Balz, Horst - Schneider, Gerhard - Diccionario Exegetico Nt 1

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DICCIONARIO EXEGÉTICO DEL NUEVO TESTAMENTO

(a-x)

Horst Balz - Gerhard Schneider

a~~á abba padre

all1Ív amen en verdad aJtootÉA.A,W apostelliJ enviar

B

~aJttt~w

baptiZiJ bautiza r 011, ~ biblos libro ~011A, 1Í , fí e; , ~ boule dec isió n ~ L~A,Oe;,

Yfí, yfíe;, ~ ge tierra yVÜJOLe;, EWe;, ~ gniJsis conoc ImI ento yoaCP1Í, fíe; , 11 graphe Escritu ra

Dfí !we; , 011, Ó demos puebl o DLDaX1Í , fíe;, ~ didache enseñanza M1;a, lle; , ~ doxa gloria ELo1Ív ll , ll e;, ~ el rene paz e1;o11oLa , ae;, ~ exousia autorid ad EuayyÉA,LOV , 011 , tÓ euaggelion evangeli o

~ ~fíA,oe; , ~ ll tÉW ~cpov,

011, Ó zelos celo zeteo buscar 011, tÓ ziJon ser viviente

~ DOV 1Í , fíe; , ~ he done pl acer ~l-tÉoa, ae;, ~ heme ra día ~o11XLa, ae;, ~ hesychia tra nquilidad

6ávatoe;,011,Ó ~anaMs muerte 6EÓe;, oú, Ó (~) theos Di os (d iosa) 6úoa, ae; , ~ thyra puerta rDLOe;,3 idios peculi ar LOx110Óe;,3 ischyros fuerte ' Ill OOúe;, oú, l esous Jesús 'X. xaLoóe;, OÚ, ó kai ros momento xEcpaA,T] , fíe; , ~ kephale cabeza XÓOl-tOe;, 011, Ó kosmos mundo

Biblioteca de Estudios Bíblicos

BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BÍBLICOS

90 Colección dirigida por Santiago Guijarro Oporto

HORSTBALZ GERHARD SCHNEIDER

(Eds.) ,/

DICCIONARIO EXEGETICO DEL NUEVO TESTAMENTO 1

Traducido por CONSTANTINO RUIZ-GARRIDO

TERCERA EDICIÓN

EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2005

PRÓLOGO

Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín Título del original alemán: Exegetisches Worterbuch zum Neuen Testament I-I1 © W. Kohlhammer GmbH, Stuttgart 21992 © Ediciones Sígueme S.A.U., 1996 CI García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España

Tlf.: (34) 923 218203 - Fax: (34) 923 270 563 e-mail: [email protected] www.sigueme.es ISBN: 84-301-1283-9 (obra completa) ISBN: 84-301-1284-7 (volumen 1) Depósito legal: S.596-2005 Impreso en España / Unión Europea Imprime: Gráficas Varona S.A. Polígono El Montalvo, Salamanca 2005

El Diccionario Exegético del Nuevo Testamento (DENT), cuyo primer volumen tiene ante sus ojos, se sitúa en la tradición del Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament que justamente ahora, 46 años después de la aparición del primer volumen, ha finalizado su publicación. El Diccionario exegético del Nuevo Testamento se siente deudor del Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament y no puede discutirle que para más de una generación de investigadores ha constituido una documentación excepcional -y durante largo tiempo la única- para e! trabajo exegético. Este nuevo Diccionario exegético es la respuesta pertinente a la gran cantidad de cambios y nuevos enfoques en la discusión científica especializada así como en el ámbito docente y práctico sobre el Nuevo Testamento. Ha de quedar listo en poco tiempo para estar a disposición del usuario como una ayuda cerrada en sí misma y homogéneamente concebida para la interpretación del texto. El Diccionario exegético del Nuevo Testamento tuvo, desde e! principio, un planteamiento interconfesional. Sus numerosos colaboradores son exegetas católicos y protestantes del área de la lengua alemana, de otros países europeos y también del otro lado del océano. Estamos, por consiguiente, ante un diccionario que constituye una muestra de colaboración universal a la comprensión del Nuevo Testamento. El Diccionario exegético del Nuevo Testamento colma las exigencias de un diccionario sobre los escritos neotestamentarios, porque presenta todos los vocablos del texto griego, incluidos los nombres propios, alfabéticamente ordenados. En cada vocablo se ofrecen los datos precisos para su traducción y exégesis. El mayor interés se centra en la comprensión de cada palabra en su contexto. Las palabras cuya raíz y significado coinciden se tratan casi siempre juntas. La especificidad y el objetivo de! Diccionario exegético del Nuevo Testamento está precisamente en su limitación al vocabulario del Nuevo Testamento, pero también en su completo tratamiento y en e! subrayado de los contextos exegéticos y teológicos, así como de los fundamentos históricos precisos. Se presta igualmente atención a las nuevas orientaciones lingüísticas, pero no subyace ningún sistema concreto de teoría lingüística. En cuanto es posible, los artículos parten siempre de los estratos más antiguos de la tradición, de donde se toma el vocablo correspondiente como portador de sentido. También se abordan los sentidos posteriores sin que la idea de una evolución o de una configuración gradual quiera diseñar esquemáticamente la exposición. La confrontación con el abundante material extraneotestamentario se va haciendo en el lugar oportuno (y no en un apartado «de historia de las religiones»). Los editores responden de los pequeños artículos que no están firmados nominalmente. El Diccionario exegético del Nuevo Testamento debe prestar un servicio a los hombres de ciencia, a los párrocos y a los estudiantes. Se parte siempre de la lengua griega. Pero este trabajo debe ser también accesible a quienes no dominan ni e! hebreo ni e! griego. Por ello todas las palabras hebreas se transliteran y los términos griegos se ponen a la vez en su forma original y en su transliteración. Un índice de palabras en castellano ayudará a que las encuentren quienes no están habituados a partir de palabras griegas.

VIII

PLAN DEL DENT

Prólogo

Como editores tenemos que dar las gracias, primero a todos los colegas que han intervenido en esta obra común y que han colaborado en ella. No pocas veces la elaboración del artículo del Diccionario les obligó a posponer otros trabajos. Tenemos que dar también las gracias a una larga lista de anónimos colaboradores en muchos trabajos relacionados con el diccionario. Finalmente estamos también muy agradecidos a los trabajadores de la imprenta, que hicieron un trabajo concienzudo, así como a la editorial. Nuestros mejores deseos acompañan al Diccionario exegético en su camino hacia aquellos que «sobre el terreno» participan en la interpretación y anuncio del mensaje btblico.

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN La primera edición del Diccionario exegético del Nuevo Testamento apareció en entregas parciales entre agosto de 1978 y octubre de 1983. Los tres volúmenes se completaron en los años 1980, 1981 y 1983. Con el tiempo el diccionario se ha acreditado en la praxis de la Iglesia yen la exégesis científica. Para muchos investigadores constituye un instrumento de trabajo imprescindible. Entretanto, se están preparando traducciones al inglés (en Estados Unidos), japonés, italiano y castellano. Nos alegramos de poder ofrecer ahora la segunda edición del Diccionario exegético'del Nuevo Testamento. Hay que agradecer a la editorial W. Kohlhammer que haya hecho posible la segunda edición mejorada y renovada del Diccionario exegético del Nuevo Testamento con el esmero a que nos tiene acostumbrados. HORSTBALZ

1. La base del texto del DENT es la tercera edición The Greek New Testament (New YorkLondon-Stuttgart 1975) o la vigesimosexta edición de Nestle-Aland, Novum Testamentum Graece (editada por K. Aland-M. Black y otros, Stuttgart 1979). Con el texto de ambas coincide la Vollstandige Konkordanz zum griechischen Neuen Testament, editada por K. Aland y otros (2 vols., Berlin 1975ss). Pero a los autores del DENT se les dio la libertad de apartarse de la base de este «texto normal». El DENT es, conscientemente, un «diccionario de términos», es decir, estudia los términos y vocablos que aparecen en el Nuevo Testamento, y no pretende ser una «enciclopedia de temas».

2. Además de los términos del NT referidos arriba, este Diccionario también recoge las variantes textuales más importantes. De este modo el diccionario puede ser utilizado con cualquier otra edición del Nuevo Testamento griego. 3. Todas las entradas del diccionario se pondrán en negrita. Los sustantivos irán acompañados de la desinencia de genitivo y del artículo; los adjetivos y pronombres aparecerán con las desinencias de género. A la palabra griega y a su transcripción (en cursiva) sigue la traducción castellana; en algunos casos aparecerá una selección de los significados documentados. Si la palabra clave se trata en otro vocablo, se indica con el signo --->.

GERHARD SCHNEIDER

4. Los nombres propios bíblicos siguen la grafía de las modernas ediciones de la Biblia, aunque en ellos no hay completa uniformidad (La Biblia, de la «Casa de la Biblia», Madrid 31995; Biblia del Peregrino, Estella 1996) y del Diccionario enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, así como del Atlas btblico Oxford, Estella 1988. 5. En la selección bibliográfica al comienzo de cada artículo reside el centro de gravedad para nuevos trabajos. Los autores están ordenados alfabéticamente. Dentro del artículo, las referencias bibliográficas se hacen de forma abreviada. También al final de los artículos cortos, sin firmar, hay indicaciones bibliográficas abreviadas. El índice detallado de las abreviaturas está en las páginas XV-XXIV. 6. De los artículos firmados nominalmente son responsables sus autores. Lo mismo vale para las selecciones bibliográficas. Los editores se han limitado a una pura elaboración formal de estos artículos y a corregir errores evidentes. Los mismos autores han corregido sus correspondientes galeradas. 7. De los artículos (breves) que no llevan firma responden los editores. Puesto que el DENT no se reduce a una enciclopedia de temas (con la problemática de un principio selectivo correcto), se incluyen los vocablos que raramente aparecen o que son hapaxlegomenon.

x

Plan del DENT

AUTORES DEL PRIMER VOLUMEN

8. La estructuración del artículo se efectúa conforme a un triple sistema: 1. b) 3). En los artículos extensos se ofrece al principio un sumario. A veces, los párrafos se destacan poniendo en cursiva algunas palabras clave. 9. La transliteración de los signos griegos y hebreos se hace de acuerdo con la tabla de la

p. XXXv. 10. Se utilizan los siguientes signos: en el encabezamiento, tras la última palabra de la traducción hay un asterisco (*) cuando el artículo (o el párrafo) trata o al menos indica todas las apariciones en el Nuevo Testamento (teniendo en cuenta las ediciones a que nos hemos referido en el n. 1). Con el signo --+ se indica el lugar del DENT en que se trata el respectivo vocablo o donde hay información sobre el tema mencionado. 11. Al final de la obra se ofrece un índice de palabras en castellano así como un índice de los nombres propios que aparecen en el Nuevo Testamento.

Annen, Dr. Franz, profesor, Chur (Suiza) Balz, Dr. Horst, profesor, Bochum ., Barth, Dr. Gerhard, profesor, Wuppertal Bartsch, Dr. Hans-Werner, profesor, Frankfurt a. M.; falleclO en 1893 Bauer, Dr. Johannes B., profesor, Graz (Austria) Baumbach, Dr. Günther, docente, Berlín; ahora profesor Baumgarten, Dr. JOrg, Colonia Beilner, Dr. Wolfgang, profesor, Chicago (USA) Betz, Dr. Hans Dieter, profesor, Chicago (USA) Betz, Dr. Otto, profesor, Tubinga Beutler, Dr. Johannes, profesor, Frankfurt a. M. Bieder, Dr. Werner, profesor, Basilea (Suiza) BHiser, Dr. Peter, profesor, Padernborn Bocher, Dr. Otto, profesor, Maguncia Borse, Dr. Udo, profesor, Bonn Bouwman, Dr. Gijs, profesor, Tilburg (Holanda) Broer, Dr. Ingo, profesor, Siegen Bühner Dr. Jan-Adolf, Mossingen Busse, Dr. Ulrich, Bamberg; ahora profesor en Duisburg Dabelstein, Dr. Rolf, Uetersen Dautzenberg, Dr. Gerhard, profesor, GieBen Dormeyer, Dr. Detlev, profesor, Münster i. Br. Eckert, Dr. Jost, profesor, Tréveris Elliger, Dr. Winfried, Tübingen Ernst, Dr. Josef, profesor, Padernborn Fendrich, Herbert, Essen; ahora Dr. Fied1er, Dr. Peter, docente; ahora profesor Fitzmyer, Joseph A., profesor, Washington, D. C. (USA) Frankemolle, Dr. Hubert, profesor, Paderborn Friedrich, Dr. Gerhard, profesor, Kiel; falleció en 1986 Friedrich, Dr. Johannes H., Nurenberg; ahora en Jerusalén Fuchs, Dr. Albert, profesor, Linz a.d.D. (Austria) Giesen, Dr. Heinz, profesor, Hennef Glaswell, Dr. Mark R., docente en Nsukka (Nigeria); ahora en Saffron Walden (Inglaterra) Goldstein, Dr. Horst, Worpswede; ahora en Lilienthal Grimm, Dr. Werner, Bretzfeld-Bitzfeld Haacker, Dr. KIaus, profesor, Wuppertal Hackenberg, Wolg¡mg, Ennepetal; ahora en Witten Hainz, Dr. Josef, profesor, Frankfurt a. M. Hartman, Dr. Lars, profesor, Uppsala (Suecia) Hasler, Dr. Victor, profesor, Berna (Suiza) Haufe, Dr. Günther, profesor, Greifswald

XII

Autores del primer volumen

Hegermann, Dr. Harald, profesor (Munich) Heiligenthal, Roman, Sexau; ahora profesor Dr., Freiburg i. Br. HeB, Adolf Johann, Kiel Hofius, Dr. Otfried, profesor, Padernborn; ahora en Tübingen Hollander, Dr. Harm W., Leiderdorp (Holanda); ahora en Haarlem (Holanda) Holtz, Dr. Traugott, profesor, Halle Horstmann, Axel, Hamburg Hübner, Dr. Hans, profesor, Düsseldorf; ahora en Gotinga Kellermann, Dr. Ulrich, docente, Mühlheim Kertelge, Dr. Karl, profesor, Münster i. W. Kirchschlager, Dr. Walter, Viena (Austria); ahora profesor, Lucerna (Suiza) Knoch, Dr. Otto, profesor, Passau Kohler, Wilhelm, docente, Wuppertal Kramer, Dr. Helmut, profesor, Bethel; falleció en 1990 Kraft, Dr. Dr. Heinrich, profesor, Kiel Kratz, Dr. Reinhard, profesor, Viena (Austria) Kremer, Dr. Jacob, profesor, Viena (Austria) Kretzer, Dr. Armin, Würzburg Kuhli, Horst, maestro en teología, Konigstein Kuhn, Dr. Heinz-Wolgang, profesor, Heidelberg; ahora en Munich Lambrecht, Dr. Jan, profesor, Lovaina (Bélgica) Lampe, Peter, Gottingen; ahora profesor doctor en Richmond, Va. (USA) Larsson, Dr. Edvin, profesor, Oslo (Noruega) Lattke, Dr. habilitado Michael, Augsburg; ahora Lector, Brisbane (Australia) Légasse, Dr. Simon, profesor, Toulouse (Francia) Leivestad, Dr. Ragner, profesor, Aas (Noruega) Leroy, Dr. Herbert, profesor, Augsburg Limbeck, Dr. Meinrad, Stuttgart Lüdemann, Dr. Gerd, docente, Gotinga; ahora profesor Luz, Dr. Ulrich, profesor, Gotinga; ahora en Berna (Suiza) Mahoney, Dr. Robert, Saarbrücken Mayer, Dr. Bernhard, profesor, Eichstatt Merk, Dr. Otto, profesor, Erlangen Merkel, Dr. Helmut, docente, Erlangen; ahora profesor en Osnabrück Merklein, Dr. Helmut, profesor, Wuppertal; ahora en Bonn Michel, Dr. Otto, profesor, Tubinga van der Minde, Dr. Hans-Jürgen, Padernborn; ahora en Calden Müller, Dr. Christoph, Berna (Suiza) Müller, Dr. Paul-Gerd, profesor, Stuttgart; ahora en Tréveris Niederwimmer, Dr. Kurt, profesor, Viena (Austria) Nützel, Dr. Johannes M., Freiburg i. Br.; ahora profesor en Münster i. W. Oberlinner, Dr. Lorenz, Freiburg i. Br.; ahora profesor von der Osten-Sacken, Dr. Peter, profesor, Berlín Patsch, Dr. Hermann, Munich Paulsen, Dr. Henning, profesor, Maguncia; ahora en Hamburgo Pedersen, Sigfred, lector, R!ilnde (Dinamarca) Peisker, Dr. Carl-Heinz, Mühlheim; falleció en 1980 PeppermüIler, Dr. Dr. Rolf, Bochum; ahora en Bonn Pesch, Dr. Rudolf, profesor, Frankfurt a. M.; ahora en Munich Pesch, Dr. Wilhelm, profesor, Maguncia Petzke, Dr. Gerd, Kelkheim

XIII

Autores del primer volumen

Plümacher, Dr. Eckhard, Berlín Pohlmann, Dr. Wolfgang, docente, Celle; ahora profesor, Lüneburg Popkes, Dr. Wiard, docente, Hamburgo Porsch, Dr. Felix, Stuttgart; ahora profesor en St. Augustin Pridick, Dr. Karl-Heinz, docente, Wuppertal Radl, Dr. Walter, Bochum; ahora profesor en Augsburg Reicke, Dr. Bo, profesor, Basilea (Suiza); falleció en 1987 Rissi, Dr. Mathias, profesor, Richmond, Va. (USA); ahora en Ritz, Hans-Joachim, Bochum; ahora en Schwelm Rohde, Dr. Joachim, Berlín Roloff, Dr. Jürgen, profesor, Erlangen Ruckstuhl, Dr. Eugen, profesor, Lucerna (Suiza)

~tonington,

Me. (USA)

Sanger, Dr. Dieter, Bretten; ahora docente en Flensburg Sand, Dr. Alexander, profesor, Bochum Schaller, Dr. Berndt, Gottingen Schenk, Dr. Wolgang, Berlín; ahora profesor en Eppstein Schille, Dr. Gottfried, Borsdorf junto a Leipzig Schmithals, Dr. Walter, profesor, Berlín Schneider, Dr. Gerhard, profesor Bochum Schnider, Dr. Franz, Freising; ahora profesor en Ratisbona Schoenborn, Dr. Ulrich, docente, Sao Leopoldo (Brasil); ahora en Wetter-Mellnau Schottroff, Dr. Luise, profesor, Maguncia; ahora en Kassel Schramm, Dr. Tim, profesor, Hamburgo Schroger, Dr. Friedrich, profesor, Passau Schunack, Dr. Gerd, profesor, Marburgo Schwank, Dr. Benedikt, profesor Beuron/Jerusalén Staudinger, Dr. Ferdinand, profesor, St. Polten (Austria) Stenger, Dr. Werner, profesor, Colonia; falleció en 1990 Strecker, Dr. Georg, profesor, Gotinga Strobel, Dr. August, profesor, Neuendettelsau; ahora en Jerusalén Thyen, Dr. Hartwig, profesor, Heidelberg Trilling, Dr. Wolgang, docente, Leipzig Trurnmer, Dr. Peter, docente, Graz (Austria) UntergaBmair, Dr. Franz Georg, docente, Padernborn; ahora profesor en Osnabrück Volkel, Martin, Dortmund Walter, Dr. Nikolaus, docente, Naumburg; ahora profesor en Jena Wanke, Dr. Joachim, docente, Erfurt; ahora profesor, obispo Weder, Dr. Hans, docente, Zurich (Suiza); ahora profesor Weiser, Dr. Alfons, profesor, Vallendar WeiB, Dr. Hans-Friedrich, profesor, Rostock WeiB, Dr. Konrad, profesor, Rostock; falleció en 1979 Wolter, Dr. Michael, Berlín; ahora profesor Bayreuth Wrege, Dr. Hans-Theo, Schleswig Zeller, Dr. Dieter, docente, Freiburg i. Br.; ahora profesor en Maguncia Zmijewski, Dr. Josef, docente, Bonn; ahora profesor en Fulda Los breves artículos no firmados de los siguientes bloques fueron redactados por los editores: columnas: 1-213,357-535,773-1024,1303-1484, 1715-2081,2300-2454 (G. Schneider) columnas: 214-356, 536-771, 1031-1301, 1488-1710,2083-2300 (H. Balz)

ABREVIATURAS

1. Libros bíblicos y escritos extracanónicos a) Antiguo Testamento Abadías Abd Ag Ageo Am Amós Cantar de los cantares Cant I Crón I Crónicas 2 Crón 2 Crónicas Daniel Dan Deuteronomio Dt Eclesiastés Ecl Esd Esdras Ester Est Éxodo Ex Ezequiel Ez Génesis Gén Hab Habacuc 1saías 1s (Dtls; Tris) Deuteroisaías, Tritoisaías Jeremías Jer JI Joel Job Job

Jon Jos Jue Lam Lev Mal Miq Nah Neh Núm Os Prov I Re 2Re Rut I Sam 2Sam Sal Sof Zac

Jonás Josué Jueces Lamentaciones Levítico Malaquías Miqueas Nahún Nehemías Números Oseas Proverbios I Libro de los reyes 2 Libro de los reyes Rut 1 Libro de Samuel 2 Libro de Samuel Salmos Sofonías Zacarías

Los libros deuterocanónicos (según las ediciones católicas de la Biblia) o apócrifos (según las ediciones protestantes), que aparecen únicamente en la versión de los Setenta, se citan con las siguientes siglas: AdDan AdEst Bar Eclo EpJer

Adiciones [gr.] a Daniel Adiciones [gr.] a Ester Baruc Eclesiástico Epístola de Jeremías

Jdt 1 Mac 2Mac Sab Tob

Judit 1 Libro de los macabeos 2 Libro de los macabeos Sabiduría Tobías

Cuando se toma la cita de la Setenta, aparecerá después de la cita la indicación LXX. b) Nuevo Testamento Ap Apocalipsis Col Carta a los colosenses 1 Cor 1 Carta a los corintios 2 Cor 2 Carta a los corintios Ef Carta a los efesios Flm Carta a Filemón Flp Carta a los filipenses Gál Carta a los gálatas Heb Carta a los hebreos Hech Hechos de los Apóstoles Jds Carta de Judas Jn Evangelio según san Juan Un 1 Carta de Juan 2 Jn 2 Carta de Juan

3 Jn Lc Mc Mt 1 Pe 2 Pe Rom Sant 1 Tes 2 Tes 1 Tim 2Tim Tit

3 Carta de Juan Evangelio según san Lucas Evangelio según san Marcos Evangelio según san Mateo 1 Carta de Pedro 2 Carta de Pedro Carta a los romanos Carta de Santiago 1 Carta a los tesalonicenses 2 Carta a los tesalonicenses 1 Carta a Timoteo 2 Carta a Timoteo Carta a Tito

Para los testigos de la tradición textual del Nuevo Testamento se utilizan las abreviaturas de NestleAland (NTG) o de The Greek New Testament (GNT), a excepción de «Koiné» y «Sin».

XVI

Abreviaturas

Abreviaturas

c) Escritos extracanónicos y Padres apostólicos AntBibl ApAbr ApBar (gr) ApBar (sir) ApEI ApEsd (gr) ApEz ApMos ApPe ApSid ApSof Arist Aristób Ascls AsMos Bem CD 1 Clem 2Clem Did Diogn EpJer EpSant 3 Esd 4 Esd 5 Esd 6 Esd EvEb EvEg EvFel EvHeb EvNaz EvPe EvTom EvVer HechAndr HechJn

Antigüedades bíblicas del PseudoFilón Apocalipsis de Abrahán Apocalipsis de Baruc (griego) Apocalipsis de Baruc (siríaco) Apocalipsis de Elías Apocalipsis de Esdras (griego) Apocalipsis de Ezequiel Apocalipsis de Moisés Apocalipsis de Pedro Apocalipsis de Sidrac Apocalipsis de Sofonías Carta de Aristeas Aristóbulo Ascensión de Isaías Asunción de Moisés Carta de Bemabé Escrito de Damasco (de El Cairo) 1 Carta de Clemente 2 Carta de Clemente Didaché Carta a Diogneto Epístola de Jeremías Epístola de Santiago 3 Libro de Esdras 4 Libro de Esdras 5 Libro de Esdras 6 Libro de Esdras Evangelio de los ebionitas Evangelio de los egipcios Evangelio de Felipe Evangelio de los hebreos Evangelio de los nazarenos Evangelio de Pedro Evangelio de Tomás Evangelium veriatatis Hechos de Andrés Hechos de Juan

HechPab HechPe HechTom Hen (et) Hen (gr) Hen (heb) Hen (esl) Herm (m, s, v) Ign

InfTom Jub JyA KgPe Laod 3 Mac 4Mac MartIs MartPol OdSI OrMan ParJer Polic ProtEv SalSI Sib TestAbr TestJob TestXII

VidAd VitProph

Hechos de Pablo Hechos de Pedro Hechos de Tomás Apocalipsis de Henoc (etiópico) Apocalipsis de Henoc (griego) Apocalipsis de Henoc (hebreo) Apocalipsis de Henoc (eslavo) (Pastor de) Hermas (mandata, similitudines, visiones) Ignacio de Antioquía (Ef[esios], Magn[esios], Fil[adelfos]. Pol[icarpo], Rom[anos], Esm[imiotas], Tral[ianosJ) Relato de la infancia, de Tomás Libro de los Jubileos José y Asenet Kerygma Petri Carta a los laodicenses 3 Libro de los Macabeos 4 Libro de los Macabeos Martirio de Isaías Martirio de Policarpo Odas de Salomón Oración de Manasés Paralipomena Jeremiae Carta de Policarpo Protoevangelio (de Santiago) Salmos de Salomón Sibilinos (oráculos) Testamento de Abrahán Testamento de Job Testamento de los doce patriarcas (As[er], Benljamín], Dan, Gad, Is[acar], Jos[é] Jud[á], Lev[í], Nef[talí], Rub[én], Sim[eón], Zab[ulónJ) Vida de Adán y Eva Vitae prophetarum

d) Textos de Quamrán

lQDt" lQDtb 1 QDM (lQ22) 1 QapGén lQH

1 Manuscrito del Deuteronomio 2 Manuscrito del Deuteronomio Discursos de Moisés Apócrifo del Génesis Rollo de los himnos (hodayot)

lQIs" lQIsb lQM lQMyst (lQ27) 1QpHab

1 Manuscrito de Isaías 2 Manuscrito de Isaías Rollo de la guerra Libro de los secretos Comentario de Habacuc

pMiq Comentario de Miqueas pSof (IQI5) Comentario de Sofonías 1QS Regla de la secta 1QS' (1 Q28') Regla complementaria lQSb(IQ28 b) Libro de las bendiciones 4QDt 32 Manuscrito Dt 32 4QEx' Manuscrito del Exodo 4QFlor Florilegio 4QPatr Bendición de los Patriarcas Comentario a Os 4, 15 4QpOs' 4QpOSb Comentario a Os 2, 8.10.11-13 4QpIs' Comentario a Is 10, 28-11, 14

XVII

4QpIs b 4QpIs' 4QpI sd 4QpNah 4QpPs 37 4QPrNab 4QSam3 4QSamb 4QTest 4QTestLevi 6QD 11 QtgJob

Comentario a Is 5 Comentario a Is 30, 15-18 Comentario a Is 54, 11-12 Comentario de Nahún Comentario al salmo 37 Oración de Nabonid 1 Manuscrito de Samuel 1 y II 2 Manuscrito de Samuel 1 y II Testimonia Testamentum Levi Escrito de Damasco (Fragmentos) Targum de Job

jSan 2, 21b

Talmud jerosolimitano (palestinense), Tratado Sanedrín, capítulo 2, hoja 21, columna 2. GénR, Mek, SifraLev, Sifre, MidrEcI (por ejemplo)

e) Literatura rabínica

Se utilizarán las abreviaturas normales. Ejemplos:

San 1,4 TosSan 1,4 bSan 31a

Misná, Tratado Sanedrín, capítulo 1, § 4 Tosefta, Tratado Sanedrín, capítulo 1, § 4 Talmud babilónico, Tratado Sanedrín, hoja 31, columna 1.

Midrasim

f) Textos de Nag Hammadi

Fuera de las siglas indicadas en el apartado c), las citas y uso de abreviaturas serán tomadas de Gnosis und Neues Testament, editado por K.-w. Troger, Gütersloh 1973, 20s.

XVIII

Abreviaturas

2. Autores y escritos griegos, latinos, judíos y cristianos (Las cifras romanas indican siglos) Aecio Amideno VI p.C. (ed. A. Olivieri, CMG VUIIl-2 1935,1950) Agustín IVN p.e. (PL 32-47 1845ss; CSEL 12, 25, 28, 33, 34, 36, 40, 41, 43, 44, 47, 51, 52, 57,58,60,63,74,77,80,841887ss) CivD = De Civitate Dei [La Ciudad de Dios]; Cresc = Contra Cresconium; Ep = Epistulae [Cartas]; Faust =Contra Faustum Manichaeum; JohEvTract = In lohannis Evangelium Tractatus; SctVirg = De Sancta Virginitate; Serm = Sermones Aleifronte U p.e. (ed. A. R. Benner-F. H. Fobes, 1949, reimpresión 1962) Alejandro de Afrodisia IIIIII p.C. (ed. I. Bruns, Supplementum Aristotelicum lI/1-2 1887, 1892) An = De Anima; Fat = De Fato Ambrosio IV p.e. (CSEL 32,62,64,73 1897ss) Amiano Marcelino IV p.C. (ed. e. U. Clark-L. Traube-W. Heraeus, U-U '1963) Anacreonte VI a.e. (ed. D. L. Page, 1962) Anaxágoras V a.e. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker U "1964) Anaximandro VI a,C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker 1 "1964) Anaxímenes VI a.e. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker I "1964) Andócides V a.e. (ed. G. Dalmeyda, 21960) Anecdota Graeca (ed. J. F. Boissonade, I-V 18291833) Antifonte V a.e. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker U "1964) Apiano JI p.C. (ed. P. Viereck-A. G. Roos, I-U 1939,1905; I reimpresión 1962) BellCiv = Bella Civilia Romana; RomHist = Romanae Historiae Apolonio Díscolo JI p.C. (ed. R. Schneider-G. Uhling, Grammatici Graeci lI/1-3 1878-1910) Synt =De Syntaxi Apolonio de Rodas m a.e. (ed. H. Frlinkel, 1961) Apuleyo II p.C. (ed. R. Helm-P. Thomas, I-U 1908, 1913; I 31955; TI '1959) Met =Metamorphoses Aquiles Tacio 11 p.C. (ed. E. Vilborg, 1955) Areteo Médico JI p.C. (?) (ed. C. Hude, CMG JI '1958) Arg =Argumentum Arístides TI p.e. (ed. E. Goodspeed, Die ¿¡ltesten Apologeten, 1914) Apol = Apología Aristófanes VIIV a.C. (ed. V. Coulon-H. van Daele,I-V 1923-1930; reimpresiones)

Ach = Acharnenses; Av = Aves; Eccl = Ecclesiazusae; Eq = Equites; Lys ,= Lysistrata; Nu = Nubes; PI = Plutus; Ra =Ranae;,Thes =Thesmophoriazusae; Vesp = Vespae Aristóteles IV a.C. (ed. I. Bekker y otros, 1831ss; 21960ss) An = De Anima [Acerca del alma]; AnPost = Analytica Posteriora [Analíticos Segundos]; AnPri = Analytica Priora [Analíticos Primeros]; Cael = De Caelo; Cat = Categoriae [Categorías]; EthEud = Ethica Eudemia; EthM = Ethica Magna; EthNic = Ethica Nicomachea; GenAn = De Generatione Animalium [Investigación sobre los animales]; GenCorr = De Generatione et Corruptione [Acerca de la generación y la corrupción]; HistAn = Historia Animalium; Metaph = Metaphysica [Metafísica]; Meteor = Meteorologica; MotAn = De Motu Animalium; Oec = Oeconomica; PartAn = De Partibus Animalium; Phys = Physica [Física]; Poet = Poetica; PoI = Politica; Probl = Problemata; Rhet = Rhetorica; Spir =De Spiritu Arrio Dídimo la/p.C. (ed. H. Diels, Doxographi Graeci,31958) Artemídoro U p.C. (ed. R. A. Pack, 1963) Onirocr = Onirocriticus Asclepio hasta el I p.C. (ed. A. D. Nock-A. J. Festugiere, Corpus Hermeticum U '1960) Ateneo II p.e. (Ch. B. Gulick, I-VII 1927-1941; reimpresiones) Atenágoras U p.C. (ed. E. Goodspeed, Die ¿¡ltesten Apologeten, 1914; P. Ubaldi-M. PelJegrino, 1947) Suppl = Supplicatio Baquílides V a.e. (ed. B. Snell-H. Maehler, \01970) Calímaco m a.e. (ed. R. Pfeiffer, I-U 1949, 1953; 1'1965) Hyrnn = Hymni; Epigr = Epigrammata Cicerón I a.C. (ed. A. Klotz y otros, 1914ss) Att = Epistulae ad Atticum; DeOrat = De Oratore; Divin = De Divinatione; Fam = Epistulae ad Familiares; Fin = De Finibus Bonorum et Malorum; Lael = Laelius; Mil = Pro Milone; NatDeor = De Natura Deorum; Off = De Officiis; Or = Orationes, Orator = Orator ad M. Brutum; Rep = De Re Publica; SomScip = Sornnium Scipionis; Tusc = Tusculanae Disputationes; Verr =In Verrem Clemente de Alejandría IIIIII p.C. (GCS 312, '17, [39],352 1905ss) Ec1Proph = Ec10gae Propheticae; ExcTheod = Excerpta ex Theodoto; Paed = Paedagogus;

Abreviaturas

Prot = Protrepticus; QuisDivSalv = Quis Dives Salvetur; Strom = Stromata Constitutiones Apostolorum UIIIV p.C. (ed. F. X. Funk,1905) Comelio Nepote I a.e. (ed. A. M. Guillemin, 1961) Att = T. Pomponius Atticus; Vit = Vitae Comuto I p.C. (ed. e. Lang, 1881) TheolGraec = Theologia Graeca Cor[pus] Herm[eticum] hasta el siglo I p.e. (ed. A. D. Nock-A. J. Festugi(~re, I-IV 1945-1954; I-U '1960) Crisóstomo IVN p.e. (PG 47-64 1862ss) Demócrito V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker U "1964) Demóstenes IV a.C. (ed. S. H. Butcher-W. Rennie, 1-I1I 1903-1931; reimpresiones) Or = Orationes; Ep = Epistulae Didascalia Siríaca III p.e. (ed. F. X. Funk, 1905) Diodoro Sículo I a./p.C. (ed. C. H. Oldfather y otros,I-XU 1933-1967; reimpresiones) Diógenes Laercio III p.e. (ed. H. S. Long, 1964) Dión Casio Coceyano IIIIU p.C. (ed. U. P. Boissevain,I-V 1895-1931; I-IV reimpresión 1955; V reimpresión 1969) Dión Crisóstomo IIII p.e. (ed. J. W. Cohoon-H. L. Crosby,I-V 1932-1951; reimpresiones) Or = Orationes Dionisio de Halicarnaso I a.e. (ed. e. Jacoby, I-V 1885-1925; E. Cary, I-VU, 1937-1950; reimpresiones) . AntRom = Antiquitates Romanae; Compos Verb = De Compositione Verborum Eliano IIIIII p.e. (ed. R. Hercher, I-II 1864-1866; NatAn A. F. Scholfield, I-III 1858-1859) Ep = Epistulae; NatAn = De Natura AnimaHum; VarHist = Varia Historia Elio Arístides II p.e. (ed. B. Keil 21958; W. Dindorf, I-III 1829; reimpresión 1964) Or = Orationes Eneas Táctico IV a.C. (ed. A. Dain-A. M. Bon, 1967) Empédoc1es V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker I "1964) Epicteto IIII p.e. (ed. H. Schenkl, 21916) Diss = Dissertationes; Ench = Enchiridion; GnomStob = Gnomologium Epicteteum Stobaei Epicuro IV/m a.e. (ed. G. Arrighetti, 1960) Epifanio IVN p.C. (ed. K. Holl, GCS 25, 31, 37 1915ss) Haer = Hareses Esquilo V a.e. (ed. D. Page, 1972) Ag = Agamemnon [Agamenón]; Choeph = Choephori [Las Coéforas]; Eleg = Fragmenta

XIX

Elegiaca; Eum = Eumenides [Las Euménides]; Pers = Persae [Los Persas]; Prom = Prometheus Vinctus [Prometeo encadenado]; Supp = Supplices [Las Suplicantes]; SeptTheb = Septem contra Thebes [Los Siete contra Tebas] Esquines IV a.e. (ed. V. Marin-G. de Budé, 21952) Ep = Epistulae Estobeo, Juan V p.e. (ed. C. Wachsmuth-O. Hense,I-V 1884-1923) Ecl = Eclogae Estrabón I a.C. (ed. H. L. Jones, I-vm 1917-1932; reimpresiones) Eurípides V a. e. (ed. L. Méridier y otros, 1-VII 1925-1961; 1'1961; II 31960; V 21961) Ale = Aleestis; Andr = Andromache [Andrómaca]; Archel = Archelaus [Arquelao]; Ba = Bacchae [Bacantes]; El = Electra; Epigr = Epigrammata; Hec = Hecuba [Hécuba]; Hel = Helena; Heracl = Heraclidae [Heráclidas]; HercFur = Hercules Furens [Hércules enfurecido]; Hipp = Hippolytus [Hipólito]; IphAul = Iphigenia AuHdensis [Ifigenia en Aulide]; Iph Taur = Iphigenia Taurica [Ifigenia entre los Tauros]; Med = Medea; Or = Orestes; Phoen = Phoenissae [Fenicias]; Suppl = Supplices [Suplicantes]; Tro = Troiades [Troyanas] Eusebio IIIIIV p.e. (GCS 7.9,1-3.11, 1-2.14.20. 23.43, 1-2. '47 1902ss) DemEv = Demonstratio Evangelica; HistEccl = Historia Ecc1esiastica; Marc = Contra Marcellum; PraepEv = Praeparatio Evangelica; Teoph = Teophania; VitConst = Vita Constantini Filodemo el Filósofo I a.e. (ed. C. Jensen, ltfQI, xmGL
xx

Abreviaturas

Sacr = De Sacrificiis Abelis et Caini; Sobr = De Sobrietate; Som = De Somniis; SpecLeg = De Specialibus Legibus; Virt = De Virtutibus; VitCont = De Vita Contemplativa; VitMos = De Vita Mosis QuaestGen(Ex) =Quaestiones in Genesin (Exodum) (ed. R. Marcus, Phi/o Supplement, I-Il 1953; reimpresión 1961) Fi!óstrato II/IIl p.e. (ed. C. L. Kayser, I-Il 1870, 1971; reimpresión 1964) Heroic = Heroicus; VitAp = Vita Apollonii; Vit Soph = Vita Sophistarum Fínnico Materno IV p.C. (ed. K. Ziegler, 1953) ErrProtRel = De Errore Profanarum Religionum Focio IX p.C. (ed. R. Henry, 1959ss) Lex = Lexikon Galeno Il p.C. (ed. H. Diels y otros, CMG V/I-2 1914ss) Gelasio V p.e. (ed. G. Loeschcke-M. Heinemann, GCS 18, 1918) HistEccl = Historia Ecclesiastica Gorgias VIVI a.e. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker Il "1964) Hel = Helena; Pal = Palamedes Heráclito VIIV a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der VorsokratikerI "1964) Herodiano II/III p.C. (ed. K. Stavenhagen, 1922) Hist = Historiae Herodoto V a.e. (ed. Ph. E. Legrand, I-IX 19321955) Hesíodo VIIIIVIl a.e. (ed. P. Mazon, 1951) Hesiquio V p.e. (ed. K. Latte, 1953ss) Hierocles V p.e. (ed. F. W. A. Mullach, Fragmenta Philosophorum Graecorum I 1860) CarmAur = In Aureum Pythagorae Carmen Commentarius Hipócrates V a.C. (ed. E. Littré, I-IX 1839-1861) Acut = De Ratione Victus in Morbis Acutis; Epid = Epidemiae; Morb = De Morbis Muliemm; Progn = Prognosticum; VetMed = De Vet~­ re Medicina; Vict = De Ratione Victus Salubns Hipólito II/IIl p.C. (GCS 1.26. 246 1897ss). Phi! = Phi!osophumena; Ref = Refutabo Omnium Haeresium Homerici Hymni [Himnos Homéricos] desde VII a.e. (ed. Th. W. Allenn, 1946) Homero VIII/VIl a.C. (ed. D. B. Monro-Th. W. Allen, I-V 1902-1912; I-Il '1920; ID 21917; IV 2 1919) n = Ilias [Ilíada]; Od = Odyssee [Odisea] Horacio Flaco I a.C. (ed. K1ingner, '1959) Cann = Cannina [Odas]; Sat = Satirae [Sátiras] Senn = Sennones [Charlas]

Ireneo II/IIl p.C. (ed. W. Harvey, 1875; reimpresión 1949) Haer = Adversus Haereses Isócrates V/IV a.C. (ed. G. Mathieu-E. Brémond, I-IV 1928-1962) Areop = Areopagiticus Jámblico III/IV p.e. (ed. G. Parthey, 1875; H. Pistelli, 1888; reimpresión 1967; L. Deubner, 1937; 21975) CommMathScient = De Communi Mathematica Scientia; Myst = De Mysteriis; Protr = Protrepticus; TheolArithm = Theologia Arithmetica; VitPyth = De Vita Pythagorica Jenofonte V/IV a.C. (ed. E. C. Marchant, I-V 1900-1920) Ag = Agesilaus; An = Anabasis [Anábasis]; Ap = Apologia Socratis [Apología de Sócra~es]; Cyrop = Cyropaedia [Ciropedia]; Hist = HIstO" ria Graeca (Hellenica) [Historia de Grecia]; Mem = Memorabilia Socratis Jerónimo IVIV p.e. (PL 22-30 1865ss;1. Hilberg, CSEL 54-56 191Oss) Josefo Flavio I p.C. (ed. B. Niese, 1887-1890; reimpresión 1955; O. Michel-O. Bauernfeind, De Bello Iudaico, I-m 1959-1969) Ant = Antiquitates ludaicae [Antigüedades de los Judíos]; Ap = Contra Apionem [Contra Apión]; Bell = De Bello ludaico [Las Guen:as de los Judíos]; Vita = Vita losephi [AutobIOgrafía] Justino Mártir 11 p.C. (ed. E. Goodspeed, Die iíltesten Apologeten, 1914) Apol = Apologia [Apología]; Dial = Dialogus cum Tryphone ludaeo [Diálogo con Trifón]; Epit =Epitome Juvenal IIII p.C. (ed. W. V. Clausen, 1962) Sat = Satirae [Sátiras] Lactancio I1I/1V p.e. (ed. S. Brandt-G. Laubmann, CSEL 19.27 1890ss: H. Kraft-A. Wlosok, De Ira Dei, 1957) Inst = Divinae Institutiones; Ira = De Ira Dei Lisias V/IV a.e. (ed. L. Gernet-M. Bizos, '1955) Livio I a./p.C (ed. R. S. Conway-C. F. Walters-S. K. Johnson-A. H. McDonald, I-IV 1914-1935; reimpresiones 1960-1964; V 1965) Luciano 11 p.e. (ed. e. Jacobitz, I-IV 1836-1841; K. Mras, 1954) Alex = Alexander sive Pseudomantis; Asin = De Asino; Hermot = Hermotimus; Indoct = Adversus Indoctum; JupConf = Juppiter Confutatus; JupTrag = Juppiter Tragoedus; Peregr Mort = De Peregrini Morte; Pseudolog = Pseudologista; Salt = De Saltatione; VitAuct = Vitarum Auctio

Abreviaturas

Marco Aurelio Antonino 11 p.e. (ed. W. Theiler, 1951) Máximo Tirio Il p.C. (ed. H. Hobein, 1910) Menandro lv/m a.C. (ed. A. K6rte, 1-11 1947, 1953; nueva edición, ed. A. Thierfelder, '1957, 21959) Musonio Rufo I p.e. (ed. O. Hense, 1905) Orígenes 11/111 p.e. (PG 11-17 1857ss; GCS 2.3.6. 10.22.29.30.33.38.40.41,1. 241,2. '49 1899ss) Cels = Contra Celsum; Orat = De Oratione; Princ = De Principiis Orphei Hymni (ed. W. Quant, '1955) Orphica (ed. E. Abel, 1885) Orphicorum Fragmenta (ed. O. Kern, 1922) Ovidio Nasón I a.lp.C. (ed. R. Ehwald-F. W. LenzF. W. Levy, I-III 1906-1932) Fast =Fasti; Metam =Metamorphoses [Metamorfosis] Parménides VIIV a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker 1"1964) Passio Perpetuae et Felicitatis [Martirio de las Santas Perpetua y Felicidad] (ed. C. van Beek, 1936) Pausanias 11 p.e. (ed. F. Spiro, 1903) Píndaro VIIV a.e. (ed. B. Snell, 4 1964) Isthm = Isthmia [Istmicas]; Nem = Nemea [Nemeas]; OIymp = OIympia [Olímpicas]; Pyth = Pythia [Píticas] Pistis Sophia III p.e. (ed. e. Schmidt-W. Till, Koptisch-gnostische Schriften 1, GCS '45 1959; reimpresión 1962) Platón VIVI a.C. (ed. J. Burnet, I-V 1900-1907; reimpresiones) Ap = Apologia [Apología]; Charm = Charmides [Cármides]; Clit = Clitopho; Crat = Cratylus [Crátilo]; Critias; Crito [Critón]; Ep = Epistulae [Cartas]; Euthyd = Euthydemus [Eutidemo]; Euthyphr = Euthyphron [Eutifrón]; Gorg = Gorgfas; Hi = Hippias [Hipias], I Maior [Mayor], 11 Minor [Menor]; Ion; La = Laches [Laques]; Leg = Leges; Lys = Lysis [Lisis]; Men = Meno [Menon]; Menex = Menexenus [Menéxeno]; Parm = Parmenides [Parménides]; Phaed = Phaedo [Fedón]; Phaedr = Phaedrus [Fedro]; Phileb = Philebus [Filebo]; Poi = Politicus [Político]; Prot = Protagoras [Protágoras]; Resp = Respublica [El Estado]; Soph = Sophista [Sofista]; Symp = Symposion [Banquete]; Theaet = Theaetetus [Teeteto]; Tim = Timaeus [Timeo] Plinio el Joven IIII p.C. (ed. M. Schuster-R. Hanslik, '1958)

XXI

Plinio el Viejo I p.e. (ed. K. Mayhoff-L. lan, I-V 1892-1909) NatHist = Naturalis Historia Plotino 11 p.C. (ed. P. Henry-H. R. Schwyzer, I-m 1951-1973) Enn = Enneaden [Eneadas] Plutarco 1/11 p.C. (ed. W. R. Paton y otros, 1925ss) Alex = De Alexandro; AlexFort = De Alexandri Fortuna aut Virtute; Amat = Amatorius; AmatNarr = Amatoriae Narrationes; Anton = De Antonio; Apophth = Apophthegmata Regum et Imperatorum; Athen = De Gloria Atheniensium; Aud = De Audiendo; CatoMaior = De Catone Maiore; CatoMinor = De Catone Minore; CommNot = De Communibus Notitiis adversus Stoicos; Cons = Consolatio ad Apollonium; Def = De Defectu Oraculorum; Demetr = De Demetrio; Fort = De Fortuna; GenSocr = De Genio Socratis; Is = De Iside et Osiride; LatViv = De Latenter Vivendo; Lib Educ = De Liberis Educandis; Plac = De Placitis Philosophorum; Pomp = De Pompeio; PraecConiug = Praecepta Coniugalia; Praec GerReip = Praecepta Gerendae Reipublicae; Pyth = De Pythiae Oraculis; QuaestConv = Quaestiones Convivales; QuestPlat = Quaestiones Platonicae; SeptSap = Septem Sapientium Convivium; Stoic = De Stoicorum Repugnantiis; SuavVivEpic = Non posse suaviter vivi secundum Epicurum; Superst = De Superstitione; Tranq = De Tranquillitate Animi Po libio IIIIII a.C. (ed. Th. Büttner-Wobst, I-V 21963-1964) Porfirio III p.e. (ed. A. Nauck, '1886) Abst = De Abstinentia; Antr = De Antro Nympharum; Christ = Adversus Christianos; Marc = Ad Marcellam; VitPlo = Vita Plotini; VitPyth = Vita Pythagorae Posidonio 11/1 a.e. (ed. F. Jacoby, Die Fragmente der griechischen Historiker 11 A, reimpresión 1961) Proclo V p.C. (ed. G. Friedlein, In Primum Euclidis Librum Commentarius, 1873; W. Kroll, In Platonis Rempublicam Commentarii, 1-11 1899, 1901; E. Diehl, In Platonis Timaeum Commentarii, 1-I1I 1903-1906; E. R. Dodds, Institutio Theologica, 1933) Eucl = In Euclidem Commentarius; Inst =Institutio Theologica; RemPubl = In Platonis Rem Publicam Commentarius; Tim = In Platonis Timaeum Commentarius Pseudo-Clementinas, Homilías hasta IV p.C. (ed. B. Rehm-J. Irmscher-F. Paschke, GCS '42 1969; W. Frankenberg, TU 48,3 1937)

XXII

Abreviaturas

Pseudo-Clementinas, Recogniciones hasta IV p.C. (ed. B. Rehm-F. Paschke, GCS 51 1965; W. Frankenberg, TU 48,3 1937) Pseudo-Platón (ed. J. Bumet, I-V 1900-1907; reimpresiones) Ale = Aleibiades, I Maior, 11 Minor; Amat = Amatores; Ax = Axiochus; Def = Definitiones; Demod = Demodocus; Ep = Epistulae; Epin = Epinornis; Eryx = Eryxias; Hipp = Hipparchus; Just =De lusto; Min =Minos; Sis = Sisyphus; Theag = Theages; Virt = De Virtute Quintiliano I p.e. (ed. L. Radermacher, I '1965; 11 31965) InstOrat = Institutio Oratoria Salustio IV p.C. (ed. Kurfess, reimpresión 1972) Séneca I p.e. (ed. A. Bourgery-R. Waltz, 1923ss [Dialogi]; F. Préchac-H. Noblot, 1945ss [Ep]; F. Préchac, 1961 [Ben; Clem]; P. Oltramare, '1961 [Nat]) Ben = De Beneficiis; Clem = De Clementia; Ep = Epistulae Morales; Ira = De Ira; Marc = Ad Marciam De Consolatione; Nat = Naturales Quaestiones; Vita = De Vita Beata Sexto Empírico IIIIII p.C. (ed. H. Mutschmann-J. Mau, 1-I1I 1914ss; IV; Indices, ed. K. Janáeek, '1962) Gramm = Adversus Grammaticos; Math = Adversus Mathematicos; PyrrhHyp = Pyrrhoneae Hypotyposes Sófocles V a.e. (ed. A. e. Pearson, 1924; reimpresiones) Ai =Aiax [Ayante]; Ant = Antigone [Antígona]; El =Electra; OedCol =Oedipus Coloneus [Edipo en Colono]; OedTyr = Oedipus Tyrannus [Edipo Rey]; Phil = Philoctetes [Filoctetes]; Trach = Trachinieae [Las Traquinias] Suetonio Tranquilo IJII p.C. (ed. H. Ailloud, 1-I1I 1930; 21954-1955) Caes = De Vita Caesarum [Vida de los doce Césares]

Suidas X p.C. (ed. A. Adler, I-V 1928-1938; reimpresión 1967-1971) Taciano 11 p.e. (ed. E. Goodspeed, Die iiltesten Apologeten, 1914 OrGraec = Oratio ad Graecos Tácito Comelio IfII p.C. (ed. E. Koestermann, I '1965; 11/1 '1969; I1/2 31970) Ann = Annales [Anales]; Hist = Historiae [Historias] Teócrito III a.e. (ed. A. S. F. Gow, 1-111950) Idyll = Idyllia Teófilo 11 p.C. (ed. G. Bardy-M. Sender, SC 20 1948) Autol = Ad Autolycum Teofrasto IV/I1I a.C. (ed. F. Wimmer, 1854-1862; P. Steinmetz, 1960) Char = Characteres [Caracteres]; Hist = Historia Plantarum [Historia de las plantas] Tertuliano (Quintus Septimius Tertullianus Florens) IIIIII p.C. (CSEL 20.47.69.70.76 1890ss; CChr 1-2 1954) Apol = Apologeticum [Apología]; Bapt = De Baptismo [Acerca del bautismo]; Marc = Adversus Marcionem [Contra Marción]; Mart =Ad Martyres [Acerca de los mártires]; PraescrHaer = De Praescriptione Haereticorum [Acerca de la prescripción de los herejes]; Pud = De Pudicitia [Acerca del pudor]; Val = Adversus Valentinianos [Contra los valentinianos] Tibulo I a.e. (ed. F. W.·Lenz, 1937) Tucídides V a.C. (ed. H. S. Jones, 1-11; reimpresión 1974) Vettio Valente 11 p.C. (ed. W. Kroll, 1908) Virgilio I a.e. (ed. F. A. Hirtzel, 1900; reimpresiones; R. Ellis, Appendix Vergiliana, 1907; reimpresiones) Aen = Aeneis [Eneida]; EcJ = EcJogae [Eglogas]; Georg = Georgica [Geórgicas] Vitae Aesopi (ed. B. E. Perry, 1952) Zenón V a.e. (ed. H. DieJs-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker 1\\1964)

Abreviaturas

XXIII

3. Inscripciones, documentos, fragmentos, papiros y antologías griegos y latinos ÁgU Ágyptische Urkunden aus den Staatlichen Museen zu Berlin. Griechische Urkunden I-IX, Berlin 1895-1970 vArnim J. von Amim, Stoicorum Veterum Fragmenta I-IV, Leipzig 1903-1924; reimpresión, Stuttgart 1964 Audollent A. Audollent, Defixionum Tabellae quotquot innotuerunt, Paris 1904 Beckby H. Beckby, Anthologia Graeca I-IV, München 1957-1958 BMI Ancient Greek Inscriptions in the Bristish Museum, Oxford 1874-1916 Bonner e. Bonner, Studies in Magical Amulets, University of Michigan Studies, Humanistic Series 49, Ann Arbor 1950 CBBP Chester Beatty Biblical Papiry I-XV, London 1933-1937 CGCI Corpus der griechisch-christlichen Inschriften von Hellas, ed. por N. A. Bees, Athen 1941. CGF Cornicorum Graecorum Fragmenta, ed. G. Kaibel, Berlin 1899; reimpresión, Berlin 1958 CIA Corpus Inscriptionum Atticarum 1-I1I. Appendix, Inscriptiones Graecae 1-I1I, Berlin 1837-1897; editio minor, Berlin 1913ss cn Corpus Inscriptionum Judaicarum 1-11, Citta del Vaticano 1936.1952 CIL Corpus Inscriptionum Latinarum I-XVI, LeipziglBerlin 1862-1943; 21893ss CIMRM Corpus Inscriptionum et Monumentorum Religionis Mithriacae I-n, ed. M. J. Vermaseren, Den Haag 1956. 1960 CIS Corpus Inscriptionum Semiticarum, Paris 1887ss CPG Corpus Paroemiographorum Graecorum 111, ed. E. L. von Leutsch-F. G. Schneidewin, Gottingen 1893.1951 CPJ Corpus Papyrorum Judaicarum, ed. V. A. Tcherikover-A. Fuks, Cambridge Mass, 1957ss; reimpresiones, Heildesheim 1958, 1965 Diehl E. Diehl, Antho10gia Lyrica Graeca 1-I1I, Leipzig 31949-1952; reimpresión 1954-1964 Diels H. Diels-W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker 1-I1I, ZürichIBerlin \\1964 EpigrGraec Epigrammata Graeca ex lapidibus conlecta, ed. G. Kaibel, Berlin 1878 FAC Fragments of Attic Comedy 1-I1I B, ed. J. M. Edmonds, Leiden 1957-1961 FGH Die Fragmente der griechischen Historiker 1-I1I C2, ed. F. Jacoby, BerlinlLeiden 19231958; reimpresiones, Leiden 1954ss

Friedliinder P. Friedliinder-H. B. Hoffleit, Epigrammata: Greek Inscriptions in Verse, from the Beginnings of the Persian Wars, Berkeley 1948 GLP Greek Literary Papiry, ed. D. L. Page, London/Cambridge Mass. 1942 GVI Griechische Vers-Inschriften, ed. W. Peek, Berlin 1955 IG Inscriptiones Graecae, Berlin 1873-1939 IG' Inscriptiones Graecae, editio minor, Berlin 1913ss IGLS Inscriptions grecques et latines de la Syrie, ed. L. Jalabert-R. Mouterde, I-V, Paris 19291959 ILCV Inscriptiones Latinae Christianae veteres, ed. E. Diehl, 1-I1I, Berlin '1961 IMagn Die Inschriften von Magnesia am Miiander, ed. O. Kem, Berlin 1900 IPriene Die Inschriften von Priene, ed. F. Hiller von Gartringen, Berlin 1906 OGIS Orientis Graeci Inscriptiones Selectae 1-11, ed. W. Dittenberger, Leipzig 1903.1905; reimpresión, 1960 PapBod Papiro Bodmer I-XXIII, Genf 19541965 PapEleph Die Elephantine-Papyri, ed. O. Rubensohn, Ágyptische Urkunden aus den Koniglichen Museen zu Berlin, Griechische Urkunden, Sonderheft, Berlin 1907 PapFamTeb A Family Archive from Tebtunis, ed. B. A. van Groningen, Leiden 1950 PapFayüm Fayüm Towns and their Papyri, ed. por B. P. Grenfell-A. S. Hunt-D. G. Hogarth, London 1900 PapFlor Papiri Fiorentini, Papiri Greco-Egizii LlII, ed. G. Vitelli, Milano 1906.1915: 11, ed. D. Comparetti, Milano 1908-1911; reimpresión, Torino 1960' PapFouad Les Papyrus Fouad 1, ed, A. Bataille y otros, Publications de la Societé Fouad I de Papyrologie, Textes et documents VIII, Cairo 1939 PapFuadUniv The Fuad I University Papyri, ed. D. S, Crawford, Publications de la Société Fouad I de Papyrologie, Textes et documents VIII, Alexandria 1949 PapHibeh The Hibeh Papyri 1, ed, B. P. GrenfellA. S. Hunt, London 1906; 11, ed. E. G. Tumer, London 1955 PapLeiden Papyri Graeci Musei Antiquarii puplici Lugduni-Batavi, ed. e. Leemans, 1-11, Leiden 1843.1885 PapLeipzig Griechische Urkunden der Papyrussarnmlung zu Leipzig, ed. L. Mitteis, Leipzig 1906

XXIV

Abreviaturas

PapLondon Greek Papyri in the Bristish Museum, 1-11, ed. F. G. Kenyon, London 1893. 1898; I1I, ed. F. G. Kenyon-H. 1. Bell, London 1907; IV-V, ed. H. 1. Bell, London 1910.1917 PapMasp Papyrus grecs d'époque byzantine, ed. J. Maspéro, Catalogue général des antiquités égyptiennes du Musée du Caire 1-111, Cairo 1911-1916 PapMich Papyri in the University of Michigan Collection I-VIII, Ann Arbor 1931-1951 PapOxford Sorne Oxford Papyri 1-11, ed. E. P. Wegener, Leiden 1942.1948 PapOxy The Oxyrhynchus Papyri I-XLI, ed. B. P. Grenfell-A. S. Hunt y otros, London 18981972 PapPetrie The Flinders Petrie Papyri 1-11, ed. J. P. Mahaffy, Dublin 1891.1893; I1I, ed. J. P. Mahaffy-J. G. Smyly, Dublin 1905 PapRyl Catalogue of the Greek Papyri in the John Rylands Library at Manchester I-IV, Manchester 1911-1952

PapRylZenon ANew Group ofZenon Papyri, ed. C. C. Edgar, Bulletin of the John Rylands Library 18 (1934) 111-130 PapTebt The Tebtunis Papyri, ed. B. P. GrenfellA. S. Hunt y otros, 1-I1I, London 1902-1938 PapZenonCol Zenon Papyri, Business Papers of the 3rd Century B. C. 1, ed. W. L. WestermannE. S. Hasenoehrl, Columbia Papyri, Greek Series I1I, New York 1934; 11, ed. W. L. We~­ termann-C. W. Keyes-H. Liebesny, ColumbIa Papyri, Greek Series IV, New York 1940 Preisendanz K. Preisendanz, Papyri Graecae Magicae. Die griechischen Zauberpapyri 1-11, Stuttgart '1973.1974 Preisigke F. Preisigke-F. Bilabel-E. Kiessling, Sammelbuch griechischer Urkunden aus Ágypten I-XI, Wiesbaden 1915-1973 SIG Sylloge Inscriptionu~ Graecarum, ed .. W. Dittenberger, I-IV, LeipzIg 31915-1924; reImpresión, Hildesheim 1960 TGF Tragicorum Graecorum Fragmenta, ed. A. Nauck, Leipzig '1989; reimpresión con suplemento de B. Snell, Hildesheim 1964

Abreviaturas

XXV

4. Siglas de revistas, series, colecciones, léxicos, ediciones de textos AAB Abhandlungen der Deutschen (hasta 1944: PreuBischen) Akademie der Wissenschaften zu Berlin. Phil.-hist. Klasse, Berlin 1815ss AAH Abhandlungen der Heidelberger Akademie der Wissenschaften. Phil.-hist. Klasse, Heidelberg 1913ss AB The Anchor Bible ALBO Analecta Lovaniensia Biblica et Orientalia ALW Archiv für Liturgiewissenschaft AnBibl Analecta Biblica ANET Ancient Near Eastem Texts Relating to the Old Testament, ed. J. B. Pritchard, Princeton'1955 Angelos Angelos. Archiv für neutestamentliche Zeitgeschichte und Kulturkunde I-IV, Leipzig 1925-1932 AOT Altorientalische Texte zum Alten Testament, ed. H. Gressmann, Berlin J 1926 APF Archiv für Papyrusforschung und verwandte Gebiete ASNU Acta Seminarii Neotestamentici Upsaliensis ASTI Annual of the Swedish Theological Institute ATD Das Alte Testament Deutsch AThANT Abhandlungen zur Theologie des Alten und Neuen Testament AThR The Anglican Theological Review AuC Antike und Christentum. Kultur- und religionsgeschichtliche Studien BBB Bonner Biblische Beitrage Beginnings I-V The Beginnings of Christianity. Part 1, ed. Foakes-Jackson/Lake, I-V, London 1920-1933 BeO Bibbia e Oriente BEvTh Beitrage zur Evangelischen Theologie BFChTh Beitrage zur Forderung christlicher Theologie BGE Beitrage zur Geschichte der neutestamentlichenExegese BHH Biblisch-historisches HandwOrterbuch I-ID, ed. Reicke-Rost, Gottingen 1962-1966 BHK Biblia Hebraica, ed. R. Kittel, Stuttgart '1951 (reimpresiones) BHS Biblia Hebraica Stuttgartensia, ed. ElligerRudolph, Stuttgart 1968ss Bib Biblica BiKi Bibel und Kirche BiLe Bibel und Leben BJRL The Bulletin of the John Rylands Library BK Biblischer Kommentar. Altes Testament BNTC Black's New Testament Commentaries BRL Biblisches Reallexikon, ed. K. Galling, Tübingen '1977

