desempena no rechaza por principio la riqueza. Pero lo que sí se exige es la relación correcta -la rela­ un papel, ya que Pablo entiende que el fracaso de Israel, por el cual la salvación llegó a ción preocupada por el futuro celestial (cf. 12, los gentiles, es riqueza para el mundo o para 21; 18, 22)- con el «Manmón injusto», según Ias naciones, y, por otro lado, Pablo ensalza Lucas (16, 9-13) comenta en la parábola dei en 11, 33 (cf. v. 32) el mysterium de la salvaadministrador dei hombre rico (16, 1). Lucas

Mt 19, 21 [a diferencia de Marcos] con Mt 5, 48), iin llamamiento cuyo rechazo ilustra modélicamente la dificultad dei rico para entrar en el reino de los cielos, 19, 23.24.

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JIX.OTJOLOÇ

ción de todo Israel (11, 26) como «profundidad de la riqueza, de la sabiduría y dei conocimiento de Dios». Bajo el aspecto soteriológico se comprende también la vinculación con xáQiÇ- En 1 Cor 1, 5 se explica el don de la gracia como un «ser enriquecido» (jtX.ouTLaOfívai) en Cristo. Una variación de esta idea se aplica luego a la colecta (entendida por Pablo como resultado de la gracia de Dios; cf. 2 Cor 8, 1; 9, 8): 2 Cor 8, 2; 9, 11 (riqueza de la acción desinteresada de dar, o bien el ser enriquecidos [JcXouTiÇó[tevoi] para la acción desinteresada de dar). Claro que la riqueza de la condición de cristiano se halla bajo la reserva escatológica (cf. la expresión irônica: «\vosotros sois ya ricos [èjtÀouxTiaatE]!», 1 Cor 4, 8); está integrada en la dialéctica dei mensaje de la cruz (cf. 1 Cor 1, 18-25: Flp 2, 6-11): La gracia de Cris­ to consiste en «que él, aunque era rico, se hizo pobre por amor vuestro, a fin de que vosotros llegarais a ser ricos (jtX,ouTf|aT]Ts) por medio de su pobreza», 2 Cor 8, 9. La existên­ cia apostólica se halla también bajo esa dia­ léctica, 6, 10 (JtX,ouTÍÇo)). b) La sintagmática teológica o cristológico-soteriológica se encuentra- reforzada en Colosenses y Efesios. Llama la atención, en cuanto a la forma, el que se emplee casi siempre el sustantivo neutro xò itXoüxoç (que uni­ camente es masculino en Ef 1,18) y el que éste se halle asociado con frecuencia con el ge­ nitivo de ôó^a (Col 1, 27; Ef 1, 18; 3, 16) y de XÓQiç (únicamente en Efesios: 1,7; 2,7). Sobre la «plenitud de la gracia» cf. IQS 4, 4s; IQH 11, 28; 12,14; Frgm. 2, 5 ó IQH 11, 29s (cf. K. G. Kuhn: NTS 7 [1960/1961] 334-346, esp. 336s). En cuanto al contenido, es notable la proximidad al mistério escatológico de Cristo; Col 1, 27 describe la revelación como la manifestación de la «riqueza de la gloria de este mis­ tério entre los gentiles». Según Ef 3, 8, Pablo tiene la tarea de «prediccir a los gentiles la insondable riqueza de Cristo». La amplitud cós­ mica de este acontecimiento (cf. Ef 3, 9s) es una variación de la idea abordada ya anterior­ mente: La reunión de todas Ias cosas en Cris­

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to (Ef 1, 9s) da la dimensión de la «riqueza de su gracia [= de la gracia de Dios]» (1, 7); de manera semejante, la acción salvífica de Dios, «que es rico en misericórdia» (2, 4), tiene Ia finalidad, según 2, 7, de mostrar a los eones futuros la superabundante riqueza de su gra­ cia. - La tarea dei cristiano es un conocimiento (cada vez más profundo) dei mistério; es «Ia riqueza de la plenitud de la inteligência», Col 2, 2. Según Ef 1, 18, el conocimiento tie­ ne por objeto la «riqueza de la gloria de su herencia en medio de los santos». Estos pasajes ofrecen también el contexto para entender Ias exhortaciones en Col 3, 16 (advérbio) y Ef 3, 16 (sustantivo). c) En Ias Pastorales, a aquellos que quieren llegar a ser ricos (ol |3ou),ópevoi 3tX,ouxetv) 1 Tim 6, 9 les hace una seria advertência con­ tra los peligros que eso lleva inherentes. Lo decisivo para los ricos, según 6 , 17s, es que fijen su esperanza no en la inseguridad de la ri­ queza, sino en Dios, que hace que todo pros­ pere abundantemente (jt)tou0LCOç; cf. también Tit 3, 6), y que sean ricos (jtXouxeív) en buenas obras compartiendo generosamente. d) Según Heb 11, 26, Moisés llegó a ser el testigo de la fe compartiendo los maios tratos que sufría su pueblo, porque él consideraba que el oprobio de Cristo (cf. O. Michel, Der Brief an die Hebrãer [KEK], sub loco) era mayor riqueza que los tesoros de los egípcios. 6. En Ias Cartas Católicas el grupo de palabras se encuentra en 2 Pe 1, 11 (advérbio) y en Santiago: Sant 1, 10 exhorta al rico (a sa­ ber, al hermano; cf. v. 9) a gloriarse paradójimamente en su humülación (en la muerte; cf. Lc 12,16-21; Sal 49; 73; Eclo 1 1 ,18s; Abot4, 4). Porque el rico -1,11 (ahora en sentido ge­ nérico)- pasa y desaparece como la hierba (cf. Is 40, 6s). Mientras que en 2, 5 se dice que los pobres son ricos en la fe (->^ Jixmxóç), vemos que 2, 6 caracteriza negativamente a los ricos recurriendo a tópicos proféticos (cf. Am 4, 1; 8, 4; y passim) y también movido por la experiencia concreta de la comunidad: los ricos oprimen a los cristianos y los arrastran ante los tribunales. Sant 5, 1 exige a los ricos que

1021

jtlioTJoioç - jrvevjia

1022

se lamenten a gritos de la desgracia que se les viene encima (cf. Lc 6, 24; Hen [et] 96, 5s). La riqueza (Sant 5, 2) acumulada fraudulenta­ mente (5, 4-6) y sin sentido y que, por tanto, enmohece (cf. Mt 6, 19), se convertirá en testimonio contra ellos en el juicio (Sant 5, 3).

Ê3iX,nvav xàç oxoXàç aí)xõ)v (en la sangre dei Cordero); 22, 14 en un macarismo: [taxáQioi oi jtLúvovxEç xàç oxokàç anxcõv.

7. El Apocalipsis habla (a) de la riqueza material y (b) de la riqueza espiritual. a) En Ap 6, 15, los ricos y los poderosos se mencionan como clases sociales. Los que llegaron a ser ricos en Babilônia (jtLouxéa), 18, 3.15.19), se lamentan en 18, 17 por la desolación de la riqueza de la gran ciudad. b) La comunidad de Esmima es rica, a pe­ sar de la tribulación y de la pobreza en que vi­ ve (2, 9), mientras que a la comunidad de Laodicea, que en 3,17 afirma «Soy rica y me he enriquecido» (jtEJtX,oúxT]>ía; cf. Os 12, 9; Zac 11,5), aunque en verdad es desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda, se la aconseja en 3, 18 que primero se vuelva a Dios «pa­ ra pedir su ayuda» (H. Kraft, Die Ojfenbarung des Johannes [HNT], sub loco), a fin de llegar a ser rica. En la doxología de 5, 12 se aclama al Cordero como digno de la riqueza (en el sentido de la plenitud divina).

1. Significado fundamental y aparición en el NT 2. Usos generales - 3. Tecnicismo para designar al Es­ píritu de Dios - a) Preliterario - b) Pablo - c) Lucas/Hechos - d) Juan - e) Mateo 28, 19.

H. Merklein iTt^ovaítoç plousiõs (adv.) abundantemen­ te, ricamente ->■ jtXonaioç. Jt)»OVTéíi> pluteõ ser (o llegm a ser) rico ->■ jtX,onaLoç. míi/OUTÍÇo) ploutizõ hacer rico, enriquecer ->■ n;X.oijaioç. JlXovTOg, o v , ó / TÓ ploutos riqueza, abundancia jrLoúoioç. nXvvco plynõ lavar* En Lc 5, 2 dícese de la acción de lavar Ias redes. Ap 7, 14 se refiere a los mártires:

n;V£Í5^a, a t o ç , t ó pneuma soplo, aliento,

viento, espíritu

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bliografia, cf. ThWNT DC, 1238-1244.

1. El sustantivo verbal irveífia, derivado de JTvéío, designa el poder elemental de la naturaleza y de la vida: viento, soplo; aliento (como tal, también el principio de la vida [al igual que iJnJXTi]), como matéria y como proceso a la vez. En el griego profano, jrveiíp a se emplea además, desde muy pronto, en el sentido de la inspiración de carácter mántico-entusiástico, y más tarde (en el estoicismo) como expresión de una sustancia energética cósmico-universal y divina (pero intramundana) (Kleinknecht, 333-357; Saake, Pneuma, 387-395, bibl.). En el NT 3tv6üp,a está caracterizado esencialmente por el equivalente hebreo rüah y por su empleo en el judaísmo. El significado fundamental de ruaia es, sí, viento y aliento.

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jrvetiiia

pero concebidos ambos no como algo que exista sustancialmente, sino tan sólo como la fuerza que se encuentra en el aliento y en la ráfaga de viento, y cuyo origen y destino sigue siendo enigmático (Albertz-Westermann, 917). En el AT rúah designa a menudo expresamente al «espíritu» de Dios, que actúa co­ mo energia vital y además confiere al hombre dotes especiales o inspira a Ias personas (Schunck, 14s). Tan sólo en los tiempos que siguieron al destierro se va implantando el concepto de «espíritu santo». Por influencia dei mundo circimdante, rüalj. o jtvEÕp,a llega a ser a menudo un término para designar a se­ res supraterrenales buenos o maios; además, en sectores helenísticos, OTEÕita se concibe muchas veces a la manera de una sustancia, y se mezcla con concepciones de la filosofia griega y especulaciones sobre la «sabiduría» (Bieder-Sjôberg, en ThWNT VI, 363-387; Chevallier, VEsprif, Saake, Pneuma, 395s). En el NT, sobre todo por la impresión de la experiencia dei Espíritu en el cristianismo pri­ mitivo, JtVEÜp.a adquiere a menudo un matiz muy peculiar, incluso en usos de carácter ge­ neral y en la «relectura» de enunciados dei AT. En el NT Jtveüpa aparece en total 379 ve­ ces; de ellas sólo 3 veces en el sentido origi­ nal dei término {viento [impetuoso] / soplo). Con frecuencia designa el jtveüpa dei hom­ bre (unas 47 veces), así como espíritus malig­ nos (unas 38 veces) o espíritus de difuntos y también ángeles (unas 9 veces, ->■2). Con muchísima frecuencia JtvEõpa significa clara­ mente el JtVEÜpa de Dios (unas 275 veces), ya se emplee en sentido absoluto (unas 149 veces) o bien se concrete más como Jiveõp.a aytov (92 veces) o JtvEõpa áYiooúvT]ç (una vez) o jtVEÜpa ■&eoõ (18 veces), jtveõpa xoti JtaxQÓç (una vez), JtVEÕtia toü uioü au to ü (una vez) o bien jtvEüpa Xeioxoõ (3 veces) o Ttiooõ (una vez). Precisamente por este empleo peculiar, el contenido semântico de JtVEüpa es diferente en los diversos escritos dei NT ( ^ 3). Al determinar el sentido de JtVEÜpa hay que tener en cuenta que la traducción alemana corriente por G e is t Ê<espíritu») constituye a menu­

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do una barrera para la comprensión, ya que en alemán con el término G e is t se asocian a menudo los significados de G e is t = ser inmaterial (espíri­ tu, fantasma), o de Geist = intelecto, razón, men­ te (voõç). Además, por influencia de la doctrina de la Iglesia, no es raro que Jtv E ú p a se entienda precipitadamente como «persona». Para evitar es­ te último malentendido, muchos escritos exegéticos se apartan de la norma de escribir con mayúsculas iniciales los conceptos ya estereotipados { H e ilig e r G e is t, «Espíritu Santo»). 2. a) jxvEüpa tiene el sentido general de viento (impetuoso) / soplo en Jn 3, 8a; Heb 1, 7 (cf. Sal 103, 4 LXX) y 2 Tes 2, 8 (cf. Is 11, 4b). Este sentido muestra, no obstante, proximidad al empleo dei término para designar a Dios o a los ángeles.. b) El aliento vital se designa varias veces como JtVEüita dei hombre (Mt 27, 50; Sant 2, 26; Ap 11,11; 13,15). Por su estrecha y dinâ­ mica relación con Dios (cf. Jacob, 629), n v E Õ p a puede significar también una manera de existência o energia vital que sobrevive a la muerte (cf. 1 Pe 3,18; 4, 6; 1 Tim 3,16; tam­ bién Rom 1, 4 [-*■ 3.a]; 1 Cor 5, 5?). Tan sólo en casos aislados ésta se concibe casi a la ma­ nera de un alma (-> tjmxr|) (->■ c). En 1 Tes 5, 23 Pablo utiliza la manera de hablar de la antigua tricotomía, «espíritu, al­ ma, cuerpo», no para describir tres partes se­ paradas que constituyan al ser humano, sino para designar a éste en su totalidad. En el pasaje citado, lo mismo que en Heb 4,12 («alma y espíritu»', cf. 2 Cor 7,1), Jtveüpa designa al hombre, que es también espíritu (y que no só­ lo tiene espíritu). Lo mismo se aplica a los pasajes en que se usa la expresión «con vuestro (tu) espíritu» (Gál 6, 18; Flp 4, 23; Fim 25; 2 Tim 4, 22) en sentido paralelo al de «con vosotros» (Bultmann, Teologia, 260s). JtVEÜpa se usa varias veces en el NT como término para designar la capacidad dei hom­ bre para determinadas manifestaciones de la vida humana que sobrepasan lo que puede palparse extemamente (el sentimiento, la sensación, el conocimiento), y entonces tiene el significado de: lo interior, el corazón (por ejemplo, en Mc 2, 8; 8, 12; Mt 5, 3; Lc 1,

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jtveDfia

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Hech 8, 29.39, cf. 8, 2 6 - en el Espíritu de Dios]). Se piensa de esta manera en una idea muy difundida en aquel entonces, según la cual se­ res concebidos a la manera de personas (animísticos) habitan en los hombres, los dominan y originan en ellos enfermedades. Jesús y los discípulos fueron capaces singularísimamente de expulsar a esos seres (-> èxpáLXm; funda­ mentalmente otras personas eran capaces tam­ bién de hacerlo, cf. Mt 12, 27); ellos disponen de un poder (el Jtvsnpa de Dios) que es más fuerte que el de esos espíritus. Tan sólo en Ef 2, 2 itvEbpa (ya eslé en aposición a ÚQXovxa o, mejor todavia, en aposición a àépoç) signi­ fica el poder dei maligno o el maligno, que actúa como «pneuma contrario a Cristo». Unicamente en Lc 24, 37.39 Jiveõpa desig­ na expresamente un espíritu (fantasma) que no es de carne y hueso, supuestamente el «al­ ma» de un difunto (cf. Lc 8, 55; 23, 46; Hech 7, 59. - En Hech 12, 15 ãyyELoç auTOõ no significa probablemente lo mismo). En Heb 12, 23 Ias «almas» de los justos son denomi­ nadas OTEÚpaxa (cf. Ap 6, 9 [-> xltnxfi]; en 1 Pe 3,19 podría pensarse en Ias «almas» de los pecadores, pero también únicamente en los espíritus malignos). El nombre divino «Padre de los espíritus» (Heb 12, 9; cf. Núm 16, 22; 27, 16) se refiere probablemente a todos los espíritus, los de los c) Con mucha frecuencia, especialmente ángeles y los de los justos; en Heb 1, 14 los en los EvangeEos, el libro de Hechos y el «espíritus servidores» son ángeles. Una ter­ minologia afín existe en Ap 1, 4; 3, 1; 4, 5; 5, Apocalipsis, rtVEüfxa se determina más con­ cretamente como aiVEÕpa «impuro» (por 6, donde los «siete espíritus» designan a los ángeles que se hallan ante el trono de Dios ejemplo, Mc 1, 23.26.27; 3, 11), «maligno» (por ejemplo, Lc 7, 21), «mudo» (por ejem­ (cf. los siete arcángeles en Tob 12, 15), pero plo, Mc 9, 17), «mudo y sordo» (Mc 9, 25) o representan al mismo tiempo al Espíritu de como el jtvEt3[j,a «de una enfermedad» (Lc Dios (-^ 3.e). 13, 11) y «espíritus de demonios» (Ap 16, 3. a) Los más antiguos enunciados cristia13.14). En Lc 8 ,2 se hallan yuxtapuestos «es­ nos sobre el revEÕpa de Dios, que se han traspíritus malignos y enfermedades» y «siete de­ mitido en los escritos dei NT o que se presumonios» (cf. Lc 11, 26; 4, 33; Hech 16, 16). En casos aislados, jtveõpa se usa también en ponen como conocidos, expresan que la esperanza veterotestamentaria y judia de un sentido absoluto con este significado (Mt 8. 16; Lc 10, 20; aqui habrá que incluir también jtvEüpa inspirador y vivificante para el fin de los tiempos (Chevallier, L ’Esprit; Kremer, seguramente Hech 23, 8.9 [en este caso, junto a «ángel», dificilmente se pensará -como en Pfingstbericht, 63-86, bibl.) ha tenido ahora

47.80; Jn 11, 33; 2 Cor 2,13). En relación estrecha con ello deben entenderse también expresiones tales como «espíritu de mansedumbre» (1 Cor 4, 21; Gál 6, 1; cf. 1 Pe 3, 4). Sin embargo, el «espíritu de fe» (2 Cor 4, 13) va más allá de esto y significa la participación en el Espíritu de Dios. Lo mismo se aplica a la expresión «el espíritu está dispuesto» (Mc 14, 38 par. Mt 26, 41), si se tiene en cuenta la afinidad de esta expresión con lo que se dice en el Sal 51, 14 (Kuhn, 274-281), y seguramente habrá que decir otro tanto de Rom 1, 9; 8, 16 («en mi espíritu» [->^ 3.b]). Por eso, en Col 2, 5, a la presencia «en el euerpo» puede contraponerse una presencia «en el espíritu», que en 1 Cor 5, 3.4 parece significar, desde luego, una presencia «en el Espíritu Santo». Tan sólo en 1 Cor 2, 11 jtveüpa designa la razón (cf. 2, 16: vonv, y Ef 4, 23; sobre la estrecha relación entre el KVEÜpa antropológico y el voõç, cf. Saake, Pneuma, 397). Mientras que en algunos de los pasajes aducidos hay una clara referencia al Espíritu de Dios (por ejemplo, también en Lc 10, 21), tal referencia puede sólo sospecharse en otros lu­ gares. Según esto, el uso antropológico tradi­ cional estaba abierto para ser llenado de nuevo contenido, desde la perspectiva de la promesa dei Espíritu en el AT y de la recepción dei Espíritu en el NT.

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itvEDna

su cumplimiento. La recepción dei nveí3(i,a es reconocible por fenômenos externos (cf. Gál 3, 2; Hech 8, 18), especialmente por curaciones milagrosas (1 Cor 12, 9.28.30), oración extática (glosolalia) y habla profética (cf. 1 Cor 12; 14; Hech 10; 19; probablemente también en la fuente de Hech 2, 4). El JtVEnixa es el que inspiró a los escritores dei AT (cf. Mc 12, 36) y el que actúa en los profetas de la Iglesia primitiva (más tarde sus manifestaciones [extáticas] serán denominadas frecuentemente con el simple nombre de n:vsu[xa [por ejemplo, 1 Jn 4, 1; 2 Tes 2, 2]; èv jrveúpaTi se convierte en el término técnico para desig­ nar el éxtasis profético; por ejemplo, en Ap 1, 9). El jtVEÜfta alienta para dar testimonio dei evangelio, especialmente en medio de Ias tribulaciones (Mt 10, 20; Lc 12, 12; Mc 13, 11 par.; cf. Kremer, Jesu Verheiflung, 262ss). En el deslinde que se hace dei bautismo cristiano con respecto al bautismo de Juan, Ttveüp-a significa el poder de borrar pecados (Mc 1, 8 par.; se discute si «espíritu y fuego», en la predicación dei Bautista [Mt 3, 11; Lc 3, 16] se refiere originalmente tan sólo a la «tempestad y fuego» dei juicio; cf. Dunn, Spirit and Fire-Baptism). Según Ias tradiciones más antiguas, la actuación de Jesús desde el bautismo (Mc 1, 911 par.; Hech 10, 37) estuvo ya marcada por el Espíritu Santo (por ejemplo, la expulsión de demonios, Mt 12, 28; cf. Mc 3, 28s par.), y al Espíritu se le atribuye igualmente la concepción de Jesús (Mt 1, 18.20; Lc 1, 35). Su existência como Resucitado es una existência pneumática (cf. Rom 1,4; 1 Pe 3,18; 1 Tim 3, 16). Es difícil determinar hasta qué punto estos enunciados acerca dei Jtveüp.a, orientados esencialmente por Ias promesas dei AT, se entendieron a veces helenísticamente. En todo caso, los diversos escritos dei NT los desarrollan ulteriormente de diversas maneras, como vemos especialmente en Pablo, Lucas/Hechos y Juan (->■ b.c.d). 3. b) Pablo comparte la concepción de que son perceptibles los signos de la recepción es-

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catológica dei Espíritu (por ejemplo, 1 Tes 1, 5; Gál 3, 2-5; 1 Cor 12, 7ss; Rom 15, 19); afirma que él ha tenido también tales expe­ riências dei 3tveü[ia (1 Cor 14,18, cf. 7,40; 2 Cor 12, 12; cf. Saake, Pneumatologia, 214ss) y exhorta a no «apagar» el Espíritu (1 Tes 5, 19; cf. van Unnik) que se manifiesta de esta manera (cf. 1 Cor 12, 7). Claro está que no to­ do efecto atribuido al JtVEÜ[xa procede de él, y es preciso el «discemimiento de espíritus» (1 Cor 12, 10 en relación con 12, 1-3; sin em­ bargo, piensa de manera distinta Dautzenberg, Prophetie, ->• ôiaxQÍvm). Frente a una sobreestimación de los efectos extáticos dei Espíritu (-> Jtvenp,aTiHÓç), Pablo acentua el valor de los dones dei Espíritu que llaman menos la atención, y senala su origen en un mismo y único Dios y su diversidad y orientación hacia la comunidad (1 Cor 12). Según 1 Cor 12, 13, todos los miembros de la comunidad han sido «bautizados» y están «embebidos» en (con) un Espíritu» y forman, por tanto, «un solo cuerpo» ( ^ ocõpa 6.7). Así que el Jtv£tip,a ha sido concedido como don permanente a los bautizados (cf. Rom 5, 5 y 1 Cor 6, 19: «porque vuestro cuerpo es templo dei Espíritu Santo, que habita en vosotros»; de manera parecida en 1 Cor 3, 16). Sin embargo, el Espíritu no es posesión suya, de la que ellos puedan disponer, sino que es su Senor. Los usos antropológicos corrientes de Jtveüp,a (-^ 2.b) adquieren con ello un contenido nuevo (cf. Rom 1, 9; 8,13; 9,1; 12, 11; 1 Cor 7, 34; 2 Cor 6, 6), sin que se deslin­ de en concreto la relación entre Ias capacida­ des naturales y el jtvenpa. Tan sólo la oración dei Jtvenpa la distingue Pablo claramente de la dei entendimiento (1 Cor 14, 15; sin em­ bargo, la intercesión dei Espíritu «con gemi­ dos inexpresables» [Rom 8, 26] debe diferenciarse de la oración glosolálica y dei clamor iAbba! [Gál 4, 6; Rom 8, 15]; cf. Niederwimmer, Gebet). La «participación en el Espíritu» (2 Cor 13, 13) acentúa la exigencia de unidad (Flp 1, 27; 2, 1; 2 Cor 12, 18). Lo poco que Pablo concibe el don dei n:veúp.a (a pesar dei lenguaje que suena a helenístico) a la manera de una sustancia (sino que, lejos de ello, per-

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jtVEC(xa

manece fiel al significado de rúahí), lo indican Ias metáforas que él emplea; por ejemplo, el Espíritu «habita» (1 Cor 3, 16; Rom 8, 11), «clama» (Gál 4, 6; Rom 8, 5), «intercede» (Rom 8, 26), y se es con el Senor «un solo espíritu» (1 Cor 6, 17). El jtvEüpa es lo característico dei Nuevo Pacto (2 Cor 3,6; cf. Rom 2, 29; 7, 6; cf. Kremer, Buchstabe, 223-229, bibl.). Por eso, el ministério dei apóstol es una ôiaxovía toü irvETjpaxoç (2 Cor 3, 8), que comunica (por decirlo así) el Espíritu como nueva Torá (3, 3); porque el JtVEÜpa libera dei endurecimiento dei corazón y de la fijación en la letra (3, 14-17), a fin de poder conocer la meta o fin (~y réXoç) de la Torá (3, 13-18) y «lo que es de Dios» (1 Cor 2, 10-14). Por eso, en el n;vE'üpa es posible confesar a Cristo como el xÚQioç (1 Cor 12, 3; cf. 2 Cor 4, 6) e invocar a Dios como Padre (Gál 4, 6; Rom 8, 14). Además, el bautizado queda sustraido por medio dei jtvEüpa al âmbito de poder dei pe­ cado, y es «santificado en el Espíritu» (Rom 15, 16; cf. Gál 5, 5; 1 Cor 6, 11; Rom 14, 17) y trasformado por él (2 Cor 3, 18). Recibe participación en el «amor de Dios» (Rom 5, 5; cf. 15, 30). Por tanto, ya no es «siervo», si­ no «hijo y heredero» (Rom 8, 15s; de manera distinta Gál 4, 6s; pero cf. Duprez). Como «la ley dei Espíritu de vida», el irveiiixa libera de la esclavización a la Torá, que por la existên­ cia carnal dei hombre conduce de hecho al pe­ cado y a la muerte, y no a la vida, conforme a su destino interno (Rom 8, 2; cf. 7, 14; 2 Cor 3, 6; cf. Râisânen [bibl.]). El que camina «según el Espíritu», cumple la «exigencia jurídi­ ca de la ley» (Rom 8, 4; es decir, el amor, cf. Gál 5, 14; Rom 13, 8-10). La libertad conce­ dida graciosamente por el jtvsüpa exige que uno siga al Espíritu (Gál 5, 16.25), que se deje uno guiar por él como la «Torá» que es (cf. 2 Cor 3, 3), y que no se ceda a los deseos de la carne (-> oápÇ; Gál 5, 16s; 6, 8; Rom 8, 13). «El fruto dei Espíritu» es característica de la vida espiritual (Gál 5, 22). La posesión dei Jtveüixa es al mismo tiempo «prenda» (2 Cor 1, 22; 5, 5, -+ àpQapórv) y «primicias» (Rom 8, 23, -> aitaQ^f)) de la

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futura gloria; Por eso, la posesión dei Espíritu es la razón de la esperanza (cf. Rom 5, 5; 8, lOs); por medio dei jtvEi3p,a el bautizado tiene participación en la «vida», ya desde ahora (Rom 8, 10); la cosecha como vida eterna, si «siembra para el Espíritu» (Gál 6, 8; es decir, si vive orientado hacia su posesión dei Espíri­ tu); porque por medio dei jtveõfia Dios resucitará a los muertos como resucitó a Cristo (Rom 8, 11), y lo hará por medio de Cristo, a quien, como nuevo Adán, por su participación adquirida mediante la resurrección en el Espí­ ritu Creador, se le puede llamar «espíritu vivificante» (1 Cor 15, 45, ->■ ÇmoJtoiéco). La recepción dei jtVEilpa prometido es un fruto de la muerte de Cristo (Gál 3, 14). Por eso, al «Espíritu de Dios» o «Espíritu Santo» se le llama también «Espíritu de Cristo» (Rom 8, 9; cf. 2 Cor 3, 17), el cual, como «Es­ píritu dei Hijo» (Gál 4, 6), fue enviado por el Padre. Por eso, en paralelo con expresiones como «Cristo en vosotros» (Rom 8, 10) y «en Cristo» (Rom 8, 1), puede decirse; El Espíritu «habita» en vosotros o vosotros estáis «en el Espíritu» (Rom 8, 9; cf. 1 Cor 3, 16). Aunque no son idênticos, ni mucho menos, el n:v8'0[xa y Cristo se hallan relacionados de manera su­ mamente íntima; 2 Cor 3, 17 (pero el Kyrios es el Espíritu) indica al menos una identidad dinâmica entre ambos (cf. 1 Cor 15, 45), que es al mismo tiempo una unidad con Dios (xnQLOÇ puede referirse aqui a Dios y a Cristo; Dunn, 2 Corinthians', Greenwood [bibl.]). Según Rom 5, 5, el amor de Dios se ha derrama­ do en los corazones por medio dei JtVEÜpa. La íntima relación entre Dios, Cristo y el mvenpa se expresa sobre todo en Gál 4, 4-6; 1 Cor 12, 4-6, y en la fórmula triádica de 2 Cor 13, 13. En Ias cartas que dependen de Pablo o que se hallan próximas a él, el uso de nveüpa es relati­ vamente raro en el sentido característico de Pablo (así en Ef 4, 3s). Es sorprendente en ésta y en otras cartas dei NT el significado inspiratorio dei jtveüpa (por ejemplo, Col 1,18; 1 Tim 4, 1; 1 Pe 1, lls [;el jivEÜpa de Cristo!]: Heb 3, 7; 2 Pe 1, 21).

3. c) Para Lucas/Hechos el JtVEnpa es, desde luego, el Espíritu que actúa ya aislada-

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jivEU(ia

mente en el Antiguo Pacto y en la vida de Je­ sus; pero el Espíritu, como el don escatológico (Hech 2, 17s) «prometido por el Padre» (Hech 1, 4; cf. 2, 38s) y como el «poder de lo alto» (Lc 24, 49; Hech 1, 5.8) prometido por Jesus para el futuro inmediato, fue concedido a los discípulos en Pentecostés (Hech 2) y también más tarde (cf., por ejemplo, 4,31). El jtveójpa se concede a todos los que aceptan el mensaje de los discípulos, y esto se efectúa ordinariamente por medio dei bautismo (2, 38; de manera distinta en 10, 45-48 y 8, 1517; 19, 2-7). Su recepción, principalmente en los momentos cruciales de importância deci­ siva para la misión, acontecia bajo senales ex­ ternas (2, 1-4: 4, 31; 8 , 17s; 9 , 17s; 10,44-11, 15 [cf. 15, 8]; 19, 6). Lo más sorprendente es el «hablar en lenguas», la alabanza entusiásti­ ca y la proclamación profética (Hech 2, 4.11 [-»■ 3.a]; 4, 31; 6, 10; 10, 45s; 19, 6; cf. Lc 1, 41s; 1, 67; 10, 21; es diferente la concepción de la glosolalia en 1 Cor 12; 14; cf. Dupont, Etudes, 490-496; cf. también, no obstante, ->■ yX ãoaa 6). Está en consonância con ello el hecho de que el Espíritu, según Lucas/Hechos, provoque casi exclusivamente un efecto inspiratorio / profético. La fe, el perdón de los pecados, la oración, la capacitación para el amor y especialmente el obrar milagros no se atribuyen expresamente al JtvEupa (Schweizer, jtvEÕ[xa, 405s; de manera distinta piensa Bovon, 228 basándose en la relación entre JtvEÕp.a y ôúvapiç); algunas formulaciones indican que para Lucas no eran desconocidos esos efectos: por ejemplo, «lleno de fe y dei Espíritu Santo» (Hech 6, 5; cf. 11, 23); «consuelo dei Espíritu» (9, 31); «gozo y Espíritu Santo» (13, 52); según Lc 11, 13, el jtveü|j,a es por excelencia el don de la oración escuchada (cf. Schweizer, Jtvenpa, 407). Falta cualquier enunciado que indique que la participación en el jtvEÕfta dei Resucitado es ya desde ahora la prenda de la vida eterna. El jiVEÚpa, en lugar de eso, es el equipamiento de la Iglesia para que desempene su tarea hasta el fin (cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThk], 259). El Espíritu determina la vida de la naciente Iglesia, de tal modo que

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se habla de él a menudo en forma personifica­ da, por ejemplo, él es testigo (Hech 5, 32), de­ cide (15, 28), habla (8, 29; 10, 19; 13, 2), en­ via en misión (13, 4), no permite (16, 7), constituye como supervisores (20, 28) y ensena (Lc 12, 12), y uno puede mentir al jtveüpa o tentarle (Hech 5, 3.9; cf. también Lc 12, 10 sobre la blasfêmia contra el Espíritu [la predicación de la Iglesia primitiva]). No se dice que los bautizados hayan sido unidos por el Espíritu en una comunión de vida interna (co­ mo en 1 Cor 12, 13, ->■3.b). En el lenguaje de la experiencia de la Iglesia, Lucas describe también la acción dei jtvEüpa en la vida de Jesús. Mientras que el Bautista estuvo «lleno» dei Espíritu Santo ya desde el seno materno (Lc 1, 15), Jesús debe su existência al descenso dei Espíritu Santo «como poder dei Altísimo» (1, 35s); sobre él descansa el Espíritu (3, 21; cf. 4, 18; Hech 10, 38, «ungido»); Jesús es «conducido» por él (4, 4; cf. 4, 14; 9, 39); «él se regocijó en el Espíritu Santo» (10, 20) y «eligió por medio dei Espíritu Santo a los apóstoles» (Hech 1, 2; otra posibilidad de traducción; «encargo por medio dei...»). Según Hech 2, 33, el 3tveü[ra es el don dei Senor exaltado, que él concede desde el Padre (Dupont, Ascension, 226s). Por medio dei jtVEÕpa Jesús continúa su obra, que es al mismo tiempo la obra de Dios (cf. Stahlin, 245251). Como Lucas se halla interesado única­ mente en la función dei JtvEõpa en la Iglesia y en la vida de Jesús, vemos que de Ias designaciones (por ejemplo, «poder», «don») y de los datos sobre la recepción dei Espíritu o so­ bre los efectos dei mismo no pueden deducirse conclusiones sobre la esencia dei Espíritu (por ejemplo, la de ser simplemente una sus­ tância supraterrenal o la de ser incluso una persona) ni tampoco se puede llegarse a una detenninación concreta de cuál es su unidad con Dios y con Cristo. Esto es tanto menos posible, por cuanto Lucas/Hechos emplea a me­ nudo formulaciones tradicionales (por ejem­ plo, en Hech 8, 39, cuando se dice que Felipe fue arrebatado por el Espíritu), sin reflexionar sobre el pleno significado de Ias mismas.

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jtvevfia

3. d) Según Juan, el Jtve'0|j,a es también esencialmente don dei Senor exaltado; «Pues no había aún Espíritu, porque él no había sido todavia glorificado» (Jn 7, 39c). Con ello no se niega la existência pre-pascual dei jtv£õ[ia (cf. 1, 33), sino que se senala la singularísima recepción dei Espíritu por parte de los que creían en Cristo (7, 39b; con esto no se excluye siquiera cualquier concesión pre-pascual dei Espíritu; Porsch, 65). La sangre y el agua que brotan dei costado herido de Cristo interpretan metafóricamente esta recepción como consecuencia de la glorificación (19, 34 [cf. 7, 38s]; la observación anadida en 19, 35 so­ bre el testimonio que se da de este hecho incluye probablemente el envio dei Espíritu a la Iglesia; cf. 1 Jn 5, 7). Según 20, 22, los discí­ pulos reciben ya el Espíritu en la noche dei día de Pascua (sobre la relación con Hech 2 cf. Kremer, Pfmgstbericht, 224-228). Según la exposición, de intensos rasgos simbólicos, de Jn 20, 22s («él sopla sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo», cf. Gén 2, 7), el jtvenpa tiene poder vivificador. Así lo presupone igualmente el logion que viene a continuación (8,23; cf. Mt 16, 18; 18,18) sobre la autoridad para perdonar peca­ dos (salvación de la muerte, cf. 8, 21.24) y lo atestiguan Ias exposiciones sobre el nacer de nuevo «dei agua y dei Espíritu» (Jn 3, 5-8) y la formulación tradicional; «el Espíritu es el que vivifica» (6, 63a). El que «ha nacido dei Jtvenpa», ya no está a merced de la c á p l (a la muerte), sino dei Espíritu mismo (3, 6) y se halla capacitado, por tanto, para participar en la vida de Dios (3, 5). A ello remiten además Ias imágenes «agua» (7, 38; cf. Ez 36, 25), «agua y sangre» (19, 34), y seguramente tam­ bién el «agua viva» (4 ,10.14c) como el «don» [ôtüQEÓ], con el que se quiere dar a entender, eomo con el «vino» (2, 1-13) servido en la «hora» apropiada («ahora»), la revelación en Cristo. Con el efecto vivificador se haUa asociado de manera sumamente íntima un efecto inspi­ rador (aunque, eso sí, en impronta joánica); porque para Juan se hallan en relación íntima la «vida» (^(uf|) y la palabra o la verdad; «Las

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palabras que os he hablado son Espíritu y vi­ da» (Jn 6, 63c; cf. 1, 17 y los enunciados me­ tafóricos antes aducidos). La comunicación de la verdad es al mismo tiempo la comunica­ ción de la vida (14, 6; 17, 3), concedida gra­ ciosamente por Jesús, que es -él mismo- la verdad y la vida conjuntamente (14, 6; cf. 1 Juan, òÀfiflEia). La estrecha asociación en­ tre el Revelador de la verdad y el Dispensador dei jtveüp,a constituye también el fondo de las palabras sobre la adoración dei Padre «en Espíritu y en verdad» (Jn 4, 23s; una relectura de los enunciados de la Iglesia primitiva acerca de la oración inducida por el Espíritu). Condicionada por la comprensión joánica de la «verdad», la expresión tradicional «Espíri­ tu de la verdad» (como término opuesto al de «espíritu dei error», atestiguado en IQS 3, 20. 23s; 4, 21; cf. TestJud 20, 1.3.5; cf. Sab 1, 5; 1 Jn 4, 6) enuncia en el Evangelio de Juan la estrecha relación entre la «verdad» y el Espí­ ritu. Como -> jraQáxXqTOç, el Espíritu tiene la función, concebida como función personal (cf. Saake, Pneuma, 398), de estar suprema­ mente al servido de que se llegue a la unión y se permanezca en la unión con la verdad vivificadora (Jn 14, 16s.26; 15, 26; 16, 6-11. 13-15; sobre la asociación, aqui existente, en­ tre diversas concepciones cf. especialmente Porsch, 305-378). La concentración de j t v e ü p a y de verdad en Cristo se halla condiciona­ da también por la conffontación con los ad­ versários (agnósticos?), que evidentemente recurrían a a las experiencias proféticas dei Espíritu (cf. 1 Jn 4, 1-6). No sin razón se dice en Jn 1, 33 que el Es­ píritu «permanece» en Jesús; allí se encuentra «sin medida» (3, 34; puede traducirse tam­ bién; «él [Jesús] da sin medida el Espíritu»); esto muestra al Bautista «que éste es el Hijo de Dios» (1, 34). En consonância con ello es­ tá la falta de información sobre que Jesús fuera lleno dei Espíritu y guiado por él. Por ser el Hijo, él es uno -d e manera sumamente ínti­ m a- con el jrvEÕpa, sin que por ello se supri­ ma toda distinción; el Padre envia al Espíritu en el nombre dei Hijo (14, 26); el Hijo le en­ via desde el Padre (15, 26); dei jtVEõpa mis-

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3ivEi)M.a - JtvEUixaxiHOç

mo puede decirse, lo misrao que dei Hijo, que él «viene» (16, 13). 3. e) En la fórmula bautismal de la Iglesia primitiva, en Mt 28, 19, se enumera al TiveDita junto al Padre y al Hijo, y se presupone que también el Espíritu puede ser invo­ cado como portador que es de un nombre (so­ bre la afinidad con Ias ideas dei JiV E Ü p.a co­ mo «ángeles» [cf. Ap 1, 4 y passim] y «testigos» cf. Kretschmar, Le développement, 12s). La Iglesia antigua vio con razón en este pasaje el punto de apoyo para la doctrina de la Trinidad y. partiendo de ahí, en una relectura, in­ terpreto también trinitariamente otros textos dei NT, especialmente Ias fórmulas triádicas (1 Cor 12, 4-6: 2 Cor 13, 13) y Ias sentencias dei Paráclito (—>• d, cf. Saake, Pneuma, 398), así como muchos otros textos (por ejemplo, Gál 4, 6; Rom 8, 15s) o incluso los completó trinitariamente (1 Jn 5, 7-8 v.l.).

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ne siempre el sentido de espiritual, pertene­ ciente al espíritu ( ^ Jtv£np,a 3; la traducción por «perteneciente al espíritu» se presta fácil­ mente a malentendidos [como si se tratara de algo que se refiere al espíritu en el sentido de la mente, la razón, a diferencia de lo «físico» (o «somático») y de lo «religioso»]; esta tra­ ducción no se hizo corriente sino en el siglo XIX).

2. En 1 Cor 12, 1 (itEpl xcõv Jtveupaxixcúv, cf. 14, 1), Pablo recoge una designación ya corriente para referirse a los fenômenos extáticos experimentados en la comunidad, que se consideraban como efectos o don dei Espíritu (->■ jtvex)p,a) y como -» XHQiOfxa al que se debe aspirar. Quien disponía de ese don, era considerado como dotado por el Es­ píritu (jtVEOJixaxLXÓç en el sentido de extáti­ co, 1 Cor 14, 37). En una manera de hablar derivada de ello, se mencionan en Col 3, 16 y Ef 5, 19 los «himnos espirituales», por los J. Rremer que se entiende no sólo los himnos extáticos, JlVED^aTlXÓÇ, 3 pneum atikos espiritual, sino también en general los salmos inducidos y comunicados por el Espíritu (cf. Col 1, 9 so­ perteneciente al espíritu* bre sabiduría e inteligência espiritual. JtVEtJfxaxiHcõç pneum atikos (adv.) espiri­ La capacitación, atribuida al Espíritu, para tualmente, según el espíritu* un conocimiento especial determina la contraB ib l : nveijpia, cf. además: U. Brockhaus, Chaposición entre personas espirituales (1 Cor 2, rism a u n d A m t, Wuppertal 1972; H. Conzelmann, xú13-15) y personas puramente terrenas (-> ijnjQiopa, en ThWNT IX, 393-397; R. Jewett, P auV s )(ixóç); porque estas últimas son incapaces de A nth ro p o lo g ica l Terms, Leiden 1970; E. Kâsemann, 1 K o r 2, 6-16, en Kâsemann, Versuche I, 267-276; R. entender Ias cosas espirituales (2, 13; cf. v. Morisette, V a n tith è s e en tre le « p sych iq u e» e t le 12: «lo que el Espíritu de Dios nos ha dado « pneum atique» en l C orinthiens XV, 44 à 46'. RevSR graciosamente»). En efecto, tales cosas sólo 46 (1972) 97-143; U. Wilckens, I K o r l , 1-16, en F S pueden juzgarse espiritualmente (con ayuda D inkler, 501-537; M. Winter, P n eu m a tike r u n d P sych iker in K orinth, Marburg 1975. dei Espíritu, al modo espiritual, 2, 14; un ulterior desaixollo de esta forma de expresión es 1. El adjetivo, derivado de —> jcvEÕpa, con el uso dei advérbio en el sentido de «con arreel significado básico de lo que concierne al glo a la interpretación [profética] obrada por viento (el aire), lo que es a la manera dei el Espíritu» [Ap 11, 8]). Espirituales son, se­ gún Pablo, todos los cristianos, aunque tam­ viento (así aparece generalmente en el griego profano), aparece 28 veces en el NT (entre bién ellos se comporten a veces como «terrenales» (->■ oapxivóç) y como «ninos inmaduellas, como advérbio, en: 1 Cor 2, 14; Ap 11, ros» (1 Cor 3, 1), y no como personas «per8), siempre en sentido figurado (lo mismo que entre los Padres Apostólicos; falta en la fectas» (-> xéX ,E ioç) (cf. también Gál 6, 1). LXX). Unicamente en Ef 6, 12 el plural de­ La mencionada contraposición se halla de­ signa «los seres espirituales de la maldad» ( ^ terminada también por la reflexión acerca de la existência pneumática dei Resucitado, una JiVEÜpa 2.c); por lo demás, JTVEnitatixóç tie-

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jTveDnaxwcóç - jioôiíqtiç

existência que es distinta de la existência «sárquica» o «camal» (cf. Rom 1, 3s; 1 Pe 3, 18; 1 Tim 3, 16). De ahí procede también la reinterpretación de Gén 2, 7, recogida en 1 Cor 15, 44-46, que contrapone al cuerpo terreno un o(õp,a Jiveup,ati)tóv, entendido en el sen­ tido de un «caexço-espíritu» que pertenece al âmbito dei Espíritu de Dios y que fue creado por éste (sobre la derivación de esta idea de ideas gnósticas cf. Winter [bibl.]; en contra, muy recientemente, Wilckens). Análogamente, Pablo puede hablar tam­ bién, en una exégesis tipológica (1 Cor 10, 3s), de los dones concedidos durante la peregrinación por el desierto, y puede referirse a ellos, a causa de la ordenación de los mismos a la participación en el Espíritu dei Resucitado, diferenciándolos como «alimento espiri­ tual» y «bebida espiritual» (quizás ya, como en Did 10, 3, una designación de los dones eucarísticos [H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), sub loco]) y desig­ nando a Cristo como la «roca espiritual». Por cuanto el âmbito dei JtVEõpa escatológico y vivificante se opone al âmbito de la carne (-v aÓQ^), vemos que también el vópoç dei Antiguo Pacto es espiritual-{con ello no se piensa en el vópoç xoü JiveTjp,axoç Tf^ç ^ojfjç mencionado en 8, 2); por eso, Pablo es capaz de comunicar «un don espiritual» (Rom 1,11; que aqui, seguramente, no se entiende en el sentido de carisma [así E. Kâsemann, An Die Rômer (HNT), sub loco', en contra Brockhaus, 130ss], cf. Rom 15, 27; 1 Cor 9, 11 refiriéndose al don dei evangelio). Según la formulación triádica, influida por la liturgia, de Ef 1, 3, Dios nos bendice «con toda bendición espiritual... en Cristo» (cf. Gén 49, 25), es decir, Dios -p o r medio de Cristo- nos da a nosotros (que pertenecemos ya al mundo celestial [cf. Ef 2, 6]) su Espíritu como la plenitud de lo que los hombres esperan de la bendición de Dios (cf. 1,13). La comunidad, como «casa espiritual», está llamada o ofrecer los «sacrifícios espirituales» (una metáfora para designar la vida cristiana; 1 Pe 2, 5a.b). J. Kremer

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JtveVfAaTi>twç pneumatikõs (adv.) espiri­ tualmente, según el espíritu -> JtV EU paX lK Ó Ç .

Jiveco pneõ soplar (el viento)* Dícese dei viento en Mt 7, 25.27; Lc 12, 55; Jn 3, 8; 6, 18; Ap 7, 1. En Hech 27, 40 se emplea el participio en sentido sustantivado: ■q jtvéouoa (a saber, a vça), el viento que sopla. ThWNT VI, 450s. n:vÍYW pnigõ ahogar, estrangular; en voz pasiva, ser ahogado; en sentido intransiti­ vo: ahogarse* En sentido propio en Mt 18, 28; ÊJtvLvev (imperfecto de conato), él trataba de ahogarle. En 13,7 dícese de la mala hierba que ahoga Ias semillas. La voz pasiva en el sentido de ahogarse, Mc 5, 13. ThWNT VI, 453-456; DTNTIV, 148s.

3 pniktos ahogado, estrangulado* Hech 15, 20.29: àjtéxopat xoú Jtvixxoõ o Jtvixxcõv, «abstenerse de lo estrangulado»-, 21, 25: q)uA,áoaopat Jtvixxóv, en el mismo contexto dei «Decreto Apostólico», jtvtxtóç se refiere a la carne procedente de animales que no fueron sacrificados conforme al ritual judio (cf. Lev 17, 13s). El texto «Occidental» suprime lo de «ahogado» en los tres pasajes dei libro de Hechos. ThWNT VI, 453-456; DTNT IV, 148s; G. Schneider, Die Apostelgeschichte II (HThK), Exkurs 12. JlviJíTÓç,

JtVOTI, ÍÍÇ, iq pnoê viento, soplo, aliento* Hech 2, 2: n:voTi P iala, «fuerte viento». 17, 25: Dios da a todos (los seres humanos) ^tofiv x a l n:voqv x a i xà návxa, es decir, «vida y aliento y todas Ias cosas». ThWNT VI, 45Is; DTNT II, 136s.

2 poderes talar, que llega hasta los pies* Ap 1, 13, en sentido sustantivado: ó jtoÔT|Qpç (a saber, xttmv), la vestidura que llega

7IOÔr|Qf|Ç,

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JCOÔ1ÍQT1Ç- n o i i o )

hasta los pies, la túnica talar; así también en Bem 7, 9. JloòiviniTriQ, fÍQOÇ, ó podiniptêr palangana para los pies En la variante textual dei p“ sobre Jn 13, 5 (en v e z de -+ v ix t t | q ). pothen (adv.) ^de dónde?, ^de qué lugar?, ^cómo?* El advérbio se baila en interrogativas direc­ tas e indirectas. Con sentido local en: Mt 15, 33; Mc 8, 4; Lc 13, 25.27; Jn 3, 8; 4, 11; 6, 5; 8, 14a.b; 9, 29.30; 19, 9; Ap 2, 5; 7, 13. Preguntando por el origen: Mt 13, 27.54.56; 21, 25; Mc 6, 2; Lc 20, 7; Jn 2, 9; 7, 27a.b.28; Sant 4, la.b. Preguntando por la causa: Mt 12, 37; Lc 1,43; Jn 1,48. m oiéo) poieõ hacer, efectuar, actuar 1. Aparición - 2. Construcción - 3. Sujetos de itoléo) - a) Dios - b) Jesus - c) Cristianos - d) Personas no cristianas que actúan moralmente - e) Adversá­ rios de Dios - f) Personas que actúan en el âmbito pro­ fano ~ g) Cosas. B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; J. Beutler, D as Theo rie-P ra xis-P ro b lem in n e u te sta m e n ü ic h e r S ich t, en L. Bertsch (ed.), Theologie zw ischen Theorie un d Praxis, Frankfurt a. M. 1975, 149-178; BlaB-Debrunner, i.v. en el índice analítico; H. Braun, ttoiéo) xzX , en ThWNT VI, 456-483; Ch. Maurer, jtQáoaco xzX ., en ibid., 632-645; G. Schneider, C hristusbekenntnis und christl. H andeln, en F S Schürm ann, 9-24; F. Thiele, en DTNT m, 193-195; W. Wilkens, Z eichen un d Werke,

Zürich 1969; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1244.

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2. El verbo itoiéo) se usa casi siempre en voz activa; en voz pasiva, únicamente en Heb 12, 27 (los cosas creadas), y en voz media se usa especialmente en perífrasis (por ejemplo, Lc 13, 22; rtopeíav jroLoúpEvoç en vez de jtOQEUÓ[XEVOç). En Mc 2, 23 óôòv JcoiÉm puede significar lo mismo que la expresión la­ tina iter facere, o también «abrir camino». Hay un latinismo seguro en 15,15: xò ixavòv jEOLÉco (= satisfacere, «agradar, satisfacer»), y lo hay también probablemente en Hech 26, 28: hacerse el cristiano, es decir, representar el papel de cristiano (= christianum agere). Es un hebraísmo la expresión: Êlteoç Jtoiéto p.£xá Tivoç, en Lc 1, 72; 10, 37 (cf. Gén 24, 12 LXX); practicar la misericórdia con alguien. El resultado de la acción puede expresarlo un infinitivo con sujeto en acusativo (por ejemplo, Mt 5, 32) o una oración completiva de tv a (tan sólo en Jn 11, 37; Col 4, 16; Ap 3, 9; 13, 12.15.16) o un doble acusati­ vo, como sucede de manera especialmente sorprendente en Jn 16, 2 (àjtoonvaYCÓYonç jtoiém) y en Ap 12, 15 (rtotapotpÓQqxov jtoiéco). 3. Mientras que JiQáoom (junto a noiéto, por ejemplo, en Jn 3, 20s; 5, 29) se emplea principalmente para referirse a una acción ne­ gativa, y en el NT no se predica nunca de Dios o de Cristo (cf. Maurer, 635-637), a no ser que se niegue que haya tenido lugar una acción, como sucede en Lc 23, 15.41 (cf. Hech 26, 31), vemos que Jtoiéco puede refe­ rirse a cualquier clase de acción.

a) JtoiéüJ designa la actuación creadora, la 1. En el texto dei GNT (NTD^*) itoiéct) apa­ actuación histórica y la actuación escatológica futura de Dios. rece 568 veces; es relativamente frecuente en 1) Dios aparece como Creador en el senti­ Mateo (86 testimonios) y Ev. de Juan (110), do más amplio dei término, especialmente en así como en Santiago (12) y en la Carta priHechos. El hizo «el cielo y la tierra y el mar y mera de Juan (13). No aparece en absoluto en todo cuanto en ellos hay», así en 4, 24; 14, 15 la Carta segunda de Juan. El sujeto de jtoiÉm (cf. 7, 50; 17, 24; Heb 1, 2), la cita de Ex 20, en el Ev. de Juan es con especial frecuencia 11; Sal 145, 6 LXX, de manera parecida en Jesús como el Hijo de Dios; en Ias Cartas Ap 14, 7 (mí^ío en Ap 10, 6, un verbo que en paulinas lo son los cristianos y Pablo mismo; la LXX es mucho menos frecuente que Jtoiéco en Hebreos, Dios y Cristo; en el Apocalipsis, para traducir bãrã’). Más específicamente. los poderes hostiles a Dios.

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Jtoiecü

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2) En los Sinópticos se trata casi siempre de lo que Jesús debe hacer o de si debe hacer algo (Lc 4, 23; Mc 10, 35.36; 10, 51 par. Mt 20, 32 / Lc 18, 41), de lo que él es capaz de hacer (Mc 6, 5 par. Mt 13, 58; Mt 9, 28) o de lo que le es licito hacer (Mc 11, 28 [bis].29. 33 par. Mt 21, 23.24.27 / Lc 20, 2.8). Utili­ zando el verbo nroLÉco Mc 3, 8; Lc 9, 43; Hech 1, 1; 10, 39 contienen sumários de «todo lo que él hizo» (cf. Mc 7, 37 [bis]; sin «todo» en Mc 5, 20 par. Lc 8, 39); Mt 21, 15 habla de «los milagros que él hizo». Pilato pregunta qué es lo maio que Jesús ha hecho (Mc 15, 14 par. Mt 27, 23 / Lc 23, 22). Maria no entiende lo que ha hecho Jesús con sus padres (Lc 2, 48). A los discipulos Jesús quiere «hacerlos pescadores de hombres» (Mc 1, 17); con ellos crea a los Doce, es decir, constituye el grupo de los Doce (Mc 3, 14.16; sin articulo en el v. 14: èjtoírioev ôráôexa). 3) En tres Cartas y en el Apocalipsis jToiéu) se refiere sobre todo a la obra salvifica de Je­ sús. Aunque él mismo no tenía pecado (1 Pe 2, 22), «realizo» «de una vez para siempre» (Heb 7, 27) «la purificación de los pecados» (1, 3). El hizo incluso que los hombres fueran «reyes y sacerdotes» (Ap 1, 6; 5, 10). De los judios y de los gentiles «hizo uno solo [= un solo pueblo]» (Ef 2, 14) y «estableció la paz» b) jtoiéü) se usa con bastante frecuencia en (2,15); él «hace que el cuerpo crezca» (4,16). Juan para referirse a la acción de Jesús, pero c) Con arreglo a los gêneros dei NT, se ha­ se emplea con menos frecuencia en los Sinópbla de tres manera de la acción de los cristiaticos y raras veces en Ias Cartas y en el Apocalipsis. nos: en el libro de Hechos, principahnente en 1) El Evangelio de Juan habla casi siempre forma de narración; en Ias Cartas, en alocude los signos que Jesús hace (2, 11.23; 3, 2; 4, ción directa, y en los Evangelios, indirecta54; 6,14.30; 7, 31; 11, 47; 12, 18.37; 20, 30 y mente, por cuanto el destinatário de Ias palapassim), y de Ias obras que él realiza (7, 3.21: bras dei Senor es en primer plano el grupo de oyentes de Jesús, pero en su dimensión pro­ 14, 12: 15, 24; cf. 17, 4). Acentua que Jesús hace Ias obras dei Padre (5, 36; 10, 25.37.38) funda lo es la comunidad cristiana. 1) El libro de Hechos, presentado por el y se limita a hacer su voluntad (4, 34; 5, 19 [cuatro veces jroiéco].27.30; 8, 28.29; 9, 33; autor en 1, 1 como el segundo volumen escri­ 14, 31). Como reacción ante ello, el evange­ to por él, informa casi siempre acerca de la acción de algunas personas, por ejemplo, en lista cita la acusación lanzada contra Jesús de que él se hace a sí mismo igual a Dios, y otras 3, 12 de la curación obrada por Pedro y Juan, en 6, 8; 8, 6 de los milagros obrados por Esacusaciones por el estilo (5, 18; 8, 53; 10, 33; 19, 7). Sus acciones apareceu como ejemplateban y por Felipe, en 9, 39 de los vestidos que confeccionaba Tabita y en 9, 36 de Ias res (13, 7.12.15).

Dios i
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JtOlECO

buenas obras y de Ias limosnas que ella hacía ((Í)V èjtoLei), pero sobre todo de Ias obras de Pablo (cf. 14, 11). Estas obras no causan gran gozo en todas partes, como vemos que lo causaban en 15, 3; aunque Pablo, en primer lugar, no estima que su vida «sea digna de una sola palabra» (20, 24; cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . Xóyoç), y a pesar de que él ha llevado limos­ nas a Jerusalén (24, 17), tiene que defenderse de la sospecha de haber hecho algo contra la ley (28, 17) o de haber suscitado una revuelta (24, 17). 2) En el proemio Ias Cartas hablan con frecuencia de que el autor recuerda constante­ mente o hace oraciones (jtoio{jp.aL) (Rom 1, 9; Ef 1, 16; 1 Tes 1, 2; Fim 4 ó Flp 1, 4), y luego también de su otra actividad, basada (ôiá) según 1 Cor 9, 23 en el Evangelio, una actividad acentuada especialmente en la apo­ logia de la Carta segunda a los Corintios: «iCometíxm pecado...? ... Lo que hago ahora, continuaré haciéndolo también en el futuro... Pasé un día y una noche como náufrago (-> púfroç)» (11, 7.12.25). Pero, en lo principal, el autor se refiere con el verbo jtotÉco a lo que él manda que hagan sus destinatários, casi siempre en imperativo, por ejemplo, en 1 Cor 10, 31 (cf. Col 3, 17.23): «jYa comáis, bebáis o hagáis otra cosa cualquiera, hacedlo todo para gloria de Dios!». Los cristianos deben hacer lo bueno (Rom 13, 3; Ef 6, 8; 1 Pe 3, 11: TÒ àYCi^óv; 2 Cor 13, 7; Gál 6, 9; Sant 4, 17: xò xaXóv), la voluntad de Dios (Ef 6, 6; Heb 10, 36; 13, 21; 1 Jn 2, 17), la verdad (1, 6) y lo que agrada a Dios (3, 22); deben cumplir los mandamientos (5, 2), practicar la justicia (2, 29; 3, 7.10) y la misericórdia (Sant 2, 13) y hacer realidad la paz (3, 18). Timoteo debe llevar a cabo la obra de un evangelista (2 Tim 4, 5) y «no hacer nada con espíritu de partidismo» (1 Tim 5, 21). Los colosenses reciben la instrucción práctica de que se preocupen de que la carta sea leída también en otras partes (4, 16). 3) En los Evangelios Jesus exhorta tam­ bién a guardar los mandamientos (Mt 5, 19) y a hacer la voluntad de Dios (12, 50; Mc 3,35; Jn 7, 17), la palabra de Dios (Lc 8, 21), la ver­

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dad (Jn 3, 21), Ias cosas buenas (xà àyafrá, 5, 29) y lo que él mismo dice (Lc 6, 46; Jn 15, 14). Se acentua especialmente la acción allá donde ésta se contrapone al simple hablar o escuchar o hacer cosas sin importância (Mt 7, 21.22.24.26 par. Lc 6, 46.47.49; 8, 21). La pregunta expresa «cQué debemos hacer!» se formula en estos términos o en términos pare­ cidos en Lc 3,10.12; Mt 19, 16 par. Mc 10,17 / Lc 18, 18; Jn 6, 28; cf. Hech 2, 37; 9, 6; 22, 10 (bis); acerca de ella discute Jesus con un doctor de la ley (Lc 10, 25.28.37 [bis]). Lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer a los demás, será la norma por la que ha de juzgarse en el juicio, según Mt 25, 40.45. Como re­ fiere el Evangelio de Juan, Jesús, en la Cena de despedida, lega a sus discípulos la ensenanza de que obren según el ejemplo de su amor (13, 15.17), y la promesa de que el que crea (14, 12 [bis]) y no se separe de él (15, 5) realizará mayores obras todavia; según Lc 22, 19 (par. 1 Cor 11, 24.26), Jesús se refiere a la Cena como su legado: «\Haced esto en recuerdo de mí!». d) Los actos morales de personas no cristianas son actos de judios o de gentiles. 1) La tarea más noble dei judio es la de obrar «según la costumbre de la ley» (Lc 2, 27). Así, él produce el fruto (o frutos) de pe­ nitencia (Mt 3, 8 par. Lc 3, 8), allana los caminos de Dios (Mt 3, 3 par. Mc 1, 3 / Lc 3,4). Y la redención llegaría en seguida, «si los israehtas observaran tan sólo dos sábados con­ forme a lo prescrito» (bSab 118b; cita según BiUerbeck I, 600). Por eso, los discípulos de Jesús originan un escândalo tanto mayor, «por cuanto hacen lo que no es lícito hacer en día de sábado»; y Jesús tiene que defenderlos, remitiéndose a lo que hiío David (Mt 12, 2.3 par. Mc 2, 24.25 / Lc 6, 2.3). Jesús cuestiona la praxis judia de observar el sábado y otras tradiciones (Mc 3,4; 7,12.13) y critica con el máximo rigor el proceder de los escribas (Mt 23, 3 [tres veces].5.15 [dos veces].23). Ellos no hacen, como dice Jesús en el Evangelio de Juan, Ias obras de Abrahán (8, 39.40), sino Ias obras dei diablo (8, 38.41.44). En Pablo se

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JtOlECO

discute la problemática de Ias obras de la ley (Rom 10, 5; Gál 3,10.12; 5, 3). Según Pablo, el hombre que dependa de la ley tendrá que desesperarse, porque lo que él hace (Rom 7, 15.16.19.20.21) no corresponde a lo que él quiere. 2) Los gentiles, aun sin la ley, podrían cumplir también lo que la ley exige (2, 14); pero actúan tan injustamente como los judios (3, 12) y hacen lo que no se debe hacer, lo reprobable (1, 28.32; 2, 3), porque satisfacen los deseos de la came y de los sentidos (Ef 2, 3).

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13, 7; 19, 19), aparte de sus demás acciones funestas contra ellos (12, 15; 13, 5.12 [bis]. 14.15.16; cf. 16, 14).

f) También las acciones profanas dei hom­ bre tienen a veces referencias teológicas. 1) Por orden de Dios, José se casa con Ma­ ria (Mt 1, 24). Y siguiendo las instrucciones de Jesús, actúan Pedro (en la abundante cap­ tura de peces, Lc 5, 6; cf. su oferta con moti­ vo de la Trasfiguración, 9, 33 par.), el hombre que tenia la mano seca (6, 10), los discipulos (antes de la multiplicación de los panes, 9, e) Finalmente, la actividad hostil contra 15) y los sirvientes en Caná (Jn 2, 5). 2) Jesús se da cuenta, cuando le toca con Dios, dirigida contra los profetas, contra Jesús y contra la Iglesia es también teologica­ fe aquella mujer que padecia de hemorragias mente relevante. (Mc 5, 32); siente el júbilo de la multitud que 1) La persecución y la hipocresía no son quiere «hacerle rey» y le aclama como a rey nuevas; porque de esa misma manera se trató (Jn 6, 15; 12, 16); le impresionan los recibiya a los profetas o a los falsos profetas (Lc 6, mientos que le hacen Levi y Lázaro (Lc 5, 29; Jn 12, 2); siente lo que significa la unción de 23.26). Y con Juan «hicieron lo que quisieron» (Mt 17, 12 par. Mc 9, 13), es decir, Heque es objeto en Betania (Mt 26, 12.13 par. Mc 14, 8.9), y sobre todo Jesús se siente afecrodes le rechazó, porque Juan le había reprentado en la Pasión, cuando los soldados se redido «por todas sus malas acciones» (Lc 3, 19), y además le encerro en prisión (3, 20). parten sus vestiduras (Jn 19, 23.24), y de ma­ 2) Los adversaiios de Jesús meditan cómo nera muy honda cuando Pilato pregunta: podrán hacerle algo (6, 11), pero de momento «^Qué voy a hacer con Jesús?» (Mt 27, 22 par. Mc 15, 12). no saben qué emprender contra él (19, 48; Jn 11, 47). Jesús mismo insta a Judas: «Lo que 3) Las parábolas, inspiradas en la vida de vas a hacer, \hazlo pronto!» (13, 27). Los ju­ los hombres, nos hablan de la situación de Je­ dios adoptan la decisión (Mc 15, 1; sobre los sús y finalmente de la dei mundo de Dios, co­ mo ocurre en la parábola sobre los preparati­ problemas de critica textual ETOipá^co) de vos para la boda dei hijo (Mt 22, 2) o sobre la crucificarle; pero, según Ias palabras de Jesús organización dei gran banquete (Lc 11, 16), en que pide a Dios perdón para ellos, «no sa­ ben lo que hacen» (Lc 23, 34; sobre los pro­ en la de la conducta paradigmáticamente bonblemas de critica textual, cf. J. Schmid, El dadosa dei dueno de la vina (Mt 20, 5.15), a quien los obreros critican por este motivo (v. Evangelio según San Lucas, Barcelona 1968, sub loco). 12 [bis]), o en la parábola en que se nos dice lo que el otro «amo de la vina» «hará con los 3) Los judios hacen también lo que es ma­ vinadores» (21, 40 par. Mc 12, 9 / Lc 20, 15). io contra los discípulos de Jesús (12, 4; Jn 15, 21; Hech 4, 16; cf. Heb 13, 6), especiabnente Aqui la mirada se dirige hacia Dios; y, en cambio, se dirige hacia los que en él creen, en contra Pablo (Hech 9, 13; 26, 10). Más tarde lo que se dice sobre la acción resuelta dei ad­ se trama incluso una conjura contra él (23, 12) y se le prepara una emboscada (25, 3). ministrador (Ix 16, 3.4.8) o en las parábolas Las bestias o el dragón dei Apocalipsis, que que alaban y censuran a los siervos (Mt 24, 46 par. Lc 12, 43; 25, 16 v.L; Lc 17, 9 ó 12, 47. representan a los poderes hostiles a Dios, ha­ cen literalmente la guerra contra los testigos 48). Qué va a hacer él con su riqueza, es la preocupación que inquieta al necio, cuyo de Dios y contra sus santos (Ap 11, 7; 12, 17;

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JtOLEO) - 3tOl|llíV

ejemplo se presenta como una advertência (12, 17.18). 4) También en palabras puramente profa­ nas puede hablarse de Dios, como lo muestra el ejemplo de hacer los cabellos blancos o ne­ gros (Mt 5, 36). Pero con ftecuencia se habla de quehaceres profanos, sin hacerse tal refe­ rencia, por ejemplo, cuando se habla de la conducta normal de los publicanos y de los gentiles (5, 46.47), de la obediência dei cria­ do (8, 9 par. Lc 7, 8: «Yo le digo...: \Haz es­ to!, y lo hace», de la acción de cometer homi­ cídio (Mc 15, 7), de la concesión de una amnistía (15, 8), de encender fuego (Jn 18, 18) o de pasar cierto tiempo en un lugar (Hech 18, 23; 20, 3; Sant 4, 13).

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7[oii|TT]Ç, oõ, O poiêtês hacedor, el que hace o cumple, poeta* En el sentido de poeta en Hech 17, 28. En los deraás casos, dícese de aquel que con su acción ejecuta lo que está prescrito («hace­ dor»): Rom 2, 13 (vópou); Sant 1, 22.23 (kóyon); 1, 25 (eqyou); 4, 11 (vópou). El concepto complementario àxçoaxfiç aparece en Rom 2, 13; Sant 1, 22.23.25. ThWNT VI, 456-483.

TtoiKÍXoç, 3 poikilos variado, diverso, am­

bíguo* Tan sólo en Heb 13,9 con el sentido de am­ bíguo, enganoso (ôiôaxal JioiitíXai). En los demás casos el adjetivo tiene el significado g) También Ias cosas, especialmente Ias general de variado-. Mc 1, 34 par. Mt 4, 24 / Lc 4, 40 (enfermedades); 2 Tim 3, 6 (ejtiOuplantas, a Ias que se menciona casi siempre en píat); Tit 3, 3 (èrctOupíai x a l fiôovaí); Heb parábolas, «hacen» algo, como el árbol que 2, 4 (ôuvápeiç); Sant 1, 2 y 1 Pe 1, 6 (jteiproduce y tiene en sus ramas determinados Qaopoí). 1 Pe 4, 10 es el único pasaje dei NT frutos, buenos o maios, o ningún fruto (Mt 3, en que aparece el uso dei singular: jioixíXq 10 par. Lc 3, 9; 7, 17 [bis], 18 v.l. [bis] par. Lc xágiç §EOÜ, refiriéndose a la gracia de Dios, 6,43 [bis]; 7, 19; Lc 13, 9; Sant 3, 12; Ap 22, que se muestra de variadas maneras. ThWNT 2), la planta que echa ramas (Mc 4, 32), la VI, 483s. siembra que produce grano (Mt 13, 26) y la semilla que produce múltiple fruto (Lc 8, 8); además, la fuente de la que sólo mana deter­ JlOlfiaívO) poimainõ apacentar, cuidar minada clase de agua (Sant 3, 12), y la mina jiotpriv. que produce otras minas (Lc 19, 18). W. Radl

n:oiHTjv, Évoç, ó poimên pastor* a to ç ,

to poiêma lo creado, lo

hecho, la criatura* Según Rom 1, 20, lo que es invisible en Dios se percibe (es decir, se hace visible) xotç Jtoir|(xaoi, es decir, en Ias obras (de Dios). Ef 2, 10: El resultado de la nueva creación en Cristo es que nosotros (los cristianos) somos obra / criatura de Dios. ThWNT VI, 456-483.

7loii]oiç, Ecoç,

poiêsis acción* Sant 1, 25 en la bienaventuranza: p a n á Qioç èv Tf] itotijoEi aíito ü êaxat, «será bienaventurado en lo que hace». DTNT III, 193s y 196s.

àgx^^oípTiv, Evoç, ó archipoimên pastor principal (mayoral), pastor supremo* Jtoipaívtt) poimainõ apacentar, cuidar* 1. Aparición en el NT y campo de usos - 2. Sentido literal - 3. Sentido teo-lógico (referido a Dios) - 4. Sentido cristológico - 5. Sentido eclesiológico - 6. Re­ ferido a los ministérios. B ib l : J. B. Bauer, Pastor, en DTB 775-778; Dalman, A rb e it VI, 213-287; H. Goldstein, D as G em eind everstã ndnis des E rsten P etrusbriefs, tesis mecanografiada Münster i. W. 1973, sobre todo 205-211, 240247; V. Hamp-J. GewieB, en LThK V, 384-386; J. Je­ remias, Jtoipriv kt7., en ThWNT VI, 484-489; W. Jost, nO IM H N . D a s B ild v o m H irte n in d e r bibl. Ü b erlieferung u n d sein e c h risto lo g isc h e B edeutung, P ro b lem e des frü h c h ristlic h en A m tsv e r stã n d n is se s (1 P tr 5, 2F.y. ZNW 48

Giefien 1939; W. Nauck,

1051

jroiixtiv

(1975) 200-220; F. Prast, P resbyter u n d E vangelium in nach a p o sto lisch er Zeit. D ie A bschiedsrede des P aulus in M íle t (A pg 20, 17-38), Stuttgart 1979, 353-433; H. Schürmann, D a s Testam ent des P a u lu s fU r die Kirche. A p g 20, 18-35, en Schürmann I, 310-340; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1244s.

1. JtOLfj,r|v aparece 18 veces, especialmente en los Evangelios. Fuera de los Evangelios, el término aparece únicamente en Ef 4, 11; Heb 13, 20; 1 Pe 2, 25. En cambio el verbo, que aparece un total de 11 veces, se encuentra úni­ camente 3 veces en los Evangelios: Mt 2, 6; Lc 17, 7; Jn 21,16. Tan sólo en el Apocalipsis el verbo aparece 4 veces. àQX>-ttoíp,tiv se ha11a únicamente en 1 Pe 5, 4 (-+ 4.a). Por Ias circunstancias econômicas existentes en la Palestina bíblica, la ganadería (con rebanos de ovejas y cabras) era una realidad importante junto a la de la agricultura. Por tanto, el oficio de pastor de ganado menor -que es la única ganade­ ría que se contempla en el N T- es un oficio de mucha responsabilidad. Como en todo el oriente, al pueblo se le llama «rebano», y al rey, «pastor». Los escritos dei AT y dei NT participan también en el uso de esta imagen generalizada. En el NT pueden diferenciarse los siguientes planos se­ mânticos, los cuales, no obstante, -como aspec­ tos (al menos, en parte) de una misma imagen to­ tal- se hallan íntimamente relacionados: el plano dei sentido literal (eventualmente en provérbios), el dei sentido teo-lógico, el dei sentido eclesiológico y el referido a los ministérios (-+ 2-6).

2. Los pastores, en la historia de la infancia según Lucas (2, 8.15.18.20), juntamente con la cueva y el establo de la gruta (mencionado también, al menos, implicitamente), forman parte de la tradición local más antigua acerca dei nacimiento de Jesus en Belén. Algunos pasajes como 1 Cor 9, 7; Lc 17, 7 y Jds 12 deben entenderse literalmente, pero quizás tam­ bién en sentido ya proverbial. En Jn 10, 2 JtOi[tT|V se halla en primer plano en sentido li­ teral, es decir, como elemento de la imagen (10, 1-5), pero luego debe entenderse también claramente en sentido cristológico. 3. Aunque Jesus compara la alegria de un hombre por haber vuelto a encontrar la oveja que habia perdido, con la alegria que Dios

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siente por la conversión de un pecador (Lc 15, 3-7), no vemos en ningún lugar dei NT que a Dios se le designe como pastor. Podemos sospechar que la causa se hallaba en que, en un tiempo en que a los ministros de la comunidad se los llamaba ya pastores (-»• 6) y, por tanto, se realzaba a Cristo como el «gran Pas­ tor» (-^ 6), se pensó que el atributo de pastor, aplicado a Dios, podia prestarse a malenten­ didos. 4. Desde el punto de vista cristológico po­ demos distinguir tres aspectos. a) En el sentido de la antiquisima imagen que, en la accíón de congregar el rebano dis­ perso y a merced de la destrucción, ve la renovación dei mundo (cf. Mt 10, 6; 15, 24), Jesús se entiende a si mismo como el Pastor de un rebano de ovejas sin pastor (Mc 6, 34; Mt 9, 36). Mientras que la dispersión significa perdición, la reunión dei rebano significa salvación. Más tarde, la comunidad entendió también al pastor en este sentido (Mt 2,6). Ap 7, 17 emplea la imagen de un rebano reunido, al que el pastor conduce al abrevadero. En Jn 10,11-18 la actividad de Jesús como Pastor se caracteriza de la siguiente manera: por ser el buen Pastor, Jesús está dispuesto a entregar su propia vida por el rebano (vv. 11.15.17.18); como propietario (v. 12), él se siente particu­ larmente responsable de Ias ovejas, y -de nuevo por ser el buen Pastor (v. 14)- él conoce a sus ovejas (vv. 15.27) y éstas le conocen a él (v. 15) y le siguen (v. 27; cf. vv. 4.5). Pe­ ro la responsabilidad de Jesús como Pastor no se extiende sólo a la comunidad cristiana, si­ no también a los paganos: por ser el único Pastor, él tiene que reunirías también a ellas en el único rebano (v. 16). Según 1 Pe 2, 25, Cristo —por ser el Pastor y «Obispo» de Ias al­ mas, es decir, por ser el Pastor y Guardián de Ias almas- reúne a los creyentes en tomo suyo, los protege en sus peligros y los conduce al Padre. Por eso, en Heb 13, 20 se dice que Jesús es el «gran Pastor», el «Pastor supre­ mo», a quien en 1 Pe 5, 4 se designa con el término àQxtJtoípriv.

1053

jroiniiv- jxoi|xvr|

b) En Mc 14, 27s par. Mt 26, 31s, Jesus anuncia su muerte y su resurrección, utilizan­ do la imagen dei pastor (cf. Zac 13, 7): Herirán al pastor y se dispersarán Ias ovejas. Después de su resurrección, Jesús irá delante de sus discípulos a Galilea. c) La reunión dei rebano es también ima­ gen de la reunión de los pueblos gentiles para el juicio escatológico (Mt 25, 32). El pastor separará entonces a Ias ovejas (que son blancas) de Ias cabras (que son oscuras). Para Ias ovejas, como los «bendecidos del Padre», comienza entonces el reinado de la gracia de Dios. Por el contrario, los paganos -com o «maldecidos» (25, 4 1 )- serán regidos con «vara de hierro», es decir, serán destruídos (Ap 2, 27; 12, 5; 19, 15). -> JtQÓPatov 3. 5. Sobre el plano del sentido eclesiológico cf. -»• moLpvT] v.xk. 6. En un solo lugar del NT se llama expresamente jtoipÉveç, pastores, a los responsables de la comunidad: «apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros» (Ef 4, 11). Como los «pastores y maestros» van precedi­ dos por un mismo y único artículo, podrá suponerse que unos y otros constituyen un solo grupo. Por tanto, Jtot|tf]v no es aqui el título, propiamente tal, de un ministério, sino que se refiere (valiéndose de una imagen) a la tarea del maestro con su actividad específica de cuidar de la comunidad. La responsabilidad de los dirigentes de la comunidad se describe también en otra parte con el verbo Kotpaívetv (en Jn 21, 16 dícese de Simón Pedro; en Hech 20, 28, de los «obispos»; en 1 Pe 5, 2, de los ancianos). Los pasajes de Hech 20, 28 y 1 Pe 2, 25 (-> 4.a) nos hacen ver claramente que la asociación entre Ias raíces èm oxojt- y Jtoipv- es tradicional. Como en 1 Pe 2, 25 se piensa en Cristo, y en Hech 20, 28 se dirige la palabra a los dirigen­ tes de la comunidad, habrá que suponer que en ambos pasajes se está hablando ante todo en imagen. No debemos pasar por alto que a ningún dirigente de la comunidad se le permi­ te comportarse como dueno y senor (1 Pe 5,

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3). El no será jamás sino el administrador (4, 10) de una tarea que le ha sido encomendada por el «Pastor supremo» (5, 4). H. Goldstein JtoífiV ti, n g , jto tp v L O v , B ib t :

ou,

poimne rebano, grey* rebano, grey*

tó poimnion

J. Jeremias, jtoigVTi

k i K.,

en ThWNT VI,

498-501.

1. JtoípvT] aparece en sentido propio en Lc 2, 8 y en 1 Cor 9, 7 (bis) {->■rtOLfj,f|v 2). 2. La imagen del pueblo como de un reba­ no, que era corriente en todo el oriente, y que, desde luego, en Israel tenía connotaciones claramente religiosas, la encontramos tam­ bién en el NT. La imagen del rebano constituye el fondo de; Mt 10, 6; 15, 24; cf. Mc 6, 34; Mt 9, 36,- Lc 15, 3-7. Como el genitivo oixou TogafiL (Mt 10, 6; 15, 24) habrá de interpretarse como genitivo epexegético (= es decir, la casa de Israel), la sentencia se referirá a to­ do Israel, incluidos los piadosos (cf. Lc 19, 9s). También en 1 Pe 2, 25 Ias «ovejas descarriadas» nos oífecen la imagen de un rebano que, en este caso, abarca por igual a judios y gentiles. En Mt 25, 32 la imagen se refiere a la totalidad de los pueblos. 3. Mientras que Mc 14, 27 maneja única­ mente la imagen del rebano, el lugar paralelo de Mt 26, 31 utiliza también el sustantivo jtoípvq, que designa al grupo pre-pascual de los discípulos en el sentido del pueblo escato­ lógico de Dios. (También en Mt 10, 16 par. Lc 10, 3 se describe a la comunidad de los discí­ pulos como el pueblo escatológico de Dios, sin emplearse el término «rebano», pero utilizándose la misma imagen de Ias ovejas.) En Ias palabras de consuelo de Lc 12, 32, Jesús llama al grupo de sus discípulos: «pequeno rebano» (tò pixQÒv jroípviov). 4. En el Evangelio de Juan, en el cual, co­ mo es sabido, no aparece el vocablo èxxÀqaía, vemos que Jtoípvq es un término sinóni-

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nOLUVTI - JlÓ)iEM,OÇ

mo para referirse a la comunidad (post-pascual). En el contexto de Jn 10, 1-30 es espe­ cialmente importante el v. 16: «Yo tengo además otras ovejas que no son de este redil (avXq); tengo que traerlas también, y oirán mi voz, y no habrá entonces más que un solo rebafio y un solo pastor». El término «redil» (aúXtí, V. 1), mencionado en la imagen, se refiere evidentemente al pueblo judio, mientras que el término «rebano» (jtoí[Xvq) designa a la única comunidad o Iglesia, integrada tanto por judios como por gentiles. 5. El discurso de despedida de Pablo en Mileto, ofrecido por Lucas en el übro de Hechos, demuestra que jioífiviov y èxxXqoía son términos de significado idêntico, que se refieren a la comunidad post-pascual, integra­ da por judios y gentiles (Hech 20, 17-38, jioípviov en los vv. 28 y 29). 6. En 1 Pe 5, 2-4 se exhorta a los presbíte­ ros a cumplir la responsabilidad que les in­ cumbe ante Cristo, el «Pastor supremo», de pastorear al rcoípviov to ü 'O-eoõ (v. 2). Guan­ do aqui se llama «rebano de Dios» (v. 2; cf. v. 3) a la comunidad integrada por judios y gen­ tiles, quiere esto decir que la comunidad eclesial no sólo es obra de Dios sino también propiedad suya (2, 9). H. Goldstein n : o í ^ v i o v , o v , t ó poimnion rebano, reba­

no de ovejas JtOÍpVT).

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2. El significado iqué?, ^cuál? a) Con sustantivos: èv jtoía è^onoía (Mc 11, 28.29.33 par. Mt 21, 23.24.27 / Lc 20, 2.8); J t o í a evroXij (Mc 12, 28 par. Mt 22, 36); jtOLOÇ asociado con un momento en el tiempo (Mt 24, 42.43; Lc 12, 39; Ap 3, 3); ô ià jrotov êpyov (Jn 10, 32); èv j t o í g ôojvápei q èv jtoLcp èvó|xau (Hech 4, 7); èx J t o í a ç è j t a ç XEÍaç (Hech 23, 34). b) Sin sustantivo en Mt 19, 18; Lc 5, 19; 14, 19. TtoXe^ÉO) polemeõ hacer la guerra, luchar jTÓXepoç.

n:óX£fAOÇ, ov, ó polemos

guerra, batalla, contienda* jtoXEfxéco polemeõ hacer la guerra, luchar*

1. Aparición en el NT- 2. Jiótepoç en Pablo y en Ia Carta a los Hebreos. - 3. JtóXspoç en los Sinópticos 4. JtóXegoç en el Apocalipsis y en la Carta de Santia­ go - 5. JtoX,Ep,Éco- 6. Síntesis y visión de conjunto. Bibl.: O. Bauernfeind, jtóXEpoç, itoXepÉO), en ThWNT VI, 501-515; O. Betz, Jesu heiliger Krieg: NovT 2 (1957) 116-137; H. Windisch, Der messianische Krieg und das Urchristentum, Tübingen 1909; más bibliografia en elprivq; cf. además ThWNT X, 1245s.

1. En el NT el sustantivo JtóXE[toç aparece 18 veces, y el verbo jtoXefiéoo, 7 veces. De los testimonios de JtóXE|xoç, nueve corresponden al Apocalipsis, y de los testimonios de jtoXEp,ÉO), seis corresponden a dicho libro. El resto de los testimonios de JtóXEpoç se distribuye entre los Sinópticos (seis, cinco de ellos en Mc 13, 7 par.), la Carta primera a los Corintios (un testimonio), Hebreos (uno) y San­ tiago (uno); el verbo JtoXep.ém aparece ade­ más una vez en Santiago.

JlOÍOÇ, 3 poios í,qué?, ^cuál?, ^qué clase de? El pronombre interrogativo itoioç se en2. Pablo utiliza el ejemplo de la senal dei cuentra en interrogativas directas e indirectas. 1. En el NT el significado ^qué clase de? toque de trompetas y de la preparación para la batalla (1 Cor 14, 8) para ilustrar gráficamen­ aparece únicamente en combinación con sustantivos (BlaB-Debrunner § 298, 2): Lc 6, te la inutilidad de la glosolalia incomprensible o no interpretada. La Carta a los Hebreos 32.33.34; Jn 12. 22; 18, 32; 21. 19; Hech 7, 49; Rom 3, 27; 1 Cor 15, 35; Sant 4, 14; 1 Pe recuerda cómo, en el AT, los testigos de la fe llegaron a ser héroes en la guerra (11, 34). 1, 11; 2 , 20.

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nóXe|ioç- jtóXiç

3. Entre los ejemplos que se oftecen en el marco de la parénesis sobre el seguimiento, se halla también en Lc 14, 31 (material peculiar) el ejemplo de aquel rey que quiere enfrentarse en guerra con otro rey. Según la apocalipsis sinóptica, la guerra y los rumores de gue­ rra se cuentan entre Ias senales dei fin de los tiempos, que preceden al xéXoç (Mc 13, 7 [bis] par. Mt 24, 6 [bis] / Lc 21, 9).

11); no es otro que el Exaltado, que amenaza a los herejes de Pérgamo con hacerles la gue­ rra con la espada de su boca (2, 16). Los verbos JioX,efiéQ) y qáxopai (4, 2) se sitúan en el mismo contexto que los sustantivos JióXepoi y p áx a i (Sant 4, 1; ->• 4). Tam­ bién aqui se trata seguramente de las circuns­ tancias escatológicas que preceden a la inminente parusía (5, 7-9).

4. Finalmente, el Apocalipsis de Juan conoce la guerra como elemento de Ias catástro­ fes escatológicas. Las langostas demoníacas se parecen a los caballos dispuestos para la batalla (9, 7.9). Un JtóXepoç entablado en el cielo entre Miguel y el dragón (12, 7) conduce a la caída dei dragón y de sus ángeles, que fueron arrojados abajo a la tierra (12, 9). La bestia que sube dei abismo hace la guerra contra los dos testigos (11, 7); el dragón, con­ tra los hijos de la mujer celestial, es decir, contra los cristianos (12, 17), y la «primera bestia» anticrística hace la guerra contra los «santos», que son igualmente los cristianos (13, 7). Los demonios seducen a los poderes de la tierra para que entablen la gran guerra dei fin de los tiempos (cf. Hen [et] 56, 5s); los tres espíritus semejantes a ranas (Ap 16, 13) reúnen a los reyes de todo el mundo (16, 14), la bestia congrega a los reyes de la tierra (19, 19; cf. 17, 12) y Satanás engana a Gog y a Magog juntamente con los pueblos de los cuatro extremos de la tierra (20, 8). De manera nada usual, la Carta de Santiago designa como jtóXE[tot y p áx a t a las contiendas que hay en la comunidad (4, 1). Evidente­ mente, el autor quiere calificar así a los conflictos entre cristianos como senales dei fin de los tiempos (cf. 1 Cor 11, 18s).

6. En el NT, JtóX.E(toç y jioXEp.é(o aparecen de manera enteramente predominante en contextos escatológicos (Sinópticos, Apocalipsis). Tan sólo dos pasajes emplean la imagen de la guerra «nor­ mal» como ejemplo parenético (Pablo y Lucas). Es posible que Heb 11, 34 piense ya tipológicamente en el JtóX epoç que habrá que sufrir al fin de los tiempos. Según todas las apariencias, Sant 4, 1 considera las contiendas entre cristianos co­ mo guerras escatológicas (cf., sobre la herejía, Ap 2, 16). En el mundo de ideas dei AT y dei judaísmo so­ bre la guerra y la victoria mesiánica (Bauernfeind, 511s; Betz, 116-124), el NT participa no sólo con los pasajes, relativamente escasos, en que aparecen jtóXepoç y jioXEpém. Sino que a ellos habrá que anadir palabras de Jesús como Mt 10, 34 par. Lc 12, 51 (cf. Lc 22, 35-38; páxaiQO) o la sentencia de «los que toman por la fuerza», así como la idea de una organización -como quien dice- militar de las huestes de ángeles (Mt 26, 53) y demonios (cf. Mc 5, 9 par. Lc 8, 30; -> Saipóviov). Pertenece también a este contexto el «equipo de armas espirituales» que se necesita para la lucha contra los demonios (Ef 6, 11-17; 1 Tes 5, 8; ->■JtavojtXía).

5. El uso dei verbo JtoA,ep,Écú corresponde al dei sustantivo. Miguel y sus ángeles luchan contra el dragón y sus ángeles (Ap 12, 7[bis]). Los seguidores de la bestia creen que nadie es capaz de luchar contra eUa (13, 4); Los reyes (cf. 17, 12; 19, 19) hacen la guerra contra el àpvíov mesiánico (17, 14). El Jinete vence­ dor, que tiene por nombre m otòç >tal ót).Tidivóç, juzga y hace la guerra «en justicia» (19,

O. Bõcher TlóXiç, £(0Ç, iq p o l i s ciudad, ciudad capital

1. Aparición en el NT- 2. Uso dei términoen la lengua griega en general y en la LXX - 3. Evangelios y Hechos - 4. Hebreos y Apocalipsis. Bauer,

. .; W. Bousset, (KEK), Gõttingen (^1906) 1966,

B ib l: W õ rte r b u c h , í v D ie O ffe n b a r u n g J o h a n n is J. D ie g rie c h . P o lis - d a s h im m lis c h e J e r u s a íe m - d ie c h r is tl. S ta d t: D ie O ffe n b a r u n g d e s J o h a n n e s 2 6 2 -2 7 5 ', B e k e n n tn is u n d A u s le g u n g , J e r u s a íe m a is TJrbild u n d A b b ild , NT - J u d e n tu m - K ir c h e , D ie P o lis in K ir c h e u n d W elt,

446-455; Emst,

ThGl 67 (1977) 240258; H. Kraft, (HNT), Tübingen 1974, F. Laub, Regensburg 1980, 257-261 (bibl.); K. L. Schmidt, en Id., München 1981, 265-306, sobre todo 265-290; Id., Basel

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jróXiç

1939, 11-40; Spicq, Notes II, 710-720; H. Strathmann, jióXiç vxX., en ThWNTVI, 516-535; G. TheiBen, Untersuchungen zum Hebr, Gütersloh 1969, sobre todo 103-105; paramás bibliografia, cf. ThWNTX, 1246. 1. En el NT 3tóÀ.iç aparece 161 veces, de ellas 8 en Marcos, 26 en Mateo, 39 en Lucas, 8 en Juan y 42 en Hechos. En Ias Cartas paulinas autênticas el término aparece sólo tres veces (Rom 13, 26; 2 Cor 11, 26.32) y en Ias Deuteropaulinas se encuentra únicamente en Tit 1, 5; en Hebreos el término aparece cuatro veces (11, 10.16; 12, 22; 13, 14); por lo demás, el vocablo se halla atestiguado en Sant 4, 13; 2 Pe 2, 6; Jds 7; en el Apocalipsis apa­ rece 27 veces. 2. El término jtóXiç se deriva de una raiz indoeuropea que significa «llenar». Desde Homero, JtóXiç tiene el significado de «ciudad» o de «Es­ tado». Este sentido dei término como expresión de una identidad ciudadana y estatal se mantuvo hasta el final de la «ciudad-Estado» propiamente tal, durante el Império Macedónico. En la LXX jióXiç aparece unas 1600 veces co­ mo traducción dei hebreo ‘ir, «ciudad». Sin em­ bargo, el significado de la ciudad israelita es fun­ damentalmente distinto dei que tenía la ciudad griega. Por ejemplo, en el lenguaje dei AT se de­ signa con el nombre de «ciudad» a cualquier altu­ ra fortificada. La «ciudad» en el sentido de un pe­ rímetro fortificado para la protección de sus habi­ tantes contra los ataques, es una acepción que aparece tardíamente. En la LXX tiene particular importância Jemsalén, la ciudad por excelencia (Ex 7, 23). Si los habitantes de Jemsalén no corresponden a la fmalidad que se les ha asignado de ser «la ciudad de Dios», «la ciudad santa», entonces, por ejemplo, el profeta (Ez 22, 2-4) harâ un llamamiento a la penitencia. Pero la expectación se dirige hacia una Jemsalén mejor (Is 1, 26; Jer 38, 38); una esperanza que surge ya a princí­ pios dei judaísmo. La «nueva Jemsalén» se aguar­ da dei cielo, de donde ha de venir y donde se con­ serva desde el principio (4 Esd 7, 26). 3. En el NT el término no posee ya el antiguo significado griego de Estado, con sus matices políticos. significa simple y llanamente ciudad. JtóX.iç aparece ffecuentísimamente en los Evangelios y en el libro de Hechos. Por ejemplo, en ellos se designan co­ mo ciudades los lugares de Belén, Nazaret,

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Naín, Efeso, Filipos y Atenas. El apóstol Pablo predico casi exclusivamente en Ias gran­ des JtóX,eiç dei Império de aquel entonces, mientras que Jesus y sus discípulos recorrieron Ias «ciudades y aldeas» (Mt 9, 35). No se hacia distinción estricta entre xtopT] y jióX,iç, como vemos por el uso dei término mixto xcüfxÓTColtiç en Mc 1, 38. En este caso habrá que pensar en una «plaza de mercado», una población que, según el derecho de entonces, tenía sólo la categoria de TttópT). Para caraeterizar a una ciudad determinada, se anade a ve­ ces algún dato complementario, por ejemplo, en Hech 8, 5: tt]v nokiv Tfjç S ap açeíaç, o en Lc 23, 51: JióÀecoç rròv Touôaícov. 4. En el NT, lo mismo que en la LXX y en el judaísmo, se habla de Jemsalén como de la «ciudad santa» (Mt 4, 5; 27, 53; Ap 11, 2). Como la destrueción de Jemsalén es cosa cierta (Mc 13, 2ss; Mt 24, 15s), la esperanza se dirige enteramente hacia la «Jemsalén de arriba», que según Gál 4, 25s se contrapone a la Jerusalén actual. Pablo quiere mostrar con ello «que no somos hijos de la sierva, sino de la libre» (v. 31), «es decir, que los creyentes están libres de la ley» (Ph. Vielhauer, Oikodome [Aufsãtze II], München 1979, 210). Los pasajes de la Carta a los Hebreos se refíeren más intensamente a esa «ciudad nue­ va». Abrahán aguardaba la ciudad firmemen­ te asentada (11, 10). Los testigos de la fe que vivieron en el antiguo pacto, dirigían sus anhelos hacia la «patria celestial» (11, 13-16), a la ciudad preparada por Dios (11, 16), que ellos veían sólo desde lejos (11, 13). En 13, 14 se habla de la gozosa certeza: «Porque no tenemos aqui una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir». El cristieuio sabe que él ha entrado ya en esa ciudad por venir (12, 22), pero que el futuro salvífico, la meta de la Iglesia, sólo se conseguirá con la polis celestial. De especial plasticidad son los pasajes dei Apocalipsis en los que se habla de la «nueva Jemsalén», particularmente el capítulo 21: La eomunidad de los últimos tiempos se describe como fiel trasunto de la ciudad celestial. La

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KÒkiç - jtoXÍTeuiia

perfección de la comunidad se expresa con abundantes imágenes. No hay en ella templos (a diferencia de Ez 40, 2), ni culto ni sacrifí­ cios. La «nueva Jerasalén» es lo opuesto a la pagana Babilônia, desde la cual los hombres, con su insolência, quisieron subir antano has­ ta el cielo. La imagen de la perfecta ciudad ce­ lestial no podrá ya enturbiarse con nada. «La ciudad de lo alto, la ciudad nueva, la ciudad celestial de Dios es la meta, pero también la razón de todo el acontecer salvífico desde la etemidad hasta la etemidad» (Schmidt, 289). U. Hutter JloXitágJCHÇ, OD, Ó politarchês prefecto de la ciudad* Hech 17, 6.8 menciona jtoXiTápxKt en Tesalónica. Un consejo de «politarcas» consti­ tuía la autoridad suprema en Ias ciudades macedónicas (en cuanto a Tesalónica cf. CIG II, 1967; Bulletin de corr. hell. 18 [1894] 420; 21 [1897] 161; Moulton-Milligan, s.v.), y un solo pohtarca constituía también a veces la supre­ ma autoridad civil en otras ciudades. E. de Witt Burton; AJT 2 (1898) 598-632. Ito ^lT E Ía, a ç , iq politeia derecho de ciudadanía; Estado* Hech 22, 28 habla dei derecho de ciudadanía romana que el había comprado con dinero. - Se habla de la «ciudadanía de Israel» en Ef 2, 12; Los cristianos gentiles estuvieron en otro tiempo «excluídos de la ciu­ dadanía de Israel (fi JtoA,tTELa toü lo g a f|X)»; en paralelismo sinonímico se halla; eran «extranos a los pactos de la promesa». Cf. ThWNT VI, 518s y 534s; DTNTIII, 446-449; Spicq, Notes II, 710-715. a t o ç , t ó politeuma Comu­ nidad estatal. Estado* JtoÀLTEiJOnaL politeuom ai ser ciudadano, administrar el Estado, comportarse, pro­ ceder* 1. Aparición en el NT - 2. El verbo jtoX.iTEÚoiJ.ai 3. El sustantivo noX,ÍT;E%jpa.

K. Aland, D a s Verhãltnis vo n K irche un d Staen Id., N e u te sta m e n tlic h e E n tw ü rfe , München 1979, 25-123, sobre todo 50-59; Bauer, W õrterbuch, S .V .; I. Becker, E rw ãgungen za P h il 3, 20-2I-. ThZ 27 (1971) 15-29; P. Ch. Bõttger, D ie e sc h a to lo g isc h e E xiste n z d e r Christen: ZNW 60 (1969) 245-263; R. R. Brewer, T he M eaning o/politeuesthe in P hilippians 1, 27-, JBL 73 (1954) 76-83; J. Gnilka, D e r P hiU pperb r ie f (HThK), Freiburg i. Br. ^1976, 96ss, 206ss; E. Haenchen, D ie A p o stelg e sch ic h te (KEK), Gõttingen ’1977, 609; G. Menestrina, n;oXíte'U(ra-. BeO 20 (1978) 254; H. Schlier, D ie B eurteilung des Staates im NT, en Schlier I, 1-16; K. L. Schmidt, D ie P o lis in K ir­ che u n d Welt, Basel 1939, 15-24; Spicq, N o tes II, 710720; H. Strathmann, nókiç ktL, en ThWNT VI, 516535, sobre todo 534s; N. Walter, D ie P h ilip p e r u n d da s L eiden, en F S Schürm ann, 417-434, sobre todo 421-424; para más bibüografía, cf. ThWNT X, 1246. B ibl.:

at,

1. En el NT el verbo aparece dos veces (Hech 23, 1 y Flp 1, 27). El sustantivo es hapax legomenon en el NT y aparece únicamen­ te en Flp 3, 20. 2. En Hech 23, 1 aparece Jto^itEÓpai en el discurso de Pablo ante el Consejo Supremo (22, 30-23,10); èyü) Jtáop OBVEiôfioEi àyaO-fí jtEJtoXÍTEupaL xcõ Hem... Casi todos los traductores han seguido a la Vg, que traduce jtejtoX,ÍT8up,ai por conversatus sum. Lutero y otros traductores se adhieren a esta interpretación y traducen JtoX,ixEÚO|xai por wandeln («comportarse», «proceder»). Strathmann (p. 534) piensa que aqui habría que traducir JtoX,iTeúo(xai sin expresar ninguna connotación política. Pero esta opinión no es convincente. Lejos de ello, si tenemos en cuenta la solemne escena ante el Consejo Supremo (22, 30ss), habrá que pensar que el significado dei verbo tiene aqui resonancias políticas. Por eso, la traducción ofrecida por Schmidt (15) parece la más conveniente: «Con toda buena conciencia me he comportado como ciudada­ no para (ante) Dios». Flp 1, 27 debe traducirse de modo análogo; o t^ íc o ç T o n e ú a Y y e ^ t O F x o n X

qloxoü

jto X i-

«\vivid vuestra vida comunitária de una manera digna dei Evangelio de Cristo!». No debe identificarse el sentido dei verbo JioXixEiíofrat con el dei verbo jtE Q iJ ta x é c t), que en el judaísmo se emplea en lugar de jtoX,Lxeúop,ai en el sentido de «vivir, caminar». teúeo

He,

1063

3tol.ÍT8Dp.a - nokvç

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Pablo recoge aqui un concepto que era corriente en la comunidad cristiana gentil de Filipos, y se acomoda así al lenguaje de la co­ munidad.

T lO ^^áx iç pollakis (adv.) muchas veces, frecuentemente, a menudo* Mc 5, 4; 9, 22 par. Mt 17, 15 (bis); Jn 18, 2; Hech 26, 11; Rom 1, 13; 2 Cor 8, 22; Flp 3, 18. En el catálogo de sufrimientos en 2 Cor 3. Para determinar el significado de raoXí- 11, 23.26.27 (bis). También en 2 Tim 1, 16; TEopa en Flp 3, 20, hay que tener en cuenta Heb 6, 7; 9, 25.26; 10, 11. piimeramente el contexto. itoÀÍTenpa se halla en la gran sección de H p 3, 2-4, 1, en la JlOÀ^aJtÀ,aoíft»V, 2 pollaplasiõn muchas que Pablo se enfrenta con los falsos maestros veces m ayor (neutro plural, en sentido de Filipos. Los adversários de Pablo eran se­ sustantivado: muchas veces más)* guramente misioneros cristianos de origen ju ­ Lc 18, 30 (par. Mt 19, 29 B L pc): noXXadio. Pablo censura a los adversários, haciénnkaoíova X.ap.pávü), «recibir muchas veces doles ver que el cristiano no ha llegado, ni más». E. Schwyzer: Museum Helv. 2 (1945) mucho menos, a la meta. De especial trascen137-147. dencia es el lenguaje solemne, casi litúrgico, de Hp 3, 20s, que se propone expresar lo contreuio de lo que se ha dicho en el v. 19 con lo de; t à èjtíyEia qpQovonvTeç. A esta idea Pa­ blo replica en el v. 20 diciendo; qptõv yàg rtoX.ÍTenpa èv ongavolç. La traducción dei pasaje no está clara. Lutero, por ejemplo, en el ano 1533, traduce jtoX.íxenpa por Bürgerschaft («ciudadanía»), pero en cambio en la traducción de 1545 lo traduce por Wandel («conducta, proceder»). Pablo tomó probablemente la expresión dei vocabulário de sus ad­ versários, mostrando así «que, por tanto, el Estado terreno no es el Estado por excelencia» (Schlier, 3). Los cristianos no aspiran al noXítenpa terreno, sino a ser miembros de la comunidad celestial. U. Hutter JC oX lxevo^ai politeuomai ser ciudadano, comportarse, conducirse ->• 3toÀ,ÍTEnpa 1.2. TtoXÍTtfÇ, o u , ó politês ciudadano, conciudadano* Refiriéndose a los habitantes de una ciudad (Hech 21, 39) o de una región (Lc 15, 15). En Heb 8, 11 (cf. Jer 38, 34 LXX), itoMdtiç se refiere al conciudadano, e igualmente en Lc 19,14. ThWNT VI, 525 y 533s; DTNTIH, 446-449.

3toXl3EiL)0JlXaYX'’®Çj 2 polueusplagchnos rico en misericórdia Sant 5,11 v.l. (en vez de n,okianXay%\oç), referido a Dios (juntamente con oiXTÍgpmv). n:oX.nEijajtX.aYXvoç y el término correspondiente JtoX.nEnajr^aYXVÍa se hallan en Herm (s) 5, 4, 4 ó 8, 6, 1. JtoXuXoYÍci, a ç , 1^ polylogia palabrería,

el mucho hablar* En Mt 6 ,7 dícese de la oración de los paganos, que creen que «por su palabrería (èv xfj jtoXuXoYLÇt aÒTC&v) serán oídos»; cf. -> P atxaLoYÉü). ThWNT VI, 545s. polymerõs (adv.) de muchas maneras* En Heb 1,1 junto a jtoLnxgóncoç; «De mu­ chas y diversas maneras Dios habló antiguamente a los padres». itO^VJtOÍXlÀrOÇ, 2 polypoikilos muy v a­ riado En Ef 3, 10 refiriéndose a la aoqpía de Dios; ->• rtoitálwoç. ThWNT VI, 484. TIoX.ÚÇ,

Ttokv polys mucho

1. Aparición en el NT - 2. Uso dei término y contenidos semânticos - 3. Contextos teológicos y otros

1065

JtoXllÇ

contextos - a) n o M ç en el proceso hermenêutico (en la conclusión a m in o ri a d m a iu s) - b) iComo un tér­ mino cosmológico y eclesiológico? - c) En enunciados específicamente soteriológicos - d) En el relato histó­ rico - e) Lc 1, 1 y otros pasajes parecidos. B ib l: 1. Bauer, nOAAOI L k 1, 1: NovT 4 (1960) 263-366; J. A. Bengel, G nom on N o v i Testamenti, (Tübingen 1741) Stuttgart 1915, sobre Mt 20, 28; E. Brandenburger, A d a m u n d C hristus, NeukirchenVluyn 1962, 68ss; K. Bmgmann, D ie A u sd rü cke f ü r d en B e g r iff d e r T o ta litã t in den in d o g erm a n isc h en S p rachen, Leipzig 1893-1894; Id., D ie distrib u tiven u n d die kollektiven N u m era lia d e r indogerm anischen S p rachen (ASGW.PH 25/5), Leipzig 1907; J. Costelloe, P a u ca d e «m ultis»: Homiletic and Pastoral Re-

view 71 (1970-1971) 417-425; F. Graber, en DTNT IV, 296-299; Th. Hartmann, rab, en DTMAT H, 900914; J. Jeremias, itoXXoí, en ThWNT VI, 536-545 (bibl.); H. Lausberg, E lem ente d e r literarischen R hetorik, München ^1967; D. Marin, «P er m olti» non «per tutti» (M atth. 26, 27-28), en Studia F lo ren tin a A . R onconi oblata, Firenze 1970, 221-231; B. Reicke-G. Bertram, jcãç xxX., en ThWNT V, 885-895; D. J. G. Rosenmüller, S ch o lia in N o vu m Testam entum I, Nümberg 1972; G. Sauer, kõl, en DTMAT I, 1134-1137; J. F. Schleusner, N o v u m L exico n G ra eco -L a tin u m in N o ­ vum Testam entum II, Leipzig 1801, s.v.; O. Szemerényi, G reek jtoXiiç a n d itoXXóç: ZVSF 88 (1947) 1-31; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1246.

1. En el NT JtoX,óç aparece 359 veces (jun­ tamente con el comparativo -»■ nXeícov y el superlativo nXEtaroç, 418 veces). Con excepción de la Carta segunda a los Tesalonicenses y la de Judas, aparece en todos los es­ critos (51 veces en Mateo, 59 en Marcos, 51 en Lucas, 36 en Juan, 48 en Hechos, 21 en Romanos, 18 en 1 Corintios, 21 en 2 Corintios, 3 en Gaiatas, 1 en Efesios, 3 en Filipenses, 1 en Colosenses, 4 en 1 Tesalonicenses, 5 en 1 Timoteo, 2 en 1 Timoteo, 2 en Tito, 2 en Filemón, 7 en Hebreos, 3 en Santiago, 1 en 1 Pedro, 1 en 2 Pedro, 2 en 1 Juan, 2 en 2 Juan, 1 en 3 Juan y 14 en Apocalipsis). 2. Es característico dei tipo de declinación el que el nominativo y acusativo singular masculino y neutro procedan dei tema jroXu- (tipo consonante o de la tercera declinación), y que el resto se haya formado dei tema jtoXXo-á- (según la de­ clinación en «a» y la declinación en «o») (sobre la etimologia y la morfología dei vocablo, cf. J. Pokomy, I n d o g e r m a n is c h e s e ty m o lo g is c h e s W ó rt e r b u c h I, Bern-MUnchen 1959, 798-800: raiz

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etc., cf. en la obra citada los significados de los términos alemanes f ü l l e n , M e n g e , v i e l , cf. también, por ejemplo, el término gótico/?/«). To­ das Ias formas de este tipo de declinación se hallan documentadas en el NT. Los compuestos y derivados que aparecen en el NT se derivan de jioXXo- y de moXu-. Conceptos alternativos o vocablos semánticamente afines en el NT; õooç, Jtóooç, ToaoÜToç, íxavóç, jtXfj^â-oç, jiEgioaeía xxX,., cf. también Jtfiç (ãitaç, õXoç). En el NT existen especiales relaciones con; ôXíyoç xxX., úaxEQecí) xxX., êXáXioxoç, eíç, jiXt| çt)ç xxX., ouôeíç.

p e l-

En el NT, el punto de partida de los contenidos semânticos es el significado de m u c h o . El sentido se desarrollará de diversas maneras según que jtoLúç se use como adjetivo, como sustantivo o como advérbio. Guando es adjetivo se halla junto a un sus­ tantivo (en singular o en plural, con artículo o sin artículo) con el sentido numérico de m u ­ c h o , n u m e r o s o (Mt 7, 22b; Lc 7, 47), también en sentido de una medición local (Mt 14, 24), en sentido temporal (Lc 8, 29; Hech 24, 10) y en sentido figurado (Hech 26, 24). En estos casos, JtoXnç puede significar también en sentido gradual g r a n d e (1 Pe 1, 3), y en senti­ do intensivo algo así como v e h e m e n t e (Mt 2, 18), p r o f u n d o (Hech 21, 40), t a r d i o (Mc 6, 35) y otras cosas por el estilo (cf. Ias diferenciaciones en Bauer, W õ r t e r b u c h , í .v.). Guando es sustantivo, itoXnç aparece con o sin artículo, en masculino y neutro plural (cf. Mt 7, 22a; Mc 4, 2; 9, 26; Lc 12, 48). Aqui el significado de m u c h o s es especialmente apropiado, hasta llegar a la idea de l a m u l t i t u d , la m a y o r í a (sobre el problema de un uso inclusivo de [oí] JtoXX,oí, t o d o s , cf. 3.c). Las fra­ ses preposicionales (por ejemplo, EJtl JCoXn, Hech 28, 6, «largo tiempo») pertenecen a este apartado o también al dei uso adverbial. Los advérbios iroXi) y jtoXXá se han forma­ do a base dei uso de 3roX.X,úç como sustantivo en caso acusativo. Expresan a su vez una diversificación dei sentido de m u c h o hasta lle­ gar a los matices de c e l o s a m e n t e , v e h e m e n t e m e n t e , a p a s i o n a d a m e n t e (cf. Bauer, í . v. I, 2bp). Expresiones idiomáticas y figuras de dicción especiales: paronomasia y otras por el

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jtoX,íiç

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ceptual (cf. Lausberg § 41, 185, 192s y 198), y también cuando hay combinaciones de pensamientos (cf. ibid. § 385). Pero, en tales casos, no aparece tanto un procedimiento expreso para llegar a una conclusión, porque lo de a minori ad maius no se refiere a fórmulas que existan en los textos mismos. En general, parece que el uso «profano» de esta argumentación no nos resulta aqui tan útil. Sin embargo, en Diodoro Sículo (siglo I a.C.) I, 2 (cf. ThGl VI, 534) aparece clara­ mente este procedimiento para sacar conclusiones (con e l... jtóocp pãXXov). Por tanto, el uso de este procedimiento en el NT no habrá que derivarlo únicamente de los escritos judios, pero si 3. Gran parte de los aspectos teológicos y habrá que hacerlo de manera predominante, tanto de otros aspectos en el uso de Jto}cúç no se más que en el NT hay que tener en cuenta escri­ tos que se hallan enraizados de manera especial deriva tanto dei término mismo, sino más en el terreno judio (cf. la tradición sinóptica en bien de los conceptos y enunciados asociados Mateo y Lucas, Pablo y Hebreos). con él.

estilo (Mc 12, 41; Jn 4, 41; 2 Cor 8, 22; 9, 12); lítotes (Lc 15, 13; Jn 2, 12; Hech 1, 5; 27, 14; 1 Cor 1, 26; 4, 15); por medio de un x aí plerofórico {syndetic collocation: Szemerényi, 10) combinación con àKkoç, paQtJç, 8tgQoç (Jn 20, 30; Hech 25, 7; Lc 3, 18, sin x aí [asyndetic collocation] en Mc 15, 41; Jn 21, 25; Lc 8, 3; Hech 15, 35); en combinación con comparativos ftãXLov (2 Cor 3, 9; 3.a), pãXXov xpetooov (Flp 1, 23), JtÀeíonç (Jn4, 41), ojtonôaiÓTEQOV (2 Cor 8, 22).

3. a) En primer lugar hay que destacar la conclusión a minori ad maius. Se deriva de un procedimiento judio para sacar conclusiones, que se haUa documentado en los escritos rabínicos con el nombre de qal wãliômer (->■ pãXXov 3.a; cf. Strack, Introducción, 49ss). En el NT corresponden al qal wãtiômer aquellas expresiones a modo de fórmulas, que aparecen principalmente con pãkkov; 3to);X,(Í) pãJ,X.ov, jróocp [iãkkov, Jtokü |xãÀA,ov, pero que también pueden indicarse mediante un simple pãkX.ov (Mt 6, 26) y, conforme a Ias vaiiaciones rabínicas de la fórmula (cf. Billerbeck III, 225s), mediante Jtóoov (Mt 6, 23), Jtóocp (Mt 12, 12), KoXkãv (Mt 10, 31 par.) y jtóoft) XEÍpcov (Heb 10, 28s). En la combinación de jtoXúç con [lãXXov (cf. BlaB-Debrunner § 246, 1), jtoXú es acusativo adverbial, y nolXip, dativo de medida (según Schwyzer, Grammatik II, 163, es prosecutivo lo­ cal; designación de la amplitud de grado en los términos comparativos). El simple nokkrôv es genitivo de precio (cf. Kühner, Grammatik II/l § 418, 7; Schwyzer, Grammatik, 125ss). Claro que no todas estas expresiones implican una conclu­ sión a minori ad maius (y, así, no la implican Mc 10, 48; Lc 18, 39; Jn4,41). En general, en la lengua griega, tales combinaciones con jtokúç y ôA,íyoç se encuentran en conexión con un dativo de medida. Pero ^estarán concebidas como categorias marcadamente her­ menêuticas? Es verdad que en la antigua retórica literaria existe un locus a minori ad maius o viceversa, sobre todo en el plano dei contenido con-

3. b) A diferencia de xà Jtávxa (cf. tam­ bién ó xóapoç òXoç, Mt 16, 26; Lc 9, 25), jtokúç no se emplea en sentido universal-cosmológico. OL JtoX.X.oí no se emplea tampoco como concepto marcadamente eclesiológico (a lo sumo podría emplearse en Mt 22, 14; Mc 10,45 etc.; Rom 5, 12ss; 12, 5). Por lo menos, no se emplea en el mismo sentido que en la comunidad de Qumrán (cf. [hã-] rabbim -no rôb- como la «asamblea plenaria», IQS 6-8), sobre todo porque en el cristianismo hay muchas comunidades diversas de carácler local (cf. el comparativo en 2 Cor 2, 6, Jtávxeç en 1 Cor 14, 24, pero trascendiendo específica­ mente en 2 Cor 2, 17, con el comparativo en 2 Cor 4, 15 y otros textos por el estilo) y antítesis de contraste como «muchos - pocos» (Mt 22, 14) que desempenan un papel. En la len­ gua griega el plural se usó también sociológi­ camente para designar a la «multitud», a la «masa», pero en sentido democrático se eligió también para designar a la «mayoría» (a dife­ rencia, por ejemplo, de una clase social aris­ tocrática). 3. c) En algunos pasajes se encuentra un uso marcadamente soteriológico, principal­ mente en enunciados cristológicos (sobre to­ do acerca de la Pasión y muerte de Jesús) que expresan como finahdad un ■ujtÈQ jtoX.X.c5v en sentido análogo a pro m e/nobis. Precisamen-

1069 te aqui el significado de en problema.

JioXijç

se convierte

Normalmente, aqui y en otros casos, el término se traduce sencillamente por «muchos». Ahora bien, en estos últimos tiempos, sobre todo Jere­ mias propugnó un sentido incluyente/inclusivo, que él diferencia dei sentido excluyente («mu­ chos, pero no todos»). Este sentido incluyente lo considera él como una peculiaridad de Ias lenguas semíticas (cf. en hebreo [hã-]rabbtm, y en arameo saggVtn, «la multitud incontable, la gran muchedumbre, todos»; cf. ThWNT VI, 536[ss]; también Graber, Hartmann). De esta manera se unen un problema filológico y un problema teoló­ gico. 1) En Ias lenguas semíticas no se usa un ad­ jetivo para designar a «todos», sino que se trabaja con sustantivos (cf. en hebreo kol, en arameo kollã’ hasta llegar al acádico kalü[m], kullatu[m]), de tal manera que puede surgir dificultades para expresar tales conceptos (en hebreo y arameo rab hasta llegar al acádico rabü[m], «mucho» o «gran­ de», se usan, por el contrario, como adjetivos). Sobre (hã)rabbim ->■3.b. En Hen (et) 14, 20 exis­ te en la trasmisión aramea, griega y etiópica una correspondência entre rab, ruãç y kul. En el NT salta a la vista la altemancia entre jtávxEç y (ol) jro?t?toí en Rom 5, 12ss. Sin embargo, no todos los pasajes aducidos por Jeremias y otros, son tan convincentes en este sentido. Es verdad que la lexicografía más antigua (por ejemplo Schleusner) supuso ya para itoXúç el sentido de itãç, omnis, totus, universus. Sin embargo, esta opinión no se mantiene de ordinário en los diccionarios moder­ nos, sino que se llega unicamente hasta el sentido de «gran multitud, masa, muchedumbre». En el NT se deduce lo siguiente para 3To X,úç como concepto de un conjunto: puede describir un conjunto parcial (muchos, no todos, en Mt 27, 52; 1 Cor 11, 30); puede referirse a la relación entre diferentes conjuntos parciales (cf. «muchos - pocos», «muchos - uno solo», en Mt 7, 13s; 1 Cor 12, 12ss); pero puede también poner en relación mutua conjuntos, adicionándolos, sin un punto de referencia su­ perior al de los conjuntos (cf. «mucho - po­ ço», «uno solo - los muchos / la multitud», en Mt 9, 37; Lc 7, 47; 1 Cor 8, 4s; 2 Cor 2, 17; cf. también Mc 6, 5); puede describir un con­ junto superior (Rom 8, 29), indicar la diferenciación y la variedad dentro de un conjunto

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(Rom 12,4ss; 1 Cor 10, 17; 1 2 ,12ss), alternar con la indicación de «todos» (Rom 5, 12ss; 1 Cor 10, 33). Así que, incluso en los pasajes dei NT en que hay una yuxtaposición de JtoXvç y jcãç (cf. Rom 5, 12ss; 12, 4s; 1 Cor 10, 33; 12, 12ss, y de manera correspondiente en el caso dei comparativo), habrá que preguntarse si JtoXúç no designa más bien conscien­ temente como «todos» a un «conjunto» con­ templado desde una perspectiva especial (cf., por ejemplo, la relación mutua de dos magnitudes o conjuntos, un gran número, una diferenciación), y, por tanto, habrá que preguntarse si, desde el punto de vista filológico, no se­ rá preferible aceptar de ordinário (mientras no hay a razones convincentes en contra) la traducción de JtoXúç por mucho, muchos, los muchos. 2) Que el pecado y la perdición (por conducto de Adán) y la salvación (por conducto de Cristo) se refieren a «todos» los hombres, eso lo afirma Pablo expresamente en Rom 5, 12ss (v. 12: Jtávxeç; vv. 15s y 19: 3toX,À.oí). La escuela paulina muestra en 1 Tim 2, 6 que la Pasión y la muerte de Jesús à v tl / njtèQ jtoÀltmv (Mc 10, 45 par.; 14, 24 par.), en el NT, se refieren conscientemente a «todos». Aqui se plantea el problema de la doctrina acerca de la reconciliación universal. Tal vez Ias concepciones, un tanto antiguas, acerca de noXXoí como «todos» (cf. todavia Rosenmüller, 369 sobre Mt 20, 28: pro universa hominum multitudine, también la referencia a Rom 5, 12.15; por el contrario, piensa de manera distinta Bengel a pro­ pósito de Mt 20, 28) se hallen relacionadas con esta doctrina. Pero, en vista ya dei dualismo escatológico (cf. la idea dei juicio), que impregna to­ do el NT, tanto en el plano de la composición li­ terária como en la dimensión de la historia de Ias tradiciones, una reconciliación universal podría no tener mucho peso. Por eso, tales enunciados con jtoXXoL y Jtávxeç habrá que entenderlos más bien en el sentido de que la salvación está dispuesta potentialiter para los muchos o para todos, pero que no llega a hacerse eficaz sino mediante la aceptación de la oferta. Los enunciados de Mc 10, 45 par.; 14, 24 constituyen indudablemente tradiciones antiguas. Pe­ ro, aunque encontremos algún semitismo, no subyace en ellas necesariamente la ipsissima vox le-

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jroXijç

su. Pueden expresar también la cristología de la comunidad palestinense o la dei (judeo-)cristianismo helenístico (cf. Is 53, 12 TM y LXX). Rom 3, 12ss demuestra que 3toX,Ã,oí pudo entenderse también de este modo en el âmbito hele­ nístico. En este pasaje, lo determinante es la relación de jioXXoí o Jtávteç con eíç (Adán o Cris­ to). Ya Aristóteles ve xà n:oX.Xá no sólo en relación con xò okíyoy, sino también en relación con TÒ EV (Metaph IX, 6, 1056b-1067a; IV, 6, 1017a). Sin embargo, aqui, en el caso de Pablo, y desde el punto de vista de la historia de Ias tradiciones, habrá influído más bien la concepción de una corporate personality o de una especulación sobre Adán como Urmensch («hombre primordial») (cf., a propósito, Brandenburger); los jtoA,X.oí o jtavxEÇ se hallan contenidos en ese e Lç ( ã v & g c o Jtoç) o se encuentran dentro de su âmbito de po­ der. Tal vez Rom 5, 12ss, mediante la elección de 3To71,oí en contraste con jtávxeç, pretenda expre­ sar una variedad y diferenciación dentro de un conjunto (cf. el v. 15 en relación con los vv. 1214). Tales centros de gravedad se encuentran, des­ de luego, en los enunciados acerca dei cuerpo y los miembros en Rom 12, 4s; 1 Cor 12, 12ss, en la medida en que en estos pasajes la altemancia entre noXKoí y j ió v t e ç pueda explicarse indudablemente como intencionada. También la alternancia de aspectos desempena un papel en el uso de JtoXXoí, jtávTEç y otros términos por el estilo; cf., por ejemplo, la yuxtaposición en Mc 10, 45; 1 Tim 2, 6; Rom 5, 12ss; Mt 7, 13s; 9, 37; 19, 30; 22, 14; 1 Cor 9, 19ss; 10, 33. (Cf. también Ias reflexiones críticas sobre el uso inclusivo, expresadas por Costelloe, Marin.) 3. d) jtoXúg aparece también en relatos his­ tóricos. Puede usarse en un sentido narrativo más bien neutro (por ejemplo, en Mt 26, 47; Hech 21, 40) o presentarse como prueba (Mt 2, 18; Lc 4, 25.27; Rom 4, 17; 1 Cor 11, 30). Pero puede también narrarse directamente, planteando con ello problemas especiales. Aqui vienen al caso primeramente los Evangelios y el libro de Hechos. En ellos encontra­ mos JtoXúç en la actividad de Juan el Bautista (cf. Mt 3, 7ss par.), pero de manera más marcada aún en Ia actividad de Jesus (cf. 4, 25; 8,1.16; 9, 10; 12,15; 19, 2 y passitn) has­ ta llegar a la resurrección de Jesus (27, 52s) y en la actividad de los apóstoles (Hech 4, 4; 5, 12; 6, 7; 11, 21; 17, 4 y passim). En tales enunciados encontramos principalmente una

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labor de redacción-composición y una labor literaria (sumários, frases de introducción y frases que marcan una transición). Mientras que, en lo que respecta a los discípu­ los y apóstoles, jtoXúç no destaca particularmen­ te (pero cf., no obstante, Lc 6, 17; especialmente el Evangelio de Juan: 2, 23; 6, 60.66), la cosa va­ ria cuando en el libro de Hechos se habla de los creyentes. Aqui podría haber influído el peso de Ias circunstancias históricas o de la situación pos­ terior de la Iglesia. Sobre todo en pasajes donde se usan juntamente reoXúç y õxXoç (cf. incluso Jtãç en Mc 1, 32), surge la cuestión acerca de qué relación guarda esto con el denominado secreto mesiánico (cf. Mc 3, 12) y con factores retardantes. Algunas cosas se aclaran aqui por medio de los acontecimientos finales que tienen lugar en Jerusalén: jioXúç es, en parte, una categoria provisional (cf. también, por ejemplo, Mc 6, 5). Sin embargo, esto sigue ocurriendo también, en parte, después de Pascua, porque también entonces aparecen en primer plano el fracaso y el sufrimiento, la recaída y la apostasia. Aqui podrá pensarse en estmcturas escatológicas, que en Ias circunstan­ cias terrenas no permiten que la salvación se manifieste sino de forma fragmentada y velada. La dialéctica que surge con todo ello, se manifiesta de manera más intensa aún en Pablo, cuando él, en el relato histórico, emplea de manera precisa­ mente dialéctica categorias como «mucho-poco» (cf., por ejemplo, 1 Cor 1, 26). Esta dialéctica se atenua en Ias Cartas post-paulinas. En el NT es notable el uso de itoXúç en rela­ ción con el fenômeno de lo «falso» en la perspec­ tiva dei futuro (Mc 13, 6 par.; Mt 24, lOss; 2 Pe 2, 2) o en pasajes que reflejan la tradición actual de ideas apocalípticas (1 Jn 2, 18; 2 Jn 7; visión apocalíptica: Ap 5, 11; 8, 11). Si se contemplan tales aspectos cuantitativos en el relato histórico, entonces es índudable que habrá que tener en cuenta no sólo influencias teológico-escatológicas. Sino que combinaciones tales como ô)(Xo5, usado absolutamente o con JioXúç, itãç, xoooüToç, nXeTOTOg, íxavóç, oi puQiáÔEç (cf. los tér­ minos hebreos r^bãbâ, ribbô y los términos arameos ribahta, ribbôtã’) o bien õ^Xot, usado ab­ solutamente o con jtáv x E ç, así como otras formas análogas de expresión senalan hacia una descripción hiperbólica y plerofórica. Tal uso refleja también no menos influencias psicológico-sociológicas (descripción popular), doxológicas o tam­ bién otras influencias específicas, asociadas con los motivos (por ejemplo, la idea de la bendición, la idea de la misión con horizonte veterotesta-

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JtoXúç- JiovriQÍa

mentario y judio en la perspectiva de la historia de Ias tradiciones).

3. e) En el plano literário (de la historia de Ias formas) resalta jtoX.)toí en Lc 1, 1. En el contexto dei proenúo de Lucas (sobre noW oí como recurso estilístico, cf. Bauer), los muchos -entre los informes de los testigos ocu­ lares (primera generación) y el mismo Lucas (-Hechos) (segunda o tercera generación)aparecen como pertenecientes a la segunda generación y al segundo período de la trasmisión (cf. Kümmel, Einleitung, 97-100). Pode­ mos referimos aqui a Marcos y a la fuente Q. Pero posiblemente se haga referencia a otros ensayos más (que nos resultan ya desconocidos). De este modo se ve con claridad que no sólo el objeto de la exposición se halla calificado por JtoXúç {->■ 3.d; cf. además expresamente Jn 20, 20; 21, 25; en contraste Heb 1, Is, que está en un plano diferente), sino que además lo están Ias exposiciones mismas. Es­ to conduce ulteriormente al problema hermenéutico-teológico acerca de la pluralidad de formas en que se encuentra el testimonio dei NT y acerca dei canon (dentro dei canon). G. Nebe JloXítff3tX,aYXVOÇ, 2 polusplagchnos rico en misericórdia* En Sant 5, 11 dícese de Dios, juntamente con olxTÍQtKOV. ThWNT VII, 548-559; DTNT m , 103-106. JloXvTE^HÇ, 2 polytelès muy caro, de gran valor* Dícese dei perfume en Mc 14, 3, de los ves­ tidos en 1 Tim 2, 9. En sentido figurado se dice dei verdadero adorno que «es jtoXuTeXéç ante Dios», 1 Pe 3, 4. Spicq, Notes II, 721s. T lo X v tl^ o ç , 2 polytim os de gran valor, muy preciado* En Mt 13, 46 dícese de una perla, en Jn 12, 3 dei perfume (a diferencia de Mc 14, 3, ^ jígàuteXtiç). El comparativo se usa en 1 Pe 1,

7: «la autenticidad de la fe más preciosa que el oro (jroX,utipÓT£Qov xquoíou)».

JtoXvTQÓJKOÇ polytropõs (adv.) de muchas maneras, diversamente* En Heb 1, 1 junto a -> jtoXupeQcõç. E. GrâBer, en EKK V/3 (1971), 73-77. J ló ^ a , a t o ç , TÓ p o m a bebida* Dícese de Ias bebidas corrientes en Heb 9, 10. En sentido figurado en 1 Cor 12, 13 v.l., seguramente por influencia dei uso dei térmi­ no en la Cena dei Senor: sv Jtópa (en vez de: jrveõpa) ânoT Ío^pev. 1 Cor 10,4: tò jtveupaxiJtòv jtópa, «la bebida espiritual», de la que bebieron los israelitas en su peregrinación por el desierto. ThWNT VI, 145-148. m ovtJQ Ía, a ç , villam'a*

ponêria maldad, malicia,

B ibl.: Bauer, W ôrterbuch, en ThWNT VI, 563-566.

s.v.;

G. Harder, itovT|QÍa,

1. En el NT jiovr|QÍa aparece 7 veces, de ellas 3 veces en los Sinópticos, 2 en Pablo y también en Hech 3, 26 y en Ef 6, 12. Los mismos escritos en los que se halla atestiguada novTjQÍa, emplean también el adjetivo ->• noVTjQÓÇ. 2. jTOvqQÍa se halla exclusivamente en contextos ético-morales y es un término ca­ racterístico dei gênero de los catálogos de vicios (Rom 1, 29: alejamiento de Dios; Mc 7, 22 y Lc 11, 39; la maldad que hay en el corazón dei hombre; cf. 1 Cor 5, 8: JiovtjQÍa co­ mo lo opuesto a la sinceridad). Caracteriza, asimismo, una actitud moral profundamente reprobable, por ejemplo, la actitud de los diri­ gentes judios ante Jesús (Mt 22, 18; la oculta intención malvada). En Hech 3, 26, lo mismo que en Mc 7, 22, se halla el plural, que indica diversas clases de iniquidad. El hecho de que esa actitud reprobable caracterice también a los «espírims malignos dei âmbito celestial» (Ef 6, 12), acentúa su peligrosidad. Aqui «se

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JtO V tlQ ia -

piensa seguramente en el mundo de los espíritus hostiles a Dios que se encuentran en el ní­ vel intermédio dei cielo» (Harder, 566), y an­ te los que el hombre debe estar muy atento (cf. 6, 13). A. Kretzer JtovijQÓç, 3 poneros penoso, desgraciado; maio, inútil; maligno, malvado, vicioso 1. Aparición en el NT - 2. Raíces Imgüisticas y observaciones basadas en el contexto y en la historia de Ias formas (sobre la semântica y la sintáctica) - 3. Re­ ferencias en el griego profano y en el AT - 4. Empleo y significado en el NT. B ibl.: G. Baumbach, D a s Verstãndnis d es B õsen in den synopt. E vangelien, Berlin 1963; Id,, D ie Funktion d e s B õ se n in ntl. S ch riften : EvTh 52 (1992) 23-42; Bauer, W õrterbuch, s.v. \ E. Brandenburger, D a s Bõse. E in e bibl.-theoL Studie (ThStZür 132), Zürich 1986;

G. Harder, jtovtjQÓç, n:ovT)QÍa, en ThWNT VI, 546566; M. Limbeck, S atán y e l m a l en e l NT, en H. Haag (ed.), E l D iablo. Su existên cia com o problem a, Barce­ lona 1978, 197-322; H. Schlier, M üchte u n d G ew alten im NT, Freiburg i. Br. 1958; W. H. Schmidt, G ott und B õses. H in w eise a u f das A T . EvTh 52 (1992) 7-22; R. Schnackenburg, D a s G e h eim n is d e s B õsen, en Id., M afistab d es G laubens, Freiburg i. Br. 1978, 205-230; H. I. Stoebc, r“, ser maio, en DTMAT II, 999-1010; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1246.

1. En el NT jtovT]QÓç se halla atestiguado 78 veces: es un término preferido en Mateo (26 testimonios), relativamente frecuente en Lucas (13 testimonios en el Evangelio; 8 en Hechos) y en la Carta primera de Juan (donde aparece 6 veces); se encuentra esporádica­ mente en Ias Cartas Deuteropaulinas (por ejemplo, 3 veces en Efesios) y muy escasamente en Pablo (4 veces). Una primera visión dei uso y dei significado dei término nos la ofrecerán algunas observaciones sobre as­ pectos Ungüísticos y de historia de Ias formas (^ 2 ). 2. KOVqQÓç se deriva dei sustantivo jróvoç (esfuerzo, dificultad, aflicción, enfermedad) y de los verbos novéco (trabajar, esforzarse; causar dolor, sentir dolor) o jrévopat (esfor­ zarse, afanarse). Aunque aqui aparece más bien el uso no sólo en sentido transitivo-acti-

JtOVT\QOÇ

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vo (causar el mal) sino también en sentido intransitivo-pasivo (caracterizado por el mal), hay consideraciones contextuales y de histo­ ria de Ias formas que revelan para 3tovT)QÓç otros puntos de vista importantes, sobre todo si tenemos en cuenta el âmbito de la ética personal (y no tanto el âmbito neutro y objetivo). Aqui los contextos marcados por la polêmica y la parenética (Mc 7, 22s; Mt 12, 34s.39; 16, 4; 1 Tes 5,22; Rom 12, 9) son tan reveladores como Ias descripciones escatológicas y apo­ calípticas dei juicio (Mt 13, 41.49; 22,10; 25, 26), sin olvidar Ias imágenes y Ias comparaciones con contenido ético (Mt 6, 22s; 20, 15: el ojo; 13, 38: los hijos dei reino / dei malig­ no) que no excluye la existência de raíces fí­ sicas (7, 17; el árbol). Estas someras indicaciones harán que aparezca ya con claridad el colorido ético-moral de u:o v t ] q ó ç , y manifestarán la depravación característica que permi­ te deducir la culpa y responsabüidad que hay en el hombre, planteando así el problema acerca dei origen dei mal (^procede de Dios o dei hombre?). 3. Aqui podrán hacemos avanzar más algunas referencias al mundo exterior a la Biblia, al uso dei griego profano y a Ias ideas dei AT. Jtovqçóç, atestiguado desde Hesíodo en la literatura griega, aparece en sentido muy general en relación con discursos (Esquilo), consejos (Aristófanes), educación y carácter (Esquines), y permite conocer claramente que el hombre es el origen y punto de partida de tal conducta reprobable. Frente al hombre se encuentra ya en la época helenística el jtovqgòç ôatpoiv o el Jtovqgòv jrvEüp.a, que es un poder que ejerce sobre el hombre una influen­ cia perniciosa y que le seduce al mal (aparece principalmente en inscripciones y papiros dei siglo II a.C.), quizás ya por influjo de la LXX. La mayoría de los testimonios de Jtovqgóç que hay en la LXX (unos 266) traducen la raiz hebrea r “ (maio, inferior, perjudicial, inútil). Se dice clara­ mente que los pensamientos (Gén 8, 21), el corazón (Gén 6, 5; Bar 1, 22), el ojo (Eclo 14, 10) dei hombre pueden ser Jtovqpóç. Lo mismo se dice de un espíritu (Jue 9, 23; 1 Re 16, 14-16) y de un ángel (Sal 77, 49 LXX) que traiga perdición (jy que puede ser enviado incluso por Dios!), lo cual no excluye la responsabilidad dei hombre: el hombre, por hbre decisión, aunque limitada algu­ nas veces, actúa «malvadamente» ante Dios (Gén

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J t O V T lQ O Ç

2, 17; 3, 22) y ante los hombres (1 Re 18, 10; 19, 9). Hay una observación importante a este respecto: en el AT, ó itovnQÓç «no se usa para referirse a Satanás» (Harder, 550), sino que el mal «debe entenderse siempre como lo que es contra­ rio a Dios» (Harder. 551), y el término, en lo que se refiere al hombre, «se emplea en la mayoría de los casos en sentido moral» (ibid.). Basándonos en estas observaciones, trataremos de averiguar abora el sentido que se da a itovqpóç en el NT (^ 4 ).

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como rechazo total de Jesús, como lo expresan también sus «obras» (Jn 3, 19; 7, 7). Las variadas manifestaciones y efectos dei mal dei mal aparecen luego en diversos represen­ tantes y personas: Herodes (Lc 3, 19), agita­ dores antipaulinos (Hech 17, 5), el incestuoso de Corinto (1 Cor 5, 13), los peligrosos falsos maestros (2 Jn 11; 3 Jn 10). En contraste con ello, se sospecha de Pablo sin fundamento: Hech 18, 14; 25, 18; 28, 21 (seguramente por supuestas trasgresiones de la ley). 4. Como, a pesar de cierta preferencia cuanA los enunciados polêmicos se anaden los titativa de jiovtiqÓç (especialmente en Mateo, enunciados parenéticos con la encarecida exy en parte también en Lucas/Hechos), se enhortación a evitar el mal (1 Tes 5, 22; cf. Rom cuentran sólo condicionada y esporádicamen­ 10, 9), a permanecer firmes en vista de la site acentos (importantes teologicamente) de tuación presente (Ef 5, 16; cf. 6, lls : diablo, carácter marcadamente redaccional, e incluso principados y potestades) y de la situación fuIas observaciones diacrónicas en matéria de mra (6, 13, aludiendo seguramente a la tribuhistoria de Ias tradiciones aportan pocas nolación escatológica; cf. también Ap 16, 2): un vedades para la comprensión, habrá que pre­ âmbito que con frecuencia se describe con vaferir aqui la dilucidación (sincrónica) preferiaciones de-JtovtiQÓç como el lugar de casti­ rentemente temática. En primer lugar habrá go para el irresponsable (Mt 25, 26) y para el que examinar el plano neutro y objetivo, luesiervo despiadado (18, 32), para los hijos dei go el âmbito ético humano y finalmente la mal y para los malvados (13, 38.49; segura­ orientación personal y sustantiva de jtovt]mente en cuanto trasgresores de la ley: 13, çóç. En algunos casos no podrán trazarse cla­ 41), así como para los invitados indignos (22, ras líneas divisórias, sino que podrán perma­ 10-14). Claro que la decisión sobre ello se necer imprecisas y fluidas Ias transiciones en­ adopta ya en esta vida, en el corazón dei hom­ tre el uso físico y el uso ético, entre el uso bre (Mc 7, 22s par. Mt 15, 19; cf. Heb 3, 12), sustantivado y el uso adjetivado de JtovqQÓç. en sus maios pensamientos (Mt 9, 4; cf. Sant a) En un significado más bien neutro y ob­ 2, 4: reflexiones reprobables; 1 Tim 6, 4: sospechas malignas); porque de lo que abunda en jetivo se halla tcovtiqóç en relación con los el corazón (bueno / maio), de eso habla la bo­ frutos de un árbol (Mt 7, 17: inútil, podrido), ca (Mt 12, 34s par. Lc 6, 45). Y de este modo con el nombre dei hombre (Lc 6, 22; cf. Mt 5, se entiende también la afirmación lapidaria y 11; calumnioso, difamador), con Ias palabras pesimista de la fuente de logia: «Vosotros, (Mt 5, 37: enganoso) y con el ojo (Mt 6, 23; que sois maios...» (Mt 7, 11 par. Lc 11, 13). A 20, 15: maligno; cf. Lc 11, 34). esta cadena de enunciados, que habla clara­ mente de la decisión y de la responsabilidad b) Esto último, como imagen, penetra ya dei hombre, se contrapone la otra serie de paen sentido figurado en el âmbito ético huma­ sajes que hablan de un posible origen dei mal no, en el que jiovqQÓç descubre un sentique quede fuera dei hombre. miento existencial necesario y natural, pero también la culpa dei hombre, como sucede en c) En lo que respecta a una entidad «perso­ la intensificación polêmica que hace referen­ nal», podríamos mencionar primeramente la cia a la generación malvada (Mt 12, 39; 16, 4), a los escribas (9, 4) y fariseos (12, 34). Su idea contemporânea de la fuente de logia acerca de los maios espíritus que seducen a maldad puede definirse concretamente como los hombres para que recaigan (Mt 12, 45 par. endurecimiento ante Jesús y ante su actividad.

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JiovHQÓç - nónXioç

Lc 11, 26, quizás como advertência dirigida a Israel; cf. Mt 12, 39). Jesus declaro la guerra a esos espíritus (demonios) y los venció ya fundamentalmente, como lo atestigua sobre todo la tradición lucana; Lc 7, 21; 8, 2; además Hech 19, 12s.l5s (aqui por obra de Pablo). Esta personalidad (reforzada sustantivamente) aparece con mayor claridad todavia en Mateo en la interpretación alegórica de la pa­ rábola dei sembrador: A Satanás (Mc 4, 15) se le llama aqui ó Ttovqpóç, porque impide que la palabra de Dios surta sus efectos en el hombre (Mt 13, 19) y por medio de su funes­ ta actividad (interpretación de la palabra de la mala hierba) agrupa en tomo suyo a los que se llaman sus «hijos» (13, 38). A tal influen­ cia irresistible y enigmática (13, 25; actúa cuando los hombres duermen; cf. también 1 Jn 3, 12; 5, 18s, donde se pone en relación el origen dei mal y la condueta correspondiente, observada -por ejemplo- por Cain: una refe­ rencia al mysterium iniquitatis) el creyente debe oponer la petición dirigida al Padre: «jLíbranos dei mal\» (Mt 6 , 13b; cf. Jn 17, 15 en un contexto parecido; 2 Tes 3,2, con la mi­ rada puesta claramente en el hombre). Desde el punto de vista lingüistico, es posible tanto el significado masculino (el maligno, en sen­ tido personal) como el significado neutro (el mal; la cosa es distinta en 1 Jn 2, 13s, donde hay que preferir el sentido masculino: el ma­ ligno). La decisión en favor de lo uno o de lo otro no modifica esencialmente la intención de lo expresado por Mateo, porque aqui de lo que se trata es de la realidad y actividad actual apremiante y de la realidad y actividad escatológica inminente dei mal, al que el hombre no está entregado sin defensas, pero al que tampoco puede resistir sin lucha, una lucha en la que él puede y debe acreditarse, gradas a la fidelidad al Senor, que preserva dei mal (2 Tes 3, 3; cf. 2 Tim 4, 18), que ha li­ berado ya al hombre por medio de su entrega en favor de él (Gál 1, 4), por medio dei bano dei bautismo, que purifica de la mala conciencia (la cual separa y mantiene alejado de Dios; Heb 10, 22). A pesar de esta inmensa

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realidad dei mal, no existe razón para el pesimismo y la resignación; porque Dios hace que su sol amanezea sobre maios y buenos (Mt 5, 45 par. Lc 6, 35), sigue invitando a ambos grapos a la sala de bodas (= la Iglesia, Mt 22, 10) y reserva para sí mismo la decisión supre­ ma acerca dei bien y dei mal (13, 30). A. Kretzer n:ÓVOÇ, OV, Ó trabajo, esfuerzo; fatiga*

Col 4, 13: Jtóvov exm ÚJtég xivoç. En el sentido de fatiga / dolor, jtóvoç se halla en Ap 16, 10.11; 21, 4. DTNTI, 225s. ü o v T i x ó ç , 3 Pontikos natural dei Ponto*

En Hech 18, 2 dícese de Aquila, IIovTixòv xm yÉvei, «que era oriundo dei Ponto». “AxúXaç (2). n ó v T i o ç , o v Pontios Poncio

ni7.âxoç. J tó v T o ç , OD, ó pontos mar

Ap 1 8 , 1 7 V .I.: ó èitl xòv nóvxov (en vez de: xójtov) JtXémv. n ó V T O g , OD Pontos Ponto*

nóvxoç, originalmente el nombre dei Mar Negro (IIóvxoç Ei5|8ivoç) fue luego (en for­ ma abreviada) el nombre dei Império fundado por los Aqueménidas, que se extendía desde el Ponto Euxino hasta el Cáucaso. En él había numerosas colonias griegas (cf. LAW 2411), Se halla mencionado en Hech 2, 9 juntamente con ’Âoía. La Carta primera de Pedro (1, 1) va dirigida a los cristianos dei Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia; cf. L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), 27-29: IIóvxoç se refiere a la correspondiente provincia romana. Pauly, Lexikon IV, 1050s. n ó m ^ io g , OD Poplios Public* Hech 28, 7.8 menciona a un varón llamado Public (nombre propio romano) como jtgm-

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nójrXioç - iroQEWOixai

Toç (primer magistrado) de la isla de Malta. El título de aiQôjxoç, en lo que se refiere a Malta, se halla atestiguado también en otras partes (IG XIV, 601; CIL X, 7495; Bauer, Wõrterbuch, s.v. nóreXtoç). JIOQEÍa, a ç , 1^ poreia viaje, camino* Con indicación de la meta dei viaje en Lc 13, 22 (a Jerusalén). En Sant 1, 11 dícese de los viajes de negocios emprendidos por el ri­ co. 7IOQevo^.ai poreuomai ir, viajar; caminar ôiajtOQ£ÚO|j,ai diaporeuomai pasar o caminar por, cruzar* 1. Aparición - 2. Gramática - 3. Significado. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, 372 y 1373s; G. Ebel, en DTNT I, 208-210; F. Hauck-S. Schulz, tloçEiiopai wtX., en ThWNT VI, 566-579; para la bibliografia so­ bre Lc 9, 51-19, 27, cf. G. Schneider, D as E vangelium nach L u kas (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 226.

1. En el texto dei GNT (NTG^®) jtopeúopai aparece 154 veces. Se encuentra 8 veces en el Corpus Paulinum y 9 en Ias Cartas Católicas, 29 veces en Mateo y 16 en el Evangelio de Juan. Falta en Marcos -sin embargo, cf. Mc 16, 10.12.15- y en el Apocalipsis. Pero es un término preferido por Lucas (51 testimonios) y por el übro de Hechos (38), porque el Evan­ gelio de Lucas no sólo tiene JtoQEÚopai unas 30 veces en su material peculiar, sino que además presenta 8 veces este verbo (4, 42; 5, 24; 8, 14.48; 9, 12; 22, 8.22.39) en vez de otros verbos que se usan en Marcos, y lo ofrece en cuatro pasajes (4, 42; 19, 36; 21, 8; 22, 33) en forma que difiere dei texto de Marcos. En consonância con esto, ôiajiOQEÚopai (con excepción de Rom 15, 24) se encuentra únicamente en Lc 6, 1; 13, 22; 18, 36; Hech 16, 4). 2. El presente y el futuro de este verbo apa­ receu únicamente en formas de voz media, y el aoristo aparece tan sólo en formas de voz pasiva. El participio, en combinación pleonástica con otro verbo, representa a menudo

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un hebraísmo, aunque sólo en Mateo y en Lu­ cas, y en la mayoría de los casos en el mate­ rial peculiar o a diferencia de Marcos (con excepción de Mt 11, 4 par.; cf. 12, 45 par.; es incierto en 18, 12), por ejemplo, Mt 9, 13; «Id, pues, y aprended...». La frase de infiniti­ vo èv (ôÈ) jtoQEÚEO§ai, «en el camino / de camino» aparece en Lc 10, 38; 17, 11; Hech 9, 3. De jtoQEÚopai depende de ordinário una expresión preposicional. Esta expresa casi siempre la meta dei camino, y está construída especial­ mente con elç (Lc 1, 39; Hech 18, 6), también con (Etoç) ÊJtí (Hech 17, 14: «hasta el mar»; so­ bre (bç v.l. cf. BlaB-Debrunner § 453, nota 7) y con jiQÓç (Jn 14, 12.28; 16, 28). La finalidad de la marcha la indica el simple infinitivo (única­ mente en Lc 2, 3; 14, 19.31; Jn 14, 2) o una oración de iva (11, 11). El camino se indica con xaxá (Hech 8, 36; 2 Pe 3, 3; Jds 16.18) o con èv (Lc 9, 57; 1, 6; 1 Pe 4, 3; 2 Pe 2, 10; «ir en paz», Hech 16-, 36 [Lc 7,50; 8,48 tienen eiç en lugar de èv]), con simple acusativo tan sólo en sentido propio (Hech 8, 39), con dativo en sentido figura­ do (14, 16; Jds 11). jtopeúoiiai en sentido abso­ luto aparece, por ejemplo, en Mt 2, 9: se pusieron en camino-, 8, 9 par.; Lc 13, 33; 22, 22. ôiaatoçEÚopai puede construirse con ôiá o con xaxá (Lc 6, 1 ó 13, 22), pero también, con­ vertido en verbo transitivo por el prefijo ôiá, puede llevar simple acusativo (Hech 16, 4). Usa­ do en sentido absoluto, significa en Lc 18, 36 pa­ sar (por allt), y en Rom 15, 24, ir de poso (ôiarropEnópevoç).

3. a) El verbo n;oQ8'úopaL, usado en senti­ do propio, puede referirse a la acción de ca­ minar, entendida en sentido real o en sentido metafórico. 1) jtOQEÚopai expresa normalmente movimiento, por ejemplo, en Hech 22, 5; Sant 4, 13. jtogEÚopai significa irse, por ejemplo, en Mt 11, 7; «cuando éstos se hubieron ido (= marchado)»; 25, 41: «-{Upartaos de mí!»; Lc 4, 30; él sefu e (= se marcho)-, Hech 24, 25; «ahora puedes irte». La idea de ir detrás (JtoQEÚopai ÔJtíaw) aparece en Lc 21, 8 (cf. 3 Re 11, 10). El presente de imperativo, que se usa también para expresar acciones que ocurren una sola vez (BlaB-Debrunner § 336, 3), puede referirse a una misión con un encargo

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Jtogevo|j,ai - jioQveia

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determinado, dado por Dios (Mt 2, 20; 22, 9), 573), expresa la intensificación (como en 1 por Jesús (10, 6; 21, 2; Jn 20,17; Hech 9, 15; Re 2, 26; 2 Re 3, 1 [bis]; cf. Jue 4, 24; 2 Re 5, 10); «son oprimidos progresivamente, es de22, 10.21), el Espíritu (10, 20) o un ángel (5, 20; 8, 26); cf. 9, 11; 28, 26 con aoristo de im­ cir, cada vez más (y ahogados de esta mane­ perativo. A la orden dada con autoridad co­ ra)». Análogamente, en Hech 9, 31 no se rresponde acto seguido un ttopenopai en in­ piensa en la conducta sino en el crecimiento de la Iglesia, que se produce de manera prodicativo únicamente en 8, 27; en los demás gresiva. casos, especialmente el (ôta-)jtoQe'úop.ai de los «viajes misioneros» de Pablo (16, 4.7; 17, W. Radl 14; 18, 6; 19, 21; 20, 1; 21, 5; Rom 15, 24 [bis]; 1 Cor 16, 4.6; 1 Tim 1, 3). Al igual que Pablo (Hech 9, 16), Jesús mismo -sobre todo portheõ destruir, aniquilar* en la exposición lucana- es impulsado por un Gál 1, 13: «Yo trataba de destruir (èjiÓQôeí divino (Lc 13, 33), que le hace emprender ■donv, imperfecto) a la Iglesia de Dios». Pa­ el camino y predicar (7, 11; 9, 52.56.57; 10, blo intentaba erradicar la fe cristiana, 1, 23 38; 13, 22) y que le conduce a la Pasión. La (imperfecto). Hech 9, 21: «^No es éste el que última meta es siempre Jerusalén, para Jesús, en Jerusalén destruía (JtOQ'&f|aaç) a los que a partir de 9, 51 (cf. 9, 53; 17, 11; con àvainvocaban este nombre?». Spicq, Notes II, Paivü) en 19, 28; en lo que respecta a Pablo; 123s. Hech 19, 21; 20,22; de manera distinta en 25, 20; cf. Rom 15, 25). Pero el camino de Jesús JtO Q ia^óç, o u , ó porismos medio de ob-para el camino de Pablo cf. Hech 25,12.20tener ganancias* conduce más allá todavia: «Según se ha deter­ En 1 Tim 6, 5.6 se habla de Ias personas que minado», él se dirige, sí, hacia alU (Lc 22, piensan que «la piedad (enaépEia) es un me­ 22); pero, como el Resucitado, él se encuentra dio para ohtener ganancias» (v. 5). Bien en­ en camino con los discípulos de Emaús (24, tendida, la enaépeia, cuando se asocia con la 13.28 [bis]), para dirigirse finalmente dei anxáQxeia (la sobriedad), es «una gran gaMonte de los Olivos al cielo (Hech 1, 10.11). nancia» (v. 6). 2) Juan designa con itogEnopai la muerte de Jesús, describiéndola metafóricamentc co­ mo un «ir al Padre» (Jn 14, 12.28; 16, 28) y I1Ó0XIOÇ, 01) Porkios Porcio como un irse (14, 2.3; 16, 7); cf. 1 Pe 3, -> 3>fjoxoç. 19.22; Hech 1, 35; ir en sentido inverso en Lc 16, 30. JtopvE Ía, a ç , inmoralidad sexual b) En sentido figurado, JCOQEnopai signi­ JtOQVEÚO) porneuõ practicar la inmoralidad fica; sexual 1) La vida, como camino por el que se va 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos yendo en la vida hasta la muerte (así en Lc 22, 3. En el debate sobre el divorcio - 4. En Pablo - a) 22.23), o como conducta de una persona en la Con referencia al matrimônio - b) Consideraciones bá­ sicas - 5. En los catálogos de vicios. vida, entendida en sentido positivo en 1, 6, y en sentido negativo en Hech 14, 16 y en Ias B ibl.: H. Baltensweiler, D ie E hebruchsklauseln hei Cartas Católicas (con excepción de Jds 11), M t: ThZ 15 (1959) 340-356; G. Fitzer, « D as W eib acompanada siempre por el término èitfftnschw eige in d e r G em einde». Ü ber den un-pln C harakter d e r m ulier-taceat-V erse in 1 K o r 14 (TEH 110), p ía (1 Pe 4, 3; 2 Pe 2, 10; Jds 16.18). München 1963, 30-35; J. A. Fitzmyer, The M atth ea n 2) El participio de presente de Lc 8, 14, D ivo rce Texts a n d so m e N ew P a le stin ia n E vidence: construído probablemente según el modelo ThSt 37 (1976) 197-226; F. Hanck-S. Sctiulz, JtÓQVT) dei hebreo holek (cf. Hauck-Schulz, 570 y k x K., en TTiWNT VI, 579-595; J. Jensen, D oes pomeia

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JtOQVEia

m ean F o m ica tio n ? A C ritique o f B. M alina: NovT 20 (1978) 161-184; B. Malina, D o e s pomeia m ean F o m i­ cation?: NovT 14 (1972) 10-17; A Ott, D ie E hescheid u n g im M a tth ã u sev a n g eliu m , Würzburg 1939; A. Sand, D ie U nzuchtsklausel in M t 5, 31.32 u n d 19, 3-9: MThZ 20 (1968) 118-129; J. Sickenberger, Z w ei neue à u fieru n g en z u r E h e b ru ch skla u se l b e i M t: ZNW 42 (1949) 202-209; K. Staab, D ie U nau flõ slich keit d e r E h e u n d d ie sog. « E h eb ru chsklauseln» bei M t 5, 32 u n d 19, 9, en F S fU r E. E ichm ann, Paderbom 1940, 435-452; F. Vogt, D a s E h e g e se tz Jesu. E in e exegetis c h -k a n o n istis c h e U n tersuchung, Freiburg i. Br. 1936, 5-153; A. Võgtle, D ie Tugend- un d L asterkataloge im N T, Münster i. W. 1936, í.v. en el índice analí­ tico; K. Weidinger, D ie H austafeln, Leipzig 1928, 2327; S. Wibbing, D ie Tugend- u n d L asterka ta lo g e im N T un d ihre T raditionsgeschichte u nter besondere B erücksichtigung d e r Q um rantexte, Berlin 1959, 77-117;

para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1246s.

1. En el NT jtOQveía aparece 26 veces, ocho de ellas en conexión con otros vicios, tres veces en Hechos en la mención de los «preceptos cultuales», cinco veces en Pablo (1 Cor 5-7), siete veces en el Apocalipsis; el verbo JtoQVEÓoi aparece cinco veces en el Apocalipsis y tres veces en Pablo. 2. noQVEÍa significa «inmoralidad sexual, ... prostitución, y se aplica a toda clase de re­ laciones sexuales ilícitas» (Bauer, Wõrterbuch, Í.V.). En la medida en que se usa para referirse a la infidelidad sexual de la esposa, el término es sinônimo de adultério, aunque los términos más apropiados para designar el adultério son p,oixeóoj, [loixeía xtK. En los catálogos de vicios es frecuente que jtoQVEÍa y [XoixEÍa se encuentren yuxtapuestas. Como Pablo, en Rom 1, 26s, alude claramen­ te a la homosexualidad como pecado, JtoQveía puede significar también la inmoralidad sexual en este aspecto, lo mismo que el verbo èxjtoQvena) en Jds 7, que se aplica a la grave inmoralidad de los habitantes de Sodoma y Gomorra, cf. Gén 19. 3. En la discusión sobre el divorcio, en Mc 10, 1-12 par. Mt 19, Iss / Lc 16, 18, y frente a la rigurosa y absoluta prohibición dei divor­ cio en Mc 10, l l s y Lc 16, 18, Mateo inserta en 19, 9 la excepción p,f] ènl JtOQVEÍg; cf. Mt 5, 32. Cuando Mateo (19, 3), a la pregunta de

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los fariseos acerca de la licitud dei divorcio, anade x a x à ttã a a v aixíav («por cualquier causa»), entonces «utiliza su erudición de escriba y vuelve a hacer una excelente corrección de forma» (Bultmann, Geschichte, 26); alude así a la disputa mantenida entre Ias escuelas de Hillel y de Shammay acerca de Ias razones para el repudio o el abandono de la esposa. Lo de «a no ser por causa de adul­ tério» limita entonces lo de «por cualquier causa». Se ha discutido mucho sobre la cláusula de adultério en relación con el divorcio (-> yapéto 3.a; (roíxenco 4.c; JtaQEXTÓç 2 [bibl.]). Habrá que admitir que también en aquella época el matrimônio se consideraba deshecho cuando por parte de la mujer se cometia adul­ tério. Porque sólo así se comprenden Ias palabras de que aquel que se divorcia de su mujer -prescindiendo dei caso de adultério- y se ca­ sa con otra, comete adultério, a saber, en rela­ ción con el matrimônio anterior. En Mateo se ve por el contexto que JioQVEÍa no se entiende en el sentido general de inmoralidad se­ xual, sino que se trata de Ias relaciones sexua­ les de la esposa con un hombre extrano, es decir, se trata dei adultério. Probablemente, para Mateo, el término tenía el matiz adicional de lo que es «vergonzoso», como sucede en Dt 24, 1 con el término ‘erwâ. Según Ias leyes dei AT, el adultério se castígaba con la pena de mueite por lapidaciôn; así se entendia, en todo caso, con respecto a la mujer prometida en matrimônio, según Dt 22, 23s. Co­ mo en Lev 20, 10 y en Dt 22, 22 no se dice nada acerca de la clase de ejecución de la pena capital, la tradición rabínica había determinado que se aplicara la muerte por estrangulación. La acción de descubrir la cabeza de la mujer, preceptuada por Núm 5, 18 en caso de que se tuvieran sospechas de su infidelidad, se extendió luego al pecho (Billerbeck II, 519s; III, 433). Según estas regias, en el caso de la mujer sorprendida en adultério, según Jn 8, 5, debió de tratarse de una mujer pro­ metida en matrimônio. Aunque en tiempos de Je­ sus no se aplicaban ya Ias rigurosas prescripciones de dar muerte a ambos adúlteros, sin embargo Ias consecuencias eran más severas. Tanto al es­ poso como al adúltero les estaba prohibido seguir teniendo relaciones sexuales con la adúltera. La

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itoQveia

prohibición radical que Jesús hace dei divorcio no tiene en cuenta estas diferenciaciones, sino que, recurriendo a «lo que fue desde el princi­ pio», declara que la unión sexual-conyugal entre un hombre y una mujer es indisoluble, ya que «el lazo marital que une a un hombre con su mujer es Ia experiencia de un acto de Dios que se extiende hasta la vida física>^ (E. Lohmeyer, Das Evangelium nach Matthaus^ [KEK], 128). - Así como el «Pero yo os digo» dei Sermón de la Montana se formula frente a los mandamientos dei AT, así también la prohibición radical dei divorcio, que se halla en abierta contradicción con Dt 24, 1-3, debe entenderse desde la perspectiva dei carácter escatológico de la proclamación de Jesús. También según Mt 5, 32, Jesús considera un di­ vorcio como adultério. Sin embargo, la adición de -*• rtaQEXTÒç Xóyon noQveíaç («prescindiendo de Ia razón de adultério») suprime la rigurosidad de la prohibición dei divorcio. Por eso, Loh­ meyer (Das Evangelium nach Matthãus, 130) supone que «la tradición» anadió estas palabras, y E. Schweizer declara a propósito; «La adición mateana se entiende por la praxis de la comunidad» (Das Evangelium nach Matthãus [NTD] 75). «Pero incluso esta tradición no declara entonces que el repudio de la esposa por inmoralidad se­ xual sea posible o esté justificado, sino que pre­ tende dejar sencillamente al margen ese caso gra­ ve» (Lohmeyer, Das Evangelium nach Matthãus, 130). Schweizer pretende entender aqui por in­ moralidad sexual «una infidelidad permanente más bien que un caso aislado» (Das Evangelium nach Matthãus, 75).

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la autora está prevista la pena de muerte, Lev 20, 11; cf. 18, 29). Según el Derecho Romano estaba prohibido también el matrimônio con la madrastra. Pablo quiere que por parte de la comunidad se proceda con todo rigor contra «el que hace tales cosas»; él mismo le ha entregado a Satanás para su perdición, a fin de que su espíritu sea salvo en el dia dei Senor Jesús. Estas duras palabras se entienden como «la grave e irrevocable forma de expulsión por toda la comunidad» (Wei6, Der erste B riefan die Korinther, 130; cf. la maldición en Dt 27, 20). Si está en lo cierto lo que algunos exegetas suponen, a saber, que Pablo en 2 Cor 2, 5-11 y en 7, 12 se refiere al mismo ca­ so, entonces es evidente que Pablo cambia de actitud y pone de relieve los motivos cristianos dei arrepentimiento y dei perdón. Más difícil es para la exégesis y, al mismo tiempo, más importante la observación que Pablo hace en 1 Cor 7, 2 a propósito de la JtOQVEÍa. Los corintios habían afirmado en una carta que «es bueno para el hombre no ‘tocar’ mujer». Desde Lutero, muchos exege­ tas (J. WeiB, H. Lietzmann, H.-D. Wendland [Der erste Briefan die Korinther (NTD), sub loco]) creyeron que estas palabras eran la opinión personal de Pablo, y muchos sacaron la conclusión de que la conducta personal de Pa­ blo estaba determinada por consideraciones 4. a) En 1 Cor 5 Pablo habla de un terrible ascéticas. La New English Bible (Oxfordcaso de inmoralidad: un hombre ha tenido re­ Cambridge 1961) anade en nota «You say» (vosotros decís) antes de Ias palabras «It is laciones sexuales con la mujer de su padre, es decir, con su madrastra. Los exegetas hablan good» (es bueno), y convierte así la frase en de «una unión consensual con la mujer que una cita, en la opinión expresada por los co­ había abandonado o se había divorciado dei rintios. Con razón; porque también en 6, 12 padre que aún vivia» (H. Lietzmann, Der ersPablo cita la opinión de los corintios, y la ló­ gica dei contexto se halla en contra dei inten­ te Briefan die Korinther^ [KEK], 23) o de un concubinato ilícito, ya sea que el padre hubieto de considerar esta frase como la opinión de Pablo. se muerto o bien que su matrimônio se hubiera deshecho por el divorcio (J. Wei6, Der ersParece ilógico y no acorde con el claro pensamiento de Pablo el afirmar en una frase: Es te Briefan die Korinther^ [KEK], 125). Pablo, por su parte, no da más detalles. Por eso, bueno no tocar a la mujer, es decir, no tener relaciones sexuales con ella, cuando en la fra­ jtO QVEta aqui no significa adultério, sino in­ moralidad (vergonzosa). Según Ias leyes dei se siguiente se formula con respecto al matri­ AT, Ia unión sexual con la madrastra estaba mônio el principio de que el hombre y la mu­ prohibida (Lev 18, 8 y Dt 27,20 fulminan so­ jer tienen mutuamente el débito de mantener bre esta unión una maldición; para el autor y relaciones conyugales (7, 3), y cuando más

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JtOQVEia - JIOQVEXJO)

tarde, a los que no pueden practicar la «conti­ nência», se les aconseja: Es mejor casarse que abrasarse (7, 9). Y en la cuestión acerca de Ias «vírgenes», Pablo dice: «Si te casas, no pecas; y si una joven se casa, no peca» (7, 28). Por tanto, si Pablo cita en la primera frase la opinión de los corintios (cf. Fitzer, 26-35), entonces se deduce de ahí la postura clara y ló­ gica en sí misma de Pablo en la cuestión acer­ ca de Ias relaciones sexuales en el matrimô­ nio. Y en este contexto Pablo habla en favor dei matrimônio ôià ôè xàç JtoçvEÍaç, «a cau­ sa de la inmoralidad sexual». El plural, que algunos manuscritos «corrigen» convirtiéndolo en singular, significa la «inmoralidad se­ xual frecuente». Se entiende por ello las rela­ ciones sexuales mantenidas con arbitraria frecuencia con las hieródulas o prostitutas dei templo (->^ Jtópvq 4). El apóstol recomienda la continência sexual durante los tiempos de oración y ayuno; pero aun en eso no hace más que seguir la costumbre judia, como puede verse por el TestNef 8: «Así que hay un tiempo para las relaciones conyugales y un tiempo para guardar conti­ nência con el fin de orar». En 1 Tes 4, 3 Pablo equipara la «santificación» con la «abstinên­ cia de la inmoralidad sexual», y acentua que en las relaciones sexuales hay diferencia entre la pasión y la honestidad. Las relaciones se­ xuales no son simplemente una cuestión de pasión. En este mismo sentido van dirigidas también aquellas palabras; «Los que tienen esposa, hagan cuenta que no la tienen», 1 Cor 7, 29. Esto acentúa la diferencia entre la persona que vive en el âmbito escatológico de Jesucristo y la que vive en las circunstancias naturales y sociales. Pablo se preocupa de esta diferencia, cuando formula sus recomendaciones acerca dei matrimônio. Esta diferencia se intensifica por la cuestión acerca de Dios. Así como la inmoralidad se­ xual frecuente, practicada con la JtÓQvq, la sierva de Afrodita, se halla muy cerca de la idolatria, así también el matrimônio no es simplemente un remedium fornicationis, sino una protección contra el culto idolátrico. «jHuid de la inmoralidad sexual!» (6, 18) y

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«Huid de la idolatria!» (10, 14) son exhortaciones que se hallan íntimamente relaciona­ das, así como en los catálogos de vicios tcoqVEÍa y eiôcoX,oÀaTQÍa se hallan siempre jun­ tas (lo mismo que sucede en los «mandamientos cultuales» de Hech 15, 20.29). Vemos, pues, que para Pablo la JtOQVeía no es sólo una realidad moral que rige la conducta so­ cial, sino una realidad teológica, una cuestión de idolatria y que corresponde, en cierto mo­ do, en el primer mandamiento. También en Os 1, 2 se identifica a la idolatria y a la prostitución. b) Lo fundamental sobre la sexualidad lo expone Pablo en 1 Cor 6,12-20. En este pasaje se trata principalmente de las relaciones con la -> jtÓQVij (4). 5. En los ocho pasajes en que aparecen ca­ tálogos de vicios, se menciona también cons­ tantemente a la JTOQVEÍa. En Mt 15, 19 y Mc 7, 21 se la menciona como emanación de «maios pensamientos» junto a asesinatos, adultérios, robos, etc. A propósito de Rom 1, 29 habrá que reflexionar sobre si la lectura original era JiovqQÍa o jtoQVEÍa (esta última lectura la atestiguan, entre otros, D G Koiné); abogaría en favor de esta variante textual el hecho de que inmediatamente antes se haya hablado de la inmoralidad sexual e incluso de la homosexualidad. En 2 Cor 12, 21 noQVEÍa se encuentra entre la inmoralidad y el libertinaje, los desenfrenos sexuales. Pablo cuenta con la posibilidad dei arrepentimiento; cf. 2 Cor 2, 5-11. Un extenso catálogo de las «obras de la carne» lo ofrece Gál 5, 19. En Ef 5, 3 JtOQVEÍa vuelve a estar en primera posición. Col 3, 5 situa el catálogo bajo la exhortación: «iMortificad los miembros terrenos!»En la enumeración que se hace en Ap 9,21, la jtOQVEÍa aparece junto al asesinato, la hechicería y el robo. G. Fitzer n:oQVE'ú(0 p o m e u õ practicar la inm orali­ dad sexual JtOQVEÍa.

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J to ç v t], t|Ç,

JtO Q V Tl

porne prostituta, ramera,

meretriz* 1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. jióqvt) en los Evangelios - 4. En Pablo - 5. En el Apocalipsis. Bibl.: Bauer, Wôrterbuch, s.v.; H. Conzelmann, Korinth und die Mãdchen der Aphrodite, en Id., Theologie ais Schriftauslegung, München 1974, 152-166; F.

Hauck-S. Schulz, itÓQVti ktX., en ThWNT VI, 579595; H. Merkel, Das Gleichnis von den «ungleichen Sõhnen» M t 21. 28-S2: NTS 20 (1973-1974) 254-261; más bibliografia en -> jtoQvsía; cf. además ThWNT X, 1246s.

1. En el NT jtÓQvr) aparece 12 veces, dos de eUas con referencia a la «Rajab la prostitu­ ta» (Heb 11, 31; Sant 2, 25); en el Apocalip­ sis aparece 5 veces, refiriéndose a la «gran ra­ mera», la ciudad mundial «Babilônia»; en Pa­ blo el término se halla únicamente en 1 Cor 6, 15.16, y aparece tres veces en los Sinópticos. 2. itÓQVT) es un término relacionado etimológicamente con el verbo j t é Q V T ) p , i , «comprar», y, por tanto, por su sentido básico, significa la mujer que es «venal», que se vende, es decir, la «prostituta» (en alemán, Prostituierte). (El térmi­ no alemán Hure, «ramera», designaba original­ mente a la adúltera, pero actualmente se refiere -casi siempre como un término insultante- a la mujer que entabla relaciones sexuales extramatrimoniales cuando le place y sin restricciones. La palabra alemana Dirne, que equivale a «mere­ triz», designaba antiguamente a una mujer de mo­ ral corrompida. Hoy día suele aplicarse a Ias «prostitutas que hacen la calle», ofreciendo su cuerpo por dinero.) 3. Jesús se lamenta, en unas palabras que proceden de la redacción de Mateo (cf. Mer­ kel, 261), de la hipocresía de los que dicen «sí» a la voluntad de Dios, pero luego no se atienen a ella en su conducta, M t 21, 28ss. Con la arrogancia que sienten por su fe, los fariseos desprecian a los publicanos y a Ias prostitutas (vv. 31 y 32) por su «impureza». Cuando vemos en Lc 15, 30 que el «hijo pró­ digo» ha dilapidado su fortuna «con prostitu­ tas», como hace notar con amargura el «hermano justo», entonces este reproche refleja el desprecio con que Ias personas «decentes».

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«morales» y justas miran a «Ias que venden su cuerpo por dinero». 4. En cambio, en Pablo no se trata de des­ precio sino de condena, tanto en el aspecto social como en el religioso. 1 Cor 5, 9-11 exige rigurosa separación dei inmoral (-> Jtógvoç). En este caso se trata de un cristiano que ha tenido relaciones sexuales con la mujer de su padre. Los corintios no deben tener ningún trato con hermanos de la comunidad que merezcan el nombre de inmorales, avaros, idóla­ tras, etc., y ni siquiera deben comer en companía de ellos (v. 11, cf. v. 10). Aunque estas expresiones permanecen en el terreno de la conducta so­ cial, sin embargo Pablo penetra en el terreno teo­ lógico, cuando -nuevamente en un catálogo de vicios- equipara a los inmorales con los idólatras, los adúlteros, los afeminados, los homosexuales, los ladrones, etc; ninguno de ellos herederá el rei­ no de Dios (6, 9s); de manera semejante en Ef 5, 5; 1 Tim 1, 10: esas personas están condenadas por la «ley». Con más dureza todavia lo formula Heb 13, 4: «a los inmorales y a los adúlteros los condenará Dios». Pablo, en 1 Cor 6, 12-20, fundamenta con una peculiar teoria la exigencia de mantenerse alejados de la itÓQvq. Era evidente que, bajo el lema «Todas Ias cosas son lícitas» (v. 12a), había sectores en la comuni­ dad de Corinto que se declaraban a favor de Ias relaciones sexuales con la J t Ó Q V T ) . Parece que en Corinto se disponía de unas mü hieródulas en el templo de Afrodita situado en Acrocorinto (cf., a propósito, Conzelmann). Pablo responde: «Es verdad que todas Ias cosas me son lícitas, pero no permitiré que nada ni nadie me esclavice» (v. 12b). Luego compara la digestión humana con Ias prácücas sexuales, y afirma para estas últimas lo que podría llamarse una calificación personal. Concluye: «El cuerpo no es para la inmoralidad, sino para el Senor, y el Senor es para el cuerpo» (v. 13). El cuerpo es el objeto de la acción resucitadora dei poder de Dios. Por eso, el cuerpo, co­ mo expresión de la personalidad, es uno de los miembros de Cristo. Ahora bien. Ia unión sexual con la prostituta, en Corinto con la hieródula, sig­ nifica hacerse un solo cuerpo con ella. Se cita Gén 2, 24: «El que se une con el Senor, llega a ser un solo Espíritu con él» (v. 17). Por tanto, los «miembros de Cristo», en la unión sexual con la

1093

JtÓQVq - ItÓQQW&eV

«mujer venal», se convierten en miembros de la prostituta (vv. 15 y 16). Pablo considera la unión sexual como una vinculación personal y total. El cuerpo, el espíritu y el alma son para él una sola unidad, y precisamente esa totalidad pertenece a Cristo, por cuanto una persona cree en él. El cuer­ po dei hombre, más exactamente, dei cristiano, es templo dei Espíritu Santo, «que está en vosotros» (v. 19). Las relaciones sexuales con la hieródula no son sólo un acto natural, sino un acto que afecta a todo el ser humano, y con ello a la propia fe y a Cristo, teniendo en cuenta principalmente lo cerca que el acto se haUa de la idolatria. Que no se trata con todo esto de una satanización funda­ mental de la sexualidad ni de las relaciones se­ xuales, lo demuestran las aftrmaciones positivas de Pablo sobre el matrimônio (->• jtoQVSía 4.a). Cuando en Heb 12, 16 se compara al inmoral y al impío con Esaú, entonces se alude a una tradición atestiguada también en Filón y en los rabi­ nos, según la cual se considera a Esaú como el prototipo de los vicios, incluso de los vicios se­ xuales y hasta de la homosexualidad (cf. Billerbeck III, 748; O. Michel, Der Brief an die Hebrãef [KEK], sub loco).

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naciones han bebido dei vino de la ira de su lascivia, y los reyes de la tierra han fomicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con la magnificência de sus placeres» (18, 3). En 19, 2 se ha consumado el juicio. Se alaba a Dios, «porque él ha juzgado a la gran ramera, a ella que había corrompido a la tierra con su inmoralidad». La designación de ramera, aplicada a la gran ciudad, «expresa ante todo el aborrecimiento bacia la idolatria pagana» (E. Lohmeyer, Die Ojfenbarung^ [HNT], 140). Se discu­ te si la metrópoli mundial, «la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra», deba identificarse con Roma (Bousset, Die Ojfenbarung, 404s y 410ss) o deba entenderse en general como un poder contrario a Dios (Lohmeyer, Die Ojfenbarung, 140). G. Fitzer JtO Q V O Ç , O V , O

po m o s

p e r s o n a q u e p ra c ti-

c a la in m o r a lid a d s e x u a l*

5. En Ap 17 a 19 se habla de «Babilônia», En la enumeración de personas viciosas en la «gran ramera» (jtóqvt) [ieYáXr], 17, 1; 19, 1 Cor 5, 10.11; Ef 5, 5; 1 Tim 1, 10; Heb 12, 2; |j,T|TT]Q Trôv jtOQvtõv, 17, 5; jióqvt), 17, 16; 13, 4; Ap 21, 8; 22, 15. - 1 Cor 6, 9 y Heb 15.16), y dei juicio sobre esa ciudad. 13, 4 hacen distinción entre la persona inmo­ ral y el adúltero (p,oi)(óç). 1 Cor 5, 9 recuerda El nombre que lleva escrito en la cinta atada a la exigencia de Pablo de no andar en compasu frente se considera un mysterion (17, 5) -los exegetas recuerdan que las prostitutas romanas nía de los inmorales (ouvavap.LYVuoOat). solían escribir su nombre en una cinta atada a su ThWNT VI, 579-595; DTNT I, 217s; frente-. El mysterion apunta a la «interpretación niÓQVT) 4.5. espiritual» (W. Bousset, Die Offenbarung^ [KEK], 404). La gran y demoníaca figura de la metrópoli mundial es identificada con Babilônia, la ciudad T tÓ Q Q O ) porrõ ( a d v . ) l e j o s * dei destierro y de los dioses ajenos. Esto alude al Como advérbio, jtÓQQtn se haUa en Mc 7, 6 sobrecogedor poder primitivo de lo sexual y, con par. Mt 15, 8: «Pero su corazón está lejos de ello, a su oposición a la ley de Dios en cuanto ponú (ãjtáxEL à it’ èp-oü)». Lc 14, 32; s ti aò to ü sibilidad de dominar incluso lo primitivo y físico. jtÓQQCO õvtoç, «cuando él todavia estaba le­ Babilônia es la ciudad de los dioses de las religiones primitivas, la ciudad de la arrogancia, la jos». En 24, 28 el comparativo JioQQcbTEQOV pansexualidad y la idolatria, a semejanza de una aparece como advérbio: «él hizo eomo que gran ciudad moderna. En 17, 1 se inicia el juicio iba más lejos». contra esta ciudad. La mujer «es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra» (v. 18). Los diez cuemos y la bestia la aborrecen «y la saqueaJ l Ó Q g ío f l '£ V porrõthen ( a d v .) d e s d e l e j o s , a rán y la desnudarán y comerán trozos de su carne d is ta n c ia * y la abrasarán con el rurdor dei fuego» (v. 16). Heb 11, 13; Ellos vieron las promesas sólo Después resuena el jay! (18, 10): «iAy, ay de la gran ciudad. Babilônia, la ciudad fuerte, porque desde lejos. Lc 17, 12: oi eatrioav jtóçpcoOev, «ellos se pararon a distancia»-, de maneen una hora ha venido tu juicio!». Pues «todas las

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jióçgoodev - jióooç

ra parecida en Bem 9, 1: ot JtÓQQa)'0'EV, «los que están a distancia».

7lOQq)'ÚQa, aç,

porphyra el molusco de la púrpura, púrpura* JtOQq)i)Qa designa la púrpura en cuanto pa­ no o vestido tenido de púrpura. En Lc 16,19 el término aparece junto a púooog. En Ap 18, 12 designa el vestido de púrpura, junto a xò púoOLVOV, En Mc 15, 17.20 significa el vestido de púrpura que los soldados pusieron a Jesús.

TCOQ<{)VQÓn;o>}\.iç, lòoç,

porphyropõlis (mujer) comerciante en telas de púrpura* En Hech 16, 14 se dice que la ocupación de Lidia era la de ser jtOQqp-UQÓJtcD?ti.ç. Esto quiere decir, probablemente, que ella comerciaba con lana teftida de púrpura. -»• Anôía. TtOQCpVQOÜÇ, 3 porphyrous de color de púrpura* En Jn 19, 2.5 dícese dei tpáxiov n:oQq}uQonv que pusieron a Jesús; cf. Mc 15, 17.20 (->■ JtOQtpÚQa). Sustantivado t ò JiopqjnQOÚv es el manto de púrpura (Ap 17, 4; 18, 16). J to o á x iç posakis (adv. interrogativo o ad­ mirativo) cuántas veces* Mt 23, 37 par. Lc 13, 34: «\Cuántas veces he querido reunir a tus hijos...!»; Mt 18, 21; «iCuántas veces he de perdonar a mi hermano?». JtÓOlÇ, £(úÇ, 1^ posis acción de beber, be­ bida* Jtóaiç designa la acción de beber. En Rom 14, 17 y Col 2, 16 aparece en sentido propio junto a Pçcõaiç, «la acción de comer, la comi­ da». Tan sólo en Jn 6, 55 uóoiç significa lo que se va a beber; «Mi sangre es verdadera be­ bida». ThWNT VI, 145-148; DTNT H, 259s.

móaoç,

3 posos í,cuán grande?, ^de qué magnitud?; en plural; ^cuántos?

Bibl.: Bauer, WSrterbuch, s.v.; Liddell-Scott, s.v.

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1. En el NT el pronombre interrogativo correlativo itóooç aparece en interrogativas di­ rectas e indirectas (en este último caso desplazando al interrogativo indirecto ÔJtoooç, cf. además Josefo, Ant XVI, 351; XVII, 30; cf. Moulton, Grammar III, 48) y en oraciones exclamativas. Se encuentra en el NT 27 ve­ ces, predominantemente en los Sinópticos (incluida una vez en Hech 21, 20 [22, 28 v.l.]), 4 veces en Pablo (tres de ellas como conclusión jióaq) iiãkKov [->■ 2.c]) y 2 veces en Hebreos (además de aparece en Jn 13, 14 v.l.). 2. a) En singular, seguido por el sustantivo, para designar la magnitud; icuán grande?: Mt 6, 23; Mc 9, 21 (jxóooç xQÓvoç; ^cuánto tiempo?, cf. Sófocles, OedTyr 558). - Sin ir acompanado de sustantivo en Lc 16, 5.7 (jtóoov ôtpelÀEiç;, «icuánto debes?»); Heb 10, 29 (-> c). En plural, seguido por el sustantivo en plu­ ral, para designar el número; icuántos?: Mt 15, 34 par. Mc 8, 5; Mc 6, 38 («icuántos pa­ nes tenéis?»); Lc 15, 17 {«\cuántos trabajadores!»); Hech 21, 20 {«\cuántas deceneis de miles hay entre los judios que han creído!»; cf. Josefo, Ant VII, 138); cf. también Mt 16, 9.10 par. Mc 8, 19.20. - Sin ir acompanado por un sustantivo, Jtóoa en Mt 27, 13 (Jtóoa oot) xaxap.aQXDQOÍjoiv, «jcuántas cosas testifican contra ti!»); Mc 15, 4 (jióoa oon xaxpYOQonoLv, jde cuántas cosas te acusanl»; en consonância con lo que se dice en el v. 3: xaxqyÓQOUV anxon... jtoÀXá). b) En oraciones exclamativas; Mc 15,4; Lc 15, 17; Hech 21, 20 (en cada caso -> a); 2 Cor 7, 11 («\qué gran ceio ha producido eso [el XuirriOfivai x ax à -&eóv] en vosotros!»). Tam­ bién Mt 6, 23 (pospuesto): xò oxóxoç nóoov, «\qué grande será entonces la oscuridad!» c) Como dativo de medida para designar la medida o la diferencia {«jcuánto!»), jtóoü) va seguido por un comparativo; Heb 10, 29 (jtóocp xeíocov xiptoQÍa, \cuánto más duro castigo!»); también en Mt 12, 12 o con pãXXov en la conclusión qal wãbômer (en construcción semejante a la de jtoXXõ)): Jtóoo) pãXXov («jcutínío más!»; Mt 7, 11; 10, 25;

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jtoaoç - jtoxfiQiov

Lc 11, 13; 12, 24.28; Rom 11, 12.24; Hm 16; Heb 9, 14; -> |iáX,À.ov 3.a; JtoXbç 3.a). W. Wolter 7tOTa|U.Óç, OV, ó potamos río, comente* Rios mencionados por su nombre son el Jordán (Mc 1,5 par. Mt 3,6) y el Enfrates (Ap 9, 14; 16, 12). Eji la parábola de la casa edificada sobre roca: Mt 7, 25.27 (oL jtoxapoí = los torrentes) par. Lc 6, 48.49 (ó JtOTapóç = el río [local]). El singular se halla también en Hech 16, 13 (un lugar de oración junto al lío); Ap 12, 15.16; 22, 1.2. El plural en Jn 7, 38; 2 Cor 11, 26 (peligros de rios); Ap 8, 10; 16, 4. Jn 7, 38 cita al parecer unas palabras de la Es­ critura; «de su cuerpo brotarán rios de agua viva» (cf., a propósito, R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan 11, Barcelona 1980, 217ss, quien remite entre otros a Is 12, 3; Ez 47, 1-12). Ap 22, 1 ofrece un pasaje paralelo: En la Jerusalén celestial fluye un Jtoxapòç üôaxoç Çcofíç, «un río de agua de vida» (cf. Ez 47; pero también Gén 2, 10). ThWNT VI, 595-607; X, 1247s (bibl.); DTNTI, 69-71. J i o t a ^ o t p ó g l j t o ç , 2 potam ophorètos arrastrado por el río* Ap 12, 15: iv a afixf)v JtoxapoqpóçTixov jtoifiaTi, «para hacer q u e ^ c ra arrastrada por la corriente», es decir, para hacer que pereciese ahogada. ThWNT VI, 608. JlOtttJtóÇ, 3 potapos de qué clase* De personas: Mt 8, 27; Lc 7, 39; 2 Pe 3,11. De cosas: Mc 13, 1 (bis); Lc 1, 29; 1 Jn 3, 1. Spicq, Notes II, 725s. JlOTaJlwç potapõs (adv.) de qué manera El advérbio correspondiente a noòanáç se halla en Hech 20.18 D. JIOTE pote una vez, antiguam ente, en un

tiempo* La partícula enclítica se halla en sentido temporal. Refiriéndose al pasado en: Jn 9, 13;

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Rom 7, 9; 11, 30; Gál 1, 13.23 (bis); 2, 6; 1 Tes 2, 5; Fim 11; Ef 2, 2.3.11.13; 5, 8.29; Col 1, 21; 3, 7; Tit 3, 3; Heb 1, 5.13; 1 Pe 2, 10; 3, 5.20; 2 Pe 1, 10, 21. Refiriéndose al presente: 1 Cor 9, 7. Refiriéndose al futuro: Lc 22, 32. - fjôe Jtoxé en Rom 1, 10 y Flp 4, 10: «por fin, una vez». JtÓTE pote (adv.) ^cuándo? El advérbio de tiempo Jióxe se halla pre­ ponderantemente en interrogativas directas, pero también en interrogativas indirectas: Mt 24, 3; 25, 37.38.39.44; Mc 13,4.33.35; Lc 12, 36; 17, 20; 21, 7; Jn 6, 25. - e to ç j t ó t e , ^durante cuánto tiempo?, ^hasta cuándo? se encuentra en Mt 17, 17 (bis); Mc 9, 19 (bis); Lc 9, 41; JnlO , 24;A p6, 10. Jto xtQ o y poteron si n:ÓTEQOV es un interrogativo; BlaB-Debrunner § 64, 6. Se halla en interrogativas disyuntivas: JtÓTEQOv - t|, «si - o si». Jn 7, 17: «si la ensenanza es de Dios o si hablo de mi mismo». moTTJçiOV, o v , TO poterion vaso, copa, cáliz* 1. Aparición y significado - 2. El cáliz dei sufrimiento y el cáliz de la ira - 3. El cáliz eucarístico. Bibl.: O. Betz, Die pln Abendmahlstradition I Kor 10.11 und die Passahperikope Ex 11-13, en O. BayerG.-U. Wanzeck (eds.), Festgabe fUr F. Lang, Tübingen 1978 (mecanografiado), 51-71; G. Braumann, Leidenskelch und Todestaufe (Mc 10, 38f.): ZNW 56 (1965) 178-183; H. A. Brongers, Der Zornesbecher: OTS 15 (1969) 177-192; D. Cohn-Sherbok, A Jewish Note on xò jtoxr|giov xfiç enXoYÍaç: NTS 27 (19801981) 704-709; A. Feuillet, La coupe et le baptême de la passion: RB 74 (1967) 356-391; L. Goppelt, Jtívoa

5txX., en ThWNT VI, 135-160, sobre todo 148-158; V. Howard, Did Jesus speak about his own Death?: CBQ 39 (1977) 515-527; R. Le Déaut, Goüter le cálice de la mort: Bib 43 (1962) 82-86; H. Patsch, Abendmahl und historischer Jesus, Stuttgart 1972; R. Pesch, Das Abendmahl und Jesu Todesverstãndnis (QD 80), Freiburg i. Br. 1978; H. Schürmann, Das apostolische In­ teresse am eucharistischen Kelch, en Schürmann II, 188-196; G. TheiBen, Integración social y acción sa­ cramental, en Id., Estúdios de sociologia dei cristia-

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J tO triQ L O V

nismo primitivo, Salamanca 1985, 257-283; P. Wolf, Liegt in den Logien von der «Todestaufe» (Mk 10, 38f; Lk 12, 49f) eine Spur des Todesverstãndnisses Jesu vor?, tesis Freiburg i. Br. 1973; para más bibliografia,

1100

par. Mt 26, 39 / Lc 22, 42) o en el rechazo que Jesús hace de la actitud de Pedro, dispusto a combatir, cuando Uegaron a prender a Jesús (Jn 18, 11). cf. ThWNT X, 1233. También el Apocalipsis recoge Ias imágenes dei AT y dei judaísmo acerca de la ira de 1. En el NT el sustantivo JtotriQiov, que Yahvé en el juicio. En la imagen apocalíptica corresponde al hebreo kôs, aparece 31 veces, en sentido propio únicamente en Mc 7, 4; 9, de la ramera Babilônia, la c o p a de oro (17, 4, según el modelo de Jer 51, 7) aparece en el 41 par. Mt 10, 42; Mt 23, 25s par. Lc 11, 39; en los demás pasajes el término tiene sentido campo sinsemántico de la inmoralidad, la abominación, la inmundicia y el vino de la metafórico (Evangelios, Apocalipsis) o metonímico (la tradición de la eucaristia en los Si- ■ embriaguez (17, Is; 18, 3; cf. Jer 25, 15.27). Por medio de esta copa se efectúa el juicio se­ nópticos y en Pablo). Tan sólo en Ap 17, 4 se menciona el material dei vaso; la forma dei gún Ias obras (18, 6). Esta copa contiene el vi­ no dei ardor de la ira de Dios (16, 19) y, por mismo (cf. BRL 181, figura 43) no desempetanto, -sin modelo semântico en la LXX- se na ningún papel en ninguna parte. llama «la c o p a de su ira» (14, 10; Is 51, 17.22; IQpHab 11, 14s). La «ira dei juicio» 2. En Marcos (9, 41) la promesa de recom­ pensa por un « va so de agua» refleja la situadivino, concedida temporalmente a los pode­ res anticristianos (cf. 13, 7), se volverá contra ción de persecución en que se hallaban los cristianos. Esta promesa fue anticipada por el que la había poseído hasta entonces y le pa­ gará con el doble (18, 6ss). Mateo (10, 42) al tiempo en que los discípu­ los salieion en misión. Si en Mateo se alude 3. Si podemos suponer, como es probable, polémicamente a la costumbre farisaica de limpiar el exterior de los vasos (cf. Mc 7, 4), que Ias palabras de Jesús en la Ultima Cena tuvieron como marco una cena pascual, en­ sin fijarse en su contenido injusto (23, 25s), tonces la copa de la que se habla en Lc 22, 17 Lucas interpreta ya estas palabras (11, 39) refiriéndolas al interior dei hombre (v. 40). es la primera copa (la copa dei qid d u sh ), con la que se inicia el s e d e r con una oración de El logion dei cáliz (de la muerte) (Mc 10, 38a.39a par. Mt 20, 22s), que procede de una alabanza (Pes 10, 2), y la copa de Ias «pala­ bras interpretativas» es la tercera copa (Pes composición pre-marquina, y que Marcos sintió que pertenecía al tema dei seguimiento de 10, 7), la «copa de la alabanza» (en hebreo, k ô s s e i b ‘rãkâ, bBer 51a; JyA 8, 11: Jtoxf|pLOV Jesús en medio de los sufrimientos, se comprende únicamente sobre el trasfondo de Ias EÚÀOYÍaç) después de la cena principal, sobre la cual copa Jesús pronuncia la oración de metáforas dei AT y dei judaísmo acerca de la copa; la copa en manos o de manos de Yahvé alabanza (Mc 14, 23 par. Lc 22, 10a / Mt 26, 2 7 /1 Cor 11, 25a; cf. 10, 16); -> enXoYÉco 3. es imagen constante dei juicio (por ejemplo. En la interpretación (que se presenta explíci­ Sal 75, 9; Jer 25, 15ss; Hab 2, 16); la copa tamente en Lc 22, 20b par. 1 Cor 11, 25b), la puede adquirir también en forma muy general copa representa siempre metonímicamente el el sentido de «destino» (Sal 11, 6; 16, 5; 4QpNah 4, 6). Esto justifica la interpretación; contenido de la misma, el vino. En 1 Cor 10, 16 Pablo interpreta la copa de «^Podéis aceptar sobre vosotros el d estin o d e bendición de la Ultima Cena como «comum u erte que Dios me ha deparado?». Si en es­ nión» con la sangre de Cristo, es decir, como ta expresión metafórica hay un elemento au­ têntico de tradición, entonces Jesús previó su la participación real en la muerte de Cristo. Si la copa de bendición concede participación en muerte violenta. El mismo significado de d e s­ la muerte de Jesús («por nuestros pecados», tin o d e m u erte tiene la imagen dei cáliz en la 15, 3), entonces la participación en la «copa oración de Jesús en Getsemaní (Mc 14, 36

1101

JtOTlígtOV - noÚÔT^Ç

dei Senor» excluye la partícipación en la «co­ pa de los demonios» (10, 21). En el capítulo 11 Pablo cita Ias palabras formuladas en la Ultima Cena como autoridad vinculante fren­ te a los abusos sociales cometidos en la manera en que los corintios practicaban la Santa Cena. Recogiendo los términos de ia fórmula de la Ultima Cena, Pablo establece la diferen­ cia entre la cena eucarística -comer el pan y beber (el contenido de) la copa» (w. 26.27. 28)- y la cena (que debía hacerse en casa) con la finalidad de saciar el hambre; caracteriza a la copa mencionada en el v. 27 (lo mismo que en 10, 21) como la «copa dei Senor» (11, 26) y la pone en relación con la sangre, es decir, con la muerte dei Senor (11, 26). Esta muerte viçaria y expiatória se evoca y se proclama en toda celebración (-> àváp.vT)aiç 2), de tal mo­ do que el que no piensa en la comunidad co­ mo en un todo (vv. 20-22.33) recibe el sacra­ mento «indebidamenle» (v. 27), y esto signifi­ ca que lo recibe como juicio para sí (v. 29). H. Patsch

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IIOTÍO^Ol, (rtv Potioloi Putéoli*

La ciudad portuaria de Putéoli (actualmente Pozzuoli) se menciona en Hech 28, 13: Pablo desembarco en este puerto y se quedó una semana con los cristianos dei lugar (v. 14). LAW 2483. JtÓtOÇ, OV, Ó potos la acción de beber, or­

gia en la que se bebe en exceso* El plural aparece en 1 Pe 4, 3 en un catálo­ go de vidos, junto a ttcópoi, «banquetes, juergas, orgias». ThWNT VI, 145-148. niov pou (adv.) en alguna parte; aproxima­ damente* El advérbio enclítico tiene sentido local en Heb 2, 6; 4, 4 (en citas en Ias que no se con­ creta de dónde están tomadas). En Hech 27, 29: Tenían.miedo «de que en alguna parte fuéramos a dar contra los escollos». Con el significado de aproximadamente (en datos numéricos), Rom 4, 19: «aunque tenía aproxi­ madamente cien anos».

JlO tíÇ o) potizõ dtir de beber; regar*

Mc 9, 41 par. Mt 10, 42 (ttOTt^co Jtotf|Qiov); Mc 15, 36 par. Mt 27, 48 (en sentido absoluto: èjtóxiÇav aÚTÓv). Mt 25, 35.42: èjioTÍaaxÉ ps (cf. v. 37) y Rom 12, 20 se refieren a la acción de dar de beber a los sedientos. Lc 13, 15 habla de dar de beber en sábado a los animales domésticos. 1 Cor 3, 6.7.8 recoge la imagen de regar una planta; 3, 2; «Os di a beber leche, no alimento sólido». La imagen de dar beber de un solo Espíritu (ev jtVEÕpa èjtotíadT)p8v), en 1 Cor 12, 13c, presupone la idea de que el Espíritu puede «derramarse» (cf. Hech 2, 17; J1 3, 1 LXX). Pablo piensa más bien en el bautismo (cf. 1 Cor 12, 13a; cf. G. J. Cuming: NTS 27 [19801981] 283-285) que en la eucaristia (contra Calvino y otros). Ap 14, 8 habla de Babilônia «que hizo beber a todas Ias naciones el vino de la ira de su inmoralidad». ThWNT VI, 159s; DTNTII, 259-262; E. R. Rogers, ’EjtoXLOh-TipEv Again: NTS 29 (1983) 139-142; Spicq, Notes, Suppl 566-569.

jtoC pou (adv. interrogativo) ^dónde?, ^adónde?* 1. En el sentido de idónde?: a) En interrogativas directas en Mt 2, 2; 26, 17; Mc 14, 12.14; Lc 8, 25; 17, 17.37; 22, 9. 11; Jn 1, 38; 7, 11.35; 8, 10 (v.l.); 8, 19; 9, 12; 11, 34; 13, 36; 16, 5; Rom 3, 27; 1 Cor 1, 20 (ter); 12, 17 (bis).19; 15, 55 (bis); Gál 4, 15; 1 Pe 4, 18; 2 Pe 3, 4. b) En interrogativas indirectas en Mt 2, 4; 8, 20; Mc 15, 47; Lc 9, 58; 12, 17; Jn 1, 39; 11, 57; 20, 2.13.15; Ap 2, 13. 2. En el sentido de ^adónde? (en el NT Únicamente en interrogativas indirectas): jtoü fiJtáYei (-áycü, -áyeiç), Jn 3, 8; 8, 14 (bis); 12, 35; 14, 5; 1 Jn 2, 11. Heb 11, 8: jtoõ eq Xetau evtoç Poudês Pudente* Nombre romano de persona: Pudens. En inscripciones latinas falta (con frecuencia) la

I I o v Ôyiç,

1103

novÔT)ç - novç

letra n (cf. BlaB-Debrunner § 41, 2; 54). 2 Tim 4, 21 menciona a un cristiano llamado así, de quien nada más sabemos. Jto v ç, 7IOÔÓÇ, ó pous pie

1. Aparición en el NT - 2. En sentido ptopio - 3. En sentido figurado parareferirse al «hombre» - 4. Como símbolo de poder. B ib L : Bauer, W ô rterb u ch , s.v.; R. Hentschke, en BHHI, 505s; B. Kõtting, Fufi, en RACVm, 722-743; B. Kdtting-(D. Halama), Fujiw aschung, en RAC VIII, 143-111-, K. WeiB, itoúç, en ThWNTVI, 624-632; pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNTX, 1248.

1. En el NT el término aparece 93 veces, sesenta y ocho de ellas en los Evangelios y en Hechos.

1104

Para describir la postura de estar de pie: (un tópico cuando se recibe una revelación, como se ve en Ez 2, 1 LXX; 4 Esd 6, 13; ApBar [sir] 13, 2; JyA 14, 8.11); Hch 26, 16; (como expresión de vitalidad, según se ve en Ez 37, 10; 4 Re 13, 21); Ap 11, 11; cf. también Hech 14, 10. Según Dt 2, 5 LXX, «no tenía ni siquiera un pie de ancho, Hech 7, 5. 3. Como en el AT, los pies pueden repre­ sentar a Ias personas mismas, en lo que respecta a sus actos o a su comportamiento: Lc 1, 79; Hech 5, 9; Rom 3, 15 (cf. Is 59, 7; Prov 1, 16); 10, 15 (cf. Is 52, 7); Heb 12, 13 (cf. Prov 4, 26). En Mt 4, 6 par. la cita dei Sal 90, 12b LXX se refiere, según el contexto, al peligro que corre toda la persona.

2. En sentido propio jtoijç significa un de­ 4. El pie como símbolo dei poder o de la terminado miembro dei cuerpo, el pie, y a ve­ autoridad de una persona: «poner a los pies», ces incluye también la piema; Mc 9, 45a.b; Mt 15, 30; Hech 4, 35.37; 5, 2. - Los discípu­ Hech 16, 24; «sin fuerza... en Ias piemas, 14, los «se sientan a los pies» dei Maestro (cf. Bi­ 8; junto a XEqpaXr|, Jn 20,12; 1 Cor 12, 21; llerbeck II, 763s), Lc 8, 35; 10, 39; JtaQÒ junto a -> Mt 18, 8a.b; 22, 13 (cf. Hen toúç Jtóôaç rapaX.if)X, jtEjraiÔEupévoç, Hech [et] 10, 4); Lc 24, 39.40; «saUó con los pies y 22, 3 (cf. Ch. Burchard; ZNW 61 [1970] 168). Ias manos sujetos con vendas», Jn 11, 44 (cf. El gesto de caer a los pies, de postrarse, (-+ J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg jtÍJtTO)) como expresión de la proskynesis (-> ^1969, 396s nota 52); Hech 21, 11; 1 Cor 12, 15. - Dícese de los animales; Mt 7, 6; Ap 13, jiQooxuvécú): jtEOcòv èjtl t o ò ç jtóôaç, Hech 10, 25; JtQooxuvfioouoLv èvcójtiov tcõv jt o 2 (cf. Dan 7, 5.7). 6cõv oou, Ap 3, 9 (cf. Is 49, 23); epjtgooO^EV «Lavar los pies» (como signo de hospitalixrôv Jtoôtõv TOü àyYÉkou, Ap 19, 10; 22, 8; dad o como oficio de esclavos, según se ve en «abrazarse a los pies», Mt 28, 9 (cf. 2 Re 4, JyA 7, 1; 13, 15; TestAbr 3, 6s.9; 6, 13; cf. 27); se dice especialmente de la acción de también Billerbeck II, 557; vbttüo): Jn 13, postrarse ante el taumaturgo (G. TheiBen, 5.6.8-10.12.14; 1 Tim 5, 10; «dar agua para Urchristliche Wundergeschichten, Gütersloh los pies», Lc 7, 44a (cf. Gén 24, 32). En tomo 1974, 63), Mc 5, 22 par.; JtQOOÉitEOEV jiQÒç a la situación de una cena se agrupan los sixoòç jróôaç aúxoõ, 7, 25 (expresión formal guientes pasajes; Los pies (echados hacia como en Est 8, 3 LXX); Lc 17, 16; Jn 11, 32. atrás) de Jesús que estaba reclinado a la mesa, - Desplomarse a los pies, por el estremeciLc 7, 38a; «besar los pies (->■xaxaq)iX.é(jL)), Lc miento que se siente en Ias visiones (cf. Dan 7, 38c.45; «ungir los pies» (->■àXEtqim), Lc 7, 8, 17s; 4 Esd 10, 30; JyA 14, 10), Ap 1, 17. 46 (cf. V. 38c); Jn 12, 3a. En relación con -+ Los pies de quien se aparece majestuosaÚJióÔTipa, Lc 15, 22; Hech 7, 33 (Ex 3, 5); mente se mencionan en Ias cristofanías en Ap 13, 25; cf. también Ef 6, 15). - Dícese de la 1,15; 2,18 (cf. Dan 10, 6) y en la angelofanía acción de sacudirse el polvo de los pies como enAp 10, 1.2. gesto anunciador de juicio (cf. R. Pesch, Das En los escritos dei cristianismo primitivo, Markusevangelium P [HThK], 329s); Mc 6, tanto en el NT como fuera de él, se hallan ci11 par.;Lc 10, 11; Hech 13,51.

1105

jtouç - 3tQaYfi.ciTetJO[xai

tas y alusiones al Sal 109, Ib LXX (cf. D. M. Hay, Glory at the Right Hand [SBLMS], Missoula [Mont.] 1973, 34-51; 122-129; 163ss): ■ÚJtojtóôiov Tcóv Jtoôãv aoij (o auxofi), Lc 20, 43; Hech 2, 35; Heb 1, 13; 10, 13; en vez de esa expresión, ímoxáxco (cf. Sal 8, 7b LXX) xrôv Jioôóóv ooe, Mc 12, 36; Mt 22, 44: 'Ujtò xoèç iróôaç, 1 Cor 15, 25. - El Sal 8, 7b LXX: Jtávxa íi:n:éxalaç bjioxáxcL) tüõv Jtoôc&v avxov se cita en Heb 2, 8, y con Ias palabras bitò xobç jtóôaç aíixob en 1 Cor 15, 27; Ef 1,22. A la derrota escatológica de Satanás se hace referencia en Rom 16, 20 con Ias palabras; anvxQÍtjjEL xòv a a xa vá v v n ò xoiiç jtóôaç ■ò[iã)V (cf. TestLev 18, 12; TestSim 6, 6). La reina dei cielo, en Ap 12, 1, tiene a la luna «bajo sus pies», lo mismo que Isis, su mo­ delo histórico-religioso, tiene al globo (cf., a propósito, M. Malaise, Les conditions de pénétration et de dijfusion des cultes égyptiens en Italie [EPRO 22], Leiden 1972, 179s y 180 nota 1). La tierra como estrado de los pies de Dios, según Is 66, 1 LXX: Mt 5, 35; Hech 7, 49 (ci­ ta). R. Bergmeier T tç ã Y f* * ? « t o ç , TÓ pragma hecho, suce-

so, asunto, cosa*

JtQãYlxa puede designar en general la cosa / el asunto. 2. JipõYpa se refíere a acontecimientos en cuatro pasajes. En Lc 1, 1 n:QáYttaxa signifi­ ca el acontecimiento de Jesiís, sobre el cual han informado ya los predecesores literários dei evangelista. En Hech 5, 4, xò JtQÕYM.a xoüxo es lo que ha sucedido (así Bauer i.v. 1), esa empresa / acción que Ananías se había propuesto. 2 Cor 7, 11: «En todo habéis de­ mostrado que sois puros con respecto al (conocido) asunto (xcp jtQÚYpaxi)». Heb 6, 18 habla de «dos hechos inmutables» (la promesa y el juramento de Dios a Abrahán), que nos demuestran la fidelidad de Dios; se piensa en «la palabra como acontecimiento, como suce­ so» (O Michel, Der B rief an die Hebrãer^ [KEK], sub loco). 3. En los demás pasajes JtQãYpa no impli­ ca que la acción haya quedado terminada, y tiene diversos significados según el contexto; empresa / negocio que se tiene entre manos, Rom 16, 2; 1 Tes 4, 6; cosa / asunto, Mt 18, 19; Heb 10,1; 11, 1 (cf. también, no obstante, 6, 18, 2); Sant 3, 16. Significa litigio / proceso (como en Jenofonte, Mem D, 9, 1; Josefo, Ap II, 177) en 1 Cor 6, 1 (jtpãYpa êxco JtQÓç Tiva, «tener un litigio con alguien»), G. Schneider

1. Aparición y significados - 2. «Hecho / suceso» 3. Los demás significados dentro de su contexto. B i b l : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.: H.-Ch. Hahn, en DTNTIII, 195-198; Ch. Maurer, jiQãypa, en ThWNT VI, 638-641; Moulton-Milligan, s.v.; E. Repo, D e r B e e r iff «R hem a» im B ib l.-G riechischen I, Helsinki 1951, 160s, 190s.

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pragmateia negocio, asuntos, actividades* 2 Tim 2,4; a t xoü piou itQaYpaxeíai, «los asuntos de la vida cotidiana». ThWNT VI, 641; Spicq, Notes II, 727-729.

JtQ aY H C tT E Ía, a ç ,

1. El sustantivo JtQãYfta aparece en 11 pasajes dei NT. De ellos, cuatro testimonios se Jl0aYM-®'*'^'^O|liai pragmateuomai nego­ encuentran en Pablo y tres en Hebreos; los de­ ciar, hacer negocios* más testimonios se hallan en Mt 18, 19; Lc 1, Lc 19, 13: jtgaYliaxeúaaoOE êv m êgxo1; Hech 5, 4; Sant 3, 16. JtQÕYpa designa el jtai, como orden dada a los que habían recibiresultado de la acción (->■ Jtpáooco), el hecho do Ias diez minas; «\Negociad (con esto) / el suceso, pero también lo que hay que hacer mientras regreso!». ThWNT VI, 642; Spicq, o lo que se está haciendo, la empresa / el ne­ Notes II, 727-729. gocio que se tiene entre manos. Finalmente,

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jtgaYM'®'''''® “ JtgawcjQiov

J tQ a y fia tía , a ç , pragm atia negocio, asuntos, actividades Forma alternativa de -> jtQaYfxaTeía. JtQOtlTÚQlOV, OU, TÓ praitõrion pretorio

1. Aparición y significado - 2. El pretorio de Pilato en Jerusalén- 3. Flp 1, 13 y Hech 23, 35. Bauer,

P. Benoit, (1952), en Id., Düsseldorf 1965, 149-166; Id., RB 91 (1984) 161-177; J. Blinzler, Regensburg '*1969, 253-259 (bibl.); R. Eckardt, ZDPV 34 (1911) 39-48; Kopp, 412421; Maredsous, Barcelona 1993, 1245s; B. Pixner, ZDPV95 (1979) 56-86; R. Riesner, BiKi 41 (1986) 34-37; SchürerI, 457s; L. H. Vincent, V A n t o n i a e t le P ré to ire : RB 42 (1933) 83-113.

B ib l.: W õ r te r b u c h , s.v .; P r ã to riu m , L ith o s tr o to n u n d G a b b a th a E xe­ g e s e u n d T h e o lo g ie , Le P r é to ir e d e P ila te à V é p o q u e b y z a n tin e : D e r P r o z e ji J e s u , D a s P r ã to r iu m d e s P ila tu s : S tã tte n , D ic c io n a r io e n c ic lo p é d ic o d e la B ib lia , N o c h e in m a l d a s P rã to riu m , V ersu ch e in e r n e u e n L o su n g : D a s P r ã to r iu m d e s P ila tu s:

1. JtQaLTcÓQiov es un préstamo léxico dei latín (praetorium) y designa en el NT la resi­ dência dei gobemador de una provincia roma­ na (así también IG XIV, 2548; ÃgU 288, 14; PapOxy 471, 110; SIG 880, 63). Original­ mente el pretorio fue la tienda en que vivia el pretor, luego designo la guardia personal dei pretor o el cuartel donde ésta se alojaba, y también la residência de los funcionários po­ líticos. En el NT n^QaiTiÓQiov aparece en dos contextos: en la historia de la Pasión de Jesús (Mc 15, 16 par. Mt 27, 27; Jn 18, 18s.b.33; 19, 9, 2) y en relación con Ias prisiones de Pablo (Flp 1, 13; Hech 23, 35, 3). 2. a) Después que Pilato hubiera entregado a Jesús para ser crucificado (v. 15b), los sol­ dados -según Mc 15, 16- condujeron a Jesús êocü Tfjç aèXfíç, õ èaxiv JüQaitcÒQiov, «al in­ terior dei palacio, es decir, al pretorio». Allí escamecieron a Jesús, saludándole entre bur­ las como a rey de los judios. Mt 27, 27 omite la referencia a la a'ò?cr| y habla solamente dei itpaiTcÓQLOV, adonde los soldados llevaron a Jesús. Mc 15, 16b par. Mt 27, 27b refieren (^hiperbólicamente?) que en el pretorio se había rennido toda la cohorte. - Jn 18, 28a narra que condujeron a Jesús de la casa de Caifás

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«al pretorio», y en 18, 28b senala que los ju­ dios que habían llevado a Jesús no entraron en el pretorio a fin de no contraer impureza antes de la cena de Pascua. Juan conoce lo dei pre­ torio por la tradición de la Pasión. Jn 18, 33 refiere que Pilato (después de realizar diligen­ cias «afuera», vv. 29-32) volvió a entrar «en el pretorio», donde procedió a interrogar a Jesús. Jn 19, 9 cuenta que Pilato, después de la escena dei Ecce Homo (vv. 4-8), volvió a entrar en el pretorio para interrogar de nuevo a Jesús. b) Probablemente el pretorio de Pilato era el antiguo palacio de Herodes, situado en la colina Occidental de la ciudad (así piensan, entre otros, Schürer, Eckardt, Benoit, Kopp, Blinzler), y no se hallaba -como opinaba especialmente Vincent (Blinzler, 257 menciona otros propugnadores de esta locahzación)- en la Torre Antonia (al noro­ este dei recinto dei templo). En favor de la identificación dei pretorio con el palacio de Herodes no sólo habla la costumbre romana de ocupar la correspondiente residência de los antiguos sobe­ ranos dei país (-> 3.b). Sino que además la refe­ rencia que se hace a que la multitud «subió» adonde Pilato (Mc 15, 8: âva|3àç ó õx^oç) encaja mejor con la topografia dei palacio de Herodes. Filón, LegGai 306 designa el palacio de Herodes como «casa de los gobemadores (cf. otros testimonios en Benoit, Prãtorium, 156s). - En el siglo rv (el Peregrino de Burdeos) se localizo el preto­ rio de Pilato en la parte Occidental dei Valle de los Tiropeón (cf., a propósito, Kopp, 419; así opi­ na también recientemente Pixner). 3. a) Flp 1, 13 expone la razón de que la situación dei encarcelado Pablo haya conducido «al progreso dei evangelio» (v. 12): «Mis cadenas por Cristo fueron manifiestas en todo el pretorio y ante todos los demás». Ya sea que consideremos Cesarea como el lugar de la composición de la Carta a los Filipenses (co­ mo hace, por ejemplo, E. Lohmeyer, Der Philipperbrief [KEK], 3s; cf. Hech 23, 35), o bien Efeso (así piensa J. Gnilka, Der Philipperbrief [HThK], 24 y 57s), vemos que en ambos casos se designaria como Jipaixcíigiov la residência oficial dei gobemador (junto con el personal a su servido); en ella la causa de Pilato recibió pública notoriedad (seguramen­ te por haberse incoado allí el proceso). Los

a;eaiTtí)QU3V - jiQQOia

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exegetas que consideran Roma como el lugar donde se compuso la Carta a los Filipenses, interpretan frecuentemente JtçaLTcbpiov en el sentido de la guardia pretoriana o como el pa­ lácio dei emperador en Roma (Gnilka critica esta opinión. Der Philipperbrief, 57s con la nota 21). b) Hech 23, 35 refiere que Pablo, que había sido arrestado en Jerusalén, fue enviado a Cesarea para que compareciese ante el gobemador Félix, y que allí, por orden dei gobemador, fue custodiado «en el pretorio de Herodes». Félix iba a someterle a interrogatório, en cuanto llegaran los acusadores. El itgaiTCÒQiov de Cesarea es el antiguo palacio de Herodes el Grande. Que Félix habitara en el pretorio (así afirma E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco) es cosa que no se dice expresamente, pero que probablemente se presupone (cf. Schürer 1, 457s; II, 136; ^ 2.b). G. Schneider J ip á x x to g , O0OÇ, Ó praktõr ejecutor judi­

cial, alguacil* Designación dei oficio de determinados funcionários, encargados especialmente en cuestiones financieras. EI n:QáxxcoQ exigia el pago de deudas públicas, por ejemplo, de multas (Pauly, Lexikon IV, 1119. En Lc 12, 58 (bis) se menciona al Jtgáxxcnp junto al xqlX T ]ç : el n p á x T c o Q está subordinado al juez y ejecuta sus instrucciones. Se trata de un eje­ cutor judicial o alguacil. ThWNT VI, 642; Spicq, Notes II, 730-735. n ; @ ã | i ç , £ (O Ç , r |

praxis

a c tiv id a d , a c c ió n ,

acto*

1. Aparición - 2. Significados en el contexto - 3. El título dei libro de Hechos. B ibi: H.-Ch. Hahn, en DTNT III, 195-198; Ch. Maurer, 3toã|iç, en ThWNT VI, 643-645; G. Schnei­ der, Die Apostelgeschichte I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, 73-76; Wikenhauser, Geschichtswert, 94-104.

1. En el NT el sustantivo aparece en 6 pasajes (-^- 2). A ellos hay que anadir el títu­

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lo dei libro de Hechos: irgá^Eiç (tcbv ájtooxókcov) (->■ 3). 2. Según Mt 16, 27 (a diferencia de Mar­ cos), el Hijo dei hombre, cuando venga en su parusía, «retribuirá a cada uno según sus obras» (cf. Sal 61, 13 LXX y Prov 24, 12: x ax à xà EQYot aúxoõ). Lc 23, 51 (a diferen­ cia de Marcos) refiere que José de Arimatea, que era núembro dei consejo, no había asentido Tfi PonXfi x a t xfj Jigá^Ei aúxrâv (a la decisión adoptada por los demás miembros dcl Sanedrín en contra de Jesús, ni a su ejecución). Hech 19, 18 dice que muchos de los que habían abrazado la fe en Efeso «confesaban y referían sus (malas) acciones». En Rom 8, 13 y Col 3, 9 el plural designa igualmente acciones malas («Ias obras dei cuerpo» o Ias «obras del hombre viejo»). En Rom 12, 4, con la comparación del cuerpo y de los miembros, se afirma que no todos los miembros tienen la misma junciôn (ox> xfiv aúxf]v ê^Ei Tcgã^tv). 3. Los testigos más antiguos del título griego del libro de Hechos itgá^etç (xcõv àjxooxóXmv) son Ireneo, Clemente de Alejandría, Eusebio y Orígenes (Tertuliano y Cipriano leen acta). Desde el siglo II el libro de He­ chos lleva este título (que no es original), que acerca la obra a Ias producciones literárias de aquel entonces del gênero Jtgá^eiç, que describían los hechos más destacados de una personalidad importante (Wikenhauser). En la elección del título desempenó quizás un papel la analogia con los «hechos» de Jesús (Lc 1,1 jtgáYpoiTa, Hech 1, 1 Jtoieiv). Sin embargo, el título de «Hechos de los Apóstoles» no expresa bien la temática y el contenido del libro de Hechos (Schneider, 74s). G. Schneider prasia cuadro de jardín, arriate, sección* En el NT el término aparece únicamente en sentido figurado: Mc 6, 40: àvÉJteoav ngao ial jtQaataC (duplicación distributiva); «se

J I Q a a iá , ã ç ,

1111

jrgaaia - TZQaaam

sentaron por grupos», es decir, formando gru­ pos ordenados de a cien y de a cincuenta. R. Pesch, Das Markusevangelium I (HThK), sub loco. TtQaaaco prassõ hacer, efectuar, llevar a cabo; comportarse, encontrarse* 1. Aparición y significado - 2. Pablo - 3. Lucas / Hechos - 4. Evangelio de Juan / Efesios. B ib l.; G. Eichholz, G la u b e u n d W erk b e i P a u lu s u n d Ja ko b u s (TEH NF 88), München 1961; H.-Ch.

Hahn, en DTNT Hl, 195-198; Ch. Maurer, reQÓaaa) xtX., en ThWNT VI, 632-645; Moulton-Milligan, s.v.; Trench, Synonym a, 230-233.

1. En el NT el verbo Jtçáooco aparece en 39 lugares, la mitad de los cuales aproxima­ damente corresponden a la obra lucana (Ev. de Lucas 6 testimonios, Hechos 13). Las Car­ tas paulinas autênticas tienen 17 testimonios. A éstos hay que anadir los testimonios aislados de Jn 3, 20; 5, 29; Ef 6, 21. En el NT el uso de TtQáoaoo se acomoda al uso de este verbo en el griego profano (Mau­ rer, 633s) y en la LXX (ibid., 634s), ya que jtQáaoco no tiene nunca como sujeto a Dios. El vocablo habla, pues, únicamente de acciones humanas, a diferencia de JtoiÉcü, que se usa, por ejemplo, para referirse a la actividad creadora de Dios. JtQáoooj, por su contenido semântico, es un verbo abstracto y sin colori­ do. En el NT el vocablo predomina en los pasajes en que se valora negativamente la acción humana (cf. también ->■ irpã^iç 2). 2. En Pablo oi JtQáooovtEÇ (Rom 1, 32 [bis]) se refiere a los paganos que se hallan inmersos en múltiples vicios. Rom 2, 2.3 ha­ bla en este mismo sentido de t à xoianxa jtQÓaoovxEç. Sin embargo, aquel que (como judio) «juzga» al otro, está haciendo exactamente lo mismo (2, 1). Al judio le dice Pablo en 2, 25: «Porque, ciertamente, la circuncisión es útil, si tú observas (rtgáaoTiç) la ley; pero si eres trasgresor de la ley, tu circuncisión se ha convertido en incircuncisión». En 7, 15 el hombre habla bajo el poder dei peca­ do: «porque no ejecuto lo que quiero...»; de

1112

manera parecida en el v. 19: «pues no hago (jioicõ!) el bien que quiero, sino que el mal que no quiero, eso es lo que ejecuto (jtQÓaoco)». Objetos de jtQáooetv en 9, 11 son âyaOóv y qpanXov: aqui se trata de actos imputables o meritórios. 13, 4 habla de la ira de Dios sobre «aquel que hace lo maio». Fuera de la Carta a los Romanos, jtQÓaoco tiene diversos significados: en 1 Tes 4, 11: «preocuparse de vuestros propios (asuntos)»; Gál 5, 21: «los que practican tales cosas, no heredarán el reino de Dios»; 1 Cor 5, 2: «el que ha hecho semejante acción (ÊQyov)»; 9, 17: «porque si yo lo hago voluntariamente, entonces tengo recompensa»; en 2 Cor 5, 10 se habla dei tribunal de Cristo, ante el cual «cada uno recibe según lo que él ha hecho en el cuerpo, sea bueno o maio»; 12, 21 habla de arrepentimiento por la práctica de la à jta ■ftagoía, JtoQVEÍa y àoáXYeta; Flp 4, 9 en la exhortación a practicar lo que los destinatá­ rios aprendieron y vieron en Pablo. 3. En la obra de Lucas encontramos los siguientes significados transitivos: llevar a ca­ bo / hacer, Hech 5, 35; 26, 20.26; refiriéndose a actos maios o valorados negativamente, Lc 22, 23; 23, 41a.b; Hech 16, 28; 19, 36; 25, 11.25; 26, 9.31, en voz pasiva en Lc 23, 15 (dativo como sujeto agente en la voz pasiva: ovòèv ã |io v ■0'aváxoTj èaxiv jtejtQaYp,évov aíixcõ [«por él»]; cf. BlaB-Debrunner § 191, 1; practicar / dedicarse a (cf. Moulton-Milli­ gan), Hech 19, 19 (la magia); exigir (intereses, impuestos), Lc 3, 13; 19, 23. En sentido intransitivo, n:Qáoaü) aparece con el significado de comportarse en Hech 3, 17; 17, 7. Sobre Hech 15, 29, sn irgá^EXE, cf. BlaB-Debrunner § 418, 2; Bauer, Wõrterbuch, í.v. Jtgáoaot) 2b («encontrarse bien»). 4. Jn 3, 20: «Todo el que hace lo maio abo­ rrece la luz...». La misma expresión cpanXa jtgáaao) (junto a Rom 9, 11; 2 Cor 5, 10; cf. Sant 3, 16: jxãv qpaúXov JtQãYlta) aparece también en Jn 5, 29, y por cierto junto a àya■&à itoiÉCD. En sentido intransitivo en Ef 6, 21 (al comenzarse el final de la carta): «A fin de

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jtQaaom - jtça-uxriç

que también sepáis mi situación, cómo me va ( tl jtQaaoco), Tíquico os lo hará saber to­ do...».

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se halle atestiguado únicamente el sustantivo (prescindiendo de 1 Pe 3, 4).

2. El significado está determinado a) por el campo léxico de Ias virtudes, que se halla estructurado por sinônimos parciales (->■ c) y JtQ ai5:rta'día, a ç , praypathia apacibiüpor antônimos o conceptos opuestos como, dad, dulzura, mansedumbre* por ejemplo, áspero, duro, violento, iracunEn 1 Tim 6, 11 aparece en último lugar en do/ira, agresiôn, carácter pendenciero, maluna enumeración de seis virtudes (después de dad (cf. Mt 11,28-30; Col 3, 5.8.12; 2 Cor 10, àYájTT) y ■UJtopovri). En diversas ocasiones se Is; Tit 3, 2, y otros). halla la forma JtQ aüJiá^eia (IgnTral 8, 1). Son también determinantes para el signifi­ ThWNT V, 939; DTNT E, 314ss. cado b) los antecedentes. Para Mt 21, 25, éstos apareceu claramente en la cita de Zac 9, 9 LXX con la esperanza postexílica de un MeJtQaÍJÇ, J tg a E Ía , n;Qa'U prays apacible, sías que no fuera zelota, que renunciase a la amistoso, benigno violência y que, en este sentido, fuera manso -»■ jtpatjxqç. y apacible; en el macarismo de Mt 5, 5, los antecedentes aparecen en la alusiôn al salmo (sapiencial) 37,11 LXX, y en Mt 11,29 (en la JtQ ttiS tllç, l l t o ç , 1^ praytês am abilidad, invitaciôn que se dirige a los que están fatiga­ modéstia, benignidad, apacibilidad* dos y agobiados) por el hecho de seguirse un JTQatJç, JtQaeía, irpaij prays amistoso, be­ esquema y un vocabulário muy difundidos en nigno, apacible* la literatura sapiencial (cf. Eclo 6, 24-31; 24, 1. Aparición en el NT - 2, Significado - a) Campo 3-22; 51,23-30). En pasajes ético-parenéticos léxico - b) Antecedentes - c) Contexto. de la literatura epistolar, el concepto se halla B ib l : F. Bõhl, D ie D e m u t f‘nwh,) a is hõ ch ste d e r en Gál 5, 23; Ef 4, 2; Col 3, 12 y en el con­ Tugenden. B em erku n g en zu M t 5, 3.5: BZ 20 (1976) texto de 2 Tim 2, 25 en catálogos de virtudes, 217-223; H. Frankemõlle, J a h w e b u n d u n d K irch e que son recepciones de catálogos dei judaís­ Christi, Münster i. W. 1974 (sobre Mt); A. v. Hamack, «Sanftm ut, H u ld u n d D em ut» in d e r alten K irche, en mo antiguo y dei judaísmo helenístico (Wib­ F S f ü r J . Kaftan, Tübingen 1920, 113-129; F. Hauckbing, 118-123; sobre el estado de Ias investiS. Schulz, Jipanç, jtpaíJTTiç, en ThWNT VI, 645-651; gaciones, cf. Võgtle, Tugendkataloge). Los R. Leivestad, « T h e M e e k n e ss a n d G e n tle n ess o f antecedentes en estos pasajes podrían funda­ C hrist» I I Cor. X .I: NTS 12 (1965-1966) 156-164; T. Riise-Hansen, B egrep en e «praytes» og «parrhesia» i mentar también el sentido en los demás luga­ d e tn y e testam ente: TTK 15 (1944) 34-44; H. Schlier, res dei NT en que se halla atestiguada esta L a C arta a los gálatas, Salamanca 1975, 301-303; C. idea, y que son todos aquellos en los que hay Spicq, B én ig n ité, M a n su étu d e, D ouceur, C lém ence: material parenético. Los escritos tardios (2 RB 54 (1947) 321-339; A. Võgtle, D ie Tugend- und L a sterka ta lo g e im N T , Münster i. W. 1936, . . en el Tim 2, 25; Tit 3, 2) denotan la influencia esti­ índice analítico; Id., T u g en d ka ta lo g e, en LThK X, lística de Ias diatribas y de los catálogos ins­ 399-401; S. Wibbing, D ie Tugend- u n d Lasterkataloge pirados en la filosofia popular (cf. Võgtle, Tu­ im N T u n d ihre T raditionsgeschichte u n ter besonders gend- und Lasterkataloge, 178-188; Wibbing, B erü cksich tig u n g d e r Q um ran-Texte, Berlin 1959. 83s y 101-104). 1. En el NT el adjetivo aparece 4 veces, y el El significado en c) está determinado por el contexto. En Mateo es característica la cristosustantivo 11 veces. Además se halla atestiguado una vez el sinônimo JiQaüita^&ta (1 logía estructurada según la influencia dei AT Tim 6, 11.). Sorprende que, en los Evange(Frankenmõlle, 7-83, 98s, 167-170, 183-185): Jesús es «Rey pacífico», que cabalga sobre un lios, sea Mateo el único que emplee el adjeti­ vo (tres veces), y que en la literatura epistolar asna y un pollino (21, 5); él es la apacible y G. Schneider

í

v

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JtgalJTTiç - jtQeaPEÚCD

humilde (->■tajieivóç) Sabiduría para los «fa­ tigados y agobiados», que sienten alivio gracias al ligero yugo de la sabiduría de Jesús (11, 29). Lo de «japrended de mí!» (v. 29) se identifica con el seguimiento y el discipulado (cf. 9, 13), cuya peculiaridad se medita en los macarismos, que son semejantes a salmos (5, 3-10; junto a Jtgaetç en el v. 5 se menciona también a los pobres, los afligidos, los miseri­ cordiosos, etc.). La renuncia a la violência y la confianza que pone su fe en Yahvé caracterizan a los jtgaEiç (Bõhl). Pablo defiende también su propia conducta en 2 Cor 10, 1 refiriéndose a la «mansedumbre y bondad (-^ èmeív.eia) de Cristo», por medio de lo cual su debilidad -contra todo ideal griego de la virtud o dei príncipe (sobre la crítica contra Hamack y otros, cf. Leivestad, 158ss)- se baila bajo la norma de la ética cristológica (de manera parecida en 1 Cor 4, 21: «en el amor y en el espíritu de mansedumbre»), En el catálogo de virtudes de Gál 5, 23, la itQaijTqç (con el amor, la paz, la paciência, la fidelidad, etc.) se caracteriza como «fruto dei Espíritu» (de manera semejante en 6, 1). Esto se baila en consonância con la cristología paulina dei pneuma. El concepto greco-helenístico de la virtud, que se escuchaba ya en el fondo de Gâl 5, 23 (en contra de Hauck-Schultz, 650, con Schlier, 302), se refuerza en los catálogos de virtudes de Ias Deuteropaulinas (Ef 4, 2s: «vivid... con toda humildad, mansedumbre, paciência, soportándoos unos a otros en amor»), en Ias Pastorales (2 Tim 2, 25; amabilidad bacia to­ dos, corregir con jtgaijTqç a los endurecidos; cf. IgnTral 4, 2; Tit 3, 2; no insultar ni renir, «sino ser amables con todas Ias personas y mostrar JtQanTTjç a todas ellas»), así como en Ias Cartas tardias (1 Pe 3,4: Ias mujeres, en el matrimônio, deben proceder con espíritu dulce y sereno; 3, 16: los cristianos deben dar testimonio de su fe con mansedumbre y temor de Dios; Sant 1, 21: aceptación de la palabra de Dios èv jtQanTiyci sin réplicas airadas, de tal manera que la JtQaÚTTiç, según 3, 13, es senal de la conducta recta, en contraste con la envidia y la desavenencia).

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Los autores dei NT no dejan en ninguna peirte que la JTQaiJtr|ç y los demás conceptos éti­ cos se diluyan en la idea griega de la virtud. De ello los protege el contexto teológico y parenético, que los define como don de Dios a los cristianos y como tarea que les ha sido en­ comendada. La jtgauxTiç es denuedo para el servicio a los hombres -con renuncia a la vio­ lência, con confianza de fe en Yahvé-. H. Frankenmõlle prepõ c o n v e n i r , s e r a p r o p i a d o * Heb 7, 26: Tal sumo sacerdote «nos convê­ nio». En los demás casos, el verbo aparece en la construcción impersonal jtQÉJtBi (xivi), «conviene (a alguien)»: Ef 5, 3; 1 Tim 2, 10; Tit 2,1; Heb 2, 10, o jtgéjtov êoxív: Mt 3, 15; 1 Cor 11, 13. M. Pohlenz: NGWG.PH 1933, 53-92. re g é m o )

J l Q E f f P E Í a , a ç , 1^

presbeia

e m b a ja d a

ttQEaPEÚffi ngeaPevo)

presbeuõ s e r e m b a j a d o r * presbeia e m b a j a d a *

TtQeoPEta, aç,

1. Aparición en el NT - 2. Significado ~ 3. Campo referencial. B i b l : Bauer, W õ rterbuch, s.v.; G. Bornkamm, HQeaPeúcü, en ThWNT VI, 680-682; E. Kâsemann, E rw ãgungen zum Stich w o rt V ersõhnungslehre im NT, en F S B ultm ann 1964, 47-59.

1. En el NT el verbo y el sustantivo apare­ ceu un total de 4 veces; JtQEoPEÚco se encuentra una vez en Pablo (2 Cor 5, 20) y en Ef 6, 20; JtQEOpEta aparece en el material lucano de parábolas (Lc 14, 32; 19, 14). 2. JtQeopEÚco tiene antecedentes bastante extensos en el griego clásico y posclásico (cf. Bauer, Bornkamm). Significa ser legado o embajador, actuar como enviado, y conserva este sentido en el NT. El sustantivo tiene los mismos antecedentes y designa la embajada, es decir, un grupo de personas que vienen a entregar un determinado mensaje o a realizar una determinada tarea.

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jTQeaPEÚa) - jtQeapijTéQiov

3. En 2 Cor 5, 20 ngeopeíico se usa en un pasaje de importância sumamente decisiva dentro de la teologia paulina, a saber, en el contexto dei discurso acerca dei ministério de la reconciliación. Dios ha reconciliado consi­ go al mundo, en lo cual Dios no ha sido el re­ conciliado pasivamente, sino el reconciliador activo (Conzelmann, Theologie, 231). Pablo habla como embajador de Cristo y, en su condición de tal, pide en nombre de Cristo que se acepte el acto divino de reconciliación en Cristo (R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 165). En Ef 6, 20 JtQEoPeúcü se halla en una petición de oraciones por el proclamador dei evangelio, un proclamador que se halla ahora en cadenas (de manera parecida, Col 4, 2-4). En comparación con 2 Cor 5, 20, es notable que «Pablo» aqui no hable ya en nombre dei Cristo exaltado, como hacía en el otro lugar, sino que dé testimonio dei evangelio, es decir, njTÈQ o í irpeoPenco no debe traducirse ya «en nombre de quien...», sino «en favor de quien yo realizo el servido de embajador» (Bomkamm, 682). En ambos casos el verbo expresa el carácter oficial dei mensaje paulino. En la parábola de los que van a hacerse la guerra, el rey que tenfa menos tropas y que había subestimado al enemigo, envia una embajada antes de que dé comienzo la batalla, y pide condiciones de paz (Lc 14, 32). En la pa­ rábola de Ias cantidades de dinero confiadas, que Lucas (a diferencia de Marcos) enriqueció con una serie de rasgos tomados de la his­ toria contemporânea dei NT (subida de Arquelao al trono en el ano 4 a.C.), los ciudadanos envían una embajada detrás dei pretendiente al trono, a fin de impedir que éste sea coronado rey (Lc 19,14). J. Rohde JlÇEaPvTEQlov, OD, TÓ presbyterion consejo de ancianos* êiaoxoitfi, cf. además Bauer, W õrterbuch, G. Bomkamm, jiqéoPuç xtX.., en ThWNT VI, 651-680: M. M. Bourke, R eflections on Church O rder B ib l.: -»

Í.V .;

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in the NT: CBQ 35 (1973) 323-345; L. Coenen, en DTNT I, 122-129, sobre todo 125 y 127s; A. E. Harvey, Elders: JThS 25 (1974) 318-332; J. Jeremias, Jerusalén en tiem pos de Jesús, Madrid 1977, 179-198; Id., IIPE2BYTEPION aujlerchristl. bezeugt: ZNW 48 (1957) 127-132; Leipoldt-Grundmann I, 204-210; E. Lohse, D ie O rdination im Spãtjudentum u n d im NT, BerUn 1951; W. Michaelis, D as À ltesten a m t d e r christl. G em einde..., Bem 1953; D. Powell, O rdo P resbyterii: JThS 26 (1975) 289-328; C. H. Roberts, Elders'. JThS 26 (1975) 403-405; Schürer IJ, 237-258, 497-516; pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1248s.

1. En el NT jTQeaPnxÉQiov aparece 3 veces, dos de ellas en la doble obra de Lucas y una vez en Ias Pastorales. 2. Lc 22, 66 y Hech 22, 5 se refieren al co­ légio de ancianos de Jerusalén, es decir, al Sanedrín; Ias palabras de 1 Tim 4, 14 se dirigen al presidente de una comunidad cristiana, el cual posee ya una especie de autoridad en virtud de su ordenación. Un poco más tarde, Ignacio usa el término para referirse a un órgano encargado de asesorar y representar al obispo (IgnEf 2, 2; 20, 2 y passim). a) Según Lc 22, 26, el presbitério dei pueblo se reunió de manana, después dei arresto nocturno de Jesús: un presbitério que, al pare­ cer, se hallaba integrado únicamente por los principales sacerdotes y los escribas (de ma­ nera diferente Lc 20, 1 y con razón: los prin­ cipales sacerdotes y los escribas juntamente con los ancianos). Jesús comparece ante una asamblea plenaria dei Sanedrín, para ser juzgado. No sabemos con seguridad si Lucas tenía idea exacta de Ias circunstancias de aquel entonces, porque en Hech 5, 21 una de dos: o equipara al Sanedrín con la Gerusía o bien, en forma análoga a Ias circunstancias romanas, equipara al consejo de ancianos con el senado romano, y distingue de él al colégio de jueces, integrado por los principales sacerdotes y los escribas (E. Preuschen, Die Apostelgeschichte [HNT], 31). Según Hech 22, 5, en su discurso de defensa, Pablo pone como testigos al sumo sacerdote y a todo el presbitério» de que él, antes de su conversión, observó con el mayor rigor la interpretación farisaica de la ley. b) En 1 Tim 4, 14 un consejo cristiano de ancianos es sujeto de la acción de imponer Ias

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jtQ eoputéQ iov - jtgeopiJTEQoç

manos en un acto de ordenación para conferir el don de la gracia (comunicación dei Espíritu al discípulo de los apóstoles). Por el con­ trario, en 2 Tim 1, 6 el sujeto de la acción de imponer Ias manos es el apóstol, y en 1 Tim 5, 22 lo es el discípulo dei apóstol. Según una opinión diferente (Jeremias, IIPE S B Y T E PIO N , cf. también G. Holtz, Die Pastoralbriefe [ThHK], 11 Is), 1 Tim 4, 14 se refiere a la imposición de Ias manos que confiere la condición de anciano. J. Rohde JIQEapVTEQOÇ, 3 presbyteros más ancia­ no; el anciano* 1. Aparición en el NT - 2. Los diferentes significa­ dos - 3. Campo referencial. B ib l : -* èmojtojtfi, irpEoputépiov, cf. además: B. D e r P resbyteros d es dritten B riefs m d d e r g e lie b te J ü n g e r d e s E va n g e liu m s n a c h Joh a n n es: ZNW 79 (1988) 45-62; M. Katrer, D a s urchristliche à ltestenam t: NovT 32 (1990) 152-188; G. Strecker, 13 Jo h (KEK), Gõttingen 1989, 22-26, 314-317.

Bonsack,

1. Con excepción de Ias Cartas paulinas, en todos los grupos de escritos dei NT se hallan testimonios de este término, que ascienden a un total de 65. De ellos 24 corresponden a los Evangelios sinópticos, 1 al Evangelio de Juan, 17 a Hechos, 5 a Ias Pastorales, 1 a Hebreos, 5 a Ias Cartas Católicas y 12 al Apocalipsis. 2. En el NT hemos de distinguir entre tres significados principales dei término y vários significados secundários o subordinados, por ejemplo: «miembros de la nobleza laica» a di­ ferencia de la alta nobleza sacerdotal entre los miembros dei Sanedrín, los ancianos en Ias comunidades de Ias sinagogas judias, los an­ cianos en Ias comunidades cristianas, entre ellos los miembros dei colégio de dirigentes de la comunidad primitiva, los dirigentes de Ias comunidades de cristianos gentiles creadas por la actividad misionera de Pablo, los 24 ancianos celestiales dei Apocalipsis, y también los antepasados y los que, por su nacimiento, son más ancianos.

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3. El sustantivo rcgeopÓTEpoç tiene una larga historia en la cultura griega clásica y en la cultura helenística, así como en el AT y en los tiempos que le siguieron (cf. G. Bornkamm, en ThWNT VI, 652-661; Bauer, Wõrterbuch, í . v.). a) Los ancianos judios 1) Los llamados ancianos, que eran los miembros laicos dei Sanedrín, procedían de familias ricas, que, teológicamente, seguían la orientación de la alta nobleza sacerdotal con sus ideas saduceas (Hech 23,1-10.14). Según los Evangelios sinópticos, desempenan un pa­ pel en el proceso de Jesus. Pero los Sinópticos hacen distinciones en este punto: sobre todo Mateo menciona a los ancianos junto a los principales sacerdotes, entre los participantes judios en el proceso contra Jesús (21, 23; 26, 3.47; 27, 1.3.12.20; 28, 12). Tan sólo en la primera predicción de la Pasión (16, 21) y en Ias afrentas que sufrió Jesús clavado en la cruz (27, 41), Mateo menciona también a los escribas, además de mancionar a aquéllos. En Marcos y en Lucas los tres grupos dei Sanedrfn se mencionan no sólo en la primera pre­ dicción de la Pasión (Mc 8, 31; Lc 9, 22), si­ no también en relación con la pregunta acerca de la autoridad (Mc 11, 27; Lc 20, 1). Pero en la sentencia de muerte dictada contra Jesús, sólo se mencionan los principales sacerdotes y los escribas, mientras que los que van a detener a Jesús, han sido enviados por los tres grupos (Mc 14, 43). En Lc 22, 52 Jesús, al ser detenido, habla directamente a los principales sacerdotes, a los oficiales dei templo y a los ancianos. Según Mateo, los principales sacer­ dotes y los ancianos se reúnen con el sumo sacerdote Caifás (26, 57; de manera parecida Mc 14, 53; 15, 1). Lc 22, 54 presupone tam­ bién la presencia de los ancianos junto al su­ mo sacerdote. Los ancianos, como parte dei Sanedrín, desempenaron también un papel en la persecución contra los apóstoles en Jerusalén (Hech 4,5.8.23). Según 6, 12, unos judios helenistas alborotan al pueblo, a los escribas y a los ancianos en contra de Esteban. Los cuarenta

1121

:it0Ea|3ijtEQoç

1122

23) y también en la referencia que se hace a él (16, 4), se menciona asimismo a los ancianos después de los apóstoles. Las èvToXal tcõv JtQEoPuTÉQCov, que según 15, 41 v.l. Pablo y Silas notifican a las comunidades de Siria y Cilicia, es el deereto apostólico (15, 23ss). A partir de de Hech 16, 4 no se menciona ya a los apóstoles, y Lucas presenta a los ancianos, con Santiago (el hermano dei Senor) a la cabeza, como la nueva dirección de la comuni­ dad primitiva y como una especie de grêmio decisorio para la Iglesia universal (21, 18). 2) Lucas menciona, además, colégios de ancianos como dirigentes de las comunidades cristianas gentiles fundadas por Pablo. Estos ancianos se asemejan a los ancianos de las co­ munidades sinagogales judias de las que se habla en Lc 7, 3. Los ancianos son designados en cada comunidad por los fundadores de la misma, después de oraciones y ayunos (Hech 14, 23). En Efeso un consejo de ancianos se halla también al frente de la comunidad (20, 17), y las tareas de este consejo se comparan con las de los pastores (20, 18). 3) En las Pastorales y en las Cartas Católi­ cas se observa la misma institución. Según Tit 1, 5, el discípulo dei apóstol, por encargo de éste, designó ancianos en las comunidades de Creta (el concepto de anciano es intercambiable con el de èjtíoxortoç en Tit 1, 7). Es ca­ b) Se distinguen, además, diversos grupos racterístico de los ancianos que ejercen bien la presidência el que se ocupen también de la de ancianos cristianos. 1) Lucas designa con el nombre de ancia­ predicación y de la ensenanza (1 Tim 5, 17). nos a quienes, junto a los apóstoles, presidian Deben estar protegidos contra acusaciones precipitadas (5, 19). En 1 Pe 5, Iss, el autor, la comunidad primitiva de Jerusalén. Esta presidência es análoga para él, seguramente, a como anciano que es él también (onp.JlÇEala desempenada por el Sanedrín en el judaís­ pÚTEQOç), exhorta a los demás ancianos y los mo, o -para que lo entendieran los lectores instruye acerca dei desempeno dei oficio de pastor en la comunidad eristiana (cf. Hech 20, cristianos gentiles dei libro de Hechos- a la desempenada por la gerusía de Ias ciudades 28). Sant 5, 14 alude a la existência de un consejo de ancianos, cuyos miembros podían helenísticas. En Hech 11, 30, este órgano recser llamados para prestar servido a los enfer­ tor es el que se hace cargo de la colecta efecmos. tuada en Antioquía para ayuda de la comuni­ 4) El jtQEa(3ÚTEQOÇ ocupa una posición dad de Jemsalén. Según Hech 15, 2.4.6.22, singularísima como remitente de las Cartas los ancianos participan en la asamblea apostó­ lica, aunque la fiinción dirigente sigue estan­ segunda y tercera de Juan (en ambos casos en do en manos de los apóstoles (el portavoz es el v. 1). Su persona nos resulta desconocida. Seguramente no es miembro o presidente de Pedro). En el texto dei decreto apostólico (15,

conjurados contra la vida de Pablo piden ayuda a los principales sacerdotes y a los ancianos para preparar un atentado contra él (23, 14). Ananías viaja con un abogado y algunos ancianos para ver al gobemador Félix y acu­ sar ante él a Pablo (24, 1). Los principales sacerdotes y los ancianos piden al nuevo gobemador Festo que Pablo sea condenado (25, 15). 2) Según Lc 7, 3, el centurión romano de Cafamaún envia a algunos ancianos de la si­ nagoga judia para que pidan a Jesús que cure a su esclavo. 3) En relación con la disputa acerca de la pureza y la impureza cultuai, se habla de la tradición de los JtQEopúxEQOL, que no era ob­ servada por los discipulos de Jesús. Aqui se piensa en los escribas fariseos (los teólogos antiguos) que habían desarrollado casuísticamente la Torá de Moisés durante los siglos que precedieron a la era eristiana (Mt 15, 2; Mc 7, 3.5). 4) Los JtQEapúTEQOi de Heb 11,2 son, en este capitulo, los testigos de fe de la Antigua Alianza que caminaron por la senda de la fe de los antepasados y que pertenecen, por tan­ to, a generaciones anteriores. Luego, en 11, 3ss, se mencionan ejemplos de esos testigos de la fe en tiempos pasados.

1123

jtQEoPiiTeQOÇ - Ilg ío x a

un consejo local de ancianos, sino que jtQeopTJTEQOç es un título honorífico para los que son portadores y trasmisores de la tradición apostólica, de quienes nos habla Papías (en Eusebio, HistEccl III, 39, 3s; cf. Bomkanun, en ThWNT VI, 671; H. von Campenhausen, Kirchliches Amt und geistliche Vollmacht in den ersten drei Jahrhunderten, Tübingen ^9 63, 132 y 177s). c) A los 24 ancianos dei Apocalipsis se los describe como seres celestiales. Llevan vestiduras blancas, lo mismo que los innumerables mártires procedentes de todos los pueblos (7, 9-17). Con excepción de 5, 5; 7, 13 desempenan funciones representativas (4, 4; 7, 11; 14, 3) y de adoración cultuai (4, 10; 5, 6.8.11.14; 11, 16; 19,4). d) Finalmente, jtQEoPiJTeQoç es una persona anciana por su edad. A Ias personas ancianas no hay que reprenderlas con dureza, sino exhortarlas en la debida forma (1 Tim 5, 1.2; cf. 1 Pe 5, 5). En su sermón pronunciado el día de Pentecostés, Pedro citando a II 3, 1 LXX dice en un parallelismus membrorum de tipo sinonímico: «Vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos sonarán suenos» (Hech 2, 17b). Probablemente en Jn 8, 9 se piensa también en «hombres entrados en anos», no en los ancianos dei Sanedrín, por­ que la adúltera fue llevada ante Jesus por escribas y fariseos (8, 3; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 231). El hermano dei hijo pródigo es denomi­ nado en Lc 15, 25 el hijo mayor, literalmente; el hijo «más viejo» (ó niòç JtQEopúxeQog). J. Rohde JtQEoPliTtlÇ, o u , Ó presbytês hombre vie­ jo o anciano* En Lc 1, 18 dícese de Zacarias: «Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada». En Fim 9 Pablo se aplica lo de jtQEopúTTiç a sí mismo, cuando intercede ante Filemón en favor de Onésimo (v. 10). Tit 2, 2 en la exhortación dirigida a los ancianos (cf. v. 3:

1124

JtQEopntiç): los ancianos deben ser «sobrios, dignos, razonables...». ThWNT VI, 682s.

JigeoPüTiç, lôoç,

presbytis mujer ma­ yor o anciana* Tit 2, 3: «asimismo. Ias ancianas (cf. v. 2: ->■ JiQEopÚTT|ç) deben ser respetuosas en su conducta, no calumniadoras...». 3tQl]VlíÇ, 2 prênês de cabeza, hacia adelante* En Hech 1,18 dícese de la suerte que corrió Judas: jiqtivtiç yEVÓp.£voç, «cayó de cabe­ za». K. Lake, en Beginnings V, 22-30; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), sub loco-, J. D. M. Derrett: ZNW 72 (1981) 132s. TCQÍ^b) prizõ aserrar* En Heb 11, 37 aparece el aoristo primero de Ia v o z pasiva, refiriéndose a la clase de muerte que recibían los testigos de la fe: «Fueron apedreados, aserrados, muertos a espada...». Según la leyenda, Isaías murió de esa manera: Martis 5, 1-6; Justino, Dial 120. nigív prin (adv.) antes, con anterioridad; como preposición; antes de* 1. Empleado como conjunción temporal {antes que, con anterioridad a que): Mc 14, 30.72 par. Mt 26, 34.75 / Lc 22, 61, «antes de que cante el gallo». Âdemás Mt 1, 18; Lc 2, 26; Jn 4, 49; 8, 58; 14, 29; Hech 2, 20; 7, 2; 25, 16. 2. Empleado como preposición que rige genitivo {antes de): en variantes textuales de Mt 26, 34; Jn 8, 58. También con acusativo: Mc 15, 42 v.l. (jtQiv oáppaxov); Jn 11, 55 v.l. (jtQlv xò Jtáoya).

IlQÍOÍía, IlQÍOXlX>,a, tjç Priska, lla Prisca, Priscila ’Axú7.aç.

Priski-

1125

n p ó

JtÇ O

pro

c o n g e n itiv o a n te s d e , d e la n te d e *

B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; Blafi-Debrunner § 213; Kühner, G r a m m a tik II/l, 454-456; Mayser, G ra m m a tik II/2, 390-392; E. Reicke, itQÓ, en ThWNT VI, 683-688; L. Rydbeck, F a chprosa, verm ein tlich e Volkssprache u n d NT, Uppsala 1967, 62-77 [a propósi­ to de Jn 12, 1].

1. Esta preposición de genitivo aparece 47 veces en el NT. No se encuentra en algunos de los escritos más breves ni tampoco en el Apocalipsis; en Marcos aparece únicamente en la cita de Me 1, 2. Casi siempre se emplea en sentido temporal 2) y más raras veces en sentido local o en sentido figurado (->■ 3). 2. JtQÓ significa «antes» en sentido globcil y se refiere al tiempo y al mundo en general, cuando se habla dei plan divino de salvación, utilizando para ello expresiones como «antes de la fundación dei mundo», Jn 17, 24; Ef 1, 4; 1 Pe 1, 20 ó «antes de los tiempos eternos», 2 Tim 1, 9; Tit 1, 2; de manera parecida en 1 Cor 2, 7; Jds 25; Col 1, 17; Jn 17, 5. En el pasaje citado en último lugar (Jn 17, 5) se encuentra kqò xoú seguido de infinitivo con sujeto en acusativo. El infinitivo en este caso se haUa en presente; en los demás casos, en aoristo. Se trata de enunciados teologica­ mente importantes, porque se refieren a la presciencia divina o a la previa disposición divina, ya se trate dei conocimiento de Dios acerca de lo pedido por el hombre (Mt 6, 8) y de la determinación dei nombre de Jesús antes ya de su concepción (Lc 2, 21), o bien dei co­ nocimiento prévio que Jesús tiene cuando se encuentra con Natanael (Jn 1, 48) y dei cono­ cimiento con el que Jesús prevê su Pasión y va al encuentro de ella (13,19; Lc 22, 15). Es­ to último lo acentúa el Evangelio de Juan, cuando en 13, 1 lo enlaza con la indicación temporal que encontramos ya en 11, 55 y 12, 1; «antes de la fiesta de la Pascua». En 12, 1 se dice propiamente, a tenor de analogias helenísticas, «seis dias antes, contados desde la fiesta de Pascua» (Reicke, 685) o más bien «seis dias antes de la fiesta de la Pascua» (Rydbeck, 72-75); cf. Am 1, 1 LXX; JtQÒ ôúcu èxmv xoü a£L0poú; 4, 7.

1126 El punto de referencia para el «antes» puede ser también la situación histórico-salvifica dei NT en relación con el AT (Gál 3, 23, «an­ tes de venir lafe»; Mt 5, 12; «así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros»; cf. Jn 10, 8 v.L), asi como el giro decisivo que hubo en la vida de Pablo, es decir, su conversión al cristianismo (Rom 16, 7) y su vocación como apóstol (Gál 1, 17), cosa en la que otros le habian precedido (siempre Jtpò èfxon. La significación de la hora histórica se expresa de manera muy general, cuando el libro de Hechos deslinda de los aeontecimientos que tuvieron lugar en tomo a los apóstoles y a Pa­ blo, Ias insurrecciones que se habian produeido algún tiempo antes, literalmente «antes de esos dias» (5, 36; 21, 38). n:QÓ hace referencia al final futuro, no sólo en Lc 21, 12; «antes de todas estas cosas», y en Heb 11, 5: «antes dei arrebatamiento» (de Henoc), sino también en la comparación de Mt 24, 38: «así como... antes dei dilúvio», y en la expresión «antes dei tiempo» (jiqò xoü xatQOÜ, 8, 29; 1 Cor 4, 5). Finalmente, hay además una serie de refe­ rencias temporales ordinárias con Jtpó, que están constmidas: con sustantivos, Lc 11, 38: «antes de la cena»; 2 Cor 12, 2: «hace catorce anos»; 2 Tim 4, 21; «antes dei inviemo»; con un pronombre, Jn 5, 7: «antes que yo»; y con un infinitivo, Hech 23, 15: «antes de que él se acerque [^a vosotros?]»; Gál 2, 12. 3. La expresión jiqò JtQOOCójtou xivóç tie­ ne en el contexto significado temporal, aunque está formulada espacialmente: «ante el rostro de alguien / ante alguien». Está calcada de la expresión hebrea lifnê pãnim y aparece en Mt 11, 10 par. Mc 1, 2 / Lc 7, 27 (en cita de Mal 3, 1 ó Ex 23, 20), así como en Lc 1, 76; 9, 52; 10, 1; Hech 13, 24 (en este último pa­ saje la expresión está asociada incluso con eíooôoç: «antes de su llegada»), es decir, debe entenderse casi exclusivamente en sentido temporal. «Delante de la puerta» o «de Ias puertas» se entiende en sentido literal en Hech 12, 6 (cf. v. 14), y en sentido figurado en Sant 5, 9). Sobre la frase «Zeus, cuyo tem-

1127

3TQO - jtQoaycü

pio se encuentra delante de la ciudad», en Hech 14, 13 (^se refiere al patrono de la ciu­ dad, como es posible en D?), cf. Reicke, 684. En sentido figurado JtQÓ se emplea única­ mente para expresar la precedencia: Jtpò JtávTtov, «ante todo / especialmente», Sant 5, 12; 1 Pe 4, 8; cf. Did 10, 4. W. Radl JlQ o áy w proago ir delante, dirigir el camino, hacer còmparecer* B ib l: E. L. Bode, The F irst E a ster M o m in g . The G ospel A cco u n ts o f t h e W om en’s V isit to the Tomb o f Jesu s (AnBibI 45), Roma 1970, 31-37; H. Frfar. von Campenhausen, D e r A b la u f d e r O sterereignisse un d das leere G rab (SAH 1952-1954), Heidelberg =*1966; C. F. Evans, R esurrectio n a n d the N T (SBT 12), London 1970, 78-81; Id., « I w ill g o before yo u into G alilee»: JThS 5 (1954) 3-18; H. GraB, O stergeschehen u n d O sterberichte, Gõttingen ^1962, 21, 113-127; Je­ remias, Teologia 344; G. Klein, D ie V erleugnung des P etrus. E in e tra d itio n sg esch ich tlich e U ntersuchung:

ZThK 58 (1961) 285-328, sobre todo 296s; E. Lohmeyer, G a lilã a u n d Jeru sa lem in den E va n g elien (FRLANT 52), Gõttingen 1936; A. J. Malherbe, Through the E ye o f t h e N eedle: ‘The D o ctrin e o f C h rist’: Restoration Quarterly 6 (1962) 12-18; E. Manicardi, II cam m ino d i G esü n el Vangelo di M arco, Roma 1981, 173-176; W. Marxsen, E l eva ngelista M arcos. E stú ­ dios sobre la h istoria de la redacción dei evangelio, 70-85, 104-109; R. McKinnis, A n A n a lysis o fM a r k X, 32-34: NovT 18 (1976) 81-100, sobre todo 82-86; P. C. Odenkirchen, «P raecedam vos in G alilaeam » (M t 26, 32 c f 28. 7.10; M c 14, 28; 16, 7 c f L c 24, 6): VD

46 (1968) 193-223; K. L. Schmidt, jtQoáyu, en ThWNT I, 130s; J. Schreiber, T h e o lo g ie des Vertrauens. E in e red aktionsgeschichtliche U ntersuchung d es M a rkusevangelium , Hamburg 1967; R. H. Stein, A S ho rt N ote on M a rk X IV 2 8 a n d X V I 7: NTS 20 (19731974) 445-452; B. Steinseifer, D e r O rt d e r E rscheinungen des A ufersta n d en en . Z u r F rage a lte r galilaisch er O stertradition: ZNW 62 (1971) 232-265; N. Wieder, The Judean S crolls a n d K araism , London 1962, 1-

51, sobre todo 30-48.

1. El verbo aparece 20 veces en el NT, Ias que 16 corresponden a los Evangelios y los Hechos, y 4 a Ias Cartas no paulinas. En el sentido marcadamente temporal de ir delante, preceder se halla el verbo en 1 Tim 1, 18 (refiriéndose a Ias predicciones proféticas que con anterioridad se le hicieron a Timoteo, probablemente con motivo de su vocación);

1128

en 1 Tim 5,24 (refiriéndose a los pecados manifiestos, que ya desde ahora, incluso en vida de los pecadores, van delante de ellos al juicio celestial y marcan, por tanto, a los peca­ dores como ya condenados), y en Heb 7, 18 (refiriéndose al mandamiento hecho con ante­ rioridad y que luego es anulado por Dios). Como término dei lenguaje jurídico, jtpoáYCO significa en Hech 12, 6; 17, 5 y 25, 26 «hacer comparecer ante un órgano judicial». En 2 Jn 9, Jtpoáyo) significa que el hereje que aban­ dona la confesión cristológica, sigue adelante en su actitud (cf. Malherbe). En los demás pasajes predomina el sentido espacial de conducir hacia (dícese de la estrella que conduce hasta el lugar donde se halla el nino, Mt 2, 9, cf. Ex 13, 21), sacar fuera (de la prisión, en Hech 16, 30), ir por delante, preceder (los pe­ cadores y los publicanos entrarán antes que vosotros en la P a o d e ía xoi3 deoi), Mt 21, 31). 2. El significado de preceder / conducir predomina en la tradición acerca de Jesús: Mc 10, 32, al principio de la tercera predicción de la Pasión, acentúa que Jesús iba delante de sus discípulos camino de Jerusalén hacia sus sufrimientos, y que ésta es la razón de que los discípulos fueran detrás de él, siguiendo a su Maestro en el camino de los sufrimientos (so­ bre la interpretación de este versículo en la perspectiva de la historia de la redacción, cf. McKinnis; Schreiber, 132; W. Grundmann, Das Evangelium nach Markus [ThHK] 288; J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, Salamanca ^1997, 110-112). El motivo dei camino, según el cual Jesús conduce en grupo a sus discípulos hacia Jerusalén como al lugar de su propia consumación, aparece también probablemente en Mc 11,9 par. Mt 21, 9 (cf. de Lc 18, 39): Jesús, después de dejar Galilea, marcha a Jerusalén entre un grupo de peregri­ nos. Este camino de Jesús hacia el sufrimiento es, al mismo tiempo, el camino dei Hijo dei hombre hacia la gloria celestial; por eso, este camino no está sujeto primariamente a Ias leyes terrenas dei espacio y dei tiempo. El Jesús terreno conoce ya su camino hacia la resu-

1129

jtQ o á y c o - jiçopáX X .ü)

rrección; ya puede participar él de Ias miste­ riosas posibilidades de los seres celestiales; cf. Jn 7, 2-13, especialmente el v. 10; Jesús va a Jerusalén en la perspectiva de su xaiQÓç co­ mo exaltación suya en la cruz [cbç] èv XQUJtInversamente, el Resucitado, como ser celestial y terrenamente invisible para sus dis­ cípulos, va delante de ellos a GaUlea (Mc 14, 28 par. Mt 26, 32), donde estos le verán en su manifestación (Mc 16, 7 par. Mt 28, 7). Los especialistas vacilan entre dos interpretaciones de Mc 14, 28; 16, 7. Por un lado, una Vi­ sion basada únicamente en la crítica de la redacción interpreta el viaje de Jesús a Galilea como una clave cifrada en favor de la misión entre los gentiles (Gnilka, E l E v a n g e lio s e g ú n S a n M a r c o s , 282ss; Evans), como una referencia situacional por parte de Marcos a la próxima parusía (Marxsen, 76ss), o como una referencia general de ca­ racter teológico-existencial (Schreiber, 132). Por otro lado, una interpretación «histórica» postula tradiciones de visiones (epifanías) galileas de conformidad con Mt 28; Jn 21, tan antiguas al menos como los acontecimientos de Pascua en Jerusalén (así desde Lohmeyer; cf. von Campenhausen, Stein; nuevo material sobre Galilea = «país de Damasco» en Wieder) o en competência mutuamente exclusiva con esos acontecimientos (así especialmente GraB); la interpretación de Lohmeyer referida a la parusía no ha tenido aceptación.

Hay que contar con el hecho de que Jesús, como exorcista carismático, se hallaba -desde el punto de vista de la historia de Ias religiones- en el âmbito de Ias experiencias pneu­ máticas limite, entre cuyos médios de expresión se cuentan el misterioso cambio de lugar, el trato con el mundo celestial y Ias epifanías dei Maestro glorificado desde el mundo celes­ tial a sus discípulos. Mc 6, 45ss es entonces el ejemplo de una prueba de los discípulos pre­ parada por el Maestro, y 14, 28; 16, 7 son re­ ferencias a la victoria sobre la muerte y el diablo, lograda ya por el Maestro y comunicable a los discípulos mediante la relación carismá­ tica habida en Galilea entre Maestro y discí­ pulos. J.-A. Bühner

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JIQ O aiQ É O ^ai proaireom ai (voz media) elegir para sí, preferir* 2 Cor 9, 7: xa'&cbç jtQof|Qr|TaL tfj xapS ía, «como él se había propuesto en su corazón». J tQ O a iT ia o ^ a i proaitiaomai acusar ante­ riormente* En Rom 3, 9, seguido de infinitivo con sujeto en acusativo: «Hemos (es decir, he) de­ nunciado anteriormente que...». m ç o a x o v o ) proakouõ oír anteriorm ente (acerca de)* Col 1, 5; èXjtíôa fiv jtQoijxoiJoaxE, «la esperanza, de la cual habéis oído hablar antes». n ;9 O a n a g T a v t0 proamartanõ pecar ante­ riormente* El participio de perfecto en 2 Cor 12, 21 y 13, 1: JtQOT]paQTT]XÓXEÇ, «los que han peca­ do anteriormente». proaulion p o r t a l , z a guán* Mc 14, 68: Pedro s a l ió (v. 66 de l a ->• a u lu f i) ELÇ t ò JipoaúÀiov (Mt 26, 71: e I ç t ò v JtuXtõva).

J tQ O a tjX lO V , O l), TÓ

TiQOpaívto probainõ ir adelante* En sentido propio en Mc 1,19 par. Mt 4, 21 (ngopáç). En sentido figurado en Lc 1, 7.18: èv xatç ripéQaiç; 2, 36: èv r|pÉQatç -KoXkàxig (dícese de una edad avanzada). n;QopáÀ.>.(0 proballõ em pujar hacia ade­ lante; brotar* Hech 19, 33: 3tQoPaÀ.óvxcov aúxóv, Alejandro, «a quien ellos (los judios) habían empujado hacia adelante». En Lc 21, 30, refiriéndose a la floración de Ias plantas: «Tan pronto como (los árboles) echan brotes» (a diferencia de Mc 13, 28). Spicq, Notes II, 743s.

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JtQoParixóç - jtQÓPaxov

J lQ o P a tix ó ç , 3 probatikos concemiente a

Ias ovejas* Jn 5, 2: iq JtQo|3auxT| (a saber, la puerta de Ias ovejas: «En Jerusalén, junto a la puerta de Ias ovejas, hay un estanque...»; ->■

JlgO ^átlO V , 013, TÓ probation ovejita Diminutivo de ->■ JtQÓPaxov, «oveja», co­ mo variante textual en Jn 21, 16.17 (B C 565 pc). ThWNT VI, 688-692.

m gópatov, ov, tÓprobaton oveja 1. Aparición - 2. Significado propio - 3. ^Título cristológico? - 4. Sentido figurado.

1132

dei pastor (27 veces), 15 de ellas en Ias palabras sobre el pastor en Jn 10. 2. Con la imagen de la oveja que ha caído en un hoyo y es rescatada en sábado, Jesiís defiende sus curaciones en sábado (Mt 12, lls). Se refiere de esta manera a un suceso cotidiano, bien conocido por sus oyentes. Las ovejas son el animal más frecuente en Pa­ lestina (cf. Job 1, 3). Por eso, la cria de ganado ovino es, junto a la agricultura, la ocupación más difundida. A esto se debe seguramente que el tér­ mino griego iiQópaxov, que propiamente signifi­ ca «ganado menor», no aparezca en el NT sino con el significado de oveja.

Los pasajes de Lc 14, 5; 13, 15, donde el animal que hay que salvar es un buey o un asno, demuestran que Mt 12, 11 no se entiende en sentido figurado. Esto se aplica también a Mt 25, 32s (en contra de Preisker-Schulz, 690s; Jeremias, Parábolas, 109, 250, y otros; cf. Friedrich, 143ss), donde la certeza de la separación que va a hacerse al final, se muestra por el ejemplo dei quehacer cotidiano dei pastor: así como éste, durante el ordeno, mantiene separadas a las ovejas de los cameros, S. Schulz, reQÓPatov, en ThWNT VI, 688-692; I. Seiasí también el Juez mantendrá separados a los bert, H irt-H erd e-K õ n ig . Z u r H era u sb ild u n g d es Kõjustos de los injustos (Friedrich, 150). Hay n ig tu m s in M eso p o ta m ien (SSA 53), Basel 1969; G. que entender también en sentido literal las Stein, D a s Tier in d e r B ibel. D e r jü d . M ensch u n d sein imágenes de contraste «ovejas / lobos» en Mt Verhãltnis zu m Tier. Judaica 36 (1980) 14-26, 51-T1\ W. Tooley, The S h ep h erd a n d Sheep Im a g e in the Tea7, 15 y 10, 16, que contraponen la manera de ching o f Jesus: NovT 7 (1964-1965) 15-25; R. Tuente, ser pacífica de la oveja a la naturaleza predaen DTNTIII, 232s; para más bibliografia, cf. ThWNT dora dei lobo. Claro está que Mt 10, 16 posee X, 974s, 1244s, 1249. además rasgos metafóricos, lo mismo que Lc 1. De Ias 39 veces que aparece el término 15, 4.6 par. Mt 18, 12, donde Jtgópaxov se en el NT, 34 se encuentran en los Evangelios, entiende al principio en sentido literal. Tamespecialmente en Mateo (11 veces) y Juan poco hay sentido figurado en: Ap 18, 13 y Jn (19). El término se encuentra también 2 veces 2, 14s. Cuando se habla de ovejas, en la esceen Marcos y otras 2 veces en Lucas. En el res­ na de la purificación dei templo en Jn 2, se to dei NT el término aparece raras veces: se trata con toda seguridad de ovejas destinadas encuentra una vez en cada uno de los escritos a los sacrifícios. En el NT JtQÓPaxov no apa­ siguientes: Hechos, Romanos, Hebreos, 1 Pe­ rece con este mismo sentido sino en otros dos dro y Apocalipsis. Predomina el sentido figu­ pasajes: Rom 8, 36 y Hech 8, 32 (que en am­ rado (25 veces), tan sólo 13 veces se usa el bas ocasiones son citas de la LXX: Sal 43, 23; término en sentido propio, una vez como imaIs 53, 7s). Lo mismo que en la LXX, el NT gen de la muerte de Jesus. Con frecuencia suele emplear en otras ocasiones, con este JtQÓPatov aparece en relación con la imagen mismo sentido, el término à[j,vóç.

B ibl.: J. Botterweck, H irt u n d H erde im A T un d im A lte n Orient, en D ie K irche und ihre à m te r u n d Stãnde. F e s tg a b e ju r J. Kard. F rings, Koln 1960, 339-352; R. E. Brown, «O th er S h eep n o t o f th is F old»: The Joh a n n in e P ersp ective on C hristian D iversity in the L a ­ te F irst Century-. JBL 97 (1978) 5-22; J. H. Friedrich, G o tt im B ru d e r? E in e m e th o d e n k ritisc h e U ntersuchung vo n R edaktion, Ü b erliefem n g und Traditionen i n M t2 5 , 3 1 -4 6 (CThMA/7), Stuttgart 1977, 137-150; F. Hahn, D ie H irtenrede in Joh 10, en F S Dinkler, 185200; O. Keel, Tiere a is G efãhrten un d F einde des bibl. M enschen: Heiliges Land 7 (1979) 51-59; O. Kiefer, D ie H irtenred e (SBS 23), Stuttgart 1967; H. Preisker-

1133

j tg ó p a x o v

3. Es verdad que en Hech 8, 32, en la cita (—>- 2), a Jesús se le designa como la «oveja destinada al matadero». En el NT, este signi­ ficado aparece únicamente en este lugar, don­ de JtQÓPatov se haUa en paralelismo sintéti­ co con àpvóç. En ningún otro pasaje más que aqui y en Heb 13,20 está indicada la cuestión acerca dei empleo cristológico dei término (la cosa es diferente con àpvóç [2]). Ahora bien, en ambos pasajes irpóflaxov no se emplea como título, sino que no pasa de ser una imagen. 4. En vários pasajes no es fácil decidir si hay sentido literal o sentido figurado. En el AT, «pastor» es título de reyes y se aplica es­ pecialmente a Dios; de ahí que jrpópaxov se aplique como imagen al pueblo o a Ias personas que necesitan ser dirigidas. La designación del rey como «pastor» la en­ contramos también a menudo fuera de la Biblia (cf. Seibert, Iss; Botterweck, 348ss; Friedrich, 146; -> jtoipfiv). Sobre todo a Dios se le designa como Pastor, cf. Sal 23, 1; Is 40, 11; Ez 34, 12ss y passim. Las «ovejas» son entonces el pueblo (2 Sam 24, 17), el pueblo de Dios (Sal 74, 1) o los seres humanos que necesitan que otro los guie (cf. también Epicteto, Diss III, 22, 35). La tarea del pastor con su rebano consiste principalmente en preocuparse de los animales que le han sido confiados, en reunir a los dispersos, protegerlos de todos los peligros, rechazar los ataques de las fieras y cuidarse de los más débiles.

Por eso, no se puede decidir con entera seguridad si no habrá también resonancias me­ tafóricas en Lc 15, 4.6 par. Mt 18, 12 (en con­ tra de Tuente, 232s), tal como se reconocieron con posterioridad por la armonización con Jn 10, aunque la parábola expresaba original­ mente (como Lc 15, 8ss) el gozo de Dios por el pecador arrepentido (en Lucas) o la exhortación que «llama a los jefes de la comunidad a una fidelidad de pastor frente a los apósta­ tas» (en Mateo: Jeremias, Parábolas, 50). También en Mt 10, 16, donde el contraste en­ tre las ovejas y los lobos hace que se emplee esta imagen, se piensa ya en la comunidad de los discípulos, y irpó^axov se usa, por tanto.

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como imagen de la amenaza que se cieme sobre la comunidad dispersa. La misma ima­ gen se encuentra en Mc 14, 27 par. Mt 26, 31, donde se hace patente la conexión de la ima­ gen de las ovejas con la del pastor, lo mismo que en Mc 6, 34 par. Mt 9, 36, donde hay una simple comparación. En los demás pasajes Mateo, al emplear el término jtpópaxov, piensa más en el pueblo de Israel (10, 6; 15, 24). La Carta primera de Pedro enlaza con la imagen de las ovejas dispersas: en 2, 25 -en el marco de las citas de Isaías—cita a Is 53, 5, la imagen de las ovejas descarriadas, que aho­ ra se han vuelto a Dios, el Pastor. Por el contrario, es cristológica la grandio­ sa imagen del buen pastor y de las ovejas en Jn 10, que hace ver claramente la íntima relación que hay entre las ovejas y su pastor (vv. l-4.7s.ll-13.15s.26s). Las ovejas son los que pertenecen a Jesús, «sus ovejas» (v. 3), que le pertenecen (v. 4) y que, por tanto, no se encuentran ya dispersas, sino congregadas «en el redil» y protegidas por el pastor; son «los suyos». Esta comunidad suya el Resucitado se la confia a Simón Pedro en el llamamiento que le hace (Jn 21, 16s) para que cuide fiel­ mente de esa comunidad (en el v. 15, en la primera exhortación dirigida a Pedro, se emplea el término àpvíov [-» àpvóç 3]). Pero en ambas ocasiones lo decisivo es la «imagen del pastor, no la imagen de las ovejas. En todos estos textos, que describen la ima­ gen del pastor y del rebano, de la dispersión y de la reunión, esta imagen «expresa con vigor la idea de confianza, responsabilidad y cohesión» (N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 188), tal como nos resulta especialmente familiar por el salmo 23. La oveja, sin el pastor, está perdida (Mc 6, 34 par.; Mt 12, lls), necesita protección (Lc 15, 4 ;M t7 ,1 5 ;M tl8 ,12 par.; Jn 20,11-12) y es­ tar de nuevo en el rebano (Mc 14, 27 par.; Jn 10, 26s). Pero lo peculiar de los textos del NT es la cohesión supraindividual de las ovejas reunidas (especialmente Jn 21, 16s; 1 Pe 2, 25; Jn 10). J. H. Friedrich

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jieoPipáÇco- jiQoyivróojicD

JlQ o P lp áÇ to probibazõ im pulsar hacia adelante, instigar* Mt 14, 8: «ellafue instigada por su madre» (diferente de Mc 6, 24). Spicq, Notes II, 745. JtQOpÀ^éjcOfiai problepomai (voz media) prever* Heb 11, 40: Dios «ha previsto/ha pensado algo mejor para nosotros». J t ç o y í v o ^ a i proginomai suceder antes* Rom 3, 25: «porque Dios, con su paciência, pasó por alto los pecados cometidos anterior­ mente». ->■õixaiooúvq 4. JlQOyiVftMTXtO proginõskõ conocer anticipadamente, saber de antemano* JtQÓyvcoaiç, ecoç, f] prognõsis conocimiento prévio, presciencia* B ibl.: R. Bultmann, neoyivtóaJto) xtX., en ThWNT I, 715s; P. Jacobs-H. Krienke, jtQOYWtóaxco, en DTNT III, 428s; K. H. Schelkle, D ie P e tru sb riefe (HThK), Freiburg i. Br. ^1970, 20-25; J. Schmid, Vorseh u n g I. S ch rift u n d Umwelt, en LThK X, 885-887; S. Schulz, G ottes Vorsehung b ei Lukas: ZNW 54 (1963) 104-116; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1024s.

1. En el NT, este verbo compuesto de vcóoRO) expresa primeramente el conocimiento prévio que Dios tiene o la presciencia divi­ na, en lo cual se escucha siempre la idea de Ia elección. Rom 8, 29, en el contexto dei tema «la vida en el Espíritu como posición en la esperanza» (8, 18-30), acentúa que el cristiano vive en la conciencia de que para aquellos que, según el conocimiento prévio (la pres­ ciencia divina), están llamados a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, todas Ias co­ sas contribuyen para su bien. «Este ‘conocer’ incluye según Pablo un reconocimiento y apropiación...» (H. Schlier, Der Rõmerbrief [HThK], 272). La misma idea aparece en Rom 11, 2; Dios no ha rechazado para siem­ pre a Israel (v. 2a: a su pueblo), porque le conoció de antemano (v. 2b), es decir, Dios reconoció desde el principio a Israel y lo aceptó como su pueblo.

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En Hech 26, 5 se habla dei conocimiento prévio que tienen los hombres; Pablo, en su defensa ante Agripa y Festo (25, 23-26, 32), se refiere brevemente a su propia vida (vv. 4s), porque ellos le conocen desde el princi­ pio (v. 4b) y pueden testificar la veracidad de su declaración, puesto que ya desde antes (obsérvese el refuerzo dei verbo por medio de ávwdev) conocían la vida de Pablo (cf. 22, 3). 1 Pe 1, 20 se refiere a Cristo en un enuncia­ do que se deriva de una tradición más antigua, y acentúa que él fue conocido anteriormente (por Dios, obsérvese la voz pasiva), antes de la fundación dei mundo (cf. 2 Tim 1, 9s; Tit 1, 2s); este conocimiento prévio no es un saber que no tome interés alguno, sino un «querer creador» (SchelMe, 50 nota 3). También los creyentes saben de antemano que les amenaza el peligro de ser arrastrados por el engano de los impíos y de perder su sólida firmeza: 2 Pe 3, 17. 2. El sustantivo, que en Jdt 9, 6 designa el conocimiento divino predestinador, expresa en Hech 2, 23 el conocimiento prévio, la pres­ ciencia de Dios; se define más concretamente como el firme decreto de Dios, según el cual los israelitas (v. 22) clavaron (en la cruz) y dieron muerte a Jesús de Nazaret (cf. Lc 24, 268.44-49; Hech 3, 18; 13, 27; 26, 23). La presciencia de Dios, que se fundamenta en su propio decreto (->■ pouX.r|), revela a los israe­ litas como los verdaderos culpables de la muerte de Jesús, mientras que los ãvopot, los romanos paganos, «no son más que instru­ mentos» y quedan disculpados (E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 182).E nlaintroducción de la Carta primera de Pedro (1, 1), a los destinatários se los llama escogidos según la presciencia de Dios (v. 2). La elec­ ción se fundamenta en el decreto de Dios; de ahí nace la obligación que el escogido tiene de responder, una respuesta que se realiza principalmente en la obediência (v. 2b); ÚJtaxof| 6. A. Sand

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Itg Ó Y V ÍO O lÇ -

:jtQÓY'V(i)aiÇ, £COÇ, prognõsis conocimiento prévio, presciencia JTQOYIVÍÜOXCÜ (2). JtQÓYOVOç, 2 progonos nacido anteriormente; antepasado, abuelo* El sustantivo oí jiqóyovol, los antepasados, aparece en Ias Pastorales. En 1 Tim 5, 4 se habla de la gratitud contidiana que se debe a los mayores (que todavia viveu): a los pa­ dres y a los abuelos. 2 Tim 1, 3; «desde los antepasados». TtQOYQCtqxo prographõ escribir previa­ mente / antes, tomar nota, inscribir públi­ camente* El verbo aparece 4 veces. El significado li­ terário se encuentra en Ef 3, 3 (xafttbç JtQoéYparj^a èv «como os [lo] escribí antes con brevedad»), refiriéndose a enunciados an­ teriores de la misma carta (cf., por ejemplo, 1, 9ss; 2, llss; dificilmente será una alusión dei autor pseudoepigráfico de Efesios a Ias Cartas paulinas que él tiene a la vista, cf. M. Dibelius-H. Greeven, An die Epheser [HNT], sub loco; cf., además, en general Herm [v] 4, 3, 6; IgnMagn 6, 1; PapPetrie 111, 179; ÀgU 1107, 30); en voz pasiva en Rom 15, 4 (Soa j a ç JtQOEYQácpTi, «en efecto, lo que se ha escrito antes / l o que se ha dicho anteriormente en la Escritura»; B lat tienen únicamente el simple eYpácpq) como referencia a la «instrucción» dada por la Escritura (concretamente el Sal 69,10). En Jds 4 (ol JtáXai jtQOYeYQappévoi Eiç TÒ XQÍpa) aparece el significado especial de tomar nota / inscribir en listas / predeter­ minar (cf. Josefo, Ant XI, 283; Luciano, Tim. 51; Plutarco, Brut. 27; cf. sobre este punto Hen [et] 81, 4; 106, 19; ApBar [sir] 24, 1). En Gál 3, 1 oíç x a t ’ ôqjüaX.ponç Ttiooüç X pioTÒç jrQoeYpácpT] èoTauQOopévoç puede traducirse de dos maneras. La primera se basa en el significado de «dibujar / pintar», atestiguado para el verbo simple YQátpco: ante cuyos ojos Jesucristo^e representado como el Crucificado». La segunda se basa en un signi­

J tg O Ô Ó T T ]5

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ficado de jtQOYQáqxo que aparece frecuentemente: «proclamar públicaraente» (cf. Esqui­ nes II, 60s; Plutarco, Cam. 11; 1 Mac 10, 36; Josefo, Ant X, 254; cf. Liddell-Scott, í.v. II, 1). En este caso, la frase se refiere a la proclamación pública dei Cristo cracificado ante los gálatas por medio dei mensaje de Pablo: «el c u a l^ e presentado ante vuestros ojos con to­ da notoriedad / claridad». En favor de esta úl­ tima traducción habla el hecho de que Pablo dificilmente estaria interesado en una «representación gráfica» de los sufrimientos dei Crucificado, sino únicamente en la validez e indiscutible notoriedad pública de su mensaje acerca de la cruz, un mensaje dei que los gála­ tas se dejaban apartar por un incomprensible «hechizo» (-^ paoxaívo)); cf. también espe­ cialmente ThWNT 1,771s; H. Schlier, La Car­ ta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco. H. Balz JIQÓôt]ÀOÇ, 2 prodêlos muy evidente o manifiesto, conocido por todos* 1 Tim 5,24,25 refiriéndose a pecados manifiestos (v. 24) y a actos buenos manifiestos (entre los hombres) (v. 25), por contraste con los que (de momento) están ocultos, pero que se manifiestcirán igualmente en el juicio de Dios. Heb 7, 14 : j iq ó ô t ià ,o v (a saber, è o t í v ) , «es sabido de todos que / es evidente que». 7CQOÔÍô(0[il prodidõm i dar prim ero, dar con anterioridad* Rom 11, 35 (cf. Is 40, 13s; Job 41, 2s): tíç jtQoéôcoxEV a Ú T^ ;, «^quién le ha dado a él (a Dios) primero, para que (Dios) se lo tenga que pagar?»; en la LXX Is 40, 14 Sin* A C penetro probablemente como v.l. procedente de Rom 11, 35. - El significado de «traicionar, entregar» aparece en Mc 14, 10 D (en vez de JtaQaôíômpí) y también en MartPol 6, Is; Herm (v) 2, 2, 2. jlQOÔÓTifÇ, ov, ó prodotês traidor* En Lc 6, 16 dicese de Toúôaç (6) Toxagunfi, «que llegó a ser traidor (ôç I yéveto

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JtQOÔÓTTiç - jtQoeiiaYY6^íÇo|xaL

jtQOÔóxTiç)»; Hech 7, 52: otQOÔóxai junto a q)OVEiç. En un catálogo de vidos en 2 Tim 3,4. Jtç ó ô ^ o jfio ç , 2 prodromos el que corre delante; en sentido sustantivado: precur­ sor* Según Heb 6, 20, Jesus, en favor de la comunidad, «entró como precursor» en el lugar santísimo situado tras el velo (5n;ou jiqóôqo[ioç újièQ f|(xã)v EÍ0fí?c&£v 1 t]ooüç); acerca dei enunciado cf. también Jn 14, 2s y el empleo de -> àpxTiYÓç (2) en Heb 2, 10; 12, 2. En otros lugares jxpóôpoqoç se usa para referirse a los finitos tempraneros (Núm 13, 21; Is 28, 4) o, en sentido militar, se aplica a la avanzadilla o a la patrulla de reconocimiento (Sab 12, 8; Polibio XII, 20, 7). jlQOEÍôov proeidon ver con anterioridad

Aoristo segundo de -> KQOOQám. JI0OEÍ31OV proeipon predecir

Aoristo segundo de -»• itQoXÉYCO. JIQOEÀíTIlÇo) proelpizõ esperar anticipadamente -> èX,Jtíç ( 1.2). Jt0OEV«Q5(O^,C[l proenarchom ai comenzar antes, comenzar más temprano En 2 Cor 8, 6 dícese de Tito: xa-ôcbç itpoevriQ^ato onxtüç x,al ejuxeM oti, «así como él ha comenzado ya antes (en Corinto [dificil­ mente; en Macedonia] con la colecta), así ahora la lleve a cabo (entre vosotros)»; 8, 10: oÍTiveç... n;QoevT)Q^ao'de àiiò iiéQUOi, «que vosotros comenzasteis hace un ano» (cf. el v. 11: vuvi... èjtixeX,éaaxe, cf. ibid. iq jtQo^upía... xò EJuxEX,É0ai). jlçoEníaY Y ^^^oi^tti proepaggellomai (hacer) prometer de antemano, (hacer) anun­ ciar de antemano* En Rom 1, 2, el verbo (en voz media) se predica de Dios, que hizo que el mensaje de

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salvación se prometiera de antemano (jtpoEJtTiYY^t^ctto) por medio de sus profetas (->zn a y’^zkia 2.4); en voz pasiva en 2 Cor 9, 5: f] JtQOEJXtiYYe^pÉVTi EuXoYÍa, «el don de bendición anunciado de antemano (por la comunidad)» (se refiere a la colecta realizada en Corinto). ThWNT II, 582s. JlQOÉQXOfJtt*' proerchomai ir delante, ir más lejos, llegar antes* En el NT el verbo aparece 9 veces, 5 de ellas en los Evangelios sinópticos y 3 en Hechos. JTQ08Qyo[tai [íixqóv, «ir un poco más adelante», Mc 14, 35 par. Mt 26, 39; Jtpoégyopai Qtipqv píav, «seguir adelante por una calle», Hech 12, 10; llegar antes, adelantar, Mc 6, 33 (con acusativo: aòxoúç); adelantarse, Hech 20, 5 (en sentido absoluto); 2 Cor 9, 5 (eíç f)[iãç); ir por delante (èn:i xò jtXotov), Hech 20, 13. El significado de ir delante, pre­ ceder se encuentra en Lc 1, 17 (JXQOÉQXOP-Wt èvcómov auxoü, dícese de Juan como el «pre­ cursor» de Dios o de Jesús, cf. Mal 3, 1) y en 22, 47 (con acusativo: auxoúç) refiriéndose a Judas que iba delante dei grupo de gente. T C Q O E toi^á^u proetoim azõ preparar de antemano, determinar de antemano* En el NT el verbo se refiere únicamente a la acción de Dios; en Rom 9, 23 dícese de la predestinación a la gloria (jtpoExoipá^ca eIç ôó^av, lo opuesto: staxTiqxiopéva eiç àjtcóXsiav, V . 22), que se aplica a los «vasos de su misericórdia» ( ^ oxEüoç); en Ef 2, 10 dícese de la predestinación o preparación de los creyentes «para buenas obras» (en paralelo con 'ítxiodévXEç), «para que anduviéramos en ellas» (oíç JtQOTixoípaoEV ó (Ieóç, tva...). -> £Xoipát,m 3. 3tQOEDaYY*^^^ÇoM'**l' proeuaggelizom ai proclamar de antemano el mensaje de salvación* Según Gál 3, 8, la Escritura «proclamo anticipadamente a Abrahán el mensaje de salva­ ción», haciendo que él se convirtiera en ben-

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jtQoexjaYYE^lÇoM-®'- ~ JipóHeoiç

dición para los gentiles (cf. Gén 12, 3; 18, 8); cf. además Rom 4 , 13ss; Gál 3 , 15ss; -> ÈKayyekía 4.a.b; etiaYYÉXiov 5. ThWNT II, 735.

n;goÉx»> proechõ estar en mejor posición, tener ventaja, sobrepujar; en voz media: m antener delante de sí (como protección), sdegar como pretexto* En el NT el verbo aparece únicamente en Rom 3, 9 en la frase (considerada como lectio dijficilior) jtQOEXÓjiE'9'a; ou JtávxcüÇ. El sig­ nificado de voz media, atestiguado en el griego no bíblico, de «alegar como pretexto, pre­ textar como defensa» (Hen [et] 99, 3; Tucídides I, 140, 4) no corresponde al contexto y exigiría, además, un acusativo como objeto de la acción verbal. Como la traducción en voz pasiva («^somos nosotros [los judios] sobrepasados?») no tiene tampoco sentido, el verbo habrá de entenderse en voz media con el sig­ nificado de voz activa (intransitiva): «^Tenemos nosotros alguna ventaja! jEn absoluto!» (cf. 3, 1; cf. también la v.l. JtponaxéxopEV JtEQLOOÓv en D* G latt y otros; Vg. praecellimus eos?\ sobre la altemancia entre la voz ac­ tiva y la voz media en el NT cf. BlaG-Debrunner § 316. Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; ThWNT VI, 692s; U. Wilckens, La Carta a los Roma­ nos I, Salamanca “1997, sobre 3, 9.

J lç o ilY é o f ia i proêgeom ai preceder, sobrepasar, adelantarse* El verbo compuesto aparece en Rom 12, 10 en sentido transitivo: xfj xi[xf] aXkf|kouç rcQOTiYOÚpEvot. La traducción más probable es la que se asemeja en cuanto al sentido a Flp 2, 3: «En lo que respecta a la honra, cada uno considere al otro como superior (a él mismo)». Si se prefiere el significado propio dei verbo compuesto, entonces podría traducirse (a tenor de la traducción que ofrecen Ias versiones latina, siríaca y armênia): «En cuanto a mostrar honor, adelantaos unos a otros». Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; BlaB-Debrunner § 150 con la nota 1.

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jlQ Ó d eaiç, EMÇ, 11 prothesis ofrenda, pre-

sentación; intención, decisión* En el NT el término aparece 12 veces. De los «panes de la ofrenda», recogiéndose la expresión de 3 Re 21, 7, se habla en Mc 2, 26 par. Mt 12, 4 / Lc 6, 4 con la frase áQXOi xfjç JtQO^&Éoecoç (literalmente, «panes de la presentación»; en hebreo, lehem hapãntm, cf. Lev 24, 5-9; -* ãpxoç 4); en Heb 9, 2 se men­ ciona la «presentación / exposición de los do­ ce panes» ('q nipó^EOiç xrôv àQxmv) junto al candelabro (de oro) y a la mesa (de oro) (según Ex 25, 23ss; 37, lOss; Lev 24, 5ss) en el inventario que se hace dei «tabemáculo exte­ rior», situado delante dei velo, es decir, el «lugar santo», una descripción en la que falta, desde luego, el altar dei incienso. En los demás casos, jxqó^ eoiç significa in­ tención, decisión-, JtQÓ'9'eaiç xfjç rtapôíaç, «propósito dei corazón», Hech 11, 23; xfjç jxQoB-Éoecoç rcexQaxqxévai, «haber logrado el propósito / la intención», 27, 13; dícese dei propósito en el sentido de la actitud y los sentimientos de «Pablo» en 2 Tim 3, 10 (junto a ôiôaaxaX ía, àY(0Y'n> rttoxiç, paxgoUup.ta, etc.). x ax à n;QÓ§Eoiv en Rom 8, 38 se refiere al propósito / decreto de Dios en el sentido de una decisión salvífica de Dios que es anterior y está más allá de la historia (cf. en hebreo ‘êsâ en Is 5, 19; 14, 26; 25, 1 [plural]; IQS 2, 22s; 3, 6 y passim\ sin embargo, en la LXX este término no se traduce por 3tQÓ'&EaLÇ, sino por expresiones de la raiz |3ouL-). ( tcqo- apa­ rece 4 veces en Rom 8, 28-30; cf. también 9, 11; 1 Cor 8, 3; cf. H. R. Balz, Heüsvertrauen und Welterfahrung [BEvTh 59], München 1971, 107s con la nota 231 [bibl.]; de manera parecida Ef 1, 11 (4 veces Jtgo- en los vv. 912); 3, 11: x ax à jtQÓÜEaiv xc&v aícóvcov, según su eterno decreto (de salvación)»; 2 Tim 1, 9: x ax à tôíav jigo-deoiv x a l X“ Qiv, «según su propio / libre decreto y su grada» (es decir, no según nuestras obras»); en Rom 9, 11 se dice: q x ax ’ ExLoyqv jxgófleaLÇ xoü ■&eoü, «el decreto de Dios que consiste en la elección». Por tanto, se trata siempre de la li-

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jiQÓ^eaiç- JiQoôiJUíüç

bre y primordial decisión salvífica de Dios. ThWNT V n i, 165-168; DTNT III, 432s; U. Wilckens, La Carta a los Romanos II, Salamanca 1992, sobre 8, 28. H. Balz

TIQodea^ía, aç, q prothesmia

día prede­

terminado, tiempo fijado* En el NT el adjetivo sustantivado (se sobreentiende: fipéça) aparece únicamente en Gál 4, 2 para referirse a que un heredero que toda­ via es menor de edad, queda bajo un tutor «hasta el tiempo fijado por el padre» (ãxOL Ttjç irgoUeofiíaç xon Ttaxpóç). jtQoHeapía es un tecnicismo dei derecho helenístico so­ bre la tutela, que prevê una fecha fijada por el padre para poner fin a la tutela (cf. H. Schlier, La Carta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco). Sin embargo, Pablo no desarrolla de manera congruente la comparación (cf. 4, 37), que -e n sentido estricto- presupone el faIlecimiento dei padre (4, 1). Pablo pretende Únicamente mostrar que Dios ha puesto fin a la actual esclavización (v. 3) de los herederos (de la promesa) bajo el dominio de los axoixeta xoü xóofxon (v. 5).

TCQO-^^ía, aç, 1^ prothymia

disposición, buena voluntad, ceio* En el NT el término aparece 5 veces. Con excepción de Hech 17, 11, se encuentra úni­ camente en 2 Cor 8s. Hech 17,11: p,exà JtQO•bn^íaç, «con ceio» (sobre la expresión, cf. Filón, Abr 246; 1 Ciem 33, 1). En relación con la colecta, Pablo acentúa la disposición / la buena voluntad de los corintios: jtQob-Ofría xon ftéXeiv, «.disposición de la voluntad» (a Ia que debe corresponder la ejecución de la ofrenda según Ias «posibilidades» de ellos, 2 Cor 8, 11); según 8, 12 la rtQO'&upí.a incluye también la acción, en concreto, la preparación y la reunión dei dinero de la colecta (et yàg f| jtQO^ojftía JtQÓxeixai); en 9 ,2 Pablo alaba la jiQofhjixía de la comunidad, mientras que se­ gún 8, 19 (jtQÒç xqv... jtQO'&u[iíctv qp-mv) él ve que su propia labor en este asunto de la co-

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lecta se realiza en honor dei Senor y como demostración de su propio ceio, y, por tanto, Pablo sitúa su propia jtgo'&n[xía junto a la de los corintios. ThWNT VI, 697-700; Spicq, Notes II, 746-751.

2 prothymos dispuesto, deseoso, ansioso* En Mc 14, 38 par. Mt 26, 41 en Ias palabras dirigidas a Pedro y a los discípulos en Getsemaní: «El espíritu está dispuesto / deseoso (xò pèv jtveõpa Jtpó^npov), pero la carne es débil (ctoflevqç)». Si o á p l caracteriza aqui a la debilidad fundamental dei hombre, Jtvenpa designa su buena disposición para con Dios, la cual, no obstante, sin la propia acción («ve­ lar») y el apoyo por parte de Dios («orar»), no es capaz de nada; cf. W. Schmithals, Das Evangeliun nach Markus II (ÔTK), 638-640 (el dualismo antropológico se halla excesivamente acentuado en el ThWNT VI, 695s; se trata de una sentencia didáctica, que no puede explicarse plenamente ni a base dei Sal 51, 14 ni tampoco por la antítesis entre la carne y el espíritu en Qumrán o en Pablo [en los Evangelios sinópticos aparece únicamente en este lugar], sino que se aproxima más bien a enun­ ciados como los que se leen en Rom 7, 15. 22s; 1 Pe 2, 11; su mención literal en Polic 7, 2 hace pensar en el lenguaje de Ias obras de piedad y edificación; cf. también J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, Salamanca 1986, 306s. En Rom 1, 15 3TQÓ'&npoç se usa en sentido sustantivado: xò wax’ èp.è JtQÓftnpov (v.l. -poç [adjetivo]), «así que en cuanto a mi (hay) disposición / interés» (sobre xax’ èpé como circunlocución dei genitivo, cf. x ax á 4.d; cf. BlaB-Debrunner § 224,1 con la nota 3; cf. además § 263 nota 5). ThWNT VI, 694-697; Spicq, Notes II, 746-751.

T c ç o ^ ^ c o ç prothymos (adv.) de buena ga­ na, de buena voluntad* 1 Pe 5, 2: pT]ôÈ alaxQ O xeQ ôrôç akLà jcqo '0'úpcoç, «no por afán de sórdidas ganancias, sino de buena gana / con ânimo generoso».

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jtgollúlicoç - jigoxaXéü)

Dícese de la tarea verdaderamente pastoral de los presbíteros (en paralelo con p,T) òyaynaaTrôç áXká éxoDOÍüJç, pero yendo aún más allá de esta antítesis dei v. 2a; cf. L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], sub loco, quien también senala que, en el âmbito helenístico, puede expresarse por medio de JtQoHúpcoç la cualidad que se exige a los dignatarios, cf. SIG I, 493, 10; OGIS II, 737, 9; Spicq, Notes n , 750s).

JtgÓíflOÇ, 2 prdimos temprano; en sentido

sustantivado: cosas tempranas, fruto tempranero, primeras lluvias* En Sant 5, 7 aparece, en sentido sustantiva­ do, jtpóípov junto a õijiipov. Los manuscri­ tos completan la expresión con xagjtóç (Sin y otros) o úe-cóç (A P W Koiné), Según 5, 7a (âKÒéxEXOti TÒV... xaQTCÓv) y la expresión Ecoç Xápp (v. 7b), podría pensarse en Ias primeras lluvias (o lluvias de otono; cf. LXX Dt 11, 14; J1 2, 23; Jer 5, 24; también 4 Esd 8, 42). La paciente y confiada actitud de espera dei labrador, que aguarda el fruto de la tiena, la cual recibe (periodicamente de Dios) «Ias primeras lluvias y Ias tardias», es imagen de la perseverancia confiada que aguarda hasta la parusía dei Senor. Sobre la forma de los tér­ minos, cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; BlaB-Debrunner § 35 nota 1; -> õrlJipoç.

JtQOÜVÓç, 2 prdinos temprano, matutino

Como v.l. en Ap 2, 28 A 046; 22, 16 A en vez de -> itQCüivóç.

7 tQ O iatt]^ i proístêmi estar al frente, ocuparse de, aplicarse a* El verbo aparece 8 veces en el NT (siempre en sentido intransitivo), seis de ellas en Ias Pastorales. En el significado de estar al frente / dirigir se escucha siempre el significado de preocuparse de / cuidarse de, entre la voz me­ dia y la voz activa (intransitiva) (1 Tim 3, 5; 5, 17) no hay ninguna diferencia de significa­ do: «dirigir / ocuparse (bien) de su propia ca­

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sa (xaXcáç jtQOÍOTíjpt / jiQ o ío ta p ai to n lôíou oíxou»; los hijos se mencionan expresamente en 3, 12 (xéxvcov... jtal tcõv íôícov ommv). Esto desempefla un papel importante en el «catálogo de virtudes» de los èjtíoxojroí (3, Iss) y de los ôiÓJtovoi (3, 8ss; no hay pa­ ralelos en la LXX, pero sí especialmente en la literatura griega; Sófocles, Ant 661s; Plutarco, Lyc. 19; cf. además M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe [HNT], sobre 1 Tim 3 ,4s; N. Brox, Cartas Pastorales, Barce­ lona 1974, sub loco; H. Almquist, Plutarch und das NT, Uppsala 1946, 125; cf. también Polic 11, 2); de manera parecida (en sentido absoluto) se habla dei ministério de dirección de los i r g E o p Ú T e g o i (xaXcõç J tQ o e o T c õ x E ç ) en 1 Tim 5, 17; cf. Herm (v) 2, 4, 3. Pablo usa iguahnente el verbo en sentido absoluto: ó JtQoXotápevoç e v ajtouôfj (Rom 12, 8), que puede traducirse de dos maneras: «El que tenga un ministério de dirección, desempénelo con ceio»; o bien (con arreglo al participio paralelo ó pexaôiôoúç / ó èXeóõv): «El que practique la asistencia...»; posiblemente haya también un doble significado en 1 Tes 5, 12: oi xojticüvxEÇ èv úplv x a l jtQoCoxápEVOi npcõv... x a l v o u ^ e x o ü v x e ç úpãç, «...los que (mediante tareas de dirección) se cuidan de vosotros...»; el orden de sucesión de los verbos muestra que todavia no se piensa en un ministério propiamente tal de «supe­ rintendentes»; ->■ JtQEorpúxEQoç 3.b; ejtíoxojtoç 2; cf. también Dibelius-Conzelmann, Die Pastoralbriefe, excursus sobre 1 Tim 3,7. Los significados de aplicarse con diligencia a (ngoíoxaoH ai xaXõiv eqy®v) aparece en Tit 3, 8.14. Bauer, Wõrterbuch, í . v.; ThAVNT VI, 700-703; DTNT I, 122s y 125s.

}lQOXaÀ.£(0 prokaleõ llamar; en voz m e­ dia; provocar, desafiar* En voz media en Gál 5,26: àX,X,f|X,o'uç j i q o xaÀoú(iEVoi, «provocándoos unos a otros» (junto a X E v ó ô o ^ o i , c p D o v o n v x E ç ) en sentido hostil, cf. Luciano, Conv. 20; en sentido neu­ tro en 2 Mac 8, 11.

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TíQOKaxayyéXku) -

jtçoitaTaYYÉXÍtM prokataggellõ procla­ mar con anterioridad, anunciar anticipadamente, prometer* En Hech 3, 18 dícese que Dios anunció de antemano (jiQOjtatfiYYEiXev) por boca de to­ dos los profetas los padecimientos de Cristo; en 7, 52 se habla de los profetas como jtQoxaxaYYeíX,avxeç. ->■•KaxayyéXko) 2. mQOKaTaQTÍÇo) prokatartizõ preparar con anterioridad / tener a punto* 2 Cor 9, 5; «para que tuvieran a punto vuestro don de bendición anunciado con ante­ rioridad» (Iva... JTQOxaxaQxíamoriv xf)v jtqoejtTiYYEXpÉvqv eíiXoYÍctv ■õpcõv)».

jiq o x ó jt t c o

Jds 7:

J iQ Ó X E ip a i ô e l Y l t a ,

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«estar a la vista

c o m o e je m p lo » .

JIQOXIIQXIOOO) prokêryssõ pregonar públi­ camente / en voz alta, proclamar de ante­ mano* En Hech 13, 24 dícese de Juan el Bautista, quien, «antes de la manifestación de Jesús en público» (jtgò JtgoacóJton xfíç eIoóôou anxoõ), proclamo de antemano (posiblemente también: «pregonó públicamente») el bautismo de arrepentimiento; a propósito de la primera traduceión propuesta, cf. Josefo, Ant X, 79; Polic 6, 3. JtQOXOJttj, íjç , ■q prokopè progreso, adelanto

JtQÓXEl^ai prokeimai estar delante, estar a la vista, ser inminente* En el NT el verbo aparece 5 veces, tres de ellas en Hebreos. 2 Cor 8, 12: sl f| jtpo'&upía JtQÓxeixai, «cuando existe la buena disposición». - Heb 6, 18: f| JtgoxEipévTi èXitíç, «la esperanza que se halla ante nosotros»', 12, 1: ó JtQOXEÍpevoç f|ptv àycóv, «el certamen que (todavia) está por delante / se halla ante no­ sotros» (cf. 1 Cor 9, 24ss; Flp 1, 30; 2, 16; 2 Tim 4, 7; Josefo, Ant XIX, 92; cf. especial­ mente O. Michel, Der Brief an die Hebrãer^ [KEK], sub loco). En Heb 12, 2 àvxl xfjç jtQoxeipévqç anxrô XOiQãç, teniendo en cuenta el contexto, no puede referirse sino al «gozo» de la exaltación (v. 2c) que Dios hizo ver en perspectiva a Cristo, y, por tanto, en conexión con el v. 1, significa la úttopovfi de Cristo, quien, «por el gozo» puesto delante de é l/a su vista, Uevó la cruz y se convirtió de esta manera en el «iniciador y consumador» de la fe y de la perseverancia que se exige también a la comunidad en medio de la lucha; la traduceión de òvxí por «en lugar de» alteraria el curso dei pensamiento en 12, 1-3 (cf. vv. 5ss) y además arre­ bataria a la expresión -> (jcon artículo!) su significado escatológico (sobre otras propuestas de interpretación cf. especialmente O. Michel, Der Brief an die Hebrãer, sub loco.

- > T C Q O X Ó ltX C O

JlgoXÓJITW prokoptõ avanzar, progresar* TcgoxoJtf|, fjç, f| prokopê progreso, adelanto* 1. Aparición en el NT - 2. Sigmficado - 3. En lenguaje coloquial - 4. Como ténninos específicos de la instrucción y ensenanza* B ibl.: Spicq, N o tes n, 725-755; G. Stãhlin, Jtpoxo3tT| xtX., en ThWNT VI, 703-719; para más bibliogra­ fia, cf. ThWNT X, 1249.

1. De los 9 testimonios que hay en el NT (el verbo aparece 6 veces; Gál 1,14; Rom 13, 12; 2 Tim 2, 16; 3, 9.13; Lc 2, 52; el sustantivo, 3 veces; Flp 1, 12.25; 1 Tim 4, 15), cuatro corresponden a Ias Pastorales. 2. El verbo que fue originalmente una metáfo­ ra de la navegación con sentido transitivo («avan­ zar a golpes»), pero que en el griego helenístico se usa únicamente en sentido intransitivo y como término coloquial para referirse a todas Ias clases posibles de progreso y avance (sinônimos: ai)|áveo, X Q a x a ió a ), jrA.T)úúvco, xpoáveu, xpoPaíveo, xeX,eió(o), falta por completo en la LXX (tan sólo aparece en 3 Mac 5, 18 A, donde parece deberse a un error de escritura). Adquirió un nuevo signi­ ficado específico en el lenguaje de la ética filosó­ fica dei estoicismo (y en Filón) como término fa­ vorito para expresar el progreso en la instrucción y ensenanza.

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JtQOXÓJTTCO- JtQ oX .a(lPávQ )

El sustantivo, atestiguado por primera vez en Polibio, tefleja Ias dos formas en que se emplea el verbo en la lengua helenística (aparece tan sólo dos veces en la LXX: en 2 Mac 8, 8 como tér­ mino dei lenguale coloquial: «êxito» [en la gue­ rra]; y en Eclo 51, 17, donde se usa en sentido fi­ losófico y absolutamente como n o m e n r e s u lta n tu m para expresar un «progreso general en la instrucción y ensenanza»). 3. Según Flp 1, 12, el encarcelamiento de Pablo sirvió para la ulterior difusión (para la creciente aceptación) dei evangelio, Rom 13, 12: La noche está muy avanzada (cf. Josefo, Bell IV, 298). 4. Pablo refiere en Gál 1, 14 que él hacía constantes (se usa el imperfecto) progresos (espiritual y moralmente) en la manera judia de vivir, y en Flp 1, 25 él espera que pueda contribuir todavia algo al ulterior desarrollo (progreso) de la comunidad, a saber, para que aumente su gozo en la fe. Tipicamente bio­ gráfica es la observación que se hace en Lc 2, 52 (cf. 1, 80; 2, 40) de que Jesus con ayuda de la sabiduria hacía progresos (con arreglo a lo que se dice en Eclo 51, 17) tanto en lo que respecta a la madurez (cf. Stâhlin, 712; de ma­ nera distinta -a pesar de la referencia a Stâh­ lin---- >• 'qXixia 2) como al favor ante Dios y ante los hombres. Según 1 Tim 4, 15, no es el «progreso» de Timoteo, sino su aprovechamiento o progreso en la instrucción (en senti­ do absoluto como nomen resultantum, lo mismo que en el tratado -con un titulo correspondiente—Epicteto, Diss I, 4) lo que debe ser manifiesto a todos. Esto se halla en contraste consciente con la autodenominación de los falsos maestros, recogida ironicamente en la Carta segunda a Timoteo (cf. 2 Jn 9); No son precisamente «los que más han progresado» / los que se perfeccionan cada vez más» (3, 9), o lo son únicamente en cuanto progresan «en la impiedad» (2, 16) o en una perdición cada vez peor (3, 13, como se dice en Josefo, Ant IV, 59 sobre la banda de Coraj). No deberia traducirse este término por «progreso» o por «progresivo» en el sentido actual, que se re­ fiere a algo que sucede en el marco de la his­ toria universal, porque la expresión helenisti-

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ca se refiere, en cambio, a lo que sucede en la historia dei indivíduo. W. Schenk JIQ O XQ l^O t, OLXOÇ, TO prokrima prejuicio*

1 Tim 5, 21: xtoeiÇ JtQOXQÍpatoç, «sin pre­ juicio (alguno)» (junto a: pqôèv... x ax à JtQÓOXÀLOlV).

JigOKVQÓW prokyroõ ratificar anterior­ mente, confirmar su validez jurídica* En voz pasiva en Gál 3, 17: ôiaílr|XTi jtqoXEXUQCopévT] Újiò t o ü 'fl'eoü, «un testamento ratificado previamente [antes de la ley mosai­ ca] por Dios» (lo opuesto es el tecnicismo ju ­ rídico àxuQÓco). ThWNT III, 1099s. JlQ oX afipávb) prolambanõ tomar de antemano, anticipar, atrapar* En sentido temporal en Mc 14, 8: JtQoéX,a(3ev puQÍaaL, «ella ha ungido anticipadamente / con anterioridad (mi cuerpo)», es decir, se ha adelantado -sin saberlo- a tributar Ias honras fúnebres a quien aún vivia. Probablemente también en sentido temporal en 1 Cor 11, 21; êxacrcoç xò íòiov beurvov XQoXappávEi, «cada uno (al reunirse para la Cena dei Senor) toma anticipadamente su propia comi­ da», es decir, antes de que todos estén pre­ sentes, de tal manera que después (al celebrar la Cena dei Senor) haya algunos que (toda­ via) «tengan hambre» y otros que (ya) estén «ebrios» (cf. 11, 22 y especialmente los vv. 3 3 s : àX.Àf|Àouç èxôéxEO'ü'£. el uç jtEivã, èv OÍXO) èff&LÉXü), a saber, para que luego en la «Cena» pueda esperar a los demás y, con su hambre, no tenga que avergonzar a los que dependen de la comida comunitária en la que se participa de los dones aportados). Es posible, aunque está débilmente atestiguado, el sentido de comer como traducción dei verbo JtQOÀapPávo) (Bauer, Wõrterbuch, s.v.; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinthef- [KEK], sub loco); con ello Pablo critica­ ria de manera parecida la comida «privada» como un modo de destrair la comunión y de

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jtQ O > ia |ip á v a ) - jtQOHEQi(i,váco

incurrir en culpa ante el Kyrios, pero eso seria desconocer que los corintios ponían en peligro el comienzo comunitário y la realización comunitária de la cena; cf. especialmente G. Bomkamm, Eucaristia e Iglesia en San Pablo, en Id., Estúdios sobre el NT, Salamanca 1983, 103-144; G. TheiBen, Estúdios de so­ ciologia dei cristianismo primitivo, Salaman­ ca 1985, 257ss, especialmente 274-277 (bibl.). Ser atrapado (o sorprendido) es probablemente lo que jtQokapPávco significa (en la voz pasiva) en Gál 6,1: xal... êv xivi tragaitT(úp,aTi, «atrapado incluso ... en alguna falta (posiblemente grave)»; seria posible también la traducción de «sentirse sorprendido por una falta», pero en contra de ello habla toda la formulación dei v. la (cf. Schlier, La Carta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco). ThWNT rV, 15s.

JlQoXÉyíO prolegõ predecir, decir de antemano, mencionar antes* En el NT el verbo aparece 15 veces. Decir anticipadamente: Mt 24, 25 (dicese de Jesús como sujeto, supliéndose por el contexto el objeto de la acción verbal en acusativo); Mc 13, 23 (Jesús como sujeto, Jtávxa como obje­ to); Hech 1, 16 (n:kT]Qooflf)vai ttiv fjv JtpOEiJtev TÒ jtveüfta t ò õ y io v ); Rom 9, 29 (xadcbç JiQoeígqxev ’Hoaíaç, con cita de Is 1, 9); en voz pasiva en 2 Pe 3, 2 (xà JtQOEiQT]p,éva pf|(raxa újtò xcõv aYÍcov JtQOtpt]xmv); cf. Jds 17 (... iüjiò xcõv àitooxóXcov). Pablo recuerda algunas veces a sus destinatá­ rios afirmaciones anteriores: decir anterior­ mente, haber dicho (ya una vez): 2 Cor 13, 2: jtQoeÍQqxa x a i jtQoA,ÉYCü, «he anunciado anteriormente y anuncio {de nuevo ahora) de antemano / vuelvo a hacerlo ahora»; de manera parecida en Gál 5, 21; â JtQokÉYto npiv xa'&(òç jtQOEiJtov (en una advertência expresada ya anteriormente -durante la misión- y repetida ahora en vista de la tunenaza futura que se cieme sobre la eomunidad); 1 Tes 3,4: jtpoeXéyofiev úplv (con motivo de la fundación de la eomunidad); cf. 4, 6; xa^ftenç x al JiQoebtaiiev úptv x a l ôiep.apxuQcifiE^&a. Se

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recogen también algunas afirmaciones hechas con anterioridad en la misma carta: 2 Cor 7, 3: JtQoeÍQqxa y«Q (cf. anteriormente 6, lls , posiblemente también 4, 12); Heb 4, 7; x a■fteoç jtQoeÍQqxai (refiriéndose a 3, 15). En Gál 1, 9 la frase cí)ç jtQOEiQTjxapEV x a l ÕQxi jtáXtv kéyco podría referirse a la maldición expresada inmediatamente antes en 1, 8; pero el enfático prefijo xpo- y el acentuado cÍQXi jtáÀ,iv hacen pensar más bien en algo que se dijo anteriormente de palabra, quizás en una segunda visita a Galacia (cf. H. Schlier, La Carta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco). prom artyrom ai testimoniar de antemano* En 1 Pe 1, 11 dicese dei Espiritu de Cristo, que en los profetas testimonió de antemano los sufrimientos y la glorificación de Cristo (jtvEÕjta... jrQopaQXUQÓjiEvov). El enuncia­ do es singular en el NT; 3tQop,aexÚQop.ai no aparece nunca en la LXX ni en el griego clásico; se halla atestiguado por vez primera en el PapLondon IV, 1356, 32 (siglo Vffl p.C.). ThWNT IV, 519. n;QOfi£XETáo} prom eletaõ preocuparse con anterioridad, inquietarse de antema­ no, preparar* Lc 21, 14 (a diferencia de Mc 13, 11: p,f] JiQO[i£Qi(ivãxe; Mt 10, 19: pq p E Q i p v f |a q x e ) ; pq XQopeXEXõv à3to?tOYq'0xivai, «no inquie­ tarse (ya) de antemano por su defensa (ante el tribunal)»; dificilmente se entenderá en el sentido técnico de la «preparación» de un dis­ curso u otra cosa por el estilo (como en Aristófanes, Eccl; Platón, Soph 218d), el verbo no aparece en la LXX. TIQO^EQl^vaCi) promerimnaõ preocuparse con anterioridad* Mc 13, 11: pq itQopeQqivãxE xí kakqoqXE, «no os preocupeis de antemano...»: —r jtqo p£X.Exáoo. El verbo no aparece en la LXX ni en el griego clásico.

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itQovoéca — jiqooqí^q)

JtQOVoéoi pronoeo preocuparse, cuidarse de -V jtQÓvoia. JIQÓVOia, a ç , 1| pronoia previsión, preocupación* JtQOVoéco pronoeõ preocuparse, cuidarse de* B ibL : Bauer, W õ n erb u ch , s.v.; J. Behm, JtQOVoéo), JiQÓvoia, en ThWNT IV, 1004-1011; P. Jacobs-H. Krienke, en DTNTIH, 429s.

1. En el NT JtQÓvoia aparece unicamente en Hech 24, 2 y en Rom 13, 14. La expresión jtQÓvoiav Jtoioüfxai (cf. Dan 6, 19; Arist 80; Josefo, Ap 1, 9; Vita 62; Filón, Ebr 87), que aparece en el último pasaje citado y que no se encuentra en ningún otro lugar dei NT, es sinónoma dei verbo Jtpovoéü). Este verbo apa­ rece en voz media en Rom 12, 17, y en voz activa en 2 Cor 8, 21 y 1 Tim 5, 8 (en ambos casos como v.l. de la voz media). 2. En la filosofia griega (Jenofonte, Mem I, 4, 6; Platón, Tim 30c; cf. ya Herodoto III, 108, 2), especialmente en el estoicismo (Zenón, Frgm. 176; Crisipo 962, 1118; Epicteto, Diss [cf. í . v . en el índice analítico]; Marco Aurélio Antonino IX, 1, 10), Jtgóvoia no sólo designa el conocimiento prévio y la solicimd humana, sino también la Pro­ videncia divina. Con este significado aparece también el sustantivo en el judaísmo influido por el helenismo, por ejemplo, en la LXX (Sab 14, 3; 17, 2; 3 Mac 4, 21; 5, 30; 4 Mac 13, 19; 17, 22), en Filón, que escribe una obra Ilepl Jtpovoíaç (cf. Séneca, De Providentia) y en Josefo (Ant I, 225; XI, 169; XIII, 80). La «Providencia», en es­ te sentido, puede ser incluso un término para de­ signar a Dios (Sab 17, 2; 4 Mac 9, 24; 17, 22). Por el contrario, en el NT el sustantivo y el verbo se predican únicamente de hombres. En Hech 24, 2, Tértulo (abogado de los judios) elogia con retórica tipicamente helenística la solicitud dei funcionário romano Félix. En Rom 13, 14 Pablo advierte no sólo contra las equivocadas preocupaciones (así lo interpreta Behm, 1006), sino en general contra la preocupación por la «carne», es decir, por la atención a la naturaleza autocrática dei hombre (cf. H. Schlier, Der Rõmerbrief [HThK],

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400); porque el prodigar tales cuidados y atenciones conduce fundamentalmente a las èjttd u p íat dei egoísmo humano y vuelve a des­ pertar «el pasado de la persona bautizada» (Schlier, Der Rõmerbrief, 202). Parece que en Rom 12, 17 y en 2 Cor 8, 21 Pablo modifica la máxima de Prov 3, 4 LXX, según la cual uno debe preocuparse de lo que es bueno y honorable ante Dios y ante los hombres, y lo hace en el primer caso por medio de un impe­ rativo general, y en el segundo caso mediante un enunciado acerca de si mismo, en el cual defiende su propia solicitud contra las sospechas que pudieran suscitarse en relación con la colecta. En 1 Tim 5, 8 se encarece la solici­ tud por los allegados. W. Radl n:£»ooQáo) prooraõ ver con anterioridad, prever, tener a la vista* El verbo aparece 4 veces en el NT. En Hech 2, 31 dícese de «David» (Sal 16, 8-11), que con mirada anticipadora habló de Ia resurrección de Cristo (jtpdiômv èXáX,T]aev); de manera parecida en Gál 2, 3: JtQoíôoüoa ygaq>r| (cf. también Filón, Imm 2, 9; Josefo, Bell I, 69). El verbo aparece en Hech 21,29 con el significado de haber visto antes a alguien, es decir, en el pasado; íjoav yàp JtgoecogaxóTEç Tgóqpipov. En voz media, en Hech 2, 25, dícese de David como sujeto de la oración: jiQoogtbpriv xòv x ú q i o v èvcómóv pou ôià jtavTÓç (cita dei Sal 15, 8 LXX), «yo veia siempre al Senor delante de mis ojos». ThWNT V, 381. TIQOOQÍÇol proorizõ determ inar de antemano, predestinar* El verbo aparece 6 veces en el NT, refiriéndose siempre a la predestinación de acontecimientos y de personas por Dios antes de todos los tiempos o antes de su tiempo histórico concreto. Y, así, el verbo funciona reforzando el sentido dei verbo simple ógí^cu. El amotinamiento de los adversários de Jesús contra el «Siervo santo» sucedió con arreglo al plan de Dios, Hech 4, 28 (õoa ■q / eíq o o u x al f|

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WQOOQÍÇo) - JtQÓÇ

|3ox)A,r| [aooj] jrgocÓQiaEv y^veodai); dícese de la ooq)ía H e o i ) ..., fiv jtQotogiaev ó '&e ò ç jtQÒ Tcáv alfúvoov e I ç òogav rijicõv, 1 Cor 2, 7. La divina predestinación se encamina a la concreta revelación histórica de lo que hasta ahora había permanecido oculto. Y, por tanto, Pablo habla de eUa como un enunciado salvífico, es decir, como un enunciado que debe entenderse doxológicamente. Así sucede con respecto a la predestinación de los elegidos para que sean hechos conformes a la imagen dei Hijo de Dios, es decir, dotados de Ias no­ tas escatológicas dei sufrimiento y de la glorificación, Rom 8, 29 (onç jtq o é y v c ü , xa l Jtgoobgioev); 8, 30; onç ôè JiQOtógiOEV, Toiixoug x a l èxáX.EOEV jtQOYivcóoxm; ->• jtpóO-eOLç; -> OÚppoQqpoç, cf. H. R. Balz, Heilsver-

trauen und Welterfahrung [BEvTh 59], München 1971, 108s. De la predestinación de los creyentes para la salvación se trata también en Ef 1, 5 (jigooQÍoag fipãç e Lç nloO'Eaíav) y 1, 11 (jtgoogtoO^ÉVTEç xaxà jtgóílEOiv). En la LXX falta el verbo compuesto jtgoogí^co, y el verbo simple ógí^tn no se emplea nunca en el sentido de «predestinación / predeterminación» por Dios. ThWNT V, 457; DTNTIII, 431; ógtCcú (bibl.). JlQOJtao/ftl propaschõ sufrir antes*

1 Tes 2, 2: TtgojtaO-óvtEÇ x a l nPgiaOév«después de haber soportado antes (an­ tes de que llegáramos adonde vosotros, 2, 1) padecimientos y ultrajes (en Filipos)» (cf. también Hech 16, 20ss). TEÇ,

nçoJiáTtO Q , OQOÇ, ó propatõr antepasado*

En Rom 4, 1 dícese de Abrahán (tòv n:goJ tá to g a T)p,(õv x a x à o á g x a ). Aqui Pablo, como judio, habla primeramente en sentido general de Abrahán como dei antepasado «fí­ sico / histórico» ( x a tà o á g x a no tiene aqui propiamente acento negativo) de todos los ju­ dios, para considerarle a continuación inmediata como el genuino «padre de todos los creyentes que no están circuncidados» (4,11); sobre los problemas de crítica textual y de

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contenido de Rom 4, Is, cf. especialmente U. Wilckens, La Carta a los Romanos I, Salamanca ^1997, sub loco. n:QOJté|M.7l(0 propempõ acompanar, proveer de lo necesario (para continuar el via­ je), enviar* El verbo aparece 9 veces en el NT, en Pablo siempre con el significado de proveer de lo necesario para (continuar) el viaje / enviar: Rom 15, 24 (èÀJtíÇto... rup’ úpcõv jtgojtEpqp■&f)vai); 1 Cor 16, 6 (iva upEÍç pe itgojTÉp■ipqTE); 16, 11 (jtgojtÉprpaxE ôè aüxóv [Timoteo] èv eiçf|VT]); 2 Cor 1, 16 (lup’ úprôv jtgojtEpcpDfjvai e iç xt]V lo u ô a ía v ); de manera parecida también en Tit 3, 13 (o jto u ôaícoç JtgójtEpijjov, iv a pT]ôÈv aôxotç

Xe í -

3tT)); 3 Jn 6 (oüç... JtgoJtépapaç à|íct)ç xoü D e o u ) ; Hech 15, 3 (jtgojtEpq)'0'ÉvxEç u itò xfjç ExxÀTiaíaç). jtgojtépjtco significa acompa­ nar, escoltar en Hech 20, 38 (elç xò n;X.oiov); 21, 5 (jtgojTEpjtóvxmv f|pãç Jtávxcov... ê^oo Xf]Ç JtÓkECOÇ). JtQOJlETiíç, 2 propetês precipitado, irreflexivo* Hech 19, 36; piiôèv jtgoitsxèç rcgáooEiv, «no hacer nada precipitadamente»-, en 2 Tim 3, 4 en un catálogo de vicios; irreflexivos / te­ merários-, cf. Spicq, Notes II, 756s; «une agresivité incontrôlée ou inconsidérée» (757). irtQOiniOQEVOnai proporeuomai ir delante* En Lc 1, 76 dícese de Juan el Bautista; jxgojTogEÚar] yàg èvtójtiov (v.l. jrgò JtgoacüJTOu, como es frecuente en la LXX) xugíou, «tú irás delante dei Senor»; Hech 7, 40; •Ô-Eol oi jtgojrogeúoovxai f|pc5v, «dioses que vayan delante de nosotros» (cf. Ex 32, 1.23). n ç ó ç pros con genitivo: en beneficio de, para; con dativo; cerca de, junto a, a; con acusativo: a, hacia, para, contra, a propó­ sito de 1. Aparición en los ttes casos - 2. Ttçóç con acusa­ tivo como designación - a) de lugar - b) de tiempo - c) de meta - d) de punto de referencia.

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jteoç

B ihl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 239s; Kühner, G r a m m a tik U/1, 315-521; Mayser, G r a m m a tik II/2, 492-509; B. Reicke, itgóç, en ThWNT VI, 720-725.

1. La preposición jtqóç ha conservado también en el NT el uso de los tres casos. Claro que jiQÓç con genitivo aparece únicamente en Hech 27, 34: «...esto contribuye a vuestra salvación». JtQÓç con dativo aparece 7 veces y tiene siempre sentido local (Jn 18, 16: «Pedro estaba a la puerta»; de manera correspondiente en Jn 20, 11.12 [bis]; Mc 5, 11; Ap 1, 13); tan sólo en Lc 19, 37 con el sentido de dirección o dei lugar al que se ha llegado: «cuando él ya se acercaba a la bajada dei monte». La dirección o la orientación hacia algo o hacia alguien se indica generalmente con :hqóç con acusativo. De ello hay casi 700 ejemplos en el NT (VKGNT II: 691), distribuídos por todos los escritos, a excepción de la Carta de Judas. Ahora bien, «Jtpóç con acusativo no aparece nunca en Mateo o en Marcos después de verba dicendi, a no ser cuando se emplea en sentido re­ cíproco, aunque sí aparece en tales contextos en la doble obra de Lucas, en la que se encuentra 149 veces (100 en el Evangeho y 49 en el libro de Hechos); por lo demás, en el NT no aparece más que en el Evangelio de Juan (14 veces) y en Hebreos (6 veces)» (J. Jeremias, Die Sprache des Lukas-Evangeliums, Gõttingen 1980, 33). Es ca­ racterística dei Evangelio de Lucas la expresión eijiEV (-OV, -av) ôè itQÓç, seguida a veces por el sujeto dei verbo, por ejemplo en 9, 13.14.50; 20, 41 a diferencia de Marcos; cf. Hech 9, 15 (para más detalles consúltese H. Schürmann, Jesu Abschiedsrede, Münster i. W. ^1977, 121; sobre la redacción lucana en los verba dicendi cf. Id., Der Paschamahlbericht, Münster i. W. ^1968, 4s).

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Ef 2, 18; 1 Tes 1, 9), también con verbos de enviar (Mc 12, 2.4.6) y de conducir (Lc 4, 40). Aqui hay que incluir también Ias palabras que se dirigen a un destinatário (cf. -»• 1; co­ mo hebraísmo en la frase casi adverbial oxóp a Jtpòç O T Ó p a en 2 Jn 12 y 3 Jn 14: «hablar de boca a boca/exponer verbalmente» [Bauer, j.v. III, l.e]; en sentido reflexivo en Mc 12, 7: «ellos se dijeron entre sí»), igualmente en la oración de súplica (Hech 8, 24) o en la oración en general (Rom 10, 1). 2) JtQÓç puede determinar también en con­ creto el ser o el estar (o permanecer): en Mt 13, 56 con eívai; en Gál 2, 5 con ôiapéveiv; en sentido reflexivo en Lc 18, 11: «oraba pa­ ra sí (= para sus adentros)»; con el artículo en Mc 2, 2: xà Jipòç tf]v frúpav, «(el lugar) delante de la puerta»; con iraponoía en Flp 1, 26, pero aqui la preposición puede significar también el lugar adonde «se llega». rtpóç en Mc 11,4 («fl una puerta») y en Mc 14, 54 par. Lc 22, 56 {«al / vuelto hacia el fuego») tienden hacia los significados expuestos en 1). b) TtQÓç en sentido temporal se refiere: 1) A la aproximación a un punto en el tiempo (Lc 24, 29: «va hacia el atardecer / pronto caerá la noche)». 2) Al tiempo mismo (Heb 12, 11: «al pre­ sente») o a la duración dei tiempo (Heb 12, 10: «durante unos pocos dias»; Jn 5, 35; 2 Cor 7, 8; Gál 2, 5; Fim 15, en todos los casos Jtpòç ropav: «durante / por una hora»; cf. 1 Tes 2, 17: «[tan sólo] durante breve tiempo»).

c) KQÓç puede designar la meta, es decir, la orientación: 1) El objetivo de la acción, al que se tiende 2. JtQÓç con acusativo. conscientemente, puede expresarse por medio a) En la mayoría de los casos se refiere a de un sustantivo (Hech 3, 10: «él estaba sen­ tado allí por la limosna», es decir, «para pedir un lugar hacia el que algo se mueve o en el limosna» [Bauer, Wõrterbuch, s.v. èA.eqpoaúque algo se encuentra. 1) ftpóç se halla en el caso de movimientos VT] (495)]; Rom 3, 26; 1 Cor 7, 35) o por me­ dio de un infinitivo (Mt 23, 5; Hech 3, 19). hacia un lugar geográfico, hacia una cosa o 2) Las consecuencias o el resultado de una hacia una persona (Mt 2, 12: no regresar a acción, como sucede en 1 Cor 14, 26: «para Herodes»; Mc 1, 33 después de un participio edificación»; Mt 5, 28: «de tal modo que él de perfecto en la voz pasiva: «se había reuni­ (comienza y) la desea» (aoristo) o «comienza do a la puerta»; después de un sustantivo en

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jiQoç- jiQoaaycu

a desearla». Aqui hay que incluir quizás (cf. Reicke, 725) la expresión Jtgòç qj^&óvov en Sant 4, 5 {«hasta el ceio»), pero es probable que el sentido de esta frase sea puramente ad­ verbial («celosamente»; cf. Bauer III, 6). 3) Después de un adjetivo o de un participio, JTQÓç con un sustantivo designa aquello para lo que alguien o algo es apropiado, está dispuesto o es útil (Tit 1, 16; 3, 1: «para toda obra buena»; en 1 Tim 4, 8 (dos veces) y 2 Tim 3,16 (cuatro veces), dependiendo de àqséXipoç).

JtQ O oáppatO V , o u , x ó proabbaton el día anterior al sábado, el viemes* En Mc 15, 42 se explica adicionalmente el día de la ->■ jraQaaJíEUT) («Día de la Preparación»): ô èoTiv jiQoaáppaxov, «lo cual sig­ nifica el día anterior al sábado / el viernes» (cf. Jdt 8, 6; Sal 92, 1 LXX; Josefo, Ant III, 255s; enhebreo, ‘ereb sabbãt, §ab 2, 7; 19, 1; cf. Billerbeck I, 1052s).

Jtg o o aY O g eú w prosagoreuõ dirigir la palabra, nombrar, dar un nombre* d) La relación designada con jt q ó ç puede Según Heb 5, 1 0 , Cristo recibió de Dios el nombre de Sumo Sacerdote según el orden de ser una relación personal o tan sólo una refe­ Melquisedec. Se piensa en una proclamación rencia. 1) La conducta con Ias personas es amisto­ pública, conforme al Sal 1 1 0 , 4 , en lo cual el autor, ajustándose a Heb 4 , 1 4 , sobrepasa lo sa (1 Tes 5, 14; «pacientes con todos»; sobre que se dice en el Sal 1 0 9 , 4 LXX ( I e q e Ú ç ) y Ias relaciones con Dios cf. Rom 5, 1; 2 Cor 3, habla dei aQXiEQEÚç, preparando así el cami4) o es hostil (Lc 23, 12; «enemistad de unos no para la exposición que se hace en Heb 5, contra otros»; Ef 6, 12: «lucha contra [JtQÓç llss. aparece seis veces]). 2) La referencia a alguien o algo es de di­ ferente intensidad. Cuando Jesús, según Mc 12, 12 par., refiere una historia con miras a alguien, esto supone que los destinatários deben sentirse afectados por el relato; cf. 10, 5 par. Y la parábola nçòç xò ôetv JtQooenxEOOai quiere hacer ver claramente «la necesidad de orar» (Lc 18, 1). t à jtpóç designa sencillamente el punto de vista en el sentido de «por lo que se refiere a», como sucede en Rom 15, 17; Heb 2, 17; 5, 1: «por lo que respecta a Dios»; Lc 14, 32; 19, 42; «lo que concieme a la paz / Ias condiciones para la paz». En oraciones interrogativas abreviadas jt q ó ç se re­ fiere a la pcrsona a quien algo pudiera preo­ cupar, como sucede en Mt 27, 4 y Jn 21, 22 ( t í jt q ò ç r|p,ãç / oe;): «Y eso ^qué nos / te preocupai» («a nosotros í,qué nos importa?» / «a ti ^qué te importa?»). Finalmente, j t q ó ç puede designar también una cosa como la norma a la que uno se refiere en una comparación, como sucede en Gál 2, 14; «de conformidad con / con arreglo a la verdad dei evangelio»; Rom 8, 18 {en comparación con); 2 Cor 5, 10. W. Radl

JTQOOaYto prosagõ traer, traer ante, presentar; en sentido intransitivo: acercarse* Lc 9 , 4 1 : JtQoaáyaYE, /trae acá!; Hech 16, 2 0 ; jT Q oaaY aY Ó vxE ç aÚ TO Ò ç

to Xç

o r p a tT ] -

Yotç, «después de presentarlos ante los pretores»; en voz pasiva en Mt 18, 2 4 v.l. En senti­ do intransitivo en Hech 2 7 , 2 7 ; Ú j t e v ó o u v ... JTQOoáYELV TLvà aíiTOLÇ x fflQ av , «se dieron cuenta de que una tierra se acercaba a ellos» (es decir, de que «se estaban acercando a tie­ rra»). En sentido figurado dícese de Cristo en 1 Pe 3, 18, quien murió una muerte expiatória para llevar a los creyentes hasta Dios (iva upãç JTQOoaYáYtl 'bEtõ); cf. también Rom 5, Is; Ef 2 , 1 8 ; 3, 1 2 (-> JTQoaaYWYr)); Heb 10, 2 2 . Es probable que en el enunciado no desempene directamente ningún papel ni la ter­ minologia de los sacrifícios (Ex 2 9 , 1 0 ) ni la terminologia dei juicio (Ex 2 1 , 6 ) según la LXX, ni que se hable tampoco de «presentar» a una persona para que sea recibida en au­ diência por el rey (Jenofonte, Cyrop I, 3, 8; cf. especialmente L. Goppelt, Der erste Petrusbrief {KEK), sobre 3, 1 8 c con la nota 2 1 . ThWNTI, 1 3 1 -1 3 3 .

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jtQooaYfoyn - :it0oaavajtXTiQÓa)

JlQOaaywY''!» HS» 'H prosagoge entrada, acceso* B ih L : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.; Liddell-Scott, s.v. jiQOoaYOJYetov; Mayser, G r a m m a tik V i, 20; II/l, 129; \V 2 , 40; Moulton-Milligan, s.v.: F. MuBner, Christus, das A ll u n d die K irche, Trier 1995 (^1968), 102-104; Preisigke, W õrterbuch II, 387; K. L. Schmidt, itgooaYCOYÓ’ ™ ThWNT I, 133s.

1. En el NT jCQOoaYCOYtí aparece unica­ mente en Rom 5, 22; Ef 2, 18; 3, 12. Aunque es posible el uso dei término en sentido transi­ tivo (la «acción de conducir hacia», jiq o o áycü), es más obvio el sentido intransitivo; ac­ ceso (cf. E. Kasemann, An die Rõmer'' [HNT], 124). El punto de partida son Ias ideas sobre el culto: acceso al templo, al lugar santísimo (cf. Heb 10, 19-22) y, por tanto, «a Dios», cf. 1 Pe 3, 18; «al Padre», Ef 2, 18, o como fase preli­ minar para la participación en la gloria de Dios: «a este estado de gracia (xáQtÇ) en el que nos bailamos (actualmente)», Rom 5, 2. Usado en sentido absoluto, JtpoaaYCOY^ sig­ nifica en Ef 3,12; Cristo (v. 11) encarna el ac­ ceso que conduce a Dios (cf. vv. 17-19). El acceso se realiza en la confianza y va acompanado por la franqueza (cf. J. Gnilka, Der Epheserbrief [HThK], 178). Los tres pasajes coinciden en que nosotros (los cristianos), (tanto judios como gentiles, en un solo Espíritu, Ef 2, 18), tenemos (= hemos recibido; jen perfecto!) acceso, que se nos abrió por medio de (Ef 3, 12: en) Cristo. Rom 5, 2 y Ef 3, 12 (quizás como un eco de Romanos, cf. Gnilka, Der Epheserbrief) acentúan que el acceso ha acontecido «en la fe» o se ha adquirido «por medio de la fe» (en Cristo). A pesar de que no hay uniformidad en los testimonios dei texto, la lectura Tfj Jtíaxei en Rom 5, 2 puede considerarse segura (así piensa Kasemann, An die Rõmer, en contra de H. Schlier, Der Rômerfe«'e/[HThK], 142 y otras; cf. GNTCom 511s. U. Borse JtQ O aaitéco prosaiteõ mendigar, pedir limosna* Jn 9, 8: ó xa^dfiirevoç x a i JtçooaiTcõv, «que estaba sentado y pedia limosna»', dícese

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dei ciego de nacimiento; cf. también el participio JiQOoaixrôv en Mc 10,46 v.l. (en vez de jtQooaíxqç) par. Lc 18, 35 v.l. (en vez de ÈJiatxcõv).

niQOoaiTt|9, ov, o prosaitês mendigo* En Mc 10, 46 dícese de Bartímeo, que (a la salida de Jerico) estaba sentado en el camino como xuq)X,òç Jtgooaíxqç; en Jn 9, 8 se habla dei ciego de nacimiento; ->■Jtgooaixéto. A los ciegos que mendigaban, Jesús no los socorria caritativamente, sino que los curaba, y de este modo los hacia capaces de vivir una vida nueva e independiente (cf. también Mt 9, 27ss; 20, 29ss; Lc 16, 3; 18, 35; Hech 3, 2ss). n:QoaaíxT)ç falta en la LXX, pero en ella se encuentran los verbos Jigoaatxéo), Job 27, 14, y EJtaixéü), Sal 108, 10 LXX; Eclo 40, 28; cf. 40, 30; 37, 11). Haag, Diccionario, 1215s.

3lQOOftVttpaív<0 prosanabainõ subir más

arriba, llegar más alto* Según Lc 14, 10, el anfitrión, en la parábo­ la dei banquete de bodas, dice a quien se había sentado en el último lugar: cpí?te, JtgoaavápriOi àvmxegov, «amigo, \sube más arri­ ba (a un puesto de honor en la mesa)!»

TCQOaOLVOLkotà prosanaloõ gastar* Lc 8, 43 en la frase taxQOlç JtQooavaXcbaaaa okov xòv piov, «que había gastado en médicos toda su fortuna» (Mc 5, 26). La fra­ se, omitida en los manuscritos p’^ B (D), pertenece con cierta probabilidad al texto origi­ nal de Lucas; cf. GNTCom sub loco.

niQOaavaJtXl|QÓ(ú prosanaplêroõ com ­ pletar anadiendo, suministrar lo que falta* El verbo aparece únicamente en Pablo en 2 Cor 9, 12; 11, 9, en la frase n:QOoavajtX.TiQÓco xà noxEgrifraxa (9, 12) / xò úoxéQqtia (11, 9), eliminar la deficiência (completando lo que falta) / remediar la deficiência» (cf. también Aristóteles, Pol 1256b, 3; Sab 19, 4).

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rtQoaavaTÍfl-enai — JtQooôéxofxai

3 l0 O o av atí'0 'E ^.ai prosanatithemai imponer / presentar además (por uno mismo), confiarse (a alguien), pedir consejo* En el NT el verbo aparece únicamente en voz media: Gál 1, 16; oi) JtQoaavEÍlépTiv oaQjd x a l a íp a tt, «no presenté (mi asunto) a la carne y a la sangre / no me dirigí a...»; en sentido transitivo en 2, 6: epol yàg ol ôoxoüvteç oúôèv jtQOoavédsvTo, «en efecto, a mí los de prestigio no me impusieron (por sí mismos) nada adicional» o «no me presentaron (por sí mismos) nada adicional (cf. el ver­ bo simple con el sentido de «presentar» en el V. 2; también en Hech 25, 14; «imponer [por sí mismo]», Jenofonte, An II, 2, 4; Lisias VII, 19), por contraste con los JtaQSÍoaxToi t[)EU6áÔ8X,cpoi (v. 4) que seguramente exigieron «imposiciones adicionales» (cf. también el in­ forme expuesto separadamente por Pablo ante los ôoxoüvTEç, V. 2), y con la mirada puesta en la única exigencia adicional, a saber, el prestar ayuda a los pobres, v. 10; cf. especial­ mente H. Schlier, La Carta a los Gaiatas, Salamanca 1975, sub loco\ cf. también Jenofon­ te, Mem II, 1, 8. Es difícil decidirse entre am­ bas traducciones, cf. también ThWNT I, 355s; la interpretación que se ofrece en el citado ar­ tículo en el sentido de «comunicar, informar», parece una interpretación demasiado débil, teniendo en cuenta el contexto. En efecto, se trata de una de dos: o de impugnar imposicio­ nes adicionales (como, por ejemplo, en Hech 15, 28s), o bien de impugnar -al menos- as­ pectos teológicos adicionales, es decir, que sean anadidos por los representantes de Jerusalén al evangelio paulino para los gentiles.

jtçoaavé/to prosanechõ dirigirse hacia, acercarse a Hech 27, 27 B“: JipooavÉXEiv... aUTOÍç XCúQav, «que la tierra se les acercaba» (en vez de JiQOoáyco). TtQOaOLTteikéo^ai prosapeileomai amenazar más, expresar más amenazas* Hech 4, 21 en voz media y en sentido abso­ luto; Jigoaan:EiA.TioápEVOL ànéXvoav, «des-

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pués de amenazarles otra vez, les dejaron ir (a Pedro y a Juan)». JtQoaa)j£OJ prosacheõ resonar En Hech 27, 27 B* gig s dícese dei bramido de la rompiente, que anuncia la proximidad de la costa (en vez de -> JtQooáYco). niQO<JÔ(XJiaváo> prosdapanaõ gastar de más, tener gastos adicionales* Lc 10, 35; 5 r i âv ôaitávfiar^ç, «lo que gastes de más». 7lQOaÔEO^al prosdeomai necesitm (algo) -*■ õéopai 3. :n ;Q o aô éx o (iai prosdechom ai aceptar, esperar, aguardar*

recibir,

1. Aparición en el NT y contenidos semânticos - 2. «recibir» - 3, «aceptar» - 4. «esperar, aguardar». B ibl: W. Grundmann, ôé^opaL xtX., en ThWNT II, 49-59; E. Hoffmann, ã x o x a ç a ô o x ía , en DTNT II, 134s; H.-G. Link, ôéxopoL, en DTNT TV, 23-25; más bibliografia en ôé/opai.

1. En el NT el verbo rtQoaôéxopaL aparece 14 veces: cinco veces en Lucas, dos en Hechos, dos en Ias Cartas paulinas autênticas (Rom 16, 2; Flp 2, 29), dos en Hebreos; el verbo se encuentra además en Mc 15, 43; Tit 2, 13; Jds 21. 2. JtQoaôéxofxat en el sentido de recibir (a alguien) significa: ofrecer hospitalidad a al­ guien. Los fariseos y los escribas critican a Jesús porque se habla con publicanos y peca­ dores, y acusan a Jesús de recibir a los peca­ dores y de comer con ellos (Lc 15, 2). - Pablo pide que los romanos «recihan en el Senor» a la hermana Febe (Rom 16, 2) y que los filipenses hagan lo mismo con el hermano Epafrodito (Hp 2, 29). 3. El significado de aceptar aparece dos veces; una vez en el sentido pasivo de tolerar

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jiQ O o õ é x o n a i - JiQ ooeáü)

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ceda algo. En el sentido apocalíptico-escatológico (Q) de la expectación, llena de espe­ ranza, de «Aquel que viene» (oò sl o ep^ópevoç, ij êxEpov Jipooôoxtõpev;) en Mt 11, 3 par. Lc 7, 19.20; en sentido absoluto en Lc 3, 15 (jtQOOÔoxtõvTOÇ TOü Xaoü); de la espe­ ranza cristiana en 2 Pe 3, 12 (jtpooôoxrôvteç x a l ortEÚôovTEÇ xfiv jra p o u o ía v , «aguar­ dando y anhelando la parusía»; -)■ ajceúôcn); 3, 13 (xa ivo ü ç oiiQ avoüç x a l y^ív xaivijv... 4. En el NT predomina el significado de jtpooôoxcõpEv); 3, 14 (xaõxa rtçooôoxcõvesperar (o aguardar). Tres veces la expectaX£ç); cf. también Sal 103, 27 LXX; 118, 166 ción es mesiánica: Simeón espera la consolaLXX; 2 Mac 7, 14; 12, 44; 15, 8; 1 Ciem 23, ción de Israel (Lc 2, 25); Ana habla acerca de 5; IgnPol 3, 2; el factor de la sorpresa lo acentúa ou JtQoaôoxáo) en Mt 24, 50 par. Lc 12, Jesús a todos los que esperan la redención de 46, Aguardar durante bastante tiempo a alJerusalén (2, 38). José de Arimatea, respetado guien (que se demora) en Lc 1, 21 (refiriénmiembro dei Consejo, aguarda el reino de Dios (Mc 15, 43 par. Lc 23, 51). - Jesús ex­ dose a Zacarias); en 8, 40 (refiriéndose a Je­ horta a sus discípulos a permanecer vigilantes sús); cf. además Hech 10, 24 (refiriéndose a y estar preparados; deben ser «como personas Pedro). Dícese de un mendigo en 3, 5 (jipooque aguardan a su senor» (Lc 12, 36). Más de ôoxtõv... ÃapELV, «con la esperanza de recicuarenta hombres, que se han conjurado con­ bir algo»); estar a la espera en 27, 33 (jtpooõoxcõvxEç âoixot, «estais a la expectativa, tra Pablo, están preparados y aguardan sólo la palabra dei jefe supremo para matar a Pablo sin tomar alimento» [cf, v. 21], durante 14 (Hech 23, 21). Pablo confiesa ante el goberdias, en una situación desesperada, expuestos nador romano que él aguarda la resurrección a los peligros dei mar). Con el componente de de justos e injustos (24,15). Tit 2, 13 habla de temerse algo o de hallarse en tensión por algo, la epifanía dei gran Dios y Salvador Jesucrisen Hech 28, 6a.b (jtoÀò JtQoaôoxáro, aguar­ dar largo tiempo»), ThWNT VI, 125-127■, to, que se aguarda con feliz esperanza. Jds 21 DTNT II, I34s. exhorta a perseverar en el amor de Dios y aguardar la misericórdia de Jesucristo para la vida eterna. JtgOffôoxía, a ç , prosdokia expecta­ ción* A. Palzkill Lc 21, 26; qpóPoç x a l JtQooôoxía xcõv EJtepxopÉvcov, «temor y (angustiosa) expec­ JIQ O aôíÔ M ^i prosdidõm i ofrecer, dar tación de Ias cosas que están sucediendo» (cf. (además) Plutarco, Anton 75, 4; Aristóteles, EthNic Lc 24, 30 D en lugar de ->• èjtiôíôrofxt. 1115a, 9); Hech 12, 11: Jtáati f| Jtgoaôoxía xoü Xaoú xóãv Touôaícov, «todo aquello en lo que el pueblo de los judios espera» (dícese J lp o o ô o x á ío prosdokaõ aguardar, esperar, de Ias expectaciones dirigidas hostilmente hallarse a la espera* contra Pedro). ThWNT VI, 125-121. En el NT el verbo aparece 16 veces, dos en Mateo, seis en Lucas, cinco en Hechos y tres Jlg o aeáíO proseaõ dejar avanzar* en la Carta segunda de Pedro. La acción de En Hech 27, 7 dícese dei viento contrario, aguardar puede entenderse en el sentido de esperar (de manera paciente y prolongada), que no dejaba avanzar a la nave (pq ixpopero también en el sentido de temerse que su­ OEtóvxoç). Sobre la ruta de la nave, cf. E.

y otra vez en el sentido activo de asentir. A los destinatários de la Carta a los Hebreos se los exhorta a la perseverancia y se les recuerda que algunos de ellos sufrieron con los encarcelados y aceptaron con gozo que se les arrebataran sus bienes (Heb 10, 34). Se muestran modelos de la fe: algunos de ellos se dejaron torturar y no aceptaron la liberación, a fin de obtener así una mejor resurrección (11, 35).

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jtQooEaoo - jtQoaEQxo(J,ai

Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), sub loco. oigooeYYÍ^*» proseggizõ acercarse, aproximarse Mc 2, 4 v.l. en lugar de JtpoacpÉQCD; Hech 27, 27 v.l. en lugar de -> jTQOoáYío; 10, 25 D. JlQOaeÔQevco pw sedreuõ sentarse o estar cerca de 1 Cor 9, 13 v.l. en vez de JtaQEÔQEÚco (objeto de la acción verbal: tcõ ^noiaoTr)QÍO)). prosergazom ai ganar, producir además* Lc 19, 16: «tu mina ha producido diez mi­ nas» (jtQooripyáoaTo), es decir, con ella se han obtenido diez minas (a diferencia de Mt 25, 20: cinco + cinco minas). 7tQ oaéç/0|U .ai proserchom ai venir o ir hacia, acercarse, aproximarse* 1. Aparición en el NT y significado fundamental 2. Acercarse a Jesús - 3. Jesús se acerca - 4. Otros usos dei verbo en los Evangelios sinópticos y en Hechos - 5. Uso cultuai (especialmente en Hebreos). Bibl.: J. R. Edwards, The Use o /IIe o a é g x o |ra t in the Gospel of Matthew: JBL 106 (1987) 65-74; H. J. Held, Matthãus ais Interpret der Wundergeschichten, en Bomkamm-Barth-Held, Oberlieferung and Auslegung im Matthãus-Evangelium (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn ''1975, 155-287, especialmente 214-217; W. Mundle, EQXogai, en DTNT IV, 318-322; J. Schneider, jtQoaÉoxottai, en ThWNT n, 680-682.

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2. a) Las personas se acercan por diversas razones a Jesús: los discípulos en Mt 5, 1; 8, 25 par. Lc 8, 24; Mt 13, 10.36; Mc 6, 35 par. Mt 14,15 / Lc 9,12; Mt 15,12.23; 17,19; 18, 1.21; 24, 1.3; 26, 17; los discípulos de Juan en Mt 9, 14; 14, 12; el joven rico en Mt 19, 16; la madre de los hijos de Zebedeo en Mt 20, 20; la mujer que quiere ungir a Jesús en Mt 26, 7; las mujeres después de la resurrección de Jesús en Mt 28, 9. - Personas que buscan la curación para sí mismos o para otros, se acercan a Jesús (cf., a propósito, Held, 214217); Mt 8, 2 (un leproso); 8, 5 (el criado dei centurión); 9, 20 par. Lc 8, 44 (la mujer enfer­ ma); Mt 9, 28 (dos ciegos); 15, 30 (paralíti­ cos, lisiados, mudos, cuando Jesús da de co­ mer a cuatro mil personas): 17, 14 par. Lc 9, 42 (el muchacho «lunático» o poseso); Mt 21, 14 (ciegos y paralíticos, durante la escena dei templo). Cf. también Hech 28, 9 (en Malta los enfermos se acercan a Pablo). b) En otros casos son los adversários los que se acercan a Jesús: Mt 8, 19; Mc 12, 28 (escribas); Mc 10, 2 par. Mt 19, 3; Lc 13, 31 (fariseos); Mt 22, 23 par. Lc 20, 27 (saduceos); Mt 15,1 (fariseos y escribas); 16,1 (fa­ riseos y saduceos); 21, 23 (principales sacer­ dotes y ancianos). c) También hay poderes supraterrenales que se acercan a Jesús: en la tentación el diablo (Mt 4, 3) y ángeles (4, 11). Después de la resurrección de Jesús, un ángel se acerca y hace rodar la piedra que cerraba el sepulcro (28, 2).

3. Jesús mismo se acerca dos veces a los discípulos: después de la Trasfiguración (17, 7) y con motivo de su último encargo evangelizador (28, 18). De igual manera Jesús se 1. En el NT el verbo aparece 86 veces, en- acerca a la enferma (Mc 1, 31) y al joven dicontrándose con la mayor frecuencia en Mafunto (Lc 7, 14). teo (51 veces). Los demás testimonios se hallan en Marcos (5), Lucas (10), Hechos (10), 4. a) JCQOOÉQXOfiai se emplea 7 veces en Hebreos (7); el verbo aparece además en Jn parábolas: Mt 13, 27; 21, 28.30; 25, 20.22.24; 12, 21; 1 Tim 6, 3; 1 Pe 2,4. En la mayoría de Lc 10, 34. - Los que cobran las dos dracmas los casos se trata de la acción de acercarse en se acercan a Pedro para hacerle una pregunta (Mt 17, 24). sentido espacial. En sentido cultuai Jtpooég)(op,aL designa en Hebreos y en 1 Pe 2, 4 la b) En la historia de la Pasión, el verbo se halla además en los siguientes pasajes: Mc acción de llegarse a la presencia de Dios.

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jrQOOEQXOnaL - JiQOOEuxonai

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14, 45 par. Mt 26, 49 (Judas se acerco a Je­ G ebetsw irklichkeit un d G ebetsm õglichkeit b e i Paulus: ThZ 4 (1948) 22-40; K. Berger, G ebet (TV), en TRE sus); Mt 26, 50 (personas enviadas por el SaXn, 47-60; S. H. Blank, Som e O bservations C oncernediín); 26, 60a.b (testígos falsos); 26, 69.73 ning B ib lica l P rayer. HUCA 32 (1961) 75-90; H. Frhr. (una criada y personas que allí estaban se von Compenhausen, G e b e ts e rh õ r m g in den überlieacercaron a Pedro); 27, 58 par. Lc 23, 52 (Jo­ fe r te n Jesusw orten u n d in d e r R eflexio n d es Johannes (KuD 23 [1977] 157-171), en Id., U rchristliches und sé de Arimatea se llegó a Pilato); Lc 23, 36 A ltkirchliches. Vortrãge u n d A ufsãtze, Tübingen 1979, (unos soldados se acercaron a Jesus). 162-181; D. Coggan, T he P ra y e r s o f the NT, New c) En el libro de Hechos jrQOOÉQXO[xai York-London 1975; G. Delling, D e r G o ttesd ien st im NT, Gõttingen 1952, 99-118; A. Dietzel, B eten im aparece junto a woXX,áop,ai: 8, 29; 10, 28. G eist: ThZ 13 (1957) 12-32; Id., D ie G rü n d e d e r Además de 7, 31 (Moisés ante la zarza arE rh ô ru n g sg ew ifih eit nach dem NT, tesis mecanogradiente) y 12,13 (la criada llega a la puerta), el fíada Mainz 1955; S. E. Dowd, Prayer, Power, a n d the verbo se halla en 9,1; 18, 2; 22, 26.27; 23, 14 P roblem o fS u ffe rin g , Atlanta GA 1988; A. Enermalm, Un langage de p rière j u i f en grec. L e tém oignage des en relatos sobre Pablo. deu x p re m ie rs livres d es M acca b ées (CB, NT Series En Jn 12, 21 se dice que algunos «griegos» 17), Uppsala 1987; F. V. Filson, P etition a n d Intercesse acercaron a Felipe y le pidieron; «jSenor, sion: Interp. 8 (1954) 21-34; E. Fuchs, G ebet u n d Gequeremos ver a Jesús!». betssituation: EvTh 29 (1969) 133-144; R. Gebauer, 5. Hay un uso cultuai de JtQooÉQXOjxai en 1 Pe 2, 4 (llegarse a Cristo, la «piedra viva») y en los siguientes pasajes de la Carta a los Hebreos: 4,16 (llegarse al trono de la gracia); 7, 25; 11,6 (acercarse a Dios); 10, 1.22 {acercarse al santuario); 12, 18.22 {acercarse al Monte Sión). En 1 Tim 6, 3 se habla de volverse a Ias «sanas palabras de nuestro Senor Jesucristo». E. Palzkill JtQOoevxtj, fjg, proseuchê oración, lu­ gar de oración -V jtpooEÚxopai. m g o a e v x o ^ a i proseuchomai orar, supli­ car* Jteoaenxil, fjç, 'Ó proseuchê oración, lugar de oración (casa de oración, sinagoga)* 1. Aparición en el NT y significados - 2. Usos en el NT - a) Usos generales - b) La oración como intercesión; determinados contenidos de la oración - c) Combinaciones de palabras y sinônimos - d) El Evangelio y Ias Cartas de Juan - 3. La oración y la BibHa - a) Consideraciones fundamentales - b) La fe y la verdadera oración - 4. Pablo y Ias Cartas post-paulinas - 5. Los Evangelios sinópticos y Hechos - 6. jtQoaenxií. B ib t : J. B. Bauer-H. Zimmermann, en DTB 728736; Bauer, W õrterbuch, s.v. (bibl.); O. Bauemfeind, G eb et (IV. Im N T ), en RGG B, 1218-1221; W. Bieder,

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JtgoaEvxo|Aai

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ropaulinas, 3 en Ias Cartas Católicas y 3 en el Apocaüpsis. Tanto el verbo como el sustanti­ vo faltan en el Evangelio y en Ias Cartas de Juan 2.d). En el NT JipooeúxopaL aparece con mayor frecuencia que los demás términos que significan orar, suplicar, etc. (cf. -+ enxof-ca 7 ve­ ces, euxTl 3, alxéo) 70, eQmxáco 63, n:Qooxt!véo) 60, EuXoyéco 42, eúxaçtoxéü) 38, ôéop a t 22). El verbo simple eüxoiRtt. Oue es es­ pecialmente frecuente en el griego clásico, y que en la LXX tiene aün una frecuencia ligeramente inferior a la dei verbo compuesto jtQOOEÚxopai (como sucede también con eúXT| en relapión con jtQOOeuxTÍ), ha quedado desplazado en buena medida en el NT por el verbo compuesto.

En el griego no bíblico, jtQoOEÚxopcii, (lo mismo que el verbo simple) puede tener los signifi­ cados de «orar» y «prometer» (cf., por ejemplo, Preisigke, Sammelbuch III, 6713, lOs). En la LXX, es en la mayoría de los casos es el equiva­ lente de la conjugación «hitpael» pãlal (el sustan­ tivo jtpooEuxr|, que aparece raras veces fuera de 1. En el NT jrQooEiJxoftaL aparece 85 ve- la Biblia, traduce casi siempre el término hebreo ffillã) y se refiere únicamente a la oración dirigi­ ces, con particular frecuencia en los Evangeda a Dios (otra cosa sucede con el verbo simple lios sinópticos y en el libro de Hechos (con un ->• Euxopai [1], que traduce once términos hetotal de 60 testimonios, de los que 15 corres­ breos). pondeu a Mateo, 10 a Marcos, 19 a Lucas y 16 a Hechos); el verbo aparece 12 veces en Asimismo, JtQooeúxopai en el NT signifi­ Pablo (8 de ellas en 1 Cor 11, 4s.l3; 14, 13ca exclusivamente orar, pronunciar oraciones 15) , 7 en Ias Cartas deuteropaulinas y 6 en Ias para pedir algo o pedir por alguien; JtQoaeuCartas Católicas (correspondiendo 4 a Sant 5, XP significa oración, intercesión y, finalmen­ 13-18); a estos testimonios hay que anadir Mt te, designa el lugar en que se hace la oración 23, 14 v.l. En 23 pasajes de los Evangelios se en común, el lugar de oración, y fuera dei NT trata de la oración de los discípulos o de la cosignifica también «casa de oración, sinagoga» munidad, y en cambio en 22 se habla de la ( ^ 6). oración de Jesús (10 de estos testimonios se 2. a) níQOOEÚxopat se emplea en diversas encuentran en Lucas, 6 en Mateo y 5 en Mar­ cos). construcciones: en la mayoría de los casos j (casi 50 veces), usado en sentido absoluto, El sustantivo JtpooeoxT| muestra una distrisignifica orar, pronunciar oraciones, adorar, bución diferente. Aparece un total de 36 veces cf. Mt 6,5 (bis).6 (bis).7.9; 14,23; 19,13; 26, (a Ias que hay que anadir Mt 17,21 v.l.); 7 ve­ ces en los Evangelios sinópticos (dos de ellas 36.39; Mc 1, 35; 6, 46; 11, 25; 14, 32; Lc 1, 10; 3, 21; 5, 16; 6, 12; 9, 28.29; 11, 1 (bis).2; son testimonios lucanos de la oración de Je­ sús), 9 veces en Hechos (dos de ellas como 18, 1.10; 22, 41; Hech 1, 24; 6, 6; 9, 11.40; 10, 9.30; 11. 5; 12, 12; 13, 3; 14, 23; 16, 25; designación de un lugar de oración: 16, 13. 16) , 8 veces en Pablo, 6 en Ias Cartas deute­ 20, 36; 21, 5; 22, 17; 28, 8; 1 Cor 11, 4.5; 14,

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jiQoa£uxo[j.ai,

14b; 1 Tes 5, 17; 1 Tim 2, 8; Sant 5, 13.18; Jds 20. Que la oración se dirige a Dios, es co­ sa que se da por supuesta siempre que se emplea J tQ O O E O x ií; tan sólo en Lc 6 , 12 (jtgoos-uxTl 1:00 ■ôeoõ); Hech 12, 5; Rom 15, 30 (iirgòç TÒv Usov), se menciona explícitamen­ te a Dios como destinatário de la oración (cf. también Hech 10, 4.31). En cuanto al verbo, el uso dei dativo Deã) ('Ocoiç etc.), que es frecuente en el griego no bíblico, disminuye también notablemente; aparece tan sólo en 1 Cor 11,13 (tcõ 'fl-em, condicionado por el con­ texto, cf. V. 12) y en Mt 6, 6b (xfí) JtatQÍ oon, cf. vv. 6c.9). La formulación que aparece en la LXX (Gén 20, 17; 1 Re 1, 10 y passim) j t Q o o 8 Ú x o p . a i ngòç (xòv) ■ 0 ' E Ó v / x ú g i o v ) , fal­ ta por completo (tan sólo aparece en la litera­ tura cristiana en Herm [v] 1, 1,9). En algunas ocasiones se especifica más concretamente la clase de oración; por medio dei dativo YX,(naap, xco itvenpaxi, xcõ voí, 1 Cor 14, 14a. 15 (bis); cf. èv nveúpaTi áyícp, Jds 20; èv itavxl xaipip èv irvEnfraxi, Ef 6, 18; JtgooEnxíí JtQOoenxopai, orar fervienlemente, Sant 5,17; cf. también 1 Cor 11, 5; por medio de advérbios, e x t e v é o t e q o v ngocenXopai, Lc 22, 44; àôiaX.eíjtxa)ç jtQOOSÓxopat, 1 Tes 5, 17; itQOOEÓxopai JtávxoxE, 2 Tes 1, 11; cf. Hech 12, 5; por medio de un acusativo neutro, JtQotpáOEi paxpà rtQooEÚXopai, pronunciar largas oraciones para apa­ rentar», Mc 12, 40 par. Lc 20, 47 / Mt 23, 14 v .l.

Las circunstancias se especifican más con­ cretamente; «ponerse de pie y orar», Mc 11, 25; «hincarse de rodiUas y orar», Lc 22, 41; Hech 9, 40; 20, 36; 21, 5; cf. Mt 26, 39; Lc 22, 46; «ayunar y orar», Mt 17, 21 v.l.; Hech 13, 3; 14, 23; cf. 1 Pe 4, 7; 1 Cor 7, 5. Se menciona el tenor literal de las oracio­ nes, mtroducido por (xal) X,ÉYmv; Mt 26, 39. 42.(44; EÍJtcov); Lc 22, 41s; cf. además Mc 14, 35.39; Lc 18, 11; Hech 1, 24 y especial­ mente la introducción de la oración dominical (o Padrenuestro), Mt 6, 9ss; Lc 11, 2ss. Como invocación en la oración encontramos jtá x E Q , Mt 6, 9; 26, 39.42; Lc 22, 41s; ó O-eóç, 18, 11; oi) xÓQiE, Hech 1, 24.

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Las horas en que se hace la oración se espe­ cifican en Hech 3, 1; 10, 9.30 (cf. además 3.b), los lugares en Mt 6, 5s (las sinagogas, las esquinas de las calles, la habitación priva­ da); Lc 18,10; Hech 3,1 (el templo); 10,9 (la azotea); 16, 13 (a la orilla dei rio); aqui hay que tener en cuenta especialmente la combinación de palabras oLxoç jtQoosnxfjç para designar al «templo», Mt 21, 13; Mc 11, 17; Lc 19, 46 (cf. Is 56, 7; 60, 7; 1 Mac 7, 37), Jesús ora casi siempre solo; xax’ íôíav, Mt 14, 23 (en un monte); cf. 26, 36 (àjtEÀ'9'(óv). 39 (jtQO£)i,'&(bv pixQÓv).42 (à3tEX,{l(óv).44 (àcpELç avxovç náKiv àjte^O-tóv); Mc 1, 35 (àjtf)X'0ev Eiç EQppov XÓ3TOV); 6, 46 (ait-qXOev Eiç xò ÕQOç); 14, 32.39; Lc 5, 16 (njtoXcogmv èv xaiç èpxipoiç); 6,12 (ôgoç); 9,18 (xaxà póvaç); 9, 28 (òqoç); 22, 41 (àjtsoJtáoDx) ... cnoel U'&on |3o >i.t|v ). b) La oración a Dios puede caracterizarse por medio de preposiciones como intercesión en favor de determinadas personas; JtQOOeúxsoOe 3XE01 xmv âjtT|QEaÇóvx(ov fipãç, Lc 6, 28 (junto a enX.oyém); cf. jiqooeóxeo^ e •ójtÈQ xrôv ôtmxóvxcDV npãç, Mt 5, 44; otras combinaciones con itegí, Hech 8, 15 (jtegl anxtõv); 2 Tes 1,11; Col 1, 3 ( jieçl npmv); 4, 3; 1 Tes 5, 25; 2 Tes 3, 1; Heb 13, 18 (itegl f|põ)v); con vxÉQ en Col 1, 9 (urtèg npcov); Rom 15, 30 (jtçooEnxctl njtèg èpon); de la intercesión «sobre» un enfermo (jtgooEi)ÇáoUcüoav èjt’ aí)xóv), Sant 5, 14; cf. ade­ más Col 4, 12; 1 Tim 2, 1; Fim 4.22; de la oración de intercesión acompanada por la imposición de las manos, Mt 19, 13; Hech 13, 3; 14, 23. Los contenidos de la oración pueden estar en acusativo; jtávxa õ o a JtgooEÚxeaÜE, Mc 11, 24; xò yàg xí JtgooEnIópEOa, Rom 8, 26; xoõxo JtgoOEÚxopai, Flp 1, 9; pero pue­ den también expresarse por medio de un infi­ nitivo completivo, Lc 22, 40; Sant 5, 17 (xoõ pf| PgÉ|ai, con xoõ redundante, cf. BlalJ-Debrunner § 400, 7), o con una oración subordi­ nada introducida por iva, Mt 24, 20; 26, 41; Mc 13, 18; 14, 38; Flp 1, 9; Col 4, 3; 2 Tes 1, 11; 3, 1, o con una oración subordinada intro-

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jieooEDXoiiai

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de la alabanza (Hech 16, 25), de la petición (Mc 11, 24 par.; Ef 6,18; Col 1, 9; 1 Tim 2,1; 5, 5) y especialmente de la acción de gradas c) jtQoaeiJxo|t.aL y JtQoaenxií designan de (Ef 1, 16; Flp 4, 6; Col 1, 3; 4, 2; 1 Tes 1, 2; 1 Tim 2, 1; Fim 4) pueden acentuarse por medio manera global la oración de Jesus y la oración de términos adicionales (cf. supra), jtgooEÚde los creyentes y de la comunidad; al hacerlo así, incluyen diversos apectos y formas de Xop,ai y 3tgoOEX)xr| aparecen como los térmi­ la oración (adoración, petición, intercesión, nos fundamentales que el NT emplea para reuna oración especial concreta, la oración cons­ ferirse a la oración (sobre Juan ->■d); expresan tante, la oración «litúrgica» o efectuada en el la acción por la que los creyentes se vuelven culto divino), de tal manera que los significa­ hacia Dios, una vuelta que se manifiesta en dos específicos deben deducirse por el con­ actos particulares de oración y en súplicas (en texto. Sant 5, 16s ôéqotç se usa con JtQOOEUxfí Junto a jCQOOEnxopai encontramos, por jTQoaEÚxop,ai; cf. Mc 13, 18; Fim 22) y tam­ ejemplo, npvéco, Hech 16, 25 (jtQOoenxóbién en una actitud y práctica eonstante y eo(iEvoi nfrvouv tòv Deóv), jtQoqjTjTEÚoj, 1 munitaria de oración. Cor 11,4s (jtQoosnxó^iEVOç [-op.éVTi] í) jiqoPor el contrario, vemos, por ejemplo, que ^ cpiyteúcov [-oooa]), erixapiOTÉm, Col 1, 3 alxéco (4) se emplea como «acción (impetuo­ (EtJxaQioToõixev ... jiqooetjxóixevoi); cf. sa) de pedir» en sentido profano y religioso además Ef 1, 16; Fim 4, altéto, Mc 11, 24 (aunque no se aplica nunca a Ias oraciones de (jtQOOEÚXEO^E x a i alTEtoi&e) par. Mt 21, 22 Jesús, y en Pablo no se usa tampoco como tér­ (altrjoqxE èv xfí jtQooenxri); cf. Col 1, 9 (cf. mino para designar a la oración); ègmxáw también ->■ aíxécü 3.4). (3), además de su uso general muy difundido, se emplea en Juan como término para referirjtqooeuxtÍ aparece especialmente junto a los siguientes sustantivos afines; vr|axeía (Mt se a la oración de Jesús (en 1 Jn 5, 16 se usa 17, 21 v.l. par. Mc 9, 29 v.l.; cf. Hech 13, 3; también para referirse a la oración de súplica 14, 23; 1 Pe 4, 7), ôiôaxx) xmv àjtooxóÀcov, de la comunidad); ->• EÚliOYÉto (3) y ->• Euxaxoivcovía, xX,áoLç xon ãgxon (Hech 2, 42), Qiaxéo) (2.3) designan con pocas excepciones ô ia x o v ía xoõ Xóyon (6, 4), èli.erip.ooxivai (-»- enxtxgLOxéco 1) la oración de alabanza y (10,4.31), ÔETiaiç (Ef 6,18); 1 Tim 5, 5; Sant de acción de gracias; ->■ XQá^co (3) significa 5, 16s), ôÉTioiç pexà Exixtxgioxíaç (Flp 4, 6; el clamar a gritos y (en Pablo) designa el cla­ cf. Col 4, 2; Ef 1, 16), ÔErjOEiç, èvxEnieLç, mor de oración inspirado por el Espíritu; -»• Enxagioxíai (1 Tim 2, 1). Entre otras combiôÉopai (2) puede significar en general «pe­ naciones, hay que mencionar: «perseverar dir» y «orar, interceder», mientras que ôéqaiç (jtgooxagxEgéco) en la oración» (Hech 1,14; significa la oración habitual y la petición par­ 2, 42; 6, 4; Rom 12, 12; Col 4, 2 [junto a yQI)' ticular concreta (cf. también Hermann-GreeYOQéoo]), «hacer que Ias oraciones no tengan ven, 805-807). obstáculo / no sean ineficaces ([xf| èYXÓitxeo"hai)» (1 Pe 3,7), «acordarse de alguien en Ias d) En el Evangelio y en Ias Cartas de Juan oraciones / intercesiones ([xveíav Jtoiéofaltan los términos jtQOoeúxop,ai, E nxotai y jtQoaEUXi) por razones teológicas que pueden [tai)», en todos los casos después de £Í)x«Qiaxéca (Rom 1, 10; Ef 1, 16; 1 Tes 1, 2; Fim entenderse. Los términos para referirse a la 4), y jtQOOEUxal xmv aYÍrav (Ap 5, 8; 8, 3.4) oración en Juan son principalmente itQoaxuEn comparación con los sinônimos (-> 1), véo) (11 veces; de la oración de los creyentes itQoaeiJxop,ai y 3tQoaex)XX| se caracterizan en 4, 22.23.24; 9, 38; en los demás casos, de principalmente porque se refieren a la oración la oración [cultuai] de judios y samaritanos), a Dios en sentido global, y nunca a Ias petiaixÉco (9 veces en boca de creyentes, de ellas en 6 pasajes como oración de súplica «en el ciones cotidianas. Puesto que los elementos ducida por ôitcoç, Hech 8, 15; Sant 5, 16 v.l. (cf. BlaB-Debruimer § 392, nota 4c).

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JtQOaEDXOpiCtl

nombre [èv xô) ôvófiaxi] de Jesús»), EtixaQioTÉo) (3 veces dícese de la oración de acción de gracias de Jesús, dos de ellas de la acción de gracias sobre el pan) y finalmente èpcoxáo), que es un verbo que queda reserva­ do para la oración de Jesús (en favor de los suyos) (6 veces, cf. especialmente aíxEOtiai [para referirse a la petición formulada por los discípulos] juntamente con EQCOxáü) [para re­ ferirse a la petición formulada por Jesús] en 16, 26); además, Jesús «habla» (7.éy(o) al Pa­ dre en el cielo (11, 41s; 12, 27; 17, 1). Jesús, que se halla en unión íntima y permanente con el «Padre» (10, 30; 14, 9), no necesita —a diferencia de lo que vemos en los Evangelios sinópticos (-)• 2.a; 5 )- el ejercicio piadoso ha­ bitual de la oración, tal como se expresa en JtQOOEÚxoixai y JtQOOEUxr]. Más bien, sus peticiones al Padre comunican también a sus discípulos esa unión con Dios (14, 16; 17, 9.15.20), los cuales, lejos de la oración cul­ tuai tradicional, «adoran lo que conocen», a saber, «adoran al Padre en espíritu y en verdad» (4, 22-24: cf. von Campenhausen, 170177).

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8, 54; Sal 29, 2; Is 1, 15-17; Mt 26, 39; Ef 3, 14; también 1 Tim 2, 8). Se pronuncian oraciones en situaciones de aflicción (1 Re 19, 4; Sal 6 ,7ss; 118,25; 142,2ss) y también de go­ zo (Ex 15, 1; 1 Sam 25, 32ss; Sal 22, 23ss), en la vida cotidiana (Gén 24, 12ss; 2 Re 20, 2s; Sal 55, 18), así como en el culto y en el lugar sagrado (Gén 12, 8; 13, 4; 1 Sam 1, 3.10ss; Sal 134, 2; Is 56, 7). Formas especiales de oración son la confesión de pecados (Jos 7, 19; 2 Sam 24, 10; Dan 9, 3ss) y la intercesión (por ejemplo, por medio de profetas: Am 7, 2s.5s; Jer 37, 3; la intercesión profética puede ser prohibida o rechazada por Dios: Jer 7, 16; 11, 14; Ez 9, 8ss; 11,13ss; cf. además Gén 18, 23ss; 20, 7; Jer 15, 1; 29, 7; Neh 1, 4ss). Las oraciones expresan la confianza en Dios, que escucha las oraciones (Sal 65, 3; cf. 3, 5; 18, 7; Jer 29, 12-14) y recuerdan a Dios sus actos de salvación y sus promesas (Ex 32, llss; Dt 9, 26ss; Sal 77, Iss).

b) Estos objetivos de la oración hacen que queden relegados los fines, tan difundidos, de la oración: intentos de influir en la deidad o peticiones de bienestar o prosperidad (cf. 3. a) La oración, en la Biblia, es expresión Weinreich; von Severus, 1134ss), fines que de la cercania de Dios experimentada por Ias también se critican como inadecuados en la personas piadosas y expresión también de la filosofia griega (cf. Platón, Phaedr 279b.c; dependencia en que ellas se sienten de Dios, Eutyphr 14b; cf. también Filón, SpecLeg I, es decir, es culto divino en el sentido propio 24). de la palabra. Mediante la alabanza, la acción Mientras que en la tradición griega predo­ de gracias, la lamentación y la súplica. Ias mina la oración como súplica dirigida a los personas piadosas atestiguan que ellas viven dioses, y nada debe emprenderse sin la invo­ de la bondad de Dios como Creador y Salva­ cación de los dioses con sacrificios y oracio­ dor. La invocación que ellas hacen de Dios es nes (Homero, II 6, 308ss; 8, 236ss; Platón, una respuesta a Ias experiencias que tienen de Tim 27c) y la verdadera oración se dirige haIas palabras y de Ias acciones de Dios (cf. cia cosas divinas y espirituales (Jenofonte, Lentzen-Deis, 165-168). Por eso, la oración Mem I, 3, 2; Diodoro Sículo X, 9, 7; cf. ade­ es más que un proceso interior y meditativo. más Herrmann-Greeven, 776-782; Delling, Brota dei «corazón» dei hombre (cf. Sal 13, 6; 105-107), la oración de la comunidad cristia19, 15; 33, 21; 57, 8; Rom 8, 27; Gál 4, 6; 2 na vive de la confianza absoluta en la salva­ Tim 2, 22), se expresa en palabras, invocacioción concedida gratuitamente por Dios en nes, clamores, sentimientos de júbilo, lamenCristo. En la oración su fe encuentra una ex­ taciones y súplicas ardientes y, sobre todo en presión hablada ante Dios, y, al mismo tiemIas actitudes orantes de la prostemación y la po, la oración sustenta y consolida su fe. La proskynesis (—>■ TEQoauuvéco 3), abarca al oración de la comunidad cristiana primitiva hombre entero (cf. Gén 2 4 ,26ss; 34, 8ss; 1 Re debe su carácter a la oración de Jesús y a su

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Ji0oaet>xo|xai

obra salvífica. Así como los creyentes aprendieron de Jesus la exclamación «jAbba!» à p p á 3.4), así también aprendieron de él a orar en el nombre de Jesucristo y a dirigirse a Dios refiriéndose a Jesucristo (Jn 14, 13; 15, 16; Rom 1, 8; 7,25; 2 Cor 1, 20; Ef 5,20; Col 3, 17). Además, no oran en virtud de sus propias fuerzas, sino por el poder dei Espíritu de Dios, que habita en ellos (Ef 3, 20; cf. Bieder, Dietzel); el Espíritu de Dios les hace sentirse seguros de que son hijos de Dios (Rom 8, 15s; Gál 4, 6), responde a sus «gemidos» que suspiran por la redención (Rom 8, 23) y con sus propíos «gemidos inexpresables» intercede vicariamente por ellos ante Dios (8, 26s; cf, H. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung, München 1971, 72ss). Según la tradición cristiana primitiva, Jesus se entregaba a la oración (Mc 1, 35; 14, 32ss; Mt 11, 25-27 par.; 14, 23; Lc 3, 21; Heb 5, 7; ->■ 2.a) y ensenaba a orar a sus discípulos (Mc 11, 24s par.; 14, 38 par.; Mt 5, 44 par.; 6, 5ss; 7, 7ss; Lc 11, Iss; 18, Iss; pero cf. Lc 5, 3335), siendo un maestro que distinguía rigurosamente entre la verdadera oración y lo que externamente tiene apariencias de oración (Mt 6, 5.7; Mc 12, 38-40 par.) y que prometia que la oración de los creyentes es escuchada por Dios (Mt 6, 8.14; 7, 7ss par.; Mc 11, 23ss par.). Las alabanzas y oraciones de la oración dominical (el «Padrenuestro») constituyen verdadera oración (Mt 6, 9-13 par.), especial­ mente la petición que ruega el perdón (6, 14s; una petición a la que corresponde la propia disposición para perdonar; cf. también Lc 18, 13s; Sant 4, 2ss) y la petición (lucana) que pide el Espíritu de Dios (Lc 11, 13). La oración implica sumisión a la voluntad de Dios (Mc 14, 35s par.; Rom 1, lOss; 2 Cor 12, 8s) y, al mismo tiempo, es la expresión de la confianza en la ayuda de Dios, la cual se extiende hasta la vida cotidiana (Mt 6, 32 par.; Mc 13, 18 par.; Flp 4, 6; la oración en las comidas: Hech 27, 35; Rom 14, 6; 1 Cor 10, 30; 1 Tim 4, 3-5; cf. también Mc 5, 41 par.; 14,22s par.; Lc 24, 30; proyectos de misión y planes de viaje; Rom 1, lOss; Col 4, 3; el sufrimiento y la enfermedad: Sant 5, 13ss).