BStF Biblische Studien, Freiburg BStN Biblische Studien, Neukirchen BThB Biblical Theology Bulletin BU Biblische Untersuchungen BWANT Beitrage zur Wissenschaft vom Alten und Neuen Testament BZ Biblische Zeitschrift BZNW Beihefte zur Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft CB Coniectanea Biblica CBQ Catholic Biblical Quarterly CChr Corpus Christianorum CGPNT Catenae Graecorum Patrum in Novum Testamentum I-VIII, ed. J. A. Cramer, Oxford 1838-1844 CIR The Classical Review CMG Corpus Medicorum Graecorum, BerlinHalle 1908ss CNeot Coniectanea Neotestamentica CNT Commentaire du Nouveau Testament, ed. P. Bonnard y otros CQR The Church Quarterly Review CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium CSEL Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum CSS Cursus Scripturae Sacrae DAC Dictionary of the Apostolic Church 1-11, ed. J. Hastings, Edinburgh 1915.1918 DACL Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de liturgie I-XV, ed. Cabrol-Leclercq y otros, Paris 1895-1912 DB Dictionnaire de la Bible 1-V, ed. F. Vigouroux, Paris 1928ss DBHE L. Alonso SchOkel, Diccionario Bíblico Hebreo-Español, Madrid 1994 DBS Dictionnaire de la Bible, Supplément, ed. Pirot-Robert, Paris 1928ss DJD Discoveries in the Judaean Desert, Oxford 1955ss DNT Diccionario del Nuevo Testamento, ed. X. Léon-Dufour, Madrid 1977 DTAT Diccionario teológico del Antiguo Testamento 1, ed. Botterweck-Ringgren, Madrid 1973 (cf. ThWAT) DTB Diccionario de teología bíblica, ed. J. B. Bauer, Barcelona 1967 DTMAT Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento 1-11, ed. Jenni-Westermann, Madrid 1978-1985 DTNT Diccionario teológico del Nuevo Testamento I-IV, ed. L. Coenen-E. Beyreuther-H. Bietenhard, Salamanca 31991 DThC Dictionnaire de Théologie Catholique 1XV, Paris 1930-1950

XXVI

Abreviaturas

EB Echter-Bibel EHS Europiiische Hochschulschriften EJ Encyclopaedia Judaica. Das Judentum in Geschichte und Gegenwart I-X, Berlin-Charlottenburg 1928-1934 (incompleta) EJJ Encyclopaedia Judaica I-XVI, Jerusalem 1971-1972 EKK(V) Evangelisch-Katholischer Kommentar zum Neuen Testament (Vorarbeiten) EKL3 Evangelisches Kirchenlexikon, ed. E. Fahlbusch y otros, Gottingen 31986ss EnchB Enchiridion Biblicum, Romae 31956 ERE Encyc10paedia of Religion and Ethics I-XlI, Edinburgh-New York 1908-1921 (reimpresiones) EstB Estudios Bíblicos EstEcl Estudios Eclesiásticos ET The Expository Times EtB Etudes Bíbliques EThL Ephemerides Theologicae Lovanienses EvTh Evangelische Theologie EWG J. B. Hofmann, Etymologisches Worterbuch des Griechischen, München 1950 (reimpresiones) FRLANT Forschungen zur Religion und Literatur des Alten und Neuen Testaments FzB Forschung zur Bibel GCS Die griechischen christlichen Schrifsteller der ersten drei Jahrhunderte GGA Gottinger ge1ehrte Anzeigen Glotta Glotta. Zeitschrift für die griechische und lateinische Sprache GNT The Greek New Testament, ed. K. AlandM. Black y otros, New York-London (1966) 31975 GNTCom B. M. Metzger, A. Textual Cornmentary on the Greek New Testament, LondonNew York 1971 Gr Gregorianum GS Geistliche Schriftlesung HAW Handbuch der Altertumswissenschaft, fundado por l. v. MüIler, reed. W. Otto, München 1929ss; reedición 1955ss HNT Handbuch zum Neuen Testament HSNT Die Heilige Schrift des Neuen Testaments, ed. F. Tillmann (Bonn 41931ss) HThG Handbuch theologischer Grundbegriffe 1Il, ed. H. Fries, München 1962.1963 HThK Herders Theologischer Kommentar zum Neuen Testament HThR The Harvard Theological Review HThS Harvard Theological Studies HUCA Hebrew Union College Annual ICC The lntemational Critical Cornmentary IDB The lnterpreter's Dictionary of the Bible 1IV, ed. G. A. Buttrick, New York-Nahsville 1962. Suppl(ementary Volume) 1976

lEJ Israel Exploration Joumal IKZ lntemationale Kirchliche Zeitschrift IKZC Intemationale Katholische Zeitschrift Communio JAC Jahrbuch für Antike und Christentum JBL Joumal of Biblical Literature JBR The Joumal of Bible and Religion JETS Journal of the Evangelical Theological Society JHS The Joumal of Hellenic Studies JJS The Journal of Jewish Studies JR The Journal of Religion JSHRZ Jüdische Schriften aus hellenistischromischer Zeit I-V, ed. W. G. Kürnmel, Gütersloh 1973ss JSJ Journal for the Study of Judaism JStNT Joumal for the Study of the New Testament JThS The Joumal of Theological Studies KBL' Koehler-Baumgartner, Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden '1958 KBL' Koehler-Baumgartner, Hebriiisches und Aramiiisches Lexikon zum Alten Testament, Leiden 31974ss KEK Kritisch-exegetischer Kommentar über das Neue Testament, fundado por H. A. W. Meyer KlT Kleine Texte für (theologische) Vor1esungen und Übungen KNT Kommentar zum Neuen Testament 1XVIII, ed. Th. Zahn, Leipzig 1903ss KQT Konkordanz zu den Qurnrantexten, ed. K. G. Kuhn, Gottingen 1960 KuD Kerygma und Dogma LAW Lexikon der Alten Welt, ed. C. AndresenH. Erbse y otros, Zürich 1965 LeDiv Lectio Divina LThK Lexikon für Theologie und Kirche I-X, Freiburg '1957-1965 LXX Septuaginta 1-11, ed. A. Rahlfs, Stuttgart '1952 LXX-G Septuaginta. Vetus Testamentum Graecum Auctoritate Academiae (Societatis) Scienciarum (Litterarum) Gottingensis editum, Gottingen 1931 ss MGWJ Monatsschrift für Geschichte und Wissenschaft des Judentums Moffatt NTC The Moffatt New Testament Commentary MThZ Münchener Theologische Zeitschrift NHC The Facsimile Edition of the Nag Harnmadi Codices (l-XIII), Leiden 1972-1977 NIC The New lntemational Cornmentary on the New Testament NIDNT The New International Dictionary of New Testament Theology I-III, ed. C. Brown, Exeter 1975-1978

Abreviaturas

NIGTC The New Intemational Greek Testament Commentary NLC The New London Commentary on the New Testament (parcialmente = NIC) NovT Novum Testamentum NovTS Novum Testamentum. Supplement NRTh Nouvelle Revue Théologique NTA Neutestamentliche Abhandlungen NTD Das Neue Testament Deutsch NTG26 Novum Testamentum Graece, ed. E. Nestle-K. Aland, Stuttgart 26 1979 (reimpresiones) NTS New Testament Studies NTT Norsk teologisk Tidsskrift NTTS New Testament Tools and Studies OBO Orbis Biblicus et Orientalis OCD The Oxford Classical Dictionary, ed. Hammond-Scullard, Oxford '1970 OTK Okumenischer Taschenbuch-Kornmentar OVBE Okumenisches Verzeichnis der biblischen Eigennamen nach den Loccumer Richtlinien, Stuttgart 1971 OVBE' Okumenisches Verzeichnis der biblischen Eigennamen nach den Loccumer Richtlinien, Stuttgart '1981 PG Migne, Patrologiae series Graeca PGL G. W. H. Lampe, A Patristic Greek Lexicon, Oxford 41976 PL Migne, Patrologiae series Latina PO Patrologia Orientalis PS Patrologia Syriaca PVTG Pseudepigrapha Veteris Testamenti Graece RAC Reallexikon für Antike und Christentum, ed. Th. Klauser, Stuttgart 1941ss RB Revue Biblique RE Realencyclopiidie für protestantische Theologie und Kirche I-XXIV, Leipzig 31896-1913 RevSR Revue des Sciences Religieuses RGG Die Religion in Geschichte und Gegenwart I-VI, Tübingen 31957-1962 RhMus Rheinisches Museum für Philologie RHPhR Revue d'histoire et de philosophie religieuses RivBib Rivista Biblica, Brescia RNT Regensburger Neues Testament RQ Romische Quartalschrift für christliche Alterstumskunde und Kirchengeschichte RQum Revue de Qurnran RSPhTh Revue des sciences philosophiques et théologiques RSR Recherches de science religieuse RThPh Revue de Théologie et de Philosophie SAB Sitzungsberichte der Deutschen (hasta 1944: PreuBischen) Akademie der Wissenschaften zu Berlin. Phil.-hist. Klasse, Berlin 1882ss

XXVII

SAH Sitzungsberichte der Heidelberger Akademie der Wissenschaften. Phil.-hist. Klasse, Heidelberg 1910ss SAM Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie der Wissenschaften. Phil.-hist. Abteilung, München 1871ss SBFLA Studii Biblici Franciscani liber annuus SBi Sources Bibliques SBLMS Society of Bíblical Literature, Monograph Series SBS Stuttgarter Bibelstudien SBT Studies in Biblical Theology SBU Svenskt Bibliskt Uppslagsverk, ed. Engnell-Fridrichsen, Giivle 1948-1952 SC Sources chrétiennes SJTh Scottish Joumal of Theology SM Sacramentum Mundi I-VI, Barcelona 19721976 SNT Die Schriften des Neuen Testaments übersetzt und erk1iirt von Bousset-Heitmüller I-IV, Gottingen 31917-1919 SNTS Mon Society for New Testament Studies, Monograph Series StANT Studien zum Alten und Neuen Testament StEv Studia Evangelica, Berlin 1959ss StNT Studien zum Neuen Testament StNTU Studien zur Neuen Testament und seiner Umwelt StPB Studia Post-Biblica StTh Studia Theologica StUNT Studien zur Umwelt des Neuen Testaments SvEA Svensk Exegetisk Ársbok SyBU Symbolae Biblicae Upsalienses TEH Theologische Existenz heute ThBl Theologische Bliitter ThGL Thesaurus Graecae Linguae ab H. Stephano constructus I-IX, ed. Hase-Dindorf, 18311865, reimpresión Graz 1954 ThGI Theologie und Glaube ThHK Theologischer Handkornmentar zum Neuen Testament ThLZ Theologische Literaturzeitung ThPh Theologie und Philosophie (hasta 1965: Scholastik) ThPQ Theologisch-praktische Quartalschrift ThQ Theologische Quartalschrift ThR Theologische Rundschau ThRv Theologische Revue ThSt Theological Studies ThStKr Theologische Studien und Kritiken ThStUt Theologische Studien, Utrecht ThStZür Theologische Studien, Zollikon-Zürich Th Viat Theologia Viatorum

XXVIII

Abreviaturas

ThWAT Theologisches W6rterbuch zum Alten Testament, ed. Botterweck-Ringgren, Stuttgart 1970ss (traducido al castellano el primer volumen, se citará: DTAT: Diccionario teológico del AT, Madrid 1973) ThWNT Theologisches W6rterbuch zum Neuen Testament I-X, fundado por G. Kittel y ed. G. Friedrich, Stuttgart 1933-1979 ThZ Theologische Zeitschrift TRE Theologische Realenzyklopadie, ed. Krause-Müller y otros, Berlin 1976ss TSt Texts and Studies TThZ Trierer Theologische Zeitschrift TU Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur UNT Untersuchungen zum Neuen Testament UUA Uppsala Universitets Ársskrift VD Verbum Dornini VF Verkündigung und Forschung VigChr Vigiliae Christianae VKGNT I-II K.Aland (ed.), Vollstandige Konkordanz zum griechischen Neuen Testament I-Il, Berlin 1975-1983 (1) VL Vetus Latina. Die Reste der altlateinischen Bibel. Tras Sabatier, nuevamente reunidos y

editados por la abadía de Beuron, Freiburg 1949ss VT Vetus Testamentum VTB Vocabulario de teología bíblica, ed. X. Léon-Dufour, Barcelona 13 1985 WMANT Wi~senschaftliche Monographien zum Alten und Neuen Testament WuD Wort und Dienst. Jahrbuch der Kirchlichen Hochschule Bethel WUNT Wissenschaftliche Untersuchungen zum Neuen Testament ZAW Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft ZBK Zürcher Bibelkommentare ZDPV Zeitschrift des Deutschen Palas tina-Vereins ZEE Zeitschrift für Evangelische Ethik ZKG Zeitschrift für Kirchengeschichte ZKTh Zeitschrift für Katholische Theologie ZNW Zeitschrift für neutestamentliche Wissenschaft ZRGG Zeitschrift für Religions- und Geistesgeschichte ZSTh Zeitschrift für systematische Theologie ZThK Zeitschrift für Theologie und Kirche ZWTh Zeitschrift für wissenschaftliche Theologie

Abreviaturas

XXIX

5. Bibliografía usada con frecuencia enforma abreviada Abel, Géographie F.-M. Abel, Géographie de la Palestine I-Il, Paris 1933-1938 Abel, Grammaire E-M. Abel, Grammaire du Grec biblique, París 1927 Abel, Histoire F.-M. Abel, Histoire de la Palestine depuis la conquete d'Alexandre jusqu'i'l l'invasion arabe I-Il, Paris 1952 Altaner, Patrología B. Altaner, Patrología, Madrid 41956 Arndt-Gingrich, Lexicon Arndt-Gingrich, A Greek English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, Chicago '1979 Bauer, Worterbuch W. Bauer, Griechisch-deutsches Worterbuch zu den Schriften des Neuen Testaments und der übrigen urchristlichen Literatur, Berlin '1958 (reimpresiones) ("1988) Benoit, Exégese P. Benoit, Exégese et Theologie I-IlI, París 1961-1968 Beyer, Syntax K. Beyer, Semitische Syntax im Neuen Testament Ifl, G6ttingen 1962 Billerbeck, I-IV (Strack-) Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch I-IV, München 1922-1928 (reimpresiones) Black, Approach M. Black, An Aramaic Approach to the Gospels and Acts, Oxford 31967 BlaB-Debrunner, Grammatik BlaB-Debrunner, Grammatik des neutestamentlichen Griechisch, preparada por E Rehkopf, G6ttingen 14 1976 (17 1990) Bonsirven, Textes J. Bonsirven, Textes rabbiniques des deux premiers siecles chrétiens, Roma 1955 Bornkamm, Aufsiitze G. Bornkamm, Gesammelte Aufsiitze I-IV, München 1952-1971 (1: Das Ende des Gesetzes. Paulusstudien; Il: Studien zu Antike und Urchristentum; m-IV: Geschichte und Glaube) (La traducción castellana de algunos artículos [Estudios sobre el NT, Salamanca 1983] se cita in extenso) Bousset-Gressmann Bousset-Gressmann, Die Religion des Judentums in spiithellenistischen Zeitalter, Tübingen 41966 ('1926) Braun, Qumran H. Braun, Qumran und das Neue Testament I-Il, Tübingen 1966 Bultmann, Creer R. Bultmann, Creer y comprender, Barcelona 1976 R. Bultmann, Die GeBultmann, Geschichte schichte der synoptischen Tradition, G6ttingen '1964; además, cuaderno suplementario, Gottingen 1971

Bultmann, Teología R. Bultmann, Teología del Nuevo Testamento, Salamanca '1987 Burrows, Scrolls M. Burrows, The Dead Sea Scrolls of Sto Mark's Monastery I.IIf2 (IQIs'; 1QpHab; lQS), New Haven 1950.1951 Chantraine, Dictionnaire P. Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque. Histoire des mots, Paris 1968ss Charles I-Il The Apocrypha and Pseudoepigrapha of the Old Testament in English, ed. R. H. Charles, Oxford 1913 Christ, Geschichte W. V. Christ, Geschichte der griechischen Literatur, sexta edición con la colaboración de O. Stahlin, y ed. W. Schmid, München 111-5, 1912-1948; II!1, 1920; II!2, 1924 Conzelmann, Theologie H. Conzelmann, Grundrif3 der Theologie des Neuen Testaments, München 1967 ('1968) Cremer-K6gel, Biblisch-theologisches Worterbuch des neutestamentlichen Griechisch, Gotha 10 1915; Stuttgart "1923 Dalman, Arbeit G. Dalman, Arbeit und Sitte in Paliistina I-VIl, Gütersloh 1928-1942 (reimpresión, Hildesheim 1964) Dalman, Worte G. Dalman, Die Worte Jesu, Leipzig '1930 (reimpresión, Darrnstadt 1965) Daremberg-Saglio Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romaines I-V, París 1877-1919 DeiBmann, Licht A. DeiBmann, Licht vom Osten, Tübingen 41923 Denniston, Particles J. D. Denniston, The Greek Particles, Oxford (1934) '1954 (reimpresión 1970) Dibelius, Botschaft M. Dibelius, Botschaft und Geschichte. Gesammelte Aufsiitze I-Il, Tübingen 1953.1956 Dibelius, Historia M. Dibelius, Historia de las formas evangélicas, Valencia 1984 Dupont, Béatitudes J. Dupont, Les Béatitudes 1m, Paris 1'.11, 1969; m, 1973 Eichrodt, Teología W. Eichrodt, Teología del Antiguo Testamento I-Il, Madrid 1975 Eissfeldt, Einleitung O. Eissfeldt, Einleitung in das Alte Testament, Tübingen 31964 Frisk, Worterbuch H. Frisk, Griechisches etymologisches Worterbuch I-IlI, Heidelberg 19601972 FS Bardtke Bibel und Qumran. FS f H. Bardtke, Berlin 1968 FS Barthélemy Mélanges D. Barthélemy, Fribourg -G6ttingen 1981

xxx

Abreviaturas

FS Black Neotestamentica et Semitica. FS f M. Black, Edinburgh 1969 FS Black 1979 Text and Interpretation. FS f M. Black, Cambridge 1979 FS Bornkamm Kirche. FS f G. Bornkamm, Tübingen 1980 FS Braun Neues Testament und christliche Existenz. FSf H. Braun, Tübingen 1973 FS Bruce Apostolic History and the Gospel. FS f F. F. Bruce, Exeter-Grand Rapids 1970 FS Bruce 1980 Pauline Studies. Essays presented to F. F. Bruce, Exeter 1980 FS Bultmann 1954 Neutestamentliche Studien f R. Bultmann, Berlin (1954) 21957 FS Bultmann 1964 Zeit und Geschichte. Dankesgabe an R. Bultmann, Tübingen 1964 FS Conzelmann Jesus Christus in Historie und Theologie. FSf H. Conzelmann, Tübingen 1975 FS Cullmann 1962 Neotestamentica et Patristica. FSf O. Cullmann, Leiden 1962 FS Cullmann 1967 Oikonomia. Heilsgeschichte als Thema der Theologie. FS f O. Cullmann, Hamburg 1967 FS Cullmann 1972 Neues Testament und Geschichte. FSf O. Cullmann, Zürich 1972 FS Dahl God's Christ and His People. FS f N. A. Dahl, Oslo 1977 FS Daube Donum Gentilicium. FS f D. Daube, Oxford 1978 FS Davies Jews, Greeks and Christians. FS f W. D. Davies, Leiden 1976 FS Debrunner Sprachgeschichte und Wortbedeutung. FSf A. Debrunner, Bern 1954 FS Dink1er Theologia Crucis. FS f E. Dinkler, Tübingen 1979 FS Dodd The Background of the New Testament and its Eschatology. FS f Ch. H. Dodd, Cambridge 1954 FS Dupont A cause de l'évangile. FS f J. Dupont, Paris 1985 FS Ellis Tradition and Interpretation in the New Testament. FS f E. E. Ellis, Grand-RapidsTübingen 1987 FS Friedrich Das Wort und die Worter. FS f G. Friedrich, Stuttgart 1973 FS Fuchs Festschrift f Ernst Fuchs, Tübingen 1973 FS Gingrich Festschrift to Honor F. W. Gingrich, Leiden 1972 FS Greeven Studien zum Text und zur Ethik des Neuen Testaments. FS f H. Greeven, Berlin 1986 FS Goguel Aux sources de la tradition chrétienneo FS f M. Goguel, Neuchiltel-Paris 1950 FS Gunkel Eucharisterion. Festgabefür H. Gunkel, Gottingen 1923

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Abreviaturas

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XXXI

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XXXII

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XXXIII

Abreviaturas

Abreviaturas

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Historia 1-11)

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TRANSLITERACIÓN

Griego

a ~

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a b g (gg, gk) d e z

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El «dagesh» lene sólo se tiene en cuenta en: tl =

P

::l = f

El «dagesh» fuerte duplica la consonante. (Transliteración según: Holladay, A Concise Hebrew and Aramaic Lexicon of (he OT, Leiden 1971).

1

2

Aa 'Aa~ÓlV Aaron Aarón*

Hermano mayor de Moisés (cf. Ex 4, 14; 7,7; 28,1): Lc 1,5; Hech 7, 40; Heb 5, 4; 7, 11; 9, 4. ThWNT 1, 3s; LThK 1, 3s; TRE 1,1-7.

'AfJabbÓlv Abaddon Abadón* Nombre del ángel del abismo. Significa «destrucción» (?): Ap 9, 11. ThWNT 1,4. --+ af31Jooos 2; ayye"Aos 2. afJa~ÍJ~ abares dícese de quien no repre-

senta una carga* 2 Cor 11,9; cf. 12, 16; 1 Tes 2, 9.

afJfJá abba padre (invocación)* l. En arameo - 2. En la literatura cristiana primitiva - 3. &~~á en Pablo - 4. &~~á en las palabras de Jesús. Bibl.: H. Conzelmann, Theologie, 122s; G. Dalman, Grammatik des jüd. -paliistinischen Aramai"sch, Leipzig '1905, § 14, 7df; 36, ly; 40, 4; Id., Worte, 150-159,296-304; J. A. Fitzmyer, Abba and Jesus' Relation to God, en FS Dupont, 15-38; E. Haenchen, Der Weg Jesu, Berlin '1968, 59, 492-494; O. Hofius, en DTNT 111, 242-248; J. Jeremias, Abba, en Id., Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento, Salamanca '1993, 17-73; Id., Teología, 80-87; G. Kittel, &~~a, en ThWNT 1,4-6; W. Marchel, Abba, Pere! La priere du Christ et des chrétiens, Roma 1963; Id., Abba, Vater! Die Vaterbotschaft des NT (redacción abreviada), Düsseldorf 1963; S. V. McCasland, «Abba, Fathen>: JBL 72 (1953) 79-91; G. Schelbert, Sprachtgeschichtliches zu «abba», en FS Barthélemy, 395-447; G. Schrenk, 3WTI'¡Q (e. D), en ThWNT V, 974-1016, sobre todo 984s, 1007s; T. M. Taylor, «Abba, Father» and Baptism: SJThll (1958) 62-7l.

1. 'abb' ti, en arameo, fue originalmente un término del lenguaje infantil de los niños pequeños (no fue la forma determinada del sustantivo «padre») con el significado de «papá», pero en tiempos del NT no se limitaba ya al lenguaje de los niños pequeños, sino que era una expresión

utilizada también por los niños mayores, y se empleaba incluso como manera de dirigirse a personas ancianas. af3f3á llegó a sustituir en textos hebreos a la expresión «padre mío», y podía significar también «su padre» y «nuestro padre»; además, reemplazó la forma determinada del sustantivo «l*ldre». 2. En la literatura cristiana primitiva (según la lista ofrecida por Bauer, Worterbuch VII) af3f3á aparece tan sólo dos veces en Pablo (Gál 4, 6; Rom 8, 15) Y una vez en Mc (14, 36), y siempre como invocación dirigida a Dios. En los tres casos se halla asociada con ella la misma traducción: ó nU'tlÍ!.? (en vez del vocativo que sería de esperar: B1aBDebrunner § 147, 2). En los evangelios, la invocación directa de Dios como Padre (sin que preceda af3f3á) aparece únicamente en palabras de Jesús (19 ó 20 veces): en la versión secundaria del relato de Getsemaní (Mt 26,39.42 par. Lc 22, 42), en el Padrenuestro (Lc 11,2 par. Mt 6,9), dos veces en la exclamación de júbilo (Lc 10,21 par. Mt 11, 25s), en la ampliación de la exposición de la muerte de Jesús (Le 23, 46), como complementación manuscrita quizás más tardía (Le 23, 34) Y en Jn 11,41; 12, 27s; 17, 1.5.11.21.24s; cf. 1 Pe 1, 17. En el judaísmo antiguo no encontramos 'abb' ti como invocación directa de Dios, aunque la invocación colectiva «Padre nuestro» está atestiguada en dos oraciones judías (KIT 58, p. 6 Y p. 28s) que son aproximadamente del tiempo del NT (por influencia del mundo pagano, ná'te!} se encuentra alguna vez que otra como invocación de Dios en la oración, en el judaísmo de la diáspora, por ejemplo Sab 14,3) Y en el judaísmo palestinense, además de ser una invocación directa de Dios en la oración, vemos que incluso podía hablarse alguna vez que otra de Dios como de «mi Padre» (ya Eclo 51, 10). No puede demostrarse

4

3 que haya una diferencia fundamental con respecto a la manera judía de hablar (distinta es la opinión principalmente de Jeremias, por ejemplo, Teología, 80ss). 3. En Gál 4, 6 y Rom 8, 15 los creyentes «claman» (XQá~cLV en el sentido del clamor extático en la asamblea de la comunidad) a Dios, porque son «hijos de Dios» o han recibido «espíritu de hijos adoptivos». 4. En labios de Jesús, a.~~á aparece sólo literalmente en la versión más antigua de la oración de Getsemaní (Mc 14,36), en este caso como expresión de confianza filial en Dios y de la obligación que siente de obedecerle (ambos aspectos son característicos de la denominación de Dios como «Padre» en el judaísmo antiguo: por ejemplo, 3 Mac 6, 3.8; lQH 9, 35s ó Sab 11, 10; SifraLev sobre 20, 26). En lo que respecta al Padrenuestro y posiblemente a la exclamación de júbilo (---> 2), habrá que suponer sobre todo un modelo arameo y, en consecuencia, 'abb' {j. Ahora bien, la oración de Getsemaní y la exclamación sapiencial de júbilo no son más que formulaciones cristianas primitivas, de tal manera que el Padrenuestro, una oración de los discípulos, es seguramente el único (!) texto auténtico que queda (si el rcáTcQ de Lc es original-como parece serlo- o el rcáTcQ ~!l&v de Mt se deriva de un simple 'abb'a"). H.-W. Kuhn

'AJld" Babel Abel* Hermano de Caín, más joven que él (Gén 4, 1-16): Mt 23,35; Lc 11, 51; Heb 11,4; 12, 24. DB 1, 28-30; ThWNT 1, 6s; C. Westermann, Gen I (BK), 381-435 (bibl.).

'AJluí Abia Abías* Nombre de persona (cf. 2 Crón 13, 1-14, 1): Mt 1, 7b.c; Lc 1, 5.

'AJludláQ Abiathar Abiatar* Sacerdote en tiempo de David y Salomón (2 Sam 20, 25; 1 Re 2, 26s): Mc 2, 26.

'A(JtA1]VÍJ Abilene Abilene* Región que rodeaba a la capital Abilá (al Noroeste de Damasco): Lc 3, 1. Schürer 1, 716-720; R. Savignac: RB 21 (1912) 533-540. ---> AuauvLu<;.

'A(Jwúb Abioud Abiúd* Nombre de persona (1 Crón 8, 3): Mt 1, 13a.b.

'A(JQaá", Abraam Abrahán * 1. Abrahán en el AT y en el judaísmo primitivo 2. En el NT - a) Evangelios y Hechos - b) Cartas.

Bibl.: W. Baird, Abraham in the NT: Interpretation 42 (1988) 367-379; G. Baumbach, Abraham unser Vater. Der Prozefi der Vereinnahmung Abrahams durch das frühe Christentum, en Theol. Versuche 16, Berlin 1986,37-56; M. A. Beek y otros, en BHH 1, 15-17; K. Berger, Abraham in der paulinischen Hauptbriefen: MThZ 17 (1966) 47-89; Id., Abraham (11), en TRE 1,372-382; Billerbeck I1I, 186-201; IV, 1213 (Indice s. v. 'ABQaú!!); R. E. Clements, en ThWAT 1,53-62; N. A. Dahl, The Story of Abraham in Luke-Acts, en Keck-Martyn (eds.), Studies in Luke/Acts, London 1968, 139-158; Encyclopedia Miqra'fth 1, Jerusalem 1965, 61-67; G. W. Hansen, Abraham in Galatians. Epistolary and Rhetoric Contexts (Joumal for the Study of the NT, Suppl. Series 29), Sheffield 1989; J. Jeremias, 'A~Qaú!!, en ThWNT 1, 7-9; H. W. Johnson, The Paradigm of Abraham in Ga13, 6-9: Trinity Joumal 8 (1987) 179199; E. Kasemann, Der Glaube Abrahams in Rom 4, en Paulinische Perspektiven, Tübingen 21972, 140177; Th. Klauser, en RAC 1, 18-27; H. E. Lona, Abraham in Joh 8, Bem-Frankfurt a. M. 1976; R. Martin-Achard-K. Berger y otros, en TRE 1, 364387; G. Mayer, Aspekte des Abrahambildes in der hellenistisch-jüdischen Literatur: EvTh 32 (1972) 118-227; L. Pirot, en DBS 1, 8-28; O. Schilling, en DTB, 1-5; O. Schmitz, Abraham im Spiitjudentum und in Urchristentum, en Aus Schrift und Geschichte. FSfür A. Schlatter, Stuttgart 1922, 99-123; F. E. Wieser, Die Abrahamsvorstellungen im NT (EHS. T 317), Bem 1987.

1. El nombre ' abrtim es seguramente una formación norsemítica y ti~ne seguramente el significado «(mi) padre (¿Dios?) es excelso»; a partir de Gén 17, 5 aparece la forma extensa ,abrtihtim, que es interpretada como «padre de muchos pueblos». A Abrahán se le presenta en

5 los relatos de Gén 11, 26-25, 9 como una persona que recibe un llamamiento divino, y a quien se hace la promesa de que ha de tener numerosos descendientes (12, 3; 13, 16; 15,5; 17, 4s; 22, 17s) y de que se le dará en posesión la tierra en que andaba como extranjero (12, 7; 13, 14s; 17, 8; 24, 7); es considerado digno de un pacto con Dios (15, 18; 17,7-14), Y su elección es confirmada por la obediencia de fe de la que él da muestra (12, 4; 15,6; 22, 3-19). Se le llama el «amigo de Dios» (Is 41,8; 2 Crón 20, 7), Y a Israel se le considera como la «simiente de Abrahán» (Is 41,8; Sal 105, 6). En el judaísmo primitivo se puso de relieve la fe de Abrahán (1 Mac 2, 52; Filón, Abr 268-276; Her 90-95) y su fidelidad fue adornada agádicamente. En Eclo 44, 19-21 se concreta esa fidelidad como fidelidad a la ley; en el libro de los Jubileos se considera a Abrahán como enemigo decidido del culto idolátrico y como restaurador de la lengua y la tradición hebreas (Jub 11-12; 20-22). Abrahán aguantó diez tentaciones (19, 8) Y sanó de la lepra al faraón mediante la oración y la imposición de las manos (1QGenApoc 20, 16-29); fue salvado del horno de fuego (GenR 44, 13; AntBibl 6, 15-18). De Abrahán dimanan extensos efectos de bendición: la salvación de Israel en el Mar Rojo se atribuye a la fe de Abrahán o a su disposición para sacrificar a Isaac (Mek sobre 14, 15), el ser descendiente de Abrahán garantiza la participación en el reino eterno (Justino, Dial 140); por haber atado a Isaac, Abrahán actúa como intercesor en favor de Israel (pTaan 2, 65s). Por otra parte, en 1QS 2, 9 se niega que puedan hacerse valer los méritos de «los patriarcas» en favor de los israelitas maldecidos. El Apocalipsis de Abrahán, del judaísmo helenístico (siglo I p.c.[?]), describe a Abrahán como monoteísta y como persona que recibió revelaciones para el futuro. El Testamento de Abrahán, que seguramente es contemporáneo, refiere el anuncio de su muerte y su subida al cielo. 2. En el NT se reconoce la importancia salvífica de Abrahán para Israel, pero se cuestiona que el hecho de ser hijos de Abrahán tenga efectos automáticos. a) Juan Bautista criticó ya la confianza en que el ser descendientes de Abrahán según la carne garantizara la salvación, e indicó con ello la posibilidad de ser hijos de Abrahán según el espíritu (Mt 3, 9; Lc 3, 8). Jesús con-

6 sideró el hecho de que Dios se revelara a sí mismo como Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob (Ex 3, 6) como una referencia de la Torá a la resurrección de los muertos (Mc 12, 26; Mt 22, 32; Lc 20, 37): Abrahán tiene que estar vivo, si el Dios vivo (cf. Ex 3, 14) se refiere a él. Como persona que vive aparece Abrahán en la parábola de Lc 16, 19-31, en la que él constituye un lugar de felicidad para el alma de Lázaro (v. 22), puede escuchar también las palabras que le dirige el alma del rico y sigue siendo para él el «padre Abrahán» (vv. 23s.27.30). Pero el efecto de bendición terminó para él con los bienes de la vida terrena (vv. 25); el efecto permanente de esa bendición lo garantiza la obediencia a la ley y los profetas, de los que Abrahán aparece evidentemente como defensor (vv. 29.31). Según Mt 8, 11; Lc 13, 28s la bendición dada a Abrahán (Gén 12, 3) tiene validez universal: juntamente con Isaac y Jacob, Abrahán constituye la meta de la peregrinación escatológica de las naciones, de tal manera que en el banquete de la basileia habrá también gentiles que se sienten con él a la mesa. Según Lc, el hecho de que Israel fuera descendiente de Abrahán significaba para el Salvador Jesús una obligación especial: una «hija de Abraháll» no debe ser esclavizada por el demonio (13, 16; cf. Jn 8, 33-40), y hasta un publicano sigue siendo hijo de Abrahán y candidato a la salvación (Lc 19,9). Mt comienza con Abrahán .la genealogía de Jesús (1, 2) Y la hace llegar desde él hasta David a través de 14 generaciones (1, 17): como el Mesías de Israel, Jesús, no sólo es el hijo de David, sino también el hijo de Abrahán (1, 1; cf. 1, 21). Le menciona sólo a Abrahán como un eslabón en la genealogía de Jesús que se remonta hasta Adán (Le 3, 34), pero también como el más eminente representante de los tres patriarcas que Dios menciona para darse a conocer (Hech 3, 13; 7, 32). Israel es el linaje de Abrahán (13, 26); el pacto y las bendiciones de Abrahán tienen su plenitud con la aparición del Cristo (3, 25). En el discurso de Esteban, se recuerda a Abrahán en el punto culminante de la historia

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otros, judíos y gentiles, son simiente suya (7,2-8, 16s) y también el anuncio que a él se (vv. 16s). En consonancia con esto, Pablo no le hizo de la servidumbre que sufriría Israel considera la circuncisión de Abrahán como (v. 6s según Gén 15, 13s); si al principio esel «signo del pacto» (así Gén 17, lOs), sino tá la circuncisión de Abrahán (v. 8), al final como el «sello de la justificación» en virtud se halla el corazón incircunciso de Israel (7, de la fe, esa fe que Abrahán había tenido 51). En Jn 8 se acentúa la diferencia entre cuando aún era incircunciso (vv. 11s). Se relos que son descendientes de Abrahán según define también la paternidad: el antepasado la carne (<<simiente de Abrahán», vv. 33.37; físico de los judíos (v. 1) es «padre de la circf. 39) y los que creen en Cristo. Estos últicuncisión» entendida como circuncisión del mos, obrando de manera semejante a como corazón, la cual consiste en su acto de fe; obró el patriarca, demuestran ser genuinos hijos suyos; su privilegio de gozar de liber- . también la promesa de ser heredero del mundo (v. 13) debe entenderse en sentido espiritad se interpreta como el hecho de estar litual. La fe de Abrahán adquiere carácter funbres del poder del pecado y de la muerte (vv. damental y significación escatológica: en 33.39s). Abrahán se considera como un tescontra de toda esperanza humana, él había tigo que en visión contempló ya esa libertad aceptado la promesa de poseer numerosos del Mesías, el cual era antes que él y estaba descendientes y de esta manera había honrapor encima de él (vv. 52-58). do la palabra creadora de Aquel que da vida b) Con las palabras «simiente de Abraa los muertos y llama a lo que no es para que hán», Pablo expresa la primacía histórica de exista (vv. 17-21); de la misma manera, la fe Israel y de su propio origen (2 Cor 11, 22; en Cristo honra a Dios, que hizo que el CruRom 9, 7; 11, 1). Pero niega que se pueda cificado fuera el Señor resucitado (vv. 24s) y equiparar lo de la «simiente de Abrahán» quien, haciendo así posible el perdón, quiere con la genuina condición escatológica de hi- justificar al impío (v. 5). jos de Dios. Esta última, como se ve claraEn Gá13, Pablo establece una antítesis enmente por el ejemplo de Isaac en contraste tre los efectos de bendición que proceden de con el de Ismael, se aplica únicamente a los Abrahán (vv. 6-9) y la maldición fruto de la que son hijos de la promesa (Rom 9, 7-9), es fracasada obediencia de la Ley (vv. 10-13). decir, a los que creen. Lo que más destaca en La bendición de Abrahán para todos los puePablo es la fe de Abrahán en la palabra creablos se entiende como un protoevangelio de dora de la promesa. En Rom 4 se demuestra la justificación de los gentiles (vv. 8s); tan con Gén 15, 6 que no sólo los judíos sino sólo los que creen en Cristo son simiente de también los gentiles pueden llegar sola fide Abrahán y herederos de la promesa (v. 29). (<<por la sola fe») a la salvación por medio Puesto que la bendición de Abrahán tiene de la justificación. A diferencia de la tradifuerza escatológica como la salvación que ción judía, Pablo establece una distancia enobró para nosotros Aquel que estuvo colgado tre Abrahán y la ley, relativiza el valor de la de la cruz (vv. 13s), Pablo puede referir también circuncisión efectuada en él, y pone de relieespecialmente a Cristo las palabras «simiente ve la preeminencia temporal y objetiva de la de Abrahán» (v. 16), tanto más que la validez eterna del pacto que se menciona en Gén 17, promesa y de la fe: aunque todavía era incir7 queda garantizada únicamente con el Mecunciso y anterior al tiempo de la ley (cf. 5, sías que reina eternamente (2 Sam 7, 12-14: 13s), Abrahán fue justificado en virtud de la cf. Rom 1, 3s). En Gál 4,22 se menciona a fe por la promesa dada por gracia (vv. BIS), Y antes de la circuncisión recibió él la Abrahán como esposo de Agar y de Sara, las cuales simbolizan el Sinaí y la Jerusalén de promesa del pacto divino y el nuevo nombre arriba. Rom 8, 32 recuerda a Gén 22, 16: la «Abrahán», que le honra como «padre de entrega del Hijo de Dios se parangona con el muchos pueblos», es decir, como padre de ofrecimiento de Isaac. todos los creyentes (vv. 10-12.17); unos y

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En Heb Abrahán encarna el ideal de la fe definida y orientada escatológicamente en 11, 1: Abrahán salió de su patria, vivió como extranjero en el país de Canaán, aguardó allí la invisible ciudad de Dios (11, 8-10) Y ofreció como sacrificio a Isaac (11, 17-19); perseveró con firmeza en aceptar la promesa de Dios corroborada con juramento (6, 13-15). Herederos de la promesa de Abrahán son principalmente los creyentes (6, 17), a quienes se designa como «simiente de Abrahán» (2, 16). Abrahán, al dar el diezmo a Melquisedec y reconocer así a su Dios y su dignidad sacerdotal (Gén 14, 17-20), se convirtió en el testigo del sumo sacerdocio eterno del que se habla en el Sal 110,4, Y que en el ministerio de Cristo encontró su realización escatológica (7, 1-10). Frente a un paulinismo mal entendido, Sant 2, 20-24 fundamenta la justificación de Abrahán por su actuación en respuesta a Dios. El autor es, sí, plenamente consciente del significado de Gén 15, 6 (v. 23), pero piensa que la fe de Abrahán se perfeccionó ofreciendo a Isaac y de esta manera fue justificado -como quien dice a posteriori- por el juicio divino justificante (vv. 22s). En la tabla de deberes domésticos de 1 Pe 3, el hecho de que Sara se dirigiera a Abrahán llamándole «señor» (Gén 18, 12) se valora como testimonio dado por una esposa ejemplar (v. 6). O. Betz

apuaao;, ou, 1] abyssos

abismo, mundo

de las profundidades* Bibl.: H. Bíetenhard, Infierno, en DTNT 11, 347353; J. Jeremías, <'i~lJaao~, en ThWNT 1, 9; Id., q61']~, en ibid., 146-150; Id., yÉEvva, en ibid., 655s; B. Reicke, Halle III. 1m NT, en RGG I1I, 404-406; S. Schulz, Unterwelt en BHH I1I, 2057s.

1. El NT toma del judaísmo la imagen cosmológica de los tres niveles del mundo; el mundo consta del cielo, la tierra y las profundidades (Flp 2, 10; Ap 5, 13; -+ oVQavó~). En el mundo de las profundidades no sólo se encuentra la región de los muertos (Hades, -+ ~()1]~), sino también la Gehenna o lugar de castigo (<
De las nueve veces que &~1J(J(Jo~ se halla atestiguado en el NT, siete lo están en el Ap; una vez encontramos este concepto en Lc (8, 31) y otra vez en Pablo (Rom 10,7 citando Sal 107, 26). Lo mismo que en la LXX, &~1J(J(Jo~ es también en Rom 10, 7 traducción del hebreo rMm (inundación, profundidades del mar, abismo). 2. El judaísmo apocalíptico considera el abismo como la prisión donde sufren castigo los demonios (por ejemplo, Hen [et] 10,4-6; 18, 11-16; Jub 5, 6-10); el NT comparte esta concepción (-+ 6m¡.tóvLOv). Según Lc 8, 31, los demonios de Gerasa, al ser expulsados por Jesús, le piden que no los mande desterrados a la &~1J(J(Jo~. Los espíritus malignos, que permanecen allí encerrados (Ap 9,1; 20, 1) Y que son gobernados por el príncipe de los demonios Abadón o Apolión (Ap 9, 11), son libertados temporalmente por la caída de una estrella (Ap 9, 2); juntamente con el humo del infierno (-+ yÉevva) suben a la tierra (Ap 9, 2s). También la «bestia» que es el anticristo (cf. Ap 12, 18-13, 10) sube del abismo (Ap 11,7; 17,8), el cual en Ap 17, 8 es equiparado con el mar de Ap 12, 18; 13, 1 (cf., a propósito, Sal 42, 8; Dan 7, 3). Durante un reino milenario (-+ XLALOL), se mantiene preso a Satanás en la &~1J(J(Jo~ (Ap 20, 1-3). Unicamente Pablo entiende la &~1J(J(Jo~ no tanto como el lugar de los demonios sino más bien como la región de los muertos, adonde ninguna persona puede descender (Rom 10, 7; -+ Q611~). Por sus enunciados acerca de la &~1J(J(Jo~ como prisión de los poderes enemigos de Dios, el NT muestra su conexión genética con la antigüedad judía. Pero, lo mismo que el AT y que el judaísmo, el NT mantiene firmemente el señorío de Dios sobre los demonios: Dios dispone cuándo se abre y cuándo se cierra el abismo (Ap 9, 1; 20, 1.3). Con toda la comunidad pospascual (1 Cor 15,24-28; Flp 2, 9s; Col 2, 10.15; 1 Jn 3,8 Ypassim) elAp (1,16; 2,12.16; 17, 14; 19, 15.21) ensalza al Cristo resucitado y exaltado como vencedor sobre Satanás y sobre sus

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af3'Uooo~

- aya'frmWLÉW

secuaces, que son entregados al lugar de castigo eterno donde son atormentados con fuego (---+ yÉEvva) (19, 20; 20, 10.14s). O. Bocher

'l\yapo;,ou Hagabos Agabo* Profeta de Jerusalén en tiempo de Pablo; actuó en Antioquía y en Cesarea: Hech 11,28; 21, 10. H. Patsch: ThZ 28 (1972) 228-232. flya30E~yÉro agathoergeo hacer bien, actuar bien* Ap 14, 17; 1 Tim 6,18. ThWNT 1,17.

flya303tOlÉro agathopoieohacer el bien* aya{tO:7tOLLa, a~, ~ agathopoiia acción de hacer lo bueno* aya{tO:7tOLÓ~, 2 agathopoios dícese del que obra bien, del que es recto* Bibl.: W. Grundmann, ayafroJtOLÉw %'tA.., en ThWNT 1, 17. Para más bibliografía, cf. ayafró~.

1. El verbo se halla atestiguado en el NT en Lc 6, 9.33 (dos veces).35; 1 Pe 2,15.20; 3, 6.17 Y 3 Jn 11; el sustantivo, en 1 Pe 4, 19, Yel adjetivo, en 1 Pe 2, 14. 'Aya'frO:7tOLÉw se emplea como sinónimo de ayaitOv :7tOLÉW (Mc 3, 4; Mt 19, 16; Ef 6, 8), xaAO:J~ :7tOLÉW (Mt 12, 12; Lc 6, 27 compárese con 6, 33.35) Y EQyátoflUL 'to ayaMv (Gál 6, 10; Rom 2, 10; Ef 4, 28) Ydesigna algo así como una suma ética de la manera de obrar acorde con la fe. El concepto antitético es casi siempre XaXO:7tOLÉW (Mc 3, 4 par. Lc 6, 9; 1 Pe 3, 17; 3 Jn 11) o XaXO:7tOLÓ~ (1 Pe 2, 12.14; 4, 15).

2. aya{tO:7tOLÉW, en el NT, tiene únicamente en Lc 6, 9 (cf. par. Mc 3, 4 v. 1.) relevancia cristológica y relevancia ética concreta: en el contexto del distanciamiento crítico de Jesús con respecto a los fariseos, el milagro de curación (<
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sábado, salvar una vida humana o matar?». Para Lc (6, 5), este milagro es una demostración de que el Hijo del hombre es Señor del sábado. Para Jesús se trata de la vida o la muerte de la persona sanada. Consecuencia directa, en Mc, es la decisión de los fariseos y de los partidarios de Herodes de dar muerte a Jesús (Mc 3, 6). En el marco de la ética de recompensas de Q se halla el universal aya{tO:7tOLELV, junto con el amor a los enemigos y lo relativo al préstamo, como la síntesis de la ética de Jesús (Lc 6, 33.35) con la mirada puesta en la condición de hijos del Altísimo. 1 Pe 2, 13ss recoge esencialmente lo que se dice en Rom 12, 2: la voluntad de Dios exige que se haga el bien. Esto significa que las autoridades estatales (Rom 13, 1ss) tienen la misión de castigar a los malhechores y alabar a los que obran bien (l Pe 3, 14); y significa para los cristianos que ellos, «por amor del Kyrios», deben significarse por una buena conducta de fidelidad al Estado y demostrar así con sus buenas acciones que hacen uso de su libertad como «siervos de Dios» que son (2, 15s). Para el esclavo es una gracia de Dios el padecer por obrar el bien (lo contrario de: Ul-wQ'táVOV'tE¡;) (2, 20); de esta manera se responde a la vocación de seguir a Cristo en sus padecimientos (2, 2125; cf., acerca de los cristianos en general, 3, 17). Al igual que las mujeres, como hijas de Sara, están llamadas a hacer el bien y a no amedrentarse con el temor (3, 6), así también los cristianos se acreditan como tales haciendo el bien en medio del sufrimiento (4, 19). En el grupo de palabras en torno a aya.¡}oJtOLÉw se compendia la ética de 1 Pe. La cuestión clave que decide acerca de «la ortodoxia y la herejía» (E. Kiisemann: ZThK 48 [1951] 292ss) en 3 in se encuentra en la alternativa entre hacer 'to xaxóv o hacer LO aya.¡}óv. Solamente andará en la verdad (v. 4) aquel que obre el bien. Según la síntesis que se hace en 3 Jn 11, esta alternativa en el obrar indica cuáles son las relaciones que se mantienen con Dios. J. Baumgarten

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aya'frO:7tOLLa - aya'fró~

flya303totfa, a;, ÍJ agathopoiia

acción

de hacer lo bueno -+ aya{toJtOLÉro.

flya303tOIÓ;, 2 agathopoios

dícese del que obra bien, del que es recto -+ aya{toJtOLÉro.

flya3ó;,

3 agathos bueno

l. Uso del vocablo en el NT - 2. Campo léxico 3. Campo referencial- 4. Corpus paulinum - 5. Deuteropaulinas - 6. La «vocación del rico» en Mc 10, 17-22 par. - 7. Pastorales - 8. Hebreos - 9. ayafrúlO'ÚVfJ·

Bibl.: E Beyreuther, en DTNT 1, 188-191; W. Grundmann, ayafró¡; %'tA.., en ThWNT 1, 10-18; E. Haenchen, Der Weg Jesu, Berlin '1968, sobre Mc 10, l7s; W. Harnisch, Die Berufung des Reichen, en FS Fuchs, 161-166; E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen '1974; E. Kamlah, Die Form der katalogischen Paranese im NT (WUNT 7), Tübingen 1964; E. Lohmeyer, Das Evangelium des Mk (KEK), Gottingen 81967, sobre Mc 10, 17s; E. Lohse, Die Briefe an die Kol und an Phlm (KEK), G6ttingen '1977, sobre Flm 6.14; U. Luck, Die Frage nach dem Guten. Zu Mt 19, 16-30 und Par., en FS Greeven, 282297; W. Schrage, Die konkreten Einzelgebote in der paulinischen Paranese, Gütersloh 1961; L. K. Stachowiak, Bondad, en DTB, 145-154; S. Wibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT (BZNW 25), Berlin 1959.

1. aya.¡}ó¡; aparece atestiguado 107 veces en el NT y se utiliza frecuentemente como sinónimo de xaAó¡; y de XQ'Y]o'tÓ¡;. El término aparece corrientemente en casi todos los escritos del NT; en los escritos joánicos se utiliza poquísimas veces (In 1, 46 [¿un proverbio?]; 5, 29; 7, 12; 3 Jn 11), y falta por completo en el Apocalipsis. 2. aya'fró¡; se halla atestiguado frecuentemente como sinónimo y concepto alternativo de xaM~ (Rom 7, 16-21; 12, 17.21; Gál 6, 9s; Mt 7,17-19 [cf. 12,33]; Mc 3, 4 par. Mt 12,12; Lc 8, 8 par. Mc 4, 8; Mt 13, 8; Lc 8, 15; 1 Tim 5, 10) Ypertenece al campo léxico de ÜyLO~ (Rom 7, 12), b(xaLO~ (Rom 7, 12; Lc 23, 50), 'to eváQE<J'tov (Rom 12, 2; cf. Heb 13, 21), 'to 'tÉAELOV (Rom 12, 2), :7tLO'tÓ~ (Mt 25, 21), E:7tLeLx1Í~ (1 Pe 2, 18) Y XQy)o'tó~ (Mt 11,30; Lc

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5, 39; 6, 35; Ef 4, 32; cf. Rom 2, 4; 1 Cor 15, 33; 1 Pe 2, 3). Corno concepto antitético encontramos frecuentemente xaxó~ (1 Tes 5, 15; 2 Cor 5, 10 v. 1.; Rom 2, 9s; 3, 8; 7, 19.21; 12,21; 13, 3; 16, 19; Mc 3, 4 par. Lc 6, 9; 16, 25; 1 Pe 3, lOs.13.17; 3 Jn 11), más raras veces :7tovy)Qó~ (Rom 12, 9; Mt 5, 45; 7, 11 par. Lc 11, 13; Mt 12, 34s par. Lc 6, 45; Mt 20, 15; 22, 10), cpaiiAo~ (2 Cor 5, 10; Rom 9, 11; Jn 5, 29), oa:7tQó~ (Mt 7, 17s; Ef 4,29) Y OXOALÓ~ (1 Pe 2, 18). 3. El adjetivo bueno designa ante todo la bondad singularísima de Dios (Mc 10, 17 par. Lc 18, 18s; Mt 19, 16s; con más frecuencia se emplea XQ'Y]o'tó't'Y]¡;/XQ'Y]o'tÓ¡;) o de su voluntad (Rom 7, 12; cf. Heb 13,21), o de su mandamiento (Rom 7, 12), el «consuelo eterno» y la «buena esperanza» que Dios ha dado a la comunidad y por los que se halla caracterizado su consuelo (2 Tes 2, 16), Y toda dádiva buena y todo don perfecto que vienen de lo alto, del «Padre de las luces» (Sant 1,17). En sentido atenuado, aya.¡}ó¡; se halla en la interpelación «Maestro bueno (= venerado)>> (Mc 10, 17 s par.) o «siervo bueno» (Mt 25,21 par.), pero puede decirse también expresando una cualidad del hombre (Mt 12, 35 par. Lc 6, 45; Hech 11, 24). Para explicar lo que significa que el hombre «produzca fruto» se exponen las parábolas del árbol bueno (Mt 7, 17s; 12,33) Y del terreno bueno y fértil (Lc 8, 8; cf. 8, 15, aquí con un sentido más íntimo y referido al «corazón» bueno). En sentido traslaticio, la metáfora de los frutos sirve para caracterizar a la sabiduría divina (Sant 3, 17s). Un acento especial tiene el enunciado que habla de la «buena obra» de Dios (Flp 1, 6) o de las «buenas obras» de los hombres (Ef 2, 10; Hech 9, 36; 1 Tim 2, 10; cf. Rom 2, 7; 13, 3a) y la expresión «toda obra buena» (2 Cor 9, 8; 2 Tes 2, 17: de toda buena obra y palabra; Col 1, 10; 1 Tim 5, 10; 2 Tim 2,21; Tit 1, 16; 3, 1). Como término técnico de la época tardía del NT, se considera la «buena conciencia»: Hech 23, 1; 1 Pe 3, 16.21; 1 Tim 1,5.19 (cf. Heb 13, 18).

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&yaM~

Por lo demás, ayuftót; puede utilizarse también muchas veces con sentido menos específico: las «cosas buenas» que se dan a los hijos (Mt 7, 11 par. Lc 11, 13), la mejor parte que fue elegida por María (Lc 10, 42), el buen recuerdo que Pablo y sus colaboradores dejaron en los tesalonicenses, y del que Timoteo informó a Pablo (1 Tes 3, 6). Se exhorta a los efesios a que, en vez de decir palabras malas, digan palabras buenas para la edificación de la comunidad y para que se imparta x,áQtt; a los que escuchan (Ef 4, 29). Se exhorta a los esclavos a que muestren «buena (= respetuosa) fidelidad» a sus amos (Tit 2, 10). La pregunta del Sal 33, 13-17 LXX se ha convertido en 1 Pe 3, 10-12 en parénesis, y enuncia las condiciones para un futuro lleno de esperanza. El presente de la comunidad está expuesto, sí, a oprobios, pero el autor de 1 Pe consuela a la comunidad haciéndoles ver la buena conducta de ellos en Cristo (--+ avuo'tQoqní). 4. En Rom (especialmente en los capítulos 2 y 7) encontramos las tres cuartas partes de todas las veces que aparece este término en las cartas que son indudablemente de procedencia paulina. En Rom 7 (según Kiisemann, a quien el autor sigue en lo esencial) no se trata de una «apología de la ley» (W. Kümmel, Rom 7 und die Bekehrung des Paulus, Leipzig 1929, 9ss), y en los vv. 15-20 no se trata del «ser humano en su contradicción» ni del «ser humano escindido» que sucumbe ante el constante conflicto ético-moral entre el «bien» y el «mal», sino que se trata de «una interpretación cristiana de la existencia precristiana» (Kiisemann, 202). El mandamiento concreto (v. 12) -de acuerdo con la tradición judía- es santo, justo y bueno en cuanto a sus efectos sobre el hombre. Sin embargo, desde la premisa de que Pablo habla de un «'yo' supraindividual» (Kiisemann, 188), del hombre que está bajo la ley y que vive en la contradicción entre el querer y el obrar, entre la virtud probada y el fallo, entre el bien y el mal (vv. 18ss), se niega la posibilidad de que el hombre responda positivamente a la voluntad de Dios. En vir-

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tud de esta experiencia queda desacreditado el camino del piadoso hacia la salvación. «Lo que el hombre quiere es la salvación. Lo que hace es la perdición» (Kiisemann, 195). En Pablo (2 Cor 5, 10; Gá16, 7ss; cf. Ef 6, 8) se hallan íntimamente relacionadas entre sí la doctrina de la justificación y la idea del juicio en el sentido de la concepción judía «del talión escatológico con arreglo a las obras» (Kiisemann, 53). El justificado se halla en situación de constante responsabilidad. «La obediencia y la desobediencia hacen alternativamente que se consiga o que se yerre el objetivo. La obediencia, según eso, es la única obra buena, lo bueno por excelencia [Rom 2, 10], el criterio para el talión en el juicio universal, y el estado en la bendición anticipada. En cambio, la desobediencia brota de la voluntad centrada sí misma, y designa también ilimitadamente lo malo» (Kiisemann, 56). Expresión de que se entiende mal la doctrina acerca de la iustificatio impiorum es la objeción, que Pablo siente como una blasfemia, de que la justificación conduciría al libertinaje (Rom 3, 8). Varias veces se interpreta ('to) ayuftóv en Rom (y Flp 1,6; cf. Flm 6) en el sentido de la salvación escatológica: en Rom 8, 28 Pablo, con estilo didáctico, recurre a un antiguo tópico (cf. Rabí Akiba, bBer 60b, en Billerbeck I1I, 256). En Rom 10, 15 Pablo remite a Is 52, 7. Con la proclamación del «buen mensaje» se hace referencia a la misión apostólica (cf. 2 Cor 5, 18-20), cuya realización hace que se cumpla la promesa escatológica. Lo bueno conferido a la comunidad se refiere (Rom 14, 16) al estado de salvación (Kiisemann, 364). En Rom 15, 2, la obligación de los fuertes con respecto a los débiles conducirá a lo bueno, a lo saludable, lo cual se interpreta como la OLXObO!-LlÍ (= la edificación; cf.la finalidad de los carismas en Rom 12, 6ss; 1 Cor 12-14; Ef 4, 29). En las recomendaciones (Rom 16, 19), el Apóstol da la consigna de que sean sabios para lo bueno, es decir, con respecto a la salvación. Con esto se recoge la idea de Rom 12, 2: sea la bondad de la voluntad de Dios el presupuesto y lo que haga posible una

17 conducta orientada hacia la salvación. La voluntad de Dios se designa como buena, agradable y perfecta en cuanto «corresponde perfectamente a los ideales humanos [bueno, agradable, perfecto son adjetivos propios de una filosofía popular] en algunos casos, pero no se diluye en ellos ni coincide sin más con ellos» (Kiisemann, 318). Responde a la voluntad de Dios una conducta que se ajuste a la salvación. El amor está pronto para una actitud comprometida, y que excluya la neutralidad, orientada a realizar lo bueno y aborrecer lo malo (Rom 12,9.21). No se trata en todo ello del idealismo moral, sino de la conducta escatológica. En el horizonte de los poderes políticos (Rom 13, 3s), 'to ayuftóv designa para Pablo «no cualidades morales, sino una buena conducta política» (Kiisemann, 341), «rectitud ciudadana» o «honradez pública» (Kiisemann, 345). Flm 14 entiende por 'to ayuftóv oo'U la benigna acogida de Onésimo por parte de Filemón, y el recibimiento del mismo no ya como esclavo sino como «hermano amado» (v. 16). Esta conducta corresponde a la exhortación del apóstol, pero más todavía a la voluntad de Dios, «que ordena lo que es absolutamente bueno» (Lohse, 272) y que ha manifestado por la fe el conocimiento de lo que es bueno (Flm 6). En consonancia con el camino de salvación revelado por Dios se halla la exhortación sumaria a obrar el bien (1 Tes 5, 15; Gá16, 6.10; Rom 12,21). 5. Considerados en conjunto, los textos deuteropaulinos corresponden esencialmente a lo que se ha visto en los textos paulinos. El obrar lo que es éticamente bueno (Ef 4, 28; 6, 8) Y las «buenas obras» (Ef 2, 10; Col 1, 10) no son, aquí tampoco, ni actos meritorios ni condición previa para la redención ni algo que pueda desligarse del Creador. Sino que son la expresión necesaria de una consonancia existente entre el Creador y la criatura, entre la fe y las obras, «que Dios nos señaló de antemano como norma de conducta» (Ef 2,8-10). Claro que la idea de producir fruto «en toda obra buena» y la del cre-

18 cimiento (Col 1, 10) es un elemento nuevo, que reaparece en las parábolas de los Sinópticos inspiradas en el ámbito de la naturaleza. 6. Con la «vocación del rico» (Mc 10, 1722; Mt 19, 16-22; Lc 18, 18-23) se sitúa el sentido de ayuftót; en un marco de particular relevancia teológica: el rico (Mt hace de él -secundariamente- un <<joven»; Le, un «hombre importante» [Haenchen, 351]) se postra ante Jesús en señal de respeto y le dice: «Maestro bueno (= venerado)>>. Esta manera de dirigirse a una persona no era nada habitual entre los judíos, pero es posible desde luego en el ámbito del lenguaje helenístico (cf., además de Mt 25,21.23; Lc 19, 17, las citas que apareceI). en Lohmeyer, 208 nota 2; la manera de dirigirse a una persona llamándola «maestro bueno», se encuentra atestiguada también en bTaan 24b). Jesús rechaza la manera de hablar del rico: «Nadie es bueno, sino solo Dios». Jesús recoge así la tradición del AT: es elemento básico del pensamiento veterotestamentario el afirmar que Yahvé es bueno (toh), y la historia de Israel documenta bien la bondad de Dios. La confesión fundamental, de acentos marcadamente personales -frente a la filosofía griega popular y a las ideas helenísticas (más detalles en Grundmann, 10-13 y Beyreuther, 621s)-, dice así: «Alabad a Yahvé, porque es bueno» (1 Crón 16, 34; 2 Crón 5, 13; Esd 3, 11s; Sal 118, lss; cf. la forma judía personal en Filón, Al! 1, 47; Som 1, 149). La experiencia salvífica del éxodo, de la ocupación del país y de los cuidados de que fue objeto el pueblo de Israel en el curso de la historia demuestran la «bondad» de Yahvé (cf. Ex 18, 9; Núm 10, 29ss; Os 8, 3; 14, 3). En Jeremías la «bondad» de Dios adquiere un particular acento escatológico (Jer 8, 15; 14, 11.19; 17,6 Y passim, especialmente 32, 42. Más detalles en Grundmann,13s). Mt, frente a Mc (y Lc), trasformó la chocante manera de dirigirse a Jesús en una pregunta acerca de las cosas buenas que hay que hacer para conseguir la vida eterna (19, 16). La respuesta de Jesús es la invitación al seguimiento (más detalles en Haenchen, 358s; Hamisch, 171ss).