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La verdadera oración se expresa sobre todo en la asamblea de la comunidad (cf. 1 Cor 11, 4ss; 14, 13ss; Rom 15, 6; Hech 1, 14; 2, 42.46s; 12, 5.12; cf. Nielen, 145ss); determi­ na la vida entera de los creyentes (Lc 18, 1.7; 1 Tes 5, 17; Ef 6, 18; Col 4, 2; 1 Tim 2, 8; 5, 5) y dei apóstol (Rom 1, 9s; 1 Tes 1, 2; 3, 9; Fim 4) y se manifiesta especialmente en la acción de gracias (->■ 2.c; Rom 1, 8; 6, 17; 7, 25; 1 Cor 1, 4s; 14, 16; 2 Cor 4, 15; Flp 4, 6; Col I, 3; 4, 2; 1 Tim 2, 1; Ap 11, 17s) y en la intercesión (-> 2.b; en favor de la comunidad; Rom 1, 10; Ef 1, 16; Flp 1, 9; Col 1, 3.9; 4, 12; 1 Tes 1, 2s; 3, 9ss; en favor dei apóstol: Rom 15, 30; Hp 1, 19; Col 4, 3s; 1 Tes 5, 25; 2 Tes 3, 1; Fim 22; también Heb 13, 18; en fa­ vor de una persona: Fim 4; en favor de todos los hombres y de las autoridades: 1 Tim 2, Is; en favor de los enfermos: Sant 5, 14ss; en fa­ vor de los enemigos; Mt 5, 44 par.; en favor de Israel: Rom 10, 1; cf. 9, 3s). Aunque la verdadera oración es posible para todos los creyentes y en todos los lugares (cf. Jn 4, 20ss), sin embargo se mencionan específica­ mente ciertas condiciones previas (la fe: Mc II, 24s; Sant 1, 5-7; 5, 15; la disposición para perdonar: Mt 5 ,23s; 6 , 14s; Mc 11, 25; la santidad y el amor: 1 Tim 2, 8; 1 Pe 3, 17; la sobriedad: 4, 7; cf. también 1 Cor 14, 15). Como Jesús, los creyentes oraban a Dios; pero, aunque la verdadera oración se reahza en el nombre de Jesús y a causa de Jesús (cf. supra-, cf. especialmente 2 Cor 1, 20), sin em­ bargo los clamores de la oración pueden encaminarse también directamente al Exaltado (Jn 14, 14; 1 Cor 16, 22; Ap 22, 20; 2 Cor 12, 8; Hech 7, 59s; c f 1 Cor 1, 2; Flp 2, 10; Ap 5, 8.14; cf. también Nielen, 163ss; Delling, llOss). Se mencionan horas de oración en Hech 3, 1; 10, 9.30 (la hora sexta y la hora nona); Mc 1, 35; Lc 6, 12 (la noche; c f también 1 Cor 7, 5; Ef 6, 18; Col 4, 2; 1 Tim 5, 5), posturas y expresiones corporales durante la oración, Hech 7, 60; 20, 36; 21, 5; Ef 3, 14 (proskynesis; 2.a; 3.a), 1 Tim 2, 8 (las manos alzadas), Mc 11, 25 (ponerse de pie), Jn 11, 41 (Jesús levanta los ojos al delo).

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jtQoaet)xo[iai

4. a) En Pablo, jtQooeúxofiai y itQoaeuxtí designan el don, obrado en los creyentes por el Espíritu, de invocar incesantemente a Dios (Rom 1, 9s; 12, 12; 1 Tes 1, 2; Fim 4) y con gozosa confianza en la salvación (Flp 4, 4-6; 1 Tes 5, 17), alabándole, dándole gracias, su­ plicando e intercediendo. La oración practicada principalmente en la comunidad es expresión de haber recibido los dones divinos, no -por ejemplo- de la dependencia de Dios; li­ bera a los orantes de toda preocupación por su propia situación, y ellos manifiestan «en to­ dos los aspectos» (èv Tcavxí, Flp 4, 6) sus peticiones ante Dios (cf. Greeven, 140ss). El plural JtQoaei>xotí, que aparece varias veces (Rom 1, 10; 15, 30; 1 Tes 1, 2; Fim 4.22), hace ver también lo obvia que es la práctica de la oración, como lo vemos igualmente por Ias parénesis que exhortan a la oración (Rom 12, 12; Flp 4, 6; 1 Tes 5, 17.25). Los creyentes no tienen por qué angustiarse pensando cuáles serán Ias palabras correctas que deban emplear en la oración ante Dios, porque ellos saben muy bien que, en sus propios gemidos por la redención (Rom 8, 23), está actuando el Espíritu mismo de Dios e inspira dentro de ellos la verdadera oración, la oración que corresponde a Dios (8, 26: x a^ ò Ô£í no se refiere a una eventual «debilidad en la oración» u otras cosas por el estilo, sino a la persuasión fundamental de que están oran­ do como debe orarse, lo cual hace que los cre­ yentes dejen con serena confianza que el Es­ píritu actúe en la oración; -> 3.b; cf. también Greeven, 152ss y 167s; Ott, 140s). Sin embar­ go, por consideración con «el otro» (1 Cor 14, 17), no basta abandonarse únicamente a la oración extática de los glosólalos, en la cual el vonç permanece «infecundo» (14, 14). La oración alcanza su objetivo cuando los dones dei Espíritu se orientan bacia Dios y bacia la comunidad, y no se estancan en el arrobamiento dei entusiasmo (14, 15). De ahí que, para Pablo, la oración sea ante todo intercesión, intercesión que él bace en favor de Ias comunidades (pveíav np.cõv jto io õ p at èjtt Tcõv JtQooenxcõv pon, Rom 1, 9s; cf. 1 Tes 1, 2; Fim 4; Flp 1, 9), y que él espera a su vez de

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ellas (Rom 15, 30; 1 Tes 5, 25; Fim 22), por­ que la intercesión de ellas no es otra cosa compartir la lucha que se ha impuesto al apóstol (onvaYcovíoaa^aí pot, Rom 15, 30; cf. Ott, 142). Pablo se opone a ciertas tendências ascéti­ cas que existían entre los corintios y afirma que la oración y la vida marital no se excluyen mutuamente, sino que a cada una debe concedérsele su tiempo apropiado (1 Cor 7, 5). A Ias mujeres entusiásticas Ias advierte de que, en la oración dei culto divino, no deben situar la idea que ellas tienen acerca de sus propias relaciones inmediatas con Dios y el conocimiento que poseen de la fundamental igualdad de derechos de todos los seres huma­ nos, por encima de la tradicional costumbre (judia) de llevar velo o de cubrirse la cabeza, porque esta costumbre demuestra precisa­ mente que uno conoce y quiere reconocer Ias diferencias puestas por Dios entre mujeres y hombres (11, 4.5.13; cf. Nielen, 287ss; von Severus, 1181s; -v èlo n o ía 4; -> xecpaXf) 3.c). b) Las Cartas post-paulinas muestran que la oración se va convirtiendo cada vez más en una manifestación vital amplia y determinan­ te (jtãç etc.: Ef 6, 18; Col 1, 3; 4, 12; 2 Tes 1, 11; 1 Tim 2, 1.8) de las comunidades cristianas primitivas, en signo de piedad en medio de un mundo hostil a la salvación (1 Tim 2, Iss) y de confianza en la cercania auxiliadora de Dios (cf. Sant 5, 13ss; Jds 20). La parénesis de la oración se encamina so­ bre todo a las condiciones previas para orar como es debido: «permanecer vigilantes», Col 4, 2; que los hombres sean comprensivos con las mujeres (que son más débiles), 1 Pe 3, 7 (elç TÒ pf) èYxóJtteab-ai rà ç Jtgoaenxàç npcõv). A los hombres y a las mujeres se los exhorta en 1 Tim 2, 8ss: ni la ira ni la contienda ni una conducta indecorosa se compaginan con la oración en la comunidad; lejos de eso, a Dios deben alzarse «en todo lugar... manos puras» (v. 8; cf. también Sant 5, 16: fe y confesión de pecados); asimismo, la oración presupone en general sensatez y sobriedad (1 Pe 4, 7). La oración constante se acentua en

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JtQOOEDXOUai

Ef 6, 18 (èv jtavTi xaiQcp); Col 4, 2 (jtqooxaQT8Qeít£) y en 1 Tim 5, 5 (refiriéndose a Ias viudas: vuxTÒç x a l i^ixéQaç). - La oración es ante todo intercesión: en fa­ vor de «todos los santos y por mí», Ef 6, 18s; Cf. Col 4, 3; 2 Tes 3, 1; Heb 13, 18; en favor de los enfermos (y de los pecadores), Sant 5, 14ss, más aún, ’&jièq jiávTcov àvdQcáatmv, 1 Tim 2, Iss (en el v. 1 la yuxtaposición de ÔEfjaeiç JtQoaenxal àvx8ij|eiç enxagioxíai realza la orientación uniforme de todas Ias expresiones de la oración hacia la salvación de to­ dos los hombres; cf. von Severas, 1183s); de manera parecida ora el «apóstol» en favor de la comunidad: Ef 1, 16 (euxaQiaxmv vkèq úpc&v ... 8Jtl xóôv JtQooeuxcôv pou); cf. Col 1, 3.9; 2 Tes 1, 11 y especialmente la imagen de la lucha de fe en favor de la comunidad, en Col 4, 12 (jtávxoxe àYcnvi^ópevoç uitèp úpõ)V àv xaiç JtpooEuxaiç).

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ro «pagano» de Dios (6, 7s); en cambio, la oración es la invocación de Dios como Padre amoroso (6, 9-13), tal como se ve en la ora­ ción dominical; un Padre que conoce ya siempre Ias necesidades de los suyos (6, 8). La oración en favor de los que persiguen a la co­ munidad (5, 44 [Q]; íiniÈQ xrôv ôuoxóvxcov úpãç, cf. Rom 12, 14) está determinada, co­ mo se ve por la correspondência antitética en­ tre 5, 43 y 5,44, por el mandamiento dei amor a los enemigos y no se desarrolla como una instrucción propiamente tal sobre la verdadera oración.

b) Por el contrario, Lucas emplea con sorprendente frecuencia JXQooeúxopai y JtQoo8UX1Í para referirse a la oración de Jesús (3, 21; 5, 16; 6, 12; 9, 18.28s; 11, 1; 22, 41ss), aunque omite o traspone algunos enunciados marquinos (Mc 1, 35; 6, 46; 14, 32). Jesús ora en los momentos decisivos dei Evangelio: 5. a) Según Marcos, Jesus es orante solitá­ después de ser bautizado por Juan, 3, 21; an­ rio (1, 35; 6, 46; 14, 32ss [sobre el v. 38, cf. tes de la vocación de los Doce, 6,12; antes de Col 4, 2]), que ensena a sus discípulos acerca la confesión de Pedro, 9, 18; antes de la Trasde la relación entre la oración y la fe, la certe­ figuración, 9, 28s. Demuestra así de manera za de ser escuchado o la disposición para perespecial su cercania íntima dei Padre y se donar (11, 24s), y que a la vez critica dura­ convierte de esta manera en el modelo de los mente el abuso de la oración como ostentadiscípulos y en su verdadero maestro de ora­ ción pública de piedad (12, 40). No se obser­ ción, que los congrega para que sean una co­ va ningún interés teológico especial; el Jesus munidad orante (a diferencia de la comunidad marquino exhorta, sí, a la oración (9, 29; cf. dei Bautista: 11, L cf. 5, 33-35). Su lucha de también 11, 17; 13, 18; 14, 38) y, en momen­ oración en el Monte de los Olivos ensena con tos de extrema aflicción, confia su suerte el ejemplo a sus discípulos a vecer con la ora­ -orando- en manos dei Padre (triple acción de ción Ias tentaciones (22, 40ss), así como en la orar: 14, 35.39.41), pero él no es considerado cruz Jesús no muere la muerte dei abandona­ como maestro de oración en sentido propio do (Mc 15, 34 par.), sino la muerte dei orante (falta la tradición de la oración dominical). entregado a la voluntad de Dios (23, 46, cita Mateo, al recoger los enunciados marquidei Sal 30, 6 LXX; cf. Hech 7, 59s; cf. Ott, nos, realza los mismos rasgos fundamentales; 97s). Es significativa en Lucas la súplica pila oración de Jesús, 14, 23; 19, 13 (sin parale­ diendo el don dei Espíritu (11, 2 v.l. [cf. Greelo); 26, 36ss (falta Mc 1, 35); la oración es esven, 73ss]; 11, 13 a diferencia de Mt 7, 11; cf. cuchada: 21, 22 (cf. 7, 11; 18, 19s); exhortaHech 4, 31; 8, 15) y para ser preservado de la ción a la oración: 24, 20; 26, 41. En 6, 5ss se tentación (22, 40), así como la intercesión de compendia la crítica que Jesús hace de la ora­ Jesús en favor de la fe de los discípulos (cf. ción (falta Mc 12, 40) y se combina con una 22, 32; ôéopai). En consonância con ello, el instrucción sobre la oración, que quiere que Jesús lucano ensena a sus discípulos en pará­ queden lejos de la oración cristiana todos los bolas (11, 5ss; 18, Iss) y en una narración elementos de «hipocresía» (6, 5s) y de conjuejemplar (18, 9ss), a orar con confianza (11,

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itQoaeuxo^oti-- JtQoasxco

13), en todo momento e incesantemente (18, 1; cf. 21, 36; 4.b) y como pecadores que pueden confiar únicamente en la gracia de Dios (18, 13s). En la oración ferviente la comunidad se mantiene firme durante el tiempo que media entre Jesus y el juicio dei Hijo dei hombre (18, 8; 21, 36). El libro de Hechos prosigue Ias ideas directrices asentadas en el Evangelio de Lucas. Fiel al encargo dado por su Senor, la comunidad de Jerusalén mantiene firmemente desde un principio la actitud de orar incesantemente (fjaav n;QOoxaQTEQO'0vTeç ópofinpaôòv tfj jtgooeuxfl, 1, 14; 2, 42 [el plural es segura­ mente una manera de designar la práctica ha­ bitual de la oración]; cf. 2, 46 [xafi’ fipégav TE JtQOOXaQTEQOÍiVTEÇ ÓpO'0a)paÒÒv èv TÔ) LEQCõ]; 6, 4 [jiQOOEuxTÍ y ôiaxovta to ü X.Óyou como tarea de los Doce]; cf. además 3, 1; 12, 5.12; 20, 36; 21, 5). La oración acompana importantes decisiones en el desarrollo de la vida de la comunidad: la elección posterior dei duodécimo apóstol, 1, 24; la designación de los Siete, en medio de la oración y con la imposición de Ias manos, 6, 6; la oración de Pedro y de Juan pidiendo el Espíritu para Samaría, 8, 15; la visión de Pedro, 10, 9; la misión de Pablo y Bemabé, que son enviados a Antioquía, 13, 3 (vTiatEÚaavTEç x a l JtQooEU^ápevoi x a i èjtt&évxEç xàç xotç àjtÉÀuoav); cf. además 14, 23; 20, 36. Lo mismo que a Pedro (3, 1; 9, 40; 10, 9; 11, 15), a Pablo se le presenta sobre todo como hombre de oración (9, 11; 16, 25; 20, 36; 21, 5; 22, 17; 28, 8). Por su constante oración se caracteriza el centurión Comelio, temeroso de Dios (jtQoaenxod x a i èX,ETip,oax)vai, 10, 4 [cf. Did 15, 4]; cf. además 10, 2.30), de tal manera que Dios le escucha y le conduce fi­ nalmente a la fe (10, 4.31; cf. sobre Pablo en 9, 11). El orar forma parte de Ias liberaciones milagrosas (12, 5.12; 16, 25) y conduce a una curación (28, 8; cf. Sant 5, 14ss) y a la resurrección de una persona muerta (9, 40). De ahí que en la oración la comunidad tenga conciencia (de manera ejemplar, cf. Greeven, 117ss) de estar unida con Dios y de hallarse bajo su dirección. Claro que la oración no es

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ya primordialmente expresión (como en Pa­ blo, 4. a) de la fe que se debe a la obra salvífica de Cristo, sino que (como herencia de la piedad judia) muestra la praxis pietatis de una Iglesia que sabe que está dirigida y esti­ mulada por Jesús mismo en la oración por la salvación (cf. Ott, 124ss y 137ss). 6. En Hech 16, 13.16 JtQOOeuxV) (que apa­ rece únicamente en el uso bíblico [pero cf. 3 Mac 7, 20] y en el dei cristianismo primitivo) debe entenderse en sentido local como desig­ nación dei lugar de oración de los judios en Filipos, que Pablo y sus acompanantes sospechan que se halla fuera de la ciudad, junto a un rio [el Gangites; quizás a causa de Ias purificaciones rituales; cf. ThWNT VI, 602s; VII, 813s), y alK efectivamente lo encuentran. Desde el siglo III a.C. y especialmente en los primeros tiempos dei Império Romano, ngooEUXTl era la manera corriente que los judios de la Diáspora tenían de designar a la «sinago­ ga», como lo prueban Filón (LegGai 20.23. 43; Flacc 41 y passim) y numerosas inscripciones (cf. Hengel; Bauer, Wõrterbuch, í . v . 2). Como Lucas, en los demás pasajes de He­ chos, usa siempre el término owaycuYT), co­ rriente en Palestina (lo emplea 19 veces, 16 de ellas para referirse al edificio de la sinago­ ga), es posible que en 16, 13.16 él haya toma­ do de una fuente esta acepción dei término ouvaYcoyri; en todo caso, Lucas piensa segu­ ramente en un lugar de oración al aire libre, en el que se reunían únicamente mujeres. H. Balz nQO aéxúi prosechõ volver la atención hacia, preocuparse por, tener cuidado de, ocuparse de* En el NT el verbo aparece 24 veces, 10 de ellas en los Evangelios (6 en Mateo y 4 en Lucas), 6 en Hechos, 4 en 1 Timoteo; el verbo no aparece en Pablo, en Marcos y en Juan, y se halla siempre en voz activa. Con frecuencia (siempre en los Evangelios) JiQOoéxcu tiene el significado de guardarse de / tener cuidado de, siete veces (todas ellas en

1187

JtQOaéxCÜ - JtQOOTlXtJTOÇ

los Evangelios) con la preposición àitó (cf. BlaB-Debranner § 149, 1 con la nota 2); àjtò tcõv ojjenôojtQoqpTiTCôv, Mt 7, 15; àjiò trôv àv&pcüJTcov, 10, 17; àjrò Tfjç ^tifXTiç tcõv OaQiaaírov x a l üaôôoTOaícov, 16, 6.11, cf. 16,12; con el pronombre reflexivo: JtQoaéxeTE éatJToTç àjiò tfjç ^iJitTiç, Lc 12, 1; àjtò TCÕV Y0ctp.paTécüv, 20, 46; sin à jtò con el pronombre reflexivo y el mismo significado: guardarse de / tener cuidado de s í mismo (jtQOoéxETE eantOLç), 17, 3; igualmente se­ guido por pf|JtoTE, 21, 34; jigoaéxEXE éanto Tç èjti Tolç àv^QòúJtoiç totjtoiç t í [xéXXexe Jtgáaaeiv, debe traducirse probablemente por: \Tened cuidado de lo que vais a hacer con esas personas!», Hech 5, 35; sin pronom­ bre reflexivo y seguido por un infinitivo (con jtf|): iguardados de ...», Mt 6, 1. En los demás casos predomina el significa­ do de prestar atención, seguir, escuchar a (con dativo): Hech 8 , 6 ( t o l ç XeYÓ|t£voiç), cf. 16, 14; 8, 10 (cb JtgooEixov jtávxeç, «todos le prestaban atención»)-, 8, 11 (jtgooELXOV ôè anxcõ, «y le prestaban atención»); Jtgooéxco ixnlloiç..., «dejarse ZZevarpor fábulas», 1 Tim 1, 4; cf. 4, 1 (nvexipaoLV jtMvoiç...); Tit 1, 14 Clonôaixotç p.ó^oiç...); cxin sentido posi­ tivo en Heb 2, 1: n:gocréxto xotç axono^etOiv, «prestar atención a lo oído / a lo que Dios nos hizo oír (a saber, el mensaje de Cris­ to, cf. 1, 2ss)»; en 2 Pe 1, 19 dícese de la proclamación de la salvación por los profetas (itgocpriXLXÒç X.óyoç), que los creyentes poseen irrevocablemente por medio dei testimonio de Dios, confirmado por los testigos oculares, en favor de su Hijo (1, 16-18; cf. Mt 17, 5 par.): cb xa^cõç itoieixe JtgooÉxovxEÇ, «hacéis bien en aferraras a ella», 1, 19. jtgooéxco significa también aplicarse dili­ gentemente, atender a, 1 Tim 4, 13 (xíj a.vayvcboEi...); ocuparse de xô) OuGiaoTrigLCp, «dei [servicio] dei altar»), Heb 7, 13 (refiriéndose a que Cristo procedia de la tiibu de Judá, no de la tribu de Leví, cf. también el v. 14); en sentido negativo, «no entregarse», 1 Tim 3, 8 (oívcp jtoXXm); atender a, cuidarse de, en Hech 20, 28 (éauxotç x a l rtavxl xcb Jtoi|xvlcp).

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:JtQOOlnX,ÓW proséloõ clavar en* En Col 2, 14 dícese metaforicamente dei «documento de la deuda» que Dios quitó de en medio por la muerte de Cristo, «clavándolo en la cruz» (n;çooT)Xcboaç auTÒ TCõ axaugcõ, cf. también Jn 20,25). La base para la metáfora podría ser la inscripción clavada en la cabecera de la cruz, en la cual se declaraba la causa por la que se hacía morir al crucificado (cf. M. Dibelius-H. Greeven, An die KolosseP [HNT] sub loco; cf. Mc 15, 26). Se entiende por ello la completa cancelación dei «documento», es decir, la supresión total de la deuda de los hombres ante Dios (cf. E. Lohse, Der Brief an die Kolosser [KEK], sub loco [bibl.]; sobre la discusión cf. especialmente E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, sub loco.

JlQOdTjXvTOÇ, ov, ó prosêlytos prosélito, convertido al judaísmo* 1. Aparición en el NT - 2. Origen y uso judio - 3. Diversos pasajes. B ibl.: B. J. Banvberger, P roselytism in the Talmudic Period, Cincinnati 1939; Bauer, W õrterbuch, s.v.; S. Bialoblocki, D ie B eziehungen des Judentum s zu Proselyten u n d P roselytentum , Leipzig 1930; Billerbeckl,

924-931; II, 715-723; IV, 353-414; Bousset-Gressmann, 76-86; W. G. Braude, Jew ish P roselyting in the F irst F ive C enturies o f the C om m on Era, Providence (Rhode Island) 1940; H. Conzelmann, H eid en - Juden - C hristen (BHTh 62), Tübingen 1981, 18-21; P. Dalbert, D ie T heologie d e r hellenistisch-jüd. M issionslitera tu r u n ter A u ssc h lu fi von P h ilo u n d Jos, Hamburg 1954; Id., en BHH III, 1515; F. M. Derwacter, P reparing the Way f o r P aul. The P roselyte M o vem en t in Later Judaism , New York 1930; Hamack, M issio n I, 1323; J. Jeremias, L a prom esa de Jesús p a ra los p a ganos, Madrid 1974; Id., Jerusalén en tiem pos de Jesús,

Madrid 1977, 331-345: H. G. Kippenberg, en PaulyWissowa IV, 1187; K. G. Kuhn, jteoar|kuToç, en ThWNT VI, 727-745 (bibl.); K. G. Kuhn-H. Stegemann, en Pauly-Wissowa Suppl. IX, 1248-1283 (bibl.); K. Lake, P ro selytes a n d G od-fearers, en B eg in n in g s V, 74-96; E. Lerle, P ro selyten w erb u n g und U rchristentum , Berlin 1960; N. Levison, The P rosely­ te in B ib lica l a n d E arly P o st-B ib lica l Judaism : SJTh 10 (1957) 45-56; J. A. Loader, A n E xp lanation o f the Term prosêlutos: NovT 15 (1973) 210-211; J. NoUand, U ncircum cisedP roselytes?: JSJ 12 (1981) 173-194; A. Paul, en DBS VEOÍ, 1353-1356; M. H. Pope, en IDB in, 921-931; Preisker, Z eitgeschichte, 290-293; Reic-

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JtQoar|XDXoç

ke, Z e itg e sc h ich te, s.v. en el índice analítico; H.-J. Schoeps, P a u lu s, Tübingen 1959, 234-242; SchUrer III, I50-I88; M. Simon, Verus Israel, Paris 1948; Id., S u r les déb u ts d u p ro sélytism e ju if, en F S f ü r A . D up o n t-S o m m er, Paris 1971, 509-520; S. Zeitlin, P roselytes a n d P ro selytism during the Seco n d C om m onw ealth a n d E a rly Tannaitic Period, en F S f ü r A Wolfso n II, Jerusalem 1965, 871-881; para más bibliogra­

fia, cf. ThWNT X, 1249.

1. JtQoOTÍXriTOç aparece 4 veces en el NT (Mt 23, 15; Hech 2, 11; 6, 5; 13, 43) y, con arreglo al lenguaje avanzado dei judaísmo helenístico, se usa consecuentemente como tec­ nicismo para designar a un gentil que se ha pasado al judaísmo, a un convertido al judaís­ mo. 2. Como designación técnica de «los hombres y mujeres que -sin haber nacido de padres ju­ dios-, en virtud de un acto jurídico de admisión, llegan a ser miembros de la comunidad judia de culto y se adhieren a ella» (Kuhn-Stegemann, 1249), este término (que sólo aparece en la litera­ tura judia y cristiana) surgió en la Diáspora helenistica (los intentos por derivarlo de raices semiticas [por ejemplo, Loader, 270ss; qrb\ son tan poco convincentes como la referencia a un supuesto paralelo en el culto de Isis: advena, Apuleyo, Met XI, 25 [R. von Reitzenstein, Die hellenistischen Mysterienreligionen, Stuttgart ^1927, 193; Bauer, Wõrterbuch, 1418]), que de este mo­ do diferenciaba al convertido propiamente tal dei simple simpatizante, dei «temeroso de Dios» (aePó|tevoç [xòv ■&eóv]; -> oépofiai). El uso técnico preciso se vio anticipado por un empleo semitécnico que se muestra en el hecho de que la LXX, con sorprendente congmencia (en 71 de los 92 casos en que aparece en el TM), emplee el sustantivo derivado dei tema -eXu- como equivalente dei término hebreo gêr, dei derecho de personas, que en el AT designa al extranjero que se ha asentado en el pais de Israel, al forastero residente (cf., a propósito, R. Martin-Achard, en DTMATI, 583-588; D. Kellermann, en DTAT I, 1000-1012), pero que casi habitualmente prefiera la traducción por otros vocablos (^évoç, Jtápoixoç, etc.), cuando el contexto hace proble­ mática la comprensión de gêr como término reli­ gioso (cf. Kuhn, 732). Filón conoce claramente el término 3tgoaf|Xuxoç como tecnicismo (Som II, 273; SpecLeg I, 51 y 308), pero prefiere en general otras expresiones como EJtTiXuç (Flacc 54; Exsecr 152) o èitqXuxoç (Virt 104; SpecLeg I, 52s). Josefo evita totalmen­

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te el neologismo judeo-heleno (seguramente, lo mismo que Filón, por consideración hacia sus lectores griegos, aunque el empleo que hace dei participio de perfecto JtgooeXtiXuíhjia para referirse a una convertida (Ant XIV, 110) documenta su conocimiento dei término y de la realidad sig­ nificada por él. El término se halla atestiguado también en inscripciones procedentes de lerusalén y de Italia (cf. CIJ Index j.v.; Kuhn-Stegemann, 1264-1267 y 1272). En paralelo con el desarrollo en el âmbito helenístico, el vocablo básico hebreo gêr se convirtió también en Palestina en el tecnicismo para desig­ nar a los prosélitos (los testimonios en BiUerbeck II, 715-723; Kuhn, 734-742; Kuhn-Stegemann, 1251-1253), un proceso que no dejó de influir en la interpretación rabínica de los testimonios dei término en el AT. Sobre la difusión y el significa­ do histórico de la misión judia, sobre el procedimiento de admisión en el judaísmo, sobre la situación jurídica y social dei proséllto y sobre la valoración controvertida dei proselitismo en la discusión rabínica, cf. Kuhn, 737-742; Kuhn-Ste­ gemann, Í254-1280 [bibl.]).

3. a) Los ayes de Jesus sobre los escribas y fariseos, «que recorren mar y tierra para ganar un solo prosélito» (Mt 23, 15) no condenan la actividad misionera, como tal, de esas perso­ nas (en contra de H. J. Holtzmann, Die Synoptiker^ [Hand-Commentar z. NT], 279; E. Lohmeyer, Das Evangelium nach Matthãus^ [KEK], 343, y otros), sino que se refiere al re­ sultado de esos esfuerzos, haciendo notar «lo que con ellos se obtiene, cuando los fariseos emprenden esa misión como ujtoxgixaí, tal como Jesús los caracteriza» (Kuhn-Stege­ mann, 1280; de manera parecida: A. Schlatter, Der Evangelist Matthãus, Stuttgart ®1963, 675; Jeremias, La promesa de Jesús para los paganos, 15 nota 61; Lerle, 64, y otros): «un hijo dei infiemo, que es dos veces peor» que los que le persuadieron para que se convirtiera. Esta crítica, seguramente, no se basa tanto en la posibilidad, aprovechada por muchos prosélitos, para anular el matrimônio que habían contraído antes de su conversión (en contra de Lerle, 65; P. Bonnard, El Evangelio según San Mateo ^1983, 505 nota 1), sino que se basa más bien en el ceio que esas personas tenían como convertidos y que Ias conducía al

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3tQO0T|l.UTOÇ - JTQÓaxaigOÇ

desconocimiento legalista y falsa interpretación de la voluntad de Dios. Las palabras de Jesús presuponen la actitud dei movimiento fariseo, favorable a la labor misionera, antes de que se produjera el cam­ bio decisivo de actitud en matéria de prose­ litismo, a consecuencia de la catástrofe dei ano 70. Hay que tener en cuenta, desde luego, que el carácter polêmico y la formulación hi­ perbólica dei enunciado relativizan en buena parte su valor como fuente para conocer la extensión y la intensidad de la propaganda farisea.

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7IQÓ(T'd’E 0lç, £COÇ, prosthesis adición; distribución (?) El códice D tiene en Mc 2, 26; Mt 12,4 y Lc 6, 4 la frase ág ro t xfjç JtQoo^éoecoç (en vez de ->• 3TqÓ'9'80lç). El significado de «distribu­ ción» o «exposición» o algo por el estilo, será difícil documentário en otros textos; cf. posiblemente Ez 47, 13 LXX; también Lev 24, 9.

JtgÓ axaiQ O Ç , 2 proskairos que dura algún tiempo, momentâneo, pasajero* El término aparece 4 veces en el NT: en la interpretación alegórica de la parábola de las b) Con la mención de «judios y pmsélitos» cuatro clases de campo de siembra, vemos que a una clase de personas se la califica de (Hech 2, 11), no se amplia la denominada jtQÓoxaiQOç, es decir, de persona dei mo­ «lista de pueblos» mediante la enumeración mento / persona inconstante, que no tiene en de grupos adicionales, «sino que esta frase si misma raíces y, por tanto, adopta decisiones abarca a todos los grupos anteriores según su precipitadas y con igual precipitación las la modalidad de su afiliación religiosa» (E. abandona, porque éstas no se hallrm arraiga­ Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], das en una convicción profunda, Mt 13, 21 174), a saber, como judios «de nacimiento» y (cf. vv. 5s) par. Mc 4, 17 (cf. vv. 5s). El adje­ como «convertidos», de tal manera que se tivo se usa también en un sentido crítico pare­ abarca al judaísmo en su totalidad, tanto por cido, cuando en Heb 11, 25 se dice que Moi­ su extensión geográfica como por la índole de sés rechazó «disfrutar transitoriamente / du­ su origen. rante algún tiempo dei pecado (JtQÓOKaiQOV La caracterización de Nicolás como «proséêxetv ápapxíaç àjtóXauoiv)», a saber, de la lito antioqueno» (Hech 6, 5) justifica para sa­ vida aristocrática de un «hijo de la hija de Facar la conclusión de que los demás de la Usta raón» (v. 24); cf. Ex 2, lls ; JtQÓoxaiQoç xf]ç de los siete «helenistas», a quienes se mencio­ èraOnpíaç pôovTi, Josefo, Ant II, 51. na por su nombre, eran judios de nacimiento. En 2 Cor 4, 18 el término se usa en sentido Si tenemos en cuenta que Lucas, en otras escatológico: xà yÒQ pXEjrópeva jtQÓoxaipartes, distingue siempre cuidadosamente en­ qa, xà ôè pq pXEJiópeva alm via (cf. OGIS tre proséütos y «temerosos de Dios» (->■ OÉII, 669, 14). «Las cosas que están a la vista» pop,ai), es obvio suponer que la expresión (cf. Sab 13, 7), por contraste con las cosas insingularísima «prosélitos temerosos de Dios», visibles y que permanecen etemamente, están en Hech 13, 43, surgió por la inserción de una ligadas a un tiempo determinado que se aca­ glosa (jtQOOTiWxcov; cf. E. Haenchen, Die ba. La máxima dei v. 18 (H. Windisch, Der Apostelgeschichte, 397 nota 5). Claro que, a zweite Brief an die Korinther [KEK], sub lo­ pesar dei uso técnico de aepónevoç, que es co, menciona máximas de tenor parecido en siempre uniforme en el libro de Hechos (13, 50; 16, 14; 17, 4.17; 18, 7), no se puede ex­ la literatura helenística) recoge el contraste expresado en el v. 17 ([->■] n a p a u x íx a [->] cluir la posibilidad de que aqui se trate simkXatpQÓv / aícóvLov páqoç) y, por tanto, fun­ plemente de un «descuido en la expresión» damenta adicionalmente la idea de que las (H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte eraflicciones actuales de los creyentes (en este klü rf [HNT], 85). mundo) pierden su importância cuando se las compara con la gloria eterna, que se espera y H. Kuhli

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JtQ oaxaiQ O ç - JtQ ooxagxEQ eü)

que se experimenta ya en la renovación coti­ diana (v. 16). Por tanto, JtQÓOKaiQOÇ signifi­ ca aqui: válido durante determinado tiempo / pasajero / temporal. De ahí que Ias ■&XÍ'iJjeiç, como cosa visible (y transitória), inducen a prestar atención a lo invisible (y eterno, v. 18a), es decir, lo visible se convierte en otra razón más para la esperanza en lo invisible, y Ias experiencias actuales de sufrimiento confirman la experanza en la doxa etema (cf. 4, 10-12; Rom 5, 3; 8, 18.24s); naiQÓç 3; atcóvioç 2. ThWNT 111, 464s. H. Balz T lQ o ax a X éo ^ a i proskaleomai llamar, 11amar a sí, citar, hacer venir* En el NT el verbo aparece 29 veces (siempre en voz media), 6 de ellas en Mateo, 9 en Marcos, 4 en Lucas, 9 en Hechos; por lo demás, aparece sólo en Sant 5,14. Con el senti­ do propio de llamar, llamar a sí, aparece en los Evangelios, temendo especialmente a Jesús como sujeto, que llama a sí a sus (doce) discípulos (casi siempre: jtgooxaX eaápevoç): Mt 10, 1; 15, 32; 20, 25; Mc 6, 7; 8, 1 10, 42; 12, 43; al pueblo {oy^koq): Mt 15, 10 Mc 7,14; 8, 34; cf. 3,13; a un nino: Mt 18,2 Lc 15, 26; cf. 18, 16; a los escribas, Mc 3, 23. Tan sólo en cuatro pasajes de los Evangelios son otros los que llaman: Mt 18, 32 (el amo dei criado); Mc 15, 44 (Pilato: hacer venir)-, Lc 7, 18 (Juan el Bautista); 16, 5 (el adminis­ trador); cf. además Hech 6, 2 (los Doce); 13, 7 (Sérgio Pablo: hacer venir)-, 23, 17.18 (Pablo); 23, 23 (el quiliarca); Sant 5, 14 (un en­ fermo: Touç jtQeaPuTÉQOuç). En Hech 5, 40 aparece seguramente el tecnicismo citar (ante un tribunal: jiQoaxaX,8aá(i£voi xouç âjtooxóXouç). En sentido figurado, Hech 2, 39 habla de la vocación con que Dios hace venir a los que viven lejos (seguramente: a los gentiles; cf. J1 3, 5; Is 57, 19); la vocación para una tarea de­ terminada (eq^ov), 13, 2 (vocación que dimana dei Espíritu Santo [xò jxveüpa xò ayiov]); seguido dei infinitivo EÜaYYe^toaaO^ai, 16, 10. ThWNT 111, 501s; DTNT111, 9 y 11.

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níQOOXaQTeQéto proskartereo aferrarse a, perm anecer en, estar dispuesto perm a­ nentemente, perseverar en* El verbo aparece 10 veces en el NT, espe­ cialmente en Hechos (6 veces). Por influencia dei verbo simple -+ xaQxeQÉco («ser fuerte, mantenerse firme»), el verbo compuesto tiène también a menudo el matiz adicional de man­ tenerse firme con decisión e intrepidez. Así se ve con especial claridad en la frase rcgoaxagXEQÉüJ xfj niQOOEUxtí, Hech 1, 14 (con el ad­ vérbio ó p o d u p a ò ó v ); 6, 4 (xfj jtQooEUxfí x a l xfj ô ia x o v íg ); Rom 12, 12 (junto a xfj ■ôX,í'\J)Ei XOTopÉvovxEç); Col 4, 2; de manera parecida, JtQOOxaQXEQofivxEç xfj ôiôaxfi xcõv àjtooxóXcov x a l xfj xoivcovíg, xfj xX áOEL xoü cÍQXou x a l xaíç JtQOOEUxatç, Hech 2, 42. En los pasajes citados el verbo JtgooxagXEQéco acentúa la permanência o perseverancia firme y con dedicación en un grupo homogêneo y orientado hacia fines comunes; aqui hay que mencionar también el pasaje de Hech 2, 46: x a ô ’ f|pÉgav JtgooxagxEçoüvXEÇ ó p o § u p a ô ò v EV XM LEQCÕ, «día tras dia permaneciendo unânimes en el templo». Dícese de personas concretas en Hech 8, 13 (2i[tov... qv JiQOOxaQXEQcõv xm
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JTQOoxaQteeTiaiç - TtçooMOfi^a

proskarterêsis perseverancia* Ef 6, 18: Èv jtáo p JtQoaxaQXEQtíaei,, «con toda perseverancia», dícese de la oración fir­ me y constante. ThWNT 111, 622; Spicq, No­ tes II, 760s. JIQ oaxaQ TÉQ tloriç, ECOÇ,

m ç o a x E tp á X a io v , o r , TÓ proskephalaion cojín, cabezal* Según Mc 4, 38, Jesús dormia en la popa de la barca «sobre el cabezal» (èiti, xò jtgooxe(jpáXaiov xa^&eóôcov); cf. Ez 13, 18.20. niQoaxXi|QÓO|U.ai prosklêroom ai recaer (por suerte), ser concedido graciosamente (por Dios)* En voz pasiva en Hech 17, 4: JtQoaEXÀT]Qü)'9"riaav xm riatiX,®, «fueron dados/asignados a Pablo» (cf. Füón, LegGai 68); ThWNT III, 764s prefiere la traducción «adherirse a». JtQÓ0XÀ,t](TlÇ, £(0Ç, 1^ prosklêsis invita-

ción, preferencia 1 Tim 5, 21 v.l. en vez de -> rcgóaHX,iaiç. n;QooxXivo|M.ai prosklinom ai inclinarse hacia, unirse a, seguir a* En voz pasiva en Hech 5, 36, dícese de Ten­ das «a quien se unió / a quien siguió un grupo de unos 400 hombres (jxQOOExXífiT])». prosklisis inclinación, favor* 1 Tim 5, 21; pT]ôèv Jioifóv x a x à kqóoxXi Oiv, «no hagas nada por inclinaciôn», es decir, por parcialidad o favoritismo hacia deter­ minadas personas (en paralelo con nQOXQÍpaxoç). T l ç ó a x X ia iç , ECOÇ,

7IQ oaxoX À áo(tai proskollaomai adherir­ se, estar inseparablemente unido, unirse firmemente a* En pasiva en Ef 5, 31: àv0'Qa)JXOÇ... jxqooxoXA.iy&TÍoExai Jtgòç xt)v y u v a L x a a u T o ú ,

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«el hombre se unirá / estará firmemente uni­ do a su mujer» (cita de Gén 2, 24 LXX; en hebreo dãbaq; Mc 10, 7 Sin B 'P , y otros; Mt 19, 5 Sin C K L, y otros. Sobre el empleo dei verbo compuesto o dei simple para referirse a la unión conyugal o a Ias relaciones sexuales en general, cf. 3 Re 11, 2; Eclo 19, 2; 3 Esd 4, 20; 1 Cor 6, 16 (pero cf. también el v. 17); PapLondon V, 1731, 16 (xo^A.ãodai éxÉQtp àvÔQÍ); también Gén 34, 3 (TM: dãbaq-, LXX: jtQooáaxEV xfj tljuxfj)- ThWNT III, 823; DTNTI, 65s; ^ xoXLáco.

TCQÓOXO^^a, atO Ç, TÓ proskomma tro-

piezo, desliz* En el NT el término aparece 6 veces y, con excepción de 1 Pe 2, 8, se halla únicamente en Pablo. Como nomen actionis se encuentra en la frase X.íO^oç Jtgooxóppaxoç, «piedra de tropiezo» (es decir, «piedra en la que uno tropieza» o «en la que uno cae»; genitivo de cualidad), Rom 9, 32.33 (aqui junto a néxga oxavóáX,ot), cita de Is 8, 14; 28, 16); 1 Pe 2, 8 (junto a XEqpaLfi Y^víaç; [-> Y®vía 3.a.b; Sal 117, 22 LXX] y jiéxpa oxavôáLou). Se­ gún Is 8, 14, Dios mismo se convertirá para Israel en «piedra de tropiezo» (en hebreo negef, tropiezo; de ordinário, el término hebreo que aparece casi siempre es: môqês, «trampa, lazo»), mientras que la LXX, al introducir negaciones, convierte la afirmación en enuncia­ do de salvación. Por el contrario, Pablo invierte el enunciado de salvación de Is 28, 16, al entender la «piedra angular preciosa» que en él se menciona (JtíDoç ito)iuxÊ?i.f]ç èxÀExxòç àxQOYcoviaioç) como la «piedra de tro­ piezo» para Israel; el anuncio de salvación se cumplió en realidad, pero primeramente en contra de Israel, que tropezó en Cristo y cayó. En 1 Pe 2, 6-8 se combinan los dos pasajes de Isaías con el Sal 117, 22 LXX: para los creyentes. Cristo es la verdadera piedra angular, mientras que los incrédulos («los edificadores que rechazaron la piedra», 1 Pe 2, 7 / Sal 117, 22 LXX) cayeron al tropezar en ella, según la voluntad de Dios. La caída de Israel se repite en el fallo dei mundo con respecto a Cristo,

jiQÓaxonixa - JtQoaxi)A.ico

1197

de tal manera que sólo quedan los creyentes como Ias «piedras vivas» para la edificación de la «casa espiritual» (1 Pe 2, 5) y como «nación santa» (2, 9). En los demás casos, Jtçóoxoppa se refiere a Ias ocasiones de tropiezo o caída en cuestiones de fe o de conciencia. Y, así, la libertad de los fuertes puede convertirse en tropezadero para los débiles y puede hacerlos caer en un prejuicio humano injustificado. Por eso, el critério en la comunidad no debe ser el que la propia opinión sea correcta o incorrecta, sino TÒ pf] xifl^Évai J iQ Ó o x o p p a Trô àÔ£?».q)m i]

oy.ávòaXov, «no proporcionar al hermano tropiezo (en su fe) ni causarle escândalo» (Rom 14, 13); de manera parecida 1 Cor 8, 9: p f| ncoç ■q è ^ o n o i a npmv jtQ Ó o x o p p a y é v q x a t xoTç a 0'&Evéoiv. La libertad de los fuertes puede inducir erroneamente a los débiles a una libertad que esté injustificada en su con­ ciencia; de esta manera, ellos tropiezan y caen a causa de la y v ib o iç de los fuertes, y la li­ bertad pneumática se convierte en pecado contra el hermano y contra Cristo (8, 12: á p a p x á v E x e ). En Rom 14, 20 se trata dei hecho dei escandalizjarse: «En realidad, todo es limpio, àXkà x a x ò v xm àv& pcójiü) x ô ô i à J tQ o o x ó p p a x o ç è o lH o v x i (para el que come dando ocasión de tropiezo)». También aqui el escândalo que los fuertes causan a los débiles consiste en que los fuertes seducen a los débi­ les para que adopten una actitud y una mane­ ra de obrar que es incompatible con su con­ ciencia y con su fe; regresan así a la vieja contradicción entre la fe y la acción y, de esta manera, vuelven al pecado (cf. 14, 21.23). ThWNT VI, 745-759; X, 1250 (bibl.); DTNT II, 96s; -> oxavôa)v,í£,u), ->■ o x á v ô a X o v . H. Balz

JlQOaxoJtT|, fjç,

proskopê (ocasión de)

tr o p ie z o *

2 Cor 6, 3; p.qôe[xíav èv

pqÔ E vl

ôiôóvxeç

JtQ O O X O Jtq v , « n o d a n d o e n n i n g ú n a s p e c t o

ocasión de tropiezo/caída»', cf. —»■JtQ Ó o x o p .p .a .

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proskoptõ tropezar, escandalizarse* En el NT el verbo aparece 8 veces; en Pablo se encuentra únicamente en Rom 9, 32; 14, 21, siempre Qo mismo que en 1 Pe 2, 8) con el sustantivo ->■ Jtpóoxoppa. En sentido propio significa tropezar, Mt 4, 6 par. Lc 4, 11 (pfjjtoxE jiQooxóiljqç jtQÒç X.í-bov xòv itóôa oon, cita dei Sal 90, 12 LXX) como imagen de una vida protegida; en sentido absoluto, golpearse, tropezar, Jn 11, 9.10 ([on] jxqooxÓJtXEL); con dativo en Mt 7, 27 dícese de los vientos huracanados que azotan una casa; golpear, azotar (jtQooéxoxjiav xq oixía èxEÍvq). En sentido figurado, en Rom 9, 32, dícese que Israel tropezó / cayó en (la piedra de tro­ piezo, que es) Cristo (jtQoaéxorijav, cita de Is 8, 14); de manera parecida, en 1 Pe 2, 8 dí­ cese de Israel y de los incrédulos en general, o í jT Q o a x ó rtx o -u o L V

xm X ó y o ) àjtEL'&oüvxeç,

«tropiezan (en el X,í'&oç J t Q o o x ó p p a x o ç , v. 8a), porque son desobedientes a la palabra» (->■ T tQ Ó o x o p p a ) .

Escandalizar se, tropezar en Rom 14, 21, cuando se habla de la consideración que los fuertes deben tener con los débiles. Pablo recomienda renunciar a todo aquello (como el comer carne o el beber vino) que escandaUce al hermano (èv (b ó àôeXqpóç o o n jtpooxÓJiX£i [sustituido por X,njrELxaL en Sin* P; después de JtQOOXÓJtxEi, p'**''"' Sin^ B D F Koiné y otros anaden q axavôaX,íÇexaL q àa'&EVEi]). El escândalo vulnera la conciencia, vulnerando así supremamente la existência escatológica dei hermano y poniendo en peligro su salvación ante Dios (cf. 1 Cor 8, 7ss; 10, 23ss; ->^ JCQÓoxopira). ThWNT VI, 745-759; DTNT n , 96s; ^ oxavôaXíl^co, -f- o x á v ô a Xov.

TIQoaxvXÍCO proskyliõ hacer rodar (hacia)* Mc 15, 46 par. Mt 27, 60: JtQOOEXÚXLoev ÀíO-ov p,ÉYav EJtl xqv DÚQav / xq Ouga, «hizo rodar una gran piedra (redonda) a la entra­ da dei sepulcro» (esto último lo omite Lc 22,

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jrOoaxDÀ.Lü) - jtQoaMi)vé(o

53, pero cf. Ias adiciones en algunos manus­ critos, especialmente en D; jcf. además 24, 2!). JlQOffXDVÉM proskyneõ adorar, rendir homenaje* 1. Aparición - 2. Uso - 3. Significado - a) Mateo/Marcos - b) Lucas/Hechos - c) Juan - d) Apocalipsis - e) Otros pasajes - 4. Valoración teológica. B ib l: J. B. Bauer-H. Zimmermann, en DTB 16-23; N. Flüglister, en B ib el Lexicon, Einsiedeln “1968, 71; H. Greeven, itQoonovéci), en ThWNT VI, 759-767 (bibl. antigua); J. HasenfuB-F. MuBner, en LThK I, 498-500; F. Heiler, en RGG I, 356s; K.-P. Jõms, D as hym nische E vangelium , Gütersloh 1971, 33s, 83, 97, 151; G. Lohfink, D ie H im m elfa h rt Jesu, München 1971, 171-174, 253s; Id., G ab es im G ottesdienst d er ntl. G em einden eine A n b etu n g Christi?: BZ 18 (1974) 161-179; B. A. Mastin, D a n iel 2, 4 6 a n d the H ellenistic World: ZAW 85 (1973) 80-93; C. F. D. Moule, The O rig in o f C hristology, Cambridge 1971, 175s; R. Pesch, D er G ottessohn im m t E vangelienprolog: Bib 48 (1967) 395-*t20, sobre todo 414s; R. Schnackenburg, A n b etu n g in G eist u n d Wahrheit, en Schnackenburg II, 75-96; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1250.

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con expresiones parecidas (TÍOTjpi xà yóvaxa, Mc 15, 19; XQaxéco xoòç Jtóôaç, Mt 28, 9). Esto hace sospechar que el homenaje expresado por medio de jiQoaocuvém se efectúa generalmente por medio de una postración. c) No es rara tampoco la combinación de JiQoaxuvéo) con el verbo (nQOO-jeQXopat (Mt 2, 2.8; 8, 2; 9, 18; 15, 25; 20, 20; 28, 9; Hech 8, 27). Esta forma de expresión posee matiz cultuai (->■ êp/OM-cd')-

3. Mientras que en el griego no bíblico, el significado de j iq o o x u v é ü o se extendía desde la adoración hasta la simple muestra de apre­ cio, en el NT se ha mantenido consecuentemente el contenido religioso dei término. a) Mateo emplea Jtpoaxuvéco en 8, 2; 9, 18; 14, 33; 15, 25; 20, 20 (a diferencia de los correspondientes pasajes de Marcos) para describir la conducta de los que se acercan a Jesús. Inversamente, Mt 27, 29 no recoge el gesto de burla que se narra en Mc 15, 19. El gesto demoníaco de sumisión en Mc 5, 6 que­ da suprimido en Mateo, al haberse abreviado el relato. En Mt 14, 33 el homenaje se dirige 1. En el NT el verbo aparece 60 veces, de expresamente al Hijo de Dios; en 28, 9.17, al Ias que 13 se hallan en Mateo, 2 en Marcos, 3 Resucitado; en 2, 2.8, al Mesías recién nacien Lucas, 11 en Juan, 4 en Hechos, 1 en 1 Codo. En Mateo JtQoaxnvéco expresa el home­ rintios, 2 en Hebreos y 24 en Apocalipsis. Por naje, lleno de confianzei, que rinde aquel que tanto, en Mateo, Juan y Apocalipsis es donde ve a Dios resplandecer en Jesús. n:Qoaxuvétt) más frecuentemente se usa el verbo. se entiende, pues, en el sentido de una veneración adoradora. Por eso, en 4, 9s la preten2. a) jtQOOJtuvéco sin objeto de la acción sión dei tentador de que Jesús se postre ante verbal se emplea como tecnicismo para desig­ él y le rinda homenaje, es rechazada por Jesús nar la participación en el culto divino en el con la afirraación de que a solo Dios le co­ santuario (en Jerasalén o en el monte Garizín; rresponde la proskynesis (4, 10, cita de Dt 6, Jn 4, 20a.b; 12, 20; Hech 8, 27; 24, 11; Ap 11, 1) y, con ello, también como tecnicismo para 13). Por tanto, con el empleo de jtQooxuvéco Mateo quiere que detrás dei Jesús terreno apadesignar la peregrinación de los judios a Jerurezca la gloria dei Cristo exaltado a la derecha salén. La persona a quien se tributa la proskyde Dios y, con ello, la plenitud de la autoridad nesis (o «prostemación») puede indicarse en divina (cf. 28, 18). - En 18, 26 el evangelista dativo, en acusativo, con êiuteoaO^EV (Ap 19, ve a Dios mismo que está detrás dei rey mise­ 10a; 22, 8) o con èvtójuov (Lc 4, 7; Ap 3, 9; ricordioso, de tal manera que aqui también 15, 4). No se aprecia diferencia alguna de sig­ quiere expresarse más que el simple gesto de nificado entre Ias diversas construcciones. b) Es frecuente la combinación de Jtpoo- súplica de un súbdito ante su senor. b) Lucas (Evangelio / Hechos) reserva el Muvéü) con jtímo), «postrarse» (Mt 2, 11; 4, verbo Jtpooxuvéco para predicarlo de Dios y 9; 18, 26; Hech 10, 25; 1 Cor 14, 25; Ap 4, dei Senor exaltado. Se rechaza la pretensión 10; 5, 14; 7, 11; 11, 16; 19, 4.10a; 22, 8), o

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JtQOOraVEÜ)

de Satanás de que Jesus le rinda homenaje adorándole (Lc 4, 7s, cita de Dt 6, 13). Eu Hech 7, 43 el destíerro de Israel a Babilônia se explica por la la culpa en que cayó Israel al adorar imágenes de ídolos. Cuando Comelio se postra a los pies de Pedro (10, 25), el apóstol rechaza este gesto y afirma que él no es más que un hombre. Lo que en Lucas no su­ cede nunca en relación con el Jesús terreno, se efectúa en Lc 24, 52 ante el Senor exaltado al cielo: los discípulos le adoran. c) Jn 4, 20-24 se ocupa de la cuestión acer­ ca de cuál es el lugar legítimo para la adoración de Dios. Jesús declara como superada ya (vv. 2L23a.b) la alternativa «Jerusalén o Garizín», que la mujer samaritana le plantea jun­ to al pozo de Jacob (v. 20a.b). Es verdad que la adoración de los judios tiene preferencia sobre la de los samaritanos (v. 22a.b), pero es­ ta diferencia ha quedado superada, porque «ahora» «los verdaderos adoradores adoran a Dios en el espírita y en la verdad» (v. 23a). Con esto no se rechaza la adoración en deter­ minados lugares; no se trata de una «interiorización» de la adoración. El «espírita» es aqui lo opuesto a la «carne», a la existência impo­ tente y egoísta dei hombre. La adoración «en el espírita» es la adoración en la nueva situación en que se encuentra el hombre, una situación liberada y creada de nuevo por Dios. Esta adoración se efectúa en la «verdad», la cual llegó a ser por medio de Cristo (Jn 1, 17). Más aún, él es la «verdad» (14, 6). El Espíri­ ta de Dios guia a la «verdad» (16, 3). La ado­ ración «en el espírita y en la verdad» (cf. también 4, 24a.b) es la adoración que se hizo posible por medio de Jesucristo y que es realiza­ da en el creyente por el Espírita Santo. La comunión con Jesús conduce a la recta adora­ ción dei Padre, sin que por eso se menosprecien los lugares de adoración preferidos. - En Jn 9, 38, JtQOOXUvéto es expresión de la fe en Jesús, el Hijo dei hombre, como respuesta a la experiencia dei poder divino manifestado en la curación (cf. 9, 33). d) En el Apocalipsis el uso de JiQooxuvéo) tiene dos centros de gravedad; la adoración de Dios y dei Cordero en la liturgia celestial (4,

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10; 5, 14; 7, 11; 11, 16; 19, 4) y la adoración dei dragón, de la «bestia que emerge dei mar» y de su imagen en la tierra (13, 4 [bis],8.12. 15; 19, 20; cf. 20, 4), una adoración que se describe como caricatura de la liturgia celes­ tial (compárese 13, 1-8 con 5, 6-14). El culto anti-divino conduce a la perdición (14, 9.11; 16, 2; 19,19-21); su rechazo conduce a la vi­ da (20,4). Tan sólo la adoración de Dios hace que uno salga airoso en el juicio divino (14, 7). Cuando al fin todas Ias naciones adoren al Dios victorioso (15, 4), entonces el culto ce­ lestial se extenderá a la Nueva Creación. Tan sólo Dios y el Cordero son dignos de adoración (3tQO0XUvé(o). Por eso, los ángeles rechazan que se les rinda homenaje (19, 10b; 22, 8s). Tan sólo los malvados se postran ante los demonios y ante los ídolos (9, 20). Ap 3, 9 ocupa un lugar especial. El Senor resucitado asegura a la comunidad de Filadél­ fia que él hará que sus adversários vengan y se postren ante los pies de ellos, y hará comprender a esos adversários que él conoce a su Iglesia; que él, que es el Senor, respalda a esa Iglesia. jiQooxuvéco significa aqui el home­ naje que se rinde a unas personas, al ver que están respaldadas por Cristo. 3, 11 sugiere que esta revelación ante los adversários se es­ pera que tenga lugar con ocasión de la segun­ da venida de Cristo. e) En 1 Cor 14, 25, itpooxuvéco es expre­ sión de la adoración de Dios en el culto cristiano. Parece que el acto de postrarse fue un gesto corriente de adoración, al menos en la comunidad de Corinto. Heb 1, 6 (cita de Dt 32, 43 LXX) quiere acentuar la posición dei Hijo de Dios por encima de todas Ias criatu­ ras. El homenaje de los ángeles le tributa ho­ nores divinos. En 11, 21 (cita de Gén 47, 31 LXX) el sentido de JtQooxuvéto no está claro. ^Pensará el autor en un gesto de adoración? 4. El uso de jtgo0xuvéa) en el NT se basa en el uso de este verbo en el AT, con una concentración más intensa dei sentido en dirección hacia la adoración. Lo nuevo en el NT es que, junto a Dios, aparece ahora por vez primera el Cristo exaltado como destinatário de

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neoTOUVECC) - jtQOO|j,Eva)

la proskynesis adoradora (así se ve con espe­ cial claridad, por ejemplo, en Ap 5, 13s; Lc 24, 52). En todo ello, al Senor exaltado no se le contempla simplemente como de igual ran­ go que Dios; el Cordero no se sienta en un se­ gundo trono junto a Dios, sino que se halla en pie entre los ancianos (Ap 5, 6) y recibe de la mano de Dios el libro con los siete sellos (5, 7). Pero Mateo (y Juan) interpreta la postración de personas ante el Jesús terreno, una postración firmemente anclada en la tradición, como un homenaje de adoración, basado en la dignidad de Jesús como el Hijo de Dios. En el NT, la proskynesis de adoración ante Cristo no se dirige bacia él de manera aislada; es adoración dei Dios que se revela en Jesucristo. Es difícil asegurar si, en el siglo 1, a este desarrollo con respecto al AT le correspondia una genuina adoración de Cristo, expresada en el culto cristiano por medio de la prosky­ nesis. Pero hay indieios que senalan que así era (cf. Ap 5, 8, donde se ofrecen al Cordero «Ias oraciones de los santos»). En el Apocalipsis se describe la liturgia celestial empleando elementos dei culto cristiano (cf. G. Delling; NovT 3 [1959] 107-137;-J. J. 0 ’Rourke; CBQ 30 [1968] 399-409; Jóms; P. Prigent: RSR 60 [1972] 165-172; Lohfink: BZ 18 [1974]); así que la acción de postrarse ante Dios y ante el Cordero podría estar tomada igualmente dei culto divino de la comunidad. J. M. Nützel

JigoaítDVHTiiç, oí) o proskynêtês adora­ dor, orante* Jn 4, 23: oi àXijOivol jxgoaxnvTixal jiqooXOJVf|aouaLV, «los verdaderos adoradores adorarán en el espíritu y en la verdad», en un contexto que está determinado por el uso dei verbo nQOOttuvéo) (vv. 20 [bis].21.22 [bis]. 23 [bis] .24 [bis]). El sustantivo solamente se halla atestiguado, además de en este lugar, en escritos posteriores al NT (OGIS I, 262, 21). ThWNT VI, 767; X, 1250 (bibl.); Schnackenburg n , 75-96.

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JlQOoXaXéto proslaleõ hablar a/con, diri­ gir la palabra* Hech 13,43: jiQooÀaXoõvxeç aÚTOiç; ettEi■bov, «hablaban con ellos y les instaban»; 28, 20: úpõç lôelv x a l jtgoÀaÀfjaai, «veros y hablar con vosotros». J lQ o a X a ^ .p á v o ^ a i proslambanomai recibir, llevar aparte, tomar* En el NT el verbo aparece 12 veces (siempre en voz media, como en la LXX [con excepción de Sab 17, 10]), cinco de ellas en Hechos y cuatro en Romanos. Llevar consigo a alguien, Hech 18, 26; 28, 2 {acoger en Ias ca­ sas); Fim 17 (cf. V. 12 Sin^ C*'^ D Koiné y otros). En Rom 14, 1.3 y 15, 7 (bis), la comunión concedida por Dios a los creyentes (ó ■&EÒÇ / X q io x ò ç [...] jTQOoeXá|3exo) es la razón de que haya que acogerse / ofrecerse comunión unos a otros (especialmente a los débiles) (jiQooX.apPáveoDe... àoH evoüvxa / àA.Xf|X,ouç;); cf. también Sal 26, 10 LXX; 64, 5 LXX; 1 Ciem 49, 6. Otros significados: lle­ var aparte a alguien, Mc 8, 32 par. Mt 16, 22 (se omite en Lucas): jtgoa)ta|3ó[xevoç ó IléXQOç anxóv (a saber, a Jesús); llevar consigo / buscar, Hech 17, 5 (ãvôgaç xivàç jiovt|Qoúç); tomar (alimento), 27, 33 (p,Ti'&év); 27, 36 (xQocpfjç, genitivo partitivo). ThWNT JV, 16; DTNTIV, 28s. ;itgoaÀéYCO proslegõ replicar, responder Mc 16, 14 W (en el Freer-Logion). TlQÓaÀ.imijtlÇ, £Ci)Ç, proslêmpsis aceptación* Rom 11, 15 refiriéndose a la aceptación (posiblemente: nueva aceptación) de Israel por Dios como meta de la historia de Dios con los hombres (lo opuesto; àJto|3o}ifi anxwv). Sobre la grafia, cf. BlaB-Debrunner § 101, 46. JlQOffflEVCO prosm enõ perm anecer con, perseverar en* En el NT el verbo aparece 7 veces. En sen­ tido propio, permanecer con Jesús, Mc 8, 2

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jtQoa(ievo) - jteoajtoiEO|xai

par. Mt 5, 32; permanecer alU, 1 Tim 1, 3 (èv ^Eqpéacp); Hech 18, 18 (êti jtQoap,eívaç r|p,8Qaç ixaváç [a saber, en Corinto]). En sentido figurado: jtQoa[xévco xô) xugíco (en el sentido de «permanecer fiel a»), Hech 11, 23; tf] yjà.QiTL xon deon, 13, 43; xatç ôeiíaeoiv x a l xalç JtQOOEtJXcrtÇ, «continuar en súplicas y oraciones», 1 Tim 5, 5. ThWNT IV, 583. niQOOOÇ^.í^o^.ai prosormizomai llegar a puerto, atracar, amarrar (Ia embarcación* Mc 6, 53: fiX^hov eíç FevvTiaaQèx x a l JtQOaa)Qp,LO'&TiQíav, «y atracaron» (voz media con aoristo pasivo). JtQoao({)£ÍX(0 prosopheilõ deber, ser además deudor de* Flm 19: õxt x a l oeanxóv poi jtQooocpEiXelç, «porque tú mismo estás incluso en deuda conmigo». El significado dei prefijo verbal rtQoç- se explica sobre todo por la conexión con el V. 18. La deuda por la fuga de Onésimo, quiere Pablo cargarla a su propia cuenta (el Ô8 XL... òqp8lX,8i, xonxo èpol EkXòya, v. 18), por no decir que hay que cargarla propiamente a la cuenta de Filemón (iva irfi XÉYCo ooi; v. 19), ya que Filemón sigue estando en deuda con Pablo -aun después que éste haya aceptado tales cargos-; el v. 19a debe entenderse entonces como una especie de paréntesis, cf. BlaB-Debrunner § 495, nota 12; cf. además Liddell-Scott, s.v. \ de manera distinta piensa Stuhlmacher, Der Brief an Philemon (EKK), sub loco. JtQOOOxdí^ea prosochthizõ enojarse, disgustarse* En Heb 3, 10 dícese que Dios se disgustó con los israelitas de la generación dei desierto (jtQoao)X'Otoa xfj yeveõ xanxri, cita dei Sal 94, 10 LXX); en la interpretación que se hace acto seguido de la cita dei salmo (Sal 94, 7-11 LXX), vuelve a encontrarse Jxeooox'&íCci) en Heb 3, 17 (XLOLV ôè níQOoróx'^^*-®^''...;, «^Con quienes se disgustó!»', cf. también Herm (s) 9, 7, 6 (en sentido absoluto).

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n:QÓaJieivoç, prospenos hambriento* Hech 10, 10: eYÉvEXo jtçóajteivoç, «él sintió hambre». nigoajtfjY W fA i prospêgnymi fijar a, clavar a* Hech 2, 23 en sentido absoluto: xohxov... jtQoajtf||avxEÇ àv8ÍX.axe, «a éste, ... clavâsteis a una cruz y le matasteis». JtQOGJtlTtTO) prospiptõ caer a los pies de, postrarse ante; dar contra* En el NT el verbo aparece 8 veces, siete de ellas con el significado de postrarse ante-, an­ te Jesus (con dativo); xQoojtírtxtn ax)X(p, Mc 3, 11 (unos espíritus inmundos); 5, 33 par. Lc 8, 47 (xQé|xot)aa jrQoojTLJtxco) (una mujer que había quedado curada); Lc 8, 28 (un poseso); jrQoojtírtxo) xotç yó^aoiv Txiaon, 5, 8 (Pedro); (con preposición): itQoajújtxcn xpòç xoèç Jtóôaç anxon, Mc 7, 25 (la mujer sirofenicia); ante Pablo y Silas (con dativo): 8VXQopog YEVÓpEvog JtQooércEOEv, Hech 16, 29 (el carcelero). A diferencia de -> Jtpooxnvéo), vemos que JtQO03tÍ3tx(n no se emplea nunca en el NT como tecnicismo para signifi­ car el gesto de la oración y de la veneración, sino que designa sorpresa o repentina perplejidad; precedeu siempre algunas palabras o una acción específica, a Ias que sigue el gesto de caer a los pies —en la mayoría de los casos a continuación inmediata-, acompanado por unas palabras de súplica o de confesión de fe. El significado propio de dar contra aparece en Mt 7, 25 (con dativo) refiriéndose al emba­ te de los vientos huracanados contra una casa: jTQOOSJteoav xfj oixía èxeívTi (sobre la conjetura JtQoaéjxaioav, cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. xiQoajtaíco y BlaB-Debrunner § 202 nota 7). El lugar paralelo de Lc 6, 48s tiene ^ jtQooQfiYvupi, cf. también Mt 7, 27 v.l. [en lu­ gar de -v jtQOOxójtxco]). n íQ o a J lo ié o ^ a i prospoieomai hacer como que, dar la impresión de* En Lc 24, 28 dícese dei Senor resucitado (a quien no habían reconocido): jtQooeJtoif|oa-

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JiQOOJtoiéonai -

t o jroQQCüTEQov itoQEiJEa&ai, «él hizo como que iba m á s lejos». Jn 8, 6 K p m ; [tri jiq o o JtoioiJitEVoç, «haciéndose el desentendido».

JtQOarn:oQ£VO^.ai prosporeuom ai venir hacia, acercarse a* Según Mc 10, 35, Santiago y Juan se acercan a Jesus (con una petición de índole personal) (jipoonoQEijovtai atittp). J lç o o ç iíjy w f U prosrêgnym i golpear; en sentido intransitivo: romper contra* Con dativo en Lc 6, 48.49: JtQOOÉQíilEV ó Jtotap,óç (tfj OLxía), «el rio golpeo la casa» o «rompió contra la casa»; cf. Mt 7, 27 v.l. jtQOOJtíjttto. Sobre la formación dei término, cf. Blass-Debrunner § 101, nota 72. En voz pasiva, «estrellarse contra / fracasar en». Bem 3, 6. TCQOatávoa) prostassõ mandar, ordenar, determinar* En el NT el verbo aparece 7 veces. Dícese dei sacrifício ordenado por Moisés para la purificación de la lepra: a (ô/>ca'&cbç) rcQOoéta| ev Mtoüafjç, Mc 1,44 par. Mt 8 ,4 / Lc 5, 14 (cf. Lev 14, 2ss); con dativo de persona, orde­ nar, encargar. (bç jiQooéta^Ev an tij ó ãyyEXoç to õ xvQÍon, Mt 1, 24; en voz pasiva: Jtú v ta l à JtQOOTEtaYiréva ooi UJtò toO m QÍon, Hech 10, 33; cf. jipoaéxa^ev (seguido de infínitivo con sujeto en acusativo), «él (Pe­ dro) ordeno», 10,48. En Hech 17, 26, ngooTeTaYM.évoi xaigoí son los «tiempos fijados (por Dios)», refíriéndose probablemente a Ias estaciones dei ano (cf. 14, 17; Sal 74, 17; 104, 19; Sab 7, 18; Filón, SpecLeg n , 56s; el factor de la determinación de los períodos de dias y anos se acentua en SalSl 18, 10; Hen (et) 2, 1; 82, 7ss, pero especialmente en 1 Ciem 20, 1-12 en el contexto de la alabanza por los benefícios de la creación divina [aqui hay ocho veces formulaciones con el tema ray-], cf. principalmente 20, 2.4.9); seria posible también la interpretación en el sentido de los tiempos históricos (cf. Lc 21, 24;

jiqootlOtkíi,

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xaiQÓç 6). Sobre la discusión, cf. H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrt (EQ4T), sobre 17, 26; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco con la nota 3; ThWNT Vm, 38-40.

JIQOtrcátlÇ, lô o ç , prostatis protectora, auxiliadora, ayudadora* Según Rom 16, 2, Febe, como diaconisa de la comunidad de Cencreas, ha sido ya «para muchos (y también para Pablo) una auxilia­ dora / ayudadora (JtQ oatátiç jtoA,X(üv)». El femenino de Jigootátriç («presidente, jefe»), que sólo aparece en este lugar en todo el NT, dificilmente se entenderá en el sentido técni­ co de quien realiza una ftinción directiva (cf., a propósito, Bauer, Wõrterbuch, í . v.; cf. E. Kâsemann, An die Rõmer‘^ [HNT], sub loco), sino que se refiere seguramente a la ayuda que Febe prestaba a los extranjeros y personas sin recursos, de la misma manera que JtQootá tiç designo originalmente a una mujer «que se ocupaba de la protección jurídica de los ex­ tranjeros y de los libertos» (O. Michel, Der Briefan die Rõmer [KEK], sub loco). ThWNT VI, 703; BHH Ifí, 1463; G. Lohfink, Weibliche Diakone im NT: Diakonia 11 (1980) 385400, sobre todo 381-391; G. TheiUen, Estratificación social en la comunidad de Corinto. Estúdio de sociologia dei cristianismo helenista, en Id., Estúdios de sociologia dei cris­ tianismo primitivo, Salamanca 1985, 209ss.

J i ç o a T Í ^ |i u prostithêmi anadir, aumen­ tar, reunir, conceder* En el NT el verbo aparece 18 veces, espe­ cialmente en Lucas (7 testimonios en el Evangelio, 6 en Hechos); en Pablo aparece única­ mente en Gál 3, 19. Predomina el significado fundamental de anadir: en voz activa con el objeto de la acción verbal en acusativo, Mt 6, 27 par. Lc 15, 25 (èiti XT]V ■qXixíav auxoõ nfjxtjv [eva]; anadir, agregar personas, Hech 2, 47 (xoòç acp^op,évouç... èxl xò auxó). En voz pasiva, ser anadido (por Dios), Mt 6, 33 par. Lc 12,

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3lQOOTÍ#Tl(U -

31 (TaCra [jtávxa]); (ó vójioç) jtQoaeréOx], «la ley fite anadida (a la promesa que se había hecho a Abrahán)», Gál 3, 19; jtaQTiTTjoavTo |j,fi JtQoaTEOxjvaL aÚTOlç Xóyov, «rogaron que no se les dirigieran más palabras», Heb 12, 19 (->• JtaQaiTÉO(iai); refiriéndose a personas: ser anadido, Hech 2, 41 (jtQOOeté^&qaav... ilj-uxal (boei xpiaxiXíai); 5, 14 (itioxEÚovTEç Tü) x-UQÍo)); 11, 24 (õx^oç ixavòç TCp xuQÍíp); refiriéndose a difuntos: Aaulô... JTQOaETÉOTl JtQÒÇ TOÜÇ jraTÉQOç aúxoü, «David/we reunido con (= fue sepultado jun­ to a) sus padres», 13, 36. Eu voz pasiva, eu sentido absoluto: x a i JtQooxe'&iíaexaL úplv, «se os anadirá (aún más)», Mc 4, 24 redaccional (cf. V. 25) como referencia a la bondad de Dios, que no se agota nunca para los creyentes. Con objeto de la acción verbal en acusativo y èjtí: jXQOoéOxiXEV x a l xoõxo èjtl Jiãoiv, «a todas Ias (demás) cosas él anadió (también) esto», Lc 3, 20 (cf. BlaB-Debrunner § 461, 2 con la nota 4). Seguido por un infinitivo, 3tQOOxí#T)pi sig­ nifica «continuar / volver a»: jtQooÉ'0'EXO... jtéptjjai, Lc 20, 11.12 (a diferencia de Mc 12, 4.5: jráX,iv àjtÉaTEiX,ev); jtQooéO-exo 0uX,X,aP eI v ..., «él continuo y encarceló también a Pedro», Hech 12, 3. La construcción es segu­ ramente un hebraísmo correspondiente al hebreo wayyôsef 1‘ (cf. BlaS-Debrunner § 392, nota 9; 435 nota 4); cf. también Lc 19, 11: 3 tQ o a'& E lç EÍitEV j r a p a P o X r i v , «él siguiô hablando y dijo una parábola» (después que en los vv. 9s había pronunciado unas palabras de salvación; cf. BlaB-Debrunner § 435, nota 5; de manera distinta piensa Bauer, Wõrterbuch, í.v. Ib). Con el sentido de conceder, conferir Jipooxífhipi se halla en Lc 17, 5 (jtQÓo#eç r|ptv 3XÍOXLV). ThWNT V in, 169s. TCQOatQÉxtO prostrechõ correr hacia* En e l NT a p a r e c e ú n i c a m e n t e e l p a r t i c i p i o (e x c e p to e l a o ris to d e in d ic a tiv o o x ço o éÔ Q a|iEV e n

Jn 20, 16

v .L ) :

Mc 9, 15:

Mc 10, 17; Hech

8,

30.

1210

JlçoatjpáY*'®^ prosphagion comida, pes­ cado* Jn 21, 5: pr| xi JiQoaqpáyiov exexe;, «^No tenéis algo de comida / algún pescado (para comer con el pan)?» (cf. v. 6). Segün Hesiquio, jtpootpáyiov (de jx q o o - y tpayEtv) sig­ nifica lo mismo que õtltov, vocablo que, al igual que òtpápiov, se referia frecuentemente al pescado; cf. también PapOxy 498, 33.39: ÕQXov êva x a l JtQootpáYiov. nçóatpaT O Ç , 2 prosphatos (todavia) reciente, nuevo* Heb 10, 20: óôòç Jtpóotpaxoç x a l Çôoa, «un camino nuevo y vivo». Dícese dei acceso nuevo e inmediato a Dios, que se abrió sólo gracias a Cristo, y que «pasa a través dei ve­ lo»; cf. también Ecl 1, 9; Sal 80, 10 LXX. ThWNT VI, 767s. JlQOOtpátWÇ, prosphatos (adv.) poco an­ tes, recientemente* Hech 18, 2: ixQooqpáxcoç BX,'qXu'&á)ç, «que había llegado poco antes»; cf. MartPol 4. TIQOOtpéQCO prospherõ traer, ofrecer 1. Aparición en el NT - 2. Con personas como obje­ to - 3. Con cosas como objeto - 4. Del ofirecimiento de sacrifícios. B ibL : J. Jeremias, A bba. E l m ensaje cen tra l d e lN T , Salamanca “'1993, 180-182, 192-194; J. Kühlewein, qrb «acercarse», en DTMAT II, 849-858; K. WeiB, jtQootpÉçco ktX., en ThWNT IX, 67-70; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1289.

1. De los 47 testimonios dei verbo que hay en el NT, 20 se hallan en la Carta a los Hebreos; todos los demás, en los Evangelios y en Hechos: 15 en Mateo (como variante tex­ tual original, también 18, 24), 3 en Marcos (la repetición en la segunda frase de 10,13 es va­ riante textual secundaria: GNTCom 105), 4 en Lucas, 3 en Hechos y 2 en el Evangelio de Juan.

J tp o a x Q É -

X ovxE ç; p a r tic ip io d e a o ris to s e g u n d o : Ô Q ap ró v ,

JtQOOCpéom

jx q o o -

2. El verbo JtQooqjÉQOo, empleado en Mc 2, 4 (a diferencia de Lc 5, 19) para referirse a

1211

jigoaípeço)

1212

4. El lenguaje sacrificial determinante en la LXX (que aparece más de 80 veces (sobre todo en Levítico, Números y Ezequiel 43ss, pero nunca -por ejemplo—en Filón), que ha­ bla de la presentación de sacrifícios, se recoge en Hech 7, 42, que reinterpreta la cita de Am 5, 25: No a Dios, sino a los ídolos, ofreció Israel sacrifícios en el desierto. En Hech 21, 26 Pablo paga los gastos de un sacrificio de redención, ofrecido por nazireos pobres. Como primer testigo de la virtud fundamental de la firmeza y la esperanza, Abel ofreció un sacrifieio orientado hacia el nuevo eón (Heb 11, 4); a causa de la raisma virtud fundamen­ tal, la prueba a la que se vio sometido Abrahán con el ofrecimiento de Isaac, tiene valor ejemplar (11, 17a: el uso dei perfecto indica lo permanente dei ejemplo; cf. Blalí-Debrunner § 342, 2s), ya que Abrahán estaba dispuesto a ofrecer a su único (hijo) (11, 17b: imperfecto de conato). En contraste con ello están los antiguos y repetidos sacrificios de inmolación ofrecidos 3. Según su principio de tratar de manera por los levitas, que se orientaban hacia el viesemejante los pasajes que vienen a continua- jo eón, para referirse a los cuales la Carta a ción unos de otros, Mt 22, 19; 25, 20 habla de los Hebreos usa once veces el verbo (con la traer o presentar dinero y usa el verbo en el correspondiente indicación dei objeto dei sa­ sentido de hacer entrega (así también en crifício en 5, 1; 8, 3a.b.4; 9, 7.9; 10, 1.8.11 ó anafóricamente, en sentido absoluto, en 5, 3; Hech 8, 18). En Mt 2, 11 JtQooqpéeco signifi­ ca la entrega de los dones que acompanan al 10, 2). La referencia al pecado en 5, 1.3; 9, 7 acto de adoración. Puesto que Mateo emplea (uiteQ o 3T8QÍ con genitivo; también con el si­ nônimo àvaqjÉQCo en 7, 27) no debe enteneste mismo sintagma en 5, 23.24 y lo repite a continuación en 8, 4 (aqui en una ampliación derse en sentido final («para la eliminación, para la expiación»), sino únicamente causai redaccional de Mc 1, 44 par. Lc 5, 14), y en ninguno de los dos casos se dirige la palabra a («a causa de la existência» [o final: «para re­ velar pecados»]), porque, conforme a la conun sacerdote, el verbo no se refiere aqui al ofrecimiento de un sacrificio, sino «única­ cepción de la Carta a los Hebreos (10, 1-4.11, cf. 7, 11.18; 9, 8-10), la expiación de los pe­ mente a la entrega que se hace al sacerdote de lo que va a ser sacrificado» (WeLB, 68, en con­ cados no se efectuaba realmente en el viejo eón, sino que el sacrifieio lo único que pre­ tra de Jeremias, Abba [edición alemana], tendia era crear la conciencia dei pecado. 103s; cf. ya Lev 8, 18.22 y passim). Según el Por eso, en oposición al viejo culto sacrifi­ uso de JtQOoqjÉQO), atestiguado desde Hipócial, y como superación dei mismo, se emplea crates y Platón, para referirse al hecho de ofrecer comida y bebida y administrar medi­ cinco veces el verbo para referirse directamente al ofrecimiento que Jesús hizo de sí cinas (en voz media: «tomárselas»), el pasaje de Lc 23, 36 (par. Jn 19, 29) habla de que a mismo y que abre el acceso al nuevo eón (9, 14.25.28; 10, 12; de ahí que en 5, 7 se piense Jesús le administraron vinagre en la crucifixión. también específícamente en la muerte de Je-

la acción de traer los enfennos (o los ninos, Mc 10, 13 par. Lc 18, 15) a Jesús, se emplea redaccionalmente, con este rtiismo sentido, en el lenguaje estereotipado de Mateo, desde sus primeros sumários en 4, 24; 8, 16, y luego también en 9, 2.32; 12, 22; 14, 35 y 17,16. Lc 23, 14 pone en boca de Pilato, con matices de crítica y desprecio. Ias palabras en que dice que ellos le han traído a rastras a Jesús. En Mt 18, 24 no se trata tampoco de presentar a una persona ante el juez, porque haya cometi­ do algún delito; sino que el pasaje debe traducirse según el uso de la voz pasiva con dativo, muy difundido desde Tucídides: «Se encontro con uno (se le presentó uno)». Ahí podría es­ tar también el sentido dei pasaje de Mt 19,13, que viene luego, y que redaccionalmente se ha trasformado en voz pasiva: Un grupo de ninos le salió al encuentro. En Heb 12, 7 la voz pasiva sirve para expresar la acción de Dios: «El os trata como hijos (incluso cuando os castiga)».

jTQoaq)eQ(B- ngoaqjoga

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sús, porque toda inmolación sacrificial iba acompanada constitutivamente por oraciones; en Eclo 46, 16, toda acción sacrificial se con­ sidera ya como expresión de la oración. Por eso, este elemento semântico de la súplica de esperanza para que acabara el viejo eón y se instaurase el nnevo eón aparece en los pasajes siguientes de la Carta, en los capítulos 9-10 y en 7, 27b, y se escucha también en 11, 4.17), porque la acción sacrificial dei nuevo eón es la que única y exclusivamente produce expiación (2, 16s; 9, 15). El antijudaísmo de la Carta a los Hebreos es eclipsado sólo por la amarga imputación que se hace en Jn 16, 2. Con una singularísima e incorrecta combinación de palabras, se afirma que los judios pensaban que, expulsando de la sinagoga a los cristianos y persiguiéndolos luego mortalmente, estaban ofreciendo a Dios un servicio sacerdotal. W. Schenk TtQOacpiXlíÇ, 2prosphilés agradable, amable* Flp 4, 8: ô o a 3tgo(pi}i,fj, o o a eú(pT]p,a, «to­ do lo amable, todo lo agradable», como final de una serie de predicados positivos, a los que debe corresponder la conducta de la comunidad; cf. Diogn 11, 2.

3tQoaq)OQá, ã ç , prosphora ofrenda sa­ crificial, don sacrificial* 1. Aparición en el NT - 2. Ofrenda sacrificial - 3. Sentido cristológico. B ib l: -*

Jtgoocpégco,

1. De los nueve testimonios que hay en NT, cinco corresponden al capítulo 10 de He­ breos; el término se encuentra además dos veces en Hechos, una en Romanos y otra en Efesios (en la LXX aparece 14 veces, 9 de ellas en el Eclesiástico; aparece siempre con el sentido de «don sacrificial» [con excepción de 3 Esd 5, 51; Eclo 14,16, donde se encuen­ tra como nomen actionis]).

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2. En Rom 15, 16, en una metáfora singu­ larísima y especial, Pablo se considera a sí mismo como sacerdote dei Mesías Jesús, y describe la acción de llevar a los no judios hasta Dios como su ofrenda sacrificial [de él] (en la que los oferentes no son los gentües): una afirmación que, en vista de que aún exis­ tia el templo judio, significa ya una clara separación. En contraste con esto, Lucas en Hech 21, 26 describe a Pablo presentando ofrendas en el templo (acusativo interno, co­ mo en Dan 4, 34), por consejo de Santiago y de los ancianos, lo cual se acentua y refuerza por el reiterado recuerdo en 24, 17 {nomen actionis: «los ofrecimientos de sacrifícios». 3. En sentido cristológico, la Carta a los Efesios (5, 2), para referirse a la muerte de Cristo, anade en estilo redundante a la fórmu­ la de origen no cultuai de Gál 2, 20 la hendíadis que habla de culto expiatório como ofren­ da y sacrifício (jiQOoqpoQá x a l duota). Heb 10, 5, 8 (en plural) recoge dei Sal 39, 7 LXX la misma hendíadis y hace que Jesús diga, al entrar en el viejo eón, que los holocaustos y sacrifícios {nomen actionis) levíticos no correspondían en absoluto al plan salvífico de Dios. Tan sólo el sacrificio singularísimo que Jesús hace de sí mismo (Heb 10, 10.14) co­ rresponde a ese plan: El entrega su cuerpo co­ mo la parte dei viejo eón asumida en su encamación, acabando así con ese viejo eón y abriendo el acceso al nuevo eón. La observación final (de carácter sintetizador y exegético) que se hace en 10, 18, y que dice que en el futuro no habrá ya ofrenda por el pecado, es una afirmación fundamental y se refiere tanto a los sacrificios levíticos (que, según la concepción de la Carta a los Hebreos, servían el únicamente para avivar la conciencia dei pe­ cado, y no para expiarlo) como a la exclusión de cualquier posibilidad futura de expiación, porque esa posibilidad de expiación la proporcionó únicamente el ofrecimiento que Je­ sús hizo de sí mismo, y que abrió el acceso al nuevo eón. W. Schenk

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neoaqpcovéco - 3TQoacojtoX,T)|xa|)ía

JtçootptovétD prosphõneõ llamar, llam ar (a alguien) a sí, dirigirse a* El verbo aparece 9 veces en el NT. Llamar (a alguien), con dativo: Mt 11, 16 ( to I ç éxéQOiç) par. Lc 7, 32 (ctJiliíXoiç); 23, 20 (anTotç, Textus Receptus, en sentido absoluto); õ ti Tf) 'E ^paíôi ôiaX,éxTq) jtçooeíptüvei auxoiç, Hech 22, 2; de manera parecida, sin da­ tivo, en Hech 21, 40. Llamar a sí, con acusativo: Lc 6, 13; 13, 12; Hech 11, 2 D. JlQOOXOtlQO) proschairõ gozarse Mc 9, 15 D it: JtQOOxaÍQOVxeç en lugar de JtQOOXgéxOVXEÇ. 'H proschysis aspersión, el untar con* Heb 11, 28: r| JtpóaxrJOtç xoü aípaxoç, «la aspersión (de Ias jambas y dei dintel de Ias puertas) con la sangre (dei cordero pascual)», refiriéndose a lo que pasó en el êxodo en Ex 12, 7.13s.22ss. En la LXX falta este sustantivo; el verbo itQooxéto se refiere únicamente a la aspersión dei altar con la sangre dei sacrifí­ cio, Ex 24, 6; 29, 16 y passim. níQ oaijtavú) prospsauõ tocar* En Lc 11, 46 dícese de los doctores de la ley que cargan sobre los hombres cargas pe­ sadas: évl xcõv ôaxxúXmv upõiv oú iigoorljaúexE xotç qpoQXÍoiç, «vosotros ni siquiera tocais Ias cargas con uno de vuestros dedos». 7CQOO(OJloXt]^.7Cté(0 prosõpolêmteõ juzgar a una persona por Ias apariencias, mostrar favoritismos* Este verbo, atestiguado únicamente en es­ critos cristianos, significa que hay que juzgar sin prejuicios y sin partidismos, es decir, sin mostrar preferencias por Ias personas principales y sin menospreciar a Ias personas hu­ mildes. Se usa en sentido absoluto en Sant 2, 9; el 8è ngoomixoXqpjixeixe, àp açx íav ègyá^eadE. Cf. especialmente Lev 19, 15: oú Xqprljp jtgóoTOjiov jtxmxoú oúôè •&aupáaeiç JtgóOü)3XOV ôuváaxou. Cf. además la

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expresión: Xap^áv® JtQÓo®jtov en Lc 20, 21; Gál 2, 6; Bem 19, 4; Did 4, 3; de manera parecida en Gén 19, 21; Dt 1, 17; 10, 17; 16, 19; Eclo 35,13; Mc 12, 14 par. Mt 22,16; Jds 16; -> JiQooa)JtoXTipi|)La. ThWNT VI, 780s. 3tQOao>JloXtjflJtt1]Ç, Ol), Ó prosõpolêmptês persona que m uestra favoritism os, que juzga según Ias apariencias* Hech 10,34; oúx êoxiv npooroJtoXripjtxiiç ó O^eóç, «Dios no juzga por Ias apariencias», es decir, no muestra favoritismos con los ju­ dios, prefiriéndolos a los gentiles; cf. Dt 10, 17; Rom 2, 11; ^ JtQOoa)n:oXT)pi)JÍa. iiçoacDTioXTmíjiía, a ç , prosõpolêmpsia preferencia partidista, parcialidad* 1. Aparición en el NT - 2. Campo léxico; combinaciones y tradiciones - 3. Gêneros típicos - 4. Acentuaciones en el NT. B ibl.:

JtQÓacüJtov.

1. En el NT JtgoacojtoXripipia aparece 4 ve­ ces: Rom 2, 11; Ef 6, 9; Col 3, 25 y Sant 2, 1. 2. La frase rtgóocojtov XapPávm (cf. LXX Sal 81, 2; Eclo 4, 22; 35, 13; Mal 1, 8) y Ias expresiones derivadas; Jtgooo)JtoXTipr[)ía, -> n;gocrrojtoXT]pjtxéro,

JtgoaroojtoXfipjtXTiç

y ->■ àitgoacojtoXfjjtxcoç están formadas se­ gún el modelo de la expresión hebrea nãsõ’ pãnim (en senal de aprecio, levantar el rostro de quien se ha postrado para saludar). Las derivaciones mencionadas se hallan únicamente en escritos cristianos, con excepción de TestJob 4, 8 (àjrgooron:óXTipjrxoç); 43, 13 (jtgo0O)3toXTi(iijJÍa). Juntamente con las expresio­ nes Xap.pávo) (PXértm, ■&aup.áCm) JigóoraJtov (Mt 22, 16; Mc 12, 14; Lc 20, 21; Gál 2, 6; Jds 16), constituyen el núcleo de un campo semântico, que se expondrá a continuación según sus combinaciones y sus diversos gêne­ ros (-+ 3). La acción descrita con el grapo de palabras se valora siempre en sentido negativo: se hace una advertência a las personas contra los favoritismos, y se niega que haya tal cosa en

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jtQOO(üJto?i,T]na|)ía

los juicios de Dios (cf. Ias series negativas en Abot 4, 22; Jub 33, 18). - El origen de la idea es la advertência contra la parcialidad en los juicios (Lev 19, 15; Mal 2, 9; Eclo 4, 22.27; Did 4, 3; Bem 19, 4; PoHc 6, 1). Lc 20, 21 la aplica en sentido figurado a Ias respuestas que da el maestro; se habla dei trato favoritista con Ias personas en general en; 1 Ciem 1, 3; cf. 1 Tim 5, 21s. Cuando se habla dei juicio de Dios (hay transición en 2 Crón 19, 6s: se habla dei juicio humano a la luz dei juicio divino), se han for­ mado combinaciones fijas de palabras: a) Con «verdadero/verdad» (Hen [et] 63, 8; Testlob 4, 8-11: 43, 13; 3 Esd 4, 35-39), «jus­ to» (Jub 5, 16; 21, 4; TestJob 43, 13; 4, 8-11; ApBar [sir] 44, 4; 3 Esd 4, 38s; SalSl 2, 17s; Did 4, 3), «juzgar/juez» (SalSl 2, 17s; Jub 5, 16; 33, 18; Bem 4,12; Did 4, 3); «juicio (jus­ to)» (Hen [esl] 46, 3; Ap Pauli [lat] 14; Jub 21, 4; ApBar [sir] 13, 8), «obrar/obrar» (Hen [et] 63, 8; Rom 2, lOs; Hech 10, 34; Bem 4, 12), «retribuir según Ias obras» (TestJob 4, 8; Eclo 35, 13.15; SalSl 2, 16-18; ApEsd [et] p. 182; Rom 2, lOs; 1 Pe 1, 17; Ap Pauli [lat] 14; Hist. Imag. [sir] p. 205; ApPe [árabe] II, 216); «cada/todos» (Jub 5, 16; 1 Pe 1, 17; Bem 4, 12. - Jub 21, 4; TestJob 43, 13), «pecados» (Hen [et] 63, 8; SalSl 2, 16-18), «recibir por lo que uno ha hecho» (Col 3 ,24s; Bem 4,12). b) Asociaciones paralelas que aparecen con frecuencia; aceptar (regalos de) sobomo (Dt 10, 17; 2 Crón 19, 7; Jub 5, 16; 21, 4; 33, 18; Eclo 35, 14s; Abot 4, 22), aplazamiento (Hen [et] 63, 8), olvido (Abot 4, 22), sacrificio (Eclo 35, 15; Jub 33, 13.18; Hist. Imag. [sir] p. 205), arrepentimiento e intercesión (Pseudo-Ev. de Jn [árabe] 37, 104), ocultamiento (Hen [esl] [A] 46, 3), la intervención justa de Dios en favor de Ias viudas y los huérfanos o precisamente la supresión de ta­ les privilégios (Eclo 35, 15-17). c) Es típica la supresión de Ias diferencias sociales, y concretamente de Ias que existen entre los grandes y los pequenos (Jub 5, 15), entre los esclavos y los libres (Col 3, 24s; Ef 6, 8s; Hist. Imag. [sir] p. 205), entre los po­ bres y los ricos (inscripción dei sepulcro de

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Petosiris I [cf. F. W. von Bissing, Altãgyptische Lebensweisheit, Zürich 1955, 147s); Ap Esd [et] p. 182; Sant 2, 1.9; Hist. Imag. [sir] p. 205), entre los de haja condición y los encumbrados (Lev 19, 15; inscripción de la tumba de Petosiris III [cf. E. Otto, Die biographischen Inschriften der agyptischen Spãtzeit, Leiden 1954,181]), entre los judios y los gentiles (Rom 2, lOs; Hech 10, 34). 3. Los gêneros típicos son: a) Enumeraciones de atributos de Dios al esti­ lo de la ekphrasis o «descripción retórica» (Dt 10, 17; Eclo 35, 13ss; TestJob 43, 13; Abot 4, 22; Jub 21, 4; Hech 10, 34; cf. Constitutiones Apostolorum 7, 35). b) Descripciones de los juicios históricos de Dios en el curso de la historia (AntBibl 20, 4; Eclo 35, 15; Jub 5, 13-16; 21, 4; 30, 16; 33. 18; TestJob 4, 8; ApBar [sir] 44, 4ss; 13, 9s; SalSl 2, 17s). c) Descripciones dei juicio escatológico de Dios (Hen [èsl] 46, 3; 1 Pe 1, 17; Bern 4, 12; TestJob 4, 8; Pseudo-Ev. de In [árabe] 37, 104; ApPe [árabe] ü , 216), en donde se separan luego dos gmpos (Rom 2, 9-11: Bem 4, 12). d) Descripciones dei juicio individual (Ap Pauli [lat] 14). e) Motivación de exhortaciones particulares (Eclo 35, 6-15; Jub 30,16; 33,18; Col 3 ,24s; Ef 6, 8; Bem 4, 12). f) Amonestación escatológica o epígrafe de textos parenéticos o de testamentos (Jub 21, 4; ApBar [sir] 44, 4ss; 1 Pe 1, 17; AntBibl 20, 4; Pseudo-Ev de Jn [árabe] 37. 104. - Como pala­ bras en primera persona, pronunciadas por el condenado: Hen [et] 63, 8). 4. Son características dei NT: a) La circunlocución por medio de frases sinônimas para expresar que no hay parciali­ dad sino retribución adecuada (Col 3, 25 [cf. 3, 24; 4, 1]; Ef 6, 9 [cf. v. 8]). b) La trasferencia de enunciados que origi­ nalmente se refieren al juicio divino, a reali­ dades de la misión y de la comunidad (Gál 2, 6: la norma para la evaluación que hace Pablo de Ias autoridades de Jerusalén; Hech 10, 34: la razón para la admisión de los gentiles. To­ do esto demuestra que Ias normas supremas de Dios se están aplicando ya en el presente. K. Berger

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jiQoatujtov

JtçóaíOJtov, ov, TÓ prosopon superfície, rostro 1. Aparición en el NT y uso general - 2. Acerca de la manifestación visible - 3. «Caer sobre su rostro» 4. Trasfiguración dei rostro - 5. El rostro de Cristo - 6. Frases preposicionales - 7. «Ver el rostro de alguien». B ib l : E. Lohse, jtQÓatojtov v x k ., en ThWNT VI, 769-781, sobre todo 769; F. Nõtscher-Th. Klauser, A ng esich t Gottes, en RAC I, 437-440; L. von Rompay, The R en d erin g o fn Q Ó o w n o v XapPávEiv an d R ela ted E xpressions in th e E a rly O riental Versions o f th e NT: OBL 6-7 (1975-1976) 569-577; O. Wischmeyer, D er hdchste Weg. D a s 13. Kap. des 1 Kor, Gütersloh 1981,

136s, 170; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1250.

1. En el NT jrQÓooiJtov aparece 76 veces; no se encuentra en el Evangelio de Juan ni en Romanos, y se halla con sorprendente frecuencia en la Carta segunda a los Corintios (12 testimonios); aparece una vez en Hebreos. En una serie de pasajes se trata sencillamente de la superfície (la «faz») de la tierra (Lc 21, 35; Hech 17, 26) o dei rostro de personas (Mt 6, 16s; 26, 67; Mc 14, 65; Sant 1, 23). 2. Lo visible y lo dado no carece de pro­ blemas, sino que necesita iuterpretación y valoración: hay que interpretar el cielo (Mt 16, 3; Lc 12, 56). O frente a lo puramente exter­ no, pero manifiesto, hay que tener en cuenta la dimensión que, aunque se halla oculta, es más valiosa, más aún, es la única decisiva (2 Cor 10, 1.7. El contraste entre lo exterior y lo interior [= el corazón] se menciona en 1 Tes 2, 17a; 2 Cor 5, 12). 3. En expresiones estereotipadas se habla de «caer sobre el rostro» como reacción ante Ias epifanías (Lc 5, 12; 17, 16; Mt 17, 6; 26, 39; 1 Cor 14, 25; la experiencia de la presen­ cia de Dios en la comunidad; o al descubrir el sepulcro vacío, Lc 24, 5) o en presencia dei trono de Dios (Ap 7, 11; 11, 16). Aqui y en lo siguiente vemos que el rostro de una persona es aquello en lo que se manifíesta y decide la relación entre interlocutores. 4. Como en Ex 34, 30 y en una amplia tradición judia, se habla en 2 Cor 3 acerca de la

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trasfiguración dei rostro de Moisés. Ahora bien, según Pablo, Moisés no cubrió su rostro para que Israel no tuviera que contemplar la gloria, sino para que no se diera cuenta de que el resplandor de esa gloria era sólo transitório (3, 7.13). Pero así como Israel no podia ver a Moisés, asi en lo sucesivo no pudo ver rectamente la Escritura, por el velo que lleva sobre el corazón (3, 15). Sin embargo, para los cristianos ha caído ahora ese velo encubridor, de tal modo que ellos pueden ver la gloria y ser trasformados por ella. Esta tradición sobre el rostro trasfigurado se amplia más allá de la figura de Moisés: la faz de los emisarios de Dios se trasfigura cuando ejecutan el encargo divino, lo cual se conside­ ra como una senal de legitimación (Esteban en Hech 6, 15; Jesus en Mt 17, 2; Lc 9, 29; Daniel según Hipólito, In Dan. 3, 7, 5; Abrahán según Filón, Virt 217; Ananias según Act. Phil [sir] [ed. W. Wright, London 1871; Amsterdam 1968], 84; cf. Act. Pauli et Thecl. 3). Esto mismo se aplica a los ángeles (Ap 10, 1). 5. Es distinta la concepción acerca dei ros­ tro de Cristo en la Carta segunda a los Corin­ tios: Jesús, por ser la imagen de Dios, posee gloria en si mismo (4, 4.6); esta gloria se co­ munica a los hombres en el evangelio o como conocimiento en el sentido de una iluminación; penetra en los corazones, y lo hace èv jtQOOCüjtU) Xpioxon, es decir. Cristo es en to­ do ello el centro de la acción, el socio decisi­ vo de Dios y de los hombres. Y, así, Pablo puede afirmar que él ha perdonado a la comu­ nidad èv JtQoacójTcp XçioToü (2, 10). 6. En expresiones preposicionales el rostro de alguien es el factor central de una escena que se desarrolla dentro dei horizonte de esa persona. En todo ello hay conexión entre el volverse dei rostro y la dirección en que se efectúa la acción: ésta se mueve alejándose dei centro o se desarrolla «ante él». En todo caso, el rostro es decisivo para la orientación local de la acción. Por eso, la autoridad de aquel desde quien o hacia quien está concebi­ da una acción, queda asentada y se formula y

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jtQoawJtov

se hace eficaz en sentido espacial. Así se ve con toda sencillez en Hech 5, 41; 7, 45. Pero especialmente: a) Del rostro (= de la presencia) de Dios procede la perdición: 2 Tes 1, 9; 1 Pe 3, 12; Ap 6, 16; b) Se huye dei rostro (= de la presencia) de alguien, porque se espera perdición dei hecho de que esa persona vuelva su rostro (o dirija su mirada) (Ap 12, 14; 6, 16; cf. también Hech 7, 45). Por eso, el huir dei rostro puede ser la simple reacción ante un poder superior (Ap 20, 11). c) Se habla también dei rostro de Dios co­ mo metáfora para designar el origen dei efecto dinâmico o de la relación sujeto-objeto procedente de Dios, cuando la salvación pro­ cede de su rostro (o de su presencia): Hech 3, 20 (que no debe interpretarse en el sentido de la preexistencia de la salvación). d) La misión de alguien a quien se envia con autoridad se efectúa «delante dei rostro» y desde esa presencia divina: (en citas: Mc 1, 2 par.; por lo demás: Lc 9, 52; 10, 1; de manera parecida hay que interpretar también lo de «caminar ante el rostro» en Lc 1, 76). En Hech 13, 24 («ante el rostro de su entrada») ^se tratá de un semitismo entendido erróneamente por Lucas? e) La dirección en que mira el rostro indica también la dirección en que se mueve la figu­ ra central: Lc 9, 51.53 (cf. 2 Sam 17, 11). f) Lo que sucede Jtaxà JtQÓacojtov («ante el rostro») de alguien, está claro, patente y es obviamente visible para esa persona, de tal modo que ésta puede enterarse de ello (Lc 2, 31). Por eso, se observa aqui de ordinário cierto carácter de notoriedad pública (Gál 2, 11; 2 Cor 8, 24), a menudo con una referencia directamente forense (Hech 3, 13; 25, 16; 2 Cor 8, 24 con eíç). g) En 2 Cor 1, 11 èn JtQOOtójtmv se refiere al origen de la acción. A pesar dei plural (que tiene aqui un peso especialmente retórico), no se trata de «personas» (jtQÓorojiov no adquiere este significado sino a lo largo de la historia de los dogmas; sobre todo a comienzos dei siglo XIX el concepto de persona ad-

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quiere su pleno sentido actual), sino que se hace referencia a los muchos que son el ori­ gen de la acción de gracias (también en este caso se trata nuevamente de la dirección que parte desde el centro, que en este caso son muchos centros). 7. «Ver» el rostro de alguien significa: tener contacto con él. Por eso, los polos decisi­ vos en la toma de contacto (el rostro y la ac­ ción de ver) significan aqui metaforicamente la totalidad dei contacto (así en Hech 20, 25.38; visitar: 1 Tes 2, 17; 3, 10; no «conocer» todavia: Gál 1, 22; Col 2, 1). La expresión se refiere también al contacto con Dios, bien sea a través dei culto, o bien mediante la comunión escatológica con Dios. a) El sentido cultuai (Is 1,12; Sal 11,7; 16, 11; 17, 15; 24, 6; 42, 3; 95, 2; JHag 1, 76a, 35; DtR 7, 2 [204a]; los rabinos modifican a me­ nudo la frase -para evitar el antropomorfism o- convirtiéndola en «dejar ver su rostro [a saber, el propio rostro]») aparece en Heb 9, 24 (el Sumo Sacerdote Cristo intercede ante Dios («ante el rostro de Dios»), y probablemente también en Mt 18, 10 (el contacto que los ángeles de los «pequenos» tienen con Dios, al ver el rostro de Dios, hay que entenderlo también seguramente en el sentido de una labor de intercesión; cf. también 4 Esd 7, 98; MidrSal 11,7; Hen [esl] 20, 4; 27, 4.6). b) El sentido de la comunión escatológica con Dios, que, desde luego, es enteramente cultuai -en el santuario celestial- aparece en; Jub 1, 28; Sib 5, 426s; Hen (esl) 67, 2; 4 Esd 7, 87.91.98; TestZab 9, 8; bMen 43b; bSot 42a; bBB 10a. En el NT en: 1 Cor 13, 12, don­ de la perfecta relación con Dios («cara a ca­ ra») se representa metafóricamente haciendo que los dos «polos» de la toma de contacto estén vueltos el uno hacia el otro (la traducción «de persona a persona» dice demasiado). No podemos diferenciar Ap 22,4 (ver el rostro de Dios) de 1 Cor 13, 12, sugiriendo que en el caso dei Apocalipsis se trata de Dios como ob­ jeto, y en cambio en el texto paulino se trata simplemente de la modalidad. Esta alternativa es desacertada y está concebida excesivamen-

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rtQÓ0 cojtov- itQOTL'0'ejiai

te según una mentalidad moderna; ambos sen­ tidos se hallan implicados el uno en el otro. K. Berger JlQ O táaacD p w ta ssõ predeterminar, fijar de antemano Hech 17, 26 D* pc bo: itQOTetaYpévoi KaiQoí en vez de jiQoaxeTaYpévoi xaigoí (->^ jTQooxáooo)). TCQOTEÍVO) proteinõ extender, estirar*

En Hech 22, 25 dícese de Pablo a quien, co­ mo a un delincuente, se extendió (= se estiró) «para Ias correas (= los azotes)» (d)ç JtgoÉ T E iv a v a u T Ó v xoíç í p ã o i v [dativo final]); tpáç. :níQÓT£QOÇ, 3 proteros anterior* Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v .; BlaB-Debrunner § 62, 1

1. En el NT JCQÓxegoç aparece únicamente en sentido temporal. Como adjetivo se encuentra en Ef 4, 22 («la anterior manera de vivir»). En otros diez pasajes aparece el neu­ tro JtQÓxegov como advérbio en el sentido de anteriormente, antiguamente, antes (como adjetivo tan sólo en Heb 10, 32: «los dias po­ sados»', 1 Pe 1, 14, «los deseos anteriores»); se usa con artículo (Jn 6, 62; 7, 50; 9, 8; Gál 4, 13; 1 Tim 1, 13) y sin artículo (2 Cor 1, 15; Heb 4, 6; 7, 27; 10, 32; 1 Pe 1, 14). - jtgóxe0OÇ falta en los Evangelios sinópticos, en Hechos y en el Apocalipsis. La razón puede ser que el antiguo significado de Jtgóxegoç («el primero de dos») fue asumido por jiqóõxoç. Así, por ejemplo, jrgwxoç sustituye a JtgóxeQoç en Mt 21, 28; Ap 20, 5; 21, 1. Sin embar­ go, jtgóxEQOç como advérbio intensificado adjetivalmente no ha perdido por completo la referencia a un contraste temporal, aunque éste haya que deducirlo principalmente por el contexto. 2. El cuarto Evangelio usa uniformemente JtQÓXEQOV c o m o a d v érb io con a rtícu lo . En la

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sentencia acerca dei Hijo dei hombre en Jn 6, 62, el antes se refiere a la preexistencia de Cristo, la cual se menciona en el contexto de la exaltación. En 7, 50, el antes se refiere a Nicodemo, que había visitado ya antes (en una ocasión) a Jesus. En 9, 8 xò Jtgóxegov significa antiguamente / en otro tiempo. 3. En el âmbito dei Corpus Paulinum, el advérbio aparece con artículo en Gál 4,13. Se trata dei evangelio predicado por Pablo la primera vez. En 2 Cor 1,15 falta el artículo. Pa­ blo modifico sus planes de viaje: él queria ir primero a visitar a los destinatários, pero «luego» fue a Macedonia. En el pasaje post-paulino de Ef 4, 22, jtqóx8 qo ç aparece como adje­ tivo (-> 1). En él se exhorta a una conversión radical. A la modificación de «la anterior ma­ nera de vivir» (v. 22) corresponde el hecho de vestirse dei hombre nuevo (v. 24). En 1 Tim 1, 13, üXQÓxegoç se halla en la «confesión» que «Pablo» sobre acerca de sí mismo: «aun­ que yo antes blasfemé conra él (a saber, con­ tra Cristo)». 4. La Carta a los Hebreos emplea unifor­ memente el advérbio sin artículo: 4, 6; 7, 27; 10, 32. Sobre todo en 7, 27 se expresa el con­ traste temporal; Los antiguos sumos sacerdo­ tes ofrecían primero sacrificios por sus propios pecados, y «luego» por los dei pueblo. 5. En 1 Pe 1, 14 el advérbio se emplea sin artículo. La exhortación quiere que se borre lo anterior, a fin de estimular la necesaria ten­ dência actual de los cristianos a la santidad (vv. 15s). Vemos que jtgóxegov conserva aqui el elemento de tensión temporal. H. Langkammer 7 lQ O 'tí‘d'E|U.0tl protithemai mostrar / exhibir

públicamente, proponerse, determinar de antemano* En el NT el verbo se usa únicamente en voz media: en Rom 3, 25 (en una formulación recogida probablemente por Pablo) para referirse a la muerte expiatória de Cristo; ôv jiq o -

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itgoTÍ^efiai - jtgoqjTiTe-úoo

é^ETO ó '&EÒÇ IXaoTTÍQiov. Según el contexto (cf. 3, 21) se trata de una acción de Dios en Cristo, y, por tanto, se sugiere la traducdón: «a quien Dios mostrô / exhibió públicamente como expiación por su sangre». Habla en fa­ vor de esta traducción la construcción de la oración de relativo con doble acusativo y sin un verbo complementario, como requeriría un enunciado (posible lingüísticamente) acerca de la predeterminación divina; cf. ThWNT VIII, 166s; E. Kásemann, An die Rõmer* (HNT), sub loco; D. Zeller; ThPh 43 (1968) 57s. Está en consonância con ello el uso cul­ tuai que se hace de jrQOTÍ#E[iaL en la LXX para referirse a la exposición pública de los «panes de la presentación», cf. Ex 29, 23; 40, 4; cf., a propósito, U. Wilckens, La Carta a los Romanos I, Salamanca ^1997, sub loco con la nota 537; cf. también el sustantivo JtQÓOeoiç. En Rom 1,13 JtpoxíOepai se refiere al pro­ pósito de Pablo (jtoXÀáxiç TtQOEOépqv èkO e iv ); en Ef 1, 9 se refiere a la actividad de Dios en favor de los creyentes, una actividad que Dios determino de antemano en Cristo (f]v jtçoéOeTO èv anitõ) mucho tiempo antes, cf. vv. 5 y 11; también Diogn 9, 2. ThWNT VIII, 165-168; DTNTIH, 432s. JlQOTQÉJIOfiai protrepomai alentar, ani­

mar, incitar* En sentido absoluto en Hech 18, 27: jrgoTQEtljápEVOi... ÊYQorpav, y significa o bien; «animaron (a saber, a Apoio) y escribieron...», o más bien: «escribieron a los discípu­ los (que estaban en Corinto) animándoles a recibirle (a Apoio)». La primera traducción exigiría un anxóv como objeto de k q o x q é Jtoftai; cf. especialmente Spicq, Notes II, 762-764, quien senala el carácter «oficioso» con que aparece el término en determinadas invitaciones. JIçoTgéxtO protrechõ correr delante, adelantarse corriendo* En Lc 19,4 dícese de Zaqueo: JtQOÔgapràv eIç x ò êpjtgocrS^ev, «corrió adelante»; en Jn

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20,4 dícese dei «otro discípulo»; níQÉÔQapev xájíiov xoõ néxgou, «corrió más aprisa que Pedro», es decir, «se le adelantó corriendo». proyparchõ ser o estar ante­ riormente* En Lc 23,12 dícese de Herodes (Antipas) y Pilato que «antes (dei proceso de Jesús) habían estado enemistados entre sí (jtQol)n:fíQXov)»; en Hech 8, 9 dícese de Simón (mago): jtQOÜJtfjQxev... (tavEiJCOV, «había estado ejerciendo antes la magia». JtQ Ó tpaaiÇ , EOOÇ, prophasis pretexto, excusa; disculpa (válida)* En el NT el término aparece seis veces, cin­ co de ellas en la forma de dativo jtgoqpáoei (en 1 Tes 2, 5 con èv), con pretexto de, con apariencia de: Mc 12, 40 par. Lc 20, 47 / Mt 23, 14 V . I . ; Hech 27, 30 (con (bç, «como si», «bajo pretexto de»); Flp 1, 18 (lo opuesto: àL^qO-eía); 1 Tes 2, 5 (èv jXQOtpáoEi 3tX,EOVEÇíaç, «con un pretexto determinado por la codicia»). - En Jn 15, 22 JXQÓqpaoiç significa disculpa / razón para la disculpa. Bauer, Wôrterbuch, í .v.; C. Schâublin: Museum Helveticum 28 (1971) 133-144; Spicq, Notes II, 765-767. fflçotpÉQO) propherõ producir, hacer salir de* Lc 6, 45 (bis); JtQotpégei xò ò.ya%ày / xò jtovTjQÓv, de tal modo que aparezca lo que hay en el corazón. JIQO
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B ibl.:

itQoqpTjTEUü) - JtQoqpr|TT]ç -> jtQoq3T|TT)ç, cf. además: N. Brox, ÜQoqpTi-

TE Ía im ersten T im otheusbríef.

BZ 20 (1976) 229-232.

1. El verbo aparece 11 veces en Pablo (to­ das ellas en la Carta primera a los Corintios), 9 veces en los Evangelios, 4 en Hechos, 2 en Apocalipsis; se encuentra, además, en 1 Pe 1, 10 y Jds 14. El sustantivo aparece 7 veces en Pablo, 7 en Apocalipsis, 2 en la Carta primera a Timoteo y otras dos en la Carta segunda de Pedro; en los Evangelios se encuentra única­ mente en Mt 13, 14. De estos 28 testimonios dei verbo y 19 dei sustantivo, 19 y 16 pasajes respectivamente se refieren a figuras de pro­ fetas dei NT; los demás, a figuras de profetas dei AT. Según el significado fundamental, se trata de una actividad profética, aunque en algunos pasajes concretos pueden aparecer di­ versos matices de significado. 2. El verbo tiene el sentido de profetizar (anunciar anticipadamente algo futuro con sus implicaciones para la historia de la salvación) y va asociado con los siguientes sujetos; Isaías en Mc 7, 6 (par, Mt 15, 7), «todos los profetas y la ley» en Mt 11, 13; los profetas dei AT en 1 Pe 1,10 (Brox, L a primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 95s), Henoc en Jds 14, Zacarias en Lc 1, 67, el sumo sacerdo­ te en Jn 11, 51, Juan en Ap 10, 11. En Pablo el sustantivo significa el don (el carisma en Rom 12, 6) de la profecia (1 Tes 5, 20; 1 Cor 12, 10; 13, 2.8) o la palabra profé­ tica (1 Cor 14, 6.22). La actividad profética sirve para el consuelo, el fortalecimiento y la instrucción de la comunidad (1 Cor 14, 3.31). En Mc 14, 65 par. el imperativo JtQoqpr)TEOOov desafia a Jesús a que adivine quién le ha golpeado. El sentido más profundo es que Jesús, que en opinión de sus adversários pre­ tende falsamente poseer autoridad profética, actúe como profeta (Schneider, lOls; Schnider, 157s). - Mt 7, 22 estigmatiza a unos pro­ fetas que profetizan en el nombre de Jesús, pero no observan la ley de Dios. Lucas, en el libro de Hechos, atribuye una actividad profética a la comunidad primitiva de Jerusalén (Hech 2, 17.18), a los discípulos

1228

de Juan en Efeso (19, 6) y a Ias hijas de Fe­ lipe. Según 1 Tim 1, 18 y 4, 14, la colación de un ministério en la Iglesia va acompanada por palabras proféticas (Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, sub loco. - 2 Pe 1, 20s exhorta a no interpretar caprichosamente Ias profecias de la Escritura. - En el Apocalipsis la actividad dei autor es caracterizada como actividad profética (19, 10), y su obra, como un libro de profecia (1, 3; 22, 7.10.18.19). F. Schnider

n;Qoq)T|TTiç, or, ó p r o p h e t e s

profeta

1. Aparición en el NT - 2. Los profetas dei AT en el NT - 3. Juan el Bautista - 4. Jesucristo - 5. Profetas cristianos primitivos. B ibl.: D. E. Aune, The use o f itgocpritTiç in Josephus: JBL 10 (1982) 419-421; K. Berger, Z« d en sog. Sãtzen heilig en R echts: NTS 17 (1970-1971) 10-40; Id., D ie sog. «Sãtze heiligen R echts» im NT: ThZ 28 (1972) 305-330; Id., D ie A u fersteh u n g des P ropheten und die E rhõhung d es M enschensohnes (StUNT 13), Gõttingen 1976; N. Brox, C artas P astorales, Barcelo­ na 1974, 448s; Id., L a prim era C arta de Pedro, Sala­ manca 1994, 96ss; Bultmann, G eschichte, 126-132; U. Busse, D ie W under des P ropheten Jesus. D ie R ezeption, K om position u n d Interpretation d e r W undertrad ition im E va n g eliu m d e s L u k a s (FzB 24), Stuttgart 1977; H. Frhr. von Campenhausen, K irch lich es A m t u n d geistl. V ollm acht in den ersten drei Jhh., Tübingen G963; F. Christ, Jesu s Sophia (AThANT 57), Zürich

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1229

J t Q O (p T )T T )5

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88; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1250-1254.

1. En el NT JtQOtjpiÍTTiç aparece 144 veces. El término se encuentra con la mayor frecuencia en Lucas (Ev. de Lucas 29 veces, Hechos 30 veces) y en Mateo (37 veces). El Evangelio de Juan tiene 14 testimonios dei término, Pablo 10 (Romanos, 1 Corintios, 1 Tesalonicenses), Apocalipsis 8 y Marcos 6. JtQOcpr|Tr|ç aparece aisladamente en Efesios, Tito, Hebreos, Santiago, 1/2 Pedro. De los 144 testi­ monios, 123 pasajes se refieren a figuras de profetas dei AT, y sólo 21 a figuras de profe­ tas dei NT. 2. De los profetas escritores se mencionan por su nombre Isaías, Jeremias, Daniel, Joel y

1230

Jonás. Se citan, además, sin mencionarlos por su nombre, los escritos de Oseas, Amós, Miqueas, Habacuc y Zacarias (cf. Friedrich, 83 Is). Pero también se designa como profetas a Samuel (Hech 3, 24), David (2, 30), Eliseo (Lc 4, 27), Balaán (1 Pe 2, 16) y Ana (Lc 2, 36: jiQoqpfjtLç). Según Tit 1, 12, el poeta pagano Epiménides es un profeta de los cretenses. De ordinário el NT considera a los profetas dei AT como hombres a través de los cuales habló Dios (cf. ô ià otóftaxoç jtávTcov jtqotpTixrôv, Hech 3, 18, cf. v. 21). En algunos pa­ sajes, toda la revelación dei AT se compendia en la fórmula «la ley y los profetas» (Mt 5, 17; 7, 12; 11, 13; 22, 40; Lc 16, 16; 24, 27.44; Rom 3, 21 y passim). Según Heb 1, 1, Dios habló a los padres èv xotç JtQoq)f|xaiç (en es­ te pasaje, èv debe entenderse en sentido ins­ trumental, como el hebreo b”). Los profetas son instrumento de Dios, con el cual él se ha revelado a los hombres. El origen de la profe­ cia no reside en la voluntad dei hombre, «sino que unos hombres, impulsados por el Espiritu Santo, hablaron por encargo de Dios» (2 Pe 1, 21). Sin embargo, también la profecia requiere la investigación humana. Según 1 Pe 1, 10, los profetas mismos -en el Espiritu dei Cristo preexistente- reflexionaron a través de sus propias profecias acerca dei acontecimiento de Cristo. Pero, finalmente, el Hijo mismo de Dios hizo que fuera aún más segura para nosotros la palabra de los profetas (2 Pe 1, 19). En el NT el prefijo Jtqo- de JtQoqpr|XTiç se entiende no sólo en sentido instrumental, sino también temporal. Los profetas vaticinaron. El Evangelio de Dios lo anuncio anticipadamente Dios mismo por medio de sus profetas en los escritos sagrados (jtQO-ejtaYYÉ/tX.O|t,ai, Rom 1, Is; cf. 9, 29; 2 Pe 3, 2; Hech 3, 18; 7, 52; 1 Pe 1, 11). La proclamación de todos los profetas, desde Samuel en adelante, se orienta hacia el acontecimiento de Cristo (Hech 3, 24). En el primer plano de los vaticinios de los profetas se hallan los sufrimientos, la muerte y la resurrección de Cristo (cf., a pro­ pósito, Friedrich, 834). Por eso, «a partir de la ley y de los profetas» se puede tratar de ganar

1231

JtQOq)T)TT]Ç

a los judios para Jesus (Hech 28, 23). Las palabras de los profetas son una autoridad que legitima y configura la proclamación evangé­ lica. Mt 1, 22s; 2, 5s.15.17s.23 y otros pasajes parecidos son las denominadas citas de reflexión, introducidas tipicamente con la fórmu­ la; «(Todo) esto sucedió para que se cumpliera...» (Stendahl, 39ss; Strecker, 49ss). Mateo narra determinados detalles de Ia vida de Jesús y reflexiona luego sobre ellos según una apropiada cita dei AT. Como los profetas son reconocidos como una autoridad absoluta, ve­ mos que por medio de la cita dei AT se con­ firma a Jesucristo como el Mesías. El NT se refiere con frecuencia a la persecución y muerte violenta de los profetas; se hace casi siempre para interpretar la oposición contra Jesús o contra sus discípulos (Mc 12,1-9 par.; Lc 6, 22 par. Mt 5, 12; Lc 11, 47s par. Mt 23, 30s; Lc 13, 33s; Hech 7, 52; 1 Tes 2, 15s; Rom 11,3).

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(compárese Mt 3, 2 con 4, 17, y 3, 10 con 7, 19; cf., a propósito, Trilling), sin embargo -a l identificar al Bautista con Elias- lo subordina igualmente al Mesías Jesús (11, 14; 17, 13). Lucas ilustra la imagen dei profeta Juan, presentándolo como predicador itinerante (Lc 3, 3), maestro de oración (11, 1) y proclamador de preceptos morales (3, 10-14). Conside­ rado desde la perspectiva de la historia de la salvación, el Bautista pertenece al tiempo de «la ley y los profetas» (16, 16). Juan niega expresamente que el Bautista sea el Cristo, EUas o el profeta escatológico (Jn 1, 21.25). El es «la voz de uno que clama en el desierto» (1, 23). El y su bautismo dan testimonio en favor de Jesús, para que el pueblo crea en él (1, 7s.15.19.32-34; 3, 26.28s; 5, 33).

4. En la tradición sinóptica se designa va­ rias veces a Jesús como profeta, aunque este concepto se emplee con matices, cuando se aplica a Jesús. 3. Q presenta a Juan el Bautista (->^ Tcoáv- Según Mc 6, 14-16par. y Mc 8, 27-30par., VT]ç 2) como profeta de juicio en Israel (Lc 3, el pueblo considera a Jesús como un profeta 7-9 par. Mt 3, 7.10.12). El bautismo de Juan (sobre las expectaciones proféticas en tiempo de Jesús cf. Meyer, Schâfer). Como resalta anuncia que ha comenzadp una acción de Dios ordenada al tiempo mesiánico (Lc 3,11 por las demás opiniones de la gente (el Bau­ tista resucitado o Elias), se piensa con ello en par. Mt 3,11). En consecuencia, el predicador de penitencia y el profeta dei juicio, como una figura profética dei fin de los tiempos (así aparece clarísimamente en Lc 9, 8.19; Mt 16, precursor escatológico, está subordinado a Jesús (Lc 7, 24-35 par. Mt 11, 7-19). El Bau­ 14; cf. Hahn, Hoheitstitel, 222s; Schnider, 181-187). tista adquiere su grandeza («más que un pro­ feta», Lc 7, 26 par. Mt 11, 9) por la grandeza En M t 21, 11 el «Senor» (21, 3), «Rey» (v. 5) e «Hijo de David» (v. 9) que hace su entra­ de Jesús. Y, así, el precursor, en las historias da triunfal en Jerasalén, es designado por el lucanas de la infancia, es denominado «profe­ ta dei Altísimo» (Lc 1, 76). Pero Jesús es 11a- pueblo «como el profeta Jesús de Nazaret en Galilea». Según Mt 21, 46, los principales sa­ mado «Hijo dei Altísimo» (Lc 1, 32.35). cerdotes y los fariseos tienen miedo de la Para Marcos, este profeta, con su vestidura multitud, «porque lo tenían por profeta». de pelo de camello y su cinto de cuero (Mc 1, 6), es un precursor de Jesús y está, por tanto, Lc 7,16 entiende la acción de Jesús al resucitar al joven de Naín como la obra de un pro­ subordinado a él (1, 2-8). Además, su final violento, propio de un profeta (6, 14-29), es feta, y Lc 7, 39 considera la presciencia mila­ grosa de Jesús como un don profético. Final­ proyección anticipada dei destino de muerte mente, Lc 24, 19 resume toda la actuación de que aguarda a Jesús (9, 11-13: compárese Jesús como la obra de un «profeta, poderoso también 11, 32 con 12, 12). en obras y en palabras ante Dios y ante todo Mateo, aunque equipara al Bautista con Je­ el pueblo». Detrás de estos enunciados se hasús en cuanto a la predicación y la actividad

1233

JlQOCpflTTlÇ

11a, según la comprensión lucana, la idea so­ bre el profeta escatológico (cf. Busse). En Hech 3, 22; 7, 37, en un discurso de Pe­ dro o en el discurso de Esteban se presenta a Jesucristo exaltado como el «profeta semejante a Moisés», prometido en Dt 18, 15.18. Este pasaje de Dt 18,15.18 era interpretado por los samaritanos (cf. Meeks, 250-254) y en Qumrán (IQS 9, 9-11: 4QTest 5, 8) como promesa dei profeta escatológico (cf. también TestLev 8, 15). El libro de Hechos y probablemente también Mc 9,7 par. (axonexe anxon alude a Dt 18, 15 LXX: anxoO àxoúoeoUe) consideran que la promesa de Dt 18,15.18 se ha cumplido en Jesucristo. En el discurso de Esteban, la idea de Jesús como «el profeta semejante a Moisés» está además al servicio de la tipolo­ gia Cristo-Moisés, con la cual se acentúan la misión de Jesús ante Israel y la resistência de Israel contra Jesús. Juan utiliza la idea dei profeta Jesús como recurso expositivo consciente y la sitúa al ser­ vicio de su concepción cristológica global. En el relato dei encuentro de Jesús con la mujer samaritana (Jn 4, 1-42), el don profético de los conocimientos que Jesús posee núlagrosamente (4, 16-19) es expresión de un saber más profundo, dei cual dispone Jesús por ser él la revelación que Dios hace de sí mismo (4, 26; cf. 7, 28s). Por tanto, el conocimiento de Jesús como profeta puede ser una preparación para la autorrevelación de Jesús como el Sal­ vador dei mundo (4, 26.39-42). En la concep­ ción joánica de Jn 9,1-41, la curación dei ciego efectuada por Jesús no es sólo una impo­ nente demostración dei profeta Jesús (9, 17), sino también la expresión de la autorrevela­ ción de Jesús como la Luz dei mundo (9, 5.39; cf. 8, 12). También el ciego de nacimiento, en su confesión de fe en Jesús como el Profeta, puede ser llevado por Jesús (9, 39) y conducido por él mediante su autorrevela­ ción (9, 35-37) a la adoración creyente de Je­ sús (9, 38). En el relato dei milagro en que se da de comer a la multitud, el Evangelio de Juan muestra que el acto poderoso de Jesús al multiplicar los panes no conduce al pueblo a la fe en que Jesús es el pan de vida (6, 35s),

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sino que el pueblo entiende erroneamente al Profeta escatológico y Salvador, y quiere uti­ lizar a Jesús para sus propios fines ( 6 ,14s; cf. 6, 26). La actividad profética de Jesús desafia al individuo a que adopte una actitud ante él. Origina una división en el pueblo (7,40-43) y en Ias autoridades (7, 50-52). Unos rechazan a Jesús como embaucador y falso profeta (7, 47; 8,48; 9, 16.24); otros le consideran como el Profeta de Dios (4, 19; 7, 40; 9, 17). Por tanto, el conocimiento de que Jesús es un pro­ feta no es suficiente para captar de manera plena el mistério más íntimo de la persona de Jesús, pero es una comprensión inicial de Je­ sús. Jesús no es sólo el cumplimiento de la expectación dei Profeta escatológico, sino que es la revelación de Dios en persona y, co­ mo tal, sobrepasa a todos los profetas que ha habido en la historia de la salvación (8, 4858). Junto a la cristología profética directa (titular) se encuentra también en el NT una cristología profética indirecta. Se trata de tradiciones que pueden incluirse en el âmbito de la tradición pro­ fética: entre otras, el bautismo como legitimación de la vocación, la crítica dei culto, Ias instmcciones sobre el seguimiento. Ias palabras de amenaza y los ayes. Ias acciones simbólicas, el acto de conceder el Espíritu, y el destino de Jesús de tener una muerte violenta. Pero Ias comparaciones de la tradición de Jesús con los profetas dei AT demuestran también los «limites» de una cristolo­ gía profética dei NT y su «apertura» hacia la cris­ tología de la filiación divina (cf. Hengel, Mauser, MuKner, Schnider). 5. Según el testimonio dei NT, en diversas comunidades dei cristianismo prinútivo hubo personas a quienes se designo como profetas. En 1 Cor 12, 28s; Ef 4, 11 se los menciona juntamente con los apóstoles y los maestros; en Lc 11, 49; Ef 2, 20; 3, 5, junto a los após­ toles; en Hech 13, 1, junto a los maestros; en Ap 18, 20, junto a los santos y los apóstoles. De ahí se deduce que los profetas menciona­ dos en estos pasajes, desempenaban una detemúnada posición en sus respectivas comu­ nidades. Pero describir más concretaraente la

1235

jt@otpr|i;T)ç - jtg o tp T itiç

posición que ocupaban, resulta difícil por los escasos datos que proporcionan Ias fuentes. Los especialistas han querido penetrar más en la profecia dei cristianismo primitivo, tratando primero de identificar los gêneros dei discurso profético (prophetísche Redegattungen) en el NT, y luego de determinar su «situación vital» (Sitz im Leberi) en los círculos proféticos dei NT (cf. Bultmann; Kasemann; Satake; Müller, Prophetié). Pero, como no se ha esclarecido todavia el método para determinar Ias circunstancias histó­ ricas concretas de Ias formas dei discurso proféti­ co, y en consecnencia se ha llegado a concepciones muy diferentes acerca de la profecia en el cristianismo primitivo (para la crítica, cf. Neugebauer; Schweizer, Observance, 226s; Berger, Sãtze; Cothenet, 1285s; Dautzenberg, Prophetie), es preferible examinar los enunciados acerca de los profetas dei NT, no a través de la historia de Ias formas, sino mediante el estúdio dei contexto redaccional. Según 1 Cor 14, 3.31, Pablo espera de los profetas la edificación, el aliento y el consuelo de la comunidad y la persuasión de los que se hallan fuera (14, 24s). Por eso, el hablar profético no debe realizarse en éxtasis, sino en forma ordenada (14, 29-32), en lenguaje comprensible y racional (14, 15s) y según la. medida de la fe (Rom 12, 6). Probablemente estos profetas estaban ligados a la comunidad local (Campenhausen, 65s; Greeven, 9) y no eran profetas itinerantes (en contra de Harnack). Mt 10, 41; 23, 34 y la advertência contra los falsos profetas (Mt 7, 15.22s a diferencia de Lc 13, 26; Mc 13, 22 par.) hacen referencia a profetas cristianos de la zona de Siria-Palestina. El libro de Hechos ve en la actuación de los profetas una senal dei derramamiento escatológico dei Espíritu. Por principio, todos los cristianos tienen dones proféticos (2, 17-21: 19, 6). Los profetas mencionados expresamente y de los que algunas veces se refiere su nombre (en Antioquía, 13, Is; en Jerusalén, 11, 27s; 15, 22.32; Ias cuatro hijas de Felipe, 21, 9) ilustran la actividad dei Espíritu en el tiempo de la Iglesia. Algunos de estos profe­ tas se contaban entre los varones dirigentes de

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sus respectivas comunidades (13, 1-3; 11, 27; 15, 22.23). Según E f 2, 20; 3, 5; 4, 11, los apóstoles y los profetas dei cristianismo primitivo, por ser los proclamadores autoritativos dei mistério de la Iglesia universal, integrada por judios y gentiles, son el fundamento de la Iglesia postapostólica. El Apocalipsis menciona profetas dei cris­ tianismo primitivo en 10, 7 (a ellos solos), en 11, 18; 16, 6; 18, 24 (junto a los santos) y en 18, 20 (junto a los apóstoles y los santos). El autor dei Apocalipsis se llama a sí mismo pro­ feta (22, 9: aúvôonkoç... xmv JtQoqpqTcõv), pero reclama no obstante para sí una autoridad especial (22, 18s). F. Schnider n@0(pT]Tl>fóç, 3 prophêtikos profético* Rom 16, 26: YQCupotl jtQoqDT|tixaí. Proba­ blemente, la expresión no se refiere a la pro­ fecia dei AT (a diferencia de 1, 2) ni tampoco a la profecia específicamente dei cristianismo primitivo, sino en general al carácter proféti­ co (es decir, obrado por el Espíritu) de los es­ critos dei cristianismo primitivo (cf. también Ef 3, 5), que aqui -con los ojos de una generación pospaulina- se contemplan fundamen­ talmente como revelación de Dios (cpavegco§évTOç ôè vnv, Rom 16, 26; cf. además E. Kasemann, An die Rõmef^ [HNT], sub loco)', en 2 Pe 1, 19 ó TtQoqpriuxòç Àóyoç significa la «profecia escrituraria» (cf. 1, 20s; 2, 1; 3, 2); cf. también 2 Ciem 11, 2, donde se cita una «palabra profética» (desconocida). ->■ jtQocpqxeúco.

TlQOtpfjTlç, lôoç, n prophêtis profetisa* En Lc 2, 36 se habla de la profetisa Ana. En Ap 2, 20, de una mujer de Tiatira, que se de­ signa a sí misma con el nombre de Jezabel (cf. 1 Re 16, 31; 21, 5ss.23ss; 2 Re 9, 22) y «que dice ser profetisa» (f| kéyouaa éauxTiv jtQoqpfjxLv), pero que al mismo tiempo origina confusión entre los miembros de la comuni­ dad y los seduce para que caigan en la aposta­ sia (cf. además Hech 21, 9; 1 Cor 11, 5; 14,

1237

JtQOqJTlTlÇ - JtQCOia

34; 1 Tim 2, 12); sobre el nombre y el encuadramiento de esta «profetisa» cf. Ap 2 , 14s; ’lE^ápeÀ.. JtQOtp^dávoj prophthanõ adelantarse* Con un participio aparece en Mt 17, 25: JtQoéq)'&aaev... Xéycov, «se adelantó a preguntarle»; con infinitivo en 2 Ciem 8, 2; cf. BlaB-Debrunner § 414, 1 con la nota 7. procheirizomai escoger, destinar, designar de antemano* En el NT el verbo aparece 3 veces en el li­ bro de Hechos, tan sólo en voz media y en voz pasiva; sobre el significado, cf. el adjetivo JtçóxeiQoç, «lo que está a la mano». El verbo se refiere dos veces a la elección de Pablo por Dios: Hech 22, 14: ó fieòç... Jtpoexei-etcfaTÓ oe (como palabra de Ananías); 26, 16: mq)b“qv ooi, jipoxeiçíoaofiaí OE i)jrr]pÉTT]v (co­ mo palabra dei Exaltado). El verbo realza lo apremiante de la designación divina. El verbo se usa en voz pasiva en 3, 20: ó JTQOXEXElOlOjXévOÇ l)|J,TV X etO T Ò Ç “I t i o o ü ç ,

«el Mesías determinado de antemano para vosotros, a saber, Jesús»; sobre la idea de la predestinación (y anuncio prévio) en este pasaje, cf. vv. 13.17s.21.24-26; también 4, 28; 10, 41. Según el contexto, xqiotóç es aqui una desig­ nación dei Mesías, sugerida también por el uso dei dativo de provecho o dano (dativus commodi) ú|tTv (cf., a propósito, Jos 3, 12). El verbo falta en Filón y en Josefo, así co­ mo en los escritos no bíblicos dei cristianismo primitivo. Bibliografia en ThWNT VI, 863865; Spicq, Notes II, 768-770; G. Lohfink, Christologie und Geschichtsbild inApg 3, 1921: BZ 13 (1969) 223-241, sobre todo 235s. Jlgo/eiçOTOVÉO) procheirotoneõ elegir o escoger de antemano* Hech 10, 41; (tÓQTUQEÇ Ol ItQOXEXElQOTOvqp,évoi ÚTtò Toõ ■fieoü, «testigos qae.fueron escogidos de antemano por Dios», a saber, para ser testigos de la resurrección de Cristo y de sus apariciones (cf. 1, 22s; Lc 24, 36ss).

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H q ÓXOQOÇ, ou Prochoros Prócoro* Nombre de un miembro dei círculo de los Siete en tomo al helenista Esteban: Hech 6, 5 (significado griego; «el que dirige la danza»). JtQÚfAva, n ç , prymna popa (de una embarcación)* En Mc 4, 38 dícese de Jesús que, durante una tempestad nocturna, «dormia recostado sobre un cabezal en la popa (de la barca) (âv TÕ) JtQÚpvp); Hech 27, 29: èx Jtpúpvqç, «por la popa»-, 27, 41: r\ JtpcõQa... f| itQÚpva, «la proa..., la popa». níQtoí p rõ i (adv.) de madmgada, al rayar el alba* En el NT el advérbio aparece 12 veces, uni­ camente en Mateo, Marcos, Juan y Hechos. A primera hora de la manana (ôijjíaç Y£'''opÉvqç... JtQOOL), Mt 16,3 (con C D L W 0 f‘ Koiné latt y otros); 21, 18; Mc 11, 20; 16, 9. Conbinaciones especiales: â p a JtQCoí, «nada más rayar el alba», Mt 20, 1; jtqcoÍ Êvvuxct A.íav, «muy de manana, cuando todavia estaba oscuro / cuando aún no había amanecido», Mc 1, 35; fj [xeaovúxxLov q àÀ,exxoQoq)ü)VLaç q JtQCOÍ, «o al atardecer o a medianoche o al canto dei gallo o de madrugada», con arreglo a la división de la noche en cuatro vigilias (o períodos de vela) de tres horas cada una, 13, 35; eúM ç itQCoí, «en seguida por la manana», 15, 1; Xíav npcüí, «muy temprano por la ma­ nana», 16, 2; qv ôè jtQcoí (como advérbio sustantivado; cf. BlaB-Debrunner § 434, 1 con la nota 3), Jn 18, 28; Jiptoí oxoxíaç êxi oúoqç, «de madrugada cuando aún estaba oscuro», 20,1; àjtò jtpcoí Ecoç é a rté p a ç , «desde la ma­ nana hasta la tarde», Hech 28, 23; cf. además eú^òç E3xl xò jtQcní, «en seguida hacia la ma­ nana», Mc 15, 1 V.I.; xò JtQcoí, Hech 5, 21 D. JtQíOia, a ç , lí prõia manana* En el NT aparece únicamente en la expresión JtQCOÍaç ôè (qôq) yevopévqç, «cuando era ya de manana l y a por la manana», Mt 27, 1; Jn 21, 4; cf. jtQcoíaç en Mt 21, 18 v.l.

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JTQoálfiOÇ- JC Q W TO xX lO Ía

JIQfóü^oç, 2 prõím os temprano; sustantivado, lo tempranero Grafía variante de -> jtpoipoç (lo opuesto: õolJipoç), no relacionada probablemente con JtQÓ (con el significado de: «lo de princi­ pio dei ano») sino más bien con ->■itçooívóç, aunque ambas formas se mantengan bien di­ ferenciadas en la LXX; cf. Bauer, Wõrterbuch, í.v. JTQdC[xoç; BlaB-Debrunner § 35, no­ ta 1. JIQtOlVÓç, 3 prõinos de la manana, matuti­ no* En el NT el adjetivo se usa en la construcción ó àoTTjQ ó jrpcoívoç, el lucero matutino» (Venus), Ap 2, 28 (quizás como senal de so­ berania [Is 14, 12; Ez 32, 7] o tal vez -como en 2 Pe 1, 19 [qjcooqpÓQOç]- como senal dei día [de la salvación] después de oscura noche); en Ap 22, 16 como designación dei Cristo escatológico de la raiz de David; cf. Is 9, 1; 11, 1.10; 60, 1; Núm 24, 17; CD 7, 18s; IgnEf 19, 2. JIQ M Q a , tiç , 11 prora proa*

Hech 27, 30: èx jrprópqç, desde la proa» (cf. èx JtQÚpvqç, V. 29): 27, 41: fi KQtõQa... f| JiQÚixva. JIQCOTEVCO prõteuõ ser el primero, ocupar

el primer lugar* En Col 1,18 dicese de Cristo, quien, como àQ%r] y jrptOTÓTOXOç èx vexprôv, «es en todo (cf. TÒ Jtávxa, vv. 16s.20) el primero» (tva YÉVT]Tai èv Jiãoiv auxòç jTçcoxeúcov). jtQcoxeúoo recoge el sentido de -> rtpcoxóxoxoç (vv. 15.18) y el de la expresión hqò itávxcov y acentúa el prae universal dei Mediador de la creación y de la salvación. prõtokathedria puesto de honor, el primer puesto (en Ias sinagogas)* JtpooTOXa^&EÔQÍa no se halla atestiguado en escritos no cristianos; en el NT aparece cuatro

3 tQ (O T O xa # £ Ô Q Ía , a ç ,

1240

veces en la critica de Jesús contra los escribas y fariseos, a quienes gusta ocupar los puestos de honor no sólo en los banquetes sino también en Ias sinagogas: Mc 12, 39 par. Mt 23, 6 / Lc 20, 46: (xàç [Mateo]) 3tQC0Xa'&eÔQÍaç èv xalç ouvaYCOYttXç (en todos los casos junto a -»• jtQCOXoxXioía); en número singular en Lc 11, 43. Los doctos no se sentaban ordinaria­ mente en Ias sinagogas junto a los demás asistentes (en la parte central dei local), sino en un lugar elevado, delante dei cofre de la Torá y de cara al pueblo, a menudo también en bancos que estaban situados a lo largo de Ias paredes laterales (cf. Billerbeck I, 915s; W. Grundmann, Das Evangelium nach Markus [ThHK], sobre 12, 39). Aqui no se piensa se­ guramente en la -> xáô-eôpa Morüaémç (Mt 23, 2) en sentido estricto, sino en lugares bien visibles para todos, a los que se aspira por razones de prestigio. ThWNT VI, 87 Is.

Jig c o T o x ^ ia ía , a ç , prõtoklisia puesto de honor, el primer puesto (a la mesa)* El término, que no es muy frecuente en griego, aparece 5 veces en el NT. En Mc 12, 39 par. Mt 23, 6 / Lc 20, 46 se hace referencia a los escribas, que, además de apetecer los puestos de honor en Ias sinagogas (->■ rtpcoxoxa0'EÔQÍa), desean ocupar también los primeros puestos en Ias comidas o banquetes (xT]v jtQtoxoxkioíav [Mateo] / jrgcoxoxkiaíaç [Mateo / Lucas] èv xolç ôeímvoiç); los comensales no se sentaban sino que se reclinaban a la mesa àvax?^,ív(o, ->• xaxaxltíva). En Lc 14, 7 (en plural) se hace referencia en general a los comensales invitados; en la pa­ rábola de 14, 8) (en singular) se habla de un banquete de bodas; el singular está condicio­ nado por la expresión opuesta eajaxoc, xóKoç (vv. 9s). En tiempos de Jesús, los puestos de honor en los convites se asignaban según el prestigio y la dignidad de Ias personas (hacia el 300 p.C., conforme al testimonio de bBB 120a, se asignaban según la edad de los comensales). Los puestos de honor se hallaban en la cabecera de la mesa o en el centro de la misma (los detalles pueden verse en Bi-

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3tgan:ojc>i,ioía - jtqwtov

llerbeck IV, 618), en general probablemente cerca dei anfitrión o de los invitados más distinguidos. Cf. también Mt 10, 37 par. ThWNT VI, 871s. TlQCOTOftagTVÇ, VQOÇ, O prõtom artys

primer testigo, primer m ártir (?) En Hech 22, 20 v.l. en vez de pápxnç. So­ bre la cuestión de la interpretación martirológica, cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v. p áp tn ç (con bibliografia algo antigua); E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco\ ->■ pápTTJÇ 4.5. JtQCÕTOV prõton (adv.) en primer lugar, an­

tes que nada 1. Aparición y significados - 2. Sobre la precondición temporal - 3. Sobre la prioridad temporal. . . 2; W. Mien ThWNT VI, 869-871; D. Zeller, Ju d en u n d H eid en in d e r M ission des Paulus, Stuttgart 1973, 141-145, 149-151 (sobre Rom 1, 16; 2, 9.10).

B ib l.:

chaelis,

Bauer,

jiq c õ t o ç

W õrterbuch,

í

v

jiq c õ t o ç

,

1. JtQcõTOV es el neutro de itQCÕTOÇ y se emplea como advérbio en el sentido de primeramente, antes, en sentido temporal principal­ mente, pero también refiriéndose a la secuencia en Ias enumeraciones (por ejemplo, Rom 1, 8; 3, 2; 1 Cor 12, 28) y a la prioridad o ran­ go (por ejemplo, 2 Cor 8, 5; 1 Tim 2, 1) (Bauer). En el NT el advérbio aparece en 60 lugares. En la comparación con jtQôitoç, es sorprendente que JtQôÍTOV predomine en Juan y en Romanos, y en cambio quede relegado en Hebreos (donde aparece únicamente en 7, 2) y falte por completo en el Apocalipsis. El advérbio aparece con la mayor frecuencia en Mateo (8 testimonios). Marcos (7), Lucas (10), Juan (8), Hechos (5) y Romanos (6). El advérbio con artículo (tò JTQrâxov, la primera vez) aparece únicamente en Jn 10, 40; 19, 39 y, con el significado de por el momento, tan sólo en Jn 12, 16. 2. JTQóõxov en el sentido de una precondición (necesaria) subraya a menudo un cumplimiento escatológico. Así, por ejemplo, Mc 9,

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l l s dice que Elias tiene que «venir primero». La conclusión escatológica está indicada en el contexto. Cf. Lc 17, 25, donde se habla de la Pasión y dei rechazo dei Hijo dei hombre. Aqui se acentúa más intensamente aún la necesidad (ôet) de los acontecimientos. Lc 21, 9 habla de los acontecimientos que preceden al fin. Son necesarios y se hallan también deter­ minados (S eí) en el plan salvífico de Dios, pe­ ro no anuncian todavia el fin inmediato. De manera semejante se describe la necesidad de la apostasia con la que los hombres se apartarán de Dios y la necesidad de la aparición dei adversário. Tan sólo después tendrá lugar la victoria de Cristo, cuya fecha se desconoce aún. jtQcõxov aparece también con el sentido de una precondición en el discurso escatológico de Mc 13, 10. El Evangelio «tiene que anunciarse primero a todas Ias naciones», antes de que llegue el fin. El motivo temporal se escucha principalmente en Mateo. Y, así, la proclamación dei Evangelio en el mundo entero es condición para que se produzca el fin. Sin marcar un claro comienzo escatológico, JtQó&xov aparece en el sentido de una condi­ ción previa en Ias exigências éticas de Jesús: Mt 5, 24 en la sentencia sobre la reconciliación; Mt 7, 5 par. Lc 6, 42 en la sentencia so­ bre el juzgar al hermano. itQtõxov aparece además en palabras sapienciales de Jesús: en la sentencia sobre los cálculos que deben hacerse de antemano (Lc 14, 28) y en Ias pala­ bras sobre Ias reflexiones estratégicas antes de decidirse a dar una batalla (14, 31). En es­ ta serie de palabras de Jesús podemos incluir el texto de Mt 6, 33. Falta en él la perspectiva escatológica, y jiqc&xov (en el sentido de an­ tes que nada) se refiere a que hay que buscar sobre todo el reino de Dios. Todo lo demás se pone en vivo contraste con ello. Por eso, Jtçóõxov en Mt 6, 33 está senalando un veilor exclusivo. La condición previa puede demostrarse también que es negativa y perjudicial, si pro­ cede de los hombres y no de Dios. Así se afir­ ma, por ejemplo, de los que primeramente quieren enterrar al padre, y sólo entonces es-

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JtgCOTOV - JTQCOTOÇ

tán dispuestos a dejarlo todo para seguir a Je­ sus (Mt 8, 21 par. Lc 9, 59; Lc 9, 61).

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dei advérbio -> Jigcõxov, que constituye la forma neutra de jiq c õ x o ç . JtQôixoç se encuentra con frecuencia en los Evangelios (en Ma3. jtQCõTov aparece en Rom 1,16 en el sen­ teo 17 veces, en Marcos 10, en Lucas 10, en tido de una prioridad temporal. En todo caso, Juan 5 + 2), en Hechos (11 veces), en Hebreos los destinatários dei Evangelio eran primem(9) y en el Apocalipsis (18). mente los judios. Los griegos (los gentiles) Jtgcõxoç se considera como superlativo de son situados, mediante la expresión jtavTl xrô JI0Ó y designa al primero de vários y también, moxEÚovTi, en igual plano histórico-salvífidesde luego, al primero de dos; puede tener co. Por eso declara Pablo: louôaío) te jtQoõigualmente el significado de jt q ó x e q o ç ( ^ 2 , Tov x a l “EX,X,t)vl. El JtQCõxov tiene un «matiz sobre Hech 1,1). marginal» (Zeller, 142). Por consiguiente, no Desde Homero jtgóxEQOç se emplea predoraihay que traducir: «luego a los griegos», sino nantemente en triple sentido. El más frecuente es «igualmente a los griegos». Sin embargo, se el significado temporal; luego viene el significa­ mantiene la prioridad temporal (cf. Hech 3, do de rango o de valor, y finalmente el significa­ 26; 13, 46). En Rom 2, 1-11 Pablo acentua do espacial, que es raro. Así, por ejemplo, en la por dos veces esa prioridad, tanto en la preLXX, donde JtQtóxoç aparece unas 240 veces, la tercera parte de los testimonios corresponden a dicción de la tribulación (2, 9) como también indicaciones de tiempo. En Filón se anade a este en la sentencia acerca de la bendición (2, 10). significado temporal el sentido de exclusividad, jtQcõxov ocupa una posición singularísima cuando habla de Dios como Ttpõixoç dEÓç (por en 1 Pe 4, 17: El juicio comienza «primeraejemplo en Migr 181; Abr 115). mente con nosotros». Se piensa en la comunidad de los creyentes, que han escuchado el 2. En el NT parece que el significado tem­ mensaje divino de la salvación. Parece que poral es el predominante. Claro que puede aqui no se trata de una indicación específica aparecer con variaciones. Habrá que ver una de tiempo ni de prioridad alguna. Se acentua afirmación puramente numérica en la fórmula que tanto los creyentes como los incrédulos «en el primer dia de los panes sin levadura» están sujetos al juicio. JtQC&xov sugiere aqui (Mc 14, 12 par. Mt 26, 17). Se entiende por una nota de privilegio. A pesar dei juicio uni­ ello el 14 de Nisán, en el cual a primeras ho­ versal, pintado con colores sombrios, los cre­ ras de la manana se sacaba de la casa la leva­ yentes pueden aún salvarse. Este enunciado dura, aunque el primér dia de la fiesta era prose comprende, si se tiene en cuenta la intenpiamente el 15 de Nisán. Tan sólo en Mc 16, ción general de la Carta primera de Pedro. 9 JtQCõxoç se refiere al dia de Pascua como primer dia de la semana (cf. Mt 28, 1 par. Lc H. Langkammer 24, 1: |tía oappáxcov, cf. además Jn 20, 1; Hech 20, 7; 1 Cor 16, 2). En Hech 1,1 (jtQtõJtQ M toç, 3 protos el primero, el más antexoç Xóyoç), Jtgóãxoç tiene el sentido de jtgóXE0OÇ (Bauer, s.v. Ib). Ap 2, 4s puede considerarse como un ejemplo de contraste tempo­ 1. Aparición en el NT y amplitud de significados ral. El «primer amor» y Ias «primeras obras» 2. Significado temporal (y numérico) - 3. Del rango entre personas - 4. Sentido espacial - 5. De la exclusi(en el sentido dei «anterior» amor y de Ias vidad. «anteriores» obras) se contraponen al estado actual. Se extinguió el ceio «original» en la B i b l : Bauer, W õ rterb u ch, í . v. 1; W. Michaelis, vida cristiana. xpmxoç, en ThWNT VI, 866ss; Moulton-Milligan, s.v. La contraposición temporal puede desarrollarse también hasta convertirse en una con­ 1. En el NT jx q õ ix o ç aparece en 96 pasajes traposición fundamental, perdiendo entonces (incluídas Ias variantes textuales de Jn 5, 4; 8, importância el elemento temporal. Así, por 7). Hay que anadir otros 60 testimoníos más

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XQÜ3TOÇ

ejemplo, en la Carta a los Hebreos, al «primer pacto» (8, 7.13; 9, 1.15.18) se le contrapone el «nuevo (xaivT))» pacto (8, 8.13; 9, 15; cf. 12, 24: vÉa ôia^fiXT)). Tan sólo en Heb 8, 7 se designa al nuevo pacto como òeutépa (cf. 10, 9). Ahora bien, la Carta a los Hebreos no emplea nunca la expresión naXaià ôiaO^fixr). Y, con suma probabilidad, no lo hace porque jtQcõxoç puede tener también Ias connotaciones de jta);,aLÓç, «antiguo, anticuado, de otros tiempos, etc.» (cf. Heb 8, 13). La Carta a los Hebreos fundamenta también el sentido teoló­ gico de esta contraposición, por ejemplo, en 8, 7 en sentido general, en 9, 1-10 por razón de lo imperfectas que eran Ias prescripciones rituales del AT, para contraponerlas finalmen­ te en 9, 11 a la acción del único Mediador del nuevo pacto (9, 15a). JtQcõTOÇ puede contener también la idea de una diferenciación temporal. Por ejemplo, 1 Tim 5, 12 habla de una «ruptura de la «primera fe». La oposición se expresó ya en 5, 8: la negación de la fe es peor que la incredulidad (àjuaxta). En general, itQCÕxoç senala un plazo de tiempo en el pasado. Pero hay pasajes en los que queda relegado el interés por el pasado, y la mirada se dirige bacia el futuro. Así, por ejemplo, con el «primer delo» y la «primera tierra», en Ap 21, 1, se piensa en todo lo que existia antes y que es perecedero. Es impor­ tante la perspectiva escatológica en 21, 6. El profeta-vidente está interesado principalmen­ te en lo «nuevo». En el círculo escatológico de referencias se encuentran también enuncia­ dos de juicio formulados por Jesus acerca del fin. Mt 12, 45b compara Ias cosas últimas del hombre con Ias cosas primeras (xcõv jcqo)xmv). Las primeras fueron malas. Las últimas serán incomparablemente peores que las ya condenadas como malas (cf. Lc 11, 26; Mt 27, 64; 2 Pe 2, 20; Ap 2, 19). Las «primeras» co­ sas son puestas en relación con «aquella generación» que no aceptó a Cristo. Aqui tam­ bién jtpóõxoç se convierte más en un período presente que en una referencia al pasado. JtQcõxoç puede referirse también un cambio fundamental de posición. Así se ve claramen­

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te en 1 Cor 15, 45: Adán es «el primer hom­ bre», Cristo es el ô e ú x e q o ç àv&Qmrtoç. Adán es terreno, Cristo es del cielo. Se mantienen los abruptos contrastes, aunque tiene ya me­ nor significación el factor de tiempo. En el contexto de la contraposición no puede tratarse, como es lógico, de una sucesión temporal, lo cual queda bien claro por la ulterior exposición que hace el apóstol. En Adán queda asegurada la condición de criatura terrena (v. 47), pero Cristo se ha convertido en el modelo del hombre celestial (v. 48), como expone Pablo en la sección acerca del cuerpo resucitado. 3. El punto de vista del orden jerárquico aparece principalmente en la contraposición entre el JtQCÕxoç y el eaxaxoç. En Mc 10, 44 falta, desde luego, la palabra clave eaxaxoç. Jesús se dirige a los discípulos con ocasión de la disputa de éstos sobre quién ocupaba el pri­ mer puesto. Conceptos opuestos a JtQtõxoç son los de ôiáxovoç y ôoü)i.oç (Mc 10, 43s par. Mt 20, 26s). El que aspire al rango y a la preeminencia, debe primero prestar servidos, como hace el Hijo del hombre (Mc 10, 45). Aqui también el factor «tiempo» pierde signi­ ficado. En Mc 10, 31 vemos, por ejemplo, que el orden jerárquico experimenta una inversión de valores; «Muchos primeros serán últimos, y los últimos serán primeros». Se trata de un cambio total de papeles, que en este enuncia­ do sobre el juicio significa supremamente una inversión de valores (cf. Mt 20, 16; Lc 13, 30). Pero, en sentido totalmente opuesto, jtQWxoç, a pesar de una intencionada tensión, puede conservar su valor incomparable. Lo contrapuesto debe considerarse como de ran­ go inferior. Así, por ejemplo, en Mc 12, 29-31 el primer mandamiento (v. 29) se sitúa junta­ mente con el «segundo» (v. 31) a un mismo nivel y ambos se contraponen como èvxoXf) jtgcóxT] rcávxcov (v. 28, cf, Mt 22, 36: èvxoÀf] p,eYá7,T]) a todos los deraás. Sin contraposi­ ción alguna aparece (ol) JtQõjxoi en Mc 6, 21; Lc 19, 47; Hech 13, 50; 25, 2; 28, 17. Se tra­ ta de una designación colectiva y honorífica con la que se hace referencia a los «varones

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JtQCDTOÇ- JIQÍDXOTOXOÇ

más prestigiosos». Sobre Hech 28,7 (jrgcõTOç de la isla de Malta) cf. Wikenhauser, Geschichtswert, 343-346. 4. Heb 9, 2.6.8 (la descripción dei tabemáculo) es el único texto clásico en que aparece en el fondo el significado espacial de itQtoxoç, un significado que, por lo demás, es raro. Se refiere a una división dei tabemáculo en la que cada espacio tenía su destino específico. Pero se escucha al mismo tiempo el factor dei rango. Los sacerdotes tenían acceso al espa­ cio «primero / exterior»; al segundo, única­ mente el sumo sacerdote. f| jtQcótT] a>iT]vf| se presenta aqui como el compartimento menos importante. 5. En el sentido de cierta exclusividad (lo mismo que en Filón, pero sin ulterior precisión), níQC&Toç se halla en Ap 1, 17; 2, 8; 22, 13: «el primero y el último». El jxqcõxoç no aparece ni en comparación ni en tensión con el «último». Ambos predicados se refieren a Cristo, a su eterna posición de soberano sobre todos y sobre todo. ó jípcõToç realza la pree­ xistência y, al mismo tiempo, pone de relieve que Cristo es la causa de todo, porque todo tiene su comienzo en él; ó êoxaroç acentúa la perfección consumada en Cristo, quien no tie­ ne fin. Por eso, podríamos hablar de dos pre­ dicados que, cada uno a su manera, expresan la exclusividad. H. Langkammer TlQtOtOOTátllÇ, OV, ó prõtostatês diri­

gente, cabecilla* Según Hech 24, 5, en la acusación pronun­ ciada por Tértulo, Pablo es considerado como iXQCüToaxáxTiç xfjç xcõv Na^copaícov alpéOECOÇ, «cabecilla de la secta de los nazoreos». Por tanto, Pablo se halla bajo la sospecha de ser alborotador. J tQ to T o tó x ia , MV, t á prõtotokia (dere-

chos de) primogenitura* En Heb 12, 16 dícese de Esaú: ôç... àjtéôsTo xà jxQcoxoTÓxia éauxoõ, «que vendió su

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primogenitura por un plato de comida» (cf. Gén 25, 33s). Cf. BlaB-Debrunner § 120, nota l;T hW N T V l, 875s.

n;ç€i)TÓtoxoç, 2 prõtow kos el primero en nacer, el primogênito* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos fuera dei NT - 3. Cristo como jtgcoxóxoxoç y los cristianos como primogênitos. B ib L : K. H. Baitels, en DTNT III, 410-412; Ch. Burger, S chõpfung un d Versõhnung. Studien zu m Uturg isc h e n

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1. En el NT el adjetivo jxqw tótoxoç apare­ ce en 8 pasajes. Entre ellos, únicamente Lc 2, 7 eraplea JtQCOTÓxojioç como adjetivo (refiriéndose a Jesús; «ella dio a luz a su hijo pri­ mogênito»), En los demás pasajes rtQcotóxoJtoç aparece como sustantivo; referido a Cris­ to en Rom 8,29; Col 1, 15.18; Heb 1, 6; Ap 1, 5; además, referido a hombres, en Heb 11, 28 (xà JtQCOxóxoxa, «los primogênitos de los is­ raelitas) y en Heb 12, 23 (èjtxÀTjaía jxqcoxoxójtoiv, refiriéndose a los cristianos). 2. El testimonio más antiguo de jxqcoxóxohoç, referido en sentido pasivo a seres humanos, se considera una inscripción sepulcral judia de Tell el-Yehudieh (Leontópolis), que data aproximada­ mente dei siglo V a.C.; «En los dolores de parto de mi primer hijo, el destino me llevó al final de mi vida» (Preisigke, Sammelbuch, 6647, 6). Otros escasos testimonios hablan principalmente de animales y datan dei siglo IV p.C. jxqcoxóxoxoç tiene en estos casos un sentido general, afín al dei término jtQWxÓYOVoç, que no se encuentra en la Biblia. En la LXX jxqwxótokoç aparece unas 130 veces, casi siempre para traducir el hebreo b"kôr (o b‘kõr), «primer nacido» (cf., a propósito, ThWNT I, 643-650). En el AT predomina el uso religioso de «primicia». Tratándose de frutos, la LXX emplea el término rtQQ)xoYév(v)'n(J,a. Dios tiene es-

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3tQÜ)T0T0K0Ç

pecial derecho de propiedad sobre todo primogê­ nito; será santo para el Senor (Ex 22, 28s; 34, 19; Núm 18, 15ss; Dt 15, 19ss). En estos casos el acento recae tanto sobre JtQO- como sobre -xonoç. Pero el acento puede desplazarse también a 7ZQO-. Por ejemplo, en Ex 4, 22 la frase níòç n;eo3XÓToxóç p.ot) lapafiX expresa la relación singularísima de Israel con respecto a Yahvé. Por eso, el AT conoce a Dios como «Padre» única­ mente de Israel (por ejemplo, Jer 31, 9). El Sal 88, 28 LXX habla de manera parecida acerca dei Rey (mesiánico). Lo que aparece en primer plano no es la relación dei Rey como jiqcütóxoxoç con los «reyes de la tierra», sino la relación dei Rey con Dios, de quien es el Elegido y el Amado. Es­ te desplazamiento dei acento se expresa de mane­ ra aún más viva en SalSl 13, 9; 18, 4; 4 Esd 6, 58, por la sinonimia existente entre primogênito, hijo único, elegido y amado.

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Puesto que Col 1, 15-18a(-20) debe considerarse como un Mmno más antiguo a Cristo, quizás no podamos recurrir a la expresión «Hijo amado» dei v. 13b, aunque en otra par­ te el autor de la carta recoja la relación Hijo Padre. Pero esta relación se halla expresada también por el motivo de la imagen. Además, habrá que pensar si el himno no contenía en sus orígenes un título semejante al dei v. 13b. En todo caso. Cristo -en cuanto Mediador de la creación- no se halla en la serie de Ias cria­ turas, sino en una relación singularísima con Dios, el «Invisible». Por eso, en JtQcotótoxoç en Col 1, 15 no habría que pasar por alto la acentuación dei segundo componente dei tér­ mino. c) De una manera algo distinta habrá que 3. a) En el NT jtqcotótoxoç aparece por entender jtpcoxÓToxoç en el v. 18a. Aqui se afirma primeramente que Cristo es «el coprimera vez en Lc 2, 7. Por el empleo paronomienzo» de una nueva serie (cf. 1 Cor 15, mástico de xíxxco, se habla claramente de un 20.23; Hech 3, 15; 5, 31). Como tal, él es el nacimiento natural. Al recién nacido se le 11a«primogênito de entre los muertos» (cf. Hech ma jtpcoT Ó T O xoç. Con ello se acentúa el com­ 26,23). Son v e x q o í todos aquellos que, por el ponente -xoxoç. Pero parece que también se pecado de Adán, están sujetos a la muerte. Por realza el primer componente. Jesús, como pri­ medio de la resurrección, la muerte quedó mogênito, está consagrado a Dios de manera vencida definitivamente. Aunque esto implica especial (Ex 13, 12; 34, 19; compárese Lc 2, también la prioridad temporal, se piensa más 23 con Ex 13, 12 y téngase en cuenta el moti­ bien en la resurrección de Cristo como razón vo de que el Espíritu cubra con su sombra, en y fundamento para la resurrección general. Lc 1, 35). Si a esto se anade la promesa dei d) La frase de que Cristo es el «Primogêni­ ángel (Lc 1, 32s) y el motivo de Belén (2, 1to entre muchos hermanos» (Rom 8, 29) apa­ 5), entonces aparece también la referencia de rece en la descripción que Pablo hace de la líJtQCOTÓTOJtoç al nino como primogênito de la nea de desarrollo, determinada por Dios, por familia de David. Por tanto, jiqcotótoxoç en la cual trascurre el camino de la salvación pa­ 2, 7 identifica a Jesús como el primogênito ra los cristianos, especialmente en el estádio consagrado a Dios y lo caracteriza como el en que ellos llegan a ser conformes «a la ima­ heredero mesiánico. gen de su Hijo». Pablo piensa en la comunión b) En Col 1, 15 se puede contar también consumada con Cristo, que tiene sus raíces en con una distribución de los acentos. Por el ge­ la resurrección de Cristo, la cual se inicia con nitivo jiáoqç XTÍoecoç, que depende de Jtgo)xóxoxoç, queda bien claro que el Primogêni­ la resurrección de los muertos en el Ultimo Día y termina en el hecho de llegar a ser seto se halla en relación con la creación. jEl es mejantes (cf. 1 Jn 3, 2) a la imagen dei Cristo el Mediador de la creación! Por eso, no se exaltado y glorifícado. En esta utodeoía (cf. puede tratar de una prioridad puramente tem­ Rom 8, 23) Cristo es nQOJXÓtoxoç de sus poral dei Preexistente, sino de una superiorihermanos. A pesar de esta conformidad con la dad esencial dei mismo. Este rango singularíimagen dei Hijo, Cristo -como el «Hijo» de simo parece contemplarse también en el v. Dios- sigue estando por encima de los demás 17a. Con ello se acentuaria el jtQ O -. ^Existe hermanos en cuanto a majestad y rango. En también una senalada relación con Dios?

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JtgWTOTOXOÇ

efecto, él es para Dios la «imagen» por excelencia, conforme a la cual se plasma la nueva y definitiva forma de existência de los cristianos. También en Rom 8, 29 se mantiene la relación dei JtQcotóxoxoç con Dios, aunque el componente JtQO- se halle acentuado con mucha intensidad. e) A la luz de la resurrección, a Cristo se le llama en Ap 1, 5 «el Primogênito de los muertos». La frase que viene a continuación «So­ berano de los reyes de la tierra» enlaza con el Sal 88, 28b LXX, y la frase introductoria que habla dei «Testigo fiel», con el Sal 88, 38 LXX. El Sal 88, 28a LXX contiene también el título de JtQCUtÓTOXOÇ, y por cierto después de Ias palabras de David: «Tú eres mi Padre, mi Dios». Puede considerarse seguro que Ap 1, 5 piensa en una posición singularísima dei Resucitado. Pero, a semejanza de Rom 8, 29, se presenta una especial vinculación dei jcqcüT Ó T o x o ç con «su Padre», la cual tiene una resonancia en el v. 6. Así que tampoco en este texto se suprime por completo la acentuación dei componente -to x o ç, tanto más que no puede pasarse por alto la dependencia dei tex­ to con respecto al Sal 88. f) Heb 1, 6 es el único texto acerca de Cris­ to como jiQ C O X Ó xoxoç, al que no se acompana ninguna adición ni interpretación. En primer lugar, como una resonancia dei Sal 2, 7, se proclama solemnemente a Cristo como el Hijo. Puesto que el v. 5, al mencionar la generación dei Hijo, se refiere seguramente a la Re­ surrección (cf. Hech 13, 33), la introducción dei Primogênito en el mundo no significará la encamación, sino la segunda venida de Cris­ to. Sus derechos de Hijo garantizan a Cristo los derechos de primogenitura, que le fueron prometidos como descendiente de David (2 Sam 7,14), y, según el v. 6b, el derecho a ser adorado por los ángeles (cf. Dt 32, 43 LXX; Sal 96, 7 LXX). Aqui se acentua especialmente la singularísima relación filial dei Hijo con Dios. g) Resumiendo podemos afirmar que, in­ cluso en los pasajes en los que, al emplearse el término JtgwxóxoKOç, se observo un espe­ cial realce dei primer componente dei térmi­

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no, en ellos se escucha también más o menos intensamente el motivo de la relación filial dei Hijo y, con ello, se mantiene la vincula­ ción singularísima dei n i g c o x ó x o x o ç con Dios. Esta vinculación no conduce, desde luego, como en el judaísmo contemporâneo, a una completa sinonimia de jt q c o x ó x o x o ç con p o v o y e v f i ç , pero el motivo dei Hijo podría ser, no obstante, un factor decisivo para que el vocablo jtQ C O X Ó x o x o ç, que procede de la LXX, se aplique a Cristo. Por eso, la relación que Cristo, como J t g c ü x ó x o x o ç , tiene con Dios se establece de manera diferente que en el AT (LXX): en el AT esa relación se estable­ ce mediante el primer componente dei térmi­ no (jtQ O -), y en el NT (con excepción de Lc 2, 7) mediante el segundo componente (-xoxoç). En el AT el J t g o - procedia de Dios, para que puediera surgir en absoluto un -xoxoç. Estas diferencias fundamentales no debieran pasar inadvertidas. h) En estilo litúrgico, Heb 12, 23 habla de la «comunidad de los primogênitos, que están inscritos en el cielo». ^Quiénes son esos pri­ mogênitos? Parece que no se hace referencia a los ángeles, porque éstos se mencionaron ya en 12, 22, y el hecho de inscribir en el libro dei cielo es algo que se dice de los hombres que están destinados para la vida eterna (Ex 32, 32; Dan 12, 1). Tampoco se hace referen­ cia el pueblo de Dios dei AT o a los testigos de la fe de los que se habla en Heb 11, ya que el autor contrapone el orden salvífico dei NT al dei AT, y considera a aquél como incomparablemente más valioso. Además, el autor se dirige a la comunidad dei NT y describe el acceso que ella tiene a Dios. Todos los miembros de la serie mencionada se encuentran ya en el cielo. Los destinatários «se anaden a ellos» solamente, lo cual se ve por el uso dei verbo JtQOOÉQXopai (v. 22). De ahí que por jtQCüxóxoxoç no se entienda tampoco la co­ munidad a la que va dirigida la Carta a los Hebreos. Parece, pues, que se ofrece una visión global de la liturgia escatológica celes­ tial, y que «la comunidad de los primogêni­ tos» se refiere a todos los que, por la sangre dei Mediador dei Nuevo Pacto, han logrado

jTQQjTOTOxoç - jtxegiiE

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ya acceso a Dios. Con esta comunidad, los destinatários de la Carta participarán en la asamblea festiva celestial. H. Langkaminer JIQÒTtoç prõtõs por primera vez* Según Hech 11, 26, «a los discípulos se los llamó XQiotiavoí por vez primera en Antioquía»; Xpiaxiavóç. JtT aíw ptaiõ tropezar, tener un desliz, co­ meter un error, tener una caída* En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre en sentido intransitivo y metafóricamente con el sentido de «errar, pecar». En sentido abso­ luto se emplea en Rom 11, 11, refiriéndose al (endurecido) Israel: fXT) ejrxataav iva néao)oiv;, «^acaso tropezaron para caer (definiti­ vamente)?» (cf. àjtopokfi... jtQÓaX,r|p4)iç, v. 15); jTX aíü) èv êvt, «tropezar en un s o l o mandamiento», Sant 2, 10 (lo opuesto: okov xòv v ó p o v X T jp etv );

noXkà y à p

j t x a i o p e v c iin a v -

xeç, «porque todos nosotros tropezamos de muchas maneras», 3, 2a; èv X.ÓYO) ou Jtxaíto, «tropezar en lo que se dice», 3, 2b. En el sen­ tido de dar un resbalón / caer en 2 Pe 1, 10 ( o u pf] JtxaLOT)xé ito x E , cf. Vg: non peccabitis aliquando)-, la traducción por «caer en el infortúnio [en alemán: ins Unglück geraten]» (Bauer, Wõrterbuch, í . v.) debilita excesivamente el sentido dei enunciado; cf. W. Schrage. Der zweite Petrusbrief 10), sub lo­ co. ThWNT VI, 883-885. JltÉQVa, n ç , ^ pterna talón, calcanar* Jn 13, 18: èjtaÍQOO XTiv JtxéQVT]v eití x i v a , «levantar el calcanar contra alguien», a saber, para pisotearle; cf. Sal 41, 10 (Sal 40, 10 LXX tiene en cambio: pEyaXúvco jtxeqvlopóv). n tE Ç v y io v , o v , to pterygion parte más alta, pináculo* En Mt 4, 5 par. Lc 4, 9 se encuentra el diminutivo de ->• Jtxégul, «ala», en el enuncia­

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do acerca de la tentación de Jesus en el tem­ plo; ítal £OXT)oev auxòv em xò irtxepúyiov xoü legou, j ix e q ú y io v designa en general un borde extremo o un remate y, refiriéndose a edificios, una torrecita, un pináculo u otras cosas por el estilo (cf. Liddell-Scott, s.v.). Concretamente podría pensarse en una esqui­ na saliente de la muralla que rodeaba la plaza dei templo (por ejemplo, la esquina dei sudes­ te, que se alza a pico dominando el valle dei Cedrón: G. Dalman, Orte und Wege Jesu, Gütersloh ^1924, 311s), o podría pensarse también en el pináculo dei tejado de la «sala re­ al», que se haUa al sur de la plaza dei templo (Josefo, Ânt XV, 412 acentua su altura que causa vértigo; o quizás pudiera pensarse en la superestructura de uno de los portones dei templo, con su forma triangular a manera de alas (J. Jeremias: ZDPV 59 [1936] 195-208; opinión criticada por Bauer, Wõrterbuch, s.v.\ pero cf. también E. Lohmeyer, Das Evangelium des Matthüus'^ [KEK], 54 con la nota 1), o en una balconada en la parte exterior de la muralla dei templo (A. Schlatter, Matthãusevangelium, Stuttgart ®1963, a propósito de 4, 5; cf. bPes 35b), y eventualmente también, con bTaa 29a (Baraita); Pesiqta Rabbati 36 (162a), en el tejado dei edifício dei templo (cf. Billerbeck I, 150s; una detallada exposición y crítica de Ias interpretaciones presentadas puede verse en N. Hyldahl; StTh 15 [1961] 113-127). No es posible determinar con exactitud de qué se trata. Según Hegesipo en Eusebio, HistEccle II, 23, lls , a Santiago le arrojaron al vacío desde el jrxEgÚYiov xoõ vaoü (sobre la interpretación de que arrojar al vacío era una forma de lapidación, cf. Hyl­ dahl, 121ss). ThWNT m , 235; Haag, Diccionario, 1533. H. Balz v y o ç , 1^ pteryx ala* El sustantivo aparece 5 veces en el NT, siempre en plural. Dícese de Ias alas de un ave, especialmente de una gallina, como lugar donde encuentran protección los polluelos, Mt 23, 37 par. Lc 13, 34 (újxò xàç jrxégu-

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i t r é Q u i - jtT ijQ O [j,ai

yaç); según Ap 4, 8, cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas (cf. Is 6, 2); se habla dei «ruido de Ias alas» (iq qpcavfi xôv jTxeQÚYcov) de Ias «langostas», 9, 9; de Ias «dos alas» (ôúo JtTépuYEç) de águila gigan­ te, 12, 14 (cf. AsMo 10, 8; Dt 32, 11; Is 40, 31). Jltm v ó g , 3 ptènos alado; sustantivado, ave* En 1 Cor 15, 39 se encuentra el neutro plu­ ral sustantivado JtXTjvá: aves, volátiles (junto a âv&QcoJtoi, XTf|VTi, iX'ft'úeç, cf. Gén 1, 26. 28; Rom 1, 23). n;T oéo^.ai ptoeomai asustarse, espantarse* En el NT el verbo se emplea únicamente en voz pasiva: [xf| rtroipOfixE-, «jno os asustéis\», Lc 21,9; jtxoiY&évxeç òè x a l epcpopoi YEVÓp-EVOL, «pero ellos aterrados y llenos de miedo», 24, 37; cf. 12, 4 p'*^ 700 (en vez de qpo|3éo[tat). £(OÇ, ptoêsis la acción de asustar, intimidar; en sentido pasivo, te­ rror, espanto* En 1 Pe 3, 6 en la exhortación dirigida a Ias mujeres cristianas que viven en matrimônio COE maridos no cristianos: pf) qpoPoÉpEvai pTjÔEpiav 3txÓT]aiv, «no estando amedrentadas por ningún temor (de los maridos)» (cf., por el contrario, èv tpóptp, refiriéndose al te­ mor de Dios, en 3, 2; cf. también Prov 3, 24s LXX). Sena posible igualmente la traducción en sentido pasivo: «no temiendo ser atemori­ zadas» (jtxÓT]aiv seria entonces un acusativo de objeto interno, cf. también 3, 14; Mc 4, 41; BlaB-Debrunner § 153, 1), lo cual, desde luego, encajaría peor en el contexto; cf. L. Goppelt. Der erste Petrusbrief (KEK), sub loco.

UtoXe^aíç, lôog Ptolemàis Tolemaida* Ciudad portuaria fenicia a la orilla septentrional de la bahía de Aco, en el emplazamiento de la ciudad veterotestamentaria (y ac-

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tual) de Aco, que en el ano 312 fue destruida por Tolomeo II, y reedificada como ciudad helenística con el nuevo nombre de Tolemai­ da (cf. también Arist 115; 1 Mac 5, 15; 10, 51ss). En el ano 65 a.C. Tolemaida llegó a ser romana. Herodes edificó en ella un Gimnasio (Josefo, Bell I, 422); Cláudio la convirtió en colonia para veteranos {Colonia Claudia Caesaris Ptolemàis: Plinio el Viejo, NatHist V, 17, 75). Durante la Guerra de los Judios, se dice que fueron masacrados en Tolemaida unos dos mil judios (Josefo, Bell II, 477). Según Hech 21,7, Pablo, al final de su «tercer viaje misionero», llegó por via marítima a Tolemaida, procedente de Tiro. Allí encontro hermanos cristianos y se quedó un dia. PaulyWissowa I, 1171-1173; Abel, Géographie II, 235-237; Haag, Diccionario, 37s; BHH I, 55s; III, 1530; LAW 2480s; Pauly, Lexikon IV, 1233s. níTÚov, OX), tó ptyon bieldo, pala para aventar* En Mt 3, 12 par. Lc 3, 17 en la construcción: on xò jt x ú o v èv xfj anxon, refi­ riéndose al bieldo de Aquel que, según el anuncio de Juan el Bautista, «ha de venir» pa­ ra limpiar perfectamente su era (y lo hará pronto, porque el bieldo está ya en su mano), arrojando al aire -en contra dei viento- Ias es­ pigas secas, a fin de que caigan por separado el trigo y la paja (cf., a propósito. Is 30, 24). Por tanto, la imagen dei Jtxúov se usa para referirse al castigo de Dios (cf. Jer 15, 7) o dei Juez dei fin de los tiempos. Según representaciones egipcias, para «aventar» el trigo se usaban dos tablas de madera que primero se mantenían juntas y luego se separaban en el aire, cf. BHH I, 32s (ilustración la); III, 2192.

iTtTÚQo^ai ptyromai asustarse, intimidarse* En Flp 1, 28 en voz pasiva; |í t ) JtxnQÓpEVOi èv [triôeví, «no dejándose intimidar en nada» (en paralelo con; p iã tpnxfí ot)va'9'X,oúvxeç, V. 27).

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itxxjajjia- jxxa))(oç

a tO Ç , TÓ ptysma saliva* Según Jn 9, 6, Jesiís utilizo un poco de sali­ va suya para curar a un ciego en día de sába­ do; èitXDOEv xap.al wai èitoÍTiOEV uti^ òv èx toC jtxijapaTOç x a l èjtéxQiaev... em xoòç ôíp'0-aX,po'úç. Tanto la curación como la acción de tocar y de hacer una «masa» eran actos que quebrantaban el precepto dei sábado (Sab 7, 2; 24, 3; jSab 14, 14d; cf. Billerbeck II, 530). En el mundo antiguo, la saliva se menciona generalmente como remedio curati­ vo (especialmente en el caso de ceguera), pero no así en el AT: Tácito, Hist IV, 81; Dión Casio LXVI, 8; bBB 126b; jSot 1, 16s; Abot R. Natán 36; cf. Billerbeck II, 15-17. Su efecto apotropaico contra los demonios podría desempenar también algún papel; ->• JtxúüJ. Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); BHH III, 1826; O. Bõcher, Dãmonenfurcht und Dãmonenabwehr (BWANT 90), Stuttgait 1970, 218220 y en el índice analítico í . v. Speichel.

JlTÚaaO) ptyssõ cerrar, enrollar* Lc 4, 20; ittúÇaç xò |3iP>i.íov, «después que él (Jesús) hubo enrollado el libro / el rollo»; PiPÀíov 2.

JlTÚtó ptyõ echar saliva, escupir* En el NT el verbo se usa únicamente en relación con curaciones obradas por Jesús. Seemplea en sentido absoluto en Mc 7, 33; J t x ú |a ç t j t j j a x o xfjç y ^Ú)O 0 T|ç c c ú t o ü , «él escupió y tocó (con saliva) su lengua (la dei sordomudo)»; 8, 23; J t x ú o a ç eiç x à õ p p a x a a u x o n , «le echó saliva en los ojos»; Jn 9, 6: E jtx u o E V X O tp a í, «escupió en la tierra». El verbo se ba­ ila siempre junto a otras expresiones que indican prácticas de curación como «poner los de­ dos sobre los oídos», «imponer Ias manos», «llevar aparte a un enfermo»; en Mc 8, 23 la curación se obra por medio de la acción (y de su repetición); en Mc 7, 23 y Jn 9, 6 por me­ dio de la acción junto con Ias siguientes palabras de Jesús o con el encargo que él da. J tx ú o p a .

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}ttôí|ia, atoç.

TÓ ptõma caída, lo que ha caído, cadáver* El sustantivo aparece 7 veces en el NT, siempre con el significado de cadáver (que en la LXX se encuentra únicamente en Jue 14, 8): Mt 14, 12 (v.l. 0õ)|ia Koiné y otros) par. Mc 6, 29; fjQav xò Jtxrôpa (de Juan); Mt 24, 28 en una metáfora que habla de la carrona de un animal: ÕJtou èàv p xò jtxmpa (a dife­ rencia de Lc 17, 37: xò ompa); dícese dei ca­ dáver de Jesús en Mc 15, 45 (v.l. 0(õp,a A C W Koiné y otros); en Ap 11, 8s (tres veces) dícese dei cadáver de los dos testigos (en los vv. 8 y 9 en singular; en el v. 9b en plural). ThWNTVI, 167. n:t(õoiÇ, £b)Ç, 1^ ptõsis caída, mina, acción de dermmbarse* En el caso de JtxcõOLç, que en general apa­ rece más raras veces que ->■jtxrôpa (pero que en la LXX es más frecuente), predomina el significado de caída, mina. Así sucede tam­ bién en Mt 7, 27, donde se habla dei dermmbamiento de una casa (a diferencia de Lc 6, 49: pfjY[ta); según Lc 2, 34, el Cristo está puesto eLç Jtxõioiv nai àváoxaoiv KoXk&v èv xô) Toparik, «para la caída y el levantamiento de muchos...» (cf. Is 8, 14s; 28, 16; ^ àváoxaoiç 2). JlT(0X£Í«, a ç , 1^ ptõcheia pobreza ->■ Jtxtoxóç. JtTíOjjeóto ptõcheuõ hacerse pobre -»• Jtxcúxóç (1 y 4). JtTCüXÓç, 3 ptõchos pobre* JTXCoxsí^j ciÇ> 'Hptõcheia pobreza* n:Ttox£'ú(ü ptõcheuõ hacerse pobre* 1. Aparición en el NT - 2. Sobre la comprensión fundamental - 3. Los Evangelios - 4. El Corpus Paulinum - 5. Santiago - 6. Apocalipsis. B ib l: B. Antonini-A. M. Bellia y otros, E vangelizare p a u p e rib u s. A tti d e lia X X IV se ttim a n a B íb lica (1976), Brescia 1978; J. Botterweck, 'cebyõn, en DTAT

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JtTCOXOÇ

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jtkoúoioç; cf. además ThWNT X, 1254-1256.

1. De estos tres términos, el que aparece con más frecuencia en el NT es el adjetivo (34

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veces), correspondiendo 20 testimonios a los Sinópticos; los restantes testimonios se distribuyen entre el Ev. de Juan (4), Pablo (4), San­ tiago (4) y Apocalipsis (2). El sustantivo apa­ rece únicamente en la Carta segunda a los Corintios (2 veces), donde se encuentra también el único testimonio dei verbo, y en el Apoca­ lipsis (1 vez). El grupo de palabras falta por completo en Ias Cartas joánicas, en el libro de Hechos y en los ctntilegomena paulinos. 2. En griego nxtoxòç (a diferencia de -> JtévTiç, que indica la escasez de bienes) designa a quien no posee absolutamente nada y tiene que proporcionarse mendigando lo indispensable para vivir, es decir, designa al «pobre de solemnidad», al «mendigo». Sin embargo, para comprender lo que se dice en el NT, hay que tener en cuenta los componentes semânticos que vienen dados por la historia dei concepto en el AT y en el judaísmo. Hay que destacar los siguientes factores: Según Ias ideas dei AT y dei oriente antiguo, el pobre se halla bajo la especial protección de la Deidad. El pobre (dal, ’ebyôn) es aquel que se ha visto pri­ vado de sus derechos hereditários (jde la tierra!) (cf. la crítica social de los profetas más antiguos). Puesto que la tierra es propiedad de Yahvé y ha sido dada por él al pueblo entero, no tiene que existir en Israel la pobreza permanente (Código de la Alianza). El Deuteronomio, según el cual no tendría que haber pobres en Israel, contiene ex­ tensas disposiciones de protección en favor de los pobres. Sobre todo en los salmos el concepto dei pobre ( ‘ãnt, 'ebyôn), el cual con su clamor pide al mismo tiempo la intervención de Dios en favor de su causa, se convierte en el concepto con que el orante se identifica a sí mismo; este compo­ nente religioso domina el concepto de los “‘nãwim, que designa a los «piadosos humildes». Las calamidades dei destierro hacen que el pue­ blo aparezca colectivamente como los pobres {‘ãníyim, ‘“nãwim, 'ebyóním), a quienes va dirigi­ da la promesa de Dios de que ha de socorrerles en su desgracia (Dtis, Tris). Con esta orientación escatológica, el concepto -en el judaísmo antiguosirve sobre todo a los grupos de oposición (idea dei «resto») para que formulen la comprensión que ellos tienen de sí mismos como colectivo escogido (cf. Qumrán). Es significativa la cercania objetiva en que el concepto se halla de los conceptos de «justo» y «santo» (cf. los Salmos de Salomón). Menos teológica es la comprensión dei pobre (rãs) en la literatura sapiencial. En la literatura

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JITODXOÇ

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todo Israel en una dependencia total de la actividad salvífica de Dios. 2) l-,afüente de logia recoge Ias dos senten­ cias de Jesús. La cuarta bienaventuranza (anadida redaccionalmente) en Lc 6, 22s par. (jen segunda persona!) sugiere la tendencia a iden­ 3. a) Lc 6, 20 par. Mt 5, 3; Lc 7, 22 par, Mt tificar el propio grupo con los «pobres». 11,5; 3) En Lucas la bienaventuranza de los po­ 1) Jesús: En el fondo de Lc 6, 20 hay una bres en 6, 20 se dirige luego directamente (en palabra de Jesús: «Bienaventurados los po­ segunda persona) a los discipulos o a la cobres, porque de ellos es el reino de Dios» (pa­ munidad, a la que se promete consuelo escara la reconstrucción: Schulz, Q, 76s). Según tológico en la situación de tribulación. Sin el contexto en Lc 6, 21, se piensa en pobres embargo, no se trata de una simple consolade verdad. La bienaventuranza se baila en la ción; sino que la salvación existe ya de mane­ misraa línea que el pensamiento veterotestara histórica y visible con sólo volver la mira­ mentario y judio, según el cual el pobre se ba­ da al tiempo de Jesús, que prometió la buena ila bajo la especial protección de Dios, pero nueva a los pobres: 7, 22. La alusión a Is 61, dificilmente tratará de continuar de manera Is puede utibzarse en Lc 14, 18s para caracte­ directa la critica social de los profetas. La rizar todo el ministério de Jesús. bienaventuranza tiene Ccurácter de proclama4) Mateo interpreta a los pobres de la prición y quiere realzar la futilidad dei orden de mera bienaventuranza como «pobres en el Eslos valores terrenos, en vista de la salvación piritu»; 5, 3. La expresión (como en IQH 14, escatológica que ahora comienza. Sobre el 3; IQM 14, 7; cf. IQH 18, 14s) podría estar trasfondo dei pensamiento contemporâneo es influida por Is 61, 1; 66, 2 (Maier, Texte II, notable que Jesús no vincula su promesa de 85). Se piensa en aquellos que tienen conciencia de depender enteramente de la misericór­ salvación a condición alguna (en contra de lo que sucede casi siempre en los macarismos dia de Dios. Por tanto, Mateo quitó su filo paapocalípticos; cf. Schweizer; NTS 19 [1972radójico a la bienaventuranza pronunciada 1973] 121-126) ni cualifica religiosamente a por Jesús, pero al mismo tiempo la protegió los pobres (cf., por ejemplo, los «pobres» co­ contra la interpretación errônea de que la po­ mo «los que observan la ley»; IQpHab 12, breza exterior bastaria por sí sola para garan2ss; 4QpSal 37 2, 9ss; cf. TestJud 25, 4). En tizar la salvación. Por lo demás, Mateo, con este macarismo se pone de relieve de manera su interpretación, expresa exactamente la acejemplar la total incondicionalidad de la ofer­ titud a la que se refirió ya indirectamente la ta de salvación, con la cual oferta Dios, en la palabra de Jesús (de la fuente Q) recogida en proclamación hecha por Jesús, supera el M io 11, 5. de Israel en cuanto a la observância de la ley, un fallo que no puede bailar atenuantes en 3. b) Mc 10, 17-22 par.: Lo que Jesús exige ningún recurso a títulos de salvación basta ena algunas personas llamadas a seguirle, ditonces existentes ( ^ pexávoia 4). ciéndoles que abandonen lo que poseen, se De abi que Jesús, refméndose a Is 61, Is, desarrolla en la exhortación de Mc 10, 21, en la que se exige que se vendan los bienes y se entienda toda su proclamación como buena nueva para los pobres: Lc 7, 22 par. Sin em­ den a los pobres (recogiendo el pensamiento bargo, con esta «aplicación de la tipologia dei judio tradicional de que de esta manera se ‘pobre’ al colectivo de los elegidos» (Maier, consigue un tesoro en el cielo). Esta exhorta­ en TRE IV, 81), que era corriente desde el ción quiere ilustrar paradigmáticamente (el destierro, Jesús no quiere establecer una espeseguimiento se convierte desde de Pascua en cie de Israel dei «resto», sino que incluye a el paradigma de la fe) cómo la decisión de

rabínica los enfoques de una ideologia de los po­ bres siguen siendo también un fenômeno margi­ nal. No obstante, la beneficencia en favor de los pobres ocupa un lugar importante (cf. Billerbeck IV/1, 536-558).

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creer en Jesús debe desligarse radical y defi­ nitivamente de otros lazos, y de lo que hay que ser capaz en un caso concreto, o quiere mostrar lo difícil que es para un rico vincularse de manera tan exclusiva con Jesús. Lc 18, 22 subraya el radicalismo de la exi­ gência, acentuando que debes vender «todo lo que tienes». Mt 19, 21 exige únicamente que se vendan los bienes ( tà 'UJtáQXO'''i“ > cf. K. Bomhauser. Der Christ und seine Habe nach dem NT, Gütersloh 1936, 30-43). Por el contrario, lo de «si quieres ser perfecto» no pretende res­ tringir el alcance de la exhortación a los que quieran vivir «en un nivel superior de moral» (como piensa Bammel, en ThWNT VI, 903; jcf., en cambio, lo que se dice en Mt 5, 48!).

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Jesús le hubiera encargado que diese algo a los pobres: 13, 29.

3. e) Material peculiar de Lucas: Lc 14, 12-14 (pasaje tomado posiblemente de una tradición judeocristiana, elaborada redaccionalmente por Lucas) se dirige contra unas obras realizadas con la intención de que los demás hagan algo a cambio; por eso precisa­ mente hay que invitar a «los pobres, los lisiados, los cojos y los ciegos»; v. 13. Es discutible que en la mente de Lucas se halle todavia presente la crítica implicada en la tradición contra una concepción de la comunidad que niegue el acceso a determinadas personas a causa de sus defectos físicos (cf. 2 Re 5, 8; IQSa 2, 2-10). - De todos modos, Lucas con­ serva esta perspectiva, por cuanto en la pará­ 3. c) Mc 12, 41-44 par.; La historia de la bola dei banquete de bodas (14,21) menciona viuda pobre demuestra que el valor de lo que de nuevo a «los pobres, los lisiados, los cie­ se da depende de lo que ello signifique para el gos y los cojos», ahora como una metáfora que hace el donativo (w . 42.43 par. Lc 21, [2] (^para referirse a los pecadores y publica3). nos?) en el curso de una historia de la salva3. d) Mc 14, 3-9 par.; Mc 14,7 (par. Mt 26, ción que se amplia en sentido universalista. 11; Jn 12, 8) no pretende rebajar la obligación La parábola dei pobre (16, 20.22) Lázaro (= que se tiene para con los pobres (en contra de Eleazar; «Dios ayuda»; ^referencia a una idea religiosa acerca de los pobres?) y dei rico Bammel, en ThWNT VI, 902), sino quiere proteger la unción contra la falsa interpretailustra la comprensión lucana dei fuerte con­ ción de ser un quebrantamiento de la obliga­ traste expresado en 6, 20.24 (más detalles en ción, reconocida incuestionablemente, de cui­ ->■ TtXoúoioç). dar de los pobres (Mc 14, 5; Mt 26, 9; Jn 12, Zaqueo que, según 19, 8 (^redaccional?), 5), y trata de mostrar que esa unción es una quiere dar la mitad de su fortuna a los pobres obra de caridad encaminada a dar sepulmra de (cf. el porcentaje máximo fijado por los rabi­ nos, que era dei 20%; BiUerbeck IV/1, 547), Jesús, una obra que debe entenderse como un deber de caridad (cf. BiUerbeck IV/l, 578ss; es ejemplo de la recta actitud que debe adoptarse ante la riqueza. cf. Mc 14, 8 par.). La inserción redaccional en Mc 14, 7b, que cuestiona la sinceridad de la 4. Aunque en Rom 15, 26 («los pobres de objeción formulada en Mc 14, 5, quiere además salir al paso de una posible opinión de los santos en Jerusalén») es difícil decidir claque el servicio a Cristo y el servicio a los po­ raraente si se trata de un genitivo epexegético o de un genitivo partitivo, sin embargo el uso bres sean alternativas contrapuestas (sobre la historia subsiguiente dei pasaje, cf. R. Storch, absoluto de los pobres en Gál 2, 10 permite deducir que se trata de una denominación con en FS Jeremias 1970, 247-258). El Evangelio de Juan presenta a Judas como portavoz de la que los miembros de la comunidad primitiva de Jerusalén se conocían a sí mismos (Holl, acusación, que utiliza como simple pretexto la preocupación por los pobres: 12, 6. La 59; Georgi, 23; Bammel, en ThWNT VI, 909). Ahora bien, no habrá que ver en eUo un título mención de que Judas era el administrador dei honorífico que fundamente la pretensión de dinero, da pie al malentendido ulterior de que

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esta comunidad de ser el pueblo escatológico de Dios: una pretensión f o r m u l a d a a Is­ rael. Lejos de eso, recordando la propia comprensión que Jesús tenía de su misión (-> 3.a. 1) , es una confesión con la mirada puesta en Israel y que acepta que, con lo acontecido en Jesús y en tomo a Jesús, ha comenzado la acción escatológica de Dios con Israel. Las colectas con Ias que Pablo responde (jcelosamente!) a las peticiones de ayuda mencionadas en Gál 2, 10, no son senal de una subordinación jurídica de las comunida­ des de la misión. Incluso desde la perspectiva de Jemsalén, tales peticiones de ayuda debieron de tener sobre todo motivos teológicos, además de tener motivos sociales; las colectas permitían entender la misión entre los gentiles como parte dei acontecimiento escatológi­ co que estaba sucediendo en Israel (^en el sentido de la peregrinación de las naciones, de la que se habla en el Tritoisaías?, cf. espe­ cialmente Is 60, 5.11; 61, 6 y passim). (A mi parecer, de Hech 24, 16s no se puede deducir que la colecta «haya ido a parar en parte a manos de los dirigentes judios» y que «haya tenido la finalidad de facilitar la continuada tolerância por parte de la comunidad primiti­ va» [en contra de lo que piensa Bammel, en ThWNT VI, 908].) En 2 Cor 8 Pablo solicita la participación generosa en la colecta y se refiere para ello a la conducta ejemplar de las comunidades macedónicas, teniendo en cuenta la profunda po­ breza en que se hallaban esas comunidades (v. 2) . Está determinada por este contexto la antítesis con la que se desarrolla en el v. 9 la re­ nuncia que Cristo hace de sí: El, que era rico, se hizo pobre (èjiTcóxEi^oev) por vosotros pa­ ra que vosotros llegarais a ser ricos por su po­ breza. La existência misma dei apóstol está caracterizada también por una antítesis semejante, ya que él, siendo pobre, hace ricos a muchos; 2 Cor 6, 10. - La caracterización de los elementos pseudo-divinos en Gál 4, 9 (con un lenguaje tomado quizás de la polêmica de la misión judia), a los que se tacha de «débiles y pobres», acentúa la incapacidad de esos elementos para proporcionar salvación.

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5. El «caso» mencionado en Sant 2, 2s, a saber, que en la asamblea de la comunidad la persona acomodada recibe un puesto mejor que el asignado al pobre, dificilmente reflejará una práctica concreta, sino que es más bien un argumento de estilo retórico (cf. DibeliusGreeven, Der Brief des Jakobus^ [KiEK], 161163). Santiago ataca con ello un modelo de interacción, basado en la condición social de cada uno, que está penetrando (de nuevo) en la comunidad cristiana, y que no es compatible con la fe (2,1). Las razones que se aducen en 2, 5-13, son de diferente peso teológico. Sant 2, 5 presenta una variación dei tema de la bienaventuranza de los pobres (-+ 3.a): «^No escogió Dios a los que son pobres según el mundo (Jtttüxol xóopcp) para que sean ricos en la fe y herederos dei reino que él prometió a los que le aman?». La promesa es­ catológica de salvación, que aparece en la bienaventuranza, se desarrolla según sus di­ mensiones futuras y presentes (ricos en la fe). La refereneia al amor como característica hu­ mana correspondiente al acto divino de la elección, atenúa, sí, la paradoja de la biena­ venturanza original, pero es correcta teológi­ camente: la elección de Dios no puede forzarse por medio de la pobreza (exterior). Precisa­ mente la libertad divina se muestra en la elec­ ción que Dios hace de los pobres. Por eso, el menospreciar al pobre (2, 6) es cosa que debe descalificarse teologicamente. 6. El Apocalipsis emplea siempre «pobre» y «pobreza» en oposición a 3tX.oúoioç (7). El concepto aparece en sentido literal en 2, 9, donde se habla de la pobreza de la comunidad de Esmima, y en 13, 16, donde, en la enumeración de las clases sociales de la humanidad, se menciona entre otros a «los ricos y los po­ bres». El concepto se emplea en sentido figu­ rado en 3,17; La comunidad de Laodicea, que piensa que es rica y próspera, se ve caracteri­ zada como «desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda» (los tres últimos adjetivos preparan lo que se va a decir en 3, 18). H. Merklein

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irU Y fX T ) — JtO )H T 61)(U

JtVYfiií. tjç, i\ pygme puno* Mc 7, 3 en el enunciado, difícil de expliccir, acerca de los judios: èàv pf) JtnxPíj virjjcovxai xàç XEÍQCtÇ o vx èoõíovoiv (v.l. nvxyá, «frecuentemente, suficientemente» [neutro plural con sentido adverbial] Sin W vg y otros, cf. Lc 5, 33; JtUYM-íí se omite en A syr* cop''“). Se han propuesto, por ejemplo, Ias siguientes interpretaciones: a) lavarse o secarse frotando uno de los punos en el hueco de la otra mano, b) lavarse Ias manos hasta la muneca o hasta el codo, o c) lavarse con un punado de agua (cf. en latín pugnus / pugillus como unidad corriente de medida); sobre es­ tas interpretaciones, cf. Bauer, Wõrterbuch, S.V.; ThWNT VI, 915; M. Hengel: ZNW 60 (1969) 182-198; J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos I, Salamanca ^1996, sub loco. La tradición judia exige que se enjuaguen o se remojen Ias manos. El remojar Ias manos de otra persona con el agua contenida en el hueco de la mano (o con dos punados de agua: St. M. Reynolds: ZNW 62 [1971] 295s) es cosa que se rechaza en Yad 1, 2; Tos, Yad 2, 7. Según Yad 2, 3; Tos, Yad 2, 4; bSot 4b (Baraita) Ias manos se hacen impuras hasta la muneca y deben purificarse hasta la muneca (una opinión divergente en jBer 8, 12a; bHull 106a [Baraita]). Como queda descartado el remojar con agua el puno (todos Ias partes de la mano deben quedar humedecidas por el agua), se trata de una de dos: o de remojar Ias manos con un punado de agua (en caso de que Yad 1,2 y los lugares paralelos combatan des­ de la perspectiva de una época posterior una costumbre difundida en tiempos de Jesús; así piensa Hengel, 195s, quien supone que en Marcos hay un latinismo; en contra de Hen­ gel, piensa Reynolds en un dativo de relación: with cupped hand, cf. Id.: JBL 85 [1966] 87), o bien de remojar Ias manos hasta la muneca. Pero ambas interpretaciones tienen que aceptar problemas linguísticos (sobre ello, cf. es­ pecialmente Reynolds). La hipótesis de que ha habido errores de traducción dei arameo (por ejemplo, ThWNT VI, 915; P. R. Weis: NTS 3 [1956-1957] 233-236) no hace justicia al carácter explicativo dei paréntesis marqui-

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no en 7, 3s. Billebeck I, 695-704; W. D. McHardy: ET 87 (1975-1976) 119; J. M. Ross: ibid., 374s; T. C. Skeat, A Note on jinypfj in Mark 7, 5: JThS 41 (1990) 525-527. H. Balz revdtov, to v o ç, ó pythõn adivino, ventrí-

locuo, Pitón* Según Hech 16, 16 Pablo y Silas encontraron en Filipos una «esclava (pagana) que tenía espíritu de adivinación» (n:aiôíaxT] exonaa irvenpa jtúüm va); jtúflcDV es aposición a Jivenpa (p"*^ Koiné y otros leen: jrveüpa Jtú■Scovoç para aliviar la dificultad; cf. BlaB-Debrunner § 242). Jtúürov es el nombre dei dragón mítico que custodiaba el Oráculo de Delfos y que fue muerto por Apoio (Estrabón IX, 3, 12). En la época dei Império Romano, jtú■Ocov designa a un ventrílocuo (= syyaarQÍpv■&OÇ, Plutarco, Def 9). Por el contrario, Suidas, í.v. habla dei jtveõpa jrúdmvoç. También Orígenes describe a Pitón como un demonio. Por tanto, Lucas quiere hacer ver claramente que, por boca de la esclava (y a grandes gri­ tos, cf. Hech 16, 17; Mc 5, 7 par. y passim), habla un demonio adivinador; ->■ pavrenopai. Bauer, Wõrterbuch, s.v.\ ThWNT VI, 917-920; Pauly,LejdJton, 1280. J tv x v ó ç , 3 pyknos frecuente*

El neutro dei adjetivo se usa con sentido ad­ verbial: VTiaTEÚCL) jcnxvá, «ayunar con frecuencia», Lc 5, 33; Mc 7, 3 v.l.; el comparati­ vo jiDJtvÓTEQov, usado como advérbio, signi­ fica a menudo, con bastante frecuencia, Hech 24, 26. Como adjetivo: jtnxval àa'&év8iai, «enfermedades/recucntes», 1 Tim 5, 23. nvRTEliW pykteuõ luchar a punetazos, ser boxeador, boxear* En 1 Cor 9, 26 se dice en sentido metafóri­ co: onxooç KvxxEVtí} d)ç onx otépa ôépcüv, «(por tanto), boxeo como quien no da puneta­ zos al aire». Pero es significativo que para Pa­ blo lo importante no sea el contraste entre una lucha seria con un adversário y boxear contra

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JtDXTEÍIÜ) - irilÀT]

un oponente imaginário; él no pretende «dar golpes» a otros, sino que lo que quiere es entregarse plenamente como apóstol, en contra de su propio cuerpo (v. 27). ThWNT VI, 916s. jrúX t|, iiç , lí

puerta, portón*

1. Significado y aparición - 2. En sentido propio 3. Las puertas dei Hades - 4. Empleo metafórico. B i b l : L. Delekat-B. Reicke, en BHH III, 20092011; W. Elliger, P aulus in G riechenland (SBS 92-93), Stuttgart 1978; St. Gero, The G ates o r the B ars o f H a ­ d es? A N o te on M t 16, 18: NTS 27 (1980-1981) 411414; H. Hommel, D ie Tore d es H ades: ZNW 80 (1989) 124s; I. leremias, trúXti, itnXcbv, en ThWNT VI, 920927; R. Kratz, R ettungsw under. M otiv-, traditions- und fo rm k ritisch e A u fa rb eitu n g ein er bibl. G attung, Frank­ furt a. M. 1979; J. Marcus, T he G ates o f H ades a n d the K eys o fth e K ingdom (M a tt 16, 18-19): CBQ 50 (1988) 443-445; E. Stauffer, D a s Tor des N ikanor: ZNW 44 (1952-1953) 44-66; para más bibliografia, -> Otíqu.

1. iriíÀT], en contraste con Onípa (puerta), designa evidentemente una puerta grande o un portón (sobre todo en plural), pero puede emplearse también como sinônimo de Oiíga (cf. Hech 3, 2.10; Mt 7, 13s a diferencia de Lc 13, 23s) y más raramente como sinônimo de -> Tcnltcóv (este último término designa más bien el complejo que rodea la puerta, el por­ tal, el portón; cf. sobre todo Hech 12, 13ss). De las puertas de la ciudad se habla en Lc 7, 12 (Naín); Hech 9, 24 (Damasco); 16, 13 (Filipos); Heb 13, 12 (Jerusalén). De la puerta dei templo se habla en Hech 3, 10 (cf. 3, 2); de la puerta de la prisión, en Hech 12, 10. En sentido figurado se habla de las puertas dei Hades en Mt 16, 18; el término se emplea en sentido metafórico en Mt 7, 13a.b.l4. 2. a) Jesus se encuentra con un cortejo fú­ nebre delante de la puerta, es decir, en las afueras de la pequena ciudad de Naín (Lc 7, 12). La variante helenística de la escenificación de relatos de resurrección de muertos suele presentar al taumaturgo encontrándose con el cortejo fúnebre (cf. Filóstrato, VitAp IV, 45), mientras que en la variante judia casi siempre se hace venir al taumaturgo adonde está el difunto (cf. 1 Re 17, 17-24; 2 Re 4, 1837; Hech 9, 36-42).

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b) Según Hech 9, 24, las puertas de la ciuckd de Damasco eran vigiladas día y noche, para que Pablo no pudiera escapar. c) Hech 16, 13 se refiere probablemente a la «Puerta de Crénides», en el lado Occidental de la ciudad de Filipos; una puerta que da a una fértil llanura que abunda en manantiales. Pablo, con sus companeros, pasa por esta puerta en día de sábado para dirigirse a un lu­ gar judio de oración, situado a la orilla dei rio. Elliger (47-50; bibl.) sugiere si no habrá que pensar más bien en otra puerta monumental coronada por un arco, situada más al oeste, que probablemente desde la época de Augus­ to marcaba el limite Occidental dei território de la colonia romana. Sin embargo, es improbable que JiúXri sea el testimonio singular de semejante arco, y es improbable además que se hubiera aplicado en este caso la ley que obligaba a que los lugares de culto de las religiones no oficiales quedaran fuera dei pomerium. En todo caso, es dudoso que sea posible localizar con más exactitud la puerta y el rio mencionados en la fuente lucana. d) En Heb 13,12, en la expresión «fuera de la puerta», niúXTi se usa seguramente como pars pro toto. Las ejecuciones -también la de Jesús- tenían lugar fuera de las puertas de la ciudad. La Carta a los Hebreos emplea la imagen en el marco de su teologia dei «sacrifí­ cio» «con el fin de hacer ver intuitivamente que el cristianismo queda completamente des­ ligado dei judaísmo» (Jeremias, 921). e) En el marco dei relato de la curación de un paralítico, en Hech 3, 1-10, se menciona la «Puerta Hermosa» dei templo. El mendigo paralítico está sentado en un lugar propicio (cf. Mc 10,46): a la hora de la oración acuden al templo muchos fieles (con el deseo de orar). Es díficil localizar con seguridad la «Puerta Hermosa». Se la identifica de ordiná­ rio con la «Puerta de Nicanor», que separaba en la parte Occidental el atrio de las mujeres dei atrio de los israelitas (cf. Staufer; para otras sugerencias consúltese G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], sub loco, donde puede verse más bibliografia). f) En el relato de la apertura milagrosa de la puerta de la prisión y de la liberación mila-

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jtú Xt)

- jiw ô á vo fia t

grosa de Pedro (Hech 12, 1-19), desig­ na una puerta que conduce desde la prisión a la ciudad (el término más apropiado semánticamente seria el de •fl-nça). El atributo «(puer­ ta) de hieiro» acentúa la solidez de la estructura de la puerta y da mayor relieve al hecho de la apertura «automática» de la puerta al paso dei ángel y de Pedro (cf. Kratz, 459-473). El milagro de liberación termina con un en­ cantador episodio de contraste: Pedro, que precisamente ha llegado a la libertad pasando por la puerta de la prisión, vuelve a encontrarse ante una puerta cerrada (->^ iroXcov). 3. En el mundo antiguo se concebia al cielo y al mundo de Ias profundidades como âm­ bitos separados, que estaban cerrados por só­ lidas puertas, que impedían el paso a Ias personas no autorizadas. Las puertas dei cielo pueden abrirse antes de la epifanía de seres celestiales, por medio de la oración o de la magia; las puertas dei mundo de las profun­ didades retienen a los que se hallan encerra­ dos en él, y se abren sólo violentamente -por ejemplo, ante deidades superiores- o en casos excepcionales. Mientras que, principalmente según textos que entraron tardíamente en el Canon y según textos apócrifos (1 Pe 3, 19; Ap 1, 18; Evangelio de Nicodemo 17ss; también según la iconografia oriental), el Cristo resucitado (en el marco de las ideas sobre el d esce n su s) rompe las puertas dei mundo de las profundidades, vemos que « la s p u e r ta s dei Hades» (p a rs p ro to tó ) no pueden subyugar a la Iglesia, que se asienta sobre el fundamento de roca (Mt 16, 18; cf. Kratz, 407-430). 4. Mt 7, 13s habla con paralelismo antitético acerca de la elección ética ante la que se encuentra la con du cta humana, y se sirve pa­ ra ello de las imágenes de dos puertas o de dos caminos: La p u e r ta ancha y el camino amplio conducen a la perdición (v. 13b); la p u e rta estrecha y el camino angosto, es decir, las condiciones más dificiles, conducen a la salvación (vv. 13a. 14); el resultado es de proporcionalidad inversa. R. Kratz

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JIvX wv, (õ v o ç , ó p y l õ n puerta, portón,

pórtico* En el NT el término aparece 18 veces, cin­ co de ellas en Hechos, y once en los capitulos 21 y 22 dei Apocalipsis. A diferencia de ^ JtúX,Ti, el término jtuXíóv designa casi siempre la estnictura de una puerta o un pórtico o bien un portal o vestíbulo de acceso a un edificio. En consonância con ello, en el NT el término no se usa en sentido metafórico. Se habla de la p u e rta de casas elegantes: j i q ò ç t ò v va, Lc 16, 20; se habla seguramente dei p ó r ­ tic o de un templo de Zeus, èjtl Tonç jtnÀmvaç, en Hech 14, 13; se habla dei ve stíb u lo / dei p o rta l, f) ■&í)Qa Toõ iraXcovoç, en 12, 13; de manera parecida en 12, 14 (bis); segura­ mente también en 10, 17 (èiti tò v itnX.(õva); en Mt 26, 71 se trata dei p ó r tic o dei palacio dei sumo sacerdote (v. 58), al que Pedro llega saliendo dei patio interior (è ^ E À ^ c b v eiç t ò v jtnX,(üva, «cuando salió [dei patio] al p ó r ti­ co » ). De las doce puertas de la Jerusalén ce­ lestial se habla en Ap 21, 12 (bis).15.21 (bis). 25; 22, 14; de tres en tres se orientan a cada uno de los puntos cardinales, 21, 13 (cuatro veces; cf. Ez 48, 30ss). ThWNT VI, 920-927, sobre todo 921.

Jt'UV'fl'ávOfiai p y n th a n o m a i preguntar, averiguar, enterarse* En el NT el verbo aparece 12 veces, siete de ellas en Hechos. jtnv^ávopai seguido de una interrogativa indirecta significa pregun tar, in­ q u irir: Mt 2, 4 (Ttnv&ávopai ita g á tivoç jtoü...); Lc 15, 26 (n:nv0'ávopai t í Sv eíq T a n t a ); de manera parecida en 18, 36; Jn 13, 24 (jinv&ávopai t íç ã v eír]); cf. Hech 21,33; seguido por una interrogativa directa; p re g u n ­ ta r en el sentido de «interrogar», Hech 4, 7; q u e r e r e n te r a r s e , 10, 29; inquirir, 23, 19; jtuv#ávo(iai el, en te ra rse d e si, 10,18; Jtnv•fl-ávopai O T i, « e n te r a r s e d e que», 23, 34. Con objeto de la acción verbal en acusativo: p r e g u n ta r a c e rc a d e , Jn 4, 52; t l àxpipéoTEQOV jtnv&ávopai, in d a g a r más a fondo», Hech 23, 20.

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JtÍJQ,

TfUÇ

óç, tó pyr fuego*

1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. El fuego como fenômeno de la vida cotidiana - 4. El fuego en la imagen o en la comparación - 5. El fuego celestial - a) El fuego en el mundo celestial - b) El fuego que Uega dei mundo celestial a la tiena - 6. El fuego dei infierB ib l.: P. A. Amiet y otros, L e fe u d a n s le P rocheO r ie n t A n tiq u e, Leipzig 1973; K. Berger, H e lle n istisch-heidnische P rodigien u n d die Vorzeichen in d er jü d . u n d chrístl. A poka lyp tik, en ANRW 11/23, 2, Ber-

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cos (12 testimonios en Mateo, 6 en Marcos, y 7 en Lucas); el término aparece también con relativa frecuencia en la Carta a los Hebreos (5 veces). En Ias Cartas Paulinas sólo hay 4 testimonios (Rom 12, 20 [cita]; 1 Cor 3, 13 [bis]. 15). El término aparece una vez en el Evangelio de Juan, 4 veces en Hechos, 1 vez en 2 Tesalonicenses; en cambio, vuelve a hacerse más frecuente en Ias Cartas Católicas (3 testimonios en Santiago, 1 en 1 Pedro, 1 en 2 Pedro, 2 en Judas). En el NT, jfOp se usa casi siempre en contextos escatológicos. 2. El significado fuego es acertado en to­ dos los casos en que aparece el término; sobre los diversos aspectos 3-6. En la LXX kõq es casi sin excepción la traducción dei hebreo ’ãs o dei arameo núr. 3. a) El fuego se cuenta entre Ias cosas necesarias para la vida cotidiana (cf. Eclo 39, 26s); se emplea en el âmbito de la vida en la aldea pero es peligroso, Mc 9, 22 (junto a ü ô a ta ) par. Mt 17, 15 (junto a nôcoQ). Sirve como fuego de campamento (->• q)rôç, Lc 22, 56) para calentarse, 22, 55; cf. Hech 28, 2s.5. b) El fuego destruye en la guerra, Ap 17, 16 (cf. Jer 41, 22 LXX = TM 34, 22); 18, 8. c) El fuego como instrumento de tortura o de muerte: Por medio de la fe se extinguió el poder dei fuego, Heb 11, 34; cf. Dan 3, 17; 1 Mac 2, 59 (èx qpÀoyóç); 1 Ciem 45, 7.

4. En vários pasajes, el uso corriente dei fuego en la artesanía y en la agricultura se emplea como comparación o imagen. a) 1 Pe 1, 7 emplea la imagen, que aparece en numerosas comparaciones, de la purifícación dei oro (cf. Prov 17, 3; 27,21; Zac 13, 9; Mal 3, 3; Sab 3, 6; Eclo 2, 5; IQH 5, 16): en D ie Z eu g u n g skra ft des him m lischen F euers in A ntike u n d U rchristentum : AuA 24 (1978) 57-75; Id., G ew itel JtEiQaopóç se prueba la autenticidad (-^ ter, en RAC X, 1107-1172; F. Stolz, ’ês, en DTMATI, ôoxífxiov) de la fe, la cual es más valiosa que 363-369; H. Zinunermann, «M it F eu er gesalzen w erel oro perecedero, aunque éste haya sido puri­ den». E in e Studie zu M k 9, 49: ThQ 139 (1959) 28-39; ficado al fuego. Según Ap 3, 18, la comunipara más bibliografia, cf. ThWNT X, 1256s. dad de Laodicea debe comprar oro purificado 1. Los 73 testimonios que hay en el NT tie- al fiiego. «El oro refinado... es imagen de lo nen claramente su centro de gravedad en el que ha resistido y superado todas Ias tentacioApocalipsis (26) y en los Evangelios sinóptines» (H. Kraft, Die Offenbarung [HNT], 85).

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JfUQ

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go [Dan 7,10] procedentes dei trono, Hen [et] 14, 19; cf. Hen (heb) 19.33, cf. Gruenwald, 35s). El vidente Juan, en la visión, ve a Cristo con rasgos de Dios tomados de Dan 7, 9s. Pe­ ro, si en Dan 7, 9 el trono es como llamas de fuego ((baeL cpÀò^ jtuqóç, cf. también Hen [et] 14, 19), vemos que en Ap 1, 14 (además 2, 18; 19,12) los ojos de Cristo son como Uamas de fuego; cf. Dan 10, 6: X,áp.n:aÔ8Ç JtnQÓç, refiriéndose a un ángel; Henoc (esl) 1, 5. Atributo de los ángeles en Heb 1, 7 (cita dei Sal 103, 4 LXX): Dios hace a sus servidores (los ángeles) «llama de fuego» (jiUQÒç qpXéyov. Hay inversión con respecto al TM, en el que Dios hace que llamas de fuego sean servi­ dores suyos); cf. 4 Esd 8, 21; sobre el uso rabínico de la cita, cf. Billerbeck III, 678s; cf. además IQH 1, lOss; sobre la estrecha relación de los ángeles con el fuego, cf. Schâfer, 202 (Hekhalot Rabbati 17, 8); Gruenwald, 43s; ApBar (sir) 21, 6. Con arreglo a la idea de que ciertos ángeles controlan los fenôme­ nos naturales (cf. Jub 2, 2; cf. Hen [et] 60, 1220) , Ap 14, 18 afirma que un ángel tiene el poder sobre el fuego (16, 5; sobre Ias aguas; 7, 1 cuatro ángeles sobre los cuatro vientos; cf. también 9, 11.14); cf. Billerbeck in, 820. Gabriel es el «pnncipe dei fuego», bPes 118a. En Ap 10, 1 un poderoso ángel tiene los atri­ butos de la presencia divina (una nube [Ex 13, 21] ; el arco iris [Ez 1.28]; el sol [cf. Ap 1, 16; cf. Ex 34, 33.35]); tiene pies (piemas) como columnas de fuego (cf. Ex 13, 21, èv crrú2.cp n:uQÓç). 5. El fuego celestial debe contemplarse bajo En el culto celestial: El mar de cristal (Ap dos aspectos: a) como atributo dei mundo ce­ 4, 6) está mezclado con fuego, 15, 2; un ángel lestial, de Dios, dei Cristo exaltado, de los án­ arroja fuego dei altar celestial sobre la tierra geles, dei culto celestial, b) en cuanto descien(consecuencia: truenos, sonidos, relâmpagos, de a la tierra para salvación o para perdición. un terremoto), 8,5. Este pasaje proporciona la Aqui el fuego es de manera especial una ca­ transición dei fuego dei mundo celestial a racterística y un instrumento dei juicio divino. aquellos pasajes que hablan de la aparición de a) Dios mismo es fuego devorador, Heb este fuego en la tierra, predorainantemente para juicio pero también para salvación. 12, 29 (cita de Dt 4, 24; cf. Dt 9, 3; Is 33, 14). Elementos de teofanía —relâmpagos, voces, b) 1) El fuego, símbolo de la presencia saltruenos- salen de su trono; alrededor dei tro­ vífica de Dios. En conexión con el fuego se no arden siete antorchas de fuego, Ap 4, 5; cf. hace referencia a Ias dos grandes revelaciones de Dios en el AT: a Ex 3, Iss en Hech 7, 30: ApBar (sir) 21, 6; Hen (et) 14,22 (rios de fue­

b) El uso dei fuego en la vida rural aparece en sentencias relativas al juicio. En la predicación de Juan el Bautista: «Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fue­ go», Mt 3, 10 par. Lc 3, 9 (Q); cf. Mt 7, 19. Por Mt 3, 12 par. Lc 3, 17 (Q) vemos que se piensa en la destrucción escatológica; El que viene «recogerá el trigo, pero quemará la paja en fuego inextinguible». Los elementos dei reunir y dei destruir se ven también en Mt 3, 11 par. Lc 3,16 en una yuxtaposición dei bautismo en el Espíritu y dei bautismo de fuego, es decir, en la purificación y la renovación escatológicas por medio dei Espíritu (cf. IQS 4, 21) y en el juicio de destrucción para los que no se conviertan (cf. Lang, Envãgungen, 466473; Delling, 249). Así como se quema la ma­ la hierba, así también -a l fin de los tiemposlos ángeles enviados por el Hijo dei hombre reunirán a los obradores de maldad y los arrojarán al homo de fuego (-^ xápivoç), Mt 13, 40.42; se echarán al fuego los sarmientos se­ parados de la vid, Jn 15, 6. El veneno que se produce por el enmohecimiento dei oro y de la plata (sobre la dificultad de la imagen, cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ [KEK], 282), se convierte en testimonio contra los ri­ cos y consume sus cuerpos como fuego, Sant 5, 3, cf. Jdt 16, 17; Is 66, 24. Así como un pequeno fuego incendia un gran bosque, así de funestos son también los efectos de la lengua; ella misma es fuego yXmaaa 4; Dibelius, Der Brief des Jakobus, 233-241), Sant 3, 5s.

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un ángel se aparece a Moisés (LXX àyy^Xoç XDQÍOTj, Ex 3, 2) en la llama de fuego de una zarza (LXX ex PÓTOU, 3, 2). A Ex 19 (Dt 4, 11; 5, 22) se hace referencia en Heb 12, 18, aunque en una antítesis; El lugar dei encuentro con Dios no es (un monte) «que se pueda tocar», ni un «fuego ardiente» (xExaupévov TtüQ, cf. D t4, 11; 5,23; 9, 15: tò ôqoç èxaíeTo JtojQt); cf. la continuación de la serie de teofanías dei AT en Heb 12,18-21 y la antíte­ sis en los vv. 22-24 (cf. O. Michel, Der Brief an die Hebrãer^ [KEK], 460ss). En la concesión dei Espíritu, según Hech 2 (cf. Speyer, Zeugungskraft, 68), el Espíritu -según la analogia de Núm 11, 25- desciende sobre Ias personas reunidas y se va posando sobre cada una de ellas en forma de lenguas de fuego, Hech 2, 3, para entrar en su interior (v. 4). Una de dos: o Ias lenguas de fuego se comparten, o bien habrá que imaginarse que Ias lenguas de fuego se van distribuyendo so­ bre los individuos (así piensa H. Conzehnann, Die Apostelgeschichte erU arf [HNT], 31); sobre Ias lenguas de fuego ef. Is 5, 24 (TM); Hen (et) 14, 15; 71, 5; 1Q29 1, 3; 2, 3. 2) El fuego dei juicio. El fuego, como componente de Ias teoganías, se usa con espe­ cial frecuencia en sentencias acerca dei juicio, con arreglo a los modelos dei AT y de la lite­ ratura apocalíptica (cf. también -> 4.b). En el interior dei tiempo, debe caer fuego sobre ima aldea samaritana y destruiría, Lc 9, 54 (2 Re 1, 10.12.14; ef. la referencia inauténtica a Elias, cf. 1 Re 18, 38; Eclo 48,1). Lc 17, 29 alude también ajuicios de destrucción en el AT (cf. Gén 19, 24). El fuego es también instrumento preferido dei juicio escatológico. Según 1 Cor 3, 13, el fuego dei juicio mostrará si en la edificación de la comunidad se ha construido con solidez; si arde el edificio, entonces el arquitecto se salvará, pero como quien escasamente escapa dei fuego (v. 15), cf. Bauer, Wõrterbuch, 1447. No está dei todo claro en Rom 12, 20 si -por la renuncia a la venganza y, por tanto, por dejar en manos de Dios la retribución (v. 19, cf. Dt 32, 25) y practicar el amor a los

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enemigos (cita de Prov 25, 21 s LXX)- el amontonar carbones encendidos sobre la cabeza dei enemigo es una acción de castigo y expiación, o si con ello se conjura sobre esa persona el futuro juicio de fuego (cf. también -> ávd-ça^). Los signos precursores dei fin son, según la cita de Joel 3, 1-5, la sangre y el fuego y el humo espeso, Hech 2, 19, con lo cual fenômenos de la teofanía se convierten en signos anunciadores (sobre el fuego como prodigium, cf. Berger, 1437 nota 31, y en un sentido más general 1436-1438). Jesüs y sus ángeles aparecen para el juicio, en llamas de fuego, 2 Tes 1, 8. Es también difícil el texto de Lc 12, 49: «Fuego he venido a arrojar a la tierra, [y cómo quiero que arda ya!». El fuego aqui, en el con­ texto lucano, debe interpretarse probablemente como el «fuego de la discórdia» (así piensa Lang, en ThWNT VI, 941), pero no debió de ser así en el marco original de la sentencia: si el v. 49 se considera conjuntamente con el v. 50 (cf. Delling, 245-247), entonces ambos aluden a un acontecimiento relacionado con la misión de Jesús: el v. 50 habla de la muerte de Jesús (cf. Mc 10, 38), y el v. 49, alude al jui­ cio divino (í,en el v. 49b hay un pasivo divi­ no?). El contexto de Lucas sugiere que la mi­ sión de Jesús crea división (vv. 51-53). Del juicio escatológico, relacionado con la venida de Jesús, habla probablemente aquel agraphon: «Quien está cerca de mí, está cerca dei fue­ go; quien está lejos de mí, está lejos dei reino» (sobre el texto, que se encuentra en Dídimo y en Orígenes, así como en el EvTom, cf. Jeremias, 72-78). De la purificación en el juicio se habla seguramente en Mc 9, 49: «Porque todos serán salados con fuego». Es dudoso que se aluda al uso dei fuego y de la sal en una amputación (cf. Derrett, 364-368). Más bien se piensa en el poder purificador dei fuego y de la sal. Si áA.ia{lr|oeTai debe entenderse como pasivo divino, entonces queda bien claro quién es el que efectúa el juicio. El Apocalipsis describe de diversas maneras los juicios que preceden a la manifesta-

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JtVQ - JtDQYOÇ

ción de Cristo (19, llss). En ellos el fuego desempena incesantemente - a menudo junto a otros instrumentos de juicio- un papel destructor. Un ángel arroja fuego desde el altar celestial a la tierra, 8, 5; durante los juicios de Ias trompetas, caen dei cielo granizo y fuego mezclado con sangre, 8, 7 (el fiiego y el gra­ nizo en Ex 9, 23-25; fuego y sangre, J1 3, 3); también la bestia (13, 13) es capaz de hacer descender fuego dei cielo (Elias es capaz de hacerlo, 1 Re 18, 38) y de seducir a Ias personas; una gran montana ardiendo es arrojada al mar, 8, 8 (cf. Jer 51,25 LXX; Hen [et] 18, 13; 21, 3). De Ias fauces de los coreeles (9, 17s) sale fuego, humo y azuffe (cf. Job 41, 10-12). También en los juicios de Ias copas, los hombres son quemados con fuego abrasador, Ap 16, 8. Los dos testigos (11, 3) se defienden de los enemigos con fuego mortal para éstos (2 Re 1, 9-12.14); es un fuego que brota de su boca 11, 5; cf. Jer 5, 14 (fuego de la boca de Dios, 2 Sam 22, 9). Finalmente, los ejércitos de Gog y de Magog son aniquilados con fue­ go que desciende dei cielo, Ap 20, 9 (cita de 2 Re 1, 10.12.14; cf. Ez 38, 22). Según Heb 10,27, a los que pecan deliberadamente no les queda más que la terrible ex­ pectativa dei juicio y de la «fiiria dei fuego» (cf. Is 26,11 LXX; Sof 1,18). Por medio de la misma palabra que realizo la creación y el jui­ cio, los cielos acmales y la tierra (actual) están reservados para el fiiego, 2 Pe 3,7 (cf. además el V. 10). Este es el único pasaje dei NT en el que se halla la idea de la conflagración mun­ dial, atestiguada en el parsismo, en el judaís­ mo (Sib III, 84; rV, 172 y passinv, IQH 3, 29ss; cf. Mayer), en el mundo helénico (Platón, Tim 22c) y especialmente en el estoicismo (cf., a propósito, M. Hengel, Judentum und Hellenismus, Tübingen ^1973, 349s, 367, 388, 431). Sin embargo, en 2 Pe 3, 7 no se habla de catástrofes naturales que sucedan perio­ dicamente, sino de la acción dei juicio divino.

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en Mc 9, 48; sobre lo que es en concreto la cf. Mc 9, 43; en el v. 45 aparece sólo yéevva). La ->■yÉEV v a (2) es una y é e v v a t o õ JTUQÓÇ, Mt 5, 22; 18, 9; el fuego inextingui­ ble, Mc 9, 48 (Mt 3, 12 par. Lc 3, 17), es en Mateo el fuego eterno, Mt 18, 18; cf. además 25, 41. Con frecuencia el juicio de fuego es el concepto opuesto al de entrar en la ^tor| (Mc 9,43; Mt 18, 8s) o en la Paai7.eía to õ 'fteorí, Mc 9, 47, cf. Mt 13, 41-43.50. Sodoma y Gomorra padecen fuego eterno (cf. Gén 18, 20s; 19, Iss; Is 1, 9; Jer 23, 14; Ez 16, 48ss; Jub 16,5; 2 Mac 2, 5; TestNef 3, 4; 4,1; TestAs 7, 1; Mt 10, 15; 11, 24; Rom 9, 29) por su conducta inmoral con los ángeles, Jds 7. Jds 23 exhorta a arrebatar dei fuego (dei juicio) a los que dudan. Una variante de la imagen dei juicio escatológico eterno en un lugar de castigo es el lago de fuego en el Apocalipsis; se le llama simplemente Xípvq xoü jiuqÓç, 20, 14.15 ó Xípvr| Toü jTUQÒç x a l deíon, 20,10; cf. 21, 8 ó bien

Y É evva

XípvTi TOÕ jtuQÒç xfiç KaiopévTjç àv •fteío),

19, 20. La bestia y el pseudo-profeta son arro­ jados a él, 19, 20, como lo son también el ôiápoXoç (20, 10), ■&ávaxoç y gôqç (20, 14) y finalmente todo el que no se halla inscrito en el libro de la vida, 20, 15 (cf. además 14, 10). La muerte en el lago de fuego es la «segunda muerte», es decir, la muerte etema, 20, 14. H. Lichtenberger JTUgá, ã ç , pyra montón de lena, (lugar de una) hoguera* Jinçá se refiere sobre todo al lugar donde se enciende una hoguera, o donde se apila mate­ rial que arde o que es combustible: Hech 28, 2: ârtxcü Jtngáv, «encender una hoguera / fuego de campamento»; 28, 3: èjti xf)v jrvQÓv, «(arrojar) alfuego»\ dícese de la «hogue­ ra» donde se quema al mártir, MartPol 13, 2s.

JTÚgyoç, OV, Ó pyrgos torre* 6. Finalmente, &\fuego dei infiemo es tam­ En Mc 12, 1 par. Mt 21, 33: mxoôópTiOEV JTÚQYOV, se habla de la construcción de una bién instrumento dei poder dei juicio divino. torre en una vina (para los vigilantes); cf. Is El pasaje determinante para esta idea es Is 66, 24 (de ahí procede lo dei fuego inextinguible 5, 2; también 2 Crón 26, 10; Billerbeck I,

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jTÚeyoç - TCUQgá^o)

868s; se habla tan sólo de una cabana para el vigilante, por ejemplo, en Is 1, 8); Lc 13, 4; ó JTÚQYOÇ èv Tü) ZiÀooáp, seguramente la torre de una muralla (cf. Josefo, Bell V, 145), que se demimbó sepultando bajo los escombros a 18 personas (sobre la formulación, cf. también Josefo, Bell V, 292; cf. además Spicq, Notes II, 776 con la nota 2). En Lc 14, 28 (jtÚQYOV otxoôopfjoai) se trata de una edificación sólida y costosa (cf. v. 29), cuya finalidad concreta no se precisa (sobre la interpretación como «nave destinada a la agricultu­ ra», cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2; ThWNT VI, 956 con la nota 16). ThWNT VI, 953-956; Spicq, Notes II, 774-779; D. Sperber, On the «pyrgos» as a Farm Building: Ass. for Jewish Studies Review I (1976) 359-361. nV Q éaato pyressõ tener fiebre* En Mc 1, 30 par. Mt 8, 14 se dice que la suegra de Simón (Pedro) yacía enferma con fiebre (jiUQéooouoa). Este verbo no se encuentra en la LXX; ^ itUQexóç. ThWNT VI, 956-959. 3tVQ£TÓÇ, oC, Ó pyretos fiebre* En el NT el término aparece 6 veces. En Lc 4, 38 dícese de la suegra de Simón: ouvexopévTi jtuQCTCp peyáÀq) («estaba enferma con uaa fiebre muy alta»; cf. Mc 1, 30 par. Mt 8, 14); es posible que Lucas haya expresado la corriente distinción médica entre jrugetòç pÉYCtç y piXQÓç, cf. Bauer, Wõrterbuch, 5.v. Mc 1, 31 par. Mt 8, 15; àtpfjxEV aurfiv ó JTUQ8TÓÇ. El lugar paralelo Lc 4, 39 tiene: èjiETÍpTjOEV tw JiuQETtp x o l àqpfjxEV auxf|V,

con lo cual la curación se presenta claramente como efecto de un exorcismo; la expresión ouvéxopat (cf. 4, 38) JtuQEXoíç xa l ô u o e v TEQLCp, «atacado àe fiebre y disenteria», apa­ rece en Hech 28, 8. Jn 4, 52; àcpfíxEV anxòv ó JtuQETÓç. ThWNT VI, 956-959. 71VQIVOÇ, 2 pyrinos ardiente, como de fuego, de color rojo vivo* Según Ap 9, 17, los corceles y jinetes de­ moníacos de la visión de la sexta trompeta

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llevan «corazas como de fuego, de jacinto y de azufre (■dropaxaç jiuqÍvouç...). La yuxtaposición de estos términos hace pensar que se trata especialmente de colores, es decir: «rojo vivo, rojo oscuro (o: rojo de humo, cf. v. 18) y amarillo de azufre»; cf. también Job 41, lOss. Se piensa quizás en los diversos colores de Ias llamas que, según Ap 9,18, salen de Ias bocas de los corceles: fuego, humo y azufre. ThWNT VI, 951s. J i v g ó o ^ a i pyroomai arder, estar inflama­ do, arder al rojo vivo* El verbo aparece 6 veces en el NT, siempre en voz pasiva. En sentido propio aparece en la imagen de Ef 6, 16 acerca de los «dardos encendidos / ardientes (xá péXq [tà] jtEJtupoupÉva, «flechas incendiarias»») dei maligno»; 2 Pe 3, 12, refiriéndose a la idea, original­ mente persa y estoica, de la conflagración mundial que sucederá al fin (aparece única­ mente aqui en el NT): oupavol JtUQoúpevoi Ku^Tioovxai, «los cielos serán destruidos por fuego» (cf. vv. 7.10; lo opuesto: xaivol oúpavoí, v. 13); cf. también Sof 1,18; 3, 8; ade­ más ApBar [sir] 31,5; Hen [et] 83, 3s. Con el significado de estar al rojo vivo / purificar al rojo vivo (refiriéndose a los metales), en Ap 1, 15: Ev xapívcp JtEJtuQCopévTiç, «purificado en el homo» (el genitivo incorrecto gramati­ calmente, es corregido en los manuscritos por un dativo o por un nominativo); 3, 18: XQi^oíov itEJTUQopévov, «oro purificado en el fuego (es decir, oro puro)» (como imagen de la salvación, cf. Sal 17, 31 LXX). En Pablo aparece sólo en sentido figurado: 1 Cor 7, 9; jtUQOüo'0-ai, ser devorado por el fuego (dei deseo) (sobre la imagen cf. Eclo 23, 16); 2 Cor 11, 29: oõx zyái jiuQoüp.ai, «no me in­ flamo (yo mismo)», a saber, de cólera por los que se extravían en la comunidad y de amor ardiente hacia la comunidad misma. Bauer, Wõrterbuch, í .v.; ThWNT VI, 948-950. TtVQgá^to pyrrazõ estar rojo* Mt 16, 2.3: jtUQQá^ei ó oÚQavóç, dícese dei color rojizo dei cielo al atardecer o al

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mjQQáÇíü- jcwXoç

amanecer, como senal probada dei tiempo que va a hacer. Mt 16, 2b.3 falta en Sin B X y otros. nÚQQOÇ, OD P y r r o s Pirro*

Nombre dei padre de Sópater de Berea, uno de los siete companeros de Pablo en su viaje de regreso de Grécia a Jerusalén: Hech 20, 4. jn jg g ó ç , 3 pyrros rojo de fuego, rojo vivo* Ap 6,4; ütJtoç JTUQQÓç, «un corcel de color rojo vivo» (como segundo de los cuatro corceles con los colores; blanco, rojo vivo, negro, muy pálido, 6, 1-8; cf. Zac 1, 8; 6,1-3: de manera semejante los cuatro colores dei mundo antiguo: TÒ Xeuxóv, [téÀav, èpuílQÓv, QÓv, Teofrasto, De sensu, 13, 73ss); Ap 12, 3: ÔQÓxcov [iéyaç JtUQeóç, «un gran dragón de color rojo vivo», como enemigo de la mujer (cf. Is 14, 29; 27, 1; H. Kraft, Die Offenbarung [HNT], sub loco). ThWNT VI, 952s. n:‘ÚQ{OOlÇ, E«JÇ, pyrõsis incêndio, la acción de arder, ardor de fuego* En Ap 18, 9.18 dícese dei incêndio escatológico de «Babilônia»: ó «apvòç xfiç JtuQcóOEwç avTfjç, «el humo de su incêndio» (cf. v. 8). En 1 Pe 4, 12 se habla dei ardor dei fuego para la purificación (de metales) como imagen de la prueba de los creyentes por los sufrimientos, que propiamente son los sufrimientos de Cristo (v. 13): f| èv 'ópiv jrÚQoooi.ç itQÒç iteiQaap,òv úp.tv yivopévq, «el ardor de juego que reina entre vosotros y que sirve para probaros». ThWNT VI, 951. JtcuXéo) põleõ vender*

En el NT el verbo aparece 22 veces, diecisiete de eUas en los Evangelios, 3 en Hechos, y también en 1 Cor 10, 25 y Ap 13, 17. En voz activa en Mc 10,21 (o a a ê^eiç) par. Mt 19, 21 (oou xà -UJtÚQXOVTa) / Lc 18, 22 (jtávxa ô o a Mt 13, 44 (jtá vta ò o a Exei); Lc 12, 33 (xà íiJtáQXOVxa); 22, 36 (xò ip.áxiov); Hech 5, 1 (vtxfípa); con el objeto de la acción verbal, que debe sobreentenderse

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por el contexto, Hech 4, 34.37. El participio oí JicoXoõvxEç, los vendedores de algo / los comerciantes: dícese de los que comerciaban en el templo (junto a àYOQÓÇovxeç), Mc 11, 15 (bis) par. Mt 21, 12 (bis); cf. Lc 19, 45; Jn 2, 14.16; en sentido general en Mt 25, 9. En sentido absoluto en Mt 21, 12a; 25, 9; Mc 11, 15a; Lc 19, 45; Lc 17, 28 (èjtróXotiv junto a fiYÓQaÇov y otras actividades cotidianas en Sodoma en tiempos de Lot); Ap 13, 17 (àyoQ áoat tj jtcoÀfjoai). En voz pasiva en Mt 10, 29 par. Lc 12, 6 (ôúo o JtÉvxe oxQoníHa); 1 Cor 10, 25 (mãv xò èv paxé^Xto JicoXoijpsvov, «... lo que se pone a la venta»).

jtwXoç, ov, ó põlos

animal joven, cria de mamífero, pollino* En el NT el término aparece 12 veces, once de ellas en los Evangelios sinópticos (Mc 11 par.); aparece también en Jn 12, 15. Además de designar a determinado animal, JicõXoç significa en general animal joven, cria de ma­ mífero (de la especie que sea); así, junto a õvoç, significa asnillo, pollino.: Mt 21, 2.5 (cf. Zac 9, 9, donde en contra de la LXX, en vez de èjti nJto^ÚYtov x a l jtcoXov veóv, «so­ bre un asno, y por cierto sobre un animal jo­ ven», se formula: èjtl õvov x a l èjtl jtcõXov ovou, cf. V. 14: ôvÓQLOV); Mt 21, 7. En todos los demás pasajes (relacionados con la «his­ toria de la entrada triunfal»: Mc 11, 2.4.5.7 par. Lc 19, 30.33 [bis].35) jccõXoç se halla so­ lo, sin ninguna precisión ulterior. W. Bauer {Wõrterbuch, í . v . ; JBL 72 [1953] 220-229) supone que en este caso el término significa «caballo» (cf. JttõXoç = hzTZOÇ, Pseudo-Calístenes II, 14, 2; 15, 9). Ahora bien, puesto que en la LXX jtwXoç, como traducción de ‘ayir, puede designar sin ulterior precisión el «polli­ no» (Gén 49, 11; Jue 10, 4; 12, 14; también Zac 9, 9; cf. además ThWNT VI, 960, 13ss) y además los relatos de Marcos y Lucas sobre la entrada triunfal presuponen también probablemente a Zac 9, 9 (posiblemente también a Gén 49, 11), los pasajes en cuestión deben de referirse igualmente a un pollino. ThWNT VI,

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nôiXoç - 3«Ó5

959.961; X, 1257 (bibl.); O. Michel; NTS 6 (1959-1960) 81s; R. Bartnicki; NovT 18 (1976) 161-166. mwJtoTE põpote (adv.) alguna vez, (con negación) jamás* El advérbio aparece 6 veces en el NT, cinco de ellas en el Evangelio de Juan y en la Carta priraera de Juan; siempre en conexión con una negación: ouòelç jtcójtoxe, «nadie jamás», Lc 19, 30; Jn 1, 18; 8, 33; 1 Jn 4, 12; ouTE... jrcbjTOTE, Jn 5, 37; oí) [xf) ôitj;r|oei jtrónoxE, «no volverá ya jamás a tener sed», 6, 35. JKOQÓül põroõ endurecer, hacer insensible, embotar* En el NT el verbo aparece 5 veces; siempre en sentido figurado, y 4 veces en la voz pasiva, en el sentido de estar endurecido, embota­ do, refiriéndose al «corazón» de los hombres (tres veces) o a sus «sentidos» (una vez). El verbo no aparece con este significado en la LXX. En Marcos dícese dos veces de los discípu­ los de Jesús, que, aun después dei milagro de la multiplicación de los alimentos, no eran capaces de tener una fe llena de confianza: f|v auTÍãv f) x a p ô ía JtEJtcoQoc)p,évTi, 6, 52; jte3tojpcop,évTiv êxexe xfiv x aç ô ía v np,õ)v, 8,17 (cf. V. 18 y, a propósito, Jer 5, 21; Ez 12, 2). Por el contexto (8, 21) se ve que el endurecimiento dei corazón debe entenderse como el hecho de no comprender todavia. Es expresión de la dependencia en que el hombre se halla de la fe trasmitida por medio de Cristo: tan sólo desde la perspectiva de la cruz se re­ vela el sentido de Ias acciones de Cristo. El enunciado profético sobre el endurecimiento (Is 6, 9-11) se recoge en Jn 12, 40, de t£il manera que a Dios se le considera como la causa directa de que el pueblo «no sea capaz de creer»; èjKüQCOOEV auxcóv xf)v x a ç ò ia v (Is 6, 10 LXX: èjiavúxílTi Y“ Q 'H KOQÔía xoü Xaov xoúxou). En Pablo se trata dei endurecimiento de «Is­ rael» ante la oferta escatológica de la salva-

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ción divina, de la que de momento participa sólo «un resto», para que alguna vez sea ganada de nuevo la totalidad de Israel, Rom 11, 7 (ot ôè Xoutol èjtcoQíúOqoav, con cita de Dt 29, 3; Is 29, 10; cf. además Rom 11, 5.11s). También aqui el endurecimiento se entiende en su sentido más profundo como obra de Dios, realizada con la finalidad de ganar a los gentiles y de que al fin de los tiempos «todo» Israel entre en la salvación. De manera pareci­ da en 2 Cor 3,14: èjtcoQtüdq xà voqiraxa avxcõv. -V JtòjQooiç, Tcaxwto. K. L. Schmidt: ThZ 1 (1945) 1-17: ThWNT V, 1027-1030; X, 1226 (bibl.); J. Gnilka, Die Verstockung Israels, München 1961; DTNTII, 54-56. JIÚQOMTiç, £toç, 1^ põrõsis obstinación, endurecimiento* En el NT el término aparece 3 veces, siem­ pre en sentido figurado, como sucede con el verbo -> Jttopóco. Mc 3,5: rtcópcooiç xfjç xapôíaç (refiriéndose a los fariseos); Rom 11, 25: JttÓQCOOiç àjtò pépouç X(õ Topaqk Y ÉyovEv (cf. vv. 4s.7 [-)■ JtcoQÓO)].lls); en Ef 4, 18 dí­ cese de los gentiles que están excluidos de la vida de Dios ôià xf)v Jtrópcooiv xfjç xapôíaç auxôv, refiriéndose principalmente a la conducta observada por los paganos (cf. w . 17. 19ss; Rom 1, 21ss). ThWNT V, 1027-1030; X, 1226 (bibl.); DTNT II, 54-56. jwóç pôs de algún modo, quizás* En el NT la partícula enclítica jtcóç aparece 15 veces (no se encuentra en los Evangelios), siempre unida a Ias partículas ei (cuatro veces) o pxí (once veces). eí juüç , «si de algún mo­ do», Hech 27, 12; «si quizás», Rom 1, 10; 11, 14; Flp 3, 11. pf| Jttoç (-> pT|n:(oç), «no sea que de algún modo», 1 Cor 8, 9; 9, 27; 2 Cor 2, 7; 9, 4; «que quizás» (después de cpojJéopai), 11, 3; 12, 20 (bis); Gál 4, 11; de manera pare­ cida en Rom 11, 21 (donde se sobreentiende, por el sentido, una frase que expresa preocupación; p,f| Jtcoç falta en Sin A B C y otros) y en 1 Tes 3, 5: «(con la preocupación de) que tal vez»- Como introducción a una interrogati­ va indirecta: «no sea que tal vez», Gál 2, 2.

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JttOÇ

n:íõç põs (partícula interrogativa) í,cómo? ^cómo es que?; jcómo!, jcuán!; nunca, imposible; ^qué?; que* 1. Aparición en el NT - 2. Uso modal - 3. íQ u é ? 4. Expresión de asombro y sorpresa - 5. Exclamación - 6. Desaprobación - 7. Compatibilidad - 8. Pregunta retórica - 9. Interrogativa indirecta. B ibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.; Beyer, Syntax, 126; BlaB-Debrunner § 106, 436; Liddell-Scott, j.v.; H. Ljungvik, Z u m G eb ra u ch e in ig e r A d v e rb ie n im N T ‘. Eranos 62 (1964) 29-39, sobre todo 31s.

1. En el NT Jicõç aparece 103 veces (sin contar Mc 8, 21 v.l.; en la LXX aparece unas 130 veces). Es un término preferido por el Evangelio de Juan (20 veces, nunca con subjuntivo o con optativo; catorce veces es pre­ gunta retórica como expresión típica de la incomprensión; interrogativa directa únicamen­ te en 9, 10.19.26 e interrogativa indirecta también únicamente en 9, 15.21); es un térmi­ no frecuente en Marcos (donde aparece 14 ve­ ces, siete de ellas en interrogativas indirectas y cuatro en preguntas retóricas). Por el con­ trario, en Mateo (donde aparece 14 veces) predomina la pregunta retórica (diez veces; en interrogativas indirectas únicamente tres ve­ ces, y por cierto siempre en material de la tradición). En el Evangelio de Lucas aparece 16 veces (siete veces en interrogativas indirectas, cinco veces en preguntas retóricas), y en Hechos, 9 veces (siete veces en interrogativas in­ directas; como pregunta retórica solamente en 8, 31 [una vez con optativo]). En Pablo apare­ ce 22 veces; ocho veces en Romanos (con excepción de 4, 10, siempre como pregunta re­ tórica); nueve veces en la Carta primera a los Corintios (cinco veces como pregunta retóri­ ca; cuatro veces como interrogativa indirec­ ta); como pregunta retórica: Gál 2, 14; 4, 9; 2 Cor 3, 8; como interrogativa indirecta: 1 Tes 1, 9; 4, 1. Además, como interrogativa indi­ recta: Col 4, 6 par. Ef 5, 15; 2 Tes 3, 7; 1 Tim 3, 15; Ap 3, 3; como pregunta retórica: 1 Tim 3, 5; Heb 2, 3; 1 Jn 3, 17 (v.l. 4, 20). 2. La partícula interrogativa adverbial con indicativo tiene claramente un sentido modal

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Qde qué modo?) en Rom 4, 10a (cf. el desarrollo en v. 10b); Lc 8, 18; Jn 9, 10.19.26 (cf. los vv. 15 y 21 como interrogativas indirectas; sin embargo, el v. 16 es una pregunta retórica: imposible - y también eventualmente el v. 10 i,cómo expresión de incomprensión?-); es también incierto el sentido de Mt 22, 12 ( ^ 5); Lc 1, 34 (cf. v. 37: imposible)-, 1 Cor 15, 35b (una pregunta retórica que cita a los fal­ sos maestros corintios; posiblemente también sea modal, si se tiene en cuenta la pregunta paulina paralela en el v. 35c, en el caso de que jtoíq) sea sinônimo). 3. En el griego helenístico Jtõ)ç se usa tam­ bién en lugar dei pronombre interrogativo neutro xí (Ljungvik), iqué?: Mc 4, 30b (con subjuntivo; cf. la segunda interrogativa en el V. 30c; probablemente una influencia correlativa dei ablativo latino singular a quo, que también puede significar «j,cómo?», «),con qué?»); Lc 10, 26 (en contra de Bauer, aqui no es modal; en contra de BlaB-Debrunner § 436, 3 con la nota 2, no hay que tener en cuenta en este apartado la interrogativa indi­ recta de Lc 18, 18, porque tal interrogativa es una conclusión sintetizadora: en los vv. 12-15 lo que interesa es cômo hay que oír. El signi­ ficado de I qué? está claro en Hech 2, 8 (cf. el objeto en el v. 11b), lo mismo que en Ias inte­ rrogativas indirectas de 1 Cor 3,10 (cf. v. 12); Col 4, 6 (donde se recuerda concretamente el contenido dei escrito; cf. v. 3: xò [xuoxf|Qiov); Mc 5, 16; Ap 3, 3. 4. JTtõç como interrogativa que expresa asombro {no comprendo que; cómo es posible que) se desKnda dificilmente dei jtüõç en Ias preguntas retóricas: Mt 21,20 (a causa dei ad­ vérbio que sigue -> 5); es posible también co­ mo connotación en Lc 1, 34 ( ^ 2); Hech 2, 8 (-> 3; Mc 4, 40 v.l., ya que en Marcos no apa­ rece nunca con una negación: cf. GNTCom 84). 5. De ahí que se use también como partícu­ la exclamativa en exclamaciones de asombro (en vez de mç: BlaB-Debrunner § 436, 1):

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3IC0Ç

jcuán!'. Mc 10, 23 (par. Lc 18, 24 con el refuerzo de un advérbio, como lo exigen Ias re­ gias dei buen decir en griego: Kühner, Grammatik \V \, 663); Mc 10, 24 (con un adjetivo); Lc 12, 50; Jn 11, 36; posiblemente también Mt 21, 20 (Liddell-Scott; C. F. D. Moule, An Idiom-Book o f the New Testament Greek, Cambridge ^1959 [= 1971], 132 con la nota de la p. 207; -» 4). 6. Guando la pregunta sugiere más intensa­ mente la desaprobación Qcómo puedes de­ cir?, ^con qué derecho?), es difícil desHndarla de Ias interrogativas expuestas en ->• 4 y en ^ 8: Mc 12, 35 par. Lc 20, 41; Mt 7 ,4 par. Lc 6, 42; Mt 22, 12; Lc 12, 56 (nótese el vocativo). 7. Asimismo, será difícil deslindar de ->■ 8 la pregunta acerca de la compatibilidad obje­ tiva Qcon qué razón?, len qué sentido?, icómo es que?): BlaB-Debrunner § 442, nota 16): Mc 9, 12 («Si Elias ha de venir primero y ha de restaurar todas Ias cosas, icónw es que es­ tá escrito...?»; Mt 22, 43; 26, 54 (con subjuntivo deliberativo en vez dei futuro clásico: imposible). 8. La pregunta retórica interroga siempre acerca de la compatibilidad y contiene en sí su respuesta, que se presupone evidente: imposible. Por eso, se emplea tipicamente en el curso de la argumentación y se hace así clara­ mente para introducir una apódosis como conclusión lógica, después de una prótasis condicional o causai: Gál 2, 14 (st con indica­ tivo de caso real: «Puesto que [no: «si»] tú... es imposible que seas capaz...»); 4, 9 (des­ pués de un participio causai); 1 Cor 14, 7.9.16; 15, 12; Rom 3, 6; 6, 2; con Ias oraciones en orden inverso (y, por tanto, con subjuntivo deliberativo) en Rom 10, 14a.b.c.l5. Por el contrario, con Ias conclusiones en or­ den normal, 2 Cor 3, 8; Rom 8, 32 tienen además una negación en la apódosis, de lo cual se deduce el significado afirmativo; con toda seguridad, ciertamente (Kühner, Grammatik

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n/2, 522 nota 9) —y así sucede también segu­ ramente en el único pasaje de Mateo de carac­ terísticas similares; Mt 16, 11 (y no en el sen­ tido de otJnco)-. Encontramos de nuevo una apódosis simple en 1 Tim 3, 5 (provérbio en paréntesis); Heb 2, 3; 1 Jn 3, 17; Mt 12, 26 par. Lc 11, 18 (abreviada en Mc 3, 23); Mt 22, 45; Jn 3, 12; 5, 47; 6, 42 (abreviada en el v. 52); 8, 33; 14, 5.9. Con Ias oraciones en orden inverso: Mt 12, 29.34 (repetida abreviada­ mente con subjuntivo en 23, 33); Hech 8, 31; Jn 3, 4 (repetida abreviadamente en el v. 9); 4, 9; 5, 44; 7, 15. La partícula de la conclusión experimenta además un refuerzo en el sintag­ ma, de buen estilo griego, x a l Jtcôç (totalmen­ te imposible, descartado por completo: Küh­ ner, Grammatik II/2, 518 nota 5; BlaB-De­ brunner § 442, 5b con la nota 16): Mc 4, 13 (con futuro como en la lengua clásica; cf. Lc 1, 34; Mt 7,4; 12, 26); 9,12; Lc 20, 44; Jn 12, 34 y, como variante textual original, también 14, 5.9. 9. De los 37 testimonios de interrogativas indirectas con referencias metalingüísticas, la pregunta implica cuatro veces el significado de qué (-^ 3). Después de verbos de percibir, conocer y hablar, Jtcõç significa casi siempre cómo (en lugar de õjuoç): 1 Tes 4, 1 (con ar­ tículo anafórico que da a Jttõç el valor de sustantivo; par. Ef 5,15; 1 Tim 3, 15 como reflexión sobre lo que se ha dicho hasta entonces en la carta); Lc 12, 11 (par. Mt 10, 19; 1 Cor 7, 32.33.34 con subjuntivo deliberativo); 12, 27 (par. Mt 6, 28); Mc 11,18 (con subjuntivo, par. 14, 1.11; Lc 22, 2.4 con artículo anafóri­ co como en Hech 4, 21: Kühner, Grammatik II/l, 625s); Hech 15, 36; 20, 18. Además, jTüiç se usa cada vez con mayor frecuencia en lugar de õxi (que\ compárese Hech 9 ,27b.27d con el v. 27c; Moulton, Grammar III, 137 no­ ta 2; BlaB-Debrunner § 396,1 con la nota 5: 1 Tes 1,9 (par. Lc 8, 36; Hech 11,13); Mc 2, 26 (par. Mt 12, 4); 12, 26.41; Lc 14, 7; Hech 12, 17; 2 Tes 3, 7. W. Schenk

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'Paáp, 'Pa/áp

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Rhaab, Rhachab Rajab

(Rahab)* El nombre de la «prostituta Rajab», que según Jos 2, Iss había escondido en la azotea de su casa en Jerico a los dos espias de Israel y que, por este motivo, salvó su vida, según 6, 17.22s.25, al ser destruida la ciudad, aparece 3 veces en el NT; eon la forma T a á p (como trascripción dei hebreo rãbãb, cf. Bla6-Debrunner § 39, 3 con la nota 4; Josefo, Ant 5, 8: TaápT] junto a la v.l. T axaP ij) en Heb 11, 31, donde la conducta de la prostituta en Jeri­ co se atribuye a su fe (jtíOTEL T a à p JtÓQVt] of) ouvaJtmÀETO, cf. cf. Jos 2, 9ss), y en Sant 2, 25, donde su acción se considera como obra determinada por su fe (T a à p J t ó p v q oux EQywv èÔLxaui[)'&Ti[;]). Con la forma T a x á p aparece en la genealogia de Jesus se­ gún Mt 1, 5, donde Rajab figura como madre de Booz y, por tanto, como bisabuela de Jesé, padre de David (mientras que los textos rabinicos la conocen como esposa de Josué, como madre de la que descienden sacerdotes y pro­ fetas, y como prosélita, cf. MekEx 18, 1; SifreNúm 78 a propósito de 10, 29). ThWNT III, 1-3: sobre todo 3; BHH IR. 1547; Haag, Diccionario, 1643; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, 1297s; J. D. Quinn: Bib 62 (1981) 225-228; R. E. Brown: Bib 63 (1982) 79s.

213: Hahn, Hoheitstitel, 74-95; M. Hengel, Seguimiento y carisma, Santander 1981, 46-63; E. Lohse, çappí, QaPPouví, en ThWNT VI, 962-966; R. Riesner, Jesus ais Lehrer (WUNT II/7), Tübingen 1981, 266-276; H. P. RUger, en TRE III, 608; A. Schulz, Nachfolgen und Nachahmen (StANT 6), München 1962, 21-49; H. Shanks, Is the Title «Rabbi» Anachronistic in the Gospels?: JQR 53 (1962-1963) 337-345; IcL, Origins o fth e Title «Rabbi»: JQR 59 (1968-1969) 152-157; B. T. Viviano, Rabbouni and Mark 9, 5: RB 97 (1990) 207-215; S. Zeitlin, The Title Rabbi in the Gospels is Anachronistic: JQR 59 (1968-1969) 158160; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1257.

1. Aparición en el NT - 2. Contenido semântico y trasfondo judio - 3. Evangelios sinópticos - 4. Evangelio de Juan.

1. En el NT pap p í aparece únicamente en los Evangelios, pero falta en el Evangelio de Lucas. Los 15 testimonios que hay en total, se encuentran en los siguientes pasajes; Mc 9, 5 (el vocativo gappí es sustituido en los luga­ res paralelos; en Mt 17, 4 por xúqle; en Lc 9, 33, por EJtíoxaxa); 11, 21 (se omite en Mt 21, 20); 14, 45 par. Mt 26, 49; Mt 23, 7.8 (mate­ rial peculiar); 26, 25 (material peculiar, a di­ ferencia de Marcos); Jn 1, 38.49; 3, 2.26; 4, 31; 6, 25; 9, 2; 1 1 ,8 .- Jn 1, 38 traduce el vo­ cativo Qappí por ôiôáoRa)i.E (cf. 3, 2); Mt 23, 8 nos da a conocer igualmente que ôiôáootaXoç es el término equivalente, pappí apa­ rece predominantemente como un vocativo dirigido a Jesús (excepciones; Mt 23, 7.8; Jn 3, 26). La forma paPPouví se encuentra única­ mente como vocativo dirigido a Jesús: Mc 10, 51 (en boca dei ciego; jen Mt 20, 33 y Lc 18, 41 sustituido por rúqie !) y Jn 20, 16 (en lá­ bios de Maria Magdalena, que se halla ante el Resucitado). En Jn 20, 16 esta forma se expli­ ca mediante el vocativo ôtôáoRaÀE. El texto «Occidental» (D it) escribe en Mc 10, 51 xúQLE gappí en lugar de gaPPouvL

Bibl.\ Dalman, Worte, 266s, 272-280; J. W. Doeve, en BHH IH, 1541-1545; J. Donaldson, TTie m i e Rabbi in lhe Gospels...: JQR 63 (1972-1973) 287-291; B. Gerhardsson, Memory and Manuscript (ASNU 22), Uppsala 1961, 324-335; Goppelt, Theologie I, 211,

2. En el judaísmo, en tiempos de Jesús, la gen­ te se dirigia a Ias personas doctas llamándolas rabbi, «itni senor!» (transcrito por QaPPí; Dal­ man 272, que hace referencia a Mt 23, 7). rab era el tratamiento que se aplicaba frecuentemente al

Q a p p í rhabbi ;Rabí, mi senor!* g a p p o u v í rhabbouni jmi senor, mi dueno!*

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QOppí —çapSí^ü)

doctor (de la ley) {ibid. 274); el significado origi­ nal es «grande». De rab se deriva también rabbãn. El arameo palestinense preferia la terminación en -ôn a la terminación en -ãn, obteniéndose así la forma rabbôn, de la cual procede el vocativo gaPPonví, ;mi senor! (Dalman, 267). Sobre la cuestión acerca de si los Evangelios aplican «anacrónicamente» el título de gappí, cf. la discusión entre Shanks, Zeitlin y Donaldson. Guando la tradición evangélica traduce los vocativos gappí y QaPPotJví por los conceptos «maestro» y «se­ nor» (-► 1), entonces reproduce fielmente los contenidos semânticos que estos conceptos tenían en el judaísmo. Sin embargo, hay que tener pre­ sente que el judaísmo contemporâneo no limitaba todavia el vocativo «rabí» a los eruditos de probada formación y ordenados para el oficio de la ensenanza. Si no se tiene en cuenta esto, entonces surgen fácilmente interpretaciones que presentan demasiado esquemáticamente Ias relaciones entre Jesus y el grupo de sus discípulos, ajustándolas a Ias relaciones existentes entre el doctor de la ley y los discípulos que estudiaban la ley (cf., a pro­ pósito, Hengel; -> axoXoudéu) 4). Hahn (76) seííala el hecho probado de que, en los Evangelios, el vocativo «rabí» se relaciona sólo secundaria­ mente con la idea dei seguimiento y dei discipulado (Mc 10, 51s).

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Mateo limito característicamente el uso de gappí.. A los doctores de la ley, dei judaísmo les gusta que los llamen gappí (Mt 23,7). Por el contrario, los discípulos de Jesús no deben aplicar este título a nadie, porque Jesús es su único Maestro, y ellos entre sí son hermanos (23, 8). Tan sólo el traidor Judas usa el el vo­ cativo gappí para dirigirse a Jesús (26, 25.49).

4. En el cuarto Evangelio, el vocativo QCxPPí, desde su primera aparición (Jn 1, 38), se traduce por «jMaestro!». Se emplea en 1, 38 para dirigirse a Jesús, y, por cierto, en lábios de antiguos discípulos de Juan. Los discípulos de Juan aplican este título al Bautista (3, 26). En boca de Natanael (1, 49), el vocativo «ra­ bí» introduce la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios. Nicodemo acompana el vocati­ vo con Ias siguientes palabras; «Sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro» (3, 2). Los discípulos de Jesús emplean tam­ bién el vocativo «rabí» en 4, 31; 9, 2; 11, 8 para dirigirse a su Maestro. En 6, 25 encon­ tramos este vocativo en lábios dei pueblo. El vocativo corresponde a Ias relaciones de los 3. El hecho de que a Jesús, durante su acti- [tadqxaí con su Maestro (cf. 1, 38; 3, 25s; 4, 31; 9, 2; 11, 8). gappouvt se halla atestiguavidad en la tierra, se le aplico efectivamente do unicamente como vocativo dirigido al Je­ el vocativo Qa^pí resalta por la tendencia que sús resucitado (20, 16). El título, en este caso, se observa en la tradición a relegar este voca­ pretende sobrepasar el vocativo x ú q l e ( v . 15), tivo (Mateo) o a evitarlo por completo (Lu­ con que se había dirigido la palabra al sucas); 1. El vocativo ôiôáoxaA.8 (Mc 4, 38; puesto jardinero (pero cf., no obstante, ròv 9, 17.38; 10, 17.20, 35 y passim), frecuente xÚQiov en el V. 18 y la confesión de Tomás en en los Evangelios (con excepción dei Evange20, 28). El Evangelio de Juan evita el vocati­ lio de Juan), traduce seguramente en muchos vo ôiôáoxa>LE (prescindiendo de la «traducpasajes un pappí, original (-> òiS áoxo 4.a), ción» que se da en 1, 38 y 20, 16). La excep­ pap p í pertenece ya a la tradición anterior a ción es el pasaje «sinóptico» en 8, 4 (v.l.). Marcos. Falta en la fuente de logia (cf., a pro­ pósito, Hahn, 75). En Marcos, el vocativo G. Schneider Qappí, dirigido a Jesús, se pone en lábios de Pedro (9,5; 11, 21) y de Judas (14,45). El he­ Q aPPoiiV Í rhabbouni jmi senor, mi duecho de que el ciego de Jerico se dirija a Jesús no! llamándole gaPPonví (10, 51), corresponde gappi. seguramente, por un lado, al relato según lo trasmitía la tradición. Y muestra, por otro la­ Q a p ô í^ to rhabdizo apalear, golpear (con do, en el contexto de Marcos, la mayor dis­ una vara), azotar* tancia en que se halla con respecto a Jesús En el NT el verbo aparece 2 veces para reuna persona que no forma parte dei grupo de ferirse al castigo romano de la flagelación los Doce.

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êapôíÇco - QayaiJ

(yerberatio), que podia aplicarse como escarmiento y también como tortura en los interro­ gatórios (pero nunca a ciudadanos romanos; cf. -*■ p,aaTiYÓco). Según Hech 16, 22, Pablo y Silas fueron condenados por los pretores ro­ manos en Filipos a la pena de flagelación (pú­ blica) por haber causado alboroto público (èxÉXeuov QapôíÇeiv; cf. v. 23; JtoÀXáç te èjtt&évTEç aÚTOLÇ vv. 35 y 38: la mención de los gapôoõxoi, los «lictores», que llevaban los haces de varas; cf. además el V. 37). Según 2 Cor 11, 25 Pablo sufrió tres veces este castigo (xQiç èpçapôío^&qv), ade­ más de Ias cinco veces que fue azotado en Ias sinagogas, v. 24. ThWNT VI, 971.

Q á p ô o ç , OV, ^ rhabdos paio, vara, bas-

tón, cetro* En el NT el término aparece 12 veces, cuatro de ellas en la Carta a los Hebreos y otras tantas en el Apocalipsis. Según Mt 10, 10 par. Lc 9, 3 (Q), a los dis­ cípulos enviados por Jesús no se les permite llevar un bastón de caminante (p-qôè [Mt] / p.qte [Lc] QÓpôov); a diferencia de Mc 6, 8 (el pt] pápèov póvov), donde el único equi­ po que se permite llevar a los mensajeros es el bastón de caminante (y Ias sandalias, v. 9). Mientras que la versión de Marcos puede entenderse como ima suavización (cf., a propó­ sito, J. Gnilka, El Evangelio según San Mar­ cos I, Salamanca 1992, sub loco), vemos que la rigurosa prohibición de llevar toda clase de equipo, en Q, podría acentuar la diferencia entre los mensajeros dei cristianismo primiti­ vo y los predicadores itinerantes de la escuela cínica, de los que eran característicos la mo­ chila, el bastón y el manto (cf. M. Hengel, Seguimiento y carisma, Santander 1981, 31s). 1 Cor 4, 21 se refiere (ironicamente) a la vara como instrumento de corrección y casti­ go: EV Qápôq) eXOco JtQÒç 'ópãç(;). (Lo opuesto: èv òiYájtq.) Se piensa quizás en el Jtaiòaytüyóç griego, cf. v. 15, que hacía uso frecuentemente de la vara. En la Carta a los Hebreos se trata dei cetro de Dios en manos dei Hijo como soberano

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(QÓpôoç tfjç en^ÚTqtoç / xfjç PaaiX,eíaç, 1, 8 [bis], cita dei Sal 44, 7 LXX). 9, 4 mencio­ na «la vara florecida de Aarón», que se guardaba en el arca (q qápôoç ’AaQcbv q pXaotq o a o a ); cf. Núm 17, 14ss, esp, v. 15; cf. además ThWNT VI, 970, lOss), y finalmente 11, 21 se refiere al bastón, sobre cuyo extre­ mo se apoyó (xò o m q o v xqç QÓpôou aíixoõ) el anciano Jacob para inclinarse (ante Dios) en senal de humildad (cf. Gén 47, 31 LXX, a diferencia dei texto hebreo: rõ’s hamminâ, Jacob se inclinó sobre «la cabecera dei lecho»). El Apocalipsis habla de la vara de medir semejante a un bastón (-> x á la p o ç ôpoioç pápôo), 11, 1, cf. Ez 40, 3), y dei cayado (de hierro) como senal dei dominio escatológico sobre Ias naciones (jTopaívto... èv pripôq) oiÔEQÕ, Sal 2, 9 LXX), un cayado que se en­ contrará en manos de Cristo (Ap 12, 5; 19, 15) y también dei «vencedor» (2, 27); cf. SalSl 17, 24; también Is 11, 4. ThWNT VI, 966-970. g a p ô o v / o ç , OV, ó rhabdouchos lictor,

portador dei haz de varas, alguacil* Hech 16, 35.38 habla de los lictores roma­ nos de Filipos, a quienes se menciona siempre en relación con sus correspondientes «preto­ res» o duumviri; ->• papôíÇco (tecnicismo dei lenguaje administrativo, cf. Polibio V, 26, 10). De ordinário los oxpaxqyoí de Ias ciudades tenían siempre a su disposición dos licto­ res. ThWNT VI, 971s. rhabitha muchacha En Mc 5, 41 la variante textual de D pappi ■OaPixá, en lugar de taXiOá, se deriva de la forma femenina paPiO-á, que es trascripción dei arameo rabita’, «muchacha»; cf. TREIII, 609. Rhagau Ragau* Nombre dei padre de Serug e hijo de Peleg (cf. Gén 11, 18-21; en hebreo r^‘ü) en la genealogia de Jesús: Lc 3, 35.

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gaôioíiQYTjfia - T a j iá

QaôlOt)QY'nM’^ ’ «TOÇ, t ó rhadiourgêma frivolidad, impostura, pillería* Hech 18, 14; QaôioÚQY''!!'^® :rtovTiQÓv, después de àôíjtnpa, como un delito que exige castigo judicial: «malvada impostura». Q aôloV Q Y Ía, a ç , rhadiourgia liviandad, engano, maldad* En Hech 13, 10 dícese que Elimas el Mago estaba «lleno de todo engano y maldad (JtavTÒç bokov x a i Jtáoqç èaôiouQYÍoiÇ)»; lo opuesto: ôixaiooúvq. p a iv o ) rhainõ salpicar, rociar Ap 19, 13 v.l. en voz pasiva: l[iátiov q e Q avuopévov a íp a ti, en vez de PEPapp,évov, de pájtTOO, cf. ->■ pajtxíÇo) 9).

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probabilidad se deriva dei arameo rêqã’ («vacío, frívolo»), y dificilmente de gáxoç («andrajo, bribón»). rêqã’ es un insulto judio (cf. bBer 32b; bSan 100a), que aparece también en un papiro de Zenón, como préstamo léxico griego; 'A vtíoxov xòv QO^ãv (Preisigke, Sammelbuch, 7638, 7). El término tiene casi siempre la coimotación de cabeza hueca o es­ túpido. Y así se ve también en la interpretación que hacen de él los padres de la Iglesia. En cuanto a su significado, dificilmente se distinguirá de pmgé, que viene a continuación, ->■ pcoQÍa 3. Billerbeck I, 278s; G. Dalman, Jesus-Jeschua, (Leipzig 1922) Darmstadt 1967, 68-71; Bauer, Wõrterbuch, í . v. (bibl.); ThWNT VI, 973-976; X, 1257 (bibl.); R. A. Guelich: ZNW 64 (1973) 39-52; TRE IH, 608. Q a x o ç , o v , TÓ rhakos trozo de tela, re-

'P a i q ) á v Rhaiphan Refán (Romfán)* Según Hech 7, 43 (p^‘* Sin'’ A y otros), el nombre de una divinidad pagana cuya constelación ayudó a que los israelitas se orientaran durante su peregrinación por el desierto, con arreglo a Am 5, 26 LXX. La forma dei nom­ bre varia en los manuscritos de la LXX y dei NT (Topqpáv(-áp), Tepqpáv(-á(i), 'PEq)á y otras formas similares) y difiere de la forma que tiene en el TM (kiyyün). El nombre que aparece en Am 5, 26 se basa en el nombre de un dios astral acádico kêwãn (= Saturno), que fue leído por los masoretas con la vocalización correspondiente a siqqüs, «aborainación», y que fue transcrito por la LXX como 'Paiqpáv (en vez de Katcpáv). RE XVI, 639649; BHHI, 300; III, 1622; H. Haag, Bibellexikon, Zürich ^1982, 942; Haag, Diccionario, 1731; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, 1306; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco con la nota 3; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), sub loco. ^a> eá rhaka frívolo, cabeza de chorlito, lo­ co* Mt 5, 22 presenta el término como un insul­ to (v.l. Qa%á Sin* D W), que con la mayor

miendo* En Mc 2, 21 par. Mt 9, 16 encontramos la frase: èjtíp)í,T)[j,a gáxonç aYváqjon, «echar un remiendo de tela nueva en un vestido viejo», en la advertência de Jesús contra la idea de que lo «nuevo» (el reino de Dios) se emplee como un remiendo que se echa sobre lo «viejo», porque entonces lo nuevo tirará de lo viejo y lo romperá; cf. además Lc 5, 36; Ev Tom 47; también Eclo 9, 10. F. Hahn: EvTh 31 (1971) 357-375. 'P a f i á Rhama Ramá* Ciudad (en hebreo rãmâ) situada en el terri­ tório de la tribu de Benjamín (Jos 18, 25), a 8 km al norte de Jerusalén, cerca de la frontera entre Judá e Israel (actualmente; er-Râm); cf. además Jue 9, 13; 1 Re 15, 17ss; Is 10, 29; Os 5, 8. Según Jer 31, 15, Raquel, como ascendiente de la tribu de Benjamín (cf. Gén 35, 16-20), se lamenta en Ramá de que se haya deportado a sus hijos. Así como Gén 35, 19 pone ya secundariamente en relación con Belén la tumba de Raquel (cf. Gén 48, 7; Jub 32, 34; también Miq 5, 1: «Belén-Efrata»; al nor­ te de Belén existe actualmente el monumento de la tumba de Raquel, que data dei tiempo de los cruzados), localizada entre Bet-El y Efra-

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T afiá - QavTianóç

ta (cf. 1 Sam 10, 2; en la linde entre Benjamín y Efraín), así también Mt 2,18 relaciona el la­ mento de Raquel -según Jer 31, 15- con la matanza de los ninos en Belén; qpmvf] èv 'Pa^ià f |M O 'ú a '& T ] . . . Kopp, Stãtten, 18-21 y 82s; BHH III, 1547s; Haag, Diccionario, 1643sy 1645. QavTÍÇo) rhantizõ rociar, purificar por me­ dio de una aspersión; en voz media, purificarse* El verbo aparece cuatro veces en el NT, to­ das ellas en Heb 9s; tres veces refiriéndose a la aspersión cultuai de personas u objetos con sangre o al agua lustrai para la purificación y la expiación según Núm 19, Iss; Lev 14, 4-7 etc. El verbo se emplea una vez en sentido fi­ gurado para referirse a la «aspersión» en los corazones (Heb 10, 22). En Heb 9, 13 se habla de la «sangre de los machos cabríos y de los toros» (cf. Lev 4, 6.17; 16, 14s.l8s) y de Ias «cenizas de la ternera» (cf. Núm 19, 2ss.9.17ss), que se emplean para rociar a Ias personas que han contraí­ do impureza: TÒ a lp a TQáyoov x a l taíigcov xaL OJtoôòç ô a p á le to ç pavríÇ onoa xonç xexoivcopévouç. Con arreglo a Núm 19, 17ss, Ias cenizas de la temera, como ingre­ diente dei agua de la purificación, representan a la temera misma. Según el contexto de la Carta a los Hebreos, se trata de la expiación durante el gran día de la reconciliación (cf. Heb 9, 7.12.14), un ritual que aqui se amplia para dar cabida también al agua de la purifi­ cación, de la que se habla en Núm 19. Esta combinación permite al lector ver conjunta­ mente la aspersión de objetos cultuales en el santuario, según Lev 16, 14s.l8s, y la purifi­ cación de Ias personas según Lev 14, Iss; Núm 19, lls s (después de la lepra y dei con­ tacto con un cadáver), y hace posible contraponer estos médios de expiación -que sólo producen la purificación de la carne—a la san­ gre de Cristo, que purifica de obras muertas a la propia conciencia y permite así tributar a Dios el culto verdadero (Heb 9, 14). De manera parecida, en 9, 15ss, refiriéndo­ se al pacto concertado en el Sinai, se contra-

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ponen el nuevo pacto y el antiguo. Los dos entraron en vigor mediante el derramamiento de sangre. Según Heb 9, 19.21 Moisés, en el Sinai, «roció el libro (de la ley) y también a todo el pueblo» (aí)TÓ t e x ò PtpUov x a l JT Ó v x a x ò v Xaòv E Q Q á v x io e v , v. 19), «y de la roisma manera roció con la sangre el tabemáculo y todos los objetos de culto» (xcü a í p a x i ópoíroç È Q Q ávxiO E V , V . 21). Sin embargo, en Ex 24, 3-8 no hay aspersión sobre el libro y los objetos de culto (cf., a propósito, Lev 16, 14ss; Núm 19, 4) ni se habla de los x g á y o i («machos cabríos»; cf. Lev 16, 5ss; mencio­ nados junto a los póc^oi, y faltan también nôcoQ, EQtov xóxxivoç y noacojtoç (cf. Lev 14,4ss; Núm 19, 6) -todos ellos mencionados en Heb 9, 19 (póoxcov x a l xóõv x Q á y c o v se omiten en p"^®Sin^ K L y otros)-. Al autor de la Carta a los Hebreos le interesa fundamentalmente contraponer al a í p a x f jç ô i a f h í x T i ç mencionado en Ex 24, 8 y que se cita en Heb 9, 20, el efecto expiatório defi­ nitivo de la rauerte sacrificial de Cristo, que sobrepasa y suspende todos los actos de puri­ ficación y expiación dei antiguo pacto. De ahí que sólo un uso figurado de Qavxí^co expresa acertadamente el efecto salvífico -comunica­ do por medio dei bautismo- que la muerte de Cristo tiene para los creyentes, «cuyos cora­ zones, por la aspersión (con la sangre de Cristo), están purificados ( Q E Q a v x i o p é v o i x à ç x a g ò í a ç ) de la mala conciencia», 10, 22; cf. también Sal 51, 9; Ez 36, 25; IQS 4, 21; ^ g a v x i o p ó ç , Heb 12, 24. La voz media de QavxíÇm se encuentra a propósito de los lavados de purificación en Mc 7, 4 Sin B y otros, en lugar dei verbo paitxí^opaL (-»• Parcxí^o) 9). ThWNT VI, 976-984; X, 1257 (bibl.); DTNT IV, 147s. H. Baiz g a v T i a f io ç , o t í, o rhantismos rociada, as­

persión* Según Heb 12,24, los creyentes han llegado «a ser rociados con la sangre (de Jesús) (aípaxi Qavxiapoõ)», que habla más elocuentemente que la sangre de Abel (cf., a propósito,

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QavTia(ioç — Qaqjiç

10,4; Gén 4,10), a saber, que habla más dei perdón que de la venganza. La frase se ha mo­ delado quizás con arreglo a la expresión veterotestamentaria uôcüq p av tio p o ü (cf. Núm 19, 9.13) y expresa, por tanto, fundamental­ mente (sintetizando Heb 9,lss) la superioridad de la muerte expiatória de Jesús sobre los médios de expiación dei antiguo pacto; -+ éavTÍÇco. En 1 Pe 1,2 la frase elq gavTiofxòv aíp aToç I tiooO relaciona la vida de los creyentes, determinada por el Espíritu y por la obediên­ cia, con la muerte salvífica de Cristo. La yuxtaposición de im axofi y pavxiopóç y de la preposición alç, que especifica la finalidad, sugiere una vida que permanece en la obe­ diência y en la reconciliación dei nuevo pac­ to, obrada por la muerte de Cristo (cf. Heb 9,14; 12,24), y se refiere menos probablemente al bautismo como acontecimiento de una vez para siempre, por el cual uno acepta la ex­ piación efectuada por la muerte de Jesús; cf. también Bem 5,1; 8,3 (L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], 83s, refiriéndose a IQS 3,6-8, supone en 1 Pe 1,2 la influencia de una catequesis bautismal en la que el bautismo se interpreta «como vocación al estado de salvación», y no considera este texto como una reflexión sobre diversos «actos individuales de un rito bautismal» [84]). En documentos no bíblicos no se halla atestiguado el término çavTiopóç. ThWNT VI 976-984; X 1257 (bibl.); DTNTIV 147s. H. Balz Q aníÇ o) rhapizõ golpear (con un bastón o una vara), golpear en la mejilla* En Mt 26, 67 podría pensarse en los golpes que se dan con bastones o con varas (lo mismo que generalmente en la literatura griega) (en sentido absoluto la expresión oí ôè epáu ioav despues de -► èpTtTXHo y -> xoXaq)íÇm). Ahora bien, la conexión con el v. 68 (-+ Jtaíco, cf. Lc 22, 64) permite interpretar los golpes como expresión de insultos y afrentas, de tal modo que habrá que suponer que se tra­ ta sobre todo de golpes en el rostro o de bofe­

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tadas, cf. Billerbeck I, 1024s; Josefo, Ant Vin, 408 (pairí^co como traducción de JtaxáaoQ) èm xpv oiayóva, 3 Re 22, 24); Os 11,4; Is 50, 6. Está claro que en Mt 5, 39 (gaJtíÇei ELç xfiv ô e |tà v otayóva) se trata de un golpe dado con la mano sobre la mejilla (o posiblemente con el dorso de la mano, como senal de especial afrenta, cf. BQ 8, 6; Biller­ beck I, 342s; pero es posible que ôe| lóç, en vista de lo que se dice en Mt 5, 29s; 6, 3, se emplee aqui sin intención especial). ç á T I ia ^ a , atO Ç , TÓ rhapisma golpe, bo­ fetada* Mc 14, 65: QajtíopaOLv kappávco como expresión vulgar, «reibir a alguien a golpes» (cf. la expresión latina: verberibus accipere, BlaÜ-Debrunner § 5, 4; 198 con la nota 3; kapPávo) 3.c); ÔLÔcopt g ám opa, Jn 18, 22; ôíôcüixi g airío p ax a, 19, 3, «dar a alguien una(s) bofetada(s) / gopear en el rostro»; Cf. Bem 5, 14; Diogn 1, 4. gartíÇo). Q á a o o ) rhassõ golpear, sacudir, tirar al

suelo En Mc 9, 18 D en vez de la forma jónica ->^ QT|a0oo, que se emplea también en la Koiné y que en ella se ha fusionado quizás con Qfjyvufii (cf. BlaB-Debmnner § 101, nota 72). Q atpíç, íô o ç , rhaphis aguja, aguja de coser* PeXóvT], T]ç, ^ belonê aguja* xgfjpa, axoç, xó trema orificio, agujero, ojo de una aguja* tQup,a).Lá, ãç, ■q trymalia agujero, ojo de una aguja* TQÚJtqfia, axoç, xó trypêma orificio perforado, agujero, ojo de una aguja*

1. Aparición y significados - 2. El «ojo de una agu­ ja» en provérbios judios - 3. Mc 10, 25 par. Mt/Lc. E. Best, ET 82 (1970-1971) 83-89; S. Legasse, Paris 1966; R. Lehmann-K. L. Schmidt, ThBl 11 (1932) 336-340; O. Michel, xá|XT)Loç, en ThWNT III. 597-599; P. S.

B ib l.: T h e C a m e l a n d th e N e e d le ’s E y e (M k 10, 2 5 ): Vagp e l d u r ic h e ( M a r c 10, 1 7 -3 1 p a r.). 7 u m G le ic h n is v o m K a m e l u n d N a d e lõ h r u n d V e rw a n d te s:

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Qatpíç - 'Pepéjíjta

Minear, The Needle’s Eye: JBL61 (1942) 157-169; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÔTK) II, Gütersloh-Würzburg 1977, 370s; N. Walter, Zur Analyse von Mc 10, 17-31: ZNW53 (1962) 206-218; más bi­ bliografia en -> ná|iiXoç. 1. En el NT los cinco vocablos aparecen en los siguientes pasajes; Qoqiíç en Mc 10, 25 par. Mt 19, 24 (ojo de una aguja); PeX,óvTi en Lc 18, 25 a diferencia de Mc 10, 25 (ojo de una aguja)-, Tpfjfxa en Lc 18, 25 par. Mt 19, 24 B Sin* (ojo de una aguja); XQup.aX.iá en Mc 10, 25 par. Mt 19, 24 C © al {ojo de una aguja); TQÚJtT][xa en Mt 19, 24 a diferencia de Mc 10, 25 (ojo de una aguja). Los vocablos P e Xovti (Lucas) y TQfjpa (Lucas) correspon­ deu mejor al uso clásico que los tres restantes. 2. El judaísmo rabínico habla en provérbios acerca dei «ojo de una aguja». Se considera como el orifício más pequeno que uno se pueda imagi­ nar (J. N. Sepp: ZDPV 14 [1891] 30-34): «; Abridme un orificio de penitencia dei tamano dei ojo de una aguja!» (MidrCant 5, 2). Se expresa prin­ cipalmente la imposibilidad de una cosa, hablando dei elefante que no puede pasar a través dei ojo de una aguja (bBer 55b; bBM 38b). En Pales­ tina, el camello (-> xáp-TiXoç 2.b) se considera el animal más grande (cf. Mt 23, 24: el camello y el mosquito). 3. Mc 10, 25 par. es una sentencia sobre la entrada, que habla de la imposibilidad de que un rico (-> jcÀoúoioç 2) entre en el reino de Dios. El sentido de la sentencia radical (au­ têntica) de Jesus no consiste en una reflexión teórica, sino en un llamamiento hecho a los ri­ cos. Compárese con aquella otra sentencia so­ bre la entrada, en la que se habla de la «puerta estrecha», Mt 7, 13s par. Lc 13, 23s (cf., a propósito, Schulz, Q, 309-312), y que significativamente está formulada en imperativo (cf. también Jeremias, Parábolas, 236s). Los intentos por relacionar lo dei «ojo de una agu­ ja», en la sentencia, con una puerta estrecha que existiera en el recinto de la ciudad de Jerusalén (cf., a propósito, Pascasio Radberto, Exp. in Mt IX, 19 [PL 120, 665], que informa sobre esta interpretación), brotan de una men­ te que atribuye erroneamente a Jesus una manera «dogmática» de expresarse y que le hace

hablar la dificultad (jno la imposibilidad!) de que los ricos entren en el reino de Dios (cf. Mc 10, 23 par.: ôuoxóÀcuç). G. Schneider Q t t /á rhacha frívolo, cabeza de chorlito,

loco Mt 5, 22 Sin* D W como transcripción di­ vergente dei arameo rêq ã \ en lugar de Qauá. 'P a / á p Rhachab Rajab (Rahab) ^ T aáp. 'P a x il? '' Rhachêl Raquel* En Mt 2, 18 el lamento de Raquel (en hebreo, rãbêl) por la dispersión de sus hijos (es decir, de la tribu benjaminita; Jer 31, 15 [38, 15 LXX]) se pone en relación con el asesinato de los ninos varones en Belén por mandato de Herodes (el Grande): 'PaxriX, x ^ aío n o a xà xÉxva anxfjç. Belén se considera ya en la tradición judia antigua como lugar donde se halla la tumba de Raquel (cf. Gén 35, 19; también Rut 4, 11; cf. además 'P a p á ), mientras que en Jer 31, 15 se presupone que Ramá se encuentra en Benjamín. Según Gén 29, 6ss; 30, 6ss.22ss; 3 5 ,16ss, Rebeea era hija de Labán y segunda mujer de Jacob. Por medio de su esclava Bilha, ella llegó a ser ma­ dre de Dan y de Neftalí, y fue personalmente la madre de José y de Benjamín, muriendo al dar a luz a este último. BHHIII, 1548s; Haag, Diccionario, 1645. 'P E péx > ta, a ç Rhebekka Rebeea* En Rom 9,10 Pablo menciona a Rebeea (en hebreo, ribqã), después de mencionar a Sara (v. 9) como un ejemplo más de que la promesa de Dios no estuvo ligada desde un princi­ pio al linaje biológico ni, por tanto, al hecho de ser miembro dei pueblo de Israel, porque Rebeea concibió de Isaac dos hijos ('Pepéjtna êvòç xoíxqv l o a à x xoõ n:axpòç r|pcõv, cf. Gén 25, 21ss), los mellizos

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T e p é x x a - QiíyviJM.'-

Esaú y Jacob, de los cuales (según la voluntad de Dios) el primogênito debía servir al más joven (Rom 9, 11-13 con cita de Gén 25, 23; Mal 1, 2s; cf. además Gén 27, 5ss.42ss). BHH n i, 1558; Haag, Diccionario, 1646s; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1300.

é é ô ti, n rhede carro (de cuatro m e­ das), carmaje* Ap 18, 13, en una enumeración de Ias ri­ quezas de «Babilônia», modelada según Ez 27, 12ss: x a l íitittov x a l Q e ô m v x a l acopáx « ) v (los genitivos dependen de yópoç, «cargamento» [Ap 27, 11]), «de caballos, carros, esclavos»; cf. H. Kraft, Die Ojfenbamng (HNT), sub loco. En el NT qÉôt] es un latinismo, cf. BlaB-Debranner § 5, 1 con la nota 6.

'P tiyiov , ov Rhêgion Regio*

Ciudad comercial (actualmente Reggio di Calabria) en Brattium (más tarde, Calabria) en Italia meridional, en el estrecho de Mesina, situada frente a la Mesina siciliana; Pablo hizo escala en Regio en su viaje marítimo a Ro­ ma, procedente de Siracusa: Hech 28, 13: xaTTjvtfiaapev elç Tfiyiov. LAW 2611; BHH rn, 1572; Haag, Diccionario, 1668.

a tO Ç , t ó rhêgma mina, dermm-

banüento, fisura*

En Lc 6, 49 se habla dei derrumbamiento de una casa (Qfjyiia tfjç oixíaç èxEÍvTjç) (a diferencia de Mt 7, 27 -> JtTrôotç); sobre la referencia, por lo demás rara, al derrumba­ miento de una casa, cf. LXX Am 6, 11 A (B; QÓYpa).

'PEfi
0ÉCO rheõ fluir, brotar*

En sentido metafórico en Jn 7, 38: J t o x a pol... Q E Ú a o u O iv ü ô a x o ç Ç c õ v x o ç , «brotarán rios de agua viva». Sobre la cita bíblica afir­ mada en el v. 38, cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 1980, sub loco. Aunque 4, 14 puede referirse al creyente como un «manantial de agua», el contexto (cf. especialmente 7, 37.39) sugiere que se hace referencia también a Cristo. La imagen alude seguramente al hecho de sacar agua dei estanque de Siloé en la fiesta de los Tabemáculos y se refiere, según el v. 39, a la (futura) recepción dei Espíritu. Sobre la pro­ blemática de interpretaciones que van más allá todavia, cf. especialmente ThWNT VIII, 325s; F. Hahn, en FS Dahl, 51-70; J. Becker, Das Evangelium nach Johannes I (OTK), sub loco (bibl.).

gr|YVD|U rhêgnymi desgarrar, hacer que irmmpa a través, emitir*

Las formas de Qfiyvupi aparecen en presen­ te de la voz pasiva (Mt 9, 17), en futuro (Mc 2, 22; Lc 5, 37) y en aoristo primero (Mt 7, 6; Gál 4, 27), mientras que en las variantes tex­ tuales aparece también la forma secundaria QTÍaoüO (Mt 9, 17 D; Lc 5, 6 D), que constituye una derivación dei futuro Qií^co (cf. BlaBDebranner § 73, 2 con la nota 7; cf. LiddellScott, Í.V .). Por el contrario, la forma épica antigua dei verbo ->■ Qqooco se encuentra en el texto de Mc 9, 18 par. Lc 9, 42. Dícese dei vino nuevo que desgarra / rom­ pe los odres viejos, Mc 2, 22 par. Mt 9,17 (en voz pasiva) / Lc 5, 37; en sentido figurado dí­ cese de animales (cerdos) con reacciones impredecibles, que pueden despedazar (con sus dientes) a personas (pijiioxe... Qq^coaiv upãç), Mt 7, 6 (porque no son capaces de comerse las perlas que se les han echado). En Gál 4, 27 se usa en sentido absoluto; Qfj^ov x a l póqaov, «\que tu voz prorrumpa en júbi­ lo y sonoro clamor!» (cita de Is 54, 1 LXX; = hebreo pãsab, «gritar de júbilo»); cf. 2 Ciem 2, 1.

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Qfjpia

Q f ) ^ a , a t o ç , TÓ rhêma palabra, cosa*

1. Aparición - 2. Campo referencial - 3. Significado - 4. Lucas/Hechos y Evangelio de Juan. B ibL : J. Barr, Bibelexegese m d m oderne Sem anlik, München 1965, 133-143; Bauer, W ôrterbuch, s.v.; O. Betz, en DTNT III, 275-278; Th. Boman, D as hebr. D e n k e n im V ergleich m it dem g ricch ., Gõttingen ^1968,45-56; Ch. Burchard, A N ote on 'Pfip.a in JosA s 17, 1 F.; L u ke 2, 15.17; A cts 10, 37: NovT 27 (1985) 281-295; Bultmann, Teologia, 477-487; A. DebrunnerH. Kleinknecht-O. Procksch-K. Kittel, Xéyo) en ThWNT IV, 69-140; E. Repo, D e r B e g r iff «R hêm a» im BibíiscÍ!-Gnec/iisc?!Ê« (2 vols.), Helsinki 1951 y 1954; H. Schlier, Bbrt II (bibl.), en HThG II, 845-867; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1157-1160.

1. En el NT Xóyoç aparece 330 veces, mientras que Qfjp.a, que en parte significa lo mismo, aparece sólo 68 veces. De estos testimonios, 33 se encuentran en Lucas/Hechos, y doce en el Evangelio de Juan; tan sólo unos cuantos se hallan en Mateo (5), Marcos (2) o en Ias Cartas Paulinas autênticas (4 en el ca­ pítulo X de Romanos; 2 en 2 Corintios), y no hay absolutamente ningún testimonio, por ejemplo, en Ias Pastorales ni en el Apocalipsis. 2. 0fj|xa designa casi siempre, por un lado, el objeto de la acción de decir, y depende de XaMw (Mt 12, 36; Jn 6, 63; 8, 20 y passim\ depende de "kkytíi únicamente en Jn 14, 10; de àLnayyèlJktü en Hech 16, 38; de àjtocpOéyYO[xai en 26, 25 y otros más), y aisladamente también el objeto de la acción de tener (Jn 6, 68) y de dar (17, 8); por otro lado, designa el objeto dei recuerdo, dependiendo de (àva-)/ (njTO-)|i,ipvr|a}tco (Mt 26, 75 par. Mc 14, 72 / Lc 22, 61; Lc 24, 8; Hech 11, 16; 2 Pe 3, 2; Jds 17; cf. anv-/ÔLatT)0Étü, Lc 2, 19.51; oLôa, Hech 10, 37), de la percepción a través de los sentidos (axonto, Jn 8, 47; 12, 47; Hech 10, 22; 2 Cor 12, 4; èvcoTÍÇopai, Hech 2, 14; YEÚopat, Heb 6, 5; eTôov, Lc 2, 15), de la ac­ ción de entender (o no entender) (Mc 9, 32 par. Lc 9,45 [bis]; Lc 2,50; 18, 34; 20,26; 24, 11) y aisladamente de la acción de recibir o to­ mar (Jn 12, 48; Ef 6, 17) y de creer (Jn 5, 47). Son sujetos de los verbos correspondientes, en el primer caso, los profetas (2 Pe 3, 2), los

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ángeles (Lc 2, 17), Jesus (Mt 27, 14 y passim), los apóstoles (Hech 5, 20.32; Jds 17), Pedro (Hech 10, 44; 11, 14), Esteban (6, 11. 13), Pablo (y Bemabé) (13, 42; 26, 25; 28, 25), los oficiales de Filipos (16, 38) y Ias personas en general (Mt 12, 36). En el segundo caso, lo son los pastores (Lc 2, 15), Maria (2, 19.51), los discípulos (Mc 9, 32 par. Lc 18, 34; 20, 26; 24, 11), Pedro (Mt 26, 75 par.; Hech 11, 16), Ias mujeres junto al sepulcro (Lc 24, 8), el creyente (Jn 8, 47; 12, 47.48), los judios (Hech 2, 14), Comelio (10, 22) y Pablo (2 Cor 12, 4). 0f]|ia mismo, como sujeto, en oraciones de voz activa o voz media, se encuentra asociado siempre con verbos intransitivos, con YÍvopai (Lc 3, 2; cf. 2, 15; Hech 10, 37), è^ÉQXopai (Rom 10, 18; cf. Mt 4, 4 con èxiropenopat), èyYfiÇ etlft (Rom 10, 8a), [xévo) (Jn 15, 7; 1 Pe 1, 25a), qjaLvop,ai xxX,. (Lc 24, 11) y àônvaTÉto (1, 38). En cada uno de estos casos, Qfj|xa es algo que viene de Dios. En consonância con esto, los genitivos que son atributos de pfjpa e indican el autor de lo que expresa el término son únicamente fleóç (Lc 3, 2; Jn 3, 34; 8, 47; Ef 6, 17; Heb 6, 15; 11, 3; cf. Jn 10, 21), xÚQioç (Lc 22, 61; Hech 11, 16; 1 Pe 1, 25a), lijo o n ç (Mt 26,75), X qiotóç (Rom 10, 17) , o un pronombre correspondiente (referi­ do a Jesus, Lc 5, 5; 7, 1; 20, 26; 24, 8, Jn 12, 48; 15, 7; cf. Heb 1, 3; al ángel, Lc 1, 38; a Pedro, Hech 2, 14; a los mensajeros, Rom 10, 18) . Los genitivos que constituyen el objeto de lo que Qfjpa expresa son Çoaq (Hech 5, 20), àLíjO-eia x a i ocú^QoaúvTi (26, 25) y jtíoxLÇ (Rom 10, 9b). 3. 0fí|aa tiene dos significados fundamentales: palabra y cosa. Corresponde así al tér­ mino hebreo dãbãr, al que traduce frecuentemente en la LXX. Y así como en el AT puede decidirse casi siempre de manera clara acerca dei significado (cf. Gén 22, 1 [«después de estas cosas»), así también ocurre casi siempre en el NT. Por ejemplo, en Mt 27, 14 se trata clara­ mente de que Jesus «no responde» «ni siquiera con una sola palabra». El parentesco eti-

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Qfjfia —'PT]aá

mológico de Qfj(ia con eqcõ, e q q é II tiv y eÍ qt]x a (no es un presente) influye claramente en su significado: el término denota lo que se ha dicho. Aqui el significado de Qfjfxa coincide en parte con el de Xóyoç. Ambos pueden referirse a una sentencia concreta de Jesús, tal y como se hallan juntos en Lc 9, 44.45 (compárese Mc 10,22 con 14,72), pero también pue­ den referirse a determinadas declaraciones (Mt 26, 1: mvTEÇ ol X,ÓYOi oÍTOi; Lc 7, 1: Jtávxa xà piÍM-axa anxon) y a la totalidad de su mensaje (Mt 24, 35: oL Àóyot pon; Jn 15, 7; x à QTipaxa pon; compárese 17, 8 con el v. 14). Por consiguiente, en el griego dei NT queda relativizada la diferencia vigente en el griego clásico, según la cual «con \ò y o ç se denota lo coherente, lo significativo y racio­ nal dei lenguaje... por contraste con Qfjpa co­ mo la exprcsión o sentencia particular, más cargada de afecto, pero que a pesar de todo se ajusta a una determinada estructura verbal, de tal manera que la cosa esencial es aqui el hecho de hablar» (Kleinknecht, 78; cf. Heb 12, 19). El NT habla conccretamente de un pfjpa en palabras de profecia (Lc 9,45 [bis]), en en­ cargos (5, 5), en araenazas (Hech 6, 13) y en sentencias didácticas (10, 22), asi como en el mensaje de salvación en general (1 Pe 1, 25b: tò EÍiaYYE)tiaílèv e I ç npãç; cf. Rom 10, 8) y quizás también en la fórmula dei bautismo (Ef 5, 26). Ejemplos claros dei significado de cosa se hallan en Lc 1, 37 («Para Dios ninguna cosa es imposible») y Mt 18,16; 2 Cor 13,1 {cuestión/caso [jurídico]); estos dos últimos ejem­ plos son citas dei AT (Gén 18, 14 ó Dt 19, 15). Como objeto directo de (òia-)KaXé(o (Lc 1, 65; Hech 13, 42), xà Qrjpaxa xanxa podrían referirse a Ias palabras pronunciadas; pero el contexto sugiere que se piensa en sucesos o cosas, y que pfípa, especialmente en Hech 13, 42, y también en Lc 2, 15.19.51, no se refiere tan sólo a lo que se ha «dicho» inmediatamente antes (acerca de XaXzm con acusativo de cosa cf. Hech 2, 11). Asimismo, en Hech 10, 37, xò Yevópevov pfjpa no es el Xóyoç dei v. 36, sino los acontecimientos de los vv. 38s.

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4. a) Aparte de Ias citas de Dt 19, 15, los dos significados de pfjpa se encuentran uni­ camente en Lucas J Hechos. 1) sentido de palabra es casi siempre en Lucas aquello de lo que se oeupan Ias personas interpeladas, cuando tratan inu­ tilmente de comprender (Lc 2, 50; 9, 45), cuando no logran reconocer (24, 11), cuando se acuerdan de ello (22, 61; 24, 8) o cuando obran en consonância (1, 38; 2, 29 con xaxá, 5, 5 con EJií). Por el contrario, en Hechos, con excepción de 11,16 y 16, 38, Q fjpa se usa pa­ ra referirse a la palabra pronunciada por los testigos de Jesús. Q fjpa como la palabra de Dios aparece únicamente con anterioridad a la actividad pública de Jesús, después dei caso de Simeón (2, 29) tan sólo en el caso de Juan, que es el último profeta (3, 2), y aqui también según la fórmula de la tradición profética (cf. P. K. D. Neumann, Das Wort, das geschehen ist...: VT 23 [1973] 171-217): eyévexo Q fjpa ■&EOf5. 2) En Lucas, Q fjp a en el sentido de cosa aparece también únicamente en Ias historias de la infancia (1, 37.65; 2, 15.19.51). Aparte de eso, Hechos contempla tamhién el signifi­ cado de sucesos (5, 32; 10, 37; 13, 42). b) El Evangelio de Juan usa siempre Q fjp a en plural ptira referirse a Ias palabras de Jesús, haciéndonos comprender que Jesús pronuncia Ias palabras de Dios (3, 34; 8, 47), que él recibe y trasmite (17, 8). Pero, además. Ias pa­ labras de Jesús son también sus obras. QTipaxa y zqya alteman entre sí (14, 10; 17, 4 con el v. 8); lo mismo sucede con ÀaÀÉto y (EQYa) Jtoiéü) (8, 28.38; 15, 22 con el v. 24), e igualmente con áxonco y ÓQám (8, 38). En consonância con ello está el hecho de que Ias QTipaxa son fundamentalmente enunciados de Jesús acerca de sí liúsmo, no como una ensenanza cristológica, sino como una comunicación de sí mismo; «su palabra es él mismo» (Bultraann, 481). W. Radl Rhêsa Resá* Nombre dei hijo de Zorobabel y padre de Joanán en la genealogia de Jesús (Lc 3, 27).

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Qr\(JO(í> - gí^a

QT|aao) rhéssõ golpear, sacudir, tirar al suelo* En el dialecto jónico y en la Koiné se emplea Qiíaoo) en lugar de ^ Qáooo). Dícese de la violência de un demonio sobre un muchacho, Mc 9, 18 ( qt|O o e i am óv) par. Lc 9, 42 (eqqtiI ev aòxóv, junto a auvEOJtáea^ev); cf. Mc 9, 18 D (-> Qáooco). Sobre la relación de Qiícracü, verbo que ya aparece en la épica antigua, con Qfiyvupi cf. BlaB-Debrunner § 101, nota 72; Bauer, Wõrterbuch, í . v . Jipoo0f|aaco. Qr|T(0Q , OQOÇ, ó rhêtõr orador, abogado*

Según Hech 24, 1 Tértulo acompana al su­ mo sacerdote Ananías a Cesarea como orador ante el tribunal / abogado en el proceso con­ tra Pablo (cf. PapOxy I, 37, 4). Q t|t( õ ç rhêtõs (adv.) claramente, expresa-

mente* 1 Tim 4 , 1 ; TÒ Jtveüpa gr|xtõç X éy E i, «pero el Espíritu dice expresamente (a saber, por medio de los profetas que hay en la comunidad; cf. Justino, Apol I, 63, 1 0 ) ; cf. también 2 Tim 3, Iss; 4 , 3ss. étltcõç aparece también, referido a profecias, en Justino, Apol I, 35, 1 0 ; 63, 1 0 . QÍÇa, T|Ç, n rhiza raiz, brote de la raiz* 1. Aparición en el NT - 2. Sinópticos - 3. La metá­ fora dei olivo en Romanos - 4. La «raiz» dei linaje de David - 5. La «raiz» en la parénesis. B ib L : A . T. a n d Theology,

Hanson. S tu d ie s in P auVs T echnique London 1974, 105-125; Ch. Maurer, êl^a, en ThWNT VI, 986-991; D. Zeller, Juden un d H e id en in d e r M issio n d e s P a u lu s, Stuttgart 1973, 215-218 y 238-245 (a propósito de 3).

1. En el NT el sustantivo QÍt,a aparece veces, con 3 testimonios en Mateo, 3 en Mar­ cos, 2 en Lucas, 5 en Romanos y 2 en Apocalipsis; el término aparece además en 1 Tim 6, 10 y Heb 12, 15. En la mayoría de los pasajes píÇa se emplea en sentido figurado o en pará­ bolas.

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2. La metáfora dei hacha que «ya está puesta a la raiz de los árboles» (Mt 3, 10 par. Lc 3, 9), anuncia que el juicio es ya inmediatamente inminente, un juicio que hará separación entre los árboles que den fruto y los que sean infructíferos. El que no produzca «frutos de arrepentimiento» será cortado y arrojado al fuego, es decir, incurrirá en juicio. La parábola de la siembra (Mc 4, 6 par. Mt 13, 6; cf. Lc 8, 6, en donde la palabra QÍÇa es sustituida por ittpáç) muestra que la raiz, que necesita buena tierra, proporciona humedad a la planta. Sin esa raiz la planta se seca. En la interpretación de la parábola (Mc 4, 17 par. Mt 13, 21 / Lc 8,13) se aplica al hombre lo de tener raíces. Lucas, al omitir lo de àv auxoiç, acentua más intensamente que Marcos y Ma­ teo que lo que importa no es la persona en sí misma «sino su enraizamiento en el terreno que queda fuera de la persona» (Maurer, 988). En el relato sobre la higuera seca (Mc 11, 20; cf. Mt 21, 20), QÍÇa no debe entenderse en sentido metafórico sino en sentido literal. Los discípulos vieron que la higuera maldecida por Jesus se había secado de raiz (èx Qi^Õ)V).

3. Con la metáfora dei olivo (Rom 11, 1324) Pablo describe Ias relaciones entre los ju­ dios y los cristianos gentiles. En este pasaje aparece QÍ^a cuatro veces. En el v. 16 la raiz designa a los patriarcas de Israel. Si la raiz (los patriarcas) es santa, entonces Ias ramas lo son también. Pablo sitúa a los cristianos gen­ tiles en conexión íntima con Israel, y los exhorta a no situarse arrogantemente por encima de los judios por su tropiezo, ni a prescindir de ellos. Del olivo noble se han desgajado algunas ramas (= los judios incrédulos; v. 17a), y en su lugar fueron injertadas ramas silves­ tres. Las ramas silvestres participaron así de 17 la rica savia de la raiz dei olivo noble (v. 17b). Pablo hace conscientes a los cristianos genti­ les de que su elección no es razón para alzarse arrogantemente sobre las ramas desgajadas. No son ellos, los cristianos gentiles, los que sustentan a la raiz, sino la raiz (= los pa­ triarcas de Israel) la que los sustenta a ellos

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QÍÇa - Quttéa)

(v. 18). Esto significa que incluso el origen dei cristianismo gentílico se fundamenta en los «padres» de Israel. Los patriarcas son la raiz que distribuye la rica savia (v. 17b) para judios y gentiles; porque ellos son los que recibieron Ias promesas que llegaron a cumplirse en Cristo. Hanson sostiene insistentemente la opinión de que Pablo aqui, como en Rom 15, 12, con lo de la píÇa se refiere a Cristo (cf. especialmente 117, 119 y 125). Sin embargo, con Maurer afirmare­ mos que no hay que no hay que llevar a extremos excesivos la metáfora dei olivo, «identificando a la raiz santa con Cristo mismo» (989 nota 22). 4. Rom 15, 12 cita expresamente a Is 11, 10 (ri QÍ^a Toü le o a a í, cf. también Is 11, 1); «Vendrá el brote de la raiz de Jesé para regir a los gentiles». Estas palabras dei profeta se cumplieron en Cristo, según Pablo. Ap 5, 5 y 22, 16 afirman que en la «raiz de David» se han cumplido Ias promesas mesiánicas; él es la radiante estrella de la manana (22, 16). Por tanto, en estos tres pasajes QÍÇa sirve para de­ signar al Mesias (descendiente de David). 5. 1 Tim 6, 10 formula una advertência contra la codicia. La codicia es la «raiz de to­ da clase de males»; no pocos de los que cayeron en la codieia «se apartaron de la fe y se buscaron mismos muchos sufrimientos». Heb 12, 15 exhorta a no desaprovechar la gracia de Dios, a fin de que «no crezca ninguna raiz amarga que cause danos y contamine a todos». A. Palzkill rhizoõ hacer que algo arraigue; en voz pasiva, estar arraigado, estar firm e­ mente asentado* En el NT el verbo se usa únicamente en voz pasiva (participio de perfecto) y en sentido fi­ gurado: EV òtYájCTi èQQiÇoofxévoi, «firmemen­ te arraigados en el amor» (junto a xe^epeLicapÉvoi), Ef 3, 17; èppLÇmpévoi x a l èjtoixoôopoúpevoi èv aíiTõ), «enraizados y ci­ mentados en él (a saber, en Cristo, como fun­

damento)», Col 2, 7; 990s.

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êíÇa. ThWNT VI,

Qimri, fjç , 1^ rhipê im pulso, movimiento rápido* En 1 Cor 15, 22 se encuentra la expresión èv QÚrtfj ôcp'0'a).poãj, para referirse al tiempo más breve que uno pueda imaginarse, «en un abrir y cerrar de ojos»; «en un instante» (inmediatamente después de èv àxóptp, «en un santiamén»); p'*®D* F G y otros leen Q03tf|, «inclinación». QlTIÍÇü) rhipizõ zarandear, agitar de un la­ do para otro* En Sant 1, 6 se compara a quien duda con Ias olas dei mar, «que son movidas por el viento y agitadas de un lado para otro (xli.úôo)v... àvepiÇópevoç x a t QuuÇópevoç)»; cf. Filón, Gig -51; Migr 148; Dión Crisóstomo, Or 32, 23. Las comparaciones con el mar son tema favorito en la diatriba. çlflTéb) rhipteõ arrojar* Forma alternativa de quitod, que en el NT no aparece sino en Hech 22, 23: QiJixoúvxcov xà ipáxia. Como QÍJtxto no tiene el sig­ nificado de «desgarrar», entonces -por ejemplo- Job 2, 12 (Qf|^avx8ç... xfiv... axoXf|v, como senal de duelo) no puede considerarse como pasaje paralelo, sino que la expresión, en consonância con Ex 32, 19; Dt 9, 17.21; 4 Re 7, 15 y especialmente Platón, Resp V, 474a (QÍoltavxaç xà Lpáxia), debe entenderse como la acción de «arrojar los mantos», lo cual es senal de excitación (ante la blasfêmia pronunciada por Pablo). Compárese con el gesto romano de la iactatio togarum (cf. Ovidio, Amores III, 2, 74), de forma que podría pensarse también en una acción de «agitar los mantos»; cf. además Hech 13, 51; 14, 14; 18, 6. H. J. Cadbury (Beginnings V, 269-277) piensa en un rito apotropaico; no lo cree así E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. Otros testimonios pueden verse en H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte^, sub loco\ Spicq, Notes II, 782s.

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QiJttot) - QOjxqpaia

QÍ7CTO) rhiptõ arrojar, tirar al suelo, colocar en el suelo* En el NT el verbo aparece 7 veces; en voz pasiva dícese de Ias multitudes que estaban «fatigadas y abatidas (èoxuXpévoi x a i êppi,ti[xévoL)», Mt 9, 36 (cf. también Jer 14, 16); en voz activa: colocar en el suelo (a los en­ fermos a los pies de Jesús), 15, 30; arrojar (píijjaç xà àpYÚQia Eiç xòv vaóv), 27, 5; derribar (piipav aíixòv xò ôai[xóviov), Lc 4, 35; refiriéndose a los que causan escândalos; «ser arrojado al mar» êpQijixaL elç xf|v Dál^aooav, como imagen), 17, 2; «arrojar por la borda», Hech 27, 19 (los aparejos de la na­ ve); 27, 19 (cuatro anelas). En el NT falta el sentido figurado de QÚtxo) como «rechazar» (cf. Jer 7, 15; Sal 30, 33 LXX). Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; ThWNT VI, 991-993; Spicq, Notes II, 780-783. 'P o P o á f i Rhoboam Roboán* Nombre dei hijo de Salomón y padre de Abías en la genealogia de Jesús según Mt 1, 7 (bis); Lc 3, 23ss D (cf. 1 Re 11, 43; 12, Iss; 14, 21 ss; 1 Crón 3, 10; 2 Crón 9, 3 Iss). Después de Salomón, Roboán continuo en Judá la linea dinástica de la casa de David, mientras que Israel eligió a Jeroboán (de Efiraín, 1 Re 11, 26) como monarca dei Reino septentrional. BHH III, 1572; Haag, Diccionario, 1724; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1342s. PÓÔll, TIÇ Rhode Rode* Nombre, muy corriente, de una esclava (= Rosa) en la casa de Maria, la madre de Juan Marcos, en Jerusalén: jtaiôíoxr|... ôvó[taxL TÓ ôt], Hech 12, 13. Los vv. 13 y 15 la mencionan como la primem testigo de la liberación milagrosa de Pedro de la prisión, pero ella, por «el gozo», se olvido «de abrir la puerta» (Ú Jtaxoúoai, v. 13). E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.

'PÓÔOÇ, ou Rhodos Rodas* La isla más meridional dei archipiélago de Ias Espóradas, en el Mar Egeo, frente a la co­

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sa sudoccidental de Asia Menor. Pablo llegó a ella durante su último viaje a Jerusalén, pro­ cedente de Mileto por la ruta de Cos (Hech 21, 1): fíX,'fl'opEV... Eiç xf)V 'Póôov (relato en primera persona de plural), En Rodas habitaban también judios (1 Mac 15, 23). En el siglo I p.C. la isla perteneció durante algún tiempo a la provincia romana de Asia, pero siguió siendo, no obstante, ciudad libre. BHH III, 1596; Haag, Diccionario, 1725; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1343. QOi^T|ôóv rhoizêdon (adv.) con (fuerte) silbido, con zumbante velocidad* En 2 Pe 3, 10 (oí oupavoi QOiCqôòv naQsXsvoovtai) se expresa la violência y rapi­ dez con que los cielos pasarán, al fin de los tiempos, valiéndose para ello de la imagen de la rapidez con que un objeto, arrojado violen­ tamente, atraviesa el aire, cf. Liddell-Scott, í.v. QOiÇaloç. Posiblemente pueda traducirse también; «con fragor». 'P o ^ q )á (v ) Rhompha(n) Romfán Variante dei nombre de la divinidad 'Patepáv, Hech 7, 43 Sin* B.

QO^lcpaía, aç,

rhomphaia espada* En el NT el término aparece 7 veces, seis de ellas en el Apocalipsis y una en Lc 2, 35 (en cambio, aparece más de 230 veces en la LXX). En Lc 2, 35 dícese de la espada que traspasará el alma de Maria (ooü... xf)v tpuxfjv ôtEXEiioExai pofttpaía) como imagen que expresa un vivo dolor (cf. Sib III, 315). En Ap 1, 16; 2, 12 se trata de la «aguda espa­ da de dos filos (Qopqpaia Síoxopoç ò |ela)» que sale de la boca dei Cristo exaltado, y que es imagen de su poder para juzgar por medio de la palabra (cf. Is 11, 4; 49, 2; SalSl 17, 24. 35s; 2 Tes 2, 8); cf. además Qojtqiaía xoü oxó[xaxoç, 2, 16; de manera parecida en 19, 15.21; por el contrario, en 6, 8 se refiere al gran poder de aniquilación de que dispone el «cuarto jrnete», èv popepaía x a l èv laptõ x ai èv •fraváxcp (cf. Ez 14, 21; cf. también ->■

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gofiípaia - gvofiat

liáxaiQO, Ap 6, 4, como imagen de la gue­ rra). ThWNT VI, 993-998. QOTlt], fjg, rhopê propensión, inclinación 1 Cor 15, 52 p'*^ D* F G y otros, en vez de ^ QUtfi. El término QOJtt), por sí solo, puede significar «instante», Sab 18,12; 3 Mac 5, 49; Arist 90.

'Povptjv Rhoubên Rubén* En Ap 7, 5 se menciona (jen segundo lu­ gar!) la «tribu de Rubén» (cpuÀT] ‘PouPtív; en hebreo, i^’übên; hijo mayor de Jacob y Lía, Gén 29, 32) en una lista de Ias doce tribus. De cada una de ellas «son selladas» doce mil personas (cf. Ez 9, 4.6), es decir, todas esas personas son salvadas de la destrucción. BHH III, 1623; Haag, Diccionario, 1733.

'Po’Ú'0' Rhouth

Rut* Rut (en hebreo, rüt), la moabita, se mencio­ na en la genealogia de Jesús -según Mt 1, 5 como esposa de Booz y madre de Obed, y por cierto como una de Ias mujeres no judias que aparecen entre los ascendientes de Jesús (cf. ThWNT III, 1-3). Rut fue de Moab a Belén y es considerada como la bisabuela de David (Rut 1, 4.7.19.22; 4, 5ss.lls.21s). BHH III, 1630s; Haag, Diccionario, 1734s.

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Lc 14, 21: etç tà ç jtÀateíaç x a l gúpaç xfjç jtó^eioç, «a Ias plazas y calles»; en Hech 9, 11 se menciona la «calle Recta» (q QÚpq f| xaÀoupévq Eú-beía) en Damasco, que como magnífica calzada que trascurría de oriente a occidente pasaba por la ciudad; 12, 10; jtqoÉQXopctL púpqv píav, «seguir por una calle». Q V O ^ai rhyomai salvar, rescatar* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Campo referencial - 4. Empleo. B ib l : R. Batey, So all Isra el w ill be saved'. Interp. 20 (1966) 218-228; U. Bergmann, R e ttu n g u n d B efr e iu n g , tesis mecanografiada Heidelberg 1961; Id., nsl. en DTMAT II, 133-127; N. A. Dahl, D ie M essian itã t J e s u b e i P a u lu s, en F S de Z w aan, 83-95; E. GrâBer, D as P roblem d er P arusieverzõgerung in den syn o p t. E va n g e lie n u n d in d e r A p g , Berlin ^1960, 104s; F. J. C. Iturbe, « E ts ic om nis Isra el sa lvu s fieret» R om 11, 26, en SPCIC 1961 (AnBibl 17-18), Roma 1963,1, 329-340; W. Kasch, púopai, en ThWNT VI, 999-1004; K. G. Kuhn, neipaapóç - apaptía - aág^ im N T und die d a m it zusam m enhangenden Vorstellungen: ZThK 49 (1952) 200-222; U. Luz, D a s G eschichtsverstandnis des Paulus, München 1968, 286300; G. Riese, D ie a ltte sta m e n tlich e n Z ita te im R õm e rb rie f, tesis mecanografiada München 1977; I. Schneider, en DTNT IV, 59s; E. W. Smith, The F orm an d R eligious B ackground o fR o m a n s 7, 24-25a\ NovT 13 (1971) 127-135; P. Stuhlmacher, Z u r Interpretation von R om I I , 25-32, en P roblem e Bibl. Theologie. F S fii r G. V. R ad, München 1971, 555-570; D. Zeller, Juden u n d H e id e n in d e r M iss io n d e s P is, Stuttgart

^1973; cf. más bibMogralia en los comentários, espe­ cialmente con respecto a Rom 7, 24; 11, 26.

1. QÚopai, con 17 testimonios, aparece re­ lativamente pocas veces en el NT, en compa1. Según Mc 15, 21, hijo de Simón de Cireración con ocó^co (tres veces los Evangene, mencionado junto a su hermano Alejanlios [Mt 6, 13; 27, 43; Lc 1, 74]; disperso es­ dro. - 2. En Rom 16, 13 Pablo envia saludos a porádicamente en la literatura epistolar [tres Toúq)oç ó hú\.EKZÒç èv huqícu, y a su madre veces en Romanos; otras tres en 2 Cor 1, 10; (x al p pf|TTiQ aÚToü x a i èpoü). No es posien Col 1, 13; 1 Tes 1, 10; 2 Tes 3, 2; 2 Tim 3; ble determinar la identidad de estas dos per2 Pe 2]). En una serie de pasajes, se halla en sonas. A lo sumo podemos sospechar que el el trasfondo el lenguaje dei AT, ya sea en for­ Rufo mencionado en Mc 15, 21 vivia en Ro­ ma de citas; Mt 27, 43 (Sal 21, 9 LXX; cf. ma. BHH III, 1624. Sab 2, 18-20); Rom 11, 26 (Is 59, 20), o bien recogiéndose claramente el texto: Lc 1, 74 Ql)|üt), rhymê caUe, calleja* (Sal 96,10 LXX; Miq 4, 10); 2 Tes 3 ,2 (Is 25, 4 LXX), 2 Tim 3, 11 (Sal 33, 20 LXX; cf. Mt 6, 2; èv xalç ouvaYcoY<^lÇ QÚpaiç, dando «publicidad» a lo que hacen; SalSl 4, 23); 2 Tim 4, 17 (1 Mac 2, 60; cf.

'Povtpoç, oi) Rhouphos Rufo*

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QDOJiai

Dan 6, 21 [LXX, Teod.]; Sal 2 1 ,21s LXX); el texto se recoge más imprecisamente en 2 Cor 1, 10 (Sal 55, 14 LXX; Job 5. 20). 2. El deponente de la voz media, QTJopai, tiene siempre en el NT el significado de sal­ var, rescalar. La conexión con oáÇco aparece claramente en Rom 11, 26; 2 Tim 4, 18, pero también en 2 Pe 2, 7, donde la salvación de Lot, que en Gén 9, 17, (19).20.22 se describe con formas dei vefbo cnpÇoo (cf. también 1 Ciem 11, 1), aparece (lo mismo que en Sab 10, 6) con la forma èpQUoaTo; cf. además Lc 1, 74 en el contexto (cf. vv. 69.71.77). En la LXX Qno|rai traduce con la máxima frecuencia nsl en hifil (81 veces, y además 2 veces en la conjugación [aramea] afel y 4 veces en nifal); con mucha menor ftecuencia traduce g ’Z(12 veces, casi únicamente en el Dtis), plt en piei (10 veces), ys‘ en hifil (7 veces), mlt en piei (6 ve­ ces), en nifal (2 veces), y otros. 3. El sujeto en el NT (como sucede de ordiná­ rio en el AT) es Dios (también como jcúqioç en la Carta segunda a Timoteo) y Jesús o Cristo, en forma participial también como ó Quópevoç (Rom 11, 26; 1 Tes 1, 10); el verbo se usa en voz pasiva en Lc 1, 74; Rom 15, 31; 2-Tes 3, 2; 2 Tim 4, 17. La salvación libra «dei (àjió) mal», Mt 6, 13; «de los incrédulos», Rom 15, 31; «de Ias personas malas y perversas», 2 Tes 3, 2; «de la obra mala», 2 Tim 4, 18; cuando se usa àjtó, puede centrarse la idea en una situación futura, de la que uno se ve libre, mientras que si la situación es pasada o es presente, se usa èjc: «de la mano de los enemigos», Lc 1, 74 (cf. también Josefo, Vit 83); «dei cuerpo de muerte», Rom 7, 24; «de tan gran peligro de muerte», 2 Cor 1,10; «dei poder de Ias tinieblas», Col, 1, 13; «de persecuciones», 2 Tim 3,11; «de la boca dei león» (en sentido figurado), 2 Tim 4, 17; «de la tentación», 2 Pe 2, 9. 4. En el NT se usa púopai para expresar la salvación de mano de los enemigos, de un pe­ ligro mortal, de peligros y persecuciones, de la amenaza dei pecado y de hallarse a merced de él, de la muerte y de otros poderes hostiles a Dios, de la tentación y dei juicio. Lo decisi­ vo en toda salvación es que puede realizarse y se realiza únicamente por medio de Dios o de Jesús / Cristo.

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a) La salvación de Israel de mano de los enemigos ( ^ èx^QÓç 2) se realiza en el con­ texto de una salvación más amplia, Lc 1, 74 (cf. los vv. 68-79). b) La salvación de un peligro mortal y de la persecución. Se hace burla dei Crucificado, diciéndole que el Dios en quien él ha confia­ do, debiera intervenir ahora para acreditar su pretensión de ser el Hijo de Dios, Mt 27, 43. La burla adquiere una mostruosa aciitud por el hecho de que los enemigos citan textos dei Sal 21, 9 LXX y Sab 2, 18, en los que se pro­ mete la salvación divina. Pablo pide oraciones para verse salvado de los incrédulos en Judea, Rom 15, 31; Dios ha salvado dei más grave peligro mortal (en realidad, «de la muerte», Rom 8, 2; de Ias perse­ cuciones, 2 Tim 3, 11, cf. Sal 13, 4) y seguirá salvando, 2 Cor 1, 10 (sobre este pasaje cf. H. Lietzmann, An die KorintherlP' [HNT], 101). Lo mismo que aqui (v. 11), en 2 Tes 3 ,2 se piden oraciones de intercesión para verse salvo. Abandonado por todos en su comparecencia ante los tribunales, Pablo fue «salvado» por el Kyrios (Dios) «de la boca dei león», 2 Tim 4, 17 (cf. Dan 6, 21.28 Teod.; 1 Mac 2, 60; en metáfora en Sal 22, 21s; cf. IQH 5, 7.13s; JyA12, 11). c) Salvación dei poder de los poderes hos­ tiles a Dios. Esa salvación se ha producido ya en el rescate dei poder de Ias tinieblas y en el traslado al reino dei Hijo de su amor (dei amor Dios), quien concede redención y perdón de los pecados, Col 1, 13. En el futuro, todo Israel será rescatado y sus pecados serán perdonados, cuando el Re­ dentor venga de Sión, Rom 11, 26. La salvación (0(ú£,(o) de todo Israel (Rom 11, 26a) se realiza, según la cita de Is 59, 20 (Rom 11, 26s asociado con Is 27, 9), una cita interpreta­ da también mesiánicamente por la literatura rabínica (bSan 98a), mediante la venida (fjlei) dei Salvador (ó Quópevoç) desde Sión (ejt Sttóv, LXX; evExev Sicóv, TM: Psiyyôn). Esto se refiere probablemente a la parusía escatológica dei Cristo exaltado desde la Jerusalén celestial (cf. Gál 4, 26; Stuhlmacher, 560s; E. Kásemann, An die Rõmer^' [HNT], 304; O. Michel, Der Brief an die Rõmer^ [KEK], 356; H. Schlier, Der Rômer-

1321

ç\) 0 [jiai— gVJtoç

iWe/[HThK], 341; U. Wilckens, La Carta a los Romanos n, Salamanca 1992, 311: parusía, pero desde Sión = el centro de Israel), más bien al Jesús histórico o a los acontecimientos escatológicos en general (Luz, 295; cf. también Zeller, 260). d) Salvación dei pecado y de la tentación. Dios salvó a Lot, el justo, que se veia ator­ mentado por la desenfrenada conducta de sus contemporâneos (->■ 2), 2 Pe 2, 7 (cf. Did 5, 2; TestRub 4, 10). El Senor sabe salvar de este jreipaopóç (cf. 1 Tim 6, 9), que caracteriza a la situación en que se encuentra el justo en el mundo, 2 Pe 2, 9. A la petición que suplica verse preservado dei -o en medio dei- JteiQaopóç escatológico, la versión dei Padrenuestro según Mateo (Mt 6, 13 par. Lc 11, 4; cf. Ap 3, 10) anade: «jsino Kbranos dei mal!». Se discute si esta ampliación mantiene el aspecto escatológico de la sexta petición o si -generalizando- pide la salvación de todo lo que es maio (cf. 2 Tim 4, 18; cf. GráBer, 104s); Kuhn, 220s elimina la alternativa. El trasfondo de Mt 6, 13b seria la séptima berajá de Ias «Dieciocho Bendiciones» (salvación [gã’ãl] de la aflicción, cf. además Billerbeck I, 422s). e) Salvación dei pecado y de la muerte. El clamor de oración de Rom 7, 24 plantea de manera ineludible e incomparable la cuestión acerca dei salvador dei pecado y de la muerte. Los paralelos de forma (LXX Sal 13, 7; 52, 7; cf. Lam 2, 13) y de fondo dei âmbito judio (cf. Billerbeck III, 239s; JyA 6, 2ss) y helenístico (cf. Smith, 127-135) sirven únicamen­ te para ilustrar el radicalismo de la visión paulina de lo perdido que se halla el hombre sin Cristo (respuesta: Rom 7, 25a; 8, Iss). f) Salvación dei juicio. Jesús, cuya venida desde el delo se aguarda, y que resucitó de entre los muertos, salva de la ira futura (dei juicio), 1 Tes 1, 10. H. Lichtenberger Q V T taív o ^ ai rhypainomai (en voz pasiva) estar manchado, mancharse* Ap 22, 11, en sentido figurado: ó QUitapoç QUJtav&fiTcc) ETi, «el que está manchado, mán-

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chese aún más (en vista de lo inminente que es el próximo fin)» (lo opuesto: ó ctyioç áYiaoOfixa) eti), cf. también Ez 3, 27; Dan 12, 10. Por tanto, para el vidente ha tenido ya lugar la separaoión definitiva entre los que se salvan y los que se pierden. Q V JtaçeÚ O fiai rhypareuomai (en voz pa­ siva) estar manchado, mancharse* Ap 22, 11 Koiné (el verbo no se halla atestiguado en ninguna otra parte) en lugar de -»■ Qun:aLvop,ai.

QVTtagía, aç,

rhyparia suciedad; sentimientos impuros, bajeza* Sant 1, 21, en sentido figurado: àjtoOépevoi Jtãoav QUJtaQÍav x a l jTeQLaoeíav xaHÍaç, «desechando todos los sentimientos im­ puros y todo exceso de maldad», de tal modo que se Uegue a la mansedumbre (èv JtgaiJTqxi), y que en vez de la perniciosa cólera (v. 20) habite permanentemente en los corazones la palabra salvadora (v. 21b); se trata segura­ mente de palabras inspiradas en la parénesis bautismal. QVJtaQÒÇ, 3 rhyparos sucio, impuro, man­ chado* Sant 2, 2 emplea el término, refiriéndose en sentido propio al pobre, que «con ropa sucia (èv Q vnaçã èoO-fixi)» entra en la asamblea de la comunidad (lo opuesto: el rico, xQtJOOôaxxúXioç èv èoOfixi )tap,JtQã); cf. Zac 3, 3s; Filón, Jos 105. En sentido figurado en Ap 22,11: ó QujtaQÓç, «el manchado» (lo opues­ to: ó ãyioç) como senal de la perdición difinitiva; cf. IgnEf 16, 2; ->^ QUJtaívop,ai.

QVJtoç, ov, ó rhypos suciedad, impureza* 1 Pe 3, 21, en sentido propio, refiriéndose al bautismo, que para el bautizado no constituye una «eliminación de la suciedad de la carne (= dei cuerpo) (oí) oagxòç àjtóOeoiç QÚJtou)», sino que abre para él la petición de una buena conciencia ante Dios, es decir, si­ tua al bautizado en una existência en la cual él

1323

Qvnoç - Ta)[i,atoç

depende por entero de la salvación obrada por Dios (v. 21a). El paréntesis dei v. 21 quiere evitar una comprensión errônea dei bautismo como si fuera una purificación eficaz en sí misma (a propósito, cf. por ejemplo Ef 5, 26) y pretende acentuar la nueva relación que se ha establecido con Dios. Por eso, el sentido figurado de «mancillación en esta (vieja) vi­ da» se escucha también en este uso literal de pujtóç (cf. también Bem 11, 11; 1 Ciem 17, 4; cf. además L, Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], sub loco). Q V T tO O fia i rhypoomai (en voz media)

mancharse Ap 22, 11 Textus Receptus en lugar de —> Qujraívop,ai. rhysis la acción de fluir, flujo* En el NT el término aparece únicamente en la frase pnoiç (xoü) aíp,atoç, «hemorragia [oflujo de sangre]», Mc 5, 25 par. Lc 8, 43.44 (cf. JtT]YT) xoü aí|raxoç, Mc 5, 29; Mt 9, 20 usa la expresión aUpoQQooüoa); cf. Lev 15, 2ss. ç v f f l ç , ECOg,

QVTÍç, íôoç,

rhytis amiga, pliegue de la piei, defecto* En Ef 5, 27 dícese en sentido figurado acer­ ca de la Iglesia, que Cristo dispuso para sí mismo (como «esposa») «sin mancha ni arruga ni cosa semejante (p-fi exouoav ojrí)i,ov f] Quxíôa fj XI xoL O Ú x co v )» (de modo que ella sea ÜYLa x a l â(rco(xoç, cf. también el v. 26). La finalidad de la imagen es expresar el perfecto amor y solicitud de Cristo hacia la Iglesia, que se refleja plásticamente en el amor de los maridos hacia sus respectivas esposas.

'Ptojiaíxóç, 3

Rhõmaíkos romano, latino Lc 23, 38 Sin* A C^ D Koiné y otros anaden que la incripción fijada a la cabecera de la craz estaba escrita en letras griegas, romanas (YpáppaoLv... 'Po[xatxoLç) y hebreas.

'PtOftaToç, 3 Rhõmaios

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romano, ciudadano romano* El término aparece 12 veces en el NT: once de ellas en Hechos y en Jn 11, 48. Desempena la función de adjetivo en Hech 16, 37; 22, 25; en todos los demás casos, es sustantivo, con artículo oi 'Poopaíoi en Jn 11, 48; Hech 2, 10; 28, 17. En Jn 11, 48 vemos que los miembros dei Sanedrín no quieren dar ocasión alguna a los romanos (como potência mundial) para que intervengan en Jerusalén (èXEÚoovxai ot 'Pcopaloi x a l àgonoiv...). Según Hech 28, 17, Pablo, por acusaciones de los judios, «fue entregado en manos de los romanos (jto Q E ôódqv ELç xàç 'Pcüpaúüav)», aunque su propia inocência había sido reconocida ya por ellos (cf. 25, 18ss; 26, 31s); vemos, pues, que en Pablo se repite la suerte de Cris­ to; la expresión e^oç 'Pcopaíoiç, en 25,16, se refiere al derecho procesal, vigente entre los romanos, según el cual a todo acusado se le concede la posibilidad de defenderse, cf. Justiniano, Digesta XLVIII, 17, 1; Apiano, BellCiv in , 54, 222. Por el contrario, en Hech 2, 10 ol èjtiÔEpoüvxEç 'PcopaToi, en la «lista de Ias naciones» (vv. 9-11), son judios de Roma que vivían como forasteros en Jerusalén, y que -según se presupone- hablaban latín. La superscriptio de la Carta a los Romanos, Jtpòç 'Propaíonç, se refiere a los cristianos en Roma. En los demás pasajes se trata de personas que gozan dei derecho de ciudadanía romana, como los habitantes de la colonia romana de Filipos, en Hech 16, 21. Pablo mismo posee el derecho de ciudadanía romana: en singular, en Hech 22, 25.26.27.29; 23, 27; en plural (Pablo y Silas) en 16, 37.38. Como civis Ro­ manas (por nacimiento: 22, 28), no puede sufrir la pena de flagelación (16, 37s; 22, 24ss; ^ [xaoxiYÓco), y tiene derecho a un proceso judicial en debida forma (16, 37; 22, 25). RAC n , 778-786, sobre todo 778s, 782ss; BHH HI, 1610s; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrt (HNT), sobre 16, 37 (bibl.); E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^

1325

T(j)[j,aIoç - T cóht]

(KEK), acerca de 22, 22ss; W. Stegemann, War der Apostei Paulus ein rômischer Bürger?: ZNW 78 (1987) 200-229. H. Balz 'Pt0|u,ai• Kkaúôioç 1), y finalmente como el centro dei Império Romano, que, después de los comienzos de la misión en Jerusalén, constituye la meta y el fin de la actividad misionera de Pablo ( ôeX [xe x a i 'Pobppv LÔ8LV [a saber, después de la visi­ ta a Jerusalén], 19,21; cbg... elç TEQonoaÀrip, onxíü oe ÔEL x a l elç Tcopriv paQXUQfjoaL, 23, 11; cf. Rom 15, 19; acerca de la llegada de Pablo a Roma, cf. Hech 28, 14.16). Roma se menciona además en 1 Pe 5, 13 v.l. (en vez de BaPuJ^obv) y en numerosos manuscritos (casi siempre de la Koiné) en Ias subscriptiones de Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 2 Tesalonicenses (6 614 pc), 2 Timoteo, Filemón y Hebreos (A P).

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Pablo, en la Carta a los Romanos, se dirige a una comunidad que es ya grande e impor­ tante y que, por diversos contactos personales, se halla relacionada estrechamente con Ias comunidades existentes en Grécia y en Asia Menor (Rom 16, Iss). Sobre la fundación de esta comunidad cristiana no se sabe nada. En todo caso, Aquila y Priscila, siendo ya cristianos, debieron de llegar -en tiempo dei edicto de Cláudio (49/50 p.C.)- de Roma a Corinto (Hech 18, 2, cf. supra). Desde el siglo II a.C. vivían también en Roma algunos judios, cuyo número se incremento notablemente con los esclavos judios llegados a Roma a causa de la conquista de Palestina por Pompeyo (63 a.C.). Durante el siglo I p.C. numerosos judios (co­ mo libertos) habían adquirido la ciudadanía romana. Desde los tiempos de César, los ju­ dios gozaban de especiales privilégios, pero también mvieron que soportar frecuentes persecuciones y de vez en cuando expulsiones de Roma (por ejemplo, en tiempo de Tiberio en el ano 19 p.C., por obra de Seyano, cf. LegGai 24; levantada el 32 p.C., cf. LegGail61). Los alborotos en tiempo de Cláudio debieron de estar relacionados con la fundación de comu­ nidades cristianas. En todo caso, en tiempo de Nerón, la comunidad cristiana de Roma debió de ser ya tan numerosa, que desperto Ias sospechas dei imperator (Tácito, Ann XV, 44; Suetonio, Nero XVI, 2). Según Hech 28, 16ss.30, Pablo, al final de su actividad, cumplió una condena de dos anos en arresto domiciliaiio en Roma, predi­ cando a judios y gentiles, mientras sus deseos se dirigían a ganar a la comunidad romana para su proyectado viaje misionero a Espana (Rom 15, 22ss). Por otro lado, Lucas se esfuerza en establecer un puente entre Jerusalén como lugar donde comenzó la proclamación dei mensaje y Roma como centro dei Império. R. E. Brown-J. P. Meier, Antioch and Rome, London 1983, 87-216; J. B. Frey: Bib 12 (1931) 129-156; M. Dibelius, Rom und die Christen im 1. Jahrhundert, Heidelberg 1942; S. L. Gutermann, Religious Toleration and Persecution in Ancient Rome, London 1954; BHH III, 1606-1609 (bibl.); Haag, Diccio-

1327

T ( Í ) | í ,t ] -

nario, 1726-1728; P. Lampe, Die stadtrõmischen Christen in den ersten beíden Jahrhunderten (WUNT 11/18), Tübingen 1987; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia 1344s; LAW 2633, sobre todo 2668ss; R. Penna, Les Juifs à Rome au temps de Vapôtre Paul: NTS 28 (1982) 321-347; Ch. Saulnier, Rome et la Bible, en DBS X, 863-1008; W. Wiefel: Jud. 26 (1970) 65-88; Pauly, Lexikon IV, 1441-1451; U. Wilckens, La Carta a los Romanos I, Salamanca ^1997, 48-58. H. Balz

Q c ó w u iia i

1328

ç c ó v v v fia i rhõnnymai (en voz pasiva) ser fuerte, sentirse bien* En el NT se encuentra frecuentemente la fórmula de despedida con que se terminaba una carta en la época helenística; eQQCooílE (imperativo de perfecto): «jadiôs, que lo paséis bien!»: Hech 15, 29 (como saludo final de la carta de Jerusalén con la comunicación dei «decreto apostólico» a la comunidad de Antioquía); cf. además 23, 20 v.L; 2 Mac 11, 21.33; Arist 40.46; IgnEf 21, 2; IgnMagn 15; IgnFil 11, 2; IgnPol 8, 3.

1329

1330

2

aapajf^O^avi sabachthani tú me has aban­ donado -> eXcui. a a P a r ó # sabaõth Sabaot* Transcripción griega dei plural hebreo f bã’ôt, «ejércitos / huestes», que en la LXX aparece más de 60 veces en la expresión nvQioç oapaü)'0, que es traducción dei nombre divino yhwh ( “lõhêj fb ã ô t, «Senor de los ejércitos celestiales / Senor de poder» (falta en Ezequiel, Joel, Abdías y Jonás; la LXX traduce también este nombre por XTipioç ó ■&eòç ó jravTOKQátcoQ en Os 12, 6; Am 3, 13; por HÚQioç ó Oboç ônváfXECov en Sal 79, 8.15 LXX). En el NT oaPacóO- aparece únicamen­ te en Rom 9, 29 (xÚQiog aaPadbO-, cita de Is 1, 9) y Sant 5, 4 (xÚQioç oaPacófl, cita de Is 5, 9; cf. Sal 18, 7 LXX); cf. también 1 Ciem 34, 6 (cita de Is 6, 3); jravxoxgáTcuQ 1.3. BHH III, 2205; Haag, Diccionario, 531-533; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1355s; DTMAT II, 627-639.

a tri et Pauli, 1; Constitutiones Apostolorum II, 36, 2; Macario-Simeón, Logos 12, 2 ,4 [ed. H. Berthold: GCS]). En escritos no cristianos, aaPPaTiap,óç ha podido documentarse hasta ahora ünicamente en Plutarco, Superst 3 (166a). El sustantivo se deriva dei verbo oaPPaxí^a), que en algunos pasajes de la LXX aparece como traducción dei hebreo sabbãt. El verbo significa a) «observar el sábado / celebrar el sábado» (Ex 16, 30; Lev 23, 32; 2 Mac 6, 6; lo mismo en IgnMagn 9, 1; PapOxy 1, 2; Justino, Dial 10, 1 y passirri), b) «guardar el descanso (sabático)» (Lev 26, 34s; 2 Crón 36, 21; 3 Esd 1, 55). En consonância con ello, el sustantivo tiene los significados de celebración dei sábado (así sucede en los mencionados pasajes ajenos al NT) y de descanso sabático (así la comprensión de oa^paTiapóg en Heb 4, 9 según Orígenes, Cels V, 59; Selecta in Exodum, a propósito de 16, 23 [PG XH, 289 B]).

2. En Heb 4, 9 a a p p a tia p ó ç abarca los dos aspectos áéi descanso sabático y de la ce­ lebración dei sábado (en el culto divino). El (T aP P aT ia^.óç, oí5, ó sabbatismos celetérmino, que no se identifica ni es intercambración dei sábado, descanso sabático* biable con ->• x a tá iia n a iç (3,11.18; 4, 1.3.5. B ihl.: E. GrâBer, D e r H e b rã e rb rie f ÇEKK), NeukirlOs), caracteriza de forma más concreta lo chen-Vluyn 1990, 216-220; O. Hofius, K a tapausis, que el pueblo de Dios debe aguardar, cuando Tübingen 1970, 102-115; E. Lohse, oaPPaxiogóç, en entre en la xaTámauaiç de Dios (compárese ThWNT VII, 34s; G. von Rad, Todavia existe el d e s­ 4, 9 con el v. 6a). Así como Dios mismo des­ canso p a ra el p u e b lo d e D ios, en Id., E stúdios sobre el canso de todas sus obras en el séptimo día de AT, Salamanca ^1982, 95-102. la creación, así también los creyentes, en el 1. El NT ofrece en Heb 4, 9 el testimonio día en que se consume la salvación, encontramás antiguo dei sustantivo oaPpaTiofxóç, rán el descanso sabático eterno en el «lugar de reposo» de Dios (cf. 4, 10). Con esta exque luego se encuentra varias veces en los es­ critos dei cristianismo primitivo que son pos­ pectación no tienen absolutamente nada que ver algunas ideas quietistas o místicas. El teriores al NT (independientemente de Heb 4, enunciado de Heb 4, 9s está relacionado con 9, el sustantivo aparece, por ejemplo, en Jusla teologia judia dei sábado, que con la idea tino, Dial 23, 3; Orígenes, Orat 27, 16; Epifadei descanso sabático asocia la de la adoranio, Haer XXX, 2, 2; LXVI, 85, 9; Mart. Pe-

1331

oappaxiafxóç - aáppaxov

ción y la alabanza de Dios (Jub 2, 21; 50, 9; AntBibl 11, 8; 2 Mac 8, 27; cf. también Hen [et] 41, 7). En consonância con esto, el autor de la Carta a los Hebreos entiende por oa^paxiopóç la celebración eterna dei sábado en el tiempo de la salvación; la adoración de la comunidad consumada ante el trono de Dios. O. Hofius o á p p a t o v , o r , TÓ sabbaton sábado, se­

mana 1. Origen, significado y aparición en el NT - 2. Je­ sus y su observância dei sábado - 3. Los conflictos en tomo al sábado - 4. Otros testimonios dei término. B ibl.: S. Bacchiocchi, Un esam e d e i testi b iblici e p a tristic i alio scopo d 'a c ce rta re il tem po e le cause dei sorgere d elia d o m enica com e g io m o dei Signore, tesis Roma 1974; Id., A n ti-Ju d aism a n d the O rigin o f Sunday, Roma 1975; Id., F rom Sabbath to Sunday. A H istorical Investig a tio n o f the R ise o f Sunday O bservance in E a rly C hristianity, Roma 1977; W. Bishai, S a b b a th O b serva n ce fr o m C o p tic Sources: AUSS 1 (1963) 25-31; H. Braun, S p ãtjüdisch-hãretischer und frü h ch ristl. R adikalism us, Tübingen ^1969,1, 116-120; II, 69-73; J. Briend, Sabbat, en DBS X, 1132-1170; D. A. Carson (ed.), F rom S a bbath to L o r d ’s Day, Grand Rapids 1982; Ch. Dietzfelbinger, Vom Sinn d e r Sabb atheilungen Jesu: EvTh 38 (1978) 281-298; J. Francke, Van sa b b a t n a a r zondag. D e rustdag in O ud en NT, Amsterdam 1973; T. Friedman, The Sabbath: A nticip a tio n o f Redemption-, Judaism 16 (1967) 443-452; 18 (1968) 225-227; J. Gnilka, E l E va n g e lio seg ú n San M arcos I, Salamanca ^1996, 138-153 (bibliografia en 138s y 147); J. Cray, The D a y o fY a h w e h in C ultic Exp e rie n c e a n d E sc h a to lo g ic a l ProspecV. SvEA 39 (1974) 5-37; W. Grimm, D e r Ruhetag. Sinngehalte ein e r f a s t verg essen en G o ttesg a b e (Arbeiten zum NT

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fia, cf. ThWNT X, 1258s.

1. La santificación dei séptimo día de la se­ mana (sábado) se convirtió en Israel en una de sus costumbres religiosas decisivas. Hasta ahora no se conocen genuinas analogias ni un eventual origen. Se discute sobre la etimolo­ gia dei término oáppaxov (en hebreo, sabbãt). El sábado sirve para el descanso (inter­ pretado de manera excesiva en tiempos dcl NT y posteriormente) y para el culto divino (celebrado precisamente en el templo y en la sinagoga). Desde el destierro, el sábado junto con la circuncisión se consideran como Ias notas características y distintivas de Israel. El significado dei sábado lo dilucidan afirmaciones como la de que el sábado se observa in­ cluso en el infiemo (bSan 65b; GénR 11 [8b]; Billerbeck IV, 1082s) o de que llegarlan los dias dei mesías con sólo que Israel guardara correctamente dos sábados (Simón b. Yojay, bacia el 150, bsab 118b Bar.). El uso dei término en el NT corresponde al uso judio. De los 68 testimonios que hay en el NT (11 en Mateo, 12 en Marcos, 20 en Lucas,

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aáppaxov

10 en Hechos, 13 en Juan; además; 1 Cor 16, 2; Col 2, 16), 24 presentan el término en nú­ mero plural. Tanto en singular como en plu­ ral, aaPPaTiop,óç significa invariablemente el sábado o, según el contexto, la semana. f| èp&óp.Y^ (con arreglo al uso judio dei término) significa también el sábado (Heb 4, 4). 2. En el NT se presupone que Jesus partici­ pa en el culto divino celebrado el sábado. Mc 1, 21-28 presenta a Jesús comenzando su actividad pública con la ensenanza («como quien tiene autoridad») y la expulsión de demonios en día de sábado. La curación de la suegra de Pedro completa (creemos que redaccionalmente) este primer sábado en el ministério público de Jesús (1, 29-31). Lc 4, 31 no mantiene ya por completo este lugar prominente dei sábado en el comienzo de la actividad pú­ blica de Jesús, porque la escena se desarrolla en la sinagoga de Nazaret. Acerca de la participación docente de Jesús (una participación abierta a cualquier israelita) en el culto divino dei sábado, hablan también Mc 6, 2 (cf. Lc 4, 16) y Lc 13, 10. 3. Son de gran importância Ias confrontaciones, trasmitidas en los Evangelios, entre Jesús y otras personas acerca de la conducta de Jesús en sábado (acciones u omisiones). Se trata, por un lado, a) de lo que puede hacerse en sábado, concretamente, arrancar espigas (Mc 2, 23-28 par.), y, por otro lado, b) de lo que no debe hacerse en sábado, en Ias cinco historias de curaciones en sábado, que —con arreglo a la historia de Ias formas- se explican basándose en Mc 3, 1-6 (par.; cf., a pro­ pósito, Lc 13, 10-17; 14, 1-6; Jn 5, 1-18; 9, 138). Según Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1, los discípulos cometen hurto para comer (lícito según Dt 23, 26), aunque -eso sí- en día de sábado. Eso los fariseos declaran (Mc 2, 24 par. Mt 12, 2 / Lc 6, 2) que es ilícito (^se pen­ sará también en una vulneración dei camino que es lícito recorrer en día de sábado [cf. Jub 50, 12]?). Se interpreta entonces que arrancar Ias espigas es cosechar, y desgranarlas es tri-

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llar; ahora bien, recoger y trillar espigas se cuentan (según sab 7, 2) entre las 39 clases de actividad prohibidas en día de sábado. Jesús responde con el ejemplo dado por David, en su huida de Saúl, y la conducta obser­ vada por él ante el sumo sacerdote Abimélec (erroneamente llamado Abiatar en Mc 2, 26; nombre que se omite, suponemos que cons­ cientemente, en los lugares paralelos), y repli­ ca a la acusación de trasgredir el sábado afir­ mando que él —Jesús—está por encima dei mandamiento dei sábado. (Podría desempenar aqui un papel la hipótesis rabínica ocasional de que David comió en día de sábado de los panes consagrados, acción que, según la hipó­ tesis rabínica, se efectuó porque en tal situación existia peligro para la vida [cf. Billerbeck I, 618s]; pero lo probable es que se alu­ da aqui a la tipologia entre Jesús y David: «Alguien mayor que David está aqui».) Mc 2, 26 acentua que David dio también a comer de los panes consagrados a sus companeros. Y Mc 2, 27 afirma que el sábado se hizo para el hombre, y no el hombre paia el sábado. Existen diversos paralelos formales judios de esta última afirmación (además de Ex 23, 12; Dt 5, 14s, cf. principalmente 1 Mac 2, 3942; ;5, 19!; ApBar [sir] 14, 18; cf. AsMo 1, 12; 4 Esd 6, 55-59; 7, 11; Jub 1, 27.29; CD 12, 15; Yom 8, 6 -i«únicamente en caso de que corra peligro la vida»!— e igualmente bYom 85a.b; sab 18, 3; MekEx 31, 13 [«a vosotros se os entrego el sábado, y no vosotros habéis sido entregados al sábado», R. Simón ben Menasya hacia el ano 180]; Josefo, Ant XII, 276; M. Emst, Die Worte Jesu im Markusevangelium, tesis mecanografiada Salzburg 1975). En el contexto, esta afirmación presupone que lo decisivo es la comprensión que Jesús tiene dei precepto dei sábado. Por otro lado, la exacta observância dei sábado puede redundar también en interés dei hom­ bre (jque vive en dependencia de otros!). Quizás los paralelos en Mateo y Lucas no recogieron esta sentencia a causa de tales dificultades en su interpretación. Se supone gene­ ralmente que la omisión acentúa tanto más la autoridad de Jesús, al mismo tiempo que no

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oáppaTov

interesa ya asentar tal afinnación como norma ética. En todo caso, Mc 2, 27 presupone una comprensión racional (y, con ello, es suma­ mente afín a una afirmación como la que se formula en 12, 17). Quizás con lo de èyéveTO se alude al orden de la creación. Los tres Sinópticos ofrecen la conclusión de que «el Hijo dei hombre es Senor incluso dei sábado» (Mc 2, 28 par. Mt 12, 8 / Lc 6, 5). Es­ to se puede comprender como palabras pro­ nunciadas por Jesús y como consecuencia deducida por la comunidad (por el evangelista). Se supone también: Si cualquier persona está por encima dei sábado, «entonces con mucha más razón el Hijo dei hombre»; o quizás «el Hijo dei hombre» representa aqui (según Dan 7, 21s.27) al (nuevo) pueblo de los santos, al pueblo de Jesús. Finalmente, esta sentencia pudo ser con anterioridad una variante de Mc 2, 27, si lo de Hijo dei hombre -originalmen­ te- significo sólo «hombre». Ahora bien, en el actual contexto redaccional de los tres Sinóp­ ticos, se trata de un claro enunciado cristológico: Jesús decide sobre la recta interpretación dei sábado; la autoridad de Jesús es mayor que la de David, tanto en lo que respecta a Jesús mismo como a sus seguidores, jaunque (según la formulación actual dei texto) Jesús la ejerza únicamente en favor de los suyos! Esta realidad que acabamos de mencionar ha dado ocasión para la opinión, manifestada a menudo (pero no de manera concluyente) por la historia de Ias formas, de que la poste­ rior emancipación de la ley que tuvo lugar en la Iglesia influyera o incluso generara el ma­ terial de la tradición (Jesús es ahora el Maes­ tro de la comunidad). En la discusión se consideran los w . 25s.28 como adiciones, o bien los vv. 23-26 como una unidad original y los vv. 27s como una complementación. Mateo presenta adicionalmente la argumentación de que los sacerdotes, en el ejercicio de su ministério (Núm 28, 9; sobre la colocación de los panes de la presentación, cf. Lev 24, 8s), «profanan» el sábado y no cometen culpa (Mt 12, 5). «Aqui hay algo más grande (o v.l. «alguien mayor») que el templo» (Mt 12, 6): Jesús libera a la gente para que haga obras de

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misericórdia (cf. Os 6, 6; Mt 12, 7). Mateo encuadra probablemente la perícopa en el te­ ma dei descanso aportado por Jesús (11, 2830). Sobre la argumentación de Mateo, cf. bSab 132 y passim. «El ministério dei templo tiene prioridad sobre el sábado» (Billerbeck I, 620-622). En este contexto, es digna de tenerse en cuenta la v.l. de D sobre Lc 6, 4 con un agraphon de Je­ sús. Según esta lectura, Jesús vio a un hombre que trabajaba en día de sábado y le dijo; «Hom­ bre, bienaventurado eres si sabes lo que haces; pero, si no lo sabes, eres maldito y trasgresor de la ley». Estas palabras presuponen una compren­ sión dei sábado, no formulada expresamente, que es necesaria para quebrantar sin pecado el precepto dei sábado. Se discute sobre el origen y el carácter de este agraphon (sobre si procede ge­ nuinamente de Jesús o es gnóstico), pero su historicidad es problemática (a pesar de lo que dice Jeremias). La historia clásica de curación en sábado es la curación dei hombre que tenía la mano se­ ca (Mc 3, 1-6 par.). Jesús se encuentra en la sinagoga en día de sábado (Mc 3, 2 par. Mt 12, 10 / Lc 6, 7). Le están observando (i,procedimiento inquisitorial?, cf. E. Stauffer, Je­ sus, Gestalt und Geschichte, Bem 1957, 69). Es verdad que «el peligro para la vida tiene prioridad sobre el sábado» (Yom 8, 6; cf. su­ pra), pero no se trata de un peligro para la vi­ da, y por tanto lo de curar en sábado seria quebrantar el sábado realizando un trabajo. Mc 3, 4 par. Mt 12, 12 / Lc 6, 9 reduce el problema a la cuestión de si hay que dejar de curar en sábado (curar es indudablemente hacer una obra buena). El enunciado paralelo «salvar una vida o matar« está formulado con desconocimiento dei problema legal planteado por los rabinos, o bien con una radicalización consciente de ese problema (en el segun­ do caso: la omisión de la ayuda posible es co­ mo dejar que perezca una persona que se ha11a en peligro para su vida). ^Será tJruxT] una alusión a Gén 2, 7 (G. Dautzenberg, Sein Leben bewahren, München 1966, 160)? Dependiendo posiblemente de esta tradi­ ción, Lc 13, 10-17 refiere la curación -duran-

1337

oáppaxov

1338

te el culto de la sinagoga- de una mujer que llevaba ya contrahecha dieciocho anos. Jesús, sin que nadie se lo pida, cura por medio de su palabra y de la imposición de sus manos. El presidente de la sinagoga se escandaliza de esa curación en día de sábado (v. 14). Este es­ cândalo es refutado con el argumento de que también en día de sábado se desata al buey o al asno para llevarlo a beber (v. 15). Esta sen­ tencia se considera a menudo como el punto de partida de esta historia (pero entonces se pasa por alto el significado central de «desa­ tar» en el v. 16; cf. Roloff, 67-69). La Halaká es discutida en este punto. Lo positivo es que una hija de Abrahán ha de ser liberada de Ias ataduras de Satanás incluso en sábado o pre­ cisamente en sábado (Lc 13, 16). Lc 14, 1-6 habla de la curación de un hidrópico (^enfermedad contraída según la opinión rabínica -Billerbeck II, 203s- a causa de la inmoralidad?). En este caso Lucas estiliza el relato haciendo que Jesús pregunte espontáneamente acerca de si es lícito efectuar tal cu­ ración en sábado (v. 3). Desde luego, un argu­ mento positivo es que a un hijo o (incluso) a un buey que se haya caído a un pozo, es Hcito sacarlo en sábado (suponemos que en el fon­ do hay un juego de palabras en arameo; b‘' rõ ’/hijo - b ‘íra7buey - bêrã’lpozo: Black, Approach, 168s; es posible que haya habido también un error de traducción hijo/asno). Mt 12,11 emplea este mismo argumento en el ca­ so de la curación de la mano seca {«una sola oveja»). También aqui no es seguro si, basándose en Ias regias halákicas, la afirmación de los evangelistas se ajusta a la exégesis rabíni­ ca (cf., a propósito, CD 1 1 ,13s; jestá prohibido!). En todo caso, para Jesús la curación es aqui cosa evidente (cf., por ejemplo, Qumran I, 26). En los litigios acerca dei sábado la cuestión fundamental es saber si Jesús supri­ me el sábado (por ejemplo, Rordorf, Der Sonntag, 291) o si lo reinterpreta (por ejem­ plo, Bacchiocchi, From Sabbath, 304).

9 [-18]). Por contraste con el paralelo formal en el relato sinóptico, esta curación tuvo lugar en día de sábado (v. 9; se supone que es un motivo redaccional). Con ello Jesús suscitó escândalo (vv. 10.16). Según 5, 17 Jesús argu­ menta así; «Mi Padre actúa hasta ahora (Ch. Maurer, Steckt hinter Joh 5, 17 ein Übersetzungsfehler?-. WuD 5 [1957] 130-140, ^en el sentido de «siempre»?), y yo también actúo». Aqui hay una variante de la concepción judia {rabínica y filoniana) acerca dei descanso de Dios, durante el cual él sigue actuando. Con ello, Jesús no sólo no viene quebrantando (ha­ bitualmente, en imperfecto) el sábado, sino que se hace a sí mismo semejante Dios (Jn 5, 18). A la curación dei paralítico hace referencia también el argumento defensivo que se basa en la circuncisión (Jn 7, 22s). Moisés prescribió Ia circuncisión, que en realidad no proce­ dia de Moisés sino de los padres, para el día de sábado (Lev 12, 3), y por tanto por la circunción en sábado no puede quebrantarse la ley de Moisés. ^Cómo, entonces, la curación de la persona entera en día de sábado puede ser razón para la cólera? (cf. Tossab 15, 16 y, a propósito, bYom 85b -« a causa de un miembro él tiene prioridad sobre el sábado»claro que la fundamentación dei principio es: «el peligro para la vida tiene prioridad sobre el sábado»; Billerbeck II, 488). También la curación de un ciego (Jn 9, 1-7) tuvo lugar en día de sábado (9,14; ^redaccional?). Aqui, como en el capítulo 5 (según 5, 10, la única objeción es el hecho de llevar la canúlla, cosa que había sido ordenada por Je­ sús; claro que lo de «jlevántate!», en el v. 12, puede referirse también a la curación), la ob­ jeción no es la curación en sí misma, sino más que nada el barro que Jesús había hecho para untar en los ojos (9, 15s). Desde luego, la continuación de la historia no insiste en abso­ luto en ello, porque a Jesús -desde un princi­ pio- se le considera ya como pecador (9, 24).

Juan ofrece (^como variante de Mc 2, 1-12 par.?) la historia de la curación de un paralíti­ co en la piscina de Betzata / Betesda (Jn 5 ,1-

4. El significado religioso dei sábado apa­ rece también en Jn 19, 31 por el hecho de que el «gran sábado» no debe profanarse por el

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aáppaxov- Saôôoxjxaioç

hecho de que Jesus permanezca en la craz. Mt 24, 20 muestra influencia judeocristiana, en su deseo de que la huida no tenga lugar en día de sábado (jcf. como contraste el consejo de conciencia que se da en 1 Mac 2, 41!; la razón seria difícilmente la de que los que huyeran se delatarían como cristianos; en contra de W. Grundmann, Das Evangelium nach M atthau^ [ThHK], 506). - Mc 16, 1 par. Mt 28, 1 (cf. Lc 23, 54.56) presupone con toda naturalidad la observância dei descanso sabático (Ias mujeres que quieren ungir a Jesús). El libro de Hechos refiere varias veces que Pablo y sus companeros visitaban y predicaban en la sinagoga (Hech 13, 14; 17, 2, «según su costumbre»; 18, 4). En un sábado Pa­ blo encuentra de hecho a mujeres piadosas (abiertas al judaísmo) en un lugar de oración junto al no (16, 13). En día de sábado se lee en público la Sagrada Escritura (13, 27), con lo cual se predica a Moisés (15, 21). Hech 13, 42.44 hablan también de la visita a la sinago­ ga en día de sábado. La cuestión acerca dei sábado desempena un papel en las disputas religiosas de la comunidad en Colosas (Col 2, 16). Como las fiestas y los novilunios, el sábado es única­ mente una sombra de las cosas futuras (2, 17; cf. tsmbién una argumentación parecida en Gál 4, 9s). TÒ oáppaxov significa también la semana (Lc 18, 12). f) jtprónri (Mc 16, 9) o p ia o a^P áto u (1 Cor 16, 2) o oaPPÓTtov (Mt 18, Ib; Mc 16, 2; Lc 24, 1; Jn 20, 1.19; Hech 20, 7) es el primer día de la semana, el domingo. Puesto que las mujeres fueron a la tumba de Jesús en el primer día de la semana: una tum­ ba que ellas encuentran vacía y que ha queda­ do vacía, según se les explica, a causa de la resurrección de Jesús (cf. Mc 16, 2 par. Mt 28, 1 / Lc 24, 1 / Jn 20, 1), hay palpablemente en todo ello una razón para que el primer día de la semana (el domingo) sea el día en que se reúna la comunidad cristiana (1 Cor 16, 2: la ocasión: apartar o reunir dinero para la colecta; Hech 20, 7: la fracción dei pan y las palabras de Pablo). Sobre la evolución ha-

cia el domingo cristiano Qioç 12.

1340

ripepa 2.d, xúW. Beilner

(ra v iív i], n ç , sagens red barredera, red de arrastre* En Mt 13, 47 (material peculiar) se mencio­ na la red barredera en una parábola acerca dei reino de los cielos (aaYT)VT| pX,T)'heíoa eiç Tf]v ffáXaaoav). Es mayor y más complicada que la simple red (redonda) de pescar {->■ àpqpípXrioxQOV) y, después de arrojada al mar, «es arrastrada a tierra por medio de cuerdas y formando un gran círculo» (BHH I, 483), de tal manera que con ella pueden capturarse muchos y diversos peces. Dalman, Arbeit VI, 348-350.

Saôôovxaloç, Ofl, ó Saddoukaios

sadu-

ceo* 1. Aparición en el NT - 2. En fuentes judias - 3. Significado para la historia de Jesús. B ib i: E. Bammel, S adduzãer un d Sadokiden: EThL 55 (1979) 107-115; G. Baumbach, J esu s von N azareth im Lichte d e r jü d . G ruppenbildung, Berlin 1971, 4971 (=Kairos 13 [1971] 17-37); Id., D e r sadduzãische K o n se rv a tiv ism u s, en Maier-Schreiner, 201-213; P. Geoltrain, en BHH III, 1639s; I. Jeremias, Jerusalén en tie m p o s de J esú s, Madrid 1977, 245-248; J. Le Moyne, L e s S a d d u céen s, Paris 1972; J. Maier, G es c h ic h te d e r jü d . R elig io n , Berlin 1972, 43-48; E. Main, L es Sadducéens vus p a r F lavius Josèphe- RB 97 (1990) 161-206; R. Meyer, Saôôouxatoç, en ThWNT Vn, 35-54; K. Milller, J esu s u n d die Sadduzãer, en B ibl. R a n d b em erkungen. S c h ü le r-F S fU r R. Sch n a ckenburg, Würzburg 1974, 3-24; Schürer H, 475-489; O. Schwankl, die S adduzãerfrage (M k 12, 1 8 -2 7 p a rr) (BBB 66), Frankfurt a. M. 1987; M. Simon, Sa d d u cé­ ens, en DBS X, 1545-1556; para más bibliografia, cf.

ThWNT X, 1159s.

1. En el NT el término aparece 14 veces, de las que 9 se enmcuentran en los Evangelios sinópticos (7 de ellas en Mateo) y 5 en el libro de Hechos. Casi de manera general los saduceos desempenan el papel de los que niegan la resurrección (cf. Mc 12, 18 [ss] par. Mt 22, 23.34 / Lc 20, 27; Hech 4, Is; 23, 6-8). Según Hech 23, 8, los fariseos rechazaban además la

1341

SaôôovjtaToç - aáxxoç

creencia popular en ángeles y demonios. Según Hech 5, 17, los saduceos y la clase domi­ nante de los principales sacerdotes eran idên­ ticos. Tan sólo Mateo agrupa a los saduceos y a los fariseos (cf. 3, 7; 16, 1.6.11.12). 2. Según Josefo, los saduceos constituían una de Ias cuatro «escuelas de filósofos» ju ­ dios y se diferenciaban de los fariseos, los esenios y los zelotas por su intensa acentuación de la responsabilidad personal dei indiví­ duo y por su doctrina de la retribución inmanente, según la cual la recompensa y el casti­ go demuestran estar en correspondência exacta con Ias acciones dei hombre en esta vida (cf. Bell II, 164s; Ant XHI, 173). Representaban, por tanto, la vieja postura anterior al fariseísmo (cf. Ex 20, 5s; 34, 7) y, en virtud de esta actitud rigurosamente conservadora, rechazaban como innovaciones Ias doctrinas fariseas de la predestinación, la resurrección de los muertos y el juicio después de esta vida, y la Torá oral. A consecuencia de esto, en Jose­ fo y en los escritos rabínicos se los equipara a los «epicúreos» (cf. Ant X, 277ss; San 10, 1). Por su exclusiva vinculación a la Torá escrita, eran, por un lado, «más despiadados en el jui­ cio que todos los demás judios» (Ant XX, 199), pero, por otra parte, eran más magnâni­ mos y liberales con respecto a los logros culturales dei helenismo. Socialmente, pertenecía a los saduceos la reducida clase alta (cf. Ant X ni, 298; XVIII, 17), que en forma de nobleza sacerdotal era la que daba el tono. Como su nombre indica, los saduceos se entendían a si mismos como sucesores dei legí­ timo sacerdócio alto de los sadocitas (cf. 1 Crón 5, 27ss; 24, Iss). Se constituyeron probablemente en el siglo II a.C. como partido de la clase sacerdotal alta de Jerusalén (cf. Jose­ fo, Ant XIII, 171ss, 288ss) y asumieron la ideologia religioso-nacional de los asmoneos. 3. Los saduceos fueron de importância de­ cisiva para la condena y muerte de Jesus, por­ que sólo los saduceos y los romanos poseían entonces el poder de aplicar decisiones jurídi­ cas. Como en el caso de Jesús no se podia

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probar que hubiera pretensiones mesiánicas de carácter revolucionário y político, los ro­ manos no pueden considerarse sino como ins­ trumentos de ejecución de lo dispuesto por la jerarquía sacerdotal judia, que desde los anos 6 al 41 p.C. dominó en Judea (cf. Ant XX, 251). Probablemente los saduceos interpretaron Ias declaraciones críticas de Jesús sobre Ias regias de pureza cultuai (cf. Mc 7, 15 par.) y sobre el templo (cf. Mc 14, 58 par.) como un delito que iba contra la imperante estructura religioso-política de Judea y, por tanto, contra los romanos, que era los «protectores de Ias leyes» (Josefo, Bell IV, 184), y lograron de este modo que se crucificara a Jesús como alborotador. G. Baumbach Sadõk Sadoc* Nombre (en hebreo, sãdôq) dei hijo de Azor y padre de Aquín en la genealogia de Je­ sús según Mt 1, 14 (bis); Lc 3, 23ss D. Esta secuencia no se halla documentada en el AT. w aívo) sainO inquietar, perturbar; en voz pasiva, ser inquietado, vacilar* 1 Tes 3, 3; xò qqôéva oaíveo^ai, «a fin de que nadie se inquiete / vacile». El significado de «seducir» (Esquilo, SeptTheb 383) es me­ nos probable, si tenemos en cuenta el contex­ to (cf. oxTiQÍ^ai, V . 2; èv xalç ■&X.íti)8aiv, v. 3; Vg: ut nemo moveatur; Hesiquio [j.v. oaívEta i]; XLVELxaL, aaXeúexai, TaçárTexai. Asi opinan también los antiguos intérpretes griegos). ThWNT Vn, 54-56; Bauer, Wõrterbuch, í.v. (bibl.).

o á x x o ç , ov, ó sakkos saco, vestido de duelo* oáxxoç es un préstamo léxico de Ias lenguas semiticas (cf. en hebreo saq) y designa una burda tela de cerda o un sayal de dicha te­ la, que en el mundo antiguo y especialmente en el AT se llevaba con frecuencia como vestidura de luto y de penitencia, porque tenla color oscuro y se diferenciaba por su burda

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a m u o ç - 2aX,si|i,

estructura de la vestidura normal y cômoda, cf. Is 3, 24; 50, 3; Jer 6, 26; Jon 3, 5; 2 Sam 21, 10; 1 Re 20, 31 y passim. En la mayoría de los casos, el saco consistia en un trozo de tela burda que se llevaba cenida a la cintura (Is 22, 12; Jer 4, 8), de tal modo que los que iban de luto podían golpearse el pecho descubierto (Is 32, lls ; —>•xójtxoo). Formaban parte dei ritual otros actos de humillación propia como el de esparcir sobre sí ceniza (—»■orcoôóç), raparse la cabeza y otras cosas por el es­ tilo (Is 58, 5; Jer 48, 37; Am 8, 10). También los profetas podían vestirse de saco como senal de lamentación y penitencia (cf. Is 20, 2; Bar 4, 20; Dan 9, 3; cf. también ThWNT VII, 62s con la nota 48). En el NT encontramos una vez el término oáxxoç en una imagen que describe el oscurecimiento dei sol: péXaç à)ç oáxxoç xçíxivoç, «negro como saco de cerda», Ap 6, 12 (cf. Is 50, 3); dícese también de la vestidura de los dos testigos, en Ap 11, 3: JtQoqprixenoonoiv... JteQip8pXTip,évoi oáxxonç (cf. v. 10: oi ôúo itQOcpf)Tai); el saco los caracteri­ za como profetas, con una misión que consis­ te en hacer un llamamiento a la penitencia. En Mt 11, 21 par. Lc 10, 13 (Q) (seguramente aludiéndose a Jon 3, 4ss; cf. Mt 12, 41 par.), se expresa la esperada penitencia de Ias ciudades galileas recurriéndose a los antiguos gestos de luto y penitencia: jráX.ai âv âv oáxxw x a i 0JIOÔÕ) (Lc: xa^fjiievoi) pexevoTioav, «(Tiro y Sidón) hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia (sentadas) en saco y ceniza» (cf. Dan 9, 3; Est 4, Is; sobre lo de «estar sentado» en saco y ceniza cf. Is 58, 5; Est 4, 3; cf. además Josefo, Ant XX, 123; Bem 7, 5; ThWNT VII, 62 con Ias notas 47s.). Bauer, Wòrterbuch, s.v. (paralelos griegos); ThWNT VII, 56-64; BHHIB, 1638. H. Balz D a ^ á Sala Salá* El nombre de 2aX á (en hebreo, Selahi) apa­ rece dos veces en la genealogia de Jesus en Lc 3, 32.35. En el v. 35 se trata de Selá, hijo de Cainán y padre de Eber (cf. Gén 10, 24 LXX;

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11, 13-15 LXX; 1 Crón 1, 18 A; en todos los casos a diferencia dei TM, según el cual Arfaxad es el padre de Salá). - En Lc 3, 32 se menciona igualmente a HaXá, como hijo de Naasón y padre de Booz. Fero, según 1 Crón 2, 11; Rut 4, 20s (lo mismo que según Mt 1, 4s), habría que pensar en Salmón; así lo atestiguan, como asimilación posterior, los ma­ nuscritos Sin^ A D L y otros, al igual que la Koiné. £aX ,a^iifjX Salathiel Salatiel* Nombre (en hebreo, ¥ a lti’êl) dei padre de Zorobabel (cf. 1 Crón 3, 19; 2 Esd 3, 2; 5, 2; 22, 1; Ag 1, 1) en la genealogia de Jesus se­ gún Mt 1, 12 (bis); Lc 3, 27. Según Mt 1, 12a, es hijo de Jeconías (cf. 1 Crón 3, 17); según Lc 3, 27, es hijo de un tal Nerí, no menciona­ do en el AT. iv o ç Salamis Salamina* Gran ciudad portuaria en la costa oriental de Chipre, importante para el tráfico comer­ cial con Siria. Salamina es la primera ciudad donde evangelizan Pablo y sus companeros Bernabé y Juan Marcos durante su «primer viaje núsionero», en el cual llegan a Chipre procedentes de Antioquía por la rata de Seleucia: x a l YEVóp,evoL èv SaXapIví xuttiyyeXov... èv xaíç onvaYCOYCúÇ 'lonôaícov, Hech 13, 5. Salamina, que en la época de los Tolomeos había sido sede dei gobemador, perdió duremte la época romana esta función, que pasó a la ciudad de Pafos (cf. 13, 6ss), BHH III, 1645s; Pauly, Lexikon IV, 1505s. Saleim SaKn* Según Jn 3, 23 Juan el Bautista (después de su actividad en Betania, a la otra orilla dei Jordán, cf. 1, 28; 3, 26) bautizaba en Ias cer­ canias de SaHn (Tjv... ó TroávvTiç PajtxíÇcov Iv Alvcbv kyyiiç xoü XaXeíp. [NTG y otros leen SaXLjt, cf. también BlaB-Debranner § 38, 1]); según Onomastikon 40, 2s, Ainón se encuentra cerca de Salín a unos 12 km al sur de Escitópolis (Betsán), en el norte de Samaría.

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2aX«í(j. - 2aX,r|(i

Otro lugar denominado Salín se halla a 6 km al este de Nablus (Siquén), cf. Jdt 4, 4 (SakTiji). Por el contrario, Jesús o sus discípulos, según Jn 3, 22; 4, 2s, bautizaban en Judea. Bauer, Wõrterbuch, í.v . 2aX,L[i; Kopp, Statten, 166; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan 1, Barcelona 1980, 488.

oa^EiJCO saleuõ sacudir, agitar, hacer vaci­ lar; en voz pasiva, oscilar de un lado para otro, vacilar* El verbo aparece 15 veces en el NT, espe­ cialmente en Lucas (cuatro veces en el Evan­ gelio, y otras tantas en el libro de Hechos. En sentido propio se dice de una «cana que es agitada de un lado para otro por el viento (xáÀ,a|j,oç uitò ãvÉpou oaX-enópcvoç)», Mt 11, 7 par. Lc 7, 24; de un recipiente para me­ dir, cuyo contenido se ha agitado ([í Étqov oeoakeuópevov) para que quede bien repleto, 6, 38; dei embate (aaX,EÜaai) de Ias aguas contra una casa, 6, 48); cf. Hech 16, 26, don­ de se habla de los cimientos de una prisión que son sacudidos (oaX,eu'6'f]vai) por un te­ rremoto; dei temblor que se siente en un lugar (EoaX-Ei)#!) ó TÓJtoç) como senal de que ha sido escuchada la oración y de que viene el Espíritu, 4, 31 (cf. también Jn 12, 28-30. En Am 9, 5; Miq 1, 4; Hab 3, 6 y passim, se tra­ ta dei poder de la palabra y de Ias acciones de Dios; en Is 6, 4; Ex 19, 18; Josefo, Ant VII, 76s, se trata de la presencia de Dios; un súbi­ to temblor es senal de que se ha escuchado la oración, Virgílio, Aen III, 89s); se habla de la conmoción de Ias fuerzas dei cielo (oscurecimiento dei sol y de la luna y caída de estrellas) como senal de que comienza el juicio fi­ nal y la trasformación dei cosmos (a l ôuváp,£lÇ a i èv TOLÇ OÕQaVOLÇ / TCÕV otiQavcõv

oakEuO^fioovTai), Mc 13, 25 par. Mt 24, 29 / Lc 21, 26 (cf. Is 13, 10; 34, 4; Ez 32, 7s; J1 2, 10; 4, 15s; Hen [et] 102, 2). También en Heb 12, 26s se habla (tres ve­ ces) de que la tierra se estremece y tiembla por la palabra de Dios (v. 26a; cf. Ex 19, 18; Sal 68, 9; 114, 7), y dei estremecimiento y temblor (oeícu) dei cielo y de la tierra, prome­

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tido «una vez más» (para cuando llegue el fin; Heb 12, 26b, en cita de Ag 2, 6.21 LXX), igualmente como senal dei poder de la pala­ bra de Dios que lo trasforma todo, de tal manera que al fin «lo que se estremece» (xà aakEuópeva, Heb 12, 27a), es decir, este mundo creado y visible -la tierra y el cielo- se tras­ forma, para que permanezea definitivamente «lo que no se estremece» (xà pf) oaXenópEva, V. 27b), es decir, el reino de Dios (cf. v. 28; PaoiX,8La àoakevxoç). Este contraste aparece también en Filón (cf. ThWNT VII, 67s), pero en la Carta a los Hebreos se haUa centrado escatológicamente en el poder y legitimidad dei reino de Dios, que es superior a todo lo creado y que ha sido recibido ya por los creyentes. En todos los demás pasajes el verbo se usa en sentido figurado: iva pf] aakEtr&m, «para que yo no vacile», Hech 2, 25 (cita dei Sal 15, 8 LXX); cf. 2 Tes 2, 2: oaÀEtr&fívai àjtò xov voóç, «ser sacudido en la manera racional de pensar»; oa^ETJovxEç x a i TaQÓaoovTEÇ toüç õxkouç, «agitando y alborotando a la multitud», Hech 17, 13. ThWNT VII, 65-71; J. W. Thompson: JBL 94 (1975) 580-587. H. Balz

Salem Salem* Heb 7, 1 dice que Melquisedec es «rey de Salem (PaotÀEÒç XaX,f|p)» (cf. Gén 14, 18: sãlêm), lo cual se interpreta a continuación en Heb 7, 2 como «rey de paz» (Paoi^EÜç 2 a kfip, ô Eoxiv Paoikenç Eiefivqç, cf. en hebreo sãlam, sãlôm; la misma interpretación en Filón, All III, 79: ME^txiOEÔèx PaotX,éa Tfjç EiQfjvqç - 2akf|p toüto yaQ ègpTiVBÚETai). Salem es, según la tradición dei AT y dei ju­ daísmo, una forma abreviada o una manera de llamar a Jerusalén (en el Sal 76, 3 se mencio­ na a Salem junto a Sión; Josefo, Ant I, 180 entiende Salem [2oXupã] como un antiguo nombre de la que más tarde seria Jerusalén; cf. IQapGén 22, 13; Sal 110, 4. Otros piensan en ->• SaXeíp o en el 2a7.qp mencionado en Jdt 4, 4; cf. además ThWNT VII, 297s; Kopp, Statten, 166-172; Haag, Diccionario, 1766;

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2aXT|[i - oáXmYÊ

Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1376; BHH III, 1647s). Salim Salín Grafia alternativa de SaXeíjr en Jn 3, 23 en diversos manuscritos y ediciones dei texto dei NT. £aX,^.cáv Salmõn Salmón* En la genealogia de Jesús según Mateo, Salmón (en hebreo, salmõn) aparece como hijo de Naasón (1,4) y padre de Booz (1, 5); cf. 1 Crón 2, 11; Rut 4, 20; Lc 3, 32 Textus Receptus (en vez de ->• SaXá).

t]Ç Salmõnê Salmone* Nombre de un promontorio en la extremidad nordoriental de Creta. El nombre, en esta forma, aparece únicamente en Hech 27, 7 (en los demás casos, SaXpcbviov u otra forma pa­ recida). Por ser desfavorables los vientos, la nave de Pablo circunnavega la isla de Creta por su costado meridional (al amparo dei viento), como habia hecho ya en Cbipre (v. 4), y cambia de rumbo «a la altura de Salmo­ ne (xaxà 2aX[ro)VTiv)». H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT), sub loco. (TaXoç, 01), Ó salos conmoción, estremecimiento* En Lc 21, 25 en la frase: f)xoç 'daXáaoTjç x a l aáXoç, dícese dei «bramido y el oleaje dei mar» (cf. Jon 1, 15; LXX Sal 88, 10; cf. también 45, 4; 64, 8: 92, Iss), que forman parte de Ias conmociones dei fin de los tiempos, que causarán estremecimiento (cf. tam­ bién Mc 13,24s par.; Is 13,10; 2 4 ,19s; 34,4; 4 Esd 5, Iss; 6, 13ss; Hen [et] 91, 16; Sib IB, 675ss). oaXeiJO). 'H salpigx trompeta* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Uso en el NT - 4. o a h í í t c i . B ihl.: B. Bayer, M usic, en EJJ XII, 554-566, sobre todo 563-565; Billerbeck I, 387s, 959s; Dl, 481, 635;

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IV/1, 536ss; G. Friedrich, oábuyl, en ThWNT VII, 71-88; P. Gradenwitz, D ie M u sik g esch ich te Israels, Basel-London-New York 1961, í.v. «Trompete» en el índice analítico; K.-E. Grõzinger, M u sik u n d G esang in d e r Theologie d e r fr ü h e n jüd. L it, Tübingen 1982; W. Harnisch, E sc h a to lo g isc h e E x iste n z (FRLANT 110), Gõttingen 1973, 19-51; E. Kolari, M usikinstrum ente u n d ihre Verwendung irtiAT, Helsinki 1974, 4951; H. Kraft, D ie O ffenbarung des Joh a n n es (HNT), Tübingen 1974, 133s; A. L. Lewis, Shofar, en EJJ XIV, 1442-1447; B. Reicke, P o sa u n e 2-3, en BHH III, 1481; H. P. Rüger, M u sikin stm m en te, en BRL 235; H. Seidel, H orn un d Trom pete im alten Isra el u n ter B erücksichtigung der «K riegsrolle» von Qunram: WZ(L). GS 5 (1956-1957) 589-599; A. Sendrey, M u sik in A ltIsrael, Leipzig s.f. (1970), 311-338; G. Wallis, M usik, M u sikinstm m ente, en BHH II, 1258-1262; Id., P osau­ ne, en BHH III, 1480s; Y. Yadin, The S croll o f th e W ar o f th e Sons o fL ig h t a g a in st the Sons o f D arkness, Ox­ ford 1962, 87-113; para más bibliografia, cf. ThWNT Vn, 71ss.

1. Las 11 veces que se encuentra oóXjuy^ en el NT, aparecen todas ellas (con excepción de 1 Cor 14, 8 y Heb 12, 19) en contextos escatológicos (Mt 24, 31; 1 Cor 15, 52; 1 Tes 4, 16; bay seis testimonios en el Apocalipsis), donde el sonido de la oáXniiY^ da comienzo a los acontecimientos dei fin de los tiempos. En Heb 12, 19 el sonido de la trompeta se escucba en una teofania; en 1 Cor 14, 8 dicbo so­ nido se menciona en una comparadón. 2. La oáXn;iYl es un instrumento de viento-metal, alargado, con un pabellón y una boquilla, cf. Josefo, Ant III, 291 (cf. también la representación en el Arco de Tito), capaz de producir únicamente unos pocos tonos naturales, que podian articularse con intensidad y claridad (cf. Sendrey, 3 14s). La LXX traduce por oáX.mYÇ los términos hebreos sôfãr (unas 40 veces), Ifso frâ (unas 20 ve­ ces), qeren (9 veces) y ocasionalmente yôbêl, tãqô‘a y frü'â. En el NT oáXjiiY? se refiere probablemente (con Ex 19, 16.19; 20, 18 TM qôl [has-]sôfãr) al shofar, que solía ser el cuemo cur­ vo de un camero o de un macho cabrio (Heb 12, 19, probablemente también en 1 Cor 15, 52; 1 Tes 4, 16; Mt 6, 2; 24, 31; cf. Billerbeck I, 959s; HI, 635). El empleo de oá?jtLYÍ en el NT está deter­ minado por el uso que se hace en el AT. En la guerra se toca el cuemo (1 Sam 13, 3; Job 39, 24s; 2 Sam 2, 28) y las trompetas (Núm 10, 9; 2

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aakray% - aaA.jtí^co

Crón 20, 28). IQM prescribe toques de trompeta perfectamente diferenciados para Ias acciones militares (cf. Yadin, 87-113; Seidel, 597ss). En el c u lto se hace sonar la aáXiuyÇ durante el sacrificio en los dias de fiesta, Núm 10, 10; cf. 2 Crón 29, 27s; 2 Crón 5, 13s (el TM tiene en todos los casos «trompetas»; en el ano de la liberación y en el día de la expiación, Lev 23, 9 (TM: s ô fã r ) . En la te o fa n ía de Ex 19, 16ss se escucha el sonido de la oáJuTiy^, seguramente como imagen de la voz divina (TM; sô/õr); lo mismo sucede en la m a n if e s ta c i ó n e s c a to ló g ic a de Yahvé en Is 27, 13; Zac 9, 14 (el TM tiene en ambos casos S ô fã r). El s ô f ã r sigue desempenando un papel hasta el día de hoy en el culto judio (cf. Lewis; Sendrey, 320-338); la trompeta dejó de usarse al terminar el culto dei templo (cf. Friediich, 82s; Sendrey, 311-320). La trompeta tiene especial significación para el uso dei NT como senal escatológica, por ejemplo, en 4 Esd 6, 23; ApAbr 31,1; Sib IV, 174, en Ias descripciones dei juicio en Sib VIII, 239 (cf. ApMo 22, pero cf. 37) y como senal de que comienza el tiempo de la salvación, SalSl 11, 1; décima b e r a já de Ias «Dieciocho Bendiciones» (en este caso: S ô fã r).

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sonido de la trompeta. En ambos pasajes aparecen claramente rasgos de teofanía (cf. Ex 19, 16.19; 20, 18). A los siete ángeles se les dan trompetas (Ap 8, 2; además, 8, 6) para iniciar los juicios (cf. ApMo 22); además, Ap 8, 13; 9, 14). b) Heb 12, 19 emplea rasgos de la teofanía dei AT (aákjUYYOÇ '9X05» of. Ex 19, 16.19; 20, 18) para expresar -a modo de contrasteel nuevo encuentro con Dios en Cristo. c) El hablar en lenguas sin interpretación debe compararse (junto a ejemplos musicales) al sonido incierto de una trompeta de guerra, 1 Cor 14, 8 (senales claras, por ejemplo, en IQM 2, 15ss; 7, 13ss; 8, Iss).

4. El verbo aaXjií^to, tocar la trompeta, hacer sonar la trompeta*, aparece 12 veces en el NT y (con excepción de Mt 6, 2) única­ mente en contextos escatológicos (10 testimonios el Apocalipsis, y en 1 Cor 15, 52); en la LXX es traducción casi siempre dei verbo tãq a ‘ (39 veces), y en algunas ocasiones de En el NT la oáXitiy^ no es un instrumento Ifsoser (6 veces) o rü ‘a. musical, sino un instrumento para dar senales En 1 Cor 15, 52 no aparece claro quién to­ (posible excepción: ->• aaX.moTf|ç en Ap 18, ca la «última trompeta» (-»• 3.a). Ap 8, 6.7.8. 22, que puede referirse a un músico). 10.12.13; 9, 1.13; 10, 7 describen los tanidos sucesivos de Ias trompetas de los siete ánge­ 3. a) oáX,JUY| como instrumento para dar les, que hacen sonar Ias trompetas como cosenales escatológicas. En todo ello se encuenmienzo de los juicios que llegan sobre la tietran estrechamente asociados rasgos de teofarra, hasta que -con el tanido dei séptimo ánnia con rasgos escatológicos. Se expresan di­ gel- Dios y su Cristo asumen el reino, Ap 11, versos aspectos: al resonar la « t r o m p e t a de 15. Dios» (después de la «voz de mando, con voz Mt 6, 2 menciona una costumbre que no de arcángel»), desciende dei cielo el K y r i o s puede documentarse claramente. Se trata de para la resurrección de los muertos y el arrela acción de dar limosnas «a toque de trompe­ batamiento de los vivos, 1 Tes 4, 16; cf. Did ta», es decir, quizás de tocar el shofar para dar 16, 6. La trasformación de los creyentes tena conocer que van a darse limosnas. Frente a drá lugar cuando resuene «la trompeta final», esta acción notoria se sitúa la acción callada 1 Cor 15, 52. El Hijo dei hombre enviará sus de dar limosnas, una acción que el Padre, que ángeles, «con gran sonido de trompeta» (peve en lo oculto, retribuirá (cf. Billerbeck I, TÒ aáX,jUYyoç peYá)^i1ç), para que reúnan a 388; IV/1, 536ss; Friedrich, 85s). los elegidos, Mt 24, 31 (cf. Billerbeck I, H. Lichtenberger 959s). Tiene afinidad con la frase oáX.3UY§ peYÓkT], la frase qpcovf) peYákti róç oákmYYoç, que se lee en Ap 1, 10 y que expresa un aaX jtí^fO salpizõ tocar la trompeta, hacer sonido especialmente intenso; también en Ap sonar la trompeta 4, 1 Ias palabras de Cristo se comparan con el ->■ oáXjttyÇ 4.

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o a X ,ju o x T )ç - S a j j i á ç e i a

aaX jtiaTTiç, o ü , ó salpistss trompetista* Ap 18, 22: q)covTi... aaXjuoxcõv oíi pf) àxot)a§fí, «ya no se oirá más el sonido de trompetistas» (a saber, en «Babilônia» al fin de los tiempos); oaXmoTr|ç se refiere (junto a «cantores, músicos y flautistas») a los trompe­ tistas como músicos (que actuaban en Ias fiestas), mientras que en los demás lugares dei NT -»• oáÀJuy^ se emplea para referirse a la senal dada con trompetas o a algo por el estilo. D aX rállti, tiç Salõmê Salomé* En Mc 15, 40; 16,1 se menciona también a Salomé (junto a Maria Magdalena y a Maria, la madre de Santiago el Menor y Joset) entre Ias seguidoras galileas de Jesús, que en Jerusalén fueron testigos de la crucifíxión y dei sepulcro vacio en la manana de Pascua. De la comparación de Mc 15, 40 con Mt 27, 56, donde, junto a Maria Magdalena y a Maria, la madre de Santiago y de José, se menciona a una tercera mujer (sin decir su nombre) como madre de los hijos de Zebedeo, se ha deducido que Salomé era la mujer de Zebedeo (cf. también Mt 20, 20). Algunas veces se la iden­ tifica también con la hermana de la madre de Jesús (Jn 19, 25; cf., a propósito, J. Blinzler, Die Brüder und Schwestern Jesu [SBS 21], Stuttgart 1967, 113s con la nota 11). Salomé aparece también en los evangelios apócrifos (EvTom 61; ProtEv 19, 3; 20, Iss; con es­ pecial frecuencia en el EvEg, cf. HenneckeSchneemelcher I, 109-111, 114s, 117, funda­ mentalmente 317s; cf. también Zahn, Kanon VI, 340s). En el NT, Salomé es también la hija de Herodías, mencionada (pero no nominalmente) en Mc 6, 22ss; Mt 14, 6ss. En el tiempo que se relata en el Evangelio, Herodias era la mu­ jer de Herodes Antipas, pero Salomé era fruto dei primer matrimônio de Herodias con Hero­ des Boetos; Salomé era mujer dei tetrarca Fe­ lipe, mencionado en Lc 3, 1 (cf. además Josefo, Ant X V m , 136s; -> 'Hpcpôiáç). BHH fll, 1650s; Haag, Diccionario, 1775s; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1383; J. Mehlmann: RGB NE 1 (1964) 196-208.

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S a f i á ç e i a ( E a f i a ç í a ) , a ç , ^ Samareia (Samaria) S amaria* EapapÍTT^ç, ou, ó Samaritês Samaritano* XapapiTiç, lôoç, f| Samaritis Samaritana; adjetivo, samaritana* 1. Aparición dei grupo de palabras en el NT - 2. So­ bre la historia de Samaria - 3. Lucas - 4. Juan - 5. Hechos. B ibl.: R. Bach-C. Colpe, en RGG V, 135p-1355; R. Bergmeier, 7 u r F rü h d a tie n m g sa m a rita n isch er Theologum ena: JSJ 5 (1974) 121-153; J. E. Botha, J esu s a n d the Sam aritan Woman. A Speech A c t R eading o f John 4, 1-42, Leiden 1991; G. Bouwman, Sam aria im lukanischen D oppelw erk, en A. Fuchs (ed.), T heologie aus dem N orden, Linz 1977, 118-141; J. Bowman, Sam aritanische Problem e, Stuttgart 1967; A. D. Crown (ed.), T h e Sa m a rita n s, Tübingen 1989; J. Jeremias,

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1. S a p a p e ta como nombre de la ciudad de Samaria o de la región de Samaria (-> 2) apa­ rece en 11 pasajes dei NT: Lc 17, 11; Jn 4, 4. 5.7; Hech 1, 8; 8, 1.5.9.14; 9, 31; 15, 3. Los términos derivados de S a p á p e ia , a saber, SapaQÍTTiç (Mt 10, 5; Lc 9, 52; 10, 33; 17, 16; Jn 4, 9.39.40; 8, 48; Hech 8, 25) y 2 a p a q I t iç (Jn 4, 9a.b: «mujer samaritana»), designan a los correspondientes habitantes, refiriéndose sobre todo a su pertenencia a la comunidad rehgiosa de Samaria. Mientras que Marcos no menciona nunca a los samaritanos y Mateo lo hace una sola vez y, por cierto, en sentido negativo (10, 5), ve­ mos que la doble obra de Lucas (Lc 9, 51-56; 10, 30-37; 17, 11-19; Hech 1, 8; 8, 1-25; 9,

1353

IkXfláQEUX

31; 15, 3) y el Evangelio de Juan (4,4-42) les dedican gran interés. En general, los evangelios reflejan la hostilidad existente entre ju­ dios y samaritanos. Por parte de los judios, 2a[iaQÍTTiç se emplea como un insulto y al samaritano se le equipara a «poseso» (Jn 8, 48). El escriba judio, en Lc 10, 37, evita pro­ nunciar la palabra «samaritano» y utiliza una circunlocución. Jesús mismo llama al leproso samaritano un àÀÀOYEvr|ç (Lc 17, 18). Los discipulos se asombran de que Jesús converse con una samaritana (Jn 4, 27). Y, a su vez, es­ ta mujer se maraviUa de que Jesús le pida de beber (4, 9). Jesús, según Mt 10, 5s, prohibe la actividad entre los samaritanos y entre los gentiles. Por parte samaritana, a Jesús se le niega alojamiento (Lc 9, 52s), ante lo cual los hijos de Zebedeo quieren hacer que descendiera fuego dei cielo sobre la inhospitalaria aldea. Por tanto, habrá que preguntarse hasta qué punto los relatos sobre la labor misionera de Jesús en Samaria (-► 3.4) fueron coloreados por el desarrollo ulterior.

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nombre de Samaria quedó reservado para la región, y asi vemos que sucede también en el NT. Actualmente se llama todavia samaritanos (Vg Samaritani-, LXX y NT XapaQÍTai; Josefo tam­ bién los llama Sapaçeiç [Lutero traduce siempre Samariter\\ en hebreo sôrtfrôni) a los seguidores de la observância reUgiosa especial que se desarrolló a partir dei cisma. Como los «profetas» y los «escritos» no se habian recopilado aún en la época en que tuvo lugar la separación dei judaís­ mo, los samaritanos no los aceptaron. La tradición textual dei Pentateuco samaritano siguió sus propios caminos y difiere dei TM en unos 6000 pasajes. La comunidad cuenta hoy dia con unos 200 miembros.

3. Las tres perícopas de Lucas relativas a los samaritanos pertenecen al material pecu­ liar de Lucas, lo cual está relacionado segura­ mente con el interés que siente este Evangelio por las personas menospreciadas y marginadas. El último viaje de Jesús a Jerusalén pasa, según Lucas, por Samaria. Pero este viaje a través de Samaria tiene que haber sido una ficción, porque hay que descartar que Jesús fuera invitado a la mesa por fariseos (11, 37; 2. La ciudad de Samaria debe su importância a 14, 1) y que acudiera a la sinagoga (13, 10) en la decisión de Onuí (878/877 hasta 871/870 a.C.) Samaria (Bultmann, Geschichte, 388). de edificarse una residência en este lugar (1 Re 16, 24). Después de tres anos de asedio, Samaria 4. Jn 4, 4-42 utiliza el encuentro de Jesús cayó en 722/721 en manos de los asirios, que la convirtieron en la capital de la provincia. Des­ con una «mujer samaritana» para hacer que pués de la conquista, la población autóctona fue tenga su origen en Jesús la misión en Samadeportada y sustituida por colonos asirios, proce­ ría. Los âXA.ot (v. 38) son los «helenistas»: dentes -entre otros lugares- de Cutá (cf. 2 Re 17, 24.30). Por eso, Josefo (Ant IX, 288) y la Misná ellos llevaron a cabo la dura labor de la predicación evangélica inicial, mientras que los denominan cuteos a los samaritanos. Después que apóstoles se integraron luego en los trabajos Ciro hubiera conquistado Babel en el ano 539 a.C., permitió a los judios allí residentes que re(cf. Hech 8, 14). gresaran a Palestina. Como los samaritanos quisieran participar en la edificación dei templo, Zo5. El libro de Hechos refiere programáticarobabel se lo negó (Esd 4, 2s). Seguramente por raente la promesa dei Resucitado de que los este tiempo, los samaritanos levantaron en el discípulos serán sus testigos, entre otros luga­ monte Garizín su propio centro de culto. El cisma res, también «en Samaria» (1, 8). Según 8, 4propiamente tal se realizo, según Josefo, Ant XI, 25, Felipe, uno de los helenistas dispersos por 324, en el ano 332 a.C. En tiempo de Alejandro Magno se estableció en Samaria una colonia mi­ la persecución contra Esteban, evangeliza en litar macedonia, con lo cual la ciudad se fue heleSamaria. Esta historia queda reducida a una nizando poco a poco. Esta evolución continuo en concisa noticia, si tenemos en cuenta que el la época de los Tolomeos y de los Seléucidas y alrelato de Simón Mago fue entretejido en ella canzó su punto culminante en tiempo de Herodes el Grande, que siguió ampliando la ciudad y la mediante un procedimiento redaccional típico llamó «Sebaste» en honor dei emperador Augus­ de Lucas (K. Lõning, en Schreiner-Dautzenberg, 205-209). El punto culminante es el to {augustas = oePaOTÓç). Desde entonces el

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Sanágeia - SafioojfiX

bautismo dei Mago (8, 13). Ahora bien, como Justino, residente en Samaría, afirma que ba­ cia mediados dei siglo II Simón era venerado como dios supremo por casi todos los samaritanos (Apol I, 26, 3; Dial 120, 6), no debemos sobreestimar los êxitos de la misión cristiana. Muchos autores ven vestígios de una teolo­ gia samaritana en el extenso discurso de Esteban (Hech 7). Aunque estos denominados samaritanismos aparecen también aisladamente en otras partes (Schneider), la acumulación de los mismos en el capítulo 7 dei libro de Hechos queda sin explicación. Además es enigmático que en una apologia cristiana no aparezca en absoluto el nombre de Jesús y que la figura de Moisés desempene el papel principal.

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Asia Menor, al suroeste de Efeso. Según Hech 20, 15, Pablo hizo escala en Samos (JtOQEpák o p E V E tç Sápov) al final de su «tercer viaje misionero», en el camino de regreso de Macedonia pasando por Tróade, Asos, Mitilene, Quíos y Mileto, etc., en dirección bacia Jerusalén (D Koiné y otros anaden: x a l peívavTEç èv TQCoytJJ^^ííp [la grafia no es uniforme] y piensan con ello en una estancia de Pablo en el promontorio costero situado frente a Sa­ mos). Samos es un centro comercial y cultural (patria de Pitágoras) independiente (desde el siglo XIX a.C.), con una comunidad judia (1 Mac 15, 23) y un puerto de embarque en la ruta marítima dei Helesponto a Siria. PaulyWissowa I A, 2162-2218; BHH lll, 1663; Haag, Diccionario, 1785; LAW 2696s.

G. Bouwman £ a |ii.a Q Ía , a ç Samaria Samaría

Grafia alternativa de ->• S a p a p e ia , cf. BlaB-Debrunner § 38, 1 con la nota 2. £ a^ aQ ÍtT |Ç , o v , ó SamaritEs samaritano

->■SapáQEta. Sa^taQ lTlÇ , lô o ç , 1^ Samaritis Samarita­

na; adjetivo, samaritana ^ 2a[xáQ8ia. £ a^O 'd 'Q áK 'l|, t|Ç SamothrakS Samotracia* Isla situada al nordeste dei Mar Egeo, a la que llegó Pablo, según Hech 16, 11, en su «segundo viaje misionero», procedente de Tróade (EuflnÔQopriaapev eiç S a p o ^ g g xqv), para continuar su viaje al dia siguiente bacia Neápolis. Pauly-Wissowa I A, 22242226; K. Lehman, Samothrace, New York 1955; BHH III, 1663; Haag, Diccionario, 1785; LAW 2697. S á ^ o ç , o u Samos Samos*

Isla (y ciudad dei mismo nombre) en el Mar Egeo, situada frente a la costa Occidental de

D a ^ o u tj)^ Samouêl Samuel* En el NT se menciona tres veces a Samuel (en hebreo, s^mu’êl)\ como el primero de los profetas (jtávxeç ôà ol jiQocpfjxai àjiò S apouT|k), Hech 3, 24; de manera parecida en 13, 20, donde con Samuel termina el período de los jueces y comienza el de los profetas ( e ô c ú x e v X Q L tà ç Ecoç Sap,ouf|X. [xoõ] jiçocpfitou). Heb 11, 32 menciona a Samuel entre la «nube de testigos» (12, 1), después de los («grandes») jueces y de David (como rey), y le llama «antepasado» de los profetas (jtE Q l Aauíô TE x a l t ü )v jtçoqptiTcóv). Samuel era hijo de Elcaná y de Ana (1 Sam 1, 20), de Ramá de Efraín (1, 1; en cambio, según 1 Crón 6, 12, era levita). La tradición describe a Samuel desempenando funciones de sacerdote (1 Sam 2, 35ss; 7, 7ss), de juez (7, 3ss.l5ss; 8, Iss) y de profeta (9, 9ss; 10, Iss; 15, lOss; 19, 18ss). Samuel participo de manera decisiva en el establecimiento de la monarquia en Israel (8, 4ss; 10, Iss; 12, 19ss), tomando parte sobre todo en la elevación de David al trono (16, Iss; 19, 18ss). Eclo 46, 13 considera a Samuel como nazireo, profeta, juez y sacerdote; cf. SapouT)X ó n:Qoq)f|Tr]ç, 3 Esd 1, 18. En Jer 15, 1 Samuel se baila jun­ to a Moisés; cf. Sal 99, 6. BHH III, 1663s (bibl.); Haag, Diccionario, 1785 (bibl.).

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SaixcpauQiv - oajtQÓç

I^ajWpoVQlV Samphourin Séforis En Jn 11, 54 D se inserta el topónimo Séfo­ ris (en árabe, sqffüriyeh; a 6 km al norte de Nazaret): elç tt]v xcoQa-v 2 a |i(pouQiv. Geográficamente no se puede compaginar este dato con el emplazamiento que hay que suponer para ->■"Eipgaíp (v. 54c). Cf. G. Dalman, Orle und Wege Jesu, Gütersloh 31924, 233.

S a n iilé jv Sampsõn Sansón* Heb 11, 32 menciona a Sansón (en hebreo, simsôn\ cf. Jue 13-16) como uno de los «testigos de la fe», entre los «grandes» jueces (jan­ tes de Jefté!). Sobre la grafia dei nombre, cf. BlaB-Debrunner § 39, 5 con la nota 9. BHH III, 1799s; Haag, Diccionario, 1794s.

oavôáXiov, ou, tó

sandalion sandalia* Según Mc 6, 9, a los «Doce» (v. 7) enviados por Jesús se les permite llevar «sandalias ata­ das bajo los pies» (àXkà nito Ô E Ô ep év o i oavôákta), y también se les permite un bastón (v. 8), pero ningún equipo más (a diferencia de Lc 9, 3 par. Mt 10, 9s; Lc 10. 4; 22, 35, don­ de se les prohíben también el bastón y Ias san­ dalias; ->■ qápôoç). Las sandalias (y el bastón de caminante) son pertrechos normales para los que caminan a pie por Palestina (cf. tam­ bién ->• nrcóÔTjpa en Mc 1, 7 par.; Jn 1, 27) y necesarios para los que tienen que recorrer grandes trechos de camino por el campo (se­ gún Am 2, 6; 8, 6, los pobres, por una deuda tan pequena como el precio de un par de san­ dalias, podían caer en esclavitud por deudas; según bTaan 13a, las reglamentaciones para ir descalzo [cuando se estaba de luto o e n los dias de ayuno] se aplicaban únicamente den­ tro dei recinto de la ciudad); cf. además Billerbeck I, 566-569. Por eso no hay verdadera relación teológica entre Mc 6, 9 y Ex 12, 11. Además de las sandalias, se conocia también zapatos de cuero fino como calzado de más lujo (cf. Ez 16, 10). Según Hech 12, 8, Pedro, que ha sido libe­ rado de la prisión, debe «ponerse sus sanda-

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lias» (njtóÔTjom xà oavôáX,iá oon). ThWNT V, 310-312; BHH III, 1738; Haag, Dicciona­ rio, 1790.

aavíç, lòoç, q

sanis tabla, tablón, plancha* En Hech 27, 44 en la descripción de la salvación de los náufragos «en tablas / tablones» (èjTÍ Tivcov Tcõv cmò xoõ 3t)ioíon, lo cual debe entenderse más bien, en sentido general, como fragmentos dei barco naufragado); cf. Ez 27, 5; cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco-, Spick, Notes II, 786. Saoul Saúl Eaõkoç. aaTCQÓÇ, 3 sapros podrido, corrompido; inútil, maio* En el NT el término aparece 8 veces. Fuera de los Evangelios sinópticos se encuentra úni­ camente en Ef 4,29; oaJtQÓç falta en la LXX. El sentido literal se encuentra en las metáfo­ ras y parábolas de Jesús, por ejemplo, cuando se refiere a los «peces maios / inútiles», que vuelven a tirarse al agua (xà 8è oajtQÒ ê|o) ÊPaÀov; lo opuesto; anvéke^av xà x a k à eIç ®YY'n)> 13, 48; dicese dei «arbol maio / podrido», que sólo da «frutos maios o podridos» (cf. Ez 17, 9) (o cosas por el estilo): oajtQÒv ôévÔQOv Magjtoòç JtovTjQoúç, Mt 7, 17; oúôè ÔÉVÔQOV oajtQÒv xaQJioòç x aXoúç, 7, 18; ÔÉVÔQOV oartQÒv x a l xòv xagjcòv atjxoü oajtQÓv, 12, 33; oô... ôévÔQOV xaXòv jtoioõv xaQJtòv aaKQÒv, oúôè n ákiv ÔÉVÔQOV oaitQÒv... xaQJtòv xákóv, Lc 6, 43. Los sinônimos altemantes (aaniQÓç / jtovTjQÓç, oníôÈ] oajtQÓç / xaXóç) muestran que oajtQÓç tiene aqui el significado general de podrido en el sentido general de inútil, ma­ io (cf. Herm [s] 2, 3s; los peces son captura­ dos todavia en la red, y el árbol produce toda­ via frutos). El término se usa claramente en sentido fi­ gurado en Ef 4, 29; jtãç Xóyoç oajtQÓç... [tf]

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oajtgóç - S áçejixa

èxjtoQEOJÉadco, «ninguna palabra mala / palabrería ociosa salga de vuestra boca» (lo opuesto: el t i ç à v a ^ ò ç j i q ò ç olxoôopT]v x f iç Xpeíaç...), cf. 5, 4. Bauer, Wõrterbuch, j.v.; ThWNT Vn, 94-98. 2^á7tq)iQa, n ç Sapphira Safira —^ 'A vavíaç 1. aá7Cq)lQOÇ, o u , sapphiros zafiro* Ap 21, 19 habla de los doce pilares sobre los que se asienta la muralla de la Jerusalén celestial: ó ô e i j x e q o ç ['& E p é ? a o ç ] aáJtqptgoç (cf. Ex 28, 17-20; 39, 10-13; Ez 28, 13; Is 54, lls ; Tob 13, 16s); por a á j i q p i g o ç se entiende una piedra trasparente y azul, probablemente el lapislázuli; cf. además Ex 24, 10; Job 28, 6.16; Eclo 32, 5; 43, 19. BHHI, 362-365, es­ pecialmente 363; Haag, Diccionario, 2082; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1628s. o a Q Y á v t ], 1]Ç, 1^ sarganê canasta, cesto*

Pablo refiere en 2 Cor 11, 33 que, en Da­ masco, «por una ventana me descolgaron mu­ ro abajo en un cesto» (èv oaQyávii kja ká o ■fliyv); cf. Hech 9, 25 (àv ajtngíôi), donde se mencionan Ias persecuciones por los judios como razón para la huida de Damasco, mientras que Pablo mismo habla de un plan trama­ do contra él por el gobemador dei rey de los nabateos Aretas (IV; -+ 'Agéraç); cf. también Jos 2, 15; 1 Sam 19,12. Spicq, Notes ll, 787s.

lláçôeiç, ewv Sardeis

Sardes* Sardes, situada a unos 80 km al este de Esmima y famosa en el siglo VI a.C. como es­ plêndida capital de Lidia, fue destruída en el ano 17 p.C. por un terremoto y reedificada en tiempo dei reinado de Tiberio. Según Ap 1, 11, es uno de los siete lugares a los que ha de enviarse una misiva dei vidente (elç 2 á g Ô E iç); en 3, 1 se dirige la palabra al «ángel de la comunidad en Sardes» (x^ xfjç èv SÓQÔEOiv ExxXTjotaç ygáiljov): cf. 3,4: ôXíy a ôvópaxa èv Ságôeaiv. Según 3, Iss, se

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critica duramente a la comunidad de Sardes, porque tiene fama, sí, de estar viva, pero en sus obras está «muerta» (v. 1); se la exhorta al arrepentimiento y a «estar despierta» (v. 3). Claro que la advertência va dirigida sólo a una parte (bastante grande) de la comunidad, por­ que hay algunos «que no han manchado sus vestiduras» (v. 4). BHH III, 1670s; Haag, Dic­ cionario, 1806s; Maredsous, Diccionario en­ ciclopédico de la Biblia, 1399s; LAW 2700s; C. I. Hemer: NTS 19 (1972-1973) 94-97. OFttQÔlVOÇ, OD, ó sardinos comalina

Ap 4, 3 Textus Receptus (como forma tar­ dia) en lugar de -»• oágôiov. aÚQÔlOV, OU, TÓ sardion comalina*

En Ap 4, 3 dicese dei aspecto resplandeciente que tiene el que está sentado en el tro­ no. El vidente le contempla: õ|toioç ógáoEt X.é&q» táo ju ô i x a l oagôím , «su aspecto era semejante al jaspe y a la comalina» (cf. tam­ bién Ez 1, 26-28). En 21, 20 se habla dei sex­ to de los doce pilares de la muralla de la Jeru­ salén celestial: ó êxxoç oágôiov (cf. Ex 28, 17-20; 39, 10-13: Is 54, lls ; Tob 13, 16s). oágôiov es una piedra preciosa de color rojo (cf. además LXX Ex 25, 7; 35, 9; Prov 25, lls ; Ez 28, 13), que se llama así en griego por el lugar en que se encuentra: Sardes. BHH I, 362-365, sobre todo 363. o a g ô ó v u ^ , UXOÇ, ó sardonyx sardónice* Según Ap 21, 20, el quinto de los doce pila­ res de la muralla de la Jerusalén celestial es de sardónice: ó Jtép,Jtxoç oagôóvu^ (cf. ôvúXioç en LXX Ex 28, 20; 39, 13; Ez 28, 13; õvu^ en Job 28, 16 y passim). El sardónice es una piedra de ónice con vetas blancas y rojas 0 blancas y marrones. BHH I, 362-365, sobre todo 363. Z á Q E Jtta , ft>V Sarepta Sarepta* Según Lc 4, 26, Jesús, en un sermón predi­ cado en la sinagoga de Nazaret, menciona que el profeta Elias fue enviado a la viuda de Sa-

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SaQEJtTa —oaQxuxóç

repta en Sidón, donde devolvió la vida al hijo de esa mujer, que había muerto (èjrÉnqpÃTi ’HXíaç... 6LÇ SáQeitxa xfjç Siôcovíaç jiqòç yuvatxa xiÍQOiv, cf. 1 Re 17,7ss, esp. v. 9), y usa este ejemplo como testimonio de que ningún profeta es bien acogido en su tierra (Lc 4, 24) y de que Dios está volviendo su atención a los otros (es decir, a «los gentiles»); cf. el ejemplo de Eliseo en el v. 27 (2 Re 5, Iss). Sarepta es una ciudad costera, de Fenicia, situada entre Tiro y Sidón (en hebreo, sã ffa i\ genitivo plural SagejtTcov, Abd 20; actualmente se denomina Sarafand\ sobre la grafia y la declinación, cf. BlaB-Debrunner § 39, 2 con la nota 2; 56, 2 con la nota 2). BHH 111, 2204; Haag, Diccionario, 1807; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1400; G. Scbneider, Das Evangelium nach Lukas I (ÕTK), sub loco (bibliografia sobre 4, 16ss). a a ^ x i x ó ç , 3 sarkikos lo que pertenece a

la came, carnal* oápxivoç, 3 sarkinos lo que consta de car­ ne, carnal* BibL: E. Brandenburger, Fleisch und Geist. Paulus und die dualistische Weisheit (WMANT 29), Neukirchen-Vluyn 1968, 42-58; R. Jewett, Paul’s Anthropological Terms (AGJU 10), Leiden 1971, 49-166; M. C. Parsons, 2aQ>ttvóç, o ag jax ó ç in códices F and G: NTS 34 (1988) 151-155; A. Sand, Der Begriff'Fleisch’ in den pln Hauptbriefen (BU 2), Regensburg 1967, 183-217; E. Schweizer, a á g ^ xtX., en ThWNT VII, 144s; H. SeebaB, o á o |. en DTNT I, 227-233; Spicq, Notes, Suppl 600-602; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1260s.

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oaQRiRÓç, como adjetivo sustantivado, signi­ fica en 1 Cor 9, 11 los bienes terrenos que Pa­ blo puede reclamar. No bay sentido negativo (en contra de Scbweizer, 145) ni dualismo fí­ sico de carácter gnóstico (en contra de Jewett, 125); se trata de los temporalia bona que son necesarios para asegurar la existência terrena. Este mismo significado tiene a a g x ix ó ç en Rom 15, 27; Los creyentes en Macedonia y en Acaya saben que están obligados a apoyar con bienes terrenales a los santos en Jerusalén. La sabiduría carnal (2 Cor 1,12) es la sabiduría rmperfecta de quienes viven todavia en el viejo eón, es decir, sin la gracia de Dios (v. 12c). En 2 Cor 10, 4 el adjetivo interpreta la expresión x a t à a á ç x a (vv. 2 y 3) y signi­ fica la lucha (en la actividad apostólica) con armas de acá abajo e impotentes, que nada valen frente a Ias armas poderosas y adecuadas de la militia Christi (v. 4b; cf. 2 Cor 6, 7; Rom 6, 13; 13, 12). b) La variante textual oágxivoç (1 Cor 3, 3 [bis]; 2 Cor 1, 12) es una asimilación hecha por el Texto Occidental al adjetivo aágxivoç, que Pa­ blo no diferencia realmente de oaQXixóç. La sustitución, demasiado superficial, dei acentuado áv&Qiuiioi por oaQKixoí en 1 Cor 3,4 en Sin^ W Texto de la Mayoría y otros, es una acomodación a 3, 1-3.

c) 1 Pe 2, 11 babla de pasiones carnales «sin grandes implicaciones antropológicas, fi­ losóficas o soteriológicas» (N. Brox, La pri­ mera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 153); se piensa en los deseos de los sentidos, que se 1. a) oaQHixóç se baila atestiguado raras ballan en conflicto con la voluntad dei bom­ bre interior (tj)U)(T|). veces en el griego profano (Robertson, Grammar, 158s; Liddell-Scott, 1584); significa lo 2. a) oágxLvoç, que en el griego profano que consta de la sustancia «came», lo que es describe la «came» como una sustancia (sin carnal por su matéria. De los 7 testimonios embargo, la diferencia entre ambos adjetivos que hay en el NT, seis se encuentran en Pablo no se mantiene de manera consecuente), apa­ y uno en la Carta primera de Pedro. rece tres veces en Pablo y una vez en HeEn 1 Cor 3, 3 (bis) significa «ser de came» breos. Las (personas) carnales, en 1 Cor 3, 1 y equivale a %axà ãv&QcoJtov JtEQiJiaTelv. (donde el adjetivo aparece sustantivado), son El adjetivo tiene un sentido figurado que está los que aún no han llegado a la mayoría de determinado por la oposición a 3tveup.aTtxóç; edad en Cristo, los que todavia no soportan el el bombre pneumático no vive ya en una exis­ alimento sólido (de la fe). En 2 Cor 3, 3 oáptência c a r n a l , es decir, puramente mundana.

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aaçjiixóç - oág^

xivoç designa el corazón de came (cf. Ez 11, 19; 36, 26 LXX), y es una metáfora para referirse al hombre orientado bacia Dios desde el centro vital de su corazón. El «Yo» de Rom 7, 14 se considera a sí mismo carnal, el enun­ ciado es interpretado más específicamente por medio de Ias palabras: «vendido bajo el peca­ do», es decir, entregado al poder dei pecado. Esto se refiere a la persona que, a merced de sí misma, padece la contradicción entre el querer y el hacer; no existe dualismo gnóstico (en contra de Jewett, 155). b) Sobre la v.l. oapxixóç en Rom 7, 14 (Sin^, Texto de la Mayoría) y 1 Cor 3, 1 (Texto Occi­ dental, Texto de la Mayoría) ->■ l.b. c) En Heb 7, 16 la èvToX,T] oaQxívT] es la «ley de la carne», que pertenece a la esfera terrenal y que carece de la fuerza de la vida indestructible; no sólo significa un mandamiento que inclina al pecado, sino también un mandamiento inhibido en su eficacia positiva (la v.l. oapxixóç [cf. NTG^® sub loco] es nuevamente una asimilación a oaQxtxóç sin acento especial). A. Sand

aÚQKivoç, 3

sarkinos lo que consta de eame, carnal ->• oaQxixóç 2. aaQXÓç,

sarx came

1. Aparición y significado - 2. Campos referenciales - 3. Pablo - 4. Deuteropaulinas - 5. Sinópticos y Hechos - 6. Evangelio de Juan y Cartas primera y se­ gunda de Juan - 7. Los demás escritos dei NT. Bibl.: P. Bonnard, La chair dans le johannisme, et au-delà, en Id., Anamnesis, Genf-Lausanne 1980, 187193; E. Brandenburger, Fleisch und Geisí. Paulus und die dualistische Weisheit (WMANT 29), NeukirchenVluyn 1968, 42-58; H. Clavier, en BHH I, 485s; Haag, Diccionario, 283-288; R. Jewett, PauVs Anthropological Terms (AGJU 10), Leiden 1971 (bibl.); O. Kuss, Carta a los Romanos, Barcelona 1976 (excursus sobre la «came», 108-114); C. H. Lindijer, Het Begrip Sarx bij Paulus, Assen 1952; D. Lys, L’arrière-plan et les connotations vétérotestamentaires de sarx et soma: VT 36 (1986) 163-204; A. Sand, Der Begriff «Fleisch» in

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den pln Hauptbriefen (BU 2), Regensburg 1967 (bibl.); E. Schweizer-R Baumgârtel-R. Meyer, ouqI KxX., en ThWNT VII, 98-151; H. SeebaB, en DTNT J, 227-233; Spicq, Notes, Suppl 591-600; W. D. Stacey, The Pauline View ofMan, London 1956; para más bibüografía, cf. ThWNT X, 1260s.

1. En el NT el sustantivo aparece 147 veces (casi siempre en singular, pero ocho veces en plural) y pertenece a los términos con el mayor índice de frecuencia (entre los términos antropológicos o ág ^ ocupa, después de ãv'&Q(üJtoç y x apôta, el tercer lugar). Es uno de los términos favoritos de Pablo (con 72 testimonios, de ellos 26 en Romanos y 18 en Gálatas) y de la tradición post-paulina (con 25 testimonios, incluidas Ias Pastorales y Hebreos). Es hapax legomenon en la Carta pri­ mera a Timoteo, Filemón, Santiago y Carta segunda de Juan. El término no aparece en Ias Cartas primera y segunda a Tesalonicenses, la Carta segunda a Timoteo, Tito y la Carta tercera de Juan. La amplitud de significados se extiende desde la sustancia carne (tanto en el hombre como en el animal) hasta la designación dei cuerpo humano y la designación dei hombre entero o de la humanidad entera. Esta diversidad se encuentra ya preformada en la LXX, donde a á g | traduce el hebreo bsr (unas 265 veces). Si se habla de la came en el sentido de alimento, entonces la LXX emplea predomi­ nantemente XQÉaç, que en el NT aparece dos veces con este mismo significado (Rom 14, 21; 1 Cor 8, 13). Es importante el hecho de que también el NT refleja y mantiene casi ininterrumpidamente la concepción veterotestamentaria dei hombre como totalidad indivisa (y se halla, por tanto, muy lejos de la con­ cepción dicotômica o tricotómica o de la Vi­ sion dualista que aparece en la filosofia griega, en el helenismo y en el gnosticismo). Así se ve, entre otras cosas, por el hecho de que el plural aparezca únicamente en Sant 5, 3; Ap 17, 16; 19, 18 (cinco veces).21, donde, en el contexto de un enunciado sobre el juicio, se habla dei consumirse de la carne humana. 2. Si examinamos a á g | en lo que respecta a sus campos referenciales, entonces será ne-

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oáe^

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amenazada y en peligro, cuando se habla de la debilidad (Gál 4, 13; Rom 6, 19), de la tribulación (1 Cor 7, 28), de la destrucción (1 Cor 5, 5) y de la inmundicia (2 Cor 7, 1) de la carne. Calificado por un adjetivo, al hombre se le describe como carne mortal (2 Cor 4, 11), pero a quien se revela ya desde ahora la vida de Jesús. «Toda carne» se refiere, lo mis­ mo que en el AT, a todos los seres humanos, a toda la humanidad (Gál 2, 16; Rom 3, 20; en ambos casos con influencia dei Sal 142, 2 LXX: jxãç Çcüv). Pablo utiliza dos veces la expresión judia: «carne y sangre»: 1 Cor 15, 50; Gál 1,16 (cf. Eclo 14,18; 17, 31; Hen [et] 15, 4-6); con ello se refiere a Ias personas que están excluidas dei reino de Dios o cuya autoridad es insuficiente. En sentido genealógico carne designa al pueblo de Israel, al que se pertenece por generación y nacimiento (Gál 4, 23-29, esp. vv. 23.29; Rom 9, 3; 11, 14), y cuyos miembros son xéxva xfjç aagxóç y, por tanto, no la verdadera simiente de Abrahán (Rom 9, 8; cf. 4, 1: Abrahán es el antepasado «según la carne» [xaxà o á g x a se refiere al sujeto, no al verbo, cf. Kuss, 124s]). «El Israel según la carne» (1 Cor 10, 18) no está definido -en virtud de determinaciones precisas- como perteneciente al âmbito de la oág§ que ahora queda detrás 3. a) 1 Cor 15, 39 habla de la sustancia car­ de Pablo (en contra de J. Weiss, Der erste B riefan die Korinther [KEK], 260), sino co­ ne-, n ã o a o ág ^ no significa la humanidad enmo el «Israel histórico» (H. Conzelmann, Der tera, sino Ias diversas clases de carne (hom­ erste Briefan die Korinther^ [KEK], 212 nota bre, ganado, aves, peces). El mismo significa­ 29); esta comprensión es confirmada por Rom do tiene, cuando Pablo habla de la «espina en 1, 3 y 9,5, donde se habla de Cristo «según la la carne» (2 Cor 12, 7) para expresar que él es carne» para referirse a su existência terrena e una persona atormentada en su cuerpo. La cir­ histórica (en Rom 9, 5 falta, desde luego, en cuncisión se realiza «en la carne»: Gál 6, 12. comparación con 3, 5, el concepto antitético 13; Flp 3, 3.4; Rom 2, 28; en estos enuncia­ decisivo OTEúpa). dos, en consonância con el AT, oág^ tiene un La vida «en la carne» (Gál 2, 20; 2 Cor 10, significado inespecífico; tan sólo por el con­ 3 [bis]; Flp 1, 22.24; Fim 16) expresa (sin es­ texto se deduce que Pablo rechaza la circunci­ pecial calificación) la raanera de la existência sión «en la carne». terrena. La expresión suena a helenística, pe­ La carne es también -en consonância otra ro objetivamente corresponde a la concepción vez con Ias concepciones dei AT- un término veterotestamentaria dei hombre; porque, se­ para referirse al cuerpo dei hombre (1 Cor 6, gún la comprensión griega, se puede hablar, 16; cf. 2 Cor 7, 5; Ef 5, 31) y asimismo al sí, dei alma en el cuerpo, pero no dei hombre hombre entero. Otros sustantívos especifican «en la carne». más concretamente que esa persona se halla

cesario enfocarlo todo, no según critérios conceptuales {carne y sangre, en la carne, se­ gún la carne), sino según puntos de vista ob­ jetivos, porque determinadas combinaciones de conceptos pueden tener significado muy diferente según sea el contexto. En un primer grupo, o á g l designa la sustancia corporal, la carne de la circuncisión, luego el cuerpo hu­ mano (frecuentemente con una determinación aclaratoria, por ejemplo, àodéveia), el hombre entero o la humanidad (en significado universal: toda la humímidad; en significado parcial: el pueblo de Israel), oág^ pertenece a este contexto, en cuanto expresa el linaje bio­ lógico y la pertenencia genealógica a Israel. En otro campo referencial, oágÇ designa la existência terrena y natural, y luego la exis­ tência puramente mundana (xaxà o á g x a en combinación con un verbo). Finalmente, se asocia con oóq^ (especialmente en Pablo) un enunciado antropológico marcado teológica­ mente, cuando se designa al hombre como sometido al pecado; la relevância teológica se deduce principalmente de la combinación con los términos áp.aQxta, vóp,oç y 'bávaxoç y de la antítesis entre o á g l y JxvEõfta. Aqui los enunciados acerca de la carne se aproximan mucho a los enunciados acerca de los poderes de perdición que son contrários a Dios.

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o ág l

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en 3, 22 corresponde al uso paulino: el senor (terreno) ejerce su senorío en el âmbito terreno y mundano (así también en Ef 6, 5). Según Col 1, 24, Pablo sufre en su propia existência te­ rrena y corporal lo que todavia falta en Ias aflicciones de Cristo (cf. 2 Cor 4, 11; Gál 6, 17). La «satisfacción de la came», en Col 2, 23 (un obscurum dictum, cf. Bauer, Wôrterbuch, í.v. JtX,T]0 [iOvf|), significa seguramente la sobresaturación dei hombre que no se orien­ ta según el orden de Dios (sobre los intentos de corrección sintáctica, cf. J. Emst, Der Kolosserbrief [RNT], 213s). La «incircuncisión de la came», en Col 2, 13, definia al hombre pagano como hombre muerto, que no pecaba, desde luego, por la confianza en la came, pero sí por su desenfreno (cf. el catálogo de vicios en 3, 5); él tiene que recibir la verdadera circuncisión, es decir, el despojarse dei «cuerpo de came» (2, 11; cf. Ef 2, 11). Aparecen in­ fluencias helenísticas en Col 1, 22; 2, 11.18; tanto el cuerpo terreno (1, 22 acerca de Jesus; 2, 11) como el entendimiento humano (2, 18) adquieren mediante la construcción de geniti­ vo el acento de una marcada corporeidad car­ nal o perspectiva carnal (cf. Eclo 23, 17; IQ pHab 9, 2). La designación de la mujer como oÓQ^ (Ef 5, 29; o otõpa en el v. 28) es tradi­ cional; lo nuevo es la aplicación de esta idea a la comunidad cristiana en el v. 32. Los «deseos de la came» en 2, 3 pertenecen al tiempo de la muerte (vv. 1 y 2), cuando los poderes de­ moníacos determinaban la «voluntad de la came»', la división entre oágÇ y ôiávoia no representa todavia una concepción helenística, ya que también en el AT (Núm 15, 39 LXX) se acentua tal perspectiva distorsionada dei pensamiento. «Sangre y came» (en orden inverso; cf. 2, 14) significan Ias dos sustancias fundamentales dei cuerpo humano, por Ias cuales éste se diferencia de los espíritus incorpóreos (Ef 6,12). 1 Tim 3,16 recuerda a Rom 8, 3 y Ef 2, 14; sin embargo la diferencia decisiva reside 4. La tradición post-paulina sigue extensa­ en que la manifestación de Cristo «en la car­ ne» tiene ya, de por sí, significado revelador. mente la comprensión paulina dei hombre, pe­ ro fija en parte nuevos acentos. Col 2, 1 em5. La fórmula dei AT Jtãoa aágÇ (junto a plea oág^ en el sentido de la «corporeidad vidos citas dei AT en Mc 10, 8a par. Mt 19, 5b: sible» (Schweizer, 136); también x ax à o ág x a

b) La estrecha vinculación entre la carne y el mundo (y, con ello, la acentuación de una existência puramente mundana) la encontra­ mos en 1 Cor 1, 26: hay una «manera según la came». Pero su sabiduría no es aún «pecami­ nosa y humana, pecaminosa y terrena» (en contra de Lindijer, 151); tan sólo cuando seduce para que se permanezca en ella en contra de la vocación procedente de Dios, es rechazada como sabiduría de este mundo (cf., a propósito, aagxixóç, 1 Cor 9, 11; 2 Cor 1, 12; Rom 15, 27). x a t à o á p x a en combinación con un verbo caracteriza la conducta dei hombre como actividad y perspectiva pura­ mente mundana: 2 Cor 1, 17; 5, 16 (bis); 10, 2.3; 11, 18 (en este sentido también Gál 3, 3, oaçxí); tal conducta es superficial, y no está orientada hacia lo autêntico, hacia lo que interesa. Tan sólo la actividad y el juicio en el Senor o en el Espíritu efectúa la salvación. c) Son decisivos en Pablo los enunciados que emplean o á g | para designar al hombre entregado al poder dei pecado que lo domina todo: Rom 7 ,5 (14).18.25; 8, 5 (bis)6.7.8. Es­ te hombre está ligado a una existência pecadora y hostU a Dios, y es incapaz de alcanzar por sí mismo la redención. Pefo por la muerte y la resurrección de Jesus se le arrebató al pe­ cado su poder. Dios envió a su Hijo «en semejanza de came de pecado» a causa dei pe­ cado y para condenar el pecado «en la came», es dectr, en el «lugar» donde el pecado había erigido su poder: en la esfera terrena y corpo­ ral, a la que pertenecen todos los hombres sin excepción (8, 3). Ahora bien, con ello el hom­ bre, aunque vive todavia «en la came», no es­ tá ya condenado a vivir también «según la carne»', ha quedado suprimida la existência hostil a Dios: Rom 8, 4.9.10.12.13. Pero sólo en obediência al Espíritu de Dios es posible realizar, en vez de Ias obras de la came. Ias obras dei Espíritu: Gál 5,13.16.17.19.24; 6.8.

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aáel

Gén 2, 24; Lc 3, 6; Is 40, 5) aparece también en Mc 13, 20 par. Mt 24, 22; Ningún hombre podría salvarse en el juicio, si los dias no se abreviaran. La expresión «came y sangre», en Mt 16, 17, permanece en la tradición dei AT, y significa que Ias personas son incapaces de manifestar lo único que es válido. En Mc 14, 38 par. Mt 26, 41 o ág ^ y jtVEÕpa se contraponen. Sin embargo, no podemos hablar de dualismo antropológico (en contra de Schweizer, 124; H. Braun, Spatjüdisch haretischer und frühchristlicher Radikalismus II, Tübingen 1957, 115 nota 4 considera el pasaje co­ mo una adición parenética secundaria); lejos de eso, la debilidad de la oág^ y lo dispuesto dei espíritu corresponden a la concepción veterotestamentaria sobre el conflicto entre el bien y el mal en el hombre (cf. Sal 50, 14 LXX). «Carne y huesos» en Lc 24,39 son una circunlocución para expresar la corporeidad real (la manifestación en persona) dei Resucitado, por contraste con un espíritu incorpóreo e irreal. El libro de Hechos cita dos veces el AT con la expresión jtã o a oág^, «todos los hombres» (2, 17: J1 3,1 LXX; 2, 26: Sal 15, 9 LXX). Hech 2, 31 deduee de la incorruptibüidad de la o á ç ^ humana (cf. 2, 26s) la incorruptibilidad de la oág^ de Jesús; se piensa en el cuerpo resucitado de Jesús (rj^oxi] dei v. 27 no se recoge ya en el v. 31).

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mediante el nacimiento dei Kveüpa consigue el hombre entrar en el reino de Dios. Sin em­ bargo, la came no caracteriza al hombre co­ mo sujeto al poder dei pecado; el hombre no se hace pecador sino por rechazar la JtíoTiç. Un significado parecido hay en 6, 63; la oposición entre oág§ y itveõpa no es la que se encuentra en Pablo, sino que expresa que la comprensión de Ias palabras de Jesús (v. 60) es posible únicamente en el Espíritu. En el prólogo dei Evangelio de Juan, came (1, 13) se refiere al origen terreno (cf. la interpretación mediante a lp a y •fl-éX.Tipa ávôgóç), un origen al que se contrapone el nacimiento que procede de Dios. La oág§ se concibe, pues, como lo que tiene una voluntad (al igual que el varón). El nacimiento querido por el hom­ bre terreno corresponde a la procreación que­ rida por el varón. Del Logos se dice en 1, 14 que él, lo núsmo que todo ser humano, adquirió forma terrena; él eligió la manera de la existência terrena, cual corresponde a todo ser humano, y plantó su tienda entre Ias tiendas de los hombres.

Jn 6, 51c-58 es seguramente una inserción pos­ terior, efectuada por un redactor eclesial, en el discurso acerca dei pan de vida (capítulo 6). La aparición de oág^ por seis veces (cuatro veces en combinación con alpa) sugiere que un acto de culto (la celebración de la eucaristia) es el S i tz im Leben (o «situación vital»). El relato, muy realis­ 6. a) El EvangeUo de Juan, en el que o á g Í ta, quizás de tendencia antidocetista (aõtpa [en los Sinópticos] es sustituido por oág^), interpre­ aparece relativamente pocas veces (13), emta el pan vivo que es comido en la fe, como Ias plea este término de manera propia y singular. sustancias c a m e y sangre de Jesús que se comen Es tradicional la expresión «toda came» en Jn en la eucaristia. La transición en el v. 51c sugiere 17, 2: el Padre entrega al Hijo autoridad plena un malentendido entre los oyentes, que trata de sobre todos los hombres. En 8, 15 la fórmula eliminarse mediante el relato insertado: Comer la x a x à o á g x a se halla con artículo. Lo de juzc a m e y la sangre dei Hijo dei hombre produce también la vida eterna. La expresión -bastante gar «según la came» es aqui otra manera de fuerte- xQÒytí), «comer (con el matiz de mastireferirse a la incomprensión de los hombres car)», no debe considerarse como refuerzo adi­ (cf. V . 14), y significa el juzgar según Ias apacional de una posible postura antidocetista, según riencias (superficiales) (cf. también 7, 24); vemos por una comparación con 13, 18, donde una visión que juzgue sólo lo externo, no reÈa^ftícn, dei Sal 40, 10 LXX, es sustituido igual­ conocerá la verdadera esencia de Jesús. De mente por TgcflYCfl (cf. también Mt 24, 38 junto a Lc 17, 27). manera parecida en 3, 6; El que ha nacido «de la came», es (sólo) came, es decir, pertenece b) Según 1 Jn 4, 2 (algunos manuscritos rea la esfera (puramente) terrestre, que no tiene piten èv o agxt en el v. 3) y 2 Jn 7, la confeparticipación en el reino de Dios. Tan sólo

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aág^

sión de que Jesús vino «en carne», es decir, como hombre, separa a los verdaderos creyentes de los profetas de mentiras. La fe (o la incredulidad) no se muestra ya únicamente en lo que respecta a Dios, sino también en lo que respecta al enviado por Dios. En 1 Jn 2, 16, la «concupiscencia de la carne» es interpretada más concretamente por la «concupiscencia de los ojos»: el hombre se halla orientado plena­ mente hacia el cosmos, dei que proceden la tendencia carnal y el deseo de los ojos; el hombre ama el mundo y, con ello, está sujeto a él.

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traducción adecuada de a á p |. Pensar en una glo­ sa tardia y que, por tanto, debiera eliminarse, no es posible por lo bien que se halla atestiguado el texto. El contexto da la directriz para la solución; la sangre de Jesús es la sangre derramada en la cruz (v. 19); por tanto, por medio de la muerte en la cruz fue posible el acceso al santuario. Este camino condujo a través dei velo. Este acontecimiento simbólico es interpretado entonces con­ cretamente mediante el término carne: Por medio de (en sentido instrumental) la entrega dei «cuerpo de carne» a la muerte, Jesús dejó expedito de­ finitivamente el camino.

b) 7 Pe 1, 24 (cita de Is 40, 6 LXX) emplea jtã o a a rip l conforme a la tradición dei AT: 7. a) En Heb 5, 7 o á g l se usa para referir- «todo hombre», «todos los hombres». 3, 18 se a la existência terrena de Jesús; los «dias habla de Cristo que sufrió (también la varian­ de su carne» son sus dias en la tierra. Duran­ te textual àjtÉDavEv está bien atestiguada, te ese tiempo él asumió «sangre y carne» (2, pero no merece la preferencia; compárese 14b; ->■4), como sucede con cualquier ser hu­ NTG^® y GNT con NTG) y fue muerto en la mano (v. 14a). La equiparación prohibe supocarne (cf. 1, 18s; 2, 24). a á p | designa «la ner que «el carácter de la sustancia...» resalta condición humana mortal» (L. Goppelt, Der «mucho más intensamente» (en contra de erste Petrusbrief [KEK], 245 con la nota 27), Schweizer, 142). Los «padres de nuestra car­ la existência terrena (pero no el cuerpo como ne» (12, 9) son los antepasados terrenos, a categoria soteriológica, en contra de N. Brox, quienes uno está sujeto en obediência. El «orLa primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, denamiento jurídico (ÔLxaícopa) de la carne» 226; K. H. Schelkle, Der erste Petrusbrief (9, 10) significa Ias ordenanzãs cultuales de la [HThK], 103s, es ambiguo) con la que con­ ley (preceptos sobre la comida, la bebida y la trasta la existência pneumática (cf. Rom 1, pureza), que producen únicamente una provi3s). Este contraste se halla también en el difí­ sional «pureza de la carne» (9, 13), de lo ex­ cil texto de 1 Pe 4, 6, aunque aqui se hace re­ terior dei hombre. Por el contrario, la sangre ferencia a personas muertas. A esas personas de Cristo purifica la conciencia humana (v. se les proclama la buena nueva, para que en 14). Este enunciado, que suena a dicotomía, su existência terrena sean juzgadas como se­ corresponde a la tradición cristiana primitiva: res humanos, pero para que vivan según Dios Mc 7, 15 par. Mt 15, 11; cf. Heb 10, 22. Seen el Espíritu (cf. Rom 8, 27; 2 Cor 7, 9.10. gún 10, 20, el acceso al santuario se logra 11). «por medio de la carne» de Jesús; el texto También en 1 Pe 4, la a a ç x í (dativo de reofrece algunas dificultades. lación como en 3, 18) significa la existência ^Es oÓQ^ aqui una designación metafórica de terrena, caracterizada por el itáoxeiv como la esfera en la que la Pasión de Jesús se realizo la muerte de Jesús? Entonces los vv. 5 y 10 muestran que habría que haber usado affl|ta. ^Habrá historicamente (cf. 3, 18a; en este caso, como que interpretar ôiá en sentido local (refiriéndose siempre en la Carta primera de Pedro, áp a g al velo) o en sentido instrumental (refiriéndose a TÍa está en plural). El enunciado de 4, Ib, que la oÓQ^)? 1,0 tiene ôiá un significado uniforme? se entiende muy bien como una fundamentao á g l podría referirse a la naturaleza humana; en­ ción general entre paréntesis, tal y como pientonces surge la cuestión acerca de si esa namralesa Goppelt {Der erste Petrusbrief, 268), se reza tuvo que ser destruida (como fue desgarrado el fiere en sentido general a la o ág^ de los hom­ velo dei templo), para que quedara libre el acceso al santuario; sin embargo, «namraleza» no es una bres como al «lugar» donde reina el pecado.

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aaQí

oaxavõç

pero donde el hombre por medio dei sufrimiento (seguramente amenazas, persecuciones y sufrimientos mortales, pero no danos corporales [en contra de Brox, La primera Carta de Pedro, 258]) ha acabado con el pe­ cado (cf. Ram 7, 6; cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2), a fin de que, por el resto dei tiempo te­ rreno, no viva ya para Ias pasiones humanas (4, 2). La «suciedad de la carne», en 3, 21, se ba­ ila en contraste con la buena conciencia (cf. Heb 9, lOs; sin embargo, el contraste no se desarrolla lingüísticamente de manera estricta); El bautismo no obra una purificación ejcterior y corporal, sino «una promesa de buena conciencia ante Dios» (èjteçcóxrjpa [literal­ mente: pregunta, petición] debe traducirse aqui por «promesa, voto»; èjt£Qrátq|ta). En el fondo de todo está aqui la determinación dei hombre según lo externo (que carece de importância) y lo interno (que lo decide todo). Los enunciados acerca de la oóq ^ en la Carta primera de Pedro se hallan, por un lado, dentro de la tradición cristiana primitiva; pe­ ro, por otro lado, no adoptan ya -e n parte- la concepción antropológico-teológica de Pablo con su exactitud lingüistica y su congruência conceptual, como se ve claro especialmente en la nueva comprensión dei pecado. c) Según Jds 1, Sodoma y Gomorra (y Ias ciudades vecinas) buscaban «carne extrana». Aqui se piensa seguramente en pasiones sexuales; el sentido peyorativo se expresa prin­ cipalmente por êxepoç y sugiere deseos per­ vertidos. La retrospectiva histórica hace pen­ sar principalmente en Gén 19, 4-25: Lo mismo que Ias ciudades alli mencionadas, los fal­ sos maestros de que se habla en la Carta de Judas practican la inmoralidad con carne ajena (v. 8). También el v. 23 habrá que entenderlo seguramente en este mismo sentido. 2 P e l , 10 recoge la idea de Jds 7, pero sin in­ cluir el adjetivo exeqoç ; en vez de eso se anade: «en deseos corrompidos». Con ello se rechaza que la oÓqI, el cuerpo humano, sea ob­ jeto de satisfacción sexual (cf. también 2,18). A. Sand

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S aQ O V / Sarouch (Seruc) Forma dei nombre ->• Sepoúx en el Textus Receptus aaQ Ó oi saroõ barrer, limpiar* En Mt 12, 44 par. Lc 11, 25 junto a xoopém. En Lc 15, 8 en la parábola de la dracma perdida. S á ç Q a , a ç Sarra Sara* Nombre de la mujer de Abrahán (Gén 17, 15 LXX y passim). Madre de Isaac; Rom 4, 19; 9, 9; Heb 11, 11. En la parénesis dirigida a Ias esposas se hace referencia a Sara: fue obediente a Abrahán y le llamaba «senor» (1 Pe 3, 6; cf. Gén 18, 12).

Saçráv, wvoç, ó

SarOn Sarón* En Hech 9 , 35, junto a los habitantes de Lod (Lida), se menciona a los de la llanura de Sarón\ éstos «se convirtieron al Senor». EaQcnv es trascripción dei nombre hebreo sãrôn (por ejemplo, en Is 33, 9) y designa la llanura costera de Palestina, aproximadamente entre Yafo (Jope) y Cesarea o la cadena montanosa dei Carmelo. LThK K , 333.

aatáv,

ó satan Satanás En 2 Cor 12, 7 Sin^ A ‘" ^ Koiné Sy** apa­ rece el nombre oaxáv (sustantivo indeclinable y transcripción dei hebreo sãfãn) como variante dei nombre ^ oaxavõç.

oatavãç, ã,

Ó satanas Satanás*

I . Desde el punto de vista de la historia de Ias religiones - 2. a a x a v ã ç en el NT - 3. Funciones de uaxavãç en el NT - 4. a a x a v ã ç en el drama escatológico - 5. Perspectiva. Bibi: G. Baumbach, Die Funktion des Bôsen in ntl. Schriften: BvTh 52 (1992) 23-42; H. Bietenhard, en DTNT rv, 162-168; O. Bõcher, Das NT und die dãmonischen Mãchte (SBS 58), Stuttgart 1972; E. Brandenburger, Das Bõse. Eine bibl.-theol. Studie (ThStZür 132), Zürich 1986; W. Foerster, a a x a v ã ç (A-B), en ThWNT Vll, 151-164; H. Haag, El diablo. Su existên­ cia como problema, Barcelona 1978; M. Limbeck,

1375

oaTavãç

O rigen d e la noción bíb lica d e i diablo y los dem onios: S a ta n á s u n d S o tería . U ntersu ch u n g en z u r ntl. D ãm onologie, Copenhague 1948; S a ta n (Etudes Carmélitaines 27), Paris 1948; S. Vollenweider, «Ich sa h den Satan w ie einen B litz vo m H im m el fa lle n » (L k 10, 18): ZNW 79

Concilium 103 (1975) 343-358; B. Noack,

(1988) 187-203; más bibliografia en baipoviov, ôiápoXoç; cf. además ThWNT X, 1261s. 1. Del verbo hebreo S tn , «acusar, oponerse hos­ tilmente», derivan los escritos bíblicos su designación dei adversário de los hombres (1 Sam 29, 4; 1 Re 5, 18 y p a s s im ) y dei adversário sobrena­ tural de Dios y acusador de los hombres (h a s s a tã n , Job 1, 6-12: 2, 1-7: Zac 3, Is; s ã tã n , 1 Crón 21, 1; LXX; ôiápoÀoç). En transcripción griega (o a ta v ã ç [en arameo, s ã t ã n ã ’}, Eclo 2 Í, 27; TestDan 3, 6; 5, 6; 6, 1; TestGad 4, 7; TestAs 6, 4 v.h). el apelativo original se convierte en el nombre propio dei poder antidivino por excelencia. El hebreo m a s te m â («enemistad») es un término afín en cuanto a la raiz (Os 9, 7s); Satanás es el «ángel de la enemistad» (IQM 13, 11; CD 16, 5; cf. IQS 3, 23). En el libro de los Jubileos Mastema es el nombre dei príncipe supremo de los de­ monios (Jub 10, 8; 11, 5.11; 17, 16 y p a s s im ) . Pa­ ra el judaísmo antiguo Satanás/Mastema es la encamación dei principio hostil a Dios y a los hom­ bres y el soberano de todos los maios espíritus (-+ ôaifióviov 2).

2. En el NT hay 36 testimonios dei sustantivo oaxavãç, es decir, casi el mismo número de testimonios que dei sinônimo 8iápoX,oç (34). De Ias 15 veces que el término aparece en los Sinópticos, 10 se hallan en Ias perícopas Mc 1, 12s par.; 3, 22-27 par.; 8, 31-33 par.; el Corpus Paulinum ofrece 10 testimo­ nios, 8 el Apocalipsis, 2 el libro de Hechos, y uno solo el Evangelio de Juan, evidentemente en una expresión estereotipada (13, 27; cf. Lc 22, 3). No existe ninguna diferencia de signi­ ficado entre oaxavãç y ôiápoXoç, como ve­ mos por la comparación de Mc 1,13 (oaxavõç) con los lugares paralelos Mt 4, 1 / Lc 4, 2 (ôiápoXoç), y de Mc 4, 15 (oaxavãç) con el lugar paralelo Lc 8, 12 (ôtápoXoç); entre otros sinônimos se hallan èx'&QÓç y JtovT)çóç. o ax av ãç aparece casi siempre con ar­ tículo (sin artículo; en vocativo y también en Mc 3, 23; Lc 22, 3; 2 Cor 12, 7); 2 Cor 12, 7 lee en una v.l. la forma alternativa indeclinable 2axáv.

1376

3. Satanás se identifica con la serpiente en la caída en el pecado (Ap 12, 9; 20, 2 según Gén 3, 1-15) y gobiema sobre un reino de po­ der cerrado en sí mismo y hostil a Dios (Mc 3, 23 [bis]; 3, 26 par. Mt 12, 26 [bis] / Lc 11, 18). Con arreglo a la demonogonía dei AT y dei judaísmo Hen [et] 6-11; 15, 3-12; Jub 5, 1-10 y passim-, ôaipóviov 2), el origen de Satanás y de sus «ángeles» (1 Cor 12, 7) se explica por la caída de los ángeles según Gén 6, 1-4 (Lc 10, 18; Ap 12, 7-9). Su âmbito son Ias tinieblas (Hech 26, 18; 2 Cor 11, 14). Están sometidos a Satanás los demonios de la enfermedad (Lc 13, 16; 1 Cor 12, 7; 1 Tes 2, 18 [?]; 1 Tim 1, 20) y de la muerte (1 Cor 5, 5; cf. 15, 26; Heb 2, 14). Como demonio su­ premo, se le equipara al dios supremo de los paganos, Zeus (Ap 2, 13 [bis]); él es culpable dei culto idolátrico y de Ias falsas doctrinas (Ap 2, 24) y también dei rechazo de Jesús por los judios (Ap 2, 9; 3, 9). Pero, sobre todo. Satanás actúa como tenta­ dor (cf. Job 1, 6-12; 2, 1-7) y seductor (Mt 4, 10 par. Mc 1, 13; Mt 16, 23 par. Mc 8, 33; Lc 22, 31; 1 Cor 7, 5; cf. 2 Cor 2, 11). El es el originador dei pecado y de la maldad (Mc 4, 15; Lc 22, 3 par. Jn 13, 27; Hech 5, 3; 1 Tim 5, 15; cf. Mt 16, 23 par. Mc 8, 33). 4. Según Ias concepciones de la apocalípti­ ca dei judaísmo antiguo y dei cristianismo prinütivo, la caída de Satanás y de sus demo­ nios al comienzo de los tiempos (según Gén 6, 1-4) se repetirá al fín de los tiempos (cf. Lc 10, 18; Ap 12, 7-9). Después de mil anos, oaxavãç será libertado de su prisión para dar la batalla final (Ap 20, 7), y prestará su poder al ãvopoç (2 Tes 2, 9). Rom 16, 20 promete la pronta victoria de Dios sobre Satanás (cf. Gén 3, 15; TestLev 18, 12). Al diablo (ôiápoXoç) y a sus demonios les aguarda un fin en el fuego eterno (Mt 25, 41; Ap 20, 10). 5. Con sus enunciados acerca de oaxavãç o ôtápoXoç como príncipe de los demonios, el NT permanece en el contexto dei dualismo dei juda­ ísmo antiguo; lo mismo que él, el NT aguarda la ruina escatológica dei adversado. Ahora bien, Je­ sús apareció para destruir Ias obras dei diablo (1

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o a T a v ã ç - S a o jJio ç

Jn 3 ,8c): su victoria sobre los demonios significa el final dei reino satânico y el comienzo dei reino divino (Mt 12, 28 par. Lc 11, 20). O. Bõcher OraTOV, OD, t ó saton sato, seá*

Nombre de una medida hebrea de capacidad para áridos: s'”â (en arameo, sâ’tã’). Mt 13, 33 par. Lc 13, 21, «tres satos (aáx a tqío) de harina de trigo» en la parábola de la levadura. Billerbeck I, 669s calcula que 1 sato equivale a 13, 131 litros. A. Segrè: JBL 64 (1945) 357-375; Pauly, Lexikon IV, 1563. I^ a v ^ o ç , OB Saulos Saulo* SaoúX Saoul Saúl* B ib l.: H. J. Cadbury, T h e B o o k o f A c t s in H isto ry , London 1955, 69ss; H. Conzelmann, D ie A p o s te lg e s c h ic h te e r k lã r t (HNT), Tübingen ^1972, sobre 13, 9; E. Haenchen, D ie A p o s te lg e s c h ic h te (KEK), Gõttingen ^1977, sobre 13, 9; G. A. Harrer, S a u l w h o a ls o is c a lle d P a u l: HThR 33 (1940) 19-34; K. Lôning, D ie S a u lu s tr a d itio n in d e r A p o s te lg e s c h ic h te (NTA 9), Münster i. W. 1973; más bibliografia en naõXoç.

1. En el NT, a Pablo se le menciona 22 veces por su nombre judio (sã'ül) y, por cierto, todas ellas en el libro de Hechos. Quince veces se hace con la forma helenizada dei nom­ bre EaõXoç (tan sólo entre Hech 7, 58 y 13, 9), ocho veces con la forma indeclinable EaoúX (siempre en vocativo), la cual sólo aparece en el contexto de la historia de la conversión (Hech 9 ,4 [bis].17; 22, 7 [bis].13; 26, 13 [bis; aqui con referencia a la forma hebrea dei nombre; tf\ 'E P çaíôi ôiaXéxtcp]) y que debe entenderse con arreglo al método literá­ rio de recurrir a arcaísmos. - En Hech 13, 21 se menciona al primer rey israelita ZaoúX, hijo de Cis (cf. 1 Sam 9ss; 1 Crón 8, 33; 10, Iss; 1 Mac 4, 30; 1 Ciem 4, 13. Josefo, Ant VI, 378: cuarenta anos de reinado [como en Hech 13, 21]; X, 143: veinte anos). 2. La forma helenizada dei nombre (2aüXoç) era corriente aplicársela a los ninos judi­ os en la época dei helenismo (se menciona va­ rias veces en Josefo). Y a Pablo se la habrían aplicado sus padres (-» naõX oç 2). En gene­

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ral, Lucas en los relatos emplea primeramente esta forma (en Hech 22, 7 D y 26, 14 v.l. la forma helenizada desplaza a la forma arcaizante), ya que aquella parece más accesible a los lectores helenísticos: Hech 7, 58; 8, 1.3; 9, 1.8.11.22.24; 11, 25.30; 12, 25; 13, 1.2.7.9 (en cambio, p"**tiene siempre la forma SaoúX, cf. Harrer, 24s). Precisamente la forma arcaizante revela la intención de Lucas de presentar a Pablo como buen judio, lo cual corres­ ponde en sentido más general a la imagen que Lucas ofrece de Pablo. Con Hech 13, 9 Lucas cambia de estilo: desde ese momento a Saulo se le menciona en los relatos por su nombre romano (EaüXoç ôé, ó x a l IlaõXoç). Podemos suponer (con Harrer) que Pablo llevó también desde su nacimiento el nombre romano (quizás como cognomen junto al nombre judio como signum o supemomeri), que sonaba tan parecido al nombre judio (téngase en cuenta su ciudadanía romana: Hech 22,28). Sin embargo, de­ trás dei cambio de nombre en Hech 13, 9 hay una tesis literaria: jEl excelente judio Saulo se convierte en Pablo, misionero de los gentiles! Con habilidad esta tesis se ha entretejido en un episodio que habla dei êxito de Pablo ante un funcionário romano con ese mismo nombre ( ^ 'ZÉQyioç IlaüXoç; no obstante, el cambio de nombre dificilmente podrá asociarse con el nombre dei procónsul romano, cf. Haenchen). Saulo, como forma dei nombre, ipudo haber existido alguna vez en una tradición ante­ rior a Lucas? Las únicas posibilidades que habría que tener en cuenta serían la historia dei bautismo en Hech 9 (así piensa Lõning) y las noticias que se ofrecen en Hech 11, 30 (la colecta) y 13, 1 (lista de colaboradores). En los dos últimos casos se presenta ya a Pablo co­ mo colaborador antioqueno, al servicio de una comunidad helenística de misión. Tam­ bién la historia dei bautismo, como relato so­ bre la conversión de un gran hombre, podna haberse narrado sobre la base de êxitos más extensos. Pablo, como resalta también por sus cartas, no habría actuado en público ni se le habría nombrado sino por su nombre romano

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havXoz, - aépo(xai

(->• nai3X.oç 1.2), de tal manera que habrá que negar negarse la posibilidad de una genuína tradición sobre Saulo. Lueas, con habiUdad li­ terária, ha sabido entretejer lo que él sabia personalmente, dándole la forma de una exposición clara y convincente. G. Schille a p é v v D ^ i sbennymi extinguir* Dícese en sentido propio de la acción de apagar un fuego: Heb 11, 34; Ef 6, 16 (flechas incendiarias); Mt 12, 20 (la mecha que apenas arde). En voz pasiva en el sentido de extinguirse, apagarse, en Mt 25, 8 (de Ias lámparas); dei fuego dei infiemo, que no se apaga (Is 66, 24) en Mc 9, 48; 9, 44.46 v.l. En senti­ do figurado {amortiguar, sofocar) en 1 Tes 5, 19: «jNo apaguéis el Espíritu!». - ThWNT VII, 165-168; Spicq, Notes n , 789s. (TEaDToi), tjç seautou de ti mismo* En el NT el pronombre reflexivo de segun­ da persona dei singular (BlaB-Debrunner § 283) se encuentra: a) en genitivo (oeanTon, de ti mismo): Jn 1, 22; 8, 13; 18, 34; Hech 26, 1; 2 Tim 4, 11; b) en dativo (aeauTÕ), a ti mismo): Jn 17, 5 («junto a ti mismo»); Hech 9, 34 («para ti mis­ mo», «tu propia [cama]»); 16, 28; Rom 2,5; 1 Tim 4, 16a; c) en acusativo (OEauxóv, -te, a ti [mis­ mo]): Mc 1, 44 par. Mt 8 ,4 / Lc 5, 14; Mc 15, 30 par. Mt 27, 40 / Lc 23, 37; Mt 4, 6 par. Lc 4, 9; Mt 8, 4 (cf. Mc 1, 44); Lc 4, 23; 23, 39; Jn 7, 4; 8. 53; 10, 33; 14, 22; 21, 18; Rom 2, 1.19.21; 14, 22; Gál 6, 1; Fim 19; 1 Tim 4, 7.16b; 5, 22; 2 Tim 2, 15; Tit 2, 7. El mandamiento de amar al prójimo d)ç OEauxóv (Lev 19, 18) aparece en Mc 12, 31 par. Mt 22, 39 / Lc 10, 27; Mt 19, 19; Rom 13, 9; Gál 5, 14; Sant 2, 8. O E p á ^ O ^ a i sebazomai tributar culto reli­ gioso, adorar* En Rom 1, 25 dícese de los paganos que tributan culto religioso, adoran y sirven (eoe-

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PáoOriaav x a l èX.áxpenaav) a la criatura, en vez de hacerlo al Creador. ThWNT VII, 172s; DTNT III, 359-361.

aépaa^a, atoç, tó

sebasma objeto de culto 0 adoración, santuario* En Hech 17, 23 dícese de los santuários de Atenas; en 2 Tes 2, 4 aépaa|xa aparece junto a ■frEÓç. ThWNT VII, 173; DTNT III, 359361.

I]£paaTÓç, 3 Sebastos venerado, venerable (Augusto)* En el NT, 2e|3aoxóç es en todos los pasajes (aparece 3 veces en Hechos) traducción de Augustus (Augusto), el título que se aplicaba al emperador romano (cf. Pausanias III, 11, 4). En Hech 25, 21.25 ó ZePaoxóç es la Majestad (imperial). 27, 1 menciona la ->• aiXEiQa 2epaoxf|, la «cohorte imperial» (cohors Augusta). La designación de Augusta aplica­ da a una tropa auxiliar, se halla documentada también en otras partes; cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. H. Dieckmann: ZKTh 43 (1919) 213-234: ThWNT

Vn, 174.

a é p o ^ a i sebomai venerar, adorar* En el NT, la voz media de aÉPco se refiere siempre a Dios o a la Deidad. El adorado se halla en acusativo en Mc 7, 7 par. Mt 15, 9 (Is 29, 13); Hech 18, 13; 19, 27. - La expresión oepópEVoç xòv ÜEÓv, «adorador de Dios» designa a un gentil que simpatiza con la sina­ goga, pero sin observar la Torá en su integridad, sobre todo sin someterse a la circuncisión (Josefo, Ant XIV, 110): Hech 16, 14; 18, 7. DEpófiEvoi, usado en sentido absoluto, tiene el mismo significado en 13, 50; 17, 4.17. Es difícil saber lo que quiere decir la expre­ sión ospófiEvoi jtQO0f|)iUXOL en 13, 43. Probablemente o£pó[j,EVOL no se emplea aqui como término técnico. - Schürer III, 174s; ThWNT VII, 169-172; DTNT III, 359-361.

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(jEiga —aeiafioç

aeiQ Ú , ã ç , ^ seira cuerda, cadena* 2 Pe 2, 4: A los ángeles caídos los ha retenido Dios en el abismo «con cadenas dei infiemo» (oeiQatç Çó(po^J); TaQxaQÓco. Cf. también ->■ oeiQÓç y o iq ó ç . aEiQÓÇ, OÜ, Ó seiros foso, caverna Variante textual de A B C en 2 Pe 2, 4; «en cavernas tenebrosas». La mejor grafia la ofrece Sin con o l q ó ç . Sin embargo, aqui habrá que preferir seguramente ->■ oeiqá (con Koiné vg sy). GNTCom sub loco. aeiOfiOÇ, Ol), o seismos terremoto, estremecimiento* OEÍto seiõ agitar, estremecer; en voz pasiva, temblar, estremecerse* 1. Significado - 2. El motivo dei terremoto en Mateo - 3. El «terremoto» como tópico dei milagro de Uberación - 4. El «terremoto» como signo apocalíptico. B ib l: R. Bauckham, The E schatological E arthquake in the A p o ca lyp se o f John: NovT 19 (1977) 224233; G. Bomkamm, OEta) m k ., en ThWNT VII, 195199; A. Hermann, E rdbeben, en RAC V, 1070-1114; I. Jeremias, Theophanie. D ie G eschichte einer atl. G attung (WMANT 10), Neukirchen-Vluyn 1965; R. Kratz, A u fe rw e c k u n g a is B efreiu n g . E in e S tu d ie z u r P a ssions- u n d A u fersteh u n g sth eo lo g ie des M t (SBS 65), Stuttgart 1973; Id., R ettungsw under, Frankfurt a. M. 1979; M. Riebl, A u fersteh u n g Jesu in d e r Stunde seines Todes? Z u r B o tsch a ft von M t 27, 51b-53 (SBB),

Stuttgart 1978.

1. El terremoto se cuenta entre los fenômenos de la naturaleza que se consideran numinosos, y ante los que el hombre antiguo, por un lado, se siente Ueno de reverente asombro y reconoce la superioridad de lo divino, y, por otro lado, imbuí­ do de temor, se refugia en el conocimiento de su propia futilidad (por eso, hay que tener siempre en cuenta el carácter ambivalente de este fenôme­ no). Está claro, por tanto, que el terremoto se cuenta entre los motivos más primordiales con los que se acentua la manifestación de deidades. En el mundo greco-helenístico, el terremoto se considera casi siempre como expresión de la có­ lera de los dioses, como un mal o m e n (Poseidón, Marte y otros) -condicionado también, segura­ mente, por la experiencia de sus efectos destmctivos-, aunque se contempla también como tras-

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fondo dei nacimiento y la muerte de dioses y hombres divinos. En el AT el terremoto es un motivo fundamen­ tal que, en Ias descripciones de teofanías (cf., por ejemplo, Jue 5, 4), caracteriza la reacción de la naturaleza ante la venida de Yahvé (cf. Sal 68, 8s; Miq 1, 3s; Is 63, 19). Con mucha frecuencia, este motivo fue luego adornado, ampliado y asociado con otros motivos como el fuego, la tempestad, el relâmpago y el trueno, Ias tinieblas (Sal 18, 816). Ambos elementos de Ias descripciones de teofanías, que originalmente constaron de dos elementos, pueden desligarse de su Sitz im Leben («situación vital»), que son los cânticos de victoria en Ias guerras de Yahvé, y quedar independizados de él. Por eso, más tarde, encontramos frecuentísimamente enunciados acerca de la reac­ ción de la naturaleza en himnos en honor de Yah­ vé y en el contexto de anúncios proféticos de juicio y salvación. La influencia mutua entre la tradición dei «día de Yahvé» y Ias tradiciones de teofanía explica la presencia de motivos de teofanía en aquéila (cf. Am 8, 9s; J1 2, 10). Lo mismo que la venida primordial de Yahvé, vemos que la manifestación escatológica de Dios (para el juicio) -y, cercana a ella, su ampliación a la mani­ festación dei representante de Dios, dei Mesíasse acentua con el acompanamiento de fenômenos cósmicos. En los escritos judios antiguos y en la literatura «intertestamentaria», el terremoto y otros motivos afines aparecen casi siempre en textos apocalípticos como anuncio de Ias catás­ trofes y confusión que han de producirse antes dei fin. 2. Mateo emplea el terremoto con el senti­ do que tiene de motivo en Ias teofanías dei AT; con ello, en pasajes críticos de su Evangelio, aplica deliberadamente al Kyrios Jesús un fenômeno cósmico concomitante que es esencial y originalmente característico de la epifanía de Yahvé, y con ello describe al Ky­ rios Jesús -en el papel y en la función de Yah­ vé- como Senor dei cosmos y de Ias fuerzas de la naturaleza. En un ejemplo sobresaliente de la actividad taumatúrgica de Jesús («jy he aquíl»), Mateo —en 8, 2 4 - muestra a Jesús, que sobrepasa a otros taumaturgos (especial­ mente en el relato de Jonás), como Senor (igual a Yahvé) que domina los poderes dei caos (el mar y la tempestad), los cuales, lo mismo que fueron dominados por Dios en la creación, son sojuzgados de nuevo por el Hi-

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O 8 1 0 [X O Ç

jo de Dios (cf. el final de voces a coro en 8, 27 y 14, 33). Asimismo, da testimonio de una estructuración consciente dei redactor el hecho de que él, por medio dei impresionante motivo de la teofanía, marque precisamente pasajes tan de­ cisivos dei Evangelio como son la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén (21, 10) y su muerte en esa misma ciudad (27, 51), es decir, el principio (cf. 16, 21) y el fin de la historia de la Pasión de Jesús. A la pregunta formula­ da por Ias voces a coro: «^Quién es éste?» (21, 10), dio ya respuesta Mateo por medio de su redacción de la perícopa de la entrada triunfal (es significativa la influencia de Zacarias en el contexto); Este es el Etijo de David, el Profe­ ta, el Rey, que cabalgando entra en su ciudad, pero humildemente se somete a la voluntad dei Padre en la Pasión. En él se cumplen Ias promesas. Con ocasión de la muerte de Jesús (27, 51), Mateo, recogiendo y dando nuevos acentos a una tradición de teofanía, marcada con tonos apocalípticos, hace que Dios mismo confirme por medio de senales al verdadero Hijo de Dios como Mediador de la salvación, y que lo haga en contraste (por decirlo así) con la exigencia -n o satisfecha- de senales por parte de los «tentadores» que se hallaban al pie de la cruz. El hecho de que el centurión y los soldados de la guardia, al comprobar Ias senales, realcen precisamente el terremoto (27, 54), muestra el carácter dominante de és­ te. Finalmente, Mt 28, 2, por medio dei terre­ moto, acentúa la resurrección de Jesús como su triunfo definitivo sobre el senorío de la muerte y, por tanto, como punto culminante dei Evangelio (realzado de nuevo por «y he aqui»), con el cual la muerte y resurrección de Jesús, por medio de motivos paralelos elegi­ dos conscientemente, se sitúan en su contexto histórico-salvífico; «en la muerte y la resu­ rrección de Jesús se produjo una teofanía, una acción de Dios, que en sus efectos es experimentable por los hombres», «una teofanía co­ mo cristofam'a» (Riebl, 78). - Cf. ->■ 3.

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tado hacia la teologia de la misión- encontra­ mos, junto a la autoliberación y a la intervención de un ser celestial, el terremoto como agente milagroso de la ruptura de cadenas o de la liberación. Así lo vemos en el caso de Pablo y Silas en Hech 16, 26. La Divinidad hace que los enemigos experimenten su po­ der, e intcrviene en favor de sus proclamadores. En el V. 28, 2, que evidentemente se debe al redactor dei Evangelio de Mateo, el motivo dei terremoto -en combinación con otros mo­ tivos pertinentes de Ias historias mateicas dei sepulcro (27, 62-28, 15)- senala el contacto con el gênero de «milagros de liberación», pero tiene aqui, desde luego, un significado muy complejo: sirve de telón de fondo para el descenso dei ángel, acentúa el milagro de la apertura de puertas y es fenômeno concomi­ tante de la liberación de Jesús dei sepulcro, una liberación que, desde luego, no se describe, sino que se expresa sólo indirectamente. Lo decisivo es la línea teológica que Mateo, por medio dei motivo dei terremoto, traza a través de su evangelio (cf. ->-2). La reacción de los guardias ante la apcirición dei ángel en 28, 4 (el verbo aeíco se aplica aqui a intensas emociones humanas) procede de la tradición apologética de milagros anterior a Mateo (27, 62-66: 28, 11-15): En los milagros de libera­ ción, los guardias, como adversários, quedan excluidos dei acontecimiento milagroso; aqui esto tiene consecuencias para la continuidad de la leyenda tendenciosa en 28, llss: los ru­ mores propalados por los judios son presentados como verdaderamente ridículos.

4. En el apocalipsis sinóptico (Mc 13, 8 par. 24, 7 / Lc 21,11), el terremoto, en el mar­ co de una tradición pre-marquina, forma parte de una serie de horrores escatológicos que marcarán el comienzo de los dolores de parto cósmicos (en los Evangelios sinópticos esto constituye una corrección de la interpretación de la Guerra Judia como catástrofe final); lo mismo habrá que decir de Ap 6, 12, con moti­ 3. En el marco dei gênero de milagros de vo de la apertura dei sexto sello; el significa­ apertura de puertas o de liberaciones -orien­ do original dei motivo de la teofam'a sigue es-

1385

O eLO ^O Ç -

teindo claro: llegada de Dios en poder, aniquilación de los enemigos, cólera y castigo. Ap 6, 13 compara la caída de Ias estreUas con la caída de los higos, cuando la higuera es sacu­ dida (oEiopÉVTi) por un fuerte viento. Después de la apertura dei séptimo sello, los truenos, relâmpagos y el terremoto se explican como causados por lo que el ángel arrojo a la tierra (8, 5). El final dei segundo «jay!» (11, 13) y el derramamiento de la séptima copa (16, 18) tienen -am bos- como consecuencia conmociones cósmicas de proporciones catas­ tróficas. En la misma línea hay que situar el uso dei verbo oeícn en la voz activa en Heb 12, 26 (que se inspira en Ag 2, 6s). La aparición dei arca de la alianza en Ap 11, 19 va acompanada de los más puros motivos de teofanía. R. Kratz a e ito seiõ agitar, estremecer; en voz pasiva, temblar, estremecerse ^ oeiopóç. ISexo Üv Ôoç , ou Sekoundos Segundo* Trascripción dei nombre latino de persona Secundas. En Hech 20, 4 se menciona, junto a Aristarco, a un tal Segundo; ambos eran companeros de Pablo y naturales de Tesalónica.

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O EHVOTT15

bulaciones (escatológicas): Mc 13, 24 par. Mt 24, 29. Hech 2, 20a habla de la trasformación de la luna «en sangre», antes de la llegada dei «día dei Senor», según había anunciado Joel 3, 4 LXX. RGG IV, 1094-1097; Haag, Diccionario, 1124-1126 (bibl.). o eX T jv iá^O fiai selSniazomai ser lunáti­ co* Mt 4, 24 menciona sumariamente a lunáti­ cos junto a posesos y paralíticos. En 17, 15, en la historia de curación: «El es lunático y suffe mucho». S ep ietv Semein Semeín* Nombre de persona en la genealogia de Je­ sus en Lc 3, 26; hijo de Josec. El nombre hebreo sim ‘i se halla atestiguado varias veces en el AT (por ejemplo, en Ex 6, 17; Núm 3, 18). OEfiíòaX lç, E(0Ç, 1^ semidalis harina fina, flor de harina* Mencionada en Ap 18, 13, juntamente con el vino, el aceite y el trigo. oepíôa?uç se halla también documentada en el judaísmo helenístico y es un préstamo léxico en los escritos rabínicos. Cf. también Bem 2, 5 (Is 1, 13 LXX). aE^VÓÇ, 3 semnos honorable, respetable

aç Seleukeia Seleucia* Nombre de la ciudad que servia de puerto a Antioquía (de Siria), cerca de la desemboca­ dura dei Orontes, fundada bacia el ano 300 a.C. por Seleuco Nicator; cf. LAW 2758 y 2761; Pauly, Lexikon V, 85. Hech 13, 4 refiere que Bemabé y Pablo embarcaron en Seleu­ cia rumbo a Chipre. a£ÀT|YT|, 11Ç, "H selênê luna* La luna (como en la cultura griega y en el judaísmo) se menciona a menudo junto al sol y Ias estrellas: Lc 21, 25; 1 Cor 15, 41; Ap 6, 12; 8, 12; junto al sol en Ap 12, 2; 21, 23. El oscurecimiento de la luna será una de Ias tri-

-»■ OSpvÓTT]Ç.

VEfiVÓTtlç, tfTOÇ, 1^ semnotSs honorabili-

dad, dignidad* aepvóç, 3 semnos honorable, respetable* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Flp 4, 8 - 4. Pastorales. B ib l: W. Foerster, aegvóg, aEpvórriç, en ThWNT Vn, 190-195; J. Gnilka, D e r P h ilip p erb rief (HThK), Freiburg i. Br. 1968, 6-11, 218-223; G. Lohfink, P aulinische Theologie in d e r R ezeption d e r P astoralbrief e , en: K. Kertelge (ed.), P a u lu s in den neutestam entlichen S patschriften (QD 89), 70-121, sobre todo 79-86, 106-114; A. Võgtle, D ie Tugend- u n d Lasterkataloge im NT, Münster 1. W. 1936, s.v. en el índice analítico;

para más bibliografia,

eíioépEia.

1387

a£nvoTT)ç - ar||j,aivü)

1. Prescindiendo de Flp 4, 8 (ôoa OEfxvá), tan sólo dos de Ias Pastorales contíenen vocablos de este grupo de palabras (el adjetivo en 1 Tim 3, 8.11; Tit 2, 2, y el sustantivo en 1 Tim 2, 2; 3, 4; Tit 2, 7). 2. Los conceptos designan lo que es digno de respeto y reverencia, lo que es excelso por pertenecer al âmbito divino (por ser numinoso), y lo que es sublime en Ias cosas (con resonancias es­ téticas) y digno de aprecio en Ias relaciones interhumanas (y que, por tanto, merece respeto). Lo que se piensa en concreto, está determinado por aquello a lo que se hace referencia, como son Ias funciones (por ejemplo, la de soberano). Ias clases (por ejemplo. Ias mujeres) y Ias ideas aceptadas acerca de los valores (por ejemplo, en el estoicismo). La relación personal dei hombre con Dios, en la religión bíblica, conduce a que el ju­ daísmo helenístico renuncie extensamente al empleo de esos términos (en sentido religioso), co­ mo sucede luego también en el NT (en la LXX, los términos aparecen únicamente en Provérbios y en los libros II y IV de Macabeos; aparecen además en Filón para referirse especialmente a la dignidad de la Torá).

3. Flp 4, 8s («En todo lo que es verdadero, en todo lo que es honorable, en todo lo que es justo..., jen eso se ocupe vuestra mente!») es un pasaje que, por su forma y su contenido, ocupa un lugar especial en Ias Cartas paulinas autênticas (sobre el catálogo de virtudes en el V . 8, cf. Võgtle, 178-188). Si tenemos en cuenta la posibilidad, considerada por Gnilka (219), de que «el fragmento B de la carta termine en 4, 1», entonces sus «reflexiones» {ibid.), que justifican Ia adición de los vv. 8s, sugieren re­ almente con mucha mayor fuerza que esos dos versículos son una inserción hecha por el redactor de la colección de cartas a los filipenses. Esto explicaria no sólo la semejanza de Flp 4, 9 con Ias Cartas Pastorales (Lohfink, 85), sino también el uso de oepvóç en el v. 8, que es parecido al uso que se hace de este tér­ mino en la Carta primera a Timoteo y en la Carta a Tito. 4. Las Pastorales exigen una conducta ho­ norable, en el catálogo de deberes dei èicíoxOTtoç (1 Tim 3, 4 con respecto a la manera

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de llevar su «casa» o como ideal en la educación), de los ôiáxovoi (v. 8) y de las mujeres (v. 11; sobre su identificación, cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, 502s), así como de los hombres mayores (Tit 2,2). Estas exhortaciones se fundan en el objetivo, aplicable a todos los cristianos, de llevar una vida èv iráoT] eúaepeía x a l aepvóxT]ti (1 Tim 2, 2), con la cual se influirá también en los de fuera. La exhortación a ejercitar de manera digna la ensenanza, en lo cual el destinatário de la carta ha de ser modelo (Tit 2, 7), acentóa esto mismo desde la perspectiva opuesta. P. Fiedler o ' ’ Sergios Sérgio* El nombre gentilicio romano Sergius se refiere, en el NT, al procónsul de Chipre Sérgio Pablo: Hech 13, 7. Sobre los testimonios de este nombre en inscripciones, cf. Bauer, Wôrterbuch, s.v.; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), 77 con la nota 1. -> IIa{i7,oç 6; SaõXoç 2.

S e ç o í ) / Serouch Seruc* Nombre indeclinable de persona en la ge­ nealogia de Jesus en Lc 3, 35 (cf. Gén 11, 2023; 1 Crón 1, 26 LXX). Sií'0' Sêth Set* Nombre (indeclinable) de un hijo de Adán. Padre de Enós (Gén 4, 25s; 5, 3-8 LXX): Lc 3, 38. A. F. J. Klijn, Seth in Jewish, Christian and Gnostic Literature, Leiden 1977. S f i n Sem Sem* Nombre (indeclinable) de un hijo de Noé (Gén 5, 32; 9, 26s); Lc 3, 36. (TI]^.aÍVO) sêmainõ manifestar, dar a conocer; predecir* El significado general de manifestar, indicar aparece en Hech 25, 27 (xàç a ltia ç ) y en Ap 1, 1 («a su siervo Juan»), Seguido de infiniti-

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arinaiVQ) -

vo con sujeto en acusativo (como en Josefo, Ant VI, 50; Vlll, 409) en Hech 11, 28; Agabo «predijo por medio dei Espíritxi que vendría una gran harnbre...». Seguido de interrogativa indirecta en Ias predicciones de Jesús acerca de su muerte: Jn 12, 33; 18, 32; 21, 19. a im e lo v , OX), to sSmeion nota caracterís­

tica, signo que predice, m ilagro que da testimonio* 1. Aparición en el NT - 2. Evangelios y Hechos - 3. Cartas - 4. Apocalipsis.

otiueiov

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do 16, 7.20], 10 en Lucas, 17 en Juan, 13 en Hechos), 10 veces en Ias Cartas y 7 en el Apo­ calipsis. En la LXX oqpeiov traduce princi­ palmente el hebreo ‘ôt (en arameo, ‘ãt), que determina el uso dei término en el NT, como vemos ya en la frase, tomada dei AT: otipsia x a l xéçaTa {‘ôtôt úmqftim, por ejemplo, en Ex 7, 3; Dl 4, 34; 6, 22, especialmente en el Deuteronomio, en el Deuteronomista y en el Documento Sacerdotal) (Mc 13, 22; Jn 4, 48; Hech 4, 30; 14, 3; 15, 12; cf. 2, 19.43; 5, 12; 2 Tes 2, 9; Rom 15, 19; 2 Cor 12, 12).

2. a) En los Evangelios y en el libro de He­ chos OT|p,EÍov significa 1) el signo (visible) por el que se reconoce a alguien, como el beso (acordado de antemano) dei traidor, que dio a conocer a los guardias dei templo quién era Jesús (Mt 26, 48), o el pesebre que indica quién es el Salvador recién nacido (Lc 2, 12; sobre la expresión: «y esto os servirá de se­ rial», cf. 1Q27 I, 1, 5; Ex 3, 12; 1 Sam 2, 34; 14, 10). Los OTipeia son 2) signos indicado­ res de advertência, que, enviados por Dios y de índole casi siempre cósmica, senalan el fi­ nal de la historia (Mc 13, 4; Lc 21, 7) o la venida dei Hijo dei hombre y la consumación dei eón (Mt 24, 3). Entre ellos se cuentan, «como huellas de Ias pisadas dei Mesías» (Sot 9, 15), el caos de la guerra, el hambre, las epi­ demias, pero también terremotos y «grandes y terribles sefiales dei cielo» (Lc 21, 11), «.sefíales en el sol, la luna y las estrellas» (21, 25). En todo ello es importante la influencia dei AT (cf. Is 13, 10; 34, 4 en Mc 13, 24s par. y Joel 3, 3, citado en Hech 2, 19); los fenôme­ nos que han de acompanar al «día de Yahvé» 551; K. H. Rengstorf, atipelov, en ThWNT Vn, 199deben servir de senal de advertência, en senti­ 268; Spicq, N o tes II, 796-801; F. Stolz, Z eichen und do parenético y jurídico, a la generación dei W under: ZThK 69 (1972) 125-144; M. Trautmann, Z eich en h a fte H a n d lu n g en Jesu. E in B eitrag z u r F rage fin de los tiempos. Sin embargo, esos «signos n a ch dem g esch ich tlich en Jesus (FzB 37), Würzburg de los tiempos» permanecen incomprendidos 1980; M. Whittaker, «Signs a n d W onders»: The Pagan (Mt 16, 3). El punto culminante dei aconteciBackground, en StEv V (1968), 155-158; W. Wilkens, miento de la parusía es la aparición dei «sig­ Z eich en u nd W erke (AThANT 55), Zürich 1969; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1262s. no dei Hijo dei hombre en el cielo» (24, 30); se piensa en la realización, visible para todo 1. En el NT el sustantivo OTipetov aparece el mundo, de la llegada y entronización -con­ 77 veces, especialmente en los libros históri­ templada visionariamente por Daniel- dei Juez dei fin de los tiempos (Dan 7, 13s; Zac cos (13 veces en Mateo, 7 en Marcos [inclui-

B ib l : O. Betz, D a s P ro b lem des W unders b e i F laviu s Jo sep h u s im V ergleich zu m W underproblem hei d en R a b b in en u n d im Johannesevangelium , en Josephus-S tu d ien . F S fU r O. M ichel, Gottingen 1974, 2344; O. Betz-W. Grimm, W esen u n d W irklichkeit d e r W under Jesu, Bem-Frankfurt a. M. 1977; W. J. Bittner, Jesu Z eich en im Johannesevangelium . D ie M essia s-E rk e n n tn is im J o h a n n e se v a n g e liu m v o r ihrem jü d . H in terg ru n d (WUNT 11/26), Tübingen 1987; W, D. Dennison, M ira cles as «Signs». T heir Significance f o r A polo g etics: BTB 6 (1976) 190-202; R. Formesyn, L e sè m e io n jo h a n n iq u e e t le sè m e io n h ellén istiq u e: EThL 38 (1962) 856-894; B. Gerhardsson, T h e M ig h ty A c ts o f Jesu s A cco rd in g to M atthew, Lund 1979, sobre todo 12-15; R. Glõckner, Ntl. W undergeschichten und d a s L o b d e r W u n d erta ten G o ttes in d en P salm en, Mainz 1983; H. C. Kee, M iracle in the E arly C hristian World, New Haven-London 1983; R. Latourelle, M ilag ro s d e J e s ú s y te o lo g ia d e i m ilagro, Salamanca ^1997; X. Léon-Dufour, A u to u r d u 2HMEION j o ­ ha n n iq u e, en F S Schürm arm , 363-378; H. von Lips, A n th ro p o lo g ie u n d W u n d er im Johannesevangelium : EvTh 50 (1990) 296-311; E. Lohse, M ira cles in the F o u rth G ospel, en W h a t a b o u t th e N T ? F S f ü r C. E vans, London 1975, 64-75; H. van der Loos, The M i­ ra c les o f J e s u s (NovTS 9), Leiden 1965; W. Nicol, The S em eia in the F ourth G ospel (NovTS 32), Leiden 1972; H. Remus, D o es Term inology distinguish E arly C hristian fr o m P a gan M iracles?: JBL 101 (1982) 531-

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OTIUEIOV

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12, 41; Lc 11, 32). Según Mt 12, 40, la salvación milagrosa a tfavés dei monstruo marino seria ese «signo de Jonás», que senala bacia el Hijo dei hombre y su permanência «en el corazón de la tierra», es decir, que senala bacia la muerte y la resurrección de Jesús. Quizás b) A diferencia de los milagros de curación baya que suponer también esta misma interpretación en el caso de Lc 11, 30 (Jonás fue de Jesús, que como actos de poder (ôuvápeiç = g‘bürôi), revelan la justicia auxiliadora dei una senal para los ninivitas) y también en el caso dei Evangelio de Juan, donde la resu­ reino de Dios y presuponen la fe, se denominan otuxeI ov aquellos milagros que confirrrección de Lázaro al cuarto día (Jn 11, 39) se man el título con que se presenta un redentor baila en lugar dei signo de Jonás. - Herodes o profeta enviado por Dios, y que deben sus­ Antipas trató en vano de obtener de Jesús una senal (que le acreditara; Lc 23, 8). citar la fe (cf. Ex 4, 1-9); estos milagros no se imploran, sino que son exigidos o impuestos. También la pretensión dei diablo en Mt 4, 1-11 par. debe entenderse como la exigencia de una se­ Es modelo el milagro de la trasformación de nal. Y lo mismo se diga de la exigencia que se ha­ bastones en serpientes (Ex 3, 12; 4, 1-5; 7, 8ss); ce a Jesús, desafiándole a que baje de la cruz (Mc también Ias plagas de Egipto son signos que se15, 30 par.). Milagros como la tempestad calma­ nalan a Dios Ex 7, 3; 10, 2; Dt 7, 19; 26, 8; cf. da, el caminar sobre Ias aguas o la multiplicación Hech 7, 36). Antes de la Guerra de los Judios surgieron profetas que prometían Ias «senales de la de los panes podiían suscitar la impresión, por su referencia a Ex 14-16, de que son signos acredilibertad» (Josefo, Bell II, 259); Ant XX, 168); tativos; pero se hallan expuestos como actos de la querían demostrar de esta manera que Dios estamisericórdia auxiliadora (Mc 4, 38s; 6, 34.50s). ba con ellos. El carácter de signo de los milagros Según el final inauténtico de Marcos, a los que prometidos consistían en la coincidência con los crean en Jesús resucitado se les concederá el po­ actos de Moisés o de Josué (compárese Ant XX, der de obrar milagros, como los que se refieren 97 con Josué 3, 7; XX, 169s con Josué 6, 8ss). de los discípulos y los que se manifiestan en los Claro que Josefo condena a esos hombres como carismas de la comunidad (Mc 16, 17, cf. Lc 10, farsantes y seductores (Ant XX, 167; Bell II, 25917-19; 1 Cor 12, 4ss.28ss). Se denominan signos, 261). Los signos legitimadores son ambiguos. porque deben acreditar visiblemente la proclamación evangélica (Mc 16, 20). En Mc 13, 22; Mt 24, 24 se hace una adver­ tência contra los falsos profetas y mesías: c) También el Evangelio de Juan conoce lo obrarán grandes signos y prodigios para seduproblemático de Ias senales y de la exigencia cir incluso a los elegidos, si fuera posible (cf. de senales (Jn 2, 18.23; 4, 48; 6, 2.14.30). Sin Dt 13, 1-4); su escenario es el desierto (Mt embargo, el evangelista llama a los milagros 24, 26; cf. Bell II, 259). oripEÍa, porque a través de ellos Jesús puede Jesús rechazó decididamente la exigencia mostrar su gloria y su misión como el Hijo de de que mostrara un «signo dei cielo (es decir, Dios que es (2, 11; 20, 30s). Mientras que el de Dios)» (Mc 8, lls ; Mt 16, 1; Lc 11, 16; cf. Bautista no hizo signos (10, 41), vemos que Mt 12, 38); esa exigencia revela la incredulimuchos y grandes signos son característicos dad de una generación perversa (Mc 8,12; Mt de la actividad de Jesús (3, 2; 7, 31; 9, 16; 11, 16, 4; 12, 39). Según Mt 12, 39; 16, 4; Lc 11, 47; 12, 37); también Ias apariciones dei Resu­ 29, la única senal que se dará será la «senal de citado deben entenderse de esta manera (20, Jonás (el profeta)». Se entiende por ella, se30). Los milagros joánicos senalan, más allá gün Q, la exitosa predicación de penitencia de de sí mismos, bacia el Salvador escatológico Jonás en la ciudad pagana de Nínive; dei mis­ (6, 14; 7, 31; 12, 18) y suscitan la fe en él (2, mo modo, Israel, con la predicación de Jesús, 11.23; 4, 53; 9, 35; 11, 47s; 20, 30s). Pero es­ debiera ser conducido al arrepentimiento (Mt ta fe puede seguir siendo superficial y ego-

12, 10-14). Jesús mismo fue puesto en Israel «como senal que halle contradicción» (Lc 2, 34); ante su actividad los espíritus se dividirán, y con ello decidirán incluso sobre su suerte escatológica.

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OT)|XElOV

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en Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto», y al mismo tiempo senaló que vendria un profe­ ta semejante a él (7, 36s): Puesto que Dios va a dotar de poder y va a enviar a ese profeta (Dt 18,15), vemos que Dios es también el sujeto de los signos que legitiman a Jesús. Sig­ nos y milagros se realizan también por medio de los apóstoles (2, 43; 5, 12), e igualmente por medio de los «diáconos» Esteban (6, 8) y Felipe (8, 6.13) y asimismo por medio de Pablo y Bemabé (14, 3; 15, 12). En los signos obrados por los apóstoles es también Dios quien actúa (15, 12), pero -según 4, 30- esos signos de realizan «en el nombre de Jesús» (cf. 3, 6 y ToslíuU 2, 21ss), el cual, como el Exaltado, sana a través de sus mensajeros (9, 34) y, de este modo, testifica él mismo como verdadera la palabra que le proclama a él (14, 3). El signo se halla al servido de la palabra; la curación dei paralítico (3, 1-8), según lo admiten incluso los adversários, es un signo reconocible públicamente (4, 16), que hace que la gente se pregunte acerca de la verdad de la predicación. Los signos pretenden conducir a la fe (8, 6; cf. 9, 35.42) y desbaratan la magia de Simón Mago (8, 13). Pero no son, como los triunfos de Moisés y Aarón sobre los ma­ d) También en el libro de Hechos los mila­ gos egipcios, simples nülagros de demostración (cf. Ex 7, 1-13), ni son tampoco milagros gros de Jesús e igualmente los de los apóstoles se entienden como signos acreditativos. de castigo (en Hech 5, 1-11 no hay ningún Sin embargo, además de los términos OTipeía oqpeiov), sino que son curaciones como Ias obradas por Jesús (4, 22; 9, 32-42). Más aún, x a l TÉQata, aparece también el término ôuváfieiç (2, 22; 8, 13), más apropiado para relos «milagros (xépaTa) aUá arriba en el cielo», citados en Hech 2, 19 de Joel 3, 3, se ferirse a los milagros de Jesús. Se usa repeti­ das veces la expresión «signos y milagros», completan por medio de aijpEla anadidos es­ pero entonces se desvanece la diferencia entre pecíficamente, y que se realizan «acá abajo en ambos términos, ya que también es posible la tierra»; por estas senales se entienden los milagros de Jesús y de los apóstoles. Los encontrados en orden inverso: «milagros y signos» (2, 22.43; 6, 8; 7, 36). Jesús «fue «signos y milagros» de Pablo y Bernabé, acreditado por Dios» ante los judios «por me­ mencionados en 15, 12, podrían referirse a êxitos misioneros obtenidos entre los gentiles. dio de actos de poder, milagros y signos», que Dios «hizo entre vosotros a través de él» (2, 3. Para Pablo oti|xeiov es; 22). El caracter revelador e instrumental de los signos se fundamenta en la idea de la mia) el signo (extemo) que caracteriza algo, como la firma de su puno y letra al final de sión, una idea que se orienta por la misión de Moisés y que se enfoca como continuidad con una carta (2 Tes 3, 17); pero el «signo de la circuncisión» es también un «sello de la justiella; Moisés «hizo grandes milagros y signos

céntrica (4, 48; 6, 14.30) o puede rehusarse (12, 37.39); también la convicción de que Je­ sus es un seductor es posible, a pesar de Ias senales (11, 47s según Dt 13, 1-4). De este modo se pasa por alto lo «designador» de la senal, a saber, el hecho de que es obra de Dios, cuyo «brazo» actúa por medio de Cristo (Jn 12, 37s según Is 53, 1, cf. Jn 5, 20.36; 9, 3s; 17, 4). En todo ello -prescindiendo de Ias palabras explicativas- la fuerza demostrativa de Ias senales obradas por Jesús se refuerza en el Evangelio de Juan por medio de la acumulación de rasgos particulares que sobrepasan el modelo de los milagros clásicos de un Moisés, Elias o Eliseo (compárese Jn 2, 1-11; 4, 46-54; 5, 1-7 con 1 Re 17; 2 Re 5; Jn 6, 9 con 2 Re 4 , 42s; Jn 6, 31 con Ex 16,4.13-15). Con la enumeración de los signos obrados por Jesús, comenzada en Jn 2, 11; 4, 54, y no con­ tinuada, se recuerdan los dos primeros milagros de Moisés (Ex 4, 8) y de Elias (1 Re 17). Considerados desde esta perspectiva, los sig­ nos se hallan en armonia con la teologia joánica, no muestran fisuras y no delatan nada acerca de la utilización de una primitiva «fuente de semeia» encaminada a la superación de los taumaturgos helenísticos.

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cia por la fe», que hizo que Abrahán fuera el padre de los gentiles creyentes (Rom 4, 11). b) El hablar en lenguas es un «signo para los incrédulos» (1 Cor 14, 22), por cuanto éstos no lo reconocen como un hablar obrado por Dios (cf. Is 28, 11 en el v. 21) y con sus burlas se desenmascaran a sí mismos como obstinados y perdidos. c) Finalmente, OTip-Elov es para Pablo un milagro que hace patente la futura redención y la acción de Dios. Pablo considera el «exi­ gir senalesrt como un rasgo característico de la expectación judia acerca de los últimos tiempos (1 Cor 1, 22); para aceptar la predicación de la cruz, esa expectación es un obstá­ culo tan fuerte como la afición de los griegos a la sabiduría (cf. Mc 8, lls). Ahora bien, en 2 Cor 12, 12 Pablo apela a los «signos dei apóstol», que fueron obrados por él en Corinto «por medio de sefiales, milagros y actos de poder»; éstos demuestran que él no se baila por detrás de los superapóstoles. Pero esa manera de medirse a sí mismo es insensata (v. 11). Porque esos signos fueron obrados por Cristo, con el poder dei Espíritu, por medio dei apóstol; testifican la verdad dei Evangelio y legitiman a quienes lo proclàman. Los sig­ nos dei apóstol no son únicamente los mila­ gros carismáticos, sino también los êxitos misioneros, que se hacen visibles en la vida de Ias comunidades (cf. 2 Cor 3, 2). La venida dei Anticristo irá acompanada de milagros, que Pablo, siguiendo a Dt 13, 1-4, designa como «signos y milagros de la menti­ ra» (2 Tes 2, 9); Ias divisiones en la comunidad, que son necesarias como prueba de la fe, poseen también seguramente carácter de sig­ no escatológico (1 Cor 11, 18s). Según Heb 2, 4, la predicación de Jesús y la de sus primeros oyentes fue atestiguada «por medio de signos y milagros, diversos actos de poder y por dones dei Espíritu» (cf. Hech 2, 22).

a i]f X E Q O V

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acontecimientos: la figura de una mujer sobre la luna creciente (12, 1), su adversário, el dragón (12, 3), y los ángeles con Ias siete copas (15, 1). Signos son también los prodígios con los que el falso profeta pretende seducir a los hombres para que adoren a la «bestia» (13, 13.14; 19, 20). También los demonios que salen de esa bestia realizan signos, por medio de los cuales incitan a los reyes dei mundo a que se enzarcen en la guerra escatológica (16,14). O. Betz sêmeioomai tomar nota* La voz media de aqqeióopai puede signifi­ car no sólo consignar (OGIS 629, 168; 1 Ciem 43, 1) sino también tomar nota (de alguien). Aparece en 2 Tes 3, 14 en la exhortación a tomar nota de la persona que no obe­ dece a Ias palabras (apostólicas) de la carta, y a evitar el trato con ella. ThWNT VII, 265s. (nflUEQOV sêmeron hoy 1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. Evan­ gelio de Lucas - 4. Carta a los Hebreos. B ib l.: E. Fuchs, aTÍpegov, en ThWNT VII, 269274; P. Grelot, « A u jo u rd ’hui tu seras avec m oi d a n s le P aradis» (Luc X X III 43)\ RB 74 (1967) 194-214; M. Rese, E in ig e U berlegungen zu L k X I I I 31-33, en J. Dupont y otros (eds.), Jésus a u x origines de la christologie, Gembloux 1975, 201-225; H. Ziimnermann, D as B eken n tn is d e r H offnung, Koln 1977, 129-137; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1263.

1. El NT ofrece 41 testimonios, de los que 20 corresponden a los escritos de Lucas. Otros escritos donde hay abundantes testimonios dei término son Mateo y la Carta a los Hebreos (8 testimonios en cada uno); el término aparece también en Pablo (3 veces) y en Marcos y Santiago (1 vez en cada uno de eUos).

2. Corresponde a la comprensión bíblica dei tiempo el hecho de que el advérbio posea sólo de manera marginal un sentido puramen­ 4. El vidente dei Apocalipsís contempla te temporal como deslinde temporalmente signos apocalípticos como impresionantes esneutro de un hoy: Mt 16, 3; 21, 28; 27, 19; Hech 4, 9; 19, 40; 20, 26; 22, 3; 24, 21; 26, cenas, de sentido simbóUco, que se desarrollan en el cielo y desembocan en dramáticos 2.29; 27, 33. En la mayoría de los testimonios

1397

oTÍiiEQov - aUevóa)

1398

habrá que aplicar la afirmación que G. von Rad formula con respecto al Deuteronomio y que habla de «infinitas variaciones de este ‘hoy’» (von Rad, Teologia I, 295). - La fe debe aprender dei ejemplo de lo que es más perecedero (Mt 6, 30 par. Lc 12, 28), de tal mo­ do que esa fe baste para pedir únicamente lo que es neeesario para hoy (Mt 6, 11), una idea que Lc 11, 3 formula con menos rigor. - La predicción de la negación de Pedro (Me 14, 30) está menos interesada en la fecha de la negaeión que en la relaeión entre la conducta aparentemente intachable de Pedro (14, 29.31) y su negación. - Pablo interpreta como juicio la predicción veterotestamentaria (Is 29, 10) mediante la conocida adieión tomada de la LXX: ecoç t f l ç aripegov f|pÉQaç (Rom 11, 8). De manera parecida entiende él en 2 Cor 3, 14.15 el texto de Ex 35, 35s.

sirve para acentuar un nuevo hoy fijado por Dios, la promesa -todavia pendiente- de la jtaTájtauoiç (2). El «hoy» encuentra su limi­ te en el dia de la llegada de Cristo (Zimmermann, 137). - Heb 13, 8 es el centro cristológico de la parénesis final de la carta, cuyo ar­ co se extiende desde el recuerdo dei ejemplo de los maestros (13, 7) hasta la «futura ciudad patria» (13, 14).

3. La repetida inserción que Lucas hace de ofipEçov en su Evangelio, y que abarca la historia de Jesus desde el comienzo (2, 11) hasta el fin (23, 43), no ti ene analogia. Por medio de su presencia, Jesús confirma el cumplimiento de la promesa (4, 21). Lc 5, 26; 19, 5.9; 23, 43 muestran a quién beneficia esa presencia. af|[XEQOv acentua la verdad paradójica (5, 26) de la llegada de la salvación dentro dei tiempo (2, 11) con el mismo vigor con que subraya cómo la presencia definitiva de esa salvación sobrepasa toda medida de tiempo (23, 43). Lc 13, 33 (formación lucana) subraya «que el camino de Jesús no sólo abar­ ca la actividad salvífica que tiene lugar ‘hoy y manana’, sino también la Pasión en Jerusalén» (G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas n [ÕTK], 310).

arjuto) sêpõ pudrir, pudrirse* En el NT, OTiitto (como sucede también frecuentemente en otras partes) tiene el signifi­ cado pronominal de pudrirse. En Sant 5, 2 dicese de los tesoros de los ricos: ó JtA.oütoç iípcõv aéarinev. ThWNT Vn, 94-98.

4. Enmarcado por la doble cita dei Sal 2, 7 (Heb 1, 5; 5, 5), ofjpeQov en el Sal 95, 7, ci­ tado en Heb 3, 7.15; 4 ,7 , ocupa un lugar cen­ tral. En la primera parte de la exégesis dei Sal 95, 7-11 por Heb 3, 7-4, 11, vemos que OT|pEQov (3, 15) refuerza la exhortación a no hacer lo mismo que hizo la generación dei desierto (Núm 14), cuando desaprovechó el hoy alejándose de Dios. Pero luego af|p,EQ O V (4, 7)

M. Võlkel

aiifiixívdiov, ov,

TÓ sSmikinthion delantal, mandil Forma alternativa de -> oipixívOiov, que se ajusta a la forma dei término latino semicinctium, que sirve de base (BlaB-Debrunner § 5, Id con la nota 6; 41, 1).

at|Qixóç, 3 sSrikos de seda Forma alternativa de brunner § 41, 1; 42, 4.

->■

o iq l x ó ç .

Bla6-De-

oií|Ç, art)TÓç, ó sSs polilla* En Lc 12, 33 par. Mt 19, 20 dicese de la po­ lilla cuyas larvas devoran los vestidos. ThWNT VII, 274-277; Schulz, Q, 142-145; G. Schwarz: Bibl. Notizen 14 (1981) 46-49. 01|TÓP q (OTOç, 2 sêtobrõtos devorado por la polilla, apolillado* Sant 5, 2, refiriéndose a los íp á tia dei rico (cf. Job 13, 28 LXX). ThWNT VH, 274-277. a d e v o o ) sthenoõ robustecer* En 1 Pe 5,10 aparece el futuro oflEvd)0 Ei en la serie de verbos: «(Dios) os restablecerá, os fortalecerá, os robustecerá y os consolidará».

aiaywv - aiY«o)

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o ia Y íá v , ó v o ç , ^ siagõn mejilla* Mt 5, 39 par. Lc 6,29 en la exigencia de Je­ sus de que se renuncie a la venganza. Tan so­ lo Mateo habla de la «mejilla derecha»; el golpe dado con el dorso de la mano derecha sobre la mejilla derecha dei otro, se consideraba como especialmente insultante. Schulz, Q, 120-127.

aiaívo|Liai siainomai sentir aversión En 1 Tes 3, 3 F G, en lugar dei verbo oaívo[tat en la voz pasiva (->■ oaívco). o lY áo i sigaõ callar(se), guardar silencio; mantener en secreto* aiYn, fjç, in sigé silencio, calma* 1. Aparición ciales.

2.

Significado - 3. Campos referen-

B ib l.: Bauer, W b rterb u ch , s.v.; G. Dautzenberg, U rchristl. P ro p h etie (BWANT 104), Stuttgart 1975, 253-290; L. M. Dewailly, M ystère e t silen ce dons R om X V I, 25: NTS 14 (1967-1968) 111-118; G. Fitzer, D as Weib sch w eig e in d e r G em einde (TEH 110), München 1963; H. Kraft, D ie O ffenbarung des Joh a n n es (HNT),

Tübingen 1974, 132s.

1. El verbo oiyáo), que ya en la LXX apa­ rece muy raras veces (con, a lo sumo, 19 testimonios), se encuentra 10 veces en el NT, quedando limitado a Lucas/Hechos (6 veces; en Lc 18, 39 aparece en vez de oiwjiáco, que se encuentra en el lugar paralelo de Mc 10, 48), 1 Cor 14 y Rom 16, 25. oiYtí, lo mismo que en la LXX, aparece sólo 2 veces: Hech 2 1 ,4 0 y A p 8 , 1. 2. 0170(0 significa callar, mantenerse callado, en el sentido de tener cerrada la boca (Bauer) / no decir de ello nada a nadie (Lc 9, 36). Puede significar, además, acabar de hablar, guardar silencio, aunque en el NT apare­ ce sólo claramente con este significado, en imperativo presente, en 1 Cor 14, 30; en los demás pasajes en los que hay que traducir el verbo por callarse / dejar de hablar (Lc 18, 39; 20, 26 [?]; Hech 15, 13), este significado viene ya indicado por el aoristo ingresivo. El

1400

sentido transitivo de mantener en secreto apa­ rece únicamente en Rom 16, 25. 0171] signifi­ ca el silencio, la quietud. 3. OLyáco y oiyi] aparecen en cuatro con­ textos diferentes y en los correspondientes gêneros de textos. a) En Ias historias sobre la actividad de Jesús y de los apóstoles, los textos narrativos de Lucas y Hechos hablan de que callaban / guardaban silencio los discípulos (Lc 9, 36), los adversários de Jesús (20, 26), la comunidad (Hech 12, 17), la asamblea de los apósto­ les (15, 12.13), el pueblo (21, 40), y refieren que la multitud con aspereza quiere imponer silencio al ciego (Lc 18, 39). En el libro de Hechos, oiyácü o aiyr| aparece en importantes discursos en una situación decisiva para Pe­ dro, Pablo o la Iglesia primitiva; cf. Hech 15: discurso en los vv. 7-11, aiyácu en el v. 12, sumario dei discurso en el v. 12, oiyíxoj en el V. 13, discurso en los vv. 13-21. b) En la Carta primera a los Corintios, Pa­ blo establece un orden para Ias reuniones de la comunidad: el glosólalo «debe callar (es decir, debe dejar de hablar en lenguas extranas), si no hay intérprete» (1 Cor 14, 28); y un profeta que esté hablando, debe dejar de hacerlo (y sentarse), cuando se conceda una revelación a otra persona (v. 30). Desde luego, el que «Ias mujeres deban guar­ dar silencio en Ias asambleas, como afirma el v. 34a, no debemos considerarlo como una instrucción dada por Pablo. Toda la sección de los vv. 33b-36 contradice a la situación que se presupone en 11, 5, y contradice sobre todo -con su normahzación aisladamente estática- al contexto argumentativo y a «la tendencia teológica de los capí­ tulos 12 y 14» (Dautzenberg, 265). Por otro lado, esta sección es afín, por sus conceptos, por el es­ tilo y por la realidad expresada, a lo que se dice en 1 Tim 2, lls, y puede extraerse sin (üficultad dei contexto en que se baila actualmente. Se tra­ ta, por tanto, de una interpolación, pero de unainterpolación muy temprana, porque se encuentra en todos los textos trasmitidos (aunque los vv. 34s sigan al v. 40 en D F G y otros). c) Del decreto de Dios habla la doxología final de Romanos. La ocasión para la alaban-

oiYáo) - SiXãç

1401

za es la revelación dei «mistério que ha sido guardado en secreto por Ias edades sin fín» (16, 25). Esta revelación no está dirigida eso­ téricamente a un pequeno círculo de elegidos, sino a todos los seres humanos. d) Un «silencio en el cielo, durante una media hora», forma parte de la visión dei vi­ dente apocalíptico (Ap 8, 1). Al abrirse el séptimo sello, que es el lugar original de la teofanía, se interrumpe la serie de acontecimientos cósmicos, y se hace silencio como en la manifestación de Dios en 1 Re 19, lls , donde, después de la tempestad, el terremoto y el fuego, viene la calma (cf. Kraft). W. Radl

1402

que sobreentender X(úoaç (cf. 3 Re 17, 9). Hech 12, 20 menciona a los habitantes de Si­ dón junto a los de Tiro. -> Xtôtóv. aiXÚQlOÇ, OU, Ó sikarios sicario, judio fa­

nático armado de punal* En Hech 21, 38 el préstamo léxico latino {sicarius se deriva de sica, «punal») designa en plural a un grupo de rebeldes judios antiromanos que no vacilaban en cometer asesinatos políticos (Josefo, Bell H, 254-257; Ant XX, 186). SchürerI, 575s; ThWNT VII, 277281; X, 1264 (bibl.); K. Schubert, Die jüdischen Religionsparteien in neutestamentlicher Zeit, Stuttgart 1970, 66-70; M. Hengel, Die Zeloten, Leiden ^1976, esp. 47-54 y 387-412.

sigê silencio, calma OL^ám. aíÔTiQOÇ, OU, ó sidSros hierro*

En Ap 18, 12 se menciona junto a xaXyíóç, («bronce»). (TlôtjQOÜÇ, 3 sidêrous (hecho) de hierro*

En Hech 12,10 dícese de la puerta de la prisión que era de hierro; en Ap 9, 9, de Ias corazas de hierro. En el sentido de «duro, despiadado» se usa aiÒTjQoijç (según el modelo dei Sal 2, 9 LXX) en la expresión: «con vara de hierro» en Ap 2, 27; 12, 5; 19, 15. ->■QÓpôoç.

I^lôfbv, rôvoç Sidõn Sidón* Nombre de una ciudad fenicia antigua. Se la menciona a menudo (casi como una fórmu­ la) juntamente con Tiro: Mc 3, 8 par. Lc 6,17; Mc 7, 31; Mt 11, 21.22 par. Lc 10, 13.14; Mt 15, 21 (a diferencia de Mc). Unicamente en Hech 27, 3 se menciona sola a Sidón: Pablo, en su viaje a Roma, pudo visitar a sus «ami­ gos» en Sidón. LThK IX, 734s; LAW 2793s; BRL 296-298.

Slòfóvioç, 3 Sidõnios sidonio, de Sidón* Lc 4, 26 menciona a «Sarepta, en la tierra de Sidón». En el genitivo xfjç Siôcnvíaç hay

OÍXEÇOl, TÓ sikera bebida embriagante* En el NT el sustantivo indeclinable (también en la LXX) aparece únicamente en Lc 1, 15b (cf. Jue 13, 4 A) en el anuncio dei ángel sobre Juan el Bautista: «No beberá vino (olvov) ni bebida embriagante». Billerbeck II, 79s. E iX ãç , ã Silas Silas* 21iX,ouavóç, ob Silouanos Silvano* 1. Las dos formas dei nombre y la identidad de Si­ las y Silvano en el NT - 2. Silvano en las cartas dei NT - 3. Silas en el libro de Hechos. B ibl.: J. H. Elliott, PeU r, S ilvanus a n d M a r k i n l P e ter an d A cts, en F S R e n g s to r f 1980, 250-267; L. Goppelt, D e r E rste P e tr u s b r ie f (KEK), Oõttingen 1978, sobre todo 347-349; B. N. Kaye, A c ts ’ P o rtra it o f S i­ las: NovT 21 (1979) 13-26; O. Michel, en BHH III, 1973; W. H. Ollrog, P a u lu s u n d se in e M ita r b e ite r

(WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979, 17-20; L. Radermacher. D e r erste P e tru s b rie f u n d Silvanus: ZNW 25 (1926) 287-299; E. G. Selwyn, The F irst E p istle o f St. Peter, London ^1947, 9-17, 60-63; A. Stegmann, S ilv a n u s a is M is s io n d r u n d «H a g io g ra p h » , Rottenburg 1917; A. Wainwright, W here d id S ila s G o? (and w h a t w as h is C onnection w ith G alatians?): JStNT 8 (1980) 66-70; A. Wikenhauser, en LThK IX, 753.

1. En el NT el nombre de EiXãç se encuentra únicamente en 13 lugares dei libro de He­ chos (como nombre semítico aparece también

2403

2iXaç

varias veces en Josefo). Se deriva quizás de una forma aramea de «Saúl». El nombre de SiXouavóç aparece únicamente en el Corpus Paulinum (2 Cor 1, 19; 1 Tes 1, 1; además en 2 Tes 1, 1) y en 1 Pe 5, 12. Es de origen lati­ no: Silvano (Silvanus) se halla atestiguado también en Josefo, Ant XX, 14 y en los escri­ tos rabínicos. En el NT una misma y única persona es portadora de ambos nombres (de manera distinta piensa, por ejemplo, Radermacher, 295), que utilizaba los dos nombres (uno de ellos semítico, y el otro, latino). Sin embargo, es posible también que se helenizara, por un lado, el nombre semítico (Silas) y, por otro lado, se lo latinizara (Silvano); cf. BlaB-Debrunner § 125, 2.

1404

ración cristiana, como portador (no: escribiente, secretario) de la carta; cf. N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 322-325. Silvano no es el autor de la Carta primera de Pedro (en contra de Selwyn); cf. Brox, La primera Carta de Pedro, 323. Tal vez existia una tradición que asociaba a Silvano/Silas con la persona de Pedro. Cf. también el escrito «Las ensenanzas de Silvano» (NHC VII, 4), que podría considerarse como un es­ crito sapiencial cristiano.

3. El libro de Hechos menciona por prime­ ra vez a Silas juntamente con Judas Barsabás con ocasión dei «concilio apostólico». Se presenta a ambos son «varones destacados» de la comunidad (judeocristiana) de Jerusalén (15, 2. Según 1 Tes 1, 1, Silvano es juntamente 22), que deben llevar la carta «apostólica» a con Timoteo uno de los que remiten con PaAntioquía (vv. 23.27, 30). 15, 32 menciona blo la Carta primera a los Tesalonicenses. 2 los dones proféticos de ambos mensajeros, Tes 1, 1 imita al pie de la letra esta indicación que en Antioquía alentaron a los cristianos (v. sobre los remitentes (cf., a propósito, W. Tri32), antes de regresar a Jerusalén (v. 33). Des­ lling. Der zweite Briefan die Thessalonicher pués de la disensión entre Pablo y Bernabé [EKK]), mientras que Pablo mismo varia los acerca de la persona de Marcos (15, 37-39), praescripta de Ias cartas. Que nosotros sepaPablo llevó consigo a Silas en su «segundo mos, Silvano acompanó únicamente a Pablo viaje» (v. 40); v. 34 v.l. trata de explicar que durante el «segundo viaje misionero»; si la Silas desde Antioquía pudo acompanar a Pa­ blo). Desde 15, 40 hasta 18, 5 se menciona a Carta segunda a los Tesalonicenses fuera una carta auténticamente paulina, tendría que haSilas por su nombre nueve veces. A partir de ber sido escrita (según el mencionado punto 16, 3, él es (juntamente con Timoteo) el comde vista) poco después de la Carta primera a panero de Pablo en su primer viaje a Europa. los Tesalonicenses. La razón de que en el praeEn Filipos se acusa a Silas y a Pablo ante los magistrados de la ciudad y se los mete en la scriptum de esa Carta primera se mencione como co-remitentes a Silvano y a Timoteo, es cárcel (16, 19.25). Ambos recobran la libertad gradas a un milagro y convierten al jefe de la que no son únicamente colaboradores de Pa­ blo sino también cofundadores de la comuniprisión (vv. 26-34). 17, 4 menciona el êxito dad de Tesalónica (cf. Hech 17, 1-9). De ma­ misionero de Pablo y de Silas en Tesalónica; nera parecida hay que enjuiciar lo que se dice 17, 10 habla dei viaje de ambos a Berea. Mientras que Silas y Timoteo permanecen en en 2 Cor 1,19: juntamente con Pablo, comenzaron Silvano y Timoteo a predicar a Cristo Berea, Pablo se dirige a Atenas (17, 14s). Después que Pablo emprendiera viaje de Ate­ en Corinto (cf. Hech 18, 5). También en la pseudoepigráfica Carta primera de Pedro se nas a Corinto (18, 1), sus dos companeros le siguen desde Berea (v. 5). La participación de menciona a Silvano, pero esta vez junto a Pe­ dro: «Por conducto de Silvano, nuestro fiel Silas en la fundación de comunidades en Te­ hermano (porque así lo considero), os he es­ salónica y en Corinto se confirma por las car­ tas autênticas de Pablo (->■ 2). crito brevemente» (5, 12, al comienzo dei fi­ nal de la carta). Aqui se considera a Silvano, G. Schneider un (jconocido!) dirigente de la primera gene-

1405

SiX,f5avóç — Sfitov

S iX P a v ó ç , oC Silbanos (Silvano) Variante textual dei en 2 Cor 1, 19, en vez de -»■ StXotiavóç. L i/,o v a v ó ç , o v Silouanos Silvano

Si^ãç. £ lX (d á ^ , Ó Silõam Siloé* Nombre indeclinable de varias instalaciones para la traída de aguas en Jerusalén. El nombre se deriva dei hebreo slh, «enviar». El nombre hebreo de siloah se aplico original­ mente a la traída de aguas (desde el manantial de Guijón), y luego también al estanque. f| MOÀUfxpriílQa Ton Sdcoáp, en Jn 9, 1, es el estanque al que se traían Ias aguas desde el manantial de Guijón. 21iX,tüá[x se traduce aqui por àrteaTaXpévoç; cf. 9, 11: «jVe a Siloé y lávate!». - ó itÚQYOç èv xm EtX,cüá|ji,, en Lc 13, 4, es «la torre junto al (estanque de) Si­ loé», una torre que probablemente formaba parte de Ias murallas de la ciudad. Kopp, Stãtten, 371-376; LThK V, 904s; D. Adan: Israel Exploration Journal 29 (1979) 92-100. l^ i^ a ía ç , o u Simaias Simeas

Nombre de persona en 2 Tim 4, 19 v.l. (181 pc): Simeas se considera en este caso como hijo de Aquila. o i f u x í v d i o v , OU, TÓ simikinthion delan-

tal, mandil* OLpixívOiov designa el mandil como el que llevaban los obreros (dei latín semicinctium). En Hech 19, 12 se informa que en Efeso se llevaba a los enfermos aouôáçLa (panos) o otiiitdv&ia de Pablo para curarlos. E. Haenchen, Die Âpostelgeschichte^ (KEK), 538 tra­ duce por: Taschentücher («panuelos»); T. J. Leary, The «Aprons» ofSt. Paul -A c ts 19, 12'. JThS 41 (1990) 527-529. £ífiC0V, OÇ Simõn Simón 1. El nombre de Simón - 2. Simón Pedro - 3. Simón el zelota - Simón, el hermano de Jesús - 5. Simón de

1406

Cirene - 6. Simón, el padre de Judas - 7. Simón el le­ proso - 8. Simón el fariseo - 9. Simón el curtidor - 10. Simón Mago. B ib i: J. Blinzler, Sim ón d e r A postei, Sim ón d e r H erre n b ru d e r u n d B is c h o f S y m eo n von J eru sa lem , en P a ssauer Studien. F S fU r S. K. Landersdorfer, Passau 1953, 25-55; J. A. Fitzmyer, The N am e S im ón (1963), en Id., E ssa ys on the S em itic B ackground o f the NT,

London 1971, 105-112. Sobre 2; — >■Uérpoç; sobre correspondiente sección.

3 -10;

cf. al final de la

1. El nombre de Simón era popular tanto entre los judios como entre los griegos (Bauer, Wòrterbuch, í . v.; Fitzmyer). En el ju­ daísmo 2 l[XQ)v se halla atestiguado, entre otros lugares, en la LXX (sobre todo en los libros primero y segundo de Macabeos), en Aristeas y en Josefo. 2. Simón Pedro recibió probablemente el nombre de Simón en Betsaida, ciudad influida por el helenismo (también su hermano Andrés tenía un nombre griego, Mc 1, 16). Sí|Xü3v se consideraba como el equivalente dei nombre dei patriarca hebreo Simeón (-> 2npetóv, Hech 15,14; 2 Pe 1, 1). Referido a Pe­ dro, el nombre de 2íp.ü)v se encuentra en 50 pasajes dei NT (hay 5 testimonios en Mateo, 7 en Marcos, 12 en Lucas, 22 en Juan, 4 en Hechos); IlétQoç. 3. Los catálogos de apóstoles, además de mencionar a Simón Pedro, mencionan a otro discípulo llamado también Simón: Mc 3, 18 par. Mt 10, 4: 2íp.ü)v ó K avavaloç (nombrado en penúltimo lugar, antes de Judas Iscariote). En los paralelos lucanos (Lc 6, 15; Hech 1, 13) se le llama «Simón el zelota»; ->• ^Ti?tcüTf|ç 3. J. Blinzler, en LThK IX, 772s; J.A. Morin: RB 80 (1973) 332-358. 4. Mc 6, 3 par. Mt 13, 55 menciona entre los hermanos de Jesús, además de Judas, a uno que se llamaba Simón (Marcos lo hace en último lugar; Mateo en penúltimo lugar). J. BUnzler: LThK IX 765. 5. Simón de Cirene (-> KuQT]vat05) se menciona en la historia de la Pasión narrada

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2í|i(ov - aívaiu

por los Sinópticos. Le obligaron a cargar con la cruz de Jesús: Mc 15,21 par. Mt 27,32 / Lc 23, 26. Tan sólo Marcos menciona, en este contexto, a los dos hijos de este Simón, que eran Alejandro y Rufo. J. Blinzler, en LThK IX, 768. 6. El cuarto Evangelio menciona como pa­ dre de Judas (Iscariote) a un tal Simón Iscariote: Jn 6, 71; 13, 2.26; cf. 12, 4 v.L; lo JtaQub^. J. Blinzler, en LThK IX, 767s. 7. Mc 14, 3 par. Mt 26, 6 menciona a «Si­ món el leproso (ó Xejtçóç)», que vive en Betania. Cuando Jesús, antes de su Pasión, se halla como invitado en su casa, es ungido por una mujer. J. Blinzler, en LThK IX, 764. 8. Un fariseo llamado Simón es, según Lc 7, 40.43.44, el anfitrión de Jesús y observa con actitud crítica cómo Jesús es ungido por una pecadora. J. Blinzler, en LThK IX, 770s. 9. Un curtidor llamadó Simón, de Yafo (Jope), es mencionado en Hech 9, 43; 10, 6.17.32b. En su casa se hospedó Simón Pe­ dro, hasta que fue llamado a Cesarea por los mensajeros de Comelio. E. Haenchen, Die Apostelgeschichté’ (KEK), 329 y 334. 10. Hech 8, 9.13.18.24 habla de un mago / hechicero (v. 9: paYeútov) llamado Simón, que actuaba en Samaría. Por medio de Felipe llegó a la fe cristiana y fue bautizado (v. 13). Cuando vio que Pedro y Juan comunicaban el Espíritu Santo, quiso adquirir también él este poder a cambio de dinero (vv. 18s). Pedro le maldice, pero exhorta al mago al arrepentimiento (vv. 20-23). Simón suplica a continuación la intercesión de los apóstoles (v. 24). Las cuestiones acerca de la evaluación histórico-religiosa de Simón Mago (ipadre de la gnosis?) no tienen de momento una respuesta segura. R. P. Casey, en Beginnings V, 151163: N. Adler, en LThK IX, 768s; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT), 61; J. D. M. Derrett, Simón Magus (Act 8, 924)\ ZNW 73 (1982) 52-68; E. Haenchen, Si-

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mon Magus in der Apostelgeschichte, en K. W. Trõger (ed.), Gnosis und NT, Gütersloh 1973, 267-279; K. Beyschlag, Simón Magus und die christliche Gnosis, Tübingen 1974; G. Lüdemann, Untersuchungen zur simonianischen Gnosis, Gottingen 1975; K. Rudolph: ThR 42 (1977) 279-359; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), 481-495 (bibl.). G. Schneider S i v ã Sina Sinai* La LXX traduce por el indeclinable S ivã el nombre dei Monte Sinai (Ex 16, 1; Dt 33, 2 y passim). El Sinai es el monte en el que Dios dieta sus leyes; Hech 7, 30 habla dei desierto «dei Monte Sinai» y localiza allí la revelación divina hecha a Moisés (Ex 3, 2). Hech 7, 38 emplea la expresión ó ÕQOÇ 2 iv ã en el con­ texto de las leyes dadas por Dios. En Gál 4, 24.25 se hace distinción entre las dos ôiaOfjxaL diciendo que la dei Monte Si­ nai engendra hijos para la esclavitud; ese pac­ to se halla representado por 'Ayáp (v. 24). Esta interpretación alegórica se fundamenta en el v. 25 diciéndose que Agar es la denominación dei «Monte Sinai en Arabia». Cf., a propósito, F. MuBner: ThQ 135 (1955) 55-60; F. Pastor Ramos: EstB 34 (1975) 113-119; Ch. K. Barrett, en FS Kasemann, 1-16. ThWNT VII, 281-286; X, 1264 (bibl). o ív a m i, CfoÇ) t Ó sinapi mostaza* 1. Aparición en el NT - 2. La parábola dei grano de mostaza - 3. L o g io n sobre el poder de la fe. B ib l.: E. Haenchen, D e r W eg Jesu, Berlin ^1968, 180-186; C. H. Hunzinger, aívaiu, en ThWNT VII, 286-290; Id., anxápivoç, en ibid., 758; Jeremias, P a ­ rábolas, 179-183; Jülicher II, S69-58I; F. Kogler, D as D o p pelgleichnis vom S e n fk o m u n d vo m Sauerteig in se in e r tra d itio n sg e sc h ich tl. E n tw ic klu n g (FzB 59), Würzburg 1988; O. Kuss, Z u m S inngehalt d e s D oppelg leich n isses vom S e n fk o m u n d S a u erteig (1959), en Kuss I, 85-97; R. Laufen, BA2IAE1A un d EKKAH2IA. E in e traditions- u n d redaktionsgeschichtl. Untersu c h u n g d e s G le ic h n isse s vo m S e n fk o m , e n F S Zim m erm ann, 105-140; G. Pace, L a senapa d e i Vangelo: BeO 22 (1980) 119-123; I. Schmid, M atthãus und L u k a s (BSt 23/2-4), Freiburg i. Br. 1930, 102-104,

1409

aívajti - oiviá^o)

1410

299-301; G. Schneider, D a s E vangelium nach L ukas (ÔTK). Gütersioh-Würzburg 1977, 301-303; Schulz, Q, 298-309, 455-468; H. Zinimermann, L o s m étodos h is tó ric o -c rític o s e n e l N u e v o T estam ento, Madrid 1969, 125-130; P. Zingg, D a s W achsen d e r K irche, Gõttingen-Fribourg (Suiza) 1974, 100-115; J. Zmijewski, D e r G laube u n d seine M a c h t [zu M t 17, 20; 21, 21; M k 11, 23; L k 17, 6], en F S Zim m erm ann, 81103.

reino de Dios va seguida con toda seguridad por la grandeza de su consuraación. «En el fondo de esta parábola se halla claramente la idea de que, con la actividad contemporânea de Jesus, la PaoiXeía se encuentra ya presen­ te en forma de signo, aunque esté escondida y con modestas apariencias» (Hunzinger, 290).

1. En el NT oívam aparece únicamente en los Evangelios, y un total de cinco veces: Mc 4, 31 par. Mt 13, 31 / Lc 13, 19 en la parábo­ la dei grano de mostaza; Mt 17,20 par. Lc 17, 6 en la sentencia acerca dei poder de la fe. En ambos fragmentos de la tradición sinóptica el énfasis recae «en la pequenez de la semilla de la mostaza, una pequenez que es proverbial en Palestina» (Hunzinger, 287).

3. El logion de Jesús acerca dei poder de la fe lo encontramos en tres versiones distintas: Mc 11, 23 par. Mt 21, 21; M tl7, 20; Lc 17, 6. El correspondiente contexto es secundário en cada caso; originalmente el logion se trasmitió de manera aislada. La versión de Lucas es probablemente original. La sentencia quiere décimos que incluso una fe pequena, una fe que sea tan diminuta como un grano de mos­ taza, es suficiente para arrancar de raiz un ár­ bol tan grande como un moral (no, como en Lc 19, 4: un sicómoro, cf. Hunzinger, 758) y plantarlo en el mar. La cuestión acerca dei mayor o menor grado de fe queda desplazada en el contexto lucano ante la alternativa de tener o no tener fe (cf. Hunzinger, 289; Schnei­ der, 348). Mt 17, 20 sitúa la «fe como un gra­ no de mostaza» por encima de la ->• 0X170jucrria de los discípulos.

2. La parábola dei grano de mostaza (Mc 4, 30-32 par. Mt 13, 31s / Lc 13, 18s) constituye en Mateo y en Lucas una unidad con la pará­ bola de la levadura (Mt 13, 33 par. Lc 13, 20s). Ambas proceden de Q y fueron trasmitidas originalmente por separado. Así lo vemos por Mc 4, 30-32; lo confirma igualmente el EvTom 20.96. En Marcos/Mateo encontramos una parábo­ la de contraste, mientras que Lucas ha conser­ vado la forma de Q, que es una parábola acer­ ca dei crecimiento. «Ahora bien, como ambas formas de la parábola terrainan ilustrando la magnitud dei arbusto de mostaza, plenamente crecido, mediante la imagen bíblica y prover­ bial de que «anidan en él Ias aves dei cielo», creemos que la forma de Q será secundaria en relación con la forma de Marcos» (Schneider, 303 en contra de Jülicher, 571, Schulz, 300 nota 288, Zingg, 102; indeciso: Laufen, 114). El contraste entre la pequenez dei grano de mostaza y la grandeza dei arbusto de mostaza ocupa en Marcos el lugar central. No se trata dei proceso de crecimiento, sino de que la pe­ quenez dei comienzo y la grandeza dei final se contraponen entre sí a modo de contraste. Aunque en Lucas no se suprime el aspecto dei contraste, sin embargo el dei crecimiento ocu­ pa el primer plano: una semilla se convierte en árbol. La pequenez de los comienzos dei

E. Palzkill fflVÔWV, ÓVOÇ, 1^ sindõn lienzo; camisa*

oivômv designa en la historia de la Pasión de Jesús el lienzo o sábana en que envolvieron el cadáver de Jesús: Mc 15, 46 (bis) par. Mt 27, 59 / Lc 23, 53. - En Mc 14, 51.52 oivôcóv significa la sábana o camisa que llevaba el joven que quiso seguir a Jesús, envuelto sencillamente en una sábana, pero que luego escapo sin ella, cuando quisieron prenderle. J. Blinzler: VD 34 (1956) 112s; R. E. Brown, Brief Observations on the Shroud o f Turim BThB 14 (1984) 145-148. a iv iá Ç o ) siniazõ zarandear, hacer pasar por el cedazo* Lc 22, 31 emplea el término en sentido me­ tafórico: Satanás ha recibido permiso para za-

1411

o iv iá ^ c o —

randeai a los discípulos «haciéndolos pasar por el cedazo como si fueran trigo», lo cual se refiere principalmente a Ias pruebas que los discípulos tendrán que sufrir durante la Pasión de Jesús. ThWNT VII, 290s.

S ic ó v

1412

de una nave: Hech 27, 38. Pauly, Lexikon V, 217-219. E i x á g Sichar (Sicar) Forma alternativa de vg [WordsworthAVhite]).

Jn 4, 5 (69

o iQ ix ó ç , 3 sirikos de seda*

Grafia atestiguada por los manuscritos más antiguos dei texto (los unciales) en lugar de la grafia, más corriente, ->■ oqpixóç. En Ap 18, 12: TÒ OLQLXÓV, telas de seda. aiQÓÇ, OÜ, ó siros foso, caverna

2 Pe 2, 4 Sin lee oipóç (en vez de ->■ oeipá o ->• 0SIQÓÇ).

aiTEVTÓÇ, 3 siteutos eebado engordado*

Lc 15, 23.27.30; ó (tóaxoç ó aixeutóç, «el temero eebado» (cf. Jue 6, 28 A; Jer 26, 21 LXX). a iT io v , o v , TO sition alimento*

oixíov, que es diminutivo de oíxoç, se baila en plural en Hech 7, 12 y significa el alimen­ to (obtenido a base de grano); cf. también Diogn 6, 9. aiTiOTÓç, 3 sitistos eebado, engordado*

En Mt 22, 4 el sustantivo plural significa: el ganado eebado. aito^ E T Q loV , Oli, TO sitometrion ración m edida de gremo*

Lc 12, 42: t ò buir la ración».

O itopétQ L O V ô íS m p í,

«distri­

o iT o ç , o v , o sitos trigo, grano*

En Mt 13, 25.29 dícese dei trigo en medio dei cual se encuentra la cizana; en Mt 3, 12; 13, 30; Lc 3,17; 12, 18 dícese de la acción de recoger el trigo en el granero. Además: Mc 4, 28; Lc 16, 7; Jn 12, 24; 1 Cor 15, 37; Ap 6, 6; 18, 13. Los discípulos serán zarandeados «co­ mo trigo», Lc 22, 31. Trigo como cargamento

S u ó v Sion Sión* 1. Aparición dei término en el NT - 2. El AT y la tradición más tardia - 3. Empleo en el NT. Bibl.: R. Bach, en BHH III, 2224s; G. Fohrer-E. Lohse, 2iü)v %xK., en ThWNT VII, 291-338, sobre to­ do 326ss; H. Gese, Der Davidsbund und die Zionserwãhlung, en Id., Vom Sinai zum Zion (BEvTh 64), München 1974, 113-129; Haag, Diccionario, 1870s; Kopp, Stãtten, 378-387,400-404; E. Otto, Jerusalem die Geschichte der Heiligen Stadt (Urban-Taschenbücher 308), Stuttgart 1980, 184-188; N. W. Porteous, Jerusalem - Zion: The Growth o f a Symbol, en Verbanmmg und Heimkehr. FS fü r W. Rudolph, Tübingen 1961, 235-252; Von Rad, Teologia II, 201-216, 367373; W. Schmauch, Orte der Offenbarung und der Offenbarungsort im NT, Berlin 1956, 55-57, 114-121; J. Schreiner, Sion - Jerusalem, Jahwes Kõnigssitz (StANT 7), München 1963; H. Schultz, en DTNT ü, 373-377; F. Stolz, Hiyyõn, en DTMAT II, 684-694; S. Zimmer, Sion ais Tochter, Frau und Mutter, tesis mecanografiada München 1959; más bibliografia en -►'l8poaóÂ,upa; cf. además ThWNT X, 1264s.

1. En el NT Stráv aparece 7 veces (en cam­ bio TeQO0ÓX.upa / TeQau 0aX.-qp. 139 veces). Cinco de los siete testimonios son citas o alusiones al AT: lhjYáxT]p Sicóv: Mt 21, 5; Jn 12, 15 (cf. Zac 9, 9; Is 62,11), TÍ^ripi èv Xitbv Xí0-ov, Rom 9, 33; 1 Pe 2, 6 (cf. Is 8,14; 28,16), fí^Ei sx Xiràv ô QUÓ[tEvoç, Rom 11, 26 (cf. Is 59, 20; Sal 13, 7 LXX). Tan sólo Heb 12, 22 (jtQOOeLri^ií^aTe Xícbv õqei) y Ap 14, 1 (eitl xò ÕQOÇ Xícúv) se hallan formulados libremente (pero cf. también aqui J1 3, 5; Is 4, 5). 2. En sentido topográfico Suáv (en hebreo, siyyôn; etimologia incierta, cf. Fohrer, 293) de­ signa originalmente en el AT la colina sudoriental de Jerasalén, sobre la que se asentaba una antigua colonia cananea (denominada originalmente «Jebús / ciudad de los jebuseos», cf. Jos 15, 8; 18, 28; Jue 19, lOs; 1 Crón 11,4), que fue conquista­ da por David y se llamó entonces «la ciudad de David» (2 Sam 5, 6-9; 1 Re 8, 1; 1 Crón 11, 5-7;

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2ió)v

2 Crón 5, 2). Allí residia David en una fortaleza (1 Crón 11, 7). El antiguo y genuino nombre dei asentamiento cananeo (y de la ciudad-estado rela­ cionada con él), «Jerusalén» (Jos 10, 1; Ez 16, 2ss), se aplicó también más tarde, después de Da­ vid, al território de la ciudad ampliada más allá de la ciudad de David, 1 Re 9, 15; 11, 42 (cf. la edificación dei templo y dei palacio, en tiempo de Salomón, en la cima dei monte Ofel, situado al norte de Sión y a mayor altura, 1 Re 3, 1; 8, Iss; también Miq 4, 8). Con esto Sión retrocede como nombre geográ­ fico y sólo en época posterior volvió a usarse con mayor frecuencia, pero ahora en sentido amplia­ do (y frecuentemente poético) para designar a la colina dei templo o a toda la ciudad de Jerusalén, como sucede principalmente en los profetas (es­ pecialmente en Isaías, Jeremias, Joel, Miqneas y Zacarias, pero no en Ezequiel, Oseas, Nahún, Habacuc, Ageo y Malaquias) y en los Salmos y Ias Lamentaciones; más de 40 veces Sión sirve para designar a toda Jerusalén (cf. Miq 3, 10.12). Sión es el santuario de Dios (Sal 20, 3), su monte san­ to y su morada (J1 2, 1; 4, 17.21; Sal 9, 12; 65, 2; 76, 3; 87, Iss; 99, 2), la ciudad de Dios (Is 60, 14; Sal 48, 3); Sión es también sinônimo de Israel (Is 46, 13; 51, 16; 59, 20; Sal 149, 2; Lam 1, 17) o de Judá (Jer 14, 19). Sobre todo desde el tiempo dei destierro, a Jerusalén se la llama a menudo «Sión», considerándola así como la ciudad de la salvación esperada (cf. 2 Re 19, 31; Is 18, 7; 24, 23; 35, 10; 49, 14ss; 52, 1.8; 59, 20; 62, 1; 66, 8; Zac 1 ,14ss; 2,10; 8, 3; 9, 9; Sal 102, 17), a la que habrán de afluir Ias naciones (cf. Is 2, 2-4; 18, 7; Sal 102, 23; también ApBar [sir] 68, 5; Sib V, 251s) y desde la cual Dios celebrará su juicio (J1 4, 16ss). Mientras que el nombre de «Jerusalén» puede representar tanto el aspecto político como el aspecto salvífico de la ciudad, vemos que en el nombre de «Sión» -sobre todo a partir dei destie­ rro- resaltan más intensamente los aspectos salvíficos; «Sión» es principalmente el lugar dei mon­ te dei templo o dei templo y su culto, la sede de Dios, el símbolo de Israel y, finalmente, el objeto de la esperanza escatológica. Topográficamente, durante la época judia y cristiana, Sión (con la ciudad de David) se buscó en la colina sudoccidental de Jerusalén (cf. Josefo, Bell V, 137), en la cual se edificó a mediados dei siglo IX p.C. la basflica 'Ayia 2uúv, y allí se sospechó más tarde que estaba situado el lugar de la Ultima Cena de Jesus, el piso donde se reunia la comunidad primitiva según Hech 1, 13, el lu­ gar donde se produjo el acontecimiento de Pentecostés, y donde se hallaba el sepulcro de Esteban y, finalmente, el sepulcro de David (cf., además,

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Kopp, Otto); en realidad, según el testimonio de la tradición, alU pudo haber estado un centro (o el centro) donde se reunia la comunidad primitiva (Otto, 160-186; Haag, Diccionario, 312s). 3. En el NT el nombre de Siróv desempena sólo escaso papel en comparación con el de «Jerusalén». En el relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, Mateo (21, 5) y Juan (12, 15) insertan una referencia bíblica (a Zac 9, 9), por la cual a la ciudad (y a sus habitan­ tes: '&uYáxT]ç 2ubv; cf. además Is 1, 8; 10, 32; 62, 11; Jer 4, 31; Zac 2, 11 BafluX,õ>voç]. 14; Lam 2, 8) se les dirige la palabra como al Israel de Ias promesas (cf. también Miq 4, 8; Sof 3, 14). En Rom 9, 33 y en 1 Pe 2, 6 2uúv (como sucedia ya en Is 28, 16), co­ mo centro que es de Israel, representa a Israel mismo (—>• 2; cf. Rom 9, 31; 1 Pe 2, 8-10); de manera parecida en Rom 11, 26, donde Stróv (como sucedia ya en Is 59, 20) no designa tampoco a Jerusalén como ciudad, sino a Isra­ el como pueblo de Dios (en contraposición a los cristianos gentiles, aunque Pablo sustituya, y precisamente porque sustituye Vsiyydn / evettev Sicóv (Is 59, 20) por èx Sioóv. En Heb 12, 22, en un contexto estructurado retóricamente (A. Strobel, Der B rief an die Hebrãer [NTD], sub loco), y para establecer una tipologia de contraste, se contraponen en­ tre si el Monte Sinai (vv. 18ss) y el Monte Sión (ÕQOç 2i(üv), es decir, la ciudad dei Dios vivo, la Jerusalén celestial (jtóXiç '&EO'0 ÇcóvToç, ’l£QonoaXf]p ènongávioç). Los creyentes tienen acceso a una revelación superior y definitiva, a saber, a Sión como la morada ce­ lestial dei Dios vivo, que no es un lugar de te­ mor (como el Sinai, cf. Ex 20, 19; Dt 5, 23), sino de la reunión festiva de la comunidad es­ catológica y dei nuevo pacto (Heb 12, 23s). Así como Israel venía dei Sinai, así los creyentes —en su peregrinación- vienen de Sión y se dirigen a la Jerusalén celestial (cf. vv. 25ss) y, al mismo tiempo, se hallan aún en camino hacia esa meta (cf. 13, 14; -> 'I eqooóÀ,U[j,a 4). Swóv (juntamente con «Jerusalén») es una metáfora para designar la salvación es­ catológica y celestial.

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Sióv - ojtavôaXí^co

Según Ap 14, 1 el vidente contempla al «Cordero» y con él a los 144.000 (el pueblo escatológico de Dios) sobre el õqoç 2!id)v, donde están protegidos de la persecución y dei sufrimiento (cf. el capítulo 13) y, al mismo tiempo, pueden oír y aprender el «cântico nuevo» que se canta en el cielo (14, 3). Por tanto, Sión es aqui el lugar donde los piadosos están a salvo en tiempo de persecución (cf. 7, Iss; también J1 3, 5; Sal 125, s). De Sión se aguarda también la manifestación dei Mesías (compárese 4 Esd 13, 6s.l2 con Heb 12, 35s); en contraste con él se haUa el Harmaguedón, como lugar donde se reúnen los enemigos pa­ ra hacer frente a los que son salvos (Ap 16, 16). A los salvos en Sión, el vidente los con­ templa finalmente en la Jerusalén celestial misma (22, 3; cf. 3, 12); por eso, él se repre­ senta probablemente al monte salvador Sión como una prefiguración (^todavia terrena?) de la Jerusalén celestial. H. Balz

aiCdJtao) siopao callar, enmudecer* 1. En el NT, el verbo aicDJtáco lo emplean únicamente los Sinópticos, y por cierto diez veces (cinco de ellas en Marcos). Tiene, poco más o menos, el mismo significado que atyáco, pero sólo aparece en sentido intransitivo y describe quizás, además dei hecho de no decir nada, el de guardar completo silencio y en­ mudecer. 2. Entre los contextos en que aparece owojtáo), el más importante es la Pasión de Jesús. El silencio de Jesus, que casi siempre se describe con la negación de àjtoxQÍvopai (Mc 14, 61; 15, 5 par. Mt 27, [12] 14; Lc 23, 9) y de àjtóxQtoiç (Jn 19, 9), le hace aparecer como el Justo sufiriente (cf. Is 53, 7; Sal 37, 14-16: 38, 9 LXX). El empleo adicional de oicojtúco en Mc 14, 61 amplifica esta «kerigmatización dei relato» (R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 436), mientras que el lugar (paralelo) de Mt 26, 63 tiene única­ mente oicüjtáco.

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ouon:áco describe también el atônico silen­ cio tanto de los adversários (Mc 3,4) como de los discípulos (9, 34) de Jesús, quien con una sola pregunta les deja perplejos: oí ôè èoimjtoiv. Jesús, mandando callar, hace que la tempestad y el mar enmudezcan (cf. 4, 39), como cuando expulsa a un demonio (1, 25). Así como Jesús «habla en tono imperioso» a Ias fuerzas de la naturaleza, así la multitud quiere imponer silencio al ciego (o a los ciegos) (en ambos casos se usa èjtiupáco); el ciego (o los ciegos) tiene(n) que dejar de gri­ tar (10, 48 par. Mt 20, 31). Jesús, según quieren los fariseos, debe imponer silencio a Ias alabanzas que le tributan los discípulos (Lc 19, 39: èjtiTÍ|XT]oov); pero en lugar de los dis­ cípulos darían su testimonio -y lo darán de hecho (cf. Hab 2, 11)- Ias piedras, es decir. Ias ruinas de Jerusalén (19, 40). Tampoco Pablo tiene por qué dejarse intimidar en Corinto (Hech 18, 9). En Lc 1, 20 vemos que oicojtáoo significa quedar mudo como castigo (pf) ôuvápevoç kaX,fjoai cf. Hech 13, 11; eap TucpXòç pf] pX.én:(nv... áxQi...), quizás significa también (jLc 1, 62!) quedar sordo (así J. G. Anderson, A New Translation o f Du­ ke D 20: Bible Translator 20 [1969] 21-24). W. Radl

auomfj siõpe en

silencio, secretamente El dativo de aLCon:fi, «silencio», se usa co­ mo advérbio desde de Homero. Así lo emplea también Jn 11, 28 D lat sy® (en vez de Xà■&Qa). OKavôaÀ,í^<0 skandalizO hacer caer; en voz pasiva, recheizar la fe, abandonar la fe* 1. Aparición y significado - 2. Empleo en voz pasi­ va - 3. Empleo en voz actíva. B ib l.: J. Mateos; Filologia Neotestamentaria 2 (1989) 57-92; más bibliografia en axávôaXov.

1. En el NT oxavôaXíÇoo se halla atestiguado 29 veces, 26 de eUas en los Evangelios (14 veces en Mateo, 8 en Marcos, 2 en Lucas,

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oxavôaXíÇco

2 en Juan) y 3 veces en Ias Cartas paulinas. El verbo, que en sentido figurado sólo aparece en la LXX en época anterior al cristianismo, significa el empujón que conduce a la pérdida de la salvación. Según alguien crea ya o no crea, el verbo significa el abandono de la fe o el rechazo de la fe.

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33b.c). En el discurso joánico de despedida (Jn 16, 1), axavôa7.Ltcü no significa úni­ camente «un peligro para la fe» (en contra de R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan n i, Barcelona 1980,158), sino la «apos­ tasia de la fe», de la que hay que preservar a los discípulos y a los cristianos (Stahlin, en ThWNT VII, 358; J. Becker, Das Evangelium 2. a) En la voz pasiva, oxavôaJtí^ü) signi­ nach Johannes [ÔTK], 493). Se habla aqui en fica varias veces «no llegar a Ia fe». Así, los concreto a los judeocristianos (w . 2-4a). En 2 Cor 11, 29, la enumeración que Pablo hace de paisanos de Jesus tropiezan en él (Mc 6, 3 par. Mt 13, 57), por lo cual Jesús se asombra de su sus tribulaciones y fatigas alcanza su punto culminante en la pregunta retórica: «^Quién incredulidad (Mc 6, 6a), o no es capaz de rea­ lizar muchos actos de poder a causa de su in­ es débil sin que yo sea débil? ^quién tropieza, credulidad (Mt 13, 58). Según Mt 15, 12, los sin que yo me abrase de preocupación?». fariseos encuentran ocasión de tropiezo en Je­ Puesto que Pablo entiende también oxavôaktÇopai en el sentido de apostatar de la fe, él sús, porque él desenmascara como exteriores y superficiales los preceptos de pureza que no puede solidarizarse con quien tropieza en ellos imponen (15, 3-11). En el macarismo Ias cosas de la fe, como se solidariza con quien es «débil», sino que únicamente puede (Mt 11, 6 par. Lc 7, 23) relacionado con la consulta dei B autista, se alaba como bienexpresar su intensa preocupación por ello. aventurados a los que no encuentran ocasión de tropiezo en Jesús, es decir, a los que creen 3. En la voz activa oxavôaXíÇro significa «causar la apostasia de la fe (o el rechazo de en él. b) En la voz pasiva, oxavôaXt^co significa la fe)», como vemos en Ias palabras de Jesús casi siempre «abandonar la fe». En la interacerca de quien «.hace tropezar a uno de estos pretación de la parábola dei sembrador (Mc 4, pequenos» (Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 / Lc 17,2). 13-20 par. Mt 13, 18-23) se dice que aquellos El cristiano está obligado a evitar todo lo que pueda conducir al abandono de la fe, como a quienes se identifica con la semüla que cayó en suelo pedregoso, es decir, aquellos que Mc 9, 43.45.47 dice encarecidamente con un lenguaje metafórico e hiperbólico (en contra no tienen raíces y que son inconstantes, se extravían por Ias aflicciones y persecuciones sude Stahlin, en ThWNT VII, 352): hay que deshacerse de la mano, dei pie y dei ojo -que, fridas a causa de la palabra, y vuelven a su perdición, es decir, abandonan la fe (Mc 4, 17 según la concepción judia, son la sede dei im­ pulso pecaminoso-, si corren peligro de conpar. Mt 13, 21). El paralelo de Lucas escribe apropiadamente àqptOTávtai (Lc 8, 13). En vertirse en causa dei abandono de la fe y, por tanto, de la pérdida de la salvación. Dificil­ M t 24, 10 Jesús predice que, al fin de los tiempos, muchos tropezarán y caerán. El re­ mente se entenderá por ello el castigo de si mismo como medio de preservarse dei jiúcio sultado es que se odiarán unos a otros; que la (en contra de R. Pesch, Das Markusevangemaldad colmará su medida, y que el amor se enfriará. Sin embargo, el que persevere en el lium n [HThk], 115), sino que» se quiere acen­ tuar lo seria que es la decisión de perseverar, amor hasta el fin, será salvo (vv. 11-13). Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 muestra que la si se quiere entrar en la vida (eterna) o en el reino de Dios. apostasia de la fe puede ser también pasajera. Pues los discípulos, durante la Pasión de Je­ También Mt 5, 29.30 (Q) exhorta a una acción decidida. En relación con el adultério se sús, se apartarán de él. Pedro rechaza enérgi­ dice que hay que deshacerse dei ojo derecho y camente la predicción y afirma que él nunca de la mano derecha, es decir, de los miembros abandonará a Jesús (Mc 14, 29 par. Mt 26,

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a x a v ô a X ÍÇ c o - a x á v ô a X .o v

más nobles, si son causa de que uno se aparte de la fe. Esta exhortación está motivada con la amenaza dei juicio escatológico. En Mt 18, 8.9, la mano y el pie que hay que cortar, y el ojo que hay que arrancar, si se convierten en peligro de causar la apostasia de la fe, se hallan envidentemente personifi­ cados: se entienden por ello los cristianos a quienes la comunidad debe echar de su seno, para protegerse a sí misma (cf., sobre el tema, Mt 18, 15-18). Jesús fundamenta su propia decisión de pagar el tributo dei templo, aunque propiamente está exento de hacerlo, en su deseo de no dar a nadie ocasión de tropiezo (Mt 17, 27). Jesús quiere impedir que los recaudadores de impuestos tengan algún pretex­ to para no creer en él. El discurso joánico dei pan (Jn 6, 51c-59) hace que muchos discípulos de Jesús, entre los que se encuentran también cristianos de la comunidad (joánica), murmuren sobre Jesús y encuentren en él ocasión de tropiezo (6, 61), es decir, no crean (v. 64), porque creer no les «ha sido concedido por et Padre» (v. 65). Según 1 Cor 8, 9, la libertad dei cristiano en cuanto a consumir carne sacrificada a los ído­ los, encuentra un limite allá donde se convierte en ocasión de caída (jtQÓaxoppa) para el hermano. Por eso, Pablo acentúa que él no volverá a comer carne, si con ello hace caer a su hermano, y de este modo se convierte en causa de que ese hermano pierda su salvación (oxavÓa^tíÇoo, v. 13a.b). Porque, de no hacer­ lo así, el hermano débil se hundirá a causa dei conocimiento que el fuerte tiene (v. 11). Y el que peca contra los hermanos, peca contra Cristo (v. 12).

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im M t-E v. (EHS XXni-181), Frankfurt a. M. 1982, 210-216; A. Humbert, E ssai d 'u n e T héologie du Scandale dons les Synoptiques: Bib 35 (1954) 1-28; H.-S. Lie, D e r B e g r iff S k a n d a lo n im N T u n d d e r W iederkehrgedanke b ei L aotse (EHS XXIII/24), Frankfurt a. M. 1973, 12-122; K. Müller, A nstofi u n d G ericht. E ine S tu d ie zum jü d . H in terg ru n d des p ln Ska n d a lo n -B eg rijfs (StANT 19), München 1969; G. Stahlin, Skan­ dalon. U ntersuchungen zu r G eschichte eines bibl. B eg riffs (BFChTh 2/24), Gütersloh 1930; Id„ mtóvôaX .O V , axavSaXí^to, en ThWNT VII, 338-358; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1265.

1. En el NT oxávôaXov aparece 15 veces: cinco en Mateo, una en Lucas, seis en Ias Car­ tas paulinas, y una vez en cada uno de los es­ critos siguientes: Carta primera de Pedro, Carta primera de Juan y Apocalipsis. El tér­ mino, que se halla documentado raras veces fuera de los escritos bíblicos, tiene en el NT un sentido figurado, como sucede casi siempre en la LXX, donde es traducción de môqès y mikSôl). Se emplea en sentido objetivo y co­ mo término personificado. El significado de «troncos para tender una trampa» no está do­ cumentado literariamente.

2. Mt 13, 41 personifica irávxa xà axàvòaXa (en contra de Lie 44), identificándolos con los «hacedores de maldad» (en contra de Stâhlin, Skandalon, 147 y 149). La cita es de Sof 1, 3, según un texto afín a la traducción de Símmaco: anávòaXa aiiv xoTç àoepéoiv. Los oxávôaX a tienen su origen en el diablo (vv. 38.39); por eso, no podrán resistir el jui­ cio (v. 42). En contraste con ellos están los ôíxaioL (v. 43), «los hijos dei reino» (v. 38), que deben su existência al Hijo dei hombre (v. 37); ellos serán partícipes dei reino dei Padre (v. 43). Los anávbaXa están caracterizados H. Giesen claramente en forma escatológica y demonológica. Son para sí mismos causa de la pérdi­ de la salvación. oxávôaXov, oi), tó skandalon empujón daPedro, según Mt 16, 23, se convierte en la para hacer caer en la incredulidad, causa tentación personificada de Jesús, porque in­ de la pérdida de la salvación, seducción* tenta seducirle, como hace Satanás (cf. 4, 10), 1. Aparición y significado - 2. Mateo - 3. Los de- para que no vaya por el camino dei sufrimienmás escritos dei NT. to que el Padre ha determinado para 61 (v. 22). En relación con la protección de los «peque­ B ibl.: H. Giesen, C hristliches H andeln. E ine redaknos», es decir, seguramente de los «débiles» tionskrilische U ntersuchung zum b iY .a \,o a i\x \-B e g rijf

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a x á v S aX o v

que hay en la comunidad (18, 6-10), Jesús pronuncia una amenaza escatológica («[Ay de...!») en contra dei mundo (alienado de Dios) a causa de Ias seducciones (v. 7a), para admitir después que es inevitable que haya se­ ducciones (v. 7b), y finalmente para lanzar un «jay!» escatológico contra aquel por quien venga la seducción (v. 7c). axávôaX.ov es aqui la seducción que quiere arrastrar a la apostasia de la £e. En el lugar paralelo de Lc 17, 1 se acentua, como en Mt 18, 7b, que Ias seducciones sou inevitables. Pero sobre aquel por quien vengan se pronuncia, como en Mateo, el «jay!» escatológico que le sitúa ya des­ de ahora bajo el juicio divino.

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dei cumplimiento de la Torá (v. 31), en vez de dejar que esa justificación le sea concedida gratuitamente en la fe (vv. 30.32.33). Por eso. Cristo es para Israel una «piedra de tropiezo» (Xíüoç n:poa>tóppaxoç) y una «roca de es­ cândalo» (Tcéxga a'naybakov) que le hace caer en la incredulidad. 1 Pe 2, 8 se sirve de la misma cita mixta para amenazar a los incré­ dulos y fortalecer asi a los creyentes para que perseveren en su decisión en favor de Cristo. Según Rom 11,9 (cita dei Sal 68, 23 LXX), el culto sacrificial se convierte para los judios en tropiezo para la perdición. Porque «la me­ sa» no significaria sencillamente la comunión de mesa (asi, por ejemplo, H. Schlier, Der Rõmerbrief [HThK], 325), sino un objeto dei 3. Las Cartas paulinas hablan frecuente- que Israel aguarda la salvación. La tradición rabinica entiende la mesa como altar, que tiemente dei Cristo crucificado como el oxávne poder expiatório (cf. teunbién 1 Cor 10, 21) òaXov. En el curso de la justificación de su (cf. Müller, 23-27). tesis de que se privaria de su poder a la cruz de Cristo, si él (Pablo) predicara el evangelio En Rom 14, 13 Pablo exhorta a los «fuertes», cuya posición él comparte en principio con palabras de sabiduría (1 Cor 1, 17), Pablo (v. 14), a que -con sus hábitos alimenticioshace ver que la proclamación dei Mesias cru­ no sean para los «débiles» un tropiezo que les cificado se convierte en anávbdkov para los haga perder la salvación, según se ve por la judios, en perdición escatológica, y para los hendiadis JtQÓoxoppa f| oxávôaXov y tamgentiles, en necedad (pcngía), que conduce bién por el v. 15c (àjióX.X.upt). En Rom 16,17 igualmente a la perdición (v. 23). Si los judios los oxávôaK a significan las diversas activiy los gentiles aceptan -e n la fe—la necedad de dades satânicas de los falsos maestros que hala proclamación (de la cruz; v. 21), y no concen tropezar a los miembros de la comunidad, fian en sus propios actos (v. 22), sino que se poniendo en peligro su salvación y seduciénmuestran como los que han sido llamados dolos para que se aparten de la recta doctrina; (por Dios), entonces experimentan al Mesias tales falsos maestros ponen en peligro, a la crucificado como el poder de Dios, que resuvez, la unidad y la existência misma de la co­ cita de entre los muertos (v. 24; ef. v. 18b), y munidad. De manera parecida, oxávôaXov como la sabiduria de Dios (v. 24), que con­ en Ap 2, 14 es la piedra de tropiezo para que vierte en necedad a la sabiduria dei mundo (v. se abandone la fe, en el contexto de la falsa 20d). En Gál 5, 11 se establece una antítesis doctrina. entre la circuncisión (la ley) y el «escândalo Según 1 Jn 2, 10, en el creyente que ama a de la cruz», el cual, seguramente como en 1 su hermano (no: «en el campo de la luz», en Cor 1, 23, es la única fiiente de la salvación. contra de R. Sehnackenburg, Cartas de San Si Pablo siguiera proclamando la circunci­ Juan, Barcelona 1980, 149s) no hay tropiezo sión, entonces privaria a la cruz de su poder para el pecado, es decir, para hacer que se caiescatológico y critico. ga en la incredulidad y para que, con ello, se Según la cita mixta de Rom 9, 33 (Is 28,16; pierda la salvación. Se escucha aqui el tema 8, 14), Dios hizo que Israel tropezara en Cris­ de la incapacidad dei cristiano para el pecado to. Sin embsirgo, lo que se halla en primer pla­ (cf. especialmente 3, 9). no el rechazo de Cristo por Israel, el cual quiere conseguir la justificación por medio H. Giesen

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axanTO) - axeiíoç

axáJlTO) skaptõ cavar, cavar alrededor* Lc 16, 3 (en una frase a modo de provér­ bio); «No tengo fuerzas para cavar». Junto a Pafróvco; 6, 48 (a diferencia de Mt 7, 24). Lc 13, 8: cavar alrededor de la higuera. Skariõth (Iscariote) Variante textual de D en los pasajes de Mc 3, 19; Jn 6, 71. D lee en otros pasajes (Mt 10, 4; 26, 14; Mc 14, 10) HxaQuotriç. lo x a QKÓO'. 09<á(pi|, T|Ç, ^ skaphê barquilla* En el libro de Hechos oxáqpT] designa el bote salvavidas de una gran nave: 27, 16.30. 32. axÉX oç, Ottç, TÓ skelos rauslo, piema* En Jn 19, 31.32.33 el término se refiere al crurifragium, al quebrantamiento de los huesos de Ias piemas de Jesus, lo cual habría ace­ lerado su muerte. a x é n :a o |iia , a t o ç , TÓ skepasma lo que sirve para cubrirse* El sustantivo, además de significar vestido, puede significar también casa. 1 Tim 6, 8: «Y si tenemos con qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos». £ x E t)ã ç , ã Skeuas Esceva* Nombre de persona correspondiente al latín Scaeva. Según Hech 19, 14, un principal sa­ cerdote judio se llamaba así. B. A. Mastin: JThS 27 (1976) 405-412; J. A. Fitzmyer, «A certain Sceva, a Jew, a Chief Priest» (Acts 19, 14), en FS Schneider, 299-305. v x eirrj, f|ç , ^ skeuê aparejo (de una embarcación)* En Hech 27, 19 dícese de los (imprescindibles) aparejos de la nave, que los marineros arrojaron al mar. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.

oxevoç, ouç,

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TÓ skeuos objeto, recipien­

te, instrumento*

1. Aparición en el NT y significados fiindamentales - 2. Uso en sentido propio - 3. Uso metafórico y figu­ rado. Bibl.: Bauer, Wõrterbuch. s.v.: Liddell-Scott, í .v.; C. Maurer, axeüoç, en ThWNTVII, 359-368; Preisigke, Wõrterbuch H, 468s; J. Whitton, A neglected Meaningfor axEüoç in 1 Thess. 4, 4: NTS 28 (1982) 142s.

1. En el NT oxeüoç aparece 23 veces y se halla distribuído de manera uniforme en más de doce escritos. En comparación con el griego profano (desde Ia época clásica el término aparece frecuentemente en los papiros) y con el griego de la LXX (en ella es casi siempre traducción dei hebreo Ifli), en el uso dei NT no se observa ni un cambio semântico ni una especificación dei significado. Tanto en un caso como en otro, onsvoç significa objetos de toda clase y puede usarse también en senti­ do figurado. 2. En Mc 11, 16 oxeüoç significa en senti­ do muy general cualquier objeto (= cualquier cosa: Maurer, 362), en el caso de que la finalidad dei pasaje sea la protesta contra la profanación dei área dei templo, al ser utilizada como atajo (^por los que cargaban con bultos?); en cambio, si lo que Marcos pretede es hacer crítica dei culto, entonces oxEüoç -c o ­ mo sucede frecuentemente en la LXX- debe entenderse en el sentido de (cualquier) objeto de culto (cf. R. Pesch, Das Markusevangelium n [HThK], 198; J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, Salamanca H997, 150s. J. M. Ford [Bib 57 (1976) 249-253] propone además la interpretación de «bolsa dei dinero»). En todo caso, los o x e ú t | Tfjç Xeltouq yíaç en Heb 9, 21 son «objetos de culto» (cf. Ex 40, 9; Lev 8,11). En Hech 27,17 se habla de un objeto que pertenecía a los aparejos de una nave; refiriéndose sobre todo a un anela, cf. Pap. Zenón 6, 10 (Preisigke, Sammelbuch III, 6712). El plural x à omeÚt] significa a menudo en sentido colectivo los bienes. Ias pertenencias, como en Mc 3, 27 par. Mt 12, 29 / Lc 17, 31 (en este caso, la mejor traduc-

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OKBVOq - CWriVT)

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en consonância con ello, se ha sugerido también constantemente la idea de referir también a la mujer el o x e ü o ç que aparece en 1 Tes 4, 4 (cf. Maurer, 365-368). Un motivo dei AT (cf. especialmente Is 29, 16; Sab 15, 7) se baba igualmente en la metá­ fora dei alfarero en Rom 9, 20-24, que pone de relieve la bbertad de Dios tanto en la cóle­ ra como en la misericórdia. Dos grupos distin­ tos de personas se contraponen aqui: los ju­ dios incrédulos y el pueblo de Dios integrado por judios y gentiles. Se establece un contras­ te entre ellos como ô p.èv etç rqiqv oxeüoç, ô ô è Eiç àTipíav [ o x e ü o ç ] («un vaso para uso honorable, el otro para uso despreciable», v. 21) o como oxeúq Ò Q Y q ç... elç àjtcókeiav y oxEÚq èÀéouç... e Í ç ôó^av ( « v u í o í de cóle­ 3. El NT emplea varias veces axeüoç en ra... para la perdición, vasos de misericórdia... para la gloria», vv. 22s), es decir, como obras sentido metafórico o en figurado. Según «la sujetas siempre a la bbertad con que el Creasentencia dei vencedor» (Ap 2, 27, que cita al Sal 2, 9; cf. sambién SalSl 17, 26), los eIIvt] dor puede disponer de ellas (sobre este pasaje cf. fínalmente, U. Wilckens, La Carta a los son entregados cual frágiles «vasijas de ba­ Romanos II, Salamanca 1992, 248-252; A. T. rro» ( tà oxEÚq TÒ xEQa|iim) a quienes reinen con Cristo al fin de los tiempos. La ima­ Hanson: ThST 32 [1981] 433-443). La ima­ gen se recoge en 2 Tim 2, 20s, pero se trasla­ gen, muy difundida en el âmbito belenístico y en el âmbito judio, y que habla dei hombre o da parenéticamente al contexto de una polê­ mica contra los herejes; El que se distancia de de su cuerpo como una vasija, a menudo co­ Ias prácticas heréticas, se convierte en o x e ü o ç mo una vasija inservible (Artemídoro, Onirocr e I ç Tipqv (los herejes son [oxeúq] eiç ãxiV, 25; Séneca, Marc XI, 3; Epicteto, Diss UI, (xíav). Finalmente, en la designación metafó­ 24, 33; IQH 4, 9; bTaan 7a) constituye el fon­ rica de Pablo como oxeüoç èxkoYfjç (Hech 9, do de la parénesis de 1 Tes 4, 4 (cada uno se15) predomina el carácter instrumental de pa rò éauToü o x e ü o ç X T ã O '& a i e v á Y i a a [ i c õ oxeüoç; Pablo es un instrumento elegido para x a l Tififí [«poseer su propio cuerpo en santifiun determinado fm (a saber, para la labor micación y honorabiüdad»]; cf., a propósito, O. sionera; sobre la designación de seres huma­ Merk, Handeln aus Glauben, Marburg 1968, nos como instrumentos de otros, cf. también 46s; J. Whitton: NTS 28 [1982] 142s) y tamPobbio Xm , 5, 7; XV, 25, 1). bién de la metáfora de 2 Cor 4, 7 que habla dei evangebo (^o de la ôiaxovía xfjç ôó^qç? Así E. Plümacher piensa R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 114) como tesoro «en vasi­ a x t|V r j, f íç , ^ skenS tienda, cabana, taberjas de barro» (ôoTQaxívoiç) (por ello se ennáculo* tiende la débil y nada impresionante realidad corporal de los proclamadores dei evangebo, 1. Aparición y significado - 2. Las anrfvm en la de Pablo y de sus colaboradores; cf. 1 Cor 1, historia de laTransfiguración - 3. Las moradas eternas (Lc 16, 9) - 4. El tabemáculo celestial en Hebreos y en 26-2,5). En la tabla de deberes domésticos de el Apocalipsis. 1 Pe 2, 18-3, 12, reflejándose una manera rabínica de hablar (Billerbeck III, 632s), se de­ B ibl: A. Alt, Zelte und Hütten, en Atl. Studien. FS signa a la mujer como vaso más debil (3, 7); für F. Nôtscher (BBB 1), Bonn 1950, 16-25; G. Fis-

ción es: los enseres domésticos), cf. Lisias XIX, 31. Más frecuente es el significado de recipien­ te. Al pie de la cruz hay una vasija llena de vi­ nagre (Jn 19, 29), y una vasija indeterminada sustituye en Lc 8, 16, en la imagen de la lámpara, el «celemín» dei que habla Mc 4, 21 (p,óôioç). Pedro vio un recipiente que era di­ fícil de describir («como un gran lienzo»; cf. Ias variantes textuales que documentan aqui la no identificación dei objeto) en su visión (Hecb 10, 11.16; 11, 5). Ap 18, 12ss enumera recipientes bechos de materiales preciosos, y 2 Tim 2, 20 distingue entre recipientes de ma­ teriales preciosos y otros de materiales de in­ ferior calidad, y entre sus respectivos usos.

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OXTlVf)

cher, Die himmlischen Wohnungen. Untersuchungen zu Joh 14. 2s (EHS XXni/38), Frankfurt a. M. 1975, 115-229; K. Goldammer, Elemente des Schamanismus im AT, en Ex Orbe Religionum (Studia G. Widengren) II, Leipzig 1972, 266-285; O. Hofius, Katapausis (WUNT 11), Tübingen 1970, 59-74; Id., Vorhang vor dem Thron Gottes (WUNT 14), Tübingen 1972, 50-73; Id., Das «erste» and das «zweite» Zelt: ZNW 61 (1970) 271-277; W. Michaelis, axTivií, en ThWNT VII, 369382; J. M. Nützel, Die Verklãrungserzãhtung im MkEv. (FzB 6), Würzburg 1973, 122-141; para más bi­ bliografia, cf. ThWNT X, 1265S.

1. En el NT oxTivr| aparece 20 veces, especialmente en Hebreos (10 veces). En la LXX es la traducción homogênea para referirse a diversos tipos de vivienda que se consideran (desde la perspectiva de la historia de la cul­ tura) como «inferiores» al de una casa sólida (cf. Heb 11, 9: la fe de Abrahán se hace pa­ tente porque «habita» en una tienda y perma­ nece así abierto a la promesa de Dios), princi­ palmente a la tienda y a la cabana (sobre Ias necesarias diferenciaciones desde el punto de vista de la historia de la cultura, cf. Alt). axT]VT| es especialmente la designación dei tabernáculo para el culto sacrificial levítico (Heb 13, 10; Hech 7, 43 habla de un tabemáculo en el que se ofrecían sacrifícios paganos), y en base a esto la Carta a los Hebreos y el Apocalipsis penetran hasta el plano dei tabemáculo celestial (cf. también Hech 7, 44). La restauración dei «tabemáculo de David» (Hech 15, 16) -originahnente la esplêndida cabana real en el campo- designa en Lucas la renovación dei pueblo de Dios y la reunión en él de Ias naciones. 2. Mc 9, 5 par. Mt 17, 4 / Lc 9, 33: ^Quiere Pedro retener la gloria celestial, y se basa su propuesta de constracción de cabanas en una alusión a la fiesta de los tabernáculos? (Cf. Nützel, 126-134 y Michaelis, 380-382 para la historia de Ias investigaciones.) Es innegable la referencia a la escena bíblica cen­ tral dei Sinai: por medio de esas cabanas, aná­ logas al tabemáculo, la gloria celestial tendrá un lugar en que se manifieste (sobre la expresión «cabanas de gloria celestial», cf. A. Jellinek, Beth ha Midrasch, Jerusalem ^1967, V, 179, 5s). Desde el punto de vista de la historia

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de Ias religiones. Ias OKTivaí, lo mismo que la tienda mosaica, recuerdan Ias yurtas shamanísticas dei templo (cf. Goldammer, 272, quien ilumina tambiên otros motivos). 3. A Ias «moradas eternas», en Lc 16, 9, les corresponde el hecho de que los justos (TestAbr A 20), los mártires (Mart. Andr. 13) y el Israel restaurado (5 Esd 2, 11) moren en oxT]vaL. La tradición judia habla también de baldaquinos y moradas celestiales (cf. Fischer, sobre todo 227s; Billerbeck II, 221; Levy II, 92; Jellinek, Beth ha Midrasch II, 52; III, 133; V, 42, 45 y 47); sobre el tema, cf. In 14, 2 y -> axíjvoç. 4. Heb 8, 2.5 deduce, de la derivación dei tabemáculo de un tipo celestial, según Ex 25, 40, que en el cielo existe «una tienda verdadera» = un lugar de culto, que Dios mismo construyó (sobre el conjunto, cf. Hofius, Vorhang, 4-19). Las características dei santuario celestial en contraste con el santuario terreno dei antiguo pacto son: se halla èv xolç oupavoTç (pertenece al mundo celestial), más aún, su lugar santísimo (sobre la distinción que ha­ ce la Carta a los Hebreos entre axT)vfi [el san­ tuario en su totalidad] y x à ã y ia [especial­ mente el lugar santísimo en la axrivfi], cf. Ho­ fius, Vorhang, 56-73, sobre todo 71) está en el ongavóç (9, 24), es decir, en el más alto cie­ lo, de tal modo que la morada de Dios se cualifica cultuahnente (cf. Hofius, Vorhang, 70s); es un santuario «verdadero», es decir, cualifica celestial y escatológicamente a la historia; es mayor y más perfecto y, por tanto, se halla en consonância con su destino celestial (9, 11); a diferencia de él, el santuario terrenal no es más que copia y sombra, que se contempla retrospectivamente desde la perspectiva de la historia de la sedvación (8, 5; 9, 11). La distinción entre una «primera» y una «segunda tienda», tan decisiva para el contex­ to dei capítulo 9 de Hebreos (vv. 2.3.6.21), tiene una correspondência filológica y objeti­ va en la distinción entre un jtQcõxov y un Seúxegov oixoç en Josefo, Bell V, 193ss (cf. Ho­ fius, Zelt, 274s): se piensa en la primera y en

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axT)vf) —axT]voç

la segunda parte de la tienda, es decir, en la separación entre el santuario y el lugar santísimo. Si el acceso al lugar santísimo, en el culto dei tabemáculo terreno, se hallaba fun­ damentalmente cerrado, sin embargo Cristo, por medio de su sangre, cruzo el santuario ce­ lestial y penetró de una vez para siempre en el lugar santísimo, donde se halla sentado en un trono a la derecha de Dios (9, 8-10; 8, 1): la crucifixión de Jesús se convierte de este mo­ do en un acontecimiento celestial y escatológico. La doctrina cosmológica sobre el tabernáculo, en la Carta a los Hebreos, no tiene acentos gnósticos, sino que sirve, con arreglo a la apocalíptica cultuai judia, para interpretar la cristología y la doctrina sobre la reconciliación desde la dimensión de lo celestial y escatológico. Son dos categorias que, en el tiempo dei NT, manifiestan casi exclusivamente ca­ racterísticas cultuales. Esto corresponde también a la doctrina dei Apocalipsis acerca dei templo; El santuario celestial es el origen de la historia de la salvación (15, 5ss y passim) -por eso la blasfêmia de la bestia se dirige también contra el san­ tuario celestial (13, 6)-, y la salvación escatológica significa la consumación de los bienes salvíficos circunscritos hasta entonces cultualmente (21, 3-8; 21, 23-22, 4; cf. Heb 8, 2). El trasfondo cristológico de la doctrina de Hebreos sobre Cristo como sumo sacerdote (y la doctrina dei Apocalipsis sobre el Cordero) se halla en la tradición cristiana primitiva so­ bre el Hijo y sobre el Hijo dei hombre (cf. O. Michel, Der Brief an die HebraeP, 143ss): El Hijo pertenece a la casa dei Padre; esto, expresado en términos de apocalíptica cultuai, significa: el Hijo pertenece al santuario celes­ tial. J.-A. Bühner axnvortU Y Íot, a ç , skénopégia la Fiesta de los Tabemáculos* oxT)vojtT|YÍa se deriva de axqvf] y Jtfiyvu[XI. Significa, por tanto, plantar una tienda y es, por tanto, el nombre de la Fiesta de los Tabernáculos, por ejemplo, en Dt 16, 16 (y pas­

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sim en la LXX) fj êoQXTi Tíjç OKTivoTcrjYiaç. Esta fiesta se celebra de los dias 15 al 21 dei mes de Tisrí; Billerbeck II, 774-812. En el NT se menciona en Jn 7, 2 (y 5, 1 v.L): «la fiesta de los judios iq oxpvojtTjYÍa». ThWNT VII, 391-394. aXT]VO JIO lóÇ , o C , Ó skênopoios fabrican­

te de tiendas de campana* En Hech 18, 3 se habla de Aquila y Prisci­ la, con quienes Pablo se quedó Pablo en Corinto trabajando con ellos, «porque tenían el mismo oficio de hacer tiendas». Cf. 1 Cor 4, 12; 1 Tes 2, 9. BiUerbeck II, 145-141 ■ThWNT VII, 394-396; R. Hock: JBL 87 (1978) 555564; Id.; CBQ 41 (1979) 438-450; Id., The Social Context ofPauFs Ministry. Tentmaking and Apostleship, Philadelphia 1980; P. Lampe, Paulus - Zeltmacher: BZ 31 (1987) 256261. a x f j v o ç , o v ç , TÓ skenos tienda de campa­

na, cuerpo* B ibl.: E. E. Ellis, I I C orinthians V I - I O in PauUne E schatology. NTS 6 (1959-1960) 211-224, sobre todo 216-219; F. G. Lang, 2 K o r 5, 1 -1 0 in d e r neueren F orschung (B G S E 16), Tübingen 1973, 132-134, 178-

185; W. Michaelis, oufyvoç, enThWNTVII, 383-385; O. Michel, «E in B au von Gott». F ragen zu 2 K o r 5, 1, en W ort u n d WirkUchkeit. F S fU r E. L. R app I, Meisenheim 1976, 85-89; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1265s. 1. En el NT oxfjvoç aparece únicamente en 2 Cor 5, 1.4. Como el significado fundamen­ tal de tienda se trasparenta dificilmente, algunos han supuesto que el verdadero significado dei término es el de cuerpo (Michaelis, 383, 12-15 y 37s; 384, 9s y 25; 385, 1). Sin embar­ go, Pablo acentua precisamente la idea de una construcción. Por consiguiente, no puede tomarse como base de la exégesis la cuestión acerca de la corporeidad individual y de la suerte de la vida individual (así con Ellis, Lang). Hay que distinguir tres círculos concêntri­ cos de conceptos: 1) La contraposición entre la construcción de la tienda terrena y el edifi-

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a j t f jv o ç - axT)vocü

cio que es de Dios, una mansión que está en el cielo y que no ha sido construída por mano de hombres, corresponde a la docttina bíblica dei templo (->^ aMT)vf|), así como la expectación de ser revestidos tiene su fundamento en la esperanza apocalíptica de una trasformación de Sión (5, 4; cf. Is 2, 2; Hen [et] 90, 28s; 4 Esd 10, 25ss). 2) En Qumrán (IQS 4, 20) y en el NT la doctrina acerca de la construcción dei templo se aplica a la comunidad (1 Cor 3, 9; 14, 5). 3) Sobre estas dos ideas corporati­ vas se fundamenta el enunciado acerca dei edifício dei cuerpo individual (cf. IQH 7,4.8, cf. Michel, 87s). Por consiguiente, el plano individual está sustentado por una ontologia cultuai recogida por Pablo, la cual, no obstan­ te, por la revelación de Cristo se trasforma en una nueva doctrina acerca de la comunidad: El aô)p,a XpiOToC constituye un âmbito salvífíco celestial y terreno, en el que participa la comunidad que ha recibido el don dei Espíritu, y en el que ésta ha de hacer su entrada por completo, algún día. oxfivoç en todo el contexto tiene la tarea de interpretar la existência terrenal y corpórea, de carácter transitório, como una sombra y una prefiguración dei modo de existência ce­ lestial y escatológica que es propia de la co­ munidad redimida, de la comunidad de Dios. La correspondência y la diferenciación se hallan entretejidas como en aspectos de la doc­ trina cristológica de la cruz y de la exaltación, pero no se hallan desligadas en el sentido de una historia lineal. J.-A. Bühner

o>tli]vó«) skenoo

morar en una tienda, hallarse presente cultualmente*

Bibl.: H. Gese, D er Johannesprolog, en Id., Zur bibl. Theologie (BEvTh 78), München 1977, 152-201;

W. Michaelis, OKqvóco, enThWNTVII, 386-388; más bibliografia en axTivf|, -> axfjvoç; cf. además ThWNTX, 1265s. OTtqvóco aparece únicamente en Jn 1, 14 y cuatro veces en el Apocalipsis. El significado de morar en una tienda está especificado, lo mismo que en -»■OHT|vf|, por el precedente ve-

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terotestamentario en la historia de Ias tradiciones, donde sãkan (cf. el término rabínico s‘ktnâ) describe la revelación de Dios como «inhabitación» en la «tienda» (cf. Gese, 185s). Por eso, Jn 1, 14 no sólo entiende la encarnación dei Logos como consumación escato­ lógica de la revelación de la palabra profética, sino -m ás todavia—como superación de la doctrina de la presencia cultuai intramundana de Dios (sobre la interpretación análoga en la tradición sapiencial, cf. Eclo 24, 8): la gloria (sobre ô ó |a , ciXf|^eia como predicaciones de Dios, cf. Gese, 186) de la revela­ ción de Dios encuentra su forma escatológica en una vida limitada terrenal e históricamen­ te. Por consiguiente, oxt]VÓ(o no acentúa el transitório cambio de lugar dei Xóyoç celes­ tial, sino que la encamación desvela su forma escatológica de revelación; el Jesús terreno, al que el Evangelio de Juan -en una síntesis centrada en la cruz- llama también el «Cordero de Dios» (1, 29.36), revela definitivamente la forma dei Logos y, con ello, la forma de Dios (cf. 12, 45; 14, 9), incluso en la dimensión celestial y escatológica (cf. Ap 19, 13; 21, 22s.27; 22, 1.3). El ea>íf|vcoaEV èv •qp.iv se halla, con respecto al ser dei fxovoYEvfjç ■fteóç que está en el seno dei Padre, en una relación de correspondência e identidad, que se expresa en la forma atenuada de la diferencia analogizante de la relación de la oixla roí) oxT|vonç con la olxoôopri èx ■&Eon (2 Cor 5, 1; cf. E. Haenchen, Das Evangelium des Johannes, Tübingen 1980, 129). Además dei acto dei morar cultuai de Dios (y dei Cordero, Ap 21, 3.22) con los hombres, que es un morar escatológico y permanente y que no necesita el edifício dei templo, el Apo­ calipsis conoce el morar de Dios, sentado en su trono, sobre los mártires glorifícados en la santidad celestial (Ap 7, 15). En 12, 12 (y probablemente también en 13, 6) axTjvóo) es una circunlocución para expresar la participación celestial de los glorifícados en la gloria de la oxT]vr| de Dios (cf. E. Lohmeyer, Die Offenbarung des Johannes^ [HNT], 72, 104, 106). J.-A. Bühner

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a3tr|V(D|ia - oxia

(TXt|Vú>^.a, a t o ç , t ó skênõma tienda, mo­

rada* En Hech 7, 46 (Sal 131, 5 LXX) se habla dei templo como morada de Dios; sobre la crítica textual de este versículo, cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HTbK), 466s. En 2 Pe 1,13, 14 aKT|va)|ra se refíere al cuerpo bumano: «estar en esta tienda» (v. 13) sig­ nifica «vivir», y el «despojarse de la tienda» significa la muerte. TbWNT VII, 385s.
1. Aparición en el NT - 2. Sombra - 3. Imagen de sombras. B ibl: H. Ch. Hahn, en DTNT IV, 234-236; S. Schulz, aziá xxX., enThWNTVII, 396-403; paramás bibliografia, cf. ThWNTX, 1266.

1. En el NT el sustantivo avxá aparece 7 veces: cuatro con el significado fundamental de sombra (Mc 4, 32; Hecb 5, 15 en sentido propio, Mt 4, 16; Lc 1, 79 en sentido figura­ do) y tres veces con el significado de imagen de sombras (Col 2, 17; Heb 8, 5; 10, 1). 2. La expresión o x ià 'Oaváton, «sombra de muerte», designa en Mt 4, 16 (cita de Is 9, I) la lejanía de Dios en que viven los gentiles, a quienes se manifiesta en Jesús el Salvador mesiánico prometido en Is 9, Iss. En el enun­ ciado de Lc 1, 78s, igualmente mesiánico y dependiente de textos dei AT como Núm 24, 17; Is 9, 1; Mal 3, 20 y Sal 106, 10.14 LXX, o x ià ■Oaváiorj es una imagen para expresar la sujeción al pecado y a la muerte: Jesús, la «luz que irradia de lo alto», trae el perdón y la paz a los que se hallan perdidos en el pecado (cf. V . 77). La expresión axià daváxon, atestiguada va­ rias veces en la LXX, es traducción dei bebreo slmwt, que originalmente se leyó quizás como salmút (jalmôt) = «oscuridad», «tinieblas». La puntuación masorética salmãwet entiende el tér­ mino -al igual que la LXX y el Targum {tülã’ d‘môtã’)—como término compuesto de sê l («som­ bra) y mãwet («muerte»).

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3. aniá puede designar la imagen de som­ bras de un objeto y, por tanto, la simple «co­ pia» a diferencia de la realidad misma o dei ser verdadero y esencial de algo. En Filón en­ contramos el par de opuestos ojtiá / 0õ)[j,a = «imagen» de sombras / «prototipo» sustancial (por ejemplo, en Migr 12; Her 72; Conf 190). En el NT este uso aparece en Col 2, 17. Los falsos maestros de Colosas exigen la obser­ vância -considerada por ellos como necesaria para la salvación- de los preceptos dei AT relativos a Ias comidas y a los dias de fiesta (v. 16). Frente a esto, el autor de Colosenses acentua: Esos preceptos son «(únicamente) una imagen de sombras de lo que ba de venir (contemplado desde el AT); pero la realidad (de la salvación) se baila (unicamente) en Cristo». La cuestión de saber basta qué punto esos preceptos son «una imagen de sombras de lo que ba de venir» no le preocupa al autor. A él lo que le interesa estrictamente es la afirmación de que a los ôÓYitata les falta por completo lo que es realidad en Cristo, y que, por tanto, esos preeeptos no tienen sentido alguno para quien cree en Cristo (-> ôÓY(ta 4). La Carta a los Hebreos, en 8, 5 (cf. 9, 23s) designa al santuario de la tienda (->^ oxTlvfi 4), que babía sido erigido por Moisés como simple «imagen» (-> vjtóÔEiYpa) y sombra (oxió) dei «prototipo» mencionado en Ex 25, 40 TÚJtoç), es decir, dei santuario celestial (8, 2; 9, 11). De manera análoga, según Heb 10, 1, el culto sacrificial prescrito por la Torá en el Sinai representa tan sólo una imagen de som­ bras (oHiá) que senala bacia la «verdadera» forma ( ^ elxcóv 4), correspondiente a la voluntad salvífica de Dios, dei acontecimiento escatológico de la salvación. Esto quiere de­ cir; los ritos realizados en el santuario terreno no podían ni pretendían efectuar la expiación y el perdón de los pecados (7, 11.19a; 9, 6ss; 10, Iss.11); su significado consistia en mos­ trar la pecaminosidad dei bombre, lo separado que el pecador estaba de Dios, y la necesidad de la expiación y de la eliminación de los pe­ cados (10, Iss). Esta expiación salvífica se ba realizado en el sacrifício único y valedero de una vez para siempre, que el sumo sacerdote

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a x iá - axXtiQoxaQÔía

Jesús hizo de sí mismo, el cual ofreció su sangre ante Dios en el lugar santísimo allá en los cielos (8, Is; 9, llss; 10, 10ss.l9ss). Ahora que la «realidad» de la salvación ha apare­ cido en Cristo, el tiempo de Ias «imágenes de sombra» pasó ya definitivamente (8, 13; 10, 8 S .1 8 ).

O. Hofius a x iQ ta to skirtaõ saltar, brincar* El verbo designa en Lc 6, 23 la acción de saltar como expresión de alegria (a diferencia de Mt 5, 12), y en Lc 1, 41.44 los movimientos (alegres) de la criatura en el seno materno (cf. 1, 15; Juan, ya desde el seno materno, es­ tá «lleno dei Espíritu Santo»). ThWNT VII, 403-405. a x X r|Q o x a ç ô la , a ç , sklêrokardia du­ reza de corazón* axX,T]QÓç, 3 sklêros duro, rudo* 0XÀ.TiQÓTT]ç, TiTOç, f| sklêrotês dureza, endurecimiento* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. ax^pQojíaçôía / 0x>.rieÓTT)ç - 4. oxXtiqóç. B ibl.: U. Becker, Duro, obcecado, en DTNT TI, 5456; J. Behm, oxitTiQOKaQÔía, en ThWNT III, 616; K. Berger, H a r th e rz ig k e it u n d G o ttes G esetz. D ie Vorgeschichte des antijüd. Vorwurfs in M c 10, 5: ZNW 61 (1970) 1-47; Id., D ie G e se tzesa u sleg u n g J e s u I (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 508-575, 579; K. L. y M. A. Schmidt, o k X t i q ó ç , o x X t j q ó t t i ç , en ThWNT V, 1030s; G. Schneider, Jesus Worf über die E h esch eid un g in d e r Ü berlieferung d es NT: TThZ 80 (1971) 65-87; S. van der Woude, qsh, en DTMAT II, 867-870; además de los comentários, consúltese también la bibliografia en JttaQÓco.

1. axA.T)QOxaQÔía aparece en Mc 10, 5 par. Mt 19, 8 y en Mc 16, 14; ax>o]QÓtTiç se encuentra únicamente en Rom 2, 5. El adjetivo se emplea en Mt 25, 24 para referirse a una persona; en los otros cuatro pasajes (Hech 26, 14; Jn 6, 60; Jds 15; Sant 3, 4) se refiere a co2. El adjetivo se usa, en los escritos profa­ nos y en los escritos bíblicos, tanto en sentido

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literal como en sentido figurado, sobre todo para referirse a la voluntad divina. En este âmbito es donde se asienta el sentido figurado de axÀT)0ÓXT)ç (existente ya en el griego clásico) y de oxX.TiQOTi0oSía (que sólo aparece en el griego bíblico). El empleo de los térmi­ nos en el NT está determinado enteramente por enunciados dei AT y dei judaísmo antiguo. Con arreglo a Ias construcciones adjetivales como o x X,t iq ò ç tf]v xaQÔíav (Prov 2 8 , 14) o oxX,T]Qoxáeôioi (Ez 3, 7), la LXX em­ plea el neologismo oxJcqQoxaQÔía en la exhortación de Dt 10, 16; Jer 4, 4 a circuncidar el «prepúcio dei corazón» (así el TM). El reproche dei «prepúcio (incircuncisión) dei co­ razón» se cuenta entre los temas de la predicación de penitencia en el ambiente deuteronomístico-profético y -dependiendo de él- en el dei judaísmo antiguo. Según esta predicación, Israel, «endurecido», se niega a escuchar a Dios. En el NT, este reproche se «cristianiza», dirigiéndose -a l estilo de los textos de polêmica judia interna, sobre todo a los procedentes de Qumrán- contra «los judios»; Mc 10, 5 par.; y lo mismo sucede en la hendíadis de Rom 2 , 5 («con arreglo a tu corazón duro y no dispuesto al arrepentimiento»); cf. Hech 7, 51, donde lo de ser incircuncisos de corazón y de oídos acentúa por medio de una metáfora la acusación de desobediencia (a la fe). (EnTestSim 6 ,2 oxXBQOTpaxiiXía se ha11a en paralelo con oxÀriQoxaQÔía.) Este em­ pleo antijudío, en línea con otros «enunciados de endurecimiento» dei NT, continua y se di­ funde en la Iglesia antigua - a diferencia dei uso parenético dei tema, aplicado intemamente al cristianismo, que se halla atestiguado en Mc 16, 14—, 3. En el litigio sobre el divorcio en Mc 10, 2-9, la prohibición de Jesús en contra de la objeción basada en Dt 24, 1-4, se propugna desacreditando esa reglamentación dei certi­ ficado de divorcio como una acomodación (sobre Jtpóç, cf. Berger, Gesetzesauslegung, 54 Is nota 1; itpóç 2.d) a la desobediencia de Israel a Dios, perpetuada inintemimpidamente desde el principio (v. 5; «por vuestra

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oxXTjQoxaQÒía - oxojtóç

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dureza de corazón»). Este mismo reproche, en Mt 19, 8 (sobre la reestructuración dei mate­ rial de Marcos en Mt 19, 3-9, cf. Schneider, 82s), afecta aqui también a la práctica dei di­ vorcio è r t l J tO Q v e ía , atestiguada por Mateo. Rom 2, 5 recoge la acusación de dureza de corazón, la cual, con arreglo a la comprensión que Pablo tiene de Cristo, se aplica automáti­ camente a los judios que no creen en Cristo (y que, por tanto, no están dispuestos al arrepentimiento), y la pone en relación con lo inevitable dei juicio. Mc 16, 14 ataca la incredulidad cristiana a pesar dei testimonio que se ha dado de la resurrección.

guien]), en Rom 9, 18; con seres humanos co­ mo sujeto (endurecimiento de los corazones) en Heb 3, 8.15; 4, 7. En dos pasajes el verbo se halla en voz pasiva con el significado de endurecerse, hacerse obstinado: Hech 19, 9; Heb 3,13. ThWNT V, 1031s; DTNTIl, 54-56.

OxXT|QÓTt]Ç, tltO Ç , endurecimiento

axXi]QOTQáxT)Xoç, 2 sklêrotrachêlos de dura cerviz, obstinado* Hech 7, 51, al final dei discurso de Esteban: «jVosotros sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos!» (cf. Dt 9, 6.13 y passim LXX); cf. ->■ oxkTjQOxaQÔía 2. Cf. ThWNT V, 1031; DTNT H, 54 y 56.

ax o Jtéo í skopeõ espiar, prestar atención* En el NT oxonÉm lleva en Pablo el objeto de la acción verbal en acusativo: Rom 16, 17; 2 Cor 4, 18; Gál 6, 1; Flp 2, 4; 3, 17. En Gál 6, 1, la expresión oxorcrôv ocautóv va segui­ da por una oración completiva de p,f|: «mirándote a ti mismo, no sea que». Sin objeto en acusativo, pero con una oración de pf| e indi­ cativo (seguida, por tanto, por una interrogati­ va indirecta: mirar si...) en Lc 11, 35. Cf. ThWNT VII, 416-418.

axXlIQÍJVa) sklSrynõ endurecer, hacer obs­ tinado* El verbo se halla en voz activa, teniendo a Dios como sujeto (hacer obstinado [a al-

aXOTCÓÇ, OÜ, Ó skopos meta* Flp 3, 14: x a t à oxortòv ôlcüxco , «correr hacia la meta». ThWNT VII, 415s; DTNT 111, 74; R. Alpers-Gõlz, Der Begriff oxojtóç in

a x o X ió ç, 3 skolios torcido* En sentido propio (lo opuesto: euDtJç) en Lc 3, 5. En sentido figurado (pervertido, fa l­ so) en la expresión «una generación perver­ sa» (Hech 2, 40; Flp 2, 15). 1 Pe 2, 18 habla de perversos ôeattóxai, a quienes hay que prestar obediência (lo mismo que a los «bue4. Cuando «muchos discípulos de Jesús» nos»). ThWNT VII, 405-410; Spicq, Notes I, designan como duras Ias palabras dei pan (Jn 218-220. 6, 60), se escucha en todo ello el motivo de la incredulidad, como también se escucha en Jds axóXoijt, on:oç, ó skolops estaca, astilla, 15 (Ias duras palabras de los impíos: cf. Hen espina* [gr] 1, 9) y asimismo, probablemente, en Ias El sustantivo designa (diferentes) cuerpos palabras que Cristo dirige al perseguidor Pa­ extranos especialmente molestos (Bauer, blo (Hech 26, 14). El adjetivo se usa sin sig­ Wõrterbuch, v.v.). Pablo alude a su enfermenificado religioso en Mt 25, 24 («un hombre dad, cuando en 2 Cor 12, 7 dice; «Me fue da­ duro») y Sant 3, 4 {«yientos fuertes»). do un axóX,OT|í Tfj oapxL». En este contexto P. Fiedler no es fácil determinar con seguridad cuál es el sentido de oxóÀotj). ThWNT VII, 411-415: X, 1266 (bibl.); D. M. Park: NovT 22 (1980) axXifQÓç, 3 sklSros duro, rudo 179-183 (con la interpretación de: staca). -> oxX.TiQoxaQÔLa (4). sklSrotês dureza,

oxX,TiQoxaQSía.

1439

OHOJtOÇ - OXOTOÇ

1440

der Stoa und seine Vorgeschichte, Hildesheim 1976.

dei corazón en Rom 1,21 y de los ojos en 11, 10 (Sal 68, 24 LXX). ThWNT VII, 424-446.

axOQmí^lo skorpizõ dispersar; distribuir* En Jn 10, 12 dícese dei lobo que dispersa Ias ovejas. En el fondo de Mt 12, 30 par. Lc 11, 23 se halla también probablemente la imagen dei rebano que es reunido (0UváYCü) o dispersado (axoQití^co). Aparece en voz pasiva en Jn 16, 32 {dispersarse)'. Jesus predice la desbandada de los discípulos. - El significado de distribuir aparece en 2 Cor 9, 9: Dios «distribuyó, dio a los pobres» (Sal 111, 9 LXX). ThWNT VII, 419-424.

a x o tO O ^ .a i skotoomai oscurecerse, entenebrecerse* Dícese dei oscurecimiento dei sol y dei aire en Ap 9, 2 (cf. Job 3, 9). Del reino de la bestia en Ap 16, 10. En sentido figurado en Ef 4, 18: è o x o T C o p ,é v o ç tfj Ô i a v o í a . ThWNT VII, 441 y 443.

ax o ç:7 iío ç, o r , ó skorpios escorpión, alacrán* Ap 9, 3.5.10, en comparaciones, hablan de escorpiones. En Lc 10, 19 se menciona, junto a Ias serpientes, los escorpiones; 11, 12 habla dei escorpión, después de haber mencionado en el V. 11 una serpiente. GXOTCIVOÇ, 3 skoteinos sombrio, oscuro*

oxoreivóç se menciona juutamente con el término opuesto (pmteivóç; Mt 6, 23 par. Lc 11, 34.36. ThWNT VH, 442; F. Hahn, en FS Schmid 1973, 107-138. GXOTÍa, a ç , ■q skotia oscuridad, tinieblas*

En sentido propio en Mt 10, 27 par. Lc 12, 3 (en una imagen); Jn 6, 17; 20, 1. En sentido figurado, refiriéndose a un oscurecimiento de la mente o de los sentimientos: Mt 4 ,1 6 v.I. y frecuentemente en el Evangelio de Juan (1, 5a.b; 8,12; 12, 35a.b.46) y en la Carta primera de Juan (1, 5; 2, 8.9.11a.b.c). ThWNT VH, 424-446; DTNTIV, 287-291. o x o T ÍÇ o ^ a l skotizom ai estar o ponerse sombrio, entenebrecerse* La voz pasiva de oxoTÍÇopai aparece en sentido propio en Mc 13, 24 par. Mt 24, 29; Lc 23, 45 Textus Receptus; Ap 8, 12. En sen­ tido figurado dícese dei entenebrecimiento

a x o t o ç , ODÇ, TÓ skotos tinieblas, oscuri­

dad* 1. Aparición en el NT y contenido semântico - 2. a) En los escritos paulinos - b) En los Evangelios y el li­ bro de Hechos. B ib l.: H. Conzelmann, o k ó t o ç m X ., en ThWNT Vn, 424-446; H. Ch. Hahn, en DTNT IV. 287-291 y 292-294; L. R. Stachowiack, D ie A n tith ese L icht-F instem is. E in T hem a d e r p ln P arãnese: ThQ 143 (1936) 385-422; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1266.

1. En el NT el sustantivo oxÓTOç aparece 31 veces; se halla documentado en 15 escritos dei NT (en el Evangelio de Juan aparece fre­ cuentemente ->■ oxo Tta en lugar de oxóxoç). - oxÓTOç significa tinieblas, oscuridad y se usa en sentido propio y en sentido figurado (así sucede especialmente en los escritos pau­ linos). 2. a) En el uso de oxóxoç en los escritos paulinos encontramos muy frecuentemente el simbolismo de la luz y Ias tinieblas (qpcõç oxÓTOç), como sucede, por ejemplo, en 1 Cor 4, 5, donde, en el curso de la enumeración de los deberes de los maestros dei evangelio, se describe el juicio como la iluminación de lo que ahora se halla oculto en tinieblas. El sim­ bolismo de la luz y de Ias tinieblas desempena también un papel en 2 Cor 4, 6, donde Pablo describe su propia eonversión como «un elemento dei acontecer paralelo al de la creación» (R. Bultmaim, Der zweite Brief an die Korinther [BCEK], sub loco). Se establece un paralelo entre la creación (cf. Gén 1, 3; Sal 112, 4) y el acontecimiento de la salvación. En 2 Cor 6, 14 (se discute la autenticidad de

1441

OHÓTOÇ - SxillhlÇ

la sección parenética 6, 14-7, 1) se ponen en relación mutua (prôç y ôixaiooíiVT], por un la­ do, y 0XÓTOÇ y ávojiía, por el otro lado. Dentro de la parénesis escatológica de I Tes 5, 1-11, Pablo utiliza la antítesis entre la luz y Ias tinieblas (v. 5) para describir los dos modos de existência de los cristianos. En el v. 4 se exhorta a los cristianos a no permanecer en Ias tinieblas. De manera parecida, en Rom 13, 12 (igualmente en la parénesis) se exhorta a despojarse de los eçya xon oxóxonç (así también en Ef 5, 11; cf. igualmente 1 Jn 1, 6, donde se habla dei caminar en tinieblas). - En Rom 2, 19 la expresión oi âv oxórei designa a aquellos que no poseen el recto conocimiento de Dios. Dentro de Ias Cartas deuteropaulinas, en Col 1, 13 —con terminologia típica de la conversión- se establece un contraste entre el âmbito de la luz y el de Ias tinieblas (así suce­ de también frecuentemente en los escritos de Qumrán, cf. IQM 1, 1.5.11; IQS 1, 9; IQS 2, 5 y passim). En el v. 13 la comurddad confiesa que ha habido un cambio de dominio: Dios los sacó de Ias tinieblas y los traslado al reino dei Hijo de su amor (cf. 1 Pe 2, 9: la vocación hace salir de Ias tinieblas y conduce a la luz). La misma terminologia que en Col 1, 12-14 se encuentra también en Hech 26,18. En Ef 5, 8 no se habla ya de la oposición entre dos âm­ bitos, sino que (en la parénesis) se describe a los creyentes como tinieblas y como luz ( t j t e yÓQ 7toT8 oxÓTOç, vüv ôè cpôãç èv xngícp), de lo cual se deduce la consecuencia: «jCaminad como hijos de la luz!» (cf. 1 Tes 5, 4s; 1 Jn 1, 6). En Ef 6, 12 la expresión oi xoopoXQáxoQEç xoü axóxonç designa a los «pode­ res dei mundo», sobre los que Cristo ha triun­ fado, sí, pero que todavia constituyen una amenaza para la vida de los creyentes. b) En sentido literal, owóxoç en Mc 15, 33 par. Mt 27,45 / Lc 23,44 designa el oscurecimiento (dei sol) que se extiende sobre la tierra en la hora de la crucifixión de Jesus. Ese oscurecimiento se considera como senal apoca­ líptica que hace ver que llega el día de Dios (cf. Am 8, 9).

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Tan sólo en Mateo encontramos la expre­ sión etç xò axóxoç xò è^tóxeQov (Mt 8, 12; 22, 13; 25, 30). El invitado sin traje de bodas (22, 13) y el siervo inútil (25, 30) son arroja­ dos «a Ias tinieblas de afuera (a Ias tinieblas más extremas)», axóxoç significa aqui el lu­ gar escatológico de castigo (con el mismo sig­ nificado aparece en la expresión ó ^ócpoç xon oxóxonç, 2 Pe 2, 17 y Jds 13). Mt 4, 16 y Lc 1, 79 citan, ambos, unas palabras dei profeta Isaías (cf. Is 9,2; 42,7). Mientras que la LXX formula la frase en futuro, Mateo usa el perfecto: la promesa dei profeta se ha cumplido; el pueblo ha visto una gran luz. oxóxoç apa­ rece, además, en Mt 6, 23 (bis); Lc 11, 35; 22, 53; Hech 13, 11. En Hech 2, 20, en el discur­ so de Pedro el día de Pentecostés, se citan unas palabras dei profeta Joel (J1 2, 31; cf. 2, 10 y Is 13, 10): el sol se convertirá en tinie­ blas y la luna en sangre. En el Evangelio de Juan oxóxoç aparece únicamente en 3, 19 (-> 1); la oposición entre qjtüç y oxóxoç tiene para Jnan significación teológica (->■ oxoxía). Sin embargo, no se tra­ ta de forma alguna de dualismo cosmológico (como el que se encuentra en la gnosis), sino de un dualismo de convicción y decisión. Tan sólo por la venida de la Luz -dei Revelador— al mundo, se manifiesta que Ias obras (3, 19.20.21) son tinieblas: los hombres se han cerrado a la luz. W. Hackenberg a y ú p a X o V , Olt, TÓ skybalon desechos, basura* Flp 3, 8: jcávxa fiyéopaL oxúpaXa, «considerarlo todo como basura». M. Dibelius, Der Brief an die Philipper (HNT), sub loco\ ThWNT VII, 446-448; Spicq, Notes II, 802804. OD, Ó Skythês escita* El escita, en el mundo helenístico, es consi­ derado como el bárbaro por excelencia. Col 3, 11 le menciona junto a papPccpoç. Th. Hermann; ThBl 9 (1930) 106s; ThWNT VII, 448451; LAW 2819-2821.

1443

ajtv&QCojtóç - Sóôona

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a>XV'd'Q(07lÓÇ, (3 ) 2 skythrõpos de aspecto sombrio, con mirada triste* El adjetivo se halla atestiguado desde Es­ quilo, incluso en la LXX y en el judaísmo helenístico. Mt 6, 16 habla de quienes ponen ca­ ra sombria cuando ayunan; Lc 24, 17, de la mirada triste de los discípulos de Emaús. ThWNT VII, 45 Is.

(TfiiÍYJict, aTOÇ, TO smêgma ungüento

aavX l^ía skyllo cansar, m olestar; en voz pasiva, esforzarse* Mc 5, 35 par. Lc 8,49; en voz pasiva en Mt 9, 36. El uso en voz pasiva en el sentido de esforzarse aparece únicamente en Lc 7, 6.

o j i ú ç v a , n ç , 11 smyrna mirra* Nombre que se aplica a una resina aromáti­ ca extraída de un arbusto que se da en el sur de Arabia. En Mt 2, 11 se menciona como re­ galo valioso, junto al oro y al incienso. Se empleó mezclada con el áloe (àXÓT)) en el sepelio de Jesus: Jn 19, 39. ThWNT VII, 457s.

a>{í5Xov, o v , TÓ skylon despojo, botín*

Lc 11, 22: axüXa ôiaôíôcupi, «distribuir el botín». ax(i>XT|>cópQaiTOÇ, 2 skõlekobrõtos comi­ do por gusanos* Hech 12, 23 habla de la repentina enfermedad mortal de Agripa I (cf. Josefo, Ant XIX, 346-350). ThWNT VII, 456s; Spicq, Notes II, 805s.

Jn 19, 39 v.l. en lugar de piYpa.

op,LYp.a o

O^ÍY^oc, atoç, tó

smigma ungüento Jn 19, 39 v.l. (tp 892® pc) en lugar de pÍYltt^-

l]Ç Smyrna Esmima* Ciudad comercial situada en la costa Occi­ dental de Asia Menor. El NT la menciona uni­ camente en Ap 1, 11; 2, 8; Ignacio de Antioquía lo hace con mayor frecuencia. C. J. Cadoux, Ancient Smyrna, Oxford 1938; LThK IX, 839s; LAW 2822. D ^ u ç v a io ç , 3 Sm ym aios oriundo de Es­

a>X(áÀ.t)^, tjxoç, ó skõlêx gusano* Mc 9, 48 (Is 66, 24) habla dei gusano que devora eternamente y que atormenta a los condenados; también en 9, 44.46 v.l. ThWNT VII, 452-456. ailiaçáYÔlVOÇ, 3 smaragdinos de esme­

ralda* Ap 4, 3: «una auréola de luz semejante al aspecto de la esmeralda».

ojiáQaYÔOç, ou, ó samaragdos

esmeral­ da* Ap 21,19 menciona la piedra preciosa trasparente y de color verde claro como uno de los materiales de que están compuestos los pi­ lares de la nueva Jerusalén. O. Bocher, en Kirche undBibel. FSfürE. Schick, Paderbom 1979, 19-32.

mima El adjetivo aparece sustantivado (ó Xpngvaioç) en plural en Ap 2, 8 Textus Receptus. OflUQVÍÇoJ sm ym izõ mezclar con mirra* Mc 15, 23: Dieron a Jesus «vino mezclado con mima». ThWNT VII, 458s. £ Ó d o ^ .a , WV, (t Ó) Sodoma Sodoma* rófxOQQa, oov, t á Gomorra Gomorra* La ciudad de Sóôop,a, destruida por Dios con fuego y azufre a causa de sus pecados, se menciona con frecuencia en el NT juntamente con ró[iOQQa, que fue destruida igualmente (Gén 19,1-29): Mt 10, 15; Rom 9, 29; 2 Pe 2, 6; Jds 7; Mc 6, 11 Textus Receptus. - Ade­ rnas, se menciona solamente a Sodoma en: Mt 11, 23.24 par. Lc 10, 12; Lc 17, 29. Junto a AíyuJtTOç: en Ap 11,8: En «interpretación es-

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Sóôofia - aóç

piritual» (jtvevpatixrôç), a Jemsalén se la llama «Sodoma y Egipto». S óôopa es neutro plural, rópoQQa lo es igualmente (asimilación a Sóôo|J,a); sin embargo, es posible con­ siderar también a ró|toQQa como femenino singular (2 Pe 2, 6: ■q FópoQQa; Bla6-Debrunner § 57, 1). LThK IX, 845s; Haag, Diccionario, 769 y 1875. £ o X o ^ (ó v , éávoç Solomõn Salomón* 1. Aparición en el NT - 2. La ò ó |a de Salomón - 3. La oocpta de Salomón - 4. La oxoá de Salomón. J. Bowman, Solom on a n d Jesus: Abr-Nahrain 23 (1984-1985) 1-13; I. Briend y otros, Saíom on, en DBS XI, 431-485 (NT: J. Brière, 480-485); Haag, D iccio n a rio , 1776-1778; A. Jepsen, en BHH III, 16511653; E. Lohse, SoXopwv, en ThWNT VII, 459-465; K. Preisendanz, S a lo m o , en Pauly-Wissowa Suppl. VIII (1956), 660-704; M. Rehn, en LThK IX, 272-274. B ib l:

1. El NT usa predominantemente la forma 2oX.opcóv, ôivoç (y lo mismo hace Josefo). La forma SoÀopcõv, cõvxoç aparece única­ mente en Hech 3, 11; 5, 12. La forma dei nombre más empleada en la LXX es la de 2 a \op,d)v. Las 12 veces que el nombre de Salo­ món aparece en el NT se distribuyen entre Mateo (5 veces), Lucas (3), Juan (1) y Hechos (3). Salomón, hijo y sucesor de David (Mt 1, 6.7), era considerado como amante de la mag­ nificência (Mt 6, 29 par. Lc 12, 27) y como sabio (Mt 12, 42 par. Lc 11, 31). El fue quien construyó el primer templo de Jerusalén (Hech 7, 47). 2. Mt 6, 29 par. Lc 12, 27 dice refiriéndose a los «lirios dei campo»: «Ni siquiera Salo­ món en toda su magnificência (ôóÇa) se vistió como uno de ellos». En la composición de sentencias de la fuente de logia, este enuncia­ do va dirigido a las personas de poca fe (ôX,LYÓmoTOi), que se inclinan a dudar de los cuidados solícitos de Dios (Mt 6, 30 ó Lc 12, 28); cf. Schulz, Q, 149-157. Sobre la «magni­ ficência» de Salomón, cf. 2 Crón 9, 13-28; cf. también Lohse, 461s. 3. Â Salomón se le consideraba como pro­ verbialmente sabio (cf. 1 Re 5, 9-14; 2 Crón

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9, 1-12; Prov 1, 1; 10, 1; 25, 1; cf. también Lohse, 462s). Mt 12, 42 par. Lc 11,31 recuerdan a la «Reina dei Sur», que acudió a Jerusa­ lén «para escuchar la sabiduría de Salomón». Jesus, como portavoz de la sabiduría divina, anade: «jMirad, algo más grande que Salo­ món está aqui!». El logion hace que la generación presente, que rechaza a Jesús, se avergüence al verse comparada desfavorablemente con la reina pagana. Cf. Schulz, Q, 250257. 4. El «pórtico de Salomón», un pórtico de colunmas situado en el ala oriental dei templo herodiano, se atribuye al rey Salomón (Jose­ fo, Ant XX, 221; Bell V, 185). Se menciona en Jn 10, 23: Jesús paseaba (jteQinaxéü)) «por el templo, por el pórtico de Salomón». La escena en que los judios preguntan a Jesús acerca de su mesianidad (Jn 10, 22-30), se desarrolla en la fiesta de la dedicación dei tem­ plo, en invierno. Hech 3, 11 cuenta que el pueblo acudió corriendo al pórtico de Salo­ món, después que Pedro y Juan curaran al pa­ ralítico. Entonces Pedro pronuncia el «discur­ so dei templo», 3, 12-26. Hech 5, 12 refiere que toda la comunidad primitiva de Jerusalén se reunia unánimemente en el pórtico de Salo­ món. La indicación dei sumario considera el pórtico de Salomón como el lugar «donde ensenaban los apóstoles». Sobre la topografia cf. Kopp, Stãtten, 344 y 349s; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), 303s. G. Schneider aoQOÇ, OD, n soros féretro, ataúd* Lc 7, 14: Jesús «se acerco y tocó el fére­ tro». El sustantivo aparece raras veces en los escritos dei judaísmo helenístico (Gén 50, 26 LXX; TestRub 7, 2).

orov sos, sê, son tu, tuyo El adjetivo posesivo de segunda persona dei singular (BlaB-Debrunner § 285) da mayor énfasis que el genitivo ooü y osauxon. En otros casos expresa un contraste. En el NT OOg, Ot],

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ooç - ooq)ia

aparece raras veces fuera de los Evangelios (8 veces en Mateo, 2 en Marcos, 4 en Lucas y 7 en Juan) y dei libro de Hechos (3 veces); se encuentra tan sólo 3 veces en Pablo. oóç se usa como adjetivo (acompaflado de un sustantivo) en: Mt 7, 3.22 (ter); 13, 27; 24, 3; Mc 2, 18; Lc 5, 33; 22, 42; Jn 4, 42; 18, 35; Hech 5, 4; 24, 2.4; 1 Cor 8, 11; 14, 16; Hm 14. - Co­ mo sustantivo con artículo lo encontramos en Ias expresiones: oi aoí, los tuyos (Mc 5, 19); TÒ oóv, lo tuyo (Mt 20, 14; 25, 25); xò oá. Ias cosas tuyas (Lc 6, 30; Jn 17, 10b). ffO tiôáQ lO V , OU, t ó soudarion pano (para

el sudor)* El préstamo latino (sudarium) designa el pano (para el sudor) y coixesponde poco más 0 menos, en cuanto a sus funciones, a nuestro actual panuelo: Lc 19, 20 (aonôáçiov para guardar una moneda de dinero); Jn 11, 24 y 20, 7 (pano con que se cubre el rostro de un cadáver); Hech 19, 12 (aonôáQ ia junto los aipixívOia de Pablo). R. Robert, Le «suaire» johannique: Rev. Thom 97 (1989) 599-608.

Souoávva, ií)Ç (aç) Sousahna Susana* Nombre femenino de persona en Lc 8, 3: Susana, junto con Maria Magdalena y Juana, es una de Ias discípulas galileas de Jesús.

ooq^ía, aç, q

sophia sabiduría*

1. Aparición en el NT - 2. Campo léxico y signifi­ cados dei término - 3. Uso teológico - a) Uso general en la Iglesia primitiva - b) Santiago - c) Pablo - d) La fuente Q. B ib l.: R. Baumann, M itte u n d N o rm d es C hristlichen. E in e A u sleg u n g von 1 K o r I, 1-3, 4 (NTA 55), Münster i. W. 1968; F. Christ, J esu s Sophia (AThANT 57), Zürich 1970; H. Conzelmann, W isdom in the NT,

en IDB Suppl. 956-960; G. Fohrer-U. Wilckens, aocpía ktX., en ThWNT VII, 465-529; J. Goetzmann, oo
1448

klein, Z u r E n tste h u n g d e r u rchristl. A u ssa g e vom prã existen ten Sohn Gottes, en G. Dautzenberg y otros (eds.), Z u r G eschichte des U rchristentum s (QD 87), Freiburg i. Br. 1979, 33-62; H. P. Müller-M. Krause, hãkam, en ThWAT II, 920-944; A. Polag, D ie C hristolo g ie d e r L o g ie n q u elle (WMANT 45), NeukirchenVluyn 1977; K.-G. Sandelin, D ie A u se in a n d e rsetm n g m it d e r W eisheit in I K o r 15 (Medd. Abo Akad. Forsk. 12), Âbo 1976; H. M. Schenke, D ie Tendenz d e r Weis­ h e it zu r Gnosis, en Gnosis. F S fU rH . Jonas, Gõttingen 1978, 144-157; G. Schimanowski, W eisheit un d M e s­ sia s. D ie jü d . V o ra u ssetzu n g en d e r u rc h ristlic h e n P rã e x iste n z c h r is to lo g ie (WUNT 11/17), Tübingen 1985; Schulz, Q, 224-228, 336-345; E. Schweizer,

ijnJXWtóç (2-4), en ThWNT IX, 662-664; J. Theis, P a u lu s a is W eisheitslehrer. D e r G ekreuzigte u n d die W eisheit G o ttes in 1 K o r 1-4, Regensburg 1991; H. Weder, D a s K reuz J e s u b e i P a u lu s (FRLANT 125), Gõttingen 1981, 121-175 (bibl.); U. Wilckens, Weis­ h e it un d T orheit (BHTh 26), Tübingen 1959 (bibl.); Id., T u I K o r 2, 1-16, en F S Dinkler, 501-537; M. Winter, P neum atiker u n d P sych iker in K orinth (MThS 12),

Marburg 1975; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1266-1269.

1. En el NT el sustantivo ooqjía aparece 51 veces. El centro de gravedad, con 19 testimonios, lo constituye Pablo y, por cierto, con frecuencia muy superior, cuando recoge crítica­ mente la manera de hablar de sus adversários corintios; hay 16 testimonios tan sólo en 1 Cor 1-3. Las cosas son parecidas en lo que respecta a ooqióç. Es particularmente notable el uso de 0oçpía en los escritos deuteropaulinos de Colosenses y Efesios (9 testimo­ nios) y en la doble obra de Lucas (6 testimo­ nios en Lucas, 4 en Hechos). Luego vienen Santiago y Apocalipsís con 4 testimonios, Mateo con 3, y Marcos y 2 Pedro con un testimonio cada uno. En general, el número de testimonios es bastante escaso. 2. En el NT ooqiía tiene un espectro de significados de colorido peculiar, con elemen­ tos que no es fácil deslindar nitidamente entre sí. Vemos, por ejemplo, que ooqpía significa: a) La cualidad personal de ser sabio, la sa­ biduría como facultad intelectual de hombre (Lc 2, 52) y, en sentido marcado, de Dios (Rom 11, 33). La sabiduría caracteriza a los «sábios» (1 Cor 1,19: q ooípía xcõv ooqjcõv); se halla junto a oiívcaiç (1, 9), yvmaiç (Col 2, 3), qjçôvqoiç (Ef 1, 17s), y forma un grupo

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aotpia

con cualidades como «entendido» (èiuartíjicov, Sant 3, 13), «pradente» (cppóvipoç, 1 Cor 4, 10) y lo contrario (ftcoQÓç, 3, 18), en todo lo cual el acento recae a menudo sobre la conducta práctica (Col 4, 5, âv ooqpíg JtepijTaxéct), cf. Sant 3, 13-15). Semejante ooqsía suele considerarse como un don natural (Lc 2, 40.52; Hech 7, 10: x«ei-Ç)- De ahí nace una fácil transición al segundo significado: 2) ooq)ía como don pneumático especial de algunos cristianos y asociada, por tanto, con JtvEí)|j.a (Hech 6, 3.10: jiveüpa x ai ooqpía), ã3toxáX,uol)LÇ (Ef 1, 17), cf. ooq)ía TCVEnpatiXTÍ (Col 1, 19). Como la sabiduría se manifiesta especialmente en el lenguaje, ooqpía significa: 3) La sabiduría que ha adquirido forma en Ias palabras y en los escritos, es decir, la tradición sapiencial. Moisés fue instruído «en toda la ooqpía de los egípcios» (Hech 7, 22); Pablo habla la «sabiduría de Dios», mientras que los nuevos sábios de Corinto quieren ofrecer probablemente una aoqpía que proce­ de de poderes cósmico-pneumáticos (1 Cor 2, 6s); la sabiduría expresada en forma de pala­ bras es un don dei Espíritu (Xóyoç aocpíaç, 1 Cor 12, 8). Hay una transición al significado 1), cuando ooq)ía Xóyou designa a la vez cierto comportamiento o una clase errônea de sabiduría elocuente (1, 17; ->• 3.c). Con estos tres significados que se han mencionado, se halla íntimamente relacionado el cuarto: 4) oocpía como nombre de una figura per­ sonificada de revelador, la sabiduría celestial dei AT y de la tradición judia, que aparece claramente por primera vez en el capítulo octavo de Provérbios (-> 3.c). Esta figura es la fuente de la sabiduría creada, por ejemplo, de la sabiduría de los reyes (Prov 8, 15) e igual­ mente de la sabiduría especial que concede el don dei Espíritu ( ^ 3.c sobre 1 Cor 1, 21). Su voz se escucha en ciertas palabras sapienciales trasmitidas por tradición (Lc 11,49). En el NT Cristo ocupó el puesto de esa figura de revelación, aunque sólo en Lc 7, 35 par. use el título de «sabiduría de Dios». En general, la oocjpía está siempre orientada religiosamente. Es notable que todos los testi-

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monios se hallen en el contexto de una pro­ funda crisis. La sabiduría humana, que de or­ dinário se valora positivamente, falló en lo decisivo, en el conocimiento de Dios; y demostró ser necedad frente al acontecimiento de Cristo. El don pneumático de la sabiduría y la doctrina sapiencial aparecen como ambiva­ lentes y como necesitados de integrarse en la revelación de Cristo. La sabiduría de Dios en persona fue rehusada y rechazada. Después de pasar por el juicio, emerge como nueva y verdadera sabiduría, a saber, como la sabiduría verdaderamente vivificante en Cristo (1 Cor 1, 30; Col 2, 3). 3. a) Siempre que en el NT se afirma la oocpía como una facultad natural dei hombre, entonces esa sabiduría procede especiahnente de Dios. Así sucede con el joven Jesus: él estaba «lleno de sabiduría» y la «gracia de Dios era con él»;- «Jesús hacía progresos (n:QoéxojtTEV) en la sabiduría, en la madurez y en la gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2, 40.52), como se dice con horizonte veterotestamentario (1 Sam 2, 26: el nino Samuel). A Salomón se le considera como dotado extra­ ordinariamente de gracia, pero Jesús sobrepasa su sabiduría (Mt 12, 42; Lc 11, 31). La sa­ biduría de Jesús como maestro deja atônita a la gente. Y lo mismo sucede con sus actos de poder. Los evangelistas ven así indicado el mistério cristológico (Mc 6, 2; Mt 13, 54; cf. Lc 4, 21-23; Jn 7, 15s). Pero la sabiduría de Jesús no es un saber esotérico secreto, sino que, abieito a la tradición, aporta «cosas antiguas y nuevas» (Mt 13, 52), se dirige con fuerza persuasiva a la propia inteligência de los oyentes, a fin de hacerlos prudentes (cpQÓvipioi) y capaces de entender lo decisivo de la hora escatológica. En consonância con ello, la paráclesis de la Iglesia primitiva exhorta a una sabiduría cotidiana que esté iluminada por el conocimiento de la fe, que sea nueva y que viva por la inhabitación de Cristo: «Andad con sabiduría para con los de afuera», sa­ cando el mejor partido dei tiempo para la misión, con palabras amistosas y, al mismo tiempo, acertadas (Col 3, 16; 4, 5-6).

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aoqjia

b) Un cwadro propio lo ofrece la Carta de Santiago, que es un escrito plenamente paracléctico y de intensa orientación sapiencial. Sant 1, 5 recoge en una sentencia plasmada brillantemente unas palabras de Jesus toma­ das de Q Mc 7, 7 par. Lc 11, 9 y Ias interpre­ ta ampliamente lo mismo que Lucas (11, 13: petición dei Espíritu Santo), aplicándolas a la petición de la sabiduría, pero entendida ésta como la fuerza fundamental que sustenta la vida de los creyentes, una fuerza que no está a merced dei hombre, sino que desciende «de lo alto» (1, 17s). El pecador puede estar seguro de que Dios va a conceder esta petición fun­ damental, porque Dios «da sin reservas y sin hacer reproches» (1, 5). El contenido cogniti­ vo de esta ooq)ía es la voluntad perfecta de Dios, su voluntad salvífica (1, 18; 2, 5) y sus instrucciones para la vida (1, 25, «la ley per­ fecta de la libertad»). El que pide de esta manera, se convierte en el oyente, recibe por me­ dio de la palabra firmemente asentada en la comunidad, por medio de la palabra regeneradora (1, 17-21), precisamente porque él acepta la palabra y la pone en práctica (1, 21b-25). Como sucede en toda la paráclesis de la Iglesia primitiva, Santiago desarrolla sólo excep­ cionalmente (por ejemplo, en 2, 14-26) esta vigente doctrina de la salvación; de ordinário, la recuerda sólo en concisas referencias. Por eso, a éstas les corresponde especial peso. Que la sabiduría que procede de Dios es verdadera únicamente como sabiduría vivida, eso es algo que se aplica especialmente a los ma­ estros cristianos (3, 13): Santiago, en su exhortación, presenta la imagen de otra sabidu­ ría diferente, que sólo en apariencia es oocpía, y la caracteriza (3, 15) como terrena (êjTÍYeioç), anímica (ri)uxixT|), demoníaca (ôaip,ovLd)ÔT]ç). Esta sorprendente defínición no se explica acertadamente como expresión de influencias gnóstico-heréticas. No, sino que se trata de la preocupación por la constante amenaza de que la vida de la fe se vacíe y quede alienada convirtiéndose en hipócrita apariencia. Esa fascinante sabiduría, llena de piadoso ceio y también de plena ortodoxia (cf. los conoci-

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mientos que tienen los demonios, 2, 19), la contempla Santiago como minada por el pe­ cado, motivada por un ceio que no tiene nada de santo y por el afán de darse a valer (3, 14.16), y emerge «de vuestras pasiones que combaten en vosotros» (4, 1). Semejante conducta impía, meramente terrena y demasiado humana (ènÍYeioç, 3,15), lo que hace en realidad es conceder espacio al mundo (4, 4), al diablo (4, 7) y a sus demonios. La verdadera sabiduría que procede de Dios, es «pura», a saber, está libre de todo deseo egoísta, y por eso «no es hipócrita» (ótvUJtóxQLtoç) «ni está dividida», no tiene dis­ córdias ni vacilaciones (àôiáxpixoç) (3, 17). Su contenido está caracterizado por la «mansedumbre» (jtQaÚTTiç, 3, 13; 1, 21), por una bondad que sufre sin cólera Ias adversidades. Esto incluye concretamente la capacidad y la disposición para aceptar críticas; la ooqjta es dócil y le hace a uno dócil, «deseoso de apren­ der» (e'U3tei'&r|ç), «condescendiente» (ejueiXT|ç) y, precisamente por esta razón, «pacífi­ co, amante de la paz» (8lçT]viKÓç). El que vi­ va esta sabiduría de lo alto, creará paz, estan­ do lleno -él mismo- de la vida nueva de Dios y especialmente de misericórdia (3, 17). c) Prescindiendo de Rom 11, 33 y de 1 Cor 12, 8, Pablo se refiere siempre a la sabiduría en el contexto de la discusión con los corintios, incluso en 2 Cor 1, 12: Pablo no vive ni actúa en «sabiduría carnal» (ooq>La oapHixf|). Pablo inicia la discusión con un estúdio crí­ tico dei concepto de ootpía ItÓYOU. Una «sa­ biduría de la palabra», irresistiblemente po­ derosa, era considerada como la nota caracte­ rística de la sabiduría que tiene el poder dei Espíritu (así Hech 6, 3.10; cf. 9, 22; 18, 2428; 19, 8 [jt8Í#(flv]; Lc 21, 15). Por consiguiente, era una cuestión seria el que los corintios echaran de menos en Pablo esa sabidu­ ría. La respuesta de Pablo es: la ooqpía "kóyov, como forma de la predicación, «vacía» a la cruz de Cristo y despoja a la acción de Dios -en el acontecimiento de la cruz- dei «poder de Dios» para la salvación (1 Cor 1, 17s).

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aoqjia

Desde hace mucho tiempo se discute sobre lo que Pablo quiere decir aqui. El punto de partida decisivo ha de ser en qué sentido Pa­ blo entiende su propia proclamación como pcoQÍa, «necedad». (La antítesis entre ooq)ía y pcopta la considero yo como paulina). Ciertamente no por la ausência de sentido o simplemente por la falta total de artes retóricas: 1, 21 es retórica brillante. Pablo mismo define esa necedad como necedad de Dios, y la con­ creta como «dehilidad de Dios» (1 Cor 1, 25). Claro que un Dios impotente seria absurdo. Pablo ensena que precisamente esa debiüdad de Dios posee un poder superior (lOxnQÓteQov). Se piensa en el poder salvífico dei amor de Dios que se entrega en Cristo (cf. Rom 5, 5.8; 8, 32.35-38; 1 Cor 8, 2s; 13 y passim). Desde esta perspectiva el mensaje de la cruz adquiere la forma de una petición solícita de Dios (2 Cor 5, 14s. 19-20); el fascinante despliegue de poder, orientado hacia la sabiduria religiosa, destruye necesariamente ese mensa­ je de la cruz, a pesar de que la cruz, como fa­ se de transición en el drama de la redención (Weder, 132), tenga que seguir vigente. Pablo, como mensajero de Dios, sabe con temor re­ verenciai («con temor y temblor», 1 Cor 2, 3) que él está ligado a ese «mistério de Dios». Y, así, él decidió (sxgtva) manifestarse en Corinto «en debiüdad» (2, 2s; cf. 1 Tes 2, 8), pero no «con palabras persuasivas de sabiduria» (1 Cor 2, 2-4), con «sobresaüente discurso o doctrina de sabiduria» (2, 1), porque entonces habría edificado sobre arena y habría abandonado la revelación, que no le había si­ do trasmitida por medio dei ingenio humano (2, 13). La sabiduria de los hombres, incluso la de Pablo, no es capaz de fundamentar la fe; para ello es preciso el «poder de Dios» (2, 5). Ahora bien, jcon todo esto Pablo está ensenando sabiduria! Pero es la sabiduria de la cruz. Ilumina el camino de Dios en los acontecimientos poco brillantes y a veces penosos (1 Cor 1, 28) de la misión de la Iglesia primi­ tiva. Esto sucede en forma concentrada en 1, 18-21 y 2, 6-8. Dios, en la cruz de Cristo, llevó a cabo el juicio dei mundo, el fin dei mun­ do. Se ha cumplido la profecia de que Dios

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«destruirá la sabiduria de los sábios, y la «hará aparecer como necia» (citas de Is 29, 14; 19, lls), porque esa sabiduria ha fracasado. «Puesto que el cosmos, (asentándose en la sabiduría de Dios, no conoció a Dios por medio de la sabiduria, Dios decidió salvar -median­ te la necedad de la predicación- a los creyentes» (1,21). Con arte sabe Pablo variar el contenido dei concepto de ooqjía. Habla de la sa­ biduria de Dios (con arreglo a la tradición dei AT y dei judaismo sobre la aoq)ta) como me­ diadora, desde el principio, dei poder creador y dei poder salvífico de Dios. En relación con ella se encuentra una sabiduria de los hom­ bres, una sabiduria que debía dar una respuesta, y a la que se le revela un conocimiento sal­ vífico de Dios. Pero la sabiduria humana erró en este punto, y según Rom 1, 18 lo rehusó pecadoramente (cf., recientemente, Sandelin, Weder). Se reconocía que el fin más excelso de toda la filosofia de aquella época era el co­ nocimiento de lo divino. Pero toda esta em­ presa se ha visto desbaratada ahora por Dios. En vez de ello, Dios ofrece la necedad de la palabra de amor acerca de la cruz como cami­ no para la salvación. Este camino dei conoci­ miento no está al alcance dei hombre. Los sá­ bios de la antigua clase no encuentran en él la sabiduria o Ias exhibiciones de poder de lo di­ vino que ellos andan buscando (1 Cor 1, 22); en realidad llaman la atención por su ausência (1, 20). Tan sólo la vocación y la elección de Dios abre el camino, y Dios comienza con los necios y los pobres para avergonzar a los sá­ bios y salvar a todos (1, 26-29). En 1 Cor 2, 6-8 Pablo da un paso más. En la cruz quedó también desbaratada «la sabiduria de los soberanos de este eón», de los poderes dei trasfondo cósmico. En Pablo apareceu unas veces eomo poderes de acusación, y otras, como poderes de seducción. Los pneu­ máticos corintios parecen gloriarse de tener contactos con poderes ceiestiales, por lo mu­ cho que aprecian la glosolalia («lenguas de ángeles», 13, 1). En Galacia y Colosas y en la Alejandria judeo-helenística, se esperaba recibir de los poderes angéücos una participación en los poderes espirituales. Sin embargo.

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aoqjia

eso es un poder de sedueción, un pneuma di­ ferente (2 Cor 11, 2-4.13; cf. «espíritu dei cosmos» en 1 Cor 2,12). Espíritu contra espí­ ritu. A continuación Pablo, hablando en un lenguaje enteramente nuevo, ofrece un ejemplo de la auto-adulación de los pneumáticos corintios y, al mismo tiempo, de su «sabiduría para perfectos» (2, 6). xéXeboç es aqui un término tomado de los mistérios y que se había convertido en imagen, pero que todavia no está concebido en sentido gnóstico. Se escucha en él una intensa pretensión de dominio religioso, en nombre dei poder dei pneuma, formulada en un sentido tan radical como ciertas tesis antropológicas y éticas que se propugnaban en Corinto (por ejemplo, 6, 12a), tajantes en sus condenas. La teologia pauüna de la cruz lo trasforma eso totalmen­ te: Está vacío espiritualmente y es t|)t)xixóç el que no percibe a Dios en la palabra de la cruz. La seguridad que sienten en si mismos esos sábios es el reavivamiento de la antigua sabiduría dei mundo, que ellos piensan que están derrotando en su propio terreno. Según 1 Cor 2, 8, esos poderes se han des­ pojado a si mismos de su propio poder, aunque no haciendo que el Redentor pase inad­ vertido por el cosmos, sino llevando a Jesús a la cruz, como guardadores de la Torá acusadora (cf. Gál 3, 13). La sabiduría de Dios, ocul­ ta bajo necedad, «sabiduría de Dios en misté­ rio» (1 Cor 2, 7), y el camino de Dios (descubierto en 1, 21) estaba y sigue estando oculta para los poderes angélicos; antes de todos los tiempos, Dios destino esa sabiduría para la generación escatológica de su pueblo, para la generación dei fin de los tiempos. La esperanza apocalíptica se ha cumpUdo ahora. Los creyentes son partícipes, ya en la tierra, de la doxa celestial y divina. Aunque la expresión «Senor de la gloria» (1 Cor 2, 8) se encontraba ya estereotipada cristológicamente, también puede dilucidarse a partir de la tradición apocalíptica (Baumann, 222-225). Para Pablo, este título se aplica al Crucificado. Conocerle no es en absoluto cosa de una sabiduría de al­ tos vuelos y que penetre hasta lo profundo, si­ no que es cosa de la fe. En Pablo la teologia

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viene después de la fe, y nunca podrá sobrepasarla. El que tiene a Cristo en la fe, ése tiene «el poder de Dios y la sabiduría de Dios» (1, 24.30) en toda su plenimd. Ninguna teolo­ gia podrá medir su profundidad (Rom 11, 33); pero la fe conoce toda la profundidad de la Deidad (1 Cor 2, 10-12), porque está poseída por el insondable amor de Dios (8, 3). El que se halla firmemente asentado en la fe en la cmz, ése es el verdadero «perfecto» (cf. Flp 3, 12-15) y «sabio» (1 Cor 3, 18). Lo seguirá siendo, si «la sabiduría de Dios en el misté­ rio» (2, 7), que ilumina la cruz, no se convierte para él en una trampa, sino que le arraiga más profundamente en la fe. d) Ya en la discusión de Corinto se aborda el tema de la «sabiduría de Dios» personifica­ da. Sus funciones fueron ya trasferidas a Cris­ to en la homología citada por Pablo en 1 Cor 8, 6. Este proceso se perfila también en otras partes de la Carta primera a los Corintios (Sandelin y otros). Sin embargo, el nombre de «sabiduría de Dios», si prescindimos dei nombre dei Logos en Jn 1, no se asocia con Jesús sino en algunas sentencias de la fuente de logia. Las cuestiones de detalle, en lo que respecta a la historia de las tradiciones, son difíciles de esclarecer, pero esas predicaciones cristológicas pueden remontarse a los primeros tiempos. Lc 7, 35 par. concluye una unidad de tradi­ ción (que consta de dos partes) acerca dei rechazo de Jesús y de Juan por «esta genera­ ción» con una palabra acerca de la sabiduría; «La sabiduría fue justificada por todos sus hijos» («por sus obras», en Mt 11, 19). En Lc 11, 49 una serie de jayes! sobre los fariseos (w . 42-44) y los maestros (vv. 46-48) termina con una palabra de juicio dirigida contra esta generación: «Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles...». Con el rechazo de estos mensajeros se colmará la medida de pecados de to­ das las generaciones y se imputará a la pre­ sente generación. En la tradición paralela, Mt 23, 34-36, esta sentencia de la sabiduría se convierte en una palabra de Jesús. En ambos

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aoqjia - ooqpoç

casos se perfila claramente la tradición veterotestamentaria y judia de la sabiduría perso­ nificada. Esto se aplica, además, a otros textos sinópticos: al clamor de júbilo de Jesus (Mt 11, 2526 par.) y al subsiguiente clamor dei Salvador (vv. 28-30 par.), así como a Ias palabras de Je­ sus sobre Jerusalén (Mt 23, 37-39 par.). «Je­ sus se presenta... como portavoz y portador de la sabiduría, y además como la sabiduría misma» (Christ, 153). Se discute si aqui hay ya influencia de la gnosis incipiente. En todo ca­ so, los elementos antiguamente mitológicos proceden dei âmbito dei AT y dei judaísmo antiguo. Fero hay cierta tendencia a la gnosis. El motivo principal de este proyecto de cristología: la expresión, con actitud de crítica hacia la Torá, de la confesión de fe en la sabi­ duría salvífica de Dios manifestada en el acontecimiento de Cristo (Merklein). H. Hegerraann aotpíÇo) sophizõ dotar de sabiduría; en voz media, forjar con mana, inventar con su­ tileza* En 2 Tim 3, 15 dícese de Ias Escrituras Sa­ gradas, que tienen el poder de «instruirte para la salvación». 2 Pe 1, 16; OEOOcpiop,évoi pü■doi, «fábulas inventadas maiiosamente» o «mitos forjados con ingenio». ThWNT VII, 528s.

OOq)óç, 3

sophos sabio, entendido*

1. Aparición en el NT - 2. Significados y campos referenciales - 3. El uso teológico en 1 Cor 1-3. B ibl.: ->• ootpía; además: E, E. Ellis, «W eisheit» und « E rk en n tn is» im 1. K o r in th e r b r ie f en F S K üm m el, 109-128; M. Hengel, J u d e n tu m u n d H e lle n ism u s

(WUNT 10), TUbingen ^973, 120-152,204-394; J. M. Robinson, L o g o i Sophoi. Z u r G attung d e r S p m ch q u elle Q, en H. Kõster-J. M. Robinson, E ntw icklungslinien durch die W elt des fr ü h e n C hristentum s, Tübingen 1971, 70-106; K.-G. Sandelin, D e r A useinanderse tzu n g m it d e r W eish eit in I K o r 15 (Medd. Âbo Akad. Forsk. 12), Âbo 1976, 137-145, 147-153; A. Stadelmann, B en S ira a is S c h r iftg e le h rte r (WUNT n/6), Tübingen 1980, 4-26, 177-270; para más biblio­ grafia, Cf. ThWNT X, 1266-1269.

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1. De los 20 testimonios que hay de aoq)óç en el NT, 10 se hallan en el contexto, centra­ do específicamente, de 1 Cor 1-3 (1, 19.20. 25.26.27; 3, 10.18 [bis].19.20), que contribuye a determinar también indirectamente los otros cuatro testimonios paulinos (1 Cor 6, 5; Rom 1, 14.22; 16, 19). A esto se anaden dos textos deuteropaulinos (Rom 16, 27; E f 5, 15), así como tres lugares sinópticos, en Q (una acción de gracias, orientada sapiencialmente, en Mt 11, 25 par. Lc 10, 21) y el pasaje, probablemente redaccional, de Mt 23, 24 (ootpía falta en el lugar paralelo de Lc 11, 49); el término aparece además en Sant 3, 13. 2. Usado como adjetivo, ootpóç significa la «perícia», el «conocimiento técnico» de un hábil arquitecto (1 Cor 3, 10) o el conoci­ miento de lo que es moralmente bueno en la vida cotidiana, Rom 16, 19: ootpòç eLvai siç TÒ àYa§óv; cf. Ef 5, 15: «Tened cuidado cómo andáis, no como ignorantes sino como sá­ bios». De manera análoga, ootpóç significa también la competência para suavizar los conflictos profanos que surjan en la comunidad (1 Cor 6, 5). Falta el uso genuinamente filo­ sófico de ootpóç; el conocimiento superior y extenso se atríbuye a Dios; él es extraordina­ riamente sabio para llevttr a cabo su voluntad (1, 25; 3, 19), y finalmente él es el «único sa­ bio» (Rom 16, 27). Muchas veces los textos tienden al uso de ootpóç como sustantivo, en el sentido en que entiende el término el ideal de la cultura griega y helenística (Rom 1, 14.22) o la tradición religiosa de Israel. Ambas líneas convergen en el helenismo judio y son criticadas conjun­ tamente en el NT: la no elección al fin de los tiempos afectará a los judios sábios y entendi­ dos (Mt 11, 25 par.) y a los doctores de la ley (1 Cor 1, 20) lo mismo que a los sábios griegos, a los «disputadores» (ouÇtiTTiTriç) (v. 20), a los «influyentes» y a «los de mucho presti­ gio» (v. 26). Sin embargo, Pablo, como mensajero dei evangelio salvador, «se debe» tam­ bién precisamente a los sábios (Rom 1, 14), los cuales se hicieron culpables ante otros hombres en su propia especialidad, «preten-

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ootpoç - ajtaQyavoo)

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diendo ser sábios» y fallando no obstante al no llegar al conocimiento de Dios, que es accesible a través de la creación (1, 22; cf. el v. 25, así como 2, 17-24 en lo que respecta al ooqióç judio). Por medio de la necedad dei evangelio, ellos deben convertirse en necios y, de este modo, en sábios precisamente (1 Cor 3, 18). En consonância con ello, Pablo define varias veces en forma crítica al ooq)óç considerándolo concretamente como ooqpóç dei presente eón (1, 20), en el presente eón (3, 18), «ooqióç en lo externo (xaxà oágxa)» (1, 26), y situa al ooqjóç en una dialéctica antitética: ooqpóç - pcoQÓç, que (variándose la antítesis) se interpreta también como como àoDevfiç - loxDQÓç (1, 25.26-28; 3, 18; de manera totalmente diferente en Rom 16, 19: ooqpóç - àxÉQaioç).

Pablo advierte contra el engano de sí mis­ mo que consiste en creer que uno puede tener a Cristo y que, al mismo tiempo, puede alzarse como sabio con clase y superioridad, como «ooq)óç en el presente eón» (1 Cor 3, 18). En este caso, también el cristiano incurre en el juicio de Dios, «que atrapa a los sábios» y pone de manifiesto su nulidad (3, 19.20). En la Carta primera a los Corintios, Pablo desarrolla más esta idea (-^ ooqpía 3.c). Por el camino de la sabiduría necia de Dios, el verdadero ooqpóç es un servidor y auxiliador hu­ milde (3, 5; 2 Cor 1, 24; «nosotros somos débiles, vosotros fuertes», 1 Cor 4, 10), y, a los ojos dei mundo, el verdadero sabio es el últi­ mo insensato, «la escoria de todos» (4, 13).

3. En Corinto los nuevos «sábios» (1 Cor 3, 18) entienden que son al mismo tiempo «profetas», «pneumáticos» y «perfectos» (14, 37; 2, 6.13.15); conceptos opuestos son el de «psíquico» (2, 14) y vfjiuoç («inmaduro, me­ nor de edad») (3, 1). Aqui emerge una nueva imagen dei sabio, una imagen propia dei cris­ tianismo primitivo, análoga a la que aparece en Ias comunidades de tradición sinóptica (Mt 23, 34 par.; cf. además Sant 3, 13): el portador de la revelación, enviado por Cristo (que es la Sabiduría de Dios) y dotado de poderes profé­ ticos y pneumáticos, que sobrepuja y sustituye a todos los sábios que ha habido hasta entonces, sean de índole sacerdotal (Eclesiás­ tico, cf. Hengel, Stadelmann; Qumrán), apo­ calíptica (Daniel; Henoc [et] o judeo-alejandrina (Sabiduría; Filón). Aqui existe el peligro de que se falsifique el kerygma de Cris­ to, convirtiéndolo en sabiduría dualística, en «gnosis»; a ello se oponen los cuatro Evangelios, pero especialmente Pablo. Hay sábios ju ­ dios, como Aristóbulo o Filón, que se creen capaces de sobrepujar a todos los sábios dei mundo, incluido Platón, recmriiendo a «Moi­ sés», es decir, a la revelación de la Torá (cf. JSHR in/2, 273-276; Filón, SpecLeg II, 165s; cf. Hengel, 385-387), pero la cruz puso fin a esa competición.

£n:avía, aç Spania Espana*

H. Hegermann

En Rom 15, 24.28 manifiesta su deseo de viajar a Espana. Para ello, Roma le servirá a manera de «cabeza de puente». Sobre Espana cf. LAW 2848-2852 (bibl.); Pauly, Lexikon II, 1185-1189; V, 1606s. Sobre la cuestión de si Pablo llegó a realizar efectivamente su proyecto de viajar a Espana, cf. bibliografia (un tanto antigua) en Bauer, Wõrterbuch, s.v. a j t á o ^ a i spaomai tirar, sacar* En el NT la voz media se usa únicamente en relación con la espada: o jtá o p a t tt^v p á /a ip a v , Mc 14, 47 y Hech 16, 27, «desenvainar la espada» (así también en la LXX y en Josefo). 07iaQá0(T(O sparassõ tirar violentamente, arrastrar* Dícese dei «espíritu inmundo», que arrastra de un lado para otro al poseso: Mc 1, 26; 9, 26; Lc 9, 39. 03taQY®'VÓCO sparganoõ envolver en panales* Lc 2, 7; Maria «envolvió en panales al hijo recién nacido y lo acosto en un pesebre».

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ojiaQ Y avoQ ) - oiteiQO)

Aparece en voz pasiva en 2,12, donde se dice (como senal) que los pastores encontrarán al nino envuelto en panales. o n a ta X .á o ) spatalaõ darse la gran vida, vivir con molicie* En 1 Tim 5, 6 dícese de la viuda: «la que vi­ ve con molicie, aunque viva, está muerta». Sant 5, 5, en Ias palabras de juicio pronuncia­ das contra los ricos: «Habéis vivido lujosamente sobre la tierra (èxpuqjiíoaxe) y habéis llevado una vida de placer (Èa7iaxaXr\oat e )» .

OJieiQ a, iiç , lí speira cohorte, tropa* 1. Aparición en el NT y significado general - 2. En la historia de la Pasión de Jesús - 3. En el libro de Hechos. B ib l : Bauer, W ôrterbuch, s.v.; J. Blinzler, D e r P r o zefi Jesu, Regensburg '*1969, 90-98; T. R. S. Broughton, The R o m a n Arm y, en B eginnings V, 427-445; C. Cichorius, Cohors, en Pauly-Wissowa IV, 231-356; P. Winter, On lhe Trial o f Jesus, Berlin 1961, 44-50.

1. Este tecnicismo militar se halla docu­ mentado desde Polibio; aparece también en la LXX (Jdt 14, 11; 2 Mac 8, 23; 12, 20.22) y en Josefo. ojteXpa traduce, entre otros, los térmi­ nos latinos cohors (Polibio XI, 23, 1) o manipulus (Polibio VI, 24, 5 y passim). La cohor­ te era la décima parte de una legión (->• X,eytróv) y contaba, por tanto, con una dotación de unos 500 hombres. 2. En la historia de la Pasión de Jesús, aparece en Mc 15,16 par. Mt 27, 27 y Jn 18, 3.12. Según Marcos/Mateo, los solda­ dos de Pilato convocaron a «toda la cohorte», antes de burlarse de Jesús y de maltratarlo. Jn 18, 3 refiere que Judas «recibió (X,aP<í»v) la O JtE lQ a y criados de los principales sacerdo­ tes y de los fariseos». La tropa que va a pren­ der a Jesús, está provista de antorchas, linternas y armas; no se trata de una «cohorte» ro­ mana (con Blinzler, 94s, en contra de Winter, 44s). Jn 18, 12 menciona a la misma oneXpa junto al ydtaQ xoç («comandante») y los OJtSLQa

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«criados de los judios», con ocasión dei prendimiento de Jesús. Si el cuarto evangelista creyó que esa O JtEiQ a era un contingente de tropas romanas, cometió un error histórico (Blinzler). 3. Hech 10, 1 presenta al centurión Comelio; se halla estacionado en Cesarea y pertenece a la «cohorte italiana». 21, 31 habla dei «comandante de la cohorte» en Jerusalén; se trata de la fuerza romana de ocupación acuartelada en la Torre Antonia. 27, 1 presenta al centurión Julio, que pertenece a la «cohorte imperial». oePaaxr| ([cohors] Augusta) es un título honorífico que se halla atestiguado frecuentemente en relación con tropas auxilia­ res. G. Schneider aJI£ÍQ(0 speiro sembrar* l. Aparición en el NT y contenido semântico - 2. a) En los escritos paulinos - b) En los Evangelios. B ibL : G. Quell-S. Schulz, ajréQjia, ajteípeo xxX., en ThWNT VII, 537-547, sobre todo 546s; más bibliografía en -> ojtÉQpa; cf. además ThWNT X, 1270.

1. En el NT el verbo aparece 52 veces; se halla con especial frecuencia en Mateo (17 veces) y en Marcos (12 veces); está atestigua­ do 14 veces en los escritos paulinos (en el res­ to dei NT no aparece más que en Sant 3, 18). - OJteÍQCü significa sembrar y se emplea tanto en sentido propio (especialmente en los Evan­ gelios) como en sentido figurado (especial­ mente enPablo) (cf. Bauer, Wôrterbuch, s.v.). Tan sólo en Mt 13, 25 encontramos el compuesto èju o jie L Q O ). Con frecuencia o jteíqco se emplea juntamente con ■0'eQÍ^co (esta imagen de la siembra y de la cosecha se origino en la literatura sapiencial). 2. a) Pablo usa el verbo OJtEÍQCO seis veces tan sólo en 1 Cor 15, 36-44. En su confrontación con los falsos maestros de Corinto, Pablo utiliza la imagen dei grano (de trigo), una imagen que se hallaba muy difundida en el cristianismo primitivo ( ^ ojtéQpa 1; cf. Jn

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OrtElQCO- 03t8Q|J.a

12, 24; 1 Ciem 24, 4s), para mostrar la continuidad que existe, dentro de la discontinuidad, entre la vida actual y la vida futura. OJIEÍQCO se usa en sentido literal en 1 Cor 15, 36s, y en sentido figurado en 15, 42ss. En cuatro pares de opuestos se establece una antítesis entre ojteÍQcu y èY^tem. Los pares de opuestos (ojteÍQExai), formulados de manera impersonal, desembocan (15, 44) en el enun­ ciado central: ajieÍQerai ocõpa ipuxuióv, EYEÍQExai otõpa jtvEttpatixóv. En todo ello, Otõpa designa la forma concreta de la exis­ tência humana, cualificada como terrena o co­ mo celestial según sean los correspondientes atributos. Con frecuencia encontramos en Pablo la imagen de la siembra y de la cosecha, por ejemplo, en 1 Cor 9, 11, donde artEÍçcü se refiere a la labor misionera (cf. también 2 Cor 9, 6.10, donde se trata de la dádiva de amor hecha por la comunidad). En Gál 6, 7s, la imagen sirve para la motivación de la conducta de los creyentes. El que siembra oóqI, cosechará tpdoQÓ, pero el que siembra jtvEÜ|xa cosechará Çcüt] aicóvioç. b) En los Evangelios, airEÍgco se usa casi siempre en sentido propio, eomo sucede en la parábola dei sembrador (Mt 13, 3.4.18.19.20. 22.23 par. Mc 4, 3.4.14.15.16.18.20 par. Lc 8, 5 [tres veces]), en la parábola de la cizana en­ tre el trigo (Mt 13, 24.27.37.39), en la parábo­ la dei grano de mostaza (Mt 13, 31 par. Mc 4, 31.32), en la parábola de los talentos que fueron confiados (Mt 25, 24.26 par. Lc 19, 21.22) y en la imagen de Ias aves dei cielo (Mt 6, 26 par. Lc 12, 24). En la interpretación alegórica (que no pertenecía originalmente a la parábola) de la parábola dei sembrador (Mt 1 3 ,18ss par.) y de la cizana entre el trigo (Mt 13, 37ss), el sentido literal viene a desembo­ car en el sentido figurado: la interpretación presupone la imagen, rauy difundida en el mundo antiguo, de la plantación hecha por Dios (cf. Mt 15, 13). Si en la imagen original de la siembra se piensa en la llegada dei reino de Dios, vemos que ahora, en la interpreta­ ción, lo que ocupa el primer plano es la conducta de los creyentes.

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La imagen de la siembra y de la cosecha (-> a) aparece en Mt 25,24.26 par. Lc 19, 21s. En Jn 4, 36s esta imagen se halla formulada en el marco de un provérbio; en el tiempo escatológico la siembra y la cosecha son simultâneas (cf. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° [KEK], sub loco). W. Hackenberg

aJt£XOv}i,áT(OQ, OQOÇ, ó

spekoulaW r verdugo, ejecutor (de la justicia)* El préstamo léxico latino ispeculator) de­ signa originalmente al espia y luego también al mensajero. En Mc 6,27 se piensa en el ver­ dugo (así también en Séneca, Ben III, 25; Ira I, 18, 4). Schürer I, 411-413; Pauly, Lexikon V, 300s; Spicq, Notes II, 730-737. (TJlévÔO^ai spendomai ser ofrecido* En el NT aparece únicamente la voz pasiva de ajtévôco («ofrecer un sacrifício en libación»). Flp 2,17: «Pero aunque yo sea ofreci­ do como sacrifício en libación...». Este tópico se recoge en 2 Tim 4, 6: «Yo estoy siendo ofrecido ya como sacrifício en libación». Cf. ThWNT Vn, 529-537; A Citron, Semantische Untersuchung zu OJtÉvÔEoO^ai - OJtévÔEiv EÚXEodai, Winterthur 1965.

aJIÉQitia, atoç, TÓ sperma simiente, des­ cendência, posteridad* 1. Semilla de plantas - 2. Esperma - 3. DescendenB ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; H. D. PreuB, stera', en ThWAT II, 663-686; F. MuBner, Wer ist «der ganze Sam en» in R õ m 4, 16?, en F S Zim m erm ann, 213-217; G. Quell-S. Schulz, ajiéçpa, en ThWNT Vn, 537547; C. Westeimann, Sam e, en BHH III, 1661s. Sobre 1: G. Barth, A u se in a n d e rsetzu n g e n um die K irchenzucht im U m kreis des M t-Ev.: ZNW 69 (1978) 158-177; H. Braun, D as «Stirb u n d w erde» in d e r A n tike u n d im NT, en Id., Ges. Studien z. N T u n d sein er Umwelt, Tübingen ^1971, 136-158; J. D. Crossan, The S e ed P a ra b les o f Jesus: JBL 92 (1973) 243-266; M. E. Dahl, T he R esu rre ctio n o f th e B ody, London 1962, 121-125; J. Jeremias, D ie D eu tu n g d es G leich n isses vo m U n kra u t u n te r d e m W eizen, en F S C u llm a n n 1962, 59-63; Jeremias, P arábolas, 99-105, 179-185,

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OJt€Q(Xa

270-272: O. Kuss, Zum S in n gehalt d e s D oppelgleichn isse s v o m S e n fk o rn u n d S a u erteig : Bib 40 (1959) 641-653; R. Morisette, L a condition de ressuscite: Bib 53 (1972) 208-228; K. Usani, «H ow are the D e a d R aised?»: Bib 57 (1976) 468-493. S o b re 2: K. Wengst, H ã resie u n d O r th o d o x ie im Sp ieg el des 1 Joh, Gütersloh 1976, 44-46. Sobre 3: K. Berger, A b ra h a m in den p ln H auptbriefen : MThZ 17 (1966) 47-89; Ch. Dietzfelbinger, P aulus u n d d a s AT, München 1961, 19-23, 27, 31; Th. B. Dozeman, Sperma Abraam in Jo h 8 a n d R ela ted L iterature. C o sm o lo g y a n d Jud g em ent: CBQ 42 (1980) 342-358: G. Klein, R õ m 4 u n d d ie Id ee d e r H eilsgesch ich te, en Id., R ek o n stru k tio n u n d In terp reta tio n , München 1969, 145-169, sobre todo 158-162; Id., E x e g etisc h e P ro b lem e in R õ m 3, 21-4, 25, en ibid., 170-179; H. Merklein, D ie A u ferw ecku n g Jesu un d die A n fã n g e d e r C hristologie: ZNW 72 (1981) 1-26, sobre todo 13-16; H. Schlier, Z u R õ m 1, 3 f en F S C ullm ann 1972, 207-218; A. Võgtle, M y th o s u n d B o ts c h a ft in A p k 12, en F S K uhn, 395-415; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1270.

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2. 1 Jn 3, 9, utilizando una cita ontológica tomada de los adversários gnósticos, se refiere al esperma de Dios; en el contexto de la imagen de que hay que ser engendrados por Dios para ser hijos de Dios, la Carta primera de Juan se refiere metaforicamente al Espíritu (3, 24; 4, 13) o al acontecimiento de la palabra (1, 10; 2, 14; Sant 1, 18.21; 1 Pe 1, 23), por el cual Dios da al que ha nacido de nuevo la posibilidad de vivk en justicia y en amor fraterno, una posibihdad que genera la incapacidad para pecar (el esperma de Dios deter­ mina Ias propias acciones).

3. Mc 12, 19.20.21.22 par. Mt 22, 24s / Lc 20, 28 citan Gén 38, 8 a propósito de la ley dei matrimônio por levirato (Dt 25, 5-10). En Heb 11, 11, en la historia de los modelos 1. Según Mt 13, 24.27.37s, la buena semilla de fe, la función procreadora dei varón, que consiste en poner el fundamento para la des­ crece junto con la mala hierba hasta el mo­ cendência, se aplica a Sara, la estéril ascenmento de la cosecha. Si la situación primaria diente de Israel, por el poder ejemplar de la fe de la parábola muestra la negativa de Jestís a de esta mujer. 11,18 recuerda la valentia de la hacer lo que hacían otros grupos judios, sefe de Abrahán, que con el sacrifício de Isaac gregando de los demás a la comunidad dei arriesga el cumplimiento de la promesa de teresto santo (EvTom 57), vemos que la interner descendencia (cita de Gén 21, 12 LXX, pretación alegórica pre-mateica distingue en­ también en Rom 9, 7). - Ap 12, 17 usa aitÉQtre los hijos dei reino dei Hijo dei hombre y p,a en sentido fígurado: El Mesías Jesús y los los hijos dei maligno (w . 37-39) y hace una cristianos dispuestos al martirio, como heradvertência contra el ceio que quiete separar manos de Jesús (cf. Rom 8, 29; Heb 2, lls), entre lo bueno y lo maio, a la manera humana. son -todos ellos- descendientes de la mujer, Finalmente, el redactor mateico utiliza la dis­ es decir, de la Iglesia de Cristo, la cual es el tinta suerte de la cizana y dei trigo para ad­ cumplimiento antitípico de la figura de Eva vertimos contra la falsa seguridad acerca de (Gén 3, 15). la propia salvación (vv. 40-43). Es importante teológicamente el tecnicismo En la parábola de Mc 4, 31 par. Mt 13, 32 «simiente de Abrahán» (cf., a propósito, ->• (EvTom 20), la suerte dei grano de mostaza, ’APqaá|x 2): tan diminuto como la cabeza de un alfíler, y a) Para designar a Israel en su existência que es proverbialmente la más pequena de to­ empírica como el portador elegido de la pro­ das Ias semillas visibles (Billerbeck I, 669), mesa (Lc 1, 55; Hech 7, 5s; Rom 4, 13.16; testifica el poder milagroso de Dios, que ya Gál 3,16; 2 Cor 11,22), en todo lo cual Pablo desde ahora, sin ser visto, está actuando en distingue en Rom 9, 7s entre la simiente au­ Jesús y preparando la consumación dei reino. têntica y la simiente inauténtica, o bien en En 1 Cor 15, 38 Pablo recoge el antiguo ejemplo dei grano de trigo (cf. Jn 12, 24; 1 Rom 9, 29 (con una cita de Is 1, 9 LXX: la sinúente que hace posible nueva vida) habla de Ciem 24, 5; bSan 90b; bKet 111b), para de­ los judeocristianos como dei resto santo dei mostrar con la muerte de la semilla la necesipueblo judio de Dios, que no se excluye de la dad de morir como condición previa para la salvación por la incredulidad; resurrección (jreanimación!) por Dios.

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ajiÉQfia - 0jtX,aYX'víto(^<^i

b) Para designar principalmente el nuevo pueblo de Dios, integrado por judios y gentiles, que se constituye únicamente por la fe en Cristo, un pueblo en el que se seculariza la prerrogativa judia de ser hijos de Abrahán (cf. Jn 8, 33.37) o en el que son admitidos los gentiles a la elección de Israel (Rom 4, 16.18; 9, 7; Gál 3, 29; Heb 2, 16); c) Para designar a Jesus como el Mesias prometido (Hech 3, 25; Gál 3, 16.19), no existiendo para la interpretación mesiánica ningún paralelo rabinico anterior; d) Para designar a Pablo como miembro dei pueblo elegido (^nota característica de un apóstol?) y como ejemplo viviente de la voluntad salvifica de Dios para con Israel (Rom 11, 1; 2 Cor 11, 22). La fórmula que se refiere a Jesus como «descendiente [= de la simiente] de David» (-> ulóç 6) se origino en círculos judeocristianos y posee una significación cristológica es­ pecial; es más que una referencia biográfica, ya que confiesa la fe en Jesús resucitado co­ mo el Mesias prometido en la profecia de Natán (2 Sam 7, 12 y otros lugares); Rom 1,3; 2 Tim 2, 8; Hech 13, 23 (alusión a 2 Sam 22, 51 LXX). A esta confesión de fe hace referencia también Jn 7, 42. Sobre la tradición biográfi­ ca, cf. Mt 1,16.20; Mc 12, 35ss par.; Lc 1,27; 2, 4.11;3, 31;A p5, 5; 22, 16.

OJIEÚÔO) speudõ apresurarse; en sent.

trans., acelerar, anhelar* ojteúôco en sentido intransitivo aparece uni­ camente en la obra de Lucas: Lc 2, 16; 19, 5.6; Hech 20, 16; 22, 18, y, por cierto, asociado siempre con otro verbo (en Hech 20,16 se­ guido por un infinitivo). En sentido transitivo ojteúôo) se halla únicamente en 2 Pe 3, 12: «esperando y anhelando intensamente ( jiq o o ôoxcüVTaç x a l ajtsúôovtaç) la llegada dei dia de Dios». GJtTiXaiov, OU, TÓ spêlaion cueva*

En el NT el sustantivo designa la cueva co­ mo guarida de ladrones (Mc 11, 17 par. Mt 21, 13 / Lc 19, 46; cf. Jer 7, 11), como lugar de refugio en momentos de persecución y peligro (Heb 11, 38; Ap 6, 15), y asimismo la cueva sepulcral (Jn 11, 38; cf. TestRub 7, 2). a7tlkÓ.ç, á ô o ç , 1^ spilas roca en el mar, escollo; lacra* Jds 12 emplea en sentido metafórico el tér­ mino ajtt)i.áç: En Ias cenas los libertinos son o ju X ,á Ô E ç . El significado de lacras se ajusta mejor al contexto (cf. también 2 Pe 2, 13) que el de escollo. K. H. Schelkle, Der Judasbrief (HThK), sub loco-, Spicq, Notes II, 809-811. OTtíÀoç, ajukóco.

U. Kellermann

GTlikoç,

GJteQfioJuÓYOÇ, ou, Ó spermologos

char-

latán* Hech 17, 18 en la pregunta de los filósofos atenienses refiriéndose a Pablo; «iQué querrá décimos este charlatán7», ajteQpoLóyoç es la forma sustantivada dei correspondiente ad­ jetivo, que significa «el que recoge semiUas». El sustantivo designa una variedad de «grajo» (Aristófanes, Aristóteles) y luego -e n sentido figurado- al charlatán (así, por ejemplo, en Demóstenes, Or XVHI, 127; Dionisio de Halicamaso, AntRom XIX, 5, 3; Filón, LegGai 203). Wettstein, NT sub loco-, Spicq, Notes II, 807s.

OU, ó spilos mancha; lacra* En Ef 5, 27 junto a qutÍç: La Iglesia sin «manchas ni armgas». En 2 Pe 2, 13 junto a pcõQoç: «manchas e inmundicias», refirién­ dose a los falsos maestros libertinos.

OJliÀ.OtO spiloo manchar, ensuciar* En sentido figurado se emplea en Sant 3, 6 y Jds 23.

OJt^ayxvíÇo^ai

sp la g ch n izo m a i

compa-

decerse, tener misericórdia* 1. Aparíción en el NT - 2. Significado dei término 3, Testimonios dei mismo en Ias parábolas de Jesús -

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aiú.ayxvíZo\ia\.

4. Caracterización de Jesús como el representante de la misericórdia de Dios. B ib l : o n X á y x v o \ , cf. además; G. Sellin, L u kas a is G leich n iserzã h ler (II); ZNW 66 (1975) 19-60, so­

bre todo 26s y 49s.

1. En el NT, el verbo (que es deponente pasivo) aparece únicamente en los Evangelios sinópticos un total de 12 veces, de Ias que cuatro se encuentran en Marcos, cinco en Mateo (tres de ellas recogiéndose dos pasajes de Marcos, una en el material peculiar y otra redaccional) y tres veces en Lucas (material pe­ culiar). 2. El verbo en voz activa (2 Mac 6, 8) signifi­ ca, como OJtX.ayxveúm, «celebrar un banquete cultuai» (-> ankáyyyoy 2). El significado espe­ cial dei verbo deponente procede dei sentido pe­ culiar, que se inicia ya en el sustantivo y que casi siempre se indica claramente por medio de sinô­ nimos, de sentir «misericórdia, compasión» (-> OJtXáyxvov 3.c). Este sentido se baila documen­ tado una vez en la LXX (Prov 17, 5), seis veces en el TestZab (cf., a propósito, Kõster, 551s), así como en el TestAbr (B) 12. Símmaco (1 Re 23, 21; Ez 24, 21) presupone ya quizás el sentido que se da a este término en el NT (o en el TestZab). 3. aJtÀaYXVíÇo[xai aparece en tres parábo­ las de Jesús: en Mt 18, 23ss (v. 27) con el tér­ mino opuesto ÔQYÍÇo(iai (v. 34), refiriéndose al amo dei criado inmisericorde; en Lc 15, lls s (v. 20), refiriéndose al padre dei hijo pródigo (aqui el hijo mayor, con su «cólera» por la conducta dei padre, marca el contraste; v. 28). En la narración ejemplar dei Samaritano compasivo (Lc 10, 30ss), se menciona con èojiX.aYXViaffT) el motivo decisivo para su buena acción con el hombre que había sido víctima de unos salteadores. Si en Mt 18,23ss y Lc 5, lls s se designa claramente la conduc­ ta de Dios hacia los hombres, vemos que en Lc 10, 30ss se presenta evidentemente al samaritano como una persona que «ajusta» sus acciones a la «medida» de la misericórdia di­ vina y cumple así la voluntad de Dios. Está descaminada la interpretación alegórica dei Samaritano que utilice como punto de partida la palabra clave an;teYX'Vt^op,ai para identi­

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ficar al Samaritano con la persona de Jesús (Sellin, 25-27). 4. Los testimonios en Marcos, Mateo y Lc 7, 13 presentan a Jesús como quien acoge con misericórdia a Ias personas que se hallan en alguna aflicción y les presta ayuda. Mc 6, 34 introduce (en forma quizás redaccional) el relato dei milagro con que se da a comer a cinco mil personas, aludiendo clara­ mente a Ez 34, de tal manera que el Jesús que se apiada aparece como el representante (escatológico) de Dios mismo; en Mc 8 ,2 (el milagro de dar de comer a cuatro mil personas). Marcos pone en lábios de Jesús mismo la afirmación: «Tengo compasión de esa multitud». Mateo recoge los dos pasajes de Marcos (Mt 9, 36 y 14, 14a, repetido en 15, 32) y anade redaccionalmente en 20, 34 al texto de Mc 10, 52 Ias palabras «él tuvo compasión» como motivo para la curación de los ciegos. Está en consonância con ello Lc 7, 13 (Jesús se apia­ da de la madre dei joven que había muerto) y la motivación que aparece en Mc 1, 41 (cura­ ción de un leproso) y 9, 22 (el padre dei epi­ léptico ruega: «jTen compasión de mí!»). En los paralelos sinópticos de estos pasajes de Marcos falta el verbo (^se tratará de una adición posterior al texto canônico de Marcos?). Por tanto, la aplicación dei verbo a Jesús re­ presenta una caracterización «mesiánica» de Jesús (así afirma Kõster, 554), que desde luego es atípica de Ias expectaciones mesiánicas judias. En el AT (Salmos Deuteroisaías) es, más bien, Dios mismo quien acoge con mise­ ricórdia a los humillados e insignificantes. En el TestZab 8, 1 (cf. 8, 2) lo de ojtXayxví^Ea■ftai se convierte en un enunciado escatológico acerca de Dios (cf. además TestAbr [B] 12, así como el uso específico dei término en Hermas; cf., a propósito, Kõster, 558, 22ss). Por consiguiente, el cristianismo primitivo, cuando aplica este verbo a Cristo, hace que él -como el Hijo que es- actúe como Salvador escatológico desempenando el papel de Dios. N. Walter

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OTikáyxvov

ajtÀ.áYX^ov, o v , t ó splagchnon en plu­ ral: los órganos internos, Ias entranas, el «corazón», el anhelo entranable, la m ise­ ricórdia* 1. Aparición en el NT - 2. El término en sentido fí­ sico - 3. En sentido figurado. B ibl.: Th. Koehler, M isérícorde, en DBS X, 13131328; H. Kõster, a n k á y % v o v xtX., en ThWNT VII, 548-559; E. C. B. MacLaurin, The S e m itic B a ckg ro u n d o f Use o f 'en sp la n c h n o is’: PEQ 103 (1971) 42-45; M. J. I. Menken, The P o sitio n o f a n k a y x v i ^Eofiai a n d ojiXáyxva in th e G ospel o f Luke: NovT 30 (1988) 107-114; Spicq, N o te s II, 812-815; H. I. Stoebe, rhm p iei. en DTMAT B, 957-966.

1. En el NT aparece únicamente el plural (como casi siempre en la literatura griega): una vez en Lucas (Lc 1, 78) y una vez en Hechos (Hech 1, 18); ocho veces en Ias Cartas paulinas (2 veces en 2 Corintios; 2 en Filipenses; 3 en Filemón [!]; 1 en Colosenses) y tarabién en 1 Jn 3, 17. 2. En sentido físico t à onXáyxyoi designa los órganos internos, Ias entranas, dei hombre y dei animal, en cuanto son importantes en el culto sacrificial (de ahí los derivados en la LXX). - En el NT sólo aparece rma vez, en sentido general, en Hech 1,18; cuando Judas se quitó la vida, «todas sus entranas se desparramaron» (cf. 4 Mac 5, 30; 10, 8; 11, 19). 3. El sentido figurado se basa en que los anká yxva se consideraban como la sede de los sentimientos. a) En la literatura griega más antigua se localizaban allí principalmente los sentimientos violen­ tos, agresivos. Tan sólo en la época helenística se ve en los ojtXáyxva el lugar donde uno «se ablanda, se suaviza» (así Eclo 30, 7; Sab 10, 5c; JyA 6, 1) o donde uno experimenta el desaliento (SalSl 2, 14); son también la sede dei amor ma­ terno (natural) (4 Mac 14, 13; 15, 23.29) y dei afecto en general. b) El uso que Pablo hace dei término enlaza con todo ello: en los attXayxya se localiza la inclinación positiva hacia otros, el anhelo cordial de comunión con Ias personas amadas. 2 Cor 7, 15 habla dei afecto cordial que Tito

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siente hacia los corintios. En Flp 1, 8 Pablo localiza «en los anXáyxva de Cristo Jesus» la anoranza que él siente de los filipenses; el co­ razón mismo dei Kyrios es, en cierto modo, el que «habla» en el corazón de Pablo y anhela estar en comunión con los hermanos; así se describe la razón más profunda de este anhelo. En Filemón, el interés emocional de Pablo por la suerte dei esclavo Onésimo, que fue devuelto a su amo, se muestra en el triple uso de la expresión xà attXáy%va. Se hace constar a Filemón que su manera de ser (^o una conducta especial?) «conforta» (v. 7) los onXáy%v a (los corazones) de los santos; eso mismo espera Pahlo en el presente caso (v. 20). Pablo llama a Onésimo su propio «corazón» (v. 12, xà èpà onXáyxyui', de manera parecida habla Jacob sobre su hijo predilecto José, en Filón Jos 25); jcf. Fim 10! El término tiene sólo un sentido relativamente neutro en 2 Cor 6, 12; literahnente; «No hay escasez de espacio en mí para vosotros, sino que donde lo hay es en vuestros propios corazones», es decir; No yo, sino vosotros os preocupáis mal de vosotros mismos; no hacéis cosas buenas por vosotros mismos. Sin embargo, los exegetas entienden casi siempre este pasaje en el siguiente sentido: «Yo no tengo el corazón estrecho con vosotros (= yo no me he cerrado a vosotros), sino que vosotros lo tenéis conmigo)». c) En el NT (con excepción de 1 Jn 3, 17) el significado especial de compasión, piedad, misericórdia no aparece sino en combinación con los correspondientes sinônimos (usados como atributos o en parátaxis). Un testimonio profano dei siglo V a.C. (ÃgU IV, 1139, 17) no se puede interpretar con seguridad (Kôster, 549 nota 11). Así que ese significado se desarrolló probablemente por influencia dei hebreo ralfmim (Mac Laurin), que parte más in­ tensamente que el término griego dei significado de «seno materno» (Stoebe). Pero en la LXX no aparece todavia el significado de «misericórdia» (excepto en Prov 12, 10), aunque sí aparece en los Testxn, especialmente en el TestZab 7 y 8 (cf., a propósito, Kõster, 551s). En el cântico dei «Benedictus», en Lc 1, 78, la manifestación salvífica escatológica de

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anXáyxvov - onoDÔaítDç

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Dios se explica por Ias «.entrarias de miseri­ par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1 (Jesus pasaba en día de córdia (ojrXáyxva èXéorjç) de nuestro Dios» sábado «por los sembrados»), ThWNT Vll, (cf. TestZab 8, 2a; OrMan 7). 538 y 547. En Flp 2, 1 Pablo exhorta a los filipenses a la armonía recurriendo a los OTÚ.áyjya x al ffTtÓQOÇ, o v , ó sporos semilla, simiente* ouxLQpoí. Con ello una de dos: o bien se ape­ Mc 4, 27 y Lc 8, 11 en la parábola dei semla a la disposición de los lectores para la combrador. Mc 4, 26: «echar la semilla sobre la pasión (R. Bultmann, en ThWNT V, 163), o tierra»; en vez de eso Lc 8, 5 dice (como Dt bien se aduce como argumento la propia soli11, 10 LXX): «sembrar (ojisí^co) la semilla». citud entranable dei apóstol bacia los filipen­ 2 Cor 9,10: «El que proporciona simiente al ses, o quizás se apela (en sentido general) a la sembrador y pan para el alimento, os propor­ misericórdia de Dios. cionará y os multiplicará la simiente y hará En el catálogo de Ias cualidades de una concrecer los frutos de vuestra justicia». ó ducta de amor, en Col 3, 12s, aparece en priojtÓQOç •ôpóôv, en el v. 10b, es una metáfora merísimo lugar: oixTiQp.on («mi­ sericórdia que brota dei corazón»), junto a —> ■ que se refiere a Ias ayudas distribuídas entre los necesitados. ThWNT VII, 538 y 547. XQTiaxótpç y a otras cualidades. Sin adición alguna que la defina en concre­ to, pero entendida claramente como sentia jio v ô á ^ to spoudazõ apresurarse, esformientos eficaces de misericórdia, que deben zarse* estar vivos en el corazón de todo cristiano, El verbo va seguido de infinitivo en: Gál 2, aparece la expresión xà OJtÀáyxva en 1 Jn 3, 10; 1 Tes 2, 17; E f 4, 3; 2 Tim 2, 15; 4, 9.21; 17. Tit 3, 12; Heb 4, 11; 2 Pe 1, 10.15; 3, 14. En N. Walter estas citas el verbo va en imperativo en: 2 Tim 2, 15; 4, 9.21; Tit 3,12; 2 Pe 1, 10; 3,14; se encuentra un participio con sentido de im­ ojioyyoç, ov, o spoggos esponja* perativo en: Ef 4, 3; y un aoristo de subjuntiEn Mc 15, 36 se habla de la esponja empavo en: Heb 4, 11. Cf. ThWNT V ü, 559-568; pada en vinagre que se ofreció al Crucificado; Spicq, Notes II, 816-825. así se lee también en Mt 27, 48; Jn 19, 29. (TJIOÔÓÇ, oC, spodos ceniza* En la frase corriente «en saco y ceniza» en Mt 11, 21 par. Lc 10, 13 como expresión de sentimientos de penitencia. Heb 9, 13 (tam­ bién Bem 8, 1) habla de la ceniza de la vaca roja (Núm 19, 9). ajlOQÚ, ã ç , lí spora semilla, simiente* ojtogá significa originalmente la actividad de la siembra, y luego también lo sembrado, la simiente-, 1 Pe 1, 23. ThWNT VII, 538 y 547. (TTCÓQl^OÇ, 2 sporimos sembrado; en sent. sust., lo sembrado* En el NT el término se usa únicamente en sentido sustantivado xà OJtÓQtpa; Mc 2, 23

a jiovôaioç, 3 spoudaios diligente, solíci­ to* 2 Cor 8, 22a con èv JtoXÀotç JtoX,Mxiç. El comparativo ojtonôaióxegoç (jnuy diligente) aparece en 8, 17.22b. ThWNT VII, 559-568; Spicq, Notes II, 816-825. aJloBÔaííOÇ spoudaios (adv.) apresuradamente, con empeno* Lc 7, 4: jraQaxaXéco anovòaícoç, «supli­ car con insistência». El advérbio aparece en 2 Tim 1, 17 y Tit 3, 13 con el significado de solicitamente. El comparativo {con especial prisa) aparece en Flp 2, 28: «Con mucha mayor prisa os lo enviaré (a saber, a Epafrodito)». Spicq, Notes II, 818.

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03t0\)0lí - OXTOQÓÇ

orjiouôlfj, spoudê prisa, empeno* Las 12 veces que aparece el sustantivo se distribuyen entre los dos grupos de significa­ dos: prisa (Mc 6, 25; Lc 1, 39) y empeno (Rom 12, 8.11; 2 Cor 7, 11.12; 8, 7.8.16; Heb 6,11; 2 Pe 1, 5; Jds 3). ThWNT VH. 559-568; Spicq, Notes n , 816-825. OTtVQÍç, íô o ç , 1^ spyris cesto, canasta* Se habla de canastas con ocasión dei milagro de la multiplicación de los panes y de los peces: Mc 8, 8.20 par. Mt 15, 37 y 16, 10. Según Hech 9, 25, sacaron a Pablo de la ciudad de Damasco descolgándolo en un cesto a través de una abertura en el muro; cf. 2 Cor 11, 32s. Spicq, Notes II, 787s. o tá Ô lo v , OV, TÓ stadion estádio, pista de carreras* oxáôiov es primeramente una medida de longitud (600 pies griegos, 192 m): Mt 14, 24; Lc 24, 13; Jn 6, 19; 11, 18; Ap 14, 20; 21, 16. En el sentido de pista de carreras (atestiguado desde Píndaro) oxáSiov aparece en 1 Cor 9, 24 (también MartPol 6, 2; 8, 3 y passim)\ àym v 4. a t a j i v o ç , o v , stamnos vasija, jarra* En Heb 9, 4 se habla de la vasija de barro en la que se guardaba el maná (Ex 16, 33 LXX). (TTaaiaaTiííç, o v , ó stasiastSs amotinado, sedicioso* Mc 15, 7: Barrabás se hallaba encadenado junto con los sediciosos que habían cometido un asesinato. Spicq, Notes II, 826-828. o r á o i ç , £toç, 1^ stasis subsistência; rebelión; discórdia* El significado de subsistência se da unica­ mente en Heb 9, 8 {«hallarse en pie»), En el sentido de rebelión oxáaiç se encuentra en Mc 15, 7 par. Lc 23, 19.25; Hech 19, 40. El

significado de disensión / discórdia aparece en Hech 15, 2; 23, 7.10; 24, 5. ThWNT VII, 568-571; Spicq, Notes II, 826-828. a T a tf jg , Ô statêr (el) estater* El oxaxfiQ es una moneda de plata con un valor de cuatro dracmas (->• ôpaxixfj 2): Mt 11, 27; 26, 15 v.l. (D al). E. Klostermann, Das Matthãusevangelium'* (HNT), 147.

atavpóç,

ov,

ó stauros cruz*

1. Aparición en el NT; sobre la terminologia y la ar­ queologia de la pena de crucifixión - 2. Uso literal, principalmente en los Bvangelios - 3. Uso metafórico - 4. Como palabra clave para designar determinadas realidades teológicas en las Cartas pauUnas - a) Cartas paulinas autênticas - b) Cartas paulinas inauténticas. B ibl.: R. S. Barbour, W isdom a n d the C ross in 1 Corinthians 1 a n d 2, en F S Dinkler, 57-71; Bauer, W õrterbuch, 1515s; E. Benz, D e r gekreuzigte G erechte bei P la to , im N T u n d in d e r a lte n K irch e (AAWLM.G 1950, 12), Mainz-Wien 1950; J. Blinzler, D e r Prozefi Jesu, Regensburg ‘*1969; E. Brandenburger, Sxanpóç, K re u zig u n g J e s u u n d K re u ze sth e o lo g ie : WuD 10 (1969) 17-43; H. Cohn, The Trial an d D eath o f Jesus,

London 1972 (también New York 1977; en hebreo: Tel Aviv 1968); G. Delling, D e r K reu zesto d J esu in der urchristl. V erkündigung, Gõttingen 1972; W. Dietrich, K reu zesverkü n d ig u n g , K re u ze sw o rt u n d K reuzesepigra p h : R a n d b em erk u n g e n zu m «K reu z C h risti» bei Paulus, en F S R engstorf, 214-231; E. Dinkler, K reuzzeichen un d K reuz - Tav, C hi un d Stauros, en Id., Sign u m C rucis, Tübingen 1967, 26-54; Id., J e s u W ort vom K reuztragen, en ibid., 77-98; E. E. EUis, «C hrist C ru cified » , en Id., P ro p h e cy a n d H e rm en e u tic in E a rly C hristia n ity (WUNT 18), Tübingen 1978, 7279; D. Flusser, D e r G ekreuzigte u n d die Juden: FrRu

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oxauQoç

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der, ota-üoóç « k . , en ThWNT VII, 572-584; W. Schrage, D a s V erstãndnis d es Todes Jesu C hristi im NT, en E. Bizer y otros, D a s K reuz Jesu C hristi ais G ru n d d e s H eils, Gütersloh ^1969, 49-90; Id., Leid, K re u z u n d E sch a to n . D ie P e r is ta s e n k a ta lo g e a is M e rk m a le p ln th eo lo g ia c ru c is u n d E sch a to lo g ie: EvTh 34 (1974) 141-175; Id., «...den Ju d en ein Skandalon» ? D e r A nstofi des K reuzes nach I K o r 1, 23, en E. Brocke-J. Seim (eds.), G o ttes A u g a p fel. B eitrãge zu r E m e u e r u n g d e s V erh ã ltnisses von C h risten und Ju d en , Neukirchen-Vluyn 1988, 59-76; P. Stuhlmacher, A c h tze h n T hesen zu r p ln K reuzestheologie, en F S K a sem a n n , 509-525; W. Vogler, J e s u Tod - G o ttes Tat? B em erku n g en zu r frü h c h ristlic h en Interpretation d es Todes Jesu: ThLZ 113 (1988) 481-492; H. R. Weber, K reuz. Ü b erlieferu n g u n d D e u tu n g d e r K reuzig u n g Jesu im ntl. K ulturraum , Stuttgart-Berlin 1975; H. Weder, D a s K reu z J esu b e i P aulus. E in Versuch, üb er den G eschichtsbezug d es christi. G laubens nachzu d en ken (FRKLANT 125), Gõttingen 1981; más bi­

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bastante frecuencia. Constantino el Grande la abolió en el ano 320, por respeto a la cruz de Cristo. Según los testimonios existentes de la época dei cristianismo primitivo, la crucifixion era el medio de ejecución que se apücaba a esclavos y libertos y, además, precisamente en Palesti­ na, Ia pena capital que se aplicaba a los sediciosos. Desde el comienzo dei dominio romano has­ ta poco antes de estallar la Guerra de los Judios en el ano 66 a.C., todos los testimonios conocidos sobre la ejecución de crucifixiones en Palestina se refieren a los rebeldes y a sus simpatizantes crucificados por los romanos, de tal modo que, basándose en esto, puede afirmarse prácticamente con seguridad que Jesús fue ejecutado por los romanos como agitador poMco (aunque, eviden­ temente, él no se comportó como tal). La crucifixión de Jesús debió de corresponder a la forma en que entonces se aplicaba conientemente este cas­ tigo (cf. también, en lo que respecta a Palestina, el hallazgo actual de Giv‘at ha-Mivtar). Se trataba de un poste vertical, enclavado en la tierra, con un paio trasversal, es decir, de una crux commissa (una cruz en forma de T). El NT, además dei término oxaUQÓç, empleado corrientemente en los textos de aquel entonces para designar a la «cruz», conoce también el término Çúkov (3.a), que en ocasiones se empleó también para designar a la cruz en determinadas circunstancias (siempre en el libro de Hechos).

2. El sustantivo, en sentido propio, se apli­ ca únicamente a la cruz de Jesús (y se refiere siempre en todos los pasajes dei NT a la crucifixión de Jesús), aunque los Evangelios hablan también de la crucifixion simultânea de los dos «ladrones», y se refieren en general a la pena de crucifixion en una acusación de Je­ sús contra Ias autoridades judias (->• OTaubliografia en 5<0E(iávvn[u, Çiikov; cf. además QÓo) 2.a, ouoTauQÓü) 1). ThWNT X, 1270s. El sentido literal de OTauQÓç aparece en los Sinópticos en tan sólo dos contextos: uno 1. En el NT el sustantivo aparece 27 veces, de ellos es el hecho de que Simón de Cirene concretamente en los cuatro Evangelios (16 cargara con la cruz hasta el lugar de la ejecu­ veces) y en el Corpus Paulinum (10 veces); ción (Mc 15, 21 par. Mt 27, 32 / Lc 23, 26; cf. aparece además en Heb 12, 2). En todos los patibulum ferat per urbem, deinde adfigatur pasajes el término, que designa de por sí un cruci, Pseudo[?]-Plautus, Carbonaria (apud poste enclavado verticalmente, se refiere al Nonius Marcellus, 221]; cf. además especial­ medio de ejecución empleado en aquel entonmente Plutarco, De sera numinis vindicta, 9); ces especialmente por los romanos. la frase empleada es oíqelv tòv oxauQÒv auToij, «cargar y llevar su cruz [de Jesús]» Desde Ias Guerras Púnicas los romanos venían (así Marcos y Mateo; aÍQCO xòv axangóv no aplicando la pena de crucifixion, al menos con

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OTaojgoç

está documentado en textos ajenos al cristia­ nismo), o qpéQEiv xòv oxauQÓv, «llevar la cruz» (así Lucas; la frase aparece también en Cariton IV, 2, 7); Jn 19, 17 describe la situación de manera diferente; Jesus «mismo va llevando su cruz» (ê au x ^; cf. cf. Blinzler, 363ss nota 32; con Paoxá^co también en Ca­ riton IV, 2, 7; 3, 10; Artemídoro, Onirocr II, 56). En el otro contexto sinóptico, en el cual se habla de Ias afrentas contra Jesus clavado en la cruz, el término oxauQÓç aparece única­ mente en los dos primeros Evangelios (Mc 15, 30 par. Mt 27, 40.42), en ambos casos en el desafio que se lanza a Jesus para que «baje de la cruz» (xaxaP aívEiv áitò xoõ oxaupoü). Sobre la cuestión acerca de una teolo­ gia marquina de la cruz, cf. —y oxaugóco 2.a). En el Evangelio de Juan, oxauQÓç aparece en otros tres pasajes de la historia de la Pasión: tan sólo en este Evangelio se dice en 19, 19 que la inscripción se puso «sobre la cruz» (EJtl xob oxauQOÜ), lo que presuponen tam­ bién Mt 27, 37 y Lc 23, 38, mientras que Mc 15, 26 habla sólo de una «inscripción» (lo de poner una inscripción en la cruz es algo que no está documentado en escritos ajenos al cristianismo: Kuhn, Jesus, 5s nota 13). Según Jn 19, 25, unas mujeres, primeramente la ma­ dre de Jesus, se hallan «junto a la cruz (itag à X(p oxauQã)». Finalmente, según 19, 31, Je­ sus y los que estaban crucificados junto a él no debian permanecer en la cruz durante el sábado o el «gran sábado» (?) (en pi] peívT] EJtl xoü oxaupoü xà o ó p a x a hay una alusión a Dt 21, 23). Sobre la teologia joánica de la cruz cf. ->■oxaupóco 2.a. Fuera de los Evangelios, oxaugóç en sen­ tido propio se usa estrictamente en sólo dos pasajes: en el himno a Cristo, de Flp 2, 6-11, Pablo, en la confrontación con sus adversá­ rios (-> 4.a sobre 3, 18), completó quizás la expresión «hasta la muerte» diciendo «hasta la muerte en la cruz» ('&aváxou ôè oxaUQOÜ, v. 8) (tal es la opinión común hasta el dia de hoy; sobre el significado teológico de la inserción, cf. Weder, 209-217); así que por primera vez en el contexto paulino se asocia la figura de esclavo de Jesús (v. 7) con la ejecu-

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ción en la cruz, una ejecución que en la época romana se aplicaba característicamente a esclavos. Heb 12, 2 afirma que Jesús soportó la pena de crucifixión (oxauQÓç) «a causa dei (en vista dei Jtgo-, no debe traducirse àvxí por «en lugar de») gozo puesto delante de él y menospreció la ignominia (aioxúvT]) (asociada con esa pena de crucifixión)». La Carta a los Hebreos habla también de la «ig­ nomínia» de la muerte de Jesús en 6, 6 (jiagaÔEiypaxítü) juntamente con àvaaxauQÓco) y en 11, 26; 13, 13 (ôveiSiapóç; sobre 13, 13 cf. 3). Heb 11, 26 (ôveiôiopòç xoê Xgiaxoü) muestra que la ignominia de la pena de cracifixión, en nuestro pasaje, debe entenderse primariamente a partir de la idea dei AT acerca dei oprobio que sufre el Cristo (Sal 88, 51s LXX; cf. Sal 68, 10 LXX); ahora bien, como 12, 2 emplea la raiz aiax-, que es característica de la ignominia de la pena de crucifixión, en los textos contemporâneos (cf., por ejemplo, aíoxioroç en Aquiles Tacio II, 37, 3), vemos que la valoración antigua de la pe­ na de cracifixión desempena aqui también un pa­ pel (cf. asimismo xaxaiaxúvco en 1 Cor 1, 27, la paradoja en 1 Cor 2. 8 y ÔEiYpaxí^m en Col 2,1). 3. Se han trasmitido de diversas maneras Ias palabras de Jesús acerca de llevar la cruz y de ir en seguimiento suyo. Q ofrece la versión más antigua, que es negativa; «(no) tomar so­ bre si (o recibir) su cruz», en Mt 10, 38 (la frase con A.ap|3áva) no está documentada fue­ ra dei cristianismo), o «(no) llevar su cruz», en Lc 14, 27 (con PaorxáÇm como en Jn 19, 17; ->• 2); Mc 8, 34 ofrece una versión positi­ va: «cargar sobre sí (y llevar) su cruz» (con aígü) como en Mc 15, 21 par. Mt 27, 32; 2). Partiendo de esta versión, el logion apare­ ce por segunda vez en el Evangelio de Mateo y en el de Lucas: Mt 16, 24 par. Lc 9, 23 (aqui también con aÍQCo); asimismo con aÍQco en Mc 10, 21 v.l. Entre los escritos dei cristianis­ mo primitivo, la frase aparece también en el EvTom 55 en versión negativa (probablemente con PaaxáÇco). De manera muy divergente (sin la frase de llevar la cruz) en Jn 12, 26 y evidentemente también en Heb 13, 13 (xòv ôvEiôiopòv aüxoü qpÉQEiv, ->^ 2 a propósito

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orawooç

de Heb 12, 2, y además, con (péçco, cf. también 2 a propósito de Lc 13, 26). Es improbable la interpretación que hace Dinkler (Jesu Wort, 77ss) de Ias palabras en la versión con Xappávco, entendiéndolas como autênti­ co logion de Jesus que hablaría de un seUo escatológico, con arreglo a Ez 9, 4ss, marcado con el «signo» de Dios (en hebreo tãw: primeramente, «signo», y en segundo lugar una letra dei alfabe­ to paleohebreo, en forma de una cruz yacente o alzada); el sentido original de la frase seria kappávEiv TÒ OT]p.eiov aÚToü (cf. SalSl 15, 6). La frase se emplea en el sentido de un seguimiento o imitatio en el sufrimiento (cf., además de la yuxtaposición dei llevar [o to­ mar] la cruz y dei ir en seguimiento, en Q y en Marcos, la adición posterior «como yo» en el EvTom), y no en el sentido de un martírio sufrido una sola vez (cf. Jeremias, Teologia, 28 Is), es decir, la frase está usada en sentido metafórico o figurado (cf. esto con especial claridad en la adición posterior «cada día» en Lc 9, 23), porque el sentido dei logion no puede ser el de que cada persona que siga a Jesus deba aguardar en concreto la pena de crucifixión o incluso tenga que cargar lite­ ralmente sobre sus hombros el madero de la cruz hasta el lugar de la ejecución. El logion vuelve la mirada hacia la muerte de Jesús (y sólo así era comprensible), porque la palabra «cruz» y sobre todo la frase «llevar su cruz», en sentido figurado, no debe presuponerse co­ mo parte dei lenguaje semítico de aquella época (y tampoco como parte dei lenguaje griego). En Col 2, 14 oxaojQÓç se emplea en una frase con sentido figurado, pero nuevamente con clara referencia a la muerte histórica de Jesús en la cruz. Con arreglo a lo que suponemos que es una tradición recogida en este pasaje, Dios clavó en la cruz el «documento de deuda» por nuestros yerros, «que contenía cargos contra nosotros (con respecto a [deter­ minados] estatutos [->- ôóypa 4], como anade probablemente el autor de Colosenses)», es decir, Dios extinguió por completo nuestros yerros mediante la muerte de Jesús en la cruz;

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se piensa, por tanto, especialmente (de manera más bien ajena a Pablo) en la muerte de Je­ sús en la cruz, que obra el perdón de los peca­ dos (cf. v. 13), y se presupone sobre todo la práctica difundida de clavar en la cruz a los delincuentes (cf. Kuhn, Der Gekreuzigte, 328s), en este caso a Jesús, y no se entiende por ello probablemente (en contra, por ejemplo, de Michaelis, 523) el hecho de clavar en la cruz una inscripción en la que se declarase la culpa en que había incurrido el reo (-> 2 a propósito de Jn 19, 19; 3TQoot]ÀÓ(o en el primer sentido y también en sentido figurado en FUón, Post 61; Som II, 213). Según este pasaje (Col 2,15), Dios -en la cruz de Cristo- «expuso a pública vergüenza a los principados y potestades» (èôeiypáTioev èv jrapg T ) a í ç ( , cf. la yuxtaposición de àvaoTauQÓü) y JtaQaÔELYluxxíÇo) en Heb 6, 6) «y los llevó con­ sigo en su desfile triunfal» (v. 15), lo cual puede entenderse como una inversión paradójica de la ignominia de la pena de crucifixión (->• 2 a pro­ pósito de Heb 12, 2). 4. En Ias palabras acerca de la cruz («de Cristo» o una expresión semejante) en Ias Cartas paulinas, que son el testimonio literá­ rio más antiguo de la crucifixión de Jesús, el sustantivo significa más que un simple medio de ejecución con el cual se hizo morir a Jesús; axangóç es aqui una palabra clave (y, al mismo tiempo, una razón histórica) de determi­ nadas realidades teológicas (el sustantivo y el verbo «se usan primariamente como conceptos teológicos»; Ellis, 72) y, por tanto, se emplean como claves cifradas (cf. Brandenburger, SxauQÓç, 35; Kuhn, Jesus, 29; cf. tam­ bién la clasificación de los términos en Bauer); objetivamente se trata de la muerte histórica de Jesús, precisamente como muerte en la cruz. a) Excepto en Flp 2, 8, Ias Cartas paulinas autênticas emplean OxauQÓç como una abreviación para referirse a determinados aspectos del acontecimiento de la salvación, es decir, al «empujón» [que hace tropezar] que Jesús crucificado es, según Pablo, para el pensa-

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tna-UQoç

miento judio, y a la «locura» que los «griegos» o «gentiles», ven en esta acción salvífica de Dios (cf. 1 Cor 1, 22s). En los tres contex­ tos en Gálatas y en 1 Cor 1-2, en los que Pablo usa principalmente la palabra clave «cruz» o «crucificar» (cf. Kulm, Jesus, 2741), el sustantivo aparece en Ias dos frases «la cruz de Cristo y la ley» (Gálatas) y «la cruz de Cristo y la sabiduría» (1 Cor 1-2). En Gál 5, 11 «el empujón (‘escándolo’ es un término que considera excesivamente el aspecto psi­ cológico) que la cruz de Cristo proporciona» (xò oxávôaXov xoú axauQoü; téngase en cuenta el uso absoluto dei término en Pablo), en contra dei uso judio de oxávôaXov), no sólo se entiende como «empujón» para la pérdida de la salvación, sino también en el senti­ do positivo de un impulso que se recibe en la cruz y que es capaz de obrar la salvación (cf. K. Müller, Anstofi und Gericht, München 1969); lo demuestra asi la fórmula que se usa en este lugar: «De lo contrario, el impulso que proporciona la cruz, queda eliminado» (un paralelo objetivo de xaTaQyéco es xavóco, 1 Cor 1, 17; ambos verbos aparecen en Rom 4, 14). El uso de cruz en este pasaje -en contra de los judeocristianos de Ias comunidades de Galaciaexpresa la realidad de que Cristo, como Cmcificado, según también una comprensión judia antigua de Dt 21, 23, está maldecido por la ley y, pre­ cisamente por su aceptación de esa maldición, li­ bera a los creyentes de tener que seguir la ley como camino de salvación (literalmente aqui: li­ bera de la maldición de la ley, Gál 3, 13; ->■jcçepávvupi 2); desde la perspectiva de esta maldi­ ción, Jesus, precisamente como el Cmcificado, es oxáv6aX.ov «para los judios», como escribe Pa­ blo más tarde en 1 Cor 1, 23. oxanpóç aparece dos veces en el final de la Carta a los Gálatas, escrito de puno y letra de Pablo. Como Gál 6, 12 (cf. 5, 11) presenta manifiestamente, los cristianos podían «ser perseguidos» por los judios «a causa de la cruz de Cristo» (dativo de causa); esto querian evitarlo los adversários judeocristianos exigiendo a los cristianos gentiles que se circuncidaran. Mientras que Pablo censura ade-

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más a sus adversários porque se ufanan por la circuncisión de los cristianos gentiles (6, 13), el apóstol dice de si mismo en 6, 14 que su gloriarse «se orienta sólo bacia la cruz de nuestro Senor Jesucristo». El sustantivo se encuentra en la relación «la cruz de Cristo y la sabiduría», en 1 Cor 1, 17s. Según el v. 17, «la cruz de Cristo podría quedar privada de su efecto», más exactamente, podría «quedar vacía» de su efecto (cf. su­ pra, a propósito de Gál 5, 11), si la eficacia dei apóstol se vinculara a «palabras de sabi­ duría». En la frase ó ló y o ç ó xoü axangou, en 1, 18, la repetición dei artículo (falta prin­ cipalmente en p'*®y B), por la cual se hace énfasis en el genitivo xon axangoõ (cf. Kühner, Grammatik II/l, 617), hace referencia anafóricamente a toda la frase con xoõ Xpiaxon (BlaB-Debrunner § 271, Ib): «la palabra que habla precisamente de la cruz». Se piensa con ello en la predicación acerca de Jesus, quien por medio de su muerte, acaecida en el tiempo y en la historia, se humilló precisamen­ te en la cmz (sobre la paradoja de 1 Cor 2, 8 -» axauQÓo) 2.c), volvió su atención (según 1, 26-2, 5) hacia los débiles, pero «avergonzó» a «los sá­ bios» y a «lo fuerte» (sobre xaxaioxúvco en 1,27 ->■ 2 [a propósito de Heb 12, 2]), y de este modo se excluye que la salvación sea unilateralmente un hecho consumado («ya»; cf. 4, 8), cosas que Pablo, por tanto, pone de relieve -desde una pers­ pectiva cristológica, sociológica y escatológicaen contra de una teologia corintia de la sabiduría. Precisaraente esta predicación de la cruz es ôúvapiç •&6O'0 para los creyentes (cf. también el v. 24; lo mismo que se dice dei «Evangelio» en Rom 1, 16). Parece que en la Carta a los Filipenses Pa­ blo tiene que vérselas con adversários que se parecen en algunos aspectos a aquellos de los que se habla en la Carta primera a los Corintios. Pablo los llama en Flp 3, 18 «enemigos de la cruz de Cristo» (->^ 2 a propósito de 2, 8). A diferencia de los enunciados acerca de la muerte, dei morir y de la entrega de Jesus (por ejemplo, en 1 Cor 15, 3-5), puede decirse práeticamente que los enunciados acerca de la cruz -en Pablo—no están nunca asociados di-

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a x a u Q O ç — aravQ O U )

rectamente con un enunciado acerca de la resurrección (sobre la excepción de 2 Cor 13, 4 ->■ oxauQÓo) 2 .C ), pero la presuponen. Parece que la teologia paulina de la cruz procede dei apóstol mismo y, por tanto, no tiene precurso­ res en la tradición (a lo sumo podría existir una línea de tradición que fiiese desde el de­ nominado esquema de contraste en Hech 5, 30 y 10, 39 hasta Gál 3, 13; -v ^vXov 3.a).

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1. En el NT otauQÓco aparece 46 veces, 35 de ellas en los Evangelios (10 en Mateo, 8 en Marcos, 6 en Lucas, 11 en Juan), 2 veces en Hechos, 8 en Pabio y también en Ap 11, 8. El verbo, que en si significa «levantar una empalizada», se emplea en sentido propio en el NT para significar la pena de crucifixión y se re­ fiere casi siempre a la crucifixión de Jesús (con excepción de la referencia que se hace a los dos ladrones crucificados junto a él: cf. b) El autor de Colosenses insertó la frase además Mt 23, 34). También el sentido figu­ «por medio de la sangre de su [muerte en la] rado dei verbo en Pabio (en la Carta a los Gácruz» en el himno a Cristo que él había recilatas) se deriva dei hecho de la crucifixión de bido por tradición (Col 1, 20). El himno se reJesús. fiere a la reconciliación cósmica que Dios efectuó por medio de Cristo, y esta frase (que Sobre la arqueologia de la pena de crucifixión no es paulina) contamina la teologia pauHna ->■ axauQÓç 1. De los verbos que se emplearon característicamente para designar la pena de cmde la cruz interpretando la muerte de Jesús cifixión durante el siglo I y la mitad dei siglo II como un sacrifício sangriento (-> a lp a 6; la p.C., el NT emplea casi exclusivamente oxaupena de crucifixión no era una clase de muer­ QÓü), que se halla atestiguado también varias ve­ te especialmente sangrienta: en contra de ces en Josefo. Emplea también cuatro veces el Hengel, Mors, 144; cf. Kuhn, Kreuzesstrafe, verbo HQ8p,ávvup,i (2) (claro que en tres pasa695s). Sobre Col 2, 14 3. Un himno a Cris­ jes dei NT en que se cita Dt 21, 23), que aparece con mayor frecuencia en Plutarco y en Apiano. to, completado por el autor de la Carta a los Por el contrario, ->• àvaaxavgóo), que es un ver­ Efesios, habla en Ef 2, 16 de la reconciliación bo usado corrientemente por Josefo y que se enentre los gentiles y los judios «en un solo cuentra también en Plutarco, no aparece más que cuerpo» y «con Dios» por medio de la cruz en Heb 6, 6 (en sentido figurado), y el verbo (èv auTõ), en el contexto actual, se refiere jtQOOTjXóco, que aparece alguna vez que otra, más a la cruz que al sujeto Cristo [en contras­ principalmente en Filón, Josefo y Plutarco, no se encuentra más que en Col 2, 14 (igualmente en te con el V. 1]; obsérvese la conexión con la sentido fígurado; -> axauçóç 3); en el NT falta el problemática de la ley (v. 15). verbo ávaauo),on;í^ü), que aparece varias veces en Filón. Además, el NT emplea los verbos -*■ Probablemente la mención dei «comprender» ouoxauQÓü) y JtQoajtfiYVupi (este último sólo «la longitud, la anchura, la altura y la profundien Hech 2, 23). dad» sea también -desde luego en el sentido en que lo entiende el autor- una referencia a la cruz de Cristo en sentido cósmico (cf. Mart. Andr 2. a) De la crucifixión de Jesús: en la prePrius 14; Mart. Pedr. 38 [9]), lo cual el autor de dición que Jesús hace de su muerte en Mt 20, la Carta lo interpreta en el v. 19 como «conoci19; 26, 2; cuando los dos ángeles junto al se­ miento» dei sacrifício amoroso de Cristo en la pulcro recuerdan esa predicción en Lc 24, 7; cruz (cf. 5, 2.25). en la exigencia a gritos que hace «el pueblo», H.-W. Kuhn Ias autoridades judias, ambos «conjuntamen­ te» o «los judios» en Mc 15, 13s par. Mt 27, 22s / Lc 23, 21.23; Jn 19, 6a.l5a; en boca de OtaDQÓea s t a u r o o crucificar* 1. Aparición en el NT ; terminologia dei supHcio de Pilato en Jn 19, 6b.10.15b; en la noticia de que se entrego a Jesús para ser crucificado en la crucifixión - 2. Uso en sentido propio - a) Evangelios - b) Hechos - c) Pabio - d) Apocalipsis - 3. Uso Mc 5, 20 par. Mt 27, 31; en el relato dei acto en sentido figurado. de la crucifixión en Mc 15, 24s par. Mt 27, 35 / Lc 23,33; Jn 19,18.23; en la noticia sobre el Bibl.: oxaugóç.

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OTaugoco

lugar de la crucifixión en Jn 19, 20.41; en el repaso de los acontecimientos que hacen los dos discípulos de Emaús en Lc 24, 20. Jesús como èaxai)Qa)[iÉvoç, en boca de un ángel en el relato acerca dei sepulcro vacío en Mc 16, 6 par. Mt 28, 5: el uso dei perfecto (en lugar dei aoristo, que habría sido de esperar), leído en el contexto de la teologia marquina de la Pasión, caracteriza tal vez a Jesús, al igual que sucede en Pablo c), como el perma­ nentemente Crucificado (cf. Delling, 72). Marcos, además, al hacer que el camino de Je­ sús hacia la Pasión comience -no geográfica sino teologicamente- con la primera predicción de la Pasión y de la Resurrección, y al situar al comienzo de ese camino Ias palabras de Jesús acer­ ca de llevar la cruz y de seguirle (Mc 8, 34), sugiere la idea de una teologia marquina de la cruz. La teologia joánica de la cruz no puede condensarse en el grupo de palabras con la raiz oxaug-, sino que se caracteriza especialmente por la comprensión de la muerte de Jesús en la cruz precisamente como urpcobtívai, como «ser elevado» (Jn 3, 14; 12, 32.34; cf. 8, 28). De la crucifixión simultânea de los dos «ladrones» (->■ onoxangóco 1): Mc 15, 27 par. Mt 27, 38 (cf. Lc 23, 33 par. Jn 19, 18). En la predicción que Jesús hace dei destino violento que aguarda a los profetas, sábios y maestros de la ley en Israel: Mt 23, 34 (se piensa en Ia muerte de Jesús; el pasaje no es prueba de que históricamente Ias autoridades judias aplicaran la pena de la crucifixión, co­ mo tampoco lo son otros pasajes dei NT). b) Hech 2, 36; 4,1 0 en los discursos de Pe­ dro en lo que se conoce como el esquema de contraste, sobre cuya antigüedad se discute, y en un enunciado acerca de la resurrección de Jesús o en términos parecidos (con otros ver­ bos para designar la ejecución de Jesús en la cruz, también Hech 2, 23; 5, 30; 10, 39; cf. 13, 29 [D* tiene adicionalmente axauQÓoo]; 3, 15 emplea únicamente «matar»). c) En la relación existente entre «la cruz de Cristo y la ley» (-> oxauQÓç 4.a), en Gál 3,1, al comienzo de la parte sistematicamente teo­ lógica de la carta (3, 1-5, 12; igualmente un enunciado acerca de la cruz al final, en 5, 11),

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se dice precisamente que Jesucristo «fue presentado públicamente ante (literalmente: pro­ clamado ante; ‘was proclaimed or set forth publicly’: así traduce Liddell-Scott, s.v. JtgoYQátpO) II, 1) los gálatas como el Crucifica­ do» (lo opuesto lo constituye el «hechizamiento» de Cristo por los adversários). Pablo piensa en su predicación de la salvación de Dios, una salvación que se concede independientemente de la Torá (queda descartada una descripción plástica de los padecimientos de Cristo; por eso está equivocada la traducción dei verbo por «pintar ante los ojos»; -> jtgoYQÓqJCO). En la relación que Pablo establece entre «la cruz de Cristo y la sabiduría», se comprende precisamente por la yuxtaposición paradójica de ó xÚQioç xqç ôó^qç y axangóto en 1 Cor 2, 8 ( ^ oxauQÓç 4.a): los poderes demonía­ cos (-^ ãQ%(Ov 2.c) entregaron «al Senor de la gloria» a la realidad de este castigo de la cruz (-> oxauQÓç 2). Se pretende hacer también una corrección de la cristología de los adver­ sários, cuando Pablo, frente al «sobresalir» en «sabiduría de palabras» (cf. 1 Cor 1, 17: 2,1), con lo cual Pablo caracteriza evidentemente a la teologia y a la actuación de sus adversários (->■ oxauQÓç 4.a), afirma que él sólo quiere conocer a Jesucristo, «y a éste (precisamente) como Crucificado», según dice en 2, 2. Tal «sabiduría de palabras», que para Pablo se ha11a en contradicción con Jesús como Crucifi­ cado, la relaciona Pablo -en el contexto de 1, 23- con el pensamiento griego (sobre el Cris­ to crucificado, que en este pasaje es designa­ do además como o x á v ô a lo v «para los ju ­ dios», oxauQÓç 4.a). En conjunto, a Cristo se le caracteriza cinco veces en el NT como Crucificado mediante el participio de perfec­ to -evidentemente para expresar una vigência permanente- (además de en 1 Cor 1, 23; 2, 2, también en Gál 3, 1; Mc 16, 6 par. Mt 28, 5). Frente a Ias divisiones que hay en la comuiúdad, Pablo pregunta en 1 Cor 1, 13 si acaso él fue crucificado en favor de la comunidad (el soteriológico njtép u otra expresión parecida, en el contexto de los enunciados de Pablo acerca de la cruz, se escucha únicamente aqui

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a x a v Q O io - o x E i g a

y en Gál 3, 13). En 2 Cor 13, 4 la relación aqui examinada tiene una intersección con la que existe entre la «debilidad» y el «poder» divino (aparece también literalmente en 1 Cor 2, 3-5; 2 Cor 12, 9s; y además en 2 Cor 13, 4 -+ axauQÓç 4.a). d) Ap 11, 8 se refiere a Jerusalén como «Sodoma y Egipto, donde también su Senor (a saber, el de los dos testigos de Dios) fue crucificado (tal como ellos encontraron allá igualmente la muerte). 3. En el contexto de la teologia pauUna de la cruz, que habla de la nueva existência de los creyentes, aparece axaojQÓco en sentido figurado (dos veces en Gálatas) o bien se usa a va x a vQ Ó m (2), igualmente en sentido fi­ gurado (testimonios no cristianos dei uso de «crucificar» en sentido metafórico, durante el período dei NT, se encuentran en Filón, quien emplea jrQOOqX,óco [-> otauQÓç 3 sobre Col 2, 14] y xQEpávvupi [cf. especialmente Prov II (en armênio) = Eusebio, PraepEv VIII, 14, 24s]). En Gál 5, 24 Pablo habla de los que pertenecen a Cristo, que «han crucificado la carne juntamente con sus pasiones y deseos». En Gál 6, 14b Pablo afirma, por un lado, que por medio de la cruz de Cristo «el mundo ha sido crucificado» para el ‘yo’ creyente («para mi»: dativo de provecho o dano; el xóopoç ha sido ya sustituido por la xaLvq xxíoiç, v. 15b), y que, por otro lado, el «yo (como el hombre viejo) ha sufrido ya esa muerte «en detrimento dei mundo (que ejerce poder)» (dativo de provecho o dano). Por eso, «ni la circuncisión ni la incircuncisión», que como signos externos son tan sólo atributos dei hombre viejo, cuentan ya para nada: v. 15a; téngase en cuenta la secuencia quiástica: v. 14ba = V. 15b ; v. 14bp = v. 15a. Los correspondientes pasajes con —>• o v o x a v Q Ó w (2) muestran que el uso metafórico de oxauQÓco debe interpretarse cristológicamente. El trasfondo histórico-religioso de estos enun­ ciados sobre occisión lo muestran los textos, de­ terminados por una comprensión dualística y sapiencial, desde Filón hasta la gnosis, que hablan de «dar muerte» al cuerpo o a la carne (cf. Rom 8,

13), por ejemplo, Filón, Abr 69s (cf. E. Brandenburger, Fleisch und Geist, Neukirchen-Vluyn 1968, 216-221). H.-W. Kuhn

fjç, staphylê (racim o de) uvas* Mt 7, 16 par. Lc 6, 44: «No se recogen uvas de los espinos. Ap 14, 18, en la orden dada por el ángel: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la vid de la tierra...». (TTOUptlXlíj,

o t á x i i ç , DOÇ, ó stachys espiga*

En Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1 se habla de que los discípulos de Jesús arrancaban es­ pigas (-» TÍXXoo). En Mc 4, 28 (bis) en la enumeración: tallo (xógxoç), espiga, «trigo (otxoç) en la espiga». UOÇ Stachys Estaquis* En Rom 16, 9 Pablo envia saludos a Urba­ no y también a Estaquis (xòv àyajTTiXÓv pou). El nombre aparece, por ejemplo, en PapZenon (varias veces); IG III, 1080, 37; 1095, 19; Xn, 3, 624 y 749; CIL VI, 8607.

aTÉyil, tiç , lí stegê techo, tejado* En Mc 2, 4 se habla levantar un tejado. En Mt 8, 8 par. Lc 7, 6, en Ias palabras dei centurión a Jesús: No soy digno «de que entres bajo mi techo (es decir, de que entres en mi casa)». OtEYW stegõ cubrir con silencio; soportar* 1 Cor 13, 7: «El amor lo cubre todo», es de­ cir, seguramente", todo lo desagradable que hay en el prójimo («con el manto dei amor»). 9, 12: «soportarlo todo» (este significado es aplicable también a 13, 7). oxéyco se halla en sentido absoluto en 1 Tes 3, 1.5: ptixéxi axéymv, «como yo no podia soportarlo más». ThWNT V n, 585-587; Spicq, Notes II, 829s.

0T£iça, aç steira

(mujer) estéril* oxelga designa a la mujer que no puede concebir o dar a luz hijos: Lc 1, 7.36; Heb 11,

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oxeiQa - oTevá^w

11. Sobre la bienaventuranza de Ias estériles (Lc 23, 29; Gál 4, 27) cf. Is 54, 1; 2 Ciem 2, 1. GtéXJvO^ai stellomai apartarse, evitar* La voz de media de axéA,>i,a) significa apar­ tarse (de alguien), 3 Tes 3, 6; significa además evitar, rehuir, 2 Cor 8, 20 ( to ü x o : «evi­ tar esto). OTé^.^a, a t o ç , t ó stemma guimalda, fes-

tón* Hech 14, 13: el sacerdote de Zeus, en Lis­ tra, «llevaba toros y guirnaldas a Ias puertas de la ciudad», para ofrecer un sacrificio en honor de Zeus. Se adomaba con guirnaldas a los animales destinados a los sacrifícios; cf. K. Baus, Der Kranz in Antike und Christentum, Bonn 1940, 7-17. OTCvaYM^Oç, o u , o stenagmos suspiro, ge­

mido -> OXEvá^CO.

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en Mc 7, 34; Heb 13, 7; Sant 5, 9. El sustantino lo usa Pablo también en contexto escato­ lógico (Rom 8, 26), y además se halla en una cita dei AT en Hech 7, 34 (cf. Ex 2, 24; 6, 4; ^ 3 ).

2. La LXX traduce por oxEvá^o) (30 veces) y axBvaYpóç (27 veces) quince equivalentes hebreos diversos. El verbo y el sustantivo se emplean casi siempre metonímicamente como intensas expresiones dei lamento humano y dei sufrimiento impotente en situaciones en que Ias personas no pueden cambiar nada por sí mismas (cf. Job 23, 2; 30, 25; Sal 30, 11 LXX; Jer 4, 31). Se refieren también a la oración dirigida a Dios y la caracterizan no tanto por sus contenidos sino más bien por su razón de ser y su intensidad (el oxevaypóg dei pueblo en Egipto, Ex 2, 24; 6, 5; cf. además Sal 78, 11 LXX; Tob 3, 1 Sin). Semejante oración la escucha Dios, porque es un clamor que brota en medio de la aflicción (cf. Filón, Det 92-94; Migr 15; All III, 211ss; Imm 115). Los piadosos pueden esperar que Dios los salvará de la aflicción y los conducirá a su salvación, donde no habrá ya òôúvt), y axEvaY(xóç (Is 35, 10; 51, 11; cf. también Âp 21, 4: jtÉvhoç, xpauYf|, JTÓVOÇ).

3. En Hech 7, 34 se trata dei axevaYpóç dirigido a Dios (cf. Ex 3, 7 LXX: XQauyií, cf. ^ 1 ) : Dios ha visto los maios tratos que su pueblo sufre en Egipto y ha escuchado sus suspiros. Probablemente hay que entender de 1. Aparición en el NT - 2. La LXX - 3. Uso general en el NT - 4. Pablo. manera parecida lo que se dice en Mc 7, 34 (material peculiar): antes de la curación de un B ib l.: H. R. Balz, H e ils v e rtra u e n u n d W elterfahsordomudo, «Jesus alzó los ojos al cielo y rung (BEvTh 59), München 1971, 52-54, 57, 77s, 91s suspiro (Èaxéva^EV, cf. también 6, 41; Jn 11, (bibl.); P. Benoit, N o u s gém issons, atten d a n t la déliv ra n ce de n o tre c o rp s (R o m VIII, 23), en Benoit, 41). Aqui hay un eco de prácticas mágicas, E xégèse II, 41-52; E. Kasemann, D e r gottesdienstliche por cuanto el suspiro puede ser senal de la Schrei nach d e r F reiheit, enFS H aenchen, 142-155; 1. L. Nelson, The G roaning o f Creation. A n E xeg etica l energia (sanadora) que el sanador hace venir y concentra en su interior (cf. Preisendanz, S tu d y o f R o m a n s 8:18-27, tesis Union Theol. SemiPapyri II, 13,945; cf. también Dibelius, Formnary 1969; J. Schneider, axevá£,o) kxX., en ThWNT VII, 600-603; A. Võgtle, D a s N T un d die Z u ku n ft des geschichte, 83 con la nota 1; Schneider, 603). K osm os, Düsseldorf 1970, 197-208; R. Wonneberger, Pero el significado propiamente tal podría ser D e r B eitra g d e r gen era tiven S yn ta x z u r E xegese. E in que Jesús, como representante dei enfermo y B eisp iel (2. K o r 5, 2f) - neun Thesen: Bijdr. 36 (1975) 312-317. en favor de él, presenta ante Dios los sufrimientos de esa persona, con una compenetra1. En el NT el verbo aparece 6 veces, 3 de ción profunda con ella. ellas en Pablo (en contexto escatológico: Rom En otro sentido se halla pf) axeváÇovxeg (lo opuesto; pexà x aqãç) en Heb 13,17, a sa­ 8, 23 [cf. el compuesto ouorcevá^oj en 8, 22]; ber, como expresión de justificada preocupa2 Cor 5, 2.4); por lo demás, el verbo aparece OTEváÇto stenazõ suspirar, gemir* axevayvóç, oü, ó stenagmos suspiro, ge­ mido*

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O TE V á ^ Q ) - OTEVOXtOeém

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piensa, por ejemplo, W. Wilckens, La Carta a los Romanos II, Salamanca 1992, sub loco), de tal modo que el Espírito, como intercesor y mediador de la oración, interviene en favor de ellos. Pero estaria más en consonância con el curso de Ias ideas teológicas, en Rom 8, 18ss, una referencia a la glosolalia, a la que Pablo, después dei «suspiro» de la creación y dei de los creyentes (8, 19ss.23ss), menciona como tercer «suspiro» (dei Espírito raismo) (cf. 1 Cor 14, 2ss, especialmente v. 14), y con ello muestra igualmente, ya desde ahora, que el 4. Pablo emplea oxeváÇcü en Rom 8, 23; 2 futuro salvífico de Dios es más poderoso que los sufrimientos de este tiempo (cf. KâseCor 5, 2.4 como vigorosa imagen para expremaim; Id., An die Rômer* [HNT], sub loco-, sar el abatimiento y la impotente irritación de su pueblo por la actual situación de sufriBalz, 77ss [bibliografia y testimonios]; H. miento en que se encuentra ( õ v t e ç èv t õ ) Paulsen, Überlieferung und Auslegung in Rom ajtr|V8L, 2 Cor 5, 4). Por medio dei Espírito y 8 [WMANT 43], Neukirchen-Vluyn 1974, en virtud de la adopción de hijos que se les ha 122s; en cambio, no piensa así P. von der Osprometido (Rom 8, 23), ellos conocen su des­ ten-Sacken, Rom 8 ais Beispiel paulinischer tino escatológico de salvación. Pero, precisa­ Soteriologie [FRLANT 112], Gõttingen 1975, mente por este conocimiento (oíôapev, 2 Cor 272ss). 5, 1; èv TOUTO), 5, 2; cf., a propósito, WonneH. Balz berger), ellos experimentan su vida -e n Ias circunstancias de este mundo- como provisional y «alienada». En sus «suspiros» se exOXevoç, 3 stenos estrecho, angosto* presa su anhelo (àjtexôexópevoi, Rom 8, 23; Dícese de la jtúXt) estrecha en Mt 7, 13, 14 èmJtoDoüvxeç, 2 Cor 5, 2) de que se cumpla o de la fhjQa estrecha en Lc 13, 24; cf., a pro­ la salvación que se les ha prometido y que ya pósito, Schulz, Q, 309-312. Del camino an­ se les ha dado en la fe, y en todo ello el «sus­ gosto se habla en Mt 7, 14 v.l. ThWNT VII, piro» es la expresión existencial y corporal 604-606. (cf. x a t aÍJXoL èv èanxolç axeváÇopev, Rom 8, 23) de su existência escatológica. En él se 0TevoX(OQ£Ol stenochõreõ apretar, estrehacen conscientes de su destino de salvación, char* porque en el «suspirar y gemir» de toda la creación (jtã a a f| jcxíaiç ouoxeváÇsi x a l En el NT el verbo axevoxtopéo) (lo mismo que ^ oxevoxcüQÍa) aparece únicamente en ouvüoÔLVEi âxQi xoü vOv, 8, 22) ellos cono­ cen su destino para la libertad de los hijos de Ias Cartas autênticas de Pablo: en 2 Cor 6, 12 Dios (cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an el verbo se encuentra dos veces en la voz padie Korinther [KEK], sobre 5, 2; Balz, 52ss). siva: «No estais estrechados en nosotros (es decir, en el apóstol), sino que estáis estrecha­ Pablo, en Rom 8,26, habla -de manera úni­ ca en el N T- acerca de una oración que el Es­ dos en vuestros (propios) corazones» [= «No os amamos con un corazón estrecho, el vuespírita Santo efectúa «con gemidos tan profun­ tro, en cambio, sí parece estrecho»]. El verbo dos que no pueden expresarse» (OxevaYpoLÇ aparece también en voz pasiva en 4, 8: «Esta­ àXaXiíxoiç) en favor de los creyentes. El mos afligidos (^X-rpótiEVOi) en todo, pero no enunciado puede referirse a la oración general de los fieles, que carece dei lenguaje apropiaimpulsados a la estrechez (oxevoxoOQOÚp.Evoi)». ThWNT VII, 607s; DTNTIII, 353-355. do para expresar la salvación de Dios (así

ción y desilusión (de los dirigentes de la comunidad por los cristianos confiados a ellos; cf. O. Michel, Der B rief an die Hebrãer^ [KEK], sub loco). De nuevo es distinto el sen­ tido dei texto de Sant 5, 9, según el cual no está bien que los cristianos suspiren o se quejen internamente unos contra otros (porque eso es «juzgar» al otro, cf. 4, lls ; 1 Pe 4, 9); el Juez (que ha de venir pronto) juzgará a quienes se alcen en su corazón contra su prójimo (cf. 4, 12; 2, 13).

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OTEVoxweia - OTsqpavoç

stenochõria estrechez, aflicción, angustia* OTEVoxcoQÍa se halla junto a -> HXíijJiç en Rom 2, 9; 8, 35; en este último pasaje, la enumeración continua con ôicoyiióç y otros tér­ minos. El plural aparece en 2 Cor 6, 4; 12, 10 en «catálogos de tribulaciones». Cf. otevoXCOQÉU). ThWNT V n, 607s. W TEVO/oíQÍa, a ç ,

3 stereos firme, sólido; constan­ te, firme* El adjetivo aparece en sentido propio en 2 Tim 2 , 1 9 (■0'£(iéÀ,ioç); Heb 5 , 1 2 .1 4 (tQoqprj). En sentido figurado en 1 Pe 5 , 9 ( o t e q e o L t f j JTÍaTEi). ThWNT VH, 6 0 9 - 6 1 4 . aTEQEÓç,

aT£Q£Ó(D stereoõ fortalecer, vigorizar; consolidar* En sentido propio, la voz pasiva (fortalecersé) aparece en Hech 3, 7 en relación con el paralítico: sus miembros paralizados se fortalecieron. En el mismo relato se encuentra oTEpEÓco en voz activa: El nombre de Cristo fortaleció al paralítico (v. 16). En sentido fi­ gurado (en voz pasiva) el verbo aparece en 16, 5: «Las comunidades se consolidaban (imperfecto) en la fe». ThWNT VII, 613. o t£ Q £ < o ^ a , a t o g , TÓ slereOma firmeza,

fortaleza* Col 2, 5: aTEQéoofia tfjç jilotecoç úgcõv: El autor de la carta se regocija por «la firmeza de vuestra fe en Cristo». Cf. Hech 16, 5 ( oteQeóoo); 1 Pe 5, 9 ( oxeqeóç). ThWNT VII, 614. S tE t p a v ã ç , ã Stephanas Estéfanas*

El nombre de persona, atestiguado también en otras partes (CIGII, 3378; Preisigke, Sammelbuch, 361, 10), se refiere en 1 Cor 1, 16 a un miembro de la comunidad cristiana de Corinto. Estéfanas, junto con su familia, fue bautizado por Pablo, siendo <dos primeros frutos de Acaya» (16, 15). En 16, 17 se dice que Es­ téfanas y otros fueron a visitar a Pablo (a Efe-

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so). Cf. la subscriptio de la Carta primera a los Corintios. O té (|p a v o ç , O ll, ó stephanos corona, guir-

nalda* OTEqpavóco stephanoõ coronar, engalanar* 1. Aparición en el NT y significado general - 2. Cartas paulinas y post-paulinas - 3. Santiago y Apocalipsis - 4. Historia de la Pasión. B ibl.: K. Baus, D e r K ranz in A n tike un d C hristentum (Theophaneia 2), Bonn 1940; A. I. Brekelmans, M artyrerkranz (AnGr 150), Roma 1965; O. Broneer, The A p o stle P a u l a n d th e Isth m ia n G am es: Biblical Archaeologist 25 (1962) 2-31; Id., The Isthm ian Victo ry Crow n: American Journal of Archaeology 66

(1962) 259-263; O. Fiebiger, en Pauly-Wissowa IV, 1636-1643; R. Ganszyniec, en Pauly-Wissowa XI, 1588-1607; W. Grundmann, atéqpavoç jttX., en ThWNT vn, 615-635; C. Meister, en BHH II, 999s; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1271.

1. En el NT el sustantivo aparece 18 veces, 3 de ellas en Pablo, 3 en las Cartas post-paulinas, 8 en el Apocalipsis y 4 en los Evangelios. El verbo aparece únicamente en 2 Tim 2, 5 y Heb 2, 7.9. OTÉqiavoç abarca el significado de los dos conceptos que nosotros expresamos con los términos de «guimalda» y de «corona», aunque a este último le corresponde también el término griego de òtáôqpa, es decir, la cinta en tomo a la frente, adornada con piedras pre­ ciosas (la diadema). Encontramos la guimal­ da como expresión de gozo y de dedicación religiosa en todas las fiestas públicas y priva­ das de los griegos y los romanos. En consecuencia, los cristianos de los primeros siglos sintieron que el uso de guimaldas era pagano y lo evitaron o lo rechazaron. Se limitaron a emplear el término en sentido metafórico co­ mo expresión de sus esperanzas para el fin de los tiempos y para el más allá. Una reserva parecida con respecto a la guimalda aparece también en el AT. Las ocasiones más importantes en que se hacía uso de las guimaldas en el mundo antiguo, eran las victorias olímpicas con el laurel que se imponía al vencedor, y los desfiles triunfales de los generales romanos engalana-

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aTEçavoç

dos con su gimalda de victoria. Con ambos aspectos enlaza el uso dei ténnino en el NT; en el Apocalipsis la guimalda se usa, además, como distintivo de la majestad real. 2. El apóstol Pablo compara a menudo la vida cristiana con Ias carreras deportivas en el estádio o con el entrenamiento para el certamen, un entrenamiento que impone muchas abstenciones (1 Cor 9, 24-26; Gál 2, 2; 5, 7; Flp 2, 1; 3,12-14). Su objetivo, la vida etema, es la «guimalda imperecedera»; corresponde a la «.guimalda perecedera» que el vencedor consigne en el certamen deportivo (1 Cor 9, 25). 1 Pe 5, 4 emplea la imagen de la misma manera que lo hace Pablo. Un uso parecido se encuentra en 1 Tes 2, 19 y Flp 4, 1; en ambos pasajes, la comunidad se entiende como un distintivo de honor que enaltece al apóstol. (En la inteipretación dei pasaje de Filipenses hay que tener en cuenta que el apóstol cree estar próximo al fin de su vida; el mystes (o «iniciado») se engalaba con una guirlanda cuando, en la consagración mistérica, experimentaba la anticipación de su propia muerte, y en la celebración de los mistérios se aproximaba a su dios.) La competición deportiva sirve también de imagen en los dos pasajes de la Carta segunda a Timoteo: en 2, 5 se dice que hay que competir «limpiamente» (vopípo)ç; con más vaguedad en 4, 7; «bien» [xaXtnç]) para recibir dei «justo juez de la com­ petición» la «guimalda de la justicia» (4, 8). La justicia, en este contexto, no debe entenderse en el sentido paulino, porque se trata de una recompensa por un acto, una recompensa a la que se tiene derecho, y no de una justicia obrada por Dios y concedida gratuitamente por él. 3. Las dos sentencias sobre la guimalda o la «corona de la vida» (Sant 1, 12; Ap 2, 10) se refieren a la persona que vence la tentación escatológica (de apostatar de la fe). En las misivas dei Apocalipsis se entiende por el «ven­ cedor» ( ^ vixátü 4) aquel que, en el seguimiento de Cristo, vence a la muerte, y que recibirá la corona de la vida como prêmio a su

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victoria, o que la posee ya desde ahora, aunque no de manera que no pueda perdería (3, 11). Una corona semejante la llevan también los «ancianos» (4, 4); son los más distinguidos entre los profetas enviados por Dios a los judios y asesinados por éstos. Sin embargo, sus coronas deben considerarse también como signos de majestad, porque esos profetas, co­ mo recompensa a su fidelidad, están llamados por Dios a ser corregentes, un hecho que ade­ más se refleja en los tronos que ocupan. En consonância con ello, los ancianos arrojan al suelo sus coronas para rendir homenaje a Dios (y al Cordero) en su exaltación (4, 10). Signo de majestad es también la corona dei ángel que, en 14,14, se hace visible en figura humana, y cuya tarea es la ejecución dei juicio universal. Por eso, algunos quieren ver en él una memifiestación de Cristo; en ese caso la corona tendría que interpretarse como signo de victoria. Pero la forma característica de Cristo en el Apocalipsis es la dei Cordero inmolado, que no lleva corona, mientras que sus enemigos (12, 3; 13,1) están engalanados con diademas y son identificados así como el príncipe de este mundo y su fiel imagen. Son originalmente también signos de ma­ jestad las coronas de las langostas a modo de corceles (9, 7), porque en la forma de la Vi­ sion ha influido también la imagen de los reyes dei norte o dei mundo de las profundida­ des. La «corona de estrellas», que engalana a la mujer celestial (12, 1), muestra primeramente el significado cósmico de este portento con­ templado en el cielo. Puede entenderse como corona de majestad, porque la mujer -la Iglesia—, como madre dei Mesías, es madre de un Rey. Sin embargo, la corona que lleva el jinete que cabalga sobre el caballo blanco (6, 2) es simple guimalda de victoria y sirve para de­ signar la victoria como la tarea de ese jinete. Los jinetes simbolizan conjuntamente una guerra perdida y sus consecuencias, y al ser derrotados por el primer jinete comienzan los horrores dei fin de los tiempos. Esta plaga no

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atécpavoç - 2Téq)avoç

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tiene absolutamente nada que ver con Aquel que es la victoriosa «Palabra de Dios», de 19, llss.(13), (-> íiTJtoç 2).

Esteban es el primero de los Siete que son nombrados para resolver el conflicto entre «helenistas» y «hebreos» en la comunidad primitiva: 6, 5 le llama «un hombre lleno de 4. Un signo de majestad de índole muy es­ fe y de Espíritu Santo». Aunque los Siete, según 6, 2, fueron designados para el servicio pecial es la «corona de espinas» que los sol­ dados romanos ponen brutalmente sobre la de Ias mesas (para atender a los pobres), Este­ ban actúa como orador (6, 9-14; 7, 2-53), y el cabeza de Cristo para burlarse de él como rey segundo de los Siete, Felipe, actúa como mide los judios. Los cristianos ven este símbolo, sionero (8, 4-40). Esteban fue quizás el prin­ que al igual que la cruz representa los sufricipal representante teológico de los «helenis­ mientos de Cristo (Mt 27, 29; Mc 15, 17; Jn tas» cristianos 'EX,),T]viotf|ç), aunque el 19, 2.5), como la referencia al reinado de discurso que se pone en sus lábios (7, 2-53) Cristo (cf. Grundmann, 63 Is y 634; cf. Heb 2, 7.9 [cita dei Sal 8, 6 LXX]). no fue pronunciado en la situación que se presupone (-> 3). En el fondo dei conflicto entre H. Kraft «helenistas» y «hebreos» había quizás dife­ rencias teológicas más serias que Ias que se dan a conocer en 6, 1-6. Stéqjavoç, mt Stephanos Esteban* 1. Esteban en el libro de Hechos - 2. El martírio de Esteban - 3. El discurso de Esteban.

2. El libro de Hechos enmarca el discurso de Esteban con el relato de su martirio: 6, 8B ibl.: J. Bihler, D e r Stephanusbericht {Apg 6, 8-15 15: 7, 54-60; 8, 1-3. En este relato, los rasgos u n d 7, 54-8, 2): BZ 3 (1959) 252-270; Id., D ie Stephaque hacen pensar en un proceso ante el Sanen u sg e sc h ic h te im Z u sa m m e n h a n g d e r A p o stelg e drín con testigos de cargo, podrían haber sur­ schichte, München 1963; O. Culmann, D e r jo h a n n eigido de una asimilación al proceso de Jesus. sche Kreis, Tübingen 1975, 41-57; W. Foerster, Steph a n u s u n d die U rgem einde, en D ie n st u n ter dem Wort. El relato original sobre el martirio hablaría F S fü r H . Schreiner, Gütersloh 1953, 9-30; M. Hengel, más probablemente de un tumultuoso linchaZ w isch e n J esu s u n d P a u lu s. D ie « H ellenisten», die miento (H. Conzelmann, Die Apostelges«Sieben» u n d Stephanus: ZThK 72 (1975) 151-206; J. chichte^ [HNT], 59s; Schneider, Die Apostel­ Kilgallen, T h e S te p h e n S p eech (AnBibl 67), Roma 1976; M. H. Scharlemann, Stephen: A S in g u la r Saint geschichte I, 432-434). Como razón para los (AnBibl 34), Roma 1968; G. Schneider, Stephanus, actos de violência cometidos contra Esteban die H ellen isten u n d S am aria, en J. Kremer (ed.), L es se mencionan: sus milagros (6, 8), la impo­ A ctes d es A põtres, Gembloux-Louvain 1979, 215-240; tência de los judios helenistas para vencer a Id., D ie A p o stelg e sch ic h te I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, 405-480 (bibl.); M. Simon, Stephanus. Stephen Esteban en la disputa (vv. 9s), la acusación de a n d the H ellen ists in the P rim itive Church, Londonque Esteban había blasfemado contra Moisés New York 1958; O. H. Steck, Isra el un d das gew altsay contra Dios (v. 11). Falsos testigos concrem e G esch ick d e r P ro p h eten (WMANT 23), Neukirtan más esta última acusación afirmando que chen-Vluyn 1967, 265-269 (sobre 3); U. Wilckens, D ie M ission red en d e r A p g (WMANT 5), Neukirehen Esteban había pronunciado palabras blasfe­ ^1974, 208-224 (sobre 3); más bibliografia en -> mas contra el templo y la ley (vv. 14s). Este­ 'EJtÀtivLarijç. Sobre el discurso de Esteban (Hech 7, 2ban confiesa que está viendo a Jesus en pie a 53), cf. Schneider, D ie A p o stelgeschichte I, 441s. la derecha de Dios (7, 55s). A continuación le 1. Esteban, el primer testigo de sangre cris- echan de la ciudad y le apedrean (vv. 57-60). Es enterrado por varones temerosos de Dios; tiano, se menciona únicamente en el libro de se Hora su muerte (8, 2). Su muerte es el pre­ Hechos: 6, 5.8.9; 7, 59; 8,2; 11,19; 22, 20. El lúdio de una persecución, en la que los «hele­ nombre griego Sxécpavoç se halla atestiguado nistas» tienen que abandonar Jerusalén (8, Ib; en Platón y Demóstenes, en inscripciones y 11, 19). Finalmente, los «helenistas», como papiros (Moulton-Milligan, í .v.), y además en misioneros entre los gentiles (11, 20), se conJosefo, Bell II, 228. En el libro de Hechos,

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ÜTÉcpavoç - aTtiQÍÇü)

vierten en un puente histórico entre Jerusalén y la futura misión de Pablo (13, 1-4). Hech 22, 20 llama a Esteban itágxuç de Jesucristo y contempla retrospectivamente su martirio. Sin embargo, ->^ páQXuç (2) no es aqui toda­ via un término técnico para designar al que da testimonio de Cristo con su sangre; porque Esteban es testigo por su predicación. 3. El discurso que Hech 7, 2-53 pone en boca de Esteban, no es la reproducción tex­ tual de lo que se dijo en la situación indicada, sino que se insertó secundariamente en el marco de la narración y fue reelaborado a fon­ do por el autor de Hechos. Sin embargo, éste utilizo un discurso tradicional, que a su vez tenía ya tras si una larga historia de tradición (Schneider, Die Apostelgeschichte 1,441-469). El primer fundamento para el texto actual fue probablemente una perspectiva histórica des­ de Abrahán y Moisés hasta la edificación dei templo (aproximadamente 7, 2b-48a). Esta perspectiva —que tendría su origen en Ias sina­ gogas de la Diáspora judia- explicaba que la presencia de Dios y su acción en el pueblo de Dios no estaban ligadas a Palestina. Este esbozo de la historia de Israel experimento una refundición por parte de los cristianos «helenistas» (en el terreno de Palestina), concreta­ mente en el sentido de una predicación «deuteronomistica» de penitencia. Se anadieron seguramente los fragmentos polêmicos de 7, 35.37.39-42a.51-53. Fue probablemente Lu­ cas quien insertó Ias dos citas biblicas de 7, 42b-43 y 7, 48b-50. La fuente de su discurso de Esteban pudo encontraria Lucas -según es­ ta hipótesis—en los círculos de los «helenistas» cristianos (Steck, 268s; Wilckens, 219). G. Schneider

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rededor dei pecho (xà axf|ÜTi) con cinturones de oro». La expresión «inclinarse sobre el pe­ cho (de Jesus)» aparece en Jn 13, 25 y 21, 20. xújtxcü xò oxfj^&og (auxoü), «darse golpes de pecho» (Lc 18, 13; 23,48) es senal de duelo o arrepentimiento.

0Tf|X(O stêkõ estar en pie, estar firme* oxr|Xü) es una formación helenística con sentido de presente, formada a base dei perfecto de ->■ íoxTifu, eaxTixa, y comparte su significado de estar en pie. La sinonimia apa­ rece claramente, por ejemplo, en Mc 3, 31: Marcos tiene Oxf|xm, Mateo y Lucas el perfecto de loxtkxi (compárese también Mc 11, 25 con Mt 6, 5). - A veces la tradición textual vacila también entre ambos verbos (Jn 1, 26; 8, 44 [a propósito: BlalJ-Debrunner § 14, nota 4; 73 nota 4]; cf. igualmente Ap 12, 4 [tam­ bién ya en la LXX: Ex 14,13]). - La gran mayoría de los testimonios de este verbo en el NT se encuentran en Pablo, quien, lo mismo que hace con íoxqpi, lo refiere a la existência cristiana actual, ->• íoxTjpL 3; además, en el ca­ so de oxT|X(jo, emplea casi exclusivamente el imperfecto (1 Cor 16, 13; Gál 5, 1; Flp 1, 27; 4, 1; 1 Tes 3, 8; 2 Tes 2, 15; presente de indi­ cativo: Rom 14, 4). Para la bibliografia cf. íaxT)pi. M. Wolter OTIIQIY^ÓÇ, O Í, ó stêrigmos firmeza, es-

tabilidad* 2 Pe 3, 17b en la expresión «caer de la propia firmeza», es decir: perder la firme estabilidad. Se advierte a la comunidad que no se deje arrastrar «por el error de los libertinos», es decir, por la falsa doctrina de los mismos (v. 17). ThWNT V n, 656s.

(TTEcpavoO) stephanoo coronar, engalanar

oxéqpavoç. (rtl(]QÍÇ(0 stêrizõ fijar firmemente, fortale­ cer* (T ttjdoç, o u g , TÓ stêthos pecho*

En Ap 15, 6 se dice de los siete ángeles: «vestidos de lino puro y brillante y cenidos al-

1. Aparición en el NT y gama de significados - 2. Lucas - 3. Corpus Paulinum - 4. Cartas Católicas y Apocalipsis.

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OTTlQÍÇcO- OTÍYIXa

B ib l.: G. Harder, axTiQlta) m X ., en ThWNT Vn, 653-657; G. Schneider, «Stãrke deine B rüder!» (L k 22, 32): Catholica 30 (1976) 200-206; J. Starcy, «O bfirm a vit f a d e m suam u t iret Jerusalem »: RSR 39 (19511952) 197-202 (sobre Lc 9, 51); P. D. M. Tumer, Two Septua g in ta lism s w ith OTTiQÍ^eiv; VT 28 (1978) 481s.

1. En el NT el verbo oxtiqíÇo) aparece 13 veces, 3 de ellas en Lucas, 6 en el Corpus Paulinum, 3 en Ias Cartas Católicas, y se encuentra también en Ap 3,2. Conviene tener en cuenta que el verbo èjuoTTjQÍ^cü, compuesto de crrqQÍÇco, aparece únicamente en el li­ bro de Hechos (cuatro veces), siempre en sen­ tido figurado; 14, 22; 15, 32.41; 18, 23. El li­ bro de Hechos emplea además OTEQeóco (tres veces, una de ellas [16, 5] en sentido figura­ do); un verbo que no se encuentra en ningún otro lugar dei NT. 2. Al comienzo dei «relato sobre el viaje» aparece en Lc 9, 51 el importante enunciado, que enlaza con fórmulas dei AT (Jer 3, 12; 21, 10; Ez 6, 2 y passini): «Sucedió que se cumplieron los dias de su asunción y entonces él afirmo (con determinación) su rostro (es decir, decidió resueltamente) para ir a Jerusalén». ottiqlÇo) caracteriza aqui «la firme e inmutable intención» (Harder, 655) de hacer al­ go. Jesus se somete resueltamente a la realización dei plan divino (Lc 9, 22). En 16, 26 se encuentra igualmente ottiqÍÇco en sentido propio: «Entre vosotros y nosotros existe (èotfiQtítxai, perfecto de la voz pasiva; ‘se ha establecido’) un gran abismo». Según 22, 32, Jesús da a Simón Pedro el encargo âe fortale­ cer a sus hermanos. Con esto se indiea cuál es la tarea (post-)pascual de Pedro: consolidar a los cristianos en la fe; cf. 24, 33s. 3. El Corpus Paulinum emplea ottiqíÇo) únieamente en el sentido figurado de fortale­ cer, dar firmeza, dar estabilidad. orqQÍ^m aparece con los siguientes acusativos: ■upãç, Rom 16, 25, 1 Tes 3, 2 y 2 Tes 3, 3; nfiâv ràç, XQQÔíaç, 1 Tes 3, 13 y 2 Tes 2, 17. La formulación en voz pasiva se encuentra en Rom 1, 11: Pablo desea trasmitir a los destinatários un don espiritual «para que seâis fortaleci­ dos». En todos los textos se trata de dar fir­

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meza a Ias comunidades: por medio de Timoteo (1 Tes 3, 2) o por medio de Dios (Rom 1, 11; 16, 25; 1 Tes 3, 13; por medio de Cristo y de Dios, 2 Tes 2, 17; 3, 3). 4. Según 2 Pe 1, 12 (formulación en voz pasiva), el fortalecimiento / consolidación de Ias comunidades tiene su punto de partida en la verdad; cf. v. 10: «jEsforzáos con empeno en consohdar (pépatoç) vuestra vocación y elección!». Cf. también 3,17 con la advertên­ cia de no caer de vuestra «firme posición» (otqQLY[tóç). Cf., además, el término àoxfiçixxoç en 2, 14; 3, 16. Sant 5, 8 exhorta a tener paciência con respecto a la parusía: «\Fortaleced vuestros corazones!». 1 Pe 5, 10 atribuye a Dios el forta­ lecimiento de los destinatários: «El Dios de toda gracia... os preparará, consolidará (axTiQ Í^ E i), fortalecerá ( o D E v r ó a E i) , asentará ('O e [teXimoEi)». Ap 3, 2 exhorta a la comunidad de Sardes: «Mantente vigilante y refuerza lo demás que estaba a punto de morir!». G. Schneider a T ip á ç , á ô o ç , q stibas follaje* EnM c 11, 8b axij3áç significa seguramente el follaje. El sustantivo no se halla atestiguado en el judaísmo helenístico, pero aparece como extranjerismo en el lenguaje dei judaís­ mo rabínico. En la historia de la entrada triun­ fal de Jesús en Jerusalén se relata que muchas personas extendían en el camino sus vestidos «y otros tendían follaje, que habían cortado de los campos» (v. 8). El lugar paralelo de Mt 21, 8 interpreto claramente («otros cortaban ramas [xÀáôonç] de los árboles»), mientras que Lc 19, 36 subraya el dato ofrecido por Mc 11, 8. R. Pesch, Das Markusevangelium II (HThK) interpreta oxipáç en el sentido de ra­ mas de olivos.

ffTÍYHOC, atoç, TÓ stigma

marca con hierro candente, marca pintada*

1. Significado dei término - 2. Las marcas con hierro candente y los tatuajes en el mundo dei NT - 3. Gál 6,17.

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OTi7H«

B ib l : O. Betz, crctYHa, en ThWNT VII, 657-664; U. Borse, D ie W undm ale u n d der Todesbescheid: BZ 14 (1970) 88-111; E. Güttgemanns, D e r leid en d e A p o stei u n d se in H e rr (FRLANT 90), Gõttíngen 1966, 126-135 (bibl. y presentación de la discusión sobre Gál 6, 17); W. Klassen, S h o rt C om m ents: Gal. 6, 17\ ExpT 81 (1969-1970) 378; F. MuBner, D e r G alater6ríe/(HThK), Freiburg i. Br. 1974, 418-420.

1. OTÍYM-Ot (que en el NT aparece únicamente en Gál 6, 17) significa originalmente pinchazo, punto (cf. otlyIiti): significa entonces Ias marcas que se llevan en el cuerpo y que se hicieron a hierro candente o mediante tatuajes. 2. a) Era costumbre muy difundida marcar a fuego sobre los animales (con signos o letras, 11amados también afppayíç, xuÇoiífíilQ) una senal que identificara quién era su propietario. La identificación de los esclavos con marcas a fuego era una costumbre corriente desde antiguo, pero sólo en oriente (Código de Hamurabi § 146, cf. § 226s [AOT 395 y 403]; cf. también Ex 21, 5s; Dt 15, 16s). En el mundo greconromano esta marca se aplicaba únicamente a los esclavos que habían cometido un delito especial o que habían intenta­ do huir; se aplicaba también a los soldados que habían desertado o a los trabajadores forzados. Por tanto, en estos casos Ias marcas no eran senal que designara el estrato social, sino un distintivo de especial ignomínia; siempre que era posible, se procuraba disimularlas. Los aTÍYp.Ofra, como marcas «normales» de los esclavos o de los reclutas dei ejército romano, no están documentados sino con posterioridad al NT. Sin embargo, el Pseudo-Focílides 225 presupone ya como cosa corriente el que a los esclavos se los marcara con OTÍYItaTa, costumbre que él condena como contraria a la dignidad humana in­ cluso dei esclavo. b) En Ias religiones orientales está documenta­ da la costumbre de que el piadoso, como senal de pertenencia a su deidad, se hiciera una marca y que de este modo se considerara «esclavo» de esa deidad. Y, así, el tatuaje era una especie de senal que marcaba Ias propias creencias y la protección de una deidad. Expresiones (metafóricas) coixespondientes no son ajenas al AT; Is 44, 5; 49, 16. c) El judaísmo de la época helenística consideraba la circuncisión como una senal de Ias pro­ pias creencias, pero excluía los tatuajes religiosos (3 Mac 2, 29s; cf. Lev 19, 28). Cf. en el Apocalipsis el contraste entre el «sello» celestial que se aplica a los piadosos (7, 2s) y la marca que los servidores de la «bestia» reciben a fuego en la mano o en la frente (14, 9-11, etc.).

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3. a) La exégesis de Gál 6, 17 debe pres­ cindir dei fenômeno religioso y psicopatológico de la «estigmatización», que se conside­ ra a sí mismo -incluso en cuanto a la termino­ logia—en continuidad con una reflexión medi­ tativa sobre Gál 6, 17. No hay que pensar tampoco en cicatrices que se deriven de heridas y que casuabnente correspondan a Ias cin­ co llagas de la cruz, ni debe pensarse tampo­ co en una relación especitd de los OTLY|J.O[Ta de Pablo con el cuerpo dei Crucificado. Por lo demás, para una meditación de la Pasión de Jesús que vaya en tal dirección, no hay ningún punto de apoyo en Pablo. Son improbables también Ias interpretaciones que sugieren que Pablo, al ser bautizado, se hizo un tatuaje con el signo x de x(Qiotóç) (E, Dinkler, Signum Crucis, Tübingen 1967, 93) o con el nombre -abreviado- de Jesús (así piensa F. J. Dõlger, Sphragis, Paderbom 1911, 51). b) Hoy día se supone extensamente que Pablo se refiere a cicatrices debidas a sucesos como los que se mencionan en 1 Cor 15, 32 ó 2 Cor 11, 23-27 y especialmente en 1, 8s (Borse, 99ss; en parte, esas cicatrices se hallan todavia «recientes» en tiempo de la Carta a los Gálatas). Cuando Pablo llama oxÍYFCtta Toõ Tt]Ooü a tales cicatrices recibidas en el servido de su Senor, entonces piensa quizás en la marca a fuego, hecha a la fuerza al es­ clavo, o en la piadosa marca que uno mismo se manda hacer (tatuaje) para senalar su per­ tenencia a un «amo» cultuai; la autodesignación de Pablo como ôo'0)*.oç X qiotoõ T tiooü (Rom 1, 1 etc.; cf. Gál 1, 10) encaja con am­ bas ideas (de manera distinta piensa Borse, 94s). En todo caso, él entiende Ias cicatrices como marcas permanentes de su pertenencia a Jesús, que le hacen independiente frente otras personas e invulnerable por ellas. Y, así, Pa­ blo, en la posdata de Gálatas, escrita de su pu­ no y letra, apela a que esas marcas de su vinculación con los sufiimientos de su Senor deben ahorrarle ulteriores «moléstias» por parte de los gálatas ((,que se siga cuestionando su autoridad apostólica? Consúltense los dos primeros capítulos de Gálatas).

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OTiYHa - 0TOIXEIOV

Que Pablo considere su propio cuerpo co­ mo el « ‘lugar’ de la epifanía y presencia dei Jesus terreno como Senor» (Güttgemanns, 134), no está justificado ni por el término OTÍYira ni por lo demás que se dice en Gál 6, 17. Sin embargo, el contexto amplio en la Carta a los Gálatas (especialmente 5, 1-11 y 6, 12-15) permite la idea de que Pablo consi­ dere sus OTÍypaTa como lo opuesto a la circuncisión, tal como la propagan los adversá­ rios que él tiene en Ias comunidades de Galacia, una circuncisión que a los ojos de Pablo seria la senal de que uno ha vuelto a ser esclavizado bajo la ley, mientras que a él Ias marcas dei sufrimiento le identifican como a persona libre en Cristo (cf. Betz, 663). N. Walter stigmê punto, instante* Lc 4, 5 (a diferencia de Mateo) usa este tér­ mino para referirse al tiempo: El diablo mos­ tro a Jesus todos los reinos dei orbe èv aTLYp.fi X póvon.

aTÍXpto stilbõ resplandecer, brillar* Mc 9, 3 en la historia de la Transfiguración: Las vestiduras de Jesús se hicieron atíX,|3ovt a Àenxà Xíav. En cambio, Mt 17, 2 dice: Xeuxò cbç TÒ cpcüç. ThWNT VII, 665s.

axoá., aç,

stoa pórtico o galeria de columnas* Dicese dei «pórtico de Salomón» en el tem­ plo de Jerusalém Jn 10, 23; Hech 3, 11; 5, 12. De los cinco soportales que había en las instalaciones de Betesda (-^ 1), Jn 5, 2. OTOlPáç, á ô o ç , 1^ stoibas follaje Grafia dei Textus Receptus en lugar de -> OTipáç, Mc 11,8. S t o i x ó ç , 3 Stoikos estoico*

La grafia más correcta de este adjetivo es SxcoLxóç (BlaB-Debrunner § 35, 1). En Hech

1308

17, 8 se menciona, junto a los epicúreos, a los «filósofos estoicos», con quienes Pablo discutió en Atenas. M. Pohlenz, Die Stoa (2 vols.), Gõttingen (1948-1949) I ^1959; II LThK IX, 1088-1090; RGG VI, 382-386; Pauly, Lexikon V, 376-378.

atoi/EÍov, oit, tó

stoicheion fundamen­

to, elemento* t . Aparición en el NT - 2. a x o i x E t o v eti el âmbito helenístico. - 3. o t o l x e T o v en el Coipus Paulinum - 4. 2Pe3, 10.12-5. Heb 5, 12.

B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; H. D. Betz, G alatians, Philadclphia 1979, 204s, 215-217; J. Blinzler, L exikalisches zu dem Term inus TÒ OTOlXSta toü xóo|xot) b e i P aulus, en SPCIC 1961 (AnBiW 17-18), Ro­

ma 1963, II, 429ss; G. Delling,

en ThWNT (HThK), Freiburg i. Br. 1980, 121-127, 156s; E. Lohse, D ie B riefe an d ie K o lo sse r u n d cm P hilem on (KEK), Gõt­ tingen ^1977, 146-150, 180; D. Rusam, N eue B elege zu den a x o i x e t a x o ü xóogon (G a l 4, 3.9 ; K o l 2, 8.20): ZNW 83 (1992) 119-125; W. Schwage, «M i-

vn, 670-687; J. Gnilka,

a x o iX E to v ,

D e r K o lo sse rb r ie f

schung» u n d «E lem ent» im G riechischen b is P la to n

(Archiv fíir Begriffsgeschichte 3), Bonn 1980, 254261; E. Schweizer, D ie E le m e n te d e i Welt, en Id., B eitrãge z u r T heologie d es NT, Zürich-Stuttgart 1970, 147-163; Id., Slaves o f t h e E lem ents a n d W orshippers o f A n g e ls: G a l 4, 3 .9 a n d C o l 2, 8.18.20: JBL 107 (1988) 455-468; P. Vielhauer, G esetzesdienst u n d Stoic h e ía d ie n st im G a la te r b r ie f en FS Kasemann 543555; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1271s.