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aya{}ó~

7. Las Pastorales (en ellas es más frecuente el uso de 'XaAó~) se caracterizan por dos puntos de vista: a) Las «buenas obras» se independizan y se convierten en la característica del buen ser del cristiano, como acto de confesión de fe cuando se adora a Dios (1 Tim 2, 10), especialmente en el marco de la ética de las mujeres (cf. la mención de las «buenas obras» junto con el hecho de dar limosna como las notas características de Tabita en Hech 9, 36), interpretándose estas buenas obras en el sentido de dar educación a los hijos, ofrecer hospitalidad, lavar los pies y prestar ayuda a los afligidos (l Tim 5, 10). Las «buenas obras» pueden marcar también la divergencia entre el supuesto conocimiento de Dios y el hecho de que la fe esté en consonancia con las obras (Tit 1, 16) o -como radicalización de Rom 13, 3s- caracterizan la buena conducta dispuesta a someterse a las autoridades. b) El término técnico de «buena conciencia» (l Tim 1,5.19; cf. Hech 23,1; 1 Pe 3,16.21; Heb 13, 18) pertenece a la época tardía del NT. Con tendencia antignóstica, las Pastorales exigen una actitud de vida que corresponda a la fe en la creación y al mandamiento del amor (l Tim 1, 14). «De aquí procede la parenesis tradicional con sus cuadros domésticos (Haustafeln), con sus catálogos de vicios y virtudes que acentúan el valor del matrimonio y la familia, y la necesidad ineludible de las virtudes cívicas normales para la convivencia. De aquí también la exigencia de las 'buenas obras' (1 Tim 2, 10; Tit 2, 14) Y la conciencia recta y pura (1 Tim 1, 5; 3, 9)>> (Ph. Vielhauer, Historia de la literatura cristiana primitiva, Salamanca 1991,249). 8. La Carta a los hebreos, en su doxología final (13, 20s), expresa la petición (en buen sentido paulino; cf. Rom 12, 2) de que el Dios de paz «haga aptos» a los destinatarios «en toda obra buena», es decir, los capacite para vivir conforme a la voluntad divina. Por otro lado, la Carta a los hebreos califica decididamente como aya'frá a los bienes del mundo venidero. En 9, 11 al concepto se le da un colorido cristológico-escatológico: Cristo es el

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sumo sacerdote de los bienes futuros (cf. 10, 1). Entre ellos se encuentra el de la entrada escatológica de Cristo en el lugar santísimo celestial y el de la adoración ante el trono de Dios. 9. aya:3roCJÍlvl1 bondad, ser bueno, ser recto* aparece cuatro veces en el NT: Rom 15, 14; Gál 5, 22; Ef 5, 9; 2 Tes 1, 11. El término aparece en la LXX con una amplia gama de significados (Ecl 4, 8; 5, 10; 6, 3: bienes terrenos; 7, 14: felicidad; 5, 17; 6, 6; 9, 18: lo bueno que a uno le sucede. La bondad de Dios se muestra en los bienes que él concede en la tierra [2 Esd 19,25.35] o que promete en el cielo [23, 31]. Se piensa en el bien moral en Jue 8, 35; 9, 16; 2 Crón 24, 16; Sal 51, 5), de los cuales en el NT se recogió únicamente la dimensión ética. En el marco de una especie de informe final con tendencia apologética (Rom 15, 14-21), Pablo reconoce la independencia espiritual de la comunidad romana. Encuentra para ello multitud de expresiones elogiosas: «Estáis llenos de buenos sentimientos (la rectitud 'que, por contraste con la maldad, se manifiesta en la apertura mutua' [Kasemann, 377]), llenos de todo conocimiento y capaces de instruiros unos a otros» (Rom 15, 14). Tanto en Gál 5, 22 como en Ef 5, 9 la aya'frw(Jllvl1 forma parte de un catálogo de virtudes. En el marco de una comprensión dualístico-escatológica de la salvación, que muestra claras tendencias orientadas hacia la salvación, Pablo contrapone en Gá15, 19-21 a un catálogo de vicios un catálogo de virtudes (vv. 22s). Con las «obras de la carne», que hacen que uno sea excluido del reino de Dios, contrasta el caminar en el Espíritu o el fruto del Espíritu. La realización concreta de la «posibilidad de una vida radicalmente nueva» (Grundmann, 16) es efecto del Espíritu: amor, gozo, paz, magnanimidad o paciencia, amabilidad (bondad), el ser bueno (H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, sub loco: Rectitud), fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo (GáI5, 22s). En paralelismo con ello, aya'frw(Jllvl1 se halla atestiguada también en el

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aya{}ó~

catálogo de virtudes de Ef 5, 9, pero en este caso se encuentra vinculada con el esquema 'antes' y 'ahora'. Los hijos de la desobediencia, por sus «obras de las tinieblas» (5, 11), sucumbirán ante la ira de Dios (5, 6), y no conseguirán la herencia del reino de Cristo y de Dios (5, 5). Frente a esto, los hijos de la luz se caracterizan por los diversos aspectos del «fruto de la luz»: bondad, justicia y verdad (5, 9). En la petición escatológica (2 Tes 1, 11), se ruega a Dios que haga que sea cumplida en los tesalonicenses la buena disposición para la bondad y al mismo tiempo la «obra de la fe». J. Baumgarten

- ayaAALáw

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1. El verbo aparece once veces en el NT; el sustantivo, cinco veces. Siete veces del total de dieciséis que se emplea el término en el NT, lo encontramos en la doble obra de Lucas; tres, en 1 Pe; dos, en Jn. Aparece respectivamente una vez en Mt, Heb, Jds y Ap. - El verbo en voz activa se emplea únicamente en Le 1,47; Ap 19, 7. En todas las demás veces, se emplea como verbo deponente. La indicación del motivo de la extrema alegría se efectúa de diversas maneras. - El verbo y el sustantivo se emplean en unión con XaíQELV o con XaQá en Mt 5, 12; Lc 1, 14; 1 Pe 1, 8; 4, 13; Ap 19, 7; en unión con ()o~á~ELV o M~a en 1 Pe 1, 8; 4, 13; Jds 24; Ap 19,7; en unión con Ev
uyul'tO\l~yÉro agathourgei5 hacer el bien* Forma contracta de -+ aya'froEQyÉW: Hech 14, 17.

uyul'troaÚVl), l)~, -+ aya'fró~ 9.

uyu/v/ví,u(Jt~, Ero~,

tl

agathi5syne rectitud

tl

agalliasis gozo ex-

tremo, júbilo -+ ayaAALáw.

uyu/v/vuiro agalliai5 estar radiante de gozo o alegría* ayaA.A.Lá<JL~, EW~, ~ agalliasis gozo extremo, júbilo* Bibl.: R. E. Backherms, Religious Joy in General in the NT and lts Sources in Particular (tesis Fribourg, Suiza), 1963; H. U. von Balthasar, Die Freude und das Kreuz: Concilium 4 (1968) 683-688; P. J. Bernadicou, The Lucan Theology of Joy: SeEe 25 (1973) 75-98; E. Beyreuther-G. Finkenrath, Alegría, en DTNT 1, 7483; R. Bultmann, ayaAALáo[!aL ¡ctA.., en ThWNT 1, 18-20; E. G. Gulin, Die Freude im NT: Ann. Acad. Se. Finn., Helsinki, 26,2 (1932) Y 37, 3 (1936); W. G. Morriee, Joy in the NT, Exeter 1984; B. Reicke, Diakonie, Festfreude und Zelos in Verbindung mil der altchristlichen Agapenfeier, Uppsala-Wiesbaden 1951; C. W. Reines, Laughter in Biblical and Rabbinic Literature: Judaism 21 (1972) 176-183; A. B. du Toit, Der Aspekt der Freude im urchristlichen Abendmahl, Winterthur 1965.

2. Estos vocablos, que se usan únicamente en el lenguaje bíblico o en el lenguaje eclesiástico, expresan el gozo que se apodera de toda la persona y que se manifiesta incluso al exterior. Como en la LXX, tienen también en el NT sentido religioso (con excepción de Jn 5, 35): designan el gozo y la alegría extrema por la salvación que Dios concede graciosamente por medio de Jesús (en Jn 8, 56 se habla del gozo anticipado de Abrahán). - No es seguro que este grupo de vocablos se emplee ya en Q. El único testimonio que pudiera tenerse en cuenta sería el de Mt 5, 12, a diferencia de Lc. - En Lc 1-2 se habla de la alegría extrema que el nacimiento de Juan desencadena ya como don salvífico que es de Dios (1, 14), del gozo escatológico que siente María (1, 47) Y el todavía no nacido Juan (l, 44) porque con Jesús comienza el tiempo de la salvación. La introducción al «clamor de júbilo» de Jesús en Lc 10, 21 pertenece a la redacción lucana. En Hech 2, 26 se pone en labios de Pedro el texto del Sal 15, 9 LXX como prueba de que la resurrección de Jesús se ajusta a lo que se había anunciado en las Escrituras. Además, los Hech atestiguan que algunas comunidades cristianas primitivas tenían experiencias que desencadenaban extrema alegría: la comida para saciarse, vinculada con la celebración de la eucaristía, pero des-

ayuAAuxw - ay(btT]

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lindada de ella terminológicamente, se toma «con alegría extrema y pureza de corazón» (2, 46). El bautismo y la aceptación de la fe conducen a extrema alegría (16, 34); también aquí es digna de tenerse en cuenta la referencia, simplemente indicada, a la cena. - Clarísimamente marcadas por el júbilo a causa de la futura consumación escatológica se hallan las palabras que leemos en 1 Pe 4, 13; Jds 24; Ap 19, 7. - Del gozo que se siente en el presente habla 1 Pe 1, 8. No es seguro que el júbilo de los cristianos en 1 Pe 1, 6 deba entenderse también en sentido presente, pero es probable que así sea a causa de la cercanía con 1,8. - Heb 1,9 cita al Sal 44, 8 LXX para designar la unción mesiánica del Hijo de Dios con el «óleo de alegría», es decir, con el óleo que se utilizaba para ungir en las alegres festividades y especialmente con motivo de la unción del monarca. A. Weiser

aya...,o;, 2

agamos soltero, dícese de la persona que no se ha casado ---+ YUflÉm.

uyavax'tÉro aganakteo

indignarse, enojarse* Mt 21, 15; 26, 8; Mc 10, 14. El objeto de la indignación se indica mediante la preposición rt€QL seguida de genitivo: Mc 10, 41 par. Mt 20,24. En Mc 14,4 se habla de ayuvux"tÉw rtQo~ ÉUULO'Ú~, de estar indignados entre sí. En Lc 13, 14 la razón de la indignación se introduce por medio de la conjunción o"tL.

uyaváx't1)6t;, Ero;, Í] aganaktesis enojo, indignación* En 2 Cor 7, 11 aparece este vocablo en una enumeración, entre artoAoyLu y !pó~o~.

uya3táro agapao amar ---+ ayártrJ·

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uyá3t1), 1);, Í] agape amor ayunám agapao amar ayurtrJ"tó~, 3 agapetos amado, muy querido 1. Uso del grupo de vocablos en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial - 3. ayunó'w y ayó'nYJ en los (grupos de) escritos del NT - a) Sinópticos (el mandamiento de amar dado por Jesús) - b) Las Cartas paulinas - c) CollEf/2 TeslPastorales - d) Jn/l3 Jn - El resto del NT - 4. ayó'nYJ en Jds 12 - 5. ayunYJtÓr;.

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1. Los tres vocablos del grupo aparecen en casi todos los escritos del NT, con un total de 320 veces, ayurtáw aparece 143 veces (los escritos más destacados en cuanto al uso de este término son Jn [37 veces], 1-3 Jn [31 veces]. ayárt'l1 aparece 116 veces (especialmente en 1-3 Jn [21 veces], 1 Cor [14 veces], Ef [10 veces], ayurt'l1"tó~ aparece en total 61 veces (especialmente en 1-3 Jn [10 veces], Rom [7 veces], 2 Pe [6 veces]. Si tenemos en cuenta este grupo de vocablos en su totalidad, entonces veremos que en Jn juntamente con 1-3 Jn se emplean 106 veces (44 + 62, es decir, una tercera parte), en Pablo juntamente con los escritos pospaulinos (incluidas las Pastorales) 136 veces (84 + 52), los Sinópticos juntamente con los Hechos con un total de sólo 37 veces, y el resto del NT con 41 veces. Nuevamente, si tenemos en cuenta los tres vocablos, dominan (con los correspondientes números de aparición) 1 Jn (52 veces), Jn (44 veces), Rom (24 veces), Ef (22 veces), 1 Cor (20 veces), Lc (16 veces), 2 Cor (15 veces), Mt (12 veces) y Col (11 veces). Es sorprendente que falten ayurtáw y ayárt'l1 en Hech, y ayart'l1"tó~, en Jn, 2 Jn y Ap. 2. El contenido semántico de los tres vocablos, en lo que al NT se refiere, se puede traducir casi uniformemente por amor, amar y amado. ayurtó,w corresponde por lo general en la LXX al hebreo 'liMb, y por ayártT] o por (el término

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&.yá:rtr¡

más antiguo) &.yá:rtr¡(JL~ se traduce principalmente (16 ó 6 veces respectivamente) el correspondiente sustantivo 'ah"bii. Los vocablos griegos más usados en el griego clásico y helenístico EQáw/EQW~ y cpLAÉw/cpLALa quedan muy por detrás en comparación de aquéllos. Probablemente los traductores prefirieron los vocablos, menos cargados de afectividad, del grupo &.ya:rtáw, porque éstos «designan, por lo demás, un amor sereno en el sentido del aprecio o de la aceptación amistosa» (Wamach, Liebe, 927; sin embargo, cf. también Joly). Hasta ahora se discute si &.yá:rtr¡ se halla también atestiguado literariamente antes de la aparición de la LXX; cf., a propósito, E. Peterson: BZ 20 (1932) 378-382; Bauer, Wiirterbuch, S.v. I (cf. Moulton-Milligan, s.v.); Wamach, Agape; cf., además, la controversia entre St. West y R. E. Witt en: JThS 18 (1967) 142s; 19 (1968) 209-211; 20 (1969) 228-230. El NT excluye por completo EQáw/EQW~ (cf., en cambio, IgnRom 2, 1; 7, 2; IgnPol4, 3) y hace un desarrollo teológico más completo del grupo de vocablos en tomo a &.ya:rtáw, mientras que -+ cpLAÉW (cf. M. Paeslack: ThViat 5 [1953-1954] 51-142) es por lo general menos relevante desde el punto de vista teológico. Los vocablos del grupo lingüístico aya:rtáw se refieren casi exclusivamente, en el NT, al amor de persona(s) a persona(s). Sin embargo, algunas cosas se mencionan también como objetos a los que se ama (cf. Bauer, Worterbuch, s. v. aya:rtáw 2; s. v. ayá:rt'l'] 1, 1 ba): Lc 11,43 (los primeros puestos y los saludos); Jn 3, 19 (<
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Flp 1, 9; 2, 2; 1 Jn 4, 16; para otros ejemplos, principalmente en cuanto a los giros con preposición y a los empleos como atributos, cf. Bauer, Worterbuch, s.v. 1, la) se emplean en sentido absoluto. ayá:rtr¡ se halla juntamente con -+ :rtím;l~ (1 Tes 3, 6; 5, 8; 1 Tim 1, 14; 2 Tim 1, 13; Flm 5) y -+ EAltL~ incluso como una tríada (1 Cor 13, 13; 1 Tes 1,3; 5, 8; Col 1, 4s; Bern 1,4.6) -+ 3.b Significados que se apartan del uso general son ~yá:rt'l']Oev (aoristo primero): «Jesús le miró con cariño», Mc 10, 21 Y ayá:rt'l'], comida de amor fraternal (ágape) -+ 4 (Jds 12; Ign Esm 8,2). Junto al amor (ayaltáw) al «prójimo» (-+ ltA'l']OLOV; principalmente en los Sinópticos y en Pablo) se habla (como verbo o como sustantivo) del amor «mutuo» (-+ aAA~Awv; Jn, 1 y 2 Jn, Pablo), y se habla como verbo de amar al «hermano» (-+ a6eAcpÓ~ 5; 1 Jn) y de amar a «los enemigos» (Q); se habla, además, del amor de los maridos a sus «mujeres» (Ef). «Dios» es en Mc 12, 30.33 par. (y también especialmente en Pablo, Sant y 1 Jn) objeto de la acción de amar (del amor), y Jesús (Cristo) lo es principalmente en Jn (fuera de ahí, únicamente en Ef 6,4; 1 Pe 1, 8; 1 Jn 5, 1). Del amor de Dios (en forma de verbo y de sustantivo), además de Jn y 1 Jn, habla principalmente Pablo; el amor de Dios a Jesús se expresa sobre todo en Jn (además en Ef 1, 6; Col 1, 13); cf. también ayalt'l']'tó~ -+ 5. Del amor de Jesús (de Cristo) (con el verbo o con el sustantivo) hablan principalmente Jn y Pablo; el amor de Jesús a Dios se menciona en Jn 14,31. 3. a) Con excepción de Mc 10,21 Y de Lc 7, 5, el verbo ayaltám y el sustantivo correspondiente (Mt 24, 12; Le 11, 42) aparece en los Sinópticos únicamente en labios de Jesús. Tienen una categoría especial el mandamiento del amor a los enemigos y el doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo. En Q la exigencia «¡Amad a vuestros enemigos!» (Lc 6, 27.35 par. Mt 5, 44) aparecía ya en conexión con la referencia a que el dis-

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&.yá:rtr¡

cípulo tenía que romper e ir más allá de la reciprocidad en el amor (Lc 6, 32 / Mt 5, 46 «si amáis a los que os aman»), en conexión con la promesa de que de esta manera se es hijo de Dios, o en conexión con la referencia a la bondad de Dios (una bondad que debe imitarse) aun hacia los malos (Lc 6, 35 / Mt 5, 45), Y en conexión también, seguramente, con la Regla de Oro (Lc 6, 31 / Mt 7, 12). Como exigencia que es de Jesús y en la situación en que se halla la comunidad que está detrás de la fuente Q, el amor a los enemigos significa un rechazo del odio que abrigaban los zelotas, y la superación del amor dirigido únicamente al «prójimo» (cf. Mt 5, 43 «Odiarás a tu enemigo»; cf., a propósito, 1QS 1, 3s.10). La formulación en segunda persona del plural indica que se trata de la comunidad y de los enemigos de ésta. - La sentencia acerca del servir a dos señores establece un paralelo entre amar y servir; invita indirectamente a (servir a Dios de manera indivisa y) amarle. En Mc 12, 28-34, Jesús responde mediante un apotegma a la pregunta que le había hecho un fariseo acerca de cuál era «el primero de todos los mandamientos» (Berger, 143 y 256: «Cuestión inicial de la catequesis de la diáspora»; compárese la pregunta que formula un gentil dispuesto a convertirse y la respuesta que le da Hillel en bSab 31a) con Dt 6, 4s (amor indiviso a Dios), y añade la exigencia del amor al prójimo (Lev 19, 18) como mandamiento supremo (para averiguar cuál era el mandamiento del amor en el judaísmo, sobre todo en los TestXII, consúltese Burchard, Schneider, Nissen). Los dos mandamientos de la Torá se citan también en los lugares paralelos Mt 22, 37.39; Lc 10, 27b.c, pero sin la repetición confirmadora que vemos en Mc 12,32s. Mt 5, 43 a diferencia de Lc, y 19, 19b a diferencia de Mc mencionan el mandamiento del amoral prójimo (Lev 19, 8) en sentencias redaccionales. En el primer pasaje, este mandamiento se contrapone a la nueva exigencia de Jesús (amor a los enemigos, v. 44); en el segundo pasaje se expone después de los diversos preceptos de la segunda tabla del De-

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cálogo, seguramente para caracterizarlo como la recapitulación de la misma (cf. 22,40 a diferencia de Mc: «De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas»). En 24, 12 (material peculiar) se predice que «el enfriamiento del amor en muchos» será consecuencia del aumento de la «iniquidad». El empleo absoluto de ayált'l'] en Mt 24, 12 corresponde a una forma de expresión más tardía. Y lo mismo se diga de la doble mención de ayaltáw en Lc 7, 47 (material peculiar) (<<porque amó mucho [mostró mucho amor] ... , ése ama también poco»; cf. la pregunta en el v. 42). En la sección acerca del amor a los enemigos, en Lc 6, 32b, se usa ayaltám siguiendo al texto de la fuente Q (<
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ayáJ't'l]

píritu Santo (Rom 5, 5). Dios «demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (v. 8). El fragmento hírnnico de 8, 31-39 (cf., a propósito, G. Schille: ZNW 59 [1968] 230-244; P. Fied1er: ZNW 68 [1977] 23-34), que comienza con la pregunta «Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?», termina con la firme confianza de que nada «nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor». El ayu:n:~{)'UI; (v. 37) es Cristo que demostró en la cruz (2 Cor 5, 14s) cuál era su amor (Rom 8, 35), Y que hace como Señor exaltado que reine su amor. El «me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gál 2, 20). Aunque Pablo habla frecuentemente en sentido absoluto acerca del amor de los cristianos, y de esta manera ayá:n:'I'] (Rom 12, 9; 14, 15; 1 Cor 8, 1; 14, 1; 16, 14), especialmente en la enumeración de las virtudes (2 Cor 6, 6; Gál 5, 22; Flp 2, 1s), podría entenderse fácilmente como una de tantas actitudes morales, sin embargo él acentúa decididamente la primacía de la ayá:n:'I'] (Gál 5, 6; Flp 1, 9; especialmente en el «himno que canta las excelencias del amor» en 1 Cor 13; consúltese a propósito, además de Kieffer: Schlier 1,186-193; G. Bomkarnm, El camino más excelente, en Estudios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 37-57; J. T. Sanders: Interpretation 20 [1966] 159-187; B. Gerhardsson: SvEA 39 [1974] 121-144; E. Minguens: CBQ 37 [1975] 76-(F). El amor no es EQYOV, sino el primer «fruto del Espíritu» (Gál 5, 22) ...Pablo, claro que sin referirse a una enseñanza de Jesús, menciona el mandamiento principal del amor al prójimo: «El que ama a su prójimo, ha cumplido la ley» (Rom 13, 8). Los mandamientos de la segunda tabla del Decálogo se hallan «compendiados» (---+ avuxEqJuAmów) en el mandamiento del amor al prójimo, de tal manera que el amor es el «cumplimiento de la ley» (---+ :n:A~QW!1U) (13, 9s; cf. Gál 5, 14). 1 Tes 4, 9 llama al amor mutuo «amor fraterno» (---+ qJLAUbEAqJtu; sin embargo, cf. también 3, 12: XUL de; :n:áv'tue;); cf., además, 1 Cor 9, 20s; 10,24; 13,5; Gá16, 2. En cuanto al amor

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a Dios (se emplea en todos los casos el verbo ayu:n:áw) se dice que «para los que aman a Dios» (sobre esta expresión, cf. J. B. Bauer: ZNW 50 [1959] 106-112) «todas las cosas cooperan para bien» (Rom 8, 28); y se dice también que Dios les «ha preparado» cosas insospechadas (1 Cor 2, 9), y que el que ama a Dios «es conocido por él» (8, 3). La tríada fe, amor y esperanza, en Pablo, aparece por vez primera en 1 Tes 1, 3 (cf. además 5, 8; 1 Cor 13, 13; cf., a propósito, Lietzmann-Kümmel, Korintherbrief4 [HNT], 66-68; H. Conzelmann, Der erste Korintherbrief [KEK], 270-273; W. Marxsen, en FS Cullmann 1972,223-229). c) Col 1, 4s menciona de nuevo la tríada fe, amor y esperanza (---+ b) y habla del «amor a todos los santos», un amor que se da por supuesto en los destinatarios (cf. Ef 1, 15; 2 Tes 1, 3). En el mismo contexto se dice que Epafras es «nuestro amado consiervo» (1, 7), el cual informó también al autor acerca de 't~v Ú!1wv ayá:n:'I']v EV :n:VEÚ!1a'tL (v. 8). El amor de la comunidad destinataria de la carta se entiende evidentemente como un amor obrado por el Espíritu (E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser und an Philemon [KEK], 54s). Así como Dios «nos trasladó al reino del Hijo de su amor» (1, 13), así también los cristianos son al mismo tiempo los elegidos y los «amados» de Dios (3, 12; cf. 2 Tes 2, 13.16), Y como a tales se les exhorta al amor, que es el «vínculo de la perfección» (v. 14). El imperativo ayu:n:
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ayáJ't'l]

quien nos ha concedido gracia «en el Amado (Cristo)>> (1, 6; «en amor», en el v. 4, lo mismo que en los demás pasajes, no debe referirse al amor de Dios; en contra de lo que piensa H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 67s). Dentro de la tradición paulina se halla 2, 4s: Dios, «por causa del gran amor con que nos amó ... volvió a la vida» a los pecadores <<juntamente con Cristo». El amor de Cristo sobrepuja todo conocimiento (3, 19); se mostró como amor a la Iglesia (5, 25), en la entrega que él hizo «como ofrenda y sacrificio a Dios» (5, 2). Con la exhortación al amor, que hace que «unos se soporten a otros» y que «edifica» el cuerpo de Cristo (4, 2.16), comienza la parenesis, y la carta termina deseando a los destinatarios «amor y fe», que han de proceder de Dios y de Cristo (6, 23), Y considerándolos (consideración que es más un llamamiento que la afirmación de un hecho) como personas que «aman» a Cristo «con amor imperecedero» (v. 24). En las Cartas pastorales predomina el sustantivo (10 veces), mientras que el verbo aparece sólo en 2 Tim 4, 8.10. Este último pasaje muestra la ambigüedad de la acción de amar. Esta acción puede orientarse hacia la «epifanía» de Cristo, es decir, a la parusía, o también al «eón actual». La «finalidad de la instrucción» es «el amor nacido de un corazón puro y de una buena conciencia y de una fe sincera» (1 Tim 1,5; el «amor» se halla también junto a la «fe» en: 1 Tim 1, 14; 2, 15; 4, 12; 6,11; 2 Tim 1,13; 2, 22; 3, 10; Tit 2,3). De este amor hay algunos que se han alejado mucho (1 Tim 1, 3s.6s). El amor se opone al resultado de las maquinaciones heréticas, y puede servir, por tanto, de criterio para la recta predicación. Timoteo debe aferrarse al modelo de la sana doctrina que recibió de Pablo «en la fe y en el amor» (2 Tim 1, 13). d) Jn y 1-3 Jn muestran puntos en común y diferencias en lo que respecta al uso de ayá:n:'I'] (28 veces) y de ayu:n:áw (68 veces). Una diferencia importante consiste en que el Cuarto Evangelio habla marcadamente acerca

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del amor de Jesús (Cristo) y del amor a él, y sin embargo las Cartas hablan más frecuentemente del amor de Dios y del amor a Dios. Pero esto difícilmente significará una diferencia objetiva de carácter decisivo. En ambas partes se habla del amor de «unos a otros», pero sólo en las Cartas se habla del «amor fraterno». (Además de los artículos de Cipriani, Lattke, Schlier, cf. F. MuBner, ZQH, München 1952, 158-164; R. Bultmann, Teología § 50. 4; E. Klisemann, Jesu letzter Wille nach Joh 17, Tübingen 1966, 105-116.) Es de importancia fundamental Jn 3, 16: «De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito» a fin de comunicar «vida eterna» por medio de la fe. El pasaje de 14,21 tiende al enunciado: El que ama a Jesús, será amado también por el Padre y de este modo llegará a la misma meta que Jesús (14, 3.6). Quien ama a Jesús y guarda su palabra (cf. 15, 9s) recibe el amor del Padre, quien -como Jesús- «vendrá a él» para «hacer morada en él» (14, 23). Los discípulos están allí donde está Jesús (14, 3), en el ámbito del amor de Dios (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 93). El mundo ha de conocer que Jesús ha sido enviado por Dios; que Dios ha amado a los discípulos, lo mismo que amó a Jesús antes de la fundación del mundo (17, 23s.26; cf. también 3, 35; 10, 17; 15, 15s acerca del amor de Dios a Jesús; 14, 31 acerca del amor de Jesús a Dios). El amor de Jesús (11, 5; 13, 1.34; 14, 21; 15,9.10.12) a los suyos fue amor «hasta el fin», corresponde al amor del Padre y exige del discípulo que guarde los mandamientos de Jesús a fin de permanecer en su amor (15, 9s). De esta manera, el discípulo realizará el amor a Jesús (14, 15.21.23s.28). La exigencia del amor «recíproco» se fundamenta en el amor de Jesús hacia los suyos y tiene su modelo en ese amor (15, 12s.17). Por eso es un «mandamiento nuevo» (13, 34s). El discípulo amado (<<el discípulo a quien J esús amaba», 13,23; 19,26; 21, 7.20) seguramente no es sólo una figura simbólica o una ficción literaria; por lo menos, en la concepción del redactor de 21, 7.20-23 aparece como

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ayáJt'l']

una persona histórica (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 463-480 [bibl.]; Th. Lorenzen, Der Lieblingsjünger im Joh, Stuttgart 1971; P. S. Minear: NovT 19 [1977] 105-123). 1-3 Jn se diferencian de Jn en cuanto se pone principalmente en relación mutua el amor de Dios (1 Jn 3, 1; 4, 7-21; 2 Jn 3) y el amor a Dios (1 Jn 2, 5.15; 3,17; 4, 1O.12.20s; 5, 1-3) Y a Jesús (5, 1) así como también el amor de unos a otros (3, 11.23; 4, 7.11s; 2 Jn 5) o el amor al hermano (1 Jn 2,10; 3, 10; 4, 20s; en plural: 3, 14; cf. 5, 1s). (Además de los trabajos de Coppens y de Schnackenburg, cf. R. Bultmann, Die Briefe des Johannes [KEK], 69-81; P. W. van der Horst: ZNW 63 [1972] 280-282; H. Thyen, en FS Kasemann, 527-542.) Las dilucidaciones sobre el amor divino -acerca del triple enfoque del tema «mandamiento del amor» (1 Jn 2, 3-11; 3, 1124: 4, 7-21), cf. W. Thüsing, Die Johannesbriefe (GS), Düsseldorf 1970- culminan en la afirmación: «Dios es (el) amor» (4, 8.16). La verdad de esta afirmación se ve claramente por la manera en que Dios actúa. Dios envió su Hijo al cosmos de muerte, para dar graciosamente la vida a los hombres (4, 9). El amor de Dios se dirige primeramente al cosmos, al mundo de los hombres necesitado de redención (4, 9s.14; cf. Jn 3, 16). El amor fraterno (--> aCEA.
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F. MuJ3ner, Der Jakobusbrief [HThK], 124:

no en el sentido de «mandamiento principal»). 1 Pe 1,22 exige «amor fraterno sincero», «amarse unos a otros entrañablemente, de corazón» (cf. 2, 17; 4, 8). Se habla del amor a Jesucristo, «a quien amáis sin haberle visto», en relación con su anoxáA.U'ljJL<; (1, 7s; cf. 2 Tim 4, 8). Ap 1, 5 llama a Jesucristo «Aquel que nos ama y nos redimió de nuestros pecados con su sangre» (cf. Jn 13, 1; Gál 2, 20; Ef 5, 2); de manera parecida, Cristo espera que los adversarios judíos lleguen a entender «que yo te he amado [a la comunidad de Filadelfia]». 4. ayán:r¡ significa en Jds 12 el convite de amor como institución del amor fraternal. En este sentido, el sustantivo aparece atestiguado también en otras partes: (por ejemplo) Ign Esm 8, 2; Acta Pauli et Theclae 25 (LipsiusBonnet 1, 252, 11); Passio Perpetuae et Felicitatis 17; Clemente Alejandrino, Paed 11, 1, 4; Stromata I1I, 2, 10 (más detalles en PGL s. v. EA). Bibl. en Bauer, Worterbuch, s. v. 11; W.D. Hauschild, en TRE 1,748-753. 5. El adjetivo ayan:r¡'tó<;, en el NT, se aplica únicamente a las relaciones de Dios con su Hijo (el «Hijo amado», Mc 1, 11 par. MtlLc; 9, 7 par. Mt; 12, 6 par. Lc; Mt 12, 18; 2 Pe 1, 17; cf., a propósito, F. Lentzen-Deis, Die Taufe Jesu nach den Synoptikern, Frankfurt a.M. 1970, 188-191), pero se emplea también en nombres propios, asociado con aCEA.
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ayaJt'l']TÓ~ - ayyf).. 'f..w

aym't1]'tó;, 3 agapetos amado, muy querido -- rel="nofollow"> ayánr¡.

'A YelQ Hagar Agar* Concubina de Abrahán, madre de Ismael (Gén 16,1-16; 21, 9-21): Gá14, 24.25. ThWNT 1, 55s; F. MuJ3ner, Galaterbrief (HThK), 319325. --> LáQQa.

ayyaQEúffi aggareuo obligar a alguien a prestar un servicio personal, forzar a alguien a un acto de servidumbre* Mt 5, 41; 27, 32 par. Mc 15,21. ayyaQE'Úw es seguramente un préstamo léxico del persa (R. Schmitt: Glotta 49 [1971] 97-101), que aparece también en la literatura rabínica; P. Fiebig: ZNW 18 (1918) 64-72. Cf. en latín angariare.

aYYEiov, ov, 'to aggeion frasco, recipiente* Mt 25, 4; cf. 13,48 Koiné D W.

ayyd.ia, a;, 1] aggelia mensaje, encargo --> ayyfXAOJ 3.

ayyÉJ...J...ffi aggello anunciar, referir avayyÉA.A.OJ anaggello referir, proclamar anayyÉA.A.OJ apaggello contar, informar, proclamar 1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Contenido semántico - 3. ayyE1.. la. Bibl.: Becker-Müller-Coenen, Mensaje, en DTNT III, 54-68; P. Joüon, Le verbe avayyfAAúJ dans Saintlean: RSR 28 (1938) 234s; J. Schniewind, ayyúla 'XTA., en ThWNT 1,56-71 (bibliografía).

1. Los compuestos de ayyÉA.A.w son intercambiables, tanto en el griego profano como en la LXX y en el NT. Conforme a la preferencia de la Koiné por los verbos compuestos, vemos que también el NT ofrece sólo dos ejemplos del uso del verbo simple -Jn 4, 51 (difícil desde el punto de vista de la crítica textual, cf. Schniewind, 60, 28ss) y 20, 18- ,

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en cambio hay (unas) catorce veces que aparece avayyÉA.A.w y 45 veces anayyÉA.A.w, siendo frecuente que en la tradición manuscrita se intercambien los dos verbos. La inmensa mayoría de las veces aparecen estos verbos en los escritos lucanos. 2. En el empleo de los tres verbos hay que distinguir entre el uso pleno de su sentido y un uso más desvaído del mismo. Pero entre un extremo y otro hay muchos grados intermedios: los compuestos tendrían un uso desvaído en Mt 2,8; 14, 12; 28, 11; Lc 8, 20; 13, 1; 14,21; 18,37; Jn 5,15 Y passim: comunicar, informar (cf. también Hech 28,21 an:ríyyELA.E ~ EA.áA.l]OEV). Aquí se podrían incluir también algunos ejemplos del uso de estos verbos en las historias de milagros (Mc 5, 14; Mt 8, 33; Lc 8, 34, cf. especialmente los vv. 36047, donde significativamente es Jesús el objeto de la acción de anayyÉA.A.ELV, claro que «en presencia de t?do el pueblo»; Jn 5, 41 v.l.; Hech 4, 23; 11, 13; 12, 14.17; quizás también 1 Tes 1,9). Más que una pálida comunicación podría ser el sentido del verbo (an-)ayyÉA.A.w en las historias de resurrección que aparecen en los evangelios (Mt 28, 8.lOs; Mc 16, 10.13; Lc 24,9; Jn 20, 18). El grupo de verbos realza en estos casos el significado particular del acontecimiento para la fe cristiana; en Mt 28, 11 el término podría haberse empleado en sentido marcadamente irónico. Un sentido más pleno se escucha también en Mt 11, 4. Apenas puede diferenciarse de EvaYYEA.L1;Of-tUL en 1 Jn 1, 2.3 (cf. también Hech 26,20; 17,30): aquí se menciona con el verbo anayyÉA.A.w el objeto del evangelio, que es la proclamación de la vida eterna, «que estaba con el Padre y nos fue manifestada», y cuya finalidad consiste en la comunión con el Padre y con el Hijo Jesucristo y en la comunión de unos con otros, es decir, en el acontecimiento de la salvación. Por consiguiente, los compuestos de ayyeA.A.W significan más que una mera notificación amplia de la voluntad salvífica de Dios. Comprenden al mismo tiempo la palabra de esa

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ayyfAf..w - ayyEf..Or:;

notificación en el sentido de un poder eficaz. «La proclama... produce y refuerza de continuo la fe y el estado de salvación de los cristianos» (R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, 105). Así como Jesús mismo es el proclamador anunciado por el AT (Mt 12, 18; Heb 2, 12), así también el Paráclito, continuando el mensaje proclamado por Jesús, preparará con sus anuncios a la comunidad para que afronte el futuro (Jn 16,7-11). - En 1 Cor 14,25 es donde podría haberse empleado el verbo aJw.yyfAAw en un sentido más denso, ya que en este pasaje, lo mismo que en Sal 141, 3 LXX Y 88,2 LXX, el verbo tiene «una nota intensamente cultual» (G. Dautzenberg, Urchristliche Prophetie [BWANT 104], Stuttgart 1975, 252), Y debe traducirse seguramente por confesar con fe. 3. ayyd,tu mensaje, encargo* aparece sólo en dos pasajes del NT (1 Jn 1, 5; 3, 11), que además no están exentos de dificultades de crítica textual. Mientras que ayyú. Lu en 1 Jn 1, 5 se refiere a la predicación de Jesús, este término significa en 3, 11 la predicación efectuada por la Iglesia. El sorprendente hecho de que en los escritos joánicos, con excepción de Ap 10, 7 Y 14,6, no se utilice el radical e:uu"{Y€A-, cosa que Schniewind (ThWNT 1, 59) considera intencionada, se explica de diversas maneras: mientras que Schniewind, por ejemplo, asocia primariamente E1JayyÉALOV con la expectación del mensajero de noticias de gozo que ha de llegar, y supone que el autor, por su lucha «contra una gnosis que aguardaba al 'mensajero' que habría de llegar... , evitaba el uso de términos con el radical €Uuyy€A-» (ibid.), vemos que G. Friedrich remite de manera más general a la escatología (realizada) del Evangelio de Juan (ThWNT 11, 714s). Sin embargo, el empleo de ayy€ALU en 1 Jn 1, 5 podría tener su fundamento en la reminiscencia de Is 28, 9. Pero parece problemático que el autor de 1 Jn haya escogido ayy€ALU por su «vaga reminiscencia» (cf. ThWNT 1,59), ya que ambos pasajes están claramente enfatizados en su manera de expresarse.

El término, muy difundido tanto en la LXX como en el griego profano, se equipara frecuentemente en 1 Jn 1, 5 con €uuyyÉALOV, y en 3, 11 con JtUQuyy€ALU (cf. ThWNT 1,59; Bauer, Worterbuch, s. v.). Ahora bien, de importancia decisiva para la comprensión de ayy€ALU es la cuestión de saber en qué coinciden las dos expresiones, que a pesar de todo son muy diferentes. - La tesis de que «Dios es luz» (--+
aYYEI..O;, O\), Ó aggelos mensajero,

ángel

1. Uso del término en el NT y contenido semántico - 2. Los pasajes en particular - 3. A propósito de la hermenéutica - 4. aQxáyyEt...O~.

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ayyEf..or:;

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1. Las 175 veces que aparece ayy€Aor:; están distribuidas de manera muy diferente en el NT. La mayoría de ellas se encuentran en los sinópticos (51; se acumulan en las denominadas historias de la infancia y en los relatos sobre el sepulcro y sobre las apariciones que tuvieron lugar después de la resurrección), en Ap (67) y en Hech (21). En la inmensa mayoría de los lugares, ayy€Aor:; se emplea para designar al mensajero (celestial) de Dios, pero puede designar también al mensajero humano (tan sólo tres veces en el NT: Lc 7, 24; 9,52; Sant 2, 25; pero cf. también las citas del AT en Mt 11, 10 par.; Mc 1,2). Ambos significados se encuentran también en el griego profano. 2. El uso de este vocablo en el NT se basa en el empleo que se hace de él en el AT y en los escritos intertestamentarios: los ángeles son mensajeros enviados por Dios y representan al mundo celestial; su aparición es una revelación del mundo del más allá que llega al mundo terreno. Sin embargo, la acción y la esencia de los ángeles no son nunca el verdadero tema de la exposición, sino que se presupone sencillamente que existen los ángeles y que se conoce su existencia (cf., a propósito, no sólo las angelofanías de los evangelios, sino también, por ejemplo, Heb 13,2 Y 1 Tim 5,21).

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En los evangelios y en Hech los ángeles ejercen las funciones más diversas: el ángel del Señor se manifiesta y trae a los hombres mensajes y encargos de parte de Dios (Mt 1, 20ss; 2, 13.19s; 28, 5; Lc 1, 11ss; 2, 9ss; Hech 8,26; 10,3.22; cf. Jue 13, 3ss; 2 Re 1,3.15; Lc 1, 26ss: Gabriel; Lc 24, 23), libera y conforta después de pascua a los apóstoles (Hech 5, 19s; 12, 7ss; 27, 23s) y castiga a Herodes (Hech 12, 23). La vida de Jesús se desarrolla acompañada por ángeles, que están siempre dispuestos a servirle (Mt 26, 53; Mc 1, 13 par.; Lc 22, 43; cf. también Jn 1,51). Los ángeles acompañarán también al Hijo del hombre en el juicio final y asumirán funciones en él (Mt 13, 39ss; 25, 31; Mc 8, 38 par.; 13,27 par.; Lc 12, 8; cf. también 2 Tes 1, 7 [sobre la vinculación aquí existente y sobre la oposición al judaísmo, cf. ThWNT 1, 83, 34ss]), llevan a Lázaro, después de su muerte, al seno de Abrahán (Lc 16, 22; sobre esta idea, tomada del judaísmo, cf. Billerbeck 11, 223ss). A pesar de todo, los ángeles no son omniscientes (Mc 13, 32 par.). - En Mt 18, 10 (cf. también Hech 12, 15) se encuentra también la idea del ángel custodio, frecuente ya en el AT Y en los rabinos, pero más rara -en cambioen los apócrifos. Si predominan claramente en los evangelistas los enunciados acerca de los ángeles de Dios (la única excepción es Mt 25, 41), vemos que en el «Corpus paulinum» predominan casi con la misma claridad los enunciados acerca de los ángeles malos (caídos) y de los poderes y potestades demoníacos (a propósito de los últimos --+ aQX'!Í, E1;ouOLU, 6'ÚVU!llr:;, XUQlÓ't'l1r:;, {tQóvor:;, O'tOlXELOV y acaso Rom 8, 38; 1 Cor 6, 3; 11, 10; Col 2, 18). Sin embargo, la interpretación de la mayoría de los pasajes es discutida y difícil; a propósito de Rom 8, 38, cf. 8, 35 Y E. Kiisemann, Der Brief an die Romer (HNT), 239 (bibl.). En 1 Cor 6, 3 se podría también pensar más en los ángeles caídos que en los ángeles de las naciones (en contra de Dibelius, 9ss), ya que los vv. 2s no recogen la correspondencia entre «la visión del cielo y la visión del mundo» (ibid. 10), es decir, no hacen pensar en los ángeles

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ayyEf...Or;

como ángeles de las naciones, sino que en el v. 3 se sobrepasa la idea del v. 2 (la referencia a Jds 6; 2 Pe 2, 4 en H. Conzelmann, Der erste Korintherbrief[KEK], 127, nota 22 difícilmente sería concluyente). No está completamente claro si Pablo incluye aquí o no a los ángeles en el cosmos, a diferencia de 10 que sucede en 1 Cor 4, 9 (sobre el trasfondo de esta formulación cf. H. Braun, Gesammelte Studien zum NT und seiner Umwelt, Tübingen 1962, 186-191). En 1 Cor 13, 1 Pablo habla del lenguaje de los ángeles como del «don de lenguas por excelencia» (O. Dautzenberg, Urchristliche Prophetie, Stuttgart 1975, 150), hablando de la necesidad de tener amor, aunque se posean los dones espirituales supremos. En Oál 1, 8 la referencia a los ángeles sirve para acentuar 10 inmutable del evangelio. La expresión que hallamos en Heb 2, 2 Y en Oál 3, 19 Y que habla de que la ley fue trasmitida por medio de ángeles, tiene, sí, paralelos en el judaísmo (cf. A. van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, Stuttgart 1968,44, nota 91 [bibl.]), pero se utiliza aquí en contra de lo que se dice en esos paralelos, a fin de demostrar la inferioridad de la ley. Por el contrario, Hech 7,53 se halla completamente en consonancia con los enunciados judíos. La clara superioridad de Jesús sobre los ángeles se refleja en Heb (cf. 1, 4ss), con unas reflexiones que culminan en 1, 14: «¿No son todos ellos espíritus servidores, enviados para servir por causa de los que heredarán la salvación?». Este pasaje, igual que Heb 2, 16 Y 1 Pe 1, 12, nos permite comprender que en cierto modo los creyentes están incluso por encima de los ángeles (cf. K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe 2 [HThK], 43). Esta superioridad del Exaltado se expresaría también en 1 Tim 3, 16 (cf. también 1 Pe 3, 22), pero refiriéndose en este caso, de manera global, «al desfile triunfal de aquel que asciende al cielo» (E. Schweizer, Erniedrigung und Erhohung bei Jesus und seinen Nachfolgern, Zürich '1962, 106). - Es problemática la interpretación de 1 Cor 11, 10. ¿Se habla aquí de ángeles de Dios o de ataques angélicos contra la mujer que ora y

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profetiza? (cf. Dibelius, 13ss; ThWNT 11, 570s [bibl.]; H. Braun, Qumran und NTI, Tübingen 1966, 1 193ss [bibl.]). Lo más probable sigue siendo la interpretación de que se hace referencia a ángeles malos (a pesar de ThWNT 11, 570s y III, 678s), contra quienes la mujer debe protegerse con ayuda del velo. Sin embargo, aquí se presenta a los ángeles de una manera relativamente poco acentuada, ya que, por el ('nu t"Out"O que establece la conexión con lo anterior, la totalidad del acento recae sobre el hecho de que no haya relación directa entre la mujer y Dios, hecho que, no obstante, parece invalidarse de nuevo en los vv. lIs, por cuanto se dice entonces que el hombre y la mujer proceden (¿de igual manera?) de Dios. Tampoco está acentuado el término aYYf'.AOr; en 2 Cor 12, 7 (ayyüor; Lu'tuvd), donde Pablo ve, sí, en sus padecimientos una acción de Satanás, pero lo entiende todo ello, al mismo tiempo, como una acción de Dios (cf. v. 10). Pablo, en 2 Cor 11, 14, se refiere a la idea, corriente ya en el judaísmo (cf. VidAd 9), de que Satanás es capaz de trasformarse en ángel (de luz), y la utiliza como ejemplo para probar que no significa nada el que sus adversarios se presenten como apóstoles. Claro que la naturalidad corriente con que las personas del NT aceptan la existencia de los ángeles trae también consigo problemas para la fe. Esto aparece -además de en Heben Col 2, 18, donde no se trata quizás, como en la liturgia angélica de Qurnrán, de la participación en la adoración celestial de Dios (cf. Schafer, 36ss [bibl.]), sino seguramente de una adoración de los ángeles, difundida ya entre los judíos (cf. ibid., 67ss), efectuada por cristianos «hinchados» (cf. además E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, sub loco, y Ap 19, 10; 22, 8s). Finalmente, en Jds 6 y en 2 Pe 2, 4 se aduce el juicio sobre los ángeles como ejemplo que debe servir de advertencia (sobre las interpretaciones judías subyacentes de Oén 6, cf. K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe' [HThK), 150s). El autor del Ap presenta con especial frecuencia a ángeles que realizan diferentes en-

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ayyEf...Or;

cargos de Dios. Y, así, trasmiten la revelación y ejecutan los juicios de Dios. Junto a los ángeles de la comunidad (2, 1-3, 22), los cuales deben entenderse seguramente como verdaderos ángeles (porque aYYf'.AOr; en el Ap se refiere siempre a verdaderos ángeles, y porque, además, la idea subyacente se entiende bien si tenemos en cuenta como trasfondo la concepción judía acerca de los ángeles de las naciones y del ángel de Israel), el autor menciona ángeles a cargo de los vientos (7, 1) Y a cargo de tropeles de jinetes dañinos (9, 14), un ángel que tiene poder sobre el fuego (14, 18); otro, sobre el agua (16, 5); un ángel que tiene poder sobre el mundo de las profundidades, cuyo nombre Abaddi5n se interpreta como Apollyi5n (= destructor) (9, 11), Y un ángel que es señor de las langostas de la quinta plaga, y los siete tradicionales príncipes angélicos (8, 1-9, 21). Pero hay ángeles también que rodean a Dios y llenan con sus cánticos de alabanza el mundo celestial (5, 11; 7, 11). 3. La cuestión central en la exégesis de los mencionados pasajes del NT es la de saber si los enunciados neotestamentarios acerca de los ángeles pertenecen a la cosmovisión -renunciable- vinculada con su tiempo, o de si -ipor lo menos!- contienen un núcleo que implique la existencia de seres semejantes a ángeles. Ambas opiniones se sostienen en las obras especializadas (cf. tan sólo R. Bultmann, NT und Mythologie, en Kerygma und Mythos 1, Hamburg 1948, 17ss, por un lado, y M. Seemann, en Mysterium Salutis II/2, Madrid 1970, 1076ss, 195s [bibl.), por el otro lado). Habrá que tener bien presente que la precomprensión del exegeta es de máxima "' importancia en este asunto. Pues bien, muchos de los prejuicios, basados en la precomprensión, contra la existencia de los ángeles afectan también en último término a la cuestión acerca de la existencia de Dios, lo cual debe tenerse en cuenta para la exégesis de los pasajes relativos a la existencia de los ángeles. Por ejemplo, si las historias acerca de la tumba que se encontró vacía, y acerca de las apariciones del Resucitado,

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son más una presentación de verdades de fe y de experiencias de la fe que relatos de sucesos históricos, entonces en nuestro caso se está hablando de acciones de Dios que han de atribuirse a Dios mediatamente «por medio de ángeles», o de manera inmediata. Por este motivo, los textos del AT en los que alternan como sujetos actuantes Yahvé y sus ángeles, de tal manera que no aparece claro si en un momento dado actúa Yahvé o su ángel (cf. Oén 16, 7ss; 21, 17ss; 22, 11ss; 31, llss; Ex 3, 2ss; Jue 2, lss), expresan una realidad importante. De ahí que los enunciados del NT acerca de los ángeles sean apropiados para recordar al hombre tanto la grandeza de Dios como la de su creación, porque el mundo que está a la mano de los hombres no es precisamente el mundo entero, sino un mundo que está sometido al señorío de Dios y a su voluntad. Por tanto, el enunciado fundamental de los textos del NT acerca de los ángeles podría quedar reflejado también en el enunciado fundamental acerca del acontecimiento de Cristo: Dios es alguien que está ahí en favor nuestro, alguien que se vuelve y se ha vuelto hacia nosotros con amor. 4. aQxáyyd.o; arcángel* es un término extraño para el AT y su traducción griega, pero no para los escritos del judaísmo primitivo. En el NT aparece sólo dos veces: en Jds 9 y en 1 Tes 4, 16. El primer texto menciona al arcángel Miguel (cf. también 4 Esd 4,36) y dice de él que, enfrentándose a Satanás, no se atrevió siquiera a hacer lo que los maledicentes se permiten frente a las glorias (= seres gloriosos). Cuando aquí, en vez de hablarse de un ángel, se habla del arcángel Miguel, la tendencia del enunciado es a destacar principalmente una realidad: ni siquiera el arcángel Miguel, y mucho menos un ángel normal, se atrevió a ... (cf. K. H. Schelkle, Der Judasbrief' [HThK), 158s). En 1 Tes 4, 16 el acento recaería sobre el sonido de la voz (escatológica); su nota característica que es la de ser como la voz de un arcángel subraya la particular importancia de esa voz y de ese instante. «En tales descripciones encontramos los rasgos

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47 tradicionales de las imágenes y de la literatura apocalípticas, que se encaminan más a describir en general 'el estado de ánimo' que existirá cuando comience el fin que a enumerar detalladamente los sucesos que han de producirse» (ThWNT 111,658, 12ss). Estos dos textos citados se hallan claramente en la línea iniciada en el AT e intensificada en el judaísmo y que trata de dar mayor importancia a algunos ángeles. Pero en ambos lugares no se trata del arcángel como tal, sino que la mención del arcángel sirve para acentuar la particular importancia de la voz que se oye o el contraste que existe en la conducta. Quedan muy lejos de la mente del NT las especulaciones sobre los ángeles, como las que aparecen en el judaísmo primitivo con sus datos, por ejemplo, acerca del número de los ángeles más excelsos (cf. Hen [et] 20; 9, 1 etc.). l. Broer

o:yyor;, our;, 'tÓ aggos recipiente* Mt 13, 48: dícese del recipiente o canasta para pescado.

aye age

jea!* La interjección es un presente que se ha quedado fijo e invariable, de ayw. En el NT aparece únicamente ayE 'VU'V: Sant 4, 13; 5, 1.

ayÉ/..'I, 'Ir;, i¡ agele piara* Mc 5, 11.13 par. Mt 8, 30.31.32 par. Lc 8, 32.33. R. Renehan: Glotta 50 (1972) 157.

ayevea/..óY'l'tor;, 2 agenealogetos sin genealogía* Heb 7,3. Dícese de Me1quisedec. ThWNT 1, 663.

ayevÍlr;, 2 agenes innoble* 1 Cor 1, 28. Tiene también el sentido de in-

significante; cf. Bauer, Worterbuch, s. v.

áyui~ro hagiazo santificar, consagrar ---+ ayLo~.

áYlaa,.Ór;, olí, Ó hagiasmos santificación ---+ ayw~.

aylor;, 3 hagios santo, puro áyLá~w hagiazo santificar, consagrar* áyLUO!LÓ~, olí, ó hagiasmos santificación*

áyLÓt"rl~, l1to~, ~ hagiotes santidad* áyLooO'Ú'Vl1, 11~, ~ hagiosyne santidad* 1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Combinaciones de palabras y campos referenciales - 3. Uso lingüístico griego y judío (LXX); consecuencias teológicas - 4. De Dios, de Cristo y de los dones salvíficos de Dios; JtVEUI-IU ayLOv - 5. Santidad y santificación de los creyentes.

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1. El grupo de palabras aparece con relativa frecuencia en el NT: ayLo~ 230 veces (además, entre otros, en Mt 25, 31 Koiné y otros; In 7, 39 p66* L Koiné W y otros; Hech 6, 3 A C* H y otros; 8, 18 p4574 A C Koiné D y otros; Rom 15,19 A C D G y otros; 1 Cor 2,13 Koiné y otros; 1 Tes 5, 27 88 mg ; Ap 4, 11 Koiné y otros; 15, 3 296 2049; 22, 21 Sin Koiné y otros), distribuido por casi todos los escritos del NT (con excepción de Gál, Sant, 2/3 In), correspondiendo particular importancia a la obra lucana (Lc 20 veces, Hech 53 veces), a Rom (20 veces) y a Heb (18 veces). áyLá~w aparece 28 veces, áyLao[.tó~ 10 veces (no en los evangelios ni en Hech), áyLÓt"Y]~ únicamente en Heb 12, 10 y en 2 Cor 1, 12 p46 Sin* A B y otros, paralelamente, áltMt"Y]~ Sin' D G Koiné y otros (= variante textual preferida por GNT) y ltQUÓt"Y]~ 88 635, áyLWO'Ú'V"Y] finalmente sólo en Rom 1,4; 2 Cor 7, 1; 1 Tes 3,13. Con esto ayLo~ xtA. se destacan claramente de los demás términos del NT que expresan el concepto de «santo»: ---+ LEQÓ~ aparece únicamente 3 veces (y 1 vez en el final breve de Mc); sus derivados (con excepción de UQXLEQEÚ~ y LEQEÚ~) no aparecen más que 13 veces, encontrándose únicamente LEQÓ'V con más frecuencia (referido casi siempre en el NT, como término técnico, al templo judío) (70 veces y 1 vez como v.l.); 8aLo~ tan sólo 8 veces (no en los evangelios ni en Pablo), óotw~ únicamente en 1 Tes 2, 10, Y ÓOLÓtl1~ únicamente en Lc 1, 75 ; Ef 4,24. 2. ayLo~, en 90 de los 230 casos en que aparece, se emplea en la combinación fija lt'VEuf-ta ayw'V, que nuevamente tiene su centro de gravedad en Lucas (Lc 13 veces, Hech 41 veces); lt'VEuf-ta áyLwoú'Vl1~, en singular, aparece en

50 Rom 1, 4, ---+ 4. En segundo lugar viene el uso absoluto del adjetivo sustantivado (OL) ayLOL (el artículo figura casi siempre) referido a los cristianos en general (Rom 8, 27; Ef 6, 18 y passim), utilizado por Pablo para referirse especialmente a la comunidad primitiva de Jerusalén, por ejemplo, en Rom 15, 25.26.31; 1 Cor 16, 1 y passim con un total de 61 veces. Aparte de esto, ayLO~, por un lado, se pone frecuentemente en relación (tradicional) con las cosas, lugares y personas del culto Uudío) y de la tradición judía y del AT; con cosas: YQUepUL ayLaL, Rom 1, 2; 'Vó[.to~ ayLO~, Rom 7, 12; e'VtOA~ áyta XUL chxata xaL uyu-fr~, Rom 7, 12; cf. 2 Pe 2,21; con lugares: ltÓAL~ áyta, Mt 4, 5; 27, 53; Ap 11, 2 y passim; tÓltO~ ayLo~, Mt 24, 15; Hech 6, 13; 21, 28, referido siempre al templo; 2 Pe 1, 18 referido al monte santo de la trasfiguración, y con referencia a personas: ltQoepi'ítaL ayLOL, Lc 1, 70; Hech 3, 21; 2 Pe 3, 2 (siempre en genitivo; luego en el tiempo pospaulino se dice también, de manera correspondiente, OL ayLOL UltÓOtOAOL, Ef 3, 5); y, por otro lado, tO ayLO'V (casi siempre sustantivado) puede designar en general lo que pertenece a Dios, Mt 7, 6; Lc 2, 23; Heb 8, 2, ó el santuario terreno (XOOf-tLXÓ'V) del primer pacto Heb 9, 1; la ox"y]'v~ ... ~tL~ AÉyEtaL 'f\yLa, 9, 2; ~ AEYOf-tÉ'V"Y] 'f\yLU 'Aytw'V, el Lugar santísimo 9, 3; se dice en general del santuario del templo, 9, 12.25 (mss. 69 1912 completan añadiendo tw'V áytw'V); 10, 19; 13, 11; 9, 24 aplicado en sentido figurado al verdadero santuario celestial, del cual el santuario terreno no es más que una reproducción (u'VtltUltu). En relación con Dios, ayLO~ aparece como invocación de Dios en la oración sacerdotal de Jesús en In 17, 11: ltátEQ ay tE, y también en Lc 1,49 (Sal 110, 9 LXX) ayLo'V '"Co o'VOf-tU, 1 Pe 1, 15.16 (Lev 19,2); 1 Jn 2, 20; Ap 4, 8: ayLO~ ayLo~ ayLO~ XÚQLO~ ó -frEÓ~ (ls 6, 3) Ó ltu'VtoxQátwQ, 6, 10: Ó ()Wltótl1~ ó ayLO~ xaL uAl1-frL'VÓ~. De manera parecida se habla del mundo de Dios, de los ángeles, en Mc 8, 38 par. Lc 9, 26; Hech 10, 22 (en singular); Jds 14: BY áytaL~ f-tuQLáoL'V, Ap 14,

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Ü.yLO~

10, Y frecuentemente también en el ámbito cristológico: Ó ayLO~ 'tO'Ü 'freo'Ü referido a Cristo, en Mc 1,24 par. Lc 4,34; Jn 6, 69; cf. Ap 3, 7, en sentido absoluto 'tov ayLOv xal, 6Lxmov ~QvlÍoao'frE Hech 3, 14 (cf. Mc 6, 20, a propósito de Juan Bautista); en el anuncio del nacimiento 'to yEVVW[!EVOV ayLOv XAl]'frlÍoE'tm 'ULO~ 'freo'Ü Lc 1,35, cf. Ó ayLO~ na¡;~ Hech 4, 27.30. De especial importancia teológica son los enunciados acerca de los «santos» dones salvíficos de Dios: XAfíOL~ áyLa 2 Tim 1,9; 6La'frlÍXl] áyLa Lc 1, 72, cf. la combinación con anaQxlÍ y QLta Rom 11, 16; en sentido figurado 'fr'UoLa t&oa áyLa Rom 12, 1; ~ áywna'tl] nLon~ Jds 20. Aquí el carácter salvífica de los dones de Dios se halla asociado con la idea de que esos dones proceden del Dios santo. Finalmente, a los mismos creyentes se los llama santos (cf. supra), es decir, segregados de su mundo circundante y llamados a la relación directa con Dios, de tal manera que ahora son un pueblo (E'frvO~) santo 1 Pe 2, 9, y sus cuerpos son templo santo de Dios Ó YUQ vao~ 'freo'Ü ayLó~ EO'tLV 1 Cor 3, 17; cf. Ef 2, 21, sus hijos son santos por cuanto «pertenecen a Dios» (en contraste con axa'fraQ'ta) 1 Cor 7, 14; de manera parecida se dice esto de las mujeres 7, 34; 1 Pe 3, 5. Esta santidad se muestra en una conducta pura y sin mancilla Ef 1, 4; 5, 27; Col 1, 22 (paralelamente a[!úl[!O~), cf. 1 Pe 1, 15: ayLOL EV naon avao'tQoepñ yEVlÍ'frl]'tE, de manera parecida en 2 Pe 3, 11. La santidad de la vida cristiana se sigue de la santidad de Dios 1 Pe 1, 16 (cit. Lev 19, 2), cf. también Ap 22, 11: Ó ayLO~ áYLao'frlÍ'túl En. Como santos que son, los cristianos demuestran su nueva solidaridad recíproca mediante el beso santo (epLAl][!a ayLOv) Rom 16, 16; 1 Cor 16, 20; 2 Cor 13, Í2; 1 Tes 5, 26. El paralelismo entre ayLO~ y 6Lxmo~ Mc 6, 20; Hech 3, 14; Rom 7, 12; cf. 1 Cor 6, 1 (en oposición a a6LXOL) hace ver claramente que el término, además de su significado específico, puede emplearse también ocasionalmente en sentido amplio o en sentido figurado. El verbo áyLatúl se emplea 17 veces en voz pasiva y 11 veces en voz activa. Son san-

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tificados o son santos (voz pasiva) el nombre de Dios Mt 6,9 par. Lc 11,2, los creyentes Jn 17, 19b; Hech 20, 32; 26, 18; 1 Cor 1, 2; 6, 11; 7, 14 bis; 2 Tim 2,21, todos los cuales son santificados por el Hijo unigénito Heb 2, 11 b; cf. 10, 10.14; está santificado todo lo que Dios ha creado 1 Tim 4, 5, y finalmente Cristo mismo, que está santificado por la sangre del pacto Heb 10,29 (cit. Ex 24, 8). Como sujeto de la acción de santificar, y por hallarse el verbo en voz pasiva, habrá que pensar con muchísima frecuencia en Dios mismo (pasivo divino). Tan sólo en Ap 22, 11 la frase en voz pasiva Ó ayLO~ áyLao'frlÍ'túl E'tL debe traducirse en sentido de voz media: «El que es santo, siga santificándose». Se dan también parecidas combinaciones en la voz activa: Dios santifica a Cristo Jn 10, 36 o a los creyentes 17, 17; 1 Tes 5, 23, lo mismo que Cristo se santifica también a sí mismo Jn 17, 19a o santifica a los creyentes Heb 2, 11a, a la Iglesia Ef 5, 26; cf. Heb 13, 12. Hay un empleo cultual del término en Mt 23, 17.19 Y Heb 9, 13. Se ha formulado en sentido tradicional: X'ÚQLOV 6E 'tov XQLO''tov áyLaOaLE 1 Pe 3, 15 (cf. Is 8, 13): «Los creyentes deben mantener santo a Cristo como Señor en sus corazones», es decir, deben hacer que él solo los domine. áyLaO[!Ó~ tiene su función decisiva en la parénesis neotestamentaria, empleado a menudo con preposición (d~, EV) para designar el objetivo total de la nueva conducta de los creyentes: d~ áyLaO[!ÓV Rom 6, 19 (por oposición a d~ 'tl]V avo[!Lav).22 (por oposición a la muerte como fruto de la vida bajo el poder del pecado); EV áyLao[!
53 en sentido general 1 Tes 4, 3; Heb 12, 14. En 1 Cor 1, 30 se emplea paralelamente 6Lxmoo'Úvl] y anoM'tQúlO'L~ para referirse a la salvación definitiva obrada por Cristo. áyLÓ'tl]~ es en Heb 12, 10 la santidad de Dios de la que llegan a participar los suyos. Pero una serie de mss. en 2 Cor 1, 12 emplean este término para referirse a la conducta cristiana ---+ 1. La expresión paulina áyLúlO'ÚVl] se refiere a la santidad perfecta (Em'tEAo'Üv'tE~ áyLúlO'ÚVl]V) de los creyentes al quedar purificados de toda mancha de la carne y del espíritu (2 Cor 7, 1), o a su santidad que se hace patente en el hecho de ser irreprochables (a[!É[!n'to'U~ EV áyLúlO'ÚVn) ante el juicio de Dios (1 Tes 3, 13). Ahora bien vemos que en Rom 1,4 (---+ 4) la expresión nVEU[!a áyLúlO'ÚVl]~ sustituye a la expresión corriente nVEU[!a ayLOv. 3. Lo mismo que ---+ áyvó~, vemos que ayLO~, como adjetivo verbal, está relacionado con ato[!m «temer sintiendo respeto y veneración», y se refiere originalmente a lo divino que se manifiesta con poder y que merece temor y miedo. Está atestiguado ayLO~ desde Herodoto, donde lo encontramos frecuentemente, en sentido poco específico, con referencia a lugares sagrados (por ejemplo, V, 119). De manera parecida emplean este término Aristófanes (por ejemplo, Lisístrata, 256) y Platón (por ejemplo, Critias 116c: LEQOV ayLOv, que es una expresión que se encuentra frecuentemente, sobre todo más tarde, por ejemplo en Pausanias X, 32, 13) y otros, poco más o menos en el sentido de «lo que es digno de respeto y exige temor». En la época helenística encontramos ayLO~ como epíteto de dioses (orientales), por ejemplo, en PapOxy XI, 1380, 34.36, y puede referirse incluso a la veneración de Epicuro por parte de los epicúreos, que lo consideran ayLOv xal, áyLw'ta'tOV xal, LAEúlV (Filodemo el Filósofo, De Pietate, ed. T. Gomperz, Leipzig 1866, p. 96), Y -burlonamente- puede designar la adoración de animales por parte de los egipcios: ó:J~ áyLúl'ta'tOL~ LEQO¡;~ (Plutarco, Quaest Conv IV, 5, 2 [670aD. En general, ayLO~ es un tér-

54 mino que aparece relativamente pocas veces; no lo encontramos nunca como expresión de una cualidad ética o personal del hombre y no significa tampoco la santidad (de lo divino) en sí misma, sino dicha santidad juntamente con la reacción que exige de respeto, veneración y temor. Por contraste con la literatura helenística extrabíblica, ayLO~ aparece con muchísima frecuencia en la LXX (más de 700 veces, principalmente para traducir los términos hebreos qados o qodeS), y se añade entre otros a los neologismos formados a base de áyLatúl, por ejemplo, Gén 2, 3; áyLaO[!Ó~, por ejemplo, Jer 6, 16; áyLÓ'tl]~ únicamente en 2 Mac 15, 2, Y áyLúlO'ÚVl], por ejemplo, Sal 29, 4 (únicamente 5 testimonios). En cambio, LEQÓ~ y OOLO~ quedan muy por detrás en cuanto a importancia. ayLO~ parecía ser el equivalente adecuado, porque, lo mismo que qds, enunciaba la santidad de Dios como un título y exigencia fundados en el poder y la perfección de Dios y que por tanto se le imponía al hombre desde una realidad exterior y superior al mundo, y que podía así convertirse en el epíteto de Dios (Lev 19,2; 1 Sam 2, 2; Is 31, 1; Os 11, 9), de su nombre (Is 60, 9), de su Espíritu (Sal 50, 13), de sus lugares (Ex 3, 5; Lev 7, 6; Sal 2, 6), más aún, de todo lo cultual, es decir, de lo que pertenece inmediatamente a Dios en el mundo y está vuelto hacia él. Lo nuevo es que a las personas piadosas que hacen justicia a ese título y exigencia de Dios, se las llama igualmente «santas»: Ex 19, 6 l!{tvo~ ayLOv, Dt 7, 6 Aao~ ayLO~, lo cual se relaciona primariamente con la elección del pueblo por parte de Dios y expresa, por consiguiente, el derecho de propiedad que Dios tiene sobre el pueblo (Lev 11, 44s; Sal 33,9; Os 11, 12). De ahí nace la exigencia de pertenecer por completo a Dios, Ex 19, 22 (dícese de los sacerdotes); Jue 13, 7; 16, 17 (del nazir); Dt 26, 19 (del pueblo que cumple la voluntad divina); 28, 9. Las trasgresiones contra la pureza cultual son manchas contra la santidad de Dios y tienen, por tanto, como consecuencia la pérdida de la pertenencia a Dios (Lev 19, 2ss). Es innegable el peligro de

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ayLO~

borrar las diferencias entre la vida y el culto y de caer en el legalismo. Is 6, 3-7 muestra cómo el individuo se retrae con estremecimiento al sentir la desproporción que existe entre la propia persona y la santidad de Dios, pero cómo después, al escuchar las palabras divinas de consuelo y el llamamiento de Dios, acepta el encargo divino. Por tanto, áYLál;w designa el proceso de dedicación y entrega de cosas y personas a Dios, por el cual éstas quedan sustraídas al uso cotidiano (Ex 13, 2), lo mismo que Dios puede segregar para sí mismo determinadas cosas (el sábado Gén 2, 3; el profeta Jer 1,5) Y hace posible finalmente que el pueblo santifique su nombre (Is 29, 23) o castiga a quienes se niegan a hacerlo (Dt 32,51). En textos tardíos encontramos (oí) ayLOL para designar a los que pertenecen a Dios (Dan 7, 21; Tob 8, 15; 12, 15; 1 Mac 1,46). Sobre todo la comunidad de Qurnrán se designaba a sí misma como la «comunidad de los santos» (lQS· 1, 5) o como los «santos de su pueblo» (es decir, del pueblo de Dios; 1QM 6, 6, cf., además, lQS 5, 18.20; 11, 8 Y passim; (cf. también C. Brekelmans: OTS 14 [1965] 305329; L. Dequeker: OTS 18 [1973] 108-187). Comprobamos en general: el uso que hace el NT del grupo de palabras ayLO<; XLA. presupone la manera de hablar y la teología del judaísmo helenístico. Por eso, ayLO<; XLA. es una expresión marcada muchas veces por el uso tradicional. Como en el judaísmo, en el NT se orienta también por la esencia y las exigencias divinas la forma de eonsiderar qué personas, manifestaciones y cosas se hallan en una determinada relación con Dios. Por otra parte, se llega también a nuevos contenidos y usos del grupo de palabras (~ 4 Y 5), así como también, de manera general, se vivencia a Dios de manera nueva, experimentándolo como un Dios clemente y salvador, cuya santidad no crea temor y distancia, sino que por el don del Espíritu se halla inmediatamente presente en los creyentes, de tal manera que ellos no viven ante todo por las exigencias que les impone la santidad sino por el don gratuito de esa santidad.