1. El término aparece 4 veces en el Corpus Paulinum, 2 veces en la Carta segunda de Pe­ dro y una vez en la Carta a los Hebreos, siempre en plural. 2. OTOiXEÍov designa «lo que pertenece a una serie», y así se denomina en lingüística a las di­ versas partes que constituyen una sflaba o una palabra, y en música a los diversos tonos. Esto nos lleva a los ulteriores significados de «fundamen­ to de algo» (Jenofonte, Mem II, 1, 1; Plutarco, LibEduc 12c) y «fundamentos de una ciência o de un arte» (de la música: Platón, Theaet 206b; de la matemática: Euclides, Elemento). La expresión desempenó un papel importtmte en la antigua cosmología. Platón conocía ya la denominación de OTOixEia (creada por Empédocles), que luego llegó a hacerse usual en la Escuela estoica, para referirse a los cuatro «elemen­ tos (primordiales) dei cosmos» (la tierra, el agua.

1509

atoiXEiov- axoLxew

el aire y el fuego), cf. Tim 48b; Zenón (en Diógenes Laercio VII, I36s); de manera parecida Filón, Her 140; Chr 127. Al âmbito de los elementos pertenecen también los astros (Filón, SpecLeg II, 255; Sab 13, 2), los cuales probablemente no llegaron a llamarse otoixETa sino con posterioridad al NT (Blinzler, 432ss; Delling, 68Is; pero cf. Lohse, 150). Los elementos, en el sincretismo helenístico, eran objeto de adoración, como se ve claramente, entre otros, por Filón, SpecLeg II, 255s; VitCont 3-5 (jhay diferenciación entre el culto de los elementos y el culto de los astros!) y por Sab 13, 1-11; no está claro hasta dónde llegaba esa diferenciación (cf. Delling, 674s y 676680). 3. Se discute si la expresión axoixeía xoO x.óo[iox) en Gàl 4, 3.9 debe entenderse o no según el contexto de ese sincretismo. Todo depende de que Pablo haya recogido o no un término clave que fuese empleado por sus ad­ versários de Galacia. En caso positivo, los fal­ sos maestros no sólo representarían una ten­ dência judaizante (cf. 5, 1-4), sino también una tendencia helenístico-sincretista, que in­ cluía la adoración de los elementos cósmicos -especialmente mediante la observância de tiempos y de fiestas (4, 10)- (cf. Schweizer, Elemente, 162). Es más probable que Pablo utilice por propia iniciativa esa expresión, que él conocía por la filosofia popular (estoica), para desig­ nar no sólo a la Torá judia, que los falsos ma­ estros entendían como camino de salvación y cuya observância (al menos parcial) aconsejaban (5, 3), sino para designar también a la antigua piedad pagana de los gálatas (4, 3s.8s). Pablo consideraba ambas cosas como manifestaciones de aquel poder que esclaviza al hombre (4, 3.5.8s) y que, en comparación con la ntcdEOLa (v. 5), es bien poca cosa (v. 9); un poder que constituía el fundamento de la exis­ tência religiosa dei hombre antes de Cristo (Delling, 685; cf. Vielhauer). En contraste con ello, la mención de los elementos cósmicos en Colosenses (2, 8.20) recurre seguramente a la terminologia de los falsos maestros de Colosas, en cuya qptXoooqpía (v. 8) de carácter mistérico (^?; cf. v. 18), que pretendia completar el mensaje cristiano

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tradicional por medio de una propia iiaQáôoOiç (v. 8), tales elementos desempenaban se­ guramente un papel importante, como pode­ res que eran capaces de impedir al hombre la consecución de la plenitud de la salvación (cf. V . 9), si el hombre no se sometía a ellos ob­ servando determinadas prácticas religiosas (culto a los ángeles, renuncia a ciertos ali­ mentos, y otras cosas por el estilo: vv. 16-18; cf., a propósito, el texto neopitagórico en Diels, Fragmente I, 338, 3 3 ^ 5 1 ,1 9 y Schwei­ zer, Elemente, 160ss). Frente a esto, el autor de Colosenses, siguiendo formulaciones paulinas (compárese el v. 20 [«si habéis muerto con Cristo a los elementos»] con Rom 7, 4.6; Gál 2, 19), acentúa que tales reglamentaciones generadas por el culto a los stoicheia son una absoluta nulidad para el cristiano que se ha apartado de ese mundo. 4. Conforme a la doctrina estoica, los ele­ mentos perecerán en la conflagración final dei mundo, cf. Diógenes Laercio VII, 134. En 2 Pe 3, 10.12 se emplea esta imagen para describir los sucesos apocalípticos en el «Dia dei Senor» (o Dia dei luicio). 5. Heb 5, 12 (cf. 6, 1) habla de los «princi­ pias iniciales» (oxoixEía Tfjç àp^tíç) (= dei cristianismo: O. Michel, Der B rief an die HebrãeP [KEK], 235s), que los destinatários de la carta necesitan aprender de nuevo, es decir, deben repasar Ias instrucciones recibidas durante el catecumenado. E. Plümacher aTOl/EO) stoicheo encontrarse en línea, es­

tar de acuerdo, hallarse en armonía* Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v.; G. Delling, oxot,X É ü ), en ThWNT Vn, 666-669; Liddell-Scott, s.v. 1. En el NT, el verbo, prescindiendo de Hech 21, 24, aparece únicamente en Pablo (cuatro veces). El verbo podría haber tenido su origen en el âmbito militar: el poder combativo de la falange de hoplitas dependia de que cada combatiente «se

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OToixeco —OTOjxa

mantuviera en la Knea de combate» (OTOtxoç; cf. Jenofonte, Cyrop VI, 3, 34; Licurgo, 77 [Conomis, 59]). Luego, en sentido figurado, aToixéco significa «estar de acuerdo, estar en armonía» (cf. Muson, p. 102, 9 [t(õ Xóytp] y la terminologia de Ias inscripciones honoríficas, Delling, 667). El NT adopta esta manera de expresarse. 2. Si el Pablo lucano apoya los votos cultuales, entonces esto prueba que también él, por observar la ley, se encuentra en la línea (de los judios que guardan fielmente la ley): Hech 21, 24, cf. SIG H, 708, 5. Rom 4, 12 habla de adaptar como postura la línea de Ias huellas dejadas (Totç ixveoiv) por la fe de Abrahán (cf. O. Stumpff, en ThWNT III, 406; el significado de «caminar», frecuentemente atribuido a otolxéü) aqui y en Hech 21, 24, no se halla documentado: Delling, 668s). En Gál 5, 25, Pablo finaliza la parénesis que sigue a un catálogo de vicios y virtudes (vv. 19-22) con esta afiraiación gnómica: ei Çcõpev JtvenpaTL, jtvEnpaTi x a l axoixõ)[iEv, «si vivimos en el Espíritu, estemos también en armonía con el Espíritu» {sub loco, cf. H. D. Betz, Galatians, Philadelphia 1979, 293s). La bendición al final de esta misma carta va dirigida a quienes están de acuerdo con el xavcóv definido en 6,15 (v. 16). OTOixéco apa­ rece también Flp 3, 16, en un punto final -al término de una conffontación con miembros de la comunidad que se consideran seguros de su propia perfección espiritual-: En todo caso (n:)cr|v), hay que permanecer en armonía con lo que se ha alcanzado (espiritualmente). E. Plümacher

CFToXrj, f j ç , 1^ stolê túnica (talar)*

oToÀri es la vestidura o túnica talar: Lc 15, 22, «la mejor túnica»-, en Ap 7, 14 y 22, 14 OToXri se usa en sentido figurado (se habla de lavar los vestidos). oxoltT) ^£uxf| en ángeles (Mc 16, 5) y en personas piadosas glorifícadas (Ap 6,11; 7, 9.13). Dícese de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras tala­ res, Mc 12, 38 par. Lc 20, 46. ThWNT VII, 687-692; X, 1272 (bibl.).

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aTÓ fia, a r o ç , t ó stoma boca 1. Aparición dei término - 2. Significado - 3. Uso en diferentes gêneros de dicción. B ibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.; K. WeiB, axófia, en ThWNT VII, 692-701; M. Wilcox, The Sem itism s o f Acts, Oxford 1965, 74-76.

1. En el NT oxóp,a aparece 78 veces, con sorprendente frecuencia en el Apocalipsis (22 veces); por lo demás, aparece especialmente en Mateo (11 veces), Lucas (9) y Hechos (12), tan sólo una vez en Juan y nunca en Marcos. 2. axó[ra designa casi siempre la boca co­ mo órgano dei habla. La palabra de Dios pro­ cede de su boca (Mt 4, 4), y él habla, como se dice también con un hebraísmo (cf. Blafi-Debrunner § 217, 3), «por la boca de todos los profetas» (Hech 3, 18). El Espíritu Santo ha­ bla «por la boca de David» (1, 16) e igual­ mente Dios, a saber, por medio dei (o en el) Espíritu Santo: ô ià JtvEÚpaxoç áyíon oxópaxoç Aaníô (4,25; sobre esta «construcción sobrecargada», cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 357). Jesús «abre su bo­ ca» para predicar (Mt 5 ,2 y passim), y «de su boca salen palabras de gracia» (Lc 4, 22). La boca de Zacarias «se abre», es decir, él recu­ pera la voz (1, 64). A Pablo le «golpean en su boca», porque ha dicho una cosa injusta (Hech 23, 2). La expresión oxópa Jtçòç oxó[la (2 Jn 12; 3 Jn 14) significa la conversación «cara a cara» (-*• jxqóç 2.a). oxó[xa puede emplearse incluso para referirse a lo que se dice. Y, así, se utiliza para de­ signar «la declaración de dos testigos» (Mt 18, 16; 2 Cor 13, 1 = Dt 19, 15) o la «respuesta prudente» (oxóp,a x a i ooqiía) que dan los perseguidos ante los trihunales (Lc 21, 15). Algunas veces aparece axópa como el órgano para tomar comida (Mt 15, 11a. 17; Hech 11, 8) y bebida (Jn 19, 29; Ap 3, 16). oxópa designa además la boca de los animales, por ejemplo, la dei pez (Mt 17, 27) y la de los caballos (Sant 3, 3; Ap 9, 17.18.19), así como Ias fauces dei león (2 Tim 4, 17; Heb 11, 13). En sentido impropio, oxófra se usa

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OTO|j,a - axQaxTiYoÇ

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para referirse a la boca dei abismo que se abre (Ap 12, 16a) y al filo o corte de la espada que lo hiere todo (Lc 21, 24; Heb 11, 34).

a x ó fia x o ç , o ti, ó stomachos estômago* En 1 Tim 5, 23 en la recomendación que se da a «Timoteo» de que tome un poco de vino «a causa de tu estômago y de tus frecuentes 3. oxópa aparece en los más diferentes gê­ dolencias». Con eUo se rechaza una ascética neros de dicción. Algunos ejemplos: rigurosa; cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­ celona 1974, sub loco; Spicq, Notes II, 831a) Los relatos de los Evangelios y dei libro 834. de Hechos usan el término oxópa en el con­ texto de milagros (Mt 17, 27; Lc 1, 64), dei sufrimiento (Jn 19, 29; Hech 23, 2) y espe­ o t Q a t E i a , a ç , ^ strateia campana m ili­ cialmente de la predicación (Lc 4, 22; Hech tar* 15, 7). Este último significado sirve para En sentido figurado en la frase: «Ias armas acentuar la solemne introducción de unas pade nuestra campana militar», 2 Cor 10, 4; de labras; àvoÍY
aTQ atCt)O^.0tl strateuom ai realizar una campana militar, prestar servicios milita­ res* En sentido propio en Lc 3, 14 (oxQaxeuópEVOL, soldados); 1 Cor 9, 7; 2 Tim 2, 4. En sentido figurado en 2 Cor 10, 3 (dícese de la actividad apostólica); 1 Tim 1,18 (xf)v xa^cfjv oxQáxeLav); de Ias luchas de Ias pasiones hu­ manas en el hombre, Sant 4, 1; 1 Pe 2, 11. ThWNT VII, 701-713. OTgaTt|YÓÇ, OV, Ò stratêgos jefe militar; pretor* El plural designa en Hech 16, 20.22.35.36. 38 a los pretores de la colonia romana de Filipos; Wikenhauser, Geschichtswert, 346s. - El libro de Hechos conoce al axQaxTiYÒç xob Ieqoü, es decir, al «capitán dei templo», que estaba al frente de la guardia dei templo: 4, 1; 5,24. El uso absoluto de ó oxpaxqyóç (5, 26) se halla atestiguado también en Josefo (Bell

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0TgaTT)Yoç - OTgecpü)

VI, 294; Ant XX, 131). El correspondiente

plural, «capitanes dei templo», se menciona en Lc 22, 4.52. Schürer II, 320-322; PaulyWissowa, Suppl VI, 1071-1158; ThWNT V n, 701-713; Pauly, Lexikon V, 388-391.

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ser el sentido dei término en Lc 21, 20 (a di­ ferencia de Mc 13, 14): Jerusalén, «sitiada por legiones». ThWNT VII, 704s.

Refiriéndose a ángeles en Lc 2, 13: «el ejército celestial» (expresión de la LXX; cf. Billerbeck II, 116s). En Hech 7, 42 dícese de los astros; «el ejército dei cielo» (cf. 2 Crón 33, 3.5; Jer 8, 2 LXX). ThWNT VII, 701-713.

OTQ£pÀ,ÓtO strebloõ volver, torcer* Con acusativo en el sentido de retorcer has­ ta obtener un sentido equivocado. Así en 2 Pe 3, 16, a propósito de Ias cartas de Pablo, «en Ias que hay algunas cosas difíciles de enten­ der (ônavÓTixá ttva), que los ignorantes e in­ constantes retuercen». A. Võgtle, en FS Mufiner, 223-239.

OTQaTUúttlÇ, OV, Ó stratiotes soldado*

OTQéíjpM strepho volver, dar la vuelta*

atQ atiá, ãç, ■q stratia ejército*

Soldados en sentido propio: Mc 15, 16 par. Mt 27, 27; Mt 8, 9 par. Lc 7, 8; Mt 28, 12; Lc 23, 36; Jn 19, 2.23 (bis).24.32.34; Hech 10, 7; 12, 4.6.18; 21, 32 (bis).35; 23, 23.31; 27, 31.32.42; 28, 16. En sentido figurado en 2 Tim 2, 3 en la exhortación que se hace a «Timoteo» para que sufra penalidades juntamen­ te con el autor de la carta, «Pablo», «como buen soldado de Cristo Jesus»; cf. 1 Tim 1, 18. ThWNT VII, 701-713. ffTQaTol/Oyéoj stratologeõ reunir un ejér­ cito, reclutar soldados* En 2 Tim 2, 4, refiriéndose al a r p a x e n ó p E voç que quiere complacer a quien le reclutó como soldado. ThWNT VII, 701-713; Spicq, Notes II, 835.

aTQ atOm eÔáQX^Çj «"W? « stratopedarchês comandante dei campamento Hech 28, 16 Textus Receptus. Otros testimonios textuales leen aqui axQaxojtéôapxoç (ou, ó); GNTCom sub loco. Wikenhauser, Geschichtswert, 358s. 0TÇ(XTÓJtEÓOV, OU, TÓ stratopedon cam­

pamento; ejército* oxQaxójceSov puede designar también es­ pecíficamente a la legión romana (Polibio I, 16, 2 y passim-, ÃgU 362, XI, 15); tal podría

1. Aparición en el NT y usos - 2. Senal narrativa en Lucas - 3. Cambio interno de actitud. B ib l.: Bertram, axpéqpco xxk., en ThWNT VII, 714s; I. Dupont, sàv pf) oxQatpfítE xal YÉvtiaíIe
1. De los 21 testimonios que hay del verbo simple en el NT (en la LXX hay unos 50, de los cuales unos 40 son traducción del TM), diez corresponden a Lucas (siete en el Evangelio, tres en Hechos); Mateo, que ofrece 6 testimonios, no coincide nunca con Lucas; Marcos no emplea nunca oxQéq)co, y este ver­ bo aparece cuatro veces en Juan y una vez en el Apocalipsis. En palabras de Jesús, el verbo aparece únicamente en Mateo, tres veces (5, 39 [seguramente original de la fuente Q]; 7, 6; 18, 3 [redaccional]). En la voz activa, el verbo aparece sólo cua­ tro veces, tres de ellas con sentido ciertamente transitivo; Mt 5, 39, volver (directamente) la otra mejilla; 27, 3, devolver (Ias monedas de plata); Ap 11, 6, convertir el agua en san­ gre (en alusión a Ias plagas de Egipto, en vez del compuesto pexaoxQÉqJO) en Sal 77, 44 LXX; 104, 29 LXX); por el contrario, en Hech 7, 42 la voz activa podría tener sentido intransitivo («Dios se aparto»), porque existe una antítesis directa con respecto al v. 39. En los 17 pasajes restantes aparece la voz pasiva con sentido reflexivo.

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axQEtpa) - crcuyriToç

2. Lucas utiliza como norma la voz pasiva, empleándola en los siete pasajes en que el verbo aparece en su Evangelio (7, 9.44; 9, 55; 10, 23; 14, 25; 22, 61; 23, 28; en cambio, 10, 22 v.l. debe considerarse como una adición posterior al v. 23; cf. GNTCom 152), siempre en participio de aoristo (OTQaqpeLç), siempre con Jesus como sujeto (en cambio, el compuesto úitooxQÉqjcn expresa casi siempre la reacción de los seguidores de Jesús y es «in­ dicador de doxología») y se emplea siempre en el comienzo directo de la frase. En la mayoría de los casos sigue una declaración de Jesús (relatada tan sólo metalingüísticamente en 9, 55; vemos que en 22, 61 se habla de una mirada de Jesús -pero esta mirada hace que se recuerden unas palabras-). La expresión tiene la función de marcar un punto culminante y designa la acción de volverse directamente, una acción que realzará con énfasis Ias pala­ bras que sigan a continuación. La influencia de este uso puede verse cuando el verbo se emplea programáticamente al comienzo de la segunda parte principal dei libro de Hechos (13, 46; «nos volvemos directamente a los no judios»; cf. 18, 6; 28, 28). En Mt 9, 22; 16, 23 el participio se usa también con Jesús como sujeto (en ambos casos, redaccionalmente a diferencia de Marcos ènioxQÉtjpü)), pero el participio sigue al suje­ to. En Jn 1, 38 el participio aparece también al principio de una frase que tiene a Jesús co­ mo sujeto {volverse-, como verbo en tiempo fi­ nito en 20, 14, refiriéndose a Maria) y en 20, 16 como un nuevo acto (contemplado desde la perspectiva dei rechazo en el v. 17); volviéndose hacia él. 3. OTQétpto, como término para expresar la conversión, se emplea en Jn 12, 40 (cita de Is 6, 10; a diferencia de Mc 4, 12; èmoTQÉqpto, porque Juan evita el uso de verbos compuestos) y en Mt 18, 3 (en el v. 4 aparece como si­ nônimo de -> xaneivóci)). Se usa en sentido negativo en Hech 7, 39; «ellos [nuestros antepasados], en cuanto a su actitud, se volvieron a Egipto» (lo cual se concreta luego en el v. 40); Mt 7, 6 emplea el verbo de manera pare­

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cida en un contexto alegórico (refiriéndose a los «perros» y a los «cerdos»), usando el ao­ risto de participio en sentido condicional y con carácter de anticipación; cuando se hayan apartado de nuevo. W. Schenk atgií]ViafO strêniaõ vivir en la molicie* En Ap 18, 7.9 junto a JtoQveúm, refiriéndo­ se a la gran «Babilônia». -> 0X0fjvoç.

atçfjvoç, ovç, TÓ strênos molicie, lujo* Ap 18, 3 (->■ ox0T]viáco); «los comerciantes dei mundo se han enriquecido con su lujo fastuoso». OTQOirO^íov, o u , TÓ strouthion gorrión* o x q o u IH o v como ejemplo de un objeto sin ningún valor comercial; Mt 10, 29.31 par. Lc 12, 6.7. J. G. Cook, The Sparrow’s Fali in Mt 10, 29b: ZNW 79 (1988) 138-144; G. Grimme; BZ 23 (1935) 260-262; ThWNT VII, 729-732; Schulz, Q, 157-164.

OTQOIVVUO), atQ orvvufU strõnnyõ, strõn-

nymi extender* En la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la gente extendía sus vestiduras sobre el camino (para alfombrarlo); Mc 11,8 par. Mt 21, 8a.b (cf. 4 Re 9, 13). El imperativo axgcõaov OEanxrô (a saber, xf]v xXívqv) en Hech 9, 34 significa; «\hazte tú mismo la carnal», àváyatov £ax0(O|xévov en Mc 14, 15 par. Lc 22, 15 dificilmente significará «una habitación pavimentada dei piso superior» (en contra de Bauer, Wõrterbuch, í . v . ) , sino más bien «una habitación dei piso superior acondicionada (con alfombras y cojines)» (cf. Dalman, ArbeitVM, 185).

OTuyiltóç, 3 stygStos odiado, detestable* Tit 3, 3; Vivíamos en otro tiempo «en maldad y envidia, odiados y odiándonos unos a otros».

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OTuyváÇü) - oíi

OTWYváÇto stygnazõ estremecerse, entris­ tecer se* Dícese de una persona en Mc 10, 22: ènl Tõ) ItÓYCp, «estremecerse (o entristecerse) por Ias palabras». Dícese de la apariencia dei cielo en Mt 16, 3: jruQQá^Et oxvyvá^cüv ó otiçavóç, «el cielo está rojo y sombrio», como senal que anuncia tormenta. (FTV^OÇ, o v ,

ó stylos columna, pilar*

B ib l.: R. D. Aus, T hree P illa rs a n d T hree P atriarchs: A P ro p o sa l C o n c em in g G al 2, 9\ ZNW 70 (1979) 252-261; C. K. Barrett, P a u l a n d the «P illar» A postles, en F S d e Zw aan, 1-19; A. Jaubert, V im a g e de la colonne, en Stud io ru m P aulinorum C ongressus In te m a tio n a lis C a th o lic u s 1961 II (AnBibl 17-18), Roma 1963, 101-108; H. Kuaft, D ie E n tste h u n g des C hristentum s, Darmstadt 1981,124-139; U. Wilckens,

aTt)A,oç, en ThWNT VH, 732-736; R. H. Wilkinson, The 2TYA02 o f R evela tio n 3, 12 a n d A n cien t Corona tio n R ites: JBL 107 (1988) 498-501; para más bi­ bliografia, Cf. ThWNT X, 1272s.

1. En el NT o t ííà o ç aparece cuatro veces (Gál 2, 9; 1 Tim 3, 15; Ap 3, 12; 10, 1), siempre en sentido figurado o metafórico. Aparece en relación con la estructura dei templo en Ap 3, 12 (aTüÀov èv tcB vam t o ü 'Oeo '0); de manera parecida en 1 Tim 3, 15, donde la ex >í X,T)o ía como aTõX,oç x a l éSpaím pa àX.T)•Oeíaç se equipara al oíxoç dEOti (cf. Ef 2, 19ss). Posiblemente Gál 2, 9 (oí ôoxoüvteç oxüÀ.oi Eivai) presupone también una idea parecida (cf. 1 Ciem 5, 2; cf. Barrett, 12ss; Wilckens, 734s). En cambio, en Ap 10, 1 (oi jtóòeç auxoü mç oxükoi jrnpóç) se escucha un eco de Ex 13, 21s.

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Como los primeros cristianos leían el AT co­ mo profecia de su actual existência escatológica (1 Cor 10, 6.11), entendían Jer 1, 18 (TM; Aquila y Símmaco: otükoç o iô eq o õ ç ) como anuncio dei establecimiento de un mi­ nistério profético que conducía dei fin de los tiempos al reinado de Dios (Kraft, 126). Ap 3, 12 emplea axüA.oç de manera semejante: El Espíritu Santo ocupará su lugar y lo mantendrá para siempre, a la manera de una estatua, sobre aquel que sea vencedor. («Dios» en este versículo es Dios en la forma dei Es­ píritu Santo; él tiene como morada -en una ligera variación de la imagen- la nueva ciudad de Dios.) En Ap 10, 1 un ángel de dimensiones cós­ micas se aparece al vidente; tiene la tarea de comunicarle el anuncio, que de momento debe mantenerse todavia en secreto, de la resurrección de los muertos. El ángel, con su vestidura de nubes y sus piemas como columnas de fuego, recuerda la figura en la que Dios conducía a su pueblo en la peregrinación por el desierto (cf. Ex 13, 21s). H. Kraft S tcdix Óç, 3 Stoikos estoico

SxcuLXÓç, en Hech 17, 18, es la grafia más correcta, aunque quizás no la original (frente a S t o l x ó ç ) ; BlaB-Debrunner § 35, 1. La forma Sxoixóç (B al, también GNT y NTG^^) es una asimilación a oxoá; Passow II, 1578 la considera una abreviación poética. OI! íy tú

2. En el NT atükoç designa un «pedesteJ» para el Espíritu Santo, que sirve para hacerle visible y comunicar su acción. En 1 Tim 3, 15, la comunidad es el pilar dei Espíritu, y al Espíritu se le llama la «Verdad» por su función reveladora. La comunidad primitiva de­ signo con el honorífico título de «columnas» a los que desempenaban su ministério espiri­ tual de dirección, considerándolos como pro­ fetas llenos permanentemente dei Espíritu y capaces de comunicar ese Espíritu (Gál 2, 9).

B ib l : Bauer, W drterbuch, s.v.; BlaB-Debranner § 277, 1; 279, 2; 281; 284, 1; Kühner, G ram m atik II/l, 555-560; Mayser, G ram m atik II-1, 62-65.

1. En el NT el pronombre personal de se­ gunda persona dei singular aparece un total de 1066 veces, principalmente en los escritos na­ rrativos, pero con menor frecuencia en Ias cartas (en Filipenses aparece sólo una vez), con excepción de FUemón (20 veces), 3 Juan (10) y Ias Pastorales (41). Mientras que los

ov - o\)Y5ta"&í^u>

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casos oblicuos (que, por lo demás, son enclíticos) aov, ooL, ae se acentúan cuando se emplean con énfasis (también después de Ias preposiciones; excepción: Jtçóç [Mt 14, 28]), el nominativo aparece casi siempre acentuado y enfatizado (un total de 174 veces, incluso pleonásticamente en Mc 14, 68), casi siempre en los relatos de la Pasión, en Jueui (61 veces) y en Romanos (12 veces). 2. En el uso dei nominativo, hay que atri­ buir especial importância teológica a la identificación frecuente con oò el y un título o nombre: on el ó xpicrxóç (ó nlòç...) (Mc 8, 29 par.; 14, 61 par.; Lc 23, 39; Jn 10, 24; 11, 27), etc.; esta construcción aparece también sin sustantivo: eí ov el, «si eres tú» (Mt 14, 28); en interrogativas; oi) xíç eI ; ob e I ; ... (Jn 1, 19.21 [bis]). En combinación con un vocativo, on es a menudo enfático: «tá, Belén» (Mt 2, 6); «tú, Cafamaún» (Mt 11, 23; Lc 10, 15); «tú, oh ni­ no» (Lc 1, 76). on es también enfático en combinación con un sustantivo y un participio {«tú como judio / aunque tú eres judio»; Jn 4, 9; Gál 2, 14), en Ias antítesis entre personas (por ejemplo, «yo - tú»: Mt 3, 14) y en Ias frases enfáticas con x a l ov («también tú»: Mc 14, 67 par.; Lc 10, 37; 19, 19.42; Jn 7, 52; Hech 25, 10; Gál 6, 1; 2 Tim 4, 15) y on ôé («pero tú»: Lc 9, 60; 16,7.25; Rom 11,17.20; 14, 10; 1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10.14; 4, 5; Tit 2, 1; Heb 1, 11.12; Sant 4, 12). La frase oí) Xéysig ( E Í j t a ç ) (Mc 15, 2 par.; Mt 26, 25.64; Jn 18, 37) no tiene sentido de evasión o de rechazo, como piensa Bauer, Wõrterbuch, 448 y 929, sino de confirmación; ->• etjiov. W. Radl ^ syggeneia parentesco* El NT emplea este sustantivo en todos los casos para referirse concretamente a los parientes: Lc 1, 61; Hech 7, 3.14. ThWNT VII, 736-742; X, 1273 (bibl.). syggeneus pariente* Mt 6, 4 y Lc 2, 44 atestiguan onvY^VEnç (forma tardia de onyYEvfiç, como aparece o

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también en 1 Mac 10, 89 A): èv xotç onYY^venoiv. Sobre esta formación de dativo, cf. BlaB-Debrunner § 47, 4; Mayser, Grammatik 1/2, 57. crUYY^'''nÇ> 2 syggenês pariente* En el NT el adjetivo onYYE'Vi]ç aparece uni­ camente sustantivado. En sentido de pariente en singular en Jn 18, 26 (masculino); Lc 1, 36 Textus Receptus (femenino); en plural (oí onYYEVEiç) en Lc 1, 58; 14, 12; 21, 16; Hech 10, 24. En el sentido de compatriota / persona de la misma ascendência, Rom 9, 3; 16, 7. 11.21. ThWNT VII, 736-742; Spicq, Notes H, 836-839.

íôog,

syggenis (la) pariente, (parienta)* onYYEVíç es la forma femenina de ->■ avyYEVT|ç. En el NT aparece únicamente en Lc 1, 36 y se refiere a Isabel, la pariente de Maria. (jDYYVtbfii], ?iç, 1^ syggnõmS concesión* En 1 Cor 7, 6 ouYYVobpT] se halla en oposición a EJUxaYn: «Esto os lo digo como concesión, no como obligación». ThWNT I, 716s; N. Baumert, Ehelosigkeit and Ehe im Herrn. Eine Neuinterpretation von 1 Kor 7 (FzB 47), Würzburg 1984, 359-363; K. Metzler, Der griechische Begrijf des Verzeihens. Untersucht am Wortstamm a'UYY'VU)fJ,T] von der ersten Belegen bis zum vierten Jahrhundert n. Chr. (WUNT n/44), Tübingen 1991. avY>tct9'tlM'®^*' sygkathêmai estar sentado con* En Mc 14, 54 dícese de Pedro (y de los criados) en el atrio dei sumo sacerdote. En Hech 26, 30: oí auYxa^&rip.EVoi aòxoíç son los que (estando sentados) con Agripa, Bere­ nice y Festo, escucharon el discurso de Pablo. (JUY>t«díÇco sygkathizõ sentar con alguien; intransitivo: sentarse con otros* Transitivo en Ef 2, 6: Dios nos sentó con Cristo en el cielo. Intransitivo; Lc 22, 55.

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ouYxazojtaUÉoi) - auYxlteíco

OVY>tcnton;a'd£(i> sygkakopatheõ sufrir juntamente con alguien* En 2 Tim 1, 8 y 2, 3 con sentido imperativo en la exhortación a participar en los sufrimientos que el «Pablo» cautivo padece por el evangelio. ThWNT V, 936s.

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sygkataneuõ asentir, estar de acuerdo Hech 18, 27 D. Sobre la variante textual dei texto «Occidental», cf. GNTCom sub loco (467s).

0D Y > taxovxÉ o^,ai sygkakoucheomai ser maltratado junto con otros* En Heb 11, 25 dícese de Moisés, que prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios antes que incurrir en el pecado.

sygkatatithemai estar de acuerdo con, consentir en* Lc 23, 51 con dativo; José de Arimatea no estuvo de acuerdo con la decisión de los miembros dei Sanedrín en contra de Jesús (->• ’I(naf|q) 6). Además, como variante textual de D en Hech 4, 18; 15, 12.

avY>í«XÉO) sygkaleõ convocar; en voz me­ dia; llamar junto a sí* La voz activa aparece en Mc 15, 16; Lc 15, 6.9; Hech 5, 21. La voz media se encuentra en Lc 9, 1; 23, 13; Hech 10, 24; 28, 17. ThWNT III, 497s.

a v Y x a T a tlttltp íÇ o ^ .a i sygkatapsêphizomai ser elegido junto con* En Hech 1, 26 dícese de Matías, que «fue escogido para anadirse a los once apóstoles». ThWNT IX, 600-604.

avyxai^vJC X fa sygkalyptõ encubrir por completo* Lc 12, 2: «Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto». El lugàr paralelo en Mt 10, 26 tiene el verbo simple. ThWNT VII, 743s.

sygkamptõ doblar, encorvar* Rom 11, 10 en la cita (Sal 68, 24 LXX): «\Dobla sus espaldas!»

avY 3<«T aPaíva) sygkatabainõ descender junto con alguien* Hech 25, 5; Descender desde Jerusalén a Cesarea junto al mar. Cf. àvaPaívm (v.l) pa­ ra referirse al camino inverso.

eoíÇ» 'H sygkatathesis acuerdo* 2 Cor 6,16: xíç onYxatáDeoiç vam -Oson;, «^cómo se compagina un templo de Dios (con los ídolos)?».

ffVYXElfiCtl sygkeimai estar reclinado jun­ to con Mt 9, 10 D en vez de onvaváxEipai. a rY X E g á v v u fU sygkerannym i m ezclar con, unir* En el NT auYXEQávvufu aparece única­ mente en sentido figurado: 1 Cor 12, 24 (tò ací)p,a: el cuerpo mediante la unión de los miembros para formar un solo organismo); Heb 4, 2 (la palabra de la predicación se une con los oyentes por medio de la fe [dativo instramental]). aV Y ítlvéw sygkineõ poner en movimiento* Hech 6, 12 con acusativo: «alborotar a al­ guien». ffDY>t^EÍtO sygkleiõ encerrar al mismo tiempo, encerrar juntamente* En sentido propio en Lc 5, 6 (dícese de la captura de peces que quedan encerrados en la red). En sentido figurado dícese de Dios, que

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1525 encerro a todos en la desobediencia, Rom 11, 32. Gál 3, 22.23: La Escritura lo encerro todo bajo (el poder dei) pecado. ThWNT VII, 744747.

auyJtíi/ilQOVÓfioç, 2 sygklêronomos coheredero* Rom 8, 17: «Herederos de Dios, coherederos de Cristo». Ef 3, 6: Los gentiles son coherederos, además aúaacojia y (JU|XfréTOxa de la promesa. ouyxàt]QOvóij,oç seguido de genitivo de cosa en Heb 11, 9; 1 Pe 3, 7. Cf. ThWNT VII, 787; DTNT II, 264-269; R. Schnackenburg, Der Brief an die Epheser (EKK), 135s. tru y x o iv o iv é a i sygkoinõneO ser copartícipe, participar al mismo tiempo* En el sentido de participar en una actividad: Ef 5, 11; Ap 18, 4. Con el significado de una compenetración que presta ayuda: R p 4, 14. ThWNT III, 798-810; DTNT IV, 229-233. (TUYXOIVCOVÓÇ, Ori, ó sygkoinOnos parti­ cipante, partícipe* Con genitivo de cosa en que se participa; Rom 11, 17; Flp 1, 7. Con genitivo de persona en 1 Cor 9, 23; Ap 1, 9. ThWNT III, 798810; DTNT IV, 229-233. sygkomizõ llevar a; enterrar* Hech 8, 2 con el significado de dar sepultu­ ra (Sófocles, Ai 1048). Dícese dei entierro de Esteban. (ntY ítçíva) sygkrinõ equiparar, comparar; interpretar* En 2 Cor 10, lla.b ouywqívco debe traducirse por equiparar. En 1 Cor 2, 13 el signifi­ cado de comparar es menos probable que el de interpretar / exponer; cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die KorintheP' (KEK), 78 nota 7; G. Dautzenberg, Urchristliche Prophetie, Stuttgart 1975, 138-140. ThWNT Ht, 955.

ovY^íííJlTlo sygkyptõ encorvarse, estar completamente encorvado* En Lc 13, 11 dícese de una mujer con la espalda encorvada por una enfermedad, y que de ninguna manera podia ya enderezarse (àvaxújtTco). W. Grundmann, Das Evangelium nach Lukas (ThHK), sub loco', G. Schwarz; Biblische Notizen 15 (1981) 47. a v Y ítttç íft, « ç , sygkyria casualidad, coincidência* Lc 10, 31: x a t à ouYxuQÍav, «casualmen­ te». o v YX^ÍQW

sygchairõ regocijarse con; feli­ citar* Lc 1, 58; 15, 6.9; 1 Cor 12, 26; 13, 6; Flp 2, 17.18. En Lc 1, 58 y Flp 2,17.18 es posible el significado áe felicitar. ThWNT IX, 350-362.

OVYXÉfO sygcheõ alborotar* Hech 21, 27: Los judios de Asia «alborotaron a todo el pueblo», al ver a Pahlo en el templo. ffUYXQ^Ofiai sygchraomai tener trato, relacionarse con* Jn 4, 9 en el comentário dei narrador: «por­ que los judios no tienen trato con los samaritanos». cruYXÍ>TVCO sygchynnõ incitar* El verbo aparece cuatro veces en el libro de Hechos; en voz activa en 9, 22, y en voz pasiva en 2, 6; 19, 32 (cf. ->^ OÚYXfOiç); 21, 31 (cf. 0UYXÉCO en 21, 27). (rÚYX'W®i'Ç> Etoç, ^ sygchysis confusión* Hech 19, 29: «Y la ciudad (de Efeso) se llenó de gran confusión». Cf. auYX'í>vvco en 19, 32. a u ^ á tiJ syzaõ vivir con* Dícese de la vida de los creyentes con Cris­ to: Rom 6, 8. Los corintios están unidos en el

1527

OD^áco -

corazón de Pablo elç t ò a T Jv a 3 tO '& a v e lv x a l otiÇfiv, «para morir juntos y para vivir jun­ tos», 2 Cor 7, 3. Los cristianos mueren y viven con su Senor: 2 Tim 2, 11 (cf. Rom 6, 8). a v ^ E rY W fti syzeugnymi uncir en un mismo yugo, unir* Mc 10, 9 par. Mt 19, 6 en la conclusión: «Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo sepa­ re el hombre».

OfuÇtltéc» syzêteo considerar, disputar, reflexionar* B ibl.:

J. Schneider, auttixéco otX., en ThWNT VII,

747s.

1. En el NT aoj^qTÉco aparece 10 veces. Seis de los testimonios se encuentran en Mar­ cos, y los restantes en los escritos lucanos (dos en el Ev. de Lucas y dos en Hechos). El verbo significa: a) investigar juntamente o considerar, conversar, hacer rejlexiones con­ juntamente (jtepL TLVoç); b) disputar (xiví, aunque también onÇqxéco Jtçóç xiva); c) reflexionar ( jx e q í xivoç). 2. En el NT, onÇqxéco se emplea no sólo para un acto sencillo de considerar, sino tam­ bién de disputar acaloradamente. Un milagro de Jesús causa estremecimiento entre los ha­ bitantes de Cafamaún, y éstos «íe preguntan unos a otros» qué significará todo eso (Mc 1, 27). Aqui se trata, por tanto, de un acto de preguntarse, de reflexionar en común. Según Mc 9, 10, los discípulos discuten entre si qué significarán Ias palabras de Jesús acerca de la resurrección de entre los muertos. Los discí­ pulos de Emaús (Lc 24, 15) hablan de lo que ha sucedido durante los últimos dias. El senti­ do de Lc 22, 23 es ambiguo. La predicción de Jesús de que uno de los discípulos va a traicionarle, provoca entre ellos un acto de ou^ t)xe Tv . El verbo podría expresar la acción de «preguntarse», pero en este contexto podría significar también una disputa acalorada (cf. 22, 24ss).

1528 En Mc 8, 11 se trata claramente de una dis­ puta entre adversários. Los fariseos discuten con Jesús y le exigen una senal inequívoca, cosa que el evangelista designa como tentar a Jesús (jXEtQÓÍovxEÇ aiixóv). En 9, 14.16 se trata también de un enfrentamiento suscitado por Ia crítica. Unos escribas discuten con los discípulos acerca dei fracaso de éstos, porque no fueron capaces de curar a un muchacho epiléptico: una crítica que la multitud parece corroborar (vv. 17s). La seria disputa de Jesús con los saduceos (12, 18-27) se considera en 12, 28 como un ont,T|xeiv. El verbo se usa en sentido clarísimamente hostil en Hech 6, 9 y 9, 29. Los judios helenistas, que disputan con Esteban, son los causantes dei prendimiento y de la muerte de éste (6, 9ss), porque se han visto vencidos en la discusión. El verbo onÇqxéo» está marcado por la misma seriedad en 9, 29. Pablo disputa (frecuentemente, téngase en cuenta el uso dei imperfecto) con los núsmos adversários que Esteban. Y éstos responden de la misma manera que en la historia de Esteban: «con la intención de asesinarle» (E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco). E. Larsson

ewç, syzêtêsis enfrenta­ miento, confrontación El sustantivo se halla en el Textus Receptus en los pasajes: Hech 15, 2.7; 28, 29. ThWNT VII, 748. (IllÇHTtlTtjç, OÜ, Ó syzêtêtês disputador* I Cor 1, 20 en la pregunta: «^Dónde (hay) un disputador de este mundo?». Cf. IgnEf 18, 1, donde se cita en parte 1 Cor 1, 10. ThWNT Vn. 748. aviÇvYOÇ, 2 syzygos uncido a un mismo yugo*

Flp 4, 3, en la interpelación: yvijcaE oúÇnye, «fiel compaiiero». avt,vyoç no se ha do­ cumentado (hasta ahora) como nombre pro-

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aijÇuYOÇ - ou)LX.ajiPáva)

pio. No se puede determinar con seguridad a quién se refiere Pablo. ThWNT Vll, 749s; Bauer, Wõrterbuch, s.v.

(TuÇuoJIOléo) syzõopoieõ dar vida junta­ mente con* Col 2, 13 par. Ef 2, 5: Dios vivifícó a los cristianos juntamente con Cristo. El contexto indica que se hace referencia a la resurrección de la muerte en que se hallaban sumidos por el pecado (vexpoüç... roíç jraQajiTCÓpaoiv).

sykaminos morera* Lc 17, 6 en la sentencia de Jesús acerca de la fe como un grano de mostaza, que es capaz de arrancar de raiz un árbol tan grande como la ouxápivoç y de trasplantarlo. ThWNT VII, 758 (cf. 286-290); G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II (ÕTK), 347s. a v x á ^ iv o ç , o u ,

avKÍ\, f j ç ,

q syke higuera* En la perícopa de la maldición de la higue­ ra, Mc 11, 13.20.21 par. Mt 21, 19 (bis).20. 21. Además, en Ias parábolas de la auxfj en Mc 13, 28 par. Mt 24, 32 / Lc 21, 29; Lc 13, 6.7. Según Jn 1, 48.50, Jesús vio a Natanael «debajo de la higuera». Sant 3, 12, en la pregunta de si acaso una higuera puede dar aceitunas (cf. Mt 7, 16b). Ap 6, 13 (cf. Is 34, 4) en la comparación: «así como una higuera deja caer sus frutos». ThWNT VII, 751-757; X, 1273 (bibl.).

sykomorea sicómoro* En Lc 19, 4 dícese que Zaqueo se subió a una oux o p o p éa para poder ver a Jesús. ThWNT Vn, 758. tr u x o ^ O Q É a , a ç ,

o O x o v , OD, TÓ sykon higo*

Dícese dei fruto de la higuera (-+ ouxfj) en Mc 11, 13; Mt 7, 16 par. Lc 6, 44. Sant 3, 12 en la pregunta de si acaso la vid puede dar higos. ThWNT VII, 751-755.

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avxoçpaVTÉCO sykophanteO acusar falsa­ mente, calumniar; extorsionar* En el NT, los dos significados dei verbo se hallan atestiguados únicamente en Lc 3, 14 ó 19, 8: en 3, 14, en la exhortación dei Bautista a los soldados de que no vejen / opriman a nadie; en 19, 8, en la confesión de Zaqueo; «si he extorsionado a alguien». E. Nestle; ZNW 4 (1903) 271s; ThWNT VB, 759. (TwXaYCayÉO) sylagõgeõ llevarse como botín, arrebatar* En Col 2, 8 en sentido figurado, refiriéndose a seducir a alguien apartándole de la verdad para llevarle a la esclavitud dei error. a u ^ á w sylaO despojar* En 2 Cor 11, 8 en una expresiva imagen, en la que Pablo afirma que él se contento con la ayuda material recibida de otras comunida­ des; «Aotras comunidades despojé...». Spicq, Notes II, 840s. ovXXaXéco syllaleõ conversar con* Con dativo de persona en Mc 9, 4 par. Lc 9, 30; Lc 22, 4. En cambio (a diferencia de Mc 9, 4) p,exá Tivoç en Mt 17, 3. Con p s tá también en Hech 25, 12; con jtqóç en Lc 4, 36. syllambanõ agarrar, pren­ der; concebir; ayudar* 1. La voz activa se divide en dos significa­ dos básicos; a) agarrar, prender, refiriéndose especial­ mente a la detención de una persona; en Mc 14, 48 par. Mt 26, 55; Lc 22, 54; Jn 18, 12; Hech 1, 16, dícese dei prendimiento de Jesús; además en Hech 12, 3; en voz pasiva en 23, 27. En Lc 5, 9 refiriéndose a la captura de peces. b) concebir, dícese de la mujer que concibe un hijo, es decir, que se queda embarazada; Lc 1, 24.31.36; en voz pasiva en 2, 21. Con este mismo sentido pero metaforicamente, dí­ cese en Sant 1, 15 de la èjiiíhjpía, que da a luz el pecado.

1531

oijA,A.a|xpávcü - 0v^pál.l.a)

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2. En voz pasiva: a) Con el mismo significado que en la voz activa (-> l.a) en Hech 26, 21: agarrar, pren­ der (cf. MartPol 6, 1). b) Con dativo en Lc 5, 7; Flp 4, 3: echar una mano, ayudar, asistir. - ThWNT VII, 759-762.

en volandas por los soldados, debido a la vio­ lência de la multitud». En Hech 3, 10: xò oupP e P tixóç XLVí, «lo que ha sucedido a alguien»; en Lc 24, 14: xà aupPeprjxóxa, los sucesos.

syllegõ reunir, recoger* Mt 7, 16 par. Lc 6, 44: recoger frutos de los cardos. En Mt 13, 28.29, 30.40 dícese de re­ coger la cizana o (v. 41) los o m v b a k a y echarlos dei reino dei Hijo dei horabre. En 13, 48 dícese de los peces buenos que se recogen de la red.

B ibl.: W. C. van Unnik, D ie rechte B edeutung des W ortes treffen. L u kas I I 19, en Id., Sparsa collecta I,

avX)^OYÍ^O|U.ai syllogizomai reflexionar, pensar, calcular* Lc 20, 5 (a diferencia de Mc 11,31: ôiaX.oYÍÇo[tai): a'UX.X.OYÍÇecT'&at jtQÒç eautóv, «re­ flexionar para sus adentros» (así también en Plutarco, Pomp 60, 3). I. H. Marshall, Luke (NIGTC), sub loco; G. Mussies, The Sense o f ouLXoYt^eoflai at Luke XX 5, en T. BaardaA. F. J. Klijn-W. C. van Unnik (eds.), Miscellanea Neotestamentica (NovTS 48) II, Leiden 59-76. syllypeomai sentir compasión* En el NT, la voz pasiva de onkkujtécü (cf. Is 51, 19 LXX) aparece únicamente en Mc 3, 5: Jesús «tuvo compasión (dei enfermo) por la dureza dei corazón de ellos». ThWNT IV, 325. OV^PaíVO) symbainõ acontecer, suceder* En la construcción au[i|3aLv8L tí tivi: en Mc 10, 32 dícese dei destino de muerte de Jesús; en Hech 20, 19, de lo que le sucedió a Pablo por obra de los judios; en 1 Cor 10, 11, de lo que les ocurrió a los israelitas durante su peregrinación por el desierto (xuittíccõç, jpara ad­ vertência nuestra!); además, en 1 Pe 4, 12 y 2 Pe 2,22. Seguido de infinitivo en Hech 21, 35: «sucedió que él (Pablo) tuvo que ser llevado

symballõ conversar, captar el verdadero sentido, reunirse; en voz me­ dia, ser de utilidad*

Leiden 1973, 72-91.

1. En el NT el verbo aufxpá^A.co (significa­ do fundamental: «arrojar juntamente» / «reu­ nir» [transitivo] o «reunirse» [intransitivo]) aparece exclusivamente en los escritos lucanos, concretamente dos veces en el Evangelio de Lucas (2, 19; 14, 31) y como v.l. en 11, 53 D, y cuatro veces en el libro de Hechos (4, 15; 17, 18; 18, 27; 20, 14). Lucas emplea la voz activa tanto en sentido transitivo (—>2.a.b) co­ mo intransitivo (-> 2.c); la voz media, única­ mente en sentido intransitivo (->■ 2.d). 2. a) En Hech 4, 15; 17, 18 se emplea onppáX,Àcü en sentido absoluto en sustitución de la expresión más plena OuppáXXco kÓYOUç (Eurípides, IphAuI 830), «mantener un diálo­ go, conversar». La expresión auppáXÀO) xtví en 17, 18 significa una de dos: o «conversar con alguien» (como en Plutarco, Apophthegmata Lacônica, Kallikratidas 2 [222 C], o bien con un sentido más fuerte: «tener una viva discusión con alguien» (como en Lc 11, 53 D). En Hech 17, 18 el verbo podría tener también el sentido intransitivo de «entrar en contacto con alguien»; cf. Epicteto, Diss IV, 12, 7; Jámblico, VitPyth II, 12; PapFayúm 129, 2. b) Ofrece dificultades la comprensión de anppáÀÀtü en la frase de Lc 2, 19, que debe atribuirse a la redacción lucana. Contra la traducción, muy difundida, de «me­ ditar / reflexionar» habla el hecho de que este sig­ nificado no se halla atestiguado en ninguna otra parte; tampoco en los pasajes ajenos al NT, aducidos por Bauer, W õ r te r b u c h , s.v. Es discutible

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ov[iPáÀ,>.co - atJfiPoijXiov

que pueda presentarse como prueba el texto de Herodoto VII, 24 (ien voz media!).

Como en el contexto dei v. 19 se habla de acontecimientos extraordinários y misterio­ sos, el verbo podría significar; captar el verdadero sentido, dar con el significado correc­ to (como Eurípides, Med 675; IphTaur 55; Josefo, Ant II, 72; Bell III, 352; Filóstrato, Vit Ap IV, 43; cf. además Wettstein, N T I, 663s, así como en cuestiones de detalle van Unnik). A diferencia de los j i ó v t e ç , dei v. 18, que simplemente se «maravillan» de lo que refieren los pastores (v. 17), Maria conoce el verdadero significado «de todas esas cosas» (jtá v ta r à QTipaxa x au ta). Ella reconoce en la mila­ grosa aparición de los ángeles y en el mensaje angélico (vv. 9-14) la confirmación de la promesa que ella misma había escuchado de lábios dei ángel (1, 26ss). c) En Hech 20, 14 oupPákkco xtví «encon­ trar a alguien / encontrarse con alguien» (co­ mo en Josefo, Ant I, 219; VI, 56, 275; VII, 224); en Lc 14, 31 aupPáX,X.a) xtvl etç jtóke(xov significa «hacer la guerra contra alguien» (cf. ouu,3áX.kto xtvl etç uáyTiv, Josefo, Ant XII, 222 y 342; Bell I, 191). d) El verbo en voz media, au[xpáÀ.kopaí XivL, en Hech 18, 27, significa «ser de utilidad para alguien / ayudar a alguien» (cf. Epicteto, Diss m , 22, 78). O. Hofius (TUnPaoi^EÍtCO symbasileuõ reinar junta­ mente con* En 1 Cor 4, 8 en el rechazo de la afirmación de los corintios de que ellos reinan ya con Cristo; H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther (KEK), sub loco. En 2 Tim 2, 12 se habla en sentido futuro de que los cristianos reinarán juntamente con Cristo; aupPaoikEÚaopev junto a a u ^ T |o o p e v . ThWNT I, 592s. symbibazõ reunir; inferir; probar; ilustrar* Dícese dei cuerpo que tiene cohesión por Ias junturas y los ligamentos, Col 2, 19; Ef 4,

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16. En sentido figurado (unir) en Col 2, 2. Con el significado de sacaria conclusión/ in­ ferir en Hech 16, 10; en el sentido de probar en 9, 22; en el sentido de ilustrar / instruir en 1 Cor 2, 16 y Hech 19, 33. ThWNT VH, 763765. ODJlPovÀ.EVfi) symnbouleuõ aconsejar; en voz media, decidir en común, acordar* Empleado en voz activa (seguido de dativo de persona) en Jn 18, 14; Ap 3, 18. El verbo en voz media aparece en Mt 26, 4, seguido por una oración de iva (así también en Jn 11, 53 Textus Receptus); en Hech 9, 23 el verbo en voz media va seguida por un infinitivo con sentido final. OV^PovXiloV, OV, t ó sym boulion decisión; asamblea* 1. Aparición en el NT - 2. Marcos/Mateo - 3. Hech 25, 12. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debninner § 5, 3b und 4; Moulton-Milligan, í . v. (sobre Hech 25, 12); G. Schneider, V erleugnung, V erspottung u n d V erhõr Jesu nach L k 22. 54-71 (StANT 22), München 1969, 108 (sobre Mc 15, 1 par. Mt 27, 1).

1. En el NT oupPoúkiov aparece en 8 pasajes, con especial frecuencia en Mateo (5 veces); el término aparece además en Mc 3, 6; 15, 1 y Hech 25, 12. El sustantivo designa la deliberación y el resultado de la misma, la decisión. Este último significado es el que más destaca en el NT. 2. La expresión aup|3oúkiov AapPávco es un latinismo (consilium capere), «adoptar una decisión»', así en Mt 12, 14; 22, 15; 27, 1.7; 28, 12. En el mismo sentido hay que traducir aupPoúkiov ôíôcopi en Mc 3, 6 y aupPoúAiov Jtoiéü) en Mc 15, 1. Por el contrario, oupPoúkiov étoipá^co en Mc 15, 1 Sin C L 892 pc significa «llevar a cabo una decisión». En Marcos / Mateo son siempre los adversá­ rios de Jesús los que, deliberando, proceden contra él y adoptan una decisión: en Mc 3, 6 par. Mt 12, 14, los fariseos (igualmente en Mt

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ou(iPoúÂ,iov - awnjxÉToxoç

1536

22, 15); en Mc 15, 1 par. Mt 27, 1, los grupos que integran el Sanedrín (cf. Mt 27, 7; 28,12).

d) Simeón por sobrenombre Níyep (niger / «el negro»), según Hech 13, 1, era uno de los maestros y profetas de la comunidad cristiana 3. En Hech 25, 12 on|j,poú)\,iov es el órga- de Antioquia. Cf. St. Lõsch; ThQ 111 (1930) no deliberativo: el consejo como corporación: 511. Festo consultaba «con los miembros de su e) Hech 15, 14 y 2 Pe 1, 1 aplican el nom­ consejo»; cf. E. Haenchen, Die Apostelgesbre de 2u(i8róv a Simón Pedro. Probablemenchichte’’ (KEK), sub loco. Hay paralelos de te, la forma «hebrea» dei nombre tenia un soeste significado, que en el NT aparece única­ nido más solemne (BlaB-Debrunner). En Hech mente aqui; 4 Mac 17, 17; Josefo, Ant XIV, 15, 14 el nombre de Simeón no es segura­ 192; XVI, 163; Moulton-Milligan. mente un indicio de que se trate de una fuente que utilice Enfiecòv como forma dei nom­ G. Schneider bre (con H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erldãrf- [HNT], sub loco; en contra av^PovAiOÇ, ov, ó symboulos consejero* de R. Pesch, en FS Mujiner, 119). Rom 11, 34 en lapregunta (Is 40,13 LXX); G. Schneider «Pues ^quién ha conocido la mente dei Senor? o ^quién fue su consejero'}». Bomkamm, Aufsãtze I, 70-75. aV|Jl|Jia'dt]Tlíjç, OV, ó symmathêtSs con­ discípulo* Jn 11, 16 habla de los condiscípulos de To­ SymeOn Stmeón* más, que es uno de los discípulos de Jesús. 1. El nombre «Simeón» - 2. Personas con este nomThWNT IV, 464s. bre en el NT - a) El patriarca Simeón - b) Simeón en la genealogia de Jesús - c) El «anciano Simeón» - d) Simeón Niger - e) Simeón, referido a Simón Pedro. BlaB-Debrunner § 53, 2 con nota 5; J. Blinzler, en LThK IX, 761s (sobre 2.c); Moulton-Milligan, Í.V.; J. Winandy, L a p ro p h é tie de Sym éon (Lc II, 3435): RB 72 (1965) 321-351 (sobre 2.c). B ibl.;

1. SnpEtóv es trascripción dei nombre hebreo de persona sim‘'ôn. Mientras que el nombre es indeclinable en el NT, se declina (-cóvoç) en Josefo, Bell FV, 159; Ant XII, 265. Las siete veces que aparece esta forma dei nombre en el NT se refieren a cinco personas distintas 2.a-e). 2. a) El patriarca Simeón se menciona en Ap 7, 7 como antepasado de la tribu que lleva su mismo nombre; cf. Jdt 6, 15. b) La genealogia de Jesús, en Lc 3, 30, menciona a un tal Simeón, hijo de Judá y pa­ dre de Leví. c) Lc 2, 25.34 habla de un anciano llamado Simeón, que vivia en Jerusalén. En el templo, Simeón reconoce proféticamente al nino Je­ sús como el Mesías (2, 29-32.34s).

av|Jip.aQT\)QÉ(0 symmartyreO ser igual­ mente testigo* En el NT la preposición oúv en el verbo auppaQTUQeco tiene sólo función reforzadora, de tal manera que el verbo ouppaQXUQÉco significa confirmar / testificar. En Rom 2, 15; 9, 1 se habla dei testimonio confirmador de la ^ auveíôqoLç (3.b); en 8, 16, dei testimonio dei JTveijpa. ThWNT IV, 515s. avpi^E Q ÍÇ ofiai symmerizomai participar con* 1 Cor 9, 13: ouppepí^opai ttp ■duaiaarqçítp, «.participar con el altar (en los dones ofrecidos)». ailft^É T O /o ç, 2 symmetochos copartícipe* En Ef 3, 6 dícese de los gentiles, que son coherederos y copartícipes de la promesa. En 5 ,7 en la advertência de que no hay que asociarse con los «hijos de la desobediencia» (v. 6). ThWNT n, 830-832.

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OUmillXTlTnÇ - OUlillOQCpOÜ)

oí5, ó symmimêtês imitador junto con* En Flp 3, 17 en la exhortación a convertirse en onitiuiXTixaí de Pablo, es decir, a imitar su ejemplo. ThWNT IV, 661-678. ov^^.OQ
1. oúppoQcpoç está construido en forma análoga a la de adjetivos como axiyyovoç («participante dei mismo yévoç» = consanguíneo), oÚYxJipQoç («participante dei mismo xÀfjgoç» = «limítrofe, vecino»), oúqPco[toç y oúvvaoç («participante dei mismo altar o templo»), y se deriva dei sustantivo ->• poQcpfj. El adjetivo relaciona a personas que participan de la misma [,iOQq)T|. En Rom 8, 29 se constraye con genitivo (Bla6-Debrunner § 182, 1; 194 nota 3) y, en cambio, en Flp 3, 21 se construye con dativo (BlaB-Debrunner § 194, 2). 2. En Rom 8, 29 Pablo constraye una gradatio pulida retóricamente (a menudo se la llama «la cadena de oro» y se la considera pre-paulina), que en cuatro miembros está estracturada según el esquema: v... w / w ... x / X ... y / y ... z; al comienzo de la unidad sintáctica siguiente se repite siempre el verbo de

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la unidad sintáctica anterior (sobre la figura retórica, cf. Demóstenes, De cor. 179 [en Lausberg]). En una inserción que interrumpe esa cadena (von der Osten-Sacken, 68; Paul­ sen, 136), Pablo dice que Dios, a los creyentes que él en su decreto salvífico ha elegido y predestinado, los ha escogido para que lleguen a ser «semejantes a la imagen de su Hijo». Esta comunión con Cristo no es un enun­ ciado salvífico que se hubiera realizado ya de forma suprema (en contra de Kasemann, 237: «tradición bautismal entusiástica», que deje a un lado la reserva escatológica), sino que, en el contexto de Rom 8, 18-30, debe entenderse como un enunciado escatológico. De manera puramente futura lo interpreta Barrett, 170: En el futuro seremos hechos semejantes a la imagen dei Cristo resucitado en su ôó^a, así como ahora estamos ya unidos con la semejanza de su muerte (cf. Flp 3, 10: au[X[tO0qpL^ópevoi). Puesto que el contexto global de Rom 8, 18-30 aborda el tema de la gloria fu­ tura, muchas cosas sugieren que Pablo expera para el futuro lo de llegar a ser semejantes a la imagen de Cristo en su ôóÇa. El enunciado escatológico de Flp 3, 21 se halla formulado también de acuerdo con la tra­ dición. En la parusía. Cristo trasformará el cuerpo terreno de los cristianos para que llegue a ser semejante (aú(xp,oQ(poç) a su cuerpo (ce­ lestial) de gloria (->■ (XETaaxtUtotTÍ^O), v. 21). Sigue sin resolver la cuestión de si el acontecimiento descrito como «llegar a ser confor­ mes con» la imagen de Cristo debe describirse como trasformación óntica o esencial o co­ mo cambio de la forma (->^ [tOQcpf| 4) que constituye la propia identidad. W. Põhlmann OV^^OQ<jpÓ0) symmorphoõ dar la misma forma Flp 3,10 Textus Receptus en vez de -»■op(tqoQcpí^co. (ru^7Ca'&éo) sympatheõ tener compasión* Con dativo de cosa en Heb 4, 15 (xaiç áo§eveíaiç 'qp.tõv); con dativo de persona en 10,

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aujiJtaD-éco - av\ínvíy<s)

34 (tolç ÔEO|i,íoLç). ThWNT V, 935s; Spicq, Notes II, 842s. ODJlJiadlfiç, 2 sympathês el que se compe­ netra con los sentimientos de otro, compasivo* En 1 Pe 3, 8 aparece en segundo lugar en un catálogo de virtudes en el que se enumeran cinco cualidades virtuosas. a v ^ jta Q a y iv O f ia i symparaginomai congregarse, reunirse* En Lc 23, 48 dícese de Ias multitudes (õx^oi) que se habían reunido para contem­ plar el «espectáculo» (OEcogía), a saber, la crucifixión de Jesús. ffV^JiaQaxaXéfO symparakaleO animar o consolar juntamente* Rom 1, 12: Pablo desea ver a la comunidad cristiana de Roma «para consolamos mutua­ mente entre vosotros por medio de la fe común». a v ^ J i a Q a ^ a ^ p á v o ) symparalambanõ llevar consigo* Con acusativo de persona en Hech 12, 25; 15, 37.38; Gál 2, 1. En todos los casos se tra­ ta de companeros de viaje de Pablo. fflt^Jiag ap iév O ) symparam enõ quedarse para apoyo Flp 1, 25 Textus Receptus en vez de JtaQapévü). a v ^ 7 tá { f£ ifii sumpareimi estar presente con* Hech 25, 24 con dativo; «estar presente con alguien». ODUJiatrXíií sympaschõ sufrir juntam ente con* Dícese dei sufrir juntamente con Cristo en Rom 8, 17. En la imagen dei cuerpo, en el

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cual todos los miembros sufren juntamente con un miembro que padece, 1 Cor 12, 26. ThWNT V, 924s. o t)^ n ;e^ n :(0 sympempo enviar con* 2 Cor 8, 22 ( x i v á x i v i ) ; 8, 18 ( x i v à p ,E x á voç).

x i-

ODjlJlEQlÉXO) sym periechõ encontrarse conjuntamente alrededor Lc 12, 1 D: jtoJtÀmv ôè õx?^cov aupjteQiEXÓvxcúv Tivtikm. E. Klostermann, Das Lukasevangelium^ (HNT), sub loco. O V ^ J ie ç i^ a ^ p á v o ) symperilam banõ to­ mar en los brazos, abrazar* Hech 20, 10 (hay que sobreentender el acu­ sativo de persona): Pablo se tendió sobre el muchacho que había sufrido una caída mortal y le abrazó. Cf. Jenofonte, An VII, 4, 10 ( jt e QiLapcbv xòv n;aiôa). OV^JlíVtO sympinõ beber junto con* En Hech 10, 41 junto a auvEaO-ím: Los apóstoles, como testigos de Cristo y después de su resurrección, «comieron y bebieron con él», es decir, tuvieron comidas con él. a v ^ u tíjltb ) sympiptõ derrumbarse, caerse* Lc 6, 49 a diferencia de Mt 7, 27 ( e j i e o e v ): ouvÉJtEOEV (f[ oixía). 0'U}i7l)v,T]gó(0 symplêroõ llenar por com ­ pleto; en voz pasiva, ser llenado por com­ pleto* Dícese de una nave, que en medio de la tempestad es anegada por el agua, Lc 8, 23. En sentido figurado dícese dei tiempo (en voz pasiva); Lc 9, 51; Hech 2, 1. ThWNT VI, 306s. orUflJlVÍyft) sympnigõ ahogar, sofocar* En Mc 4, 7 dícese de Ias plantas que son sofocadas por la mala hierba. Asimismo en la

1541

av\ux.viy(a —o^|xcp6QüJ

imagen de Mc 4, 19 par. Mt 13, 22 / Lc 8, 14. Dícese de Ias multitudes que apretujan a Je­ sus, Lc 8, 42. ThWNT VI, 453-456.

av^7lo)bítt|Ç, ou,

ó sympolitês conciuda-

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2s). TbWNT VI, 654s; N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 302s. OVHtpégft) sympherõ jimtar, reunir; asistir, ayudar; ser ventajoso, ser útil*

dano* En E f 2, 19 dícese, en sentido figurado, de los gentiles que, como cristianos, llegan a ser «conciudadanos de los santos». Pauly, Lexikon V, 447-449.

1. Testimonios en el NT - 2. Peculiaridades gramaticales - 3. Consideraciones principales con respecto al significado.

o v ^ n io g E V O n a i symporeuomai viajar juntos; reunirse* Lc 7, 11; 14, 25; 24, 15 hablan dei peregri­ nar / viajar en común (con dativo de persona). La obra de Lucas entiende la existência cristiana como un ballarse en camino con Jesús. En Mc 10, 1 se habla de la multitud que se congrego en tomo a Jesús (con iCQÓç xiva).

1. En el NT crupqpÉgco se baila atestiguado 15 veces, preponderando ligeramente el nú­ mero de testimonios en los escritos narrativos (aparece 9 veces en los Evangelios y en Hecbos), pero con importância no menor en cuanto a su significado en la literamra epistolar (aparece 5 veces en Pablo y una en Hcbreos). Sobre los testimonios profanos y en el âmbito dei AT y dei judaísmo, cf. WeiB, 71-77.

a v ^ n o a ía , aç, symposia com ida co­ munitária Mc 6, 39 D, en vez dei doble oufxjróaia (->• aup,jtóoLOv), lee: x a x à xriv ouqrtoaíav. BlaU-Debrunner § 158, nota 2. a v u j t o a i o v , o v , to symposion grupo de

comensales* En Mc 6, 39 (bis) se repite el plural en sen­ tido distributivo (BlaB-Debranner § 493, 2); diversos grupos de comensales o distribuídos en grupos de comensales. au[XJtóaiov desig­ na originalmente una reunión para tomar nnas copas o un banquete. El significado de grupo de comensales aparece también en Plutarco, SeptSap 157d; QuaestConv 704d. Pauly, Lexikon V, 449s. OO^TtQEOpÓTEgoç, Ot), ó sympresbyteros

anciano junto (con otros)* En 1 Pe 5, 1 el autor de la carta («Pedro»), como «anciano yo también y testigo de los padecimientos de Cristo», exhorta a los ancianos (n;Q£aP'úxEQOi) de la comunidad, a «pas­ torear» debidamente el «rebano de Dios» (vv.

B ibL: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlafS-Debrunner, s.v. en el índice anaKtico (458); K. WeiB, augqpéQW, aúpcpoQoç, en ThWNT IX, 71-80.

2. Con el significado intransitivo de ser de utilidad, ser ventajoso, oup,qpéQ(u muestra di­ versas posibilidades de construcción; en sen­ tido absoluto ouftcpéQO) aparece en 1 Cor 6, 12; 10, 23 (en ambos casos: oú irávxa oupqpéget); 2 Cor 12, 1 (oú oup,cpéQov); con da­ tivo de la persona que se beneficia en 2 Cor 8, 10 (cf. también Mt 5, 29.30 y passim\ así se baila atestiguado frecuentemente en el griego clásico y en los papiros: May ser, Grammatik n/2, 265). aujt(pÉQü) se construye con oración introducida por iva (Mt 5, 29.30; 18, 6; Jn 11, 50; 16, 7) 0 con infinitivo (Mt 19, 10) o con infinitivo con sujeto en acusativo (Jn 18, 14), cuando se indica la dirección y la finalidad de la ventaja o beneficio. Hay que mencionar, además, el participio usado sustantivadamente en Hech 20, 20 (en plural); 1 Cor 12, 7 (en singular); Heb 12, 10 (en singular, reforzado con preposición), con el mismo sentido (provechoso, saludable); cf., a propósito, May ser, Grammatik II/1, 2 y II/2, índice analítico (623). 3. Los significados principales dei verbo oup,tpèQCú se centran en Ias ideas de: ser útil /

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a-ufxqjeçü)- oxjjiqpoQoç

ser ventajoso', esto se aplica tanto a los evangelios como a la literatura epistolar. a) Mateo emplea aup(péQ(D en imágenes expresadas con exageración (5, 29.30; mutilarse el cuerpo; 18, 6: echar al mar, atado a una rueda de molino) para realzar el valor irremplazable (oupqpÉQei con dativo de persona) de la salvación eterna, en contraste con Ias ventajas terrenas. Con un radicalismo semejante, en una imagen llevada hasta el extre­ mo (cf. 19, 12: mutilación dei cuerpo), hay que entender el texto de 19, 10, donde la clarísima actitud de Jesus (jnada de divorcios!) contrasta con Ias evasivas humanas (jentonces es mejor no casarse!). La diferencia con­ siste en que en el primer caso se trata real­ mente de una verdadera «ventaja imaterial y espiritual», y en el segundo caso, de una ven­ taja «terrenal y humana» - a pesar de la apa­ rente actitud de renuncia por parte de los dis­ cípulos-. b) Mientras que Mateo introduce más bien el verbo ouptpéQm en relación con problemas de la comunidad, vemos en Juan un contexto más intensamente referido a Cristo: la ventaja de la muerte de Jesús se contempla primero de manera superficial, según el consejo de Caifás, como la de librarse de un molesto alborotador (11, 50; cf. 18,14), pero después se interpreta desde una perspectiva profética y soteriológica como un acto eficaz para con­ gregar al pueblo de Dios (11, 51s), que está esparcido (11, 51s). En 16, 7, con la mirada puesta en el futuro, se contempla también la utilidad dei regreso de Jesús al Padre, a saber, como el factor que desencadena el envio dei Paráclito y la actuación dei mismo en la co­ munidad de los discípulos (16, 8s). c) Pablo centra su atención sobre la utili­ dad para la comunidad y para su edificación. El abuso de la libertad en beneficio propio (1 Cor 6, 12; 10, 23: Pablo se refiere aqui probablemente a Ias consignas libertinas como la de «jTodo es lícito!», y se opone enérgicamente a ellas con lo de «jPero no todo es de provechol») no beneficia a la comunidad, como tampoco la beneficia la actividad carismática

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egocêntrica (12, 7). En este contexto se inserta también el provechoso consejo dei apóstol de que se lleve a cabo la iniciada colecta en favor de la comunidad de Jerusalén (2 Cor 8, 10), así como la referencia lucana (Hech 20, 20) a los efectos beneficiosos y bien patentes de la predicación paulina, mientras que, en contraste con ello, el gloriarse de Pablo en sí mismo, con el estilo irônico y polêmico dei lenguaje de insensatos, no aprovecha en el fondo para nada (2 Cor 12, 1), a menos que sirva para herir a los adversários y despertar a la comunidad (12, 11). d) Heb 12, 10 habla de la utilidad educati­ va de Ias pruebas actuales para que la persona vaya madurando hacia la santificación y la perfección. - En Hech 19, 19 encontramos el único testimonio en que oupqpÉQtü se emplea en sentido literal: muchos reúnen los libros de magia para quemarlos. e) Resumiendo, puede afirmarse con respecto a oupcpÉQO): no la utUidad humano-terrenal y el provecho personal se hallan en el centro semântico dei verbo, sino el bienestar y la edificación de la comunidad (Mateo, Pa­ blo). Estos objetivos se fundamentan a su vez en la obra salvífica de Jesucristo y dei Pará­ clito (Juan). A. Kretzer (TUfi<prmi symphemi asentir, admitir* Rom 7, 16: oúpqpTipi xô) vóptp otl xaXóç, «reconozco que la ley es buena», a saber, cuando hago lo que no quiero hacer, y con ello soy consciente dei fallo de mis propias acciones.

aí)^q)OQOÇ, 2 symphoros útil, provechoso; en sentido sustantivado, provecho, bene­ ficio* En sentido sustantivado: xó xivoç aú[t(poQOV, el provecho, el beneficio de alguien: 1 Cor 7, 35 en el sentido de «fomento»; en 10, 33: «mi propia ventaja» (lo opuesto; à lX à xò noKkCbv)-, auptpéQCO 3.c.

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aUflCpOQTÍCcO - OT3|i(pCOVÍa

av^cpoQTÍ^O) sumphortizõ cargar junta­ mente con En voz pasiva en Flp 3, 10 v.l.: ouftqpoQTiÇópEVoç TM 'ftaváto) auTon en vez de anppoQçpiÇópevoç. OV|Uiq)V^éTr|Ç, OD, Ó symphyletês compa­ triota, paisano* Plural en 1 Tes 2, 14: «vuestros propios compatriotas>->, refiriéndose a Ias persecuciones sufridas por la comunidad en Tesalónica por obra de sus conciudadanos macedónicos. ffúmjpuToç, 2 symphytos lo que ha crecido junto, lo que se pertenece mutuamente, lo que está unido* Según Rom 6, 5, los bautizados oupcpuTOi YEYÓvafxev tô ó[toLd)[taTi toü 'havátou aúTOÍJ, «hemos sido unidos con él [Cristo] en una muerte como la suya» (dativo asociativo, pero cf. BlaB-Debrunner § 194, nota 3), y, por tanto, nos uniremos también con él en una resurrección como la suya. El adjetivo verbal oúpcpuToç (de ^ oupqjúco, «crecer junto con, juntarse por crecimiento / estar unido con») abarca los significados de lo que ha crecido junto, lo que se ha juntado por crecimiento, lo que está unido, y también lo que es innato. Pablo explica en Rom 6, 5 (yóq) el v. 4. Se centra en la indisoluble unión de los creyentes con la muerte y la resurrección de Cristo, efectuada en el bautismo, que obra en ellos la apropiación de la muerte (dei hombre viejo, v. 6) y la realización de la vida que procede de Dios (vv. 4c.8-11). En el contexto de los enunciados de aúv en los vv. 1-11, oúircpuxoç acentua especialmente la fusión indisoluble, etemamente válida y -por decirlo así- orgâni­ ca de los creyentes con el acontecimiento salvífico en Cristo (cf. Aristóteles, Pol II, 4, 6, 1262b; Platón, Phaedr 246d; Resp 588d; Plutarco, Lyc. 25, 5; Teofrasto, Caus. Plant. V, 5, 2; cf. Spicq, Notes II, 844-846). F. MuBner: TThZ 63 (1954) 257-265: ThWNT VII, 786 y 790s; Kuss I, 151-161; U. Wilckens, La Car­ ta a los Romanos I, Salamanca ^1997, sub lo­ co; -> ó|toícop,a 2.b.

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avfJiq)'úo) symphyõ crecer junto con* En Lc 8, 7 dícese de los espinos, que crecieron junto con la semilla sembrada (oupq)ueíoa [participio de aoristo segundo en la voz pasiva] a i âttav&ai, a diferencia de Mc 4, 7 / Mt 13, 7: ôtvépT)oav) y la ahogaron. Spicq, Notes II, 844-846. av ^q )tav é(a symphõneõ concordar, ponerse de acuerdo, ser acorde* En el NT el verbo aparece 6 veces, cuatro de ellas refiriéndose al acuerdo entre personas: «Si dos personas están de acuerdo» sobre el contenido de la oración hecha en común, Dios escuchará esa oración, Mt 18,19 (porque a la comunidad «en la tierra» se le ha prome­ tido la presencia de Cristo, w . 18.20); dícese dei acuerdo al contratar el jornal (1 denario) por un día de trabajo, en 20,2 (con pExá y ge­ nitivo) y en 20, 13 (con dativo); como pasiva impersonal: xí oxi cruveçcDVTi^&Ti (D: ouvecpcóVTiOEv) úpív, «iqué sucedió que se acordo en­ tre vosotros...?» [= ^por qué os pusisteis de acuerdo para ...?], Hech 5, 9 (cf. en latín: convenit inter vos; BlaB-Debrunner § 202, nota 8; 409, 3 nota 4). Dícese de cosas: ajustarse a, Lc 5, 36; concordar con, Hech 15, 15. ThWNT IX, 297-302; Spicq, Notes H, 847-850. (ru^.(pó}Vi]aiç, £0)Ç, symphõnêsis acuer­ do, armonía* 2 Cor 6, 15: xíç ôè aupqpobvTiaiç X qioxoõ jtQÒç BEkiÓQl;), «i,qué acuerdo puede haber entre Cristo y Beliar?» oupqxüVTioiç se halla aqui en paralelo con [tEXO/ri, xoivoovía (v. 14), pEQÍç (v. 15) y ouYxaxáO-eaiç (v. 15) en una serie de preguntas formuladas retórica­ mente y en forma de antítesis; es un término que apenas se emplea en los textos clásicos y helenísticos y en los papiros. Spicq, Notes II, 847-850. a v ^ tp c a v ía , a g , sumphõnia acorde (musical), música* Lc 15, 25: aupqjoovía x a l XOQOÍ, «música y danzas» como senales de alegria festiva.

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au ^tcpcovia — a u v

aunqpcovía se refiere muy probablemente al taflido acorde de diversos instrumentos (cf. PapOxy 1275, 9 y 12; Pollux, Onomasticon rV, 83 y 107; Filón, Sacr 74), pero se aplica también al tanido de un solo instrumento (cf. Dan 3, 5.15 LXX) como la doble flauta (cf. Billerbeck IV, 396 y 400; extranjerismo en el lenguaje rabínico, Kel 11,6), la flauta pastoril o la gaita; cf. además Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT IX, 299s y 301 (bibl.); Spicq, Notes II, 847s. 0lL)mip(OVOÇ, 2 symphõnos acorde, unani­ me* En 1 Cor 7, 5 en sentido sustantivado en la frase: èx oup.cpróvon, «de (común) acuerdo / por convênio», una frase que se usa con frecuencia en los papiros para referirse a acuerdos contractuales (cf. ThWNT IX, 298 y 301; Spicq, Notes II, 850), pero que en Pablo realza la dependencia mutua de los cónyuges. ov^.tj)t|q)i^co sympsêphizõ calcular, hacer la cuenta* Hech 19, 19: anveiljfiqiLaav xàç Tipàç autc 5 v , «calcularon su valor (de los libros de magia)»; en voz pasiva, «ser incluido en la cuenta», 1, 26 D (en vez de ->■ auyxaTarJjq(pí^opai). ThWNT IX, 600-604. OÓHtJrüXOÇ, 2 sympsychos acorde, unâni­ me, de un mismo sentir* Flp 2, 2 en un contexto parenético junto a xò auxò rppovf)TE, xfiv anxfiv àyájiTiv e ^ o v TEÇ... TÒ êv (pQovoüvxeç. E. Lohmeyer, Der Briefan die Philippef (KEK), sub loco: «un solo corazón y un alma sola». Ahora bien, oúpijjuxoç, según el contexto, designa la Union de la comunidad en cuanto a su manera de sentir lo mismo que en cuanto a su manera de pensar y de obrar.

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común - 3. Otros usos - 4. oíiv Xpiaríp y otras expresiones parecidas en Pablo. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 221; W. Grundmann, oúv, en ThWNT VII, 766-798; Kühner, G r a m m a tik II/I, 466s; Liddell-Scott, s.v.; Mayser, G ram m atik II/2, 398-401; Schwyzer, G ram ­ m atik n, 487-491. Sobre 4.: I. Dupont, 2iiv Xpicrcõ). L ’union avec le C hrist su iv a n t S a in t Paul, Paris 1952; O. Kuss, Carta a los R om anos, Barcelona 1976, excursus «En Cris­ to», 91-93; E. Lohmeyer, Eúv Xpiotcp, en F estgabe f ü r A. D eifim ann, TUbingen 1927, 218-257; G. Otto, D ie m it oúv verbundenen F o rm ulierungen im p a u linischen S chriftum , tesis mecanografiada Berlin 1952; R, Schnackenburg, D as H eilsgeschechen b ei d er Tauf e nach d em A p o ste i P a u lu s (MThS I/l), München 1950, excursus «Die Herkunft der Formei oijv Xqiotm» 167-175; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1273.

1. A diferencia de pExá con genitivo, que origi­ nalmente tuvo sentido local («en medio de, en­ tre», y que, por tanto, en Homero se usa también casi siempre con el dativo locativo), oúv designa la asociación o companía, generalmente de personas, y se construye con dativo asociativo. Ya en la época clásica desaparece la diferencia de signifi­ cado. La elección de oúv o de pExá será entonces principalmente una cuestión de estilo. En general retrocede el uso de oúv (excepciones; Jenofonte y, seguramente por influencia jónica, los papiros tolemaicos); también en la LXX predomina con mucho el uso de pExá. En el NT hay 364 testimonios de ->■ (lexá con genitivo, frente a sólo 127 testimonios de oúv. Estos se hallan distribuidos casi exclusi­ vamente entre Lucas (23 en el Evangelio, 52 en Hechos) y Pablo (37); el resto; 4 testimo­ nios en Mateo, 6 en Marcos, 3 en el Evange­ lio de Juan, 1 en Santiago, 1 en la Carta se­ gunda de Pedro, oúv falta en la Carta segunda a los Tesalonicenses, en Ias Pastorales, en Hebreos, en la Carta primera de Pedro, en Ias Cartas de Juan y en el Apocalipsis.

2. oúv designa lo que hay en común en cuanto al ser o al actuar: pasar el tiempo «jun­ to con los discípulos», Hech 14, 28; Maria se quedó tres meses con Isabel, Lc 1, 56; ir o vea v v syn (junto) con nir con alguien, Jn 21, 3 y passim; orar junto 1. Diferencia de significado con respecto a pEtá; con alguien, Hech 20, 36; servir con alguien, aparición en el NT - 2. oúv como expresión de algo en Flp 2, 22; junto con alguien vender, Hech 5,

1549 1; morir juntamente con alguien, Mt 26, 35; cf. 27, 38. elvac CTIJV tivi, estar juntamente con alguien / acompafiarle, Lc 7, 12; 8, 38; 24, 44; contarse entre los que seguían a al­ guien, 22, 56; Hech 4, 13; en el sentido de to­ mar partido, adoptar una actitud, 14, 4. Con frecuencia oí aúv Tivi (õvx8ç) se refiere a los compaheros I a los que están con alguien. De manera parecida: Tíxoç ó onv èpoí, «Tito, que estaba conmigo», Gál 2, 3; ot oèv 8p,ol àÔ8X.cpoí, «los hermanos que están conmigo», Flp 4, 21; cf. Rom 16, 14s; Gál 1, 2. Puede referirse también a una companía es­ piritual; «Estoy con vosotros en espíritu», Col 2, 5. Invirtiendo el orden se dice en 1 Cor 15, 10b: «la grada de Dios, que está conmigo». La expresión común en la literatura griega ouv ■&8(p ('9'eotç), «con la ayuda de Dios (o de los dioses)», se invierte aqui: la iniciativa parte de Dios, no dei hombre; cf. el v. 10a y Ias bendiciones apostólicas, así como Ias seguridades dadas por Yahvé en el AT; «Yo estoy conti­ go», u otras expresiones por el estilo (siempre con (X8xá). La fórmula clásica no tiene verdadera correspondência en el NT; 1 Cor 5, 4 ( o ò v xm ôuváfXEL xoü xuçíou f|pü»v Tqooü, «juntamente con el poder de nuestro Senor Je­ sus»), es a lo sumo un paralelismo de forma.

1550 b) Raras veces aúv sirve para sintetizar; aúv JtáoT] xaxíot, «toda maldad en general», Ef 4, 31; aúv Jiãaiv xoúxoiç, «además de to­ do esto», Lc 24, 21. c) Hech 7, 35, oúv XEipl áYyÉXou, enviado «por medio dei ángel», es una circunlocución hebraica solemne que suscituye a una simple expresión preposicional, y que está condicio­ nada por el estilo elevado dei pasaje.

4. Â diferencia de la fórmula, más corriente, èv XQioxrô (->• èv 2.d.2), vemos que aúv Xgiaxõ) u otras fórmulas por el estilo se encuentran sólo 12 veces en Ias Cartas paulinas: siempre en un contexto que habla dei futuro y en oposición a la muerte de Jesús o de la per­ sona. Por tanto, la frase no significa primaria­ mente la vida activa «en» Cristo o «por medio de» Cristo, sino la futura comunión con Cris­ to, cf. 2 Cor 13, 4b: «porque nosotros somos débiles en él (èv aúxõ)), pero viviremos con él (aúv aúxcp)». Los testimonios más antiguos, que se hallan todavia cercanos a la apo­ calíptica judia (Lohmeyer, 234ss), se encuentran en la Carta primera a los Tesalonicenses, por ejemplo, en 4, 17; «Estaremos para siem­ pre con el Senor». - El apóstol desea partir de esta vida y «estar con Cristo», Flp 1, 23. Y es­ te deseo muestra ya algo que es característico 3. a) Una persona o cosa pueden anadirse de Pablo: lo íntima que es su comunión con Cristo. Esta comunión se espera ya para despor medio de aúv, de tal manera que esa per­ pués de la muerte individual, y no sólo para sona o cosa queden incluidas en la categoria después de la resurrección escatológica. precedente, que es más amplia (cf., por ejemLa fórmula que evoca la muerte y/o la resu­ plo, Herodoto VIII, II3): «los principales sa­ rrección de Jesús muestra la comprensión escerdotes y los escribas juntamente con los anpecíficamente paulina de esta frase; Cristo cianos», Lc 20, 1; cf. Mc 15, 1; Herodes, murió «para que nosotros vivamos juntamen­ «juntamente con sus soldados», se mofaron te con él», 1 Tes 5, 10; Aquel que resucitó a de Jesús, Lc 23,11; a todos los santos en FiliJesús, nos resucitará también a nosotros «en pos, «incluidos los supervisores y ayudadocomunión con Jesús» (aúv Triaoú), 2 Cor 4, res», Flp 1, 1; «a él y a todos los de su casa», 14; Jesús murió y resucitó, y así Dios «llevaHech 16, 32; cf. 10, 2; 14, 5. - «Con Juan», en rá consigo por medio de Jesús» a los que durHech 3, 4, es probablemente una adición pos­ mieron, 1 Tes 4, 14. terior. - Tratándose de cosas: xò epòv aúv Otros pasajes se centran no tanto en la co­ xóxcp, «mi capital junto con los intereses», munión escatológica con Cristo, sino más Mt 25, 27 (cf. Demóstenes, Or 28, 13); le babien en la participación en la muerte y la re­ jaron (al paralitico) «junto con su camilla», surrección de Cristo, tal como se realiza -seLc 15, 19; sale el sol «y con él llega el calor gún la comprensión paulina- en el aconteciabrasador» (aúv x ç xaúamvi), Sant 1,11.

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a w - aw ayw

miento dei bautismo; Si hemos muerto «con Cristo», entonces tenemos fe en que también «viviremos con él», Rom 6, 8; cf. 1 Tes 5,10; 2 Cor 4, 14. Esta participación, concebida en analogia con los acontecimientos cultuales de Ias religiones mistéricas, encontro su expresión linguística adecuada en multitud de compuestos con oúv; ouvajtc&vfioxü), «morir con», 2 Tim 2, 11; au[iJtáaxco, «sufrir con», Rom 8, 17; o u o tau çó o p a i, «ser crucificado con», 6, 6; Gál 2, 19; auv& ájttoirai, «ser se­ pultado con», Rom 6, 4; Col 2, 12; ouveyeíQOi, «resucitar con», Ef 2, 6; ou Çcoojtoiécd, «vivificar con», 2, 5; Col 2, 13; ouÇato, «vivir con», Rom 6, 8; 2 Tim 2, 11, y otros más. El empleo de la fórmula «con Cristo» en la Carta a los Colosenses muestra una estrecha relación entre la esperanza escatológica y la conducta de la propia vida aqui y ahora. Así como el morir «con Cristo» significa la liberación de los elementos de este mundo (2, 20), así también el «ser resucitado con Cris­ to» obliga a buscar «Ias cosas de arriba» (xà ãv(ü); ahora la vida «juntamente con Cristo» está oculta en Dios, pero -después de la parusía- «vosotros también seréis manifestados con él en gloria», 3, 1-4: el acontecer sacra­ mental (cf. también 2,13), la obligación ética y la expectación escatológica de la comunión se compenetran mutuamente. W. Elüger

ffbVaYOJ synagõ reunir, congregar, acoger con hospitalidad 1. El problema semântico - 2. Aspectos de historia de Ias tradiciones - 3. Empleo en el NT. B ibl.: K. Berger, Volksversam m lung und G em einde G ottes. Z u d en A n fa n g en d e r christl. V envendung von « ekklesia » : ZThK 73 (1976) 167-207; 1. Friedrich, G o tt im B ruder?, Stuttgart 1977, 20s (sobre Mt); P. Hoffmann, D ie Toten in Christus, MUnster i. W. ^1969,

212-218 (sobre 1 Tes); P. G. Müller, X P irrO S APXHFOS, Frankfurt a. M. 1973, 313-316; W. Schrage, « E kklesia » u n d « Synagoge». Z um U rsprung d e s u rchristl. K irchenbegriffs: ZThK 60 (1963) 178-202; W. Thüsing, P e r C hristum in D eum , Münster i. W. ^1969, 202s (sobre 1 Tes); para más bibliografia, -►a v v a y u )-

YÚ-

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1. El verbo compuesto, al igual que el verbo simple (-> ãytí)), no tiene sentido técnico. El ver­ bo compuesto auváyco combina los significados fundamentales dei verbo simple y de la preposición (->• oúv). El correspondiente contexto, espe­ cialmente los conceptos opuestos, proporcionan los critérios para una exégesis objetiva. El verbo y la preposición pueden estar también separados. Cf. 1 Tes 4, 14; «Dios, por medio de Jesús, se llevará consigo a los que durmieron» (ã^ei oüv aüT(õ) -en la resurrección de los muertos (v. 16) en virtud de la resurrección de Jesús (v. 14b: àvéoTT|)-. Puede sospecharse que existen aqui conexiones semânticas con el «caudillo» (->• àpxriyóç) que conduce por el camino bacia la vida» (Hech 3, 15) y con el «primer fruto (-►àrtapxÚ) de los que durmieron» (1 Cor 15, 20) (Müller). Sin embargo, en 1 Tes 4, 14 no aparece ningún tecnicismo (Hoffmann). 2. En el griego profano el verbo se halla documentado en voz pasiva, en el lenguaje comercial, con el sentido de «arrojar como suma total», y, en la vida social griega, con el significado fundamental activo y transitivo de «congregar» (SIG j.v. y Preisigke, Wõrterbuch, X.V.), y también se halla atestiguado con este sentido en la LXX y en Josefo (Bauer, Wõrterbuch, j.v.). Como sucede en los pasajes dei NT, el significado está condicionado, en cada caso, por la realidad de que se trate y por el contexto (en contra de Berger, 203 no­ ta 163, según el cual onváyto èx^Aijoíav era el tecnicismo para convocar una asamblea; tal cosa no la confirman los 26 testimonios, muy separados entre si por el tiempo y por la geo­ grafia, que se encuentran en SIG; como obje­ to de la acción verbal aparece cuatro veces èxxAriaíav). No puede probarse que haya in­ fluencia en el uso que se hace dei verbo en el NT. El carácter no técnico dei verbo aparece también en los Sinópticos, porque de los cin­ co testimonios que hay en el Evangelio de Marcos, Lucas no recoge ninguno y Mateo recoge solamente uno (Mt 13, 2). Asimismo, el uso que se hace dei verbo en Q (Lc 3, 17 par. Mt 3, 12; Lc 11, 23 par. Mt 12, 30; compárese también Mt 24, 28 con Lc 17, 37, lugares donde se duplica la preposición que forma el preverbo de -+ èjtiouváYcu) no constituye na­ da que forme una genuina tradición.

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OTvaya) - avvaymfi]

La mayoría de los 59 testimonios de oruváy(o se encuentran en Mateo (24) y en la obra de Lucas (6 en el Evangelio de Lucas, 11 en Hechos). Mientras que el verbo se halla distri­ buído de manera uniforme en Marcos (5 veces), Evangelio de Juan (7) y en el Apocalipsis (5), su empleo retrocede sorprendentemente en Pablo (sólo aparece en 1 Cor 5, 4). El contexto demuestra en su totalidad que de este verbo se hace un uso no teológico. Por tanto, los datos que aparecen sobre el verbo en el NT pueden presentarse con arreglo a ca­ tegorias objetivas, ya que en los diversos es­ critos no se registran peculiaridades lingüísticas especiales. 3. Âdemás de juntar y reunir cosas (—> a), el verbo se refiere a la acción de reunir y con­ gregar personas b); singularmente el verbo aparece también con el significado de acoger (con hospitalidad). a) En los siguientes pasajes se habla de juntar / reimir cosas: trigo (Mt 3, 12 par. Lc 3, 17), provisiones (Mt 6, 26), cizana (Mt 13, 30), peces (Mt 13, 47), cosechas (Lc 12, 17.18), bienes de fortuna (Lc 15, 13), trozos de pan (Jn 6, 12.13) y sarmientos (Jn 15, 6). Meteifóricamente se habla también de esparcir y reunir, refiriéndose a la cosecha: Mt 25, 24.26, y también en Jn 4, 36 (reunir fruto pa­ ra la vida eterna). Se emplean también metafóricamente los verbos reunir y «desparramar» en el logion de Jesús que aparece en Lc 11, 23 par. Mt 12, 30 («El que conmigo no recoge, desparrama»), con lo cual la antítesis excluye toda actitud neutral ante Jesús. b) La mayoría de los pasajes hablan de congregar, reunir, juntar a cierto número de personas (principales sacerdotes y escribas, todos, reyes, hijos de Dios, etc) o a una colectividad (Sanedrín, cohorte, ciudad, comunidad; esto último una vez [Hech 14, 27]; según Hech 11, 26, Bemabé y Pablo se unen -para realizar una labor común- en la comunidad), apareciendo yuxtapuestas indistintamente la forma pasiva y la reflexiva (reunirse). No se hace diferencia alguna con respecto a perso­ nas o instituciones judias o cristianas. El ver­

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bo no tiene ni en Hech 14, 27 ni en 1 Cor 5, 4 («cuando estàis reunidos») un carácter espe­ cíficamente eclesial, ni en Mt 25, 32; Jn 11, 52; Ap 19, 17 un carácter tradicionalmente marcado y técnicamente escatológico (en con­ tra de Schrage, 185s). Sobre ouvfix^t) en Jn 18, 2, cf. H. Reynen: BZ 5 (1961) 86-90. c) El significado especial de acoger (con hospitalidad) (Mt 25, 35.38.43) se deriva de la oposición entre «ser forastero / no tener techo» y acoger (es decir, recibir en la propia casa); sobre la adición cf. Dt 22, 2; Jue 19, 18; 2 Re 11, 27), pero es posible que la adi­ ción haya sido formulada conscientemente por el autor recogiendo un eco de la LXX e imitándolo. H. FrankemõUe o w a y tO Y llj íiç? ll synagõgê asamblea, lugar donde se reúne la asamblea, (edificio de la) sinagoga, comunidad EJtiaDvaYttíYií, tíç, 13 episynagõgê asam ­ blea, reunión* 1. Aparición y significados en el NT - 2. Campo se­ mântico - 3. Aspectos de historia de Ias tradiciones (AT, judaísmo) - 4. Testimonios arqueológicos y lite­ rários - 5. Contexto dei lenguaje en el NT - a) Marcos - b) Lucas/Hechos - c) Mateo - d) El resto de escritos dei NT. B ibl.: G. Baumbach, «Volk G ottes» im F rühjudentum. E in e U ntersuchung d e r «ekklesiologischen» Typ e n des F rühjudentum s: Kairos 21 (1979) 30-47; Billerbeck IV/1, 115-152; H. Conzelmann, E l centro dei tiem po. E stú d io de la teologia de Lucas, Madrid 1974; I. Elbogen, D e r jü d . G ottesdienst in se in er geschichtlichen E ntw icklu n g , Hlldesheim 1962 (= Frankfurt a. M. ^1931); H. FrankemõUe, J a h w eb u n d u n d K irche C hristi, Münster i. W. 1974 (sobre Mt); K. Galling, E rw ãgungen z u r antiken Synagoge'. ZDPV 72 (1956) 163-178; J. Gnilka, E l E vangelio según San M arcos I, Salamanca ^1996; J. G. Griffiths, E g yp t a n d the R ise o f th e S y n a g o g u e: JThS 38 (1987) 1-15; J. Gutmann (ed.), T he Synagogue. S tu d ie s in Origin, A rch eo lo g y a n d A rc h ite c tu re , New York 1975; F. Hahn, D a s V erstãndnis d e r M issio n im N T , Neukirchen-Vluyn 1963; M. Hengel, P roseuche un d Synagoge. Jüd. Gem einde, G otteshaus und G ottesdienst in d e r D iaspora un d in P alãstina, en F S K uhn, 157-184; K. Hruby, D ie Synagoge. G eschichtliche E n tw icklu n g e in e r Institution, Zürich 1971; F. Hüttenmeister-G. Reeg, D ie anti­ ken Synagogen in Isra el (2 vols.), Wiesbaden 1977; H.

1555

avvaywyi]

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1. De los 56 testimonios que hay de auvaYcoyri en el NT, 8 se encuentran en Marcos, 9 en Mateo, 34 en Lucas (15 en el Evangelio de Lucas, 19 en Hechos), 2 en el Evangelio de Juan, 1 en Santiago y 2 en el Apocalipsis. Es sorprendente que el término falte por comple­ to en Pablo y que probablemente falte también en Q (Mt 6, 2.5 y 9, 35 son material pe­ culiar de Mateo; 23, 34, en contra de Lc 11, 49 [donde falta oovaYOoyn], demuestra ser redaccional). Contribuyó intensamente a for­ mar tradición el uso dei término en Marcos (de los 8 lugares donde el término aparece en Marcos, vemos que Mateo recoge 5 y omite Mc 1, 21.23.29; Lucas recoge todos los datos marquinos dei término, con excepción de Mc 1, 21). El sentido dei término queda también fijado por Marcos: ouvaYWYri significa sin excepción el edifício de la sinagoga / la sina­ goga. El término ampliado èjtiauvaYcoYtl. que semánticamente apenas se diferencia de auvaYCoyn (en contra de Schrage, 840, que, basándose en una sola aparición dei término con sentido escatológico en 2 Mac 2, 7s, afir­

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ma que existe una «orientación escatológica» en todo el NT), se encuentra únicamente en 2 Tes 2, 1 y Heb 10, 25. ouvaYCüY'n en el sentido de asamhlea judia se halla atestiguado únicamente en Hech 13, 43, y, en el sentido de asamblea cristiana, úni­ camente en Sant 2, 2 (además EmanvaYCüYq aparece en Heb 10, 25). En sentido figurado se habla en Hech 9, 2 de «sinagogas (o comu­ nidades sinagogales) en Damasco»; cf. tam­ bién 6, 9. Polémicamente, en Ap 2, 9 y 3, 9, a los «pseudo-judíos» que persiguen a Ias co­ munidades cristianas de Esmima y Filadélfia, en vez de llamárselas onvaYCOYii xuQÍon (cf. Núm 16, 3; 20, 4; 27, 17; Jos 22, 16; Sal 73, 2 LXX), se Ias llama «avvaymyr] (= comunidad) de Satanás». Claro que, basándose en frases como «ellos dicen que son judios, pero no lo son», se discute si aqui se hace referen­ cia a miembros de la nación judia o a cristianos sincretistas (->■ TouôaToç 7). Tan sólo 2 Tes 2, 1, en el contexto de la parusia, habla de èjtiouvaYCüYfí- es decir, de la reunión de los cristianos con Cristo. A pesar dei significado predominantemente técnico (ouvaYC0Yf| como edifício), llama la atención la apertura y flexibilidad con que el término se usa en otros lugares dei NT. Esta apertura se conserva sorprendentemente en el periodo que siguió al NT, porque también se denomina aisladamente ouvaYfOYq a los edi­ fícios destinados al culto cristiano, y ouvaY00Y'n está documentado con bastante frecuencia como autodenominación cristiana (sobre los testimonios, cf. Schrage, 839). La historia dei término con posterioridad al NT (cf., por ejemplo, IgnPol 4, 2; Herm [m] 11, 9.13s) refleja el uso de dicho término en tiempo dei NT y con anterioridad a él (-> 3). La evolución en el uso dei término está influida por factores geográficos, políticos, religiosos (relación entre la diáspora y la metrópoli, en­ tre judios y cristianos) y de otra índole. 2. En un determinado campo semântico los di­ versos términos se solapan parcialmente, se complementan unos a otros y sólo así estructuran un campo de significado. Esto es lo que ocurre con -»• legóv (templo, recinto dei templo), vaóç (edi-

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axJvaYCOYn

ficio dei templo: O. Michel, en ThWNT IV, 886s), ó ã y i o ç T Ó jto ç (lugar sagrado, etc.: O. Mi­ chel, en ThWNT VIII, 204s) y oixoç to® Heo® (casa de Dios, etc.: Michel, en ThWNT V, 124s) y también con el campo semântico que incluye -> êxxXT]ota (asamblea de la comunidad política, comunidad de Dios en la LXX y en el NT), avvaya>Yt\, jtQOOEuxií (oración, lugar de oración, si­ nagoga; H. Greeven, en ThWNT II, 807s; cf. Hech 16, 13.16 en un fragmento en primera persona de plural), y con términos documentados di­ versamente fuera dei NT (jtQoaEnKtriQiov y aaPPatElov [edificios] y anvaycÓYiov [asam­ blea, comunidad]; los testimonios en Schürer II, 499-501 y 517s). La metonimia asamblea = lu­ gar de la asamblea = edifício^ que se observa con respecto a onvaYtOY’! 7 itQoaeuxf|, es bien conocida en griego (cf. à y á v por asamblea y lugar de reunión, jtQOopoXf| por atracadero, lugar de atracadero, puerto). No sólo la historia de estos tér­ minos sino también los elementos de sus respec­ tivos campos semânticos hacen que los términos dei NT sean en sí poco metidos.

1558

monio de q^hal ‘êl (IQM 4, 10; posiblemente acrecentado por un pasaje corregido en 1QS“ 1, 25) no puede constituir la base para una historia de la tradición de èxxXqoía (ipor qué no de la historia de la tradición de oupaYWYq?. cf. Baumbach, 40s, según el cual ‘êdâ es un término prefe­ rido en 1QS“ y IQM con significado teológico en esos escritos, mientras que qãhãl en IQM se refiere cuatro veces al despliegue bélico de los enemigos, y solamente una vez al q‘hal ’èl [en 4,

10]).

La decisión fundamental de la comunidad pri­ mitiva de Jerusalén y de los helenistas en contra de ouvaYCüYÓ Ycn favor de EXxXqaía podría ha­ ber estado determinada primariamente por el uso linguístico contemporâneo (ouvaYtt)Y'Ó como edi­ fício), juntamente con consideraciones teológicas secundarias (Frankemõlle, 225; Merklein, 59). Como el sintagma êxxkqoía toü OeoC / xuqlou (c f ouvaYCOYfí JtfOton, Núm 16, 3; 20, 4; 27, 17; 31, 16 y passim), como designación de un grupo, se halla documentado en los escritos más antiguos dei NT Q Tes 2, 14; Gál 1, 13 y passim), el 3. La LXX utiliza uniformemente ouvaYCOYil uso dei término àxxkqoía en el NT aborda el problema de la continuidad evocado por la polapara traducir el término hebreo ‘èdâ (un término ridad entre Israel y la Iglesia (en contra de Schra­ más reciente es Idneset; en arameo k^niStã’), ge y Berger, 199; con Merklein, 64; Stuhlmacher, mientras que qãhãl (q‘hal yhwh) es traducido 211 nota 2). El término ouvaYtOYq no podia rea­ unas veces por 0UVaYü)Yií y otras por èxxXqoía. lizar esta función para los cristianos, a pesar de su Como esto sucede homogéneamente según los liimportante historia teológica en la LXX. bros de que se trate. Ias preferencias de los traductores podrían haber sido decisivas (Schrage, 4. Según Hech 15, 21, «Moisés desde los tiem803, 5ss). Sobre la base de esta historia lingüístipos más antiguos tiene en cada ciudad quienes lo ca y por influencia de la LXX (en la que ouvaprediquen, porque todos los dias de sábado es leíYcuY’1 abarcaba dos términos hebreos), ouvaycodo en Ias sinagogas». Según esto, la existência de yq se sugeriría con toda naturalidad para la autola sinagoga es antiquísima. Lucas, con este «ar­ designación de la comunidad cristiana, si el ju­ gumento de antigüedad», se halla dentro de una daísmo contemporâneo no hubiera fijado ya ple­ larga tradición (sobre Sal 74, 8 y Ez 11, 16, cf. namente el significado primário dei término en su Galling); Filón, Josefo y el judaísmo tardio atrisentido local de «casa para la asamblea» (Ias ex­ buyen incluso a Moisés la fundación de la sina­ cepciones [-» 1] confirman la regia; cf., a propó­ goga (testimonios en Schürer II, 501). sito, Schrage, 807s). Los comienzos de la sinagoga se hallan envuelPor eso, la práctica judia contemporânea fue la tos todavia en la oscuridad. Cuándo, dónde y en razón no teológica de que los grupos cristianos qué circunstancias históricas surgió la institución escogieran EXxA.qaía como autodesignación; esta de la sinagoga, es un tema que sigue discutiéndoelección no puede explicarse (como hacen Rost, K. L. Schmidt [ThWNT IH, 517 y 520] y otros) se hasta el día de hoy. De ordinário, su aparición se relaciona con el destierro babilónico, porque por una influencia directa de la LXX, ni èxxXqse carecia entonces de templo (según 1 Re 8, 46aía debe entenderse (con Schrage) como una ac50, durante el destierro se celebraban reuniones titud contraria a la sinagoga y a la historia de la en Ias que los asistentes oraban vueltos hacia Je­ salvación (para la crítica, cf. Frankemõlle, 224s; rusalén; cf. también Esd 7, 25, según el cual tex­ Berger, 184s; Merklein, 58ss). Hay que rechazar, to Artajerjes II ordenó que se instruyera en la asimismo, la derivación de los escritos apocalíp­ ley). En vez de una conexión original con el cul­ ticos que sugerirían la comprensión de âxxXqoía to dei templo (Krauss), se impuso (desde Elbocomo la oferta escatológica de Dios (Stendahl, gen) la tesis de que la sinagoga se originó inde1299; Stuhlmacher, 210s), porque un solo testi-

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ouvaYCOYT)

pendientemente dei templo (en lo que respecta a Palestina, Hengel, 180s vincula entre así ambos aspectos, porque la denominación profana de avvaywy^ se habría escogido quizás por consideración al templo). Lo cierto es que la sinagoga en la Diáspora es clarísimamente más antigua que en Palestina. En consonância con esto, en la época helenística hay que distinguir entre el término usado en la patria (auvaYWYií) y el término usado en la Diás­ pora, especialmente en Egipto (jtQoaenxií). jtçoaeuxil (tomado de la LXX con el significado de oración; cf. Is 56, 7: «casa de oración») es en Ias inscripciones y en los documentos en papiro la denominación que se halla documentada desde el siglo III a.C. para referirse al edifício; auvaYCüYií no aparece como tal denominación (sobre la confirmación de la tesis de Schürer II [517s] y la hipótesis de Schrage, 817 nota 119, cf. Hengel, que posee testimonios bien conocidos y de mayor al­ cance, dos de ellos dei siglo III). No hay constân­ cia de una diferencia objetiva entre ouvaYWYn y JTQoaeuxtí (Krauss, 1288). La mención que hace Filón de sinagogas palestinenses con el nombre de ot)vaYCüY9 (en Omn.prob. lib. 81 los esenios de Palestina hablan de aovaYtOY'*!) ° manera de hablar de Josefo se expücan por la perspectiva de los hablantes o se derivan de grupos judaizantes (Hengel, 169 y 177). La metonimia de la asamblea / comunidad al edifício puede documentarse en ambos ejemplos. La afirmación de que la trasferencia dei término palestinense {bêt) hfneset = ovyay{oy'x\ se produjo únicamente en Palestina (Hengel, 170 nota 53) parece un poco unilateral, si tenemos en cuenta los testimonios de auvaYa)Y'n procedentes de la Cirenaica (cf. Hengel, 182) y los testimonios de ^ àQxionváYWYOÇno sólo en Palestina sino también en Egip­ to, Asia Menor, Grécia, Italia y la Cirenaica (los testimonios en Schürer II, 509ss; Schrage, 842844; hay también críticas que proceden de Berger, 184 nota 93). El estúdio dei campo léxico podría establecer Ias necesarias distinciones que hay que introducir en Ias investigaciones aisladas so­ bre los términos. El desplazamiento y sustitución de la expresión original en la Diáspora por la designación pales­ tinense se produjo porque 1) en la Diáspora misma Ias asambleas y grupos basados en Ia nacionalidad se fueron convirtiendo cada vez más en gru­ pos religiosos privados (Hengel, 171), según el modelo de Ias asociaciones helenísticas, y 2) fue aumentando la influencia política (Asmoneos, Herodes) y religiosa de Palestina. El testimonio arqueológico más antiguo de una ouvaYcoYtí Palestina es la inscripción de Teo-

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doto en Jerusalén (anterior al ano 70 p.C.), que conmemora la fundación de una sinagoga «para la lectura pública de la ley y para la instrucción en los mandamientos», completada con un alber­ gue y con una instalación para el suministro de agua. La sinagoga más antigua excavada hasta ahora (dei siglo I a.C.) se encuentra en la isla de Delos; surgió por la remodelación de una residên­ cia. Tal debió de ser la prácüca corriente, incluso entre Ias iglesias domésticas cristianas (cf. la iglesia doméstica y sinagoga de Dura Europos, a orilla dei Eufrates). Testimonios literários de si­ nagogas dei período helenístico se encuentran dondequiera que residían judios en el Império Romano y en el reino de los Partos. En Israel están atestiguadas por losefo, la Misná y principal­ mente por el NT. Arqueológica y literariamente se encuentra atestiguada la existência de varias sinagogas incluso en pequenas localidades (en lerusalén debieron de quedar destruidas, el ano 70 p.C., 480 ó 394 sinagogas). Junto a Ias sinagogas judias existían también sinagogas samaritanas (no están mencionadas en Schrage; cf. Kippenberg; para una idea de conjunto de todas Ias sina­ gogas existentes, cf. Hüttenmeister-Reeg, con ilustraciones cartográficas). En Palestina, en la Judea pre-macabea no había tanta necesidad de sinagogas por la extensión -relativamente pequena- dei território y por la existência dei templo. Tan sólo la aparición de los fariseos y la conquista de Judea en los anos 104/103 intensifícaron la creación de sinagogas, incluso en Jerusalén. Primeramente los judios, sobre todo en Ias localidades limítrofes helenizadas (Lida, Cesarea, Dora, Tiberíades), se organizaron formando sinagogas integradas por personas de su nación. Principalmente para la judaización de GaHlea, Ias sinagogas fueron extraordina­ riamente útiles como casas de reunión. Servían de ayuntamiento, juzgado, oficina de objetos per­ didos, local para organizar colectas, escuela, pero más que nada -sobre todo después de la destrucción dei templo- Ias sinagogas eran lugares para el estúdio de la Torá, la práctica de la oración y, por tanto, para el cultivo de la piedad individual (Schrage, 820-824). Esta pluralidad de usos se refleja también en el NT. 5. Puesto que Ias tradiciones dei NT están vinculadas a Palestina, el término ouvaYCUYtí predomina en el NT, especialmente en los Evangelios, por los lugares en que se desarro11a la actividad de Jesús. Los evangelistas presuponen que Galilea, en tiempo de Jesús, era completamente judia y que, por tanto. Ias al-

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cruvaYwyr)

deas disponían de sinagogas. Se mencionan Ias sinagogas de Cafamaún (Mc 1, 21; Lc 4, 33; 7, 5; Jn 6, 59) y de Nazaret (Lc 4,16). Según Mt 4, 23 y 9, 35, Galilea tiene incluso una red de sinagogas; según Lc 4, 44, Jesus también predica en Ias sinagogas de Judea. En Jemsalén hay varias sinagogas (Hech 24, 12), organizadas seguramente según los países de procedência de los asistentes a ellas (6, 9).

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la propia situación de los cristianos, y si en él se han expresado Ias persecuciones sufridas a manos de los judios. Los cristianos son perse­ guidos como apóstatas por su confesión de fe en Cristo (cf. 2 Cor 11, 24s). - La referencia a la sinagoga forma parte de la tesis marquina (cf. Hahn, 95-103), según la cual la actividad de Jesús está dirigida «primeramente» (7, 27a) a Israel, pero esa actividad irradia ya hacia los gentiles (3, 7s; 5, 1-20; 7, 24.31; 8, a) Marcos asocia no sólo con Ias sinagogas 13ss), mientras que partes de Israel rechazan la predicación y la actividad docente de Jesus a Jesú§ (3, 6.22-30; 4, lls). Para Marcos, esa (1, 21.39; 6, 2), sino también su actividad saoferta hecha a la sinagoga pierde su valor con la cruz. nadora (1, 23ss.39; 3, Iss); aunque el curar en Ias sinagogas no se halla documentado en los escritos judios, sin embargo esta actividad no b) Lucas desarrolló consecuentemente en se considera como especialmente problemáti­ su doble obra la concepción marquina. La cla­ ca en Ias disputas que aparecen en el NT. So­ ve la ofrece Hech 13, 46: A los judios «había bre todo en el sumario de 1, 39 («Y fue por que proclamarles en primer lugar» el evangetoda Galilea, predicando en sus sinagogas [de lio. Pero, como ellos lo rechazan, son los gen­ ellos] y expulsando los demonios»). Marcos tiles quienes ahora lo escuchan (cf. 3, 26). En presenta transparentemente la situación en virtud de esta concepción histórico-salvífica, que predicaban sus misioneros (Gnilka, 103 y que se desarroUa narrativamente en el Evan104), de tal manera que una investigación his­ gelio de Lucas y en el libro de Hechos, la ac­ tórica que aclare la actividad de Jesús es ex­ tividad de Jesús -m ás consecuentemente que traordinariamente difícil, y en cada caso con­ en Marcos—se limita a Israel, concretamente creto no será fácU decterminar si la sinagoga, a Galilea (sobre los pasajes con una tendencia como marco de la acción, pertenece o no a los opuesta, cf. Hahn, 111-119), porque sólo el li­ relatos originales. No se puede negar que en bro de Hechos (a partir de los capítulos 8-12) Marcos hay una esquematización y una conestá orientado universalísticamente. En con­ centración de la actividad de Jesús en día de sonância con esto, Jesús y la Iglesia primitiva sábado y en la sinagoga. Esto se halla en tense hallan centrados en el templo en Jerusalén sión -históricamente- con el hecho de que Je­ (Lc 2, 22-52: 19, 28ss; Hech 1, 12-8, 1), con sús se hallaba constantemente en camino se­ la consecuencia de que, durante esta fase, ni gún la fuente Q, en la cual no está atestiguado en el Evangelio ni en el libro de Hechos se habla de una actividad en Ias sinagogas (en la el término auvaYfflY'*!- Históricamente no es probable que el ministério de Jesús tuviera lu­ proclamación hecha a los judios en Hech 8, gar primariamente en día de sábado y en la si­ 4s.40; 9, 32, 43; 11, 19, no se menciona ninnagoga (en contra de Schrage, 830); como guna sinagoga). profeta itinerante, Jesús hablaba a Ias perEn contraste con esto se halla el período gasonas en el contexto vital en que se enconlileo, durante el cual Jesús -«según su costraban. tumbre»—acudia los sábados a la sinagoga (4, Según Mc 13, 9, los discípulos serán entre­ 16; cf. el paralelo literal en Hech 17, 2, a pro­ gados a los sanedrines locales, serán azotados pósito de Pablo). La actuación programática en Ias sinagogas (sobre los paralelos judios cf. en la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16ss), y más Makk 3, 12; sebu 4, 10) y serán llevados a todavia la referencia sumaria a la actividad rastras ante los gobernadores y reyes paganos. docente de Jesús en Ias sinagogas de Galilea Se discute si en el capítulo 13 se transparenta (4, 15; una actividad que, sorprendentemente,

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auvaYcoYf)

en 4, 44 se hace extensiva a Ias sinagogas de Judea) -atestiguada narrativamente en 4, 33; 6, 6; 13, 10 (cf. también los contactos de Je­ sus con personas de la sinagoga en 7, 5; 8, 41)- caracterizan la intención lucana. Esa intención queda caracterizada también en la estructura esquemática (êxito inicial, conflicto, expulsión; compárense con Lc 4, 16-30 los pasajes de Hech 9, 20ss; 13, 44ss; 14, Iss, etc.). Israel es -desde el principio mismo- el dividido pueblo de Dios (->■ Kaóç, 3.c). Lucas ha sistematizado y construido una tipologia de la conducta de Jesús con la sinagoga -en contra de Marcos (Conzelmann, 54s y 265s)—. En paralelo con ello, el motivo dei contacto con la sinagoga (según el esquema que se aca­ ba de mencionar) se aplica en Hechos a la actividad misionera en la Diáspora (a partir de 13, 5), de tal modo que Lucas trasfiere la ter­ minologia palestinense a Ias casas de reunión de la Diáspora (Schürer II, 518) y también la forma palestinense dei culto divino en la sina­ goga (4, 16ss; Hech 13, 14ss; Hengel, 181 no­ ta 102). El esquema sirve para esclarecer la división existente en el pueblo de Dios y tam­ bién Ias relaciones entre Israel y la Iglesia. Hasta qué punto el esquema literário reelabore reminiscencias históricas, es una cuestión que tendrá que quedar en suspenso, aunque hay que suponer la existência de sinago­ gas en Damasco, Salamina de Chipre, Antioquia, Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto y Efeso, y de varias sinagogas en Jerusalén (Hech 6, 9; 24, 12). Los «temerosos de Dios», que simpatizaban con la sinagoga, eran un ob­ jetivo interesante paia la misión cristiana. Ahora bien, teniendo en cuenta que, según Lucas, tan sólo la estratégia misionera de Pablo toma como punto de partida Ias sinagogas (Ias sinagogas no se mencionan en relación con los demás apóstoles y misioneros), habrá que preguntarse si aqui no se refleja primaria­ mente la comprensión lucana de Pablo. Es verdad que también Pablo conoce lo de «primeramente» en la historia de la salvación (cf. Rom 1, 16; «dei judio primeramente»); pero él no menciona nunca a la ouvaYCOY^Í Y no ofrece ningún testimonio personal de que él.

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como «apóstol de los gentiles» (Rom 11, 13; cf. Gál 1, 15s), haya elegido Ias sinagogas co­ mo punto de partida para su actividad misio­ nera. Conflictos entre la comunidad primitiva y miembros de Ias sinagogas helenísticas orga­ nizadas según el pais de origen de sus inte­ grantes (de Cilicia y Asia, con alejandrinos, libertos y cirenenses; Hech 6, 9), se reflejan ya en el evangelio (Lc 12, 11; 21, 12 par. Mc: juicios celebrados en Ias sinagogas; cf. Hech 6, 9s). c) Mateo, a pesar de acentuar plenamente la continuidad con respecto a la historia de la fe judia, es quien más intensamente acentúa la distancia entre la Iglesia y la sinagoga, anadiendo siempre al término auvaYtüY'*! (prescindiendo de Ias menciones indirectas de si­ nagogas en 6, 2.5 y 23, 6) un complemento determinativo auTcõv (4, 23 par. Mc 1, 39; Mt 9, 35; 10, 17; 12, 9). Mateo hace en 23, 34 que Jesús hable con claridad meridiana acerca de «vuestras sinagogas»; en 13, 54 hay tensión entre la «sinagoga de ellos» y Nazaret como la «patria chica» de Jesús. En el discur­ so de misión (10, 17), a diferencia de lo que vemos en el discurso escatológico de Marcos (13, 9), se presupone ya que los discípulos de Jesús serán entregados a los sanedrines y serán azotados en Ias «sinagogas de ellos». Para Mateo, la Iglesia y la sinagoga pertenecen a dos mundos diferentes y se hallan enteramente separadas. Como Jesús, los cristianos serán muertos, crucificados, perseguidos de ciudad en ciudad (23, 34.37). La èxuLr|oía, funda­ mentada cristológicamente (16, 18; cf. 18, 17), se contrapone -como entidad independiente- a la a vv a ya x^. d) En Juan, el término onvaYCOY''! (6, 59; 18, 20), que por si mismo es neutral, se halla en un campo léxico marcado de manera clara­ mente negativa y caracterizado por los conceptos de ->• outocruvaYCOYÓÇ (9, 22; 12, 42; 16, 2) y de «los» 'lo u ô a io i como hijos dei diablo (8, 44) (este último concepto está de­ terminado por el contexto; en otros casos.

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av\aytí>Yr] — covaX.í^o^iai

’Io\)ôaioi se usa también en sentido neutral y em sentido positivo). El Apocalipsis (2, 9; 3, 9: «sinagogas de Satanás») está marcado tam­ bién por esta tendencia antijudaítica; aqui, se­ guramente, se expresan experiencias de confrontación con la sinagoga local, más bien que con la sinagoga en sentido genérico. Con posterioridad al NT, el empleo neutral 0 positivo de onvaYtOYtl pnrn referirse a co­ munidades o iglesias cristianas (—>1) habrá que valorarlo según factores temporales o geográficos (la índole de Ias relaciones con­ cretas, en cada lugar, entre la Iglesia y la sina­ goga). No en todas partes y no siempre estuvo el cristianismo en confrontación actual con el judaísmo, lo cual se refleja también en el uso dei término. H. Frankemõlle CTUVaYfiíVÍ^Ofiai synagõnizomai luchar juntamente con, ayudar en la lucha* Según Rom 15, 30, Pablo pide a los roma­ nos que, con su intercesión en favor de él, «le ayuden en la lucha (ouvaYOJVÍoaoüaí poi)» que le aguarda en Jerusalén. aYtóv 1.4. au v a^d^éti) synathleO luchar juntam ente con, ayudar en la lucha* En Flp 1, 27 se habla de la lucha unânime y solidaria de la comunidad en favor de la fe en el evangelio (auvahkoüvTeç rfj jtíoxBi [dativo de provecho o dano] xon EÍiaYYe^totj); 4, 3: èv xrô eúaYYe^tn) ouvfih^kTioáv ^lot, «me ayudaron en mi lucha en favor dei evange­ lio». El evangelio mismo conduce a sus testigos hacia esta lucha, porque suscita oposición y persecución; exige de los creyentes asistencia mutua, firmeza y disposición para el sufrimiento; cf. 2 Tim 2, 5; Heb 10, 32s; IgnPol 1, 3; 3, 1; 1 Ciem 5, 1. ThWNT 1, 166s.

avva^ftgoíÇo) sunathroizõ reunir, congre­ gar* Participio de perfecto de la voz pasiva en Hech 12, 12: estar reunidos / estar congrega­

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dos-, cf. Lc 24, 33 v.L; en voz activa en Hech 19, 25. CTDVaígO) synairõ levantar junto con* En el NT el verbo aparece únicamente en Mateo en la expresión (que aparece mucho en los papiros): anvaígo) kÓYOV, ajustar cuentas\ 18, 23.24 (kòyoy hay que sobreentenderlo por el V. 23); 25, 19. Se trata de una expre­ sión tomada dei lenguaje comercial. Spicq, Notes II, 851.

a v v a ix n á W to ç, ou, ó synaichmalotos companero de prisión* En Rom 16, 7 (Andrónico y Junia[s]), Fhn 23 (Epafras) y Col 4, 10 (Aristarco) se men­ ciona a colaboradores de Pablo como companeros suyos de prisión. El sustantivo no evo­ ca tanto la idea de un encarcelamiento normal (->■ ôeoftóç), sino más bien la de una encarce­ lamiento militar y de un «cautiverio de gue­ rra», al que Pablo y sus colaboradores están expuestos en la lucha por el evangelio, cf. -sonoxpaxubxTiç, Flp 2, 25; Fim 2; aYtóv, jravojtkía. Sin embargo, auvaLXp.áX.(oxoç no debe entenderse metafóricamente en el senti­ do de la «lucha interior» (en contra de ThWNT I, 196s), sino que se refiere a permanências efectivas en prisión. o trv asío X o v d éto synakoloutheO acompanar âxoÀonh-Éto 5.

o ru v aX íÇ o ^ai synalizomai comer sal jun­ tos, estar juntos a la mesa, comer juntos* Hech 1, 4: anvakiÇópsvoç JtaQqYYStkev aúxoiç, «en la comida les mandó». En favor de esta traducción habla el singular y la versión que se hace dei participio en la mayoría de Ias traducciones antiguas (latina, siríaca, armênia, etiópica, copta; Vg: convescens), aunque onvakíÇopai no está atestiguado con este significado antes de fines dei siglo II. Sin embargo, es importante que onvakí^opai se

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oTJvaXí^ojxai - 0Dvava|x(e)ÍYVDjxai

refiere a la cena en Manetho, Apostelesmatica V, 339; Pseudo-Clementinas, Recognitiones VII, 2; Pseudo-Clementinas, Homilía XIII, 4. Según Ias ideas antiguas, Ia sal y la comida en común se hallan íntimamente relacionadas: Plutarco, Mor. 684e; Arquíloco 95 (Diehl, Anthologia II, 239); Demóstenes, Or 19, 189; Libanio, Declam. IV, 29 (ed. R. Fõrster V, 246); Orígenes, Cels II, 21. Sobre la comida con el Resucitado, cf. Hech 10, 41; Lc 24, 30s.42s; cf., además, Bauer, Wôrterbuch, s.v. 1 (bibl.); E. Haenchen, Die Apostelgeschichte’’ (KEK), sub loco (bibl.). Otra posibilidad de traducir auvaÀíCco se­ ria la de «reunir» (en voz pasiva, «reunirse»), pero entonces tendría que usarse el plural (cf., además, Bauer, Wôrterbuch, í . v. 2). Numero­ sos manuscritos citados en minúsculas leen ouvanX,i^ópEvoç, «estar echados juntos, es­ tar juntos»; por eso, a u v a lt^ o p a t podría entenderse también como una grafia variante de ouvanX.íÇopai (verbo deponente), cf. Bauer, Wôrterbuch, í.v. 3; Beginnings IV, 5; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), sub loco', sobre toda la cuestión, cf GNTCom sub loco. (SV vakX áffata synallassõ reconciliar* Hech 7,26: auvf|X,Àaaaev anxonç elç £iQf|VTiv, «él (Moisés) trataha de reconciliarias (a sus hermanos israelitas; imperfecto de conato) para poner en ellos paz» (cf. Ex 2, 13s). o v v a v a p a í v t o synanabainõ ir, subir jun­

tos* En el NT dícese de Ias personas que junta­ mente con Jesús subieron a Jerusalén, Mc 15, 41: muchas otras mujeres (a i ouvavapãoai); en Hech 13, 31 dícese en sentido más general: los discípulos procedentes de Galilea (roíç ouvavapaoiv). -> àvapaívo). O W a v á X E l^ a i synanakeimai reclinarse juntos a la mesa, comer juntos* En el NT este verbo, lo mismo que -+ òváxeipai, aparece únicamente en los Evange-

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lios. La gente, para la comida, se recostaba sobre almohadones alrededor de la mesa y dejaba que la sirvieran: Mc 2, 15 par. Mt 9, 10 hablan de un grupo de publicanos y pecadores que comían con Jesús y con sus discípulos (ouvavéxetvxo xõ) Iq o o n x a i xotç p a^ q xaíç atixoõ), es decir, que fueron recibidos en plena comunión de mesa. El participio sustantivado oí, ouvavaxeípevoi significa comensales, los que están comiendo juntos: Mc 6, 22 par. Mt 14, 9; Lc 7, 49; 14, 10.15. ThWNT m, 654s; BHHIII, 1991-1993.

synanam je)ignymai mezclar con; en voz pasiva, mezclarse con, relacionarse con* En el NT el verbo aparece únicamente en Pablo y en la Carta segunda a los Tesalonicenses, censurándose siempre el trato de los creyentes con aquellos miembros de la comunidad que, con su conducta, se han desligado de Cristo: pf] anvavapÍYVua'&ai JtÓQVoiç, 1 Cor 5, 9; pf] ouvavapÍYvno-&at èáv xiç ãôeX,qpòç ôvopaÇópsvoç fj itógvoç..., 5, 11; cf. 2 Tes 3, 14, donde se habla de un miembro de la comunidad que no da oídos al mensaje apostólico; xonxov aqpeto'0o'&8, pq onvavatpÍYvnoOai aúxõ). Un término opuesto en sentido positivo es, entre otros, ->■ ouveo■ô-LCL) (1 Cor 5, 11; Gál 2, 12). Por tanto, el tra­ to con «pecadores», concretamente, el comer a la misma mesa con ellos, altera la pureza de la comunidad (cf. la imagen de la levadura, 1 Cor 5, 6-8), lo cual no significa, desde luego, que los creyentes deban evitar toda relación con los «pecadores de este mundo»; así como los creyentes juzgan a los «pecadores» que hay entre ellos, así Dios juzgará a los «de fuera» (5, 11-13. cf. vv. 1-5). Según 2 Tes 3, 14, tal exclusión tiene la finalidad de que esas personas «se conviertan» (iva èvxgajtfj, cf. 1 Cor 5, 5). Claro está que en Pablo no desempena ningún papel (cf. 1 Cor 7, 12ss) la idea judia de que hay que mantener la pureza dei pueblo de Dios prohibiendo el matrimônio con gentiles (Os 7, 8; Aris 142). Cf. además 1 Cor 11, 31s; 16, 22; Mt 18, 15ss; Did 10, 6; o v v a v a (* (e )Íy v v f t a i

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o'uvava(i(E)ÍYvu|J.ai - crovaJtofrvfiojtCLi

14, 2; 15, 3; también IQS 6, 24ss; 8, 16. So­ bre la grafia dei verbo cf. BlaB-Debrunner § 23, con la nota 3; la grafia fonética -[tÍYvn(tai se encuentra en numerosos manuscritos antiguos. ThWNT V n, 850-853. a v v a v a J ta iÚ O H a i synanapauomai des­ cansar junto con, descansar en companía de alguien* Según Rom 15, 32, Pablo quiere descansar / tomarse un respiro en companía de los ro­ manos, después de su visita a Jerusalén (iva... o-uvavajraúoojxai ufrlv), si Dios lo quiere así. â v á jta u 0iç.

a w a v a o T Q E q )o p ia i synanastrephomai alternar con, andar con En Hech 10, 41 D^ gig p sy*“ insertan des­ pués de ouvetpáYopev x ai auvETtíop,EV aúx(õ; x a l ouvaveoxQácpqpEv, mientras que D* leyó ouveaxQáq)r|p,ev (D inserta también -► ouoxpÉcpco en 11, 28; 16, 39; 17, 5); cf. GNTCom sobre 10, 41. 0VvavTá(O sunantaO venir hacia, encontrarse con* En sentido propio en Lc 9, 37: salir al encuentro', 22, 10; Hech 10, 25; ir al encuentro; Heb 7, 1.10: encontrarse con. En sentido fi­ gurado en Hech 20, 22: xà auvavxf|Oovxá poi, «lo que me ha de suceder». synantêsis encuen­ tro, reunión Mt 8, 34 C L W Koiné y otros; Jn 12, 13 D G L y otros, en la expresión: siç ouvávxqoiv (en vez de njtávxqoiv), «al encuentro» (con dativo).

au vaV T ljO lÇ , ECOÇ,

Q W a V T l^ a flp á v O fia i synantilambanomai emprender juntos, tom ar parte con, venir en ayuda de* Este verbo, compuesto de doble preverbo, y que es usual en el griego helenistico, significa

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ayudar mediante la cooperación (ouv-) y, al mismo tiempo, descargar a alguien haciendo sus veces (-avti,-). Según Lc 10, 40, Maria debe ayudar a su hermana Marta en Ias faenas domésticas de servir. Según Rom 8, 26, «el Espiritu mismo viene en ayuda de nuestra debilidad (onvavTiXapPávexat xf] ào^evEÍa V.I.: genitivo] fiprâv)», es decir, el Espiritu ayuda a los creyentes que no son capaces de orar a Dios debidamente, y lo hace -aunque no sin la participación de ellos- intercediendo con una oración que es escuchada por Dios; cf. Núm 11, 17; Sal 88, 22 LXX. ThWNT I, 376; H. R. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung, München 1971, 71s. O D vaJiaY O ftai synapagomai ser arrastrado conjuntamente, dejarse arrastrar, dejarse llevar* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva; Rom 12, 16: xajtEivoiç ouvajtaYÓpEVOi, «dejándoos llevar juntamente hacia abajo a lo humilde / por lo humilde» (lo opuesto: xà út|>T]X,à qpQovoüvxEç). A la arro­ gante afirmación y confirmación de si mismo se contrapone la hunúldad dei amor. El dativo xoíç xajieivoTç puede entenderse en sentido neutro o en sentido masculino. En este segun­ do caso se acentuaria especialmente la «comunión con los humildes y oprimidos» (E. Kâsemann, An die Rõmer* [HNT], sub loco [bibl.]; cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v. [bibl.]); en todo caso, Pablo hace hincapié en la «orientación» hacia lo humilde (cf. v. 16c). Con el significado de ser arrebatado juntamente con, el verbo aparece en Gál 2, 13 (dicese de Pe­ dro); 2 Pe 3, 17.

ODVamod^vfjffXW synapothnSskO m orir juntamente con* Mc 14, 31; onvan:o'davETv ooi (par. Mt 26, 35; oòv ool àjroDavetv, cf. Jn 11, 16); 2 Cor 7, 3: Eiç TÒ ouvajto§avElv otal auÇf|v, como expresión de la intima unión que existe entre el apóstol y la comunidad (cf. Heliodoro, Aethiopica X, 19, 2; Nicolás de Damasco,

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o\)vaitoôvf|a5{ü) - avvat)§ávo|^ai

Fragm. 80 [FGH IIA, 379]; cf. también G. Stâhlin, en FS Braun, 503-521; J. Lambrecht; Bijdragen 37 [1976] 234-251). El verbo se usa en sentido cristológico en el himno de 2 Tim 2, 11: el yÒQ ouvajr8'fl'ávo|iev, x a l ouÇ iía o ^ re v .

e

L ú j t o f r é v o f r e v , x a l o u [ j,p a 0 L X ,E Ú -

0OHEV... Al «estar muerto con Cristo» le co­ rresponde la participación en la vida de Cris­ to, cf. Rom 6, 4-11; 8, 17; 2 Cor 4, 10; oúv 4. Ahora bien, en 2 Tim 2, 11, ouvajtO'&vf|0 •Kü) (según el contexto) no se refiere al bautismo (como se refiere en Rom 6, 4ss), sino al sufrimiento y al martírio dei proclamador dei evangelio; su firmeza le conduce a él (y a su comunidad) a la vida (futura). ThWNT VII, 786 y 794s; N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­ celona 1974, sobre 2 Tim 2, 11; Spicq, Notes II, 852s. airv a Jtó X X v jia i synapollymai morir junto con, perecer junto con* En Heb 11,31 (en voz media) dícese de Rajab, la cual «por su fe no pereció junto con (ouvaJUÓlkETo) los desobedientes»; cf. Jos 2, 8ss; 6, 17.22SS. OVVaJlOOTÉXXw synapostellõ enviar al mismo tiempo, enviar junto con* En 2 Cor 12, 18 se habla de un àôeXqpóç a quien Pablo envió (a Corinto) junto con Tito (ouvajtéoTEi^a) para organizar el asunto de la colecta (cf. 8, 6.18s; esto no se refiere probablemente al [otro] àÔEÀcpóç de 8, 22s); cf. también R. Bultmann, Der zyveite Briefan die Korinther (KEK), sub loco. a w a ç fio X o Y É c o synarmologeõ ajustar bien, unir* El verbo compuesto se halla atestiguado únicamente en escritos cristianos y pertenece, lo mismo que el verbo simple, a la terminolo­ gia de la arquitectura: ajustar bien (Ias piedras\ cf. áQpóç, «unión, juntura»). Según Ef 2, 21 (jtã o a olxoôopf) ouvaQpoXoyoupévq) por medio de Cristo «todo el edifício (de la comunidad, integrada por antiguos judios y

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gentiles) queda bien ajustado para formar un conjunto», en el cual Cristo constituye la «piedra angular» ( ^ 3. c). En él solo se fundamenta la unidad de la Iglesia, concreta­ mente, la unión de lo que es distinto; por me­ dio de solo él se raantiene firme la unión de la Iglesia con los «santos y miembros de la familia de Dios» (v. 19, es decir, con los [judeo]cristianos). En todo ello, la imagen dei edifí­ cio se concibe dinámicamente, porque el edi­ fício, bien ajustado por medio de Cristo, va creciendo (sobre todo ahora, una vez que se han anadido a él los antiguos gentiles) para llegar a su objetivo, que es el de ser vaòç âyioç èv KUQLCp (v. 21b) o xaxoixTiTfiQiov Toü II eoü èv jtvEÚpaTL (v. 22; cf. también -> oÍ5toôo[XT| 3.a). Ef 4, 16 trasfíere esta metáfora dei ajuste y unión al cuerpo de Cristo (è^ oú Jtãv t ò Oóô-

pa ouvaQpo7,oYoúpEvov >tal oupPiPa^ópevov). Aqui la unidad dei cuerpo de Cristo -en virtud dei contexto parenético (cf. 4, 1)se establece primeramente por la cooperación de todos los miembros, en la que cada uno tiene su propia función; pero su fundamento lo tiene en Cristo, que es la Cabeza dei cuerpo (v. 15) y quien, por la unión de los miembros, hace que el cuerpo vaya creciendo hasta convertirse en la ow oôopfi é a u to ü èv àYájtri (v. 16b). ThWNT VII, 853s; olxoôop^ (bibl.). o w a g n á Ç tt) synarpazõ arrebatar violen­ tamente, agarrar, arrastrar -> á p i t á ^ c o 4 .

o v v a v X i^ o ^ a i sunaulizomai dormir ju n ­ to, estar echado junto, estar junto Hech 1, 4 v.l. como variante de auvaÀíÇopai (cf. Jenofonte, Cyrop I, 2, 15 y passim). o w a v l á v o ^ a i sunauxanomai crecer juntam ente con* En Mt 13, 30 (material peculiar) dícese de la cizana y el trigo, a los que hay que dejar

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ouvOTiávonai - ouvÉÔQiov

que vayan creciendo juntos hasta la siega (áçpete CTuvau^ávEoUai àjAcpóxeqa).

avvÔEfffiOÇ, o v, ó syndesmos vínculo, atadura, cadena “> ôeofióç 5. oruvôéoi syndeO atar junto (con alguien), encadenar junto* En el NT el verbo se usa unicamente en voz pasiva. En Heb 13, 3 dícese en sentido figura­ do: tbç ouvÔEÔE[xévoi, «como si (fuerais) companeros de prisión / como los que estàn igualmente en cadenas». Se piensa en la solicitud por los miembros de la prisión que se hallan encarcelados (Séo|rioL), y cuya suerte los creyentes deben ayudar a soportar, mo­ vidos por la q)iXaÔE>i,q5Ía (13, 1), cf. 10, 34; 11, 36. a itv ô o ^ á Ç o ) syndoxazO glorificar junto con* En Rom 8, 17 se habla, en voz pasiva, de la glorificación de los creyentes junto con Cris­ to, lo cual es consecuencia de su actual comunión con él en sus sufrimientos y es cosa que se ha de revelar escatológicamente ( e íjie q

aup,jtáoxop,EV iva xal ouvôolaoUrôp.Ev); cf. 8, 18.19.21.30. ThWNTH, 256s.

avvôovX.oç, o\J, ó syndoulos consiervo, companero de esclavitud ^ ô o u Xeúoí).

avvÔ Q O nrj, fjç , ^ syndw m S acudir corriendo de todas partes, tropel de gente* Hech 21, 30: auvÕQop,f] toü X,aoü, «tropel de gente». OVVEYEipw synegeirõ resucitar juntam en­ te con* El verbo compuesto se usa en Efesios y en Filipenses para referirse a la participación de los creyentes, obrada por Dios, en la resurrec-

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ción de Cristo. E f 2, 6: (õ vxaç f|pãg ve XQOÒç... ouvEÇmojroLqaEV t w X qioxõ), v . 5) x a l ouviÍYEtQEV x a l ouvExá#ioEv èv xoXç EJrouQavloiç. En consonância con ello, en Rom 6, 4ss la nueva vida de los creyentes bajo la gracia se entiende como una participa­ ción en la realidad de la resurrección de Cris­ to; pero, yéndose más allá que Pablo, Ias for­ mas de aoristo realzan especialmente la realización actual dei aconteciraiento de la salvación (cf., en forma distinta, 2 Cor 4, 14, pero también, por ejemplo, IgnPol 6, 1). De manera parecida Col 2, 12 (èv (õ [= Cristo] x a l auvqYÉQ'ÔT|XE) y 3, 1 (anvqYÉQ"OxiXE xcp Xpiaxã)), cf. 2, 13ss: Por haber resucitado con Cristo, los creyentes están libres de los pecados y dei dominio de los poderes. Sin embargo, esto no significa una supresión de la esperanza escatológica, porque ellos buscan «Ias cosas de arriba» (3, 1), y su vida «está escondida (aún) con Cristo en Dios» (3, 3s). ThWNT VII, 786 y 793s; P. Siber, Mit Christus leben (AThANT 61), Zürich 1971, 191-213; H. Conzelmann, Der B rief an die Epheser (NTD 8), sobre 2, 5s; E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, sobre 2, 12 (bibl.); EYEÍpto 1. OISVÉÔÇIOV, OV, TÓ synedrion Sanedrín* 1. Aparición en el NT y significado - 2. Historia - 3. Palabras de Jesus - 4. Historia de la Pasión - 5. El Li­ bro de Hechos. B i b l : (general): Bauer, W õ rte r b u c h , s.v .; H. Bellen, en Pauly, L e x ik o n V, 455s; E. Lohse, owéÔQiov, en ThWNT Vn, 858-869 (bibl.); F. Poland, en Pauly-Wissowa II/8, 1333-1353; H. J. Schoeps, en BHH H, 740s. Sobre i: F. E. Meyer, Einige Bemerkungen zur Bedeutung des Terminus ‘Synhedrion’ in den Schriften des NT: NTS 14 (1967-1968) 545-551. Sobre 2: S, B. Hoening, The Great Sanhedrln, Philadelphia 1953; I. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977; S. KrauB, Sanhedrin-Makkõt, en Die Mischna IV/4.5, GieBen 1933, 19-51; H. Mantel, Studies in the History o f the Sanhedrin, Cambridge 1961; Reicke, Zeiígeschichte, 105-113; E. Rivkin, Beth Din, Boulé, Sanhedrin: A Tragedy o f Errors: HUCA46 (1975) 181-199; S. Safrai-M. Stem, The Jewish People in the First Century I, Assen 1974, 379419; Schürer n, 237-267; G. Stemberger, Das klass. Judentum, München 1979, 54-60; S. Zeitlin, The Poli-

1575

OWéÔQLOV

tica l S yn ed rio n a n d the R eligious Sanhedrin: JQR 36 (1945-1946) 109-140; Id., Synedrion in the G reek L iteraíure, the G ospels a n d the In stitu tio n o f the S anhe­ drin: JQR 37 (1946-1947) 189-198. Sobre 3: R. A. Guelich, M t 5, 22: Its M eaning a n d Integrity: ZNW 64 (1973) 39-52; D. R. A. Hare, The Them e o f j e w i s h P ersecution, Cambridge 1967, 96ss; M. Weise, M t 5, 21 f - e in Z eug nis sa k ra le r R echtsprech u n g in d e r Urgem einde: ZNW 49 (1958) 116-123; H. Th. Wrege, D ie Ü b erlieferungsgeschichte d e r B ergpredigt, 1968, 59ss. Sobre 4: J. Blinzler, D e r Prozefi Jesu, Regensburg ''1969, 129-259 (bibl.); Id., D a s Synedrium von J eru ­ salém u n d d ie Strafprozefiordnung d e r M ischna: ZNW 52 (1961) 54-65; Id., Z u m P rozefi Jesu, en A u s d e r W elt u n d U m w elt d es NT, Stuttgart 1969, 124-146; S. G. F. Brandon, The Trial o f J esu s o fN a za re th , London 1968; T. A. Burkill, The C om petence o fth e Sanhedrin: VigChr 10 (1956) 80-96; Id., T h e T rial o f Jesus: VigChr 12 (1958) 1-18; D. R. Catchpole, The P roblem o f t h e H isto ricity o f th e S a n hedrin Trial, en The Trial o f Jesus. F S f ü r C. F D. M oule, London 1970, 47-65; G. Haufe, D e r Prozefi Jesu im L ich te d e r gegenw ãrtig e n F orschung: ZdZ 22 (1968) 93-101; 3. Jeremias, Z u r G esch ich tlich keií d es Verhôrs Jesu v o r dem H ohen Rat: ZNW 43 (1950-1951) 145-150; G. D. Kilpatrick, The Trial o f Jesus, London 1953; S. Legasse, J e ­ su s d e va n t le S a n h e d rin RTL 5 (1974) 170-197; H. Lietzmann, D e r P ro zefi Jesu, en Lietzmann II, 251263; Id., B em erku n g en zu m P rozefi Jesu, en ibid., 264276; G. Lindeskog, D e r P rozefi Jesu im jü d .-ch ristl. R eligionsgesprãch, en F S M ichel, 325-336; R. Pesch, D a s M a rk u se va n g e liu m II (HThK), Freibnrg i. Br. 1977, 404-424 (bibl.); G. Schneider, G ab es eine vorsynoptische Szene «Jesus v o r dem Synedrium » ?: NovT 12 (1970) 22-39; Id., Jesu s v o r dem Synedrium : BiLe 11 (1970) 1-15; E. Stauffer, Jerusalem u n d R o m , Bem 1957, 67-73, 120-122; A. Strobel, D ie S tu n d e d e r W ahrheit, Tübingen 1980; R Winter, On the Trial o f Jesu s, Berlin ^1974; Id., T he T rial o f J esu s a n d the C o m p eten ce o f t h e S anhedrin: NTS 10 (1963-1964) 494-499; Id., The M a rcan A cc o u n t o f J e s u s ’ Trial by the Sanhedrin: JThS 14 (1963) 94-102; Id., Z u m P ro ­ zefi Jesu , en W. P. Eckert-N. P. Levinson-M. Stôhr (eds.), A n tiju d a ism u s im N T?, München 1967, 95-104;

para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1274.

1. En el NT onvéÔQiov (en arameo sanhedrín, un préstamo léxico dei griego; en hebreo, bêt din haggãdõl) aparece 22 veces (3 veces en Mateo y 3 en Marcos, 1 en Lucas y 1 en Juan, 14 en Hechos) y designa el tribunal supremo y el órgano administrativo supremo de los judios, con sede en Jerusalén. En Jn 11, 47 al se le llama la asamblea. Hech 4, 15 menciona el lugar de la asamblea, y Lc 22, 26, la casa de la asamblea dei Sanedrín.

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2. Un edicto de Antíoco III (223-187 a.C.) de­ nomina yeQonoía al senado aristocrático, inte­ grado por sacerdotes y ancianos (Josefo, Ant XII, 138 y 142; cf. Hech 5, 21). El término técnico Sanedrín aparece en tiempo de Hircano II (63-40 a.C., Josefo, Ant XIV, 167ss) y llega a ser usual en la época herodiana. - Según datos rabínicos, el Sanedrín, con arreglo a Núm 11, 16, está integra­ do por 70+1 iniembros (el sumo sacerdote como presidente). Está constituido por tres facciones: por la aristocracia saducea sacerdotal, por la aris­ tocracia saducea laica y, desde los tiempos de Alejandra (75-67 a.C., Josefo, Ant XIII, 408ss), por los escribas, que eran principalmente fariseos. El Sanedrín celebra sus reuniones, según Josefo, en la |3ouXf| (Bell V, 144) o en el PouXeuTT|0iov (VI, 354) de la ciudad alta, según la Misná en el pórtico de sillares (en el atrio interior dei templo), y según el Talmud, en fecha más tardia, en la hãnút (la lonja). Entre sus competências se cuentan original­ mente la interpretación y la aplicación dei derecho civil y cultuai de la Torá, la adopción de decisiones sobre la guerra y la paz, la actividad ju­ dicial, la supervisión dei templo y la adopción de decisiones sobre la práctica religiosa (calendário, fiestas). En tiempo de los Asmoneos, la importân­ cia dei Sanedrin va disminuyendo. Herodes hace que el Sanedrín le esté sumiso, liquidando a los que se le oponlan (Josefo, Ant XIV, 175; cf. XV, 173; también Mt 2, 4ss), y se reserva para si mismo el ius gladii. Aunque los saduceos eran la facción dominante en el Sanedrin durante la época romana, sin embargo Ias decisiones importantes no se podían adoptar sin el consentimiento de los fariseos (Josefo, Ant XVIII, 17). Después dei ano 6 p.C. el Sanedrin conserva el ejercicio de la autoridad judicial y policial en Judea y Jerusalén. Pero, entre los anos 6-66 p.C. (cf. MegTaa 6), el ius gladii corresponde a los romanos (Jn 18, 31; Josefo, Bell II, 117; Ant XX, 200ss; San 7, 2; cf. jSan 1, 18a[42j; 7, 24b[48]; este punto se sigue discutiendo entre los especialistas. La ejecución de la pena capital por el Sanedrin, con excepción dei castigo por la entrada de paganos en el templo (Josefo, Bell VI, 125s), era una extralimitación dei Sanedrín en sus atribuciones (Hech 7, 54ss; Josefo, Ant XX, 200ss) o era senal de autonomia judia en tiempo de Agripa (San 7, 2; Hech 12, 2). La asamblea de doctos de Yamnia (con posterioridad al ano 70 p.C.), con su competência limi­ tada a asuntos religiosos y dependiente dei reconocimiento por los judios, se considera a si misma como sucesora dei Sanedrín. Los detalles de procedimiento se describen en el tratado de la Misná denominado Sanhedrin (San).

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cruvéSçLov

Según la Misná, a imitación dei Gran Sanedrín se constítuyeron pequenos sanedrines en Ias poblaciones de Palestina y en Ias províncias de la Diáspora (cf. Billerbeck II, 816s). 3. En Ias palabras de Mc 13, 9 par. Mt 10, 17, que reflejan Ias experiencias de la misión judeocristiana, se anuncia a los discípulos que serán entregados a los tribunales sinagogales. - En la sentencia de derecho sacro de Mt 5, 22, una sentencia chocante e inviable en la práctica forense, se afirma que Ias palabras pronunciadas con cólera hacen que la persona sea culpable y deba comparecer como reo an­ te el Tribunal dei Sanedrín de Jerusalén (clí­ max en el contexto de la frase) o ante el consejo de la comunidad cristiana. 4. Aunque los Evangelios sinópticos hacen responsable al Sanedrín de la muerte de Jesús, sin embargo este término técnico aparece ra­ ras veces en la historia de la Pasión: Mc 14, 55 par. Mt 26, 59 menciona al Sanedrín en la toma de declaración de los testigos y en el in­ terrogatório de Jesús con el fin de determinar la comisión de un delito que merezca la pena de muerte (cf. Mc 14, 64; Mt 26, 66). En Mc 15, 1 la tautología (omitida por Mateo) «y to­ do el Sanedrín», mencionada después de la enumeración de sus fracciones constituyentes, resume y acentúa el punto de vista marquino, a saber, que la suprema autoridad judia decide formular una acusación contra Jesús. I x 22, 66 modifica el tenor de la frase: «Y le condujeron a su Sanedrín» (es decir, al edifí­ cio de la asamblea). Lucas convierte la sesión nocturna (referida por Marcos) en una custo­ dia de Jesús en el palacio dei sumo sacerdote, mientras que el juicio mismo, de conformidad con Ias escenas dei Sanedrín descritas en el li­ bro de Hechos y según la ley de la Misná, comienza en la manana siguiente y no formula ninguna sentencia formal. - Jn 11, 47 sitúa la decisión dei Sanedrín de dar muerte a Jesús en una asamblea celebrada antes de los dias de Jerusalén, sin que tenga lugar más tarde un proceso específícamente judio. La cuestión histórica acerca de la función y la competência dei Sanedrín está implicada en la

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discusión histórico-jurídica acerca dei ius gladii dei Sanedrín y es importante en el diálogo entre cristianos y judios sobre la culpa por la muerte de Jesús (una discusión que a menudo tuvo matices antisemíticos y que más recientemente se orienta hacia la idea de comprender más a Jesús como parte dei pueblo judio) y entrana también cuestiones relativas a la historia de Ias tradiciones (el re­ lato pre-marquino de la Pasión, el material pecu­ liar de Lucas). La discutida culpabilidad judia por la muerte de Jesús dificilmente podrá comprobarse, si se tiene en cuenta la tendencia de los Evan­ gelios a presentar el proceso de Jesús como prototipo de la disputa cristológica entre la Iglesia y la sinagoga, y a cargar la culpa unilateralmente sobre los judios. No podemos sin más juzgar his­ tóricamente la tradición más antigua sobre la ba­ se dei derecho de la Misná o de algún supuesto derecho saduceo anterior, e intentar eliminar posibles irregularidades (noctumidad de la reunión, celebración dei juicio en el día de la preparación de la Pascua, un solo juicio oral, celebrado además en el palacio dei sumo sacerdote, lo proble­ mático de la blasfêmia). Dado el hecho de un proceso romano que implicaba la pena capital, es concebible que los sucesos desencadenados por la traición de Judas, dentro dei contexto temporal de la fiesta de la Pascua, presionaran al Sanedrín, que había deci­ dido ya aplicar a Jesús la pena capital por sus crí­ ticas dei templo. En consecuencia, el Sanedrín una de dos: o bien actuó conforme a Ias exigên­ cias dei momento (Billerbeck II, 821s) y convocó una reunión extraordinária, o bien, basándose en la acusación de que Jesús seducía al pueblo, celebró un juicio nocturno con una sola sesión (TosSan 10, 11) y decidió la ejecución en el día de la preparación de una fiesta de peregrinación, de conformidad con San 11, 4 y TosSan 11, 7 (Strobel). El Sanedrín, probablemente, dictó la senten­ cia de que Jesús seducía blasfemamente al pueblo (la pretensión de Jesús de ser el Hijo dei hombre que ha de venir a juzgar; cf. Jn 11, 48), pero luego indujo a Pilato a sacar la (falsa) conclusión de que Jesús había cometido alta traición con su actuación política. 5. En el libro de Hechos, el Sanedrín apa­ rece como un tribunal religioso con sede en el templo, y que se halla dividido, en forma sim­ plificada, entre saduceos hostiles a los cristia­ nos y fariseos que miran con benevolencia a los cristianos (5, 34; 23, 6). Los relatos quieren mostrar que hubo un aumento en Ias per-

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auvéÔQiov —OTjveíÔTiaiç

secuciones sufridas por la comunidad primiti­ va por obra dei Sanedrín (5, 21.27.41; 6, 12.15; 22, 30; 23, 1.15.20.28; 24, 20), cosa que Lucas deduce probablemente de Ias expe­ riências contemporâneas (persecución de Agripa; ejecución de Santiago) y por la bio­ grafia de Pablo. La convocación dei Sanedrín por el tribuno romano (22, 30) es historica­ mente inconcebible. Cf. también B. Reicke, Judeo-Christianity and the Jewish Establishment, en E. Bammel-C. F. D. Moule (eds.), Jesus and the Politics ofH is Day, 1984, 145152. U. Kellermann

(íTWvéÔÇlOÇ) / ffv v e ô g o ç , OV, Ó syne-

dr(i)os miembro de un consejo En Hech 5, 35 D, en lugar de Jtqòç o t x o ú ç , inserta: jt q ò ç t o Í) ç Õ Q X o v t a ç x a l t o ü ç o u v e ô q Í o u ç . auvéÔQLOÇ es una grafia errônea (cf. auvéÔQiov, V. 34) de aúveÔQOç. GNT Com sub loco.

a w E Í ô tf a iç , £fOÇ, syneidêsis conciencia (de algo), (la) conciencia, convicción 1. Aparicíón en el NT - 2. Origen dei término

m-

vEÍÔT)oiç - 3. at)VEÍÔT)aiç en Pablo - 4. anvEÍÔT]aiç en el resto dei NT. J. Blühdom (ed.), D a s G ew issen in d e r D isDarmstadt 1976; Bultmann, Teologia, 271274; H. Chadwick, G ew issen, en RAC X, 1025-1107 (bibl.); H.-I. Eckstein, D e r B e g r iff Syn eid esis hei P aulus, tesis mecanografiada Tübingen 1980; J. M. Espy, P auVs ‘R o b u st C o n scien ce'R e-exa m in ed : R. NTS 31 (1985) 161-188; P. W. Gooch, ‘C on scien ce’ in 1 Cor. 8 a n d 10: NTS 33 (1987) 244-254; Jewett, P auPs A n thropological Terms, Leipzig 1971, 402-446; M. Kãhler, D a s G ew issen, HaUe 1878 (= Darmstadt 1967); D. E. Marietta Jr., Tite N T C o n cept o f C onscience, tesis mecanografiada Vanderbilt Nashville 1959; Ch. Maurer, aóvoiôa, anv8ÍÔTi0 iç, en ThWNT VII, 897-918 (bibl.); C. A. Pierce, C o n science in the NT, London 1955; Spicq, N o tes II, 854-858; J. Stelzenberger, S y ­ n eid esis im NT, Paderbom 1961; J. Stfpien, «Syneide­

B ib l.: ku ssio n ,

sis» . L a c o n sc ie n ce d a n s P a n th ro p o lo g ie d e S a in tPaul: RHPhR 60 (1980) 1-20; R. T. Wallis y otros, The Id ea o f C onscience in P h ilo o f A lexandria, Berkeley

1975; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1274s.

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1. En el NT o u v e l ô t io iç aparece 30 veces. En los Evangehos no se encuentra ouveíÔT]oiç (prescindiendo de una variante textual en el pasaje secundário de Jn 8, 9). En el Corpus Paulinum o u v e íô t io iç aparece 14 veces; en el resto dei NT, 16 veces. Los datos estadísticos sugieren que el término auveíÔTjaiç fue introducido por Pablo en la literatirra cristiana (-> 3.C). 2. a u v e í ô q a i ç (o también t ò a n v E i ô ó ç [no aparece en el NT]) no tiene correspondência en el AT hebreo, y en la LXX aparece sólo en ejemplos aislados (Ecl 10, 20; Sab 17, 11; Eclo 42, 18). Hasta el siglo II a.C. la expresión se encuentra ra­ ras veces. Más tarde aparece con frecuencia en la literatura griega (por ejemplo, en Plutarco), en la literatura judia helenística (Filón, Josefo) y en la literatura romana (por ejemplo, en Cicerón y en Séneca) con la traducción latina conscientia. Fue quizás un término de origen popular y debió de hallarse muy difundido en la filosofia popular. 0nvEt5T]ai5, conforme al sentido fundamental dei verbo crúvoiôa, significa el «conocimiento que el hombre tiene acerca de algo». Además, ouveíôt}aiç designa la «conciencia moral» (casi siempre la conciencia que se tiene de una acción mala). 3. a) ouvEÍôqaiç aparece en la Carta primera a los Corintios en la sección en que Pa­ blo responde a la consulta formulada por los corintios acerca de si se puede comer la carne sacrificada a los ídolos (8-10); el término está introducido por jteqí en 8, 1). Los autores de la carta enviada por los corintios (en la investigación conocidos siempre como «los fuertes» [oí ôuvaTOÍ], aunque la expresión aparezca por primera vez en Rom 15,1) opinaban que era lícito comer la carne sacrificada a los ídolos (elôcuLófiuTOv). Otros corintios («los débiles», cf. 1 Cor 8, 9) tenían escrúpulos en hacerlo. Pablo está de acuerdo fundamental­ mente con los princípios expresados en la car­ ta enviada por los corintios (cf. 8, 1.4; 10, 23), pero hace que la decisión dependa en cada ca­ so de la situación: los débiles carecen dei co­ nocimiento (yvmaiç) poseído por los autores de la carta remitida por los corintios, a saber, «que un ídolo no tiene existência real» (8, 4), y, por tanto, movidos por la costumbre (dei

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cruvEÍÔTiaiç

tiempo anterior a su conversión), atribuyen especial significación a la came sacrificada a los ídolos. Por eso, al comer la came, «su auveíÔT]oiç, por ser débil, se mancha» (8, 7). Esa conciencia no se sentiría edificada preci­ samente, si los débiles vieran a «los fuertes» comiendo la came sacrificada a los ídolos (8, 10; tal vez los autores de la carta sostenían la opinión contraria). Lejos de eso, los débiles se escandalizarían y se perderían a causa de esa libertad que veían en «los fuertes» (8, 11). En tal situación, comer carne sacrificada a los ídolos, seria un pecado «contra Cristo», que murió (también) por los débiles (8, llss). En 10, 23ss Pablo vuelve a tratar dei tema de la «came sacrificada a los ídolos» y tan sólo aqui emplea cuatro veces la expresión ouveíÔT|Oiç. Da dos instmcciones (a tenor, nuevamente, de la situación); a) Los corintios pueden comprar cualquier cosa en el merca­ do, sin hacer preguntas por causa de la con­ ciencia (ôià xTiv ouvEÍÔTioiv; 10, 25s); b) los corintios, si quieren, pueden aceptar invitaciones para ir de visita a un hogar pagano y comer allí de todo, sin hacer preguntas por causa de la conciencia (ôià tt]v ouveíôtiolv; 10, 27). Pero si alguien (probablemente se refiere a un anfitrión pagano, porque ieqóDu Tov [v. 28] es el término correcto para referirse a la came ofrecida en sacrifício) hace notar que la came fue sacrificada a los ídolos, entonces ellos, «a causa de aquel que hizo tal advertência y ôtà tt]v ouveíôtioiv», no deben comería (10, 28). Aqui no se trata evidente­ mente de la ouvELÔTioiç de los débiles, sino de la dei anfitrión pagano, en cuyo concepto (lo mismo que en concepto de los débiles) el comer came de los sacrificios une con los de­ mônios a quienes la comen. Aunque, según Pablo, los cristianos son fundamentalmente libres y, por tanto, no están sujetos al juicio dictado por la ouveiô-qatç de otra persona (10, 29), sin embargo, en Ias circunstancias descritas, está preceptuado el gesto demostrativo de no comer de esa came, porque, de lo contrario, la ouveíôtioiç dei pagano podría juzgar que el acto de comer era un reconocimiento de la existência de los ídolos.

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o u v E ÍS T ja iç , en los pasajes citados anterior­ mente, significa la conciencia (propia) que actúa y juzga, la convicción acerca de una co­ sa, una convicción que brota de una determi­ nada norma y que exige una determinada conducta. En todo eUo, la anvEÍÔT)aiç es un fenô­ meno humano universal. Puede equivocarse, pero precisamente en ese caso, por el hecho de existir, tiene importância para la conducta de los cristianos (cf. los dos casos descritos en 8, 7-13 y 10, 28-30). Habrá que preguntarse si no fueron quizás los corintios los primeros en usar el término ouvEÍôrioiç en relación con Ias consultas so­ bre la came sacrificada a los ídolos (así piensa Pierce, Maurer y muchos otros). En favor de ello hablan una asombrosa acumulación dei término en 1 Cor 8 y 10, mientras que éste no aparece en la Carta primera a los Tesalonicenses, el empleo de õtà tt|v ouveíôtioiv como expresión acunada y la observación de que ouvEÍÔTjoiç no aparece en el ulterior desarrollo de 1 Cor 8 y 10, Rom 14s, sino que es sustituido por Jtíouç (14,1). Sin embargo, es­ ta atractiva conjetura no pasa de ser eso, una conjetura, porque es más probable que el ju­ dio helenista Pablo hubiera aprendido directamente este término de la filosofia popular helenística (-> 2). b) Los demás testimonios que hay dei tér­ mino en Ias cartas paulinas se entienden por el uso de o u v E Í ô q o tç en 1 Cor 8 y 10. En 2 Cor 1, 12 se habla dei testimonio de la ouVEÍÔTioiç acerca de la integridad de la con­ ducta de Pablo; en 4, 2, de la capacidad dei apóstol para recomendarse a la ouveíÔT)OLÇ de todo hombre en la presencia de Dios; en 5,11 se dice que, en sus a u v e t ô f |a E o i v , los corin­ tios saben bien quién es Pablo. En los tres lu­ gares la ouvEÍÔTioiç emite un juicio, y en 4, 2 se muestra de nuevo que la auvEÍÔT]Oiç es un fenômeno humano universal. Rom 2, 15 y 9, 1, de manera parecida a lo que vemos en 1 Cor 1, 12, contienen la idea dei testimonio de la ouvEÍôqoiç. En Rom 2, 15 está claro el papel de juzgar que corres­ ponde a la ouVEÍôqoiç, principalmente en sentido moral. Parece que, en todo ello, se es-

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auveíÔTiaiç - a\)veiaéQXO(iai

pecifica la actividad de la owaíÔT^oiç diciendo que suscita ideas de acusación y de defensa (2, 15b). Estas ideas atestiguan que la Torá resultaba ya conocida para los gentiles. Como una limitación hay que anadir que 2, 15 no debe entenderse erróneamente en el sentido de una teologia natural. Porque el fenômeno de la ouvEÍÔTiaiç descrito por Pablo, sigue teniendo carácter provisional y no se descifrará hasta el día dei juicio (2, 16). En Rom 13, 5 aparece la expresión acunada ÔLÒ TTiv ai)VEÍÔr|aiv, que habíamos encontra­ do ya tres veces en 1 Cor 10, 25-28. Hay que someterse a Ias autoridades de gobierno (Ê^ouaía) no sólo a causa de la cólera, a la que ellas representan ante los malhechores, sino también ôià xfiv onvEÍÔTioiv. La o u v e í ôqoiç es aqui la instancia interna que reconoce la necesidad de la obediência. c) Resumiendo, podremos afirmar que la OUVEÍÔriaiç no desempena un papel central en la antropologia pauUna (a diferencia de lo que sucede con JtVEij|j,a, cfaçl, x apôía, atõp,a). Incluso en el aspecto ético, o uveíô ticlç no ocupa un lugar central en el pensamiento de Pablo, porque el apóstol no apela jamás a ella como principio moral. Pablo se halla muy lejos de una compresión idealista de la ouVEÍÔT]CHç como la voz de Dios. En general, los remordimientos de la conciencia son para él una idea extrana (cf. R. Stendahl: HThR 56 [1963] 199-215). Pablo tomó el concepto directamente de la filosofia popular helenistica (menos probablemente de los cristianos de Corinto) y lo situó cada vez en un nuevo con­ texto de enunciados (->■ a.b), sin modificar su significado fundamental (->• 2).

bla siempre de la ouveÍòtioiç atribuyéndole un papel central, y, nuevamente a diferencia de Pablo, el término refleja siempre la firme vinculación con la moral. Esto se puede expli­ car únicamente como «una senal de la trasformación de la comprensión ininterrumpidamente escatológica dei mundo en una visión que debe contar con el hecho de que, de mo­ mento, el mundo va a seguir siendo lo que es (y de que los cristianos han de seguir existiendo en él)» (M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe^ [HNT], 17). Aunque este uso de a n v E Í ô r |a iç refleja un proceso de desarrollo interno de la Iglesia, que tiene su punto de partida en Pablo, vemos no obstante que en dos pasajes de los escritos postpaulinos, en los que anvEÍÔ T ]atç se emplea en sentido absoluto, hay un retomo independiente al lenguaje helenístico que se ve en Pa­ blo: Heb 10, 2 {«.conciencia de pecados», cf. Filón, Det 146) y 1 Pe 2, 19 {«conocimiento acerca de Dios»; de manera distinta piensa L. Goppelt, Der erste Petrusbrief[KEK], 194ss). G. Lüdemann OUVEIÔOV syneidon observar, darse cuenta

Aoristo segundo de -+ auvoção).

(I) syneimi estar con* Compuesto de ->• eI[í í : L c 9, 18: ouvíjoav aÚTcp, «estaban con él»; Hech 22, 11: oí ovvóvTEÇ, «los que estaban con(migo)». (TÚVEljW.l

(II) syneimi reunirse, juntarse* Compuesto de Eipi («ir, venir»): Lc 8, 4: 4. Al exponer el sentido de la ouvEÍÒTjaiç ouvióvToç ôè õyXov jtoXX.oõ, «reuniéndose en los demás escritos dei NT, hay que partir una gran multitud». de la observación de que el término o u v e Í ôt )oiç aparece acompanado predominantemente 0W EUy£Q)(Ofiai syneuserchomai entrar por atributos fijos como àya'&f| (Hech 23, 1; juntam ente con* 1 Tim 1, 5.19; 1 Pe 3,16.21), xafl-aQÓ (1 Tim Según Jn 6, 22, Jesus no había entrado en 3, 9; 2 Tim 1, 3), xaXt) (Heb 13, 18; cf. 9, la barca junto con sus discípulos (ou onv9.14), âjtQÓaxojioç (Hech 24, 16) o JtovqQÓ EiofjX^&Ev... ÊLç xò jtXoLOv); 18, 15: anv(Heb 10, 22). Vemos, pues, que en los escritos EiofjXOEV... Etç xfiv aíiXfiv. postpaulinos, por contraste con Pablo, se ha(TÚVElfil

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o u v é > c Ô T ] |j , o ç -

synekdêmos c o m p a nero de viaje* En Hech 19, 29 se habla de los companeros de viaje de Pablo en Efeso; en 2 Cor 8,19, dei companero de viaje (oficial) designado por Ias comunidades (macedónicas) para la labor de la colecta (cf. 8, 18; 12, 18), seguramente como auxiliar y como administrador al mismo tiempo (colabora con otro hermano más [8, 22; ambos como àjtóoxoXoi EXxXT]aic5v, 8, 23] y con Tito [8, 6.16; ouveQyóç de Pablo, 8, 23]). a v v É x ã tm o ç , OV, Ó

(ruvexXexTÓç, 3 syneklektos elegido junto con* 1 Pe 5, 13: f| èv Ba|3uX,cõvL (v.l. èxxX,T]oía) 0uv8x)v.exxf|, «la (comunidad) elegida junta­ mente con (vosotros) en Babilônia (= Roma); cf. la referencia a los destinatários como âxIexTol, 1,1; âxivExtíi xuQÍa y fi àôei^cpf) t) èx)i,EXtr| como designación de comunidades en 2 Jn 1, 13; kvXEmòç 5.

1586

cru v E Q y ó ç

o v v e j t i t i d e n a i synepitithemai p o n e r j u n ­ ta m e n te la m a n o , p a rtic ip a r, a ta c a r ju n ta ­ m e n te *

La voz media aparece en sentido absoluto en Hech 24, 9: ouvenéOevTO ôè x a l oi ’IouôaiOL, «y los judios también se unieron en / apoyaron (la acusación, cf. vv. 2.8)». aD vé:i:o fiai synepomai

a c o m p a n a r, h a lla r-

s e e n tr e lo s q u e a c o m p a n a n a a lg u ie n *

En Hech 20, 4 dícese de los que acompanaron a Pablo en su último viaje de Grécia a Jerusalén: ouveuteto ôè aÚTw... OVVEQYé® synergeõ colaborar, cooperar, ayudar OUVEQYÓÇouvEQYÓÇj 2 synergos c o l a b o r a d o r * synergeõ c o l a b o r a r *

o u v e q y É üO

0WE>tJlOQ£Í)OfAai sunekporeuomai salir junto con Hech 3, 11 D y otros. Sobre los problemas topográficos relacionados con esta variante textual, cf. GNTCom sub loco. OUVeXavvO) synelaunõ impulsar, instar Hech 7, 26 v.l. (ouviíXaoev) en lugar de auvaÀ,)táoaco. OWEJtl^agTVpECO synepimartyreõ

te s ti­

f ic a r a l m is m o tie m p o , a p o y a r e l te s tim o n io *

En Heb 2, 4 dícese de Dios, quien testijicó al mismo tiempo / apoyó el testimonio de la salvación en Cristo (auveJupagTUQOüvtoç TOõ -deou); cf. 1 Ciem 23, 5; 43, 1; Arist 191. ThWNTIV, 516. O U V E n iíffX O n iO Ç , 0 1 ) , Ó

synepiskopos

com ­

p a n e ro o b is p o

Flp 1, 1 èjtioxójtoiç.

K 33 y otros, en vez de oòv

1. Aparición en el NT y significado fuera de los tex­ tos paulinos - 2. El uso en Pablo - 3. Consideraciones históricas. B ib l: G. Bertrtim, o u v e Q y ó ç xtli., en ThWNT IV, 631-653; H. Conzelmann, G eschichte des U rchristentum s (NTD Ergãnzungsreihe 5), Gõttingen '*1978, 140143; E. E. Ellis, P a u l a n d H is C o-W orkers\ NTS 17 (1970-1971) 437-452; E. Lohse, D ie M ita rb eiter des A p o steis P aulus im K o lo sse rb rie f en F S Stãhlin, 189194; W.-H. Ollrog, P a u lu s u n d se in e M ita r b e ite r (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979; G. Schille, D ie urchristliche K ollegialm ission (AThANT 48), Zürich-Stuttgart 1967, 25-109; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1274.

1. En el NT, el adjetivo, usado siempre sustantivadamente, aparece 13 veces, once de ellas en Ias cartas de Pablo, y en Col 4, 11 y 3 Jn 8. El verbo aparece 3 veces en Pablo y en Mc 16, 20 y Sant 2, 22. - El grupo de palabras se halla atestiguado no raras veces en el griego profano; designa en él la acción de «cola­ borar» o de «trabajar juntos» en diversas cir­ cunstancias. Referido a personas, designa «el apoyo, la ayuda o el interés» de una persona (o de un dios) hacia otra persona. Este signifi­ cado aparece 4 veces en el NT; prescindiendo

1587

auvEQYOç

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tido, Pablo mismo no es más que un «colabo­ rador al servicio de vuestro gozo» (2 Cor 1, 24), y exhorta tan sólo «como quien colabo­ ra» (2 Cor 6, 1), como quien está junto a y no por encima de todas aquellos hombres y mujeres que, en la labor misionera «en Jesucristo» (Rom 16, 3), cooperan con él (Rom 16, 9.21; Fim 1.24). 2. En todos los demás lugares en que se ha- Ser colaborador, colega de misión, significa llan atestiguados los términos, y que proceden aceptar sobre sí trabajo, esfuerzo, lucha y pri-todos ellos- de los escritos paulinos (o in­ vaciones; a Epafrodito, de Filipos, Pablo le fluídos directamente por Pablo: Col 4,11), los llama «mi hermano y colaborador y companetérminos ouvEQyóç y ouvepYÉco tienen otro ro de lucha» (Flp 2, 25). Evodia, Síntique (4, significado distinto, que es específico y que 2), así como «Clemente y mis demás colabo­ no vuelve a aparecer ya en los escritos postradores» fueron «mis companeros en la lucha paulinos: sirven para calificar a una persona por el evangelio» (4, 3); a todo el que colabo­ que, con Pablo y lo mismo que Pablo, trabaja ra y se esfuerza en la labor misionera» (como por encargo de Dios en la «obra» (-»• eqyov se dice con un pleonasmo), hay que tributarle [4]; 1 Cor 3, 12-14: Flp 2, 30) de la proclaen Corinto el debido respeto (1 Cor 16, 16). mación misionera. El auvEQyóç es el colabo­ rador, el que misiona conjuntamente, el cole­ 3. La importância de los colaboradores de Pa­ ga de Pablo en el trabajo o en la misión: «So­ blo apenas se ha examinado hasta ahora y se ha estimado en su justo valor en relación con la exémos colaboradores al servicio de Dios» (1 gesis paulina y la historia de la misión de Pablo. Cor 3, 9; no sinergísticamente: «colaborado­ Nada menos que dieciséis personas son llamadas res de Dios», como muestra claramente el explícitamente por Pablo «colaboradores» suyos, contexto al acentuar la autoria de Dios en la y en el caso de otras veinte a veinticinco perso­ labor misionera, y la responsabilidad que a nas, entre hombres y mujeres, el entorno lingüíscada uno le incumbe por su labor y el examen tico y situacional sugiere esta misma condición. El libro de Hechos y Ias Pastorales han retenido de que va a ser objeto la labor de los colabo­ este hecho y anaden más de quince nombres. El radores en la presencia de Dios, cf. 3, 5-15). hecho de que Pablo se rodeara de tantos colabo­ El ouvEQYÓç no es tampoco el «auxiliar», el radores no tiene paralelos en la misión dei cristia­ «oficial» o el «servidor» de Pablo, como el nismo primitivo. término viene traduciéndose erroneamente Con Bemabé, luego con Silvano y Timoteo, y una y otra vez. finalmente con solo Timoteo, es decir, en el sen­ tido dei principio dei AT de que una afirmación Y, así, Timoteo es recomendado como «el debe quedar acreditada por la declaración de dos colaborador (por encargo) de Dios en el o tres testigos (Dt 17, 6, y otros textos; cf Mc 6, evangelio» (1 Tes 3, 2 [hay variantes textua7; Hech 1, 23 etc.), Pablo emprendió sus viajes les]; la lectura variante ôiáxovoç acentúa misioneros, durante los cuales proclamaba el rei­ más vigorosamente aún la idea dei encargo no de Cristo y, al mismo tiempo, fundaba comu­ recibido, pero es virtualmente idêntica en nidades cristianas. Por eso precisamente tales co­ cuanto al significado). Se describe a Tito co­ laboradores aparecen en los praescripta de Ias cartas (en cuanto se conservan cartas de esa épo­ mo «mi amigo y colaborador en lo que resca): esas personas, como socios de la labor, son pecta a vosotros» (2 Cor 8, 23; aqui se distin­ corresponsables de la obra misionera paulina. gue entre la relación personal y la designaPablo encontró más o menos casualmente a alción de la función). Los judeocristianos de gunos de esos colaboradores. Cada uno trabajaba Colosas, a quienes se envían saludos, son de­ independientemente, aunque de manera unânime, nominados «colaboradores en lo que conciery durante algún tiempo unos con otros (por ejemplo. Apoio, Prisca y Aquila). Tito fue especialue al reino de Dios» (Col 4, 11). En este sen­

de Rom 8, 28, se encuentra únicamente en es­ critos no paulinos. En consonância con ello se dice en Sant 2, 22: «Ves que la fe y Ias obras cooperan en él»; en Rom 8, 28: «Para aquellos que aman a Dios, todo coopera para el bien»; en Mc 16, 20; «en lo cual Dios les asistía»; en 3 Jn 8: «auxiliares de la verdad».

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ativeQyóç —auvECTO-íco

mente importante para la obra de la misión paulina. Pablo consiguió su colaboración para organi­ zar entre Ias comunidades cristianas gentílicas la colecta en favor de los judeocristianos «pobres» de Jerusalén (2 Cor 8, õ.lO.lós; 12, 17s). La gran mayoría de los colaboradores de Pablo procedían de Ias comunidades fundadas por él, todavia recientes. Como delegados y en representación de sus respectivas comunidades (ÚJtÈQ úpcõv, Col 1, 7; 4, 12s; cf. Fim 13), colabortffon durante cierto tiempo en la misión con Pablo, compensando con ello <do que faltaba» en sus co­ munidades (1 Cor 16, 17; Flp 2, 30), y regresaron luego a sus respectivas comunidades (1 Cor 16, 15-18; Flp 2, 25-30; Col 1, 7s; 4, 12s; Fim 13). A través de los «delegados de Ias comunidades» (àjtóoToXoL èHJcXqoitbv, 2 Cor 8, 23; cf. Flp 2, 25), éstas se hallaban presentes en la labor misionera de Pablo y manifestaban con ello su corresponsabilidad -como miembros dei Cuerpo de Cristo- en la edificación dei reino de Dios. W.-H. Ollrog awÉQXOM'®*' synerchomai reunirse, congregarse, estar juntos* En el NT el verbo aparece 30 veces, espe­ cialmente en el libro de Hechos (16 veces) y en la Carta primera a los corintios (7 veces, 5 de ellas en el capítulo 11 [vv. 17.18.20.33,34] y en 14, 23.26); en ningún otro sitio vuelve a aparecer en Pablo. odvéqxoM'®'' significa en general reunirse, congregarse, acudir en masa: Mc 3, 20 (ÔxX.oç); Lc 5, 15 (õxX,oi JtoX)toí); Jn 18, 20 (Jtávxaç ol lonôm ot); Hech 2, 6; 5, 16 (xò jtLfjdoç); 10, 27 (rtoXXoí); 16, 13 (YUvaíxEç); 19, 32 (oí nXetouç); 28, 17 (oí õvxEç xcõv ’Iouôaíü)v JtQmxoi); dícese de la reunión dei Sanednn en Mc 14, 53; Hech 22, 30; de la reunión de los discípulos en Hech 1, 6; congregarse en un lugar (ouvépXOftai èvDáôe), Hech 25,17. Con dativo significa venir / ir con alguien, acompanar a alguien: Lc 23, 55 (unas mujeres habían venido con Jesus); Hech 1, 21 (unos discípulos con el grupo de los Once); cf. además Jn 11, 33; Hech 10, 23.45; 11, 12; 21, 16 (ouv f|ptv); en sentido figurado, «ir al trabajo junto con alguien (ouvÉQXopai... elç xò ÊQYov)», 15, 38; reunirse con alguien, ir

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adonde alguien, 9, 39). - Dícese de Ias rela­ ciones sexuales o conyugales, Mt 1 , 1 8 (jtQiv f ) o u v e X.O e í v auxoúç); 1 Cor 7 , 5 v.l. (èitl xò auxò auvéexoM‘«0; cf. Prov 5, 20; Sab 7, 2; Filón, Virt 40, 1 1 1 ; Josefo, Ant VII, 1 6 8 ; en los papiros se lee: onvÉQXOFOd’ (JtQÒç yápov), «casarse», cf. Preisigke, Wõrterbuch II, s.v. En Pablo ouvéQxopat es un tecnicismo pa­ ra designar la reunión I la asamblea de la comunidad; ouvÉQXoitat èv èxxlcrioía, «reunir­ se en asamblea de la comunidad», 1 Cor 11, 18; èàv... ouvéX,'&'n ^ èxxÀT]aía õLt] EJtl xò auxó, «cuando toda la comunidad se reúne (en el mismo lugar)», 14, 23; cf. 11, 20; también Bem 4, 10; oxav ouvéqxti0'&e, 1 Cor 14, 26. La intención con que se reúne la co­ munidad puede indicarse mediante un elç con sentido final: eIç xò q)aY£Ív, 11, 33; pf) eiç XQipa, H, 34; de Ias consecuencias no inten­ cionadas: OÚX EIÇ xò X0ELOOOV àXkà EIÇ xò rjooov, 11, 17. ThWNT II, 682. H. Balz ODVEWftíto synesthiõ com er juntam ente con*

En el NT el verbo aparece 5 veces: dícese que Jesus comia con los pecadores, en Lc 15, 2 (ouv£0'&íei aú xotç); se habla de que los «testigos» comieron con el Resucitado, Heeh 10, 41 (ouvEcpáYopev x a l ouVExcíopev a ú xõ), cf. 1,4: ->• ouvaÀíÇopai); se dice que Pe­ dro comia con los incircuncisos, 11, 3, y con los gentiles, Gál 2, 12. Según 1 Cor 5, 11, los corintios deben rehusar la comunión de mesa con los miembros de la comunidad que han recaído en una conducta anticristiana (pT]Ô£ OUVEO^LEiv), lo cual debe entenderse en sen­ tido general y no sólo en lo que respecta a la Cena dei Senor (cf. 5, 9: pf] ouvavapÍYVUO#at). V. Parkin, StEv III, Berlin 1964, 250253; F. MuBner, Mysterium der Gnade {FS f. J. Auer), Regensburg 1975, 92-102; H. Wagenhammer, «Das Wesen des Christentums ist OUVEa'0'LEiv». Bemerkungen zu einem Programmwort, en FS Mufiner, 494-507.

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awveaiç,

ouveaiç —oi)V8vcox£0 |j,ai

ew ç , ií synesis entendimiento, inteligência, comprensión, juicio* En el NT el término aparece 7 veces; es frecuente en la LXX, especialmente en los escri­ tos sapienciales, cf. Sal 110, 10 LXX; Prov 2, Iss; Eclo 5, 10; 34, 11; casi siempre se trata de la inteligência (que Dios proporciona) para comprender los actos y la voluntad de Dios. En Mc 12, 33 se recogen Ias tres expresiones dei Shema (Dt 6, 5 LXX; xaQÔía, rJJUXTÍ, ôúvapiç) por medio de x a ç ô ía , oúveoiç e loxnç, sustityendo onvEoiç a tlruxil y ôiávoia con respecto a lo que se dice en Mc 12, 30. Los vv. 30 y 33 delatan un lenguaje helenístico (cf. G. Bomkamm, Estúdios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 175s); OÚV801Ç, junto a x a p ô ía e loxiJç, se refiere a la totalidad dei hombre conprendiendo su vo­ luntad, su juicio y su acción. Lc 2, 47 emplea oúveoiç en el sentido de comprensión, juicio. En 1 Cor 1, 19 f] aúveaiç Tóõv auvexôõv, en cita de Is 29, 14, se re­ fiere críticamente a «la inteligência de los listos», que se nutre de la ootpía xoü xóopon (cf. 1, 20) y con ello está sujeta al juicio de Dios y a su condenación; esa inteligência no puede entender la palabra de la cruz. oúveoiç se emplea, por lo demás, para referirse a la inteligência de los creyentes: crúveaiç èv T® puoxTiQÍo) xoü X q io x o ü («en el mistério de Cristo», una inteligência recibida por revelación), Ef 3, 4 (cf. v. 3); o úveoiç èv Jtãoiv, «recta comprensión en todas Ias co­ sas», 2 Tim 2, 7; Tíãaa ooq)ía x a i o úveoiç rcveopaxixij, «toda sabiduría e inteligência obradas por el Espíritu», refiriéndose al conocimiento de la voluntad de EÜos, Col 1, 9 ( o ú ­ veoiç aparece también junto a ooqpía en Dt 4, 6; Dan 2, 20; Josefo, Ant VIII, 24; cf. también Ef 1, 8). En Col 2, 2 la frase jxXoüxoç xfjç JtitTiQotpoQÍaç xfjç onvÉOECoç, «riqueza de la plenitud dei entendimiento» (de tenor pareci­ do a Ef 3, 4), se refiere al «conocimiento dei mistério de Dios, es decir, de Cristo». Esta comprensión dei significado salvífico de Cris­ to (por contraste con la falsa doctrina, Col 2, 8) es lo que constituye, junto con la àvájtTi, la recta postura de los creyentes; tiene su sede

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en la xaQÔía. TbWNT VII, 886-894; DTNT IV, 15-17. H. Balz ffWETÓÇ, 3 synetos inteligente, entendido, prudente* En Mt 11, 25 par. Lc 10, 21 se menciona a los onvExoL junto a los ooqpoí para referirse a los inteligentes (dei mundo); no va dirigida a ellos la revelación, sino a los vf|JUoi. De manera parecida en 1 Cor 1, 19 o ú v e o iç xóbv ouvExcõv junto a ooqpía xc5v ooqpmv (cita de Is 29,14 LXX). Hecb 13, 7 emplea el término en sentido positivo, al decir de Sérgio Pablo que es àvf)Q ouvEXÓç, «bombre inteligente / prudente», es decir, que está dispuesto a escucbar el mensaje de Pablo y Bemabé. TbWNT VII, 886-894; TbWNT II, 1294-1296. OW EVÔoxéo) syneudokeõ com placerse (igualm ente), aprobar, asentir, estar de acuerdo* En el NT el verbo aparece 6 veces: aprobar (xolç EQYOiç xcõv JtaxEQmv), Lc 11, 48; estar de acuerdo (con el asesinato de Esteban), Hecb 8, 1; 22, 20; asentir, aplaudir, Rom 1, 32. Refiriéndose a un cónyuge incrédulo se dice: onvEuôoxé® o I x e i v [tExá xivoç, «desear igualmente (seguir viviendo con)», 1 Cor 7, 12.13, en todo lo cual se presupone que el deseo de seguir conviviendo parte inicialmen­ te dei cónyuge creyente, cf. vv. 15s. avvEVíOXEO^ai syneuõcheomai banquetear con, celebrar festines con* En 2 Pe 2, 13 dícese de los falsos maestros que banquetean / celebran festines (a plena luz dei día) con los cristianos. Algunos ma­ nuscritos (A*^ B 'P y otros) leen aqui èv xaíç àYÓJtaiç (en vez de èv xatç ÕJtáxaiç) y piensan, por tanto, en Ias comidas comunitárias, tal y como se presupone también en Jds 12; oi èv xaiç àYÓJtaiç úptõv... onvEnmxo't>liE'voi úpív. Cf. W. Scbrage, Der zweite Petrusbrief und der Judasbrief {KID 10), sub loco.

ai)ve(píaTT](i,i —cruvriôeia

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a v v £ q )ía T tm i synephistêmi alzarse simultáneam ente, ponerse al m ism o tiem po contra* En Hech 16, 22, con jta tá y genitivo, dícese de la multitud (õy^oç). que (con los amos de la adivina) se puso al mismo tiempo en contra de Pablo y Silas. o u v é /to synechõ m antener junto, cercar, mantener cautivo; prender, acosar, domi­ nar* B ib l : Bauer, W õrterbuch, enThWNTVn, 875-883.

s.

v.; H. Kõster, uuvéxío,

1. En el NT auvéyü) se halla atestiguado 12 veces, principalmente en los escritos de Lucas (6 veces en el Evangelio, 3 en Hechos), y también aparece 2 veces en Pablo y una en Mateo. Sobre los testimonios profanos, veterotestamentarios y judios dei verbo, cf. Kõs­ ter, 875-880. 2. Así como el verbo ouvéxcu se halla docu­ mentado relativamente raras veces, así tam­ bién los puntos principales de su valor semân­ tico y enunciativo se encuentran sumamente dispersos y son muy variables. a) Lucas emplea el verbo en el sentido de acosar, cercar, refiriéndose a Jesus en Lc 8, 45 y con una nota negativa y polêmica en 22, 63 (en el relato de la Pasión), con una amplificación y acentuación hostil, refiriéndose a la destrucción de Jerusalén, en 19, 43. El texto de Hech 7, 57 puede considerarse como un caso limite de sentido literal y metafórico: los enemigos de Esteban mantienen tapados sus oídos, como senal de sordera y de endurecimiento en un sentido más profundo. b) Como una especie de tecnicismo, ouvéx® puede usarse para describir los sintomas de determinadas enfermedades, que dominan y oprimen al hombre (Lc 4, 38; Hech 28, 8; Mt 4, 24), y se refiere también a estados de ansiedad (Lc 8, 37). c) En sentido amplio, Pablo se halla domi­ nado / absorto por su tarea de proclamar la

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palabra (Hech 18, 5), como persona a quien apremia el amor de Cristo (2 Cor 5, 14), y a quien ese amor le presiona tanto hacia el Senor como hacia la comunidad (Flp 1, 23). d) Lc 12, 50 habla en sentido figurado dei ansia que insta a Jesus (ouvéxopai) a recibir el bautismo que ha de realizarse en él. Aqui puede expresarse tanto el compromiso radical de Jesus con su misión, asociado con una re­ ferencia encubierta al martírio de su muerte (así piensa Kõster, 882s), como también la aflicción y angustia humana que Jesús siente ante la suerte que le espera (cf. la traducción que ofrece la versión alemana «Einheitsübersetzung»: Ich bin sehr bedrückt, «Tengo una gran pesar»). Estos dos aspectos, considera­ dos incluso desde la perspectiva dei significa­ do dei término, no deben excluirse; la misión, en cuyo cumplimiento se halla Jesús total­ mente concentrado, está asociada, iqué duda cabe!, con ansiedades y limitaciones humanas (cf. Lc 8, 37). A. Kretzer

a v v tíÔ O fia i synêdomai regocijarse con, asentir gozosamente, felicitar, regocijarse enteramente* En Rom 7, 22 ouvr|ôo[Aai trô vópcp signi­ fica en sentido intensivo: «Me regocijo ente­ ramente (en mi interior) por la ley», o bien (lo que es más probable, teniendo en cuenta el verbo oúpqjTipi, v. 16): «Asiento gozosamen­ te a la ley...».

o v v T |d E ia , a ç , synêtheia costum bre, hábito, práctica* En el sentido de costumbre, práctica, en Jn 18, 39 (sobre la cuestión de la amnistía con­ cedida por Pascua, cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, Barcelona 1980, sub loco) y en 1 Cor 11, 16. onvfiOeia xoõ elôtáXou en 8, 7 significa; «la costumbre de adorar a los ídolos / el trato habitual con los ídolos».

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owifiX.imá)tT|ç - owÍTiiAi

owtlÀ.lxuÓTTiç, o v , ó synêlikiõtSs persona de la misma edad, contemporâneo* En Gál 1, 14 Pablo contempla retrospecti­ vamente su vida anterior (de unos 20 anos atrás), antes de recibir su vocación. Durante todo ese tiempo, por su ceio especial, aventajaba notablemente a «muchos contemporâ­ neos» suyos en cuanto al judaísmo.

O w d á jlT M synthaptõ sepultar con, sepul­ tar juntamente* En el NT el verbo se encuentra únicamente en sentido figurado; en Rom 6, 4 se dice que los cristianos están sepultados juntamente con Cristo por medio dei bautismo en su nombre (auv8Táçpiip,EV oúv aírrcp). Se entiende por ello que los cristianos han muerto definitiva­ mente al pecado (cf. v. 2; àjtE^ávopev xfj ótpaQTÍa), lo cual tiene su confirmación en el hecho de estar sepultados (cf. 1 Cor 15, 4), y hace a la vez que los cristianos, por la novedad de sus vidas, participen en la resurrección de Cristo de entre los muertos; ->■ aúptpuTOÇ, auvajtoílvfioxüc), oúv 4. Según Col 2, 12 el estar bautizado obra al mismo tiempo el estar sepultado y el haber resucitado con Cristo por medio de la fe en el poder dê Dios, que resucitó a Cristo de entre los muertos (cf. 2, 20); cf. E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, sub loco-, ouvêyeÍqcd. ThWNT VII, 786, 790s, 793; X, 1273 (bibl.). ollv d X áco synthlaõ aplastar juntam ente, destrozar, hacer pedazos* En Lc 20, 18a dícese que todo el que caiga sobre la piedra angular (Cristo, v. 17; cf. Sal 118, 22; posiblemente también; el que tropiece con esa piedra angular o caiga sobre ella, cf. Is 8, 14s); quedará hecho pedazos / se destrozarâ (auvOÀ.aaOfiaExaL); es probable que esta expresión se haya recogido secundaria­ mente, de Lc 20, 18, en Mt 21, 44 Sin B C L W y otros. La imagen de la caída sobre la pie­ dra y de la caída de la piedra sobre algo (Lc 20, 18b, cf. Dan 2, 35s.45s) podría estar rela­ cionada con un provérbio judio, que constitu-

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ye posiblemente el fondo de MidrEst 7, 10 a propósito de 3, 6; «Si la piedra cae sobre el puchero, jay dei puchero! Si el puchero cae sobre la piedra, jay dei puchero! De una u otra manera, jay dei puchero!». Pero podría estar asociada también con la imagen dei ata­ que (hostil) contra la piedra angular y de la caída de la piedra, según Dan 2. a'UV'9'XíP(0 synthlibõ apretar (alrededor), apretujar, oprimir* En Mc 5, 24.31 dícese de la (gran) multitud lòx^oç [jtoÀ.úç]) que apretuja / se apina en tomo a Jesús (con acusativo). truvdQIJJtTO} synthryptõ destrozar, pulverivar; ablandar, cansar* En Hech 21, 13 en sentido figurado; o u v ■frQbjtxto XT]V x a Q Ô í a v , «ablandar / cansar el corazón», en el sentido de «apremiar intensa­ mente a alguien para que adopte una decisión»; es posible también la traducción «rom­ per el corazón» (con tristezas, cf. x X a ío v x E ç ) . syniSmi darse cuenta de, enten­ der, comprender* 1. En el NT el verbo aparece 26 veces, 18 de ellas en los Evangelios (9 veces en Mateo, 5 en Marcos, 4 en Lucas, ninguna en Juan), 4 en Hechos; en la literatura epistolar, aparece únicamente 2 veces en Romanos, en 2 Cor 10, 1 2 y e n E f 5 , 17. Tan sólo en Hech 7, 25a se trasmiten claramen­ te Ias formas dei verbo con su conjugación atemática en -ÍTjpi (infinitivo onviévai); con desviaciones en los manuscritos, también en Lc 24, 45; cf. Mt 13, 19.23 (participio auvisiç); 2 Cor 10, 12 (indicativo ouviãotv) y passim. Junto a ellas aparecen también formas de la nueva conjuga­ ción en -teu, por ejemplo, en Mt 13, 13 (indicati­ vo ouvíonoiv); Rom 3, 11 (participio cruvícov). A ambas formas básicas de conjugación pertenecen el indicativo (o imperativo) ouvÍExe en Mt 15, 10; Mc 8, 17.21; Ef 5, 17, y el subjuntivo ouvícooiv (o auvitõaiv) en Mc 4, 12; Lc 8, 10; cf. ade­ rnas Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); BlaB-Debrunner § 94, 3 con Ias notas 6s; ThWNT VII, 890s.

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auviTifii

ouvÍT][Ai significa originalmente «reunir» (Homero, II 1, 8), pero en el NT se emplea siempre en sentido figurado. Tan sólo raras veces onvÍTipi significa en sentido general comprender o entender (Hech 7, 25 [bis]; 2 Cor 10, 12 [se omite en D* F G y otros]). Más bien se usa de manera predominante (como casi siempre en la LXX) para referirse a la palabra de Dios o al mensaje y la actividad de Jesús. La tradición dei AT tiene un eco en ci­ tas y alusiones: Is 6, 9s / Mc 4, 12 par.; cf. 8, 17.21; Hech 28. 26s;Is 52, 15LX X /R om 15, 21; Sal 13, 2 LXX/ Rom 3,11. 2. En la tradición sinóptica, el encargo pro­ fético de endurecer (Is 6, 9s) desempena un gran papel. Así como Dios mismo rehúsa que su pueblo comprenda y entienda (axonoexe x a l ot» pf] onvfÍTE, 6, 9; pf|jtoT8 tt] x a p ô i a onvcõaiv, 6, 10) y no hace posible que tengan un nuevo comienzo total, así también Jesús -según Mc 4, 12 (redaccional)- habla a los de fuera en «parábolas» para hacer que ellos, a pesar de oír, no puedan comprender (el mis­ tério dei reino de Dios; iv a ... à x o n o v r e ç àxonmoLV xaL pf| onviõiaiv). La denomina­ da «teoria [marquina] de Ias parábolas» pertenece al conjunto de la concepción marquina acerca dei «mistério mesiánico» y, con ayuda de la cita de Isaías, procura aclarar el rechazo dei mensaje de Jesús por su pueblo, explicándolo como efecto de la voluntad misma de Dios (cf. además W. Marxsen: ZThK 52 [1955] 255-271; G. Haufe; EvTh 32 [1972] 413-421; H. Râisânen, Die Pambeltheorie im Markusevangelium, Helsinki 1973; J. Gnilka, El evangelio según san Marcos I, Salamanca 1992, sub loco [bibl.]). Una idea correspondiente a esta noción marquina básica se encuentra también en los enunciados acerca de la incomprensión de los discípulos. Según 6, 52 (redaccional), el pro­ fundo asombro de los discípulos (al ver a Je­ sús caminando sobre Ias aguas) es expresión de lo endurecido de su corazón y de que no comprendieron el milagro de la multiplicación de los panes; oú yàp cruvfjítav èni xoíç ÕQXOiç. Cf. 8, 17 (otjjtcü voEixe onÔè ouvíe -

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alusión a Is 6, 9s y Jer 5, 21 incorporados en Mc 8,18); 8, 21 (oüjtco o n v Í E x e ; ) . Tan só­ lo desde la perspectiva de la cruz y de Ia resurrección, los discípulos llegan también a una fe que comprende. Mateo refuerza los enunciados marquinos dei lenguaje enigmático y endurecedor que se expresa en parábolas (y que va dirigido al pue­ blo), por cuanto, yendo más allá de Marcos (compárese Mc 4,12 [onví-qpi] con Mt 13,13 [onvíripi]), vuelve a citar, esta vez in extenso, el pasaje de Is 6, 9s LXX (anvÍTipi, Mt 13, 14.15). Inserta también, yendo otra vez más allá de Marcos, el verbo cruvÍT]|ii en la parábo­ la de Ias cuatro clases de terreno (Mt 13, 19. 23), de tal manera que en ella se realza más vivamente lo que se dice acerca dei «oír» y en­ tender o no entender. Por tanto, mientras que a los de fuera no les es dado entender el mis­ tério dei reino de Dios (13, lls.34), los discí­ pulos llegan a comprender, cf. 13, 51; anvijx a x E x a n x a J t á v x a ; Xéyovaiv a u x õ i ' vau. Mateo omite Mc 6, 52, y habla, en cambio, de que los discípulos se postran ante Jesús y le confiesan como el Hijo de Dios (Mt 14, 33). De manera parecida se corrige Mc 8, 17.21; en ambos pasajes Mateo acentúa el marquino onvÍT||j,L y el enunciado sobre el endurecimiento, que está asociado con él (cf. Mt 16, 9.11), mientras que hace que finalmente los discípulos comprendan el sentido de Ias palabras de Jesús: xóxe anvfjxav... (16, 12; cf. también 17, 13; xóxe auvfjxav oi paDrixaí). Por tanto, a diferencia dei pueblo, los discípulos no están amenazados constante­ mente por el endurecimiento y el no entender, sino a lo sumo por la -> ôkiYomoxía (2), es decir, por la falta de confianza, una falta que ellos superan con la ayuda de su Senor. Lc 8, 9.10 recoge en forma debilitada y abreviada lo que se dice en Mc 4, lls . La in­ comprensión de los discípulos (según Marcos) se refiere, desde la perspectiva de Lc 18, 34, a los sufrimientos dei Hijo dei hombre según Ias Escrituras (xal anxol onôèv xoúxcov onvfjxav); tan sólo el Resucitado abre la mente de los discípulos para que comprendan Ias Escri­ turas (xoõ onvLÉvai xàç YPtxtjpáç), Lc 24, 45.

xe;

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aUVlTlJU - OTJVlOTTlJil

La O1JVE01Ç de Jesús (Lc 2, 47; cf. v. 52) se halla en contraste, según 2, 50, con la falta de comprensión de sus padres, a quienes Je­ sús, no obstante, se somete (v. 51). El enunciado dei AT sobre el endurecimiento se encuentra también en Hech 28, 26.27 (cita de Is 6, 9s), que habla dei rechazo de los judios de Roma, que no quieren aceptar el mensaje de Pablo; con ello se abre definitiva­ mente el camino de la salvación para los gentiles (28, 28). Pablo entiende la comprensión (dei plan di­ vino de salvación) como un don que el men­ saje de salvación comunica precisamente a quienes (hasta entonces) no habían oído hablar de Dios ( o í oiní à x q x ó a o L V o n v i j o o n o i v , Rom 15, 21; cita de Is 52, 15 LXX). Nadie por sí mismo es «justo» y nadie es capaz de entender ( o ú x E o x iv ô í x a t o ç o t i ô è e Lç , o ú x E O Tiv ó o n v í m v , Rom 3, lOs; cita dei Sal 13, 2 LXX). En Ias ensenanzas de Jesús en Ias que él tra­ ta de explicar al pueblo lo que es puro e im­ puro, se encuentra onvíqpi junto a àxoúo) (cf. Mc 7, 14 par. Mt 15, 10; cf. también 13, 19.23). En Ef 5, 17, o u v í e t e t í xò 'OéX.qpa ToO 'ÔEOõ se halla en contraste con pf] yívEO■&E dcpQovEç. Bauer, Wôrterbuch, s.v.\ G. Barth, en Überlieferung und Auslegung im Matthausevangelium (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn ^1975, 99-104; ThWNT VII, 886894. H. Balz

a v v ia T T im , a r v i a t a v r a synistêmi, synistanõ poner junto, unir; presentar, dar a conocer, representar, demostrar como;

venir junto, mantenerse junto, unirse; es­ tar constituido, subsistir* 1. Aparición en el NT - 2. Gramática y construcción - 3. Consideraciones de exégesis bíblica. B ib l : Bauer, W ôrterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner, en el índice analítico, s.v. (458); W. Kasch, onvíorTipi, auviaxávü), en ThWNT VII, 895s; H. Schlier, D e r R ô m e rb rie f (H T h K ), Freiburg i. Br. 1977 (sobre 3, 5; 5, 8).

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1. En el NT onvíoxripi se halla atestiguado 16 veces; 14 de ellas en el Corpus Paulinum (de Ias cuales nueve se hallan en la Carta se­ gunda a los corintios), una vez en Lucas y otra en la Carta segunda de Pedro. 2. Hay algo que es gramaticalmente sorprendente: «ouvíoxqpL proporciona la única forma atemática de presente construida co­ rrectamente en el lenguaje dei NT» (Kasch, 895). Mientras que en toda la Koiné se obser­ va un claro retroceso de los verbos en -pi, ve­ mos que onvíoxqpL constituye una excepción, es decir, ofrece siempre Ias formas de presen­ te sin vocal de unión. Con el significado de mostrarse como, de­ mostrar ser, onvíoTTipi puede llevar doble acusativo (Gál 2, 18) o puede ir con dativo de relación + infinitivo con sujeto en acusativo (2 Cor 7, 11). - Los diversos significados transitivos (por ejemplo, en Rom 16, 1) o in­ transitivos (por ejemplo en Lc 9, 32) de onvíoxqpt se deducen dei contexto y deben traducirse, por tanto, teniéndolo en cuenta. 3. a) Un primer punto difícil en los testimonios dei verbo que se encuentran en Pablo, lo constituye o n v í o x T i p i en su significado de recomendarse a sí mismo, mostrarse como, en relación con su ministério apostólico y, al mismo tiempo, en la confrontación con sus adversários, según la Carta segunda a los co­ rintios. Vemos que, en todo ello, onvíotTjpi puede usarse tanto en sentido positivo como en sentido negativo o también en sentido am­ bíguo e irônico. En sentido positivo: Pablo se recomienda a la conciencia de todo hombre (2 Cor 4, 2), da ocasión a la comunidad para que le recomiende (5, 12), se muestra en todo co­ mo servidor de Dios (6, 4). En sentido positi­ vo puede entenderse también la recomendación de la hermana Febe (Rom 16, 1). En sen­ tido negativo: Pablo ajusta cuentas con los proclamadores dei evangelio que se alaban a sí mismos (2 Cor 10, 12), sin consideración alguna de que la única recomendación válida viene dei Senor mismo (10, 18). En sentido, más bien, ambiguo e irônico habrá que enten-

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o u v íaT T iiii - o ú v o i ô a

der la referencia a la recomendación -repetida y, al parecer, encarecida- que el apóstol hace de sí mismo (3, 1), una recomendación que propiamente debiera haber partido de la comunidad (12, 11), basándose en su actividad, que es bien notoria a todos (12, 12). Sirviéndose dei verbo ouvíoTripi, Pablo despliega magistralmente sus artes retóricas y su dominio dei lenguaje. b ) En un segundo sector de ideas, o u v ío t t ]|U aparece como concepto importante de la teologia paulina de la justificación y de la ley. Rom 3, 5 pone de relieve que «la fidelidad de Dios al pacto no queda eliminada por la infidelidad de ‘algunos’, sino que aparece a una luz brillante, demostrando ser una fidelidad inquebrantable... Nuestra injusticia hace que la justicia de Dios aparezca a la luz dei día...» (Schlier, 94). La razón de todo ello la ofrece Rom 5, 8, según el cual texto Dios de­ mostro su amor hacia nosotros haciendo que Cristo muriera por nosotros, mientras nos­ otros éramos todavia pecadores. Esto es «lo asombroso y lo singular de esa muerte de Cristo... El amor de Dios hacia nosotros es el amor hacia los pecadores» (Schlier, 154). Gál 2, 18 encaja en este contexto. Aqui Pa­ blo traduce a la práctica sus reflexiones teoló­ gicas y Ias valora en lo que respecta a la comunión de mesa con los cristianos gentiles en Antioquia; Quien está convencido de la justi­ ficación por la fe en Jesucristo (2, 16), no puede retomar ya a la práctica de la ley judia. Porque el que erige de nuevo la ley (que Pa­ blo mismo ha echado por tierra) se declara a si mismo pecador y se muestra como trasgresor de la ley, sometiéndose de nuevo bajo su poder (cf. Rom 4, 15). Sin duda alguna, ouvLOTTipi demuestra ser en este contexto un componente cristológico y soteriológico de eminente importância en la teologia paulina, que tíene como punto de partida a solo Dios en Jesucristo, y cuya meta es el hombre mis­ mo, su salvación y justificación, que se han manifestado en Jesucristo. «Con ello la realidad aqui descrita se aproxima a lo expresado por medio de r p a v E ç o t o y podria traducirse

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precisamente por sacar a la luz dei día» (Kasch, 896). c) Col 1, 17, en el marco de todo el himno (1, 15-20), muestra a Cristo como Aquel en quien la creación tiene consistência (ouvéoTT]Hev, cf. la noción dei tiempo perfecto co­ mo «continuidad de la acción completada», BlaB/Debrunner § 340). La cosmologia de in­ fluencia estoica y helenistica, que entiende el mundo como dividido en diversos elementos que lo constituyen, influyó probablemente en este pasaje y también en 2 Pe 3, 5: La Tierra tiene su consistência por medio dei agua «co­ mo medio de la creación y como elemento primordial» (Kasch, 895). Lc 9, 32 emplea primeramente auvíatti|j,u en sentido local: Moisés y Elias están en pie junto al Jesus trasfigurado. Sin embargo, esta asociación local puede entranar también un significado existencial más profundo, refiriéndose a la común misión y al común desti­ no profético (cf. V . 31; el diálogo acerca dei destino de Jesús, un diálogo que se orienta ha­ cia el «cumplimiento»). A. Kretzer

truvoÔEiJO)

synodeuõ ir con, hallarse en camino juntos, acompanar* Hech 9, 7: oí auvoôeúovxeç a u x ã , «sus acompanantes». En sentido figurado en Bem 1,4.

ovvoôía,

aç, synodia gmpo de viajeros, conjunto de personas que van en ca­ mino* Lc 2, 44: ev xfj ouvoôía se refiere concre­ tamente al grupo de peregrinos / a los que peregrinan en común.

OVVOlôa synoida saber, ser consciente de* Bibl.; -+ ouvELÔTiaiç.

En el NT el verbo avvoiòa aparece dos veces, y se usa en sentido reflexivo (1 Cor 4, 4)

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c r ú v o iô a - a u v t a Q á o a c o

y en sentido no reflexivo (Hech 5, 2). Es un término genuinamente griego y significa tener conocimiento de algo, o bien -en sentido reflexivo- ser consciente de una cosa (cf. Platón, Ap 21 b: onxe péya ouxe apixçòv onvoiôa 8(ianTm ooq)òç mv [otros paralelos pueden verse en Wettstein, NT, a propósito de 1 Cor 4, 4]). otivoiôa aparece también aisladamente en la LXX; cf. Job 27, 6; oí) yÒQ oúvoiôa èpanTcp ax o n a jtQ á|aç. En Hech 5, 2, anvotôa se refiere a que Sa­ fira era cómplice porque sabia lo de la venta de la finca por su marido Ananías (anvEiôní^qç x,al xfjç Yuvai>tóç). En 1 Cor 4 ,4 Pablo acentua frente a sus crí­ ticos corintios que él no es conciente de haber cometido ninguna trasgresión (onôèv yàq èpauxm onvoiôa). Anteriormente (4, 3) Pa­ blo había declarado que le daba igual ser juzgado por los corintios o por alguna otra autoridad humana. Sin embargo, él no está justifi­ cado simplemente por no ser consciente de ninguna trasgresión. Sino que el Kyrios le juzgará, cuando venga (4, 5). El uso que Pablo hace de onvoiôa es idéntido al de ->■ onvELÔT)Oiç (3). Por un lado, el hombre tiene la facultad de juzgar, es decir, de acusar o de absolver. Por otro lado, según Pablo, ese jucio -e n el mejor de los casos- es provisional, porque tan sólo cuando el Kyrios venga para el juicio se revelarán Ias intenciones ocultas dei hombre (cf. en Rom 2, 16 el paralelo con 1 Cor 4, 5). Por tanto, el uso paulino de onvoiôa en 1 Cor 4, 4 es un testimonio impresionante de que onveíôtioiç y onvoiôa no tienen ninguna significación independiente para la antropologia paulina. El apóstol recogió estos conceptos y los inter­ preto a patrtir de su escatología. G. Lüdemann

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onvo[xiX.onvxEç); cf., a propósito, Herodoto I, 93; Eclo 25, 8.

o v v o ix o ô o ^ é c o synoikokomeõ edificar juntamente ->■ oixoôopfi 5.C. aitVO^lXéoi synomileõ tratar con, conver­ sar con* Hech 10, 27: onvopiXcõv anxcõ, «en conversación con él»; en sentido general, «tratar con», 1 Pe 3, 7 Sin*.

aw o ^O Q E tú synomoreõ estar contíguo a, lindar con* En Hech 18, 7 dícese de la casa de Ticio Justo, que estaba junto a la sinagoga (fiv onvopoponoa xfj ouvaYioYÃ)^^-

ODVOQaco synoraõ percibir, observar, dar-

se cuenta claramente* Hech 12, 12: o u v i ô c ó v , cuando él se dio cuenta (de ello) / cuando élfue consciente (de ello) (cf. vv. 9.11); 14, 6: o n v i ô ó v x E ç , cuan­ do se enteraron / se dieron cuenta.

o w o ç i a , a ç , f| synoria (el) vecindario Mt 4, 24 v.l. en vez de Xojpía (2).

ovvoxi Í j

fiçj ^ synoché prisión; angustia, ansiedad* En el NT el término aparece únicamente con el significado de angustia / ansiedad', Lc 21, 25: onvoxfi è-dvcõv, «angustia entre Ias naciones» (cf. Sal 65, 8s); 2 Cor 2, 4: onvoxf] x ag ô íaç, «ansiedad de corazón» (junto a jtoXXt) ■ôXirlJiç y ôià noXkmv ôaxQnoav).

(nivoixéo)

synoikeO convivir, cohabitar, tener relaciones conyugales* En 1 Pe 3, 7 dícese de la convivência conyugal / de Ias relaciones de los maridos con sus respectivas mujeres (onvoixonvxeç, Sin*:

aDVTaQáOfffi) syntarassõ confundir, per­ turbar Lc 9, 42 D en vez de ^ avonaçáaato.

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a w T a a a c o —at)VT8XviTT]ç

ovvT áaffW syntasso disponer, encargar* El verbo aparece únicamente en Mateo, en dos lugares, donde se refiere a Ias disposiciones dadas por Jesus: xa'&(bç ouvéra^ev (v.l. JtQOOétalEV) aÚTOiç ó ^Ii^aoüç, 21, 6; cf. 26, 19 (ü)g ouvÉTa^Ev). x a M ouvéra^év [ioi xÚQioç, 27, 10 (cita de Ex 9, 12; 37, 20 LXX y passirrv, alusión a Zac 11, 12s; Jer 18, 2s; 32, 7-9).

a rv T É > i,£ ia , a ç , 'n synteleia consumación,

fin, tiempo dei fin* En el NT el término aparece 6 veces, 5 de eUas en Mateo, y por cierto siempre en la fra­ se apocalíptica: auvié^eia (toü) aícãvoç, «el fin de este (tiempo dei) mundo»: en 13, 39.40.49 en la interpretación de Ias parábolas de la cizana entre el trigo y de la red de pes­ car, en 24, 3 junto a ->■rta ç o u a ía (cf. ^ ouvte)i,étt), Mc 13, 4); en Mt 28, 20 en la promesa hecha por el Resucitado a los discípulos. En Heb 9, 26b la frase â j i a | èjti. ouvt£A,síg xmv aítóvouv se refiere a la manifestación singularísima y definitiva de Cristo «álfin de los tiempos». Por consiguiente, el acontecimiento salvífico es, él mismo, senal dei tiempo escatológico: tiempo en el que viven ya los creyentes (-^ ã j t a | 4.c); al acontecimiento dei fin se contraponen los extensos espacios de tiempo desde la creación dei mundo (9, 26a). Cf. además ouvTé)teia to ü aicõvoç, TestBen 11, 3; auvxéX.eia xrâv aícóvcov, TestLev 10, 2; auvxéA,Eia usado en sentido absoluto junto a ouvxÉXeia xaipoü o xaipwv, Dan 9,27 LXX y Teod.; KaiQÒç ouvxEÀ,EÍaç, TestZab 9, 9; T|[xépai xfjç ouvxeXeíaç, Herm (s) 9, 12, 3. ThWNT VIII, 65-67. airvTEXéto synteleõ terminar, acabar, cumplir* En el NT el verbo aparece 6 veces: acabar, finalizar, Lc 4, 23 ( j t á v x a J t E i Q a o p ó v ) ; cf. también Mt 7, 28 Koiné: cumplir, ejecutar (por parte de Dios), Heb 8, 8 (ÔLaDf|XT|v x a i v f i v , cf. Jer 31, 31-33; también 41, 8.15 LXX [ôia^&fixqv]).

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Rom 9, 28: "kóyov yàg ouvxeXcõv %al ouvxé|iva)v jtOLf|aEi xúpioç (cita de Is 10, 22 LXX; cf. 28, 22 LXX; Dan 5, 27 LXX), «el Senor ejecutará su palabra, cumpliendo / ejecutando y abreviando (es decir, cumpliéndola únicamente en el ‘resto’, cf. Rom 9, 27)»; cf. Schlier, Der Rõmerbrief (flThK), sub loco\ U. Wilckens, La Carta a los romanos II, Salamanca 1992, sub loco. Si se entiende kóyoç en el sentido de «acontecimiento» o de «cál­ culo» (de manera diferente kóyoç 4,c; pero cf. E. Kãsemann, An die Rõmer^ [HNT], sub loco), entonces se deduce para ouvxEkéo) el sentido de de «ejecutar» o «terminar». En voz pasiva, el verbo se refiere al tiempo que llega a sufin (f|[j,ÉQai), Lc 4, 2; Hech 21, 27 (con péXXm); en sentido apocalíptico, completarse, llegar alfin, Mc 13, 4 (oxav pékkp xaüxa ouvxEÀ£TO'dai Jtávxa, cf. Mt 24, 3 [jiapouoía x a i ouvxéXeia xoü aicõvoç]; Lc 21, 7 [õxav péXXT) xaüxa YÍveofiat]). Bauer, Wõrterbuch s.v.\ ThWNT VHI, 63-65. o u v t é f i v o í syntemnõ abreviar, acortar, li­

mitar* En Rom 9, 28 Pablo usa auvxép,vo) junto a -I auvxEXÉCú en la cita de Is 10, 22 LXX (cf. 28, 33 LXX; Dan 5, 27 LXX), para referirse a la palabra (Xóyoç) de la promesa divina, que Dios ha de ejecutar «cumpliéndola» (ouvxeXcõv) y abreviándola / limitándola (auvxé|iv(ov) al mismo tiempo; la limitación puede referirse al alcance de la promesa hecha a Israel o a la «disminución» de Israel mismo (que queda reducido a un «resto», Rom 9, 27 / I s 10, 22). Menos probable es la traducción de Xóyoç por «acontecimiento, cálculo». En este caso, auvxé[ivco tendría el significado de «acabarse rápidamente» (cf. Is 28, 22; auvXEXEXeap,Éva x a l ouvxexpTifiÉva JtQ áy^axa). Bauer, Wõrterbuch í . v.

aWTEXVÍtiíjç, ov, ó syntechnitès el que ejerce el mismo ofício manual, companero de grêmio En Hech 19, 25 D sy’’*' sa se sustituye eqy áx a i por xeyvixaL, y a continuación esta

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o\)VTexvitT|ç - oxj'VTQi[j,[j,a

misma expresión reaparece en âvÔQeç a w rexvXtai. a v v ttig e c o syntêreõ preservar, conservar, proteger; conservar en la memória* En voz activa en Mc 6, 20: Herodes (Antipas) preservaba a Juan el Bautista (de Ias asechanzas de Herodías, v. 19), es decir, «le pro­ tegia (onvexTÍQEi aiiTÓv)» durante su encarcelanüento. Según Lc 2,19 Maria conservaba en la memória Ias palabras angélicas que le habían trasmitido los pastores (jtá v ra ouveTTipei t à piípaxa xaüxa); cf. Eclo 39, 2; Dan 7, 28 Teod. - En voz pasiva, el verbo sig­ nifica conservarse, Mt 9, 17; Lc 5, 38 v.l. (lo opuesto: ájtóX,X,u|j,i). o ru v T ld e ^ a i syntithemai convenir en, de­ cidir, acordar* En el NT el verbo se emplea únicamente en voz media, siempre para referirse a acuerdos de grupos o grêmios judios: Lc 22, 5 (los principales sacerdotes y los oficiales dei tem­ plo, juntamente con Judas); Jn 9, 22 (oi ’Iouôaloi); Hech 23, 20 (oi ’IouôaiOL). OVVTÓfKOÇ syntomõs brevemente, en bre­ ve; en seguida* Hech 24, 4: cotoüoat oe r|p,c6v ouvxópcoç, «que quieras oimos con toda brevedad (Ias acusaciones que vamos a formular)»; en se­ guida, Mc 16, 8 v.l. (final breve de Marcos). (TVVTpéxo) syntrecho correr juntam ente, correr con* Dícese de la afluência de pueblo en Mc 6, 33; Hech 3,11. En sentido figurado en 1 Pe 4, 4: pp ouvxQexóvxoav úpmv, «de que no corráis con ellos / de que no os lancéis al mismo desenfreno» (TVVTQÍpo) syntribõ triturar, destruir, hacer pedazos* En el NT el verbo aparece 7 veces: romper, hacer pedazos Ias cadenas de los pies, Mc 5,

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4; romper una vasija de alabastro, 14, 3; cf. Ap 2, 27 (xà OKEÚTi xà KepapiKá, cf. Sal 2, 9; SalSl 17, 23). En Jn 19, 36 dícese dei crurifragium: òaxoüv ox) 0UVXQi|3fiOExai auxoü: Según 19, 31, los judios piden que, por la imninencia dei gran sábado, se quiebren Ias piemas de los crucificados (a fin de acelerar su muerte); pero, como Jesús ya había muerto, a él (y so­ lo a él) no le quiebran Ias piemas (v. 33). Se­ gún Juan, se demuestra así que Jesús es el verdadero Cordero pascual, cuyos huesos, se­ gún Ex 12, 10 LXX; 12, 46; Núm 9, 12, no debían quebrarse. Lo mismo se aplica, según Sal 34, 21, al piadoso, que es protegido por el Senor; por tanto, Jesús muere, al mismo tiempo, como un justo; cf., además, 1 Cor 5, 7; Lc 23, 47; EvPe 4, 14; Lactancio, Inst IV, 26, 32s. Lc 9, 39 emplea el verbo en el sentido de maltratar, vejar, refiriéndose a un poseso (pa­ ra describir lo que el espíritu maligno le hacía); «Dios... pisoteará a Satanás bajo vuestros pies», Rom 16, 20 (cf. Mal 3, 21). - La imagen de la «cana cascada (xóLapov ouvXEXQippÉvov)», en Mt 12, 20, procede de Is 42, 3 (LXX; xóLapov xEÜLaapévov), que al principio se referia probablemente a la vara cascada, que indicaba una pena de muerte, pe­ ro que, en contra de todas Ias expectativas, no estaba rota dei todo; es decir, la sentencia no se ejecutaba) y se aplica en general a los piadosos, quienes, como quebrantados o destrozados (cf. Sal 50, 19 LXX; 146, 3 LXX; Is 57, 15; 61,1) u oprimidos (cf. Is 66, 2 Teod.), experimentan consuelo y curación; cf. también Lc 4, 18 V.L; Bem 2,10; 1 Ciem 18,17; 52,4. Bauer, Wõrterbuch í . v . ; ThWNT VII, 919925; X, 1275 (bibl.).

aÚVTQl^.^.a, atO Ç , t ó syntrimma destrucción, mina* En Rom 3, 16, junto a xaX,aiJta)QÍa (misé­ ria), dícese de los efectos de Ias acciones de los pecadores sobre ellos mismos y sobre otros (cf. Is 59, 7).

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oúvTQoq)oç - SuQaxoijoai

ai)VTÇoq)OÇ, 2 syntrophos herm ano de

crianza, persona íntima* En Hech 13, 1 se dice que -*■ M avar|v era onvTQOCpoç: dei tetrarca Herodes (Antipas): amigo íntimo, companero de juventud (en sen­ tido sustantivado; cf. 2 Mac 9, 29).

syntygchanõ reunirse con* En Lc 8, 19 dícese de la madre y de los hermanos de Jesús: onx fiônvavxo onvruxetv antqi, «no podían llegar hasta él».

S itv tw x ilj nÇ Syntyche Síntique* Nombre de una mujer cristiana de Filipos, a quien Pablo exhorta (a ella y a ^ Enoôía) a xò a n tò qjQoveív: Flp 4, 2. Según el v. 3, Ias dos mujeres, juntamente con Pablo y otros, «lucharon en favor dei evangelio». BHH III, 1918.

(ntVVJlOXQlVOfiai synypokrinomai ser hi­

pócrita juntamente con* En Gál 2, 13 dícese de los demás judios (judeocristianos) que, en Antioquía, fueron hi­ pócritas juntamente con Pedro, a saber, por­ que, después de la llegada de los emisarios de Santiago, abandonaron la comunión de mesa con los (cristianos) gentiles, practicada por ellos anteriormente, y lo hicieron por temor a los judios (v. 12), no por convicción (cf, íiJtóxQiaiç, V. 13). ThWNT VIII, 567s.

ovvDJtoVQYEOi synypougeO apoyar en co­ mún* 2 Cor 1, 11: ouvujtouQYOÚvrcov x a l úpcõv úitèp T|p(õv xfj ÔEf|oeL. fm:ÉQ puede entenderse como referido a onvujtouQYÉCü: «intercediendo también vosotros comunitariamente con vuestra ayuda en favor nuestro por medio de la oración». Pero ouvujtouQYÉco puede entenderse igualmente en sentido absoluto: «pa­ ra lo cual vosotros prestáis también ayuda co­ munitária por medio de vuestra intercesión en favor nuestro».

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a ç , Syra mujer siria Mc 7, 26 v.l.: S ú p a 4>oivixíooa en vez de SuQOtpoivíxiooa.

S v ç t a x o v a a i , cáv Syrakousai Siracusa* En Hech 28, 12 se menciona a Siracusa, la ciudad portuaria situada en la costa oriental de Sicilia. Pablo, procedente de Malta en una nave alejandrina (-> A ióojíouqoi, Jtapáoqpoç), llegó a Siracusa, donde permaneció tres dias, antes de continuar su viaje a Regio ( ^ 'PfiYiov). Siracula era una antigua colonia griega, que en el ano 212 a.C. fue conquista­ da por los romanos. BHH III, 1918; Haag, Diccionario, 1872; Maredsous, Diccionario

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S v Q a x o C o a i - 2 ijqoç

enciclopédico de la Biblia, 1456; Pauly, Lexikon V, 460-469.

S v Q Ía , a ç Syria Siria* 1. En el NT se menciona 8 veces a Siria (en Mt 4, 24; Lc 2, 2; Gál 1, 21 y cinco veces en el libro de Hechos). En la época helenística, SnQÍa es el nombre general para designar el território que des­ de Ias regiones limítrofes dei Eufrates se extiende bacia el occidente hasta llegar al Mar Mediterrâneo, y que linda al norte con el Tauro y al sur con Palestina, Originalmente 2nQÍa designaba el Império Asirio (Herodoto VII, 63). La LXX y la Vg emplean habitual­ mente S n p ía o Syria para referirse a Aram, es decir, a la región interior que se halla situada al este y al nordeste dei Antilíbano. En tiempo de los persas, la quinta satrapía dei Trans-Eufrates o Siria comprendía el território de Siria (cf. supra) propiamente tal, incluida Palesti­ na. En tiempo de los Diadocos, Siria estuvo sometida a los Seléucidas; Pompeyo (en el ano 64 a.C.) la convirtió en provincia romana (desde el ano 27 a.C. fue provincia imperial), que comprendía Siria propiamente tal, Fenicia, Cilicia oriental y, por el sur, Samaría, Idumea, Judea (a partir dei ano 6 p.C.) y más tarde Galilea, y que tenía por capital a Antioquía ( ^ ’Avxióxeia 1). Entre Siria y Palesti­ na existieron estrechas relaciones, incluso en la época helenística. Después dei destronamiento de Herodes Arquelao (6/7 p.C.), y siendo legado de Siria K u q i í v l o ç , se llevó a cabo un censo en Siria y en Judea (Lc 2, 2; cf. Josefo, Ant XVH, 355; XVIH, 1-5; cf. in­ fra). Por otro lado, numerosos judios vivían en Siria, principalmente en Antioquía y Da­ masco; en ambas ciudades surgió ya en época temprana un marcado judeocristianismo helenístico (cf. Hech 9, 2; 11, 19ss). 2. En Lc 2, 2 se relaciona a Publio Sulpicio Quirinio (-> K dqt)vioç), como rjYepoveúcov Tfjç Supíaç, con la primera -> àjtoyQacpfi (3) de toda la ecumene (v. 1) (-> xfjvooç 2); se piensa en la provincia romana. Por lo demás.

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el NT emplea el nombre de XuQÍa para desig­ nar una región. Según Hech 15, 23, la carta de la comunidad de Jerusalén está dirigida a los cristianos gentiles x ax à tt)v "Avxióxeiav xal ZuQÍav x a l KiÀixíav; cf. Xugía x a l K d ix ía en 15, 41. En los viajes de Pablo, Siria se con­ sidera como la primera meta de su viaje de regreso a Palestina: (14, 21.26) 18, 18 (cf. Cesarea, [Jerusalén], Antioquía, v. 22); 20, 3; 21, 3 (Tiro). Pablo mismo refiere que, después de su primera estancia en -> “A g a ^ ía (2) y en ^ A a|ta0xóç (Gal 1, 17) y después de su pri­ mera visita a Jerusalén (1, 18-20), trabajó en los territórios de Siria y Cilicia, 1, 21. En Mt 4, 24, q S ugía se refiere probablemente a la región limítrofe con Galilea inmediatamente al norte (y al este) (cf. la mención de la ->• AsuártoXig y de la Transjordania en 4, 25; cf. también, a propósito, Mc 1, 28 [õXr] "q jtegíxcogoç xfjç FaX i^aíaç, correspondiente a la v.l. ouvogía en vez de Xugía, Mt 4, 24]; Mc 3, 7s: junto a Galilea, Ju­ dea, Jerusalén e Idumea se mencionan la Transjordania, Tiro y Sidón). Tal vez el énfasis de Mateo en el temprano «êxito» de Jesus en Siria deba entenderse como una referencia a la patria dei evangelista y de su comunidad. Siria se menciona además en IgnEf 21, 2; IgnMagn 14; IgnPol 7, 1; IgnRom 2, 2; IgnEsm 11, 1; IgnTral 13, 1. Pauly/Wissowa IV A, 1549-1727; Bauer, Wõrterbuch s.v. (bibl.); BHH m , 1919-1922 (bibl.), Haag, Diccionario, 1872s (bibl.); LAW 2966-2968; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1456s (bibl.); E. With, Syrien. Eine geographische Landeskunde, Darmstadt 1971; Pau­ ly, Lexikon V, 469-473. H. Balz

SÚQOÇ, OD, ó Syros sirio* Lc 4, 27, refiriéndose a la historia de 4 Re 5, Iss, menciona a ->• N aipàv ó Súgoç, un no israelita que fue curado de la lepra por Eliseo. Lucas se atiene al lenguaje de la LXX, según la cual Z ugía corresponde al hebreo ‘“rõm; ->■ Xugía 1.

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SuQO(poivíxiaffa,

SuQoqpoivíxiaaa - orúa0a)n,oç

tjç, ^ Syrophoinikis-

sa sirofenicia* Mc 7, 26 identifica a la mujer cuya hija fue curada por Jesús en la región de Tiro (v. 24) como 'EÀ).tivíç, EuQoqpoivíxiooa xô) yévei. Se refiere con ello a que esta mujer era de origen helenístico y pagano y procedia de Fenicia, la región costera de la provincia roma­ na de Síria, que, a diferencia de Ias antiguas colonias fenicias en tomo a Cartago («Libofenicia»), recibía a menudo el nombre de «Siro­ fenicia» (compárese Diodoro Sículo XIX, 93, 7 con XX, 55,4; Justino, Dial 78). Por el con­ trario, el Evangelio de Mateo, orientado bacia Siria, emplea el antiguo nombre de X avav a ía (15, 22; cf. Gén 10, 19; 12, 6; Jos 5, 12 y passim). Bauer, Wõrterbuch í . v.; BHH III, 1922; T. A. Burkill: ZNW 57 (1966) 23-37; A. Dermience: RTL 8 (1977) 15-29; G. TheiBen, Colorido local y contexto histórico en los Evangelios, Salamanca 1997, 73-95. (rUQQfJYVVftl syrrêgnymi chocar Lc 6, 49 D en vez de jtQOOQfiYvnp.i. I^VQTIÇ, EtrtÇ Syrtis Sirte* 2ÚQXIÇ es el nombre de un profundo entrante en la costa septentrional de África, al sur y al sudeste de Sicilia; la «gran Sirte» (actualmente el Golfo de Sidra / Bengasi) ocupa la parte oriental dei entrante (entre Berenice y Leptis, en dirección bacia la Cirenaica); la «pequena Sirte» (actualraente el Golfo de Ga­ bes) ocupa la parte oriental dei mismo (en di­ rección bacia Numidia / Túnez). Según Hech 27, 17, la tripulación de la nave tenía miedo de que la tempestad los arrastrara bacia la Sir­ te, la cual era evitada generalmente por los navegantes a causa de sus movibles bancos de arena y sus impredecibles corrientes (Estrabón XVII, 3, 10; Lucano, Bell. Civ. IX, 303ss; Josefo, Bell II, 381). Como poco antes (Hech 27, 16) se menciona la isla de -+ K an ô a, habrá que pensar en la gran Sirte, es decir, en la parte oriental. BHH III, 1922-1924; Haag, Diccionario, 1873; Maredsous, Diccionario

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enciclopédico de la Biblia, 1460; Pauly, Lexi-

kon V, 475. OVQO) syrõ tirar, arrastrar, sacar a rastras* Jn 21, 8 habla de arrastrar una red barredera, llena de peces, con la barca (oÚQOVxeç tò ÔLMTUOV, cf. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan III, Barcelona 1980, sub loco); según Ap 12, 4, la cola dei dragón arrastra (aÚQei) la tercera parte de Ias estrellas dei cielo (cf. Dan 8, 10). En el libro de Hechos se dice que se arrastraba violentamente a personas: 8, 3 (ãvôpaç x a l yr^vaíxaç); 14, 9 (xòv IlaüXov); 17, 6 (T áao v a x a í xivaç àÒEkcpoúç). OD0n;aQaaO(O sysparassõ sacudir violen­ tamente (con convulsiones)* En Mc 9, 20 (jtVEÜ[ia) y en Lc 9, 42 (ôaipóviov) dícese de un demonio que, en el encuentro con Jesús, sacude violentamente (con convulsiones) a un enfermo (epilepsia; siempre con un sentido próximo al de -+ Qf]Oato, M c9, 1 8 /L c 9,42).

avoatmov, ou, to

syssSmon senal convenida, contrasena* En Mc 14, 44 dícese dei beso de Judas co­ mo senal convenida anteriormente ( ôeôc Í)HEi... aúaaT][j,ov aúxoiç); con el sentido de «senal distintiva» en IgnEsm 1, 2 (cita de Is 5, 26). a v o a to ^ o ç , 2 syssomos perteneciente igualmente al cuerpo, miembro dei mis­ mo cuerpo* En Ef 3, 6 dícese de los gentiles, que por medio de Cristo Uegan a ser «coherederos y miembros dei mismo cuerpo (de Cristo) (oúooropa) y copartícipes de la promesa». Este adjetivo, como auYxX.T)0ovópoç y onppéxoXoç, es una construcción artificial que se baila atestiguada únicamente en escritos cristianos; cf. 2, 16.19 (anpjioÀíxat); 4, 4ss. ThWNT v n , 1078.

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a^)aTaauxo^Trlç - oojCTTéWico

(T U ataaiaO T t|Ç , OD, o systasiastês parti­ cipante activo en los alborotos Mc 15, 7 A Koiné en lugar de o ta o ia a TTÍÇ. a v a T a t i x ó ç systatikos de recom endación* Según 2 Cor 3, 1, Pablo no necesita «cartas de recomendación» (onoTaxixal èjU0ToX,aí) para la comunidad o de la comunidad, porque la comunidad corintia, por sí misma, es su -»• èmoTOÀr) (3), v. 2; cf. 4, 2. anoraTucfi èjuoTO^T) se empleaba con frecuencia como térmi­ no técnico para designar Ias cartas de reco­ mendación entregeidas a los viajeros o a los emisarios, cf. PapOxy 1634, 20; Diógenes Laercio VIII, 87; Epicteto, Diss II, 3, 1; cf. Spicq, Notes II, 864s. En consonância con ello, Pablo mismo enviaba en sus cartas algunas líneas de recomendación, cf. Rom 16, Is (en favor de Febe), 1 Cor 4, 17; 16, lOs; Hp 2, 19-23 (en favor de Timoteo), 2 Cor 8, 16ss (en favor de Tito y de sus companeros), cf. además Hech 15, 25-27; 18, 27; Col 4, 7-10; Fim 12.17. Los misioneros que trabajaban en contra de Pablo en Corinto, basaban su autoridad en cartas de recomendación (de origen desconocido) y hacían que la comunidad les diera nuevas recomendaciones, mientras que Pablo se basaba en su «recomendación» por el Kyrios, cf. 2 Cor 10, 12.18. W. Baird: JBL 80 (1961) 166-172.

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en escritos cristianos, se refiere en los Evangelios a los dos hombres que fueron crucifica­ dos juntamente con Jesus. Según Mc 15, 32 par. Mt 27, 44 (con oúv), estos dos condena­ dos injurian a Jesus; según Jn 19, 32 (con simple dativo), a los dos que estaban crucifi­ cados con Jesús les quebraron Ias piemas pa­ ra acelerar su muerte (cf. EvPe 4, 14). 2. El tema paulino que contempla a Jesús como el Crucificado y que ve en la misma perspectiva la nueva existência de los creyentes, aparece no sólo en Gál 5, 24; 6, 14; ->■ OTauQÓco 3, sino también en Gál 2, 19, pero en este caso (lo mismo que en Gál 6, 13s) asociado directamente con el tema de la Torá, en el que Pablo habla igualmente de Jesús como dei Crucificado (-> oxauQÓç 4.a, oxauQÓm 2.c): «Por medio de la ley he muerto a la ley. Estoy crucificado juntamente con Cristo». En Rom 6, 6 Pablo recoge esta misma idea; en este pasaje se reconoce aún más claramente la conexión histórico-religiosa que habla de la «occisión» dei cuerpo (o en términos pare­ cidos; cf. 8, 13) (-^ oxauQÓco 3): «Nuestro hombre viejo fue crucificado conjuntamente, a fin de que el cuerpo pecador sea destruido, para que en adelante no sirvamos ya al peca­ do». H.-W. Kuhn

ouaTé^À,(0 systellõ com prim ir, abreviar, envolver, cubrir* 1 Cor 7, 29: ó xaipòç ouvEOxa)t|xévoç èoffv atav ço T O systauroo crucificar ju n ta­ TÍv, «el tiempo (que queda aún hasta la panimente con* sía) se ha comprimido / se ha hecho escaso». B ib l: Bauer, W õrterbuch, s. v.; E. Brandenburger, En relación con 7, 26.28.31, vemos que se F leisch u n d Geist. P a u lu s u n d die dualistische Weisheit, Neukirchen-Vluyn 1968, 216-221; Id., en DTNT trata, en sentido escatológico, dei último I, 365ss; Id., ZrauQÓç, K reuzigung Jesu u n d Kreuzestiempo de este mundo antes dei fin, un tiempo theologie: WuD 10 (1969) 17-43, especialmente 40s; en el que los creyentes deben dar buena cuenW. Grundmann, aúv m X ., en ThWNT VII, 786, 792; ta de sí. Esto no presupone necesariamente H. W. Kuhn, Jesu s a is G ekreuzigter in d e r frü h ch ristl. Verkündigung b is zu r M itte d es 2. J h .\ZThK 72 (1975) que Pablo piense en que Dios haya de abre­ 1-46, especialmente Y l-'i9 \ Liddell-Scott s. v. axiaviar de alguna manera Ias tribulaciones que xauQÓopai; ThGL, s. v.; H. Weder, D a s K reuz Jesu los piadosos tengan que afrontar (cf. Mc 13, hei P a u lu s (FRLANT 125), Gõttingen 1981, 175-182. 20; xaiQÓç 3). Pablo no ofrece este con1. Este verbo, que aparece siempre en voz suelo apocaKptico, sino que acentua —según el contexto- la concentración en lo esencial y la pasiva y que se baila atestiguado únicamente

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avaxéXktí} - ouoxQaTicÓTTiç

libertad escatológica que debe tenerse en me­ dio de Ias estructuras de este mundo, que no han de subsistir ya por largo tiempo (vv. 29b31). ouaTéX,X,o) realza de ordinário el aspecto de la reducción o dei empequenecimiento (Diodoro Sículo III, 39; Josefo Ant, XVI; Eclo 4, 31; Hech 27, 15 v.L), pero puede sig­ nificar también la compresión / contracción o escasez (Diodoro Sículo IV, 20; Hipócrates, Art. 50; cf. auveotaXpévcoç Çf], Plutarco, Apophth. Lac. 3). Por su contenido, los textos de Rom 13, 11-14 y 1 Tes 5, 6 sugieren esta misma interpretación (cf. 4 Esd 4, 26.45. 50ss). Por tanto, la exhortación escatológica de Pablo anima a la comunidad a que no se deje extraviar, en su conciencia escatológica, por Ias preocupaciones en tomo a los ordenes y estructuras de este mundo, que toca a su fin. Hech 5, 6 habla dei entierro de Ananías: ouvéaTELÀav aúxóv (cf. 5, 10 D [sy'’]: ouaTEÍX.avxeç è^iívsYxav). ouoté^Xcü puede sig­ nificar aqui «recoger, reunir» (cf. Psellus 50, 31) o -m ás probablemente—envolver, cubrir (cf. Eurípides, Tro 378; Luciano, Imag. 7; Plutarco, Galb. 18; este mismo sentido lo recogen también Ias versiones siríaca y copta; por el contrario, la Vg traduce amoverunt. Cubrieron al muerto y lo sacaron fuera. Bauer, Wõrterbuch, í . v.; ThWNT VII, 596.

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[8d], una caída por la cual la creación -«inmerecidamente» (oux èxoüoa, Rom 8, 20)fue arrastrada al destino de la lejanía de Dios; por eso, la creación aguarda (.^- àitoxaQ aôoxía, áJiExôéxopat, v. 19) el cumplimiento de su verdadero destino mediante la renovación dei ser humano. ThWNT VII, 601s; H. R. Balz, Heihvertrauen und Welterfahrung, München 1971, 36-54. aroTOixÉO) systoicheO encontrarse en la misma línea, corresponder* El término se usa generalmente en un con­ texto militar (Polibio X, 23, 7: «ajustar el paso») y sobre todo en un contexto de lógica conceptual (Aristóteles, Metaph X, 9, 1066a). Según Gál 4, 25, Agar (la Jtaiôíaxri, vv. 22s; el pacto dei Sinai, un pacto de servidumbre, vv. 24s) se halla en la misma línea que (es decir, corresponde «contemplada alegóricamen­ te» a, V. 24) la vüv TeQOUoaX,f|p {-^ TepoaoX,upa 4), que con servidumbre se somete bajo la ley. Se trata, por tanto, de una correspon­ dência tipológica, con la que contrasta positi­ vamente la correspondência entre los descendientes de Sara, la «libre» (èLeuOÉQa), con­ forme a la promesa, y la âvca TEQouaaLrip como madre de los que son libres (4, 22s.2631). ThWNT Vn, 669.

H. Balz a v o T Q a T iO íT tjç , o v , o systratiõtês con-

ODOTEvá^Oí systenazõ gemir juntamente, suspirar con* Rom 8, 22: Jtão a iq xxtoiç ouaxEváÇei x al ouvtüõívEL cíxQt to ü vüv. Pablo usa el verbo auoxEváÇco como una vigorosa imagen para expresar un anhelo que determina a la creación en su totalidad (ouv-): el anhelo de liberación que suspira por llegar «a la libertad de la gloria de los hijos de Dios» (v. 21, cf. v. 19). A los «suspiros» de la xxíatç corresponden los de los creyentes (v. 23) y los dei Espíritu (v. 26); -y oxEváÇcL), auvcaôtvcu. La razón de que la creación se halle esclavizada bajo la caducidad y la transitoriedad reside en la «caída» dei hombre (cf. Gén 3, 17; Is 24, lss.20; 4 Esd 4, 26ss; GénR 2 [3b]; 5 [4d]; 12

militón, companero de armas* En el NT el término aparece sólo en sentido figurado: en Flp 2, 25 dícese de Epafrodito (junto a àÔEXq)óç, ouvEQyóç) como título de honor (cf. vv. 29s); en Fim 2 dícese de Arquipo. Se presupone la imagen dei creyente que lucha valerosamente en favor dei evangelio en medio de un mundo hostil a Dios, cf. Flp 1, 27-30; 3, 18; 4, 3; Rom 13, 12; 2 Cor 6, 7; 10, 3-6; 1 Tes 5, 8; Col 2, 1; Ef 6, lOss; -v óiyíúv (4), jtavojtX.í,a. Según Suetonio, Div. lul. 67, César honraba a sus soldados llamándolos commilitones (cf. Polieno, Strat. VIII, 23, 22: ouoxQaxitõxai). Sobre el significado metafó­ rico véase especialmente Filón, Decai 53; Ebr 75s; All III, 14. ThWNT VB, 710s.

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avaxQécfu) —

ODaTQÉq)(0 systrephõ recoger, reunir; en Voz pasiva, reunirse, congregarse* En Hech 28, 3 Pablo recoge una brazada de lefía. En voz pasiva; auaxpeqpofxévcov aíiTü)v, «cuando estaban reunidos», Mt 17, 22 (àvaaxgeqpopévcov C D L Koiné y otros). ouaXQÉqpco es v.l. (amplificadora) en D**' en Hech 10, 41; 11, 28; 16, 39; 17, 5; ouvavaoxQÉqpopai.

(TWOt0oq)T|, fjç, 1^ systrophê tumulto, alboroto, conspiración* Hech 19,40: JXEplxfjç auoxQoqpfjç xaúxT]ç, «a causa de este tumulto» (cf. oxáoiç ibid.y, en 23, 12 en el sentido de conjuración, complot (cf. àvab-epaxíÇo) ibid., -+ ouvospoaía, V. 13).

t n t a j ji m a t í Ç o ji a i syschêmatizomai configurarse según algo, adoptar la forma de algo, hacerse conforme a algo* Rom 12, 2: [ifi ouoxxiiiaxíÇecrOe xrâ aiwvL xoúx(p, «jno os hagáis semejantes a este mun­ do!» (en el sentido dei regreso al mundo o de la recaída en el mundo. Cf. E. Kâsemann, An die Rômer'^ [HNT], sub loco-, lo opuesto: pexapoQqpoüode); 1 Pe 1, 14: «no viviendo se­ gún vuestros antiguos deseos».

Sychar Sicar* Sicar se menciona en Jn 4, 5 como iióX,LÇ xfjç S ap ap e ía ç ÀEyopévT) 2uxáQ, cerca de la parcela de tierra de Jacob y en la proximidad dei pozo de Jacob (w . 5s). Era el lugar de origen de la Samaritana (vv. 7.28-30.39). Se­ gún Jerónimo, Quaest. in Gen. 66, 6; Ep. 108, 13, ZuxÓQ seria la grafia incorrecta de 2uXép (Siquén aparece también como variante textual en Sy* “'). Pero la indicación de San Je­ rónimo se explica por la mención de Siquén en Gén 33, 18-20; 35, 4; 48, 22; Jos 24, 32 en relación con la parcela de tierra de Jacob. Puesto que Siquén había sido destruída hacía ya mucho tiempo en la época de Jesús y dei cuarto Evangelio (en el ano 128 a.C. por Hir-

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cano 1; fue sustituida por la ciudad Flavia Neapolis [Nablüs], fundada por Vespasiano en Ias proximidades), habrá que pensar que Sicar era el asentamiento samaritano mayor que estaba situado cerca dei pozo, en la época en cuestión. Si el pozo de Jacob fue localizado acertadamente por la tradición en btr ya ‘qüb, a escasa distancia al este de la aldea de Balâtah, entonces Sicar debió de estar situada muy probablemente en la aldea de ‘Askar (al pie de la falda sudoriental dei Ebal), aproxima­ damente a 1 km de distancia al nordeste, en el camino que va de Judea a Galilea (Jn 4, 3), porque la época en que surgió Balâtah es incierta, y hay que presuponer, además, que existia un asentamiento bastante grande (jcóX-Lç) no lejos dei pozo (4,28). ‘Askar pudo haber sido edificada en el emplazamiento de la antigua Sicar, y su nombre recuerda posiblemente el de Sicar. Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); BHH III, 1896; Haag, Diccionario, 1860 (bibl.); Kopp, Stãtten, 196-211; M. Delcor: ZDPV 78 (1962) 34-48; Maredsous, Dic­ cionario enciclopédico de la Biblia, 1430; R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan I, Barcelona 1980, sub loco. H. Balz Sychem Siquén* SnxÉM-, dei hebreo fkem, «espalda, cuello», es la forma helenizada de una antigua ciudad cananea, que estaba situada en la serrania de Efraín, en el angosto fondo dei valle entre los montes Garizín y Ebal (de ahí su nombre) y que en el AT se menciona en Gén 12, 6; 48, 22; Jos 24, 1 y passim (LXX: Zuxép y Síxipa); XnxÓQ. Si­ quén se menciona ya en el siglo XIX a.C., desempenó un gran papel en la época de los patriar­ cas (Abrahán Gén 12, 6, Jacob 33, 18s; 48, 22 [parcela de tierra de Jacob y José] 37, 14; Jos 24, 32 [tumba de José], véase además Gén 34) y fue durante bastante tiempo centro de la confederación de tribus (Jos 24, Iss; 1 Re 12; primera capi­ tal dei reino septentrional, 12, 25). Después de ser destmida por los asirios (724/723), Siquén no volvió a florecer sino en la época tardia dei perí­ odo postexílico, en tiempo de los samaritanos (->■ XapÓQEia 2; probablemente después de la con­ quista de Samaría bajo el reinado de Alejandro Magno, en el 331 a.C.), los cuales establecieron

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2 tjxÉ(a- acpáyiov

allí su centro con el santuario en el monte Garizín (cf. la polêmica contra Siquén en Eclo 50, 26; 2 Crón 13, 4-12). En tiempo de Antíoco IV Epífanes, el templo dei monte Garizín fue trasformado en templo en honor de Zeòç Hevioç (2 Mac 6,2); Juan Hircano I destruyó la ciudad y el templo en el ano 128 a.C. (Josefo, Ant XII, 255). Hasta Ia fundación de la colonia F la v ia N e a p o lis (la actual N â b lu s ) , al oeste de Siquén, por Vespasiano en el ano 72 p.C., -> Xuxág asumió probablemente el papel de Siquén. T e ll B a lâ ta h , a 1, 5 km al sudes­ te de N â b lu s , muestra el antiguo emplazamiento de Siquén. En el NT, Siquén se menciona dos veces en Hech 7, 16 como lugar donde estaba la tumba de Jacob y de sus hijos, en un terreno que Âbrahán había comprado ya antes a los hijos de Jamor. En todo ello se confunde la compra, por Abrahán, dei terreno con la cueva de Macpela en Hebrón (Gén 23, Iss.lóss; según 25, 9; 49, 30ss; 50, 13, tumba también de Abrahán y de Jacob) con la compra de un te­ rreno en Siquén por Jacob (33, 18s). Ahora bien, según Jos 24, 32, José fue sepultado en el terreno comprado por Jacob en Siquén; cf. también E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. En Hech 7, 16b p^'* D W Koiné Vg se presupone, en vez de Siquén como nombre de lu­ gar, Siquén como nombre de persona (Jamor como padre de Siquén, Gén 33, 19; to õ EuXÉ[t). Bauer, Wõrterbuch, í .v.; BHH II, 17811783 (bibl.); Haag, Diccionario, 1860ss (bi­ bliografia principalmente sobre la historia de Ias excavaciones); Kopp, Statten, 1582-1584; Maredsous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1454-1456 (extensa bibliografia). H. Balz

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43, 23 LXX; cf. además Jer 12, 3; Zac 11,4.7) para referirse a los creyentes que, por amor de Cristo, viven en tentaciones y tribulaciones (Rom 8, 35-37). La imagen acentua, como se había hecho ya en el AT, que «Ias ovejas para el matadero», a diferencia de Ias ovejas para la obtención de lana, reciben alimento y pasto únicamente con el fin de ser sacrificadas; sufren la dura muerte (Jer 12, 3) sin lamentarse ni resistirse (Is 53, 7), más aún, sin sospecharlo siquiera (Jer 11, 19 [Aq. / Simm.: eiç oq)aYiív]). Sant 5, 5, en la lamentación contra los ri­ cos: è'9'Q8TÍ)ax8 xàç xaQÔíaç 'ópmv (v.L: mç) èv qp.ÉQÇt aqpayfjç, «habéis engordado vuestros corazones en el dia de la matanza». fipég a aq)aY'fíç, teniendo en cuenta lo que se dice en los vv. 3b-4 y en el v. 6, no significa el «dia de la matanza» como un dia de gozo pa­ ra los ricos, sino una de dos: o «el dia en que se sacrifica» (a los pobres y a los piadosos, cf. Ap 6, 9; 18, 24; Hen [et] 100, 7), o bien el dia dei juicio final, como corresponde al con­ texto apocalíptico (cf. Sant 5, 1.3; cf. también Jer 12, 3; 46, 10; Is 34, 2.6; Sof 1, 17; Ap 19, 17s; Hen [et] 94, 7). En esta última interpretación se acentuaria especialmente la cercania con respecto a Sant 5, 3b (èdqaaugLaaxe èv èoxáxaiç ■qp.égaiç), y se concebiiía el juicio como inmediatamente inminente o como algo que ha comenzado ya (cf. 5, 8s); en otro caso, se hablaría de un pasado «dia de desgracia» para los pobres, que dejaba intactos a los ricos o dei que éstos llegaban incluso a ser (junta­ mente) culpables; cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ (KEK), sub loco\ W. Schrage, Der Brief des Jakobus (NTD), sub loco. Cf. ThWNT VII, 935-938. H. Balz

otpaYTl, fjç, ■q sphagê matadero, matanza* oqiay»] aparece 2 veces en citas dei AT en relación con jtQÓpaxov (2.3); en Hech 8, 32 se cita a Is 53, 7 (mq jiQÓparov èjtl oqjaYtiv fíx'9'Tl) y se interpreta como una referen­ cia a la Pasión y muerte de Jesus; en Rom 8, 36 Pablo utiliza la imagen de Ias «ovejas para el matadero» (jtQÓpaxa acpayfjç, cita dei Sal

otpÚYlOV, o v , xó sphagion víctima para un sacrifício, ofrenda sacrifícial* En Hech 7, 42b (p,T] oq)áYta x a l '&uoíaç jtQocrqvéYxaxé noi[;], se interpreta Am 5, 25 (en contra dei significado original) en el sen­ tido de que Israel, durante los 40 anos de pe-

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aqjÓYiov - oqpQayíÇü)

regrinación por el desierto, ofreció sus «víctimas sacrificiales y (otros) sacrifícios» (en el texto hebreo se piensa en «ofrendas de ali­ mentos»; fbãiftm úminb^), no a Dios, sino a los ídolos (cf. Hech 7, 42a,43; ^ ■&uoía 1).

a tp á ^ o i sphazõ matar, inmolar* En el NT el verbo aparece 10 veces; dos de ellas en 1 Jn 3, 12 y ocho en el Apocalipsis. En todos los testimonios que aparecen en el NT, el verbo se refíere siempre directamente o en imagen a la occisión violenta de personas. 1 Jn 3, 12 emplea el verbo en una vigorosa expresión para referirse al íiratricidio de Caín: êocpa^EV tò v ctôsXqpòv anxoõ / êocpa^ev a n tó v , lo mató (cf. Gén 4, 8: àjtéjtTEivev aíitóv, 4 Re 10, 7; por el contrario, en Jer 52, 10 LXX oqpáÇco se refíere igualmente a per­ sonas). Cristo es (tò) àgvíov (xò / mç) èocpaYpÉvov, según Ap 5, 6.12; 13, 8, cf. 5, 9 (èoqpÓYTiç). Esto acentúa a un mismo tiempo la impotência dei Crucificado (cf. Is 53, 7) y la majestad dei Exaltado (a propósito de Ap 5, 6, cf. Dt 33, 17; Zac 4, 10). Ap 5, 1 se refíere a la entronización dei «Cordero»; en todo ello, el visionário ò ç, en el v. 6, introduce la interpretación de Cristo que es de importância central para el mensaje dei Apocalipsis (-> àpvóç 2, 3; oqpayri). En 6, 9 se llama a los mártires cristianos èoqpaYpÉvoi, cf. 18, 24. Se habla en general de que, en la guerra, unos se matEin a otros, 6, 4. Segiín 13, 3a, una de Ias siete cabezas de la bestia que emerge dei mar (cf. V. 1) está cüç è o q j a Y p É v o v eiç -&ávaxov, «como herida de muerte» (cf. f| jiXtiyti to õ ^aváxou, V. 3b; de manera parecida en el v. 14); pero la bestia es curada de esa herida (vv. 3b. 14), de tal manera que aparece como el antitipo dei Cristo sufriente y resucitado, y atrae sobre sí admiración y adoración (vv. 3c-4.11). Probablemente se alude a la leyenda dei Nero redux o redivivus (cf. Suetonio, Caes VI, 57; Tácito, Hist II, 8; Sib IV, 119ss, 137ss; V, 143ss, 361ss; cf. ThWNT VH, 934s; E. Lohse, Die Offenbamng des Johannes [NTD] so­ bre 13, 3); H. Kraft, Die Offenharung des Jo­

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hannes (HNT), sub loco, piensa en el asesinato de Domiciano. ThWNT Vfí, 925-935. aq)áXÀ(0 sphallõ hacer caer; en voz pasiva, caer, tropezar Mt 15, 14 V . I . : ó Ô T i Y f f l v a c p a ^ r i O E x a i , «guiando tropezará» en vez de èàv óôtiyÍ)oq)óÔQa sphodra (advérbio) mucho, muy, intensamente, grandemente* En el NT oqpóôpa, un advérbio derivado de ocpoÔQÓç, aparece 11 veces, cinco de ellas en Mateo; falta en Ias cartas. En combinación con el adjetivo péyaç (eomo circunlocución que sustituye a la forma dei superlativo, que en el NT va quedando notablemente relega­ do): Mt 2, 10 («muy gran alegria»); Mc 16, 4; Ap 16, 21; junto a jtX,oúoioç en Lc 18,23. En combinación con el verbo qpopéopai, «temer intensamente», Mt 17, 6; 27, 54; con èx)cr|aoopai, «estar grandemerite consternado», 19, 25; con Xujréopai, «entristecerse grandemen­ te», 17, 23; 18, 31; 26, 22; con itXiY&úvopai, «aumentar considerablemente» en Hech 6, 7). atpOÔQMÇ sphodrõs (advérbio) mucho, muy, fuertemente, violentamente* aq}OÔgõ>ç, que es un advérbio de oqjoôpóç, aparece únicamente en Hech 27, 18: oqpoÔQCõç ôè xeipoiÇopÉvojv qpôiv, «mientras éramos sacudidos fuertemente / violentamente por la tempestad». otpQ ayí^tO sphragizõ sellar, asegurar, confirmar, acreditar* Bibl.; -> aqjpaYÍç;.

1. El verbo, documentado desde Esquilo, Eum 828, aparece 15 veces en el NT, ocho de ellas en el Apocalipsis; se emplea, lo mismo que el sustantívo -> atfQayíç, tanto en sentido literal como en sentido figurado. Según Dan 6, 18, se hace rodar una gran piedra y se seUa la boca dei foso de los leones; un ma-

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otpQaYÍÇüJ - aq)QaYÍç

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El Apocalipsis, además de 20, 3 (cf. supra), contiene otros siete testimonios de atppaYÍ^ífl- Cinco de ellos (7, 3.4 [bis].5.8) pertenecen al contexto en que se habla de sellar con el sello de Dios (->• ocpQayíç 4.b); los otros dos hablan de (no) sellar la revelación: según 22, 10, el vidente no debe sellar Ias palabras de la profecia, es decir, no debe mantenerlas en secreto ni ocultarias; por el contrario, en 10, 4 se exhorta precisamente: «\Sella (es de­ 2. En el NT aq)QaYÍÇto se usa también en cir, encierra y no reveles) lo que han hablado sentido concreto y literal en Mt 27, 66 (unos los siete truenos!» vigilantes aseguran la tumba de Jesús, «seT. Schramm llándola con la piedra», cf. Dan 6, 18), y en Ap 20, 3 (el abismo al que es arrojado el diablo, queda cerrado y sellado). Por el contra­ oqigaY Íç, ÍÔOÇ, ^ sphragis sello* rio, en Rom 15, 28, donde Pablo habla con 1. Aparición en el NT y significado - 2. El sello en mucho apremio acerca de la finalización de la la antigüedad - 3. La LXX - 4. El NT - a) El Corpus colecta en favor de los de Jerusalén, no habrá Paulinum - b) el Apocalipsis. que pensar seguramente en un sellado concre­ B ibl.: J. Diehl, Sphragis, Giessen 1938; E. Dinkler, to (como, por ejemplo, en Tob 9, 5), sino que D ie Tauflerm inologie in 2 C or 1, 21s, en Id., Signum aq)QaYtÇm debe entenderse aqui, más bien, Crucis. A u fsã tze zum N T u n d zu r christl. A rchâologie, en el sentido de confirmar / acreditar fiaTübingen 1967, 99-117; Id., Jesu W ort w om K reuztragen, en ibid., 77-98; Id., Versiegelung, en RGG VI, blemente (cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2d; 1366s; F. Dõlger, Sphragis, Paderborn 1911; G. Fitzer, Fitzer, 948; O. Michel, Der Brief an die RõatpQttYÍç KÚ.., en ThWNT VII, 939-954; W. Heitmümer^ [KEK], sub loco). Precisamente este sig­ ller, atpQuyíç, en N tl Studien (F S f. G. H einrici), Leipnificado se halla atestiguado también en el zig 1914, 40-59; H. von Lips, G laube - G em einde A m t, Gottingen 1979, lOOs; G. Sauer, Siegel, en BHH Evangelio de Juan: 3, 33: «El que ha recibido ni 1786-1790; R. Schippers, en DTNTIV, 187-190 II, su testimonio (de Jesús), ha confirmado con 1135-1138; L. Wenger, signum: P auly-W issow a II A, ello que Dios es veraz». Inversamente se 2361-2448; para más bibliografia, cf. en ThWNT X, dice: Dios, el Padre, ha autorizado / acredita­ 1275s. do / confirmado legítimamente al Hijo dei hombre (6, 27). En 2 Cor 1, 22 Pablo afirma: 1. En el NT CKipQaYÍç aparece 16 veces; Pa­ blo usa el término en Rom 4, 11 y en 1 Cor 9, Dios «nos selló para él y nos dio en nuestros 2; éste aparece además en 2 Tim 2, 19, y 13 corazones la prenda dei Espíritu». El contex­ veces en el Apocalipsis. El sustantivo oqppato de este pasaje, muy discutido, y la variayíç, que se halla documentado desde el siglo ción de la frase en Ef 1, 13 y 4, 30 («Habéis VI a.C., designa no sólo el instrumento con el sido sellados por medio dei Espíritu Santo que se sella (es decir, entre otros, el sello ci­ [para el día de la redención]») remiten al líndrico, el anillo de sello o la piedra de se­ bautismo cristiano, que convierte al bautizado llar; cf. sobre esto, en concreto, Sauer), sino en posesión de Dios. El bautismo ^se entambién la marca dei sello {sigillum, de sig­ contraba ya asociado en tiempos dei cristia­ num) como signo acreditativo. nismo primitivo con una acción de sellar para Cristo (es decir, concretamente: signar con la 2. El uso de sellos se encontraba muy difundi­ senal de la cruz como la tãw [hebrea] o como do en la vida privada y en la vida pública dei la X [griega]? (Dinkler, Taufterminologie, mundo antiguo, y tenía gran importância jurídica passim, especialmente 109-113; Wort Jesu, (cf. Wenger; Fitzer, 939-943). A los objetos, a los 93s). animales, también a los animales destinados a los

nantial puede sellarse (Cant 4, 12); los contratos de compra y de matrimônio se sellan (Jer 39, lOs.25.44 LXX; Tob 7, 14). La culpa de los enemigos de Dios se hedla oculta en Dios, seUada en sus almacenes (Dt 32, 34); los pecados pueden sellarse (coroo el dinero en una bolsa; Job 14, 17); Dios mismo sella / encierra estrellas y hombres (9, 7; 37, 7). Una revelación permanece sellada y de esta manera queda oculta / en secreto (Dan 12, 9; cf. también 12, 4).

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acpQOYiç

sacrifícios, a Ias personas, especialmente a los esclavos, se los marcaba con un signo, una figura, unas letras o con una palabra o palabras, o también con una combinación de esos elementos, pa­ ra marcarlos y protegerlos como propiedad de su dueno (Heitmüller, 45ss). En analogia con esto, en el terreno de la vida religiosa, debe entenderse la marca con que se sellaba, según los testimonios de la antigüedad, a los participantes en los cultos mistéricos, y que era una especie de estig­ ma religioso que ellos recibían (Dõlger, 39ss). En los pactos, testamentos, escrituras y documentos en general, el sello -junto a la firma o en lugar de ella- tenía la función de acreditar el contenido y de garantizar su integridad o su carácter secreto. En consonância con esto, puede hablarse en sen­ tido figurado acerca de sellar la boca, o puede decirse que Ias palabras quedan selladas (cf. Diógenes Laercio I, 58; Teognis, Eleg. I, 178; Timoteo, Pers. 159s). La LXX ofrece unos 25 testimonios de otppayíç, que, con excepción de Ex 35, 22, se usa de manera general para traducir el término hebreo hiôtãm. Se emplea no sólo en sentido concreto y literal sino también en sentido figurado: Un ex­ perto artesano fabrica sellos (Eclo 38, 27; cf. 45, lls). Jezabel escribe cartas en nombre de Ajab y Ias sella con el sello de él (3 Re 21, 8). Según Ias AdDan (Bel) 14ss, la puerta dei templo se cierra y se sella con el anillo dei rey; al día siguiente se examina la integridad de los sellos. Jgualmente, una bolsa dei dinero se asegura con sellos (Tob 9, 5; cf. 4 Re 22, 4). La Sabiduría recomienda echar la cerradura allá donde hay muchas manos, y usar un buen sello allá donde la mujer es mala (Eclo 42, 6). Lo precioso que es el (anillo de) sello, lo explican comparaciones como Eclo 17, 22 («La limosna dei hombre es para él [Dios] como un se­ llo y guarda un favor como la nina de los ojos»); Cant 8, 6 («jGrábame como sello en tu corazón, como sello en tu brazo!»); Eclo 49, 11 (cf. Ag 2, 23): Zorobabel era «como anillo de sello en la mano derecha». Metaforicamente se usa oqpQayíç en la «oración -sapiencial- pidiendo el dominio propio», en Eclo 22, 27 («jQuién pusiera un centinela en mi boca y un sello de prudência en mis lábios para que no me hagan caer y no me pierda mi lengua!»). El uso metafórico de otpgaYÍç se desarrolla aún más en el judaísmo, especialmente en Filón (Fitzer, 946s). Es significativa sobre todo la interpretación de la clrcuncisión como sello dei pacto y «sello de Abrahán» (Dõlger, 51ss; O. Michel, Der Brief an die Rõmer^ [KEK] sobre 4, 11) y la idea, objetivamente afín, de que los justos están marcados con el nombre de Dios, una idea -no

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obstante- en cuyo contexto no aparece el término oqjgayíg. Cf. entre otros Gén 4, 15; Ex 28, 36; Is 44, 5; Lev 19, 28; Ez 9, 4ss; CD 19, 10-12; espe­ cialmente SalSl 15, 6-9: «Porque los piadosos llevan en sí la marca de Dios, que los salva. El hambre, la espada y la muerte quedan lejos de los jus­ tos, porque aquéllas huyen de los piadosos...». Los que llevan este sello, demuestran ser propie­ dad de Dios; se hallan bajo su protección (Dõlger, 55ss; Dinkler, Jesu Wort, 85ss). 4. a) Según 1 Cor 9, 2, la comunidad de Corinto es para Pablo el sello (es decir, la cre­ dencial jurídica, el signo acreditativo) de su ministério apostólico. Este sello le acredita, frente a los desafios polêmicos (cf. 2 Cor 3, 2; lls ), como a persona que lleva al sello, como a persona que obra con autoridad y legalmen­ te. En Rom 4, 9-12 Pablo quiere probar que Abrahán es el padre de todos los creyentes, tanto de los incircuncisos como de los circuncisos. En efecto, la fe fue imputada por justicia en la concertación dei pacto, en Gén 15, 6ss -mucho antes de la circuncisión, según se dice en 17, lOss-. La circuncisión-Pablo for­ mula conscientemente: «la senal de la circun­ cisión»- la recibió Abrahán, así hay que deducirlo, «como senal (es decir, como acreditación / confirmación) de la justicia que es por la fe, y que se le había imputado ya aun antes de la circuncisión» (Rom 4, 11). Se plantea la pregunta «de si Pablo, con el térmi­ no oqpgayíç, pone la mirada en el bautismo y desde ahí interpreta la circuncisión de Abraham como proléptico ‘sello de la justicia de la fe’» (U. Wilckens, La Carta a los Romanos I, Salamanca 1989, 326; sobre el estado actual dei debate informa Wilckens, La Carta a los Romanos I, 326s. En la metáfora un poco cimbigua de 2 Tim 2, 19, acpQayíç debe entenderse probablemente como impresión dei sello / inscripción (cf. Fitzer, 948s; N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­ celona 1974, 642; von Lips, lOOs). Frente a Ias amenazas heréticas contra la fe de la Iglesia, el autor asegura a sus lectores: «El sólido fundamento de Dios permanece firme; tiene esta esta inscripción'. ‘El Senor conoce a los suyos’ (Núm 16, 5), y: ‘Que se aparte de la in-

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ocpeayiç - axriM-a

justicia todo aquel que pronuncia el nombre dei Senor’ (cf. Is 26, 13)». Dificilmente habrá en todo ello una alusión al bautismo (en con­ tra de V. Hasler, Die Briefe an Timotheus und Titus [ZBK], 69 s). b) Once de los trece testimonios de ocpgayíç en el Apocalipsis se refieren al «rollo dei libro, escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete sellos», que se hallaba en la mano derecha dei que estaba sentado en el trono (5, 1). La apocalíptica revela el conocimiento secreto y, por tanto, oculto; tan sólo el Cordero puede desvelarlo y abrir los sellos (5, 2.5.9). La imagen recuerda la práctica jurídica romana, según la cual un testamento se aseguraba con siete seUos (Fitzer, 951), pero aqui, desde luego, se ha variado: con el fin de presentar progresivamente una revelación dei acontecimiento final, se van abriendo los se­ llos uno después de otro (Ap 6, 1.3.5.7.9.12; 8 , 1). Ap 7, 2 y 9, 4, con alusiones a Ez 9, 4ss y SalSl 15, 6-9 (~>^ 3), hablan dei «sello dei Dios (vivo), con el que el otro ángel «sella en la frente a los siervos de nuestro Dios», que son 12.000 de cada una de Ias doce tribus, para protegerlos contra los cuatro ángeles enviados para la destrucción, cuando tenga lugar el juicio al fin de los tiempos. Por el «sello de Dios» hay que entender concretamente el nombre de Dios y/o el nombre de Cristo (14, 1; 3, 12; 22, 4); es signo de propiedad y de protección (en forma análoga al tatuaje de los esclavos o al sello que se recibía en los cultos mistéricos). En correspondência total, los que se han sometido al mundo llevan en la frente o en la mano el nombre y la figura de la bestia (13, 16; 14, 9; 20, 4; cf. W. Bousset, Die Offenbarung^ [KEK], 281; Dõlger, 55ss; Dinkler, Jesu Wort, 92s). T. Schramm ffcpitÔQÓV, o C , TÓ sphydron tobillo* Hech 3, 7; èoTEeeróffTioav... tò ocpnôpá, «los (pies y los) tohillos (dei paralítico) cobraron fuerza»; v.l. r à otpugá, «los talones / los tobillos».

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ffq íitQ Ó v , o C , TÓ sphyron talón, tobillo

Hech 3, 7 SW D E W Koiné en lugar de ^ oqpnÔQÓv. O /e ô Ó V schedon (adv.) casi, por poco*

En el NT, este advérbio aparece siempre asociado con Jtãç; Hech 13, 44; 19, 26; Heb 9, 22. a x íjílc C j ctTOÇ, TÓ schêma forma, manifes-

tación específica, actitud* 1. Aparición en el NT - 2. Flp 2, 7 - 3. 1 Cor 7, 31. B ib i: Bauer, W õrterbuch, j.v.; J. tre de S a in t P a u l a u x P h ilip p ien s

F. Collange, L ’épi(CNT), Neuchâtel 1973, 93; Cremer-Kõgel, 465-467; J. Gnilka, D e r P h ilip p e rb rie f {H T hK ), Freiburg i. Br. 1968, 121; E. Kasemann, A n â lisis crítico de F lp 2, 5-11, en Id., E stú ­ dio s exeg ético s, Salamanca 1978, 71-121, especial­ mente 98s; J. B. LigMoot, S a in t PauVs E pistle to the P h ilip p ta n s , London ‘‘1903, 127-133; E. Lohmeyer, K y rio s Jesus. E in e U n tersu ch u n g zu P h il 2, 5-11, Darmstadt ^1961, 37s; R. P. Martin, C arm en Christi. P hilippians II, 5-11 in R ecen t Interpretation a n d in the S e ttin g o f E a rly C h ristia n W orship (SNTS Mon 4), Cambridge 1967, 207; PGL, s. v.; J. Schneider, oxíjira m l . , en ThWNT VU, 954-959.

1. En el NT oxfjpoi aparece dos veces; en 1 Cor 7, 31 y en Flp 2, 7. 2. En el himno pre-paulino a Cristo, en Flp 2, 6-11, se describe en 2, 7 la existência dei Hijo encarnado de Dios por medio de tres fra­ ses (popçpfjv ôonXon ka|3(óv / èv ópoioopati ãvÔQCújtcov yevópevoç / 0xr)paTi engeO-elg d)ç ãvâ-QtoJtoç), que enuncian hímnicamente, cada una a su manera (->■ poQ(pf| [2]; ^ ópoíropa [3.a]), la realidad de la encamación de Cristo. oXBPCi designa aqui la manifestación (externa) específica dei Hijo -encarnado- de Dios. La diferencia de significado entre pogqpfi y oxfjpa no debe definirse en términos de una oposición extrema («sustancia - apariencia»; «esencia - accidente» [Lightfoot, 133]; «naturaleza - historia» [Lohmeyer]). Por consiguiente, oxfjpa no designa ni la manifesta­ ción puramente externa por contraste con la

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oxfjixa - oxíCo)

esencia (Lightfoot, 133: «the externais of the human nature») ni la «suma de la peculiar actitud histórica de una persona» por contraste con su naturaleza (Lohmeyer, 38). Sino que por oxfjpa se designa aqui la manifestación propia de una determinada persona, algo que pertenece inconfundiblemente a ella. Por tan­ to, axrmaxi eíige^eiç mç ãvftQOJtoç signifi­ ca: «En lo que respecta a su manifestación específica, él fue hallado como ser humano», ax iíp a ti debe entenderse aqui como dativo de relación (BlaB-Debrunner § 197, 1; Moulton, Grammar III, 220).

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14, 21, refiriéndose a Ias aguas), y se encuentra, por cierto, en todos los Evangelios y en el libro de Hechos. El sustantivo -que no apare­ ce en la LXX (en ella se encuentra oxiapf| y tan sólo tres veces)- aparece en Mc 2, 21 par. Mt 9,16, asi como tres veces y siempre con el mismo significado (-> 3) en el Evangelio de Juan e iguahnente en la Carta primera a los corintios. 2. En su significado propio, los términos designan procesos naturales y sobrenaturales.

a) En el primer caso se hace referencia a 3. En 1 Cor 7, 31 el apóstol sitúa la conduc- objetos de la vida cotidiana, que se hallan teta moral de los cristianos bajo la reserva escajidos o anudados, los cuales no deben ser des­ tológica. Argumenta basándose en el fin dei garrados o cortados en trozos, es decir, no de­ mundo, aguardado como cosa inminente, ben ser estropeados. Según Jn 19, 24, los sol­ cuando afirma como fundamento de sus paladados prefieren «no rasgar» la «túnica sin bras: JtaQáyEi y àp tò oxfjpa toO xóapou costuras» (v. 23), sino «echarla a suertes» TOÚTOu: Pasa «este mundo en su manifesta­ (conforme a la cita dei Sal 21, 19 LXX). Se­ ción característica» (Bauer). Por eso, los gún Jn 21, 11, los discípulos capturan 153 pecristianos no deben hacer más que un uso proces; y «la red no se rasgó (èoxíaih)), a pesar visional de este mundo y de sus posibilidades, de ser tantos». En Mc 2, 21 par. Mt 9, 16, Je­ y deben adoptar ante él la actitud dei coç |xf|. sus fundamenta la diferencia en la práctica Si el mundo pasa en cuanto a su manifesta­ dei ayuno entre sus discípulos y los discípulos ción especifica, entonces en el fondo no que­ de Juan con la referencia a lo incompatible de dará nada de su esencia. Según la expectación lo tradicional con la nueva situación, y lo apocaliptica de Pablo con respecto al fin de compara con el hecho de que un remiendo de los tiempos, habrá que contar más bien con la pano nuevo (Lc 5, 36a: cortado de un vestido completa destrucción dei mundo; por tanto, nuevo) no se aviene con una tela vieja; la conxò 0X'nM'« xoü xóopou xoúxou se refiere al secuencia será «un desgarramiento aún peor» mundo presente y visible en su totalidad (así (Marcos par. Mateo), y eso prescindiendo de piensa también Kãsemann, 99). que para ello habría que destrozar el vestido nuevo, y ambos no se ajustarían bien, así Lu­ W. Põhlmann cas (Lc 5, 36b), que piensa ya en la división entre la Sinagoga y la Iglesia. schizõ escindir, rasgar* oxícfp,a, axoç, xó schisma escisión, ruptu­ b) En el segundo caso no se hace referencia ra* a cosas profanas de uso diário, sino al cielo, a la tierra y al templo; en ellos se manifíesta el 1. Aparición - 2. Significado literal - 3. Significado significado de la persona de Jesús o de su metafórico. muerte. Con ocasión dei bautismo, Jesús ve B ib i: Bauer, W ôrterbuch, s. v.; Ch. Maurer, o/í^O) «rasgarse los cielos» (Mc 1, 10 a diferencia KtX., en ThWNT VH, 959-965; M. Meinertz, de Mateo y Lucas, que usan el verbo àvoÍYU); y aipeaiç im NT: BZ 1 (1975) 114-118. cf. Is 63, 19 [TM: qãra‘\ LXX: òtvoÍYCo]). La 1. En el NT el verbo aparece 11 veces (apa­ escisión (de la bóveda) dei cielo prepara una epifanía divina (cf. 3 Mac 6, 18; JyA 14, 2; rece también en la LXX, por ejemplo en Ex

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oxí^ca - oxoXií

cf., a propósito, R. Pesch, Das Markusevangelium I [HThK], 90s), y ésta consiste luego en que «el Espíritu como una paloma desciende sobre él» y «una voz de los cielos» dice claramente; «Tú eres mi Hijo...». Mc 15, 38 describe los resultados directos de la muerte de Jesús (en el v. 37); «Y el velo dei templo se rasgó en dos (èorxíoOT) etç ôúo) de arriba abajo». Viene luego (v. 39) la confesión dei centurión romano. El signo dei v. 38 puede interpretarse negativamente (referido al templo y a Israel) y/o positivamente (referido a los gentiles y al mundo). En la comparación con 1, 10 llama la atención el que en ambos casos se abra la morada de Dios y venga lue­ go la declaración acerca dei Hijo de Dios; una declaración que, al comienzo de Marcos, se hace desde el cielo abierto, y, al final -con el templo abierto- se expresa en lábios de un gentil. Sin esta paradoja, el desgarramiento dei velo dei templo, en Lc 23, 45, no es más que un signo precursor de la muerte de Jesús, junto al oscurecimiento dei sol (v. 44; cf. Joel 3, 3s), aunque en Mt 27, 51 sus efectos, junta­ mente con el terremoto (v. 51b), por el cual se resquebrajan Ias piedras (v. 51c), son como una grieta que se abre y se va extendiendo por la creación.

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aT oç, to schisma grieta, fisura; escisión, discórdia axít,(o. o / o i v ío v , o v , TÓ schoinion cuerda, cor­ del, soga* Según Jn 2, 15, Jesús hizo un látigo «de cuerdas» (èx oxoivlcdv); Hech 27, 32; xà OXOLVÍa tfjç oxáqptjç, «Ias cuerdas / amarras dei bote salvavidas». Th. Drew-Bear; Glotta 50 (1972) 223s.

oxoXáÇo} scholazõ tener tiempo para, dedicarse (a una cosa); estar vacío, estar desocupado* En Mt 12, 44 dícese de una casa: EUQÍaxei OXoJ-áÇovxa, «él (el espíritu inmundo) la encueríVcdíVacía/desocupada»', Lc 11,25 v.l. - 1 Cor 7, 5; ajpkátjia xf) JtQoaenxt), «entregarse a la oración» (cf. IgnPol 1, 3 [JtpooeuXaiç]; 7, 3 [■bem]; Luciano, Macrob. 4; Ver. Hist. II, 15 [qpiÀoooqjíg...]). Mientras que oxoX,áÇco en sentido absoluto, con infinitivo, genitivo o preposición (ÕJtó), designa que uno descansa de cosas y de personas, oxo^áÇro con dativo (o con la preposición jtçóç u otras) significa que uno se entrega a y está libre para cosas y para personas; frente al aspecto dei 3. En sentido figurado, la escisión significa ocio, predomina entonces el de Ia entrega in­ la división, más aún, la polarización que la tensiva e indivisa, cf. ou péX,Xco beq) oxo)iápersona de Jesús desencadena entre los judios ^8lV, el pfl JCQÓXEQOV àjtaQTÍOO) xòv utóv (oxí-opa: Jn 7, 43; 9, 16; 10, 19), y también pou (Preisigke, Sammelbuch I, 4515). Ias actitudes opuestas que suscita la actuación de Pablo y Bemabé en Iconio y la defensa de oxoXiíi, f |ç , v\ schole escuela, pórtico don­ Pablo en el Sanedrín (coxia-bTi xò itX.fjb^oç; de se ensena* Hech 14, 4; 23, 7); finalmente. Ias desavenenSegún Hech 19,9, Pablo, después de ser recias existentes en el seno de la comunidad cochazado de la sinagoga (en Efeso), se volvió a rintia: los grupos (1 Cor 1, 10) que pretenden la oxo>i,fi T uqó vvo u , que probablemente era seguir a diversas autoridades (v. 12; sobre la una especie de auditoria o un pórtico para índole y el número de los «partidos», cf. H. impartir ensenanzas, dificilmente una sinago­ Conzelmann, Der erste Brief an die Korintga privada o un lugar de reunión de grupos her^ [KEK], 51-53), la falta de unidad en la que practicaban cultos paganos (cf. a l oxoXal celebración de la eucaristia (11, 18, junto a xmv q}iX,oaóqpa)v, Plutarco, Per. 35; Mor. 43s; aiQéaetç en el v. 19) y la desunión entre los oXoLtiv êxEiv. Epicteto, Diss III, 21, 11); cf. carismáticos (12, 25). también Billerbeck II, 751; E. Haenchen, Die W. Radl Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.

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aráÇo)

0(0^0) sozo salvar, sanar, ayudar* 1. Aparición - 2. Campo referencial - a) Las angus­ tias mortales y la muerte - b) La enfermedad y la posesión - c) La culpa por los pecados y la lejanía de Dios - d) La perdición eterna - 3. Empleo característi­ co - a) Pablo - b) Lucas. B ib l: -> aojtfiQ, y además: F. Bovon, L e sa lu t dans les écrits de L u c. RThPh 23 (1973) 296-307; G. Dautzenberg, Sein L eb en bew ahren, München 1966, 51-67, 154-168; J. Díaz y Díaz, D ie W ortgruppe o t á ^ E i v , aü)TT)Qia, OCOTTIQin den ntl. B riefen, tesis mecanografiada. Heidelberg 1965, 5-73; A. George, L e vocabulaire de salut, en Id., E tu d es su r V oeuvre de Luc, Paris 1978, 307-320; S. Lyonnet-L. Sabourin, Sin, R edem ption, a n d S a crifice, Roma 1970, 63-78; D. Meeks y otros, en DBS XI, 486-740; J. I. Packer, The Way o f S a lva tio n : Bibliotheca Sacra 129 (1972) 195-205,

291-306; J. Schneider, en ThBNT I, 264-267; W. Schrage, H e il u n d H e ilu n g im N T: EvTh 46 (1986) 197-214; Spicq, N o tes, Suppl 629-636; F. Stolz, y s ‘, en DTMAT 1, 1078-1085; B. H. Throckmorton, 2có^eiv, ao)xTiQÍa in Luke-Acts-, StEv VI (1973) 515-526; W. C. van Unnik, U u s a g e de ató^Eiv «sauver» et des d érivés d a n s les évangiles synoptiques, en Id., Sparsa C ollecta I, Leiden 1973, 16-34; W. Wagner, Ü ber 2QZEIN u n d sein e D eriva ta im NT: ZNW 6 (1905) 205235; K. Wurm, R ech tfertig u ng u n d H eil. E ine Untersu c h u n g zu r T ke o lo g ie d es L u kas u n ter d em A sp e k t «Lukas u n d P aulus», tesis mecanografiada Heidelberg

1978, 127-139.

1. La LXX emplea casi siempre este verbo para traducir el verbo hebreo yãsa‘, que apa­ rece frecuentemente. Se encuentra 106 veces en el Nuevo Testamento y está distribuído de manera bastante uniforme entre los diversos escritos. Sin embargo, en el Evangelio de Juan aparecen sólo 6 testimonios (frente a 15 en Marcos, incluído Mc 16, 16) y no aparece en absoluto en las Cartas de Juan, en el Apocalipsis y en algunas otras cartas (Gálatas, Filemón, Filipenses, Colosenses, 2 Pedro). 2. El autor de la acción salvadora y auxilia­ dora, en el Nuevo Testamento, es a menudo Dios, en la mayoría de los casos mencionado únicamente por medio dei pasivo divino (otra cosa sucede en 1 Cor 1, 21; 2 Tim 1, 9; 4, 18; Tit 3, 5; Sant 4, 12), o Jesús, aisladamente también Pablo (Rom 11, 14; 1 Cor 9, 22; 10, 33; 1 Tes 2, 16), otro cristiano (en general; Sant 5, 20; el cónyuge: 1 Cor 7, 16 [bis]; Ti-

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moteo; 1 Tim 4, 16) o la comunidad (Jds 23). Como sujeto de oróÇco encontramos también la fe (-+ 2.b.c; además Sant 2, 14; cf. Ef 2, 8) o «la oración hecha con fe» (Sant 5, 15; f| eíiyf] rfjç n:L0Tecoç), la palabra aceptada (1, 21) y el bautismo (1 Pe 3, 21). Los destinatá­ rios de la acción de acp^eiv son, además de otros indivíduos (->■ especialmente 2.a.b), también Jesús mismo (-> 2.a) y sus discípu­ los, así como Israel (Rom 9, 27; 11,14.26; Jds 5; los judios; Jn 5, 34), los gentiles (por ejemplo, 1 Tes 2, 16), todos los hombres (por ejemplo, 1 Tim 2, 4) y «el mundo» (Jn 3, 17; 12, 47). Aquello de lo que uno es salvado (àjtó en Mt 1, 21; Hech 2, 40; Rom 5, 9; èx en Jn 12, 27; Heb 5,7; Sant 5, 20; Jds 23), son las angustias mortales y la muerte, la enfer­ medad y la posesión, la culpa por los pecados y la lejanía de Dios, así como la perdición eterna. a) De la salvación dei peligro de naufragar se habla en Hech 27, 20.31; a Pablo se debe en último término el que todos fueran salva­ dos (27, 44 con ôiaacóÇcn; cf. v. 43; 28, 1.4). También los discípulos de Jesús y Pedro mis­ mo tienen miedo de perecer, en la tempestad dei lago, a pesar de la presencia de su «Senor», y por eso piden a gritos que el Senor les ayude y les salve: xÚQte, acãoov (Mt 8, 25; 14, 30) -u n clamor que aparece claramente estilizado, si lo comparamos con el que se re­ lata en Mc 4, 38-. Jesús mismo, ante la faz de la muerte, pide al «Padre» que le salve «de es­ ta hora» (Jn 12, 27). Dios es «quien puede salvarle / librarle de la muerte (èx d-aváTon)» (Heb 5, 7), claro que de un modo total­ mente diferente a como se imaginan los que se mofan de Jesús moribundo. Estos le desafían irónicamente a que se ayude a sí mismo (y a los que están crucificados con él: Lc 23, 39), ya que es capaz de destruir el templo y reedificarlo (Mc 15, 30 par. Mt 27, 40), y es el Hijo de Dios (Mt 27, 40), el Ungido de Dios, el Rey de los judios y el Mesías (Lc 23, 35.37.39). Recuerdan a Jesús su antiguo po­ der, con el cual él ayudó a otros, y se burlan de él porque ahora «es incapaz de ayudarse a

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oró^o)

sí mismo» (Mc 15, 31 par. Mt 27, 42; cf. Lc 23, 35) y porque tampoco Elias «viene a salvarle» (Mt 27, 49). La idea apocalíptica de Ias horribles tribulaciones y angustias dei fin de los tiempos pre­ vê una abreviación de ese tiempo; porque sin ella nadie absolutamente podría sobrevivir (Mc 13, 20 par. Mt 24, 22). La salvación de Ias angustias de muerte incluye también final­ mente la liberación «dei país de Egipto» (Jds 5); porque se contraponen a ella la muerte de los israelitas incrédulos, la condenación de los ángeles culpables y la destrucción de Sodoma y Gomorra (vv. 5-7). Tan sólo en Lc 8, 50 se emplea ocp^o) para referirse a la resurrección de la muerte. Claro que la muchacha dei relato hace poco que ha muerto, y que según Ias palabras de Jesus está sólo dormida (v. 52; cf. Jn 11, lls); en todo caso, Jesús se puso en camino «para salvar su vida (de la muchacha)» (Mc 5, 23: iva acoUfj x a l ^f|OT]). b) En los Evangelios son casi sierapre los enfermos los que experimentan la ayuda de Jesús designada por medio dei verbo aróÇco. Y, así, en el relato de la muchacha moribunda aparece también una mujer que padecia de he­ morragias desde hacía doce anos. Esta mujer confia en ser sanada con sólo tocar la vestidura de Jesús (acoDrioopau Mc 5, 28 par. Mt 9, 21; en Lucas falta la frase). De hecho es sa­ nada de esta manera -como lo serán más tar­ de muchas otras personas (Mc 6, 56; EOtó^ovTO)- y «quedo sana desde aquella misma ho­ ra» (Mt 9, 22: èacó^T]), y lo fue precisamente por su fe. «Tu fe te ha sanado», le dice Jesús (Mc 5, 34 par. Mt 9, 22 / Lc 8, 48). Y anade; «jVete en paz» (Mc 5, 34 par. Lc 8, 48). De ahí se deduce que la acción de aróÇeiv que Je­ sús realiza, no tiene sólo como consecuencia la «salud» el cuerpo, sino además la salvación en el sentido más extenso de la palabra. Esto se aplica también a la curación dei ciego, quien va en seguimiento de Jesús, y dei lepro­ so, que regresa para darle Ias gracias; también a ellos les dice Jesús Ias palabras -que son co­ mo una fórmula—de la fe que salva (Mc 10, 52 par. Lc 18,42 ó Lc 17, 19). Y, así, se com-

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prende que Ias curaciones de enfermos puedan describirse con el verbo acn^co, exactamente igual que la liberación de un poseso que queda libre de sus demonios (Lc 8, 36). Con un acento enteramente distinto Mc 3, 1-6 par. Lc 6, 6-11 describe la curación de una mano seca. Aqui, en el marco de un litígio, el conflicto sobre el mandamiento dei sábado se reduce en forma aguda a la pregunta de si es lícito «salvar a una persona o mataria», es decir, ayudarla o dejarla morir (v. 4 par. Lc 6, 9; cf. Dautzenberg, 156). Si a Ias mencionadas curaciones sinópticas obradas por Jesús, les anadimos Ias que se relatan en el libro de Hechos y que fueron obra­ das por Pedro y por Pablo (4, 9; 14, 9), entonces nos llama la atención el hecho de que el verbo aró^Eiv significa siempre (con excepción dei sumario de Mc 6, 56) la restauración de la integridad de la persona, haciendo desa­ parecer un dano permanente: hemorragia, ceguera, lepra, parálisis y posesión diabólica (cf., por el contrario, Mt 8, 7.8 par. Lc 7, 3.7, donde se emplea ■0'EQajtEÚoo / ôiaocpÇ oi) o bien íáoftat). La cosa es distinta en Jn 11, 12 y Sant 5, 15. c) Lo que a Ias personas Ias enajena más profundamente de su condición de criaturas y, con ello, dei Creador, es el pecado. Así como Jesús libra al individuo de su culpa (Lc 7, 41s.48) y con eUo le salva (v. 50), así también el «Dios con nosotros» (Mt 1,23) redime a to­ do el pueblo «de sus pecados» (v. 21). Cristo vino «al mundo para salvar a los pecadores» (1 Tim 1, 15), es decir, para ir en busca de los que se hallaban perdidos, lejos de Dios, y hacerlos regresar (Lc 19, 10; cf, 15, 3-7.810.24.32), La salvación en el sentido dei regreso al hogar significa también arrepentimiento y conversión. Tal es la meta que Jesús persigue con sus oyentes judios (Jn 5, 34), y la esperanza que Pablo tiene con respecto a Israel (Rom 9, 27; 11, 14.26). Como el «apóstol de los gentiles» (1 1 ,13s), Pablo trabaja para lograr lo que él considera su tarea principal, a saber, «por todos los mé­ dios salvar a algunos» (iva Jtávtcoç u v à ç

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atóÇü)

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ce en el contexto de un enunciado sobre el acóacu; 1 Cor 9, 22; cf. Rom 11, 14). El con­ juicio (Rom 5, 9.10; 1 Cor 3, 15; 5, 5; Heb 7, texto prueba que Pablo aqui (y de manera se25; Sant 4,12; 1 Pe 4, 18) y cuando expresa el mejante en 10, 33) no se refiere a la salvación verse libres dei «fuego» (Jds 23), el salvar a eterna, sino a la conversión a la fe en Cristo: la tltuxi] de la muerte (Sant 1, 21; 5, 20) o es en 9, 19-23 Pablo nos hace ver cómo él trata lo opuesto a la «perdición» total (1 Cor 18, de «ganar» (xegôaívco: vv. 19.20 [bis].21,22) 21; 2 Cor 2, 15; 2 Tes 2, 10). La oposición a judios y gentiles, a fuertes y débiles. Semejante «salvación» la hace posible no sólo la —casi a manera de fórmula—entre aípoca y àJtóXÀupi (cf. además Mt 8, 25; Lc 6, 9; 19, proclamación misionera (1 Tes 2, 16), sino 10; Sant 4, 12) caracteriza también Ias sitambién la unión conyugal con un pagano (1 guientes palabras del Senor: «Aquel que en­ Cor 7, 16 [bis]). tregue su vida» conseguirá la salvación más También Ias cartas pospaulinas hablan de la allá de la muerte; él «ganará (acó^ca) su vi­ actual salvación en la fe. Según 1 Tim 2 ,4 (cf. da»; «pero el que quiera conservar (acóÇo)) su Jn 10, 9), oor&fjvai significa el conocimiento vida, la perderá» (Mc 8, 35 [bis] par. Mt 16, de la verdad, y ocpÇco se usa en aoristo en 2 25 / Lc 9, 24 [bis]; cf. Mc 8, 36 par.: xeQÔaíTim 1, 9; Tit 3, 5. Mientras que, en Ias cartas paulinas, Dios como supremo autor se oculta vco - Çqpióopai). En la situación de hacer confesión de la fe, se dice: «El que persevere detrás de Ias formas pasivas, vemos que estos hasta el fin» -incluso hasta la muerte-, «ése tres pasajes post-paulinos hablan expresamense salvará», es decir, será recompensado eter­ te de la intención o de la acción de Dios. La namente (Mc 13, 13 par. Mt 24, 13 y 10, 22; salvación ha acontecido «por gracia» (acó^m en participio de perfecto de la voz pasiva: Ef cf. Lc 21, 19: XTT|aaa'0-E xàç tjjuxàç u[X(õv, «conseguiréis para vosotros la vida»). En vir2, 5.8), concretamente en el bautismo purifi­ tud de determinados presupuestos, Rom 10, cador (Tit 3, 5), en la nueva arca (1 Pe 3, 21). 9.13; 1 Tim 2, 15, con sus formas de ocóCo) en Lucas equipara aoD^fjvai y el bautismo con futuro, prometen la consecución de la salva­ la aceptación creyente de la palabra (Lc 8, ción. La formulación en presente, en 1 Cor 12). A ambas cosas Ias menciona juntas en 15, 2, se refiere también, seguramente, al fu­ Hech 2, 40.41; 11, 14.15s (con 10, 47s); 16, turo de la salvación; porque esa formulación 30.31-33. La salvación que deja libres «de es­ considera evidentemente la firmeza (actual) ta generación perversa» (2, 40), consistia -se ­ en permanecer en el evangelio como la condigún 2, 4 7 - en que «los que eran salvados» ción para la salvación (futura). (cf. el imperfecto en 2, 40) se incorporaban a la nueva comunidad. Por eso, también en 15, 3. a) Es característico del empleo que Pablo 1.11 la disputa gira -en todo caso, al princi­ hace de acpÇco el hecho de que el verbo se rep io- en tomo a si la circuncisión o la gracia fiera a una de dos; o a los esfuerzos misioneestablece la pertenencia a la comunidad. Por el contrario, en 2, 21 y 4, 12 se halla segura­ ros actuales del apóstol, o bien a la decisión futura de Dios. En lo que respecta a lo primemente en primer plano la redención definitiva ro, el verbo ocp^co expresa la incorporación de (en el nombre de Jesús), que se deriva de la miembros a la comunidad eclesial; en lo que salvación actual. d) Se hace referencia claramente a la futura respecta a lo segundo, dicho verbo expresa el destino eterno, la salvación junto a Dios. Por salvación eterna obrada por Dios y junto a tanto, la redención puede ser teunbién sinôni­ Dios, cuando aco^&fjvat se describe como limo de justificación y de reconciliación; pero beración «para entrar en el reino celestial» (2 Pablo puede también contraponerlas, como lo Tim 4, 18) o como la acción de «entrar en el prueba Rom 5.9.10: ôixaicuDÉVTEç vüv reino de Dios» (Mc 10, 25.26 par. M t 19, oar&Tioó(jie^a y KaxaKkayévxEç - otoOiiaó24.25 / Lc 18, 25.26; cf. Lc 13, 23; Mc 16, pEÇa EV xfj Çoofj auxou. La salvación defini16). Así sucede también, cuando ocpÇco apare­

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atüÇo) —acõ|xa

tiva no se pronunciará sino en el juicio (1 Cor 3, 15; 5, 5); pero en la fe y en el bautísmo el hombre es partícipe ya desde ahora de la salvación divina: según Rom 8, 24, «somos sal­ vos en la esperanza» (Tfj èÀJtíôi èan)'&T]p£v), es decir, Dios, por medio dei acontecimiento de Cristo, puso fin a nuestro estado desespera­ do (cf. 1 Tes 4, 13) y nos concedió graciosa­ mente en Cristo una vida en esperanza. b) En Lucas Uama la atención la gran ampUtud de significados dei verbo oóÇoo. Este significa el rescate de la muerte, es decir, la salvación de un peligro mortal (Lc 23, 35.37.39; Hecb 27, 30.31) o el bacer regresar de la muerte (Lc 8, 50). Significa la ayuda fundamental que se recibe en Ias acciones sanadoras de Jesus (6, 9; 8, 48; 17, 19; 18, 42; 23, 35) y de los apóstoles (Hecb 4, 9; 14, 9) juntamente con la liberación de un poseso (Lc 8, 36). Significa el perdón para diversos peca­ dores (7, 50; 19, 10) e igualmente el perdón para el pueblo (Hecb 2, 40). La meta de la acción descrita por oróÇto no sólo es la salva­ ción eclesial comunicada por medio de la fe y dei bautísmo, que comprende en sí la comunicación de’1 Espíritu (2, 38) y desencadena gozosa alegria (2, 46; 16, 34; -> aYaX,X.iáü)), si­ no también la vida eterna (Lc 9, 24 [bis]; 13, 23; 18, 26). En general podemos afirmar: con excepción de este último caso, la redención y la salvación (según Lucas) se produce -d e muy diversas maneras- en la actividad de Jesús y de la Iglesia. Más aún, incluso la reden­ ción definitiva «en el nombre dei Senor» (Hecb 2, 21; cf. 4, 12) -según la comprensión profética y, seguramente también, según la comprensión lucana-, la enlaza ya Lucas con el tiempo de la Iglesia, cuando la promesa escatológica expresada en Ias palabras de Joel (3, 5) la refiere él al envio dei Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hecb 2, 16s). W. Radl a
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poreidad - 5. La resurrección dei awga - 6. «Cueipo de Cristo» como cuerpo de la cruz, don en la eucaris­ tia, comunidad - 7. Analogias pre-paulinas - 8. Cuer­ po de Cristo y pueblo de Dios - 9. Ampliación dei concepto en Colosenses y en Efesios - 10. aãipa en Ia gnosis. B ib l.: K. A. Bauer, L e ib lic h k e it - da s E nde a ller W ege G ottes. D ie B ed e u tu n g d e r L e ib lic h k e it eines M en sch en b e i P a u lu s (StNT 4), Gütersloh 1971; G. Bof, II ampa quale p rin c ip io delia sessualità in P aolo: Bibbia e Oriente 19 (1977) 69-76; Conzelmann, Theologie, 198-200; B. Daines, PauVs Use o fth e A n a logy o f t h e B ody o f Christ: EvQ 50 (1978) 71-78; G. Dalman, Jesus-Jeschua, Leipzig 1922, 129-134; E. E. EUis, S õ m a in F ir s t C o rin th ia n s: Interpretation 44 (1990) 132-144; J. Emst, P lerom a u n d P lerom a Christi (BU 5), Regensburg 1970, especialmente 154-190; K. M. Fischer, Tendenz u n d A b sich t des E pheserbrief e s (FRLANT 111), Gõttingen 1973, 48-78; J. Gnilka, D e r K o lo sse rb rie f (WUciK), Freiburg i. Br. 1980, 6770, 128-135, 148, 152s, 167s; R. H. Gundry, Sõm a in B ib lica l T heology w ith E m phasis on P auline A nthrop o lo g y (SNTS Mon 29), Cambridge 1976; F. Hahn-K. Kertelge-R. Schnackenburg, E in h eit d e r K irche, Frei­ burg i. Br. T979, especialmente 35-46, 63-67, 13-1&, 98-108; D. J. Harrington, G o d ’s P eople in C hrist, Philadelphia 1980; S. Heine, L eib h a fter Glaube. E in B eitrag zum Verstãndnis d e r theol. K o n zeption des P a u ­ lus, Wien 1976; A. E. Hill, The Tem ple o f A sclepius: A n A lte m a tiv e S o u r c e fo r PauVs Body Theology?: JBL 99 (1980) 437-439; E. Kasemann, D a s theol. P roblem d e s M o tív s vo m L e ib e C h risti, en Id., P a u lin isc h en P erspektiven, Tübingen ^1972, 178-210; Id., A sp ekte d e r K irche, en Id., K irchliche K o n flikte I, Gõttingen 1982, 7-36, especiaimente 8-12; G. W. Knight, The C hurch o f the NT: Presbyterion 3 (1977) 30-36; E. Lohse, C hristusherrschaft und K irche im K ol, en ld„ E in h eit d e s N T , Gõttingen ^1976, 263-266; Id., Teolo­ g ia d e i N T , Madrid 1978, 142ss, 163-166; G. Lüdemann, P aulus, d e r H eid en a p o ste l I (FRLANT 123), Gõttingen 1980, 270s; U. Luz, D a s G e sch ich tsverstã n d n is d e s P a u lu s (BEvTh 49), München 1968, 212s; W. A. Meeks, In O ne Body, en F S D a h l, 201-221; R. Pesch, D a s A b en d m a h l u n d Jesu Todesverstãndnis

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0(0[xa

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cf. ThWNT X, 1276-1278.

1. o(ü(ia es un concepto marcadamente griego. En Homero designa únicamente los «cadáveres». El griego no distingue lingüísticamente entre lo que en alemán se llama Kõrper (es decir, el «cuerpo» como la matéria visible que pertenece a una entidad particular, sea un ser animado o ina­ nimado) y y lo que se llama Leib (es decir, el «cuerpo» como receptáculo dei alma [humana] con sus correspondientes aspectos de sentimientos, afectos y vida en un sentido no físico). Por eso, ompa puede describir también un cuerpo ce­ leste o cualquier objeto inerte y, más tarde, inclu­ so a un esclavo. De ahí que Platón y su escuela entiendan el cuerpo como aquello que se despren­ de con la muerte y deja en libertad al alma, como la tumba dei alma (Gorg, 493a), su prisión (Crat 400b.c.), su concha muerta (Phaed 66b). Aristóte­ les consideró el cuerpo como la matéria de la que el alma crea la obra artística «hombre» (An II, Is [412a, 19ss]), y los estoicos, siguiéndole a él, y con espírita muy moderno, explicaron que el al­ ma era corporal, y que el hombre era una unidad corpóreo-anímica (Zenón, Frgm. 135 y passim. Una vida «buena y hermosa» y -como punto cul­ minante de ella- una muerte semejante llevan a la perfección esa divina obra artística. Así que, según esta doctrina, el hombre era -ante todo- indi­ víduo, y se hablaba de que había 10.000 «cuerpos» en una ciudad, lo mismo que nosotros hablamos de 10.000 «almas». Ahora bien, el concepto de cuerpo puede usarse también para describir el conjunto ordenado, por ejemplo, de un pueblo, de un ejército, de un rebano. En este sentido, el cosmos es un cuerpo divinamente ordenado y administrado, cuya cabeza es Zeus, el cielo, el espírita, quizás también el logos (Comuto, TheolGraec 20; Orphicorum Fragmenta 21 a; Diodoro Sículo I, 11, 5s; Filón,

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Som I, 144; QaestEx II, 117, en caso de que no se trate de una interpolación cristiana). La vida es entonces unidad con la naturaleza, y la muerte, un término natural. Estas ideas fueron recogidas también por el estoicismo. Demócrito (Frgm.) consideró ya el cuerpo humano como un micro­ cosmos; en efecto, los mismos términos griegos designan el viento y el aliento, la bóveda celeste y el cráneo, los soportes dei cielo y Ias vértebras cervicales, el firmamento y el paladar. 2. El AT piensa de manera totalmente diferente y no posee un término específico para designar el «cuerpo». El hombre no tiene came y alma, sino que es ambas cosas, perecedero y, no obstante, vi­ vo (cf. también E. Jacob: ThWNT IX, 619-629). El hombre existe únicamente como tal unidad; por eso, está muy lejos dei AT el distinguir, como lo hace Platón (-> 1), entre cuerpo y alma. Tampoco tiene sentido para el AT el deslindar al indi­ víduo, con su cuerpo individual, de la totalidad dei pueblo (como se hace en Aristóteles [-► 1]). Cuando se singulariza y se segrega a una persona, entonces es por un llamamiento divino para que esa persona preste un servicio en el pueblo, y des­ de luego no por sus cualidades somáticas. Ni mucho menos puede considerarse el hombre, en este punto (con arreglo a Ias doctrinas de Demócrito [-^ 1]), como una obra artística acabada en sí misma, como un mundo en sí mismo. De ahí que la muerte no se entienda ni como liberación dei alma ni como consumación de una vida ni como un fin puramente natural, como si quisiera suavizarse así su dureza. Sólo Dios es más fuerte que la muerte, sin que se sepa de una vida después de la muerte: «Aunque mi came y mi corazón desaparezcan, Dios es etemamente mi roca» (Sal 73, 26). La lengua popular aramea, en tiempos de Je­ sus, seguramente por influencia griega, adoptó la palabra güfã (utilizada una vez para designea el «cadáver» en 1 Crón 10, 12) con el fin de referirse al «cuerpo» en el sentido dei «Yo», de la per­ sona (cf. Billerbeck II, 492), dei conjunto o dei tronco, por contraste con los miembros o con la cabeza (cf. Billerbeck IV, 63 [Pes 10, 3]; III, 446s [TosTaa 2, 5]), más aún, de la forma material a diferencia dei alma (Billerbeck I, 654s [LevR 34], y passim), cf. también g‘sêm en Dan 4, 30. 3. El NT es un libro escrito por israelitas o, al menos, por personas familiarizadas con la Biblia de Israel. Fuera de Ias Cartas paulinas se habla a menudo dei cuerpo muerto (o des­ tinado a la muerte, Mc 14, 8). Pero el cuerpo puede ser también resucitado (Mt 27, 52;

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oco[xa

Hech 9, 40; Jn 2, 21); es, por tanto, portador dei Yo, no una matéria desligada de él. Lo mismo que en griego y en arameo, el cuerpo representa la totalidad, en contraste con los miembros (Mt 5, 29s; 6, 22s; Sant 3, 2s.6); el cuerpo y el alma (= jla energia vital mantenida por medio de la comida y la bebida!) son los dos aspectos inseparables dei ser humano (Mt 6, 25). El cuerpo es el verdadero Yo, dei que se puede cortar un miembro, pero en el que un miembro puede también influir, La afirmación de que los hombres son capaces únicamente de matar el cuerpo (terreno), no presupone la existência de un alma que sobre­ viva sin el cuerpo, sino que presupone a Dios, quien, aun más allá de la muerte, dispone dei cuerpo y dei alma (Mt 10, 28). En la Ultima Cena, Ias palabras «Esto es mi cuerpo» estuvieron separadas originalmente de Ias palabras dei cáliz por toda la comida (así en los banquetes judios o en la cena de la Pascua, y todavia en 1 Cor 11, 25a). Se enten­ dia probablemente por esas palabras: «Esto es mi Yo -prenda de mi presencia real—» (-^ 2). Las palabras dei cáliz debieron de ser origi­ nalmente: «Esto es el (^nuevo?) pacto en mi sangre» (1 Cor 11, 25), pero fueron asimilándose paulatinamente a las primeras palabras («Esto es mi sangre», Mc 14, 24). De lo con­ trario, junto a «sangre» tendria que aparecer «carne», no «cuerpo» (jnunca se menciona junto con la «sangre»!); asimismo, el desarro11o litúrgico conduce a un paralelismo cada vez más intenso, y no a la inversa -los textos actuales se hallan más intensamente armonizados que cualquier texto dei NT-. La forma de Mc 14, 24 situo luego en el centro la idea, por lo demás rara, de la entrega dei cuerpo (y de la sangre) (Heb 10, 5.10; 1 Pe 2, 24). A di­ ferencia de lo que significa para el griego (4 Mac 10, 4; 13, 13; Hen [et] 108, 8s; Josefo, Bell 352-355, cf. Sab 9, 15), esto significa la completa entrega de si mismo, no simplemente de una envoltura exterior, que es una carga para el alma.

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Cor 13, 3) no piensa en la muerte, sino en que el cuerpo se ponga en la tierra a disposición dei Senor. Esto es un genuino culto divino, más comprensible para todos (Rom 12, 1), tal y como Pablo mismo lo practica de manera radical (1 Cor 9,27). El cuerpo, no el alma, es templo dei Espíritu Santo (1 Cor 6, 19s). En él, en la «carne mortal», se manifiesta la cruz de Jesús, y de manera tan concreta que pueden verse las cicatrices (seguramente de flagelaciones; 2 Cor 4, lOs; Gál 6, 17). Pablo acentúa ante los corintios la corporeidad de la vida en la fe. Algún día habrá que dar cuenta de ella (2 Cor 5, 10). En efecto, el cuerpo es más que un órgano neutro para la digestión o la reproducción (1 Cor 6, 13). Siempre pertenece a una cosa o a otra; es «miembro de Cristo» o «de la prostituta» (6, 15), y se convierte en propiedad de alguien, dei pecado y de la muerte o de Cristo (Rom 6, 6; 7, 24'; también 8, 13 sin especial adición). Esto muestra que el cuerpo es el lugar en el que se produce principalmente la transición dei indicativo al imperativo. Puesto que Cris­ to lo compro (1 Cor 6, 20), el cuerpo no pue­ de pertenecer ya a la prostituta. Puesto que la misericórdia de Dios está sobre él, el cuerpo debe ponerse al servido de Dios (Rom 12, 1). Puesto que por el bautismo estamos muertos al pecado y vivimos para Dios, el pecado no debe reinar ya en nuestro «cuerpo mortal» (Rom 6, l l s = jen «nosotros mismos»!, v. 13). Pablo concibe tan intensamente esta unidad dei cuerpo con Cristo, que no sólo «el cuerpo pertenece al Senor», sino que también «el Senor pertenece al cuerpo» (1 Cor 6, 13).

5. Así se comprende la importância de la resurrección dei «cuerpo» (1 Cor 15, 35-44). El cuerpo, que se extiende desde la coronilla hasta la planta de los pies, deslinda por un la­ do mi Yo y lo diferencia de otros. Esto incluye lo que Lc 10, 20 (cf. Is 43, 1) expresa con su referencia al «nombre»: la resurrección me afecta «a mí»; no es la disolución dei Yo en algo universal. «Nosotros», «nuestros cuerpos 4. También Pablo es capaz de hablar de la mortales», somos resucitados (1 Cor 6, 14; entrega dei cuerpo, pero (con excepción de 1 Rom 8, 11).

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Ahora bien, el otro aspecto es decisivo. El cueq)o con ojos, oídos, manos y pies es medio de comunicación, que me abre a otros. Por tanto, como cuerpo, estoy indisolublemente unido con Cristo. Por eso, el cuerpo es preci­ samente el que es resucitado, pero de tal manera que experimenta una trasformación y no es ya «carne y sangre». Para expresar esta to­ tal alteridad, no son suficientes todas Ias imágenes. De ahí que Pablo no sólo diferencie entre la semilla y la planta, entre el hombre y el animal, entre lo terrenal y lo cósmico, sino que senale también Ias infinitas diferenciaciones entre todas Ias plantas, los animales y los cuerpos celestes, de tal manera que sólo la afirmación de que no ya el «alma», sino el «Espíritu» de Dios crea, moldea y determina el nuevo cuerpo, es la afirmación que conduce hasta la realidad (1 Cor 15, 35-44.50s; Flp 3, 21). Por eso, Pablo puede afirmar también en una ocasión que nos despojamos dei cuer­ po (terreno); pero no para estar en «desnudez», para ser un alma liberada de lo material, sino para ser «revestidos» de nuevo con una habitación corporal (2 Cor 5, 1-3.8). En 2 Cor 12,2 Pablo cuenta con la posibilidad de aban­ donar el cuerpo en un arrobamiento «al tercer delo»; pero si sucedió así o no, eso le tiene completamente sin cuidado. En todo caso, la vida de la resurrección es vida corporal, vida de la comunión (que se establece ya antes de la muerte) con el Senor y con los semejantes: una vida que tiene su plenitud en una apertura inimaginable hacia el Senor (i,y hacia los que resucitaron de manera semejante?).

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Cristo y con su acción (10, 16). Aqui Pablo invierte Ias frases litúrgicas, evidentemente para adjuntar su propia interpretación, acunada originalmente por él; Si el pan une a la co­ munidad con el cuerpo de Cristo sacrificado por ellos, vemos que de esta manera la comu­ nidad misma; c) se convierte en un solo cuer­ po, precisamente en el Cuerpo de Cristo. Co­ mo muestran 10, 1-13 y 15, 29, los corintios eran sacramentalistas, y así lo creían plena­ mente. Sin embargo, olvidaban que en todo ello se trata de la realidad de un acontecimiento, no de una sustancia, más aún, de una relación, no de una matéria, en una palabra, de la vida, no de una condición inerte; una re­ alidad que, por tanto, quiete plasmar también a la comunidad y fundamentar el derecho de senorío de Cristo. Por eso, según 11, 27, aquel que «de manera indigna» celebra la Cena dei Senor o eucaristia (a saber, jcomiéndolo y bebiéndolo todo aparte de los miembros más po­ bres de la comunidad, de tal manera que éstos tengan que nutrirse con el simple sacramento, vv. 21.33!), y la celebra indignamente porque contrae una culpa contra los hermanos y hermanas, contrae también una culpa contra Aquel que entregó por ellos «el cuerpo y la sangre». Así lo enuncia igualmente la frase de 8, lls , construída de modo exactamente para­ lelo.

7. ^En qué sentido la comunidad es Cuerpo de Cristo? Diversas posibilidades lingüísticas facilitaron a Pablo la formulación de este nue­ vo concepto. La comprensión griega dei cuer­ po como conjunto homogêneo (-» 1) creó la 6. Esto esclarece el concepto de «Cuerpo de fábula, repetida a menudo, que en una ocasión impidió la revolución de los trabajadores con­ Cristo». Es: a) el cuerpo de Jesús entregado tra la clase alta: Los miembros dei cuerpo se en la cruz en favor de la comunidad (Rom 7, 4; Col 1, 22). En la Cena dei Senor o eucaris­ rebelaron contra el estômago inactivo, pero descubrieron que sin él perecerían. De mane­ tia; b) este «cuerpo por vosotros» es dado a la ra semejante, Pablo puede utilizar el cuerpo comunidad; en todo ello el acento (como tam­ como una parábola (1 Cor 12, 14-26). Pero, bién en lo que se dice de la sangre, que no es para él, todo ello es más que una imagen. En igualada con el vino) recae sobre esa acción efecto, es el cuerpo de Cristo, más aún. Cristo de Jesús «por vosotros», y no sobre la sustân­ cia (1 Cor 11, 24s). Se hace presente en la mismo es el Cuerpo al que los miembros fueron incorporados por el bautismo (vv. 27. bendición que de ahí dimana, una bendición 12s). Asimismo, la concepción griega de un que concede graciosamente comunión con

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aco(ia

cuerpo cósmico, que constituye la unidad en­ tre Dios y el mundo, y no su separación de ti­ po gnóstico y dualista, desempena segura­ mente un papel 1.9). Esta concepción pro­ porciona la posibilidad no sólo de representarse como «cuerpo» una unidad orgânica, si­ no también de representarse al mismo tiempo esa unidad como un mundo regido por Dios. Ahora bien, Ias referencias cósmicas no surgen sino en Colosenses y en Efesios, y el Cuerpo de Cristo lo es siempre la comunidad, nunca lo es el mundo. Pues bien, Jn 15, 1 afirma que Cristo es la vid, en la que los creyentes viven como sus sarmientos. En el AT la vid es Israel, concebi­ do ya en el judaísmo contemporâneo como una entidad cósmica que se extiende desde el cielo hasta el mundo de Ias profundidades (AntBibl 12, 8s, y concebido al mismo tiempo como el edifício dei templo). Los principios de ello existen ya en el Sal 79, 12 LXX, don­ de el texto griego, en el v. 16, equipara a Israel-vid con el Hijo dei hombre. Detrás de Jn 1, 51 se halla una tradición que contempla al Hi­ jo dei hombre como nuevo Jacob-Israel. Y, así, la idea de Jacob-Israel, que encierran en sí el destino dei pueblo entero (Jub 2, 23s; 19, 27-29; de manera parecida se piensa de Adán; Sab 10, 1.4; 4 Esd 7, 118; ApBar [sir] 54, 15.19; como entidad cósmica: Billerbeck IV, 946s), pudo ser trasferida pre-joánicamente al Hijo dei hombre, quien determina la vida de la comunidad. Claro que en Jn 15 la dimensión histórico-temporal se ha convertido ya en la dimensión espacial, así como en Juan (en general) lo temporal y futuro se ha convertido en lo que -en Cristo, más aún en el creyentese encuentra ya en un espacio presente. De igual manera, Pablo contrapone a la idea tem­ poral de «lo de ahora» la idea espacial de la Jerusalén «de arriba» (Gál 4, 25s). La frase de los sarmientos que viven en la vid que es Cristo trascurre de manera totalmente parale­ la a la que habla de los miembros que viven en el Cuerpo que es Cristo, sólo que en vez de un Israel escatológico aparece ahora el Adán escatológico (en hebreo, el «primer hombre» y la «humanidad») (1 Cor 15, 22.45). Tal es la

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ampliación universal hecha por el apóstol de los gentiles. Esta idea resuena también en la fe de la comunidad de Qumrán, que cree que en ella se ha restaurado escatológicamente la gloria de Adán (IQS 4, 23; CD 3, 20; IQH 17, 15; 4QpSal 37, 3, Is). 8. La trasposición a lo espacial es la expresión lingüística de que, tanto para Pablo como para Juan, lo decisivo es la vinculación actual con Cristo por medio dei Espíritu. La comuni­ dad es en Cristo un solo hombre (Gál 3, 28), Cuerpo de Cristo, y sólo secundariamente un conjunto de miembros (1 Cor 12, 27). 1 Cor 12, 12 se aproxima a una equiparación de la comunidad con el Cristo que pervive (cf. 1, 13): es decir, el cuerpo no llega a formarse por la unión de los miembros entre sí; sino que los creyentes son incorporados al cuerpo por el bautismo. La traducción, lingüísticamente posible, de «para que él suija» o «bautizados para él», queda impedida por el v. 12. Por esta misma razón, Pablo no habla nunca de la comunión dei individuo con Dios o con Cristo, sino que habla siempre de la comu­ nión de la comunidad con Cristo. Allá donde Pablo tiene que hablar dei individuo (que va a la prostituta), evita llamativamente la expresión «un solo cuerpo» (6, 16s). No obstante, sigue en pie lo que se ha afírmado (-► 6): el Cuerpo de Cristo sigue estando fundamentado siempre en el acontecimiento históricamente único de la cruz. En Ef 2, 16 no se puede de­ terminar siquiera claramente si el cuerpo de la cruz, es decir, la «sangre» y la «carne» de Je­ sus (vv. 13s), o el cuerpo dei Exaltado que une a la comunidad, es el que la reconcilia. Hasta tal punto no es posible separar entre sí ambas cosas. Y, así, Pablo puede hablar tam­ bién en sentido temporal e histórico acerca dei pueblo de Dios (claro que únicamente en citas, Rom 9, 25s; cf. 15, 10) o hablar incluso de Israel (únicamente en Gál 6, 16 para referirse a la comunidad de Cristo, a menos que se haga referencia a los judeocristianos como grupo especial), de aquellos que «siguen Ias pisadas de Abrahán» y que son sus hijos, y que nunca han faltado a lo largo de toda la

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ofü[i,a - aco[iaxLxoç

historia (Rom 4, 9-25; 9, 7-13; 11, 1-5; Gál 3, 6-29). 9. Col 1, 18 hablaba, en la forma original dei himno, acerca de Cristo como Cabeza dei cuerpo dei mundo (sólo aqui se dice «dei», no de «su» cuerpo, cf. -> 1). Pero el autor de la carta se refiere a la comunidad (igualmente en I, 24; 3,15). Cristo es, si, según Col 2, 10 (cf. V. 15) y Ef 1, 22s (cf. v. 10), la cabeza sobre todo, pero para la comunidad, que es la única que es «su Cuerpo». Ahora bien, con esta posición de Cristo como cabeza (a diferencia de 1 Cor 12, 21) se acentúa inconfundiblemente el contraste de Cristo con la comunidad, y con ello la responsabilidad que incumbe a la co­ munidad. Ella, por medio de su proclamación y de la dei apóstol, debe crecer para insertarse en el mundo (Col 1, 23; 2, 19; Ef 3, 10; 4, 12.16). El Cristo predicado por ella no es un misterioso poder cósmico, pero si el poder dei Espíritu en la palabra de los suyos, en la cual él quiere «llenarlo todo» (Ef 1, 23; 4, 10), por ejemplo, también los matrimônios de ellos. Es verdad que se habla dei varón como cabeza de la mujer (en Ef 5,23 y en 1 Cor 11,3), pero la condición de Cristo de ser cabeza, una condición que se muestra en el amor de Cristo ba­ cia su «Cuerpo», caracteriza también la relación de los maridos con sus mujeres. Ias cuales son «sus propios cuerpos», más aün, son «ellos mismos» (Ef 5, 28). Por consiguiente, esta formulación no describe ya los lazos de sangre ni mucho menos los derechos de propiedad, tal como los describe la fórmula tradi­ cional que habla de la mujer como de la «car­ ne propia» dei varón (Eclo 25, 26; VidAd 3), sino que describe una perfecta unión. 10. En la gnosis, antes de Mani (a mediados dei siglo 111 a.C.), falta el concepto de «cuer­ po» en el sentido de un conjunto que abarque a los redimidos, excepto en los escritos que dependen claramente de Pablo (1 Ciem 37, 5; 38, 1; 46, 7; Polic 11, 4; 2 Ciem 14, 2-4; IgnEsm 1, 2; 11, 2; cf. IgnEf 4, 2; 20, 1; IgnTral II, 2; Justino, Dial 42, 3). La fórmula griega dei cuerpo cósmico se baila en CorpHerm 4,

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Is; cf. 2, 2-6: 8, 3 (11, 19); de manera pareci­ da Hipólito, Ref VII, 23, 3; 24, 1 refiriéndose a Basílides. Con esta expresión se circunscribe la unidad dei mundo o la unidad de Dios en Taciano, OrGraec 12, 2; Atenágoras, Suppl 8, 1. Los únicos testimonios gnósticos premaniqueos aparecen en Clemente de Alejandría, ExcTheod 42, 2ss e Inter (NHC XI/1). El primero habla dei «cuerpo de Jesus», expresión que quizás se refiera únicamente al cuerpo te­ rreno de Jesús, quizás al cuerpo circundado por los «ángeles» de los creyentes, y que por esta razón es «de la misma esencia que la co­ munidad». El segundo habla a modo de fór­ mula acerca de la comunidad como «un solo cuerpo» (17, 15); pero se habla al mismo tiempo acerca de la cabeza, que en la cruz atrae hacia sí a sus miembros (= los dei Logos). En ambos casos se trata de un lenguaje influido indudablemente por el cristianismo. Por lo demás, se encuentran sólo disertaciones acerca de los «miembros», que unas veces son los poderes malignos, y otras veces, los creyentes (Pistis Sophia 98, 242s; 101, 254; Bronté o el Trueno 17, 18s.22 [NHC VI/2) OdSl 17, 15, donde el Redentor es Cabeza de sus miembros). Se trata también de una colección relativamente escasa e influida casi se­ guramente por el cristianismo. Todo esto hace sumamente improbable que Ias palabras de Pablo acerca dei «cuerpo de Cristo» se deriven de un modelo gnóstico. E. Schweizer

atofiaTixóç, 3

sOmatikos corporal, mate­ rial* Según Lc 3, 22, con ocasión dei bautismo de Jesús, el Espíritu Santo «descendió sobre él en forma corporal (ampaxixm eíôei, redaccional) como una paloma» (Mt 3, 16 / Mc 1, 10 tienen únicamente maEt [mç] JteQiateqá); en Lucas se trata de presentar el descen­ so dei Espírim sobre Cristo como un acontecimiento perceptible por testigos (cf. Lc 3, 21), mientras que según Marcos/Mateo solamente Jesús es quien ve venir dei cielo al Es­ píritu como una paloma (al igual que, según

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acüixatixóç - SwaÍJiaTQoç

Mc 1, 10, sólo Jesiis vio los cielos abiertos); cf. Hech 2,2-4; ->■JiE Q io x E Q á 2 . - 1 Tim 4, 8 ; aoofxaxiXT] Yup,vaoía, «el ejercicio que afecta únicamente al cuerpo / el ejercicio/wico» (lo opuesto; eòoépeia).

a(0^aTlX Ô iç sõmatikõs (advérbio) corpo­ ralmente, fisicamente* En Col 2, 9 dícese dei ^ 3tX,f|QO)pa (3.b) xfjç i&EÓXTixoç, que habita corporalmente, es decir, en figura palpable y experimentable (cf. Filón, Her 84; OGIS 11, 664, 17; PapFayüm 21, 10; PapFlor 51, 5), en Cristo (como el terrenal y como el exaltado) («axotitel... ocu[xaxixüjç, cf. 1, 18-20). Se trata de la presen­ cia plena y exclusiva de Dios en Cristo en el sentido de la encarnación y dei senorío dei Exaltado, algo que hace aparecer como inútil y enganoso (2, 8) cualquier otro camino para tributar culto a Dios y para llegar al conocimiento de Dios. otopaxtxrâç en la historia de la exégesis se ha interpretado también en el sentido de «plenamente» (Jerónimo), «real­ mente» (Agustín) o «esencialmente» (los pa­ dres griegos de los siglos III y IV) (cf. E. Lohse, Der Briefan die Kolosser^ [EKK], sub loco', E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, sub loco). Pero detrás de ello se encuentra ya un interés cristológico posterior. En la exposición que se hace en Colosenses se acentua la corporeidad y la concreción de la presencia de Dios en Cristo y luego también en su -> ocõpa (9), que es la Iglesia. C. F. D. Moule, Colossians and Philemon (CGTC), Cambridge 1957, sub loco', A. Anwander: BZ 9 (1965) 278-280; ThWNT VII 1073-1075; J. Emst, Pleroma und Pleroma Christi (BU 4), Regensburg 1970, 94-105; Spicq, Notes II, 866.

S fb jia tQ O Ç , OD Sõpatros Sópater*

Nombre de un cristiano de Berea, hijo de Pirro; fue uno de los siete que acompanaron a Pablo en su último viaje de Grécia a Jerusalén: Hech 20, 4 (v.l. -> ScoobtaxQoç, cf. Rom 16, 21; a Sópater [forma correcta dei nombre]

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se le identifica a veces con Sosípatro, cf. H. Lietzmann, An die R õ m e / [HNT], sobre 16, 21). BHHIII, 1824; Haag, Diccionario, 1879.

atOQCVCú sõreuõ reunir, amontonar, llenar* Rom 12, 20 en una imagen: amontonar carbones encendidos sobre la cabeza de alguien (cita de Prov 25, 22; ->■ ãv&Qo^y, en voz pasiva y en sentido figurado en 2 Tim 3, 6: yuv a u t Ó Q u a O E a ü ) Q £ u p ,é v a á p a Q X Í a i ç , «mujerzuelas cargadas de pecados».

StoadÉVHÇ, ouç Sõsthénes Sóstenes* En Hech 18, 17 se menciona al àQxiomváytoyoç Sóstenes, de Corinto, quien, después de la absolución de Pablo por Galión, fue apaleado por una multitud enfurecida de judios, quizás porque había presentado sin êxito la acusación contra Pablo. Como en 18, 8 encontramos a K q í o i x o ç como otro presi­ dente de la sinagoga, el cual creyó juntamen­ te con los de su casa y que se menciona tam­ bién en 1 Cor 1, 14, se ha pensado a menudo que el 2coo§évT]ç ó àôeltqpóç, que en 1 Cor 1, 1 aparece como uno de los remitentes de la Carta primera a los corintios, era el presiden­ te convertido de la sinagoga, de quien se habla en Hech 18, 17. Entonces esta persona habría ido con Pablo de Corinto a Efeso. Claro que no hay más puntos de apoyo para esta hipótesis. Scooú-évTiç se menciona también en la subscriptio de la Carta primera a los corin­ tios (códice minúsculo 104). BHH III, 1824; Haag, Diccionario, 1880.

IltooÍTtaTQOÇ, o u Sõsipatros Sosípatro* Según Rom 16, 21, el judeocristiano Sosí­ patro, juntamente con otros judeocristianos (ol arjyyevetç pon), saluda a la comunidad de Roma. En favor de la identificación con EcójtaxQOç podría aducirse el hecho de que Sópater, según Hech 20, 4, se encontraba en companía de Pablo, poco después de la composición de la Carta a los romanos. BHH, 1824.

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OCOTtjQ

acDTtjQ, f|QOÇ, ó sõter Salvador, Reden­

tor* 1. Aparición en el NT - 2. Derivación - 3. Signifi­ cado. B ibl.: C. Andresen, E rlõsung, en RAC VI, 54-219; P. S. Berge, « O ur G reat G o d a n d Saviour». A Study o f S o te r a s a C h risto lo g ica l Title in Tit 2, 11-14, tesis Union Theol. Seminary in Virginia (1973); O. Cullmann, C ristología d e i N u evo Testamento, Salamanca 1998, 245-252; D. Cuss, Im p eria l C ult a n d H onorary Term s in th e N T , Fribourg/Schw. 1974; G. Dautzenberg, ZiOTTiQÍa ijiD/ficiv (1 Petr 1,9); BZ 8 (1964) 252276; F. J. Dõlger, D e r Heiland-, AnC 6 (1950) 241272; F. Dornseiff, acó^o) jctL, en P auly-W issow a II-5, 1211-1221; A. Feuillet, C h risto lo g ie p a u lin ie n n e et trad itio n biblique. Paris 1973; W. Foerster-G. Fohrer, 00)^0) xtX., en ThWNT VII, 966-1024; A. George, U e m p lo i ch ez L uc du vo cabulaire de saluf. NTS 23 (1976-1977) 308-320; R. Glõckner, D ie V erkündigung des H eils beim E vangelisten Lukas, Mz o 1. (1976), es­ pecialmente 96-154; H. Haerens, acariÍQ et awTtiQÍa: Studia Hellenistica 5 (1948) 57-68; Hahn, H oheitstitel, índice analítico s.v. otjj^eiv; H. Kasper, G riechische Soter-V o rstellu n g en a n d ihre Ü b e m a h m e in da s p o litisc h e L eb en R om s, tesis Mainz 1959; H. Linssen, © E Ò ç a w t r i Q : JLW 8 (1928) 1-75; S. Lyonnet, D e vo­ c a b u lá rio re d e m p tio n is, Roma 1960; K. Prümm, H errsch erku it u nd NT: Bib 9 (1928) 3-25, 129-142, 289-301; J. Th. Ross, The C onception o f atOTtiQÍa in the NT, Chicago 1947; J. Salguero, C onceito biblico di salvezza-liberazione: Angelicum 53 (1976) 11-55; J. Scharbert, H e ils m ittle r im A T u n d im A lte n O rient, Freiburg i. Br. 1964; W. Staerk, Soter. D ie b ib l E rlõsererw artung ais religionsgeschichtliches P roblem (2

vols.), I, Gütersloh 1933; II. Stuttgart 1938; G. Voss, D ie C h ristologie d e r lukanischen Schriften in G rundzü g e n . Paris 1965, 45-60; para más bibliografia, ->

aw^to, cf. además ThWNT X, 1276.

1. En el NT, acorriQ designa 8 veces a Dios (Lc 1, 47; luego en Ias cartas tardias 1 Tim 1, 1; 2, 3; 4, 10; Tit 1, 3; 2, 10; 3, 4; Jds 25). aoitriQ se predica 17 veces de Cristo. Con excepción de Flp 3, 20, otoxriQ vuelve a apare­ cer ya a modo de fórmula en textos algo tar­ dios (Lc 2,11; Jn 4,42; Hech 5, 31; 13,23; Ef 5, 23; 2 Tim 1, 10; Tit 1, 4; 2,13; 3, 6; 2 Pe 1, 1.11; 2, 20; 3, 2.18; 1 Jn 4,14). Latraducción oscilará entre el término —más bien con acen­ tos negativos- de Redentor y el término -con acentos más bien positivos y sobre todo escatológicos- de Salvador. 2. Todo el que salva (-<■ otít^w), puede ser Uamado salvador (ooixriQ). En el griego profano se

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dice que son salvadores los dioses por ser auxiliadores de los hombres y protectores de Ias co­ munidades (ciudades); tales son Zeus, Apoio, Poseidón, los Dióscuros Castor y Pólux, Heracles, Asclepio como auxiliador de los enfermos y Serapis; lo son también los filósofos (Dión Crisós­ tomo, Or 32, 8) y los hombres de Estado (Tucídides V, 11, I; Plutarco, De Coríolano, 11, también en inscripciones y en otras partes). En el culto helenístico a los soberanos, vemos que en los escri­ tos y en Ias inscripciones aparece ÜEÒç aa)tr|g como titulo de los Tolomeos y de los Seléucidas. En inscripciones dei oriente dei Império se llama a Pompeyo «Soter y Fundador», y a César, «Soter de la Ecumene»; a Augusto se le denomina «So­ ter dei gênero humano». Adriano lleva el título de auTrjQ Toõ xóapou. En la LXX, otuxriQ, como traducción de diver­ sos términos hebreos, se predica a veces de hom­ bres (Jue 3, 9; 12, 3; 2 Esd 19, 27); corrientemente ocDxf|Q es una denominación que se aplica a Dios, como vemos en Is 12, 2; Bar 4, 22; Sal 23, 5; Miq 7, 7; Hab 3, 18; Jue 9, 11; Est 5, 1; Eclo 51, 8; Sab 16, 7; 1 Mac 4, 30; 3 Mac 6, 29. En los SalSl Dios es a(oxr|Q por ser el auxiliador de los piadosos (3, 6; 8, 33; 16, 4) y de Israel (17, 3), al que ha de enviar el Mesías. Dios es el creador y el O (üxf|0 , Sib III, 35. Filón llama a Dios con frecuencia ocaxfiQ. También los rollos de Qumrán expresan esta confianza. Dios fue el auxiliador de Israel en su historia pasada (IQM 10, 4; 14, 4; 18, 7). Ahora Dios salva a los pobres y los piadosos (IQH 2, 32.35; 5,18; IQM 14,10; IQS 10,17) y a la comunidad entera. Ella es «el pueblo de la redención de Dios» (IQM 1, 12; 14, 5). Por el con­ trario, en la LXX el Mesías no es designado nun­ ca de manera clara y distinta como amxrip. Zac 9, 9; Is 49, 6; 4 Esd 13, 26 pueden entenderse, a lo sumo, como insinuaciones. 3. En el NT el uso que se hace de acoxf|p está influido primeramente por el AT; así su­ cede en Lc 1, 47 (Hab 3, 18), que es parte de un salmo extensamente influido por el AT. La repetida mención de Dios como ocoxf|0 en Ias Pastorales sigue probablemente la manera de expresarse dei judaísmo helenístico. Cuando se acentua que Dios es el Salvador de todos los hombres (1 Tim 4, 10; Tit 2, lOs), se trata quizás de una reacción contra una gnosis que divide a los seres humanos en elegidos y réprobos; de manera semejante, 1 Tim 1, 1 y Tit 1, 3 ensenan la universalidad de la salvación.

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a<jL)Tf]Q

En la doxología de Jds 25 se llama ocdttíq al Dios único. Con la adición «por medio de Jesucristo» se establece la relación con este úl­ timo; el contexto determina si Jesucristo se enüende como el Mediador de la redención o bien como el Mediador de la glorificación de Dios. Flp 3, 20 es el texto más antiguo dei NT en el que a Cristo se le llama ocottiq. Sin embar­ go, este título no se atribuye al Cristo históri­ co, sino al Cristo esperado como Consumador escatológico. Pablo no formula probablemente este enuneiado en un sentido dogmático acentuadamente elevado (por ejemplo, en oposición al culto dei emperador), sino más bien como una construcción paralela a sus frecuentes enunciados acerca dei o íú Ç e i v y de la ocoTtiQÍa por medio de Cristo. Ef 5, 23 (una carta post-paulina), que explica funcio­ nalmente acüxfiQ, utiliza quizás un título acunado ya con anterioridad. Como Cabeza dei Cuerpo, que es la Iglesia, Cristo es su Salva­ dor. É1 se entrega por la Iglesia para «santi­ ficaria», es decir, para sacaria dei mundo y conducirla al âmbito de Dios (Ef 5, 2.25s). Asimismo, según Ef 2, 5.8, la Iglesia está ya salvada. La salvación no se aguarda escatológicamente, sino que se encuentra ya pre­ sente. En Ias Pastorales (que son cartas post-paulinas), ocoTTiQ es un título acunado para Cris­ to. «La gracia concedida desde tiempos eter­ nos ha sido revelada ahora por medio de la manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús» (2 Tim 1, 10). Aqui, lo mismo que en otros textos (Tit 1, 4; 2, 13; 3, 6), aparece acjxfiQ en el contexto de términos dei lenguaje cristiano helenístico, inspirados especial­ mente en el culto al emperador (èicicpáveia, [iéyaç •&EÓÇ, qji^tav&gcoiría). Puesto que la LXX no designa al Mesías como otutriQ, en el lenguaje de Ias Pastorales hay probablemente un eco dei lenguaje de los cultos helenísticos. El título de 0(üxf|Q aplicado a Cristo apare­ ce repetidas veces en la Carta segunda de Pe­ dro, un pseudoepígrafo que data probablemente de los alrededores dei ano 100 p.C. Es­

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to sugeriría que la cristología ha progresado y se ha fijado. ooottiq se ha convertido en título que expresa en la Iglesia la dignidad de Cris­ to. Está asociado con la afirmación de la divinidad de Cristo (1, 1: «por medio de la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo»). Es de igual valor, a este respecto, el enuncia­ do de 1, 11: «el reino eterno de nuestro Senor y Salvador Jesucristo»; de un tenor parecido son los textos de 2, 20; 3, 2.18. Mientras que la doxología, en el NT, suele estar dirigida a Dios, aqui (3,18) se dirige «al Senor y Salva­ dor Jesucristo». Asimismo, en Lc 2, 11 el título de acorfiQ, referido a Cristo, representa una cristología más tardia. La confesión cristológica de la Iglesia se ha compendiado en Ias palabras dei ángel: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador, que es Cristo el Senor». En la predicación de los apóstoles en Hech 5, 31 aparece (como ya en Rom 1, 4) el symbolum que habla de la muerte y exaltación de Cristo («a él Dios le exalto a su derecha como Prín­ cipe y Salvador»). Otra parte de la confesión de fe (Rom 1, 3) se eseucha en la predicación de Pablo en Hech 13,23: «De la descendencia de David, Dios suscito a Jesús como Salvador para Israel, según lo había prometido». El tí­ tulo de ocüxfiQ compendia aqui casi toda la obra de Cristo. Según Jn 4, la revelación de Jesús se consu­ ma en la confesión de la Samaritana: «Nosotros sabemos que éste es de verdad el Salva­ dor dei mundo» (v. 42). Todo lo de hasta entonces había sido provisional. Ahora se da el absoluto cumplimiento y consumación. El tí­ tulo de ou)TT)0 Toü jtóopou se había origina­ do en la proclamación (grecorromana) dei emperador. Pero será difícil que el cuarto Evangelio lo emplee en sentido polêmico y antitético contra el culto al emperador. Es un título que se deriva dei Evangelio de Juan, porque este evangelio proclama con énfasis que la redención abarca al mundo entero (1, 1; 3, 16s; 6, 33). El título se repite en 1 Jn 4, 14: «EI Padre envió al Hijo como Salvador dei mundo». El contexto acentúa la universalidad y la certeza de la redención. Como el

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a(OXf)Q - OCÜTTlQia

Evangelio de Juan, vemos que la Carta primera de Juan (2, 2; 4, 9) se refiere también al mundo entero. K. H. Schelkle a o )T f|Q Ía , a ç ,

soteria redención, salva-

ción* 1. Aparición en el NT - 2. Derivación - 3. Signifi­ cado en los grupos de escritos dei NT.

BibL: ->■otoTiÍQ 1. En el NT ocotriQÍa aparece frecuentemente en Ias Cartas (14 veces en Ias Cartas paulinas, 4 en Ias Deuteropaulinas, 7 en Hebreos y 6 en Ias Cartas católicas), 3 veces en el Apocalipsis, 4 en Lucas, 6 en Hechos; el término apa­ rece también en Jn 4, 22; Mc 16, 8 v.l. 2. El término y el concepto de ocoTT)QÍa, en el NT, proceden primeramente y de manera princi­ pal de la LXX, donde ocoTTiQÍa es la circunlocución helenística para describir diversos equiva­ lentes hebreos. Tanto en un caso como en otro, los términos significan «ayuda, redención, salvación» por los hombres o por Ias circunstancias, frente a los limites existentes en todo ello, pero luego significan también la salvación por Dios. acúxqQÍa puede designar una acción general de Dios, pero también su acto particular. omxTiQÍa significa la liberación de manos de los poderes malignos, finalmente la redención en el juicio escatológico y luego la salvación escatológica dei mundo (Jdt 8, 17; Sab 16, 6; 18, 7; Eclo 16, 1; 1 Mac 5, 62). A este último enunciado llegan Ias partes tardias del AT como Is 49, 6 (= Lc 2, 32; Hech 13, 47). El Siervo de Dios será «luz de Ias naciones»; «la salvación de Dios llegará hasta los confines de la tierra». En la apocalíptica se inten­ sifica el contenido escatológico del término (TesJud 22, 2; TestNef 8, 2; TestGad 4, 7; 5, 7; 8, 4; TesfBen 9, 2). Son comparables: IQM 1, 5; 13, 13; IQH 15, 16; Los rescatados pueden contem­ plar la salvación de Dios. La comunidad es «el pueblo de la redención de Dios» (IQM 1, 12; 4, 5). Dios concede etema salvación (IQM 18, 9). Lo mismo que ^ acóÇo), vemos que ocoTqpía es un término usado frecuentemente en el griego extrabíblico. La salvación puede proceder de hombres o de circunstancias naturales. aojXTiQÍa puede significar el «bienestar» en general. En el âmbito religioso, acüxqgía es la salvación —efec-

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tuada por los dioses- de todos los peligros posibles, finahnente también del poder de la muerte (CorpHerm 7, Is). En Ias religiones mistéricas el mystes (o «iniciado») adquiere participación en la salvación del dios (Fírmico Materno, ErrProfRel 22, 1: «iTened confianza, oh iniciados! Puesto que el dios está salvado, se nos concederá tam­ bién a nosotros la salvación de todas Ias penali­ dades»). Sin embargo, en los mistérios, el sufrimiento y la salvación del dios no son la causa de la salvación del mystes, sino únicamente su mo­ delo. 3. En el NT el término ooattiQÍa procede ante todo el AT, como se ve con claridad por la frecuencia con que este término aparece en citas del AT (así en Lc 1, 69; Hech 13, 47; 2 Cor 6, 2a; Flp 1, 19; 1 Tes 5, 8; Heb 5, 9). En Hech 7, 27; 27, 34, omxTiQÍa se entiende co­ mo salvación o «liberación» en el sentido que el término tiene en la historia profana. En Lc 1, 69 (conforme a los paralelos veterotestamentarios del Sal 18, 3 y 1 Sam 2, 10) y en Lc 1, 71 (conforme al paralelo del Sal 106, 10) acoxTjQÍa significa ante todo la liberación mesiánica de la mano de los enemigos nacionales. En Lc 1, 77 aooxr|QÍa es la redención del pueblo, que se ve libre de su pecado. Esto habrá que decirlo también, al menos en sentido inicial, de Lc 19, 9. En todo caso, en 2 Cor 1, 6; Flp 1, 19, ocoxqpía significa la salvación de Ias tribulaciones actuales. Por lo demás, ocoxtiQLa es habitualmente la salvación en el sentido sobrenatural y escato­ lógico. Entre estos textos, los más importan­ tes son los de Pablo. «El evangelio es poder de Dios para la salvación de todo el que cree» (Rom 1,16). acüXTiQLa es aqui la salvación es­ catológica del mundo entero. En esta ocott)QÍa se halla incluido Israel (10, 1), y es una salvación que se concede también a Ias nacio­ nes (11, 11). La salvación consiste en la justicia concedida por Dios (10, 10). 13, 11 habla de «nuestra salvación», que está ahora más cerca de nosotros que en el tiempo en que llegamos a la fe. En los textos de 2 Cor 1, en los que Pablo refiere emocionalmente cómo él se vio salvado hace poco de un peligro mortal (1, 10), el término omtriQLa se refiere más bien al tiempo presente, una salvación que.

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acoTTiQia

claro está, llega en el futuro a su meta defini­ tiva. Las tribulaciones actuales dei apóstol suceden «para consuelo y salvaciôn» de toda la comunidad (1, 6). Unas palabras de Is 49, 8 («En el día de la salvaciôn te ayudé») las in­ terpreta Pablo; «Ahora es el día de la salvación» (6, 2b). La tribulación que es conforme a la voluntad de Dios produce «penitencia que conduce a la salvaciôn». Esta salvaciôn se encuentra presente ya ahora y se consumará en el tiempo escatolôgico. En la Carta a los filipenses Pablo habla de la calamidad actual dei cautiverio. Pero él sa­ be (Flp 1, 19) que esa calamidad «resultará para ía/vacfdn» (cf. Job 13, 16LXX). «Salvación» significa liberación de las circunstan­ cias calamitosas, pero también experiencia de la salvaciôn definitiva. La firmeza y perseverancia que une a la comunidad con el apóstol, es para ésta «una demostración de la salvación que procede de Dios» (Flp 1, 28). En to­ do ello se hace referencia a la consumación escatológica. Ahora, en la ausência dei após­ tol, la comunidad debe esforzarse por su propia «salvaciôn con temor y temblor» (2, 12s). En 1 Tes 5, 8.9 Pablo explica la razón, el contenido y la meta de la ocotqpía: Muriendo por nosotros. Cristo obtuvo la salvaciôn a la que Dios nos ha destinado. Pablo explica la imagen de las armas con las que hay que equiparse mediante la tríada ciistiana de la fe, la esperanza y el amor. La esperanza de la salvación es como un casco. Ef 1, 13 explica el proceso por el que se lle­ ga a la fe: En Cristo «escuchasteis la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación». Así como la palabra comunica la ver­ dad ensenada por ella, así también el evange­ lio no sólo da noticia de la salvaciôn, sino que la produce. El proceso de llegar a la fe se con­ suma al ser sellados con el Espíritu Santo. El estilo hímnico de la Carta a los efesios emplea enunciados solemnes, probablemente acunados ya con anterioridad. Quizás hay in­ fluencia de Rom 1, 16. Lo mismo habrá que decir de 2 Tes 2, 13: «Dios os ha escogido desde el principio (^como primicias?) para la salvaciôn, en la santificación por el Espíritu y en la fe en la verdad», un versículo que incor­

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pora el texto anterior de 1 Tes 5, 9. Esta elección es una certeza dei MT (Rom 8, 29s; Ef 1, 4). La elección encuentra su meta en la libera­ ción, en la salvaciôn, que desde toda la etemidad Dios quiere y proyecta concedemos. En su ejecución, se unen la acción de Dios a tra­ vés de su Espíritu santificador y la obediência de la fe puesta por el creyente redimido. Son enunciados a manera ya de fórmulas (1 Pe 1 ,22s; 2 Pe 1, 12). A manera de fórmula es también el concepto de oooTTiQÍa en 2 Tim 2, 10; «Todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación en Cristo Jesús y con ella gloria eter­ na». El sufrimiento dei apóstol se convierte en bendición para la comunidad (2 Cor 1, 6). La salvaciôn fue obtenida por Cristo y fue concedida graciosamente por él, y es gloria etema. Las Sagradas Escrituras «son capaces de instmir para la salvaciôn por medio de la fe en Jesucristo» (2 Tim 3, 15). En 2 Tim 3, 16 se describe el valor, la dignidad y el efecto de la Sagrada Escritura, y aqui se expresa el alto aprecio en que el judaísmo primitivo tenía a las Escrituras. Elias ensenan y equipan para toda obra buena y conducen finalmente a la salvaciôn. Esta salvaciôn es la meta que se alcanza por la fe en Jesucristo. Para la Carta a los hebreos omxTiQLa es un término importante. La perdición previamente existente está caracterizada por el pecado (1, 3; 2, 17) y la muerte (2, 14s; 9, 27s). La salvación fue prometida al Antiguo Pacto (9, 1) y se hizo real en la obra salvífica de Dios por medio de Jesucristo (5, 9; 9, 12). Los que han sido llamados son santificados en la fe (3, 1); ésta será perfeccionada en la segunda manifestación de Cristo para la salvaciôn en la herencia etema (9, 15; 12, 22s). La voluntad de la gracia divina se dirige al hombre. Los ángeles están equipados para el servicio de los que han de obtener la salvaciôn (1, 14). En es­ ta hora actual dei mundo se ofrece la salvación. Los que la menosprecien incurrirán en el juicio (2, 3). Dios ha consumado ya por medio dei sufrimiento «al líder de la salvación» (2, 10). Y, así, él, como sumo sacerdote eterno, se convirtió en autor de etema salvación para todos los que le obedecen (5, 9s).

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OtOTT^pia

La carta exhorta encarecidamente, pero está convencida de que los oyentes «conservan lo mejor y la salvación». Cristo se manifestará por segunda vez sin pecado, para salvación de aquellos que le aguardan. Esta palabra compendia todo el don escatológico (9, 28). Entre los testigos de la fe se menciona a «Noé, que construyó un arca para la salvación de su fa ­ mília» (11, 7). Por consiguiente, la ocotTiQÍa se limita en este caso a la hora histórica de aquel entonces. En la Carta primera de Pedro, el término ocoxqQÍa adquiere diversa acentuación. La salvación está preparada «para ser revelada ahora en los últimos tiempos» (1, 5). La consumación está próxima. La expectación de la cercania sigue inquebrantada. La salvación está ya presente y es una promesa para cada persona. Ya desde ahora «lleváis la meta de vuestra fe, la salvación de Ias almas» (1, 9). Los profetas vaticinaron la salvación, y los ángeles anhelan veria (1, 10.12). Esto signifi­ ca la grandeza de la salvación. Los recién bautizados deben «crecer para la salvación» (2, 2). Es la meta, ahora y definitivamente. Es «la imperecedera herencia celestial» (1, 4). Los amados deben «entender» la demora de la parusía «como salvación», porque esta de­ mora concede tiempo y posibilidad para con­ seguir aún la salvación (2 Pe 3, 15). La salva­ ción es gracia y consumación en sentido am­ plio. Judas escribirá «sobre nuestra salvación común» (v. 3). Se acentua la universalidad de la salvación. La salvación no se reserva, como en Ias religiones mistéricas, para algunos ini­ ciados, o, como en la gnosis, para personas especialmente elegidas, sino que se concede al mundo. Se hará realidad como liberación en el juicio final (v. 23). En el Apocalipsis, acuxTiQÍa significa la li­ beración de la Iglesia de la prolongada tribulación. Los liberadores son Dios y el Cordero. En el delo se les atribuye la salvación en Ias alabanzas que se les tributan después de la preservación dei pueblo de Dios (7, 10). «La salvación y el poder y el reinado de Dios» son proclamadas, después de la guerra en el delo y de la victoria obtenida sobre el dragón por

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Miguel y sus ángeles (12, 10). El triunfo ce­ lestial resuena igualmente después de la eaída de Babilônia (19, 1). Finalmente se mencionarán textos dei Evangelio de Lucas y dei libro de Hechos, así como dei Evangelio de Juan, en todo lo cual habrá que preguntarse hasta qué punto se expresa en ellos una interpretación teológica ya posterior. Jesús da como razón de su perma­ nência en la casa de Zaqueo (Lc 19, 9): «Hoy ha llegado la salvación a esta casa». Zaqueo es pecador. Pero Jesús, con su palabra y con su acción, vence el mal. La salvación es una realidad presente para toda la casa. En el libro de Hechos se emplean a menudo Ias palabras ocpÇco y ocoxTiQÍa. En Hech 7, 25 ocoxqQta significa la posibilidad de antano de que Moi­ sés liberara al pueblo de Israel. En 27, 34 el término se usa en sentido profano, para referirse a que Pablo se salvó dei naufragio. En los demás casos, el término tiene el sentido -m ás profundo- de la salvación escatológica. La otüXTjQÍa se proclama ahora (4, 12) como la palabra de la salvación (13, 26.47; cita según Is 49, 6, que aparece también en Lc 2, 32). La salvación se experimenta sobre todo en el perdón de los pecados. Ahora hay que aprovecheurse de ella; pero tendrá su plenitud en el futuro (Hech 4, 12). La proclamación es el camino para la salvación (16, 17). En Jn 4, 22 dicen Ias palabras de Cristo; «La salvación viene de los judios». El Mesías procede de Israel. Pero hace que en todas par­ tes se adore al Padre en Espíritu y en verdad (4, 23). Algunos comentaristas cuestionan en parte la originalidad de esta frase y afirman que se trata de una glosa posterior. Estaria en contradicción con el juicio que emite el Evan­ gelio de Juan sobre la incredulidad de los ju­ dios, en 8, 17.41-45: 10, 34; 13, 33 (asi R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° [KEK], 139 nota 6). Sin embargo, el Evange­ lio de Juan (2, 23; 8, 31; 10, 21; 11, 45; 12, 911) conoce también judios creyentes; cf. Rom 9, 4s. Por tanto, es posible la frase de que «la salvación viene de los judios» (cf. H. Thyen en FS Bomkamm, 163-184). K. H. Schelkle

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otoTTÍQiov - aroqjQOOuvT]

(TírtTlíjQlOV, OD, TÓ sõtêrion salvación, li-

beración -> aooTiíeioç, afOTtjQiOÇ, 2 sõtêrios saludable, que trae salvación* acoxiÍQiov, on, tó sõtêrion salvación, liberación*

1. Aparición en el NT - 2. Derivación - 3. Signifi­ cado. Bibl.: ocdttiq; además: H. J. Hauser, Strukturen der Abschlufierzãhlung derApg (Apg 28, 16-31) (AnBibl 86), Roma 1979, especialmente 119-124.

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Ias Cartas paulinas y Ias Deuteropaulinas; en Ias primeras, los eschata son todavia futuros; en Ias segundas, se han cumplido ya. Esto se aplica en todo caso a Tit 2, 11; «Se ha ma­ nifestado la gracia de Dios para la salvación (fj to n #Eon awxfjQioç) de todos los hombres». Esta gracia nos guia hacia la conducta moral, tal como se describe en una tabla de deberes. «Así aguardamos la feliz esperan­ za y la manifestación de la gloria dei gran Dios, nuestro Salvador (amxfjpoç) Jesucristo» (2, 13). K. H. Schelkle

1. El adjetivo ototrieLOÇ aparece en Tit 2, 11. El sustantivo neutro xò ocoxqQiov se encuentra en Lc 2, 30; 3, 6; Hech 28, 28; Ef 6, 17.

atoqjQOvéra

2. El adjetivo otüxr|Qioç se emplea en griego con toda la extensión de significados propia dei término ->• otpÇw. En la LJQC, en la que se emplea a menudo, significa «lo que trae salvación / liberación», especialmente «el sacrifício de sal­ vación»; así también últimamente en Eclo 35, 1; 47, 2; 1 Mac 4, 56. En el TestXII el término se usa de manera principal para referirse sencillamente a la salvación de Dios; así en TestBen 9, 2; TestDan 5, 10; TestSim 7, 1.

(T(oq)QOVÍ^(0 sõphronizõ poner a uno en razón, exhortar ao)q)Qoo'üVTi.

3. En el NT el término se usa en la historia de la infancia según el Evangelio de Lucas, en la cual se emplean también con cierta preferencia Ias palabras afines ->■ ocdxt|Q y ocoXTipia. Simeón dice en el salmo que aparece en Lc 2, 30: «Mis ojos han visto tu salva­ ción». La salvación es el Mesías que se manifiesta en el nino. En el fondo se halla el texto de Is 40, 5: «Alas naciones se les envio la sal­ vación de Dios», un pasaje que se cita en Lc 3, 6 y que también se escucha en Hech 28, 28. El eco de Is 59, 17 («casco de salvación») resuena en 1 Tes 5, 8 («cubiertos con la coraza de la fe y dei amor»), donde la salvación es el contenido de la esperanza, y en E f 6, 17 («jPoneos el casco de la salvaciónl»), donde la salvación, lo mismo que en 1, 13, se entiende ya como presente. La diferencia co­ rresponde probablemente a la que existe entre

sõphroneõ ser razonable / sensato acoqjQoaúvq.

OQHpQOVMT^ÓÇ, OV,

Ó sõphronismos exhortación, autodisciplina ->• omtpQoaúvT].

CTCOtjpQÓVMÇ sõphronõs (adv.) con sensa­ tez, con autodisciplina -> OCOtpQOOÚVT]. OíiXpQOffVVH sõphrosynè buen juicio, sen­ satez, moralidad* ocoq)QovÉ(o sõphroneõ ser razonable / sen­ sato* ocotpQOViÇto sõphronizõ poner a uno en ra­ zón, exhortar* ocoqjQoviapóç, oõ, ó sõphronismos exhortación, autodisciplina* ocuqpQÓvtoç sõphronõs (adv.) con sensatez, con autodisciplina* ocóqpQCOV, 2 sõphrõn juicioso, prudente, autodisciplinado*

1. Aparición en el NT, etimologia - 2. Salud de la mente- 3. Control de sí mismo y moderación- 4. Sen­ satez, moralidad.

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OCDCpQOOWrj

B i b l : U. Luck, aécpQcov, en ThWNT VII, 10941102 (bibl.); H. F. Noith, Sophrosyne, Ith a ca (N. Y.) 1966; Spicq, N o te s II, 867-874; A. Võgtle, D ie Tug en d -u n d L a sterka ta lo g e im N T , Münster i. W, 1936, índice analítico í .v.; S. Wibbing, D ie Tugend- u n d L a s ­ terkataloge im N T , Berlin 1959.

1. En el NT Ias palabras de este grupo aparecen un total de 16 veces, diez de Ias cuales se encuentran en Ias Pastorales, y en ellas principalmente en catálogos de deberes de es­ tado. El grupo se deriva dei adjetivo orócpQCov, que contiene Ias raíces ocnç y cpQr|v, y está influido por la mentalidad griega. La mejor manera de entender su amplitud de signifi­ cados, que es muy extensa, es consideraria en contraste con los conceptos opuestos (pavía, tíPQLÇ, àxoXaaía-, ->■2-4). 2. El significado fundamental de estar men­ talmente sano se ha mantenido en Mc 5, 15 par. Lc 8, 35 en el verbo ocoqpQOvsco, estar en sus cabales, ser normal -por contraste con los actos de demencia dei poseso, descritos en Mc 5, 3-5-. En Hech 26, 25, Pablo, recurriendo a un tópico dei lenguaje apologético (cf. Acta Appiani: PapOxy 33, IV lOss; Justino, Apol 13, 2ss), se defiende contra la imputación de [xavía, afirmando que sus palabras daban testimonio de acoqjQooúvTi. En 2 Cor 5, 13 acoqpQovéco se contrapone al éxtasis (->• E^ÍOTTlpi 3). 3. Semejante a la oposición entre atoqpQOVÉ(0 y p a ívo p a i (cf. Bauer, Wõrterbuch, 1587) es el contraste que existe entre acotpQOvéco e üpQiç. Rom 12, 3 emplea un juego de palabras para hacer la siguiente exhortación: pf) fiJtEQtpQovetv jtap’ ô ôei (ppovelv, àXXà cpQOVEiv Etç TÒ atüçpQOVEiv, es decir: no ten­ der con arrogancia a algo que no está bien, si­ no tender a la moderación y al autocontrol. En vez de aspirar a dones de gracia más 11amativos y que se hayan concedido a otros, los romanos deben hacer lo que sea apropiado y esté bien para cada uno; una antigua definición de la acoqjgoaúvq (Platón, Charm 161b), cf. 1 Tes 4, 11. Aqui el elemento específica­ mente cristiano es que la hybris tiene un co-

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rrectivo en la medida (->■ pétQ O v) de la fe concedida a cada uno por Dios, y se supera en la renovación dei voüç (Rom 12, 2). 4. En la tradición filosófica (cf. North) que se halla entremezclada de manera equilibrada y ecléctica en el NT, y que se debe en parte al judaísmo de la Diáspora, la ococpQoaúvri es el dominio ejercido por la mente (vonç) sobre los impulsos vitales: una de Ias cuatro virtu­ des cardinales que se oponen al desenfreno (cf. Võgtle, 58-72; Wibbing, 15-33). Esta virtud se exige en «espejos de soberanos» y en ensenanzas sobre los deberes profesionales (cf. Võgtle, 73-81). Así, por ejemplo, el obispo debe ser sensato: 1 Tim 3, 2; Tit 1, 8 (acócpQCüV en la combinación estereotipada con xóapioç y ôÍKaioç). Esta cualidad cabe esperaria de Ias personas mayores: Tit 2, 2 (otÍKpQCOV asociado aqui, lo mismo que en otras partes, con OEpvóç); pero también los más jóvenes deben ser moderados (oooqpQOvÉcü, Tit 2, 6). Las mujeres mayores deben instar a las más jóvenes a que lo sean: Tit 2, 4s (el factitivo ouxjpQOvíÇo) tiene aqui el sen­ tido debilitado de exhortar), y en su contexto ocúqjQCOv en el v. 5, junto a áyvóç, referido a mujeres, puede significar aqui el ser recata­ das, castas. En consonância con ello, ococpQOOÚvq designa la honestidad feraenina; en 1 Tim 2, 9 en paralelo con aiôtóç para referirse al omato de la mujer, y en 2, 15 con respecto a la vida como madre de familia. Pero hay que ir más allá de las exhortaciones. Y nos preguntaremos qué es lo que fija la norma para la oaKpQooTJVT] cristiana: ^las leyes o la razón orientada por la naturaleza (fi­ losofia griega) o la sabiduría adquirida por las ensenanzas de la Torá (judaísmo de la Diás­ pora)? Tit 2, 12 menciona una vida razonable (advérbio acoqpçóvooç) junto a otras dos virtu­ des tradicionales; esa vida consiste en renun­ ciar a los deseos mundanos, una cuestión en la que la gracia de Dios, manifestada en Cris­ to, nos instruye. 2 Tim 1, 7 habla incluso dei espíritu -concedido por Dios—de autocontrol (atnqpQ oviapóç entendido aqui, no como una actividad, sino como resultado de ococpQO-

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oü3cpQoaDvr| —acocpçcov

víÇ(o). Por consiguiente, cuando Ias Pastorales adoptan un ideal helenístico, lo interpretan refiriéndolo a su significado en la historia de la salvación. También Filón (cf. All I, 63ss) y Sab 8, 7; 9, 11 saben que Ias virtudes tradicionales tienen su origen en la sabiduría divina. Tit 2, 12s muestra que la sensatez no signi­ fica acomodarse al entorno cívico que nos ro­ dea, sino que va acompanada de la expectación de la parusía. Este contexto escatológico se hace más pronunciado en 1 Pe 4, 7, donde, en vista de que el fin está próximo, se exhorta a ser sensatos (aoristo de acoqjpovéco; obsérvese también ->■vf|qp(ü, con el término afín vqcpáltioç en 1 Tim 3, 2 y Tit 2, 2 en la pro-

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ximidad de ooKpQCüV; cf. Sib Frgm. 3, 41: èxvqrpai x a l omqjQOva itgòç voüv zk^zlv). Significa que hay que desligarse de los deseos humanos (cf. 1 Pe 1, 13s; 2, 11; 4, 2ss) al mismo tiempo que uno se orienta hacia el mundo de Dios que está llegando. No se trata de una crítica contra el «frenesi escatológico» (como piensa Luck, 1099s; Spicq, 867s). D. Zeller

aÓHpçtOV, 2 sõphrOn juicioso, prudente, autodisciplinado ^ OCOqjQOOÚVT].

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Tt T a^éQ va, a ç , tabem a tienda, posada, despacho de bebidas* El préstamo léxico (dei latín tabema) apa­ rece en el topónimo -> TpeTç rap ép v ai. El término latino taberna significa una tienda o (frecuentemente) un despacho de bebidas o una posada (sobre todo junto a Ias grandes vias de comunicación), a menudo con la connotación de una dudosa fama. T. Kleberg, Ho­ tels, restaurants et cabarets dans Vantiquité romaine (BEUU 61), Uppsala 1957, 19ss, 29ss, 63ss; Pauly, Lexikon V, 478s. T a P i d á Tabitha Tabita* En Hech 9, 36.40 se menciona a la discípu­ la Tabita de Jafa, que se distinguía por Ias buenas obras que bacia con los pobres (v. 36) y con Ias viudas (v. 39), y que fue resucitada de la muerte por Pedro (vv. 38-41). La orden dada por Pedro; TaPi'&á, àváaxir&i (v. 40) se aproxima a lo que se dice en Mc 5, 41 (-► xaÀi'da xonp, v.l. xaPL'0'a, #apixa, tabea-, cf. E. Nestle: ZNW 9 [1910] 240). TaPi'0á corres­ ponde al arameo taby‘ta ’, fb itã ’, que significa «gacela»; de ahí que se ofrezca también (en los vv. 36.39) su equivalente griego, que es -> A oqxóç, un equivalente que se indicaba ya probablemente en la fuente utilizada por Lu­ cas. Billerbeck II, 694; BHH BI, 1923; Haag, Diccionario, 1898; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco-, TRE III, 609.

táynot, atoç, TÓtagma orden, secuencia* B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s. u; J. Baumgarten, Paulu s u n d d ie A p o ka lyp tik (WMANT 44), NeukirchenVluyn 1975, 99-106; K. Brockelmann, Lexicon Syriacum , Hildesheim 1966, 816, í.v. gm’; H. Conzelmann, 1 C or (KEK), Gottingen ^1981, 329ss; O. Delling, %áy|ra, en ThWNT VIII, 31s; F. Froitzheim, Christologie u n d E schatologie hei P aulus (FzB 35), Wüizburg 1979, 145-149; Liddell-Scott, s. v.; H. Lietzmann-W. G. Kümmel, 1-2 C or (HNT), Tübingen ^1969, 80s; U. Luz, D as G eschichtsverstãndnis des P aulus (BEvTh 49), Mün-

chen 1968, 339-358; PGL j. v.; H.-H. Schade, A p o (GTA 18), Gottin­ gen 1981, 36s, 95-98, 202s; E. Schendel, H errsch a ft und Unterwerfiing C hristi (BGBE 12), Tübingen 1971, 10-12; Volz, E schatologie, 256 H.-A. Wilcke, D a s Pro-

kalyptische C hristologie bei P aulus

blem eines m essianischen Z w ischenreichs b e i P aulus

(AThANT 51), Zürich-Stuttgart 1967, 76-85.

En el NT xáyp,a aparece únicamente en 1 Cor 15, 23: êxaoxoç ôè èv xcõ lôítü xáypaxt. a) 1) La interpretación de los vv. 23s como si se hablara de tres clases de resurrección (Bauer, Lietzmann) falia por el significado de xÉXoç. 2) Da una interpretación contraria Wilcke, 83s (cf. Schendel, lOss). El v. 23a habría que relacionarlo con el v. 22; Todo hombre pertenece o bien al grupo representado por Adán, o bien al grupo constituido por Cristo. Esta comprensión falia teologicamen­ te por el hecho de que Pablo considera que también los cristianos, en su existência terre­ na, se ven afectados por el destino de muerte de Adán, y falia sintácticamente por el hecho de que con àjraQ x tl X qioxóç comenzaría una oración principal innconexa e incompleta. Por lo demás, xáYp.ot no tiene sólo el significado de «grupo», como puede verse por los diccionarios. Lo mismo que ->• xá^iç (cf. Hen [gr] 2, 1), xáypa designa el resultado de -»• xáooo), y adquiere en el aspecto local el sentido de «puesto», cf. 1 Ciem 37, 3; 41, 1, y en el as­ pecto temporal el sentido de «secuencia», cf. Herm [s] 8,4, 2ss. «Está bien claro que Pablo, por medio de ÒJtaQxií ~ ÊJteixa - elxa quiere indicar una secuencia temporal» (Luz, 341). De ahí se sigue: b) xáYp.a en 1 Cor 15, 23 se refiere a la se­ cuencia fijada de los eschata: Resucita «cada uno según su orden, es decir. Cristo como Ias primicias; luego los cristianos, con ocasión de la parusía de Cristo». La problemática de este pasaje consiste en que el esquema de etapas apocalípticas no co­ rresponde a la doctrina paulina de la resurrec-

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TÓYlxa - x á k a vx o y

ción: Cristo ha resucitado ya -Pablo asocia, sí, con TÉXoç la destrucción de la muerte, pero no la resurrección universal-. R. Bergmeier

TaxTÓÇ taktos fijado, determinado* Hech 12, 21: TaxTfj f|[XÉQg, «en el día/yado». TaXaiTCCo^éo) talaipõreO estar abrumado, sentirse desgraciado; lamentarse* En Sant 4, 9, dirigiéndose a los pecadores y a los indecisos (v. 8): TaX.auTO)QiíoíaTE, \lamentaos/gem id (por vuestra desgracia!) (jun­ to a JiEV&rioaTe x a l nkavaaxz); según los vv. 9b. 10 se trata de que esas personas expresen arrepentimiento y humildad. Según el contexto, TaXaijtcüQÉco no puede entenderse únicamente (como se entiende casi siempre) en sentido intransitivo, como si designara un estado en el que uno se siente desgraciado (Josefo, Ap I, 237; Herm [v] 3, 7. 1); M. Dibelius. Der Briefdes Jakobus^ (KEK), sub lo­ co-, Spicq, Notes II, 875. Tai^aiJltOQÍa, a ç , talaipõria desgracia, calamidad* Rom 3, 16: ^ oúvtQ ippa x a l raXautcnQÍa, «destrucción y desgracia» (cita de Sal 13, 3 LXX; Is 59, 7 LXX) como consecuencia de los actos de personas pecadoras (cf. r| ta Xain:cogía tóõv ntcaxcõv, 1 Ciem 15, 6 [cita de Sal 11, 6 LXX]). a í taÀauTtoQÍai... a í èrcEQXopévai (Sant 5, 1) son Ias calamidades dei fin de los tiempos, que han de venir sobre los ricos; precisamente su riqueza y su abuso dei poder (vv. 2ss) los entregarán al juicio y a la mina (cf. Is 13, 6; Jer 5, 26ss; Am 5, 7ss; Miq 2, 4; Hen [et] 94, 8s; 97, 8ss; Ap 3, 17). Spicq, Notes II, 875. taX,aí}t(it)QOÇ, 2 talaipõros desgraciado, afligido, desdichado* En Rom 7, 24, después de la exclamación dei hombre esclavizado bajo la ley y el peca­

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do: xa)taíjt(UQoç eyò ãvôgcojtoç, «jsoy un hombre infeliz, desdichadol» TaX.aÍ3to)Qoç designa el estado en que uno se siente infeliz y, al mismo tiempo, digno de lástima (tí yàQ EÍpí; xaXaÍJtcopov àv&ptojtáQiov; esta ex­ clamación se refiere a Ias personas que viven únicamente una vida superficial y terrena, pero que están alejadas de lo divino, Epicteto, Diss I, 3, 5; cf. III, 26, 3; IV, 6, 18; JyA 6,5.7; TestAbr [B] 10; Sab 3, 11; 1 Ciem 23, 3; 2 Ciem 11, Is). En Ap 3, 17 este adjetivo se aplica a los ricos (en Laodicea), que en realidad son desgraciados, porque les falta la «ri­ queza» que es válida ante Dios» (v. 18) (xa^aútcoQoç aparece junto a è^esivoç, nxcn/óç, xuq)Xóç, Y^pvóç); cf. Sab 13, 10; Sant 5, 1. Spicq, Notes II, 876s.

takavtiaioç, 3

talantiaios que pesa un talento, «pesadísimo»* Ap 16, 21: xáXaÇa peYáX.Ti mç xaXavxiaía, «enormes piedras de granizo, pesadas co­ mo talentos / ‘muy pesadas’» (cf. Ex 9, 22s). El talento en Israel pesaba probablemente unos 34 kg, y en Ias regiones romanas unos 41 kg; tókavTOV 1.

tá > ,a v T O V , o v , TÓ talanton talento* Bibl.: H. Chantraine, en Pauly, Lexikon V, 502s.

1. El término griego xákavxov significa en primer lugar «balanza» (está relacionado con xáXaç, «lo que sustenta, lo que soporta»), y luego significa también «lo que ha sido pesado / el pe­ so». La división dei talento en 60 minas, que era habitual también en Grécia, senala a Mesopotamia como su lugar de origen. El talento es la mayor unidad de peso, y en lingotes de 30 a 40 kg representa la carga que una persona es capaz de trasportar (equivalente más o menos al Z e n t n e r alemán o al «quintal» de Castilla; Lutero, en su traducción dei NT al alemán, lo vierte por Z e n t ­ n e r en Mt 25, 15-28). En la LXX xákavxov sirve para traducir el hebreo k ik k ã r («círculo»). El ca­ pital que entraba anuahnente en Ias arcas dei rey Salomón era de 666 talentos de oro (1 Re 10, 14), y el rey Omrí compro el monte de Samana por dos talentos de plata (1 Re 16, 24). En la época

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TáXavTov - tó^iç

helenística Jonatán pidió al rey Demetrio II rebajas en los tributos y prometió a cambio 300 talen­ tos. A grandes rasgos se puede decir que un talen­ to equivaldría actualmente (ipor lo menos!) a una cantidad millonaria en monedas actuales.

T a fiE ÍO v ( t a ^ i i E Í o v ) , o v , t ó (ta m ie io n )

ta m e io n

almacén, câmara, habitación

(oculta)* La contracción helenística xapelov, en vez de la forma (más antigua) xapieTov (ofrecida 2. Hay que tener bien presente este orden sólo por unos pocos manuscritos), se encuentra en cuatro pasajes dei NT (cf. además de magnitudes, cuando en Mt 18, 24 se habla Bauer, W õ r t e r b u c h , í.v.; BlaB-Debrunner § 31, de un hombre a quien se perdona una deuda 2 con la nota 2. xapetov aparece también co­ de 10.000 talentos. - Mt 25, 15-28 habla de mo extranjerismo en textos rabínicos ( a m y ô n ) . un capital dei monarca que se divide en porEn Lc 12, 24 el término tiene claramente el ciones de cinco talentos (vv. 15.16.20 [bis]), sentido de a l m a c é n (junto a -v àjtoOriXT), «si­ dos talentos (vv. 15.22 [bis] y un talento (vv. lo, granero»; cf. también Dt 28, 8); en los de24.25.28). Con Ias dos primeras sumas parmás casos, según el contexto, significa en ge­ ciales se negocia y se Ias duplica (vv. 20.22. neral una habitación interior que queda oculta 28). De esta parábola se deriva el uso de «ta­ y en la que no pueden penetrar Ias miradas di­ lento» para referirse a Ias dotes intelectuales, rigidas desde el exterior (cf. Gén 43, 30 LXX; una acepción que se baila atestiguada por vez 3 Re 22, 25; Is 26, 20 LXX; Eclo 29, 12 [câ­ primera en Paracelso (1537). En Lc 19, 13-25 mara dei tesoro]): en Mt 6, 6 se habla de la (jun relato más realista!), que es el lugar para­ oración en el c u a r t o i n t e r i o r ( r e t i r a d o ) (cf. lelo de Mateo, se distribuyen tan sólo diez mi­ x ^ E Ío a ç xqv Duçav, ev xm XQUJtxtõ. Cf. ade­ nas. - En Ap 16, 21 se ve una vez más que xámás 4 Re 4, 33 [oíxoç]; TestJos 3, 3: eioeqX,avToç fue originalmente una unidad de pe­ XÓpEVoç Eiç xò x ap iE io v xXaícuv JtQ ooqnso: pesadísimas (literalmente, «tan pesadas XÓpT]v Kupíq)); Mt 24, 26 y Lc 12, 3 acencomo un talento»: -r xaÀavTialoç) eran Ias tüan, ambos, el aspecto de lo retirado y ocul­ piedras de granizo que caían dei cielo. to; en Mateo se trata dei contraste entre Ias ■ B. Schwank h a b i t a c i o n e s y el desierto, y, en Lucas, dei contraste entre Ias h a b i t a c i o n e s p r i v a d a s (en Ias que se intercambian secretos) y Ias azoteas (como lugares donde todo lo que se dice y t a l i t h a muchacha, nina* hace es notorio, cf. Is 15, 3; 22, 1; en paralelo Según Mc 5, 41, Jesús dice a la hija -que con esto se halla el contraste entre axoxía y estaba «dormida»- de Jairo, presidente de la qjcüç, Lc 12, 3). sinagoga: xakfOa -> xonp, (palabras en arameo), que a continuación inmediata son tratafUEÍOV, OU, TÓ t a m i e i o n almacén, câ­ ducidas: «Muchacha -a ti te digo- jlevántamara, habitación (oculta) te!» (Õ EOTIV p ,£ 'fl'E Q p 'q v E 'u ó p ,e v o v xò x o q ó Forma más antigua que la forma helenística oiov, ool l é y o i , eystOE, cf. también Lc 8, 54; contracta -*■ xap.Eíov. a diferencia de Mt 9, 25). xaLi'0a es la transcripción griega dei arameo t a l y ‘ t ã ’ o f l i t ã ’ (Tg Pseud.Jon.Gén 34, 4). Âlgunos manuscri­ tos, en vez de xaXtOa, tienen xaprOa (W y otros, cf. Hech 9, 36.40), gaPPi -baPixa (D, por dittografía se origino también gaPt&a [= arameo r e b i t a ', «muchacha», Tg Pseud. Jon. Gén 24, 16]), t a b e a a c u l t h a ( c u m h i ) (e, se dis­ cute su explicación). BHH III, 1928; GNTCom s u b lo c o ', TRE III, 609.

t á | i ç , EOlç, ^ nera*

ta x is

orden, secuencia; ma-

1. Aparición en el NT - 2. Orden, secuencia - 3. Condición, manera modo.

1. En el NT el término aparece 9 veces, 6 de ellas en la Carta a los Hebreos (en contra de ThWNT V m , 27 nota 1).

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T á |iç —Tajteivóç

2. Se refiere al orden dentro de la coraunidad: expresión parenética x a t à xá|LV en 1 Cor 14,40 (cf. èv TestNef 2, 9; cf. además H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther^ [KEK], 300 nota 63); la situación bien ordenada, en Col 2, 5. - Lc 1, 8 se refie­ re al turno según el cual ejercían su ministério los sacerdotes ^ èqpT][xeQÍ,a. 3. Condición, manera, modo (cf. Aiist 69; 2 Mac 9, 18; êv jraQOLjaíaç xá^ei, Plutarco, Pelop. 10, 10): con arreglo al Sal 109, 4 LXX, «a la manera de Melquisedec», Heb 5, 6.10; 6, 20; 7, 11c. 17, frase que se interpreta por x ax à XT]v óiaoióxT]xa MeXxioéôex en 7, 15, en contraste con naxà xf)v xá^iv ’AaQO)v, 7, 11 d; cf. P. Ellingworth, Just like Melchizedek: BiTr 28 (1977) 236-239. Las maneras alter­ nativas de ser sacerdote, fundamentadas por vó[ioç (4.b) o por ^ ópxcofiooía, las inter­ preta W. R. G. Loader, Sohn und Hoherpriester (WMANT 53), Neukirchen-Vluyn 1981, en el sentido de un orden antiguo y un orden nuevo, cualificados por la mortalidad, en el primero de los casos, y por la vida indestructible, en el segundo (pp. 143ss; cf. también 212ss, 220ss y 243ss). R. Bergmeier T a J tE lv ó Ç , 3 tapeinos bajo, pequeno, in­

significante; humilde* BibL: Dupont, Béatitudes III, 521-537; H.-H. EBer, Humildad, en DTNT II, 316-320; W, Grundmaim, xaxeivóç xA., en ThWNT Vm, 1-27; S. Légasse, Jésus et Venfant (EtB), Paris 1969, 223-231; R. Leivestad,

Tajieivóç-xaiteivóqjQWv: NT 8 (1966) 36-47; S. Rehrl, Das Problem der Demut in der profan-griechischen Literatur im Vergleich lu LXX und NT, Münster i. W. 1961; Spicq, Notes n, 878-880: para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1278.