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4. El grupo de palabras a)'LO<; xÚ. se refieren únicamente 10 veces a Dios y apenas con más frecuencia se refieren a Cristo (~ 2). Pero en más de una tercera parte de las veces que se usa este grupo de palabras en el NT, éstas se aplican al Espíritu Santo como el don salvífico escatológico de Dios, y aproximadamente en una cuarta parte de todos los testimonios, dichas palabras se aplican a los creyentes como santos que son o como personas que están destinadas a la santificación. Esto apunta hacia un desplazamiento de los acentos dentro del lenguaje bíblico, lo cual hace suponer que existen enfoques nuevos frente al AT y al judaísmo. Se trata decisivamente de los efectos del Dios santo y de la nueva relación de los creyentes con Dios. La santidad de Dios, en sí misma, se enuncia predominantemente de manera tradicional; sin embargo, en Pablo faltan en absoluto dichas formulaciones. La primera petición del Padrenuestro (Mc 6, 9 par. Lc 11, 2), que verbalmente se halla cerca de la primera petición de la plegaria judía denominada Qaddis, se orienta hacia la manifestación escatológica universal del poder y de la acción salvífica de Dios, los cuales quedan comprendidos en su «Nombre»: ¡Quiera el Santo proporcionar definitivamente a su Nombre la santidad que le corresponde (cf. Is 29, 23; Jn 12,28) en presencia de todo el mundo (áyLUO{t~LW, en aoristo pasivo), a lo cual seguirán la alabanza y la glorificación por parte de los hombres. Así como al ámbito celestial de Dios le corresponde santidad (en sentido tradicional) (~ 2), así ahora la santidad le corresponde especialmente al Enviado por Dios a la tierra, a quien el poseído por demonios reconoce como el ayLO<; LOií {teoií, Mc 1, 24 par. (en la LXX dícese únicamente en Jue 13,7; 16, 17 del nazireo Sansón; cf. también Müller, en DTMAT 11, 763), porque él, en su persona y en su acción salvífica (consistente en destruir el poderío de los demonios), representa a la santidad de Dios. La confesión de Pedro en Jn 6, 69 pone al Revelador de la vida eterna en la cercanía inmediata de Dios (cf. Jn 10, 36; 1

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ayLO~

Jn 2, 20), aunque él no pueda sustraerse al ataque del 6Lá~OAO<;. El anuncio lucano del nacimiento da como fundamento de la santidad de Cristo la acción del nVEiíf.La ayLoV (Lc 1,35). De importancia decisiva es el empleo de ayLO<; como atributo de los dones salvíficos de Dios, principalmente del don del Espíritu divino (~ nVEiíf.La). Santo caracteriza aquí al Espíritu como autocomunicación y alienación de Dios, de tal manera que el Espíritu constituye finalmente la presencia de Dios o de Cristo experimentable para los creyentes. Esto lo separa de todas las formas de entusiasmo o éxtasis humano, pero le hace aparecer al mismo tiempo como la esfera escatológica de la vida de los creyentes. Una visión de conjunto nos permite ver que tan sólo en una tercera parte aproximadamente de los pertinentes enunciados del NT acerca del nvciíf.La se emplea el atributo ayLO<;. Son, por ejemplo: Mt 13/5; Mc 6/4; Lc 17/14; Jn 21/2; Hech 57/41; Rom 31/5; 1 Cor 2812; 2 Cor 14/2; Gál 17/0; Ef 13/2; Heb 7/5; Ap 16/0. Las formulaciones paulinas en las que se emplea nVEiíf.La ayLOV se limitan en buena parte a hablar del Espíritu concedido graciosamente a los creyentes o que mora en ellos (con frecuencia se dice €v nVEÚf.LuLL áyLCV; no así, por ejemplo, en Ef 1, 13; 4, 30), mientras que el nVEiíf.Lu absoluto caracteriza más bien al Espíritu de Dios como signum del tiempo del fin. De ahí brota también luz que ilumina una singular combinación que hallamos en el NT XaLa nVEiíf.La áyLWOÚVI'¡<; en Rom 1,4 (compárese Is 63, 10; Sal 51, 13 ra"~ haqodei, aunque en ambos casos la LXX traduce esta expresión por LO nVEiíf.La LO ayLOV; otra cosa ocurre en TestLev 18, 11: nVEiíf.Lu áyLWOÚVI'¡<; refiriéndose al don del Espíritu concedido a los santos de los últimos tiempos). Independientemente de la cuestión de delimitar cuáles fueron las fórmulas ya acuñadas que habían sido recogidas por Pablo, hay que reconocer que el acento del texto recae en el Espíritu escatológico de Dios como poder que obró la entronización de Cristo. Pablo pudo haber recogido la fórmula (y la idea) que le resultaba

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extraña a él (para toda la problemática consúltese a E. Kasemann, An die Romer 3 [HNT], sub loco), pero no nos detendremos a dilucidar aquí si la tomó del judeocristianismo helenístico (por ejemplo, W. Kramer, Christos, Kyrios, Gottessohn, Zürich 1963, 118s), o si fue para él un recuerdo ('nostálgico') del kerygma de Pedro, conocido también en Roma por los peregrinos carismáticos (Schneider, 380; cf. también O. Kuss, Carta a los romanos, Barcelona 1956, sub loco). Pablo interpretó cristológicamente la tradición (haciendo que fuera precedida por Loií ULoií UULOií) y refiriendo seguramente xaLa nVEiíf.La áyLWOÚV'I']<; a la proclamación y reconocimiento del Exaltado, cosa que se realiza dentro del ámbito de acción del Espíritu de Dios. En la época pospaulina, nVEiíf.Lu ayLOV se emplea cada vez más como fórmula y en sentido más desvaído, principalmente por parte de Lucas -sobre todo en los Hech- lo cual se explica, por un lado, porque se iba consolidando la manera de hablar de la comunidad y, por otro lado, quizás por el círculo de destinatarios de los escritos lucanos, círculo para el que había que deslindar claramente el Espíritu divino del espíritu del éxtasis humano, cosa que era tanto más importante, cuanto que precisamente Lucas en Hech demuestra la presencia del Espíritu en fenómenos pneumáticos: 1, 8; 2, 2-4.15s (cf. también Procksch, 105s; E. Schweizer, en ThWNT VI, 401-410). También en Jn la expresión nVEiíf.Lu ayLOV (tan sólo en 1, 33; 14, 26 en lugar de naQáXA'I']LO<; [pero en 14, 17; 15,26; 16, 13 se dice LO nVEiíf.Lu Li'j<; CtAlj{túa<;]; 20, 22) denota que se trata de una manera de hablar de la comunidad, que de esta forma se refería al bautismo y a la presencia pospascual del Exaltado en el Espíritu, mientras que el absoluto nVEiíf.Lu se refiere, por lo demás, a la fuerza, que dimanaba de Jesús y del Padre para conocer a Jesús como el Redentor. 5. Por la vocación divina y por la obra de redención llevada a cabo por Cristo, los creyentes son santos, XAljLOL ayLOL Rom 1, 7; 1

59 Cor 1, 2; cf. Col 3, 12; aywL 2 Cor 1,1; Flp 1, 1 Y passim. -* 2; ~yLUO[.LÉVOL ev XQL<J'tw '1 ljooi} 1 Cor 1, 2; cf. 6, 11, los (cristiano:) gentiles son una ofrenda ~yLaO[.LÉvlj Ev ltVEÚ[.La'tL áyL

Lxmooúvlj, áyLUO[.LÓ¡; y cmoAú'tQW<JL¡; 1 Cor 1,30; ellos mismos no fueron los que obraron su propia salvación. Principalmente Heb desarrolla la idea de la acción redentora de Cristo bajo el aspecto del sacrificio expiatorio para la santificación de los creyentes. Cristo, el Santo y al mismo tiempo el hermano de los santos (2, 11), superó el culto provisional que se desarrollaba en el «Lugar santo» y en el «Lugar santísimo» (9, 1.2.3.8), y lo hizo penetrando de una vez para siempre (e
60 cultuales y la santidad, por lo menos en los estratos más antiguos del NT, quedan muy distanciados entre sí. Así aparece también en 1 Cor 7, 14, donde vemos que un cónyuge no cristiano es santificado por el cónyuge cristiano, porque aun los hijos de los miembros de la comunidad se consideran ayLu (por contraste con axá1tuQ'tu). La santidad concedida graciosamente por Dios se realiza en la totalidad del nuevo pueblo de Dios como el templo santo que es (1 Cor 3, 17), en la mutua 6LUxovLu (Rom 15, 25.31), xOLvwvLu (12, 13) y ayáltlj (Ef 1, 15). No el contacto con este mundo y la impureza que con ello se pueda contraer en el sentido clásico, sino la recaída que sitúe por detrás de la redención y liberación obradas por Cristo es lo que haría que los creyentes fracasaran en su santidad que los pone cara a cara con Dios (cf. 1 Cor 6, 1.2); por ello, el cónyuge cristiano no se hace impuro (= ~yLuo'tm) aunque tenga un cónyuge pagano 1 Cor 7, 14 (bis). Ante Dios, la santidad de la comunidad se sobrepone a la impureza de los individuos (cf. también Walther). También otras veces entra en juego el componente «puro» en sentido figurado, cf. 7, 34; Ef 1, 4; 5, 27, con la perspectiva de la parusía y del juicio en 1 Tes 3, 13; 5, 23; Col 1,22. Un fruto y una consecuencia obvia de la santidad de los creyentes es la santificación (áyLUO[.LÓ¡;) de su vida Rom 6, 19.22, ocasionalmente en contraste con ltoQvdu 1 Tes 4, 3 y axu1tuQoLu 4, 7. Rom 12, 1 formula la santificación o entrega de toda la vida a la voluntad de Dios valiéndose de la imagen cultual de la ofrenda de los cuerpos en sacrificio vivo (por contraste con los sacrificios de animales) y santo a Dios. «Santo» significa aquí la relación total con Dios, lo cual incluye en sí el que Dios reclame por completo una cosa (cf. 1 Tes 5, 23). De esta manera, la santificación puede abarcar también conjuntamente el ámbito cultual y sacro, pero no ocurre lo inverso: lo cultual y sacro no puede constituir por sí solo el ámbito genuino de la santificación. En consonancia con esto, vemos más tarde que formulaciones de la ley de la santidad se aplican a toda la conducta de los creyentes 1 Pe 1,

61

ayLO~ - ayvoÉw

15s, (aywL, p,?r op~sición a: ,[.L~ ovoXlj[.Lu'tL~O[.LEVOL 'tm¡; ltQO'tEQOV ... E1tL1tv[.LLm¡;, v.

14). Por consiguiente, la santidad o la santificación es la aceptación total de la santidad de Dios por parte de los creyentes, de tal manera que ellos puedan entrar en comunión con él. Pero no es un paulatino progreso hacia una perfección religiosa y moral. H. Balz

áylótl)~, l)to~, -* ayw¡;.

ÍJ

hagiotes santidad

áylffiaÚVl), l)~, ÍJ hagiosyne santidad -*

nado para abrazar) Lc 2, 28 tomar en los brazos.

ayxlatQOV, OU, tó agkistron anzuelo* Mt 17, 27 «¡echa el anzuelo!»

ayxuQa, a~, ÍJ agkyra ancla* Hech 27, 29.30.40 dícese del ancla de una nave; Heb 6, 19 en sentido figurado apoyo firme, sostén.

ayvaqJo~, 2 agnaphos no lavado, nuevo* Mc 2, 21 par. Mt 9,16 dícese del paño nuevo.

áyvda, a~, ÍJ hagneia pureza, castidad áyvó¡;. 'r

e

ayvl~ffi -*

ayvOÉffi agnoeo ignorar, no saber* ayvólj!w, U'tO¡;, 'tó trasgresión* a)'vOLu, U¡;, 1Í agnoia ignorancia, obcecación* ayvwoLu, U¡;, 1Í desconocimiento, incomprensión* ayvwG'to¡;, 2 agnostos desconocido* 1. Uso de los vocablos y empleo epistolar - 2. Empleo específicamente religioso - 3. Otros usos.

Bibl.: W. Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien, Géittingen (1901) '1963; R. Bultmann, ayvoÉw X'tA., en ThWNT 1, 116-122; Id., Der Stil der paulinischen Predigt und die kynisch-stoische Diatribe Giittingen 1910; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK) 71977; W. Schmithals, Die Korintherbriefe als Briefsammlung: ZNW 64 (1973) 263-288.

ayw¡;.

ayxálvl), l)~, ÍJ agkale (el) brazo* (flexio-

-*

62

hagnizo purificar, santificar* áyvór;,.

áyvla,.ó~, oií, Ó hqgnismos purificación, santificación -* áyvó¡;.

1. ayvoÉw aparece 21 veces en el NT; los demás conceptos sinónimos, en su totalidad, aparecen 8 veces. Pablo utiliza 6 veces el verbo ayvoÉw en la fórmula epistolar «no quiero que ignoréis, hermanos ... » con una frase que sigue directamente o va introducida por O'tL para enunciar encarecidamente una comunicación; y emplea a menudo esta fórmula al principio de las cartas (Rom 1, 13; 11,25; 1 Cor 10, 1; 12, 1; 2 Cor 1, 8; 1Tes 4, 13); suprimiendo la lítotes se traduce: «Quiero comunicaros», «Debéis saber» (cf. 1 Cor 11, 3; Bultmann, Stil, 65). En el estilo epistolar se usa también la pregunta retórica ~ ayvOEL'tE seguida por O'tL (Rom 6, 3; 7, 1): «Sabéis bien», «No habéis olvidado» (cf. Bultmann, Stil). 2. Sobre el trasfondo del pensamiento griego, especialmente del pensamiento estoico, en el que la ignorancia y la trasgresión se hallan relacionadas mutuamente, vemos que ayvoÉw x't/... adquiere un sentido específicamente teológico en el lenguaje cristiano primitivo, y por cierto en continuidad con el judaísmo helenístico, para el cual la ayvOLu culpable (el rechazo) de Dios es la característica del paganismo (Dan 6, 5.23; 9, 15; TestLev 3,5; TestZab 1,5). Según Ef 4, 18, los paganos «están enajenados de la vida de Dios 6La 't~v ayvOLuv 't~v

63

ayvoÉw

ovaav EV a'\~J'tOL~» (porque la ignorancia los domina): el rechazo de Dios conduce al yerro de la propia vida, a que la propia vida sea una trasgresión. A los cristianos se los exhorta como a «hijos obedientes»: «No viváis en los deseos que os determinaban antes, en el tiempo de vuestra ayvma (desobediencia, incredulidad)>> (l Pe 1, 14). Lejos de eso, obrando el bien, «harán enmudecer» ti¡v ... ayvwaLav, a saber, «las intenciones malignas de los insensatos» (1 Pe 2, 15; variante textual ayvmav p72). Lo herejes son como los paganos, porque no reconocen determinados poderes sobrenaturales (2 Pe 2, 12) o, como negadores de la resurrección, demuestran su ayvwaLa de Dios (1 Cor 15, 34), es decir, la negación pecadora del poder de Dios (cf. Mc 12, 24). Frente a ellos, observa mordazmente Pablo con respecto a las disposiciones dadas por él: «Si alguno no quiere entenderlo, siga siendo un insensato» 1 Cor 14, 38 (ayvodtw p46 B Koiné sy); pero, si con Sin* A* G (lat) Or leemos ayvoel:tat, entonces el pensamiento es: « ... no es reconocido por Dios», cosa que se ajusta mal a la ironía expresada en 14, 37. La elección de ayvoÉw etc. podría haberse hecho para servirse de un juego de palabras frente a los herejes gnósticos. También los judíos caen en la ignorancia culpable de Dios. No (re)conocen que la bondadosa paciencia de Dios quiere llevarlos a penitencia (Rom 2, 4). Pero sobre todo no conocen la justicia de Dios, es decir, como Pablo precisa explícitamente, no se someten a la gracia de Dios (Rom 10, 3). Los ayvo~f.ta­ ta (hapax legómenon en el NT) por los cuales el sumo sacerdote, en el gran día de la reconciliación, ofrece el sacrificio en favor de los «ignorantes (= trasgresores) y extraviados» (Heb 5, 2), son absolutamente los pecados del pueblo (judío) (Heb 9, 7; cf. Ec1023, 2; 1 Mac 13, 39), no «los delitos cometidos por ignorancia» (Bauer, Worterbuch, 22). 3. La lítotes de 2 Cor 2, 11 (las intenciones de Satanás «no nos son desconocidas») significa: las conocemos muy bien. Las comunidades de Judea habían oído hablar, sí, de la conversión de Pablo, pero él resultaba «personal-

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mente un desconocido» para ellos (Gál1, 22). Con una apología personal (Schmithals, 277s), Pablo defiende en 2 Cor 6, 9a el ministerio apostólico: w~ ayvoOVf.tEVot xaL bnyLVwaXÓf.tEvoL: el apóstol es (entre los hombres) un desconocido (= no reconocido socialmente; homo ignotus), pero en cambio es reconocido como fiel servidor (¿por Dios?; cf. 1 Cor 13, 12; ¿entre los hombres?; cf. 2 Cor 1, 13s; 5,11). En los evangelios sólo encontramos ayvoÉw en la segunda predicción de la pasión, Mc 9, 32 par., y por cierto para expresar el motivo marquino de la incomprensión por parte de los discípulos: «pero ellos no entendían» lo que Jesús quería decirles, cuando les hablaba de la entrega, la muerte y la resurrección del Hijo del hombre (cf. Mc 9, 10). Lc (9, 45) explica la incomprensión de los discípulos como algo que respondía a las intenciones de Dios. En Hech 3, 17 y 13, 27 las referencias procedentes de Lucas a la ayvota sirven como descargo de los judíos que dieron muerte a Jesús sin conocer que él era el Mesías prometido, y en 1 Tim 1, 13 ese mismo desconocimiento sirve de descargo a Pablo, que «por ignorancia» había perseguido a los cristianos (enlace con el lenguaje jurídico: per ignorantiam, sin propósito deliberado; cf. ThWNT 1, 118). Tal ignorancia abre para el arrepentido la posibilidad del perdón. Tiene también función de descargo la referencia que Lc hace en el discurso del Areópago a los «tiempos tií~ ayvoLa~», en los cuales los paganos no conocían a Dios. Con Hech 17, 30 Lucas quiere interpretar lo expresado en 17, 23b, pero en este último lugar no aparece la idea del descargo de los paganos. La referencia al altar que existía en Atenas y que estaba supuestamente (Haenchen, 500s) consagrado «al Dios desconocido» (ayvwato~, hapax legómenon en el NT) le sirve más bien a Pablo, en su discurso de defensa, para enlazar con el saber ignorante de los paganos: «Lo que vosotros adoráis, sin conocerlo, eso os anuncio yo a vosotros» Hech 17, 23. A continuación inmediata

65

ayvoÉw - áyvór;

vinieron, según el modelo de Lucas, las manifestaciones de burla e interés por parte de los oyentes (17, 32). W. Schmithals

aYVÓ1Jp.ta, ato;, tó agnoema delito, trasgresión --> ayvoÉw 2.

uyvota, a~, tí agnoia ignorancia -->

ayvoÉw 2.

c,.yvó;, 3 hagnos puro, limpio, casto* áyvda, a~, ~ hagneia pureza* áyVL~Ú) hagnizo purificar, santificar* áyvLOf.tÓ~, O'lJ, Ó hagnismos purificación, santificación * áyvó"t'Y]~, 'Y]to~, ~ hagnotes pureza, limpieza* áyvÚ)~ hagnos (adv.) puramente, limpiamente * 1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. áyvl~w, áyvLO[lÓC;.

Bibl.: H. Baltensweiler, en DTNT n, 447-453; O. Bocher, Christus Exorcista. Diimonismus und Taufe im NT (BWANT 96), Stuttgart 1972, sobre todo 58, 84, 112, 155; W. Brandt, ]üdische Reinheitslehre und ihre Beschreibung in den Evangelien (BZAW 19), GieBen 1910; O. Gaupp, Zur Geschichte des Wortes «rein», tesis mecanografiada Tübingen 1920; Haag, Diccionario, 1608-1612; F. Hauck, áyvóC; %'tA., en ThWNT 1, 123s (bibl.); W. Paschen, Rein und unrein. Untersuchungen zur biblischen Wortgeschichte (STANT 24), München 1970; Th. Wachter, Reinheitsvorschriften im griechischen Kult (RVV 9, 1), GieBen 1910; E. Williger, Hagios (RVV 19, 1), GieBen 1922,37-69.

1. áyvó~ aparece ocho veces en el NT, principalmente en las Pastorales (l Tim 5, 22; Tit 2, 5) y en las Cartas católicas (Sant 3, 17; 1 Pe 3, 2; 1 Jn 3, 3). Falta en los evangelios y en los Hech. áyvda aparece únicamente en 1 Tim 4, 12; 5, 2, áyvótr¡~ únicamente en 2 Cor 6,6; 11,3 v.l. y áyvÚ)~ únicamente en Flp 1, 17. Los vocablos, pertenecientes a este grupo, áyVL~W y áyvL<Jf.tó~, aparecen respectivamente 7 y 1 veces (--> 3). Vemos que, entre los vocablos que sirven para designar la pureza,

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áyvó~ etc. se hallan muy por detrás, en cuanto a difusión en el NT, del grupo de vocablos en torno a --> xa'fraQó~ (que aparecen 65 veces). Esto corresponde al uso de estos términos en la LXX, donde áyvó~ aparece 11 veces y áyvótr¡~ falta por completo, pero las palabras más estrechamente asociadas con el culto son más frecuentes: áyVL~W aparece más de 30 veces, áyvLaf.tÓ~ 6 veces, y áyvda 5 veces, en comparación con xa'fraQó~ y términos afines, que aparecen aproximadamente 170 veces. La aparición, relativamente rara, del grupo de palabras de áyvó~ se explica seguramente por el desplazamiento semántico que tuvo lugar también en el helenismo, y que hizo que del sentido cultual se pasara al sentido metafórico, lo cual fue motivo de que estos términos fueran cada vez más intercambiables con otros términos.

2. áyvó~ (como ayLO~ de a~of.tat «sentir temor con respeto y veneración») se refiere originalmente al temor suscitado por la santidad de los dioses y por el ámbito que los rodea. En sentido amplio designa (desde Homero), en lo que respecta a personas y cosas, la falta de toda mancha que pueda herir a la santidad, como podría ser el homicidio o el trato carnal (= «casto»), es decir, significa especialmente la pureza ritual. En la época helenística encontramos frecuentemente este vocablo en sentido ético y aplicado a la conducta cotidiana, para designar un comportamiento «irreprochable» etc. (usado casi siempre como sinónimo de bLxmor;). áyveLu y áyvót'l]r; (este último término es paulino; el otro, únicamente pospaulino) designan (lo mismo que áyvór;) la pureza ritual y, en sentido figurado, la pureza de la propia manera de sentir. Por el contrario, áyVL~Ú) y áyvLO¡.tÓr; se orientan más intensamente, en el espacio extrabíblico, al ámbito cultual y se refieren a acciones que le hacen a uno cultualmente puro: purificación por medio del agua y el fuego, santificación. En el NT áyvó~ significa puro, limpio en la manera de obrar de los a6EAcpoL (en Flp 4, 8 figura en un catálogo de virtudes junto a aAr¡'frií, aEf.tvá, 6Lxma, JtQoacpLAií y eiícpl']f.ta, cf. Sant 3,17; Flp 1, 17 OUX áyv&~ para-

67

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&:yvór; - u"{oQáJ;,w

lelamente con ES EQL1'tdu~: impuro, no sincero), referido especialmente a his mujeres (jóvenes) (Tit 2, 5, igualmente en un catálogo de virtudes, donde figura junto a o<Í:J
para los cuatro varones (¿y para sí mismo?, cf. 18, 18). Un nuevo nazireato al que Pablo se hubiera comprometido, habría durado por lo menos 30 días (Naz 1, 3s). Una de dos: o Lucas aplica al nazireato (cf. también E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 [KEK], sub loco; Billerbeck 11,755-761) la terminología y parcialmente también la duración de los preceptos levíticos sobre la purificación (cf. Núm 19, 12 LXX: áyvL01't~O€taL) o tenemos que contar con que en tiempo de Pablo existían formas de nazireato muy diferentes (cf. también Bocher, 112). Por lo demás, áyVL~W en el NT se emplea s~lo en sentido figurado: áyvLOUt€ XUQ6LU~, 6L'\jJUXOL en paralelo con XU1'tUQLOUt€ XdQU~, á¡.tUQtWA.OL (!) en Sant 4, 8 en el sentido de purificar, limpiar; de manera parecida en 1 Pe 1, 22: ta~ 'lj!uxa~ ... ~yvLXÓt€~. Sobre 1 Jn 3, 3 --+ 2. H. Balz áyvótt)~, t)to~, --+

ÍJ

hagnotes pureza

--+ áyvó~.

ayvro(Jí.a, a~,

ÍJ

agnosia ignorancia

ayvoÉw 3.

ayvro(Jto~, 2 desconocido --+

a"{oQutor; - A"{QL:rtJtur;

ayoQa¡;o~, 2 agoraios perteneciente al

mercado* Hech 17, 5 dícese de la gente baja que anda por el mercado; 19, 38 ayoQulm ayovtaL «hay días en que se reúnen los tribunales» (cf. Josefo, Ant XIV, 245).

aYQa, a~, ÍJ agra pesca, botín* L~ 5, 4 para la pesca. 5, 9 tñ ayQQ. ... wV OUV€A.U~OV

en la captura de peces que habían,pescado (p75 B D); Sin C Koiné A leen TI OUV€A.U~OV (8 iív) y entienden aYQu como captura, botín. aYQá.,..,,..,ato~, 2 agrammatos dícese de quien no sabe escribir* Hech 4, 13 en sentido más general: inculto.

aYQaUAÉro agrauleo vivir o estar al aire libre * Lc 2, 8 dícese de los pastores (cf. Homero, 11 18, 162).

áyvó~.

áyvro~ hagnos (adv.) puramente

--+

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ayvoÉw 3.

ayoQá., a~, ÍJ agora plaza del mercado* Mt 11, 16 par. Lc 7, 32; Mt 20,3; 23, 7 par. Lc 11,43; Mc 6, 56; 12,38 par. Lc 20, 46. Dícese del lugar donde se celebraban los juicios Hech 16, 19 o donde se desarrollaba la vida pública 17, 17. En Mc 7, 4 an' ayoQa~ (después del regreso) de la plaza pública (cf. D). R. Martin, Recherches sur l'agora grecque, Paris 1951; Id., L'agora, Paris 1959; LAW 68-70. ayoQá.~ro agorazo comprar Mt 13, 44.46 Ypassim; en sentido figurado: adquirir como propiedad 1 Cor 6,20; 7, 23; 2 Pe 2, 1; Ap 5, 9; 14,3.4.

aYQEúro agreuo atrapar* Mc 12, 13 en sentido figurado: atraparle con una palabra (en que se descuidara).

aYQtÉAalO~, OU, ÍJ agrielaios olivo silvestre* Rom 11, 17.24. M. M. Bourke, A Study of the Metaphor of the Olive Tree in Romans XI, tesis Washington 1947; D. Zeller, luden und Heiden in der Mission des Paulus, Stuttgart 1973,215-218.

aYQto~, 3 agrios silvestre, salvaje* Mc 1, 6 par. Mt 3, 4 miel silvestre; Jds 13 olas tempestuosas (cf. Sab 14, 1; Sib I1I, 778). 'AYQí.3t3ta~,

a Agrippas Agripa*

. BibL: J. Blinzler, en LThK V, 263-266; Haag, DiccIOnarIO; 26-28; A. H. M. Jones, The Herods of Judaea, Oxford -1967; S. Perowne, Herodier, Romer und Ju1en, Stuttg~~t 1958, 132-140; Reicke, Zeitgeschichte, mdlce anaht1co s. V.; Rosenberg, en Pauly-Wissowa X/l

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(1918) 146-150; A. Schalit, en EJJ n, 417-418; Schürer 1, 585-600; Schürer, Historia 1, 568-582; D. R. Schwartz, Agrippa L The Last King of Judaea, Tübingen 1990.

1. Hay dos monarcas judíos que llevan el nombre de Agripa: Marco Julio Agripa I (aproximadamente 9 a.C.-44 p.c.), denominado «Herodes» en el NT ~Hech 12), y su hijo Marco Julio Agripa 11 (aproximadamente 27-93 [ó 100] p.C.). Como en el NT únicamente se menciona cOn este nombre a Agripa 11, en lo sucesivo hablaremos únicamente de él. Las fuentes más importantes sOn: Josefa, Ant XVIII-XX; Bell U-V; Vita; además, Dión Casio LXVI 15.18; Juvenal Sat VI 156-160; Suetonio, Tit 7; Tácito, Ann XIII 7; Hist U, 2. - Agripa nació y se crió en Roma, Tuvo tres hermanas: Berenice, Mariamne y Drusila. Después de la muerte de su padre, en el año 44 p.c., el emperador Claudio quiso coronarlo rey inmediatamente, pero se lo desaconsejaron, dada la juventud de Agripa. Tan sólo cuando en el año 48 p.C. hubo muerto H.erodes de Calcis, Claudia nombró rey de Calcls, en el Líbano (seguramente hacia el año 50 p.c.), al sobrino de aquél. Recibió también de Claudia el encargo de supervisar el templo de Jerusalén y en los años sucesivos designó a los sumos sacerdotes. A cambio de su pequeño reino se le prometieron en el año 53 p.c. las tetrarquías de Filipo (Batanea, Traconítide, Gaulanítide) y de Lisanias (Abilene) así como también el distrito de Varo. El emperador Nerón amplió su territorio concediéndole grandes partes de Galilea y Perea. - Su vida privada suscitó escándalo porque convivía con su hermana Berenice, que había enviudado. - En política fue sumiso a los romanos. Durante la Guerra de los judíos, estuvo enteramente de parte de los romanos. Es verdad que apreciaba los contactos con el judaísmo, pero los limitaba a cosas externas. Cuando Agripa murió en el año 93 (ó 100) p.c., su reino fue incorporado a la provincia romana de Siria. 2. En el NT se menciona 11 veces el nombre de Agripa, concretamente en Hech (25, 13.22.23.24.26; 26,1.2.19.27.28.32; cf. 27,7 v. 1.): con ocasión de la visita que Agripa y Berenice hacen al nuevo procurador Porcio Festo en Cesarea, éste despierta el interés de la pareja por Pablo, que se halla detenido bajo custodia. Como quieren oírle hablar a él mismo, y Festo tiene interés en conocer el parecer del monarca, se ordena a Pablo que hable ante el rey y los de su séquito. Pablo co-

72

71 mienza felicitando a Agripa por ser «buen conocedor de todas las costumbres y controversias que hay entre los judíos» (26, 3) Y se considera afortunado de tener ocasión de defenderse ante él. A continuación Pablo expone su vida anterior, su vocación y su ministerio de ser testigo del Resucitado ante judíos y gentiles. Agripa responde que Pablo pronto le convencerá para que él mismo se haga cristiano (26, 28), Y declara a Festo que podría ponerse en libertad a Pablo, si éste no hubiera apelado al César (26, 32). - Esta última grandiosa escena en el proceso de Pablo la plasmó Lucas para hacer ver claramente que no hay objeciones justificadas contra el mensaje cristiano: ni por parte del Estado romano (25, 25) ni tampoco por parte de la religión judía, representada por el rey Agripa. Lucas demuestra que al cristianismo no se le puede atacar ni bajo el aspecto político ni bajo el aspecto religioso. A. Weiser aYQó~,

olí, Ó agros campo, terreno, finca

1. Uso del vocablo en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campos referenciales

Bibl.: H. Haag, Diccionario, 39-40; R. Pesch, Das Markusevangelium l-II (HThK), Freiburg i. Br. 19761977; Schulz, Q, 149-157, 391-403 (sobre Lc 12, 28; 14, 18 par. Mt); G. TheiBen, Sociología del movimiento de Jesús, Santander 1979.

l. Las 36 veces que este vocablo aparece en el NT (incluido Mc 16, 12) se limitan a los evangelios sinópticos (Mt 17, Mc 9, Lc 9) y a los Hech (1 testimonio: 4, 37). Todos los testimonios que hay en Mc proceden de la tradición premarquina, de los cuales en Lc se han recogido únicamente 4 (2 están tomados de Q, y 3 figuran en el material peculiar), y en Mt se han recogido sólo 2 (2 están tomados de Q, 10 figuran en el material peculiar, 2 son redaccionales: 13, 31 por asimilación al contexto, a diferencia de Mc 4, 31 Y a diferencia de Lc 13, 19 == Q xfj:rto~; 24, 40, seguramente por influencia de 24, 18 a diferencia de Lc 17, 34). aYQó~ es tan sólo en Mt un vocablo redaccional, pero sin especial relevancia.

2. En singular aYQó~ significa un campo en particular (por ejemplo, Mt 13,24.27.31) o, por contraposición a ciudad o aldea, el campo (abierto) (por ejemplo, Mc 13,16 par.; 15, 21 par.); en plural significa las parcelas de terreno, los tierras, los campos (por ejemplo, Mc 10, 29s par.; Lc 15, 15) o en los alrededores de la ciudad las tierras colindantes (por ejemplo, Mc 5, 14 par.) y en los alrededores de la aldea los caseríos (por ejemplo, Mc 6, 36 par.; cf. Mc 6, 56). 3. Además de reflejarse las circunstancias topográficas (contraste entre la ciudad y el campo: por ejemplo, en Mc 16, 12; o entre un asentamiento poblado y el campo abierto: por ejemplo, en Mt 24, 40; los conjuntos de ciudades, aldeas, tierras, caseríos: por ejemplo, en Mc 5, 14; 6, 36.56; un terreno determinado: «el Campo del Alfarero» o «Campo de sangre»: Mt 27,7.8.10); el cultivo agrícola (sobre todo en las parábolas, donde aYQó~ es sólo una clave alegórica para designar al XÓGf-t0~: Mt 13, 38), Y las obligaciones de la propiedad agrícola (Lc 14, 18) Y las circunstancias de la comunidad de bienes (Hech 4, 37), vemos que en la tradición marquina se observa también el carácter rural del movimiento en torno a Jesús y de la primitiva misión en Palestina. R. Pesch

aYQu¡¡;vÉro agrypnei5 estar despierto, velar ---> ü:rtvo~.

aYQu¡¡;vía, a~, 1] agrypnia insomnio, velar ---> ü:rtvo~.

«yro agi5 conducir Bibl.: J. Baumgarten, Paulus und die Apokalyptik, Neukirchen-Vluyn 1975,91-98; E. v. Dobschütz, Die Thessalonicherbriefe, Gottingen '1974, 189-192 (bibl.); J. A. Fitzmyer, The Use of Agein and Pherein in the Synoptic Gospels, en FS Gingrich, 147-160; P. Hoffmann, Die Toten in Christus, Münster i. W. '1969, 207-238; K. Kliesch, Das heilsgeschichtliche Credo in den Reden der Apg, KOln-Bonn 1975,72-74; F. Laub, Eschatologische Verkündigung und Lebensgestaltung

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ayúl - aywv

nach Paulus, Regensburg 1973, 123-131; O. Michel, Der Brief an die Hebriíer, Gottingen 61966, 142-149; P.-G. Müller, XPIITOL APXHrOL, Bern-Frankfurt a. M. 1973; J. Plevnik, The Parousia as Implication of Christ's Resurrection, en Word in Spirit (FS f D. M. Stanley), Willowdale 1975, 199-277; H. Schlier, Der Apostel und seine Gemeinde, Freiburg i. Br. 1972, 75-84; G. Schneider, Verleugnung, Verspottung und Verhor Jesu nach Lukas 22, 54-71, München 1969, 63s; 1. J. Scott, Paul and Late Jewish Eschatology: JETS 15 (1972) 133-143.

l. La mayoría de los 67 lugares en que aparece este vocablo se encuentran en los escritos lucanos (Lc 13, Hech 26). El verbo está bien atestiguado en Jn (13), mientras que su uso es escaso en Mt (4) Y en Mc (3). Otros testimonios los encontramos en las Cartas paulinas (5), en 2 Tim (2) yen Heb (2, 10). En comparación con los compuestos y con el empleo de sustantivos del mismo tema, que aparecen cinco veces más que el verbo simple, el vocablo se halla escasamente atestiguado. 2. La significación fundamental de ayOJ es conducir (Bauer, Worterbuch, s. v.); en sentido intransitivo aparece como una exhortación: ¡vayamos! (se emplea 7 veces; BlaBDebrunner § 308). Los animales necesitan ser conducidos Mt 21, 2 par. Lc 19,30; Mt 21, 7 par. Lc 19, 35; Hech 8, 32 (cita de Is 53, 7); en sentido figurado Jn 10, 16, los enfermos y los heridos Lc 4, 40; 10,34; Hech 20, 12, especialmente los ciegos Lc 18,40; cf. Jn 9, 13. Dícese con frecuencia de la acción de conducir por la fuerza (24 lugares, por ejemplo Mc 13, 11; Lc 22, 54; Jn 7, 45; Hech 5, 26), también por influencia del lenguaje judicial: llevarse, arrastrar a alguien; con e:rtL con acusativo llevar (a los tribunales), por ejemplo Hech 18, 12 e:rtt 1:0 ~fíf-tu. - Jesús es conducido por poderes espirituales (Lc 4, 1.9). Desde la crucifixión lleva él ya el tercer día (es decir, es el tercer día desde que le crucificaron; BlaB-Debrunner § 129 nota 3) Lc 24, 21. Dios le trae como Salvador al pueblo de Israel Hech 13,23. Dios, a los que durmieron en Jesús, los traerá con él1 Tes 4, 14: por medio de la resurrección (cf. v. 16), pero en el momento en que se produzca la parusía de Jesús. Por eso Pablo no escribe eYEQEL sino a1;El

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(con F. S. Gutjahr, Die Thessalonicherbriefe, Graz '1912, sub loco, en contra de Hoffmann 216). Jesús (otros: Dios; por ejemplo Müller, 284-292) ha «llevado muchos hijos a la gloria» Heb 2, 10). - En la conducta de su vida los hermanos en la fe deben dejarse impulsar por el Espíritu (de Dios) Gál 5, 18; Rom 8, 14. Siendo paganos, eran llevados (---> a:rtáyOJ 2) a los ídolos mudos 1 Cor 12, 2. Ciertas «mujerzuelas» están agitadas por toda clase de pasiones 2 Tim 3, 6. U. Borse

ayroYÍI, ij~, 1] agi5ge modo de vida, conducta* 2 Tim 3, 10 (cf. 1 Clem 47, 6; 48, 1); Y cf. ThWNT 1, 128s.

ayrov, rovo~, Ó agi5n lucha, certamen* &yOJvL~of-tm agi5nizomai luchar* 1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Significado léxico - 3. Campo semántico - 4. El ayÓJv de Pablo y de ~us c~munidades - 5. El ayÓJv de los cristianos - 6. ayúlVlfJ..

Bibl.: J. D. Ellsworth, Agion. Studies in the Use of a Word, tesis Universidad de California, Berkeley 1971; V. C. Pfitzner, Paul and the Agon Motif, Leiden 1967; E. Stauffer, ayÓJv %t/..., en ThWNT 1, 134-140.

1. El grupo de palabras integrado por el sustantivo aycbv y los verbos (av1:-, e:rt-, XU1:-, G'Uv-) ayOJvL~of-taL aparece raras veces en el NT, lo encontramos principalmente en el corpus paulinum» (fuera de allí, en: Lc 13,24; Jn 18, 36; Jds 3): aycbv 6 veces; ayOJvL~of-taL 8 veces; los compuestos, 1 vez cada uno. 2. El sustantivo, en sentido propio, significa en general certamen, lucha, y en el NT se emplea sólo en sentido figurado y metafórico ---> 3. El verbo, consecuentemente, significa: luchar en un certamen o simplemente luchar, y se emplea también únicamente en sentido figurado o metafórico (excepción: en Jn 18, 36 dícese de la lucha con armas; cf. 2 Mac 8, 16). Lo mismo hay que decir de los verbos compuestos (excepción: Heb 11, 33 XU1:UywvL~of-taL someter, cf. Josefa, Ant IV, 153; VII, 53).

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3. El empleo figurado y metafórico del grupo de palabras o.ywv en los escritos del NT enlaza con la comparación, muy difundida en la diatriba, entre el ejercicio de la virtud o el combate moral como lucha contra las pasiones y el certamen deportivo y los esfuerzos y privaciones que éste lleva consigo (Platón, Gorg 526d.e; Phaedr 247b; Epicteto, Diss 1, 24, ls; 11, 18,27; I1I, 22, 51.57; 25, 2s; Ench 29.51; Marco Antonio 3, 4; 4, 18; Séneca, Ep 17, 1; 34, 2; 109, 6; Pfitzner, 23-35). La metáfora de o.ywv fue recogida por el judaísmo helenístico y aplicada a la vida que se vive con arreglo a la ley (Filón, Agr 113.119; Praem 4-6.27; Som 11 9; Sab 4, 2; 10, 12), al sufrimiento por amor a la ley (4 Mac 9, 23s; 17, 11-16), a la confrontación (que determina la vida entera) con Satanás (TestAs 6, 2; cf. TestJob 4.27) o con los malos impulsos (4 Esd 7, 88.127; cf. ApBar [sir] 15, 7s; Pfitzner, 38-48 y 54-69). Al campo semántico del grupo de palabras pertenecen muchos otros términos relacionados con los certámenes deportivos y que se emplean también en sentido figurado (en el NT por ejemplo: o.{}f..Éro, ---> ~QU~clOV, n'U')¡:tÉ'Uro, ---> O1:ÉcpUVO<;, ---> 'tQÉX,ro). Por otro lado, con el empleo filosófico

popular del grupo de palabras en la diatriba y también en el judaísmo helenístico se asocian también algunos conceptos filosóficos que no se recogen en los escritos del NT como: o.QE't'IÍ, ná{}lj o.ná{}HU, o.'tUQUSLU, AOyW[LÓ<;

(Pfitzner, 6). La referencia del grupo de palabras a lo que sucede en el estadio o en la arena tiene diferente densidad tanto fuera del NT como en los escritos del NT, y con frecuencia es algo que queda relegado enteramente. 4. En 1 Cor 9, 24-27, la aplicación de la terminología del o.ywv a la conducta del Apóstol se conforma enteramente a la tradición de emplear en sentido figurado las imágenes y el lenguaje propios de los juegos atléticos (sobre 9, 24 cf. Luciano, Anacharsis, 13); habrá que decir lo mismo con respecto a la antítesis que se establece en 9, 25b (Filón, AH 11 108; Séneca, Ep 78, 16; Sab 4, 2; 1 Pe 4,5). Las imágenes y comparaciones se proponen

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ilustrar intuitivamente la renuncia, fundamentada en 9,3-18, al derecho apostólico a exigir el sustento, y la entrega desinteresada, expuesta en 9, 19-23, en favor de la causa del evangelio. na<; bE Ó o.yroVL~Ó[LEVO<; 9, 25 hace referencia a la imagen empleada en 9, 24 y da paso a la primera aplicación: El que participa en un certamen deportivo «se abstiene de todo» (€yXQU'tEÚO[LUL) con el fin de conseguir la corona (---> o'tÉcpuvo<;). Lo mismo que sucede en el o.ywv moral de la diatriba (---> 3), en la aplicación de la imagen falta el elemento de competición y rivalidad (cf. la incongruencia entre 9, 24 Y 25). Ahora bien, el elemento igualmente tradicional de la ---> €yXQá'tHU no adquiere en Pablo carácter independiente, sino que se halla siempre al servicio del objetivo que él se ha propuesto, que es «conseguir la corona imperecedera», es decir, salvar a todos (9, 22b) y ser también él partícipe de la bendición del evangelio (9, 23b; cf. v. 27b). La imagen del o.ywv del Apóstol, referida a los corintios, tiene la función de motivarlos para que ellos también observen una conducta análoga (9, 24b), para que efectúen renuncias por amor a la salvación de los hermanos débiles (8, 11-13) y para que en el uso de su libertad sean imitadores de Pablo (9, 1; 10,29-11, 1). En los demás lugares en que aparece o.ywv, el relieve de la imagen es considerablemente más débil. En 1 Tes 2, 2 Pablo con o.ywv recuerda los esfuerzos, fatigas (cf. 2, 9) y confrontaciones (2, 16) por los que él tuvo que pasar para anunciar el evangelio en Tesalónica. En Flp 1, 30, Pablo comprueba que la comunidad de Filipos, por los actos de hostilidad que experimenta de sus adversarios (1, 28) a causa del evangelio (1, 27; 4, 3), se halla en la misma situación de padecimiento y lucha (o.ywv) en que se hallaba Pablo con ocasión de su predicación en Filipos y co'n motivo de su cautiverio actual (1, 12ss). En Rom 15, 30, pide a la comunidad de Roma que se esfuerce constantemente en ayudarle por medio de la oración (o'UVUyroVLOUO{}UL [LOL €V 'tul<; nQooE'Ux,UL<;) para la lucha que él tendrá que soportar todavía en Jerusalén, an-

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tes de su planeado viaje a Roma, a causa de la hostilidad de los judíos y de las temidas reservas que la comunidad de aquella ciudad tiene todavía hacia su persona y con motivo de la colecta que él les lleva. Por tanto, no existe la menor idea de que la oración sea en sí misma un o.ywv, una lucha con Dios (en contra de O. Michel, Der Brief an die Romer [KEK], 373; E. von Severus, Gebet 1, en RAC VIII, 1281). En Col o.yroVL~O[LUL asociado con xomáro (1,29; cf. Flp 2, 16) caracterizará el esfuerzo, la dedicación y los padecimientos (cf. 1, 24) del Apóstol, aceptados por él a causa de la predicación de Cristo y con el fin de ganar a todos los hombres para Cristo (1, 28). Su o.ywv (cf. también su cautiverio 4, 10) es también en favor de los cristianos de Laodicea (2, 1), no conocidos personalmente por él, con quienes Pablo se siente unido y presente en el Espíritu (2, 5). El conocimiento de este o.ywv del Apóstol «en favor de ellos» consolará a las comunidades (2, 2) Y las fortalecerá (2, 5b). De igual manera y con los mismos fines (compárese 4, 12b con 1,28; 2, 2.5b) Epafras, que fue el fundador de la comunidad y que ahora está con Pablo (l, 7), se esfuerza intensamente en sus oraciones, desde lejos, en favor de las comunidades de Laodicea (4, 12; o.yroVL~Ó[LEVO<;; cf. v. 13 nóvo<;). Si partimos de la hipótesis, bien fundada, de que tanto Pablo como Epafras habían muerto ya en tiempo de la composición de Col, entonces adquiere especial importancia el recuerdo del o.ywv del Apóstol y del que fue el fundador de la comunidad. A diferencia de lo que sucede en 1 Cor 9, 24ss; Flp 1, 30, ese recuerdo no establece una vinculación entre los esfuerzos del Apóstol y las experiencias de la comunidad, sino que mantiene viva en la conciencia la vinculación de las comunidades postapostólicas con sus fundadores apostólicos (4, 12 denomina a Epafras bovAo<; XQL<J'tOV) y fortalece así a las comunidades en su carácter de cristianas. En las Pastorales encontramos la terminología de o.ywv con arreglo a la manera de hablar de las Cartas paulinas (compárese 1 Tim 4, 10 con Col 1,29; 2 Tim 4, 7 con 1 Cor 9, 24s) y recogiendo las intenciones de Pablo, pero esta

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terminología aparece ya con una orientación propia que hace referencia a la tradición. Los «esfuerzos y luchas» (1 Tim 4, 10: o.yrovL~Ó[LE{}U) del Apóstol, fundados en la esperanza en el Dios vivo, ilustrarán la necesidad de ejercitarse con esfuerzo (y'U[LVU<JLU) en la piedad (---> dJ<JÉ~HU), que es la conducta cristiana ideal. Mientras que el Pablo de las Pastorales «ha terminado la carrera, ha peleado la buena batalla y ha guardado la fe» (2 Tim 4, 7) Y espera con confianza la corona victoriosa (---> <J'tÉcpuvo<;) de la justicia de manos del Juez (4, 8), vemos ahora que toda la responsabilidad por la «sana doctrina» se halla en manos de su discípulo y sucesor, que ha de cumplir su oficio con sobriedad y con entrega dispuesta al sufrimiento (4, 6). En consecuencia, a él va dirigida, en la «parénesis de la ordenación» (E. Kasemann, La fórmula neotestamentaria de una parénesis de ordenación, en Ensayos exegéticos, Salamanca 1977, 123131), en 1 Tim 6, 11-16, la exhortación: «Pelea la buena batalla de la fe» (6, 12). Posiblemente, esta exhortación y lo que viene a continuación de ella procede originalmente de la parénesis bautismal. En efecto, por el tenor de las palabras se habla de una tarea cristiana general: la fe se vive en confrontación. La formulación con el artículo determinado antes de o.ywv hace referencia a una imagen tradicional, que se había formado en el ámbito del cristianismo helenístico. Del mismo ámbito de tradición procede el denominar XUAÓ<; al o.ywv (Filón, All 11, 108; I1I, 48), lo cual no procede tanto de las luchas y certámenes del estadio, sino que caracteriza a esa lucha como la que se exige al cristiano, y que es una lucha justa, recta y acorde con el evangelio (W. Grundmann: ThWNT I1I, 552; cf. también 1 Tim 1, 18: XUAi¡ <J'tQu'túu): una lucha que está exigida por la «fe» ('tfj<; nLo'tEro<; es genitivo de cualidad; a propósito de la expresión, cf. CorpHerm 1, 122 [= X, 19]: 'tov 'tfj<; EUOE~úu<; o.y&vu ~yroVL<J[LÉVlj).

5. Como 1 Tim 6, 12; 2 Tim 4,7, la Carta a los hebreos 12, 1-3 se caracteriza por una aplicación propia, y creemos que indepen-

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o:ywv - uywvLa

dientemente de Pablo, de la imagen del ayÓJv a la vida de los cristianos en general. A esta imagen pudo recurrir el autor de Heb para efectuar con ella la introducción a su gran parénesis final (12, 1-29). La tarea que los cristianos han de desempeñar en su vida aparece como un certamen deportivo inminente y al que ellos tienen que someterse (JtQooxeL~EVO~ ayÓJv; sobre la expresión cf. Herodoto IX, 60; Filón, Agr 112; Josefo, Ant XIX, 92), una competición en la que ellos han de correr (--+ 'tQÉXro) con perseverencia (--+ 'ÚJto~ov~; cf. 4 Mac 17, 12.17), rodeados por la gran multitud de testigos de la fe del antiguo pacto, que ahora -como espectadores- son testigos en el estadio de la enconada lucha que los cristianos mantienen por la victoria. Así como el justo vive su vida con la mirada puesta en Dios (acpoQáro Josefo, Ant VIII, 290; Ap 11, 166), así el mártir soporta sus sufrimientos dirigiendo su mirada hacia Dios (2 Mac 17, 10; cf. 17, 11: ayÓJv). y de la misma manera que una multitud de gente tiene la mirada puesta en su líder (Josefo, Ant XII, 431; Bell 11, 410), así también los cristianos, en su ayÓJv, tienen que tener sus ojos puestos en Jesús, el líder y consumador del camino de la fe, quien efectuó su ayÓJv soportando ('ÚJto~Évro; cf. 4 Mac 17, 10) la cruz y ahora está sentado a la diestra del trono de Dios (12, 2). En la introducción de la sección que viene a continuación (12, 4-11), sigue dejándose sentir la imagen del gran ayÓJv que se impone, pero ahora los acentos son diferentes: a los destinatarios se les ha ahorrado hasta ahora la lucha decisiva (cf. 2 Mac 13, 14) que exige empeñar a fondo toda la vida en la gran hora escatológica de la tentación (A. Strobel, Ver Brief an die Hebriier [NTD], 232: «En la lucha contra el pecado, todavía no habéis resistido (av'tLxu'tÉO't'l1'tE ... av'tuyrovL1;ÓJ~EvoL) hasta el punto de derramar sangre» (12, 4). A fin de estar equipados para esta lucha, deben someterse al entrenamiento y disciplina de Dios (12, 7). En los Sinópticos, la terminología de ayÓJv aparece únicamente en Lc 13, 24: «¡Luchad ( ayrovL1;wttE) por entrar por la puerta estrecha!». La introducción del correspondiente

logion en Mt 7, 13s «¡Entrad por... !» se halla más cerca seguramente de la versión original de Q. La formulación lucana surgió probablemente por influencia de la tradición cristiana primitiva que puede reconocerse detrás de Heb 12, 1-3; 1 Tim 6, 11s, y que habla del ayÓJv del cristiano, una lucha orientada hacia la perfección y la vida eterna. La penetración de la terminología del ayÓJv en las tradiciones palestinenses originales (--+ 3: 4 Mac, 4 Esd, TestJob) sigue un proceso similar. Jds 3: «Para exhortaros a luchar (EJtUyrovL1;wttm) por la fe trasmitida de una vez para siempre a los santos», recuerda el pasaje de Flp 1, 27.30 (--+ 4), pero se distingue característicamente de él por algo que surgió como consecuencia de las condiciones del cristianismo postapostólico y que es la restricción del concepto de la fe a la fides quae creditur (--+ JtLO'tL~), y la acentuación del carácter de tradición de la fe. La lucha no es tanto por la difusión del evangelio, cuanto por la conservación de la doctrina de la fe contra los peligros a que se ve expuesta por la acción de los herejes gnósticos (?) (Jds 4). 6. «yroVtU angustia *. La perícopa lucana de Getsemaní refiere de Jesús: xul. yEVÓ~EVO~ Ev ayrovLt;x EX'tEVÉO'tEQOV JtQOO'l1'ÚXE'tO (22, 44; falta, lo mismo que 22, 43, en p75, B, Sin,"rr). ayrovLu tenía originalmente el mismo significado que ayÓJv, pero designaba

entonces la tensión psíquica asociada frecuentemente con angustia cuando el individuo se encuentra ante una confrontación decisiva (Bauer, Worterbuch, 29; Stauffer, 140; Pfitzner,131-133; 2 Mac 14, 16s; 15,9; Josefo, Bell IV, 90; Ant XI, 326; el paralelo más cercano a la formulación de Lc 22, 44: PapTebt 11, 423, 13s; Moulton-Milligan, 8). Por este motivo, ayrovLu en Lc 22, 44, en vez de traducirlo por «angustia de muerte» o por «agonía», sería preferible traducirlo por excitación angustiosa. G. Dautzenberg

ayrovía, a~, 1] --+ ayÓJv 6.

agonía angustia

81 ayroví~o ..uu agonizomai luchar (en un certamen) --+ ayÓJv.

'Abá .. Adam Adán* 1. Aspectos lingüísticos - 2. Adán en el NT - 3. Motivos relacionados con Adán en el NT.