1. En el NT xaitEivóç aparece 8 veces: una vez en Mateo, otra en Marcos y seis veces en la literatura epistolar. Significa pequeno, in­ significante, bajo, débil (-^- 2); tan sólo signi­ fica humilde en el caso de que el contexto así lo requiera (->• 3). 2. En el Magníficat, los xajtetvoí son los de baja condición (Lc 1, 52), en contraste con

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los poderosos. Las promesas dei AT acerca de la acción escatológica de Dios (Sal 147, 6; Job 5, 11; 12, 19; 1 Sam 2, 7) comienzan a cumplirse cuando Dios derriba de sus tronos a los poderosos y exalta a los de baja condición. En Sant 1, 9, el xarteivóç es clarísimamente el de baja condición, porque en contraste con él se halla el rico. El hermano insignificante debe gloriarse de su «exaltación», entendida en sentido religioso, xajieivóç, en sentido éti­ camente neutro, aparece también en 2 Cor 7, 6, según el cual texto Dios, que consuela a los de baja condición (Is 49, 13), consuela tam­ bién a Pablo y a sus companeros con la Uegada de Tito a Macedonia (v. 5). A la acusación de que él es xarcEtvóç cuando está presente, pero que es muy distinto cuando está ausente (2 Cor 10, Ib), Pablo no responde argumen­ tando con ironia (en contra de Rehrl, 174; R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 185), sino haciendo paradójicamente una virtud de su condición baja. Porque preci­ samente en la bajeza y en la debilidad de Pa­ blo (v. 10) es donde se hace eficaz el poder de Dios (12, 9; 11, 30). Esto es congruente y se halla en continuidad con la «debilidad» de Cristo, quien ahora «vive por el poder de Dios» (13, 3s; 10, la). En Rom 12, 16 se discute el gênero grama­ tical dei dativo xaJtetvoíç: qdebe entenderse como neutro o como masculino? Habla en fa­ vor dei gênero neutro la contraposición a xà úx]iqÀ.á (tal como lo afirma decididamente H. Schlier, Der Rõmerbrief [KThK], 380). Puesto que xarceivóç -referido a cosas- implica necesariamente un «juicio de valor de sentido peyorativo» (Leivestad, 45s: «terrenal», «mundanal»), tal cosa está en contradicción con la teologia paulina (cf. 12, 2). Hablan en favor dei gênero masculino el uso dei adjetivo en el NT y el verbo ->■ auvajtáYO|j,ai, que aqui no significa «ser arrebatado» (contra Grundmann, 20), sino «dejarse atraer» (Bauer, Wôrterbuch, 1553) y, en voz media, «agacharse hacia» (E. Kásemann, An die Rõmer^ [HNT], 335), y las dos exhortaciones de «ser de un mismo sentir unos con otros» (v. 16a) y de «no tenerse a si mismo por sabio» (v. 16c; ci-

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TaJIElY O Ç - TajlElVOqpQOODVT]

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en que se desarrolla su ministério, para ofrecer así un ejemplo a los que ejercen un minis­ tério. «Servir al Senor» es algo que sólo puede hacerse «en toda humildad» (v. 19), es decir, con desinterés y renunciando a todo deseo 3. Tan sólo en 1 Pe 5, 5c y en Sant 4, 6b (ci­ de domínio, o (formulándolo en sentido posi­ tivo) con bondad y comprensión. Así lo acenta de Prov 3, 34 LXX), los xajtEivoí son los túan «Ias lágrimas» que «Pablo» derrama co­ humildes, a quienes se contrasta con los arro­ mo expresión de su empeno en la labor pasto­ gantes. En el clamor de júbilo de Mt 11,29, la ral y Ias tentaciones que sufre por Ias persecucalificación tfj xaQÔíg no significa refuerzo alguno de la condición de ser humilde, sino ciones de que es objeto por parte de los judios. La humildad cristiana, como servicio al Se­ que deslinda el âmbito en el que Jesús es pe­ queno, y da a xajreivóç, en combinación con nor, es también siempre, al mismo tiempo, jTQaiJç, su sentido específico de humilde servicio a la comunidad, un servicio que en (Leivestad, 44s). este caso se expresa como solicitud pastoral. Según Flp 2, 3 la x a jr e iv o q 3 p o 0 iJ V T ] es la H. Giesen actitud fundamental de los cristianos con mi­ ras a la unidad de la comunidad. Esta actitud se opone a Ias actitudes dei egoísmo y la jacT a 3 t£ iv o q )Q O a v v i|, ij ç , tapeinophrosytancia, que peijudican y destruyen la vida co­ nê humildad, autoestima modesta* munitária. La humildad hace que s e estime al tajceivócpQtov, 2 tapeinophrõn hum ilde, otro como más importante que uno mismo modesto* -independientemente de toda jerarquía so­ cial- El humilde no busca su propia ventaja, 1. Aparición en el NT - 2. El sustantivo - 3. El ad­ jetivo. sino que quiere servir a los otros (v. 4). La humidad cristiana se halla fundamentada en la Bibl.: J. Dupont, Paulus an die Seelsorger, Düsselautohumillación de Cristo (cf. 2, 5.6-11, espe­ dorf 1966, 25-42; F. O. Francis, Humility andAngelic cialmente el el V. 8 ). Worship in Col 2. 18: StTh 16 (1962) 109-134; N. Kehl, Emiedrigung und Erhõhung in Qumran und KoLas exhortaciones a diversos grupos socialossã: ZKTh 91 (1969) 364-394; K. Thieme, Die TAles (1 Pe 5, l-5a) terminan con el llamamiennEIN04>P02YNH Philipper 2 und Rõmer 12: to dirigido a todos los grupos para que se asiZNW 8 (1907) 9-33; K. Wengst, «...einander durch milen la xartEivo^Qooúvq. Se cita como fun­ Demut für vorzügUches halten...». Zum Begriff der «Demut» bei Paulus und in der paulinischer Tradidamento Prov 3, 34 LXX (v. 5c). En 5, 5b la tion, en FS Greeven, 428-439; Id., Demut - Solidaritãt x a jtE iv o c p Q o o ó v T ] es, como en Flp 2, 3, la acder Gedemütigten, München 1987; Ch. Wolff, Nietimd fundamental de los cristianos en su trato drigkeit und Verzicht in Wort und Weg Jesu und in der mutuo y en las relaciones con las demás per­ apostolischen Existenz des Paulus: NTS 34 (1988) 183-186; para más bibliografia, Tarcewóç. sonas. En Col 3, 12 la xaTCEivocpQOOÚVTj es una de las cinco virtudes que el cristiano debe realizar en sus propias acciones. Esto le resul­ 1. En el NT el sustantivo xajteivoqjQooóvT] aparece 7 veces: en Hech 20, 19 y seis veces ta posible en virtud dei amor de la elección divina: un amor que él experimentó en el bauen la literatura epistolar. El término, que no se halla atestiguado en la LXX, se ha convertido tismo (v. 11). La xaneivotpQooúvTi se halla aqui también al servicio de la comunidad, en tecnicismo para designar la humildad cristiana. El adjetivo Tajteivótppcov aparece uni­ porque se pide a los cristianos que se acepten unos a otros y -en caso necesario—se reconcicamente en 1 Pe 3, 8 (y en Prov 29, 23 LXX). lien unos con otros (v. 13). En Ef 4, 2 las vir­ tudes de Col 3,12 quedan reducidas a tres. La 2. En su discurso de despedida en Mileto humildad debe demostrarse aqui igualmente (Hech 20, 18-35), «Pablo» habla de la forma

ta de Prov 3, 7). Se exhorta a los creyentes a que no se comporten con arrogancia, sino a que se dediquen con atención a Ias personas insignificantes que hay en la comunidad.

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TaixEivocpgoavvTi - t a n e iv o o )

en que los cristianos se tratan unos a otros con am o r.

Tambíén en Col 2, 18.23 parece que lo más apropiado es atenerse al uso general de este término en el NT y entender aqui xaiteivoc ppooúvT ] como humildad (en contra de la opinión común de la mayoría de los autores). Lo cierto es que la humildad se pervierte, cuando el hereje se complace en ella (■&éLco èv como septuagintismo), se hincha sin fun­ damento a causa de su sentir carnal (2, 18), es decir, sin amor (cf. 1 Cor 13, 4), y se encuentra separado de Cristo, que es su Cabeza (v. 19a). Sin embargo, tal humildad no debe identificarse con Ias prácticas dei ayuno por parte de los herejes (en contra de Francis, 114-119; Kehl, 368 y 370s; E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, 138) o con sus prácticas cultuales en general (en contra de Grundmarm, 23; J. Gnilka, Der Kolosserbrief [HThK], 149). El término no debe relacionarse tampoco con los ángeles, aunque el culto angélico se mencione junto a él (v. 18); no se aproxima a la idea griega de la xaiteivoqjQooúvT] como «servilismo, dependencia, espíritu rastrero» (en contra de Gnilka, Der Kolosserbrief, 149), sino que significa el amor abnegado, que Col 2, 18 niega al hereje. Según Col 2, 23, el hereje tiene, sí, apariencia de sabiduría a causa dei culto religioso elegido por él, de su humildad y de la maceración de su cuerpo, pero todo eso carece de valor (XLpT| entendido aqui en el sentido de «valor», no de «honor»; con Schweizer, La Carta a los Colosenses, 146; en contra de Gnilka, Der Kolosserbrief, 161) y sirve única­ mente para la satisfacción de la carne, es de­ cir, para el egoismo fundamentado religiosa­ mente, un egoismo que excluye la humildad. Si dejamos que el término x aiteiv o cp Q O O Ú V T | conserve su sentido positivo, entonces apare­ cerá claramente el contraste de los enunciados -que están llenos de sarcasmo-.

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diversos grupos sociales cristianos (1 Pe 2, 3-3, 7) es la vida comunitária pacifica, armoniosa y determinada por el amor fraterno (3, 8). Los cristianos deben renunciar a la superioridad y al deseo de darse a valer, y deben estar dispuestos al servido con m odéstia/hu­ mildad. H. Giesen TttJlElVÓtJiQMV, 2 tapeinophrõn humilde

xajteuvotpQooúvTi 1.3. T a jie iv ó w tapeinoõ humillar, abajar* taiteívm otç, etoç, ■q tapeinõsis bajeza, hu-

millación* 1. Aparición en el NT - 2. Lc 3, 5 - 3. «El que se humilla...» - 4. Flp 2, 8 - 5. Pablo. - 6. Taiteívcuaiç. BibL: tajtEivóç; además (sobre Flp 2, 8): W. Grundmann,- Der Weg des Kyrios Jesus Christus. Erwagungen zum Christushymnus Phil 2, 6-11 und der damit verbundenen Konzeption im NT, en Id., Wandlungen im Verstandnis des Heils, Stuttgart 1980, 9-24; G. Howard, Phil 2, 6-11 and the Human Christ: CBQ

40 (1978) 368-387.

1. En el NT el verbo aparece 14 veces, ocho de Ias cuales se hallan en Mateo/Lucas y seis en la literatura epistolar. Tiene casi siempre sentido figurado, sobre todo cuando, acompanado dei pronombre reflexivo o en la voz me­ dia, describe la recta actitud dei hombre ante Dios. También el sustantivo, que sólo se emplea 4 veces en el NT, conoce el significado de la bajeza ante Dios, pero se usa igualmen­ te en el sentido de humillación.

2. El Bautista exhorta a los oyentes a que, por el mensaje de arrepentimiento y conversión que él predica (Lc 3, 3), en consonância con lo vaticinado en Is 40, 3-5 LXX, se dispongan para la salvación de Dios (v. 6), pre­ parando el camino dei Senor y allanando sus sendas (v. 4). Pero lo decisivo tiene que hacerlo Dios mismo: porque todo valle será re3. El adjetivo xajtEivóqpQtnv se halla, lo llenado (por él) y todo monte y colina será abajado (por él; pasivo divino), es decir, será mismo que el sustantivo, en el contexto de la nivelado (v. 5). La acción de Dios inicia la vida de la comunidad cristiana. Porque la me­ ta de todas Ias exhortaciones dirigidas a los salvación escatológica.

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laoteivoci)

3. En la tradición de Jesús aparece tres veces la frase: «(Todo) el que se ensalza, será humillado, y el que se humilla será ensalzado». La voz pasiva expresa en todos los casos la acción escatológica de Dios. En Mt 23, 12 la sentencia se halla en el contexto de la ad­ vertência contra el proceder de los fariseos. Humillarse a sí mismo es sinônimo de ser ser­ vidor (v. 11). Una persona así es ensalzada por Dios. Si embargo, el que busca su propia gloria (vv. 5-10), será humillado por Dios, es decir, no podrá salir airoso en el juicio. Este mismo logion sirve de final en Lc 14, 11a la exhortación a no oenpar un puesto de honor sino cuando el anfitrión se lo haya asignado a uno (vv. 8-10; cf. Prov 25, 6s). El relato se convierte en imagen de la acción salvífica de Dios. Según la narración ejemplar dei fariseo y dei publicano en el templo (Lc 18, 9-13), estas mismas palabras ofrecen la razón de por qué el uno se fue justificado a casa, y el otro no. Dios actúa ahora ya en el humilde, de la misma manera que realiza ya la humillación de los otros. Según Mt 18, 4, el que se humilla como el nino al que Jesús situa simbólicamente en el medio (vv. Is), será el mayor en el reino de los cielos, para el cual es condición previa el humillarse a sí mismo (v. 3). Sant 4, 10 y 1 Pe 5, 6 exhortan encarecidamente a los cristianos a que se humillen a sí mismos (imperativo de aoristo de la voz pasiva) para que Dios los ensalce. 4. En Flp 2, 8 el verbo con el pronombre re­ flexivo designa la libre decisión de Jesús de ser un ser humano, lo cual incluye el camino a la muerte. En la muerte en la cruz se demuestra que la autohumillación de Jesús es eficaz para la salvación. No es un modelo imitable para los cristianos, pero sí es funda­ mento para la humildad cristiana (2, 3). 5. En Flp 4, 12 xaJt8LVOno'&aL significa es­ tar humillado en el sentido de «vivir en privaciones», como lo demuestra el término opuesto iteQiooeneiv. En 2 Cor 11, 7 Pablo consi­ dera como la fuente de su propia independên­ cia la humillación de sí mismo, que consiste

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en la renuncia a recibir de la comunidad el sustento que en realidad le corresponde (1 Cor 9, 4-7). Cuando en 2 Cor 12, 21 Pablo te­ me que Dios vaya a humillarle, cuando él llegue, piensa seguramente en los abusos que pudiera encontrar en Corinto (vv. 20.21b). Pa­ blo se siente responsable de la comunidad, y por el mismo motivo puede estar orgulloso de ella (1, 14). En su fracaso Pablo reconoce abiertamente que la conversión depende últi­ mamente de Dios (v. 21b). Sin embargo, él no se resigna, sino que está decidido a celebrar un juicio en la comunidad (13, 1-3). Pero esto no es lo que constituye la humillación dei apóstol, tanto más que esta interpretación exi­ ge una conjetura sobre el texto (negación de xajtsivóco; en contra de R. Bultmann, Der zweite Briefan die Korinther [KEK], 241). 6. En el Magníficat, la condición humilde de la esclava, a quien Dios mira con clemên­ cia (Lc 1, 48), no es el oprobio por la esterilidad como en 1 Re 1, 11 (la oración de Ana; cf. Lc 1, 25), sino que recuerda la autodenominación de Maria como «esclava dei Senor» (1, 38), la cual, como humilde, está elegida por Dios (cf. 1, 52s). Según Hech 8, 32s, el mi­ nistro etíope está leyendo el cântico dei siervo de Dios (Is 57, 3s LXX), cuando Felipe se encuentra con él. La humillación en la que no se le hizo justicia (al siervo, v. 33), no se refiere sólo -probablemente- a la muerte de Jesús, sino también a su vida y actividad, porque Fe­ lipe toma el texto como ocasión para procla­ mar el mensaje acerca de Jesús, y no sólo acerca de su muerte (v. 35). Según Flp 3, 21, «el cuerpo de nuestro esta­ do de humillación», es decir, nuestra existên­ cia terrena, limitada por la muerte, será trasformado en la figura dei cuerpo glorificado de Cristo, es decir, en la nueva manera de exis­ tência «en el cielo» (v. 20). La condición hu­ milde, de la que el rico ha de gloriarse según Sant 1, 10, dificilmente será su sujeción a la muerte (vv. lO c.ll) (en contra de Grundmann, en ThWNT VIE, 22; E6er, 319; F. MuUner, Der Jakobusbrief [HThK], 74), a menos que la exhortación se entienda en sentido irônico

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xaJtEivóo) - TaQCTEiiç

(asf opina Rehrl, 189). La sujeción a la muerte, que es común a todos los seres humanos, debe motivar más bien al rico para que, ya desde ahora, sea consciente de su condición humilde ante Dios y no edifique sobre su riqueza (cf. W. Schrage, Der Jakobusbrief [NTD 10], 18). H. Giesen T a n;£ÍV ()í» oig , e io ç , 'H tapeinõsis bajeza,

humillación, humildad* xajiEivóm 1.6. T a Q ftffO tO tarassõ agitar; confundir, in­

quietar, perturbar* En el NT el verbo aparece 18 veces, 11 de ellas en los Evangelios (6 veces en el de Juan); en Pablo aparece únicamente en Gál 1, 7; 5, 10. El sentido literal se encuentra sólo en Jn 5, 7, refiriéndose a Ias aguas dei estanque de Betesda: oxav TaQax'dfÍ xò úôcoQ, agitarse / moverse', cf. 5, 4 v.l.: ãyysXoç... êxaQáoaexo xò uôcup. En los demás casos, el verbo apare­ ce en sentido figurado: confundir / incitar a Ias personas, xòv ò y fo v , Hech 17, 8; xouç õyX,or)ç, 17, 13; crear inquietud (por medio de palabras o de falsas doctrinas), refiriéndo­ se a los judeocristianos de Jerusalén: èxápaÇav ú p ãç Xóyoiç, 15, 24; cf. oí xapáooovxeç upãç, Gál 1, 7; ó ôè xaQáoomv ÍJpãç, 5, 10 (seguramente no refiriéndose a una deter­ minada persona, sino en singular entendido en sentido genérico). El verbo se halla en voz pasiva en 1 Pe 3, 14: p,T) cpoPi^d-fíxE pqôè xaQaxUfjxE, «[no os amedrentéis ni dejéis que os turbenl» (cf. Is 8, 12 LXX; también TestJob 46, 3). La voz pasiva expresa también la reacción de perplejidad, espanto, ante fenômenos extraordiná­ rios: ExaQáx'9'Tiaav XéyovxEç oxi (pávxaopá èaxiv, Mt 14, 26; cf. Mc 6, 50; 'H qcüôtiç èxaQáx§T], Mt 2, 3; èxaQáxd-q Z ay ag íaç, Lc 1, 12; xí XExaQaYOÉvoi èoxé(;), «^por qué estáis turbados?», 24, 38 (cf. jcxoiq&évxeç, Epcpo|3ol, v . 37).

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En el Evangelio de Juan xaQáaom aparece con el significado especial de la agitación in­ terna, la profunda emoción o la intensa conmoción de Jesus. Jn 11, 33; èveppiprioaxo xm JtvEÚpaxi x a l ÈxàQogev éauxóv, «se estremeció profundamente en su espírito (cf. èv èauxcõ, V. 38) y se conmovió» (cf. Mc 1, 43; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 1980, sub loco)-, Jn 12, 27: f| rpuxi] fton XEXÓQaxxai, «mi alma está conmovida» (cf. Gén 41, 8 LXX; Sal 6, 4 LXX; TestDan 4, 7b; Mt 26, 38; Jn 13, 21: ’Ir)ootiç E x a g á x b T ) x w jrv E Ú p a x i. La emo­ ción y la conmoción de Jesus ante la Pasión inminente son para el Evangelio de Juan la senal de la humanidad dei Hijo de Dios, que se inclina obedientemente ante la voluntad dei Padre. 14, 1.27: [tf| xaQaoaéaflco u p r ô v r| x a p ô ía , «jNo se turbe vuestro corazón!», co­ mo palabras de consuelo de Jesus, dirigidas a sus discípulos (cf. también Sal 54, 5; 108, 22 LXX; TestDan 4, 7a). Spicq, Notes II, 881885. H. Balz

t a p a x i l , fiç, n tarache tumulto, alboroto, agitación En Jn 5, 4 v.l.: xapaxí) xoõ üôaxoç, dícese dei «alboroto / agitación dei agua» en el es­ tanque de Betesda; cf. -> xagdaoto v. 7. Mc 13, 8 v.l.: confusión/desorden.

T a ç a / o ç , o v , ó tarachos excitación, al­

boroto, turbación* Hech 12,18; xágaxoç ovk òXíyoç, «considerable excitación / alboroto»', 19, 23; xápaXoç oúx òXíyog jiEQi xfjç óôon, «gran albo­ roto / tumulto acerca dei camino (= el mensaje cristiano)».

T a g C E tiç , écnç, Ó Tarseus natural de Tar­

so -V T oqoóç.

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Tagoóç - Táaoo)

T a g a ó ç , oi5 Tarsos Tarso* TaQOEiJç, écoç, ó Tarseus natural de Tarso* B ib l.: H. Bõhlig, D ie G eisteskultur von Tarsos im a u g u ste isch e n Z e ita lte r , Gottingen 1913; H. Goldmann, E x c a va tio n s a t G õ zlü K ule, T arsus (3 vols.), Princeton 1950-1963; A. H. M. Jones, The C ities o f the E a s te m R o m a n P rovinces, Oxford ^1971, 192ss; D. Magie, R o m a n R u le in A s ia M in o r II, Princeton 1950, 1146ss; W. M. Ramsay, The C ities o f St. P aul, London 1907, 85-244; W. Ruge, Tarsos, en PaulyWissowa IV, A/2,2413-2439; W. C. van Unnik, Tarsus o f Jeruzalem , Amsterdam 1952 (= Id., Sparsa collecta

I, Leiden 1973, 259-320, 321-327); H.-E. Wilhelm, en BHH III, 1933.

Tarso, que en tiempo de César se denoniinó durante algún tiempo luliopolis, era la capital de la provincia romana de Cilicia (desde el 64 a.C.) y tenía una historia que se remontaba hasta la época asiria. Antes ya de Alejandro Magno, era capital de un reino independiente. Estrabón XIV, 5, 9 la llama una ciudad de es­ tudiosos; Diodoro Sículo XIV, 20, 2 dice que es «la mayor ciudad de Cilicia». El nombre propio de T ag aó ç se halla atestiguado además en Dión Crisóstomo, Or 16 [33], 17; 17 [34], 46; Arriano, Anab. II, 4, 7, y en Josefo y en inscripciones. También era corriente la expresión T agoòç Tqç KiX,uttaç, Hech 22, 3: Diodoro Sículo XX, 108,2; Jenofonte de Efeso III, 13, 5; Josefo, Ant IX, 208. Lucas dice que Tarso es una «ciudad de renombre» (Hech 21, 39) y la menciona varias veces (9, 30; 11, 25), porque era la ciudad na­ tal de Pablo (22,3; a partir de ahí se insertó es­ to mismo en 21, 39 D). Dos veces se habla de Pablo «el de Tarso» (9, 11; 21, 39), expresión que a su vez debió de ser corriente en su tiem­ po: Apolodoro de Atenas (FGH 244, Frgm. 55); Estrabón XTV, 5, 14; Arriano, Anab. II, 4, 7; Plutarco, De Mario 46, 2 y passim: 2 Mac 4, 30; inscripciones. Claro que, según la exposición de Lucas, el período inicial de Pablo en Tarso se habría limitado a los primeros meses de vida o tan sólo al hecho dei nacimiento, porque Hech 22, 3 aplica a la descripción de la juvenmd de Pablo un esquema helenístico (nacimiento, ciianza [es decir, los tres prime­ ros anos de vida bajo la tutela de la madre], educación [= por su padre y por los maestros].

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que sugiere que Pablo, desde su primera in­ fância, «se crió» ya en Jerusalén. Aqui influye quizás la imagen lucana de Pablo (-+ riaüX ,oç 4), que le considera discípulo dei rabí Gamaliel (Hech 22, 3) y que presupone que Pablo tenía parientes en Jerusalén (23, 16). G. Schille

taçTaQÓfO tartaroõ arrojar al Tártaro / al infiemo; encerrar en el infierno* 2 Pe 2, 4 habla de los ángeles caídos, a quienes Dios no perdonó, sino que «encerro en cavernas tenebrosas en el infierno (oeigalç ^ócpou xagxaQCÓoaç)» (cf. Gén 6, 1-4; Is 24, 21s; Job 41, 24 LXX; Hen [et] 10, 4ss.llss; 12, 4ss; 91, 15; Sib II, 302; Jds 6; Ap 20, 1-3). En la mitologia griega. Tártaro es el lugar en que son castigados los Titanes y los dioses de­ sobedientes, y se concibe como un sitio tene­ broso que se halla profundamente bajo la tierra (cf. Hesíodo, Theog. 720ss; Homero II 14, 279s) y algunas veces también como el lugar más profundo dei Hades (-> aÔTjç). Esta concepción influyó igualmente en la apocalíptica judia. Bauer, Wôrterbuch, s.v.; Pauly, Lexikon V, 530s.

t á a a f o lasso senalar, fijar, determinar, or­ denar* B ibl.: R. Bergmeier, L o y a litã t a is G eg enstand p ln P a raklese: Theokratia 1 (1970) 51, 63; G. Delling,

Táaoco, en ThWNT Vm, 27-31; J. Friedrich-W. Põhlmann-P. Stuhlmacher, Z u r historischen Situation und Intention von R õm 13, 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166; W. Schrage, D ie C hristen un d der Staat nach dem N T , Gütersloh 1971, 14-28, 50-62; U. Wilckens, R õ m e r 13, 1-7. en Id., R ec h tfe rtig u n g a is F reiheit, Neukirchen-Vluyn 1974, 203-245.

1. En el NT el verbo aparece 8 veces (cinco de ellas en la doble obra de Lucas), y corres­ ponde en su empleo al uso general que se hace dei verbo en la lengua griega (cf. Bauer, Wôrterbuch, í . v.; Delling). 2. a) senalar, fijar, determinar, ordenar, de­ signar: «acordar un día», Hech 28, 23 (en

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xaooro - tacpoç

1690

voz media, como en Polibio III, 99, 1; 2 Mac 14, 21). Según Rom 13, Ib, Pablo comparte la opinión general dei judaísmo contemporâneo de que la eÇouoía (2) es conferida por Dios (cf. Wilckens, 223-226; Friedrich-Põhlmann-Stuhlmacher, 145), y deduce de ahí: «Las (autoridades) que (de hecho) existen, han sido instituídas por Dios», 13, Ic. Este uso teológico dei verbo táaoco en el sentido de instituir (cf. 2 Re 7, 11) corresponde al uso jurídico y político dei mismo (cf., por ejemplo, Tob 1, 21; 2 Mac 8, 22), cf. a propósito Bergmeier 60s; ôiaxáoooL) 5. táaa o ) en combinación con preposiciones: «y que se pusieron al servido de los santos», 1 Cor 16, 15, en el sentido de «hacerse cargo de un servido» (cf. êautoug èitl Tf]V ôiaxovíav xáxTouaLV xaúxriv, Platón, Resp 371c); «alguien que está a las órdenes», Lc 7, 8 (cf. xoiç v n ò xf)v aüxrôv PaciXeíav xaaaop.évoiç, OGIS I, 56, 13). La expresión «destina­ dos para la vida etema», en Hech 13, 48, se halla atestiguada también en la literatura rabínica (cf. Billerbeck II, 726s) y no se refiere a la predestinación dei individuo, sino a la elecdó n de la comunidad de los salvos, cf. oúxoç èvxexaypÉvoç x a l èkX,ÓYipoç êoxai eÍç xòv ÔQi&pòv xóõv acpÇop,ávoL)v, 1 Ciem 58, 2 (cf., a propósito, R. Bergmeier, Glaube ais Gabe nach Johannes [BWANT 112], Stuttgart 1980, 60s).

taVQOÇ, OV, ó tauros toro, buey* En Mt 22, 4 se habla de la matanza de «to­ ros /bueyes y temeros cebados» (xaüpoi x al oiTiaxá) para el banquete de una boda real (cf. Prov 9, 2; bKet 3b.4a). Toros como víctimas para el sacrifício (en honor de Zeus), Hech 14, 13; cf. además Heb 9, 13 (aíp,a xpáymv x a l xaúgcuv); 10, 4 (cf. Is 1, 11; Lev 16, 2ss.l4ss), refiiiéndose a los sacrifícios levíticos de expiación, que han quedado supera­ dos y suplantados por la a lp a xoü X qloxoü (9, 14), ya que sólo producían la pureza cul­ tuai y no la purifícación de los pecados. BHH III, 1870; Haag, Diccionario, 1955s.

b) ordenar: xáoaco rige infinitivo con sujeto en acusativo (BlaB-Debruimer § 409 nota 2) en el sentido de decidir, Hech 15, 2; «todo lo que se ha ordenado que tú hagas», 22, 10 (cf. oiç Exéxaxxo JtaQapoir&etv, Tucídides III, 22). Mt 28, 16 emplea el término de manera análoga a la fórmula empleada para la ejecución de ordenes (cf. Mt 21, 6 y passim), aunque aqui es producto de la redacción, que va más allá de la tradición (cf. elç xf)v Fakikaíav, 28, 7.10 par. Mc 16, 7); «al monte al que Jesús les había enviado» (cf. J. Lange, Das Erscheinen des Auferstandenen im Evangelium nach Matthdus [FzB 11], Würzburg 1973, 436ss y 448ss).

TÚq^OÇ, OD, ó taphos sepulcro, tumba*

R. Bergmeier

t a v t á tauta lo mismo

En el NT, la crasis xauxá en lugar de xà aíixá aparece únicamente como variante tex­ tual en Lc 6, 23.26; 17, 30 en la expresión x ax à xafixá. Cf. BlaB-Debrunner § 18, con la nota 1. T a q )i|, T|Ç, i | taphê enterramiento, lugar de

enterramiento* Mt 27, 7: xaqjf] xotç ^évoiç, «lugar de ente­ rramiento para extranjeros» (dícese dei Cam­ po dei Alfarero / Campo de Sangre; xeqopEÚç).

1. Aparición en el NT - 2, Los ayes en Mt 23, 27.29 - 3. El sepulcro de Jesus según Mateo - 4. Rom 3, 13. B ibl.: C. Andresen, Grab, H eiliges (1), en RGG II, 1816s; J. Blinzler, D ie G ra blegung Jesu in h istorisc h e r S ic h t, en E. Dhanis (ed.), R esurrexit, Roma 1974, 56-107; I. Broer, D ie U rgem einde u n d da s G rab Jesu (StANT 31), München 1972; H. Frhr. v. Campenhausen. D e r A b la u f d e r O ste re re ig n isse u n d d a s leere G rab (SAH 1952, 4). Heidelberg n966; W. L. Craig, The H isto ricity o f the E m pty Tomb o f Jesus: NTS 31 (1985) 39-67; Haag, D iccionario, 1972-1976; J. Jere­ mias, H eilig en g rã b er in Jesu U m w elt (Mt 23, 29; Lc 11, 47), Gõttingen 1958; L. A. Keck, T he F unction o f R om 2, 10-18, en F S D ahl, 141-157; R. Kratz, A uferw eckung ais B efreiung (SBS 65), Stuttgart 1973 (sobre Mt 27, 62-28, 15); A. Kuschke, G rab, en BRL 122129; Th. R. W. Longstaff, The W omen a t the Tomb. M t 28. 1 R eexam ined: NTS 27 (1980-1981) 277-282; F.

1691

xaqjoç

Neyrynck, Jo h n a n d the S ynoptics: the E m pty Tomb Stories: NTS 30 (1984) 161-187; L. Oberlinner, D ie V erkündigung d e r A u fe rw e ck u n g Jesu im g eõ ffh eten u n d leeren Grab: ZNW 73 (1982) 159-182; L. Schenke, A u fersteh u n g sverkü n d ig u n g u n d leeres G rab (SBS

1692

33), Stuttgart ^1969; para más bibliografia, -> Oámo).

dedican a los sepulcros de los profetas y de los santos (v. 29b) y su actitud hipócrita al solidaiizarse, al mismo tiempo, con sus padres, que asesinaban a los profetas (vv. 30s). Cf. Schulz, Q, 105s, 108-110.

1. En el NT el sustantivo xáqioç aparece 7 veces, de Ias que seis se encuentran en Mateo. En Rom 3, 13 se halla atestiguado xáqpoç en una cita de la Escritura. Aparte de los «ayes» contra los escribas y fariseos en Mt 23, 27.29 (que procedeu de la fuente Q; cf. Lc 11, 44. 47), en Mateo se emplea únicamente el térmi­ no para referirse al sepulcro de Jesús: 27, 61.64.66; 28,1. En los «ayes», Lucas tiene en ambos pasajes xà pvxipEia en lugar dei plural de xáqpoç. Es posible que Mateo haya sustituido p,vqp.eíov por xácpoç (Schulz, Q, 105 y 108). El paralelo lucano de Mt 27, 61 tiene, en lugar de ó xáqpoç, el sustantivo xò pvT](xeIov (L c 23, 55, con dependencia de Mc 15, 46). También aqui Mateo emplea por propia iniciativa la palabra clave xáq)oç. xácpoç se halla atestiguado desde Homero (Od 4, 547; 20, 307 y passim con el significa­ do de «sepelio, funeral»; cf. -> •&ájtxcü); sin embargo, en todos los pasajes dei NT signifi­ ca: sepulcro, tumba. Tan sólo en Rom 3, 13, el término se emplea en sentido figurado.

3. Tan sólo Mateo llama xáq)oç al sepulcro de Jesús; 27, 61 habla de las mujeres que, después dei sepelio de Jesús (v. 60: en una se­ pultura excavada en la roca), «estaban senta­ das frente al sepulcro» (a diferencia de Mc 15, 47). Dentro de la sección sobre los guardias dei sepulcro (Mt 27, 62-66), que pertenece al material peculiar de Mateo, se relata en el V. 64 que los principales sacerdotes y los fariseos pidieron a Pilato «que mandara asegurar el sepulcro hasta el tercer día». Con ello comienza la exposición que Mateo hace de la resurrección de Jesús, según el modelo y los rasgos de las tradiciones sobre los milagros de liberación (Kratz, 60). Pilato pone a disposición un piquete de soldados para que monten guardia y, de este modo, «se asegura el se­ pulcro» sellando la piedra y apostando delante de él una guardia (v. 66). En la manana de Pascua llegan las dos mujeres «para ver el se­ pulcro» (28, 1). Probablemente Mateo asimiló la información de 27, 61 y 28, 1 a las costumbres funerárias de los judios (Longstaff).

2. Mt 23, 17.29 son «ayes» -construidos paralelamente- contra los escribas y fariseos. En ambos casos se los llama ÚJtoxQixat, y con una oración causai de ôxt se explica a continuación en qué consiste la «hipocresía» (y de este modo se justifica el «ay»), v. 27b; «porque os parecéis a sepulcros blanqueados...», V. 29b: «porque edificáis los sepulcros de los profetas y adomáis los mausoleos de los justos...». En el primer caso, la falsedad consiste en que los sepulcros parecen, sí, hermosos por fuera, pero por dentro están llenos de impureza (v. 27c.d); Las personas critica­ das por Jesús aparecen, sí, como justas al ex­ terior, pero intemamente están llenas de «hi­ pocresía e iniquidad» (v. 28). En la segunda exclamación de «jay!» se hace una antítesis entre los cuidados que los escribas y fariseos

4. Rom 3, 13a {«Sepulcro abierto es su gar­ ganta») se halla en una colección de citas bí­ blicas, que Pablo tomó probablemente de un Testimonium (o Florilegium) (3, lOb-18). Se trata, en cuanto a la forma, de un «mensaje de juicio» (E. Kâsemann, An die Rõmer^ [HNT], 81). Aunque no es posible un análisis convin­ cente de la estructura de esta colección, sin embargo está claro que con los vv. 13s «se acentúan intensamente los pecados de la pala­ bra» (Kâsemann, An die RõmeF, 81) y que el V. 13a.b tiene su paralelo bíblico en el Sal 5, 10 LXX (el V. 13c cita el Sal 139,4 LXX). Jer 5, 16 dice que la boca de los calumniadores es «un sepulcro abierto». Parece que Rom 3, 13 refleja el odio judio contra el evangelio (Kasemann, An die Rõmer^, 82). G. Schneider

1693

Taxa - Tax^Jç

t á / a tacha (adv.) quizás, tal vez* En el NT el advérbio va con indicativo; por lo demás, el advérbio suele ir con ãv y optativo. Rom 5,7: xá^ct xiç xoXp.ã «alguno quizás se atreva incluso»; Fim 15; tal vez / posiblemente. Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debranner § 385, 1 con la nota 1.

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Ta/lV Ó g, 3 tachinos inminente, próximo* 2 Pe 1, 14: xaxivr] èoxiv fi ártó^eoiç, «pronto acontecerá / es inminente el abando­ no (de mi cuerpo)»; 2, 1: xaxivf) ájttí)?iEia, «la pronta / repentina destrucción». t á / l O V tachion (adv.) más rápidam ente;

pronto, en seguida tajjélOÇ tacheõs (adv.) en seguida, rápida­ mente, pronto, demasiado deprisa* En el NT el advérbio aparece 15 veces (no se encuentra en Mateo ni en Marcos), diez de ellas en grado positivo xaxÉtoç, cuatro veces en grado comparativo xáxiov, más rápida­ mente, más aprisa, y tan sólo en Hech 17, 15 en grado superlativo (mç) tá x io x a , lo más pronto posible. xaxéüaç acompana casi siempre a verbos de movimiento: è^ÉQxopoii xaXécuç en Lc 14, 21; xaxémç ócvíoxTipi x a l è|8QXO|toit en Jn 11, 31 (cf. v. 29); sobre todo con mensajes de tipo organizativo en Ias car­ tas; xaxétoç EQxoqott, 1 Cor 4, 19; Flp 2, 24; 2 Tim 4, 9 (v.l. xaxíov); xaxémç atépitm, Flp 2, 19; además, xaxéroç Ypácpto, Lc 16, 6. Con el significado de demasiado deprisa, precipitadamente, a la ligera en Gál 1, 6 (õxi oiixcoç xaxéoDç [iexaxí'0-ea'&e); 2 Tes 2, 2 (elg xò qf] xaxémç oaÀeullfívai); 1 Tira 5, 22 (xeíQaç xaxécoç pqôevl èjiixíHei). El comparativo xáxiov tiene sentido intensificador únicamente en Jn 20, 4 (jtQoéôpa(XEV xáxiov xoü néxQOU, «más deprisa que Pedro»); Heb 13, 19 (iva xáxiov ájtoxaxaoxaUü) úplv, más rápidamente, o en [sentido elativo] muy pronto / lo más pronto posible). En los demás casos, el sentido corresponde a un grado positivo reforzado: Jn 13, 27 (ô jroiELÇ Jtoíqoov xáxiov, pronto, en seguida); Heb 13, 23 (èàv xáxiov SQXTixai, «si llega muy pronto» o «en seguida que»); cf. 1 Tim 3, 14 v.l.; 2 Tim 4, 9 v.l.; cf. BlaB-Debrunner § 61, 1 con la nota 1; 244, 1 con la nota 2. La expresión superlativa inç xáxioxa, lo más rapidamente posible / lo más pronto po­ sible, Hech 17, 15, procede dei lenguaje lite­ rário (Josefo, Vita 16; Blab-Debrunner § 60, 2 con la nota 3). Bauer, Wõrterbuch, s.v.

-s- xaxémç. t á / i a t a tachista (adv.) lo más rápidamen­

te posible ^ xaxémç. TÚ/OÇ, OBÇ, TÓ tachos prontitud, rapidez*

En el NT el sustantivo aparece únicamente en la construcción èv xáxEi: en seguida, inmediatamente, Hech 12, 7; 22, 18; cf. 10, 33 D; 17, 15 D; pronto, en breve, Lc 18, 8; Hech 25, 4; Rom 16, 20; 1 Tim 3, 14 (v.l. xáxiov); â ôeTYEvéo-Oai èv xáxei, «lo que ha de suce­ der en breve plazo», Ap 1, 1; 22, 6 (cf. Dan 2, 28s; 2, 45 Teod.; Mc 13, 7 par.). Ta/iL) tachy (adv.) pronto, en seguida, sin demora Neutro singular de ^ xaxóç, que en el NT se emplea como advérbio, conforme al uso general. xayrvç, 3 tachys rápido, pronto* Como adjetivo aparece únicamente en Sant 1, 19: xaxuç eíç xò àxo ü o ai, «rápido para escuchar». En otros casos (12 veces) se em­ plea en neutro singular, como advérbio xaxú: pronto, en breve plazo, Mc 9, 39 (inmediatamente después, a continuación inmediata); por lo demás significa pronto, rápidamente, sin demora, Mt 5, 25; 28, 7; 28, 8 («salir a to­ da prisa»; cf. Mc 16, 8 Textus Receptus: xaxü èqpuYOv); Lc 15, 22; Jn 11, 19 (cf. v. 31); seis veces en el Apocalipsis: EQXopctixaxx) (2, 16; 3, 11; 11, 14; 22, 7.12.20; ade­ más, 2, 5 Koiné y otros) como palabras de consuelo y, al mismo tiempo, de amenaza.

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XE te y 1. Aparición en el NT - 2. la conjunción xé sola - 3. xè (...) xaí - 4. Casos dudosos - 5. xè ... xé - 6. xé con Êxi o yáQ. B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v. \ BlaB-Debrunner § 443s; Kühner, G r a m m a tik II/2, 241-245; Mayser, G r a m m a tik II/3, 155-166; Morgenthaler, S ta tistik, 148; Radermacher, G ram m atik, 5s; VKGNTII, í . v .

1. La conjunción coordinante té, que es enclítica y va siempre pospuesta, cumple su función independientemente o bien combinada con x a í o -muy reuas veces—con otros conectivos, o bien se baila en correlación con un se­ gundo xé en el sentido de no sólo... sino también. En el NT xé se emplea 215 veces, de ellas 151 veces (= 70%) en el libro de Hecbos (una frecuencia extraordinariamente alta, no sólo para el NT), 20 veces en Hebreos, 18 en Ro­ manos, 9 en el Evangelio de Lucas. Esta con­ junción no aparece en Marcos, Gálatas, Colosenses, 1/2 Tesalonicenses, 1/2 Timoteo, Tito, Filemón, 1/2 Pedro, y 1-3 Juan. (Las considerables diferencias en los datos estadísticos se explican por un diferente tratamiento de la tradieión, en la cual parece que se produjo algunas veces un cambio de xé y ôé; cf. algunos ejemplos en BlaB-Debrunner § 443 nota 1). Para no distorsionar demasiado el cuadro ge­ neral, y en vista de lo que indican los datos estadísticos, el caso dei libro de Hecbos se tratará siempre por separado. 2. La conjunción xé, usada independiente­ mente, aparece muy raras veces en el NT (13 veces), exceptuando, claro está, el libro de Hecbos. La conjunción enlaza casi siempre dos enunciados verbales (en forma de participios: Mt 27,48; 28,12; Rom 16,26; Heb 1,3; en forma de infinitivos; Ef 3,19; en forma de verbos en tiempo finito; Jn 4, 42; 6, 18; Rom 2, 19; Heb 12, 2; Jds 6), y tan sólo en 1 Cor 4, 21, Heb 6, 5 y 9, 1 enlaza dos sustantivos. Por el contrario, en el libro de Hechos, xé se usa de manera independiente en la mitad de todos los casos (es decir, unas 75 veces, y si incluimos los casos mencionados en 4, bas­

1696 ta unas 95 veces aproximadamente). Y se usa predominantemente para enlazar dos verbos en tiempo finito, según el modelo; Hech 12, 17; ôiT]Yf|0axo... ebtév xe, «contó... y dijo». Es curioso que con frecuencia, al enunciado enlazado con xé, le preceda un participio predicativo, por ejemplo, en 1 2 , 1 2 ; ouviôróv xe qXfiEV, «y cuando se hubo dado cuenta (de es­ to), fue a». En casos aislados se usa xé para enlazar dos participios (sólo en 2, 33; 5, 19; 10, 22; 20, 11; 27, 20; 28, 23), infinitivos (sólo en 11, 26; 15, 5.39; 19, 12; 20, 35; 23, 10.24; 27, 21b) o sustantivos (sólo en 9, 15; 24, 5; 26, 4), y en 1, 15 y 4, 13 se emplea también para introducir un paréntesis. En estos casos, xé es a menudo una simple variación estilística de xaí, que es mucbo más frecuente, aunque xé muestra a menudo una conexión mucbo más estrecba que x a í entre dos enunciados. 3. Con mucbo, el uso más frecuente de xé en el NT (exceptuado el libro de Hecbos) es en combinación con xaí. Cuando estas dos conjunciones xé y x a í se usan juntas, senalan una conexión más estrecba entre dos miembros de la frase, de la que podrían senalar ca­ da una de ellas por separado, sin que en nuestra lengua podamos reflejar de manera adecuada estos matices. Las partículas xé y x a í aparecen juntas, cuando el primero de los dos miembros de la frase conectados consta sólo de una palabra (por ejemplo, en Heb 11, 32: Aaníô x e x al 2a|iouf|X); de lo contrario, la primera partí­ cula aparece separada siempre de la segunda por, al menos, un elemento dei primero de los dos miembros de la frase conectados (por ejemplo, en Lc 2, 16; xt )v x e M a g ià p x a l xòv Truariq)). Ejemplos como Platón, Phaed 58c muestran que esta regia no es inflexible; pexa^è x fjç ôíxT jç XE xal xoü -baváxou. Y lo mismo vemos en Hech 14, 5 y 26, 20. Sin embargo, esta regia ajuida a analizar el uso de jrávxwv en Ap 19, 18. En esta frase jtávxtov no se usa como atributivo pa­ ra modificar el término siguiente eXeu&éQcov, si­ no que se baila en aposición con lo que sigue a

1697 continuación («de todos los hombres, [a saber, ] libres y esclavos»); de lo contrario ia secuencia de Ias palabras seria la siguiente: JtávTcov re EXEOôéçtov xal...

Un caso especial lo representan Rom 1, 16 y 2, 9.10, en donde se inserta el advérbio t c q ô j t o v en­ tre los miembros conectados de la frase (por ejemplo, en Rom 1,16; lottôaítp te tipôtov xai “EA,A.T)VL), un advérbio que, por su posición, bace especial referencia a 'lonôaloç. Con xè (...) x a í se conectan de ordinário sustantivos o adjetivos, y muy raras veces for­ mas nominales dei verbo (tan sólo en Heb 2, 11; 6, 4; Lc 12, 45). Por eso, es bastante improbable el uso de tè... x a í para conectar for­ mas verbales en tiempo finito (Lc 24, 20), lo cual sucede también muy raras veces fuera dei NT (en contra de BlaB-Debrunner § 443, nota 2). Que xè (...) « a í establecen una conexión más estrecha que la sola partícula xaí, lo ve­ mos a) cuando a los dos miembros conectados con xè (...) xat, se les conectan también otros miembros con xaí, b) cuando se conecta un par de conceptos sinônimos o de conceptos opuestos, c) cuando la unidad dei par de con­ ceptos se expresa por medio de un concepto genérico precedente o subsiguiente, o d) esa unidad se expresa por medio de otras pala­ bras. Ejemplos: a) Lc 2, 16; xf|v xe Mapiàp, aal xòv ’Icoar)(p ttai xò f)Qé(poç: los padres como pareja y el nino; cf. también Heb 9, 2; Lc 12, 45; 1 Cor 1, 30; Heb 2, 4; 6, 19; 11, 32; Ap 19, 18. - b) Heb 5, 14; KaXov xe xal xaxoõ; conceptos opuestos; Heb 5, 7; ôerjoeiç xe xal ixexpQÍaç; conceptos sinônimos; cf. Mt 22, 10; Lc 12, 45; 22, 66; Rom 1, 12.14 (bis); 3, 9, etc. - c) Mt 22,10; jxávxaç..., jtovTiQOÚç xe xal àya'&oúç; el par de términos es aposiciôn a návxaç; cf. Lc 22, 66; Jn 2, 15; 1 Cor 1, 24.30, etc.; una síntesis subsiguiente, por ejemplo, en Rom 3,9; 10,12; Heb 2,11. - d) Eyévovxo ôè q)íX.oi ô xe 'HQCpôqç xal ó fliLãxoç: XE... xaí explica quiénes llegaron a ser (piXoi. En el libro de Hechos, la combinación de xé con x a í se da con seguridad, al menos, 40 ve­ ces, de Ias que 22 veces aparecen en la forma xè xaí, incluso en dos ocasiones en que el pri-

1698 mer miembro de la enumeración consta de va­ rias partes (cf. supra). Se conectan con xè (...) x a í casi exclusivamente datos sobre personas o sobre lugares, tan sólo en una ocasión se co­ nectan infinitivos (1, 1), informaciones cro­ nológicas (9, 24), sustantivos abstractos (26, 3), advérbios (26, 22), cosas (21, 5) e infor­ maciones sobre Ias Escrituras (28, 23). Por tanto, el uso de xè (...) x aí se halla más limi­ tado en el libro de Hechos que en el resto dei NT, y parece que en algunas combinaciones tiene carácter de fórmula, por ejemplo, en la combinación bastante frecuente, que sólo va­ ria por el uso de los casos: cívôqeç xe x a l yttvaíxeç (5, 14; 8, 12; 9, 2; 22, 4). 4. No en todos los casos está bien clara la función de xé; en Lc 21, 11 xé puede realizar la conexión entre el v. 10 y el v. 11o bien en­ tre OELopoí y X,i[ioí (cf. BlaU-Dcbrunner § 443 nota 2); de manera parecida en Lc 24, 20; sobre Heb 6, 4 cf. O. Michel, Der Brief an die Hebrãer'' (KEK), 241. En el libro de Hechos hay más de 20 casos en los que se podría dudar acerca de si xé se conecta con una oración anterior o bien -m e­ diante una unión asindética entre oracionesse corresponde con un x a í subsiguiente o in­ cluso con un xé (-> 5). Sin embargo, como en todos los pasajes pertinentes se trata de la co­ nexión entre formas dei verbo en tiempo fini­ to, entonces, si tenemos en cuenta los datos mencionados en ^ 3 (es decir, que xè [...] x aí conecta únicamente sustantivos [o formas no­ minales dei verbo], podremos partir dei supuesto de que el autor no experimenta gene­ ralmente o, en todo caso, no emplea xè (...) x a í con verbos como algo que constituya una unidad funcional. Ejemplos extremos; En la secuencia pé^Xeiv en Hech 19, 27, xé establece la conexión con un )ioYia'frfivai precedente, y xa'9'aiQETo'&ai depende de [iélXeiv, y por tanto xaí debe traducirse por «también». - En 9, 18.29 XÈ xaí se baila entre predicados, y sin embargo éstos funcionan separadamente; abora bien, seria contrario al estilo lucano el analizar el primero de los dos predicados como si estuviera en relación

XE xal x ad-aiQ E T a^dai

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TE - TEMVOYOVia

asindética con lo que precede. - Otros ejemplos 2, 43.46; 6, 12; 7, 26; 8, 28; 9, 3; 13, 4.11; 14, 21 16, 3.34; 19, 6; 21, 30; 22, 7.23; 25, 2; 26, lOs 24, 23 (con infinitivos). 5. La conexión de dos miembros de la frase con tè... T8 en el sentido de no sólo... sino también, es una conexión que, de por sí, es ya rara en prosa, y en el NT tenemos únicamente los siguientes ejemplos: Rom 14, 8: èáv xe yáQ... èáv T8, «porque tanto si... como tam­ bién si»; èáv xe oòv... èáv xe, «por tanto, no sólo si... sino también si»; Hech 26, 16; [iágxnga mv xe elõeç mv xe ôqpOTiaopaí ooi, «testigo no sólo de lo que has visto, sino tam­ bién de lo que yo te mostraré»; también 26, 10.

No sin ambigüedades se ha trasmitido Rom 1, 26s, donde la equivalência dei segundo miembro está ya acentuada extraordinaria­ mente por ópoícoç y xaí. En Hech 2, 46; 17, 4; 27, 3 y Heb 6, 2, consideraciones sobre el contenido sugieren que la construcción xè... xé significa en cada caso una simple enumeración unida por la cópula y. 6. Parece que xé detrás de èx.i no tiene más función que la de reforzar otros conectivos en Lc 14, 26; Hech 21, 28, y delante de yáQ en Rom 7, 7; 2 Cor 10, 8. Sobre palabras con sílaba final -xe como «)oxe, oõxe, [rf|xe, euxe, cf. cada caso concre­ to sub voce.

1700

cf. Ez 40, 3ss), sus cimientos están adornados con valiosísimas piedras preciosas (v. 19; cf. Is 54, lls ; Tob 13,17). D. Georgi, en FS Bornkamm, 351-372. T£X^.lf|QlOV, o v , TO tekmêrion prueba* x e x fj,T |Q io v , a diferencia de pagxÚQiov y otros términos semejantes (-> pagrugía), de­ signa pruebas basadas en hechos, que tienen credibilidad por sí mismas (cf. Tucídides II, 39; Platón, Leg X, 886d y passim)', así se entiende también en Hech 1, 3: èv JtoÀX,otç xex(j,T]QLOiç, donde se hace referencia a Ias apariciones y actuaciones dei Resucitado, du­ rante los «euarenta dias» que trascurrieron entre la resurrección y la ascensión. D. L. Mealand, The Phrase «Many Proofs» in Acts 1, 3 and in Hellenistic Writters: ZNW 80 (1989) 134s.

TEXVIOV, Ol), TO teknion hijito*

En el NT, el diminutivo de xéxvov se encuentra únicamente en la forma dei vocativo plural xexvía, y tan sólo en el Evangelio de Juan y en la Carta primera de Juan, como una expresión carinosa con que Jesús se dirigia a sus discípulos (Jn 13, 33) o con que el autor de la Carta primera de Juan se dirigia a su comunidad (2, 1.12.28; 3, 7.18; 4, 4; 5, 21). Cf., en cambio, xéxva xoõ freon en Jn 1, 12; 11, 52; 1 Jn 3, 1.2.10; 5, 2.

K.-H. Pridik T t í x o ç , ox)Ç, TÓ teichos muro, muralla de

la ciudad* En Hech 9, 25; 2 Cor 11, 33 (en ambos ca­ sos en la expresión Sià xoõ xeíxonç) dícese de Ias murallas de la ciudad de Damasco, por Ias cuales los discípulos descolgaron a Pablo, metido en un cesto (a través de una ventana, 2 Cor 11, 33); Heb 11, 30: x à xeíxi) ’IeQi-X® (Jos 6, 14ss). En Ap 21 dícese de la muralla que rodea la Jerusalén celestial: es grande y alta y tiene doce puertas (v. 12; Ez 48, 30ss), 12 pilares (v. 14), mide 144 codos (vv. 15.17;

TEXVOYOvéto teknogoneõ tener hijos* Según 1 Tim 5, 14, Ias viudas jóvenes, a quienes no se admite en el «grupo de Ias viu­ das» (w . 9ss, XfiQOí)" deben volver a casarse, tener hijos y cuidar de su casa. TEXVOYOVÍa, a ç , teknogonia la acción de tener hijos* Según 1 Tim 2, 15 (en interpretación de Gén 3, 16), el tener hijos / la matemidad es la tarea especial de la mujer, una tarea en la cual, según el v. 15b, se incluye la vida en la fe (posiblemente se piense también en la edu-

1701

T E J tv o y o v ia —

cación de los hijos en la fe, cf. bBer 17a): omUriaeTaL ôè ôià Tfjç xexvoYovíaç. En el fondo de todo se hallan probablemente Ias ideas judias según Ias cuales el hecho de sufrir los dolores dei parto suspende la maldición de que se habla en Gén 3, 16. En una polêmica antignóstica (sobre la hostilidad de los gnósticos hacia el matrimônio, cf. Ireneo, Haer 1, 24, 3: nubere autem et generare a Satana dicunt essej 1 Tim 4, 3: JtmXuóvtCOV ya[i£ív), se recuerda a los hombres (1 Tim 2, 8) y a Ias raujeres (2, 9ss) lo dispuesto por Dios para el ordenamiento de la vida y de la convi­ vência. M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe^ (HNT), sub loco (excursus); A Kassing: Liturgie und Mõnchtum 23 (1958) 39-63; N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, sub loco.

té jtv o v , OU, TÓ teknon nino (-a), hijo (-a)* 1. Aparición en el NT y significado - 2. Hebralsmos en el uso de téxvov - 3. téjtvov en relación con el pa­ dre y la madre. - 4. Filiación espiritual - 5. Hijos de Dios - a) Pablo - b) Evangelio de Juan y Carta primera de Juan. B ib l.: O. Bauernfeind, G o tte s k in d sc h a ft (I), en RGG n, 1798-1800; O. Betz, D ie G eb u rt d e r G em einde durch d en Lehrer. NTS 3 (1956-1957) 314-326 (a propósito de IQH 3, Iss); Billerbeck I, 219s, 371-374; J. Blinzler, K in d I. B iblisch, en LThK VI, 148s; Id., K in d u n d K õnigreich G ottes (M k 10, 14f), en Id., A u s W elt u n d U m w elt d es N T , Stuttgart 1969, 41-53; G. Braumann, t é x v o v , en DTNT III, 167s; B. Byrne, ‘S o n s o f G o d ’- ‘S e ed o fA b r a h a m '. A Study o fth e Idea o f th e S o n sh ip o f G o o d o f A lt C h ristia n s in P a u l a g a in st the J ew ish B a c k g ro u n d (AnBibl 83), Roma 1979; G. Delling, L exika lisches zu téxvov (1964), en Id., S tu d ien zu m N T u n d zu m hellen istisch en Ju d en tum , Gõttíngen 1970, 270-280; Id., D ie «Sõhne (K in­ der) G ottes» im N T , en F S Schürm ann, 615-631; A. Duprez, N o te su r le rôle d e T E sp rit-S a in t dans la f ilia tio n d u chrétien\ RSR 52 (1964) 421-431 (a propó­ sito de Gál 4, 6); W. Grundmann, D ie G otteskindschaft in d e r G eschichte Jesu u n d ihre religionsgeschlchtlichen V o ra u ssetzm g en , Weimar 1938; G. Haufe, D as K in d im NT: ThLZ 104 (1979) 625-638; J. Jeremias, D ie K in d e r ta u fe in d e n e rste n v ie r Ja h rh u n d e rten , Gõttingen 1958; Jeremias, T eologia I, 210-238; G. Klein, Jesu s u n d d ie Kinder. B ib ela rb eit ü b er M k 10, 13-16, en Id., Â rg ern isse, München 1970, 58-81; S. Légasse, J esu s e t V e n fa n t (EtB), Paris 1969, índice analítico s.v. (353); A. Oepke, flaiç xtX., en ThWNT

t e x v o v

1702

V, 636-653; E. Pax, G otteskindschaft (I), en LThK IV, 1114-1116: R. Schnackenburg, C a rta s de sa n Juan, Barcelona 1980,203-211; H.-H. Schroeder, E lte m und K in d er in d e r V erkündigung Jesu (ThF 53), HamburgBergstedt 1972; W. Twisselmann, D ie G o tte s k in d ­ sch a ft d e r C hristen nach dem N T , Gütersloh 1939; M. Vellanickal, T he D ivin e S onship o f C hristians in the Johannine W ritings (AnBibl 72), Roma 1977.

1. En el NT xéxvov aparece en 99 lugares. Se halla con especial frecuencia en Mateo (14 veces) y en Lucas (14); no se encuentra en Hebreos, Santiago y Judas, xéxvov está rela­ cionado etimológicamente con ^ xíxxq) (dar a luz, producir) y designa al nino (-a) en cuanto hijo (-a) de sus progenitores. Además dei uso dei término en sentido propio (-»• 3), el empleo dei mismo en sentido figurado ocupa un amplio espacio (->• 4 y 5). 2. Son hebraísmos Ias siguientes empleos dei término; a los habitantes de una ciudad se los llama (como ya en la LXX) los «hijos» (xéxva) de esa ciudad; Mt 23, 37 par. Lc 13, 34; Lc 19, 44; Gál 4, 25. La conexión de un grupo de personas con determinadas realida­ des (abstractas) se expresa mediante xéxva con genitivo; Ef 2, 3 (ÔQYfjç); 5, 8 (qxnxóç); 1 Pe 1, 14 (ujtaxofjç); 2 Pe 2, 14 (xaxápaç); cf. Rademacher, Grammatik, 28. Cf. también Lc 7, 35 (par. Mt 11, 19 C Koiné D): xéxva de la «sabiduría». 3. En los siguientes pasajes se emplea xéx­ vov en sentido propio; Mc 12, 19; 13, 12a par. Mt 10, 21a; Lc 1, 7; Hech 7, 5; Ap 12, 4. El plural se halla en Mt 7, 11; 10, 21b; 15, 26; 18, 25; 19, 29; 22, 24; Mc 7, 27 (bis); 10, 29.30; 13, 12b; Lc 1, 17; 11, 13; 14, 26; 18, 29; 20, 31; 23,28; Hech 21, 5.21; 1 Cor 7,14; 2 Cor 12, 14a.b; 1 Tes 2, 7.11 (metaforica­ mente); 1 Tim 3, 4.12; 5, 4; Tit 1, 6. En la cuestión acerca dei bautismo de ninos en el cristianismo primitivo, es importante el texto de 1 Cor 7, 14: los hijos de una pareja cristiana son «santos» (y no «impuros»). En Ias «tablas de deberes domésticos», se dirige la palabra a los hijos o se los menciona. xéxvov (que, de por sí, se refiere a un hijo o hija) significa también concretamente (según

1703

TEKVOV

el contexto) el hijo varón: Mt 21, 28a; Flp 2, 22; Âp 12, 5. Asimismo el vocativo x é w o y se aplica concretamente al hijo varón: Mt 21, 28b; Lc 2, 48; 15,31; 16, 25). El plural de téxvov designa en sentido más amplio a los descendientes de una persona: Mt 2, 18; 27, 25; Hech 2, 39; 13, 33; Gál 4, 27.31. Aqui habrá que incluir quizás Rom 9, 8a: xà xéxva Tfjç oagnóç, así como 9, 8b y Gál 4, 28 ( x fjç È J ta y Y E ^ ta ç ) (pero cf. también 2). «Hijos dei diablo», en 1 Jn 3, 10, se ha formado como término opuesto a «hijos de Dios» (-V 5.b); cf. Hech 13, 10). 4. La transición a un empleo de téxvov en sentido figurado, la vemos en la interpelación íntima y familiar con que Jesus se dirige a un adulto llamándole hijo mío: Mc 2, 5 par. Mt 9, 2. Como filiación en sentido espiritual se de­ signa la relación de una persona con su maes­ tro o con su apóstol; 1 Cor 4, 14.17; 2 Cor 6, 13; Gál 4, 19; Fim 10; 1 Tim 1, 2; 2 Tim 1, 2; Tit 1, 4; 3 Jn 4. Esto último se expresa tam­ bién en el vocativo téxvov: 1 Tim 1, 18; 2 Tim 2, 1; en plural en Mc 10,24. Asimismo, a los seguidores de los falsos maestros se los llama hijos de los mismos: Ap 2, 23. - A los miembros de una comunidad cristiana se les puede llamar los hijos de esa comunidad: 2 Jn 1.4.13. Con el concepto de hijo se expresa también la analogia interna que existe entre el hijo y el progenitor: Mt 3 ,9 par. Lc 3, 8 {«hi­ jos para Abrahán»); Jn 8, 39 {«hijos de Abrahán»); cf. Rom 9,1; 1 Pe 3, 6). 5. a) Pablo asocia la idea de que los cristianos son hijos de Dios con la idea de que han sido adoptados por Dios. La exclamación pro­ nunciada en el Espíritu «jAbba, Padre!» hace ver a los cristianos que son «hijos de Dios» (Rom 8, 16); como hijos, son también herederos, es decir, coherederos de Cristo (v. 17). En Pablo, una expresión sinônima de té x v a Ueou es la de uLol Ueob (cf. vv. 14.19). En contraste con la esclavitud bajo la cp^OQÓ se halla la «libertad de la gloria de los hijos de Dios» (v. 21). Nuestra futura adopción como hijos efectuará la «redención de nuestro cuer-

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po» (v. 23). No todos los descendientes de Abrahán son hijos de Abrahán (9, 7); no son los «hijos de la carne» (v. 8a) los que son «hi­ jos de Dios», sino los «hijos de la promesa» (v. 8b). En Rom 9, 26 Pablo cita a Os 2, 1 LXX y asienta así una base bíblica de la condición de hijos de Dios. Claro que en Pablo predomina la expresión uLoi (toC) fl-EOh (Rom 9, 26; en 2 Cor 6, 18 junto a ■&uyatéQEç; Gál 3, 26; 4, 6.7). Flp 2, 15 exhorta a vivir irreprochablemente como «hijos de Dios» en medio de una generación perversa. La parénesis de Ef 5, 1 invita a los cristianos, como «hijos amados (de Dios)», a ser «imitadores de Dios». La manera en que el cristianismo primitivo habla de la condición de hijos de Dios se halla res­ paldada esencialmente por el mensaje de Jesús acerca de que Dios es Padre, un mensaje que se reconoce todavia en Mt 5, 45 par. Lc 6, 35. Claro que aqui la condición de hijo se concibe estrictamente como un «estado» que ha de conseguirse en el futuro, un «estado» que se concede gracio­ samente en el eschaton a los que imitan la bondad perdonadora y generosa de Dios. Este carácter escatológico y futuro se conserva también en Mt 5, 9: Los que procuran la paz «serán llamados en el futuro hijos de Dios». La idea de la religión griega de que todos los hombres son por su misma naturaleza hijos de Dios, es tan ajena al evangelio como ajena es al AT. Cf. J. Schmid, El Evangelio según San Mateo, Barcelona 1967, 184s; G. Delling, enFSDahl, 18-28. b) En la teologia «joánica» la condición que tienen los creyentes de ser hijos de Dios se fundamenta en el hecho de que han sido en­ gendrados por Dios (Jn 1, 12s). En este con­ texto se halla únicamente el término téxvov (pero no el de ulóç, que queda reservado para la cristología). Los que han sido engendrados por Dios han recibido la è|o u 0 Ía de «llegar a ser hijos de Dios» (1, 12). La fe y la condi­ ción de hijos se hallan en tensión escatológica. Según 11, 52, la muerte de Jesús tiene lu­ gar «no sólo para el pueblo, sino también pa­ ra congregar a los hijos dispersos de Dios». A diferencia de 1, 12, donde se habla dei poder de los creyentes para llegar a ser hijos de Dios, aqui se presupone ya la condición de los

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x é x v o v - TÉX.EIOÇ

creyentes como hijos de Dios: «Hijos de Dios» son aqui los Uamados y elegidos a la fe en Cristo -u n a visión «predestinacionista»(R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 1980, 445). La Carta primera de Juan habla frecuentemente dei «ser engendrado por Dios» (2, 29; 3, 9; 4, 7; 5, 1.4.18). Mediante la generación por Dios, el hombre llega a ser «hijo de Dios» (3, 1.2.10; 5, 2). En 3, 9.10 alteman los conceptos de «ser engendrado por Dios» y «ser hijo de Dios». Esto último no es sólo un pre­ dicado honorífico. 5, Is muestra «que el autor toma en serio la comparación con la genera­ ción natural; pero al propio tiempo resulta asimismo claro que el lenguaje es sólo analó­ gico y figurado; el hijo de Dios no es germen de Dios, sino que el germen de Dios perma­ nece en él» (Schnackenburg, Cartas de San Juan, Barcelona 1980, 203). La expresión antitética «hijos dei diablo» (3, 10) nos advierte que no debemos caer en una interpretación naturalista errônea dei hecho de ser engendra­ dos por Dios. G. Schneider TEXVOTQOtpéo) teknotropheõ criar o edu­

car hijos* En 1 Tim 5, 10 se dice, entre Ias condicio­ nes previas para que una viuda sea inscrita en el grupo de Ias viudas; ei ètexvoTçóqiTjoev.

ovoç, o

tekw n obrero (de la construcción), carpintero* TéxTCDV significa propiamente «el que produce o fabrica algo» (en latín, faber), sobre todo cuando se trata de trabajos relacionados con la madera (cf. Homero, II 6, 315; Platón, Resp X, 597d; Josefo, Ant XV, 390; t é x tc o v |úkcov x a i kí^cov, 2 Re 5, 11; cf. 1 Crón 22, 15; TÉuxmv x a l Óiq x ix Éxx co v , Eclo 38, 27). Según Mt 13, 55 a Jesús se le llama ó xoõ xéxxovoç níóç; en cambio, según Mc 6, 3, se le llama ó xéxxcov, ô nlòç xfíç M agíaç (v.l. xoõ xéxxovoç níòç x a l xfjç M apíaç. En sy^ se omite ó xéxxcov; cf. GNTCom sub loco).

x tx x to y ,

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Estas modificaciones y asimilaciones dei enunciado marquino a Mt 13, 55 nos permiten ver que el referirse a Jesus como a un trabajador se sintió pronto como una manera ofensi­ va de hablar; cf. también Orígenes, Cels VI, 34 y 36, quien dice que Celso recurría a esta tradición para denigrar a Jesús; Orígenes le responde senalando que en ninguna parte de los Evangelios (!) se dice que Jesús haya sido un obrero manual. Sin embargo, en el âmbito judio no se sentia como un oprobio, ni mucho menos, el ejercer un oficio manual; antes bien, uno de los deberes dei padre era el de ensenar a su hijo un oficio manual (TosQid 1, 11; Billerbeck II, lOs; sobre Mt 13, 55 cf. bSan lOóa.b). Es de suponer que Jesús y su padre fueron obreros de la construcción / carpinteros. En ambos pasajes el térnúno ó xé>tTa)v se refiere a Jesús como a una persona muy conocida entre sus vecinos y en los alrededores, y no pretende denigrar su origen. R. A. Batey, «Is not This the Carpenter?»: NTS 30 (1984) 249-258 (esp. la nota 2); H. Hõpfl: Bib 4 (1923) 41-55: P. H. Furfey: CBQ 17 (1955) 204-215; BHH BI, 2241; Bauer, Wôrterbuch, s.v.

TÉXeioç,

3 teleios completo, perfecto,

adulto* 1. Aparición en el NT - 2. Espeetro de significados - 3. a) Mateo - b) 1 Cor 2, 6 - c) Ef 4, 13 - d) Santia­ goB ibl.: G. Barth, D as G esetzesverstãndnis des E vang e liste n M a tth ã u s, en G. Bornkamm-G. Barth-H. J. Held, Ü b erlieferu n g u n d A u sle g u n g im M a tth ã u sE vangelium , Neukirchen-Vluyn ’1975, 90-98; A. Baumann, M ilte un d N o rm des C hristüchen, Münster i. W. 1968, 193-196; H. Braun, Spatjiidisch-hãretiscker und frü h c h ristlic h er R adikalism us I-II, Tübingen 1969, í.v. tãm im y té Xeioç ; H. Bmppacher, W as sagte Jesus in M t 5, 48?: ZNW 58 (1967) 145; G. DelHng, téXeioç, en ThWNT VUI, 68-79; M. Dibelius, D e r B r ie fd e s Jako bus (KEK), Gõttingen ^1964, 148-152; J. Dupont, V a p p e l à im iter D ieu en M t 5, 48 e t L u c 6, 36: RivBib 14 (1966) 137-158; R. Fabris, L egge delia liberta in G iacom o, Brescia 1977; H. Frankemõlle, Jahw ebund u n d K irche C hristi, Münster i. W. 1974, 286-293; G. Gerleman, sltn, en DTMAT II, 1154-1173, especial­ mente 1155s y 1162s; H. Hübner, D a s G esetz in der sy n o p tisch e n T ra d itio n , Witten 1973, 110-112; K.

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T8A.ELOÇ

Koch, tm m , en DTMATII, 1309-1316; G. Künzel, Studien zu m G em eindeverstãndnis des M atthãus E vangeHum, Stuttgart 1978, 218-250; G. Miegge, II Serm one sul m onte, Torino 1970, 158-161; P. J. du Plessis, TéXeloç. The Id ea o f P erfectio n in the N T , Kampen 1959; R. Reitzenstein, D ie h ellen istischen M ysterienreligionen, Darmstadt 1966 (= Stuttgart ^1972), 333-341; B. Rigaux, R év e la tio n d es m ystères e t la p e r fe c c io n à Q um ran e t da n s le NT: NTS 4 (1957-1958) 237-262; L. Sabourin, W hy is G o d ca lled «p eifect» in M t 5, 48?: BZ 24 (1980) 266-268; W. Schmithals, D ie G nosis in K o rin th , Gõttingen ^1965, 142-146; R. Schnackenburg, D ie V ollkom m enheit d e s C hristen nach M t, en Schnackenburg I, 131-155; W. Trilling, D as w ahre Is­ rael, München ^1964, 192-196; M. Winter, P neum atik e r u n d P sy c h ik e r in K o rin th , Marburg 1975; Y. S. Yang, V ollkom m enheit na ch p a u lin isch em un d konfuzia n isc h e m V erstãndnis. E in V ergleich d e r B eg riffe «téleios» hei P a u lu s u n d «C heng» beim V etfa sser des B u ch es «C hung-Yung» (tesis Theol. Reihe 4), St. Ottilien 1984; E. Yamold, T éXeioç in St. M a tth e w ’s G ospel: StEv IV (1968) 269-273; J. Zmijewski, C hristliche «Vollkom m enheit», E rw ãgungen zu r T heologie des Jakobusbriefes: StNTU 5 (1980) 50-78; para más bi­

sonas «perfectas» según la terminologia estoica (Abr 52ss), a fin de presentar la ley mosaica ante Ias personas que han tenido una formación estoi­ ca (Winter, 102s; sobre Filón en general, cf. ibid. 98-157). Filón habla también de Dios como tò TÉXeiov (Gig 45). Según el CorpHerm, aquellos que fueron bautizados con el voõç, se han con­ vertido en TÉXeioi ãvfl-ptüJtoi, los cuales, por contraste con los hombres lógicos (XoYittoí), participan en la gnosis (IV, 4; cf. Reitzenstein, 338). De los 91 testimonios de tãmim en el AT, tan sólo 4 se traducen en la LXX por el término t é Xe io ç (Gén 6, 9: Noé es áv&Qcojtoç ôí>íaioç, t é Xe io ç ; E x 12, 5: dei cordero pascual; Dt 18, 13: «Tú serás [cultualmente] puro ante tu Dios [si dejas de practicar cultos paganos]»; pero el TM dice: «Tú debes pertenecer por completo [tãmim tihyeh ’im] a Yrfivé, tu Dios»; 2 Re 22, 26: pETCt àvôgòç t e Xe ío u ), y de los 28 testimonios de sãlêm, sólo 5 se traducen por t é Xe io ç (la expresión idiomática t é Xe io ç tt ) xaçòíg en 3 Re 8, 61; 11, 4; 15, 3.14; 1 Crón 28, 9).

bliografia, -►TÉXoç; cf. además, ThWNT X, 1279.

se usa de tres maneras en el NT: a) Como adjetivo sustantivado, con el senti­ do de (los) perfectos (siempre en plural): 1 Cor 2, 6; Heb 5, 14; quizás también Flp 3, 15; Col 4, 12 (debiendo preguntamos en cada ca­ so concreto si se pretende hacer un deslinde con respecto a cristianos menos perfectos o si se está hablando con ironia), o como adjetivo con el sentido de «perfecto», referido a Dios (únicamente en Mt 5, 48) y a personas (Mt 5, 48; 19, 21; Col 1, 28; Sant 1, 4; 3, 2), o de «adulto» (1 Cor 14, 20 [en contraposición a jtaiôíovj; sobre Ef 4, 13 ^ 3.c). b) Como adjetivo sustantivado t ò t é Xe i o v , lo perfecto: Rom 12, 2 (en sentido ético); 1 Cor 13, 10 (en sentido escatológico). c) Como adjetivo que cualifica a determina­ dos conceptos: el «tabemáculo mayor y más perfecto» (Heb 9, 11); «obra perfecta» (Sant 1, 4); todo «don perfecto» (1, 17)); la «ley perfecta de la libertad» (1, 25); el «amor per­ fecto» (1 Jn 4, 18). t é Xe io ç

1. En el NT los 20 testimonios de T éX ,eioç se distribuyen de la siguiente manera; 3 en Mateo, 1 en Romanos, 3 en 1 Corintios, 1 en Efesios, 1 en Filipenses, 2 en Colosenses, 2 en Hebreos, 5 en Santiago, 1 en 1 Pedro (usa­ do como advérbio) y 1 en 1 Juan. 2. En el griego clásico y en el helenístico, téXsLOÇ significa completo, sin defecto (dícese de los animales destinados a los sacrifí­ cios), perfecto, desarrollado, adulto. Para Platón, t é Xe io ç es quien, al recordar su ser, penetra dei mundo material en el mundo de Ias ideas (Phaedr 249c). Según Aristóteles, la «virtud perfecta» (iq t e Xe í o àQ E T f|), la cual se realiza en la elección, incluye la razón práctica (q p Q Ó v q o iç) y la inclinación natural al bien (EthM II, 3, 1200a). Es «absolutamente perfecto» (ájtXcüç TÉXeiov) lo que de manera constante es elegido por sí mismo, a saber, la felicidad (enôaipovía, EthNic 1,7 , 1097a; t e Xo ç 2). Pa­ ra el estoicismo, el «varón perfecto» es aquel que tiene todas Ias virtudes y Ias pone en práctica (von Amim, Fragmenta III, 73, n° 299). Para Filón, el TÉXe io v àyadóv es la forma suprema de la vida moral (à y a -ô Ó T q ç ), en la cual se practican todas Ias virtudes particulares (Migr 36s); claro está que a los patriarcas se los describe como per-

3. a) Como t é Xe i o ç en Mateo es siempre redaccional, tiene acento teológico, a pesar de aparecer únicamente tres veces. En 5, 48 el redactor lo usa dos veces para sustituir a olxT Ípp,cov (Lc 6, 36: Q), y lo hace como conclu-

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xéX.ei05

sión de todas Ias antítesis anteriores y como la suma dei cumplimiento de la ley (cf. Mt 5, 17; cf. W. Grundmann, Das Evangelium nach Matthâus [ThHK], 179ss y otras; de manera diferente piensa Delling, 75 nota 35). Barth (91s) llama la atención sobre el uso análogo de tãmím en IQS y de xéÀeioç en Mateo, pero senala al mismo tiempo, y con razón, que té le io ç en Mateo no denota, como en el caso de la secta, un «más» en sentido cuantitativo y extensivo (en cuanto a la obediência a la Torá), sino en sentido intensivo (Braun II, 43 nota 1). Mientras que los escritos de Qumrán se interesan por la observância correcta e intachable de toda la Torá, xé)v.Eioç se refiere en Mt 5, 48 a una profundización de la ley, que culmina en la renuncia a la venganza, por un lado, y en el amor a los propios enemigos, por el otro lado (Hübner, 111), y que en 19, 21 culmina en la renuncia a los bienes por parte dei rico. Ni 5, 48 ni 19, 21 se presentan como exigências de la ley. b) Cuando Pablo, en 1 Cor 2, 6, se dirige a los cristianos llamándolos perfectos, es decir, «pneumáticos consumados» (H. LietzmannW. G. Kümmel, An die Korinther 1 /lf [HNT], 11), o considerándolos como «una clase supe­ rior de creyentes» (H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther^, 83) (^con cierto tono de ironia, a causa de 3, 1?), a quienes él da por sentado que puede confiarles la predicación de su propia sabiduría (-> ooqpia 3.c), entonces estas palabras se hallan condiciona­ das por la gnosis que prevalece en la comunidad. Ahora bien, como el contenido de esa sa­ biduría vuelve a consistir supremamente en la cruz de Cristo predicada a todos, vemos que Pablo paraliza en el fondo la separación que se establecía entre los perfectos y los no per­ fectos (cf. Winter, 218: Pablo no puede presentar consecuentemente la sabiduría esotéri­ ca anunciada en 2, 6, porque —para él—la sophia es de hecho la predicación de la cruz: una predicación que está destinada a todos los cristianos). c) Se discute el significado de elç õ v Ô Q a TéX,£iov en E f 4, 13, por interpretarse de ma­ nera diferente, en la óptica de la historia de

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Ias religiones. Ias ideas que sirven de fondo a esta expresión. Según la concepción que ve en el fondo de to­ do esto el mito gnóstico dei redentor. Cristo, por ser el varón perfecto, es el Anthropos, concebido como la cumbre suprema de su pleroma (-> jtX,T|pcupa 3.b) (así, por ejemplo, pensaba antes H. ScMier, Christus und die Kirche im Epheserbrief, Tübingen 1930, 27s). F. MuJJner (Christus, das All und die Kirche, Trier ^1968) representa la opinión completamente opuesta: El cuerpo de Cristo ( ^ orâpa 9) no es en modo alguno una entidad cósmica. Entre esta concepción insostenible y la concepción mencionada en primer lugar ocupan un lugar intermédio, entre otros, C. Colpe (FS Je­ remias 1960, \12-\K1: influencia de Filón) y E. Schweizer (Neotestamentica, Zürich-Stuttgart 1963, 239-316: influencia dei pensamiento griego). J. Gnilka entiende la expresión àvT)Q xé^eioç como varón adulto: la Iglesia, como organismo, se haUa sometida a un proceso de crecimiento, en cuyo término se encuentra la adultez, el hombre maduro (Der Epheserbrief \yíThY,3, 215). De ningún modo ha quedado refutada definitiv amente la tesis según la cual el autor, valiéndose de conceptos gnósticos, argumenta contra la gnosis; sin embargo, es preciso introducir en ella una diferenciación más preci­ sa, temendo en cuenta los intentos de Colpe y de otros por senalar influencias en la derivación de los conceptos. d) TÉ)i.eLOÇ es una palabra clave en la Carta de Santiago. La carta, concebida parenéticamente, invita a ser perfectos, 1 , 4 ( t ÉXe i o i junto a ÔXÓXÂ.T1QOL), ya sea por la «obra perfecta» de la perseverancia en la tentación (1, 4), o bien por el dominio en la manera de hablar (3, 2). Esto se facilita por el hecho de que todo «don perfecto» procede de Dios (1, 17), principalmente la «ley perfecta de la libertad» (1, 25; -> vópoç 4.b). Aunque esta expresión pueda delatar quizás influencia estoica (para­ lelos estoicos: Dibelius; K. Niederwimmer, Der Begriff der Freiheit im NT, Berlin 1966, 37ss), sin embargo la Carta de Santiago se ha11a últimamente en el terreno de la tradición judia acerca de la ley. Lo mismo que en Rom 13, 8-10 (no Gál 5, 14, vóp,oç 4.b), la ley se entiende a partir dei mandamiento dei amor.

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t é Xeloç

- TEXeióo)

2, 8. Lo sorprendente es la total naturaUdad con que Santiago entiende en sentido exclusi­ vamente ético conceptos como •téX.eioç, que originalmente son cultuales (cf. H.-M. Schenke-K. M. Fischer, Einleitung in die Schriften des NT, Berlin 1979, 232). El problema reside en determinar exactamente la relación mutua entre la ley dei AT y la ley de la que habla Santiago: el atributo TéX,eioç ^se habrá anadido teniendo en cuenta la ley «imperfecta» dei Antiguo Pacto (F. MuBner, Der Jakobusbrief [HThK], 109)? la ley perfecta, como «palabra injertada» (1, 21), es la ley prometida por Jere­ mias y Ezequiel, que Dios pone dentro dei inte­ rior dei hombre (Fabris, passim), en cuyo caso co­ rrespondería una importância especial a Santiago en el conjunto de la teologia bíblica (ibid., 238s: «El punto de mediación entre los dos testamentos está constimido por Ias profecias sobre la ley y el espírita puestos en el corazón»)? Ahora bien, según Santiago, la ley perfecta no es precisamente una ley de libertad porque Dios la ponga en el co­ razón dei cristiano y de este modo lo baga libre para amar, sino porque la ley perfecta es capaz de ello por si misma: esa ley misma libera para el acto dei amor a aquel que que se entrega a ella (-> êXEuB-epía 6). Esta doctrina de la ley, no mediada cristológicamente, necesita ser evaluada objetiva­ mente desde la perspectiva de la cristología. H. Hübner

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sino -según el contexto de los vv. 12ss—en los efectos de la parénesis en los creyentes. En Heb 6,1 xeketóxriç se halla en oposición a la «doctrina elemental acerca de Cristo», y significa lo que es completo / acabado en el sentido de la «madurez», de la «adultez» en la fe, como objetivo para la comunidad que ha llegado a su madurez y que no se encuentra ya en el estado fundamental de la situación misionera (cf. 5, 11-14; cf. además 1 Cor 3, Iss). TEÀEIOO) teleioõ acabar, completar, perfec-

cionar* 1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. a) Los escritos joánicos - b) Hebreos. B ibl.: G. Delling, xeXeióü), en ThWNT VIII, 80-85; I. D. M. Derrett, The Lucan C hrist an d Jerusalem : TEXsioõtiaL (L k 13, 32): ZNW 75 (1984) 36-43; M. Dibelius. D e r him m lische K ultus nach dem H e b rã e rb rie f en Dibelius, B o tsch a ft II, 160-176; E. Kãsemann, D as w a n d e rn d e G o ttesvo lk, Gottingen ‘'1961, 82-90; O. Michel, D e r B r ie f an die H e b rã e r (KEK), Gottingen ’1975, 144-146,223-229 y passim : A. Vanhoye, L ’oeuvre du Christ, don du P ère (Jn 5, 3 6 e t 17, 4): RSR 48 (1960) 377-419; A. Wikgren, P a ttern s o f P erfection in the E pistle to the H ebrew s: NTS 6 (1959-1960) 159167; para más bibüografía, -+ xéXoç, te Xéco.

1. En el NT, de Ias 23 veces que aparece xeÀELÓO), 9 se encuentran en los escritos joáni­

T8XeiÓTT|Ç, l|TOÇ, lí teleiotês perfección,

consumación, acabamiento* Col 3, 14 habla de la aYájrq (3.c) como oúvSeopoç (-)■ 8 eo[í Óç 5) xfjç xeX,eiÓTT|Toç, «vínculo de la perfección» (genitivo objetivo), que abarca Ias diversas virtudes cristianas mencionadas anteriormente y, de este modo. Ias lleva a la perfección / a la consumación; cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. onvôeofioç. El geniti­ vo podría entenderse tambien en sentido cualitativo (= «el vínculo perfecto»), lo cual no cambiaria nada en el orden que la aYájrr) ocu­ pa èjtl Jtãoiv ôè xoúxoiç (v. 14). Sobre la formulación, cf. Platón, Pol 47, 310a (InvÔEOpoç àpexfjç); Leg XXI, 5, 921c (xfjç jtókemç onvÔEopoç, dícese dei vópoç). Por teXeióttiç dificilmente se pensmá en la «totalidad» de la comunidad (en contra de ThWNT VIII, 79s),

cos (5 en el Evangelio de Juan y 4 en la Carta primera de Juan) y 9 en Hebreos. Lucas ofrece 2 testimonios, y Hechos, Filipenses y San­ tiago ofrecen uno cada uno de ellos. 2. x e Xe ió o ) como verbo cansativo (que, en su sentido, apenas se diferencia de -> xeXéa)) significa completar (también en sentido me­ tafórico: «la carrera», Hech 20, 24), acabar (por ejemplo, «los dias», Lc 2, 43), poner en determinado estado (final) y, por tanto, hacer que algo esté completo / sea perfecto (—> 3), pero también significa cumplir (la Escritura). La expresión pasiva xfj x q Íxt] reXeioupat, en Lc 13, 32, significa en primer lugar: «pasado manana habré alcanzado mi meta» (Bauer, Wõrterbuch, s.v. 1), pero implica también probablemente la idea de: «llegaré a la conclusión (de mi actividad salvífica en general)»

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teXeióü)

(W. Grundmann, Das Evangelium nach Lukas’ [ThHK], 289; èx xcõv èQYOiv... ETEltELCÓ•fril, la fe «llega a su perfección en virtud de Ias obras», Sant 2, 22; oíix õxi... fíôi] xexe7,eíco[xai, «no como si yo hubiera alcanzado ya mi meta», R p 3, 12.

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«ha alcanzado su meta el amor de Dios» (f| xoü §^Eon xE X E X ,£Í(otat), 2, 5 (según la traducción alemana ofrecida por H. Balz, Der erste Brief des Johannes^ [NTD 10], 171. El genitivo xoü •Oeon es clarísimamente geni­ tivo subjetivo (R. Bultmann, Die Johannesbriefe [KEK 31; Balz, 176; Delling, 82, 28s; 3. a) Jn 4, 34 es un texto característico de la de manera diferente —> otYáitq 3.2; no está cristología joánica: Jesús se orienta en todo su claro en R. Schnackenburg, Cartas de San ser a hacer la voluntad dei Padre y a llevar a Juan, Barcelona 1980, 138s: «El ‘amor de cabo de esta manera la obra (-> eqyov 3) que Dios’ no hay que entenderlo simplemente co­ el Padre le ha confiado (R. Bultmann, Das mo ‘amor a Dios’ [genitivo objetivo]... ‘verEvangelium des Johannes^° [KEK], 143 nota dad’ lo mismo que ‘amor’ son expresión por 3: «xeX.ELonv no significa terminar lo que ya igual de lo que el cristiano lleva en sí dei ser se ha comenzado»; DeUing, 8 2 ,14ss: «llevar a divino»), como lo demuestran los lugares pa­ cabo la obra de la salvación...»; de otra mane­ ralelos 4 , 12 («su amor ha llegado en nosotros ra piensa R. Schnackenburg, El Evangelio sea la meta [TeTekeito|xévq èoxív]») y 4 , 17 ( x e gán San Juan I, Barcelona 1980, 516: «Jesús X E k E Ícax ai q Ó Y á j t q p E # ’ qpé&v). Ahora bien, debe llevar a término la obra comenzada por el el amor de Dios alcanza precisamente su me­ Padre»). Por haber llevado a cabo la obra que ta cuando nos amemos unos a otros, 4 , 12. Sin el Padre le había confiado, en 17, 4, (el aconembargo, en 4 , 18 el sujeto de oíi x e x e L eígl)tecimiento de la cruz ha quedado ya incluido x a i Èv x q a Y á j i q es el hombre que todavia en esta obra, cf. Schnackenburg, El Evangelio tiene temor. En los cuatro pasajes x e ^ eloco se según San Juan III, 217), Jesús ha glorificado halla en el campo léxico de àYÓJtq, es decir, al Padre. 5, 36 se fija más en hechos particula­ está en conexión con este término. res, pero sin perder de vista la totalidad de la obra de Jesús (Bultmann, Das Evangelium des b) En la Carta a los Hebreos xeX.eióo) tiene Johannes, I99s): Las obras que el Padre enco­ un sentido cultuai (cf. en la LXX la expresión mendo a Jesús, demuestran que Jesús, al haidiomática cultuai xàç XEkeióto, que cerlas, fue enviado por el Padre. La unidad en­ seguramente hay que traducirla con Delling tre el Padre y el Hijo es un modelo para los 81, 40ss como «hacer apto para el ejercicio que creen en el Hijo (17, 20), «para que ellos dei culto», es decir, significa la ordenación sean perfectamente uno» (iva dioiv XEXEkEKO- sacerdotal en el AT; cf. también M. Noth, Das pévoi EÍç ev), 17, 23. La expresión iv a xe zweite Buch Mose [E xodusf (ATD), 189: La keiur&tí T) YQdcpf), en 19, 28, es sinônima de expresión «llenar la mano» se encuentra ya en iv a ■q YQ‘^*Fn JtkqQCodfj, «para que se cumtextos cuneiformes y significa originalmente pliera la Escritura» (19, 24, -* jtkqgóo) 3.a). asignar ingresos por el ejercicio de un oficio, La Carta primera de Juan combate a los pero en el AT, quizás sin tenerse en cuenta el gnósticos entusiásticos que afirman, entre sentido original, significa la institución dei otras cosas, que conocen y aman a Dios. Pero sacerdote en su ministério). Ahora bien, jun­ el critério para el conocinúento de Dios es el tamente con otras expresiones típicas dei cul­ amor fraterno (que ellos no practican). De to dei AT (TtQoatpÉQO), «ofrecer»; '&tJOÍa, «sa­ manera singularísima, el autor expresa en 2, crifício»; Jtgooégxopttt. «dirigirse al culto»; 3s la idea de que el genuino amor de Dios vópoç, aqui, la «ley cultuai» dei AT), esta ex­ puede reconocerse únicamente en el amor fra­ presión sirve precisamente para superar la terno (compárese 4, 20s con 2, 3ss): tan sólo concepción dei culto como tal: la ley (-> vóen aquel que guarda la palabra de Dios, es depoç 4.b) y los sacrifícios prescritos en ella cir, que observa el mandamiento dei amor. que se ofrecen regularmente, no pueden hacer Õ Y á ttq

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TeXfiióo) - te Xeícjüoiç

perfectos a los participantes en el culto, es decir, no pueden «situarlos en el estado que debieran tener ante Dios» (cf. Delling, 8 3 ,19s), Heb 7, 19; 9, 9; 10, 1. Pero mediante la «ofrenda (jtpoaqpOQá) de sí mismo, hecha una sola vez», 10, 14 (cf. 10, 1), el Sumo Sa­ cerdote Cristo fue capaz de lograrlo. Ahora bien, también Jesus mismo llegó a la perfección: quiso Dios perfeccionarlo por medio dei sufrimiento para que fuese el caudi11o de la salvación, 2, 10; porque así como él a causa de su padecimiento de muerte fue coronado de gloria y honor, 2, 9, así también él (en caso de que àYaYcov con Kâsemann, 89 haya que referirlo a Jesús y no con Michel, 147s a Dios [«epíteto de Dios»]) conduce a muchos hijos a la gloria: el Hijo perfeccionado por Dios en gloria perfecciona en gloria a los hi­ jos. De manera semejante en 5, 8s: Aquel que aprendió dei sufrimiento la obediência, fue, por haber sido perfeccionado ( t e Ileuü O-e íç ), el autor de la eterna salvación para todos los que le obedezcan (cf. también 7, 8). Las diferentes traducciones propuestas de 2, 10 dependen, en parte, de la diferente valoración que se haga dei trasfondo histórico-religioso. Según Kasemann, en el fondo se halla el mito gnóstico dei redentor. Principalmente O. Hofius {Katapausis, Tübingen 1970; Der Vorhang vor dem Thron Gottes, Tübingen 1972) se opuso a esta idea con argumentos que deben tomarse en serio, pero sin decir, no obstante, la última palabra. La hipótesis de la concepción gnóstica o antignóstica, pero expresada en terminologia gnóstica, de la Carta a los Hebreos no ha quedado refutada definitiva­ mente, ni mucho menos (sobre el debate acerca de esta cuestión, importante para la comprensión de te Xeióco, cf. Michel, 225ss; H.-M. Schenke-K. M. Fischer, Einleitung in die Schriften des N T II, Berlin 1979, 263ss [con Hofius en contra de Kãsemann]). Pero (,cómo podrá compaginarse el que Jesús, por medio de su sufrimiento, sea perfeccionado por Dios, y que él, no obstante, como el Cristo preexistente, sea ya el reflejo ( ^ àjtaÚYaap.a 2) de la gloria divina (1, 3) y que, en esta dignidad, Jesús sea el mismo ayer, hoy y por siempre (13, 8) y, como tal, haga perfectos a los hijos? Según Fischer, no es posible una coordinación lógica entre los enunciados de la cristología dc la pree­ xistência y los de la cristología de la entroniza-

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ción (Schenke-Fischer, Einleitung in die Schrif­ ten des NT II, 252s). Esto mismo hay que aplicarlo también al uso de te X,eióo3. Habrá que pensar si el desequilíbrio terminológico tiene su explicación en la admisión de elementos dei mito gnósti­ co y en la recomposición de los mismos pero con tendencia -claro está- antignóstica. Es difícil entender lo que se dice acerca de los «espíritus de los justos hechos perfectos», 12, 23. El enunciado ^habrá que entenderlo escatológicamente (el juicio de Dios sobre ellos se ha dictado ya, cf. la manera rabínica de hablar de los «justos perfectos [g‘"mürim saddiqim]»)! lo habrá que entenderlo más bien soteriológicamente (los perfectos que ya han muerto, 2, 10; 5, 9) (Michel, 467)? El contexto sugiere quizás la segunda interpretación. 11, 40 dice inequivocamente que los testigos de la fe dei Antiguo Pacto «no llegan sin nosotros a la perfección» (cf. además E. GraSer: KuD 27 [1981] 152-163). H. Hübner TE^EÍioç teleiõs (adv.) enteramente, plena­ mente* En 1 Pe 1, 13 t e Xeícoç podría referirse a vqqjovTEÇ («jsed completamente sobrios!», cf. también 4, 7; 1 Tes 5, 6), o bien, según el contexto (1 Pe 1, 3-12.14ss), podría referirse más bien, en sentido escatológico, a èXitíoate: «jPoned vuestra esperanza enteramente en la grada que viene a vosotros en la revelación (futura) de Jesucristo!» (cf. 1, 3-5.7; 4, 13; Did 10, 6). En el mundo que toca a su fin, hay que vivir únicamente (!) de la gracia concedi­ da y que en el futuro se ha de revelar con po­ der. 'tE^EÍOMHÇ, £0)Ç, teleiõsis perfección, cumplimiento* Lc 1, 45 habla dei cumplimiento / realización de las promesas divinas; He 7, 11 men­ ciona la perfección en el sentido dei perfecto ministério sacerdotal que no podia ser realiza­ do por el sacerdócio levítico (cf. XEÍtEÍa)0iç [en hebreo millu 'ím] como tecnicismo cultuai

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T eXe ÍCOOIÇ - TEXécü

en LXX Ex 29, 26.27.31; Lev 8, 28 y passim); X8ÀEIÓCÜ 3.b. ThWNT VIE, 85-87. tE X E lw ttjç, oC , Ó teleiõtês perfeccionador, consumador* En Heb 12, 2 se dice que Jesus es ó xfjç jtíoxEcoç àQXTiyòç xa l xe Xeuüxtiç . En él la fe de la «nube de testigos» (12, 1; cf. 11, Iss) se hace manifiesta (àcpopcõvxEÇ, 12, 2), tanto en su origen (àpX’'1YÓÇ) como en su compleción. xe Xeuoxtiç es un término que se halla atestiguado únicamente en escritos cristianos. ThWNT VIII, 87s.

TEXEffCpOQÉCrt telesphoreõ producir fruto maduro* En Lc 8, 14 dícese de la semilla que cae en­ tre espinos; se parecen a ella los que escuchan la palabra de Dios, pero «van quedando ahogados» bajo sus propios fines: of) xzkeaipoQoüaiv (cf. xapjtoqjopéci) en el v. 15); cf. Mc 4, 19; Mt 13, 22: âxaQiroç YÍvExai. TEXEVTáft) teleutaõ terminar, finalizar, morir* En el NT aparece 13 veces, siempre como intransitivo. Dícese de la muerte dei hombre en Mt 2, 19; 9, 18; 22, 25; Lc 7, 2 (típeXXev x e X E U x ã v ); Jn 11, 39; Hech 2, 29 (èxeXEÚxTiOEV x a l èxátjpri); 7, 15; Heb 11, 22 ( xeXe u x íõ v , al morir, cf. Gén 50, 24). La fórmula he­ braica môt yümãt (Ex 21, 17; Lev 20, 9) se traduce en Mc 7, 10 par. Mt 15, 4 por Daváxcp XE7.euxáTO), «\muera de muerte! / isea castigado con la muerte!». En Mc 9, 48 (cf. vv. 44.46 v.l.) dícese dei tormento, que nunca tendrá fin, de los arrojados al infiemo: ÕJton ó axcó7.Ti^ aúxcbv oú xeX,enTã, «donde su gusano (que roe) no muere / no termina». TEXEDTIíj, fíç, ^ teleutS final, final de la vi­ da, muerte* M t 2, 15: Etoç xfjç XEXenxfjç 'H qcõôou , cf.

2, 19. xEÀEUxfi se usa frecuentemente como eufemismo para referirse a la muerte.

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TE>,É(0 teleõ acabar, completar, cumplir;

satisfacer, pagar* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos y expresiones idiomáticas - 3. a) Mt 10, 23 - b) Evangelio de Juan. B ib l: E. Bammel, M t 10, 23: StTh 15 (1961) 79-92; R. Bergmeier, TETEAE2TAI Joh 19, 30: ZNW 79 (1988) 282-290; G. Delling, xeUw, en ThWNT VIII, 58-62; H. Frankemõlle, Ja h w eb u n d u n d K irche Christi, Marburg 1974, 130-135; E. GrâBer, D as P roblem d e r P arusieverzogerung in den synoptischen E vangelien un d in d e r A p ostelgeschichte, Berlin ^1960, 137141; W. G. Kümmel, Verheifiung u n d E rfiillung, Zürich ^1956, 55-60; Id., D ie N aherw artung in d e r 1^»-kündigung Jesu, en Kümmel I, 457-470, especialmen­ te 465-469; H. Schünnann, Z u r T ra d itio n s- u n d R edaktion sgeschichte von M t 10, 23, en SchUrmann I, 150-156; A. Schweitzer, D a s A b en d m a h l im Z usam m enhang m it dem L eben Jesu un d in d e r G eschichte des U rchristentum s II. D as M essianitãts- u n d L eidensg eheim nis, Tübingen-Leipzig 1901; para más biblio­

grafia, -+ xéXoç, TeXetóco, xéXeioç.

1. Con sorprendente frecuencia xe XÉü) apa­ rece en Mateo (7 veces) y en el Apocalipsis (8 veces). Mientras que en los escritos de Lucas hay 5 testimonios (4 en el Evangelio, 1 en Hechos), en el Evangelio de Juan y en Romanos no hay más que 2 testimonios (en cada uno), y en 2 Corintios, Gálatas, 2 Timoteo y Santiago, un solo testimonio (en cada uno); por tanto, son en total 28 testimonios. 2. X EX éto, que a menudo no se diferencia apenas de —>• xeX.eióo3, significa primeramente terminar, acabar (la carrera en 2 Tim 4, 7; el testimonio en Ap 11,7); en voz pasiva sig­ nifica acabarse, finalizar (un determinado plazo: ãx6*' [ õ x a v ] x eX ,E afifj x à xí^ta eti], «hasta que [cuando] hayan finalizado los mil anos», Ap 20, 3.5.7 [->^ xí^toti; dícese de la cólera de Dios, 15, 1 [piensa de manera algo distinta DeUing, 6 0 ,23s: la cólera de Dios «se ha ejecutado»]; de Ias siete plagas, 15, 8). La voz pasiva puede significar terminarse, consumarse (el bautismo de la muerte de Jesús, Lc 12, 50; el poder se consuma [= se perfecciona] en la debiüdad, 2 Cor 12, 9; el mistério de Dios [Delling, 60, 24s: se cumple el plan secreto de Dios], Ap 10, 7; E. Lohmeyer, Die

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xeKéco

Offenbarung des Johannes (HNT), 86; «El aoristo ETEX.éa'0'T) supone vigorosamente co­ mo acabado ya lo que todavia es futuro»). TEX,éco puede ser casi sinônimo o enteramente sinônimo de Ji)tT)QÓco; en voz activa significa cumplir (todo lo que se ha escrito sobre Jesús, Hech 13, 29; la ley, Rom 2, 27; Sant 2, 8; cf. también Lc 2, 39). En voz pasiva, cumplirse, el verbo tiene un significado (casi) idêntico al de jrJkTjQcoOfjvai (todo lo que se ha escrito acerca dei Hijo dei hombre, se cumplirá [xEÀEoOfiaEtai], Lc 18, 31; de manera parecida en 22, 37; Ap 17, 17). èmOnpíav aagxòç ov p f) t e Xe o t it e , Gál 5 , 16, debe traducirse de tal manera que se exprese el carácter activo de Ias pasiones; «iNo permitáis que los deseos de la carne alcancen su objetivo». En Mt 17, 24 y Rom 13, 6 t e Xéo ) significa «.pagar (tributos)». Para Mateo es idiomática la expresiôn; x at è y év E x o ÕXE èxé)^,EaEv ó ’lT)aoõç, «y cuando Jesús termino (estas palabras, parábolas, etc), 7, 28; 11, 1; 13, 53; 19, 1; 26, 1. Debe considerarse un septuagintismo (jtai èyévexo en la LXX traduce a way^ht, cf. Beyer, Syntax, 31 con la nota 5; ->■ yívopai 2.b; de manera dis­ tinta piensa Delling, 61 nota 22). 3. a) El debate en tomo a Mt 10, 23 fue susci­ tado principalmente por A. Schweitzer, para quien este versículo era el punto de partida para su Vision de Jesús; Jesús cuenta con la venida dei Hijo dei hombre antes de que los discículos hayan cumplido su tarea misionera; pero cuando éstos regresan, Jesús decide forzar la llegada dei reino de Dios por medio de su propia Pasión. El fallo de Schweitzer fue atribuir en su totalidad al Jesús histórico el discurso de misión de Mt 10. Ahora bien, 10, 23 fue insertado redaccionalmente en el discurso compuesto a base de diferentes elementos de la tradición. En la interpretaciôn de ou pf] xeXéoT]XE, en Mt 10, 23, hay que distinguir entre el signifi­ cado de estas palabras en el contexto actual y el significado de Ias mismas en el logion ori­ ginal. Mateo entendiô el v. 23b desde la pers­ pectiva dei V. 23a: los discípulos, en su huida de la persecución, encontrarán siempre ciudades de refugio en Israel, antes de que el Hijo

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dei hombre venga (v. 23a y b como una uni­ forme «palabra apocalíptica de consuelo»). Sin embargo, el v. 23b (a pesar de lo que dice Schürmann, 151 nota 6; éste atribuye 10, 23 a Q -una hipótesis que dificilmente es verosímil-) es un logion originalmente aislado, en el cual oú pT) x e X,é o t ]x e xàç j i ó 7,e i ç x o ü l a QaT]), Ecoç... sólo puede significar; «No concluiréis (la actividad misionera en) Ias ciudades de Israel hasta que...» (Kümmel, Verheijíung, 55; Id., Naherwartung, 466s; GrãBer, 137. Frankemõlle [132s] considera a Mateo como el probable autor de 10, 23; la unidad original de 10, 23a/b la sostienen, entre otros, Ph. Vielhauer, Aufsãtze zum NT, München 1965, 64 noya 43, y Schürmann, basándose en su hipótesis de Q. Bammel y R. Schnackenburg. Reino y reinado de Dios, Madrid 1967, 186s, y Bammel, entre otros, niegan que el lo­ gion se refiera a la actividad misionera. Segün G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõttingen ^1971,141s, se hace referencia, no a Ias ciudades de Palestina, sino a Ias ciudades ha­ bitadas por judios en todo el mundo). La cuestión de la autenticidad es discutida aun entre los que abogan por considerar 10, 23b como un logion particular que originalmente circuló aislado (Kümmel, Naherwartung, 467s; es au­ têntico; GráBer, 137s: no es autêntico). b) xekéoo, en el Evangelio de Juan, aparece únicamente en 19,28.30 en la forma xexékEOxai. Jesús dice como última palabra; «Está cumplido», «está completado» (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° [KEK], 522 nota 2). V. 30; porque él sabe que la obra que el Padre le había confiado, ha quedado concluida, V. 28. La palabra, por un lado, mira retrospec­ tivamente a 13, 1 (aqui, como en 19, 28, obsérvese el e I ôcoç ); Jesús ama a los suyos hasta Ias últimas consecuencias ( elç x é Xo ç ; cf. Bult­ mann, Das Evangelium des Johannes, 522; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan ni, Barcelona 1980,348). Por otro lado, deben tenerse también en cuenta los textos de 13, 31s; 17, Iss, y otros: el Padre y el Hijo son glorificados (-> ôo^áÇco 3) en la obra comple­ tada. Por tanto, XEXÉkEOxai es una expresiôn llena de sentido con la que se enuncia la in-

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teXíü ) -

tención teológica dei evangelista, que inter­ preta la muerte de Jesus como triunfo de Dios. H. Hübner t é ^ o ç , o u ç , TÓ telos conclusión, meta,

fin; impuesto, tributo 1. Aparición en el NT - 2. Espectro de significados - 3. TÉXoç como concepto escatológico - a) El fin dei mundo y la muerte individual - b) Rom 10, 4; Cristo como fin de la ley. B ibL : R. Badenas, C h rist the E n d o f Law. R om ans 1 0 ,4 in P auline P erspective, Sheffield 1985; R. Bring, C hristus u n d d a s G esetz, Leiden 1969, 35-72; G. Delling, xéKoç, enThWNT Vin, 50-58; Id., Telos-Aussag en in d e r g riech isch en P h ilo so p h ie, en Id., Stu d ien zu m N T u n d zu m hellen istischen Judentum , Gôttingen 1970, 17-31; Id., Z u r p a u lin isc h e n Teleologie, en ibid., 311-317; F. Flückiger, C hristus d e s G esetzes xéXoç: ThZ 11 (1955) 153-157; W. C. Linss, E xegesis o/telos in R o m ans 10, 4: Bibl. Research 33 (1988) 5-12; U. Luz, D a s G esch ich tsverstã n dnis des P aulus, München 1968, 139-145; F. Nõtscher, Z u r T erm in o lo g ie d e r Q um ran-Texte, Bonn 1956, 167-169; R. Schippers, en DTNT III, 79-85; P. Stuhlmacher, «D as E nde d es G e­ setzes». Ü ber U rsprung u n d A n sa tz der p a u linischen Theologie, en Id., Versõhnung, G esetz un d G erechtígkeit. A u fs ã tz e z u r bib l. T h e o lo g ie , Tübingen 1981, 166-191; N. Wieder, The Term qs in the D e a d Sea S crolls a n d in H ebrew L itu rgical Poetry: JJS 5 (1954) 22-31; H. A. Wilcke, D a s P roblem ein es m essianischen Z w isch en reich es b e i P aulus, Zürich 1967, 87-92;

para más bibliografia, reXeioç; cf. además ThWNT VIII, 51 nota 3; X, 1278s.

1. En el NT, xéXoç aparece 40 veces, 13 de ellas en los Evangelios sinópticos, una vez en el Evangelio de Juan, 14 veces en el Corpus Paulinum (13 veces en Ias cartas paulinas au­ tênticas), 4 veces en Hebreos y otras tantas en la Carta primera de Pedro, una vez en Santia­ go y 3 veces en el Apocalipsis. 2. xéXoç, un vocablo de etimologia no se­ gura (cf. Frisk, Wõrterbuch II, 872s), posee tanto en el griego clásico como en la LXX y en el NT un amplio espectro de significados, que van desde conclusión, meta hasta fin, fin dei mundo, muerte. Los significados de «car­ go, autoridad, grupo, sección» y el de «iniciación (en mistérios)» no aparecen en el NT; el significado de tributo aparece sólo de manera marginal (Mt 17, 25; Rom 13, 7).

XÉA.OÇ

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Principalmente desde Platón, la visión causai de los acontecimientos de la naturaleza se com­ pleta con la visión teleológica, pero sin que en Platón aparezca de manera determinante el con­ cepto de xéXoç (por ejemplo, Menex, 249a; àvÔQÒç xéXoç, la «madurez dei hombre»). Aristóte­ les, en su pensamiento teleológico, entiende xéXoç como una de Ias cuatro causas, la dei «por lo cual» (xò ou evexa), que casi se identifica con la naturaleza (tpúoiç, Phys II, 2, 194a). En su ética define «el bien supremo» (xàyafi-òv xai xò ápioxov, EthNic I, 2, 1094a) como una «meta de nuestras acciones» (xéXoç xffiv Jtgaxxcõv) a la que nosotros tendemos por ella misma. Poco después menciona la felicidad (eüôaipovía) como «la meta de Ias acciones» (xcáv jtgaxtmv xéXoç) (I, 7, 1097b); para los seres humanos consiste prin­ cipalmente en vivir conforme a la razón (X, 7, 1178a). En el estoicismo x éX o ç se encuentra principal­ mente como concepto de la ética. Se define, por ejemplo, como ou e v E x a J t á v x a j r g á x x E x a i x a ^ x ó v x c o ç , como ó x a x ’ àQ E xfiv píoç o -lo que es típico principalmente dei estoicismo- como x ò ópoXoYoupévcoç xfj c p ú o e i (von Arnim, Fragmenta EU, 3, n° 2; 6, n° 16; 69, n“ 280). Filón considera el xéX o ç estoico como x ò x a x ’ à g e x q v Pioüv, lo cual se da en la ley mosaica (Virt 15). Así, pues, mientras que en la filosofia griega y, en general, en el griego clásico queda notablemente relegado para xéXoç el signifi­ cado de «fin» o «término», y predomina en cambio el sentido de finalidad (cf. también Liddell-Scott, s.v.), sorprende que, precisa­ mente en los pasajes dei NT que tienen im­ portância teológica decisiva (->■ 3), xéXoç no tenga el significado de «acabamiento» o «perfección» o de algo parecido, sino el de fin. No podrá sorprendemos que, en vista de tal situación, se haya intentado constantemente traducir xÉXoç en Rom 10, 4 (-+ 3.b) por «consunjación», «perfección», en vez de traducirlo por fin (claro que más por una decisión dog­ mática, previamente adoptada, que por razones filológicas). xéXoç en el sentido de consumación, meta aparece en 1 Tim 1, 5: «la meta de la predicación es el amor»; 1 Pe 1, 9: «la meta de la fe (es) la salvación de Ias almas». En Rom 6, 21s, xéXoç no tiene sentido final ni es sencillamente la constatación de un fin, sino que

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TÉX.OÇ

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91s); 1 Pe 4, 7; Ap 2, 26 (cf. también la expresión qumránica haqqês h ã ’ah“rôn, IQpHab 7, 7 y passim). A pesar de la proximidad con respecto a Mc 13, 7, xéXoç en el v. 13 (como sucede ya en la tradición que le sirve de base) se refíere probablemente (al menos de manera primaria) a la muerte de la persona que persevera (W. Grundmann, Das Evangelium nach Markus^ [ThHK], 355; E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus^ [NTD], 148; R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 287; sumamente improbable es la opinión de Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, Salamanca 1986, 224: para cada uno el anhelado fin dei mundo se da ya en la muerte violenta). Mateo recoge la idea de Mc 13, 13 no sólo en el discurso de misión en Mt 10, 22 sino también en el discurso escatológico de 24, 13. Claro que es discutible que él entienda 24, 13 como el simple hecho de re­ sistir frente los falsos maestros (así Schweizer, Das Evangelium nach Matthãus [NTD], 295). b) Se discute principalmente el sentido de Rom 10, 4: «Para todo el que cree. Cristo es el xéXoç de la ley (-> vópoç 4.b) para el logro de la justicia (-> ôixaiooúvT) 4) que es válida ante Dios. ^Se trata dei «fin» o de la «consumación» de la ley? Puesto que Pablo, en la Carta a los Romanos, enjuicia la ley de mane­ ra más positiva que en la Carta a los Gálatas, podría parecer más indicado admitir aqui el segundo significado (así, por ejemplo, aunque sin la idea de una evolución de la teologia paulina, P. von der Osten-Sacken, Rõmer 8 ais Beispiel paulinischer Soteriologie, Gõttin3. En total consonância con el carácter fun­ gen 1975, 250ss). damental dei NT se halla el hecho de que xéSin embargo, el contexto impide claramen­ Xoç se use extensamente en sentido escatolóte esta interpretación (contraposición entre la gico, ya sea para referirse al fin dei mundo, a justicia que es por la ley y la justicia que es la «muerte dei martirio» en Ias tribulaciones por la fe, en 10, 5ss, como fundamento de lo apocalípticas, o bien al «.fin de la ley» en los que se afirma en 10,4. C. E. B. Cranfield [Rotiempos escatológicos que han llegado con mans II (ICC), 515ss], valiéndose sólo de una Cristo. exégesis cristológica caprichosa de 10, 5, que a) Un significado fundamental de xéXoç en se apoya en K. Barth, interpreta xéXoç como el NT es el àefin dei mundo: Mc 13, 7 par. Mt «goal of the law» [= meta de la ley]). Pero 24, 6 / Lc 21, 9; Mt 24, 14 (redaccional); 1 hay que seguir traduciendo xÉXoç por el «fin Cor 10, 11 (en plural); 15, 24 (cf. Wilcke, de la ley» (E. Kâsemann, An die Rõmer^

expresa una realidad consecutiva y significa el resultado que se deriva necesariamente de una determinada manera de existência: la muerte y la vida eterna como destino supremo que se derivan respectivamente dei existir bajo el pecado o dei existir bajo la justicia; cf. también 2 Cor 11, 15 y Flp 3, 19. Sobre el trasfondo histórico-religioso de la fórmula de majestad «Yo soy... el principio y elfln » en Ap 21, 6 (donde se dice de Dios) y en 22, 13 (donde se dice de Cristo), cf. E. Lohmeyer, Die Ojfenbarung (HNT), 168 y 179. Entre Ias expresiones preposicionales con "céXoç que aparecen frecuentemente en la LXX, hay que destacar principalmente e iç tò xéXoç, «hasta el fin», pero también «enteramente, totalmente» (la frase e iç xò xéXoç en el título de 55 salmos, que traduce la expresión hebrea lam‘nassê°h, que sigue todavia sin explicar, es «completamente enigmática», cf. H. J. Kraus, Los Salmos I, Salamanca 1993, 41s). Esta frase se encuentra también en el NT, por ejemplo, en 1 Tes 2, 16: la cólera de Dios en el juicio final ha recaído ya «enteramente» sobre los judios (de manera distinta en Mc 13, 13, ->• 3.a), cíxet téXouç en Heb 6, 11 y péxQi xéXouç en 3, 14 significan «hasta lo último'»-, Ecoç xÉXouç en 2 Cor 1,13 signi­ fica «completamente» (probablemente tiene un sentido distinto en 1 Cor 1,8: «hasta elfin dei mundo», según piensa H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther^ [KEK], 47; según DelHng, réXoç, 57, 3: completamente). xò xéXoç en 1 Pe 3, 8 significa «finalmente» (acusativo adverbial).

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TEkOÇ - T8lü)VT|Ç

[HNT], 270ss; según U. Wilckens, La Carta a los Romanos II, Salamanca 1992, 271ss, Cris­ to es el fin de la ley, porque como poder sustituye al poder de la ley que maldice al peca­ dor; pero al mismo tiempo es también meta de la ley). Podemos hacer quizás una diferenciación; Cristo es el fin de la ley de la que se abusaba para la autojustificación (H. Hübner, Das Gesetz hei Paulus, Gõttingen ^1982, 129; cf. Bultmann, Teologia, 319), pero no el fin de la ley como exigencia (cf. Rom 13, 8-10). El cumplimiento de la ley (->• 3tkf)Qmp,a 3.a; -> jrX,T)póa) 3.b) por medio dei amor no signi­ fica precisamente justificación. En la Carta segunda a los Corintios, escrita poco antes de la Carta a los Romanos, xékoç aparece con el significado de, fin, en el con­ texto dei enunciado acerca de la dispensación mosaica de la salvación, una dispensación ya pretérita: Moisés cubría su rostro para que los israelitas no pudieran ver el fin de la dispen­ sación salvífica dada y que pasaba (-> xaxapYÉU) 3) juntamente con la ley, 3, 13. H. Hübner

TeXróvmç, ov, ó telon ês recaudador de impuestos, publicano* 1. Aparición en el NT - 2. Tarea y posición social dei recaudador de impuestos (= publicano) en la antigüedad - 3. Jesus y los publicanos - 4. La tradición acerca de los publicanos en los Evangelios. B ib l: H. Braun, Gott, die E rôjfnung des L ebens f ü r die N o nkonform isten, en F S F uchs, 97-101; P. Fiedler, Jesu s u n d die S ü nder, Frankfurt a. M. 1976; J. Frickel, D ie Zollner, V orbild d e r D em u t u n d w ahrer G ottesverehrung, en P ietas. F S f ü r B. K ô ttin g , Münster i. W. 1980, 369-380; J. Gibson, H o i telOnai kai h ai p o m a i: JThS 32 (1981) 429-433; E. GraBer, D e rM e n sc h Jesus ais Them a d e r Theologie, en F S K üm m el, 129-150; F. Heirenbrück, Jesu s und die Z ollner, tesis mecanografiada TUbingen 1979; Id., W er w aren die «Zollner»?: ZNW 72 (1981) 178-194; Id.. Zum V o rw u tf d e r K ollabora tio n des Z o lln ers m it Rom: ZNW 78 (1987) 186199; Id., Jesu s u n d die Zollner. H istorische un d neutesta m e n tlich e e xe g etisc h e U n tersu ch u n g en (WUNT IE41), Tübingen 1990; O. Hofius, Jesu Tischgem einsc h a ft m it den S ü n d e m , Stuttgart 1967; H. Merklein, «D ieser g in g a is G erech ter n a ch H ause...»: BiKi 32 (1977) 34-42; O. Michel, te Xü)VT|ç, en ThWNT VIII, 88-106; F. Schneider, A u sschliefien u n d ausgeschlos-

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sen werden (L k 18, 1 0 -U a ): BZ 24 (1980) 42-56; L. Schottroff-W. Stegemann, Jesús de N azaret, esperanza de los pob res, Salamanca 1981; W. Stenger, «G ebt dem Kaiser, w as des K aisers ist...!». E ine sozialgeschichtliche U ntersuchung zu r B esteuerung P alastirm s in neutestam entlicher Z eit, Frankfurt a. M. 1988; P. Stuhlmacher, D ie neue G erechtigkeit in d e r Jesusverkündigung, en Id., Versõhnung, G esetz un d Gerechtigkeit, Gõttin­ gen 1981, 43-65; M. Trautmann, Z eichenhafte H andlungen Jesu, Würzburg 1980; M. Võlkcl, «F reund der Z o lln er und Sünder»: ZNW 69 (1978) 1-10; H. Youtie, P ublicans a n d Sinners (1937): ZPE 1 (1967) 1-20.

1. En el NT, el sustantivo xeÀcóvTiç aparece únicamente en los Sinópticos: 3 veces en Mar­ cos, 8 en Mateo y 10 en Lucas. 2. La traducción corriente de xeXtóvqç por pu­ blicano restringe mucho el significado dei concepto. XEXcóvqç es «una persona que arrienda dei Estado el ejercicio de la recaudación estatal de impuestos y tributos... y exige el pago de los im­ puestos a quienes están obligados a la tributación» (Michel, 89). Este arriendo anual de tributos a personas par­ ticulares, que se practicaba ya en Ias ciudades-estado griegas, fue adoptado por los reinos helenísticos de los Diadocos. El arrendatario tenía que obtener en el curso dei ano la suma arrendada; lo recaudado en exceso quedaba para él; si la suma no alcanzaba, entonces tenían que hacerse cargo dei déficit él y sus conciudadanos. En la repúbli­ ca romana se desarrolló también el sistema dei arriendo de la recaudación de tributos. Desde fi­ nes dei siglo III a.C. se fue creando una elase es­ pecial de recaudadores, el ordo publicanorum, que formaba parte dei orden ecuestre. Para arren­ dar los tributos de toda una provincia, bacia falta un enorme capital, que se reunia mediante la creación de sociedades de arrendatarios (societas publicanorum). La cobranza de los tributos se efectuaba por medio de empleados (portitor). Se supone casi siempre que los romanos introdujeron en la Palestina ocupada este sistema de recaudación de impuestos; el xeLtóvqç sinóptico sena entonces el empleado de la sociedad romaina arrendataria de tributos (asi recientemente Mi­ chel, 96s; Sehottroff-Stegemann, 15ss). Sin em­ bargo, la analogia con el vecino Egipto habla más bien en favor de la hipótesis de que en Palestina -prescindiendo de los anos 63-44 a.C.- se con­ servo hasta fines dei siglo I p.C. el sistema helenístico de los pequenos arrendatarios (Youtie, Heirenbrück). Por tanto, el xekcbvqç, en tiempos de Jesús, era un judio acomodado, que habia adquirido en

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T8X,(Í)VT1Ç

arriendo la recaudación de diversos impuestos (impuestos sobre Ias operaciones dei mercado, peajes en los caminos) o tributos (tributos por el ejercicio de una actividad econômica, tributos so­ bre Ias casas, tributos sobre el consumo). La lite­ ratura helenística juzga muy desfavorablemente al TeÂ,róvT]ç. La literatura rabínica nos permite ver ya la oposición irreconciliable que existia en el siglo I de nuestra era entre los fariseos y los publicanos (Herrenbruck, 199-211); un teXcbvqç que quisiera ingresar en una asociación de fari­ seos, tenía que renunciar primero a su profesión y compensar a todos aquellos a quienes había esta­ lado.

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do en ser generosamente clemente que en cal­ cular el grado de rectitud de cada persona» (Stuhlmacher, 47s). Con sus palabras y con sus actos Jesús muestra que la salvación de Dios está abierta para todos los que permiten que esa salvación se les conceda graciosa­ mente.

4. Los Sinópticos reelaboraron este tema fijando diversamente los acentos. a) Marcos tomó probablemente el litigio de 2, 1-3, 5 de una colección más antigua, en la que el banquete con los publicanos ayudaba a 3. Vários fragmentos de tradiciones anti- resolver el problema de la comunión de mesa entre judeocristianos y cristianos gentiles (H. guas hablan de la especial atención que Jesús W. Kuhn, Altere Sammlungen im Markus­ dedicaba a los publicanos; evangelium, Gõttingen 1971, 91ss). Marcos, a) Mc 2, 14 (que con Gnilka, El Evangelio al insertar la vocación como un prelúdio, dio según San Marcos I, 121 s, en contra de R. carácter histórico al apotegma; se convierte Pesch, Das Markusevangelium I [HThK], 164, hay que considerarlo como pre-marquiahora en un ejemplo más dei conflicto de Je­ no) habla de la vocación de un publicano Lesús con los escribas y los fariseos, que llevará ví, a quien Jesús llama en su seguimiento. Un a Jesús hasta la cruz. litigio apotegmático (2, 15-17) habla de que b) La comunidad mateica, al parecer, no tieJesús comia con «publicanos pecadores» y de ne tampoco ningún interés positivo en el xeque los escribas farisaicos se escandalizaban ÀcóvTiç. Según Mt 5,46, el amor cristiano a los enemigos ha de ir más allá dei afecto recípro­ por ello. La metáfora dei médico y dei enfer­ mo, V. 17a, implica una pretensíón cristológico que hasta los publicanos sienten unos por ca, explicitada por el logion dei v. 17b. En otros. Según 18, 17, el impenitente es equipa­ ningún nivel de la tradición se hace referencia rado «al gentil y al publicano». La parábola de únicamente a «relaciones terrenas y profanas» los hijos desiguales, en 21, 28-32, culmina, sí, en la afirmación de que los publicanos y Ias (Braun, 99), porque la comunión de mesa «no sólo une entre si a personas, sino que además prostitutas entrarán en el reino de Dios antes Ias une ante Dios y con Dios» (Hofius, 11; cf. que los representantes judios, porque aquéllos GraBer, 137ss). dieron crédito a Ias palabras dei Bautista (vv. 31b.32); pero, según el contexto, Mateo «no b) La fuente de logia, en una sentencia in­ tensamente modificada en sentido cristológiestá tan interesado en la fe de los pecadores... co, trasmite la afirmación difamatória de que sino en Ias consecuencias que el judaísmo ofi­ Jesús «se iba de juerga con publicanos peca­ cial queria sacar de ello» (R. Hummel, Die dores» (Mt 11, 19 par. Lc 7, 34). Auseinandersetzung zwischen Kirche un Judentum im Matthãusevangelium, München c) La parábola dei fariseo y dei publicano (Lc 18, 10-14a) formula la oposición con el ^1966, 24). La sustitución dei nombre de Leví por el de Mateo, conocido por el catálogo de ideal farisaico, cuando nos dice que Dios acepta precisamente a un TeÀtóvqç pecador, los apóstoles (Mt 9, 9; cf. 10, 3, -> MaD■Oaloç) podría ser resultado de que Mateo li­ pero rechaza a un correcto fariseo. mitara la función de discípulo al grupo de los Estas antiguas tradiciones encajan en un Doce (R. Pesch; ZNW 59 [1968] 40-56). cuadro armónico. Lo mismo que Mt 20, 1-15 Cuando Mateo justifica la atención prestada y Lc 15, 11-32, muestran que, en la predicación de Jesús, «Dios está mucho más interesapor Jesús a los publicanos basándose en pala-

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TEA-fflvriç - xÉQaç

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bras de Os 6, 6 (9, 13a), entonces el relato ad2. En los Evangelios, xegaç aparece única­ quiere con ello intensidad cristológica; Jesús mente en Mc 13, 22 par. Mt 24, 24 para refe­ es quien hace que se cumpla la Escritura. rirse a los «grandes signos y prodígios» que c) Lucas realza positivamente a los publica- causarán sensación y que serán obrados por nos. Estos hacen que el Bautista los bautice los seductores escatológicos (cf. 2 Tes 2, 9; Dt (3, 12; 7 , 29s) y son oyentes de Jesús (15, Is), 13, 2ss). Y aparece también en Jn 4, 48 en la con lo cual son lo opuesto de los fariseos. Lu­ crítica que Jesús hace dei afán de ver signos cas ve en los publicanos un ejemplo de quiemilagrosos que acrediten (cf. 2, 23-25; 6, nes están dispuestos a arrepentirse (5, 32; cf. 14s). En los Evangelios no se usa x é q o ç para 15, 7.10); con ello actualizó adecuadamente la referirse a los actos de Jesús, y no se hace tradición ajustándola al tiempo de la Iglesia. probablemente porque en la LXX el término se emplea para referirse a los actos de poder H. Merkel de Dios, y porque en el âmbito griego el tér­ mino se usa para realzar lo milagroso y antiTE^cóviov, o v , x ó telõnion oficina de renatural de un acontecimiento (->■ 1); cf. K. caudación de tributos, aduana* Kertelge, Die Wunder Jesu im MarkusevangeMc 2, 14 par. Mt 9, 9 / Lc 5, 27: xafrr|[telium (StANT 23), München 1970, 28s; -»■ ônvoç èjtl tò teLdáviov, «sentado en la oficina vap,iç 6; 'hanp.aoxóç 3; oqpEíov 2). de los tributos». Ahora bien, el lenguaje dei Ubro de Hechos (en el que hay nueve testimonios; 4 veces aparece OT][xeIa x a i xéçaxa; 5 veces, xÉQaxa x Équlç, a t o ç , x ó teras milagro, signo mi­ x a l OTipEía) sigue de cerca el lenguaje dei lagroso, portento* AT. Se trata generalmente de los «signos y En el NT el término aparece 16 veces, siempre en plural x e g a ta y asociado siempre prodígios» obrados por Dios con ocasión dei êxodo de Egipto (3Xoif|oaç, 7, 36), y que, secon aqp,eta (ocasionalmente también con ôngún Joel 3, 3 LXX, «habrá» en los últimos di­ váveiç), cf. la expresión veterotestamentaria as (ômoco, 2, 19; Lucas anade OT[[iEÍa). Los ’ôtôt ümoftim, en Ex 7, 3 y passim (->• ot|oqpEla x a l xÉQaxa de Dios «aconteceu» ôià p,8tov 1). xotí ôvóp,atoç... TTjoon (4, 30; YÍVEadai) y En el âmbito griego xépaç puede referirse al ôià xcbv àjtooxóLciov {noXká... xÉQaxa x a l carácter sobrecogedor o también estremecedor de oqpEta... èyívExo, 2, 43) o ô ià xoõv xetQfüv un acontecimiento que sucede reapà cpúoiv (cf. xmv ajtooxóLcov (èyívEXo OTip,ELa x a l xÉQa­ Suidas s.v. XÉQaç) o a Ias cosas incomprensibles xa TíoXká, 5, 12); cf. 14, 3, donde se dice dei en general (Platón, Theaet 163d y 164b), pero que xÚQioç (ôiôonç OTipeia x a l xépaxa yívEOtambién pueden atribuirse a los dioses (Homero, ■Oai ô tà xcõv xetQCõv anxmv); 15, 12 (ôoa II 4, 398; 12, 209). En la LXX xÉQaç, como traducción de môfet, designa Ias acciones asombroÉTtoíqoEV ó ’&EÒç OT]|iEia x a l xÉQaxa... ôi’ sas y milagrosas de Dios, Sal 104, 5 LXX (junto aúxmv). a xà 'fl-anpáoia, wv èitoíqoEV y xà wQÍpaxa); En consonância con ello, también los actos cf, Ex 4, 21; Is 20, 3; Ez 12, 6.11 y passim. En de Jesús son propiamente acciones acreditaticonsonância con ello, en Josefo (Ant II, 286; Bell vas realizadas por Dios: 'Iqaoüv... âjtoÔEVI, 291 y 295) y en Filón (VitMos I, 80, 90) los xÉQaxa pueden conducir al conocimiento dei po­ ÔEiYp,Évov àitò xoíj 'Oe o ü e iç n)Jiãç ônvúitEder de Dios. En la expresión de la LXX or)p,Eia ai x a l xÉQaoi x a l otip-eloiç oíç èjtoíqoEv ôi’ Jtai XÉQaxa, que se aplica especialmente al acon­ anxon ó ■0'EÓç, 2, 22. Tan sólo de Esteban se tecimiento milagroso dei êxodo (Dt 11, 3; 34, 11; dice: é h o Lel xÉQaxa x a l OT)p,Eia p,EYáÀ,a (6, Jer 39, 20 [LXX]; Sal 134, 9 [LXX]), el acento 8), pero también aqui el poder de causar esos teológico recae sobre XÉQaç, que pone de rebeve efectos no procede de él sino de Dios (él está la soberania y el carácter singularísimo de la ac3tXf|QT]ç xctQiTOÇ x a l ônváp.EO)ç). Así que ción de Dios (cf. también Dt 28, 46; Dan 4, 37 Lucas, por medio de xégaxa, interpreta a Je[LXX]; cf. ThWNT VIII, 119-121 y 123).

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TEQaÇ - XEOOaQEÇ

sús y a sus mensajeros como representantes escatológicos dei poder divino de salvación; acentua especialmente que los actos divinos de poder fueron una epifanía realizada «en medio de los hombres» (2, 22; 4, 30s; 5, 12; 6, 8; 8V Toíç E^veoiv, 15, 12), como testimonio para ellos, pero también contra ellos (cf. también Ex 11, 10; Dt 6, 22; 7, 19; 29, 3). Para Pablo, los atip ela x a l TÉgaxa dei apóstol atestiguan la ôijva|riç de Dios que actúa por medio de Cristo y dei Espíritu, Rom 15, 19; 2 Cor 12, 12 (en voz pasiva: xatEigyáoO^T]). Pablo se referirá con ello a los dones dei Espíritu y a Ias curaciones, en todo lo cual él no se baila por detrás de quienes le critican. En Heb 2, 4 los or|peIa x a l r e g a ta se refieren a los actos de Dios entre los creyentes (junto a ônvápetç y 3tvEÚp,atoç áyíon pegtafxoí); por medio de ellos y por el mensaje dei Senor y de sus seguidores, Dios da testimonio de su salvación (sobre esta formulación, cf. Hech 14, 3 [(iagxngéco èjtí / anvETUItagxngéco]). TbWNT Vm , 113-127; X, 1280 (bibl.); G. Delling, Studien zum NT m d zum hellenistischen Judentum, Gõttingen 1970, 146ss; DTNT HI, 93s. H. Balz o d Tertios Tercio* Según Rom 16, 22, Tercio (dei latín teríius = el tercero [según el orden que le correspon­ dia por el nacimiento]) saluda a la comunidad, como amanuense al que Pablo babía dictado la Carta a los Romanos): àoJtáÇo[xai (júnicamente aqui en primera persona dei sin­ gular!) 'ó|xãç èym TEgxioç ó ygatjjaç xf]v EjuoroXifjv èv xugítp. A Tercio se le mencio­ na también en la subscriptio de la Carta a los Romanos (códice minúsculo 337). Era cristiano (âv xugítp) y vivia probablemente en Corinto, lo mismo que los demás colaboradores y amigos de Pablo que se mencionan en los vv. 21-23. Pablo, en otras ocasiones, dictó también sus cartas a un secretario (cf. 1 Cor 16, 21; Gál 6, 11; cf. también 2 Tes 3, 17; Col 4, 18), como era normal tratándose de cartas oficiales, y algunas veces también de cartas

T e q t io ç ,

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privadas (Billerbeck III, 319; O. Roller, Das Formular der paulinischen Briefe, Stuttgart 1933, llss). Sin embargo, no es normal que el amanuense salude a la comunidad; por tanto, él no se considera a si mismo como un esclavo «anônimo» encargado dei oficio de ama­ nuense (cf. Roller, Das Formular der pauli­ nischen Briefe, nota 141 y 513). Puesto que nombres como Tégxioç y Koúagxoç (Rom 16, 23) aparecen frecuentemente en otros lu­ gares como nombres romanos de esclavos y libertos, es concebible que Tercio se hiciera cristiano siendo esclavo y que ahora sea con­ siderado como àôeXtpóç (v. 23); quizás era oriundo de Roma y conocido, por tanto, de los destinatários.

TéptovXXoç, oit Tertoullos Tértulo Según la subscriptio de la Carta a Filemón (códices minúsculos 42 390), Onésimo sufrió el martirio en Roma en tiempo de la eparquía de Tértulo. Tb. Zabn, Einleitung in das NT I, Leipzig 1924, 327; GNTCom sub loco. TépTuXJtOÇ Tertyllos Tértulo* Tértulo aparece en Hecb 24, 1.2 como nombre dei abogado (-> grixcog) a quien la delegación judia dei sumo sacerdote Ananías bizo venir consigo de Jerusalén a Cesarea para que pronunciara ante Félix el discurso de acusación (vv. 2-8) contra Pablo. Su discurso, con un estilo plasmado bábilmente (por Lucas) a la manera de los discursos pronunciados babitualmente en los procesos («una obra maestra... de arte retórica»; Lõscb, 317), dificil­ mente permite reconocer Ias verdaderas rela­ ciones existentes entre el Sanedrín y el gobernador. S. Lôsch; ThQ 112 (1931) 295-319; E. Haencben, Die Apostelgeschichte^ (KEK), a propósito de 24, Iss. TÉaaaQEÇ, 2 tessares cuatro* 1. En el NT el número «cuatro» aparece 40 veces, 6 en los EvangeUos, 6 en Hecbos y 28 en el Apocalipsis. Entre ellas «cuatro» apare­ ce como componente de Ias siguientes cifras

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TEOaaQeç

más altas: 24 (-»■ eístooi 2; Ap 4 ,4 [bis]. 10; 5, 8; 11, 16; 19, 4); 84 (Lc 2, 37); 144 (codos; Ap 21, 17); 144.000 («sellados» o marcados con el nombre dei Cordero y de su Padre, es decir, 12.000 de cada tribu; Ap 7, 4; 14, 13). El número «cuatro» es una pequena cifra re­ donda muy popular, que permite un esquema de ordenación espacial (cuatro puntos cardinales, cuatro esquinas, cuatro lados, cuatro «distritos» de Ia ciudad, cuatro regiones dei mundo [título pomposo acádico: «rey de Ias cuatro regiones de la tierra»]). Desempena también un papel en indicaciones de plazos (la fiebre que dure cuatro dias es peligrosa; al cuarto día después de la muerte, el alma abandona el cuerpo) y en conceptos generales (cuatro virtudes o afectos; Esquilo, Sept Theb 610; Diógenes Laercio VII, 110; cuatro épocas dei mundo: Hesíodo, Op.; cuatro elemen­ tos: Empédocles, Frgm. 6 [I, 311]; los Pitagóricos se dedicaban a especulaciones numéricas sobre la xeTgaxTÚç ó 10, es decir, la suma de los cuatro primeros números, cf. Hierocles, CarmAur 20; Sexto Empírico, Math IV, 3); para más testimonios y detalles cf. TbWNT VIII, 128ss. Por esta razón, el número «cuatro» se refiere en general a algo global y ordenado, a una totalidad o universalidad; pero sólo aparece raras veces como nú­ mero sagrado (Hierocles, CarmAur 20 [pl30, 16s] q téxQaç, O-eÒç voqxóç). En el AT el número «cuatro» aparece con sig­ nificado parecido para referirse a la totalidad de la creación y dei acontecer histórico; cuatro rios dei paraíso (Gén 2, lOss); cuatro vientos o cuatro puntos cardinales (Dan 11, 4; Sal 107, 3; cf. Is 11, 12; Jer 49, 36; cuatro fronteras de la Tierra de Is­ rael (Ez 7, 2); cuatro cuemos (Zac 1, 18), cuatro herreros (1, 20), cuatro carros (6, 1) con cuatro corceles de diversos colores (6, 2s), cuatro regio­ nes de la tierra (6, 5ss); cuatro criaturas en la Vi­ sion de teofanía experimentada por Ezequiel (ca­ da una de ellas con cuatro rostros; rostro de hombre, rostro de león, rostro de toro y rostro de águila), y con cuatro alas, y el carro con cuatro medas en el carro; 1, 5ss); cuatro vientos y cuatro animales (Dan 7, 2ss; cf. 7, 17; 8, 8.22; 11, 4); correspondientemente cuatro reinos (Dan 2, 31ss; cf. 4 Esd 11, 39s; 12, lls). Es también significa­ tivo el altar de los sacrificios, que tenía cuatro la­ dos (Ex 27, Is; cf. Ez 40, 41s; 43, 16s.20). 2. En el NT xéooaQEÇ se usa primeramente de manera general: Hech 21, 9, «cuatro hijas»; 21, 23, cuatro nazireos; Mc 2, 3, cuatro

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personas llevaban la camilla (una a cada la­ do); de manera parecida en Hech 10, 11; 11, 5, «.cuatro puntas» dei lienzo; Hech 27, 29, cuatro anelas echadas por la popa para dejar la nave bien andada. La organización militar romana se reconoce en Hech 12, 4, donde ve­ mos que Pedro es vigilado por «cuatro pique­ tes» (cada uno integrado por cuatro soldados, téaoaQ aiv xexQaòíotç); por tanto, los pique­ tes son relevados cada tres horas. Las vestiduras de Jesús se dividen también en «cuatro partes» (Jn 19, 23), lo cual presupone que la guardia estaba formada por cuatro soldados. Según Jn 11, 17, Lázaro lleva «ya cuatro dias en el sepulcro» (cf. v. 39), y esto quiere decir que, según los cálculos humanos. Lázaro está definitivamente muerto. En Mc 13, 27 par. Mt 24, 31, los «cuatro vientos» representan a la totalidad de la tierra (cf. Dan 7, 2; 11, 4; Sal 107, 3; cf. también 4 Esd 13, 5; Hen [et] 18, 2s, donde los cuatro vientos sustentan la tierra y el cielo). En el Apocalipsis, xéaoaQEç desempena un papel especial como expresión de la totalidad: se recoge varias veces de Ez 1 la tradición acerca de las cuatro criaturas que rodean el carro dei trono de Dios, xéaaaça ^cõa, Ap 4, 6.8; 5, 6.8.14; 6, 1.6; 7,11; 14, 3; u ] 7; 19,4. Según 4, 7 no se trata ya (como en Ez 1, 6.10) de cuatro rostros de animales, sino de cuatro criaturas distintas; león, toro, águila, hombre; estas criaturas rodean el trono de Dios y se dedican a glorificar a Dios (6, 8: recitan día y noche el sanctus, cf. 6, 3; Ap 19, 4). Quizás podamos interpretar este complejo como una representación de las imponentes figuras dei zodíaco dei antiguo mito astral de Babilônia, que originalmente tenían que sustentar la bóveda celeste en sus cuatro extremidades, pero que ahora han pasado definitivamente a estar al servicio de Dios. En consonância con ello, en las «cuatro esquinas de la tierra» (cf. 20, 8) hay, según 7, 1 (aparece tres veces TÉoaaQEç), cuatro ángeles que vigilan los cuatro vientos; cf. 7, 2. Según 9,13, resuena una voz que sale de los «cuatro cuemos (xéooaQEÇ se omite en p'*^ Sin' A y otros) dei altar de oro» (cf. Ex 27, Is; 30, 2s; cf. supra); en 9, 14.15

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xeaoaQEç - xeaaeQanovxa

se suelta a cuatro ángeles de la destracción, que (a diferencia de lo que se dice en 7, Is) están atados junto al Eufrates. Hay que men­ cionar también los cuatro corceles, 6, 1-8 (cf. Zac 1, 8ss; 6, Iss), cuya aparición está asociada con los cuatro primeros sellos y con los gritos de Ias cuatro criaturas (6, 1). Ireneo, Haer III, 11,8 explica que los Evangelios son cuatro porque la Iglesia se difunde por Ias cuatro regiones de la tierra; considera los Evangelios como Ias cuatro columnas de la Iglesia, e identifica a los evangelistas con Ias cuatro criaturas (cf. supra); esta idea la recoge Agustín de Hipona, De Consensu Evangelistarum I, 1, 3; 6, 9. ThWNT VIH, 127-134 (bibl); DTNTIH, 184s. H. Balz

TeaoaçEOxaiôÉxaTOÇ, 3 tessareskaidekatos decimocuarto* Hech 27, 27: «la noche decimocuarta», en consonância con el v. 33, que habla dei «día decimocuarto'». TÉaaEQEÇ, 2 lesseres cuatro Forma jónica de -v xéoaaQEç. Por la mezcla general de formas, en manuscritos dei NT aparece especialmente el neutro plural xéooega; cf. ThWNT V m , 127s. T E aO E g áx o v ta tesserakonta cuarenta* 1. En el NT el término aparece 22 veces, de ellas en el libro de Hechos y 6 en el Apocalipsis; aparece también en combinaciones numéricas: en Jn 2, 20, XEoaegáitovxa x al EXT], para referirse al tiempo que duró la edificación dei templo (herodiano) (cf. Josefo, Ant XV, 380: la construcción comenzó probablemente en el ano 20/19 a.C.); «42 me­ ses» ha de durar la devastación de Jerusalén, Ap 11, 2; de manera parecida en 13, 5 (cf. 11, 3; 12, 6.14; Dan 7, 25; 12, 7.12); «144 codos», Ap 21, 17; «144.000 sellados», 7, 4; cf. 14, 1.3; ->• xéoaaQEÇ. Cuarenta es un número redondo importante, es­ pecialmente en relación con períodos de tiempo.

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Cuarenta dias son un período típico: cuarenta di­ as de ayuno, Diógenes Laercio Vin, 40; Porfirio VitPyth 57; lluvia durante 40 dias, Pseudo-Calístenes III, 26, 7; cf. Gén 7, 4.12.17; 8, 6; durante 40 dias y 40 noches permaneció Moisés en el monte, Ex 24, 18; Dt 9, 9 y passim, y Elias per­ maneció en el desierto, 1 Re 19, 8; cuarenta dias de penitencia se ordenaron a Nínive, según Jon 3, 4; cf. además 40 dias en 1 Sam 17, 16; Ez 4, 6; después de dar a luz a un nino varón. Ias parturientas permanecen impuras durante 40 dias, Lev 12, 3. Cuarenta azotes son la medida impuesta para un castigo de flagelación, una medida que no es lícito sobrepasar, Dt 25, 3. El período de 40 anos se aplica en general a Ias fases de la vida, y se considera el período de tiempo durante el cual una generación vive y trabaja en común: cuarenta anos como la edad de la madurez para determinadas tareas, Aristóteles, Resp. Ath. 29; Porfirio, VitPyth 9; como la edad para contraer matrimônio, Gén 25, 20; 26, 34; cf. además Jos 14, 7; 2 Sam 2, 10; ciento veinte anos son el tiempo de la vida, Gén 6, 3; Dt 34, 7. Cua­ renta anos pasó en el desierto la «generación dei êxodo», Ex 16, 35; Núm 14, 33; Dt 2, 7; 29, 5; los 5, 6. El mismo período determina el marco dei libro de Jueces: 3, 11.30; 5, 31; 8, 28; 13, 1; cuarenta anos es el período de remado de David, 2 Sam 5, 4s; 1 Re 2, 11; de Salomón, 1 Re 11, 42; de Joás, 2 Re 12, 2, y de Saúl, Josefo, Ant VI, 378. A la edad de 40 anos, el discípulo de un rabino puede adoptar decisiones por si mismo, bSot 22a; bAZ 19b. Cuarenta anos de interregno mesiánico, PesiqtaR 1 (4a); bSan 99a; cf. también CD 20,15; IQM 2, 6.9; ApEl (heb) 6, 5. Cuarenta dias de actividad escribiendo o ensenando antes dei arrobamiento de «Esdras», 4 Esd 14, 23.36.42.44.49, y 8 dei arrobamiento de «Baruc», ApBar (sir) 76, 2-4. 2. Cuarenta es una cifra redonda general, Hech 4, 22 (más de 40 anos enfermo); 23, 13.21 (.40 conjurados); 2 Cor 11,24 podria ser el testimonio más antiguo de la supresión dei cuadragésimo azote. Los 40 dias de la tentación en el desierto (Mc 1,13 par. Mt 4, 2 \40 dias y 40 noches] / Lc 4, 2), que enlazan con motivos dei AT (-> 1), acentúan el tiempo de prueba y de obe­ diência de Jesus antes de emprender su misión consistente en anunciar el tiempo de la cercania de Dios (Marcos), y acentúan tarabién la afinidad entre Jesús y Moisés (Mateo,

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Te0OTEQa>tovTa — xeTQaaçx'*!?

también Lucas; cf. Ex 24, 18; 34, 28; Dt 9, 9. 11, 18; 10, 10). También los 40 dias de Ias apariciones de Jesús antes de su Ascensión a los cielos, Hech 1, 3, deben considerarse co­ mo un período típico, no como un plazo exac­ to de tiempo (cf. 13, 31: ■^[lÉQaç nXeíouç); lo que interesa es presentar el don salvífico de la presencia dei Resucitado y la fiel instrucción que los discípulos recibieron (kéymy t à itegi Tfjç paoiXsíaç xoõ •&eoi5, 1, 3), cf. lo que se ha dicho acerca de Esdras y Baruc (-+ 1). So­ bre el Evangelium quadraginta dierum, cf. A. Schneider, Gesammelte Aufsâtze, Berlin 1963, 17-34. Los 40 anos que Israel pasó en el desierto se consideran como tiempo de salvación, duran­ te el cual los padres -a pesar de todo- tentaron y encolerizaron a Dios, Heb 3,10 (cita dei Sal 94, 10 LXX); 3, 17 (cf. Ex 17, 2ss; Ntím 14, 26ss); Hech 7, 42 (cita de Am 5, 25 LXX; aqjáyiov); cf. también Hech 13, 18. Según 13, 21, se atribuye a Saúl un tiempo de reina­ do de 40 anos (a diferencia de 1 Sam 13, 1; dos anos; pero cf. Josefo, Ant VI, 378; ^ 1), seguramente como tiempo de gracia concedi­ do por Dios. Con la tradición (cf. Ex 7, 7; Dt 8, 2; 34, 7; SifreDt 357 sobre 34, 7) se presupone que la vida de Moisés duró tres veces 40 anos, Hech 7, (23).30.36. R. Pelman, Times o f Grace. The Sign o f Forty in the Bible, New York 1964; ThWNT VIII, 134-139 (bibl.). H. Balz

2 tesserakontaetês de cuarenta anos* Hech 7, 23; TEoaEeaxovTaEtf)ç X00voç como la edad madura de Moisés (cf. Ex 2, 11: ttÉyaç y£VÓ(xevoç); 13, 18: (bç teooeqexovT a e t f j xqóvov, dícese dei tiempo que Israel pasó en el desierto. ->• TEOOEQáxovTa. TtaffEQa>toVTaETT|Ç,

TETa^taiOÇ, 3 tetartaios de cuatro dias, que dura ya cuatro dias* En Jn 11, 39 dícese de Lázaro difunto; tera p ta lo ç èotiv, «porque lleva (ya) cua­ tro dias (muerto)»; cf. 11, 17. ->• xéooapeç.

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3 tetartos cuarto* En el NT, el adjetivo aparece 10 veces; en Mc 6, 48; Mt 14, 25 dícese de la cueuta vigí­ lia de la noche; à jtò XEXÓQxqç f|[iÉQaç pé/Qi xaúxqç xfjç &çag, «a esta misma hora, hace cuatro dias [literalmente; es ya el cuarto día hasta esta hora]», Hech 10, 30 (D: â jtò xfjç TQÍTT)ç f|[iÉQaç...). En los demás casos, el ad­ jetivo aparece únicamente en el Apocalipsis: TÒ XÉXOQXOV Çtüov, 4, 7; 6 , 7; ocpQaylç q x e xÓQxq, 6, 7; ó xÉxãQtoç ãyyEkoç, 8, 12; 18, 8; ó xÉxaQxoç ('0-Ep.Ékioç), 21, 19; xò xéxaçxov xfjç yfjg, «la cuarta parte de la tierra», 6, 8 (cf. Ez 5, 12). ^ xÉooaQEç. TÉTagTOÇ,

TETgaaQxéto tetraarcheO ser tetrarca, gobem ar como tetrarca* En Lc 3, 1 dícese tres veces (en los tres ca­ sos, XEXQaaQxoúvxoç con genitivo) de dos hijos de Herodes, que eran tetrarcas de Galilea (Antipas), así como de Iturea y Traconítide (Felipe), y dícese de Lisanias, que era te­ trarca de Abilene. Sobre la grafia dei verbo, cf. BlaB-Debrunner § 124. Lucas yuxtapuso quizás conscientemente en 3, 1 cuatro regen­ tes (tres tetrarcas y el gobemador romano), aunque parece conocer exactamente el signi­ ficado dei título de tetrarca; XEXQaÓQxqç. T£TQ aáQ/f|Ç, OV, Ó tetrarchês tetrarca*

Originalmente fue la designación de un re­ gente que, después de su división, gobemaba sobre la cuarta parte de un território antes indiviso («príncipe de la cuarta parte»), pero luego fue principalmente el título de un re­ gente que estaba sometido a alguien más po­ deroso que él, o que administraba una peque­ na parte de un reino mayor, a menudo en el sentido de «gobemador». Mientras que Hero­ des (el Grande) fue originalmente tetrarca (a partir dei ano 42 a.C., pero luego a partir dei ano 40 [37] fue rey), vemos que a su muerte, acaecida el ano 4 a.C., sus hijos Antipas y Fe­ lipe fueron tetrarcas de Galilea y Perea o de Traconítide, Batanea y Gaulanítide, y su hijo Arquelao fue etnarca de Judea y Samaria (Mt 2, 22; PaoikEÚEi).

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xexQaaQXTiç - xexgajtovç

En el NT se menciona únicamente como 'H q Ó)Ôt]ç (2) ó xexQaÓQX''!? ^ Antipas; Mt 14, 1; Lc 3,19; 9, 7, seguramente para distinguirlo de su padre ->• 'H qóôtjç (1) ((3aoiÀEÚç, Mt 2, 1.3; Lc 1, 5); en Hech 13, 1, se hace así quizás para distinguirlo de ->• 'HgróÔT)Ç (3) (12, 1; ->• ’AYQÍJTJtaç 1). Bauer, Wõrterbuch, s.v. tetQÓQXTlç; BHH III, 1956s.

TetçáYtovoç, 2 tetragOnos cuadrangular* En Ap 21, 16 dícese de la Jerusalén celes­ tial: f| TtóÀLç TExeáYCovoç XEítai (cf. Ez 48, 8ss.30ss; también 43, 16). Según el contexto se trata dei cuadrado y dei cubo como expresión de la perfección; cf. Ennio, Annales, 158; Roma quadrata', Herodoto I, 178: Babilônia como un cuadrado de 120 estádios de lado. H. Kraft, Die Ojfenbarung (HNT), sub loco. TETQaôlOV, OU, TÓ tetradion piquete de

cuatro soldados* Según Hech 12, 4, Pedro fue custodiado en la prisión por cuatro piquetes de cuatro hombres cada uno (con arreglo al procedimiento seguido en el ejército romano de relevar a un destacamento cada cuatro horas; cf. también Ias cuatro vigilias o períodos de vigilância du­ rante la noche); Filón, Hacc 111. T E t g a x i o / í X l O l , 3 tetrakischilioi cuatro

mil* Este número aparece en el relato según el cual se dio de comer milagrosamente a cuatro mil personas: Mt 15, 38 (xexQaxioxí^ioi ãvÔ0EÇ x®0tÇ Y'*J'''aixmv x a l itatôímv); 16, 10; Mc 8, 9 (d)ç XEXQaxLOXÍ^ioi); 8, 20 (xexqoxioxíli.iot ãvÔQEÇ xcõv oixagLmv), Hech 21, 38 (cf. Josefo, Bell II, 254ss).

TETQaxóaioi, 3 tetrakosioi cuatrocientos* En Hech 5, 36 dícese de los seguidores de Teudas: «un grupo como de cuatrocientos hombres» (ãvÔQcuv apt&p.òç o)ç xexgaxoaícov), -r 0EUÔãç. En 7, 6 se habla dei tiem­ po que Israel pasó bajo la servidumbre de

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Egipto: EXT) XEXQaxóata (cita de Gén 15, 13). En combinaciones numéricas: Hech 13, 20, «unos 450 anos» como tiempo de permanên­ cia como extranjero en Egipto hasta el comienzo de la época de los jueces (probablemente cuatrocientos anos en Egipto [Hech 7, 6], cuarenta anos en el desierto [13, 18] y diez anos para la conquista dei país. Los manuscri­ tos E W y la Koiné, haciendo una trasposición, refieren los 450 anos a la época de los jueces hasta Samuel, con arreglo a la suma de los anos indicados en el libro de Jueces y en el libro primero de Samuel (hasta 4, 18) según el texto hebreo; cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco). Según Gál 3, 17 la ley se origino 430 anos después de la promesa hecha a Abrahán; por tanto, la ley no puede anular la promesa (cf. también Ex 12, 40s).

2 tetramênos período de cuatro meses* Sustantivado en Jn 4, 35; XExgápqvoç co­ mo el tiempo mínimo que trascurre entre la siembra y la recolección (Textus Receptus: xò

T 8tQ ajtt]V O Ç ,

X£X0ápT]VOV).

TETça;7iÀ,oüç, 3 tetraplous cuádruple* En Lc 19, 8 se habla de que Zaqueo prome­ te restituir el cuádruple, una cantidad consi­ derada como suficientemente generosa en to­ dos los aspectos, cf. Ex 21, 37; 2 Sam 12, 6; Platón, Leg IX, 878c; cf. Billerbeck II, 249251; Spicq, Notes II, 886s.

2 tetrapous cuadrúpedo, de cuatro patas* En el NT el adjetivo sustantivado aparece en neutro plural para referirse a los «einimales cuadrúpedos», x à X E x g Ó J to ô a (siempre junto a é g j t E x á y a jte x E L v á , cf. Gén 1, 24-26; 6, 20); Hech 10, 12, j t á v x a x à X E X Q á jto ô a (cf. Lev 11; Dt 14, 3ss); 11, 6 (+ x à O-qgía, cf. Gén 1, 24); sobre Rom 1, 23 cf. Dt 4, 15ss; Sal 106, 20; Jer 2, 11; Sab 12, 24.

T E tp án ;ou ç,

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TETgaçXE™ ~ T:T]QeQ)

TETQaQXéo) tetrarcheõ ser tetrarca, gobernar como tetrarca Grafia clásica (evitación dei hiato en la composición de la palabra) de ->- XEtQaoQxéco (grafia propia de la lengua helenística y de la dei NT, cf. BlaB-Debrunner § 17 y 124, con la nota 3; Moulton, Grammar II, 62s y 91 s). TeTQáQX'*lÇ’ ó tetrarchSs tetrarca Grafia clásica de -+ TEXQaápx''!?- ^ tExgaQxécú. TEtpQÓb) íephroõ reducir a cenizas* En 2 Pe 2, 6 (xetjpQcóaaç) dícese de Dios, que hizo que Ias ciudades de Sodoma y Gomorra quedaran reducidas a cenizas (Gén 19, 24ss; Cf. Filón, Ebr 223). Téxvt), ijç , lí technê arte, oficio, artesania* Hech 17, 29: yoiQaYpa xéxvtiç x a l èv^pfioEcoç àv&QCÓJttov, «una imagen forma­ da por el arte (la artesania) y el ingenio hu­ manos»; tal cosa no se parece a lo divino (cf. 19,26; D t4 ,28; Is 40,18; 4 4 ,9ss; Jer 10, Iss; Sab 13, 10). Según Hech 18, 3, Aquila y Pris­ cila eran oxTivonoioi xf) xéxvp, «tenían el oficio de fabricar tiendas» (cf. ópóxsxvoç ibid.\ -)■ 0XT]vojtoióç). Ap 18, 22: «ningún artesano de ningún oficio (jtãç xexvlttiç ttáar\ç, xÉxvTiç) se encontrará ya en Babilônia (= Ro­ ma). texvÍTt^Ç, 015, Ó technitês artista, artesano* El plural se refiere a los plateros en Hech 19, 24.38; cf. 19, 25 D y otros (en vez de eqY á x a t); el singular se usa en sentido general en Ap 18, 22 (-> xéxvt]). Dicese de Dios como xexvíxT]ç x a i ÔTipLotJQYÓç, «arquitecto y constructor» de la Jerusalén celestial, Heb 11, 10 (cf. 11, 16; 12, 22; Ap 21, 10; Sab 13, Iss; Filón, Mut 29s; ôtifxiouQYÓç); cf. la manera en que se habla dei Logos como xexvlxt)ç x a l ôqpiouQYÒÇ ôXcüv, Diogn 7, 2.

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f t í x o ^ a i têkomai fundirse, derretirse, pasar* En voz pasiva en 2 Pe 3, 12 dicese dei día de Dios, por el cual «los elementos dei mun­ do se fundirán entre Ias llamas (oxoixEta xattooijpEva xtíxEtai)»; cf. 3, 10; Hen (et) 1, 6; TestLev 4, 1; 2 Ciem 16, 3; la idea estoica acerca de la conflagración dei mundo, en Diógenes Laercio VII, 134; o x o tX E io v 2,4. tT|X.at5Yrôç tSlaugõs (adv.) con toda claridad* El advérbio, formado a base de tTiX,auYr|ç, «que brilla a lo lejos, que se ve de lejos, clarisimo», aparece en Mc 8, 25: ÈvépX,8Ttev tt)XauYóóç â n a v x a , «el ciego curado) podia verlo todo con entera claridad» (v.l. ÔT)X,auYrôç).

TllXlXOVTOÇ, aíSTTl, OÕto têlikoutos tan grande, tan importante, tan imponente* Sant 3, 4: xà JiX,ota XT])^ixat5Ta õvxa, tan grandes (lo opuesto: èXáxioxov); 2 Cor 1,10: TT|>tixoijToç ’9'ávaTOÇ, «tan gran peligro de muerte» (cf. vv. 8s); Heb 2, 3: XT)X,ixaÚTT] a(OXT]QÍa, «tan gran salvación»; Ap 16, 18: OEiopoç... [iéyaç... ttiàixoüxoç oEiopòç oüxro pÉyaç, (como un pleonasmo) «un gran

terremoto... tal terremoto, tan imponente» (Dan 12, 1). Tí]0é(o lêreõ custodiar, guardar, mantener firme, retener, seguir 1. Aparición (en la LXX y en el NT) - 2. Custodiar - 3. Guardar - 4. Conservar en su integridad - 5. Ob­ servar / seguir. B ibl: R. Kratz, Auferweckung ais Befreiung (SBS 65), Stuttgart 1973; Id., Rettungswunder. Motiv-, traditions- und formkritische Aufarbeitung einer bibl. Gattung, Frankfurt a. M. 1979; H. Riesenfeld, xqQso), en ThWNT VIII, 139-145; H. G. Schütz, Cumplir, guardar, observar, en DTNT I, 392-395.

1. Al igual que tpnXáoaco, el verbo xqQÉa) en la LXX es casi siempre traducción dei hebreo sãmar y, lo mismo que su sinônimo, cu-

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xriQBO)

bre en buena parte el campo semântico dei equivalente hebreo; mientras que en la LXX predomina claramente q)nÂ,áaao), vemos que en el NT es mucho más frecuente ttjqéco, que aparece aproximadamente el doble de veces (unas 70). La mayoría de los testimonios se hallan en el Evangelio de Juan (18) y en el Apocalipsis (11), mientras que el verbo falta por completo en Marcos, Lucas y Hebreos. 2. TriQÉO) aparece casi siempre con el signi­ ficado literal de custodiar, vigilar (presos) en el libro de Hechos (24, 23; 25, 4.21), entre otras cosas, en el contexto de tradiciones so­ bre liberaciones milagrosas (12, 5.6; 16, 23). La presencia de guardias en Ias historias dei sepulcro en Mateo (Mt 28, 4) evoca igual­ mente rasgos característicos de este gênero (cf. Kratz, Auferweckung; Id., Rettungswunder). La introducción redaccional de los guar­ dias al pie de la cruz (Mt 27, 36.54) se deriva probablemente de Ias intenciones apologéticas de los relatos de Mateo sobre la Pasión (testimonios dados por los gentiles); además, el redactor quiere establecer un paralelo entre los acontecimientos que rodean la muerte y la resurrección de Jesús (compárese 27, 51-54 con 28, 2-4) y desea presentar la muerte y la resurrección como una teofanía. 3. TTjQÉco seguido por una indicación de tiempo significa «guardar hasta» el momento oportuno (Jn 2, 10: el buen vino hasta el final; 12, 7: el perfume para el día de la sepultura); por lo general, lo de guardar se entiende has­ ta el momento escatológico, tanto en el senti­ do positivo de conservar la herencia celestial (1 Pe 1, 4), de conservar a los buenos para Cristo (Jds 1), como también en el sentido ne­ gativo de conservar a los injustos (2 Pe 2, 9), a los ángeles caídos (2 Pe 2, 4; Jds 6b), al cielo y la tierra para el juicio (2 Pe 3, 7), a los falsos maestros para la condenación eterna; a su vez. Ias tinieblas pueden reservarse tam­ bién para los falsos maestros (2 Pe 2, 17). 4. Con respecto a la idea de conservar la integridad de una persona o de una condición.

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TíiQÉüJ se orienta hacia objetos morales como son la pureza (1 Tim 5, 22), la no contaminación (Sant 1, 27), la castidad de una virgen (1 Cor 7, 37); y, así, puede decirse también de los ángeles que no conservaron su ^ «QX^Í (3.c) (Jds 6a). La expresión corriente «guar­ dar la fidelidad» (2 Tim 4, 7) adquiere, por el contexto, carácter teológico. «Pablo», desde la prisión, exhorta a la comunidad de Efeso a conservar la unidad (Ef 4, 3). El uso dei tér­ mino en sentido metafórico aparece en Ap 16, 15. Objetos personales son los discípulos o los cristianos. En el discurso joánico de despedi­ da, Jesús ora al Padre pidiendo que preserve a los discípulos, que los proteja dei maligno (Jn 17,11.12.15). Según 1 Jn 5, 18, la protección contra el maligno está garantizada por el Hijo de Dios. En 1 Tes 5, 23 y en Jds 1, tal protec­ ción se halla orientada escatológicamente. 5. Lo mismo que sucede con cpuX,áooco, la mitad aproximadamente de los testimonios de TT]Q8n) tienen el sentido de observar, se­ guir (la ley, los mandamientos). Según Mt 23, 3, Jesús exhorta a los discípulos a que hagan y observen lo que los fariseos y escribas dicen, pero a que no copien su conducta. Según Jn 9, 16, los fariseos, a su vez, acusan a Jesús de no guardar el sábado. Los primeros cristia­ nos, de talante conservador y procedentes de círculos farisaicos, quieren obligar a los gen­ tiles convertidos a que guarden la ley mosaica (Hech 15, 5): un litigio dei que se ocupa el concilio apostólico de Jerusalén. Hay dudas de si en Mt 19, 17, cuando se dice al joven ri­ co que guarde los mandamientos, se hace re­ ferencia ya a la «nueva justicia». Finalmente, Sant 2, 10 aborda el tema de la obligación de guardar toda la ley. Pero, por lo general, se hace referencia a la observância de los man­ damientos (de la palabra) de Jesús, que están cualificados por el «amor» (cf. Jn 14 passinv, 1 Jn 2, 3-5): el amor dei Padre llega a través dei Hijo hasta la comunidad. Así como Jesús guarda la palabra dei Padre (Jn 8, 55; 15, 10), así también los discípulos deben guardar sus mandamientos, a fin de que se acepte, a su

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TTIQÉO) - TlPÉQlOÇ

vez, la palabra de ellos (15, 20). Ideas pareci­ das se encuentran en la Carta primera de Juan. - En Ias misivas dirigidas a Ias comunidades, en Ap 2, 26; 3, 3.8.10, se ofrece en perspecti­ va la recompensa escatológica a quien guarde firmemente los mandamientos. - En Mt 28, 20 (como en 1 Tim 6, 14) se atribuye caracter normativo con consecuencias escatológicas a la instrucción cristiana basada en los manda­ mientos de Jesús. R. Kratz TrjQi]Oiç, EWÇ) ^ têrêsis custodia, encarcelamiento, prisión; observância, acción de guardar, cumplimiento* Hech 4, 3: custodia, encarcelamiento (s ^&evTO eLç TTjQTiaiv); 5, 18: (más probablemente) prisión, cárcel (8'Osvxo... èv XT]pT|OEi ÔTipooíg). Según 1 Cor 7, 19 la xfjQxioiç èvxoÀcõv ■&EOÜ, el «cumplir/guardar» los mandamien­ tos de Dios (cf. Sab 6, 18; Eclo 32, 23) es lo único que cuenta ante Dios (cf. también Gál 5, 6; 6, 15). ThWNT VIII, 145s.

áòoç rib en flj Tiberíades* La ciudad fue fundada por Herodes Antipas en los anos 26/27 p.C. en la ribera Occidental dei Lago de Genesaret (como capital de su región en lugar de Séforis) y fue denominada Tiberíades en honor dei emperador Tiberio (Josefo, Ant XVIII, 36ss). En el NT se men­ ciona únicamente en el Evangelio de Juan. Según Jn 6, 23, algunas barcas vinieron de Tiberíades (èx T i P e q i ó ô o ç ) hasta cerca dei lugar donde se había dado de comer a 5.000 personas, a la otra orilla; en 21, 1 al Lago de Genesaret (-^ FEVVTiaaQéx) se le llama ■OáÀ aooa xfjç TipeQiáôoç, tal como lo había mencionado ya 6, 1 en una expresión compUcada y poco usual: irepav xfiç daA,áoaTiç xfjç FaX iltaíaç xfjç T iPeptáboç (v.l. ...0'aX.áaOTiç xfjç FaXtXaíaç elç xà [xépti xfjç T i P e piáôoç, cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 1980, sub loco). Partiendo de la formulación redaccional de 21, 1, podría entenderse también como inser-

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ción redaccional la mención de Tiberíades que se hace en 6, 1.23, lo cual explicaria la poca claridad de 6, 23 (èyYÚç puede referirse también a Tiberíades) y la inseguridad en la interpretación textual de 6, 1 por parte de los copistas (cf. Schnackenburg, El Evangelio se­ gún San Juan II). El nombre de «Lago de Ti­ beríades» se halla atestiguado también en otras partes (con kípvT] en Pausanias V, 7, 4; Josefo, Bell III, 57; IV, 456). Jesús mismo, evidentemente, no frecuentó Tiberíades. Como Tiberíades se hallaba emplazada so­ bre un lugar de enterramiento y, por tanto, era considerada impura por los judios piadosos, Herodes tuvo que colonizar la ciudad a la fuerza y asentó también en ella a extranjeros. Predomino a los comienzos el elemento helenístico (administración helenística). Tan sólo más tarde se declaro limpia a Tiberíades (jSebi 9, 38d). Tiberíades participo en la Guerra de los Judios, pero fue perdonada por Vespasiano (Josefo, Bell III, 443ss). Por la redacción de la Misná en Tiberíades (hacia el ano 200 p.C., bajo la dirección de Yehudá Ha-Nasí) y por el traslado, hacia aquella misma épo­ ca, dei patriarcado rabínico desde Séforis a Tiberíades, esta ciudad se convirtió en centro palestinense de erudición rabínica y en uno de los cuatro lugares santos de los judios en Pa­ lestina (más tarde, hacia el ano 400 p.C., se codifico en Tiberíades el Talmud de Jerusalén, llamado también Talmud Palestinense, y se creó en esta ciudad una escuela de masoretas). Billerbeck 467-477: Abel, Géographie II, 483s; BHH III, 1982s; Bauer, Wõrterbuch, Í.V.; Haag, Diccionario, 1934; Kopp, Stãtten, 278-282; Pauly, Lexikon V, 812.

TlPÉQIOÇ, Ol) Tiberios Tiberio*

Lc 3, 1 senala el comienzo de la actividad pública de Juan el Bautista en el ano decimoquinto dei reinado dei emperador romano Ti­ berio (èv EXEi ôÈ JtEvxExaiÒExáxcp xfjç fiyepovíaç T lPeqíou K aíoapoç), es decir, en los anos 28/29 p.C. (Tiberio, como hijo adoptivo y sucesor de Augusto, fue emperador dei 19 de agosto dei ano 14 p.C. hasta el 16 de mar-

1747

Tipégioç -

zo dei ano 37). En el NT se hace referencia también en otros lugares a Tiberio llamándole K a lo a g (bibl.). Tiberio era considerado como un emperador justo, que logró imponer en buena medida la paz en Ias provincias y que, sobre todo, fue tolerante con los judios (Josefo, Ant XVIII, 65ss; Filón, LegGai 160s). BHH III, 1983s; Haag, Diccionario, 1934; LAW 3083s; Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); Pauly, Lexikon V, 814-818. tithêmi poner, colocar, establecer

1. Aparición en el NT - 2. Uso general en griego 3. La LXX- 4. El NT - a) Uso general - b) Peculiari­ dades lucanas - c) Peculiaridades joánicas. Bauer,

J. Jeremias, D ie (KEK Sonderband), Gõttingen 1980; Ch. Maurer, TÍíh]|xi mX., en ThWNT Vlll, 152-170; T. Schramm, D e r M a r k u s s to jf b e i L u ­ k a s (SNTS Mon 14), Cambridge 1971; A. J. Simonis, D ie H ir te n r e d e im J o h a n n e s E v a n g e liu m , Roma 1967, 264-276; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1280s.

B ib l.: W õ r te r b u c h , s.v.', S p r a c h e d e s L u k a s E v a n g e liu m s

1. En el NT xí^&Tipi aparece 100 veces, 39 de ellas en la doble obra de Lucas, 18 veces en el Evangelio de Juan y 16 veces en el Corpus Paulinum. 2. El verbo TÍdripi,, atestiguado frecuenteraente desde Homero en el griego profano, aparece en sentido local y en sentido figurado con un amplio espectro de significados según el contexto en que se emplee, es decir, según que se emplee en el lenguaje de la vida econômica, en el de la vida militar, en los deportes, en el derecho (por ejemplo, «establecer una ley», Sófocles, El 580), en la filosofia («reconocer una premisa / presentar una tesis», Platón, Phaed 79a, 100a) o en la religión; por ejemplo, dícese de los dioses en Homero, Od 8,465 que «establecen Ias ordenanzas válidas», y dícese que los hombres «presentan ofrendas votivas a la deidad», Od 12, 347 (sobre el conjunto cf. Maurer, 152s con numerosos ejemplos). 3. En conjunto, el uso de TÍfrrip.L en la LXX co­ rresponde al uso de este verbo en el griego profa­ no (Maurer, 153s). Hay que destacar especial­ mente como expresiones dei AT con TLOTiiti: «po­ ner en juego su vida» (Jue 12, 3; 1 Re 19, 5; 28, 21; Job 13, 14); «dirigir su atención bacia algo» (Sal 47,14 LXX y passim)\ «tomar a pecho» (por

1748 ejemplo, 2 Re 19, 20) ó «querer mucho a alguien» (Ez 14, 3.4.7). Más de una cuarta parte de los testimonios dei verbo en el AT tienen a Dios como sujeto de T:í0-r|p.i. El orden de la creación fue fijado por Dios; también él determina la salvación y el juicio: El fija los astros (Gén 1, 17), lo mismo que él senala sus limites a Ias aguas primordiales y al oceano (Sal 32, 7 LXX; Job 38, 10); Dios es quien pone / establece a Abrahán como padre de muchas naciones (Gén 17, 5s) y hace que los descendientes de Jacob sean tan numerosos como Ias arenas dei mar (32, 13). David fue constituído rey por Dios, y su trono queda establecido para siempre -y Dios quiere poner a sus enemigos como escabel de sus pies- (Sal 88, 28.30; 109, 1 LXX). El designa tanto al profeta (Jer 1, 5) como al siervo de Dios (Is 49, 2) para que se pongan a su servicio; él determina la salvación y el juicio dei in­ divíduo y de la totalidad dei pueblo (cf. entre otros. Sal 11, 6; 20, 10; 65, 9; 89, 8 LXX; Am 8, 10; Miq 1, 7; 4, 7; Ez 37, 14). 4. Prescindiendo de algunas peculiaridades en cuanto al uso dei verbo en Lucas (-> b) y en los escritos joánicos (-> c), los autores dei NT se atienen enteramente al uso griego ge­ neral y al uso bíblico ( ^ a). a) En consonância con ello se dice: Una luz «no se pone debajo de un cesto, sino sobre el candelabro» (Mc 4, 21 par.); a los enfermos se los coloca en la plaza dei mercado (6, 56); no se sirve el vino (Jn 2, 10); un cadáver se de­ posita en el sepulcro (Mc 6, 29; 15, 46s; Jn 19, 41s; 20, 2.13.15). Con el dinero puede realizarse una imposición (y hacerlo trabajar, Lc 19, 21s); se apartan cantidades de dinero para la colecta (1 Cor 16, 2). Pablo, como fundador de la comunidad de Corinto, puso un fundamento (3, lOs); él proclama (presenta) gramitamente el evangelio (9, 18). «El estahleció entre nosotros la palabra de la reconciliación» (2 Cor 5, 19 [en voz me­ dia]), «él no nos puso ptura cólera, sino para obtener la salvación» (1 Tes 5, 9 [en voz me­ dia]); los miembros de la comunidad ^ e ro « designados por él, como lo fue el apóstol mis­ mo (1 Cor 12, 18.28; 1 Tim 1, 12; 2, 7; 2 Tim 1, 11). Las citas designan también la acción salvífica de Dios como la acción divina de es-

1749

xíllniii-TLjiaioç

tablecer (la comunicación dei Espíritu / la sumisión de los enemigos / la iluminación de los gentiles, etc); cf. Mt 12, 18 (Is 42, 1); Mt 22, 44 par.; Hech 2, 34s; 1 Cor 15, 25; Heb 1, 13 (Sal 109, 1 LXX); Hech 13, 47 (Is 49, 6); Rom 4, 17 (Gén 17, 5); Rom 9, 33 (Is 28, 16). b) En el NT, con la excepción de Mc 15, 19, la frase «firmemente arraigada, pero no clásica» •tí'&T]pi t à yóvaxa (cf. en latín: genua ponere), «ponerse de rodillas», aparece única­ mente en Lucas (y, por cierto, en cuatro de los cinco pasajes en combinación con -> JtpooeúXopai [2.a]): Lc 22,41; Hech 7, 60; 9,40; 20, 36; 21, 5 (cf. Jeremias, 294). Asimismo, Lu­ cas es el único que, ateniéndose al lenguaje semitizante de sus fuentes (Schramm, 79ss), ofrece Ias expresiones TÍ#Tipi èv hqqôíçi, «tomarse a pecho / prestar atención a» (Lc 1, 66 [en voz media]; 21, 14; Hech 5, 4 [en voz media]) y xíOepai eiç xà tbxa, «escuchar a / grabarse en la memória» (Lc 9, 44). Cf. también Hech 1, 7; 19, 21 (Jeremias, 71). c) En los escritos joánicos aparece la frase xíDqpi XT]v tpnyfiv pon hjtég xivoç (Jn 10, 11.15.17.18a.b; 13, 37.38; 15, 13; 1 Jn 3, 16 [bis]). Esta frase -probablemente también en Jn 10, 11.15 (en contra de R, Bultmann, Das Evangelium des Johannes^’^ [KEK], 282 nota 2; cf. el estúdio detallado de Simonis, 264ss)expresa más que los «paralelos» dei AT (cf. Jue 12, 3; 1 Re 19, 5; 28, 21; Job 13, 14); no se usa, por tanto, simplemente en el sentido de «poner en juego / arriesgar la propia vida», sino en el de «entregar la propia vida». En el lenguaje joánico la frase griega está henchida teologicamente y se halla definida desde la perspectiva de Is 53, 10 (cf. Mc 10, 45 par.; òoüvat xf|v tjjnxfjv anxon )i.úxqov àvxl JtoXÀcüv, «entregar su vida como rescate por los que son muchos»; cf. Maurer, 155s). T. Schramm

1750

15. «.Dar a luz un hijo» (xíxxco uióv), Mt 1, 25; Lc 1, 31; 2, 7; Ap 12, 5; en futuro; xé^et a i nlóv, Mt 1, 21.23 (cf. Is 7, 14 LXX); xíxxü) xò xéxvov, Ap 12, 4b; xíxxoo xòv âgOEva, 12, 13; en sentido absoluto en Lc 1, 57 (ErtX.qo^OT] ô xgóvoç xoü xexeiv aíixfiv), cf. 2, 6; Jn 16, 21; Gál 4, 27 (cita de Is 54, 1 LXX); Ap 12, 2.4a. En voz pasiva; ó T£X'&eIç: PctoiA.ehç xcõv TouôaLcov, el recién nacido / el que acaba de nacer, Mt 2, 2; àxéxllri npTv ofjpegov ocDxf|g, Lc 2, 11. El término se usa en sentido figurado y me­ tafórico en Heb 6, 7 (yf] ... xíxxouoa |3oxáVT]V eü^exov, cf. EsquUo, Choeph 124); Sant 1,15 (f| èjitôxjpía ouXXaPoüoa xíxxei áp ag xíav, cf. cpiM ôè xíxxeiv üpgiç ... u|3gw. Es­ quilo, Ag 7, 764ss).

tíX)v(0 tillõ arrancar, cortar* Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1; xíX,)í,Q) (xonç) oxáxuaç, «arrancar / cortar (Ias) es­ pigas»; Lucas completa la frase anadiendo rjjcüxovxeç xaTç xegoív. El verbo xlàXo) signi­ fica en general arrancar (por ejemplo, los cabellos, en Homero, H 22, 78 y 406; 2 Esd 9, 3; Ias alas, en Dan 7 ,4 LXX; Ias hojas, Plutarco, Mor. 185e). Spicq, Notes II, 888s, basándose en testrmonios de papiros y en la versión de Lucas, deduce para este verbo el significado de «desgranar», pero dificilmente tendrá razón, porque ->■ tljmxm se refiere en Lucas a la acción de estregar Ias espigas arrancadas para poder comer los granos. Según Dt 23, 25 LXX, era lícito recoger con la mano (ouXXé§eiç) espigas en un campo ajeno. Sin embar­ go, como parte secundaria dei trabajo de la recolección, el arrancar espigas (en una ampliación de la prohibición de labrar y cosechar se­ gún Ex 34, 21) no estaba permitido en día de sábado, según la opinión rabínica (jSab 7, 9b; TosSab 9, 17; cf. Eduy 2, 6). Dalman, Arbeit n , 339; Bauer, Wõrterbuch, s.v.

TÍXTfO tiktõ dar a luz, producir*

En el NT el verbo aparece 18 veces, cuatro de ellas en Mateo, cinco en Lucas y cinco en el Apocalipsis; por lo demás, el verbo aparece sólo en Jn 16, 21; Gál 4, 27; Heb 6, 7; Sant 1,

Tiftaioç,

OD Timaios Timeo* Mc 10, 46; Nombre dei padre dei mendigo ciego -> B agxipaioç.

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Ti(xaco - Tlfltl

Tl|l.áo) timão apreciar, honrar

1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. Carta tercera de Juan. H. Krãmer, E in e A n m e r k u n g z u m V e rs tã n d n is WuD 16 (1981) 67-70; J. Schneider, ti(iáco, en ThWNT VIU, 180s; C. Westermann, k b d , en DTMAT, 1089-1113, especialmente 1089s, 10921094, 1098ss; para más bibliografia, -> Ti(xf|. B ib l.: v o n M t 15, 6a:

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juzgar, es decir, su autoridad especificamente divina, 5, 22. Lo mismo que en 5, 19s, «se afirma la igualdad de acción dei Padre y dei Hijo» (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° [KEK], 192). Por eso, no honra al Padre quien no honra al Hijo, 5, 23b. Ahora bien, Jesus mismo es quien honra al Padre, 12, 26. H. Hübner

1. De los 21 testimonios de upám , 16 se encuentran en los Evangelios (6 en Mateo, 3 en Marcos, 1 en Lucas, 6 en Juan); el verbo aparece además una vez en Hechos, en Efesios y en 1 Timoteo (en cada uno) y dos veces en 1 Pedro. De Ias diez veces que el verbo se halla en los Evangelios sinópticos, siete se en­ cuentran en citas de la LXX, cinco de ellas son citas dei cuarto mandamiento (según la numeración católica romana y la luterana): Mc 7, 10 par. Mt 15, 4 (el v. 6 se refiere al v. 4); Mc 10, 19 par. Mt 19, 19 / Lc 18, 20 (también Ef 6, 2), y dos son citas de Is 29,13 LXX (con pequenas divergências con respecto a la LXX): Mc 7, 6 par. Mt 15, 8. Sobre la supuesta cita de Jeremias en Zac 11, 13 que se lee en Mt 27, 9, donde aparece dos veces xi[xácü cf. ->• Ti|i.r| 2. Así que, en los Evangelios sinópticos, todos los pasajes en que aparece xipáü) son citas dei AT o referencias a una ci­ ta dei AT. 2. xipácD, verbo denominativo de xi[tf|, significa una de dos: apreciar / estimar (xfjv xipT]v xon xExipripÉvon [a saber, àYQOü] ôv èxi[if|oavxo, «la suma obtenida por el [cam­ po] tasado, que ellos habían tasado», Mt 27, 9 (cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v.), o bien honrar (a Dios, Mc 7 ,6 par.; al padre y a la madre [->-1]; «a nosotros», Hech 28,10; a Ias viudas, 1 Tim 5, 3; a todos [los hombres], al rey, 1 Pe 2, 17). 3. Jn 5, 23, con sus cuatro testimonios de xipáco, expresa el centro de la teologia joánica: Todos deben honrar al Hijo como honran al Padre (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, Barcelona 1980, 145: «promulgación de un deber»), porque el Pa­ dre ha conferido al Hijo toda la actividad de

Tlfilfj, fjg, fj time precio, valor, honor*

1. Aparición en el NT - 2. Espectro semântico - 3. a) Tip-T) xai ôó|a - b) 1 Cor 6, 20; 7,23 - c) Col 2, 23. B i b i : S. Aalen, en DTNT U, 231-234; R. Deichgrâber, G o tte s h y m n u s u n d C h r is tu s h y m n u s , Gõttingen 1967, 28s; DeiBmaim, L ic h t, 271-280; W. Elert, R e d e m p tio a b h o stib u s : ThLZ 72 (1947) 265-270; K.-P. Joms, D a s h y m n is c h e E v a n g e liu m , Gütersloh 1971, 32s, 36-38, 52-55; B. Reicke, Z u m s p r a c h lic h e n V e r s tã n d n is v o n K o l 2. 2 3 : StTh 6 (1952) 39-52; J. Schneider, Tipij, en ThWNTVIII, 170-180; G. Schõllgen, D ie ôciXíj Tipú v o n 1 T im 5 ,1 7 : ZNW80 (1989) 232-239; C. Westermann, k b d , en DTMAT I, 10891113; para más bibliografia,ôo^a.

1. De Ias 41 veces que xipf| aparece en el NT, solamente dos se hallan en Mateo y una en el Evangelio de Juan. En cambio, el térmi­ no aparece 6 veces en Hechos, 26 en la litera­ tura epistolar (11 veces en Pablo) y 6 veces en el ApocaUpsis. 2. Desde Homero, xipf) posee el espectro semântico de «estimación, precio, valor, ho­ nor», pero significa también «indemnización, penalización, castigo» (Frisk, Wõrterbuch n, 901). El primero de estos dos grupos semânti­ cos comprende casi todos los significados que aparecen en el NT. En el libro de Hechos, xipf| significa casi siempre precio (con genitivo de precio o va­ lor, 7, 16: comprar al precio de una cantidad de monedas de plata), el producto de la venta (4, 34; 5, 2s: de un terreno), valor (19, 19: libros de magia por valor de 50.000 dracmas de plata). Tan sólo en 28, 10 el término se usa en el sentido de honor. Jtokkaiç xipalç 8XÍ[iTiaa v Tjfiãç, «nos mostraron grandes honores».

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II|1T |

En Mt 27, 6 aífxatoç se traduce casi siempre, acertadamente, por «dinero de san­ gre». La supuesta cita de Jeremias (cf., no obstante, Zac 11, 13) en Mt 27, 9: t t ]v Tip,f)v xoõ xextftTipévon (a saber, aYQoij), «la suma obtenida por el (campo) tasado» (cf. Bauer, Wõrterbuch, 5.v. xtpáa) 1), no se encuentra en la LXX ni en el TM (sobre este problema, cf. E. Klostermann, Das Matthãusevangelium^ [HNT], 218s; K. Stendahl, The School o f St. Matthew, Lund ^1968, 120-126; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõttingen ^1971, 76-82; u p f| es tradicional; R. H. Grundy, The Use o f the OT in St. Matthew ’s Gospel, Leiden 1975,122-127). De especial significación teológica es la expresión paulina: fiyopáff&T]xe upfíç, «babéis sido comprados a buen precio (o: con pago al contado)», 1 Cor 6, 20; 7, 23 (-> 3.b). Se tributa honor no sólo a Dios (1 Tim 1, 17 y passim, ->■ 3.a) o a Jesus (Heb 5, 4; 2 Pe 1, 17 y passim, 3.a), sino también a hombres (Jn 4, 44 [honor en el sentido de reconocimiento]; Rom 2, 7.10 [xtpr| junto a ôó^a en sentido escatológico]; 12, 10; 13, 7 [por tanto, todos los pasajes de Romanos con el signifi­ cado de honor]; 1 Tim 6, 1 [los amos son hon­ rados por los esclavos]; 1 Pe 1, 7 [xtpfi junto a ô ó |a nuevamente en sentido escatológico]; 2, 7; 3, 7 [Ias mujeres son honradas por sus maridos]), pero también a determinadas par­ tes del cuerpo (1 Cor 12, 23s; cf. a propósito H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther' [KEK], 260s). Rom 9, 21 ( e Íç xipT]v OKEüoç, « ‘vaso’ honorable»; lo opuesto: Eiç àxiptav) y probablemente también -e n su Wirkungsgeschichte [«eficacia histórica» o «influencia histórica»]- 2 Tim 2, 20s se refteren al hombre, en Romanos en un contexto «predestinacionista», y en la Carta segunda a Timoteo en un contexto parenético (polêmica contra los herejes). Se discute el sentido de 1 Tes 4, 4: «Cada uno posea su o x eü oç en santidad y honor». Debe interpretarse ya sea en el sentido de: «cada uno mantenga en honor su propio cuer­ po; o bien, lo que es más probable, en el sen­ tido de: «cada uno tenga un trato honroso con

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su esposa» (así Ch. Maurer, en ThWNT VII, 365-368); cf. 1 Pe 3, 7). Se discute también la interpretación de la expresión ôiJtkfjç xipfjç, 1 Tim 5, 17; hay que traducirla por; dobles honorários para los que administren bien su oficio de líderes (J. Jeremias, Die Briefe an Timotheus und Titus [NTD 9], 41; M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralhriefe'^ [HNT], 61; Schneider, 178, 5s: «más proba­ blemente»), o bien por: doble honor (W. Michaelis, Das Altestenamt der christlichen Gemeinde im Lichte der Heiligen Schrift, Bem 1953, 112-119). 3. a) La combinación de tip f| y -v ôó^a, «honor y gloria» aparece ocasionalmente en la LXX, pero sin que pueda hablarse de una hendíadis estereotipada idiomaticamente (apli­ cada a Dios, por ejemplo, en Sal 8, 6; 95, 7 LXX; a Aarón, en Ex 28, 2; o al hombre en general, en Sal 8, 6). Pero eso sí ocurre en lo que respecta al NT, sobre todo en textos doxológicos e hímnicos de alabanza a Dios (1 Tim 1, 17; cf. 6, 16 junto a xQáxoç alcbvtov en vez de ô ó |a ; Ap 4,11 [cf. también el v. 9]; 5, 13; 7, 12) o del «Cordero» (Ap 5, 12.13). En los himnos del Apocalipsis se encuentra la expresión estereotipada xipiri x a l ôóÇa junto a otros predicados honoríficos, cuya elección está determinada en cada caso por el contexto (Jõms, 33 y passim). El Sal 8, 6 LXX se cita en la Carta a los Hebreos y se aplica al Jesus sufriente (-► X£keióm 3.b; sobre la posible diferencia entre xtpf| y ôó^a en Heb 3, 3 cf. O. Michel, Der B rief an die Hebrãer^ [KEK], 176: xipr| es sólo parte de la ô ó |a ). Mientras que Heb 2,7. 9 se halla en el contexto más amplio del Sal 2, 7 (cf. Heb 1, 5; cf. también 5, 4 junto con 5, 5), vemos que en 2 Pe 1, 17 la recepción de «honor y gloria» se fundamenta en la Trasfiguración y en la voz del delo, con arreglo al Sal 2, 7 (K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe^ [HThK], 198s; sobre una interpretación diver­ gente cf. ibid. 198 nota 3). Ap 21, 26 («y traerán a ella el honor y la gloria de Ias naciones») se halla dentro de una paráfrasis, muy libre, principalmente de Is 60 (cf. sub loco W.

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Tl[i,T)

Bousset, Die Offenbarung^ [KEK]; E. Lohmeyer, Die Ojfenbarung [HNT]; H. Kraft, Die Ojfenbarung [HNT]). Sobre Rom 2, 7.10 y 1 Pe 1, 7 cf. ->• 2. b) La traducción alemana que ofrece Lutero de TLfifíç fiYoeáoUriTe, en 1 Cor 6, 20; 7, 23: «ihr seid teuer erkauft» (la traducción espanola de la Casa de la Biblia es parecida: «Habéis sido comprados a buen precio»), sigue el sentido marcado por la Vg (jjretio magno). Sin embargo, se objeta repetidas veces que en estos textos no se habla en absoluto de lo ele­ vado dei precio; se propone, por tanto, la tra­ ducción: «babéis sido comprados al contado / con pago al contado» (H. Lietzmann-W. G. Kümmel, An die Korinther I/lP [HNT], 28s; H. Conzelmann, Der erste B rief an die Korinther^ [KEK], 143s con la nota 44). Según F. Büchsel, la «concisión» con que se «lanzan» Ias palabras en ambos pasajes, demuestra que se trata de una especie de «eslogan» de Pablo; con toda intención no se dice quién ha comprado a los cristianos, y quién es aquel a quien han sido comprados y cuál ha sido el precio pagado (ThWNT 1, 126, Iss). Pero Gal 3, 13; 4, 5 (con è|aYOQáÇcu) demuestra que el precio pagado fue alto: el de la entrega que Jesiís hizo de sí mismo, al ponerse bajo la maldición de la ley. (Podemos aceptar esta conclusión, aunque entre Gálatas y primera Corintios haya habido cierto desplazamiento en cuanto a la imagen y a la idea.) Por tanto, es posible que XLp,fjç no esté mal traducido por teuer («a buen precio»). Se discute también si, en el fondo de 1 Cor 6, 20; 7, 23, no se halla la idea dei rescate sagrado de un esclavo (cf. DeiBmann, 274s: eJipíaro ó 'AitóltÀcov ó núflioç TzaQà... âjt’ èX .E uhegíg 0(0(Ji[a] Yrjvaixetov... x ip ãç

ciqy'U6Ío'u

pvfiv

TQicõv xal f|[upvaíou). La objeción de Conzel­ mann (Der erste Brief an die Korinther, 144) de que àyoQá^eiv significa «comprar en el merca­ do» y de que, por tanto, este verbo no se ajusta al tenor de los textos de Delfos, no es demasiado convincente, porque Pablo no tiene por qué haberse atenido estrictamente a la terminologia de esos textos. Büchsel y otros podrían estar en lo cierto al afirmar que la referencia a la manumi-

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sión normal (no a la manumisión sagrada) de esclavos basta para explicar el pasaje, tal como ellos lo interpretan aisladamente en 1 Cor 6 y 7. Ahora bien, el mismo Büchsel concede (Th\TOT I, 120, 32s) que esta imagen, en Gál 3 y 4, co­ rresponde en cierto modo a la manumisión sagra­ da de esclavos. Entonces esto tendrá consecuencias para la Carta primera a los Corintios, si esta carta, como es probable, se escribió después de Gálatas. Otras objeciones contra DeiBmann (-^ è^aYOQÓCw), si tenemos en cuenta la conocida Inhabilidad de Pablo para establecer comparaciones, no son necesariamente convincentes, pero sí deben tenerse en cuenta muy en serio. c) Según G. Bomkamm, Col 2, 23 «dificil­ mente podrá traducirse con seguridad» (A«/sütze I, 151; de la misma manera piensa E. Schweizer, Carta a los Colosenses, Salamanca 1987, 145: un texto «casi intraducible»). Desde luego, una cosa estaria clara y es que el autor deuteropaulino -siguiendo enteramente la tradición teológica de Pablo- quiere dejar al descubierto Ias verdaderas raíces dei culto ascético (a propósito de la veneración de los elementos dei mundo ->■ oxot^^eTov 3) y, con ello, de toda religión basada en la autorredención por medio dei culto: Precisamente el ho­ nor buscado en la ascética corporal -quizás xtp,T) era incluso una palabra clave de los fal­ sos maestros de Colosas (E. Lohse, Der Brief an die Kolosser [KEK], 184; no se puede afir­ mar con seguridad si xi|tf| es aqui, además, un tecnicismo para designar la deificación expe­ rimentada en los cultos mistéricos, como piensan Borhkamm [Aufsãtze I, 151] y Lohse 185 [cf., a propósito de todo esto, R. Reitzenstein, Die hellenistischen Mysterienreligionen, Leipzig ^1927 (Darmstadt 1956), 252254]- sirve en último término, aunque de ma­ nera inconsciente, para la satisfacción de la carne y conduce así al deshonor (una idea que, al menos, es afín a la expuesta en Rom 1, 21ss, ->• àxip,La 3); porque la ascética, como medio impío de adquirir dominio sobre Dios y como inconfesada idolatria de si mismo, se niega a tributar a Dios el honor que le es debido. El no honrar a Dios significa deshonrarse a si mismo. Por eso, E. Lohmeyer habla, con razón, de Col 2, 23 como «la respuesta

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■ClJiTl - TljxÓ-fl-EOÇ

irônica» a la filosofia de los colosenses {Der Briefan die Kolosset^ [KEK], 129).

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preciosas, el bienestar existente en Babilônia (= Roma); cf. Ez 26, 12; 21, 9ss.33.

H. Hübner

Tifiódeoç, TÍ^ioç, 3 timios honrado, respetado, pre­ cioso, valioso*

1. En el NT, de Ias 13 veces que aparece xípioç, dos se encuentran en el libro de Hechos, cinco en Ias cartas (1 Corintios, Hebreos, Santiago y 1/2 Pedro, un testimonio en cada una) y seis en el Apocalipsis. 2. El adjetivo xí(xioç, derivado de -> xtpf|, significa honrado, respetado (un maestro de la ley, Hech 5, 34), respetable (el matrimônio, Heb 13, 4), precioso, valioso, costoso (piedra[s] preciosa[s], 1 Cor 3, 12; Ap 17, 4; 18, 12.16; 21, 11.19; madera, Ap 18, 12; fruto de la tierra, Sant 5, 7). De mayor significación teológica son 1 Pe 1, 19 (que se halla en la tradición paulina, -> xtpf| 3.b): «Habéis sido rescatados (-> XúxQOV 5) ... por medio de la sangre preciosa... de Cristo», y 2 Pe 1, 4: «Ias preciosas y maravillosas promesas» que Dios ha hecho gratuitamente. El texto de Hech 20, 24 está sobrecargado lingüísticamente; ouôevòç Xóyov jroLOÜ[xai xf)v Tjjuxpv xiftíav èpauxq) mç XEXEicõaai xòv ÔQÓpov p,ou. ^Tendremos aqui, como H. Conzelmann (Die Apostelgeschichte^ [HNT], 127) considera posible, una mezcla de dos enunciados: ouôevòç Xóyov rtoioüp.aL, «no tengo en cuenta nada» y «no considero mi vi­ da como preciosa»! Sin embargo, el sentido está claro: «No considero mi vida como de valor alguno, a fin de poder terminar mi carrera». H. Hübner timiotSs preciosidad, riqueza, bienestar* En Ap 18, 19 f| xip.ióxijç es una expresión abstracta para designar la plenitud de cosas

T ifu Ó T t|ç , t j t o ç ,

o v Timotheos Timoiõo*

1. Testimonios autênticos (Cartas paulinas) - 2. Carta a los Colosenses, 2 Tesaloninences, Pastorales, Hebreos - 3. Hechos de los Apóstoles - 4. Testimonios extrabíblicos. B ib l.: Bauer, W õrterb u ch , í .v.; N. Brox, Z u den perso n lich en N otizen d e rP a sf. BZ 13 (1969) 76-94; S. T. D. Cohen, Was T im othy Jew ish (A cts 16: 1-3)? P atristic E xegesis, R a bbinic Law, a n d M a trilineal D es­ cem : JBL 105 (1986) 251-268; H. C. Kee, Tim othy, en IDB IV, 650s; W.-H., Ollrog, P aulus un d seine M itarb eiter, Neukirchen-Vluyn 1979, índice analítico í.v. (273); H. Opitz, en BHH III, 1988s; W. Stenger, Tim o th eu s u n d T itus a is literarische G estalten: Kairos 16 (1974) 252-267; P. Trummer, D ie P aulustradition d e r P ast, Frankfurt a. M. 1978, 76ss, 113ss; K. Wegenast, en Pauly, L exikon V, 85 Is.

1. Timoteo es un nombre griego frecuente (significado: «el que honra a Dios»). Las no­ ticias que el NT nos proporciona acerca de Ti­ moteo, proceden de diferentes grupos de es­ critos. Por tanto, no puede formarse sencillamente un conjunto con todas ellas. Tan sólo las Cartas paulinas claramente genuinas son una fuente autêntica acerca de Ti­ moteo: en 2 Cor 1, 1; Flp 1, 1; Fim 1 (Col 1, 1) Timoteo es el único co-remitente de la correspondiente carta; en 1 Tes 1, 1 (2 Tes 1, 1), lo es juntamente con Silvano (Silas, ->■SiXãç). Pablo llama a Timoteo «hermano» (2 Cor 1, 1; 1 Tes 3, 2; cf. también Col 1, 1), «colabo­ rador» (1 Tes 3, 2; Rom 16, 21), «hijo amado y fiel en el Senor» (1 Cor 4, 17). Timoteo tiene juntamente con Pablo una importante función en la proclamación dei evangelio (2 Cor 1, 19) y se hace cargo también de tareas propias; fortalece a la comunidad atribulada y tranquiliza con sus noticias al apóstol (1 Tes 3, 1-6). 1 Cor 4, 17 y 16, 10 recomiendan a Timoteo para su misión en Corinto, con lo cual Pablo trata de protegerle. Claro que de ahí -y de la función especial de Tito (2 Cor)no se puede deducir que Timoteo no estuviera a la altura de esa tarea (en contra de Kee, 650s), porque el mismo Pablo llegó a tener di-

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Tinódeoç - Tifxrogía

ficultades con esa misma comunidad. En todo caso, Flp 2, 19-22 da el mejor testimonio de Timoteo: Pablo no tiene a nadie «que sea de sus mismos sentimientos» (ioó'ilJX)xov), que se preocupe tan «genuinamente» (yvtioícoç) de los intereses de la comunidad y que junta­ mente con Pablo, «como un hijo con su pa­ dre», esté al servicio de la propagación dei evangelio. - El último testimonio autêntico lo constituyen los saludos de Timoteo en Rom 16,21. 2. Col 1, 1 y 2 Tes 1, 1, en comparación con Ias cartas claramente genuinas, no aportan na­ da nuevo sobre la persona y la función de Ti­ moteo. - El cuadro parece ser distinto, en primer lugar, en Ias Pastorales: Timoteo, como «hijo legítimo» (1 Tim 1, 2) y «amado» (2 Tim 1, 2), es destinatário de dos cartas; a él se le ha confiado la tradición (1 Tim 1, 18; 6, 20), y a él se dirige el «tú» de Ias cartas, cuando se interpela en segunda persona dei singu­ lar. Sin embargo, un examen más atento de Ias Pastorales nos hace ver que estas cartas son doblemente pseudônimas, es decir, que los destinatários son también ficciones literárias (Stenger, 253). Detalles aparentemente tan concretos y entranables acerca de Timoteo, como los nombres de la abuela Loida y de la madre Eunice (2 Tim 1, 5), su temprana intrucción en Ias Sagradas Escrituras (3, 15), su ordenación por Pablo (1,6; ;a diferencia de 1 Tim 4, 14 !X sus dolencias de estômago (1 Tim 5, 23), etc., no ofrecen noticias fidedig­ nas acerca de Timoteo, sino que son tópicos epistolares fictícios atribuidos en general al que ejerciera el ministério después de Pablo. Un lugar especial lo ocupa la mención de Ti­ moteo que se anade de manera un poco inconexa al final de la Carta a los Hebreos. Timo­ teo, que según Heb 13, 23 acaba de ser puesto en libertad, representa un eslabón nominal, pero sólo indirecto y posible, que une la Car­ ta a los Hebreos con la tradición paulina. 3. El libro de Hechos informa de manera más detallada y fidedigna acerca de Timoteo, pero sin ajustarse a lo que dicen Ias Cartas

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paulinas. Timoteo, hijo de una madre judeocristiana y de un padre gentil (Hech 16, 1), natural de Licaonia (probablemente de Lis­ tra), es elegido por Pablo como companero por recomendación de los cristianos de aquel lugar, y es circuncidado por él por consideración con los judios que allí viven (16, 2s), lo cual se haUa en evidente tensión con lo que se dice en Gál 2, 3 y también en 2 Tim 1,5. En medio de Ias dificultades originadas por la misión en Grécia, Silas y Timoteo permanecen primeramente en Berea (Hech 17, 14). Según 17, 15s, Pablo, que entretanto ha llegado a Atenas, les pide que vengan lo antes po­ sible; pero no se reunirán con él sino en Corinto (18, 5). Según 19, 22, Timoteo, junta­ mente con Erasto, prepara la visita de despe­ dida de Pablo a Macedonia, y después se baila entre los muchos que acompanan a Pablo en su último viaje a Jerusalén (20, 4). 4. La tradición posbíblica (por ejemplo, Eusebio, HistEccl in, 4, 5), que hace de Pablo el primer obispo de Efeso, dificilmente ofrecerá testimonios que nos hagan saber más cosas de Ias que conocemos por el NT. P. Trummer T ífiío v , 0)V0Ç TimOn Timón* Nombre de persona, frecuente en griego. En Hech 6, 5, nombre de uno de los siete en tomo al helenista Esteban. ti^tOQÉto timõreõ castigar, mandar casti­ gar* En voz activa aparece en Hech 26, 11: TípcoQCõv aúxoúç, refiriéndose seguramente a la pena de azotes aplicada por la sinagoga ( ^ paoTiYÓw); la voz pasiva se encuentra en 22, 5: iva TípcoQiqbcõoLV. Cf. también Billerbeck IV, 329ss. TifitúQ Ía, a ç , timõria castigo, pena* Heb 10, 29: à^LÓopat rípcopíaç, «incuriir en un castigo» (cf. Diodoro Sículo I, 96, 5). Bauer, Wõrterbuch, í .v.

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TLVCO - TIÇ

TÍvo) tino pagar, sufrir (como castigo)* En 2 Tes 1, 9 en la expresión frecuente des­ de Sófocles: ôíxiiv TÍvco, «sufrir como casti­ go». TÍÇ, TÍ tis, ti ^quién?, ^cuál?, iqué? 1. Aparición en el NT - 2. Uso - 3. Posición en el frase. B ibl.: Amdt-Gingrich, j . v.; O. Bâchli. «W as habe ich m it D ir zu schajfen?». E in e fo rm e lh a fte F rage im A T u nd NT: ThZ 33 (1977) 69-80; Bauer, W õrterbuch, s. V.; BlaB-Debmnner, s.v. en el índice analítico; G. Braumann, Wozu (M c 15, 3 4), en F S R engstorf, 155165; R. Bultmann, D e r S til d e r p ln P red ig t u n d die k y n isc h sto isc h e D ia trib e (FRLANT 13), Gõttingen 1910; J. C. Hawkins, Fíorae synopticae, Oxford "1909 (1968); J. Jeremias, D ie S p ra c h e d e s Lk-E v. (KEK Sonderband), Gõttingen 1980; Johannessohn, P rapositionen, s.v. en el índice analítico; Kühner, G ram m atik IK2, 632 (índice de matérias); 705s (s.v. en el índi­ ce de términos); W. Larfeld, D ie neutestam entlichen E vangelien nach ihrer E ig e n a rt u n d A b h ã n g ig keit uníeríMc/zí, Gütersloh 1925; Liddell-Scott, s.v. Tiç, t i B; Mayser, G ram m atik, s.v. en el índice analítico; H. R. Moeller-A. Kramer, A n overlooked Structural P a tte m in N T Greek: NovT 5 (1962) 25-35; Moulton-Milligan, S .V .; H. Rix, H islo risch e G ram m atik des G riechischen. L a u t- u n d F o rm e n leh re, Darmstadt 1976, 186-188; Schwyzer, G ra m m a tik I, 615s; Sophocles, L ex ic o n , S.V.; G. R. Stanton, Q u id ergo A th e n is e t H iero so lym is?, Q u id m ih i tecum est? A n d TÍ epol xal aoi: RhMus 116 (1973) 84-90; Zerwick, E l griego d e i N uevo Testam ento, Estella 1997, núm. 221.

1. El pronombre interrogativo (in)directo (sobre la etimologia cf. Schwyzer y recientemente Rix; atestiguado desde Homero, II) aparece 555 veces en el NT, predominante­ mente en nominativo o acusativo singular neutro (340 veces) y en nominativo singular masculino / femenino (146 veces); sobre Ias demás formas documentadas cf. VKGNT II, 396 ó Computer-Konkordanz, Berlin 1980, Appendix 60*s. Las formas áticas alternativas Toü y tm (junto a tívoç y tívi) no aparecen ni en el NT ni en los papiros (cf. Mayser 1/2, 70). TÍÇ se encuentra con especial frecuencia en los Evangelios sinópticos (91 veces en Mateo, 72 en Marcos, 114 en Lucas), así como en el Corpus Paulinum (107 veces, 43 de ellas en la Carta a los Romanos). Pero no aparece en

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Tito, Filemón, 2 Pedro, 2/3 Juan, Judas. Co­ mo v.l. se halla el indefinido —>■xiç en Rom 8, 24 (Tiç, TÍ x a í en el texto dei NTG); Heb 3, 16; Sant 3, 13 (eíxiç); cf. también Mc 5, 31 a diferencia de Le 8, 46 y Mc 11,3 par. Lc 19, 3 1 a diferencia de Mt 21, 3. El pronombre in­ terrogativo lleva siempre acento agudo y el acento carga sobre la sflaba dei tema. 2. TÍÇ se usa como sustantivo y, con menor frecuencia (cf. Bauer s.v. 2), como adjetivo a) en interrogativas directas, b) en interrogativas indirectas {quién, qué; cuál) y c) en sustitución de un pronombre relativo. En a) y, con menor frecuencia, en b) puede usarse también como sustituto de -v Jtotoç (como predicado nominal; cf. Bauer, s.v. la^; IbP) o juntamen­ te con Jtotoç (como adjetivo; cf. BlaB-Debrunner § 298, 2; obsérvese la v.l. en Mc 4, 30 [omitida en NTG^®]; Hech 7, 49; cf. también Mt 5, 46s a diferencia de Lc 6, 32s). tíç pue­ de sustituir también a Jtóxeqoç (en sentido sustantivado, cf. Bauer s.v. lay; Iby; BlaBDebrunner § 298, 1). En tales casos el neutro TÍ funciona a veces como predicado nominal, incluso con un sujeto en plural o con un sujeto de persona (cf. Bauer s.v. Ibô, a propósito Hech 13, 25 [v.l. xíva]; 17, 20 [v.l.]; 1 Cor 3, 5 [dos veces, v.l. xíç]; otros ejemplos clásicos en Liddell-Scott s.v. I, 2). Pueden acompanar partículas como ->• à q a (l.a.l). Sobre yáq y o ív -r a)l. a) En interrogativas directas: 1) TÍÇ aparece casi siempre con indicativo (por ejemplo, el indicativo dei futuro gnómico, cf. BlaB-Debrunner § 349, 1; puede faltar también la cópula, cf. ibid., 127, 3 y Jeremias sobre Lc 24, 17), por ejemplo en frases fijas como la siguiente; tíç uptòv...; (introducción a una metáfora o a una parábola, en sustitución de una oración condicional, cf. Jere­ mias sobre Lc 11, 5 y 22, 23; también con áv&QCUJTOç, por ejemplo en Lc 15, 4 a dife­ rencia de Mc 18, 12 [TÍvi âvÜQrójtq)], o sin ê^, cf. Bauer s.v. la a ; BlaB-Debrunner § 164, La); TÍÇ olôev, sl y otras frases por el estilo ( ^ El 2.c); xíç (...) oúxoç..,; (con referencia a

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TIÇ

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Jesus, cf. Jeremias sobre Lc 7, 49); t í è(xol en neutro ( x íç [ = j t ó x e q o ç ] unicamente en Mt x a i ooí; y otras expresiones parecidas (cf., 27, 17.21). Aparece, por ejemplo, en Ias ex­ además de Arndt-Gingrich, s.v. Ibe, Sophopresiones x í JTOLf|ao3; en Mt 20, 32 par. Mc 10, cles, í.v. 1; Bâchli [dedica especial atención al 51 / Lc 18, 41; Mt 27, 22 par. Mc 15, 12; Mc AT], 77-80; Stanton, 87-90; LiddeU-Scott, i.v. 10, 17 a diferencia de Mt 19, 16 (cf. supra) / I, 8 c); xí ooi (únlv) ôoxel; (pregunta previa Lc 18, 18 ( x í JtoiT|oaç; cf. Lc 10, 25, así co­ en Mateo; una visión de conjunto en Hawkins mo Jeremias sobre este lugar concreto; Küh8.33, cf. también Larfeld, 295; fuera de Ma­ ner IE2, 100; Liddell-Scott s.v II, 2); Mc 10, teo, la expresión aparece únicamente en Jn 36; Lc 12, 17; 16, 3; 20, 13; Hech 22, 10 (en II, 56); TL yáç; (Rom 3, 3; Flp 1, 18; cf. Kühplural en Lc 3, 10.12.14; Hech 2, 37; 4, 16; en ner II/2, 337); xí oúv;, o más plenamente la presente en Jn 6, 28) y en x í v i ópouóaoc); en expresión xí o n v EQo1j[j,Ev; o ú v ; -> Xéym 3 Mc 11, 16par. L c7, 31;Lc 13, 18b. 20. (preguntas breves para hacer alguna objeción 3) Con optativo potencial únicamente en o para continuar; además de Bauer í . v. Ib E , Hech 17, 18 (xí sustantivado). cf. en general Bultmann, 13s, 53, 101; tam­ b) En interrogativas indirectas: bién sin o ú v , cf. Bla6-Debrunner § 366, 2). 1) Casi siempre con indicativo (-> a.l), es­ No se baila atestiguado en el NT, por ejemplo, pecialmente después de -»■ o lôa (3.f.l; es dexí ôé; (cf. Liddell-Scott, s.v. 1, 8s); ejemplos cir, 24 veces, cf. también VKGNTI, s . v . a d ­ de preguntas a Ias que se espera respuesta ne­ jetival en 1 Tes 4, 2), Yivcóaxoo (12 veces, cf. gativa, pueden verse en Bauer, s.v. la a ; cf. también VKGNT I, s.v con interrogativa también Liddell-Scott, s.v. I, 5. sustantivada en Hech 22, 30; todos los testi­ Como expresión preposicional (cf. Bauer, monios de ello en Hawkins, 47; cf. en general s.v. Iba) encontramos principalmente ôià xí; BlaB-Debrunner § 267, 2), àxoúco en Mt 21, Upor qué?\ también en Mc 7, 5; elipsis en 16; Lc 18, 6 y siete veces en el Apocalipsis, ->■ Rom 9, 32; 2 Cor 11, 11). En este significado adverbial se halla xí; (v.l. de ôià xí en Lc 24, àxoú® 5.e), ÀÉYCO en Mt 22, 17; Mt 24, 3 par. Mc 13, 4; Lc 20, 2 (en NTG^® la puntuación 38; compárese también Mc 11, -3 con Lc 19, 31) también solo; de manera semejante xí oxt; es de interrogativa directa); Hech 24, 20. (cf. BlaB-Debrunner § 299, 3). Es casi sinô­ 2) Con subjuntivo deliberativo (-+ a.2; nimo EÍç xí; en Mt 14, 31; Mt 26, 8 par. Mc veinticinco testimonios; con interrogativa 14, 4; Mc 15, 34 (cf., a propósito, Braumann) sustantivada en Rom 8, 26; b.l), exclusiva­ mente sustantivado y casi únicamente en neu­ a diferencia de Mt 27, 46 (de manera diferen­ tro (xíç en Lc 12, 5; paratáctico xíç xí en Mc te en Hech 19, 3); otras expresiones preposi15, 24; cf. Lc 19, 15 [v.l.; NTG en el texto; cionales aisladas pueden verse en Bauer, s.v con indicativo], cf. Bauer s.v. lc), por ejem­ Iba, y además x ax à xí; Qen qué?) en Lc 1, 18 (cf. Bauer s.v x ax á 5aô); sobre la LXX, plo después de ex(ü («saber») en Mt 15, 32 cf. Johannessohn; sobre el uso clásico cf. Lid­ par. Mc 8, 2; Mc 6, 36 (v.l. omitida en NTG“®); 8, 1; Hech 25, 26; aqui habrá que in­ dell-Scott s.v 18h. xí introduce una exclamación {jcómo!, [cuánto!) en Mt 7, 14 (NTG cluir el primer ejemplo de papiro citado en Moulton-Milligan, s.v. 2; después de [ieq l [xoxt) y en Lc 12, 49 (BlaB-Debrunner § 299, 3; váoo en Mt 6,25 par. Lc 12, 22; Mt 10,19 par. Arndt-Gingrich, s.v 3b; Sophocles, s.v 5). 2) Con subjuntivo deliberativo (menos de Mc 13, 11 (jte o -)/L c 12, 11. 3) Con optativo potencial (-> a.3) u oblicuo 35 testimonios, entre los que hay que contar (ocho veces en Lucas y Hechos, además en Jn los que llevan insertado OeXo) como en Mt 20, 13. 24 [NTG v.l.]; Hech 17, 20 [v.l.]; con in­ 32 par. Mc 10. 51 / Lc 18, 41; Mt 27, 17.21; Mc 10, 36; 15, 12), casi únicamente en senti­ terrogativa sustantivada en Lc 1, 62; 9, 46; 22, 23; -> b.l; cf. Hawkins, 22 y 46s y espe­ do sustantivado (en sentido adjetival en Mt 19, 16 a diferencia de Mc 10, 17; Mc 4, 30) y cialmente Jeremias sobre Lc 1, 62). Aparece

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TIÇ - TIÇ

casi siempre sustantivado (predicado nominal en Lc 8, 9; Hech 10,17); se halla cuatro veces después de rtnvôávopai (Lc 15, 26; 18, 36; Jn 13, 24 [a diferencia de NTG]; Hech 21, 33) y dos veces después de ôiajtOQéto (Hech 5, 24; 10, 17).

1766

M o rpholo gy o f K oine G reek as in the A p ocalypse o f St. John (NovTS 27), Leiden 1971; T. Schramm, D e r M a rk u s-S to ff b ei L ukas (SNTS Mon 14), Cambridge 1971; J. Wackemagel, V orlesungen ü b e r S y n ta x , 2. Reihe, Basel ^1957, 114-119; Zerwick, El griego dei N uevo Testam ento, Estella 1997, núm. 9.

1. El pronombre indefinido (sobre la etimo­ c) En sustitución de un pronombre relativo logia TLç, xí; sobre los aspectos de la lin­ (v.l. Mc 14, 36; Jn 13, 18; 16, 18; cf. también guística comparada, cf. Wackemagel; sobre el Mt 10, 19 a diferencia de Lc 12, 12; Mt 12, 3 antiguo debate acerca de la coordinación con a diferencia de Lc 6, 3; Mc 9, 6 a diferencia los sustantivos o los pronombres, cf. Apolode Lc 9, 33; algunos testimonios de papiros nio Díscolo, Pron 27,1-28, 9; este pronombre en Moulton-Müligan j.v. 2 y Mayser II/l, 80; indefinido se halla atestiguado desde Homero ejemplos clásicos también en Liddell-Scott, II) aparece 256 veces en el NT, la mayoría de í.v. Ilb y d; cf. también Bauer, í . v . laô; BlaBellas en Ias formas de nominativo masculiDebrunner § 298, 4; Zerwick, núm. 221). xí se no/femenino (en singular 238 veces, en plural halla sustantivado en Mc 4, 24; 14, 36; Lc 17, 76) y de nominativo o acusativo singular neu­ 8 (con subjuntivo), junto a un pronombre rela­ tro (95 veces); sobre la aparición de otras for­ tivo en 1 Tim 1, 7 (después de voéco también mas, cf. VKGNTII, 396 o Computer-Konkoren Mc 13, 14 [v.l.]), y tíç; como adjetivo en 1 danz, Berlin 1980, Appendix 58*s. Las for­ Cor 15, 2 (cf. H. Conzelmann, Der erste Brief mas áticas alternativas xon y xtp (junto a xian die Korinther [KEK], sobre la traducción v o ç y tlvl) no aparecen en el NT, aunque xon dei pasaje). En NTG‘* Hech 13, 25 y Sant 3, aparece aisladamente en los papiros (cf. May­ 13 tienen la puntuación de interrogativas di­ ser E2, 70). rectas. xiç se encuentra en todos los escritos dei NT y es especialmente frecuente en la doble 3. Predomina la posición inicial (obsérvese obra de Lucas (80 veces en el Evangelio, 115 la anáfora, por ejemplo, en Rom 8, 33-35; 2 en Hechos), así como en el Corpus Paulinum Cor 6, 14-16; ejemplos de Epicteto en Bult(175 veces, 55 de ellas en la Carta primera a mann, 17, 40 y 71). Son excepeiones, por los Corintios). Como v.l. se encuentra el inte­ ejemplo: av xíç eí; en Jn 1, 19 (cf. Bla6-Derrogativo ^ TÍÇ en Heb 5, 12; 1 Pe 5, 8 (en brunner § 475, Ib); además, Jn 1,22 [v.l.]; 21, parte con infinitivo; cf., a propósito, Mayser 12; plural en Hech 19, 15); ou xí Xéyeiç, en n/3, 54; Sophocles, í.v. 3; Liddell-Scott, í . v. Mc 14, 48; Jn 8, 5; 9, 17 (v.l.). Es singular la Ila). El pronombre indefinido enclítico lleva posición final en Jn 21, 21 (epifórica; cf. únicamente acento agudo cuando va seguido Epicteto, Diss IV, 1, 102, citado por Bultpor otro enclítico (por ejemplo, en 1 Cor 10, mann, 24). Sobre la posición (y la función) de 19); las formas bisílabas, en este caso, se formas de acusativo en determinadas consacentúan al final (por ejemplo, Lc 19, 8; Gál trucciones de infinitivo, cf. Moeller-Kramer, 1, 7); lo mismo sucede cuando retienen su 31 y 35 (siete ejemplos) acento (por ejemplo, en Mc 7, 2; Hech 25, A. Horstmann 13), o cuando se hallan en posición inicial (-> 4), y, por tanto, se diferencian siempre de las correspondientes formas interrogativas. TIÇ, Ti tis ti alguno, alguien, algo 1. Aparición en el NT - 2. Variantes semânticas - 3. Uso - 4. Posición en la frase. B ib l.:

T ÍÇ ,

232; Kühner,

xí; Beyer, Syntax, 76ss, 109s, 226I/l, 345s; G. Mussies, The

G ra m m a tik

2. TLÇ a) indica casi siempre algo indetermi­ nado o indefinido (aunque algunas veces no carezca totalmente de importância: alguien, alguno, algo-, en plural, algunos, cf. Bauer,

1767

í.v. laa; Iba; 2aa.y; 2c.d; con negación: nadie, ninguno, nada, cf. Bauer, s.v. lay; lb(3; 2ay) y corresponde a menudo a nuestro artí­ culo indefinido {uno), b) Pero puede designar también a una determinada persona (mencio­ nada o no nominalmente) {un tal, cierto, cf. Bauer, í . v. laP; BlaB-Debrunner § 301, 1) y también c) puede indicar algo especial {im­ portante, cf. Amdt-Gingrich, i.v. laÇ; BlaBDebrunner § 301 nota 3; cf. también LiddellScott, í.v. II, 5).

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TIÇ

§ 164, 1 con la nota 4; -> xiç 2.a.l), ocasio­ nalmente también un participio (después de xivEç, en Mc 14, 57; Hech 15, 1; con artículo, en Gál 1, 7; cf. BlaB-Debrunner § 412, 4; des­ pués de xiç en 1 Cor 6, 1; con artículo en Col 2 , 8).

2) XI aparece únicamente 14 veces en nomi­ nativo, seis de Ias cuales se hallan en la expresión E L v ai XI (->■ 2.c; refiriéndose a personas en 1 Cor 3,7; Gál 2, 6; 6, 3; refiriéndose a co­ sas en 1 Cor 10, 19 [dos veces]; Gál 6, 15). 3) Los casos oblicuos se usan particular­ 3. Tig se usa a) como sustantivo y b) como mente como objeto (xi aparece al menos 80 adjetivo-, veces, por ejemplo en la expresión exeiv xl a) tiç se usa como sustantivo (en el Apoca- xaxá xivoç en Mt 5, 23; cf. Mc 11, 25; jtqóç lipsis es la única forma en que se usa, cf. xiva en Hech 24, 19; parátaxis en xrvóç xi en Mussies 183): Lc 19, 8; -> xíç 2.b.2; cf. también Liddell1) Tiç y Tiveç hacen de sujeto, sobre todo en Scott, í.v. III, 2d), después de una preposición oraciones condicionales (once de doce testi(por ejemplo, jtqóç en Lc 18, 9; Hech 19, 38; monios en el Apocalipsis [13, 17 falta en 24, 12; Col 3, 13), así como en acusativo con Mussies, 183]; así, eí xiç aparece 12 veces en infinitivo (por ejemplo, Hech 5, 36; ^ 2.c; la Carta primera a los Corintios, como anáfo3.a.2; paralelos en Moulton-Milligan, s.v.-, de ra en 2 Cor 11, 20; èáv xiç 18 veces en el manera parecida {adjetival) en Hech 8, 9). So­ Evangelio de Juan; eí xiveç únicamente en bre constracciones con casos oblicuos, ->^ 1; Rom 11, 17; Gál 1, 7; 1 Pe 3, 1; cf. en general sobre la negación precedente compárese Mt 8, Beyer, 76 nota 1; 78 notas 1 y 2; 226-232). eí 28 con Mc 5, 4 y Lc 8, 51 con Mc 5, 37; cf. xiç puede corresponder a ôç (compárese Mc Bauer, i.v. IbP; sobre el genitivo partitivo, cf. 4, 23 con el v. 9) u õaxiç (v.l. Mc 8, 34; 1 Cor también Bauer, í . v. Iba; sobre el participio 7,13 [fjxLç en el texto de NTG]; 1 Pe 3,1); de pospuesto cf. Bauer, r.v. Ia6. manera parecida èáv xiç (v.l. òç [l]áv, Jn 8, b) Xtç (en todos los gêneros; cf. Bauer s.v. 51; 16, 23; Ef 6, 8; 1 Jn 5, 14). El pronombre va precedido a menudo por una negación (on 2a) se encuentra usado como adjetivo (testi­ ... Ti; / pf| [...] xtç = [on...] onÔEÍç / [pf)...] monios de papiros en Mayser II/2, 84s) prin­ pqôeíg; compárese Mt 22, 46 con Mc 12, 34; cipalmente en la doble obra de Lucas (cf. Je­ -V 2.a; cf. BlaB-Debrunner § 431, 2; Beyer, remias, sobre Lc 1, 5) y, por cierto, en Ias si109s; testimonios de papiros en Mayer IE2, guientes combinaciones; 1) Con un sustantivo, por ejemplo, en Ias 567, ejemplos clásicos también en Diels, Fragmente, í .v. en el índice de términos). combinaciones âvdQcoJtóç xtç (introducción Para ampliar la idea de un pronombre inde­ a Ias parábolas o a Ias historias de milagros, finido sirve no raras veces un genitivo partiticf. Jeremias, sobre Lc 10, 30; cf. también vo o (aunque con menor frecuencia) un geni­ Schramm, 155s) y ávf|Q xiç (Jeremias, sobre Lc 10, 30); también en un plural (cf. Bauer tivo con èx (estando el genitivo casi siempre pospuesto, por ejemplo en Mt 16, 28 par. Mc í.v. 2d); sobre Flp 2, 1 cf. Zerwick, n.° 9. 2) Con un adjetivo en gênero neutro, por 9, 1 / Lc 9, 27, y yendo seguido por una oración de relativo; el genitivo se halla antepuesejemplo, pixQÓv xi en 2 Cor 11, 1.16; j t e q i o ooxeqóv XI en Lc 12, 4 y 2 Cor 10, 8. to y va seguido por una oración de relativo en Jn 6, 64) o una circunlocución partiüva con 3) Con un nombre propio (->■ 2.b; cf. Lidèv (cf. Bauer, s.v. la a ; Iba; BlaB-Debrunner dell-Scott, s.v. n, 6), por ejemplo, en Lc 23,

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TIÇ - títXoç

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26; Hech 9, 43; 10, 5.6; 19, 14; 21, 16; 22, 12; La posición de xtç en la proximidad inme24, 1; 25, 19. diata dei comienzo de la frase (cf. Bla6-De4) Con un numeral (eLç xiç, adjetival, úni­ brunner § 473,1) hace que este pronombre in­ camente en Mc 14, 51 [v.l.]; cf. Bauer, s.v. eíç definido se encuentre también delante de un 3c; sobre u ç en Lucas, en sustitución dei eLç sustantivo (cf. BlaB-Debrunner § 301; incluso marquino, cf. Jeremias, sobre Lc 1,5; cf. tamcon disyunción, cf., por ejemplo, BlaB-De­ bién Lc 9, 57 a diferencia de Mt 8,19; ôno tl- brunner § 473, nota 2; ejemplos clásicos en véç en Lc 7, 18; Hech 23, 23; cf. Arndt-GinKühner lE l, 665s) o delante de un verbo (por grich, í.v. 2ba; Liddell-Scott, í .v. II, 8). ejemplo, en Lc 19, 8; -»• 3.a.3). Por lo demás, el orden de Ias palabras varia con frecuencia 4. La posición inicial (ejemplos clásicos en tanto en los manuscritos (por ejemplo, en Kühner I/l, 345s; cf. también Liddell-Scott, Hech 23, 23; 3.b.4) como en el texto fiable í.v. III, la) es, naturalmente, rara (con cierta (comp&ese, por ejemplo, Lc 10, 38 con 17, frecuencia únicamente T iv è ç ò é : Mt 27, 47; 12). Es singularísima la posición atributiva Lc 6, 2; 11, 15; Jn 7,44; 11, 37.46; 13, 29 v.l.; entre el artículo y el sustantivo en 2 Tim 2, Hech 17, 34 [adjetival]; 19, 31; 24,19 [adjeti­ 18. Sobre la posición (y la función) dei acusaval]; 1 Cor 8, 7; 15, 6. Se encuentra también tivo singular xiva en Ias construcciones de in­ en posición inicial, cuando aparece con correfinitivo en Hech 5, 36 u 8, 9 (->• 3.a.3), cf. lativos [testimonios de papiros en Mayser Moeller-Kramer, 31 y 35 ( ^ xíç 3). II/l, 57; ejemplos clásicos también en Lid­ A. Horstmann dell-Scott, s.v. III, 1 b], por ejemplo, x i v è ç (xév ... TLvèç ÔÉ en Flp I, 15; cf. Bauer, i.v. lae; de manera diferente en Hech 17, 18; una TÍTIO ç, ou Titios Ticio* construcción singularísima en 1 Tim 5, 24: El nombre de Ticio, un temeroso de Dios x i v m v ... x i o l v ô é ) . (oepópevoç xòv ■&£Óv, ^ aé|3o[xat), aparece El pronombre se halla en segunda posición en Hech 18,7 con el sobrenombre de ->Tonoen x a í xiveç (M c 8, 3; 11, 5; 14, 57; 15, 35; xoç («el Justo»). Poseía en Corinto una casa Lc 19, 39; Hech 10, 23; 15, 1; 17, 4). Esta po­ (oíxía) situada junto a la sinagoga (-+ ouvosición en segundo lugar es posible también popécn). Por la resistência y oposición de los después de otras partículas, por ejemplo, ei o judios (18, 6), Pablo se trasladó de la sinago­ èáv (-^ 3.a.l), más raras veces después de iva ga (18, 4) a la casa dei «gentil» (18, 6) Ticio (Mc 9, 30; 11, 16; Jn 2, 25; 6, 50; 13, 29; 15, el Justo. Los manuscritos Sin E y otros ofre13; 16, 30; Rom 1, 11.13; 1 Jn 2, 27), aisladacen el nombre de TLxoç Toüoxoç e identifimente después de (bç (2 Pe 3, 9), de xaOmç can así probablemente a Ticio con Tíxoç, el (anáfora en 1 Cor 10, 8s) o de xaOáiteQ (1 discípulo de Pablo que no se menciona en el Cor 10, 10). Un pronombre relativo precede libro de Hechos; en A B^ D* 97 Koiné P, se le en 1 Tim 1, 6.19; 6, 10.21 (referido siempre a llama simplemente Toüoxoç. E. J. Goodsun participio que sigue); sobre la negación peed (JBL 69 [1950] 382s lo identifica con el precedente ->■ 3.a.l/3. corintio ^ TaCoç (3) (Tíxioç) a quien se men­ xiç no aparece en tercera posición sino ciona en Rom 16, 23. BHH II, 916; Bauer, cuando la negación se halla detrás de la partí­ Wõrterbuch, s.v.; E. Haenchen, Die Apostelcula, y es especialmente frecuente después de geschichte^ (KEK), sub loco. ôé, en algunos casos aislados después de yÓQ (Hech 19,24; 1 Cor 8,10; 1 Tim 5,15), y des­ TÍTIOÇ, ov, ó titios inscripción, letrero, pués de ãv únicamente en Hech 2, 45 = 4, 35 rótulo* (ejemplos clásicos de xiç después de et, ôé, En Jn 19, 19.20 a la inscripción puesta en la yáp, ctv pueden verse en Diels, Fragmente cruz (—>■EJUYQacpf|) se la llama xtxX,oç (préss.v. en el índice de términos).

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tÍtXoç -

tamo léxico dei latín: titulus). Según la costumbre romana, delante dei condenado se llevaba en alto un letrero con la indicación dei delito cometido, o bien el letrero se colgaba al cuello dei reo (Suetonio, Calig. 32; Domit.lQ', cf. Dión Casio LIV, 3); en el caso de Jesus, el letrero se fijó a la cabecera de la cruz. Según Jn 19, 19s, en el letrero aparecia en tres lenguas («hebreo [= arameo], latín y griego», cf. Lc 23, 38 v.l.) la siguiente inscripción; ’I t]aoüç ó NaÇcogaíoç ó |3aaili.eijç xc&v ’Iouôaícov (cf. Mc 15, 26 par. ->• PaoiÀeúç 4). BHH U, 1005; Haag, Diccionario, 407; Bauer, Wõrterbuch, í.v.

T Í toç , ou Titos Tito* l.Tito era colaborador de Pablo; se le men­ ciona únicamente en el Corpus Paulinum; Pa­ blo mismo habla de él tan sólo en la Carta se­ gunda a los Corintios (9 veces, 6 de ellas en los capítulos 8s) y en Gál 2, 1.3; por lo demás, el nombre aparece también en 2 Tim 4, 10; Tit 1, 4; cf. además la subscriptio de 2 Co­ rintios Koiné (ÈYQácpT] ÒJtò iXíjrjta)v ô l ò T í t o u xal A o u x õ ) y de la Carta a Tito (jtgòç T

í t o v ...).

Tito era cristiano gentil (''E7,Xt]v, Gál 2, 3, a quien Pablo llevó consigo al concilio apos­ tólico de Jerusalén como representante de los cristianos antioquenos juntamente con Bemabé (ou[j,JtaQali.a|3cbv xalT txov, 2, 1), sin tener que circuncidarle aUí (2, 3). Tito desempenó luego un papel especial en el enfrentamiento de Pablo con la comunidad corintia. Después que Pablo hubo experimen­ tado graves ofensas en una «visita de paso» hecha a la comunidad (2 Cor 2, 5-8; 7, 12; 12, 20s; 13, 2), estando ya de regreso en Efeso, escribió a Corinto una carta «con muchas lá­ grimas» (2, 4) y envio a Tito (probablemente con la carta) para que restableciera la paz con la comunidad. Luego Pablo partió de Efeso pasando por Tróade, adonde Tito no había regresado aún de Corinto (2, 12s), y se dirigió a Macedonia, con el fin de encontrarse con Tito (2, 13). Allí experimento consuelo con la llegada de Tito (7, 6; sxagExáXeaev f|pãç ó

TÍtoç

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■&8ÒÇ Ev xfj jragouaíg Tíxou), quien volvió a ganar a la comunidad para el apóstol, y con ello también al apóstol para la comunidad (7, 5ss.l3.14). A continuación, Pablo volvió a en­ viar a Tito desde Macedonia a Corinto, a fin de que terminara la obra de la colecta que Pa­ blo mismo había comenzado antes (xad-mç jtQOEvfiQ^axo, 8, 6; cf. v. 10; 9, 2; iva... x al ejTixEX.éoT]... XT)v xágiv xaúxqv, 8, 6). Como el comienzo de la colecta tuvo lugar «hace.ya un ano» (àjxò itégucn, 8, 10; 9, 2), es posible que Tito, antes de llevar la «carta de Ias lágri­ mas», hubiera hecho una primera visita a Co­ rinto (cf. 1 Cor 16, 1-4), no mencionada espe­ cíficamente por Pablo. La tercera visita a la comunidad (8, 16.23; juntamente con un delegado de Ias comunida­ des griegas [8, 18s] y con otro hermano [8, 22-24]) sirve para acabar como es debido el encargo de la colecta hecho por Pablo, algo sobre lo cual Pablo ruega también a Tito se­ gún 12, 18 (bis) (si el capítulo 12 forma parte también de la denominada «carta de Ias lágri­ mas», entonces el v. 18 se referiría a una visi­ ta anterior de Tito, es decir, al comienzo de la actividad llevar a cabo la colecta, un comien­ zo que se presupone en 8, 6.10; 9, 2). 2. Según 2 Tim 4, 10, Tito misionó más tar­ de en Dalmacia. En Tit 1, 4 se le llama YViíolov xéxvov y (v. 5) se le considera como representante de «Pablo» en Creta, autorizado para nombrar ancianos y para consolidar la organización de Ias comunidades. Según la tradición, Tito, después de la muerte de Pablo, volvió a Creta, donde fue obispo y murió a edad avanzada (Eusebio, HistEccl 111, 6, 6). Sobre Hech 18, 7 v.l. ^ Tíxioç. RE XIX, 798800; BHH III, 1994; Haag, Diccionario, 1948; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; C. K. Barrett, en FS Black, 1-14; A. Suhl, Paulus und seine Briefe (StNT 11), Gütersloh 1975, í . v . en el índice analítico; B. Holmberg, Paul and Po­ wer (CB 11), Lund 1978, 60-62; W.-H. 011rog, Paulus und seine Mitarbeiter (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979, 33-37 y í . v . en el índice analítico. H. Balz

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TOlYagODV - TOXOÇ

TOIY«0OÍ)V toigaroun según eso, por tan­ to, por esa razón* La partícula TOiYagoõv introduce una conclusión deducida de un enunciado anterior, 1 Tes 4, 8 (cf. V. 7). En Heb 12, 1 introduce una exhortación (basada en lo que se ha dicho en el capítulo 11).

Toíyuv toinyn

así pues, por esa razón, por tanto* Partícula ilativa, que en Lc 20, 25 (con im­ perativo) y en Heb 13, 13 (con subjuntivo exhortativo) se halla al principio de la frase e in­ troduce exhortaciones. En 1 Cor 9, 26 (con indicativo) (cf. Sant 2, 24 Koiné con indicati­ vo) la partícula aparece en segunda posición (como en la lengua clásica) e introduce una aserción. TOióoÔE, 3 toiosde de tal condición, semejante, tal* 2 Pe 1, 17: cpcovf]... xoiáÔE, «tal / semejan­ te voz» (refiriéndose a la cita que sigue en el V. 17b y a lo singularísimo de la proclamación divina en sí misma). TOloÜTOç, aÍJTt], oüToCv) toioutos de tal condición, semej ante, tal* En el NT el xoloütoç correlativo aparece 57 veces; sin embargo, sólo algunas veces se emplea como correlativo: xoionxonç oitoioç x a l EYcó «tal como yo soy», Hech 26, 29 (cf. en latín qualiscumque); oLoç ... xoionxoi en 1 Cor 15, 48 (bis); 2 Cor 10, 11b (Bla6-Debrunner § 304, 1 con la nota 1). xoLoõxoç se usa a menudo como adjetivo y, por cierto, sin artículo con sustantivos que no llevan artículo (Mt 9, 8; 18, 5; Mc 4, 33; Jn 9, 16; Hech 16, 24; 1 Cor 11, 16; 2 Cor 3, 4.12; Heb 7, 26; 12, 3; 13, 16; Sant 4, 16; cf. B M Debrunner § 274, 1), y con frecuencia se halla determinado ulteriormente por una oración de relativo (1 Cor 5, 1; Heb 8, 1); con sustanti­ vos con artículo se encuentra ya sea en posi­ ción atributiva (Mc 9, 37; 2 Cor 12, 3) o bien en posición predicativa (Mc 6, 2). Mc 13, 19

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suena a semitismo: bLitinç o ía oi) yÉYOVEV xoiaúxT], «una tribulación tal como no ha acontecido de esta manera» (cf. Ex 9, 18; cf. BlaB-Debrunner § 297, 1 con la nota 2). En Jn 4, 23 xoLObxoç se usa predicativamente en un doble acusativo con un participio (xoioúxonç ^ tixeXxonç jiQ oaxnvonvxaç anxóv, «él bus­ ca personas tales [cf. v. 23a] que le adoren»); xoioüxoç mv (bç en Fim 9 se traduce: «por­ que yo soy tal que / en mi condición de». En otras ocasiones xoionxoç se usa como sustantivo. Sin artículo únicamente en neutro plural: xoiaüxa, tales cosas (Mc 7, 13: rtapó[toia xoianxa, «cosas tales como ésas»; Lc 9, 9; Heb 11, 14); en otras ocasiones con artículo: xà xoianxa, semejantes cosas (Hech 19, 25; ol xà xoianxa jtçáooovxeç, Rom 1, 32; 2, 2.3; Gál 5, 21; f] xi xmv xoionxcav, «o algo de tales cosas», Ef 5, 27; èv xoiç xoionxoiç, «eti tales casos», 1 Cor 7, 15). Se refiére también a personas: ò xoionxoç, una persona a sí/ tal persona (ocasionalmente correspondiendo a onxoç, cf. BlaB-Debrunner § 304, 2) (Mt 19, 14; Mc 10, 14; Lc 18, 16; [Jn 8, 5]; Hech 22, 22; Rom 16, 18; 1 Cor 5, 5 {ésteY, 5, 11; 7, 28; 16,16.18; 2 Cor 2, 6.7 {éste\\ 10, 11a; 11, 13; 12, 2.5 [esíe]; Gál 5, 23; 6, 1; Flp 2, 29; 2 Tes 3, 12; Tit 3, 11; 3 Jn 8).

t o í x o ç , o t), ó toichos pared, muro*

Hech 23, 3: XoX^e XEXoviapéve, «jtú, pa­ red blanqueada!»; un insulto lanzado por Pablo contra el sumo sacerdote Ananías (probablemente se trataba de un insulto corriente; alude tal vez a Ez 13, 10-12: los miembros dei Sanedrín y el sumo sacerdote se parecen a una pared resquebrajada, que sólo por llevar enci­ ma una mano de pintura encubre su fragilidad). ThWNT HI, 826s.

TÓxoç , o n , ó tokos interés (de un capital)*

Mt 25, 27 par. Lc 19, 24: onv xóxcp, «con intereses» (pagados por el cambista de dinero / por el banquero); se usa aqui como imagen para significar el frato producido; cf. también Ex 22, 24; Dt 23, 20s; Ez 18, 17; Prov 28, 8).

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ToX[J,áa)

ToXfAaco tolmao atreverse, osar, permitirse, tener valor* I. Aparición en el NT - 2. Significados fundamentales - 3. Pablo. B ibl.: H. D. Betz, D e r A p o stei P a u lu s u n d die sok m tis c h e Tradition (BHTh 45), Tübingen 1972, 67s; G. Fitzer, xo7|iáw ktX,., en ThWNT VIII, 182-187; I. Znüjewski, D e r S til d e r p ln «N arrenrede» (BBB 52),

Kõln-Bonn 1978, 232-235.

1. En el NT ToJifxáa) aparece 16 veces, ocho de ellas en Pablo (cuatro veces en la Carta segunda a los Corintios) y casi siempre va seguido de infinitivo. Sirve para expresar la audacia o (con negación) la ausência de te­ mor (cf. Flp 1,14: correspondência entre t o ?lftáoL) y ctqiópcoç). 2. En los Evangelios, el verbo ToX,[xácü sin negación aparece únicamente en Mc 15, 43: «José de Arimatea entró valientemente (xok[xr|oaç EiofjX^&EV, cf. BlaB-Debrunner § 414, nota 7; cf. Plutarco, Camill. 22, 6; Demetr 44) adonde estaba Pilato», para pedir que se le en­ tregara el cadáver de Jesús. - En sentido ne­ gativo, como expresión de un acto de desfachatez, Pablo utiliza el verbo ToXqáco en la pregunta retórica de 1 Cor 6, 1: «iSe atreve alguno de vosotros,..., a llevar el asunto ante un tribunal de injustos?». Con la negación {no atreverse, no tener au­ dacia), toX,(xáto describe en Hech 5, 13 el te­ mor que sentían los demás cristianos a los ha­ bitantes de Jerusalén, o en Hech 7, 32 el te­ mor que invade a Moisés después de haber visto la ô ó |a divina. Mc 12, 34 par. Mt 22, 46 / Lc 20, 40 ponen fin redaccionalmente a una serie de litígios: «Y nadie se atrevia ya a preguntarle». Aqui la impresión que causan Ias respuestas dadas por Jesús es tan grande, que quita a los interrogadores el valor para hacer nuevas preguntas (cf. Mt 22,46: «Y na­ die era capaz de responderle»). De manera análoga en Jn 21, 12: Impresionados por la aparición de Jesús, los discípulos no se atreven a preguntarle acerca de su identidad. Tan­ to aqui como en el caso anterior, oú ToXfiáto expresa el temor respetuoso que experimen-

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tan Ias personas ante la superioridad dei Ma­ estro (Mc 12, 34 par.) o dei Resucitado (Jn 21, 12). Un temor parecido se refleja en la polê­ mica de Jds 9, donde se replica a los adversá­ rios que blasfeman contra Ias potestades an­ gélicas (v. 8), haciéndoles ver que ni siquiera el arcángel Miguel se atrevió a proferir insul­ tos contra el diablo (cf. el lugar paralelo en 2 Pe 2, lOs, donde a esas personas se Ias desig­ na como «personas atrevidas y obstinadas» [~+ xoX,(xriTr|ç]). - Pablo utiliza en sentido re­ tórico la expresión oú toXfiáü) para referirse a si mismo en Rom 15, 18; 2 Cor 10, 12 (iro­ nicamente, cf. 10, 2; 11, 21 [-*■ 3.a]), y lo hace para expresar su modéstia apostólica. 3. a) En la confrontación con los adversá­ rios, en la Carta segunda a los Corintios, Pa­ blo utiliza ToXqáo) en sentido absoluto en 10, 2; 11, 21 (bis). En el trasfondo se hallala acusación de los adversários de que Pablo, cuando se halla presente personalmente, y en con­ traste con ellos (y también en contraste con sus propias cartas escritas a distancia), es hu­ milde (-> xaJtEivóç) y débil ( ^ dod^Evriç 2.b y 4), cf. 10, 1.10. A ello replica Pablo advirtiendo a los corintios que se guarden bien de que él, cuando se halle presente en Corinto, tenga que demostrar su propia valentia (§aQQéca) y su confianza en si mismo (jtejtoíÜT)OLç, que, lo mismo que en Flp 1, 14, brota de la actitud de xoJ,|xáco) mediante una conducta audaz y agresiva (rolipám èní u v a , que con este mismo significado aparece también en Hen [gr]; cf. igualmente JyA 83, 6 [Batiffol]; PapLeipzig 39, 8) frente sus calumniadores. En 11, 21 se ve por el contexto que Pablo se gloria de sus propias excelencias y méritos ( ^ Jtanxáoqai, 3). Pablo, gloriándose así, emula en este papel a sus adversários (cf. 11, 17.23; 12, 11; —>■ãqiQoaúvq 3.d), a quienes no va a la zaga, ni mucho menos, en este aspecto (cf. también 12, 11b): «Aquello de lo que uno presume, ... presumo yo también en lo que a mí respecta» (es decir: «Lo que ellos son, lo soy yo también», cf. H. Windisch, Der zweite B rief an die Korinther, 350; cf. Zmijewski; Betz, quien considera xoJ.(j,áco como «uno de

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T o A .|j,á (ü - TÓ Jtoç

los términos de la retórica y de la sofistica» [67]). Es posible que Pablo recoja aqui un eslogan lanzado contra él por sus adversários. b) En Rom 5, 7b xo?iftácü se aproxima al significado de ^ 'UJto|xév(jo (cf. F. Field, No­ tes on the Translation o f the NT, Cambridge 1899, 155; para ejemplos fuera dei NT, cf. Fitzer 182): «Morir por el bien es una cosa a la que quizás alguien esté dispuesto» (xoX.(iáco àjtO'0Tf|axeiv úitég xivoç también en Eurípides, Alc 644; IphAul 1389; Demóstenes, Or 26, 23; Platón, Symp 180a y passinv, especialmente en Isócrates, Paneg. 77; Phil. 44; Arch. 94; Eir. 143). M. Wolter

TO^flljQÓÇ, 3 tolmSros atrevido, audaz* En Rom 15, 15 aparece el grado comparati­ vo de este adjetivo en sentido adverbial: ToXpTipóxegov (A B leen xoX[iTiQOxéQcoç): «Os he escrito con bastante atrevimiento». ThWNTVIIl, 187. TOÀ,^.T|Ttjç, o ü , ó tolmêtês atrevido, teme­

rário* En 2 Pe 2, 10 refiriéndose a los falsos ma­ estros: xoXfXTixai audáÔELç, «personas atre­ vidas y arrogantes». ThWNT VIII, 187.

TO^Óç, 3 tomos cortante, afilado* En Heb 4, 12 el comparativo xop,róxeQoç se refiere metafóricamente a «la palabra de Dios». T Ó |o v , OX), TÓ toxon arco (como arma)* Ap 6, 2: El jinete que cabalgaba sobre el caballo blanco «tenía un arco».

TOTiáÇiov, o v , TÓ topazion topacio* El topacio se utilizaba mucho en la antigüedad para hacer con él sellos y alhajas. Ap 21, 20 lo menciona como la novena piedra pre­ ciosa.

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Ton;oç, o v , o topos lugar, sitio, puesto 1. Aparición en el NT - 2. t ó j t o ç como designación de un lugar - 3. Significado metafórico. B ib L : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.; H. Conzelmann, M iszelle zu A p k 18, 17: ZNW 66 (1975) 288-290; H.

Kõster, TÓJtoç, en ThWNT VIII, 187-208.

1. El NT hay 95 testimonios dei término. De ellos 56 aparecen en los Evangelios (10 en Mateo, 10 en Marcos, 19 en Lucas y 17 en Juan), 18 en el libro de Hechos, 8 en el Apocalipsis y tan sólo 13 en toda la literatura epistolar (3 en Romanos, 2 en 1 Corintios, 1 en 2 Corintios, 1 en Efesios, 1 en 1 Tesalonicenses, 1 en 1 Timoteo, 3 en Hebreos y 1 en 2 Pedro). El término se emplea principalmente en los escritos narrativos y, entre ellos, con la mayor frecuencia en Lucas. 2. xÓJtoç sirve de diversas maneras para la designación de un lugar. a) Con mención específica dei nombre dei lugar, XÓJtoç aparece en la historia de la Pasión. El lugar de la crucifixión de Jesus es el XÓJtoç llamado Gólgota (Mc 15, 22 par.; Jn 19, 17). El nombre hebreo se explica a continuación inmediata, dándose su traducción griega, que es la de xgavLou xóJtoç (Mc 15, 22; Mt 27, 33), o bien, a la inversa, se anade el nombre hebreo a la traducción griega pre­ cedente (Jn 19, 17). Siguiendo el estilo de la LXX, Lc 23, 33 escribe únicamente: êjtt xòv xójiov xòv xaXoú[ievov Kgavíov. Esta de­ signación precisa dei lugar se remonta con to­ da seguridad a una tradición muy antigua. La forma lucana tiene su correspondiente profa­ no en Hech 27, 8: eiç xójtov xivà xaX,oúp,Evov KaXoòç X-ifrévaç. b) xÓJtoç se refiere a lugares visitados por los discípulos o por Pablo, por ejemplo, los lugares de Palestina no especificados, a los que Jesús envia sus discípulos (Mc 6, 11; Lc 10, 1), pequenas ciudades de Asia Menor (Derbe, Listra, Iconio), donde, por consideración con su población judia, Pablo hace que el cristiano gentil Timoteo sea circuncidado (Hech 16, 3; un episodio discutido historica­ mente), y puertos de la provincia romana de

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TOJtOÇ

Asia, no mencionados por su nombre, de los que se habla en el relato dei viaje dei apóstol, ya prisionero, a Roma (27, 2). c) TÓJioç designa un lugar determinado, ya sea una llanura habitada a la que se menciona por su nombre (Genesaret, Mt 14, 35), o bien un sitio desierto, caracterizado con énfasis por un adjetivo o por una oración de relativo: êpTjpoç xójtoç como «lugar solitário / desier­ to / deshabitado», al que Jesús se retira, él so­ lo o en companía de sus discípulos (Mc 1, 35 par.; 1, 45; 6, 31s), xójroç iteôivóç, un «lugar llano», donde los discípulos y el pueblo escuchan el denominado «discurso dei llano» (Lc 6, 17), âvnÔQOi xóiioi, «lugares áridos» por los que anda vagando el espíritu inmundo, después de ser expulsado de una persona (Mt 12, 43), XQaxeiç xóitoi, «lugares rocosos» en el mar, es decir, escollos (Hech 27, 29), xóJtoç ôi^áXX.aoaoç, probablemente un banco de arena situado frente a la playa, en el cual encalla la nave donde iba el apóstol preso (27, 41). Las formulaciones con oraciones de relati­ vo y ó xójioç ojton siguen pautas hebraizantes. Tales estructuras designan el lugar donde fue sepultado Jesús (Mc 16, 6 par.), y en el Evangelio de Juan se refieren a menudo a un sitio importante, mencionado de nuevo, que se relaciona con la historia de Jesús o con la dei Bautista, y que intencionadamente se hace que el lector recuerde (Jn 6, 23; 10, 40; 11, 30; 19, 20.41). Además, xójtoç designa el escenario de la acción en curso; como tal, sirve de enlace local dentro de la narración y puede traducirse sencillamente por allí, a aquel lu­ gar (Lc 10, 32; 19, 5; 22, 40; Jn 5, 13; 6, 10). d) xójtoç designa un determinado edifício, por ejemplo, la casa en que se halla reunida la comunidad de Jerusalén para la oración (Hech 4, 31). Según la manera judia de expresarse, al templo se le llama xÓJtoç Syi-oÇ ° xónoç oúxoç. Mt 24, 15 refiere a él la misteriosa alusión de Mc 13, 14; a Esteban y a Pablo se les acusa de entablar polêmica y de cometer delitos contra el templo (Hech 6, 13s; 21, 28). Dos citas dei AT en el discurso de Esteban hablan igualmente dei templo como xójtoç (7,

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7.49). Con la expresión ó xójtoç oúxoç Lucas enlaza evidentemente con la crítica dirigida por Jeremias contra el templo (cf. Kõster, 197s; cf. también ->• v aó ç 6). En Jn 4, 20 el templo 0 Jerusalén aparece como ó xóJtoç OJTOU JT p o o x u v E tv 081, pero que ahora ha quedado relevado escatológicamente. Tam­ bién la yuxtaposición de xÓjtoç y êUvoç en Jn 11, 48 podría referirse al templo. e) XÓJTOÇ designa el lugar específico donde se encuentran personas o cosas. En la posada no hay lugar para Jesús recién nacido (Lc 2, 7) ; en la mesa donde se celebra el banquete de fiesta hay lugar para más invitados (Lc 14, 22). XÓJTOÇ se refiere también al Eoxaxoç xó­ jtoç para el invitado prudente, en contraste con el lugar de honor (Lc 14, 9s). Eventual­ mente, la cosa de que se habla se halla en ge­ nitivo regido por xójtoç, y designa así la vaina de la espada (Mt 26, 52) o el lugar de los clavos en el Crucificado (Jn 20, 25b; texto in­ seguro). El lenguaje místico dei Apocalipsis se propone expresar enunciados teológicos. El cam­ bio dei sitio tradicional anuncia el juicio escatológico, como sucede con el candelabro de la comunidad desobediente que será quitado de su lugar (2, 5), y con todas las montanas y las islas que son removidas de su sitio con moti­ vo de la conmoción escatológica dei cosmos (6, 14). Inversamente, la mujer, es decir, la Iglesia, posee un xójtoç propio en el desierto, que Dios ha dispuesto especialmente para ella, para su protección durante el período de la tribulación escatológica (12, 6.14). A todo aquel que le falte el tójcoç escatológico, el Apocahpsis le anuncia, con una frase tomada de Dan 2, 35 (xctl xójtoç oúx eÚQéú-ri aúxoLç), la destrucción de su existência. Así le sucederá al dragón expulsado dei cielo (12, 8) , y al cielo y la tierra, cuando huyan dei rostro de Dios (20, 11). Fuera dei Apocalipsis, xójtoç designa sólo ocasionalmente, y con intenciones edifican­ tes, el lugar celestial de la comunidad (Jn 14, 2s) o el lugar de tormento para el rico (Lc 16, 28) o bien el xójtoç íôioç de Judas, es decir, el infiemo (Hech 1, 25b).

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Tosroç - TOTE

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f) Finalmente, xójtoç aparece en expresio- por la redacción, tiene su paralelo más próxi­ mo en 1 Ciem 8, 4: Jtal èv èxÉQq) xójrq) Xén es a d ve rb ia le s. è Jtavtl TÓjto), en to d a s p a r ­ yei. te s, describe el caracter universal de la Iglesia d) 2 Pe 1, 19 emplea auxqTiQÒç xójtoç , en (1 Cor 1, 2), la amplitud de la actividad misionera de Pablo (2 Cor 2, 14), la difusión de la noticia acerca de la fe de la comunidad (1 Tes 1, 8). x ax à TÓJtonç, en d iv e rso s lugares, se refiere a los terremotos que han de producirse al fín de los tiempos (Mc 13, 8 par.); elç êxEQOV x ó n o v , a o tro lu g a r, se refiere a la marcha de Pedro a un lugar desconocido (Hech 12, 17); èjti xójtov (jtXécov), (n a v e ­ g a n d o ) d e un lu g a r a otro, se refiere a los que navegan bordeando Ias costas (Ap 18, 17; cf., a propósito, Conzelmann).

lenguaje metafórico, para referirse al mundo actual, en el cual resplandece para los cristianos la luz de la palabra profética (cf. 4 Esd 12, 42). G. Haufe T o a o v T o ç , a v T i), o v t o v to s o u to s tan

grande, tan numeroso, tan fuerte* El correlativo (neutro también xoooüxo) se une a veces a un sustantivo, y en otros casos no va unido a él. Además, en ambos casos, 3. En unos pocos pasajes xójtoç tiene un puede referirse a la cantidad (a) y a la cualimarcado sen tid o m etafórico . dad (b): a) XÓJTOÇ designa una determinado p u e sto 1. Con sustantivo: a) Mt 15, 33 (bis); Lc 15, en la comunidad, ya sea el xójtoç xfjç ó tax o 29; Jn 12, 37; 14, 9 (21, 11); 1 Cor 14, 10; v taç xaúxTiç x a l àjTOoxo7.fíç, que quedó li­ Heb 4, 7; Ap 18, 7.17. b) Mt 8, 10 par. Lc 7, 9 bre cuando Judas abandono el grupo de los (tan gran fe); Heb 12, 1). Doce, y que ha de ser ocupado de nuevo 2. Sin sustantivo: a) Jn 6, 9; Hech 5, 8a.b. (Hech 1, 25a), o el xójtoç xoü lôiróxou, ocu­ b) Gál 3, 4. - En Heb 1, 4 y 10, 25 xoooúxq) pado por el no extático como persona profana (con comparativo) se halla en correlación con que es, ya que no entiende la oración estática ôocp: tan to m ás - cuanto que». En Heb 7, 22 de quien habla en lenguas (1 Cor 14, 16). Es x ax à xoaouxo sigue a xa'&’ õoov (v. 20). improbable, pero no puede excluirse, que en el primer lugar se presuponga ya un término TOTE to te (adv.) en aquel tiempo; entonces, técnico para designar a quien ejerce un minis­ a continuación tério, y en el segundo lugar, un minucioso orEn el NT, el advérbio correlativo de tiempo den de puestos, como el que se contempla, aparece 160 veces y es preferido especial­ por ejemplo, en Qumrán. mente por Mateo (90 testimonios; 21 en Heb) Como sucede ya en la lengua griega en chos, 15 en Lucas, 10 en el Evangelio de general, xójtoç en el NT designa aisladamenJuan, 6 en Marcos). Se distinguen dos formas te la o ca sión para algo o el ca m p o d e a cción de empleo: para algo, por ejemplo, la oportunidad para la misión, que no existe ya para Pablo en el 1. xóxE se refiere a un tiempo bastante lejano y distante; a) al pasado (en a q u el tiem po): oriente (Rom 15, 23); la posibilidad de defenMt 2, 17; 4, 17; 16, 21; 26, 16; 27, 9.16; Lc derse a sí mismo, que a Pablo le corresponde por derecho (Herch 25, 16); la ocasión para el 16, 16; Gál 4, 8.29; Heb 12, 26; 2 Pe 3, 6. b) al futuro (e n to n c e s): Mt 13, 43; 1 Cor 13, arrepentimiento, que no existe ya para Esaú (Heb 12, 17); el margen de acción para la có­ 12a.b. c) A un tiempo cualquiera que cumple una condición (en ton ces): 2 Cor 12, 10. lera divina (Rom 12,19), para el diablo (Ef 4, 27), para un segundo pacto (Heb 8, 7). 2. XÓXE, en el sentido de a con tin u ación , introduce lo que viene después en el tiempo a c) En Lc 4, 17 xójtoç designa el pasaje de la Escritura hallado por Jesús, en este caso Is continuación (inmediata) (BlaB-Debrunner § 459, 2: uso no clásico): Mt 2, 7.16; 3, 13.15; 61, Is. La expresión, influida posiblemente

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róre - TQáxTi7.oç

4, 1.5.10.11; 8, 26; 12, 22 y passim; Lc 11, 26; 14, 21; 21, 10; 24, 45; Hech 1, 12; 4, 8. )tal xóxe aparece en Mt 7, 23; 16, 27; 24, 10.14.30 (bis); Mc 13, 21.26.27; Lc 21, 27; 1 Cor 4, 5; Gál 6, 4; 2 Tes 2, 8. tóte ox)v («entonces, pues») en Jn 11, 14; 19, 1.16; 20, 8. No raras veces õxav (con aoristo de subjuntivo) se usa en combinación con xóxe («cuando..., entonces): Mt 24, 16; 25, 31; Mc 13, 14; Lc 5, 35; 21, 20; Jn 8, 28; 1 Cor 15, 28.54; 16, 2; Col 3, 4. TOÍlVaVTÍov tounantion (adv.) por el con­

trario* En el NT xoòvavxíov (evavxíov con artí­ culo) aparece únicamente en 2 Cor 2, 7; Gál 2, 7; 1 Pe 3, 9. Blafi-Debrunner § 18, nota 1. TODVO^a tounoma por nombre* En el NT xouvopa (de xò ôvopa, en acusativo; cf. BlaB-Debrunner § 18 y 160) apare­ ce únicamente en Mt 27, 57 (a diferencia de Marcos).

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nes de la Presencia (Ex 25, 23-30 LXX). Fi­ nalmente, XQájteÇa es la mesa con Ias monedas de los cambistas de dinero (Mc 11,15 par. Mt 21, 12 / Jn 2, 15) y (por tanto) el banco en el que se hacen imposiciones de dinero a fin de obtener intereses (Lc 19, 23). ThWNT V m , 209-215: X, 1281 (bibl.); DTNT I, 247s TQa7l£^ÍTt]Ç, OD, Ó trapezitês cambista de

dinero* Mt 25, 27: páX,X,(ü xotç xgajte^íxaiç, «invertir dinero en el banco»' cf. Lc 19, 23 (->• XQÓJteÇa). Spicq, Notes I, 430-435.

TQav^a, atoç, tó

trauma herida* Lc 10, 34: El samaritano «vendó sus heridas». T Q a v ^ a ti^ io traumatizo herir* Lc 20, 12 (a diferencia de Marcos): «Hirieron (xQ aupaxL oavxE ç) también a éste y le echaron de allí». Hech 19, 16: Los hijos de Esceva emprendieron la huida, heridos / mal­ tratados (por el demonio).

T ç a y o ç , OB, ó tragos macho cabrío*

En Heb 9,12.13.19; 10,4 se menciona a los machos cabríos juntamente con otros animales para los sacrifícios; cf. Bern 2, 5; 7, 4.6.8.10 n ç , trapeza mesa; comida* xgájteÇa designa casi siempre la mesa en la que se han servido comidas: Mc 7, 28 par. Mt 15, 27; Lc 16, 21; 22, 21; Rom 11, 9 (Sal 68, 23 LXX). Se refíere en Lc 22, 30 a la me­ sa dei banquete celestial, xçájte^a puede de­ signar también la comida misma: Hech 6, 2; 16, 34. La antítesis entre «la mesa dei Senor» y «la mesa de los demonios» (1 Cor 10, 21) dificilmente presupone la existência de ban­ quetes cultuales paganos (en contra de Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2; con ThWNT VIII, 213; cf. también H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco). Heb 9, 2 habla de la mesa sobre la que se hallaban los pa-

tgaxtjX ÍÇ tO trachêlizõ poner al descubierto* En Heb 4, 13 el participio de perfecto de la voz pasiva XQaxqX.tapÉvoç significa puesto al descubierto: «Todo se halla desnudo (yup,vóç) y al descubierto» a los ojos de Dios, a quien tenemos que rendir cuentas. T g á )jt]^ o ç, OB, ó trachêlos cuello, cer-

viz* Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 / Lc 17, 2 habla de la piedra de molino que a uno «se le ata al cue­ llo (keq I xòv xgáxTlJtov)» para hacer que se ahogue. El sustantivo aparece en Lc 15, 20 y Hech 20, 37 en la expresión «echarse al cue­ llo de alguien (èiti xòv xgáxxiA.ov)» (para saludarle o para despedirse de él; en ambos pasajes asociado con xaxacpiXéco). En Hech 15, 10 se usa metaforicamente en la expresión «poner a alguien un yugo sobre la cerviz»- En

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TQáxnl^oç - TQeiç

Rom 16, 4 el término se usa metafóricamente en la expresión: «exponer su cuello por alguien».

TQajjvç, 3 trachys áspero, desigual* Lc 3, 5 (cita de Is 40, 4 LXX); «Lo que es­ tá torcido será enderezado, los caminos áspe­ ros (a l TQaxsIai [a saber, óôot]) serán allanados». Los TQaxElç xójtoi en Hech 27, 29 son probablemente «escollos».

Tçaxrovítiç, lôoç

Trachõnitis Traconítide* Tçaxfovlxiç es el femenino de Xpaxcovíxrjç (traconita o habitante de Tracón). Filón y Flavio Josefo emplean Tçaxcovixiç en sentido absoluto (la Traconítide») para referirse a la región situada al sur de Damasco. Lc 3, 1 emplea TQaxtüviXLÇ como adjetivo: f| TQaxcovíxiç xtáça, «la Traconítide». Esta región, lo mismo que Iturea (-»■ Txouçatoç), pertenecía al território de Filipo, hijo de Herodes. Schürer I, 426-429; Schürer, Historia I, 436-442. TÇ ia treis, tria tres 1. Aparición en el NT - 2. Como numeral - 3. Uso cualificante. B ibl.: G. Delling, t q e ij , tq Íç , VIII, 215-225; P. Hoffmann, M k

tqlxoç, en ThWNT 8, 31. Z u r H erku n ft u n d R ezeption ein er alten Ü berlieferung, en F S Schm id 1973, 170-204; J. Jeremias, D ie D rei-Tage-W orte der E vangelien, en F S K uhn, 221-229; K. Lehmann, A u fe r w e c k t am d ritten Tag nach d e r Schrift, Freiburg i. Br. 1968 (bibl.); R. Mehrlein, D rei, en RAC IV, 269-

310; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1281.

1. El numeral «tres», con sus 67 testimonios, queda en quinto lugar de frecuencia. Le preceden el número «uno» (346 testimonios), el «dos» (132), el «siete» (88) y el «doce» (75). Después dei «siete» y dei «doce», el nú­ mero «tres» es el que mayor significado sim­ bólico tiene en el NT. Es sorprendente la fre­ cuencia de xqeTç en el libro de Hechos (apare­ ce 14 veces). Se encuentra también 29 veces en los Evangelios, 10 en Ias Cartas y 11 en el Apocalipsis.

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2. Probablemente un uso exacto y acentua­ do se encuentra tan sólo en Gál 1, 18 en la ex­ presión «tres anos después», según la manera antigua de calcular, con arreglo a la cual los anos ya comenzados se contaban como anos completos, con el significado de; «aproxima­ damente al cabo de dos anos» (F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 93). En los demás pasajes el número «tres» no está acentuado (por ejemplo, en Lc 10, 36) y significa más bien una cifra redondeada. En casos aislados tiene la implicación secundaria de «mucho» (Mt 13, 33 par. Lc 13, 21: «tres seas = unos 40 litros) o de «poco» (1 Cor 14, 27: dos o a lo sumo tres» deben hablar en lenguas). Co­ mo período aproximado de tiempo, xQetç se encuentra principalmente en Lucas (Lc 1, 56; 2, 46; Hech 5, 7; 7, 20; 9, 9; 17, 2; 19, 8; 20, 3; 25, 1; 28, 7.11.12.17). 3. Se halla muy difundida en el mundo antiguo la significación cualificada (cf. una exposición detallada en Mehrlein). El NT parti­ cipa de ella por medio de sus referencias al AT a) xpeiç está vinculado a ideas jurídicas dei AT a través de Dt 19, 15 (2 Cor 13, 1; 1 Tim 5, 19; Mt 18, 16; cf. Jn 8, 17; 1 Jn 5, 7.8). En Heb 10, 28 hay una cita de Dt 17, 6. Esta comprensión dei testimonio podría escucharse en Hech 10, 19 (v.l. ôno); 11, 11; quizás también en Lc 12, 52. ^Acaso la pequenísima comunidad reunida en tomo a Jesús no tiene también carácter jurídico (Mt 18, 20)? b) Mc 8, 2 par. y 9, 5 adquieren un signifi­ cado más profundo desde la perspectiva de pasajes dei AT: Noé engendró tres hijos (Gén 6, 10); tres varones visitaron a Abrahán (Gén 18, 2); Israel caminó durante tres dias por el desierto sin encontrar agua (Ex 15, 22; cf. 3, 18); tres veces al ano debe comparecer Israel ante el Senor (Ex 23, 14-17; 34, 23), etc. (Mehrlein, 298-300). Sin mencionarse explí­ citamente, el número «tres» desempena con frecuencia un papel importante en Ias parábo­ las y en los relatos (los ejemplos en Delling, 223s). Pablo menciona solemnemente la fe, la esperanza y el amor; xà xpta xaõxa (1 Cor

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TQELÇ - TQiaOÍOVXa

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13, 13). Tres y medio puede significar tam- T0éq)(O trepho alimentar, nutrir; criar, edu­ bién el tiempo de la calamidad: Lc 4, 25 y car* Sant 5, 17 hacen referencia a 1 Re 17s {tres Mt 25, 37; Lc 23, 29; Sant 5, 5; Ap 12, anos y seis meses). Ap 11, 9.11 emplea el tra­ 6.14, - En Mt 6, 26 par. Lc 12, 24 dícese de dicional esquema apocalíptico de la semana las aves o de los cuervos (->■ xÓQa^), a los (tres dias y medio). que Dios alimenta. En Hech 12, 20 el infiniti­ c) Las «palabras de Jesús acerca de los tres vo XQÉqpeoflai debe entenderse en voz media dias» ocupan un lugar especial en los evangeo en voz pasiva: «alimentarse» o «ser alimen­ lios. El logion dei templo (Mc 14, 58 par.; 15, tado». En Lc 4, 16 la expresión f|v xeO-pap29 par.; Mt 27, 63) se atribuye casi universal­ pÉvoç significa «él se había criado / había mente al Jesús terreno. En Jn 2, 19 la senten­ crecido». C. Moussy, Recherches sur xpécpo) cia se trasmite como pronunciada por boca de et les verbes grecs signifiant «nourrir». Paris Jesús (Jeremias 221: se trata de un testimonio 1969; Spicq, Notes II, 890-893. originalísimo). Después de un período de ca­ lamidades, concebido como de breve duraTgé/Ol trecho correr; tender hacia adelanción, se producirá el cambio de eones y vente* drá el dia de la salvación (Jeremias, 221s; El verbo en sentido propio se halla en Mc 5, Lehmann, 170s). En Jn 2, 20 el logion dei 6; 15, 36 par. Mt 27, 48; Mt 28, 8; Lc 15, 20; templo se asocia con el esquema de los tres 24, 12; Jn 20, 2.4; 1 Cor 9, 24a (bis); Ap 9, 9. dias que aparece en los enunciados acerca de Los demás pasajes —sobre todo los pasajes la resurrección. Tan sólo Marcos, en las prepaulinos- emplean xqéxol) en sentido figura­ dicciones de la Pasión, dice [XEtà TQElç f|p,Édo; el trasfondo de todo lo constituye la imapaç (8, 31; 9, 31; 10, 34), que significa lo gen de la carrera de competición en el está­ mismo que «al tercer dia» (Bauer, Wõrterdio; Rom 9, 16 {tender esforzadamente hacia buch, S .V .). Mt 12, 40 (cf. 16, 1-4) aplica el adelante)’, 1 Cor 9, 24c.26; Gál 2, 2 (bis); 5, texto de Jon 2, 1 (->^ ’Icovãç) a la suerte de Je­ 7; Flp 2, 16 ( eíç xevóv como en Gál 2, 2). En sús; cf. también ^ xqítoç 3. 2 Tes 3, 1 se habla de la rápida carrera (o diW. Feneberg fusión) de la «palabra dei Senor» (cf. Sal 147, 4 LXX). Heb 12, 1: xqéxcü xòv aYíõva, «co­ rrer en un certamen de competición» (->• àYcóv T qe ÍÇ TttPÉQVai Treis tabem ai Tres Ta­ 5). ThWNT VIII, 225-233; X, 1281 (bibl.); bernas* DTNT I, 217s. T qelç xapÉQvai es la forma griega dei topónimo latino Tres tabernae (Tres Tabernas), un lugar de parada en la Via Apia, a 33 millas T Q fj^ .a , a t o ç , TÓ trema abertura, orificio, romanas de Roma (Cicerón, Att 2, 10; CIL ojo de una aguja IX, 593, X, p. 684). En este lugar se reunió -> paqpíç. Pablo con los enviados por la comunidad cristiana de Roma: Hech 28, 15. xapégva. T Q i á x o v t a triakonta treinta* En Mc 4, 8 par. Mt 13, 8; Mc 4, 20 par. Mt 13, 23 se habla de que la semilla produjo el T@£^(0 tremo temblar, estremecerse; tener treinta por uno. En Mt 26, 15 y 27, 3.9 se di­ miedo, temer* ce que Judas recibió como pago XQiáttovxa En Mc 5, 33 par. Lc 8, 47 dícese de la muàpY^Qtct {treinta monedas de plata; -> àQ jvjer sirofenicia, que temblando se postró deQLOv). Lc 3, 23: Jesús, al comienzo de su vida lante de Jesús. En 2 Pe 2, 10 dícese de los fal­ pública, «tenía como unos treinta anos de sos maestros que no se arredran de blasfemar edad» (cf., a propósito, G. Schneider, Das contra los poderes angélicos.

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T Q t a x o v r a - tqltoç

Evangelium nach Lukas I [ÕTK], 95). Jn 6, 19 emplea el término para referirse a una dis­ tancia: «Cuando había navegado unos veinticinco O treinta estádios (aproximadamente 5 km)...». - En Jn 5, 5 TQiáxovxa [xai] ôxxd) exi) Excov se refiere al hombre que llevaba treinta y ocho anos enfermo, lo cual dificil­ mente podrá interpretarse en sentido simbóli­ co (cf. Dt 2, 14); cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980, sub loco. TQiaKÓOloi, 3

tr ia k o s io i

trescientos*

En Mc 14, 5 y en Jn 12, 5 se estima el valor dei perfume (-> p,ÚQov) en (más de) 300 de-

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«período de tres meses / trimestre». El acusativo XQÍ[XT)vov responde aqui a la pregunta: ^durante cuánto tiempo? (BlaB-Debmnner § 161, 2). TQIÇ tris (adv. de número) tres veces*

Aparece en el contexto de la triple negación de Jesús por Pedro: Mc 14, 30.72 par. Mt 26, 34.75 / Lc 22, 34.61 / Jn 13, 38. è jrl xqíç sig­ nifica en Hech 10, 16 y 11, 10 «por tercera vez» o, mejor, «todavia una tercera vez». En 2 Cor 11, 25: «tres veces fui azotado con va­ ras..., tres veces naufragué». En 12, 8: «tres veces rogué al Senor». ThWNT VIII, 215225, especialmente 221s. TQÍOTeyo''', o \), TÓ tristegon tercer piso*

tç íp o À .o ç , o v , ó tribolos cardo, abrojo*

En Mt 7, 16 y Heb 6, 8 se usa el plural de este término junto al plural âxavO ai («espinos») (cf. Gén 3, 18); Os 10, 8 LXX). TQÍPoç, ow, ^ tribos camino, senda* Mc 1, 3 par. Mt 3, 3 / Lc 3 ,4 (cita de Is 40, 3 LXX): «jAllanadle Ias sendas\».

Hech 20, 9: El joven Eutico se quedó dor­ mido y se cayó de un tercer piso. T ç ia /íi» io i, 3 trischilioi tres mil*

Hech 2, 41 indica la cifra de los que se convirtieron en Pentecostés: unas tres mil personas. Tq ÍTOÇ, 3 tritos tercero

t Q i 8 t i a , a ç , 1] trietia período de tres

anos* En Hech 20, 31 Pablo recuerda su estancia «de tres anos» en Efeso. En 20, 18 D se indi­ ca el mismo período, tomándolo seguramente dei V. 31. trizõ castanetear, rechinar (los dientes)* Mc 9, 18 emplea el verbo en sentido transi­ tivo en la frase: xq í Çco xouç ôòóvxaç, «hacer un ruido estridente golpeando unos dientes con otros / rechinar los dientes». TQÍflt]VOÇ, 2 trimênos (período) de tres meses* xQÍfxqvoç aparece como sustantivo (femenino [o neutro: xpíprivov]) en Heb 11, 23:

1. Aparición en el NT - 2. Como numeral - 3. Uso cualificante. B ib l : G. Delling, tqeXç, tçíç, tqítoç, en ThWNT VIII, 215-225; H. GraB, O stergeschehen und O sterberichte, Gõttingen ‘1970; K. Lehmann, A u fe rw e ck t am d ritte n Tag n a ch d e r S c h rift, Freiburg i. Br. 1968 (bibl.); H. K. McArthur, «O n the T h irdD ay»: NTS 18 (1971-1972) 81-86.

1. Veintitrés de los 56 testimonios se hallan en el Apocalipsis, trece de ellos en el capítulo octavo. También Lucas tiene cierta predilección por XQÍxoç (10 testimonios). Los demás testimonios se distribuyen así: 7 en Mateo, 3 en Marcos, 4 en el Ev. de Juan, 4 en Hechos, 2 en 1 Corintios y 3 en 2 Corintios. 2. XQÍXOÇ n o in d ic a é n fa sis e sp e c ia l n i an ad e sig n ific a c ió n e sp e c ia l, c u a n d o ap are c e d e n ­ tro d e u n a e n u m e ra c ió n : el te rc e ro d e sie te

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T Q IT O Ç - TQOfiOÇ

hombres (Mc 12, 21 par.), el tercero de cuatro seres vivientes (Ap 4, 7; 6, 5), el tercero de siete sellos (6, 5), el tercero de siete ángeles (8, 10; 16, 4) y el tercero de cuatro ángeles (14, 9), el tercero de doce pilares (21, 19). T0ÍTOÇ se usa de manera parecida, cuando se hace referencia a la hora dei día. También a Ias 9 de la manana («bacia la hora tercia») el dueno de la finca busca en la plaza a personas sin trabajo (Mt 20, 3). A esa hora los discípu­ los no pueden estar borrachos (Hech 2, 15); a esa hora es crucificado Jesus (Mc 15, 25). En la tercera vigilia de la noche (según la división romana de la noche en vigilias) puede llegar el amo (Lc 12, 38). En Hech 23, 23 se menciona la «hora tercia de la noche» (Ias 21 horas). El uso de T0LTOÇ no tiene probablemente énfasis especial en Hech 27,19; 1 Cor 12, 28; 2 Cor 12, 2; Ap 11, 4. En Jn 2, 1 tqítoç en el lenguaje popular podría referirse al día de la boda, al día de la felicidad (cf. el doble «bueno» en Gén 1, 10.12; Sch. Ben Chorin, Bruder Jesus, München 1972, 84s. 3. En el capítulo octavo dei Apocalipsis usa doce veces tò tqítov (con genitivo) con el significado de una tercera parte (de la tierra, de los árboles, dei mar, etc.). Y lo mismo sucede en Ap 9, 15.18; 12, 4. Esta división es tradicional en el judaísmo y en el helenismo (R. Mehrlein, en RAC fV, 270). Repetir por tercera vez una afirmación hace que esa afirmación tenga fuerza jurídica, más aún, en una cultura que lo conserva todo en la memória puede sustituir a un documento escrito (J. B. Bauer, en DTB 1037. Por tercera vez va Jesús a orar (Mt 26, 44) y encuentra dormidos a los discípulos (Mc 14, 41). Tan sólo después de haber enviado al tercer criado, el dueno envia a su propio hijo (Lc 23, 22). Por tercera vez Pilato pregimta a los judios para hacer que la sentencia de éstos «tenga validez jurídica» (Lc 23, 22). Por tercera vez se apareció Jesús a sus discípulos (Jn 21, 14). Por tercera vez Jesús pregunta a Simón acerca de su amor, y Simón «expia» así su propia negación (Jn 21, 17). También en Pablo se escucha la intención

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de dar fuerza jurídica, cuando afirma por ter­ cera su voluntad de ir a Corinto (2 Cor 12,14; 13, 1). En doce pasajes el «tercer día» designa el día de la salvación, ya sea la resurrección de Jesús (1 Cor 15, 4; Mt 16, 21 par.; 17, 23; 20, 19 par.; Lc 9, 22; 18, 33; 24, 7.46 [cf. 24, 21]; Mt 27, 64; Hech 10, 40) o bien el día de la consumación (Lc 13, 32). Se discute el senti­ do de este enunciado. Virtualmente ya nadie sostiene una derivación histórica a partir dei encuentro dei sepulcro vacío (pero cf. -> f|[xég a 3.a) o de Ias primeras apariciones (cf. P. Hoffmann, en TRE IV, 482s, que recientemente vuelve a considerar como posibilidad una derivación de Ias religiones mistéricas como alternativa a la derivación de los targumes dei AT). Como, además, una temprana li­ turgia dominical no es capaz de fundamentar el significado inicial {ibid.; H. Conzelmann, Der erste B rief an die Korinther^ [KEK], 311), lo que parece más probable es la deriva­ ción a partir de la exégesis escrituraria dei AT, la cual corresponde a la interpretación targúmica más tardia {ibidr, Lehmann, 159-230; se McArthur y otros). La Fiesta de Ias Semanas se celebra en el tercer mes (cf. Ex 19, 1); larevelación dei Si­ nai tiene lugar en el tercer día (Ex 19, 11.16); al tercer día ve Abrahán el lugar de su prueba (Gén 22, 4). El tercer día es el día en que comienza la salvación (Lehmann, 264). En con­ sonância con esto se hallan Jon 2,1 y Os 6, 2. Este último pasaje fue interpretado escatológicamente por los rabinos. W. Feneberg

tp íxivoç, 3 trichinos hecho de crin o de pelo* Ap 6, 12: El sol se tomó negro como un sayo de crin (oáxxoç xgíxivoç). TQÓ^OÇ, OU, ó tromos temblor, estremeci-

miento* En Mc 16, 8 tgófioç se usa junto con êxoxaoiç. En otros pasajes se asocia con cpópoç: 1 Cor 2, 3; 2 Cor 7, 15; Hp 2, 12; Ef 6, 5.

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xeorti^ - xQXJYao)

tQOJlif|, íijç, t | tropê cambio, retomo* Sant 1, 17: En Dios no hay KaQaXkayx] o xQOJifjç àjxooxíaofia («variación o sombra de cambio»). El contexto sugiere un significa­ do astral de xqojxt|: un oscurecimiento (o eclipse) causado por un cambio de Ias constelaciones; cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. TQÓJloç, OD, ó tropos modo, manera* La frase de relativo ôv xpójxov, {como) aparece en Mt 23, 37 par. Lc 13, 34; aparece además en Hech 1, 11; 7,28; 2 Tim 3, 8; >60#’ ôv XQÓJTOV, «de la misma manera que», en Hech 15, 11; 27, 25. En Pablo encontramos Ias expresiones x ax à Jtávxa tqójxov, «en to­ do respecto» (Rom 3, 2) y Jiavxl XQÓJttp, «de todas maneras» (Flp 1, 18); cf. 2 Tes 2, 3; 3, 16. - En Heb 13, 5 XQÓJtoç designa la mentalidad, el carácter. En Jds 7 xòv ôpoLOV xpónov xoúxoiç significa «lo mismo que ellas» o «de manera semejante a ellas». TQOJIotpOQEO) tropophoreo soportar la

manera de ser de alguien* En Hech 13, 18 (Dt 1, 31 B* LXX), refiriéndose a la paciência que Dios tuvo con su pueblo durante la peregrinación por el desierto. p’'*A* C* al leen XQoq}oqpoçéo3.

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sión de que prendieran a Pablo. Según 2 Tim 4, 20, Pablo (en un viaje ulterior) dejó a Trófimo en Mileto. TQOtpÓÇ, OÜ, 1^ trophos nodriza, madre*

1 Tes 2, 7: El apóstol trato a la comunidad de Tesalónica como una madre que cuida de sus hijos. TÇOq)Otpo@éh) trophophoreõ cuidar y ali­ mentar En Hech 13, 18 p’'*A* C* al (cf. Dt 1, 31) en vez de —>■xQoicocpoQéü): Dios llevó en brazos a su pueblo como lo hace una nodriza (-> xQocpóç), es decir, lo cuidó y alimento. trochia senda, carril* Heb 12,13 (cf. Prov 4, 26 LXX): «jAllanad sendas para vuestros pies, para que los miembros paralizados no se descoyunten, sino que se curen!». TQO)(iá, ã ç ,

t g o x o ç , o v , O trochos meda*

Sant 3, 6: ó xqóxoç xfjç yE véa ea tç, «la m e­ da de la existência / de la vida» (->■ yéveoiç 3). Bauer, Wõrterbuch, s.v.; M. Dibelius, Der Brief des Jakobus (KEK), sub loco-, F. MuBner. Der Jakobusbrief (HThK), sub loco.

trophê alimento, comida* TQÍipXlOV, OV, TÓ tryblion fuente, plato* En sentido propio xpoq)r| se halla en Mt 6, En Mc 14, 20 par. Mt 26, 33 se habla de la 25 par. Lc 12, 23 («La vida es más que el ali­ fuente (con ocasión de la última cena de Je­ mento»)-, Mt 3,4; 10, 10; 24, 45; Jn 4, 8; Hech sus) en la que dos personas meten la mano. 2, 46; 9, 19; 14, 17; 27, 33.34.36.38; Sant 2, Con esta manera de hablar se expresa la ínti­ 15. En sentido figurado XQOcpf| se encuentra ma comunión de mesa (Marcos). En Mateo, en Heb 5, 12.14 {«alimento sólido» por conJesus «senala» de esta manera quién es el trai­ traposición a «leche»). dor.

T çoqjti, fjç,

TQÓtjpi^oç, OD Trophimos Trófimo* Se menciona a Trófimo en Hech 20, 4 junto a Tíquico ( ^ Tuxwtóç) «como oriundo (de la provincia) de Asia». 21, 29 precisa que Efeso es su lugar de procedência. Fue companero de Pablo en el último viaje a Jerusalén y, en esta ciudad, sin culpa alguna de su parte, fue oca-

TQDyáto trygaõ recolectar (fmtos), vendimiar* Lc 6,44 (a diferencia de Mt 7, 16): «Porque de los espinos no se recogen hijos, ni de Ias zarzas se vendimian uvas». En Ap 14, 18.19 dícese (en sentido figurado) dei ángel que vendimiaba «Ias uvas de la vid de la tierra».

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TQXJyOJV — TOYXOV03

TQDY™'''? ó v o ç , 1^ trygõn tórtola* Lc 2, 24: Un par de tórtolas como sacrifício ofrecido por los pobres (Lev 12, 8 LXX). ThWNT VI, 69. T Q V ^aX iá, ã ç , ■q trymalia orifício, ojo de una aguja -> écupíç. a T o ç , TÓ trypêma orificio (perforado), ojo de una aguja -> écupíç.

T çíicjp aiv a, í JÇ Tryphaina Trifena* Nombre de una cristiana a la que se envían saludos en Rom 16, 12.

tQ13(pa(ú tryphaõ llevar una vida opulenta, darse la gran vida* Sant 5, 5 en una crítica dirigida a los ricos: «En la tierra habéis vivido una vida opulen­ ta...».

TQluptj, fjç,

tryphê opulência, lujo, suntuosidad* Lc 7, 25: «Los que visten con esplendor y viven con lujo se hallan en los palacios de los reyes». En 2 Pe 2, 13 dícese de los falsos maestros: «ponen su placer en la vida opulen­ ta (incluso) a pleno día...». T g x ifp w aa, tiç Tryphõsa Trifosa* En Rom 16, 12 nombre de una cristiana de Roma, a la que Pablo envia saludos.

Tgqiáç, áòoç

Troas Tróade* Nombre de una ciudad de Asia Menor si­ tuada a orillas dei Mar Egeo (propiamente [f|] 'AXelávÔQEia Tgcpáç, «la Alejandría de Tróade», así aparece, por ejemplo, en Polibio V, 111,3). Tróade lleva artículo en 2 Cor 2,12 y se refiere probablemente a la región de este nombre, situada al noroeste de Asia Menor

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(cf. v. 13: Macedonia). En los demás casos, falta casi siempre el artículo (excepción: Hech 20, 6), como es habitual en los nombres de lugar (BlaB-Debrunner § 261, Is). Pablo visito dos veces la ciudad de Tróade; Hech 16, 8.11 y 20, 5.6. En Tróade existia una comunidad cristiana (20, 7-12). La referencia a Tróade en 2 Tim 4, 13 podiía ser una «ficción literaria»; cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­ celona 1974, sub loco. - LThK X, 370; C. J. Hemer: Tyndale Bulletin 26 (1975) 79-112. T qoíYIJÍv.Xio v , o \3 Trõgyllion Trogilio

Promontorio y ciudad al sur de Efeso. Según Hech 20, 15 Koiné (D) Pablo pasó allí una noche. TQíÓYW trõgõ masticar, comer* En Mt 24, 38 dícese de los hombres antes dei dilúvio; TQa)Y
1. El NT contiene 12 testimonios dei verbo. De ellos 1 corresponde al Evangelio de Lu-

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x v y x a v iS i -

cas, 5 a Hechos, S a l Corintios, 1 a 2 Timoteo, 2 a Hebreos. En siete ejemplos xoJYXávco tiene un objeto de la acción verbal en geniti­ vo; alcanzar, obtener- en dos ejemplos el ver­ bo se usa como un clichê en la oración de optativo et fúxoi: si por casualidad / por ejemplo / quizás-, en un caso el verbo se usa en una expresión de participio con sentido adverbial: tal vez; en dos casos el verbo, en forma de participio, lleva una negación y está usado en forma de adjetivo refiriéndose a un sustantivo al que califica como cosa inusitada / extraor­ dinária. En todos los casos, como sucede ya en los escritos ajenos al NT, se escucha el factor de lo casual, de lo que no es evidente (un factor que no se hace extensivo al uso dei sus­ tantivo emparentado xúxti). 2. Cuando el verbo xuYxávca tiene un obje­ to de la acción verbal, éste se refiere ya sea a un elemento escatológico de la salvación, o bien a un elemento de salvación terrena. En el primer caso, se hace referencia a la consecución dei mundo futuro (Lc 20, 35), de la sal­ vación comunicada en Cristo Jesús (2 Tim 2, 10), de una resurrección mejor (Heb 11, 35), dei especial ministério sumosacerdotal de Cristo (8, 6). En todos estos pasajes se presupone obviamente que Dios es quien hace posible la consecución (xuYXÓiveiv). En el se­ gundo caso se trata de la consecución de una paz duradera por medio dei gobemador Félix (Hech 24, 2), de la ayuda obtenida por medio de Dios (26, 22), de Ias atenciones recibidas de los propios amigos (27, 3). En estos pasa­ jes se dice expresamente quién hace posible la consecución, lo de xuYxávei,v. Para decirlo con otras palabras: lo de xuYxáveiv es siempre un don gratuito, no una propia realización. 3. El uso de et xúxoi como un clichê, que se fue desarrollando en la época helenística, se refiere ya sea a un caso cualquiera (1 Cor 15, 37: «un grano desnudo, por ejemplo, de tri­ go»), o bien a lo indefinido de una cantidad (14, 10: «En el mundo quie'n sabe qué diversidad de idiomas hay»).

x\)itoç

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4. En 1 Cor 16, 6 encontramos la expresión participai xnj^óv con sentido adverbial: «tal vez me quede con vosotros». xuYXÓtvco signi­ fica aqui el carácter todavia indefinido dei plan de viaje. 5. El participio intransitivo, con una nega­ ción, junto a un sustantivo, designa un acontecimiento insólito, ya sean los «extraordiná­ rios actos de poder» (õnvá[tELÇ on xàç xnxoúaaç), que Dios realizaba por Ias manos de Pablo (Hech 19, 11; se piensa en la realización de milagros extraordinários, v. 12), o bien la «hospitalidad extraordinária» (oíi xt)V xnxonoav (piXavflpcojtíav) de que dieron muestra los nativos de Malta, yendo más allá de lo habitual (28, 2). G. Haufe Tlt^JiaVÍÇco tympanizõ martirizar, tortu­ rar* En Heb 11, 35 se habla de los antiguos testigos de la fe: «Otros fueron torturados (èxupjtavíaüriaav) y no aceptaron la liberación». El verbo se deriva de xúpjtavov, un instru­ mento de tortura. E. C. E. Owen: JThS 30 (1929) 259-266. TDJtlxrôç typikõs (adv.) como modelo, pa­ ra servir de ejemplo xújtoç. tV Jlo ç, Ot), ó typos ejemplo, modelo, rmpresión, reproducción, expresión; representación anticipada* àvxíxnn:oç, 2 antitypos lo que correspon­ de a; (como sustantivo) copia, reproduc­ ción* xumjctõç typikõs (adv.) como modelo, para servir de ejemplo* 1. Aparición en el NT - 2. Presupuestos semânticos dei uso de los términos en el NT - 3. Uso general - a) Jn 20, 25 - b) Hech 7, 43; 23, 25 - 4. rújtoç como «ejemplo» en Ias Cartas paulinas - a) 1 Tes 1, 7 - b) Flp 3, 17 - 5. xijnoç como «modelo» en Ias Cartas postpaulinas - a) 2 Tes 3, 9 - b) 1 Tim 4, 12; Tit 2, 7;

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XVJIOÇ

1 Pe 5, 3 - 6. TÚmoç ôtôaxfjç en Rom 6, 17 - 7. iSignificación «tipológica»? - a) 1 Cor 10, 6.11 -b ) Rom 5, 14 - 8. Tipologias - a) Hebreos - b) 1 Pe 3, 21 - 9. Escritos posteriores al NT. Bibl.: E. Auerbach, Figura, en Id., Neue Dantestudien (IstSchr 5), Istanbul 1944, 11-71; H. D. Betz, Nachfolge und Nachahmung Jesu Christi im NT (BHTh

37), Tübingen 1967, especialmente 137-189; A. von Blumenthal, TYIT02 und PARADEIGMA: Hermes 63 (1928) 391-414; R. Bultmann, Ursprung und Sinn der Typologie ais Hermeneutischer Methode, en Id., Exegeíica, Tübingen 1967, 369-380; K. Galley, Altes und neues Heilsgeschehen hei Paulus (AzTH 1-22), Stuttgart 1965, especialmente 54-57; L. Goppelt, Typos. Die typologische Deutung des Alten Testaments im Neuen, Gütersloh 1939 (Darmstadt 1981); Id., tíijroç mX., en ThWNT VIII, 246-260; U. Luz, Das Geschichtsverstãndnis des Paulus (BEvTh 49), München 1968, s.v. Typologie en el índice analítico; H. MUller, en DTNT III, 107-109; Spicq, Notes II, 894-897; A. Takamori, Typologische Auslegung des AT? Eine wortgeschichtliche Untersuchung, tesis mecanografiada

Zürich 1966; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1281.

1. En el NT xótioç aparece 15 veces; cinco de ellas en Pablo (además tujtixcôç en 1 Cor 10, 11) y tres veces en Ias Cartas deuteropaulinas. Los demás testimonios se encuentran en Jn 20, 25 (bis); Hech 7, 43.44; 23, 25; Heb 8, 5;1 Pe 5, 3. àvxíxnjtoç se-encuentra única­ mente en Heb 9, 24 y 1 Pe 3, 21. 2. El significado fundamental de xújtoç en la lengua griega se deriva dei proceso de golpear para estampar y dar forma: lo estampado y lo que estampa, ya sea un molde hueco y su impresión (por ejemplo, el anillo de sello, o un troquel para monedas), o bien una forma realzada como un relieve o una estatua. En la relación con otros conceptos de forma se desarrolla el concepto funda­ mental, pasando de lo concreto a lo abstracto con una variabilidad «típica»: «patrón y modelo, co­ pia, prototipo, esbozo, impresión general, versión de un documento». 3. a) En Jn 20, 25 (bis) xiiitoç tiene un sig­ nificado atípico para el NT, con su realismo precisamente craso. La exigencia de Tomás («si no veo en sus manos la senal marcada por el golpe de los clavos, y si no meto mi dedo en la marca dcjada por el golpe de los clavos [v.l. en ambos casos xójtoç en vez de xÚJtoç], no creeré») parece estilizada. (Los clavos se

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mencionan únicamente aqui y en Lc 24, 39; por el contrario-, lo que Pablo lleva en su cuerpo son los oxLY|xaxa xon T tiooü [Gál 6, 17], Ias cicatrices que, como Ias marcas con hierro candente que se hacían a los esclavos, identifican al apóstol como esclavo de su Senor.) La oración condicional y la doble negación, como en Jn 8 ,51s; 16, 7 y passim, expresan la certeza con que se hace la afirmación. Como en 4, 48, aqui se trata de la especificación crí­ tica de la base de la fe. La condición de haber visto al Senor para creer, se concede aqui co­ mo excepción, pero se elimina como condi­ ción indispensable. En adelante bastará plena­ mente la palabra dei testigo. Aunque parece que aqui no se pretende hacer una formulación antidocética, ésta se sugirió pronto (cf. IgnEsm 3, Is). b) De acuerdo con el significado concreto de «copia, estatua», xújtoç (en plural) apare­ ce en Hech 7, 43, en una cita de Am 5, 25-27 LXX, donde el término es traducción dei hebreo selem. Incluso el texto hebreo no indica claramente si se hace referencia a representaciones pictóricas o a estatuas; lo que si está claro es que se piensa peyorativamente en imágenes de ídolos. - En Hech 23, 25 Lucas anuncia que él cita al pie de la letra una carta formal, que «tiene la siguiente versión» (xòv xÚJTOV xonxov, es decir, que está escrita en los siguientes términos); xÚJtoç aparece también con el mismo significado, corriente en el helenismo, en 3 Mac 3, 30; Arist 34. 4. Pablo emplea xtutoç en correlación explícita o en correlación objetiva con -+ pipEopai (4), con un significado que se traduce de ordinário por «ejemplo». Claro que el concepto de ejemplo es poco afortunado, porque hace que surja invo­ luntariamente el pensamiento de un ideal ético o de un modelo que uno mismo elige o que le proporcionan para que lo imite o realice. Por eso es ineludible cierta reflexión sobre la eficacia histó­ rica de este concepto o sobre la crítica de su ideo­ logia. a) En 1 Tes 1, 6s Pablo escribe en el con­ texto dei proemio: «Vosotros vinisteis a ser nuestros ‘imitadores’ y (con ello) ‘imitadores’ dei Senor, habiendo recibido la palabra, en

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TUJIOÇ

medio de gran tribulación, con gozo, (tal co­ mo lo concede graciosamente) el Espíritu Santo, (v. 7) de tal manera que habéis llegado a ser un ‘modelo estampado de manera impresionante’ para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya». El v. 8 asienta y explica lo que esto quiere decir: 1) Ellos son xújtoç, ya que por ellos la palabra dei Senor ha adquiri­ do una reputación que ha resonado con toda notoriedad de una manera que no es posible desoír (sobre cf. Joel 3, 14 LXX). 2) La comunidad como tal es tújtoç en su fe vi­ vida concretamente y en su obediência al Se­ nor, que salva dei juicio (v. 10). No lo es por­ que ella deba vivir «ejemplarmente» o deba dar un «ejemplo», sino que ha llegado a serio por la aceptación de la palabra. Pablo emplea pipéo[xai, un término proce­ dente de los cultos mistéricos (Betz), para describir la aceptación con fe personal y el reconocimiento obediente de haber sido plas­ mado por el llamamiento dei evangelio y dei Kyrios. El Cristo vivo y Kyrios, que es el Jesús crucificado, se halla activo en el evange­ lio y en la propia vida dei apóstol. Si la co­ munidad se deja plasmar por este llamamiento y por este poder dei evangelio, entonces llega a ser «imitadora» dei apóstol y, con ello, dei Kyrios. 3) Lo que se ve claramente es que la comunidad es xÚJtoç para todos los creyen­ tes, es decir, en una publicidad (escatológica) que se halla bajo la exigencia dei evangelio, es interpretada por el apóstol y es reconocida en la fe (cf. también, a propósito, 1 Tes 2, 1416). b) Flp 3, 17 exige imperativamente que la comunidad viva lo que el apóstol demuestra en su propia vida que es el poder dei evange­ lio: «Convertíos en companeros mios de viaje (co-imitadores), hermanos, y orientaos por aquellos que recorren el camino de su vida según la. prefiguración que tenéis en nosotros». Aqui como en otras partes no se piensa en una conducta ética ejemplar; aquello en lo que Pa­ blo es TÚiroç, es decir, lo que es «tipicamente cristiano» en su existência, lo expresó él ya en 3, 4-11.12-16, donde, partiendo de su propia vida, explica los elementos decisivos de su

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sentido de responsabilidad teológica hacia el evangelio. Por tanto, xújioç significa la plasmación de la propia vida por Cristo, una plasmación que se mantiene a lo largo de toda la vida; y no el ejemplo de una vida perfectamente acabada, sino -todo lo contrario- el patrón de una vida que tendrá su plenitud en el futuro. (En este sentido, es correcto afirmar que Pablo, en su propia vida plasmada por Cristo, ve la prefiguración dei «sí... a la tri­ bulación y a la cruz» [J. Gnilka, Der Philipperbrief (HThK), sub loco.] y la renuncia a toda la experiencia extática de una plenitud perfecta. 5. a) En 2 Tes 3, 9 se ve claramente cómo el significado de xúitoç entra en la perspectiva helenística de una valoración de carácter ético y estético-moral de la existência humana y, como «mo­ delo decisivo y ejemplar», se adecua al significa­ do de JtaQáôeiYpa, uttóôeiypa (En el NT cf. tiTcóôeiYpa, «ejemplo, modelo», en Jn 13, 15; Sant 5, 10; Heb 4,11; 2 Pe 2, 6; de manera semejante úitOYQappóç, «patrón, modelo» en 1 Pe 2, 21; sobre la altemancia entre JtOQÓÔEiYpa y TÚ3toç en la LXX, cf. Ex 25, 9.40; 4 Mac 6,19; so­ bre la correlación semântica entre jtaQáôeiYpo, «modelo, patrón», y rúttoç, «molde hueco», en la lengua griega, cf. Blumenthal, 410ss). - No se expresa ya Pablo mismo en la comprensión de su propia existência apostólica, sino que lo que se expresa es una imagen de Pablo. El autor de la Carta segunda a los Tesalonicenses emplea como modelo la Carta primera a los Tesalonicenses y lo traslada a su propia carta para desplazarlo y ofrecer la Carta segunda a los Tesalonicenses como la (única) Carta de Pablo a los Tesalomcenses (cf. W. Marxsen, Der zweite Thessalonicherbrief [ZBK], 33s). En 2 Tes 3, 6 se modifica lo que se había dicho en 1 Tes 5, 14, convirtiéndolo en una disposición imperativa que ordena apartarse de todo hermano que lleve una vida desordenada y no se atenga a la tradición. Esta tradición se explica por el ejemplo que Pablo mismo da, un ejemplo que, como los lectores ya saben, debe ser imitado (2 Tes 3, 7). En cuanto al contenido de este pasaje, recurriéndose a 1 Tes 2, 9; 4, 11 y quizás también a 1 Cor 4, 12; 9, 6.14, así como a la leyenda de Pablo (Hech

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TOrtOÇ

18, 3; 20, 34; cf. H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrt [HNT], sub loco), se hace ver que Pablo, trabajando dia y noche, se ganó él mismo su propio sustento. Pablo hizo esto, aunque habría podido disfrutar dei derecho apostólico de ser mantenido por la comunidad (2 Tes 3, 9a; cf. 1 Cor 9, 4), «para ofrecemos como modelo a vosotros, a fin de que imitéis nuestro ejemplo» (2 Tes 3, 9b). Con ello, en contraste con el sentido plasmador de la existência apostólica (-> 4), no sólo se ele­ va una determinada conducta a modelo nor­ mativo, y en el final sobre el arrepentimiento se deduce dei menosprecio de esta norma ejemplar lo que es «una conducta desordena­ da» (3, 11); sino que además se afirma -jy ahí está lo desconcertante!- que el menosprecio dei modelo, asentado de tal manera, tiene que acarrear que a esa persona se la separe de la comunidad cristiana. La imagen ejemplar de Pablo se equipara casi, en cuanto a esta función, a la doctrina trasmitida por la tradición. b) En la categoria de la ejemplaridad ética se encuadra también el significado de rÚTtoç en 1 Tim 4, 12; Tit 2, 7 y 1 Pe 5, 3. Las instrucciones que se dan al dirigente de la comu­ nidad en 1 Tim 4, 11-5, 2 comienzan con la exhortación: «jSé ejemplo para los creyentes en palabra y conducta, en el amor y en la fe y en la castidadl». Aunque no está claro cómo el dirigente de la comunidad puede ser «ejem­ plo» en la proclamación de la palabra (^en lo que respecta a la ortodoxia o en cuanto al uso debido de las palabras?), sin embargo el sen­ tido de lo segundo está bien claro. Precisa­ mente cuando los falsos maestros, que son sus adversários, aventajen al (todavia joven) diri­ gente de la comunidad en cuanto a la edad, la experiencia, la formación y la reputación, éste ha de atender tanto más a que él, con su piedad y su conducta, dé un sello ejemplar a la proclamación dada por la Iglesia de fe orto­ doxa. La tríada «amor, fe, castidad» explica cómo ha de ser esa ejemplaridad y ofrece quizás anticipadamente «los primeros esbozos de una ética dei estado sacerdotal» (V. Hasler, Die Briefe an Timotheus und Titus [ZBK], 37).

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Dentro de un espejo para la comunidad, se encuentran también en Tit 2, 7 las instrucciones dadas al dirigente de la comunidad. «jMuéstrate en todo como ejemplo de buenas obras!». Más claramente que en 1 Tim 4, 12 se expresa el filo de lo que significa el ser un ejemplo de seriedad santa en la doctrina y también un ejemplo de integridad moral y eclesiástica: la facción opuesta debe sentirse avergonzada y no debe encontrar razón alguna «para decir algo maio» (v. 8). - En 1 Pe 5, 1-4 se dirige la palabra a los presbíteros; la exhortación a no «pastorear» a las diversas comunidades por afán de lucro y deseos de poder, contrasta con la exhortación positiva; «jSed ejemplos para el rebano!» (v. 3), aun­ que no se indique en qué han de ser ejemplos. 6. Rom 6, 17 es un texto problemático. La desmanada atracción de la frase intermedia debe resolverse con seguridad de la siguiente manera: n i r q x o n o a T E ... t w TÚJtm ô i ô a y f j ç , elç ôv jraQEÔóDT]XE. En la expresión singularísima de los escritos cristianos primitivos, TiJJtoç ÔLÔaxfjç tiene el significado de « v e r s i ó n formal de un documento (carta, decreto, etc.)». Estas y otras observaciones exegéticas instan a sacar la conclusión de que el v. 17b es una glosa marginal de la tradición eclesiástica que penetro pronto en el texto (cf. R. Bultmann, E x e g e tic a , Tübingen 1967, 283). Si la discutible expresión fuera paulina (como opinan, además de otros, E. Kâsemann, A n d ie R õ m e r [HNT], s u b lo c o y U. Wilckens, L a C a rta a lo s R o m a n o s II, Salamanca 1992, s u b lo c o , entonces habría que suponer que la expresión aceptada ya por Pablo y fijada tradi­ cionalmente -casi como concepto opuesto a la ju­ dia [iópcpcooLç Tf]ç yvcboEcoç xal tfjç àÀqdEÍaç en Rom 2, 20- significa un sumario de la fe, un credo bautismal, trasmitido en el bautismo, a cuya aceptación se compromete la persona bautizada (Kâsemann, A n d ie R õ m e r ) , o es una síntesis dei contenido de la fe cristiana (Wilkens, L a C a r ­ ta a lo s R o m a n o s II). Si los bautizados «han sido entregados» a este contenido (y no inversamente, como en otras partes), entonces rújtoq caracteri­ zaria al Cristo paulino -como sucede de hecho en Bem 12, 10: «Jesucristo, el Hijo de Dios, se manifestó por figura (rÚJtqj) en la carne»-.

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Tunoç

IgnMagn 6, 2 presenta una visión similar, y en esta carta aparece incluso paratácticamente la expresión TÚJtoç >tal ôiôaxií- Aqui los cristianos deben constituir una unidad con el obispo -como la fiel imagen que es de Dios (IgnTral 3, 1; Ign­ Magn 6, 1 v.l.)- y con los dirigentes como fieles imágenes y ensenanza de inmortalidad. Así como este significado de TÚJtoç (ôiôaxfis) no puede incluirse forzadamente en la teologia paulina (en contra de Wilckens, La Carta a los Romanos II), así también se impone con mucha más fuerza la Mpótesis de una glosa insertada en Rom 6, 17b. El autor de la glosa se refiere a una solemne versión (prefigurada en el cielo) de la doctrina (apostólica), a la cual -elevada a celestiales pro­ porciones y caracterizando de esta manera a Cris­ to- los bautizados podían confiarse.

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advertência): nosotros, que hemos llegado al fin de los tiempos. De ahí se sigue: 1) xÚJioç no se refiere aqui al significado «propio» y espiritual de un texto o de un acontecimiento narrado, un significado al que se llega por medio de una interpretación alegóri­ ca, aunque no podemos pasar por alto el hecho de que Pablo presente muchas veces como xújtoi a personas que no son presentadas eomo tales, ni mucho menos, en el texto dei AT. 2) En la inter­ pretación paulina, esos padres (o antepasados) de Israel no son xtmoi iqpcõv subsiguientemente y por medio de la interpretación; sino que lo son ya en la suerte que corrieron entonces en su existên­ cia -pero ellos no supieron que eran xuitoi Tjprâv-. 3) Ellos son, aunque no lo supieran, fúJtoi f|põ)v, porque fueron alcanzados ya entonces por el acontecimiento escatológico y ese aconte­ 7. Quedan algunos textos en los que ximog cimiento se estampó en su existência (vv. 2-4; la roca era [ya] Cristo -se presupone su preexistên­ se concibe de algún modo «tipológicamente». cia-). 4) Esta idea no es inconsecuente, si se pre­ Esto conduce a la discusión de la «exégesis tisupone que el acontecimiento escatológico cualipológica» como método hermenêutico. fica también escatológicamente a la existência pasada (es decir, a los muertos). Ellos fueron ya a) Es sumamente improbable que Pablo haentonces «modelo», porque en todo ello se expreya asociado con el término xnjtoç dos signifi­ cados completamente dispares. Por eso, en 1 sa ya ahora, en el tiempo escatológico, una exis­ tência cualificada escatológicamente -que aqui, Cor 10, 6.11 hay que proceder partiendo dei desde luego se consigna para que la tengamos en significado, exegéticamente probado, dei mo­ cuenta como advertência, y que, por tanto, en el delo plasmador, de la prefiguración. Jta Q a x a X e ív apostólico no es modelo de existên­ cia escatológica—. Porque aquéllos menospreciaEste pasaje concuerda con 1 Tes 1, 7; Flp 3, 17 ron el don de la divina presencia, correspondien(y Rom 5, 14) en que los «procesos» (en contra te al Espíritu, y se entregaron al culto idolátrico y de H.-D. Wendland, Der erste Brief an die Koa la inmoralidad. Y, así, el juicio escatológico fu­ rinther [NTD], sub loco), los sucesos o incluso turo puede ya narrarse y representarse en lo acon­ Ias cosas no pueden ser TÚitot, sino que única­ tecido (v. 11). mente pueden serio Ias personas, en cuanto éstas Podemos dejar aqui a un lado la cuestión de son alcanzadas por el acontecer divino cualificahasta qué punto Pablo, en el midrás de 1 Cor 10, do escatológicamente. (El uso de xauxa en 1 Cor Iss, sigue la exégesis «tipológica» judia. No hay 10, 6 parece estar en contra de esto; sin embargo, apoyo, al menos en Pablo, para la definición que debe llamamos la atención el plural ÈyeviÍDt]da L. Goppelt: «Tan sólo hechos históricos, es oav. Indudablemente se ha recogido el sujeto de decir, personas, acciones, sucesos e instituciones ttaxEOXQCóihiaav. Y, así, xanxa podría ser acupueden ser objeto de intepretación tipológica; Ias sativo de relación [pero cf. también Luz, 120 y palabras y Ias exposiciones podrán serio única­ 396]. Existe una diferencia en que 1) en 1 Cor 10, mente en cuanto traten de tales hechos. Existe 6 se trata de personas de tiempos pasados, a sa­ una interpretación tipológica de esos objetos, ber, «todos nuestros padres (!)», es decir, se trata cuando se conciban como exposiciones ejempladei Israel que salió de la cautividad de Egipto, y res puestas por Dios, es decir, como ‘tipos’ de he­ 2) a esos xÚJtot qpcõv no les corresponde un pt- chos venideros y, por cierto, más perfectos y pÊiahai Hxh., sino una advertência en sentido ne­ mayores» (Goppelt, 18s). Tan sólo la existência gativo (8iç xò pr) eivai f|pãç èwôupqxàç xahumana cuahficada e interpretada escatológica­ xcbv), la cual se nos comunica por el hecho de mente puede ser xúrtoç; más aún, la existência que el acontecimiento en el que aquéllos llegaron presente es percibida como xÚJtoç en la forma dei a ser Tijn:oi f|pcõv, es decir, aquello que a ellos les [tipeTad^ai, y la existência pasada es percibida sucedió xnjiixcüç (v. 11), se nos consigne para crítica y antitéticamente, porque se encuentra ya que lo tengamos en cuenta nosotros (como una consignada por escrito. Por tanto, si en 1 Cor 10

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T U J tO Ç

hay en absoluto «tipologia», entonces se trata de una aplicación crítico-escatológica de la Escri­ tura.

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última desde la perspectiva de la historia de la salvación, perjudica a no pocas declaraciones so­ bre el tema de la «tipologia». A pesar de la concepción equivocada de Bultmann sobre la tipolo­ gia, a la que considera como una estructura de b) Tan sólo en Rom 5, 14 se halla algo así como la historia pasada en su totalidad y se pensamiento no histórico sino mitológico, que repite simplemente elementos semejantes, habrá contempla como tal; claro que aqui se consi­ que considerar como acertada su crítica de la amdera de nuevo como historia representada por pliación inflacionista efectuada por Goppelt de un solo hombre, Adán, una historia que está los elementos tipológicos que existen en el NT. 2) En la comprensión apocalíptica de la histo­ cualifieada negativamente por el el aconteciria, la tipologia puede modificarse hasta tal punmiento escatológico de la gracia en Cristo. to, que el acontecimiento escatológico aparezca Adán es la «correspondência antitética» dei se­ como instituído ya en los más remotos comienzos y tenga, por tanto, prioridad temporal y objetiva gundo hombre venidero, de Cristo (cf. 1 Cor 15, sobre lo que a él le corresponde (cf., por ejemplo, 45ss). Desde la perspectiva dei actual aconteciApBar [sir] 4, 1-7). miento escatológico, se dice que Adán es quien 3) En el judaísmo helenístico, principalmente senala hacia Cristo. Ahora bien, por razón dei pe­ en Filón, encontramos la concepción cosmológicado en la muerte, Io que Adán es como TÚitoç, es inaccesible a él y a todos los que se hallan en ca especulativa de que el mundo de Ias cosas sensibles y terrenas fue creado con arreglo a la rela­ su esfera, es decir, a los que se encuentran en la ción existente entre una copia y su prototipo. Sirhistoria de Adán (cf. también Rom 3, 23); por eso. Cristo, como movimiento antitético, corres­ ve de ejemplo, a este respecto, lo que se dice en Op 16, 19.36: En la creación Dios formó primeponde precisamente en su muerte, como acto de ramente el àçxÉTtJjtoç y la votitT) lôéa, y lo te­ amor obediente, al «espacio vacío» representado rreno y sensible fue producido luego como una por Adán. copia de ese t t j j i o ç o jtaQáôstypa, comprensible sólo para el Espíritu. Puede servir también de 8. Ahora bien, xijjroç en Heb 8, 5; Hech 7, ejemplo Som I, 206 sobre Ex 25, 40: El prototipo 44, y àvTÍTUJTOç en Heb 9, 24; 1 Pe 3, 21 apa­ divino dei tabemáculo se hizo visible -en el Es­ rece en un sentido expresamente hermenêuti­ píritu- a Moisés como rónoç o jtaQáôeiypa; só­ lo entonces, conforme a este modelo, Bezaleel co y técnico, que exige la denominada «exéprodujo una imitación o copia (p,í|xqpa o OKiá); gesis tipológica». el tabemáculo terreno y sensible. En la exégesis textual, TÚreoç se refiere a lo que ha de mostrarse Parece indicada la siguiente diferenciación: propiamente, y que en su sentido oculto debe ser 1) Existe una «tipologia» como hermenêutica descubierto por medio de la alegoria (Op 157). dentro de la perspectiva de la historia de Ias tradiciones, cuando una institución, historicamente a) En Hebreos, esta relación -concebida henueva, casi siempre escatológica, de salvación y lenísticamente- entre «el prototipo celestial juicio se expresa en términos de una institución temporalmente precedente. Puesto que la institu­ perfecto» y la «copia y sombra terrena» se ha­ ción temporalraente precedente queda así sobrella trasferida claramente a la dimensión histó­ pasada por Ia que es escatológicamente más mo­ rica dei acontecimiento de Cristo; en el procederna, o queda crítica o antitéticamente suspendi­ so, el uso consciente dei término clave TÍiJtog da por esta última, aparece entonces como una (adquirido exegéticamente) produce una «in­ prefiguración superada de la que es más moderna. terpretación tipológica» dei AT en el sentido La tipologia que es secundaria y orientada hacia la historia de la salvación se desarrolla secunda­ hermenêutico técnico. Sus comienzos habría riamente en relación con la tipologia que se defi­ que buscarlos, por tanto, en esta formación de ne más bien como una antítesis de lo que precede. la tradición cristiana primitiva representada La primera es continuada entonces en cierto mo­ por la Carta a los Hebreos, y no en Pablo. do en una «interpretación figurai» (cf. Auerbach). En una comprensión «tipológica» de Ex 25, La falta de estricta diferenciación entre la inter­ 40, vemos que Heb 8, 5 caracteriza el minis­ pretación «tipológica» y la correspondência entre la predicción y el cumplimiento, concebida esta tério sacerdotal en el antiguo pacto afirmando

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Tunoç -

que aquellos sacerdotes «sirven de copia y sombra dei santuario celestial; porque, cuando Moisés se disponía a erigir el tabemáculo, fue instruido por Dios, quien le dijo: jMira que hagas todas Ias cosas conforme al modelo que te fue mostrado en el monte!». Es verdad que TÚn:oç en la cita de la LXX y en Hech 7, 44 es traducción dei hebreo tabnit (plano de construcción, modelo, imagen) y no se usa en ningún otro lugar de la Carta a los Hebreos. Sin embargo, en Heb 10, 1 elxráv, de la misma manera que TÚjtoç en 8, 5, se contrapone a una ojtiá veterotestamentaria («la ley no puede mostrar más que una sombra de los bienes futuros, pero no la figura misma de Ias cosas»); en 9, 23, después de recordarse la ratificación dei antiguo pac­ to por medio de la sangre (vv. 15-22), se habla de Ias «copias (ÚJioôeÍYpaxa) de Ias cosas celestiales»; pero a continuación inmediata aparece la expresión c i v t í t u j i o ç , «antitipo», que adquiere también un significado técnico y se halla aqui en paralelo con ■ónóôeiYpa. Este término acentua el contraste entre el santuario (^o los objetos de cul­ to?) dei antiguo pacto y el verdadero santuario: «Porque Cristo no entró en un santuario hecho con manos, en un antitipo dei verdadero, sino en el cielo mismo, para interceder ahora por nosotros en la presencia de Dios». En la Carta a los Hebreos este esquema de co­ rrespondência entre el «prototipo celestial» y la «copia terrena» es clarísimamente un recurso her­ menêutico elegido conscientemente, aunque no está al servicio de una doctrina cosraológica, con­ cebida «verticalmente», de la salvación, sino que desempena una función tipológica; el sacrifício -único y escatológicamente insuperable- dei ver­ dadero Sumo Sacerdote y Mediador se ha realiza­ do en el acontecimiento de la muerte de Jesús, su­ cedido ahora, el cual (ipor este motivo!) suspen­ de definitivamente todas Ias instituciones dei AT encaminadas a dispensar la salvación. Esta suspensión hace que esas mismas instituciones se conviertan en sus «copias» lingüísticas y «som­ bras» históricas. b) En 1 Pe 3,21 se usa àvxítureoç en lo que parece ser ya un sentido «tipológico» corriente. Mediatizada por la idea de que Cristo pre­ dica también la salvación a los muertos (v. 19), la salvación de Noé a través dei agua (dei dilúvio) aparece como un acontecimiento, en el cual para los lectores (^a modo de adver­

X V K X tíl

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tência?) se perfila como antitipo el bautismo que ahora salva. Aunque la imagen de la correspondência con­ siste aqui en la idea dei agua, sin embargo la re­ ferencia linguística y todo el curso de Ias ideas no es precisamente trasparente. õ (v. 21a) dificil­ mente se refiere al acto de la salvación, sino que se refiere más bien al agua, «en correspondência con la cual el bautismo como un antitipo ahora también os salva». - Cf. también 2 Ciem 14, 3: La carne de Cristo (la Iglesia) es à v x í x u j t o ç («repre­ sentativa») dei Espíritu, que es el a ú ílE v x ix ó v . 9. En lo esencial hay dos significados en los que xújtoç parece haberse fijado concepmalmente en los escritos dei siglo II posteriores al NT. a) xtijioç es la copia terrena de un modelo ce­ lestial: los superiores como copia de Dios: Did 4, 11; Bem 19, 7; el obispo como copia dei (Dios) Padre, IgnTral 3, 1. - En una variación de este significado, se habla de «imagen esencial». Bem 6, 11. - El término es transferido luego a imágenes visionárias de realidades apocalípticas, Herm (v) 3, 11, 4; 4, 1, 1; 4. 2, 5; 4, 3, 6; (s) 2, 2. b) TÚJtoç es una prefiguración veterotestamen­ taria de acontecimientos y realidades que se hicieron efectivas histórico-salvíficamente en la historia de Jesucristo; así se expresa de manera excesiva Bem 7, 3.7.10.11; 12, 2.5.6.10; 13, 5. Este mismo sentido aparece en Justino Dial 42, 4 (cf. 90, 2), donde -una tras otra- Ias ordenanzas de Moisés son presentadas como xÚJtouç Jtai oúpf5o?i.a 5tai xaxaYY^^íaÇ de los futuros acon­ tecimientos de Cristo. G. Schunack T'ú:7ltí0 typto golpear*

La mayor parte de los 13 testimonios dei verbo que se encuentran en el NT, aparecen en Lucas/Hechos (4 -t 5). Tan sólo en dos pasajes se halla xÚJtxco en sentido figurado: en Hech 23, 3a en relación con los golpes que Dios da (en este sentido es también frecuente en la LXX), y en 1 Cor 8, 12, refiriéndose a Ias heridas que se causan a una conciencia dé­ bil. - xÚJiTQ) con una persona en acusativo co­ mo objeto de la acción verbal: Mt 24, 49 par. Lc 12, 45; Hech 18, 17; 21, 32. «Golpear en la boca», Hech 23, 2.3b; «en la cabeza», Mc 15, 19 par. Mt 27, 30; «en la mejilla», Lc 6, 29». «Darse golpes de pecho» como senal de

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T1J3tTCD - TOCpXÓÇ

pesar y de constemación, Lc 18, 13; 23, 48. ThWNT VIII, 260-269. T V Q a v v o ç , OV, o tyrannos déspota, tirano

Hech 5, 39 D en una ampUación: «ni vosotros ni reyes ni tiranos». GNTCom sub loco.

TlJgavvoç, OD Tyrannos Tirano* Nombre de un varón que vivia en Efeso, Hech 19, 9; en su auditorio (oxoXr|) Pablo pudo seguir dando sus conferências. Tirano era quizás, él mismo, un retórico o, por lo menos, era el dueno de la sala de conferências. T V Q P áÇ o ^ai tyrbazomai afanarse dema­ siado Lc 10, 41 Textus Receptus: «\Te afanas de­ masiado con muchas cosas!».

Tí)Çioç, ou, ó Tyrios tirio,

de Tiro* Hech 12, 20 menciona a los tirios junto a los sidonios. Tirio es el habitante de ->• TúQOÇ.

TÚ qoç , ou Tyros Tiro* En el NT se menciona con frecuencia a la ciudad de Tiro junto a la de Sidón (en la mayoría de los pasajes de los Evangelios): Mc 3, 8; 7, 31; Mt 11, 21.22 par. Lc 10, 13.14; Mt 15, 21; Lc 6, 17. En Mc 7, 24 y Hech 21, 3 Ti­ ro es la meta dei viaje (eíç); en Hech 21, 4, es el punto de partida (cutó). Hech 21, 4 presupone que en Tiro había una comunidad cristiana, con la que Pablo se quedó durante una semana. BHH III, 2035s; Pauly, Lexikon V, 1027-1029. Tu
3 typhlos ciego

1. Aparición en el NT y uso dei término - 2. Curaciones de ciegos obradas por Jesús - 3. La sentencia acerca dei ciego que es guia de ciegos - 4. Otros enun­ ciados (ética). Bibl.: Billerbeck I, 524s; A. Esser, Das Antlitz der Blindheit in der Antike, Leiden ^1961; G. Gerleman,

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B em erkungen z a r Term inologie d e r «B lindheit» im AT:

SvEA 41-42 (1976-1977) 77-80; F. Graber, tncpkóç, en DTNTI, 261s; Haag, Diccionario, 307s; J. Hempel, Heilung ais Symbol und Wirklichkeit im bibl. Schrifttum, Gottingen ^1965, especialmente 247s; E. Lesky, Blindheit, en RAC II, 433-446; J. M. Lieu, Blindness in the Johannine Tradition: NTS 34 (1988) 83-95; F. Nõtscher, Gotteswege und Menschenwege in der Bibel und in Qumran, Bonn 1958, s.v. Blind en el índice ana­ lítico (125); J. Roloff, Das Kerygma und der irdische Jesus, Gottingen 1970, 119-141; W. Schrage, xntpXóç,

xncpÀóü), en ThWNT VIII, 270-294; H. J. Stoebe, en BHH I, 257s. Sobre Mc 10, 46-52: E. S. Johnson Jr., Mark 10, 4652: Blind Bartimaeus: CBQ 40 (1978) 191-204; K. Kertelge, Die Wunder Jesu im Markusevangelium, München 1970, 179-182; V. K. Robbins, The Healing o f Blind Bartimaeus... in the Marcan Theology. JBL 92 (1973) 224-243; Roloff, Das Kerygma und der ir­ dische Jesus, Gottingen 1970, 121-126. Sobre Jn 9: G. Bomkamm, La curación dei ciego de nacimiento (Jn 9), en Id., Estúdios sobre el Nuevo Tes­ tamento, Salamanca 1983, 311-318; G. Reim, Joh 9 Tr. und zeitgenõssische messianische Diskussion: BZ 22 (1978) 245-253; Roloff, Das Kerygma und der ir­ dische Jesus, Gottingen 1970, 135-141; S. Sabugal, La curación dei ciego de nacimiento, Madrid 1977.

1. a) En el NT TUtplóç aparece 50 veces, 46 de ellas en los Evangelios (17 en Mateo, 5 en Marcos, 8 en Lucas, 16 en Juan). Fuera de los Evangelios, el término aparece únicamente en Hech 13, 11; Rom 2, 19; 2 Pe 1, 9; Ap 3, 17. xnqpX,óç significa ciego, tanto en sentido lite­ ral (en la mayoría de los pasajes de los Evan­ gelios y en Hech 13, 11) como en sentido me­ tafórico y figurado (Mt 15, 14a [bis]; 23, 16. 17.19.24.26; Jn 9, 39.40.41; Rom 2, 19; 2 Pe 1,9; Ap 3, 17). b) En la mayoría de los pasajes -sobre todo en los Evangelios- xncpXóç se halla sustantivado {el ciego); es más raro el uso dei térmi­ no como adjetivo (Mt 12, 22; 15, 14a; 23, 16. 24.26; Mc 10, 46; Jn 9, 1.18.24.25.40.41; Hech 13, 11; 2 Pe 1, 9; Ap 3, 17). En Lc 4, 18 xncpXóç se halla en una cita de Is 61, 1 LXX. En la LXX es adjetivo y traduce el término hebreo ‘iwwêr. A los ciegos se los menciona frecuentemente junto a los paraKticos (xooXoí); ambos grupos de enfermos se consideraban especialmente achacosos y desgraciados sin esperanza alguna: Mt 11,5 par. Lc 7, 22; Mt 15, 30.31; 21, 14; Lc 14, 13.21;

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TOqpA.óç

Jn 5, 3 (cf. LXX Lev 21, 18; Dt 15, 21; 2 Re 5, 8; Job 29, 15; Mal 1, 8; cf. además IQM 7, 4). En el mundo antíguo, la curación de la ceguera se consideraba en general como una curación pu­ ramente milagrosa (Schrage, 273-275). En conso­ nância con ello, la curación de los ciegos se pro­ mete para el tiempo de la salvación escatológica (Is 29, 18; 35, 5; 42, 7; 61, 1 LXX). El empleo de TUcpXóç en sentido figurado se halla también muy difundido fuera dei NT; se refiere casi siempre -incluso fuera de la Biblia (cf. Is 43, 8; 59, 10) y dei judaísmo (cf. CD 1, 9; 16, 2)- al âmbito dei conocimiento (religioso) y de la función de enten­ der (verdades reügiosas) (Schrage, 276s). En la gnosis se designa como «ciegos» principalmente a los no-gnósticos, que se hallan irredentos y que están cegados por el mundo (EvVer 29, 32-30, 15; EvTom 28; EvFel 56; Pistis Sophia 141). 2. Los cuatro Evangelios contienen relatos sobre curaciones de ciegos obradas por Jesús. En esas curaciones, los redactores fmales no sólo ven el cumplimiento de profecias «mesiánicas» (-»■ l.b), sino también una referencia metafórica a la acción de «ver», que Jesús ha­ ce posible por medio de la fe (Roloff, 119121). a) El evangelista Marcos relaciona Mc 8, 22-26 con la «ceguera» de los discípulos (8, 14-21). Jesús tiene que abrirles la vista espiri­ tual para que perciban la revelación. Marcos interpreta la curación dei ciego Bartimeo (10, 46-52) en el sentido de la idea dei seguimiento (v. 52c). Los dos paralelos sinópticos (Mt 20, 29-34; Lc 18, 35-43) dependientes de esta perícopa (Mc 10, 46-52) y el duplicado Mt 9, 27-31 realzan igualmente la significación de la fe (lo hace especialmente Mt 9, 29). Fuera de los relatos de milagros. Ias curaciones de ciegos efectuadas por Jesús senalan el inicio dei tiempo de la salvación escatológica: Mt 11, 15 par. Lc 7, 21s; Lc 4, 18. Mateo realza igualmente, por medio de adiciones redaccionales, que Jesús curaba a los ciegos: Mt 12, 22 (a diferencia de Lucas); 15, 30.31 (a dife­ rencia de Marcos); 21, 14 (a diferencia de Marcos; cf. la «supresión» de la prohibición de la que se habla en 2 Re 5, 8).

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b) La curación que se narra en Jn 9, 1-41, efectuada en un ciego de nacimiento (vv. 1.2. 19.20.32), debe ser aplicada quizás por el lector al hombre en su totalidad, al hombre tal como es «por su naturaleza» (vv. 39-41). Su ceguera para la luz de la revelación (cf. vv. 2s) es eliminada por Jesus, que hace que los ciegos vean, pero que también vuelve ciegos a a los que ven (v. 39b; cf. 3, 19; cf. también xuq)X,óa) en 12, 40). En Jn 10, 21 se recuerda la curación dei ciego (Jn 9) y se refuta la idea de que Jesús pueda estar poseído por un demonio. En 11, 37 algunos se preguntan co­ mo es que Jesús, que abrió los ojos al ciego, no pudo evitar que Lázaro muriese; luego, en 11, 38-44, se hace ver que Jesús posee tam­ bién el poder (aún mayor) de resucitar a un muerto. 3. La palabra que habla de los ciegos que son guias de ciegos, y que bailamos en Mt 15, 14(b) y Lc 6, 39 y que procede de la fuente de logia, se ha conservado probablemente en Lu­ cas en su versión original (cf. el contexto en Lc 6, 37s): el hombre debe abstenerse de «juzgar». Mateo aplica el logion a la interpretación de la ley dada por los fariseos, que están ciegos para ver la voluntad de Dios (15, 16s; 23, 16.17.19.24.26). Ellos, desde luego, creen que el pueblo está ciego y pretenden ser sus guias. Según Rom 2, 19. el judio pretende ser superior, de manera parecida, a los «ciegos» (gentiles) que no conocen la ley mosaica. 4. a) En Lucas Jesús exhorta a los oyentes a que inviten a su mesa a los pobres, los tullidos, los paralíticos y los ciegos, con arreglo a lo que hace el anfitrión en el gran banquete (Lc 14, 13.21). Según Hech 13, 11, Pablo ful­ mina sobre el hechicero Barjesús el castigo de la ceguera (cf. paralelos de la antigüedad en Schrage, 27 Is). b) En la parénesis de los escritos tardios dei NT se caracteriza como ceguera el deficiente estado moral de algunas comunidades cristianas: en 2 Pe 1, 9 se reprende así la deficiente fertilidad de la èjiÍYVCoaiç; en Ap 3, 17 se ha­ ce probablemente la misma reprensión a la

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TucpXóç - Tíixi^íoç

comunidad de Laodicea, que se siente satisfecha de sí misma. G. Schneider

tucpXód) typhloõ cegar, arrebatar la vista* Los tres testiminios que apareceu en el NT emplean el verbo en sentido figurado (como en Is 42, 19 LXX). En Jn 12, 40 se enuncia como cita de Isaías: «El ha cegado sus ojos y endurecido su corazón». La cita no está toma­ da dei texto hebreo ni de la LXX; fue refundida probablemente por el evangelista, con arreglo a la intención de lo que él queria enunciar. 1 Jn 2, 11 nos muestra que el odio ciega a una persona: «El que odia a su hermano está en tinieblas (->• oxoxía) y camina en tinieblas y no sabe adónde va, porque Ias ti­ nieblas le han cegado los ojos». 2 Cor 4, 4 habla de los incrédulos, para quienes permanece oculto el evangelio: en ellos «el dios de este mundo ha cegado sus pensamientos (vofipata)» . ThWNT VIII, 270-294; X, 1281 (bibl.); DTNT I, 26 Is.

T V tp o ^ai typhomai (voz pasiva) humear, arder lentamente* Mt 12, 20: «No apagará la mecha que ape­ nas arde Q lvov tnqJÓpevov)» (cf. Is 42, 3: Xívov xajtviÇópevov).

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TVtpÓO^ai typhoomai (voz pasiva) ser hinchado; hacerse necio (?)* En el NT el verbo (la voz pasiva de rncpóco, «anublar») aparece únicamente en la voz pa­ siva: un recién convertido, si fuera obispo, podría envanecerse / hincharse (1 Tim 3, 6). Un maestro que no ofrece Ias sanas palabras de la tradición, sino que ensena cosas extranas, «está envanecido y no entiende nada» (6, 4). 2 Tim 3, 4 predice que en «los últimos di­ as» los hombres (entre otras cosas) se harán «traidores, audaces, envanecidos». Spicq, No­ tes II, 898. TVtpcoviXÓç, 3 typhõnikos huracanado* En Hech 27, 14 se habla de que comenzó a soplar un «viento huracanado (ãvepoç xu(pcoVLXÓç)». Radermacher, Grammatik, 28s. Tvxiy-OÇ Tychikos Tíquico* Nombre de un companero de Pablo, que era oriundo de la provincia de Asia: Hech 20, 4. En Col 4, 7 par. Ef 6, 21 se le llama «el ama­ do hermano y fiel servidor en el Senor». En ambos pasajes se habla de que Tiquico infor­ mará a los destinatários de la carta acerca de Pablo; de manera parecida se contempla en Ias Pastorales la función de Tíquico: 2 Tim 4, 12 habla de que a Tíquico se le envió a Efeso; Tit 3, 12 habla de enviarle adonde «Tito».

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Y

v a x í v d i v o ç , 3 hyakinthinos de color de jacinto* Ap 9, 17: Los jinetes tenían corazas «de co­ lor rojo de fuego (jtiiQ L V o n ç ) y de color de ja ­ cinto (es decir, de color rojo oscuro) y de co­ lor amarillo de azufre ('&eLCÓòeiç)». v á jíiv fto ç , OV, Ó hyakinthos jacinto* En Ap 21, 20 se menciona (como undécima piedra) el jacinto. v á X iv o ç , 3 hyalinos transparente* En Ap 4, 6, en la descripción dei trono de Dios (introducida con (bç), se menciona una 'dáX.aooa uaXívT): «un mar transparente» (con la adición: «como el cristal»); de manera parecida en 15, 2a.b («mezclado con fuego»; los «vencedores» se hallan en pie, con arpas, junto a ese «mar»). OV, lí hyalos vidrio, cristal* Ap 21, 18: «La ciudad es de oro puro semejante al cristal puro». 21, 21: «La calle de la ciudad era de oro puro como cristal transpa­ rente». hybrizõ insultar, maltratar, afrentar* nPgiç, ecoç, f| hybris arrogancia, infortúnio, maltrato*

1. Aparición en el NT - 2. Pablo - 3. El resto dei NT. Bibl.: G. Bertram, üPeiç octX., en ThWNT VIII, 295-307; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1282.

1. En el NT el verbo aparece sólo 5 veces; el sustantivo, 3 veces. 2, Pablo utiliza el verbo úpQÍÇco para referirse a los sufrimientos que él tuvo que pade­

v

cer durante su primera proclamación dei evangelio en Filipos (1 Tes 2, 2; con ello los sucesos narrados en Hech 16, 22-24 no adquieren la misma credibilidad histórica). El mismo fenômeno se contempla en 2 Cor 12, 10, donde el sustantivo üPqiç se haUa en se­ gundo lugar en un «catálogo de sufrimientos» (cf., a propósito, W. Schrage, Leid, Kreuz und Eschaton. Die Peristasenkataloge ais Merkmale paulinischer theologia crucis und Eschatologie: EvTh 34 [1974] 141-175): Pablo «tiene buen ânimo en la debidad (àoO^éveia), en los maios tratos, en Ias calamidades (-> àváyxT] 2), en Ias persecuciones (ôicoypóç) y en Ias tribulaciones (->■ otevoxcoQÍa)». Así, pues, el verbo y el sustantivo reflejan en Pa­ blo los maios tratos físicos que él entiende dialécticamente como fortaleza por la orientación que esos sufrimientos tienen («por amor de Cristo», 2 Cor 12, 10), o porque le mueven a una proclamación mucho más gozosa dei evangelio (1 Tes 2, 2). 3. En el resto dei N T el sustantivo üpQiç aparece únicamente en el discurso reproducido literalmente dei Pablo lucano en Hech 27, 10 y 27, 21. En ambos pasajes, juntamente con Çtipía, designa los infortúnios y danos / pérdidas» que caen sobre la tripulación de la nave durante el viaje marítimo (27, 9-11 y 27, 21-26 son dos episodios insertados por el au­ tor de Hechos en el relato de un viaje; cf. H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklürf [HNT], sub loco). En el NT, el verbo ú PqíÇco aparece además en los cuatro pasajes siguientes; en Mt 22, 6 se halla en un «clímax», detrás de ^ XQaTÉco (3) y delante de ->■ àjtoxxeívco, y designa la acción de maltratar a los mensajeros enviados por Dios. En Lc 11, 45 el verbo aparece en la formulación de una crítica: Jesus ofendería a los vop,ixoí. En 18, 32 Lucas emplea el verbo en la tercera predicción de la Pasión, refor-

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■ uPqÍÇ - vbwQ

zando el sentido dei enunciado y acompanándolo con los verbos -»■ èp,n:aíÇa) (2) y -»■ èpjTXÍico. En Hech 14, 5 íipQÍÇco aparece junto a X,i'9'o|3oXéco; la multitud alborotada (judios y gentiles) en Iconio se disponía a maltratar y apedrear a Pablo y Bemabé. G. Lüdemann iíp e iç , EWÇ, lí hybris arrogancia, infortú­ nio, maltrato ú Pqí^o).

v P q ig t i Í ç, o C,

Ó hybristês persona que es violenta o insolente* nPQiatf|ç aparece en dos pasajes dei NT, en enumeraciones de personas viciosas: en Rom 1, 30 junto a 'UJteQfiq)avoç; en 1 Tim 1,13 jun­ to a p}iáaq)qpoç y ôicóxttiç. ThWNT VIll, 295-307; DTNT IV, 223s. DyiaiVOJ hygiainõ estar sano* El verbo se refiere a la salud dei cuerpo: Lc 5, 31; 7, 10; 15, 27; aparece además en el saludo epistolar de 3 Jn 2.En Ias Pastorales UYiaívü) se refiere, en sentido figurado, a la doctrina cristiana: ôiôaoxaX ía, 1 Tim 1, 10; 2 Tim 4, 3; Tit 1, 9; 2, 1 (cf., a propósito, C. Burini; Vetera Christianomm 18 [1981] 275285); À,ÓYOi, 1 Tim 6, 3; 2 Tim 1, 13. De esta manera, a la doctrina cristiana se la caracteri­ za como recta / razonable, por contraste con Ias falsas doctrinas, que se desvían de la doc­ trina recibida por la tradición. La expresión «estar sano en la fe» (uYiaívco [Iv] Tf] Jtíaxei; Tit 1, 13; 2, 2) pertenece al mismo contexto. Dibelius-Conzelmann, Die Pastoralbriefe (HNT), 20s (excursus); ThWNT VIII, 308313; DTNT IV, 141ss; RAC X, 902-945. ■úyiiíÇ) 2 hygiSs sano* El adjetivo se refiere, en once pasajes, a la salud dei cuerpo: Mt 12,13; 15, 31; Me 5, 34; Jn 5, 4.6.9.11.14.15; 7, 23; Hech 4, 10. Tan sólo en Tit 2, 8 se emplea en sentido figurado: el ‘kóyoc, ÚYifiç es la «predicación sana / rec­

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ta» (cf. el uso de -> uYtaLVCo en Ias Pastora­ les). Para la bibliografia cf. ÚYiaívü). v y ç ó ç , 3 hygros húmedo*

En Lc 23, 31 dicese de la madera húmeda / verde, en Ias palabras dirigidas por Jesus a Ias mujeres que lloraban. Ú âQ Ía, a ç , lí hydria tinaja o cântaro para agua* En Jn 2, 6.7, en Ias bodas de Caná, se habla de Ias seis tinajas de piedra, que Jesús mandó llenar de agua. En 4, 28 se habla dei cântaro de agua de la samaritana. ■ÚÔQOJtOTÉM hydropoteõ beber agua*

El verbo, en 1 Tim 5, 23, designa la conducta de rigurosa abstinência. Lo opuesto: «beber vino» (asi también en Eliano, VarHist n , 38; cf. Dan 1, 12 LXX). Cf. -> oívoç. VÔÇtOJlDtÓÇ, 3 hydrõpikos que padece de

hidropesía, hidrópico* En Lc 14, 2 se habla dei âv&QConoç úÔQcnjtixóç, dei «enfermo de hidropesia», a quien Jesús curó en sábado (vv. 3s). ■UÔWQ, a t o ç , t ó hydor agua

1. Aparición y significados en el NT - 2. Significa­ do literal - 3. Uso ritual - 4. Significado simbólico. Bauer,

j.v.; O. Biehn, VTcíícrl. en LThK X, 962s: J. Blank, Ia (GS), Düsseldorf 1981 (sobre 4, lOss); O. Bõcher, W a ss e r u n d G e is t, en F S S tã h lin , 197-209; Id., C h r is tu s E x o r c is ta (BWANT 90), Stuttgart 1972, s .v . en el índice analítico; Id., A g u a , en DTNT I, 71-73; F. M. Braun, J e a n le T h éo lo g ie n . S a T h é o lo g ie II, Paris 1972, 61-65 (sobre Jn 7, 37-39); R. Bultmann, D a s E v a n g e liu m d e s J o h a n n e s (KEK), Gõttingen 1941, 133-136; L. Goppelt, üôtOQ, en ThWNTVIII, 313-333; F. Hahn, D ie W o rte v o m leb e n d ig e n W a s s e r im J o h a n n e s E v a n g e liu m , en F S D a h l, 51-70; H. Leroy, R ã ts e l u n d M ifiv e r s tã n d n is (BBB 30), Bonn 1968, 88-99 (sobre Jn 4, 10-15); F. MuBner, W a ss e r II. In d e r S c h r ift. en LThK X, 963965; F. Porsch, P n e u m a u n d W ort. E in e x e g e tis c h e r

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B e itr a g z u P n e u m a to lo g ie d e s J o h a n n e s E v a n g e liu m s ,

1821

CÔCOQ

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E v a n g e lio s e g ú n S a n J u a n

B lu t g e k o m m e n » . E x e g e tis c h e Ü b e r le g u n g e n z u 1 J o h 5, 6, D ie M itte d e s N T. F S f ü r E . S ch w e ize r,

en gen 1983, 345-361.

Gõttin-

1. En el NT líôcoQ aparece 78 veces, encontrándose 45 de esos testimonios en los escri­ tos joánicos: 23 en el Ev. de Juan, 4 en 1 Juan, 18 en el Apocalipsis. 'ííôoiQ es una categoria humana fundamental (cf. Biehn); todos los planos semânticos aparecen en los escritos dei NT, aunque el significado simbólico donde más claramente aparece es en el Evangelio de Juan y en la Carta primera de Juan. El uso li­ teral se refiere a la necesidad vital de u ô c o q o al sufrimiento y la muerte cuando falta este elemento, así como a la desgracia de hallarse a merced dei elemento irrefrenado (es decir, la experiencia dei dilúvio), y al uso dei agua para el lavado. El uso ritual dei agua aparece en estos tres aspectos. El punto de partida es la purificación, aunque probablemente la inmersión en un âmbito (-> pairtiÇo) 4) y en una nueva vida (-»• 4) se halle también asociada conjuntamente. El empleo dei término en el NT es un desarrollo independiente dei pensamiento dei AT (cf. Hahn); en su uso simbó­ lico se encuentra influido sólo marginalmente por ideas gnósticas. 2. El uso literal predomina en 30 pasajes: a) Se hace referencia al agua potable cuan­ do se habla de un vaso de agua fresca (Mc 9, 41), dei hombre que lleva un cântaro de agua (Mc 14, 13 par. Lc 22, 10), de mojar la punta dei dedo en agua (Lc 16, 24), y cuando se ha­ bla de agua dulce (Sant 3, 12); cf. Ap 8, lOs; 11,6; 14, 7; 16, 4s.l2 (Goppelt, 324s). b) En 17 pasajes se expresa la experiencia de inundaciones. En Mt 8, 32 (par. Mc 5, 13: b-á)i,aaoa), unos cerdos perecen en Ias aguas. Pedro pide que se le conceda poder caminar sobre Ias aguas y se atreve a hacerlo (Mt 14, 28s). El muchacho es arrojado por el demonio al fuego y al agua (Mc 9, 22 par. Mt 17, 15). Jesus, según la formulación de Lucas, increpa «al viento y a Ias olas del agua» y da ordenes

1822

«a los vientos y al agua» (Lc 8, 24s). Ocho almas son salvadas del dilúvio, es decir, ô f úôaxoç (1 Pe 3, 20). 2 Pe 3, 5s predice el fin cierto del mundo, y se vale para ello de la cos­ mogonia judia, de ideas sobre el origen del mundo a partir del y por medio del u ô c o q , y del conocido paralelo, igualmente judio, entre la pasada destrucción del mundo por medio de Ias inundaciones y la futura destrucción por medio del fuego (Goppelt, 328; W. Grundmann. Der zweite Brief des Petrus [ThHK], sub loco). En el Apocalipsis se emplea seis veces üôcüQ en imágenes de inundaciones (1, 15; 12, 15; 14, 2; 17.1.15; 19, 6). 3. En el uso ritual aparecen prácticas judi­ as, bautistas y cristianas. Conviene distinguirlas, pero no separarias absolutamente. a) Al lavatorio judio de los pies se hace re­ ferencia en Lc 7, 44 (un lavatorio no ofrecido por el fariseo a Jesus) y en Jn 13, 5 (Jesús la­ va los pies a los discipulos). Pilato —siguiendo los ritos judios de purificación- se lava Ias manos (Mt 27, 24). En Jn 2, 7.9 el agua desti­ nada a Ias purificaciones es convertida en vino. En Jn 5, 4.7 se refleja la creencia popular judia en el poder sobrenatural del agua de salvación (Bõcher, Christus, 22-24). b) En cuanto al bautismo, y con relación respectivamente diversa al bautismo cristiano, se acentúa unas veces el bautismo de agua y otras el bautismo en el Espiritu u otras expresiones parecidas (Mc 1, 8 par.; Jn 1, 26.31.33; Hech 1, 5; 11, 16). Desde IgnEf 18, 2 se encuentra la idea de que el «agua» (ÜÔCOQ) de la que Jesús emergió después de su bautis­ mo (Mc 1, 10 par. Mt 3, 16) es agua santifica­ da (Goppelt, 333). Juan bautiza «cerca de Salín, porque alli habia mucha agua» (Jn 3, 23; quizás este pasaje trate de establecer una rela­ ción entre la «paz» y el «agua»). c) En el pensamiento específicamente cristiano continúa la tensión entre el bautismo con üôüjQ y el don del Espiritu (Hech 8, 36-39; 10,47), pero el uôcoq sigue siendo símbolo de purificación (Ef 5, 26; Heb 10, 22; cf. 9, 19). 4. En Jn 3, 5 se contemplan el don del Espíritu y el agua como una unidad. En Jn 4, 7-15

1823

ÍJÔCOQ -

se asocia (ocho veces) el vòwq y la vida verdadera; según 7, 38, esa «agua viva» brota de Jesús (Schnackenburg, Braun, sub loco) o de los creyentes (Hahn, 60, y otros). Del costado de Jesús brota «sangre y agua» (19, 34), es decir, la eucaristia y el bautismo (en contra de G. Richter, Blut und Wasser aus der durchbohrten Seite Jesu, Joh 19, 34b: MThZ 21 [1970] 1-21), cf. 1 Jn 5, 6.8. Recogiendo una imagen usada en el dei AT, se encuentra la expresión «agua viva» en Ap 7, 17; 21, 6; 22, 1.17 (sobre la historia de Ias tradiciones den­ tro dei NT, cf. Hahn; sobre Ias relaciones en­ tre el Evangelio de Juan y el Apocalipsis, cf. Goppelt, 325s). W. Feneberg

■ÓETÓç, oC, ó hyetos lluvia* En singular ■uetóç se halla en Hech 28, 2; Heb 6, 7; Sant 5, 18 (5, 7 Koiné); Ap 11, 6; en plural, en Hech 14, 17 (junto a «estaciones fructíferas»; cf. Sant 5, 18).

DÍodeoía, aç,

hyiothesia designación o aceptación como hijo, adopción* En el NT el tecnicismo jurídico por naturaleza (cf. L. Wenger-A. Oepke, en RAC 1, 99112) se halla atestiguado en Pablo (4 veces) y en Ef 1, 5. Rom 9, 4 lo aplica a la aceptación dei pueblo de Israel por Dios (cf. Ex 4, 22; Is 1, 2, donde falta, desde luego, como en la LXX en general, el término uLo'&EOLa). El uso dei NT se centra en la «adopción» de Ias personas por Dios en Cristo: Gál 4, 5 afirma que el «Hijo» de Dios redime a los que estaban bajo la ley y (de esta manera) obra su 'u ío D e o í a (cf. también el v. 6; cf. además Ef 1, 5). El Espíritu, que los creyentes recibieron, es Jtveúpa n í o d e o í a ç (y no ô o n  .E Í a ç ) ; él les hace experimentar la nueva relación padre-hijo (Rom 8, 15). Los primeros frutos (-/ àjtaQX'n) dei Jiveõpa fundamentan en nosotros la esperanza de Ias plenas consecuencias de esa adopción, de la «redención de nuestro cuerpo» (8, 23). ThWNT VIII, 400-402; W. Thüsing, Per Christum in Deum (NTA NF 1),

1824

1)IÓÇ

Münster i. W. 1965, 116-121; J. Blank, Paulus und Jesus (StANT 18), München 1968, 258-278; -> utóç 4.c.l. - Sobre Rom 8, 23, cf. J. Swetnam; Bib 48 (1967) 102-108; H. R. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung (BEvTh 59), München 1971, 55-66; F. de la Calle: EstB 30 (1971) 77-98. v ló ç , O Í, ó huios hijo*

1. Aparición en el NT- 2. Uso general - a) Aplica­ do a los descendientes biológicos - b) En sentido figu­ rado - 3. «Hijo» e «Hijo de Dios» como títulos cristológicos - a) Antecedentes - b) Jesús - c) Los Sinópticos - d) Pablo - e) Escritos joánicos - f) El resto dei NT - 4. Los hombres y su condición de hijos de Dios - a) Antecedentes - b) Los Sinópticos - c) Otros escri­ tos dei NT - d) Comparación con los escritos joánicos - 5. «Hijo dei hombre» - a) Antecedentes - b) Uso en el NT - c) Jesús - d) Los Sinópticos - e) Juan - f) Fuera de los Evangelios - 6. «Hijo de David» - a) Antece­ dentes - b) Uso. B ib t.: (en general); O. Cullmann, C r is to lo g ía d e i N T , Salamanca 1998, 171-260; 351-390; R. H. Fuller, T h e F o u n d a tio n s o f N T C h r is to lo g y , London 1965, p a s s im : Hahn, H o h e ils tite l, 13-53, 242-346; Jeremias, T e o lo g ia , 67-87, 299-320; W. v. Martitz-G. Fohrer-E.

Lohse-E. Schweizer, níóç, en ThWNT VIII, 334-395.

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S o b r e « H ijo d e D io s » : ‘S o n s o f G o d ' ‘S e e d o f A b r a h a m ’, D ie « S õ h n e { K in d e r ) G o tte s » im N T , F S Schürm ann, P o u r u n e h isto ir e d u titre « F ils d e D ie u » , L ’E v a n g ile s e lo n M a r c , E xeg ese u n d F undam e n ta lth e o lo g ie : E l H ijo d e D io s , D ie O ffe n b a r u n g d e s S o h n e s . D ie a p o k a ly p tis c h e n Vora u s s e tz u n g e n u n d ih re V e ra r b e itu n g im Q -L o g io n M t 11. 2 7 p a r L k 10, 22: J e s u s th e S o n o f G o d , T h e T itle « S o n o f G o d » in M a t th e w ’s G o sp el: C h r is to s K y r io s G o tte s s o h n , Sohn u n d H o h e r p r ie s te r , T he A p o c a ly p tic M o d e l o f S o n s h ip : U r s p r ü n g e u n d E n tfa ltu n g d e r n tl. S o h n e s c h r is to lo g ie , G r u n d fr a g e n d e r C h r is to lo g ie h e u te , T h e R o y a l S o n o fG o d . T h e C h r is to ­ lo g y o fM a tth e w 1-2 in th e S e ttin g o f t h e G o s p e l J e s u s a is G o tte s ­ so h n im S p ie g e l d e s m a r k in is c h e n T a u fb e ric h ts , D ie M itte d e s N T . F S f ü r E . S c h w e iz e r , G o tte s s õ h n e u n d G o tte s s o h n im A T, E l E vange­ lio s e g ú n S a n J u a n

615631; A. Descamps, en M. Sabbe (ed.), Louvain 1974, 329-571; F. Hahn, ThQ 155 (1975) 262-280; M. Hengel, Salamanca 1978; P. Hoffmann, Kairos 12 (1970) 270-288; C. R. Kazmierski, Würzburg 1979; J. D. Kingsbury, BTB 5 (1975) 3-31; W. Kramer, Zürich 1963; W. R. G. Loader, Neukirchen-Vluyn 1981; Id., JBL 97 (1978) 525554; F. MuBner, en L. Scheffczyk (ed.), Freiburg i. Br. 1975, 77113; B. M. Nolan, (OBO 23), Gõttingen 1979; E. Ruckstuhl, en Gõttingen 1983, 193-220; W. Schlisske, Stuttgart 1973; R. Schnackenburg, II, Barcelona 1980, 158-175; H.-J.

1825

uioç

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1826

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bliografia, cf ThWNT X, 1283-1286. Sobre «H ijo de D avid»; Ch. Burger, J esu s ais D avidssohn, Gôttingen 1970; J. D. Kingsbury, T he Title «Son o f D avid» in M a tth e w ’s Gospel: JBL 95 (1976) 591-602; E. Lohse, utòç Aauíô, en ThWNT VIII, 482-492; G. Ruggieri, 11 F iglio di D io D avidico, Roma 1968; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1286s.

1. En el NT otóç aparece en total 379 veces (VKGNT II, 282s); se encuentra en todos los escritos con excepción de Efesios, Ias Pastorales, Filemón, 3 Juan y Judas. Se halla íntimamente relacionado t é x v o v ( q u e aparece 99 veces); también -*■ italç, Jtaiôíov (24 y 52

1827

moç

veces respectivamente) tienen puntos de con­ tacto con níóç; lo tiene igualmente ->• ojTÉpp a (aparece en total 43 veces), que en la mayoría de los casos se usa para referirse a los descendientes en sentido literal o en sentido figurado (36 veces). Entre los testimonios de ulóç hay que men­ cionar especialmente: 41 pasajes en los que se usa ó uíóç en sentido absoluto (9 en los Sinópticos, 1 en Pablo, 6 en Hebreos, 25 en los escritos joánicos); se emplea además una vez ó uiòç ó povoyEvqç (1 Jn 4, 9). De Jesus co­ mo el Hijo de Dios se habla 80 veces; de la condición de los hombres como hijos de Dios, 15 veces; en este contexto aparecen diversas expresiones: ó utòç toü '0'EOü , uíòç 'Oeoü, uiòç utjííaTou, ó ULÓç pou, ó uíòç a u to n , etc. Encontramos 82 veces la expresión ó uíòç xoü àv&QCúJtou (14 veces en Marcos, 30 en Mateo, 25 en Lucas, 12 en Juan, 1 en Hechos); aparece además 3 veces uíòç àvflQCÓJtou (Jn 5, 27; con õpoioç en Ap 1, 13; 14, 14). Encontramos 15 veces la expresión uíòç Aauíô (3 veces en Marcos, 9 en Mateo, 3 en Lucas).

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3) El nacimiento de un hijo se menciona en Lc 1,13.36, 57 (Juan el Bautista) y 1, 31; 2, 7; Mt 1, 21.23.25 (Jesús); cf. además Ap 12, 5. 4) Por lo demás, se mencionan: Isaac como hijo de Abrahán o de Sara (Sant 2, 21; Rom 9, 9), los dos hijos de Abrahán (Gál 4, 22.30a.b), los hijos de Jacob (Jn 4, 5.12), los hijos de Jo­ sé (Heb 11, 21), la adopción de Moisés como hijo (Hech 7, 21; Heb 11, 24), los hijos de Moisés (Hech 7, 29), Timoteo como hijo de madre judia (Hech 16, 1), los siete hijos de Esceva (19, 14) y el hijo de la hermana de Pa­ blo (23, 16).

b) 1) Una conexión genealógica se presupone todavia en la expresión uíol TogaijA. (Mt 27, 9; Lc 1, 16; Hech 5, 21; 7, 23.37; 9, 15; 10, 36; Rom 9, 27; 2 Cor 3, 7.13; Heb 11, 22; Ap 2, 14; cf. 7, 4; 21, 12), uíóç o uíol ’A(3gaáp (Mt 1, 1; Lc 19, 9; Hech 13, 26; cf. Gál 3, 7), en sentido especial en uíol A e u í (Heb 7, 5) y en uíol ’EppcúQ (Hech 7, 16); se habla igual­ mente de descendientes en sentido general (Hech 2, 17). 2) Puede hablarse también de pertenencia en un sentido no genealógico, primeramente 2. Uso general. en sentido positivo: uíol xfjç PaaLX,EÍaç (Mt a) 1) Los hijos biológicos se mencionan en 8, 12; 13, 38; cf. 17, 25s), uíol qpcoxóç o xoü relatos de curación (Mc 9, 17 par. Mt 17, 15 / q)(üxóç (Lc 16, 8; Jn 12, 36; 1 Tes 5, 5), uíol Lc 9, 38.41; Jn 4, 46.47.50.53; 9, 19s; Lc 7, fipégaç (1 Tes 5, 5), xfjç àvaaxáoEtoç uíol 12: povoyevfiç uíòç), en relatos de parábolas (Lc 20, 36); uíòç EÍgf|vqç (10, 6); uíóç xóóv (Mt 7, 9 par. Lc 11, 11; Mc 12, 6; Mt 21, 37s JtgoqpTjxcõv x a l xfjç ôiaÓ-fiXTiç (Hech 3, 25); par. Lc 20, 13; Mt 17, 25s; 22, 2; Lc 15, uíol xoü vupcpóóvoç (Mc 2, 19 par. Mt 9, 15 / 11.13.19.21a.21b.24.25.30) y en palabras de Lc 5, 34). Jesús (Mt 10, 37; Lc 12, 53; 14, 5). En Mt 21, 3) La misma construcción se emplea fre5 uíóç se refiere a un animal joven. cuentemente para expresar una cualificación 2) Con frecuencia se usa el patronímico: negativa: uíol xoü alóõvoç xoúxou (Lc 16, 8; uíol ZE|3EÔaíou (Mc 10, 35 par. Mt 20, 20s; 20, 34), uíol xoü JtovTigoü (Mt 13, 38), uíol Mt 26, 37; 27, 56; Lc 5, 10; cf. Mc 1, Í9s xwv tpovEuoávxcov xoüç jrgocpf|xaç (Mt 23, 31), uíol xfjç àjtEt&eíaç (Ef 2, 2; 5, 6); uíol par.); 2ípcov ó uíòç ’Iooávvou (Jn 1, 42; cf. üpmv (a saber, xcõv d>agiaaía)v) (Mt 12, 27 Mt 16, 17); ó uíòç T ipaíou B aprupaioç (Mc 10, 46); ZayaQÍaç uíòç B agaxíou (Mt 23, par. Lc 11, 19, cf. Mt 12, 24); se emplea ade­ 35); Juan el Bautista como ó ZaxoQÍou uíóç más en singular: uíòç YEÉvvqç (Mt 23, 15) (Lc 3, 2); Jesús como ó xoü xéxxovoç uíóç para referirse a un convertido por los fariseos, (Mt 13, 55), uíòç ’lo)of|qp o uíòç xoü ’Io)af|cp uíÈ ôtaf5óX,ou (Hech 13, 10 para referirse al (Lc 3, 23; 4, 22; Jn 1, 45; 6, 42; cf. Mt 1, mago Elimas), uíòç xfjç ciJtooXeíaç (Jn 17, 12 para referirse a Judas Iscariote; 2 Tes 2, 3 pa­ 16.18.25) o como uíòç xfjç M agíaç (Mc 6, 3); dei AT: SaoüX uíòç Kíç (Hech 13, 21). ra referirse al Anticristo).

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te Tg sobre el Sal 2, 7). Sigue sin aclarar la cuestión acerca de si, junto a la idea dei Mesías como Hijo de Dios, se usaba también el título de «Hijo de Dios»; basándose en el uso que se hace de es­ te título en el NT, eUo es probable, pero no ha quedado documentado hasta ahora. 2) En el AT y en el judaísmo la idea de la filia­ ción divina se entiende desde la perspectiva de la autorización y de la tarea confiada por Dios. Des­ de luego, es inadmisible contraponer antitéticamente esta concepción «funcional», caracterizada primariamente por categorias jurídicas, a una concepción orientada bacia la «esencia», porque todo enunciado funcional implica un enunciado acerca de la esencia. Otra cuestión distinta es si pueden reconocerse otras influencias históricoreligiosas. Con ellas hay que contar ptucialmente, cuando se trata de textos dei NT. Son discutidos y han llegado a ser cada vez más improbables los intentos de derivación a partir de una tradición helenística específica, ya sea Ia gnosis o la idea 3. «Hijo» e «Hijo de Dios» como título dei ôstoç àvf|Q. Habrá que contar sobre todo con cristológico que una designación de Jesús como el Hijo de Dios, existente ya previamente, nacida de la tra­ Encontramos tres concepciones fundamendición veterotestamentaria y judia, haya sido tales: 1) La condición de Jesus de ser el Hijo completada con componentes helenísticos, en los se fundamenta en su relación con Dios como que desempena un papel el origen divino de perel Padre; 2) la posición como el Hijo de Dios sonas especialmente senaladas. Con ello se dan es, en el sentido mesiánico, la designación pa­ los presupuestos para una manera ontológica de ra el ministério de Salvador; 3) la fUiación di­ pensar, diferente y orientada metafísicamente, pe­ ro con sólo un desarrollo incipiente en el NT. Es­ vina de Jesiís implica un enunciado acerca de ta modificación, prescindiendo de los presupues­ su ser divino sobrenatural. Las tres concep­ tos para la comprensión que existían en el âmbito ciones no pueden separarse ya unas de otras helenístico dei cristianismo primitivo, fue sugien todos los casos; sobre todo, la idea conteriéndose porque, en contraste con la tradición ju­ nida en 3) se va sobreponiendo mas y más a dia primitiva, no había que expresar la futuridad las otras. o la allendidad de la realidad salvífica divina, si­ no el inicio de la misma por medio de la manifestación de Jesús como el Hijo de Dios. a) Antecedentes. 1) Los presupuestos veterotestamentarios y ju­ dios pueden verse claramente en la tradición meb) Jesús empleó la invocación de Pa­ sianológica, pero también en la filiación funda­ dre!». La forma aramea de la invocación ->• mentada en la relación con el Padre (cf. el conà p p á es característica de la ipsissima vox (Je­ cepto dei «conocer» en Mt 11, 27 par. Lc 10, 22 y remias); cf. Mc 14, 36; Lc 11, 2. La comunila idea de la misión en el sentido de la autorizadad recogió en sus oraciones esta invocación ción y de la asignación en Gál 4, 4s; Rom 8, 3s; (Gál 4, 6; Rom 8, 15). En la tradición acerca Jn 3, 17; 1 Jn 4, 9). En los enunciados mesianológicos se trata de la adopción y de la designación de Jesús se hace distinción consecuentemente dei rey que asume su oficio o que es aguardado entre «mi Padre» y «vuestro Padre» (Mt 6, 9 como tal (2 Sam 7, 14; Sal 2, 7; 89, 27s; Is 9, 5). no es una excepción, porque se trata de una Un testimonio de la pervivencia de esta conceporación de los discípulos). Se discute si Jesús ción en la tradición posterior al AT se encuentra habló de sí mismo como dei «Hijo»; los dos en Qumrán (4QFlor 1, 11-13; cf. 1QS“ 2, lls; además hay testimonios rabínicos en bSuk 52a textos que vienen al caso, Mt 11, 27 par. Lc [Bar.]; Tg sobre el Sal 80, 16; es de tenor diferen­ 10, 22 y Mc 13, 32 par., muestran —por lo me-

4) En sentido neutral Pablo habla de sí mismo como níòç ^apioaícov (Hech 23, 6); en el sentido dei discipulado se caracteriza a Marcos como utóç (ton (1 Pe 5, 13). En dos casos se explican nombres arameos; B o aVTiQYÉç como 'uloi PQOVXfjç (Mc 3, 17) y BoQvaPãç como olòç JtaçaxXTjaEcoç (Hech 4, 36). Finalmente, hay que mencionar el enunciado yúvai, uôe ó uióç aou, en el fondo dei cual se halla la idea de la adopción (Jn 19, 26). 5) Algunas veces se encuentra la expresión, ffecuente en el AT y en la LXX, uiòç àv&QO)itou o uLoi Tcõv àv&QüJJtcov como manera de designar a los hombres (en singular en la cita dei Sal 8, 5 en Heb 2, 6; en plural en Mc 3, 2 8 ;E f3 . 5);-»-5.

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nos- intensas superposiciones efectuadas por la reflexión postpascual.

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mesianológico (4, 8-10 par.), pero luego se asoció eon los poderes milagrosos dei Hijo de Dios (4, 3s.5-7). Más intensamente aún el ele­ c) En los Evangelios sinópticos se ha efec- mento «mi Hijo amado», procedente de la tra­ dición acerca dei bautismo, volvió luego a tuado redaccionalmente una uniforme conplasmarse en la historia de la Trasfiguración, cepción total, pero pueden distinguirse toda­ via los distintos elementos de la tradición. como lo demuestra el enunciado proclamato1) Mt 11, 27 par. Lc 10, 22, con el uso ab­ rio en Mc 9, 7b par., y sobre todo el motivo de soluto de ó uLóç, habla de una global transfe­ la metamorfosis. Finalmente, en la tradición rencia de autoridad, y luego dei «conocerse» mesianológica se halla la pregunta dirigida a recíproco (e;iU71vc()Oxeiv o yivróaxeiv) entre Jesús en Mc 14, 61 par. Mt 26, 63 (de manera distinta en Lc 22, 69s) con su combinación el «Padre» y el «Hijo», lo cual, según el uso de los términos en el AT, designa una unión entre ó ulòç xou EÚ?i.OYqxoü y ah eI ó XQioíntima de carácter total y personal. En la exxóç. En la confesión que Jesús hace de sí mismo, en Mc 14, 62 par. Mt 26, 64, se relaciona clusividad de esta relación se fundamenta la función reveladora dei Hijo, con la cual se esto con la expectación dei futuro Hijo dei hombre. Mientras que la filiación divina en concede a los hombres participación en ese conocimiento y unión íntima. El conocimienLc 1, 32s y Mc 14, 61s par. Mt 26, 63s per­ to mutuo no significa equiparación dei Hijo manece referida al futuro, vemos que en Mc con el Padre, cf. Mc 13, 32 par. Mt 24, 36, 1,11 se piensa en una función mesiánica en la donde lo de no saber cuándo será «aquella ho­ historia terrena de Jesús (de manera corresra» se aplica también al Hijo. Mt 28, 19 tienpondiente en Mt 4, 3.6 par.; Mc 9, 7 par.). de más intensamente a la equiparación, con la 3) Un carácter distinto tiene «Hijo de Dios» fórmula triádica dei bautismo, un pasaje en en los relatos de milagros. Mc 5, 1-20 par. Mt que en el v. 18 vuelve a hablarse de una total 8, 28-34 / Lc 8, 26-39 está plasmado por la idea dei poder sobrenatural de Jesús sobre el trasferencia de autoridad (en este caso al Resucitado). poder, igualmente sobrenatural, de los demô­ 2) La idea mesianológica se ha recogido en nios. La expresión - a modo de conjuro- de el breve himno de Lc 1, 32s, que habla de la Mc 5, 7 (con uíè xoü h-Eoh xoh urpLaxon, cf. Mt 8, 9; Lc 8, 28) quizás se entendió original­ concesión dei nombre níòç nrjjíaxou, de la mente, como Mc 1, 24 par. Lc 4, 34 (con la entronización en el «trono de David» y de la invocación ó ãyioç xoü ■&e o ü ) desde la pers­ soberania ilimitada sobre la «casa de Jacob». También el relato sobre el bautismo de Jesús pectiva de la autoridad especial de Jesús, pero luego se interpretó desde la perspectiva dei contiene rasgos mesianológicos (independientemente de la cita dei Sal 2, 7 en Lc 3, 22 ser sobrenatural de Jesús (cf. la coordinación, D it). El hecho de que, al mismo tiempo, se seguramente premarquina, con Mc 5, 21-43 haga referencia a Is 42, 1 no suprime esta repar., especialmente 5, 28ss par.). Y, así, el mo­ alidad; el texto de Mc 1,11 par. Lc 3, 22, con tivo fue recogido también por Marcos en el sumario de 3, 11. Lo mismo hay que decir de su carácter de promesa, nos permite conocer todavia que originalmente se pensó en una deMt 14, 33. Con este presupuesto hay que entender signación para la filiación divina, lo cual para los evangelistas no desempena ya ningún pa­ también la historia de la Trasfiguración, por­ que por medio de la metamorfosis de Mc 9, pel, y en el lugar paralelo de Mt 3, 17 se ha corregido expresamente mediante el carácter 2b par. el ser sobrenatural de Jesús habrá de revelarse a los discípulos. Aqui podremos dede proclamación. Asimismo, la historia de la tentaeión, toma­ jar en suspenso la cuestión de saber hasta qué da de Q (dos veces «Hijo de Dios» en Mt 4, punto esta nueva plasmación, que presupone pensamiento helenizado, se efectuó todavia 3.6 par.), se entendió originalmente en sentido

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en terreno palestinense o sólo en el âmbito de la primitiva cristiandad helenística. En este complejo, habrá que mencionar fi­ nalmente Lc 1, 35 (cf. 1, 30s.34), donde la filiación divina de Jesús se motiva con el nacimiento virginal (la cosa es distinta en Mt 1, 18-25, donde sólo se trata dei cumplimiento de Is 7, 14; redaccionalmente se introdujo luego en Mt 2, 15 la filiación divina). 4) Los evangelistas unifican Ias diversas tradiciones trasmitidas. Marcos creó una interesante matriz: mientras que la filiación divi­ na caracteriza la esencia oculta de Jesús, que se reveló ya aisladamente durante su vida te­ rrena y que se hizo manifiesta por su resurrección. Ias sentencias acerca dei Hijo dei hombre 5) caracterizan el camino y el en­ cargo de Jesús. Después de 1, 11 y 9, 7, la confesión (insertada redaccionalmente) dei centurión pagano, que declara en 15, 39 que Jesús es el Hijo de Dios, se halla formulada contemplando retrospectivamente la vida te­ rrena y la muerte de Jesús (cf. 12, 6-8). La confesión de fe en Cristo en 8, 29 combina enunciados acerca de la esencia de Jesús y de su función, como aparecen ya en 8, 30-33 y 9, 2-13. El texto de 1, 1, discutido por la crítica textual, contuvo ya originalmente, como es probable por su correspondência con 8, 29 y con 1, 11; 9, 7; 15, 39, la predicación de Hijo de Dios. 5) Para Lucas la filiación divina de Jesús es cosa obvia, pero, como se ve por el libro de Hechos (con mención explícita únicamente en 9, 20; 13, 33 y 8, 37 v.l.), no ocupa un lugar central. El evangelista suprimió Mc 13, 32; trasformó además Mc 15, 39, y en Lc 23, 47 sustituyó UÍ.ÒÇ ■Oeoü por ôíxaioç. Desde el nacimiento virginal, el evangelista contempla la filiación divina de Jesús fundamentada en la acción dei Espíritu. Los pasajes de 3, 22a; 4, la.b; 4, 14.18 muestran que Lucas está interesado en una cristología dei Espíritu. Este interés general es evidente en la recepción que él efectúa de la historia de Ias tentaciones (4, 3.9), dei reconocimiento por parte de los demonios (4, 41; 8, 28), de la historia de la Trasfiguración (9, 35) y dei conocimiento re­

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cíproco entre el Padre y el Hijo (10, 22). Una peculiaridad se da en 22, 67-70, en el interro­ gatório ante el Sanedrín: la doble pregunta que aparece en Mc 14, 61, se ha desglosado en dos preguntas en Lc 22, 67-69.70; a la pre­ gunta de si es el Cristo, Jesús responde con la afirmación de que el Hijo dei hombre está sentado (a partir de ahora) a la derecha de Dios; a la pregunta de si él es el Hijo de Dios, responde; «Yo lo soy». 6) Mateo tiene la más marcada cristología dei Hijo de Dios (aqui se hallan además la mayoría de los testimonios: 15 en Mateo fren­ te a 8 en Marcos y 10 en Lucas). Mateo llama a Jesús hijo de Abrahán e hijo de David (1, 1), a fin de caracterizarle como quien da cumpli­ miento a la promesa dei AT y como el Mesías; enlaza primeramente el nacimiento virginal con la tipologia de Moisés, e introduce des­ pués el predicado de Hijo de Dios (2, 15). Que Jesús es por su esencia el Hijo de Dios, lo muestran especialmente la trasformada narración dei bautismo, la historia de Ias tenta­ ciones y Ias tradiciones de milagros (3, 17; 4, 3.6; 8, 29; 14, 33), así como la palabra acerca dei conocimiento recíproco entre el Padre y el Hijo (11, 27). La nueva versión de 16, 13-17, con su confesión ou ei ó x q l o t ó ç ó ulòç x o õ ^Eon ^cõvxoç, muestra que la idea de la filia­ ción divina en conexión con la de la mesianidad ha pasado a primer plano. La historia de la Trasfiguración (17, 2) hace que resalten más intensamente que en la versión de Mar­ cos los rasgos sobrenaturales, pero especial­ mente la historia de la Pasión (cf. también 21, 37-41) acentúa varias veces la filiación divina de Jesús (26, 63s; 27, 54 siguiendo a Marcos; 27, 40.43 redaccional). El Evangelio concluye con la fórmula bautismal triádica, asociada con el enunciado acerca dei pleno poder (28, 19). Vemos, pues, que el cumplimiento de la promesa dei AT culmina en Mateo con una comprensión cristiana pronunciada acerca de Jesús como el Hijo de Dios. d) En Ias siete Cartas paulinas que indiscutiblemente son autênticas, la expresión «Hijo de Dios» aparece sólo 15 veces (7 en Roma-

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nos, 2 en 1 Corintios, 1 en 2 Corintios, 4 en Gálatas, 1 en 1 Tesalonicenses). Contrasta con ello el empleo unas 217 veces de Christos, y 187 veces de Kyrios. En Ias deuteropaulinas, la predicación aparece una sola vez en Colosenses y otra vez en Efesios. 1) Pablo recoge elementos de la tradición. Rom 1, 3b.4a asocia la fiüación divina con la instalación en el ministério celestial dei Mesías en virtud de la resurrección; 1 Tes 1, 9s, que habla dei Jesús resucitado que ha de re­ tornar, presupone implicitamente esta idea. En Gál 4, 4s la misión dei Hijo de Dios fun­ damenta la aceptación de los hombres en la adopción de hijos (una idea completada por Pablo en los vv. 4d.5a, y posiblemente también en el v. 4c; en Rom 8, 3s esta idea se usa independientemente). En otros dos lugares, Gál 2, 20 y Rom 8, 32, el enunciado acerca dei Hijo de Dios se combina con la fórmula tradicional acerca de la entrega. 2) El marco dei fragmento de la tradición recibida en Rom 1, 3a.4b muestra que, para Pablo, la filiación divina determina en su totalidad la persona y la historia de Jesús. Se trata aqui dei contenido dei mensaje evangéli­ co, lo cual se aplica igualmente a Rom 1, 9 y 2 Cor 1, 19. En la fórmula de misión, no sólo es importante para Pablo la concesión de ple­ no poder, sino también la vinculación con la idea de la preexistencia y con la idea de la venida dei delo, como podemos verlo en Rom 8, 3s (que recuerda a Flp 2, 6-8) lo de Jtép,ij;aç èv óp.oLa)p,ati oagxòç áp,aQxíaç (una idea que se presupone también en yevÓ[xevoç èx ytJvaixóç, en Gál 4, 4c). En el centro se halla la muerte de Jesús, como resalta por Rom 5, 10; Gál 2, 20, por el èiayoQáÇELV de Gál 4, 5a, y por el enunciado x a i Jtegl áp.aQTÍaç xaxéxQLvev xfiv á(xaQTiav èv x ô oagxí, en Rom 8, 3b. Según Gál 1, 15s, la vocación de Pablo para ser el apóstol de los gentiles se fundamenta en que Dios hizo que su Hi­ jo (exaltado) se revelara a Pablo. Para todos los creyentes lo que importa es la xoivoavía xoü uioü aúxoõ (1 Cor 1, 9) y una vida en la fe en el Hijo de Dios (Gál 2, 20). Gál 4, 6 habla dei «Espíritu dei Hijo de

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Dios» que se ha derramado en los corazones de los que participan de la condición de hijos. Para la expectación escatológica es significa­ tivo el enunciado, afín a Flp 3, 21, acerca dei ser hechos conforme a la e ix ò j v x o ü uloü aúToü en Rom 8, 29, lo cual, según 8, 23, se ha­ lla en conexión con la uLO&eaía en el sentido de la à3XoX,úxga)Otç xoü orópaxoç 'q[r(õv. El único uso absoluto de utóç (1 Cor 15, 28) pertenece también a este contexto. De todo esto se deduce que -en Pablo- los pasajes, relati­ vamente escasos, en que se habla dei Hijo de Dios, representan, no obstante, una extensa concepción cristológica. 3) Col 1, 13 habla de la redención dei poder de Ias tinieblas y dei traslado eIç xfjv PaatX.Eíav xoü ULOÜ xfjç àyájxqç aüxoü, con lo cual se recoge, por un lado, el motivo dei «Hijo amado», tomándolo de Ias historias dei bautismo y de la Trasfiguración, y, por otro lado, se piensa, como en Rom 1, 4a, en el senorío dei Exaltado, un senorío dei que participan los bautizados (cf. v. 14). E f4, 13 habla de la fe y dei conocimiento dei Hijo de Dios. e) En los escritos joánicos convergen varias tradiciones. Lo sorprendente es la estrecha vinculación de «Hijo» o «Hijo de Dios» con «Hijo dei hombre» (-> 5). 1) En el Evangelio de Juan y en Ias Cartas de Juan se usan altemativamente y sin dife­ rencia alguna ó ulóç y ó ulòç xoü ü^eoü (cf. Jn 3, 16-18; 1 Jn 5, 9-13). Pero se trata de tra­ diciones diferentes, como se ve por el correspondiente uso en cada caso: en ó ulóç la relación no es con ó ■0'EÓç , sino con ó Jtaxfig; así se explica la expresión, no usual, ó ulòç xoü Jtaxgóç (2 Jn 3; cf. 1 Jn 1, 3). En ó ulòç xoü ^Eoü se reconoce el origen en la tradición confesional: om el, Jn 1,49; 11, 27; oúxóç èoXLV, 1, 34; moxEÚCü E iç o õxl , 3, 18; 20, 31 (cf. 3, 36); 1 Jn 3, 23; 5, 5.10a.l3; õxi, 1 Jn 4, 15 (pero cf. también 2, 22s); olò a p e v OXL, 1 Jn 5, 20a; a esto se anade el uso de formulaciones dei credo: Jn 11, 27; 1 Jn 1, 7; 3, 8; 4, 9b. 10b; 5, 20a. En ó ulóç se reconoce la misma tradición que aparece también en los Sinópticos; moti-

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3) No cabe duda alguna de que la concepción vos fundamentales son la misión por el Padre y la trasferencia de plena autoridad. Hay for- joánica nació de genuinos presupuestos cristianos primitivos. Son improbables Ias influencias exmulaciones tradicionales en el motivo de la tranas de carácter histórico-religioso, y a lo sumo misión en Jn 3, 16s (reelaborado redaccionaltales influencias no hicieron más que cooperar mente) y en 1 Jn 4, 14b; cf. los enunciados so­ para la estmcturación consecuente de la cristolobre «el Padre que me ha enviado». La trasfe­ gía dei Hijo. La cristología y la soteriología se rencia de plena autoridad la encontramos en hallan unidas entre sí de manera sumamente ínti­ ma. Se trata de la acentuación de la autoridad ex­ Jn 3, 35 (cf. 3, 3; 17, 2) y se halla también en clusiva de Jesús para la revelación, y de su ilimi­ el fondo de la sección, plasmada redaccionaltado poder para hacer de mediador de la salva­ mente, de 5, 19-27. En 3, 35 y 5, 20 se ención. La posición de Jesús como el Hijo de Dios cuentra el enunciado acerca dei amor dei Pa­ es expresión de su ser divino, sin que en este pundre al Hijo, lo cual corresponde al motivo dei to Ias reflexiones metafísicas desempenen ya tdconocimiento en Mt 11, 27 par. (aunque no se gún papel. Aunque la preexistencia y la actividad actual dei Exaltado se realzan insistentemente, habla de reciprocidad en el amor). 2) La concepción joánica entiende la mi­ sin embargo la encamación y la muerte en la cruz ocupan un lugar central y no quedan atenuadas sión en el sentido dei acto dei descender dei por el testimonio de fe adquirido desde la pers­ cielo (Jn 3, 13; 6, 33.38.41s.50s) y de la enpectiva de Pascua (Jn 2, 22; 12, 16; 14, 26). Se camación dei Logos preexistente (1, 14). El trata dei testimonio acerca de Jesús como el úni­ Hijo participa de la Divinidad dei Padre (1, co que trae la salvación: de Jesús que viene dei Padre y que nos conduce al Padre. Ic). Puesto que él dice de sí uíòç xoü '0'eoõ Eip.1 (10, 36), lo cual es la razón para su con­ f) En cuanto a los demás escritos dei NT, la dena (19, 7), se le acusa de blasfemar contra expresión «Hijo» o «Hijo de Dios» aparece DioS, ÕTl OV ãv&QCOJtOÇ mv JtOlElÇ OEaUTÒV 12 veces en Hebreos, una vez en 2 Pedro y ■&EÓV (10, 33; cf. 20, 28). A él, como el Reve­ otra en el Apocalipsis. lador que es (1, 18), Dios se lo ha confiado to­ do; el que ve al Hijo y cree en él, tiene la vi­ 1) Para la Carta a los Hebreos, ’Iijooüç ô da eterna (§, 40; 3, 36) y posee verdadera liulòç toij '&EOÕ es la confesión cristiana cobertad (8, 36), pero en él -e n el H ijo- está mún, como se ve por la exhortación xp ax ãviendo al mismo tiempo al Padre (cf. 12, 45; pEv Tfjç ó[toX,OYÍaç ( 4 , 1 4 ) . Eso mismo habrá que aplicarlo, cuando se habla de una nega14, 9). Porque así como el Hijo no hace nada ción dei Hijo de Dios ( 6 , 6 ; 1 0 , 29). La tipo­ por sí mismo, así también él hace todo lo que logia de Melquisedec (7, 3) muestra que el es voluntad y obra dei Padre (5, 19s). «Hijo de Dios» se entiende como una persona Puesto que él es quien trae la salvación al eterna y divina. El enunciado fundamental mundo (3, 16s; 11, 27; 1 Jn 3, 8; 4, 9s.l4), se le ha concedido el juicio y el ÇmoTtoiEtv (5, acerca dei «Hijo» trata de su mediación en la creación, de su función de conservación, de 21-23.26s); ambas cosas son realidad actual su acción salvífica y de su estar sentado a la (Jn 5, 24s, cf. 3, 18-21). Por eso, la fe en el derecha de Dios; se le describe como àjtaú Hijo decide sobre la salvación y la perdición yao[ia xtíç ô ó lq ç x a i xagaxxfiQ xfjç ímoo(3, 36; 5, 24; 1 Jn passim), y quien honra al xáoEüoç auxoü (a saber, ■9’e o ü ) ( 1 , 2s). Al Hijo, honra al Padre (Jn 5, 23). Por tanto, hay mismo tiempo, Hebreos recoge Ias promesas que «permanecer» en el Hijo y en el Padre (1 Jn 2, 24; 5, 20b; o en la «doctrina de Cristo», mesiánicas dei AT (Sal 2, 7 en Heb 1, 5; 5, 5; 2 Sam 7, 1 4 en Heb 1, 5; Sal 4 4 , 7s en Heb 1, 2 Jn 9). Y, así, la glorificación dei Hijo y dei Padre se realiza ya en la tierra (Jn 11, 4; 14, 8). A diferencia de Moisés como DEpájicov, Cristo es uiòç litl xòv oLxov auxoü (a saber, 13; 17, la.b); la glorificación dei Hijo incluye su muerte en la cruz e igualmente su resurrec"dEOÜ) (3, 5s). Aunque él es el Hijo, tuvo que aprender obediência por medio dei sufrimiención y presencia viva (cf. Jn 7, 39; 12, 23-26; to (5, 8), pero llegó así a la perfección para 13,31; 17, 4s).