Bibl.: O. Betz, en TRE 1, 414-424; M. Black, The Pauline Doctrine of the Second Adam: SJTh 7 (1954) 170-179; E. Brandenburger, Adam und Christus (WMANT 7), Neukirchen-Vluyn 1962; Id., Alter und Neuer Mensch, erster und letzter Adam-Anthropos, en W. Strolz (ed.), Vom alten zum neuen Adam. Urzeitmythos und Heilsgeschichte, Freiburg i. Br. 1986, 182-223; J. Jeremias, 'A3áfl, en ThWNT 1, 141-143; K. Kertelge, Adam und Christus. Die Sünde Adams im Lichte der ErlOsungstat Christi nach Rom 5, 12-21, en Id., Grundthemen paulinischer Theologie, Freiburg i. Br. 1991, 161-171; P. Lengsfeld, Adam und Christus (Koin. 9), Essen 1965; J. R. Levison, Portraits of Adam in Early Judaism. From Sirach to 2 Baruch, Sheffield 1988; B. Murmelstein, Ein Beitrag zur Messiaslehre: WZKM 35 (1928) 242-275; 36 (1929) 5186; N. Oswald, «Urmensch» und «erster Mensch», tesis mecanografiada, Berlin 1970; P. Schafer, en TRE 1, 424-427; H. M. Schenke, Der Gott «Mensch» in der Gnosis, Berlin-Gottingen 1962; R. Scroggs, The Last Adam, Oxford-Philadelphia 1966; U. Wilckens, Christus, der «letzte Adam», und der Menschensohn, en FS Votgle,387-403. 1. En las fuentes del judaísmo primitivo y del cristianismo primitivo, el nombre propio Adán lo encontramos referido exclusivamente al «primer hombre», al antepasado de la humanidad, considerado como una figura histórica. El uso del vocablo se ajusta a la historia bíblica de los orígenes, en la cual el hebreo ' iidiim tuvo primero corrientemente el significado genérico y colectivo de «hombre», «humanidad» (cf. Gén 1, 26s; 2, 5.7 Ypassim), y sólo de manera adicional llegó a adquirir el carácter de nombre propio (TM Gén 4, 25; 5, 1-5; LXX Gén 2, 16.19-5,5).

2. En el NT, a diferencia de lo que sucede en los escritos judíos contemporáneos (una información de conjunto en Schiifer), raras veces se menciona a Adán (únicamente en Lc 3, 38; Rom 5, 14 bis; 1 Cor 15, 22.45 bis; 1 Tim 2, 13.14; Jds 14). Los testimonios más importantes se encuentran en el «corpus paulinum». En 1 Cor 15, (21.)22.45(bis)-49 y Rom 5, 12-21 (en el

82 v. 14 bis) Pablo compara a Adán con Cristo, y contrapone entre sí a ambos -cual tipo y antitipo- como a las dos entidades que deterrninan la esencia y la historia de la vieja o de la nueva humanidad. La coordinación tipológica se efectúa en cada caso de manera distinta, por el enfoque, por la índole y por la intención. En 1 Cor 15, 21s, Pablo señala el efecto fatal de Adán como «auto!» de que todos los hombres se vean arrojados a la muerte, y realza en contraste con ello la importancia que tiene Cristo, como primicias de los que duermen (v. 20), para la resurrección de todos. En 1 Cor 15,45-49, Pablo, respondiendo a la pregunta acerca del cuerpo en la resurrección (vv. 35ss), y refiriéndose a Gén 2, 7 ('\jJUX~ 1;&ou, Ex Yfí~, XO'LXÓ~), describe la esencia creada de Adán como el prototipo (v. 49 aludiendo a Gén 1, 26s; 5, 1-3) de la existencia humana en este mundo, y describe a continuación inmediata la esencia celestial de Cristo (JtVEií~u 1;rooJtOloiív, V; oUQuvoií, EJtouQávLO~), del «último Adán» y «segundo hombre», como el prototipo de la humanidad escatológica. En Rom 5, 12-21, Pablo recoge el motivo (expuesto en 1 Cor 15, 21s) del poder funesto de la muerte que por Adán penetró en el mundo, y lo desarrolla más, completándolo por medio de referencias a las relaciones entre el pecado, la ley y la muerte, e integrándolo temáticamente en el marco de la doctrina de la justificación. La comparación y la contraposición entre Adán y Cristo sirven aquí para iluminar la superioridad de la gracia divina y para mostrar que por medio de Cristo ha comenzado la plenitud de la salvación. Hasta ahora no se han esclarecido suficientemente la procedencia y el origen de estas relaciones tipológicas entre Adán y Cristo, y en consecuencia se discute también el valor de estas relaciones dentro de la teología paulina y el uso sistemático que se hace de las mismas. Se halla muy difundida la hipótesis de que el trasfondo lo constituye una mitología corriente en el judaísmo (cf. Oswald) y en la gnosis (cf. Schenke), que Pablo encontró ya en forma cristianizada en Corinto, la recogió polémicamente y la trasformó por medio de su vinculación con el esquema apocalíptico de los dos eones (de importancia fundamental: Brandenburger, 68-157; cf. además L.

83 Schottroff, Der Glaubende und die feindliche Welt [WMANT 37], reimpresión en 1970, 115136). Sin embargo, esta hipótesis sigue siendo muy insegura en cuestiones decisivas de la historia de las religiones. Menos fundada aún está la afirmación de que la base la constituye una tipología rabínica Adán-Mesías (Murme1stein) o tradiciones apocalípticas acerca del Hijo del hombre. Lo que más se aproxima a la contraposición paulina entre Adán y Cristo es la comparación de Adán, atestiguada en fuentes judías, samaritanas y cristianas, con otras figuras de la historia de la salvación, particularmente con Noé (cf., a propósito, E. Schweizer, Neotestamentica, Zürich 1963, 280ss; J. C. Lebram: VT 15 [1965] 199ss; J. P. Lewis, A Study of the Interpretation of Noah and the Flood in Jewish and Christian Literature, Leiden 1968, 46 Y 158ss), quien a este respecto puede designarse como «segundo AdánlHombre» (cf. Memar Marqah IV, 4, ed. a cargo de J. Macdonald [BZAW 84], Berlin 1963,91: 'adam hiiSsen!).

En el resto del NT, Adán aparece sólo esporádicamente. Lc 3, 38 lo menciona en la genealogía de Jesús. Pero apenas se indica una relación especial entre Adán y Cristo que se parezca a la tipología paulina (cf., entre otros, Jeremias, 141); la línea genealógica conduce a través de Adán hasta Dios. En 1 Tim 2, 13.14 la subordinación de la mujer bajo el hombre, considerada como un precepto del orden cristiano de la comunidad, se fundamenta en la primacía de Adán sobre Eva tanto en la historia de la creación como en la de los orígenes: Adán fue creado antes que Eva (cf. 1 Cor 11, 8; además, sobre la forma de la prueba, cf. Billerbeck I1I, 256 Y 645s); no fue Adán sino Eva quien pecó primero (cf. Eclo 25, 24; ApMo 11 y 14; VidAd 33; Hen [esl] 31,6). Finalmente, en Jds 14 aparece el nombre de Adán cuando se dice que Henoc fue el «séptimo (en la serie de los patriarcas) a partir de Adán» (cf. Hen [et] 60, 8). 3. En el NT hay muchos motivos que recuerdan la figura de Adán (cf. Betz, 416 y 419ss; Lengsfeld, 30ss sobre Mc 1, 12s; Lc 4, 1-l3; Rom 1,23; 3, 23; 6, 1-14; 7, 7-12; 8, 29; 1 Cor 11, 7-9; 2 Cor 3, 18; 4, 4; Flm 2,6-

84 9; 3, 21). Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata únicamente de algunas ideas o imágenes aisladas, tomadas de Gén 1-3, y no de alusiones específicas a Adán mismo. En otros casos, los puntos de contacto no sobrepasan las semejanzas en cuanto a motivos (cf. H.-G. Leder: ZNW 54 [1963] 188-216 sobre la interpretación del relato marquino de la tentación de Jesús como antítesis del relato sobre la caída de Adán). Tan sólo en el caso de Hech 17, 26 vemos claramente lo que los autores piensan de Adán: Dios, que da la vida y el aliento (n:vo~, cf. Gén 2, 7), «hizo de uno solo (es decir, de un solo hombre) a todo el linaje de los hombres». B. Schaller

abcbtavo~, 2 adapanos gratuito* En 1 Cor 9, 18 dícese de la predicación gratuita del evangelio.

85 L. Perlitt, «Ein einzige Volk von Brüdern». Zur deute-

ronomischen Herkunft del bibl. Bez. «Bruder», en FS Bornkamm, 27-52; R. Pesch, Das Markusevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br. 1976, 322-324; J. Ratzinger, Die christliche Brüderlichkeit, München 1960; H. H. Schelkle, Bruder, en RAe II (1954) 631-640; H. Schürmann, Gemeinde als Bruderschaft, en Id., Ursprung und Gesta/t, Düsseldorf 1970, 61-73; H. von Soden, 6.6c)..cpó~ x'Ú., en ThWNT 1, 144-146; E. Stauffer, Petrus und Jakobus in Jerusalem, en Begegnung der Christen (FS f J. Karrer), Stuttgart-FrankfUft a. M. 1959,361-372; A. Stoger, Der brüderliche Ordnung unter Christen. Biblische Grundlegung, en Zahn, Kanon VI (1900), 225-364.

1. El término aparece 343 veces en el NT (cf. Morgenthaler, Statistik). De ellas, 97 ve-

ces aparece en los evangelios, 57 veces en los Hech, y 113 veces en las siete Cartas paulinas reconocidas como auténticas. Mientras que en los evangelios se habla principalmente de los hermanos carnales (unas 68 veces, con transiciones al sentido metafórico), vemos que en los demás escritos predomina casi exclusivamente el sentido metafórico.

'Abbí Addi Adi* Nombre de persona: Lc 3, 28.

abd,ep'ÍJ, lJ~, tí

adelphe hermana

---+ MEt..
abEAepó~,

ov, Ó adelphos hermano

1. Frecuencia - 2. Significado léxico - 3. Hermanos carnales - 4. Los «hermanos de Jesús» - 5. «Hermano» en sentido amplio y en sentido metafórico - 6. Términos afines.

Bibl.: W. B. Birch, Veritas and the Virgin. Jesus the Son of God and the Children of Joseph and Mary, Berne (Indiana) 1960; J. Blinzler, Die Brüder und Schwestern Jesu (SBS 21), Stuttgart 1967; M. Bouttier, La notion de freres chez saint lean: RHphR 44 (1964) 179-190; J. Friedrich, Gott im Bruder? Eine methodenkritische Untersuchung van Redaktion, Überlieferung und Traditionen in Mt 25,31-46, Stuttgart 1977, especialmente 220-229; D. J. Georgacas: Glotta 36 (1957) 106-108; P. Marcel, Freres et soeurs de Jésus: Revue réformée 15,4 (1964) 18-30; 16, 1 (1965) 1226; A. Meyer-W. Bauer, Jesu Verwandtschaft, en Hennecke-Schneeme1cher 1, 312-321; W. Nauck, Brüder Jesu, en BHH 1, 275; L. Oberlinner, Historische Überlieferung und christologische Aussage. Zur Frage der «Brüder Jesu» in der Synopse (FzB 19), Stuttgart 1975;

2. U()Et..
86 encargo que en la aparición pascual se da a las mujeres o a Magdalena para que lo trasmitan a los (once) discípulos (Mt 28,10; Jn 20,17) o en la mención destacada que se hace de algunos hermanos (o hermanas) en la literatura epistolar ---+ 5 (y 6). 3. Acerca de los hermanos carnales en el NT, consúltense los correspondientes nombres propios. En los hermanos de Judá (Mt 1, 2) Y José (Hech 7, 13.23.25) se trata en parte de medio-hermanos; en los hermanos de Herodes Antipas (Mc 6, 17 -erróneamente- «Filipa» par. Mt 14, 3; Lc 3, 19; 3, 1) se trata en ambos casos de medio-hermanos. (Sobre U()Et..
87 mer matrimonio de José, y recoge así una idea expresada por los padres griegos de la Iglesia desde Epifanio. La idea es posible desde el punto de vista lingüístico, pero no es concluyente, a tenor de lo que se dice en el Evangelio de Marcos. 5. Todavía en un sentido más bien conforme con el AT y con el judaísmo, la fuente Q -en el sermón de la montaña- (Mt 7, 3-5 par. Lc 6, 41s) habla de la «paja en el ojo de tu hermano» = prójimo. Cf. Sant 4, 11 --+ 2. De manera parecida, en las palabras de Q Mt 18, 15 par. Lc 17, 3 se exige que se perdone al hermano = prójimo (con la transición al hermano en Mt). En el material peculiar de Mt (5, 22.23s) lo mismo que en un marco de parábolas creado por él mismo (18, 21.35), Mt puede hablar en el mismo sentido acerca del hermano. Igual hace Sant 1, 9; 2, 15; 4, 11. - La transición al uso cristiano tiene su fundamento en la tradición de Mc: según Mc 3, 3135 Jesús declara que sus hermanos (y hermanas) son los que están sentados alrededor suyo y escuchan su palabra de predicación, y también todos los que hacen la voluntad de Dios (predicada por él). Mt y Lc, en los lugares paralelos (Mt 12,46-50; Lc 8, 19-21), recogen principalmente el último pensamiento; según Mt, los discípulos son los únicos allegados de Jesús (cf. Oberlinner, 243-247). Quien por amor de Jesús y del evangelio abandona (ucplÉvm) casa, hermanos, etc., los recibe (Aa¡,t~ávfLV) de nuevo en este tiempo del mundo: Mc 10, 29s par. Mt 19,29; Lc 18, 29s. - Según Mt 25,40, el Cristo que juzga se identifica con «cualquiera (Évt)>> de sus «hermanos más insignificantes». Según Friedrich, 248s, la tradición (¿jesuánica?) pre-mateica hablaba aquí seguramente del «más insignificante» entendiendo por tal el pequeño y el desvalido. Mt, al añadir lo del U()fACPÓ~, habría trasformado las palabras de Jesús en una instrucción sobre la conducta que hay que seguir con los miembros de la comunidad. U()fACPÓ~ entonces se convierte aquí en el hermano en la fe, con el mismo sentido que en Mt 5, 47; 23, 8.

88 La misma transición del «prójimo» al «miembro de la comunidad», la vemos -en cuanto al equivalente hebreo ' ii~ - en los textos esenios o de Qumrán: con frecuencia se entiende el término de hermano en el sentido de rea' «prójimo» o «compatriota» o en un sentido paralelo a él (por ejemplo, lQS 6,10; CD 6, 20; 7, Iss; 8, 6; 19, 18; 20, 18); en el Rollo de la Guerra puede designar también al «colega» en el sacerdocio (lQM 13, 1; 15, 4); en ocasiones, la expresión designa sencillamente a «otra persona distinta» (CD 14, S). Sin embargo, el término se convierte luego en la manera específica de llamar a los miembros de la comunidad (cf. la «inscripción entre los hermanos» IQS 6, 22; además IQS' 1, 18; 2, 13? Lohse, Texte). Los rabinos hacen distinción entre rea', que es el «miembro del pueblo», y , ii~, que es el «compañero en la fe»; entre los «hermanos» se contaba también al prosélito (Billerbeck 1, 276). También en Lc la condición de hermano carnal se aplica en sentido trascendente al reino de Dios (cf. 12, 13s; 14, 12.26). Después de su conversión -después de pascua- Pedro debe «fortalecen> (22, 32) a sus hermanos (seguramente se piensa más que nada en sus compañeros en el apostolado). En Hech vemos que los cristianos se dirigen a los judíos llamándolos (&V()Qf~) MfAcpoL 2, 29; cf. v. 37; 3, 17; 7,2; 13,26.38; 22, 1 (y vemos que en 7,2 se añade xaL lta'tÉQf~); 23, 1.5.6; 28, 17; cf. v. 21. Esta misma manera de dirigirse a una persona se emplea también en sentido cristiano 1, 16; 15,7.13; además (sin &V()Qf~) 6, 3. La expresión &V()Qfs U()fAcpoL, es aquí seguramente la forma helenizada de la expresión judía ,ahenu d. Billerbeck n, 766; Schelkle, 636). En Pablo (yen las cartas postpaulinas) U()EACPÓ~ en sentido figurado se emplea de cuatro maneras distintas: el significado de prójimo se escucha todavía en lugares como 1 Tes 4, 6, y de algún modo también en Rom 14, 10.13.15.21 Y 1 Cor 6,5-8; 8, 11-13, pero aquí se encuentra ya cristianizado: escandalizar al hermano significa pecar contra Cristo (1 Cor 8, 12). En el sentido de miembros de la misma tribu o del mismo pueblo, Pablo en Rom 9, 3 se refiere a los israelitas como a hermanos suyos, pero hermanos únicamente «según la carne». El sentido predominante en Pablo es el de

89 hermano en Cristo, sentido que se halla fundamentado en Rom 8, 29: los redimidos están hechos conforme a la imagen de Cristo, que es «el primogénito entre muchos hermanos». Cf. la manera corriente de dirigirse a los destinatarios: «hermanos» o «hermanos amados (por Dios»> (1 Cor 15, 58; Flp 4, 1; Flm 16; cf. Ef 6,21; Col 4, 7.9; Sant 1, 9.16; 2, 5; 1 Tes 1,4; 2 Tes 2, 13 «hermanos amados por el Señon». A la hora de traducir, hay que tener en cuenta que U()fAcpoL (en plural) puede significar no sólo «hermanos» sino también «hermanos y hermanas» (cf., por ejemplo, G. Friedrich, An die Thessalonicher [NTD 8]). Finalmente, Pablo conoce y menciona por su nombre a algunos colaboradores (--+ OUVfQYÓ~) y conmilitones (ouo'tQa'tLw't'YIs: Flp 2, 25), principalmente en los praescripta (1 y 2 Cor, Flm, cf. Col) y en los finales de las cartas. (Sobre U()fACPÓ~ como manera en que los soldados de Bar Kochba se llamaban y se dirigían unos a otros, cf. ahora una carta publicada por B. Lifshitz: Aegyptus 42 [1962] 248-254). Heb, en un lugar difícil (2, 11), deduce la fraternidad cristiana del hecho de que todos procedan del «Santificante» (Cristo) y de que todos sean «santificados a partir de Uno» (¿Dios? ¿el principio? ¿Adán? ¿Abrahán?). A propósito de Jn 20, 17 --+ 2. En Jn 21, 23, se habla -seguramente en sentido ya postjoánico- de «hermanos», entendiéndose por tales a los miembros de la comunidad. 1 Jn acentúa el mandamiento del «amor fraterno» (2, 9-11; 3, 12-17; 4, 20s; en Jn se subraya únicamente el amor que los discípulos deben tenerse «los unos a los otros»: 13, 34s; 15, 12.17); en 3 Jn (3.5.10) se acentúa el mandamiento de «acogen> a los hermanos, es decir, seguramente de acoger a los misioneros. En el Ap los «hermanos» son confesores o «profetas» y «testigos» consagrados a la muerte (1, 9; 6, 11; 12, 10; 19, 10; 22, 9). 6. abd,q>t] hermana aparece sólo 26 veces en el NT. El campo semántico y el de aplicaciones recuerda los de U()fACPÓ~. De abandonar y ganar hermanas carnales por amor de Jesús se habla en Mc 10, 29s par. Mt 19,29 a

90 diferencia de Lc 18,29; además en Lc 14,26 a diferencia de Mt 10, 37 para completar la tradición de la fuente Q. Se mencionan hermanas carnales de Jesús en Mc 6, 3 par. Mt 13, 56 ltuom; Mc 3, 32 a diferencia de Mt 12,47; Lc 8, 19; --+ 4 y 5. Marta y María (Lc 10, 39s) reaparecen en Jn (11, 1.3.5.28.39) como hermanas de Lázaro. En Pablo se presupone el sentido figurado de cristiana 1 Cor 7, 15; 9, 5: «¿No tendría yo el derecho de tener junto a mí como mujer a una hermana?» (lo entiende de otra manera J. B. Bauer, Uxores circumducere: BZ 3 [1959] 94-102). Febe (Rom 16, 1) Y Apia (Flm 2) son s~guramente colaboradoras de Pablo. En Sant 2, 15 U()fACPÓ~ es el prójimo, en este caso una mujer. En 2 Jn 13 lo de <ótt)S* en 1 Pe 2, 17; 5, 9 significa colectivamente todos los cristianos, la hermandad. Sobre la «hermandad» --+ cpLAa()EAcpLa. J. Beutler

&.bd,CfJó'tt)~, t)'to~, ... adelphotes hermandad --+ MfAcpÓ~ 6. c'ibt)AO~, 2 adelos irreconocible, confuso* En Lc 11, 44 dícese de los sepulcros; en 1 Cor 14, 8 dícese del sonido de la trompeta. abt)Aó'tt)~, t)'to~, ... adelotes incertidumbre* En 1 Tim 6, 17 dícese de las inciertas riquezas. BlaB-Debrunner § 165,2. abÍJAro~ adelos (adv.) incierto* 1 Cor 9, 26
abt)Jtoviro ademoneo estar afligido o preocupado* Mc 14, 33 par. Mt 26, 37; Flp 2, 26.

92

91 {ibll~, OV, Ó hades Hades, la región de los

muertos* Bibl.: G. Beer, Der biblische Hades, en Theologische Abhandlungen. FS f H. J. Holzmann, Tübingen 1902,3-29. Para más bibliografía, cf. --> aBuaaoc;.

1. Según la cosmovisión judía y del Oriente antiguo, que se trasparenta también en el NT, la región de los muertos forma parte del mundo de las profundidades (-+ a~uaao~). En el NT se menciona 10 veces al {i6'f]~, de las cuales 4 menciones aparecen en el Ap, 2 en Mt, 2 en Lc, y otras 2 en Hech. Mt 11, 23 par. Lc 10, 15 citan a Is 14, 11.13.15; Hech 2, 27.31 cita al Sal 16, 10; aquí {i6'f]~, lo mismo que en general en la LXX, es traducción del hebreo se'ol (la región de los muertos). Los límites que deslindan este concepto del concepto más general t'ii3uaao~ (con Mt 11,23 par. Lc 10, 15; cf. Rom 10, 6s) son tan imprecisos como los que lo deslindan de yÉEvva o lugar de castigo y tormento (con Lc 16, 23s; cf. Mt 18,9 par. Mc 9, 47s). Si q.<'hl<; en Mt 11, 23 par. Lc 10, 15, por ser correlativo de oVQuvó~, es sencillamente una imagen para designar las enormes profundidades, vemos que en Hech 2, 27.31 -donde el Sal 16, 10 se interpreta como referido a la resurrección de Cristo- q.6'l']~ designa sencillamente a la muerte. Todos los demás testimonios llevan la impronta de la mitología heredada del judaísmo antiguo. Pero donde más marcada está esa mitología es indudablemente en los 4 lugares del Ap, en los que {i6'l']~ se asocia siempre con {táVU1;O~. El Cristo exaltado posee las llaves de la muerte y del Hades (Ap 1, 18; compárese, en relación con la a~uaao~, Ap 9, 1; 20, 1); la muerte ({táVU1;O~), como jinete que cabalga sobre un caballo amarillento, va· acompañada por el Hades, que quizás se representa cabalgando en la grupa detrás de ella (Ap 6, 8). La muerte y el Hades, concebidos ambos como figuras personales y demoníacas (cf. 1 Cor 15, 26.54-56), tendrán que entregar sus muertos cuando llegue el juicio universal (Ap 20, 13), antes de que sean arrojados ellos mismos al lago de fuego (Ap 20, 14). A las llaves del Hades que se mencionan

en Ap 1, 18, les corresponden las puertas del Hades de las que se habla en Mt 16, 18; por tanto, la región de los muertos, de manera análoga a la ciudad celestial (Ap 21; -+ 'IEQoaóAul. ta, 'IEQouauAfW,), es una fotaleza amurallada. En la parábola de Jesús sobre el hombre rico y el pobre Lázaro, el Hades es al mismo tiempo el lugar de tormento (Lc 16, 23), por tanto se identifica últimamente con el «infierno» (-+ yÉEVVU). 2. Con excepción del lugar mencionado últimamente, el Hades se considera como la mansión de los muertos, pero sólo por plazo limitado (además de Hech 2,27.31; cf. principalmente Ap 20, 13s). La victoria concedida por Dios a Cristo en su resurrección (Rom 6,9; 1 Cor 15, 21.26; 2 Tim 1, 10 Y passim; -+ {táVUTO~) es también la victoria sobre el Hades (Hech 2,27.31; Ap 20, 13s); en esta victoria participan los seguidores de Jesús, y participan precisamente por medio del bautismo (Rom 6, 3-11; Col 2, 12-15; 3, 1-4). Las puertas del Hades no pueden asustar (Mt 16, 18) a quien ya desde ahora es ciudadano de la ciudad celestial (con Ap 21, 25-27; 22, 14s compárese Gál 4, 26; Heb 12,22-24). O. Bocher

abtáxºt1;O~, 2 adiakritos imparcial*

Sant 3,17. ThWNT I1I, 951s.

abtáAEt:7t'tO~, 2 adialeiptos incesante* Rom 9, 2; 2 Tim 1, 3.

abtaAEÍ:7t'tOO~ adialeiptos (adv.) incesan-

temente* Rom 1,9; 1 Tes 1,2; 2, 13; 5, 17.

abtaq>1'loºta, a~,

ÍJ adiaphthoría dícese del hecho de no estar falseado Tit 2,7 Koiné al (en vez de acp-froQLu) de la doctrina que no está falseada.

93 's. ' autXEOO adikeo cometer injusticia a6LxfJf.tu, UTO~, TÓ adikema injusticia (co-

metida), delito* a6lxLu, UI;, ~ adikia injusticia, mala acción a6lxo~, 2 adikos injusto 1. Uso de los vocablos en el NT. - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial- 4. &ciLltÉúJ ltTf.. en relación con la tradición judeo-helenística - 5. aOLltÉúJ ltTf.. en los escritos paulinos - 6. aOLltÉúJ ltTf.. en los escritos lucanos.

Bibl.: C. K. Barrett, 'O aOLlt~aac; (2 Cor 7, /2), en FS Stiihlin, 149-167; F. Boll, Aus der Offenbarung Johannis, Leipzig 1914; G. M. Camp-B. M. Ubach, Un sentido bíblico de aOLltOC;, aOLltLa y la interpretación de Le /6, /-13: EstB 25 (1966) 75-82; G. Herold, Zom und Gerechtigkeit Gottes bei Paulus, Bern 1?73, 323-329; P. Hoffmann, rráV1:EC; EQyáwL aOLltLaC;. RedaktlOn und Tradition in Le 13, 22-30: ZNW 58 (1967) 188-214; E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen '1974; K. Koch, Gibt es ein Vergeltungsdogma im Alfen Testament?: ZThk 52 (1955) 142; H. Schlier, Der Romerbrief(HThK), Freiburg i. B. 1977; G. Schrenk, áOLltOC; lt1:f"., en ThWNT 1, 150-163.

1. En el NT a6udw aparece 28 veces; a6,lx~u, 26; a6Lxo~, 12 veces; a6Lxw~, 1 vez, y u6 LX'l'] !tu, 3 veces. Los testimonios se encuentran en casi todos los escritos del NT -son excepción: Mc, Ef, Flp, 1 Tes, 1 Tim, Tit, 2 In, 3 Jn-, pero el centro de gravedad se halla, no obstante, en los escritos paulinos y lucanos -+ 5 y 6. 2. a6LxÉw significa en sentido propio cometer injusticia. Como el hecho de hacer a alguien una injusticia significa (por lo general) causar un perjuicio a esa persona, vemos que a6LxÉw -principalmente en la esfera del derecho y de los negocios- puede adquirir también el sentido de perjudicar a alguien. a6LXLU significa la injusticia causada por la acción injusta, mientras que a6LX'l']!tu signifiCa el acto injusto en particular, el delito: Hech 18, 14; 24, 20; Ap 18, 5. a6Lxo~ significa injusto, y el adverbio a6Lxw~, significa por tanto (obrar) de manera injusta. En vez del adjetivo a6Lxo~ podemos encontrar también el genitivo hebraizante de definición: Lc 16, 8.9; 18,6; Sant 3,6; 2 Pe 2, 13.15 (BlaB-Debrunner § 165).

94 3. Los sujetos de la acción de a6LXElV son personas (por ejemplo, Hech 7, 26; 25, 10; 1 Cor 6, 8) o ángeles (Ap 7, 2s) y poderes demoníacos (Lc 10, 19; Ap 6, 6; 9, 4.10.19) o bien «la segunda muerte» (Ap 2, 11). El objeto de la acción verbal, que se halla en acusativo, pueden ser hombres o la tierra o partes de ella. Empleado en sentido intransitivo, a6LxÉw (lo mismo que a6LxLu, a6Lxo~, a6Lx'l']!tu) marca una determinada actitud falsa con respecto al derecho divino o al derecho humano. El medio con que se causa el perjuicio es introducido por la preposición ev (Ap 9, 19); el lugar de donde procede el perjuicio se construye con (Ap 2, 11; cf. Gén 16, 5 LXX). aclLXLU o a6lxo~ pueden predicarse de personas o de cosas, pero no de Dios (Rom 9, 14; Heb 6, 10), cuya justicia (-+ 6LXULOOÚV'l']) es todo lo contrario de la a6LxLu de las criaturas (Rom 3, 5).

ex

4. De a6LxÉw xTA. se habla, sí, en casi todos los escritos del Nuevo Testamento (-+ 1), pero -con excepción de Rom y de los escritos lucanos- no se acumulan nunca los términos de manera llamativa. Evidentemente, la injusticia no era aún para la mayoría de los escritores del NT una realidad tan apremiante, que se sintieran desafiados por ella y experimentaran la necesidad de darle una extensa respuesta específicamente cristiana. En consecuencia, la mayoría de los pasajes del NT en que aparecen estos términos, se hallan dentro de la tradición judeo-helenística, tanto por la manera de expresarse como por el pensamiento que se encierra en esos términos. El uso tradicional del lenguaje se encuentra en todos los pasajes en que a6lxÉw se emplea para designar cualesquiera perjuicios (materiales, financieros, espirituales): Mt 20, 13; Lc 10, 19; Gá14, 12; Flm 18; Ap 2, 11; 6, 6; 7,2; 9,4.10.19; 11, 5 (ef. Gén 21, 23 LXX; Lev 19, 13 LXX; 1 Sam 12, 4; Tob 6, 15; TestSim 5, 4), en todo lo cual hay que tener en cuenta, desde luego, que (a pesar de Boll, 87) fuera del Ap no se habla ya con tanta densidad de daños ordenados por Dios. Corresponde al pensamiento tradicional del AT y al pensamiento tradicional judío el que

95

toda a6uúa se designe como -> á[laQ'tta (<
96 mentiras (Sal 51, 3-6 LXX) Y calumnias es capaz de incendiarlo todo. En cambio, Manmón es [la[lrova~ 'tfí~ a6LXta~, Manmón de la injusticia (Billerbeck 11, 220: mamón diseqar o mamón se! seqer), porque difícilmente se puede adquirir sin cometer injusticias (Eclo 26,29-27,2). 5. Pablo da un paso esencial para sobrepasar la comprensión judeo-helenística de la a6LXta. Es verdad que también el judaísmo (helenístico) vio una conexión entre la a6LXta y la -> aaÉ~na (< aA~{tELa (< 6LxawaÍlvl]), su imperturbable fidelidad al hombre, la cual concede al ser humano la vida (3, 25s), y de esta manera demuestra que Dios es el que quiere la salvación. Esta negativa fundamental a tributar la debida gloria a Dios -y a «honrar el derecho concedido a la creación y que en ella impera» (Schlier, 50)es lo que constituye siempre la aaéf3na y la a6LXta del hombre, las cuales, por su parte,

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98

hacen que el pensamiento humano se haga vano y sin firmeza y que el corazón del hombre se llene de tinieblas (Rom 1, 21s.28), de tal manera que el hombre hace «lo que no debe hacerse», obras de impureza, de degradación, de crueldad (1, 24-31). Por tanto, la a6Lxí,a del hombre consiste en «no reconocer a Dios en su realidad que se nos revela, sino en oprimir esa realidad con oposición rebelde al derecho fundamentado por ella» (Kiisemann, 35). Por eso, la -> ayá:Jtl] (el «amor») no se goza de la a6LXta sino de la aA~{tna (1 Cor 13, 6). Y también por ello no hay ninguna a6LXta en que Dios se apiade de unos y endurezca a otros (Rom 9, 14). Ahora bien, la a6LXta no es para Pablo una simple cualidad del individuo, sino que es al mismo tiempo una realidad traspersonal que -no de manera distinta a la verdad- supone la actuación del hombre (Rom 2, 8), Y que por tanto es comparable con el pecado (6, 13). Claro que de esa realidad queda sustraído el hombre por medio del bautismo, que le hace «esclavo de la justicia» (6, 1-18). Por eso, es absurdo que haya bautizados que traten de obtener sus derechos acudiendo a tribunales formados por no bautizados, es decir, por a6LXOL, por ama'tOL (<
dente frecuencia en los escritos lucanos (a6LxÉro 6 veces, a6LXta 6 veces, a6Lxo~ 5 veces, a6Lxl][la 2 veces). La razón de ello nos la da a conocer Lc 13, 27b (a diferencia de Mt 7, 23b): A todos los hacedores de injusticia no se les dejará sentarse a la mesa para que participen como comensales con el Kyrios. Porque todavía está por llegar el juicio decisivo, después de la resurrección de los justos y de los injustos (Hech 24, 15.25; cf. 17, 30s). Por eso, lo que interesa en la vida de cada individuo es que no se le pueda reprochar por parte de nadie una injusticia (Hech 24, 20; 25, lOs), y esto significa para Lc: ningún delito contra un derecho existente (a6txl][la), ¡pero no una controversia acerca de la «recta doctrina»: Hech 18, 12-16: 24, 20s; 25, 8.11! El hecho de que en todo esto no se trata para Lc de un legalismo superficial, no sólo lo vemos por Lc 18, 2 Y Hech 7, 23-27 -obra bien el que teme a Dios y ayuda al prójimo en su necesidad- , sino también principalmente por la manera en que él interpreta en 16, 9-11 la expresión tradicional [la[lrova~ 'tfí~ a6Lxta~ Manmón de la injusticia (-> 4): Manmón es a6Lxo~ (¡y esto quiere decir que es lo contrario de aAl]{tLvóv! [16, 11]), porque no es capaz de dar consistencia a la vida humana. Pero sí es capaz de hacerlo, cuando se emplea para dar y ayudar: porque para eso fue confiado al hombre. Esto quiere decir: el que emplea sensatamente 10 que se le ha confiado, es fiel; pero será injusto, si lo hace insensatamente (-> CPQÓVL[lO~; Lc 12, 42; 16, 8), en contra de todo sentido. M. Limbeck

6. Además de en los escritos paulinos encontramos también a6LxÉro x'tA. con sorpren-

lib,xo~, 2 adikos injusto

abhel)~a, ato~, delito -> a6Lxéro. a~, ción -> a6LxÉro.

ab'Xta,

->

a6LXÉro.

t1



adikema injusticia,

adikia injusticia, mala ac-

99

abíxro; adikos (adv.) injustamente* 1 Pe 2, 19 sufriendo injustamente.

'AbJ.lív Admin AdmÍn* Nombre de persona: Lc 3, 33.

abóxtJ.lo;, 2 adokimos reprobado, inútil* Rom 1,28; 1 Cor 9, 27; 2 Cor 13, 5.6.7; 2 Tim 3,8; Tit 1, 16; Heb 6, 8. ThWNT 11,258264; DTNT I1I, 434-436.

abOAO;, 2 ada/os puro, inalterado* 1 Pe 2, 2: leche pura.

'AbQUJ.lu't'tt)vó; Adramyttenos de Adramitio* Adjetivo derivado del topónimo Adramitio (ciudad situada en la costa nordoccidental de Asia Menor): Hech 27, 2. Pauly, Lexikon 1, 73s (s. v. Adramyttion).

'AbQíu;, OU, Ó Adrias Adriático* El Mar Adriático: Hech 27, 27. Pauly, Lexikan 1, 76; OCD lOs.

ábQó'tt);, t)'to;, ÍJ hadrotes elevada suma de dinero* 2 Cor 8, 20 dícese de la generosa ofrenda.

abuvu'tÉro adynateo resultar imposible En el NT se usa únicamente en sentido impersonal. ---+ a6'Úva1:o~ 1.

abúvu'to;, 2 adynatos incapaz, imposible* a6uvU1:ÉOJ adynateo resultar imposible* 1. El verbo aparece dos veces en los evangelios (a6uvm:~aH en sentido impersonal): para los creyentes «nada será imposible» Mt 17,20; «porque para Dios no hay nada imposible» Lc 1,37 (Gén 18, 14).

2. a6'Úvu1:O~, que aparece 10 veces en el NT, se encuentra 1 vez en cada uno de los evangelios sinópticos, 1 vez en Hech, 2 veces

100 en Pablo, 4 veces en Heb. Siete veces es usado como adjetivo, y tres veces en sentido sustantivado Lc 18, 27; Rom 8, 3; 15, 1. En voz activa significa lo que es incapaz; en voz pasiva, lo que resulta imposible. El paralítico Hech 14, 8 no tiene fuerza en los pies. A la pregunta: «¿Quién puede ser salvo?», responde Jesús: Los hombres, aun esforzándose lo más posible, no pueden lograrlo. La gracia creadora de Dios hace que lo imposible resulte posible: Mc 10,27; Mt 19,26; cf. Lc 18, 27 (Gén 18, 14; Zac 8, 6; Job 42, 2; Job-LXX 10, 13). M'Úvu1:O~ en Rom 8, 3 se explica mediante aa{h:vcLv. La ley no tiene poder para romper con el pecado. En cambio, según la concepción judía, las palabras de la Torá son «curación para vosotros; son vida para vosotros» MekEx 15,26. En vivo contraste con la debilidad de la ley se halla el poder salvador de Dios. Lo que Rom 8, 3 dice de la ley, se especifica en Heb 10, 4 refiriéndose al culto de los sacrificios: Ese culto «es incapaz de borrar pecados». La constante repetición del culto es prueba de su impotencia (10, 11). Sin la fe el hombre, según el orden divino de la salvación, no es capaz de agradar a Dios (Heb 11, 6). En el caso de apostasía, es imposible una repetición de la penitencia, una vez que uno había sido hecho partícipe de la salvación ofrecida Heb 6, 4(-6). En vivo contraste con la incapacidad de los hombres, se pone a menudo de relieve el poder de Dios. Una cosa es Dios incapaz de hacer: mentir Heb 6, 18 (Núm 23, 19; cf. Tit 1, 2). aMvm:o~ es en Rom una designación que se hace de algunos cristianos Rom 15, 1; cf. «débil» en la fe 14, 1s. Con sentido ascético evitan como impuros la carne y el vino 14, 2.14.21 Y guardan determinados días 14, 5. No deben condenar a los otros 14, 3s.1O; los fuertes no deben menospreciarlos; no deben imponerles por la fuerza sus propias convicciones; no deben crearles una crisis interna y encaminarlos así a su perdición 14, 3s.13.15.21, sino que deben sustentarlos 15, 1. Hay que tener un mismo sentir 15, 5, porque ambos tienen el mismo Señor 14, 8ss. G. Friedrich

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{ibro ado cantar* Ef 5, 19; Col 3, 16; Ap 5, 9; 14,3; 15,3. ThWNT 1, 163-165.

aEÍ aei siempre, constantemente* Hech 7,51; 2 Cor 4, 11; 6, 10; Tit 1, 12; Heb 3,10; 1 Pe 3,15; 2 Pe 1,12; cf. Mc 15,8 C Koiné D lat.

anó;, olí, Ó aetas águila* Mt 24,28 par. Lc 17,37; Ap 4, 7; 8, 13; 12, 14. RAC 1,87-94. a~uJ.lO;, 2 azymos ázimo, sin fermentar ---+ ~'Ú[1'Y].

'A~ÓlQ Azor Azor*

Nombre de persona: Mt 1, 13.14. 'i\~ro'tO;, OU, ÍJ Azotas Azoto (en el AT Asdod)* Antigua ciudad en Filistea (Jos 13, 3), desde el año 30 a.C. bajo el dominio de Herodes el Grande: Hech 8, 40. Schürer III (búsquese en el índice por Azotus); DB 1, 1307-1311; BRL 13-15.

MIQ, ÉQO;, Ó aer aire* Bibl.: W. Foerster, o.Í)Q, en ThWNT 1, 165; Bauer, Warterbuch, S.v.

Según la antigua concepción del mundo, el aire constituye el ámbito intermedio entre la tierra y el cielo (aether): En Ap 9, 2 el aire lleno de humo oscurece el sol. La copa que el ángel derrama sobre el aire (Ap 16, 17) produce en la tierra un terremoto que consuma la destrucción (E. Lohmeyer, Offenbarung' [HNT], 137): originalmente fue un acontecimiento de teofanía (Is 66, 6; Ex 9, 22s), pero fue interpretado luego por el autor como una plaga (granizo: Ex 22, 9ss) (H. Kraft, Offenbarung [HNT], 21Os). En 1 Tes 4, 17 el aire es el lugar del encuentro de los creyentes arrebatados sobre nubes con el

102 Señor que retoma, bien para salir a su encuentro cuando regresa a la tierra (E. Peterson: ZSTh 7 [1930] 682-702; Foerster; B. Rigaux, Epftres aux Thessaloniciens [EtB], 548s) o para unirse con él en el cielo (E. von Dobschütz, Thessalonicherbriefe [KEK] 197-199). En Ef 2, 2 (sobre la cosmovisión, cf. J. Gnilka, Epheserbrief [HThK], 63-66: F. MuBner, Christus, das Al! und die Kirche, Trier '1968, 9-39) el aire (que pertenece al cielo: MuBner, 16s) es el ámbito de poderío de un dominador (aQXOJv 1:fj~ f~ouaLu~ 1:0U &ÉQo~), un ser espiritual y personal (= 6Lá~OAO~, Jtov'Y]Qó~ 6, 11.16); se presenta como eón de este mundo o su atmósfera (aire) hace que el mundo aparezca como el eón dios de la eternidad, cuyas falsas pretensiones conducen al hombre a la muerte (H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 134ss). Desde el punto de vista de la historia de las religiones, se trata seguramente de una combinación de la cosmovisión de Empédoc1es y Pitágoras, según la cual el aire está lleno de almas que no pueden ascender todavía al mundo etéreo (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 113-118), con ideas judías, según las cuales el aire, entre otras cosas, es morada de los demonios (Billerbeck IV, 516). Lo nuevo es «la idea de un reino organizado bajo un solo soberano» (Foerster), en todo lo cual la influencia dualística es decisiva (¿Qurnrán? cf. lQS 3, 20s; Braun, Qumran 1, 216s). Los textos de TestBen 3, 4 v.l.; Hen (esl) 29, 4s recensión A; Asls 10, 29s; 11, 23; cf. 4, 2, podrían ser secundarios desde el punto de vista de la historia del texto o de la historia de las tradiciones.

Figuras de dicción: aÉQu 6ÉQHV dar golpes al aire en 1 Cor 9, 26 se refiere al boxeador que no tiene acierto al asestar sus golpes (difícilmente significará: llevar una lucha aparente). Ei~ aÉQu AUAcLV hablar al aire en 1 Cor 14, 9 se dice de la glosolalia que no redunda en beneficio de la comunidad. Testimonios: Bauer; Foerster; Robertson-Plummer, I Corinthians, 196 y 310; A. Otto, Die Sprichworter. .. der Romer, Leipzig 1890,6 y 364.

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Arrojar polvo al aire en Hech 22, 23 como expresión de furiosa excitación. Difícilmente se pensará en una preparación o en una acción sustitutoria de la lapidación; habrá que pensar más bien en un gesto (¿apotropaico?) de horror (Job 2, 12). Cf. E. Haenchen, Apostelgeschichté (KEK), 605; Beginnings V, 269277. H. Merklein

aaa atha (arameo) él viene, ha venido En la variante de 1 Cor 16, 22 D' L allat. ---+ !laQava {ta.

aaava(Jía, a~, ÍJ athanasia inmortalidad ---+ {távm;o~.

aaÉJtt'to~, 2 athemitos ilegal, ilícito* Hech 10,28; 1 Pe 4, 3. ThWNT 1, 166. aaEO~, 2 atheos sin Dios*

Ef 2, 12. ThWNT I1I, 120-122; VII, 186,518; 187, 35-37. H. Schmidt, «Gottlose» und Gottlosigkeit im AT: Judaica 33 (1977) 75-85, 127-135. aiJ'E(JJtO~, 2 athesmos perverso* En el NT se emplea sólo sustantivadamente malvado (lo mismo que en Filón, Praem, 126; Sib V, 177): 2 Pe 2,7; 3, 17. ThWNT 1, 166.

aanÉro atheteiJ hacer inválido, declarar inválido* 1. Uso del vocablo en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. cdhhr¡(Ju;. Bibl.: Ch. Maurer, cdktÉw, &:&É1:11Gl<;, en ThWNT VIII, 159-160.

1. U{tE1:ÉW no se emplea frecuentemente en el NT. Aparece 2 veces en Mc (6, 26; 7, 9), 5 veces en Lc (7, 30; 10, 16 cuatro veces), 5 veces en Pablo (1 Cor 1,19; Gá12, 21; 3,15; 1 Tes 4, 8 bis), además en Jri 12,48; 1 Tim 5, 12; Heb 10,28; Jds 8.

2. U{tE1:ÉW significa propiamente convertir algo en Ü{tE1:OV / hacerlo ilegal, es decir, algo que era {tE1:Ó~ (<>. En conexión más estrecha todavía con el pensamiento del AT y con el pensamiento judío, marcado principalmente por las exigencias de la Torá, se expresan Lc 7,30; 10, 16; Jn 12, 48; Gál 2, 21; 1 Tes 4, 8; Jds 8. En efecto, para Israel la Torá no sólo era el documento que daba testimonio del pacto (---+ bLa{t~'X.'Y]), sino que era también al mismo tiempo la representación expresa de la voluntad salvífica de Dios (---+ VÓ!lo~). Por tanto, el que hacía nula la Torá o negaba su asentimiento a la predicación profética que la actualizaba, destruía la voluntad salvífica de Dios y, con su oposición, estaba rechazando a

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LXX hace de Is 24, 16 TM: EAnL~ 1:0 EVOE~d ... ovaL 1:0¡;~ U{tE1:0UOLV, ol U{tE1:OUV1:E~ 1:0V Vó!l0v (<<Esperanza para el piadoso ... ¡Ay de de los que hacen inválida, de los que invalidan la ley!»). De manera parecida se expresa Jer 15, 15s LXX (a diferencia del TM): YVW{tL ro~ EAa~ov nEQL OOV OVELbW!lOV uno 1:WV U{tE1:OÚV1:WV WU~ Aóyov~ oo'U (<<¡Piensa que por causa tuya sufro oprobio de los que no prestan asentimiento a tus palabras!»). A partir de aquí hay que entender Lc 7, 30; 10, 16; Jn 12,48; Gál 2, 21; 1 Tes 4, 8; Jds 8: «Los fariseos y los escribas destruyeron la voluntad salvífica de Dios vigente para ellos», al no querer que Juan los bautizara (Lc 7, 30). En cambio, Pablo no hace inválida / no destruye la gracia de Dios, porque él busca la justicia por medio de la fe en Cristo Jesús (GáI2, 21). En 1 Tes 4,8 se escucha también el doble significado de hacer inválido, destruir / rehusar su asentimiento: Aquel de los bautizados que se niega a vivir santamente (1 Tes 4, 3-6), no sólo causa daño a un hombre, sino también niega su asentimiento a la vocación divina (4, 7) Y destruye al mismo tiempo al Dios que a ese hombre le da su Espíritu Santo (4, 8). Lo mismo que en Jer 15, 15s LXX, vemos en Lc 10, 16; Jn 12, 48 que la negación del asentimiento humano va en último término contra Dios, mientras que vemos en Jds 8 que los herejes a quienes se hace referencia no dan su asentimiento al señorío del Kyrios. Según 1 Cor 1, 19 (= Is 29, 14 LXX), Dios finalmente por medio de la muerte de Jesús en la cruz no sólo hace desaparecer la inteligencia de los inteligentes (así Is 29, 14: 'X.QÚ'Ij!w), sino que además la destruye (u{tE1:~ow). En la palabra de la cruz, Dios da una nueva base al pensamiento. 3. cHtf'tl1Ut; supresión, invalidación*. Este término aparece únicamente en Heb 7, 18 en el sentido de invalidación o declaración de nulidad del mandamiento promulgado anteriormente, por ser débil e inútil, y en 9, 26 en el sentido de supresión del pecado por medio

del sacrificio único de Jesús al fin de los tiempos. En Heb 7, 18 se escucha claramente el tecnicismo jurídico, atestiguado muchas veces en las inscripciones, de la «anulación» (cf. A. Strobel, Hebraerbrief[NTD], sub loco). M. Limbeck

aaÉ~1)(Jt~, Ero~, ÍJ athetesis invalidación -+ a{tE'tEw.

'Aailvat, rov, al Athenai Atenas* Ciudad de Grecia, capital del Atica. Pertenecía a la provincia romana de Acaya. Todavía en el siglo 1 p.C. gozaba de gran prestigio cultural y era la capital de la cultura clásica: Hech 17, 15.16; 18, 1; 1 Tes 3,1. Pauly, Lexikan 1,686-701; LAW 372-381; OCD 140-142: H. Conzelmann, Apostelgeschichte' (HNT), 104s; H. Volkmann, Athenai. Geschichte, en Pauly, Lexikon V, 1578-1582. 'Aa1]va¡o~,

3 Athenaios ateniense* Adjetivo correspondiente al topónimo 'A{tfívm. Hech 17,21.22.

-+

aauro athleo luchar, competir* 2 Tim 2, 5a.b. ThWNT 1, 166s. aaA1](Jt~, Ero~,

ÍJ athlesis competición* En el NT se emplea únicamente en sentido figurado: en Heb 10, 32 dícese de la lucha que suponen los padecimientos. ThWNT 1, 167. aaQoí~ro athroiziJ reunir* Lc 24, 33: Encontraron reunidos a los Once.

aa"JtÉro athymeiJ desalentarse* Col 3, 21: Para que los hijos no se desalienten. aat90~, 2 atMos inocente* Mt 27, 4: «traicionar sangre inocente»; 27, 24: «Soy inocente de la sangre de este justo».

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atyELOe:; - aL('noe:;

atyElo;, 3 aigeios de cabra* En Heb 11, 37 dícese que los profetas que iban vestidos con pieles de cabra.

aiyla.t...ó;, olí, Ó aigialos playa,

costa* Mt 13,2.48; Jn 21, 4; Hech 21,5; 27, 39. 40.

Aiy{m:no;, 3 Aigyptios egipcio Adjetivo derivado de --+ Atyult'toc:;.

Atyu,.;'to;, ou, 1] Aigyptos Egipto AI,yúJttLoc:;, 3 Aigyptios egipcio 1. Uso de los vocablos - 2. Perspectiva histórica -

3. Significado - 4. El «egipcio» en Hech 21, 38. Bibl.: Bergman-Williams-WeiB-Müller, en TRE 1, 465-533 (bibl.); A. Bohlig, en RAC 1, 128-138; C. 1. Davles Tradition and Redaction in Matth. 1:18-2:13: JBL 91 (1971) 404-421; H. Brunner-H. Jacobsohn-S. Morenz, en ROO 1, 105-124,404-421; E. Peretto, Ricerche su Mt. 1-2: Marianum 31 (1969) 140-247; Reicke, Zeitgeschichte, Index, s.v.; Schürer, Index, s.v.; E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthlius (NTD), 19-22; J. Vergote, Egypte, Egyptenaren, Egyptisch, en Woordenboek der Oudheit 1, Bussum 1976, 933-977 (bibliografía).

1. Egipto y egipcio(s) (en el NT el adjetivo aparece únicamente sustantivado) se encuentran en el NT sólo 25 veces y 5 veces respectivamente. De estos testimonios, los cuatro que aparecen en la historia de la infancia según Mateo se hallan relacionados temáticamente entre sí; los términos aparecen respectivamente 13 + 3 en el discurso de Esteban, y 4 + 1 en Heb; los restantes 4 + 1 testimonios que aparecen en Hech, Jds y Ap son independientes entre sí. 2. El nombre del país A'(yu:7ttoe:;, que aparece ya en Homero, se deriva de una denominación egipcia de Menfis: Hikuptab «Casa del espíritu de Ptah» (Vergote, 933). Desde la época de los Ptolomeos habitaban en Egipto numerosos emigrantes judíos, y Alejandría contaba en su parte oriental con una importante población judea-helenística. César se hizo cargo de Egipto en tiempo de Cleopatra, y el país más rico del Imperio romano siguió en poder de la casa julio-claudia, ad-

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ministrado por un prefecto de la clase de los caballeros. - Judíos y prosélitos de Egipto y Cirene formaban parte del entorno de la comunidad cristiana de Jerusalén (Hech 2, 10; cf. 6, 9). De esos países procedían también cristianos (Hech 11, 20; 13, 1), especialmente Apolo (Hech 18, 24). 3. La historia de la infancia según Mt nos cuenta que José con María y con Cristo niño marcharon a Egipto huyendo de Herodes, y que regresaron a Tierra santa después de la muerte del monarca (Mt 2, 13-23). Sobre la masacre que tuvo lugar en Belén y sobre la huida a Egipto nos faltan ulteriores testimonios, pero el Evangelio de Mt no se interesa por leyendas (como la de Moisés en Josefa, Ant 11, 201-231), sino que quiere ofrecernos explicaciones basadas en la Escritura. Se nos explica por qué la estancia en Egipto fue de corta duración (Os 11, 1 citado en Mt 2, 15), Y por qué Belén y sus alrededores no quisieron consolarse después de aquel ataque, es decir, por qué no recibieron el evangelio (Jer 31, 15 citado en Mt 2, 18). Esteban recalcó que José y Moisés habían experimentado la revelación y la asistencia divina en Egipto (Hech 7, 9-40). Por tanto, Dios no estaba vinculado exclusivamente con Sión, como pretendían los acusadores (6, 11.13). Por lo demás la liberación de Israel del cautiverio de Egi;to significa un motivo de amonestación (Hech 13, 17; Heb 3, 16; 8, 9; 11, 26s.29; Jds 5; cf. 1 Cor 10, 1). De vez en cuando Egipto sirve de imagen de lo que es el mundo pecador (Ap 11, 8), lo mismo que Sodoma (ibid.) y Babilonia (18, 4; --+ Ba~uAmv 2). 4. El «egipcio» de Hech 21, 38 fue un profeta que hacia el año 55 p.e., seguido por miles de sicarios, quiso conquistar Jerusalén partiendo del Monte de los Olivos (Josefa Ant XX, 169-172; Bell 11, 261-263). Fue rechazado por Félix, pero en el año 58 se creía aún en su reaparición. B. Reicke

a'tbw;, 2 aidios eterno* Rom 1,20; Jds 6. ThWNT 1, 167s; IX, 577, 19.

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aLome:; - aI,.ta

aibro;, olí;, 1] aidos modestia, recato* 1 Tim 2,9; Heb 12, 28 M P. ThWNT 1,168171. C. E. van Erffa, AI~Q:l:, Leipzig 1937. --+ ataxúvo(..tm 5. 0";0;, ó Aithiops etíope* En Hech 8, 27 (bis) dícese del alto funcionario de Candace, que había viajado a Jerusalén para «adorar» (--+ JtQoaxuvÉw); P. O. Scholz,

AHHoljJ,

Frühchristliche Spuren im Lande des aV~Q AHHO'IjJ. Historich-archaologische Betrachtungen zur Apg 8, 26-40, tesis Bonn 1988.

al,..,a, a'to;, 'tó haima sangre* 1. Uso del vocablo en el NT - 2. Presupuestos veterotestamentarios y judíos - 3. Miedo a la sangre 4. Ritos de sangre - 5. al¡.ta en el lenguaje figurado 6. Reinterpretación de ritos cruentos, principalmente: la sangre de Jesucristo.

Bibl.: J. Behm, al¡.ta X-rA., en ThWNT 1, 171-176; J. Bergman-B. Kedar-Kopfstein, en ThWAT 11, 248-266; F. Laubach-G. Beasley-Murray-H. Bietenhard, Sangre, en DTNT IV, 143-149; E. Lohse, Martyrer und Gottesknecht, Oottingen '1963; W. Nauck, Blut Christi 1. 1m NT, en ROO 1, 1329s; H. L. Strack, Das Blut im Glauben und Aberglauben der Menschheit, München '1900; F. Vattioni (ed.), Sangue e antropologia nella letteratura cristiana 1-111, Roma 1983; H. J. Venetz, «Durch Wasser und Blut gekommen». Exegetische Überlegungen zu 1 Joh 5, 6, en Die MUte des NT. FSf E. Schweizer, Oottingen 1983,345-361; J. H. Waszink, en RAC 11, 459-473;

1. El sustantivo al(..ta aparece en el NT en 97 lugares. La mayoría de los testimonios se encuentran en Heb (21) y en los evangelios sinópticos (21), que van seguidos por el Ap (19) y por el «Corpus paulinum» (12). Predominan con mucho los enunciados acerca de la sangre de Jesucristo, frecuentemente en el contexto de la Cena del Señor. También las especulaciones de Heb acerca del efecto de la sangre de los sacrificios de animales fundamentan enunciados cristológicos. Sin embargo, no faltan lugares en que se habla de aL(..ta que están determinados más bien antropológicamente o que tratan de la sangre en sentido metafórico. Detrás de la doctrina del NT acerca de la Cena del Señor y detrás de algunos

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enunciados acerca del bautismo se hallan elementos de antiguos ritos cruentos judíos y del simbolismo de la sangre en el mundo antiguo. 2. Todas las declaraciones del NT acerca de la sangre de los animales y de los hombres, incluida la sangre expiatoria de Jesús, se hallan dentro del contexto de la concepción veterotestamentariajudía y, en último término, también de la concepción común en el mundo antiguo acerca del poder de la sangre, un poder que puede dejarse sentir no sólo como un peligro, sino también apotropaicamente, como poder protector y expiatorio. La sangre se considera como portadora de la vida; en ella habita el alma (en hebreo nefd, en griego 'ljJuxtí; cf. entre otros Gén 9, 4; Lev 17, 11.14; Dt 12.23; Jub 6, 7; Josefo, Ant 1, 102). La sangre humana derramada clama pidiendo venganza (Gén 4, 10; cf. Heb 12, 24; Ap 6, 10) y produce al mismo tiempo, por sí misma, la muerte del asesino (Jos 2,19; 2 Sam 3, 28s; San 4,5; cf., además, Mt 23, 30.35; 27, 25; Hech 5, 28). Por la sangre de quien ha sido asesinado «se hacen impuros» el autor del homicidio (ls 59, 3) y el país (Gén 4, lIs; Ez 7, 23). Pero también la sangre del parto y la sangre de la menstruación hacen impura a una persona (Lev 12; 15, 19-33: Hen [et] 15,4; Josefa, Ant III, 261). Comer sangre es algo que está severamente prohibido (Gén 9, 4; Lev 3, 17; 7, 26; Jub 6, 12-14 Y passim). Una clase especial de matanza de animales, el degüello de una res según un rito especial, garantiza que ha salido toda la sangre del animal sacrificado (Dt 12, 16.23s; Josefa, Ant VI, 120s y passim); la sal quita la sangre a la carne sacrificada (Lev 2, 13; Jub 21, 11; cf. Mc 9, 49 v.l.). Por otra parte, en el culto sacrificial y en la magia, se utiliza la sangre como medio de purificación y de defensa contra los demonios. La venganza de sangre y la ejecución purifican al país y a la sociedad de las manchas causadas por haberse derramado sangre inocente (Gén 9, 6; Dt 19, 13; Jub 6, 7s; 7, 33 y passim). Los sacrificios israelíticos (cf. Lev 1-7) se basan extensamente en el poder expiatorio de la sangre (Ex 29, 20s; Lev 3,2.8.13 Y passim). En contra de los demonios de la noche de bodas, que constituyen una amenaza para la vida (cf. Tob 3, 7s), se orienta el rito cruento de la circuncisión (Ex 4,24-26). También la práctica cruenta de la pascua actúa apotropaicamente (Ex 12, 7.13.22s). Moisés establece un pacto de sangre entre Yahvé e Israel, rociando el altar y rociando al pueblo con la sangre del pacto (Ex 24, 3-8). La sangre de los mártires tiene poder expiatorio (4 Mac 6, 29; 17,22; jSan 11, 30c, 28).

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Claro que ya en el AT se llega a una reinterpretación y relativización de los ritos sacrificiales y de los ritos cruentos. La parénesis profética desplaza el acento de la correcta realización de esos ritos a los sentimientos que los inspiran (Os 6, 6; Miq 6, 6-8; luego en lQS 3, 4-12; 8, 3s; 9, 4s; CD 11, 20s; 4QFlor 1, 6s y passim). La circuncisión se convierte en imagen de la purificación interior (Jer 4,4; 6, 10; 9, 25; Ez 44,7.9; Jub 1,23; lQS 5, 5; lQH 18, 20; lQpHab 11, 13s y passim). En sentido inverso, el DtIs emplea la imagen de la oveja inmolada, para referirse al sufrimiento vicario del Siervo de Dios (Is 53, 4-7; cf. Hech 8, 32). 3. El cristianismo comparte con el judaísmo, que es la religión de la que procede, el miedo y la aversión hacia el hecho de comer sangre o derramar sangre. De los cuatro preceptos impuestos por el denominado Decreto Apostólico (Hech 15, 20.29; 21, 25), tres se refieren a la renuncia a la sangre. Piden que los cristianos se abstengan de la carne sacrificada a los ídolos, de lo «estrangulado», es decir, de los animales no degollados ritualmente (cosa que falta en la v.l. del denominado Texto Occidental), y de (comer) sangre. Estos preceptos son exigencias mínimas judeocristianas para permitir una comunión con los cristianos gentiles. En el caso de la carne sacrificada a los ídolos (cf. 1 Cor 8, 1-13: 10, 14-31; Ap 2, 14.20), al horror hacia la impureza que se contrae comiendo sangre se añade el temor a los dioses paganos a los que se concibe como demonios (-4 6C1.l¡.tóvwv) (cf. Ps-Clemente, Hom 7, 3.8; 9, 10; Ps-Clemente, Rec 2, 71). Un testimonio como Ap 16, 4-7 muestra claramente lo profunda que fue la aversión de los judeocristianos hacia el hecho de comer sangre; a los asesinos de los santos y de los profetas se los obliga a beber sangre impura (Ap 16, 6). El temor a la carne sacrificada a los ídolos se superó gracias a las enseñanzas paulinas acerca de la libertad cristiana, que tan sólo se ve limitada por la conciencia moral del hermano «débil» (1 Cor 8, 4-13; 10,25-29). La prohibición del homicidio conserva, como es lógico, su validez (Mt 5, 21s; Mc 10, 19 par.; Rom 13, 9; Sant 2, 11). El Texto Occidental de Hech entiende, evidentemente, la

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prohibición de la sangre que figura en el Decreto Apostólico en el sentido de prohibición de derramamiento de sangre; suprimió la advertencia contra lo «estrangulado» (Hech 15, 20.29; 21, 25 v.l.): el precepto del degüello ritual de los animales no desempeña ya ningún papel. 4. En consonancia con la tradición veterotestamentaria y judía, vemos que también para los autores del NT el asesinato no puede expiarse sino por la sangre del asesino. La sangre, derramada' inocentemente, del piadoso (cf. Mt 27,4) exige la pena de muerte (Mt 23,35 par. Lc 11, 50s; Ap 6,10; 16,4-7; 19, 2). A los herejes impenitentes, que se han mancillado con la fornicación y comiendo carne sacrificada a los ídolos, el autor del Apocalipsis los amenaza con la muerte (Ap 2, 14-16.20-23). Clamando venganza cae sobre los responsables la sangre de una persona ejecutada injustamente (Mt 23, 30; 27, 25; Hech 5,28; cf. Hech 18, 6; 1 Cor 11, 27). La sangre del animal sacrificado es imprescindible «según la ley» para la purificación; sin derramamiento de sangre (aL¡.ta"tExxvaLa) no hay perdón de los pecados (Heb 9, 22). El efecto lustrante de la sangre del sacrificio (Heb 9, 7.13; cf. 13, 11) y el poder apotropaico de la sangre de pascua (11, 28) constituyen la condición previa para confesar que la sangre de Jesús purifica del pecado a los suyos (9, 14; 13, 12 y passim; -4 6). Como en el judaísmo, para los miembros perseguidos de la comunidad cristiana la sangre de los mártires es también medio de lustración (Ap 6, 11; 22, 14); la muerte de Jesús puede interpretarse como bautismo de sangre (Mc 10, 38s; Lc 12, 50). La práctica cruenta de la circuncisión, impuesta por Dios (Hech 7, 8 según Gén 17, 10; cf. Jn 7, 22s), es conservada al principio por el judeocristianismo de impronta palestinense, incluso como rito de admisión de los adeptos de Cristo procedentes del paganismo (Hech 15, 5; Gál 6, 12s; cf. Hech 16, 1-3). Tan sólo la lucha de Pablo contra la circuncisión (Gá15, 1-12; 6, 12s; Flp 3, 2s; cf. Gá12,

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3-5) conduce a que el rito cruento de la circuncisión vaya siendo desplazado paulatinamente por el rito del bautismo por medio del agua. 5. La literatura judía, con el par de conceptos «carne y sangre», acentúa ya lo perecedero que es el hombre terreno y lo abocado que está a la muerte (Eclo 14, 18; 17,31; Hen [et] 15, 4; bSan 91a y passim); en consonancia con ello, una característica que aparece también en el NT es la debilidad del hombre, su limitación por la muerte, el pecado y el error (Mt 16, 17; 1 Cor 15, 50; Gál 1, 16; Ef 6, 12; Heb 2, 14; cf. Jn 1, 13). Cristo, al asumir alf.ta xai aáQ~, los elementos del abocamiento humano a la muerte, se convierte por medio de su propia muerte en el Vencedor del diablo y en el Redentor de los hombres (Heb 2, 14-17). Como carne y sangre de Cristo se come pan y se bebe vino en la Cena del Señor (Jn 6, 53-56; cf. Mc 14, 22-24 par.; 1 Cor 11, 23-27). La experiencia de la muerte por desangramiento (cf. Lc 13, 1) conduce a la equiparación entre la sangre y la muerte, entre el derramiento de sangre y el homicidio (Mt 23, 35 par. Lc 11, 50; Mc 14, 24 par.; Hech 22, 20; Rom 3, 15 según Is 59, 7; Ap 16, 6; cf. precio de sangre Mt 27, 6 y campo de sangre Mt 27, 8; Hech 1, 19). Pilato pretende ser inocente de la sangre de Jesús, es decir, de su muerte (Mt 27,24). Contra el pecado hay que luchar hasta derramar la sangre, es decir, hasta la muerte (Heb 12,4). La sangre inocente (cf. Mt 27, 4) requiere venganza, es decir, exige la muerte como castigo expiatorio (Ap 6, 10; 19, 2). La meretriz Babilonia está ebria de la sangre de los santos y testigos de Jesús: Roma se embriaga con la muerte de los mártires cristianos (Ap 17, 6). De la concepción judía antigua de que la sangre derramada inocentemente obra por sí misma la muerte del culpable se deriva la aceptación jurídica de la responsabilidad (Mt 27, 25; cf. Hech 20, 26), y asimismo la responsabilidad que se carga sobre otra persona (Mt 23,35; Hech 5, 28; 18,6); claro que el espectro de los testimonios muestra que la maldición mágica de la sangre se ha converti-

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do hace ya mucho tiempo en un formulismo que es una simple manera de expresarse. Con el clamor de los judíos Mt 27, 25 se corresponden exactamente las palabras pronunciadas por Pilato Mt 27, 24. Como símbolo de la muerte encontramos la sangre en las imágenes visionarias tanto de la apocalíptica judía (AsMo 10, 5; 4 Esd 5, 5) como de la apocalíptica cristiana (Hech 2, 19s y Ap 6, 12 según JI 3, 3s; Ap 8, 7; 14, 20). La vestidura del Jinete victorioso está manchada con la sangre de los enemigos muertos (Ap 19, 13; cf. Is 63, 1s); el agua se trasforma en sangre (Ap 8, 8; 11, 6; 16, 3s; cf. Ex 4, 9; 7, 17-25 y cf. también lo que se dice del sudor de Jesús, Lc 22, 44). 6. Los Sinópticos refieren que Jesús no rechazó ni censuró a «la mujer que padecía hemorragias» (aLf.toQQoovaa Mt 9, 20), sino que reconoció su fe y la curó (Mc 5, 25-34 par.); aquí se ha superado ya parte del horror judío hacia la sangre. También los ritos de sangre expiatorios y apotropaicos del judaísmo pierden en el cristianismo (que en esto sigue la tradición de los profetas) buena parte de su relevancia. En lugar de la venganza de sangre aparece el perdón (compárese Mt 18, 21s par. Lc 17,4 con Gén 4,15.24). La culpa de sangre es para Pablo, según Hech 20, 26, la culpa por la muerte eterna (cf. Hech 18, 6; 1 Cor 11, 27); el bautismo es considerado ahora como la ejecución de la pena de muerte del «hombre viejo» (Rom 6, 4.6.8; Col 2, 20; 3, 3; cf. Gál 2, 19). El bautismo no sólo sustituye a la circuncisión en la práctica misionera (-+ 4), sino también en la reflexión teológica; el bautismo es la «circuncisión de Cristo», no hecha por mano de hombres, para la eliminación del pecado en general (Col 2 lIs). Según 1 Cor 7, 19 la observancia de lo~ mandamientos de Dios es superior al rito de la circuncisión (cf. Gál 5, 6; 6, 15); por el Espíritu, no por la letra de la ley, se efectúa la circuncisión del corazón (Rom 2, 29). El NT interpreta la muerte de Jesús como sacrificio cruento. Jesús, que es al mismo tiempo cordero pascual (Jn 1, 29.36; 19, 36; Hech 8,32; 1 19), camero (Ap 5,6.12;

:>

115 13, 8 Y passim) y «chivo expiatorio» (Jn 1, 29; cf. Lev 16, 20-22), se ofreció a sí mismo vicariamente como sacrificio (Ef 5,2); él es, a un mismo tiempo, sumo sacerdote y víctima del sacrificio (Heb 9,11-10,18). En los enunciados del NT acerca de la sangre de Jesús culminan todas las esperanzas de la piedad antigua, que estaban puestas en el efecto de la sangre del sacrificio para purificar y borrar pecados. La sangre de Cristo purifica de obras muertas a las conciencias y sobrepuja así a la sangre de machos cabríos y de becerros (Heb 9, 11-14,25; 10,4); justifica purificando del pecado (Rom 3, 25; 5, 9; Ef 1, 7; Heb 9, 13.14; 10, 19.29; 13, 11.12; 1 Jn 1,7-9; Ap 1, 5; 7, 14; 12, 11). Lo mismo que el pacto de Moisés en el AT (Ex 24, 6-8), a cuya «sangre del pacto» (Ex 24, 8) remite Mt 26, 28 par. Mc 14, 24 (cf. Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25; Heb 10, 29), el pacto en la sangre de Jesús (1 Cor 10, 16; Heb 9, 15-22: 13,20) se produce también «rociando» con esa sangre (gav1:L<J¡.tó~ Heb 12, 24; 1 Pe 1, 2; gav1:Ll;wfrm Heb 10, 22; gUvwJ¡.ta Bern 5, 1); por medio de su sangre, Cristo rescató a los suyos (Hech 20, 28; 1 Pe 1, 18s; Ap 5, 9; cf. Ef 2, 13) yestableció en la cruz la reconciliación cósmica (Col 1,20). Ya en el mundo de ideas del AT y del judaísmo la sangre y el agua por un lado (cf. Ex 4, 9; 7,17-25; 29, 4.20; Lev 14,5-7.50-52; bKer 81 a y passim) y la sangre y el vino por otra parte se consideran afines (cf. Gén 49, 11; Dt 32, 14; Is 63, 1-6; Jer 13, 12s; 25, 15-28; Eclo 39, 26; 50, 15; 1 Mac 6, 34; bSab 1lOa y passim). Así que no es de extrañar que el pensamiento simbolista del NT experimente y celebre no sólo en el baño de agua del bautismo sino también en el vino que se bebe en la Cena del Señor una representación eficaz del sacrificio cruento de Jesús. El bautismo y la Cena del Señor están vinculados de manera sumamente íntima (1 Cor 10, 1-6; 12, 13; 1 Jn 5,6-8); se explican, según Jn 19,34, como «sangre yagua» que brotaron del costado de Jesús ya muerto, es decir, se fundamentan en la muerte sacrificial de Jesús. Y tanto la Cena

116 del Señor (cf. Jn 6, 53-56) como el bautismo (cf. Jn 3, 5; 13, 2-11) hacen partícipes de la eficacia de esa muerte para borrar pecados y difundir vida (cf. Jn 1, 29). La muerte de Jesús es beber el vino y ser bautizado en la sangre (Mc 10, 38s; cf. Mt 20, 22s; Lc 12,50). La teología del martirio puede interpretar como bautismo el testimonio dado con la sangre (Mc 10, 38s; Lc 12, 50); inversamente, el bautismo es, según Col 2, 11s, la verdadera circuncisión. Por este motivo, la referencia a la sangre expiatoria y redentora de Cristo tiene ya desde muy pronto un lugar fijo en la parénesis bautismal (Heb 10, 19.22.29; 1 Pe 1, 18s; cf. Rom 6,3; Heb 9, 14). Ahora bien, sobre todo en la Cena del Señor, la comunidad que la celebra recibe participación en el sacrificio cruento de su Señor. El pacto de vino de la eucaristía (1 Cor 10, 16), referido expresamente por las palabras interpretativas de Jesús a la sangre derramada en su muerte (Mc 14, 24 par.; 1 Cor 11, 25; cf. Jn 6, 55s), es el nuevo pacto de sangre (cf. Heb 9, 15-22; 10, 29; 13,20) según la analogía del antiguo pacto de sangre de Ex 24, 6-8 (Mt 26, 28 par. Mc 14, 24; Heb 9, 18-22). Sin necesitar ya los ritos de sangre expiatorios, la comunidad primitiva experimenta en el acto sacramental de beber el vino la fuerza purificadora de una sangre que actúa de manera incomparablemente más intensa que la sangre de todos los sacrificios de animales (Heb 9, 13s). O. Bocher

ai,..,a'tExXlJCJí,a, a~, ÍJ haimatekchysia derramamiento de sangre* Heb 9, 22. ThWNT 1, 175s. H. Christ, Blutvergiefien im AT (ThDiss 12), Basel 1977; ThWAT 11,256-258. --> atfla 4.

ai,..,oQQoiro haimorroeo padecer hemorragias* Mt 19, 20: una mujer que desde hacía ya doce años padecía de hemorragias --> atfla 6.

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ALVéu~ - ULVLYflU

A¡via~,

OlJ Aineas Eneas* El paralítico Eneas es curado por Pedro en Lida (en hebreo: Lod): Hech 9,33.34. atVf(Jt~, fro~, --> aLvÉw.

ÍJ

ainesis alabanza

a¡viro aineo alabar, ensalzar* atvwL~, EW~, ~ ainesis alabanza*

alvo~,

OV,

ó ainos alabanza*

Bibl.: R. Deichgraber, Gotteshymnus und Christushymnus in der frühen Christenheit (StUNT 5), 06ttingen 1967, 197-214; R. J. Ledogar, Verbs of Praise in the LXX Translation of the Hebrew Canon: Bib 48 (1967) 29-56; LiddeIl-Scott, s.v.; J. H. Quincey, Greek Expressions of Thanks: JHS 86 (1966) 133-158; H. Ringgren, hll, en ThWAT 11, 433-441; H. Sch1ier, aLvÉw, alvoc;, en ThWNT 1, 176s; H. Schultz: DTNT 1,54-55.

1. aLvÉw aparece 8 veces en el NT; de ellas 6 veces en Lucas (3 testimonios en Lc y 3 en Hech); 1 en Rom 15, 11 (cita del Sal 117, 1), y) en Ap 19,5 (cf. Sal 135, 1 Y passim); atvo~ aparece 2 veces (Mt 21, 16, cita del Sal 8,3 LXX; Lc 18, 43); atvwL~ aparece únicamente en Heb 13, 15 (cf. Sal 49, 14.23 LXX). La alabanza se dirige siempre a Dios (6 veces: 1:0V 'frEÓV, 1 vez: 1:0V XÚQLOV, 1 vez: 1:0 'frE0 [Ap 19, 5; cf. BlaB-Debrunner § 187, 3] en el verbo, de manera parecida avacpÉQW¡.tEV 'frvoLav aLvÉoEw~ ... 1:0 'frE0 Heb 13, 15; :n:a~ Ó Aao~ ... f()WXEV aLvov 1:W 'frEW Lc 18,43; cf. también Mt 21, 16). El NT se ~tie­ ne así a la manera preponderante de hablar de la LXX, mientras que en el AT hebreo hillel puede referirse a menudo a personas. Con esto, el grupo léxico se diferencia también claramente, a pesar de que las significaciones básicas son las mismas, de las formaciones derivadas --> f:n:mvo~ y e:n:mvÉw, que pueden utilizarse para expresar tanto la alabanza de Dios como la de los hombres. aLvÉw se halla en paralelo con --> ()o~ul;w (Lc 2, 20; cf. 18, 43; MartPol 14, 3). e:n:mvÉw (Rom 15, 11) Y EVAOyÉW (Lc 24, 53 Koiné lat; como sustitutivo de EVAOyÉW ibid. D it; cf. HecJn 77). Los que alaban son ángeles (Lc 2, 13), pastores (2, 20) Y niños (Mt 21, 16), la multitud (Lc

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18,43), los discípulos (19, 37), la comunidad primitiva (Hech 2, 47), el paralítico curado (3, 8.9), las naciones (Rom 15, 11), la comunidad (Heb 13, 15) Y los redimidos que están en cielo (Ap 19,5). 2. El grupo léxico designa la alabanza de Dios expresada por boca de individuos que han sido salvados o por la comunidad y también por las naciones y los ángeles. La razón de la alabanza es el gozo (xaLQoV1:E~ Lc 19, 37), el ver a Cristo recién nacido (2, 20), la experiencia de la salvación (Mt 21, 16; Hech 2,47; Rom 15, 11; Heb 13, 15), la acción de sanar (Lc 18, 43) Y la curación misma (Hech 3, 8.9). Por tanto, la alabanza es respuesta a la acción de Dios en Cristo, recoge la alabanza celestial de Dios (Lc 2, 13; Ap 19, 5) Y hace que los que alaban se unan al loor y glorificación que se tributan universalmente a Dios por la acción salvífica realizada en Cristo (cf. Rom 15, 7: Ó XQL01:0~ :n:QOOfAU~EW 'Ú¡.ta~ cL~ M~av wv 'frcov). La alabanza de Dios se expresa en fórmulas acuñadas, y que nos han sido trasmitidas en parte, de doxología y de oración (xal, AÉyOV1:f~ Lc 2, 13s; 19, 37s; cf. Ap 19, 5-8) como en la debida alabanza que Dios «prepara» o que «se tributa» a Dios (Mt 21, 16; Lc 18,43). Como «fruto delos labios», la confesión del nombre de Dios juntamente con la constante alabanza de Dios son el verdadero sacrificio de alabanza (--> 'frvoLa aLvÉoEw~) de los que han sido salvados por el sacrificio de Cristo, un sacrificio que sustituye definitivamente a los antiguos sacrificios e incluso a los antiguos sacrificios de alabanza (Sal 49, 14.23 LXX), porque es la alabanza de aquellos que, desde Cristo, han salido de este mundo y se hallan en camino hacia la 1fttura ciudad cel~stial.(Heb 13, [12-]15; cf. A ~ro­ bel, Hebraerbnef [NTD], sub loco; O. Michel, Hebriierbrief' [KEK], sub loco). H. Balz

atvt'Y,..,a, ato~, tó ainigma enigma* En 1 Cor 13, 12 dícese de la imagen borrosa o enigmática (cf. Núm 12, 8). ThWNT 1, 177-179.

alvo~ - aLQE'tLl;,úl

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alvo~, 4

O\),

Oainos alabanza

atvéO).

Atvrov, Í) Ainon Enón* Nombre de lugar. Uno de los sitios donde Juan bautizaba: Jn 3, 23. Kopp, Stiitten, 166172; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, Barcelona 1980,488.

atQÉo..-,at haireomai escoger, preferir* Flp 1,22; 2 Tes 2, 13; Heb 11,25. ThWNT 1, 179; DTNT II, 62-64. atQt:Ot~, t:ro~, Í) hairesis opinión de escuela, partido, facción* atQEtL%Ó~, 3 hairetikos herético* Bibl.: M. Meinertz, ~xl(J[lu und ULQEOLC:; im NT: BZ 1 (1957) 114-118; H. Paulsen, Schisma und Haresie. Untersuchungen zu 1 Kor 11, 18.19: ZThK 79 (1982) 180-211; H. Schlier, UlQEOLC:;, en ThWNT 1, 180-184; C. Thoma, Das jüdische Volk-Gottes- Versttindnis zur Zeit Jesu, en Theol. Berichte IlI, Zürich 1974,93-117; W. Wiefel, Erwagungen zur soziologischen Herme· neutik urchristlicher Gottesdienstformen: Kairos 14 (1972) 36-51.

1. De las 9 veces que se emplea el sustantivo en el NT, 6 aparecen en Hech, donde el sustantivo se refiere a los saduceos (5, 17), los fariseos (15, 5; 26, 5) Y los «nazoreos» (24, 5.14; 28, 22). Conforme al uso lingüístico que se hace de este término en Josefo (Bell n, 118.122.137.142.162; Ant VII, 347; XIII, 171.288.293; XV, 6; XX, 199; Vita 10.12.191. 197) Y en otros autores de la antigüedad (Diodoro Sículo 11 29, 6; Diógenes Laercio 1, 18.19; Epicteto, Diss 11, 19,20) se deduce que su significado es opinión de escuela, escuela, partido (religioso) sin acento negativo. Las aLQfOEL~ judías mencionadas en Hech 5, 17; 15, 5; 26, 5 eran agrupaciones voluntarias -el verbo aLQfo), correspondiente a aLQf<JL~, significa escoger-, asociaciones de derecho privado, entendidas en sentido griego, que tenían la finalidad de ocuparse intensamente del estudio de la Torá (cf. la caracterización de los jasideos [o jasidim] que se hace en 1 Mac 2, 42, Y de los esenios de Qumrán en lQS 1,

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7.11; 5, 1.6.8.10 Y passim) dentro del pueblo de Dios, o «equipos especiales creados con el fin de lograr determinados objetivos o realizar determinadas tareas, dentro del pueblo de Dios» (Thoma, 97). Los judeocristianos, que se sentían obligados a la observancia de la Torá y que participaban en el culto de la sinagoga, pero que además celebraban sus propias reuniones acompañadas de comidas comunitarias (cf. Hech 2, 42.46s; Lc 4, 16ss), figuraban todavía antes del 70 p.e. como la «congregación de los nazoreos» (cf. la denominación que se hace de Jesús como 4 Na~úlQaLo~ en Mt 2,23) dentro del pueblo judío, el pueblo de Dios, que se caracterizaba por el pluralismo de tendencias. Sin embargo, para el autor de Hech el cristianismo no es ya una agrupación de tantas en el seno del judaísmo. Por eso, pone esta expresión únicamente en labios de judíos. 2. Tampoco para Pablo es la Iglesia una aLQf<JL~ judía, sino que él utiliza este término

dos veces con sentido peyorativo: 1 Cor 11, 18s en paralelo con OxLOf.la1:a para designar facciones, escisiones, y Gá15, 20 dentro de un catálogo de vicios, como una de las «obras de la carne», en paralelo con «intrigas y escisiones»: aLQfOEL~ son aquí facciones que se forman por falsas doctrinas que ponen en peligro la unidad de la Iglesia. El uso lingüístico posterior que se hizo en la Iglesia, entendiendo el término en el sentido de grupo herético, secta (cf. IgnEf 6, 2; IgnTral 6, 1; MartPol Epil 2, Justino, Apol I 26.33 entre otros) aparece ya en 2 Pe 2, 1, donde vemos que los profetas de mentiras, con sus falsas doctrinas, conducen a la perdición. Por eso, el aLQELLxO~ av{tQúl:rto~ en Tit 3, 10 es el hereje que se ha desviado de la «recta doctrina». G. Baumbach a¡Qt:'tt~ro hairetizo escoger, elegir* Mt 12, 18: «He aquí mi Siervo, a quien elegí», al principio de una cita de cumplimento (cf. Ag 2, 23 LXX). ThWNT 1, 183s.

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atQt:'ttXÓ~, 3 hairetikos herético 4

aLQE<JL~.

atQro airo levantar, tomar, quitar Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; J. Jeremias, ULQúl %'tt..., en ThWNT 1,184-186.

El vocablo aparece unas 100 veces en el NT. De ellas únicamente 7 veces fuera de los evangelios y los Hech. Como el latín tollo, tiene varios significados: 1. levantar, 2. tomar, 3. tomar sobre sí, 4. llevar, 5. alejar. 1. De levantar en alto en sentido propio se habla, por ejemplo, en Mc 11,23. En relación con este significado se halla también el de recoger los trozos que quedaron de pan, en Mc 6, 43 Ypassim; el de levantar a un muerto, en Hech 20,9, y el de levar anclas en 27, 13. En sentido figurado, arQO) significa también la acción de alzar la mano para jurar, en Ap 10, 5; de alzar los ojos, en Jn 11, 41, Y de alzar la voz, en Lc 17, 13; Hech 4,24; así como el de mantener en tensión, en Jn 10, 24.

2. En el sentido no acentuado de tomar, coger, arQO) designa el objeto con el que se hace algo, como vemos, por ejemplo, en Mc 2, lIs par.; Jn 5, 8s.11s (<
4. El significado de llevar aparece, por ejemplo, en Jn 5, 10, con un sentido que en este caso es muy afín al de tomar 4 2. 5. El significado de alejar lo encontramos en el sentido de cambiar de lugar Jn 2, 16; 11, 39.41 Y 20,1; 19,31.38 Y 20, 2.13. En Mc 2, 21 lo encontramos en el sentido transitivo de coger y llevarse (Bauer, s.v. 4). Según Jn 17, 15, los discípulos no son sacados del mundo. Se aleja de la comunidad el mal, según Ef 4, 31; cf. 1 Cor 5, 2; Jn 15, 2. Según Jn, Jesús -como el Cordero que es (cf. 19,36)- no carga sobre sí el pecado (o los pecados), sino que lo(s) quita o elimina (1,29; 1 Jn 3,5); cf. Billerbeck 11,363-370; Jeremias, 185. Se habla también de eliminación en el sentido de aniquilación, de quitar de en medio (cf. la etimología de «eliminar»: arrojar fuera del umbral). Un juicio se declara nulo, «se suspende» (Hech 8, 33 = Is 53, 8 LXX) Y se destruye el documento de la deuda (así traduce Bauer, s. v. 4 la frase arQúl EX LOU f.lfOOU de Col 2, 14). Así como el diluvio se llevó a los hombres (Mt 24,39; cf. Lc 17,27 UmOAf<JEv), así el grito de «¡Quita de en medio a ese hombre!», lanzado por la multitud, exige la muerte de Jesús (Lc 23, 18; Jn 19, 15) Y la de Pablo (Hech 21,36; 22, 22). Finalmente, arQO) significa además alejar en el sentido de quitar, arrebatar, refiriéndose, por ejemplo, a los bienes (Mc 4, 25), a la palabra (Mc 4, 15 par.; cf. Mt 13, 19 áQ:rtá~EL) o al reino de Dios (Mt 21, 43). 6. No se pueden clasificar con seguridad los significados de sacar (del banco: Lc 19, 21s) y de obtener (mediante sorteo: Mc 15,24), de todos modos, cf. 4 2. W. Radl

atoihivo..-,at aisthanomai comprender, captar el sentido* Lc 9, 45 (en oposición a UyvOfO). ThWNT 1, 186-188.

atoihlot~, t:ro~, Í) aisthesis experiencia* Flp 1,9. ThWNT 1, 186-188; DTNT 1,297.

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atO'-lh]'t'Í)QlOV, OU, 'tó aistheterion sentido* En Heb 5, 14 dícese de la capacidad de discernimiento moral. ThWNT 1, 186-188.

atO'XQoxt:Qb'Í);, 2 aischrokerdes dícese del vegonzoso afán de bienes materiales* 1 Tim 3,8; Tit 1, 7; cf. 1 Tim 3,3 Koiné.

atO'XQoxt:Qbro; aischroderdos (adv.) con vergonzoso afán de bienes materiales* 1 Pe 5, 2: «no por sórdido afán de ganancia, sino con dedicación».

atO'XQoAoyía, a;, t1 aischrologia lenguaje obsceno* Col 3, 8 lenguaje soez (Polibio VIII, 11, 8; XXXI 6,4; AgU 909, 11).

atO'XQó;, 3 aischros vergonzoso, deshonroso, bajo* 1 Cor 11, 6; 14,35; Ef 5, 12; Tit 1, 11. ThWNT 1, 188-190.

atO'XQó'tl);, 1)to;, Í) aischrotes conducta obscena, soez* Ef 5, 4 en la enumeración de una serie de vicios (vv. 3-5). ThWNT 1, 188-190.

atO'XÚV1), 1);, .. aischyne vergüenza, pudor -->

uI,O)(ÚVOf1aL 5.

atO'xúvo,..,al aischynomai avergonzarse, quedar avergonzado* 1. Uso del vocablo en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial - 4. btaL<JXVVOlWL5. aLoxvv11. Bibl.: C. K. Barrett. 1 am Not Ashamed oithe Cospel, en Foi et Salut selon S. Paul (AnBibl 42), Roma 1970, 19-41, especialmente 19-22; R. Bultmann, aUiÓJ~, en ThWNT 1, 168-171; Id., aLoxvvw ¡¡LA., en ibid. 188-190; C. E. Frhr. v. Erffa, AItl,Q¿ und verwandte Begriffe in ihrer Entwicklung von Homer bis Demokrit (Philologus Suppl. 30, 2), Leipzig 1937; H.G. Link-E. Tiedtke, Vergüenza, oprobio, en DTNT IV, 345-347; W. Trillhaas, Ethik, Berlin '1970, 231-236; W. S. Vorster, aLaXVvO[laL en stamverwante woorde in die Nuwe Testament, Pretoria 1979.

1. El verbo (denominativo de uToxo~, 'tó, cf. Frisk, Worterbuch, s. v.; desde Homero, Od) lo encontramos en el NT en los cinco lugares siguientes: Lc 16,3; 2 Cor 10, 8; Flp 1,20 (en cada uno de los mencionados casos, en indicativo); 1 Pe 4, 16 (en imperativo); 1 Jn 2,28 (en subjuntivo).

2. Significa (lo mismo que el hebreo bOs) una de dos: o sentir vergüenza subjetivamente (en voz media), o quedar avergonzado objetivamente (en voz pasiva; Bultmann, 189s; Bauer, Worterbuch, s.v.). 3. El sujeto de uio)(vvo[laL es siempre una persona (por ejemplo, en Pablo en 2 Cor 10, 8; Flp 1,20) o un grupo de personas, pero no el objeto directo de la acción verbal (cf., por ejemplo, Eurípides, Ion 934). Junto al uso absoluto (cf., por ejemplo, Homero, Od 18, 12) 1 Pe 4, 16 (en voz media) y 2 Cor 10, 8; Flp 1, 20 (en cada uno de estos casos, en voz pasiva) se encuentran los regímenes en infinitivo (cf., por ejemplo, Esquilo, Choeph 917) Lc 16, 3 (en voz media) y también aJtó con genitivo (cf. Sophocles, Lexicon, s.v.) 1 Jn 2, 28 (en voz pasiva; «ante/por él»). El régimen con participio (por vez primera en [Pseudo-] Esquilo, SeptTheb 1029s; sobre la diferencia con respecto al infinitivo, cf. Kühner, Grammatik n, 2, 73) no aparece en el NT ni en los papiros (cf. Mayser, Grammatik n, 1, 317), sino que vuelve a aparecer únicamente en Justino, Dial 123, 4. Con excepción de Lc 16, 3 el verbo va unido siempre con una negación; se hallan entonces en oposición con él ool;á~w (1 Pe 4, 16); xU1JXáo[laL (2 Cor 10, 8; cf. 7, 14; Sal 96, 7 LXX); f1eyu!..úvw (Flp 1,20; cf. J. Gnilka, Der Philipperbrief [HThK], sub loco); JtUQQl]OLUV E)(W (l Jn 2, 28; cf. Prov 13,5; Flp 1,20). Con más intensidad que en el ámbito helenístico el frecuente significado de avergonzarse (Lc 16,3; 1 Pe 4, 6) se sobrepone al aspecto objetivo de quedar avergonzado. Si Pablo ha de gloriarse frente a los adversarios corintios, no por eso queda avergonzado hasta el punto de tener que avergonzarse 2 Cor

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10, 8, así como también su esperanza se cifra en que no ha de quedar avergonzado por nada en cuanto al éxito de su labor en favor de Cristo Flp 1,20; cf. 1 Jn 2,28.

avergonzado ante Dios y ante los hombres y, por tanto, no tener que avergonzarse de ninguna figura y de ninguna consecuencia de ese evangelio, por escandalosas que resulten.

4. El compuesto E:ltUWXÚVO/lat * (desde Esquilo; en la LXX sólo 3 testimonios) aparece 11 veces en el NT (8 de ellas en indicativo, y 3 en subjuntivo). De ellas, 4 veces en los evangelios (Mc 8, 38 par. Lc 9, 26). Significa siempre avergonzarse subjetivamente (en voz media; Bultmann, 189; Bauer, Worterbuch, s. v.). Aquí siempre el sujeto es una persona (por ejemplo, Cristo Heb 2, 11; Dios Heb 11, 16; el Hijo del hombre Mc 8, 38 par. Lc; Pablo Rom 1, 16) o un grupo de personas; objeto directo de la acción verbal (cf. Jenofonte, Hist IV, 1, 34) tan sólo en Mc 8, 38 par. Lc. Una cosa es objeto directo (cf. Platón, Soph 247c) Rom 1, 16 (fVUyyÉf..LOV); 2 Tim 1, 16 (cf. IgnEsm 10, 2), una persona y una cosa asociadas (en la lengua clásica únicamente con el verbo simple, por ejemplo en Tucídides III, 14, 1) Mc 8, 38 par. Lc; 2 Tim 1, 8. Como en el verbo simple, junto al uso absoluto (cf. Platón, Resp 573b) 2 Tim 1, 12, se encuentra el régimen de infinitivo (cf. Esquilo, Ag 1373) Heb 2, 11 Y (adicionalmente con acusativo de persona) 11, 16, pero no con participio (cf., por ejemplo, Sófocles, Ai 1307). Con E:ltL con dativo de cosa (Is 1, 29; en la lengua clásica únicamente con el verbo simple, por ejemplo, Aristóteles, Rhet 1367a7) se halla el verbo en Rom 6, 21 (<<de lo que»). Tan sólo en 6 lugares se halla asociado con una negación. El verbo compuesto EJtUWxúvof1al desempeña un papel especial en el lenguaje de las confesiones cristianas primitivas. Puede designar el hecho de que el hombre reniegue de Jesucristo, o de que el Hijo del hombre reniegue del hombre, Mc 8, 38 par. Como expresión peculiar, el verbo EJtUW)(VVOf1aL, seguido de una negación, sustituye en Rom 1, 16, con una «negación patética» (E. Kasemann, An die Romer' [HNT], sub loco), al verbo --> O[lOf..oyÉw (<
5. El sustantivo utaxúvlJ* (neologismo del verbo; corresponde, poco más o menos, a 'to uio)(úvw{}aL, Tucídides V, 9, 9; atestiguado por vez primera en Teognis 1272) aparece en el NT en los 6 lugares siguientes: Ap 3, 18 (nominativo singular); 2 Cor 4, 2; Heb 12, 2 (en ambos casos, en genitivo singular); Lc 14, 9 (f1f'tá con genitivo singular; cf. Eurípides, Frgm. 953, 44); Flp 3, 19 (EV con dativo singular); Jds 13 (acusativo plural). Significa siempre vergüenza en sentido objetivo (Bultmann, 190; Bauer, Worterbuch, s.v. 2). Puede tenerse también a la vista la reacción subjetiva de sentirse avergonzado (Lc 14, 9). El pasaje de 2 Cor 4, 2 permite varias traducciones (R. Bultmann, Der zweite Korintherbrief[KEK] , sub loco), entre ellas también: (el sentimiento -subjetivo- de) vergüenza (cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 1; ambos significados están atestiguados en von Erffa, 112 y 121; sobre la diferencia con respecto a --> uioú>~ cf. Schmidt, Synonymik III, 536-543; Trench, Synonyma 42-45; Bultmann, en ThWNT 1, 169s). Probablemente se piensa en la renuncia a vergonzosas intenciones ocultas. De manera parecida, los enemigos de la cruz de Cristo buscan su gloria en lo que los hace ignominiosos (ante Dios): Flp 3, 19. Por el contrario, Cristo menospreció la vergüenza pública de la cruz: Heb 12,2. En Ap 3, 18, sirviéndose de la imagen de la vergüenza de la desnudez, se hace referencia a la pobreza de la comunidad de Laodicea en bienes espirituales; sería posible también la traducción: tu desnuda vergüenza (cf. A1cídamas en Aristóteles, Rhet 1406a 29; Sophocles, Lexicon, s. v. 2). El plural (cf. Eurípides, HercFur 1423 y U. von WilamowitzMoellendorff [eds.], sub loco) en Jds 13 puede traducirse por actos vergonzosos o desvergüenzas (Bauer, s. v. 3 ó s. v. EJtUCPQL~W). uio)(úvl] está siempre referido a una persona o grupo de personas. En oposición se hallan oól;u (Lc 14, 9; Flp 3, 19; cf. Tucídides 1, 5, 1) o

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UtOXlJ'VOl!aL - &tiu

JtuQQ'Y\<Jta (2 Cor 3, 12; cf. R. Bultmann, Der zweite Korintherbrief [KEK] , sobre 4, 2). A. Horstmann

aitÉro aiteo pedir l. Uso del vocablo. - 2. Construcción - 3. Variantes semánticas - 4. Diferente empleo - 5. ah'Y]¡.ta. Bib!.: H. SchOnweiB, Oración, en DTNT III, 212225; G. Stlihlin, ahÉw %'tA" en ThWNT 1, 191-195.

1. La palabra aparece unas 70 veces en el NT. La emplean con frecuencia los cuatro evangelistas, pero Pablo la emplea únicamente en 1 Cor 1, 22, Y aparece también, por lo demás, en Ef y Col, Sant y 1 Pe. 2. Casi en la mitad de los casos, uhf.m se emplea en voz media. Aparte de! uso absoluto (1 Jn 5, 16), el verbo puede llevar doble acusativo (Mc 6, 22s), pero no cuando está en voz media; la persona a quien se pide algo puede ir también introducida por la preposición rcaQú (Jn 4, 9) o por la preposición anó (Mt 20,20), Y la cosa pedida puede ir en (acusativo con) infinitivo (Lc 23, 23) o en una oración completiva introducida por Lva (BlaBDebrunner § 155, 2; 392 nota 4). Si la cosa pedida se expresa por medio de una oración de relativo, entonces el verbo ahf.m se halla en subjuntivo precedido con frecuencia por av (Eáv) (Mc 10, 35; cf., a propósito, Bauer, Worterbuch, s. v. av 2). 3. «No existe diferencia digna de mención entre el uso de este verbo en voz activa y en voz media» (Süihlin, 191). Sobre la distinción -que no es aplicable a los ejemplos de! uso de este verbo en el NT (Sant 4, 2s)- entre pedir algo en sentido de una transacción comercial (voz media) y pedir algo sin ofrecer nada a cambio (voz activa), cf. Mayser, Grammatik II/l, 109s; Stahlin, 192; BlaB-Debrunner § 316 nota 3. La significación fundamental de pedir tiene muchos matices diversos en el NT: rogar, por ejemplo, Mt 7,7.8.9.10.11 par. Lc, querer algo, por ejemplo, Mc 6, 22.23.24.25 par. Mt;

10, 35.38 par. Mt, demandar, por ejemplo, Mc 15, 8, suplicar Mc 15, 43 par. Mt/Lc; Hech 9, 2, exigir Lc 12, 20,48; Hech 25, 15, insistir en Lc 23, 23; Hech 13, 28, rogar a alguien una cosa Lc 1, 63; Hech 16, 29, pedir limosna Hech 3, 2, solicitar algo 12,20, querer tener 13, 21, exigir, querer ver (señales) 1 Cor 1,22, demandar (razón) 1 Pe 3, 15, orar 1Jn5,16. 4. Pablo evita al.'tf.m con una excepción significativa (l Cor 1, 22; -+ 3). Según los evangelios, Jesús no emplea nunca este verbo para referirse a su propio acto de orar; ahf.m, para referirse a la oración, es un término que en general aparece únicamente en los materiales procedentes de Q (yen el material peculiar de Mt: 6, 8; 18, 19) Y asimismo en Jn 11, 22; 14-16. El don implorado es según Lc 11, 13, a diferencia de Mt, no sencillamente el bien, sino el Espíritu Santo. En Mt 20, 20, a diferencia de Mc, el deseo nada modesto de los hijos de Zebedeo se pone en labios de su madre. Una corrección de concepto del texto de Mc nos la ofrece Mt 21,22. 5. Según Mt 21, 22 es posible precisar también el significado del sustantivo ahl)p.ta* (Lc 23, 24; Flp 4, 6; 1 In 5, 15): designa la petición particular y el contenido de la misma, lo que se pide, a diferencia de la acción de pedir. W. Radl a't1),!,~, ato~, -+ Ul'tEm 5.

aitía, a~, it at'tLo~,

tó aitema petición, ruego.

aitia causa *

3 aitios culpable*

l. Uso del vocablo - 2. Significados - 3. Campo semántico. Bib/.: Bauer, Worterbuch, s.v. aL-da y aL'tLo<;; H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 199213; W. Radl, Paulus und Jesus im lukanischen Doppelwerk, Bern-Frankfurt a. M. 1975,252-265, 325345; F. Thiele, Culpa, en DTNT 1, 383-39l.

1. ahta aparece 20 veces en el NT, de las cuales aparece ya 8 veces en la expresión DL'

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u\,tiu -

UtXWlt..o)'t'O~

llV uhtav o uhtu(v) 6l' fív, y otras 9 veces encontramos esta palabra como término técnico empleado en re!ación con los procesos entablados contra Jesús y contra Pablo. Hallamos también 4 veces e! neutro de aL·tLO~, y una sola vez empleado en masculino (Heb 5,9). 2. a) al.·da significa primeramente causa, razón, motivo. 1) En Mt 19,3 se trata del motivo -a veces ridículo- para el divorcio (cL Billerbeck 1, 312-320). 2) En general, aLtta significa la razón de algo, cuando va unido con 6LÚ en la expresión antes mencionada, bien sea en conexión con un relativo (Hech 10,21; 2 Tim 1, 6.12; Tit 1,13; Heb 2,11: por la cual), o bien con una interrogativa indirecta (Lc 8, 47; Hech 22, 24: por qué); cf. -con 'ta'Ú't'Y\v- 28, 20: por este motivo. - aL'tLO~ en Heb 5, 9 designa que una persona es la razón de algo, es decir, el autor de una cosa. 3) En Mt 19, 10 aLtta es la cosa tal y como se presenta, la relación (existente entre el hombre y la mujer). b) ah tu es también un tecnicismo del lenguaje jurídico y entonces significa 1) culpa o delito (Mc 15, 26 par. Mt; Jn 18, 38; 19,4.6; Hech 13,28; 23, 28; 28, 18) Y 2) inculpación o acusación (25, 18.27). - En 1) hay que incluir también el aL'tLOV que aparece en Lc 23, 4.14.22; Hech 19,40. 3. El hecho de que ahta y aL'tLO~ aparezcan casi siempre en relatos sobre procesos, nos muestra ya cuál es la función de estos términos en el NT. Lc y Jn los utilizan para acentuar la inocencia de Jesús, y por cierto con la repetición de aquella frase estereotipada: «No encuentro (encontré) culpa en este hombre (en él)>>. Así sucede en Lc 23, 4.14.22 con a'L'tLov y en Jn 18, 38; 19, 4.6 con ahia; cf. Hech 13,28. Por otro lado, Lc 23,28 a diferencia de MclMt no habló, con toda intención, de uLtia, al referirse a la inscripción que se había fijado en la cabecera de la cruz. Aquí se trata, evidentemente, de una apologética política del cristianismo, como aparece con especial claridad en Hech. Según Hech, y se-

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gún también Pablo (y, de manera general, según los cristianos; cf. 19,40) no existe ninguna aL'tta para entablar un proceso judicial (25, 18.27; 28, 18). Los complacientes romanos lo entienden así, pero no hacen nada contra «los judíos», como no hicieron nada en el caso de Jesús (compárese 28, 18s con 3, 13; 13,28). W. Radl a'tto~, 3 aitios culpable -+ aLtta. ato~, tó aitioma inculpación, acusación* Hech 25, 7: Los judíos presentaron ante Festo «muchas y graves acusaciones contra Pablo».

aitíro ....a,

aiqJVíbw~,

2 aiphnidios repentino* Lc 21,34; 1 Tes 5,3, dícese en ambos casos del repentino e inesperado comienzo de los acontecimientos del fin de los tiempos.



a~, aichmalosia cautividad de guerra* Ap 13, 10a.b. En Ef 5, 8 los cautivos de guerra; cf. Heb 7, 1 v.l. ThWNT 1, 195-197.

aix....al..roO'ía,

aiX....al..ron'Úro aichmalOteuo llevar al cautiverio* Ef 4,8 (Sal 67, 19 LXX); eL 2 Tim 3, 6 Koiné. ThWNT 1, 195-197.

aiX ....al..rotí~ro aichmalotizo

apresar, tomar cautivo o prisionero* Lc 21, 24. En sentido metafórico: hacer prisionero Rom 7,23; 2 Cor 10, 5. En el sentido de seducir, cautivar 2 Tim 3, 6. ThWNT 1, 195-197.

aiX.... ál..roto~, ooto", ó aichmalotos

(el) cautivo, prisionero* Le 4, 18 (Is 61, 1). ThWNT 1, 195-197; DTNT 11, 101s.

aLwv

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atrov,

rovo~,

ó aii5n

(período de) tiempo, era, eternidad, mundo

1. Uso del vocablo - 2. Empleo lingüístico precristiano - 3. ULWV como concepto de tiempo en el NT - 4. La idea de los dos eones - 5. ULWV = mundo - 6. Eón como ser personal.

Bibl.: J. Barr, Biblical Words for Time, London '1969; O. Cullmann, Christus und die Zeit, Zürich '1962; G. Delling, Zeit und Endzeit, NeukirchenVluyn 1970; W. Harnisch, Verhiingnis und Verheij3ung der Geschichte, Gottingen 1969, 90-106; E. Jenni, 'olam Eternidad, en DTMAT n, 296-315; E. C. E. Owen, ULWV and ULWVLOC;: JThS 37 (1936) 265-283 (390-394); H. Sasse, ULWV, en ThWNT l, 197-208; Id., Aion, en RAC l, 193-204; S. Vollenweider, Zeit und Gesetz. Erwiigungen zur Bedeutung apokalyptischer Denkformen bei Paulus: ThZ 44 (1988) 97-116.

1. El vocablo, atestiguado más de 100 veces en el NT, aparece en todos sus grupos de escritos y en casi todos los escritos en particular. Sin embargo, en algunos de ellos el término se emplea de manera sumamente determinada; en Jn y en 1 Jn lo encontramos únicamente unido con la preposición d~ o con la preposición EX; en Ap lo hallamos únicamente en la construcción d~ tou~ aLoova~ 'toov aLrovrov; en Hech aparece tan sólo an' aLoovo~; también las Cartas primera y segunda de Pedro emplean únicamente el término construido con preposición. 2. En el griego precristiano del paganismo, atwv tiene sentido temporal: vida, tiempo de la vida, generación; pero ya en Hesíodo, Theog 609 encontramos an:' aLwvoe:; en el sentido de desde muy antiguo, desde siempre; en Licurgo 106 hallamos la construcción de:; an:av'ta 'tov aLwva en el sentido de para siempre. El sustantivo puede significar también «un largo e ilimitado período de tiempo», tanto en el pasado como en el futuro. Es interesante que Platón en Tim 37s contraponga aLwv eternidad a XQóvoe:; tiempo (cf. Filón, Fug 57; LegGai 85); pero en Platón, Gorg 448c; Leg 701c, atwv significa también el tiempo de la vida (cf., a propósito, Sasse, RAC). En la LXX atwv es de manera enteramente predominante la traducción de '()/am. El empleo judeogriego de atwv, esencialmente marcado por '()/am, tiene el significado fundamental de tiempo muy remoto, tanto referido al pasado como al futuro, pero no aparece en el AT como sujeto o como objeto independiente. El significado de eter-

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no no es inherente al término como tal, sino que se deriva tan sólo de la relación en que queda su sentido propio por efecto de ser un nomen rectum o por efecto de una preposición (así Dt 15, 17 para siempre, durante toda la vida, Is 40, 28 eterno, imperecedero). Desde el DtIs '()lam «se convierte en distintivo del mundo de Dios y de su actuación, que permanece al final determinándolo todo» (Jenni, 311). En los salmos se refiere también a la acción y la conducta religiosas del piadoso y tiene su lugar indicado -también con variadas acentuaciones- en contextos litúrgicos. - En los escritos de Qumrán, el uso del término queda enteramente dentro del marco del AT, y se hace más estricto todavía. Sorprende de manera especial el frecuente empleo del término en construcciones de genitivo para designar la relevancia religiosa, en todo lo cual se piensa frecuentemente en un futuro (escatológico-)eterno. 1QH 13, 10; CD 2, 7 denomina qdm wlm al tiempo primigenio del decreto de Dios; pero con mucha más frecuencia se trata de la eternidad futura; para expresarla en su infinitud, se desarrollan diversas formas intensificadoras. Evidentemente, no corresponde ningún significado objetivo al uso en cada caso del singular o del plural. Por lo demás, en el AT hebreo el plural es raro, lo mismo que en la LXX con excepción de Tob; «la diferencia es estilística» (Barros 70). Aunque la LXX es capaz de expresar mediante un sencillo atwv (singular o plural) la infinitud temporal (por ejemplo, Sal 89, 2 LXX an:o 'toií atwvoe:; Ewe:; toií aLwvoe:; Gil El; por lo demás, en el v. 8 atwv como tiempo de la vida), sin embargo se siente a veces tan intensamente el aferramiento de la palabra al tiempo, que en Miq 4, 5 el hebreo 1" ()/am wa 'ed puede traducirse por de:; tOV aLwva xaL En:EXELVa. En el margen de la LXX aparece el significado de mundo (Sab 13,9 el curso del mundo; Tob 3, 2 S; [13, 15 Sl; 13, 18 B A). El TestXII y la AsJos conocen principalmente atwv en el sentido temporal de futuro, frecuentemente con significado escatológico. Josefo utiliza el término para designar períodos de tiempo (así también en Ant XVIII, 287 tOV [tE/../..oVta atwva en elfuturo); en las palabras acerca del reinado de la Casa de David, OLa. toií n:avtoe:; aLwvoe:; por todo el tiempo Ant VII, 385 puede escucharse también un sonido escatológico. Tan sólo en Bell se emplea el término en plural; más tarde se emplea exclusivamente en singular.

3. a) Por 10 demás, 10 mismo que en griego, vemos que en el NT, para designar el tiempo sin fin, encontramos en forma negativa las palabras EX 'tov aLoovo~ en Jn 9, 32

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aLwv

para expresar jamás (se oyó que se curase un ciego de nacimiento). De manera parecida an' aLoovo~ en Lc 1,70; Hech 3, 21; 15, 18; en estos lugares se habla de la manifestación de la salvación escatológica, que Dios ha comunicado desde siempre, desde que hay manifestación por medio de los profetas (así también en Hech 15, 18; el versículo no es ya una cita, sino la terminación de una cita en lenguaje del AT). En una línea paulina, con la que parecen estar en relación esos pasajes, al hablarse del pasado se piensa en el tiempo anterior al mundo, 1 Cor 2,7; Col 1,26; Ef 3, 9.11; se habla del decreto salvífico de Dios, un decreto anterior al mundo y eterno. Para expresar el tiempo ilimitado del futuro en Mc 11, 14 par. Mt 21, 19 encontramos d~ 'tov aLoova en una oración negativa con que se maldice a la higuera: Nunca (ya) vuelva nadie a comer tu fruto. De manera parecida, en 1 Cor 8, 13, Pablo nunca volverá a comer carne, si tal cosa hace tropezar a su hermano. En Jn 13, 8 Jesús nunca deberá lavar los pies a Pedro. En Jn 8, 35, al hablarse en imagen del esclavo que no permanece para siempre en casa, podría escucharse ya una referencia escatológica. Más claramente aún aparece esto por el contexto de Jn 10, 28: Mis ovejas nunca se perderán. En Jn 14, 16, la promesa de que el Paráclito permanecerá d~ 'tov aLoova en la comunidad podría referirse al futuro de esa comunidad (de manera semejante en 2 Jn 2). La objeción de la multitud contra el camino de Jesús, en Jn 12, 34, piensa en el tiempo ilimitado del futuro de Dios: el Cristo permanecerá para siempre. Se piensa, finalmente, en el futuro escatológico, que no está ligado ya al mundo y a sus condiciones, en las promesas hechas a los creyentes en Jn 4,14 Y passim y en 1 Jn 2,17. En todo ello es siempre el contexto el que determina tal significado. Esto se aplica también a Mc 3, 29 (a diferencia de Mt 12, 32; -+ 4.b); Jds 13; 2 Cor 9,9, donde el hecho mismo de que se cite expresamente el AT confiere a la frase una referencia escatológica. Así ocurre también en 1 Pe 1, 25 Y en la promesa sacerdotal de Heb 5, 6 (según el Sal 109, 4 LXX), y en

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los pasajes de Heb 6 y 7, que dependen de aquélla. b) También d~ 'tov aLoova tov aLoovo~, en Heb 1, 8, es parte integrante de una cita del AT, pero por su forma plerófora lleva ya en sí el significado de eternidad. Esto precisamente habrá que decir también de la forma plural de la misma expresión, tal como aparece en las doxologías de Pablo, del Déutero-Pablo, de Heb, de 1 Pe y de Ap (Ef 3, 21 es una variación amplificadora). Tan sólo en Lc 1, 33 (del señorío mesiánico de Jesús) y en Ap está ampliado el uso de esta expresión y designa a Dios (4, 9 Y passim) y a Cristo (1, 18) como eternamente vivientes, y designa su reinado eterno (11, 15) Y el de los redimidos (22, 5), pero también el tormento eterno (14, 11; 20, 10). El plural no pretende acumular varios períodos de tiempo; la construcción de genitivo no pretende potenciarlos. La estructura lingüística en su conjunto intensifica la infinitud del futuro de Dios haciéndolo llegar a la categoría de eternidad. El mismo efecto tiene el simple plural en sentencias de cuño litúrgico como Rom 1,25; 11,36; Heb 13,8 o Jds 25 (nQo nav'to~ toV aLoovo~ xaL vvv xaL d~ náV'ta~ 'tou~ aLoova~ para designar el reinado eterno de Dios). Es peculiar la doxología referida a Cristo en 2 Pe 3, 18, Y que corresponde a la de Jds 25. Dice así xaL vvv xaL €L~ ~!téQav aLoovo~ (aLrov, evidentemente, tiene el sentido adjetival de eterno, en un sentido semejante al que con frecuencia se emplea 'fjllim en Qumrán; ~!téQa designa la salvación, cf. 2 Pe 1, 19; la expresión, por lo demás, aparece también en Eclo 18, 10, pero seguramente en el sentido del Sal 90, 4). Tiene también sentido adjetival la expresión 'toov aLrovroven 1 Tim 1, 17: «Rey eterno». c) Del empleo de la expresión aLrov para designar la eternidad se ha deducido también la temporalidad del futuro escatológico (Cullmann). Esta opinión ha sido combatida por razones ligüísticas (Barr). En realidad, el hecho de que la expresión para designar la eternidad se forme a base del término aLrov mues-

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ut<Í:lv

tra lo difícil que es concebir la «eternidad» si no es en términos relacionados con el tiempo. Así lo confirman precisamente los intentos por sustraerse a ello, como Miq 4,5 o Jds 25. Lo teológicamente decisivo podría ser que la «eternidad» y el «tiempo» como posibilidades que se suceden para el mundo, no se conciben -por decirlo así- como simultáneas. La historia del mundo viene de la eternidad de Dios y marcha en dirección temporalmente irreversible hacia la infinitud de Dios. Ahora bien, por otra parte, no se concibe ingenuamente la «eternidad» como la continuación eterna del tiempo; las variadas intensificaciones que se dan a la expresión pretenden enunciar la total alteridad de la eternidad (cf. también Ap 21, 23.25; 22, 5). 4. a) El hablarsé de dos eones nos parece una novedad del NT. Según Abot 2, 7, Hillel hablaba ya de la «vida del mundo futuro» (compárese también Hen [et] 48, 7 con 71, 15); con seguridad está atestiguada esta manera de hablar en Yohanan ben Zakkay, y se halla difundida también al final del siglo I p.e. (cf. Dalman, Worte, 120-123). b) En la tradición de Jesús, el pensamiento acerca de los dos eones es antiguo, y tal vez es original. Mt 12, 32 se encuentra en la denominada tradición de Q de las palabras del blasfemador; Lc 16, 8; 20, 34 en el material peculiar de Lc; Mc 10,30 par. Lc 18, 30 en el material de Mc (seguramente el pasaje más reciente; Lc 16, 8 podría ser original). En Lc 20, 34s se habla de lo diferente que es la vida en aquel mundo; Mc 10, 30 menciona la vida eterna como el don del mundo venidero; Lc 16, 8 establece un claro contraste entre la manera de ser de los hijos de este mundo y «la manera de ser de los hijos de la luz», apareciendo la expresión «este mundo» como una calificación nítidamente peyorativa. También O'uv'tÉA.ELa (wil) at&vo~ Mt 13, 39 Y passim; 28, 20 fin del tiempo del mundo presupone el esquema de los dos eones. c) En Pablo se halla atestiguada únicamente la expresión ó atiliv o'Úw~, ó atiliv ó

136

eVEO''t(.o~; pero el otro eón correspondiente se encuentra implícito (cf. Rom 8, 38; 1 Cor 3, 22). En Gál 1,4 la historia presente está caracterizada expresamente como «mala», ¡un juicio analítico! «El dios de este mundo» ciega el entendimiento de los incrédulos para que no comprendan el evangelio 2 Cor 4, 4; los «soberanos (demoníacos) de este tiempo» están en contra del «plan salvífico de Dios» 1 Cor 2, 6.8, lo mismo que los «pensadores de este mundo» tienen que abdicar ante la acción salvífica de Dios 1 Cor 1, 20; 3, 18. Las Pastorales siguen a Pablo en cuanto a hablar únicamente del eón presente (o vilv at<Í:lv). En 1 Tim 6, 17; Tit 2, 12 se habla así sencillamente para referirse al lugar del presente, y en 2 Tim 4, 10 se pone ese lugar en contraste característico con la situación en que se encuentra Pablo. Por el contrario, Ó atiliv ~ÉAAWV se halla atestiguado en Ef. 1,21: Cristo está instituido para reinar «no sólo en este mundo, sino también en el venidero»; también en 2, 7 Ev w¡;~ at&O'Lv w¡;~ h'>XO~ÉVOL~ debe entenderse del venidero mundo de Dios (el sorprendente plural forma parte de la peculiaridad estilística de Ef). Finalmente, Heb 6, 5 habla de las «demostraciones de poder» del mundo futuro, que ha experimentado ya el que una vez llegó a la fe. Este pasaje es especialmente característico. En Lc 16, 8 y asimismo en Pablo el mundo actuul no es ya el verdadero mundo de los creyentes (cf. Flp 3, 20 Y sobre todo Gá14, 25s). En este sentido ha quedado ya suprimida la diferenciación, originalmente tan rigurosa, entre los dos eones. Porque el «eón futuro» es ya presente para los creyentes en la medida en que éstos no se encuentran ya presos del «eón actual». Esta es seguramente la razón objetiva de que en Pablo no veamos que se hable del «eón venidero». El «eón futuro», como tiempo y ámbito del señorío de Dios, también ha existido ya siempre para todo judío, pero no es la realidad de este mundo. Ahora bien, para los cristianos ha llegado ya a ser realidad en la actuación de Jesucristo, aunque ellos sigan viviendo aún temporalmente en «este mundo», eso sí, al final de este eón: 1 Cor 10, 11 (cf. TestLev 14, 1); Heb

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ut<Í:lv -

9, 26 (acerca del plural cf. TestLev 10, 1; TestBen 11, 3). En el ámbito de esta manera de pensar no se han recogido tampoco ideas realmente dualistas; Dios sigue siendo el Señor tanto de un eón como del otro (lugar clásico: 4 Esd 7, 50). El eón presente no tiene validez más que en su tiempo, y ahí reside la significación temporal que atrov tiene también aquí. Pero, a la vez, se piensa también en el ámbito que está abarcado por el correspondiente tiempo de los eones, de tal manera que podría intentarse traducir atrov por historia. 5. A través de la comprensión del tiempo del mundo como un tiempo lleno con la historia de este mundo, pudo haberse llegado al significado del mundo (aplicable también a '(jliim, cf. Sasse: ThWNT 1, 204; E. Jenni: ZAW 65 [1953] 29-35). En Mc 4, 19 (Mt 13, 22) aL ~ÉQt~vm wil at&vo~ son las preocupaciones que proporciona la vida en el mundo. Según Heb, Dios creó los at&vE~ (1, 2 por medio del Hijo, 11, 3 por medio de su palabra). El plural, determinado formalmente por el genio semítico, designará por su contenido las consecuencias del mundo, particularmente quizás la consecuencia de este «mundo» y la del venidero, y por tanto conservará también aquí un elemento histórico (no son niveles de la estructura del mundo). 6. Se discute si atrov aparece también en el NT para designar eones como seres personales. Tan sólo en Ef 2, 2 podría entenderse atrov en este sentido, y entender «este mundo en cuanto dios de la eternidad, en cuanto dios único con quien se tiene un encuentro personal>~ (H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 134). Pero es más probable un significado que aparece en todo el resto del ámbito lingüístico del NT (incluida Ef): el ámbito histórico de este mundo; tan sólo la segunda determinación presenta luego el poder personal, que una tercera determinación, en forma de aposición, reconoce como poder que actúa presentemente en los incrédulos. T. Holz

ut<Í:lvLO~

138

«troVlO¡;, 2 aionios eterno, perdurable* 1. Uso del vocablo en el NT y combinaciones de palabras - 2. Contenidos semánticos y campos referenciales - 3. "Vida eterna» - 4. Flm 15.

Bibl.: Bauer, Wlirterbuch s.v.; L. Cerfaux, L'Evangile éternel (Ap 14, 6): EThL 39 (1963) 672-681; G. Delling, Das Zeitverstiindnis des NT, Gütersloh 1940, 109s, 142-149; J. Guhrt, Tiempo, en DTNT IV, 262284; Haag, Diccionario (Vida III B: en el NT]) 20342035; G. E. Jennings, A Survey o[ aLwv and aLwvwc; and Their Meaning in the NT (tesis Southern Baptist Theological Seminary), Louisville 1948; E. Lohse-D. Georgi-H. Conzelmann, Ewiges Leben (11. 1m Judentum; III. 1m Criechentum und im ND, en RGG 11,801805; F. MuBner, ZQH. Die Anschauung vom «Leben» im vierten Ev. (MThS.H), München 1952; E. C. E. Owen, aLWv and aLwvloc;: JThS 37 (1963) 265-283, 390-404, especialmente 390s; H. Sasse, aLwvwc;, en ThWNT 1, 208s; P. Stuhlmacher, Das paulinische Evangelium. Vorgeschichte (FRLANT 95), Gottingen 1968,210-218; J. G. van der Watt, The Use o[aLwvwc; in the Concept túJ~ aLwvwc; in John s Cospel: NovT 31 (1989) 217-228.