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siempre (7, 28). Enlaza luego con este motivo b) En los Evangelios sinópticos el motivo surge sólo aisladamente. Clarísimamente re­ la doctrina, característica de Hebreos, acerca dei ministério de Cristo como Sumo Sacerdo­ ferido al futuro se halla el enunciado -com ­ te (2, 17; 4, 14-16; 6, 20; 7, 1-10, 18). pletado—en el diálogo con los saduceos en Lc 2) En 2 Fe i, 17 se hace referencia a la voz 20, 36d (cf. Mc 12, 25 par. Mt 22, 30), según dei cielo, que se escuchó en la Trasfiguración el cual los partícipes en la resurrección (nlol àvaoxáascoç) serán uiol 0 ' e o ü . Por un lado, de Jesus. E nrip 2 ,18, la misiva enviada a Tiatira comienza con estas palabras: xáôe Xéyei hay que tener en cuenta la contraposición a los níoi xon aímvoç xoúxou; por otro lado, ó níòç Toü deon. En esa misiva se recogen elementos de la visión de la vocación en 1, hay que tener también en cuenta la afirma14s, en la que se describe una aparición dei ción: onóè yaQ àjto'&av8iv exi ôúvavxai, Hijo dei hombre (1, 13). Esto nos hace ver loáYYEXoi yàg elaiv: la participación en el mundo celestial es requisito indispensable. que Ias dos concepciones de la majestad se De manera correspondiente, en Lc 6, 35 se han mezclado entre sí. promete recompensa escatológica y condición 4. Los hombres y su condición de hijos de futura de hijos de Dios a quienes amen a los Dios enemigos; lo de EOEodE nlol nxjtíoxon se fun­ damenta con la referencia a la bondad de Dios a) El AT, además de la designación de los seres hacia los ingratos y malvados. Es distinto el celestiales como «hijos de Dios» y dei uso mesialugar paralelo Mt 5, 45, donde, en virtud de nológico de «Hijo de Dios», conoce también el motivo de la filiación divina para referirse a Is­ una realización dei amor a los enemigos, se habla de la condición de hijos de Dios, posible rael. Ex 4, 22s (Israel como «hijo primogênito», destinado a servir a Yahvé) es un texto difícil de ya en el presente (ojtcoç Y^'V'no'9'E níoi mX.). encuadrar en la historia de Ias tradiciones. Los Pero no se trata de que los hombres en general testimonios más antiguos son Os 2, 1: «Hijo dei tengan la condición de hijos de Dios, sino de Dios vivo», y 11, 1: «De Egipto llamé a mi hijo»; que la tengan los que van en seguimiento de luego hay testimonios en Isaías, Jeremias, DeuteJesús y realizan la justicia (5, 20); la actividad roisaías y Tritoisaías y en el Deuteronomio. Se presente de Dios es expresión de su misericór­ trata siempre de la elección de Israel y de la solidia hacia todos los hombres, esa misericórdia citud que el Padre siente por él. Esta idea continua en el judaísmo palestinense, que él les muestra por ser su Creador. aunque la persona fiel a la ley se convierte en el Puesto que el reino de Dios ha comenzado critério por el cual principalmente los piadosos ya, se ha abierto el acceso a la condición de son considerados como hijos de Dios (cf. Eclo 4, 10); además, la filiación divina, como sustancia hijos de Dios: en Mt 5, 9 se considera dichosos a los EiQTivojtoLOÍ, y en la frase siguiente de lapromesa, se traspone al eschaton (Jub 1, 24s; se dice: 6xi nlol heon xXiYfrriaovxai. El SalSl 17, 27.30; Hen [et] 62, 11; AsMo 10, 3; TestJud 24, 3). En el âmbito dei judaísmo hcleenunciado en futuro, como en 5,4-8, sirve pa­ nístico, esta tendencia se hace aún más clara (cf. ra motivar en el presente la promesa de salvaSab 2, 10.13.18; 5, 5 y p a s s in i) . El uso metafóri­ ción. Puesto que, según 5, 3.10, se ha conce­ co, que comienza en el AT (Sal 103, 13; Prov 3, dido la pertenencia a la paaiÀEÍa xmv otiQalls), se entiende en sentido propio (cf. Sab 12, vcõv, aquellos a quienes se considera dichosos 21; 16,10). pueden participar ya en el futuro bien salvífiEn Füón, los sábios y perfectos llegan a ser hico (cf. 17, 25s). Mientras que Lucas sigue la jos de Dios en virtud dei verdadero conocimiento (cf. Conf 145-148; SpecLeg I, 317s); aunque Fitradición judia, encontramos en Mateo una lón acentua la patemidad de Dios sobre la creaconcepción cristianizada de los hombres co­ ción y designa al cosmos como «hijo (más joven) mo hijos de Dios. de Dios» (Imm 31s; Migr 193), sin embargo pro­ cura no hablar de los hombres como «hijos», y prefiere emplear en este caso el término Ijtyova (cf. Op 10 y 75).

c) La idea de la condición de los creyentes de ser hijos de Dios la encontramos más in-

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tensamente elaborada en otros escritos dei NT. 1) Rom 8, 19 nos hace ver que la expectación escatológica desempena un papel esencial en Pablo (la creación aguarda la revelación de los nloi Ton ■&eoã5). 8, 23 habla de la -> uíoHEOÍa en el sentido de la «redención dei cuerpo». Ahora bien, la condición de hijos no es para Pablo un bien salvífico unilateral­ mente futuro, sino que se encuentra ya pre­ sente; o ao i y àQ J iv e ú fta x t H eo ü d Y o v x a i, oíixot DÍol Heob síaiv, 8, 14. Los creyentes poseen el «Espíritu de adopción» y, por tanto, pueden clamar también: «jAbba, Padre!» (8, 15). Así que el Espíritu atestigua que nosotros somos xé>cva DeoC y, como tales, xX,r|çovó[xoi, que, como coherederos con Cristo, va­ mos al encuentro de la gloria futura (8, 16s). Gál 3, 26-4, 7 habla aún más específica­ mente: los hombres son uíol Deou «por la fe en Cristo Jesús» (3, 26) y porque están bautizados en Cristo (3, 27). Esto tiene su funda­ mento en la misión dei Hijo de Dios; porque ésta aconteció iv a xf]v uLodeoíav àJtoXá(3o)[tev (4, 4s). Por eso Dios envió «el Espíritu de su Hijo», que no sólo hace posible que clame­ mos jAbba! (4, 6), sino que libera de la servidumbre, nos concede graciosamente la libertad y nos hace herederos (4, 1-3.7). La condi­ ción de hijo es expresión de la participación que se nos ha concedido en la propia filiación de Jesús, participación que se halla corrobora­ da por el Espíritu como «primicias» (Rom 8, 23), y que experimentará en el futuro su consumación. Rom 9, 26 aplica Os 2, 1 LXX a la comunidad de salvación, integrada por judios y gentiles (cf. 9, 24). Es notable el empleo dei término jurídico uíoHEOÍa, referente a la adopción, porque en Gál 4, 5 y Rom 8, 15.23 (de manera parecida en Ef 1, 5) la concesión de la adopción tiene importância decisiva. Claro que el concepto designa también la condición jurídica de un hijo, porque ulóxqç no es aún un término corriente en Ias lenguas clásica y helenística; así en Rom 9, 4 (también en 8, 23). 2) También la Carta a los Hebreos vincula la condición de hijos y la consumación esca­ tológica con la obra salvífica dei Hijo. Es ver-

dad que 2, 10 no establece una relación inmediata entre el Hijo y los hijos, pero la filiación de Cristo es el tema de 1, 1-14; esto se acen­ tua mediante la interpretación cristológica dei Sal 8, 5-7 en Heb 2, 5-9. Con lo de àQXTiyòç xfjç acoxTiQtaç, en 2, 10, se hace referencia a la función de Cristo consistente en llevar la salvación a los JtoX,X.ol uLoí. Pues bien, así como el «Hijo» tiene que sufrir por solidaridad con los hombres (2, lOb.14-18; 4, 15; 5, 7-9), así también los «hijos» tienen que soportar sufrimientos en el sentido de una corrección impuesta por Dios (12, 5-8 con cita de Prov 3, lls). 3) Ap 21, 7 emplea el motivo de la filiación divina en el contexto de la participación en la futura salvación, y lo hace así refiriéndose a la promesa mesiánica de 2 Sam 7, 14 dirigida a todos los que han sido salvados. La misma cita, con ligeras modificaciones y ampliada, se encuentra también en la inserción deuteropaulina en 2 Cor 6, 14-7, 1, pero en este caso, en el v. 18, se hace referencia a la comunidad terrena de salvación, a la que se considera co­ mo vaòç D e o í ) ^ cõvxoç (v . 16). d) Hay que comparar brevemente el Evangelio de Juan y Ias Cartas de Juan. Falta en ellos cualquier uso de uíóç para referirse a los creyentes, porque este concepto se emplea en sentido exclu­ sivamente cristológico. Pero, en cuanto a la realidad objetiva, existe cierta correspondência; por­ que, por un lado, se habla de x é x v a ■dEoü (Jn 1, 12; 11, 52; 1 Jn 3, 1.2.10; 5, 2), y, por otro lado, se habla de «ser engendrado por Dios» o «nacer de lo alto» (Jn 1, 13; 3, 3-8; 1 Jn 2, 29; 3, 9a.b; 4, 7; 5, 1.4.18a.b; cf. 3, 9; o jté g p a aúxoü [a saber, xoü ÔEOü]). Para la tradición joánica está clarísimo que se trata de un bien salvífico presente (1 Jn 3, 2a; vüv xéxva ■&eoü èopEv) y que la vida en la fe y en el amor son características dei mismo. Los enunciados acerca dei ser engendrados permiten reconocer la conexión original con la tradición dei bautisrao (cf. 1 Jn 2, 26-29). Por lo demás, aqui sigue estando también visible el horizonte escatológico (3, 2b). 5. «Hijo dei hombre». a) Antecedentes 1) Filológicamente está bien claro que la ex­ presión, inusitada en griego, con dos artículos de-

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probable una influencia secundaria. En el caso de terminados (ó niòç Toti àvô^Qrájion), se deriva de una combinación semítica de palabras. En el una dependencia inmediata, quedaria por explicar la transición de la locución comparativa «como AT ben- ’ãdãm se emplea en singular, con lo cual un hijo dei hombre» al uso que se hace de esta ex­ el término ’ãdãm -que ordinariamente es colectivo- se aplica a una persona individual. La forma presión en el NT. Además, en el texto de Dan 7 se trata de una imagen para referirse al «pueblo de determinada ben-hã'ãdãm se halla atestiguada los santos dei Altísimo» (7, 21s.27); pero detrás por vez primera en Qumrán (IQS 11, 20). Las code la visión se halla una tradición más antigua (7, rrespondientes expresiones arameas, por faltar en 9s.l3s). Es difícil decidir hasta qué punto se trata esta lengua el término ’ãdãm, dicen: bar-('‘)nãs o de una figura individual con la función de ser me­ bar.(‘‘)nãsã’. Es indiscutible que en arameo no diador de la salvación. existe diferencia fundamental entre la forma de­ De todos modos, Hen (et) 37-71 podría depen­ terminada y la forma indeterminada, y que ambas der de ahí (Theisohn). Pero se discute no sólo la pueden usarse como término colectivo y como antigüedad y el origen de las imágenes, que -a di­ término individual (Vermes, Jeremias, Bowker). ferencia de otras partes dei libro de Henoc—no se Se discute la equiparación con hãhú’ gabrã’ y hallan atestiguadas en Qumrán, sino también el el empleo de bar-nãs o bar-nãsã’ como circunlocarácter de la designación etiópica con que se ha­ cución para decir «yo» (Fitzmyer en contra de ce referencia a la figura dei Hijo dei hombre. 4 Vermes). A diferencia de hãhú’gabrã’ vemos que Esd 13, 2 vuelve a mostramos la locución compa­ bar-nãsã’ puede referirse perfectamente al harativa, pero, eso sí, referida a una persona indivi­ blante, aunque no es un sustituto claro dei «yo» dual con función de juzgar y de salvar. En ningu(en contra de Jeremias). En los Evangelios, en el na parte aparecen manifiestamente los anteceden­ caso de un empleo en sustitución dei «yo», las tes para el uso de «Hijo dei hombre» en el NT. Así palabras acerca dei Hijo dei hombre terreno poque será preferible pensar en una tradición afín, drían ser el punto de partida de la tradición. Por el contrario, si la forma aramea dei término es una que debe dilucidarse por medio dei NT (Colpe). En todo caso, en los testimonios dei judaísmo designación para referirse a «alguien», «un hom­ bre», «el hombre», entonces habría que sospechar primitivo que se conservan, aparece la figura de que el empleo primário de la expresión se da en un hombre celestial, cuya función principal está relacionada con el juicio y la salvación, y que aislas palabras acerca dei Hijo dei hombre que viene. Puesto que la forma griega, con doble artícu­ ladamente está integrada también en expectaciones internas de este mundo (Müller). Claro que lo determinado, seguramente no es casual, existe en ninguna parte se observa un empleo de esta probabilidad de que la forma determinada barnãsã ’ se emplee para designar a una determinada expresión como título (Leivestad, Vermes); habrá que dejar en suspenso la cuestión de saber si exis­ figura, distinta dei hablante. 2) Si «Hijo dei hombre» procede dei lenguaje tia ya en la época pre-cristiana. Puesto que en las palabras dei NT acerca dei cotidiano, entonces no hay que contar con que Hijo dei hombre hay un intenso entrelazamiento existan conexiones histórico-religiosas. Sólo habrá que preguntsirse si Io de ser hombre se halla con motivos apocalípticos (Lindars), incluso con especialmente acentuado (Leivestad y otros). - Se respecto a la èÇouoía concedida a Jesús y a la orientación casi general hacia el juicio final ha sospechado frecuentemente la relación con (Maddox, Function), es sumamente probable que una tradición acerca dei «hombre primordial» (Urmensch) (últimamente Borsch [1967]). Pero el empleo de bar-nãsã’ para otra figura humana esta relación no se puede probar (Colpe), por lo (distinta) estuviera asociada ya con esta tradición apocalíptica. menos en el sentido de una dependencia directa. La relación, afirmada ocasionalmente, con la for­ b) Uso en el NT ma que tiene Ezequiel de dirigirse, que es la de 1) Es innegable que el Hijo dei hombre en el ben- ’ãdãm, es por de pronto improbable, porque NT se identifica en todas partes con Jesús. Los no aparecen formas de vocativo. logia acerca dei Hijo dei hombre, en los Evange­ A causa de los puntos de contacto con Dan 7, lios, aparecen únicamente como enunciados de 13s, habrá que admitir una conexión con ese texto y con sus ideas. Se discute si existe una de­ Jesús acerca de sí mismo (la cosa es distinta en Hech 7, 56 y en citas dei AT que se hallan en Heb pendencia inicial o una dependencia secundaria; además, si habrá que adimtir una dependencia di­ 2, 6; Ap 1,13; 14,14). Por eso, la expresión «Hi­ recta o una depentencia mediatizada por una tra­ jo dei hombre» se emplea siempre como una de­ signación con que Jesús se senala a sí mismo; el dición posterior a Daniel. Es sumamente im­

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sentido es casi el de un título. Se observa una transición hacia un empleo titular directo en Jn 9, 35; 12, 34c; Hech 7, 56 (cf. también la combinación con un sustantivo en Mt 24, 27.30a.37.39; Lc 17, 22.26), aunque esta transición no se haya efectuado plenamente en ninguna parte. Se trata siempre de la majestad de Jesús. Para caracterizar la condición de Jesús de ser hombre, la expresión «Hijo dei hombre» se emplea por vez primera en IgnEf 20, 2, y luego en Bem 12, 10; Justino, Dial 100, 3 (sobre Heb 2, 6 >■f.2). Por tanto, no viene al caso la traducción de «(un, este) hombre» para los textos dei NT, sino únicamente (lo mismo que en griego) la expresión enfática «Hijo dei hom­ bre». 2) La división de los logia dei Hijo dei hombre en tres grupos tiene sentido, cuando se trata de textos de los Sinópticos; se hallan íntimamente relacionadas entre sí Ias paJabras que hablan dei Hijo terrenal dei hombre (2 en Marcos, 7 en Mateo, 8 en Lucas) y Ias palabras que hablan dei Hi­ jo dei hombre que sufre (4 en Marcos, 6 en Mateo, 3 en Lucas) o dei Hijo dei hombre que sufre y resucita (5 en Marcos, 4 en Mateo, 3 en Lucas). A esto se anaden enunciados acerca dei Hijo dei hombre que ha de venir de nuevo (3 en Marcos, 13 en Mateo, 10 en Lucas) y acerca dei Hijo dei hombre exaltado (1 en Lucas, 1 en Hechos, 2 en Apocalipsis). En el Evangelio de Juan todos los pasajes se refieren a la actividad terrena de Jesús (un total de 13). - También en el aspecto de la historia de Ias tradiciones, la división tiene senti­ do, aunque esto se haya negado a veces (Hooker; Madox, Methodenfragen). 3) En los Sinópticos, los 14 pasajes de Marcos fueron recogidos ampliamente por Mateo y por Lucas (faltan Mc 8, 31 en Mateo, y Mc 9, 9.12; 10, 45; 14, 21b.41 en Lucas). A estos 37 pasajes se anaden 14 tomados de Q (7 en Mateo y 7 en Lucas), y 9 pasajes de Mateo y 9 de Lucas que peitenecen al material peculiar de cada uno. - No se han tenido en cuenta tres pasajes en los que ulòç àv&pdbjrou o oí uloi Tcõv àv&Qtbrecov sirven de circunlocución para referirse a «hombre» o a «hombres» (-> 2.b.5). 4) En la comparación de los logia dei Hijo dei hombre con paralelos sin la expresión «Hijo dei hombre», no se puede elevar a la categoria de principio la hipótesis de que la designación de «Hijo dei hombre» es secundaria, sino que hay que examinar la cuestión en cada caso concreto; en buena parte hay que admitir que la versión ori­ ginal de Ias palabras contenía la expresión «Hijo dei hombre» (Borsch [1970] en contra de Jere­ mias).

1846 5) En la cuestión acerca de la autenticidad, habrá que contar con que los logia fueron reelaborados (Hooker), lo cual no significa que todos sean de origen secundário (Vielhauer, Perrin). Sigue siendo una cuestión debatida la de saber si Ias palabras acerca dei Hijo terrenal dei hombre, incluidos posiblemente los enunciados acerca de la Pasión, son Ias sentencias originales (Sschweizer, Leivestad, Vermes y otros), o si lo son Ias pa­ labras acerca dei Hijo celestial dei hombre (Tôdt y otros). c) En la cuestión acerca de si Jesús empleó, él mismo, la designación de Hijo dei hombre, son decisivos los pasajes en los que se yuxtaponen la propia actividad de Jesús y la dei Hi­ jo dei hombre. Es verdad que ni la formulación de Lc 12, 8s con «confesar» y «negar» debe considerarse autêntica (en contra de Pesch), ni tampoco la versión abreviada de Mc 8, 38 con «avergonzarse» (en contra de W. G. Kiimmel, en FS Võgtle, 210-224), pero la estructura fundamental dei enunciado podría remontarse a Jesús: de la postura que adopten los hombres ante la persona de Jesús depen­ derá la salvación de los mismos, porque esa postura será la norma para el Hijo dei hombre en el juicio. En todo ello Jesús espera que el juez confirme su título legítimo y se identifi­ que con él. Es posible que también otras sen­ tencias acerca de la futura actividad dei Hijo dei hombre se remonten a Jesús (Lc 17,24.26s par.), aunque no puedan establecerse critérios claros, tanto más que en todas partes se presupone ya la identificación dei Hijo dei hombre con Jesús. d) En la tradición sinóptica hay un uso va­ riado pero uniforme, porque los diversos gru­ pos de sentencias acerca dei Hijo dei hombre se complementan mutuamente. 1) Si partimos de que Jesús mismo habló dei Hijo celestial dei hombre, entonces es muy probable -desde el punto de vista de la historia de Ias tradiciones- que haya habido al principio una equiparación del Jesús resucitado con el futuro Hijo del hombre. La expectación de la segunda venida se explicito así con a3uida de una cristología del Hijo del hombre. Esto condujo pronto a que también la vida terrena de Jesús se entendie-

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ra como una función dei Hijo dei hombre. Tan sólo en un paso ulterior, no presupuesto aún en Q, se incluyó la Pasión y más adelante Ia resurrección de Jesús (y, en ejemplos aislados, también la exaltación de Jesús). En todo caso, el estrato más antiguo de Ias sentencias acerca dei Hijo dei hombre nos permite reconocer claramente que nos hallamos ante una concepción cristiana pri­ mitiva de carácter independiente. 2) Las sentencias acerca de la actividad te­ rrena dei Hijo dei hombre acentúan la pretensión de Jesús de poseer plena autoridad y majestad; cf. Mc 2, 10 par. y 2, 28 par. Esto se presupone en el mactuismo de Lc 6, 22 y en la comparación con Juan el B autista en Mt 11, 18s par. Lc 7, 33s. Por otro lado, este logion hace ver claramente que la majestad dei Hijo dei hombre es una majestad oculta, a lo cual se hace referencia también en Mt 8, 20 par. Lc 9, 58. La función soteriológica se acentua en Lc 17, (20s.)22, pero se mantiene también en Mt 12, 32 par. Lc 12, 10, aunque esta senten­ cia que divide de hecho la historia de la salvación en períodos, se centra principalmente en el tiempo pospascual y en la actividad dei Espíritu. 3) En las sentencias acerca de la Pasión y la resurrección dei Hijo dei hombre hay que dis­ tinguir entre las simples predicciones de la Pasión (Mc 14, 21a.b.41 par. Mt 26, 24a.b.45 / Lc 22, 22) y los dobles enunciados acerca de la Pasión y de la resurrección (Mc 8, 31 par.; 9, 31 par.; 10, 33s par.) (Lc 9, 44b par. Mc 9, 31 fue abreviado redaccionalmente para convertirlo en un logion sobre la Pasión). Es notable que se hable de la Pasión originada por la oposición a los hombres, sin que se realce la función soteriológica de la muerte de Jesús. Mc 10, 45 par. Mt 20, 28 ocupa una posición especial y muestra la influencia de otra tradición cristológica. Si en los enunciados acerca de la Pasión se acentua la acción hostil de los hombres, vemos que en los enunciados acerca de la resurrección se acentua la propia activi­ dad, llena de autoridad, dei Hijo dei hombre, como se realza con el empleo dei verbo ctvíoTTi|xi. Mc 10, 33s ofrece un esbozo de la his­ toria de la Pasión y de la historia de la resu­

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rrección, y es -en esta forma- un texto tardio (probablemente redaccional). Correspondientemente, en Mt 12, (38s.)40 se efectúa una interpretación tipológica dei relato de Jonás, aplicado a la muerte y la sepultura de Jesús (de manera diferente en el lugar paralelo Lc 11, 29s). 4) En las sentencias acerca de la acción fu ­ tura dei Hijo dei hombre se trata dei repenti­ no e inesperado retomo de Jesús; así en Lc 17, 24 par. Mt 24, 27; Lc 17, 26s par. Mt 24, 37s; Lc 17, (28s.)30 par. Mt 24, 39; además Mt 10, 23. De la majestuosa manifestación dei Hijo dei hombre, que está sentado a la derecha de Dios y ha de venir, habla Mc 14, 62 par. Mt 26, 64. Todo el mundo le verá y con­ templará cómo él se manifiesta a sí mismo y envia a sus ángeles para que reúnan a los ele­ gidos: Mc 13, 26s par.; Mt 16, 27 (cf. Mc 8, 38b par. Lc 9, 26b). Su función será entonces la dei Juez, como lo muestra, además de Lc 12, 8s; Mc 8, 38 par. Lc 9, 26 y Mt 13, 41; 19, 28, la manera de hablar (llena de elementos de parábolas) acerca dei juicio universal en M t25, 31-46. 5) En Q las sentencias acerca de la Pasión y de la resurrección dei Hijo dei hombre no desempenan aún ningún papel, pero -eso sí- la actividad terrena de Jesús y su acción futura se sitúan bajo el signo de su plena autoridad como Hijo dei hombre. Aunque los diversos logia pertenecen a un nivel temprano de la tradición (H. Schürmann, en FS Vógtle, 124147) y no a la redacción final (así piensa tam­ bién Polag), sin embargo su importância es innegable; la designación de Jesús como Hijo dei hombre es una concepción cristológica dominante (Tôdt). 6) En Marcos las sentencias acerca dei Hijo dei hombre han adquirido una posición im­ portante, porque el evangelista tiene interés en destacar, junto a la concepción dei Hijo de Dios que caracteriza a la esencia sobrenatural de Jesús (-*• 3.c), la tarea histórico-salvífica de Jesús. Distribuye los grapos de enunciados acerca dei Hijo dei hombre, según sea su cen­ tro de gravedad, entre las tres partes de su Evangeüo: en 1, 14-8, 26 acentúa la plena au-

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uioç

toridad dei Jesús terreno (2, 10.28); en 8, 27-10, 45 se pone de reüeve la Pasión y la resurrección (8, 31; 9, 9.12; 9, 31; 10, 33s; 10, 45), y en 10, 46-16, 8, yendo más allá dei acontecimiento de la Pasión, se senala su función escatológica (13, 26; 14, 62). En todo ello, la segimda y la tercera parte se haUan entrelazadas entre sí, porque en 8,38 se habla ya dei Hijo dei hombre que ha de venir, y en 14, 21a.b.41b se habla nuevamente dei Hijo dei hombre; además el enunciado sobre la expiación en 10, 45 se recoge de nuevo en 14, 24. 7) En Mateo, al haberse modificado la estructura, no se conservan ya Ias divisiones existentes en Marcos. Para él la perspectiva dei Hijo de Dios ocupa más intensamente el primer plano. Es verdad que se completan dos enunciados acerca dei Hijo terrenal dei hom­ bre (13, 37; 16, 13) y otros dos acerca de su Pasión (12, 40; 26, 2), pero Ias sentencias acerca dei Hijo dei hombre que ha de venir y que ha de juzgar adquieren especial peso me­ diante la incorporación de elementos adicionales de la tradición procedentes de Q y dei material peculiar de Mateo (10, 23; 13, 41; 16, 28; 19, 28; 24, 27.30a.37.39.44; 25, 31). Además, Mateo es el único que habla de la JtaQonoLa dei Hijo dei hombre (24, 27.37.39; cf. 24, 3). 8) En Lucas, a la tradición previamente existente en Marcos, se han anadido senten­ cias acerca dei Hijo dei hombre procedentes de los tres grupos. Lc 6,22 y 19, 10 (material peculiar de Lucas) completan los enunciados acerca de la actividad terrena; 17, 25 y 22, 48 (redaccional) completan los enunciados acer­ ca de la Pasión, y 24, 7 (redaccional), los enunciados acerca de la Pasión y la resurrección. A parte de eso, en Lucas los enunciados acerca dei futuro pasan a primer plano me­ diante la yuxtaposición de los dos discursos escatológicos en 17, 22-37 y 21, 5-38, donde sentencias acerca dei Hijo dei hombre ocupan un lugar central. Cf. Lc 9, 26 (par. Mc 8, 38); Lc 11, 30; 12, 8s.40 (Q); 18, 8b (material pe­ culiar). La especial de la concepción lucana se hace patente en 22, 67-69: a la pregunta que el sumo sacerdote dirige a Jesús, querien-

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do saber si él es el Cristo, Jesús responde: ÕJtò Ton vnv ô è eo rai ó u l ò ç to ú àv&Qcóitou Ka'0Tip,Evoç èx ôe^iwv Tfjç ôuvápEtoç TOÜ '9'EO'O. A sí que, por primera vez, se incor­ pora clarísimamente el enunciado de la exaltación a la idea acerca dei Hijo dei hombre (cf. Hech 7, 56). e) Juan aplica a Jesús toda la plenitud de tí­ tulos de majestad (cf. 1, 1-51). Al mismo tiempo, se combinan Ias tradiciones mesiánicas y la concepción acerca dei Hijo de Dios con la idea acerca dei Hijo dei hombre (cf. 5 , 2 5 S .2 7 ; 12, 34a.34b.c). 1) En Jn 9, 35 encontramos la expresión jtiOTEÚco elç xòv nlòv toü àvfl-Q cojtou (v.l. uiòv TOÜ ■&EOÜ); cf. 3, (14.)15. Es una innovación que contiene una confesión implícita. El pasaje muestra que lo de Hijo dei hombre se usa como título, y se aphca al Jesús terre­ no. A él se refiere también 1, 51, que recoge un motivo de Gén 28, 12: la constante unión de Jesús con el mundo celestial y, por tanto, con el Padre puede contemplarse con los ojos de la fe. 2) Ocupan un amplio espacio los enuncia­ dos acerca de la exaltación, entre los cuales úrljor&fívai, y ôo§ao'&fjvai comprenden tam­ bién, en el sentido joánico, la muerte de Jesús. Esto resalta por el enunciado tipológico de Jn 3, 14, por 12, 23.(24ss.32s.)34b.c y 13, 31; se aplica igualmente el uso activo de ntpóü) en 8, 28. En conexión con ello se encuentra en 3, 13 la frase àvapaíveiv elç xòv oíiQavóv, que corresponde a la frase èx xoü ongavoü xaxa(3aív£iv; cf. en 6, 62 la expresión àvaP aívcov ÕTtov r|V xò TtQÓxepov. La venida dei Preexistente al mundo y su muerte y ascensión al cielo son enunciados que constituyen el marco de la exaltación y la glorificación. Por tanto, la concepción acerca dei Hijo dei hombre ha quedado considerablemente modi­ ficada con respecto a la tradición sinóptica: por un lado, ha quedado ampliada por cuanto incluye una teologia de la preexistencia y de la encamación; por otro lado, mediante el uso joánico de uilKn&tívaL y ôo^aa^fivai, se ha logrado un íntimo entrelazamiento entre los

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^)lOç

enunciados acerca de la muerte y los enuncia­ dos acerca de la ascensión y la entronización. 3) Faltan sentencias sobre la segunda venida dei Hijo dei hombre. Pero es muy signifi­ cativo que, refiriéndose a la actividad presen­ te de Jesús, se diga en Jn 5, 27 que al uiòç Toü àv&pcójtou (así únicamente aqui) se le ha conferido la è lo u a ía para ejecutar el juicio (XQÍoiv jtoiEív). En consonância con ello se expresa en 6, 27 que el Hijo dei hombre es quien concede el don de la vida; él da el «ali­ mento que permanece para la vida eterna». En la sección déutero-joánica 6, 51c-58, este mo­ tivo se ha trasformado en el sentido de un enunciado acerca de la eucaristia: qpayEtv xfiv o á p x a xon uf.oi3 xoü à v & Q c ó jto n x a i jx ív e iv aí)xoü xò alp a, 6, 53. 4) No existe aqui una dependencia directa de la tradición sinóptica acerca dei Hijo dei hombre. Se trata de una tradición ulteriormente desarrollada. Es interesante que se hayan recogido y trasformado precisamente enunciados apocalípti­ cos. Aparte de la función de juzgar y dei don de la vida en Jn 5, 27; 6, 27, esto se aplica a ^l^lJa)■fHjvai (cf. en Mc 14, 62 par. lo de estar sentado a la derecha de Dios), a ôo^aodfivai (cf. èv xfj ôóen Mc 8, 38 par.) y a Jn 1, 51 (sobre el cielo abierto y los ángeles que prestan servicio, cf. Ap 4, 1; Heb 1, 14; sobre õij^Eade, cf. Mc 14, 62). Igualmente, la referencia a la hora escatológica en Jn 12, 23 (13, 1.31) pertenece a este contexto, así como el conocimiento acerca de quién es él, en 8, 28 (cf. 19, 37 y también Mt 24, 30; Ap 1, 7). Las sentencias acerca de la Pasión dei Hijo dei hombre han influido igualmente; cf. Jn 3, 14; 8, 28; 12, 23 (24-26); 12, 34; 13, 31. Ahora bien, por un lado, motivos que originalmente estuvieron orientados al futuro, se han trasferido al pre­ sente; por otro lado, los enunciados acerca de la Pasión y de la exaltación se han fundido entre sí. Como nuevo motivo se anade lo de xaxaPaíveiv y àvaPaívEiv, en Jn 3, 13; 6, 62. Se discute de qué tradición procede esto, y si han intervenido aqui influencias extranas. Lo más probable sigue siendo la influencia de la tradición sapiencial ju­ dia, por la cual se haUa también marcada extensa­ mente la idea de la preexistencia (cf. Prov 30, 4; Sab 9, 16; Bar 3, 29). 5) Es decisiva en Juan la conexión con la pree­ xistencia y la encamación, así como con el retor­ no al mundo celestial, pero de tal manera que to­ do se concentre en la persona dei Jesús terreno.

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El que ha descendido dei cielo es, según 3, 13, el Hijo dei hombre, no a la inversa; en consonância con ello, el Crucificado y no el Resucitado es el Exaltado y el Glorificado. Según 1, 51, en el Hi­ jo dei hombre se manifiesta la realidad divina. El es el dispensador de la vida (6, 27); en su vida y en su muerte acontece la revelación escatológica de Dios. Por eso, el que cree en él, tiene la vida eterna. Los enunciados cristológicos se orientan, todos ellos, hacia la soteriologia. Es verdad que, en comparación con los Sinópticos, falta la idea de la segunda venida, pero no la de la plena realización de la salvación. f) Fuera de los Evangelios la referencia al Hijo dei hombre se encuentra únicamente en citas de Dan 7,13 (Ap 1, 13; 14, 14) y dei Sal 8, 5 (Heb 2, 6), así como en Hech 7, 56. Es improbable que en Pablo haya una referencia indirecta a la tradición acerca dei Hijo dei hombre. 1) En Ap 1, 13; 14, 14, con lo de õitotov uí,òv av&QCOJtou se recoge el texto de Dan 7, 13 (no según la LXX ni según Teodoción); por lo demás, se evita la expresión «Hijo dei hombre», como lo demuestra el paralelo de Lc 12, 8 en Ap 3, 5b. Se trata dei Exaltado, a quien se ha dotado de majestad divina. El es el Senor de la comunidad (cf. los siete cande­ labros en 1, 13) y el futuro Juez (14, 14). 2) En la interpretación cristológica dei Sal 8, 5(.6s) en Heb 2, 6 (5-9), se discute si se hace referencia a la tradición cristiana primitiva acerca dei Hijo dei hombre (Higgings) o si con ayuda de la cita dei AT se realza única­ mente la humanidad de Jesús como razón de su posición escatológica de senorío (E. GrâBer, en FS Võgtle, 404-414). Es improbable que no exista asociación de ninguna clase con la idea dei Hijo dei hombre terrenal y sufriente; inversamente, la cristología dei Hijo dei hombre no tiene ningún significado constitu­ tivo para la Carta a los Hebreos, como lo de­ muestra el dominio de la cristología dei Hijo, que está completada con la idea dei Sumo Sa­ cerdote. 3) EI «Hijo dei hombre» no aparece en Pablo. Apesar de la cita dei Sal 8, 7b en 1 Cor 15, 27, no hay razón para suponer que exista una conexión indirecta con la tradición acerca dei Hijo dei

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U IO Ç

hombre (Võgtle, «Menschensohn»\ U, Wilckens en FS Võgtle 387-403). Los enunciados acerca de Cristo como el «hombre» en 1 Cor 15, 21.47; Rom 5, 15, que podrían ser lingüísticamente una traducción correcta dei Hijo dei hombre, no se hallan relacionados con la idea dei Hijo dei hombre, caracterizada apocalípticamente, sino que presuponen, por su parte, una concepción helenísticojudía sobre el «hombre primordial» {Urmensch) (cf. Filón), que está modificada escatológicamente y se halla aplicada tipológicamente. Seiía más probable que, en el texto deutero-paulino de 7 Tim 2, 5s, existiera una conexión con la tradición acerca dei Hijo dei hombre (cf. Mc 10, 45 par.).

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cas, por medio de (bç èvop,í^exo, relativizó el hecho de que Jesús fuera descendiente natural de David, pero a causa dei matrimônio de la virgen Maria con José presupone la pertenencia de Jesús al linaje de David (1, 27.32s). Por el contrario, Mateo subrayó la reaüdad de la adopción de Jesús efectuada por José en virtud de un encargo divino (1,18-25), por lo cual el enunciado de 1 ,16b no interrumpe la genealo­ gia, sino que acentúa la incorporaeión legal y plenamente válida de Jesús a este linaje. 2) La cuestión históriea de saber si Jesús era de hecho descendiente de David, recibe a 4) Fuera de los Evangelios, el único lugar menudo una respuesta negativa (últimamente Burger); se trataria de una reconstrucción, donde aparece el «Hijo dei hombre», indeefectuada en virtud de la confesión mesiánica. pendientemente de una cita dei AT, es Hech 7, Esta cuestión habría que dejarla, al menos, en 56: Esteban ve los cielos abiertos y al Hijo dei suspenso. Es verdad que la genealogias llevahombre que se halla de pie a la derecha de das con rigor existían sólo, jqué duda cabe!, Dios. Ofrece dificultades lo de «estar de pie» en los círculos de los sacerdotes y los levitas; (en lugar de «estar sentado»). Seguro que no pero la conciencia de pertenecer a una deter­ carece de significado. Es improbable que el minada tradición tribal y familiar estuvo siemmártir vaya a ser recibido personalmente, o pre muy marcada en Israel (cf. Ias listas de los que el Exaltado se prepare para la parusía. Se que regresaban dei destierro [Esd 2, Iss; 8, trata de una de dos: o de la función dei testigo Iss; Neh 7, 6ss; 11, 3ss] y Flp 3, 5). y defensor durante el juicio (en el sentido de 3) Lo decisivo es el cumplimiento de la Lc 12, 8), o dei juez que se levanta para dictar promesa mesiánica. En todo ello, el nacimiensentencia (Is 3, 13 LXX; AsMo 10, 3; así to de Jesús en Belén, la «ciudad de David» Pesch). (Lc 2, 4.11; cf. Mt 2, 5s), desempena un papel importante, como demuestran Mt 2, 1-12; Lc 6. «Hijo de David». 2, 1-20. Se sintió perfectamente la tensión en­ a) Antecedentes tre la promesa mesiániea y el origen de Jesús, 1) La frase ulòç Aauíô expresa una conexión que era oriundo de Nazaret o Galilea (Jn 1, genealógica con el linaje de David (->■ Aauíô 2.3). Pero el hecho de ser descendiente de David 46; 7, 42.52; cf. Mt 2, 23). se designa también en otras partes; cf. Ias genea­ 4) La función mesiánica de Jesús, que enlogias en Mt 1, 6-16a.l7.20; Lc 3, 23b-31 y Lc 1, cuentra múltiples expresiones en el NT (-+ 27; 2, 4 (José oíxou Aauíô). X qloxóç), aparece también claramente, cuan2) El punto de partida para designar a Jesús como Hijo de David es la mesianología dei AT y do un pasaje se refiere a Ias promesas hechas al rey David (Lc 1, 32s.69; Hech 2, 25-31.34; dei judaísmo, según la cual el Rey de los tiempos de la salvación seria descendiente de David, y en 4, 25-28; 13, 22s; 15, 15-18; Heb 11, 32s.39s; su actividad se cumplirían Ias promesas de 2 Sam cf. también Mc 2, 23-28 par.) o cuando se 7,14; Is 9, 1-6; 11, 1-10 y otras. Esta expectación emplean epítetos específicamente davídicos permaneció viva en el judaísmo posterior al AT (Ap 3, 7; 5, 5; 22, 16). (cf. SalSl 17, 21; 4QFlor 1, 11-13; s‘mônê-’esré' 5) Un problema especial lo constituye el [Dieciocho Bendiciones] 14 y passim). contenido semântico de el «Hijo de David». En Ias Cartas dei NT no aparece uíòç Aauíô, b) Uso en el NT 1) El uso titular de «Hijo de David» presupero sí se encuentra dos veces la expresión èx ojtégpaxoç A auíô en enunciados confesiopone que Jesús es descendiente de David. Lu­

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m oç -

nales (Rom 1, 3; 2 Tim 2, 8; cf. IgnEf 18, 2; 20, 2; IgnTral 9, 1). En todo ello es caracte­ rística la contraposición entre la existência te­ rrena de Jesús como el Hijo de David y la resurrección que le constituyó como el Hijo exaltado de Dios, lo cual es expresión de una «cristología en dos fases» (Hahn, Hoheitstitel, 252, siguiendo a E. Schweizer: EvTh 17 [1957] 11). En los Evangelios sinópticos, el diálogo que aparece en Mc 12, 35-37a nos permite ver que también en este caso la condición de ser el Hijo de David es presupuesto o fase preliminar para la xuqlóttiç prometida en el Sal 110, 1. El Jesús terreno, como el Hi­ jo de David, es Messias designatus. 6) En otros textos se presupone una actividad taumatúrgica de Jesús, y a Jesús se le in­ voca como utè Aauíô, èX éT)aóv pe (Mc 10, 47s par.). Para Marcos esto se halla bajo el signo dei diálogo acerca dei Hijo de David, de tal manera que se trata de una percepción provisional y oculta de la función mesiánica. Es­ to se aplica de manera parecida a Lucas, para quien, con el nacimiento en Belén, se procla­ ma - s í - el comienzo de la salvación (Lc 2, 11), pero, según los discursos dei libro de Hechos, sólo con la resurrección de Jesús se da la mesianidad en el pleno sentido de la palabra (Hech 2, 34; 13, 33). 7) Mateo desarrolla clarísimamente la idea de una función independiente dei Jesús terre­ no como el Hijo de David. En este evangelis­ ta Ias historias de euraeión ofreeen dos ejemplos más en los que se invoca a Jesús con èA,8Tiaov ripãç, uíòç Aauíô (9, 27; 15,22; cf. 20, 30s par.). Además, el pueblo, al presenciar Ias curaciones, se plantea la pregunta; pf|Ti ouxóç èoTiv ó ulòç Aauíô; (12, 23). Aparte de eso, la aclamación (uoavvà xm uiõ) A a­ uíô, que aparece únicamente en este evange­ lista, se pronuncia no sólo en la entrada triun­ fal de Jesús en Jerusalén, sino también después de Ias curaciones obradas por él en el templo (21, 9.15). Jesús concede a los hombres la euraeión y con ello un signo visible de la salvación que llega; Jesús, como el Hijo de David, cumple una función especial durante su actividad terrena.

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Dfxeiç

8) Para Juan la condición de ser el Hijo de David no tiene significación teológica (7, 41s). En el NT no hay un rechazo formal de esta condición de ser el Hijo de David (como lo hay en Bem 12, 9s y en Ias Homilías Pseudo-Clementinas 18, 3, a causa de unas premisas más tardias, orientadas unilateralmente hacia la divinidad de Jesús). F. Hahn ííXi], tiç , r\ h y le lena, bosque* Sant 3, 5 dice refiriéndose al mal uso de la lengua; «jMira cómo un pequeno fuego hace arder un gran bosque \». hymeis vosotros 1. Aparición - 2. Uso - 3. Destinatários. B ibL: Bauer, W õrterbuch, r.v. oú; BlaB-Debrunner § 277, 1; 284, 1.2; 288, 1; Kühner, G ram m atik II/l, 555-560; Mayser, G ram m atik II/l, 62-65.

1. En el NT el pronombre personal de se­ gunda persona dei plmal aparece con muchísima frecuencia (un total de 1847 veces); cf. a propósito ->■ 'qp.etç. El uso de este pronombre es menos frecuente en los escritos que no contienen discursos (el pronombre aparece sólo 78 veces en Marcos frente a 249 veces en Ma­ teo; se encuentra sólo 11 veces en el Apocalipsis), y en Ias cartas en Ias que no hay interpelación directa a los destinatários (en Roma­ nos hay 84 testimonios y, en cambio, en Ias Cartas primera y segunda a los Corintios hay 146 y 153 testimonios respectivamente) o que están dirigidas a una sola persona (Ias Pastorales, la Carta tercera de Juan). 2. Sobre el uso de úqetç en nominativo (es­ pecialmente frecuente en el Evangelio de Juan y en la Carta primera a los Corintios, pe­ ro que no aparece nunca en Ias Pastorales, en Filemón, en Ias Cartas segunda y tercera de Juan y en el Apocalipsis) cf. fipEíç 2. Tam­ bién úp.eTç se combina a menudo con x a í o con ôé (unas 55 y 32 veces respectivamente). Los sermones de Pedro en Hechos contienen

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■u^ieiç - ufAVEO)

síempre la construcción ôv ■úpEíç (èoTaDQO)oatE u otras expresiones por el estilo): 2, 36; 3, 13; 4, 10; 5, 30. El genitivo 'òpcüv aparece como genitivo absoluto (Lc 22, 10; 1 Cor 5, 4; 11, 18.20; 2 Cor 1, 11; 1 Pe 4, 4), o está regido por Ias correspondientes preposiciones (Mt 5, 11.12, por ejemplo x a r á o JtQÓ), y con bastante frecuencia sustituye al pronombre posesivo (por ejemplo, en 1 Tes 1, 3.4.8; sobre el orden de Ias palabras, cf. Bauer). El dativo uplv es habitualmente parte inte­ grante de la salutatio (xáQiç wm.lv x a l eiqt|VT]...) en los praescripta de Ias cartas (también en Ap 1, 4; excepciones: Pastorales, Hebreos, Santiago, Cartas de Juan). Por lo demás, el dativo -lo mismo que el acusativo ■utiãç—depende de Ias correspondientes pre­ posiciones y de los verbos, siendo esto último bastante frecuente en Jn 13-16 (con 50 testimonios), donde predominan los verbos de decir y de dar (por ejemplo, en la expresión àM^jv àpf)V lévco uplv: 13, 16.20.21; 14, 12; 16, 20.23; por lo demás, en Jn: 1, 51; 5, 19.24.25; 6, 26.32.47.53; 8, 34.51.58; 10, 1.7; 12, 24).

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(con Fileto) se contaba entre los falsos maes­ tros que afirmaban que «la resurrección ya tuvo lugar» (v. 18). V^CT£QOÇ, 3 hymeteros vuestro, perteneciente a vosotros* En el NT el pronombre posesivo de segun­ da persona dei plural aparece sólo 11 veces. Es sustituido en la mayoría de los casos por el pronombre personal (■òm<üv) (BlaB-Debrunner § 285, 1). El significado es casi siempre pose­ sivo: Lc 6, 20; 16, 12 (sustantivado: «lo vues­ tro»); Jn 7, 6; 8, 17; 15, 20; Hech 27, 34; 1 Cor 16, 17; 2 Cor 8, 8; Gál 6, 13. En Pablo úpÉTEQOç se halla también en lugar dei geni­ tivo objetivo: «por la misericórdia hacia vo­ sotros» (Rom 11, 31); «el gloriarme de vosótros» (1 Cor 15, 31). í Jivéto hymneõ alabar, ensalzar; cantar (un cântico de alabanza)* õpvoç, ou, ó hymnos cântico de alabanza, himno*

1. Aparición y significado - 2. Intransitivo: cantar un cântico de alabanza - 3. Transitivo: cantar un cânti­ co de alabanza (en honor de alguien), alabar - 4. Los destinatários dei umeI ç, en Ias cartas, voç.

3. son Ias comunidades cristianas a Ias que se escribe. En los evangelios son ante todo los oyentes de Jesus a quienes él está hablando; en los Sinópticos son casi siempre el pueblo o los discípulos; en el Evangelio de Juan, a menudo en tono polêmico, lo son <dos judios» y, en contraste con ellos, los discípulos; ahora bien, en los evangelios, los verdaderos desti­ natários son aquellos para los que fueron es­ critos, es decir, los cristianos y su entorno (cf., por ejemplo, H. Schürmann, Das Lukasevangelium I [HThK], 320s). W. Radl

'Y fiÉ v a io ç , OD Hymenaios Himeneo* En 1 Tim 1, 20 se menciona a «.Himeneo y Alejandro» como personas que naufragaron en la fe (v. 19) y a quienes «Pablo» ha «entre­ gado a Satanás». Según 2 Tim 2, 17, Himeneo

B ib l.: R. Deichgrâber, G o ttesh ym n u s u n d C hristushym nus in d e r fr ü h e n C h ristenheit (StUNT 5), Gbttingen 1967, 188-214; G. Delling, üpvoç xtL, en ThWNT VIII, 492-506; I. Gnilka, D e r K o lo sse rb rie f (HThK), Freiburg i. Br. 1980,200s; J. Kroll, D ie christliche H ym n o d ik bis sobre K lem en s vo n A lexa n d reia

(Libelli'240) (1921-1922), Darmstadt ^1968; R. J. Ledogar, Verbs o f P ra ise in the L X X T ranslation o f the H eb rew C anon: Bib 48 (1967) 29-56; H. Ringgren, hll, en ThWAT II, 433-441; R. Wünsch, H ym nos, en Pauly-Wissowa IX/1, 140-183.

1. En el NT úp,véoo aparece cuatro veces (Mc 14, 26 par. Mt 26, 30; Hech 16, 25; Heb 2, 12; el sustantivo üpvoç, dos veces (Ef 5, 19; Col 3, 16). En el NT el grupo de palabras no se aplica nunca en sentido profano a per­ sonas, sino que se emplea siempre en sentido religioso como alabanza de Dios. El himno tiene siempre carácter público; lo mismo que el salmo o la oda, representa un cântico cul­ tuai de la comunidad.

1859

1860

D^IVEÜ) - DJTiaVCO

En cuanto al significado dei término, n(ivé(o se atiene al lenguaje de la LXX. En ella, jun­ tamente con ->• alvéco y ^ è^ofxoXoyéco (3), se emplea principalmente para traducir el hebreo h ll (piei), «alabar». Como sinônimo de -> a ív E O iç , vemos que ü(xvoç traduce el hebreo f h illâ , «alabanza, loa, cântico de alabanza».

W* constituye una asimilación a Ef 5, 19, donde, en gradual distanciamiento de Ias oraciones judias de la sinagoga. Cristo aparece más en primer plano como el objeto de la adoración.

2. Tan sólo Mc 14, 26 par. Mt 26, 30 emplean el verbo úpivéo) en sentido intransitivo: íip,vf|oavTeç, d esp u és d e i câ n tico d e a la b a n za (cf., a propósito, J. Ellington; BiTr 30 [1979] 445s). Por el «cântico de alabanza» se entiende aqui la segunda parte dei h a llel (probablemente los salmos 113-118), que se cantaba después de la oración final de la cena de Pascua propiamente tal, cuando se bebía la cuarta copa de vino (cf. Billerbeck I, 845-849).

■UflVOÇ, OV, Ó h y m n o s cântico de alabanza, himno ^ uqvÉo) (4).

3. El verbo nixvéco en sentido transitivo, con acusativo de persona, se emplea sólo dos veces: según Hech 16, 25, Pablo y Silas, en la prisión de Filipos, can taban a Dios câ n tico s d e a la b a n za (uiivonv tò v 'Ôe ó v ) , y «los demás prisioneros les escuchaban». Heb 2,12 es una cita dei Sal 21, 23 LXX. Aqui tipvÉCL) no se refiere necesariamente a On cântico; Cristo es quien, «en medio de la comunidad», pro­ clama el nombre de Dios y le ala b a .

421-433; G. Delling, nnáyco, en ThAJVNT VIII, 507509; H. Leroy, R ã tsel u n d M ifiverstãndnis (BBB 30), Bonn 1968, 51-74; L. Schenke, Studien z u r P assionsgeschichte des M arkus (FzB 4), Würzburg 1971, 203271; G. TheiBen, Urchristl. W undergeschichten (StNT 8), Gütersloh 1974, 77.

4. El plural de t3|xvoç [him no, c â n tic o d e a la b a n za ) aparece en Col 3, 16 y Ef 5, 9 entre tpaX.ftOL y (üõal jtven[iaTixaí. Parece que no se pretende establecer diferencia alguna entre estos términos, sino que es más probable la influencia de la tradición judia según la cual era corriente acumular vários términos para expresar la alabanza de Dios (cf. Kroll, 5d no­ ta 2). Sin embargo, algunas veces se hace di­ ferencia entre los salmos (un término clara­ mente biblico) y los him nos y odas (términos helenisticos). Es, por lo menos, discutible que Col 3, 16 se refiera a un uso parenético de sal­ mos, himnos y odas; en cambio, es probable que Ef 5, 19 se refiera a semejante uso (cf. también, a propósito, Deichgrâber, 188-196). El destinatário de los cânticos de alabanza, en Col 3, 15, es Dios; la v.l. Ttõ xuQÍtp C^ D^

M. Rutenfranz

■ Ú Jláy® * h y p a g õ

ir, irse

1. Aparición en el NT - 2. Historias de milagros - 3. Exorcismos - 4. Uso inespecífico - 5. Mc 14, 21a - 6. Evangelio de Juan - 7. Escritos tardios. B ibl.: J.-A. Bühner, D e r G esandte un d sein Hfeg im vie rten E va n g e liu m (WUNT II/2), Tübingen 1977,

1. En el NT újtáyco aparece 79 veces, 39 de ellas en los Sinópticos (19 en Mateo, 15 en Marcos, 5 en Lucas), 32 veces en el Evangelio de Juan, una vez en Santiago, otra en la Carta primera de Juan y seis veces en el Apocalipsis. En el NT el verbo se encuentra únicamen­ te en sentido intransitivo; no forma parte de la lengua ática culta (BlaB-Debruimer § 101, 1). 2. El imperativo ;ve te! aparece como expresión estereotipada al final de Ias historias de milagros. A la persona que ha sido curada, Jesús la envia de regreso a casa, Mc 2, 11 par. Mt 9, 6; Mc 5, 19 (cf. Mc 8, 26; Lc 8, 39); pa­ ra que quede comprobada la curación, Jesús manda a la persona curada que se presente al sacerdote, Mc 1, 44 (cf. Lc 17,14), o la envia al estanque de Siloé, Jn 9, 7. En otras partes, Jesús dice lo de ojtaYE, al mismo tiempo que afirma la fe de la persona en cuestión, Mc 5, 34; 10, 52; Mt 8, 13. El uso absoluto de tíjtaye, en lábios de Jesús, después de una cura­ ción, aparece en Mc 7, 29; Jn 11, 44. Con un

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V K ayu)

encargo de proclamación se asocia también el imperativo jve! en Mc 5,19; 16,7; Mt 28,10; en Mc 5 se trata de proclamar «lo que el KVQioç ha hecho»; en Mc 16 par. Mt 28, de pro­ clamar la aparición dei Resucitado. Un especial precepto de guardar silencio se asocia únicamente con 'ÜJiaYE en Mc 1, 44a. Sin embargo, el hecho de que el Pap. Egerton 2, 1, 32ss (cf. Hennecke-Schneemelcher II, 60) ofrezca una versión literariamente independiente de Mc 1, 40-45 sin la «excitación pneumática» dei taumaturgo (v. 43) y sin el precepto de guardar silencio (este precepto falta también en los paralelos de Mateo y Lu­ cas), indica que Mc 1, 44b.c pudiera interpretarse también independientemente de los vv. 43.44a. Por tanto, tJjraYe como exhortación estereotipada debe interpretarse según el sig­ nificado que se le haya dado concretamente en Mc 5, 34; 10, 52; Mt 8 , 13: a la persona que, llena de confianza, recurre a la ayuda de Dios personificada en Jesús, responde Jesús dando aliento por encontrar fe (y dando paz en Mc 5, 34), y despide así a la persona (bitaye, «jvete!») enviándola persona hacia un fu­ turo de salvación (cf. 2 Crón 5, 19). Por el contrario, esta acción expresa de despe­ dir de la presencia inmediata de Jesús y de hacer que la gente se marche da su razón objetiva al precepto dei silencio en Mc 1, 44a (Jesús no se aprovecha nunca de sus actos para conseguir ventajas personales). Ahora bien, en la palabra con que Jesús despide a la gente (ürtaYe) no hay ningún tópico inspirado en la tradición helenística de milagros: los únicos testimonios de tal proceder (no asociado con ujtaYe) -Luciano, Pseudophil. 16 y Diógenes Laercio VIII, 67—datan dei siglo II o de los siglos III/IV, p.C. y, por tanto, no son aptos para una comparación con el material de los Evangelios (en contra de TheiBen, 77). 3. Como término propio de un exorcismo, Jesús emplea uJtaYe en Mt 8, 32; emplea de manera análoga esta palabra en Mt 4, 32 (con­ tra el tentador) y en Mc 8 , 33 (contra Pedro). 4. El verbo se encuentra con significado inespecífico en Mc 10, 21 par.; Mt 5, 24; 18, 15; Lc 12, 58, y passim.

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5. Por un lado, Mc 14, 21a usa el verbo 'UJtáYíü como eufemismo para referirse al «morir» (J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, Salamanca 1986, sub loco), y, por otro lado, el verbo acentúa la actitud activa de Jesús al ir hacia la muerte (E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus'^ [NTD], sub loco). Precisamente esto último marca la diferencia con respecto a Ias demás palabras que hablan de los sufrimientos dei Hijo dei hombre ( 8 , 31a; 9, 12b; Lc 17, 25 - Mc 9, 31a; 14, 41c; Lc 24, 7). Mientras que otros pasajes cualifican cristológica o teologicamente lo que sucede (usando el passivum divinum), vemos que Jesús en Mc 14, 21a habla acüvamente acerca de sí mismo. Pues si se elimina el predicado acerca dei Hijo dei hombre (C. Colpe, en ThWNT VIII, 449) y la prueba de Escritura (Dibelius, Formgeschichte, 185) como adiciones posteriores, y si además se reconoce con Schenke (203-271) que Mc 14, 1820 es una formación redaccional y que el v. 21b es un «ay» premarquino (cf. 17, Is), entonces queda un simple enunciado sobre el que no se reflexiona (ujtáYco no es ni lingüística ni objeti­ vamente un término correspondiente a JtaQaôíôorai en el v, 21b; en contra de Schenke, 261): un enunciado que expresa la marcha consciente de Jesús hacia la muerte (cf. Flp 2, 6-11, esp. los vv. 7s). 6 . En el Evangelio de Juan el verbo se usa a menudo de manera inespecífica (3, 8 ; 4, 16 y passim', sobre 9, 7; 11, 44 cf. ->■ 2). - Existen, además, tres âmbitos de enunciados con un uso conscientemente activo dei verbo en lábios de Jesús: a) «7o voy a Aquel que me envió», 7, 33; 16, 5a ó «Yo voy al Padre», 16, 10.17; b) «Yo sé de dónde vengo y a donde voy», 8 , 14a; 13, 3 ó: «vosotros no sabéis...», 8 , 14b; c) «A donde yo voy, vosotros no podéis venrr», 8 , 21.22; 13, 33 6 como pregunta: «j,Adónde vasln>, 13, 36a; 14, 5; 16, 5b. Sobre la formación de cada âmbito recaen influencias específicas histórico-religiosas: a) influencias de ideas profético-apocalípticas de arrobamiento (Bühner, 421); b) el esquema dei camino gnóstico (R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, 1980, 244); c) la especulación sapiencial (la imagen de la Sabi-

1863

v jia y w -

vjiaxof)

1864

aparecen principalmente en Ias cartas. Tan só­ lo el verbo 'Ujtaxoúm es empleado siete veces por los autores de los Evangelios sinópticos (Mc 1, 27; 4, 41 par. Mt 8 , 27 / Lc 8 , 25; Lc 17, 6 ; Hech 6 , 7; 12, 13). Los demás testimonios se encuentran principalmente en Pablo; ímaxof) en once lugares; ■ujtaxoúco en cinco lugares (cf. también ■ÕJtaxoúm en Col 3, 20.22; Ef 6 , 1.5; 2 Tes 1, 8 ; 3, 14). Manifiestan además particular interés la Carta a los Hebreos (donde tmaxof) aparece una vez, y újtaxoúcü dos veces) y la Carta primera de Pedro (donde naraxori aparece tres veces, y í)n:axoúcL) una vez). Ambos vocablos faltan (lo mismo que újtrixooç) en el Evangelio de Juan, en Ias Cartas de Juan y en el Apocalipsis. El significado dei grupo de palabras se traduce adecuadamente por obediência o por obedecer respectivamente; los términos se derivan de «oír» (axonco), lo mismo que en alemán, donde se derivan de hõren (oír). Tan só­ 7. El uso de ■ujtáYco en los escritos tardios lo en Hech 12, 13 aparece un significado (que dei NT (-> 1) es inespecífico: ir . diriamos más bien técnico) dei verbo ÚJtaxoúco: la sirvienta encargada de abrir la puerta, H. Probst «escucha» al que quiere entrar, es decir, le abre la puerta. En el NT, ■ujtaxofj y vnaxov (0 no significan nunca la acción de «escuD Tiaxot), fjg, T] hypakoê obediência* char» por parte de Dios. A propósito dei con■tiJtaxoúcú hypakouõ obedecer, ser obedien­ cepto de obediência en el NT, hay que tener te* en cuenta también otros vocablos (-^ àxoúo), B ib l.: R. Deichgrâber, G ehorsam u n d G ehorchen in èvcoTÍÇoftai, ènaxoúco, XEtb-aQxéco, también d e r Verkündigung Jesu: NZW 52 (1961) 119-122; K. S. Frank, G ehorsam , en RAC IX, 390-430; St. C. Fre- la voz pasiva de Jteí^O) y uJtotáoaa)); hay derick, The Them e o f O bedience in the F irst E p istle o f que tener en cuenta, además, otras expresioP eter, tesis Duke University 1975; G. Friedrich, M ufi nes (cf., a propósito, Deichgrâber, 120s).

duría que se marcha: Leroy, 51-74). Sin em­ bargo, los mencionados âmbitos de enuncia­ dos no se formaron consecuentemente a partir de esas ideas histórico-religiosas. En el âmbi­ to a) falta la acentuación de la katábasis, y no tiene lugar ninguna intensificación apocalípti­ ca -p o r ejemplo, mediante la adición dei títu­ lo de «Hijo dei hombre»-; en los âmbitos b) y c) falta el modus dei llegar hasta allí (por ejemplo, por medio dei «conocer»). Así que queda como estractura fundamental el enun­ ciado acerca de la marcha consciente de Jesus a través de la muerte. En la formulación de este enunciado, el Evangelio de Juan acentúa el tijcáyeiv como camino de la cruz (13, 37), camino con el que Jesus se identifica a sí mismo (14, 5s). Tan sólo a partir de ahí se revela la meta (14, 4) dei eamino de Jesús: el Padre (14, 6 ). Tan sólo a partir de ahí surge el seguimiento (13, 36b) y la salvación (14, 28; cf. 15, 16).

Ú J t a K O T ) J tío T E t o ç

R õ m 1, 5 m it «G laubensgehorsam »

en ThWNT I, 216-225, especial­ mente 224s; G. Kittel, à ü o v to k t X., en ThWNT I, 216-225, especialmente 224s; O. Kuss, D e r B e g r iff des G ehorsam s im NT: ThGl 27 (1935) 695-702; W. Mundle, nitaxonco, en DTNTIII, 208; L. Nieder, Ge­ h orsam (I), en LThK TV, 601s; Schnackenburg, M ensa je II, i.v. «obediência» en el índice analítico; G. Segalla, « U o b b ed ien za d ife d e » (R m 1, 5; 16, 26) tem a d elia L e tte ra a i Rom ani: RivBib 36 (1988) 329-342; C. Snoek, D e id ee d e r g e h o o rza a m h e id in h e t N T , Nimwegen 1952; Spiqc, N o te s , Suppl. 238-245; A. Stõger, O bediência, en DTB 715-721. ü b e rse tzt w erden?,

2. Los Evangelios sinópticos acentúan la idea de que los «espíritus inmundos» (Mc 1, 27), así como el viento y Ias olas dei mar (4, 41 par. Mt/Lc) tienen que obedecer a Jesús. Se trata de que tienen que someterse a Ias órdenes que Jesús les dé (èm xáo 0 (u en Mc 1, 27; Lc 8 , 25). Lc 17, 6 (a diferencia de Mt 17, 20 ) ve la misma conexión entre la acción de mandar y la de obedecer, en el contexto de la jtíoTiç, aunque esta JtíoTiç sea tan pequena 1. En el NT los compuestos ÚJtaxofi y como un grano de mostaza. Acerca de la sumisión obediente bajo la xíoriç (aqui: «fe» en njiaxoúco, derivados dei verbo àxoúro.

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ujiaKOfi

el sentido objetivo: cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 430 nota 83) habla Hech 6 , 7 en un sumario: 0710X0000 xfi JTÍotei significa «.someterse a la fe (cristiana)» o llegar a la fe (cf. Rom 10, 16; 2 Tes 1,

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vuestra obediência esté consumada» (2 Cor 10, 5.6).

4. 2 Tes 1, 8 , con la frase njtaxoú® xcõ exiaYYekíq), sigue la manera paulina de expresarse (Rom 10, 16), pero asocia con ella el ge­ 8: Trô ei)aYYeX,íq)). nitivo «de nuestro Senor Jesus». 2 Tes 3, 14 3. Para Pablo la fe (-> Jtiouç) es esencial- proscribe a todo aquel que «no obedezca a mente obediência, así como la falta de fe -la nuestra palabra que llega por escrito». Esto se incredulidad- se entiende esencialmente co­ refiere a todo el contenido de esa carta paulina mo desobediencia a Dios y a su mensaje. El pseudoepigráfica (cf. W. Trilling, Der zweite mensajero de la fe quiere mover a los destina­ Briefan die Thessalonicher [EKK], 154). tários dei evangelio a la «obediência de la fe», Col 3, 20 y Ef6, 1, en el marco de tablas de es decir, a la sumisión bajo el mensaje de deberes domésticos, exhortan a los hijos a ser obedientes a sus padres (uitaxoúexe). La misDios. El acto de fe es un acto de obediência (Bultmann, Teologia, 373); así lo demuestra ma exhortación se dirige a los esclavos en Col 3, 22 par. Ef 6 , 5 pidiéndoles que sean obe­ una comparación de Rom 1, 8 con 16,19. Por eso, Pablo puede crear la expresión «obediên­ dientes a sus amos. Cf. también 1 Pe 3, 6 , don­ cia de la fe» (fijtaxofi níatecoç: Rom 1, 5; cf. de la obediência de Sara a Abrahán se presen10,16; 16, 26) (cf., a propósito, ^ Jtíoxiç 3.b) ta como ejemplo a Ias mujeres casadas (->- 6 ). para designar con ella la finalidad que se propone su apostolado (cf, también 15, 18). La 5. Heb 5, 8 s establece conexión directa en­ justificación procede de la obediência de tre la obediência de Cristo y la obediência de los cristianos para su eterna omxTiQÍa; «Aun­ Cristo, una obediência que Pablo contrapone a la desobediencia dei primer hombre (5, 19). que él era el Hijo, aprendió la obediência por lo que padeció. Y siendo consumado, fue la Para el hombre, según Rom 6 , 16a.b, no existe más que «hay una disyuntiva inconcifuente de eterna salvación para todos los que liable entre el servicio de esclavo bajo el pe­ le obedecen». Al comienzo de la sección que cado y entre el de la obediência (a la fe)» (U. trata de Abrahán, el padre de la fe (11, 8-16), Wilckens, La Carta a los Romanos II, Salase dice que él, al ser llamado por Dios, obedeció en la fe (jcíoxei) y se puso en camino (v. manca 1992, 50). A los bautizados va dirigida la siguiente exhortación: «Por eso, no reine el 8 ): «La fe responde y, con ello, se muestra pecado en vuestro cuerpo mortal, para que no precisamente como obediência» (O. Michel, obedezcáis a sus apetencias...» (6 , 12 ). Der Brief an die Hebrüer^ [KEK], 392). «Cuando os presentáis a alguno para obede­ cer eomo esclavos, sois esclavos de aquel a 6 . Según 1 Pe 3, 6 , Sara se sometió obe­ dientemente a su marido, llamándole su «se­ quien obedeceis -dei pecado para muerte, o de la obediência para justicia-. Pero gracias a nor» (Gén 18,12). Con esta referencia la Car­ Dios que, aunque erais esclavos dei pecado, ta primera de Pedro concluye Ias exhortacioos hicisteis obedientes de corazón a aquella nes dirigidas a Ias mujeres casadas (3, 1-6). forma de doctrina a la que fuisteis entrega­ Al comienzo de la carta, encontramos en 1, 2 dos...» (6 , 16s). Pablo puede habla de la obe­ una descripción triádica de la elección cristiadiência de Ias comunidades, cuando alaba su na; «según la presciencia dei Padre, mediante la santificación por el Espíritu, para la obe­ conducta (2 Cor 7, 15; Flp 2, 12; cf. Fim 21). Refiriéndose a sus adversários, Pablo afirma diência a Jesucristo y para ser rociados con su sangre» (cf., a propósito, L. Goppelt, Der ersque él pone «todo pensamiento en cautiverio bajo la obediência de Cristo», y que está diste Petrusbrief [KEK], 83-87); La elección se funda en el decreto dei Padre, está comunipuesto a «castigar toda desobediencia, cuando

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DJiajcof] -

cada por el Espíritu y se realiza como obe­ diência y como pertenencia a Cristo. La expresión «hijos de la obediência» (1, 14) es un hebraísmo» (1, 14); se refiere aqui a los bautizados (cf. «hijos de la desobediencia» en Ef 2, 2). Los destinatários purificaron sus almas «por medio de la obediência a la verdad (ímaxof) tfjç àÀiT&EÍaç)» (1 Pe 1, 22). Obje­ tivamente se piensa aqui en el proceso de llegar a la fe; cf. 1, 21, cf. además Hech 15, 9; Rom 1, 5; 10, 16. Sobre el concepto de obe­ diência en la Carta primera de Pedro cf. también (además de Frederick); N. Brox, La pri­ mera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 344 (í.v. «obediência» en el indice analitico). G. Schneider ■Úmaxovo) hypakouõ obedecer, ser obe­ diente -> nitaxorj. ■UJiavôpoç, 2 hypandros sometida al ma­

rido, casada* Dicese de la mujer casada em Rom 7, 2 (cf. Polibio X, 26, 3; Núm 5, 29 y passim LXX). ■WJiavtáw hypantaõ salir al encuentro, encontrarse con* En sentido neutral; Mc 5, 2 par. Mt 8 , 28 / Lc 8 , 27;M t28, 9; Jn 4,51; 11,20.30; 12, 18; Hech 16, 16. En sentido hostil: Lc 14, 31. ThWNT III, 628; DTNTIV, 322s. ■ÚJlávTt|(UÇ, £(OÇ, 1^ hypantêsis encuen­

tro* En el NT, el término aparece únicamente en la expresión: Etç n jtáv rnoiv, «para encontrarse»: con dativo en Mt 8 , 34; Jn 12, 13; con genitivo en Mt 25, 1. Para bibliografia cf. -> njTavxácü. SOÇ, 1^ hyparxis bienes, propiedades* En Hech 2,45 en un sumario: Los creyentes «vendían los bienes (xtripaxa) y Ias propie-

v n a Q X fa

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dades (njtáQ^ELç)» y distribuian el dinero obtenido entre los necesitados. Heb 10, 34: «Aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes». DTNT IV, 113s. •ÚJtágjjtrt hyparcho haber, estar presente, poseer 1. Aparición en el NT. - 2. Sinópticos. - 3. Cartas y escritos tardios B ibl.: H.-J. Degenhardt, Lukas, E va n g elist d e r A rmen, Stuttgart 1965, 208-222; W. Pesch, 2 u r E xegese vo n M t 6, 19-21 und L k 12, 33-34: Bib 41 (1960) 356378; J. Roloff, D ie A p o stelgeschichte (NTD), Gõttingen 1981, 89-91; G. Schneider, D as E vangelium nach L u kas II (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 342-345; Id., D ie A p o stelg esch ich te I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, 290-295 (bibl.); A. Weiser, D ie A p o s te lg e ­ schichte I (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1981, 134-138.

1. En el NT el verbo aparece 60 veces, 3 veces en Mateo, 15 en Lucas, 25 en Hechos. Pablo usa el verbo en Romanos (1 vez), 1 Corintios (5), 2 Corintios (2), Gálatas (2) y Filipenses (2); el verbo se emplea además en Heb 10, 34, Sant 2, 15 y tres veces en 2 Pedro. 2. En el âmbito sinóptico interesa principal­ mente el uso dei verbo en Lucas. 'Uitáp)(a) aparece 6 veces en el Evangelio y 20 veces en Hechos con el significado inespecifico de ha­ ber, ser. Con el significado inespecifico de poseer uiráQXco apedece en Lucas un total de 14 veces, casi siempre en forma sustantivada. Tan sólo Lc 12, 44 está tomado de Q; Lc 16, 1 y Hech 7, 55a proceden dei material pecu­ liar. Por lo demás, Lucas usa vnáQ%(0 de manera independiente (Lc 8 , 3; 11, 21; 12, 33; 14, 33; 16, 14; 19, 8 ; Hech 4, 32.34). En todo ello Ias parábolas -desde la perspectiva dei reino de Dios que se ha manifestado en Jesúsrefieren lo imposible que es proteger a la lar­ ga Ias grandes posesiones (Lc 11, 21); hablan de la justa (12, 44) e inteligente (16, 1) distribución de la fortuna (de igual manera, en el material de parábolas de Mt 24, 47 [Q]; 25, 14, se habla de la vigilância y de la prudente iniciativa propia con respecto a Ias propiedades [xà úrcáQxovxa]).

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ijjraQXü) - U31EQ

Las palabras de exhortación advierten con­ tra la acumulación de bienes lujosos, porque, de lo contrario, es fácil definir la propia vida a partir de los 'ÓJtáQXOvta, como si la vida consistiera en las posesiones, Lc 12, 15. Pro­ tege contra ello la venta y distribución de los propios bienes como donación de soUdaridad, 12, 33a, porque esto crea tesoros que es imposible perder, 12, 33b. Tan sólo la libertad para desprenderse por completo de tolç ... ■ÒJtáQxonotv, hace posible el discipulado, Lc 14, 33. Además, en varias historias ejemplares se muestra la voluntária cesión de los bie­ nes en favor de la comunidad reunida en tor­ no a Jesús y en favor de la comunidad primi­ tiva, 8 , 3; 19, 8 ; Hech 4, 32.34.37. Estos ejemplos nos muestran cómo Lucas queria que se entendiera la crítica de Jesús contra las posesiones y su exigencia de que se renunciara a los bienes (cf. Lc 6 , 24; 16, 1931; Mc 10, 23ss; cf. también enunciados aná­ logos en Mt 19, 21; 24,47 [Q]; 25,14): no co­ mo el esbozo de una compleja teoria econô­ mica, sino -lejos de eso- como la liberación de cualquier fijación en objetos, Lc 12, 15. Porque la ética de Lucas con respecto a los bienes de fortuna consiste en la entrega de los bienes sin fingimientos ni mala fe (Hech 5, 4), siempre que la vida de la comunidad tenga necesidad de ellos. Con esta entrega (los primeros problemas aparecen ya en Hech 5, 7.11) se extingue entonces la funeión de los ■ÓjrÓQxoVTa. La aportación a la estructuración o la reestructuración de la sociedad, no la hacen ya los iiJtáQXOVTa, sino el Espíritu que vive en la comunidad, Hech 4, 3. El último empleo específico dei verbo fiJtáQxro en Hechos (7, 55) habla precisamente de que Esteban poseía el Espíritu.

1870

la s e x p e rie n c ia s h a b id a s e n su p ro p ia c o m u n i­ d a d - la p a c iê n c ia c o n q u e se so p o rta g o z o sa m e n te e l q u e a u n o le d e sp o je n d e tcõv ú i t a p XÓVTtov, « p o rq u e sa b é is q u e te n é is u n a m e jo r y m á s d u ra d e ra p o se sió n (Ü Jta g ^ tv )» .

Los demás empleos dei verbo en Pablo y en los escritos tardios tienen significado inespecífico. H. Probst vjtEixcu hypeikõ someterse* Heb 13,17: «jObedeced (jteííleaíle) a vuestros dirigentes y someteos (a ellos)!».

hypenantios contrario, hostil* En Col 2, 14 dícese (con dativo) dei docu­ mento que contenía cargos contra nosotros (ôv Ú Jtev av x ío v f|(xtv); Heb 10, 27 (en senti­ do sustantivado); «los enemigos / adversarias de Dios».

■ Ú J ie v a v T Ío ç , 3

■úméQ hyper con genitivo: por, en favor de, en lugar de; con acusativo: sobre, más que; como advérbio: todavia más 1. Aparición y significado - 2. íuiép con genitivo en el lenguaje formulário soteriológico - 3. íijiéq con acusativo. B ib l.: G. Bratcher, «T he N a m e» in P re p o sitio n a l P hrases in the NT: Bible Translator 14 (1963) 72-80; J. Becker, D ie ntl. R ed e vom S ü h n e to d Jesu: ZThK, Beiheft 8 (1990) 29-49; G. Delüng, D ie E ntfaltung des ‘D eus p ro n o b is' in R õm 8, 3 I-3 9 \ Studien zum NT u. seiner Umwelt 4 (1979) 76-96; G. Friedrich, D ie Verkündigung des Todes Jesu im N T (Bibl.-Theol. Studien 6), Neukirchen-VIuyn 1982; Goppelt, T heo lo g ie II, 420-425; O. Hofius, Tò ocópa rò íinÈQ úpcõv 1 K o r 11, 24: ZNW 80 (1989) 80-88; J. Jeremias, A bba. E l m ensaje central d e i N uevo Testam ento, Salamanca a ^1993, 113-151; W. Kramer, C hristos K yrio s G ottessohn (AThANT 44), Zürich 1963, 112-116; E. Lohse, M ãrTyrer u n d G ottesknecht (FRLANT 64), Gõttingen ^1963; H. Patsch, A b en d m a h l u n d histo risch er Jesus,

3. En Pablo se relativiza la plena renuncia los bienes: sin el amor al cuerpo de Cristo, que es la comunión obrada por el Espíritu (1 Stuttgart 1972, especialmente 158-170; W. Popkes, Cor 12), aun el más extremo radicalismo, exC h ristus T raditus (AThANT 49), Zürich 1967, 193presado incluso en la renuncia de sí mismo, 203; H. Riesenfeld, úitég, en ThWNT VIII, 510-518; sigue siendo absurdo, 1 Cor 13, 3. En Heb 10, J. Roloff, A n fã n g e d e r soteriologischen D eutung des 34 el autor menciona como ejemplo de pa­ Todes Jesu: NTS 19 (1972-1973) 38-64; E. Ruckstuhl, ciência cristiana -adquirida seguramente por N eue un d a lte Ü berlegungen zu den A bendm ahlsw or-

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Djteg

ten Jesu: Studien zum NT u. seiner Umwelt 5 (1980) 79-106; K. Wengst, C h ristologische F o rm eln u n d Lied e r d es U rch risten tu m s (StNT 7), Giitersloh ^1973, 55-104; U. Wilckens, L a C arta a los R om anos I, Salamanca 1989, 286-289; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1278.

1. De los 150 testimonios, 130 corresponden a la preposición con genitivo por / en lu­ gar de, siendo sorprendente la frecuencia de la distribución; los Sinópticos reducen el uso de la preposición (Mateo la emplea únicamente en 5, 44 a diferencia de Lc 6 , 28; todos los demás paralelos quedan suprimidos; Mar­ cos la emplea en 9, 40 par. Lc 9, 50 en una formulación gnómica; por lo demás, aparece únicamente en Mc 14, 24 par. Lc 22, 19s en la tradición acerca de la Ultima Cena -como en 1 Cor 11,24, cf. Jn 6 ,51-), mientras que en el Evangelio de Juan (fórmula acerca de la en­ trega o de la muerte) la preposición expresa un marcado lenguaje teológico, que predomi­ na principalmente en Pablo (en el que hay un total de 88 testimonios) y en la Carta a los Hebreos (con 10 testimonios). El uso se va haciendo cada vez más formulário y se va li­ mitando a contextos soteriológicos. En los manuscritos (por ejemplo, en Lc 6 , 28; Jn 1, 30) y en Ias tradiciones paralelas (por ejem­ plo, en Mc 14,24 par. Mt 26, 28; Mt 5, 44 par. Lc 6 , 28) se observa una altemancia con JtEQL y raras veces con àvxí (compárese 1 Tim 2, 6 con Mc 10, 45 par. Mt 20, 28), seguramente sin que hay a desplazamiento dei significado. Lo opuesto a ujrég es x a r á (Mc 9, 40 par Lc 9, 50; Rom 8 , 31). El uso de la preposición con acusativo {so­ bre / más que) se evita en Marcos y en los es­ critos joánicos; los escasos testimonios se distribuyen sin que nada llame especialmente la atención. El retroceso de esta preposición se observa también fuera dei NT (Moulton-Milligan, S.V.). En 2 Cor 11, 23 se emplea újtép en sentido adverbial; ÚJtÈQ èyo), «yo todavia más [que ellos]». 2. Es teológicamente importante el âmbito de los enunciados con la denominada fórmula

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dei ÚJtÉQ (Jeremias) en un contexto soteriológico. Esta tradición tiene su Sitz im Leben («situación vital») en la liturgia de la Ultima Cena, en la cual se expresó y se anuncio a la comunidad la significación expiatória de la muerte de Jesús. El ún:È0 JioL7,wv, «por to­ dos», de Ias palabras dei cáliz (Mc 14, 24; cf. Mt 26, 28) -el semitismo hace pensar en la expresión hebrea b‘ ‘ad rabbim y en la expresión aramea Iflãf {o ‘al) sagfin-, es interpre­ tado en Lucas (22, 19.20) y en Pablo (1 Cor 11, 24) como referido a la comunidad: «por nosotros»; Mateo especifica «para el perdón de los pecados» (26, 28). En Jn 6 , 51 queda preservado el sentido universal: «por la vida dei mundo (de los hombres)». Se discute don­ de la expresión de vnÉQ se usó originalmente (en Ias palabras dei cáliz y/o en Ias palabras dei pan) y si constituye una explicación se­ cundaria de Ias palabras interpretativas. Muchas cosas sugieren que aqui (cf. además Mc 10, 45) se halla la fuente histórica de la soteriología dei cristianismo primitivo. Desligado de la liturgia cultuai se halla el enunciado universal, expresado en términos helenizados, en Ias fórmulas cristológicas que hablan de la muerte expiatória de Jesús ujièq jtávTCOv (2 Cor 5, 14; cf. 1 Tim 2, 6 ; imÈQ jtavxóç en Heb 2, 9), a saber, «por los peca­ dores» (Rom 5, 6 ; cf. 1 Pe 3,18), «por el pueblo» (Jn 11, 50-52; 18, 14). Varias veces se desarrolla la fórmula de la muerte para apli­ caria a la comunidad: «por nosotros» (Rom 5, 8 ; 1 Tes 5, 10) o «por nuestros pecados» (1 Cor 15, 3), por el hermano cristiano (Rom 14, 15), «por vosotros» (1 Pe 2, 21). La misma variación se encuentra en la fórmula de la en­ trega: «por todos» (1 Tim 2, 6 ); «por noso­ tros» (Tit 2, 14; Ef 5, 2; 1 Jn 3, 16); «por nuestros pecados» (Gál 1, 4), por la Iglesia (Ef 5, 25). Una forma mixta es «por todos no­ sotros» (Rom 8 , 23). Pablo, en la reflexión teológica, se aplica también a sí mismo la fórmula de la entrega; «por mí» (Gál 2, 20). En su argumentación cristológica, él utilizo muchas veces e interpretó profundamente Ias antiguas fórmulas kerigmáticas recibidas por tradición. En un

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UJtEQ - UlItEQaXJXOÇ

pasaje central, esas fórmulas le sirven para fundamentar la doctrina de la justificación (Rom 5, 6-8; 8, 31s.34; 2 Cor 5, 21; Gál 3, 13 y passini) y para profundizar interpretativamente en la teologia de la cruz (1 Cor 1, 13). La soteriología paulina, que sirve de hilo conductor y de elemento propulsor de la cristología de Pablo, es primeramente conservadora, se halla empapada de la tradición, y confron­ ta al lector dei cristianismo primitivo con lo que le resulta familiar, antes de que esta doc­ trina desemboque en la doctrina de la justifi­ cación o en la teologia de la cruz. La explicitación teológica de Pablo tuvo también sus impulsos existenciales en la constante experiencia de la Cena dei Senor (Wilckens, 297). El uso ulterior de la preposición fijtép en Pablo no se puede estudiar tan sistemáticamente dentro de la historia de Ias tradiciones. Sin conexión con Ias mencionadas fórmulas se halla, por ejemplo, la idea dei bautismo vicario por los muertos (1 Cor 15, 29). Cf. además 2 Cor 5, 20; Flp 2, 13, y muchos otros textos. En el trasfondo de la Carta a los Hebreos se halla también la expresión formularia de újtÉQ, cuando (en la tipologia dei sumo sacer­ dote) se acentúa que el sumo sacerdote tenia que estar ofreciendo constantemente el sacri­ fício dei templo por los pecados de los hombres y por si mismo (5, Iss; 7, 27a; 9, 7), mientras que el sacrifício único dei Sumo Sa­ cerdote Cristo borró de una vez para siempre los pecados (10, 12; 7, 25.27b), «en favor nuestro» (6, 20; 9, 24). En la formulación peculiar dei Evangelio de Juan, Jesús habla de la entrega de la vida (-+ aj)uxr| 5) en la parábola («por Ias ovejas», 10, 11.15) o en el discurso dirigido a los discipulos («por los amigos», 15, 3). Esta entrega se halla limitada a Jesús (13, 37s). En la parénesis, siguese dei ejemplo de Jesús la correspondiente obligación que los hermanos cristianos tienen los unos con los otros (cf. 1 Jn 3, 16). La frase tipicamente biblica «por el nombre (de Jesucristo)» (Hech 5, 41; 9, 16; 15, 26; 21, 13) aparece también en Pablo según la an-

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tigua tradición de la fórmula (Rom 1, 5) y en 3 Jn 7. Mientras que esta frase, según la manera veterotestamentaria y rabínica de hablar, se refiere siempre a Dios (cf. además Did 10, 2), vemos que en el NT se refiere siempre a Jesús, aunque no se haga ninguna especificación. El nombre es metónimo de la persona (->• õvoqa 4). 3. La preposición con acusativo expresa siempre una intensificación, ya sea (como septuagintismo) después dei comparativo (Lc 16, 8; Heb 4, 12), o bien en sustitución dei comparativo (Mt 10, 37 [bis], «más que a mi»; Gál 1, 14, «más que muchos contemporâne­ os»; en conexión con un verbo en 1 Cor 4, 6a; 10, 13; Fim 21) o dei superlativo (Ef 1, 22: Cristo es la «Cabeza sobre todas Ias cosas [újièg Jtávta] para la Iglesia», es decir, él es «la Cabeza que sobrepasa todas Ias cosas»; Flp 2, 9, «el nombre más alto»; cf. Ef 3, 20). El sentido suele ser a menudo el de más excelso que / más excelente que (Mt 10, 24 [bis] par. Lc 6, 40, en la relación entre maestro y discipulo; cf. Hm 16). H. Patsch

'Ú jtE ç a íç o ^ a i hyperairomai enorgullecerse, exaltarse* En 2 Cor 12, 7 el verbo aparece dos veces: iva (iT) újt£QaÍQa)p,ai, «para que no me enorgullezca». En 2 Tes 2, 4 dicese dei «hombre impio» (v. 3) «que se opone (àvTixeíp,evoç) y se exalta ('ÓJtEQaiQÓp.EVOç) sobre todo lo que se llama Dios o santuario».

V JléQ ax^O Ç , 2 hyperakmos sobremaduro* En 1 Cor 7, 36 dicese de la doncella que es­ tá demasiado madura / que se está marchitando, o dei varón, y luego en el sentido de excesivamente intenso («cuando [su deseo de ella] es demasiado intenso»). Cf. H. Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther (KEK), sub

loco.

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UJteQavü) - uneQ8Xxuvvo(xai

i):iteçavro hyperano (adv.) encima de, muy por encima de* njicçávcD aparece en Ef 4, 10 y Heb 9, 5 en sentido local, como preposición impropia que rige genitivo. En Ef 1, 21 íijtEQávo) Jtáoriç àp/tíÇ è^ouotaç se refiere a la superioridad de rango dei Cristo «exaltado». ■ÚJtEQau^ávto hyperauxanõ crecer abun­ dantemente -> au^ávu) 3. ■ÚJtEçPaívw hyperbainõ trasgredir, permitirse abusos* 1 Tes 4, 6 en la parénesis: «que nadie sobrepase (sus derechos) ni estafe a su hermano en los negocios». ThWNT V, 739-741; DTNT III, 322ss. VJtE^PaXXóvTlrtÇ hyperballonlõs (adv.) muchísimo, en un grado mucho mayor* 2 Cor 11, 23 en el catálogo de situaciones penosas: èv UJteQpaX,X.óvTcoç, «mu­ chísimo más en azotes». ThWNT VIII, 521523. VJtE^PáXXo) hyperballõ sobrepasar, exce­ der* En el NT el verbo aparece únicamente en participio: r| nitEQpá7,X.onoa ôó^a, «la incomparable gloria», 2 Cor 3, 10; en 9, 14 dícese de Ia XÓiQiç de Dios; en Ef 3, 19, de la àyájtT] de Cristo. En Ef 1, 19: tò ujtEoPáIXov péye'0'05 , «la extraordinária grandeza»; en 2, 7: jtX.ontoç, «la extraordinária rique­ za». ThWNT VIII, 521-523. VJCEQPoÀ.ri, fíç, ^ hyperbolS grandeza ex­ traordinária, exceso* En el NT, i)jtEQ|3o7,f| aparece en ocho pasajes de Ias Cartas paulinas. Prescindiendo de x a d ’ i)3tEQPo7.f|V, «sin medida, con exceso» (Rom 7, 13; 1 Cor 12, 31; 2 Cor 1, 8 ; 4, 17; Gál 1, 13), hallamos Ias construcciones: hireQ-

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Poltt] Tfjç ônváp,E0)ç, «exceso de poder / po­ der extraordinário» (2 Cor 4, 7; eiç uitEQpoX,fiv, «para extraordinário fruto» (4, 17); UJtEQPoXf] Tcòv òucoxaXúrpecov, «gran abun­ dância de revelaciones / revelaciones extraor­ dinárias» (12, 7). ThWNT VIII, 521-523. ■UJlEQEiôov hypereidon despreciar, hacer caso omiso de Aoristo segundo de uJtEQOQátt). ■üJtEQEXEiva hyperekeina (adv.) más allá de* 2 Cor 10, 16: r à ■ÕJtEQÉXEiva hp.fõv (a sa­ ber, [rÉQT]), «Ias regiones que quedan más allá de vosotros». Cf. Blafi-Debrunner § 184. ■ÕnJEQEXJlEQloaoíí hyperekperissou (adv.) nuy por encima de toda medida* 1 Tes 3, 10: «rogar de la manera más ferviente»\ 5, 13: «amar y apreciar de manera especialísima ('qyELadaL èv àyájtT])». En Ef 3, 20 con genitivo de comparación: «mucho más abundantemente de lo que nosotros pedi­ mos (tbv altoú[XE'&a)». ThWNT VI, 61s. jreQiooEÚco (1).

VJtEQEKniEQiaacúç hyperekperissõs (adv.) muy por encima de toda medida El advérbio aparece como v.l. en Mc 7, 37 D (en lugar de njteQjTepi0 aü)ç) y en 1 Tes 5, 13 B D* en lugar de hjtEQexjtEQiaooü). ThWNT VI, 61s. ■ÚJIEQEXTEÍVí O hyperekteinõ sobrepasar la medida* 2 Cor 10, 14: «No estamos excediéndonos (es decir, no sobrepasamos nuestra medida)». ThWNT II, 462s. ■í):jtE0 E > t/ú v v o n a i hyperekchynomai (en voz pasiva) rebosar, desbordarse* Lc 6 , 38 (a diferencia de Mateo): «una me­ dida buena, apretada, remecida y rebosante».

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■òneQEVTVYXócvdo -

lüJtEQSVWYX®'''*'* hyperentygchanõ inter­ ceder* Rom 8, 26: El 3tv8i5p.a «intercede (Koiné: í)JtÈ Q f|(iü )V ) con suspiros inexpresables». ThWNT VIII, 243s.

hyperechõ sobrepasar, descollar* En el NT el verbo aparece únicamente en sentido figurado (cuatro de los cinco testimonios se encuentran en Pablo). El participio se refiere en Rom 13, I y 1 Pe 2, 13 a è^onaíai 0 a PaoiXenç, es decir, a «autoridades». En Flp 2, 3; 4, 7 el participio se emplea en el sen­ tido general de lo que es superior / lo que aventaja (a otra cosa) (en 2, 3 con genitivo; en 4, 7 con acusativo). En Flp 3, 8 el partici­ pio sustantivado xò ujiEQéxov xfjç Y'vróoe(üç, «el conocimiento insuperable». ThWNT VIII, 523-525.

vneQ nX eová^w

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vjtepvixao) hypernikaO salir más que ven­ cedor, vencer completamente* Rom 8, 37: «Pero en todas estas cosas so­ mos más que vencedores (todo eso lo supera­ mos completamente) por medio de Aquel que nos amó». ThWNT IV, 945.

■ Ú J ie ç é x íO

V JlEQ tltpavia, a ç , hyperêphania orgu11o, arrogancia* Mc 7, 22 en un catálogo de vicios. ThWNT VIII, 526-530; DTNT TV, 224s.

'w n ;E g T iq )a 'V O Ç , 2

hyperSphanos orgulloso,

soberbio* Lc 1, 51: «El disperso a los que son orgullosos en los pensamientos de su corazón». Lo opuesto es tajteivóç, Sant 4, 6; 1 Pe 5, 5. El adjetivo aparece también -lo mismo que UJtEQqcpavía- en catálogos de vicios: Rom 1, 30; 2 Tim 3, 2. P. L. Schoonheim: NovT 8 (1966) 235-246; ThWNT VIII, 526-530; DTNT IV, 224s.

hyperlian (adv.) excesivamente* El advérbio se usa como adjetivo en la expresión ol ujtEpliíav àjtóoxoÀoi, «los superapóstoles», en 2 Cor 11, 5; 12, 11; con este término Pablo designa a sus adversários corintios; cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK) 205.

hyperogkos hinchado; arro­ gante, altisonante* Referido a palabras altisonantes en 2 Pe 2, 18; Jds 16 (en ambos casos ujtéQOYxa con un verbo de decir).

ú n ;É Q O Y > to ç , 2

hyperoraõ pasar por alto* Hech 17, 30: «Dios pasó por alto los tiempos de la ignorância». Spicq, Notes II, 899s. V T C E Q O Q á to

■Ô3t£0OXT|> íjÇj 11 hyperochê superioridad, ventaja, posición superior* I Cor 2, 1: «No fui con superioridad (xa'd’ hjiEQOXTiv con genitivo) de palabra o de sabiduría...». 1 Tim 2, 2: ol èv 'UTteQOXÜ ôvteç, «los que se hallan en posición destacada». ThWNT V m , 523-525. VJlEQJtEglffCElJOí hyperperisseuõ (hacer)

fluir en exceso* Rom 5, 20 (en sentido intransitivo): «la gra­ d a sobreabundó». 2 Cor 7 ,4 (en sentido tran­ sitivo y voz pasiva): «Sobreabundo de gozo». ThWNT VI, 58-61; -»■ jrEQioaEÚm (1). ■ÚJlEQJlEQiaowç hyperperissõs (adv.) sobreabundantemente* Mc 7, 37: «Y se asombraron en gran manera» (dei milagro de curación obrado por Je­ sus). Cf. XCEQIOOEÚU) (1).

■ Ú :7l£Q A ,íav

'UJtEQ3tX,£OváÇtií hyperpleonazõ hallarse

en gran abundancia* En 1 Tim 1, 14 «Pablo» dice acerca de sí mismo: «La gracia de nuestro Senor fue muy abundante (en mí)» (cf. 1 Cor 15,10). ThWNT VI, 263-266; DTNT I, 355s.

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ÍOTEQlJllJÓCO - ílJtTlQéTTlÇ

í JlEQV\()óft> hyperypsoõ exaltar hasta lo

sumo* Flp 2, 9: A Cristo Jesús, humillado hasta la muerte en cruz (v. 8), Dios le exaltó hasta lo sumo (cf. Sal 96, 9 LXX). ThWNT VIII, 604611.

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companeros; en 24, 23 se habla de los íôioi de Pablo (sus hermanos cristianos), que pudieron asistirle durante el cautiverio. ThWNT VIII, 530-544. v:7tH0ÉTi]Ç, o u , ó hyperetes ayudante, ser­

vidor* VJiegtpçovEO) hyperphroneõ sobreestimarse a sí mismo* En Rom 12, 3 en un juego de palabras con qjQOvéoo: Digo a cada uno de vosotros; «que nadie tenga una opinión más elevada de sí mismo (újtepcpQOVEÍv) de la que deba tener (cpQOVEiv), sino q u e reflexione (cpQ O veiv) pa­ ra ser sensato (acoqjQOveiv)». ■WJIEÇÔOV, OD, TÓ hyperõon habitación

dei piso superior* El sustantivo se ha formado dei adjetivo ■ujtEQCõoç, lo que se encuentra encima, arriba (originalmente había que suplir oínqua). En el NT, ujTEQípov aparece únicamente en Hech 1, 13; 9, 37.39; 20, 8. riJtÉXM hypechõ sufrir, padecer* Jds 7 con JtUQÒç aicovíou ôíxqv, «sufrir el castigo dei fúego eterno».

■újtrjxooç, 2 hypêkoos obediente* Hech 7, 39: ÚJtfixooç YE'véo'0'ai (como en Josefo, Ant II, 48). Dícese de la obediência que los israelitas se negaron a dar a Moisés. 2 Cor 2, 9: Pablo escribe; «para probaros y ver si sois obedientes en todo (eiç J t á v t a ) » . En Flp 2, 8 dícese de Cristo Jesús; «El se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte». ThWNT I, 225; DTNTIII, 208s. ■ÚJlt^QETÉCi) hypèreteõ servir, asistir* En el NT, el verbo aparece unicamente en el libro de Hechos (cf. -i- ujtr|péTr|5): en 13, 36 dícese que David sirvió a la voluntad de Dios; en 20, 34 se habla dei trabajo manual de Pa­ blo para ganarse su propio sustento y el de sus

1. Aparición en el NT y significado - 2. En sentido propio (en plural) - 3. ÍOTt)QÉrriç refiriéndose al (cristiano) «servidor (de la palabra)». B ibl.: A. Feuillet, «T ém oins oculaires et Serviteurs de la P arole» (Lc 1 2 b ): NovT 15 (1973) 241-259, es-

pecialmente 242-246; K. H. Rengstorf, ÚJttiQÉTT|ç KxX., en ThWNT Vlll, 530-544; L. J. D. Richardson, YnHPETHS: The Classical Quarterly 37 (1943) 5561; Spicq, N o tes 11, 901-906; Trench, Synonym a, 23.

1. En el NT újtTiQÉTqç aparece en 20 pasajes; es especialmente frecuente en el Evangelio de Juan (9 veces) y en la obra de Lucas (2 veces en el Evangelio; 4 veces en Hechos; además, en Hechos aparece tres veces el ver­ bo -> újtriQExéa)). Los demás testimonios se distribuyen entre Mc 14, 54 par. Mt 26, 58; Mc 14, 65; Mt 5, 25; 1 Cor 4, 1. ÚJtT]Qéxr|ç se deriva de xmó y ègéxTiç («remero») y significa, por su etimologia, algo así como «remero subordinado» (EWG 91). En el NT se encuentra siempre el significado más general: auxiliar / servidor (de una persona que ocupa una posición más alta). Se trata, por ejemplo, de un ayudante que está siempre a disposición de un superior para prestarle servicio (Bauer, Worterbuch, s.v.). Así, por ejemplo, Juan Marcos es ÚJtqQéxTiç de Bemabé y de Pablo (Hech 13, 5); de manera semejante habrá que imaginarse el papel de Silas (15, 40). En Mt 5, 25 se habla dei újTTigéxTjç {«alguacil») dei juez (cf. Diodoro Sículo XVII, 30, 4); en Lc 4, 20 se habla dei ujtT]QÉxqç en el culto de la sinagoga (el ayudante a quien se entrega el leccionario después de la lectura; cf., a propósito, I. Elbogen, Der jü-

dische Gottesdienst in seiner geschichtlichen Entwicklung, Frankfurt a. M. ^1931, 485-487). Por lo demás, el singular 'UJt'qQéxi)ç aparece únicamente en Hech 26, 16 (junto a [rágxuç) en sentido figurado (refiriéndose a Pablo. ^

1881

u3ir|QeTT)ç- ujtvoç

3); pero cf. también Jn 18, 11: «uno de los

servidores (dei sumo sacerdote)». 2. En la inmensa mayoría de los pasajes aparece el plural: (ol) újrrigéTai, y por cierto en sentido absoluto. El significado concreto, en cada caso, se deduce dei contexto: Pedro está sentado junto al personal de servido en el interior dei patio dei sumo sacerdote (Mc 14, 54 par. Mt 26, 58); los servidores dei Sanedrín golpean a Jesús (Mc 14, 65); los principales sacerdotes y los fariseos envían servidores pa­ ra prender a Jesús (Jn 7, 32.45.46); el texto se refiere seguramente a los servidores dei Sane­ drín, como en 18, 3. Aqui se dice que el Sane­ drín puso a disposición de Judas ofidales (ar­ mados); al hablarse dei prendimiento de Jesús, en 18, 2, se los llama «los újfqQéxat de los ju­ dios». Ese personal de servido (juntamente con los «criados») encienden una hoguera en el patio dei sumo sacerdote (18, 18; cf. Mc 14, 54); uno de los servidores, durante el interro­ gatório ante Anás, golpea a Jesús en el rostro (18, 22; cf. Mc 14, 65). Jn 19, 6 refiere el cla­ mor de los principales sacerdotes y de sus ser­ vidores, que reclaman la crucifixión de Jesús. En este contexto es significativo que Jesús, al comparecer ante Pilato (18, 36), hable de sus propios servidores (ol ÚJtT)Q8Tai), que lucharían en favor suyo, en caso de que su reino fuera «de este mundo». El Jesús joánico contrapone los «servidores de los judios» (18, 12) a «sus propios servidores (no violentos)». Hechos habla en plural de los servidores dei Sa­ nedrín que debían prender a los apóstoles (5, 22.26). Tan sólo en Lc 1, 2 y en 1 Cor 4, 1 el plural ÚJtTiQéxat se baila en sentido figurado, acompanado en ambos casos por un genitivo determinativo (-^- 3). 3. En 1 Cor 4, 1 Pablo, a los proclamadores cristianos, los llama «servidores de Cristo y administradores de los mistérios de Dios». Con arreglo a lo que se dice en 3, 22s, el tex­ to de 4, 1 no debe aplicarse sólo a Pablo. La formulación introductoria: «que se nos consi­ dere como (mç)...», nos muestra que Pablo establece una comparación con los ministérios

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(«profanos»), en la cual la terea confiada, el encargo, ocupa el primer plano: lo importante es la fidelidad dei administrador (y dei servi­ dor) (4, 2). Hecb 26, 16, usando una termino­ logia fija, babla de la vocación de Pablo de ser «servidor y testigo» de Cristo. El enunciado dei libro de Hecbos bay que leerlo a la luz de Lc 1, 2, donde se dice que los (doce) apóstoles, como «testigos oculares desde el principio», serían luego (después de Pascua) «servidores de la palabra (es decir, de la palabra de la proclamación)» evangélica. El becbo de baber sido testigos dei camino de Jesús (cf. Hecb 1, 21 s) los capacitaba para la proclamación de la palabra, y la proclamación estaba ligada a lo que ellos babían experimen­ tado como testigos. Pablo, según Hecb 26, 16, tuvo igualmente la vocación -aunque de otra manera—de ser «servidor y testigo». Le llamó a serio el Senor resucitado. También su testimonio estaba autorizado por un encuentro con Cristo y vinculado igualmente a él. Los após­ toles eran «servidores de la palabra». Se ballaban bajo la autoridad de la palabra; según Lucas, lo mismo babrá que decir de Pablo. G. Scbneider

D Jtvoç, o v , o hypnos sueno*

ctYQi^^vém agrypneõ estar despierto, ve­ lar* àyQtJJtvía, aç, f| agrypnia insomnio, la acción de velar* 1. En los Evangelios y en Hecbos se usa ÜJtvoç en sentido propio. En Mt 1, 24 se dice que José se despertó àjtò xoü ÜJtvou. Lc 9, 32 (a diferencia de Marcos) dice que Pedro y sus companeros fueron vencidos por el sueno. E n J n l l , 11-13 Jesús se refiere al sueno de la muerte ( ^ xoifxáoftai 3), pero los discípulos entienden ÜJtvoç (v. 13) en sentido literal. En Hecb 20, 9a se narra que Eutico se quedó dor­ mido y, a consecuencia de ello, tuvo una caí­ da mortal desde un piso alto («profundo sue­ no» como en Eclo 22, 9 LXX; 3 Mac 5, 12). Rom 13, 11 emplea ÚJtvoç en sentido figura­ do: es la bora «de que os despertéis dei sue-

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■ U ÍC V O Ç -

V IIO

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no». El contexto indica que se está hablando de apaitarse de Ias «obras de Ias tinieblas» (v. 12; cf. V. 13). ThWNT VHI, 545-556: DTNT III, 123s.

ción de Tito y de Filemón, úiió se distribuye entre todos los escritos dei NT, pero la prepo­ sición se halla con especial frecuencia en los Evangelios y en Hechos. Combinada con 29 verbos distintos, la preposición aparece como 2. Lo opuesto de ujivoç es àyenjivía, que parte de un verbo compuesto; se encuentra etimológicamente se deriva quizás de àyQÓç también en composiciones con doble preposi­ y njrvoç (de dormir a campo raso; cf. EWG 3; ción (Morgenthaler, Statistik, 162). cf. también Lc 2, 8: àyeatjXÉcü). En el NT el sustantivo àypnjtvía aparece únicamente en A diferencia de la lengua clásica, en la que hjtó, aunque raras veces, puede regir también daPablo; 2 Cor 6, 5; 11, 27 (plural, en sentido tivo (cf. BlaB-Debrunner § 187), vemos que en el propio). El sentido figurado (cf. 1) aparece en el uso de àyQUJtvécn {estar despierto, ve­ griego bíblico (con excepción de Job 12, 5 v.l.) la preposición rige únicamente genitivo y acusativo. lar) en la parénesis sobre la actitud de estar hnó no sustituye a otras preposiciones, pero, eso despiertos y vigilar: Mc 13, 33 (cf. Mt 25, 13 sí, en la voz pasiva es sustituida a menudo por ->■YQTiyoQéío); Lc 21, 36 («jestad siempre en àjtó (Mt 11, 19 par. Lc 5, 35; Mt 16, 21 par. Lc 9, vela!»)-, Ef 6, 18 (àyQnrtvonvxeç êv jráaTj 22, pero cf. Mc 8, 31 [!]; 2 Cor 7, 13; Sant 5, 4; Ap 12, 6, y passim; cf., por el contrario, el uso JtQoaxaQT6Qf|OEL, «velando con toda perseclásico, por ejemplo, en Herodoto VIII, 94; Jenoverancia»). Heb 13, 17 dice (en sentido meta­ fonte, Hist VI, 5, 43 y âjtó 4.b.6). Asimismo, fórico) refiriéndose a los dirigentes de la Iglectrtó con sentido causai aparece algunas veces en sia: «Ellos velan por vuestras almas / por lugar de la preposición clásica vnó, por ejemplo, vuestra vida». ThWNT II, 337. en Lc 22, 45 («dormidos por la tristeza»). En el NT, en la constmcción pasiva, la preposición hitó, que propiamente seria de esperar, es sustituida con cierta frecuencia por ôiá con genitivo o tam­ VJIÓ hypo con genitivo: por, bajo la acción bién por jtaQÚ. de, por medio de; con acusativo: debajo de, bajo, hacia 2. En la literatura bíblica y cristiana primi­ 1. Aparición y uso en el NT - 2. Con genitivo - 3. tiva, njtó con genitivo no aparece en sentido Con acusativo - a) Sentido local - b) Sentido tempo­ local. La preposición con este caso se usa uni­ ral. camente en sentido figurado y metafórico. En B ib l : Bauer, W õrterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § primer lugar, en construcciones pasivas, nitó 210, 232; K. Dietrich, D ie prãp o sitio n a len P rãfixe in con genitivo de persona o de cosa indica la d e r g riech . S p ra c h e n tw ic klu n g : Indogermanischen causa 0 el autor [por/por acción d e / a conForschungen 24 (1909) 87-158; Kühner, G ram m atik II/l, 521-526; Liddell-Scott, i.v.; Mayser, G ram m atik II/2, 509-515; Radermacher, G ram m atik, 114-119; P. F. Regard, C o n trib u tio n s à 1’E tude d es P rép o sitio n s d a n s la langue d u N T , Paris 1919, 620-651; Schwyzer, G ra m m a tik II, 522-533.

secuencia de). a) Con genitivo de persona-. Mt 1, 22: «pa­

ra que se cumpliera lo que había sido dicho

por el Senor por medio dei profeta» (cf. Gén

45, 27; Josefo, Ant Vm, 223); Jn 14, 21: será 1. Considerada su frecuencia, uno se baila amado por mi Padre»; 1 Cor 1, IL «fui infor­ mado... por los de Cloe»; Flp 3, 12: «fui alsólo en undécimo lugar entre todas Ias prepocanzado por Cristo», y passim. siciones dei NT, pero a pesar de todo aparece b) Con genitivo de cosa (por acción de / a 220 veces (Morgenthaler [Statistik, 160] re­ consecuencia de / por): Mt 8, 24: «cubierta gistra sólo 217 casos en los que se usa esta preposición, pero olvida que ÚJtó aparece una por Ias olas» (cf. Jenofonte, An I, 5, 5); Lc 7, 24: una cana sacudida por el viento» (Apiano, vez más en Lucas y dos veces más en Roma­ BellCiv IV, 28, 120; cf. Is 7, 2; Josefo, Ant IV, nos; para la corrección de la cifra estadística 51); Hech 27, 41: «.por la fuerza de Ias olas»; consúltense Ias concordâncias). Con excep-

1885 Rom 3, 21: «atestiguada por la ley»; 2 Cor 5, 4: «para que lo mortal sea absorbido por la vi­ da». Con el mismo sentido también en Rom 12, 21; 1 Cor 10, 29; Col 2, 18; 2 Pe 2,17; Jds 12; Ap 6, 13. c) Pero vitó puede usarse también con la voz activa para designar al autor o agente: Ap 6 , 8 ; à j t o x x e l v a i . . . i m ò x cõv U tiqícov » , «(po­ der) para matar... por la acción de Ias fieras» (cf. Herm [s] 9, 1, 2). Aqui la preposición con genitivo indica quién o qué cosa realiza la intención expresada por el verbo. d) La preposición se usa también con ver­ bos o expresiones que implican un sentido pasivo. En tales casos, el autor o agente se introduce con íirró, lo mismo que en la verdadera voz pasiva. A veces la preposición puede tener precisamente sentido instrumental: Mt 17, 12: jtáoxeiv úit’ auxóôv, el Hijo dei hombre «tendrá que padecer a manos de ellos». Se usa también con rtáaxco en otros lugares dei NT, en Mc 5, 26 y 1 Tes 2, 14; 2 Cor 11, 24 (jt>LTiYàç) VJíò l o n ô a í c D V ... Àappávco, «recibir (azotes) de los judios»; Heb 12, 3: íijtopÉvco ÚJTÒ XCÕV á[iaQxcoA.üõv ó t v x i X o y í a v , «sufrir hostilidad por (por parte de) los peca­ dores». También la construcción YÍvopai ■õjró x i v o ç expresa el origen, la procedência de al­ go, de tal manera que en la mayoria de los ca­ sos puede traducirse igualmente por por / a causa de: Lc 13, 17; 23, 8; Hech 20, 3; 26, 6; pero en Ef 5, 12: «Ias cosas que suceden por medio de ellos en secreto / Ias cosas que ellos hacen en secreto». e) Es singular dei NT la construcción con un sustantivo en posición atributiva: q èjuxi[xía f| ujtò xcõv ji^Eióvcov, «el castigo impuesto por la mayoria (de la comunidad)», 2 Cor 2, 6; cf. Est 1, 20. 3. Con acusativo: a) njtó con sentido local responde a la pregunta «^adónde?»: bajo (indicando la meta) / debajo de / hacia: Mt 8, 8 par. Lc 7, 6: «bajo mi techo»; Mt 23, 37: «debajo de sus alas (co­ mo protección)»; Mc 4, 21: «debajo de la ca­ ma»; Sant 2, 3: njtò xò ú j t o j i ó ô l o v [x o u , «abajo (= en el suelo) a mis pies». En sentido

1886 figurado: Rom 16, 20: «poner a Satanás deba­ jo de vuestros pies»; 1 Cor 15, 25 (cf. también V. 27); «poner a todos sus enemigos bajo sus pies»; Ef 1, 22: «puso todas Ias cosas bajo sus pies». Responde también a la pregunta «^dónde?»: bajo, en el âmbito de: Mc 4, 32: «bajo / a su sombra»; Jn 1, 48: «debajo de la higuera». Basándonos en el Sal 103, 39 (LXX) y MekEx 13, 21 [30a), podríamos interpretar también 1 Cor 10, 1 en sentido literal: oí jtaTÉQEç... ÜJtò xf)V VEqpéÀqv fjoav, «nuestros padres estuvieron también bajo la nube» (cf. Ex 13, 21); Hech 4, 12: «bajo el delo (es decir, sobre la tierra)», cf. también Lc 17, 24 y Col 1, 23; Jds 6; únò ^óqpov, «bajo la oscuridad / en Ias tinieblas». En Rom 3, 13 (cita dei Sal 139, 4 LXX) no se sabe con seguridad si ÚTtò xà auxcõv, «bajo (o en) sus lá­ bios» se usa en sentido propio o en sentido fi­ gurado. Conforme al uso clásico, en el cual se baila documentada la expresión ÚJtó xivá ei[xl, «es­ tar bajo el poder de alguien» (cf. Tucidides VI, 86, 4), el NT emplea también uitó con acusativo en sentido figurado, con el signifi­ cado igualmente de subordinación, de dominio ejercido, de autoridad y de poder: Mt 8, 9a par. Lc 7, 8a: âv&Qcojtóc; EÍpi ujtò è^ouoíav, «soy una persona bajo autoridad de mando»; Mt 8, 9b par. Lc 7, 8b, «tengo solda­ dos bajo mis ordenes»; 1 Tim 6, 1, «bajo el yugo de la esclavitud»; 1 Pe 5, 6: «inclinaos bajo la mano poderosa de Dios». Sobre todo Pablo utiliza la preposición con sorprendente frecuencia para caracterizar con ella la condición de la total sumisión dei hombre. Por eso, i)Jtó adquiere a menudo un tono agresivo de fondo. Rom 3, 9: «bajo el poder dei pecado»; 6, 14: «bajo la ley» (lo opuesto: «bajo la gracia»); 7, 14, «vendido bajo el pe­ cado»; 1 Cor 9, 20; xmò vóqov (cuatro ve­ ces), cf. Gál 4, 21 y 5, 18; Gál 3, 10: «bajo la maldición (en la órbita de la maldición) (de la ley); 4, 4; yevÓ|íevoç U3tò vófxov, «sometido a la ley». b) En el NT, íuró con sentido temporal apa­ rece sólo en Hech 5, 21: újtò xòv õ q ’&o v , «de

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vnó - tmóôixoç

manana / al despuntar la aurora» (cf. JyA 11, 1). La preposición "Uító no aparece los escritos dei NT en expresiones y locuciones fijas co­ mo, por ejemplo, ucp’ ev, de una sola vez (cf. Sab 12, 9; Bem 4, 4) o también úitò yfilQa, continuamente (Josefo, Ant XII, 185; Herm [v] 3, 10, 7; [m] 4, 3, 6) (cf. Bauer, s.v. 2e). D. Sânger vmopáXX.(0 hypoballõ instigar secreta­ mente* Hech 6, 11 con acusativo: «entonces instigaron a unos hombres» para que acusaran a Esteban. VJtOYQamuÓÇ, OÍ5, Ó hypogrammos mo­

delo, ejemplo* En 1 Pe 2, 21 se habla dei ejemplo de Cris­ to (que sufrió «por vosotros»). También 1 Ciem 16, 17; 33, 8; Polic 8, 2 emplean ■ujtQOYoaLiuóç para referirse al ejemplo de Cristo. ThWNT I, 772s. VJtÓÔElYftCC, atOÇ, TÓ hypodeigma ejem­

plo, modelo; imagen* Dícese dei ejemplo de Jesús en Jn 13, 15; dei ejemplo de los profetas en Sant 5, 10. Heb 4, 11 habla dei ejemplo de una caída en la perdición (como consecuencia de la desobe­ diência). 2 Pe 2, 6 se refiere a un ejemplo que debe servir de advertência: Sodoma y Gomorra son 'UJtóôeiYp.a peÀXóvtcuv aosPelv, «ejemplo para los que en el futuro habrían de ser impíos, es decir, para los impíos dei futu­ ro. - En Heb 8, 5; 9, 23 'UJtóSeLYp.a significa algo así como una imagen y sombra (de Ias cosas celestiales). ThWNT II, 32s; Spicq, No­ tes II, 907-909. V JloÔ E ÍX vrm (-vúto) hypodeiknymi(-nyõ) mostrar; dar instmcciones, probar* En el NT 'UJtoÔEÍMvnpi aparece sólo en sen­ tido figurado, en algunos pasajes casi con el sentido de «ensenar» (con dativo de persona). Mt 3 ,7 par. Lc 3,7 (en la predicación dei Bau-

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tista); xíç ujréôei^ev upXv(;), seguido dei infi­ nitivo qjUYEÍv: («a escapar dei futuro juicio de ira»). Lc 6, 47 (a diferencia de Mateo) y 12, 5 (a diferencia de Mateo), en lábios de Jesús: •üjroSeí^co (8è) upiv, «os mostrará». Hech 9, 16 en lábios dei Senor exaltado: «Yo le mos­ trará (a Pablo) cuánto ha de padecer por mi nombre». En 20, 35 en lábios de Pablo en su discurso de despedida: «7o os he mostrado...». V7IO Ò £0^al hypodeomai (en voz media) atarse (el calzado)* El verbo se refiere al calzado (cf. ->^ úitóÔT][ia): oavôáXia en Mc 6, 9; Hech 12, 8. En Ef 6, 15 el verbo se usa en sentido metafórico: «bien calzados vuestros pies para anunciar el evangelio». ThWNT V, 310-312. v n io ò é/O fA ai hypoãechomai acoger con hospitalidad* Con acusativo de persona en Lc 10, 38 (Marta acoge así a Jesús): 19, 6 (Zaqueo acoge así a Jesús); Hech 17, 7 (Jasón recibe con hospitalidad a Pablo y Silas); Sant 2, 25 (Rajab acoge a los mensajeros; cf. Jos 2, 1-21).

hypodSma sandalia* Ú3TÓÔT][ta es una suela de cuero sujeta al pie por una correa. En el NT el término apa­ rece casi siempre en plural: Mc 1,7 par. Mt 3, 11 / Lc 3, 16 (Marcos y Lucas dicen: «desatar la correa de Ias sandalias»; Mateo lee: «llevar [= quitar] Ias sandalias»)', Mt 10, 10 par. Lc 10, 4 (en la prohibición de Jesús); Lc 15, 22 (sandalias para el hijo pródigo que ha regresado); 22, 35 (referencia retrospectiva a 10, 4). - El singular (en sentido colectivo) significa calzado: Jn 1, 27; Hech 7, 33; 13, 25. ThWNT V, 310-312.

V J ló Ô T m a , a t o ç , TÓ

hypodikos culpable, responsable* Rom 3, 19 en la expresión; íijtóôixoç Tã ■&ecp, «.culpable ante Dios». Cf. ThWNT VIII, 556-558.

V7CÓôi>toç, 2

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v n o ^ v y io y -

'UJ(oÇ'ÚYlOV, o u , t ó hypozygion animal de

carga, asno"^ En el NT, el término se refiere en todos los pasajes al asno: Mt 21, 5 (cita de Zac 9, 9 LXX, a diferencia de Marcos); 2 Pe 2, 16 (cf. Núm 22, 28 donde se habla dei asno de Balaán). Ún!oÇ(óvvu^l hypozõnnymi amarrar* En Hech 27, 17 como tecnicismo de la navegación: «amarrar una nave con njto^cúpar a [maromas]. Las maromas, cuando había mar graesa, se amarraban al casco de la nave; cf. Polibio XXVII, 3, 3. Bauer, Wdrterhuch, í.v. (bibl.); PaulyAVissowa, Suppl. 776-782. ú j io x á t t o hypokatõ (adv.) debajo de, ba-

jo* En el NT el advérbio se usa sólo como preposición impropia, y únicamente cuatro veces en la expresión: njtoxáxo) tcõv Jtoômv, «a tus pies»; Mc 12, 36 par. Mt 22, 24 (en cita dei Sal 110, 1 a diferencia dei Sal 109, 1 LXX); además en Heb 2, 8 (Sal 8, 7 LXX) y en Ap 12, 1. Otras expresiones: Mc 6, 11, «bajo los pies»; 7, 28, «bajo la mesa»; Lc 8, 16, «deba­ jo de una cama»; Jn 1, 50, «debajo de la higuera»; Ap 5, 3.13, «debajo de la tierra»; 6, 9 «debajo dei altar». ÚJlÓXEl^ai hypokeimai estar debajo El deponente defectivo significa en Lc 6, 42 D it estar debajo: «Mira la viga está deba­ jo en tu ojo». ú j t o x g í v o ^ a i hypokrinomai pretender, representar un papel ->■ím:óxQioiç 1.3 ú jló x Q ia iç , Etoç, 'H hypokrisis impiedad, hipocresía* ■ÓJtoxQÍvofxai hypokrinomai pretender, re­ presentar un papel* B ib l.: H. Frankemõlle, ‘P h a risã ism u s’ in Judentum u n d Kirche. Z u r Tradition u n d R edaktion in M t 23, en

íjjió jc q io iç

1890

H. Goldstein (ed.), G o ttesve rã c h te r u n d M e n sch e n fe in d e ? , Düsseldorf 1979, 123-189; H. Giesen, C hristlic h e s H a ndeln. E in e re d a k tio n sk ritisch e U ntersuc h u n g zum biv.a\,oav'vr\-B egrijf im M atthãusevangeliu m (EHS XXm-181), Frankfurt a. M. 1982, 151157, 216-219; W. Günther, en DTNT, 68-70; E. Haenchen, M t 23, en Haenchen I, 29-54; W. Pesch, Theol. A u ssa g e n d e r R ed. von M t 2 3 , en F S Sch m id 1973, 286-299; U. Wilckens, 'ÓJTOKQÍvopai m X ., en ThWNT VIII, 558-571; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1287s.

1. En el NT el sustantivo uTtóxQtoiç apare­ ce seis veces; una vez en cada uno de los Evangelios sinópticos y tres veces en la litera­ tura epistolar. El verbo se encuentra única­ mente en Lc 20, 20. - El tema tutoxQ- pertenece originalmente al lenguaje teatral. La «representación teatral» vino a significar luego -en sentido negativo- «hipocresía». Sin em­ bargo, el NT enlaza casi siempre con el len­ guaje de la LXX, en el cual uJtoxQLTf|ç traduce por dos veces el término hebreo hãnêf(Joh 34, 30; 36, 13) y se refiere a una persona que no permite que su conducta esté determinada por Dios y que, por tanto, es un impío. La Biblia griega, al llenar con este sentido los tér­ minos nn:oxQiTf|ç xrX.., logra estigmatizar la actitud impía que impregna las acciones hu­ manas; Dios desenmascara esa conducta co­ mo «teatralidad», haciendo ver que ésta, por tanto, no tiene ningún valor ante él. 2. En Mc 12, 15 'UJtóxQtoiç no significa hi­ pocresía (en contra de J. Emst, Das Evangelium nach Markus [RNT], 345; J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos II, Salamanca 1986, 178), sino la maldad impía de quienes formulan la pregunta (cf. R. Pesch, Das Markussevangelium II, [HThK] 226); porque Jesús se da cuenta perfectamente de que, con la cuestión dei tributo (v. 14), quieren hacerle caer en una trampa (v. 12). Buscan un pretex­ to para hacer que le prendan (v. 13). Pero Jesús no cae en su trampa. Según Mt 23, 28, los escribas y fariseos aparecen, sí, al exterior co­ mo justos; pero, de hecho, están llenos de im­ piedad y maldad (õvoqía), porque su conduc­ ta no está determinada por la voluntad de Dios. A la conducta radicalmente perversa de

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V 3 tO ) Í Q l 0 lÇ -

los fariseos, Lucas (12,1) la llama igualmente ÚTCÓxQiaLç; la imagen de la levadura lo ilus­ tra. El contexto de los «ayes» (11, 37) acentua la impiedad de tal manera de proceder. Según Gál 2,13, el hecho de que Cefas jun­ tamente con los demás judeocristianos se reti­ rara de la comunión de mesa con los cristianos gentiles (2,12), es nitóxQiaiç. Puesto que Pablo cree que Cefas debe ser censurado (an­ te Dios) por este motivo, se enfrenta abiertamente con él (v. 11). ■UTtóx.çioiç aqui no es ni «hipocresía» (en contra de F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 142s) ni «engano» (Tãuschung-, en contra de H. Schlier, La Car­ ta a los Gálatas, Salamanca 1975, 102 [la versión espanola traduce por «doblez»]), sino que es una traición al evangelio (v. 14) y, por tanto, expresión de incredulidad (cf., además, 2, 15-17). En 1 Tim 4, 2 ujtóxQiotç se refiere a la conducta de los herejes, que propugnan doctrinas demoníacas y que, por lo mismo, atentan contra la verdad de Dios (v. 3c). Co­ mo antagonistas escatológicos de los cristianos y de Dios, pecan contra el orden de la creación (vv. 3-5). - 1 Pe 2, 1, en un catálogo de vicios, emplea éticamente el plural de UJióJtQioiç en el sentido de manifestaciones de hi­

U JIO H Q lT T )Ç

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cluída la variante textual de Mt 23, 14). El término es empleado sólo por Jesús. En el NT el adjetivo àvuJtóxQixoç aparece 6 veces y, por cierto, sólo en Ias cartas. Sobre el contenido semântico ^ ujtóxQioiç 1.

2. A propósito de la cuestión de la pureza (Mc 7, 1-23 par. Mt 15, 1-20), Jesús llama ujTOXQixaí a sus adversários (Mc 7, 6 / Mt 15, 7), porque sustituyen el mandamiento divino por ordenanzas de hombres (Mc 7, 8s / Mt 15, 3b), en todo lo cual se cita el texto de Is 29, 13 LXX (Mc 7, 6c.7 / Mt 15, 8s). En la práctica demuestran ser ateos. Por eso, el que no sabe interpretar correctamente el tiempo actual (a diferencia de lo que hace con los pronósticos dei tiempo atmosférico), es un impío (Lc 12, 56), ya que se cierra al mensaje de Je­ sús, que se presenta en sus actos como en un signo. De igual manera Jesús llama impíos al presidente de la sinagoga y a quienes él repre­ senta (Lc 13, 15), porque se escandalizan de la curación de la mujer en día de sábado. Son enemigos de Jesús y de Dios (v. 17), en cuyo nombre Jesús actúa (cf. también v. 13). El que juzga a su hermano (Mt 7,1), en vez de perdonarle (Lc 6, 37), se enfrenta con la pocresía. voluntad de Dios proclamada por Jesús y es, en este sentido, un impío (Mt 7, 5 / Lc 6, 42), 3. El verbo significa representar un papel, como se ve por el ejemplo de la paja y de la pretender, los escribas y principales sacerdo­ viga. Mateo emplea tres ejemplos tomados dei âmbito religioso (6, 2; dar limosnas; 6, 5; tes envían provocadores a Jesús, los cuales pretendeu ser sinceros (v. 20). Lucas interpre­ orar; 6, 16; ayunar) para ilustrar por qué los fariseos son ÚTCOxgixaL; lo son porque con ta así la ujtóxQioiç en el sentido que este tér­ mino tiene originalmente en la lengua griega. sus acciones no buscan el honor dei Padre (cf. 5, 16), sino su propio honor (6, 2), porque lo H. Giesen que les interesa es brillar ante los hombres (6, 5.16) y dejan de practicar la justicia que se les exige (6, 1). Quieren que la gente les vea (6, V J lo x Q lT rjç , o C , ó hypokritês impío* 1; 23, 5). Por eso, Jesús en Mt 23 los desenàvujtóxQLToç, 2 anypokritos sin hipocre­ mascara repetidas veces como impíos (23,13. sía, genuino* [14.]15.23.25.27.29). Se hallan tan obceca­ B ib l: R. A. Batey, Jesu s a n d the Theatre: NTS 30 dos, que no son capaces de obrar de otra ma­ (1984) 563-574: B. Zucchelli, 'YitoxQiTrjç. O rigine e nera distinta. Cuando Jesús, en la cuestión dei sto ria d ei term ine, Brescia 1963; — >úiiónpioiç. tributo, desenmascara la maldad de sus adver­ 1. En el NT újtoxpiTijç aparece únicamen­ sários y reconoce en esa pregunta una tentación encubierta, el término Újxoxqlxtiç quiere te en los Evangelios sinópticos (18 veces); 1 expresar la incredulidad de esas personas (Mt vez en Marcos, 3 en Lucas, 14 en Mateo (in­

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U JtO > lÇ lT f|Ç - UJtO[XEV{0

22, 18). Según Mt 24, 51, el criado infiel comparte la sueite de los impíos.

de Mt 21, 33 -!■ >,tivóç, «lagar»). Se piensa en el depósito en el que, al prensar Ias uvas, se va recogiendo el mosto. ThWNT IV, 259-262.

3. El adjetivo àvujtóxgixoç caracteriza al amor (Rom 12, 9; 2 Cor 6, 6) o al amor fra­ ■U3lo!^ipj.Jlávo} hypolimpanõ dejar en pos terno (1 Pe 1, 22), a la fe (1 Tim 1, 5; 2 Tim 1, de sí* 5) y a la sabiduría (Sant 3, 17) como genuí­ 1 Pe 2, 21: Cristo «os dejó un ejemplo» (-> nos, sinfalsía, sin disfraces, sin hipocresía. H. Giesen V Jto X a ^ p á v o ) hypolambanõ recibir; aceptar, opinar* Hech 1, 9: «una nube le recibió». En 3 Jn 8 se habla de la acogida hospitalaria de los hermanos que son extranjeros. Lc 10, 30: njtoX,apò)V eirtev, «haciendo uso de la palabra dijo». En Lc 7, 43 y Hech 2, 15 el verbo signi­ fica creer / opinar. ThWNT IV, 16; DTNTIV, 27.

vn;oÀ,a|iiJláç, áôoç,

hypolampas ventana En Hech 20, 8 D en lugar de ->• À,apjiáç. Cf. Passow II, S .V .: «una clase de ventanas que, sin dejar entrar el aire, permiten ver la calle e iluminan discretamente la habitación».

v?tóXEl|U.^a, atoç,

TÓ hypoleimma resto, remanente* Rom 9, 27: xò ujtóXEiupa acobTiOEXat, «el resto se salvará»; cf. Is 10, 22, donde la LXX lee, desde luego, xaxá^teippa. ThWNT IV, 198-221; DTNT IV 84-88. 'UJloXeÍJlOfiai hypoleipomai (voz pasiva) quedar* Rom 11, 3 en la cita de 3 Re 19, 10(.14): «Yo solo he quedado». Cf. ->■Ú3tó^eip|ra. ■ÚJIO^IÍVIOV, OV, TÓ hypolénion depósito bajo el lagar* Mc 12, 1: «Un hombre planto una vina, la rodeo con una cerca, cavó un depósito para el lagar y construyó una torre...» (a diferencia

íiJ tO Y Q a p p ó ç ) .

VJlOnévto hypomenõ quedarse atrás, acep­ tar sobre sí; mantenerse firme, aguantar* 1. Aparición - 2. Significado dei término y construcciones - 3. Significado teológico. B ibl.: ->■ újtopovfi;

cf. además Bauer,

W ôrterbuch,

1. En el NT, a diferencia de lo que sucede en la LXX (->• újtopovfi 1), el verbo urtopévü), Con sus 17 testimonios, aparece sólo con la mitad de frecuencia, poco más o me­ nos, que su correspondiente sustantivo. El verbo se halla cuatro veces en Hebreos y falta en todos los escritos joánicos (cf. en cambio pávco). 2. Lucas (y solamente él) emplea exclusiva­ mente 'ójtopÉvco en el sentido espacial de quedarse, a saber, cuando Jesús, a la edad de doce anos, «se queda atrás en Jerusalén», por contraste con sus padres, que van en la cara­ vana (Lc 2, 43); se dice también que Silas y Timoteo, al principio, se quedan atrás en Berea, mientras que Pablo continua viaje a Ate­ nas (Hech 17, 14). En sentido figurado, 'ÓJiopévco significa permanecer, en vez de darse a la huida, aguantar y soportar males (nunca significa soportar a personas), y significa también perma­ necer firme en circunstancias difíciles, pero nunca significa aguardar y confiar en alguien, como la expresión, que es ya una fórmula, de «aguardar al Senor» en el AT (por ejemplo, en Sal 36, 9.34 LXX). El verbo ujtoqéva) puede aparecer en sentido absoluto (Mt 13, 13 par.; 2 Tim 2, 12; Heb 12, 7; Sant 5, 11), pero en la mayoría de los casos se concreta ulteriormen-

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V JtO [A 8V {U - ^ J J t0 ^ iO V 1 Í

te su sentido. El objeto de la acción de ■ujtojiévco puede ir en acusativo (Heb 10, 32; 12, 3; Sant 1, 12; Jtávta: 1 Cor 13, 7; 2 Tim 2, 10; la cruz que Jesús [quizás literalmente] soporta sobre sí: Heb 12, 2), o en dativo (Rom 12, 12: [en] la tribulación), o puede estar des­ crito por un participio (1 Pe 2, 20a.b). Heb 12, 7 menciona la finalidad de ímopévco, a saber, eÍç JTaiÔEÍav; Mc 13, 13 indica su meta tem­ poral, a saber, eIç xéltoç.

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pero en los demás casos es «gracia ante Dios» (v. 20b.c). W. Radl

hypomimnêskõ recordar, hacer acordarse; en voz pasiva: acordarse de* El significado activo «recordar (algo a alguien) / traer (algo) a la memória» aparece en Jn 14, 26 (dícese dei Paráclito); 2 Tim 2, 14 y li­ Tit 3, 1 (en sentido imperativo); 2 Pe 1, 12; 3 Jn 10; Jds 5. Tan sólo en Lc 22, 61 (a diferen­ cia de Mc 14, 72) se halla el significado de acordarse de: «Pedro se acordo de la palabra (xoC pfipaxoç) dei Senor». DTNT IV, 49s y 51.

3. En los Evangelios se repite tres veces teralmente la frase: ó 6è nTcopeívaç eiç réXoç otjxoç oox&fiaExai, «el que permanezca hasta el fin, ése será salvo». Según Mc 13, 13, Jesús exige esa actitud de permanecer firme ante el odio de los perseguidores: un odio que los cristianos experimentarán antes de que llegue el fin. Igualmente, según Mateo, el 11amamiento a aguantar firme se refiere al tiempo de la confusión y tribulación general, antes de que llegue el fin (24, 13), pero se refiere también a toda persecución que los discípulos de Jesús tengan ya que sufrir (10, 22). La proclamación dei evangelio y la confesión dei mismo conducen también a tribulaciones, se­ gún otros escritos. Estas tribulaciones forman parte de la existência apostólica (2 Tim 2, 10.12) y de la existência cristiana en general (Rom 12, 12; Heb 10, 32; 12, 7). Los cristia­ nos, con ello, se sienten unidos a los sufrimientos de Cristo, pero sienten también que, por el ejemplo de Cristo (Heb 12, 2.3) y por la suerte común, se hallan elevados por encima dei sufrimiento (2 Tim 2, 11.12). En un sentido ético general njtofiéva) signi­ fica la firmeza frente a toda clase de tentación al mal (Sant 1, 12; 5, 11). Por otro lado, se trata de una actitud que no devuelve el mal que se ha sufrido, sino que lo acepta. Pablo atribuye esta actitud al amor: El amor «todo lo soporta» (1 Cor 13, 7). Sufrir vejaciones, es decú, sufrir maios tratos, es a menudo la suerte de los esclavos. Si ellos tienen esta pa­ ciência de «ser castigados por faltas» (K. H. Schelkle, Der erste Petrusbrief \HThK\, 79), incluso por faltas de Ias que son culpables, eso no es motivo para gloriarse (1 Pe 2, 20a),

'UJlÓflVUOlÇ, eoiç, hypomnêsis recuerdo* Se refiere a la acción de recordar, una ac­ ción que el autor de la Carta segunda de Pe­ dro quiere lograr en sus destinatários median­ te Ias exhortaciones de su carta, a fin de «mantenerlos alerta»: 2 Pe 1, 13; 3, 1. En sentido pasivo se habla dei recuerdo en 2 Tim 1, 5: ■ujxóqvqoLV A,a(3ò)v xfjç èv ooL... JtíoxEcoç, «me acuerdo de tu fe (a saber, de la fe de Timoteo)». itJtOfiOVií, fjjç, ^ hypomone perseverancia, paciência, expectación* 1. Aparición - 2. Significado y campo referencial 3. Ejemplos característicos - a) Jesús - b) Pablo - c) Escritos apostólicos tardios. B ib l : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.: U. Falkenroth, en DTNT 111, 238-240; P. Goicoechea, D e co n ce p tu «fiJtopovfi» a p u d S. P aulum , Roma 1965; F. Hauck, íiitopévco, nJtopovT|, en ThWNT IV, 585-593; P. Ortiz Valdivieso, L a hypom one en e l N uevo Testam ento, tesis Roma 1965; F. J. Schierse, G eduld, en HThG I, 436-441; M. Spanneut, G eduld, en RAC IX, 243-294.

1. Mientras que en la LXX úitopevco apare­ ce de 80 a 85 veces y, en cambio, ÚJtopovfi aparece sólo unas 25 veces (unas 15 de ellas en el Eclesiástico y en el libro cuarto de Ma-

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X )JtO [JlO V fl

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3. a) En los testimonios autênticos de la predicación de Jesús no aparece UJtopovT). Jesús no exhorta a la 'UJtopovf| ni en el senti­ do de perseverar en medio de Ias calamidades ni en el sentido de la expectación. Jesús ayuda personalmente a muchos que sufren. Y pa­ ra él es inminente la llegada dei reino de Dios, que podrá fin a todas Ias calamidades (cf. Lc 2. El sustantivo nrcopovfi, derivado de 6, 20s). újto-pévco, significa la acción de permanecer b) Para Pablo la «nueva creación» (2 Cor 5, firme y perseverar «en» determinadas cir­ 17; Gál 6, 15) en Cristo es ya realidad (por cunstancias, y significa también el permane­ medio de la fe y dei bautismo); pero se halla cer en expectación en vista dei tiempo que aún pendiente la renovación total con la resutrascurre. En el primero de estos dos casos se rrección y el juicio. Esta tensión entre la jusobserva un desplazamiento dei acento con tificación ya acaecida y la consumación que respecto al uso general dei término en griego; debe esperarse todavia, la salva el cristiano en el segundo, un desplazamiento con respec­ mediante la urropovií. En la experiencia y en to al concepto de la •ÓJtopovf) (o de la miqla fe de que él posee ya el Espíritu como «priweh) en el AT. En griego 'Ujiopovf) significa micias» (Rom 8, 23) y como «prenda» (2 Cor predominantemente -e n sentido positivo- la 1, 22; 5, 5), el cristiano puede armarse de pa­ acción de permanecer firme por los propios ciência y perseverar con paciente expectación médios, de manera inflexible y obstinada, (Rom 8, 25). Y, así, a la paciência se la men­ frente a los males que acosan, y se refiere, por ciona varias veces junto a la consolación (ttatanto, a una forma de valentia; en sentido gá)tkT]oiç: Rom 15, 4.5; 2 Cor 1, 6) y se la negativo, significa también el ignominioso considera como rasgo esencial de la esperanaguante de humillaciones (los testimonios en za cristiana (1 Tes 1, 3). Como «servidores de Hauck, 585s). Por el contrario, en el NT este Dios» (2 Cor 6, 4), que es «el Dios de la pa­ agueinte es cosa digna de loa (2 Tes 1, 4), y ciência» (Rom 15, 5; cf. Col 1, 11), Pablo y 'ójtopovri no es expresión de la energia persus colaboradores trabajan también «con gran sonal, sino que llega a ser posible por la espaciência» (2 Cor 6, 4), más aún, «en toda peranza cristiana (Rom 8, 25; sobre el doclase de paciência» (12, 12; H. Lietzmann, minio de si mismo, mencionado en 2 Pe 1, 6, An die Korinther I/If^ [HNT], 158: «en cir­ cf. Hauck, 590). Y a diferencia de la «especunstancias difíciles»). ranza de Israel», que aparece en el AT (Jer 14, 8; 17, 13) en el sentido de confianza en Dios, c) En los escritos apostólicos tardios, ÚJtopovf| se asocia con especial frecuencia (cf. ya el NT habla de esperar a Cristo (Ap 1, 9; cf. 1 1 Tes 1, 3) con Jttauç y/o àYÓjrq, solamente Tes 1, 3). con JttOTiç en 2 Tes 1, 4; Sant 1, 3; Ap 13, 10; De acuerdo con estos significados, el NT 14, 12, con ótYáJtT] en 2 Tes 3 ,5 , con ambas atribuye la actitud de la í)jtO|XOvfi únicamente en 1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10; Tit 2, 2; Ap 2, 19 a personas, es decir, a cristianos. El genitivo (cf. Rom 5, 2-5). Además, o juntamente con X q i o t o ü en 2 Tes 3, 5 significa una de dos; o a Aquel que concede graciosamente la ujroellas (cf. nuevamente 1 Tes 1, 3), ÚJtopovq aparece también con eqyov ( eqyo) y/o xópovT) (cf. Bauer), o bien -lo que es más proJtoç: Sant 1, 4; Ap 2, 2; 2, 19; 14, 12s. bable según el contexto- al Esperado (geniti­ Así que i)3TO[XOvf) designa una de Ias exi­ vo objetivo); lo mismo habrá que decir dei pou en Ap 3,1 0 (en caso de que no se refiera gências o virtudes cristianas corrientes, y se convierte de este modo en «consigna y palaa Xóyoç, así según A. Wikenhauser, El Apobra clave de la predicación eclesial» (Schiercalipsis de San Juan, Barcelona 1969, 79s).

cabeos), vemos que en el NT el verbo se encuentra sólo 17 veces, y el sustantivo, 32 veces. Este último se halla 7 veces en el Apocalipsis, pero no aparece nunca en el Evangelio de Juan ni en Ias Cartas de Juan. Los demás testimonios, prescindiendo de Lc 8, 15; 21, 19, se distribuyen entre Ias cartas.

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•U3to|xovT) —v j t o a t a a i ç

se, 440). La UJro[xovr| no se encuentra ya tan­ to en el campo de tensión entre los enunciados sobre el presente y los enunciados sobre el fu­ turo. En primer plano se halla, por un lado, la gran calamidad en la que uno corre peligro de perecer y, por tanto, ha de aguardar con firme­ za la parusía redentora o debe aceptar sobre sí el martirio, y, por otro lado, se halla el prolon­ gado tiempo en el que uno no debe aflojar, si­ no que -de manera perseverante y fiel- debe vivir como cristiano hasta la muerte. Lo primero se enuncia en el libro dei Apocalipsis (1, 9; 2, 2.3.19: 3, 10; a propósito dei martirio, cf. 13, 10; 14, 12), dirigido a comunidades acosadas por la persecución. Lo segundo es tema, entre otras cosas, de Ias exhortaciones que se leen en Ias Pastorales (1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10; Tit 2, 2), en 2 Pe 1,6 (bis) y en Lc 8, 15 a diferencia de Marcos (cf. Rom 2, 7). De la perseverancia en Ias pruebas de la fe hablan también la Carta a los Hebreos (10,36; 12, 1), la Carta de Santiago (1, 3.4; 5, 11) y Lc 21, 19 (a diferencia de Mc 13, 13, donde -con el verbo- se hace referencia más bien a la per­ severancia en medio de Ias tribulaciones dei fin de los tiempos). Por el contrario, el Evangelio de Juan y Ias Cartas de Juan no hablan de «perseverancia» sino de «permanecer» en Cristo, en su amor, etc. (cf. ->■ p,évco 3).

una isla para protegerse dei viento (el nombre de la isla aparece en acusativo): Hech 27, 4: «navegamos al abrigo de Chipre»; 27, 7: «na­ vegamos al abrigo de Creta».

W. Radl

B ibl.: C. Arpe, Substantia: Ph. 94 (1941) 65-78; H. Dõrrie, 'YjtóaraoLg. W ort- un d B edeutungsgeschichte: NAWG 1, Phil.-hist. Kl. 1955, 3, Gõttingen 1955, 35-92; Id., Z u H b r 11, 1: ZNW 46 (1955) 196-202; F. Erdin, D as W ort H ypostasis (FThSt 52), Freiburg i. Br. 1939; E. GraBer, D e r Glaube im H e b r (MThSt 2), Marburg 1965, 46-51, 99-102; G. Harder, en DTNT II, 208-211; H. Koster, íiitócrcaaiç, en ThWNT VIII, 571588; M. A. Mathis, The P auline itíotiç - v n ó m a a v ç according to H e b r 11, 1, tesis Washington 1920; Id.,

{)JtOVoé(0 hyponoeõ sospechar*

Seguido de acusativo en Hech 25, 18 (atracción dei relativo: u v jtovqQcõv). Segui­ do por infinitivo con sujeto en acusativo en 13, 25 y 27, 27. ThWNT IV, 1012s.

hyponoia sospecha, suspicacia* 1 Tim 6, 4; ujtóvoiai JtovTjpaí, «suspicacias malignas», junto a |3Àaa(pT]p,íai en un catálogo de vicios. ThWNT IV, 1012s.

V)JlÓVOia, a ç ,

•únojiXéw hypopleõ navegar a sotavento* En el NT, el verbo designa la navegación «al abrigo de una isla», es decir, costeando

■ÚnoJlVÉtrt hypopneõ soplar moderadamen­ te* Hech 27, 13: ú j t o j t v e ú o a v T O Ç v ó x o u , «com enzando a dei

soplar moderadamente u n

v ie n to

sur».

■í)n;on;óôiov, ov, tó hypopodion escabel, estrado para los pies* En sentido propio: Sant 2, 3. Dícese de la Tierra como escabel de Dios: Mt 5, 35; Hech 7, 49. En la frase «hacer de alguien el estrado para los pies de una persona» (imagen de la completa subordinación), una frase que está inspirada en el Sal 109, 1 LXX: Lc 20, 43 (a diferencia de Mc 12, 36 ^ unoxaTca); Hech 2, 35; Heb 1, 13; 10, 13, también 1 Ciem 36, 5; Bem 12, 10. VJCÓOTaOilç, EWÇ,

hypostasis base, fun­

damento, empresa, realidad* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Campo referencial.

D o es «Substantia» m ean «R ealization» o r « F ounda­ tion» in Hebr. 11, 1?: Bib 3 (1922) 79-87; A. Schlatter, D e r G laube im N T , Stuttgart C‘1927) ^963, 614-618; Spicq, N otes II, 910-912; R. E. Witt, 'YnOSTASE, e n A m ic ita e Corolla. F S fU rJ . R. H arris, London 1933,

319-343; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1288.

1. En el NT el sustantino aparece sólo cinco veces, dos de ellas en la Carta segunda a los Corintios, y tres en la Carta a los Hebreos. El verbo correspondiente ('uq3ÍaxT]pi/-apai) falta por completo.

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vitooraaiç —ujtooTQecpco

2. El término significa originalmente «lo que está debajo», la «base». De ahí se desarroUa toda una escala de significados en el griego profano; «base, fundamento, apoyo, garantia, posesión, existência, sedimento», y los significados filosó­ ficos derivados de esta última significación; «realización, existência, realidad». Como actitud hu­ mana, uJtóaTaoiç significa «empresa, propósito, riesgo», y asimismo la acción de «atreverse, perseverar». También en la LXX (y en el judaísmo primiti­ vo) se ve la complejidad de la expresión. En la LXX aparece veinte veces para traducir doce equivalentes hebreos distintos. Si -con toda razón- tratamos de entender ujtóoTaatg no a partir dei hebreo sino dei griego, entonces se observa que el uso dei término en la LXX corresponde al uso dei mismo en el griego profano. El significa­ do de «confianza, esperanza» no puede demostrarse, ni siquiera cuando íiJtóoraaiç es traducción dei hebreo tiqwâ o tôhelet («esperanza») (Rut 1, 12; Sal 38, 8 LXX; Ez 19, 5). 3. En el NT se emplea también ■ÓJtóaxaoiç en diversos sentidos. El significado de empre­ sa, proyecto se encuentra en 2 Cor 9, 4, donde la expresión èv xtp njtooxáoei xanxTj es para­ lela a la frase èv x § péQEi («asunto») xonxü). La ím óoxaoiç se refiere aqui a la colecta que los corintios han emprendido pero que no han terminado aún (cf. 9, 2.5 y 8, lls , donde se en­ cuentra -no casualmente- el verbo ènxxeXéo); cf. Herodoto III, 127, 2; Diodoro Sículo I, 3, 2; XVI, 33, 1. 3). njtóaxaatç aparece también con el significado de empresa en 2 Cor 11, 17, pero esta vez en el sentido de firme resolución, de audacia. Pablo dice de sí mismo que él habla «en insensatez», y -sólo en el caso de que el lector lo tenga bien presente- Pablo se atreverá a «gloriarse». Así que este gloriarse es paralelo, seguramente, al acto de tener «au­ dacia» (xo?tpáü)) (cf. V. 21 y 10, 2; cf. Polibio VI, 55, 2; Tucídides I, 144, 4). Un significado parecido se encuentra en Heb 3, 14. Aqui újtóaxaoiç se halla en paralelo con «franque­ za» y «gloria de la esperanza» (cf. 3, 6 y cf. 10, 23.35s) y significa la. firme resolución, la situación de partida (xqv àQxqv xfjç ujtooxáoEcoç = xqv xax’ àpx'n'v újtóoxaaiv). En Heb 1, 3 újióoxaoiç aparece con el sig­ nificado más o menos filosófico de realidad o

ser. Jesucristo, como el Hijo, es la «fiel es­ tampa dei ser (inmortal y trascendente)» de Dios; cf., por ejemplo, Sab 16,21; Diogn 2,1; Taciano, OrGraec 15, 3s. 'UJtóoxaaiç tiene también seguramente un sentido «filosófico» en Heb 11, 1. La fe verdadera, es decir, la fe que se retiene hasta el fin (cf. 10, 39), es la garantia (objetiva, no subjetiva) de la salvación (jiLOXiç EÀJtiÇopÉvtüv ujtóoxaoLç). El creyente adquiere con certeza lo que todavia no está presente, pero que le ha sido prometi­ do por Dios (cf. principalmente 6, 12.15; 11, 33; -> jtíoxiç 8). H. W. Hollander

hypostellõ retirar; en la voz media; echarse atrás, recelarse de* Gál 2, 12 con èauxóv, «retraerse» (en caso de que êanxóv no sea el objeto de la acción de újrooxéXÀ.ü), entonces este verbo tendrá el mismo significado, pero estará usado como intransitivo). En los demás pasajes dei NT 'UJiooxéXXto se emplea en la voz media: Hech 20, 27, rehuir; Heb 10, 38 (Hab 2, 4), echarse atrás / retroceder. En Hech 20, 20: silenciar (algo). ThWNT Vll, 598s.

'Ón:ooToXti, fjç, •q hypostolê

pusilanimidad* Heb 10, 39; o v x èopÈv úitoaxoXfíç, tenemos nada que ver con la pusilanimidad» (lo opuesto: jtíoxtç). ThWNT VII, 599.

'ôrtOOTgÉqxa hypostrephõ regresar* En el NT el verbo se encuentra únicamente en sentido intransitivo (aparece 35 veces, 32 de ellas en Lucas/Hechos). Con Eiç y acusativo local en Lc 1, 56; 2, 45; 4, 14; 7, 10; 8, 39 11, 24; 24, 33.52; Hech 1, 12; 8, 25; 12, 25 13, 13.34 (elç ôiaqpdopáv [= al sepulcro]) 14, 21; 21, 6; 22, 17; 23, 32; Gál 1, 17. Con ôiá y genitivo local en Lc 4, 1; 24, 9; Hech 1, 12; cf. Heb 7, 1. Con èx en 2 Pe 2, 21. En sen­ tido absoluto umoaxpÉqpco aparece en Lc 2, 20.43; 8, 37.40; 9, 10; 10, 17; 17, 15.18; 19, 12; 23, 48.56; Hech 8, 28. Con respecto al

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UJtOOTQECpCO - UHOTaOOO)

Evangelio de Lucas, W. Schenk (StEv VII [1982], 443-450) senala que ÚJioaTQÉcpca desempena «la función de indicador de una doxología» (especialmente en conclusiones de episodios). wniooTQíOVVVW hypostrõnnyõ extender debajo* Lc 19, 36: ÚJtE0 TQO)vvx)Ov xà í|xáxLa aijxcõv (a diferencia de Mc 11, 8: eotqcüoav), «extendían sus mantos (en el camino)»: cf. Josefo, Ant IX, 111. vn;OT«Y'*Í5 'HS? ^ hypotagS sumisión, subordinación, obediência* B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.\ R. Bergmeier, Loyalitã t a is G eg en sta n d p a u lin isc h e r P araklese, en Theokra tia I, Leiden 1970, 51-63, especialmente 61s; G. DelUng, táooo} K ik., en ThWNT VÜI, 27-49, espe­ cialmente 47s; E. S. Gerstenberger-W. Schrage, F rau u n d M ann, Stuttgart 1980, 136s; H. von Lips, G laube - G em einde - A n a (FRLANT 122), Gôttingen 1979, 106-143; R. R. Ruether, L a m u je r y e l m inistério en u na p e rsp e c tiv a h istó rica y socio ló g ica : Concilium 111 (1976) 41-53; para más bibliografia, ím o T á a o to .

1, El término aparece 4 veces en el NT (en Pablo y en Ias Pastorales) y, por cierto, en sentido únicamente pasivo, refiriéndose a la autoridad existente o reclamada. En la LXX ÚJtoxaYri aparece únicamente como grafia errônea de éraxaYil, Sab 18, 15 A. 2. En Gál 2, 5 xf] újtoxaYXÍ (dativo de mo­ do), en sujeción, en sumisión (cf. njrExáYT| en 2 Mc 13, 23). En 2 Cor 9, 13 se usa 'UJtoxaYÓ para referirse a la obediência que se demuestra en el reconocimiento y aceptación de la proclamación apostólica de Cristo. - Las estructuras de la comunidad y dei ministério, en las Pastorales, se orientan por la estructura de autoridad que existe en la unidad familiar, al frente de la cual se halla el padre de familia y educador. Por eso, el dirigente de la comuni­ dad «debe educar a sus hijos en la obediência y en el debido respeto», 1 Tim 3, 4. «Según este modelo, a las mujeres no les corresponde ningún ejercicio de autoridad en el seno de la

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comunidad» (von Lips, 143). «Una mujer debe aprender en silencio, sometiéndose por completo», 2, 11 (para la crítica de esta realidad cf. Ruether y [Gerstenberger-JSchrage). R. Bergmeier •òn;oT áaaoj hypotasso someter, subordi­ nar* B ib l.: H. R. Balz, H e ilsve rtra u e n u n d W elterfahrung, München 1971, 36-51; J. Baumgarten, P aulus un d die A p o kalyptik, Neukirchen-Vluyn 1975, 76-82, 99-106, 170-178; R. Bergmeier, L o ya litã t ais G egen­ sta n d p ln P araklese, en Theokratía I, Leiden 1970, 5163; N. Brox, La p rim e ra C arta de P edro, Salamanca 1994; J. E. Crouch, T he O rigin a n d In ten tio n o f the C olossian H austafel, Gôttingen 1972; G. Delling, táaoco m X ., en ThWNT VIII, 27-49, especialmente 4047; P. Fiedler, H austafel, en RAC XIII, 1063-1073; F. Froitzheim, C hristologie un d E schatologie bei P aulus,

Würzburg 1979, 144-157, 245-256; E. S. Gerstenberger-W. Schrage, F rau und M ann, Stuttgart 1980, 136s, 157-163; J. Gnilka, D er K o lo sse rb rie f fFnUsK), Freiburg i. Br. 1980, 203-218; E. Kamlah, úicoxáaaea'&ai in den ntl. «H austafeln», en F S Stãhlin, 237-243; H. von Lips, G laube - G em einde - A m t, Gôttingen 1979, 106-143; E. Schweizer, La C arta a los C olosenses, Sa­ lamanca 1987, 181-186; Spicq, H otes II, 913-916; K. Thraede, Z u m historischen H intergrund d e r ‘H austaf e l n ’ d es N T , en P ietas. F S f ü r B. K õtting (JAC.E 8), Münster i. W. 1980, 359-368; U. Wilckens, R õ m 13, 17, en Id., R e c h tfe rtig u n g a is F re ih e it, NeukirchenVluyn 1974, 203-245; Id., L a C arta a los R om a n o s II, Salamanca 1982; para más bibliografia, sobre Rõm 13, 1-7 -*■TÚnato, sobre 1 Cor 15, 27s -♦ xáypa; cf. además ThWNT X, 1278.

1. En el NT el verbo aparece 38 veces (Lu­ cas, Corpus Paulinum, Hebreos, Santiago [4, 7], 1 Pedro). El uso dei verbo corresponde al que se hace de él en la LXX (Delling, 41); refleja, por lo que respecta al significado dei verbo en la voz media, las estructuras sociales de la antigüedad helenística y romana. 2. a) En voz activa: someter, subordinar, sujetar. Dícese de Dios: Rom 8, 20b (cf. Balz, 39-51; Wilckens, Romanos II, 190s); Heb 2, 5; 2, 8a cita el Sal 8, 7b LXX. La misma cita aparece en 1 Cor 15, 27a; Ef 1, 22 (-> jroõç 3), y la recogen con ujtoxáoato aúxw x à Jtávxa (cf. también Filón, Op 84) 1 Cor 15, 27c.28c; Hp 3, 21; Heb 2, 8b.

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V K O xaaao)

b) En voz pasiva: ser sometido, sujetado, Rom 8, 20a; 1 Cor 15, 27b.28c; Heb 2, 8c; 1 Pe 3, 22 (cf. Dan 7, 27). La voz media es la que se halla representa­ da más intensamente: someterse, subordinarse, avenirse, estar sujeto, obedecer, general­ mente con dativo; a Dios, 1 Cor 15, 28b; Heb 12, 9; Sant 4, 7 (cf. Sal 61, 2.6 LXX; Epicteto, Diss III, 24, 65); a la ley de Dios, Rom 8, 7; a la justicia de Dios, Rom 10, 3; a Cristo, Ef 5, 24a. «Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas», 1 Cor 14, 32; los espí­ ritus malignos se hallan sujetos a los discípu­ los, Lc 10, 17.20 (cf. TestSim 6, 6). Jesus ni­ no era obediente a sus padres, Le 2, 51. El verbo puede usarse parenéticamente -con su centro de gravedad en Ias denomina­ das tablas de deberes domésticos- para referirse a la subordinación y la obediência a Ias autoridades políticas, Rom 13, 1.5; 1 Pe 2, 13s; Tit 3, 1; de Ias mujeres a sus respectivos maridos, Col 3, 18; Ef 5, 24b; 1 Pe 3, 1.5; Tit 2, 5; en general, en 1 Cor 14, 34 (cf. 1 Tim 2, 11 [-v tiJtoxaYií 2]); de los más jóvenes a sus mayores, 1 Pe 5, 5 (cf. Josefo, Bell II, 146), de los cristianos de Corinto a los colaborado­ res que hay en la comunidad, 1 Cor 16, 16. «En la tradición cristiana primitiva la subor­ dinación se convirtió hasta tal punto en el tipo fundamental de la conducta preceptuada, que en Ef 5, 21 y en 1 Pe 2, 13 esta subordinación precede como mandamiento introductorio de carácter general, antes de expresarse la exhortación específica» (Kamlah, 237; sobre Ef 5, 21 cf. IQS 5, 23; obedecer los unos a los otros, a saber, el inferior debe obedecer al su­ perior). K. Bergmeier

v:tIOTÍ'0t)^l hypotithêmi poner debajo, exponer; en voz media: recomendar* Rom 16, 4 en la expresión «exponer el cue11o (TQÓxTiltov)», es decir, «jugarse la vida». El significado medio aparece en 1 Tim 4, 6; «Timoteo debe inculcar la recta doctrina a los hermanos (4, 1-5).

- uç

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■ÚJIOTQÉXW hypotrechO correr al abrigo de (para protegerse dei viento)* Hech 27, 16 como expresión dei lenguaje náutico: vqoíov ôé t i ÚJtoÔQapóvxEç, «corriendo (navegando) al abrigo de una peque­ na isla».

hypotypõsis mode­ lo, prototipo, ejemplo* En 1 Tim 1, 16 se habla dei ejemplo que Cristo dio, al mostrar con «Pablo» toda su pa­ ciência. 2 Tim 1, 13: Timoteo debe aferrarse «a la norma de Ias sanas palabras», que él escuchó de «Pablo». ThWNT VII, 248 y 250. DTNTIII, 107s.

VJlOfÚTttoaiÇ,

V7toq)ÉQO) hypopherõ soportar, aguantar* 2 Tim 3, 11; «soportar persecuciones»; 1 Pe 2, 19: «aguantar ofensas». En 1 Cor 10,13 el verbo se usa en sentido absoluto, pero el contexto sugiere que se trata de resistir Ias tentaciones. UJloxtOQÉíO hypochõreõ retirarse, apartarse* En Lc 5, 16 dícese de Jesús (a diferencia de Marcos): «El se retiraba (fiv ■uJtoxcoQcõv) a lugares solitários para orar». En 9, 10b, refiriéndose igualmente a Jesús (a diferencia de Marcos): «Y él llevándolos consigo (a saber, a los apóstoles) se retiro a un lugar solitário, hacia una ciudad llamada Betsaida». vnicomáÇfO hypõpiazõ golpear bajo el ojo, golpear en la cara; atormentar* En sentido propio en Lc 18, 5: «para que ella no me abofetee» (es decir, para que no me agote la paciência). En sentido figurado en 1 Cor 9, 27: ■ujrcomáÇco pou xò otopa, «atormento mi cuerpo» (el marco lo constituye la comparación con el boxeo, cf. v. 26). ThWNT VIII, 588-590. VÇ, VÓÇ, 1^ cerda, puerca* 2 Pe 2, 22 en un provérbio: «La puerca, la­ vada, vuelve a revolcarse en el cieno...».

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■uoaojjioç - 'úipTiX.óç

l3oocojtoç, OD, (Ó) hysõpos hisopo* En la LXX el sustantívo es masculino o femenino. Designa un arbusto con bojas muy aromáticas. Se utilizaba en los rituales de purificación (Ex 12, 22; Lev 14, 4; Núm 19, 6.18; Sal 50, 9 LXX): Heb 9, 19. - Jn 19, 29 presupone (i,erroneamente?) que el hisopo es una planta con tallo rígido. Podría tratarse de una alusión al efecto expiatório dei hisopo, que, según Ex 12, 22, se utilizaba principal­ mente en Pascua. E. Nestle: ZNW 14 (1913) 263-265: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, Barcelona 1980, 349s; BHHIH, 219s. 'èwTEgáw hystereõ llegar demasiado tarde, carecer de, quedarse atrás, faltar; en voz pasiva; hallarse desprovisto de* ' Las diversas variantes semânticas dei verbo en la voz activa se distribuyen entre Heb 4, 1 {errar, no alcanzar)', 12, 15 (con ÓJtó tlvoç, «quedar privado de algo»); Lc 22, 35 {care­ cer). En 2 Cor 11, 5 y 12, 11 con genitivo de comparación {«quedar por detrás de»). En Mc 10, 21; Jn 2, 3 (faltar). - La voz pasiva «sufrir carência de algo» aparece principal­ mente en Pablo; Rom 3, 23; 1 Cor 1, 7; 8, 8; 12, 24; 2 Cor 11, 9; Flp 4, 12, y también Lc 15, 14 y Heb 11, 37. ThWNT VIII, 590-600. VffTÉQTma, aTOÇ, TÓ hysterSma falta, de­ ficiência* De los 9 testimonios que hay en el NT, 7 se encuentran en las Cartas paulinas: 1 Cor 1 6 , 1 7 con àvajtkqpóco: «compensar la falta (de una persona)», es decir, llenar el vacío de una persona ausente. El término se encuentra tam­ bién en 2 Cor 8, 1 4 (bis) (Io opuesto: itegíaOEupa); 9, 1 2 ; 1 1 , 9 ; Flp 2 , 3 0 ; 1 Tes 3 , 1 0 . Aparece además en Lc 2 1 , 4 (a diferencia de Mc 1 2 , 4 4 : '1)O t:É q t ] o i ç ) ; Col 1 , 2 4 : àvxavajtÀ.TiQÓ(ú xà úoxEQfipaxa, «completar lo que todavia falta». ThWNT VHI, 5 9 0 - 6 0 0 . vaTÉQtfOlÇ, E0)Ç, hysterêsis falta, po­ breza* En Mc 12, 44 dícese de la viuda pobre, que ZK xfjç naxEQTiaecoç anxfjç («de lo poco que

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ella poseía») dio todo lo que tenía. Flp 4, 11: xaO’ hoxÉQT|0 iv, «por indigencia». ThWNT VIII, 590-600. vaTEQOÇ, 3 hysteros posterior, último*

En el NT el término aparece 12 veces, 7 de las cuales se encuentran en Mateo. Prescindiendo de 1 Tim 4, 1, el adjetivo se halla siempre en la forma neutra úoxeQov (usado como advérbio), más tarde (Mt 4, 2; 21, 29. 32; 25, 11; Mc 16, 14; Jn 13, 36; Heb 12, 11) o finalmente (Mt 21, 37; 22, 27; 26, 60; Lc 20, 32). noXEQOç se usa como adjetivo (en sentido superlativo) en 1 Tim 4, 1: «en los úl­ timos tiempos». ThWNT VIII, 590-600. VtjpaíVO) hyphainõ tejer Lc 12, 27 D sy''-': oíjxe vfiO-Ei ouxe ijqpaívei, refiriéndose a los XQÍva («lirios»), que «no hilan ni tejen». tjqjavTÓç, 3 hyphantos tejido* En Jn 19, 23 dícese de la túnica (-> xltíÓv) de Jesús, que estaba tejida de una sola pieza de arriba abajo» y sin costuras (ÕQaqioç). ■úxlrt]À.ÓÇ, 3 hypsélos alto; levantado, arro­ gante* úr|)qX.óç, en sentido propio, se refiere a: ÕQOÇ, montana» (Mc 9, 2 par. Mt 17, 1; Mt 4, 8 [a diferencia de Lucas]; Ap 21, 10), xeixoç, «muro» en Ap 21, 12; pgaxímv, «brazo {le­ vantado en alto)» en Hech 13, 17. El compa­ rativo XJtiJrikóxEQoç se construye con genitivo como segundo término de comparación {«más alto que [los cielos]») en Heb 7, 26. El sustantivo x à tii])qká, la altura, se refiere en Heb 1, 3 al cielo. El sentido figurado de ntlrqkóç {arrogante, orgulloso) aparece en Lc 16, 15 {«lo que entre los hombres es considerado como elevado»)-, Rom 11, 20 (ntlJqÀà qpQovéto, «abrigar pensamientos orgullosos»); 12, 16 (xà úajJTikà tpQOVÉoo, «aspirar a cosas altas»). Cf. 1 Tim 6, 17 Sin (útjrqXà qjQOvécn en vez de xirpr]koqiQOVÉü)).

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■útl;tiX,oq)govéíO hypsSlophroneõ ser orgulloso o altivo* 1 Tim 6, 17; «iExhorta a los que son ricos en este inundo a que no sean altanerosl». Cf. Rom 11, 20 Textus Receptus (en vez de niliTi-



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í)'ll)T))^OCpQOvécü — «■xJjóoi

q jQ O véco).

v titia to ç , 3 hypsistos el más alto, el Altísimo* B ib l : G. Bertram, ÜTjJioroç, en ThWNT VIII, 613619; Billerbeck II, 99s; Hengel, Judentum , s.v. en el índice analítico.

1. En el entorno helenístico dei NT fioltiaroç aparece a menudo como predicado de Zeus. Pero la LXX emplea este término para traducir a ‘elyôn y lo usa como epíteto de Yahvé; el término -en textos e inscripciones dei judaísmo helenísti­ co- sirve también a menudo para designar a Dios. Así, pues, ííiliiatoç es una manera general de de­ signar al Ser altísimo. 2. El uso que se hace dei término en la LXX tiene su continuidad en el NT. uojnotoç apa­ rece 13 veces en el NT, nueve de ellas como designación de Dios, y cuatro para referirse al espacio celestial, a) Salvo dos excepciones (Mc 5, 7; Heb 7, 1), el uso de ürjjioxoç como nombre para de­ signar a Dios se limita a la doble obra de Lu­ cas. En la historia dei nacimiento, al prometi­ do hijo de Maria se le llama «Hijo dei Altísi­ mo» (1, 32). Y se dice que a la madre dei nino la cubrirá con su sombra «el poder dei Altísi­ mo» (1, 35). En consonância con esto, al Pre­ cursor de Jesús, a Juan el Bauüsta, se le llama «profeta dei Altísimo» (1, 76). - El poseso de Gerasa se dirige a Jesús llamándole «Hijo dei Altísimo» (Mc 5, 7 / Lc 8, 28), lo cual tiene un paralelo en Hech 16, 17; la muchacha adivina designa a Pablo y a sus companeros como «siervos de Dios, el Altísimo». - Los otros dos pasajes de la doble obra de Lucas usan el tér­ mino en consonância con la manera indicada. En Lc 6, 35 se dice que quienes lleven a la práctica Ias palabras de Jesús serán «hijos dei Altísimo». Y en Hech 7, 48 se afirma; «el Al­ tísimo [= Dios] no habita en edifícios fabrica­

dos por la mano dei hombre». - Heb 7, 1, ci­ tando a Gén 14, 18, dice que Melquisedec es «sacerdote dei Dios Altísimo». b) En Mc 11, 10 (par. Mt 21, 9 / Lc 19, 38) na|)LOTOÇ designa el espacio celestial (cf. un paralelo en el Sal 148, 1). En estos pasajes (de manera parecida en Lc 2, 14) se exhorta a los poderes celestiales a que unan su voz en la alabanza de Dios («jExclamad Hosanna, vosotros que estáis en Ias alturas]»). Es improbable lo que opina Bertram (617), a saber, que Mc 11, 10 sea «una invocación de Dios» («i Auxilia, tú que habitas en Ias alturas!»), en la que el nombre de Dios quede sustituido por una designación dei lugar donde Dios habita. G. Lüdemann tíllioç, ODÇ, t ó hypsos altura* En Ef 3, 18 y Ap 21, 16 nijioç se refiere en sentido literal a la dimensión de la altitud; en otros pasajes, al lugar concreto (dei cielo); Lc 1, 78; 24, 49; Ef 4, 8. En Sant 1, 9 uipoç se re­ fiere en sentido figurado a la posición eleva­ da. ThWNT VIII, 600-604; X, 1288 (bibl.); DTNTI, 103s. ■f)t|JÓto hypsoõ exaltar, engrandecer* 1. Aparición en el NT - 2. "&rl)ó(ü como término opuesto a «humiUar» - 3. Contexto cristológico - 4. Evangelio de Juan. B ibl.: G. R. Beasley-Murray, John 12, 31-32: The E sc h a to lo g ic a l S ig n ifica n c e o f the L iftin g up o f the S o n o f M a n , en F S G reeven, 70-81; G. Bertram, tnpóü), en ThWNT VIII, 604-611; H. Hollis, The R o o t o f the J o h a n n in e P u n - útpoúfjvai: NTS 35 (1989) 475-478; L. Ruppert, E rhô h u n g vo rstellu n g en im AT: BZ 22 (1978) 199-220; W. Thüsing, E rhõhungsvorstellung und P arusieerw artung in d e r ãltesten nachõsterlichen C hristologie (SBS 42), Stuttgart 1970; para más

bibliografia, cf. ThWNT X, 1288.

1. En el NT el verbo úijióm aparece 20 ve­ ces. Es singular el significado de engrandecer en Hech 13, 17. En los demás casos, ínjtóco significa exaltar. 2. Un grupo de textos se centra en el signi­ ficado opuesto al de «humillar» (-t tajtei-

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■u\póa) —lliptiofia

vóco); cf. Ias palabras de Jesús en los Sinópticos que hablan de la propia humillación y de la propia exaltación (Mt 23, 12 par. Lc 18, 14 [cf. Lc 14, 11 (bis) y Lc 1, 52; además Mt 11, 23 par. Lc 10, 15]), que reflejan influencia ju­ dia y dei AT (cf. Ez 21, 31 [= 21, 26 LXX] y Billerbeck I, 921). «Con arreglo a la revelación que Dios hace de sí mismo en el AT, se rechaza toda actitud de exaltación propia por parte dei hombre. La acción de exaltar es una acción que corresponde únicamente a Dios» (Bertram, 606). Forman parte de esta misma corriente de tradición algunas palabras como Ias de Sant 4, 10 («Humillaos en la presencia dei Senor y él os exaltará») ó 1 Pe 5, 6 («Hu­ millaos bajo la mano poderosa de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo»). El par de términos opuestos «humillar - exaltar» aparece en un contexto distinto en el Corpus Paulinum: en 2 Cor 11, 7 la exaltación de los corintios consiste en que ellos recibieron (grátis) el evangelio, mientras que Pablo se humilló a sí mismo con su predicación no retribuida (jironía!).

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guas, de Hech 2, 33 y 5, 31. La exaltación no se identifica aqui con Ia resurrección, por ín­ tima que haya sido la relación entre ambos conceptos en los primerísimos tiempos (cf., a propósito, Thüsing, 41-55). 4. En el Evangelio de Juan el verbo útpóco aparece 5 veces y posee en él un marcado sen­ tido teológico. En los cinco pasajes tiene conscientemente un doble significado, de tal manera que la elevación de Jesús al ser alzado en la cruz significa al mismo tiempo su exal­ tación al cielo (3, 14 [bis]; 8, 28; 12, 32.34). En el Evangelio de Juan no se habla ya, como en los Sinópticos, de un Hijo dei hombre que sufre y va a la muerte, o dei escândalo de la cruz en el sentido paulino. Por eso, la concepción joánica hizo posible una cristología de la gloria con tendências docéticas. G. Lüdemann

ÍJtjJtojia, a t o ç , t ó hypsõma lo exaltado, la altura, lo que se levanta a lo alto* En Rom 8, 39 üolHupa (como tecnicismo 3. El verbo 'óijjócio adquiere un significado astronômico) designa la región celeste que es­ tá sobre el horizonte; «ni la altura ni la proespecial en el contexto cristológico. El verbo fundidad (Pá§oç)». En 2 Cor 10, 5 rtãv útluodesigna la entronización de Jesús en su puesp a EjraiQÓpevov es «toda altivez que se le­ to de senorío: así aparece en el himno prevanta / todo orgullo que se alza». Cf. ThWNT paulino a Cristo (Flp 2, 6-11: v. 9 újtE Q U Vm, 611-613. tjJÓO)) y en Ias tradiciones, seguramente anti-

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<1> cp

(p á y o ç , o u , Ó phagos comilón, glotón* En Mt 11, 19 par. Lc 7, 34 qpáyoç aparece junto a olvojTÓTTiç en la crítica que se hace contra Jesus: «Un comilón (ãv&QCJJtoç q)áyoç) y un bebedor, amigo de publicanos y pe­ cadores». cpaiX ov^ç, OD, Ó phailonSs capa, manto* qpaiÀ.óvT|ç es un préstamo léxico dei latín Ipaenula)', su forma original era cpaivólaç o cpaivóX.Tiç, que por metátesis se convirtió en q)aiXóvT)ç (Bauer, Wórterbuch, s.v.). Sobre el carácter pseudoepigráfico dei encargo dado en 2 Tim 4, 13 («Cuando vengas, trae la capa que dejé en Tróade en casa de Carpo...»), cf. P. Trummer: BZ 18 (1974) 193-207. Spicq, Notes II, 917s. tpaívco phainõ brillar, iluminar* 1. Aparición y significado de la forma activa - 2. Empleo de la fonna pasiva - 3. El participio cpaivópeva. B ib l.: R. Bultmann-D. Lührmann, q>aívu) m k ., en ThWNT IX, 1-11; H. Ch. Hahn, (palvco, en DTNT I, 465s; Ch. Mugler, D ictio n n a ire historique d e la term in ologie a plique d es Grecs, Paris 1964, 406-413.

1. En el NT qiatvoo aparece 31 veces (13 Mateo, 2 en Marcos, 2 en Lucas, 2 en Juan, 3 en Pablo, 4 en el Apocalipsis y una vez (en cada uno) en Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro y 1 Juan). La forma activa aparece 9 veces, 7 de ellas en los escritos joánicos; tiene el significado fundamental de brillar, ilu­ minar. Desde los tiempos de Homero se usa en sentido intransitivo para designar el resplandor y la luz dada por diversas fuentes lu­ minosas como el sol, la luna, la lámpara o el fuego. En el NT la forma activa conserva este significado, cuando se habla, por ejemplo, de la luz que da una lámpara (-+ Lúxvoç).

2 Pe 1, 19 compara la palabra profética de la Escritura con la luz radiante de una lámpa­ ra; «Y tanto más firme es la palabra profética que poseemos. Haréis bien en ateneros a ella como a una luz que resplandece en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero ma­ tutino se alce en vuestros corazones». Recogiendo motivos dei Sal 118, 105 y de 4 Esd 10(12), 42 («Tú nos has quedado entre todos los profetas como una lámpara en lugar oscuro»), este versículo entiende la palabra profé­ tica de la Escritura como referencia a Cristo y a su parusía, ya que la transfiguración de Cristo revelo su ser divino. La promesa cristológica de la Escritura incide como luz sobre Ias actuales tinieblas dei mundo, cf. Mt 4, 16; Jn 1, 5; E f 6, 12. La luz de la palabra proféti­ ca brilla hasta que amanezca el día escatológico, cf. Rom 13,12 (el día de la parusía pondrá fin a la noche) y 2 Cor 4, 4-6 (dimensión cósmica e individual de la luz divina). El «lucero matutino» de 2 Pe 1, 19 podría ser una alusión a la estrella, interpretada mesiánicamente, de Num 24, 17. La metáfora se aplica a una persona en Jn 5, 35, donde el Je­ sus joánico compara a Juan el Bautista con una lámpara: «El era la lámpara que ardia y alumbraba». En el contexto de la maldición lanzada contra Babilônia (Ap 18, 23), dice el en ángel castigador: «No resplandecerá ya en ti la luz de lámpara ni la voz dei novio y de la novia volverá a escucharse jamás en ti». En Ap 1, 16 la metáfora de la luz dei sol se aplica cristológicamente a la manifestación dei Hijo dei hombre; «Y su rostro resplande­ cia como el sol euando brilla en su fuerza»; cf. Mt 17, 2; Dan 7; Ez 1, 24ss, En este con­ texto escatológico de la parusía debe entenderse también la visión apocalíptica de la destrucción dei mundo, tal como se indica en Ap 8, 12. El empleo de tpaívto en el prólogo dei Evangelio de Juan (Jn 1, 5) es consecuentemente cristológico («Y la luz resplandece en

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cpaivo)

Ias tinieblas...»), mientras que en 1 Jn 2, 8 la ética dei «mandamiento nuevo» se fundamen­ ta cristológicamente: «Os escribo un manda­ miento nuevo, el cual es verdadero en él y en vosotros, porque Ias tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando». Flp 2, 15 emplea la metáfora en un contex­ to ético que acentua la función dei creyente como ejemplo: «para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de ‘una generaeión torcida y perversa’ (Dt 32, 5), en la cual resplandecéis como estrellas en el universo. jAteneos firmemente a la palabra de la vida!». De manera parecida, en Ap 21, 23 el vidente apocafiptico contempla la nueva Jerusalén celestial como la ciudad en la que resplandece el Cordero, que es Cristo. «La ciudad no tiene necesidad de que el sol ni la luna la iluminen, porque la gloria de Dios la ha iluminado, y el Cordero es su luminaria». El significado cristológico se une aqui a un significado eclesiológico, porque el sol y la luna, como fuentes naturales de luz, son su­ pérfluos, cuando la gloria de Dios ilumina a la Jerusalén celesial, que es la Iglesia en la tierra. Todos estos pasajes proclaman la vigoro­ sa superioridad de la luz de,Cristo. Se trata de un motivo existencial de la fe, que hace resaltar su dominio positivo sobre el mundo y que triunfa sobre Ias tinieblas de la propia experiencia dei mundo.

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Dios en la experiencia de Ias tinieblas dei mundo. Se presupone como trasfondo apoca­ líptico y escatológico dei motivo la antítesis entre la luz y Ias tinieblas ( ^ O k Ót o ç , cp ô iç). Tiene afinidad eon ello el empleo dei verbo con el sentido de que el poder de Dios res­ plandece en los actos dei Jesus terreno; recuérdese la reacción de los testigos presenciales, cuando Jesús expulsa un demonio en la curación de un poseso, en Mt 9, 33: «jNunca se vio cosa igual en Israel!». La formulación en voz media y pasiva expresa la revelación de Dios en los actos de Jesús. Con sentido parenético aparece el concepto en Sant 4, 14; «^Qué es vuestra vida? Sois un vapor de agua, que por un momento se hace visible y al instante se disipa de nuevo». Con un signifi­ cado parecido, el pasaje de Prov 11, 31 se ci­ ta en una exhortación en 1 Pe 4, 18; «Y si el justo a duras penas se salva, iqué será dei [li­ teralmente; donde aparecerá el] impío y dei pecador?». Es parecida la interpretación dei concepto en la parábola de la cizana que crece entre el trigo, en Mt 13, 26: «Y cuando la semilla brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizana». Los siguientes pasajes se refieren al con­ traste entre lo oculto y lo manifiesto pública­ mente: Mt 6, 5 (para ser vistos por los hombres); 6, 16 (para que los hombres vean que están ayunando); 6, 18 (para que tú con tu ayuno no llames la atención de la gente); y los 2. La forma pasiva cpaLVop,aL aparece 22 ayes sobre los escribas y fariseos en Mt 23, veces, 17 de ellas en los Evangelios sinópti27 s; «Os parecéis a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por den­ cos (incluido Mc 16, 9); el verbo en voz pasi­ va tiene el significado de resplandecer, apare­ tro están llenos de huesos de muerto y podrecer, ser visto, hacerse visible, manifestarse, dumbre». En 2 Cor 13, 7 se habla también so­ revelarse, iluminar. Designa, por ejemplo, la bre este contraste entre el aparecer y el ser an­ aparición de la estrella (Mt 2, 7), la aparición te Dios: «No para que aparezca que la razón está de nuestra parte, sino para que vosotros -en suenos- dei ángel de Dios en Ias historias hagáis el bien». de Mateo sobre la infancia de Jesus (1, 20; 2, En el proceso de Jesús ante el Sanedrín, el 13.19), la aparición de Elias (Lc 9, 8), Ias apasumo sacerdote emplea el verbo en una exprericiones dei Resucitado (Mc 16, 9) y Ias manifestaciones dei Hijo dei hombre cuando re­ sión que hace referencia a la opinión personal a la que se llega a través de una valoración tom e en su parasía (Mt 24, 27.30). En este crítica dei conocimiento, Mc 14, 64: «^Qué os contexto semântico, la forma pasiva es expresión de un acontecimiento de epifanía (-> èjtt- parecei». Se hace un uso parecido dei verbo al expresarse la reacción de los apóstoles ante qjáveia) que acentua la luminosa irmpción de

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cpaivo) - qpavEQOç

el testimonio de Ia resurrección dado por Ias mujeres, Lc 24, 11 («Pero a ellos estas palabras les parecieron disparates, y no Ias creyeron»), Y también se hace un uso parecido en la reflexión paulina acerca de la relación entre la ley y el pecado, en Rom 7,13 («Para que el pecado se haga patente como pecado...»).

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por un lado, Pablo lo utiliza como argumento de evidencia universal en el proceso gnoseo­ lógico dei análisis existencial, y, por otro la­ do, el concepto se aproxima a la terminologia específica de la revelación,

2. Pablo utiliza qpaveçóç en el marco de su teologia dei paganismo en Rom 1, 19, en la 3. Heb 11, 3 emplea el verbo qjaívro en un cual se ve que la salvación de los gentiles llega a ser posible precisamente porque a Dios contexto filosófico y gnoseológico. En el sen­ tido de una creatio ex nihilo, la palabra crease le puede conocer claramente en si mismo y dora de Dios se considera como la razón que porque es posible experimentar la acción de dio origen al mundo visible (PÀEJtópeva): Dios: «Porque lo que es conocible acerca de «En la fe conocemos que los mundos fueron Dios está manifiesto en ellos; pues Dios se lo creados por la palabra de Dios, de tal manera manifiesta». Sobre esta idea de la autorreveque lo visible no fue hecho por lo que es perlación de Dios en los gentiles, cf. D. Lühr­ ceptible por los sentidos (cpatvópsva)». Con mann, Das Offenbarungsverstãndnis bei Pauello se rechaza una comprensión materialista lus und in paulínischen Gemeinden, Neukirde la creación, derivada de una cosmogonia chen-Vluyn 1965, y cf. la bibliografia sobre evolucionista, y se proclama una fe teocéntriàjtoxaXÚJtTO). Aunque Pablo, a continuaca en la creación y, con ello, la existência de ción inmediata, pasa a hablar de la salvación una teleología dei cosmos, el cual tiene un orde los judios y de la relevância soteriológica den establecido por Dios; cf. Schelkle, Teolo­ de la circuncisión, sin embargo acentüa que el gia I. Con el mismo significado el concepto hecho externo y públicamente notorio de ser aparece también en IgnRom 3, 2; IgnPol 2, 2. judio, así como la condición de ser judio mar­ cada por medio de la circuncisión en la carne, P.-G. Müller no es lo decisivo, sino que lo es la actitud dei corazón ante Dios y la autenticidad de la fe OdÀ,e>t Phalek Fálec (Peleg)* interior de la persona verdaderamente piadosa Nombre indeclinable de persona en la ge­ (Rom 2, 28): «Porque no es judio el que lo es nealogia de Jesús en Lc 3, 35 (Gén 11, 16-19; exteriormente, ni la circuncisión es la de afue1 Crón 1, 25 LXX). ra»; aqui se recogen motivos dei AT tomados de Dt 10, 16; 30, 6; Jer 4, 4; 6, 10; 9, 25; Ez 44, 7.9; IQpHab 11, 13; OdSl 11, 1-3; Jub 1, tpavEQÓÇ, 3 phaneros visible, manifiesto, 23s. Cf., a propósito, H. Schlier, Der Ròmerclaro, público* brief (HThK), 89s. Son parecidas Ias instruc1. Aparición en el NT - 2. Empleo gnoseológico. ciones de Jesús sobre el ejercicio de la piedad en secreto (Mt 6, 4.6.18). B ib l.: R. Bultmann-D. Lührmann, cpaveQÓç, en Gál 5, 19 dice sobre ello en sentido éticoThWNT IX, 3. parenético: «Son manifiestas Ias obras de la carne» (introducción al catálogo de vicios). 1. En el NT cpavsQÓç aparece 18 v e c e s. De manera parecida se dice en 1 Tim 4, 15: Procede dei griego clásico y significa en él «para que tu progreso (en la perfección) sea «visible, patente a la luz dei dia, manifiesto, visible a todos», y en 1 Jn 3, 10; «En esto se claro, notorio públicamente», y, referido a permuestran los hijos de Dios y los hijos dei diasonas, «destacado, distinguido». En la LXX (pavEQÓç aparece 19 veces. Con los significa­ blo». En Hech 4, 16 el Sanedrín habla de los dos mencionados, cpaveQÓç aparece en el NT «manifiestas signos milagrosos» de los apóstoles. Como contraste con lo que hasta entonen contextos teológicos importantes, porque.

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(paveçoç - (pavegou)

ces había permanecido oculto y no era perceptible, se dice repetidas veces (Mc 4, 22 par.); «Porque nada hay oculto que no se haya de revelar, y nada hay escondido que no se vaya a descubrir»; así también en Lc 8, 17; Mc 3, 12 (par. Mt 12, 16): La respuesta a la pregunta «^Eres tú el Hijo de Dios?» es el precepto de guardar el secreto mesiánico, de «no darlo a conocer». En Mc 6, 14 aparece también qpavepóç en este sentido sencillo de «dar a conocer» (el nombre de Juan el B autista es conocido, in­ cluso para el rey Herodes); Hech 7, 13 (José se da a conocer a sus hermanos); 1 Cor 11, 19 (disensiones, a fin de que se manifiesten entre vosotros los que son genuinos); 14, 25 (lo oculto de su corazón se manifiesla, cuando un incrédulo es llamado a cuentas por todos); Flp 1,13 (llegó a conocerse que Pablo soporta en Cristo sus cadenas); la revelación de Ias obras se baila en el contexto escatológico y dei juicio final, en 1 Cor 3, 13; «La obra de cada uno se hará visible (en el día dei Senor)». En resumen puede afirmarse que el adjetivo se usa para criticar un estilo de piedad excesivamente forense y externo, y, por otro lado, pa­ ra acentuar el carácter abierto y público y la revelación escatológica de lo que es bueno y de lo que es maio.

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nóptico se limita a la sentencia proverbial de Mc 4, 22; «Porque no hay nada oculto que no se haya de revelar», que aparece también, con ligeras variaciones, en la versión ofrecida por la fuente de logia en Lc 12, 2 par., y que ha influido también seguramente en Lc 8, 17. En el contexto de Marcos, se trata de una alusión al mistério acerca de la comprensión de Ias parábolas de Jesus.

2. En Pablo (pavegóco y ctJtoxaX.njtxoo se usan en sentido casi sinônimo, como se ve claramente por la repetición de Rom 1, 17 en 3, 21. En 1, 17 se dice que «en todo el que cree —tanto para el judio como para el gentil— la justicia de Dios se revela (aitoxa^-tijtTEtai)». En 3, 21 se acentua la misma justificación por medio de la fe: «Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado (jteqjavÉQTOxai)», en todo lo cual se piensa en el acontecimiento único y singular de Cristo y en su eficacia sooteriológica. Se ve que el ver­ bo, para Pablo, es un concepto típico de la re­ velación de la salvación de Dios (1, 19) en el evangelio de Jesucristo, cf. 16, 26 («Mi evangelio... que ahora es manifestado... y ha sido dado a conocer a todas Ias naciones»). Es sorprendente que qtavEQÓto aparezca nueve veces en un contexto polêmico en la Carta segunda a los Corintios, donde Pablo P.-G. Müller recoge posiblemente un eslogan de sus adver­ sários. 2 Cor 2, 14: «Por medio de nosotros él revela en todo lugar la fragancia de su conotpaVEQÓfi) phaneroõ m anifestar; en voz cimiento»; por tanto, en la proclamación paupasiva: hacerse visible; manifestarse, halina acontece la revelación de Dios, por me­ cerse público dio de Jesucristo. 3, 3: «Siendo manifiesto 1. Aparición en el NT - 2. El uso paulino y el uso que sois una carta de Cristo, proporcionada déutero-paulino - 3. El uso joánico (con el Apocalipsis). por nosotros»; 4, 10: «Llevamos siempre en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, a fin de B ibl.: M. N. A. Bockmuehl, D a s Verb (p a v E Q Ó O ) im que la vida de Jesús se manifieste también en NT: BZ 32 (1988) 87-99; R. Bultmann-D. Lührmann, nuestro cuerpo» (Pablo testifica con sus pade( p a v e Q Ó o j , en ThWNT XI, 4-6; E. Jenni, j p ‘, en cimientos una existencial imitatio Christi); 4, DMAT I, 1036-1039. 11: «a fin de que la vida de Jesús se manifies­ te en nuestra carne mortal». 1. En el NT qjaveçóoo se encuentra 49 ve­ 1 Cor 4, 5 utiliza q)aveQÓ(u en el contesto ces. Parece ser un neologismo dei griego hedei juicio escatológico: «El Senor (en su veiülenístico. En la LXX el verbo se baila docu­ da) sacará a la luz Ias cosas ocultas en la osmentado tan sólo en Is 40(33), 6, donde tracuridad y descubrirá los designios de los coduce el verbo hebreo gãlâ (piei). El uso si-

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qpaVEQOCO

razones»; también en 2 Cor 5, 10: «porque to­ dos nosotros hemos de quedar de manifiesto ante el tribunal de Cristo»; 5, 11; «Ante Dios nos hallamos bien patentes, y espero que tam­ bién estemos patentes en vuestras conciencias»; 7, 12; «para que vuestro ceio por noso­ tros se haga manifiesto entre vosotros delante de Dios»; dentro de otro contexto, Pablo acentua en 2 Cor 11, 16 su conocimiento, que él quiere hacer patente de todas Ias maneras. La escuela paulina continua este uso sinonímico de qpavEQÓ© y àjtoxaÀnjrt® en el mar­ co de un esquema de revelación, tomado de una tradición pre-paulina, para describir la re­ velación de Dios en Jesucristo, que se efectúa en la proclamación dei evangelio, Claro que la parénesis de la luz y Ias tinieblas se acentua más intensamente que en Pablo. E f 5, 13s: «Pero todo lo que se lleva a la luz, se hace manifiesto-, porque todo lo manifestado es luz»; Col 1, 26; «El mistério que había estado oculto desde Ias edades y generaciones pasadas, pero que ahora se ha revelado a sus san­ tos»; Col 3, 4: «Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces también vosotros seréis manifestados con él en gloria». Aunque la vida con Cristo y en Cristo, desde el bautismo hasta la parusía, está todavia oculta, lo que está oculto se manifestará en la venida escatológica dei Mesías; cf. 1 Jn 3, 2: «Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejante a él». La relación entre Cristo y la vida se encuentra ya fundamentada en Flp 1, 21: «Pues para mí la vida es Cristo»; cf. Gál 2, 20 («Cristo vive en mí»). El encargo de procla­ mar el evangelio, recibido por el apóstol, se expresa así en Col 4, 4: «para que yo revele claramente (el mistério de Cristo), tal como debo hacerlo»; 1 Tim 3, 16 emplea qpavepó© en un antiquísimo himno pre-paulino sobre el mistério de la encamación: «Elfue manifesta­ do en la carne»; 2 Tim 1, 10 habla de nuestra vocación, «que ahora se revelo por la manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús»; Tit 1, 3: «Dios manifesto su palabra a su debido tiempo en la proclamación que se me en­ comendo». El mismo esquema de la revela-

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cion aparece con vanaciones en una versión escatológica en 1 Pe 1, 20: «El estaba destina­ do antes de la fundación dei mundo, pero se manifesto al fin de los tiempos por amor vuestro». Heb 9, 8 acentua también el acontecimiento de Cristo como una cesura: «El camino al Santuario no estaba aún patente, mientras permaneciese en pie el primer tabernáculo»; 9, 26: «Pero ahora, una sola vez, al fin de los tiempos. Cristo se ha manifestado para quitar los pecados mediante su sacrificio». 3. La teologia joánica de la revelación prefiere usar cpavEQÓcn y yvcoqíC© como sinôni­ mos y renuncia ampliamente al uso de áitoxaÀ,ÚJtT0) (con excepción de Jn 12, 38, en ci­ ta de Is 53, 1). Mientras que Pablo entendia más místicamente su concepto de la revela­ ción, vemos que a Juan lo que le interesa pre­ cisamente es la acción concreta de hacerse visible, el acto óptico-gnoseológico, a fin de acentuar la eficacia salvífica de Dios en los signos y Ias palabras dei Jesús terreno y resucitado. Jesús revela la realidad de Dios (Jn 7, 4), el nombre de Dios (17, 6), Ias obras de Dios (3, 21; 9, 3). Jesús es por excelencia el Revelador de Dios, tal y como se acentúa ya en el prólogo 1, 5.16-18. Pero también el Cristo resucitado revela, según 21, 1.14, Ias acciones de Dios, cf. Mc 16.12.14. 1 Jn 3, 5.8; 4, 9 entiende igualmente a Jesús como el Revelador dei amor de Dios, y esta misma revelación continúa en la propia tradi­ ción viva de Ia Iglesia acerca de Jesús, cf. 1,2 («Y la vida se manifesto, y nosotros la vimos y damos testimonio y os proclamamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifesto»). El lenguaje dei credo cristológico, tal como se trasmite en el proceso de la tradición de la Iglesia, se fundamenta en el acto de la experiencia concreta de los testigos originales acerca de la manifestación de la Esencia divina en el Jesús terreno y resucita­ do. La permanência en la tradición apostólica de la Iglesia (el círculo dei «nosotros») geu:antiza la fe verdadera, cf. 1 Jn 2, 19 («Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de noso-

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qjavegóo) - í>aQaó)

tros. Porque, si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero debía manifestarse que no todos son de nosotros»). Este «permanecer en Cristo» hay que mantenerlo hasta la manifestación de Cristo en su parusía, cf. 2, 28. Ahora bien, el ser de los bautizados se halla aún oculto bajo la reserva escatológica, cf. 3, 2. 1 Jn 3, 5 realza el aspecto soteriológico de la encamación; «El se manifesto a fin de qui­ tar los pecados»; de manera parecida se dice en 3, 8b; 4, 9: «En esto se manifesto en noso­ tros el amor de Dios: en que Dios envio su Hijo unigénito al mundo, para que nosotros vivamos por medio de él»; cf. J. P. Miranda, Der Vater, der mich gesandt hat, Frankfurt a. M. 1972, 82-100. En Ap 3, 18; 15, 4 (himno: «Tus justas accione-s fueron manifestadas») la voz pasiva de q)av8QÓoo aparece sin especial significación teológica. P.-G. Müller

vaba «antorchas, linternas y armas». Cf. kap-Jtáç 2.3. OavoU líÀ , Phanouêl Fanuel* Nombre indeclinable de persona en Lc 2, 36: padre de la profetisa Ana, de la tribu de Aser. ( p a v tá ^ O f ia i phantazomai (voz pasiva) hacerse visible* Heb 12, 21: xò (pavxa^óftevov, la aparición, refiriéndose a la teofanía dei Sinai. Cf. ThWNT IX, 7.

q ja v x a a ía , a ç ,

phantasia pompa, os-

tentación* Hech 25,23: Agripa (II) llegó p e tà JtoÀXfjç cpavxaoíaç, «con mucha pompa / con gran ostentación». Cf. Rademacher, Grammatik, 12 .

(pavEgrôç phanerOs (adv.) públicamente, abiertamente; claramente, nitidamente* Mc 1, 45: «de tal manera. que él (Jesús) ya no podia entrar abiertamente en ninguna ciudad». Jn 7, 10 (lo opuesto: èv xgnnxcp): «Entonces él (Jesús) también subió (a Jerusalén), pero no abiertamente, sino (como) en secre­ to». Hech 10, 3: Comelio vio «claramente en una visión (èv ógápaxi)» cómo un ángel entraba. ThWNT IX, 3.

phantasma aparición, fantasma* Mc 6,49 par. Mt 14,26: Los discípulos creyeron que Jesús que venía caminando sobre Ias aguas era un fantasma (õxt cpávxaapa èaxiv). Lc 24, 37 D emplea este término en el relato sobre la aparición dei Resucitado, en lugar de emplear ->■ Jtveúpa. ThWNT IX, 7.

phanerõsis revela-

pharagx barranco, valle* Lc 3, 5: «Todo valle será rellenado» (cita de Is 40, 4 LXX).

q )á v T a a ^ a , a to ç , t ó

(p á ^ a y ^ , a y y o ç , q

( p a v é ^ t o a iç , £(0Ç, 'q

ción, manifestación* El término aparece en Pablo en Ias construcciones: (pavégcooiç xoú Jtveúpaxoç, «revelación dei Espiritu» (1 Cor 12, 7) y epavegmoiç xfjç àkipOEtag, «manifestación abierta de la verdad» (2 Cor 4, 2). Trench, Synonyma, 226; ThWNT IX, 6s.

phanos lámpara, lintema* En Jn 18,3 aparece qpavoí junto a Xapjtáõeç: la cohorte que fue a prender a Jesús, lle-

tp a v ó ç , o v , ó

O a Q a w Pharaõ Faraón Nombre indeclinable (propiamente titulo) dei rey de Egipto (Gén 12, 15; Ex 1, 11 LXX y passim). En el NT se refiere al Faraón dei tiempo de José o dei tiempo dei êxodo; Hech 7,10.13.21; Rom 9,17 (cf. Ex 9,16); Heb 11, 24. LThK V ni, 437s; BHH III, 1445-1447 (bibl.).

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<J>ágeç - «taçioatoç

í>áQEÇ Phares Fares* Nombre indeclinable de persona en la gene­ alogia de Jesús: Mt 1, 3a.b; Lc 3, 33 (cf. Gén 38, 29; 1 Crón 2, 4.5 LXX).

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excepción: Flp 3, 5) entre los Evangelios (con 89 testimonios) y el libro de Hechos (con 9).

2. a) En Marcos, í>aeioaíoç se emplea 12 veces, pero sólo entre 2, 16 y 12, 13 y única­ mente en relación con litigios en los que la O ttQ loaíO Ç , 013, Ó Pharisaios fariseo comunidad marquina defiende su libertad pa­ 1. Aparición en el NT - 2. Usos en el NT - a) Mar­ ra practicar una vida libre de la ley, frente a cos - b) Mateo - c) Lucas/Hechos - d) Juan - 3. El fa­ los ataques que recibe de los judios. Por este riseo en fuentes judias - a) Josefo - bj Escritos rabínimotivo, de la mención de los fariseos no se cos - 4. Jesús y los fariseos - 5. Pablo como fariseo. pueden deducir conclusiones acerca dei perfil B ib l : G. Baumbach, Jesu s von N azarelh im L ich te teológico de éstos. Es también cuestionable d e r jü d isch e n G ruppenbildung, Berlin 1971,72-97; A. historicamente la agrupación: fariseos y heroI. Baumgarten, The N a m e o f the P harisees: JBL 102 (1980) 411-428; W. Beilner, D e r V rsprung des P hadianos (3, 6; 8, 15; 12, 13), porque esta agru­ risãism us: BZ 3 (1959) 235-251; J. T. CarroU, L u k e ’s pación está inspirada por la tendencia a desa­ P o rtra ya l o f th e P harisees: CBQ 50 (1988) 604-621; M. J. Cook, J esu s a n d Pharisees: JES 15 (1978) 441- creditar a los fariseos y a presentarlos, según 460; D. Goodblatt, The P lace o f th e P harisees in F irst la imagen de Herodes, como astutos y sangui­ C en tu ry J u d a ism . A S tu d y in I a n d 2 M a c ca b e es, nários (cf. 3, 6; 8, 11; 10, 2; 12, 13.15). Atlanta, GA 1988; B. Lindars, Jesus a n d the P harisees, b) En Mateo es donde el término «Faquen F S D aube, 51-53; D. Lührmann, D ie P h a risã er und oaToç aparece con más frecuencia (29 veces). d ie S ch riftg eleh rten im M a rkusevangelium : ZNW 78 (1987) 169-185; U. Luz, Jesu s u n d die P harisãer: Ju­ Con excepción de 22, 16, Mateo evita vincu­ daica 38 (1982) 229-246; J. Maier, G eschichte d erjiid . lar a los fariseos con los herodianos, pero preR elig io n , Berlin 1972, 71-79; S. Mason, F lavius Josenta juntos varias veces a los fariseos y los sep h u s o n the P harisees: A C om position-C ritical Stusaduceos (3, 7; 16, 1.6.11.12), y a los fariseos dies, Leiden 1991; R. Meyer-H. F. WeiB, 4>aoioaioç, en ThWNT IX, 11-51; R. L. Mowery. P harisees a n d y los principales sacerdotes (21, 45; 27, 62). Scribes, G alilee a n d Jerusalem : ZNW 80 (1989) 266Con ello trata de adecuarse a la antigua tradi268; J. Neusner, The R a b b in ic T ra d itio n s a b o u t the ción acerca de la Pasión, en la cual los princi­ P ha risees before 70 A .D . (3 vols.), Leiden 1971; Id., pales sacerdotes aparecen como los más im­ D ie Verw endung d es spateren rabb. M a teria ls f i i r die E rforschung des P ha risã ism u s im 1. Jh. n. Chr. : ZThK portantes adversários de Jesús, y presenta así 76 (1979) 292-309; E. P. Sanders, P a u l a n d P alestia los fariseos como participantes activamente nia n Judaism , London 1977; P. Schãfer, D e r vorrabbien la eliminación de Jesús. Además, trasforma nische P h arisãism us, en M. Hengel-U. Heckel (eds.), varias veces la expresión «escribas» en la de P a u lu s u n d das a n tike Ju dentum (WUNT 58), Tübingen 1991, 125-175; K. Schubert, D ie jü d isch e n R eli«fariseos» (compárese Mc 12, 28.35 con Mt g io n sp a rte ie n in n e u te sta m e n tlic h e r Z e it, Stuttgart 22, 34.41), para caracterizar marcadamente 1970, 22-47; Schürer II, 456-475; Schürer, H isto ria como farisaica la oposición judia contra Je­ d e i p u e b lo ju d io en tiem pos de Jesú s II, Madrid 1985, sús. Con la misma intención maneja la tradi507-524; D. R. Schwartz, Jo sephus a n d H icolaus on th e Pharisees: JSJ 14 (1983) 157-171; M. Simon, Die ción de Q, refiriendo a los fariseos Ias palajü d isc h e n Sekten z u r Z e it Christi, Eiusiedeln 1964, 24bras de reprensión pronunciadas por el B au­ 49; C. Thoma, D e r P harisãism us, en Maier-Schreiner, tista y por Jesús (compárese 3, 7ss; 23, 2ss 254-272; H. F. WeiB, P ha risãism us u n d H ellenism us: OLZ 74 (1979) 421-433; U. C. von Wahlde, The Terms con Lc 3, 7; 11, 39ss). f o r R elig io u s A u th o rities in the F o u r G ospel: A K ey to De manera estereotipada se llama «hipócri­ Literary-Strata?: JBL 98 (1979) 231-253; R. A. Wild, tas» a los fariseos (6, 2.5.16; 7, 5 y passim) y The E n co u n ter b etw een P h a sisa ic a n d C hristian J u ­ se los caracteriza como personas que viven en daism . Som e E arly G ospel Evidence: NovT 27 (1985) 105-124; J. A. Ziesler, L u ke a n d the Pharisees: NTS contradicción con sus propias ideas (23, 3) y 25 (1978-1979) 146-157; para más bibliografia, cf. que no guardan la ley (23, 28) sino que son ThWNT X, 1288s. Ímpios (15, 12-14), porque no ponen en prác1. En el NT Ias 99 veces (con Jn 8, 3) que tíca Ias cosas que ensenan (23, 3.23). De este modo, Mateo efectúa, por un lado, un deslinaparece <J>apioaíoç se distribuyen (con una

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í>aQicraToç

de frente al judaísnao, y un deslinde también, por otro lado, frente a los falsos maestros (cf. 24, llss; 7, 15ss); porque los fariseos representan al mismo tiempo, para él, el tipo de los profetas enganosos y el antitipo de Jesus, quien observa ejemplaraiente la Torá, y en cuyo seguimiento la comunidad vive una justicia muchísimo mejor que la de los fariseos y los escribas (cf. 5, 20). c) Con dependencia de Marcos, vemos que Lucas hace también que los litígios vayan di­ rigidos contra los fariseos y los escribas (cf. 5, 30.33; 6, 2.7; 12, 1), pero inserta raras veces a los fariseos como adversários de Jesiís (cf. 5, 17.21; 7, 30). Lucas usa de manera di­ ferenciada la tradición procedente de Q (cf. 3, 7ss; 11, 39ss.45ss). El evangelista acusa prin­ cipalmente a los fariseos de ser avariciosos y de ser, a causa de esto, impenitentes y fingir una justícia basada en sus propias obras (cf. 16, 14s; 18, 9), de tal manera que los fariseos se convierten en el tipo dei impenitente hombre dei mundo a quien se exhorta a renunciar a sus propiedades (cf. 11, 41; 12, 33 y passint), y representan el antitipo de Jesus, que es pobre. Ahora bien, Lucas no imputa a los fariseos intenciones homicidas ni les acusa de la participación en la muerte de Jesus. Sino que refiere invitaciones (7, 36ss; 11, 37s; 14, Iss) y consejos bien intencionados (13, 31) que Je­ sus recibió de los fariseos, y una conducta favorable a los cristianos por parte de los farise­ os que son miembros dei Sanedrín (Hech 5, 34; 23, 6ss). Además, Lucas menciona a fari­ seos que abrazaron la fe (Hech 15, 5) y acen­ tua que Pablo se había contado entre los fari­ seos (23, 6; 26, 5), a quienes él designa como «la más rigurosa aÍQEOiç» (26, 5). Puesto que para Lucas el acontecimiento salvífico decisi­ vo es la resurrección de Jesus (cf. Hech 2, 24; 3, 15; 4, 10 y passim), vemos que a los farise­ os, que creían en la resurrección, Lucas los describe de manera más positiva que Marcos y Mateo. d) En Juan los fariseos se encuentran alia­ dos con los principales sacerdotes (cf. 7, 32.45; 11, 46.47; 18, 3) como representantes

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de Ias autoridades judias residentes en Jerusalén. Aparecen ya como adversários dei Bautísta (1, 19.24), se escandalizan de la libertad de Jesus con respecto a los preceptos dei sá­ bado (5, Iss; 9, Iss) y por la atención que él presta al òyXoç, / ‘am h ã ’ãres{J, 49), y repre­ sentan, por tanto, a <dos judios» que desde un principio traman la eliminación de Jesús (cf. 7, 32; 11, 46ss) y que, por este motivo, son asociados con el diablo como homicida que es (cf. 8, 44ss). Por tanto, aqui se sataniza a todo el judaismo de colorido farisaico. Este judaismo, en el Evangeüo de Juan, entra a formar parte dei riguroso dualismo existente entre la esfera de la salvación divina y la esfera mun­ dana de la perdición, de tal manera que el fariseo o el judio se convierte en el tipo dei in­ crédulo.

3. a) Josefo, que según Vita 12, pretendia haber sido -él mismo- fariseo, nos ofrece informaciones más fidedignas que Ias de los Evangelios acerca de los fariseos. En su obra de historia, menciona por primera vez a los fariseos al describir la época de Jonatán (Ant XIII, 171ss). Según él, los fariseos, después de la escisión de los jasidim a mediados dei siglo II a.C., se organizaron primeramente como un grupo con intensa orientación política, que se oponía a la monarquia sacra de los asmoneos. Su influencia fue creciendo des­ de la época de Salomé Alejandra (76-67 a.C.). Por lo que se nos dice en Ant XIV, 41, podemos sospechar que los fariseos, en la intervención de Pompeyo en los destinos dei Estado judio, vieron unjusto juicio de Dios y, por lo mismo, no rechazaron la dominación extranjera ejercida por los romanos. Tampoco se opusieron por principio al reinado de Herodes (40-4 a.C.), que sólo erajudio «a medias» (cf. Ant XIV, 172ss; XV, 3). Desde luego, algunos fariseos se alzaron contra el águila fíjada en el templo como signo dei poder (idivino?) de Herodes (Bell I, 648ss; Ant XVII, 149ss). Evidentemente, los fariseos se preocupaban más que nada por la santificación dei nombre de Dios (cf. Ap n, 171 y 192) y por apartarse de to­ do lo que no fuera santo. A esto alude también su nombre (fl>aQiaatoi / p ‘rüsim, «separados»), que en lábios de sus enemigos tenía la connotación negativa de «separatistas». Según Ant XVII, 41, los fariseos se sentían orgullosos de su conocimiento minucioso de Ias leyes de los padres y se gloriaban de su observância de la ley; según Bell n, 162, eran considerados como los intérpretes

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«tagioaioç

más minuciosos de Ias leyes, entre Ias que ellos no contaban sólo a la Torá escrita, sino también a la Torá oral, la tradición recibida de los padres; porque, según Ant XIII, 297, ellos «conservaron muchos mandamientos que no habían quedado consignados por escrito en Ias leyes de Moisés». Puesto que a los fariseos lo que les interesaba era hacer posible al hombre, con ayuda de la Torá oral, el cumplimiento de la Torá en la situación concreta de su vida y, con ello, la consecución de la salvación, se los consideraba como muy amis­ tosos y, a consecuencia de ello, «tenían de su par­ te a la gran masa dei pueblo» (Ant XIII, 298, cf. 288 y 401s) -sobre todo, probablemente, a la población urbana de clase media, que se hallaba re­ lativamente abierta a lo nuevo-, Sín embargo, los fariseos no sólo desarrollaron ulteriormente la ley religiosa mediante multitud de preceptos actualizadores, sino que además introdujeron novedades en la escatología: creían en la resurrección de los buenos y en un castigo eter­ no para los maios (Bell II, 163; Ant XVIII, 14). Con ello acentuaron la decisión ética que debía adoptar el hombre, una decisión que, según Bell II, 162; Ant XVIII, 13s, ellos consideraban como consecuencia de una cooperación entre la Provi­ dencia de Dios y la hbertad humana. De gran im­ portância era la vida en común de esa alpsaiç, a la que Josefo menciona elogiosamente en Bell II, 166. Según Ant XVII, 42 había más de 6000 fariseos en tiempos de Herodes. b) Los escritos rabínicos no nos proporcionan informaciones seguras sobre los fariseos antes de la destrucción dei templo. En esos escritos los fa­ riseos aparecen como una tendencia que se preocupaba principalmente de la santificación de toda la vida. Con este fin ponían multitud de preceptos (la Torá oral) como vallado en tomo a la Torá es­ crita, a fin de preservar a los fieles de Ias trasgresiones de los mandamientos y también para faci­ litar al hombre medio el acceso a la salvación (cf. Abot 1, 1; 3, 3; bRH 16b.17a). Gracias a ello, los escribas, como portadores de la tradición oral, adquirieron gran importância. A causa de su interpretación de la ley, orientada hacia lo que era humanamente posible, los fariseos se ganaron de los gmpos apocalípticos la acusación de estar dispuestos al compromiso y de ser hipócritas (cf. 4QpNah 1, 2; CD 1, 11-19 y passim. Como demuestran los enunciados acerca de los siete fari­ seos en jBer 9, 14b (cf. jSot 5, 20c), los fariseos eran conscientes de sus propias debilidades. De bBek 30b; jDem 2, 2; TosDem 2, 2 puede sacarse la conclusión de que los fariseos hacían vida común en cofradías que tenían la forma de

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comuniones de mesa con comidas en común y tiempos fijos seüalados para la oración. El que queria pertenecer a una de esas cofradías, tenía que comprometerse a la entrega habitual dei diezmo y a la práctica de la pureza levítica, y debía pasar además por un tiempo de pmeba. A diferen­ cia de la comunidad de Qumrán, Ias hermandades farisaicas no pretendían la exclusividad, sino que mantenían su creencia en la unidad dei pueblo (cf San 10, 1). Consideraban que su tarea consis­ tia en conseguir muchos discipulos y, mediante el esmdio en común de la Torá, edificar de tal manera a Israel, que pudiera cumplir el encargo de su elección que, según Is 60, 3, consistia en ser luz dei mundo (cf. Abot 1, 1; Abot R. Natán 1, 3; bBer 63, b). Aguardaban para el futuro la venida dei Mesias, la cual, según jTaa 1, 64a (cf. bSab 118b), se prepara mediante la obediência a la ley, y aguardaban también la resurrección de los muertos (cf. San 10, 1-3; bSan 98a). 4. Puesto que Ias tres fuentes principales mencionadas para conocer quiénes eran los fariseos, no se redactaron sino después dei ano 70 p.C., resulta muy difícil responder a la pregunta sobre cuáles fueron Ias relaciones de Jesús con los fariseos. Si se utilizan crítica­ mente esas fuentes, se observan puntos de contacto entre Jesús y los fariseos (a) y tam­ bién diferencias (b): a) También a Jesús le interesaba congregar a todo el pueblo de Israel (cf. Lc 7, 22 par.; 13, 34 par.), y no sólo a un resto santo. Con este fin Jesús consiguió discípulos, a los que hizo partícipes de su misión, y a quienes dio regias para la vida en común y les ensenó oraciones (cf. Mc 3, 14 par.; 10, 42ss par.; Mt 6, 9ss par.). La santificación dei nombre de Dios mediante la observância de la voluntad de Dios fue una de Ias finalidades esenciales de la predicación de Jesús (cf. Mt 6, 9s par.; Mc 3, 35 par.; 12, 28ss par.). Parece que él contaba con la resurrección de los muertos (cf. Mc 12, 18ss par.). b) La conducta y la predicación de Jesús estaban determinadas primariamente por la cer­ cania dei reino de Dios. Por eso, el elemento profético-escatológico predominaba en su predicación: la preparación para la venida de

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OagiaaToç - tpáxvT]

Dios es el mandamiento más apremiante de la hora. Este llamamiento iba dirigido indistintamente a todos en Israel, y cuestionaba la esca­ la de valores a la sazón existente (cf. Lc 7, 36ss; 14, 16ss; 15, llss; 18, lOss). Por consiguiente, a los fariseos tuvo que parecerles es­ pecialmente escandalosa la conducta de Je­ sus, que se caracterizaba por el menosprecio de los preceptos de la pureza ritual y dei diezmo y por su atención solícita a los publicanos y pecadores (cf. Mc 2, 15ss par.; 7, 15 par.; Mt 11, 19 par.). Pero, teniendo en cuenta Ias circunstancias de poder a la sazón existentes, los fariseos no pueden considerarse como los instigadores de la muerte de Jesús. 5. En Ias cartas de Pablo tenemos el testimonio autêntico de un fariseo. Según él, el fariseo se caracterizaba por su actitud ante la ley, una actitud que adoptaba la forma dei ce­ io por el cumpUmiento irreprochable de la Torá escrita y de la Torá oral (cf. Flp 3, 5s; Gál 1, 14). Pablo se mostro además, por su actividad como perseguidor, como una persona mo­ vida por un ceio especial. Es verdad que su conversión la describe Pablo como oposición radical -basada en la antítesis entre la justicia por la fe y la justicia por Ias obras- a su condición de fariseo (Flp 3, 7ss). Pero, incluso como apóstol cristiano, Pablo sigue estando determinado por su pasado farisaico en su ac­ titud hacia su pueblo (cf. Rom 9, Iss; 11, 25s) y hacia los romanos (cf. 13, Iss), en su reconocimiento de la Escritura como la fuente de la revelación divina, en su empeno por la rec­ ta interpretación de la Escritura y en su afírmación dei permanente carácter obligatorio de la Torá como expresión de la voluntad de Dios (cf. 7, 12ss; 9, 6ss; 13, 8ss), y también en su actitud reservada ante los fenômenos extáticos (cf. 1 Cor 14, lss.l9). G. Baumbach

<paQ|iia>CCÍa, aç,

pharmakeia hechicería, magia* En el catálogo de vicios en Gál 5, 20. En Ap 18, 23 se habla de la hechicería de «Babilô­

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nia», por la que «todos los pueblos fueron seducidos». Ap 9, 21 A al ((pa0[xax8Ícov en lu­ gar de qiappáxcov); GNTCom sub loco. (paQ fiaxE liç, étoç, Ó pharmakeus mezclador de venenos, hechicero Ap 21, 8 Textus Receptus en lugar de q)aQp,axóç.

(págjiaxov, ou, TÓ pharmakon

veneno, poción mágica* Ap 9, 21: Los hombres «no se arrepintieron de sus homicidios ni de sus pociones mágicas ni de su inmoralidad». Bauer, Wõrterbuch, í.v. 2.

cpaQjiiaxoç, oü, ó pharmakos hechicero* El plural aparece en Ap 21, 8 y en 22, 15 en catálogos de vicios.

(páaiç, EtOÇ, 1^phasis

noticia, aviso* Hech 21, 31: àvé|3q qpáoiç tcõ xtJtiáQxq) OTi, «llegó al comandante (allá arriba, es decir, hasta la Torre Antonia) la noticia de que...».

(páoxo) phaskõ

afirmar, asegurar* Se construye con infinitivo con el sujeto dei mismo en acusativo, en Hech 24, 9; 25, 19. En una afirmación que se refiere a la propia persona (es decir, al sujeto), se halla, después dei participio en nominativo, el infinitivo con su predicado nominal también en nominativo: cpáoxovxeç eivai aocpoí, «asegurando que eran sábios (se convirtieron en necios)» (Rom 1, 22 ) .

(p a rv i], ijç , q phatne pesebre* En Lc 2, 7.12.16: Iv (xfj) cpáxvx], «en el pe­ sebre», dícese de Jesús que, después de nacer, fue recostado en un pesebre para animales. En 13, 15 dícese dei buey y dei asno a los que se desata «dei pesebre» para Uevarlos a beber. ThWNT IX, 51-57.

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qjauXoç - qpÉgü)

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q )tt€ ^o ç, 3 phaulos maio, malvado* En sentido moral qjatiÀoç aparece en Rom 9, 11 (JtQáoaeiv t i ãyallòv f] cpafiXov); Jn 3, 20 y 5, 29 ([tà] cpat3>ta JtQÓooEiv); Sant 3, 16 (rcQãYp.a); Tit 2, 8 (ptiôèv ê^wv lÀyziv Jtepl f|p.óõv (jpaüÀov, no teniendo nada maio que decir sobre nosotros»). En 2 Cor 5, 10 lo de EÍXE aYcr&òv e ít e tpaOXov dificilmente se referirá a «recompensa o castigo» en el juicio (en contra de Bauer, Wõrterbuch, í .v. 2), sino más bien a lo que el hombre ha hecho en su vida terrena (cf. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco). Trench, Synonyma, 205s; DTNTIII, 22s.

«El sol se oscurecerá y la luna no dará ya su resplandor». Con ello se anuncian Ias tinieblas que se producirán, cuando se prive al mundo de la luz de Dios, que se concede en el resplandor dei sol y de la luna. En el fondo se hallan motivos dei «día dei juicio» (según Is 34, 4; Joel 2, lOs; 3, 4; 4, 15s) y dei «día de Ias tinieblas» (según Sof 1, 15). El oscurecimiento dei sol, la extinción de la luna y la caí­ da de Ias estrellas desde el cielo son metáfo­ ras dei juicio, que han de ilustrar la dimensión cósmica de la parusía de Cristo. Cf., a propó­ sito, A. Vogtle, Das N T und die Zukunft des Kosmos, Düsseldorf 1970, 28-31. 67-71: F. Hahn, en FS Vogtle, 240-266.

(péyyoç, o u ç , t ó pheggos resplandor, luz*

P.-G. Müller

B ib l.: Ch. Mugler, D ictio n naire historique de la term inologie o ptique d es G recs, Paris 1964, 425-428.

1. qpÉYYOç aparece desde Homero con el sentido indicado. En la LXX (péyyoç se encuentra 24 veces y designa frecuentemente el resplandor, la luz y el deslumbramiento que producido por la manifestación dei Senor, es­ pecialmente por el rostro dei Senor. Cf. 2 Re 22, 13: «Dei fulgor ante él brotaron granizo y carbones encendidos». Pero también el justo piadoso resplandece de esta manera; cf. 2 Re 23, 4: «El que reina con justicia, el soberano lleno de temor de Dios, es como la luz matu­ tina al salir el sol en una maííana sin nubes». Cf. además Job 3, 4; 22, 28; 38, 12; 41, 10; además Sab 7, 10; Os 7, 6; Am 5, 20; 2 Mac 12, 9. El término aparece cinco veces en la visión de vocación de Ez 1, y también en Ez 10, 4 («El atrio quedo inundado por el resplandor de la gloria dei Senor»); 43, 2 («Y vi que la gloria dei Dios de Israel llegaba dei este; la tierra se llenó de su resplandor»). Parece que este uso de los conceptos en Ezequiel (y en Sab 7, 10) constituye el trasfondo para su utilización en los dos únicos pasajes dei NT que son sinópticamente idênticos ( ^ 2). 2. En el marco dei discurso sobre la segun­ da venida dei Hijo dei hombre (Mc 13,24 par. Mt 24, 49) se ha insertado la cita de Is 13, 10:

cp£ÍÔO^.ai pheidomai (deponente de la voz media) ahorrar, tener consideración, perdonar; renunciar a algo* Con objeto de la acción verbal en genitivo en 1 Cor 7, 28 {«desearía ahorraros esos pro­ blemas»); 2 Cor 1, 23 ( c p E i ô ó p s v o ç úpcõv). Es frecuente el uso dei verbo con una negación («no perdonar»): Hech 20, 29; Rom 8, 32; 11, 21a.b; 2 Cor 13, 2; 2 Pe 2, 4.5. - En 2 Cor 12, 6 hay que sobreentender un infinitivo ( toü H a u x ã o d a i ) como objeto de la acción verbal: «Renuncio a (gloriarme)». q)eiôo^,évcoç pheidomenõs (adv.) escasamente* El advérbio se ha formado dei participio q)eiôópevoç («el que es mezquino»), En 2 Cor 9, 6 el advérbio aparece una vez refiriéndose a o ttE íp c o , «sembrar», y otra vez a deQÍ^O), «cosechar».

cpÉQO) pherõ llevar (arrastrar), traer, conducir* B ib l.: R. Borig, D e r w a h re W einstock. U ntersuchungen zu Jo h 15, 1-10 (StA.NT 16), München 1967; J. A. Fitzmyer, The Use o f Agein an d Pherein in the S ynoptic G ospels, en F S G ingrich, 147-160; K. WeiB,

cpépo), en ThWNT IX, 57-61; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289.

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qíEQCO

1. De Ias 66 veces que aparece el verbo en el NT, 50 correspondeu a los Evangelios y al libro de Hechos. Dentro de los Evangelios sinópticos (donde el verbo aparece 19 veces), qDÉQCO es un término preferido claramente por Marcos (15 testimonios); Mateo sustituye en cuatro casos qséQCO (JtQÓç) por -> jtQooq)ÉQCo (8, 16; 9, 2; 17, 16; 22, 19; cf. Fitzmyer, 150ss). 2. a) Lc 23, 26, a diferencia de Mc 15, 21 / Mt 27, 32 (aÍQCo) / Jn 19,17 (Paotá^co), presenta a Simón de Cirene cargando con el pe­ so de la cruz «detrás de Jesús» (cf. Plutarco, Mor. 554A; frente a los otros textos, se acentúa más intensamente la connotación dei movimiento dei llevar adelante la cruz que la dei hacerse cargo de un peso). Con ello Lc 14, 27 hace que Simón de Cirene sea el primer discí­ pulo (->• p-aOriTTiç 4.c) que carga sobre sí la cruz y va en pos de Jesús. En sentido figura­ do, el verbo significa en Heb 13, 13 que se aceptan sobre sí los sufrimientos de Jesús: «Carguemos con su oprobio» (cf. Ez 34, 29; 36, 6). En relación con otros objetos, el verbo sig­ nifica; traer (consigo): Mc 6, 27s par. Mt 14, 11 (bis) la cabeza de Juan el Bautista (cf. EstR 1, 19.21 [Billerbeck I, 683]; Diógenes Laercio IX, 58; Apiano BellCiv IV, 20, 81); Mc 11, 2.7 a diferencia de Mt 21, 2.7 / Lc 19, 30.35 (-V à y (0 2) el borrico; Lc 15, 23: «\Traed el temero cebado!»; 24, 1: «(Las mujeres) traían los aromas que habían preparado» (cf. también Jn 19, 39); 2 Tim 4, 13; «\Tráeme la capa!»; cf. además Jn 2, 8 (bis); 4, 33: «í,Le habrá traído alguien de comer?»; Hech 4, 34.37; 5, 2; de las ofrendas que los sacerdotes «llevan a las puertas de la ciudad», 14, 13, una expresión que se encuentra especialmente en la LXX (así piensa WeiB 58, 24ss); 1 Pe 1, 13: la gracia «que se os traerá en la parusía (->■ àjtoMáXntjJiç 4)». Según Mc 12, 15s a diferencia de Mt 22,19 (èjtiÔELXvufii / Lc 20, 24 {->■ òeíxvnpi 2), Je­ sús hace que le den un denario; en Mt 14, 18 Jesús encarga a sus discípulos: «\Traedlos aqui (los cinco panes y los dos peces)!» (cf.

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Jn 21, 10). Jesús ordena a Tomás en Jn 20, 27: «Pon aqui tu dedo... y extiende tu mano...!» En Ap 21, 24 los reyes de la tierra traen su ^ ôó^a (2), y en 21, 26 las naciones traen su òó^a y Tip,T| a la Jerusalén celestial (alusión a Is 60, 3.5.11; cf. Sal 67, 30 LXX; 71, lOs LXX) y hacen entrega de ellas. b) El verbo cpÉQto aparece con frecuencia en la exposición de milagros de curación: las personas traen o trasportan enfermos y posesos (Mc 1, 32; 2, 3 par. Lc 5, 18 / Mt 9, 2; 7, 32 a diferencia de Mt 15, 30; 9, 17.19s. par Mt 17, 16s; cf. Hech 5, 16) y conducen ciegos (Mc 8, 22) a Jesús, para que él los cure. A Jesús mismo le llevan al Gólgota (Mc 15, 22). - Jn 21, 18 refunde posiblemente un provér­ bio (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes^^ [KEK], sub loco), que se reinterpreta como referido al martirio de Pedro; «Du­ rante la juventud... tú vas adonde quieres; pero, cuando seas mayor, ...otro te llevará a donde no quieras» (sobre el martirio cf. el v. 19). En la voz pasiva, Hech 27, 15.17; Los na­ vegantes se dejan impulsar por el viento, que en 2, 2 se describe -a su vez- como tpsQOqévT) jtvoT] P iaía, como «viento impetuoso que soplaba (= que era llevado)» (cf. Tolom e o , Apotel. I, 11, 3 [ o í q } E p ó |x e v o i â v E |i o i ] ; Is 64, 5). En 2 Pe 1, 17s se menciona la voz que «vino dei cielo» en la Trasfiguración de Jesús (Mc 9, 7 par. Lc 9, 35; è y é v E T o ) . En sentido figurado en 2 Pe 1, 21b, en contraste con el V . 21a (—> g); los profetas no hablaron por su propia voluntad, sino que «impulsados [Hteralmente: llevados] por el Espíritu Santo (cf. Job 17, 1 LXX) hablaron de parte de Dios». Heb 6, 1 emplea una expresión estereotipa­ da que se encuentra también en Eurípides, Andr 392s (àXXà tf]V âqxfiv àqpELç itQÒç xi^v TEkeuTTiv... (pÉQT]): «Por tanto, abandonemos (ct(pÍT][xi) el comienzo (ciQXtí) de la doctrina de Cristo y volvámonos (qpEQtóiiE^a) a la tekeióxT)ç)».

c) Mc 4, 8; Jn 12, 24; 15, 4s.8.16 emplean la imagen, que se encuentra también a menudo fuera dei NT (los testimonios en: Borig,

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q)EQ(o

84ss, 112ss, 162ss), de «producir [literalmen­ te: llevar] firuto» (xaçjtòv cpágco; cf. también ->■ xagjtocpoQÉm). Según Mc 4, 8, la semilla que cae en tierra fértil produce «el treinta, el sesenta y hasta el dento por uno» (es dedr, en una espiga se encuentran treinta, sesenta y den granos), mientras que la semilla que cae en el camino, en terreno pedregoso y entre cardos, no produce fruto. El contraste, inten­ sificado hiperbólicamente, de la parábola, que debe distinguirse primeramente de su «interpretación» en los vv. 14-20, quiere expresar que el êxito de la predicación de Jesus sobre­ puja con mucho -a l fin de cuentas- el fracaso, que a primera vista parece mayor. Jn 12, 24 menciona el ejemplo dei grano de trigo, que ha de deshacerse y morir para que «produzca [literalmente: Ueve] abundante fru­ to». Este ejemplo explica en priraer lugar la paradoja de la muerte de Jesús, por la cual pasa el camino que conduce a su glorificación (v. 23; cf. Bultmann, Das Evangelium des Johannes, sub loco; ->■ ôo^áÇco 3); luego expli­ ca también (v. 25 [(.redacción eclesial?]) la dialéctica dei seguimiento de los discípulos, una dialéctica según la cual la vida «se gana precisamente, cuando se entrega» (Bultmann, ibid.; Th. Baumeister, Die Anfãnge der Theologie des Martyriums [MBTh 45], Münster i. W. 1980, 150). En la metáfora de la verdadera vid, en Jn 15, 1-10 (cf. Borig, 237ss), la imagen de la cepa y de sus pámpanos se aplica a Ias rela­ ciones de Jesús con sus discípulos (v. 5), los cuales sólo podrán «producir [literalmente: llevar] fruto», si «permanecen» (->• pévco 3) en él. Pero esta metáfora no se analiza (sobre Ias sugerencias de interpretación cf. Borig, 231 s, quien personalmente la interpreta a par­ tir de los vv. 9s, entendiendo por «permane­ cer» la «observância de los mandamientos» [241]). Probablemente no se pretende inter­ pretar en absoluto el contenido de la metáfora; no se va más allá de lo que se dice, y lo único que se quiere asentar es la necesidad dei péveiv èv èpoí. Tan sólo en el v. 16 lo de «pro­ ducir fruto» se explica por el contexto, diciéndose que se trata dei aYotJtctv àXX.f|Àouç.

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d) En un contexto jurídico: traer una acusación o una incriminación o incluso un «juicio infamatorio» (Jn 18, 29; Hech 25, 18; 2 Pe 2, 11 [cf. Jds 9; ÈJtupéQtu]). Heb 9, 16 se refiere a una argumentación jurídica (cf., a propósito, F. Field, Notes on the Translation o f the NT, London 1899, 230): «Para que un testamento surta efecto, es necesario que se produzca [li­ teralmente; que sea aportada] la muerte dei testador (es decir que se aporten pruebas de esa muerte)» (cf. Demóstenes, Or 58, 22; Polibio XXXII, II, 2; Josefo, Bell VH, 33; Ant XX, 47; Plutarco, CatoMinor 19). e) Según Hech 12, 10, la puerta de hierro conduce a la ciudad (con este sentido geográ­ fico y local el verbo aparece también en De­ móstenes Or 47, 53; Jenofonte, Hist VII, 2, 7; Herodoto II, 122 y passim) f) En el sentido de soportar en Rom 9, 22: Dios no destruyó los «vasos de la ira» (Isra­ el), dispuestos para la àjt(úX.eia (->■ ànókXvpi 2), sino que los soportó èv JtoÀJifi paxgo«■upíçt (cf. Jer 51, 22 LXX); Heb 12, 20 muestra el mismo sentido, pero con el verbo acompanado de una negación. g) 2 Jn 10 refiriéndose a los contenidos de la ensenanza: «Si alguno viene a vosotros y no trae consigo TaÚTT)V Tf)v ôiôaxiív (es de­ cir, esta cristología, cf. el v. 7)» (cf. Píndaro, Pyth 38: A.óyov qpÉQco); 2 Pe 1, 21a: «de la voluntad humana no procedió jamás una pro­ fecia». h) En Heb 1, 3 (cf., a propósito, O. Michel, Der Brief an die HebrâeP [KEK], sub loco) la afirmación de que «(Cristo), con su podero­ sa palabra, sostiene el universo» enlaza con una expresión judia (en hebreo, sãbal; cf., por ejemplo, ExR 36, 4; «Dios sustenta su mun­ do»; Tg. Ps.Jon. sobre Dt 33, 27; cf. Billerbeck III, 673; Herm [s] 9,14, 5s: «El nombre dei Hijo... sustenta el mundo entero»; cf. tam­ bién Núm 11, 14; Dt 1, 9 refiriéndose a Moi­ sés [q)£QC0 TÒv X ab\ toõtov / úpãç]; Plutar­ co, Luc. 6, 3: qpÉQCo Tf)v JióÀiv) y expresa que Cristo ha obtenido el senorío sobre el univer­ so (cf. los vv. 3d.4). M. Wolter

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(pEvy(o - <3&fjXi|

cpei)Y(0 pheugõ huir, escapar; evitar* En los siguientes pasajes se piensa en la huida propiamente tal: Mc 5, 14 par. Mt 8, 33 / Lc 8, 34; Mc 13, 14 par. Mt 24, 16 / Lc 21, 21; Mc 14, 50 par. Mt 26, 56 (todos los discí­ pulos); Mc 14, 52 (el discípulo); 16, 8 (Ias mujeres); Mt 2, 13 y 10, 23 en sentido impe­ rativo (con £Lç); Jn 10, 5.12; Hech 7, 29; 27, 30; Sant 4, 7; Ap 9, 6; 12, 6. De escapeir en otros sentidos {eludir) hablan: Mt 3, 7 par. Lc 3, 7 (dei futuro juicio de ira); Mt 23, 33 (dei juicio dei infiemo); Heb 11, 34 (de la espada). Los siguientes pasajes se refieren al terreno ético {evitar)', con objeto de cosa en aeusativo, en 1 Cor 6, 18 (la JtogvEÍa); 1 Tim 6, 11 (xabra); 2 Tim 2, 22 (Ias pasiones juveniles: lo opuesto a qpeÚYCo es ôicoxco), y con àjtó xivoç en 1 Cor 10, 14 {abstenerse de la idola­ tria). En Ap 16, 20 (pEiJYCO debe traducirse por desvanecerse (refiriéndose a «toda isla»), y también probablemente en 20, 11 (refiriéndo­ se al «cielo y la tierra»; pero aqui podría tra­ ducirse también por huir).

ixoç Phelix Félix* E. Haenchen, D ie A p ostelgeschichte (KEK), Gõttingen ^1977, 623ss; P. von Rohden, A n to n iu s (54): en Pauly-Wissowa I, 2616-2618; Schürer I, 571-578 (bibl.); E. M. Smallwood, The Jew s u nder R om an R ule (SJLA 20), Leiden 1976, 266ss; R. D. Sullivan, The D y n a sty o f Ju d a ea in th e F irst C entury, en ANRW II/8, Berlin 1977, 296-354, especialmente 330s. B ibl.:

1. (Marco) Antonio Félix, el procurador de Judea ante el cual, según Hech 23-24, tuvo que com­ parecer Pablo (23, 24.26; 24, 3.22.24.25.27 [bis]; 25, 14) era un liberto de Antonia, la madre dei emperador Cláudio, la cual era hija de Marco An­ tonio (de ahí el nomen y el praenomerr, cf. Sulli­ van). El tiempo en que Félix desempenó su cargo -nombramiento por Cláudio: 52/53 p.C.; antes había sido jefe de cohorte y capitán de tropas aliadas (Suetonio, Claud. 28; sobre su actividad anterior en Judea, referida unicamente por Tácito, Ann Xn, 54, cf. Smallwood, 266s nota 32)- estuvo ca­ racterizado por graves alborotos internos (fuentes: Josefo, Ant XX, 160-181; Bell H, 252-270). Y, así, se produce durante esta época una intensificación dei movimiento de los zelotas, la aparición de los

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sicarios (ocasión que Félix aprovecha, según Ant XX, 162-164, para hacer que dieran muerte al su­ mo sacerdote Jonatán, quien había intercedido an­ te Cláudio en favor de su nombramiento, pero a quien ahora censura por el desempenó de su car­ go), la aparición de un profeta egípcio (cf. Hech 21, 38) y otros alborotos, mitad de carácter políti­ co, mitad de carácter delictivo. Los historiadores antiguos culpan a Félix de ser también responsable de esta marcha de los acontecimientos. Tácito, Hist V, 9 ofrece en síntesis el siguiente juicio sobre Félix; «per omnem saevitiam ac libidinem ius regium servili ingenio exercuit» (cf. también Ann XII, 54: «cuncta malefacta sibi impune ratus tanta potentia subnixo»; el hecho de que Tértulo le agradezca, en Hech 24, 2, su labor en favor de «la paz y Ias reformas», no es más que captatio benevolentiae). Según Suetonio, Claud. 28, Félix estuvo casa­ do con tres reinas: Drusila, hija de Herodes Agripa I, y Drusila (?, posiblemente hubo una confusión en cuanto al nombre), nieta de Marco Anto­ nio y de Cleopatra (Tácito, Hist V, 9); Ia tercera esposa es desconocida. Se discute la fecha en que Félix fue lltunado a Roma (lo más pronto fue el ano 55, lo más tarde el ano 60 p.C.; cf. A. Suhl, Paulus und seine Briefe, Gütersloh 1975, 333ss; H. Kõster, Einführung in das NT, Berlin 1980, 413s; Schürer 1, 577s). Según Josefo, Ant XX, 182, Félix, al llegar a Ro­ ma, fue acusado inmediatamente de haber come­ tido delitos en el desempenó de su cargo; pero no se le castigo gradas a la intercesión de su hermano Palas, que gozaba de gran influencia ante Ne2. Lucas no describe tan negativamente a Félix como lo hacen Tácito y Josefo, lo cual debe atribuirse al empeno de Lucas por hacer que aparezcan de la manera más tranquila posible Ias relaciones entre el cristianismo y Ias autoridades romanas. Además, Félix es para Lucas el segundo «de los cuatro grandes testigos de la inocência dei apóstol» (Haenchen, 634; después dei tribuno [Hech 23, 29] y an­ tes de Festo [25, 18s] y de Agripa II, [26, 3 Is]). En el caso de que Félix hubiera sentido algún interés de fondo por el mensaje de Pa­ blo (Haenchen, 633s), ese interés fue menor, desde luego, que la esperanza de sacar algún beneficio financiero dei cautiverio de Pablo (24, 26), como lo demuestra el retraso dei proceso y el hecho de que Félix, una vez ter-

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- cprpí

minado su mandato de gobiemo, no hubiera dejado en libertad a Pablo, que llevaba ya dos anos en prisión (24, 27 [bis]; 25, 14; sobre la visita que Félix, en companía de Drusila, hizo a Pablo [24.24s] AQOÚoiXÀa). M. Wolter cpriflT), HÇ, 1^ phêmê rumor, noticia* Se emplea juntamente con èÇfjÀflEV para referirse a Ias noticias que se fueron esparciendo sobre Jesús (Lucas) y sobre su actividad (Mateo). Mt 9, 26 lo dice así al fined dei relato de un milagro (a diferencia de Marcos); Lc 4, 14b, al comienzo de la actividad de Je­ sús en Galilea (a diferencia de Marcos). (p tm í phêmi decir, expresar, afirmar* 1. Aparición en el NT - 2. Empleo - 3. Significado. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, en el índice analítico í .v. qpávat; R. Bultmann, D e r S til d e r p a u lin isc h e n P re d ig t (FRLANT 13), Gõttingen 1910; H. Fournier, L es verbes «dire» en grec ancien (Collection Linguistique 51), Paris 1946; Kühner, G ram m atik II, 353; Liddell-Scott, í .v.; J. J. 0 ’Rourke, The C onstruction w ith a Verb o f Sa yin g as an Indication o fS o u rc e s in Luke: NTS 21 (1974-1975) 421-423.

1. En el NT aparecen Ias siguientes formas dei verbo cpávai; a) Êqiq se encuentra 14 veces en Mateo, 6 en Marcos, 7 en Lucas, 2 en Juan, 14 en Hechos; aparece además como v.l. en Mt 13, 29; 19, 18b; Jn 9, 36; Hech 2, 38; 25, 22a; b) (priaLv se encuentra 2 veces en Mateo, 1 en Lucas, 1 en Juan, 11 en Hechos, y 1 vez (en cada una) en 1 Corintios, 2 Corintios y Hebreos; aparece además como v.l. en Mt 19, 18a y posiblemente en Hech 2, 38; c) qiT)[j,L se encuentra 4 veces en 1 Corin­ tios; d) (paoív se encuentra 1 vez en Rom 8, 3 y como v.l. en 2 Cor 10, 10. En total, el verbo cpT)p.í aparece 66 veces. 2. Como introducción para el discurso di­ recto, Ecpti puede preceder o seguir a su sujeto (Mc 10, 29 y passim). La persona a la que

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se dirige el verbo va en dativo (Mt 4, 7; 17, 26; 19, 21; 21, 27; 25, 21.23; 26, 34; 27, 65; Mc 9, 38; 12, 24) o en acusativo con Jtpóç (Lc 22, 70b; Hech 2, 38 v.l.; 10, 28; 16, 37; 26, 1). Frecuentemente la frase aparece en forma abreviada con el verbo y ôé adversativo o copulativo (Mc 9, 12; 10, 20; 14, 29; Mt 13, 28.29 v.l.; 19, 18b v.l.; 22, 37; 27, 11.23; Lc 22, 58b; Hech 7, 2; 21, 37; 22, 27.28; 26, 32; Jn 9, 38). xé aparece en lugar de ôé en Hech 10, 28; 23, 5, o también x a í en 10, 30. Sobre todo Lucas se inclina a ampliar la frase con un participio que especifique más el sen­ tido (Lc 7, 44; 15, 17; 22, 58a; 23, 3.40; Hech 16, 30; 17, 22; 23,17; además Mt 8, 8). En Mt 26, 61 unos testigos citan falsamente con oúToç éqjT] Ias palabras de Jesús acerca dei tem­ plo. El simple 8tpT] en Jn 1, 23 no cita, porque el Bautista es el sujeto. Eqjtl, lo mismo que el latín inquit, se encuentra como inciso en Hech 23, 35; Jn 9, 36 v.l. El verbo se halla en forma elíptica en Hech 2, 38; 25, 22a v.l. y 26, 28. EqtT] no se toma nunca de una fuente, sino que es un recurso estilístico libre y redaccional. Con ó Ôé se halla qpqoív al principio de la frase en Mt 13, 29; en Mt 14, 8 se encuentra como inciso, y se halla pospuesto en Mt 19, 18a v.l.; Lc 7 ,40b. Aparece también un q)T)otv inciso en Hech 25, 5.22b; 26, 25; con sujeto indeterminado en 1 Cor 6, 16 (cita de Gén 2, 24 LXX), Heb 8, 5 (cita de Ex 25, 40 LXX), 2 Cor 10, 10 (se refiere a la acusación dirigi­ da contra Pablo). Un x a l (pijoív introductorio aparece en Hech 8, 36; 10, 31; 22, 2; 23, 18; 25, 24; Jn 18,29. Combinaciones: con partici­ pio en Hech 19, 35; con genitivo absoluto y dativo de modo en 26, 24. Según GNTCom 300s, su aparición es discutida en Hech 2, 38. En Rom 3, 8; 2 Cor 10, 10 (v.l.), qpaoív recoge afirmaciones calumniosas. Pablo utiliza q)Tip,í en 1 Cor 7, 29; 10, 15.19; 15, 50 para formular doctrina e instrucción apostólica de carácter autoritativo (cf. J. WeiB, Der erste B rief an die Korinther [KEK], sobre 7, 29; 15, 50). 3. Enraizado en el lenguaje mántico y pro­ fético (cf. H. Krámer, en ThWNT VI, 783),

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cpT][xí - ( p d á v o )

(jpTi[iL conserva su carácter original como expresión subjetiva y anuncio autoritativo y manifestativo, pero únicamente cuando se emplea de manera cualificada. En su uso formal, cuando introduce declaraciones directas, el verbo pierde su relieve y se convierte en simple fórmula. Los autores dei NT se atienen en todo ello a los recursos estilísticos y literários dei lenguaje coloquial de su época. Filón y Epicteto, entre otros, ofrecen los correspondientes paralelos. Incluso en Ias palabras de Jesús aparece el uso debilitado de cpripí por su alternancia con Xéyco, pero más todavia por el hecho de que la sentencia introducida contenga en sí misma los elementos afirmati­ vos (como, por ejemplo, àpifiv Xéyoi up-iv, ->• àpf|v 4). V. Hasler

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B ibl.: E. Best, A C om m entary on the F irst a n d Sec o n d E p istle to the T hessa lo n ia n s (BNTC), London 1972, 109-123; Ch. Demke, Theologie und Literaturk ritik im 1 Thess, en F S F uchs, 103-124; G. Fitzer, (p-dávo), en ThWNT IX, 90-94; E. GrãBer, Zum Verstandnis d e r G ottesherrschaft: ZNW 65 (1974) 3-26; N. Hyldahl, A ufersteh u n g C hristi - A ufersteh u n g d er Toten, en S. Pedersen (ed.), D ie p a u lin isch e L iteratur im d T heologie, Aarhus-Gõttingen 1980, 119-135; W. G. KUmmel, Verheifiung un d E ifU llung (AThANT 6), Zürich ^1956, 98-101; W. Marxsen, A usleg u n g von I T h ess 4, 13-18: ZThK 66 (1969) 22-37; O. Michel, F ra g e n zu 1 T h ess 2, 14-16, en W. Eckert y otros (eds.), A n tiju d a ism u s im N T ?, München 1967 , 50-59; G. E. Okeke, 1 Thess 2, 13-16: The F ate o f the Unhelieving Jew s: NTS 27 (1980-1981) 127-136; B. A. Pearson, 1 Thess 2, 13-16: A D eutero-P auline Interpolation: HThR 64 (1971) 79-94; W. Schmithals, D ie T h e ssa lo n ic h e rb rie fe a is B rie fk o m p o sitio n , en F S B ultm ann , 1964, 296-315.

1. El verbo aparece 7 veces en el NT: Mt 12, 28 par. Lc 11, 20 (Q); Rom 9, 31; 2 Cor 10,14; R p 3, 16; 1 Tes 2, 16; 4, 15.

tp^ávft» phthano alcanzar, anticiparse, llegar*

2. Mt 12, 28 par. Lc 11, 20: la comunidad de Q entendia Ias curaciones exorcísticas de Jesús como irrupciones aisladas -antes de que llegara el fin—dei poder soberano de Dios en la generación plagada de demonios. En la actividad taumatúrgica de Jesús, como el desig­ nado Hijo de Dios, henchido por el Espíritu Santo (no como cualquier profeta dei fin de los tiempos), la mano de Dios (el «dedo de Dios», Ex 8, 15; 31, 18) visitaba al pueblo. Con ello no se había iniciado ya el reino ce­ lestial de Dios, anunciado como cercano por Jesús (fÍYYiitev, Mt 10, 7; Mc 1,15; Lc 10, 9). Tan sólo el poder de Jesús sobre los demonios llegaba ante los ojos de sus adversários (è’q)OaoEV, en aoristo, y èjií con acusativo). Mateo recoge aqui (cf. 19, 24; 21, 31.43) de Q la formulación paoi)t£Ía t o ü fleoü, porque entiende a Jesús como Enmanuel, como el «Dios con nosotros» (1, 23), que trató en vano de imponer su dominio en Israel. Para Lu­ cas los milagros exorcísticos significan epifanías clementes de la Providencia en el tiempo salvífico de la actividad terrena de Jesús (cf. Lc 10, 18; 17, 21).

1. Aparición en el NT - 2. La tradición acerca de Je­ sús - 3. Pablo.

3. Pablo se lamenta en Rom 9, 31 de que Is­ rael, a pesar de haberse revelado la justicia

tpim íÇ b) phêm izõ difundir por medio de rumores

El verbo (en voz pasiva) se halla en varian­ tes textuales de Mt 28, 15 (Sin al) y de Hech 13, 43 (E al).

4>tj(rtoç, ov PhSstos Festo nÓQXioç, ou Porkios Porcio* Festo sucedió a Félix (-»• fiX,L^) como gobemador romano de Palestina. No sabemos exactamente cuándo empezó a ejercer su car­ go y cuándo dejó de hacerlo. Bajo su manda­ to, el proceso contra Pablo se llevó al tribunal imperial de Roma. IIÓQXioç (Porcius) es el nombre de familia de Festo (pertenecía a la gens Porcia). En el NT se le menciona con el nombre de «FfjOTOç; Hech 24, 27; nueve veces en 25, 1-24; 26, 24.25.32. Schürer I, 579582; Wikenhauser, Geschichtswert, 354-358; LThK rv, 101; BHH I, 479.

(p-ftávü) - tp^eÍQü)

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que es por la fe, siga buscando una supuesta justícia por Ias obras. Israel desconoce así la tarea de la Torá, que era una tarea limitada dentro de la historia de la salvación (Rom 10, 2-4; Gál 3, 22-25), y no alcanza con ello la finalidad de la ley. En 2 Cor 10, 14 Pablo defiende su actividad misionera, que se extiende hasta Corinto, y se gloria de no haber sobrepasado el campo de actividad que Dios le había asignado. Pero sus adversários se enorgullecen de su propio ceio misionero, que es irrefrenado y no reconoce limitaciones. Los «perfectos» en Filipos tienden entusiastica­ mente a un estado superior de fe, que no se li­ mite simplemente a una comunión de sufrimientos con el Crucificado. Por el contrario, Pablo en Flp 3, 16 exhorta a atenerse a su pro­ pio ejemplo y a contentarse con lo ya alcanzado. Con 1 Tes 2, 14 Pablo recurre a elementos tradicionales de la polêmica dei AT y de la po­ lêmica antijudía. Compara Ias persecuciones paganas con Ias persecuciones judias en Pa­ lestina, y afirma que a esos paganos y judios les «ha llegado» ya la escatológica «ira de Dios» (cf. 1, 10; TestLev 6, 11). En 1 Tes 4, 15ss, Pablo tranquiliza a sus lectores con una palabra apocalíptica dei Senor (cf. Mt 24, 30s) y les asegura que los que experimenten la parusla no se anticiparán a los miembros de la comunidad que hayan dormido antes (es decir, que hayan muerto). V. Hasler

(jp^fta^TÓÇ, 3 phthartos perecedero cpb-EÍQoa.

q)0 'ÉyYOM'tt*' phtheggomai hablar, procla­ mar* En sentido absoluto (en oposición a «callar») en Hech 4, 18. Con objeto de la acción verbal en acusativo (uJtégoYxa, «palabras arrogantes») en 2 Pe 2, 18. Dícese de la burra de Balaán, que habló «con voz humana», en 2, 16.

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CpdsÍQO) phtheirõ corromper* àq)'0'aQOÍ,a, aç, ^ aphtharsia carácter imperecedero* ãqp^O-agtoç, 2 aphthartos imperecedero* q5'0'agxóç, 3 phthartos perecedero* cp'ôoQá, ã ç , f) phthora corrupción* 1. Aparición y origen - 2. El verbo - a) En sentido propio - b) Como calificación dei mundo - 3. El gru­ po de palabras en referencia calificadora al mundo y a su futuro - a) En general - b) 1 Cor 15 - c) Expectaciones escatológicas en Pablo - d) Aspectos dei pre­ sente en la esfera postpaulina - 4. cp6opá como poder de destrucción en la Carta segunda de Pedro - 5. Uso htúrgico en 1 Tim 1, 17. Bibl.: G. Harder, cp^eÍQto m k . , en ThWNT IX, 94106; F. Merkel, en DTNT III, 336-339; D. Vetter, sljt, en DTMAT II, 1118-1123; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289.

1. En el NT, la aparición de este grupo de palabras se limita a la literatura epistolar y al Apocalipsis, aunque no se encuentra en Hebreos ni en Ias Cartas de Juan. La distribución más extensa la tiene el verbo (9 testimonios), que aparece en Efesios, Judas / Carta segunda de Pedro y Apocalipsis; tp^opó aparece el mismo número de veces, pero sólo en Pablo y en la Carta segunda de Pedro. Siete veces se halla atestiguada átp&aQOÍa (en Pablo, Efe­ sios y Pastorales) y otras tantas ãcp-ô-agtoç (en Pablo, Pastorales y Carta primera de Pe­ dro). Finalmente, cp'&aQTÓç se encuentra 6 veces, pero únicamente en Pablo y en la Car­ ta primera de Pedro. Es evidente que hay una distribueión característica en cuanto al uso de los términos. El grupo de palabras desempena un papel en la filosofia griega y en la religiosidad helenistica, en su intento por comprender la estructura óntica dei mundo; a partir de alli el uso de los términos influyó también en el judaísmo helenístico (cf. Harder, 96s, 100-103). El pensamiento apocalíptico judio, con su estricta diferenciación entre lo perecedero dei mundo actual y lo imperecedero dei futuro de Dios, influyó en el contenido dei vivisimo lenguaje teológico dei NT, especialmente de Pablo. 2. a) El verbo significa corromper, destruir. En sentido enteramente profano aparece en la

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c p d e íç o j

defensa de Pablo en 2 Cor 7, 2: «A nadie hicimos dano, a nadie arruinamos, a nadie explotamos»; en todo ello se piensa, evidentemen­ te, en el âmbito econômico. La cita de Menandro en 1 Cor 15, 33 (Thais; FAC III/B, Frgm. 218) habla de Ias relaciones corrupto­ ras. Pablo la aplica a Ias relaciones con los herejes. De un sentido parecido, pero formu­ lado con mayor encarecimiento, es lo que se dice en 2 Cor 11,3: Así como la serpiente en­ gano a Eva, así también los falsos apóstoles corrompeu la mente de los creyentes; la construcción con —>àjtó (2.b) parece indicar la acción de extraviar, mientras que el verbo mismo, como lo sugiere también el contexto, se refiere a la acción de seducir (cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. q)'&eípoo 2b; cf. también Tit 2, 7: èv xfí ôiô ao x aliía àcpHoQÍav). Las frases de Jds 10 y, influídas por ellas. Ias de 2 Pe 2, 12, se dirigen contra los herejes mismos: En vez de un conocimiento saludable, ellos, que se parecen a animales irracionales, tienen una manera de entender que los lleva a la ruina. 2 Pe 2, 12 explica la comparación mencionando el destino de los anima­ les para la captura y la destrucción (qj'0oQá), y la destrucción de los mismos (aútcõv se re­ fiere a los animales) se realza como imagen de lo que aguarda a los herejes. Se halla, sí, detrás de todo una referencia al destino escatológico, pero esa idea no predomina. La idea se confirma mediante el refuerzo plástico de la imagen en la Carta segunda de Pedro. El enunciado de 1 Cor 3, 17 puede entenderse primeramente como una advertência ge­ neral, en la que qpDsÍQto, en las dos partes de la frase, habla de la destrucción en el tiempo; Pablo entiende la primera parte metaforica­ mente (refiriéndose a la destrucción de la comunidad), y la segunda parte como una refe­ rencia al juicio escatológico de Dios (sobre la caracterización que hace Kasemann como «sentencia de derecho sagrado» [Ensayos exegéticos, Salamanca 1978, 248-250], cf. Bergen NTS 17 [1970-1971] 10-40, especial­ mente 31s). No aparece aqui una terminologia claramente marcada. Ap 19, 2 intensifica el significado de corromper: La ramera, que re­

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presenta al poder idolátrico dei mundo, ha llevado el mundo a la corrupción. b) Tan sólo en Ef 4, 22 el verbo se usa para calificar una condición dei mundo, a saber, la de estar encaminado a la destrucción. El «hombre viejo», dei que los bautizados deben despojarse, es un hombre perecedero, porque está sometido a las concupiscencias que le seducen. 3. a) Esta calificación dei mundo se expresa de manera más marcada en el uso de qjflaQTÓç y de qj^OQÓ. Ambos términos se emplean predominantemente en marcada antítesis con sus términos opuestos, que son âqpOaQTOç o à(p'&ap0 Ía. El término dcpOapxoç suele apa­ recer únicamente en correspondência con cp-baQxóç, y éste se encuentra únicamente en 1 Pe 1, 18 sin ir acompanado expresamente de su concepto antitético: a los médios de com­ pra que hay en el mundo, que son el oro y la plata, se los llama cosas perecederas, a las que se contrapone la sangre de Cristo. Pablo, en 1 Cor 9, 25, a la corona de victoria dei deportista la llama una corona perecedera, a la que él contrapone la corona imperecedera de la meta escatológica. En Rom 1, 23 establece un contraste entre el Dios imperecedera y el hombre perecedero, el cual, juntamente con los animales, ha sido convertido por la humanidad en objeto de adoración. Col 2, 22 demuestra lo perecedero (q)'&OQÓ) de los ali­ mentos por estar destinados al consumo, y se opone así a una valoración religiosa de los mismos. b) Las expresiones adquieren especial sig­ nificado en la dilucidación paulina de la realidad de la rcsurrección en 1 Cor 15, 42-54: q)'&aQxóç aparece dos veces (vv. 53s), (pOop á dos veces (vv. 42.50), àcp'&apoía cuatro veces (vv. 42.50.53s) y âq)'0'aQTOç una vez (v. 52). En todo ello los conceptos «positi­ vos» designan el âmbito de la realidad huma­ na presente, que es caüficada negativamente por su caducidad, caracter perecedero. En el V. 50 q p O o Q á se halla en paralelo con «carne y sangre», con lo cual se designa al hombre en su confinamiento terreno; los conceptos para-

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cp U eíç o t) — q p O ó v o ç

lelos de los vv. 43s (àxifxía, àaOéveia, aõi|j,a iJJUXLxóv) muestran la valoración negativa, la cual debe entenderse, desde luego, como una valoración meramente religiosa. Se contrapone a ello d carácter imperecedero, con el que se ponen en paralelo, en el v. 50, la PaoiX,eLa #EOü y, en los vv. 43s, ô ó |a , ôúvapiç y ocôjxa jtveupaxixóv (cf. Rom 2, 7; la gloria, el honor y la inmortalidad encuentran su me­ ta en la vida eterna). En estas frases e igual­ mente en los vv. 53s Pablo afirma, mediante Ias antítesis, la radical alteiidad de la realidad de la resurrección en comparación con la rea­ lidad terrena de la vida.; es una vida sin barreras; no es ya el vivir para la muerte de este mundo (cf. en los vv. 53s el contraste entre ■ôvTjxóç y àD avaoía). c) Según Rom 8, 21, la totalidad de la creación participará dei acontecimiento liberador que la desligará de estar sujeta al carácter perecedero y la llevará a la perfección escatológica de los hijos de Dios. Claro que el carác­ ter perecedero seguirá siendo una posibilidad definitiva dei hombre que se afinque en su creaturalidad, de la misma manera que aquel que se afinque en el Espíritu recibirá vida eterna, Gál 6, 8. d) En la literatura postpaulina se acentúa más intensamente el significado de lo impere­ cedero en la existência actual de los cristianos. Cristo Jesús, por medio dei evangelio, sacó a la luz «la vida y la inmortalidad», 2 Tim 1, 10. El nuevo nacimiento, por medio de la palabra de Dios viva y permanente, no nace de semilla perecedera sino de semilla imperecedera, 1 Pe 1, 23 (cf. v. 18), y tiene co­ mo su meta la herencia imperecedera de la salvación, reservada en el delo, 1 Pe 1, 4. Y, así, la «manera imperecedera dei espíritu apacible y sereno» (1 Pe 3, 4) caracteriza a la persona oculta dei corazón, es decir, «al espí­ ritu humano que lleva la impronta dei Espíri­ tu de Dios» (L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], 217), 1 Pe 3, 4. Aqui habrá que consi­ derar también el saludo final de Ef 6, 24; el saludo concluye la bendición con Ias palabras 8v âcpOaQOÍg, y se refiere, por tanto, a una XÓQLÇ incorruptible.

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4. En la Carta segunda de Pedro, la qiOoQá como corrupción (activa) desempena un im­ portante papel. Los cristianos serán partícipes de la naturaleza divina (en sentido escatológico, cf. K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe - Der Judasbrief[PÍThK\, 188s), porque han escapa­ do (participio de aoristo, referido al bautismo) de la corrupción que hay en el mundo moti­ vada por Ias pasiones, 1, 4. En contraste con ello, los seductores que proclaman libertad son esclavos de la corrupción, 2, 19; ôobÀoi y la oración siguiente muestran que se piensa en un poder que actúa en el presente. El uso metafórico en 2 Pe 2, 12 (influido por Jds 10) quedó expuesto ya anteriormente (-> 2.a). 5. Finalmente, los predicados que apareceu en 1 Tim 1, 17: «al Rey eterno, al imperece­ dero, invisible y único Dios», pertenecen al lenguaje litúrgico (judeo-cristiano) de im­ pronta helenística. T. Holtz
de fm de otono* En Jds 12 en una valoración metafórica de los falsos maestros: «árboles sin fruto dei tar­ dio otono» (junto a «nubes sin agua»). q jd ó y y o ç , o v , r phthoggos sonido, ruido, tono* Dícese dei sonido de la voz humana en Rom 10, 18 (Sal 18, 5 LXX). Del tono emitido por los instrumentos musicales en 1 Cor 14, 7. (pdoVEíO phthoneõ envidiar* En Gál 5, 26 en la parénesis: « íNo seáis vanidosos, provocándoos y envidiándoos unos a otros!». c p d ó v o ç , OD, ó phthonos envidia, mala

voluntad* En el catálogo de vicios en Rom 1, 29; Gál 5, 21 (en plural); 1 Tim 6, 4; 1 Pe 2, 1; cf. Tit 3, 3. En la expresión ôià cp'ôóvov, «por envi­ dia», Mc 15, 10 par. Mt 27, 18; Flp 1, 15.

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(pdóvog - qpiívaôeXqpía

En Sant 4, 5 la frase jtqòç qp^dóvov èm itoHet tò jtvexj[ia debe traducirse quizás por «él (Dios) anhela celosamente el Espíritu». Es posible también que xò 3iveüp,a sea el sujeto; cf. èmJtoUécü. A. Võgtle, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Münster i. W, 1936, 218-221; Spicq, Notes H, 919-921; P. Walcot, Envy and the Greeks. A Study on Human Behavior, Warminster 1978. (p d o Q á , ã ç ,

phthora corrupción, des-

trucción

(pUeíçco. CpláÀt], n phialê copa, copa para libaciones El término aparece 12 veces en el Apocalipsis: «copas de oro (5, 8, con incienso); «(siete) copas de ira» (16, 1: «copas de la ira de Dios»; además 15, 7; 17,1; 21, 9); en 16, 2-7, refiriéndose particularmente a Ias siete copas de la ira.
fia* Nombre de una ciudad de Lidia, fundada por Atalo II Filadelfo. Desde el ano 133 a.C. se hallaba bajo dominio romano. A la comunidad cristiana de Filadélfia (Ap 1, 11; 3, 7) va dirigida la sexta misiva dei Apocalipsis (3, 713), y también la Carta de Ignacio a los Filadelfos. Pauly, Lexikon IV, 733s.
hermano, fraternal* B ibl.: C. Brady, B rotherly Love. A Stiiáy o f the Word cpAaôeXqpía a n d Its C ontribution to the B ib lica l Theo-

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tesis mecanografiada Fribourg (Suiza) 1961; C. Spicq, L a ch a rité fr a te m e lle selon I Th. 4, 9, en M élanges bibliques. F S A. R obert, Toumai 1957, 507-511.

logy o f B rotherly L ove,

En el NT el sustantivo aparece seis veces, y el adjetivo una vez (1 Pe 3, 8). En contraste con el griego profano, se produjo un impor­ tante desplazamiento dei sentido. Si en el grie­ go profano el grupo de palabras designa siempre el «amor fraterno» en sentido literal (cf. los títulos de soberanos helenísticos [OGIS I, 185, 1; 329, 6]; inscripciones sepulcrales [Preisigke, Sammelbuch III, 6234s]; Epicteto, Diss II, 3, 9 y el tratado de Plutarco rrepl 91XaôeX9 Íaç [De fraterno amore], vemos que en el NT el grupo de palabras se usa unica­ mente en sentido figurado y significa (como sucede también frecuentemente con —>■àòeX9 ÓÇ [5, 6]) el amor fraterno entre los cristianos que están unidos unos con otros por su condición común de hijos de Dios (cf. Rom 8, 29; Heb 12, 5ss). Tan sólo en 2 Mac 15, 14 se encuentra un testimonio no cristiano dei sen­ tido figurado dei campo léxico: 9 iXáÔ8À9 0 ç con el significado de; «el que ama a aquel que pertenece a la propia nación». En el NT la 91X068X910 aparece siempre en el marco de la parénesis, en 1 Pe 3, 8; 2 Pe 1, 7 (bis) en catálogos de virtudes. Rom 12, 9s y 2 Pe 1, 7 la muestran como una forma con­ creta de realización de la En Rom 12, 10; 1 Tes 4, 9; 1 Pe 1, 22 se acentua aún más específicamente la especial referencia a los hermanos cristianos: hay que amarse unos a otros (áXXf|Xonç). 1 Tes 4, 9 caracteriza a la 91X068X910 como ensenada por el mismo Dios (lo cual es seguramente un biblicismo; cf. Spicq, 510). Se expresa en una benevolên­ cia cordial, como la que se muestran unos a otros los miembros de una misma familia (91XÓOTOQYOÇ); no conoce disputas sobre quién es más importante (Rom 12, 10); carece de to­ da hipocresía; es constante (1 Pe 1, 22) y practica la hospitalidad (Heb 13, 1). N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 119 (sobre 1, 22) acentua con razón que este espíritu de hermandad tenía importEuicia especialísima en tiempos de persecución y debía

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cpiÂ.aôeA,cpía - cpiÀav&Qcojtía

fortalecer «la capacidad de resistência de los cristianos». E. PlUmacher tpiXáÔsXcpoÇ, 2 philadelphos que ama al hermano, fraternal ->■ qpiXaôeXcpLa. (p iX a v ô ç o ç , 2 philandros que ama a su esposo* Tit 2, 4 refiriéndose a Ias mujeres jóvenes que deben ser q)tX,avÔQOi y q)LX,óx£Jtvoi, «amantes de sus hijos». tpiXavdgOíJlíci, Ctç, 1^ philanthrõpia amor a los hombres, sentimientos humanitários, conducta amistosa* «ptÀavdQtójtcoç philantrhõpõs (adv.) con sentimientos humanitários, amistosamen­ te* B ibL : H. I. Bell, P h ilanthrõpia in the P a p yri o f th e R om an P eriod, en H om m ages à J. B idez et F. Cumont,

Brüssel 1948, 31-37; U. Luck, (pLA,avfÍQOJiía, cpi,Xavfl-QÓJtcüç, en ThWNT IX, 107-111 (bibl.); A. Pelletier, L a P h ilanthrõpia de tous les jo u r s c h ez les écrivains ju ifs hellenisés, en P aganism e, Judaism e, Christia n ism e. F S f i l r Aí. S im o n , Paris 1978, 35-44; C. Spicq, L a P hila n th ro p ie hellénistique, vertu divine et royale: StTh 12 (1958) 169-191; Spicq, N o tes l l , 922927 (bibl.); M. D. van Veldhuizen, «P hilanthrõpia» in P hilo o f A lexa n d ria , tesis Notre Dame, Ind. 1982; pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289.

El campo léxico qpiÀav&Qcojt-, que original­ mente designaba una conducta amistosa de los seres divinos bacia los hombres, fue empleándose cada vez más -a partir dei siglo IV a.C.- para ca­ racterizar Ias relaciones entre unos seres humanos y otros (Demóstenes, Or XIII, 17; XXV, 81), a menudo no sin un tono de cierta condescendência (L. Heinemann, en Pauly-Wissowa, Suppl. V, 298). En la época helenística, la q)iX,avÔQ(OJiía -«una palabra clave de la época» (Spicq, Notes II, 922) y sumamente apreciada (cf. sobre todo Plutarco: R. Hirzel, Plutarch, Leipzig 1925, 25ss)- designaba el «amor a los hombres (la be­ nevolência hacia los seres humanos)» tanto por parte de la deidad (Filón, Virt 77, 188; Josefo, Ant I, 24; Musonio Rufo p.90, 12; Jenofonte de

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Efeso V, 4, 10) como por parte dei soberano, que pretendia poseerla como virtud típica (2 Mac 14, 9; Arist 290; FGH H, 75 Frgm. 2 [p. 135, 9s]), y también -en el lenguaje administrativo- por par­ te de los funcionários (ÃgU II, 522 [de un centurión]; PapOxy VIII, 1102, 7). Pero se denominaba además tpiXavOgcujria a aquella atención benigna, noble o simplemente amistosa entre unas personas educadas y otras, asf como a la «conducta amable» en general (IG V, 491; Pap. Greci et Latini [ed. G. Vitelli y otros] I, 94; Aquiles Tacio V, 22, 2), incluso de animales (Aquiles Tacio IV, 4, 7). A la qpiXavdgojjtía se la menciona a menudo junto con otras virtudes, por ejemplo, la delicadeza o la bondad (jTQaóxTiç, por ejemplo, PapLondon VI, 1912, 83; Plutarco, Marius 8, 2; xgqoxóxriç, por ejem­ plo, Filón, LegGai 67; Musonio Rufo p. 39, 12s). En la ética filosófica y en el judaísmo helenístico se reflexionaba sobre Ias relaciones entre la qiiXav§Q(ün:ía y la piedad (Filón, Abr 208; Decai 108ss), así como acerca de la ejemplaridad de Dios para la qpi)iavxQcojría dei hombre, especial­ mente dei soberano (Arist 208; A. DMe, Der Kanon der zwei Tugenden, Kõln 1968, 26 y 31s). 2. El NT emplea el grupo de palabras úni­ camente en Hech 27, 3; 28, 2; Tit 3, 4. Con una expresión usual (qpi?tav§QCÓJta)g / cpiXav'0-Q(OJtíq xetíocto^^ai, cf. PapLondon II, 1178 23s; OGIS I, 51, 8; Diodoro Sículo XX, 17, 1) el libro de Hechos (27, 3) senala que el centurión que custodia a Pablo le trata amablemente', los páQ fiaqoi malteses muestran una conducta humanitaria hacia (son hospitalarios con) los náufragos (Hech 28, 2). La fórmula estilizada hieráticamente de Tit 3, 4 (epifanía de la «bondad dei Dios Salva­ dor nuestro y de su amor hacia los hombres) podría proceder dei contexto dei culto al so­ berano, cuya terminologia reflejan a veces Ias Pastorales (M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe'^ [HNT], 76s, 108s); cf., por ejemplo, la veneración cultuai de la cptX,avdçcojtía de Tiberio (Dión Casio LIX, 16, 10). Claro está que, a deidades que habían mostrado epifanías, se Ias distinguía también con el epíteto de qpiX,áv{lQcoJtoç (así se hacia, por ejemplo, con Asclepio y con Higía [Hygieia]: CIG IH, 6813, 3). E. Plümacher

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(jpLX.av&Qü)ncoç - qpLX.é(0

(plA,aV'd'QÓlJI(aç philanthrõpõs (adv.) con sentimientos humanitários, amistosamente ^ {pLXav&Qcojtía. tpiXagY'U6Í'<*) «Çj n philargyria amor al dinero, avaricia* 1 Tim 6, 10 considera la (pLÀaQYrJQÍa como «la raiz de todas Ias cosas malas». DTNT I, 151; K. S. Frank, Habsucht (Geiz): RAC XIII, 226-247; Spicq, Notes II, 928s. tjpiJvÓlQY^lôOÇ, 2 philargyros amante dei dinero, avaricioso* Lc 16, 14 designa a los fariseos como amantes dei dinero. En 2 Tim 3, 2 qpiÀÓQYtJQOL aparece en un catálogo de vicios; cf. —>• qpL?i,aQYnQÍa. Spicq, Notes II, 928s. (pí^attTOÇ, 2 philautos egoísta, egocêntri­ co* En 2 Tim 3, 2 el plural aparece al comienzo de un catálogo de vicios (que pretende describir a Ias personas dei fin de los tiempos), delante de qpiÀápYtJQOL; el egoísmo y la avaricia son la raiz de toda maldad; cf. 1 Tim 6, 10 (-> tpiÀaQYtJQLa).

(piÀ,éo) phileõ amar, dar un beso* 1. qpdso) y ÒYajtáo) - 2. Sinópticos - 3. Juan - 4. Otros escritos dei NT. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; R. F. Buüer, The M eaning o f agapao a n d phileo in lhe G reek NT, Lawrence, Kans. 1977; W. Günther, A tn v r ((piXéo)), en DTNT I, 117-119; R. Joly, L e vo ca b u la ire c h ré tien de T a m o u r est-il o riginal? cpiXeiv y àyanãv d a n s le grec antique, Bruxelles 1968; M. Lattke, E in h e it im Wort. D ie sp ezifisch e B ed eu tu n g von ãyájtTi, à ya K & v unã cpiXeív im Johanneseva n g eliu m (StANT 16), München 1975; M. Paeslack, Z u r B e d e u tu n g s g e s c h ic h te d e r Wdrfer tpiketv 'lieb en ', cpikía 'L iebe', ‘F reu n d sch a ft’, qpíÀoç ‘F re u n d ’ in d e r Sep tuaginta u n d im N T (unter B e rü c k sic h tig u n g ih re r B e z ie h u n g en zu àYCijtãv,

ÒYánTi, àYanqróç): ThViat 5 (1953-1954) 51-142; C. Spicq, A g a p è d a n s le NT. A n a ly se d es textes, III, Paris 1959, 219-245; Spicq, N otes I, 15-30 (bibl.); G. Stâhlin, qpAÉo) xtX., en ThWNT IX, 112-144; para más bibliografia, -+ ÒYáirq.

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1. En el NT qpiX.éa) y aYCtJtácü son sinôni­ mos (Stâhlin, 126 y passim\ en cuanto al Evangelio de Juan, cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK], 190 y passim; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan III, Barcelona 1980,448. Se supone casi siempre que hay diferencias en cuanto a la sensibilidad lingüística o los matices. Fren­ te a «querer, gustar» (ótYOUiáiD) se halla el verbo amar (qpiÀso)) con su intensidad afectiva y emocional (Stâhlin, 115; R. Schnacken­ burg, El Evangelio según San Juan II, Barce­ lona 1980, 141). Stâhlin supone que en el NT ha habido una inversión dei «contenido afectivo» de los verbos: «àYCtJtáco no es, ni mucho menos, un verbo más frio que q)Lkéco, sino que es más intimo y profundo» (Stâhlin, 116). ^Por qué, en vivo contraste con el uso pro­ fano, q)iX.é(a retrocede tan apreciablemente en la LXX (15 testimonios de (pikéca en comparación con 266 de aYattáco) e (indudablemente con dependencia de la LXX) retrocede también en el NT (25 testimonios de qpikém en comparación con 143 de àYaJtátü)? Tanto qptkéco como otYajtáo) pueden denotar amor erótico y profano (Stâhlin, 123). ^Expresará aYaTcáco más claramente el amor (Joly)? ^se­ rá la asonancia de aYarcáco con el término central dei AT para expresar la idea de amar, ’ãhab, la razón que explique esta evolución en los campos léxicos de ambos verbos (Stâhlin, 123)7 ^será la razón «la nuance fréquente de ‘préference’» en tpiAéo) (Spicq, Notes I, 19)7 2. En los Sinópticos cpikéo) se emplea de muchas maneras y sin acento teológico. En Mt 10, 37 Jesús exige -para la condición de discipulo- «amar más que ...» (par. Lc 14, 26; (xtoelv). Aparte de este importante logion pro­ cedente de Q, qpikéco se usa en sentido negati­ vo: advertência contra la manera de orar de los hipócritas (Mt 6, 5), contra el abuso de la autoridad religiosa por parte de los escribas y fariseos (Mt 23, 6), en el lugar paralelo Lc 20, 46 contra los escribas. En el beso de Judas (Mc 14, 44 par. Mt 26, 48) o en el intento de hacerlo (Lc 22, 47), qjikéco se usa en el senti­ do de dar un beso.

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c p d é o j - Í > l7 t]t o ç

3. Jn 12, 25 es una trasformación de Mt 10, 37. El «sentido original» de tpiXÉto, «amar lo propio» (Stâhlin), se escinde en el enunciado casi dualista acerca dei mundo, que ama lo que es suyo (Jn 15, 19). En cuanto a Jn 11, 3.36 -Jesus ama a Lázaro como amigo suyohabrá que decir; «cpiKéü) pertenece, al menos aqui, al grupo de Ias expresiones ambivalen­ tes que aparecen en Juan» (Stahlin, 129). Es singularísimo en el NT que el amor de Dios a Jesus (Jn 5, 20) y a los discípulos (16, 27) se exprese por medio dei verbo cpi)\.8ct) (en los demás casos siempre ávanáto). En Jn 20, 2 se emplea una vez qn7.éco para referirse al discípulo amado (por lo demás, se emplea cuatro veces con este mismo fin el verbo âyajtáco). En 21, 15-17 el verbo cpiXém se emplea cinco veces (cuatro de ellas en lábios de Pedro, y una vez en la tercera pregunta di­ rigida por Jesús a Pedro, donde hay una variación en cuanto al uso de ò-yanàm, utilizado en Ias dos preguntas anteriores). No son con­ vincentes los intentos por hallar diferencias en estos dos pasajes, que sean más que una simple preferencia lingüística (Schnackenburg, El Evangelio según San Juan 111, 448). 4. 1 Cor 16, 22 («Si alguno ama al Senor...») es una fórmula litúrgica, tomada probablemente de la celebración eucarística. Tit 3, 15 es una fórmula de saludo. Ap 3, 19 es una traducción libre de Prov 3, 12 LXX, y Ap 22, 15 (jiãç (pikcõv x ai noicõv rjJEÕôoç) es la conclusión de un breve catálogo de vicios, que había sido introducido por oí xúveç (Stahlin, 134-136). W. Feneberg tpiX T|ôovoç, 2 philêdonos amante de los placeres* 2 Tim 3, 4 en un catálogo de vicios. Cf. ThWNT 11, 926-928; DTNT II, 24s. (f íÀ,T]^a, aTOÇ, TÓ philema beso* Dícese dei beso que se da al saludar, Lc 7, 45; 22, 48 (beso de Judas). En algunas Cartas paulinas (al final de la carta), el término apa-

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rece en la exhortación a saludarse mutuamen­ te Èv tpikripaTi ctYÍcu, «con un beso santo»; Rom 16, 16; 1 Cor 16, 20; 2 Cor 13, 12 (èv ávíu) (piÀfipaxi); 1 Tes 5, 26. En cambio, 1 Pe 5, 14 ofrece la expresión èv qJLÀfipaxi àyáJtr|Ç. K.-M. Hofmann, Philema hagion, Gütersloh 1938; ThWNT IX, 113-144, esp. 136144; DTNT I, 118s; H.-J. Klauck, Herrenmahl und hellenislischer Kult (NTA NF 15), Münster i. W. 1982, 352-356. ^ i X t|H í OV, OVOÇ PhilSmõn Filemón* B ib i: J. M. G. Barclay, P aul, P hilem on an d the D ilem m a o f C hristian Slave-O w nership: NTS 37 (1991) 161-186; J. D. M. Deixet, The F unctions o f th e E pistle to P hilem on: ZNW 79 (1988) 63-91; J. Gnüka, D e r P h ilem o n b rief (HThK), Freiburg i. Br. 1982, 5s, 15s; P. N. Harrison, O n e sim u s a n d P hilem on: AThR 32 (1950) 268-294; W.-H. Ollrog, P aulus un d seine M itarb eiter (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979, 4244; K. Staab, P hilem on, en LThK VIII, 445s; P. Stuhlmacher. D e r B r ie f an P hilem on (EKK), Züiich-Neu-

kirchen-Vluyn 1975, especialmente 20-24, 29-31.

El nombre de Filemón se halla atestiguado frecuentemente. En el NT, Filemón es el nom­ bre de un varón (probablemente oriundo de Colosas; pero cf., no obstante, Gnilka 5s), que se convirtió al cristianismo por mediación de Pablo. Su esclavo Onésimo (-> ’Ovf|aifioç) se le había escapado y había acudido adonde Pa­ blo (cautivo: Fim 1.9.23), quienie ganó igual­ mente para la fe cristiana (v. 10). Pablo le envió de regreso a su amo y le entrego una car­ ta para que la llevara personalmente (la Carta de Filemón, en el NT). El nombre de Filemón aparece únicamente en Fim 1, en Ias senas de la carta (Pablo y Timoteo «al amado File­ món») y en la subscriptio de la misma. El v. 1 llama a Filemón -> ouvepyós de Pablo. Tal vez Apia (’Aitqpía), a quien se menciona en el V. 2), era la mujer de Filemón (Stuhlmacher, 30; Gnilka, 16) G. Schneider ^íX,t]TOÇ, OD PhilStos Fileto* Nombre de un hereje (de quien no se habla en ninguna otra parte) en 2 Tim 2, 17 (men­ cionado junto a 'Ypévaioç).

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cpiliía - 4>íXin;jtoç

q>iXía, a ç , 'n philia amistad, amor* Sant 4, 4: «El amor al mundo significa enemistad hacia Dios». Cf. ThWNT IX, 144-169; DTNTI, 117-119. o i), ó Philippêsios filipense* En Flp 4, 15 Pablo se dirige a los destinatá­ rios llamándalos í>iXut3tT)aioi.

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1 también Iturea. A él se debe la reestructuración de Panias junto a Ias fuentes dei Jordán, a la que puso por nombre «Cesarea de Filipo» (Mc 8, 27 par. Mt 16, 13), y de Betsaida, a la que llamó Julias. Felipe (o Filipo) estaba ca­ sado con Salomé, hija de Herodías (Mc 6, 17 par. Mt 14, 3). Murió en el ano 34 p.C. Su te­ rritório quedó incorporado entonces, por bre­ ve tiempo, a la provincia romana de Sitia, y en el ano 37 p.C. quedó bajo el poder de Agripa I.

(OV Philippoi Filipos* La ciudad macedónica de Filipos se remon­ ta a Filipo de Macedonia. Se hallaba desde el ano 167 a.C. bajo domínio romano. En Fili­ pos Pablo fundó la primera comunidad cristiana en terreno europeo; Hech 16, 12(-40); 20, 6; Flp 1, 1; 1 Tes 2, 2. Pauly-Wissowa XlX/2, 2202-2244; LThK Vm , 458s; J. Gnilka, Der Philipperbrief (JiTiiK), 1-5: W. Elliger, Paulus in Griechenland, Stuttgart 1978, 23-77.

2. Un hombre llamado Felipe pertenecía también al grupo de los Doce discípulos de Jesús. Era oriundo de Betsaida (Jn 1, 44; 12, 21) y probablemente formó parte desde muy pronto dei grupo de los discípulos. Las listas de los Doce le mencionan (detrás de las dos prominentes parejas de hermanos) en quinto lugar: Mc 3, 18 par. Mt 10, 3 / Lc 6, 14; Hech 1,13. Felipe desempena un papel especial en el cuarto Evangelio: Jn 1, 43.45.46.48 (histo­ rias de vocación); 6, 5.7 (diálogo con Jesus sobre la compra de pan); 12, 21.22a.b (unos griegos quieren ver a Jesús); 14, 8.9 (petición o u Philippos Felipe (Filipo)* dirigida a Jesús; «íMuéstranos al Padre!»). 1. Felipe (Filipo), hijo de Herodes - 2. Felipe, dei Los Hechos de Felipe (siglos IV/V) identigrupo de los Doce - 3. Felipe el «evangelista» en el li­ fican a Felipe con el evangelista dei mismo bro de Hechos. nombre (->• 3); Hennecke-Schneemelcher II, B ibl.: Sobre 1: 1. Blinzler, H erodes P hilippos, en 404. Sobre el Evangelio de Felipe (EvFel), LThK V, 266; St. Perowne, Herodier. R õ m er un d Jucopto y de carácter gnóstico (NHC II, 3), cf. den, Stuttgart 1958, 27-31, 33-38; Schiirer I, 425-431. ThLZ 84 (1959) 1-26: J. E. Ménard, UévanSobre 2: Hennecke-Schneemelcher I, 194-199 (Ev Fel); A. Wikenhauser, P h ilip p u s, A p o ste i, en LThK gile selon Philippe, Paris 1967; ZNW 64 VIII, 465s. (1973) 307-322; IDB Suppl. Vol. (1976) 664s; S o b re 3: E. Bishop, W hich P h ilip ? : AThR 28 sobre la «Carta de Pedro a Felipe» (NHC (1946) 154-159; A. M. Johnson Jr., P hilip the E vangeVIII, 2) cf. J. E. Ménard, La lettre de Pierre à lis t a n d the G o sp el o f John: Abr-Nahrain 16 (19751976) 49-72; G. Schneider, D ie A p o stelg e sch ic h te I Philippe, Québec 1977. (HThK), Freiburg i. Br. 1980, 428, 480-509 (bibl.); H. Waitz, D ie Q u elle d e r P h ilip p u sg e sc h ic h te n in d e r A p g 8, 5-40: ZNW 7 (1906) 340-355; A. Wikenhauser, P hilippos, en LThK VlU, 464.

1. En el NT el nombre griego corriente Felipe (o Filipo) lo lleva en primer lugar el hi­ jo de Herodes el Grande y de la judia Cleopatra de Jerusalén. A la muerte de su padre (en el ano 4 a.C.) le correspondió la tetrarquía de Gaulanítide, Traconítide, Auranítide, Batanea y Panias (Josefo, Ant XVII-XX), según Lc 3,

3. Como tercer portador dei nombre de Fe­ lipe, el NT menciona a Felipe «el evangelis­ ta» (Hech 21, 8), que se contaba entre los de «siete» en tomo a Esteban (6, 5). 8, 5-13 habla de su actividad misionera en Samaria (vv. 5.6.12.13), y los w . 26-39 refieren que Felipe bautizó a un alto funcionário de la corte etíope, que había peregrinado a Jerasalén (vv. 26. 29.30.31.34.35.38.39). Estas historias de Feli­ pe, en el libro de Hechos, demuestran que los

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OÍ)v.Wt3lOÇ -

«helenistas» en tomo a Esteban ampliaron ya desde muy pronto el horizonte judio de la misión, que era un tanto estrecho. 8, 40 senala que Felipe predico en Ias ciudades desde Azoto (Asdod) hasta Cesarea. Posteriormente se asentó en Cesarea y recibió la visita de Pablo (21, 8); tenía cuatro hijas con dones proféti­ cos (21, 9). G. Schneider

(piXÓÃEOÇ, 2 philotheos que

ama a Dios* En 2 Tim 3, 4 en oposición a ->• tpiXf|ôovoç, «amante de los placeres». O i A,Ó^OYOÇ, OD Philologos Filólogo*

Nombre de un cristiano a quien se envían saludos en Rom 16, 15; tal vez el marido de Julia, que se menciona allí mismo. Spicq, No­ tes II, 930s.

(piX,oV£lxía, ctç,

^ philoneikia afán de disputas, altercado* En Lc 22, 24 dícese dei altercado que se produjo entre los discípulos de Jesus sobre quién de eUos era el mayor (introducción de la perícopa de 22, 24-30).

q)lXóv£lxoç, 2 philoneikos aficionado a disputas, pendenciero* 1 Cor 11, 16: «Pero si hay alguno amigo de discutir (qpiXóvixoç eivai) (sobre ello)...». (pi>,o|£VÍa,

a ç , 1^ philoxenia hospitalidad* En un contexto parenético en Rom 12,13 y Heb 13, 2. ThWNT V, 1-36; DTNT II, 163; Spicq, Notes II, 932-935. tpiXÓ^£VOÇ, 2 philoxenos hospitalario* En el «espejo de obispos» en 1 Tim 3, 2; además en Tit 1, 8. 1 Pe 4, 9: «jSed hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones!». Bibl. ->■ qpiX,o^evía.

CpíXoÇ

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vado: amigo, huésped, invitado* 1. Aparición - 2. Sobre el significado lexicológico. - 3. Lucas / Hechos - 4. Evangelio de Juan / Carta tercera de Juan - 5. Santiago. B ib l.: W. Günther, en DTNT 1, 118; H. Hiers, F rien d s b y V nrig h teo u s M am m on: JR 38 (1970) 3036; R. Schnackenburg, E l E vangelio según San Juan III, Barcelona 1980, 145-149; Spicq, N o tes II, 936-943 (bibl.); G. Stahün, qpíÀoç m k ., en ThWNT K , 144169; H. Thyen, «N iem and h a t grõfiere L iebe a h die, dafi e r sein L e b e n fü r seine F reunde hingibt» (Joh 15, 13), en F S D inkler, 467-481 (bibl.); H. Tinun, G eist d e r L ie b e.-D ie U rsprungsgeschichte d e r rei, A nthropoth eo lo g ie (Johannism us), Gütersloh 1978; K. Treu, Freundschaft, en RAC VIII, 418-424.

1. Es sorprendente la desigual distribución dei total de Ias 29 veces que aparece el térmi­ no: 15 en Lucas, 3 en Hechos, 6 en el Evange­ lio de Juan, 2 en la Carta tercera de Juan, 2 en Santiago y 1 en Mateo. El uso en los escritos de Lucas y en el Evangelio de Juan (y la Car­ ta tercera de Juan) se aproxima mucho; San­ tiago ocupa un lugar especial (Stahling,156). 2. Tan sólo Hech 19, 31 utiliza posiblemente cpOtog como adjetivo (Bauer, Wõrterbuch, Í.V.; de manera distinta piensa G. Stâhlin, en ThWNT IX, 113). El empleo dei término eomo sustantivo se halla ampliamente distribuido ( ^ 1; cf. M. Paeslack: ThViat 5 [19531954] 126-139). 3. Con excepción de Lc 7, 34 (par. Mt 11, 19), Lucas nunca llama tpíXoç a Jesus, lo cual nos permite inferir la discreta reserva dei helenista. En el fondo de la imagen plástica dei amigo que viene a pedir algo (Lc 11, 5a.b.6.8) se halla quizás la metáfora, rara - s í - en el AT pero de importância central, de que Dios es el amigo dei hombre (cf. Ex 33, 11 y passim).

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q)íXoç - qjiÀoípQÓvcuç

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En la mayoría de los casos el uso lucano dei término coincide con el empleo, a la sazón contemporâneo y profano (Lc 7, 6; 21, 16; Hech 10, 24; 27, 3), dei concepto de amigo. La dimensión política se encuentra en Lc 23, 12 y Jn 19, 12 (qpíXoç como «título cortesano»; cf. Stâhlin, 145s). Lc 12, 4 (quizás también 16,9) refleja el uso específico dei térmi­ no en el NT. El principio de la reciprocidad -norma fundamental en la cultura antigua- se cuestiona en Lc 14, 12. En Lc 14, 10 vemos cómo coinciden casi el significado de amigo y el de invitado. Pero también aqui se conserva el arco de tensión entre los dos pilares que sustentan el concepto de qitÀoç. qiíÀoç es el que ama y es amado a su vez. Esto significa participar en Ias alegrias y compartir también la suerte dei cpíXoç (Lc 15, 6.9.29).

amor de Dios. El pensamiento dualístico se escucha en el fondo de todo ello. La amistad con Dios y la amistad con el mundo se excluyen mutuamente (4, 4). W. Feneberg

4. Tan sólo en Jn 3, 29, para designar Ias relaciones entre Juan el B autista y Jesus, se encuentra la imagen dei gozo desinteresado dei «amigo especial dei novio». Se basa en Ias costumbres de una boda judia. El qpí^oç aguarda ante la câmara nupcial y se goza con su qpíÀoç, cuando éste comprueba que su novia es casta doncella (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980, 490s). En Jn 11, 11 se dice que Lázaro es cpíl,oç de Jesus y de los discípulos. La frase acerca dei amor dei amigo que llega hasta la misma muerte (Jn 15, 13.14.15) tiene muchos paralelos en el mundo antiguo. En una reflexión sobre el amor de Jesus se recogen esas máximas; en todo ello se ve «la acogida dei pensamiento y sentimiento helenísticos en el cristianismo joánico» (Schnac­ kenburg, El Evangelio según San Juan III, 145 [sobre Jn 15, 13]). Por la elección, los que eran ôoü?^.oi se convierten en cpíkoi (par de conceptos opuestos); claro que el critério de la verdadera amistad con Jesús es el cumplimiento de su encargo. En esa amistad se fun­ damenta el trato amistoso en Ias relaciones in­ ternas de unos cristianos con otros (3 Jn 15).

q)lXÓOTopYOÇ, 2 philostorgos carinoso, afectuoso* Rom 12,10: «\Amaos entranablemente unos a otros con amor fraterno (qpikaôeÀqjia)!». Spicq, Notes II, 944-948.

5. La declaración divina acerca de Abrahán (F. MuBner, Der Jakobusbrief [HThK], 144) en Sant 2, 23 emplea q)íkoç en el contexto dei

t()iX.oaoq)ía, a ç , philosophia filosofia* Col 2, 8 caracteriza a la herejía gnóstica co­ mo qpiÀoooqjta y JtévT] àrtáTr), «vano enga­ no». Bomkamm, An/íâfee I, 139-146; ThWNT IX, 169-185; DTNT IV, 128s.
q)lX Ó texvoç, 2 philoteknos que ama a sus hijos* Tit 2, 4 refiriéndose a Ias mujeres jóvenes, que deben amar a su marido y a sus hijos; qpikavÔQoç. (iplX.OTl^éo^.al philotim eom ai hacer de ello un honor* En el NT el verbo aparece únicamente en Pablo y siempre va seguido por un infinitivo. Rom 15, 20 (tener a gala predicar el evangelio allá donde todavia no es conocido) y 2 Cor 5, 9 (esforzarse por agradar al Senor). En la parénesis dirigida a los tesalonicenses (1 Tes 4, 11): Deben poner su ambición en llevar una vida tranquila y en trabajar. q)lÀ,0(ipQÓV(aç philophronõs (adv.) ama-

blemente. bondadosamente* Hech 28, 7: Puhlio «nos acogió (en Malta) y nos hospedo (è^évioev) amablemente du­ rante tres dias».

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(piXócpQcov - cpopéofxai

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(piÀ,óq)Q(OV, 2 philophron amable, bondadoso 1 Pe 3, 8 Textus Receptus. En vez de -> xaJiEivócpQWV, «humilde».

(jpXvaçéco phlyareõ denigrar, criticar* En 3 Jn 10 sobre Diotrefes: «Con palabras malignas nos denigra (çpXnapcõv f|pãç)». Spicq, Notes II, 949.

q)ifióoi phim oõ poner bozal, hacer callar* En sentido propio en 1 Tim 5, 18: No hay que poner bozal al buey cuando está trillando (Dt 25, 4 LXX). En sentido figurado (hacer callar): Mt 22, 34; 1 Pe 2, 15; en voz pasiva (enmudecer): Mt 22, 12; Mc 1, 25 par. Lc 4, 35 (exorcismo); Mc 4, 39 (frente al mar; «jCa11a, enmudecel»).

(jpXúaQOÇ, 2 phlyaros chism oso, charlatán* 1 Tim 5, 13 en el pronóstico sobre Ias «viudas jóvenes»; «Y no sólo se hacen ociosas, si­ no también chismosas y entrometidas (-> JteQÍeQYOç)». Spicq, Notes n, 949.

tpXaYE}v,Xóoí phlagelloõ azotar Mc 15, 15 D (como el verbo latino flagello) en vez de (pQayeXkóiü. O^ÉYtrtV, OVTOÇ Phlegõn Flegón (Flegonte)* XéYcov se halla atestiguado principalmen­ te como nombre de libertos o de esclavos. Rom 16, 14; «jSaludad a Asíncrito, a Fle­ gón... y a los hermanos que viven con ellos!» (H. Lietzmann, An die Rõmer* [HNT], 126). q)X,OYÍ^to phlogizõ prender fuego, encender* Sant 3, 6 habla de la lengua como de un fuego (jrúQ); «Inflama el curso de nuestra vi­ da y es encendida por el infiemo». cpXó^, tp^OYÓç, iq phlox llama* Lc 16, 24: «en este fuego», es decir, en me­ dio de los tormentos dei mundo de Ias profun­ didades (cf. v. 23). Hech 7, 30; èv cplioyi jruQÒç páxon, «en la llama de una zarza ardiente» se apareció el ángel a Moisés (Ex 3, 2). Heb 1,7: jtuqòç cpÀóÇ, «llama de fuego» (cf. Sal 104, 4); cpXò§ itupóç en Ap 1, 14; 2, 18 y 19, 12 en comparaciones. En 2 Tes 1, 8 dícese de Jesus que, en la parusía, se ha de manifestar èv jtuql cp^oyóç («en llama de fuego»). P. Katz: ZNW 46 (1955) 133-138.

( p o p é o ^ a i phobeom ai asustarse, temer, tener miedo* àqjópcüç aphobOs sin temor, sin miedo, sin timidez* 1. Aparición en el NT y uso - 2. Significados y usos entre los griegos 3. Empleo general en el NT - 4. Evangelios - 5. «Los «temerosos de Dios» - 6. Cartas - 7. Apocálipsis. B ib l.: W. C. Allen, ‘F e a r ’ in St. M arc: JThS 48 (1947) 201-203; H. Balz, F urcht v o r G ott? Ü berlegungen zu einem vergessenen M otiv bibl. Theologie: EvTh 29 (1969) 626-644; H. Balz-G. Wanke, (popéto, en ThWNT IX, 186-216; B. J. Bamberger, F ea r a n d Love o fG o d in the OT: HUCA6 (1929) 39-53; Bauer, W õrterbuch, í.v. qjo|3é(o (bibl..); J. Becker, G ottesfurcht im A T (AnBibl 25), Roma 1965; H. Bellen, SuvaYtoYri Tüv qonôaícov xai ©eoaEfltõv: JAC 8-9 (19651966) 171-176; Bultmann, Teologia, 380-382; A. Dihle-J. H. Waszink-W. Mundle, F urcht (G ottes), en RAC Vm, 661-699; P.-E. Dion, The ‘F ea r n o t’ F orm ula an d H o ly War: CBQ 32 (1970) 565-570; Th. M. Finn, The G od-fearers R econsidered: CBQ 47 (1985) 75-84; O. Glombitza, M it F urcht und Zittern. Z u m Verstãndnis von P hilip. II, I2-. NovT 3 (1959) 100-106; P. W. van der Horst, Can a book en d w ith yÚQ? A note on M a rk X VI, 8: JThS 23 (1972) 121-124; A. T. Kraabel, The D isa p p e a ra n c e o f the «G od-F earers»'. Numen 28 (1981) 113-126; K. Lake, P roselytes a n d G od-fearers, en B eg innings V, 74-96; I. H. Marshall, ‘F ea r him w ho can D estroy B oth So u l a n d B ody in h e ll' (M t 10, 2 8 R. S. V ): ET 81 (1969-1970) 276-280; Ch. Maurer, Gotte f u r c h t (im N T ), en RGG II, 1794s; W. Mundle, en DTNTIV, 246-248; S. Pedersen, «M it F urcht u n d Z ittern» (Phil. 2, 12-13): StTh 32 (1978) 1-31; S. Plath, F urcht G ottes. D e r B e g r iffji’ in A T (AzTh II/2), Stuttgart 1963; K. Romaniuk, I m crainte de D ie u à Q um ran e t d ans le NT: RQum 13 (1963) 29-38; Id., D ie «G ottesfU rchtigen» im NT: Aeg, 44 (1964) 66-91; Id., D e r B e g r iff d e r F urcht in d e r T heologie d es Paulus: BiLe 11 (1970) 168-175; Id., F urcht (A T u n d N T), en TRE XI, 756-759; R. Sander, F u rc h t u n d L ie b e im

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qpopéonai

p a lã s tin is c h e n J u d en tu m (BWANT 68), Stuttgart 1935; W. Schmithals, D e r R o m e rb rie f a h historisches P ro b lem (StNT 9), Gütersloh 1975, 69-91 (nota 199: bibl.); F. Siegert, G o ttesfurchtige und Sym pathisanten: JSJ 4 (1973) 109-164; M. Simon, G ottesfürchtiger, en RAC XI, 1060-1070; A. Strobel, Furcht, w em F urcht g eb ü h rt. Z u m p ro fa n g rie c h isc h e n H in terg ru n d von R õ m 13, 7: ZVNW 55 (1964) 58-62; M. Wilcox, The «G od-F earers» in A c ts: JStNT 13 (1981) 102-122; pa­

ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289.

1. En el NT (jpopéo|iai aparece 95 veces, con su centro de gravedad en los Evangelios (58 testimonios: 18 en Mateo, 12 en Marcos, 23 en Lucas, 5 en Juan) y en Hechos (14 tes­ timonios). Por lo demás, aparece, por ejemplo, 7 veces en Pablo (Romanos, 2 Corintios, Gálatas), 4 veces en Hebreos, 3 veces en 1 Pe­ dro y 6 veces en el Apocalipsis. La forma ac­ tiva de qiopéoo no aparece en absoluto. El ad­ vérbio àqpópcüç se encuentra en Lc 1, 74; 1 Cor 16, 10; Flp 1, 14; Jds 12. Los verbos de sentido afín como è^íoTTi(u, EUÀ.apéop.at, ->• ■&a[xpéco, xpefioo aparecen con una frecuencia esencialmente menor, de tal manera que qpopéofiai juntamente con el sustantivo -> cpóPoç determinan decisivamente la termino­ logia dei NT sobre el temor. Junto a multitud de usos cotidianos y teologicamente no espe­ cíficos, se encuentran enunciados acerca dei temor ante los actos poderosos de Dios o de sus representantes, así como acrca dei temor a Dios como elemento fundamental de la fe. 2. qiopéopai está relacionado etimológicamente con qpépopai («huir») y se refiere originalmen­ te a la reacción concreta de «aterrorizarse, estremecerse», más aún, de «pânico», cf. Homero, 11 8, 139 («huida»); 16, 689 («aterrar»); Platón, Phaedr 254e («temor, angustia»). La tragédia griega pretendia inducir a los espectadores al «te­ mor» ante lo ineludible dei destino humano (cf. Aristóteles, Poet 6 ,1449b). Por el contrario, en el lenguaje filosófico, desde los presocráticos hasta el estoicismo y el epicureísmo, el cpópoç se rechaza casi siempre como reacción razonable (cf. Aristóteles, An I, 1, 403a; Epicuro, Frgm. 102 y 116). Especialmente los estoicos consideran el te­ mor como uno de los cuatro afectos (À,Ú3iT], cpóPoç, êiri&upia, qÔovf|: Diógenes Laercio VII, 110) de los que se halla libre el hombre verdaderamente piadoso: ãqpopoç ... goei xal àtáQayoç (Epicteto, Diss IV, 1, 84).

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Sin embargo, en la parénesis popular y prover­ bial el temor (como respeto) a los poderosos y a la ley desempena un papel enteramente positivo; TÒ XQaTOÜp («lo poderoso») (poPoü (SIG III, 1268, 2, 17; cÈ también Estobeo, Ecl III, 1, 76; Plutarco, SeptSap 11). Aqui se ve que hay que te­ mer también a lo divino (xoòç pèv Ueoriç q)oPoü, Pseudo-Isócrates, Or. 1, 16), así como Ias epifanias dei poder divino en los acontecimientos milagrosos suscitan temor (cf. Homero, II 20, 130s; Preisendanz, Papyri I, 4, 367). Sobre los detalles cf. Balz, qpopém, 186-194. Por tanto, los enunciados acerca dei temor caracterizan de ma­ nera especial el anhelo de protección y autoconservación frente a los poderes superiores, sean de origen terreno o de origen divino. 3. En unos 30 pasajes dei NT tpopéo(xat aparece con el sentido general de «.temer, tener miedo a (determinadas personas o al pueblo [con acusativo])»: Lc 19, 21; 20,19; Hech 9, 26; Jn 9, 22; Gál 2, 12 y passim-, con àjtó en Mt 10, 28a par. Lc 12, 4 (cf. BlaB-Debrunner § 149, 1); «temer por alguien que...» (con acusativo y seguido por la negación ftr)); Gál 4, 11; «tener miedo de» (con infinitivo): Mc 9, 32; Mt 1, 20; 2, 22; en sentido absoluto en Mt 14, 30; 25, 25; Jn 19, 8; Hech 16, 38; 22, 29; Rom 11, 20; 13, 4; Heb 4, 1; 13, 6; 1 Jn 4, 18 y passim. Herodes Antipas, según Mc 6, 20, tiene miedo de Juan el B autista por Ias severas crí­ ticas que éste le hace, y, según Mt 14, 5, tiene miedo dei pueblo. Por eso, no se atreve de momento a dar muerte a Juan. También los di­ rigentes religiosos y políticos, en sus planes contra Juan y contra Jesús, tienen miedo dei pueblo: Mc 11, 32 par.; 12, 12 par.; Lc 22, 2; según Mc 11, 18, tienen miedo a Jesús mismo a causa dei pueblo. Aqui qpopéojxat no sólo designa el temor de los poderosos a la «opinión pública», sino que además senala que el pueblo, a pesar de su ceguera, se halla más cerca dei Mensajero escatológico que sus diri­ gentes, que están influídos por este mundo y por su poder. Es significativo que en el Evangelio de Juan aparezca un temor parecido a los repre­ sentantes de la autoridad judia, de tal manera que los padres dei ciego de nacimiento rehú-

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cpopéo[i,ai

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ración de Dios, Mt 9, 8 par.; 27, 54; Lc 7, 16; 8, 25; cf. Mc 4, 41; 5, 33 par. Si aqui se trata ya dei significado de Jesús como Mediador dei poder divino, un poder que hace que el mundo perdido se estremezca (en todo ello desempenan especialmente un papel los recursos estilísticos de la aretalogía helenística, cf. Balz, qpopéu), 191, Iss), vemos que el motivo dei temor en la historia de la Trasfiguración y en la historia de Pascua se halla asociado especialmente con la persona y 4. En los Evangelios tiene especial peso te­ el destino de Cristo. La distancia entre los ológico el motivo dei «temor ante la epifanía» discípulos, que todavia no comprenden, y su Senor se hace más manifiesta aún en contras­ o Ias palabras de aliento que a menudo la acompanan: pq qpoPoõ (o expresiones por el te con la inmediatez dei Hijo con respecto al Padre (Mc 9, 6; Excpopot yàg èyévovxo, cf. estilo), así como la exhortación dirigida a los seguidores para que no se dejen intimidar por Lc 9, 34; Mt 17, 6). Asimismo, a la vista dei sepulcro vacío y un falso temor. dei mensaje de la resurrección, las mujeres, en a) La revelación dei poder de Dios en los la manana de Pascua, sienten un vivo estreacontecimientos extraordinários (Mt 27, 54; mecimiento ( E q u jy o v , xpópoç x at Exoxaoiç Lc 2, 9) y los actos de Jesús produce en los [sólo aqui en el NT y en la LXX], ècpoPoüvxo testigos presenciales asombro, temor y estreyÓQ, Mc 16, 8; en forma atenuada en Mateo mecimiento. Las correspondientes palabras de [àjt8X,'doüaai... pexà (pópon x ai xagã^ peyáLqç, Mt 28, 8], lo cual realza el espanto de aliento « íN o temas!» convierten el estremecimiento ante el suceso incomprensible en conlos vigilantes incrédulos] dei sepulcro, 28, 4; por el contrario, Lucas conoce únicamente la fianza, porque se trata dei poder dei Dios bondadoso y salvador, que tiene su epifania en los perplejidad de las mujeres ante el sepulcro va­ cío [àn:oQELO'&ai aèxáç, Lc 24, 4] y su temor actos de Jesús. Suscita temor la forma mila­ grosa en que se calma la tempestad (Mc 4, 41; ante la aparición de ángeles [èptpópcov ôÈ yE vopévcov anxcõv, 24, 5], pero que acentúa la êcpopfidqaav q)ópov péyav; Lc 8, 25: qioincomprensión y la incredulidad de los discí­ PqílévTEç ôÈ Ê^aúpaoav; Mt 8, 27 [en for­ ma más atenuada]; èUa-úpaoav), el hecho de pulos, 24, 11.22; cf. Mc 16, 11.14). Según la manera que Marcos tiene de ver las cosas, el que Jesús camine sobre las aguas (Jn 6, 19; horror de los discípulos y de las mujeres ante ecjpopfiflqoav; Mc 14, 26; cutò xoõ (pópou la acción reveladora de Dios en Jesús se halla EXQaÇav [en Mc 6, 49 se lee únicamente àvéxQa^av]), la curación dei poseso (Mc 5, íntimamente relacionada con la falta de comprensión y de fe de esas personas. Al Crucifi­ 15 par. Lc 8, 35: èqpopfidrioav, cf. Lc 8, 37; (jpóPq) peyáXcp ouveíxovTo), dei paralitico cado no se le ha experimentado todavia como (Mt 9, 8: èqpopf|'9'qaav, en cambio Mc 2, 12; el Resucitado y como el que se halla Presente. è^Loxaaflat, Lc 5, 26: Exoxaoiç, èjtJtqaifqSi Marcos termino su Evangelio con la huida oav qpópon), de la mujer que padecia hemo­ aterrorizada de las mujeres, de tal manera que el rragia (Mc 5, 33; qpoPqDEToa x a i xgéponoa, final más tardio de Marcos (16, 9-20) desplazó en Lc 8, 47 aparece únicamente xçépouoa), quizás a un final anterior y que se hubiera perdi­ la resurrección de un muerto (Lc 7, 16; cpódo, es hasta el momento presente un tema de de­ Poç). Hay que mencionar también Lc 1, 12.65 bate (sobre la bibliografia, cf. Horst, 121 s; sobre (tpópoç); 2, 9 (ècpoPTiüqoav cpópov péyav). la controvérsia cf. Balz, (popém, 206s; J. Gnilka, De este temor se pasa a la alabanza y a la adoE I E v a n g e li o s e g ú n S a n M a r c o s II, Salamanca

san proporcionar cualquier información sobre la curación de su hijo, y lo hacen «por temor a los judios» (qpoPoi)|i.Evoi t o ò ç lo n ô aío u ç, 9, 22), a causa dei amenazador peligro de ser expulsados de la sinagoga (->■ àjtoonváYfflyoç). Incluso Pilato, en vista dei odio de los lo n ô a ío i, siente cada vez más temor (pã^,Xov ècpoPriO-T), 19, 8), porque los judios, según la ley de ellos (v. 7), quieren forzarle a que ejecute a Jesus.

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qpopéonai

1986, sobre 16, 8 [nota 699]; sobre el problema de crítica textual cf. K. Aland, N e u te s ta m e n tlic h e E n tw ü r fe [TB 63], München 1979, 246-283). Aunque el final dei Evangelio ofrece problemas sin la historia de Ias apariciones, sin embargo es indudable que Mateo y Lucas y los primeros copistas tuvieron como fuente un texto que terminaba con Mc 16, 8. Frases breves cual èq)oPoüvTO yáp son posibles y demostrables como finales de períodos y de libros independientes (Bauer, la; W. L. Knox: HThR 35 [1942], 13-23: Horst). Si Marcos termino realmente la perícopa dei sepulcro y todo su Evangelio con el enunciado acerca dei silencio temeroso de Ias mujeres acer­ ca de su experiencia en la manana de Pascua, podría sospecharse que este hecho tuvo una intención apologética (el hallazgo dei sepulcro vacío quedo desconocido -fuera de la comunidad cristiana primitiva-, así Aland, 278s), pero más que nada una finalidad teológica (por ejemplo, lo incomprensible dei mensaje pascual incluso para los afectados por él de manera inmediata y pri­ maria), cf. J. Roloff: EvTh 29 [1969] 73-93; E. Schweizer, D a s E v a n g e liu m n a c h M a r k u s [NTD], s u b lo c o , o la exhortación a creer basándose úni­ camente en el hecho de oír el mensaje pascual [16, 6] sin ninguna «prueba» visual, cf. A. Lindemann; NTS 26 [1979-1980] 298-317; también H.P. Hasenfratz, D ie R e d e v o n d e r A u fe r s te h u n g J e s u C h r is ti, Bonn 1975, 87-131). En todo caso, el final dei Evangelio de Marcos con 16, 8, es decir, con un encargo y con el silencio temeroso acerca de ese encargo representa un tratamiento teológi­ co dei mensaje pascual (cf., a propósito, 1 Cor 15, 3ss), que Mateo y Lucas no pudieron ya seguir.

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co (pf| cpoPoõ, 1, 13.30; pq cpoPEto'&E, 2, 10; cf. también Hech 18, 9; 27, 24). Jesús, a continuación de la pesca milagrosa, disipa todo temor y llama a Pedro para que desempene su nuevo oficio (Lc 5, 10). Detrás de Ias palabras de aliento que animan a no sentir temor se ha11a la tradición dei AT, cf. Ex 20, 20; Jue 6, 23; Is 41, 10; Dan 10, 12.19. De manera semejante, Jn 12, 15 introduce Ias palabras de Zac 9, 9 (en contra de la LXX y dei TM) con la exhortación pf] qíopoú (cf. Is 40, 9).

c) El temor irracional al poder de Dios o de su representante es tanto una senal de la lejanía de Dios como lo es el temor cotidiano por la propia vida y por la propia seguridad. Por eso, la constemación dei presidente de la si­ nagoga por la muerte de su hija, la interpreta Jesús -según Mc 5, 36 par. Lc 8, 50- como un temor infundado ante la muerte, un temor que puede superarse por medio de la fe: pq qpoPoú, póvov jtLOTEUE. Puesto que los discípu­ los se preocupan aún demasiado por Ias cosas de esta vida, no pueden comprender Ias predicciones que Jesús hace de su Pasión (Mc 9, 32 par. Lc 9, 45) ni que él vaya delante de ellos a Jerusalén (Mc 10, 32; êüctpPoüvxo, oí ÔÈ àxoÀouOoüvTEç: EqjoPonvxo). Por eso, Jesús ensena a sus seguidores a que superen su temor al sufrimiento y a Ias persecuciones por medio de la confianza en Dios, que los b) El temor ante el poder de Dios o de Jesús ama y ante quien no permanece oculta ningu­ na injusticia (Mt 10, 26.31; Lc 12, 7; cf. tam­ se convierte en confianza mediante Ias palabién àcpópcüç... itaxQeÚEiv aúxíõ, 1,74). ^Co­ bras de aliento o la invitación o no tener miemo es posible que la pequena grey de los ele­ do. Y, así, Jesús que camina sobre Ias aguas dei lago se da a conocer a los horrorizados gidos sienta temor (Lc 12, 32) y viva preocu­ pada por su existência terrena (Mt 10, 28a discípulos (q)ávxaa|ta, àvéxQ aiav, Mc 6, 49) y les dice; ■daçoElte, èycí) elpi, [if] q)o- par. Lc 12, 4)? jA lo sumo debería temer a quien puede quitarle la vida imperecedera (Mt PeI oi&e (6, 50 par. Mt 14, 27 / Jn 6, 20). En Mateo hay que considerar bajo este aspecto 10, 28b par. Lc 12, 5 [tres veces])! Mt 17, 7 (tan sólo aqui Jesús se dirige fisica­ mente, después de la Trasfiguración, a los dis­ 5. En el libro de Hechos aparece cinco ve­ ces la expresión a modo de fórmula ó (oí.) cpocípulos que se habían quedado pasmados, y PoúpEVOç(-oi) xòv #EÓv: en Hech 10, 2.22 los libra dei temor; p,f] cpopElaUs); 28, 5 (cf. dícese de Comelio; en 13, 16.26, Pablo dirige Mc 16, 6: pf] EX'&apPeíO'8'e) y Mt 28, 10; cf. la palabra a los «temerosos de Dios» como también 1, 20. En la historia lucana de la in­ grupo aparte y distinto dei de los judios; en fância, la disipación dei temor forma parte de 10, 35 el término se usa en general para refelos elementos estilísticos dei mensaje angéli­

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rirse a Ias personas piadosas que hay en toda nación. Además de ello, Lucas en seis pasajes dei libro de Hechos formula la expresión más bien helenística a£pópevoç(-oi) (deóv), ->■ aé^opai. Son modelos aqui Ias fórmulas dei AT «temer a Dios» (especialmente en el Deuteronomio: 6, 13; 8, 6; 14, 23) o «temor de Dios» (especialmente en la literatura sapiencial; Prov 2, 5; 9, 10; Sal 34,12) y «temerosos de Dios» (especialmente en los Salmos: 22, 24; 60, 6), que se refieren extensamente a la piedad y a la vida moral de Israel. A éstas se anadió la expresión rabínica yir ’ê sãmayim (DtR 2, 24; MekEx 22, 20; jMeg 3, 74a; cf. también 2 Crón 5, 6 LXX) para desig­ nar a aquellos no judios que, a pesar de ser incircuncisos, creían no obstante en un solo Dios, cumplian los mandamientos más impor­ tantes de la Torá (especialmente los llamados mandamientos de Noé) y vivian en estrecho contacto con Ias comunidades de Ias sinagogas (cf. Bellen, Schmithals, Siegert, Simon). No se equiparaban a los prosélitos, sino que eran considerados como «simpatizantes» (-*■ rtQooriJtuxoç 2). Josefo, Ant XIV, 110 los llaraa oÍ oepópsvoL TÒv '&EÓV (cf. Ap II, 10 y 39) y los menciona (como Hech 13, 16.26) como grupo aparte junto a los judios. Constituían un grupo importante en Ias comunidades judias de la Diáspora y se hallaban especialmente abiertos a la misión cristiana primitiva (cf. Schmit­ hals, 74ss). - Los textos de Lc 1, 50 (cf. Sal 102, 17 LXX); 18, 2.4; 23,40 son otros tantos ecos de este empleo dei término en el AT.

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qjQÓvei òXkà qpopoõ' Rom 11, 20. A los fal­

sos maestros, egoístas y estériles, que se se introducen sigilosamente en Ias comidas de la comunidad, les falta todo respeto (ouveucoXOÚ[i£voi àqpópcüç, Jds 12), mientras que los llamados a la definitiva salvación de Dios de­ ben tener buen cuidado, durante el tiempo que trascurra hasta que llegue el cumplimiento de la promesa, de no quedarse atrás (como Israel en el desierto), es decir, de no fracasar (qpoP'q'&cúp,£v oúv, pf|3toT8 ... ôoxfj Tiç úfrmv í)OT£QT]X£vai, Heb 4, 1 [cf. 3, 7ss]). En el contexto de la parénesis de Ias tables de deberes domésticos, se afirma que sobre el temor de Dios se funda el respeto que hay que tener a Ias autoridades terrenas. Por tanto, los cristianos deben respetar a todas Ias peronas, pero especialmente al emperador ( jtá v x a ç u p .fio a te ,... tò v ■deòv q io p e ia^ e , tòv PaoiXka Tifxãxe, 1 Pe 2, 17, donde se recoge y al mismo tiempo se restringe el texto de Prov 24,41 [qiopoü xòv Heov, uiÉ, x a l PaoiXéa]), los esclavos deben obedecer a sus amos (■ujtaxoúexE... cpoPoufrevoi xòv xÚQiov, Col 3, 22), más aún. Ias esposas deben tratar con respeto a sus maridos (q ôè Yt)vf| iv a qpo|3fjxaL xòv ãvÓ Q a, Ef 5, 33; cf. 5, 22: (bç xm xuQÍ(p), ajustándose de esta manera al orden querido por Dios. Tales advertências contra el menosprecio entusiástico de Ias instituciones existentes reflejan elementos parenéticos dei pensamiento sapiencial (->■ 5) y dei pensamiento helenístico y especialmente un rasgo característico de la antropologia cristiana primitiva ( ^ 4.c). En 6. En Ias cartas dei NT qpopéopat tiene una efecto, el temor de Dios y el respeto que en él función teológica especialmente en el contex­ se funda hacen posible que el creyente pueda to de Ias exhortaciones. Los creyentes deben vivir en el mundo estando libre de toda an­ vivir su vida con la confianza puesta en Dios gustia y temor al castigo (íléJiEiç ôè [tf] qioy, al mismo tiempo, con el temor ante Ias exi­ PEia^ai xf]v è |o u a ía v , Rom 13, 3; cf. v. 4), gências de la voluntad de Dios y dei juicio di­ como es propio de los creyentes, no sólo por vino. Tal temor evita que caigan en una falsa los conocimientos que tienen, sino también seguridad y arrogancia, y los impulsa a tomar principalmente a causa de su conciencia mo­ en serio el poder infinito y la libertad de Dios. ral (13, 5). Por consiguiente, q)o|3éopai puePor eso, la comunidad cristiana (gentil) no dede emplearse aqui tanto en sentido positivo be sentirse superior a Israel (endurecido por como en sentido negativo. algún tiempo), porque también ella vive úni­ Y, así, según 1 Pe 3, 6, Ias mujeres que son camente de la bondad de Dios: pri útlrqÀ.à obedientes (como Sara) viven libres (cf. 3, Is)

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cpo|3éo[xai - (jpópoç

dei temor a cualquier intimidación humana ((XTi (poPoufiEvai [XT)ÔEfiíav TtTÓqoiv, cf. también Prov 3, 25); más aún, toda la comunidad no se ve ya afectada por el temor al sufrimiento y a Ias persecuciones (1 Pe 3, 14 [cita de Is 8, 12 LXX]). Semejante liberación dei miedo a Ias amenazas hace que los cristianos sean li­ bres, al mismo tiempo, para proclamar sin te­ mor el evangelio (jtEQioaoTÉQOoç To7.pãv àtpóproç TÒv 7,óyov }m XsIv , Flp 1, 14), de la misma manera que la fe hace posible que se pueda actuar en todas Ias cosas sin temor (cf. Heb 11, 23.27; 13, 6; x,úqioç èpol PorjDóç, ou qjoPqdfioopai [cita dei Sal 117, 6 LXX]). Finalmente, según 1 Jn 4, 18, la relación con Dios por parte de aquellos que son ama­ dos por Dios no tiene ya nada que ver con el temor (con el temor al Juez encolerizado - ó cpópoç xóLaoiv exei): ó ôè qpopoúpEVOç oú TETELeímxai èv xf) àYájtT). Aqui se abandona la forma tradicional de hablar dei AT y dei ju­ daísmo; los redimidos conocen ahora al Dios dei juicio pero le conocen únicamente como el Dios dei amor, ante el cual ellos viven ya desde ahora, centrados como están en Cristo, en una ilimitada 3tapQT]oía (4, 17; cf. también G. Klein: ZThK 68 [1971] 323s).

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convierte en una vida horrible a causa dei jui­ cio que les aguarda de manera inminente y dei que no pueden escapar; en 10, 31 se acentúan los terribles efectos dei juicio de Dios, me­ diante aquellas palabras finales; qpoPsQÒv tò êpjreaelv elç x^l-Q“ Ç '9’Eoü Çc&vxoç, con Ias que el autor invierte, quizás intencionada­ mente, algunos enunciados dei AT como 2 Sam 24, 14; 1 Crón 21, 13; Eclo 2, 18 (es mejor caer en Ias manos de Dios que en Ias ma­ nos de los hombres; cf. Heb 12, 19; Mt 10, 28; Lc 12, 5; además Is 19, 16s; 24, 16ss; Joel 2, 11; 3, 4; Sal 75, 8.13 LXX; 98, 3 LXX; Eclo 43, 29; Hen [et] 100, 8ss; 4 Esd 7, 80ss). En Heb 12, 21 se hace referencia a la terrible manifestación de Dios a Moisés en el Sinai: ouxco tpoPEQÒv qv xò (pavxa^ópevov («tan terrible era la visión»; cf. también Dt 9, 19; bSab 88b) como senal dei carácter terreno y provisional dei antiguo pacto, al que se contrapone la invitación definitiva al nuevo pac­ to, es decir, al monte Sión y a la celestial ciudad de Dios (Heb 12, 22ss).

qjóPtlTÇOV, o u , TÓ phobêtron suceso es­ pantoso, cosa aterradora* Lc 21, 11: cpópqxQÓ xe xcd àjt’ oúgavoõ 7. En el Apocalipsis cpopéopai se usa en la OTipEia pEYáLa, «terrores y grandes senales dei cielo», que al fin de los tiempos (después forma tradicional: El Senor que se revela po­ derosamente, se da a conocer con el clamor de Ias persecuciones de los cristianos y de la [if] qpoPoü (1, 17; ->^ 4.b); los sufrimientos se destrucción de Jerusalén, 21, 12-24) han de superan con la ausência de temor (2, 10); a los anunciar la venida dei Hijo dei hombre (21, miembros de la comunidad se los llama oí 25-27). Después de mencionar ya guerras, te­ (poPoúpevoi (tò ôvopa oou / aúxóv, ->• 5), rremotos, epidemias y hambres (21, lOs), Lu­ cas con el término cpóPqxgov se refiere segu­ OL p,ixQot x al ot [ieYáX.ot (11, 18; 19, 5; cf. Sal 115, 13); a Dios, que es el Juez, hay que ramente a Ias últimas senales precursoras co­ mo son lluvias de sangre, engendros y tem­ tributarle temor, alabanza y adoración (14, 7; 15, 4). pestades, acompanadas de eclipses dei sol y H. Balz de la luna y de otros sucesos parecidos (cf. Sib 111, 796-806; 2 Mac 5, 2s; Ap 16, Iss). cpoPcQÓÇ, 3 phoberos temible, que causa espanto, terrible* En el NT el adjetivo se encuentra única­ mente en Hebreos: «una terrible expectación de juicio» ((poPepà èxôoxT) xpíoEcoq, 10, 27), es decir, los apóstatas recaen en una vida que, desde la perspectiva de los creyentes, se

q)óPoç, OU, Ó phobos horror, angustia, te­ mor, respeto* 1. Aparición en el NT y significado - 2. Empleo en el NT - 2. Evangelios y Hechos - 4. Cartas - a) Pablo - b) Cartas postpaulinas. B ib l.:

-►qpopéopai.

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Cpópoç

1. En el NT (pópoç aparece 47 veces, con 14 testímonios en los EvangeHos (3 en Mateo, 1 en Marcos, 7 en Lucas, 3 en Juan), 5 en Hechos, 12 en Pablo (5 en Romanos, 1 en 1 Corintíos, 5 en 2 Corintios, 1 en Fiüpenses) y 16 en los demás escritos postpaulinos (especial­ mente 5 en 1 Pedro, 3 en 1 Juan [4, 17s], 3 en Apocalipsis. Vemos, pues, que q)ópoç no es tan frecuente como -> qpopéopai (1) en los Evangelios y en Hechos, pero predomina so­ bre este último en Ias Cartas. Como el verbo, el sustantivo abarca también los significados de terror (pânico), de temor numinoso ante un acontecimiento incomprensible, de temor co­ mo actitud fundamental ante Dios y en Ias re­ laciones de subordinación queridas por Dios, con el sentido entonces de respeto, y fínalmente de angustia y miedo ante la amenaza y el castigo. 2. El temor, por un lado, puede considerarse (especialmente en Lucas) como un poder independiente que «cae» (èjtijttjtxü), Lc 1, 12.65; Hech 19,17; Ap 11, 11) sobre los hombres, los «llena» (n:ÀT]QÓü), Lc 5, 26), «se apodera» de ellos (ÀapPávü), 7,16), los «acosa» (anvéxo), 8, 37), viene sobre los hombres o acontece en ellos (Ytvopat con dativo, Hech 2, 43; con em, 5, 5.11). Por otro lado, el temor se refiere más frecuentemente a una reacción interna o emoción, que va seguida por una determinada acción o por algo que sucede: con àjtó, Mt 14, 26 (gritar por temor)\ 28, 4 (temblar por te­ mor)', Lc 21, 26 (desmayarse por temor)', con liETÓ, Mt 28, 8 ([XEtà qpópou x al xagaç psYá)y,T]ç); Flp 2, 12; Ef 6, 5 (pexà qpópon x al XQÓpou); 1 Pe 3, 16 (pExà JtQauxtixoç x al qiópou); con èv, 1 Cor 2, 3 (èv ào'ôeveía x a l Èv qpópcp x al EV XQÓpo) Jto),X,cp); 2 Cor 7, 1 (èv cpópü) '&EO'0); Ef 5, 21 (èv tpóPq) Xpiaxoõ); 1 Pe 1, 17; 2, 18 (èv Jtavxl cpópcp); 3, 2; Jds 23; con ôtá, Jn 7, 13; 19, 38; 20, 19 (siempre en la expresión 6ià xòv cpópov xmv louôaícüv); Ap 18, 10.15 (en ambos casos ôià xòv (pópov xoõ paaaviopoü). El simple dativo cpóptp puede significar en temor (Hech 9, 31), pero también por temor

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(Heb 2, 15); en 2 Cor 7, 5 el plural qpópoi sig­ nifica angustias (internas), en Rom 13, 3 el singular significa una razón u ocasión para el temor (al castigo). La causa dei temor puede indicarse en genitivo; Lc 21, 26; Jn 7, 13; 19, 38; 20, 19; Hech 9, 31; 2 Cor 5,11; Heb 2, 15; 1 Pe 3, 14 y passim. La construcción çpopéopai 4.a): en Marcos únicamente como reacción de los discípulos ante el milagro de la tempestad calmada (scpopèiflTioav qjópov péyav, 4, 41 par. Mt 8, 27 [è'9'aijpaoav] / Lc 8, 25 [q)opT]#évxeç è^Oatipaoav]); en Mateo en el relato de que Jesús caminaba sobre Ias aguas dei la­ go (ájtò xon qpópou êxpa^av, 14, 26 par. Mc 6, 49 [ãvéxQa^av] / Jn 6, 19 [ètpopfiUpaaPl) y en la historia de Pascua en la que se habla dei terror que sintieron los vigilantes dei sepulcro ante la aparición dei ángel (Mt 28, 4), y Ias mujeres al escuchar el mensaje dei ángel (cpópoç x a l peYáXT), 28, 8 [a diferencia de Mc 16, 8; -> qpopéopai 4.a]). Principalmente Lucas acentúa la reacción de asombro y temor al presenciar los actos de Jesús; despuês de la curación dei paralítico, los circunstantes -según 5, 26- quedan «fuera de sí» (èxoxaoiç), de tal manera que alaban a Dios y «se llenan de temor» (èjtX,fio{hiaav q)ópou, a saber, de temor ante el aconteci­ miento incomprensible: eíôopiev Jtapáôoxa afj[X£QOv); los paralelos tienen è ^ to x a o d a i... x a l ôo^áÇeiv (Mc 2, 12) o èqpopfj-ô-Tjoav x al EÔóÇaoav (Mt 9, 8). De manera parecida, q)óPoç y ôo^áÇeiv se conjuntan en Lc 7,16 (ma­ terial peculiar). En 8, 37 Lucas, en contra de los paralelos, anade el elemento dei temor, que en el libro de Hechos acompana también a un acontecimiento milagroso (5, 5.11) y que pue-

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cpópoç

de ser ocasión para la alabanza de Dios (19, 17) y para la expresión de respeto y reveren­ cia (2, 43); con cpópoç xoü xnçíon se carac­ teriza en 9, 31, siguiendo la manera de hablar dei AT y dei judaísmo (cf. Sal 34, 12; Prov 23, 17; -+ qpo|3éo[j,ai 5), la conducta piadosa de la comunidad palestinense. En la historia lucana de la infancia. Ias apariciones dei ángel dei Senor (Lc 1, 12; 2, 9) y la maravillosa acción de Dios (1, 65) suscitan temor, volviéndose a disipar en seguida el temor causado por la aparición (1, 13; 2, 10; ->■ qjopéo^rai 4.b). El motivo apocalíptico dei temor (de los impíos) a los horrores dei fin de los tiempos, lo recoge Lc en 21, 26 (a diferencia de Marcos/Mateo) (cf. Sal 65, 8s; cf. además Ap 18, 10.5). Tan sólo Juan emplea qpópoç exclusiva­ mente en sentido teologicamente inespecífico, para designar el miedo de los seguidores o discípulos de Jesús a los judios (7, 13; 19, 38; 20, 1 9 ;^ 2 y 4 .b ) . 4. a) En Pablo se encuentran tanto valoraciones positivas como negativas dei cpó|3oç. Y, así, refleja la tradición dei AT y dei judaís­ mo (-+ qpopéo|tai 5) cuando afirma que Ias personas sin temor de Dios se hallan bajo el poder dei pecado (cpó|3oç dson, Rom 3, 18 [cita dei Sal 35, 2 LXX]), y él mismo, en su ministério apostólico, se halla regido por el (pófloç xoh XUQLOU (2 Cor 5, 11), es decir, se encuentra impulsado por él y, al mismo tiempo, alentado en su confianza. El sufrimiento y la cruz de Cristo se manifiestan en la debilidad dei apóstol, de tal manera que su ministé­ rio entre los corintios se realiza «con temor y temblor» (1 Cor 2, 3; cf. 2 Cor 7, 5). A través de Ias mismas tribulaciones, la co­ munidad aprende también a dar buena cuenta de sí en el temor (2 Cor 7, 11.15), el cual no tiene nada que ver con una ansiedad munda­ na, sino con el hecho de verse exigidos por Dios (cf. 7, 10: •q x ax à Deov Àújtq ... q xoü xóo[tou )tÚJtq). Por tanto, el temor pertenece a la fe y es indicio de la obediência cristiana. Puesto que Dios es quien obra en los creyentes el querer y el llevar a cabo (Flp 2, 13), se los exhorta a entregarse «con temor y tem­

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blor», conforme a la imagen de Cristo, a la voluntad salvífica de Dios y a obrar de esta manera por su omxqQÍa (2,12; de otra mane­ ra piensa Glombitza). De aqui no hay un lar­ go camino para llegar al uso postpaulino dei q>ópoç en la parénesis (èmTeÀ,oõvxe5 oúvqv èv q ió p c p D e o õ , 2 Cor 7 , 1 como final de la interpolación que se halla en 6, 4-7, 1; cf. también 1 Pe 1, 14-17; 3, 2). Ciertamente, en Pablo mismo el cpófloç no aparece como un motivo independiente en la parénesis. Es verdad que Pablo considera a los hijos de Dios -justificados y llenos dei Espíritu de D ios- como dependientes de Dios en todo, pero ellos no tienen ya nada que ver con la angustia servil de quienes tienen miedo dei Dios que exige y castiga (Rom 8, 15), de la misma manera que, para ellos, cualquier te­ mor a ser castigados justamente por Ias auto­ ridades (Rom 13, 3) estaria en contradicción con su conciencia moral (13, 5). Por eso, qpóPoç en Rom 13, 7 (dos veces) debe referirse quizás a Dios mismo (cf. 1 Pe 2, 17), mientras que a Ias autoridades se les tributa únicamen­ te xi|xq (cf., a propósito, U. Wilckens, La Car­ ta a los Romanos II, Salamanca 1992, sub lo­ co. De otra manera piensa, por ejemplo, Strobel; pero es discutible si en Rom 13, 7 puede atribuírsele a Pablo, basándose en los vv. 13s, la terminologia de la parénesis helenística acerca de Ias autoridades [-> qpopéopai 2]). Los creyentes no hacen en este mundo lo que es bueno y lo que está preceptuado, movidos por el temor al castigo; sino que lo hacen por­ que han vencido al mundo (cf. Rom 12, Is). Ahora bien, su temor de Dios no es respuesta al poder, sino al amor de Dios. b) En el período postpaulino, el tpópoq se convierte en un motivo parenético indepen­ diente. El temor de Dios corresponde ahora también a la actitud de respeto en Ias relacio­ nes con Ias autoridades y ordenanzas terrenas; la obediência de los creyentes a su Senor ce­ lestial se manifiesta básicamente en la reve­ rencia a sus senores temporales. Y, así, la co­ munidad debe acreditar el temor a Cristo (ev 3(0 X qloxoü, Ef 5, 21) en la subordina-

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cpópoç - oíPti

ción mutua; especialmente la sujeción de Ias mujeres a sus respectivos maridos como a su «cabeza» corresponde a la obediência de Ias mismas a Cristo (d)ç ttp xttQÍm, 5, 22s), por­ que la Iglesia -d e la misma manera- se subor­ dina a sí misma a Cristo como a su cabeza (5, 23s; cf. 5, 33: iva cpoPfjxai xòv ávôga). Lo mismo se aplica, de modo correspondiente, a los esclavos en la relación con sus amos terre­ nos, a quienes obedecen como ôoüÀoi X q i o Toõ con pureza de corazón p e tà qpópoo x al TQÓpoo (6,5, cf. V . 6) o Iv jtavTL cpó|3ü) (1 Pe 2, 18), incluso y precisamente cuando tienen que sufrir injustamente (2, 19). El temor de Dios es expresión de la obe­ diência (cf. 1 Tim 5, 20) y dei conocimiento dei justo juicio de Dios, de tal manera que ese temor determina toda la vida de Ias comuni­ dades en su condición de extranjeras en la tierra (èv cpóPü) ... àvaoTQá(pT]TS, 1 Pe 1, 17; cf. Hech 9, 31) y obra su santificación (cf. 1 Pe 1, 13-16; 2 Cor 7, 1; dei comportamiento santo de Ias mujeres èv qpópo) se habla en 1 Pe 3, 2). Este temor obliga también a Ias personas piadosas a tributar el debido respeto a los poderosos de este mundo (2, 13-17; q)oP éopai 6), pero no crea en ellas devoción rendida ni mucho menos angustia ante los hombres, porque incluso como personas que sufren y son perseguidas a causa de Cristo no se aterran ante sus perseguidores (TÒv ôè cpóPov aÔTÔv pq cpoPqUfíTe pqôè tapaxUriTe, 3, 14 [cita de Is 8, 12]). Lejos de eso, se hallan siempre dispuestas a dar razón de su esperanza ante sus críticos, con el debido respe­ to (pexà rcQauxqxoç x a l qpópou, 1 Pe 3, 16), desde luego, pero siempre movidas por una buena conciencia. El temor ante Ias autoridades humanas o in­ cluso ante los poderes de este mundo no es re­ sultado dei temor de Dios (cf. Heb 2, 15: cpóPoç ^av á x o o como senal de esclavización bajo el poder dei diablo). Pero sí crea la determinación de no contaminarse en el trato con personas carnales (ouç ôè èX-saxe èv cpópo), Jds 23, cf. V . 19). Tan sólo en la Carta primera de Juan se consideran qjópoç y ãy ájtq como opuestos

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que se excluyen (->■ qpopéopat 6). q)ópoç sig­ nifica en 4, 17s (tres veces) el temor a Dios como Juez airado, y, por tanto, ese temor no es compatible con el conocimiento acerca dei Dios que ama por excelencia, un conocimien­ to que hace que los que son amados por Dios vivan ya desde ahora en completa JtapQqoía ante el día dei juicio (4, 17). Por tanto, así co­ mo el amor consumado de Dios excluye todo temor dei juicio, así también los creyentes no estarán consumados en el amor mientras en sus relaciones con Dios la angustia ante el fracaso y el castigo siga desempenando un pa­ pel: f| TEXeia ôtyájtq e^co páA,Ãeixòv qpópov, ôxi ó cpópoç xóX,aoiv («,.. pues el temor encierra en sí el miedo al castigo»). Por de pronto esta valoración negativa dei (pópoç en cuanto a Ias relaciones con Dios muestra hasta qué punto la teologia y la an­ tropologia joánicas -en contraste con Pablo y con la escuela paulina- ha abandonado ya la coexistência veterotestamentaria y judia dei amor y de la ira, dei temor y de la confianza, en favor de un nuevo monismo de carácter ya pre-gnóstico. Sin embargo, esto no disminuye el aspecto decisivamente parenético de la Carta primera de Juan (cf. 4, 19-21), sólo que desde ahora la acción de los creyentes se fun­ damenta ante todo en la experiencia dei amor de Dios y en el mandamiento de amar dado por Jesús, y no en la voluntad exigente de Dios que es, al mismo tiempo, el Padre aman­ te y el Juez futuro. H. Balz ^ o í p i | , HÇ Phoibê Febe* <E>oíPq (en griego, «radiante, pura») es el nombre (originalmente mitológico) de una cristiana, a la que Rom 16, 1 denomina q àôeXcpq qpcõv, oriunda seguramente de Cencreas y que trabaja como «diaconisa» en la comunidad de aquel lugar {oxtaav ôiáxovov tq ç èxxA,qoíaç xqç èv KeYXQeaíç, probablemente en relación con un ministério comuni­ tário que se estaba ya formando, cf. Flp 1, 1; 1 Tim 3, 8ss; cf. W.-H. Ollrog, Paulus und seine Mitarbeiter [WMANT 50], Neukirchen-

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4>olpTl -

Vluyn 1979, 31 con la nota 136; U. Wilckens, La Carta a los Romanos II, Salamanca 1992, sub loco). Febe, por sus bienes de fortuna y por ser la propietaria de una casa situada en la ciudad portuaria (oriental) de Corinto (->• KEyxQ^ctí), habría estado en condiciones de hacer de -> JTQOOTÓTiç («protectora, ayudante») para muchos, entre ellos también para misioneros que Uegaban y partían, y para sus colaboradores, y desde luego también para Pablo (Rom 16, 2b; cf. Ollrog, Paulus und seine Mitarbeiter, 31 nota 136). Por eso, Pablo recomienda a la comunidad romana (sobre el problema de los destinatários cf., por ejemplo, H.-M. Schenke-K. M. Fischer, Einleitung in die Schriften des N T I, Gütersloh 1978, 136-141; W.-H. Ollrog, en FS Bomkamm, 221-244) que, por su parte, acojan también dignamente a Febe fíva atiXTiv jtQoaôÉ^Tiod-e èv xnQÍO) à^ícoç Tcõv áyícuv, 16, 2a) y que la ayuden en todo. Como la llegada de Febe a Roma se menciona en un lugar destacado, al comienzo de la üsta de saludos de Rom 16, esta mujer debe considerarse probablemente como la que llevó personalmente la carta dirigida a la comunidad de Roma; así lo indica, en todo caso, la subscriptio de Romanos en los manuscritos de la Koiné y en otros. - W. Michaelis: ZNW 25 (1926) 144-154; ThWNT II, 93; E. J. Goodspeed: HThR 44 (1951) 55-57; Bauer, Wõrterbuch, Í . V . ; BHH III, 1463; Haag, Diccionario, 691; E. Kâsemann, An die Rõmer'* (HNT), sub loco\ K. Romaniuk, Was Phoebe in Roman 16, 1 a Deaconess?: ZNW 81 (1990) 132-134; W. D. Thomas, Phoebe: a Helper o f Many: ET 95 (1983-1984) 336s.

O o iv íx t ] , i)Ç Phoinikê Fenicia* 4 > o i v í x t ) es el nombre griego (conocido desde Homero) de la franja de tierra que se extiende a lo largo de la costa mediterrânea de Palestina, y que va desde la cadena montanosa dei Carmelo (en el sur) hasta el rio Eléuteros {nahr el-Kebir) en el norte. La región, separada dei interior por una cadena montanosa (el Líbano), se orienta es­ pecialmente hacia el Mediterrâneo. Importantes ciudades portuárias son Aco (Jue 1, 31), Tiro (1

® 0 1 V L ? ÍT |

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Re 7, 13; Mt 11, 21; Mc 3, 8; Hech 21, 3), Sarepta (1 Re 17, 9; Lc 4, 26), Sidón (1 Re 16, 31; Is 23, 2; Mt 11, 21); Berytos (Beirut), Biblos (en hebreo, G‘bal, Ez 27, 9), Trípoli y Arvad (Ez 27, 8). El nombre de 4 > o i v í x t ] se deriva, según Eustacio de Tesalónica (siglo XII p.C.) de qpoivóç, «color rojo de sangre»; le corresponde el término acádico kinahhu, «púrpura», con el cual se halla relacionado el nombre acádico, egipcio y bíblico de Canaán (cf. Is 23, 11; Ez 16, 29; 17, 4; Mt 15, 22: Y^vT] X avavaía a diferencia de Mc 7, 26: SnpoqioivíxLoaa). Sin embargo, a los habitantes de Fenicia se los llama con más frecuencia sidonios (1 Re 5, 20; 11, 5; Is 23, 12; Lc 4, 26; Hech 12, 20).

A la independencia política y econômica de Ias ciudades-estado fenicias con sus activas relacio­ nes comerciales (cf. 2 Sam 5, 11; 1 Re 5, 18ss) pusieron fm los asirios en los siglos VIIIAHI a.C. En el ano 64 a.C. Fenicia fue incorporada por Pompeyo a la provincia, recién instaurada, de Siria. En el NT, el nombre de ^otvíxT) aparece tres veces en el libro de Hechos. Según 11, 19, los «helenistas» expulsados de Jerusalén se esparcieron por Fenicia, Chipre y Antioquía, donde ejercieron probablemente su actividad misionera únicamente entre los judios (comunidades fenicias se mencionan en el li­ bro de Hechos: 21, 3ss en Tiro, 21, 7 en Tolemaida [= Aco], 27, 3 en Sidón). Según 15, 3, Pablo con Bemabé viajó por Fenicia y Samaría para acudir a la reunión apostólica en Je­ rusalén. En su último viaje a Jerusalén, Pablo pasó igualmente por Fenicia (21, 2) y visito Ias comunidades allí existentes (21, 3-7). El território de Ias ciudades fenicias de Tiro y Sidón, además de mencionarse en Hech 12, 20, desempena varias veces un papel en los Evangelios (cf. Mt 11, 21s par.; Mc 3, 8 par.; 7, 2 4 ss par.; 7, 31 par.), según los cuales Jesús estuvo también en território fenicio y encon­ tro fe entre los «impuros» y los «griegos» (Mc 7, 2 6 s s par.) que allí habitaban (Mt 15, 28; cf. 11, 21s par.). Pauly-Wissowa XX, 350380; BHH III, 1464-1468; Haag, Diccionario. 692-696; S. Moscati, Die Phõniker, Zürich 1966; Pauly, Lexikon IV, 796-798. H. Balz

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q )o ív i| - cpovetio)

(poivil (cjpoívil), ixoç,

ó phoinix palmera, palm era datilera, ram a de palm era (palma)* La palma datilera era tin árbol alto muy corriente en Palestina (especialmente en Jerico, Dt 34, 3; Josefo, Ant XIV, 54; a veces se re­ presenta su figura en Ias caras de Ias monedas); sus ramas verdes desempenaban un pa­ pel en la fiesta de los Tabemáculos (Neh 8, 15). Según Jn 12, 13, la multitud de peregri­ nos que se hallaban en Jerusalén para la celebración de la Pascua, salieron con ramas de palmera (palmas) al encuentro de Jesús, que hacía su entrada triunfal en la ciudad (eltapov xà P ata Tcbv qpoivíxcov, Paíov). Mientras que en Mc 11,8 par. Mt 21, 8 se habla única­ mente de ramas recién cortadas, Juan debió de sugerir el recibimiento triunfal de un Sobe­ rano mesiánico y se refirió a Ias ramas de pal­ mera como signos de gozo y victoria (cf. 1 Mac 13, 51; 2 Mac 10, 7; 14, 4; y también bSukk 37b; cf. W. R. Farmer: JThS 3 [1952] 62-66: R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan II, sub loco. En Ap 7, 9 q)OLVixeç significa también ramas de palmera (palmas) como senal de victoria. BHHI, 323s.

O o íV l^ , IXOÇ Phoinix Fenice*

Ciudad poituaria situada en la costa meri­ dional de Creta en la bahía de Fineca, con un puerto muy apropiado para pasar el inviemo y que, según Hech 27, 12, queda abierto bacia el suroeste y el noroeste, pero ofrece protección contra los vientos tempestuosos dei nor­ deste. En contra el consejo de Pablo de no salir de ->■ K akoi lapeveg (27, 8-10), se decidió (oi itX,eíoveç) partir de allí rumbo a Fenice y hubo que sufrir el peligro anunciado (27, 14ss). Sobre los detalles, cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.

(poVEIJg, ÉíOg, ó phoneus

asesino, homici­ da* En el NT el término aparece siete veces. En catálogos de vicios: 1 Pe 4, 15; Ap 21, 8; 22, 15. En Hech 3, 14 se dice que Barrabás era

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àvfiQ qpoveúç (cf. ->■ (póvoç, Mc 15, 7; Lc 23, 19.25). Según Hech 28, 4, los bárbaros (v. 2) de Malta sospechan que Pablo es niávxcoç cpovEÚg («ciertamente un asesino»), cf. 28, 6 (dcóg). En 7, 52, en el clímax de Ias acusaciones lanzadas por Esteban, qpovEÚç se apli­ ca a los judios; «Vosotros os habéis converti­ do en traidores y asesinos (dei Justo)», Io mismo que ya «vuestros padres persiguieron a los profetas (cf. también 1 Re 18, 4.13; 19, 10.14; 2 Crón 24, 20s; Neh 9, 26; Jer 26, 20ss; Hen [et] 89, 51ss; Mt 5, 12; 23, 29ss; Heb 11, 36-38). Los motivos de la persecución y la matanza de los profetas son carac­ terísticos principalmente de la tradición deuteronomística de la crítica dirigida contra Is­ rael, que se deja sentir hasta en los tiempos dei cristianismo primitivo (cf. O. H. Steck, Is­ rael und das gewaltsame Geschick der Propheten [WMANT 23], Neukirchen-Vluyn ^1974, 214-217). La misma tradición influyó también en Mt 22, 7 (àjtcóÀeoev xotiç qpoveíç êxEÍvouç). ípovEDCa phoneuõ matar, asesinar* En el NT el término apenece doce veces, de Ias que cinco se hallan en Mateo y cuatro en Santiago; el verbo, por lo demás, aparece úni­ camente en Mc 10, 19; Lc 18, 20; Rom 13, 9. Ocho de los doce testimonios mencionan el (sexto) mandamiento dei Decálogo: oò/pf] tpove-úoEiç (Ex 20, 15 LXX; Dt 5, 18 LXX), que se recoge en la primera antítesis dei Sermón de la Montana (Mt 5,21 [bis]) y que, por lo demás, aparece también en Ias series de mandamientos (de la «segunda tabla»); en palabras de Jesús en Mc 10, 19 par. Mt 19, 18 / Lc 18, 20, en Pablo en Rom 13, 9, y final­ mente en Sant 2, 11 (bis). Mateo y Pablo, siguiendo el texto hebreo (imperfecto con negación) y el de la LXX, formulan la prohibición con oí) y futuro de indicativo (cf. Bla6-Debrunner § 362, 1; 427, 1) en un sentido rigurosamente prohibitivo, mientras que Mareos, Lucas y Santiago, expresándose en buen griego, utilizan la negación pf) y el aoristo de subjuntivo.

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qpOVEDCO- cpovoç

En la LXX cpoveijw traduce principalmente el verbo hebreo rãsah («matar, asesinar») y nãkâ («matar»). Juridicamente, en el AT se distingue con claridad entre el asesino y el homicida: mientras que una rauerte premeditada no puede expiarse sino con la mueite dei asesino (Gén 9, 6; Ex 21, 12.14; Lev 24, 17; Núm 35, 16ss), el que mata a una persona sin premeditación ni intención de hacerlo tiene derecho a buscar asilo en un santuario o en una ciudad libre (la LXX emplea también en este caso el verbo cpoveúü), por ejemplo, en Ex 21, 13; Núm 35, 6.12.22ss). Des­ de luego, el mandamiento dei Decálogo Wtirsãh no se fija en una determinada situación jurídica, sino que prohíbe como contraria al bien comün toda trasgresión arbitraria e ilegal que vaya con­ tra la vida humana, y la considera como irreconciliable con la dignidad dei hombre y con el derecho divino (cf. Gén 9, 6; Núm 35, 33-35; Dt 21, Iss). Mt 5, 21(ss) no amplia en modo alguno el mandamiento dei Decálogo, sino que, en con­ tra de cualquier reducción casuística, expone todo lo que ese mandamiento significa en ri­ gor (cf. también Lev 19, 18; Ecl 7, 9; Eclo 34, 25.27; bBM 58b; 1 Jn 3, 15). Sant 4, 2 se halla en un contexto que busca en el interior dei hombre mismo la razón de Ias «guerras y contiendas» entre unos y otros: qpoveúsxe x a l ^TiÀoüxe (junto a èjTi{}up.eíxE, p á 5(ea'&8 x a l jtoX8p,8txe, aixetxe). Estos tér­ minos pertenecen al âmbito de Ias pasiones estériles y destructoras de la sociedad ('qôov a t vv. 1.3). La vigorosa expresión debe entenderse más bien como una intensificación (cf. los pasajes antes citados; cf. además Bauer, Wôrterbuch, s.v.), que ve unidos inmediatamente el celoso «querer tener» (ÇijXoüX8) y el odio agresivo (qpoveúexe) que restrin­ ge el derecho de otras personas a la vida. Des­ de Erasmo, esta difícil combinación de palabras se ha tratado de aliviar mediante una conjetura que trasforma qjoveúexe en qj-fioV81X8 (cf. Ias variantes textuales en Gál 5, 21; 1 Pe 2, 1; para los detalles cf. M. Dibelius, Der Briefdes Jakobus^ [KEK], sub loco). Sin embargo, con ello el radicalismo de la imagen quedaria sustituido por una racionalización que no hace ya justicia al hecho de que el au­

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tor quiere hablar de jtóXepoi xal... pá)(aL (Sant 4, 1, cf. v. 2b). Finalmente, en 5, 6, después de hacer nu­ merosos reproches a los ricos, se los acusa; èqpoveúoaxe xòv ôíxaiov. Se piensa, con una intensificación parecida a la que vimos en 4, 2, en la destructora injusticia de los ricos y los poderosos contra los pobres, que están opri­ midos y son indefensos (cf. Sal 37,14.32; Sab 2, 10s.l9s). En Mt 23, 31 la tradición veterotestamentaria y judia acerca de la persecución y matanza de los profetas se recoge en la crítica de Jesus contra los escribas y fariseos (cf. vv. 29s.34; -i- qpoVEÚç); en 23, 35 esa tradición se rela­ ciona con el asesinato de Zacarias, hijo de Baraquías (sobre los pormenores, cf. ^ B aça Xtaç). J. J. Stamm: ThZ 1 (1945) 81-90; BHH II, I237s; Haag (ed.), Bibel-Lexikon, Einsiedelnn982, 1170. H. Balz cpóvoç, Ori, ó phonos asesinato, occisión* En el NT el término aparece 9 veces. El plural qpóvoL se halla en los catálogos de vicios de Mc 7, 21 par. Mt 15, 19, y se refiere sobre todo a Ias ideas o intenciones de asesi­ nar (cf. ôtaÀOYiojioí) que brotan dei interior dei hombre y que le hacen impuro (en Mateo, con arreglo a la segunda tabla dei Decálogo, qjóvoç se encuentra al principio de la serie; en Marcos, después de JtO Q vaX ai, x l i o i t a i ) ; cf. también Os 4, 2; Ap 9, 21; de manera pa­ recida en Rom 1, 29, donde el singular qpóvoç se halla después de (p^&óvoç (seguramente co­ mo juego de palabras, cf. también Gál 5, 21 V . I . ) . En Mc 15, 7 par. Lc 23, 19.25 (póvoç se refiere a un asesinato cometido por Barrabás o por el grupo de sus zelotas (en Jerusalén: Lucas) con ocasión de una revuelta (—> ■B aç a p p ã ç 1). También en Hech 9, 1 (ZaõXoç êxL epjTvéoov àjteiltfjç x a l (póvou) se emplea el término cpóvoç en su sentido literal, cf. 26, lOs (->• è p jtv é c o ). Heb 11, 37: è v qióvtp p a XaÍQTjç àjtéflavov (cf. Ex 17, 13; Dt 20, 13), «fueron muertos / asesinados al filo de la es­ pada».

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qpOQÉO) - q)ogxíta)

q)OQÉo) phoreõ llevar (constantem ente), llevar sobre sí* En el NT el verbo aparece 6 veces. Llevar (habitualmente) vestidos, vestir, Mt 11, 8; Sant 2, 3 (en este sentido aparece frecuentemente en griego, cf. Sófocles, El 269; Josefo, Ant III, 153); corona de espinas y manto de púrpura, Jn 19, 5; XTiv [xáxaiQav cpogeco en Rom 13, 4 se refiere seguramente al poder pu­ nitivo y policial de Ias autoridades romanas (cf. paxaiQoq)ÓQOL, de los polícias romanos en Egipto CPJII, 152; cf. también Filón, SpecLeg 92-95; III, 159-163; sobre el fondo dei problema, cf. J. Friedrich-W. Põhlmann-P. Stuhlmacher: ZThK 73 [1976] 131-166, esp. 140-145; ->• páxaiQ a 3). qjÉQEiv tf)v eixóva, en 1 Cor 15,49 (bis), se refiere al destino pre­ sente o perecedero (aoristo) y al destino venidero (futuro) de los creyentes, que llevan co­ mo un vestido su actual forma de existência (como una imagen de Adán; resonancias de la gnosis, ->• EÍXCÓv 7.a) y han de adquirir toda­ via su forma definitiva de existência (como una imagen dei Cristo celestial) (cpoQÉoopEV, V. 49b). ThWNT IX, 86s.

(pÓQOV, ou, TÓphoron foro, plaza, merca­ do -*• 'Ajtjiíon cpÓQov.

q)ÓQOÇ, oo, ó phoros tributo,

impuesto* En el NT (póçoç aparece 5 veces (2 en Lu­ cas, 3 en Romanos). En la escenificación ide­ alizada de un litígio entre los representantes de Ias autoridades judias y Jesus acerca de la cuestión dei tributo (sobre el «gênero» [Gattung], cf. Bultmann, Geschichte, 39-56) se encuentra el término qpópoç en Lc 20, 22, mientras que Mc 12, 14 par. Mt 22, 17 emplean el latinismo xfjvooç, que tiene el mismo sig­ nificado. Los dos términos tienen una connotación de «ocupación política» y, por tanto, lo mejor es traducirlos por tributo (cf. E. Stauffer, Die Botschaft Jesu, Bem-München 1959, 96): qpÓQOÇ es el tributo directo (el tributo so­ bre bienes inmuebles o el tributo por cabeza) que un pueblo soraetido tiene que pagar a un

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soberano extranjero, mientras que téX,oç se refiere a aranceles y diversos impuestos (impuestos sobre el consumo, impuestos sobre el tráfico, impuestos fiscales sobre actividades comerciales) en cuanto tributos indirectos (recaudados por medio de arrendatarios, ->• XEXcóvqç 2) que hay que pagar a Ias correspondientes autoridades (ThWNT IX, 83). La acusación lanzada contra Jesús en el sentido de que exhortaba a la gente a que boicoteara el pago de tributos al César (Lc 23, 2) enlaza con lo que se dice en 20, 20ss; en la cuestión de los tributos, el «camino de en medio» se­ guido por Jesús entre la revolución y la glorificación dei César (cf. W. Schrage, Die Christen und der Staat nach dem NT, Gütersloh 1971, 39) hace ver claramente que la acusa­ ción es una mentira. Según Rom 13, 6.7 (bis), Pablo considera como parte de la conducta leal dei individuo hacia Ias autoridades el pagar los impuestos (en el v. 7 aparece xéXoç junto a çpógoç: àitóÔOTE jtãOLV tà ç ôtpEiXáç, xrâ xòv qpÓQov xòv cpÓQOV, xcp xò xÉ)tOç xò xÉXoç). La observación, formulada en indicativo, de que la comunidad romana cumple con su obligación de pagar impuestos a Ias autoridades (v. 6a: cpóQonç xe Ã^eI x e ; cf. Josefo, Bell I, 403) va se­ guida por una exhortación general a seguir pagando y a guardar el debido respeto a Ias autoridades romanas. Algunos creen que esto es una referencia a la sitnación concreta de la escalación de la presión fiscal por parte dei Estado y a Ias protestas que contra ella se alzaron en Roma en tiempos de Nerón en los anos anteriores al 58 p.C. Así piensan J. Friedrich-W. Põhlmann-P. Stuhlmacher: ZThK 73 (1976) 131-166. esp. 153-159, refiriéndose a Tácito, Ann XIII, 50s. Pauly-Wissowa VII, A 1-78, esp. 44-47; RAC II, 969-972; BHH I, 11; III, 1868s; Haag, Diccionario, 1965s; ThWNT IX, 81-86. W. Rebell fpOQtí^K) phortizõ hacer llevar una carga, imponer una carga, agobiar con una carga* En el NT el verbo aparece únicamente en sentido figurado, en Mt 11, 28: oÍ xoJUrôvxEÇ

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(poQxíÇco - (pQayeKkótí)

x a l JiEcpoQTiajxévoi (participio de perfecto de la voz pasiva), «los fatigados y agobiados» (a saber, con Ias cargas que os impone la interpretación que los escribas hacen de la ley, qiOQTÍov); Lc 11, 46 en voz activa con el mismo sentido: cpoQTÍÇco qpoQtía ônopáoTaxTa, «imponer cargas insoportables». ThWNT IX, 89.

<po0TÍOV, ov, TÓphortion

carga* En el NT el término aparece 6 veces, tanto en sentido propio como en sentido figurado, lo mismo que en la LXX. En sentido propio en Hech 27, 10: el cargamento de la nave. En los demás casos en sentido figurado: dícese de Ias cargas insoportables que los escribas y fariseos imponían a Ias personas piadosas con la interpretación casuística de la ley, Mt 23, 4 q jO Q T Ía Pagéa); cf. Lc 11,46a (qpoQ X Ía ônapáoxaxxa), cargas que los voftixoí no ayudan a soportar ni con un dedo, 11, 46b. En contraste con ello, la carga de Jesús (qíogxíov junto a ^úyoç) es ligera (èX.aq)QÓv), Mt 11, 30, y proporciona alivio a los que se sienten agobiados (11, 28 ^ cpoQXÍ^m). No se trata primariamente de «quitar una carga», sino dei don de infundir nueva fuerza para cumplir la voluntad de Dios en el seguimiento de Jesús (11, 29; cf. también Eclo 51, 23). En Gál 6, 5 (êxaoxoç Y“ 0 ^ lôiov qpogxíov paoxáoei), en el contexto de la crítica paulina de una equivocada arrogancia, Pablo quiere que cada uno examine su EQyov ante Dios (v. 5), por­ que él es quien ha de llevar personalmente (en tiempo futuro) sus propias acciones junta­ mente con sus yerros como una carga (en el sentido de «peso, gravamen») ante el tribunal de Dios ( ^ paaxá^co 2; cf. también Rom 14, 10-12; 2 Cor 5, 10; Ap 14, 13; 4 Esd 7, 35; Abot 6, 9). ThWNT IX, 87s.

q)OQTOç, ov, o phortos carga, cargamento Hech 27, 10 Textus Recepms en el sentido de cargamento de una nave (en vez de --> cpogxíov).

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O o Q t O W ã t o ç , o v Phortounatos Fortu-

nato* Nombre (en latín; «afortunado») de un cristiano de Corinto, el cual, según 1 Cor 16, 17 (cf. V. 15 V.I.), juntamente con Estéfanas y Acaico, visito a Pablo en Efeso. Probablemente se trataba de una delegación de la comunidad corintia, que hizo a Pablo consultas de parte de la comunidad (cf. 7, 1 y passim) y que llevó consigo, al regresar a Corinto, una carta de respuesta o la Carta primera a los Corintios (cf. 16, 18). Pablo acentua su gozo por la llegada (uiagonoía) de esas personas, que tuvo lugar hacia el final de su estancia en Efe­ so y probablemente durante la composición de la Carta primera a los Corintios. - Según 1 Ciem 65, 1, se llama también OQTonvãxoç un miembro de la delegación enviada a Corin­ to por la comunidad romana.

(pQayé^^iov, ov, TÓ phragellion

látigo, azote* qpgaYÉ)i.Xtov es un latinismo (cf. BlaB-Debrunner § 5, nota 4). Según Jn 2, 15, Jesús (a diferencia de Mc 11, 15 par.) hizo «con cuerdas un látigo» para echar con él dei templo a los comerciantes y los cambistas, así como a Ias o vejas y los bueyes. Sin embargo, según el V. 16, los vendedores de palomas se hallaban aún presentes, más tarde. Por eso, es probable que el evangelista se refiera sobre todo a que Jesús echó con el látigo a los animales de los rebanos, y no a que la emprendiera a latigazos con los comerciantes, los cuales -m ás bientuvieron que seguir a sus animales, echados dei recinto. (pgaYE^^óco phragellõo flagelar, dar lati­ gazos, azotar* qigaYeXX,óco es un latinismo; fragello. Se­ gún Mc 15, 15 par. Mt 27, 26 Pilato mandó azotar a Jesús antes de su crucifixión (cpQCt' YeXX.(üaaç, Lc 23, 25 atenúa este detalle). La flagelación (con el horribile flagellum, un lá­ tigo de tiras de cuero con huesecillos ensartados y bolas de plomo en los extremos) prece-

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tçQaysXków - q)QTÍv

día, según el derecho penal romano, a la ejecución de la pena capital y de otros castigos infamantes, y se aplicaba a los esclavos y a los habitantes de Ias províncias (verberatio), sobre todo antes de proceder a su cmcifixión (cf. Mc 10,34 par.; Jn 19,1 ->• p,aaxiYÓm; Josefo, Bell II, 306; V, 449; Livio X, 9, 4s). ThWNT IV, 321-525; Haag, Diccionario, 713s;RA CIX, 469-490. (jpQ<XYM'®Çi •í'®» Ó phragmos cerca, muro, vallado* Dícese dei vallado de una vina mediante un muro o cerca, Mc 12, 1 par. Mt 21, 33 (cf. Is 5, 2); de los cercados en torno a Ias casas Gunto a los cuales hay mendigos), Lc 14, 23. En sentido figurado en Ef 2, 14; xò pEOÓxoiXOV TOÜ (pQaypolJ, dícese de la ley, que antes de Cristo, como una valia en tomo a Israel, constituyó un tabique intermedie de separación entre judios y gentiles (cf., a propósito, Arist 139; Abot 3, 13b; cf. además Billerbeck I, 693s; III, 587s; R. Schnackenburg, Der Briefan die Epheser [EKK], 112-114). cpQ á^o phrazõ manifestar, explicar, inter­ pretar* En Mt 15,15; 13, 36 v.l. se encuentra el im­ perativo qpQÓaov: «\ExpUcanos esta parábo­ la!» (cf. Dan 2, 4 LXX). (p ^ á c a o ) phrassõ cerrar, tapar* Heb 11, 33: (pgáooEiv OTÓpaxa ÀEÓvxmv, «tapar / cerrar Ias bocas de los leones» (cf. Dan 6, 23 Teod.; además: Jue 14, 5ss; 1 Sam 17, 34ss; 2 Sam 23, 20). En sentido figurado en Pablo: Rom 3, 19: «para que toda boca se tape / enmudezca (íva ... tpQayfí)». 2 Cor 11, 10: fi ttaúxtioiç a u rq ou cpQayqoexai elç èpé, «Este orgullo (cf. xaúxtipa, xauxáop a t 1) nadie lo hará enmudecer en mí / nadie me lo impedirá» (cf. 1 Cor 9, 15).

cpçéaQ, atoç, tó phrear pozo,

sima* En el NT el término aparece 7 veces. En Lc 14, 5 se trata de un pozo (en contra dei lugar

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paralelo Mt 12, 11: pó^ô-uvoç, «hoyo, zanja»; paralelos rabínicos: pozo, acequia», cf. bSab 128; Bes 3, 4) que, como hoyo no demasiado profundo y relativamente ancho, da acceso a Ias aguas subterrâneas o a Ias aguas de lluvia. Por el contrario, en Jn 4, 11.12 cppéaQ (|3aM ) se refiere a un pozo perforado (de más de 30 m de profundidad), que fue abierto por Jacob en Siquén, y que como pozo artesiano (en contraste con una cisterna) proporciona üôcüq Cõ)V (vv. lOs; cf. Gén 21, 19; 26, 19). En Ap 9,1.2 (ter) qpgéap significa una sima que conduce al mundo de Ias profundidades (cpçéaQ xfjç àpúooou, -> âpuoooç 2) y dei cual emer­ ge el humo dei infiemo subterrâneo (-> yéevva) con sus horrores («langostas», vv. 3ss). Haag, Diccionario, 1556s; BHH I, 275s; II, 798. tpQEVaJtaTáfO phrenapataõ enganar* Gál 6, 3: (ppevajtaxa éauxóv, «se engana a sí mismo». qpQevaJtaxáco se halla docu­ mentado únicamente en textos cristianos.

q)gEvan;aTiíiç, ov, o phrenapatês

seductor, embaucador* En Tit 1, 10 en plural (junto a paxaioÀóyoi y òtvujtóxaxxoi) se habla de seduetores de la comunidad. tpgillV, q)g£VÓç, ^ phrên sentido, entendimiento, inteligência* En el NT el término, en plural, aparece uni­ camente en 1 Cor 14, 20 (bis) en la antítesis n a iô ia xaTç qpQeatv ... xatç qpQealv xékeioi. Puesto que sirven para la profecia edificante y convincente. Ias cpQÉveç (inteligência, pensamiento racional) constrastan con la glosolalia extática (que no emplea el entendimiento, 14, 6ss.14.18), lo mismo que la etapa de la madurez contrasta con la etapa de la inmadurez. En griego, ípQf|v / qíQÉveç se refiere ordinaria­ mente a la inteligência o reflexión interna dei hombre por contraste con Ias emociones im­ precisas, cf. Homero, II 1, 193; Aristóteles, PartAn III, 10, 672b. ThWNT IX, 216-231.

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qpQiaao) - qjQoveco

(pçiaffco phrissõ estremecerse, temblar, ti­ ntar* Sant 2, 19 en crítica irônica de una fe (en el Dios único) sin obras, y que aun los demonios poseen: r à ôaipóvia JtiOTeúouatv x al qjQÍaoouaiv. Probablemente el autor alude a prácticas de conjuros, en Ias cuales una de dos; o se usaba la fórmula monoteística eIç (v. 19a), o bien desempenaba algún papel el temblor de los demonios ante el poder de Dios, cf. Preisendanz, Papyri, 3, 227; 4, 2541s; Justino, Dial 49, 8; HechFel 132; Clemente de Alejandría, Strom V, 125, 1; OrMan 4; Dei6mann, Licht, 187s; E. Peterson, E IE 0 E O 2 , Gõttingen 1926, 195-299; M. Dibelius, Der B rief des Jakobus^ (KEK), sub loco; Bauer, Wõrterbuch, í . v . Por tanto, semejante fe no conduce a la salvación, sino a la perdición. tpçovEW phroneo pensar, reflexionar, esforzarse por* 1. Aparición en el NT - 2. Mc 8, 33 (par.) - 3. Pablo - 4. Hech 28, 22. Bibl.: G. Bertram, q)Qnv ktX., en ThWNT IX, 216231, especialmente 227-229; J. Goetzmann, en DTNT IV, 197-201; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289.