1. El adjetivo atrovLO~ aparece 70 veces en 19 escritos del NT. De ellas, 13 veces en los Sinópticos, 17 en Jn y 6 en 1 Jn, 11 en los escritos paulinos y 6 en Heb. 1 Cor, Ef, Flp, Col, 1 Tes, Sant y 2/3 Jn no emplean el vocablo. En 43 de los 70 testimonios encontramos la expresión <;wi] atrovLO~. Esta expresión aparece en todos los pasajes en que se emplea el término en Jn y 1 Jn, mientras que falta, por ejemplo, en 2 Cor, Heb y Ap. Por lo demás, encontramos las combinaciones XQÓVOL atrovLOt tres veces (únicamente en escritos déutero-paulinos o post-paulinos: 2 Tim 1,9; Tit 1, 2b; Rom 16,25), :7tuQ atrovtov tres veces (Mt y Jds) y M1;a atrovLO~ o atrovLOv ~áQo~ M1;1']~ (2 Cor 4, 17) tres veces. Además de los usos mencionados, aparece también atrovLO~ en el llamado final breve de Mc yen 1 Tim 6, 19 v.l. Algunas veces atrovLO~, tanto en el NT como en griego clásico, aparece como adjetivo de tres terminaciones: 2 Tes 2, 16; Heb 9, 12 (cf. BlaB-Debrunner § 59, 2). 2. atrovLO~, en el NT, puede traducirse en todos los casos por eterno. En la LXX sustituye muchas veces al término hebreo '{jliim y aporta así el factor de lo «eterno» a enuncia-

139 dos que originalmente se refieren a un tiempo remoto (--+ ULWV 2). En el ámbito griego, ULWVLO<; puede ser predicado de Dios o de los dioses (cf. Platón, Leg 904: «eterno», a diferencia de lo que es simplemente imperecedero pero que tiene un comienzo) y, finalmente, en la época tardía del imperio, se convirtió en el atributo de honor del poder imperial (OGIS 11, 580, 3); en los demás casos, se usa casi siempre para designar un período de larga duración. En el NT UlWVLO<; se refiere a a) la eternidad de Dios y de su ámbito, b) los bienes de la salvación escatológica, c) estados perdurables sin comienzo o sin fin. a) En el NT no se observan reflexiones filosóficas sobre la esencia de lo eterno por contraste con el tiempo mudable (hay sólo algunas indicaciones en 2 Cor 4, 18). Y, así, vemos incluso que el plural XQÓVOL (--+ 1), en conexión con la «fórmula de revelación», puede combinarse con UlWVLO<; como perífrasis para decir UlWVE<;, algo que para el platónico sería una dura contradicción en sí misma. UlWVLO<;, como predicado de Dios en Rom 16, 26 (¡únicamente aquí en todo el NT!), acentúa más bien -como sucede a menudo en el judaísmo helenístico- la validez y autoridad del encargo divino, una validez que permanece a lo largo de 'todos los tiempos. El permanecer fiel a sí mismo, sin principio ni fin, y a través del cambio de los tiempos, es lo que constituye la eternidad de Dios (cf. Gén 21,33 LXX). Asimismo es permanente y está sustraído a la circunstancialidad de este mundo todo aquello que pertenece a la esencia y al ámbito de Dios: por ejemplo, M~u 1 Pe 5, 10, :n:VEVI-LU Heb 9, 14, xQá'tO<; 1 Tim 6, 16 (doxología), oúrt1']Qiu Heb 5, 9; Mc 16 (final breve de Mc), la olxiu celestial y permanente que sucede al cuerpo terrenal y perecedero 2 Cor 5, 1 (cf. también Lc 16, 9: ulwvio1)<; oX1']vá<;), pero también el fuego y el castigo eternos (cf. Mt 18, 8; 25, 41.46a; 2 Tes 1, 9; Heb 6, 2; Jds 7). En esta acentuación negativa se escucha más intensamente todavía que en la acentuación positiva el significado de incesante, perdurable, así como también UlWVLO¡;;,

140 en estos contextos, va adquiriendo cada vez más en el cristianismo primitivo el carácter de fórmula. Por el contrario, 2 Cor 4,17-5, 1, en sus reflexiones, contrapone la futura salvación eterna en la plenitud de Dios a lo actual, a lo que está a la vista y es perecedero. Así como Pablo no se deja prender por lo que salta a la vista, así también sabe él perfectamente que la esperanza en la salvación de Dios, esa salvación permanente y que es lo único importante, y que por tanto es salvación eterna, es lo que sustenta a los creyentes. b) Tienen afinidad muy íntima con las combinaciones enunciadas en a) los enunciados formados con UlWVLO<; acerca de los dones salvíficos escatológicos de Dios; en la mayoría de los casos, tales enunciados apenas se pueden separar de los enunciados acerca de Dios y de su ámbito. Aquí hay que mencionar la expresión ~Wtl UlWVLO<; (--+ 3) Y las formulaciones que aparecen frecuentemente en los escritos tardíos del NT como :n:UQáXA1']OL<; uLwviu consuelo eterno (= que viene de Dios) 2 Tes 2, 16, M~u UlWVLO<; 2 Tim 2, 10, AÚ'tQWOL<; ulwviu de la redención válida escatológica obrada por Cristo Heb 9, 12, UlWVLO<; XA1']QOVO[ÚU del bien salvífico permanente y escatológico por contraste con lo provisional del antiguo pacto Heb 9, 15, cf. cLm(híx1'] UlWVLO<; 13, 20 (cf. Gén 13, 19 LXX; Ex 31, 16 LXX) Y UlWVLO<; ~UOLAdu 2 Pe 1, 11, así como finalmente EUUyyfALOV UlWVLOV Ap 14,6, de la proclamación escatológica, antes del juicio, del mensaje divino de salvación universalmente válido para los hombres (cf. Stuhlmacher 21Oss). c) En la fórmula XQÓVOL UlWVLOL (--+ 1; 2.a; 2 Tim 1, 9 Y Tit 1, 2b combinada con :n:Qó) UlWVLO<; significa el tiempo que dura ya desde siempre (en forma de períodos infinitos), antes del cual Dios se volvió a los creyentes, es decir, el presente absoluto de la acción divina de revelación (--+ UlWV 3.b). De manera parecida, en Mc 3, 29s con la combinación UlWVLOV ál-LáQ't1']I-LU se enlaza objetivamente con la usual fórmula de eternidad d<; 'tov UlWVU (por ejemplo, en el v. 29a): la blasfe-

141

ULWVLO(;

mia contra el Espíritu Santo constituye un pecado imperdonable para todo el tiempo. 3. Como ocurre ya con el sustantivo

~w~

(--+ ~áw), la combinación ~Wtl UlWVLO<;, en el

NT, tiene también su centro de gravedad en los escritos joánicos (--+ 1), mientras que esa combinación aparece 8 veces en los Sinópticos y únicamente 4 veces en Pablo (todos los testimonios de UlWVLO<; se encuentran en Rom -exceptuada la doxología final, que es secundaria- yen Gál). De la esperanza judía de una vida eterna (después de la resurrección de los muertos) en el eón futuro (Dan 12,2 LXX, recogida en Mt 25, 46b; SalSl 3, 12; 13, 11; Sab 5, 15 Y passim), en la cual esperanza la vida «eterna» constituye un concepto que contrasta con la vida desgraciada y perecedera de este mundo, se halla muy cerca la pregunta sinóptica dirigida por el rico a Jesús acerca de cómo heredar la vida eterna (Mc 10, 17 par. Mt 19, 16; Lc 18, 18; cf. Mc 10, 30 par. Mt 19, 29; Lc 18, 30; insertado secundariamente Lc 10,25; cf. también Jn 5, 39; Hech 13, 46.48). ~Wtl UlWVLO<; es aquí un concepto sumario e intercambiable (Conzelmann, 804) con respecto al de ser en la salvación de Dios, ser en el que los piadosos participan ya desde ahora, pero cuya plenitud definitiva la esperan de una nueva creación por parte de Dios (cf. también 1 Tim 1,16; 6,12; Tit 1, 2a; 3, 7;'Jds 21). Pablo acentúa particularmente la fundamentación cristológica del cambio de la muerte a la ~Wtl UlWVLO<; (Rom 5, 21; 6, [21.]22). Si el pecado conduce a la muerte, vemos que la vida eterna es un don de la gracia divina EV XQLO'tép 'I1']oov (v. 23), que, lo mismo que la liberación de los creyentes de la servidumbre de la muerte, se deja sentir ya en la vida de los creyentes. ~wtl UlWVLO<; es el fruto del Espíritu (Gál 6, 8) Y constituye así lo peculiar de la vida de los creyentes. Forma parte de ello el conocimiento de que el señorío de la gracia juntamente con el objetivo de la misma, que es la vida eterna, demostrará al final que es superior al señorío de la muerte, propio del pecado (Rom 5, 21; cf. 2.7).

142

La teología joánica conoce a Jesús como la vida misma (Jn 11,25; 14,6; 1 Jn 5, 20), de tal manera que, para referirse al bien salvífico obrado por Jesús, pueden usarse con la misma significación ~w~ y ~Wtl UlWVLO<; (Jn 3, 36; 5, 24; 1 Jn 1, 2; 5, lIs). Todo creyente posee la vida eterna y se halla así en la salvación (Jn 3, 15.16.36; 5, 24; 6,40.47; 1 Jn 5, 13, siempre con EXELV, cf. Jn 4, 36; 1 Jn 2, 25; 3, 15). Al mismo tiempo, el creyente tiene que recurrir al Dador de la vida (Jn 4, 14; 6, 54; 10, 28; 17, 2), quien por medio de su sangre (6, 54), su «alimento» (6, 27) Y su palabra (6, 68; 12, 50) concede vida eterna a los suyos, de tal manera que ellos no deben temer ya ninguna destrucción en la eternidad (lO, 28). Para el creyente, esto significa la renuncia a su vida terrena (1jJ1)X~) en favor de la ~Wtl UlWVLO<;; tan sólo de esta manera conservará el creyente su vida (12, 15). En contraste con esto, es vida eterna ya desde ahora el «conocer» al único Dios verdadero y a su Enviado Jesucristo (17, 3). La combinación ~wtl UlWVLO<; falta en el Ap, mientras que ~w~ sola (siempre en genitivo) aparece aquí 17 veces. 4. Flm 15 es un lugar del NT donde UlWVLO<; aparece en singular y referido a una persona. Pablo expone a Filemón la manera en que él comprende la huida de Onésimo. Una de dos: o bien Onésimo debe ser libertado por su amo para que preste servicio al Apóstol, o bien -después de una breve «separación»- debe volver a Filemón para que él precisamente por medio de la separación lo conserve ahora como UlWVLOV, por todo el tiempo, lo cual se refiere en primer lugar al futuro servicio de Onésimo (cf. OlXf't1']<; d<; 'tov UlWVU «esclavo para siempre», Dt 15,17; cf. Ex 21, 6; Lev 25,46; P. Stuhlmacher, Philemon [EKK], sub loco), a causa de la sorprendente utilización de UlWVLO<; y en vista de lo que se dice en los vv. 13 Y 16, donde por encima de todo se alude a la nueva hermandad que ante Dios «tiene vigencia permanente», porque de lo contrario la «sugerente idea» de Pablo (v. 15a) quedaría colgada del aire. Esclavo de por vida lo había sido ya Onésimo antes de su fuga. H. Balz

143

144

axa:3aQO'ta, a;, .. akatharsia impureza -* xa{}aQó~.

axa-3áQ't1];, 1]'to;, .. akathartes

inmundicia, suciedad Ap 17,4 Textus Receptus: una copa de oro, «llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación».

axá-3aQ'to;, 2 akathartos impuro,

sucio

-* xa{}aQó~.

axa'taxáJ...u3t'to;, 2 akatakalyptos descubierto, sin velo* En 1 Cor 11, 5.13 dícese de la mujer que ora «con la cabeza descubierta» o «sin velo».

axa'táxQl'tO;, 2 akatakritos dícese de quien no ha sido condenado* Hech 16, 37; 22, 25 sin un debido proceso judicial.

axa'táJ...u'to;, 2 akatalytos indestructible* Heb 7, 16. ThWNT IV, 339-341.

axalQÉoptal akaireomai no tener tiempo (oportunidad) * Flp 4, 10. ThWNT I1I, 463s.

axa'tMauO"to;, 2 akatapaustos incesante* 2 Pe 2, 14: Ojos que incesantemente están dirigidos hacia el pecado (al!aQ'tí,a~).

axatQro; akair6s (adv.) inoportunamente, a destiempo* 2 Tim 4, 2. ThWNT I1I, 463s.

axaxo;, 2 akakos ingenuo, inocente* Rom 16, 18 los ingenuos; en Heb 7, 26 dícese del sumo Sacerdote Cristo: «santo, inocente, inmaculado».

axav-3a, 1];, .. akantha espino,

zarza* Dícese de los matorrales espinosos (que crecen en el campo): Mt 7, 16; 13, 7(bis).22; Mc 4, 7(bis).18; Lc 6, 44; 8, 7(bis).14; Heb 6, 8. Dícese de la corona de espinas de Jesús: Mt 27,29; Jn 19, 2.

axáv-3lvo;, 3 akanthinos espinoso* Dícese de la corona de espinas de Jesús

axa'taO''taO'ta, a;, .. akatastasia desorden, confusión* Lc 21, 9 (insurrecciones); 1 Cor 14, 33; 2 Cor 6,5; 12,20; Sant 3, 16. ThWNT III, 449.

axa'táO''ta'to;, 2 akatastatos inestable, incontrolable* Sant 1, 8; 3, 8. ThWNT III, 449.

axa'táO'xE'to;, 2 akataschetos irrefrenable Sant 3, 8 C Koiné 33 pI sy. MartPol 12, 2.

'AxEJ...baptáx Hakeldamach Hacéldama* Lugar de Jerusalén: Hech 1, 19. Es la trascripción del arameo haqel dema' (campo de sangre); cf. Mt 27, 8.

(Ct.XáV{}LVO~ (J'tÉ<pavo~): Mc 15, 17; Jn 19,5

aXÉQalo;, 2 akeraios incorrupto, puro*

(cf. EvPe 3, 8).

Mt 10, 16; Rom 16, 19; Flp 1, 15. ThWNT 1,209s.

axaQ3to;, 2 akarpos infructuoso -* xaQJtó~.

axa'táyvroO''to;, 2 akatagn6stos irreprochable* Tit 2, 8: la doctrina chable.

(Myo~)

sana e irrepro-

axJ...lvÍ);, 2 aklines sin titubeos ni vacilaciones* Heb 10, 23 mantener sin titubeos la confesión de fe. axptá~ro akmaz6 estar maduro*

Ap 14, 18 dícese de la madurez de las uvas.

145

ax,.u]v akmen (acusativo adverbial) todavía* Mt 15, 16; cf. Heb 5, 13 D. BlaB-Debrunner § 160,2.

axoÍ), tí;, .. akoe acción de escuchar, oÍdo, noticia, predicación -* Ct.XOlJw.

axoJ...ou-3Éro akolouthe6 seguir, ir en seguimiento 1. Uso del vocablo en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial - 4. &xoAoufh~(j) como término para expresar el seguimiento de Jesús 5. Compuestos.

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1. De las 90 veces que se emplea el vocablo en el NT, únicamente 11 aparecen fuera de los evangelios (en Hech 4 veces, en Ap 6 veces; además en 1 Cor 10,4). En los evangelios, Ct.XOAOU{}ÉW figura principalmente como término para expresar el seguimiento de Jesús -* 4. Fuera de los evangelios, únicamente Ap 14, 4; 19, 14 hablan de seguir a Cristo (como el «Cordero» que es o el victorioso «Rey de reyes»). En total, 73 de las 90 veces que aparece el verbo, éste se refiere al seguimiento de Jesús (o de Cristo). 2. El verbo, en sentido propio, significa seguir / ir detrás de alguien; y, en sentido figurado, significa ser discípulo, ir en seguimiento de alguien (Kittel, 21Os; Bauer, Worterbuch, s. v.). En el NT, ambos significados se aplican a Jesús, por ejemplo, cuando se dice que la multitud de gente seguía a Jesús y que -por otra parte-los discípulos iban en seguimiento de Jesús. Raras veces encontramos otros objetos de seguimiento -* 3. De la acción de seguir, en sentido propio y profano, hablan, por ejemplo, Mc 11,9 par. Mt; 14, 13 par. Lc; Mt 9,19; Jn 11, 31; 20, 6. 3. Los sujetos de Ct.XOAOU{}Ei:V son normalmente personas; tal'l sólo Ap 14, 13 constituya una excepción (las «obras» de los que mueren en el Señor les siguen; cf. Diodoro Sículo XIII, 105,4: el «reproche» que a uno le sigue). El objeto de Ct.XOAOU{}Ei:V es siempre una persona o grupo de personas. Esto se aplica también al uso absoluto del verbo, principalmente en participio (Mc 8, 10; Mc 3, 7; 10, 32; 11, 9 par. Mt 21, 9; Lc 9, 49; 22, 54; Jn 1, 38; 21, 20; Hech 12,9; 21, 36; 1 Cor 10,4; Ap 14,8). Aquel a quien se sigue, está en dativo (cf. Jenofonte Hist V 2,26; IgnFilll, 1; Herm [v] 3,

147 8, 4.7). Sin embargo, en sentido hebraizante, puede decirse también axoAou'frÉill O:n:Í,(Jill con genitivo (Mc 8, 34; Mt 10, 38 a diferencia de Lc); la expresión griega EQXO¡.tal O:n:Í,(Jill constituye quizás el fondo de todo (compárese la expresión hebrea ~¿¡[ak 'a~a re 1 Re 19, 20 [pero, en cambio, en 3 Re 19,20 axoAou'frdv O:n:Í,(Jill]; Is 45, 14; Ez 29, 16) (cf. Mt 16, 24; Lc 9, 23; 14,27). La construcción axoAou'frÉill con ¡.tftá con genitivo (Tucídides VII, 57, 9; Platón lectura variante 187e: BlaB-Debrunner § 193, 1) no aparece en el NT sino en Ap 6,8; 14,3 (pero no en Lc 9, 49). En los enunciados acerca del seguimiento de Jesús hay que diferenciar dos grupos. Tan sólo en el caso de los discípulos puede hablarse propiamente de seguimiento (cf. Diógenes Laercio IX, 21); la muchedumbre sigue (por algún tiempo) a Jesús en su camino, pero (generalmente) no va en seguimiento de Jesús (Mc 2, 15; 3, 7 par. Mt; 5, 24; 11, 9 par. Mt; Mt 8, 1.10 par. Lc; 12, 15; 14, 13 par. Lc; 19, 2; 20, 29; Lc 23, 27; Jn 6, 2). En ambos casos se piensa en un seguimiento físico, en un ir en pos de Jesús, aunque el seguimiento de los discípulos tiene una cualidad especial ---> 4. Dentro de los evangelios, axoAou'frÉill está siempre referido a Jesús como objeto del seguimiento (con excepción de Mc 9, 38; 14, 13 par. Lc 22, 10; Mt 9, 19; Jn 11,31; 20, 6). Es sorprendente que la idea del seguimiento, en el NT, no se aplique a Dios (cf., en cambio, el AT; a propósito, Kittel, 211-213). No aparece en el NT el significado general de adherirse a / obedecer / dejarse dirigir por (cf. LiddellScott, s. v. 11; Bauer, W6rterbuch, s. v. 4). Este significado más general no está atestiguado sino en los padres apostólicos (objetos: las costumbres Diogn 5, 4, los preceptos del Señor 1 Clem 40, 4, el camino de la verdad 1 Clem 35, 5; cf. TestAs 6, 1). Los siguientes sujetos y objetos del seguimiento se mencionan en el NT fuera de los evangelios: Pedro sigue al ángel al salir de la prisión (Hech 12, 8.9); judíos abiertos siguen a (van con) Pablo y Bemabé (13, 43); la multitud del pueblo sigue (se apiña) cuando se produce la detención de Pablo (21, 36); la «roca espiritual» Cristo seguía al

148 pueblo en su peregrinación por el desierto (1 Cor 10, 4); «Hades», el soberano del reino de los muertos, sigue a la Muerte, en la visión que contempla el visionario (Ap 6, 8); los que son vírgenes siguen al «Cordero» por dondequiera que va (14,4; cf. 1, 36s; 12,26); los tres ángeles que pronuncian las advertencias se suceden unos a otros, es decir, van apareciendo en escena sucesivamente (14, 8.9); a los que mueren en el Señor les siguen «sus obras», es decir, seguramente: como fruto de sus penalidades, de las que pueden descansar ahora (14, 3); los ejércitos celestiales siguen a Cristo, el Jinete que cabalga sobre el corcel blanco (19, 14). La idea del seguimiento de Cristo (no del Jesús «terreno») se enuncia tan sólo explícitamente en Ap 11, 4. Sin embargo, esta idea se encuentra en el fondo de la imagen joánica del Buen Pastor (Jn 10, 4.5.27). Ahora bien, seguir a Cristo significa escuchar su voz (10, 27). 4. En la fuente Q hay un grupo de sentencias que enuncian las condiciones para el seguimiento de Jesús (Lc 9, 57-62 par. Mt 8, 1922). Las palabras de Jesús se entienden en cada caso como respuesta a los que están deseosos de seguirle. El primer hombre asegura que está dispuesto a seguir a Jesús a dondequiera que vaya. La respuesta de Jesús acentúa, como advertencia, que el Hijo del hombre no tiene patria no cobijo. El segundo hombre está dispuesto a seguir el llamamiento de Jesús, pero quiere ir primero a enterrar a su padre. Jesús le disuade de hacerlo: «¡Deja que los muertos entierren a sus muertos!». El tercero (tan sólo en Lc 9, 61s), antes de comenzar el seguimiento de Jesús, quiere despedirse de su familia. Jesús critica ese propósito con las siguientes palabras: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el reino de Dios». El seguimiento al que Jesús llama, exige que se rompa con las costumbres y la piedad, con la ley y la familia. Detrás de la exigencia de Jesús se halla la singularísima potestad de quien proclama la cercanía del reino de Dios (Hengel, 16). El trasfondo de imágenes no es la figura del maestro rabínico rodeado de discípulos (en contra de Schulz), sino la figura del profeta escatológico y carismático (Hengel, 46-79). Detrás de Lc 9, 5762 par. Mt (y Mc 1, 16-18) se halla la vocación de Eliseo para que vaya en seguimiento de Elías, tal como se nos describe en 1 Re 19, 19-21. Mientras que el mencionado grupo de sentencias, de Q, emplea ya el término técnico

149

ex xo AO'lJ1(}éW

axoAou'frÉill para referirse al seguimiento de Jesús, vemos que en la sentencia sobre elllevar la cruz (Lc 14, 27) se encuentra la expresión: «el que viene en pos de mí». Pero el lugar paralelo Mt 10, 38 escribe axoAou'frd O:n:Í,(Jill ¡.tou y puede ofrecernos así la versión de Q. La sentencia acerca del llevar la cruz se encuentra también en la tradición de Me (Mc 8, 34 par. Mt 16,24; Le 9, 23). Pero aquí escriben Mt y Lc: «Si alguien quiere venir en pos de mí»; por el contrario, en Mc 8, 34 se lee: «Si alguien quiere seguirme en pos de mí» (cf. p.5 C* Koiné D W 8). La palabra clave axoAou'frÉill se recoge de nuevo al final de la oración principal: xaL axoAou'frdTill ¡.tOL. En Q la palabra sobre el llevar la cruz va precedida por la que habla de la ruptura con la familia (Lc 14, 26 par. Mt 10, 37). El hecho de que todo el que esté deseoso de ir en seguimiento tenga que aborrecer a los familiares y deba estar dispuesto a llevar la cruz, es una exigencia de la misma situación escatológica. Precisamente la prontitud para el martirio como condición para el discipulado es lo que distingue, evidentemente, a los discípulos de Jesús de otros «discípulos/alumnos». En Mc (seguramente, de manera consciente) no se habla del «seguimiento» de la gran multitud de gente sino en los primeros tiempos de la labor de Jesús en Galilea (3, 7; 5, 24). En el relato paradigmático de la vocación de los primeros discípulos, la iniciativa procede enteramente de la palabra de autoridad de Jesús que llama al seguimiento, y de una promesa suya que dice así: «Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres» (1, 17). Por tanto, el seguimiento de Jesús se halla supremamente al servicio de una tarea misionera de predicación. Tan sólo en la noticia que se da sobre el hecho de que aquellos hombres siguieron el llamamiento de Jesús (1, 18), encontramos el verbo axoAou'frdv: «y ellos al instante dejaron las redes y le siguieron». (El hecho de que, en el episodio de Eliseo, éste fuera inmediatamente en seguimiento de Elías [EV'frÉill~], lo acentúa Josefo, Ant VIII 354ss a diferencia de 1 Re 19, 20s). La vocación de Leví (2, 14) se efectúa mediante el llama-

150

miento «terminológico» axoAo'Ú'frEl ¡.tOL. El que había sido llamado se levantó «y le siguió». Cuando se habla a continuación inmediata (v. 15) de que «muchos» seguían a Jesús, difícilmente habrá que pensar en un seguimiento puramente «externo». Desde 2, 15, pasando por 3, 7, hasta llegar a 5, 24, el evangelista va describiendo cómo un buen grupo de «seguidores» va engrosándose hasta constituir la «gran multitud». Sin embargo, de ese gentío que se apiña en torno a Jesús (3, 7; 5,24), el evangelista distingue a los «discípulos», que van con él a Nazaret (6, 1). A los discípulos (y no sólo al pueblo) hay que decir las palabras acerca de la necesaria abnegación de sí mismo y de la prontitud para el martirio (8, 34). El seguimiento de Jesús se considera aquí (en conexión con el anuncio de la Pasión en 8, 31) como la disposición y prontitud para entregar la propia vida, en comunión de destino con la muerte de Jesús en la cruz. Sin embargo, únicamente Pedro intentó llevar a cabo tal seguimiento (14, 54: le seguía, al menos, «desde lejos»), pero terminó (no «negándose a sí mismo» sino) negando a Jesús (14, 66-72). Junto al fracaso de los discípulos (cf. la huida de los discípulos en 14, 50), se expresa también la incomprensión de los mismos, cuando afirman que el exorcista extraño no les sigue a ellos (9, 38). Al rico, Jesús le pone como condición para el seguimiento el que venda sus bienes y dé a los pobres el dinero obtenido con la venta (10, 21). Lo que éste se niega a hacer, lo han hecho los discípulos. Ellos <
151 Mt recogió 12 de las 18 veces que el término axoAov1'tÉW aparece en Mc. Faltan las veces que aparece en Mc 2, 15; 6,1; 8, 34ba; 9, 38; 10, 32; 14, 13. De las otras 13 veces que el término se halla atestiguado en Mt, únicamente las tres cuartas partes se derivan de la fuente Q (Mt 8, 10.19.22; eventualmente también 10, 38); así que sospechamos que nueve décimas partes son «redaccionales». Es notable que en Mt falten dos lugares del modelo (Vorlage) de Mc en los que el verbo no se refería al seguimiento de Jesús (Mc 9, 38; 14, 13). En el uso que Mt hace del verbo hay dos puntos de vista que llaman la atención. El evangelista habla de una gran multitud que seguía a Jesús, incluso después del comienzo en Galilea, hasta llegar a las puertas de Jerusalén (8, 1.10; 12, 15; 14, 13; 19,2; 20, 29). Y combina redaccionalmente axoAov1'tÉW con historias de milagros (4, 22; 8, 1.10.23; 9, 27; 12, 15; 14, 13; 19, 2; 20, 29), de tal manera que la experiencia del milagro viene únicamente despué's (de la mención) del seguimiento (Luz 155 nota 64). De ahí se puede deducir la idea de que tan sólo el seguimiento de Jesús permite experimentar su poder taumatúrgico. Mt 4, 22 traduce el texto marquino de «se marcharon, en pos de él» por ~xo­ Ao'Ú1'tljaav alJ'tqJ, para aclarar más la idea del seguimiento (así también 10, 38 frente a Lc 14,27). A diferencia de Mt, las veces que aparece axoAov1'tÉW en Le están tomadas casi exclusivamente de las fuentes. De un total de 17 veces que aparece el vocablo, 3 proceden con seguridad de Q (Lc 7, 9; 9, 57.59) Y 9 de Mc. Pero los 5 lugares restantes tuvieron también ampliamente su origen en fuentes o tradiciones.

El pasaje de 5, 11 se basa en Mc 1, 18. El de 9, 11 refleja a Mc 6, 33 (cf. Mt 14, 13). El pasaje de 9, 61 es, seguramente, parte integrante de un fragmento de Q trasmitido a través de Mt. El pasaje de 22, 39 es redaccional y acentúa, frente a Mc 14, 32, el seguimiento de los discípulos al principio de la Pasión. Si el pasaje de 23, 27 perteneció a la tradición del material peculiar acerca de las plañideras o (lo que es más probable) pro-

152 cede del evangelista, es una cuestión que queda supremamente por resolver. Ahora bien, el «seguimiento» de la multitud de gente y de las mujeres no es el verdadero seguimiento de Jesús. En ocho lugares Lucas omitió o sustituyó un axoAov1'tÉW marquino: En 4, 16, a diferencia de Mc 6, 1, no se hace mención todavía de que hubiera discípulos que siguieran a Jesús. En 5, 29ss, a diferencia de Mc 2, 15, se omite (como en Mt 9, 10) el detalle de que «muchos» le seguían. En 6, 17, a diferencia de Mc 3, 7, se suprime también el dato acerca del «seguimiento» de la multitud (lo mismo sucede en 8,42, a diferencia de Mc 5, 24). En 9,23, a diferencia de Mc 8, 34ba, se ha sustituido en la proposición subordinada axoAov1'tE1v por EQxw1'tm. En 18,31, a diferencia de Mc 10, 32, se omite el dato de que los que seguían a Jesús (los discípulos) tuvieran miedo (cf. también Mt 20, 17). En 19,37, a diferencia de Mc 11, 9, no se habla de los que iban delante y de los que seguían, cuando Jesús hizo su entrada triunfal en Jerusalén. En 23, 49, a diferencia de Mc 15,41, se dice de las mujeres galileas: aL avvaxoAov1'tovam aln:qJ (Mc: ~XOAO{¡1'tOVV alJ'tqJ) (--+ 5). Es muy significativo cómo Lc, a pesar de conservar el axoAov1'tÉW marquino, modifica el sentido de enunciados: en 5, 11 acentúa que los discípulos, antes de emprender el seguimiento, «lo abandonaron todo» (Mc 2, 27s; 18,22.28). En la sentencia acerca de que hay que cargar con la cruz, en 9, 23, se inserta lo de «cada día», a fin de aplicar la idea del seguimiento a la existencia de los discípulos después de pascua. En 9, 49 Lucas sustituye un marquino lÍ!tLV por !tE1't' lÍWúv, para no hacer que la comunidad aparezca como objeto del seguimiento, sino para caracterizarla como la comunión de los seguidores de Jesús. Del terminológico axoAov1'tE1v, en el contexto del seguimiento de Jesús, se diferencia muy bien, en 22, 10, el profano «seguir» (a un hombre que lleva un cántaro de agua), valiéndose para ello del complemento circunstancial de; 't~v oLxLav. Tal vez la omisión, en 22, 54, del aln:qJ referido a Jesús (Mc/Mt) se encamine a este mismo fin.

153

En Jn el término axoAov1'tÉW aparece 19 veces. Diecisiete de ellas se refieren al seguimiento de Jesús. En 6, 2 se habla del seguimiento de la multitud de pueblo; otros 16 pasajes se refieren a los discípulos (1, 37.38. 40.43; 8, 12; 10, 4.5.27; 12, 26; 13, 36a.b.37; 18, 15; 21, 19.20.22). El uso del término en palabras de Jesús se ha elevado a 10 en comparación con los Sinópticos (en Mc 5 veces, en Mt 5, en Lc 5). Al comienzo, el Bautista da testimonio ante dos de sus discípulos de que Jesús es el «Cordero de Dios», y a continuación los dos discípulos de Juan van en seguimiento de Jesús (1, 36s.38.40). Jesús mismo se dirige a Felipe para llamarle al seguimiento, sin que a continuación inmediata -como correspondería al estilo de los relatos de vocación- se dé noticia sobre la obediencia prestada al llamamiento (1, 43). Al hablarse de la gran multitud de pueblo «que seguía» a Jesús, se menciona expresamente en 6, 2 el motivo que la impulsaba (<<porque veían las señales que hacía en los enfermos»). El 10gion del seguimiento, en 8, 12, no menciona como las correspondientes palabras sinópticas la condición del seguimiento, sino que da a quien le sigue una promesa. Por seguir a Jesús, que es la «luz del mundo», esa persona no andará en tinieblas, sino que «tendrá la luz de la vida». En la parábola del Buen Pastor, la imagen de las ovejas que siguen únicamente al Buen Pastor y no al extraño (10, 4.5), se aplica a Jesús y a los suyos. Ellos escuchan la voz de Jesús, y Jesús los «conoce», y ellos <
154 Pedro el llamamiento para que le siga (21, 19). Y está bien claro que la fiel obediencia a este llamamiento conducirá a la muerte. El discípulo a quien Jesús amaba (cf. ya 18, 15: el «otro» discípulo), había emprendido ya el seguimiento postpascual de Jesús (21, 20). Pedro quiere saber qué va a ser de él (v. 21). Seguramente quiere decirse: Pedro no puede imaginarse que el seguimiento, en que se halla también el discípulo amado, tenga que ser necesariamente seguimiento hasta la muerte del martirio (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK], 553). Pero Jesús se limita a renovar la orden dada a Pedro: «¡Tú (en todo caso), sígueme!» (21, 22). 5. Los cinco compuestos de axoAov1'tÉW no tienen, en general, el mismo perfil teológico que el verbo simple. E;axoAovl'Mro*, empleado frecuentemente en los papiros para referirse a un castigo «merecido» (cf. Moulton-Milligan, s.v.), aparece en tres lugares de 2 Pe (1, 16; 2, 2.15). El sentido figurado de obedecer, seguir una directriz, queda asegurado por el hecho de que los objetos a los que se obedece sean cosas (fábulas ingeniosamente inventadas; desenfrenos; el camino de Balaán). E3taXOAov,'tÉro ir detrás* aparece 4 veces en pasajes tardíos del NT. En Mc 16,20 se habla de las «señales que siguen» (Kittel, 215). 1 Tim 5, 10 exige que la viuda «siga [= se dedique a] toda obra buena»; en 5, 24 se dice que los pecatlos siguen a algunos al juicio (cf. Ap 14, 13), porque no son manifiestos desde un principio. 1 Pe 2, 21 trasfiere la idea del seguimiento de Jesús a la situación postpascual, vinculándola con la idea del modelo. Seguir las huellas de Jesús significa principalmente: imitar el modelo que nos dio Cristo en sus padecimientos (cf. vv. 18-20.23). xa'taxoAov,'tÉro seguir* es un verbo que, en el NT, se halla atestiguado únicamente en los escritos lucanos. Designa el segimiento. Lc 23, 55 habla de las mujeres galileas que «habían seguido» (xU1:axoAov1't~aaam se

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axoAo1!l1Éw - axoúw

encuentra usado en sentido absoluto). Se trata del seguimiento de Jesús por parte de las discípulas (cf. 55b); sin embargo, es curioso que Lc no recogiera el ~XOAOÚ1'tOVV uv't


G. Schneider

«XO\lro akouo oír, enterarse

axo~, i)~, ti akoe acción de escuchar, oído, noticia, predicación*

1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Compuestos y vocablos afines. - 4. Estudio sintáctico - 5. axouw en conexiones características - 6. axo~.

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156

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1. axoúw aparece casi 430 veces en el NT, siendo frecuentísimo en los evangelios (Mt 63 veces, Mc 44, Lc 65, Jn 58), en Hech (89) y en Ap (46). En las Cartas que sin duda alguna son auténticamente Paulinas, el verbo aparece 19 veces, 16 veces en 1-3 Jn, y 8 veces en Heb; los restantes testimonios se distribuyen entre Ef (5 veces), Col (4), 2 Tes 1), Pastorales (5), Sant (3) y Pe (1). - axo~ se encuentra en total 24 veces, principalmente en las Cartas Paulinas (8 veces), en Mt (4 veces) y en Mc (3 veces). En los demás escritos, el sustantivo aparece sólo 2 veces en cada escrito (Hech, 2 Tim, Heb) o 1 sola vez (Lc, Jn, 2 Pe). Ambos vocablos faltan en tres escritos (Tit, 1 Pe, Jds). 2. axoúw significa oír, pero significa también, en sentido más amplio, enterarse. Raras veces se emplea el verbo como tecnicismo del lenguaje jurídico (Jn 7, 51; Hech 25, 22 tomar declaración, interrogar). El sentido de escuchar a alguien, obedecer a alguien se encuentra, por ejemplo, en Mc 9, 7 par. Mt/Lc; Hech 3, 22 (en todos los casos, según Dt 18, 15). - El sustantivo axol¡ significa el sentido del oído (1 Cor 12, 17 bis), el acto de oír (2 Pe 2, 8; también en la expresión axoñ axoúou'tE Mt 13, 14; Hech 28, 26), el órgano del oído, el oído (Mc 7,35; Lc 7, 1; Hech 17, 20; 2 Tim 4, 3.4; Heb 5, 11). Encontramos también los significados de noticia, voz, rumor (Mc 1,28; 13, 7; Mt 4, 24; 14, 1; 24, 6) Y de mensaje, predicación (Jn 12,38; Rom 10, 16.17 bis; Gál 3, 2.5; 1 Tes 2, 13; Heb 4, 2). 3. En el NT se hallan atestiguados los siguientes compuestos de axoúw: bL-axo'Úw (Hech 23,

157

axo'Úw

35); ds;-axoúw (5 veces); br-axoúw (2 Cor 6, 2); :rraQ-axoúw (3 veces); :rrQo-axoúw (Col 1,

5); ú:rr-axoúw (21 veces), en relación con él --+ (15 veces) y ú:rrÍ]XOOS; (3 veces). - Pertenecen, además, al mundo de conceptos del oír: aXQoá't't¡s; oyente (4 veces), e:rraxQoáof-taL escuchar (Hech 16,25) Y evw'tL~wf-taL escuchar atentamente (Hech 2, 14). ú:rraxo~

4. El verbo aparece tanto en sentido absoluto (Mt 11, 5; 13, 16; Mc 7, 27; cf. la expresión axoñ axoúw [Is 6, 9] Mt 13, 14; Hech 28, 26, además el participio OL axoúoV'tE¡; los oyentes Lc 6, 27 Y los imperativos Mc 4, 3; 12,29; Hech 7, 2; 13, 16) como seguido por un objeto. Cuando el objeto son cosas, éstas van casi siempre (BlaB-Debrunner § 173) en acusativo (por ejemplo, Mt 10, 14; 11,4; 12, 19; Lc 7, 22; Jn 3,8; 5, 24; 8, 47; Hech 2, 22; 22, 9; 2 Cor 12, 4; 1 Jn 1, 1.3.5; Ap 9, 16), más raramente en genitivo (Mc 14, 64; Lc 6, 47; 15,25; Jn 5, 25.28; 12,47; Hech 9, 7; 11, 7; 22, 7). La persona a quien se oye hablar, va en genitivo (Mc 7, 14; Lc 2, 46 Y passim; Hech 24, 4; 26, 3), frecuentemente con un participio adicional (Mc 14,58; Hech 2, 6.11; Ap 5, 13; 16,5.7). Siguen también la regla del objeto de cosa en acusativo las construcciones axoúw 'tL 'tLVO¡; oír algo a alguien Bech 1,4; axoúw 'ti, EX 'tLVO¡; 2 Cor 12, 6; axoúw 'ti, :rruQá 'tLVO¡; Jn 8, 26.40; Hech 10, 22; axoúw 'tI, a:rró 'tLVO¡; 1 Jn 1, 5. El genitivo de persona, objeto de la acción del verbo, aparece también en la expresión axoúw 'tLVO¡; :rrEQL 'tLVO¡; Hech 17,23; 24, 24. Cf., además, las construcciones con O'tL (por ejemplo, Mt 2, 22) Y con acusativo con infinitivo (por ejemplo, 1 Cor 11, 18); cf. Bauer, Worterbuch, s.v. 3.e.f. 5. a) En el NT, los sujetos de axoúELv son, de manera enteramente predominante, personas, sobre todo porque el oír es «la forma esencial de asimiliación en la religión bíblica» (Kittel, 217). En los evangelios encontramos principalmente personas que oyen la predicación de Jesús o gente que recibe noticias sobre él. Los Hech y las Cartas hablan del oír la «palabra» (Hech 4,4; 10,44; 15, 7; 1 Jn 2,

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7; cf. Mc 4, 15s.18.20.33), es decir, la «palabra de Dios» (Hech 13,7; 13,44 v.l.; cf. Lc 8, 21; 11, 28; Sant 1, 22s) o la «palabra del Señor» (Hech 13,44; 19, 10) o la «palabra de la verdad» (Ef 1, 13). Mucho más raramente es Jesús el que oye (Mc 2, 17 par. Mt, a diferencia de Lc; 5, 36 v.l.; Lc 7, 9 par. Mt; 8, 50). De la acción divina de oír/escuchar se habla en Jn 9, 31; Hech 7,34; 1 Jn 5, 14s (en Jn 11, 41a dícese que Jesús fue oído). b) En Q el verbo se halla principalmente en palabras de Jesús. Designa allí más que nada la acción de oír su mensaje, tanto en sentido «acústico» (Lc 6, 47.49 par. Mt 7, 24.26: oír y hacer o no hacer; Lc 7, 22 par. «los sordos oyen», cf. Mc 7,37) como en el sentido de oír atentamente o «con obediencia»: «El que a vosotros oye, a mí me oye». En 11, 31b dícese de la Reina del Sur: «Ella vino para o(r la sabiduría: de Salomón», a fin de acentuar cuánto más es Jesús y su predicación. «Ver y oír se hallan yuxtapuestos en Lc 7, 22 par.,. y lo mismo sucede en 10,24 par.: «Muchos profetas y reyes desearon ver las cosas que vosotros veis, y no las vieron, y oír las cosas que vosotros oís, y no las oyeron». Lo que los discípulos «han dicho en la oscuridad, se oirá en la luz» 12, 3. - La exhortación de Jesús a oír (Mc 4, 3; 7, 14; Mt 13, 14; 15, 10; 21, 33; Lc 18,6) se hace a menudo mediante aquella exclamación: «El que tenga oídos para oír, ¡que oiga!» (Mc 4,9.23; 7,16 v.l.; Mt 11, 15; 13, 9.43; Lc 8, 8; 14, 35b). La voz del cielo, en la Trasfiguración,.exhorta a los discípulos a oír a Jesús (Mc 9, 7 par.); cf. también Mc 12,29 (Dt 6, 4) «¡Oye, Israel!». Dentro del Evangelio de Me, encontramos axoúw no sólo en palabras de Jesús (por ejemplo, 4, 3.12.15.16. 18.20.23.24; 7, 14; 8, 18; 13,7), sino también, y con más frecuencia que en Q, en la narración, aunque en estos casos referido casi siempre a oyentes «neutros» de Jesús (2, 1; 3, 8.21; 5, 27; 6,14.16.55 Y passim) o a oyentes interesados, abiertos u «obedientes» a Jesús (4,33; 6, 2; 12,37). Es característica de Mt la fórmula introductoria de las «antítesis» ~XOÚOU'tE O'tL EQQÉ1'ty)

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axoúw

(5, 21.27.33.38.43). Mt 18, 15s (material peculiar) reglamenta el caso de un «hermano que ha pecado (contra ti)>>, expresando la esperanza de que, después de la reprensión por parte del discípulo (afectado), ese hermano le escuche. - Lc acentúa (frecuentemente de manera redaccional) el oír la palabra de Jesús y los asombrosos efectos que ello produce (2, 47; 4, 28; 10,39; 19,48; 21, 38), pero nos da a conocer que también hay que escuchar las palabras de Moisés y de los profetas (16, 29.31; cf. 2,46). c) Jn 3, 8 Y 5, 7 habla del axolJw ti]v cpwvY¡v, del oír en un sentido puramente externo, mientras que otros enunciados (por ejemplo, 18,37: «Todo el que es de la verdad escucha mi voz) deben interpretarse en el sentido de escuchar con obediencia a Jesús. Claro que no en todos los pasajes se hace esta distinción entre el oír y el aceptar con fe lo que se oye, sino que algunas veces llega incluso a haplárse ambiguamente (por ejemplo, 5, 25.28). Los que creen en Jesús, los cuales según 10, 3.16.27 «escuchan la voz del Paston>, contrastan positivamente con aquellos judíos que, según 8, 40-47, rechazan la verdad predicada por Jesús (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 309; cf. 575 Indice de palabras griegas, s. v. axolJw). La «palabra» que los discípulos oyen de Jesús, según 14, 24 «no es mía, sino del Padre que me envió». Jesús manifestó a los suyos (15, 15) todo cuanto oyó del Padre (cf. 8, 26. 28.40). El que escucha (obedientemente) la palabra de Jesús y cree en ella, «tiene vida eterna» (5, 24). 12,47 Y 14, 24 acentúan lo de guardar o poner en práctica las palabras de Jesús. - 1 Jn 1, 1-3 subraya que la predicación del autor se identifica con «lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos ... , acerca de la Palabra de la vida» (v. 1). La preeminencia del aspecto de la proclamación (<
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axoúw - aXQoat'!Í¡;

orden de sucesión «oír y ver» son Mt 11, 4; 13, 16). Según 1 Jn 4, 1-5 los falsos profetas no son «de Dios», sino «del mundo»; por eso, hablan como siendo «del mundo», y «el mundo los oye» (v. 5).

velación. En cada una de las misivas que se envían a las siete comunidades encontramos la exhortación: «¡El que tiene oído, que oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades!» (2, 7.11.17.29; 3, 6.13.22).

(be~a'tt1~, 2 akrates falto de dominio pro-

d) En Pablo, el verbo axolJw designa primeramente el proceso de una información recibida por él acerca de sus comunidades (1 Cor 5, 1; 11, 18; Flp 1,27; cf. Flm 5; así también Col 1,4.9; Ef 1, 15; 2 Tes 3, 11) o recibida por los demás acerca de él (Gál1, 13.23; Flp 1, 30; cf. 2, 26; así también en Ef 3, 2). Cuando Pablo exhorta. a la acción, describe con detalle: «10 que habéis aprendido, recibido, oído y visto en mí» (Flp 4, 9; cf. 2 Cor 12, 6). Para Pablo tienen especial peso los enunciados acerca del oír como condición previa para la -+ nLOtl~. En Rom 10, 14b.c pregunta, refiriéndose al evangelio al que hay que prestar obediencia (v. 16): «¿Como creerán en Aquel de quien no han oído? Y, ¿cómo oirán sin alguien que les predique?» Porque la fe viene «por la predicación (axoY¡ -+ 6), y la predicación por la palabra de Cristo» (10, 17). 1 Cor 14, 2 prueba la importancia secundaria que tiene el hablar en lenguas, diciendo que nadie «oye» (= entiende) a quien habla así. En 2 Cor 12, 4 Pablo habla de su arrobamiento de antaño al tercer cielo, y afirma «que fue arrebatado al paraíso, y escuchó palabras inefables que al hombre no le es dado expresar»; cf. la mención que se hace del oír la voz de Jesús en Hech 9, 4; 22, 7.15; 26, 14.

6. El sustantivo axoY¡ (-+ 1.2) adquiere su particular cualidad teológica, cuando en su significación pasiva designa no sólo la noticia, el rumor, sino la predicación cristiana. Claro que en esos pasajes la traducción del término por predicación «no expresa lo decisivo, a saber, la trasmisión de lo que se ha oído para que se oiga» (H. Schlier, Der Romerbrief [HThK], 317s). Ante el problema de la incredulidad, Jn 12,38 Y Ro 10, 16 preguntan con Is 53, 1 LXX: «Señor, ¿quién ha creído nuestra predicación?». Heb 4, 2b hace constar que «la palabra de la predicación» no les aprovechó a algunos, «porque en los oyentes no iba acompañada por la fe». Pablo, basándose en el pasaje de Is, argumenta de la siguiente manera: «Así que la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo» (Rom 10, 17). Los cristianos no recibieron el Espíritu «por las obras de la ley», sino axofj~ nLOtEw~ (Gál 3, 2.5). La construcción de genitivo no significa sencillamente una predicación que tenga como consecuencia o como contenido la fe, sino que vincula esencialmente con axolJw el acto de oír (F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 207 con la nota 15). La predicación es Aóyo~ axofj~ nUQ' ~!-lwv tou {}eou (1 Tes 2, 13), es decir, «palabra del mensaje de Dios que sale de nuestros labios». Como palabra de Dios la recibieron los tesalonicenses y la aceptaron con fe. «Pero no todos hicieron caso (imY¡xo'Uouv) al evangelio» (Rom 10, 16a). La fe es «obediencia» (-+ únuxoY¡), y por este motivo Pablo puede hablar de únuxoi] nLOtEW~ (1, 5; 16,26).

En Ap 14, 10 dícese de la ira de Dios en toda su fuerza.

e) Los escritos tardíos del NT, con la intención de garantizar la predicación de lo recibido por la tradición, remiten a lo que los cristianos han oído (Col 1,23; Ef 4,21; 2 Tim 1, 13; 2, 2; 2 Jn 6). Heb cita tres veces el Sal 94, 7 LXX «hoy, cuando oigáis su voz, ¡no endurezcáis vuestros corazones ... ! (3, 7s.15; 4, 7). Y lo hace así con el fin de advertir contra la incredulidad y la apostasía. Sant 1, 19 exhorta a observar una máxima sapiencial: «ser pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira». En Ap ljxo'Uou (junto a eLbov) designa con frecuencia el hecho de recibir una re-

es

pio* 2 Tim 3,3. ThWNT 11,338-340. ihe~a'to~, 2 akratos puro, no mezclado*

cix~ípfta, a~, i) akribeia rigor, exactitud* Hech 22, 3 «educado conforme al rigor de la ley de los padres». ciX~lPt1~, 2 akribes exacto, riguroso* Hech 26, 5: (Siendo fariseo) viví «según la tendencia (UtQEOl~) más rigurosa de la práctica de nuestra religión». ciX~lPÓro akriboo averiguar algo con exac-

titud* Mt 2, 7.16 dícese de las averiguaciones llevadas a cabo por Herodes. ciX~lPro~ akribOs (adv.) con exactitud,

cuidadosamente* Mt 2,8; Lc 1,3; Hech 18,25; Ef 5,15; 1 Tes 5, 2. En grado comparativo aXQlpéotEQOV Hech 18,26; 23, 15.20; 24, 22. cix~í~, íbo~, tes*

i) akris

langosta, saltamon-



Mt 3,4; Mc 1, 6; Ap 9, 3.7. F. 1. Andersen: Abr-Nahrain 3 (1961-1962) 60-74; M. Weber, Heuschrecke, en RAC XIV, 1231-1250.

G. Schneider

cix~oa'tt1~WV, O\), 'tÓ akroaterion sala de audiencia * Hech 25,23 (eventualmente, como en Josefo, Congr 64, auditorio).

i) akrasia intemperancia, falta de dominio propio* Mt 23,25; 1 Cor 7,5. ThWNT 11,338-340.

cix~oa'tt1~, olí, Ó akroates oyente* Rom 2, 13 de la ley; Sant 1,22.23.25 de la palabra.

(be~a(Jía, a~,

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ax~o~u(J'tÍ.a,

a;, ÍI

akrobystia prepucio, incircuncisión, los gentiles*

Bibl.: K. L. Schmidt, a%Qo~u(J1;¡a, en ThWNT 1, 226s; R. Meyer, JtEQLTO[!T], en ThWNT VI, 72-83; A. Tosato, Sulle origini del termine akrobystia: BeO 24 (1982) 43-49.

1. En el NT a%Qo~'lJO'LLa aparece 20 veces, concretamente en el Corpus Paulinun, principalmente en Rom 2-4 (11 veces); fuera de él aparece únicamente en Hech 11,3, donde el término se pone en labios de judeocristianos y sirve para designar a los gentiles impuros (av6Qf¡; a%Qo~'lJO'LLav EXOVLf¡;). En todos los demás pasajes, a%Qo~'lJO'Lí,a significa la condición de no ser judío (Rom 2, 25.26b; 4, 1O(bis).11(bis).12; 1 Cor 7,18.19; Gál 5, 6; 6, 15; Col 2, 13; 3, 11) o designa concretamente a los gentiles (incircuncisos) (Rom 2, 26a.27; 3, 30; 4, 9; Gál 2, 7; Ef 2, 11). ax,Qo~1)(J1;La (en latín, praeputium) prepucio no debe derivarse del adjetivo ax,Qo~ (lo que forma el extremo, la punta) y el verbo ~'Ú0l (llenar plenamente), sino que es una forma analógica de ax,QoJtoa{Ha prepucio (Aristóteles, HistAn 493 a 29), que tal vez se formó por tener un sonido parecido al del término hebreo boset (vergüenza). El concepto, que sólo se encuentra en el griego bíblico y eclesiástico, aparece en 13 lugares de la LXX para traducir al hebreo 'orla (prepucio), y casi siempre para expresar el precepto de que hay que cortar el prepucio. En Qumrán se hablaba en sentido espiritualizante del «prepucio del instinto» (IQS 5, 5), «del corazón» (lQS 5, 26; lQpHab 11, 13), «de los labios» (IQH 2, 18s), «del oído» (lQH 18, 20).

2. Pablo, en Rom 2, 25-29, critica el juicio judío sobre el estado de perdición en que se hallaban los incircuncisos, y lo hace vinculando la utilidad de la circuncisión con el cumplimiento de la ley. De esta manera, y con miras al juicio final, se produce una inversión de valores de la realidad física: la circuncisión se imputa como a%Qo~'lJO'LLa si va acompañada de desobediencia, e inversamente (2, 25s); los gentiles, que por naturaleza son incircuncisos, en cuanto son posibles

cumplidores de la ley, pueden demostrar que los judíos, que poseen la Escritura y la circuncisión, son trasgresores (v. 27). Coram Deo lo único que cuenta es la circuncisión invisible del corazón, que es concedida graciosamente por el Espíritu y que, por tanto, es obrada por Dios mismo (vv. 28s); Pablo piensa seguramente en Ez 36, 26-28. Asimismo, la justificación se concede sin distinción a judíos y a incircuncisos (Rom 3, 30; 4, 9). Pablo hace referencia a Abrahán, que hallándose todavía en estado de incircuncisión, fue justificado por su fe; ~ Ev a%Qo~'lJO'LLc.x :1tLO'LL¡; se convierte, por decirlo así, en una nueva fórmula teológica de lucha (Rom 4, 11.12), Y también aquella que habla de LO fuayyÉALOV Lfj¡; a%Qo~'lJO'LLa¡;, confiado por Dios a Pablo (Gál 2, 7; cf. 2, 9). La oposición entre la cincuncisión y la incircuncisión, entre ser judío y ser gentil, queda suprimida en la Iglesia en virtud del Espíritu (1 Cor 7, 19); es una oposición que, «en Cristo», ha perdido todo su sentido (Col 3, 11) Y ha quedado superada por la fe que actúa en el amor (Gál 5, 6). Por eso, la incircuncisión y la circuncisión no quedan modificadas en su realidad natural y exterior, sino que deben entenderse como vocación (1 Cor 7, 18); también el orgullo que se siente por la circuncisión es anacrónico, porque el creyente es nueva criatura (Gal 6, 15). Aparentemente con un sentido no paulino se menciona en Col 2, 13 la a%Qo~'lJO'LLa de la carne juntamente con las trasgresiones como nota característica de los gentiles que se hallaban espiritualmente muertos, y en Ef 2, lIs se valora la incircuncisión como prueba de la lejanía de Dios y de la falta de esperanza. Pero en esos casos lo que se pretende eses'clarecer e contrario el efecto del bautismo, que, como circuncisión no hecha con manos sino realizada por el Espíritu de Dios, es un .«despojarse del cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo» (Col 2, 11). O. Betz

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ax,QoyOlvLaLo~

ax~oyroVta¡;o;, 3 akrogoniaios piedra angular, piedra clave --+ ywvLa 1.3. ax~o{}í,VtOV, ou, 'tó akrothinion primicias, botín* Heb 7, 4: Abrahán dio el diezmo (de lo mejor) del botín. (ix~ov,

ou, 'tó akron punta* Lc 16, 24 (la punta del dedo); Heb 11, 21 (el extremo del bordón). Dícese del límite extremo o del final Mt 24, 31 (bis); Mc 13, 27 (bis). 'AxúAa;, acusativo -av Akylas Aquila* IIQLO'%u, IIQLo%LAAu, 1']¡; Priska. Priskilla Prisca, Priscila * Bibl.: H. W. Bartsch, en ROO 1, 524; Haag, Diccionario, 130; F. X. Pólzl, Die Mitarbeiter des Weltapostels Paulus, Regensburg 1911; R. Schumacher, Aquila und Priscilla: ThGl12 (1920) 86-99; A. Wikenhauser, en LThK 1, 779-780.

1. 'AXÚAa¡; y I1QLO'%a (con el diminutivo I1QLO'%LAAa) son las formas helenizadas de los nombres latinos Aquila y Prisca, Priscilla. Los nombres, al margen del NT, aparecen atestiguados con frecuencia en inscripciones y escritos. Pero sobre la pareja mencionada en el NT no existe ninguna fuente extrabíblica independiente. En los 6 lugares del NT donde aparece uno de los dos nombres, aparece también el otro. Mientras que en los 3 lugares de los escritos paulinos se emplea como forma del nombre I1QLO'%U, vemos que en los otros tres lugares, que corresponden a Hech, se usa siempre el diminutivo I1QLO'%LAAa. Sorprende que tan sólo en Hech 18, 2; 1 Cor 16, 19 se mencione en primer lugar a Aquila, y que en Hech 18,18.26; Rom 16,3; 2 Tim 4, 19 el nombre de la mujer ocupe el primer lugar. Tal vez se exprese con ello la mayor significación de esta mujer en la vida de la comunidad (así piensa H. Schlier, Der Romerbrief [HThK], 443).

-

'Ax,'ÚAa~

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2. Aquila era natural del Ponto (Hech 18, 2). Su oficio era hacer tiendas y vivió con su mujer en Roma hasta que, a causa del edicto promulgado en el año 49 p.e. por Claudio (y que se menciona en Suetonio Claud 25), tuvo que abandonar Roma por profesar la fe judía (Hech 18, 2s). Cuando Pablo se reunió en Corinto con el matrimonio Aquila y Prisca y se alojó en casa de ellos y trabajó con ellos, ambos eran ya cristianos. Esto se deduce del hecho de que su conversión no se menciona en ninguna parte, sino que parece darse por sabida, y porque la nota característica de '101)6aLO¡; (Hech 18,2) puede tener el significado de «judeocristiano» (cf. Gál 2, 13; Hech 21, 20). Después de aproximadamente año y medio de estancia en Corinto, Pablo -en compañía de Aquila y Prisca- embarcó hacia Efeso (Hech 18, 18s). Pablo continuó viaje a Cesarea, y el matrimonio se quedó en Efeso (Hech 18, 19-22). Cuando el elocuente Apolo se presentó en Efeso, y enseñaba, sí, con exactitud las cosas referentes a Jesús, pero no conocía el bautismo de Jesús, Aquila y prisca le instruyeron (Hech 18,26). Pablo volvió a encontrar a Aquila y Prisca durante los dos años y medio de su estancia en Efeso. En tomo al matrimonio se había congregado una comunidad cristiana que se reunía en su casa. Pablo trasmitió expresamente los sahIdos de esta pareja y de esa comunidad a la comunidad de Corinto (1 Cor 16, 19). El pasaje de Rom 16, 3-5 presupone que Aquila y Prisca habían regresado nuevamente a Roma, en el tiempo que medió entre la redacción de 1 Cor y la redacción de Rom, y allí habían vuelto a congregar en su casa una comunidad cristiana. Es comprensible, si tenemos en cuenta que el edicto de Claudio contra los judíos se aplicó ya con menos rigor a la muerte de éste en el año 54. Los vv. formulan también dos observaciones dignas de tenerse en cuenta: 1) Pablo afirma que los dos esposos son sus colaboradores. Deben contarse quizás «entre los misioneros más importantes del cristianismo primitivo que trabajaron en la Diáspora y que habían comenzado su labor independientemente de Pablo, pero que la continuaron en

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colaboración con él» (E. Kasemann, An die Romer' [HNT], 397). Seguramente por ello, Pablo habla expresamente de lo agradecidos que están los gentiles hacia ellos. 2) Pablo mismo les da las gracias porque, por salvar la vida de él, habían arriesgado ellos su propia vida. Habría que pensar también en los peligros a que se alude en 2 Cor 6 y 11, o en las confrontaciones asociadas directamente con Efeso y a las que se hace referencia en 1 Cor 15, 32 Y Hech 19. - La proximidad histórica con respecto a Pablo y la importancia de estos dos esposos para la misión cristiana primitiva han hecho que la pareja tuviera también un lugar fijo en las tradiciones tardías acerca de Pablo. El autor seudónimo de 2 Tim presenta a Prisca y Aquila como los primeros de la lista de personas a quienes se envían saludos, al final de la carta (4, 19). Sin embargo, de esta breve nota no podemos deducir datos biográficos. A. Weiser

aX\)Qóro akyroo anular, invalidar* Mc 7, 13 par. Mt 15, 6. Como tecnicismo jurídico en Gál 3, 17; cf. O. Eger: ZNW 18 (1917-1918) 88-93. ThWNT I1I, 1099. axroAÚ'tro~ akolytos (adv.) sin impedimento* Hech 28, 31. G. Delling: NovT 15 (1973) 193-204; D. L. Mealand, The Close of Acts and Its Hellenistic Greek Vocabulary: NTS 36 (1990) 583-597, especialmente 589-595.

axrov, axo\)oa, &xov akon, akousa, akon involuntario* 1 Cor 9,17. ThWNT 11,647. aAá~ao'tQo~, O\), ó y Í] alabastros alabastro, frasco de perfume* (También al,.á~a(J't~ov, OlJ, 'tó alabastron) Mt 26, 7; Mc 14, 3 (bis); Le 7, 37. En vez del femenino, Mc 14,3 Sin A D pm tienen el masculino, y G W e A cp el neutro.

aAa~ovEÍa, a~, Í] alazoneia orgullo, arrogancia* Sant 4, 16; 1 Jn 2, 16. ThWNT 1, 227s; DTNT IV, 224s. aAa~rov, óvo~, ó alazon orgulloso, jactancioso* Rom 1, 30; 2 Tim 3, 2. ThWNT 1, 227s; DTNT IV, 224s. aAaAá~ro alalazolamentarse a gritos* Mc 5, 38; 1 Cor 13, 1 (dícese del címbalo que retiñe). ThWNT 1,228.

aAáAl]'to~, 2 alaletos que no puede decirse con palabras, inexpresable* Rom 8, 26 «con gemidos que no pueden ex-

presarse». aAaAo~, 2 alalos mudo* Mc 7, 37; n:VEU¡.tU aAuAov en 9, 17.25 (dícese del espíritu que al ser humano le arrebata el habla).

iiAa~, a'to~, 'tó halas sal * halizo salar*

áA.[~(¡)

Bibl.: F. Hauck, aAuc; XTA., en ThWNT 1,229; J. E. Latham, The Religious Symbolism of Salt (Théologie Historique 64), Paris 1982; M. Lattke, Salz der Freundschaft in Mk 9, 50c: ZNW 75 (1984) 44-59; K.G. Reploh, Markus, Lehrer der Gemeinde, Stuttgart 1969, 154-156; R. Schnackenburg, Markus 9, 33-50, en FS Wikenhauser, 184-186; Id., «Ihr seid das Salz der Erde, das Licht der Welt». Zu Matthiius 5, 13-16, en Mélanges E. Tisserant 1, Rome 1964, 365-387; Schutz, Q, 470-472; J. B. Soueek, Salz der Erde und Licht der Welt: ThZ 19 (1963) 169-179; H.-Th. Wrege, Die Überlieferungsgeschichte der Bergpredigt, Tübingen 1968,27-31; H. Zimmermann, «Mil Feuer gesalzen werden»: ThQ 139 (1959) 28-39.