1. En el NT cpQOvéco aparece 26 veces: 3 en los Evangelios y Hechos, 22 en Pablo y 1 en Colosenses. 2. En Mc 8, 33 (par. Mt 16, 23), con Ias palabras de Jesús que llaman «Satanás» a Pedro se termina el gran conjunto de la confesión de Pedro (8, 27-30) o la primera predicción de la Pasión (8, 31). Los problemas de crítica de Ias formas y de historia de Ias tradiciones acerca de esta unidad son extraordinariamente complejos (entre la bi­ bliografia mencionaremos tan sólo: E. Haenchen, Die Komposition von Mk 8, TJ-9, 1 und Par.: NovT 6 [1963] 81-110; E. Stegemann, Das Markusevangelium ais Ruf in die Nachfolge, tesis Heidelberg 1974, 232ss). No está claro siquiera cómo hay que deslindar el texto (8, 27-33 ó 8, 3133). Las múltiples hipótesis, a pesar de sus dife­ rencias, coinciden no obstante en el postulado de

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que esta unidad tuvo una historia pre-marquina. No se puede decidir ya con seguridad si, en todo ello, el logion 8, 33a.b (o únicamente 8, 33b) existió alguna vez aisladamente o necesitó desde siempre el contexto actual. Si 8, 33b tuvo una prehistoria separada, entonces habría que contar con una sentencia sapiencial de carácter general (como la que aparece, formulada positivamente, en Col 3, 2). En el contexto actual dei Evangelio de Mar­ cos, el enunciado se refiere a la comprensión por parte de los discípulos y al rechazo dei seguimiento; ambas cosas se ponen de manifiesto en la conducta de Pedro. Por eso, a la negación de la necesidad escatológica de la Pasión (8, 31) le corresponde el rechazo dei seguimiento (cf. la conexión con 8, 34ss, prin­ cipalmente la relación entre 8, 33 y el motivo dei seguimiento en 8, 34). No existe más al­ ternativa que la orientación hacia el mundo o la orientación hacia Dios, entre el cpQovelv r à Ttõv àvHQa)n;a)V y el tpQovEiv r à xoú í Ieoü . Las enfáticas palabras de Jesús llamando «Sa­ tanás» a Pedro no hacen más que intensificar adicionalmente tal oposición. 3. Pablo, que emplea este término con sorprendente frecuencia, expresa casi siempre con él la la tendencia orientada hacia algo co­ mo condición dei compromiso con semejante aspiración (el uso neutral dei término se da únicamente en 1 Cor 13, 11, donde (pQovÉci) se halla en una serie juntamente con "kakètí) y 7.0YÍCoiiai). Es característico de ello el texto de Rom 8, 5-8 (cf. también la conexión con -+ cpQÓvTjjxa en 8, 6s). La dependencia de la sarx o dei Jtveup.a determina al hombre en su totalidad, incluídos todos sus pensamientos y aspiraciones. Por tanto, parece consecuente que Pablo, Utilizando un motivo dei AT, exhorte a evitar la arrogancia, el '6rj)T|X,à (pçoveXv (cf. Rom 11, 20; 12, 3.16; también 1 Tim 6, 17), mientras que al mismo tiempo habla de la orientación hacia Dios (en Flp 3, 19 esta orientación se halla implícita mediante la oposición a los r à EJtÍYeia qiQOvoõvTEÇ, cf. también 3, 20 y, de manera especialmente expresiva, el texto deuteropaulino de Col [3, Is]). Valiéndose de un

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cpQovecü - cpQovTiaiç

motivo de la filosofia popular helenística, Pablo expresa también en Rom 12, 3 (y 12, 16) la exhortación a reflexionar sobriamente: se trata no sólo de «no tener una opinión más ele­ vada de la que se deba tener», sino también de «preocuparse por ser razonable» (con un juego de palabras: cp Q O v elv e l ç rò omqpgovElv). Rom 14, 6 muestra que tal qjQovEiv tiene su razón de ser en el Kyrios: el andar reflexionando sobre los «dias» discutidos tiene senti­ do únicamente como una reflexión que sabe que está obligada al Kyrios (cf. también 14, 7). El uso dei himno en Flp 2, 5 pone total­ mente en claro tal interdependencia: el qpQOveTv de la comunidad tiene su norma y medi­ da en Cristo Jesús; Cristo se menciona al principio de la parénesis como más que un simple ejemplo. Lejos de eso, para Pablo, el Kyrios y la idea dei cuerpo de Cristo determinan concretamente el q)Qov£Ív de cada uno. Se trata de que la comunidad tenga el xò anxò qpQOVEtv (sobre xò aúxó, cf. también 1 Cor 1, 10; 11, 20; 14, 23), la unidad de su mente en la orientación bacia el Kyrios, lo cual no significa la uniformidad. En Flp 2, 2 lo de xò aúxò q)Qoveív de Pablo se refuerza adicionalmente con lo de xf)v aúxfjv àYájtriv y lo de oúptjjuxoi y se precisa con lo de xò ê v , mientras que en 3, 15 falta, sí, xò afixó, pero se expresa objetivamente la misma idea con lo de EXÉQtoç y lo de xô) anxm de 3, 16 (cf. también la v.l. de 3, 16). En 4, 2 la formulación se refiere a una situación concreta. En 2 Cor 13, 11 (de manera parecida en Rom 15, 5) la parénesis final exhortando a xò anxò cpQoveiv anade el deseo de que Dios conceda tal cosa a la comunidad. En Gál 5, 10, Pablo (enlazando con 1, 6ss) formula negativamen­ te; El está convencido de que la comunidad, en sus pensamientos, no conoce ningún otro objetivo sino el dei apóstol mismo. Esto puede condueir también, finalmente, a un bien encaminado qppoveiv en favor de otros: Flp 1, 6 habla dei propio compromiso de Pablo en favor de la comunidad, mientras que 4, 10 enuncia esto mismo en sentido inverso, refiriéndose al comportamiento de la comunidad con el apóstol.

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4. En Hech 28, 22 los judios de Roma preguntan a Pablo cuál es su «idea, opinión» (â cpQOVEÍç) acerca de la nueva aigeoiç de los cristianos, sobre la cual ellos, hasta ahora, no han oído decir sino que suscita oposición. H. Paulsen tp g o v im a , a t o ç , to phronsm a manera de pensar, orientación, convicción* En el NT el término aparece 4 veces, exclu­ sivamente en la Carta a los Romanos (8, 6[bis].7.27). Pablo contrapone al qpgóvqpa xfjç oaQxóç (8, 6a.7) el rpQÓvripa xoõ jtveú(taxoç (cf. ^ qpQovÉO) en 8, 5) y caracteriza de esta manera Ias orientaciones fundamentalmente distintas de toda la vida y la acción, que corresponden a Ias formas de existência, mutuamente excluyentes, de la vida antes de la fe (-)■ oág^ 3.c) y de la vida en la fe (-» Jtvsüpa 3.b) (cf. Gál 5, 19-23). La ley tenía que fracasar en su encuentro con el qjQÓVTi(ia xfjç aaQxóç, porque la mente dei hombre car­ nal se dirige fundamentalmente contra Dios (Rom 8, 7) y está dei lado de Ia muerte (8, 6a), mientras que el Espírim produce en los creyentes Çoot] x a l EiQr|VTi (8, 6b). El cpgóvTlp a xoü Jtvenpaxoç, en 8, 27, significa con­ cretamente los contenidos y la intención dei «gemir» obrado por el Espíritu de Dios en los creyentes (oxevaYpol àXáÀTiTOL, v. 26), que Dios escucha, aunque ese gemir carezca de la forma y dei lenguaje apropiados a Dios (-> oxEvá^m 4). ThWNT IX, 216-231. tp g ó v u o iç , ew ç, ^ phronésis manera de pensar, entendimiento, inteligência* Lc 1, 17, en una cita libre de Mal 3, 23, considera como tarea dei «precursor» Juan el «condueir a los desobedientes a la manera de pensar / al entendimiento de los justos» (èv qpQOVTÍoei [= Eiç qpQÓvriaiv] ôtxatcov); en pa­ ralelo con esto se halla la vuelta de los corazones de los padres bacia los hijos (cf. Mal 3, 23a). En correspondência con Mal 3, 23, Lc 1, 17s pensaria también en general en la reconciliación entre Ias generaciones y en la instau-

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(p Q O V T ja L Ç -

ración de la justicia como signos dei fin de los tiempos. Pero, en concreto, el paralelismo podría también sugerir que los padres (que se han apartado) deben convertirse a la justicia (escatológica) de los hijos; cf. Jub 23, 26; R Winter: ZNW 49 (1968) 65-77; W. Grundmann, Das Evangelium nach Lukas (ThHK), sub loco. En todo caso, según el uso judio helenístico de cpçóvqoiç, este término pnede referirse también a una virtud piadosa especial (cf. Prov 3, 19s; 10, 23; Sab 8, 7; 4 Mac 1, 2. En Ef 1, 8 la expresión èv jiáori ooqpía x al q)Qovf|aei se refiere probablemente, según el contexto, a la «sabiduría e inteligência» dada por Dios a los creyentes (YvojQÍoaç, en el v. 9, pertenece a lo que sigue), cf. también 1, 17s. El acontecimiento salvífico dei perdón de los pecados (jtXoíJToç xfjç Ton, 1, 7) y el don de la oocpía y de la qjQÓvíjoiç (inteligência concreta y práctica) con­ cedido a los creyentes se hallan íntimamente relacionados, cf. también Prov 8, 14; 9, 6; 10, 23; Sab 8, 21 (en relación con Dios: Is 40, 24; Jer 10, 12); cf. también R. Schnackenburg, Der Brief an die Epheser (EKK), sobre 1, 8. ThWNT IX, 216-231, esp. 221s y 229.

(PQÓVl^OÇ, 2 phronimos prudente, sagaz, inteligente* En el NT el adjetivo aparece 14 veces (9 en los Evangelios sinópticos, 5 en Pablo). En la LXX, qpQÓvipoç se encuentra principalmente en la literatura sapiencial (Prov 3, 7; 11, 12.29; 14, 6; Eclo 22, 4 y passim), pero en los Evangelios se halla exclusivamente en con­ textos didácticos (parábolas y metáforas empleadas por Jesús). En Mt 7, 24 dícese de quien es hacedor de Ias palabras de Jesús y «ha comprendido la situación escatológica de los hombres» (H. Preisker: ThLZ 74 [1949] 89). En sentido proverbial se dice en 10, 16: YÍVEoO^e onv tpQÓvipot mç ol õqpstç (cf. Midr Cant 2, 14; BiUerbeck I, 574s). Mt 24, 45 par. Lc 12, 42 habla dei administrador prudente y fiel, que está preparado para la llegada de su amo. En la parábola de Mt 25, 1-13 (material peculiar), (ppóvipoç caracteriza a Ias cinco

(P Q O V L (ÍC O Ç

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entre Ias diez muchachas jóvenes (vv. 2, 4.8.9), que, a diferencia de Ias necias (-> pcoQÍa 3), viven en preparación constante para la parusía. Lc 16, 8 habla de la superior sagacidad (qíQOvípcÓTeQOL) de los «hijos de este mundo», de quienes la comunidad debe apren­ der a preocuparse dei futuro (escatológico) y (según Lucas) a proceder correctamente, ya desde ahora, con el «manmón injusto», es decir, a distribuirlo entre los pobres (cf. 16, 9ss; cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II [ÕTK], sub loco). Pablo, en 1 Cor 4, 10, recogiendo segura­ mente un calificativo que los pneumáticos corintios se aplicaban a sí mismos, los llama iro­ nicamente los «prudentes en Cristo» (lo opuesto: f|pElç pcüQOt); más clara aún es su burla en 2 Cor 11, 19, donde pone en eviden­ cia la conducta necia de los corintios con los falsos apóstoles: àvéxeo'&E xcnv àqjpóvtnv qiQÓVipoi õvxEÇ- (cf. J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narrenrede», Kõln-Bonn 1978, 204-212. Sin ironia Pablo utiliza qpQÓvipoç en 1 Cor 10, 15 en un llamamiento que hace a la inteligência de los corintios, a quie­ nes él habla «como a inteligentes (mg qpgovípoiç)». Según Rom 11, 25, Pablo, como el maestro superior, se opone a toda arrogancia que puedan sentir los cristianos gentiles de Roma en vista dei fracaso de Israel, íva [rf] f|XE [jiapT èauxoLÇ çpQÓvipoi («para que no os baséis en vuestra propia inteligência»). Con un sentido parecido aparece q)QÓvip,oi rtap’ eauxoTç en un contexto parenético en Rom 12, 16 («jno os tengáis por inteligentes en vuestra propia opinión!». ThWNT IX, 230; DTNT IV, 200s.

(pQovi^duç phronimõs (adv.) sabiamente, prudentemente * Al final de la parábola dei administrador in­ fiel (Lc 16, 1-7), «el amo (ó xúpioç, como sucede frecuentemente en el material peculiar de Lucas, se refiere aqui a Jesús, cf. 7, 13; 10, 39.41 y passim) alabó al administrador injus­ to, porque había obrado sagazmente (ôxi, cppovípcoç EJtoÍTiOEV)», 16, 18 (porque, en vista

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de la catástrofe que se avecinaba, puso en juego resueltamente todo lo que podia contribuir a su salvación). El adjetivo (pQÓvip,oç se encuentra también con sentido parecido en parábolas y metáforas, cf. especialmente Mt 10, 16, Sin embargo, G. Schwarz (BZ 18 [1974] 94s) supone que cpQOVípcoç y £3tf|ve08V, en Lc 16, 8a, se habrían entendido origi­ nalmente en arameo in sensu maio y que, por tanto, debieran interpretarse como palabras dei «amo» de la parábola, y no de Jesús. ThWNT IX, 216-231, esp. 230. (pQOVTÍ^ta phrontizõ preocuparse por, interesarse en* En Tit 3, 8, seguido de infinitivo: «para que se preocupen por dedicarse a buenas obras». Spicq, Notes II, 950-952. q}QOt)QÉto phroureõ vigilar, custodiar; pre­ servar, proteger* 2 Cor 11, 32: «.vigilar la ciudad» (es decir, vigilar Ias puertas de la ciudad, cf. Josefo, Vita 53). Gál 3, 23: i)jtò vópov ècpQonQoúpe■&a, «(antes de la fe) estuvimos custodiados bajo la ley» (porque la ley, como carcelero o como ->■ jiaiôaYCDYÓç [2] [vv. 24s], ejercía por medio de la vigilância y de una dura dis­ ciplina una tarea imposible, teniendo en cuenta el poder dei pecado). En Flp 4, 7 (en voz activa) y en 1 Pe 1, 5 (en voz pasiva) cppoopéto significa preservar (en el sentido de «mantener» y «proteger» al mismo tiempo). q )Q v á a o b )

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(p Q O V ÍfX C U Ç -

phryassõ

re s o p la r; e s ta r o rg u -

llo s o , u fa n a rs e *

Hech 4, 25 (en cita dei Sal 2, 1 LXX): ivaTÍ ècpQÚa^av è^vT^;, ^por qué se enfurecieron Ias naciones?» (como traducción dei hebreo rãgas). t ó phryganon r a m a o l e na seca* Hech 28, 3: cpQOYávcov xt Jt^fj'&oç, «una brazada de ramas secas». (p Q T Ú Y av o v , O D ,

O çu y í® » “ Ç Phrygia Frigia* Frigia es el nombre de una región en la zo­ na montanosa dei oeste de Asia Menor. Está situada al sur de Lidia y al oeste de Galacia. A la muerte de Alejandro Magno, Frigia perteneció primeramente al reino de los Seléucidas; desde el ano 120 a.C. aproximadamente, formaba parte de la provincia romana de Asia. Según Hech 2, 10, judios de Frigia residentes en Jerusalén fueron testigos dei acontecimiento de Pentecostés. Según 16, 6, Pablo pasó por Frigia y Galacia en su «segundo viaje misionero»; en 18, 23 se presupone que en estas regiones se fundaron comunidades cristianas. Desde luego, la comunidad de Colosas, ciu­ dad situada a orillas dei curso alto dei rio Lico, no fue fundada por Pablo, sino segura­ mente por Epafras (Col 1, 7; 4, 12). W. M. Ramsay, Cities and Bishoprics o f Phrygia, Oxford 1895-1897; Pauly-Wissowa XX, 781891; A. Goetze, Kleinasien, München ^1957m 201-206; LAW 2319-2321; BHH III, 1468s; Haag, Diccionario, 721s; Pauly, Lexikon IV, 822-826.

qjDYCtÓElJW phygadeuõ convertir en fugi­ tivo; en sentido intransitivo, vivir en el destierro Hech 7, 29 D* en sentido intransitivo: oüxcoç >cal ítçvyábzvaEV Morüofiç en vez de eqpnyEV ôè Mcoiiafjç. Sin embargo, el verbo aparece como transitivo en los manuscritos E gig p y otros (èq)nYáôe'ua£v ôè Mcoüofjv).

Phygelos Figelo* Nombre de un ciistiano, por lo demás desconocido, de la provincia de Asia. Se le men­ ciona en 2 Tim 1, 15, junto a Hermógenes, como uno de los muchos (jtávxeç) que volvieron Ias espaldas a «Pablo», pensándose se­ guramente que la razón habían sido los sufrimientos y el cautiverio de «Pablo», cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, sub loco. Sobre la grafia dei nombre, cf. Bla6-Debrunner § 42, nota 3. Haag, Diccionario, 701s. O v Y E ^ O Ç , OD

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qjDYií - q)uX,awí

(puyiíj íjÇj n phygê huida* En Mt 24, 20 par. Mc 13, 18 se habla de la huida (a Ias montanas) en vista de los horro­ res dei fin de los tiempos (cf. Mt 24, 16-18 par.; 1 Mac 2, 28). -> qpstiYtii. (pvÀ.axif|, fjç , phylakê prisión, cárcel; vigilia, guardia nocturna* 1. Significado - 2. «Prisión» (en sentido literal) - 3. «Prisión» en sentido figurado y escatológico - 4. «Los espíritus en prisión» - 5. Vigílias o guardias durante la noche como designación de la hora. Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; G. Bertram, (pnXáaaco xtX., en ThWNT IX, 232-240; A. Sohlatter, Der Evangelist Matthãus, Stuttgart ^1963, 174, 458, 469, 725.

1. En comparación con el griego profano y con el uso dei término en el AT, el espectro de significados de (puX,axf| se ha reducido considerablemente en el NT. En la gran mayoría de los pasajes dei NT en que aparece cpuítaxfi, el término tiene el significado de prisión (-> 2-4); el uso en el sentido de guardia / retén de guar­ dia en Hech 12, 10 es singular; finalmente, el término se puede utilizar tarabién con el signi­ ficado de vigilia o guardia nocturna (->■ 5). 2. La prisión es un lugar donde se mantiene encarcelados a delincuentes como Barrabás (Lc 23, 19.25: a causa de una revuelta y de un asesinato), y es también, claro está, un lugar donde se mantiene a buen recaudo a personas que resultan molestas. Y, así, Juan el Bautista es encarcelado (Mc 6, 17 par. Mt 14, 3; Lc 3, 20; ve Ias cosas de manera distinta Jn 3, 24) y es decapitado en la prisión (Mc 6, 27 par. Mt 14, 10). También son encarcelados los evangelizadores, según el libro de Hechos (capítu­ los 5, 12 y 16). Saulo sobresalió en lo de encarcelar, cuando era perseguidor de los cristianos (Hech 8, 3), cosa que él mismo conce­ de (según 22, 4; 26, 10) sin rodeos (cf. Gál 1, 13; Flp 3, 6; 1 Cor 15, 9). El seguimiento de Cristo en sus sufrimientos incluye para los cristianos el ser arrojados a prisión (2 Cor 6, 5; Ap 2, 10), como lo ensena ya el ejemplo

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dado por Ias personas piadosas en el AT (Heb 11, 36). Y, así, Pedro, según Lc 22, 33, pro­ mete en alta voz que ha de seguir a Cristo hasta la prisión y la muerte, y Pablo habla de sus propias experiencias de sufrimiento en el catálogo de situaciones penosas de 2 Cor 11, 23 ss (donde se recogen, seguramente, datos autobiográficos); cf. Hech 21,13. Tales persecuciones se consideran como parte de los ayes dei fin de los tiempos (Lc 21, 12; Ap 2, 10). Pero en ellas precisamente es donde el cristiano debe dar buena cuenta de sí. Evidentemente, (pt)X.axf) es parte dei voca­ bulário temático de Ias descripciones de los milagros de apertura de puertas o de liberación (Hech 5; 12; 16): detención y encarcelamiento (12, 4; 16, 23.37), custodia segura en la pri­ sión (12, 5; 16, 24 en el calabozo de adentro), vigilância por piquetes reforzados de guardianes (12, 5.6), apertura milagrosa de Ias puertas de la prisión (5, 19) y desaparición de los pre­ sos que habían estado encarcelados (5, 22), se­ gún los «relatos» ofrecidos o según la correspondiente comprobación (5, 25; 16, 27) en el «mundo de la realidad» (cf. 12, 17). Tales son los tópicos característicos dei gênero. (16, 40 es un versículo final y marca una transición.) 3. El sentido literal se eleva a sentido meta­ fórico, cuando en el marco dei Sermón de la Montana según Mateo se amenaza con la pri­ sión como castigo por no querer reconciliarse con el adversário (Mt 5, 25 par. Lc 12, 58). La parte metafórica de la parábola dei acreedor despiadado, a quien se le había perdonado an­ tes su propia «deuda», pero que hace que metan en la cárcel a su deudor (Mt 18, 30), se refiere a la justicia compensadora al fin de los tiempos (vv. 34s). Visitar a los encarcelados se cuenta entre Ias obras de caridad judias (ampliadas en el NT) (cf. J. Jeremias: ZNW 35 [1936] 77s); en la parábola dei juicio uni­ versal (Mt 25, 31-46), esta acción se eleva a la categoria de exigencia ética para el cristiano (vv. 36.39.43.44) y adquiere relevância escatológica (vv. 40.45). 4. La concepción antigua dei mundo es la base de Ias ideas sobre el mundo de Ias pro-

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tpvXa>tf| - tpúXal

fundidades como prisión para los espíritas malignos, los demonios y los muertos. (También la Babilônia caída puede contemplarse como prisión y morada de los espíritas inmundos: senal de su coirupción [Ap 18, 2]). La serpiente, es decir. Satanás, se baila preso en el abismo durante mil anos, pero quedará en libertad para la lucha dei fin de los tiempos (Ap 20, 7), y entonces será vencido de manera definitiva (20, 10). - El Resucitado predica a los espíritas que se hallaban en prisión, y lo hace como senal de su victoria sobre Satanás y la muerte (1 Pe 3, 19).

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tantes de Jerusalén no escucharían a quien an­ tes había sido perseguidor de los creyentes: èym fí[xT]v qpnX.axíÇü)v ... xonç JtioxeúovTaç êjtl 08, 22, 19; cf. 8, 3; 22, 4; 26, 10; 1 Cor 15,9. (puXctXTlílÇlOV, Ol), TÓ phylaktêrion filac-

teria, estuche con oraciones* Propiamente «medio de protección, lugar seguro» (cf. Plutarco, Mor. 275a y 377b), pe­ ro en el NT (unicamente en Mt 23, 5; «ensanchan sus filacterias», JtXarúvonaiv yàp t à cpnXaxxfjQia auxrôv) el término se usa para designar los estuches judios con oraciones 5. La división de la noche en cuatro perío­ (en hebreo, tôtãfõt [Ex 13, 16; Dt 6, 8; 11, dos de vela nocturna, de tres horas de dura18], pero en la época rabínica se denominación cada uno, determina el uso dei término ban casi siempre ffllltn, en arameo fflllã ’)-, se q)uX,axr| como indicación horaria. En el lenconsideraban como recordatorio pero también guaje teológico de Ias parábolas escatológicas como medio de protección contra los demo­ se alude casi siempre a la vigilância, a que nios (cf. cpuX.áao(ü). Interpretando al pie de la hay que permanecer siempre en vela, ante lo letra el texto de Ex 13, 9.16; Dt 6, 8; 11, 18, inesperado de la llegada dei fin: Mt 24, 43; Lc se sujetaba con correas a la frente y al brazo 12, 38 (cf. tambiénMc 13, 33-37). izquierdo (dei lado dei corazón) pequenos esLa indicación horaria de la cuarta vigilia o tuches cuadrados, de cuero, que contenían velada nocturna, al narrarse la aparición de cuatro pasajes de la Torá escritos en pergamiJesús caminando sobre Ias aguas dei lago (Mc no; Ex 13, 1-10.11-16; Dt 6, 4-9; 11, 13-21 6, 48 par. Mt 14, 25) senala el motivo de la (cf. también Arist 159; Josefo, Ant IV, 213). «ayuda de Dios al amanecer» (cf. Ex 14, 24; Algunos tefillín hallados en Qumrán conte­ Sal 46, 6; Is 33, 2 y passim) en el marco de la nían también el Decálogo (cf. K. G. Kuhn, historias de epifanía y de salvaciones mila­ Phylakterien aus Hôhle 4 von Qumran, Heigrosas. delberg 1957). Todo varón israelita adulto teLa hora noctura en Lc 2, 8 se ajusta al aconnía que llevar tefillín, ordinariamente durante tecimiento de la epifanía, y el simbolismo de todo el día, como senal que le recordaba la la oscuridad y de la luz podría desempenar Torá y como muestra de su sujeción a la Torá. también un papel; «velar durante la noche pa­ Según Mt 23, 5 Jesús acusa a los escribas y ra cuidar dei ganado» es una actividad típica fariseos de ensanchar sus filacterias y de alar­ dei pastor. Y el ambiente pastoril senala el gar los flecos de sus mantos ( ^ xQáaireôov) trasfondo mesiánico de todo el conjunto (cf. 1 para hacer así ostentación de su piedad. BiSam 16, 1-13: Miq 4, 8; Tg. Jonatán I, sobre llerbeck IV, 250-276; G. Vermès: VT 9 (1959) Gén 35, 21). 65-72; Haag, Diccionario, 702; BHH I, 525s; R. Kratz Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); J. H. Tigay: HThR 72 (1979) 45-53. q)V^a>tí^co phylakizõ encarcelar, meter en prisión* Según Hech 22, 17-21, Pablo recibió de Dios mismo el encargo de abandonar Jerusalén y volverse a los gentiles, porque los habi­

qyóX al, a x o ç , ó phylax guardia, vigilante* En el NT qpúkaÇ aparece únicamente en Hech 5, 23; 12, 6.19, en el contexto de Ias tradiciones sobre milagros de liberación. En Ias

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exposiciones de este gênero, la intensa vigi­ lância constituye el marco dei motivo, con el que se expresa que los encarcelados se hallaban custodiados en condiciones de gran seguridad. Resalta entonces rnuclio más vivamen­ te la liberación milagrosa, que constituye el centro de la historia dei milagro (->■ cpt)X,axri 2; ->■TTiQéo) 1).

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c) Esto sugiere la variante semântica de conservar o preservar para {o hasta), seguida con la indicación de la finalidad o dei tiempo. La paradoja de Jn 12, 25 (conservar «hasta la vida eterna») relativiza los valores de este mundo en comparación con los de la vida eterna. En la Carta segunda a Timoteo, «Pablo» se refiere a su propia ensenanza y a su propia vi­ da al servido de la fe recta, como modelo pa­ ra Timoteo: él está convencido de que Dios phylassõ hacer guardia, custo­ tiene el poder para preservar «hasta aquel diar, conservar, preservar, guardarse de, día» (de la parusía) el bien confiado a su procumplir, observar* clamador, es decir, la recta doctrina, la fe y el Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, í . v.; G. Bertram, (puamor (1, 12). Y, así, Timoteo, con el poder dei Xáaaco xtX., en ThWNT IX, 232-240; H. G. Schütz, Espíritu Santo, debe conservar firmemente cpuXáaaín.en DTNTI, 394ss; para más bibliografia, -iese bien (1, 14). En este mismo sentido hay TTieéco. que entender también la exhortación final de 1. a) El campo semântico de qniXáoaco co­ 1 Tim 6, 20; en este caso en relación con la seria advertência contra la falsa doctrina de la rresponde en lo esencial al dei verbo hebreo «gnosis». sãmar. cpnÀáaatn significa primeramente ve­ lar, estar en vela (en sentido intransitivo) y d) Gran parte de los testimonios de qpnLáoaco en el NT hablan de observar (o cum­ custodiar (en sentido transitivo). En el NT el verbo no se usa en sentido absoluto sino en plir) la ley o los mandamientos (así sucede ya en la LXX). De la idea fundamental de «pre­ Lc 2, 8 en una figura etimológica (-*• (pn^axf| servar una ley u otra cosa parecida contra su 5). Una persona custodia sus propios bienes quebrantamiento» (Bauer, s.v. Is) nace el sig­ contra los intrusos (Lc 11, 21), vigila objetos para que nadie los robe (Pablo guarda la ropa nificado de observar, cumplir, seguir. Prime­ ramente se hace referencia a la observância de de los que están matando a Esteban: Hech 22, 20), custodia a presos para que no se den a la la Torá, de la ley, en su conjunto (vópov; Hech 7, 53; 21, 24; Gal 6, 13) o de los man­ fuga (en Hech 12, 4, hacían así con Pedro, damientos (èvxoÀáç; Mc 10, 20; Mt 19, 20; quien no obstante fiie salvado por un milagro de liberación; en 23, 35 con Pablo en Cesarea; Lc 18, 21) o de sus diversos preceptos (ôixatobpata: Rom 2, 26). En los Sinópticos y en 28, 16 con Pablo en Roma). Un poseso, setambién en Hechos y en Pablo esta sentido se gún Lc 8, 29, es atado con cadenas y grillos y asocia con un acento de crítica contra la ob­ custodiado; pero los poderes demoníacos servância judia de la ley (una excepción sig­ (json «legión»!) rompen Ias cadenas. b) Ahora bien, la custodia puede servir tam- nificativa en Hech 21, 24: hay que mostrar que Pablo está de acuerdo con los judeocrisbién para la seguridad y protección de alguien tianos). y significa entonces proteger, defender. De­ Jn 12, 47 considera el oír y cumplir Ias patrás dei término, empleado en el discurso joánico de despedida en Jn 17, 12, se halla la labras de Jesus como cosa obligatoria para la salvación, mientras que el oír y el hacer la paimagen dei «buen pastor». Hay que entender labra de Dios, según Lucas, distingue a quieen sentido parecido la preservación de Noé de nes pertenecen al reino de Dios (11, 28; cf. 8, perecer en el dilúvio, en 2 Pe 2, 5. Al final de la carta, en Jds 24, se alaba a Dios, que tiene 21) . Según Hech 16, 4, Pablo y Silas dieron a poder para guardar de todo tropiezo a los que conocer a Ias comunidades, para que Ias obprofesan la fe recta.

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cpuXáaaco - (píieapia

servaran, Ias decisiones (ôÓYM.axa) adoptadas por Ias autoridades de Jemsalén. - En 1 Tim 5, 21 se encarga al discípulo de Pablo que cumpla diversas instrucciones. - Cf. también ->■ l.c. R. Kratz

ípD>,lí, tíÇ, 11 phylê tribu, nación, pueblo* En el NT el término aparece 31 veces, 21 de ellas en el ApocaUpsis (14 veces en 7, 4-9). Tan sólo en cuatro pasajes se habla expresamente de Ias ôobôexa cpuX.aí, es decir, de Is­ rael en su forma ideal y esperada de nuevo pa­ ra el fin (cf. Is 49, 6; ->■ ôcnôexa 2): Mt 19, 28 par. Lc 22, 30 en un contexto apocalíptico; Ap 21, 12 en la descripción de la Jemsalén celes­ tial, es decir, de la comunidad escatológica; en Sant 1, 1 en la indicación de los destinatá­ rios de la carta, es decir, refiriéndose a Ias co­ munidades cristianas dispersas por el mundo (cf. ThWNT IX, 245). Una aplicación semejante se halla también en Ap 7, 4-8, donde se dice que el número de los sellados es doce mil de cada una de Ias tribus de «Israel» (sx jtáoqç (puXfjç •ULcáv Topaf|X, v. 4). La enumeración comienza con la tribu de Judá (la tribu de David y dei Mesías); la tribu de Dan es sustituida luego por la de Manasés (quizás por tenerse en cuenta Jue 17s; cf. TestDan 5, 6s). Ap 7, 9 nos hace ver que la esperanza de la restauración escatológica de Israel se refiere a la comunidad escatológica integrada por ju­ dios y gentiles (èx Jtavxòç elfvouç xal cpuÀ,(üV x a i Àaóõv x a l Y^cuoomv). cpuÀT| signifi­ ca aqui en términos generales pueblo, nación, y se usa también con este significado y en contextos parecidos en 5, 9; 11, 9; 13, 7; 14, 6; cf. además 1,7; Mt 24, 30 (jtã o a i a t q)u?ial xfjç YtíÇ- cf. Gén 12, 3; 28, 14). Nombres de una tribu para designar el origen de una persona se encuentran en Lc 2, 36 (Aser); Hech 13, 21; Rom 11, 1; Flp 3, 5 (Benjamín); Heb 7, 13.14; Ap 5, 5 (Judá co­ mo tribu de David y de Cristo). ThWNT IX, 240-245; X, 1290 (bibl.)

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cpíiXXov, ov, TÓphyllon

hoja* En el NT el término aparece 6 veces, siempre en plural. Dícese de Ias hojas de la higuera en Mc 11, 13 (bis) par. Mt 21, 19; Mc 13, 28 par. Mt 24, 32; de Ias hojas dei árbol escatológico de la vida que sirven para sanar a Ias naciones en Ap 22, 2 (cf. Ez 47, 7.12).

q)lí)Qaiia, atoç, tó

phyrama masa, pasta o barro* En el NT el término aparece 5 veces, única­ mente en Pablo. En 4 pasajes se refiere a la masa para hacer pan (compuesta de harina, agua y sal: en Rom 11, 16 (el ôè f) àjtaQxf) áyía, x a l xò tpÚQapa). qJÍiQapa es imagen de Israel. Así como Ias primicias de la primera masa de pan santifican para Dios la masa de pan de todo el ano (Núm 15, 17-21), así también todo Israel es santificado por la àjiaQxili es.decir, por los padres. En 1 Cor 5, 6; Gál 5, 9 Pablo recurre a una imagen bien conocida (->■ 2) que presenta intuitiva­ mente el efecto desproporcionadamente gran­ de de una pequena cantidad de levadura sobre toda la masa de pan (pixQÒ Çtjixti õX,ov xò qnipapa ^upot); la comunidad debe calcular así hasta qué punto ella pone en juego con ca­ da recaída o trasgresión toda su existência. En 1 Cor 5, 7 se intensifica aún más el sentido de la imagen: la masa fermentada representa la vida antigua (jTaX,aià Çnpri [4]), mientras que la comunidad debe entenderse a sí misma como vÉov (púpapa, es decir como el pan ázimo (o sin levadura) de la comunidad pascual definitivamente redimida (5, 7b.8). En la imagen paulina se escucha cómo la fermentación de la masa se entendia casi siempre co­ mo un proceso de corrupción y, por tanto, el pan fermentado no se usaba por principio pa­ ra el sacrifício y el culto (pcmes de la presentación); además, el pan dei êxodo, que se co­ mia en la fiesta de la Pascua, era iguahnente pan sin levadura, a causa de la manera preci­ pitada en que la comunidad dei êxodo tuvo que emprender la huida (Ex 12, 15ss.34.39; 13, 3ss). Por eso, la la masa fermentada puede significar para Pablo, en la situación esca-

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cpvçafxa - (puaiç

tológica, lo antiguo sin más, mientras que la masa no fermentada es imagen de la pureza de la comunidad y de su pertenencia a Dios. En Rom 9, 21 cpiJQap,a designa la pasta o barro moldeable de arcilla, con la que el alfarero hace su trabajo (cf. Is 18, 6; Sab 15, 7). Haag, Diccionario, 16s y 1425; BHH III, 1939; âçToç. cpvoiKÓç, 3 physikos natural, conforme a

la naturaleza; en sentido sustantivado, (un) ser natural* En Rom 1, 26.27 Pablo usa la expresión q)U0i,XTi XQÍlo^tÇ referirse a Ias relaciones sexuales naturales, que los gentiles (tanto mujeres como hombres) han pervertido en su impiedad, convirtiéndolas en relaciones Jtaç à qjúoiv (v. 26; cpúoiç 2.a), es decir, en relaciones homosexuales. Pablo enlaza así con la filosofia y la ética griegas (Platón, Leg 836c; Diodoro Sículo XXXII, 10, 9; cf. también Josefo, Ap II, 273), pero considera semejantes yerros, según la tradición dei AT, como una trasgresión dei orden divino de la creación (Rom 1, 25; cf. además Lev 18, 22; 20, 13; Sab 14, 22-26; Arist 152; Filón, Abr 135ss; TestNef 3, 4s). En 2 Pe 2, 12 se compara a los falsos maes­ tros con animales irracionales {ãXoya Çma), que, como seres naturales (es decir, por su instinto natural), nacieron (únicamente) para ser cazados y matados (cf. Jds 12 -+ tpuoixmç). Por tanto, tjpuoixóç se entiende aqui en sentido negativo y se refiere a la falta de yvtüoiç en Ias personas de quienes se está hablando (èv oiç àYVOonotv pXaoqpTiponvTEç). Su destino ante Dios corresponde al de los cpuotx á, a saber; èv Tf) tp'&OQg anxcõv x al q)DaoOT|aovTai (v. 12). ThWNT IX, 246-271, esp. 266s y 269s. tp v o lx w ç physikos (adv.) de manera natu­ ral* En Jds 10 en la crítica contra los falsos ma­ estros, a quienes el autor, en contra de Io que ellos pretenden, presenta como falsos gnósticos, que viven disolutamente, niegan a Cristo

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el Senor (v. 4), rechazan la autoridad y blasfeman contra los ángeles (v. 8). Se muestran, por tanto, como profundamente ignorantes (v. 10a) y entienden la acción de Dios (unica­ mente) de manera natural, es decir, sin la gnosis dada por el Pneuma: tpnotxcõç d)ç t à ãXoya Çma èjtíoTavTat. De ahi que, por par­ te de Dios, ellos se conducirán a si mismos a la destrucción (èv toútolç (p'&eÍQovrai). El contexto de Jds 10 se recoge en 2 Pe 2, 12; qpuoixóç.

(puaiOCO

physioõ inflar, hinchar, hacer arrogante* cpnoLÓco aparece raras veces en textos no cristianos y se encuentra sólo 7 veces en el NT (seis veces en la Carta primera a los Corintios y además en Col 2, 18), siempre en el sentido figurado de hinchar / hacer arrogante. En voz activa aparece únicamente en 1 Cor 8, 1. En los demás casos se encuentra en voz pasiva, con el sentido de hincharse, ser arrogante: 1 Cor 4, 6, no hincharse / no ensoberbecerse en favor dei uno en contra dei otro (es decir, en favor de Pablo en contra de Apoio y viceversa); en 4,18 dicese de los criticos de Pablo; en 4, 19; los Jtecpuoimpévoi no deben acreditarse en el Xóyoç sino en la ôúvapiç; en 5, 2; en vez de hincharse (xeqnJOtcopévoL èoxé), lo in­ dicado habria sido la tristeza (onxi pã^Xov 8JT8v{lfioaTe[;]); hay que decir dei amor: oú (pnoiouxat, 13, 4. Por consiguiente, para Pa­ blo el verbo caracteriza a la gnosis mal enten­ dida y a la falta de amor (f| yvcõotç cpuoiot, f| ôè àYÓJTT] oixoôop.Eí, 1 Cor 8, 1); proyecta luz sobre la actitud dei «pneumático» determi­ nado aún por la sarx. En este sentido se dice también de los falsos maestros: elxfj qpuoioúpevoç újtò xon voòç xfjç oapxòg aúxoü, Col 2, 18. Cf. además IgnPol 4, 3; IgnTral 7, 1. (f v a iç , ew ç, t| physis naturaleza (disposición natural), esencia, gênero Bibl.: G. Bomkamm, Gesetz und Natur. Rom 2, 1416, en Bomkamm, Aufsàtze II, 93-118; H. Kõster, (fúaiç ktX,, en ThWNT IX, 246-271; para más bibliogra­ fia, c f ThWNT X, 1290.

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(puaiç

1. Si tenemos en cuenta el uso importante que se hace de cpúoLç en el lenguaje de la fi­ losofia helenística, nos sorprenderá el escaso empleo que los textos dei NT hacen de este término (aparece 14 veces, 10 de ellas en Pablo [7 en Romanos, 1 en 1 Corintios, 2 en Gálatas]; por lo demás, aparece 1 vez en Efesios, 2 en Santiago, 1 en 2 Pedro). Tan sólo en el texto tardio de 2 Pe 1, 4 se observa una aplicación dei concepto de «naturaleza» a la esfera de lo divino, por cuanto se habla de la participación de los creyentes en la «naturaleza divina (•Saía tptjaiç)». Semejante participación significa la salvación y li­ bera, al mismo tiempo, de la transitoriedad corruptible dei cosmos: una intensificación dualística acentiía el significado religioso de qpúoiç. Por el contrario, Sant 3, 7, con el término qpúoLç, se refiere a la posición dominadora dei hombre: Toda especie animal está sometida al gênero humano y depende, por tanto, dei hombre. 2. a) Entre los textos paulinos que emplean el término qujoiç, tan sólo 1 Cor 11, 14 parte dei supuesto de que la naturaleza es un sujeto actuante; la cpúoiç ensena que, para el hom­ bre, el cabello largo es una deshonra (àTip,ía). Aunque esta reflexión sugiera un eco de la doctrina estoica sobre la conformidad de la conducta humana con la naturaleza, sin em­ bargo Pablo no usa ese motivo sino con vacilaciones; al argumento se emplea sólo de manera incidental. También Rom 1, 26, con la referencia a Ias condiciones acordes con la naturaleza, recuerda ideas de la filosofia po­ pular: toda trasgresión en matéria sexual es también, al mismo tiempo, una trasgresión contra el orden de la naturaleza. Gál 4, 8 (so­ bre el texto, cf. Ph. Vielhauer, Gesetzesdienst und Stoicheiadienst im Galaterbrief, en Id., Oikodome, München 1979, 183-195) podría reproducir igualmente un motivo de la filoso­ fia helenística: en la advertência de Pablo contra la recaída en el paganismo como cosa equivalente a la adoración de aquellos dioses que, por naturaleza (qpúoei), no lo son en ab­

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soluto, se equipara el desconocimiento acerca de Dios con la dependencia de los ídolos. Es­ taria también en consonância con ello el para­ lelismo con la adoración de los elementos dei cosmos (atoiXEto 4, 9), en lo cnal el factor de lo natural desempena igualmente un papel no poco considerable. En sentido general, cpúoiç aparece en la imagen dei olivo (Rom 11, 21.24) con Ias expresiones x ax à cpúoiv / jrap a qjúoiv: qpúoiç; significa lo que ha crecido naturalmente. En contra de la naturaleza. Ias ramas dei olivo silvestre se injertaron en el olivo noble. Rom 2, 27 (sobre la interpretación objetiva -> b) habla de la incircuncisión de los gentiles, que les viene dada por naturaleza y por origen, mientras que la Carta deuteropaulina a los Efesios (2, 3) habla de los téx v a qrúoei ôqyfíç, de aquellos que, como los demás en otro tiempo, eran «por naturaleza hijos de la ira». Si el «nosotros», en el enunciado de 2, 3, se refiere a los judeocristianos, entonces una afirmación de la apologética judia, en contra de su intención original, se referiría también a los judeocristianos: ellos fueron igualmente, como antano los cristianos gentiles, té x v a cpÚOEi ÔQYfjç. b) En el uso paulino de çpúoiç, Rom 2, 14 desempena un papel destacado a causa de la importância de este texto en la totalidad de la Carta a los Romanos y en la teologia paulina (entre la bibliografia, además de Bomkamm, mencionaremos F. Hahn, Das Gesetzesverstãndnis im Rõmerbrief und Galaterbrief: ZNW 67 [1976] 29-63). El texto de 2, 14 se encuadra en la argumentación que comienza con 1, 18: se trata de la revelación de la ira di­ vina (1, 18-3, 21) y su finalidad consiste en probar que el hombre no tiene disculpa, por­ que es siempre pecador coram Deo (1, 20; 2, 1). 1, 21-32 argumenta más intensamente des­ de la perspectiva de la situación de los genti­ les, mientras que 2, 1-3 se centra más en la conducta de los judios. Finalmente, lo que ocupa el primer plano es el carácter trascendente dei pecado, que lo abarca todo (3, 21). Tan sólo en 2 , 12s, recogiéndose el motivo dei juicio divino, se enlaza con el complejo de la

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qpuaiç - cpDxeiJCü

temática acerca de la ley. 2, 12s formula la tesis rectora: lo decisivo es hacer Ias obras de la ley (2, 13). En 2, 14 Pablo, con este presupuesto, habla de los gentiles: aunque ellos no tienen la ley, sin embargo hacen Ias obras de la ley, y Ias hacen cpiiet, por naturaleza. Esto significa incluso: ellos, de esta manera, son para sí mismos la ley. La estrecha vinculación, de la que se habla en 2, 14, entre la q}úOLÇ y el vópoç es sumamente familiar y corriente en la filosofia helenística. Pablo podría haber usado este tópico, conocido por él probablemente a través dei judaísmo helenístico. Es posible que exista, además, una conexión con la idea acerca de la «ley no escrita» (cf., a propósito, R. Hirzel, N 0 M 0 2 ArPA0>O2 [ASGW] 20, 1, Leipzig 1900), cuando Pablo sigue diciendo en 2, 15: Lo que la ley exige, se halla escrito en los corazones de los genti­ les. H. Paulsen physiõsis arrogancia, orgullo* En 2 Cor 12, 20 (en plural) junto a actitudes semejantes de soberbia y espíritu pendenciero, que Pablo teme que haya entre los corintios. (p tto íto a iç, EO)Ç,

tpuTEÍa, a ç , q phyteia planta, plantación* Mt 15, 13 (material peculiar) en una metá­ fora (v. 12) de Jesus dirigida contra los fariseos y que habla de la plantación no plantada por Dios (cf. IgnTral 11, 1; IgnFil 3, 1; sobre Israel como plantación de Dios, cf. Ex 15, 17; Is 5, 7; 60, 21; Jer 2, 21; Am 9, 15; Sal 80, 9; SalSl 14, 3s; acerca de los impíos, cf. Jer 12, 2; la comunidad de Qumrán se entiende a sí misma como la «plantación eterna» de Dios, IQS 8, 5; 11, 8; CD 1, 7). (puTEÚco.
En el NT (puTenco aparece 11 veces, 7 de ellas en los Evangelios sinópticos y 4 en la Carta primera a los Corintios. Se encuentra en Mc 12, 1 par. Mt 21, 33 / Lc 20, 9 en la pará­

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bola de Jesús acerca de los vinadores malva­ dos: àp,jteÀõ»va ãv-&Q(OJioç èqpúxEuaEv (cf. Is 5, Iss; Jer 2, 21; Herm [s] 5, 5, 2); cf. también 1 Cor 9, 7 (-*• ãp,TteÍoç). En Mt 15, 13 Jesús, con la metáfora de la plantación que su Padre no plantó y que es arrancada, rechaza la comprensión que los fariseos tenían acerca de sí mismos (sobre la autocomprensión de Isra­ el y de la comunidad de Qumrán, cf. ->• cpnTEÍa; sobre el motivo dei curancar de raiz cf. Mt 3, 10 par. y también èxQiÇóco). En Lc 13, 6 en la parábola de la higuera estéril (onJtfj jrEcpuTEupévT)); en 17, 6 en la sentencia acerca dei poder de la fe que es capaz de ha­ cer que una morera se trasplante al mar (èxQiÇcbOriTL x ai qpnTEijOTixL èv xf) ■Oa^aaor)-); en 17, 28 se enumeran faenas cotidianas (entre ellas âqpúxÊUOv), en la que los hombres serán sorprendidos por el juicio «en los dias dei Hijo dei hombre» (v. 26), como lo fueron en los dias de Lot. En 1 Cor 3, 5ss, Pablo aclara Ias relaciones entre él y Apoio, en tomo al cual seguramen­ te se había formado en Corinto un grupo de adeptos (cf. 1, 12), y lo hace con dos ciclos de imágenes: la plantación (vv, 6-8) y la edifícación (vv. 10-15; sobre la conexión entre am­ bos ciclos de imágenes, cf. Dt 20, 5s; Jer 1, 10). Según 1 Cor 3, 5-8a, Pablo se considera a sí mismo y considera a Apoio como de igual rango, porque, a pesar dei diferente trabajo de ambos (v. 6: «Yo planté. Apoio regó»), es Dios el que propiamente actúa, el que hace que nazca la semilla (onxE ó qmxEÚcov ectxív XI oúxE ó jtoxíÇcov, V. 7; ó (pnxEÚcov ôè xaL ó JtoTÍtcüV Ev EÍaiv, V. 8). En la imagen de la edificación el enunciado se desplaza un poco; Pablo hace recaer el acento sobre el hecho de que él fue quien primeramente puso los cimientos en Corinto y reclama, por tanto, una precedencia objetiva (cf. Ph. Vielhauer, Oikodome, Karlsruhe 1940, 85). En 1 Cor 9, 7 qpuxEÚco se halla en una apo­ logia, en la que Pablo defiende su derecho fundamental a recibir de sus comunidades el sustento (xíç cpnxeÚEi àixjtelvmva x a l xòv x apjtòv afixoü onx èoOísi;, cf. Ct 20, 6). BHH in , 1442s.

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(jpvo) p

qpi3Cü -

h y õ

c re c e r, b ro ta r*

En el NT el verbo se usa únicamente en sentido intransitivo (cf. BlaB-Debrunner § 309, 2; sobre Ias formas § 76, 3 con la nota 4): dícese de la semilla que brota (participio de aoristo segundo de la voz pasiva q^vév), Lc 8, 6.8 (a diferencia de Mc 4, k s par. Mt 13, 6.8). En sentido figurado, en Heb 12, 15 dícese dei peligro de que crezca una «raiz de amargura» (QÍÇa juxQÍaç âvco qpúouoa, cf. Dt 29, 17 LXX) en la comunidad, cuando un miembro de la misma no llegue a alcanzar la grada y contamine a toda la comunidad.

(jpoiXeóç, ov, ó

p h o le o s

c u e v a , g u a rid a ,

madriguera* En Mt 8, 20 par. Lc 9, 58 (en plural) dícese de Ias cuevas / la madriguera de Ias zorras.

q)Mvéo> phoneo llamar, gritar, dirigir la palabra a* BibL:

Bauer, Wõrterbuch, í.v.; O. Betz, (puivéo), en

T h W N T IX , 295-297.

1. En la LXX qpmvécü aparece sólo unas 27 veces, y en cambio en el NT 43 veces (NTG^®), aunque no se encuentra en ninguna de Ias car­ tas. El verbo se balia atestiguado en Ap 14, 8, en los cuatro Evangelios y en el Ebro de Hechos. Aparece 12 veces en Ias cuatro versiones de la negación de Pedro. 2. El verbo cpcovéca, que ya en el mundo griego y en la LXX se usaba sólo excepcio­ nalmente para referirse al sonido de instru­ mentos de música y dei trueno (cf. Betz, 295), designa siempre en el NT la producción de sonidos por parte de seres vivos. Pero ni siquiera en la mitad de los casos el énfasis recae en el tono -siempre alto- como tal. Casi siempre se trata de que a alguien se le dirige la palabra o se le llama -unas veces por me­ dio de mensajero y otras incluso «en secreto» (Jn 11, 28a)- para hacerle venir. En el primer significado, cpcovéo) designa frecuentfsimamente el canto dei gallo a pro­

tp o jv s o )

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pósito de la negación de Pedro (Mc 14, 30.68.72 [bis] par. Mt 26, 34.74.75 / Lc 22, 34.60.61 / Jn 13, 38; 18, 27), y en Mc 1, 26 el grito inarticulado que da el «espíritu inmundo» al salir; en Ap 14, 18, la voz de mando dei ángel en el cielo; en Lc 16, 24 el clamor dei rico pidiendo auxilio desde el infiemo; en Hech 16, 28, el grito salvador que lanza Pablo en la prisión sacudida por el terremoto. En Lc 8, 8 cpcovÉüj significa la palabra de exhortación que Jesús pronuncia en voz alta; en 8, 54, el grito de Jesús para despertar a la muerta (a diferencia de Mc 5, 41; LéyEi), y en 23, 46, el clamor de su oración antes de morir. Lógicamente, en tales casos la forma finita de qpcüvéco se completa con Xéytov (8, 54; Hech 16, 28; Ap 14, 18), y el participio, con eiJtev (Lc 16, 24; 23,46). El verbo puede ir seguido también pleonásticamente por qpoovfj pEyáXil (Mc 1, 26; Lc 23, 46; Hech 16, 28; Ap Ü , 18). En el segundo significado, cpcovéo significa casi siempre llamar a alguien o hacerle venir. Si el supuesto grito de Jesús llamando en su ayuda a Elias (Mc 15, 35 par. Mt 27, 47; cf. Lc 16, 24) e igualmente el clamor que Jesús da para hacer salir a Lázaro se da en voz alta, eso no sucede necesariamente así, cuando él -de manera especialmente impresionante según el relato de Marcos- manda llamar al ciego o a los ciegos (Mc 10, 49 [ter] par. Mt 20,' 32) o llama a los Doce (Mc 9, 35), hace venir al mayordomo (Jn 2, 9) o a Marta (11, 28b) o -como se dice en la parábola- «llama a Ias ovejas por su nombre» (10, 3). Lo mismo su­ cede en Jn 1, 48; 4, 16; 9, 18.24; 11, 28a; 18, 33; Lc 16, 2; 19, 15 (q)OVTy&fívai con sentido de imperativo); Hech 9, 41; 10, 7.18 (en este último caso, omitiéndose la persona a quien se dirige la palabra). Además, cpovéo puede referirse al tratamiento con que uno se dirige a una persona (Jn 13, 13; «Vosotros os dirigis a mí llamándome ‘Maestro’ y ‘Senor’»; sobre el nomina­ tivo con artículo en sustitución dei vocativo cf. BlaB-Debrunner § 143), o puede significar también la invitación (Lc 14, 12). W. Radl

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qjwvf]

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b) En la mayoría de los casos qpoovf| signifi­ ca la voz de alguien que habla o que grita. Pe­ dro, por ejemplo, «alzó su voz» (Hech 2, 14; 1. Aparición - 2. Significado dei término - 3. Conscf. 4, 24; 14, 11; 22, 22; Lc 11, 27; 17, 13). Y trucciones - 4. Significado teológico. «los muertos oirán la voz dei Hijo de Dios» B i b l : Bauer, W õ r te r b u c h , s. v.; O. Betz, cpcoví], en (Jn 5, 25; cf. la cita dei Sal 94, 7 LXX en Heb ThWNT IX, 272-294; Id„ en DTNTIII, 278-281; C, J. 3, 7.15; 4, 7). Con frecuencia se expresa con Labuschagne, q õ l, en DMATII, 793-799. rpcovfi el volumen de la voz; «en voz alta» (Mc 15, 34); algunas veces qpcüvf| designa el 1. En la LXX cp03vr| aparece más de 600 vesonido inconfundible de la voz de una persoces, casi siempre como traducción de qôl, y se na (Hech 12, 14; Jn 10, 4.5). En Gál 4, 20 se halla atestiguado 139 veces en el NT. En Ias usa el término para referirse al tono, depencartas, desde luego, aparece sólo aisladamendiente dei estado de ânimo, con que Pablo te (14 veces) y, en cambio, en el Apocalipsis conversa con los gálatas. También en Hech aparece 55 veces. Un lugar intermédio lo ocu12, 22 qjtt)vf| se refiere seguramente a la faspan los libros narrativos con 27 testimonios cinación ejercida por Herodes, al sonido de su en Hechos, 15 en el Evangelio de Juan y un voz más bien que al contenido de sus pala­ total de 28 en los Evangelios sinópticos. bras. De manera enteramente distinta, élfuerte grito -sin palabras- de Jesús (Mc 15, 37) es 2. En el NT, qpcovrí designa fundamental­ expresión dei poder divino (^epifanía? ^victomente lo que es audible, como lo sugiere ya la combinación frecuente con axonco (41 ve­ ria? ^juicio? [compárese especialmente Mt 27, 50 con Joel 4, 15s LXX]). ces). Se refíere a Io que es perceptible acústi­ c) Con frecuencia cpcovT| se refiere a una camente, ya sean tonos de cosas o voces de un voz que habla, casi siempre en representación hablante, a lo hablado y a todo el sistema dei de un hablante celestial a quien no se nombra habla, el lenguaje. a) qjtovT] designa primeramente el sonido, (cpcovf] Xéyovaa: Mt 3, 17; 17, 5; Lc 9, 35; Hech 9, 4; 11, 7; 22, 7; 26, 14; Ap 6, 6 y pases decir, los tonos y ruidos en la naturaleza y sinv, àJtexQÍOTi qpcovf|; Hech 11, 9; cpa)vf| soen el entorno dei hombre, por ejemplo, el bralamente, con mención directa de sus palabras: mido dei viento (Jn 3, 8) y de la tempestad Mc 1,11 par. Lc 3, 22). (jpcovr) puede referirse (Hech 2, 6), el fragor de Ias aguas (Ap 1,15; de hecho al hablante mismo, como vemos por 14, 2a; 19, 6), el retumbar dei trueno (6, 1; 14, la foimulación de Ap 1, 12 («Y me volvi para 2; 19,6), el chirriar de la meda de molino (18, ver la voz que hablaba conmigo»), por el cam­ 22), el estraendo de muchos carros de cababio dei gênero femenino al masculino en 4, 1 llos y el batir de Ias alas (9, 9). En este senti­ y 9, 13 (qpoivf) ... 'kzyvov, v.l. Xéyonoa), asi do qpo)vf| designa también el tono de los inscomo por la identificación de la (pcovf| con tmmentos de música, el sonido de Ias trompe­ Juan el Bautista (Mt 3, 3; Jn 1, 23 a diferencia tas (1, 10; 4.1; 8, 13) y el tafiido de Ias citaras de Marcos/Lucas -*■ d). (14.2: 18, 22), además el sonido de los lamen­ d) A veces qpcovfi designa también los sonitos de dolor (Mt 2, 18) y de de Ias palabras dos articulados, en cuanto enuncian y comupronunciadas (Lc 1, 44; Heb 12, 19), así como nican algo. Y, así, un tono aislado de un insel ruido producido por el gentio (Ap 19, 1.6). tmmento musical puede denominarse qp^óyEn Ap 4, 5; 8, 5; 11, 19; 16, 18 Ias tpcovaí son yoç (1 Cor 14, 7), pero la sucesión ordenada el fragor de la tormenta o algún otro ruido (csonide todos puede llamarse cpa)vf|, ya sea la me­ do de trompetas, según Ex 19, 16?) junto al re­ lodia de Ias flautas y citaras (ibid.) o el toque lâmpago y al trueno (y al temblor de tierra). Cf. de Ias trompetas (v. 8). En el sentido de deEx 19, 16 TM: truenos y relâmpagos; LXX: qjo)vai xal àoTQajtaí; Ap 8, 5: PpovTai xal (pcoval claraciones o clamores inteligibles, q)Cüvf], ciKai àoxpajtaí. tadándose a veces al pie de la letra lo que se (p(OVT|, fjjç, q phone sonido, voz, grito, lenguaje

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CpCDVf)

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Hech 7, 31, nunca se le menciona expresadice, significa el «griterío unânime» que se mente, sino que suena la cpcnvfi procedente escuchaba en el estádio de Efeso (Hech 19, «dei cielo» (sx toí3 oÚQavoü u otras expre34), el vocerío de la multitud ante Pilato (Lc 23, 23), la palabra de «vocación» dirigida a siones parecidas: Mc 1, 11 par.; Jn 12, 28; Hech 11, 9; Ap 10, 4.8; 11, 12; 14, 2a.l3.14; Pablo (Hech 22, 14) y la voz celestial que habla sobre Jesús (2 Pe 1, 17), la sensacional de18, 4), «de la nube» (Mc 9, 7 par.), «dei tem­ plo» (Ap 16, 1.17). Pero, aunque en el Apocaclaración de Pablo (Hech 24,21) e incluso Ias lipsis el término puede referirse también a la palabras, trasmitidas por escrito —pero que sivoz de ángeles (como se dice expresamente guen «leyéndose en público»- de los profetas en 5, 2.11), sin embargo, también en este li­ (13, 27; cf. Mc 1, 3 par. Lc 3, 4). Se pueden bro, qjcovr|, acompanada dei relâmpago y dei también consignar por escrito Ias voces de los trueno y dei terremoto, suele ser un elemento truenos (v. 3; cf. Sal 29, 3-9); pero no «sus estruendos», como Bauer [2c] traduce). de teofanía (-r 2.a). qptovf| tiene también cae) cpmvfi significa aisladamente el lenguaje\ rácter de epifanía, cuando recuerda masas de en 2 Pe 2, 16 el lenguaje humano por contraagua (1, 15; 14, 2; 19, 6) y un gran gentio (19, 1.6) o -como voz de Cristo- se escucha cual posición a los sonidos emitidos por los animales, y en 1 Cor 14, 10.11 el lenguaje extranjeel sonido de una trompeta (1, 10; 4, 1). La qjcuvfi es un médium profético-apocalípro por contraste con el lenguaje conocido. tico de revelación, especialmente en el libro 3. El sujeto de la oración es cptüvf), espe­ dei «Apocalipsis» (o «Revelación»), en el que cialmente en combinación con èyévexo (Mc se anuncian los acontecimientos dei fin, pero 1, ll;9 ,7 ;L c 1,44; 9, 35; Hech 7, 31; 10, 13; también en otras partes dei NT, en Ias que ca­ 19, 34; cf. Lc 3, 22; 9, 36; Jn 12, 30; Hech 2, si siempre se proclama a Cristo. En la voz ce­ 6; en plural, Ap 8, 5; 11, 15.19; 16, 18), con lestial, con ocasión dei bautismo y de la Tras(è^)fj}c&ev (Jn 12, 28; Ap 16,17; 19,5), con la figuración (cf. Jn 12, 28.30; sobre bat qôl en pasiva de ànoviú (Mt 2, 18; Ap 18, 22a.c.23) la tradición rabínica, cf. Betz, 282s), Dios y también sin verbo (Mc 1, 3 par.; Hech 10, confirma que Jesús es su Hijo. En los discur­ 15; Ap 14, 2b; lôon cpcavr]; Mt 3, 17; 17, 5). sos dei Evangelio de Juan (especialmente en Como objeto de la acción verbal, q50)vr| de­ los capítulos 5 y 10) Jesús mismo acentúa la pende casi siempre de fjxonaa (Hech 11, 7; autoridad y el poder salvífico de su propia 22, 7; 26, 14; diecisiete veces en el Apocalipq)0)vf|. Según Marcos, el mistério de Jesús se sis; cf. 14, 2b) y de otras formas de axonco desvela en el grito (^epifánico?) que Jesús da (ocho veces en Juan), yendo unas veces en al moiir (15, 34). Y, según Hechos, Jesús se acusativo (cnç qptovf|v; Ap 6, 6; 19, 6 [ter]), y revela al perseguidor Pablo, llamándole y otras veces en genitivo. Puede ser también el dándole una vocación (9, 4.7; 22, 7.9.14; 26, objeto de la acción verbal de (EnijaÍQO) (->• 14). También la (pcovf| de personas que pose­ 2b). El adjetivo atributivo más frecuente es en el don dei Espíritu tiene efectos revelado­ res, como la palabra de los profetas (Hech 13, «grande, fuerte»; se encuentra a menudo en la expresión adverbial (pcovf) peYáXp (Mc 1, 26: 27; Mc 1, 3 par.) y la predicación de los após5, 7; 15, 34 par.; Mt 27,^50; Lc À 33; 8, 28 toles (Hech 2, 14; 22, 22), el clamor de la 19, 37; Jn 11, 43; Hech 7, 57, 60 y passim «mujer de en medio de la multitud» (Lc 11, con èv; Ap 5, 2; 14, 7.9.15; 19, 17). 27), así como el saludo de Maria (1, 44). In­ cluso la qpcovf] de los demonios manifiesta a 4. El gran significado teológico de q)covf| se Jesús (Mc 5, 7 par.; Lc 4, 33s). dednce, por de pronto, de que los que emiten Inversamente, se describe también con la voz son principalmente Dios, Cristo, los qpo)vf| la respuesta a la revelación dei poder que poseen dones dei Espíritu y los seres de Dios, ya sea la alabanza de Ias personas espirituales. Pero a Dios, con excepción de agradecidas (Lc 17, 15; 19, 37; Hech 14, 11)

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«pcDvri - cpojç

o la brutal protesta de los demonios vencidos (Mc 1, 26; Hech 8, 7; cf. 7, 57), aunque la qpcovfi puede ser también el clamor pidiendo tal revelación (Mc 15, 34 par.; Lc 17, 13; Hech 4, 24; 7, 60). W. Radl (prâç, (jpoiTÓÇ, TÓ phos luz, resplandor, fuego, santidad, lámpara 1. Aparición en el NT - 2. Como imagen de la proclamación de la salvación - 3. En historias de epifanfa - 4. En la teologia joánica (Ev. de Juan y Apocalipsis) y en la ética joánica (Carta primera de Juan). - 5. La tradición paulina - 6. (poiç como «fuego». Bibl.: S. Aalen, Die Begrijfe «Licht» und «Finsternis» im AT, im Spatjudentum und im Rabbinismus, Os­ lo 1951; Id., 'õr, en DTAT I, 159-180; E. R. Achtemeier, Jesus Christ, the Light o fth e World. The Biblical Understanding o f Light and Darkness: Interpretation 17 (1963) 439-449; S. Agrelo, El tema bíblico de la luz: Antonianum 50 (1975) 353-417; J. Beutler, Martyria. Traditionsgeschichtliche Untersuchungen zum Xeugnisthema bei Johannes, Frankfurt a. M. 1972, 265-271; O. Bõcher, D erjoh Dualismus im Zusammenhang des nachbiblischen Judentums, Gütersloh 1965; Id., Licht und Feuer (I-III): TRE XXI 83107; R. Bultmann, Zur Geschichte der Lichtsymbolik im Altertum, en Id., Exegetica, Tühingen 1967, 323355; J. Chmiel, Lumière et charíté d ’après la Première Epitre de saint Jean, Roma 1971; H. Conzehnann, axÓTOç y.xX., en ThWNT VII, 424-446; Id., cpmç x t X.., en T h W l^ IX, 302-349; M. Dibelius, Die Vorstellung vom gõttlichen Licht. Ein Kapitel aus der hellenistischen Religionsgeschichte: Deutsche Literaturzeitung 36 (1915) 1469-1483; C. Edlund, Das Auge der Einfalt. Eine Untersuchung zu M t 6, 22-23 und Lc 11, 34-35, Kopenhagen-Lund 1952; E. R. Goodenough, By Light, Light, Oxford 1969; F. Hahn, Die Worte vom Licht, Light Lc 11, 33-36, en FS Schmid. 1973, 107-138; H. Ch. Hahn, Luz. en DTNT H, 466470; J. Jeremias, Die Lampe unter dem Scheffel, en Id., Abba, Gôttingen 1966, 99-102; G. Klein, eDas wahre Licht scheint schon»: ZThK 68 (1971) 261-326; M. Pulver, Die Lichterfahrung im Johannesevangelium, im Corpus Hermeticum, in der Gnosis und in der Ostkirche, en Eranos-Jahrbuch X, (1943) 253-296; R. Schnackenburg,
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1. El concepto de «luz» se cuenta entre los «términos primordiales» más difundidos en fenomenología de la religión y que están rela­ cionados mtimamente con el anhelo arquetípico que el hombre siente por Dios. Es espe­ cialmente notable el uso joánico de qpcõç (con 23 testimonios en el Evangelio de Juan y 6 en la Carta primera de Juan) entre los setenta y tres testimonios de este concepto que aparecen en el NT. En cada caso concreto (incluso en citas dei AT o en el lenguaje de la misión) hay que averiguar bien el correspondiente matiz semântico. El término aparece 15 veces en los Sinópticos, 10 en Hechos, 6 en Pablo, 5 en Efesios, 4 en Apocalipsis; se encuentra, además, en Col 1, 12; 1 Tim 6, 16; Sant 1, 17; 1 Pe 2, 9. 2. La metáfora «ver la luz» se emplea para referirse a proclamación cristiana de la salva­ ción, fundamentada en la persona, la palabra y la obra de Jesús (Lc 8, 16; 11, 33), aunque la palabra epcõç falte en Ias correspondientes versiones más antiguas (desde el punto de vis­ ta de la historia de Ias tradiciones) de esa manera metafórica de hablar (Mc 4, 21; Mt 5, 15). La comunidad de los discípulos y el testimonio que dan de su fe consideran como co­ sa obvia el ser «luz dei mundo» (Mt 5, 14), el «resplandecer ante los hombres» (5, 16) y (en formulación parenética) el hallarse orientados hacia Dios (Mt 6, 23 par. Lc 11, 35). Ya en la encamación de Jesús se manifiesta el cumplimiento definitivo por Dios de toda la esperanza profética para los pueblos gentiles (con arreglo a los enunciados dei Deuteroisaías: Is 42, 6; 49, 6): Lc 2, 32 (en el himno «Nunc dimittis») y Hech 13, 47 (a diferencia de Lc 2, 32, donde se hace referencia a la persona de Jesús, se expresa aqui un llamamiento a la mi­ sión); Hech 26, 18.23 refleja, por decirlo así, el lenguaje de la misión, que en 1 Pe 2, 9 ca­ racteriza la conversión -es decir, el acto de la salvación por Dios—como el paso de Ias tinieblas a la luz. Esta imagen de contraste, que en su origen está tomada probablemente dei pro­ selitismo judio, describe el trânsito a la salva­ ción con un marcado lenguaje de «eficacia propagandística» que gusta de expresarse en

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c p (O ç

extremos tajantemente opuestos: tinieblas luz maravillosa. Este punto de vista teológico desempena probablemente un papel en Mt 4, 16, con una libre combinación de citas (Is 8, 23; 9, 1), a fin de indicar en el viaje de Jesús a la «Gtdilea de los gentiles» la posterior apertura de la misión desde «Israel» a los gentiles (y debe situarse literariamente al final de la primera parte dei Evangelio de Mateo: 1, 1 ^ , 16). La tradición de Q, que se presenta como instrucción para los discípulos, emplea también el contraste entre Ias tinieblas y la luz pa­ ra referirse a la confesión intrépida de la fe (Lc 12, 3 par. Mt 10, 27). 3. En la plasmación literaria de Ias historias de epifanía (en la teofanía y en la angelofanía) es característico el motivo óptico de la luz (Mt 17, 2; Hech 9, 3; 22, 6.9.11; 26, 13), donde el poder salvífico numinoso dei Dios que salva puede manifestarse al mismo tiempo como liberación de cautivos (Hech 12, 7; 16, 29). La descripción de Ias figuras celestiales de luz con su resplandor supraterreno hace ver que el origen de todo el acontecimiento se adentra en el âmbito trascendente de Dios: de allí, de donde habita el «Padre de Ias luces» (Sant 1, 17), proceden -para el hombre, con la manifestación concomitante de la luz de una epifanía- los mensajeros que anuncian la intervención salvadora de Dios. 1 Tim 6, 16 em­ plea uno de los atributos judios para referirse a Dios, cuando describe a Dios como «el que habita en luz inaccesible», y a quien el hom­ bre, por tanto, no puede ver directamente. 4. Para Juan la fe es la respuesta por excelencia a la autorrevelación dei singularísimo y único Enviado de Dios, que nos trae revelación, vida, luz y salvación. El profundo valor simbólico dei lenguaje -plasmado en el âmbi­ to de la mística helenística y de los sistemas gnósticos (CorpHerm, OdSl, escritos mandeos)- se emplea aqui en el par de conceptos «luz y vida». a) El prólogo Çfn 1, 1-18), que se basa en un himno al Logos, expresa por medio de los con­ ceptos «vida» y luz la realidad de la salvación

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concedida a los creyentes por medio de Cristo (v. 4). Pero el mundo que vive alejado de Dios, se decide en contra de la luz (el v. 5 es redaccional, el v. 11 pertenece al himno origi­ nal). Juan el Bautista da testimonio de ello (los vv. 6-8 son redaccionales; pero quedan cualificados en 5, 35); el significado cristológico-soteriológico de q)ã)ç en el v. 9 se encamina ya hacia el enunciado de la encamación (v. 14). b) El diálogo con Nicodemo (Jn 3, 1-21), sobre el trasfondo moral dei dualismo de la «decisión» entre la luz y Ias tinieblas, refleja en los vv. 19-21 lo que es la fe y lo que es la incredulidad (cpmç aparece 5 veces). c) La sentencia dei Revelador soteriológico en Jn 8, 12 (cf. 9, 5) trasciende el horizonte judio (iluminación festiva durante la fiesta de los Tabemáculos) y muestra a Jesús como el Salvador escatológico (cf. la construcción pa­ ralela con «la luz de la vida» en el v. 12b); en el último llamamiento a «creer en la luz» (12, 36 es el único lugar en que una metáfora se construye con JtioxEÚco eÍç), puede acentuarse -mirando retrospectivamente una vez más a Jn 1, 12- el requerimiento salvador (12, 46) dei Cristo que viene a redimir y no a juzgar. d) La Carta primera de Juan -recogiendo el pensamiento dualístico, bien conocido en el judaísmo antiguo (por ejemplo, TestLev 19, 1; IQM: «Libro de la guerra de los hijos de la luz contra los hijos de Ias tinieblas»; IQ S)formula un enunciado teológico acerca de la esencia divina designando a la realidad de Dios como Zmz (1, 5; de manera semejante en 4, 16, designándola como «amor». De ahí se deduce -conform e a la parénesis bautismal dei cristianismo primitivo (cf. Ef 5, 8-13)- la exigencia moral de «caminar en la luz» (1, 7). Esto quiere decir que el amor fraterno es la condición ineludible para la comunión con Dios (2, 8.9.10). e) En la visión apocalíptica dei juicio (destrucción de Babilônia: Ap 18, 23), la extinción de la luz se considera como el final de todos los signos de vida. Por el contrario, según Ap 21, 24; 22, 5, el caminar en la luz (cf. la cita de Is 60, 3) es para la nueva Jerusalén la plenitud de la vida.

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qpcüç - {pcüTÊivoç

5. Ef 5, 8-14, en una paráclesis motivada pastoralmente, exige esta realización de la existência cristiana (jCEçiJtaTétt)). La perspec­ tiva, en economia de la salvación, dei «antes» y dei «ahora» se expresa mediante el contraste entre Ias tinieblas y la luz. Detrás de todo ello se encuentra quizás como modelo la sección de paráclesis de Rom 12, 1-13, 14 (exhortación a una conducta cristiana; Rom 13, 12). No hay privilegio para el judio (Rom 2, 19), cuya conducta real se halla en contradicción con la ley (escrita). 1 Tes 5, 5 y especialmen­ te 2 Cor 4, 6 emplean ya cristológicamente (y desde la perspectiva de la teologia de la creación) la metáfora de la luz para esclarecer la fe como conocimiento de Cristo, un conocimiento obtenido por gracia (en sentido nega­ tivo en 2 Cor 6, 14; 11, 14): una perspectiva que se halla también detrás de Col 1,12. 6. Raras veces aparece tpcoç con el signifi­ cado de fuego, hoguera (Mc 14, 54 par. 22, 56). También se entiende por
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Dan 12, 3 LXX (q)aívcn, cf. Hen [et] 104, 2); TestJud 25, 2; 4 Esd 7, 97.125 debe interpre­ tarse en el sentido de luz celestial, estrella (de manera distinta piensa E. Lohmeyer, Der Brief an die Philipper^, sub loco; S. K. Finlayson [ET 77 (1965-1966) 181], basándose en Gén 6, 16, sugiere que el término debiera traducirse por «faros»). El acento especial dei enunciado reside en la comprensión paulina de la escatología: ya desde ahora se está cumpliendo en la comunidad, en cuanto a sus re­ laciones con el mundo, lo que la apocalíptica aguardaba para el final, como se ve por los mencionados pasajes de Daniel, Henoc (etiópico) y libro cuarto de Esdras; cf. también ThWNT IX, 337. En Ap 21, 11 qjcoaxf|0 se refiere al resplan­ dor de la Jerusalén celestial (cf., a propósito de este significado, 3 Esd 8, 76). tp u ia tp ó ^ o ç , 2 phõsphoros que difunde luz* En 2 Pe 1, 19, en sentido sustantivado, dícese dei lucero, es decir, de la estrella de la mafíana, que se alzará en los corazones de los cristianos (a pesar de Mal 4, 2, dificilmente se pensará en el sol). El q^tnaqpÓQOç se entiende aqui como signo de la venida definitiva de Cristo, después dei tiempo de noche dei mun­ do. Lo de alzarse «en los corazones» acentua que los cristianos están unidos con su Senor en su venida y, por tanto, no se verán sorprendidos por el dia dei Senor, en todo lo cual no puede negarse cierta concepción individualis­ ta de la parusía (W. Schrage, Der zweite Petrusbrief [NTD 10], sub loco). Cf. además Ap 2, 28; 22, 16 (->• itQmivóç); Núm 24, 17; Is 60, 1-3; Sal 110, 3. Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); Spicq, Notes II, 953 (bibl.). (píOTElVÓÇ, 3 phõteinos luminoso, brillan-

te, claro* En Mt 6, 22 par. Lc 11, 34.36 (bis), junta­ mente con el término opuesto -> oxotelvóç (bibl.), dícese dei cuerpo que, por tener un ojo puro, se hace completamente luminoso, como si una lámpara lo iluminara con sus rayos;

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cpcoxeivóç —(pojTÍ^cu

cp(OTÍt,K) 2. Tan sólo en Mateo (17, 5), en la historia de la Trasfiguración, se habla de una «nube luminosa (vsqpéÀT] qpa)XEivf|)» como senal de la presencia de Dios (cf. Ex 24, 16s; 34, 5.29s; Ap 14, 4). H. D. Betz, Matthew VI. 22f. and Ancient Greek Theories of Vision, en FS Black 1979, 43-56. (ptOTÍ^O) photizõ iluminar, alumbrar, sacar a la luz, esclarecer; brillar* 1. Aparición en el NT - 2. Evangelios - 3. Cartas 4. Apocalipsis B ibl: H. Conzelmann, qjcDç en ThWNT IX, 302-349; F. Hahn, Die Worte vom Licht Lc 11, 33-36, en FS Schmid. 1973, 107-138; G. P. Wetter, Phõs. Fi­ ne Untersuchung über hellenistische Frõmmigkeit. Zugleich ein Beitrag zum Verstandnis des Manichãismus, Uppsala-Leipzig 1915; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1290.

1. En el NT qxnxíÇco aparece 11 veces, 2 veces en Efesios, 2 en Hebreos y 3 en el Apoca­ lipsis; por lo demás, el verbo aparece también en Lc 11, 36; Jn 1, 9; 1 Cor 4, 5; 2 Tim 1, 10. 2. Para la comprensión dei problemático enunciado de Lc 11, 36b (tbç õxav ó Ivyyog Tfí òtaxQajifi qpcoxíÇT] oe), es importante tener en cuenta la vinculación de este enunciado con el motivo dei "khyyoç,, lleno de sentido cristológico, por recogerse en él el término -> hb^voç (3.b), empleado en sentido absoluto. Como en el v. 33, el X vjyoç en el v. 36b tiene la función exclusiva de difundir luz. El senti­ do futuro de (pcoxí^T] oe, después dei anterior êoxai (cf. Bauer, Wõrterbuch, í .v. õxav la; Hahn, 129, esp. la nota 68), y el motivo de la òtoxpajtri (17, 24; Mt 24, 27) hacen probable una comprensión escatológico-forense. Esto quiere decir: el hombre que se abre ya desde ahora a la presencia salvífica de Jesus (Lc 11, 33.34-36a) y cuya existência entera queda ilu­ minada por ello, será confirmado como ilumi­ nado en el juicio final, en su encuentro con el Hijo dei hombre (cf. Hahn, 131; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas II [ÕTK], sub loco; E. Schweizer, Das Evangeliun nach Lukas [NTD], sub loco). Habría que traducir entonces en un doble sentido: «como cuando

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la lámpara con su rayo te ilumina (= te hace luminoso)». Según Jn 1,9, el Logos es la luz verdadera «que ilumina a todo hombre que viene al mun­ do». El evangelista, que aqui habla ya (des­ pués de 1, 6-8) dei Logos encarnado, acentua así la singularidad única y la exclusividad de la revelación habida en Jesus, en contraste con Juan el B autista (v. 8) y con todas Ias demás supuestas figuras de reveladores. La «iluminación de todo hombre» no significa aún la fe, sino la posibilidad dada por Dios y que puede conducir a la fe, si el hombre se abre a Ias palabras que Dios le dirige (vv. lls). 3. Pablo rechaza el derecho de los corintios a criticar su ministério como apóstol, y para ello hace referencia a la parusía (1 Cor 4, 5). En­ tonces Cristo «sacará a la luz lo oculto por Ias tinieblas» (cf. 14, 25; Rom 2, 16; 2 Cor 5, 10). En su intercesión en favor de la comunidad, el autor de la Carta a los Efesios menciona, entre otras cosas, los «iluminados ojos dei corazón» (1, 18). Se trata de la esperanza funda­ mentada en el llamamiento de Dios, de la es­ peranza de la herencia como consecución de la ô ó^a celestial, y dei incomparable poder de Dios, que puede experimentarse ya desde ahora (1, 18b.l9). Según 3, 9, al apóstol, en su actividad misionera, se le concedió la gra­ d a de «sacar a la luz la realización dei misté­ rio». Así que en la proclamación dei apóstol se pone en movimiento la ejecución divina dei plan de la salvación (oixovopta), un plan que antiguamente estuvo oculto, pero que ahora se da a conocer (1, 9; 3, 3-5; 6, 19). De manera parecida a Ef 3, 9, y también en el contexto dei esquema de la revelación, se afirma en 2 Tim 1, 10 que Cristo «sacó a la luz por medio dei evangelio la vida imperecedera», es decir, lo hizo por medio de la pro­ clamación apostólica dei evangelio. Aqui se trata igualmente de una manifestación eficaz, no de una simple comunicación (cf. Conzel­ mann, 340). En la Carta a los Hebreos cpcoxíÇo) aparece dos veces (6, 4; 10, 32) como participio de aoristo de la voz pasiva, referido a los cristianos a quienes se dirige la palabra. Se le hace ver

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cpojxíÇa) - qjwTLafxóç

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exigências de ser la verdad (4, 2s). Si, a pesar de todo, su predicación aparece como «encubierta», eso sucede únicamente para los àtto^.Xúpevoi («para los que se pierden», 4, 3). Porque «en ellos (sobre èv oiç, cf. BlaB-Debrunner § 220, 1) el dios de este eón ha cega­ do los pensamientos de los incrédulos (los ãjtioToi dei V. 4 se identifican con los ànoÀ,IcúpEVOL dei V. 3; cf. R. Bultmann, Der zweite Briefan die Korinther [KEK], sub loco) para que no vean la luz dei evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (4, 4). Sobre el significado intransitivo activo de qpcoTiopóç en 2 Cor 4, 4 (cf. Sal 26, 1; 43, 4; 4. En Ap 18, 1 se dice de un ángel, que aqui 77, 14; Job 3, 9) no existe disensión. Por el contrario, lo que se discute el la comprensión representa a Dios (aludiéndose a Ez 43): «La de qjomopóç en 2 Cor 4, 6: «Porque Dios que tierra/n e iluminada por su resplandor». En dijo: ‘De Ias tinieblas resplanderá la luz’, es una variación de una cita de Is 60, 1.19s, se el mismo que ha resplandecido en nuestros dice en Ap 21,23 que la Jerusalén celestial no corazones para dar la luz al conocimiento de necesitará ya el resplandor dei sol ni de la lula gloria de Dios en el rostro de Jesucristo». na, porque el resplandor de Dios ha ilumina­

que «Zoí que han sido iluminados una vez» (6, 4) y han recibido los diversos dones dei Espíritu, no podrán renovar de nuevo su conversión, después de haber apostatado de la fe (6, 4-6; cf. 10,26-31; 12,15-17). Por el acontecimiento único de la iluminación podría entenderse el bautismo (cf. O. Michel, D erBriefan die Hebrãer^ [KEK], sub loco; Conzelmann, 347 y 349). Guando se dice más adelante, en 10, 32: «Recordad los dias pasados, cuando después de haber sido iluminados, tuvisteis que soportar una grave lucha de suftimiento», parece que se alude igualmente al bautismo como comienzo de la existência cristiana.

do la ciudad (cf. 21, 3.11). Esta mima idea se encuentra en forma parecida en 22, 5: ni el resplandor de una lámpara ni la luz dei sol serán necesarios, «porque Dios, el Senor, los iluminará (a sus ôoõXoi, v. 3)». Asi que ya no habrá noche nunca más. M. Winter

q)0>Tlvóç, 3 phõlinos luminoso, brillante, claro Grafia variante (asi en Westcott-Hort, Cambridge-London 1881; ^1896) de ^ qjcoxetvóç. tp ( o tio ^ .ó ç , o v , ó

p h o tis m o s

ilu m in a c ió n ,

lu z *

1. En el NT, qpcoTiopóç aparece sólo dos veces en Pablo: 2 Cor 4, 4.6. 2. En una apologia de su ministério apostóüco (2 Cor 2 ,1 4 -7 ,4 ), Pablo fundamenta primero su confianza en si mismo con la referen­ cia al encargo que él ha recibido de Dios (2, 14-4, 6). El no tiene nada que reprocharse a si mismo ni en su conducta ni en su proclamación dei evangelio (4, 2; 1, 12). Porque él no ha falseado ni encubierto la palabra de Dios, sino que la ha expuesto abiertamente con sus

Pablo, al usar aqui qpcüTiojróç, no piensa en la propia iluminación (en contra de H. Windisch, D er zw eite B rie fa n die K orinther [KEK], sub lo­ co), sino en la finalidad de su proclamación dei evangelio (Bauer, W õrterbuch, í . v . ; Bultmann, D er zw eite B rie f an die Korinther, sub loco). En correlación paralela se hallan la creación y la conversión (sobre esta analogia en la tradición judia cf, H. Conzelmann, en ThWNT IX, 317 y 337s). Por tanto, el comienzo de la existência cristiana se interpreta como un acto creador de Dios. En antítesis con el v. 4 y en conexión causai con el V. 3 (õxi), el v. 6 muestra que Pablo ve el fundamento su ministério apostólico en la acción reveladora de Dios (ôç êKaptjJEV èv xaiç xaQÔíaiç fípcõv), una acción que le da a él el encargo y la autorización para proclamar en su predicación (xTipoooop-Ev, v. 5) la 5óxoõ 'Oeo '0 / ’lT]aoõ Xpiaxoij (3, 18) y sus­ citar con ello yvmoiç (2, 14; Gál 1, 16). Sobre el encuadramiento de qpcoxLop,óç en la historia de Ias religiones (^terminologia gnóstica?), cf. Bultmann, Der zweite Briefan die Korinther, sub loco', O. Michel, Der Brief an die H ebraef (KEK), 241 nota 2; Conzel­ mann, en ThWNT IX, 338 nota 296. M. Winter

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xx /aÍQ íO chairõ alegrarse, regocijarse 1. Aparición y uso en el NT - 2. Alegria entusiásti­ ca y alegria escatológica - 3. Exhortaciones a la ale­ gria - 4. El sufrimiento y la alegria - 5. La alegria co­ mo reacción - 6. El apóstol se goza de su comunidad 7. Gozo compartido - 8. Combinaciones importantes de palabras. Bibl.:

•xaça.

1. En el NT xotÍQío aparece 74 veces. El verbo es especialmente importante en Q, Lu­ cas, Juan y Pablo. Por lo demás, XftÍQtt) se encuentra frecuentemente como saludo (8 testimonios) y también en el praescriptum de Ias cartas (cf. Hech 15, 23; 23, 26; Sant 1,1). Es­ to se relaciona con el saludo epistolar cristiano con (6) 4 propósito, K. Berger: ZNW 65 [1974] 200s). - El verbo apare­ ce en textos narrativos en Mt 2, 10; 18, 13; Mc 14, 11; Lc 15, 5; 19, 6; 19, 37; 22, 5; 23, 8; Jn 8, 56; 20, 20; Hech 5, 41; 8, 39; 11, 23; 13, 48; 15, 31; Ap 11, 10. - La alegria se va­ lora como moralmente ambivalente en 1 Cor 7, 30; 13, 6, y como negativa en Ap 11, 10. 2. En consonância con el carácter carismá­ tico y «entusiástico» dei cristianismo primiti­ vo, la alegria es participación en el mundo ce­ lestial (cf. Filón, Abr 202: el alegrarse es algo que, en su totalidad, corresponde únicamente a Dios), y asi se produce como reacción de los testigos en los arrobamientos visionários (Lc 24, 52; Hech 8, 39) o en Ias visiones (Jn 8,56, de Abrahán [cf., a propósito, Jub 15, 17; Tg Onq. sobre Gén 17, 17; Filón, Mut 154]; cf. la alegria en general como reacción a la posibilidad de ver (-> 5) o como reacción en virtud de la acción dei Pneuma (1 Pe 4, 13s). Y, asi, uno puede alegrarse ya desde ahora en vista de la recompensa futura (Mt 5, 12; Lc 10, 20b). Por eso, la exhortación a la alegria en Mt 5,12, corresponde funcionalmente a la exclamación de bienaventuranza (cf. 1 Pe 4,

13s). Pero también la salvación celestial o es­ catológica se describe sencillamente como una acción de alegrarse (Lc 6, 23; 1 Pe 4, 13); asi debe entenderse igualmente el gozo por la cosecha o por la boda (Jn 3,29; 4, 36), y tam­ bién la alegria futura según Jn 16, 20.22 (oposición entre los discípulos y el mundo; alegria por la segunda venida de Jesus). 3. Las exhortaciones a la alegria se refieren de ordinário a la manera especial de alegrarse o al objeto de la alegria, y se encuentran en las admoniciones o parénesis, y además como invitación a compartir la alegria en las tres parábolas de Lc 15 (15, 6.9.32), lo cual se refiere seguramente a la aceptación de pecado­ res arrepentidos por las personas a quienes se dirige la palabra. Con ffecuencia la exhorta­ ción a la alegria tiene carácter de consuelo an­ te las tristezas presentes (Jn 14, 28: Jesus se marcha) o ante las persecuciones (Mt 5, 12). Pueden referirse también a lo que es objeto de esperanza (Rom 12, 12) o a lo que ayuda a soportar el sufrimiento (1 Pe 4, 13). La adición «en el Senor» (típica de Flp 3, 1; 4, 4.10), lo mismo que el imperativo que acompana a la invitación a orar constantemente, «\alegraos siempre!» (1 Tes 5, 16), muestra cuál es el origen entusiástico de la alegria cristiana. En 2 Cor 13, 11, lo de jalegraos! es algo asi co­ mo un compêndio de lo que significa la exis­ tência cristiana. Por el contrario, en 1 Cor 7, 30 la existência cristiana se muestra como un distanciamiento libremente escogido de las alegrias dei mun­ do. Según Lc 10, 20, la alegria entusiástica dei carismático por su plenitud de poder debe sustituirse por el gozo anticipado de la salva­ ción celestial -quizás un testimonio dei conflicto entre la escatología de presente y la escatología de futuro en las primeras comunida­ des-.

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XaigcD

4. El sufrimiento y la alegria se hallan a menudo tan íntimamente entrelazados, que el que sufre debe gozarse ya ahora en el sufri­ miento y de sus sufrimientos. El judaísmo conoce ya analogias, por ejemplo, ApBar (sir) 52, 6s («jAlegraos en el sufrimiento que estáis padeciendo ahora! Pues ^por qué estáis esperando que vuestros enemigos perezcan? jPreparad vuestras almas para lo que está re­ servado para vosotros y disponed vuestras al­ mas para la recompensa que está dispuesta para vosotros!»). Porque lo que viene después dei sufrimiento es mucho más glorioso, de tal manera que el sufrimiento adquiere el carácter de una fase preliminar necesaria. Las expresiones de esta idea varían. Según Jn 14, 28, los discípulos deben alegrarse por­ que Jesus se va. En Jn 11, 15 Jesús se alegra de que Lázaro haya muerto, dando así ocasión para que se manifieste la gloria en un milagro. En Col 1, 24 el apóstol se alegra de su sufri­ miento, porque es «en favor de» la comunidad. Según 1 Pe 4, 13, la comunidad debe go­ zarse de tener comunión con los sufrimientos de Cristo, para poder alegrarse cuando llegue la revelación de la gloria. Y, así, Pedro y Juan, según Hech 5, 41, se alegran de «haber sido considerados dignos de sufrir oprobios a cau­ sa dei Norabre». Por tanto, aqui, lo mismo que en otros textos dei NT, lo de alegrarse significa la orientación hacia el valor central, el gozarse de él y el hallarse determinado por la motivación y la emoción que de él dimana. Una experiencia negativa en el presente se va­ lora como prerrequisito para lo mayor que es­ tá llegando. 5. La alegria como reacción a los fenôme­ nos carismáticos se encuentra especialmente en Lucas, quien da especial valor a los finales de los relatos de milagros (cf. E. Schweizer, Das Evangelium nach Lukas [NTD], 177) y que en ellos, junto a lo de «glorificar a Dios», expresa también la «alegria» por lo aconteci­ do (Lc 13, 17; 19, 37 y también 10, 17). En Mt 2, 10 los Magos reaccionan con alegria ante el prodígio de la estrella, y el himno de Ap 19, 7 aparece la exhortación dirigida a si

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mismo para sentir alegria y júbilo ante la victoria de Dios. La alegria es la reacción al «ver» (Mt 2, 10; Lc 19, 37; 23, 8; Jn 8, 56; 20, 20; Hech 8, 39; 11, 23; 15, 31; FIp 2, 28; Col 2, 5) y reacción al «oír» (Jn 3, 29; 14, 28; Hech 13, 48). Claro que sólo las Constitutiones Apostolorum 7, 36 llegan a hablar por primera vez de alegrarse por la muerte y la resurrección de Jesús. Lc 19, 6 menciona ya la alegria como reacción ante el encuentro con Jesús el Salva­ dor. Hay que senalar aqui también la conexión de verbos de alegrarse con verbos que pueden tener significado cultuai y litúrgico (como «alabar, glorificar», cf. Lc 19, 37; Ap 19, 7; Hech 13,48; 1 Tes 5, 17). 6. El apóstol habla habitualmente, en pri­ mera persona dei singular, dei gozo que siente por la comunidad a la que escribe la carta, y la alabanza que él formula por ello, tiene a menudo el carácter de una captatio benevolentiae (así en Rom 16, 19; 1 Cor 16, 17; 2 Cor 2, 3; 7, 7.9.13.16; Flp 4, 10; Col 2, 5; 1 Tes 3, 9; 2 Jn 4, cf. también 3 Jn 3); no nos extranará, por tanto, que el verbo falte en la Carta a los Gálatas. 7. La acentuación dei gozo compartido refleja a menudo graves problemas dentro de una comunidad y se encuentra con sorprendente frecuencia en las parábolas, como ve­ mos en Lc 15, 5.6.9.32 (aceptación de quien ha vuelto a ser hallado, es decir de los peca­ dores convertidos); en el Evangelio de Juan este gozo compartido se encuentra en Jn 3, 29 (el esposo y su amigo, es decir, Jesús y Juan el B autista) y en 4, 36 (el que siembra y el que siega, nuevamente Jesús y el Bautista). El gozo compartido desempena también un pa­ pel en la parénesis de Rom 12, 15 («alegraos con los que se alegran»), En Flp 2, 17s ese gozo compartido es expresión de la comunión entre el apóstol y la comunidad. 8. Las combinaciones más importantes de palabras son las que se forman con àyaU\,íaoiç y otros términos afines (Lc 1, 14; Mt 5,

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X a ÍQ ü ) -

xahyayiüyétü

12; Jn 8, 56; 1 Pe 4, 13; Ap 19, 7), ô ó |a y otros términos afines (Lc 13, 17; Hech 13, 48; 1 Pe 4, 13; Ap 19, 7), encppawopai, (Lc 15, 24.32), oíigavoç (Mt 5, 12; Lc 10, 20), con verbos de ver 5) y con los antônimos xXaÍío (Rom 12, 15; Jn 16, 20; 1 Cor 7, 30), jtá-&T]pa (Col 1, 24; 1 Pe 4,13), DÀIipiç (Rom 12, 12; Flp 1, 17s; Col 1, 24) y con y otros términos afines (Jn 16, 21; 2 Cor 2, 3; 6, 10; 7, 7-9; Flp 2, 28), así como con términos que significan afrentar, odiar y deshonrar (Lc 6, 22s; Mt 5, lls ; Hech 5, 41). En los antôni­ mos se refleja la situación histórica especial dei cristianismo primitivo. K. Berger / á X a ^ a , Tiç, 'H chalaza granizo* En el NT el término aparece únicamente en el Apocalipsis como azote divino al fin de los tiempos (cf. también, a propósito, Ex 9, 18ss; Jos 10, 11; Job 38, 22ss; Sal 78, 47; 105, 32s; 148, 8; Ag 2, 17): en Ap 8, 7, «granizo y fuego mezclados con sangre» (%áXaÍ,a x ai jtõg pepLYpáva èv aípaxi) con ocasión dei toque de la primera trompeta (cf. Ex 9, 24; Ez 38, 22); Ap 11, 19, «fuerte granizada» (xáX,aÇa peyáXTi, junto a àoxgajtaL, qpcovaí, pgovTaí y OEtapóç), al toque de la séptima trompeta (cf. también Is 29, 6; Sib III, 689-692); Ap 16, 21a, «enormes granizos como de un talento cada uno» (xáÀ.a^a peyá?iq cbç TaXavxiaía (-»■ xaXavxtaíoç) o v. 21b, «la plaga dei gra­ nizo» (jiÀqyf] xfjç xot^á^tiç), con ocasión de la séptima copa de la ira. Haag, Diccionario, 777; BHH II, 624. XaXáo) chalaõ bajar, echar* En el NT el verbo aparece 7 veces; bajar una camilla a través de un boquete abierto en el techo, Mc 2, 4; echar redes (para la captu­ ra de peces), Lc 5, 4.5; hacer bajar a alguien (a Pablo) desde la muralla, metido en un ces­ to (èv ojtiiQÍôi), Hech 9, 25; en una espuerta (èv oagyávTi), 2 Cor 11, 33 (en voz pasiva); según el lenguaje técnico de la navegación, XCxX,é(u xò axehoç, que significa probable-

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mente echar el anela, Hech 27, 17 (-*■ o x e õ o ç 2; Bauer, Wõrterbuch, í . v . o x e õ o ç la); yjxÀÉQ) xfiv oxácptiv, descolgar el bote salvavidas, 27, 30.

XaXôatoç, ov, ó

Chaldaios caldeo* En Hech 7, 4 yfj Xa^óaícnv como nombre de la patria de Abrahán (cf. v. 2 Meoojtoxapla), de la que él emigro a Jarán por man­ dato de Dios (en contra de Gén 11, 31; 12, 13.5). Según Gén 11, 28.31; 15, 7, Neh 9, 7, Abrahán es oriundo de Ur de los caldeos ( ’«r kasdtm, LXX x<ágcx xtõv Xa)\,ôaía)v) a orillas dei curso bajo dei Eufrates. Claro que el gentilicio se usa en sentido anacrônico, porque, según 2 Re 24, 2; 25, 4s y passinr, Jer 21, 4 y passinv, Dan 1, 4; 5, 11; 9, 1, los caldeos representan el reino neobabilónico, dei que ellos podrían haber sido los fundadores. Los textos asirios mencionan a los caldeos a partir dei siglo IX a.C. Ahora bien, según Jdt 5, 6-8, los israelitas mismos descenderían de los caldeos. Dan 2, 2.4sl0; 4,4; 5, 7 documenta la idea helenística tardia de que los caldeos son de manera especial intérpretes de suenos y adivinos. Haag, Diccionario, 256s; BHH I, 296s. XCtíwEJtóç, 3 chalepos duro, difícil, maio, peligroso* En Mt 8, 28 se dice que los dos posesos eran «sumamente agresivos / peligrosos (xa?t8Jtol Â,íav)» (el lugar paralelo en Mc 5, 4s realza la fiereza y la fuerza dei poseso). 2 Tim 3, 1: xaigol xot^sJtoí, «tiempos difíciles», refiriéndose a la aparición de falsos maestros y de fal­ sos cristianos (3, 2ss). Spicq, Notes II, 955s. XaXivaYíOYÉto chalinagõgeõ llevar la rienda, refrenar, tener a raya* En sentido figurado en Sant 1, 26: xet^tvaycoyécü yXcõooav, «refrenar la lengua» co­ mo critério de toda la piedad; 3, 2, en un con­ texto parecido, dícese de quien (como maes­ tro) no yerra en lo que dice y es, por tanto, un varón perfecto, que es capaz también de «te­ ner a raya a todo el cuerpo» (xctXivaycoyfi-

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XaXivaywyétíi - xotM.aí

a a i x a l õX.ov tò oôj(xa); cf. igualmente Polic 5, 3: éauToiiç àjtò itavTÒç xaxoij.

XaXlvóç, oi), ó chalinos rienda, freno (de caballo)* En Sant 3, 3; Ap 14, 20 dícese de lo&frenos en la boca de los cabaUos (xtüv injTCOv); sobre Ap 14, 20, cf. también Is 63, 1-3. XttXivów chalinoõ refrenar Sant 1, 26 B en lugar de ^ x“ ^*'’''oiY
XaÀ,3<EVÇ, Étog, ó chalkeus trabajador dei cobre, calderero* En 2 Tim 4, 14 se dice que Alejandro, que según 1 Tim 1, 20 falló en la fe, es calderero. Spicq, Notes II, 957s.

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pávo) (cbç èv xapívm iteittJQCopévqç). Se tra­ ta seguramente de un metal especialmente du­ ro o brillante o de una correspondiente aleación (cf. también Dan 10, 6 LXX: jtóôeç cboei xaXnòç e^aaTQájtTcov, Ez 1, 27: mç ÕTjJtv f|>i,éxTQOD). Suidas í .v. asociael x á k n o X.ípavov con el fíX.exxQOv y lo considera co­ mo una aleación de oro y plata, que es más preciosa que el oro; cf. también Josefo, Ant VII, 106 (xotÀ,xóç, õv xoõ xQtJOoij xqelxxov’ ê^Eyov); Virgilio Aen 12, 87 (orichalcum, «bronce/latón»). Desde luego, el significado de X.ípavoç, «incienso», también «incensario», no ayuda en absoluto para deducir el sentido dei término compuesto. Bauer, Wõrterbuch, s.v.; H. Kraft, Die Ojfenbarung (HNT), sobre 1, 15; G. Menestrina, xci)i,xoX,íPavoç: BeO 20 (1978) 192.

XaXxtjôcóv, ÓVOÇ, Ó chalkêdõn calcedonia* Según Ap 21, 19 el tercer pilar de la mura11a de la Jerusalén celestial es de calcedonia. Sobre Ias enumeraciones de piedras precio­ sas, cf. Ex 28, 17ss; 39, lOss; Is 54, lls ; Ez 28, 13, donde no aparece, desde luego, XTiôcóv. Actualmente la calcedonia es el nombre de un grupo de minerales de diversos co­ lores, entre ellos el ágata (cf. Ex 28, 19; 39, 12), el ónice, el sardónice, la comalina, etc. Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BHH I, 362-365.

jja ^ x ó ç , OD, ó chalkos mineral (metalífero), cobre, bronce; moneda de cobre, re­ cipiente de bronce* En Ap 18, 12 lo de n ã v oxeüoç ... xotX,xoü se refiere a un valioso utensilio de bron­ ce. En otros pasajes xot^xóç designa monedas de cobre, es decir, «calderilla», Mc 6, 8; 12, 41; junto a monedas de oro y plata en Mt 10, 9. Pablo, en 1 Cor 13, 1, designa con la expresión x«5v.xòç qxcõv un «utensilio de bron­ ce que resuena» y que sirve como instrumen­ to para producir ruido o sonidos musicales (junto a -> xúpPaXov àX.aÀáÇov).

XaÀ,XÍOV, OD, TÓ chalkion vasija de co­ bre* Según Mc 7, 4 los fariseos limpian lavando a fondo los vasos, los cântaros y los utensílios de cobre; cf. Mt 23, 25: vasos y (pequenas) fuentes. -> PajrtíÇtu 9, Qavxí^co.

X«À,XODÇ, 3 chalkous de bronce, de metal* En Ap 9, 20 dícese de Ias imágenes de los ídolos que son de bronce (junto a de oro, pla­ ta, piedra y madera) y que no pueden ver ni oír ni moverse (cf. Dan 5, 4.23; Sal 115, 4-7; 135, 15-17; Is 2, 20; Jer 10, Iss).

X a J^ x o ^ íp a v o v , o d , t ó chalkolibanon mineral aurífero (?)* En Ap 1, 15 (cf. 2,18) dícese de Cristo, que apareció en una visión y era semejante a hijo de hombre: sus ojos eran como llamas de fuego ((pXò^ JtuQÓç) y sus pies õpoioi xo-kKoki-

X e t^ a í chamai (adv.) a tierra, al suelo; en la tierra* En el NT únicamente con el significado en el suelo / a tierra, Jn 9, 6 (ejtxuoev xap.aí); 18, 6 (EJtEoav xotpoá, en la escena de la traición de Judas).

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Xaváav - xaçá

X a v á a v Chanaan Canaán* En el NT, el nombre indeclinable Canaán (en hebreo, lfn a ‘an, Gén 11, 31) aparece uni­ camente en Hech 7,11 (el hambre en Egipto y en Canaán en tiempo de los patriarcas, cf. Gén 41, 54ss; 42, 5) y en Hech 13, 19 (destrucción de siete naciones en Canaán, con ocasión de la conquista dei país, cf. Dt 7, 1) y se refiere en esos pasajes, como en la mayoría de los textos dei AT, a la región situada al oes­ te dei Jordán y que era el país habitado por los patriarcas (cf. Gén 12, 5ss) y prometido a to­ do Israel (cf. Gén 13, 14ss; Ex 15, 15; Núm 13, 2ss; Jer 3, 18; Ez 16, 3). Cf. también ^ 4>olvÍxt]. BHH II, 926; Haag, Diccionario, 263s (bibl.). X a v a v a í o ç , 3 Chananaios cananeo^*' A diferencia de Mc 7, 26 ('EXXt]vlç, -> 2nQocpoiVLKiooa tü) yévEi), se dice en Mt 15, 22 que la mujer oriunda de Fenicia (en la pro­ víncia romana de Siria), a cuya hija curó Je­ sus en la región de Tiro y Sidón (v. 21), era 'yuvq X a v av aía. Mateo utiliza así el antiguo nombre de la región situada a lo largo de la costa siria y en el interior: un nombre que es­ tá relacionado con el término acádico kinafihu, púrpura (-> d&oivíxTi) y que aparece tam­ bién en el AT (cf. Gén 10, 19; Jue 1, 31s; Is 23, 11). BHH II, 926-930 (bibl.). / a ç á , ã ç , 1^ chara alegria, gozo 1. Aparición en el NT y uso dei término - 2. La ale­ gria y el Espírita - 3. La alegria en el acontecimiento de revelación - 4. La alegria como exigencia - 5. La alegria en el sufrimiento y después dei sufrimiento - 6. La alegria escatológica - 7. La alegria por parte dei que trae la salvación - 8. La alegria valorada negativa­ mente - 9. Importantes combinaciones de palabras. Bibl.: P. J. Bernadicou, Christian Joy in the NT: CrCr 29 (1977) 328-336; E. Beyreuther-S. Finkenrath, en DTNT I, 74-81; H. Conzelmann, xaÍQO) mX., en ThWNT IX, 350-405, especialmente 350-362 (bibl.); Ch. Dietzfelbinger, Die eschatologische Freude der Gemeinde in der Angst der Welt, John 16, 16-33: EvTh 40 (1980) 420-436; E. G. Gulin, Die Freude im N T III (AASF 26/2; 37/3), Helsinki 1932, 1936; O. Michel, Freude, en RAC Vffl, 348-418 (bibl.); W. G. Morrice, Joy in the NT, Exeter 1984; W. Nauck, Freude in Lei-

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den: ZNW 46 (1955) 68-80; E. Otto-T. Schramm, Fest und Freude (Bibl. Konfrontationen), Stuttgart 1977; 1. Schniewind, Die Freude im NT, en Id„ Nachgelassene Reden und Aufsãtze, Berlin 1952, 72-80; G. Strecker, 1-3 Joh (KEK), Gottingen 1989, 72s; A. B. du Toit, Der Aspekt der Freude, I (NT), en TRE XI, 584-586; para más bibliografia, cf. TliWNT X, 1290.

1. En el NT x a p á aparece 59 veces, espe­ cialmente en Mateo (6 testimonios), Lucas (8), Juan (9); en Pablo hay 12 testimonios (5 en 2 Corintios y 5 en Filipenses, falta en 1 Corintios). En la mayoría de los textos dei NT, la alegria es un modus primário de la apropiación dei acontecimiento escatológico de salvación por parte dei hombre; sin embar­ go, la alegria puede ser también la reacción de Dios o de sus mensajeros por esa apropiación. 2. Si el «Espíritu» constituye la presencia más característica de Dios en el mundo, entonces la alegria es consecuencia especialísima de esa presencia de Dios entre los hombres: el Espíritu produce -como su fruto- ale­ gria juntamente con justicia y paz (Gál 5, 22; Rom 14, 17). Hace que se soporten con ale­ gria los sufrimientos y pruebas de la existên­ cia cristiana (1 Tes 1, 6). El estar henchido de alegria y dei Espíritu es, en sí mismo, una senal de la legitimidad de la misión entre los gentiles (Hech 13, 52 después de 13, 47s.50s). Cf. también Lc 10, 21 (júbilo en el Espíritu Santo por los critérios para la elección) y la inspiración de la alegria según Filón, Som II, 249; Abr 201. - Por eso, la alegria en este mundo se considera como testimonio de la actividad de Dios mismo. Cf. también 1 Ciem 63, 2; Herm (v) 3, 13, 2 (renovación dei pneuma por medio de la alegria). 3. El uso dei término alegria en el NT muestra especialmente que el destinatário for­ ma parte también constitutivamente dei acon­ tecimiento de revelación y participa en el mo­ dus de la alegria (obrada por Dios) por el mis­ mo. Y, así, «la palabra» es «recibida» (térmi­ no técnico) con alegria, según Mc 4, 16 par.; 1 Tes 1, 6; Ias privaciones que la conversión acarrea, son aceptadas con alegria (1 Tes 1, 6; Heb 10, 34); la alegria, cuando hay pérdida de

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xctga

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dades), un comportamiento que, lo mismo que bienes, se halla ilustrada en Heb 10, 34 e la «justicia», puede representar la suma de la igualmente en Mt 13, 44. La buena nueva (la noticia alegre) o Ias palabras de autoridad conducta cristiana (por ejemplo, 2 Cor 1, 24; también 13, 11). Cf. también Filón, Mut 167 suscitan alegria, Lc 2, 10 (con enaYYe^íÇo|iai); 1 Jn 1, 4; 2 Jn 12. Según 2 Cor 1, 24; (El que tiene virtud, posee constante alegría). Flp 1, 25, la alegria y la fe corren paralelas, o la alegria es la manera en que la fe «que pro5. Lo mismo que el verbo ^ XOttQ® (4), se gresa» se halla presente al exterior. emplea también el sustantivo, cuando la con­ La reacción de quien contempla una visión ducta cristiana en medio dei sufrimiento in­ es la alegria, Mt 28, 8; Lc 24, 41.52 (después justo y en la tribulación se describe como la dei arrobamiento); y es la reacción a senales superación de los mismos. Así lo vemos en 1 milagrosas, Mt 2, 10 (la estrella); Lc 10, 17 Pe 1, 6-8 (alegría en el tiempo de la tristeza, (Ias acciones propias de los apóstoles); Hech de la tentación y de las pruebas de la fe, y esa 8, 7s y 12, 14 (milagros). También la misión alegría precisamente como consecuencia de la entre los gentiles es un suceso maravilloso y fe); Sant 1, 2 ([como en 1 Pe 1]: alegría en el tiene, por tanto, como consecuencia la alegria tiempo de la tentación y de las pruebas de la (Hech 15, 3; Rom 15, 32, cf. Hech 13, 52). fe, en este caso acompanada de la paciência); Las palabras de 1 Pe 1, 8 hacen resaltar hasta 1 Tes 1, 6 ([como en la Carta primera de Pe­ qué punto la alegria se entiende como particidro y en Santiago, la alegría debe concebirse pación -obrada por D ios- en el mundo celes­ como consecuencia de la conversión]; la tri­ tial; «Sin verlo creéis en él, y os alegráis con bulación, al aceptarse la palabra, es superada un gozo inefable y radiante». por medio de la alegría); Heb 10, 34 (renuncia Y, asi, la oración y la alegria se hallan inti­ con alegría a los bienes; aqui también se trata mamente relacionadas (Flp 1, 4; Col 1, lls). seguramente de la pérdida de bienes a causa Finalmente, cuando en Lc 1, 14 se dice acerca de la conversión). de Juan el Bautista: «El será tu alegría y tu jú­ Por eso, según la dialéctica paulina (la po­ bilo, y muchos se regocijarán por su nacibreza como condición previa para la actividad miento», entonces se está caracterizando al clemente y graciosa de Dios), el apóstol, en Bautista como revelador profético (cf. ademedio de todas las tribulaciones, puede expe­ más, acerca de Samuel, AntBibl 51, 6s: hymrimentar precisamente alegría (2 Cor 7, 4); de niza ... in mirabilibus tuis ... hyrnniza super la misma manera, en la comunidad, las prue­ signa domini [7] et abierunt inde et profecti bas en medio de las tribulaciones tuvieron co­ sunt cum iucunditate gaudentes et exsultantes mo consecuencia alegría, y la pobreza tuvo corde in omnem gloriam, quam fecit cum eis como consecuencia riqueza en dadivosidad (2 Deus ... vivat propheta in plebe). Cor 8, 2). De forma parecida, en Col 1, 11, Ia fuerza para la paciência y la perseverancia se 4. Lo mismo que el verbo -»■ xctígm (3), el hallan junto a Ia alegría. En Heb 12, 2 el sufrimiento dei cristiano se sustantivo xa g á puede ser también expresión de un imperativo (fruto dei Espiritu: Gál 5, 22; considera como etapa previa para la alegría que se halla delante de él, y en 12, 11 ese su­ junto a justicia, Rom 14, 17; además, Flp 2, 28s, cf. 2, 2). Por eso, a diferencia de la comfrimiento se aplica a la disciplina actual de la comunidad (hay afinidad con IQH 9, 24). Sin prensión moderna predominante, la alegría de­ signa primariamente, no una «emoción» invo­ embargo, estos dos ejemplos se distinguen de los pasajes paulinos en que en ellos no se haluntária e interna, sino -lo mismo que la «jus­ ticia» y la «paz»- un comportamiento inte­ bla de la alegría que es vencedora ya en el gral, orientado a los valores, complejo (como presente. Por el contrario, acentuemos una vez más, la amabilidad, el gozo de dar, la disposición basándonos en Mt 5, lls ; Sant 1, 2.12; 1 Pe 4, para la entrega, la superación de las contrarie­

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Xaga - xaQaYfia

13s, que existe íntima relación entre la bienaventuranza por el sufriraiento actual de los justos y la alegria. El principio teológico que respalda todos los enunciados acerca de la «alegria en el sufrimiento» (o la alegria después dei sufrimiento) es el siguiente; si se tiene en cuenta la total oposición entre el eón in­ justo y el eón de la justicia, los sufrimientos y Ias persecuciones actuales de los justos son para éstos una razón para la alegria. La justi­ cia se demuestra precisamente en la persecuciÓE actual. En todo ello no se ve siempre una relación con el sufrimiento y la gloria de Cris­ to (eso si sucede en 1 Pe 1, 11 después de 1, 6-8). Se trata de ideas paralelas, independientes la una de la otra, que encontraron su expresión de muchas maneras, por ejemplo, en la idea sobre la elección de los pobres y de los humildes. 6. La alegria representa la faceta subjetiva de la apropiación dei bien escatológico de la salvación y se halla, por tanto, en paralelo con el «reino de Dios», lo cual se ve claramente por la correspondência que existe entre Mt 25, 21.23 («iEntra en el gozo de tu Senor!») y Rom 14, 17 («El reino de Dios consiste en ... gozo ...»; esta correspondência se halla docu­ mentada también en Heb 12, 2. Se refieren claramente a la parusía (juicio; con él también la llegada dei reino) Ias relaciones íntimas en­ tre la alegria y la corona en 1 Tes 2, 19s; Flp 4, 1. En cuanto a la alegria como bien salvífico cf. K. Berger: ZNW 65 (1974) 198, nota 33 (fuentes) y también especialmente Hen (gr) 5, 9 («anos de su alegria llenos de júbilo y paz»); 103, 3 (alegria y honra para Ias almas de los justos difuntos). 7. La alegria es también la reacción de quien trae u origina la salvación ante la aceptación de dicha salvación. Así lo vemos por parte de Dios (Lc 15, 7.10, cf. Ez 18, 23; ejemplo antitético en TosSan 14, 10), por parte dei espo­ so y de su amigo que se alegran de la boda / el tiempo de la salvación (Jn 3, 29) o por parte dei apóstol que se alegra de su comunidad (1 Tes 3, 9; 2 Cor 2, 3; 7, 13; Flp 1, 4; 2, 2; 4, 1; cf. también Heb 13, 17 y Fim 7).

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8. La alegria se valora negativamente, cuando, como senal de arrepentimiento y humildad, debe convertirse en llanto (Sant 4, 9). Y, así, la alegria de los injustos, que todavia no han hecho penitencia, contrasta con la tris­ teza actual de los justos (Jn 16, 20-22) y con la alegria de los justos en medio dei sufri­ miento (-V 5). 9. Combinaciones importantes de palabras: la alegria se asocia a menudo con JtÀT)QÓ(ü: hay personas que son henchidas de alegria, o la alegria llega a ser «perfecta» (es decir, llega a estar dotada de cualidad escatológica); ■OXitltiç es lo opuesto de la alegria en 2 Cor 7, 4; 8, 2; Jn 16, 21; vemos que en 2 Cor 7, 4; 8, 2 la alegria aparece en expresiones con la raiz HEQlOa-. K. Berger / á ç a y f i a , aTOÇ, t ó charagma senal, marca, sello; imagen formada* Con el sentido de obra de inventiva / producto de artesanía, el término aparece única­ mente en Hech 17, 29; xáQ aypa téyvqç x al èvOupijaecoç ày&pcójton, «una imagen fo r­ mada por el arte y la inventiva humana» que no puede representar a lo divino (sobre la idea expresada cf. Dt 4, 28; Is 4 0 ,18ss; Jer 10, Iss; Sab 13, 10; Rom 1, 23). Por lo demás, el término aparece 7 veces en el Apocalipsis en el sentido de un signo o marca (grabado o marcado a fuego) que, por orden de la «segunda bestia» (13, llss). Ias personas deben llevar como senal de la «primera bestia» (13, Iss) en la mano (derecha) o en la frente (13, 16). Se trata dei õvopa xoü Otiqlou o dei àpiOpoç xoõ ôvóp-axoç auxoxí (13, 17). Son requeridas expresamente a hacerlo todas Ias personas (13, 16), y cualquier transacción comercial está sujeta a la condición de que se lleve la senal (13, 17). Ahora bien, según 14, 9.11; 16, 2, todos los que han adorado a la primera bestia y a su imagen cul­ tuai (cf. 13, 14s) y han recibido su marca, incurren en el juicio de la ira divina. Al final serán destruidos definitivamente la primera

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xáeaYM-a - xáe«^

bestia y su profeta enganoso (la segunda bestia), que ha seducido a los que llevan la mar­ ca (19, 20), pero los que pagaron con la muerte el no querer adorar a la bestia ni llevar su marca, serán resucitados de nuevo a la vida y entrarán en el reino mesiánico de los mil anos (20,4). xápaYfra puede designar también inscripciones, sellos en documentos (especialmente el sello dei emperador, cf. DeiBmann, Licht, 289s), marcas con hierro candente en los animales y troquelados en Ias monedas (cf. Bauer, Wôrterbuch, s.v.- ThWNT IX, 405). Existia además la estigmatización de esclavos y la estigmatización religiosa como senal de la pertenencia a una determinada deidad (-» oTÍypa 1; aqppayíç 2; algo que para los judi­ os era -naturalm ente- insoportable, cf. Lev 19, 28; 3 Mac 2, 29s). En todo caso, en el Apocalipsis el xáQOiYM-a de la bestia se opone antitéticamente al sello dei Dios vivo, según 7, 2ss; esp. 14, Iss, el se­ llo que los que son salvos llevan en la frente (7, 3; 9, 4; 14, 1; 22, 4). En consonância con ello, xótQctYftot es sobre todo una senal dei culto al emperador y dei poderio econômico dei Império Romano. Como no se conoce en la historia contemporânea la marcación de senales en la frente y en la mano derecha (a lo sumo, se encuentra polémicamente en bMeg 24b), y xáQOtYlict como troquelado de mone­ das / moneda no tiene nada que ver con la frente y, a su vez, como senal de propiedad sobre algo o como estigmatización religiosa dificilmente tendrá algo que ver con la mano, entonces los enunciados dei Apocalipsis deben entenderse en un sentido fundamental (a lo sumo, xáQCtYM-a podria aludir al sello que se imprimia en los edictos imperiales; cf. DeiBmann, Licht, 298s). Así como la ->• otppaYÍç (4.b) de los bautizados (cf. 2 Cor 1, 22; Ef 1, 13) significa su entrega en propiedad a Dios y a Cristo, asi también Ias personas que pertenecen a la «bestia» tienen su xápcxYM-ot por rendir homenaje divino al emperador co­ mo a senor universal y por reconocer su propia dependencia, incluso en lo econômico, dei poder romano; cf. además H. Kraft, Die Of-

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fenbarung (HNT) sub loco-, ThWNT IX, 405407. H. Balz XagaX TTjg, fÍQOÇ, ó charaktêr acunación, imagen acunada, reproducción; fi­ gura* En Heb 1, 3 dicese de Cristo, ôç ®v ... %aQaJíTTiQ xfjç fiJtootáaÊmç auxoü. En gene­ ral, xttQaxxriQ significa el troquelado de una moneda (especialmente la imagen troquelada en la moneda), la impresión dei sello, y final­ mente la moneda misma o sello o marca (cf. Bauer, Wôrterbuch, s.v.\ ThWNT IX, 407s). Sobre todo Filón refiere el sentido de %aQaxxf|Q al hombre, quien según Gén 1, 26s, en su creación, recibió como estampación la -> EÍxcóv (5/6) de Dios, es decir, el hombre re­ cibió en el logos la impronta de Dios (All 95ss; Her 38; también 1 Ciem 33, 4). Heb 1, 3 se centra en la esencia eterna dei Hijo de Dios. En el v. 3a ô ó |a y ^ nitóoxaatç (3), referidas a Dios, y ->■àrtaÚYCtctpa (2) y xdQotxxfiQ, referidos a Cristo, se corresponden. Por tanto. Cristo (y sólo él) es el «resplandor / reflejo» de la gloria divina, y «la impronta de la realidad divina / de la esencia de Dios» (cf. lo que se dice de la aotpía en Sab 7, 26). Por tanto, en él, es decir, en su origen inmediato de Dios y en su camino reden­ tor, los creyentes son capaces de ver la esen­ cia y la realidad de Dios (cf. elKobv xoü Deoi), 2 Cor 4, 4; Col 1, 15; también Flp 2, 6; Heb 3, 14). Bornkamm, Aufsatze II, 188-203, esp. 197-200; E. GrâBer, Text und Situation, Gütersloh 1973, 182-228; ThWNT IX, 407-413 (bibl.); X (bibl.); ->■àjtaÚYaopa (bibl.). XÚQa^, a n o ç , Ó charax estaca, empalizada, bastión* Lc 19, 43 -)• jta0epf5áXX,to x á p a x á ooi, «levantar una empalizada contra ti», a saber, según Ias técnicas romanas de asedio, que consistían en levantar una circumvallatio (jteQLXUxXmoouoLV ae); pero cf. también Ez 4, 2; 26, 8; Arist 139.

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Xagí^ofiai

/a Q Í ^ O ^ a i charizomai mostrar, dar, con­ ceder, entregar algo agradable o placentero ; r e m itir , p e r d o n a r *

1. Aparición en el NT - 2. El significado de «conce­ der graciosamente» - 3. Empleo jurídico dei verbo - 4. El significado de «perdonar». B ib l: Bauer, Wõrterbuch, s. v.; H. Conzelmann, XaÍQCD KT^., en ThWNT IX, 350-405, especialmente 365, 383, 386s, 388; J. Merkel, Die Begnadigung am Passahfest: ZNW 6 (1905) 293-316; H. Schlier, La Carta a los Gaiatas, Salamanca 1975, 173 nota 100; H. Windisch, Der zweite B rief an die Korinther (KEK), Gõttingen 1924 (Neukirchen-Vluyn 1970), 88.

1. En el NT xctQÍ^ogai aparece 23 veces. En los Evangelios aparece únicamente en Lu­ cas (3 veces). En Pablo se encuentra 11 veces. Falta en Ias Cartas Católicas. 2. La LXX emplea el verbo con el sentido de dar graciosamente, y lo hace de manera constante (por ejemplo, Est 8, 7: «si te regalo todos mis bienes...»; 2 Mac 3, 33; «pues por medio de él el Senor te ha concedido gracio­ samente la vida»). Así debe entenderse también Hech 27, 24 (Dios concedió graciosa­ mente a Pablo la vida de todos sus companeros de viaje), y en Fim 22 Pablo espera que, a pesar de su actual cautiverio, pueda ser con­ cedido de nuevo a la comunidad, mediante la oración de ésta. Según Lc 7, 21, Jesus conce­ de la vista, de la misma manera que, según autores helenistas, se concede la «salvación», cf. Apiano, BellCiv I, 79 (360): u v i TTiv ocoTTiQÍav. Segúu Flp 2, 9, Dios con­ cede al Exaltado su Nombre (en paralelos se­ gún la historia de Ias formas, se halla «heredar» o «recibir») como título de soberania ce­ lestial. En 1 Cor 2, 12 se trata de dones celestiales comparables para los cristianos: por medio dei Pneuma los cristianos conocen lo que Dios les concede graciosamente, a saber, la gloria (2, 7) y todo lo que está preparado para ellos (2, 9). Según Rom 8, 32, el don que Dios va a concedemos con Aquel a quien El entrego ya por nosotros, es aún más extenso, a saber, «todas Ias cosas»; según Rom 8, 28 la creación entera, al igual que, según 2 Cor 5, 17s, la «nueva creación», y según 1 Cor 1, 21-

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23, el «mundo», «la vida y la muerte». Así que no se trata aqui de perdón, sino de «heredar el mundo» y supremamente dei cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán (Rom 4, 13). Flp 1, 29 emplea el verbo para referirse a la existência actual de los cristianos en el senti­ do amplio que XÓQtç tiene de ordinário; a la comunidad se le concedió graciosamente la fe en Cristo y el sufrir por él (lo mismo que los judios sufren «por la ley», cf. también Hech 5, 41). 3. En los siguientes pasajes se trata de asuntos jurídicos en sentido estricto; Según Hech 3, 14, B arrabás^e concedido /fu e entregado a los judios. En 25, 11 y 25, 16 se habla de manera parecida de que Pablo entregado a SUS acusadores; xáeiv xaTa§éa§ai («hacer un favor a alguien») en (24, 27) 25, 9 y aiTOÚpEVOi xÓQiv («pedir un favor») en 25, 3 son también un eco de este sentido. Pablo consi­ dera el traslado de su proceso a Jerasalén co­ mo el hecho de ser entregado a los judios (E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 640). En Gál 3, 18 el verbo debe entenderse en el sentido de que el testador que deja una herencia hace un favor: puesto que la herencia pudo hacerse efectiva por medio de la promesa (no por medio de la ley), Dios con la promesa hizo un favor a Ahrahán (cf. el término de derecho sucesorio en Mitteis-Wilcken II/2, 305, 25ss; una persona se reserva el derecho de «favorecer a otros», en un acta de depósito; en sentido figurado el término se encuentra quizás en ^ Mac 7, 22). En Lc 7, 41-43 se trata dei asunto jurídico de la remisión de una deuda (cf. también Filón, SpecLeg II, 39; xà ôáveia ... xoiç ópoqpúÀoiç x^QiÇopévcov); en 7 ,47s se dice algo parecido en relación con el perdón de los pe­ cados, aunque aqui falte precisamente el ver­ bo. En el trasfondo de Col 2 , 13s se halla tam­ bién el derecho de obligaciones, cuando después de mencionarse el perdón de los peca­ dos, se habla dei documento en que consta la deuda.

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XaQÍÇo(iai - xáeiç

4. El significado especial de «perdonar trasgresiones / pecados» no lo adquirió el ver­ bo sino con posterioridad a la LXX. Y, así, aparece por vez primera en Josefo, Ant VI, 144; onx Eivai ôíxaiov àfxaQTr|p,aTa x^QÍ^eoHai irapaurjoei. En el NT, el verbo no tiene probablemente este significado sino en los escritos paulinos y deuteropaulinos. Según 2 Cor 2, 7.10, se trata de una acción de perdonar entre personas (en paralelo 2, 8: el amor); según 2, 10, Pablo perdonó al trasgresor «en presencia de Cristo», es decir, invo­ cando a Cristo como testigo, quien entonces es testigo y garante de ese perdón. También en 2 Cor 12, 13 se trata dei perdón entre per­ sonas: la comunidad, así se dice ironicamente, debe perdonar a Pablo su injusticia. En el NT, el verbo no llega a usarse sino en Colosenses (^y en Efesios?) para referirse al perdón obtenido de Dios. En Col 2, 13 toda­ via se está cerca dei concepto jurídico de deuda / culpa (el documento en que consta la deuda, en 2, 14), y aqui se emplea una frase que solamente aparece en este lugar en el NT: XaQÍ^EaOai t à itagaitTob^iaTa (mediante la resurrección a la vida juntamente con Cristo). Col 3, 13 y Ef 4, 32 son textos que se hallan íntimamente relacionados: Así como el Senor (o Dios en Cristo) os ha perdonado (?), jperdonaos (?) también unos a otros! - Si el pasaje se traduce así, entonces tiene analogia con Mt 18, 33. Pero es discutible que en Ef 4, 32 se hable dei perdón, porque falta un objeto de la acción verbal en acusativo, y porque en el contexto no se habla de culpa, sino de amabilidad y misericórdia. Las cosa es distinta en Col 3, 13, porque aqui se habla de las quejas que el uno tiene contra el otro. Según esto, en el texto de Ef 4, 32 habría que traducir por /sed amables! (entre otras cosas, porque tal es el significado más general). Así que el pasaje de Colosenses sigue siendo el único texto dei NT y, por tanto, el segundo testimonio después de Josefo, Ant VI, 144 en que el verbo se emplea en el sentido dei perdón de los peca­ dos por Dios. K. Berger

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XttQlV charin (adv.) a causa de, por* En el NT el acusativo adverbial xÓQiv apa­ rece 9 veces como preposición impropia con genitivo, y siempre va pospuesto, con excepción de 1 Jn 3, 12 (helenístico) (cf. Bla6-Debrunner § 162, 2; 216, 1 con la nota 2). Para indicar una causa, en Lc 7, 47 (o í XÓQtv ... oxi, «por esta razón ... porque»; 1 Jn 3, 12 (xápiv xívoç, «[^]por qué[?]); como fórmula de transición que hace referencia a lo que se ha dicho anteriormente, toútou XÓQtv, Ef 3.1 (como anacoluto).14 (cf. R. Schnackenburg, Der Briefan die Epheser [EKK], sobre 3, 1); Tit 1, 5; para indicar un objetivo, en Gál 3, 19 (xiüv jtagapáOEcov xágiv, es decir, la ley fue anadida por Dios a las promesas, a fin de poner de manifiesto el pecado en sus efectos, que son las trasgresiones; cf. H. Schlier, La Carta a los Gaiatas, Salamanca 1975, sub lo­ co)', 1 Tim 5, 14 (lioiôoQÍaç XÓQtv, «a causa de los reproches»; Tit 1, 11 (aíoxQoü xégôoug xÓQLV, «por sórdidas ganancias»; Jds 16 (ibcpEXeíag xógtv, «para obtener ventajas»). x á e i ç , ITOÇ, ^ charis gracia, gratitud, es-

timación 1. Aparición en el NT y significados - 2. La gracia concedida al proclamador dei evangelio - 3. La gracia manifestada como carismas - 4. La gracia y la ética 5. La gracia para todos los elegidos y convertidos - 6. La gracia como el bien salvífico por excelencia - 7. «Gratitud» y otros significados - 8. El objetivo de la acción clemente de la gracia divina. Bibl.: T. D. Andersen, The Meaning o/êxovxEç xáQtv KQÒç in Acts 2, 47: NTS 34 (1988) 604-610; D. C. Arichea Jr., Translating «Grace» (charis) in the NT: BiTr 29 (1978) 201-206; K. Berger, AposteIbrief ufid apostolische Rede: ZNW 65 (1974) 190-201; H. Conzelmann, xulqcü mX., en ThWNT IX, 350-405, espe­ cialmente 363-366, 377-393; H. Dõrrie-H. DittmannO. Knoch-A. Schindler, Gnade, en RAC XI, 313-446; G. D. Fee, X úqiç in II Cor I. 15: Apostolic Parousia and Paul-Corinth Chronology: NTS 24 (1977-1978), 533-538; Z. C. Hodges, Grace after Grace - John I, 16: BS 135 (1978) 34-45; C. F. C. Moule, A Christian Understanding o f Law and Grace: Christian Jewish Relations 14 (1981) 52-61; J. Nolland, Grace as Po­ wer: NovT 28 (1986) 26-31; Id., Luke’s Use o/xúgiç: NTS 32 (1986) 614-620; S. A. Panimolle, La xápiç negüAtti e nel quarto vangelo: RivBib 25 (1977) 143158; R. Pregeant. Grace and Recompense. Reflections

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x«eiç

on a Pauline Paradox'. JAAR 47 (1979) 73-96; J. Roloff, Gnade (I), en EKL3 II, 222-225; E. Ruckstuhl, Gnade (ffl), en TRE XIII, 467-476; M. Theobald, Die überstròmende Gnade. Studien zu einem paulinischen Motivfeld (FzB 22), Würzburg 1982; D. Zeller, Charis bei Philon uned Paulus (SBS 142), Stuttgart 1990; pa­ ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1290s.

1. En el NT aparece 156 veces. En los Evangelios se hallan unicamente 8 testimonios en Lucas y 4 en el Ev. de Juan (en 1, 14-17) y también 17 en Hechos. El centro de gravedad recae en Pablo, con 24 testimonios en Romanos, 10 en 1 Corintios, 18 en 2 Corintios, 7 en Gálatas, 3 en Filipenses, 2 en 1 Tesalonicenses y 2 en Filemón; XÓQtÇ aparece también en otras cartas, principalmente con 12 testimonios en Efesios, 5 en Colosenses, 13 en Ias Pastorales, 8 en Hebreos y 10 en 1 Pedro. El concepto, atestiguado ya en el paga­ nismo, significa no sólo la «condescendên­ cia» dei uno sino también la «gratitud» dei otro, y tiene también el sentido de «encanto» y «belleza» -es decir, se trata de la apertura recíproca, una apertura libre, no forzada, con­ cedida con ânimo feliz-. Y, por tanto, en Ias relaciones con Dios, significa la «salvación» concedida graciosamente por Dios y, al mismo tiempo, la «gratitud» dei hombre bacia Dios. Aristóteles acentúa ya el carácter gra­ tuito e inmerecido de la XÓ-QiÇ> Por contraste con el carácter de la recompensa (Rhet II, 7, 1385a). 2. Al apóstol Pablo se le concedió una gra­ d a especial juntamente con su encargo apos­ tólico, y esta gracia se identifica también con el mensaje paulino, porque la vocación y la recepción dei mensaje son una misma cosa (cf. Ez Is y, en Pablo, Gál 1, 15; 2, 9, además 1 Cor 3, 10; 15, 10; 2 Cor 12, 9; Ef 3, 2.7, e igualmente Rom 1, 5). A esta gracia apela Pa­ blo autoritativamente (Rom 12, 3; 15, 15). Significa la antítesis de la sabiduría carnal (2 Cor 1, 12). La comunidad tiene suma participación en esa gracia (Flp 1,1, cf., a. propósi­ to, CorpHerm I, 32), de tal manera que la vi­ sita de Pablo a una comunidad significa para ella la visita de la gracia (2 Cor 1, 15).

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Esta comprensión de la gracia se encuentra ya preparada en el judaísmo (refiriéndose al profeta; ApBar [sir] 81,2-4; 4 Esd 14,22 [con el Espíritu Santo]; VitProph 14 [Jeremias]; Ascis 11, 36 [Isaías; a causa de la visión de Isaías se glorifica a Dios, que concede tal gra­ cia a los hombres]; de Moisés; Josefo, Ant IV, 60; dei sacerdote Matusalén: Hen [esl] apên­ dice 1, 15), y en el NT tiene analogias princi­ palmente en Lucas, y no sólo en enunciados sobre Esteban (Hech 6, 8) y Moisés (7, 10) e igualmente sobre Apoio (18, 27), sino tam­ bién en la cristología y en el desarrollo programático de Lc 4, 18s en toda la obra lucana. Pues a ello se refieren Ias «palabras de gra­ cia» en Lc 4, 22; a su cumplimiento apuntan Hech 4, 33s y luego especialmente 11, 23 (evangelio para los gentiles); 14, 3 (signos y milagros); 20, 24 (evangelio de la gracia). Tan sólo 15, 11 se sale de este marco, al vincular muy esenciahnente la gracia al proclamador dei evangelio, demostrando con ello que es un texto muy antiguo. 3. Los diversos carismas se entienden como expresiones concretas de la única gracia, que fue concedida a todos. Así lo vemos en 1 Pe 4, 10 (lo de «administradores» se refiere a la obligación social de prestar servicio con los carismas); Rom 12, 6; 1 Cor 1, 4.6; 1 Cor 1, 4.7; Ef 4, 7 (cf. 4, lls). - Es sorprendente que en 1 Cor 12 falte el concepto de gracia; en lu­ gar de ello se habla aqui dei único Espíritu (y cuerpo). - Col 3, 16 considera los cânticos de los cristianos como gracia (cf., a propósito: K. Grõzinger; JSJ 11 [1980] 66-77); en este con­ texto encontramos el término «pneumático». 4. La moral se fundamenta en la gracia, principalm.ente en la Carta segunda a los Co­ rintios. Existe una relación intensa entre la gracia mostrada por Dios y por Cristo (a pro­ pósito, cf. especialmente 8, 9; «El ... se hizo pobre, aunque era rico») y la gracia que la co­ munidad misma debe mostrar en forma dei don de gracia que significa la colecta. La acción de Dios se convierte en esta acción reali­ zada por la comunidad, de tal manera que la comunidad es entonces «inmensamente rica

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XapiÇ

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Por eso, en el judaismo, junto al amor de Dios, su gracia es la razón para la elección (ApBar [sir] 21, 21; 75, 5s; también 77, 11; Jub 31, 24), cosa que Pablo recibe precisa­ mente en este sentido en Rom 11, 5.6 (cf. 11, 29; es interesante que la gracia no se encuentre en Rom 9, lls). Del llamamiento de Dios y dei «propósito» divino en la elección por gracia se habla también en 2 Tim 1, 9; de la predestinación, en Ef 1, 6 (agraciados en Cristo); dei llamamiento, también en Gál 1, 15; 2 Tim 1, 9, y de la acción de salvar (otóÇü)), en 2 Tim 1, 9; Hech 15, 11 (creemos que somos salvos por la gracia); Ef 2, 5.8; de la redención y dei perdón de los pecados, en Ef 1,7. En todos estos textos se trata de pasar el umbral que lleva a la pertenencia a Dios me­ diante la propia acción anticipadora de Dios; así se ve claro una vez más por la asociación con Ias palabras que hablan dei «acceso» a Dios en Rom 5, 2 (jtQOoaycoYfi). Y puesto que ese umbral se describe en otras partes por medio de la «fe», vemos también que la gra­ cia y la fe se hallan coordinadas entre sí (Rom 4,16; 5, 2; Ef 2, 8; 1 Tim 1,14. - En Hech 15, 11 dificilmente se usará el verbo «creer» en sentido técnico). Sin embargo, en los textos estudiados hasta ahora no se puede inscribir de antemano la oposición entre la gracia y Ias obras. Sino que en esos textos se ha tratado hasta ahora única­ mente de vincular la conversión del hombre con la acción de Dios, a fin de elevaria del nivel de lo puramente humano y accidental. No se dice nada sobre la actividad de Ias personas en todo ello, y por eso seria necio y conduciTÍa a Ias aporias típicas de la teologia sistemá­ tica el considerar aqui Ias actividades divina y humana en una relación de competência, co­ mo si la una excluyese a la otra. Tan sólo en determinados enunciados extre­ mos se encuentra la oposición entre la gracia y Ias obras en el contexto de la cuestión acer­ ca de la pertenencia fundamental a Dios (y só­ lo en este contexto); aparte de Rom 4, 4; 11, 5. a) La gracia es la apertura dei acceso a 6, cf. especialmente 2 Tim 1, 9; Tit 3, 5-7 Dios -en general- mediante ese mismo Dios. (precisamente Ias Pastorales se muestran aqui

en esta grada» (8, 7, cf. 8, ls.9.19; 9, 8 [aqui la gracia se convierte en la buena obra, como en Tit 2, 11-14]; 2 Cor 9, 14). Así que la gra­ cia no se recibió en vano (6, 1), y la acción de Cristo es el prototipo soteriológico y ético (8, 9). - Según Col 4, 6, la palabra de los cristianos debe ser siempre «en grada». La gracia adquiere especial significación para la existência cristiana (y no precisamen­ te para su simple iniciación) en una serie de textos, en los cuales el término se asocia a verbos como «estar en la grada» (Rom 5, 2; 1 Pe 5, 12; «crecer en la grada» (y en el conocimiento) (2 Pe 3,18), «hacerse fuerte en la grada» (2 Tim 2, 1 [refiriéndose a la doctrina]), «permanecer en la grada» (Hech 13,43, como objeto de la exhortación), «caer de la grada» (Gál 5, 4, refiriéndose a la circuncisión de los gálatas), «no llegar a alcanzar la grada de Dios» (Heb 12, 15), «ultrajar al Pneuma de la grada» (10, 29, a saber, me­ diante la actitud de los judaizantes). Casi en todas partes está clara la relación con el conocimiento, la recta doctrina o el recto evangelio. Por eso, habrá que incluir también probablemente en esta categoria el texto de Jds 4 (en el marco de la emancipación dei judeocristianismo, se quiere pervertir la gracia de Dios convirtiéndola en libertinaje) y de Heb 13, 9 (la gracia de Dios por la cual el corazón está fortalecido, es aqui precisamente la gra­ cia sin elementos judaizantes). De manera pa­ recida, «estar en la gracia» significa obrar rectamente o sufrir como justo (asi en 1 Pe 5, 12). En 2 Tes 1, 12, la gracia se refiere a la consumación de la obra de la fe. La relación entre la gracia y el conocimiento se halla preparada por el judaismo («en­ contrar gracia» en la recepción de la revelación) y ApBar (sir) 44, 13s habla de los que no se han desligado de la gracia. - Y, asi, la existência en la gracia se concibe como un proceso de crecimiento, para el cual la proclamación inicial (cf. -»• 2) fijó Ias normas per­ manentes en forma de la doctrina.

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x«eiç

como sustentadoras de lo que ordinariamente se considera como paulino) -con claras analo­ gias en la teologia de Filón acerca de la gracia (cf. All III, 77 y 83)—. Pero tampoco aqui se trata de una competência entre la acción hu­ mana y la elección, sino que la obra dei hombre se presenta como enteramente fútil y deleznable. La atención se centra, por tanto, en la gracia salvadora de Dios ante la condición pecaminosa de todos los hombres -nuevamente según un modelo judio (AntBibl 19, 9; 4 Esd 8, 36; Filón, Imm 104-108)-. Y como Pablo ha mostrado la íntima relación que existe entre el pecado y la ley, vemos que, se­ gún él. Ias obras hechas bajo el signo de la ley agudizan aún más la negatividad dei hombre al margen de la gracia (Gál 2, 21; 6, 14s; Rom 4, 16). Y, así, sucede que Pablo, tan sólo en la confrontación con el judaísmo no-cristiano o post-cristiano (Gálatas y Romanos), establezca una antítesis entre la gracia recibida al hacerse cristianos y lo que antes era el camino judio. Tan sólo cuando lo que se debate es «la ley sin la gracia», Pablo realza especialmente -en la faceta negativa de la vinculación entre la ley y el pecado- el carácter gratuito de la gracia (asociación con ôcopsálv] en Rom 3, 24; 5, 15.17; lo opuesto a fiio^óç en Rom 4, 4). Porque, según Pablo, la excelencia de la iniciación cristiana sobre la judia consiste en que aquélla no sólo comunica la elección, si­ no que al mismo tiempo comunica ya gratui­ tamente la justicia (Rom 3, 24 en oposición a 11, 29, donde Ia eliminación de la injusticia según 11, 26 no se efectuará sino en el futu­ ro). Y, así, fue Pablo quien situó historica­ mente y termino, mediante la asociación con la entidad «ley», la oposición «atemporal» y, por tanto, «antropológica» en cierto sentido entre la gracia y Ias obras, tal como la conocen el judaísmo helenístico y Ias Pastorales. b) Mientras que por XÓQtç se menciona el acontecimiento de la iniciación especialmente desde la perspectiva de Dios, vemos que ese acontecimiento, contemplado desde el hom­ bre, se describe con el término «fe» (aunque jtíoxLç no se limita únicamente a la inicia­

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ción), y además con la expresión afín «humildad / bajeza» (xaneivo-), lo cual, desde luego, indica más bien en sentido durativo el prerrequisito humano para la gracia, como se ve en la recepción de Prov 3, 34 LXX en 1 Pe 5, 5; Sant 4, 6 (la conexión con la iniciación aparece claramente en Sant 4, 7). - Se trata, igualmente, de prerrequisitos humanos cuan­ do una persona en determinadas condiciones encuentra gracia ante Dios (la confianza en Heb 4, 16; además en Lc 1, 30; 2, 53 y TestSim 5, 2; Hech 7, 46. Y no existe, en absolu­ to, una oposición a esto, sino tan sólo un as­ pecto distinto dei mismo proceso, cuando se dice que la gracia de Dios estuvo sobre él (Lc 2, 40), o cuando, según la adición a TestLev 2, 3, se implora Espíritu Santo y fuerza para hallar, en virtud de Ias obras, gracia ante Dios, 0 cuando, según TestJud 2, 1, Dios dio gracia en todas Ias obras (cf., a propósito, 2 Tes 1, 12). Y, así, en la predicación de Jesús, puede estar en paralelo con «recompensa» pa­ ra designar la reacción de Dios ante la acción humana (Lc 6, 32-34 y el paralelo en el v. 35; el pasaje correspondiente en Mt 5, 46 habla únicamente de «recompensa»). En el pasaje, estrechamente afín, de 1 Pe 2, 19s (también aqui se trata de sufrimiento / renuncia) el concepto de «gracia» es completado por el de «mérito» en el sentido de prestigio ante Dios. Lc 6, 32-34 y 1 Pe 2,19 deben considerarse, a su vez, en estrecha relación con 1 Pe 5, 5 y Sant 4, 6. Porque la bajeza, la humildad, el soportar el sufrimiento y la renuncia a la venganza constituyen conjuntamente, en cuanto a su contenido, la condición previa para encon­ trar gracia con Dios. Se ve cómo en este pasa­ je la moral cristiana tiene su fundamento en la peculiaridad dei acontecimiento cristiano de la elección (acontecimiento que, en el NT, se formula más que nada de manera paradójica). También la variante textual xcieitt, en Heb 2, 9, tiene perfecto sentido, si se presupone todo esto. Porque, según 2, 10, el sufrimiento es precisamente el presupuesto para la consumación, y por eso el sufrimiento es aqui el crité­ rio para conocer que uno ha sido elegido, co-

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Xagiç - xagian-a

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por la plenitud intensificada. Pero de tal giro Pablo puede afirmar que ya se ha producido y que puede experimentarse en la libertad con respecto a la ley y con ayuda dei «principio 6. Bajo el aspecto de la soberania de Dios, de la profusión» en la ética. intensamente acentuada en la apocalíptica, la 7. XÓQi-ç se emplea en el sentido de gratitud gracia es el bien salvífico por excelencia. en 2 Cor 2, 14; 8, 16; 9, 15; Rom 6, 17; 7, 25; Compárese la «gracia venidera» de ApBar 1 Cor 10, 30 (disfrutar con gratitud bacia (sir) 82, 2 con la venida de la gracia (bajo la Dios); 15, 57; 1 Tim 1, 12; 2 Tim 1, 3; Lc 17, condición previa de que pase el «mundo») en Did 10, 6 y además los enunciados sobre la 9; Heb 12, 28. salvación futura de los cristianos en 1 Pe 1, En el sentido de «hacer un favor», el térmi­ 10.13; 3, 7 (coherederos); 2 Tes 2, 16 (cf. Hen no aparece en Hech 24, 27; 25, 9; como «pe­ [gr] 1, 8; 5, 7s; AntBibl 51, 5; Sib IV, 45s.l89; dir un favor» en 25, 3; en el sentido de com­ 5 Esd 2, 31s; ApBar [sir] 78, 7). placência en Col 4, 6, y en el sentido de amabilidad en Ef 4, 29. Naturalmente, el concepto de X“ 0iÇ es es­ pecialmente adecuado para describir la salva­ 8. El objetivo de la acción de la gracia divi­ ción recibida ya en el presente, como se ve en el saludo y bendición al comienzo y al final na, tan vigorosamente acentuada en el NT, es de muchas cartas dei NT, al que podría co­ la propia gloria de Dios y la gloria de los rresponder, fuera de Ias cartas, el deseo de hombres (1 Pe 1, lOs; 4, lOs; 2 Cor 4, 15; Ef bendición descrito con la fórmula «encomen­ I, 6, y habrá que mencionar también Heb 2, dar a la gracia de Dios» (Hech 14, 26; 15, 40; 9s). Por eso, la gracia no se concede «sin finalidad». 20, 32). 1 Pe 5, 10 expresa en una oración un deseo dirigido al «Dios de toda gracia». Heb K. Berger 4, 16 habla dei acceso al trono de la gracia en virtud dei sacrifício dei Sumo Sacerdote. Pero en ninguna parte la gracia se baila ligada tan X ág lO fia, a t o ç , TÓ charisma don, don de estrictamente a la cristología como en Jn 1, gracia* 14.16.17 (en contraste con Moisés y con el 1. Aparición en el NT y uso fuera dei NT - 2. El ca­ don de la ley). Cuando en Tit 2, l l s se habla risma como don particular - 3. El carisma como don de la gracia que «educa», entonces se descrifundamenta! - 4. Don general y don individual. be en forma original la unidad entre la justifiBibl.: E. Bannon, The Charism o f Teaching: CleR cación y la ética. Porque la ética se define 64 (1979) 431-436; N. Baumert, Zur Semantik von xáaqui como como la adquisición de forma bajo Qiopa hei den frühen Vãterrv. ThPh 63 (1988) 50-78; el acontecimiento plasmador de la entrega saId., Zur Begriffsgeschichte von x ú p io p a im griech. Sprachraum: ThPh (1990) 79-100; Id., «Charisma» crificial de Jesucristo (2, 11). Versuch einer Sprachregelung: ThPh 66 (1991) 21-48; Merecen especial interés los enunciados U. Brockhaus, Charisma und Amt (Wissenchaftliche acerca de la sobreabundancia de la gracia, co­ Taschenbücher 8), Wuppertal 1987; H. Conzehnann, mo los que se hallan, por ejemplo, en Rom 5, Xaígco KÚ.., en ThWNT IX, 350-405, especialmente 393-397 (bibl.); M. Dumais, Ministères, charismes et 15.20; 6, 1; 2 Cor 4, 15 (cf. también, a propó­ Esprit dans Voeuvre de Luc: EeT 9 (1978) 413-453; D. sito, AntBibl 29, 6: nam etsi peccata nostra Fraikin, Charismes et ministères à Ia lumière de 1 Co abundaverunt, sed misericórdia eius implevit 12-14: EeT 9 (1978) 455-463; F. Hahn, Charisma und terram; cf. 49, 3s). La categoria mesiáníca de Amt. Die Diskussion über das kirchliche Amt im Lichte derntl. Charismenlehre: ZThK 76 (1979) 419-449; la sobreabundancia se baila asociada, en Rom J. Jervell, Der schwache Charismatiker, en FS Kãse5, con la imagen apocalíptica dei crecimiento mann, 185-198; K. Kertelge, Gemeinde und Amt im dei mal: la abundancia excesiva dei mal se su­ NT, MUnchen 1972, 103-112; R. Laurentin, Los caris­ pera en sentido inverso y simultáneamente mas: precisiones metodológicas: Concilium 129 (1977)

mo se ve en 1 Pe 2, 19 y passim. Por eso, según 1 Pe 5, 12, precisamente el sufrimiento es ahora la verdadera gracia.

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XaQio(xa

281-291; H. V. Lips, Glaube - Gemeinde - Amt. Zum Verstandnis der Ordination in den Past (FRLANT 122), Gõttingen 1979; H. A. Lombard, Charisma and Church Office: Neot. 10 (1976) 31-52; V. C. Pfitzner, Ojfice and Charism in Paul and Luke: Coll. 13 (1981) 28-38; K. W. Ritter, PauVs Concept o f Charisma and the Ministry o f Laily, tesis Claremont 1976; K. H. Schelkle, Charisma und Amt: ThQ 159 (1979) 243254; W. D. Schneeberger, Charisma und Agape: CV 19 (1976) 151-156; J. H. Schütz, Charisma IV, (NT), en TRE VII (1981), 688-693 (bibl.); S. Schulz, Die Charismenlehre des Paulus, en FS Kãsemann, 443460; A. B. du Toit, Die Charismata: NGTT 20 (1979) 189-200; B. N. Wambacq, Le mot charisme: NRTh 97 (1975) 345-355; para más bibliografia, cf, ThWNT X, 1291.

1. En el NT xá0LO(xa aparece 17 veces, pero únicamente en la cartas: en Pablo (6 testimonios en Romanos, 7 en 1 Corintios; el tér­ mino aparece además en 2 Cor 1, 11), en Ias Pastorales (1 Tim 4, 14; 2 Tim 1, 6) y en 1 Pe 4,10. Con anterioridad al NT, es evidente que el término aparece raras veces. En Filón (All III, 78: El mundo y todo lo que hay en él es regalo, beneficio y don de Dios -en paralelo con xóiQtç-) y en Alcifronte (III, 17, 4: xá0i0p.a ôonç EXELv) se hallan los testimonios más importantes, a los que se anade quizás el Testamento de Salomón (TestSl) C 13, 14 (dones mágicos que fomentan la salud y la ri­ queza); Sib II, 154, por el tiempo de su composición, es ya seguramente un testimonio cristiano (el alma como xáQtolta divino; no hay que mancharia), pero su contenido no es comprensible desde la perspectiva dei NT. 2. El empleo cristiano más antiguo de xáQiop,a en el sentido dei don particular se encuentra en toda la Carta primera a los Corin­ tios, así como en Rom 12, 6; 1 Pe 4, 10. El en­ foque fundamental es que hay diversos caris­ mas (1 Pe 4, 10: «multiforme gracia»; Rom 12, 6: «diversos carismas»; 1 Cor 12, 4: «diversidades de carismas») y que cada persona (palabra clave; êxaoxoç, 1 Pe 4, 10; 1 Cor 7, 7 y 12, 7: para cada persona») tiene el suyo propio (íÔLOç, 1 Cor 7, 7). Por eso, en esos textos se manifiesta la tendencia a la formación de series con enumeraciones de diversos carismas (1 Cor 1, 5: palabra y conocimiento;

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12, 8-10, donde carisma son sólo los carismas de curación mencionados en quinto lugar, que vuelven a mencionarse en 12, 30; Rom 12, 68; 1 Pe 4, 11: discurso y servicio). Luego la diversidad de los carismas puede incluso volver a agruparse en una entidad su­ perior; en 1 Cor 12, 4 esa entidad que los agrupa a todos es el único Espíritu (cf. v.7: a cada uno se le ha concedido la revelación dei Espíritu) y el único Seiior (v. 5). El único Es­ píritu distribuye a cada uno según le place (12, 11). En Rom 12, 4s (lo mismo que en 1 Cor 12, 12) esa entidad es como un solo cuerpo con muchos miembros. 1 Pe 4, 11 se cen­ tra en la úniea glorifícación de Dios por to­ dos. La concordância entre Rom 12, 6s y 1 Pe 4, 11 llega aún más lejos, porque en ambos casos se indica (con tbç o con èv) la norma se­ gún la cual los carismas deben realizarse. Y a la «profecia» y la «diaconía», mencionadas en primer lugar en Rom 12, 6, les correspon­ de en 1 Pe 4,11 el «discurso» y la «diaconía». Una entidad empleada singularísimamente en estos textos es también la XCtQtÇ (Rom 12, 6; 1 Pe 4, 10; 1 Cor 1, 4), de la cual cada ca­ risma particular es una realización concreta. El modelo para esa división es la tradición inspirada en Is 11, 2 acerca de los diversos dones dei Espíritu (cf„ a propósito, K. Berger, Exegese des NT [UTB 658], Heidelberg ^1983, 46-48), cuyo desarrollo más conocido se encuentra en Filón (armênio). De Sampsone (traducción alemana por F. Siegert, Tübingen 1980) 24s. La conexión entre los earismas y el Espíritu se halla atestiguada también en 1 Cor 12, 4.9.11, así en por la designación de los carismas como jtVEupaxLwá en 12, 1; 14, 1. Claro que Pablo, prudentemente, sólo men­ ciona de esta manera a los carismas en los dos lugares mencionados; en los demás casos emplea el término xoetopaxa, seguramente pa­ ra diferenciar debidamente de los carismas al único Espíritu como la causa eficiente y el co­ municador que es de los diversos efectos par­ ticulares. A partir de estos resultados, se ve que tam­ bién 1 Tim 1, 6s pertenece a este grupo de textos. Y, por cierto, aqui la relación entre los

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XaQia[ia

dones dei Espírítu y los carismas es inversa a la que vemos en 1 Cor 12: un solo carisma se desarrolla en el Espíritu de poder, de amor y de entendimiento. - Fuera de esta tradición, el Espíritu y el xáQiO|ia se hallan coordinados entre sí en Rom 1, 11. Los carismas de curación desempenaban evidentemente un papel especial en Corinto (1 Cor 12,9.28.30), porque sólo aqui se denominan carismas y probablemente concedían también especial prestigio (pues son utilísimos; cf. la tradición de los Evangelios). El texto de 1 Cor 12, 31 debe entenderse bien sea en tono de censura en indicativo, de tal manera que el amor -como la característica de todos los dones reales dei Espíritu- se sitúa frente a esa aspiración a los dones, o bien sea en sentido imperativo a fin de presentar al amor como el principio de los demás caris­ mas. En todo caso, 1 Cor 14 es la concreción de 12, 31a.

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«paga» y con el término opuesto «carisma» se piense en la oposición descrita en Rom 4, 4.

4. Âsí que, según Pablo, lo mismo es verdad en el caso de x á g ia p a que en los de 3tvEÜp.a y jtveufxaTixá: además de lo que se aplica por igual a todas Ias personas y de lo que se les concedió en el bautismo o en la proclamación dei mensaje (así hay que enten­ der Rom 1, 11, cf. también, a propósito, 15, 27), existen los dones individuales dei Espíri­ tu y el carisma individual. Lo semejantes que son ambas concepciones, también en el senti­ do estructural, se ve no sólo por el hecho de que el carisma está asociado en ambos casos con el llamamiento / la vocación (1 Cor 7, 7.17.20; Rom 11, 29), sino ambién porque, según 1 Cor 1, 7, los carismas particulares son dones tan provisionales hasta la revelación de Jesucristo como lo es también -según Rom 8, 19-27- el Espíritu común concedido a los cristianos. 3. Hay una relación muy íntima entre Rom Ahora bien, mientras que el Espíritu dei 5, 15s; 6, 23; 11, 29, porque en estos textos se bautismo (en el sentido de la àjiaQxií en Rom trata, como en -> 2, de dones de Dios concre­ 8, 23 / dei ággapm v en 2 Cor 1, 22) es visitos y demostrables en lo interno de la historia, ble ahora sólo indirectamente, en sus frutos, y luego se hará visible ante todos con ocasión pero se trata de dones de índole fundamental y general. En Rom 11, 29 los dones son Ias de la resurrección (2 Cor 5, 5-10), vemos que la mejor definición dei carisma particular es excelencias irrevocables de la elección de Is­ rael (= Ias disposiciones salvíficas de Ias que la de que dicho carisma es ahora «revelación dei Espíritu» (1 Cor 12, 7); no es, por tanto, se habla en 9, 4). Y en Rom 5s se trata corresuna actividad cualquiera, sino una actividad pondientemente de Ias comparables dispensaasombrosa que senala hacia la vertical, por ciones salvífieas, nuevas y concretas. Claro ejemplo, seguramente el celibato en contrapoestá que la antítesis entre la trasgresión y el sición al matrimônio (1 Cor 7, 7) o también don de la graeia, en 5, 15, no es la que existe una asombrosa manifestación dei poder de entre la acción y la consecuencia, porque este don de la graeia se realizo, desde luego, en la Dios (2 Cor 1, 11; téngase en cuenta, a este respecto, que se habla siempre de x ág iap a en contra-acción de la obediência de Jesús (v. 19). Existe una sorprendente vinculación en­ los proemios de Romanos y de Ias Cartas pritre Rom 5, 15 (oposición; la muerte); 6, 23 mera y segunda a los Corintios). (vida eterna / muerte) y 2 Cor 1, 11: en el ca­ El xÓQLopa que se concedió a Timoteo por medio de la profecia y la imposición de Ias risma actúa siempre el Dios que resucita a los manos (de los ancianos / de «Pablo») y que él muertos y da la vida. - En cuanto a Rom 6, ha de avivar incesantemente en sí mismo (1 23, se ha pensado si xáQtoqa no se referirá Tim [1, 18] 4, 14; 2 Tim 1, 6), no debiéramos aqui al llamado donativum, la paga extraordi­ descaüficarlo precipitadamente como «Ccuisnária que se concede cuando un nuevo sobe­ ma dei ministério», porque dificilmente se di­ rano comienza a desempenar su cargo de gobiemo. Pero parece más probable que con la ferenciará de lo que fue corriente desde siem-

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XÓQi-a(ia- xeí^oç

pre en los denominados apóstoles de la comunidad y con anterioridad a Pablo y en el caso de Pablo (cf. Hech 13, 1-3): un carisma que, que gracias a la profecia / al habla dei Pneuma, no muestra ninguna deficiência en cuanto a pneumatícidad. El hecho de que en Ias Pastorales no se hable en general de los carismas de los bautizados, no permite sacar conclusiones seguras, si tenemos en cuenta el gênero de dichas cartas (entre otras cosas, sus destinatá­ rios personales). K. Berger /aglT Ó tO charitoõ agraciar, m ostrar gra­ d a , bendecir* En el NT el verbo se refiere a la gracia di­ vina: Ef 1, 6; elç eitaivov óó | t)ç Tfjç x«QtToç auToü rjç èxaçLxcooEv f|[xãç («... de su gracia, que él gratuitamente ha impartido so­ bre nosotros»). En Lc 1, 28, en el saludo dei ángel Gabriel a Maria, la fórmula griega de saludo xatQe (Homero Od 1, 123; cf. Mc 15, 18; Mt 26, 49; 27, 29; Jn 19, 3, y demás XaÍQCo 1; cf. ThWNT IX, 357) se combino directamente con xctQitócü: X“ tQE> xexaQiTco[tévT], «Te saludo, ;oh agraciada!y> (Vg: gratia plena, Lutero: du Holdselige [«joh alta­ mente favorecida!»]). Lc 1, 30 explica la razón de que Maria se sintiera confusa y con ello explica, al mismo tiempo, el sentido dei saludo angélico: eúqeç yà ç xÓQiv Jtagà tcn ■Oerâ. S. Lyonnet: 20 (1939) 131-141; A. Strobel:‘ ZNW 53 (1962) 86-110; M. Cambe: RB 70 (1963) 193-207; I. de la Potterie, KexaQLTCopévT] en Lc 1, 28. Etude philologique: Bib 68 (1987) 357-382, 480-508. X a g p á v Charran Jarán (Harán)* Jarán (en hebreo: hãrãn, Gén 11, 31s; 12, 4s; 27,43) es el nombre indeclinable dei lugar donde vivió Abrahán, después de salir de Mesopotamia y antes de entrar en el pais de Canaán (11, 31; 12, 5). Hech 7, 2.4 menciona a Jarán, aunque situa la aparición de Dios a Abrahán en el período anterior a la migración de éste a Jarán (jtQiv q xaxoixfjoai auxòv èv

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X aggáv, 7, 2); MEOOJtoxapía. BHH II, 647; Haag, Diccionario, 933.

XapTiiç, ov, ó

charles (rollo de) papiro, papel* Según 2 Jn 12, el JtgEoPúxegoç de la comunidad tiene todavia muchas cosas que esciibir, pero no quiere hacerlo ôtà xág to n x al péXavoç («con papel [papiro] y tinta»), sino que quiere expresarlas verbalmente durante una visita personal; cf. 3 Jn 13. Sobre frases parecidas con que terminan algunos escritos de la antigüedad, cf. R. Bultmann, Das Evangelium nach Johannes^'^ (KEK), 540 nota 3.

Xáa^a, atOÇ,

x ó chasma sima, precipí­ cio, abismo* En Lc 16, 26 dícese de una grande e insalvable abismo (xáopa péya) que, en la región de los muertos, se interpone entre el lugar de tormento, donde se halla el rico (-+ aÔT)ç 1; yÉEVva), y el lugar de los bienaventurados, donde se encuentra Lázaro (en el seno de Abrahán): cf. también Hen (et) 18, 11; 22, Iss; 4 Esd 7, 85.93; Billerbeck II, 225-233.

/E iX oç, OVg, TÓ cheilos labio; orilla* Este sustantivo aparece 7 veces en el NT, siempre en conexión con textos dei AT. El plural se refiere a los lábios como el órgano que da forma al habla humana. En sentido ne­ gativo en Mc 7, 6 par. Mt 15, 8, en cita de Is 29, 13 LXX para referirse al pueblo que «ve­ nera» a Dios «con los lábios» (únicamente), pero que con su corazón está lejos de él (cf. además 1 Ciem 15, 2; 2 Ciem 3,5); en Rom 3, 13 (cita dei Sal 139,4 LXX) se habla dei «ve­ neno de serpientes que hay bajo los lábios» (junto M guy^, y^rôooai y oxópa) como imagen para referirse a Ias palabras corrompi­ das por el pecado (cf. además la cita dei Sal 5, 10 LXX; 10, 7 en 3, 13s; cf. 1 Pe 3, 10 (xeí).q junto a yktõaaa, en cita dei Sal 33, 14 LXX). Refíriéndose a la acción de Dios, que hablará a su pueblo «en lenguas extranjeras y con lá­ bios extranos (èv èxEgoYXtüoooiç x a l èv x£t-

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XEÍX.OÇ- xeíe

Xeoiv éxÉQcov)», 1 Cor 14, 21 (cita de Is 28,

11 LXX), donde Pablo recoge el anuncio de Isaías acerca de un renovado esfuerzo de Dios en favor de su pueblo por medio de personas de «lábios balbucientes y lengua extranjera» y Io aplica a la glosolalia dei cristianismo pri­ mitivo, que Dios no destina a la fe, como hizo con la profecia, sino a la incredulidad (cf. 1 Cor 14, 20.22-25). Heb 13, 15, con la expresión xagjròç x^i'^Éa)v ópoXoYoúvxcov xm ôvó|j,axi auxod (cf. Os 14,3), se refiere al incesante sacrifício de alabanza entonado por la comunidad. - El significado de «orilla dei mar» (xeí7,oç xfjç 007.000115, cf. Gén 22, 17) se encuentra en Heb 11, 12. cheimazomai ser sacudido por una tempestad* En Hech 27, 18 en el contexto dei relato de un viaje marítimo; oqpoÔQmg ôè XEioaÇopévwv iqprôv, refiriéndose a Ias tempestades de inviemo (cf. 27, 9.20). En sentido figurado en IgnPol 2, 3.

xeÍM.aQ@oç (/Ei^áQQOvç), or, ó

cheimarros (cheimarrous) torrente de invierno, arroyo* Jn 18,1: ó xeíp-aQQoç xoõ ^ Keôgcóv. xeípaQQoç se refiere a un torrente que sólo lleva suficiente agua en inviemo, es decir, en la época de lluvias (cf. Josefo, Ant VIII, 17; Suidas, S.V .: ó èv xm XEip-cõvi pérov Jtoxaqóç).

XEi^iwv, wvoç, ó cheimõn inviemo, tiempo tempestuoso, mal tiempo* En el NT el término aparece 6 veces. Dícese dei inviemo como estación dei ano en la que hace mal tiempo, lo cual dificulta considerablemente los viajes y, desde luego, la huida; Mc 13, 18 (XEtpwvoç, en inviemo) par. Mt 24, 20 xeqxmvog priôÈ oajSpáxcp); 2 Tim 4, 21: JtQÒ XEipÔVOÇ, «antes dei inviemo»-, Jn 10,22 menciona el inviemo como período dei ano en que se celebra la fiesta de la dedicación dei templo (-»■ èyxaívia): XEtltcbv fjv (se celebraba en recuerdo de la purificación y

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nueva dedicación dei templo de Jemsalén por Judas Macabeo el 25 dei mes de Kislev [noviembre/diciembre] dei afio 164 a.C.). Hech 27, 20 habla de los apuros que se pasaron a causa de una fuerte tempestad: XEipôVÓ5 XE oux òXíyou èjuxeipévou (cf. 27, 9. 18). Del mal tiempo en general se habla en Mt 16, 3 Sin B y otros; cf. GNTCom, sub loco. BHH II, 795; Haag, Diccionario, 622; Spicq, Notes I, 305s.

X£Í0, X£iOÓç, ^ cheir mano 1. Aparición - 2. Empleo en sentido literal - 3. Empleo en sentido figurado - 4. x^ÍQ como parte de un tecnicismo - a) Arresto, detención - b) Imposición de Ias manos. Bibl.: N. Adler, Die Handauflegung im N T bereits ein Bufiritus? Zur Auslegung von I Tim 5, 22, en FS Schmid, 1963, 1-6; Id., Taufe und Handauflegung, Münster i. W. 1951, 62-81; Bauer, Wõrterbuch, s. v.; J. Behm, Die Handauflegung im Urchristentum, Leipzig 1911 (Darmstadt 1968); J. Coppens, Vimposition des mains et les rites connexes dans le NT el dans Véglise ancienne, Wetteren-Paris 1925; Id., U imposition des mains dans les Actes des Apôtres, en J. Kremer (ed.), Les A des des Apôtres, Gembloux-Louvain 1979, 405438; K. Graystone, The Significance ofthe WordHand in the NT, en FS Rigaux, 479-487; A. T. Hanson, Hand­ auflegung (I), en TRE XIV, 415-422; F. Laubach, en DTNT III, 42s; E. Lohse, xeíg xtX., en ThWNT IX, 413-427; R. Péter, Vimposition des mains dans VAT. VT 27 (1977) 48-55; A. S. van der Woude, jãd, en DTMAT I, 921-931.

1. El sustantivo xelq se halla atestiguado en la LXX con muchísima frecuencia (jen Hatch-Redpath ocupa casi 27 columnas!), y en el NT (NTG“ ) aparece 178 veces. En Ias literatura epistolar hay unos 25 testimonios y otros tantos en cada uno de los Evangelios sinópticos; unos 15 en el Evangelio de Juan y otros tantos en el Apocalipsis, y 46 en Hechos. 2. Empleado en sentido propio, ysÍQ signi­ fica el miembro dei cuerpo humano con el que el hombre él «actúa» (0 «manipula»). El orador comienza su discurso accionando con la mano (Hech 12, 17; 13, 16; 19, 33; 21, 40; 26, 1). Jesús extiende su mano para senalar

2069 hacia sus discípulos (Mt 12, 49), para tocar a un leproso (Mc 1, 41 par.) y para agarrar de la mano a Pedro que se hundía en el agua (Mt 14, 31; èx T E Ív o o xt]v para defender a Jesus: 26, 51; para echarle mano: Lc 22, 53). Pedro extiende la mano a Tabita para levan­ taria (Hech 9, 41); un día Pedro extenderá Ias manos para ser crucificado (Jn 21, 18; cf. Bauer, Wôrterbuch, s.v. èxxeívo)). A una persona se la lleva en brazos (literal­ mente: en Ias manos o con Ias manos; Mt 4, 6 par.), en Ias manos o con Ias manos se sostiene algo (Ap 1, 16; 6, 5; 7, 9; 10, 2.8; 14, 14; 17, 4; 20, 1). Con Ias manos se trabaja; Pablo no acentúa de esta manera «el trabajo ma­ nual», sino que lo que quiere decir es cada persona, incluso el apóstol, trabaja para proporcionarse el propio sustento (Hech 20, 34; 1 Cor 4, 12; Ef 4, 28; 1 Tes 4, 11). De manera parecida, Pablo al final de Ias cartas se refiere expresamente a que él firma la carta «con su propia mano» (es decir, «de su puno y letra», de manera personal) (1 Cor 16, 21; Gál 6, 11; Col 4, 18; 2 Tes 3, 17; Fim 19). 1 Jn 1, 1 emplea tipicamente x^tQ como pars pro toto, haciendo de este sustantivo el sujeto de la oración («lo que nuestras manos palparon», es decir, lo que nosotros hemos palpado). De manera parecida, con estilo hebraizante, se habla de los actos que se realizan òià XEtQõiv (XSLQÓç) Tivoç = ôtá Tivoç, es decir, por (Ias manos de) alguien (Mc 6, 2; Hech 2, 23; 5, 12; 7, 25; 11, 30; 14, 3; 15, 23; 19, 11; cf. 17, 25; Gál 3,19; de modo distinto en Hech 7,41; 19, 26; Ap 9, 20). Por el contrario, la mano aparece como sujeto que actúa independientemente en Mc 9, 43 par.; Mt 5, 30; cf. 1 Cor 12, 15.21. Pero la mano puede ser, a su vez, el objeto de una acción. Y, así, Jesus coge o simplemente toda la mano de la mujer enferma (Mc 1,31 par. Mt 8, 15; cf. Mc 5, 41 par.; Mc 8, 23; 9, 27; Hech 3, 7; 23, 19). También en Mc 3, 1-5 aparece de manera destacada lo que Je­ sus hace con la mano seca (vv. 1.3) que el hombre había extendido (v. 5 [bis]). Pedro es­ tá dispuesto a que le laven «incluso Ias manos y la cabeza» (Jn 13, 9). Al hijo que ha regre-

2070 sado a casa, le ponen un anillo «en su mano» (Lc 15, 22). Los adoradores de la bestia, en el Apocalipsis, hacen que se les marque una senal (xáQaYp.«) en la mano (derecha) o en la frente (13,16; 14, 9; 20,4). Al encadenar a un preso, se le ata «de pies y manos» (Hech 21, 11; cf. Mt 22, 13; Jn 11, 14; Hech 12, 7). El Resucitado muestra a los discípulos «Ias ma­ nos y los pies» con Ias llagas (Lc 24, 40; cf. v. 39) o «Ias manos y el costado» (Jn 20, 20; cf. vv. 25.27). Las manos pueden ser también sujeto y ob­ jeto de una acción simbólica. Alzadas al cielo, expresan la acción de bendecir (Lc 24, 50), de orar (1 Tim 2, 8) y de jurar (Ap 10, 5). El hecho de lavarse las manos puede producir la pureza ritual dei hombre (Mc 7, 2.3.5; Mt 15, 2.20) o testificar su inocência (Mt 27, 24; so­ bre la culpa de sangre en la propia mano, cf. Ap 19, 2). Acerca de la imposición de las ma­ nos, cf. -> 4.b. La mano aparece en tres citas dei AT en relación con el lenguaje metafórico acerca de la actividad amorosa y salvífica de Dios en fa­ vor de Israel: Rom 10, 21 (Is 65, 2); Heb 8, 9 (Jer 31, 32); 12, 12 (Is 35, 3). La mano es también un elemento en las expresiones meta­ fóricas que hablan de la inminencia dei juicio (Mt 3, 12 par.: «El tiene ya en su mano el bieldo...») y de lo consecuente que ha de ser el seguimiento de Jesús (Lc 9, 62: «Quien pone su mano en el arado ...»). El uso de XEÍe baila en la frontera misma dei sentido figurado, cuando, según la manera de hablar dei AT, la mano es sujeto de la ac­ ción divina. La mano de Dios, es decir, Dios con su poder «creó todas las cosas» (Hech 7, 50 = Sal 66, 2 LXX); los cielos son la obra de sus manos, es decir, son obra suya (Heb 1, 10 = Sal 101, 26 LXX). «La mano dei Senor estaba con él (con ellos), se dice en Lc 1, 66; Hech 11, 21. 3. XEÍ.Q se usa en seaúáo figurado, y entonces no se refiere a la persona en su totalidad, sino que expresa conceptos abstractos. Cuan­ do Jesús, al morir, pone su vida «en las manos dei Padre», entonces se encomienda a su pro-

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XeiQ - xeiQO7 0 aq)ov

tección (Lc 23, 46). Lo que le pertenece, nadie se lo podrá arrebatar (Jn 10, 29; cf. v. 28). El Padre ha puesto todas Ias cosas bajo la autoridad dei Hijo (3, 35; 13, 3). El, con su po­ der (f| XEÍ0 ootj), ha determinado todas Ias cosas (Hech 4, 28) y puede usar de su poder para curar (v. 30). Hay que inclinarse bajo su senorío (1 Pe 5, 6). El llamó a Moisés con la ayuda (oòv x^tQÍ) de un ángel (Hech 7, 35). Se piensa en el castigo divino, cuando la ma­ no de Dios llega sobre Elimas (13,11) o cuan­ do hay personas que caen en Ias manos de Dios (Heb 10, 31). La mano humana significa siempre el poder hostil. El Hijo dei hombre es «entregado en Ias manos de los hombres», es decir, es entre­ gado a su poder (Mc 9, 31 par.; cf. 14, 41 par.; Lc 24, 7), de igual manera que Pablo es entre­ gado al poder de los romanos paganos (Hech 21, 11; 28, 17). Inversamente, Jesus escapa dei poder de los judios (Jn 10, 39), Pablo es­ capa de Aretas (2 Cor 11, 33), que queria prenderle, y Dios libra a Pedro dei poder de Herodes (Hech 12, 11) y a Israel dei poder de sus enemigos (Lc 1, 71.74). 4. a) XEÍ0 es a menudo parte de un tecnicis­ mo, cuando se describe con él el arresto o la detención: (èm)PáÀXo) xòç XEtQOtÇ (tiví), «poner la mano sobre alguien». La expresión se refiere al prendimiento de Jesús (Mc 14, 46 par.; Lc 20, 19; Jn 7, 30.44), de Pedro y de los demás apóstoles (Hech 4, 3; 5, 18; 12, 1), de Pablo (21, 27), y de los cristianos en general (Lc 21, 12). b) El hecho de imponer Ias manos se expresa con la frase EJUTÍOripi r ã o yéíQaç, o bien -únicamente en Hech 8, 18; 1 Tim 4, 14; 2 Tim 1, 6; Heb 6, 2 - ljtí-&eoiç (xcõv) xeiçó&v. Esta acción trasmite la bendición de Jesús a los ninos (Mc 10, 16 par. Mt 19, [13] 15). Se cura a los enfermos mediante la imposición de Ias manos; asi lo hacen Jesús (Mc 5, 23 par.; 6, 5; 7, 32; 8, 23.25; Lc 4, 40; 13, 13) y los cristianos (Mc 16, 18 v.l.; Hech 9, 12.17; 28, 8). La imposición de Ias manos, mencio­ nada en conexión con el bautismo, trasmite el Espiritu Santo (Hech 8, 17.18.19; 19, 6, y

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probablemente Heb 6, 2); pero la vinculación dei Espiritu a semejante gesto, junto al bautis­ mo propiamente tal, es -también según Lu­ cas—la excepción (fundamentada eclesiológicamente). Finalmente, con la imposición de Ias manos se envia en misión a Pablo y a Bernabé (Hech 13, 3), y a otros se les confiere un ministério (6, 6: los Siete, cf. a propósito G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 428s [bibl.]; 1 Tim 4, 14; 2 Tim 1, 6; Timoteo; 1 Tim 5, 22); también a ellos se les comunica de esta manera poder divino. W. Radl /E lQ aytiíY ^b) cheiragõgeO llevar de la mano* En Hech 9, 8 (xeiQaYCOYob^vxeç) y 22, 11 (xei0aYCOYOi)|XEVOç) dícese de Pablo, quien queda cegado por el resplandor de la cristofam'a y, como un ciego desvalido, tiene que ser llevado de la mano a Damasco. xeiQCXYCOYÉro, lo mismo que el correspondiente sustantivo, no se encuentra sino en la época helenistica, y en otros escritos se refiere también a menudo al hecho de guiar a ciegos; cf. igualmente Jue 16, 26; Josefo, Ant V, 315; Artemidoro Onirocr I, 48. ThWNT IX, 424; Spicq, Notes II, 967. /ElQayMYÓÇj OÜ, Ó cheiragõgos persona que lleva o guia a otra de la mano* Según Hech 13, 11, el mago Barjesús / Eli­ mas, después de su ceguera temporal, y al sentirse completamente desamparado, buscaba personas que le llevaran de la mano (èCiíT8L xeipoiYcoYO^S); ‘-f- CorpHerm VII, 2; XEiQaYmY^®- ThWNT IX, 424; Spicq, Notes II, 967. XEiQOYpaqjov, o v , to cheirographon manuscrito, com probante de una deuda firmado de puno y letra* Bibl.: Ch. Burger, Schõpfung und Versõhnung (WMANT 46), Neukirchen-Vluyn 1975, 106-110; E. Lohse, xEiOÓyeaípov, en ThWNT IX, 424s; Spicq, Notes n , 968-970; N. Walter, Die «Handschrift in Sat-

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X E iQ o y g a íp o v -

zungen>^ Kol 2, 14: ZNW 70 (1979) 115-118; K. Wengst, Versõhnung und Befreiung. Ein Aspekt des Themas «Schuld und Versõhnung» im Lichte des Kol: EvTh 36 (1976) 14-26. 1. En el NT, xei 6ÓYQ0tq)ov aparece únicam en­ te en C ol 2, 14. C om o en este pasaje no tiene sen­ tido el sim ple significado de m anuscrito, debe entenderse com o tecnicism o dei derecho que re­ gula la responsabilidad p o r deudas. E l térm ino designa el com probante de deuda extendido y fir­ m ado de puno y letra por el d eudor (ejem plos: D eiBm ann, L icht, 281-284; M o ulton-M illigan, 687); tan sólo en esta form a («sin enm iendas ni adiciones»: Ã gU III, 717, 24) seria reconocido por e l deudor en caso de conflicto (;cf. L c 16, 6s!). - De m anera sem ejante, el térm ino designa en la LXX (Tob 5, 3; 9, 5) un recibo extendido y firm ado de puno y letra, por el cual se acepta la responsabilidad personal por el dinero entregado. E n TestJob 11, 11 se dice que Job, p o r com pasión bacia los deudores desgraciados, anula el com ­ probante de la deuda (xEiQÓyQCtqpov). Otro uso de este térm ino lo tenem os en el Apocalipsis A nônim o judio (ed. G. Steindorff [TU 17, 3], Leipzig 1899, 39 y 41; cf. Riessler, Schriftum, 169s). Parece que se trata de notas (xEiQÓyQaqia) provisionales, cuyos textos se consignarán m ás tarde a los
2. En la exégesis de Col 2, 14 habrá que referirse, sí, en general al uso técnico dei térmi­ no y habrá que traducir x£tQÓYQ0tçpov por comprobante de la deuda. Pero esto evoca casi siempre la idea de un libro celestial de contabilidad, donde se anotan Ias deudas y even­ tualmente se cancelan. Por eso, el pasaje en cuestión se entiende casi siempre así: Dios, a causa de la cruz, borra la deuda anotada en el registro celestial de deudas y, por tanto, can­ cela los cargos que había contra nosotros (so­ bre el dativo en aposición xotç ôÓY|tctatv ôoYpa 4). A pesar de todo, la hipótesis de que X£tQÓYpaqjov se usa aqui en su sentido propio y como tecnicismo financiero ofrece también un sentido aceptable (Walter). No se trata, en

j ^e l q o j i o i t j t o ç

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este caso, de un cargo o acusación formulado por Dios, sino de la angustia que los lectores sienten por sus propios pecados; ellos reconocen la obligación que tienen contraída por su deuda, una deuda comprobada en cierto modo por un documento extendido por ellos «de su puno y letra», y que existe en virtud de Ias normas (ôÓYpaxa) que ellos, en su angustia, consideran válidas; se sienten inseguros de que esas deudas hayan quedado «canceladas» realmente por el sacrificio que Jesus hizo de sí mismo en la cruz (de ahí sus esfuerzos por conseguir más «seguridades», cf. 2, 16-23). Y entonces se les confirma que Dios - a causa de la cruz de Cristo- les perdona realmente la deuda que ellos reconocen que tienen contraí­ da, y que él, como un contable, «clavó» en la cruz el comprobante de la deuda, es decir, lo pinchó en un clavo (de la cruz) y lo dió así por «cancelado», considerándolo como asunto ya despachado. N. Walter X £l0O ;i;oil(Jtoç, 2 cheiropoietos hecho por

la mano dei hombre* àxELQOJtOLTixoç, 2 acheiropoiêtos no hecho por la mano dei hombre* En el NT XEieoJtoíqxoç aparece seis veces, y àxELQOJtoíqxoç tres veces. En todos los pasajes xEiQOTtoíqxoç muestra «la oposición que hay entre lo erigido por la mano dei hom­ bre y lo que es obra de Dios» (ThWNT IX, 426). Como par de términos opuestos, XEtQOjroíqxoç / àx^tQortoÍTiToç aparecen en Mc 14, 58 en la acusación formulada por testigos fal­ sos contra Jesiís ante el Sanedrín; Jesus pre­ tendia destruir el «templo hecho por la mano dei hombre» (vaòç Y *4'^® dias reedificar un templo no hecho por la ma­ no dei hombre. La sentencia acerca dei tem­ plo, por el marco en que está situada, deberá entenderse como un logion no autêntico de Jesús (así R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 433; W. Schmithals, Das Evangelium nach Markus II [ÕTK], 668; cf. E. Linnemann, Studien zur Passionsgeschichte, Gõt-

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XeiQoreoiTjxoç - 'xeiQtóv

tingen 1970, 116-127). Pertenece al tema de los malentendidos acerca de la verdadera mesianidad de Jesús (cf. 15, 29-32): Jesus se muestra como Mesías no en un acto de poder visible extemamente (el judaísmo aguardaba que en el eschaton la ciudad y el templo serían reedificados espléndidamente: Tob 13, 17; Bar 5, 1-9: Hen [et] 61, 8; 91, 13; por medio dei Mesías: Tgis 53, 3) sino en la katabasis. En el libro de Hechos, XEtQOJtoííiToç apa­ rece en el discurso de Esteban, 7, 48 («el Altísimo no habita en [edifícios] construídos por la mano dei hombre [èv XEtQOitoiriTOiç]»), y en el discuso de Pablo en el Areópago (Dios «no habita en templos construídos por la mano dei hombre [ev xeiçonoiritoiç vaolç]»). En ninguno de los dos pasajes se expresa una crítica fundamental contra el templo, sino que -por un lado- se recoge la limitación de la importância dei templo, que venía expresada ya por el AT (cf. 1 Re 8, 27) y -por el otro lado- se busca (sobre todo en la teologia de la mediación que caracteriza al discurso dei Areópago) la conexión con el pensamiento estoico (cf. E. des Places: Bib 42 [1961] 217-223). La limitación de la impor­ tância dei templo (a saber, el declive que va desde Lc Is; Hech 1-5 hasta Hech 7, 48; 17, 24) corresponde a la expansión de la esfera de influencia dei Evangelio desde Jerusalén «hasta los más remotos confines de la tierra» (cf. Hech 1, 8). En Ef 2, 11 x e i Q O J t o í q x o ç caracteriza a la «circuncisión efectuada en la carne» como circuncisión realizada por la mano dei hom­ bre (jrE0iTO|xf) èv aag jtl XEtQOJtoííixoç; cf. jteQLXopq àxEL0OJtoÍT)xoç, «la circunción no realizada por la mano dei hombre-» en Col 2, 11 refiriéndose al bautismo, cf. el v. 12). En Heb 9, 11.24 se caracteriza al santuario celes­ tial -para realzar su contraste con el santuario terreno—como el santuario no construído por la mano dei hombre. En 2 Cor 5, 1, la oíxía àxEiçojtoírixoç se contrapone a la ejxÍyeioç oixía como al estado terreno de los creyentes y sefíala hacia la futura existência imperece-

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dera de los creyentes en el cielo (-> oixía 2). ThWNT IX, 425s; G. Biguzzi: RivBib 26 (1978) 225-240 (sobre Mc 14, 58). W. Rebell XEigOTOvéo) cheirotoneõ votar a mano alzada, escoger, elegir, nombrar* En 2 Cor 8, 19 dícese de la elección por Ias comunidades (macedónicas) de un companero que viaje con Pablo y le ayude en la labor de la colecta ([àÔEÀcpòç] ... XEtQOtovtydElç v z ò Tóüv £XxX,qaLcõv -> ouvéxôopoç qpcõv); cf. además IgnFil 10, 1; IgnPol 7, 2; Did 15, 1. Por el contrario, en Hech 14, 23 XEi-gotovéw designa el nombramiento o constitución de presbíteros por Pablo y Bernabé durante «el primer viaje misionero» (xEiQOXovfjoavxEÇ ôÈ aõxoiç xax’ èxx7.qoLav JiQEopuxÉgouç, cf. -> jiQEaPÚTEQoç 3.b); sobre xeiQoxovÉco en el sentido de elegir, cf. Josefo, Ant VI, 312 (el rey es elegido por Dios); Tit 1,9 v.l. (460: pT] XEigoxovEiv ÔLYÓponç) y la subscriptio de la Carta segunda a Timoteo y de la Carta a Tito. Bauer, Wõrterbuch, s.v.; ThWNT IX, 426s. XEÍgcov, 2 cheirõn peor, más grave* En el NT el comparativo de xaxóç aparece 11 veces. Junto a oxíopa en Mc 2 , 2 1 par. Mt 9 , 1 6 ; junto a xípcagía en Heb 1 0 , 2 9 . Sustantivado: x e I q o v t i , «algo peor», en Jn 5 , 1 4 ; dí­ cese de la mujer que padecia hemorragias: pãX.X,ov elç xo xeTqov èX ^ovaa, «iba más bien empeorando», Mc 5 , 2 6 ; JigoxÓJtxío è j t l TÒ XeI q o v , «ir de mal en peor», 2 Tim 3 , 1 3 , refiriéndose a los falsos maestros cuya actuación, en el tiempo escatológico, tendrá propor­ ciones cada vez mayores (de manera diferente en 2 , 9 ) , en todo lo cual ellos mismos son los «enganadores enganados» (cf. M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe* [HNT], so­ bre 3 , 1 3 ) . La frase YÍVExai xà eoxaxa ... xeLQova xrôv jxgcóxcov (o de un tenor parecido), «Ias cosas luego llegan a ser peores aún que antes», se encuentra en Mt 1 2 , 4 5 par. Lc 1 1 , 2 6 ; 2 Pe 2 , 2 0 ; cf. Mt 2 7 , 6 4 ; «peor que ...» (con genitivo) aparece también en 1 Tim 5, 8.

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XeQOupív - x^ísot

X eqoxjPÍV Cheroubin querubines* En el NT, el nombre indeclinable X eqou(3í,v (en hebreo, k^ruhim) aparece únicamente en Heb 9, 5: íiJtEQávco ôè aíitfjç (= f| ^ xiPoaróç, Y. 4) XEQonpiv ôó^qç x a ta a x iá Çovta TÒ lA.aatiÍQiov (2), «... querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio» (cf. Ex 25, 17-22; 37, 7-9). En la LXX y en otros textos judios la forma de plu­ ral se presenta con variantes: XeQOupív, -(3íp, -p£Í|t, -f)EÍv, -PeI ç (Josefo, Ant VII, 378 en masculino; VIII, 72 en femenino); cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v.; ThWNT IX, 427 nota 2; de manera parecida también en los manuscritos dei NT sobre Heb 9, 5 (XeQonpív Sin D, -P eív B, -Peín A P, -pL[x K L). Esto explica también Ias diferencias existentes en Ias ediciones dei texto del NT. En el oriente antiguo los querubines fueron originalmente divinidades míticas o seres mixtos de hombre y animal (en acádico, karãbu), pero en el AT tienen claramente una función subordinada a Dios; custodian Ias puertas del jardín de Edén (Gén 3, 24) o llevan el carro del trono divino (Ez 10, Iss); so­ bre ellos se halla sentado Dios en su trono (2 Sam 6, 2; 2 Re 19, 15; Sal 80, 2; Is 37, 16 y passirrí), casi siempre en conexión con imágenes del arca; cf. especialmente 1 Sam 4, 4. Entre los objetos de culto del Lugar Santísimo se encontraban, según Ex 25, 18ss; 37, 7ss; 1 Re 6, 23ss, y passim, dos reproducciones (de oro o sobredoradas) de los querubines, que se hallaban a ambos extremos del arca, vueltos el uno bacia el otro, y que con sus alas cubrí­ an la tapa del arca. Senalaban la presencia de Dios, y en medio de ellos se manifestaba Dios (Ex 25, 22; Núm 7, 89). Principalmente en la Vision de Ezequiel, los querubines están rela­ cionados con la gloria de Dios (1, 4ss; 9, 3; 10, Iss; 11, 22). Se representaba a los queru­ bines como seres en parte humanos y en parte animales (rostros de hombre y de león en Ez 41, 19); posteriormente se les incluyó entre los ángeles Hen [et] 61, 10) y se afirmo que nadie era capaz de describir su apariencia real (Josefo, Ant VIII, 73; cf. III, 137).

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En Heb 9, 5 los querubines desempenan un papel en la descripción del santuario terreno y provisional. Son el punto culminante con que termina la representación, porque se trata de la ô ó^a de Dios y del lugar de la expiación. Pero, al mismo tiempo, el autor contempla el santuario terrenal (9, 1) y su expiación, que -a l fin de cuentas- era insuficiente (9, 6ss), como simple prefiguración del verdadero y perfecto santuario en los cielos, que no ha si­ do construido por la mano del hombre (9, 11) y que sirve para la expiación definitiva (9, 12ss; ->■ xeiÇOJtoÍTiTOç, oxqvf| 4). H. Bietenhard. Der himmlische Welt im Urchristentum und Spãtjudentum (WUNT 2), Tübingen 1951, s.v. K‘’rubim en el índice analítico; RGGII, 1301s; O. Moe: ThZ 9 (1953) 23-29; BHH I, 298; Haag, Diccionario, 1617-1621 (bibl.); ThWNT IX, 427s (bibl.); X, 1291 (bibl.); ThWAT IV, 322-334. H. Balz X líg a , a ç , 11 chera viuda* 1. Aparición en el NT - 2. Significados - a) Necesidad de protección - b) El no casarse - 3. El ministério de Ias viudas. Bibl.: L. Bopp, Das Witwentum ais organische Gliedschaft im Gemeinschaftsleben der alten Kirche, Mannheim 1950; Haag, Diccionario, 2047s; H. Kraft, Die Entstehung des Christentums, Darmstadt 1981, 207-289; J. Leipoldt, Die Frau in der antiken Welt und im Urchristentum, Gütersloh 1962; J. Müller-Bardorff, en BHH III, 2177s; A. Sand, Witwenstand und Âmterstrukturen in den urchristl. Gemeinden: BlLe 12 (1971) 186-187; S. Sõlle, en DTNT III, 133-135; G. Stãhlin, xílOU, en ThWNT IX, 428-454; Id., Das Bild der Witwe: JAC 17 (1974) 5-20; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1291.

1. En el NT XilQOt aparece 26 veces, 3 de ellas en Marcos, 9 en Lucas, 3 en Hechos, 8 en la Carta primera a Timoteo (5, 3 [bis].4,5. 11.16 [bis]); por lo demás, aparece únicamen­ te en 1 Cor 7, 8; Sant 1, 27; Ap 18, 7; Mt 23, 14 v.l. 2. En el NT, el término X'n90i> además del significado general que tiene también entre nosotros, posee un sentido técnico con el que

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XTipa

se designa un ministério ejercido en la comunidad. El ministério de Ias vindas existió du­ rante los primeros siglos de la historia de la Iglesia y se trasformó luego, durante Ias postrimerías dei período patrístico, en el estado de Ias YÍrgenes y sanctimoniales (o monjas). En cuanto al uso dei término en el NT, hay que tener en cuenta dos aspectos importantes: la necesidad de protección que tenían Ias vin­ das y el estado de renuncia al matrimônio en que ellas vivían. a) De Mc 12, 40 tomaron Mateo (23, 14; tradición textual insegura) y Lucas (20, 47) unas palabras de condena dirigidas por Jesús contra los escribas, que, como asesores jurídi­ cos, y con el pretexto de interceder por ellas, se apropian de los bienes y de Ias casas de Ias viudas a Ias que representan. Les espera un castigo especialmente duro, un «juicio adicio­ nal». Marcos (12, 31-44) y Lucas (21, 1-4) asociaron estas palabras con la historia de los centimitos de la viuda, la cual, por amor a Dios, ofrece aun lo que necesita para su sus­ tento, y con esto hace más que todos los que dan de lo que les sobra. La historia nos hace ver de manera intuitiva por qué los pobres están más cerca que los ricos dei reino de los cielos. El juez injusto de la parábola (Lc 18, 1-8) no teme ni a Dios ni a los hombres, pero, por la constância de la viuda, que en su desampa­ ro no tiene que ofrecer nada más que sus sú­ plicas, se ve forzado a hacer justicia a esa mujer -seguramente en la defensa de sus derechos frente a un poderoso adversário-. Con tanta mayor razón el Dios justo escuchará la oración perseverante de sus elegidos, que imploran la llegada dei reino de Dios. La fundamentación de tal elección en la inescrutable voluntad de Dios se ve en el caso de la viuda de Sarepta (Lc 4, 25s), a quien el encargo divino de cuidar de Elias salvó de morir de hambre (1 Re 17, 9). También lo demuestra la resurrección dei joven de Naín (Lc 7, 11-17), que era el hijo único de una viuda. Esta historia se halla algo así como anticipada en el AT por la resurrección dei hijo de la sunamita (2 Re 4, 18-37). No es seguro si habrá

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que entender esta historia como una referen­ cia a la resurrección de los muertos o tan sólo a la plena autoridad de Jesús. b) La Iglesia primitiva, insegura de si -en vista de la cercania dei fin—estaba permitido en general casarse, consideraba que el que Ias viudas volvieran a casarse (cosa obvia, por de pronto, para hacer frente a los problemas de la vida) era expresión de pasiones carnales. Se alaba a Ana (Lc 2, 36-38) que, después de siete anos de matrimônio, vivió muchos anos co­ mo viuda. En 1 Cor 7 (especialmente en los vv. 39s), Pablo, por consideración con los im­ pulsos dei apetito sexual, permite que Ias viu­ das vuelvan a casarse, pero da la preferencia -no obstante- a la vida sin contraer matrimô­ nio. Con más amplia fundamentación, que viene a basarse en la debilidad de la carne, un discí­ pulo de Pablo, el autor de la Carta primera a Timoteo (5, 14), ordena que Ias viudas jóvenes vuelvan a casarse. De lo contrario, el cui­ dado de Ias viudas corre a cargo primeramente de sus familiares (los hijos y los nietos: 5, 16), luego de todos los cristianos (Sant 1, 27) como «puro e incontaminado servicio divino» por excelencia, y no menos de la comunidad en su labor de atención solícita a los pobres. 3. Hay que distinguir de todo ello la institución de Ias viudas que se hallan al servicio de la comunidad y que son retribuidas (es decir, a quienes originalmente se atiende suministrándoles bienes en especie). En la convicción de que Ias circunstancias de la vida -los mi­ nistérios y la moralidad—de la comunidad dei fin de los tiempos se encontraban ya vaticinadas en el AT, los primeros cristianos consideraron el encargo dado por Dios a la viuda de Sarepta de que euidase dei profeta Elias, co­ mo la fundación de un «ministério» (o servi­ cio). La suegra de Pedro (Mc 1, 31; M t8, 15; Lc 4, 39) fue la primera en desempenarlo. Las mujeres que desempenaban el ministério de viudas en la comunidad primitiva de Jerusalén, se encargaban de recoger y preparar los alimentos para las comidas celebradas en común «en los hogares» (Hech 6,1 y 2, 46). Se-

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XTlQa - xiítíaQXoç

gún el modelo de Jerusalén, surgen también en los lugares de la primera misión (helenística) grupos de «santos» que hacen vida en común y que son atendidos por Ias «viudas» («santos y viudas», 9, 41). Tabita/Gazela, a quien Pedro llamó de nuevo a la vida, era una de Ias discípulas -virgen o viuda- de ese cír­ culo, al que ella se cuidaba de proporcionar ropa. Pablo considera, sí, a Ias vírgenes y a Ias viudas como un estado excelente (1 Cor 7, 8), pero no escribe en ninguna parte acerca dei ministério de Ias viudas; quizás él no lo conto entre los ministérios carismáticos. Tal vez esté en relación con ello el hecho de que, en 1 Tim 5, 3-14, se hable de Ias «autenticas viu­ das» (5, 3), que ejercen un ministério y son retribuidas, y se trate de ellas juntamente con Ias mujeres que han enviudado. Son admiti­ das al ministério de viudas Ias mujeres desprovistas de recursos (5,4.16), que tengan por lo menos sesenta anos (5, 9), que observen una conducta intachable y que se hayan senalado hasta entonces por obras de caridad. En Ap 18, 7 Ias condiciones de «reina» y de «viuda» son posibilidades opuestas en la suerte de Ias mujeres -sumo poder o extremo de­ samparo- y se contraponen la una a la otra. H. Kraft /■déç chthes (adv.) ayer Variante textual dei advérbio èxíléç (usado predominantemente en la época helenística), cf. BlaB-Debrunner § 29, 6. /iX íaQ /O Ç , OV, Ó chiliarchos jefe militar

con mando sobre mil hom bres, jefe de cohorte, comandante, tribuno* En el NT xi5^.ígqxoç aparece 21 veces, 17 de ellas en el libro de Hechos. De ordinário se trata dei jefe de una cohorte (de 500 a 1000 soldados, cf. BHH II, 974; oiteíga 1), en latín tribunus militum (cf. Josefo, Ant XVII, 215), pero el término se refiere también en general a altos mandos militares, como vemos en el Apocalipsis, cuando se habla de los ad­

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versários de Dios (en 6, 15 se los menciona junto a |3aoiX,eiç, pEyioxõvEç, ioxvqoí, etc.; en 19, 18 junto a PaoiXetç lOxttQOÍ, etc.); en Mc 6, 21 se habla de ellos en relación con la corte de Herodes Antipas (junto a pEyicrtãVEç y JtQmxoL tfíç raA.LX,aíaç). Según la historia joánica de la Pasión, Ju­ das llegó al frente de una tropa encargada de prender a Jesús, integrada por una destaca­ mento de soldados romanos y por criados de los principales sacerdotes y de los fariseos (18, 3) y que estaba bajo el mando de un XL^íGQXOÇ (18, 12). Por tanto, el evangelista ve un despliegue de fuerzas (relativamente gran­ de) para ir a prender a Jesús, y debió de en­ tender que el xlA.ígqxoç era en realidad el tri­ buno militar romano o, al menos, un oficial de alto rango (Juan no emplea los demás tér­ minos dei NT para designar mandos mili­ tares). Pero con todo esto se han exagerado quizás Ias circunstancias históricas (cf. R. Schnackenhurg, El Evangelio según San Juan III, Barcelona 1980, sobre 18, 3); el intento de referir la O JtE lg a y el xi^ ígqXoç a la policia judia encargada de la vigilância dei templo (como hace J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg ‘*1961, 90-99) fracasa seguramente por el hecho de que esos términos se mencionan expresamente junto a los fmqQÉtai xõiv Tonôaícov (18, 2). Es probable que la fuente dei evangelista se refiriera a una tropa judia (cf. Mc 14, 43 par.) y que tan sólo el evange­ lista implicara en la operación a los romanos. En el libro de Hechos se hace referencia (hasta 25, 23) al tribuno de la cohorte romana estacionada en la Torre Antonia en tiempo de la detención de Pablo. En 21, 31 se le presenta correctamente como xlMgqxoç xf)ç o jtE ÍQTis (cf. Josefo, Ant VE, 368; XII, 301), y él mismo, en 23, 26, en su carta al procurador Félix, se denomina a sí mismo «Cláudio Lisias» (cf. 24, 7 [v.l.].22). Este tribuno protege a Pablo contra Ias iras dei populacho (cf. 21, 32.33.37), le permite pronunciar un discurso ante el pueblo (cf, 21, 37ss) y desempena un papel positivo en el ulterior desarrollo dei proceso de Pablo (cf. 22, 24.26.27.28.29; 23, 10.15.17.18.19.22; 24, 7 [v.l.].22). En 25, 23

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Xi>tíaQXOç - xí>iioi

el plural designa probablemente a los tribunos de Cesarea (donde se hallaban estacionadas de ordinário cinco cohortes), los cuales, jun­ tamente con los notables de la ciudad, escuchan a Pablo. Schürer I, 458-465: LAW 650s; BHH II, 657s y 974; Haag, Diccionario, 342s; Bauer, Wõrterbuch, s.v. ÍKaxovxàQx^q (bibl.).

XlXláç, áôoç, 1^ chilias (el número) mil, un millar* En el NT el término aparece 23 veces, 19 de ellas en el Apocalipsis (trece veces en 7,4-8). Se trata siempre de múltiplos de mil, y sobre todo en el Apocalipsis esta expresión designa la naturaleza universal de los acontecimientos dei fin. Lc 14, 31 (bis) menciona diez mil / veinte mil (soldados); segün Hech 4, 4 la comunidad se incremento en (unas) cinco mil personas; según 1 Cor 10, 8 perecieron en el desierto unos veintitrés mil israelitas (Núm 25, 9 dice veinticuatro mil). En Ap 7, 4; 14, 13 se dice que el número de sellados es de 144.000; este número se compone de los doce mil sellados de cada una de Ias tribus (7, 5-8; cf. -+ oqpeayíç 4.b; qpnÀr|); en el terremoto perecen siete mil personas (en Jerusalén), 11, 13; la Jerusalén celestial medirá 12.000 está­ dios en cada una de Ias tres dimensiones de longitud, anchura y altura, 21, 16 (cf. también Ez 48, 16s). En Ap 5, 11 se indica la multitud inmensa de ángeles que están akededor dei trono divino, mediante Ias construcciones de genitivo puQiáôeç puQiáômv (->• pnpiúç) x a l xi^iáÔEÇ «miríadas de miríadas y millares de millares» (cf. también Dan 7, 10; Hen [et] 40, 1; el genitivo partitivo re­ presenta un semitismo de traducción; cf. BlaB-Debrunner § 164, 1; cf. Gén 24, 60). ThWNT 455-460.

XÍXlOl, 3 chilioi mil*

En el NT el término aparece 11 veces, todas ellas, con excepción de 2 Pe 3, 8 (bis), en el Apocalipsis. Se encuentra en números compuestos en Ap 11, 3; 12, 6, para refeiirse al

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período apocalíptico de 1260 dias (qpÉQaç XLX,íaç ô iax o o íaç è^f|XOVTa), que corres­ pondeu a los tres anos y medio (la mitad dei número siete) dei tiempo de terror bajo el rei­ nado de Antíoco IV Epífanes (167-164 a.C.; cf. Dan 7, 25; 12,7; también 12, lls), y en Ap 12, 14, igualmente con tres anos y medio, o en 11, 2; 13, 5 con 42 meses. El número de los 16.000 estádios en 14, 20 podría entenderse, por ser múltiplo que es de 4, como un nú­ mero que implica la totalidad (->■ xéooaQeç 2). En todos los demás pasajes se habla de (tò) XÍA-ta ÊTT], «mil anos»; en 2 Pe 3, 8 (bis) refiriéndose al tiempo (y la paciência, v.9) de Dios, que no puede medirse por normas hu­ manas (pia fipépa Jtap à x u q lc ü xt^i^oí exT| x a l xi^iot ext| d)ç rjpÉQa pia, cf. Sal 90, 4); en el Apocalipsis (en todos los pasajes con ->• Exoç) se refiere al remado de Cristo duran­ te mil anos (20, 2-7), antes dei ataque final de Ias naciones y de la destracción de éstas, an­ tes dei juicio sobre los muertos y, finalmente, antes de la llegada de un nuevo cielo y de una nueva tierra (20, 7ss). Durante mil anos queda atado el dragón (20, 2) y es arrojado al mun­ do de Ias profundidades ( ^ ãpnoooç 2) (20, 3); los mártires cristianos son resucitados a la vida para reinar con Cristo, mientras que to­ dos los demás muertos permanecen en la muerte hasta el juicio final (20, 4-6); final­ mente, después de trascurridos los mil anos, se vuelve a soltar a Satanás para que incite por última vez en contra de Dios a Ias nacio­ nes hostiles a Dios y luego perezca juntamen­ te con eUas (20, 7[-10]). La apocalíptica judia conoce la idea de una época de justicia y de juicio antes dei juicio final de Dios y de la aparición de un nuevo cielo, cf. Hen (et) 91, 12-14: dos semanas de anos; 4 Esd 7, 28s: durante 400 anos es el tiempo dei Mesías y de los suyos (sobre el número, cf. Gén 15, 13 y Sal 90, 15); ApBar (sir) 29, 3-30, 1; en 40, 3s se habla de una época mesiánica, llena de bendiciones, antes de la resurrección de los muertos y dei juicio final; cf. también Sib III, 652ss. Probable­ mente el vidente dei Apocalipsis recurrió a ta-

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XÍ^ioi- %u,(üv

les ideas. Son el resultado de una mezcla de Ias expectaciones de un Mesías terreno y real, y de un Juez y Salvador celestial y universal. La referencia a los mil anos podría estar rela­ cionada con la idea de una semana cósmica de siete mil anos (compárese Gén 1,1 Iss con Sal 90, 4; TestAbr B 7; AntBibl 28, 2; Hen [esl] 33, 1), cuyo séptimo período, como sábado cósmico, trae consigo el reino dei Mesías (cf. Bem 15, 4s; Testisaac 8, 20), aunque en este punto no se observa una concepción homogê­ nea (sobre los detalles, cf. Billerbeck III, 823ss; IV, 989ss; Volz, Eschatologie, 71-77; H. Bietenhard, Das tausendjãhrige Reich, Zürich ^ 9 5 5 ; RAC II, 1073-1078; BHH III, 1937s; ThWNT IX, 455-460 [bibl.]; Haag, Diccionario, 1254-1256; sobre la exégesis reciente de Ap 20, Iss, cf. O. Bõcher, Die Johannesapokalypse [EdF 41], Darmstadt 1980, 96-106). Pero puede haber influi do también la idea de la plenitud escatológica (cf. el fruto multiplicado por mil, etc., en Hen [et] 10, 17. 19; ApBar [sir] 29, 5). H. Balz

Xíoç, ov

Chios Quíos* Según Hech 20, 15, en su último viaje de Grécia a Jerusalén pasando por Asia Menor, Pablo llegó a la altura de Quíos, entre Mitilene y Samos (xatTivtTioap,Ev ãvxixQuç Xíou). La isla de Quíos se encuentra en el Mar Egeo, frente a la costa Occidental de Asia Me­ nor, en la misma latitud que Esmima. BHH I, 299; Haag, Diccionario, 1621.

XITWV, WVOÇ, Ó chitõn túnica, prenda de ropa interior* X i t t ó v es la trascripción griega dei término hebreo kuttõnet (Gén 37, 23.31-33; 2 Sam 15, 32, y passim) y desde Homero (cf., por ejemplo, 11 24, 580; Od 15, 60) formó parte dei léxico griego (en latín: túnica), xixtbv, que en su significado se identifica realmente con kuttõnet, designa la túni­ ca interior que se desarrolló a partir dei sencillo Saq (vestido a la manera de saco) y que tenía for­ mas y estilos muy diversos y se llevaba directamente sobre la piei o sobre una camisa de lino. La túnica, que era de lino o de lana, llegaba hasta los

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tobillos o hasta Ias rodillas y tenía mangas largas o medias mangas. La usaban por igual los pobres y los ricos. El Xltcòv y el ^ ipÓTiov (la prenda interior y el manto o túnica exterior) constituían, juntas, la vestidura de una persona (cf. Mt 5, 40; Lc 6, 29; Hech 9, 39). En el NT el término aparece 11 veces. En Mc 6, 9 par. Mt 10, 10 / Lc 9, 3 se habla de la obligación de los Doce de ser parcos, de re­ nunciar a llevar una túnica interior de repuesto en los viajes (como era corriente entonces; cf. Josefo, Ant XVII, 136) (sobre el à vá distributivo, cf. BlaB-Debranner § 204; 248, 1). En un logion, procedente de Q, sobre el amor a los enemigos (Mt 5, 40 par. Lc 6, 29), ve­ mos que en la versión de Mateo se sobrepasa lo dicho en Ex 22, 25s; Dt 24, 12s, recalcando la nueva justicia: Ttõ #éX.ovTt... xòv %ix&vá aov Xapeív, citjpeç auxw Kal xò ipaxiov («a quien te quiera quitar la túnica interior [en prenda por el pago de una deuda], déjale que se lleve también el manto»); en la versión de Lucas, al ladrón que quiera quitarte el manto (xò IpáxLOv), no le niegues la túnica interior. En la teologia lucana de la renuncia a los bienes como base para el seguimiento de Jesús (cf. Lc 14, 33), encaja muy bien el llamamiento de Juan el Bautista a la penitencia: «El que tenga dos túnicas interiores, jque dé una a quien no tiene ninguna!» (Lc 3, 11). En Hech 9, 39 xttôíveç e tpáxia se refieren a Ias prendas de vestir que la difunta AoQxáç había confeccionado en vida. Según Mc 14, 63 el sumo sacerdote, en el interrogatório de Jesús ante el Sanedrín, desgarró sus xttôvEÇ (en este caso, sus vestiduras) a causa de la supuesta blasfêmia (cf. pXaoqpqpía en el v. 64) que había escuchado de lábios de Jesús (Josefo, Ant III, 153-156 y 159-161 describe como xttujVEç la túnica in­ terior y el manto exterior que el sumo sacer­ dote llevaba cuando desempenaba su oficio; sobre la discusión acerca de si el sumo sacer­ dote, en el interrogatório de Jesús, llevaba realmente Ias vestiduras oficiales de su cargo, y sobre el valor de esta circunstancia para el enjuiciamiento histórico dei proceso, cf. P. Winter, On the Trial o f Jesus [SJ 1], Berlin

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Xitcóv - xXiaQÓç

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1961, 16-19; J. Blinzler, DerProzefi Jesu, Re1)005,1^ chalmys manto, capa de gensburg ‘*1969, 160s nota 71). Jn 19, 23 soldado, manto de guerra* (bis): en la crucifixión, los soldados sortearon Según Mt 27, 28, los soldados, antes de hala «túnica sin costuras» (xtxtbv ÕQaqpoç) de cer burla de Jesús, le despojaron de sus vestiJesús. Conforme al derecho romano de expoduras y le echaron encima un «manto de color lio, a los soldados que llevaban a cabo la ejerojo (x^otpnôa xoxxívqv)»; después le quitacución les correspondían Ias ropas dei delinron el manto y le pusieron de nuevo sus ropas, cuente (cf. Blinzler, Der Prozeji Jesu, 369 no­ V. 31. Los emperadores, los generalísimos de ta 47). La túnica sin costuras, como tal, no ha los ejércitos y especialmente los soldados lle­ de interpretarse simbolicamente, «sino que vaban un manto rojo {paludamentum, toda la escena debe entenderse como exprepúç; Apiano, BellCiv II, 90; Filón, Flacc 37), sión de una concepción cristológica global» siendo el color rojo el signo de la guerra. El (J. Becker, Das Evangelium nach Johannes II manto se llevaba sujeto casi siempre al hom[ÕTK], 589; cf. R. Bultmann, Das Evange­ bro derecho y simbolizaba el poder imperial. lium des Johannes^^ [KEK], 519; R. SchnacPor tanto, según Mt 27, 28ss, se hace burla de kenburg, El evangelio según san Juan III, Jesús como de un «mesías» impotente que no Barcelona 1980, 337s). es capaz de lograr que la gente acate su meJds 23: Los creyentes deben aborrecer «aun sianidad. Mc 15, 17.20 (jtogqjÚQa) piensa la ropa contaminada por la carne (tòv àitò quizás más marcadamente en el manto real de tfjç oaQxòç èojtLktopévov xitcova)» de los púrpura (pero cf. también Apiano, BellCiv II, falsos maestros (para no contagiarse con su 150, donde JtoQ^nga designa igualmente el impureza); cf., para la comprensión dei pamanto propio de los doldados). Passow II, saje, W. Grundmann, Der B rief des Judas Í .V .; ThWNT III, 813s; LAW 580. [ThHK], 49. S. Krauss, Talmudische Archãologie I, Leipzig 1910, 161; Billerbeck I, 565s; Dalman, XXevá^Oí chleuazõ burlarse, mofarse* Arbeit V, 208-220; BHH II, 962-965; Haag, En el NT el verbo aparece únicamente en Diccionario, 2025-2029; F. Rundgren: Or sentido intransitivo; Hech 17, 32; ot pèv èxSuec 22 (1973) 73-77. ke-úa^ov, cf. 2, 13 v.l. (en vez de ->■ ôiaxW. Rebell kená^cú).

Xltóv, ÓV05, chiõn nieve* En el NT la nieve es imagen dei esplendor divino y de la pureza divina en el contexto de una epifanía (Mt 28, 3; xò êvônpa aúxoú keuxòv cbç X*'®'''> 3 Textus Receptus; Hen [et] 14, 20) y en el de una visión dei Hijo dei hombre (Ap 1, 14: f| ôè XEcpakf] anxoú x a i a l xqíxeç keuxai
xX,iaQÓ5, 3 chliaros tíbio* En sentido propio, se emplea a menudo pa­ ra referirse al agua tibia (Vitae Aesopi I, 1 [230, 7]); por el contrario, en el NT (como también en el lenguaje rabínico: GénR sobre 39, 3) el término se emplea en sentido figura­ do para referirse a la comunidad de Laodicea, que es tibia, es decir, que «no es ni caliente ni fria», Ap 3, 16 (õxi x^^ctQÒç et, >tai onxe Çeoxòç ouxs ijmxQÓç). El Juez la rechazará por su tibieza, es decir, según el contexto, por la complacência que ella siente en sí misma, por su ceguera y por su equivocada adaptación (vv. 17-20), lo mismo que se escupe el agua que sabe mal. ThWNT II, 878s.

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X X ót] - xoixóç

XXÓtj, Chloê Cloe* Según 1 Cor 1, 11, Pablo fue informado «por los de Cloe ('ujrò tóõv XXót]ç)» acerca de Ias discórdias que había en Corinto. No se puede saber con seguridad si Cloe vivia en Corinto 0 en Efeso (lugar donde se redactó la Carta primera a los corintios) ni si ella misma era cristiana, aunque es probable que sí lo fuera. Puesto que los corintios habían enviado una delegación a Pablo (16, 17) y Pablo no fue informado directamente por ellos ni por Cloe acerca de Ias discórdias que había en Corinto, sino únicamente por Ias personas de Cloe (tal vez sus allegados, posiblemente también sus esclavos o libertos), habrá que pensar más bien que Cloe residia en Corinto y que fue visitada por allegados de Efeso, que luego informarían sobre Ias discórdias inter­ nas de la comunidad, o bien que personas de la familia de Cloe -que eventualmente se hallaban en viaje de negocios- llegaron de Co­ rinto a Efeso. El hecho de que Pablo, en la actitud que adopta ante el conflicto de Corinto, no se base en los informes recibidos de los delegados de la comunidad (aunque se men­ ciona a Estéfanas en 1, 16), está relacionado seguramente con el encargo que la comunidad de Corinto había dado a sus delegados. Los corintios no habían comprendido aún que sus propias divisiones fueran un verdadero pro­ blema; cf. 3, Iss.lSss; 4, Iss. Bauer, Wõrterbuch, s.v.

chloros verde (o verdoso), ver­ de claro, pálido* En Mc 6, 39; Ap 8, 7 se habla de la «hierba verde»-, cf. 9, 4 (en sentido sustantivado): jrãv X^íopòv («todo lo verde») onôè Jtãv ôévÔQOV (junto a %Óqxoç ,), refiriéndose a Ias plantas verdes (cf. Gén 2,5). Con el significa­ do de pálido/desvaído se habla dei ijriroç X?ta)QÓç de la muerte, en Ap 6, 8 (cf. x^ wqóç como color de la enfermedad y de la muerte en Hipócrates, Progn II, 79, 18; Safo, Frgm. 2, 14 [Diehl, Anthologia I, 330]).

/oixÓÇ, 3 choikos

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hecho de tierra, terre­ no* En el NT el adjetivo, relacionado con el sustantivo -»■ lovç, («polvo»), aparece unica­ mente en el contexto de 1 Cor 1 5 , 4 7 - 4 9 (cuatro veces), donde Pablo explica la sucesión de lo perecedero y de lo imperecedero (v. 4 2 ) , es decir, dei am qa ijnjxixóv y dei ompa jtven[raxixóv (vv. 4 4 s ) sobre la base de que (según el relato yahvista de la creación) Adán (ô jtpcõToç ãvô-Qcojioç, vv. 4 5 . 4 7 ) fue hecho «de la tierra» y es un hombre terreno (âx yfíç Xdixóç, V. 4 7 ; cf. Gén 2 , 7 ; x a l EJtÀaoEv ó ÔEÒç TÒv av&QcúJiov xoúv ôijtò Tfjç yfjç). Los xoíxoí, es decir, los creyentes en su exis­ tência terrena, son como el xoíxóç (v. 4 8 [bis]). Pero, en su existência espiritual, pertenecen ya desde ahora al «último» o «segun­ do» Adán, venido más tarde (vv. 4 5 . 4 7 ) , es decir, al Cristo (celestial). Conforme a la sueesión dei hombre terreno y dei hombre celes­ tial (Adán - Cristo), ellos, según el v. 4 9 , llevan (todavia) la imagen dei hombre terreno (EcpopéoapEv rf|v Etxóva xoü xoíxoú), pero luego (sólo más tarde) llevarán la imagen dei Hombre Celestial (qjoQÉoopEV x a l tt ]v e Lx ó v a Ton ETtonpavíoTj). Xoixóç falta en la LXX y, por lo demás, aparece muy raras veces fuera dei NT. El tér­ mino podría haber sido creado directamente (tpor Pablo?) a partir dei sustantivo XO®5 (Gén 2, 7 LXX), acentuándose de esta manera que el hombre fue creado dei polvo y vol­ verá a convertirse en polvo, y que, por tanto, tiene su vida únicamente por el Espíritu de Dios, que se ha infundido en él (además de Gén 2, 7, cf. 3, 19; Job 4, 19; 8, 19; 10, 9; Ecl 3, 20; 12, 7; Sal 22, 30; 104, 29; 146, 4; tam­ bién Dan 12, 2). Como sucede en Pablo, en Sib VIII, 445 se recoge también el texto de Gén 2, 7 (xoixòç jtX,ao'dEÍç). Pero vemos que Filón, a diferen­ cia totalmente de Pablo, hace una contraposición entre el hombre terreno y el hombre ce­ lestial, interpretando que lo que se dice en Gén 1, 26s, en el primer relato (sacerdotal) de la creación, se refiere al hombre ideal y plas­ mado a imagen de Dios (no al hombre forma-

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xXüjQÓç -

do dei polvo). Y lo que se dice en Gén 2, 7 lo interpreta él refiriéndolo al hombre real y te­ rreno (Ytíivov jtXáopa, All I, 31s; cf. Op 134-136). Por tanto, los dos relatos de la ereación se interpretan refiriéndolos a dos tipos de hombre, los cuales se mezclan, a su vez, en cada hombre concreto, de tal manera que -en último térm ino- se ve claramente una idea fundamental de orden moral (cf. All II, 4s; Her 57; QuaestGen I, 8; QuaestEx 46). Por tanto, el hombre existente y perceptible por los sentidos vive para llegar a ser partícipe de lo divino, dado previamenle e infundido en él. Los «gnósticos» corintios tuvieron posiblemente esta misma orientación en su manera de pensar, mientras que Pablo establece una separación rigurosa entre el estado caído dei hombre y el don de la salvaeión dado por Cristo, y, por tanto, la configuración de los creyentes a imagen de Cristo, que es el hom­ bre celestial o el último hombre, sólo podrá alcanzarse en el futuro. En la gnosis prevale­ ce la concepción de FUón, asociándose lo te­ rreno con este mundo y eon la creación infe­ rior, con la cual los pneumáticos (o espirituales) no tendrían ya nada que ver (cf. Hipólito, Ref V, 7, 15; 7, 36; 8, 22 y passim). E. Brandenburger. Adam und Christus (WMANT 7), reimpresión 1962, 124-127; ThWNTIX, 460468; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther^ (KEK), sobre 15, 45-47. H. Balz

XOÍVi|, ixoç, 1^ choinix

cuartillo, medida para áridos* En Ap 6, 6 (bis; xotvi^ oíxou, TQeíç xoí'ViXEç XQt&tõv) aparece este término como me­ dida para áridos; constituía la medida para una ración diaria de grano (Diógenes Laercio VIII, 18) y equivalia aproximadamente a 1, 1 litro (Vg; bilibris). BHH H, 1165s.

XOÍgoç, ou, ó

choiros cerdo (joven), cochinillo* En el NT el término aparece 12 veces. Según Mc 5, 11.12.13.16 par. Mt 8, 30.31.32 /

xoXtí

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Lc 8, 32.33, los demonios expulsados dei poseso entraron en una gran (Mc 5, 13: unos dos mil; Mateo y Lucas omiten este detalle) piara de cerdos (àyéXq xotpoi). La impu­ reza de los cerdos desempena probablemente un papel en toda esta escena (cf. Lev 11, 7; Dt 14, 8; Is 65, 4; Bem 10, 1-3); en la Decápoüs (-> AexájtoXiç), de estilo de vida marcadamente helenístico, era concebible que hubiera grandes rebanos de cerdos, porque los cerdos desempenaban también un papel en el culto de los griegos y los romanos. Según Lc 15, 15s, el «hijo pródigo» tuvo que apacentar (impuros) cerdos (Póoxetv xoÍQonç, v. 15) en tierra extrana. El logion de Mt 7, 6 (material peculiar) menciona proverbialmente a los cer­ dos junto a los perros, que también son impu­ ros (cf. PapOxy V, 840, 33); lo hace probable­ mente en sentido figurado, para referirse a los paganos o a los perseguidores (cf. también Mt 15, 26; 2 Pe 2, 22; Did 9, 5; EvTom 93; bBer 83a). Bauer, Wôrterbuch, í . v . ; BHH III, 1748s; Haag, Diccionario, 322; F. Annen, Heil fü r die Heiden (FTS 20), Frankfurt a. M. 1976, 162-173; H. von Lips, Schweine füttert man, Hunde nicht - ein Versuch, das Rãtsel von Mt 7, 6 zu lõsen: ZNW 79 (1988) 165186. ^ xúcuv (bibl.). XoXáco cholaõ indignarse, enojarse* Jn 7, 23; los judios se enojan con Jesús por la manera que él tiene de santificar el sábado (èpol xokãxe, ôti...;). XoXf|, ijç, ^ cholê hiel, bilis* En la LXX xó^^^t) traduce los términos hebreos para expresar la acrimonia, la hiel, el veneno y la amargura (cf. Job 16, 13; 20, 14; Prov 5, 4; Lam 3, 15; Sal 68, 22 LXX). Según Mt 27, 34, los soldados, antes de la cmcifixión, dieron a beber a Jesús «vino mezclado con hiel» (oLvov [XEtà xo^'HÇ liEpLYpévov), probablemente como bebida sedante, en el fondo de lo cual se escucha quizás el Sal 69, 22 (el lugar paralelo en Mc 15, 23 tiene èop,UQViap,évov olvov, «vino mezclado con mirra», que tiene igualmente sabor amargo; es

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XoXt| - xóçtaofxa

posible que Mateo, teniendo en cuenta el Sal 68, 22 LXX, haya puesto hiel en vez de «mirra»). Dar al reo, antes de su ejecución, una bebida sedante, era costumbre judia (Cf. Billerbeck I, 1037s). - En Hech 8, 23 se emplea XoX,T| en sentido figurado para referirse a Simón Mago: xo^fj juxQÍaç, «hiel amarga» (cf. Dt 29, 17; Lam 3, 15). BHH I, 512; Haag, Diccionario, 837.

XoQttÇív Chorazin Corazín

(Corozaín)* En los ayes de Jesús, en Mt 11, 21 par. Lc 10, 13, se meneiona a Corazín, siempre junto con Betsaida (onat ooi, XoçaÇív). XoQaÇív es el nombre indeclinable de una ciudad galilea que se hallaba en la zona más interior de la actividad de Jesús, en Ias cercanias de Bet­ saida y de Cafamaún (Mt 11, 23 par.) al noro­ este dei lago de Genesaret (cf. bMen 85a [cf. Billerbeck I, 605]; Eusebio, Onomastikon, 303, donde Corazín se menciona como montón de ruinas en Ias cercanias de Cafamaún). Actualmente a Corazín se la identifica con Khirbet Kerâzeh, a 3 km al noroeste de Cafarnaún; los restos de una sinagoga constmida con piedras de basalto (siglo n -III p.C.) permiten sospechar que, al menos en aquella época, fue un lugar floreciente. H. Kohl-C. Watzinger, Antike Synagogen in Galilãa, Leipzig 1916, 41-58: Kopp, Statten, 243-246; BHH I, 301; Haag, Diccionario, 385 (bibl.). /OQlJYÉCO chorêgeõ proporcionar (sufi­ cientemente), poner a disposición, suministrar* Originalmente «costear el equipo de un co­ ro» u otras ideas parecidas. El verbo aparece luego en el NT en sentido general: en 2 Cor 9, 10 dícese de Dios, que proporciona (-+ èjttXOQpYéco) semilla al sembrador y pan para el alimento (cf. Is 55, 10), y que, en forma correspondiente, proporcionará también sufi­ ciente semilla a la comunidad y la acrecenterá (xoQTiYf|OEi x a i Jt)tT]'&nv£T tòv ojtÓQOv •upcõv). En 1 Pe 4, 11 dícese de la «fortaleza que Dios concedei* (eÇ loxúoç qç [= qv] XopqY^*' ó O-eóç); cf. también Eclo 39, 33.

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Xogóç, oC, ó

choros baile en corro, danza* Lc 15, 25: fjxouaev anpcpcovíaç x a l %ogmv, «(el hermano mayor) oyó música y danzas» como senales de alegria y de fiesta (cf. Ex 15, 20; 32, 19; Sal 150, 4). Con el signifi­ cado de «coro» en IgnEf 4, 2; IgnRom 2, 2. XOQtáÇro chortazO alimentar, saciar; en voz pasiva, saciarse* En el NT el verbo aparece 16 veces, casi siempre en el sentido bteral de saciar o dar de comer a personas. En voz activa: xoQ táoat ò jk o y , Mt 15, 33; xoútonç ... xoQ ráoat âQTCOV, Mc 8, 4 (cf. Sal 131,15 LXX); en voz pasiva, el verbo aparece en el relato de la multiplicación milagrosa de los panes y de los peces: x a l êqpayov ttávxeç x al èxoQxáo'&Tioav, Mt 14, 20; 15, 37; Mc 6, 42; de manera semejantè en 8, 8; Lc 9, 17; Jn 6, 26; cf. xoQxaa'0f)vai xà xéxva, Mc 7, 27; ol ixeivmvxeç vüv ... xo0tctafl-fiaeo'&Ê, Lc 6, 21; x ° 6 ‘ xaoUfívai èx xrôv xEQaxímv, 15, 16; àjtò xó5v JTiJTxóvxcov à jtò xfjç xgajté^qç xon n:Xo'uaíon, 16, 21; xoQxáÇea&ai x a l JtEivãv junto a jtEQioaeúeiv x a l ■uoxegeta&ai, Flp 4, 12; en sentido irônico: ■&EQpaív£a'0£ x a l XOQxáÇeaflE, Sant 2, 16 (cuando se dan buenas palabras y no se hace nada). Dícese de Ias aves: jiávxa xà õ gvsa EXOQxáa-Oriaav èx xmv aaQxmv aúxmv, comieron hasta saciar­ se (a saber, de la came de los adversários escatológicos de Dios, que habían sido muertos), Ap 19, 21 (cf. Ez 39, 17-20). - En senti­ do figurado dícese de quienes tienen hambre y sed de justicia, õxi anxol xoQxao^fioovxai, Mt 5, 6 (cf. también Sal 17, 15).

XÓQ Taafia, a t o ç , TÓ chortasma alimen­ to, comida* En Hech 7, 11 dícese dei hambre que se extendió sobre todo Egipto y Canaán en tiempo de los patriarcas (cf. Gén 4 1 ,53ss; 42, 5): onx pnQiaxov xogxáapaxa. En la LXX el térmi­ no se aplica especialmente al pienso para el ganado (Gén 24, 32; Dt 11, 15).

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XOQTOÇ - XOUÇ

/Ó qtoç, o r , ó chortos hierba, sembrado verde, heno* El término aparece 15 veces en el NT, siendo posibles (lo mismo que en la LXX) vários significados. En general se babla de la bierba (verde) y de vegetación verde parecida que se encuentra en los campos y prados. Por ejemplo, se habla de prados como lugar donde puede reclinarse una multitud de personas, Mt 14, 19 (àvaxXibfjvai èjti xon xópTOn); Mc 6, 39 (àv ax À ív ai... èm rm XÓ0tq)); Jn 6, 10 (xÓQXoç JtoXiiç); en sentido general en Ap 8, 7 (jtãç xÓQtoç x^^OÒç ^taTexári, cf. también Is 15, 6; 42, 15; Jer 12, 4); 9, 4 (ó XÓQXoç xfjç Yfjç [cf. además Sal 105, 35; Ara 7, 2] junto a Jtãv x^toQÓv y jxãv ôévôqov). Mt 13, 26 y Mc 4, 28 se refieren a la semilla de trigo que germina y brota, designando xÓQxoç el tiemo y verde tallo. Mt 6, 30 (XÓQXOÇ xon àyQ o n ) par. Lc 12, 28 (ev àyQw ó xÓQXoç) hablan de plantas sil­ vestres y llenas de colorido que crecen en los campos. XÓQXOÇ se refiere aqui a los XQÍva («lirios» o, en general, «flores dei campo», cf. Bauer, Wõrterbuch, í .v. hqívov) antes men­ cionados (Mt 6, 28s par. Lc 12, 27), engalanados espléndidamente por Dios para el breve tiempo en que florecen, y que son, por tanto, un ejemplo de los cuidados y de la solicitud de Dios. La imagen se usa de manera diferente en Sant 1, 10 (ó ôè JiA.oíioioç ... (bç -y õvOoç XÓQXon nape^-enoExai); 1, 11 (ó f])i,ioç ... è^riQavEV xòv xÓQXov) y 1 Pe 1, 24 (tres ve­ ces: Jtão a mç xÓQtoç ... Jtão a ô ó |a ... (oç âvOoç xÓQXotr ÊlqQáv&ri ó xÓQXoç x al xò ctvboç ê^ÉjieoEv). Recogiéndose la idea de Is 40, 6-8 (cf. además 51, 12; Sal 37, 2; 92, 8; 102,12), se dice aqui que la vegetación sil­ vestre de los campos es símbolo de la caducidad dei poder y de Ias instituciones humanas (cf., por ejemplo, onx èx ojtOQãç qjbagxfjç, 1 Pe 1, 23). Finalmente, en 1 Cor 3, 12 Pablo habla dei heno como material de deleznable valor para la edificación (junto a -*■ xaJtápT); cf. Diodoro Siculo XX, 65, 1).

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X o u Ç ã ç , ã Chouzas Cusa* En Lc 8, 3 se menciona a Juana (-» ’I(joávva) como ytJvfi X o n ^ã èitiXQÓjton ’HQ ( á ôou. Cusa (en arameo, küzã’\ cf. Bauer, Wõr­ terbuch, s.v. [bibl.]) era administrador de los bienes de Herodes Antipas, es decir, segura­ mente un funcionário de la corte (-> èjtíxQOJtoç). De semejantes administradores de bie­ nes públicos o de la corona se habla también en textos rabinicos: bSab 121a (Baraita); bSukk 27a (èjtíxQOJtoç aparece también co­ mo extranjerismo en escritos hebreos; debió de ser, por tanto, un titulo estereotipado). Habrá que pensar que Cusa era una persona de prestigio y bastante acaudalado, lo cual arroja luz sobre la mención de su mujer como una de Ias seguidoras de Jesús, y explica al mismo tiempo la observación final en Lc 8, 3 de que Ias mujeres ayudaban al sostenimiento de los demás ex xcõv ujtaQxóvxcnv auxaiç. Ahora bien, se trata de una simple conjemra el que­ rer relacionar a Cusa con el funcionário real de quien se habla en Jn 4, 46, o con Manaén, el ->■ oúvxQOtpoç de Herodes Antipas según Hech 13, 1. Billerbeck I, 164; A. Hastings, Prophet and Witness in Jerusalem, London 1958; 38-49; BHH I, 310; Haag, Diccionario, 428. XoCç, XOÓÇ? ó chous polvo* En el NT el término aparece 2 veces; lo mismo que —> xovioQxóç, aparece únicamen­ te en expresiones a modo de fórmulas (cf. Blafi-Debrunner § 52, nota 1). Según Mc 6, 11, los discípulos enviados por Jesús deben abandonar el lugar en que no se les quiera escuchar y deben sacudir «el polvo de la planta de sus pies como un testimonio contra ellos» (£xxLvá|axE xòv xobv xòv ujtoxáxoo xcõv jioôéõv úpròv); cf. xobç en Is 49, 23; 52, 2. Los paralelos sinópticos Mt 10, 14 / Lc 9, 5, asi como 10,11 y Hech 13, 51 emplean xoVLOQXÒç en el mismo contexto, explicándose especialmente en Lc 10, 11 el sentido dei ges­ to; el polvo de Ias calles de una ciudad, que se adhiere a Ias plantas de los pies (porque los discípulos no debían alojarse en una casa), ha

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Xo-uç- xeaofxai

de sacudirse al salir de la ciudad, lo mismo que un judio sacudia el polvo dei pais pagano, cuando de regreso de un viaje volvia a su tierra; se rompe, por tanto, cualquier clase de comunión (cf. Toh 4, 5; bGit 8a [Baraita]; bBer 19b; también Hech 18, 6 [èx-ava^ápevoç TÒ Ip á tia ... x aü a g ò ç ÊYti» àjtò toü vüv elç xà iroQEÚopai]; cf. además Billerbeck I, 571). - En Ap 18, 19 (êjiakov xoüv èjti xàç XEtpaXàç aíixtõv) se trata de un ges­ to de duelo y pesar muy difundido (cf. Jos 7, 6; Lam 2, 10).

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idea de: tratar a alguien de una determinada manera (cf. Bauer, Wõrterbuch, í.v. 3); con dativo de cosa, el verbo xoáopat, reforzado por un advérbio, significa aplicar (cf. 1 Tim 1, 8).

2. a) 1 Cor 7, 21 explica por medio dei ejemplo dei esclavo (cf. v. 22) el principio paulino; «Cada uno permanezca en la vocación a la que fue llamado» (v. 20). El que ha sido llamado al servicio de esclavo, perma­ nezca preferiblemente en él, aunque pudiera llegar a ser libre. Por el contexto, es decir, por el significado de el x a í («incluso si»), por el à.Kká. como un «ciertamente» intensificador X ç á o ^ .a i chraomai emplear, hacer uso (J. WeiB, Der erste B rief an die Korinther de* [KEK], 188) y sobre todo por la recta com1. Aparición y significado - 2. Interpretación de prensión dei p.ãX.kov se deduce que debe sotextos - a) Cartas primera y segunda a los corintios breentenderse el dativo de ôouÀEÍa (como b) Carta primera a Timoteo - c) Hechos piensan la mayoria de los exegetas, cf. Bauer, 1. En el NT Ias 11 veces que aparece este Wõrterbuch, í . v. la), no el dativo de âX,eud£QÍa (como sostienen, siguiendo a Lutero y a verbo se distribuyen entre Ias Cartas primera Calvino, los estúdios exegéticos un tanto antiy segunda a los corintios (7 testimonios), la guos). Y eso, a pesar dei aoristo; cf. H. ConCarta primera a Timoteo (2) y el libro de He­ zelmann, Der erste Brief an die Korinther^ chos (2). La voz media de XQÓco significa de(KEK), 160. Sobre 1 Cor 7, 21, cf. también sear, demandar, carecer de. En combinación p,ãX,X,ov 3.d; cf. además S. S. Bartchy, MAAcon el dativo, el verbo tiene el sentido de ha­ AON X PH 2A I, Missoula (Mont.) 1973; P. cer uso de, experimentar (tener una vivência) Trummer: Bib 56 (1975) 344-368. y tratar (cf. Liddell-Scott, í . v . ) . 1 Cor 7, 31 (los vv. 25-38 tratan de Ias vírLa LXX conoce tanto la forma de voz acti­ genes y de los solteros) se dirige a personas va como la de voz media (con un total de unos que hacen uso dei mundo (sobre el empleo 60 testimonios, la mayoria de ellos en los es­ dei acusativo, cf. BlaB-Debrunner § 152, 4; critos judios tardios); con dativo (como en la este acusativo se debe probablemente al uso mayoria de los casos) XQttopai significa ha­ dei verbo compuesto con el prefijo xaxá), co­ cer uso de (Sab 2, 6; 13, 18 y passim)\ con mo si no hicieran uso de él. El verbo com­ acusativo el verbo tiene el mismo significado puesto intensivo ->■ xaxaxpáo|t.aL (que, por (2 Mac 4, 19). lo demás, sólo aparece en 1 Cor 9, 18) signi­ En el NT XQáop,at (con dativo) significa fica un xOãoOai en el que uno se pierde de­ utilizar algo (1 Cor 9, 12.15; 1 Tim 5, 23; Hech 27, 17; un dativo se sobreentiende en 1 masiado en Ias cosas dei mundo (cf. J. A. Bengel, Gnomon Novi Testamenti, Berlin 1773, Cor 7, 21 [cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . la]). La 411: utendum, non fruendum). La variante construcción con acusativo tiene el mismo textual JtaQaxQáo|iai, atestiguada una sola sentido; 1 Cor 7, 31. El significado de actuar, vez, entiende erroneamente el enunciado dei proceder se da en 2 Cor 1, 17; 3, 12. Un ad­ apóstol, dándole el sentido dei latín abuti. vérbio sustituye al dativo en 2 Cor 13, 10 (cf. En 1 Cor 9, 12.15 el verbo tiene el signifi­ 1 Tim 1, 8), sin que por ello aparezca un cam­ cado de hacer uso de algo. El v. 12, frente a bio de significado. Con dativo de persona y los que participan dei derecho a disponer de un advérbio (Hech 27, 3), el verbo expresa la

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Xe«o[iai - xe«a>

los bienes (v. 11) de los cristianos de Corinto, acentua la bbre renuncia de Pablo a la utilización de ese derecho. Así dice también el v. 15a: de la misma manera que los que desempenan el servicio dei templo (v. 13) tienen de­ recho a percibir los benefícios de ese servicio (de acuerdo con una «disposición dei Senor», cf. Mt 10, 10b; Lc 10, 7b; 1 Tim 5, 18), lo mismo sucede con respecto al servicio al evangelio. Pero Pablo ha renunciado a ello, y esta renuncia constituye una razón para gloriarse. Según 2 Cor 1 , 1 7 , se ha acusado al apóstol de obrar con ligereza (èXatpQta [con artículo] es hapax legomenon en el NT) y de hacer pla­ nes «según los dictados de la carne». Pablo rechaza la acusación; él no procedia, ni mucho menos, con ligereza ni caprichosamente (cf. V. 1 8 ) . El mismo sentido aparece también en 3 , 1 2 . Pablo saca la conclusión (onv) de lo que se ha dicho anteriormente ( 3 , 7 - 1 1 ) ; al hacerlo así, él procede con toda franqueza y, por cierto, en contraste con Moisés, que se cubría el rostro con un velo (detrás dei plural «nosotros» se halla primariamente la persona de Pa­ blo, como se ve por el cambio de número gra­ matical al pasar de 1 , 1 4 a 1 , 1 5 , y de 2 , 1 3 a 2 , 1 4 ) . Esta manera franca de proceder (se usa el indicativo, no el subjuntivo) es más que una simple apertura valiente al actuar en público; contiene la plenitud de la certidumbre nacida de la esperanza. En 1 3 , 1 0 (como observación sintetizadora de lo que se ha dicho en 1 3 , 1 - 9 ) Pablo justifica su apologia afirmando que él queria evitar ser severo en el uso de su autoridad mientras estuviera presente en Corinto. El advérbio airotópoiç (que sólo aparece tam­ bién en Tit 1 , 1 3 ) expresa la autoridad (v. 1 0 b ) concedida por el Senor no sólo para edificar, sino también para hacer un juicio destructor («demoler»; c f Sab 5 , 2 0 ; 6 , 5 ; 1 1 , 1 0 ; 1 2 , 9 ; 1 8 , 1 5 ) . El uso de tal severidad (de juicio) podría «tener como consecuencia la destrucción de la comunidad»; H. Kõster, en ThWNT VII, 1 0 8 (sobre ájtoxóp,coç). b) La ley es buena, siempre que uno la apli­ que legítimamente (7 Tim 1, 8). Este enuncia­

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do no es recepción de una tradición paulina (cf. Rom 7, 12.16), sino que es una sentencia formulada a imitación de Ias sentencias paulinas (cf. V. Hasler, Der B rief an Timotheus [ZBK], 14), y que se halla al servicio de la confrontación -acerca de la recta moralidadcon adversários que aceptan que la ley es úni­ camente para los justos (v. 9). En el consejo, insertado después de 1 Tim 5, 17-22 (v. 23; se trata probablemente de una asociación conceptual con la actitud de los herejes que eran hostiles al cuerpo), de no beber sólo agua (imperativo), sino también un poco de vino, XQÓopai tiene el sentido de usar (beber); cf. C. Spicq, Saint Paul. Les Eptlres Pastorales [EtB], 549. c) Hech 27, 3 (xoáop,ai, con dativo y advér­ bio) alaba al centurión de la cohorte imperial (27, 1) por haber tratado amablemente a Pa­ blo durante el viaje a Roma (cf. además el v. 43). Más difícil es la interpretación de XO^O" p ai en 27, 17a: ^cuál de los dos participios está relacionado con èxQcóvto? NTG^® y GNT dejan en suspenso esta cuestión; NTG^^ había relacionado el verbo con el primer participio: el bote salvavidas (axáqiT^, barca ligera, lan­ cha»; cf. Liddell-Scott, s.v. I 2) se iza a cubierta, sirviéndose de (especiales) medidas de ayuda (cf. Ias cuatro teorias para la interpreta­ ción en E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 672 nota 2); suponemos que se piensa en especiales medidas náuticas de seguridad, que se adoptan para conjurar la amenaza de un peligro (cf. Aristóteles, Rhet II, 5 y 18; Filón, Jos 33). A.Sand

XÇCtíO chraõ prestar En Lc 11, 5 se usa xepoov, imperativo de aoristo primero, que puede relacionarse con el presente de xpa© o más bien con su forma al­ ternativa ->- xíxpT)p,i, que con el significado de «dotar de algo, prestar» aparece también en la LXX (1 Re 1, 28; Sal 111, 5 LXX). C f Liddell-Scott, s.v. XQ«® (B) B.

XQEia

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XQ£Ía, aÇj ^ chreia n ecesidad, escasez, falta 1. A p a ric ió n y sig n ific a d o - 2. y^Qeíav

8 )(0 J

- 3.

Otros usos.

1. La mayor parte de los 49 testimonios dei sustantivo corresponden a los Sinópticos (in­ cluído también el libro de Hechos, donde el término aparece 22 veces); en el resto de los escritos dei NT, aparece relativamente pocas veces o no aparece en absoluto. La lengua griega emplea el término con vá­ rios significados: necesidad, obligación, ser­ vid o (como término dei lenguaje militar), uso, máxima (tecnicismo de la retórica), cf. Liddell-Scott, í . v. L o mismo hay que decir de la LXX, donde XQ£Ía aparece casi exclusiva­ mente en los escritos judios tardios (unas 52 veces), principalmente en la literatura sapiencial (unas 25 veces) y en los libros primero y segundo de Macabeos (15 veces). La amplitud de significados se extiende desde preocupación (Eclo 3, 22), necesidad (Eclo 29, 2), tribulación (Eclo 8, 9), hasta llegar a servido (1 Mac 3, 28), prestación de un servido (1 Mac 10, 41.42) y oficio (1 Mac 10, 37). La construcción XQEÍav sx(o, que se halla atestiguada ya en griego (Liddell-Scott, s.v. I, 1 y III), aparece unas 12 veces en la LXX (cf. Is 13, 17; Sab 13, 16; Tob 5, 7.12 [según la variante textual dei Sin] y passim). La mencionada variedad de significados se ha conservado en parte en el NT (cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v.). 2. a) Con tres excepciones (-+ 3) los Sinóp­ ticos (incluído también el libro de Hechos) emplean la expresión XQStav ex(u: «necesitar, tener necesidad, precisar». Asi dice Jesus al Bautista: «Necesito ser bautizado por ti...» (Mt 3, 14, material peculiar). El Padre sabe de qué «tienen necesidad los discipulos» (Mt 6, 8, material peculiar). No son los que tienen buena salud los que «tienen necesidad» de médico, sino los que se encuentran mal (Mc 2, 17 par.). El mismo significado se halla en Lc 10,42. Mediante la anteposición de évóç y la corrección dei texto (cf. Ias numerosas va­ riantes textuales y compárese NTG^® con

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GNT sub loco) se expresa aún más claramen­ te la antítesis «uno - mucho»: una sola cosa es necesaria: escuchar la palabra (v. 39); cf. 3 sobre Hech 6, 3. b) La expresión xpeíctv êx® es abundante también en los demás escritos dei NT; apare­ ce exclusivamente en el Corpus lohanneum y en el Apocalipsis, y predomina en Pablo y en la Carta a los hebreos. En el fondo se halla siempre el sentido de «tener necesidad» (con una negación en 1 Cor 12, 21 en el estilo de una diatriba personificante: J. Wei6, Der erste Briefan die Korinther [KEK], 305), «nece­ sitar» (Jn 2, 25 y 13, 10; sobre Ias dificultades exegéticas de 13, 10, cf. G. Richter, Die Fufiwaschung im Johannesevangelium, Regensburg 1967, 308s y 320) y «precisar, carecer de» (Ap 3, 17: los cristianos de Laodicea aseguran que son ricos en dones dei Espíritu y que no precisan estímulo exterior). 3. Usado en sentido absoluto, xpEÍa tiene primeramente el sentido de lo necesario (Ef 4, 29), la situación de necesidad (Flp 2, 25), la necesidad (Heb 7, 11). En Rom 12, 13 XQEÍot se halla en plural (por lo demás, el plural apa­ rece únicamente en Hech 20, 34; 28,10; Tit 3, 14): los cristianos de Roma deben preocuparse de Ias necesidades de los santos (Bauer, Wõrterbuch, s.v. Ib); la variante textual pvetaiç D* F G it vg““ , que Th. Zahn no excluye por completo {Rõmerbrief [KNT] 550s y no­ ta 47; de manera distinta piensan W. SandayC. Headlam, Romans^ [ICC], 362), es segura­ mente una interpretación más tardia en el sen­ tido de una memória de los santos ya difuntos (pero no como una veneración de los márti­ res) (cf. E. Kásemann, An die RõmeF [HNT], 331). De Ias necesidades (en plural) se habla también en Hech 20, 34: por medio de su trabajo, Pablo se preocupa dei propio sustento, de conseguir lo necesario para vivir. Los en­ fermos a quienes Pablo curó en Malta (Hech 28, 10), se preocupan, cuando va a marcharse, de lo necesario (para que prosiga su viaje) (el texto de la mayoría lee xpeíot en singular; en cuanto a la variante textual mejor atestiguada véase NTG^® sub loco). En Hech 6, 3 se halla

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Xeeía - xerj^aTÍ^o

el significado de obligación, servido, ofido (cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . 4): siete varones deben ser designados para la tarea dei servi­ d o de la mesa, a fin de que el ministério de la palabra no sufra detrimento por ello. De este enunciado se deduce «una correspondência sustancial entre Lc 10, 38-42 ... y Hech 6, 17»: G. Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), 426 nota 48. A.Sand /QEOtjpSl^CTtlÇ, OV, Ó chreopheiletês deudor* Lc 7, 41 (ôóo X0socpeiX,éTaL; lo opuesto: ôav8taTf|ç, cf. Prov 29, 13); 16, 5 (síç êxaoxoç Tcõv xoeoqpeiXExtõv), siempre en parábo­ las sobre personas que deben dinero o cosas. Acerca de la composición (de XQÉoç y ôcpEtÀéxTlç) y la grafia dei término, cf. BlaK-Debrunner § 35, nota 2; 151 nota 1. x e ií chre es necesario, es preciso* Sant 3, 10 (seguido de infinitivo con sujeto en acusativo): oi) X0'H — tctOxa otJxcoç yíVEoOai, «esto no debe ser así» (XQil no es helenístico, y en la LXX aparece únicamente en Prov 25, 27; 4 Mac 8, 26 A; cf. BlaB-Debrunner § 358, nota 1). XQIÍÇw chrêzõ tener necesidad, necesitar, precisar* En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre con genitivo (cf. BlaB-Debrunner § 180, 4). Dícese de Ias necesidades cotidianas en Mt 6, 32 (XOTiSffl Tonxmv ájtávxcov) par. Lc 12, 30 (xefiÇca xoúxoav); cf. Lc 11, 8 (õooov xof|Çco); necesitar a alguien en una cosa, Rom 16, 2; tener necesidad de cartas de recomendación, 2 Cor 3, 1. XQtí^Ol, UTOÇ, t ó chrêma bienes, fortuna, propiedades; dinero* En el NT el término aparece 6 veces. En plural tiene siempre el significado de fortuna /(ricas)propiedades, como vemos en Mc 10,

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2 3 (cf. V. 2 4 V .I.), donde se habla de o i x à Xef||taxa EXOVXEÇ (sobre la expresión, cf. Jenofonte, Mem I, 2 , 4 5 ) , propietarios / perso­ nas ricas, que dificilmente entrarán en el rei­ no de Dios. El lugar paralelo Lc 1 8 , 2 4 sitúa el logion (sobre la autenticidad, cf. Bultmann, Geschichte, 1 1 0 ) en el diálogo anterior entre Jesús y el presidente (rico) de la sinagoga, tie­ ne en presente el verbo eíaJtopeúovxai y hace ver con toda claridad que la completa re­ nuncia a los bienes es condición absoluta pa­ ra el seguimiento de Jesús (cf. también 1 4 , 3 3 ; cf. L. Schottroff-W. Stegemann, Jesús de Nazaret, esperanza de los pobres, Salamanca 1 9 7 9 , 9 7 - 1 0 2 ; sobre la critica contra quienes ponen su confianza en los bienes y en el dine­ ro, cf. Eclo 5 , 1 .8 y passim). En el libro de Hechos se usan tanto el sin­ gular como el plural con el significado de di­ nero. Hech 4, 37 se halla estructurado como contrapunto a Lc 18, 22ss, y muestra cuál es la verdadera conducta de los discipulos; Bernabé vendió un terreno para poner el dinero obtenido (el singular designa aqui una deter­ minada suma de dinero, cf. Herodoto III, 38) a disposición de los apóstoles. Según Hech 8, 18, Simón Mago ofreció dinero (xpf|[xaxa) a los apóstoles Pedro y Juan para obtener el don de impartir el Espiritu (-> Sípcov 10); en el v. 20 XQiíltctxa se halla como sinônimo junto a ^ ò-QyvQíoy (2) en la maldición apostólica de Pedro contra Simón. Hech 24, 26 emplea XQtllxaxa en la caracterización dei gobemador Félix como funcionário corrupto (cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte II [HThK], sub loco), que esperaba obtener dinero (de soborno) de Pablo que se hallaba encarcelado (oxi xo^ipaxa ôo-OfioExat anxõ) úitò xoü naúÀ,on). DTNTIV, 113s; ThWNT IX, 468s.

XQtmaTÍÇo) chrêmatizõ dar instrucciones, revelar, instruir; tener por nombre, 11amarse* En el NT el verbo aparece 9 veces, 7 de ellas refiriéndose a instrucciones o revelaciones procedentes de Dios. En voz activa única­ mente en Heb 12, 25 (èm Yqç ... ó X0'niict-

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Xeri|j.oTÍÇ(n - XQT10t:Óç

TÍÇcüv, dícese de Dios que, en el Sinai, no habta dado aún instrucciones de manera defini­ tiva); en voz pasiva: recibir de Dios instruc­ ciones, ser advertido por Dios, en Mt 2, 12 (XQTipaxioDÉVTEç x a x ’ õvaQ , seguido de in­ finitivo); 2, 22 (xetjpaxta^& eiç jcax’ õ v a p ); Hech 10, 22 (èxQ'n|J.axía'0'Ti v n ò àyyél.ov áyíou, seguido de infinitivo); Heb 8, 5 (Maflwç xexQ T m áxiaxat M coüofiç, cf. Josefo, Ant III, 212); 11, 7 (xQT)p,axio§Elç NCõe jcepl TÕv [iTiôéjtco pXejtop.évcov), aqui posiblemente también en el sentido de recibir una profecia, un sentido que se halla igualmente en Lc 2,26 (fjv auxrô xsxQilli^T^iopévov újtò x o õ 3tvEÕ(xaxoç x oü áyíou). La LXX no conoce el uso de la voz pasiva y emplea el ver­ bo cada vez más en el sentido de «hablar, ma­ nifestar», cf. Jer 32, 30 LXX (refiriéndose a Dios); 33, 2 LXX (refiriéndose al profeta). El significado de llamarse, ser llamado, aparece en Hech 11, 26 (xQT]p,axLaai... xoòç (rah-rjxàç Xpioxiavouç) y en Rom 7, 3 (poiXCtA,iç XQtlM-ct't^í'0^0- ThWNT IX, 469-471. OW, Ó chrêmatismos orá­ culo o instrucción de Dios* Rom 11, 4 (xí ÀéyEt aüxm [= Elias] ó xpiT paxiopóç;) refiriéndose a la respuesta de Dios (1 Re 19,18) a la queja dei profeta (1 Re 19, 10.14, recogida en Rom 11, 3). Cf., sobre el significado, 2 Mac 2, 4 (xQ’qp.axiap,oü yzvqDévxoç, «cuando hubo llegado una instruc­ ción divina»); dícese de Ias palabras dirigidas por Dios a Moisés desde la zarza ardiente, en 1 Ciem 17, 5. ThWNT IX, 471. 3 chrêsimos útil, provechoso* 2 Tim 2, 14: èit’ oúôèv XQiícnpov, «lo cual (Ias discusiones vanas) no sirven para nada» (V.l. 6ÍÇ oúôév).

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mujeres, concretamente, de Ias relaciones sexuales, que los paganos, en su impiedad, han pervertido convirtiéndolas en relaciones Ttapà tpúoLv (v. 26) por la actividad homosexual de hombres y de mujeres ( ^ cpuoixóç, tpúoiç 2.a). xofjotç en el sentido de relaciones sexuales aparece también en Platón, Leg 841a; Plutarco, Moralia, 905b y passim, pero no en la LXX. /QTjffTEVOJiai chrêsteuom ai m ostrarse

bondadoso* 1 Cor 13, 4; XQtloxEÚexai tj àYájrq, «el amor muestra bondad / amabilidad» (Vg: be­ nigna esty, cf. 1 Ciem 13, 2; 14, 3 (xqtioxeuo(ú(ie'&a êauxoíç x ax à xf|v EÚojtA,aYXVíctv x a l Y^t)xútT|xa xoü 3ioiT|aavxoç f|(iãç); SalSl 9, 6 habla de la clemencia de Dios. El término no se halla atestiguado en el griego no bíblico y no cristiano. ThWNT IX, 481; Spicq, Notes II, 975s; xpiloxóxTiç. XQt|aTOXoYÍct, «Çj 'H chrèstologia pala­ bras suaves, bonitas palabras* Rom 16, 18: ô tà xfjç EÚA,OYÍaç è^ajtaxtüoiv xàç xapôLaç x&v àxáxoov, dícese de los falsos maestros, que «con palabras suaves y lisonjeras» enganan a los creyentes, porque no están al servicio de Cristo sino que buscan Ias disensiones (v. 17). Xptioxo^OYta significa propiamente Ias pala­ bras de una buena persona, pero (sobre todo en los escritores eclesiásticos) se encuentra siempre en sentido peyorativo, refiriéndose a una persona cuyas palabras no concuerdan con sus acciones; cf., por ejemplo, Orígenes, Frgm. in Prov. 5, 3 (PG 17, 157c); cf. además Eustacio, Comm. in Iliadem, 1437, 53; se dice que es christologus (= xQ'H0''’^óà,oyoç) una persona qui bene loqueretur et malefaceret {Scriptores Historiae Augustae I [ed. E. Hohl, 1927], Pertinax 13, 5 [p. 125]). ThWNT K , 481.

xefjaiç, EMÇ,

i\ chresis uso; trato, relación (sexual)* Rom 1, 26.27 habla de Ias «relaciones naturales (f) qjuotxri xQfjotÇ)» entre los hombres (q5uoixf| xQxjotç xfjç ^TiXEÍaç, v. 27) y Ias

x e n o t ó ç , 3 chrêstos útil, bueno, bondado­ so, benigno* En el NT el adjetivo aparece 7 veces. Tiene a veces el significado básico de útil / apropia-

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XQTIOtoç -XQTicrcoTinç

do para un determinado fin, y se refiere a co­ sas, aunque se usa también en el sentido de bondadoso y servicial refiriéndose a Dios y a seres humanos (en la LXX traduce a menudo el hebreo tôb, refiriéndose a Dios en Sal 24, 8 LXX; 105, 1 LXX y passim). En Lc 5, 39 el adjetivo caracteriza al vino anejo, que -a dife­ rencia dei vino nuevo- es XQiloxóç, es decir, tiene buen sabor, es agradable al paladar (v.l. XQ t i o t Ó t e q o ç ) ; en el logion se escucha un provérbio muy difundido (cf. Eclo 9, 10; bBer 51a y passim; cf. ThWNT V, 164). En Mt 11, 30 en el llamamiento dei Salvador que dice que su yugo es suave / benigno (ó yÒQ Çuyóç pon XQflotóç, junto a qpoQtíov ... èX,a(pQÓv); véase lo que se dice dei «yugo» de la sabiduría en Eclo 6, 24.29s; 51, 23ss.26. Así como la sabiduría no impone a los hombres el duro yugo de los conquistadores, sino que los invita amablemente a una unión íntima, que propiamente es gozo y omato, así también hace Jesús. No es probable que haya conexión en­ tre Ias palabras de Jesús y los enunciados dei AT acerca de la bondad de Dios. En 1 Cor 15, 33 Pablo usa xQiJOT^óç para referirse a Ias «costumbres (tÍ'&t))» en el sentido de costumbres honradas, buenas; recoge con ello un provérbio griego que se ha conservado como fragmento de una comedia de Menandro, Thais (Kõrte, Frgm. 187); cf. también, por ejemplo, Filón, Det 38 (fjfrTi ^LacptiEipetai); cf. además Spicq, Notes II, 973s. Por el contrario, en Rom 2, 4 se habla de la bondad de Dios (tò XQtloxòv toõ freoD, cf. XQiiaxÓTqç anxoü, ibid.) en el sentido de la indulgência y la paciência de Dios, que permiten que los hombres se conviertan. De manera parecida en Lc 6, 35 se dice que el fun­ damento dei precepto de Jesús de amar a los enemigos es: [ó titJJiaxoç] ... x Qt io x ó ç e o u v èjti xotiç àxapíoxouç >cai JiovqQOÚç (cf. Billerbeck I, 374ss; Séneca, Ben IV, 26, 1); cf. también 1 Pe 2, 3 (xQiiaxòç ó xÓQioç, cita dei Sal 33, 9 LXX, que por el contexto se refiere a Cristo). Los creyentes deben tratarse unos a otros con esa misma bondad y amor, según Ef 4, 32 (YÍveafre eíç àX.X,rikot)ç XQflvxoí, e ía JtX,ayxvoi). Como en Lc 6, 35, la bondad y el

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perdón de Dios hacen que los creyentes puedan adoptar una actitud semejante. ThWNT IX, 472-478; Spicq, Notes II, 971-974; Xei)axóxTiç. Xe^loTÓTilç, l l t o ç , T| chrêstotès bondad, rectitud, benignidad, amabilidad* 1. Aparición y significados - 2. Uso en el NT - a) en relación con Dios - b) en relación con los cristianos o Ias personas en general - 3. Sobre la teologia de la bondad - a) en Pablo - b) en Ias cartas deuteropauliBibl.: E. Beyreuther, en DTNTI, 193s; I. Hõver-Johag, tõb, en ThWAT III, 315-339, especialmente 338; M. A. Siotis, La XQnoxÓTTlç de Dieu selon 1’Apôtre Paul, en L. De Lorenzi (ed.), Paul de Tarse, Roma 1979, 201-232; C. Spicq, Agape H, Paris 1959, 379391; L. R. Stachowiak, Chrestotes. Ihre bibl.-theol. Entwicklung und Eigenart, Fribourg/Schw. 1957; Id., Bondad, en DTB 145-154; K. WeiB, xonoróç m k ., en ThWNT IX, 472-481; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1292.

1. En el NT el sustantivo aparece 10 veces, todas ellas en Ias cartas paulinas y deuteropaulinas. Como sustantivo abstracto derivado de XQijcrxóç, que es el adjetivo verbal correspondiente al verbo xo áo fiai (= «hacer uso de»), XQhOfóxriç designa originalmente la utilidad, la idoneidad, y luego en sentido moral: la excelencia, la rectitud, en lo cual se «une la idea de perfección moral, y a la vez sublime, con la amabilidad y verdadera bon­ dad de corazón» (Stachowiak, en DTB 146). En la LX X xQfioxóxTiç es uno de los térm inos que traducen el hebreo tôb (o sus derivados) y re­ coge en todos los pasajes los m atices de signifi­ cado asociados con ese concepto de bondad. Con excepción de Sal 1 3 ,1 .3 ; 52, 4, donde el sustanti­ vo significa la rectitud y la piedad hum anas, y de Est 8, 12c, donde se piensa en la benignidad de u n soberano, XQTtixóxtiç en la L X X se refiere únicam ente a D ios y designa sus sentim ientos de bondad y clem encia y su m anera de obrar acorde con ellos (juntam ente con los bienes de salvación y felicidad que de ellos dim anan com o un regalo divino); con este significado, el sustantivo es ex­ plicado a m enudo (o sustituido) por térm inos co­ mo XÉtQtÇ ! -*• ÊX.EOÇ (en hebreo; hên o hesed), ôixoiooúvT] (en hebreo; fd ã q â / sedeq) y otros

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XQT10TOTT1Ç

(cf., porejemplo. Sal 24, 7; 83, 12; 84, llss; 118, 64s; 144, 7 LXX).

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ThWNT VIII, 106-109). Desde luego, XO^IO" TÓTTiç en este lugar no sólo significa la benig­ nidad indulgente de Dios en el juicio (cuya En el NT significa también la alternativa es la severidad castigadora dei bondad (como la cualidad o virtud que se re- juez), sino que aqui se halla precisamente en fleja en sentimientos y conducta bondadosos sustitución de XÓíQlç y designa la acción de la bacia otras personas) con sus diversos matices clemencia divina en general. Ello se entiende {rectitud, benignidad, amabilidad, clemencia, claramente como un acontecimiento dinâmi­ etc.). El significado preciso hay que deducirlo co; éste abarca no sólo la salvación ya acaecisiempre dei contexto (de manera parecida a da en Cristo (y que es recibida por el hombre como sucede ya en la LXX), viéndolo sobre en la fe), sino también la demostración per­ todo por los sinônimos, expresiones paralelas manente de la misma en la vida dei hombre, y antônimos que en él se encuentren. en cuanto éste «permanece en la bondad» (èjupéveiv xfí XQ'n°''’'ótTixi es una expresión 2. a) En relaciôn con Dios el sustantivo se idêntica a la de «estar en la fe», v. 20; cf. halla en Rom 2, 4; 11, 32 (3 veces); Ef 2, 7 y Hech 14, 22). Tit 3, 4 (cf. también Rom 9, 23 v.l.). En Rom En Ef 2, 7 la XQtjoxóxTjç se pone en rela2, 4 se habla de la «riqueza -d e D ios- en ción directa con la x^ qlç de Dios. La expre­ bondad» (jtÀoõtoç tfiç xqtiotóttitoç, cf. sión èv xprjoxóxTjxi debe entenderse ya sea jrLonxoç Tfjç ôó| tiç, Rom 9, 23; Ef 3, 16 y en sentido causai, es decir, como designación Jt^toÜTOÇ xfjç xáQiTOç, Ef 1, 7; 2, 7). Lo que de una «causa motivadora» que determina la aqui se entiende por xqtioxóxtiç (o por el si­ XÓQiç divina (así piensa J. Gnilka, Der Ephenônimo xò XQTloxóv que se encuentra en la serbrief [HThK], 120), o bien (probablemenoración siguiente) se explica concretamente, te con más acierto) en sentido modal e indica en primer lugar, por los términos coordinados entonces la «manera» concreta en que se rea­ àvoxTl («indulgência, condescendência») y liza la X^QtÇ como acción salvífica de Dios paxQoflupía («paciência») y, en segundo en Jesucristo (cf. H. Schlier, La Carta a los lugar, por el concepto opuesto (que aparece Efesios, Salamanca 1991, 147; Id., Der Rôen los vv. 5 y 8) ^ ôpyil («ira»). Según esto, merbrief [BThK], 335 nota 17). la XQTlOT^óxTiç designa aquella benignidad «en En Tit 3, 4 el sustantivo constituye junta­ la que Dios reprime su ira como consecuencia mente con -y (piX,av9QCüJtía («amor a los dei pecado (ãvoxf|), para conceder tiempo, en hombres»; en el NT éste es el único pasaje en su longanimidad, para que el pecador se conque el término se refiere a Dios) un par de tér­ vierta» (U. Wilckens, La Carta a los romanos minos; este par describe ((.bajo diversos as­ I, Salamanca 1989, 159). pectos?) la salvación (manifestada en Cristo) En Rom 11, 22 el sustantivo aparece tres de Dios, dei Salvador (-y oo)xf|g 3), su x«Qiç veces. Ias dos primeras junto a o en contraste que se muestra como aooxT)gía (cf. el enun­ con —>cutoxopíot («severidad»). Con «la bon­ ciado paralelo acerca de la grada «que se ha dad y la severidad» se mencionan «Ias dos manifestado», en 2, 11). normas de la justicia divina» (O. Michel, Der b) En Rom 3, 12 (Sal 13, 3 LXX) el sustan­ Briefan die Rõmer^ [KEK], 277), que constitivo se refiere al hombre en general y permite tuyen una unidad inseparable, Esta yuxtaposireconocer aún plenamente el sentido original ciôn no es casual, sino que es «expresión de de «utilidad» (en sentido moral y religioso). un determinado esquema teológico que era Como se ve por Ias expresiones paralelas ôíconocido también por los rabinos y por la teo­ xaioç («justo»), owícDv («inteligente»), èxlogia helenistica» (Michel, Der Brief an die Çrjxmv xòv Heóv («el que busca a Dios») en Rõmer, 278; cf. los testimonios rabinicos en los vv. lOs, XQtloxÓTtiç significa aqui rectitud, Billerbeck III, 292; cf. también H. Kõster, en

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XeTlOTOTllÇ

piedad (como una cualidad dei hombre que se deja sentir en el hecho de obrar de una manera correspondiente [jtoiwv!]: una cualidad cuya ausência hace al hombre «inútil» e «inservible» [ante Dios]; cf. v. 12a: itávTEç: ... r|XQeü)^T]Oav, «todos ... se hicieron inútiles»). En los demás pasajes el sustantivo designa una virtud o forma de conducta que caracteri­ za de manera especial al cristiano. En 2 Cor 6, 6 se halla en un breve catálogo de virtudes, que a su vez forma parte integrante de un ex­ tenso catálogo de situaciones penosas (6, 310), es decir, de una Esta de «situaciones» en que se halla el apóstol (cf., a propósito, R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 169-176; J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narrenrede», Bonn 1978, 231, 310-314). En la lista de virtudes, XQ'n®'*^ÓTT|ç aparece junto a pattQ oüupía («paciência») después de aYvóxTiç («pureza») y y'vaLç («conocimiento»). Los dos últimos términos se refieren «más bien a cualidades existenciales fundamentales» dei cristiano (o dei após­ tol), y Ias dos primeras expresiones, paxpo■dup-ía y xQtlOTÓXTjç, se refieren «sobre todo a formas de comportamiento que se manifiestan al exterior» (Zmijewski, Der Stil der pauUnischen «Narrenrede», 312). Por tanto, según el contexto de un catálogo de situaciones penosas, paxQ o^upta se referiría concreta­ mente «al dominio de la ira que se arrebata fácilmente» (H. Windisch, Der zweite Brief an die Korinther^ [KEK], 206) contra el ad­ versário, y XQtlotÓTTiç (que es un término casi sinônimo) expresaría la amabilidad que tra­ ta de ganarse positivamente al alversario. To­ das estas virtudes tienen su fundamento «en el Espíritu Santo» o «en el amor sincero (obrado por él)» (v. 6b). En Gál 5, 22 XQt|°'''ó't''lÇ aparece también en un catálogo de virtudes (5, 22b.23a). Su im­ portância se acentúa aqui por el hecho de estar situada precisamente en el medio de Ias nueve virtudes (designadas como «fruto dei Espfritu» [v. 22a]), concretamente entre la paxQO■fKipía y la àYaO^cooúvT]. Esto caracteriza a la bondad como aquella forma cristiana de con­ ducta que nace de la àYaHmoúvri (dei «ser

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bueno» y de la «rectitud» como tal; cf. Stachowiak, en DTB 147) y que se manifiesta esenciahnente como paxQoOupía («paciência»). En el catálogo de virtudes -que consta de cinco miembros- de Col 3, 12, xqtioxÓttiç se encuentra detrás de an X á Y /ya oiXTiQpoü («tiema compasión»), pero delante de xaiteivoqpQoaúvT) («humildad»), jrQaúxriç («mansedumbre») y paxQO'dupía («paciência»).

El orden de sucesión podría explicarse de la siguiente manera: en primer lugar, con lo «tiema compasión» se hace referencia a unos sentimientos fundamentales que son de importância decisi­ va para la acción cristiana -los o itX á yx ya , según Ias ideas de la antigüedad, se consideran como la sede de los afectos y sentimientos (cf. H. Kõster, en ThWNT VII, 548-559; J. Gnilka, D er Kolosserbrief [W í\BQ, 194)-; luego con Ias cuatro ex­ presiones siguientes se hace referencia a Ias for­ mas de conducta externa que de ellos se derivan. Entre ellas XQtloxóxT)ç se halla en primer lugar quizás porque deba considerarse como la forma de conducta más importante, que además abarca en cierto modo a Ias otras (por lo menos parcial­ mente). Claro que se deriva de ahí «cierta falta de nitidez» (Gnilka, D er K olosserbrief, 195), porque es difícil distinguir entre los significados de Ias distintas expresiones. 3. a) Los enunciados que hay en Pablo acerca de la XQ^OTÓxiiç de Dios o dei hombre / dei cristiano, aunque en ellos se refleja aún intensamente la concepción dei AT sobre la bondad, no se podrán entender supremamente sino sobre el trasfondo de Ias especiales ideas paulinas en matéria de historia de la salvación y de cristología. Y, así, en Rom 2, 4 Pablo pregunta: «^O tienes en poco Ias riquezas de su bondad, tolerância y paciência [de Dios] y no reconoces que la bondad de Dios (xò XQTiOT^òv xoü deoü) te impulsa al arrepentimiento?». Pablo hace esta pregunta para referirse al judio que confia en que va a encontrar indulgência en Dios, aunque peque (cf. Sab 15, 1-3 y passim), y quiere privar «a su inter­ locutor de un tal cobijo dei histórico-salvíficamente privilegiado en la bondad de Dios» (Wilckens, La Carta a los Romanos I, 158), presentando tal confianza como un «desconocímiento« de esa bondad, porque la finalidad

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X Q T ]O T O T T lÇ

de la misma es sólo el arrepentimiento (-y p,ex áv o ia 9.a). Con ello Pablo, evidentemente, quiere acusar y al mismo tiempo advertir al judio. El judio -asi se puede describir la acusación- ha caído de hecho en el «pecado con­ tra la bondad» (Stachowiak, en DTB 151), en el obcecado «desconocimiento» de su meta querida por Dios. No ha aprovechado el plazo para el arrepentimiento, ese plazo que Dios le había concedido en el tiempo de la àvcxp (es decir, según Rom 3, 26; el tiempo hasta la muerte expiatória de Cristo). Lejos de eso, ha permanecido en sus pecados. Con ello le afectan de lleno también a él aquellas palabras dei Sal 13, 3 (LXX) de que «No hay que practique la justicia» (Rom 3, 12). Para decirlo con otras palabras: también el judio es culpable y se halla necesitado de la redención. Y lo peor es que los judios «han respondido con obstinación y con un corazón impenitente a la oferta de salvación escatológica que Dios les ha hecho en Jesus», en vez de efectuar «el viraje decisivo y escatológico que se realiza con la fe en Cristo» (K. Kertelge, Carta a los Ro­ manos [El Nuevo Testamento y su Mensaje 6], Barcelona 1973, 49) -esto es principal­ mente lo que se entiende aqui por pexávota, como la meta a la que se encamina la bondad de Dios-. La consecuencia es, como Pablo advierte seriamente, que el judio «está acu­ mulando para si la ira», que caerá sobre él con toda dureza «en el dia de la ira» (Rom 2, 5). En la metáfora dei olivo cultivado y dei olivo silvestre, en Rom 11, 17-24, el apóstol expone claramente que esa consecuencia se está viendo ya desde ahora en el rechazo (tempo­ ral) de Israel y en la elección de los gentiles. En este contexto, Pablo exhorta a los cristianos gentiles; «Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti bondad de Dios, si con­ tinuas en su bondad; de lo contrario tú tam­ bién serás cortado» (v. 22). La intención aqui no es sólo recordar a los cristianos gentiles que la severidad de Dios contra el pueblo de Israel, que se manifiesta en el rechazo dei mismo, se ha convertido para él, el antiguo pagano, en la manifestación de la bondad de

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Dios; Dios, después de todo, «le ha recibido en su x^Qi-Ç y le ha hecho participar de la ‘raiz’ dei olivo cultivado, de los patriarcas y de sus bendiciones inherentes a la promesa» (Schlier, Der Rõmerbrief, 335). La intención no es solo ésta, sino que Pablo quiere advertir al mismo tiempo al gentil: a él le sucederá lo mismo que al judio caido; por su «altaneria» (11, 20b) él también será «cortado», si «no continua en la bondad», es decir, si no perma­ nece firme en la fe (cf. 11, 20a). Parte esencial de este «permanecer firme» en la fe es que el cristiano integre la bondad recibida en su propia vida y acción y haga que esa bondad surta sus efectos en su propia bondad, la cual (como Ias demás virtudes) forma parte dei «fruto dei jtveüqa» (Gál 5, 22), «dei nuevo principio de vida operado por el Espiritu San­ to» (Stachowiak, en DTB 151). El apóstol de Cristo está Uamado de manera especial a esta bondad obrada por el Espiritu (2 Cor 6,6); és­ ta se acredita en él principalmente en Ias situaciones de sufrimiento (cf. el catálogo de situaciones penosas en 6, 3-10). b) Los autores de Ias Cartas Deuteropaulinas (Efesios, Colosenses, Tito) continúan -aunque con acentuación algo distinta- la trayectoria histórico-salvífica y cristológica dei apóstol. También para ellos el acontecimiento de Cristo es Ia demostración decisiva de la bondad de Dios, y Cristo mismo es precisa­ mente la personificación de esa bondad. Y, asi, Tit 3, 4, refiriéndose a la encamación de Cristo, habla de la «epifania» de la «bondad de Dios, nuestro Salvador, y de su amor a los hombres». Y, asi también, Ef 2, 7 senala que Dios «en Cristo Jesús hizo venir sobre nosotros Ias superabundantes riquezas de su gracia en (forma de) bondad». Esto se centra en la apropiación concreta dei acontecimiento de Cristo por medio dei bautismo. (Tit 3, 5 describe el bautismo como el «lavado de la regeneración» y la «renovación por el Espiritu Santo», efectuados para nuestra salvación con arreglo a la misericórdia de Dios. Ef 2, 4ss describe el bautismo como un «co-resucitar y co-reinar con Cristo en el mundo celestial»

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■XQTIOTÓTTIÇ- XQLOTiavÓÇ

[WeiB, 480] en virtud dei amor de Dios que es «rico en misericórdia»), En esta apropiación se fundamenta la manera nueva y todavia oculta de la existência de los cristianos, que no se revelará plenamente sino en el futuro (cf. Ef 2, 7; Col 3, 1-4). Esta nueva manera de existência, a su vez, capacita y obliga a los cristianos a una nueva moralidad (cf. espe­ cialmente Tit 3, 1-8 en el contexto). Se manifiesta a sí misma en «buenas obras» (Ef 2, 10; cf. Tit 3, 8) o en el hecho de que los cristia­ nos, «como escogidos de Dios, santos y ama­ dos», se vistan de «tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciência» (Col 3, 12) y con ello muestren de forma patente una conducta que esté en consonância con el Kyrios mismo (3, 13: ttal ó xúpioç ... oÜTCnç x a i úpeiç) y que da continuidad al «movimiento de Dios hacia el homhre» (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 176); un movimiento que llegó a encamarse en el Kyrios. J. Zmijewski a t o ç , TÓ chrisma aceite para un­ gir, unción* En el NT el término aparece únicamente en 1 Jn 2, 20.27 (bis) y significa (el aceite para ungir o) la unción que la comunidad recibió por medio de Cristo (xQíorpa Exexe àjtò xoü áyíou, V. 20) y que permanece en ella (tò X Q Í o p a ... p é v E i e v ú p l v , v. 27a) y la instruye sobre todas Ias cosas (tò aíiTon xQ^l^cí ôáoxei np,ãç i t e p i jiúvxwv, v. 27b, cf. oíôaXE j t á v x E ç , V. 20). X Q lo n o t significa «aceite para la unción, ungüento» (así en la LXX Ê X .aio v X Q l o p a , «aceite para la unción», Ex 30, 25 [bis]), y también unción (así en la LXX s^aiov x o ú xeíopaxoç, Ex 29, 7 ; 35, 15 y p assim). En 1 Jn 2, 20.27 el XQíopa es el don dei Espíritu de Cristo a la comunidad (cf. Jn 14, 17.26; 15, 26s; 1 Jn 3, 24; 4, 6.13). El hecho de que el autor hable dei XQÍopa en vez de hablar dei jxvEõpa se explica probablemente por la intención polêmica de 1 Jn 2, 18ss (cf. Jtvetipa en la sección correspondiente, 4,

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Iss). Los adversários (2, 18; àvxíxpi.oxoi jxoXXoí, cf. V. 22) habrían apelado a su propio Xptopa (^son, pues, contemplados conjunta­ mente con el Anticristo dei fm de los tiempos?) que los convertiría en maestros autori­ zados (contra esta pretensión habla el autor en 2, 20: oiôaxe jtávxeç; 2, 26: rtXavmvxeç úpãç; 2, 27: oú xqeíwv êxE''^^ xiç ôiôáoxT) u p aç ... xò ... XQtolicx ôiôáoxsi úpãç ... xaDcbç èô íô a|ev npãç); por tanto, los ad­ versários acentúan su propia recepción espe­ cial dei Espíritu, como más tarde harían los gnósticos. Contra esto, el autor recalca que sólo han recibido una unción válida aquellos que se mantienen aferrados a lo que se les dio, a saber, a la recta confesión de fe en Jesucristo (y a la vida en la comunidad con arreglo a su mandamiento, cf. 2, 3-8.21.24s). Ni en la comunidad de la Carta primera de Juan ni entre sus adversários esto presupone necesariamente una acción específica de un­ gir, como la que será corriente más tarde en el bautismo y en la imposición de Ias manos (cf. HechTom 27). La situación prohíbe referir únicamente XQÍopa, con 2 Cor 1, 21 s, al acto dei bautismo (también los adversários están bautizados, cf. 1 Jn 2, 19: f|pcbv è^fj)f0av), y también lo prohíbe el uso figurado de -> XQÍoo (3) que se hace en 2 Cor 1,21 para referirse a la recepción dei Espíritu. Finalmente, xQioiioi debe traducirse más que nada por unción, porque no se refiere al Espíritu en sí (ya que al Espíritu lo reclaman para sí los adversários), sino únicamente al Espíritu ya recibido y que desde entonces se halla activo en la comunidad y en favor de la comunidad. I. de la Potterie: Bib 40 (1959) 12-69; R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, Barcelona 1980, sub loco; ThWNT IX, 568; K. Wengst, Die erste, zweite und dritte Brief des Johannes (OTK) sub loco; G. Strecker, Die Johannesbriefe (KEK), Gõttingen 1989, 125-128.

XçioTiavóç, ov, ó Christianos cristiano* 1. Aparición y significado - 2. Hechos - 3. 1 Pe 4, 16.

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XQiatiavóç - X qiox Óç

B ibl.: E. I. Bickermann, The N am e o f C hrisíians: HThR 42 (1949) 109-124; BlaU-Debrunner § 24; W. Grundmann, D II, 4c und E Id, en ThWNT IX, 529, 572: R. A. Lipsius, Ü ber den U rsprung und d en a lte ste n G eb ra u ch d es C h riste n n a m e n s, Jena 1873; H. B. Mattingly, The O rigin o f th e N am e C hristiani: JThS 9 (1958) 26-37; O. Montevecchi, N om en christianum , en P a ra d o xo s politeia. F S f . G. L azzati, Milano 1979, 485-500; J. Moreau, L e nom d es Chrétiens: Nouvelle Clio 1-2 (1949-1950) 190-192; E. Peterson, C hristianus, en M iscellanea G. M ercati I (Studi e Testi 121), Roma 1946, 355-372; J. D. Searle, C hristian - N oun, o r A djektive?: ET 87 (1975-1976) 307s; C. Spicq, Ce que sig n ifie le titre de chrétien: StTh 15 (1961) 68-78; P. Zingg, D a s W achsen d e r K ir che, Fribourg (Suiza)-Gõttingen 1974, 217-222.

1. XQioxiavóç aparece como sustantivo en tres pasajes dei NT: Hech 11, 26; 26, 28; 1 Pe 4, 16. Aparece con especial frecuencia en Ignacio de Antioquía (IgnEf 11, 2; IgnMagn 4; IgnRom 3, 2; IgnPol 7, 3). En IgnTral 6, 1 XQioTtavóç aparece como adjetivo. En los pasajes dei NT, Sin* ofrece habitualmente la forma XQqotiavóç, que se plasmo ajustándose a la dei nombre XQqoTÓç (BlaB-Debrunner); cf. también Tácito, Ann XV, 44, 3 (Chrestiani). Plinio el Joven, Ep. X, 96 (passim) atestigua la forma Christiani. El sustan­ tivo XçLOTiavóç se deriva de XpioTÓq y se ha formado a la manera, por ejemplo, de 'Hpqiôiavóç. Debe traducirse por «persona cristiana» o mejor -sencillamente- por cristiano. 2. Hech 11, 26 presupone que Xpioxiavoi se conoce ya como nombre para designar a los que creen en Jesús, e indica la situación en que se origino el término; en Antioquía (en el tiempo en que Bernabé y Pablo desarrollaban allí su actividad y los helenistas habían comenzado la labor misionera entre los gentiles: 11, 20s.23-26a). Probablemente, esta designación fue aplicada a los cristianos por los de fuera (cf. Suetonio, Nero, 16, 2; Luciano Alex 25 y 38; PeregrMort 11-13 y 16), cuando aquéllos, entre otras cosas por la actividad misionera entre los gentiles, comenzaron a desligarse de Ias comunidades de Ias sinago­ gas y fueron reconocidos como un grupo es­ pecial. Las Cartas de Ignacio de Antioquía (—>•

1) confirman que el nombre tuvo su origen en Antioquía. El nombre presupone que se reconoció que la confesión de fe en Cristo era lo característico de los seguidores de Jesús. Hech 26, 28 pone en lábios dei rey Agripa II la respuesta dada a Pablo: «jPor poco me con­ vences para que me haga cristianol». Aqui se halla expresamente el nombre de cristiano en lábios de uno de fuera. 3. 1 Pe 4, 16 no sólo emplea el nombre de cristiano desde la perspectiva de los cristianos mismos, sino que lo usa también en la parénesis relacionada con la persecución: Los cristianos comparten los padecimientos de Cristo (v. 13); son afrentados «a causa dei nombre de Cristo» (v. 14). Por consiguiente, si alguien sufre «como cristiano (cbç Xpiouavóç), que no se avergüence, sino que glorifique a Dios por llevar ese nombre (v. 16)». La formulación d)ç XQioxiavóç presupone «que los cristianos son conocidos por la opinión pública como los representantes de una religión específica y cuestionable; en la región que se extiende entre Roma y Asia Me­ nor, a la que va dirigida nuestra carta, esto no sucedió sino después de la acción policial emprendida por Nerón en el ano 64» (L. Goppelt. Der erste Petrusbrief [KEK], 309). G. Schneider X q io t Óç, o v , (Ó) Christos Cristo XQLOTÓç, on, ó christos ungido 1. Consideraciones generales - a) Derivación - b) ^Título o nombre? - c) Aparición en el NT - 2. Ante­ cedentes - a) AT - b) Judaísmo antiguo - 3. Presupuestos en la historia de Jesús - 4. Evangelios sinópticos y Hechos - a) Marcos - b) Mateo - c) Lucas / Hechos - 5. Pablo y las Cartas deuteropualinas - a) Pablo - b) 2 Tesalonicenses / Colosenses - Efesios / Pastorales - 6. Evangelio de Juan y Cartas primera y segunda de Juan - 7. Otros usos en el NT - a) Hebreos - b) 1 Pedro - c) Santiago / Judas / 2 Pedro - d) Apocalipsis - 8. Sobre la historia de las tradiciones. B ib l ; (en general): O. EiBfeld-J. Kollwitz, C hristus, en RAC II, 1250 -1262; W. Grundmann-F. Hesse-M. de Jonge-A. S. van der Woude, xetto xtL., en ThWNT IX, 482-576; A. S. van der Woude, M essias, en BHH n , 1197-1204.

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XgiOTÓç

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1. a) X qlotóç es adjetivo verbal de -> XQÍOl». El verbo significa «frotar», «untar» y «ungir» (-^• XQLO[ja, «ungüento, unción»). En consonância con ello, el adjetivo verbal signi­ fica ya sea «untable» o bien «untado» = «un­ gido» ( tò xqlotÓv es «el ungüento»). Fuera de la LX X y dei NT y de los escritos influidos por ellos, xqlotóç no se aplica nunca a personas. En contraste con ello, el N T lo emplea com o traducción de ->• M eooloç y referido exclusivamente a personas, ya sea a la figura dei Mesías desconocido pero esperado, o bien a Jesus de Nazaret com o el Mesías que ha llegado. D e este uso dei término se derivan -> XQlotlovóç, XQiOTLaviopóç (IgnRom 3, 3 y passim) y ->■ilJeuôóxQLOTOÇ. b) La cuestión acerca de si X q lo tó ç se usa en el N T com o título o o com o nombre necesita especificarse más concretamente. En virtud de los antecedentes que existen en el AT y en el judaísmo, se trata ante todo de la designación de una función. La apropiación legíti­ ma de una tarea encomendada se asocia con el m otivo o el acto de la unción (aun en los ca­ sos en que el ritual de la unción queda relega­ do o se entiende únicamente en sentido meta­ fórico). El término se refiere a una predica-

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X q io t Óç

ción aplicable a una figura de la propia histo­ ria de Israel o dei fin de los tiempos. Con semejante predicación se hace a Ia vez un enun­ ciado de majestad. Esta aparece con especial relieve, cuando se formula en enunciados de tipo confesional, refiriéndolos a una persona concreta con palabras como an el o onxóç èoTiv. Con ello la predicación adquiere carácter titular, el cual resalta con especial claridad cuando (ó) Xpioxóç está en representación dei nombre propio o lo sustituye, como ha su­ cedido siempre con la expresión ó ntòç xoü àvô-QCüjtou. Asimismo, cuando X q io x ó ç se une con ’lT|00ijç, entonces X q io x ó ç no se convierte simplemente en nombre propio, si­ no en sobrenombre (cognom en)', el carácter predicativo queda, sí, relegado, pero el signi­ ficado titular se mantiene enteramente, aun en el caso de que se anadan otros enunciados de carácter titular. Por tanto, no hay que suponer que se trate nunca de un nombre compuesto. c) En el NT X qioxóç aparece 531 veces (hallándose en todos los escritos dei NT, con excepción de la Carta tercera de Juan). Está atestiguado 7 veces en Marcos, 16 en Mateo, 12 en Lucas, 19 en Juan y 26 en Hechos (con 8, 37). En el Corpus Paulinum (sin Hebreos) se halla atestiguado en 383 lugares. A esto hay que anadir Hebreos con 12 testimonios. Ias Cartas católicas con 49 y el Apocalipsis con 7 (cf. VKGNT II, 300s). 2. a) AT: Del verbo mãsah, «ungir» (ordinaria­ mente en la conjugación Qal, raras veces en Nifal) se deriva el participio mãsü‘‘}f, «ungido» (casi siempre en estado constructo; m‘sí“h yhwh o con sufijo; Sal 105, 15 atestígua una forma plural con sufijo). - Ni el uso no cultuai ni la unción de objetos cultuales es importante para nuestros fi­ nes; únicamente la unión de personas. 1) La u n c ió n d e i re y (32 veces, cf., por ejemplo, 1 Sam9, 16; 10, 1; 16, 3.12s; 1 Re 1, 34s.39) indica la constitución juridicamente válida, la autoridad y la inviolabilidad dei monarca (cf. 1 Sam 24, 7.11; 26, 9-11.23; 2 Sam 1, 14.16), aisladamente también la concesión dei Espíritu (1 Sam 10, 6.9-13; 16, 13). La designación de un rey co­ mo nfsVh yhwh (cf., por ejemplo, 1 Sam 12, 3.5; 2 Sam 19, 22; 23, 1; Sal 18, 51; 132, 17) indica la legitimación divina con arreglo a una especial elección y promesa para los descendientes (2

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Sam 7, 8-16). Prescindiendo de Saúl, de David y de los reyes davídicos, se habla sólo raras veces de la unción de un rey (Jehú en 2 Re 9, 3.6.12; Jazael en 1 Re 19, 15; cf. la fábula de Yotán en Jue 9, 7-15; vemos que en Is 45, 1 Ciro, rey de los persas, es «ungido de Yahvé»). 2) De la unción dei sumo sacerdote se habla casi únicamente en el documento sacerdotal (se habla también de ella en 1 Crón 29, 22 y en Eclo 45, 15). Al sumo sacerdote se le llama hakkõhêhn hammãsPfi (probablemente usado en sentido atributivo: Lev 4, 3.5.16; 6, 15; con suma probabilidad el m ãSfh mencionado en Dan 9, 25s es un su­ mo sacerdote). Se discute si esta unción es un ri­ to independiente de purificación y de consagración (Kutsch) o si, en el período posterior al destierro, tradiciones anteriormente reales fueron trasferidas al sumo sacerdote (Hesse). Es secun­ daria la unción general de los sacerdotes presupuesta en Ias adiciones al documento sacerdotal (cf., por ejemplo, Ex 40, 15; Núm 3, 3). 3) Sólo raras veces se habla de la unción de profetas (1 Re 19, 16; Is 61, 1). También aqui el interés se centra en la legitimación, pero especial­ mente en la concesión dei Espíritu (cf. 2 Re 2, 9.15s; Is 61, la; cf. «mis ungidos» para referirse a los patriarcas como «profetas», Sal 105, 15). 4) En cuanto a la expectación mesiánica, faltan en el AT los conceptos de mãsalj. y mãsPh. Es de­ cisiva la promesa de Natán en 2 Sam 7, 8-16 y la esperanza de la renovación de la monarquia por un descendiente de David. Esto se entiende como un acontecimiento dentro de la historia, según ve­ mos en Is 8, 23-9, 6, aunque un elemento de peralte es evidente. Los motivos están tomados de la ideologia tradicional acerca dei rey (Sal 2, 112; 89, 2-5.20-38; 110, 1-4; 132, 10-18), y en Is 11, 1-5.6-9 (10) están tomados también de la tradición dei paraíso. Con la predicación dei juicio se une la promesa de un comienzo completamen­ te nuevo dentro de la casa de David (Is 11,1; Miq 5, 1-3: Jer 22, 24-30; 30, 8s; Ez 17, 22-24; 34, 23s; Am 9, 11-15 [adición posterior]). Aunque la esperanza mesiánica no es constitutiva de la tradición profética, sin embargo se halla atestiguada en cierto modo continuadamente antes dei destie­ rro y durante el destierro. Revivió intensamente después dei regreso; ahí está la expectación orientada hacia Zorobabel, descendiente de Da­ vid (Ag 2, 20-23), junto al cual se hallaba como segunda figura mesiánica el sumo sacerdote Jo­ sué (Zac 4, l-6a.l0b-14; cf. 3, 1-10; 4, 6b-10a). Esta esperanza adquiere una forma especial allá donde el Mesías, como rey, que es en sí tiúsmo pobre y humilde, trae el reino de paz para Ias naciones (Zac 9, 9s). - Los textos que se orientan

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X q iotó ç

hacia la renovación dei oficio o de la dinastia, cuentan evidentemente con un final de la vida de quien desempena el cargo; se habla de muerte violenta en Zac 12, 10 (en el contexto de 12, 4-13, 1) y en Dan 9, 24-26 (por el contrario. Is 52, 13-53, 12 procede de otra tradición distinta y originalmente no tiene nada que ver con la mesianología). - Se trata siempre de una expectación para el futuro, pero no de una esperanza propiamente escatológica. b) Prescindiendo de concepciones no escatológicas y de una escatología consecuentemente teocrática, hubo en el judaísmo antiguo diversas for­ mas de mesianología. «Mesías» se usa entonces para referirse a la figura esperada dei tiempo de salvación; los testimonios no son numerosos (la mayoría de ellos son construcciones de genitivo), pero ofrecen no obstante una imagen clara. Se discute hasta qué punto puede documentarse el absoluto hammãsPh y mãsí“h, sin artículo (Jere­ mias, Güttgemanns). El término mãsPh no tendría sólo Ia función de una predicación y se usa­ ria también dado el caso para designar a una persona esperada (como ô ulòç roô àvüptójtou), si­ no que además podría adquirir un significado propiamente nominal, es decir, podría convertirse en (sobre-)nombre, conservándose su carácter ti­ tular. Pero, evidentemente, esto sucedió sólo en la tradición cristiana. 1) La tradición sobre el rey pervivía en tiempos posteriores al AT, incluso sin conexión con expectaciones escatológicas (cf. el libro primero de Macabeos y el Eclesiástico); el oficio de sumo sacerdote y la dignidad real se unieron en los Asmoneos. Si Jonatán obtuvo además dei oficio de sumo sacerdote la condición de rey vasallo (1 Mac 10, 19-21.62), vemos que su hermano y sucesor Simón fue reconocido por los mismos ju­ dios como «sumo sacerdote, generalísimo y prín­ cipe de los judios» (13, 42; 14, 41.47). La «alabanza de los padres» (Eclo 50) muestra la enorme significación atribuída a este oficio hereditário de rey-sumo sacerdote. En tiempo de los Macabeos hubo ya además expectaciones escatológicas (Daniel) y la esperanza mesiánica permanecia vi­ va. Se reconocen tres líneas de tradición; la concepción puramente monárquica, la expectación de dos figuras de mesías y la conexión con la tra­ dición apocalíptica. 2) Los Salmos de Salomón (17 y 18), proce­ dentes de la tradición farisaica dei siglo I a.C. son testimonio de la expectación de un mesías rey, hablan expresamente de y g i O T Ò ç x u q í o u o aíiTon (17, 32; 18, 1.5.7). Esta misma concepción la encontramos en la petición mesiánica de la Ora-

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ción de Ias Dieciocho Bendiciones, cuya versión más antigua podría remontarse a los tiempos an­ tes de Cristo (cf. Kuhn). Finalmente, esta comprensión dei mesías se encuentra en el Targum de los Profetas, que es tardio desde el punto de vista literário, pero que ha conservado tradiciones antiguas. Se trata siempre dei hijo de David, que ins­ taura un reino de paz, de fidelidad a la ley, y de justicia; bajo su gobiemo se produce el regreso de los dispersos, la restauración dei orden en el país, y los gentiles vienen a adorar. Esta mesitmología, independientemente de la tradición acerca de la condición de hijo de David, desempenó también un papel en los zelotas y en Bar-Kokbá (cf. Hengel, Scháfer). 3) La expectación de dos mesías, que enlaza con Zac 4, además de encontrarse en el estrato original (dificilmente determinable) dei Testa­ mento de los Doce Patriarcas (TestLev 17s; TestJud 24), se halla principalmente en los escritos de Qumrán. Junto a un profeta escatológico según Dt 18, 18s, identificado (según parece) con el «Maestro de Justicia», se esperan dos figuras de mesías de Jacob y de Leví, según Núm 24, 13-17 y Dt 33, 8-11 (4QTest 5-10; cf. 4QFIor 1, 13a). La posición preeminente dei mesías sumo-sacerdotal (cf. especialmente 1QS“ 2, 11-16) se halla aqui íntimamente relacionada con la tradición dei sacerdócio sadocita y es un elemento específico de la Comunidad de Qumrán. El sumo sacerdote mesiánico tiene una función decisiva incluso en la lucha final (IQM 2, 1; 15, 4; 16, 13; 18, 5; 19, 11). A los dos se los llama «ungidos de Aarón y de Israel» (cf. IQS 9, 11; CD 20, 1); el mesías re­ al es llamado también «príncipe de la comuni­ dad» (IQS'’ 5, 20; CD 7, 20 y passim) y «vástago de David» (4QPatr 3s y passim). Los dos mesías son figuras terrenas y representantes dei verdadero sacerdócio y de la verdadera realeza; no aparecen en ellos rasgos sobrehumanos. 4) En la apocalíptica no se piensa en la realización terrena de la salvación, sino en el fin dei eón presente y en el comienzo de un eón nuevo dei más allá. En la medida en que se aguarda una fi­ gura especial, en relación con el eschaton, se tra­ ta dei «Hijo dei hombre» (Dan 7, 13s; lenguaje metafórico en el Hen [et]; 4 Esd 13; -♦ uíóg 5). A veces se asocia con este título la expectación dei Mesías. La equiparación entre el «Mesías» y el «Hijo dei hombre» (Hen [et] 48, 10; 52, 4) es me­ nos interesante que la idea de que el tiempo dei Mesías precede al eón futuro; en el ApBar (sir) se presupone para el Mesías una función limitada temporalmente (30, 1; 40, 4; cf. también 74, 2s), y en el libro cuarto de Esdras se realza esa misma idea haciéndose referencia a la muerte dei Mesías

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X

q io t ó ç

(7, 26-35; también 12, 32.34b, cf. 13, 2ss). Se ha11a íntimamente relacionada con ello la idea dei reino de los mil anos (cf. Ap 20, 1-6; -►xí^tot)La concepción de la época mesiánica como un penodo intermédio se halla documentada tam­ bién en la tradición talmúdica y en los midrasim (ThWNTIX, 515-518). 5) El Mesías es hombre y soberano terreno, y no se presupone su inmortalidad; de acuerdo con ello se cuenta con su muerte. Trifón admite tam­ bién en el diálogo con Justino que el sufrimiento dei Mesías es conforme a la Escritura, pero rechaza como contraria a la Escritura la muerte dei Mesías en la cruz, basándose en Dt 21, 23 (89, 2; cf. 36, 1; 39, 7; 90, 1). A causa de Ias experiên­ cias de la insurrección de Bar-Kokbá, surgió en el siglo II la idea de un Mesías ben-Josef, que primeramente permanecería oculto y que luego moriría. Ahora bien, la muerte dei Mesías no tiene en ninguna parte significación salvífica. La con­ cepción del Mesías que sufre y muere es también independiente de Is 53 (la designación de «Siervo de Dios» no se baila generalmente en conexión con el Deuteroisaías). Es evidente que sólo en la tradición cristiana se interpretó mesiánicamente el texto de Is 53. No existen textos judios precristianos que documenten una interpretación mesiánica de ese texto; la tradición targúmica lo interpreta, sí, mesiánicamente, pero reinterpreta todos los enunciados de sufrimiento convirtiéndolos en enunciados de exaltación (cf. Hegermann, Rese). 6) Según 2 Sara 7, 14; Sal 2, 7; Is 9, 5s, el rey, en su entronización, es adoptado como «bijo de Dios». Los testimonios en favor del Mesías como el Hijo de Dios, en el judaísmo antiguo, son escasos, pero al menos se ballan claramente docu­ mentados en 4QFlor 1, 10-13. Queda en suspenso la cuestión de saber si esta expresión se usó tam­ bién como un título independiente (—>• utóç 3.a). El motivo apenas tendría peso en el marco de la mesianología regia. 7) llQMelq 18 muestra claramente que permaneció viva la unción de los profetas, en relación con Is 61, 2. Allí se habla del mensajero de ale­ gria -según Is 52, 7— como del mãsflj, (cf. mfsiliím, CD 2, 12; 6, 1; IQM 11, 7). La variante textual m‘sTh hãrü“h (de Jonge-van der Woude) no está completamente asegurada, pero es probable, si nos basamos Is 61, L

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cir ya de los textos evangélicos mediante un examen histórico-crítico. Tampoco sabemos si Judas Iscariote abrigaba esperanzas mesiánicas, pero no Ias vio cumpHdas en Jesús, y por este motivo le entrego. b) La confesión de Pedro reconociendo a Jesús como el Mesías, en Ias cercanias de Cesarea de Filipo (Mc 8, 29par.), desempena un papel importante en la tradición posterior de la comunidad. En la versión trasmitida, la confesión es aceptada por Jesús, pero es se­ cundaria la conexión importante de esa aceptación con Ias palabras acerca del Hijo del hombre que ha de padecer y resucitar (Mc 8, 30s par.). El rechazo de Pedro (Mc 8, 32s par) se refirió quizás originalmente a la confesión mesiánica misma, en vista de sus implicaciones políticas. Esto condujo evidentemente a que el cristianismo primitivo fuera reservado, al principio, en cuanto al empleo del título de Mesías. c) En la actitud de Jesús en público y en su proclamación no se observan en absoluto ras­ gos zelóticos. Así aparece ya claramente en Ias afirmaciones del Sermón de la Montana acerca de la no violência. Esto mrsmo se apli­ ca a la respuesta que Jesús da a la pregunta acerca del tributo ptura el César (Mc 12, 13-17 par.), y a la «sentencia de los que toman por la fuerza» (Mt 11, 12 par.), y también a Ias dos palabras acerca del uso de la espada (Mt 10, 34 y Lc 22, 36-38). Ni la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (Mc II, 1-10 par.) puede considerarse como una actitud cercana a la de los zelotas, ni tampoco la expulsión de los mercaderes del templo (Mc 11, 15-17 par.), la cual -por su parte- no está motivada por razones revolucionarias o políticas, sino que re­ presenta una acción escatológica a modo de parábola, que senala bacia el final del templo terreno en vista de que está comenzando el reino de Dios. Más tarde, la comunidad, con su descripción de la tercera tentación de Je­ sús, caracterizo acertadamente la actitud de 3. a) Hasta qué punto Ias personas que in- Jesús frente a todas Ias tendências zelóticas. d) Tuvo especial peso el hecho de que Jesús quirían acerca de la función y de la dignidad fuera crucificado como supuesto zelota y «rey de Jesús (Mc 8,28 par.), le veían como el Me­ sías prometido, es algo que no podemos dedude los judios» (Mc 15, 26 par.). En ello vio la

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X qiotóç

comunidad primitiva un acontecimiento que­ rido por Dios. Con esto surgió de nuevo la cuestión acerca de la eonexión de la expectación mesiánica con la muerte dei Mesías. Las diversas versiones dei interrogatório ante Pilato permiten conocer que la acusación contra Jesus, que originalmente pretendió ser políti­ ca, se entendió luego en sentido histórico-salvífico. e) Las afirmaciones de que «Algo más grande que Jonás está aqui» y «Algo más grande que Salomón está aqui» (Lc 11, 31c. 32c par.), que creemos que se remontan a Je­ sus mismo, revelan una comprensión de sí mismo que va más allá de la dei profeta y de la dei maestro de sabiduría. Pero es dudoso que esto evoque necesariamente la idea dei mesianismo. Si, a pesar de la actitud clara­ mente antizelótica de Jesus, presuponemos en Jesús una autoconciencia mesiánica, entonces habrá que mostrar cómo trasformó él la mesianología dei AT y dei judaísmo. Semejante proceso de trasformación se reconoce clara­ mente en lo que respecta a la comunidad postpascual; pero es sumamente discutible que ese proceso pueda presuponerse en el caso de Jesús. Es muchísimo más probable que Jesús no se haya aplicado a sí mismo ninguna de las categorias tradicionales acerca de una figura para el tiempo de la salvación; de lo contrario, la tradición post-pascual ofrecería un cuadro más uniforme. Precisamente la lucha de la co­ munidad por bailar predicaciones objetivas permite conocer que, para esto, había sólo puntos de partida indirectos. Sobre todo, hay que rechazar la concepción de que existían ya el judaísmo pre-cristiano esas modificaciones correspondientes, y de que Jesús no tuvo más que aplicárselas a sí mismo.

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que en él la expresión ó PoaiXcuç tóõv T o u ôaímv, formulada en sentido profano y que aparece varias veces en 15, 1-20.26, se recoge juntamente eon la expresión ó XQtotóç y la expresión veterotestamentaria y judia ^aoiToQaf|?i. Un uso consciente como predicación de majestad aparece también en 9, 41 ( y 1, 3 4 V .I .) , donde X q io t ó ç se eneuentra sin artículo y se presupone la identidad con la persona de Jesús, con lo cual resalta aún más claramente el carácter de título. Tqooúç X q l o tó ç aparece únicamente en 1, 1, donde la expresión está ampliada, sí, por la de olòç ■&EOÍ3 (esta variante textual merece la preferencia), pero sin que se abandone la función titular. La advertência escatológica en 13, 21 emplea ó XQtOTÓç como designación de fun­ ción en el sentido judio (el v. 22 habla de ijjeuôóxQiaTOi y ajJEUÔojtQoqpfÍTaL). La misma realidad se expresa en 12, 3 5 , donde se formula en general la pregunta acerca de la condición dei Mesías de ser Hijo de David; desde luego, esta pregunta se refiere a la per­ sona de Jesús y se orienta bacia el Sal 110, 1 y a la designación de Jesús como xÓQioç. b) El uso de x q l o tó ç en los 18 pasajes de Mateo se halla íntimamente relacionado con el de Marcos, lo cual se debe -en parte- a la tradición paralela. Mateo, en 16, 16 (par. Mc 8, 29) completó ó XQtoxóç mediante la predicación de Hijo de Dios, pero en el precepto dei silencio, en 16, 20, inserta expresamente ó XQitJTÓç. De manera parecida, 26, 63 (par. Mc 14, 61) es recogido de nuevo en 26, 68 con el vocativo XQLOTÉ. El carácter predicativo de ó XQtOTÓç se acentua de nuevo por la expresión que aparece en Mateo: T tio o õ ç ó Xeyóixevoç X q io t ó ç (no en el sentido de «por nombre», sino de que «es llamado»): 1, 16; 27, 17.22. Usado como titular, ó X q io t ó ç sustituye en 4. a) En los 7 (8) pasajes de Marcos, vemos 1, 17; 2, 4; 11, 2; 23, 8.10 al nombre de Jesús. El simple X q l o tó ç no aparece, en cambio que 8, 29 y 14, 61 ocupan un lugar central. En estos textos aparece claramente que el evan­ Tr^oonç X q io t ó ç se eneuentra en 1, 1.18; 16, 21 (v.L). En la pregunta acerca de la condi­ gelista ve enlazadas en la designación ó ción de hijo de David, en 22, 42, y en la ad­ TÓç las dos tradiciones acerca de Jesús como el «Hijo de Dios» y como el «Hijo dei homvertência escatológica, en 24, 23(s), bailamos bre» (cf. 8, 27-9, 8; 14, 61s; -> uíóç 3.c/4). esencialmente lo mismo que en Marcos, sólo que Mateo completa en 24, 5 la advertência Además, es importante el texto de 15, 32, por­

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X qiotóç

mediante Ias palabras sy(jó el[iL ó XQtoxóç (Mc 13, 6: EYCÓ eífxi). Está claro que en Mateo se recogen sin duda alguna Ias tradiciones mesianológicas del AT y se aplican a Jesus, lo cual implica al mismo tiempo el rechazo de todos los demás preteudientes a Mesías que pudieran aparecer. Con insistência se realza ya en la historia de la infancia la dignidad mesiánica de Jesús. Y lo mismo se hace a propó­ sito de la confesión de Pedro y de la condena de Jesús. Es sorprendente, además, lo que se dice en 11, 2, porque con la expresión t à £Qya Ton Xpioxoti se designan los actos mila­ grosos de Jesús, algo que no se encuentra pre­ viamente en la concepción del AT y del ju­ daísmo acerca del Mesías, sino que procede de otro estrato distinto de tradieión, que aqui se halla asociado con la idea de la mesianidad de Jesús. c) Un cuadro distinto lo ofrecen el Evangelio de Lucas y el libro de Hechos. En primer lugar, el autor emplea el verbo XQtm en relación con la promesa de Is 61, la (Lc 4, 18; Hech 4, 27; 10, 38). Esto se halla en innegable conexión con la historia del bautismo y con la marcada cristología lucana del Espíritu. Luego tropezamos con dos formulaciones típicas del AT, que faltan en los demás Evangelios: ó XQtoxòç xoü UecO en la confesión de Pedro (Lc 9, 20 a diferencia de Mc 8, 29; también en 23, 35) y ó XQurxòç xugíon (Lc 2, 26); claro que hallamos igualmente el uso pa­ ralelo de xQioxóç y de xúqioç , lo cual se ha­ lla íntimamente relacionado con el doble uso de xÚQLOç (Lc 2, 11; Hech 2, 36; 4, 26; cf. 11, 17; 15, 11.26; 16, 31; 20, 21; 28, 31). Es nuevo, además, con respecto a Marcos y Mateo el uso de ó XQiotóç en relación con la muerte y la resurrección de Jesús (Lc 24, 26.46; Hech 3, 18; 17, 3a; 26, 23) o con la resurrección y la exaltación (Hech 2, 30-36). En el libro de Hechos se encuentra varias veces la expresión èv ôvópaxi ’I t)00 õ XpioxoD (compárese Mc 9, 41 con 9, 37-39 y Lc 9, 49; Mc 13, 6.13 par. Lc 21, 8.17), tanto en relación con el bau­ tismo (Hech 2, 38; 10, 48) como con un acto milagroso (3, 6; 4, 10; cf. 16, 18). Finalmen­ te, encontramos la expresión singularísima Ó

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JtQOXEXELQiopévoç íiptv XQLOxòç TT]aoüç en un enunciado acerca de la parusía (3, 19-21).

Por lo demás, el uso del término se atiene a lo que hemos visto ya en Marcos y en Mateo. Esto se aphca a la pregunta acerca de la condición de hijo de David en Lc 20, 41, o a la historia de la Pasión, e incluso a Ias modificaciones o adiciones en 22, 67-69; 23, 2.39 (cf. V. 35). Lo mismo que en 22, 67-69, vemos que ó XQtoxóç y ó níòç xoü '&e o ü , en Lc 4, 41; Hech 9, 20, se ponen marcadamente en re­ lación mutua. Es además notable en Hechos, por un lado, la expresión EuaYYe^tÇoitcn o xtiQÜoom xòv X q io x ò v fltio o ü v ) en 5, 42; 8, 5; 9, 20, y, por otro lado, la afirmación de que Pablo convenció a la gente de que Jesús es el Cristo: 9, 22; 17, 3b; 18, 5.28. Excepto en textos discutidos desde el punto de vista de la cntica textual, la expresión Tqaoüç Xgioxóç aparece marcadamente raras veces: Hech 9, 34; 10,36; 15, 26; 24, 24. Así que se dibuja una concepción independiente. Sin desplazar otras tradiciones cristológicas, Lucas recogió conscientemente y desarrolló ampliamente la idea mesiánica en co­ nexión con su cristología. El carácter predicativo y titular resalta innegablemente, lo cual nos hace ver al mismo tiempo que X q io x ó ç , al final del siglo I, no se había convertido simplemente en un segundo nombre propio, sino que el vigor enunciativo de este término se había conservado plenamente (así aparece igualmente en el enunciado acerca de Juan el B autista en Lc 3, 15). 5. a) 1) Si echamos una ojeada a los aproxi­ mamente 271 pasajes en que aparece X qioxóç y T tío o ü ç X q io x ó ç ( X q io x ò ç T tio o ü ç ) en Ias Cartas paulinas que son indudablemente autênticas, entonces encontramos un marcado empleo del término, que muestra una asombrosa congruência pero que no tiene, ni mucho menos, el carácter de un rígido formulismo. El empleo del término es característico de Pablo en muchos aspectos, pero se funda­ menta en una manera general de hablar del cristianismo primitivo. Pueden distinguirse tres grupos, entre los cuales hay también cier-

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X qiotóç

tas confluencias: testimonios en los que ’I t)aoüç X q io t ó ç está asociado con x ú q i o ç o ó xÚQioç q|xâ)v; textos en los que aparece ’Ir)ooüç X q i o t ó ç ; enunciados con X q io t ó ç o ó X q i o t ó ç (a causa de Ias frecuentes variae lectiones, sólo podremos ofrecer a menudo ci­ fras aproximadas). 2) El primer grupo presenta una imagen re­ lativamente compacta. La expresión x ú q l o ç ’I t] o o í 5ç X q l o t ó ç (que aparece unas 14 veces) nos permite reconocer claramente que su origen está en la tradición confesional (1 Cor 8, 6 ; Flp 2, 11, también 3, 20) y en la tradi­ ción litúrgica (Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1, 2; 13, 13; Gál 1, 3; Flp 1, 2; 4, 23; 1 Tes 1, 1; Fim 3.25; también Rom 13, 14). ó x ú q l o ç fípcõv I t^o o i í ç X q l o t ó ç (que aparece unas 27 veces) nos permite ver que se trata igualmen­ te de un lenguaje estereotipado, como lo demuestra el uso frecuente en expresiones con ÓLÓ (Rom 5, 1; 7, 25 y passim), èv (Rom 6 , 23; 8, 39; 1 Cor 15, 31) o la combinación con òvopa (1 Cor 1, 2.10; 6, 11). Sobre la conexión con la tradición litúrgica, cf. también Rom 15, 6; 2 Cor 1, 3. Entre Ias construcciones de genitivo (fipÉQa, ánoxáX.urlLLÇ, èLjtíç, rcaQouoía) llama la atención el uso de / ó q l ç (2 Cor 8, 9; Gál 6, 18; 1 Tes 5, 28). Cuando Pablo, en Gál 6, 14, habla de OTauQÒç t o ú XUQLOU f|pã)v Tr|ooú X q l o t o õ , se trata de un neologismo creado según este modelo (cf. 6, 12).

3) Entre los testimonios dei segundo grupo con Tqooúç X q l o t ó ç llaman la atención de­ terminadas combinaciones de palabras. Y, así, Pablo, en los comienzos de sus cartas, habla de sí mismo como àrcóoToLoç, ôoúLoç o ôéofLLOÇ T t]O o õ X q l o t o ú (Rom 1,1; 1 Cor 1, 1; 2 Cor 1, 1; Flp 1, 1; H m 1.9). Se habla tam­ bién varias veces de la jttOTLÇ Tqaoú X q l o TOÜ o ELç X q l o t Ò v Tr|aoi5v (Rom 3, 22; Gál 2, 16a.b; 3, 22). Aisladamente surgem tam­ bién combinaciones con qpÉQa (Flp 1, 6), ÓJioxálLmlJLç (Gál 1, 12), I e l t o u q y ó ç (Rom 15, 16), jTveõpa (Flp 1, 19), además PajtTÍCeiv EÍç X q l o t Òv T t io o ú v (Rom 6, 3, cf. v.L). Son igualmente importantes Ias frases preposicionales con 5 lÓ (que aparecen unas seis ve­

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ces) y con èv (unas 28 veces). Que T tio o ú ç X q l o tó ç no se emplea sólo a modo de fórmu­ la, resalta claramente por diez (once) enuncia­ dos cristológicos centrales; Rom 5, 15.17 (8, 34 v.L); 1 Cor 2, 2; 3, 11; 2 Cor 1, 19; 4, 5; 13, 5; Gál 3, 1;4, 14; Flp 2, 21. 4) El cuadro más diferenciado aparece en el tercer grupo con ó X q lo tó ç o X q l o tó ç sin artículo. Aqui se dan numerosas combinacio­ nes estereotipadas como EÚayYÉÀtov t o ú X q l o to ú (9 veces, además varias veces como v.l. en lugar dei uso absoluto), Èy,%kr\oía t o ú X q l o to ú (Rom 16, 16, cf. Gál 1, 22), otõpa X q l o to ú o t o ú X q l o to ú (Rom 7, 4; 1 Cor 10, 16; 12, 12.27, cf. p.é)LT| X q l o to ú en 1 Cor 6, 15), àYÓJtTi TOÚ X q l o to ú (Rom 8, 35; 2 Cor 5,14), jtíoTLç X q l o to ú (Gál 2, 16; Flp 3, 9) y OTOUQÒç t o ú X q l o to ú (1 Cor 1, 17; Gál 6, 12; Flp 3, 18). A esto se anaden otras construcciones de genitivo con vóp,oç (Gál 6, 2, cf. Evvopoç X q l o to ú en 1 Cor 9, 21), pfjpa (2 Cor 5, 10), ripÉQa (Flp 1, 10; 2, 16), újrqQÉTTiç o ôoúLoç (1 Cor 4, 1; 7, 22), Qf|p,a (Rom 10, 17), paQTÚQiov (1 Cor 1, 6), ôúvapLÇ (2 Cor 12, 9), al[xa (1 Cor 10, 16), xotQLç (Gál 1, 6), jtvEúpa (Rom 8, 9) y algunas otras. Tienen una función importante Ias construcciones con preposiciones; ôlò X q l o to ú o TOÚ X q l o to ú (2 Cor 1, 5; 3, 4; 5, 18), újtèQ X q l o to ú (2 Cor 5, 20a.b; 12, 10; Flp 1, 29), oúv X qlotcõ (Rom 6, 8; Flp 1, 23; cf. Rom 6, 3s; 8, 17; Gál 2,19; 1 Tes 5 ,9s), ôlò X q l o tó v (1 Cor 4, 10; Flp 3, 7), elç t ò v X q l o t Òv (Rom 16,5; 2 Cor 1, 21; 11, 3; Gál 3, 24; Fim 6; además paJtTi^Eiv e I ç X q lo tó v en Gál 3, 27) y principalmente èv X qlotcp (unas 25 ve­ ces). A esto habrá que anadir los numerosos textos que contienen el simple X q lo tó ç (unas 47 veces) o la expresión ó X q lo tó ç usada en­ fáticamente (unas 17 veces) y los pasajes con Tqaoúç X q lo tó ç (unas 10 veces). 5) Para evaluar la importância de estas ex­ presiones para Pablo, habrá que comenzar por el uso independiente de X q l o t Óç , ó X q lo tó ç y Tqooúç X q l o tó ç . Aqui nos llama la atención inmediatamente el hecho de que la muerte y la resurrección de Jesus se hallen en el centro, ya sea en enunciados dobles (1 Cor

2133

X

q io t Ó ç

15, 3-5: Rom 6, 3s; 8, 34; 14, 9) o en enun­ ciados simples acerca de la muerte de Jesús (Rom 5, 6.8; 14, 15; 15,3; 1 Cor 8, 11; Gál2, 19.21; cf. Rom 5, 15.17; 1 Cor 5, 7), su crucifixión (1 Cor 1, 23; 2, 2; Gál 3, 1.13) o su resurrección (Rom 6, 9; 8, 11; 10, 7; 1 Cor 15, 12-17.20.23). A esto se anaden enunciados explícitos sobre la exaltación (Rom 8, 34; 10, 6 ), la preexistencia (1 Cor 10.4; 11, 3a.b) y la existência terrena de Jesús (Rom 9, 5; 2 Cor 5, 16). En conexión con los enunciados acer­ ca de la muerte, la resurrección y la exal­ tación de Jesús se hallan todos los textos acer­ ca dei otõpa X q io x o ü y dei X q io t ò ç ev úpT v y otras expresiones parecidas (1 Cor 1, 13; 12, 12; Rom 8, 10; 1 Cor 3, 23a; 2 Cor 10, 7a.b; 13, 5; Gál 2, 20; 3, 29; 4,19; 5, 24); asimismo los enunciados acerca de la proclamación de Cristo (Rom 15, 18.20; 1 Cor 1, 17.23; 15, 12; 2 Cor 1,19; 4, 5; Gál 4,14; Flp 1, 15.17.18). De la tradición bautismal y de la tradición parenética proceden enunciados so­ bre el «revestirse» de Cristo y el «imitar» a Cristo (Gál 3. 27; Rom 13,14; 1 Cor 11,1; cf. Rom 15, 7; 1 Cor 10, 9; 2 Cor 11, 2; Flp 2, 21). A esto se anaden enunciados cristológicos de índole fundamental (Rom 10, 4; 2 Cor 1, 24; 3, 11.23; Gál 2, 17; 3, 16; 5, 1; Flp 1, 20) y algunos expresiones especiales (Rom 9, 3; Gál 5, 2.4; 1 Cor 1, 12s; Flp 1, 21; 3, 8 . 12) . De ordinário Pablo utiliza el simple X qloTÓç, que (como título) sustituye - a la vez- al nombre; en algunos pasajes lo emplea con ar­ tículo (Rom 9, 3.5; 15, 3.7; 1 Cor 1, 13; 10, 4.9; 11, 3; 12, 12; 2 Cor 11, 2; Gál 5, 24; Flp 1, 15.17). Merecen especial atención algunos enunciados acerca de la actividad representa­ tiva dei apóstol (cf. principalmente úitèg Xpiorron, 2 Cor 5, 20) y sobre la realidad dei ocõpa XgioTon que trasciende el espado y el tiempo (1 Cor 12, 12-27; cf. Rom 12, 5), en­ tre los que hay que incluir la expresión eclesiológica èv XpiOTÕ) o èv XpioTcõ "Irjaoü, que en muchos casos (aunque no en todos) es forma abreviada de èv (xm) ocópaxi (xoü) XQtaxoíi (por ejemplo, en 2 Cor 5, 17; Gál 3, 28). El título se entiende a partir dei aconteci-

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miento salvífico que tiene su centro en la muerte, la resurrección y la exaltación de Je­ sús. b) 1) Entre Ias Deuteropaulinas vemos que la Carta segunda a los tesalonicenses muestra un uso rígido dei término. Aparte de expresio­ nes formularias con x ú q lo ç I t io o ü ç X qloxóç (4 veces) y ó xúptoç fípcõv Itiooüç X qlOXÓç (5 veces), no encontramos más que la construcción de genitivo ujxopovfi xon X q io x o ü (3, 5; cf. la v.l. en 2, 2). 2) Colosenses y Efesios muestran un cuadro diferente. En ellas, el uso paulino dei término se desarrolla de manera consciente y (en par­ te) independiente. Además de expresiones es­ tereotipadas con KÚQLOç “I t io o u ç X qlo xó ç (Col 2, 6; Ef 1, 2; 6, 23) y ó x ú q l o ç fipwv ’Iqooüç X qloxóç (Col 1, 3; Ef 1, 3.17; 3, 11; 5, 20; 6, 24) y de la designación àjxóoxoltoç ’I t]OOÜ X qloxoü (Col 1, 1; Ef 1, 1), aparecen numerosas construcciones de genitivo con X q lo x ó ç o ó X q l o x ó ç : junto a ôtáxovoç, ôoõ^oç, ôéopioç (Col 1, 7; 4, 12; Ef 3, 1; 6, 6), jcX,oüxoç, aYÓJtT), (pó^oç (Ef 3, 8.19; 5, 21), ELQf|VTi (Col 3, 15; cf. Ef 2, 14), ôcoqeó (Ef 4, 7), J^óyoç (Col 3, 16), [muy acentuadamente] ai[ta (Ef 2, 13), om pa (Col 2, 17; Ef 4, 12, cf. 1, 20-23), así como nÀriQwpa (Ef 4, 13) y puoxTiQLOV (Col 4, 3; Ef 3, 4). A esto se anaden en Colosenses Ias expresiones xtOXEQ T ip a x a xmv ■O^ítliecnv xon X qloxoü y jxeqlxopT) xon X qloxoü (1, 24; 2, 11), y en Efe­ sios la expresión ^ a o L lte ía xoü X qloxoü x a l O-Eon (5, 5). El peso dei uso dei término X qloxóç se hace aún más claro, cuando se tienen en cuenta los enunciados independientes con X qlox Óç y ó X qlo xó ç . En Colosenses el mistério central de la salvación se describe con la frase X qloxóç èv npiv (1, 27). X qlo xó ç , que está sentado a la derecha de Dios (3, Ib), es «nuestra vida» (3, 4). Se dice de Ias personas que han rauerto y han resucitado con él en el bautismo (2, 20; 3, la): x) ^cof) npcõv xéX Q njtxoL onv xm X qloxco ev xtp •ftEÔ (3, 3); acerca de la comunidad se dice: Jtúvxa x al EV Jiõotv X qloxóç (3, 11).

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X qiotóç

Más expresivos aún son los pasajes de Efesios. Con arreglo al enunciado fundamental de que el [inaTriQiov toü X qioxoü consiste en la unidad de judios y gentiles, la carta se centra en la función dei XQiaxóç, que es la de crear la salvación y establecer la paz (2, 12s.14-18), en el xaxoixfjaai xòv X qloxòv en los corazones (3, 17), en el vi vir juntamen­ te con Cristo (2, 5, cf. 2, 6). El Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (5, 2), y quiere iluminamos (5, 14). En lo que respecta al afflpa de la Iglesia (Ef 4, 12, cf. Col 1, 18), él es la xecpaXf| (4, 15, cf. 1, 20-23), una idea que se desarrolla en relación con la parénesis dirigida al marido y la mujer (5, 23s.29; cf. además 2, 8; 4, 20; 6, 5). A causa de esta te­ mática eclesiológica. Ias expresiones èv X qloxcõ (5 veces) y èv Xpioxô» ’lT]aoíj (7 veces) desempenan un papel importante. Merece también nuestra atención el uso singularísimo de X qloxòç I tiooüç como expresión independiente (2, 20). Vemos por doquier en estas cartas que X qioxóç se usa en sentido titular. Esto se acentúa aún más en Efesios por el hecho de usarse el artículo delante de X qloxóç.

3) De los 32 pasajes de Ias Pastorales, tan sólo 1 Tim 5,11 usa el simple X qioxóç (cf. la v.l. en 1 Tim 2, 7; 2 Tim 2, 19). Todos los demás pasajes usan X qioxóç T tiooüç o T tiooõç X qloxÓç . Se trata en buena parte de constracciones fijas de genitivo con àjTÓoxoX.oç (1 Tim 1, 1; 2 Tim 1, 1; Tit 1, 1), ôiáxovoç (1 Tim 4, 6) y correspondientemente con oxQaxiTOXTiç (2 Tim 2, 3). Además, Jtíoxiç, àYÓJxq, XÓQLÇ, ocoxTiQLa y Çcafi son completadas por la expresión f| èv X qioxõ ) T t)o o õ (1 Tim 1, 14; 3, 13; 2 Tim 1, 2.13;"2, 1.10; 3, 15); en forma correspondiente se dice: eíioePcüç Çfjv èv X qioxõ ) T t]Ooõ (2 Tim 3, 12). Encontra­ mos además: ôiapaQXÚQopai èvcójtiov xoõ ■ôeoõ x a l X q io x o õ T tiooõ (1 Tim 5, 21; 2 Tim 4, 1; cf. 1 Tim 6, 13). Se remite simultáneamente a Dios y a Cristo Jesus en la expre­ sión x ax’ èjaxayTiv Ueon ... x a l X qloxo O Tqooü (1 Tim 1, 1) y con suma probabilidad también en èjtiqpáveia xfjç 8ó^r|ç xoü peyá7,00 O-Eoü x a l omxfíQoç f|p,cbv T tiooü X q io -

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xoü (Tit 2, 13). Como en otros lugares dei NT, se usa X qioxóç T q o o õ ç ó xÓ Q ioç q[j,ã)V (1 Tim 1, 2.12; 6, 3.14; 2 Tim 1, 2); en vez de ésta expresión, se usa también X qioxóç TriO O Õ Ç Ó O Ü )X T )Q T |p ,Õ )V (Tit 1, 4). Las Pastorales son realmente interesantes únicamente cuando citan la tradición kerigmática: 1 Tim 1, 15; 2, 5s; 6, 13(-16); 2 Tim 1, 9s; 2, 8; 4, 1; Tit 2, (lls.)13s; 3, (4s.)6s. En todos estos pasajes se emplea la expresión X qioxóç T t]o o õ ç , asociada con un enunciado soteriológico característico. Precisamente la preferencia por la primera posición de X q io ­ xóç en las Pastorales nos hace ver a todas luces que se sintió claramente y se mantuvo el carácter titular de este término (cf. también 1 Tim 1, 16). 6. a) En la cristología dei Evangelio de Juan no se halla en primer plano la idea dei Mesías, aunque 19 veces se habla de Jesús co ­ mo X qioxóç, y con ello se expresa claramen­ te el carácter predicativo y titular de este tér­ mino. Juan el Bautista rechaza, por su parte, que él sea el Mesías: 1, 20.25; 3, 28. Se hace referencia a la expectación dei AT y a su cumplim iento: 1, 41; 4, 25s.29 (4, 42 v.l.); 7, 26.41a. En 1, 41 y 4, 25 se recoge el término hebreo trascrito M e o o la ç y se traduce en atención a los lectores griegos. Se dilucidan también expresamente cuestiones sobre la esperanza judia dei Mesías: la cuestión acerca dei origen dei M esías en 7, 2 7 .41b .42 (cf. también 4, 25), de su actividad taumatúrgica en 7, 31 (cf. Mt 11, 2) o de su permanência para siempre en 12, 34. Junto a enunciados predicativos con o íx ó ç èoxiv ó xqioxóç en 4, 29; 7, 26.41a, se halla la locución con eÍ ou / oò eT ó xqiotóç en 10, 24; 11, 27 (cf. 6, 69 v.l.) y especialmente la expresión ópoXoYeXv XQioxóv en 9, 22, que innegablemente senala el carácter y uso titular dei término en enun­ ciados de confesión. Esto resalta claramente al final dei Evangelio, en 20, 31; ... iv a m o xeúoTixe oxi Ttiooõç èoxiv ó X qloxòç ó uLòç ÜEOõ. En contraste con ello, el uso de Tqo o õ ç X qloxÓç es raro y se limita a los dos enunciados tradicionales de 1, 17 y 17, 3.

2137

X qujtóç

b) En Ias Cartas primera y segunda de Juan encontramos ocho y cuatro testim onios res­ pectivam ente, en los que es especialm ente frecuente el uso de ’I t)OOüç X qlot Óç . Pero habrá que averiguar todavia cóm o se Uegó a ello. Lo mismo que en Jn 9, 22, encontramos en 1 Jn 2, 22; 5, 1 enunciados confesionales en los que se dice, por un lado; ó àQVOÚp,8v o ç ÕTL Itio o ijç o n x EOTiv ó XQLOxóç, y por otro lado: ó Jtioxeúcov ôxi ’l T ] a o ' 0 ç è o n v ó XQicrxóç (en paralelo con el ópoXoYÉco o jucrxenco ôxi 'Itiooõç ècrxLV ô n iò ç xon ■&Eoij en

1 Jn 4, 15; 5, 5). De conformidad con esto, en 2 Jn 9a.b se habla de la ÔLÔaxT] xon Xpioxon. En los enunciados confesionales, la expresión ’lT)aonç X qioxóç se estructura en el ins­ tante en que lo se discute no es la mesianidad de Jesús como tal, sino la comprensión de la misma. Así sucede en 1 Jn 4, 2 y 2 Jn 7, don­ de se trata de ôp.oX,oYetv Irjoonv X qioxòv èv oagícl èX,TiX,n'&óxa / èQxópevov èv oagxí; de manera correspondiente se usa Irio o n ç Xgioxóç en 1 Jn 5, 6. En los demás pasajes con «Jesús el Cristo», hay combinación con otra predicación más, ya sea la de el Hijo de Dios en 1 Jn 1, 3; 3, 23; 5, 20; 2 Jn 3, o bien la de ôíxaioç y JtagáxXTixoç en 1 Jn 2, 1. c) Es característica de la teologia joánica la estrecha relación entre la mesianidad de Jesús y su condición de ser el Hijo de Dios. Esto se expresa programáticamente en Jn 11, 27 y 20, 31, pero resalta también claramente en otros pasajes. A esto se refiere en el Evangelio, en­ tre otras cosas, la vinculación de (3aaiÀEÒç xon ’IoQaf|7, / xmv Tonôaícov con níòç xon deon en Jn 1, 49 y 18, 33-37a; 19, 7. Por la condición de Jesús de ser el Hijo de Dios, debe rechazarse toda cristología docetista. Todo eso es la obra dei anticristo o de los anticristos (1 Jn 2,18.22; 4, 3; 2 Jn 7), que no son in­ crédulos sino herejes (cf. 1 Jn 2, 19). Por tan­ to, la idea dei Mesías no debe entenderse en el sentido de una simple humanidad ni en el sen­ tido de una pura divinidad. Con plena conciencia se mantiene firmemente la predica­ ción «Mesías», resaltando el uso de esta pre­ dicación en enunciados confesionales. Lo mis­ mo que en Lucas/Hechos, observamos que al

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fin dei siglo I se mantiene plenamente el carácter predicativo y titular de Xgioxóç, aunque otras ideas cristológicas hayan ocupado el primer plano. 7. a) En la Carta a los hebreos hay tres pa­ sajes en los que aparece la combinación Ti]ooõç X qloxóç, y en todos los casos se reconoce claramente el carácter titular dei término X qioxóç (10, 10; expresiones fijas en 13, 8. 21). En Ias seis veces que aparece ó xçicrxóç (3,14; 5, 5; 6,1; 9, 14.28; 11, 26) y en Ias tres veces que aparece Xgioxóç (3, 6; 9, 11.24), consta firmemente, así y todo, el significado titular. El autor habla de ó xfjç àgxfjç xon X qloxoõ 'kóyoç (6, 1), designa a los creyentes como p,éxoxoi xon Xgioxon (3, 14) y en la tipologia de los testigos de la fe hace refe­ rencia a los òveiôio|xol xon X pioxon (11, 26). Pone X qioxÓç en relación con la condi­ ción de Jesús de ser el Hijo de Dios (3, 6) y con su ministério de Sumo Sacerdote (5, 5; 9, 11.14.24.28). Es fundamental en Hebreos la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios (4, 14; cf. 6, 6). Esta confesión se desarrolla con ayuda de la idea de Jesús como Sumo Sacer­ dote; al mismo tiempo se recoge también conscientemente la idea de la mesianidad de Jesús. Esto aparece claramente en 9, 11-28, donde se habla dei aífia xon XQioxon (9, 14), dei sacrifício que Cristo hizo de una vez para siempre (9, 28a) y de su nueva venida (9, 28b). Aqui se ve claro, como en 11, 26, que los enunciados mesiánicos están asociados principalmente con la muerte de Jesús y reciben de ella su significación. b) La Carta primera de Pedro contiene to­ da una serie de expresiones estereotipadas, lo cual se ve por el uso de ó x n g io ç 'np.mv en la fórmula introductoria de bendición (1, 3) y en expresiones que se haUan vinculadas con Tt]oon ç X qloxóç, com o son; à n ó o x o ^ o ç (1, 1), áJcoxóÀnijHç (1, 7.13), Q avxiapòç al'p,axoç (1, 2), à v á o x a o iç (1, 3; 3, 21), y en frases con ô ió (2, 5; 4, 11). Expresiones fijas con X qloxóç sin artículo aparecen únicamente en EV XQLaxm (3, 16; 5, 10, cf. v.L; 5, 14b), así com o en Jtven|xa XQLOXon (1, 11a) y en èv

2139

X

qlotóç

ôvójxaTi X qiotoC (4, 14, cf. v. 16). Los ocho pasajes restantes muestran un uso específico; siete de ellos tienen que ver con la Pasión de Jesus, empleándose siempre expresiones dei tema o JtaU-: eitaUev (2, 21; 3, 18), jtaO-cóv (4, 1), JtaOriftaTa (1, 11b; 4, 13; 5, 1); a esto se anade la imagen de XpioTÓç co­ mo Cordero sin defecto ni mancha (1, 19; cf. 1, 2). Lo mismo que en Hebreos, se recoge una tradidón que entiende el título de «Cris­ to» especialmente desde la perspectiva de la muerte de Jesus. Se trata de una tradición confesional, como se ve por 3, 18. Ajustándose a la tradición confesional, en 2, 21 se reco­ ge el texto de Is 53 (2, 22-25). Es característi­ ca la designación dei autor fictício como [rápxuç Tü)v Toü X q i o t o ü jta l l T i p á T c o v (5, 1), y el enunciado sobre los creyentes: x o lv c o v eix e Toíç to ü XQiatoü JtaUrijxaoiv (4, 13). Con arreglo a la fórmula de bendición dei praescriptum, se exhorta a los lectores: x ú q l o v 6 è xòv xQtotòv á y i á a a x E èv xaXç x a p ò t a i ç t)[xõ)v (3, 15). c ) E n lo s d o s ú n ic o s e n u n c ia d o s c ris to ló g ic o s d e la

Carta de Santiago

QLOç ( r ||t ü ) v ) I p a o ü ç X

se h a b la d e x ú -

qloxóç,

s in q u e lo s

p a s a je s a d q u ie ra n e s p e c ia l sig n ific a c ió n ( 1 , 1 ;

2, 1). La misma combinación de palabras la encontramos en la Carta de Judas, donde (aparte dei praescriptum, que contiene dos veces la designación dual ’Ipaoüç Xpioxóç) aparece cuatro veces la expresión ó xüptoç r|(iã)v Ip a o ü ç X qloxóç (vv. 4.17.21.25), una vez en combinación con àQ véopai (v. 4). En la Carta segunda de Pedro reaparece la ex­ presión ó xÚQioç ■qp.õãv ’I tiooüç X qioxÓç (1, 8.14.16), en algunos casos ampliada en ó xúQioç f|fxã)v x a i acoxf]9 ’I t)ooüç X qioxóç (1, 11; 2, 20; 3, 18). Tan sólo el praescriptum ha­ bla dei ocoxqp ’I t]ooüç X qioxóç, y en él au­ tor se denomina òovXoç x al àitóoxo^oç ’Iqooü X qioxoü. De importância decisiva para este escrito es la èjtíyvcooLÇ xoü O-eoü x a l ’I t)ooü X qloxoü xoü xuqlou f|põ)v (1, 2; cf. 1, 11.14.16). La conexión entre la mesianidad y la xvQióxTiç es antigua, como lo demuestra la tradición acerca de la pregunta sobre si el Cristo es hijo de David (Mc 12, 35-37a par.).

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y se mantuvo durante largo tiempo como una concepción específica, según se ve claramen­ te por estas tres cartas. d) En el Apocalipsis se observan tres clases distintas de empleo dei término. En el capítu­ lo inicial aparece varias veces ’I tiooüç X qio ­ xóç (1, 1.2.5, e igualmente en 1, 9a.b; 22, 21 v.L). Luego, dentro de Ias visiones, la expre­ sión x a l xoü XQtoxoü aüxoü (a saber, ■Oeoü) se encuentra dos veces en doxologías (11, 15; 12,10). Finalmente, en la sección sobre el rei­ no de los mil anos, aparece dos veces ó XQtoxóç usado en sentido absoluto (20, 4 [al fi­ nal].6b). Mientras que en el capítulo primero se encuentra ya estereotipada la combinación de palabras, vemos que en los otros cuatro pa­ sajes se trata de una forma de expresión dependiente de una tradición judia, expresión en la que se presupone, desde luego, la identificación con Jesus. De esta manera, una expre­ sión que originalmente había sido funcional se convirtió en una expresión titular. Es muy significativo que ’Ir|ooüç X qloxóç sirva para designar al Exaltado, que por medio de la muerte y la resurrección llevó a cabo la redención (1, 5s), mientras que el uso absoluto de la expresión se refiera a la consumación de la salvación. En todos los casos se acentúa es­ pecialmente la función de senorío y dominio, la cual se expresa también en la introducción mediante la frase x a l EJtoÍT)OEV fjjjiãç |3aoiX.eíav (1, 6), principalmente en los cuatro pa­ sajes en que el término se usa en sentido ab­ soluto. 8. a) Desde el punto de vista de la historia de Ias tradiciones, todos los textos dei NT en los que aparece X qloxóç se hallan en cone­ xión con la tradición veterotestamentaria y ju­ dia. No hay ninguna influencia secundaria, ejercida por el lenguaje griego profano, el cual nunca aplico XQiotóç a personas. Pero habrá que preguntarse qué tradición (o qué tradiciones) dei AT y dei judaísmo fue (o fueron) de importância decisiva para la cristología. Tan sólo en la Carta a los hebreos hay dependencia de la mesianología dei sumo sacer­ dote (en contra de Friedrich). Una derivación

2141

X qiotóç - xOÍü>

a partir de la idea dei profeta (mesiánico) un­ gido no explica la realidad (en contra de Berger), aunque esta concepción haya ejercido alguna influencia, y aunque se hayan recogido numerosas tradiciones sapienciales. No se podrá tomar tampoco como punto de partida una general «función salvifica dentro de un horizonte existencial de carácter universal» (en contra de Kim). Lo fundamental es el en­ foque que arranca de la mesianología regia. b) La vida de Jesus no ofrecía los presupuestos inmediatos para que el cristianismo primitivo hiciera uso dei título de Mesías. Pero seguramente la ejecución de Jesús como «rey de los judios» obligó a una reflexión que condujo a una profunda modificación. El uso que se hace en el cristianismo primitivo no es uniforme. La denominación de Mesías falta por completo en Q, y surge también aisladamente en el material de la tradición utilizado por los Evangelios; tan sólo los evangelistas le confirieron mayor peso. Inversamente, se puede comprobar que la denominación de Mesías se halla firmemente andada desde muy pronto en la tradición confesional. Aqui es donde hay que buscar el punto primário de cristalización para el título de majestad (Kramer, Kim). Lo decisivo es que el Xgtoxóç murió, lo cual se halla evi­ dentemente en relación con la condena de Je­ sús a muerte. Esta confesión se vinculó, por un lado, con la interpretación soteriológica de la muerte como sufrimiento expiatório y, por otro lado, con la referencia a la resurrección de Jesús. Otros enunciados cristológicos se hallaban asociados con esto: la presencia viva dei Resucitado se entendió, con ayuda dei Sal 110, 1, como exaltación y entronización en el oficio celestial de rey, y la nueva venida (o parusía) como instauración dei dominio real en la consumación de la salvación, en todo lo cual pudieron recibirse, relativamente sin câmbios, tradiciones judias de la mesianolo­ gía regia (cf. el Apocalipsis). A esto se anadía la concepción trascendente de que en toda la historia y en la persona de Jesús se había cumplido la promesa de salvación formulada en el AT. Es difícil averiguar hasta qué punto

2142

esta construcción se fue desarrollando en fa­ ses claramente distinguibles unas de otras. Pero, en todo caso, debió de llegarse a ella progresivamente. c) Tenemos acceso a tradiciones dei judeocristianismo helenístico antiguo. Se discute si existió una tradición correspondiente en la forma más antigua dei cristianismo de lengua aramea. Los textos aislados no permiten for­ mular en la mayoría de los casos sino juicios de probabilidad. Más importante es el uso dei término: una combinación de X qiotóç como sobrenombre o como sustitutivo dei nombre de Jesús es difícil de concebir, si no va prece­ dida por una antigua tradición con el uso predicativo dei término. Por eso, los comienzos podrían hallarse en la forma más antigua de la tradición cristiana primitiva dei judeocristianismo palestinense (con Hengel, en contra de Kim). En ella se realizo desde muy pronto la conexión de la predicación con la persona de Jesús como quien trae la salvación. La forma con artículo determinado ó X qiotóç, utiliza­ da frecuentemente por Pablo y usada hasta el final dei siglo I, que se empleó altemativamente con X qiotóç, nos muestra el carácter titular dei sobrenombre (cf. Dahl; de manera distinta Hengel). F. Hahn XQIW chrio ungir* 1. Aparición y significado. - 2. Las citas de la LXX y las alusiones en Lucas - 3. 2 Cor 1, 21 - 4. Heb 1, 9. B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s. v.; K. Berger, Z um traditio n sg esch ich tU ch en H in terg ru n d c h risto lo g isc h e r H oheitstitel: NTS 17 (1970-1971) 391-425; Id.. D ie k o n ig lich e n M e ssia stra d itio n e n d e s NT: NTS 20 (1973-1974) 1-44; C. A. Bouman, D e oorsprong van de rituele zaiving d er koningen, en D ancw erc (F S f. D. Th. E nklaar), Groningen 1959, 64-85; E. Dinkler, D ie Tanfterm inologie in 2 C or I, 21s, en Id., Signum Crucis, Tübingen 1967, 99-117; Id., D ie Taufaussagen des N T N eu un tersu ch t im H in b lick a u fK . B arths Tauflehre, en F. Vieting (ed.), Z u K. B a rth s L ehre v o n d e r Taufe, Gütersloh 1971, 60-153; W. Grundmann-F. Hesse-A. S. van der Woude-M. de Jonge, XQÚo ht X., en ThWNT IX, 482-576; T. Holtz, U n tersuchungen ü b er die atl. Z ita te bei L u kas (TU 104), Berlin 1968; A. Hug, Salben, en Pauly-Wissowa 1/2 A 1851-1866;

2143

XQiw

E. Kâsemann, D a s w a n d e m d e G ottesvolk (FRLANT 55), Gõttingen ‘*1961, especialmente 59s; E. Kutsch,

2144

16; 15, 17; 2 Sam 12, 7; 2 Re 9, 3.6; 2 Crón 22, 7; Sal 2, 2; 20, 7; 84, 10; Hab 3, 13 y passim). S a lb u n g a is R e c h ts a k t im A T u n d im a lte n O rien t Mediante este acto de la unción por Yahvé o en (BZAW 87), Berlin 1963; E. Kutsch-G. Delling-C. A. nombre de Yahvé, el rey, como el «ungido de Bouman, Salbung, en RGG V, 1330-1334; E. Lohse, Yahvé» (cf. únicamente 1 Sam 24, 7), quedaba Taufe u n d R ech tfertig u n g b ei P aulus, en Id., D ie E insometido directamente a él y de ordinário recibía h eit d e s N T , Gütersloh 1973, 228-244; D. Müller, en un encargo específico (1 Sam 9, 16; 10, 1 LXX). DTNT IV, 304-307; A. Orbe, L a unción dei Verbo-, Se convertia, por decirlo así, en vasallo de Yahvé AnGr 113 (1961) 629-656; I. de la Potterie, U o n c tio n (Kutsch, Salbung ah Rechtsakt, 20-22 y 27-52 ), d u C h risf. NRTh 80 (1958) 225-252; M. Rese, A tl. pero con ello quedaba legitimado directamente en M o tive in d e r C hristo lo g ie des L u ka s (StNT 1), Gü­ su oficio. Sin embargo, es discutible que esta se­ tersloh 1969; D. Sânger, A n tik e s J u d e n tu m u n d die gunda forma de unción pueda reclamar para sí M ysterien (WUNT II-5), Tübingen 1980, 167-174; E. Segelberg, Salb u n g , en BHH III, 1646s; para más bi­ historicidad, porque quizás no sea más que un bliografia, cf. ThWNT X, I292s. teologúmeno que trate de expresar la estrecha relación dei monarca con Yahvé, Si la unción dei 1. En el NT el verbo aparece tan sólo un to­ rey acentua su posición especial desde el punto de vista jurídico y sacro, vemos que la unción de tal de cinco veces, tres de ellas en Lucas (Lc objetos (el altar, el tabemáculo, el arca o incluso 4, 18; Hech 4, 27; 10, 38) y dos veces en Ias escudos) debe entenderse también como un acto cartas (2 Cor 1, 21; Heb 1, 9). En contraste que hacía salir a dichos objetos dei âmbito profa­ con el uso general en la antigüedad, que no no (cf. Ex 29, 36; 40, 9s; Núm 7, 1.10; 2 Sam 1, siempre distinguía entre los términos, fre21 [conjetura]; Is 21, 5). Is 61, 1 establece una relación causai entre la cuentemente sinônimos, àJteícpoo y X0Í™ (cf. unción y el hecho de que al profeta se le conceda Dioscórides 11, 76, 13ss; Plinio, NatHist 10, el Espíritu y de que él posea el Espíritu. Está bien 55; 37, 204; cf., a propósito, Grundmann, claro que aqui la unción se entiende en sentido fi­ 484s; Hug, 1851-1857), XQÍ® se usa en senti­ gurado; cf. -> do figurado en todos los pasajes dei NT. 2. En Lucas, en el denominado sermón Este uso figurado viene dado ya esencialmente inaugural en Nazaret, Jesus se aplica a sí mispor el AT. En él el verbo, prescindiendo de Ex 30, mo Ias palabras de Is 61, 1 LXX: «El Espíritu 32; Dt 28, 40 y Ez 16, 9, es la traducción que dei Senor está sobre mí, porque me ungió ofrece la LXX dei verbo hebreo mãsah («untar (exQioev) para proclamar el evangelio a los con grasa o aceite, aceitar, engrasar»). Recogiéndose ideas dei oriente tmtiguo (cf., a propósito, pobres» (Lc 4, 18a; cf. 4, 21). La comunicaKutsch, Salbung ah Rechtsakt, 20-22 y 27-52), el ción y la posesión dei Espíritu se vinculan a la aceite de la unción no sirve sólo para curar (Is 1, unción. Mientras que Is 61, 1 entiende la un­ 6), para vigorizar y fortalecer (2 Sam 12, 20; Rut ción en sentido no literal, vemos que Lucas 3, 3; Miq 6, 15; cf. VidAd 36 y 40s; Josefo, Bell n, 123; Ant XVII, 172) o también para el incre­ relaciona aqui concretamente la recepción dei mento dei bienestar (Sal 133,2; Prov 27, 9; Ecl 9, Espíritu con el bautismo de Jesus (Lc 3, 21s; 8; cf. Is 61, 3; Am 6, 6). Sino que la unción tiene cf. 1, 35). Jesús, por ser el dotado con el Es­ principalmente un carácter jurídico y sacro. píritu de Dios, es el ^ XQioxóç (4, c) (Lc 2, Esto aparece con especial claridad en el caso 11.26; 9, 20; 20, 41; 22, 67; 23, 2; 24, 26 y de la unción dei rey en Israel, la cual, después de passim) y con ello es, al mismo tiempo, el la unción de los sacerdotes y de los sumos sacer­ dotes, es la unción que se menciona con mayor profeta escatológico, elegido y dotado de po­ der por Dios, en el sentido en que lo entiende frecuencia. Guando el pueblo o sus representantes ungían como rey a uno de los suyos (1 Sam 16, el AT, según lo expone claramente sobre todo 3.12s; 2 Sam 2, 4.7; 5, 3.17; 12, 7; 1 Re 1, 34.39; Lc 4, 21 (jiejtXfiQCDTai). Por tanto, la cita de 1 Crón 29, 22; 2 Crón 23, 11; Sal 89, 21 y pasIs 61, 1 LXX en Lc 4, 18a tiene una doble sim), esto constituía un acto de legitimación. El función: muestra en primer lugar lo conscien­ rey, con la unción, recibía los honores, la fuerza y temente que el contenido de la idea de la un­ el poder. Se encuentran, además, otros emmciación en el AT fue recogido por Lucas y apli­ dos en los que el sujeto de la acción de ungir es cado a Jesús, y, en segundo lugar, identifica e Yahvé o una persona encargada por él (1 Sam 9,

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xeíto - xeoví^tü

interpreta la recepción dei Espíritu -y en Lu­ cas esto significa la mesíanidad de lesús—por medio dei bautismo. Aunque Hech 4, 27 y 10, 38 no se refieren expressis verbis a Is 61, 1, sin embargo este pasaje dei AT podría hallarse en el fondo. La expresión ãytoç itaTç oou Triooõg en Hech 4, 27 no sólo recuerda la imagen dei profeta escatológico (cf. Berger, Messiastraditionen, especialmente 13s), sino que además la ex­ presión siguiente «a quien tú ungiste (ôv EXQ ioaç)», en vez de la palabra XQicrtóç que era ua un tecnicismo, senala que se piensa en una unción (en el sentido de Is 61, 1) por la cual Jesús quedó legitimado en su oficio pro­ fético. Hech 10, 38 afirma que «Dios ungió (êxQtoev) a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo». Este enunciado se presenta como algo que todos saben (mç en el v. 38 depende de o íô ate en el v. 37). De nuevo Is 61, 1, con su asociación entre el Espíritu y la unción, po­ dría constituir el trasfondo, al mismo tiempo que se alude al bautismo de Jesús (cf. v. 37b). En él Jesús recibió el Espíritu y fue así constituido por Dios en su ministério profético de una manera reconocible (oíôaxe) por todos.

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ejemplo, Grundmann, 549s). La otra considera en conjunto los tres participios de aoristo, que luego explican el significado de PePaicóv (así piensa, por ejemplo, Dinkler, Taufterminologie, 102s). A pesar de la dificultad de que dei don dei Espíritu se habla sólo en asociación con el cuarto verbo, la primera alternativa es preferible, de tal manera que el participio XQÍoaç -com o en todos los pa­ sajes en que ha aparecido hasta entonces- se refiere a la recepción dei Espíritu.

Dios, con el bautismo, nos entregó a Cristo -tengam os en cuenta: elç X qlotòv ... XQÍo a ç - (cf. 1 Cor 12, 13; Gál 3, 26-28) y con ello nos dio seguridad de poseer su Espíritu, el cual actúa en nosotros. Lo mismo que en Lucas, vemos que también en 2 Cor 1, 21 XQÍm se usa en sentido figurado. El bautismo puede designarse como una unción, ya que confiere el Espíritu (R. Bultmann, Der zweite Briefan die Korinther [KEK], 46).

4. Heb 1,9 cita el Sal 45, 8 LXX; «Tú (a sa­ ber, Cristo) has amado la justicia y has odiado la iniquidad; por eso, oh Dios, tu Dios te ha ungido (êxQiOEv) con óleo de alegria más que a tus companeros» (cf. Heb 1, 3c.d). Aqui se dirige la palabra a Cristo durante su entroni3. En 2 Cor 1, 21s Pablo cita expresiones zación celestial, en la que Dios le eleva a la condición de Soberano universal (cf. única­ estereotipadas, procedentes de la terminolo­ gia jurídica, para acentuar el carácter juridica­ mente 1, 3s). No sólo la cita dei Sal 45, 8 LXX, sino principalmente el acto de entronimente vinculante dei bautismo: «Dios mismo zación que aqui se presupone, hace probable es quien nos asienta firmemente (PePaicbv) con vosotros en orden a Cristo y nos ha ungi­ que Heb 1, 9 deba entenderse sobre el tras­ fondo de la unción dei monarca, tal como la do (xQÍoaç) y quien también nos ha sellado encontramos en el AT (-> 1). (ocpQaYiaápEVOç) y nos ha dado (6oijç) su Espíritu en nuestros corazones como una ga­ D. Sánger rantia». A diferencia de los demás pasajes dei NT, en los que Cristo es siempre el ungido, vemos que en 2 Cor 1, 21 el objeto de la un­ XÇOVÍÇtO chronizõ demorar su llegada, demorarse, vacilar* ción son los cristianos ('np.Eiç) y el sujeto es Dios. B ibl.: E. GrâBer, D a s P roblem d e r P arusieverzôgeLa comprensión de Xpí® determinada por análisis gramatical que se haga dei v. 21. Hay dos posibilidades. La primera consiste en unir los dos primeros participios dei v. 21 por medio dei ó ôè ... í I eóç que los abarca a ambos, y desarrollarlos luego en el v. 22 por medio de los dos participios siguientes, unidos por r ta l... Kaí (así piensa, por

rung in den synoptischen E vangelien und in d e r A postelgeschichte (BZNW 22), Berlin ^1960, 90-92, 119s; W. Michaelis, D e r H e rr verzieht n ich t die Verheifiung, Bem 1942; H. Weder, D ie G leichnisse J esu ais M etap h e m (FRLANT 120), Gõttingen H980, 239-249.

1. XQOVÍ^co aparece en contexto escatológi­ co en Mt 24, 48 par. Lc 12, 45; Mt 25, 5, y

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X Q O V Í^ C Ü

- xeóvoç

Heb 10, 37, y en contexto no escatológico únicamente en Lc 1, 21. El verbo, derivado de ->■ XQÓvoç, significa demorar su llegada (re­ tomo), tomarse tiempo, permanecer durante largo tiempo, vacilar. 2. Las cuestiones acerca de si Ias parábolas de Mt 24, 45-51 par. Lc 12, 42-46 y Mt 25, 113, en su sentido original, son material autên­ tico procedente de Jesus, y acerca de si sus enunciados con XQOvíÇo) son constitutivos de ellas, son cuestiones que se hallan íntimamen­ te relacionadas entre sí. El debate en tomo a la cuestión, de importância también muy cen­ tral, acerca de la comprensión que Jesús tenía dei tiempo, es un debate que no ha quedado concluido hasta el momento presente. No obstante, podríamos afirmar con GrâBer (91) y otros que el enunciado xpovíÇei pou ó xúgioq en Mt 24, 48 (de un tenor parecido en Lc 12, 45) fue desde un principio un rasgo esencial de la parábola; lo mismo habrá que decir de XQOvíÇrov en Mt 25, 5 (GraBer, 120). Pero entonces las dos parábolas podrán interpretarse, de la manera más natural, como creaciones de la comunidad, en las que se da una respuesta al problema de la demora de la parusía (de manera diferente piensa, por ejemplo, Je­ remias, Parábolas, 65s: en la parábola origi­ nal Jesús hace una advertência sobre lo ines­ peradamente que irrumpe la catástrofe). Una nota característica de una exégesis que rechaza la «categoria de la expectación cercana de la parusía» en la predicación de Jesús es el in­ tento de Weder por salvar Mt 25, Iss como parábola autêntica de Jesús, recurriendo para ello al argumento de que él no ve enunciada en ella la cercania dei reino de Dios «expresada en categorias de tiempo y de espacio» (94 y 245). En todo esto se produce un curioso cambio de frentes de combate: mientras que en el debate, hace algunos decenios, W. G. Kümmel, como enérgico propugnador de la expectación de la cer­ cania, defendia la autenticidad de la parábola (Verheifiung und ErfUllung, Zürich ^1956, 50ss) y E. Fuchs, que juzgaba que hablar de la expecta­ ción de la cercania «inducía a error» {Aufsãtze II,

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395) y consideraba más iluminadora una interpretación que se centrara en la comunidad primitiva {ibid. 70), hoy dia Weder defiende la autenticidad coincidiendo objetivamente con las ideas de Fuchs.

H. Hübner X góvoç, OH, ó chronos tiempo, duración 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos 3. Uso relevante teológicamente - a) Gál 4, 4 - b) Hech 3, 21 - c) Carta primera de Pedro - d) Ap 10, 6. B i b l : J. Barr, B ib lic a l W ords f o r Time, London ^1969; J. Baumgarten, P a u lu s u n d d ie A p o k a ly p tik (WMANT 44), Neukirchen-Vluyn reimpresión 1975, 180-197; Th. Boman, D a s hebr. D enken im Vergleich m it dem g riech ., Gõttingen ^1977, 104-133; G. Delling, D a s Z eitverstãndnis des NT, Gütersloh 1940; Id., Z e it u n d E n d zeit (BStN 58), Neukirchen-Vluyn 1970; Id., XQÓvoç, en ThWNT IX, 576-589; G. Ebeling, D ie W ahrheit d es E vangelium s, TUbingen 1981, 270-281; H. Ch. Hahn, en ThBNT II, 1466-1470; E. Jenni, ‘et, en DMAT II, 471-489; J. Marsh, The F ulness o fT im e , Edinburgh 1952; J. Muilenburg, The B ib lica l View o f Time: HThR 54 (1961) 225-271; para más bibliogra­ fia, cf. xaiQÓç; cf. además ThWNT X, 1293.

1. De los 54 testimonios de XQ Óvoç que hay en el NT, 24 (es decir, casi la mitad) se encuentran en los escritos de Lucas (7 en el Evagelio de Lucas y 17 en Hechos). Los demás testimonios se distribuyen de la siguiente manera: 4 (en cada uno) en Juan, 1 Pedro y Apocalipsis, 3 (en cada uno) en Mateo y Hebreos, 2 (en cada uno) en Marcos, Romanos, 1 Corintios y Gálatas, y 1 (en cada uno) en 1 Tesalonicenses, 2 Timoteo, Tito y Judas. 2. Mientras que en el pensamiento griego -+ xaiQÓç significa principalmente.el momento de­ terminado por el destino (pero que también puede ser comprendido y captado por el hombre), el momento que exige la decisión (Delling, xQÓvoç, 456s), vemos que XQÓvoç (que significa primeramente «tiempo en su trascurso, período de tiem­ po» [Delling, XQÓvoç, 577]) se convierte en el concepto de tiempo dominante en la filosofia griega (ibid. 577ss). El pasaje decisivo en Platón es Tim 37-41; como hicieron otros antes que él, y como hizo principalmente Aristóteles después de él, Platón asocia el XQÓvoç con el movimiento dei universo. Por tanto, él ve el origen dei tiempo como consecuencia dei origen de los cuerpos cós-

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XQOVOÇ

micos en movimiento, pero integra a la vez esta teoria dei tiempo en su teoria sobre Ias ideas. La definición decisiva dei x q ó v o ç , formulada por Aristóteles, Phys IV, 11, 219b, dice asi: àçi'&p,òç xivr|a8íoç x a t à x ò JtQ Ó x epov nax ü o t e q o v («el número de los movimientos según el antes y el después»). Con ello XQÓvoç queda fijado como un concepto físico y cosmológico y, como tal, co­ mo una magnitud cuantificable (sobre la ulterior historia dei concepto en el pensamiento griego, cf. Delling, xpóvoç, 579s).

En el NT no se halla ninguna reflexión so­ bre el tiempo como tal, por más que el NT, encontrándose dentro de la tradición dei AT y dei judaísmo, acentue que la existência dei hombre es temporal. Mas precisamente la temporalidad dei hombre no se expresa prácticamente por medio dei XQÓvoç. Esto sucede porque en el NT XQÓvoç no ocupa la misma posición que en la filosofia griega. La expresión principal dei NT para designar el «tiem­ po» es xaiQÓç, que en pasajes importantes designa el tiempo cualificado por el acontecimiento de Cristo. Por el contrario, xqóvoç, significa también extensamente en el NT la duración de tiempo, el período de tiempo, es decir, se atiene con ello a una porción determinada dei espectro de significados que el término tuvo en griego desde muy antiguo (cf. supra). Junto a expresiones como «breve tiempo»,
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muy breve, puede reducirse casi a un instante: Lc 1, 57: «el tiempo de dar a luz» ( x a i Q Ò ç xoõ x E x e lv , en Ecl 3, 2, es una expresión for­ mulada desde una perspectiva distinta), cf. Lc 4, 5: è v oxL Y pfj X Q Ó v o u , «en un instante». La expresión que aparece únicamente en Ias Pastorales: kqò xQÓvcüv aloovímv («antes de tiempos eternos [= desde la etemidad]»), se entiende únicamente en sentido propio en 2 Tim 1, 9, pero no en Tit 1, 2. La yuxtaposición de X Q Ó v o i y x a tQ O Í , en los dos pasajes escatológicos de Hech 1,7 y 1 Tes 5,1, es con gran probabiüdad una hendíadis. 3. a) Gál 4, 4 es quizás el pasaje teologica­ mente más importante en que aparece XQÓvoç; el -> Jt)^,riQCDpa xoü XQÓvon es el kairos de la historia dei mundo. Sin embargo, aqui el XQÓVOÇ como tal no es kairos, sino que lo es unicamente en cuanto llega a la plenitud. Está claro que en el fondo de la argumentación de Gál 3s se halla la idea dei tiempo lineal, en el cual se llega al «cambio de un tiempo a otro», «al cambio dei tiempo de la ley al tiempo de la fe, dei tiempo de la esclavitud al tiempo de la hbertad» (Ebeling, 280). Asi que Pablo enmarca la idea dei tiempo, sin reflexionar propiamente sobre ella, en la dialéctica de la ley y dei evangelio y, por tanto, en la doctrina de la justificación. A pesar de los paralelos judios (por ejemplo, IQpHab 7, 2: g^mar haqqês, «complección dei tiempo» en el sentido de «tiempo dei fin»), la «plenitud dei tiempo» no significa que «el tiempo como decurso tem poral... llegó a su meta [= a su final]» (H. Schlier, La Carta a los Gdlatas, Salamanca 1975, 226; en contra, sin mencionar a Schlier, se manifiesta F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 269). No, sino que la «plenitud dei tiempo» signifi­ ca que, en el acontecimiento salvífico en Cris­ to, el tiempo alcanzó su meta dentro de la his­ toria, especialmente si tenemos en cuenta que la expectación de la cercania no es un ele­ mento constitutivo de la argumentación teoló­ gica de Gálatas (cf. también Baumgarten, 192s). La definición dei concepto «escatológico» determinará hasta qué punto se pueda

2151

Xeovoç - xQUOOJTQaaoç

aplicar este concepto para referirse al tiempo que ha llegado a su plenitud. b) Se hallan en paralelo Hech 3, 20s: x a i Q o l àvarpúÇecoç («tiempos de refrigerio») y X Q Ó voi ó tJ io x a T a a x á a E c o ç Jtávxmv {«tiem­ pos de realización [de manera diferente -> à j t o x a x á o x a o i ç ] de todos» los vaticinios proféticos). x a iQ O Í y XQÓvoi son aqui, como sucede ya en 1, 7 (cf. 1 Tes 5, 1), el tiempo dei fin. En favor dei paralelismo entre Hech 1, 7 y 3, 21 habla también la correspondência entre à jto x a ^ & io x á v c o en 1, 6 y ànojtaxáox a o i ç en 3, 21 (cf. Mal 3, 23 LXX). Se discu­ te en qué medida Lucas utilizo en Hech 3, 1921 material ya existente y hasta qué punto él lo reelaboró redaccionalmente. Como áxQt XQÓvcúv à j t o x a x a o x á o e c o ç debió de formularse originalmente a partir dei esquema «tiempo dei origen = tiempo dei fin», será di­ fícil considerar esta expresión como redaccional (sobre el debate, cf. principalmente G. Schneider, Die Apostelgeschichte 1 [HThK], 323-327 [bibl.]). c) x Q Ó voç es una palabra teológica clave en la Carta primera de Pedro. «La idea de que la vida en la historia es para los cristianos ‘tiem­ po de su jtaQOixía’ (1, 17), recorre como línea fundamental la Carta primera de Pedro» (L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], 80). Pero, a la vez, el cristiano vive ya en’ èaX á x o u xcõv XQÓvcov («al fín de los tiempos»), 1, 20 /cf, Jds 18: è ir’ è o x á x o u x o ü XQ Ó vou [sobre la cuestión de crítica textual, cf. NTG^^ sub Zoco]; cf. también è rt’ è o x á x o u xcõv f|(j,éQcov x o ú x c o v , Heb 1, 2). La referencia a la situación escatológica se efectúa aqui por razones parenéticas, lo mismo que en 1 Pe 4, 2s, donde el tiempo terreno de los creyentes, co­ mo «tiempo en la carne» (-> oóq^ 7.b), se contrapone al tiempo pecaminoso dei pasado. d) Ap 10, 6 (xQÓvoç oüxéxi loxai) no sig­ nifica en sentido metafísico que el tiempo no existirá ya como tal. Sino que se trata de la proximidad terrible dei fin, cuando el séptimo ángel toque la trompeta: jentonces ya no que­ dará tiempol H. Hübner

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XQOVOtQlPéto chronotribeO pasar tiempo,

perder tiempo* En Hech 20, 16 dícese de Pablo que, en su viaje marítimo a Jerusalén, pasa de largo por Efeso, porque «no quiere perder tiempo en la provincia de Asia» (xpovoxQi|3fjoai èv xf) ’A oía); quiere estar en Jerusalén para la fiesta de Pentecostés (v. 16b), lo cual no se recoge ya más tarde en el libro de Hechos). Pare­ ce que la razón decisiva para evitar Efeso debieron de ser más que nada Ias persecuciones sufridas antes en la ciudad (19, 23ss).

Xgvoíov, ov, TÓ chrysion oro,

dinero

^ XQtJoóç. XpvffOÔaJíTlíXioç, 2 chrysodaktylios que lleva anillo(s) de oro en su(s) dedo(s)* Sant 2, 2 habla de un rico que llega a la asamblea de la comunidad «con anillos de oro en los dedos (ávqQ XQUOOôaKXÚXioç) y ropa lujosa» (lo opuesto: jtxooxòç èv p u ita p ã èo"Ofixi); cf. Epicteto, Diss 1, 22, 18 (xQUOOüç ôaxxi/cíouç è'xcov).

XÇtraó^idoç, ou, ó

chrysolythos crisólito, olivino* En Ap 21, 20 se dice que el séptimo pilar de la muralla de la Jerusalén celestial es crisólito: ó èpôopoç xOt^oóXu^oç (cf. Ex 28, 20; 36, 20; Ez 28, 13). El crisólito es un mineral transparente de un color verde brillante (peridoto). Claro que Plinio, NatHist XXXVll, 42 y Diodoro Sículo 11, 52 llaman crisólito al to­ pado amarillo. BHH 1, 362-365, especial­ mente 363. XQVffÓJtQaooç, OÜ, Ó chrysoprasos crisopraso* En Ap 21, 20 se dice que el décimo pilar de la muralla de la Jerusalén celestial es crisopraso; ó ôéxaxoç XQt^cfóJtgaaoç (cf. Plinio, Nat Hist XXXVn, 113; no aparece en la LXX). El crisopraso es una variedad verde y transparen­ te de la calcedonia; cf. también ->• xa/tXTiôcóv. BHH 1, 362-365, especialmente 363.

2153

XQuaoç

X Ç vaóç, OÍJ, ó chrysos oro* X Q uaíov, orj, xó chrysion oro, dinero* XQrJOoüç, 3 chrysous de oro, dorado* XQUOÓco chrysoõ dorar, recubrir de oro,

adornar con oro* 1. Aparición en el NT y significado - 2. El oro co­ mo metal precioso - 3. El oro trabajado - a) Joyas y objetos - b) Dinero - 4. El adjetivo XQUOOÕç. B ib l.: G. Becatti, O reficerie antiche, Roma 1955; H. Blümner, G old: Pauly-Wissowa VII, 1555-1578; Haag, D iccionario, 1376; R. J. Forbes, Studies in A n c ie n t Technology VIII, Leiden ^1971; W. Frerichs, en BBHI, 582s; J. F. Healy, M in ing a n d M etallurgy in the G reek a n d R o m a n W orld, London 1978, en el índice analítico s. v. g o ld (306s); H.-J. Hom, Gold, en RAC XI, 859-930; F. N. Pryce: OCD 471; M. Rosenberg, G esch ich te d e r G o ld sch m ied eku n st (1910-1925), reimpresión OsnabrUck 1972; K. H. Singer, D ie M etalle

2154

2. En el mundo antiguo se extraía el oro, por ejemplo, en Nubia, de donde obtenían este preci­ so metal Egipto y otros países. En Asia Menor (Lidia) se encontraba también oro, pero no en Mesopotamia ni en Palestina. El AT habla de la importación de oro (1 Re 9, 28; 22, 49; 2 Crón 3, 6; 8, 18; 9, 21 y p a s s im ) . No sólo se codiciaba el oro por su belleza y su escasez, sino también por­ que es fácil de trabajar y porque no se oxida. So­ bre todo los objetos de culto y los objetos personales dei rey se fabricaban de oro o se recubrían de oro (también imágenes de dioses; cf. el «becerro de oro»). El oro, en piezas de un peso deter­ minado, fue desde muy pronto objeto de tmeque, aunque sólo en época relativamente tardia se acunaron monedas de oro (^en Lidia?).

X Q ficróç significa oro como matéria prima y también como material precioso, sobre todo Gold, Silber, B ronze, K u p fer un d E isen im A T u n d ihre en Ias enumeraciones: en Mt 2, 11 entre los Sym b o lik (FzB 43), Würzburg 1980; R. F. Tylecote, A regalos que los Magos hicieron al nino rey H isto ry o f M etallurgy, London 1976. (cf. V. 9) Mesías (junto a incienso y mirra); en 1 Cor 3, 12 se menciona el oro junto a la pla1. En el NT el sustantivo xQPOÓç aparece ta y Ias piedras preciosas; lo mismo sucede en diez veces, cinco de ellas en Mateo. Significa Ap 18, 12 (cf. 9, 7). Aqui hay que incluir tam­ -com o el diminutivo xçnoíov (que aparece bién Ias veces que se habla de xQbo Íov en 1 doce veces en el NT)- oro (como material y Pe 1, 7; Ap 3, 18; y asimismo de X Q n o ío v nacomo joya, objeto o dinero). Mientras que ^ttQÓv (cf. Ex 25, 11; 2 Crón 4, 4.8 LXX), XQnoóç significa dinero únicamente en Mt «oro puro», en Ap 21,18.21 (refiriéndose a la 10, 9 (quizás también en Sant 5, 3), esta traJerusalén celestial). ducción suele ser la más acertada tratándose de xOfiOLOV (Hech 3, 6; 20, 33; 1 Pe 1, 18). El 3. a) Se habla de objetos o de joyas de oro, utilizándose el término xpnoóç: Mt 23, 16.17 adjetivo XQfiOonç (aparece 18 veces en el NT, (bis) (el oro dei templo); Sant 5, 3 (el oro de todas ellas en el Apocalipsis, con excepción los ricos); Hech 17, 29 (refiriéndose al mate­ de 2 Tim 2, 20 y Heb 9, 4a.b) puede designar rial dei que están hechos los ídolos; cf. tam­ objetos que son de oro, pero puede significar bién 1 Ciem 1, 6, también 4.a). xqboÍov se también un simple adorno de oro. Este último refiere a joyas de oro: 1 Tim 2, 9 y Pe 3, 3 (el significado se da también en los dos únicos testimonios que aparecen dei verbo en el NT omato de Ias mujeres); igualmente Ap 17, 4 y 18, 16 (joyas de la prostituta «Babilônia», en (Ap 17, 4; 18, 16). ambos pasajes se habla de: JCEXptKKopévij De un total de 42 testimonios que hay de XQnOLCü x a l X.!!)® Tipicp). Heb 9, 4 menciona este grupo de palabras en el NT, 24 corres«el arca de la alianza, cubierta toda de oro» ponden al Apocalipsis, 5 a los Evangelios (to­ (cf. también ->■4.b). dos ellos en Mateo) y tan sólo uno (1 Cor 3, b) En Mt 10, 9 (a diferencia de Mc 6, 8; Lc 12: XQfioóç) a Ias Cartas paulinas autênticas. 9, 3) se halla XQnoóç junto a aQyvQOç, y de­ La preponderância numérica de X6'ooíov signa oro acunado / monedas de oro: Jesús frente a xqboóç corresponde a la frecuencia de ambos vocablos en la LXX, donde los dos prohíbe a los misioneros que lleven consigo dinero. Quizás Sant 5, 3 (->^ a) se refiere a oro aparecen como sinônimos (y traducen los mismos equivalentes hebreos), pero predomi­ en monedas. Sin embargo, en la mayoría de los casos el oro en monedas se designa con el nando con mucho XQnoíov.

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XQDOÓÇ - x w t ó ç

término XQtiOÍov, como sucede en los siguientes pasajes (junto a àQYiJQiov): Hech 3, 6; 20, 33; 1 Pe 1, 18 (Ias dos palabras «plata y oro» pueden traducirse por «dinero). 4. En cuanto al adjetivo -sobre la declinación, cf. BlaB-Debrunner § 45, 3 con la nota 3 - no siempre se puede decidir con seguridad si se trata de objetos de oro o de objetos dorados. a) Los numerosos testimonios dei adjetivo que hay en el Apocalipsis se refieren a objetos que son mostrados al vidente. Pertenecen al âmbito celestial y se hallan prefigurados ya, en parte, en el culto dei antiguo pacto; por el contrario, la copa de oro «de Babilônia» (17, 4; cf. Jer 28, 7 LXX) y los ídolos de oro (Ap 9, 20) caracterizan la arrogancia y la perversión. Al mundo celestial «desvelado» pertene­ cen los siguientes objetos de oro: los siete candelabros, que simbolizan a Ias siete comu­ nidades (1,12.20; 2,1; cf. Ex 38, 17 LXX); el cinto dei semejante a hijo de hombre (Ap 1, 13, cf. Dan 10, 5 Teod.; Ap 15, 6: los cintos de oro de los siete ángeles); Ias guimaldas en la cabeza (4, 4, de los veinticuatro ancianos; 14, 4, dei semejante a hijo de hombre; cf. Est 8, 15 LXX; 1 Mac 10, 20; 13, 37; 2 Mac 14, 4); copas (Ap 5, 8, con incienso; 15, 7, copas de ira); un incensario (8, 3); el altar (8, 3; 9, 13; cf. Ex 40, 5.26 LXX); la vara para medir la Jerusalén celestial (Ap 21, 15). b) Fuera dei Apocalipsis, XQnoonç se men­ ciona tan sólo tres veces; en 2 Tim 2, 20 los «vasos de oro y de plata» se contraponen a los que son de madera o de barro. Heb 9, 4a.b menciona los objetos preciosos de culto que hay en el «Lugar Santísimo» de Israel: el «al­ tar de oro para ofrecer incienso (^u p iatripiov)» y el «arca de la alianza recubierta enteramente de oro», en la que se hallaba «una uma de oro con el maná y la vara de Aarón» (cf. Ex 16, 33; Núm 17, 25). G. Schneider XQUOOÍjç, 3 chrysous de oro, dorado

xeijoóç.

2156

X p v a o o ) chrysoo dorar, recubrir de oro,

adornar con oro ->• XQUOÓç (4). x e w ç , x e “ i:óç, ó chros piei*

Según Ifech 19, 12, en Efeso Uevaban a los enfermos panuelos y delantales (o mandiles) [-+ oiiiLxív&LOv] de Pablo, quitándoselos «de la piei / dei cuerpo (àjtò Toõ a vton)», y Ias enfermedades desaparecían de los paeientes. En la torá sobre la lepra en Lev 13, Iss LXX, XQ®Ç traduce casi exclusiva­ mente el término hebreo bãíãr.

XCdJ^Óç, 3 chõlos cojo, paralítico* En el NT el término aparece 14 veces; fue­ ra de los Evangelios y dei libro de Hechos, se encuentra únicamente en Heb 12, 13. xm^óç se refiere sobre todo a la parálisis de los pies, mencionándose sucesivamente con especial frecuencia a los paralíticos y a los ciegos (cf. en el AT: 2 Sam 5, 6-8; Job 29, 15; Jer 31, 8 y passim). La parálisis se consideraba como un defecto físico (no como una enfermedad) y hacía (lo mismo que otros defectos físicos) que Ias personas no fueran aptas para el mi­ nistério sacerdotal (Lev 21, 18-24). A los animales destinados a los sacrifícios se les aplicaban preceptos correspondientes (22, 19-25; Dt 15, 21; Mal 1, 8.13). Se esperaba que en el tiempo de la salvación iban a quedar elimina­ das tales imperfecciones y discapacidades: Is 33, 23 («los cojos apresan botín»); 35, 5s («brincará el cojo como un ciervo»); cf. también Jer 31, 8; Is 29, 18s. En tales pasajes se menciona a los tullidos juntamente con Ias personas que padecen otras discapacidades (ciegos, sordos, mudos e indigentes). Desde la perspectiva de tal esperanza hay que enten­ der parte de los enunciados dei NT. En el NT el término aparece en singular en Hech 3, 2; 14, 8, en ambos casos para referirse a un «hombre cojo desde su nacimiento» (àvT]Q x®^òç èx xoiXiaç [xt)xqòç anxoti), que recibe la curación. En Heb 12, 13 se usa el neutro singular en sentido figurado: «jCaminad por sendas Uanas (cf. Prov 4, 11.26.

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XooXóç- xfüQa

27b LXX) para que lo tullido (xò xiuÀóv) no se descoyunte (o: no se desvie dei camino)!» (-> £XTQ8Jtop,ai). xw tóç es aqui una imagen para referirse a los miembros débiles y vacilantes de la comunidad, que deben recibir el apoyo y protección de toda la comuni­ dad. En la sentencia sobre el discipulado, en Mc 9, 45 par. Mt 18, 8, (con el signifi­ cado de «con un solo pie») se refiere metafóricamente a quienes, por amor al reino de Dios, han renunciado a lo que les separaba de la salvación. El radicalismo de la imagen de la automutilación significa la obediência total y sin restricciones que fija nuevas normas pa­ ra la plenitud y la perfección dei discipulado. En los demás casos se usa el plural, y se hace en relación con curaciones o con esperanzas de curación y mencionándose siempre otras discapacidades; jtaQaXeÀnpévoi x a l XCOÀOL, Hech 8, 7; los xcoXoí junto a los xnqpltoí (y otros), Mt 11, 5 par. Lc 7, 22 (xü)A.ol jtEQiJtaxoõatv, aqui la finalización de la discapacidad simboliza también la renovación de la existência integral de la persona); Mt 15, 30.31 (xi.oi x ai èv xrâ íeqõ)); Jn 5, 3. No los amigos ni los ricos constituyen los nuevos comensales invitados al banquete, sino los jrxtuXOÍ, àvájtEiQOi, x®X.oí y xntjpltoí, Lc 14, 13. 21 (cf. Is 58, 7; Job 29, 15s). Por consiguiente, la salvación de los que padecen deficiên­ cias y discapacidades se realiza también en una nueva forma de comunión con ellos. Billerbeck 1, 593-596; BHH II, 1043; Haag, Diccionario, 343s. X íó ea, a ç , campo*

i\ chõra país, región, território,

B ibL : H. W. Bartsch, G eographische B ezeichnung fiir Isra el im N T , en H. Gollwitzer (ed.), Jüd. L and-gelo b te s L a n d (ACJD 3), München 1970, 290-304; Bauer, W orterbuch, s. v.; W. Brueggemann, The L a n d (O vertures to B ib lica l T heology), Philadelphia 1977, especialmente 167-183; H. Conzelmann, E l centro dei tiem po, Barcelona 1974, 31-138; W. D. Davies, The G ospel a n d the L a n d , Berkeley 1974; P. Diepold, Israels L a n d (BWANT 95), Stuttgart 1972; K. Dieterich, B ed eu tu n g sg esch ich te g riech isch er Worte\ RhMus NF 59 (1904) 226-237; E. Lohraeyer, G alilãa un d Jeru sa ­

2158

lém (FRLANT 52), Gõttingen 1936; W. Marxsen, El evangelista M arcos, Salamanca 1981,49-88; R. Rendtorff, Isra el und sein L a n d (TEH 188), München 1975; W. C. Robinson, D e r Weg des H e r m (ThF 36), Ham-

burg 1964.

1. En el NT el sustantivo xoJQCt aparece un total de 28 veces. Prescindiendo de un pasaje en la literatura epistolar (Sant 5, 4), el térmi­ no se halla únicamente en los Evangelios y en Hechos. Como término favorito de Lucas, so­ lo en el Evangelio de Lucas y en Hechos apa­ rece ya 17 veces. 2. El significado fundamental de xíÓQa es el de región (deshabitada o escasamente poblada) por contraste con un território coloni­ zado, con la ciudad (Mc 6, 55; Lc 2, 8; testimonios extrabíblicos en Dieterich, 227s), considerándose a veces una región limitada como todo un país (Mc 5, 10; Lc 15, 13.14. 15; Jn 11, 54; Hech 13, 49). Con frecuencia Xcopa designa un país o un território geogra­ ficamente determinados. La designación se especifica mediante la mención de sus habi­ tantes (xrópa xcõv raôaprivcõv, Mt 8, 28; Xcopa xóõv repaoqvcõv, Mc 5, 1; Lc 8, 26), por medio dei nombre de la provincia (Judea: Mc 1, 5 [en Marcos -por contraste con Lu­ cas- Judea se refiere siempre a la provincia meridional, cf. Mc 3, 7; 10, 1; 13, 14]; Hech 8, 1; 10, 39; 26, 20; Samaría: Hech 8, 1; Ga­ lada: Hech 16, 6; 18, 23) o por el território administrativo (Iturea y Traconítide: Lc 3, 1 [cf. Josefo, Ant XVII, 81]; o se habla de él en sentido indeterminado: el país dei rey [Herodes], Hech 12, 20, cf. también Lc 19, 12). En otros pasajes tienen el término tiene significaciones específicas. En Mt 2, 12 %á>ça designa precisamente la patria: «Ellos (a sa­ ber, los Magos) regresaron a su tierra por otro camino». En Hech 27, 27 x®ga significa lo contrario de Ias aguas. En Sant 5, 4 -como en Lc 12, 16 y Jn 4, 35- se piensa en tierra laborable, en un campo de cultivo, porque con xrága va unida siempre la imagen de la cosecha (en contra de Bauer, x^Q a en Lc 12, 16 no es una finca, y en Lc 21, 21 no es un cam­ po). Además, x^Q a se usa expresamente, re-

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2160

XCúQa- x
petidas veces, para designar a Judea, a la que de esta manera se diferencia de la ciudad de Jerusalén (Lc 21, 21; Jn 11, 55; Hech 26, 20; cf„ a propósito, H. Baarling; ZNW 73 [1982] 214s). La cita de reflexión en Mt 4,16 cita parcial­ mente el pasaje de Is 9, 1 LXX (sobre el pro­ blema de historia dei texto y sobre la fuente de Mateo, cf. G. Strecker, Der Wfeg der Gerechtigkeit [FRLANT 82], Gõttingen H911, 6366): «Sobre los que están sentados en la tierra (XüiQa) y sombra de la muerte, una luz (q)mç) les amaneció». Con arreglo a la fuente dei AT, que es Is 8, 23, xá)Qa designa en el contexto de Mt 4, 15s el território de Ias antiguas tribus de Zabulón y Neftalí, es decir, la ribera O c­ cidental dei lago de Genesaret. Por medio de Jesús (cf. 4, 12s, a él se refiere en realidad qpcôç), esta región se convierte en la región de la promesa y dei cumplimiento escatológicos. Un problema exegético que sigue discutiéndose hasta el día de hoy es el de saber si en Lucas X™Q0í. cuando va unido a Judea, o Ju­ dea, cuando se menciona sin xtÓQcc, se refiere a la región -por ejemplo, por contraposición a Galilea- (así piensa Conzelmann, 37ss, movi­ do por su interés por hacer ver que Ias ideas geográficas son elementos de la composición teológica de Lucas: la actividad de Jesús se distingue objetivamente de la de Juan el Bautista), 0 bien si Judea designa todo el território donde Jesús desarrolló su actividad, y entonces este término es sinônimo de Palestina (así piensan Robinson, 31 y passinv, Bartsch, 296ss; W. Grundmann, Das Evangelium nach Lukas^ [ThHK], 422). Cualquiera que sea la solución que se adopte en esta cuestión, no cabe duda de que la vinculación con con luga­ res geográficos, con la xcÓQa, significa la concreción indispensable de la promesa cristiana y de su cumplimiento (cf. tan sólo Mt 4, 15s). D. Sânger

nota 106 (en la p. 583): D. Tabachovitz, Till betydelsen an xwQeiv Joh. 8, 37: Eranos 31 (1933) 71s; Zorell, Lexicon, 1362-1364.

1. En el NT el verbo aparece 10 veces, de Ias que 4 corresponden a Mateo, 3 al Evange­ lio de Juan, y 1 (a cada uno) a Marcos, 2 Corintios y 2 Pedro. 2. a) En sentido propio: en Jn 2, 6 dícese de los cântaros, cada uno de los cuales tenía capacidad para dos o tres metretas; en 21, 25 en la hipérbole de que el mundo no podría contener los libros (sobre el tópico, cf. Am 7, 10; Filón, Ebr 32; Post 144; orbis non caperet u otras expresiones por el estilo, Curcio VIII, 8, 12; Livio VII, 25; Cicerón, Philipp. II, 44; se­ gún Mc 2, 2 no había lugar para tantas personas ni aun a la puerta. El verbo se usa en sen­ tido intransitivo en Jn 8, 37, «porque mi palabra no encuentra lugar en vosotros» (así Ta­ bachovitz, Schnackenburg y otros), si es que aqui no encaja mejor el significado, muchas veces atestiguado, de «llegar a la meta, tener êxito» (Herodoto III, 42; V, 89; VII, 10; VIH, 68; Aristófanes, Pax, 509s; cf. 2 Tes 3, 1). En sentido figurado, Pablo ruega a los corintios en 2 Cor 7, 2: «\Comprendedme\», jtened conmigo un poco de comprensión sin estrechez de miras (cf. 6,12)! En Mt 19, lls x®Qéco significa entender, comprender intelec­ tualmente (Plutarco, CatoMinor, 64; PseudoFocílides, 89 [Diehl, Anthologia I]). Final­ mente con ampliación dei sentido (cf. «ir a parar a»): «Lo que entra en a la boca, va a pa­ rar al estômago», Mt 15, 17. b) En sentido figurado: «marchar (hacia el arrepentimiento)», 2 Pe 3, 9. J. B. Bauer

XOiQÍ^co ch o rizõ dividir, separar* 1. Aparición en el NT - 2. Campo semântico - 3. Heb 7, 26.

chõreõ hacer lugar, tener cabida,

captar, comprender, irse, ir hacia* BibL: Bauer, W õrterbuch, r.v. E l E va n g elio según san Juan II,

- R. Schnackenburg, Barcelona 1980, 281

B ibL : Bauer, W õrterbuch, s. v.; R. L. Roberts, The M eaning ofxm Q Ít^m a n d Soulóto in 1 C o r 7, 10-17: Restoration Quarterly 8 (1965) 179-184; Zorell, L e x i­ con, Í.V.

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XcoQitcD - xmpíç

1. En el NT el verbo aparece 13 veces, de Ias que 1 corresponde a Mateo, 1 a Marcos, 3 a Hechos, 2 a Romanos, 4 a 1 Corintios, 1 a Filemón y 1 a Hebreos. 2. Según Rom 8, 35.39 nada es capaz de se­ paramos dei amor de Cristo, ni siquiera la muerte, que por lo demás rompe todos los vínculos, por íntimos que sean (padres/hijos: nec iam pater, Ovidio, Metam VIII, 231; nec iam modo mater, Sedulio, Paschale Carmen, 125; esposos: iam non lua, Virgilio, Georg IV, 498). La mujer entonces ya no es esposa, «ha terminado con ello la ley que la vinculaba a su marido» (H. A. W. Meyer, Der Briefan die Rõmer [KEK], Gõttingen ^1859, 240). «Lo que Dios ha unido (los esposos, cf. Gén 2, 22; 24, 14.44; Tob 6, 18), no lo separe (no en el sentido de: no podrá separarlo) el hombre», Mc 10, 9; Mt 19, 6. En voz pasiva, xMOioíHivaL significa separarse (como en los contratos matrimoniales, ÃgU 1101, 5; 1102, 8; 1103, 6, cf. Preisigke, Wõrterbuch, 767). Una mujer no debe separarse de su marido, 1 Cor 7, 10; pero si se se­ para, debe permanecer ãYap,oç («soltera», jvuelve entonces a ser soltera!) (v. 11). Esto se aplica también a los casos en que un pagano se separa de su mujer eonvertida a la fe (v. 15 [bis]); la mujer no debe impedir, movi­ da por ceio misionero, que él se separe (cf. E. Fascher, Der erste B rief an die Korinther [ThHK], 184-189). El verbo puede significar también apartarse, Fim 15; irse de (àjtó), Hech 1, 4; 18, 2; (èx), Hech 18, 1. 3. Jesus, Sumo Sacerdote, está «.separado de los pecadores», de quienes estuvo cerca mientras vivió en la tierra (cf. Mc 2, 15; Mt 11, 19), pero ahora está «exaltado más alto que los cielos» (Heb 7, 26). Sin embargo, xeXfflQiO(iévoç ãiTÒ tôv àp,aQT(oX,(õv connota también la diferencia moral que le sepa­ ra de los pecadores (Herodoto I, 140 y 172; Epicteto, Diss II, 10, 2). J. B. Bauer

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X M Q ÍO V , O lí, TÓ chõrion terreno, lugar,

parcela de tierra, finca* En el NT el término aparece 10 veces, refiriéndose casi siempre a lugares o terrenos que están relacionados con un nombre o con una determinada persona: xwQÍ-o^v ou xò õvojra / kEyópsvov re-fl-OTipaví, Mc 14, 32 par. Mt 26, 36; dícese de la parcela de tierra de Jacob, en Jn 4, 5 (^- Su^aQ); dei terreno adqui­ rido por Judas, en Hech 1, 18.19 (bis) (-^ 'AxeXôa[ráx / xtoQÍov atp.axoç); «los que poseían tierras o casas» Ias vendían, 4, 34; dí­ cese dei dinero obtenido por la venta de un te­ rreno (xi[XTi to ü xtúQÍou), 5, 3 (Ananías y Sa­ fira), cf. 5.8; dícese de Ias tierras o fincas de Publio en Malta, 28, 7. XfrtQÍç chõris separado, lejos de, aparte de, sin* 1. Aparíción en el NT - 2. Campo referencial - 3. Heb 2, 9. B ib l.: Bauer, W õrterb u ch , s.v.; BlaB-Debrunner § 216, 2; 487, 2 nota 10; Radermacher, G ram m atik, 140; C. Spicq, V E p ítr e awc H ébreux I, Paris 1952, 419; Zorell, L exicon, s.v.

1. Como advérbio aparece únicamente en Jn 20, 7 (cf. Jenofonte, Cyrop IV, 1, 18; IgnTral 11, 2): el sudario estaba aparte', en los demás casos es preposición impropia que rige genitivo. De los 41 testimonios no específicos (1 en Marcos y Lucas [en cada uno], 3 en Ma­ teo, Ev. de Juan y 1 Corintios [en cada uno], 6 en Romanos, 2 en 2 Corintios, 1 en Efesios, Filipenses y Filemón [en cada una de Ias car­ tas], 2 en 1 Timoteo y 4 en Santiago), 13 corresponden a Hebreos, es decir, casi una tarcera parte. 2. a) Con genitivo de persona XWQÍÇ signi­ fica sin, separado de: «Sin estar unidos conmigo no podéis hacer absolutamente nada», Jn 15, 5; X®Q^S X qioxoú una persona es á^ÔEOÇ, Ef 2, 12; sin Pablo en 1 Cor 4, 8; sin nosotros en Heb 11, 40. En el Senor la mujer no es sin el varón e -inversamente- el hombre no es sin la mujer, 1 Cor 11, 11; uno de los se-

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Xcogig - %wQoç

xos no se hace valer a costa dei otro, prescindiendo dei otro (Gál 3, 28). Prescindiendo de: «sin contar Ias mujeres y los ninos», Mt 14, 21; 15, 38; cf. Jdt 7, 2; con genitivo de cosa en 2 Cor 11, 28. - Sin la cooperación dei Logos, Jn 1, 3; sin la actividad dei predicador, Rom 10, 14. b) Con el genitivo de la cosa que uno no necesita o no utiliza: sin cimientos, Lc 6, 49; «no sm» = «sólo con ayuda de parábolas», Mc 4, 34; Mt 13, 34; sin haber pecado, Heb 4, 15; sin haber prestado juramento, 7, 20; sin murmuraciones, Flp 2, 14; sin ira, 1 Tim 2, 8: 1 Tim 5, 21; sin tu consentimiento. Fim 14; (se acepta) sin contradicción, Heb 7, 7; no sin (derramamiento de) sangre, 9, 7.18.22; sin compasión, 10, 28; dícese de la fe «de la que no nacen obras», Sant 2, 18.20 (cf. también XroQiç ôvEÍôouç, 4 Mac 5, 9; Jtóvon, EvTom 8; XCüQiç 'ÓJtEQ'0'saECüÇ, sin dilación», PapOxy 506, 19). Sin la presencia de: Así como el cuerpo sin el espírita está muerto, también la fe sin Ias obras está muerta, Sant 2, 26 (bis); mientras no hay ley, no hay trasgresión, no hay estímu­ lo para la trasgresión, Rom 7, 8s; sin la fe (= si no se tiene fe), no es posible agradar (a Dios), Heb 11, 6; sin santificación no es posi­ ble ver al Senor, 12, 14; el que no experimen­ ta la disciplina, no es realmente hijo, 12, 8.

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Sin referencia al pecado, Heb 9, 28; independientemente de la (eficacia salvífica de la) ley, Rom 3, 21, de Ias obras, Rom 4, 6; 3, 28. Separado de: «fuera dei cuerpo», 2 Cor 12, 3 (cf. Platón, Phaed 67a; cf. F. Pfister, Ekstase, en RAC IV, 952-955. 3. En Heb 2, 9 XCOQ''? ■&eoí3 fue posiblemente la lectura original en vez de xáQHt (flEOÜ); «Lejos de Dios (en vez de: por la gra­ d a de Dios) debía él gustar la muerte en be­ neficio de todos». La dura expresión dei abandono de Dios en que se halló el Crucifi­ cado (Mc 15, 34; EvPe 19) fue sustituida quizás muy pronto -de la manera corriente, tomándose sólo ligeras libertades con respecto al texto tradicional- por la frase familiar que hace referencia a la grada de Dios (cf. EvEb 2: EYXQLÇ en vez de àxQÍôeç) (cf. A. von Harnack; SAB 1929, 62-68; recientemente U. Wilckens, Das Neue Testament, Hamburg ^1971,119%). J. B. Bauer

ó choros noroeste* Según Hech 27, 12, el puerto de ->• OoTvi^ en Creta está orientado «bacia el suroeste y el noroeste» (PX,éjtovTa xaxà ... xóõqov). X rôçoç, OD,

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ipáíkítto psallõ cantar, cantar alabanzas* En el NT el verbo aparece 5 veces. En sen­ tido propio significa «tocar un instrumento de cuerda» o «cantar acompanándose dei arpa». En el NT el verbo se refiere siempre al cânti­ co en alabanza de Dios (con dativo). En la LXX traduce principalmente el verbo hebreo zãmar, sobre todo en los salmos, y puede referirse a la acción de tocar un instru­ mento (LXX Sal 32, 2; 104, 2; 146, 7 y passim) y también (aunque más raras veces) al canto de Ias alabanzas de Dios (LXX Sal 9, 3; 65, 4; una canción satírica: Sal 68, 12 LXX). En Rom 15, 9 Pablo interpreta èÇopoÀoyéopai y rpáXÀ,oo (cita dei Sal 17, 50 LXX) por ôo^á^m; la (prometida) alabanza de Dios por Ias naciones (es decir, por los cristianos gentiles) muestra la medida de la misericórdia de Dios y no puede ser ocasión para sentir arrogancia frente al pueblo de Dios. En 1 Cor 14, 15 (bis) se habla dei canto glosolálico (cf. vv. lOs.14.16), que sólo tiene razón de ser cuando va acompanado por el canto en el entendimiento, es decir, por el canto con palabras inteligibles y entonado también por la comunidad (cf. v. 26): ijjaXã) trâ jtveúpaxi, \j)aX.cõ ôè x a i xw vot. De manera parecida, en Ef 5, 19 se considera como (genuino) efecto dei Espíritu el que los miembros de la comu­ nidad se unan entre sí por medio de cânticos de alabanza, áôovxeç x a l r[)áÀ.Àovx8ç (cf. LXX Sal 26, 6; 104, 2 y passim) xf] x ap ô ta 'ôpmv xm XUQÍO) (-^ rpal^póç). Se piensa en el hecho de que alguien «entone un canto» (cf. 1 Cor 14, 26) y en el canto colectivo en la asamblea de la comunidad, de tal manera que xfj xaQÔía no debe entenderse en el sentido de un acto interno, sino en el de la plena participación (cf. R. Schnackenburg, Der Brief an die Epheser [EKK], sub loco). Sant 5, 13 se refiere al cântico de alabanza de una persona, la cual, cuando se encuentre animada, de­

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be manifestar ante Dios su alegria y su gratitud (xaxojtaO-ET xiç èv úpív, JtQooenxéc&w eò-Oupet XLç, ipaXkéxco). C. H. Robertson: Restoratio Quarterly 6 (1962) 19-31 y 57-66; ThWNT V lll, 494, 497 y 502s; DTNT I, 220s; ->• ú|xvéo).

oi3, ó psalmos cântico, cântico de alabanza, salmo* En el NT el término aparece 7 veces. En la LXX al)aX.p.óç traduce principalmente el he­ breo mizmôr, sobre todo en los títulos de los salmos, y se refiere de ordinário a un cântico acompanado por un instrumento de cuerda (cf., por ejemplo, rjjakpòç môfjç en el Sal 67, 1 LXX junto al Sal 45, 1, donde i|jakpóç tra­ duce el término hebreo str, «cântico»). En el NT todos los testimonios lucanos se refieren a los salmos de la Escritura: Lc 20, 42 (a diferencia de Mt 22, 43): Aauiô X,éyel Ev (3í|3Xcp ijjakpmv (sigue una cita de Sal 110, 1); Hech 1, 20: yÉYQctJixaL y“ 0 èv (3ípX,(p rjjakpcõv (sigue una cita dei Sal 69,26); en Lc 24, 44 el plural ijja7,poí (junto a vópoç Mcuüoéroç y JtQoqpfjxai) significa el Salterio (cf. èv úpvoXç, Filón, Mut 115 y passim), que aqui representa a los ¥tübim en general; en Hech 13, 33 se cita expresamente el salmo 2; (bç x al èv Tõ) ojjaÀpm xm ôepxéçm (sigue una cita dei Sal 2, 7). En 1 Cor 14, 26 se habla de la reunión de la asamblea para el culto divino (õxav onVÊQXTiade), a cuya celebración puede contri­ buir cada uno de los miembros de la comuni­ dad: èxaoxoç i|)a7,pòv èxei..., «uno tiene (= puede contribuir con) un salmo / un cântico, otro...». Habrá que pensar seguramente en cânticos compuestos por miembros de la co­ munidad y cantados por ellos mismos durante la celebración dei culto (cf., a propósito, por ejemplo, Lc 1, 46ss.68ss; también los cánti-

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H)aÀ,nóç- ipEiJÔTÍç

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dei autor dei Âpocalipsis; 5, 9s.l2.13; 11, tjt£DÔáÔEX(j)OÇ, OD, ó pseudadelphos fal­ 15.17s; 15, 3s, y passim; textos como Flp 2, so hermano* 6-11; Col 1, 15-20; 1 Tim 3, 16; 1 Pe 2, 21-24, Pablo hablaen 2 Cor 11,26; Gál 2 ,4 de. fa l­ pero también Rom 8, 31ss; 1 Cor 13, Iss puesos hermanos (cristianos), que constituyen den contemplarse igualmente en este contex­ una amenaza para él, para su predicación y, to. Los salmos dei AT y los salmos dei judaís­ por tanto, para sus comunidades. En 2 Cor 11, mo ulterior puedieron constituir el modelo 26 los falsos hermanos se hallan al final de (pero no necesariamente), como se ve por los una enumeración de ocho peligros, a los que textos mencionados dei NT. Pablo sabe que está expuesto. Según Gál 2, 4, En todo caso, en Ef 5, 19 y Col 3, 16 se hason JtaQ E ÍoaxT O L tjJEUÔáÔEÀ.(poi J ta g e íbla globalmente de tJjaXfroi x a l ijpvot x a i o a x T o ç ) , que quieren espiar la libertad pauli(bôaí JtVÊn|xatixaí, en relación con el culto na. Pablo piensa en adversados judeocristiadivino, pero sin que se haga clara distinción nos o judaizanles, de comunidades no funda­ entre estos tipos de cânticos (—> ■upvécü 4). El das por él, que por su comportamiento no tieadjetivo JtvEn|xaTixaí no califica especial­ nen sino el nombre de àÔE^cpoL. A un cristiano mente a Ias (uôaí como «espirituales» distinfrustrado en una de sus propias comunidades guiéndolas de los cânticos a los que se hace Pablo lo llama àÔEÀcpòç ôvopaÇópEvoç («alreferencia con otros términos, porque rnôf] guien que sólo lleva el nombre de cristiano»), es, como HjaÀpóç, un término bíblico. Más 1 Cor 5, 11. Cf. además Polic 6, 3. bien, el adjetivo hay que referirlo a Ias tres expresiones, y caracteriza a todos los cânticos tjiEDÔaJióatoXoç, ov, ó pseudapostolos como «inspirados por el Espíritu» o «henchifalso apóstol* dos dei Espíritu» (cf. Ef 5, 18; cf. BlaB-DeEn 2 Cor 11, 13 Pablo llama iJjeuôoajióabrunner § 135, 3). De la expresión XaÀonvxEç TOÀoi a sus adversados que han penetrado en èanToiç (Ef 5, 19) no hay que deducir, ni mula comunidad de Corinto, y los caracteriza cho menos, que se trate de cânticos que se enademás como «obreros fraudulentos que se tonen en forma antifonal (cf. también Col 3, disfrazan de apóstoles de Cristo». Según el 16a). Se trata, más bien, de cânticos libremencontexto (11, 7ss), suscitaron sospechas con­ te interpretados por individuos o cantados por tra él poniendo en duda su plena condición de la comunidad, pero sin estilización litúrgica; apóstol, principalmente porque él había re­ son expresión de la acción dei Espíritu y de la nunciado a recibir el sustento de manos de la experiencia de la grada (Col 3, 16) en el cul­ comunidad. Pablo responde negando que to divino, y de la gratitud a Cristo y a Dios ellos hayan recibido de Cristo el encargo dei (Ef 5, 20) y, al mismo tiempo, están relacio­ apostolado, porque buscan ante todo sus pronados directamente con la edificación mutua pios fines (11, 4) y hacen gala de su propia (Col 3, 16a). G. Delling, Der Gottesdienst im NT, Gõt- eminencia (f)JteQÀ,íav àJióoTo)i,ot, 11, 5; 12, 11), en vez de estar marcados por los padecitingen 1952, 84s; O. Sôhngen; Leiturgia IV, mientos y la cruz de Cristo. i|)EuôoajtóaTOKassel 1961, 1-15; BHH H, 1086-1093; IH, X.OÇ es un término que no se halla documenta­ 1519s; Haag, Diccionario, 852s, 1767s; R. do fuera de los escritos paulinos. En cuanto a Deichgrâber, Gotteshymnus m d Christushymun lugar sustancialmente paralelo, cf. Ap 2, 2. nus in der frühen Christenheit (StUNT 5), ThWNT I, 446d; C. K. Barrett, Essays on Gôttingen 1967, 106ss; ThWNT VIII, 492Paul, London 1982, 87-107. 506; X, 1287 (bibl.); K. Wengst, Christologische Formeln und Lieder des Urchristentums (StNT 7), Gütersloh ^1973, 144ss; DTNT I, ijiEDÔTIÇ, 2 pseudês mentiroso, falso* 220s; -> ufivéo). Hech 6, 13 habla de «testigos/aZío í » en un H. Balz proceso judicial (cf. —>•ajJBnôopapTupécL)). En COS

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IJJEUÔflÇ- 't)JE'ÚÔO|J.ai

sentido sustantivado significa mentiroso en Ap 2, 2: EVQ^ç avTovg ijJEnÔEtç (refiriéndose a personas que pretenden ser apóstoles); 21, 8; jtõoiv Totç ijJEnôéaiv, al final de un catá­ logo de vicios (v.l. \|)en0xalç).

ti)EVÔo5iôáo>ta^oç, ou, ó pseudodidaskalos falso maestro* 2 Pe 2, 1; «Pedro» anuncia a Ias comunida­ des que vendrán a ellas falsos maestros (êv n p iv Êoovxai rJ;enôoôiôáaxaÀoi); difundirán en Ias comunidades corruptoras herejías, negarán a Cristo y fallarán principalmente por su propia conducta (vv. 2ss). El autor, en el contexto de sus propias ensenanzas acerca de la profecia (1, 19ss), los compara con los fal­ sos profetas de que se habla en la Escritura (-> a|)Enôon:poqpf|Tqç), pero al mismo tiempo, con su neologismo de rpEnôoôtõáaxa^LOi, los sitúa muy lejos de toda profecia. Por tanto, los iJjetiòoôiôáaxaXoi ensenan falsas doctrinas, pero se caracterizan sobre todo por lo errôneo de sus vidas (->■ •i^zvòol.óyoç,). Se trataba seguramente de «maestros» gnósticos, a quienes -e n la polêmica de la Iglesia primi­ tiva- se acusaba principalmente de inmoralidad (cf. Jds 4ss.10ss.17ss; también Polic 7, 1). ThWNT II, 162s. XltEVÔoXóyog, 2 pseudologos el que dice mentiras, embustero* Sustantivado en 1 Tim 4, 2, mentiroso, refi­ riéndose a los falsos maestros (cf. vv. 1.3ss), cuyas palabras y doctrinas son en lo más pro­ fundo hipocresía (èv ujtoxQÍOEi). Y, así, con sus falsas doctrinas y su errônea conducta (v. 2b) inducen a algunos a la apostasia. El térmi­ no rpEUÔo^tÓYoç pertenece al lenguaje eleva­ do. Spicq, Notes II, 977. xltEÚôojiai pseudomai mentir* B ibl.: U. Becker-H.-G. Link, M entira, en DTNTIII, 70-73; H. Conzelmamv, ilievSoç v x k ., en ThWNT IX, 590-599; H. Giesen, C h ristl. H a n d eln . E in e redaktionskritische U ntersuchung zu m òüiO iiocrbv^-B egriff im M a tthãusevangelium , (EHS XXIII-181), Frankfurt

a. M. 1982, 110-112 (sobre Mt 5, 11) I. de la Potterie,

2170

(AnBibl T i-IA ), Roma 1977, 905-954; para más bibbografía, cf. ThWNT X, 1293.

La V érité dans S a in tJ e a n

1. En el NT el verbo tjteúôoirai aparece 12 veces, una de ellas en los Evangelios, dos en Hechos, ocho en Ias Cartas y una en el Apocalipsis. Mentir es lo contrario de ser veraz o es lo que caracteriza al âmbito de lo que es hostil a Dios, porque la mentira tiene su origen en Satanás. 2. El verbo, acompanado de una negación, se usa como fórmula de encarecimiento que acentua la veracidad dei enunciado (oi) tí)eúòopai; Rom 9, 1; Gál 1, 20; 2 Cor 11, 31; 1 Tim 2, 7). 3. Según Heb 6, 18, es imposible que Dios mienta (cf. Tit 1,2). Puesto que él nos ha da­ do una garantia por medio de su promesa y de su juramento (v. 17), hay seguridad para la persona que tiende bacia la esperanza puesta delante de él (v. 18b). 4. Según Mt 5, 11, se considera dichosos a los cristianos, no porque hayan sufrido injus­ tificadamente ultrajes y persecución, sino porque, lo mismo que su Senor (Mt 26, 59s), han acreditado su fe en situaciones de prueba. Ananias, al quedarse con parte dei dinero obtenido por la venta de un terreno y no entregársela a la comunidad, miente al Espiritu Santo (Hech 5, 3) o a Dios (5, 4) y (juntamente con Safira) pone a prueba al Espiritu de Dios (5, 9). Con semejante manera de obrar, demuestra ser instrumento de Satanás (5, 3). En Col 3, 9a, el imperativo «|No mintáis!» compendia los vicios que pertenecen al viejo eón (3, 5-7). La mentira, que pone en peligro la vida de la comunidad, no debe determinar ya la situación histórico-salvifica dei cristiano, que está determinada a partir dei bautismo. Sant 3, 14s earacteriza expresamente a Ias mentiras como demoniacas. Quien origina la discórdia en la comunidad y se gloria de su conducta inspirada por los celos y el egoísmo, está mintiendo (3, 14). Si un cristiano pretende vivir en comunión con Dios, pero en realidad camina en tinie-

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ii)£Í)ôonai - iliEuÔojiaQTUQécu

blas, es decir, por el âmbito de lo que es hos­ til a Dios (1 Jn 1, 6a), está mintiendo y no practica la verdad (1, 6b), lo cual se muestra en su carência de amor fraterno (cf. 1,7). Según el Âp 3, 9a.b, los que dicen de sí que son judios, son realmente «de la sinagoga de Satanás». Son enemigos de la comunidad, a saber, de aquellos a quienes Jesus ha amado (3, 9d). H. Giesen ijtEliôofiagTUQÉo) pseudom artyreõ dar falso testimonio* iljertôonaQtiJQÍa, a ç , f| pseudom artyria falso testimonio* tpeuôófiaQtuç, u q o ç , ó pseudomartys testigo falso* 1. Aparición y significado - 2. Sinópticos - 3.1 Cor 15, 15. B ibl.: ->■ páQTUç; además: A. Sand, «F alsche Zeugen» u n d «falsches Z eu g n is» im N T , en P.-W. ScheeleG. Schneider (eds.), C hristuszeugnis d e r K irche, Es-

sen 1970, 67-89.

1. En el NT el verbo aparece 5 veces, úni­ camente en los Sinópticos: 3 veces en Mar­ cos, 1 vez en Mateo y 1 en Lucas, rjieuôotiaQTUQÍa se encuentra tan sólo en Mateo (2 veces). 'iliEUÓóp.aQxuç lo emplean Mateo y Pablo, una vez cada uno. Por los componentes de los términos y por el contexto se ve clara­ mente que el verbo y el sustantivo tienen el significado básico de «(dar) falso testimonio» en declaraciones ante un tribunal, ijieuôó[xaQTuç en Mateo designa también al «testigo falso» que hace una declaración ante un tribu­ nal. Sobre 1 Cor 15, 15 ->■3. 2. En los Sinópticos el grupo de palabras aparece en tres contextos distintos, constituyendo siempre el texto de Marcos el funda­ mento o el punto de partida. En primer lugar, el verbo aparece de manera paralela en los tres Sinópticos en la historia dei «joven rico». «No darás falso testimonio» se menciona aqui entre los preceptos dei Decálogo. En Mc 10, 19 y Lc 18, 20 encontramos la forma prohibi-

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tiva con pf|; en Mt 19, 18, la forma indicativa con on, que está tomada de la LXX (Ex 20, 16 / Dt 5, 20). La fuente marquina omitió ya la frase complementaria que se halla en la LXX ( x a tà xon j i Xt] 0 lov aou [iaQxuQÍav rjieuõfj), y lo hizo seguramente para dar mayor expresividad al mandamiento. En la enumeración de los mandamientos. Marcos y Mateo se rigen por el TM dei Exodo y el Deuteronomio, mientras que Lucas se atiene al Deuteronomio según la LXX. El plural de rjienôopaQXupía se encuentra en Mt 15, 19 en el marco de un catálogo de pecados, enunciado ya previamente en Mc 7, 21s, pero abreviado y reelaborado por Mateo, buscándose de nuevo una asimilación más estrecha al Decálogo (Sand, 72s). El tercero y más importante contexto dei «falso testimonio» en los Sinópticos es el dei proceso judio contra Jesús. En cuanto al tenor literal, Mc 14, 56.57 se diferencia de Mt 26, 59.60 porque Marcos emplea dos veces el verbo, y en cambio Mateo usa los sustantivos ijJEnôopaQXUQÍa y rJjEUÔófxaQXUç. Objetiva­ mente, Marcos considera como «falso testi­ monio» la declaración acerca de Ias palabras pronunciadas por Jesús sobre el templo; pero Mateo no lo hace así. En vez de eso, Mateo presenta la citación de los testigos como una maquinación dei sumo sacerdote y dei Sanedrín para lograr un falso testimonio contra Je­ sús; pero Marcos no lo hace asi. Lucas no conoce toda esa escena o la ha pasado por alto. En cambio, en el interrogatório de Esteban (Hech 6, 13), conoce testigos falsos contra Esteban (pÓ Q X U Q Eç rjjE U Ô E iç). Sand (83) cree que se realiza aqui la suerte que corren los profetas, pero en Hech 6, 13 y en el proceso de Jesús podría verse teunbién al justo sufriente, dei que se habla en los salmos (cf. Sal 26, 12; 34, 11 LXX: pápxupeç ãôixoi, también Dan Sus LXX 60: rjJEUÔopáQXUQeç). 3. En 1 Cor 15, 15 se discutió mucho tiempo si Ueoõ debe entenderse aqui como geniti­ vo objetivo 0 como genitivo subjetivo. Esta última interpretación, propugnada principal­ mente por K. Holl (1914), se considera hoy

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T|)El)ÔO|XaQTDQéü) - IpEUÔOJIQOCpiÍTTlÇ

día como obsoleta, porque la frase siguiente, introducida por õxi, indica claramente en qué sentido habla aqui Pablo de ajJETJÔofxáQTUQeç Toü ■&EOÕ. Por tanto, ij;Et)ôotiáQTnQ£ç no es aqui el titulo de «testigo», considerado en for­ ma negativa, sino que expresa una acción que se describe a continuación inmediata. Sobre este debate, cf. Sand, 83-87 y la bibüografía sobre ->• p.áQTnç. J. Beutler tjtE V Ô o^agT V çia, a g , falso testimonio

pseudomartyria

->■ TjjETjôofxapTugéa).

tjJEVÓófiaQTDÇ, v ç o ç , ó pseudom artys testigo falso i|)Euôop,agTnQ£(r). ijJCuôojlgotpriTtjç, o v , ó pseudopwhêtês falso profeta, profeta de mentiras* En el NT el término aparece 11 veces, tres de ellas en Mateo y tres en el Apocalipsis. De los falsos profetas de la Escritura se ha­ bla en Lc 6, 26 (material peculiar) y en 2 Pe 2, 1. Según Lc 6, 26, los falsos profetas de la salvación tenian siempre de su parte al pueblo (cf. 1 Re 22, 26ss; Is 28, 7ss; Jer 5, 31; Ez 13, Iss; Miq 2, 11; 3, 5ss), mientras que los verdaderos profetas eran perseguidos, Lc 6, 23 (cf. también Jer 6, 13 LXX; 33, 7s LXX; 36, 8 LXX y passinv. tpenòoitQOcpfiTTiç; el TM dice sencillamente «profetas»). El autor de la Carta segunda de Pedro compara a los tiiEUôoÔLÔáoxaXoL de sus tiempos con los profe­ tas enganosos que había en Israel (2, 1). A los falsos maestros y seductores (escatológicos) de la comunidad se los califica tam­ bién expresamente de profetas enganosos; Mt 7, 15 (material peculiar; sobre la imagen de los lobos rapaces disfrazados de pieles de ovejas, cf. Ez 22, 27s; Rom 16, 18; 2 Tim 3, 5; Ap 3, 11); Mt 24, 11 (material peculiar; cf. Mc 13, 6 par.). tjjEnôóxQioxoi y tjJEnòoJtgocpfjxai se usan conjuntamente en Mc 13, 22 par. Mt 24, 24; por medio de senales y prodi-

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gios seducirán a los elegidos (cf. también Josefo, Ant XX, 97 y 169 acerca de los que pretendían ser profetas escatológicos; Bell II, 261; VI, 285s se halla en el mismo contexto de t|)EUÔoítQOcpf|XT|ç). De manera parecida, la actividad de los falsos profetas, según 1 Jn 4, 1 (110XX.0I HjenôoTtQocpijxai E^EXTiXú^aatv eiç xòv xóopov) está relacionada con la aparición de los anticristos (2, 18) (-v àvxíxQioxoç). Se presupone globalmente que los fal­ sos profetas y los falsos maestros difunden falsas doctrinas y se presentan con pretensiones proféticas ilegitimas, enganando de esta manera a Ias comunidades (cf. también Did ll,5s.8-10). De manera distinta debe entenderse el texto de Hech 13, 6, según el cual el mago Baijesús/Elimas es im tjJEnôojiQotpfiXTiç lo n ô aio ç. Lucas acentua asi que esa persona se opone a la proclamación paulina y al mismo tiempo utiliza falsamente la tradición judia para pro­ pagar la magia (y seguramente la astrologia). En el Apocalipsis, tpeuôojtgocpriXTiç se refiere en los tres pasajes en que aparece este término, a la segunda bestia descrita en 13, llss, la cual con sus signos y su poder seduce a Ias personas para que adoren a la primera bestia (a propósito de Ap 13, 11, cf. especial­ mente Mt 7, 25; ->• xápotyixa). Esto se refiere probablemente a los representantes dei culto imperial, que encaman la falsa profecia dei fin de los tiempos, que va contra Dios y que, al mismo tiempo, es sumamente peligrosa pa­ ra Ias comunidades. La culminación se alcanza en la figura presentada en el anuncio cifra­ do de Ap 13, 18 (se trata seguramente dei Nero redivivus, ->■ driQÍov 3.b; ocpá^cü). Según 16, 13s, el dragón (cf. 12, 3), la primera bestia y su tlienôojTQoqpfixqç inducen a los pode­ rosos de toda la tierra a la lucha escatológica contra Dios y contra Cristo. Pero en esta lu­ cha perecen; la bestia y su profeta enganoso son arrojados al lago de fuego: 19, 20; 20, 10. ThWNT VI, 831; J. Reiling: NovT 13 (1971) 147-156: P. S. Minear, en FS Schnackenburg, 76-93; D. Hill: Bib 57 (1976) 327-348; M, Krâmer, en FS Schnackenburg, 349-377. H. Balz

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t[)£Í3ôoç, ovç,

IpBijÔOÇ - Tl^eVÔÓXglOTOÇ

TÓ pseudos mentira, false-

dad* Bibl.: -> ijJEijôonai.

1. En el NT el sustantivo tjJeCôoç se halla atestiguado 10 veces, una vez en el Ev. de Juan, seis en Ias cartas y tres veces en el Apocalipsis. La mentira no se entiende nunca en un sentido puramente ético, sino que se consi­ dera siempre como senal de la pertenencia al antiguo eón y a su senor, que es el diablo. 2. Guando el diablo «proclama la mentira» (Jn 8, 44), actúa como antagonista escatológico de Jesús, «que ha proclamado la verdad» y que por lo mismo es rechazado por los judios (8, 40). Con la mentira, el diablo situa frente a la verdad, es decir, frente a la revelación de Dios, una especie de anti-revelación. El que se deja influir por el diablo, como hacen los judios, no tiene a Dios por padre (8, 42.47), sino al diablo (dificilmente: al padre dei dia­ blo; en contra de H. Conzelmann, en ThWNT IX, 598, con R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan II, Barcelona 1980, 285, y otros) (8, 44a), quien, como homicida que es desde el principio (8, 44b), quiere separar de Dios al hombre. Según 1 Jn 2, 21, ninguna mentira procede de la verdad. La mentira niega que Jesús sea el Cristo (2, 22a), y la consecuencia de la mentira es que la persona queda excluida de la comunión con Dios, porque esa comunión se recibe por medio dei Hijo (2, 22b-25). Por el contrario, a la persona que se deja ensenar por el óleo de la unción (metáfora para referirse al Espiritu), a esa persona se le garantiza que ha de aprender la verdad y no la mentira (2, 27). 3. Según Rom 1, 25, la mentira consiste en desfigurar, como hacen los paganos, la verdad de Dios (es decir, la realidad de Dios que puede conocerse por su creación), porque los pa­ ganos ponen a la creación en el lugar que le corresponde al Creador, desconociendo asi que el carácter de la creación es remitir al Creador. En Ef 4, 25 no sólo se prohíbe la mentira (en contra de Conzelmann, en ThWNT IX,

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597; J. Gnilka, Der Epheserbrief [HThK], 234, y otros), sino que además se asienta el presupuesto fundamental (participio de aoristo; cf. 4, 22) para los imperativos que siguen a continuación (4, 25-32). Al fin de los tiempos el malvado se presentará con el poder de Satanás (2 Tes 2, 9a). Su poder, que se manifiesta en senales y prodigios, está caracteriza­ do por la mentira (2, 9b). El sólo puede enga­ nar a quienes se pierden, porque no han con­ servado el amor a la verdad a fin de ser salvos (2, 10). La creencia en la mentira excluye la fe en la verdad (2, ll-12a) y, por tanto, tiene como consecuencia el juicio (2, 12a) y la pérdida de la salvación (2, 10). 4. El que «practica la abominación y la mentira» (Ap 21, 27) o «el que ama y practi­ ca la mentira» (22, 15), está excluido de la salvación escatológica, que se representa en la imagen de la Nueva Jerusalén. Por eso, puede afirmarse - a su vez- de los 144.000 salvados en cuya boca no se halló mentira (14, 5). Porque el que miente, está -como el pseudoprofeta (16, 13; 19, 20; 20, 10)- dei la­ do de lo antidivino y de lo anticrístico. H. Giesen tjjeuôÓjJQlWTOÇ, OD, Ó pseudochristos

falso Mesías, falso Cristo* En Mc 13, 22 par. Mt 24, 24 se llama ôóxQioTOL x a i iJjenôojtQoqpfjxai a quienes, al fin de los tiempos, seducen con senales y prodigios a los elegidos. Mientras que Ias «se­ nales» caracterizan a los falsos profetas dei fin de los tiempos ^l)e'uôo3TQO(pr|tT|ç, cf. también Josefo, Bell II, 261; VI, 285s), "ilJEnÔÓXQIOTOL los identifica probablemente en forma concreta como los caudillos y liberado­ res «mesiánicos» que aparecieron especial­ mente en el tiempo que precedió y acompanó a la primera Guerra de los judios (cf. Mc 13, 14ss par.; 13, 21 par. Mt 24, 23, omitido por Lucas; cf. además Hech 5, 36; 21, 38. En este sentido podría entenderse la referencia al «desierto» (Mt 24, 26), a menos que «desierto» junto a los «aposentos interiores» se entienda

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a p E U Ô ó x Q ia x o ç -

en el sentido de lo retirado y lo oculto, por contraste con lo que es «visible en todas par­ tes» (24, 27). Josefo, desde luego, utiliza el término ^ tl)Et)Ô0JtQ0 CpTÍTr|ç o expresiones parecidas para referirse a caudillos de los zelotas como Teudas, el «Egipcio», etc. El tér­ mino rlieuôóxeioxoç se halla documentado por primera vez como neologismo cristiano. Bousset-Gressmann, 223s; ThWNT IX, 522. iJtEV&tówfiOÇ, 2 pseudõnym os llam ado falsamente, que dice llamarse* Según 1 Tim 6, 20, la Yvrôoiç que los falsos maestros pretendeu poseer, es tan sólo un supuesto conocimiento (o supuesta doctrina so­ bre el conocimiento) que lleva indebidamente el nombre de Yvrâoiç; en términos parecidos habla, por ejemplo, Plutarco {Mor. 479e) de un tpeuôoEJtÍYQacpoç qpiXóoocpoç. El enun­ ciado presupone que los adversários dei autor han usado ya yvcüoiç como tecnicismo para referirse a su propio mensaje de salvación; pero no hace referencia al título determinado de un libro o a otra cosa por el estilo; sobre el problema, cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974, sub loco.

l|t£Í3a^a, atoç, tó pseusma

mentira; fal­ ta de veracidad* En Rom 3, 7 se habla de la fundamental insinceridad de los hombres ante Dios (xò è[tòv aj)eõap.a, juntamente con àô ix ía en el v. 5; lo opuesto: q otÀrí-ô-eia xoü ■&EOÕ, v. 7; cf. -Q-EÒg à7,q^f|ç, Jtãç ôè ãv&Qcoitoç ijjeóoxqg, v. 4). Pablo formula atinadamente la consecuencia teologicamente imposible que se deduciría dei uso que hace de los Sal 50, 6 LXX y 115, 2 LXX en Rom 3, 4, a saber, que Dios tendría necesidad precisamente de la afirmada injusticia e insinceridad / infidelidad de los hom­ bres, y que, por tanto, no debería juzgar a los pecadores. Pablo lo hace así porque desde un principio quiere desbaratar Ias objeciones for­ muladas por los adversários. La preocupación que Dios siente por Ias personas injustas y mentirosas es don puramente gratuito; no existe, ni siquiera en principio, una cooperación dei pecador con Dios.

\)J8 Tj o

t t )ç

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lltEtlOTIjÇ, OV, Ó pseustês mentiroso* En el NT el sustantivo aparece 10 veces, dos de eUas en el Ev. de Juan y cinco en la Carta primera de Juan. En la tradición dei AT y dei judaísmo, Dios es considerado el veraz y el que es fiel por sí mismo (cf. Núm 23, 19; 1 Sam 15, 29; Sal 33, 4). Por eso, ojtEÚOXqç designa de ordinário a aquel que adopta la actitud de oponerse a Dios y de volverse hacia la futilidad. No se trata sólo de palabras no verdaderas o que no responden a la realidad, sino que hay además en todo ello una oposición a Dios. En Rom 3, 4 Pablo utiliza rpEÚoxqç en este sentido denso: ante Dios, que es el único ve­ raz, el hombre es necesariamente mentiroso (cita dei Sal 115, 2 LXX), es decir, Dios no depende en modo alguno dei hombre ni queda afectado por sus críticas {-y tpenap.a). En 1 Tim 1, 10 el plural aparece en un catálogo de vicios (junto a èjtíoQXOu, cf. Lev 19, lls). En Tit 1,12 se cita un verso proverbial acer­ ca de los cretenses, que el autor atribuye a un poeta (o JtQOcpf|xqç) cretense: KgfjxEç aEi ijJE Ú axat, x a x à 'OqQÍa, YOOxÉQeç à Q y a i La proverbial mendacidad de los cretenses se uti­ liza contra los falsos maestros de Creta, que pretenden conocer a Dios, pero que le niegan con sus obras y que, por tanto, son mentirosos en el sentido más fundamental de la palabra. Según Clemente de Alejandría, Strom I, 59, 2 la cita procede dei filósofo cretense Epiménides, probablemente de su recopilación de orá­ culos (jteqI XQqop.™'''’ Diels, Fragmente I, 31ss; cf. además M. Pohlenz; ZNW 42 [1949] lOlss). La sentencia tuvo gran difúsión, cf. M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe'^ (HNT), sub loco; bibliografia en N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, sub loco. Según Jn 8, 44, el diablo {-y ojtEõôoç 2), que domina a los adversários de Jesús y es el padre de ellos, es completamente opuesto a la verdad: tjJEÚoxqç eoxiv x a i ó jtaxf)Q auxoü (= xoü xlJE-úôonç, cf. BlaB-Debrunner § 282, nota 4; de manera distinta piensa ThWNT IX, 598). tpeúoxqç caracteriza la oposición fun­ damental a Dios, la cual conduce luego a la actitud de la mentira, es decir, dei rechazo de

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^|;E■úaTTl5 - iljfjcpoç

la verdad de Dios manifestada en Jesús. Si Je­ sus negara su propio conocimiento de Dios, entonces se desligaria a sí mismo de la verdad y se haría igual a sus adversários: Êoofxai õpoLOç nplv tpeúoTTiç, 8, 55. Esto proporciona una transición al uso po­ lêmico de tpeúatTiç en la Carta primera de Juan. Una persona que afirma que conoce a Dios pero no guarda los mandamientos (2, 4), que afirma que ama a Dios pero no ama al prójimo (4, 20) y que, finalmente, afirma que es fiel a Dios pero no confiesa que Jesús es el Cristo y el Hijo dei Padre (2, 22[s]), es un t|)EúoxTiç y, aunque se encuentre ya dentro de la comunidad cristiana, pertenece al -»■ àvxíXQLOXOÇ, y por tanto debe ser excluido. Cuando los adversários pretenden no tener pecado, están destruyendo la verdad de Dios y la obra redentora de Cristo (1, 7-10), y si no creen en el Hijo, entonces niegan el testimonio de Dios acerca de él, es decir, siendo mentirosos ante Dios, pretenden -e n su ceguera- que Dios mismo sea el mentiroso (ijjEÚaxTiv jroiéco auxóv, 1, 10; 5, 10; cf. también Jer 5,12; 13, 25; Os 7, 13). ThWNT IX, 590-599; DTNT 111, 70-73. H. Balz t|ti]^aq )áo ) psSlaphaõ tocar, palpar* La acción de tocar con Ias manos asegiura de la corporeidad dei Resucitado (i|JTi7aqpf|oaxé pe, Lc 24, 39 [material peculiar]), y también de la historicidad dei la Palabra creadora de vida, es decir, de Jesucristo (ô ... a l yeiQEÇ fipmv Ei])T)7áqpTiaav, 1 Jn 1, 1). En Heb 12, 18 (oi) ... JtQooeí^.TiX.óflaxe 7acpcopév(ü x a i xexaopÉvcp jtuQÍ) se habla dei carácter provisional y, al mismo tiempo, aterrador de la pasada revelación de Dios en el Sinai, que quedó superada por la revelación definitiva {òXkà otpooELqXúOaxE Subv õ p E i, V. 22). Numerosos manuscritos, en paralelo con este texto, completan el v. 18 anadiendo ÕQEi al verbo t[)q7a(páa): «una montana que se podia tocar» (D 'P Koiné y otros). Ahora bien, según Ex 19, 12, no estaba permitido precisamente que la gente tocara la montana

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antes de la revelación de Dios y durante ella (cf. 19, 21.23s; Heb 12, 20), mientras Dios se daba a conocer oculto por un velo de fuego (Ex 19, 18; Dt 4, llss; 5, 23; 9, 3). Puesto que Heb 12, 18s sigue de cerca estos enunciados, tpqXaqpácn se refiere probablemente a la materialidad concreta y amenazadora dei fuego, que «se siente al tocarlo» (cf. ijjqXacpáco con un significado parecido en Job 20, 10 A) o al que uno sólo «puede acercarse para palparlo» con suma precaución (cf. i])qX,aqpá(o con un sentido parecido en Job 5, 14; 12, 25; Is 59, 10; Nah 3, 1). Este versículo se refiere, por tanto, al «fuego abrasador y llameante» (cf. también Ex 24, 17: JtõQ qpÀÉYOv). En Hech 17, 27 i[)q7aq3ám se halla en sen­ tido metafórico: Las naciones deben «buscar a Dios para que tal vez lo palpen y lo hallen ( el â g a y s H)qX,acpf|aeLav afixòv x a l e ü p o i E v ) » ; cf. Filón, Mut 126 (ij^qiLaqpáco xà OEta); CorpHerm V, 2. E. C. Selwyn: JThS 12 (1911) 133s. \j;T]q)íÇo) psêphizõ calcular* Lc 14, 28: tjjqqpíÇcü xqv ôattávqv, «calcu­ lar el coste (de la construcción de una torre)»; en Ap 13, 18 dicese de la acción de calcular la cifra de la bestia (tjjqtpL oáxco xòv aQidpòv xoü 'OqQÍoiJ, a saber, el número 666 (v.l. 616). Esta cifra puede calcularse sumando los valo­ res numéricos de las letras de una palabra o de un nombre escrito en griego o en hebreo (por ejemplo, ■Oqpíov y, al mismo tiempo, la expresión hebrea nrwn qsr), pero también puede ser el número triangular de una base de treinta y seis, la cual es a su vez el número trian­ gular de una base de ocho. Sobre los porme­ nores, cf. Bauer, Wõrterbuch, 1745s (bibl.); E. Lohse, Die Ojfenbarung des Johannes (NTD), sub loco-, ThWNT IX, 600-604; H. Kraft, Die Ojfenbarung (HNT), sobre 13, 18; 17, 10. i|rfjq)OÇ, OU, psephos piedrecilla, piedrecilla para votar* Según Hech 26, 10, Pablo participó en las deliberaciones sobre la pena de muerte contra los seguidores de Cristo y emitió su voto en

2181

IJITICPOÇ - '»l)UX'n

favor de la pena capital (àvaiQonpévoJv xe afiTôv >caTf|VEYxa ij;f)(pov): cf., en sentido más atenuado, o u v e u ò o k é o l ) en 8, 1; 22, 20. Lucas se refiere sin duda a Ias votaciones corrientes con piedrecillas blancas (a favor) y negras (en contra) (cf. Plutarco, Mor. 186e; 4 Mac 15, 26; Josefo, Ap II, 265). tjjfícpoç apa­ rece en la subscriptio de la Carta a Filemón, con el significado de condena (al martírio). Ap 2, 17 (bis) menciona la «piedrecilla blanca» (oltficpoç Àeuxf|) «en la que hay ins­ crito un nombre nuevo que nadie conoce sino aquel que lo recibe»; con ello se alude probablemente a la definitiva sentencia de salvación pronunciada por Dios en favor de los «vencedores». Así como Sión -en senal de la redención- ha de recibir un nombre nuevo (Is 62, 2ss), así sucederá también con los que han sido fieles a Cristo. El nuevo nombre se lo da­ rá Dios directamente, de tal manera que nadie lo conocerá de antemano ni podrá abusar de él para la seducción. La imagen contiene ele­ mentos dei amuleto y también de la piedreci­ lla usada para el voto (absolutorio). Bauer, Wõrterbuch, í.v. (bibl.); ThWNT IX, 600604; especialmente 602s; H. Kraft, Die Ojfenbarung (HNT), sobre 2, 17. 'tJ)l'ÍH)QlO|UlÓÇ, oC, Ó psithyrismos chisme, murmuración, habladuría* El plural se halla en 2 Cor 12, 20 en una se­ rie de actividades oculta o manifiestamente agresivas y egoístas, todas Ias cuales destruyen la comunión; aparece junto a xaTaX.aX,iaí («calumnias»), que es un término aproxima­ damente sinônimo. Se encuentra también jun­ to a xata?taX iá en 1 Ciem 30, 3 (en singu­ lar); 35, 3 (en plural). Lutero traduce por Ohrenblasen («chismorreos»). \lH'ôiipiOTr|g, OV, ó psithyristês murmu-

rador, chismoso* En Rom 1, 29 se halla el plural en un catá­ logo de vicios, junto a xaxáX.aXoi (v. 30). Lu­ tero traduce por Ohrenblüser («chismoso»); U. Wilckens, Das Neue Testament, Hamburg 1970: Zutrager («el que anda con cuentos»).

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\|)iX Ío v , 015, TÓ psichion migaja (de pan)*

En Mc 7, 28 par. Mt 15, 27 dícese de Ias migajas (cf. áQTOç, Mc 7, 27 par. Mt 15, 26) que caen de la mesa; Lc 16, 21 v.l. 1Í515/1Í, íjíÇ? 'H psychê (alma) vida, ser hu­ mano 1. Aparición y significado - 2. Campos referenciales - 3. Pablo y Ias Deuteropaulinas - 4. Sinópticos y Hechos - 5- Corpns lohanneum - 6. Los demás escri­ tos. B ibl.: J. B. Bauer, «W er sein L eben retten w ill...» M c 8, 35 Parr.. en F S Schm id, 1963, 7-10; E. Brandenburger, F leisch un d Geist. P aulus u n d d ie dualistis c h e W eish eit (WMANT 29), Neukirchen-Vluyn 1968; H. A. Brongers, D a s Wort «NFá» in den Qumranschriften: RQum 4 (1963) 407-415; Bultmann, Teo­ logia, § 18 (’Pnx'n, mvEõpa y Çoor] [en Pablo]); E. de W. Burton, Spirit, Soul, a n d Flash, Chicago 1918; O. Cullmann, L a in m o n a lid a d d e i alm a o la resurrección de los cu erp o s, Madrid 1970; G. Dautzenberg, Sein L eb en b ew ahren. 'Puxij in den H erren w o rte n d e r E va n g elien (StANT 14), München 1966 (bibl.); Id., S eele (n a e fa e S -p sy ch e ) im bibl. D e n ke n so w ie da s Verhãltnis von U n sterblichkeit u n d A u fersteh u n g , en K. Kremer (ed.), Seele. Ihre W irklichkeit, ihr Verhãlt­ n is ziim L eib u n d z u r m enschl. P erson, Leiden 1984,

186-203; A. Dihle-E. Jacob-E. Lohse-E. SchweizerK.-W. Trõger, ilmxri xxX., en ThWNT IX, 604-661; E. V. Dobschiitz, D ie Thessalonicherbriefe (KEK), Gottingen 1909, reimpresión 1974, 230-234 (bibl. 321333); J. Fichtner, Seele o d e r L eben in d e r Bibel: ThZ 17 (1961) 305-318; G. Harder, en DTNTI, 93-100; R. Jewett, P auVs A n th ro p o lo g ic a l Terms, Leiden 1971, 334-357; X. Léon-Dufour, P erdre sa vie, selo n 1’E vangile: Etudes 351 (1979) 395-409; D. Lys, N èphhèsh. H istoire de V âm e..., Paris 1959; R. Morisette, U a n tithèse entre le «psychique» e t le «pneum atique» en 1 C orinthiens XV, 4 4 à 46: RevSR 46 (1972) 97-143; W. Rebell, «Sein L eben verlieren» (M ark 8, 3 5 parr. J ais S tru ktu rm o m en t vor- u n d nach õ sterlich en Glaubens: NTS 35 (1989) 202-218; B. Reicke, Body a n d Soul in the N T: StTh 19 (1965) 200-212; J. Schmid, D e r B eg r ijfd e r Seele im N T , en E in sich t un d G laube (F S f. G. Sõhngen), Frankfurt a. M. ^1963, 128-147; O. Schilling, G eist un d M aterie in biblischer S ich t (SBS 25), Stuttgart 1967; L. Schottroff, D e r G laubende u n d die fe in d lic h e W elt (WMANT 27), Neukirchen-Vluyn 1970; E. Schweizer, Z u r Trichotom ie von 1. Thess. 5, 23 u n d d e r U n te rsc h eid u n g des nveupaTixóv vom ilmxixóv in 1 K o r 2, 14; 15, 44; J a k 3, 15; J u d 19: ThZ 9 (1953) 76s; W. D. Stacey, The P auline View o f M an, London 1956; P. A. Stempvoort, E ine stilistische L o su n g e in e r a lten S c h w ie rig k e it in I, T h ess V. 23: NTS 7 (1960-1961) 262-265; J.-W. Taeger, D e r M ensch u n d sein H eil (StNT 14), Gütersloh 1982, 19-

2183

ijjVXTl

22 (sobre Lc-Hech); M. Winter, P n eu m a tiker u n d Psyc h ik e r in K o rin th (MThSt 12), Marburg 1975; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1293s.

1. Entre los conceptos antropológicos dei NT, tiene un índice sorprendentemente bajo de frecuencia (103 veces). tjnjxil falta en Gálatas, Filemón, 2 Tesalonicenses, Pastorales y 2 Juan; aparece con relativa frecuencia en los Sinópticos y en Hechos (53 veces). Los datos estadísticos no indican que ningún autor dei NT tenga preferencia por este término. En la LXX tpuxTi es casi siempre traducción de nefes, que se emplea más de 750 ve­ ces y que originalmente significa «garganta, cuello», pero que adquiere luego principal­ mente el significado de «aliento, respiro»: la nefes convierte al hombre en un ser que respi­ ra, es decir, que vive, y «designa lo que es vi­ tal en el hombre en el sentido más amplio de la palabra» (von Rad, Teologia 1, 203). La t(mxtl de los escritos de la LXX con fuente hebrea conserva este mismo significado: es el vigor vital y la vida al mismo tiempo, es el ser humano mismo, capaz de sensaciones y afectos. La influencia helenística se deja sen­ tir en los escritos griegos dei judaísmo (Sab 3, 1; 9, 15; 14, 26; 16, 9); sin embargo, también en ellos se conserva la visión integral, propia dei AT. Los textos de Qumrán recogen Ias ide­ as antropológicas dei AT. En Josefo y princi­ palmente en los escritos de Filón, la concepción dei hombre vuelve a estar más determi­ nada por la comprensión dualística propia dei helenismo, según la cual la ilJUXií representa un valor independiente y superior. 2. a) La ijitixtí como principio vital se contrapone a la muerte física; Ap 8, 9 (dícese de los animales) y Lc 9, 24; 12, 20; Hech 20, 10 (dícese de los seres humanos); en la muerte este poder vital se disocia y pervive en un lu­ gar ajeno al mundo (Hech 2, 27 [cita dei Sal 16, 8 -llb LXX]; 2, 31 Textus Receptus; Ap 6, 9; 20, 4). La tptixt] designa la vida, la vitalidad de la persona en general, a la que uno tiende (Mt 2, 20; Rom 11, 3), que uno arriesga (Flp 2, 30), entrega (Mc 10, 45 par. Mt 20, 28; Hech 15, 26; 1 Tes 2, 8; en vez de ôiôó-

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v ai el Evangelio de Juan usa xfOévai; 10, 11.15.17 y passim) y ama (Ap 12, 11). Esta vida se mantiene tomando alimentos (Mt 6, 25a.b par. Lc 12, 22s), pero se pospone tam­ bién a causa de un bien más elevado (Lc 14, 26; Hech 20, 24). La tpuxi] es fmalmente la sede dei deseo (Lc 12, 19) y principalmente de los sentimientos (Mc 14, 34 par. Mt 26, 38; Lc 2, 35; Jn 12, 27), lo cual, en sentido antropomórfico, se dice también de Dios (Mt 12, 18; cf. Heb 10, 38). b) Hay significado metonímico, cuando con \[mxr| se designa al hombre mismo, es decir, al hombre entero, y por cierto como persona viva (Mc 3, 4 par. Lc 6, 9; 1 Cor 15, 45; Ap 16, 3); así sucede también cuando tJJtJXfi halla en plural: Hech 2, 41; cf. 7, 14; 27, 37; 1 Pe 3, 20. Jtãoa tl)uxf| significa «toda perso­ na» (en el sentido de «cada individuo): Hech 2, 43; 3, 23; cf. 27, 22; Rom 2, 9 (con el geni­ tivo de ãv§Q(üitoç); 13,1. c) Por medio de la tjmxfi el hombre se halla en contacto con Dios, a quien ha de entregarse «con (toda) su alma»: Mt 22, 37 par. Lc 10, 27 (en cambio Mc 12, 30 dice: èx ...; cf. Mc 12, 33 Textus Receptus y Lc 10, 27 Textus Receptus); Ef 6, 6; Col 3, 23; la rpuxi] es, por tanto, «la sede y la portadora de la vida supraterrena» (Bauer, Wõrterbuch, s.v. lc). Como tal, el alma es salvada (Sant 1, 21; cf. 1 Pe 1, 9; Heb 10, 39) y arrancada a la muerte (Sant 5, 20), pero también entregada a la perdición (Mt 10, 28a.b; 16, 26a; Mc 8, 35.36.37). El al­ ma representa un bien precioso (Mt 16, 26b; cf. Mc 8, 37) que sucumbe a Ias tentaciones (1 Pe 2, 11; 2 Pe 2, 14) y ha de ser purificada (santificada). Cristo es el pastor y el guardián de Ias tl^nxcií convertidas, es decir, de la vida de Ias personas (1 Pe 2, 25; cf. N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,

sub loco). En los textos mencionados, la tpuxfi no es algo superior que haya en el hombre (en contraste con una parte suya de menor valor), sino que determi­ na al hombre en su vitalidad global, por medio de la cual él llega a ser realmente él mismo y puede encontrarse o perderse, salvarse o abandonarse, aborrecerse o preservarse; 2 Cor 1, 23; 12, 15;

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IJJUXTÍ

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Heb 6, 19; 13, 17; principalmente Mc 8, 35 par. Mt 16, 25; Mt 10, 39; Lc 17, 33; 21, 19 (en plu­ ral); Jn 12, 25. El extenso catálogo de campos referenciales no debe inducimos a diluir en lo inde­ terminado y abstracto el sentido de de oIjuxtÍ- Se trata «siempre de mi propia vida, nunca dei fenô­ meno de la vida como tal» (Schweizer, en ThWNT K , 655). Tampoco hay en el fondo ninguna identidad con la vida física, porque el ganar esa vida física puede significar en realidad una pérdida; ya que la vida dei hombre expresada en la ipuxi) no termina con la muerte (Hech 2, 27; cf. 1 Cor 15, 50s).

como individualidad humana) es sólo correcta en parte. También Bultmann rechaza una interpreta­ ción tricotómica y entiende el texto en el sentido de «que los lectores deben permanecer totalmen­ te preservados» {Teologia, 260). Sin embargo, no podemos menos de ver que, al menos terminológicamente, se va imponiendo una «antropologia diferenciada» (cf. Brandenburger, 43). Pero esta manera de hablar no es típica de Pablo; bien podría ocurrir que él, con este modo de expresarse, estuviera rechazando una división tripartita dei hombre, propugnada por los libertinistas de Tesalónica (cf. Jewett, 180).

3. En Pablo domina el enunciado: entregar su vida. Según Flp 2, 30, el apóstol confirma que Epafrodito arriesgó su propia vida y estuvo al borde de la muerte (cf. Rom 16, 4; Pris­ ca y Aquila arriesgaron su «cuello»). En 1 Tes 2, 8 ilnJX'n se halla en el mismo plano que el «evangelio»; Pablo y sus colaboradores quieren comunicar ambos a la comunidad; tltuxri designa el supremo bien que una persona pue­ de ofrecer. 2 Cor 12, 15 habla de la disposición para entregarse a sí mismo en favor de los miembros de la comunidad. En Flp 1, 27 pia opuxi] se halla en paralelo con êv Jtvsüpa (jtveüpa tiene aqui significa­ do antropológico): en un solo espíritu, «como un solo hombre». No se trata de un enunciado dicotômico ni tricotómico (en contra de E. Lohmeyer, Der Briefan die Philipper [KEK], 75), «sino de una simple variación retórica» (Schweizer, en ThWNT IX, 649); por tanto, la tpuxri no se halla especialmente cualificada, eomo un alma mejor en contraste con la carne (el cuerpo). Según 2 Cor 1, 23, Pablo ofrece su vida como prenda al poner a Dios como testigo de que es verdad lo que él dice sobre su propia manera de obrar (E. B. Alio, Seconde épttre aux Corinthiens [EtB], 30: «formule de serment»). El texto de 1 Tes 5, 23 plantea el problema de una antropologia tricotómica, cuando Pa­ blo utiliza la tríada JtvEÜpa - tiruxil - ompa.

Si tenemos en cuenta los demás enunciados antropológicos dei apóstol, entonces nos da­ mos cuenta de que él ha escogido la tríada en 1 Tes 5, 23 contra adversários que -sin razónven y valoran dualísticamente al hombre. En Col 3, 23 y Ef 6, 6 ijtuxií tiene significa­ do no teológico y describe la acción dei hom­ bre que actúa o cumple la voluntad de Dios con toda su energia vital. El enunciado está dentro de la tradición judia (Prov 11, 17; Eclo 6, 26 y passim', TestGad 2, 1; TestBen 4, 5) y se encuentra ya prefigurado sustancialmente en Eclo 51, 30: «Realizad a tiempo vuestra tarea, y a su hora él os dará la recompensa».

E. von Dobschütz {sub loco) demostro que en la época precristiana no existió una tricotomía an­ tropológica y que tampoco Pablo la conoce; sin embargo, la interpretación de Dobschütz (ti)uxf|

4. En los Evangelios sinópticos y en Hechos tlruxi) posee el significado que quedó esbozado en 2. ti)uxf| es la vida natural y te­ rrena; es la sede y el punto de partida de los sentimientos y afectos dei ânimo, y es la vitalidad humana en el sentido más amplio de la palabra. El mashal bimembre de Mc 8, 35 (par. Mt 16, 25; Lc 9, 24) fundamenta el llamamiento al discipulado que se ha hecho en el v. 34; el logion se halla además en Q (Mt 10, 39 par. Lc 17, 33) y en Jn 12, 25 (cf. EvTom 67). El enunciado positivo varia según el verbo que se use, pero significa siempre: preservar la propia vida de la muerte (cf. Dautzenberg, 5256); la parte negativa de la sentencia (enun­ ciada con òtJtóXXuiii en Ias tres tradiciones) expresa: perder la propia vida por medio de la muerte (destrucción). Lo de preservar y per­ der interpreta la rpuxil como la vida propiamente tal, que una de dos: o en el juicio en-

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ilj-uxi]

cuentra su fin o se salva sobrepasando el juicio. Mc 8, 36s (par. Mt 16, 26; cf. Lc 9, 25) ex­ plica el mashal de v. 35 por medio de dos preguntas retóricas. La primera dice que el ganar el mundo entero no significa nada, si con ello se corre peligro de incurrir en la pérdida (escatológica) de la vida. La alusión al Sal 49, 8s en la segunda pregunta (v. 37) introduce una variación de esta idea: no hay contravalor alguno (-+ àvxáX,X,aYpa) que corresponda a la existência humana que debe realizarse en el discipulado. En Mt 10, 28 (cf. Lc 12, 4s) se hace una contraposición entre Dios, que puede destruir el atü(xa y la tjmxT|, y los hombres, que pueden, sí, matar el cuerpo, pero que no son capaces de matar la rljuxri. Dios puede aniquilar al hombre entero («the real Self»: A. H. M’Neile, The Gospel according to St. Matthew, London 1915, reimpresión en 1961, 145), no sólo en cuanto a la existência terrena y limita­ da dei hombre, sino también en lo que respecta a la vida integral y genuina, dada por Dios al hombre.

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la propia vida», entregándola como sacrifício o arriesgándola; 10, 11.15.17; 15, 13 (dícese de Jesús); 13, 37s (dícese de Pedro); cf. tam­ bién 1 Jn 3, 16. Según Jn 10, 17s, Jesús tiene el poder de entregar su rpuxi), pero también de recobraria. El pensamiento judio determi­ na el enunciado (cf. Dautzenberg, 109s) se­ gún el cual Jesús puede recuperar de nuevo su vida. El «objetivo de la recuperación» de la ijjuXtí «es el hombre entero» (Dautzenberg, 111); cf. también Jn 12, 25 (->^ 4). La exhortación a entregar la propia vida por los hermanos (1 Jn 3, 16), que aparece como un impe­ rativo en el v. 18, siguiendo al indicativo en el V. 17, es la consecuencia objetiva que se des­ prende dei amor de Jesús que se entrego por nosotros (v. 16a; cf. Jn 15, 13).

6. Sant 1,21 habla de la palabra (de Dios) injertada (profundamente enraizada), que es capaz de salvar Ias ijjnxaí, es decir, a los hombres; cf. Gén 19, 17.19; 32, 31 LXX y passim, así como Mt 16, 25. En Sant 5, 20 rjJuxTÍ aparece como sinônimo de «pecador» y designa al hombre que en el juicio ha de ser salvado de la muerte (eterna), y en favor dei Los enunciados de Lucas sobre una vida más cual se cubren multitud de pecados. allá de la muerte (Lc 9, 25; 12, 4s; Hech 2, 31) Según 1 Pe 3, 20, tl^nxctí significa Ias perpresuponen la convicción de que el hombre, dessonas salvadas dei dilúvio y que, según 1, 9, pués de la muerte, ha de habitar en el Hades o en por la fe consiguen la salvación (cf. también el Paraíso; Lc 16, 22s; 23, 43; cf. 24, 21-27; por­ 4, 19). Cristo, como el «Guardián de vuestras que en Lc 9, 25 el término ilJUxfi de la fuente (Mc almas», en 1 Pe 2, 25, es el Pastor que cuida 8, 35) es sustituido por el pronombre; Lc 12, 15 habla dei infiemo como lugar donde se habita, y de la vida de los miembros de la comunidad. Hech 2, 31 pone o á g l, en lugar de tjjuxTi, que Hay influencia helenística en 1 Pe 2, 11 (-> aparece en el Sal 15, 10 LXX, para evitar el enun­ oaQxixóç); la tjtnxií es el hombre interior, ciado sobre una 4>uxf| entregada al Hades (cf. por contraste con el hombre exterior orienta­ Schweizer, en ThWNT IX, 646). Lucas está intedo camalmente; sin embargo, no existe «una resado en una resurrección corporal (pervivencia dicotomía tipicamente helenística» (en contra dei hombre entero), no en una «inmortalidad» dei de W. Schrage, Der erste Petrusbrief [NTD alma. Según Lc 12, 20, Dios arrebata la vida a un hombre que menosprecia irresponsablemente lo 10], 86). En 2 Pe 2, 14 se designa con ijjuxaí que ha de suceder después de la muerte. Con Mc a Ias personas inconstantes; en cambio, en 2, 13, 13b (sin tljuxfi), hay que admitir que en Lc 8, se distingue entre la tj^uxij como el interior 21, 19 se piensa en una persistência que garantiza dei justo y el justo mismo, pero a la 'xlJUXtj se la vida en sentido genuino, más allá de la muerte la caracteriza positivamente como ôtxaía. física; se escucha Ia idea de una vida (eterna) fu­ Los enunciados acerca de la xlJnxií en Hetura. breos son predominantemente tradicionales y 5. El Evangelio de Juan emplea varias ve- significan el interior dei hombre que se halla ante Dios (6, 19) o el hombre mismo (10, 38; ces la expresión xi^évai xfjv tjmxiív, «poner

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ipuxtí - HJiJXOliot''

13, 17). La palabra de Dios, según Heb 4, 12, penetra -com o espada de dos filos- en el hombre hasta la división dei alma y dei espíritu, hasta las coyunturas y los tuétanos; el doble enunciado dual tiene la función de expresar, en nnión con x agôta, lo absoluto y to­ tal dei juicio que se ha de pronunciar sobre la persona. «Según esto, no existe una tricotomía acentuada teologicamente» (Schweizer, enThW NTIX, 651). Finalmente, el Apocalipsis designa igual­ mente con ipuxi) la vida terrena dei hombre (12, 11; 18, 14) y luego al hombre mismo (18, 13). Hay sentido teológico, cuando sig­ nifica la vida que dura más allá de la muerte: 6, 9; 20, 4 (en ambos casos en plural). Se habla de la vida de los testigos que fueron sacri­ ficados a causa dei testimonio, y que de este modo llegaron a ser partícipes de la salvación escatológica. A. Sand ■vlru/iítóç, 3 psychikos (perteneciente al al­ ma en el sentido de) terreno, mundano* Bibl.: -►oiinxú-

1. En griego ipnxixóç es concepto complementario de ocopaxiuóç, úXixóç, xdixóç; tiene el sig­ nificado de anímico y corresponde a Ia comprensión dei alma que se hallaba universalmente di­ fundida en el mundo helenístico. Tiene afinidad con él el advérbio i|)uxixc5ç en 2 Mac 4, 37; 14, 24: «de corazón, de todo corazón»; sin embargo, este uso es singularísimo. 4 Mac 1, 32 habla de los deseos «anímicos», por contraste con los deseos corporales. Los seis testimonios dei adjetivo que aparecen en el NT podrían relacionarse con una comprensión gnóstica dei término, ya que en la gnosis rpuxixóç se contrapone al adjetivo jtveup,aTixóç o al sustantivo Jtveõp,a; es posible, sobre todo, que la manera de hablar de Pablo haya sido provocada por adversários gnósticos.

2. Pablo usa el adjetivo en dos pasajes de la Carta primera a los Corintios; este término no forma parte de su manera ordinaria de hablar. En 1 Cor 15, 44a.b.46, ijruxtxóç se contrapo­ ne tres veces a jtvenpaTixóç. Hay un cuerpo terreno-mundano, que está sembrado lo mis­

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mo que todo lo que es perecedero, deshonrado y débil (vv. 42.43). Pero lo único impor­ tante es el cuerpo pneumático, que puede con­ seguir acceso al reino de Dios (v. 50), y por cierto a través dei Pneuma vivificante de Cristo (v. 45). Por tanto, tlmxtxóç designa al hombre terreno, procedente «de la tierra», al que se contrapone un segundo hombre, proce­ dente «dei delo» (v. 47). También en 1 Cor 2, 14 el tjJuxLXÒç ãv&QüjjToç es el «hombre (pu­ ramente) terreno-mundano, que no comprende lo que sólo puede comprenderse por el don dei Espíritu. Con Winter, 205s podemos afir­ mar «que los textos gnósticos constituyen el trasfondo directo para el lenguaje y las ideas de la antítesis paulina». Sin embargo, Pablo no aceptó nunca el dualismo gnóstico, sino que -lejos de ello- lo euestionó de manera ra­ dical (cf. Winter, 23 Is). 3. Sant 3, 15 habla de la sabiduría mundana que es, al mismo tiempo, terrenal (èjtÍYEioç) y demoníaca (ôatp,oviü)ÔT]ç). Como la esfera terrena está dominada por poderes malignos, es imposible que la «sabiduría de lo alto» pueda determinar la conducta dei hombre (cf. V. 13). Jds 19 habla de «los que causan la di­ visión»: son personas orientadas hacia lo de acá, personas puramente mundanas que no poseen el Pneuma, burlones que aparecen al fin de los tiempos, que viven con arreglo a pasiones impías. Ambos textos se aproximan mucho a una comprensión dualística dei mun­ do y dei hombre (cf. M. Dibelius, Der Jakobusbrief [KEK], 194s), pero en los que no se dio nunca el último paso para llegar a esa concepción. A. Sand t|rú)jO|u,ai psychomai enfriarse* Mt 24, 12 (material peculiar) dice así en el discurso escatológico de Jesús, hablando en sentido figurado: \iruYf)aExai f) aYájrq tmv noXkwv, «el amor de muchos se enfriará» (cf. Josefo, Bell V, 472, refiriéndose a la esperanza); sobre el enunciado, cf. 1 Tes 2, 10; Ap 2, 4.

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\l)i3XOÇ — al)ó)xco

tlJÍíXOÇ, ODÇ, TO psychos frío*

Dícese ãelfrío nocturno (Jn 18, 18) o inveraal (Hech 28, 2), dei que uno se protege arrimándose al fuego. Según 2 Cor 11, 23-29, entre Ias tribulaciones sufridas por Pablo se cuenta también la dei ijJi3xoç. Juntamente con YupvÓTTiç («desnudez»), ijjüxoç es aqui segu­ ramente la explicitación dei concepto -m ás genérico- de la «carência de ropas» (cf. J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narrenrede» [BBB 52], Kõln-Bonn 1978, 263). 3 psychros frio, fresco* El adjetivo, en sentido sustantivado, apare­ ce en Mt 10, 42, donde se habla de un «vaso de agua fria / fresca (jtorfiQiov ijjuxQOÜ)» dado a los discípulos, que tendrá su recom­ pensa (en la v.l. el término aparece como ad­ jetivo: JtoxfiQLOv n ô ato ç opnxQOÕ). En senti­ do figurado, en Ap 3, 15 (bis). 16, en la crítica dirigida contra la comunidad de Laodicea, que no es ni fria ni caliente (Çeaxóç) y que, por eso, «será vomitada» de la boca (-> x^LOtQÓç); cf. Did 7, 2. ThWNT II, 878s.

psõmizO dar de comer, alimentar, distribuir (como limosnas)* En Rom 12, 20 con acusativo de persona en un contexto parenético: «Si tu enemigo tiene hambre, \dale de comerl» (cita de Prov 25, 21 LXX V.L; cf. 1 Ciem 55, 2). En 1 Cor 13. 3: rJJmpíÇro Jtávxa xà ujtágxovxá pon, con el significado básico de rlJcopí^co («dar de comer / alimentar»), quiere decir: «emplear todos mis bienes en alimentar a los necesitados», es decir, «repartir en limosnas todo lo que poseo» (cf. Dt 32, 13; Sal 79, 6 LXX; Dan 4, 32 LXX/Teod.; en sentido figurado en Jer 23, 15; Eclo 15, 3; en sentido simbólico en Ez 3, 2). IjK a^íov, OV, TÓ psDmion trocito, bocado*

El sustantivo rj^copíov es diminutivo de tjjcopóç («trozo»); se emplea cuatro veces en el anuncio joánico de la traición de Judas:

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pánxo) xò ijjcopíov, «mojar el trocito / boca­ do», Jn 13, 26 (bis); podría pensarse también en la acción de mojar Ias hierbas amargas en la compota de fmtas que formaba parte de la cena de Pascua (Pes 10, 3), pero probablemente se presupone la costumbre, corriente en Ias comidas judias, de mojar un trozo de pan en una fuente común (cf. la cita de la Es­ critura en Jn 13, 18: ó tqcóycuv pou xòv àçxov...). Por tanto, mientras que Mc 14, 20 par. habla únicamente de comer en común de una sola fuente, Juan conoce la manera específica en que Jesús designa al traidor; cf. además en Jn 13, 27: psxà xò ojjcopíov, y en 13, 30: XaPÒDV xò xpcopíov. Esta acción es, al mismo tiempo, la senal para Satanás en 13, 27 (cf. también Lc 22, 3; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan III, Barcelona 1980, 58s con la nota 95 (en la p. 495).

psõchõ estregar, desgranar* En la versión lucana dei relato de la acción de los discípulos de arrancar espigas en día de sábado, Lc 6,1, dando más detalles que Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 (arrancar xíÀÀco] y co­ mer), menciona que los discípulos «desgranaban Ias espigas con Ias manos» (tjJCÓxovTEÇ xaTç x^goív). Para Lucas, el hecho de estre­ gar Ias espigas es condición previa importan­ te para poder comerse los granos. Si la acción de arrancar Ias espigas como parte de la labor de recoger la cosecha está prohibida en sába­ do (-> xí^Xtu), la acción de desgranar Ias espi­ gas podría representar una labor adicional, igualmente prohibida en sábado, a saber, la labor de trillar y moler (cf. Sab 7, 2) o de pre­ parar una comida (cf. Eduy 2, 6; Pea 8, 7; Jub 2, 29; 50, 9), algo que planteaba además pro­ blemas específicos sobre la obligación de pa­ gar el diezmo (cf. Billerbeck I, 616s). Es difí­ cil determinar si Lucas piensa en una intensidad mayor de la trasgresión dei precepto sabático, o si tan sólo quiere concretar en qué consistia la acción de arrancar espigas y co­ merse los granos.

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Q CO ~S2 [^£Y tt ]5 t ó õfmega] omega —>■ A.À(jpct. w 0 joh!* En el NT el vocablo aparece 17 veces, 16 de ellas como inteijección para dirigirse a una persona (seguida casi siempre de vocativo); como simple exclamación (seguida de nomi­ nativo) aparece únicamente en Rom 11, 33. La mayoría de los testimonios se encuentran (enfáticamente) al comienzo de frases o de partes de frase: con vocativo: ò) YÓvai, Mt 15, 28; tí) àvóriToi ..., Lc 24, 25; cb ãv&QcoJTE, Rom 2, 1.3; 9, 20; m àvótiToi FaX árai, Gál 3, 1; (b ãv'0'Q©n:e -&soõ, 1 Tim 6, 11; ro TipóDeE, 6, 20; ò ãvOQCojte XEvé, Sant 2, 20; con nominativo: cb yEVEÒ âjriaroç ..., Mc 9, 19 par. Mt 17, 17 / Lc 9, 41; cb rtXriQriç JtavTÒç ôóXoo ... (siguen vocativos), Hech 13, 10. Como simple manera de dirigirse a alguien, sin especial énfasis: cb ©EÓqpdE, Hech 1, 1; & ’IonôaIoi, 18, 14; ò ó v ô q e ç , 27, 21. Se puede dirigir la palabra a una persona que está directamente enfrente (Mt 15, 28; Hech 13, 10 y passim), o en el estilo de la diatriba se puede hablar a un interlocutor ficticio (Rom 2, 1.3; 9, 20). El vocativo -cuando uno se dirige a D ios- se usa también frecuentemente sin m. Bauer, Wõrterbuch, s.v.\ Bla6Debrunner § 146.

õbêd Obed Grafia dei nombre -> ’Iü)pr|ô en el Textus Receptus (cf. Josefo, Ant V, 336). d)ÔE hode (adv.) aqui, hacia aqui* En el NT el advérbio aparece 61 veces, 43 de ellas en los Evangeüos sinópticos (18 en Mateo, 10 en Marcos, 15 en Lucas) y 5 en el Evangelio de Juan; por lo demás, aparece

también con cierta frecuencia en el Apocalipsis (6 veces). Con sentido local, aqui: Mt 12, 6.41.42 (= en la cercania de Jesus); 14, 17; 16, 28; 17, 4 (bis); 20, 6; 24, 2; 26, 38; 28, 6; Mc 6, 3 (= en este lugar); 8, 4; 9, 1.5; 13, 2; 14, 32.34; 16, 6; Lc 4, 23; 9, 12.33; 11, 31.32 (= en la cerca­ nia de Jesús); 15, 17; 16, 25; 22, 38; 24, 6; Jn 6, 9; 11, 21.32; Hech 9, 14 (cf. v. 2); Col 4, 9 (xà mÔE, «lo que aqui sucede / lo que aqui nos pasa»); Heb 13, 14 (= aqui en la tierra; (bÔE - m Ô E, en Mt 24, 23 significa: «aqui alli»\ de manera semejante, mÔE - êxeí, en Mc 13, 21; Lc 17, 21; cf. 17, 23. El significado local hacia aqui se encuentra en Mt 8, 29; 14, 18; 17, 17; 22, 12; Mc 11, 3; Lc 9, 41; 14, 21; 19, 27; 23, 5; Jn 6, 25; 20, 27; Hech 9, 21; Sant 2, 3 (tbÔ E - e x e í , «hacia aqui - hacia alli»); Ap 4, 1 (a aqui arriba)', 11, 12 (a aqui arriba). En los demás pasajes el sentido local queda casi completamente relegado en favor de un significado referente a una situación o enun­ ciado inmediatos: aqui mismo, Mt 14, 8; môe A,outóv, «en lo que a esto respecta, por lo de­ más», en el sentido de una conclusión que hace avanzar en el tema, 1 Cor 4, 2 (->• XoiJtóç 3, cf. también H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther^ [KEK], sub loco con la no­ ta 2); mÔE - EXEÍ, «por un lado - por el otro», Heb 7, 8; roÔE (... èoxív), «aqui está / en esto consiste / aqui se trata de», Ap 13, 10.18; 14, 12; 17, 9. (pôT|, fíç, n odê cântico, canción* En el NT el término aparece 7 veces, 5 de ellas en el Apocalipsis. En la LXX, àôfj se refiere casi siempre al cântico de alabanza y al cântico de acción de gracias dirigidos a Dios, por ejemplo: Ex 15, l(ss); Dt 31, 19.30 (sigue el cântico en 32, Iss); Jue 5, l(ss); Sal 17, 1 LXX; 90, 1 LXX y passim: cf. Josefo,

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raÔTÍ- èôív

Ant VII, 305. No se observa diferencia alguna de significado con respecto a ->■ rJjaXpóç o ÍJUVoç, cf. èv rpaJtfroLç- o)ôf|, Sal 4, 1 LXX; i[)a}ipòç (bôfig, 29, 1 LXX; 67, 1 LXX; (nòf) r|)a)t[iOÍ3, 82, 1 LXX y passim. Josefo (Ap I, 40) llama 15|iVOi a los cânticos dei AT (cf. Ant III, 64; VIII, 124; IX, 269; David compuso (bôàç elç TÒv ■íleòv x al íSiivonç, VII, 305). De manera semejante, Filón llama general­ mente í5[rvoL a los salmos de la Escritura, Mut 115; Conf 52 y passim. Los Salmos de Salomón son llamados õpvoç en 10.14.6, y en cambio, sin diferencia de significado, se denominan i|)aX[i,óç en 2.3.5.13.15.17.18. Por eso, cuando en Ef 5, 19 y Col 3, 16 se habla de rpaX-pol (xal) npvoi (xal) (pôal jrvEupaxLttaí, dificilmente se apreciará dife­ rencia alguna de significado entre los distin­ tos términos. Lo de r t V E n p a x i x a í no caracte­ riza, por ejemplo, a los cânticos «mundanos» como cânticos que son ahora «espirituales», sino que es un adjetivo que califica a los tres sustantivos; se trata de los cânticos entonados en el culto divino como expresión de la gratitud de los creyentes por la nueva vida que es obra dei Espíritu i);aX[xóç. i)|rvéco 4). Tan sólo más tarde se distinguió en la liturgia en­ tre los salmos (dei AT) y los demás cantica (también bíblicos). En Ap 5, 9 (ãô o n aiv môfiv xaivqv); cf. 14, 3 (bis) y 15, 3 (aóonaiv xfiv cbôriv Mcuüaécüç ... x al xfiv mÔTjv xoõ aQvíon) se trata de un cântico (nuevo) de los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos (5, 9), o bien de los 144.000 sellados (14, 3) o de los «vencedores» (15, 3). Los textos de Ias cbôaí citados en 5, 9s y 15, 3s (cf. además 4, 8.11; 5, 12s; 7, 10; 11, 15.17s; 12, 10-12; 19, Is.5.6-8) se hallan intensamente relacionados con el correspondiente contexto y son, por tanto, creaciones literárias dei autor y no están tomados directamente dei culto divino ce­ lebrado por la comunidad (cf. G. Delling; NovT 3 [1959] 107-137; K.-P. Jõrns, Das hymnische Evangelium [StNT 5], Gütersloh 1971). EI «cântico nuevo» (5, 9; 14, 3; cf. gop a xaivóv, Sal 95, 1 LXX; upvoç xaivóg, Is 42, 10 LXX; (nôf] xaivr). Sal 143' 9 LXX) es

el cântico de los redimidos escatológicamente: un cântico que, fuera de ellos, nadie más es capaz de aprender (Ap 14, 3). ThWNT I, 163-165; X, 960 (bibl.); DTNTI, 222s.

(bôív, ivoç, 1^ õdin dolor de parto* (üÔLVco

õdinõ sufrir dolores de parto*

B ib l: Bauer, W õrterbuch, 1770; G. Bertram, (bôiv, (bôLvüt, en ThWNT IX, 668-675; W. Hamisch, E schatologische E xistenz, Gõttingen 1973, 62-72.

1. (BÔÍV (en vez de môLç, cf. BlaB-Debrunner § 46, 4, aparece en la LXX unas 34 veces; en cambio, en el NT aparece únicamente en Mc 13, 8 par. Mt 24, 8; Hech 2, 24 y 1 Tes 5, 3 (únicamente aqui en singular). El verbo se halla documentado en la LXX unas 20 veces, pero en el NT aparece sólo en Gál 4, 19.27; Ap 12, 2. 2. El plural môiveç significa los dolores que sufre la mujer que está de parto, es decir, los dolores de parto\ en consonância, Cbôívu) significa sufrir dolores de parto y también parir con dolores. Los términos se emplean en sentido propio y en sentido figurado. En realidad, el vidente en Ap 12, 2 ve una mujer «que está de parto y que siente los do­ lores dei alumbramiento» (môívonoa junto a PaoaviÇopévT] xexetv). La imagen de los do­ lores de parto sirve también para establecer una comparación en 1 Tes 5, 3, y por cierto en dos aspectos: así como los dolores de parto comienzan «de repente», así también llegará la destrucción, y de la misma manera que la mujer no puede «escapar» de esos dolores, no se podrá «escapar» tampoco de la destruc­ ción. En Gál 4, 27 Pablo aplica la cita de la mu­ jer «que no tiene dolores de parto / que no da a luz» (oúx (üòívonaa en paralelo con ou X LX X O uoa, Is 54,1 LXX) a la Jerusalén celes­ tial, por contraste con la Jerusalén actual. Por el contexto se ve que en el fondo de todo se halla el contraste entre Sara -que al principio fue estéril- y la esclava Agar (vv. 21-31). Pablo usa el verbo en sentido figurado, cuando en Gál 4, 19 llama a los gálatas «sus

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òôív -

hijos», por los cuales él tiene que sufrir de nuevo dolores de parto», ya que, después que se convirtieron, él tiene ahora que esforzarse de nuevo por ellos con dolor. Según Hech 2, 24, Dios «desato los dolores de parto de la muerte» en la resurrección de Jesus, es decir, los llevó al fin (Bauer, Wõrterbuch, í . v. XÍícc) 4). Lucas piensa, evidente­ mente, en que la muerte no pudo retener a Je­ sus (cf. V. 24b), como tampoco una mujer embarazada puede retener a su criatura. Por eso, no habla de «cuerdas» (Sal 18, 5: hebel), sino (como el Sal 17, 5 LXX) de dolores de parto (en hebreo, hsbel). En el discurso escatológico de Jesús (Mc 13, 8 par. Mt 24, 8), cbÔLVtov se refiere primeramente a Ias tribulaciones como tales, pero también alude quizás al proceso dei nuevo nacimiento dei mundo. W. Radl (b ô ív ro

õdinõ sufrir dolores de parto, parir

con dolor ^ CÕÔLV. d)p.oç, OD, ó õmos hombro* En el NT el término aparece sólo dos veces (en cambio, es frecuente en la LXX y en los Padres apostólicos): en Mt 23, 4 se habla en sentido figurado de Ias cargas pesadas que los escribas y fariseos «ponen sobre los hombros» de la gente (cf. la imagen frecuente que habla dei «yugo de la Torá», Abot 3 ,5 ; bSan 94b y también Mt 11, 29); en Lc 15, 5 se ha­ bla de la oveja perdida, a la que el pastor bus­ ca y, al encontraria, «la pone gozoso sobre sus hombros» (en ambos casos: ÈmTÍüqpi èm xoòç ojpouç).

Oneomai comprar* Hech 7, 16 habla dei sepulcro que «Abrahán había comprado de los hijos de Jamor en Siquén (èv tcõ pvf|paTi cb ü)vf|aaTO ’A ppaáft)». En el fondo de todo se hallan Gén 23, Iss.lóss (Abrahán compra la cueva de Macpela, acto que se recoge en 25, 9; 47, 30; 49, 29ss; 50, 5.13s) y 33, 18s (Jacob compra un ( b v É o f ia i

w ga

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terreno a los hijos de Jamor, acto que -refiriéndose al entierro de José- se recoge en Jos 24, 32); ambas tradiciones se han mezclado la una con la otra, -+ Xuxép.

Oon huevo* Lc 11, 12 habla de alguien que «pide un huevo» a su padre (aiTT|aEi (póv) y que no recibirá un escorpion. De la misma manera se habla antes, en el v. 11, de un pescado y una serpiente. rò ó v , o v , TÓ

(úQa,

a ç , 1^ hõra hora, momento, porción de tiempo

1. Aparición - 2. Empleo en sentido cronológico neutral - 3. La hora dei milagro - 4. Acontecimientos importantes (la Pasión de Jesús) - 5. Período de tiem­ po - 5. La hora de Jesús (Juan) - 7. Empleo en sentido eclesial-escatológico - 8. ttpòç mpav. B ibl.: G. Delling, WQa, en ThWNT IX, 675-681; G. Ferraro, L '« o ra » d i C risto n e l quarto Vangelo (Aloisiana 10), Roma 1974; H. Ch. Hahn, mpa, en DTNT IV, 276-279; J. Jeremias, ’Ev I keívtí xf) &pa: ZNW 42 (1949) 214-217; R. Schnackenburg, Stunde, en J. B. Bauer, B ibeltheologisches W drterbuch II, 1281-1286; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1294.

1. En el NT el sustantivo ©ga aparece 106 veces, 76 de cilas en los Evangelios, 11 en Hechos, 9 en Ias Cartas y 10 en el Apocalipsis. Como en la LXX, significa el momento o el período de tiempo y a menudo su significa­ do se concreta por el contexto. 2. En sentido cronológico neutral se emplea © ga en Mc 6, 35 par. Mt 14, 15; Mc 11, 11; Hech 2, 15; 23, 23. En la parábola, el propietario de la vina sale a buscar trabaj adores a la hora tercia (Mt 20, 3), a la hora sexta y a la hora nona (20, 5). El hecho de que todos los trabajadores —incluso los que han trabajado una sola hora (20, 12; cf. v. 9 )- reciban el mismo jornal, acentúa que la recompensa de­ pende de quien la da, es decir, de Dios. «En aquella hora» (Lc 2, 38; 7, 21; Mt 18, 1) o «en esa hora» (Lc 13, 31) indica que una acción se produce simultáneamente con otra. Lo mismo pasa, cuando el término © ga va segui-

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o)Qa

do por un genitivo: «A la hora de la cena» (Lc 14,17), «a la hora dei sacrifício dei incienso» (Lc 1, 10), con lo cual se piensa probablemente en el ofrecimiento cotidiano de la tar­ de, que solía hacerse bacia Ias 3 de la tarde (cf. Hech 3, 1). En Hech 10, 3 la indicación de la hora nona (otra vez Ias 3 de la tarde) quiere acentuar seguramente la piedad de Comelio (cf. 10, 30). La visión de Pedro tiene lugar bacia la hora sexta (10, 9). 3. La hora indica también que un suceso se produce inmediatamente: Mateo, al final de Ias historias de curación, indica la hora (8, 13; 9, 22; 15, 28; 17, 18) para acentuar la corres­ pondência entre la fe y su cumplimiento. La pregunta acerca de la hora (Jn 4, 52) sirve pa­ ra la confirmación dei milagro obrado a dis­ tancia y conduce a la fe al funcionário real juntamente con los de su casa (4, 53). A la voz de Pablo, el espíritu maligno abandona inme­ diatamente a la mujer (Hech 16, 18), lo cual demuestra la eficacia dei nombre de Jesús. Pablo recobra su vista, en cuanto Ananías le habla (22, 13). Tan pronto como los setenta regresan de su exitosa misión (Lc 10, 17), Je­ sús reacciona con su clamor de júbilo (10, 21ss). El guardián de la prisión hace que le bauticen inmediatamente a él y a su fíunilia, en cuanto ha curado Ias heridas de Pablo y de Silas (Hech 16, 33). 4. La hora realza a veces la importância de ciertos acontecimientos. Los dos discípulos de Juan encuentran a Jesús hacia la hora déci­ ma (Jn 1, 39). De manera semejante, la hora sexta podría destacar la importância dei encuentro de Jesús con la mujer samaritana (4, 6), aunque esa hora indica inicialmente el cansando y la sed de Jesús (4, 7). Las referencias a la hora se hacen mucho más frecuentes en relación con los aconte­ cimientos de la Pasión de Jesús. «Y cuando llegó la hora», en Lc 22, 14, introduce el re­ lato de la cena de Pascua. Durante la hora de la Pasión de Jesús, sus discípulos se dispersarán (Jn 16, 32). «En aquella hora» -la hora de su prendim iento- Jesús se dirige a los que

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vienen con Judas (Mt 26, 55). La mención de la crucifixión en la hora tercia (Mc 15, 25) podría ser una alusión a las prácticas Utúrgicas (J. Emst, Das Evangelium nach Markus [RNT], 468). Antes de la muerte de Jesús, se produce una gran oscuridad desde la hora sex­ ta hasta la hora nona (Mc 15, 33; par. Mt 27, 45 / Lc 23, 44), lo cual, con arreglo a la tradición profética y apocalíptica (cf. Am 8, 9s), podría senalar que la muerte de Jesús es el comienzo de los últimos tiempos. En la hora no­ na Jesús recita el Sal 22, que expresa a la vez el abandono de Dios y la confianza en Dios (Mc 15, 34 par. Mt 27, 46). Cuando Pilato -hacia la hora sexta- presenta a Jesús como rey (Jn 19, 14), podría haber en todo ello una alusión al sacrifício de los corderos pascuales: Jesús es el verdadero Cordero pascual. 5. La hora significa un intervalo de tiempo, cuando Jesús pregunta a Simón (Mc 14, 37) o a los discípulos (Mt 26, 40) si no han podido velar con él «una hora». Cf. además Lc 22, 59; Hech 5, 7; 19, 34. «Hasta la hora presen­ te (1 Cor 4, 11), es decir, «hasta ahora» (4, 13) Pablo ha aceptado sobre sí todos los peligros posibles. En virtud de su convicción acerca de la resurrección de los muertos, Pa­ blo se expone «cada hora» (es decir, en todo momento) a los peligros (1 Cor 15, 30). 6. Juan habla de manera cualificada acerca de la hora de Jesús. Esta depende únicamente de la voluntad dei Padre. «Mi hora» (Jn 2, 4) es ante todo la referencia a la actividad públi­ ca de Jesús, que comienza con el milagro de Caná (cf. 11,9). Pero en la «senal» se revela ya la gloria de Jesús (2, 11b; cf. 1, 14), de tal manera que los discípulos llegan a la fe (2, 11c). Mientras no llegue la hora de la muerte de Jesús (cf. Mc 14, 35.41), sus enemigos no podrán echarle mano (Jn 7, 30; 8, 20; cf. 7, 6). La hora de la muerte es la hora de su glorificación (12, 23; 17, 1), en la que Jesús pasa de este mundo al Padre (13, 1). Esa hora signifi­ ca juicio para el mundo (12, 31) y, al mismo tiempo, posibilidad de salvación para los hombres (12, 32). Cuando el discípulo ama-

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coQa —to ç a io ç

do, «a partir de aquella hora», acoge en su ca­ sa a la madre de Jesús (19, 27b), eso es, sí, una indicación de tiempo; pero dificilmente podrá prescindirse dei momento concreto en que esto se produce: el momento de la exaltación de Jesús en la cruz.

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ción (Ap 3,10), porque han dado buena cuen­ ta de sí con su firmeza. Los acontecimientos apocalípticos y escatológicos están fijados por Dios en cuanto al tiempo y la hora (9, 15). Los fenômenos que acompanarán al arrobamiento de los dos testigos «en aquella hora» (11, 13) recuerdan los milagros que acompa7. La hora aparece también en contextos naron a la resurrección de Jesús (Mt 27, 52). La «hora dei juicio» (Ap 14, 7), a la que se eclesiales y escatológicos. El dolor de los dis­ cípulos, desencadenado por la muerte de Je­ Uama metaforicamente la «hora de la recolección» (14, 15), será la ocasión para que Ias sús, irá seguido por el gozo (de la resurrección; Jn 16, 22), como lo ilustra claramente la naciones ensalcen a Dios y le adoren (14, 6). imagen de la mujer que está de parto (16, 21). Los diez reyes que, junto con la bestia, reci«Llega la hora, y ya está presente, en que la ben poder durante «una hora», es decir, por verdadera adoración de Dios no estará ligada breve tiempo (17, 12), sucumbirán en la lucha contra Cristo, el Cordero (17, 14). Al cabo de a un lugar de culto (4, 21), sino que se reali­ zará en espíritu y en verdad (4, 23). Es la ho­ tan sólo «una hora» (18,10.17.19) se ejecutara en que los muertos serán vivificados y reré el juicio sobre Babel. sucitados (5, 25). Según 5, 28 (redacción 8. La expresión preposicional Jtpòç &çav eclesial), esa hora se halla todavia en el futu­ (Jn 5, 35; R m 15; 2 Cor 7, 8) significa algo ro. Llega la hora en que se crea prestar un serasí como «durante algún tiempo». Acompanavicio a Dios matando a los discípulos de Jesús da de una negación quiere decir: «en ningún (16, 2). Será «la hora de ellos», la hora de los momento», «nunca jamás». jtQÒç jtaiqòv enemigos de los cristianos (16, 4). mpaç (1 Tes 2, 17) significa igualmente «du­ Los discípulos no deben preocuparse ansio­ rante algún tiempo». samente por saber lo que han de declarar ante el tribunal; porque «en aquella hora» dei inte­ H. Giesen rrogatório el Espíritu les inspirará lo que deban decir (Mc 13, 11 par. Mt 10, 19 / Lc 12, 12). Puesto que los creyentes (lo mismo que d iQ aio ç, 3 hõraios hermoso, bonito, atractivo* el dueno de la casa no sabe a qué hora llegará el ladrón, Lc 12, 39; cf. Mt 24, 43) no saben a En los ayes de Jesús contra los fariseos y qué hora aparecerá el Hijo dei hombre (Mt escribas, en Mt 23, 27, se describe intuitiva­ mente la hipocresía de éstos con la imagen de 24, 44 par. Lc 12, 40; Mt 24, 50 par. Lc 12, 46) o el Esposo (Mt 25, 13) para el juicio (cf. los «sepulcros blanqueados» (-> xoviáü), xáAp 3, 3), se les exhorta a que permanezcan qpoq 2), «que son bonitos, sí, al exterior ((paícontinuamente preparados. En Rom 13, 11 vovxai copatoi)», pero que en el interior es­ tán llenos de huesos y de inmundicia. WQa significa la hora escatológica de la decisión, en la cual los cristianos deben dar buena La «puerta Hermosa» dei templo se men­ ciona dos veces en Hech 3: q xou cuenta de sí (cf. 1 3 ,12s). La aparición dei Anticristo, a quien los anticristos (es decir, los íeQOõ f) KeYopÉvq '£2Qata (v. 2) y fj ropaía mjX.Ti xoõ Í8QOÍ3 (v. 10). Claro que este nomfalsos maestros) representan, es la nota carac­ terística de la «última hora» (1 Jn 2, 18). El bre de una puerta dei templo no se menciona ni en Josefo (Ant XV, 410ss; Bell V, 190ss) ni hecho de que tampoco el Hijo sepa la hora (Mc 13, 32 par. Mt 24, 36) se relaciona en ge­ en la Misná (Mid 1, 3ss). Por eso, en la tradineral con el instante de la parusía. ción se la identificó a menudo con la puerta A los cristianos de Filadélfia se les asegura este de Shushan, que conduce al recinto dei que serán preservados de la hora de la tentatemplo. Pero habrá que pensar más bien en

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coQaioç- 0)ç

una puerta situada dentro dei recinto dei tem­ plo. Hoy día se identifica ordinariamente a la «puerta Hermosa» con la puerta de bronce corintio mencionada por Josefo, Bell II, 411; V, 201ss y passim, que desde el este daba paso dei atrio de los gentiles al atrio de Ias mujeres. También los rabinos hablan de que esa puerta está fabricada de refulgente bronce corintio (Mid 2, 3; bYom 38a), y la llaman puer­ ta de Nicanor (Mid 1, 4; Yom 3, 10); claro que la localizan a veces (quizás incorrectamente en contra de Josefo) entre el atrio de Ias mujeres y el atrio de los hombres (cf. Billerbeck II, 623s). Así que Hech 3, 2.10 se refiere probablemente a la puerta de Nicanor, que descollaba por su material refulgente entre todas Ias puertas del recinto interior dei templo (cf. también Beginnings V, 479-486; Billerbeck II, 620-652; ThWNT III, 235s; E. Stauffer; ZNW 44 [1952/1953] 44-66; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte’ [KEK], sobre 3, 2; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK]. sobre 3, 2 [bibl.]). En Rom 10, 15 Pablo cita libremente y en forma abreviada el pasaje de Is 52, 7 con Ias palabras: d)ç cbpaXoi ol jtóôeç T(üv zvayyEki^opévmv [xà] àya^&á, cita en la que se acerca más al texto hebreo («jQué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia buenas nuevas!») que al texto de la LXX (oráQeipL cbç mpa èrci xcõv ôpécov, cbç JtóÔEÇ E u a y Y E k i^ o p É v o u à x o f i v E ig r)-

vqç, cbç EuaYYeX.iÇóp.Evoç aYa^&á, 52, 6s). La elección de topaioç en Pablo podría estar determinada, a lo sumo, por el término &Qa de la LXX, pero concuerda no sólo con el tex­ to hebreo sino también con el Targum de Is 52, 7, y acierta a reflejar, en contra de la LXX, el sentido del texto hebreo. Por tanto, (üQatoç no debe traducirse (en conexión con (ÓQO) por «oportuno», que es un significado que se halla atestiguado en otras partes (de manera distinta piensa Bauer, Wõrterbuch, Í.V.; E. Kâsemann, An die Rõmer^ [HNT], sub loco), sino -e n consonância con el hebreo nã’â o nã’weh (como aparece también en otras partes en la LXX Cant 1, 16; 2, 14; Joel 1, 19s; Lam 2, 2 ) - por bonito, atractivo. Cf.

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también Billerbeck III, 282s; P. Stuhlmacher,

Das paulinische Evangelium I (FRLANT 95), Gõttingen 1968, 148-150. diQVO^ai õryomai rugir* En 1 Pe 5, 8 se compara al diablo con un «león rugiente» (d)ç Xémv mpuopEVOÇ Jtepuraxet, cita del Sal 21, 14 LXX; cf. también Jue 14, 5; Jer 2, 15); cf. B. Schwank: Erbe und Auftrag 38 (1962) 15-20; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), sub loco. Los «rugi­ dos» acentúan aún más el aspecto depredador y la peligrosidad del león; de esa misma ma­ nera el mundo injusto persigue a la comunidad cristiana. (bç hõs (adv.) como, de qué manera; como si; después que, mientras; aproxim ada­ mente 1, Partícula de comparación - 2. Conjunción com­ parativa - 3. Para la introducción de la cualidad deci­ siva - 4. Otros usos. B ib l: Bauer, W õrterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner, en el índice analítico í.v. (461); Mayser, G ram m atik, en el índice analítico í .v. (II/3, 252s); Redermacher, G ram m atik, en el índice analítico í . v. (239).

1. En el NT cbç aparece un total de 504 ve­ ces (VKGNTII, S . V . ) . Como partícula de com­ paración indica de qué manera se efectúa un proceso, por ejemplo, en 1 Cor 3, 15: «(ser salvado) como a través del fuego»; 1 Tes 5, 2: «(llegar) como ladrón en la noche»; Ef 5, 33; «(amar) como a sí mismo»; Col 3, 18; «como conviene en el Senor». Se encuentran además elipsis: Rom 13, 13; 1 Cor 13, 11a; Gál 3, 16; Heb 11, 29. d)ç y la expresión que acompana a la partícula pueden ser sujeto u objeto de una oración; Mt 1, 24; 15, 28; 26, 39a. La ex­ presión Exaotoç (bç, «cada uno (según) co­ mo» aparece en Rom 12, 3; 1 Cor 3, 5; 7, 17a.b; Ap 22, 12. tbç hace también Ias veces de partícula de comparación en interrogativas indirectas; Lc 8, 47; 23, 55; 24, 35; Hech 10, 38; 20, 20; Rom 11, 2; 2 Cor 7, 15. 2. Con el significado de c o m o , cbç hace Ias veces de conjunción comparativa. En esos ca-

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toç - cüoavva

sos o)ç puede estar en correlación con otíxtoç; Hech 8, 32; 23, 11; Rom 5, 15.18; 2 Cor 1, 7. De manera parecida, d)ç ... xaí: Mt 6 , 10; Hech 7, 51; 2 Cor 13, 2; Gál 1, 9; Flp 1, 20. Es un semitismo ©ç + sustantivo, en sustitución de un sustantivo o de un adjetivo: Mt 18, 3: d)ç t à JtaiôLa; Heb 11, 12: ü)ç fj â[i[toç; 1 Pe 1, 24; (bç xÓ0 t:oç; Ap 4, 6 : wç ■&á)\.aoaa. - d)ç en el sentido de tal como puede introducir una cita para probar algo: cbç Y^YSCtntai, Mc 7, 6 ; Lc 3, 4; Hech 13, 33; puede introducir también una opinión humana autoritativa: Hech 17, 28; 22, 5; 25, 10. 3. En otros pasajes (bç introduce la cualidad que es de particular importância en el contex­ to; a) Cualidades reales; Jn 1, 14; Rom 3, 7; 1 Cor 3, 10; 7, 25; 2 Cor 6 , 4; 1 Tes 2, 4.7a; Col 3, 12;E f5, 1; 1 Pe 1, 19; 2, 2; 4, 15a. (bç con participio indica la razón para una determina­ da manera de obrar: Hech 28, 19; 2 Pe 1, 3. b) Cualidades que sólo existen en la imaginación o en la aseveración: Lc 23, 14; Hech 3, 12; 23, 15.20; 27, 30; 1 Cor 4, 7.18. c) Cuali­ dades que son enganosas o que son objetiva­ mente falsas: Rom 9, 32; 2 Cor 10, 2; 11, 17; 13, 7; 2 Tes 2, 2a. 4. Además cbç hace Ias veces de: a) conjunción temporal (cf. BlaB-Debrunner § 455, 2), principalmente en el Ev. de Lucas / Hechos y en el Ev. de Juan. Con aoristo (cuando, después que), por ejemplo, en Lc 1, 23.41.44; 2, 15.39 y passim\ Jn 2, 9; Hech 5, 24; 10, 7.25 y passim', con presente o con imperfecto (mientras), por ejemplo en Lc 12, 58; 24, 32; Jn 2, 23; 8 , 7; 12, 35.36; Hech 1, 10; 7, 23; 9, 23 y passim. Cf. además (bç â v con subjuntivo (dícese dei tiempo en que sucederá un acontecimiento futuro: cuando): Rom 15, 24; 1 Cor 11, 34; Flp 2, 23. b) como conjunción consecutiva (de tal modo que): Heb 3, 11; 4, 3. c) como partícula final: Hech 20, 24; cf. 17, 14 Textus Receptus. d) después de verbos de conocer, decir y oír (que): Lc 24, 6 ; Hech 10, 28; Rom 1, 9; Flp 1, 8 ; 1 Tes 2, 10.11a. e) con numerales (aproximadamente, cerca de): Mc 5, 13; Lc 1, 56; 8 , 42; Jn 1, 39; 4, 6 y passim'.

Hech 4,4; 5,7.36 y passim', Ap 8 ,1. f) en exclamaciones ('^cómol): Rom 10, 15; 11, 33. g) con el superlativo: (bç lá x io ta ; Hech 17, 15. G. Schneider

hõsan como quien dice, en cierto modo, como si 2 Cor 10, 9 NTG: (boàv èxqio|3eiv np.ãç, «como quien dice, para asustaros / como si yo os quisiera asustar»; en NTG“ : (bç âv. Cf. BlaB-Debrunner § 453, 3 con la nota 6 .

w oav

ró o a v v á

hõsanna hosanna*

(b a a w á es la transcripción griega dei hebreo h ô s V â n ã ’ (el imperativo se abrevio a menudo adoptando la forma h ô s a ‘), / p r e s ta a y u d a ! , que es una petición dirigida a Dios (Sal 118, 25 [LXX: oüjoov ôf|]; 12, 2), al rey (2 Sam 14, 4; 2 Re 6, 26) y a Dios en favor dei rey (Sal 20, 10). La exclamación adquirió un lugar fijo en la liturgia dei judaísmo (los testimonios en Billerbeck I, 845849), porque el Sal 118 se cuenta entre los salmos dei H a lle l, que se cantaban en Ias fiestas de peregrinación como son la Pascua y fiesta de los Tabemáculos, en el momento en que los peregrinos hacían su entrada procesional en el recinto dei templo, y modifico a consecuencia de ello su sig­ nificado (por la trasformación de la fiesta de los Tabemáculos, que de fiesta de súplicas se convirtió en fiesta de gozo y alegria; cf. Billerbeck II, 805-807): de ser una súplica pidiendo ayuda se convirtió en una exclamación de alabanza. En el judaísmo, el Sal 118 se interpreto de diversas maneras en sentido escatológico y mesiánico (MidrSal 118, 22 sobre el Sal 118, 24; cf. J. Jeremias, L a U ltim a C e n a . P a la b r a s d e J e s ú s , Madrid 1980, 284-287), y así fue interpretado también por la comunidad primitiva (cf. en Mc 12, lOs el uso dei Sal 118, 22s; en Mt 23, 29 par. Lc 13, 35, el dei Sal 118, 26). En la época cristiana, la sinagoga, para distanciarse de la manera en que la Iglesia primitiva comprendía el salmo, reprimió esta interpretación mesiánica dei mismo (cf. E. Wemer: JBL65 [1946] 121).

En el NT vemos que los seis testimonios de (b a a w á aptirecen en la historia de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; en todos los ca­ sos se recoge el Sal 117, 25s LXX (... atboov ôf| ... eúXoYnp-évoç ó è0 XÓ[J.EVoç ev ôvó|xaTt xuQÍon) y se lo utiliza en forma caracterís-

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(oaavva - coaei

tica (Mc 11, 9.10; Mt 21, 9 [bis].15; Jn 12, 13). En Mc 11, 9 (boavvó se halla en sentido absoluto, y lo mismo en Jn 12, 13. En Mc 11, 10 se acentua el sentido mesiánico de la cita mediante la alabanza de la llegada dei reino de David: EÜX.OYiUxévTi fj èQXO[isvT] p a o d e ía Toü JtatQÒç f|[icjôv Aaníô. Para Marcos, en la llegada de Jesús se cumple la expectación mesiánica dei futuro reino de David (sobre la ex­ pectación dei reino de David, cf. R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 185; acer­ ca de la estrecha relación entre m oavvá y Ias expectaciones mesiánicas, cf. también Did 10, 6). La segunda exclamación de hosanna en Marcos (11,10) va seguida por Ias palabras e v Tolç firjjíaxoiç, lo mismo que sucede en Mt 21, 9b; se trata de «una petición de ayuda a Dios (jayuda, tú que estás en Ias alturas!) o una invitación a los ángeles para que tomen parte en la aclamación (jGritad hosanna, vosotros que estáis en Ias alturas!)», J. Gnilka, El evangelio según san Marcos II, Salamanca 1986, 138). En Mt 21, 9a.l5, el clamor de jú­ bilo va dirigido a Jesús como el Hijo de David (cüoavvà TCü uím Aaníô). El difundido empleo de la exclamación «;hosanna!» en Ias co­ munidades de la Iglesia primitiva, lo atestigua el Evangelio de Juan, que es literariamente independiente de los Evangelios sinópticos: en Jn 12, 13 la cita dei Sal 117, 25s LXX se usa para describir la Einholmg (la «aceptación y salida al encuentro») de Jesús (sobre el signi­ ficado de este término, cf. J. Becker, Das Evangelium nach Johannes II [ÕTK], 377s), a quien se reconoce como el Rey mesiánico. Lucas (19, 38) omite la exclamación «j hosan­ na!» (porque habría resultado incomprensible para lectores helenísticos, cf. ThWNT IX, 683; de manera distinta piensa W. Schmithals, Das Evangelium nach Lukas [ZBK], 189; cree que lo hizo por apologética política). Bauer, Wôrterbuch, í .v. (bibl.); E. Wemer; JBL 65 (1946) 97-122: E. Lohse: NovT 6 (1963) 113119; BHH II, 752; Haag, Diccionario, 872s; ThWNT IX, 682-684 (bibl.); J. A. Fitzmyer,

Aramaic Evidence Ajfecting the Inlerpretation of «Hosanna» in the NT, en FS Ellis, 110-118. W. Rebell

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d)(raiL)T(0Ç hõsautõs (adv.) de igual mane­ ra, igualmente* En el NT el advérbio aparece 17 veces, siempre con significado modal. Con rtoiém, «hacer lo mismo» en Mt 20, 5; cf. 21, 36 («hacer exactamente igual con alguien»); con lÀym, Mt 21, 30; Mc 14, 31; con otros verbos, Mt 25, 17; Lc 13, 5; 20, 31; 1 Tim 5, 25 (sobreentiéndase eioív); Tit 2, 6. cboauxcoç ôè Hat, «de igual manera también», Mc 14, 31; Lc 20, 31; Rom 8, 26; 1 Tim 5, 25 v.l. Sobre todo en Ias enumeraciones puede faltar el ver­ bo o debe sobreentenderse por el contexto: Mc 12, 21 (àjtéOavev); Lc 22, 20 (x al ):a|3(bv...); 1 Cor 11, 25 (eIic Pev...); 1 Tim 2, 9 (PoúX.opai); 3, 8.11 (ôeí Eivai); Tit 2, 3 (ei­ vai). Q)a£Í hõsei (así) como; poco más o menos, aproximadamente* En el NT aparece 21 veces, nueve de ellas en Lucas y seis en Hechos. Como partícula de comparación es aproximadamente sinônima de d)ç, la cual es sustituida a menudo por (boeí inmediatamente delante de sustantivos y de numerales e indicaciones de medidas. Por eso, oscilan a veces Ias variantes textuales en la tradición manuscrita (cf. infra). Delante de sustantivos significa como, así como, Mt 3, 16; 9, 36; Lc 22, 44 (v.l.); 24, 11; Hech 2, 3; 6, 15; Heb 1, 12 (cita dei Sal 101, 27 LXX); delante de un adjetivo: x a l Eyévexo cboE i VEXQÓç, «quedó como muerto», Mc 9, 26; delante de un participio: moei ê x v e x q c õ v ÇcDVXEÇ, «como personas que han vuelto de entre los muertos a la vida», Rom 6, 13. Delante de numerales significa aproxima­ damente, poco más o menos: Mt 14, 21; Lc 9, 14 (bis); Hech 1, 15; 2, 41; 19, 7; delante de indicaciones sobre el tiempo trascurrido: Lc 3, 23 (tnoei èxcóv; cf. 8, 42; cbç èxc&v); 9, 28; 22, 59; 23, 44; Hech 10, 3 (moEi JtEQi mpav èváxr|v, «hacia la hora nona»); para expresar una distancia; moEl Àí^ou PoX.T]v, «como a un tiro de piedra», Lc 22, 41. Como v.l. dei Textus Receptus en vez de cbç: Mt 28, 3.4; Mc 1, 10; Lc 1, 56; 3, 22; Jn 1, 32; 4, 6; 6, 10; 19,

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C0O81 - CÚOT8

14.39; Hech 4, 4; 5, 36; 9, 18; Ap 1, 14; cf. también Mc 6, 44; Hech 19, 34.

'í í a t j é Hõsêe Oseas* En Rom 9, 25 Pablo cita al profeta Oseas (2, 25 y 2, 1) con la fórmula de citación: d)ç x a l èv xô) '£3ot|È X,ÉYei, «como (Dios) dice también en Oseas». En cuanto a la sentencia de Dios, en cita tomada de Os 2, 25, hay que sobreentender que el hablante es Dios, mientras que en otros casos Pablo usa la fórmula YÉYQajtxai (cf. Rom 1, 17; 3, 4.10; 8, 36; 9, 13.33; 10, 15) o hace que hablen los autores bíblicos (cf. Rom 4, 6; 9, 27.29; 10, 19).

üajtEQ hõsper (adv.) como, así como, al igual que* En el NT el advérbio aparece 36 veces, y entre ellas se encuentra 10 veces en Mateo y 6 veces en Romanos. En 17 pasajes mç se halla como correlativo en oraciones comparativas, introduciendo una prótasis, a la que sigue una apódosis como otStcnç (xai), «asícomo ... así (también)»: Mt 12, 40; 13, 40; 24, 27.37; Lc 17, 24; Jn 5, 21.26; Rom 5, 12 (ôojtEq ... x ai oõxmç, en anacoluton).19.21; 6, 4.19; 11, 30; 1 Cor 11, 12 (sin verbo); 15, 22; 16, 1; Gál 4, 29; Sant 2, 26. En vez de eso, en 2 Cor 8, 7 se dice: ôoiteQ ... iv a x a í (con subjuntivo), «así como ... vosotros también debéis». En los demás pasajes õojtEQ introduce una oración comparativa adjunta, que explica un enunciado anterior, así como, así (precisa­ mente): con verbo en Mt 6, 2; 20, 28; 25, 32; 1 Cor 8, 5 (mojteQ eiolv Deol jtoXX,ot, «en efecto, así como hay de hecho muchos dioses»); 10, 7 («así como está escrito»); Heb 9, 25; Ap 10, 3. El verbo puede sobreentenderse por el contexto: Mt 6, 7; 18, 17; Lc 18, 11; Hech 2, 2 (SojtEQ con genitivo absoluto); 3, 17; 11, 15; 1 Tes 5, 3; Heb 4, 10; 7, 27. Al comienzo de una parábola; moatEQ yòq âv{lQ(nJtoç, «porque (os) sucederá como a un hombre», Mt 25, 14. - Como v.l. dei Textus Receptus (en vez de cbç): Mt 5,48; 6, 16; 24, 38; 2 Cor 1,7; 9, 5 ;E f5 , 24.

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d)07C£QEÍ hõsperei como si* En el NT sólo se emplea como partícula de comparación en 1 Cor 15, 8; àoiteQei, xtp èxTQ{óp,axi mqp^q xà|iot, «por último (entre todos los apóstoles) se me apareció también a mí, como si de un aborto se tratara»; ->■ sxTQCop,a. En 1 Cor 4, 13 v.l. (en vez de cbç). (OOT£ fiõste así que, por tanto; de tal manera que; a fin de que En el NT aparece 83 veces, especialmente en Mateo (15 veces). Marcos (13), Hechos (8), 1 Corintios (14) y 2 Corintios (7). Como conjunción consecutiva, © ate introduce ora­ ciones independientes y subordinadas. En Ias consecutivas independientes, la partícula, con el significado por tanto, por consiguiente, va seguida por el indicativo, el imperativo o el subjuntivo exhortativo (sólo en 1 Cor 5, 8: «\por tanto, celebremos la fiesta!»). En Ias consecutivas subordinadas, la partícula, con el significado: de tal manera que, va seguida por el indicativo (sólo en Gál 2, 13; Jn 3, 16: oüxmç ... maxE, de tal manera ... que»; cf. a propósito BlaB-Debrunner § 391, nota 4) o, en la mayoría de los casos, por el infinitivo con sujeto en acusativo, o también (con menor frecuencia) por el simple infinitivo. Va segui­ da también por el infinitivo con el significa­ do; con elfin de, con la intención de ... (e in­ finitivo). para expresar la consecuencia pre­ tendida (con un sentido casi sinônimo a la de una oración introducida por iva) (cf. BlaBDebrunner § 391, especialmente 1-3). He aqui ejemplos de oraciones consecuti­ vas independientes con indicativo: oioxE E^Ecrciv, «por tanto, está permitido», Mt 12, 12; ©oxe ouxéxi eiolv ôúo, «por consiguien­ te, ya no son dos», 19, 6; así que / con ello, 23, 31; 2 C ot 5, 17 (sin verbo) y passim\ con imperativo, que sigue a un enunciado prece­ dente: 1 Cor 3, 21; 4, 5; 11, 33; 14, 39; 15,58; Flp 2, 12; 4, 1; 1 Tes 4, 18; 1 Pe 4, 19. Ora­ ciones consecutivas dependientes con infiniti­ vo con sujeto en acusativo: Mt 8, 24; 8, 28 (moxe pf|); 12, 22; 13, 2.32.54; oüxmç ô o x e , Hech 14, 1; xoiaúxq ... moxe, «de tal clase /

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waxE -

t a l ... como», 1 Cor 5, 1; 2 Cor 1, 8; 1 Pe 1, 21 y passim; sin mencionar expresamente el acusativo: Mt 15, 33; 24, 24; Mc 3, 10; Hech 5, 15; 1 Cor 13, 2 y passim; con infinitivo con sentido final: Mt 10, 1; 27, 1; Lc 4, 29; 9, 52; 20, 20; Hech 20, 24 v.l. - T. Muraoka: NovT 15 (1973) 205-219. à t á Q i o v , ox), TÓ õtarion oreja, lóbulo de

la oreja. El diminutivo de onç, que se utiliza para designar el oído externo roxíov), aparece en Mc 14, 47 y Jn 18, 10 para referirse a la oreja (Juan: derecha) dei siervo dei sumo sa­ cerdote, que fue cortada de un mandoble (v.l. en ambos casos wxíov, como en el lugar para­ lelo Mt 26, 51 y en Lc 22, 51; Jn 18, 26. Por el contrario, en Lc 22, 50 se usa el término ouç). ThWNT V, 558. (flTÍOv, OU, t ó õtion oreja, lóbulo de la

oreja* El diminutivo de oúç designa, lo mismo que ->■ (bxáQiov, el oído externo, el lóbulo de la oreja, y tanto en el griego helenístico como en el griego de la LXX se emplea para desigUcir la oreja en general. En el NT el término se emplea únicamente para referirse a la oreja dei siervo dei sumo sacerdote, que fue corta­ da de un mandoble: Mt 26, 51 (a diferencia de Mc 14, 47: (hxáQiov); en Lc 22, 51 (material peculiar) se refiere que Jesus curó la oreja («derecha», 22, 50: ouç ... ÔE^ióv); Jn 18, 26 habla de un pariente de aquel siervo a quien Pedro (cf. 18, 10) había cortado la oreja (de­ recha, 18, 10: mxÓQiov ... ôe^ióv). Cf. además Mc 14, 47; Jn 18, 10 v.l. ThWNT V, 557s.

òq)é)»eia, aç,

opheleia

utilidad, venta-

ja* Rom 3, 1: xíç iq ü)q)éX,£ia xfjç JiEQiTopfjç;, «^cuál es la ventaja de la circuncisión?» (cf. 2, 17ss.25ss). En la expresión tbqpekeíaç xá QLV, «para obtener una ventaja», Jds 16 (v.l. d)q)eÀ,La; cf. Blafi-Debrunner § 23).

ükpeXéo)

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(bq)EXé(0 õpheleõ aprovechar, beneficiar, ayudar / socorrer; en voz pasiva, ser de utilidad* 1. Aparición en el NT - 2. Significados - a) aprove­ char, beneficiar - b) apoyar - 3. Uso en el lenguaje profano y en el leguaje teológico. B ibt.: Bauer, W orterbuch, s. v.; Blass-Debrunner § 151, 1; 159, 2; M. Saebp, y ‘l, en DMATI, 1027-1030.

1. En el NT el verbo dtqiEXéü) junto con sus derivados ->■ üxpéXEia y -> ü)(péXip.oç apare­ ceu un total de 21 veces, 9 de ellas en los Evangelios y 12 en Ias Cartas. ròqpEÀÉco y OKpéXELa (además õqiEkoç [1 Cor 15, 32; Sant 2, 14.16]) se utilizan predominantemen­ te en la LXX para traducir el hebreo y ‘l (hifil), «ayudar, ser de utilidad». 2. Como en el griego clásico, cbtpekéto rige acusativo o bien se predica en sentido absolu­ to de una persona (ouôÈv ròcpekel, «no consigue nada», Mt 27, 24; «no conseguis nada», Jn 12, 19) o de una cosa ((bqiekel, «es de uti­ lidad», Rom 2, 25; con negación en Jn 6, 63). a) Con el significado de aprovechar / beneficiar, roqpEkéco, como el hebreo y ‘l, se usa únicamente acompanado de una negación (con excepción de Rom 2, 25): directamente con los pronombres indefinidos ofiôév o p-Tjôév (Mt 27, 24; Mc 5, 26; 1 Cor 13, 3; Gál 5, 2) o con la negación oíix (Jn 6, 63; 12, 19; Heb 4, 2; 13, 9), o bien indirectamente en preguntas retóricas a Ias que se espera respuesta negativa (Mc 8, 36 par. Mt 16, 26 / Lc 9, 25 [Ias variantes textuales en estos pasajes son resultado de los intentos de armonización]; 1 Cor 14, 6: xL ú p ãç ü)qpekf|aco èàv px]...;). b) Con el significado de ayudar / socorrer, el verbo ü)qp8X,é(n aparece sólo en Mc 7, 11 par. Mt 15, 5. Las palabras: ô ó õ q o v , ô èàv è^ èpoü wqjEX.iq&fjç, «cualquier cosa mia con la que yo pudiera ayudarte es ofrenda para el templo», correspondeu exactamente a una fórmula judia de voto (por ejemplo, Ned 8, 7), con la cual la persona que hace el voto podría eludir las reclamaciones que le haga su inter­ locutor, sin ni siquiera tener que ofrendar algo al templo (cf. Billerbeck I, 711).

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cbqpgXÉco - (bq)8Xi(xoç

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3. En el NT el verbo a>(peX,8(jL) se usa predo­ do por la fe de los oyentes (Heb 4, 2), y de lo inútil que resulta para la obtención de la graminantemente en el lenguaje teológico, pero cia una vida orientada al cumplimiento de los también en el lenguaje puramente profano. preceptos alimentarios (13, 9). a) ü)(p£À.éa) adquiere significado profano, por un lado, en el sentido de la ineficácia hu­ M. Rutenfranz mana de los esfuerzos de Pilato (Mt 27, 24), de los fariseos (Jn 12, 19) o de la mujer que padecia hemorragias incurables (Mc 5, 26), y, dHpeXía, a ç , ^ Ophelia utilidad, ventaja por otro lado, en el sentido dei disfrute de bieEn la época helenística, grafia frecuente de nes materiales que los padres pudieran obte->• d)cpé?\,Eia. ner de su hijo (Mc 7, 11 par. Mt 15, 5). b) Sin embargo, ü)CpsX,éco aparece con más frecuencia en el sentido de una (negada) utiliÒKpéXl^OÇ, 2 õphelimos útil, provechoso, dad o ayuda que fuera importante peira la salbeneficioso* vación. Se halla, en primer lugar, la antítesis En el NT el adjetivo aparece 4 veces, única­ entre el hecho de «haber ganado el mundo enmente en contextos parenéticos en Ias Pastotero» (como nota característica dei supremo rales. Según 1 Tim 4, 8 (bis), «el ejercicio fí­ êxito humano) y la propia inseguridad dei in­ sico es poco provechoso, pero la piedad es divíduo, por la cual se ve que esa ganancia re­ provechosa para todo» (Jtgòç okíyov mcpéXisulta completamente inútil, ya que la vida se poç .... JtQÒç Jtá v ta (uqpékpoç); cf. ThWNT pierde con la muerte (Mc 8, 36 par.). «El EsI, 775. Según el contexto, la idea clave «ejer­ píritu es quien da la vida; la carne no aprovecicio, buena forma física» es apropiada para cha nada» (Jn 6, 63). En segundo lugar, en el su aplicación al âmbito de la piedad; se alude sentido dei valor y la inutihdad de la circunciprobablemente a los objetivos ascéticos de los sión en contraste con la genuina obtención de adversários de quienes se habla en 4, Iss (cf. la salvación por medio de Jesucristo (Rom 2, N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, 25; Gál 5, 2). Además, en el sentido de lo insobre 4, 8). La Carta segunda a Timoteo dice útiles que son para la salvación Ias obras hu­ (3, 16): jtã o a ygaqjf]... x a l ròcpéitiftoç Jtpòç manas que no están determinadas por el amor ôiôaoxaX lav ..., «útil / provechosa para la (1 Cor 13, 3), o de la inutilidad dei hablar en ensenanza...». Tit 3, 8 habla de «hacer buenas lenguas, cuando no va acompanado de la inobras» (xaX.à SQya), algo que la comunidad terpretación o de la ensenanza (14, 6). Final­ debe practicar, porque esas obras son xaXà mente, en el sentido de la ineficácia dei menx a l mqpÉXipa xoiç àv&ecújtoiç, «son buenas saje de la salvación, cuando no va acompana­ y útiles para los hombres».

ín d ic e d e p a l a b r a s c a s t e l l a n a s

a: I, 1210-1214; H, 1156-1159 a menudo: II, 1064 a través de; I, 894-895 a una: II, 694 abajar; II, 1682-1685 abajo; I, 2273-2274 abandonado: I, 1249 abandonado, me has: I, 13481349 abandonar: I, 311, 1143, 1512; n, 261 abarcar: II, 890 abatir de un tiro: I, 2257 abeja, perteneciente a la: II, 210 abertura: II, 570, 1302-1304 abiertamente: II, 1923 abismo; I, 9-11; H, 2066 ablandar: II, 1596 abofetear: I, 2369 abogado; H, 750-754, 1311 abominable: I, 629 abominación; I, 627-629 abominar: I, 629 aborrecer: I, 439 aborto: I, 1291-1292 abrasar: I, 2275 abrasarse; I, 1249 abrazar: II, 1540 ábrete: I, 1709 abreviar: II, 1606; 1616-1617 abrir: I, 259, 314-316 abrir (la boca), acción de; I, 314-316 abrir por la fuerza; I, 1019 abrojo: II, 1789 abrumado, estar: n, 1673 abrumar: I, 592-593 absolutamente no: II, 624 absoluto, en: n, 703 absorbido, estar: II, 897 abuela; II, 146 abuelo: n, 1137 abundancia: I, 538, 1674; II, 897-898, 1014-1021 abundancia, existir en: II, 898901 abundancia, hallarse en gran: n, 1878

abundancia, tener; II, 898-901 abundante, más (aún); II, 206 abundante, mostrarse: II, 898901 abundantemente; 11, 1014-1021 abundar mucho; n, 976 abundar mucho, llegar a: n, 976 abunde, hacer que: II, 898-901, 976 abusar: II, 775 abusos, permitirse; II, 1875 acá para allá, llevar de; n, 909 acabado: n, 527 acabamiento: II, 1711-1712 acabar; 1, 1288, 1426; H, 16051606, 1712-1716 acabar de organizar: 1,1498 acabarse; I, 405-408 acantilado: I, 2403 acaso: n, 281-282 acceder: I, 1512 acceso: I, 1222-1223; II, II6I acción: H, 1049, 1109-1110 acción buena: 1, 1657-1660, 1674 acción contraria a la ley: II, 774 acción de gracias: I, 1695-1696 acción, mala; I, 93-98 acción mala: II, 765 acción malvada: I, 506-509 acechar: I, 1384 aceite; I, 1297-1299 aceite de nardo: II, 379 aceite de oliva: I, 1297-1299 aceite para ungir: II, 2215-2116 aceimna: I, 1296-1297 acelerar: E, 1467 acepción de personas, sin; I, 443 aceptable: I, 381, 858, 16511652, 1675 aceptación: I, 386; E, 245, 1204 aceptación como hijo: E, 18231824 aceptar: I, 237, 292, 1218, 1378, 1497; E, 721, 755-759, 1164-1165, 1893 aceptar como acreditado: I, 1035-1040

aceptar sobre sí: II, 1894-1896 acerca, que se; I, 1478 acercarse: I, 1121-1123, 1478, 1708; E, 708, 1160,1163, 1167-1169,1207 aclarar; 1 ,1512 acobardarse: I, 846 acoger: I, 237, 381-382, 403404, 1218, 1497; II, 455-457, 721, 1551-1554, 1888 acogida: I, 1222-1223 acogida, buena: II, 455 acompanan a alguien, hallarse entre los que: II, 1586 acompanar: I, 155; E, 1156, 1586, 1602 aconsejar; II, 735-736, 15331534 acontecer: E, 1531-1532 acordar: E, 1534, 1607 acordarse: E, 291-294, 1896 acordarse, hacer: II, 1896 acorde: E, 1547 acorde (musical): E, 1546 acorde, ser; E, 1546 acortar: I, 2370; E, 1606 acosar: E, 1593-1594 acostumbrar: I, 1157, 1225 acostumbrarse; I, 802 acrecentar(se); I, 535-537; E, 984-987 acreditado; I, 1035-1040 acreditar; I, 378-381; E, 16241626 acreedor: I, 830-831 actimd: I, 2255; E, 1630-1631 actividad: II, 1109-1110 actividades; E, 1106 acto; E, 1109-1110 acto justo: I, 1013-1017 actuar: E, 1041-1049 actuar bien: 1,11 actuar impíamente: I, 506-509 acudir corriendo de todas par­ tes: E, 1573 acudir en ayuda: I, 215 acuerdo; I, 250; E, 1523, 1546 acuerdo en, estar de: E, 1524

2*

índice de palabras castellanas

acuerdo, estar de: II, 15101511, 1592 acuerdo, ponerse de: n, 1546 acuerdo, que está de: n, 552 acumular: I, 1544, 1881-1886 acunación: II, 2048 acunada, imagen: II, 2046-2048 acusación: I, 130, 1144, 2266; n, 320 acusador: I, 2266 acusai: I, 896, 2217-2218, 2265-2266 acusar anteriormente: II, 1130 acusar falsamente: II, 1530 acusar judicialmente: I, 1143 adecuado: I, 478, 1660, 19861988 adelantar: H, 1148-1150 adelantarse: II, 1141, 1237 adelantarse corriendo: II, 12251226 adelante: I, 1364-1366 adelante, hacia: n, 1124 adelanto: II, 1148-1150 además: 1 ,1224, n, 693-694 adentro: I, 1224, 1617-1621 adherido (a), estar; I, 23692370 adherirse; II, 1195-1196 adición; II, 1192 adivinar la suerte: II, 153 adivino: ü, 112-113, 1268 administración: II, 494-499 administración, Uevar la; II, 494-499 administrador: I, 1553-1554; II, 494-499 administrador, ser: II, 494-499 administrar: n, 495 administrar, actividad de: II,

adquisición: n, 897 Adramitio, de: I, 99 aduana; II, 1729 adulación; I, 2369 adúltera: II, 312-319 adúltera, ser: II, 312-319 adulterar; I, 1044 adultério: II, 312-319 adultério, cometer: II, 312-319 adultério, ser seducido/a al: II, 312-319 adúltero: II, 312-319 adúltero, ser: II, 312-319 adulto; n, 1706-1711 adversário: I, 326, 897-899 advertência; II, 438, 737-750 advertir: H, 735-736 afán: n, 226-227 afanarse: I, 2373; II, 226-227, 1811 afecto: I, 1670-1671 afectuoso; II, 1964 aferrarse a: I, 322; n, 1194 afdado; H, 1777 afirmación jurada: II, 600 afirmar: II, 1941-1943 afirmar con juramento; n, 530534 afirmar rotundamente; I, 980 aflicción: I, 1887-1892; H, 8894, 877, 1495 afligido: II, 1673-1674 afligido, estar: 11, 88-94 afligir; I, 1887-1892; II, 88-94 afrenta: I, 532-533; II, 553-556 afientador. H, 80 afrentar; II, 1817-1819 afuera, de: I, 1457-1458 afuera, situado; I, 1458 agacharse: I, 1436 agarrar; I, 472, 2093-2094; n, 928, 1530-1531 agitación; H, 1686 agitar: I, 1287, 2253; fi, 1314, 1345-1346, 1381-1385, 1685-1686 aglomeración; I, 1544 agolparse: I, 1544 agonia: I, 80 agotar; 1 ,1238 agraciar: II, 2065 agradable: I, 381, 454, 522, 1651-1652, 1675; II, 1213 agradable, de una manera: I, 1652 agradable, entregar algo; II, 2049-2051

494-499 admirable: 1 ,1836-1837 admirarse mucho; I, 1249 admitir: n, 1544 adonde: II, 573-575, 619 adónde: n, 1102 adopción: n, 1823-1824 adoración, objeto de culto: H, 1380 adoración, objeto de; II, 1380 adorador; II, 1203 adorar: II, 29-34, 1199-1203, 1379-1380 adornar: I, 2378-2379 adornar con oro: II, 2153-2155 adquirir: I, 2426-2427 adquirir para sí; II, 897

agradable aDios: II, 609-612 agradable a Dios, de manera: II, 612 agradable a, ser: I, 1651 agradar: I, 452-454 agradar a los hombres, el que trata de: I, 298 agradecido: I, 1696 agradecido, estar: I, 1693-1695 agradecimiento; I, 213 agrandar: II, 197 agricultor: I, 740-741 agua: fi, 1820-1823 agua, falto de: I, 334 agua, sacar: I, 333 aguacero: II, 527 aguantar: II, 1894-1896,1906 aguardar: I, 251, 1238-1241, 1336-1347; fi, 222-224, 892893,1164-1165, 1165-1166 agudo: n , 570 aguijón: I, 2298 águila; I, 101 aguja: II, 1302-1304 aguja, ojo de una: II, 13021304, 1302-1304, 1302-1304 agujero: II, 570, 1302-1304 ah: I, 1111 ahínco; I, 1288 ahogado: n, 1040 ahogado, ser; II, 1040 ahogar; I, 422; II, 1040, 15401541 ahogarse: I, 422, 2248; II, 1040 ahora; I, 477-478, 1769-1770; II, 443-446, 446-447 ahora, hasta: I, 876 ahora mismo: I, 477-478 ahorcarse; I, 339 ahorrar; II, 1934 aire: I, 101-103 aire libre, estar al: I, 69 ajenjo; I, 562 ajeno: I, 190 ajustar bien: II, 1571-1572 ala: II, 1254-1255 alabad a Yahvé: I, 186-187 alabado: I, 1668-1669 alabanza: I, 117-118, 14671469, 1669-1670 alabar: I, 117-118, 296, 10551058, 1442-1445,1467-1469; n , 126, 197, 542-551, 18581860 alabastro: I, 167 alacrán: II, 1439 alargarse: II, 273

índice de p alabras castellanas

alaridos, dar: II, 524-525 alba: I, 534 alba, al rayar el: II, 1238 albergue: I, 2239 alborotar; I, 260, 1287,18931895; n, 1526 alboroto: I, 1544, 1893-1895; n, 1619, 1686 alborotos, participante activo en los: n, 1615 alborozo: I, 1989 alcance, estar al: II, 750 alcanzar: I. 975-977, 17071708, 2229, 2243, 2372; H, 5-10, 1796-1798, 1943-1945 alcanzar (hasta): I, 549 alcanzar, tratar de: II, 584 alcoba dei novio: n, 443 aldea: I, 2453; II, 843-844 alegar como pretexto: II, 1141 alegrarse: H, 2033-2037 alegre: I, 1989 alegria: I, 1692, 1989; n, 2041-

2046 alegria, con: I, 519 aleiado de, mantenerse: II, 736737 alejado, estar: I, 359-361 Alejandría, de: I, 170 alejandrino: I, 170 alejar: I, 1250, 1421, 2331; H, 245 alejarse: I, 282, 550, 1279 aleluya: 1 ,186-187 alentar: n, 1225 alfa: I, 191-193 alfarero: I, 2299 alforja; n, 926-927 algarroba: I, 2301 algo: n, 1765-1770 alguacil: II, 1109, 1296 algiiien: I, 846; n, 1765-1770 alguna vez: I, 893; II, 1285 alguno: I, 846; H, 1765-1770 alianza: I, 901-910 alienación, excluir por; I, 341342 aliento: ü, 737-750, 764-765, 786, 1022-1037, 1040 aligeramiento: I, 291 aligerar: I, 2390 alimentar: I, 1291, 1411; n, 1788, 1794, 2094, 2191 alimento: I, 685-687, 687-690, 950; II, 1411, 1793, 2094 alimento, sin tomar: I, 517 alivio: I, 291

almacén: I, 387; ü , 1675 almacenar: I, 1880-1886 almud: II, 311 áloe; I, 191 alojamiento: I, 2239; H, 321, 455 alquilada, casa: n, 302 alquilar: I, 1241-1242 alquiler: II, 302 alrededor: I, 2434; H, 882-887, 893 alrededor, todo: I, 2434 alta, parte más: II, 1253-1254 altar: I, 691-692, 1925-1928 altar de incienso: I, 1912 alterar: I, 183-184 altercado: n, 1961 alternar con: n, 1569 altisonante: II, 1878 altivo; n, 1909 alto: II, 198-203, 1908 alto de, de lo; I, 2205-2209 alto, más: I, 336-337; H, 1909 altura: H, 1910, 1912 alumbrar: II, 14, 2029-2031 alumno: ü, 114-121 alzar: I, 1469-1471 alzarse: I, 260-275, 1126-1141, 1473; n , 1593 alzarse contra; I, 2262 allá: I, 1246, 1248 alli: I, 541, 1246, 2154 alh, de: I, 1247 amabilidad: 1 ,1989; II, 11131116, 2108-2115 amable: II, 1213, 1965 amablemente: n, 1964 amado: I, 23-26; H, 1962-1964 amamantar: I, 1873-1874 amanecer. I, 534, 951; II, 596 amante: n, 1962-1964 amar: I, 23-36; II, 1955-1957 amargamente; n, 929 amargar; II, 929 amargo: n, 929 amargura; II, 929 amarra: I, 1726 amarrar: II, 1205, 1889 amatista; I, 204 ambiguo: II, 1050 ambos (juntos); I, 216 amén; I, 206-208 amenaza: I, 356 amenazar: I, 356, 1484-1488; n , 1163-1164 amenazas, expresar más: II, 1163-1164

amigo: I, 1621; II, 1962-1964 amistad: II, 1959 amistosa, conducta: n, 1953-

1954 amistoso; I, 1795; II, 1113-1116 amorno: I, 217 amonestación: n, 438 amonestar: n, 438 amontonar: I, 1544; II, 1654 amor: I, 24-36; n, 1959 amor al bien, sin: I, 549 amor, falto de: I, 524 amor fraterno: n, 1951-1953 amotinado: n, 1475 ampliar: II, 972 amplio: II, 973 õv (partícula): I, 218-219 análisis: I, 1512 anciana, mujer: II, 1124 anciano: I, 739; n, 1119-1123, 1541-1542 anciano, hombre: II, 1123-1124 anciano, más: II, 1119-1123 anela: I, 61 ancho; I, 1683-1684; E, 973 anchura: E, 972 andar de un lado a otro: I, 1018, 1024-1028, 1262; II, 594595, 887-888, 890, 893-896, 1569 anegar: I, 2224 anfitrión: E, 457-460 ángel; I, 40-47 ángeles, semejante a los: I, 2037 angosto: B, 1494 ângulo; I, 809-814 angustia: I, 422, 1887-1892; E, 1495, 1604, 1976-1982 anhelar: 1 ,1518-1519; II, 594 anhelo: I, 1519; II, 1772-1473 anidar; I, 2253-2254 anillo: I, 826 anillo de sello: I, 826 anillo(s) de oro en su(s) dedo(s), que lleva: E, 2152 animado: I, 1660 animal: I, 475, 1757-1759, 1877-1879, 1895, 2427; II, 1284-1285,1889 animar: E, 764, 1225,1467, 1539 ânimo; I, 1832 ânimo, estar lleno dd buen: I, 1832 ánimo,'tener buen; I, 1668, 1700, 1832

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aniquilar: I, 954-956, 20922093, 2258; n, 518, 524, 1084 anochecer, al: n, 666 anonadar: I, 2295-2297 anormal: I, 534 ansia, sentir: n, 527-528 ansiedad: H, 226-227, 1604 ansiedad, libre de: I, 205 ansioso: n, 1144 antepasado: II, 843, 1137, 1154-1155 antepasados, que procede de los: n , 845 antepasados, trasmitido por los: n , 845 anterior: II, 1223-1224, 12431247 anterioridad, con: I, 1364-1366; n, 1124 antes: II, 1124 antes bien: n, 144-146 antes de: E, 1124, 1125-1127 antes que nada: E, 1241-1243 anticipar: E, 1150-1151 anticiparse: E, 1943-1945 anticipo: I, 473-474 anticristo: I, 331-333 anticuado: E, 687-690 antiguamente: I, 1364-1366; E, 687, 1097-1098 antiguo: I, 482; E, 687-690 antioqueno; I, 329 antorcha: E, 10-13 anular: I, 167 anunciar: I, 37-40, 226, 899, 1419, 1460-1467, 2215-2217; E, 1139-1140, 1147 anuncio: I, 1466-1467; E, 716718 anzuelo: I, 61 anadir: E, 1208-1209 ano: 1 ,1390-1392,1632-1633 ano, hace un: E, 910 anorado: I, 1519 anos (de edad), dos: I, 978 anos, de cien: I, 1232 anos, de cuarenta: E, 1737 anos, periodo de dos: I, 978 anos, periodo de tres: II, 1789 apacentar: I, 672; E, 1050-1054 apacibUidad: E, 1113-1116 apacible: I, 1209; E, 1113-1116 apaciguar: I, 2254 apalear: E, 1294-1295 aparecer: I, 280, 1223; E, 718 aparecerse: E, 575

aparejo (de una embarcación): E, 1423 aparentar actividad: E, 889 aparezca. hacer que: I, 280 aparición: E, 575-576, 578-580, 1924 apariencia: I, 1169; II, 580-581, 667-668 apariencias, juzgar a una persona por Ias; E, 1215-1216 apartar: I, 1421; E, 774 apartarse; I, 439, 525, 980, 1267-1268, 1290-1291; II, 1491, 1906 aparte: E, 779-780, 2162-2164 aparte, llevar: E, 1204 apedrear: I, 2230; E, 55, 56 apenas; E, 311, 319, 523 apertura; II, 802 apetito, falta de: I, 519 aplastar: E, 60, 828, 1595-1596 aplazamiento: I, 226, 319 aplazar; I, 223 aplicar la disciplina: E, 677-679 aplicarse a: II, 1145-1146 apoderarse de: I, 2229 apolillado: E, 1398 aportar: II, 779 aposenlarse; 1 ,1522 apostasia: I, 423 apostatar: I, 550; E, 766 apostatar, hacer; E, 204-205 apóstol: I, 427-438 apóstol, falso: E, 2167 apostólico, oficio: I, 427 apoyar con fuerza: I, 15581560, 1575; II, 1585, 1609 apoyo; I, 1558-1560 apoyo, quedarse para: E, 1539 apreciado, altamente: I, 23972398 apreciar: E, 62-65, 1751-1752 aprender: I, 2267-2269; E, 143152 apresar: I, 130 apresuradamente: II, 1474 apresurarse: I, 1024-1028; E, 1467, 1474 apretar: I, 387, 1887-1892; E, 928, 1494-1495,1596 apretujar; E, 1596 aprobar: I, 1035-1040, 14671469; E, 1592 apropiada, de manera: I, 339 apropiado; I, 337-339 apropiado, considerar: I, 339 apropiado, ser: I, 293; E, 1116

apropiarse: I, 1144 aprovechar: I, 1419-1421; II, 2212-2212

aprovecharse: E, 976 aproximadamente; II, 767, 1102, 2204-2206, 2208-2209 aproximado: E, 766 aproximarse: II, 1167-1169 aptitud: I, 1987 apto: I, 1660 apto, hacer; I, 1987 aquel, también: I, 2154 aquel; 1 ,1247-1248 aquel que: E, 613-614 aqui; I, 541, 1389; E, 21932194 aqui, de: I, 1389, 1403 aqui, hacia: I, 876, 1389; E, 2193-2194 ÕQa (particula interrogativa); I, 446-447 árabe; I, 449 arado: I, 467 arar; I, 467 árbitro, actuar como: I, 680 árbol: I, 859-860 árbol genealógico: I, 728-729 arca; I, 2329 arcaico, estado; E, 690 arcángel: I, 46-47 arcilla: E, 926 arcilla, de: I, 2299; E, 615 arco (como arma): E, 1777 arco iris; I, 2034-2035 arda, hacer que: I, 2153-2154 arder: E, 1282, 1815 arder, acción de: E, 1283 ardid: I, 349-350; E, 205 ardiente: E, 1281-1282 ardor: I, 2274-2275, 1283 arena: I, 208 áridos, medida para: E, 2091 arma: II, 572-573 armador de un buque: II, 379380 armadura completa; E, 696-697 armar: I, 2119 armarse: II, 572 armonia: E, 1546 armonía, haUarse en; II, 15101511 aroma: I, 1700-1705 arquétipo: I, 1180-1189 arquitecto; I, 496 arraigado, estar; E, 1313-1314 arraigue, hacer que algo: E, 1313-1314

arrancar: I, 423, 1284, 1421, 1446; n, 1750 arrasamiento: I, 2091-2092 arrastrado conjuntamente, ser: II, 1570 arrastrado por el rio: n, 1097 arrastrar: I, 224, 472,1329, 1427, 2256; H, 770, 1460, 1614 arrastrar, dejarse: II, 1570 arrebatar: I, 341, 469-473; II, 1530, 1815 arremeter: II, 600-601 arrendar: I, 1241-1242 arrepentimiento, sentir: II, 246 arrepentirse: n, 246 arrepentirse, de lo que no hay que: I, 205 arriba: I, 334-335 arriba, de: 1,335-336 arriba, bacia: I, 219-220, 334335 arriba, más: I, 337 arriesgar: II, 712, 716 arrobamiento: I, 1284-1287; II, 244 arrogancia: I, 168; II, 18171819, 1877, 2015 arrogante: I, 534; II, 1878, 1908 arrogante, hacer: II, 2012 arrojar: I, 325, 375, 570-572, 1234-1237, 1351-1352, 1519, 1520, 2224; E, 56, 708, 1314, 1315, 1688 arrojarse: I, 1488-1489 arroyo: E, 2067 arte: II, 1741 artes de magia: E, 112 artes mágicas, practicar Ias: E, 112

artesanía: E, 1741 artesano: E, 1741 artificioso: E, 972 artimana: E, 697 artista: E, 1741 as; I, 521 asado; E, 576 asamblea: I, 1250-1267; II, 695-696, 1534-1535, 1554 asamblea, lugar donde se reúne la: II, 1554ascender: I, 220-223 ascensión: I, 247-249 asechanzas: E, 205 asegurado: I, 528-529 asegurar; II, 1624-1626, 1932 asemejar: E, 537-538

índice de palabras castellanas

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asemejarse: I, 551 asentado, estar firmemente: E, 1313-1314 asentamiento firme: I, 629-632 asentar: I, 629-632, 2212 asentimiento: I, 386 asentir: E, 1524, 1544, 1592, 1594 aserrar: I, 938; II, 1124 asesinar: I, 956, 1917-1925; E, 1986-1988 asesinato: I, 241; E, 1988 asesino; I, 287, 298; E, 19851986 así: E, 650-651 así como: I, 2093, 2119; E, 516-517,2209 asípues; II, 1773 así que: II, 629-630, 2210-2211 Asia, natural de; I, 518 asiarca: I, 518 asiento; I, 2103 asiento, tomar: I, 2114-2116 asignar: I, 421 asimismo: II, 767 asir: I, 1483-1484, 1512, 22632265, 2394-2397 asistencia: I, 327-328 asistencia a alguien, prestar; E, 718 asistir: E, 1542-1544, 18791880 asna: E, 569 asno: E, 569, 1889 asno, de: E, 557 asno, movido por un; E, 557 asociación: E, 263 asolar; I, 1578-1579 asombrado, quedar: I, 1282 asombrar: I, 1249 asombrarse: 1, 1833-1836 asombro; I, 1813-1816, 1832 asombro, lleno de: I, 1249 asombroso: 1, 1836-1837 aspecto; I, 1169 aspecto sombrio, de: E, 1443 áspero; I, 538; E, 1785 aspersión: E, 1215, 1300-1301 aspirar a algo: I, 1024-1028 astilla: II, 1438 astúcia: I, 1041-1044, 21562157; E, 697 astúcia, enganar con: I, 2254 astuto: E, 698 asunto: E, 1105-1106 asuntos: E, 1106 asustado: I, 1249, 1293, 1368

asustado, ser; I, 1902 asustar; I, 1249, 1293 asustar, acción de: E, 1255 asustar, dejarse: I, 1902 asustarse: E, 1255, 1256, 19661975 atacar: I, 1548-1549, 1708; 11, 1586 atadura: I, 874 atar: I, 868, 874, 882-887; E, 1573 atardecer (el): E, 667 atardecer, al: II, 666 atarse (el calzado): E, 1888 ataúd; E, 1446 atavio: E, 890 atemorizar; I, 1293 atención bacia, volver la: E, 1186-1187 atención, prestar: I, 1417, 14831484, 1520-1522; E, 1438 atender; I, 1472, 1490; E, 775776 ateniense: I, 106 atentamente, observar: I, 241; II, 772 aterrado; I, 1293 aterradora, cosa: II, 1976 atesorar: I, I88I-I886 atestiguar: II, 168-175 atônito: 1, 1385 atônito, dejar: 1 ,1439-1441, 1813-1816 atônito, quedarse: I, 1282-1283, 1439-1441 atormentado, ser: E, 665 atormentar: I, 598-599, 1398, 1887-1892, 2163; II, 1906 atormentarse: I, 2373 atracar: E, 1205 atractivo: E, 2202-2204 atraer; I, 859 atrapar: 1, 69, 1073, 1756, 2229; E, 1150-1151 atrás: E, 570-572 atrás, bacia: II, 693-694 atravesar; I, 896, 937, 975-977; E, 767, 896 atreverse; I, 440; E, 1775-1777 atrevido: E, 1777 audaz: E, 1777 aumentar: I, 535-537; II, 984987, 1208-1209 aumente, bacer que algo: I, 535-537 aún: I, 1626-1627 aún no: E, 628

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índice de palabras castellanas

aunque: I, 2139, 2153, 2191; H, 552 aurífero, mineral; II, 2039-2040 ausência; I, 441 ausentarse; I, 382 ausente; I, 382 ausente, estar; I, 356 autenticidad: I, 1041 autêntico: I, 171-180, 10351040 autodisciplina: II, 1666-1670 autodisciplina, con: II, 16661670 autodisciplinado; II, 1666-1670 autoestima modesta: II, 16791682 autoridad: I, 427, 1446-1453, 1553 auxiliador: II, 750-754 auxiliadora: II, 1208 avanzar; I, 1300-1301; II, 11481150 avanzar, dejar; II, 1166-1167 avaricia: II, 977, 1955 avaricioso: II, 976, 1955 ave: H, 601, 910, 1255 aventurar: II, 712, 716 avergonzar: I, 1411, 2220-2223 avergonzarse: I, 123-127, 1411 avergonzarse, quien no tiene de qué: I, 290 averiguar: I, 168, 1436; H, 1272, averiguar, que no se puede: I, 290 aversión, sentir: II, 1399 avidez: II, 601 aviso; II, 1932 avivar el fuego: I, 239 ay; I, 1111; n, 622-624 ayer: I, 1709; n, 2081 ayuda: I, 327-328, 670, 1511 ayuda ajena, sin; I, 538-539 ayuda, venir en: I, 327, 671; II, 1569-1570 ayudador: I, 671 ayudadora: II, 771, 1208 ayudante: II, 1880-1882 ayudar: I, 671, 1474, 13101318; n, 1530-1531, 15421544, 1565, 1586-1589, 1634-1641, 2212-2214 ayunar: II, 400-405 ayunas, en: II, 405 ayuno: II, 400ázimo; I, 1742-1744 azotar: I, 867-868; n, 187-188, 1294-1295, 1965, 1992-1993

azote: II, 188-189, 1992 azotea; I, 1103-1104 azotes: II, 188-189 azufre; I, 1840 azufre, semejante al: I, 1840 bah; n , 622 bahía: I, 2371 bailar: II, 606, 682 baile en corro: II, 2094 bajada: I, 2213 bajar: I, 2116-2117, 2209-2212, 2261, 2257; II, 1037-2038 bajar, hacer; I, 2213, 2218 bajeza: n, 1322, 1682-1685 bajo: 1, 123, 2273-2274; H, 1677-1679, 1883-1887, 1889 bajo la acción de: II, 1883-1887 bajo, lo más: I, 2274 bajo, más: I, 2274 balanza: I, 1740-1741 baldar: II, 927 baluarte: II, 666 banco de arena: I, 980 bandeja: II, 933 bandido: II, 54 banquete: I, 1917-1925, 2453 banquetear con: n, 1592 banar: II, 84-86 bano: II, 83-84 bárbaro: I, 589-592 barca: n, 1010-1014 barquilla: II, 1010, 1423 barranco; I, 2403; II, 1924 barrer: II, 1374 barril: I, 626 barro: I, 2300; H, 926, 20102011

barro, de: I, 2299; H, 615 basarse (en); I, 1472 base; II, 1900-1902 bastante; II, 54 bastan I, 456 bastardo; II, 415 bastión; n, 2048 bastón: II, 1295-1296 bastón, golpear con un: II, 1301-1302 basura: H, 891, 909, 1442 batalla: II, 1056-1058 batanero; I, 770 bato: I, 626 bautismo: I, 584-585 bautista; I, 585-587 bautizar: I, 573-585 bebedor: D, 205, 515 beber: n, 933-938, 1820, 1540

beber, acción de: II, 1095, 1102 beber, dar de: II, 1101 bebida: n , 1074-1075, 1095, 1402 becerra: I, 829 becerro (de metal), hacer un: n, 336 belleza; I, 1675 bendecir: I, 1389, 2262; II, 2065 bendición: I, 1669-1670 bendito; I, 1668-1669 benefactor: I, 1657-1660 beneficencia; I, 1307-1310, 1674 beneficiar; II, 2212-2214 beneficio: I, 1657-1660; II, 659, 1544 beneficio de, en: II, 1156-1159 benefícios, obtener; I, 937 beneficioso: II, 2214 benignidad: I, 1498-1500; II, 1113-1116,2108-2115 benigno: I, 1498-1500, 1795, 1993; n, 1113-1116,21062108 Berea, oriundo de: I, 638 berilo: I, 647 besar: I, 2258 beso: II, 1957-1958 beso, dar un: II, 1955-1957 bestia: I, 1877-1879 bieldo; H, 1256 bien: I, 1633,2185-2186 bien, amante dei: II, 1951 bien, el que obra; I, 11-12 bien, enemigo dei: I, 549 bien, hacer: 1 ,11 bien, hacer el: I, 11, 21, 16571660, 2178 bien, ir: I, 1673-1674 bien, muy; I, 1652, 2177 bien sonante: I, 1689 bienavenmrado: II, 126-135 bienaventuranza; II, 135-136 bienes: II, 146-148, 500-508, 646-647, 1867-1868, 21032104 bienes materiales, afán de: I, 123 bienestar: I, 1674; II, 17571758 bienhechor: I, 1657-1660 bienvenida, dar la: I, 519-521 bilis: II, 2092-2093 blanco; II, 50-53 blando: n, 143

índice de palabras castellanas blandura: n, 143 blanquear; I, 2372; II, 50 blasfemador: ü , 80 blasfemar; I, 659-665 blasfêmia; I, 659-665 blasfemo; I, 659-665 boca; II, 1512-1513 boca, tapar la: I, 1540 bocado; II, 2191-2192 bodas, fiesta de; I, 706-715 bodas, salón de; II, 443 bofetada; U, 1302 bolsa; I, 569, 770; II, 926-927 bonanza; I, 700 bondad; 11,2108-2115 bondadosamente; II, 1964 bondadoso; 1 ,1498-1500; II, 1965 bondadoso, mostrarse; II, 2106 bonito; n, 2202-2204 borde; I, 2393-2394 borrachera; II, 204, 516 borracho; n, 205, 515, 796 borracho, estar; II, 205-206 borrar; I, 1422 borriquillo; II, 553 bosque; II, 1856 botín: I, 69, 165; n, 1443 botín, llevarse como; II, 1530 boxeador, ser; II, 1268-1269 boxear; II, 1268-1269 bozal, poner; I, 2310; 11, 1965 bramar; I, 1806 braza; n, 584 brazo; I, 61, 681 brazos, tomar en: 1 ,1373; n, 1540 breve; I, 681; II, 284-286, 520523 breve, en; II, 1607 brevemente: II, 1607 brillante: II, 2028-2029, 2031 brillar: I, 1269, 1557, 2426; n , 14, 1507, 1913-1917, 20292031 brincar: II, 1435 bronce: II, 2040 bronce, de: II, 2040 bronce, recipiente de: n, 2040 brotar; I, 659, 1238, 1293, 1422; II, 1130, 1305, 2017 brotar, hacer: I, 659, 685 bueno: I, 13-21, 2178-2182; II, 2106-2108 bueno, acción de hacer lo: I, 11 bueno, el que ensena lo: I, 2177 buey; II, 1690

bufonada: I, 1689 burla: E, 1359 burla, exponer a la: n, 719 burlarse: I, 956, 1279, 13591361, 2217; II, 351, 339, 2088 burlón: I, 1361-1362, 2259 busca de, ir a la; I, 2219 buscar: I, 238, 1248, 1500, 1734-1737, 2219 caballería, perteneciente a la: I, 2031-2034 cabana; H, 1426-1429 cabecilla: II, 1243-1247 cabecita: I, 2310 cabellera: I, 2372 cabello: I, 1901-1902 cabello largo, tener: I, 2371 cabeza: I, 775-777, 2302-2310 cabeza, de: II, 1124 cabeza de chorhto: II, 1297, 1304 cabeza de ganado; I, 2427 cabeza, en la: I, 2302, 2310 cabezadas, dar: II, 453 cabezal: II, 1195 cabida, tener: II, 2159-2160 cabra, de: 1 ,107 cabrito: I, 1582 cada: I, 1229-1230, H, 811-817 cada día: I, 2114 cada uno: I, 1229-1230, 2103 cada vez que: II, 606-608 cadáver: I, 2450-2451; ü , 1258 cadena; I, 191, 870-875, 874; n, 1381 cadera; II, 278, 615 caer: I, 422, 1362, 1478, 15171518, 2248; n, 766, 896, 938-941, 1206, 1624 caer (moralmente), llegar a: II, 938-941 caer, hacer: II, 1406-1419, 1624 caerse: II, 1540 caída: n, 767-770, 1258 caído dei cielo: I, 1019 caído, lo que ha; II, 1258 caja: I, 770 calamidad: II, 1673 calavera; I, 775-777, 2393 calcanar: II, 1253 calcedonia: II, 2039 calcular: E, 62-65, 1531, 1547, 2180 caldeo: II, 2038 calentar: I, 1813

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calentarse: I, 1869 caliente: I, 1726 cáliz: n, 1098-1101 calma: II, 700, 1399-1401 calmar: I, 2254, 2373 calor: I, 1869, 2275-2276 calumnia: I, 659-665, 1096, 2228-2229 calumniador; I, 897-899, 2229 calumniar: I, 659-665, 1096, 1484-1488, 2228; E, 1530 calumnioso: I, 659-665 callar: E, 1415-1416 callar, hacer: I, 1540; II, 1965 callarse; I, 1804-1805; E, 13991401 calle: 1,216; II, 972, I317-I3I8 calleja: E, 1317-1318 cama; I, 2368, 2391 câmara: I, 695-696, 2368; II, 1676 cambiar: 1 ,183-184; II, 243244, 245-246, 248, 259 cambiarse: II, 261 cambio: E, 244, 248, 760, 1793 cambista: I, 2301, 2370; II, 1784 camello: I, 2186-2189 camilla: I, 937, 1622, 2352, 2353, 2391; E, 471, 594-595, 893-896, 1081-1084 caminata: II, 471 camino; I, 216; E, 472-477, 972, 1081, 1789 camino, hacer: E, 471-472 camino, hallarse juntos en: E, 1602 camino, ir por el buen: I, 16731674 camino, pasarse al otro lado dei; I, 330 camisa: II, 1410 campamento: E, 780-781, 1515-1516 campana mihtar: E, 1514 campana militar, realizar una: E. 1514 campo: I, 71-72, 740; II, 21572159 Caná, hombre oriundo de: I, 2192 cananeo: I, 2192; E, 2041 cananita: I, 2192 canasta: E, 1359, 1475 canasto: I, 2390-2391 canción: II, 2194-2196 candelabro: II, 101-102

Í n d ic e d e p a l a b r a s c a s te lla n a s

candelero: II, 101-102, 102-106 canela: I, 2331 cansado, estar: I, 2189 cansar: II, 1443, 1596 cansaise: I, 1142,1250,12781279, 2373; H, 790 cantar: I, 101; II, 1858-1860, 2165-2166 cântaro: I, 2300; II, 460, 1820 cântico: H, 1858-1860, 21662167, 2194-2196 canto dei gallo: I, 170 cana; I, 2165 capa: II, 889, 1913, 2088 capacidad: I, 1446 capacitación actual; I, 1987 capacitar: 1 ,1987 capaz: I, 1077-1080, 10891092, 1441, 1674, 2065-2066 capitación; I, 2311-2313 capitán; 1 ,1232-1234, 2433; n, 379-380 captar: ü , 2159-2160 captura: I, 193 capturar (vivo): I, 1756 cara; n , 667-668 cara, golpear en la: II, 1906 cara, mirar directamente a la: I, 333 caravansar: n , 695 carbón: I, 297-298 carbón, fuego de: I, 297 carbón, montón de: I, 297 carbones encendidos: I, 297 cárcel; E, 2003-2005 carcelero: I, 875 cardo; E, 1789 carecer de: E, 41, 1907 carga: I, 595-596, 2154-2156; II, 470, 1991 carga (adicional), imponer una; II, 781-782 carga, hacer llevar una: B, 1990-1991 carga, quien no representa una; I, 1

carga, ser una: I, 1488-1489, 2212, 2242 cargamento; I, 777; E, 1991 cargar; I, 592-593, 597, 13351336, 2212; E, 1545 cargos, presentar: I, 2265-2266 carinoso; E, 1964 carnal: II, 1361-1363; E, 13631373 carne; I, 2400-2401; E, 13631373

carne, lo que consta de: B, 1361-1363; E, 1363-1373 came, lo que pertenece a la: E, 1361-1363;E, 1363-1373 came sacrificada: I, 1172-1179 camero: I, 208-213 caro, muy: I, 597-598; E, 1073 carpintero: II, 1705-1706 caipo; 1,2204 carrera: I, 1076 canil: II, 1794 carro; 1,456; E, 1305 carruaje; II, 1305 carta; I, 779-781, 1534-1540 carta, informar por; I, 1534 casa: I, 2271; B, 483-484 casa, con toda la: II, 696 casa, gobemar la: E, 484 casa, perteneciente a la: E, 482 casada: E, 1867 casada, no (la persona); I, 706715 casado, no; I, 706-715 casar; I, 706-715, 1238 casarse: I, 706-715, 1490 casco: E, 891 casero; II, 514 casi: E, 143, 766, 1630 caso omiso de, hacer; E, 1878 castanetear; E, 1789 castidad: I, 65-68 castigar; I, 1304-1306, 1427, 2368; E, 1761 castigar, mandar; E, 1760 castigo: I, 1017-1018, 12421244,1303-1304, 1552, 2368, 2404-2407; E, 1760 castigo, acto de dejar sin: E, 785-786 castigo, sufrir como: E, 1761 castrado: I, 1671-1673 castrar: I, 1671-1673 casualidad: II, 1526 casualidad, hallarse por: E, 773 cátedra; I, 2103 catorce: I, 857 catre: I, 2352 caudUlo: I, 490-492 causa; 1 ,128-130 causa de, a; I, 1384-1385; II, 882-887, 2052 cauterizar: I, 2275, 2276 cautiva, lo que; 1 ,1674 cautiverio, llevar al: I, 130 cautividad de guerra: 1 ,130 cautivo, mantener; E, 15931594

cautivo, tomar: I, 130 cavar; E, 605, 1423 caverna: E, 570, 1381, 1411 cavidad abdominal: I, 23542355 cazar; I, 1875 cebada: I, 2404 cebado; E, 1411 cedazo, hacer pasar por el: E, 1410-1411 ceder: I, 1180 cedro: I, 2289 cedro, de: I, 1911-1912 cegar: E, 927, 1815 ceguera: E, 927 celebrar; I, 1458; E, 1592 celestial: I, 1561-1563; E, 643644 celo:I, 1727-1731; II, 601, 1143-1144 celos, provocar: E, 732-733 celosa, persona: 1 ,1731-1733 celoso de, estar: I, 1727-1731 celoso, ser: I, 1727 celta; I, 698 cena: I, 846-848 cenar: I, 846-848 cenit: E, 239-240 ceniza; II, 1473 cenizas, reducir a: II, 1741 censo; I, 376-378 censura: I, 1304-1306; E, 352 censurar: I, 1143, 1304-1306; II, 218 céntuplo; I, 1232 centurión: I, 1232-1234, 22982299 cenidor: I, 1756-1757 cenir: I, 901, 238-239; B, 890 cenirse: I, 1757; E, 890 cera; I, 2313 cerca: I, 521, 1124-1126; II, 882-887, 1004-1009, 11561159 cerca (muro): E, 1993 cerca de, estar; II, 1167 cerca, más: I, 521 cercar: I, 2434; E, 1593-1594 cerda: E, 1906-1907 cerdo (joven); E, 2091-2092 cerrar: I, 398, 1340-2343, 2190, 2340-2343; E, 1993 cerro; I, 678; E, 602-605 certamen; I, 74-80 certeza: E, 990-993 certeza, con toda: E, 551 cerviz: E, 1784-1785

cerviz, de dura: n, 1437 cesar; I, 311, 928, 1271, 2373 césar, acción de; I, 257-258 cesto: II, 1359, 1475 cetro: II, 1295-1296 charlatán; n, 189, 1467, 1966 chipriota: I, 2435 chisme: II, 2181 chismoso: n, 1966, 2181-2182 chivo: I, 1582 chocar: H, 1614; n, 1207 chubasco; n, 527 ciego; II, 1811-1814 cielo: II, 631-644 cielo, dei: II, 643-644 cielo, desde el; II, 643-644 cielo, el medio dei: n, 239-240 cielo, que pertenece al: II, 643644 cielo, que procede dei: II, 643644 cien: 1, 1231-1232 cien, multiplicado por: I, 1232 cieno: I, 672 ciento; I, 1231-1232 ciertamente: I, 206-208, 1169 címbalo; I, 2435 cimentar: I, 1847-1849 cimientos: I, 1847-1849 cinco: n, 878-879 cinco mil; II, 878 cinco veces: II, 877-878 cincuenta: II, 879 cinta en tomo a la frente: I, 900 cinto: I, 1756-1757 cintura: II, 615 círculo, en: I, 2434 circuncidar: II, 905-908 circuncisión: I, 169-170; n, 905-908 circuncisos, los (es decir, los ju­ dios): n, 905-908 circunvecino: II, 909 cireneo: I, 2436 citar; H, 1193 citara: I, 2329 ciudad: H, 843-844, 1058-1061 ciudad, prefecto de la; II, 1066 ciudadano; n, 1063,1324-1325 ciudadano, ser: II, 1062-1063 cizana; I, 1739 clamar; I, 669-670, 2391-2393, 2400 clamor: I, 670, 2400 claramente: I, 887; II, 1311, 1923 claridad, con toda: II, 1742

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claro: I, 887, 1686; n, 221, 1917-1919, 2028-2029, 2031 claro, muy: I, 2219 clase: I, 735-736 clase, de cualquier; II, 573 clase, de qué; II, 1097 cláusula, anadir una: I, 1497 clavar: H, 453, 1188, 1205 clavo; 1 ,1783 clemencia; I, 1498-1500 clemente I, 1993 cobarde; 1, 846 cobardía: I, 845 cobertura: I, 1509 cobrar ânimo; II, 802-811 cobre: II, 2040 cobre, moneda de: II, 2040 cobre, vasija de: II, 2039 cocear; n, 2 coces, dar: II, 2 cochinillo: II, 2091-2092 cocido: II, 576 codicia: I, 1501-1506; II, 977 codicia, el que: I, 1501-1506 codicioso: II, 976 codo; n, 927-928 cofre: I, 1881-1886, 2329 coger: I, 1512; H, 5-10, 928 cohabitar; II, 1603-1604 coheredero: II, 1525 coborte; II, 1461-1462 coborte, jefe de: II, 2081-2083 coincidência: II, 1526 cojín: n, 1195 cojo: n, 2156 cola: n, 630-631 colaborador: II, 1586-1589 colaborar; H, 1586-1589 colar: I, 1021 colecta: n, 61 colérico; II, 583 colgar; I, 1268, 2401-2403 coUna: I, 451-452, 678 colmado: II, 240 colmar: I, 259; n, 932 colocado alrededor, estar: II, 891 colocar: II, 733-734, 1315, 1747-1749 colonia: I, 2371 columna; II, 1519-1520 columnas, galeria de: II, 1507 comandante: n, 1515, 20812083 combate, bnea de: n, 780-781 comensales, gmpo de: I, 2253; II, 1541

comenzar: I, 497-501, 1373; n, 1139 comer: I, 656, 739-740, 846848, 1598-1606, 1706, 15981606; II, 1568-1569, 1590, 1796 comer, acción de: II, 687-690 comer, dar de: II, 2191 comerciante: I, 1363; II, 1095 comerciar al por menor: I, 2194 comercio; I, 1363 comestible: I, 687 comida: I, 846-848,1071; II, 1210, 1541, 1783-1784, 1793, 2094 comienzo: I, 484-490 comilón: II, 1913 comino; I, 2435 como: I, 2091, 2093, 21202122, 2122; II, 573, 22042206, 2208-2209 como quien dice: II, 2206 como si: II, 2204-2206, 2210 cómo: II, 576-578, 1041, 12871290 compadecerse: I, 1310-1318; II, 1467-1470 companero; 1 ,1059-1070,1621, 2360-2367; n, 263-264, 1566, 1585, 1606-1607, 1618 companía: II, 528-530 comparación con, en: II, 703707 comparar: ü, 537-538, 708, 1525 comparecer, hacer: II, 11271129 comparte, que: I, 2368 compartir; n, 244, 262 compasión: I, 1307-1310, 13101318; n, 514-515 compasión, ejercitar la: I, 13101318 compasión, sentir: n, 1531 compasión, sin: I, 288 compasión, tener: I, 1303-1318; n, 515, 1538-1539 compasivo;!, 1309-1310, 1687; n, 515, 1539 compatriota: II, 1545 compendiar; I, 244-246 compensación: II, 668 competición: I, 106 competir: 1 ,106 complacência: I, 452, 16541657 complacer: I, 452-454

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complacerse: I, 1651, 16521654; n , 1592 completamente: I, 2119 completar. I, 259, 320, 1426, 2252, 2260-2261; H, 984987,993-1001, 1162, 17121716, 1718-1721 completo: II, 525-527,698-699, 1706-1711 comportarse: I, 529-530, 648651; II, 774, 1062-1063, 1111-1113 compostura: I, 2255 comprar: I, 68, 1363; O, 21972198 comprender: I, 122, 1530-1532, 2229; II, 412-414, 15961599, 2159-2160 comprensión: II, 1591-1592 comprensivo, ser: II, 264-265 comprimir: n , 1616-1617 comprobante: II, 2072-2074 compulsión: I, 229-235 común: I, 2357-2360 común, hacer: I, 2357-2360 comunicar: I, 2267-2269; II, 244 comunidad; I, 1250-1267; II, 483-484, 500-508, 979-984, 1061-1063, 1554 comunidad doméstica, miembro de la: H, 482 comunidad familiar, miembro de la: H, 484 comunidad, que hace bien a la: I, 1368 comunión: I, 2360-2367; n, 263 comunión, tener: I, 2360-2367 con: I, 2205-2209; H, 241-243, 703-707, 1547-1551 con qué fin: I, 2006-2007 con sólo: I, 1112 con tal que; I, 1112 concebir: n , 1530-1531 conceder: 1,421, 1558-1560, 2256; n , 786, 1208-1209, 2049-2051 concedido graciosamente (por Dios), ser: II, 1195 concesión; II, 1522 conciencia: n, 1579-1584 conciudadano: II, 1063, 1541 conclusión: II, 1721 concordar: n , 1546 condena; I, 2219 condenación: I, 2219, 22252228

condenado por sí mismo: I, 538 condenado, no: I, 144 condenar; I, 2217-2218, 2219, 2225-2228 condenar, acción de: I, 22252228 condescendência: I, 319 condescender: I, 292 condescendiente: I, 1674 condición, de igual: II, 535 condición, de tal: II, 1773; II, 1773-1774 condición, poner en una: II, 908 condiscípulo: II, 1536 conducir: I, 72-74, 340, 375, 1766-1768; U, 471, 887-888, 1934-1938 conducirse: I, 275-278; II, 1062-1063 conducta: I, 74, 123 (obscena), 658 (moral), 2255 conducta, buena: I, 454 conferir: II, 905 confesar: I, 1442-1445; H, 542551 confesión: II, 542-551, 802811,881,942-961 confianza, adquirir: II, 964 confianza, con; I, 1661 confiar: II, 733-734 confiar en; II, 857-860 configuración: II, 334-336 configurar: II, 334-336 configurarse según algo: II, 1619 confines; n, 596 confirmación: I, 629-632 confirmar: I, 629-632; II, 1150, 1624-1626

conflicto con, estar en: I, 327 conflicto fuerte: II, 797 conforme a algo, hacerse: II, 1619 conformidad: II, 537 confirontación: I, 1738-1739; II, 1528 confimdir: I, 260, 944-945, 1287, 1604, 1685-1686 confusión: I, 144; II, 1526 confuso; I, 90 congregar: II, 1551-1554, 15651566

congregarse: II, 1539, 15891590, 1619 conjura: I, 1490; II, 1610 conjurar: I, 1397, 1446; II, 168175, 598-600

conmilitón: II, 1618 conmoción: II, 1347 conoce los corazones, persona que: I, 2199-2200 conocedor; I, 773 conocer: I, 772-773, 746-756, 1492-1494, 1530-1532; II, 412-414,478-482, 1135-1136 conocer, dar a; I, 772-773, 378381, 899-900, 954, 18981901; II, 1387-1388, 15991602 conocible: I, 746-756 conocido: I, 746-756, 773-774; II, 1138 conocimiento: I, 746-756, 1494-1496; II, 1135-1136 consagrar: I, 48-61, 1142 consciente de, ser; II, 16021603 conseguir: I, 1554, 2301 consejero: II, 1535 consejo de ancianos: I, 738; II, 1117-1119 consejo, miembro dei; I, 673; n, 1579 consejo supremo; I, 738 consentir en: II, 1524 conservación; II, 897 conservar: I, 528-529, 949-950; n, 897, 1607, 2007-2009 consideración: II, 68-69 consideración, no tomar en; II, 909 consideración, tener: II, 1934 considerar: I, 241, 250, 673, 929-931, 1390, 1766-1768, 1837-1839, 2243; II, 62-65, 1527-1528 considerarse digno: I, 2244 consigo, llevar: II, 1539 consolar: II, 737-750, 764, 1539 consoUdación: I, 629-632 consolidar; II, 926, 1495 conspicuo: II, 770 conspiración: II, 1610, 1619 constante: I, 1288; II, 1495 constantemente: I, 101, 937, 1288 constelación; I, 522-524 constituído, estar: II, 1599-1602 constituir: I, 2117-2119 construcción: II, 484-494 constructor; I, 890-892; II, 495 construir; I, 2253; n, 484-494 consuelo; n , 737-750, 764-765, 786

í n d ic e d e p a l a b r a s c a s te lla n a s

consumación; II, 1605, 1711 consumador; II, 1717 consumir: I, 249-250, 656, 2222, 2242, 2248, 2261-2262 consumo: I, 442 contaminación: I, 181; n, 283, 320 contaminar; II, 282-283, 320 contar: I, 37-40, 454, 978-980, 1147, 1242, 1268, 14361437, 2252 contemplar: I, 1560-1561, 1837-1839,1871-1873,21192121, 2272-2273; H, 772 contemporâneo: II, 1595 contener: II, 890 contenerse: I, 1144-1147 contenido (de un pasaje); II, 893 contento; I, 538, 1989 contento con lo que tiene: I, 538 contestación: I, 401 contestar: I, 399-401 contienda; II, 1056-1058 contíguo a, estar; II, 1604 continuación, a: 1 ,1437-1438; n, 259, 1782-1783 continuar; II, 763-764 contra: I, 2205-2209; II, 703707, 1156-1159 contradecir: I, 327 contradicción: I, 326, 328 contradicción, sin: I, 257 contrario; I, 326, 1373; II, 1870 contrario, ser; I, 327 contrasena: n, 1614 contratar: II, 298 contravalor; I, 320 controla, el que; II, 892 controvérsia de palabras: II, 69 convencer: I, 1304-1306, 1427; II, 764, 964 convencido, estar: II, 990-993 conveniente, de manera: I, 339 conveniente, ser: I, 293, 2108 convenir; II, 1607, 1116 conversar: I, 927-928; II, 528530, 1530, 1532-1533, 1604 conversión: I, 1540-1543; II, 248 convertido, recién: II, 395 convertido, ser: II, 261 convertir; II, 261 convertirse: I, 1540-1543; II, 259 convicción: II, 990-993,15791584, 1998

convincente: II, 857, 929 convivir: n, 1603-1604 convocar: II, 1523 cooperar: n , 15861589 copa: n, 1098-1101,1951 copartícipe: II, 1536 copartícipe, ser: II, 1525 copia; I, 331 coraza: I, 1930 corazón; I, 2195-2199; H, 14711473 corazón, dureza de: II, 14351437 cordel: H, 1634 cordero; I, 208-213 cordero pascual, el; II, 818-821 corintio: I, 2376 comalina; n , 1360 coro (medida): I, 2377-2378 corona: II, 1496-1499 coronar; II, 1496-1499 corporal; II, 1652-1653 corporalmente: n , 1653 corre delante, el que: II, 1139 correa; I, 1994 corrección: I, 1304, 1473 correctamente; I, 2185-2186; n , 596 correr: I, 1024-1028; H, 1209, 1225-1226, 1607, 1788 correr al abrigo: II, 1906 corresponde a, lo que: I, 331 correspondência: II, 538-541 corresponder; I, 1484-1488; II, 1618 corriendo, entrar: I, 1223 corriente: II, 1097 corriente extensa: I, 282 corroborar; I, 629-632, 2449 corromper: II, 1946-1950 corrompido; II, 1358-1359 corrupción: II, 283, 1946-1950 cortante: n, 1777 cortar; I, 398, 541, 1021, 1250, 1268, 2290, 2375; H, 464, 595, 1750 cortina: I, 2246-2247 cosa: II, 1105-1106, 1306-1310 cosas inútiles, hacer; II, 889 cosecha; I, 731, 1865-1869 cosechar: I, 1865-1869 coser: I, 1519 cosquilleo, hacer. I, 2354 cosquilleo, sentir: I, 2354 costa: I, 107 costado (dei cuerpo): II, 977 coste: I, 832

IV

costear: n, 759 costumbre: I, 1164-1166, 1771; II, 1594 costumbre judia, según la; I, 1011-2013 costura, sin: I, 449 coyuntura: I, 458, 543 cráneo; I, 2393, 775-777 creación: I, 2427-2433 creado: I, 2427-2433; n, 1049 creador: I, 890-892, 2427-2433 crear; I, 2427-2433 crecer: I, 535-537; II, 197, 274, 984-987, 1546, 1572-1573, 2017 crecer, hacer: I, 535-537 crecida de Ias aguas: II, 988 crecido junto, lo que ha: II, 1545 crecinüento; I, 535-537 creer; I, 1766-1768; II, 415416, 857-860, 942-961 cretense: I, 2403-2404 creyente: n, 961-964 cria; H, 395, 1284-1285 criado; I, 1059-1070; U, 483, 682-686 crianza, hermano: II, 1609 criar: I, 280, 1291, 1411; H, 1705, 1788 criatura: I, 2427-2433; H, 1049 crin, hecho de crin: II, 1792 crisólito: II, 2152 cristal: I, 2426; II, 1817 cristiano: II, 2116-2118 cristo, falso; II, 2176-2177 critica: I, 1304-1306 criticar: II, 1966 crucificar: I, 275-276; fi, 14851490, 1615-1616 cruel: I, 597 cruz: II, 1476-1485 cruzar: I, 896, 937; II, 708, 1081-1084 cuadrangular: E, 1739 cuadrante: I, 2354 cuadrúpedo: II, 1740 cuádruple: E, 1740 cual ciertamente, el; II, 613 cual precisamente, el; E, 613 cuál: n, 1055-1056, 1761-1765 cual, el: II, 606-608 cualquiera: E, 573, 613-614 cuán: E, 1290 cuando: I, 1472, 1795; E, 573, 616-617 cuándo: E, 1098

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í n d ic e d e p a l a b r a s c a s te lla n a s

cuántos: n, 1095-1097 cuarenta: II, 1735-1737 cuartel; II, 780-781 cuartillo; II, 2091 cuarto; I, 2390; II, 1738 cuatro: H, 1732-1735 cuatro mil: II, 1739 cuatrocientos: II, 1739-1740 cubierta; I, 2182-2183 cubo (medida de líquidos): I, 626 cubo (para sacar agua): I, 333 cubrir: I, 1509, 2183-2185, 2222, 2254; H, 891, 16161617 cubiirse, lo que sirve para: II, 1423 cuello; n , 1784-1785 cuenta; II, 69-79 cuenta, darse: I, 1492-1494, 2243; n, 1584, 1596-1599, 1604 cuenta, hacer la: n , 1547 cuenta, no haber tenido en cuenta; II, 776, 797 cuenta, no tener en: II, 797 cuenta, tener en: II, 62-65 cuenta, tomar en; I, 1335-1336 cuento: II, 338-339 cuerda: H, 1381, 1634 cuemo; I, 2300 cuero, de: I, 866 cuerpo: n, 1430-1431, 16411652 cuerpo iluminado: n, 2027-2028 cuerpo, miembro dei; n, 214216, 1614 cuerpo, perteneciente igualmen­ te al; n, 1614 cuervo: I, 2375 cuesta; I, 2213 cuestión: I, 1734-1737 cueva: II, 1467, 2017 cuidado: I, 1512 cuidado de, tener: II, 1186-1187 cuidadosamente: I, 168,1512 cuidar: I, 672, 1512, 1813; n, 1050-1054, 1794 cuidarse de: É, 1153-1154 culpa, sin: I, 242 culpable: I, 128-130,13991401; n, 1888 cultivar: I, 519, 740 culto: I, 1156-1157, 1896-1898; n, 29-34, 42-46 culto religioso, tributar: II, 1379-1380

cultualmente, hacer presente; n, 1431-1432 cumbre escarpada: II, 663 cumple, el que; II, 1050 cumpleanos, celebración de; I, 729 curaplimiento: I, 1282; II, 1001-1004, 1716-1717, 1745 cumplir: I, 1282, 1546-1548; II, 993-1001, 1605-1606, 17181721, 2007-2009 curación: I, 1864, 1939-1942 curar: I, 1861-1864, 1939-1942 curioso: n, 889-890 curtidor; I, 690 custodia: H, 1745 custodiar: ü , 1742-1745, 20072009, 2001 custodio dei templo: II, 396397 dádiva: I, 1044, 1059, 11061108, 1108-1110 dador: I, 1059 dados, juego de; I, 2433 dalle: I, 1075-1076 damasceno: I, 829 Damasco, natural de; I, 829 danza: II, 2094 danzar: II, 606, 682 dano, causar: I, 1733-1734, 2158 dano, hacer: I, 659 dano, sufrir; I, 1733-1734 dar; I, 382-386, 636, 969-975, 1107, 1497-1498; H, 1138, 1165, 1206, 2049-2051 dar, acción de: 1 ,1059 de: I, 371-375, 1225-1229; H, 882-887, 703-707 debajo: I, 2273-2274; H, 18831887, 1889 debajo, estar: II, 1889 deber; II, 1205 debidamente: II, 596 débil; I, 474, 510-516, 524 débil, estar: I, 510-516; n, 760 débil, más: I, 1804, 1806 débil, ser más: I, 1606-1607 debilidad; I, 510-516; II, 143 debilitarse: I, 743-744; H, 790 decapitar: I, 398; II, 872 decencia: I, 1687-1688 decentemente: I, 1687-1688 decidir: I, 673, 899, 920-927, 1512, 1653-1654; n, 1534, 1607

décima parte, la; I, 857-858 décimo: I, 855 decimocuarto: II, 1735 decimoquinto; II, 879 decir: II, 2-4, 35-41, 1151-1152, 1941-1943 decisión: I, 398, 673-676, 900; n , 414-415, 1142-1143, 1534-1535 declaración de un testigo; II, 175-181 declaración, tomar: I, 291, 920 declarar: I, 441, 1575; II, 596598 declinar: I, 2353 decorar: I, 2378-2379 decoro: I, 1687-1688 decorosamente; I, 1687-1688 decreto: I, 673-676, 1028-1031, 1654-1657 dedicación dei templo, Fiesta dela: I, 1141-1142 dedicarse a (una cosa): II, 1634 dedo; I, 826-828 defecto; II, 1323 defenderse: I, 411-413 defensa: I, 411-413 defensor: II, 750-754 deficiência: II, 1907 defraudar: I, 1041 degollar: II, 872 deidad; I, 1859-1860 dejado atrás, ser: II, 41 dejar: I, 1115-1116, 1143, 2230 dejar atrás: I, 405, 2230; II, 41 dejar que desear: II, 41 delantal: II, 1398, 1405 delante: I, 1364-1366, 1373, 1414-1417, 2260; II, 11251127 deleitarse: I, 1411 deliberadamente: I, 1279 delicado: II, 143 delictivo: I, 2162-2163 delincuente: I, 2162-2163 delinquir; II, 766 delito: I, 93-98; H, 767-770, 774 delitos, el que comete: I, 21582159 demasiado: II, 54 demencia: II, 152, 765, 774 demoler: I, 2253 demoníaco; I, 825 demonio; I, 815-825 demora: I, 226, 681 demora, sin: II, 1694 demorar: I, 680; n, 2146-2148

í n d ic e d e p a l a b r a s c a s te lla n a s

demostración: I, 378-381, 13041306, 1376-1377 demosfrar: I, 629-632; II, 15991602 denario: I, 892-893 denigrar: I, 533; II, 1966 denominar; I, 1560 dentro; I, 1410-1411, 16171621 dentro, estar; I, 1384 denunciante; I, 190 deponer; II, 204-205 deportación; II, 263 depositar; I, 2256 depósito: II, 733-734, 750, 1893-1894 depravado, estar: I, 2258 depravar: I, 2258 deprisa, demasiado: II, 1693 Derbe, de: I, 866 derecho; I, 1661-1663; II, 595 derecho (opuesto a izquierdo): I, 860-863 derecho de ciudadanía: II, 1066 derechura; I, 1663 derramamiento de sangre; I, 116 derramar: I, 1293-1295, 1558, 2259 derretirse; II, 1742 derribar: I, 280, 2212, 2255, 2256 derrochar: I, 938-940 derrota: I, 1806, 2373 dermmbamiento: n , 1306 derrumbarse; II, 1540 derrumbarse, acción de; II, 1258 desacostumbrado; I, 534 desafiar: II, 862-871,1146 desagradecido: I, 559 desalentado: II, 523 desalentarse: I, 106 desaliento; I, 2267 desamparado; II, 605 desanimado; n , 523 desanimarse: I, 1142, 1250, 1278-1279 desaparecer; I, 542, 1279; n, 153-154, 718-719

desaparición: I, 542 desarmar: I, 357, 1244-1246 desarraigar: 1 , 1284 desatar: II, 106-109 desatender; I, 205, 1512; II, 733 desavenir; 1 ,1021 desayunar: I, 455 desayuno: I, 455-456

desbordamiento: I, 282 desbordarse; n, 1876 descansar: I, 1804-1805, 22392241, 2244-2246; H, 1569 descansar, hacer; 1,2244-2246 descanso: I, 257-258, 291, 1804-1805, 2244-2246 descanso, llevar al; I, 22442246 descanso sabático: II, 13291331 desoargar: I, 441-442 descargar parte dei cargamento, acción de; 1 ,1238 descarriar: 1 ,1422; II, 760 descendencia: I, 729-731; II, 1464-1467 descender: I, 728, 2092-2093, 2209-2212; II, 1523 descender, hacer; I, 2116-2117 descender, obligar a alguien a; I, 2213 descendiente: I, 1238 descenso: I, 2213 descollar: H, 1877 desconfiar: I, 1021 desconocido: I, 62-68 desconocimiento: I, 62-68 descontento de su suerte: II, 218 descontento, palabras de; I, 775 describir exactamente: I, 938 descubierto; I, 144, 803-805 descubrir: I, 243, 1304-1306 descuidar: I, 205; n , 733, 790 desde: I, 371-375, 1225-1229, 2205-2209 desde adentro; 1 ,1617-1621 desde ahora: I, 477-478 desde lejos: II, 139, 1094-1095 desde luego: n, 221-222 desdén, mirar con: I, 2258-2259 desdichado: I, 1307; H, 16731674 desea, persona que: 1 ,15011506 desear; I, 1500, 1501-1506, 1697-1700 desecado: II, 460 desechar: I, 444 desecho: n , 891, 909,1442 desembarazarse: I, 439-440 desembarcar; I, 375 desenfrenado contra, ser: I, 2255 desenfreno: I, 509-510 desenrroUar: I, 259

13=* deseo; 1 ,1501-1506,1519; ü, 594 deseo de agradar: I, 452 deseo, tener vivo; 1,1518-1519 deseo, vivo: I, 1519 deseoso;n, 1144 desesperar; 1 ,1335-1347,1423 desfallecer: I, 1278-1279 desgajar: I, 1250 desgarrar: n , 897, 1306 desgracia; n, 1673 desgraciado: II, 1075-1080, 1673-1674 desgraciado, sentirse: II, 1673 desgranar: II, 2192 deshacerse: I, 1575 deshonor: I, 532-533 deshonroso: I, 123 desierto: I, 334, 1576-1578 designación: I, 237 designar; I, 237, 2117-2119, 2165-2177; H, 1237 desigual: II, 1785 desinteresado: I, 550 desleal: I, 527 desliz: II, 1196-1197 deshzado encubiertamente: II, 777-778 deslizarse entre: II, 778-779 desmedido: I, 205 desmesurado; I, 205 desnudar; I, 1244-1246, 15781579 desnudez: I, 803-805 desnudo; I, 803-805 desobedecer; I, 352-355 desobediencia; I, 354-355; II, 754 desobediente: I, 355 desobediente, ser: I, 352-355 desocupado, estar: II, 1634 desoír: II, 754-755 desolación: I, 1579 desorden; I, 144 desordenadamente: I, 531 desordenado: I, 531 despachar; 1,420-421 despacho de bebidas; II, 1671 despedirse: I, 349, 439, 519521 despejar la cabeza: I, 1279 despertado: I, 1456-1457 despertar: I, 975, 1126-1141, 1279, 1455 despertar, acción de; I, 1140 despertarse completamente; I, 900

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despiadado; 1, 288 despierto: I, 1456-1457 despierto, estar: 1, 800-801; n,

desviarse: I, 525, 1267-1268, 1290-1291; n , 261,708-712 determinado: n, 1673 determinar: 1, 899; H, 596-598, 1207-1208, 1688-1689 determinar de antemano: II, 1140, 1154, 1224-1225 detestable: I, 629; H, 1518 detestar: 1, 441, 629 detrás: n , 241-243, 570-572 detrás de sí, dejar: 1, 1143 deuda: II, 651-654 deudor: II, 651-654, 2103 deudor de, ser además: II, 1205 deudor, ser: II, 655-658 devolución, exigir la: I, 341 devolver: 1, 382-386 devorado por la polilla: II, 1398 devorar: I, 249-250, 2242, 2248, 2261-2262 día: I, 1786-1794 día, al segundo: I, 878 día, lo que pertenece al: I, 1515-1517 día siguiente, al: 1, 1475 día y noche: II, 453 diablo , el: I, 897-899 diadema: I, 900-901 dialecto: I, 928-929 dialogar: I, 927-928 diário: I, 1707, 2114 diarrea: 1, 1095 dias, a los ocho: n, 517 dias, de cuatro: II, 1737 dias, en dos: I, 878 dias, que dura ya cinco: II, 872 dias, que dura ya cuatro: II, 1737 dibujar: I, 2218 diciplina, el encangado de imponer a los muchachos: 11, 674-675 dichoso: n, 126-135 didracma: I, 1075 dieciocho: I, 855-856 diente: II, 477 diez: I, 853-855 diez mil: II, 341 diezmo: I, 857-858 diezmo, dar el; I, 381 diezmos, pagar; I, 857-858 diezmos, recibir: I, 857-858 difamación: I, 2228-2229 difamador: I, 2229 diferencia: I, 943-944 diferenciar; I, 920-927 diferenciarse: I, 951-953

1882-1883

despierto, permanecer: I, 900 despilfarro: 1, 405-408 despojar: I, 1244-1246, 22492252; n, 1530 despojarse: I, 357, 375, 439440,1244-1246 despojarse, acción de: I, 357 despojo: II, 1443 desposar: I, 458 desposarse: II, 310 déspota: II, 1811 despreciado: 1, 532-533 despreciador: I, 2259 despreciar: I, 1446, 2258-2259; II, 295-298, 909, 1878 desprecio: 1, 532-533 desprecio, rechazar con: I, 1446 desprecio, tratar con: I, 531, 1446, 2258-2259 desprovisto de, hallarse: II, 1907 después: I, 1224, 1477, 1478-

1480; n, 241-243, 261-262, 570-572, 616-617, 666, 2204-2206 después, inmediatamente (en una secuencia): I, 1437-1438 despuntar (el día): I, 951 destierro: n , 263 destierro, vivir en el: ü, 2002 destinado, estar: I, 2289-2290 destinar: 1, 551-553; n , 1237 destrozar: I, 940, 1895; n, 60, 1595-1596 destrucción: I, 241, 405-408, 542, 954-956, 1579, 20912092, 2255-2256; n , 518, 1608,1946-1950 destrucción, que causa: II, 518 destructor; 1,409; ü , 517; 524 destruido, ser: I, 542 destruir: 1, 405-408, 954-956, 1156, 1578-1579, 2092-2093, 2239-2241, 2249-2252, 2253, 2295-2297; H, 88, 106-109, 518; 524, 888, 1084, 1607 desunir: 1, 1021 desvanecerse: II, 718-719 desvariar: n , 125 desvelar: I, 243 desventaja: 1, 1733 desvergonzado; I, 2094-2103 desviar dei camino: I, 275

diferente; I, 953 diferente, de modo; I, 1626 difícil; I, 597, 1096; U, 2038 dificilmente: I, 1096 dificultad, con: I, 593; II, 311, 319 dificultades, causar; n , 781-782 dificultades, crear: I, 2242 dificultosamente: I, 1096 dificultoso; I, 1096 digna, de manera: I, 339 dignidad sacerdotal; I, 1970 digno: I, 337-339 digno, considerar; I, 339 diligente: II, 1474 diligente, ser; n , 210 diligentemente: I, 1512 dilúvio, el: I, 2224 dinero; I, 2301; H, 2103-2104, 2153-2155 dinero, amante dei; II, 1955 dinero, amor al; II, 1955 dinero, caja dei: I, 770 dinero, elevada suma de: I, 99 dinero, prestar; I, 830 dinero, quien no tiene amor al; I, 550 dios (diosa): I, 1850-1858 dios, el ser; I, 1859-1860 Dios mío: I, 1348-1349, 1773 Dios, el que aborrece a: I, 1858-1859 Dios, el que lucha contra: I, 1849 Dios, inspirado por: I, 1850 Dios, instrucción de: II, 2105 Dios, instruido por: I, 1849 Dios, luchar contra: I, 1849 Dios, pueblo de: n . 15-29 Dios, que ama a: II, 1961 Dios, servir a: II, 29-34 Dios, sin; 1 ,103 diosa: I, 1837, 1858 diré; I, 1595 dirección: I, 2433 dirección, en otra: I, 184 directamente, marchar (tratándose de un navio): I, 1660 dirigente: n , 12437 dirigir: I, 680, 2262; H, 244, 1127-1129 dirigirse: I, 1280, 1412-1414; II, 1163,1215 discernir, capaz de; I, 2419 disciplina: II, 675-677 disciplina, persona encargada de la: H, 677

disciplinar: n , 187-188 discípula: II, 121 discípulo: II, 114-121 discípulo, llegar a ser: II, 114121 discípulos, hacer: II, 114-121 discordante: I, 527 discorde: I, 527 discórdia: II, 1475-1476, 16311633 disculpa (válida): II, 1226 disculparse: II, 736-737 discurso: II, 69-79 discusión vana: II, 69 discusiones vanas, meterse en: II, 69 discutir: I, 322, 927, 931 disensión: I, 933, 1021; H, 195 disenteria: I, 1095 disfrutar: I, 1362; II, 262 disftute: I, 404 disgustar: II, 88-94 disgustarse; n , 1205 dislocarse: 1 ,1290-1291 disminuir: I, 1300 disolución: I, 251; II, 94 disolver: 1,251,931, 1512, 2239-2241; H, 106-109 disparate: II, 54 dispersar: I, 938-940, 940-943; II, 1439 dispersión: I, 940-943 disponer; I, 950; H, 770, 1605 disponerse a: II, 211-214 disposición; I, 1544-1546 disposición: I, 933-936, 946949, 1629-1632, 2255; H, 1143-1144 disposición, poner a: II, 2093 dispuestaraente; I, 1629-1632 dispuesto: I, 1629-1632; II, 1144 dispuesto, estar: I, 398 dispuesto, estar bien: I, 1670 dispuesto permanentemente, es­ tar: n, 1194 disputa: 1,925-927,1581-1582, 1738-1739; n, 195-196 disputador: II, 1528 disputar: I, 325, 1579; H, 15271528 disputas, afán de: II, 1961 disputas, aficionado a: II, 1961 distancia, a: II, 138-139, 10941095 distante: II, 142-143 distinción: I, 925-927, 943-944

índice de palabras castellanas

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distinguida: II, 203 distinguido: I, 1520, 1652; II, 770 distracción, sin: I, 358 distribución: I, 910-911; II, 228-229, 1192 distribuidor; n, 229 distribuir: I, 901, 911, 932-933, 2223; II, 225, 265, 595, 1439,2181 distrito: II, 228 diversamente: II, 1074 diverso: II, 1050 divertirse: II, 682 dividir: I, 932-933, 2223; II, 225, 2160-2161 divinidad: I, 1175-1179, 1840 divinidad, imagen de una: I, 1175-1179 divino; I, 1840 división: I, 933; II, 228-229, 842-843 divorcio: n, 94 divorcio, certificado de: I, 423424 divulgar: I, 933, 954, 1268 doblar; I, 1414; II, 1523 doble: I, 1020 doblegarse: I, 1180 doce; I, 855, 1097-1103 docto: II, 67 doctrina: I, 957-959 doctrina diferente, difundir; I, 959 documento: I, 651-655 dolor: II, 88-94, 477 dolor, causar: ü , 88-94 dolor, sentir: I, 2243; II, 88-94, 477 dolores, soportar juntamente: n, 1610 doloroso, esfuerzo: I, 21572158 domar: I, 829 domésticas, estar dedicado a tareas: n , 514 domicilio; I, 2271 domina, el que; II, 892 dominar: I, 497-501, 535, 829, 2228, 2437; II, 1593-1594 dominarse: I, 1144-1147 dominio: I, 2398-2400 dominio propio, falta de: I, 161 dominio propio, falto de: I, 162 don: I. 1104-1106, 1106-1108, 1108-1110, 1044; E, 20602065

donde; E, 573-575, 619 donde, de: E, 478 donde: II, 1102 dónde, de; E, 1041 dorado: E, 2153-2155 dorar: II, 2153-2155 dormir: I, 2105-2107, 23562357; E, 453, 1572 dormirse: I, 557, 2356-2357 dormitoiio: I, 2368 dos: I, 1093-1095 dos mil: I, 1021 dos veces: 1 ,1020 doscientos; I, 920 dracma: I, 1071-1075 dragón: 1 ,1071-1073 dudar: I, 920-927, 1021 duelo: E, 877 duelo, vestido de; 11,1342-1343 dueno: I, 875-877, 2427, 24372448; II, 484 dulce: I, 756-757 dulzura: E, 1113-1116 duodécimo: I, 1103 duplicar: I, 1020 duración: I, 2139-2147; II, 2148-2151 durante; I, 2205-2209 dureza; I, 542-543; E, 14351437 duro: I, 538; E, 1435-1437, 2038 ea; I, 47 ebrio: E, 796 econômico; II, 514 ecónomo: E, 494-499 ecuestre: I, 2031 echado, estar; I, 243, 2223, 2289-2290; E, 1572 echar: I, 358, 1467, 1519, 1520; II, 2037-2038 echar abajo: I, 2212 echar alrededor: E, 888-889 echar parte dei cargamento, acción de: I, 1238 echarse; I, 259 echarse atrás: I, 259; E, 1902 edad avanzada: I, 743 edad, menor de: E, 397-399 edad, persona de la misma: E, 1595 edificación: E, 484-494 edificar: II, 484-494, 484-494 educación: E, 675-677 educador: II, 677 educar; I, 280; E, 1705, 1788

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efectuar: II, 1041-1049, 11111113 efesio: I, 1707 Efeso, de; I, 1707 eficacia; I, 1385 eficaz: I, 1388 egípcio: I, 107-108 egocêntrico: II, 1955 egoísmo; I, 1579-1580 egoísta: II, 1955 eh: n, 622 ejecutar: I, 1567-1570 ejecutor judicial; II, 1109,1464 ejemplo: I, 843; fl, 1798-1810, 1887, 1906 ejemplo, para servir de: D, 1798-1810 ejercicio; I, 802, 1439 ejercitar: I, 802 ejercitarse en algo: I, 519 ejército; H, 780-781, 1514, 1515-1516 ejército, reunir un: II, 1515 él; n, 647-650 el (artículo): II, 466-470 él mismo: I, 539-540 elamita (el): 1,1300 elección: I, 1276-1278 elegido: I, 1271-1278; H, 893, 1585 elegido junto con, ser: n, 1524 elegir; I, 120, 1269-1271, 16521654; II, 1130, 1237, 2076 elemento; n, 1508-1510 elevación: I, 247-249 elevar: I, 247-249 eliminar: I, 241-242 elocuente; II, 67 elogiar: I, 1467-1469 elogio: I, 1467-1469 elogio, digno de: I, 1689 elogios: I, 1689 elucubración: I, 1248 ella: H, 647-650 ello: II, 647-650 embajada; II, 1116-1117 embajador, ser: n, 1116-1117 embalsamar: I, 170 embarcar: I, 1488 embaucador: I, 775; II, 1994 emblanquecer: II, 50 emboscada: I, 1384 embotar; II, 1285-1286 embravecido, mar: I, 2353 embriagado, estar: II, 205-206 embriaguez; I, 2393; n, 204, 516

embriaguez, disoluto por la: II, 796 embustero: II, 2169 emigración: n, 263 emitir: II, 1306 empaUzada: II, 2048 empeno: n, 1475 empeno, con: II, 1474 emperador (de Roma): I, 21492151 emplear: I, 2259; H, 2097-2100 emprender juntos: II, 1569-1570 empresa: II, 1900-1902 empujar: I, 1300-1301 empujar hacia adelante: II, 1130 en: I, 1369-1373, 2205-2209; II, 703-707 enajenar: I, 341-342 encadenar: I, 868, 874; H, 1573 encallar: I, 1511, 1560 encallar, hacer: I, 1560 encarcelamiento; I, 869-875; II, 1745 encarcelar: I, 2223; II, 928, 2005-2006 encarecidamente, instar: II, 168-175 encargar: I, 237, 1401-1403; n, 1605 encargar una misión, acción de: 1,237 encargo: I, 37-40, 1404-1409 encender; I, 260, 443-444, 1249, 2153; H, 888, 1965 encerrar: I, 2223; H, 1524-1525 encima de: I, 1473-1474; n, 1875 encima, estar: I, 1509-1511 encinta: 1, 1147 encolerizar; II, 797-798 encolerizarse: II, 593 encontrar: I, 291, 342-343, 1676-1683 encontrarse; I, 1412-1414, 2289-2290; H, 1111-1113, 1540, 1569,1796-1798,1867 encorvado, estar completaraente; n, 1526 encorvar: II, 1523 encorvarse: II, 1526 encubrir por completo: II, 1523 encuentro: I, 342-343; n, 1569, 1867 encuentro, salir al: II, 1867 enderezar: I, 1661, 2262 enderezarse: I, 247 endurecer: II, 1285-1286, 1437

endurecido, estar; I, 341 endurecimiento; II, 1286, 14351437 eneldo: I, 293 enemigo: I, 1711-1715 enemistad; I, 1711-1715 enérgicamente, impedir: I, 927 enérgicamente, insistir: I, 1544 enfermedad: I, 510-516; n, 437 enfermo: I, 474, 510-516 enfermo, estar: I, 510-511, 2190; n, 437 enfrentamiento: n, 1528 enfrente: I, 358, 2260 enfriar: I, 2259 enfriarse; II, 2190 enfurecer: I, 2163 enfurecerse: I, 1353, 1912; II, 765-766 enfurecimiento: II, 766 engalanar: II, 1496-1499 engancharse a varas extrafias: I, 1622 engana, quien no: I, 562 enganador: I, 1041 enganar: I, 349-350, 1041, 1422; II, 760, 976, 1994 engano: I, 349-350, 1041-1044; n, 205, 697, 1297 engendrado: I, 735 engendrar: I, 731-734 engendro; I, 734 engordado: II, 1411 engrandecer: n, 1910-1911 enigma: 1 ,118 enigmáticas, palabras: II, 795796 enjugar: I, 1279 enmohecer: I, 2269 enmudecer: II, 1415-1416 enojarse: I, 23; II, 1205, 2092 enojo: I, 23; II, 798 enorgullecerse; n, 1874 enorme; II, 204 enreda fácUmente, lo que: I, 1674 enredarse: I, 1362-1363 enriquecer: II, 1014-1021 enrollar: I, 1328-1329; II, 1257 ensalzar: I, 117-118, 296; II, 197, 1858-1860 ensanchar: II, 972 enseguida; I, 1426, 1661-1663; 1607, 1693, 1694 ensenado; I, 957 ensenanza: I, 957-959, 966-968 ensenar: I, 958-966, 2267-2269

ensenar, capacitado para: I, 957 ensenorearse; I, 2228 ensoberbecerse; II, 262 ensuciar: II, 320, 1467 ensueno: 1 ,1414 entender: É, 478-482,15961599 entender, difícil de: I, 1096 entendido: I, 1534; H, 14571460, 1592 entendimiento: I, 933-936; II, 439-442, 1591-1592, 1994, 1998-1999 entendimiento, falta de: I, 313314 entenebrecerse: II, 1439-1440 enteramente: II, 703, 1716 enterarse; I, 155-161, 977; II, 1272 entero: II, 525-527 enterramiento: II, 1690 enterramiento, lugar de: II, 1690 enterrar: I, 1829-1831; E, 605, 1525 enterrar, sacar fuera a; I, 1268 entiende, quien no; I, 527 entierro: I, 1401 entonces: I, 446-447, 1224, 1478-1480; E, 616, 629, 1782-1783 entrada: I, 222-223, 1914-1917; E , 1161 entranas. Ias; II, 1481-1473 entrar: I, 1219, 1219-1223, 1352, 1488, 1492; E, 778779; II, 1584 entrar, hacer: 1, 1218 entrar, invitar a: I, 1222 entrar solapadamente, hacer: E, 777 entre: I, 1410-1411; II, 237239,251,259 entregado: I, 1244 entregar; 1, 237, 1497-1498, 1548-1549; E, 244, 721-729, 733-734 entremezclar con: I, 2420-2426 entrenamiento: I, 802 entristecerse; II, 1519 entronizado, estar; I, 2108-2114 entusiasta, persona: 1 ,17311733 envejecer: I, 743-744; E, 690 enviado: I, 427438 enviar: I, 259, 425-427, 1280, 1423-1426; E, 872-875, 1156, 1540, 1571, 1950-1951

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envidia, provocar; II, 732-733 envidiar: E, 1950 envolver; I, 1384, 1414; II, 889, 1616-1617 eparquía; 1,1474 eparquía, perteneciente a una: I, 1475 epicúreo: I, 1511 epidemias: E, 80 equidad: I, 2042-2043 equipado, no: I, 346 equipamiento; I, 2253 equipar: I, 1426 equiparar: I, 1147; E, 1525 era (lugar de trilla): I, 193 era (tiempo): I, 131-137 erigir: II, 780, 926 erradicar: 1,1442 errante, el que anda; II, 971 errar: E, 970-971 error: E, 970-971 error, inducir a: I, 349-350, 422 escabel: E, 1900 escalinata (en plural); 220 escama: E, 47 escandaliza, lo que no; I, 443 escandalizarse: II, 1198 escapar; I, 441, 945-946, 953, 1293; E, 1939 escarlata: I, 2368 escárnio; I, 1359 escamio, hacer: I, 1357-1361 escasamente; E, 1934 escasez: E, 61, 2101-2103 escasez, tener: I, 1300 escaso; II, 520-523 escisión: B, 1631-1633 escita: E, 1442 esclarecer: E, 2029-2031 esclava; 1,1059-1070; E, 681682 esclavitud: I, 1059-1070 esclavitud, someter a: I, 10591070 esclavizar: I, 1059-1070, 2219 esclavo: I, 1059-1070; E, 483 esclavo, como; I, 1059-1070 esclavo, oficio de: I, 1059-1070 esclavo, servir como: I, 10591070 escoger: 1 ,119,120,12691271, 1512; II, 1237,2076 escogido: I, 1271-1278; E, 893 escollo: E, 1467 escondido: I, 401 escorpión: II, 1439 escriba: I, 781-786

escribir: I, 786-800,1124, 1496-1497, 2218; E, 11371138 escribir, quien no sabe: I, 69 escrito: I, 651-656,786 escritura: I, 786-800 escuchar: I, 856-857, 1218, 1472 escuchar a, no: E, 754-755 escuchar, acción de: 1,145, 155-161 escuchar, no querer: E, 754 escudo grande y oblongo; I, 1917 escuela: II, 1634 escuela, el encargado de llevar a los muchachos a la: E, 674675 escupir. 1, 1284, 1366; E, 1257 esencia: II, 2012-2015 esforzarse por; I, 322, 871, 1443, 1474; II, 871, 19951998 esfuerzo: E, 337, 1080 esmeralda: II, 1443 esmeralda, de; II, 1443 Esmima, oriundo de: II, 1444 espado: I, 943 espacioso: I, 1683-1684 espada; E, 192-195, 1316-1317 espalda; II, 454 espantarse: II, 1255 espEuito; II, 1255 espanto, que causa; II, 19751976 espantoso, suceso: E, 1976 especia: I, 505 especialmente: E, 144; II, 902 especie; I, 735-736 específica, manifestación: E, 1630-1631 espectáculo; I, 1839, 1873; E, 580-581 espectáculo, exhibir como: I, 1839 especulación; I, 1248 espejo; I, 1606 espera: I, 1244 espera, hallarse a la: E, 11651166 esperanza: I, 1336-1347 esperanza, objeto de la: I, 13361347 esperar; I, 251, 1238-1241, 1240-1241, 1335-1347; E, 892-893, 1164-1166 espia: I, 2254

18* espiar: I, 2254; II, 1438 espiga: n, 1490 espina: II, 1438 espino: I, 143 espinoso: I, 143 espíritu: II, 1022-1037 espíritu, perteneciente al: II, 1037-1039 espíritu, segúnel: II, 1037-1039 espiritual: n, 65-67, 1037-1039 espiritualmente: II, 1037-1039 espléndidamente: II, 13 esplêndido: I, 1379; II, 61 esponja: II, 1473 esposo, que ama a su: II, 1953 espuma: I, 554 espuma, echar: I, 554, 1475 esqueleto: n, 613 esquina: I, 809-814 esta: H, 647-650 estabilidad: n, 1502 establecer: I, 950; H, 15021504, 1747-1749 estaca: II, 1438, 2048 estádio: II, 1475 estado: I, 2165-2177; E, 10611061 estafar: I, 349-350 estancia: II, 483 estanque: I, 2371; E, 60-61 estar anteriormente: E, 1226 estar con: E, 1584, 1604 estar delante: E, 1147-1148 estar fuera de sí, el hecho de: 1284-1287 estar junto a: I, 1708; E, 1572 estar juntos: 11, 1589-1590 estater (el): E, 1476 estatura física: I, 1779-1780 este: II, 470-471, 647-650 éste, también: I, 2154 estercolero: I, 2375 estéril: I, 2200-2204; E, 14901491 estiércol: I, 2375 estimación: E, 2052-2060 estimado: I, 1404, 1687-1688 estimar: E, 62-65 estimulación: E, 797 estimular: I, 1575 estímulo: II, 765 estirar: E, 1223 esto: E, 647-650 estoico: E, 1507-1508, 1520 estômago: I, 718-719; E, 1514 estômago vacío, con el: I, 519 estorbar: I, 2451-2452

índice de palabras castellanas estragos en, hacer: E, 88 estrangulado: E, 1040 estrangular: II, 1040 estrechar: II, 1494-1495 estrechez: E, 1495 estrecho: II, 1494 estregar: E, 2192 estrella: E, 522-524, 2027-2028 estremecer: E, 1381-1385, 1519, 1787, 1995 estremecimiento: E, 1347, 1381-1385, 1792 estructura interior: I, 1384 estuche con oraciones: E, 2006 estúpido: I, 340; II, 353-356 estupor: I, 2243 etemidad: I, 131-137 eterno: I, 108, 138-142 etíope: I, 109 emarca: I, 1157 eucaristia: I, 1695-1696 eunuco: I, 1671-1673 eunuco, hacer: I, 1671-1673 euraquilón: I, 1675-1676 evaluaciôn: I, 925-927 evangelio: I, 1637-1651 evidencia, poner en: I, 843 evidente: I, 2219 evidente, muy: E, 1138 evitar: II, 890-891, 1491, 1939 exactitud: I, 162 exactitud, con: I, 168 exacto: I, 168 exaltado, lo: E, 1911 exaltar: II, 1879, 1910-1911 exaltarse: II, 1874 examen: I, 1040 examinar: I, 1035-1040 exasperar: I, 1575 excavar: I, 1446; E, 605 exceder: E, 898-901, 1875 excelencia: I, 1455 excelente: 1,1520 excelente, igualmente: I, 2043 excelente, más: I, 2401 excepto: E, 988 excesivamente: II, 1877 exceso: E, 898, 1875-1876 exceso, con: E, 902 excitación: E, 1686 excitar: E, 732-733 excitarse: E, 797 exclamar: I, 282 excluir: 1,1250 excusa; E, 1226 exhausto, estar: I, 2190 exhibir públicamente: E, 1224

exhortación: E, 737-750, 16661670 exhortar: II, 735-750, 16661670 exiguo: E, 284-286 êxito, tener: I, 1673-1674 exorcista: I, 1446 expectaciôn: I, 396-398, 1244; II, 1166, 1896-1899 experiencia: I, 122; II, 861-862 experimentar (la muerte): E, 821-827 expiación; I, 1990expiación, lugar de: I, 19901993 expiar: I, 1989 expiatório: I, 1990-1993 expiatório, don: I, 1990-1993 expirar: I, 1283, 1296 explicar: I, 184-186, 938, 1289, 1582-1588; II, 1993 explicar, difícil de: I, 1095 explorador: I, 2254 explorar: I, 2254 exponer: I, 279, 1289; E, 733734, 1905 expresamente: II, 1311 expresar; II, 1941-1943 expresión: E, 1798-1810 expulsar: I, 358, 1234-1237, 1458 extender: I, 1280, 1287-1288, 1560; E, 772, 1223, 1518, 1903 extenso como, tan: E, 612-613 exterminar: I, 1442; II, 518; II, 524 extinguir: E, 1379 extinguirse: I, 1271; E, 153-154 extorsionar: E, 1530 extranjero: I, 188, 190, 589592; E, 457-460, 782-783, 795-796 extranjero, condiciôn de: E, 795 extranjero entre otras personas, el que reside como: E, 782 extranjero, país: E, 795 extranjero, residência en el: E, 795 extranjero, vivir como: I, 1497; 793-794 extrano: E, 457-460, 730 extrano a, parecer: II, 455-457 extraordinariamente: II, 197 extravia, el que se: E, 970-971 extraviar: I, 422; E, 964-971 extraviarse: E, 770

índice de palabras castellanas fábula; II, 338-339 fácil; I, 1664 fácilmente, no: II, 319 falsamente, llamado: II, 2177 falseado, el hecho de no estar: I, 92 falsedad: I, 1041-1044; H, 2175-2176 falsificar: I, 1044 falso; I, 1041; II, 2168-2169 falta: H, 1907-1908; H, 21012103 faltar: I, 1512; H, 41, 1907 falto, estar: I, 1300 fallo: I, 900 fama; I, 1689, 1806, 2343 familia: II, 483-484, 500-508, 842-843 familia, con toda la: II, 696 familia, miembro de la: H, 482 famoso: I, 1379 famoso, tristemente: I, 1520 fantasma; II, 1924 fariseo: II, 1925-1931 fascinar: I, 623 fatiga: I, 2373-2373; H, 337, 1080 favor; II, 1195 favor de, en: H, 1870-1874 favorable: I, 1675 favorablemente, inclinarse; I, 1670 favoritismos, mostrar: II, 12151216 favoritismos, persona que muestra; II, 1216 fe: II, 942-963 fe, abandonar la: II, 1406-1419 fe, poca: II, 518-519 fe, rechazarla: II, 1406-1419 felicitar: ü, 1526, 1594 feliz; n, 126-135 feliz, proclamar: II, 126 feliz, ser: n, 557 femenino: I, 805, 1874-1875 féretro: II, 1446 fermentar; I, 1742-1744 fermentar, hacer; I, 1742-1744 ferviente, ser: I, 1727-1731 fervientemente: I, 1288 fervoroso, ser: I, 1727 fiabilidad: I, 528-532,10351040 fiable: I, 171-180, 562, 629-632 fiador: I, 1124 ficción, relato de; II, 338-339 fidelidad; II, 942-961

fiebre: fi. 1281 fiebre, tener; II, 1281 fiel; I, 1674; fi, 942, 961-964 fieras, luchar con; I, 1875-1877 fiesta; I, 1458-1459 figura; U, 2046-2048 fijado; II, 1673 fijar: II, 596-598, 926, 16881689: n, 1223, 1206 filacteria; fi, 2006 filipense: n, 1959 filos, de dos: I, 1021 filosofia; II, 1964 filtrar; I, 1021 fin; n, 1605, 1721-1725 fin de que, a: II, 576-578, 22102211

fin, tiempo dei: II, 1605 final; I, 1237; II, 882, 1717 finalizar; II, 1717 finalmente: I, 1617 finca: I, 71-72, 1475; fi, 2162 fino: I, 522 firme; I, 506, 629-632; II, 1495 firme, estar: II, 1502 firme, mantener; II, 1742-1745 firme, mantenerse; I, 2205; II, 1894-1896 firmemente: I, 528-529 firmemente, establecer; I, 18471849 firmemente, fijar; II, 1502-1504 firmeza: II, 1495, 1502 fisicamente: II, 1653 fisura: H, 1631-1633 flagelar: II, 187-188, 1992-1993 flauta: I, 535 flauta, tocar la: I, 535 flautista: I, 535 fleco: I, 2393-2394 flecha: I, 636, 671 flor: I, 296-297 fiorecer, hacer que vuelva a: I, 239 fiorecer, volver a: I, 239 fluir: n, 770, 1305, 1878 fluir, la, acción de: II, 1323 flujo: n, 1323 follaje; H, 1504, 1507 foijar con mana: II, 1457 forma: fi, 331-334, 1630-1631 forma, dar la misma; II, 1537, 1538 forma de algo, adoptar la; II, 1619 forma, lo que es de la misma: n, 1537-1538

19*

formación: II, 334-336 formada o modelada, cosa: II, 971 formar: II, 334-336, 971-972 forraje: II, 415 fortalecer; 1, 1088, 1379-1381, 1393, 1495, 1534, 2394 fortaleza: I, 2065-2066; H, 666, 1495 fortuna; H, 146-148; II, 21032103 forzadamente; I, 229-235 forzar: I, 229-235 foso; H, 1381, 1411 fracaso: I, 1806 franqueza: n, 802Ifanqueza, hablar con: II, 802811 frasco: I, 37 fraternal: II, 1951-1953 fraude, cometer: II, 437-438 fraudulento; I, 1041 frecuente: II, 1268 frecuentemente: II, 1064 freno (de caballo): II, 2039 frente: II, 267 frente a: I, 327, 330, 358, 2260 frente de, al: I, 1364-1366 frente, estar al; I, 1764-1766; II, 1145-1146 frente, hacer: I, 296 fresco: I, 342; H, 391-395, 2191 fiío: II, 2191 frivolidad: II, 1297 frontera; II, 205, 601-602 fructífero: I, 2205 fruta: fi, 576 fruto: I, 731, 2200-2204 fruto, dar; I, 2204-2205 fruto maduro, producir: II, 1717 fruto, primer: I, 346-348 fruto, producir: I, 2204-2205 fruto, producir buen: I, 1680 fruto, que produce: I, 2205 frutos, época de: II, 576 fuego: n, 1269-1280; II, 20232027 fuego, como de: II, 1281-1282 fuego, prender; II, 1965 fuente: II, 802, 926, 1794 fuera: I, 1290, 1457-1458; II, 779-780 fuera, echar: I, 1458 fuera, llevar: I, 1293 fuera, llevar: I, 1421 fuerte: 1, 1089-1092, 20622064, 2394

20*

índice de palabras castellanas

fuerte, hacerse: I, 1544 fuerte, ser: I, 1088-1089, 2205, 2269; 1328 fuerte, tan: II, 1782 fuertemente: n, 1624 fuerza: 1 ,1080-1088, 2398-2400 fuerza, entrar por la: I, 1019 fuerza, hacer uso de la: I, 648651 fuerza, llevar a la: I, 2256 fuerzas, estar sin: II, 760 fuerzas, recobrar: I, 1393 fuerzas, tender con todas Ias: I, 1480 fugitivo, convertir en: II, 2002 fulgurar: I, 1426 funciones sacerdotales, realizar: I, 1970 fundamentación: I, 2213-2215 fundamentar: I, 2427-2433 fundamento: I, 1156, 18471849; II, 1508-1510, 19001902 fundar: I, 1847-1849 fundirse: II, 1742 funesto: I, 632-633 furioso, estar: I, 1353 furor: 1, 1913-1914

generación: I, 725-728 general, en: II, 527 gênero: E, 2012-2015 generoso: I, 1670 gente: I, 892 gentil; 1 ,1157-1158 gentil, como; I, 1158 gentiles, los: I, 169-170, 11581164 gentio: E, 530, 664-665, 979984 genuino: I, 171-180, 770; E, 942, 1891-1893 Gerasa, namral de: I, 737-738 Gérgesa, natural de: I, 737-738 germinar: I, 659,1238 gloria: I, 1045-1055, 2343 gloriarse; I, 541, 1055-1058, 1143, 2223, 2276-2288; II, 196, 1573 gloriarse, acción de; I, 22762288 gloriarse, el objeto dei; I, 22762288 glorificado, ser: I, 1378 glorioso: 1,1379 glotón: E, 1913 gobemante: I, 501-505 gobiemo; I, 1764-1766, 2433 golpe: E, 977-979, 1302 golpear: I, 867-868, 2224; E, 453, 686, 827-828, 1010, 1207, 1302, 1311, 1810-1811 golpearse (el pecho): I, 2375 golpes, lastimar a: I, 2224 golpes, matar a; II, 827-828 gorrión; E, 1518 gota: I, 1902 gozar: I, 1411 gozarse; I, 1689-1692; E, 557, 1215 gozo: I, 21-23, 1692; E, 20412046 grabar: 1, 1124, 1414, 14961497 grada: E, 2052-2060 grada, don de: II, 2060-2065 grada, mostrar: E, 2065 gradas, dar: 1,1693-1695 grada: I, 646-647 grado de, hasta el: E, 267-268 grado mucho mayor, en un: E, 1875 grande: E, 198-203 grande, cuán: I, 1780; E, 10951097 grande, Uegar a ser: E, 197

Gádara, natural de: I, 737-738 gadareno: I, 737-738 Galada, de: I, 698-699 gálata: I, 698-699 galileo: I, 700-703 gallina: II, 601 gallo: I, 170; n, 601 gana, de buena: I, 519, 1279, 1768; II, 1144-1145 ganados: I, 1895 ganancia: I, 1567-1570, 2301 ganancias, medio de obtener: II, 1084 ganar: I, 2301, 2426-2427; E, 1167 garante: I, 1124; II, 232-236 garantizar: II, 232-236 garganta; II, 29 gastar: I, 832, 1238; E, 1162, 1164 gastos: I, 832 gastos adicionales, tener; E, 1164 gemido: E, 1492-1494 gemir: E, 1492-1494, 16171618 genealogia: I, 728-729 genealogia, sin: 1, 47

grande, más: E, 206-208 grande, muy: II, 204, 694 grande, qué; I, 1780; E, 926 grande, sufidentemente: I, 1986-1988 grande, tan: E, 1742, 1782 grandemente: E, 197, 1624 grandeza; II, 196-197; E, 197198, 203, 1875-1876 grandeza de alma, de la misma: 1,2043 granero; I, 387 granizo; E, 2037 grano: I, 2368; E, 1411-1412 grano, ración medida de; II, 1411 grasa: E, 938 gratimd; II, 2052-2060 gramitarnente: I, 1105-1106 gratuito; I, 84 gravar (sobre); I, 2212 grave, más; E, 2076 grey: E, 1054-1055 griega, en lengua: I, 1335 giiega, mujer: I, 1330-1332 griego: I, 1330-1332 griego, no: I, 589-592 grieta: E, 1631-1633 grillo (cadena para los pies): E, 856 gritar: I, 225, 247, 282, 669670, 1490, 2400; II, 20172018 griterio: I, 2400 grito: I, 670, 2400; II, 20192023 gritos, lamentarse a: I, 168 gritos, llamar a: I, 1490 guardar: I, 956; E, 1742-1745 guardar, acción de: II, 1745 guardarse de; E, 2007-2009 guardia: I, 2390; E, 2006-2007 guardia, hacer: II, 2007-2009 guardia nocmma; E, 2003-2005 guarida: I, 2271; II, 2017 guerra: E, 1056-1058 guerra, hacer la: I, 330; II, 1056-1058 guerra, manto de; E, 2088 guia; E, 471 guia a otra, persona que: E, 2072 guiar: I, 1661, 2262; E, 471 guimalda: E, 1491, 1496-1499 gusano; E, 1443 gusanos, comido por: E, 1443 gustar: I, 739-740

índice de palabras castellanas gusto, con; I, 1768 gustosamente: I, 1661

hechicero: I, 775; E, 112-113, 1932

haber: I, 1715-1721; ü. 18681870 habitación: I, 2271; II, 483, 1676 habitación dei piso de arriba: I, 226, 335; U, 1879 habitado (el) mundo: I, 741-743 habitar, hacer: I, 1378, 13951397, 2253-2254, 2269-2271, 2272; II, 483 hábito; I, 1771; H, 1594 habla con dificultad, persona que: E, 310-311 habla, persona que apenas: II, 310-311 habladuría: II, 2181 hablar: I, 1196-1199; E, 2-4, 528-529, 1204, 1945 hablar claramente: I, 1575 hablar, comenzar a: I, 399-401 hablar, el mucho: II, 1064 hablar, manera de: II, 4 hablar, por no: E, 282 hace, el que: E, 1050 hacedor: E, 1050 hacer: II, 1041-1049, 1111-1113 hacer como que: II, 1206-1207 hacer que: I, 2117-2119 hacer un alto: I, 2239-2241 hacia: I, 1210-1214; E, 882887, 1156-1159, 1883-1887 hacha: I, 337 haUar: I, 291, 1676-1683 hallarse: I, 2055-2061 hambre: II, 61 hambre, sentir: E, 860-861 hambre, tener: E, 860-861 hambriento: E, 405, 1206 harina de cebada, preparado con: I, 2404 harina fina: E, 1386 harina, flor de: E, 1386 hartarse: I, 2376 hasta: I, 560-562, 1210-1214, 1721-1724; II, 267-268 hasta, llegar: I, 1707-1708 hasta que: I, 1721-1724; E, 267-268 hay: I, 1390 hebrea (lengua): I, 1120-1121 hebrea, en lengua: I, 1121 hebreo: I, 1118-1120 hebreo, en: I, 1121 hechicería: II, 1931-1932

hechizar: I, 623; E, 112 hecho; E, 1105-1106 hecho, lo: E, 1049 helenista; I, 1333-1335 hembra: I, 1874-1875 hemorragias, padecer: I, 116 heno: E, 2095 heraldo; I, 2215, 2314-2326 heredad: I, 2344-2348 heredar: I, 2344heredero; I, 2344-2348 herencia: I, 2344herencia, dar como: I, 2223 herencia, repartidor de una; E, 229 herético: I, 119-120 herida: E, 351, 977-979, 1784 herir: E, 686, 1784 hermana: I, 84-90 hermandad: I, 89 hermano: I, 84-90 hermano, falso: E, 2167 hermano, que ama al: E, 19511953 hermoso: I, 2178-2182; E, 2202-2204 hermosura: I, 1675 herodianos: I, 1800-1801 herrumbre: I, 2007 hervir: I, 1727 hidropesía, que padece: II, 1820 hidrópico: II, 1820 hiel: E, 2092-2093 hierba: E, 2095 hierbas, malas: I, 1739 hierro: E, 1401 hierro candente, marca con: II, 1504-1507 hierro candente, marcar con: I, 2275, 2276 hierro, de; E, 1401 higo: E, 1529 higuera: II, 1529 hija: I, 1908-1911 hijita: I, 1911 hijito; E, 1700 hijo; II, 1824-1856 hijo (-a); II, 682-686,17011705 hijo, designación como: II, 1823-1824 hijos, acción de tener: E, 1700 hijos, que ama a sus: E, 1964 hijos, sin: I, 531 hijos, tener: II, 1700

21 * hilar: E, 397 himno: E, 1858-1860 hinchado; E, 1878 hinchado, ser: E, 1816 hinchar: E, 2012 hincharse; II, 932-933 hipocresía, sin: E, 1891-1893; cf. hipocresía hipócrita juntamente con, ser: E, 1609 hisopo: E, 1907 hogar, no tener: I, 522 hoguera Gugar de una): E, 1280 hoja: E, 2010 holgazán: II, 517 holocausto: E, 524 hombre: I, 293-296, 298-310 hombre, hecho por la mano dei: II, 2074-2076 hombre, no hecho por la mano dei: E, 2074-2076 hombres, amor a los: II, 1953 hombro: E, 2197 homenaje, rendir: II, 1199-1203 homicida: II, 1985-1986 honor: I, 1045-1055; E, 17521757 honor, hacer de eUo un: E, 1964 honor, puesto de: E, 1239-1240, 1240-1241 honorabilidad: E, 1386-1387 honorable: I, 2379; II, 13861387 honrado: I, 1404; E, 1757 honrar; I, 1056-1058; E, 17511752 hora: E, 2198-2202 hora, media: I, 1794-1795 horas, veinticuatro: II, 453 homo: I, 2189, 2352 horror: II, 1976-1982 hortaliza: E, 34 hortelano: I, 2313 hosanna: E, 2206-2207 hospedaje: I, 2239 hospedar: E, 455-457 hospitalario: II, 455, 1961 hospitalidad, mostrar: II, 457 hostil: E, 1870 hoy: II, 1396-1398 hoyo: I, 671 hoz: I, 1075-1076 huella: I, 2071 huérfano: E, 605 huérfano, dejar: I, 422 huerto: I, 2313

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hueso: II, 613 huésped: II, 457-460,19621964 huevo: II, 2198 huida: II, 2003 huir: I, 1293, 1296, 2257; H, 1939 humanidad, la: II, 508-514 humanitariamente: II, 19531954; n, 1955 humano; I, 309 humano, ser. I, 298-310; II, 2182-2189 humear; II, 1815 humedad: I, 1987 húmedo: II, 1820 humildad: II, 1679-1685 humilde; H, 1677-1682 humillación; II, 1682-1685 humillar; n, 1682-1685 humo; I, 553, 2194 hundir; I, 690 hundirse; I, 690, 2248 huracanado; II, 1816 hurtar; I, 427 hurto; I, 2343

impedir; I, 1144, 2451-2452 impedir (en la carrera): I, 247 impenitente: I, 205 imperecedero: I, 287, 345-346; II, 1946-1950 impertinência; I, 241 ímpetu; II, 601 impetuosa, persona: I, 648-651 impetuoso; I, 651 impíamente: I, 506-509 impiedad: I, 506-509 impío: I, 319, 506-509, 632633; n, 1891-1893 implantado: I, 1369 implicarse: I, 1362-1363 imponente, tan: II, 1742 imponer: I, 1548-1549; II, 1163 imponerse: I, 2269 importa, me: II, 209-210 importante: I, 597; II, 198-203 importante, tan: II, 1742 imposible: I, 99-100, 289; n, 1290 imposible, resultar; I, 99-100 impostura: II, 1297 imprecación: I, 2249 impresión: II, 1798-1810 impresión, causar buena: I, 1675 impresión de, dar la: II, 12061207 impuesto: I, 2311-2313; II, 1721-1725impuestos, jefe de recaudadores de: I, 496 impuestos, recaudador de; n, 1725-1729 impulsar; I, 1280-1282; II, 1135, 1585 impulso; II, 601, 1314 impureza: I, 2094-2103; II, 283, 1322-1323 impuro; I, 2094-2103, 23572360; II, 1322 inaccesible: I, 443 inactivo, estar: I, 449 inadaptado: II, 457^60 inadecuado: I, 291 inagotable: I, 287 inalterado; I, 99 inanimado; I, 562 inapropiadamente: I, 257 inapropiado: I, 257 incapaz: I, 99 incendiar: I, 260, 1362 incêndio; II, 1283 incensario; II, 55

idólatra; I, 1175 idolatria; 1,1175 idolátrico, templo: 1,1172 ídolo: I, 1175-1179 ídolos, lleno de: I, 2259-2260 iglesia: I, 1250-1267 ignorância: I, 62-68 ignorante: I, 193, 313 ignorar: I, 62-68 igual: I, 2041-2043, 2043; II, 535-537, 796, 797 igual que, al: II, 2209 igual, de manera; H, 767 igualdad: I, 2042-2043 igualmente: II, 2208 iguahnente testigo, ser: II, 1536 ilegal: I, 103 ilegítimo: II, 415 ilícito: I, 103 iluminación; n, 2031-2032 iluminar: n, 888, 1533-1534, 1913-1917, 2029-2031 imagen: I, 1180-1189; II, 538, 1887, 2046-2048 imitador; H, 287-291, 1537 imitar: II, 287-291 imparcial; I, 92 imparcialmente: I, 443 impedimento: I, 1144, 1268 impedimento, sin; I, 167

incertidumbre; I, 90 incertidumbre, estar en; I, 422 incesante: I, 92, 144 incesantemente: I, 92 incienso; I, 1912; II, 55 incienso, ofrenda de; 1,1912 incierto; I, 90 incitar: I, 260, 275, 1476, 2331; II, 797, 798, 1225,1526 incitarse (hasta montar en cóle­ ra); n, 797 inclinación; II, 1317 inclinar: I, 2353 inclinarse; I, 2228, 2436; II, 755, 1195 incompetente: I, 357 incomprensión: I, 62-68 inconmovible; I, 205, 528-529 inconsútil: I, 449 incontable: II, 341 incontrolable; I, 144 incorporarse; I, 242 incorruptibilidad: I, 544 incorrupto: I, 144 incredulidad: I, 362-367 incredulidad, empujón para hacer caer en la: II, 1419-1422 incrédulo: I, 362-367 incrédulo, ser: I, 362-367 increíble: I, 362-367; II, 730 increpar: I, 1353 inculpación; I, 130, 2266 inculpar: I, 1143 inculto: I, 340, 589-592 indagar: I, 1248, 1427 indebidamente, usar: II, 775 indecisa, persona: I, 1023-1024 indecoroso: I, 529-530 indescriptible: I, 287 indestructible: I, 144 indigente; n, 875 indignación: I, 23 indignamente: I, 257 indignarse: I, 23; II, 2092 indigno: I, 257 individuo, perteneciente al: I, 1944-1947 indivisible: I, 533 indómito; I, 293 inescrutable: I, 289-290 inesperadamente: I, 1421 inestable: I, 144, 524 inexcusable: I, 259 inexperto; I, 357 inexpresable: I, 168, 287, 474 inextinguible; I, 506 infamar: I, 533

infancia, desde Ia; II, 679 infantil: II, 397-399 inferior; I, 2274 inferior, hacer: I, 1300 inferior, lo más; 1, 2274 inferior, ser: I, 1606-1607 inferir: II, 1533-1534 infidelidad: I, 362-367 infiel: I, 527 infiel, ser; I, 362-367 infiemo: I, 719-721 infiemo, encerrar en el; II, 1688 infiltrarse: n, 778-779 inflamado, estar: II, 1282 inflar: H, 2012 infligir; I, 1548-1549 informado: I, 1534 informar: I, 37-40, 226, 14361437; n, 276 informar públicamente; I, 899 infortúnio; H, 1817-1819 infructuoso: 1, 143, 2200-2204 ingênuo; 1, 143 iniciado, ser: II, 337-338 iniciar; ü, 337-338 inintemimpido: I, 980 iniquidad: I, 2154-2156 injertar (ramas); I, 1143 injuria: II, 553-556 injuriar: II, 553-556 injustamente: I, 99 injusticia; I, 93-98 injusticia, cometer: I, 93-98 injusticia, hacer: I, 2158 injusticia, quien soporta la: I, 290 injusto: I, 93-98 inmaculado: I, 208, 521, 20942103 inmediatamente: I, 1426, 16611663; II, 775 inmerecidamente: I, 1105-1106 inminente; II, 1694 inminente, ser: I, 1392, 1708; II, 1147-1148 inmolar; II, 1623 inmoralidad; I, 2094-2103 inmoralidad sexual: II, 10841090 inmoralidad sexual, persona que practica la; II, 1094 inmoralidad sexual, practicar la; II, 1084-1090 inmoralmente, vivir muy; I, 1284 inmortalidad: I, 1828 inmóvil: I, 906

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inmundicia; I, 143 inmutable: I, 205, 345-346 innegable: I, 256 innoble: I, 47 innumerable: I, 260; II, 341 inocente: 1,106,143, 242, 2094-2103; ü, 397-399, 1893-1895 inoportunamente: I, 143 inquietado, ser; II, 1342 inquietar; I, 1893-1895; II, 1342,1685-1686 inquietarse; II, 262, 1152 inquieto, estar: I, 1893-1895 inquirir: I, 238, 1566-1567 inscribir: I, 1124, 2218 inscribir públicamente: II, 1137-1138 inscripción; I, 1496; II, 17701771 inscripción, poner una; 1, 14961497 inseguro: I, 1544 insensatez: I, 313-314, 554-557; n, 774 insensato: I, 554-557; II, 352356 insensible, hacer: II, 855-856, 1285-1286 insensible, ser: I, 341 inservible: I, 337, 560 insignificante: I, 510; II, 16771679 insignificante, el más: I, 13011303 insignificante, hacer: I, 542 insincero: I, 1018 insfpido; I, 250 insípido, hacerse; II, 352-356 insistentemente: I, 1280 insistir; II, 712 insolente, persona que: II, 1819 insomnio; II, 1882-1883 instalar: I, 2253 instante; I, 2139-2147; n, 1507 instante, al: II, 775 instante, durante un; II, 283-284 instante, en el: II, 773 instar: II, 1585 instigar; II, 798, 1135 instigar secretamente: II, 1887 instrucción; I, 966-968, 15441546; n, 716-718 instrucciones, dar; 1,1534; II, 1887-1888, 2104-2105 instmida, persona no: I, 19471949

instruido; I, 957 instruir: I, 2267-2269: n , 716718, 2104-2105 instrumento; II, 572-573, 14241426 insubordinación: II, 766 insubordinado: I, 334 insubordinarse; n, 765-766 insultar: I, 1096, 1414; II, 7980, 253-256, 1817 insulto: I, 1096; II, 80 intachable; I, 205, 217, 287 intachablemente: I, 205 integridad; I, 1189-1190; n, 524 integro: II, 524 intehgencia: II, 1591-1592, 1994, 1998-1999 inteligente; II, 1592, 1999-2000 intemperancia; I, 161 intención: I, 673-676, 1393; II, 1142-1143 intensamente: II, 1624 intentar; I, 1558; II, 871 intento: n, 861-862 interceder: II, 1877 intercesión: I, 863-866, 1404 intercesor: n, 750-754 interés (de un capital): II, 1774 interés personal; I, 1579-1580 interesarse en: II, 2001 interior, en el: I, 1410-1411, 1617-1621 interminable: I, 358 interpretación: I, 925-927,

1512, 1582-1588 interpretar; I, 920-927, 1512,1582-1588; E, 1525, 1993 intérprete; I, 1582-1588 interrogar; I, 439 interrogatório: I, 2416 interrupción, sin: I, 358 intervcdo: I, 943 intervalo, en el: II, 259 intervenir: I, 1412-1414 intimidar, la, acción de; E, 1255 intimidarse: E, 1256 íntimo, lo más: 1,1617-1621 introducción: I, 1478; II, 17981810 introducir; II, 471, 777 introducirse: I, 1381 inundación: I, 2224; II, 988 inundar; I, 2224 inútil; I, 99, 337, 449, 560, 2291-2295; E, 189-190, 1075-1080,1358-1359

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inútil, hacer: I, 560 inútil, hacerse: I, 560 inútilmente; I, 1105-1109: II, 191, 1175 invalidación: I, 105 invalidar: I, 167 inválido, declarar: I, 103 inválido, hacer: 1 ,103 inventar con sutileza: II, 1457 inventor: I, 1708 invemada: II, 775 inventar; II, 774 investigación: I, 1738-1739, 2146 investigar: I, 155, 1436,15661567 investir: II, 905 inviemo: n, 2067-2068 inviemo, pasar el: II, 774 invisible: I, 542, 581-588. Cf. ver invisible, hacer: 1,542 invitación: I, 1071; II, 1195 invitado: I, 2165-2177; II, 1962-1964 invitar: I. 327, 2165-2177 invocar: I, 1506-1509 involuntário: I, 167 iota: I, 2088-2090 ir; I, 154, 1589-1595; H, 10811084, 1167-1169, 1219, 1223, 1519, 1567, 1602, 1860-1863, 2159-2160 ir adelante; n, 1130 ir, dejar: I, 420-421, 544-549, 1115-1116 irdelante: H, 1127-1129, 1140, 1156 ir, hacer; I, 544-549, 1423-1426 ira: I, 1913-1914; H, 588-593, 798 ira, provocación a la: II, 798 ira, provocar la: II, 797-798 iracundo: II, 583 irracional: I, 191 irrazonable: I, 312 Ineconciliable: I, 521 irreconocible: I, 90 irreconocible, hacer: I, 542 irreflexivo: II, 1156 irrefrenable: I, 144 irrefutable: I, 256 irreprensible; I, 205, 290 irreprensiblemente: I, 205 rrreprochable: I, 143, 217, 287 irreprochable, lo que es: I, 443 irritación; n, 797

irritado, estar muy; I, 1912 irritarse profundamente: I, 938 irrumpa a través, hacer que; II, 1306 irse: I, 356, 358-359, 1283, 1427: n, 244, 718-719, 796, 1860-1863, 2159-2160 isla: n, 399-400 islote: n, 399 israelita; I, 2051-2055 italiano: I, 2067 itálico: I, 2067 Iturea, de; I, 2067 itureano: I, 2067 izquierda, lo que está a la: I, 1705-1706 izquierdo: I, 455, 1705-1706 jacinto: II, 1817 jacinto, de color de: II, 1817 jactancia; I, 2276-2288, 2291 jactancioso: I, 168 jactarse: I, 541, 2276-2288; ü, 909 jactarse, acción de: I, 22762288 jamás: n, 273, 628, 1285 jardín, cuadro de: n, 1111-1112 jarra: II, 1475 jarro: II, 460 jaspe: I, 1942 jefe: I, 501-505 Jerasalén, habitante de: I, 1969 jinete: I, 2031 jomalero: ü, 298, E, 302-303 joven; E, 380, 391-395 joven, hombre: E, 380 joven, más: I, 1300 júbilo: I, 21-23 judaico; I, 2013-2027 judaísmo: I, 2011-2013 judaísmo, convertido al: II, 1188-1192 judia, la manera: I, 2011-2013 judio: I, 2013-2027 judio fanático armado de punal; E, 1402 judio, vivtr como: I, 2011-2013 juerga: I, 2453 juez: I, 1017,2418-2419 juez, actuar como; I, 680 juicio: I, 771, 2404-2407, 24072416; E, 1591-1591 juicio, buen: E, 1666-1670 juicio de todos, según el; E, 551 juicioso; E, 1666-1670 junco: I, 2165

juntamente: E, 551, 552 juntar: I, 1543; E, 1542-1544 juntarse: I, 2369-2370; E, 1584 juntarse rápidamente: I, 1544 junto a: II, 703-707, 1156-1159 juramento, hacer un: E, 530534 juramento, poner (a alguien) bajo: I, 1446 juramento, pronunciar un; E, 598-600 juramento, quebrantar un: I, 1512-1513 jurar: E, 530 jurar en falso: 1,1512-1513 jurista: E, 416-417 justamente; I, 981-984 justicia: I, 985-1000, 1663 justicia, con: I, 981-984 justicia, hacer; I, 1242-1244 justEicación: I, 1017 justificar: I, 1000-1013 justo: I, 981-984, 1378 justo, declarar: I, 1000-1013 justo, juicio; I, 980-981 juvenil: E, 397 juventud: II, 391-395 juventud, relacionado con la: II, 397 juzga según Ias apariencias, persona que: E, 1216 juzgar: I, 2407-2416 juzgar, capaz de: I, 2419 labio: II, 2066-2067 labrar (la tierra): I, 740 lacra; E, 1467 lactante: I, 682-683 lado, al otro: E, 881 lado de, al: II, 241-243 lado, entrar por un; E, 778-779 lado, por otro: E, 693-694 lados, por todos; E, 699 ladrón: I, 473, 2343-2344 lagar; E, 54 lago; I, 1809-1813; E, 60-61 lago, situado junto al: II, 733 lágrima: I, 826 lamentación: I, 2373; E, 477 lamentación fúnebre: I, 1896 lamentar; I, 1896, 2332-2335 lamentarse: I, 2375; II, 875877, 1673 lamer: I, 405, 1512; E, 852 lamiendo, limpiar: I, 405 lámpara: II, 10-13, 102-106, 1923-1924, 2023-2027

lana; I, 1580 langosta: 1, 168 lanza; II, 80 lanzarse: 1 ,1280; H, 600-601 laodicense; II, 15 lapidar: I, 2230; II, 55, 56 largo: ü, 142-143 largo de, a lo: I, 703-707, 22052209 lástima, digno de: I, 1307 latigazos, dar: n, 1992-1993 látigo: n, 1992 latín, en: II, 1325 latino; II, 1323 lavado, no: I, 61, 311 lavamanos: I, 2435; II, 411 lavamiento: I, 573-585; n, 83 lavar: 1,421, 422; H, 84-86, 412,1021-1022 lavar, hacerse; I, 413 lavarse; II, 412 lazo: I, 684; II, 669 lectura: I, 236 leche; I, 697 lecho: I, 2352 leer: I, 227-228 leer públicamente: I, 227-228 lega, persona: I, 1948-1949 legal; I, 1378, 1393-1395 legión; H, 34-35 legislación: II, 418 legislador; II, 418 legislar: n, 418 legítimo: 1,770 legumbre: II, 34 lejano: H, 142-143 lejos: U, 138-139, 1094, 21622164 lejos, ir más: II, 1140 lengua (idioma); I, 757-770 lengua (órgano): I, 757-770 lengua extranjera, el que habla una: I, 757-770 lengua extrana, el que habla una; I, 757-770 lengua que no se entiende, quien habla una: I, 589-592 lengua vernácula (hablada); I, 928-929 lenguaje: n, 4, 2019-2023 lenguaje doble, de: 1, 1018 lenguaje, sin: I, 557 lento: I, 680-681 lento, ser: I, 680 lena: II, 1856, 2001 lena, montón de: II, 1280 león: II, 53

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leona: H, 775 leopardo: II, 775 lepra: n, 47 leproso: n, 47 leptón; II, 48 lerdo, hacer; II, 855-856 letra: I, 779-781 letrero: II, 1770-1771 letrina; I, 542 levadura: I, 1742-1744 levadura, sin; I, 1742-1744 levanta a lo alto, lo que: II, 1912 levantado: II, 1908 levantado muy de manana, es­ tar: II, 595 levantar: I, 121-122, 247-249, 260-275, 319, 623-625, 1426-1427, 1469-1471; n, 780, 1566 levantarse; I, 260-275, 11261141, 1473 levantarse, acción de: I, 11401141 levántate; I, 2390 levita: n, 49 levítico; II, 50 ley:I, 1164-1166; II, 418-436 ley, actuar contra la: II, 765 ley, concemiente a la: II, 416417 ley, conforme a la: II, 416-417 ley, contrario ala: I, 316-318 ley, doctor de la: II, 416-417 ley, falta de: I, 316-318 ley, no estando en posesión de la: 1,316-318 ley, quebrantamiento de la: I, 316-318 ley, según la; II, 417 ley, sin: I, 316-318 ley, sometido ala; I, 1393-1395 ley, violación de la: II, 708-712 ley, violador de Ia: II, 708-712 Uberación; I, 544-549; II, 16591664 liberar: I, 1318-1326, 22492252; n, 99-101 libertad; I, 1318-1326, 1446 libertad, dar: I, 341 libertad, hablar con: II, 802-811 libertinaje: I, 509-510, 530 libertinamente: I, 530 liberto:!, 1318-1326; H, 55 Ubra: H, 61 libre: I, 1318-1326 libre, persona: I, 1318-1326

libro; I, 651-655 Licaonia, en la lengua de: II, 87 licaonio, en: II, 87 licencioso; I, 2094-2103 lícito, es: I, 1432-1435 lictor: n, 1296 h'der: I, 490-492 lienzo: II, 478, 1410 ligamento: I, 543 ligar: I, 882-887 ligereza; I, 1301 ligero: I, 1301; II, 570 limitar: n, 1606 limite; n, 882 limosna; I, 1307-1310 limosna, pedir: II, 1161-1162 limpiar: I, 911, 1249, 2093, 2094-2103; II, 1374 limpiarse algo: I, 421 límpido: I, 1189-1190 limpio: I, 2094-2103 linaje; I, 725-728, 735-736; II, 842-843 lindar con: II, 1604 línea, encontrarse en: II, 15101511; II, 1618 lino: II, 61 lino fino: I, 690-691 lino fino, hecho de: I, 690 tino, vestido de: II, 61 lintema; II, 1923-1924 líquida, grasa: I, 1297-1299 lira; I, 2329 Ura, el que canta acompanándose de la: I, 2330 Ura, tocar la: I, 2329 lirio: I, 2407 lisiado: I, 2435 lisonjeras, palabras: I, 16691670 lista: I, 376-378 lista, insciibir en una: I, 376378, 2229-2230 livianas, palabras: I, 1689 liviandad: II, 1297 lobo: II, 87-88 loco: II, 352-356, 1297-1298, 1304 loco, estar: II, 125, 774 locura: I, 554-557; n, 152, 765, 774

lodo: I, 672 logos; n, 69-79 lograr: I, 2243 longanimidad: II, 139-142 longitud: ü, 274 loor: I, 1670

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lucha; I, 74-80; n, 195-196; H, 690-691 luchar: I, 74-80, 106, 319; H, 196, 1056-1058, 1565; H, 81 ludibrio, exhibir como: I, 1839 luego: I, 1224, 1478-1480 lugar: n, 1778-1782, 2162 lugar, a aquel: I, 1246 lugar, a esc: I, 1248 lugar, de aquel: I, 1247 lugar de, en: I, 322-325; II, 1241-1243 lugar, de este; I, 1389 lugar, dei: I, 1409 lugar, en el mismo; II, 551 lugar, en ese: I, 1246 lugar, hacer: II, 2159-2160 lugar, hacer ir a otro; II, 263 lugar, ir a otro: II, 243-244 lugar, Uevar a otro: n, 261 lugar, mover dei: II, 245 lugar, ocupar el primer: II, 1239 lugar, por otro; I, 184 lugar, de qué: II, 1041 lugares, en todos los: II, 698 lujo; n, 1518, 1795 lujoso; II, 61 luminoso: H, 2028-2029, 2031 luna: H, 1385-1386 lunático, ser: n, 1386 luto, estar de: II, 875-877 luz; II, 1933-1934, 2023-2027, 2031-2032 luz celestial: H, 2027-2028 luz, dar a: I, 403, 731-734; H, 1749-1750 luz, que difunde: II, 2028 luz, rodear de (a alguien): n, 892 luz, sacar a la; n, 2029-2031

llave; I, 2340-2343 llegada: I, 1326; H, 798-802 llegado, haber; I, 1589-1595; II, 776-777

Uaga: I, 1329; n, 351 llagas, causar: 1 ,1329 llama: n, 1965 llamado: I, 2165-2177 llamamiento; 1,2165-2177 Uamar: I, 1560,1196-1199, 1506-1509, 1512, 2165-2177; II, 35-41, 568-569, 1146, 1193, 1215,2017-2018 Uamar, hacer; II, 245 Uamar, mandar; II, 245, 259 llamarse; II, 2104-2105 llamarse, que dice: n, 2177 llano: II, 41, 61, 856 llanto: I, 2336; H, 877 llanura (terreno), en la: II, 856

llegar: I, 549, 1283, 2243,

2261; n, 718, 1943-1945 llegar antes: II, 1140 llegar más alto: II, 1162 llegarse: I, 1478; H, 784-785 llenado por completo, ser: II, 1540 llenar: I, 259, 725, 1362; II, 240, 932, 990-1001, 1540, 1654 lleno; H, 240; H, 988-990 lleno, estar: I, 724-725 lleva a otra de la mano, persona: II, 2072 Uevar: I, 340, 623-625, 1218, 1224, 2117-2119; H, 887-888 Uevar (constantemente): II, 1525, 1934-1938, 1989 Uevar a cabo: I, 439, 15461548,2260-2261; II, 11111113 Uevar a lo alto, acción de: I, 249 Uevar a través de: I, 951-953 Uevar, dejarse: n, 1570 Uevar delante: I, 2257 Uevar, difícil de: I, 1095 Uevar, fácil de; I, 1301 Uevar hacia abajo: I, 2257 llevarse: I, 441 llorar: 1, 826, 1896, 2332-2335 llover; I, 683 llover, hacer; I, 683 lluvia: I, 683; ü, 1823 lluvias, primeras; II, 1145 macedonio: II, 136-139 macho cabrío; n, 1783 madera; II, 461-464 madera, de: I, 460 madre: H, 279-281, 1794 madre, sin; I, 208 madriguera: n, 2017 madrugada: II, 596 madrugada, de: II, 595, 1238 maduro, estar: I. 144 maestresala: I, 497 maestro: I, 958-966, 21072108; n, 677 maestro (título); I, 1532-1534 maestro, falso: n, 2169 Mágdala, oriunda de (la mujer): n , 111-112

magia: II, 112, 1931-1932 magia, perteneciente a la: II, 889-890 magnífico: I, 1652 magnitud, de qué: II, 10951097 mago: II, 112-113 majestad; II, 196-198 majestuoso: II, 197 mal, el que obra el: I, 2158 mal, hablar; I, 2157, 2228 mal, hacer el: I, 2158, 2163 malamente: I, 2163-2164 maldad; I, 2154-2156; H, 10741075,1297 maldecir: I, 240-241, 2157, 2220, 2242, 2249 maldición: I, 239-240, 2249 maldición, lo que está bajo: I, 2220, 2242 maldición, ponerse bajo; I, 2220, 2242 maldición, responder con: I, 328 maldita, cosa: I, 239-240 maldita, persona; I, 239-240 maldito: I, 1474, 1509 malhechor: I, 2162-2163 maücia; I, 2156-2157; U, 10741075 maligno: II, 1075-1080 maligno, espíritu: I, 815-825 maio: I, 2159-2162; H, 10751080, 1358-1359, 1933, 2038 maltratado junto con otros, ser: n , 1523 maltratar: I, 938, 1484-1488, 2163, 2248, 2369; II, 18171819 maltrato; II, 1817-1819 malvado: I, 506-509, 21592162; n, 1075-1080, 1933 mamar; 1,1873-1874 maná: II, 153 manantial: II, 926 manar, hacer; I, 685 mancha; II, 283, 320, 352, 1467 mancha, sin; I, 521 manchado: n, 1322 manchado, estar: II, 1321-1322; n, 1323 manchar; I, 2357-2360; II, 282283, 319-320, 1467 mancharse; H, 1321-1323 mandamiento; 1 ,1013-1017, 1028-1031, 1401, 1404-1409; n, 716-718

mandar; I, 911, 943, 1196-1199, 1544-1546, 2291; H, 716718, 1207-1208 mandato: I, 946-949, 14041409, 1553 mandU: E, 1398, 1405 mando, estar al; 1,1764-1766 manera: E, 1676-1677, 1793 manera, de esta: E, 650-651 manera, de igual; E, 2208 manera, de la misma: E, 541542 manera, de ninguna: E, 527, 651 manera, de otra: 1 ,190,14761477, 1626 manera, de qué; II, 576-578, 1097, 2204-2206 manera de ser de alguien, soportar la; E, 1793 manera judia, a la: I, 2011-2013 manera que, de tal: E, 22102211

maneras, de muchas: E, 1064, 1074 maneras, de todas Ias: E, 699, 703 manifestación: I, 1554-1556; II, 1923 manifestar: I, 887-889; II, 1387-1388, 1919-1923, 1993 manifestarse: I, 1554-1557; E, 1919-1923 manifiesto: I, 887, 1366-1368, 2219; E, 1917-1919 manifiesto, enteramente: I, 1241 manifiesto, muy: E, 1138 mano; II, 2068-2072 mano, estar a la: I, 1708 mano, golpe de: I, 1384 mano, llevar de la: II, 2072 mano, poner juntamente la: E, 1586 mano(s), con la(s) propia(s); I, 541 manojo: I, 875 manos, imposición de Ias: I, 1500 mansedumbre: E, 1113 mantener: I, 2394-2397 mantener delante de sí: E, 1141 mantener junto: E, 1593-1594 mantenerse junto: E, 1599-1602 manto: II, 889, 1913, 2088 manuscrito: II, 2072-2074 manana: I, 537, 1475; E, 1238

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manana, de la; E, 1239 mar: I, 1809-1813; E, 871, 1080 mar, alta: I, 690; E, 871 mar, echarse al: I, 422 mar, lo profundo de alta: E, 871 mar, que vive en el; I, 1373 mar, roca en el; E, 1467 mar, salir al; I, 1472 mar, situado junto al: E, 733 maravillarse: I, 1249, 12821283, 1833-1836 maravilloso: I, 1832, 1836-1837 marca: E, 2046-2048 marcha: I, 550 marchar alrededor: I, 2434 marcharse: I, 442; E, 243-244 marchita, lo que no se; I, 193 marchitarse; II, 153-156, 460 marfíl, de: I, 1326 marido, sometida al; B, 1867 marinero: E, 380 marino; I, 1373 mármol: E, 167 mármol, pavimentado con losas de: II, 60 maroma: I, 1726 mártir, primer: II, 1241 martirizar; E, 1798 más: II, 901-902, 973-976 más allá: I, 1480; E, 881, 1876 más aún; E, 144-146, 206, 881 más bien: I, 835-840; E, 144146, 221 más, lo: E, 144 más que; II, 1870-1874 más, todavia: B, 1870-1874 masa: E, 2010-2011 masculino: I, 475 masticar: E, 1796 matadero: E, 1621-1622 matanza: I, 2373; B, 1621-1622 matar: I, 241-242, 403-403, 956, 1828-1829,1917-1925, 2256; II, 389-390, 1623, 1986-1988 material; B, 1652-1653 material de construcción: I, 1384 matricida: E, 282 matrimônio: I, 706-715 matrimônio, dar en: I, 706-715 matriz; I, 2354-2355: E, 282 matutino: E, 1145, 1239 mayor: E, 206-208, 901-902 mayoría de, la; B, 973 me: I, 1147-1156; E, 196 mediador: E, 232-236

medianoche: E, 236 médico; 1,1942-1943 medida; I, 2192-2194; E, 264, 265-267 medida corriente, lo que sobrepasa: E, 466-470 medida en que, en la: I, 2119 medida, sobrepasar la: E, 1876 medio: I, 1794 medio de, en: E, 237-239, 259 medio, situado en; E, 237-239 mediodía; E, 232 medir: I, 328; E, 265 meditar: I, 975 medo: E, 273 médula (de los huesos): E, 337 mejilla: E, 1399 mejilla, golpear en la; E, 13011302 mejor; I, 636, 2177, 2372, 2401 mejora: I, 1019, 2252-2253 memória: I, 251-254; E, 307, 310 memória, conservar en la; II, 1607 mencionar antes: II, 1151-1152 mendaz: II, 972 mendigar: I, 1472; E, 11611162 mendigo: E, 1162 menor: I, 1300, 1301-1303, 1804, 2806 menospreciar; I, 1446; E, 295298, 523 mensaje: I, 37-40 mensajero: I, 40-47 mensurar; E, 265 menta: I, 1771 mente: II, 439-442 mentes, persona de dos: I, 1023-1024 mentir: E, 2169-2171 mentira; E, 2175-2176, 2177 mentiras, el que dice: E, 2169 mentiroso: E, 2168-2169, 21782179 mercaderlas: I, 777 mercado: I, 442-443, 1363 mercado, perteneciente al: I, 69 mes; II, 275-276 mesa: E, 1783-1784 mesa, estar juntos a la: E, 15661567 mesa, estar reclinado a la: I, 243, 2224 meses, período de cuatro; E, 1740

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meses, periodo de tres: II, 1789-1790 mesías: II, 240 mesías, falso: II, 2176-2177 mesón; II, 695 mesonero: II, 695 mesura, hablar sin; I, 627 meta; U, 1438-1439, 1721-1725 metal, de: II, 2040 metalífero, mineral: II, 2040 meter: I, 1224, 1352 metreta: II, 264 mezcla: II, 283 mezclado, no; I, 162 mezclar: I, 1147, 2300; H, 206, 283, 1524, 1568-1569 mezclarse con: n, 1568-1569 mi; I, 1357-1359 mi senor, mi dueno: n, 12911294 mí, a: I, 1147-1155; H, 196 mí, de; I, 1147-1155 mí mismo, de: I, 1350-1351 mí también, a: I, 2186, 2091, 2190 miedo; 1 ,1813-1816 miedo, lleno de: I, 1368 miedo, sin: n, 1966-1975; cf. miedo miedo, tener: I, 846; II, 1787, 1966-1975 miedoso: I, 846 miei: II, 210 miembro: II, 214-216 miente, quien no; I, 562 mientras: II, 2204-2206 mientras que: I, 1721-1724 mil (el número): II, 2083-2085 milagro; I, 1832; II, 1729-1731 militar con mando sobre mil hombres, jefe: II, 2081-2083 militar, jefe: n, 1524-1515 milla: II, 287 millar, un: II, 2083 mina: II, 303-304 ministério: I, 1522-1527 ministério, desempenar un: H, 42-46 ministério sacerdotal, realizar: I, 1952 mío; I, 1357-1359 mira: I, 1943-1944, 1949-1950 mirad: I, 1943-1944, 1949-1950 mirada: I, 665 mirada, dirigir la: 1 , 1352-1353 mirada, levantar la; I, 224-225 mirada triste, con: n , 1443

mirar: I, 376, 531, 1352-1353, 1490, 1520-1522, 1708, 1709, 1837-1839, 1871-1872, 2241; n, 755, 889 miríada; II, 341 minada, doble: I, 1020 mina: II, 1444 mirra, mezclar con: II, 1444 misericórdia: II, 1310-1318, 1471-1473; H, 514-515 misericórdia, ejercitar la; I, 1310-1318 misericórdia, rico en; II, 1064, 1073 misericórdia, sin: I, 288, 311 misericórdia, tener: II, 14671470 misericordioso; I, 1309-1310, 1687; n, 515 mismo, el: I, 539-540 mismo, lo: II, 1690 mismo tiempo, al; I, 193; II, 552 mistério: II, 342-351 mitad (la): I, 1794 mitad, alcanzar la: II, 240 mitad, estar a la: I, 240 modelar: II, 971-972 modelo: II, 1887, 1906 modelo, como: II, 1798-1810 moderadamente: H, 265 moderado: n, 405 modéstia: I, 109; H, 1113-1116 modesto: II, 1679-1682 modo; II, 1793 modo, de algún: II, 277, 1286 modo, de ningún: II, 271, 272273, 624 modo, en cierto; n, 2206 modo que, de: n, 629-630 modo que, de tal; I, 1997-2006 mofa, hacer: I, 1279 mofarse: I, 956; n, 351, 399, 2088 mojar; I, 683, 1352 moler (grano); I, 180 molestar; I, 1398; n, 1443 molesto, estar muy; I, 937 molicie; II, 1518 moUcie, vivir en la: n, 1461, 1519 moHno: H, 340 molino, de: ü, 339-340 molino, piedra de: II, 340 momentâneo: n, 1192-1193 momento: I, 2139-2147; n, 2198-2202

momento, al: II, 773, 775 momento, en este: II, 443-446, 447-448 momento en que, en el: I, 1795 momento, en todo; I, 1230; II, 702 momento oportuno, en el: I, 1664 moneda; I, 2301; II, 418 monstruo marino: I, 2326-2327 montana: II, 602-605 montanoso; II, 594; II, 598 montar: I, 1488, 1506 monte: II, 602-605 morada: I, 1475, 2271; H, 321, 483, 1433 morada fija, no tener: I, 522 morada, lugar de; I, 2254 morada, poner: I, 1522 morada, proporcionar una; I, 2272 moralidad; II, 1666-1670 morar: I, 1378, 2241; n , 483 morar en una tienda: II, 14311432

morder: I, 826; II, 187 morderse; II, 187 morera; II, 1529 morir: I, 376, 442, 1283, 1296, 1816-1828; n, 389-390, 1570-1577, 1717, 1816-1818, 1892 morir, hacer: II, 389-390 mortal: I, 1892, 1816-1828 mortífero; I, 1816 mosquito: I, 2454 mostaza: n, 1408-1410 mosto: I, 756 mostrar: I, 237, 843-845, 13661368, 1375-1376, 1497; II, 1224, 1887-1888, 2049-2051 mota: I, 2205 motín: I, 1532 motivo de, por: I, 1384-1385 mover: I, 2331 moverse; I, 2331 movimiento: I, 2331 movimiento, poner en; II, 1524 mozo: II, 675 muchacha: I, 2375-2376; II, 675, 681-682, 787-789, 1296, 1675 muchacho: II, 675 muchedumbre: n, 664-665 muchísimo: II, 1875 mucho: n, 54, 197, 902, 973, 1064-1073, 1624

índice de palabras castellanas mudo: I, 168, 191, 310-311, 1385, 2454; H, 310-311 muerte: 1,1816-1828; H, 1717 muerte, consagrado a la: I, 1500 muerte, sentenciado a: 1, 1500 muerto; I, 1794; II, 381-388 mujer: I, 805-807, 1874-1875 mujer fácil: I, 805 mujer mayor: n, 212 muladar: I, 2375 multitud: H, 15-29, 530, 664665,979-984 mundano; I, 2379; n , 21892190

mundo: 1, 131-137, 2380-2390 muralla de la ciudad: II, 16991700 muiiendo, ir: I, 743-744 murmuración; I, 775; ü, 2181 murmurador: I, 775; II, 21812182 murmurar: 1, 774-775 muro; II, 1699-1700, 1774, 1993 música: II, 1546-1547 música, entendido en: II, 337 músico: n, 337 muslo: n, 278, 1423 mutilación: I, 2257; n, 927 mutilado: I, 2435 mutilar: I, 2370 murnamente, lo que se pertenece: II, 1545 muy: II, 1624 nacer: I, 1422 nacer, el primero en: II, 12481253 nacido: I, 735; H, 1137 nacido, recién: I, 478 nacimiento: I, 729-731, 735 nacimiento, nuevo: II, '691-693 nación: I, 1158-1164; H, 2009 naciones. Ias: I, 1158-1164 nada: H, 273, 625-628 nada, por: I, 1175 nadar; I, 2371 nadie: H, 272-273, 282, 625-628 nado, escapar a: 1, 1268 nariz; II, 615 narración: I, 979-980 natural: II, 2011 natural, de manera; II, 20112012

natural, ser (un): 11, 2011 naturaleza (disposición natural): n, 2012-2015

naturaleza, conforme a la: 11, 2011

naufragar: II, 379 nave: II, 1010-1014 navegación: n, 1014 navegante; II, 380 navegar: I, 680, 2248; n, 977; II, 1899-1900 nazareno: n, 367-371 Nazaret, oriundo de: II, 367371

nazoreo: II, 367-371 neblina: II, 530 necedad: II, 352-356 necesariamente: I, 1472 necesatio: I, 229-235, 840-843, 1515-1517, 1548 necesario, es: I, 840-843; II, 2103 necesidad: II, 2101-2103 necesidad, tener: II, 2103 necesitado; I, 1375; II, 877 necesitar (algo); I, 865-866; II, 2103 necio: I, 313, 519, 554-557; II, 352-356 necio, hacerse el: II, 1816 negar; I, 458-467 negociar: II, 1106, 2194 negocio; I, 1363; II, 1106 negocios, hacer: I, 937, 1363; n, 1106 negro; II, 209 ni; II, 271-272, 624-625 ni, ni: II, 278 ni siquiera: II, 271-272, 624 nicolaíta: II, 409 nidada: n, 437 nido: I, 2254; H, 437 niebla; H, 530 nieto: I, 1238 nieve: II, 2087 ninguno: n, 272-273, 282, 412, 625-628 Nínive, natural de: II, 412 nina: II, 1675 nino (-a); H, 1701-1705; H, 682-686 nino pequeno; I, 682-683-; 679681 nino, ser como un: H, 397 nitidamente: n, 1923 nitidamente, ver: I, 896 nivel; I, 565 no: II, 268-271, 271, 619-620, 620-622, 651 no más: II, 629

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no sea que: II, 278 noble: I, 1652 nocivo: I, 658 noche: II, 448-452 noche, de: I, 1395 noche, pasar la; I, 535, 936 nodriza: II, 1794 nombrar: II, 557-569, 1160, 2076 nombre: II, 557-568 nombre, dar un; II, 1160 nombre, por: n, 1783 nombre, tener por: II, 2104 norma de conducta: I, 21922194 noroeste; II, 2164 norte, el: I, 672 nosotros: I, 1783-1786 nota característica: 11, 13891396 nota, tomar: II, 1137, 1396 noticia: I, 145, 155-161; II, 1932, 1941 notificar; I, 1366-1368 notoriedad; n, 802notorio: I, 1241 novedad: I, 2129-2139 noveno; 1,1375 noventa: I, 1385 novia: n , 442 novilunio; II, 275-276 novillo: n, 336-337 novio; II, 442-443 nube; n, 395-396 nube de tormenta: I, 770-771 nuera; II, 442 nuestro: 1,1794 nueva, luna: II, 390-391 nueve: I, 1393 nuevo; I, 61, 2129-2139; II, 391-395, 1210 nuevo, de: II, 693-694 nulidad: II, 190-191 número: 1,455 número habitual, lo que sobrepasa el número habitual: II, 466-470 número muy grande: II, 341 numeroso, gmpo muy: II, 979984 numeroso, muy: II, 973 numeroso, tan: II, 1782 nunca: H, 273-274, 628, 1290 nutrir: n, 1788 o: I, 1760-1763, 1806 o bien sea que; I, 1224-1225

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o puesto que: 1,1373 o sea que: I, 1224-1225 o también: I, 1760-1763 obcecación: I, 62-68 obedecer: I, 1218; II, 856-857, 1863-1867 obediência: II, 1863-1867, 1903 obediente: I, 1674; n, 1879 obediente, ser; II, 856-857, 1863-1867 obispo (supervisor): I, 15271530 obispo, companero: II, 1585 objeción, sin: I, 257 objeciones, hacer: II, 218 objetar: I, 325 objeto: II, 1424-1426 obligación: ü, 654 obligado, estar: II, 655-658 obligar: I, 229-235; D, 712 obra: I, 1570-1575 obrar: I, 1385-1388, 1567-1570 obrero (de la construcción): II, 1705-1706 obsceno, lenguaje: 1 ,123 observación: n, 772-773 observância: II, 1745 observar: I, 1560-1561, 2241; II, 1584, 1604, 2007-2009 obsoleto, declarar: II, 690 obstaculizar: I, 1144 obstáculo: I, 1144, 1268 obstinación: II, 1286 obstinado: I, 534; II, 1437 obstinado, hacer: n, 1437-1438 obtener: I, 403-404, 2372, 2426-2427; H, 1, 245, 17961798 obtener, volver a; I, 403-404 ocasión: I, 553-554, 2139-2147 ocasión favorable; I, 1664 ocaso (dei sol); I, 1095-1096 occidente: I, 1095-1096 occisión: H, 1988 ochenta: II, 470 ocho: II, 517 ocioso: I, 449 ocioso, estar: I, 449, 531 octavo (el): n, 470 ocultar: I, 401, 1147, 21832185, 2420-2426; E, 750, 892 oculto; I, 401, 542, 2426 oculto, estar: I, 2183-2185; II, 14 ocupación: I, 1567-1570 ocupado, estar muy; E, 897

ocuparse: 1,1163; E, 11451146,1186-1187 odiado: E, 1518 odiar: E, 295-298 odre: I, 519 ofender: E, 88-94 oficio; I, 911-919; E, 1741 oficio manual, el que ejerce el mismo: II, 551-552, 16061607 ofrecer; I, 280-282, 1497-1498, 1558-1560; E, 786, 1165, 1210-1213 olfecido, ser; II, 1464 ofrenda: I, 1108-1110, 2376; II, 1142-1143 ofirenda de rncienso, hacer una: I, 1912 ofrenda sacrificial: E, 12131214, 1622-1623 ofrenda votiva: I, 241 offendar, acción de: I, 19171925 oh; II, 2193 oído; 1,145, 155-161; E, 644646 oír: I, 155-161, 1218; E, 754755, 1130 ojalá: E, 658 ojo; E, 530, 659-662 ojo, con un solo: II, 330 ojo, golpear bajo el: II, 1906 ojos de, a los: I, 1373 ojos en, fijar los: I, 551 ojos sobre, poner sus: I, 1708 ojos, tener ante los: I, 1560 ojos, ungüento para los: I, 2370 ola: I, 2353, 2435 olas, ser sacudido por Ias: I, 2353 óleo para ungir: E, 341-342 oler: E, 478 oEato, sentido dei: E, 615 olivar; I, 1296-1297 olivino: E, 2152 olivo: I, 1296-1297 olivo, fhito dei; I, 1296-1297 olivo noble; I, 2177 olivo silvestre: I, 69 olor: 1 ,1700-1705; E, 478 olor agradable: I, 1700-1705 olvidar: I, 1269, 1512 olvido: I, 1512; E, 53 omega: I, 191-193; E, 2193 once: I, 1377 opinar: I, 1766-1768; E, 515, 1893

opinión; I, 119-120, 771, 10281031 opinión de, según la: E, 703707 oponerse: I, 296, 326, 327, 330, 331 oportunidad; I, 553-554 oportunidad, no tener: I, 143 oportunidad, tener: I, 1663 oportuno: I, 1664 oposición: I, 326 oprimir: I, 592-593, 1488-1489, 2219, 2248; E, 1596, oprobio: II, 553-556 opuesto, ser: I, 327 opulência: E, 1795 opulenta, Ilevar una vida; E, 1795 oración: I, 863-866, 1404, 1697-1705; E, 1169-1186 oración de acción de gracias; I, 1695-1696 oración de alabanza (en una co­ mida): I, 1695-1696 oración de alabanza, recitar la; I, 1693-1695 oración eucarística, recitar la; 1, 1693-1695 oración, lugar de (casa, sinago­ ga): II, 1169-1186 oráculo de Dios: E, 2105 orador: E, 1311 orante: II, 1203 orar; I, 863-866,1697-1700 orbe, el: E, 508-514 orden: I, 946-949,2290-2291; E, 1671-1673, 1676-1677 orden, el recto: I, 1019 orden, poner en: I, 2252 orden, poner en: I, 2378-2379 orden, por: I, 2104-2105 ordenanzas, imponer: I, 1031 ordenar; I, 911, 1401-1403, 1544-1546, 2291; E, 716718, 1207-1208, 1688-1689 órdenes, dar: I, 943, 1403 oreja; E, 644-646, 2211 oreja, lóbulo de la: II, 2211 organos internos, los: E, 14711473 orgia: I, 2453; E, 1102 oigullo: I, 168; E, 1877, 2015 orgulloso: 1,168; E, 1877; B, 1909 orgulloso, estar: II, 196, 2001 orgulloso, sentirse: 1,1143, 2223

índice de palabras castellanas oiientación: II, 1998 orifício; II, 1302-1304, 1795 origen: I, 729731 originarse: I, 744-746 orilla: n , 2066-2067 orla: I, 2393-2394 omato: I, 2380-2390 oro: II, 2153-2155 oro, de: n, 2153-2155 oro, recubrir de: II, 2153-2155 osar: II, 1775-1777 oscilar de un lado para otro: II, 1345-1346 oscurecer (el): I, 423 oscurecerse: II, 1440 oscuridad: I, 560, 770-771, 1739-1740; n, 1440-1442 oscuro: I, 541; II, 1439 oso: I, 456 ostentación: II, 1924 otonal: II, 1950 otono, de fin de: II, 1950 otorgar: I, 950, 1107 otro; I, 188-190, 1622-1626 oveja: II, 1131-1134 oveja, piei de: II, 274 ovejas, concemiente a las: n, 1131 ovejas, rebano de; n, 1054-1055 ovejita: II, 1131 oxidarse; I, 2269 oyente: I, 168 paciência: II, 139-142, 18961899 paciência, tener; II, 139-142 paciente; I. 290 paciente, ser: II, 139-142 pacientemente; n, 139-142 pacificador: I, 1209 pacífico; I, 204, 1209 pacto: I, 901-910 padecer: II, 1879 padre; I, 1-3; II, 828-841 padre, heredado dei: II, 843 padre de una nación: n, 843 padre, procedente dei: II. 843 padre, que procede dei: II, 845 padre, sin: I, 350-351 padre, trasmitido por el: n, 845 padres (padre y madre): I, 777 padres, sin: II, 605 paga: II, 668 pagano: I, 1157-1158 pagano, como: I, 1158 pagar: I, 440; II, 1718-1721, 1761

país: I, 741-743; ü, 2157-2159 país, irse fuera dei; I, 1241 paisano; n, 1545 paja: I, 562, 2165 pajita: I, 2205 pala para aventar: n, 1256 palabra: I, 1561; n, 4, 69-79, 1307-1310 palabra, dirigir la; n, 1160, 1204, 2018-2019 palabras bonitas: II, 2106 palabras, que no puede decirse con: I, 168 palabrería; I, 2295; n, 189, 1064 palangana: II, 412 palangana para los pies; n, 1041; n, 412 pálido: n, 2089 pabnera; n, 1985 palmera datílera: ü, 1985 pabnera, rama de: I, 568; II, 1985 paio: n, 1295-1296 paloma; II, 902-905 palpar; fi, 2179-2180 pan: I, 478-482 panai: I, 2313 pantano: II, 60-61 pantera: n, 775 panales, envolver en; n, 14601461 pano: II, 478, 1447 papel: II, 2066 papiro (rollo de): II, 2066 par: I, 1726 para: ü, 1156-1159 para que: I, 1997-1006 para que (no) en alguna parte: n, 277

parábola: II, 712-716 paráclesis: Ú, 737-750 paraíso: II, 719-720 paralítico: II, 760-763, 21562157 paralizar: I, 2242 parcialidad: II, 1216-1218 parecer: I, 771, 1031-1034 parecerse: n, 534,796 parecido: H, 239, 535-537, 797, 1774 pared, perforar la; 1,1019 parentesco; n, 1521 parienta: II, 1521-1522 parlotear: I, 627 parricida: II, 845 parte; n, 229-232

31* parte, a otra: I, 184 parte con, tomar; 11,1569-1570 parte de, de: H, 703-707 parte, en alguna; II, 1102 partes, a todas: n, 698 partes, de todas: II, 699 partes, por todas; I, 2434; II, 698 participación: I, 2348-2351, 2360-2367; H, 245 participación, recibir: II, 245 participante: II, 263-264, 1525 participar: I, 2360-2367; n, 262. 1536, 1525, 1586 participar, hacer: I, 2360-2367 partícipe: I, 2360-2367; II, 263264, 1525 partícipe, hacer: I, 2360-2367 partícipe, ser; I, 2360-2367 partícipe, serhecho: I, 1554; II, 245 partida: I, 251, 550 partir: I, 251, 2336-2340 partir, acción de: I, 2335, 23362340 partir en trozos: I, 2223 parto (gentilicio): II, 789-790 parto, dolor de: n, 2196-2197 parto, sufrir dolores de: II, 1610, 2196-2197 pasajero: II, 1192-1193 pasar: I, 896, 899,900, 937; ü. 243-244, 718-719, 767, 784785, 796, 937, 1081-1084, 1742 pasar de largo (navegando): II, 766 pasar por alto: n, 797, 1878 pascua, la celebración de: n, 818-821 pascua, la cena de; II, 818-821 pascua, la fiesta de: n, 818-821 pase, hacer que: II, 774 pasillo oscuro: I, 2420 pasión: II, 672-673 pasiones, moderar las propias; n, 264-265 paso: I, 646-647; H, 793 pasta: H, 2010-2011 pastar: I, 672 pastar, hierba para; I, 672 pasto (lugar de): II, 415 pastor: II, 1050-1054 pastor principal (mayoral); II, 1050-1054 pastor supremo: II. 1050-1054 patas, de cuatro: II, 1740

32*

Índice de palabras castellanas

paterno: n, 843, 845 patio: I, 535 patria; II, 843-844 patriarca: II, 843 paz: I, 1200-1209 paz, conservar la: I, 1200 paz, establecer la: I, 1209 paz, hacer la I, 1209 paz, portador de: 1 ,1209 paz, quien establece la: I, 1209 paz, quien trae la: I, 1209 paz, vivir en: I, 1200 pecado: I, 194-204; n, 651-654, 767-770 pecado, sin: I, 251 pecador: I, 194-204; ü, 651-654 pecaminoso: I, 194-204 pecar: I, 194-204; E, 1130 pececillo: I, 2068 peculiar: I, 1944-1947 pecho: I, 2371; E, 187, 190, 1501-1502 pedazos, hacer: I, 940; E, 15951596, 1607-1608 pederasta: 1,474-475 pedir: 1, 127-128, 339, 863-866, 1500, 1595-1598, 1697-1700; E, 736, 737-750 pedir arrodiUado: I, 779 pedregal: II, 925 pegar: II, 827-828 peinado: I, 1363 peldano: I, 220 pelea: 1 ,1581-1582 peligro: I, 2330 peligro, correr: I, 2330 peligro, estar en: I, 2330 peligroso: 1 ,1544; II, 2038 pelo: I, 1901-1902 pelo, hecho de: E, 1792 pena: E, 1760 pendenciero: E, 988, 1961 pendiente (de algo o de alguien), estar: 1,1268, 2230 penetrar: I, 980, 1219-1222, 1381, 1478 penetrar solapadamente: II, 778 penitencia: E, 248-259 penitencia, hacer: E, 248penoso: II, 1075-1080 pensamiento: I, 929-931, 933, 933-936, 1390, 1393; II, 6869, 414-415 pensar: I, 1031-1034; E, 415416,1531, 1995-1998 pensar, manera de: II, 1998; E, 1998-1999

pentecostés, fiesta de: II, 879881 peor: E, 2076 pequena, isla: E, 399 pequeno: E, 284-286, 520-523, 1677-1679 pequeno, libro: I, 651 pequeno, más: E, 286 pequeno, qué: I, 1780 percibir: I, 1169-1172, 11192121; E, 1604 perder: I, 405-408, 1280-1282 perderse: I, 405-408 perdición: I, 405-408; E, 518 pérdida: I, 376 pérdida de la salvación, causa dela: II, 1419-1422 perdón: I, 544-549; II, 785-786 perdonar: I, 544-549; E, 1934, 2049-2051 perdurable: I, 138-142 perecedero: E, 1946-1950 perecedero, hacerse: II, 938-941 perecer: I, 405-408, 2258; E, 1571 perezoso: I, 449; E, 454, 459, 517 perfección: E, 1711-1712, 1716-1717 perfeccionamiento: I, 22522253; E, 1717 perfeccionar; II, 1712-1716 perfecto: E, 1706-1711; E, 527, 698-699 perfumado (referente a madera): I, 1911-1912 perfume, frasco de: I, 167 pergamino: E, 218 peijudicar: I, 659 perjudicial: I, 658 peijuro: I, 1513 perla: II, 155-157 permanecer: I, 535, 932, 949, 950, 1483-1484, 1512, 2241; E, 222-224, 763-764, 1194, 1204-1205 permitido: I, 1432-1435 permitido, está: I, 1432-1435 permitir: I, 544-549, 1115-1116, 1552-1553 permitirse: II, 1775-1777 pero: I, 181-183, 835-840; E, 988 pero yo: I, 2091 perplejidad: I, 422 perplejidad, caer en total: I, 1423

perplejo, estar: I, 422 perplejo, hallarse muy: I, 937 perrito: I, 2435 perro: I, 2449-2450 persecución: I, 1024-1028 perseguidor: I, 1024-1028, 1244 perseverancia: I, 1288; II, 1195, 1896-1899 perseverante: I, 1288, 1674, 1675 perseverar: I, 1357, 1194, 12041205, 1512, 2205; E, 763764, E, 203 persona; I, 298-310 persona íntima: E, 1609 personas que van en camino, conjunto de: E, 1602 persuadido, hecho de ser, el: E, 871 persuadir: I, 258; E, 857-860 persuasión: II, 860, 871 persuasión, arte de la: E, 860, 928 persuasivo: II, 857, 929 pertenencias: E, 500-508 pertrecharse: E, 572 perturbar: I, 260, 275; E, 1342, 1604, 1685-1686 perverso: I, 103 pervertir: I, 1287 pesadamente: I, 593 pesadísimo: E, 1674 pesado: I, 597 pesar: I, 2212; E, 515 pesar de (que), a: I, 2139 pesar de todo, a: II, 221-222 pesca: I, 69 pescado: 11, 666, 1210 pescador: I, 181 pesebre: II, 1932 peso: I, 595-596; E, 470 peso, quitar: I, 2390 peste: E, 80 peste, inficionado por la: E, 80 petición: I, 128, 863-866; B, 737-750 pez: I, 2068-2071 pezón: II, 187, 190 piadosamente: I, 1684-1686; E, 612 piadoso: I, 851-853, 1665-1670, 1684-1686, 1858, 1898; II, 609-612 piara: I, 47 picadura: I, 2243 pie: I, 623; II, 1103-1105 pie, a: II, 856

índice de palabras castellanas pie, estar en; I, 2055-2061; II, 1502 pie, ir a; II, 856 pie, poner en: I, 2055-2061 piedad: I, 1664-1665, 16841686, 1896-1898; n, 609-612 piedad, sin: I, 319 piedra: II, 56-60 piedra angular: I, 165, 809-814 piedra clave: I, 165 piedra, hecho de: n, 56 piedra, pavimentado con losas de: n, 60 piedrecilla: II, 2180-2181 piedrecilla para votar; II, 21802181 piei: I, 866; n, 2156 piei, pliegue de la; II, 1323 piema: II, 1423 pies, estrado para los: II, 1900 pies, hollar con los: I, 2244 pies, que llega hasta los: II, 1040-1041 pilar: II, 1519-1520 piloto: I, 2433 pillería: n, 1297 pináculo: ü, 1253-1254 pincho: I, 2298 pintada, marca: n, 1504-1507 pisada: I, 2071 pisar sobre: II, 828 piscina: I, 2371 Pisidia, de: n, 941-942 pisidio: II, 941-942 pisotear: I, 2244; n, 828 pista de carreras: H, 1475 pitón: n, 1268 placentero: I, 454 placentero, entregar algo; II, 2049-2051 placer: I, 1770-1771 placeres, amante de los: II, 1957 plaga: n, 977-979 plancha: II, 1358 plano; H, 41,61 planta; I, 731; H, 2015 plantación; II, 2015 plantado, recién; n, 395 plantar: H, 2015-1016 plasmación; II, 334-336 plasmar; II, 334-336, 971-972 plásticamente, expresar: I, 184186 plata: I, 449-450 plata, de; I, 450-451 plata, moneda de; I, 449-450

platero: I, 450 plato: n , 802, 933, 1794 playa: I, 107 plaza dei mercado: I, 68 plenamente: n , 1716 plenitud; I, 595-596; H, 897898, 990-993, 1001-1004 pluma (de cana) para escribir; I, 2165 población: n, 979-984 pobre: I, 1375; H, 875, 877 pobre, hacerse; II, 1258-1266 pobreza; ü, 1258-1266,19071908

poción mágica; II, 1932 poco: I, 681; n, 265, 520-523 poco antes: K, 1210 poco más o menos: II, 22082209

poco, un: II, 283-284 poco, un; II, 520-523 podar: I, 2093 poder; I, 484-490, 648, 10771080,1080-1088,1385, 1446-1453, 2065-2066, 2398-2400, 2448-2449; H, 203 poder, actuación dei: 1,1388 poder, ejercer el propio poder contra: I, 2260 poder, esplendor de: I, 10451055 poder, hacer uso dei: I, 648-651 poder, llevar al; I, 1426-1427 poder, sed de: I, 1902-1907 poder, tener (para algo); I, 1453-1455 poder, tener (sobre alguien): I, 1453-1455 poderoso; I, 1088-1092, 20622064, 2394; II, 892, 13581359 poderoso, ser: I, 1088-1089, 2065-2066 poeta: II, 1050 polilla: n, 1398 polvo: I, 2372-2373; n, 20962097 polUno; n , 1284-1285 polluelo (de un ave), el: n, 437 polluelo (el); II, 395 pompa: II, 1924 ponderar: I, 250 poner: n , 888-889, 1747-1749; n , 1488-1490, 1599-1602 poner al descubierto; II, 1784 poner alrededor: n , 905

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poner aparte: I, 551-553 poner debajo: n, 1905 poner en evidencia como necedad o tontería: II, 352-356 ponerse (el sol); I, 1092, 1097, 1498 ponerse al mismo tiempo con­ tra; n , 1593 ponerse algo, acción de; 1,1381 ponerse algo encima; 1,1383 ponerse en pie: I, 260-275 ponerse en pie de un salto; I, 259 ponerse sombrio: II, 1439-1440 Ponto, naural dei; II, 1080 popa (de una embarcación): II, 1238 poquito, un: II, 283-284 por: I, 322-325, 894-895, 2120, 2205-2209; ü, 882-887, 1870-1874, 1883-1887, 2052 por causa de; I, 894-895, 12251229 por consiguiente: I, 444-446; II, 629-630 por detrás: n, 570 por doquier: II, 699 porei contrario: II, 221, 1783 por encima de, muy: II, 1875 por encima de toda medida, muy: II, 1876 poreso; I, 1018, 1019 por fuerza; I, 1472 por lo cual: I, 1019; II, 478 por lo menos: I, 2128 por medio de; 1, 894-895, 12251229; II, 1883-1887 por poco: II, 1630-1631 por qué: I, 894-895, 1348-1349, 2006-2007; H, 4, 10 portanto: I, 444-446, 715-718; n , 1773, 2210-2211

porción: I, 2348-2351; ü, 228232

porque; I, 715-718, 1019-1020, 1476-1477, 2120; H, 617-619 portal; II, 1130 portento: II, 1729-1731 portero(a); I, 1917 pórtico: n, 1272, 1507 pórtico donde se ensena: II, 1634 portón: 1, 1914-1917; II, 12691272 pos de sí, dejar en: II, 1894 posada: II, 695, 1671 posadero; II, 695

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índice de palabras castellanas

poseer: I, 2437 poseído, estar: I, 815 poseído, estar: II, 125 posesión: I, 2256, 2344-2348, 2427: n, 897 posesión de, tomar: I, 900 posesión, recibir en: I, 2344 posesión, toma de: I, 2256 posesiones: n, 646-647 posible: I, 1089-1092, 14321435 posible, es: I, 1432-1435 posición, estar en mejor: II, 1141 posición superior: n, 1878 posponer: I, 223 posteridad: II, 1464-1467 posterior: n, 1908 postrarse ante: n, 1206 postrero; I, 1607-1616 pozo: 1993-1994 práctica: I, 1164-1166, 1439; n, 1594 práctica, sin: I, 357 preciado, muy: II, 1073-1074 precio: II, 1752-1757 preciosidad: II, 1757-1758 precioso: I, 1404; ü, 1757 precioso, muy: I, 597-598 precipicio: II, 663, II, 2066 precipitado: Ú, 1156 precipitarse: I, 1706; n, 600601, 938-941 precisar: n, 2103 preciso, es; II, 2103 precursor: n, 1139 predecir; n, 153, 1151-1152, 1387-1388 predestinar: n, 1154 predeterminado, día: II, 1143 predeterminar; II, 1223 predicación: I, 145, 155-161; n, 69-79 prefecto de la ciudad; II, 1066 preferencia: I, 1455; II, 1195, 1216-1218 preferir; I, 119; n, 1130 pregonar en voz alta: n, 1148 pregonar públicamente: II, 1148 preguntar; I, 1481-1482, 15951598,2416; H, 1150, 1272 prêmio: I, 679-680 prenda; I, 473-474 prenda de ropa interior: n, 2085-2087 prender; I, 1073; ü, 1530-1531; n, 1593-1594

prenderse: I, 2093-2094 preocupa, me: II, 209-210 preocupación: II, 226-227 preocupación, libre de: 1,191, 205 preocupaciones, tener: II, 226227; n, 228 preocupado, estar: I, 90, 18931895 preocuparse: I, 327, 1512, 1665; n, 210, 226-227, 1152, 11531154, 1186-1187, 2001 preparación: I, 1629-1632, 2253; H, 771 Preparación, día de la: II, 771 preparada, de manera: I, 16291632 preparado; I, 1629-1632 preparado, no: I, 346 preparar: I, 1627-1629, 2252; n, 770, 786, 1140,1152 preparar con anterioridad: II, 1147 prepararse; II, 770 preparativos, hacer: I, 1522 prepúcio; I, 169-170 prepúcio, rehacer el: I, 1530 presciencia: II, 1135-1136 prescripción: I, 1013-1017 prescripción cultuai; I, 11641166 prescripciones, dar: I, 1031 presencia: II, 798-802 presencia de, en: I, 1373, 2260 presencia, Uevar a la; n , 790793 presencia, tener buena: I, 1675 presentación; H, 1142-1143 presentar: I, 279, 1497; II, 733734, 773, 1160, 1163, 15991602 presentarse: II, 718, 790-793 presente, estar: I, 1392, 1708, 1771-1773; n, 750, 773, 776777, 1539, 1868-1870 preservar: II, 1607, 2001, 20072009 presión; I, 1532 presionar: II, 712 preso (el); I, 872-874, 875 prestamista; I, 830-831, 832 préstamo; I, 830-831, 832 préstamo, conceder un; I, 830831 préstamo, contrato de: I, 830 prestar; I, 2331; II, 2100 presteza: I, 1629-1632

pretender algo; I, 1024-1028; II, 1889-1891 pretexto: I, 1509; n, 1226 pretor; II, 1514-1515 pretorio: II, 1107-1109 prevalecer; I, 2269 prever: II, 1135, E, 1154 primero, el: E, 1243-1247 primero, el siguiente después dei; I, 878 primero, querer ser el: II, 1961 primero, ser el: II, 1239 primicias: I, 165, 346-348 primitivo: I, 482 primo: I, 293 primogênito, el: II, 1248-1253 prisa: E, 1475 prisión: I, 875; II, 1604, 1745, 2003-2005 prisión, meter en; E, 2005-2006 prisionero: I, 872-874 prisionero, tomar: I, 130 proa: E, 1239 probablemente: I, 2067 probado: I, 770 probar: I, 378-381, 1375-1376, 1497; E, 1533-1534, 18871888 probar, medio para: I, 1041 procedência: I, 729-731 proceder: E, 1141 proceder de: I, 1234 proceso: I, 2417-2418 proclamación: I, 2314-2326 proclamador: I, 1637, 2215, 2314-2326 proclamar: I, 37-40, 1419, 1633-1637,2215-2217, 2314-2326; E, 1945 proclamar con anterioridad: E, 1147 proclamar de antemano: E, 1148 procónsul: I, 311 procónsul, ser; I, 310 procreación; I, 729-731 procurador, desempenar el car­ go de: I, 1553 producir: I, 659, 731-734, 1293, 2260-2261; E, 1167,1226, 1749-1750 profanar: I, 633 profecia, don de: B, 1226-1228 profesión de, hacer: I, 14601467 profesional, actividad; 1 ,15671570

Índice de palabras castellanas profeta: E, 1228-1236 profeta de mentiras: E, 21732174 profeta, falso: B, 2173-2174 profética, actividad: E, 12261228 profética, palabra: II, 12261228 profético: E, 1236 profetisa: 11, 1236-1237 profetizar: E, 1226-1228 profundidad: I, 565-567 profundidades, mundo de Ias: I, 9-11 profundo: I, 567-568 profundo (lo): I, 690 profundo, hacer: I, 567 profundo, llegar a lo: I, 567 progenitores: I, 777 progreso: 11, 1148-1150 prohibir: I, 2451-2452 prohibir con amenazas: I, 356 prolongado como, tan: E, 612613 prolongar; II, 772 promesa: I, 1460-1467, 14821483 prometer: II, 530-534, 11391140, 1147, 1460-1467 prometida, estar; E, 310 prontamente: I, 1629-1632 prontitud: E, 1694 pronto: 11, 1693, 1694 pronto como, ttm: I, 1472 pronto, de: I, 550, 1423 propensión: E, 1317 propiedad; I, 2427; II, 18671868 propiedades: E, 2103-2104 propietario; I, 2427 propio: I, 1944-1947 proponer: II, 733-734 proponerse: I, 1558; E, 12251226 proporcionar (suficientemente): E, 2093 propósito: I, 673-676 propósito, a: II, 1156-1159 propósito, concebir un: I, 673 propósito, sin: I, 2299 prosélito: 11, 1188-1192 prosperidad: I, 1674 prostituta; II, 1091-1094 protectora: E, 1208 proteger: I, 956; E, 1607, 2001 prototipo: 11, 1906 provecho: E, 659, 1544

provecho, sin; I, 337 provechoso: E, 1544, 2105, 2214 proveerde: I, 2119 proveer de lo necesario (para continuar el viaje): B, 1156 provérbio: II, 795-796 província: I, 1474 provisiones: I, 1520 provocar: II, 1146 próximo: B, 1694 proyectil; I, 671 prudente: E, 1592, 1666-1670, 1999-2000 prudentemente: 11, 2000-2001 prueba; I, 378-381, 861-862, 1035-1040, 1304-1306, 1375-1377; 11, 178-181, 862871, 1700 prueba, poner a; E, 862-871 públicamente: B, 1923 publicano; B, 1725-1729 público: I, 892; E, 1917-1919 público, hacerse; E, 1919-1923 público, lectura en: I, 236 pudrir: E, 1398 pudrirse: II, 1398 pueblo: I, 892, 1158-1164, 2453; II, 15; 664-665, 2009 pueblo, hablar al; I, 890 pueblos, los: I, 1158-1164 puerca: E, 1906-1907 puerta: 1, 1914-1917; E, 12691271, 1272 puerta, guarda de la: I, 1917 puerta, Uamar a la: I, 2419-2420 puerto: II, 60 puerto, llegar a: E, 1205 pues: I, 1019-1020; II, 629-630 puesto: E, 1778-1782 puesto (a la mesa), el primer; II, 1240-1241 puesto (en Ias sinagogas), el primer: E, 1239-1240 puesto que: I, 1019-1020, 14761477, 1478 pulverizar: E, 1596 punta: I, 165 punto: E, 1507 punto de, estar a; E, 211-214 punto de partida: 1, 553-554 punto final: 1, 975 punto principal; I, 2301-2302 punto, tener a: E, 1147 punzar: E, 453 punetazos, luchar a: E, 12681269

puno: E, 1267-1268 puno, golpear con el: I, 2369 puramente; I, 65-68, 770 pureza: 1, 65-68, 369-371, 544, 1189-1190, 2094-2103 purificación: I, 61, 2094-2103 purificar: 1,61, 1249, 20942103 purificar por medio de una aspersión: II, 1299-1300 purificarse; B, 1299-1300 puro; I, 48-61, 99, 144,162, 369-371, 1189-1190,20942103 puro, declarar: I, 2094-2103 puro, hacer: I, 2094-2103 púrpura: E, 1095 púrpura, de color de: II, 1095 púrpura, el molusco de la; 11, 1095 pusilanimidad: E, 1902 que: I, 1760-1763, 1795, 19972006; E, 576-578, 606-608, 617-619, 1290 que, el; E, 606-608 qué clase de: II, 1055-1056 qué: E, 1055-1056, 1290, 17611765 quebrantar: I, 1895 quebrar; I, 2218 queda, que: E, 80-82 quedar; 11, 1893 quedarse: I, 932,950, 1357 quedarse atrás: II, 1894-1896, 1907 queja; E, 320 quejumbroso: B, 218 quemadura: 1, 2274-2275 quemar; I, 1362, 2153-2154, 2222, 2275 quemar(se), acción de: I, 2275 querer: I, 1844-1846 querer, acción de; 1, 1843 querido, muy: I, 23-36 querubines; E, 2077-2078 quien: II, 606-608, 613-614 quién: II, 1761-1765 quince; I, 856 quincuagésimo (día): E, 880881 quiitientos: E, 878 quinto: E, 872 quitar; I, 121-122, 243, 341, 423, 541, 774, 888, 1268, 1422 quitar, acción de: I, 386

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índice de p alabras castellanas

quitar algo haciéndolo rodar: I, 247 quitarse; I, 439-440 quizás: I, 2067; II, 281-282, 1286, 1693 quizás, que: n, 278

262, 721, 755-759, 11641165, 1204, 1893 recibir, acción de: E, 53 reciente: E, 391-395, 1210 recientemente: E, 1210 recipiente; I, 37,47; II, 14241426 reciprocamente: I, 113-1115 reclamar: I, 341, 1421 reclinado; I, 2223; E, 1524 reclinar: I, 2353 recünarse, hacer: I, 246-247, 2224 reclinarse juntos a la mesa: I, 246-247; E, 1567-1568 recobrar: I, 403-404 recoger: E, 1531; E, 1619 recolectador: I, 1869 recolectar (frutos); E, 1794 recomendación, de: E, 1615 recomendar: E, 1905 recomerse: I, 938 recompensa: I, 320-322, 679680; E, 298-302 recompensa, el que: II, 298 reconciliación: I, 1990-1993, 2231-2238 reconciliar: I, 2231-2238; E, 1567 reconciliarse; I, 929, 1989 reconocer: I, 235-236 reconocible, fácilmente; I, 1686 reconocido; I, 1035-1040 reconocimiento: I, 1467-1469 reconocimiento, srn: I, 532-533 reconstruir: I, 319 recopilar: I, 278 recordar: I, 251-254; E, 291294, 308-310, 908, 1896 recordar (algo) de nuevo, hacer: 1,254 recostar: I, 2353 recostarse; I, 259 rectamente: I, 981-984 rectitud; I, 13-21,1663; II, 2108-2115 recto: I, 11-12; II, 595 recuerdo: I, 251-254, 304-305, 307, 310; II, 1896 recursos financieros, contar con; 1,1674 rechazado: I, 376 rechazar: I, 215, 386, 444, 458467; II, 736-737 rechazo: I, 376 rechinamiento de dientes: I, 684-685

rabí, mi Senor: H, 1291-1294 racional: n, 65-67 radiante: H, 13 radiante de alegria, estar: I, 2123 radiante de gozo, estar: I, 21-23 raiz: II, 1312-1313 raiz, brote de la: II, 1312-1313 rama: 1, 2331, 2343; E, 2001 ramera: II, 1091-1094 rana: I, 626 rango: I, 565 rapaz: I, 473 rápidamente: II, 1693 rápidamente, más: E, 1693 rapidez: II, 1694 rápido: II, 1694 rápido, movimiento: E, 1314 rapina: I, 472-472 raro: II, 457-460 rasgar: I, 938; E, 1631-1633 rastras, sacar a: B, 1614 ratificar: I, 2449; B, 1150 raya, tener a; E, 2038-2039 razón, poner a uno en: E, 16661670 razón, por esa: I, 1018; E, 1773 razonable, ser: B, 1666-1670 real; I, 614, 622 realidad: II, 1900-1902 realidad, en; I, 171-180 realizar: I, 1546-1548; E, 9931001

realmente: II, 221-222, 569 rebano: II, 1054-1055 rebanos: 1 ,1895 rebelarse: B, 765-766 rebelde; I, 334 rebele, hacer que la gente se; I, 550 rebelión: I, 328; E, 766, 14751476 rebosar: E, 1876 recaer (por suerte): E, 1195 recato; 1 ,109 recelarse de; E, 1902 recepción: E, 245 recibido: I, 858 recibir: I, 237, 359-361, 403404, 880-882, 1218; E, 5-10,

rechinar los dientes: I, 684-685; E, 1789 red: I, 1018, 1875 red (de caza): E, 669 red barredera: E, 1340 red de arrastre: II, 1340 red de pescar: I, 215 red, lanzar la; I, 215 redactar: I, 278 redención: I, 413-419; E, 99101, 1659-1664; II, 99-101 redentor: E, 101, 1655-1659 redes a tierra, sacar Ias; I, 224 redimir: I, 1419-1421; E, 99101

reembolsar: I, 440 referente a; E, 882-887 referir; I, 37-40 reflejo: I, 351-352 reflexión; I, 929-931, 1390 reflexionar; I, 211-214, 929931, 975, 1390; II, 15271528, 1531, 1995-1998 reforma: I, 1019 refrenar: 11, 2038-2039 refrescar: I, 257-258, 284, 2259 refrigerar: I, 284 refrigerio: 1, 283-284 refugio, buscar: I, 2257 refutación: I, 358, 1304-1306 refutar; I, 1304-1306 refutar por completo: I, 911 regalo; I, 1104-1105 regalo, como: 1 ,1105-1106 regalo para corresponder a otro regalo: I, 320-322 reganar: I, 1518 regar: B, 1101 regeneración: II, 691-693 regenerar; I, 226-227 región: I, 2352; E, 2157-2159 región costera: B, 760 región deshabitada; I, 15761578 región fronteriza: II, 205 región situada junto al mar: II, 760 registrar (en un censo); I, 376378 registro: I, 376-378 reglamentación: E, 730-732 regias, conforme a Ias: B, 417 regocijarse; B, 1526, 1594, 2033-2037 regresar: I, 243, 282, 1473; II, 1902-1903 rehusar: E, 736-737

reina; I, 622 reinado: I, 600-614 reinar: I, 621-622; II, 1533 reino: I, 600-614 reír: I, 723 reírse de: I, 2217 relación debida: I, 250 relacionarse con: II, 1526, 1568-1569 relaciones: II, 528-530 relaciones conyugales, tener: n, 1603-1604 relaciones ordenadas: I, 2273 relaciones sexuales: I, 1368; II, 2105-2106 relâmpago: I, 525-527 relampaguear; I, 525-527 relatar: I, 978-980, 1436-1437 relatar detalladamente: I, 1242 relato: I, 979-980 religión: I, 849-853, 1684-1686, 1858, 1896-1898 religioso: I, 851-853, 1898 remanente: I, 2230; II, 1893 remar: I, 1300-1301 remiendo: I, 1490; n, 1298 remisión; I, 544-549; II, 785786 remitir: n , 2049-2051 remover: I, 247, 403 remuneración: I, 328-329 rencor contra, tener: I, 1389 rendimiento, darbuen; I, 1689 renovación: I, 2129-2139; II, 691-693 renovar: I, 1142, 2129-2139; H, 391-395. Cf. nuevo renunciar: I, 405; II, 1934 renir; I, 1353, 1579; n, 196 repartir: I, 911 repente, de; I, 550, 1421 repentino: I, 130, 1709 replicar: I, 322; ü, 1204 reposar: 1,1472 reprender: I, 1304-1306, 1518, 1549-1551; II, 677-679 reprensión: I, 675-677, 13031306 representación anticipada; n, 1798-1810 representar: II, 1599-1602 representar un papel: n, 18891891 reprobación: I, 2225-2228 reprobado: I, 99 reprochar; II, 218 reproche: II, 553-556

índice de palabras castellanas

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reproducción: I, 331; II, 17981810, 2046-2048 reproducir la imagen; I, 551 réptil: I, 1588-1589 reputación: I, 565, 1045-1055 reputación, buena: I, 1689 requerido: I, 1548 requerir: I, 1248 rescatar: I, 1419-1421; II, 95101, 1318-1321 rescate: n, 95-101 rescate, precio dei: II, 95-101 resentido, estar muy: I, 937 reservar(se): I, 2230 residência: II, 483 residência como extranjero, adoptar: II, 793-794 resistência: I, 328, 328-329 resistência, ofrecer: I, 326, 331 resistir: I, 296, 319, 326, 326, 330 resistirse: I, 331 resonar: I, 1438, 1438, 1806; II, 1164 resoplar: II, 2001 respetabiUdad: II, 1386-1387 respetable: I, 2379; II, 13861387 respetado: I, 1687-1688; II, 1757 respetar; I, 1411 respeto: E, 1976-1982 respeto, mostrar profundo: I, 1684-1686 respeto, profundo: I, 1684-1686 respeto, tener profundo: I, 1684-1686 respetuoso (dei orden establecido): I, 1684-1686 respirar: I, 1363 resplandecer; I, 14, 525-527, 534, 1269; E, 888, 1507 resplandeciente: I, 1556; E, 13; E, 50-53 resplandor: E, 13, 1933-1934, 2023-2027, 2027-2028 responder: I, 399-401: E, 1204 responsable: II, 1888 respuesta: I, 391 restante: E, 80-82, 1512, 2239 restauración: I, 389, 1473 restaurar; I, 387-389 resto: I, 2230, 2239; E, 41, 1893 restos (de una comida): I, 2335 resucitar: I, 260-275,14261427, 1573-1574

resuene, ser hecho que; I, 1438 resumir: I, 244-246 resurrección: I, 260-275 retener: I, 427, 437-438, 557, 1144, 2263-2265, 2394-2397; E, 1742-1745 retirar: I, 423; E, 1902 retirarse: I, 282, 442, 1296; II, 1906 retorcer: I, 944-945 retomo: E, 1793 retrete: I, 542 retribución: I, 213, 320-322, 1017-1018; E, 298 retribuidor; I, 1242-1244; retribuir: I, 320-322, 382-386 retribuye, el que: E, 298 reunión; E, 979-984, 15541565,1569; cf. sinagoga reunir: I, 106, 1543; E, 12081209,1531,1533-1534, 1542-1544, 1551-1554, 1565-1566, 1619, 1654 reunirse; E, 1532-1533, 1539, 1541, 1584, 1589-1590, 1609, 1619 revelación: I, 389-395; E, 1923 revelar: I, 276, 389-395, 772773, 1366-1368; E, 21042105 reventar: E, 2 reverencia: I, 866 reverente: I, 1958 revestirse; I, 1144 revivir: I, 237-238 revolcarse: I, 2434 revolcarse, la acción de: I, 2434 rey: I, 614-622 rey, ser: I, 621-622 ricamente: II, 1014-1021 rico; E, 1014-1021 rico, hacer: E, 1014-1021 rico, ser (o llegar a ser): E, 1014-1021 ridículo, exponer al: II, 719 rienda: E, 2039 rienda, llevar la: II, 2038-2039 riguroso: I, 168 rincón: I, 809-814 rincón oculto; I, 2420 rina, constante: I, 937 rinón; E, 396 rinones (=entranas): E, 615 río: E, 1097 riqueza: E, 146-148, 646-647, 1014-1021; II, 1757-1758 risa; I, 723-724

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índice de palabras castellanas

rito de purificación: I, 20942103 rivaHdad; I, 1581-1582 robar: I, 427, 469-473 robo: I, 468-469, 472-473, 2343, 2353 robustecer: II, 1398 robustecerse: I, 2394 roca: II, 911-914 roca, excavado en la: n, 14 roca, excavar en la: n , 29 rociada: II, 1300-1301 rociar: n, 897, 1297, 1299-1300 rodar (bacia), hacer: I, 403; n, 1198-1199 rodeado por, ser: II, 891 rodear: I, 2434; n, 891 rodilla: I, 777-779 rojo: I, 1589, 2368 rojo de fiiego: n, 1283 rojo, estar: II, 1283-1283 rojo vivo: II, 1283 rojo vivo, de color: II, 12811282 rollo: I, 1327 romano: II, 1323, 1324-1325 romper: I, 938, 1207, 2218, 2223 ropa: I, 1379, 1598, 1996-1997 rostro: n, 667-668, 1219-1223, 1770-1771 rada (hierba aromática): II, 925 rado: II, 1435-1437 rueda: É, 1794 rugir: II, 339, 2204 raido: I, 1807, 1893-1895; ü, 1950 raido fuerte: I, 1806 raina: 1, 2255-2256; H, 1258, 1306, 1608 rumor: II, 1941 rumores, difundir: II, 1943 ruptura: II, 1631-1633

sabiduría: II, 1447-1457 sabiduría, dotar de: II, 1457 sabio: H, 1457-1460 sabor (a la sal), devolver el: I, 482 sacar: I, 260, 423, 1293, 1329,

sábado: II, 1331-1340 sábado, celebración dei: ü, 1329-1331 sábado, día anterior al: H, 1160 saber: I, 746-756, 772-773, 1530-1532; II, 478-482, 1602-1603 saber, a: I, 715-718 saber de antemano; II, 11351136 saber, no: I, 62-68 saber, que no se puede: I, 290 sabiamente: n , 438, 2000-2001

1421; n , 1460

sacerdócio: I, 1951-1952, 1970 sacerdotal, ministério: I, 1951 sacerdotal, oficio: 1, 1951 sacerdote: I, 1953-1955 sacerdote, dei sumo: I, 492 sacerdote, sumo: I, 492-496 sacerdotes, clase de: I, 1707 sacerdotes, grupo de: I, 1707 saciar: I, 1362, 2376; H, 2094 saciarse; I, 2376; ü, 2094 saciedad: II, 1009-1010 saco: n, 1342-1343 sacrificar: I, 1917-1925, 2256 sacrificial, don: II, 1213-1214 sacrifício: I, 1917-1925 sacrifício, oírecer un: I, 19171925 sacudir: I, 440, 938, 1289; II, 1302, 1311, 1345-1346 sacudir violentamente (con convulsiones): II, 1614 sacudirse algo: I, 421 saduceo: II, 1340-1342 sagaz: II, 698, 1999-2000 sagrada(s) Escritura(s): I, 779781 sagrado: I, 1958-1959 sal: I, 250 sal, comer juntos: n, 1566-1567 sala de audiência: I, 168 salado: I, 191 salar: fi, 168-170 salario: II, 298, 668 salida: I, 279-280, 975, 11411442 1237 salir: I, 279-280, 1234, 1283, 1427, 1427-1431, 1585 salir de, hacer: II, 1226 saliva: H, 1257 salmo: II, 2166-2167 salpicar: II, 1297 saltamontes: I, 168 saltar: I, 188, 259, 1422; fi, 1435 salteador de caminos: n, 54 salto, entrar de un: I, 1223 saludable: II, 1665-1666 saludar: I, 519-521 saludo: I, 519-521 salutación: I, 519-521

salvación: II, 1659-1664 salvación, proclamar de ante­ mano el mensaje de: II, 1140-1141 salvación, que trae: II, 16651666 salvador: II, 1655-1659 salvaje: I, 69, 293 salvar: I, 945-946, 1287; II, 897, I3I8-I321, 1635-1641 samaritana: n, 1352-1355 samaritano: n, 1352-1355 sanar: I, 1861-1864, 1939-1942; n , 1634-1641 sandalia: H, 1357-1358, 1888 sanedrfn: H, 1574-1579 sangre: I, 109-115 sano: ü, 1819-1820 santamente: II, 612 santidad: I, 48-61; II, 609-612, 2023-2027 santíficación: I, 48-61 santificar: I, 48-61 santo; I, 48-49, 1958-1959; II, 609-609 santo, no: I, 319, 632-633 santuario: I, 1956-1958; II, 1380 saquear por completo: I, 938 sarmiento: I, 2344 satisfacción: I, 1770-1771; n, 1009-1010 satisfacer: II, 1718-1721 satisfactorio: I, 1689 satisfecho con lo que tiene: I, 538 satisfecho, estar: I, 456 sato: n, 1377 seá: n , 1377 secar: I, 460, 1279, 1422 secarse: II, 460 sección: II, 893, 1111-1112 seco: n, 460 secretamente: n, 1416 secretario: I, 781-786, 2426 secreto: n, 342-351 secreto, en: I, 2426; H, 1 secreto, mantener en: I, 401; II, 1399-1401 secuencia: n, 1671-1673,16761677 secuestrador: I, 284-285 sed: 1,1023 sed, tener: I, 1022-1023 seda, de: fi, 1398, 1411 sedicioso: II, 1475 seducción: I, 349-350; II, 970971, 1419-1422

índice de palabras castellanas seducir: I, 859; II, 258, 964-971 seductor: II, 970-971, 1994 segador: I, 1869 segar: I, 204 seguimiento, ir en: 1,145-155 seguir: I, 145-155, 1478; ü, 1195, 1742-1745 seguir hablando; I, 399-401 seguir reuniendo: I, 1467 según: I, 2120, 2205-2209 según eso: II, 1773 segundo (el): I, 878-880; II, 1385 seguramente: I, 894 seguridad: I, 528-529; II, 881 seguridad, con: ü, 703 seguridad, dar firme: I, 896 seguro: I, 528-529 seis: I, 1419 seiscientos: I, 1422 selección: I, 1276-1278 seleccionar: I, 2229-2230 sellar: H, 1624-1626, 2256 sello: n, 1626-1629, 2046-2048 semana: II, 1331-1340 sembrado: II, 1473 sembrado verde: II, 2095 sembrar: I, 153; II, 1462-1464, 2015-2016 semejante: II, 535-537, 767, 1773-1774 semejante, de manera: II, 541542, 767 semejante, hacer: I, 551 semejante, ser: II, 534, 1458 semejanza: I, 1180-1189; n, 537, 538-541 semilla: I, 2368; H, 1473, 1474 sencillamente; 1,371 sencillez: I, 369-371, 543 sencillo; I, 369-371 senda: H, 1789, 1794 seno: I, 2371 seno materno: I, 718-719; II, 282 sensatez: II, 1666-1670 sensatez, con: II, 438, 16661670 sensato, ser: II, 1666-1670 sentado con, estar: I, 2104, 2108-2114; ü, 1522 sentado, estar: I, 2224 sentar, hacer: I, 2114-2116, 2224 sentarse; I, 242, 1506, 21082114, 2104, 2114-2116; n, 1167

sentarse al lado: n, 737 sentarse con otros: II, 1522 sentarse en derredor: H, 891; II, 1522 sentencia, dictar: I, 1512 sentencia judicial: I, 398 sentencia metafórica: II, 795796 sentido: I, 123; ü, 414-415, 1994; n, 414-415 sentido, buen: ü, 68-69 sentido, captar el; I, 122; II, 1532-1533 sentidos, seguir contra alguien/algo los impulsos de los: I, 2255 sentimiento: I, 1393 sentimiento punzante; 1,2243 sentimientos de otro, el que se compenetra con los: II, 1539 sentimientos humanitários: n, 1953-1954 sentimientos humanitários, con: n, 1953-1954; n, 1955 sentimientos impuros: n, 1322 sentir: I, 771 sentir, de un mismo: II, 552, 1547 sentir, manera de: I, 933-936 sentirse bien: II, 1328 senal: I, 1375; II, 2046-2048 senal convenida: II, 1614 senal, hacer una: I, 2253 senalar: n, 1688-1689 senas (con la cabeza), hacer: II, 395 senas, hacer: I, 933, 2242 senor: I, 875-877, 2437-2448 senor, concemiente al: I, 24372448 senor dei mundo: I, 2379-2380 Senor nuestro, ven: II, 154-155 senor, ser: I, 2437 senora: I, 2437 separación: n, 94, 228-229 separado: n, 2162-2164 separar: I, 386, 551-553, 957; n, 2160-2161 separarse: I, 442 séptimo: I, 1563-1565 sepulcro; n, 305-307, 16901692 sepultar: I, 1401, 1829-1831: II, 1595 sepultura (la): I, 1401 sepultura, preparar para la: I, 1401

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ser: I, 1190-1196 ser anteriormente; II, 1226 ser como: I, 1458 ser, nuevo: I, 2129-2139 sereno, hallarse: I, 1700 ser,llegar a: I, 744-746, 2108 serpiente: I, 521; II, 662-663 serpiente venenosa: 1,1715 servicial: n, 42-46 servido: I, 911-919, 1864; ü, 42-46

servido, concemiente al: II, 4246 servido divino: II, 29-34, 42-46 servicio, encargado dei; Ú, 4246 servicio, lo que está al: II, 4246 servicio personal, obligar a alguien a prestar un; I, 23

servicio, prestación de un; n, 42-46

servicio, prestar un: I, 42-46 servicio para quedar bien: II, 659 servidos militares, prestar; II, 1514 servidor; I, 911-919, 1864: n , 42-46, 1880-1882

servidumbre de la casa, la; I, 1864; n, 482

servidumbre, forzar a alguien a un acto de: I, 37 servidumbre, someter a: 1, 1059-1070 servir: I, 911-919; H, 775-776, 1879-1880 sesenta: I, 1437 setenta: I, 1116-1118 setenta veces; I, 1118 severamente: I, 441 severidad: I, 441, 542-543 severo; I, 538 sexto: I, 1289-1290 si: I, 111-1112, 1224-1225, 1166-1169; n, 274, 397, 1098 si bien: I, 2153 si ciertamente; I, 1196 si es verdad que: I, 1196 si quizás: II, 278 si realmente: I, 719 sí, a: I, 1113-1115 sí, estar fuera de: I, 1439-1441 sí, llamar a: II, 1193, 1215 sí, llamar junto a: II, 1523 sí, llevar sobre: II, 1989 sí mismo, de: I, 1113-1115

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índice de palabras castellanas

sí mismo, dominio; I, 11441147 sí mismo, dueno de: I, 11441147 sí mismo, mostrarse a: n, 786 sí mismo, por (lo que sucede): I, 538 sicario: II, 1402 sicómoro: II, 1529 Sidón, de: II, 1401-1402 sidonio: II, 1401-1402 siempre: I, 101, 937, 1230; H, 702 siempre, de una vez para: I, 343-345, 1706-1707 siempre que: II, 608, 616 siervo: I, 1059-1070 siervo, como: I, 1059-1070 siete: 1 ,1563-1565 siete mil: I, 1566 siete veces: I, 1565-1566 siete veces más: I, 1566 signo milagroso: II, 1729-1731 signo que predice: II, 13881396 silbido, con (fuerte): n, 1315 silencio: I, 1804-1805; H, 13991401 silencio, cubrir con; n, 1490 silencio, en: II, 1416 silencio, guardar: I, 1804-1805; II, 1399-1401 silencioso; I, 557 silvestre: I, 69 süla; I, 2103 sillar: I, 1847-1849 sima: ü, 1993-1994, 2066 simiente: n, 1464-1467, 1473, 1474 sin: I, 291, 531; II, 2162-2164 sin embargo: II, 552, 988 sinagoga (edifício de la): n, 1554 sinagoga, excluído de la; 1,439 sinagoga, presidente de la; I, 496 sinceramente: I, 371, 770 sinceridad; I, 369-371, 543 sincero; 1 ,171-180 sino: I, 181-183 siria, mujer: II, 1610 sirio; n, 1612 sirofenicia: n, 1613 sirvienta: II, 681-682 sitiai; I, 646-647 sitiar: II, 891 sitio; n, 1778-1782

simación saludable; I, 2273 situado, desfavorablemente: I, 291 situar alrededor; II, 890-891 soberania: I, 2448-2449 soberano; I, 614-622, 1088, 1157 soberano universal: n, 699-702 soberbio: II, 1877 sobras: n, 898 sobre: I, 1473-1474; n, 882887, 1870-1874 sobre todo; II, 144 sobreabundantemente: n, 1878 sobreestimarse a sí mismo: II, 1879 sobremaduro: II, 1874 sobtepasar; II, 1141,1875, 1877 sobrepujar: II, 1141 sobrevenir: I, 1478, 1492 sobrio: n, 405 sobrio, ser: II, 405 sobrio, volver a ser: I, 255 socorrer; I, 1474; H, 2212-2214 socorro: I, 670 sofocar: II, 1540-1541 soga: n, 1634 sol: I, 1780-1783 solamente; II, 324 solas, a: I, 2241 soldado: n, 1515 soldado con armadura ligera: I, 860 soldado de caballería: I, 2031 soldados, piquete de cuatro: II, 1739 soldados, reclutar; n, 1515 solemnemente, encargar; I, 1397 solícito: II, 1474 solicimd: I, 1512 sóHdo: n, 1495 sólido, hacer: n, 855-856 soHtario: n, 324-330 solo: n, 324-330 solo, estar: II, 324 solo, quedarse: II, 324 soltar: I, 311, 341, 420-421, 544-549; II, 106-109 soltero; I, 706-715 sombra; n, 1433-1435 sombra, cubrir con la: I, 2254, 1522-1525 sombra, dar; 1,1522-1525 sombra, silueta de: II, 14331435

sombrio; II, 1439 sombrio, estar: II, 1439-1440 someter; I, 2218-2219; ü, 790793, 1904-1905 someterse: n, 1870 sometido, no: I, 334 sonda, echar la; I, 671 sonido: I, 1806, 1807, 1808; H, 1950, 2019-2023 sonar: I, 1414 soplar: I, 1369; II, 1900 soplo: n, 1022-1037; n, 1040 soportar: I, 292, 623-625; II, 821-827, 1490, 1906 sordo: I, 2454 sorprendido en el acto mismo: I, 541 sorteo, ser elegido por; II, 1 sosegador: I, 204 sospecha: II, 1899 sospechar: II, 1899 su: I, I1I3-I115 suave; II, 143 suaves, palabras; II, 2106 subir: I, 220-223, 290, 1162, 1351, 1488 subir (a alguien), hacer: I, 1490 subir a bordo, hacer: I, 1352 subir juntos: II, 1567 sublime: II, 197 subordinación; II, 1903-1904 subordinar: n, 1905 subsistência; II, 1475-1476 subsistir: II, 1599-1602 subterrâneo: I, 2259 subyugar: I, 2228 suceder; H, 1135, 1531-1532 sucesivamente: I, 2104-2105 suceso: II, 1105-1106 sucesor: I, 901 suciedad: I, 143; H, 1322-1323 sucio: I, 2094-2103; II, 1322 sucumbir: I, 1806 sudor: I, 1950 suegra: II, 875 suegro: II, 875 suelo: I, 1156 suelo, al: II, 2040 suelo, dejar a ras dei; I, 1156 suelo, tirar al; II, 1302, 1311, 1315 sueno: I, 1414: H, 552-553, 1882-1883 suenos, tener; I, 1414 suerte; I, 2348-2351 suerte, determinar por: I, 2352 suertes, echar: n, 1

suficiência: I, 538 suficiente: I, 456, 1986-1988 suficiente, ser: I, 456 sufrimiento: I, 2157, 21572158; n, 88-94, 477, 669672, 672-673 sufrimiento, expuesto al: n, 672 sufrimientos, soportar: I, 2157, 2157-2158

sufrir; II, 1879 sufrir, capaz de: II, 672 sufrir juntamente con: II, 1523, 1539-1540

sujeto a: I, 1399-1401 sujeto a, estar: I, 1389 sulfúreo; I, 1840 suma de dinero: I, 2301-2302 sumergir: I, 573-585, 1352 sumergirse: I, 2257 suministrar: II, 1162, 2093 sumisión: II, 1903-1904 suntuosamente: II, 13 suntuosidad: II, 1795 superfície: II, 1-I2I9-I223 superior, jefe: I, 2302-2310 superioridad: II, 1878 superstición: I, 849-853 supervisión, ministério de: I, 1522-1527 supervisor: I, 1553-1554 súplica ardiente: I, 1987 suplicar: I, (63-866 suponer: I, 1031-1034; II, 6265, 4I5-4I6 supremo, mando: I, 1764-1766 suprimir: I, 241-242; n , 106109

sur: II, 232 suroeste: n , 61 suscitar; I, 260-275 suspicacia: II, 1899 suspirar: I, 1492-1494; n, 1617 suspirar profundamente: I, 276 suspiro: II, 1492-1494 sustento: I, 950 tabemáculo: II, 1426-1429 Tabemáculos, la Fiesta de: II, 1429-1430 tabla; II, 1358; H, 971 tablilla; H, 933 tablilla para escribir: n, 933 tablón: H, 1358 tacha, sin; I, 290 tal: n, 1773; H, 1773-1774 tal como: I, 516-517, 2091, 2093, 2122-2126

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tal vez; II, 1693 talar; H, 1040-1041 talento: n, 1674-1675 talento, que pesa un; II, 1674 talón; H, 1253, 1630 tallo (de cereales): I, 2165 tampoco; II, 624-625 tan sólo con; I, 2191 tanto como: n, 612-613 tanto más: II, 144-146 tanto que, en; I, 1721-1724, 2119 tapar: II, 1993; II, 891 tara: I, 1832 tardanza; I, 681 tardar: I, 680; n, 517 tarde: I, 1606; n, 667 tarde, Uegar demasiado: II, 1907 tardia, fruta: II, 667 tardia, lluvia: II, 667 tardio: II, 667 tardio, higo: II, 527 tardio, lo que es: II, 667 tardo; II, 454 tarea: I, 1570-1575 Tarso, natural de: II, 1687-1688 teatro (edificio dei); I, 1839 techo: II, 1490 techo, quitar el: I, 424 teja: I, 2300 tejado: I, 1103-1104; E, 1490 tejer: II, 1908; II, 976 tejido: E, 1908 tela, faja de: E, 478 tela, trozo de: II, 2298 temblar: II, 1381-1385, 1787, 1995 temblori, 1792 tembloroso: I, 1291, 1411 temer: E, 1787, 1966-1975 temerário: II, 1777 temeroso de Dios: I, 16651670, 1858 temeroso de Dios, ser: I, 1665 temible: E, 1975-1976 temor: I, 866, 1664-1665; E, 1976-1982 temor de Dios; I, 849-853, 1664-1665 temor, sin; E, 1966-1975 tempestad: 1 ,1911 tempestad, ser sacudido por una: E, 2067 tempestuoso, tiempo: I, 131137; E, 2067-2068 templanza: I, 1144-1147

templo: I, 1956-1958; E, 373379 templo, tesoro dei: I, 2376 templos, (el) saqueador de: I, 1970 templos, el que saquea; I, 1970 templos, saquear: I, 1969 tempranas, cosas: II, 1145 tempranero, fruto: 11, 1145 tempranero, lo: E, 1239 temprano: E, 1145, 1239 tender bacia: E, 594, 1788 tenebroso; I, 541 tener: I, 655-658,1, 1715-1721 tener que: E, 211-214 tentación; E, 862-871 tentado, quien no es: I, 356-357 tentado, quien no puede ser: I, 356-357 tentar: E, 862-871 tercer piso; E, 1790 tercero; E, 1790-1792 tercio: E, 1731-1732 terminación; I, 346, 1282 terminar: I, 439, 936, 1288; II, 1605-1606, 1717 temúnarse: I, 1271 término, llevar a: E, 993-1001 temero: E, 336-337 terremoto: E, 1381-1385 terrenal: I, 1490-1492 terreno: I, 71-72, 741-742, 1490-1492, 2379; II, 20902091, 2162, 2189-2190 terrible: E, 1975-1976 terriblemente; I, 846 território; I, 2352; E, 596, 2157-2159 terror:!, 1813-1816; E, 1255 tesalonicense; I, 1869-1870 tesoro; I, 695, 1881-1886 testificar: I, 1512; II, 168-175, 1585 testificar contra; I, 2241 testigo; E, 181-187 testigo falso: II, 2171-2173 testigo ocular; I, 539, 1561 testigo, primer: II, 1241 testimoniar de antemano: E, 1152 testimonio; E, 175-181 testimonio, dar: E, 168-175 testimonio, dar falso: II, 21712173 testimonio, falso: E, 2171-2173 testimonio, milagro que da: II, 1388-1396

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índice de palabras castellanas

testímonio, sin: I, 194 tetrarca; U, 1738, 1741 tetrarca, gobemar como; n, 1738, 1741 tetrarca, ser; II, 1738, 1741 ti mismo, de: II, 1379 tíbio: n, 2088 tiempo; I, 2139-2147; II, 21482151 tiempo, buen: I, 1652 tiempo, desde hace mucho; I, 1279 tiempo, en aquel: n, 1782-1783 tiempo, en todo; II, 699 tiempo, en un: n, 1097-1098 tiempo fijado: n, 1143 tiempo, hace; II, 687 tiempo, hace mucho: I, 1279 tiempo, lapso de; II, 927-928 tiempo, lo que llega a su debido: I, 1664 tiempo, mal: n, 2067-2068 tiempo, no tener; 1 ,143 tiempo, pasar: n, 2152 tiempo, perder: II, 2152 tiempo, porción de; II, 2198-

tirano; II, 1811 tirar; n, 1460, 1614 tirar violentamente: II, 1460 tirio: n , 1811 tiritar; Ü, 1995 tiro: I, 671 Tiro, de: n , 1811 timbeos, sin; I, 144 toalla: II, 47 tobiUo: n, 1629-1630 tocar: I, 443-444, 1886-1887; II, 1215, 2179-2180 todavia: I, 145, 1626-1627 todavia no; D, 273,277, 628, 630 todo: n, 612-613, 811-817 todo, dei; I, 2119 todopoderoso: n, 699-702 todos a una: II, 534. 694, 811817 tolerable: I, 287-288 toma: H, 1204 tomar; I, 121-122, 880-882; n,

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tiempo que, al; II, 616-617 tiempo, que dura algún; II, 1192-1193 tiempo, tener; I, 1663; n, 1634 tiempos pasados, en: n, 687 tíenda: II, 1426-1429,1433, 1671 tienda de campana: II, 14301431 tiendas de campana, fabricante de; n, 1430 tiemo: I, 342 tierra; I, 336-337, 741-743; H, 508-514 tierra, a: II, 20340 tierra de labranza: I, 740 tierra, debajo de la: I, 2259 tierra, en la; n, 2040 tierra extrana, morar en: 1,1241 tierra, hecho de: II, 2090-2091 tierra, parcela de: n, 2162 tierra, por: n, 856 timidez, sin: II, 1966-1975; cf. miedo timón: n, 926 tínaja para agua: n, 1820 tinieblas: I, 560, 1739-1740; H, 1140-1442 tinta: n, 208-209 tipo: n, 712-716

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tomar a la ligera: n, 523 tomar consigo; II, 755-759 tomar de antemano: II, 11501151

tono: n, 1950 tonteria: II, 54, 352-356 topacio; II, 1777 torbellino; I, 1911 torcer: II, 1516 torcido: II, 1438 tormento; I, 598-599; H, 188189

tomar: II, 261 tomarse; II, 261 toro: n, 336-337, 1690 torpe: I, 529-530 torpemente, obrar: I, 529-530 torre: E, 1280-1281 torrente de inviemo: E, 2067 tórtola; E, 1795 tortura: I, 598-299 torturado, acto de ser: I, 599 torturador: I, 598-599 torturar: I, 598-599; II. 1798 torturar, acto de: I, 598-599 total: E, 525-527, 698-699 totalidad: I, 2380-2390; E, 524 trabajador asalariado: I, 15671570; E, 298, 302-303 trabajar: I, 1567-1570 trabajo; I, 2373-2374; B, 337, 1080 tradición; E, 730-732

traducción; I, 1582-1588 traducir: I, 182-1588; E, 204 traductor: I, 1582-1588 traer: I, 280-282, 1218, 1224, 1329,1467, 2218, 2372; B, 755-759,1160, 1210-1213, 1934-1938 traficante de esclavos: I, 284285 tragar: I, 2248, 2261-2262 traidor: II, 1138-1139 trama: I, 1490 tramar: I, 1384 trampa: I, 1875; E, 669 trampa, hacer caer en la: I, 1875 trampa, hacer caer en una; II, 669 trampa, tender una: II, 669 trampas, enganar con: I, 2254 trancar: I, 2340-2343 tranquilidad: I, 1804-1805 tranquilo: I, 1795-1796, 18041805 tranquilo, dejar: I, 1115-1116 trânsito; E, 793 transitoiiedad: II, 190-191 trascurrir: I, 899 trasfigurar; E, 246-248 trasformación: II, 244 trasformar; B, 246-248, 260261 trasgredir: E, 708-712, 1875 trasgresión: I, 62-68; II, 708712,767-770 trasgresor: E, 708-712 trasladar: E. 204-205, 261, 263 trasladarse; E, 243-244 traslado: E, 244 trasparente; I, 951; E, 1817 traspasado, ser. I, 2243 traspasar: I, 1250; II, 896 trasplantar: E, 204-205, 263 trasquilar: I, 2290 trastomar; I, 260 tratar con: E, 1604 tratar violentamente: I, 2219 trato: II, 528-590, 2105-2106 trato, tener: E, 1526 tratos, maios; I, 2165 trazado de fronteras: E, 601602 trazo (de una letra); I, 2299, 2088-2090 treinta: E, 1788-1789 trenzado; II, 973 trenzar: E, 976

tres: H, 1785-1787 tres mil: II, 1790 tres veces: II, 1790 trescientos: II, 1789 tribu; n, 2009 tribu extrana, de: I, 190 tiibulación; I, 1887-1892, 2165 tribuna: I, 646-647 tribuno: II, 2081-2083 tribus, el pueblo de Ias doce: I, 1103 tributo: I, 2311-2313; H, 17211725, 1989-1990 tributos, oficina de recaudación de: n, 1729 trigo: n, 1411-1412 trigo, harina de: I, 171 trUlar: I, 191 triste, estar: II, 876-877 triste, muy: II, 892 tristeza: I, 2267 triturar: II, 1607-1608 triunfar (sobre): I, 2223 trocar: II, 245-246 trocito: n, 2191-2192 trompeta: II, 1347-1350 trompeta, hacer sonar la: n, 1350 trompeta, tocar la: II, 1350 trompetista: n, 1351 tronco: I, 1041 trono: I, 1902-1907 tropa: ü, 1461-1462, 1514 tropel de gente: n, 1573 tropezar: n, 1198, 1624 tropiezo: II, 1196-1197 tropiezo, libre de: I, 443 trozo (de pan): I, 2335 trueno: I, 683 trueque, algo ofrecido en: I, 320 tu: n, 1446-1447, 1520-1521 tú me has abandonado: I, 1348; II, 1329 tullido: I, 258-259; fi, 761-763 tumba: II, 305, 1690-1692 tumulto; I, 1532; II, 1619, 1686 tumulto, promover un: II, 664 túnica: I, 1511, 1994-1996; H, 2085 túnica, pliegue de una: I, 2371 turbación: II, 1686 tutor: I, 1553-1554 tuyo: n, 1446-1447 ufanarse: II, 2001 ulceración: I, 694 ulteriormente: II, 261-262

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43^

último: I, 1607-1616; H, 1908 ultrajar: I, 659-665, 1114; fi, 79-80 ultraje: I. 659-665; H, 80 unânime; H, 1547 unánimemente: II, 534 uncido a un mismo yugo: II, 1528-1529 unción-.n, 2115-2116 uncir en un mismo yugo: II, 1527 undécimo: I, 1378 ungido; II, 2118-2142 ungir: I, 170; II, 341, 21422146 ungüento: I, 505; II, 1444 únicamente: II, 324único: n, 321-324, 324-330 único, hijo: II, 321-324 unidad: 1, 1397-1398 unido, estar inseparablemente: n, 1195-1196 unido, lo que se está: D, 1545 unir: I, 458; fi, 1524, 1527, 1571-1572, 1599-1602 unirse; II, 1195-1196, 15991602 universo; I, 2380-2390 uno: I, 1215-1218 uno a uno: I, 2103 uno al otro, el: I, 187-188, 1113-1115 unos a los otros, los: I, 187-188 untar: I, 1147, 1560; fi, 1215 usanza; I, 1164-1166 usar: I, 2259 uso; I, 442; 2015-2106 uso de, hacer: II, 2097-2100 utensilio: II, 572-573 útü: I, 1660, 1700; H, 1544, 2105-2108,2214 útil, más; I, 2401 útü, ser: fi, 95, 1542-1544 utilidad: fi, 2212; H, 2214 utilidad, ser de: II, 1532-1533, 2212-2214 utilizar plenamente: I, 2259 uvas: I, 672-673; fi, 1490 uvas, racimo de: I, 672-673

vacuna, res; I, 678-679 vagando, el que anda; n, 971 vaina (de espada): I, 1873 validez, dejar sin; I, 2239-2241 validez, perder: I, 1280-1282 valioso; n, 1757 valor: I, 1832; fi, 1752-1757 valor, de gran: n, 1073, 10731074 valor, de igual: I, 2043 valor, moneda de escaso: I, 2354; n, 48 valor, sin: ü, 189il90 valor, tener: n, 1775-1777 vallado; II, 1993 valle: H, 1924 vamos: I, 876-877 vanagloria: I, 2291 vanidad: II, 190-191 vanüoquio: I, 2295 vano: I, 2291-2295; II, 189-190 vano, en; I, 1175, 2299; fi, 191 vano, hablador: II, 189 vano, hacer: II, 191 vano, mostrarse; II, 191 vapor: I, 533 vara: n, 1295-1296 vara, golpear con una: II, 12941295, 1301-1302 varas, portador dei haz de: II, 1296 variación: II, 760 variado: n, 1050 variado, muy: n, 1064 varón: I, 475 varonilmente, portarse: I, 286 vasija; II, 1475 vaso: n, 1098-1101 vaso, llenar el (con vino mezclado): I, 2300 vástago: I, 734 ve, lo que se: I, 665 veces mayor, muchas: II, 1064 veces, muchas: II, 1064 vecindad, el que vive en la: II, 893 vecindad, vivir en la: II, 893 vecindario (el); II, 1604 vecino/a: I, 723 vegetación: I, 672 vehemencia, con: I, 1688 veinte: I, 1175-1176 veinte mil: I, 1020 vejez: I, 743; II, 690 vela de proa: I, 477 vela, hacerse a la: I, 1282; n ,

vaciar: I, 2295-2297 vacilación, sin: I, 144 vacilar: H, 211-214, 517, 1342, 1345-1346 vacilar, hacer: n , 1345-1346 vacío; I, 2291-2295 vacío, estar: II, 1634

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44*

índice de palabras castellanas

velar; I, 1509; ü, 1882-1883; cf. sueno velar, acción de: n, 1882-1883 velo: I, 2182-2183; H, 889 velo, sin: I, 144 velocidad, con zumbante; II, 1315 veloz: II, 570 ven: I, 1809 vencedor, saUr más que; H, 1878 vencer: I, 1549-1551, 22182219; n , 406-408, 1878 venda: 1,2290 vendar: I, 2219 vender: H, 938, 1283-1284 vendimiar: II, 1794 veneno: I, 2007; H, 1932 venenos, mezclador de: II, 1932 venerable (Augusto): II, 1380 venerable, altamente: I, 23972398 veneración de Dios: I, 1858 venerado: II, 1380 venerar: n, 1380 venga, persona que: I, 12421244 vengador: I, 1242-1244 venganza: I, 1242-1244 vengar: I, 1242-1244 venid aqui; I, 876-877 venida: I, 326; ü, 798-802 venido, ha; I, 103 venido, haber: I, 1771-1773; n, 776-777 venir: I, 1589-1595, 1480-1481, 1519; n, 718, 1167-1169, 1207, 1569, 1599-1602; n , 245, 269, 690, 1193 venta, poner en: I, 2194 ventaja; H, 1878, 2212, 2214 ventaja, lo que no reporta ninguna; 1,191 ventaja, tener: ü, 1141 ventajoso, ser; II, 1542-1544 ventana: I, 1917; n, 1893 ventrflocuo: II, 1268 ver: I, 534, 665-668, 11691172, 1837-1839, 1871-1873; II, 581-588 ver, acción de; II, 580-581 ver con anterioridad; II, 1154 ver con claridad: I, 552, 896 ver, dejarse: n , 575 veracidad, falta de: II, 2177 verano: I, 1869 veras, de; II, 274, 569

veraz, ser: I, 171-180 verdad: I, 171-180 verdad, de: n , 397 verdad, decir la: I, 171-180 verdad, en: I, 206-208 verdaderamente: I, 171-180, 1169, 1763; II, 221 verdadero: I, 171-180 verde (o verdoso): n, 2089 verdugo: I, 598-599; H, 1464 vergonzoso; I, 123 vergonzoso afán de bienes materiales, con: I, 123 vergonzoso, hecho: I, 529-530 vergüenza: I, 529-530, 1411 vergüenza, poner en: I, 22202222

vergüenza, sacar a: II, 719 verificación: I, 1035-1040 verse envuelto en algo: I, 1362; II, 896 verter, lo que se ha de echar a: I, 668 verter sobre; I, 1293-1295, 1558 vespertino: I, 1606 vestido: I, 1379, 1480, 1598, 1996-1997 vestido, andar mal: I, 802 vestido, mal: I, 803-805 vestidura; I, 1994-1997 vestir; I, 215, 216, 1378, 13811383, 1994 vestirse: I, 1378, 1383; II, 888889 vestirse, acción de; 1, 1381 vez, a la: I, 1706-1707 vez de, en; I, 322-325 vez, una; I, 343-345; H, 10971098 vez, una y otra: I, 1280 viajar: I, 1018; H, 471, 10811084, 1541 viajar por tierra: II, 856 viaje; n, 1081; H, 471-477 viaje marítimo: II, 1014 viaje, quien está de: I, 382 viaje, salir de: I, 382 viajeros, grupo de; n, 1602 víbora: I, 521 vicioso: II, 1075-1080 víctima para un sacrifício; II, 1622-1623 victoria: II, 406-408 victoria, privar dei prêmio de la; I, 2215 vid: I, 213-215

vida: I, 656-658, 729-731, 1745-1756, 1817; II, 2182 vida, conservar la; I, 1757 vida, curso de la; I, 1076 vida, dar la: I, 1757, 17591760; II, 1529 vida, dar nueva: I, 226-227 vida, darse la gran: II, 1461, 1795 vida, de larga; II, 143 vida, edad de la: I, 1779-1780 vida, final de la: II, 1717 vida, lo concemiente a la: I, 656-658 vida, modo de: I, 74 vida, periodo de la: I, 17791780 vida, sin: I, 562 vida, volver de nuevo a la: I, 237-238 viejas, propio de: I, 800 viejo, declarar: II, 690 viejo, hacer: II, 690 viejo, hombre; II, 1123-1124 viene, él; I, 103 viento: I, 288-289; H, 10221027, 1040 viento dei nordeste: I, 16751676 viento dei sur(oeste): II, 438 viento huracanado; n , 1-2 viento impetuoso dei sudeste (probablemente): I, 1683 viento, ser agitado por el: I, 288 viento, soplar el; II, 1040 vientre: I, 718-719, 2354-2355 viemes, el: E, 1160 viga; I, 1041 vigilante: II, 2006-2007 vigilante, estar: I, 800-801 vigilar: I, 528-529; E, 772, 2001

vigilar a los muchachos, el encargado de; E, 674-675 vigilia: E, 2003-2005 vigorizar: II, 1495 vigorosamente: I, 1688 vil: I, 632-633 villa con mercado: I, 2453 villam^a: E, 1074-1075 vinagre de vino: E, 569 vínculo: I, 874 vino: E, 515-516 vino agrio; E, 569 vino dulce; 1,756 vina; I, 213-215 vinador; I, 213-215

índice de palabras castellanas violência: I, 648; II, 601 violenta, persona: I, 648-651; n , 1819 violentamente: II, 1624 violento: I, 651 virgen; II, 787-789 virgen, hombre: II, 787-789 virginidad: II, 787 virtud: I, 454 visible: I, 1366-1368; II, 581588, 1917-1919 visible, hacerse: II, 1919-1923, 1924 visible, manifestación: II, 331334 Vision: H, 575-576, 578-581 visiones, tener: I, 1414 visitación: I, 1522-1527 visitar; I, 1520-1522, 2061 vista, estar a la: n, 1147-1148 vista, recuperación de la: I, 225 vista, ser corto de: n, 351 vista, tener a la: II, 1154 visto, el que ha; I, 1561 visto, lo que se ha; II, 578-579 viuda: H, 2078-2081 vivenciar; II, 821-827 víveres: I, 1520 vivienda alquilada: II, 302 viviente, ser: I, 1757-1759 vivificar: I, 1759-1760 vivir: I, 69, 275-278, 658, 793794, 1143, 1745-1756,22692271; n, 893-896, 1526

vivir, (la) manera de: I, 658 vivo, quedar: II, 892 vocación; I, 2165-2177 voces, dar: I, 247,669-670, 2391-2393, 2400

volar; n, 910 volcar: I, 280, 2255 voluntad: I, 1654-1657, 18401843

voluntad, buena: I, 1670-1671; n, 1143-1144 voluntad, de buena; n, 11441145

voluntad, mala: II, 1950-1951 voluntad, porpropia: I, 1296 voluntariamente: I, 1296 voluntário: I, 535, 1279 volver: I, 1472; E, 908, 15161518 volver, hacer; I, 1540-1543 volverse; I, 1540-1543; E, 244, 248, 259, 889, 890-891 vomitar: I, 1353 vômito: I, 1427 vosotros: II, 1856-1857 vosotros, perteneciente a; E, 1858 votar a mano alzada: E, 2076 voto: I, 1697-1700 voz alta, lectura en: L, 236 voz alta, leer en: I, 227-228 voz de mando; I, 2290-2291 vuelta, dar la; 1, 243; II, 15161518

45* vuestro: E, 1858 y: I, 1695-1699, 2122-2126 y a mí; 1,2186, 2091,2190 y allí: I, 2154 y aquél: I, 2154 y de allí; I, 2153 y entonces; I, 2154 y éste: I, 2154 y no: II, 271-272, 278, 624-625, 647 y por cierto: I, 835-840 y realmente: I, 2128 y si: I, 2191 y sin embargo; I, 2153 ya; I, 1769-1770; E, 687 ya no; E, 273-274, 629 ya que: I, 1478 yacer (en cama); I, 2223 yehno: E, 891 yermo; I, 1576-1578 yerro; I, 194-204 yo:I, 1147-1155,2091 yugo: I, 1740-1741 yunta: I, 1726 zafiro: E, 1359 zaguán: E, 1130 zanja; I, 671 zarandear: E, 1315, 1410-1411 zarpar: I, 422, 1282 zarza: I, 143, 625 zelota; I, 1731-1733 zorra: I, 193

í n d i c e d e n o m b r e s p r o p io s

Aarón; I, 1 Abadón; I, 1 Abel: I, 3 Abías: I, 3 Abiatar: I, 3 Abilene: I, 4 Abiúd: I, 4 Abrahán: 1,4-9 Acaico: I, 559 Acaya: I, 558-559 Acaz: I, 557-558 Adán: I, 82-84 Adi: I, 84 Admín; I, 99 Adriático: I, 99 Agabo: I, 11 Agar: 1, 37 Agripa; 1, 69-71 Ajaz: I, 557-558 Ajín: 1, 560 Alejandro: 1, 170-171 Altísimo, el: 11, 1909-1910 Aniinadab: 1, 208 Amón; 1, 217 Amós: 1, 218 Ampliato: 1, 215 Ana: 1,311 Ananías: 255-256 Anás: 1, 312-313 Andrés: 1, 285-286 Andrónico: 1,286-287 Anfípolis: 216 Antioquía: 1, 329 Antipas: 1, 330 Antípatris: 1, 330 Apeles: 1, 358 Apia: 1, 444 Apolión: 1, 409 Apoio: 1, 409-411 Apolonia: 1, 409 Aquila: 1,165-167 Arabia: 1, 447-448 Aram: 1, 448 Arán: 1, 448 Areopagita: 1, 451 Areópago: I, 451 Aretas: 1,454 Arfaxad; 1,482

Arimatea: 1,455 Aristarco; 1, 455 Aristóbulo: 1, 455 Amí: 1, 467 Arquelao: 1, 482-484 Arquipo: 1, 496 Artemas: 1, 475 Artemisa: 1, 475-476 Asá: 1, 506 Aser: 1, 510 Asia: 1, 516-518 Asíncrito: 1, 527 Asos; 1, 521-522 Ataba: 1, 534 Atenas: 1, 106 Augusto: 1, 534 Azoto: 1, 101 Baal; 1, 563 Babilônia: 1, 563-565 Balaam: 1, 568-569 Balaán: 1, 568-569 Balac: 1, 569 Barac: 1, 588 Baraquías: 1, 589 Baijesús: 1, 593 Baijonás; 1, 594 Barrabás: 1, 585-586 Barsabás: 1, 596-597 Bartimeo: 1, 597 Bartolomé: 1, 593 Beelzebul: 1, 633 Belén: I, 641-644 Beliar: 1, 634-636 Benjamín: 1, 636 Beor: 1, 638 Berea: 1, 637 Berenice: 1, 636-637 Bemabé: 1, 594-595 Betábara: 1, 638 Betania: 1, 638-639 Betesda: 1, 639-641 Betfagé; 1, 645-646 Betsaida: I, 644-645 Betzatá: 1, 639-641 Bitinia: 1, 656 Blasto: 1, 659 Boanerges: I, 669

Booz: 1, 670 Bosor; I, 672 Buenos Puertos: 1, 2177-2178 Cafamaún: 1, 2288-2289 Caifás: 1, 2126-2128 Caín; 1, 2128 Cainán: 1, 2128-2129 Caná; 1, 2191-2192 Canaán: 11, 2041 Candace: 1, 2192 Capadocia: 1, 2194-2195 Capemaum: 1, 2288 Cauda; 1, 2274 Cefas; 1, 2327-2329 Ceis: 1, 2290,2331 Cencreas: 1, 2289, 2299 César: 1, 2149-2151 Cesarea: 1, 2151-2153 Cilicia: 1, 2330 Cirene: 1, 2436 Cis: 1, 2331 Clauda: 1, 2335 Claudia: 1, 2335 Cláudio; 1, 2335-2336 Clemente; 1, 2344 Cleofás: 1, 2343 Cleofás: 1, 2353-2354 Cloe: n, 2089 Cnido: 1, 2354 Colosas; I, 2370-2371 Corazín: n, 2093 Coré: 1, 2376 Corinto: 1, 2376-2377 Comelio: 1, 2377 Corozaín: 11, 2093 Cos: 1, 2454 Cosán: 1, 2454 Crescente: 1, 2404 Creta; 1, 2404 Crispo: 1, 2416-2417 Cristo: n, 2118-2142 Cusa; n, 2096 Chipre: 1, 2435-2436 Dalmacia: 1, 829 Dalmanuta: 1, 828 Dámaris; 1, 829

48* Damasco: I, 829-830 Daniel: I, 832 Decápolis: I, 856-857 Demetrio: I, 890 Derbe: I, 866 Dídimo: I, 968-969 Dimas: I, 890 Dionisio: I, 1018-1019 Dióscuros: I, 1019 Diotrefes: I, 1020 Dorcas (gacela): I, 1059 Dmsila: I, 1076-1077 Eber: I, 1118 Efeso: I, 1707-1708 Efraín: I, 1708-1709 Egipto: I, 107-108 Eleazar: I, 1303 Eli; I, 1773 Eliaquín: I, 1326 Elias: I, 1773-1778 Eliezer; I, 1327 Elimas; 1347-1348 Elisabet: I, 1327-1328 Eliseo; 1, 1328 Eliúd: I, 1327 Elmadán: 1 ,1336 Emaús; I, 1355-1357 Eneas; I, 117 Enmanuel: I, 1353-1355 Enoc: I, 1417-1418 Enón: I, 119 Enós; I, 1417 Epafrodito: I, 1475 Epéneto: I, 1467 Er: I, 1795 Erasto: I, 1566 Esaú: I, 1803 Esceva: n, 1423 Eslí: I, 1606 Esmima: II, 1444 Espana: II, 1460 Esrón: 1 ,1606 Eubulo: I, 1652 Eúfrates: I, 1692 Eunice: I, 1670 EurocMón (viento): I, 1683 Eutíco: I, 1689 Eva: I, 1633 Evodia: 1 ,1673 Evodia: I, 1700, 1673 Ezequías: I, 1156 Fálec; U, 1917 Fanuel: II, 1924 Faraón: II, 1924 Fares; H, 1925

índice de nombres propios Febe: II, 1982-1983 Felipe: II, 1959-1961 Félix: n , 1939-1941 Fenice: II, 1985 Fenicia; H, 1983-1984 Festo: n, 1943 Figelo: II, 2002 Filemón: II, 1958 Fileto; n, 1958 Filipos; II, 1959 Filólogo: n, 1961 Flegón: II, 1965 Flegonte; II, 1965 Frigia: II, 2002 Qábata; I, 693 Gabriel; I, 693-694 Gad; I, 694 Galada: I, 698-699 Galia: I, 703, 700-703 Galilea: I, 700-703 Galión: I, 703-704 Gamaliel; I, 704-706 Gayo; I, 696 Gaza: 1, 695 Gedeón: I, 719 Gehenna: I, 719-721 Genesaret: I, 734 Getsemaní: I, 722-723 Gog: I, 807-809 Gomoira: cf. Sodoma Gomorra; ü, 1444-1445 Hacéldama: I, 144 Hades, la región de los muertos: I, 91-92 Hamor; I, 1357 Harán: n, 2065-2066 Henoc: I, 1417-1418 Herodión: I, 1803 Himeneo; H, 1857-1858 Iconio: I, 1987-1989 Idumea: 1950 Ilírico: I, 1993 Isaac: I, 2035-2037 Isabel: I, 1327-1328 Isacar; I, 2055 Isaías: I, 1803 Iscariote: I, 2038-2041 Iscariote; II, 1423 Israel: I, 2043-2051 Italia; I, 2067 Jacob: I, 1931-1932 Jacobo: I, 1932-1938 Jafa; I, 1007

Jairo:I, 1931 Jambrés; I, 1938 Jamor: I, 1357 lana; I, 1938 Janay: I, 1938 Janes; I, 1938-1939 Jarán; II, 2065-2066 Jared; I, 1942 Járet: I, 1942 Jasón; I, 1942 Jecom'as: I, 1970-1971 Jefté: I, 1970 Jeremias; I, 1952 Jericó: I, 1955 Jerusalén; 1 ,1960-1969 Jesé: 1,1970 Jesús: I, 1971-1986 Jezabel: 1,1950 Joanán: I, 2071 Joatán; I, 2071 Job: I, 2081 Joel; 1, 2081 Jonán: I, 2081 Jonás: I, 2081-2083 Jope: I, 2007 Jorán: I, 2083 Jordán: I, 2007 Jorin; I, 2083 Josafat: I, 2083 José: I, 2084-2087 Josec: I, 2088 Josias: I, 2088 Josias: I, 2088 Jotán; I, 2071 Juan: I, 2071-2080 Juana: I, 2071 Judas; 2027-2030 Judea: I, 2008-2011 JuUa: I, 2030 Julio: I, 2030 Junias: I, 2031 Justo; I, 2031 Lamec; II, 10 Laodicea; II, 14-15 Lasea: II, 29 Lázaro: n, 1 Levi; U, 48-49 Libia: n , 55 Licaonia; II, 86-87 Licia; II, 87 Lida: II, 86 Lidia: II, 86 Lisanias: II, 94 Lisias: II, 94 Listra: II, 95 Lod: n , 86

índice de nombres propios Loida: H, 109-110 Lot: II, 110 Lucas: II, 82-83 Lucio: n, 83 Macedonia: II, 136-138 Madián: II, 113-114 Magadán: II, III Mágdala: n , 111 Magdalena: II, I1I-112 Magog; I, 807-809 Maguedón: I, 456-458; II, II2 Mahat: n, 111 Malco: II, 146 Maléleel; II, 143 Malta: E, 210-211 Manaén: II, 148 Manasés: E, 148 Marcos: II, 166-167 Maria: E, 158-166 Marta: II, 157-158 Matán: II, 124 Matán: II, 191 Matat: II, 121 Matat: II, 124 Matat: E, 191 Matatá: E, 192 Matatías: E, 192 Mateo: E, 121-123, 191 Matías: E, 124, 191 Matusalén: II, 125 Meleá: B, 209 Meleleel: II, 210 Melquí: E, 216 Melquisedec: E, 216-218 Mená: II, 221 Menán: E, 125, E, 221 Miguel: E, 303 Mileto: E, 286 Mira: II, 340-341 Misia: 341 Mitilene: II, 303, 351 Moisés: II, 356-362 Moloc: E, 319-320 Naamán: II, 373 Naasón: E, 363 Nacor: E, 380 Nagay: E, 363 Naín: E, 373 Narciso: II, 379 Nasón: E, 304 Natán: II, 371 Natanael: II, 371-373 Naún: E, 379 Nazaret: E, 363-367 Neápolis: II, 381

Neftalí: E, 396 Neri: E, 399 Nicanor: B, 406 Nicodemo: E, 409 Nicolás: E, 409 NicópoEs: II, 410-411 Ninfa: E, 442 Nínive: E, 411 Noé: E, 453-454 Ococías; E, 666 Olimpas: II, 527 Olivos, Monte de los: I, 12961297 Onesíforo: II, 556 Onésimo: E, 556 Pacaciana: E, 686 Pafos: II, 855 Panfdia: E, 694-695 Parmenas: II, 793 Pátara: II, 827 Patmos: E, 841-842 Patrobas: II, 844 Peleg: E, 1917 Pérgamo: E, 882 Perge: II, 882 Pérsida: E, 910 Pilato: E, 929-932 Pirro: E, 1283 Pisidia: E, 941 Poncio: E, 929-932, 1080 Ponto: II, 1080 Porcio: II, 1943 Prisca: I, 165-167 Priscila: I, 165-167 Prócoro; E, 1238 Pudente: II, 1102-1103 PutéoH: II, 1101 Quíos: E, 2085 Quirinio: I, 2436-2437 Ragau: E, 1296 Rajab: II, 1291 Raquel: E, 1304 Rebeca: E, 1304-1305 Refán: II, 1297 Regio: E, 1306 Resá: E, 1310 Roma: E, 1325-1327 Romfán: II, 1297, 1305 Rubén: E, 1317 Rufo: E, 1317 Rut: II, 1317 Sabaot: E, 1329

49^ Sadoc: E, 1342 Safira: I, 255-256 Salâ: E, 1343-1344 Salamina: E, 1344 Salatiel: E, 1344 Salem: E, 1346-1347 Salín; E, 1344-1345 Salmón: E, 1347 Salmone: E, 1347 Salomé: II, 1351 Salomón; E, 1445-1446 Samaria; E, 1352-1355 Samos: E, 1355-1356 Samotracia: E, 1355 Samuel: II, 1356 Sansón: E, 1357 Santiago: I, 1932-1938 Sara: E, 1374 Scirdes: II, 1359-1360 Sardónice: II, 1360 Sarepta: II, 1360-1361 Sarón: E, 1374 Satanás: II, 1374-1377 Saúl: II, 1377-1379 Saulo: I, 1378-1379 Séforis: E, 1357 Seleucia: E, 1385 Sem: E, 1387 Semeín: II, 1386 Senor, el; I, 2437-2448 Sérgio: E, 1388 Seruc: E, 1374, 1388 Set: II, 1387 Sicar: II, 1412, 1619-1620 Sidón: E, 1401 Silas: II, 1402-1404 Siloé: E, 1405 Silvano: II, 1402-1404 Simeas: E, 1405 Simeón: II, 1535-1536 Simón: E, 914-925, 1405-1408 Síntique: II, 1609 Siquén: E, 1620-1621 Siracusa: II, 1609-1610-1611 Siria: E, 1611-1612 Sirte: II, 1613-1614 Sodoma: E, 1444-1445 Sópater: II, 1653-1654 Sóstenes: II, 1654 Susana: E, 1447 Tabita: E, 1671 Tadeo: I, 1809 Tamar: I, 1813 Tértulo: E, 1732 Tesalónica: 1 ,1870 Teudas: 1,1870-1871

50*

Tiatira; I, 1907-1908 Tiberíades: n, 1745-1746 Tiberio: H, 1746-1747 Ticio: II, 1770 Timeo: n, 1750,1, 597 Timón: n, 1760 Timoteo: H, 1758-1760 Tíquico: II, 1816 Tirano; II, 1811 Tiro: n, 1811 Tito: n, 1771-1772 Tolemaida: H, 1255-1256 Tomás; I, 1925-1930

índice de nombres propios Traconítide: II, 1785 Tres Tabernas: II, 1787 Trifena: n, 1705 Trifena: n, 1795 Trifosa: n, 1795 Tróade: H, 1795-1796 Trófimo: H, 1793-1794 Trogilio: II, 1796 Urbano: H, 644 Urías: n, 644 Uzías; n, 478

Yafó: I, 2007 Yodá; I, 2081 Yoram: I, 2083 Yosafat: I, 1083 Zabulón: 1,1725 Zacarias: I, 1725 Zaqueo; 1,1725 Zara: I, 1725 Zebedeo: I, 1725 Zenas: I, 1734 Zeus: I, 1726-1727 Zorobabel: I, 1739

COLECCIÓN «BIBLIOTECA DE ESTÚDIOS BÍBLICOS»

Colección dedicada al estúdio de la Sagrada Escritura. Se comporte de obras clásicas de exégesis, comentários a los libros principales de la Biblia y estúdios monográflcos sobre temas mediante investigaciones fundamentales. Inicio su andadura el afio 1973 con la publicación de la obra Resurrección de Jesús y mensaje pascual, de X. Léon-Dufour. 1. X. Léon-Dufour, Resurrección de Jesús y mistério pascual 2. J. Jeremias, Teologia dei nuevo testamento 4. H. Schlier, La carta a los gálatas 11. G. von Rad, Teologia dei antiguo testamento I 12. G. von Rad, Teologia dei antiguo testamento II 13. G. Bomkamm, Jesús de Nazaret 14. J. Jeremias, Palabras desconocidas de Jesús 23. S. Herrmann, Historia de Israel 24. G. Bornkaimn, Pablo de Tarso 26. L. Coenen, Diccionario teológico dei nuevo testamento I-II 28. L. Coenen, Diccionario teológico dei nuevo testamento III-IV 30. J. Jeremias, Abba. El mensaje central dei nuevo testamento 32. R. Bultmann, Teologia dei nuevo testamento 35. G. Bomkamm, Estúdios sobre el nuevo testamento 36. W. H. Schmidt, Introducción al antiguo testamento 41. E. Schweizer, El Espiritu santo 43. R. E. Brown, La comunidad dei discipulo amado 44. M. Noth, Estúdios sobre el antiguo testamento 46. X. Pikaza, Hermanos de Jesús y servidores de los más pequenos 49. R. E. Brown-J. A. Fitzmyer, Maria en el nuevo testamento 52. H. J. Rraus, Teologia de los salmos 53. H. J. Kraus, Los salmos I (1-59) 54. H. J. Kraus, Los salmos II (60-150) 55. J. Gnilka, El evangelio según san Marcos I 56. J. Gnilka, El evangelio según san Marcos II 57. W. Sehrage, Ética dei nuevo testamento 58. E. Schweizer, La carta a los colosenses 59. H. Kõster, Introducción al nuevo testamento 60. G. Barth, E l bautismo en el tiempo dei cristianismo primitivo 61. U. Wilckens, La carta a los romanos I 62. 63. 65. 68. 69. 70.

U. Wilckens, La carta a los romanos II O. Cullmann, Cristología dei nuevo testamento G. Barbaglio, Pablo de Tarso y los origenes cristianos X. Léon-Dufour, Lectura dei evangelio de Juan I X. Léon-Dufour, Lectura dei evangelio de Juan II X. Léon-Dufour, luectura dei evangelio de Juan m

71. 73. lA. 75.

H. N. U. X.

Schlier, La carta a los efesios Brox, La primera carta de Pedro Luz, El evangelio según san Mateo I Pikaza, El evangelio. Vida y pascua de Jesús

78. M-Y. MacDonald, Las comunidades paulinas 79. A. Vanhoye, Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el N T 81. J. Lambrecht, Peroyo os digo... 82. J. Schlosser, El Dios de Jesús 83. J. Becker, Pablo el apóstol de los paganos 85. F. Bovon, El evangelio según san Lucas I 86. F. Bovon, El evangelio según san Lucas II 88. L. Schenke, La comunidadprimitiva 89. J. Maier, Entre los dos testamentos 90. H. Balz-G. Schneider, Diccionario exegético dei nuevo testamento I 91. H, Balz-G. Schneider, Diccionario exegético dei nuevo testamento II 92. O. Cullmann, La oración en el nuevo testamento 93. S. Vidal, Escritos originales de la comunidad dei discípulo «amigo» de Jesús 94. X. Pikaza, Pan, casa, palabra. La Iglesia en Marcos 95. G. Theissen, Colorido local y contexto histórico en los evangelios 96. X. Léon-Dufour, Lectura dei evangelio de Juan IV 97. R. E. Brown, Introducción a la cristología dei nuevo testamento 98. La Misná, C. dei Valle (ed.) 99. H. W. Wolff, Antropologia dei antiguo testamento 100. G. Theissen-A. Merz, El Jesús histórico 101. F. Contreras, La nueva Jerusalén, esperanza de la Iglesia 102. R. Bultmann, Historia de la tradición sinóptica 103. U. Luz, El evangelio según san Mateo II 104. H. Simian-Yofre, Metodologia dei antiguo testamento 105. M. Karrer, Jesucristo en el nuevo testamento 106. U. Luz, El evangelio según san Mateo III

1. 2. 3. 4. 5.

G. Strecker-U. Schnelle, Introducción a la exégesis dei nuevo testamento E. Schweizer, Jesús, parábola de Dios R. Schnackenburg, Amistad con Jesús E. Schweizer, El sermón de la montana H. Balz, Vocabulário griego dei nuevo testamento

Tel.: 34/ 923 218 203 - Fax; 34/ 923 270 563 - E-mail: [email protected] EDICIONES SÍGUEME - Apdo. 332 - E-37080 SALAMANCA / ESPANA


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