1. En el NT, el sustantivo, exceptuado el pasaje de Col 4, 6, se encuentra únicamente en la tradición sinóptica. Las 7 veces que aparece se hallan en la «sentencia acerca de la sal» Mc 9, 50 (ter); Mt 5, 13 (bis). En Mc la

169 palabra viene a continuación inmediata de la advertencia contra el escándalo (9, 42-48); Mt presenta la sentencia al comienzo del sermón de la montaña, a continuación de los macarismos (5, 3-12); Lc la inserta en una serie de sentencias sobre las condiciones previas para el seguimiento (14, 26-33). En el mismo contexto aparece dos veces el verbo áAtl;w salar (Mc 9, 49; Mt 5, 13) Y una vez el adjetivo aVUAOt; sin sal, insípido (Mc 9, 50). 2. Mientras que en Col 4, 6 se habla de la sal en el sentido elemental de condimento (cf. uQt'Úw condimentar), expresando así que la conversación cristiana debe ser vigorosa, es decir, convincente, vemos que en los Sinópticos la imagen de la sal se halla al servicio de la instrucción de los discípulos. Seguramente Lc nos ofrece el texto original, cuando hace constar que la sal es buena. Pero si se toma insípida, entonces no vale ni para la tierra ni para el muladar. Sencillamente hay que tirarla. En Lc falta una aplicación concreta. Tan sólo en virtud del toque de atención que se añade a continuación (v. 35c) y de la exhortación precedente dirigida a las multitudes, se ve claro que las palabras acerca de la sal pretenden estimular a los discípulos a que se esfuercen de manera especial y a que estén bien despiertos. Por el contrario, Mt, por medio de la interpelación directa, aplicó inmediatamente a los discípulos la sentencia tomada de Q (cf. vv. lIs), y lo hizo para acentuar la tarea de los mismos ante el mundo entero. Encarece la exigencia, añadiendo el verbo al sustantivo sal, hablando de una completa inutilidad y, mediante una palabra de amenaza (será pisoteada por los hombres; cf. 7, 6), haciendo referencia a un juicio futuro. Mc, que coincide con la versión de Lc, enlaza el logion con 10 que precede, dándole la forma de una sentencia clave: «Porque todos serán salados con fuego» (v. 49). De esta manera, la imagen se convierte en enigma con acritud paradójica. La palabra que habla del fuego (como medio de purificación, cf. Mal 3, 2s y passim) da un nuevo sentido a la palabra de la sal. Y este nuevo sentido se expresa en la aplicación ca-

170 tequética: «¡Tened sal en vosotros y estad en paz los unos con los otros!» (v. 50c); es decir, la comunidad que se halla bajo el juicio purificador está obligada a hallarse dispuesta para la paz. La lectura variante que se encuentra en Mc 9,49 «(Porque todos serán salados con fuego) y todo sacrificio será salado con sal» es secundaria y representa el intento de recurrir a los preceptos rituales (cf. Lev 2, 13) para interpretar desde el culto sacrificial las palabras acerca de la sal (cf. Billerbeck 11,21-23). A. Sand

aAEÍcpro aleipM ungir, embalsamar* Mt 16, 17 (en voz media); Lc 7,38.46 (bis); Jn 11,2; 12,3. La unción de enfermos Mc 6, 13; Sant 5, 14; el embalsamamiento de un difunto Mc 16, 1. ThWNT 1, 230-232; DTNT IV,303s.

aAEx'toQocproví.a, a~, Í] alektoropMnia canto del gallo* Mc 13, 55 como medio de marcar la hora: al canto del gallo.

aAÉx'troQ, 0Qo~, Ó alector gallo* Mt 26, 34.74.75; Mc 14,30.68.72 (bis); Lc 22,34.60.61; Jn 13,38; 18,27. 'AAEªavbQE'Ú~, Éro~, ó Alexandreus alejandrino* Gentilicio derivado de la ciudad egipcia de Alejandría (cf., a propósito, RAC 1, 271-283). Hech 6, 9; 18,24. 'AAEªavbQivo~, 3 Alexandrinos de Alejandría* Hech 27, 6; 28, 11, dícese en ambos casos de una nave matriculada en Alejandría. 'AAɪavbQo~, O\) Alexandros Alejandro* Nombre de persona. Lo llevaron diversas personas: Mc 15, 21; Hech 4, 6; 19, 33a.b; 1

171 Tim 1, 20; 2 Tim 4, 14. Tan sólo los dos pasajes de las Pastorales se refieren eventualmente a la misma persona.

t:ó aleuron harina de trigo* Mt 13,33 par. Lc 13,21 en la parábola de la levadura. clAEUºOV, OU,

aAÍJ-3-ua, a;, Í) aletheia verdad &.A:rp'h'ÍJffi aletheuo decir la verdad, ser veraz* &.A:rl-&tí~, 2 alethes verdadero, veraz, genuino &.A.l]{hvó~, 3 alethinos veraz, verdadero, fiable &.A.l]{hú~ aletMs (adv.) verdaderamente, en realidad

172 1. Los escritos paulinos, déutero-paulinos y joánicos ofrecen 92 casos de las 109 veces que aparece o.A.rr1h'La en el NT. Una distribución parecida encontramos con respecto a o.A.'I']{}~~: 21 de las 26 veces. En lo que respecta a o.A.'I']{}LVÓ~ hallamos la siguiente distribución: 13 veces en Jn y en 1 Jn, 10 veces en Ap y 1 vez en Pablo, apareciendo otros 4 testimonios más. De las 18 veces que aparece o.A.'I']{}iñ~, 8 las encontramos en Jn y en 1 Jn, 9 en los sinópticoslHech y 1 en Pablo. o.A.'I']{}euw aparece 2 veces (Gál y Ef).

2. Según el uso lingüístico del griego antiguo, la formación o.A.~{}fLa, derivada de A.av{}ávw/A.~{}w (ocultar o encubrir algo a alguien) y a privativa, significa la cosa, en 1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial - 4. La verdad en Pacuanto es una cosa dicha. Decir la o.A.~{}fLa blo y en Jn. significa: decir «tal y como es» (Boeder 99; de manera parecida Frisk, Worterbuch 1, 71). En Bibl.: J. Becker, Das Heil Gottes (STUNT 3), Gotcuanto a la época clásica, sigue sin refutar la tingen 1964, 214-237; J. Blank, Der joh Wahrheitsbegriff: BZ 7 (1963) 163-173; H. Boeder, Der frühprueba aducida principalmente por Heidegger griech. Wortgebrauch von Logos und Aletheia: Archiv y Bultmannn (Exegetica, 144ss), según la cual für Begriffsgeschichte 4 (1959) 82-112; R. Bultmann, o.A.~{}eLa significa verdad en el sentido de no Untersuchungen zum Joh-Ev., en Exegetica, Tübingen ocultamiento (es decir, ¡en sentido etimológi1967, 124-197; P. FriedHinder, Platon 1, Berlin '1954, 233-248; L. Goppelt, Wahrheit als Befreiung. Das ntl. co!, Heitsch en contra de FriedHinder) y de Zeugnis von der Wahrheit nach den Joh-Ev., en H. R. apertura de la cosa real que se muestra y, por Müller-Schwefe (ed.), Was ist Wahrheit? Hamburger tanto, es percibida, y que, por consiguiente, Theol. Ringvorlesung, Gottingen 1965,80-93; M. Heien total continuidad con el uso lingüístico degger, El ser y el tiempo, México '1980, § 44; Id., Vom Wesen der Wahrheit, Frankfurt a. M. 61976; Id., antiguo, es realidad y autenticidad o rectitud La pregunta por la cosa, Barcelona 1985; E. Heitsch, del enunciado del discurso que hace ver Die nichtphilos. Aletheia: Hermes 90 (1962) 24-33; y. (Aristóteles, De Interpretatione, 4, 17a: A.óyo~ Ibuki, Die Wahrheit im Joh-Ev. (BBB 39), Bonn 1972; A. Jepsen, en DTAT 1, 310-343; E. Kasemann, Jesu o.JtOCjJaVtLltÓ~; Heidegger, Logik, 127ss). En letzter Wille nach Joh 17, Tübingen 31971; K. Koch, cuanto la o.A.~{}fLa desvela la conducta del haDer hebr. Wahrheitsbegriff im griech. Sprachraum, en blante, significa veracidad. Para el significado R. Müller-Schwefe (ed.), Was ist Wahrheit? Hamburde o.A.~{}eLa en el NT, es decisivo el hecho de ger Theol. Ringvorlesung, Gottingen 1965, 47-65; J. Lozano, El concepto de verdad en san Juan, Salamanque el término hebreo del AT 'emet (fiabilidad, ca 1963; J. Murphy-O'Connor, La «vérité» chez saint firmeza) se traduce casi siempre, en la LXX, Paul et ¿¡ Qumrán: RB 72 (1965) 29-76; 1. de la Pottepor o.A.~{}fLa, con lo cual se pierde en buena rie, La vérité dans Saint Jean, Rome 1977 (bibl.); G. parte la dimensión histórica de 'emet y la deQuell-G. Kittel-R. Bultmann, aA.~{}fLa %'tA.., en Th WNT 1,233-251 (bibliografía hasta 1931); R. Schnacnotación ontológica de la o.A.~{}fLa griega se kenburg, El Evangelio según San Juan 11, Barcelona modifica, porque no se trata de la apertura del 1980; 264-280 (excursus: El concepto joánico de verente en su ser. o.A.~{}fLa se convierte precisadad); R. Schnackenburg-P. Engelhardt, en LThK X, mente en la revelación trascendente (Koch, 912-920; L. Schottroff, Der Glaubende und die feind· liche Welt (WMANT 37), Neukirchen-Vluyn 1970, 60). Es ajena a la mente griega no sólo la tra228-296; Spicq, Notes, Suppl. 16-37; E. Tugendhat, ducción literal que en la LXX se hace de
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tl.J.ljl)(.-ll(

sino también la concepción veterotestamentaria aceptada así de que la verdad es un acto (cf. también 1QS 1, 5 Y passim). o.A.~{}eLa por su contenido puede aproximarse a chltawauv'l'], justicia; el término veterotestamentario ~edeq puede traducirse por o.A.~{}fLa. Por tanto, o.A.~{}fLa se convierte en rectitud .. En el lenguaje helenístico o.A.~{}eLa significa también la realidad divina, formulada más precisamente en la literatura gnóstica hasta convertirse en la realidad divina que se revela y que es concebida como sustancia, en contraste con el mundo malvado de la materia, que es el mundo que se encuentra ante nosotros. También en el NT o.A.~{}eLa significa en buena parte, en cuanto es un término teológicamente relevante (sobre todo en Pablo y en Jn, -> 4), la verdad desvelada por Dios, y por cierto tanto en sentido noético como en sentido óntico. Los adjetivos o.A.'I']{}~~ y o.A.'I']{}LVÓ~, que por su contenido coincidían ya en buena parte en el griego clásico, reúnen en sí en el NT todos los matices del espectro de significados de o.A.~{}fLa: verdadero en el sentido de fiable, firme, real, veraz, fiel. o.A.'I']{}iñ~, y de manera semejante eJt' o.A.'I']{}da~ (7 de las 10 veces que aparece o.A.~{}fLa en Sinópticos/Hech) significa: efectivo, casi con la significación de: no se permiten dudas. - o.A.'I']{}euw significa en Gál 4, 16: decir la verdad, en Ef 4, 15: ser veraz, sincero (en el amor). 3. A veces o.A.~{}fLa es sujeto (Jn 1, 17; 8, 32.44; 1 Jn 1, 8; 2, 4; 2 Cor 11, 10; Gál 2, 5; Ef 4,21) o predicado nominal (Jn 14,6; 17, 17; 18,38; 1 Jn 5, 6; 2 Cor 7,14), Y con muchísima frecuencia es objeto en acusativo dependiendo de verbos de decir, conocer y saber (principalmente en Jn); pero es también importante la expresión hacer la verdad, que aparece dos veces (Jn 3, 21; 1 Jn 1, 6). Es significativa la construcción con dativo: no obedecer a la verdad (Rom 2, 8; Gál 5, 7; cf. 2 Tes 2, 12; 1 Pe 1, 22). Principalmente son característicos de Pablo, refiriéndose a o.A.~­ {}eLa, los genitivos atributivos: «de Dios» (Rom 1, 25; 3, 7; 15, 8), «de Cristo» (2 Cor

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11, 10) Y «del evangelio» (Gá12, 5.14; cf. Col 1, 5), mientras que Jn entiende o.A.~{}fLa en sentido absoluto. o.A.~{}fLa como genitivo determinativo se halla dependiendo, entre otros, de Jtvevfw, espíritu, (Jn 14, 17; 16, 13; 1 Jn 4, 6) Y A.óyo~, palabra, (2 Cor 6, 7; Ef 1, 13; Col 1,5; 2 Tim 2, 15). En las Pastorales es característica la expresión d~ eJtLyVW(JLV o.A.'I']{}da~, para el conocimiento de la verdad, donde el sentido de o.A.~{}fLa se acerca ya al de la «recta doctrina» (Bultmann, en ThWNT 1, 244s). Entre los giros con preposición hay que destacar: ser de la verdad (Jn 18,37; 1 Jn 2, 21; 3, 19; que se identifica con «ser de Dios»; Schottroff, 228, -> 4) Y en (ev) la verdad (passim, por ejemplo caminar en la verdad: 2 Jn 4; 3 Jn 3s). En construcción coordinada, o.A.~{}fLa se halla principalmente junto a Jtvevf-ta, espíritu, (Jn 4, 23s), XáQL~, gracia, (Jn 1, 14, 17; cf. la expresión veterotestamentaria J:tesed w'emet), cÍLltmoauv'l'], justicia, (Ef 5, 9), JtLatL~, fe, (1 Tim 2, 7) Y o.yáJt'l'], amor, (2 Jn 3). En Jn se nos dice que Dios es o.A.'I']{}~~ y o.A.'I']{}LVÓ~, porque Dios en el Hijo se revela como la Verdad (3, 33; 7, 28; 8, 26; 17, 3; sobre 1 Jn 5,20 cf. R. Bultmann, Die Johannesbriefe [KEK], 92s). Por eso, es también significativo de la teología joánica el que o.A.'I']{}~~ se halle también junto a f-taQtuQLa, testimonio, (5, 31s; 8, 13s; 21, 24; 3 Jn 12; o.A.'I']{}LVÓ~ aparece únicamente en 19, 35 = «redacción eclesial»; cf. Tit 1, 13). Dentro de esta dirección del pensamiento, Cristo (en Jn 7, 18; 1 Jn 5, 20e; Mc 12, 14 par. Mt 22, 16 o.A.'I']{}LVÓ~ significa que Jesús es veraz) y el pan del cielo que significa a Cristo (Jn 6, 32), la carne y la sangre sacramentales (Jn 6, 55), Y otras cosas por el estilo son también verdaderos. Para Pablo (en Rom 3, 4) Dios es o.A.'I']{}~~ en el sentido de que es veraz; en cambio, en 1 Tes 1, 9, lo de «al Dios vivo y verdadero (o.A.'I']{}Lv0)>> podría ser una fórmula de misión tomada del judaísmo. En Ap o.A.'I']{}LVÓ~ es atributo de Dios (6, 10), de Cristo (3, 7.14; 19, 11), de los caminos de Dios (15, 3) Y de sus juicios (16, 7; 19,2) Y palabras (19, 9; junto a JtLatÓ~,

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&A~{)-fL(X

fiel: 21, 5; 22, 6). En 10 que respecta a los demás escritos del NT, «verdadero» no es un término característico. 4. El concepto de verdad no fue tema de la predicación de los Sinópticos, y no 10 fue tampoco, seguramente, del Jesús «histórico». Sin embargo, si aA:!Í'lteLU es importante para la teología paulina y constitutivo de la teología joánica, entonces en esa reflexión teológica se expresará también conceptualmente 10 que constituía la fuerza motivadora de la predicación de Jesús. El amén (--+ all"Ív) típico de Jesús es un acto lingüístico por el que Jesús reclama la autoridad de la verdad divina (cf. Jeremias, Teología, 50s). Y, desde luego, «amén» tiene el mismo tema que 'emet. a) El uso de aA."Í'ltHu en Pablo aparece clarísimamente en la visión cronológica de sus cartas. De las tres veces que aparece en Gál (3, 1 es secundario según C Koiné y otros), vemos que aA."Í'ltELu se halla concretada 2 veces por el genitivo determinativo toií eUUyyeA.LO'U (2, 5.14); en 5, 7 (tñ aA.'I']'ltdc;x, con p46 C D Koiné y otros) aparece un uso absoluto de aA."Í'ltELu con el mismo sentido. Así que el concepto aparece clarísimamente en el contexto de la revelación proclamada. Ahora bien, Pablo no comprende todavía el evangelio, cual 10 hará más tarde en Rom, como la poderosa cuasi-presencia del Dios que se revela en la «justicia de Dios» (--+ OLXUWO'ÓV'I'] 'lteoií) -¡este concepto no lo conoce todavía el Pablo de Gál!-. Por eso, aA."Í'lteLU podría implicar aún en Gál, en cierto sentido, el significado de «verdadero contenido del mensaje divino». Claro que en el fondo de 5, 7 (<<no obedecer a la verdad», cf. Rom 2, 8) se encuentra ya la tendencia a comprender la verdad del evangelio como representación del Dios que se revela en Cristo. En 1 Cor se encuentra aA."Í'ltELu en antítesis con injusticia, aOLxLu, 13, 6, y se refiere por tanto a la conducta del hombre; en 5, 8 mediante la coordinación de aA."Í'ltELu y los sentimientos puros, eLA.LXQLVeLU, se indica una idea que se desarrolla en 2 Cor 3s (cf. infra). En el curso de la exposición acerca del hecho

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de recomendarse a sí mismo en 2 Cor, Pablo habla en 4, 2 sobre la revelación, cpUVÉQWOL~, de la verdad. Tan sólo en el acto de la revelación de la verdad desaparece la duda sobre la integridad y la legitimidad de aquel que la proclama. Por tanto, es propio de la verdad proclamada el tener la fuerza para imponerse a sí misma. aA."Í'ltELu, según eso, no es el simple objeto de un enunciado, aunque Pablo puede decir en 2 Cor 12,6: «Digo la verdad» Como verdad proclamada, se convierte en verdad que acontece y, como tal, en poder determinante para el oyente abierto, quien en el oír «se convierte él mismo en eLA.LXQLV"Í~ y, por tanto, es capaz de ver que también el proclamador de tal aA."Í'lteLU está determinado, él mismo, por eLA.LXQLVELU» (R. Bultmann, Der zweite Korintherbrief [KEK] , 104). 2 Cor 6, 7 establece una coordinación entre «en la palabra (Mycp) de la verdad» y «en el poder (O'UvállEL) de Dios». Y, así, en 13, 8 aA."Í'ltELu es la verdad superpoderosa que hace que se conozca a Dios (ibid. 250). Es sorprendente en 2 Cor el uso absoluto de aA."Í'ltELu (tan sólo en la fórmula de juramento de 11, 10 encontramos el genitivo XQLotoií). En 7, 14 aA."Í'lteLU significa la veracidad de Pablo. En Flp 1, 18 aA."Í'ltELu vuelve a ser la veracidad del proclamador, tanto más que se opone al pretexto, :n;QÓCPUOL~.

Sorprende en Rom una curiosa reserva en cuanto al uso de aA."Í'ltELu. En la parte decisiva de la Carta, que es 3, 20-8, 29, no aparece el término aA."Í'lteLU. Es verdad que en 1, 18-3, 20 el pecador, tanto judío como gentil, se ve marcado negativamente por la verdad de Dios, a la que él ha aprisionado (1, 18.25) o sobre la que incluso ha tenido pretensiones (2, 8.20). Ahora bien, precisamente en el enunciado de 1, 18, que es antitético del lugar cardinal de la Carta, 1, 16s, aA."Í'ltELu aparece como la verdad revelada de Dios (R. Bultmann, en ThWNT 1, 244, 8s; E. Kasemann, An die Romer 3 [HNT], 35; otra es la opinión de O. Michel, Der Brief an die Romer 3 [KEK], 62: «el recto comportamiento»). Esto encaja en el enunciado fundamental de 1, 16s: Dios, como el que se revela, se halla majestuosamente

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presente en la OLxmoo'Óv'I'] 'lteoií. Con ello aA."Í'lteLU adquiere casi el sentido de OLXUWo'Óv'I'] 'lteoií. En el sentido del 'emet del AT, aA."Í'ltELu significa en Rom 3, 7; 15, 8 la fidelidad de Dios al pacto. El pasaje de 9, 1, lo mismo que 2 Cor 11, 10, es fórmula de juramento. A pesar de 1, 18 Y 3, 7, vemos que aA."Í'ltELu, por ser usado atemáticamente, no es en Rom un concepto dominante. Ahora bien, precisamente en 1, 18 encontramos la trayectoria que parte de Gál y pasa por 2 Cor, y en la cual se expresa la siguiente idea: la verdad es la presencia de Dios que, de acuerdo con la voluntad divina, se ha revelado por medio de la proclamación y que, por esa misma razón, tiene el carácter de poder y majestad. La hipótesis de que Pablo, en Rom 2, 20, habla de «la encarnación del conocimiento y de la verdad en la ley», tijv IlÓQCPWOLV tfí~ yvwoew~ xuL tfí~ aA.'I']'ltdu~ fV VÓ[lq), como una cita tomada de un escrito judío de misión (H. Lietzmann, Romerbrief [HNT] , 43), sigue siendo una hipótesis digna de mención. b) También Jn entiende la verdad como acontecimiento. En todo ello no le interesa expresar conceptos bien perfilados. Por un lado, por medio del Logos que se hizo carne, «llegó a ser» (la gracia y) la verdad, 1, 14.17; por otro lado, Jesús, por ser el Revelador, «es» el camino, la verdad y la vida, 14, 6. Tan sólo porque él «es» la verdad, «dice» y da testimonio de ella (8, 40.45s; 16, 7; 18,37). Como «la misma realidad de Dios que se revela, que acontece en él» (Bultmann, Teología, 434), Jesús significa para el creyente que conoce y ve (14, 9) la realización de la vida eterna concebida como presente (5, 24s). Ahora bien, conocer la verdad significa estar libre de «hacer el pecado», 8, 31 ss. El hecho de que, por otro lado, se hable de «hacer la verdad» (3, 21), por medio de 10 cual se abre el acceso a la luz (la nueva comprensión de sí mismo, captada en la fe), muestra que Jn no pretende ofrecernos una teoría armónica acerca de una psicología del llegar a la fe. Por de pronto, 10 prohíben los enunciados «predestinacionistas» (por ejemplo, 8, 34ss; 12, 37ss:

178 el joánico «misterio del Mesías»). Esos enunciados son la descripción «teológica» de que la capacidad de creer se da como un don. Así como el «devenir» de la verdad de Dios en la encarnación es iniciativa de Dios, así 10 es también el revelarse de esa verdad, cuando uno la capta con fe. El que es de la verdad, oye a Jesús, es decir, oye la voz de Dios, 18, 37; el que no es de Dios, no puede oír su voz; en efecto, esa persona es «del diablo, que es (su) padre», el cual, por su parte, cuando dice la mentira, «habla de 10 que es propio de él», 8, 40ss. El increyente sólo puede preguntar perdidamente: «¿Qué es la verdad?», 18, 38. Resumiendo: La verdad se abre y se revela a quien no se cierra ante ella. El carácter de apertura y revelación de la verdad se concibe activamente: Dios se «exegesiza» [= se da a conocer] (1, 18) como la Verdad en Aquel a quien él envía como la Verdad, Dios se muestra activamente como la Verdad. Cuando R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes (KEK), 332s, deduce el concepto de &A~{)-ELa en Jn de la concepción griega de la apertura de todo ente en general, porque la cuestión acerca de la &A~{)-ELa en Jn se orientaría por la cuestión que interroga acerca de la vida y busca el sentido auténtico del hombre que está preocupado por su propio ser, no debemos olvidar que esa interpretación pretende hacerse en el terreno del análisis existenciario de Heidegger, el cual se basa -a su vez- en la comprensión griega de la &A~{)-ELa como apertura y revelación. De esta manera, la comprensión joánica de la &A~{)-ELa puede entenderse como la modificación específicamente teológica de la comprensión griega de la verdad. Claro que podemos preguntarnos si la comprensión bultmanniana de la &A~{)-ELa no estará ya más cerca de la obra de Heidegger titulada «Vom Wesen der Wahrheit» [trad. esp. «De la esencia de la verdad»] (sobre este escrito como documento de la Kehre [= «conversióu»], cf. Tugendhat, 377s) que de la interpretación existenciaria de la verdad que se da en la obra «El Ser y el Tiempo» (trad. esp. de José Gaos) § 44. De la crítica de Tugendhat sobre la concepción heideggeriana de la verdad se derivan preguntas críticas acerca de la exégesis de la &A~{)-ELa joánica, que no podemos detenemos aquí a estudiar. La réplica más importante que se diera a la concepción de Bultmann fue la réplica de De la

179 Potterie. Más importante que su rechazo del origen histórico-religioso de la temática de la aA~{}fLa joánica en el dualismo (griego y) gnóstico (cf. infm), es su intento de impugnar que la aA~{}fLa joánica sea la verdad de Dios revelada. «La verdad ... no es identificada con Dios, sino con Cristo y con el Espíritu» (1009). Pero habrá que pedir aclaraciones sobre si esto no sería concebir demasiado estrechamente la idea joánica de la encarnación: ¡Dios se revela en el hombre Jesús! ¿Se tendrá en cuenta esto suficientemente cuando De la Potterie llega a la conclusión: «Sólo el Verbo encarnado estaba lleno de verdad, él solojUe la revelación (1, 18) ... » (1011)? ¡Por tanto, no había tampoco ninguna "Verdad preexistente»! Ahora bien, si la verdad es acontecer de Dios, más aún, si es precisamente Dios como acontecer, entonces se integra orgánicamente en esta idea la vinculación entre Espíritu (-+ JtvEu[ta) y Verdad: a Dios hay que adorarlo en el Espíritu y en la Verdad, Jn 4, 23s. El Espíritu de la Verdad introduce en toda la Verdad, 16, 13 (seguramente, con Sin D y otros: EV l"ñ al-..fp'}d<;t náaTI), es decir, interpretará como «verdadera» la persecución de que son objeto los discípulos (15, l8ss), es decir, la interpretará como cosa conforme a la glorificación, acaecida en la cruz, de la verdad encarnada en Jesús. Y, así, Jesús envía a los discípulos como santificados en la Verdad, 17, 17ss. Es discutida la derivación histórico-religiosa que se hace de la aA~{}fLa joánica. La hipótesis de Bultmann de que el dualismo joánico entre la verdad y la mentira hay que entenderlo como el dualismo entre las dos posibilidades del existir humano (Dasein) en contraposición al dualismo gnóstico que piensa en categorías de sustancia, podría seguir siendo la solución más convincente, aunque habría que aportar considerables modificaciones a la gnosis mitológica reconstruida por Bultmann. Las concepciones de Kasemann y de SchoUroff acerca del carácter gnóstico de Jn desconocen de diferente manera la importancia de Jn 1, 14s. El mérito de Becker de haber puesto de relieve claramente una vez más los estrechos paralelos entre Qurnrán y Jn se relativizan porque este autor no tiene debidamente en cuenta la aAr'¡{}fLa joánica como autorrevelación de

180 Dios (sobre la diferencia entre Qumrán y Jn, cf. Braun, Qumran II, 121ss). De la Potterie se esfuerza por derivarlo todo del AT y del judaísmo. Sólo consigue demostrarlo en parte, porque hay que tener en cuenta los tempranos entrelazamientos que se produjeron entre el pensamiento judío, el pensamiento helenístico y el pensamiento gnóstico. En las Cartas joánicas, por contraste con el Evangelio de Jn, se observa cierto desplazamiento de los acentos en cuanto al significado de la al-..~{}ELa, un desplazamiento que va de la «realidad de Dios» (pero cf. todavía, por ejemplo, 2 Jn 1b) a la «actitud del creyente» (por ejemplo, 1 Jn 1, 6.8; cf. R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, 120: «El elemento moral es aquí decisivo»), en todo lo cual no podemos pasar por alto, desde luego, que el ethos cristiano concreto tiene sus raíces en la realidad divina (= ¡revelación!). Es significativo el pasaje de 1 Jn 2, 4, donde se entrecruzan ambas ideas. Todo el conjunto se enuncia en el marco de la polémica contra los herejes. H. Hübner

UJ.1)-3EÚro aletheuo ser veraz, decir la verdad -+

al-..1Í{}ELu.

uJ.1)-3t]~,

2 alethes verdadero,

sincero, au-

téntico -+ al-..~{}ELa.

uJ.1)-3tVÓ~, 3 alethinos veraz, verdadero -+ al-..~{}ELa.

uJ.t]3ro aletM moler (grano)* Mt 24, 41 par. Lc 17, 35: dos (mujeres) que están moliendo (con la piedra de molino).

181 á"'tEÚ~, iro~,

ó halieus pescador* En plural también ál-..EEL~; BlaB-Debrunner § 29, 5. Mt 4,18.19; Mc 1, 16.17; Lc 5, 2. W. H. Wuellner, The Meaning of «Fisher of Men», Philadelphia 1967; R. Pesch: EThL 46 (1970) 413-432; J. D. M. Derrett, "Haav YUQ ál-..LEL~ (Mk 1, 16): NovT 22 (1980) 266-277. -+ ü.v{}QwJto~ 2.b. .áJ.tEÚro halieuo pescar* Jn 21, 3 «Voy a pescar». áJ.t~ro ha lizo salar -+ al-..a~.

ato~, tó alisgema contaminación* Hech 15, 20: Contaminación por los ídolos (l"WV d6wl-..wv).

uJ.toY1)""a,

uJ.J.á alla sino, pero 1. Uso del vocablo - 2. Significación - 3. Empleo en Jn y en Pablo.

Bibl.: Bauer, Worterbuch S. v.; Blal3-Debrunner, § 448; Kühner, Grammatik § 534; Liddell-Scott s. v. Mayser, Grammatik II/3, 116-119.

1. al-..I-..á aparece en el NT principalmente en Pablo y en Jn. Y, así, Rom, 1 Cor y 2 Cor ofrecen, cada uno de estos documentos, tantos testimonios del uso de este término como Mt y Lc juntos, a saber, unos 70 testimonios; en cambio Col y 2 Tes ofrecen tan sólo 3 ó 5 respectivamente, y Jn con 102 testimonios ofrece más del doble que Mc con 45. La combinación al-..I-..u xaL aparece con sorprendente frecuencia en Rom (12 veces; cf. 2 Cor y Jn con 6 testimonios en cada documento), al-..I-..' ou (oMé) en 1 Cor (12 veces) y al-..I-..' Lva en Jn (lO veces; en los demás casos, sólo aisladamente).

cH,l)aro~ alethos (adv.) verdaderamente, en

realidad -+ a/..~{}Ha.

2. La partícula adversativa al-..I-..á se deriva etimológicamente de ü.I-..I-..O~ y, por tanto, sig-

182 nifica propiamente de manera distinta y designa cosas distintas y opuestas, separaciones y nuevos comienzos. a) En la mayoría de los casos, al-..I-..á significa pero (Jn 16, 20; cf. Lc 24, 21 con aHá yE pero incluso) o b) -después de negaciones (eventualmente implícitas)- sino, más bien, no (Mt 5, 17; 11, 8.9 par. Lc; Le 14, 1O.l3; Jn 7, 39; Hech 19, 2; Rom 8, 37; 1 Cor 10, 20; después de OUXL: Lc 1,60; 12,51; 13,3.5; 16,30; Jn 9, 9; Rom 3,27). c) Después de negaciones en las que aparece ü.Ho~ (el"EQo~) o hay que suponerlo implícitamente, vemos que al-..f...á (o al-..I-..' 1)) tiene el sentido de d [t~ si no, a no ser (Mc 4, 22; 2 Cor 1, l3). El al-..I-..' 1) de Le 12, 51 (BlaB-Debrunner, nota 9; «nada más que») corresponde más bien al apartado b (cf. Bauer, la). d) Después de oraciones concesivas con d xaL (E'LnEQ) o fáv vemos que a)..,)..,á significa sin embargo (Mc 14, 29; 1 COI 4, 15; 8, 6; 9, 2 [con al-..I-..á yE sin embargo al menos]; 2 Cor 4, 16; 5, 16; 11,6; Col 2, 5; cf. Rom 6, 5 con al-..I-..u xaL ciertamente también, después de un d condicional). e) En énfasis retóricos al-..f...á significa aun (hasta) (Lc 12, 7; 16,21; Jn 16,2; Flp 1, 18 Y-con la yuxtaposición de conceptos que se van intensificando- 1 Cor 6, 11 [2 veces]; 2 Cor 2, 17; 7, 11 (6 veces].12 v.l. y también Flp 3, 8 con al-..I-..u [tEVOUVyE aún más [BlaB-Debrunner § 441,6]). f) En las exhortaciones, al-..f...á pretende dar más énfasis en el sentido de ¡ea, ahora .. .! (Mc 16,7; Hech 4, 17; 9, 6; 10,20; 20, 16). 3. En Jn la expresión oUx ... a)..,f...á (al-..)",' Lva), Lva ... [tY) ... al-..I-..á acentúa la intención salvífica de Dios y de su Enviado (3, 15. 16.17; 5, 24; 6, 39; 12,47). Con oUx ... al-..f...á Jesús remite y apela a Aquel que le envió (casi siempre se dice ó né[t'tjJa~) S, 30; 6, 38; 7, 16.28; 8, 16.42; 12,44.49; 14,24. PablV emplea al-..I-..á especialmente para expresar énfasis y antítesis. En la enfática contraposición de frases enteras, efectuada mediante la expresión (que se encuentra únicamente en él): ou [tóvov 6é, al-..I-..u xaL y no sólo esto, sino

183 que también, el tema es siempre (con excepción de 2 Cor 8, 19) la promesa (Rom 5,3.11; 8, 23; 9, 10). En antítesis se mueve con especial frecuencia su discurso, cuando se trata de la justificación (Rom 3, 27; 4, 4.13; 6,14.15; 8,4.9.15; 9, 12) o del servicio y ministerio del Apóstol (1 Cor 1, 27; 2, 4.5.7.13; 4,19.20; 2 Cor 1,12; 3, 5; 4, 5; 10,4.18; Gáll, 1.12.17). Densamente comprimido se halla OUIt ... a"A."A.á en la descripción dialéctica del hombre en Rom 7,15.17.19.20, así como también el imperativístico ¡.t~ a"A.Aá en la parénesis de 12, 2.3.16.19.21. Sobre el cristológico OUIt ... a"A.Aá en Flp 2, 6s cf. P. Grelot: Bib 54 (1973) 25-42. Con a"A."A.' ouM Pablo describe la paradoja que se da en la conducta cristiana (1 Cor 10, 23; cf. 6, 12) Y en la existencia apostólica (l Cor 4, 3.4; 9, 12; 2 Cor 4, 8a.9a.b; cf. 2 Tim 1, 12). W. Radl

aAAá(J(J(O allasso cambiar, alterar* 1. El verbo significa «cambiar» en el sentido más amplio. Al final de una exhortación de estilo personalísimo dirigida a los gálatas, Pablo les escribe diciendo que le gustaría estar ahora con ellos y «cambiar su voz» (Gál 4, 29). Frente a la hipótesis de que se trata de cambiar una vez el tono de la voz (¿para endurecerlo o para suavizarlo?, ¿para convertirlo de lenguaje humano en «lenguaje celestial» ?), será más adecuado reconocer aquí el deseo de Pablo de acomodar su voz a la correspondiente situación del diálogo (J. Becker, Galaterbrief [NTD 8 14 ] 54); cf. G. Wilhelmi: ZNW 65 (1974) 151-154. 2. En 1 Cor 15, 51s Pablo escribe que los cristianos que todavía vivan cuando se produzca la parusía, tendrán que ser cambiados, es decir, trasformados, ya que la «carne y la sangre» no pueden heredar el reino de Dios; lo perecedero tiene que convertirse en imperecedero (cf. J. Becker, Auferstehung der Toten im Urchristentum, Stuttgart 1976, 96105).

184 3. En la acusación contra los gentiles, que han errado en cuanto al conocimiento de Dios, Pablo escribe que esos gentiles «cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible y de aves ... » (Rom 1, 23). La formulación enlaza con el Sal 105, 20 LXX Y Jer 2, 11. Como adecuada retribución por ese cambio por el cual los gentiles trocaron al Creador por su criatura, Dios ha abandonado a los gentiles a vicios degradantes: «Porque las mujeres cambiaron las relaciones sexuales normales por las que son contra la naturaleza» (Rom 1,26). Aquí, lo mismo que en Rom 1,25, se emplea el verbo compuesto ¡.tE'ta"A."A.áom:.o con el mismo significado.

gung, Paderborn 1972; Haag, Diccionario, 658-661; J. C. Joosen-J. H. Wasznik, en RAC 1, 283-293; L. Goppelt, en RGG 1, 239s; H.-J. Klauck, Allegorie und Allegorese in den synopt. Gleichnistexten, Münster i. W. 1978; H. Lausberg, Handbuch der literarischen Rhetorik, München 1960, § 895-901; F. MuBner, Der Galaterbrief, Freiburg i. Br. 1974, 319s; H. Schlier, Der Brief an die Galater, Gottingen 41965, 218s; J. Tate, en aCD, 45s.

4. Según Hech 6, 14 los judíos acusan a Esteban de que él ha enseñado que Jesús ha de destruir el templo y «cambiar las ordenanzas que Moisés nos dio». Según Lc, esto es un «falso testimonio», pero podría reflejar la actitud crítica adoptada por los «helenistas» con respecto a la ley. Heb 1, lOss expone lo elevado que está el Hijo por encima de toda la creación, valiéndose para ello de una cita del Sal 102, 26s: el cielo y la tierra «serán cambiados incluso como una vestidura». H. Merkel

2. Los primeros testimonios del vocablo proceden de la época helenística tardía (Ateneo, Plutarco), y luego se encuentran principalmente en Filón y en Josefo; En el NT el término se halla atestiguado en Gál 4, 24 como hapax legomenon. (No aparece en la LXX.) Pero la realidad significada es más antigua; de ello da testimonio únóYOLa (Jenofonte, Platón, Aristóteles) con un significado sinónimo. También la tipología empleada a menudo por Pablo como referencia dada por Dios para el futuro (cf. Rom 5, 14; 1 Cor 10, 6.11) pertenece bajo ciertas condiciones a este campo; hay que mencionar también las interpretaciones alegóricas de las parábolas en Mc 4, 1320 par.; Mt 13, 37-41.

aAAaxó3EV allachothen por otro lugar* In 10, 1 subir por otro lugar.

aAAaxoií allachou a otra parte, en otra dirección* Mc 1,38 «¡Vayamos a otro lugar!».

aAAl]yoQÉ(O allegoreo exponer plásticamente (explicar)* 1. Etimología y significado - 2. Testimonios y campo léxico - 3. Trasfondo histórico - 4. Gál 4, 24.

Bibl.: M. v. Albrecht-C. Andresen, en LAW, 121125; Bauer, Worterbuch s. v. F. Büchsel, aA.A.l]yoQÉw, en ThWNT J, 260-264; J. Ernst (ed.), Schriftausle-

186

185

1. a"A."A.ljyoQÉw, de ano ayoQevw digo algo de manera distinta (de lo que pienso) o pienso algo de manera distinta de como lo digo, es decir, explico (designo) algo en imágenes y plásticamente. El término básico ayoQevw pregono en voz alta, digo públicamente hace referencia al lagos, al discurso, y pertenece por tanto a la terminología de los conceptos retóricos y hermenéuticos (Lausberg).

3. Como fenómeno universal en la historia de las religiones, la interpretación alegórica relativiza la significación puramente literal de un texto y trata de llegar a un sentido (casi siempre ético) más profundo. Se propone defender pasajes escandalosos o actualizar enunciados que han quedado anticuados (como sucede, por ejemplo, en la interpretación estoica de los mitos de Hesíodo y Homero acerca de los dioses). De esta manera el método halla entrada en la literatura (Sa1Sl; 4 Esd) y la exégesis (Agadá) judeo-rabínica, particularmente del AT (cf. la interpretación de Cant), y satisface no menos la predilección de los orientales por las imágenes y los símbolos misteriosos, por sugestivas comparaciones y por alusiones enigmáticas (en el AT, por ejemplo, Ez 15; 16; Os 1, 2-9). Además, se manifiesta aquí el factor dinámico, orientado hacia el futuro, de la comprensión bíblica de la promesa-cumplimiento.

4. El único testimonio literal del término (como participio de presente en voz pasiva) es Gál 4, 24 y dice así: u·tLyá EO'tLV a"A."A.ljYoQov¡.teya todo esto está dicho alegóricamente. Con arreglo al contexto del NT (Gál 4, 22s) y mirando retrospectivamente al AT (Gén 16, 15; 21, 2), lo que se propone Pablo es establecer una antítesis entre Agar y Sara, y más todavía entre los respectivos hijos de las mismas: Ismael e Isaac. La manera de hablar alegórica (o más acertadamente: la alegoría tipológica) dice con todo ello: las dos mujeres con sus respectivos hijos simbolizan los dos testamentos, el antiguo pacto de la esclavitud a la ley (promulgado en el Sinaí) y el nuevo pacto de la libertad de Cristo (dado para la Jerusalén de arriba, la espiritual). A esta última pertenecen los gálatas como hijos libres que son. Los dos ámbitos muestran realidades en distintos planos y en sentido diferente. Lo común lo expone Pablo en una (audaz) conclusión de analogía, que señala hacia el futuro e indica la misteriosa acción de Dios (tanto en el antiguo como en el nuevo pacto). Cf. recientemente F. Pastor Ramos: EstB 34 (1975) 113-119; C. K. Barrett, en FS Kiisemann, 1-16. A. Kretzer

áAAl]AOtJLá hallelouia ¡aleluya! (<<¡alabad a Yahvé!»)* Bibl.: Billerbeck III, 822; F. Cabrol, Alleluia IIIl, en DACL 1, 1229-1231; H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT 16a), Tübingen 1974, 240-245; E. Lohse, en RGG 1Il, 38; H. Schlier, Úf.A.l]A.ou'Lá, en ThWNT J, 264.

La fórmula litúrgica del Salterio, trascrita del hebreo, y que en él (con excepción del Sal 135,3) se limita a títulos y y finales de los salmos (hale luya o de un tenor parecido; en la LXX unas 50 veces, siempre como título; q,"A."A.lj"A.O'lfíá también en Tob 13, 18; 3 Mac 7,13), aparece en la literatura cristiana primitiva (según los testimonios mencionados por Bauer, Worterbuch VII) 4 veces en Ap 19 con motivo de la descripción de un culto celestial de acción de gracias: en los vv. 1.3.6 se encuentra

187

CtA.A:rlA.o'U·Cá -

áAA'I']AOU'CU al comienzo de breves himnos de alabanza entonados por un coro celestial; en el v. 4 (evidentemente por inversión del orden litúrgico usual) el cántico de alabanza de la multitud es contestado en forma responsorial por los miembros superiores de la jerarquía con la exclamación de af-t~v áAA'I']AOU'iu (tiene también carácter responsorial en el Sal 106, 48). (El v. 5 traduce seguramente áAA'I']AOU'iu por «¡alabad a nuestro Dios!»). H.-W. Kuhn (-Ot~ -ou~) aUNan uno a otro, los unos a los otros

aAA1]AOJV

Bibl.: BlaB-Debrunner § 287; 247, 4; M. H. Bolkestein, Het woord «elkaar» in het NT: Ministerium 3 (1969) 37-40; Schwyzer, Grammatik 1, 446; J. P. Versteeg, Oog voor elkaar. Het gebruik van he! woord «elkaar» in et Nieuwe Testament, Kampen 1979. 1. El pronombre (recíproco) &A.A.~A.wv (atestiguado ya desde el comienzo de la literatura griega) está formado por la duplicación del tema &no- (-+ ano~) y significa originalmente el uno al otro (o los unos a los otros) (cf. Ap 1 12 aA.A.o~ JtQo~ aH,ov); corresponde, por tant~, a nuestro recíprocamente, mutuamente. En el NT es neutro en Gál 5, 17; 1 Cor 12,25 (en contra de BlaB-Debrunner § 287 nota 1); en los demás lugares es masculino. - La lengua hebrea (aramea) no posee una sola palabra con significado correspondiente, sino que dice poco más o menos: un hombre - su prójimo (hermano), éste - a éste, uno - a uno (cf. 1 Tes 5, 11 d~ .ov Eva) o se emplean formas verbales reflexivas en hitpael o nifal (referencia de H.-P. Stahli, Bethel).

2. En el NT no ofrece problema alguno la comprensión de &AA~AWV; se sale siempre del paso traduciendo recíprocamente o mutuamente. Pocas veces se piensa en dos personas individuales (Lc 23, 12; 24, 14.17.32; Hech 15, 39; 1 Cor 7, 5); Mt 25, 32 habla de que en el futuro se apartará unas de otras a todas las naciones, formando con ellas dos grupos. Una idea personal se escucha en Rom 2, 15 (<
aA.A.o~

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rirse a varias personas que de algún modo tienen el mismo rango y que se hallan dentro de grupos homogéneos, a fin de expresar la comunicación entre esas personas o también la conducta negativa de unas con otras (nunca se emplea para expresar la relación de Jesús con sus discípulos o la de Cristo con los suyos; en cambio, Rom 1, 12 emplea significativamente este término para referirse a Pablo y a la comunidad). Es importante teológicamente el empleo de aAA~Awv para designar principalmente la conducta de los cristianos en la comunidad (la conducta que se les exige que observen) en sus relaciones mutuas acentuándose la reciprocidad, y culminando todo ello en el mandamiento del amor: ayanav aAA~Aous passim o -+ ayun'l'] Els aAA~Aous 1 Tes 3, 12; 2 Tes 1, 3 (h an~AOLs Jn 13, 35). La adición xaL Els nuv'tUs en 1 Tes 3, 12 (cf. 5, 15) muestra que Pablo con aAA~­ AWV pone en el lugar más destacado el amor que los miembros de la comunidad deben tenerse unos a otros (cf. también Gá16, 10); sin embargo, ni aquí ni en los pasajes joánicos (especialmente Jn 13, 34s; 15, 12.17; 1 Jn 3, 23; 4, 7.11s) el aAA~Aous restringe lo más mínimo el extenso mandamiento de amar al prójimo. - La expresión EOf-tEV aÜ~Awv f-tÉA'I'] (Rom 12, 5; Ef 4, 25) significa: «nosotros somos miembros en nuestras relaciones mutuas» «o unos de otros». H. Kramer aAAoyEV1]~,

2 aUogenes extranjero*

Lc 17, 18 (dícese del samaritano desde el punto de vista del judío). ThWNT 1, 266s.

iiAAo,.un hallomai saltar* Hech 3, 8; 14, 10. En Jn 4, 14 dícese del agua que brota del manantial. aAAo~,

3 alZos otro

1. Uso del vocablo en el NT - 2. Contenidos se-

mánticos - 3. Campo referencial Bibl.: BlaB-Debrunner § 306; F. Büchsel, aAAoc:;, en ThWNT 1, 264s; O. Cullmann, Samarien und die Anfdnge der christlichen Missian. Wer sind die

190

189

'AMOI van Jah. 4, 38? (1953), en Id., Vortrage und Tübingen-Zürich 1966, 232-240.

Auf~atze,

1. El NT, al igual que la lengua griega anterior al NT, emplea alternativamente aA.A.o~ y -+ E.EQo~ sin diferencias de significado (cf. Büchsel; H. W. Beyer, en ThWNT 11, 699). Así lo muestran sorprendentemente Gál 1, 1 Y enumeraciones como Mt 16, 14; 1 Cor 12, 8-10, entre otras. Por de pronto, una estadística no depurada de palabras, hecha sobre los escritos del NT que por su extensión son más importantes para este tema, demuestra no sólo el hecho del empleo alternativo -sin diferencias de significado- de ambos términos, sino también la predilección de tal o cual autor por uno o por otro de los términos. Emplean aA.A.O~/hEQO~ Mt 29/9 veces respectivamente, Mc 22/1, Lc 11/33, Hech 7/17, Jn 43/1, Ap 18/0, Pablo 32/30, Heb 2/5, San! 1/1. La LXX contiene unas 50 veces aA.A.o~, y unas 150 veces E.EQo~ (Morgen!haler, Statistik, 71 y 101).

2. En sentido neutro, aAAoS otro u otros, además o aparte del que habla o de los que hablan o del que se menciona o de los que se mencionan o puede(n) colegirse por el contexto, por ejemplo, Mt 24, 21; 27, 42 par.; Mc 15,41; 1 COI 9, 27; 10,29; ; Jn 14,16, sobre todo en enumeraciones como oí. f-tEV ... anOL be Mt 16, 14; noAAoL .. aAAOL Jn 10, 21; f-t~.e... f-t~'tE ... f-t~'tE aAAov Sant 5, 12; consúltense también las series de signos, ángeles, animales, etc. en el Ap. Es especial ó anos -en el sentido de ó IhEQos- el otro de dos, como en Mt 5,39 par.; Jn 19,32; Ap 17, 10 Y passim. En todo ello se trata a menudo de un «paralelismo antitético» como aAAoS - aAAOs, en Jn 4, 37; Erro - aAAos, en In 5, 31a.43; Flp 3, 4, o de la diferenciación excluyente con respecto al otro. El término, entonces, significa otro distinto, como en Mt 2, 12; Mc 14, 57s; Jn 10, 16; 1 Cor 15,39-41 Ypassim. Por el contrario, si se niega la existencia de aAAoS, entonces es que hay que excluir a otro, a un segundo, a otro semejante o parecido, como en Mc 12,29-31: Hech 4,12; 1 COI 3, 11; Gál 1, 6. 3. Los testimonios de este último significado muestran que se trata de la diferencia categorial del mensaje bíblico, especialmente del

mensaje evangélico, de los contenidos del mismo y de las personas que lo representan. Se niega la existencia o incluso la posibilidad de que se pueda pensar en otro de la misma índole, en algo semejante o parecido o en algo equivalente. En ello están de acuerdo todos los testimonios del NT en general. El doble mandamiento del amor es insuperable. Ningún otro es semejante a él ni lo supera, de la misma manera que junto al único Dios no existe ningún otro dios, Mc 12,29-32. Según Jn 15, 24, ningún otro, nadie más, ha realizado las obras que Jesús ha llevado a cabo. Según Hech 4, 12, en ningún otro hay salvación. Lo mismo reclama Pablo para el evangelio predicado por él. Jesucristo es el fundamento de la comunidad -el fundamento echado en la predicación de Pablo- ; nadie puede poner otro fundamento, 1 Cor 3, 11. No hay otro evangelio más que el de Jesucristo, Gáll, 6. K. WeiB aAAot~tE:rtí.(JXO:rtO~, ou, Ó allotriepiskopos denunciante* En 1 Pe 4, 15 es quizás el que se inmiscuye en asuntos ajenos; cf. ThWNT 11,617-619; Bauer, Warterbuch, s. v. La interpretación en el sentido de una persona que es infiel o defrauda, en I. B. Bauer: BZ 22 (1978) 109-115. aAAót~tO~,

3 alZotrios ajeno También como adjetivo sustantivado 'to aAM.QLoV la propiedad ajena Lc 16, 12; ó aAAó'tQLOs el otro, el extranjero, el extraño Mt 17, 25.26; Jn 10, 5a.b. ThWNT 1, 265s; DTNT n, 158; G. 1. M. Bartelink, Allotrios and alienus: Glotta 58 (1980) 266-277. 2 allophylos de tribu extraña, extranjero (por no ser judío)* Hech 10,28; cf. 13, 19 D syh. ThWNT 1,267.

aAAóqJUAO~,

aAA(t)~

aUas (adv.) de otra manera* 1 Tim 5, 25 'tu aAAwS' €j(ov'ta las (obras) que son diferentes.

191

UAoáw - '1\AIPa

aAoáro aloao trillar* 1 Cor 9,9.10; 1 Tim 5, 18. Ambos pasajes tienen como fondo Dt 25, 4. aAo'Yo~,

2 alogos mudo, irracional*

Hech 25, 27; 2 Pe 2, 12; Jds 10. ThWNT IV, 145.

aAót), t)~, 'ÍJ aloe áloe* Jn 19, 39: Nicodemo trajo «una mezcla de mirra y áloe». Haag, Diccionario, 61. áA1'XÓ~, 3 halykos salado* En Sant 3, 12 dícese del manantial salado (?): cf. Bauer, Worterbuch, s. v.. aA"''to~,

2 alypos libre de preocupaciones*

Flp 2, 28. ThWNT IV, 324. aA1'(Jt~, Ero~, 'ÍJ halysis cadena * Mc 5, 3.4 (bis); Lc 8, 29; Hech 12,6.7; 21, 33; 28, 20 (¿esposas?); Ef 6,20; 2 Tim1, 16; Ap 20,1. aA1'(JtnAÍ)~,

2 alysiteles dícese de lo que

no reporta ninguna ventaja* Heb 13, 17: Eso no os beneficiaría en nada.

':AAq>a, 'tó Alpha Alfa* "'Q[ftEYU], tÓ o(mega) Omega* Bibl.: W. J. P. Boyd, «I am Alpha and Omega» (Rev. 1,8; 21, 6; 22, 13): StEv II (1964) 526-531; F. Dornseiff, Das Alphabet in Mystik und Magie, Leipzig-BerJin 21925 (=1975); H. Hommel, Schopfer und Erhalter, Berlin 1956, 32-137; G. Kittel, AQ, en ThWNT 1, 13; H. Kosmala, Anfang, Mitte und Ende: ASTI 2 (1963) 108-111; E. Lohmeyer, A und O, en RAC 1, 1-4; W. O. Moeller, The Mithraie Origin and Meaning of the Rotas-Sator Square, Leiden 1973; W. C. van Unnik, Het godspredikaat «Het begin en het einde» bij Flavius Josephus en in de openbaring van Johannes, Amsterdam-Oxford 1976.

El nombre de la letra 'f\AcpU, en el NT, aparece sólo en la fórmula (dfU) ta 'f\Acpa 'K,alta "QftEyaAp 1,8; 21, 6; 22,13. En 1, 8

eyw

192

se revela «el Señor Dios» (== yhwh 'elohfm) como el Alfa y la O(mega), como «el que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso»; en 21, 6 se revela como el Alfa y la O(mega), «el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin». Las expresiones paralelas se interpretan recíprocamente, aunque cada una de ellas tenga su propio acento. Enuncian de manera determinada en cada caso el poder y el señorío (por lo que respecta a «el Primero y el Ultimo», cf. van Unnik; por lo que respecta al enunciado trimembre relacionado con el tiempo y a :n:avto'K,QútwQ, cf. G. Delling, Studien zum Neuen Testament und zum hellenistischen Judentum, Berlin 1970, 439-448). La expresión «el Alfa y la O(mega»>, en cuanto predicado de Dios, no está atestiguada en otra parte, ni en fuentes griegas ni en fuentes judías. Un nombre de Dios formado por todas las vocales lo encontramos ocasionalmente en contextos sincretistas (cf. Preisendanz, Papyri 5, 468.472; Eusebio, PraepEv XI, 6, 37); pero en ello lo importante es mencionar todas las vocales; el orden de sucesión de las mismas, desde a hasta o, no tiene ninguna importancia. Los juegos de letras, del gnóstico Marcos (Ireneo, Raer 1, 15-22), no ofrecen tampoco ninguna explicación satisfactoria que esclarezca el origen de la predicación. Una designación rabínica de Dios -aunque atestiguada en el siglo I1I- a quien se llama la «Verdad» (='emet) nos hace avanzar más en este punto. Res Laqis (hacia el 250) la ha explicado en el sentido de que la a [del shewá coloreado, trascrito por e] es la primera letra, la m la del medio, y la t la última; además relaciona expresamente esto con Is 44, 6 (jSan 1, 18a, 22; GenR 81 (52a); cf. Billerbeck 11, 362; I1I, 789). Ahora bien, en el alfabeto hebreo -a diferencia del griego- la m no está en el medio. Así que podemos sospechar que detrás de a m t se halla una denominación griega de Dios a m o. Es explicable el hecho de que en el Ap falte la m. También la fórmula «el Primero y el Ultimo» la encontramos en forma trimembre con la adición o la inserción del «medio» (ambas se hallan yuxtapuestas en Josefo, Ant VIII, 280 Y Ap 11, 190). También Reií Laqis relacionó a m t con Is 44, 6 «Yo soy el Primero y el Ultimo». Sigue siendo difícil el testimonio tardío y sólo indirecto (pero posiblemente las letras ANO bajo el Cuadrado-Rotas-Opera en Pompeya [CIL] IV 8623] representan el sospechado nombre griego

193

194

de Dios y atestiguan su existencia en lo que respecta al año 79 p.C.).

á,.,a~'távro hamartano pecar

Esta designación de Dios debió de llegar al Apocalipsis a través del judaísmo. Menciona a Dios y, por medio de él, también a Cristo como los que abarcan toda la realidad y poseen, por tanto, poder sobre toda la realidad. T. Holtz

á,.,á~'tlJ,.,a, a'to~, pecado -+ áftaQLLa.

'AAq>a¡o~,

01' Halphaios Alfeo* Nombre de persona: 1. Nombre del padre de Leví, recaudador de impuestos, Mc 2, 14 (cf. Lc 5, 27 D); 2. Nombre del padre de Santiago, un discípulo, Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 15; Hech 1, 13. LThK 1,366. rovo~, 'ÍJ halon (la) era* Mt 3, 12 par. Lc 3, 17: El barrerá su era.

aArov,

aAón'tt)s, EXO~, 'ÍJ alOpex zorra* Mt 8, 20 par. Lc 9, 58; Lc 13, 32 (refiriéndose a Herodes Antipas; cf., a propósito, Bauer, Worterbuch, s.v. 2). E. Dietz-J. B. Bauer, Fuchs: JAC 16 (1973) 168-178. aAro(Jt~, Ero~, 'ÍJ halOsis captura * 2 Pe 2, 12: Animales que han nacido para

ser capturados.

a,.,a hama al mismo tiempo (que) Mt 20, 1 a.fta :n:Qwt muy de mañana. Sirve también para designar una solidaridad muy importante, Rom 3, 12. a,.,aaÍ)~, 2 amathes ignorante* 2 Pe 3, 16 «los ignorantes e inconstantes».

a,.,a~áv'ttvo~, 3 amaran tinos dícese de 10 que no se marchita* 1 Pe 5, 4: «Recibiréis la corona de gloria que no se marchita». a,.,á~av'to~, 2 amarantos dícese de lo que no se marchita* 1 Pe 1, 4 dícese de una herencia incorruptible.

-+

áftaQtLa.

'tó hamartema yerro,

it

á,.,a~'tÍa, a~, hamartia pecado áftuQtávw hamartano pecar áftáQt't]ftu, utoC;, tÓ hamartema yerro, pecado* áftuQtwMC;, 2 hamartolos pecaminoso, pecador 1. Uso del grupo de palabras en el NT - 2. Significados - 3. Campos referenciales de los vocablos 4. a) Pablo - b) Jn - c) 1 Jn - d) Heb

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1. El término más usado, con mucho, en el NT (yen la LXX) para designar al pecado es el de á[1.UgtLU. Se emplea en 173 lugares (sin contar 2 Tes 2, 3), de los que 48 se hallan en Rom (42 en los capítulos 5~8), 25 en Heb, 17 en 1 Jn, 24 en los Sinópticos, de ellos 11 en Lc (+ 8 en Hech); á[1.ugt'Yj[1.U aparece sólo 4 veces: Mc 3, 28.29; Rom 3, 25; 1 Cor 6, 18. Pablo (59 veces) y -de manera menos marcada- Jn (17 veces) sorprenden por el empleo de á[1.UgtLU en singular. á[1.ugtuvOJ (en 43 lugares, incluido Jn 8, 11) aparece con frecuencia en 1 Jn (10 veces), Rom y 1 Cor (7 veces en cada uno de estos escritos). á[1.ugtOJAÓ~ (47 veces) aparece principalmente en los Sinópticos (29), destacando otra vez Lc (18 veces, pero no en los Hech). 2. a) á[1.UQtLU, en primer lugar, significa en sentido más amplio el yerro cometido por error y/o por culpa (que hace que no se alcance un objetivo), y no sólo considerado como un hecho sino también en cuanto a la condición de este hecho. Sin embargo, se ha desvenecido en buena parte la diferencia entre este término y á[1.uQtT][1.U, que designa el acto en particular y el resultado del mismo (falta en el sentido de un descuido cometido o también de un error culpable). En el griego profano se emplea de manera predominante el término á[1.uQtT][1.U, pero el uso de este término queda muy por detrás de á[1.UQtLU en la LXX. En

196 ella lo decisivo es el factor religioso: el «pecado» como culpabilidad que se contrae o que se ha contraído ante Dios y ante los demás hombres. La extensión del uso de á[1.UgtLU, y no sólo para designar I:zatta't y 'awon, atestigua la creciente importancia y simplificación de las ideas. á[1.UQtLU como ~~sacrificio expiatorio» aparece 8 veces en citas que Heb hace de la LXX, pero en sí la Carta a los hebreos no emplea este término (¿aparece en Rom 8, 3?). b) á[1.uQtuvOJ obrar mal, errar, que desde los tiempos de Homero significa cometer un yerro, adquiere luego nuevamente carácter religioso en la LXX y también en el NT (incluidos los pasajes de Hech 25, 8 Y 1 Cor 6, 18, pero no 1 Pe 2, 20). c) El adjetivo á[1.uQtOJAó~ (Mc 8, 38; Jn 9, 16; especialmente Lc), que en la LXX se emplea (predominantemente como sustantivo) para traducir rasa, designa al adversario de los judíos, tanto al autóctono como también, a impulsos de la orientación hacia la Torá, al gentil, calificándolo de (impío) culpable, malvado (por ejemplo, 1 Mac 1, 34). Pablo, juntamente con Pedro, se distancia del mundo pecador de los paganos (GáI2, 15). Mc 14,41 par. Mt 26,45 así como también Lc 24, 7 (cf. además Heb 12, 3) pensaron quizás en la entrega de Jesús en manos de los gentiles (= romanos); basándonos en Mc 9, 31 es preferible hablar aquí de «pecadores»; en consonancia con ello Lc 6, 32-34 (a pesar de Mt 5, 46s). 3. a) Para el campo referencial de pecado en el NT, es de importancia central la idea de la eliminación (de la culpa) del pecado. Se limita casi exclusivamente a los Sinópticos el uso de «perdón de los pecados» (--> acpe<JL~): Mc 1, 4 par. Lc 3, 3 así como también 1, 77 (refiriéndose a Juan el Bautista); en labios de Jesús únicamente en Mt 26,28, del Resucitado en Lc 24, 47; con ello enlazan los Hech: 2, 38; 5, 31; 10,43; 13,38; 26, 18; además Col 1, 14 (referido al bautismo); incluido también Heb 10, 18; 9, 22; cf. además la fórmula pre-

197

paulina que aparece en Rom 3, 25s nug€OL;' (= acpEaL;') t&v á[1.uQtT][1.UtOJv. Se habla en sentido verbal de perdonar (los pecados): Mc 2, 5b-1O par., además Lc 7, 47-49; 11,4 en la versión del Padrenuestro trasmitida por Lc (la realidad que sirve de base para la imagen, en Mt 6, 12); In 20, 23; 1 Jn 1, 9; 2, 12. Mc 3, 28s (par. Mt 12, 31) niega el perdón de los pecados únicamente en el caso de que se rechace al Espíritu de Dios que actúa en la misión cristiana primitiva. - Otras ideas diversas las encontramos en Mt 1,21; Jn 1,29 Y 1 Jn 3,5; Hech 3, 19; 7, 60; 22, 16; Heb 9, 26.28 (par. 1 Pe 2, 24: según Is 53, 12); 10,4.11 (cf. la cita de la LXX en Rom 11,27); Ap 1,5; con carácter cultual Heb 1,3; 2, 17; 2 Pe 1,9; 1 Jn 1,7; 2, 2; 4, 10. Las citas de Rom 4, 7s (sobre «cubrir» cf. además Sant 5, 20; 1 Pe 4, 8) Y Heb 8, 12; 10, 17 confirman la concordancia de hecho con los enunciados acerca del perdón. En Rom 6 (--> 4) domina la idea de estar muerto al pecado, de hallarse liberado de él (cf. Ef 2, 1; 1 Pe 2, 24: en ambos casos en plural; 4, 1). En el marco de la eliminación de los pecados se inserta también la confesión de los pecados (Mc 1, 5 par. Mt; Sant 5, 16; 1 Jn 1, 9). La entrega vicaria de la propia vida «a causa de» los pecados (--> 'ÚnÉg; --> negL) se halla expresada en 1 Cor 15, 3; Gál 1, 4 (cf. Rom 5,8; 8, 3; 2 Cor 5, 21); 1 Pe 3,18. A propósito de Heb --> 4. Llevan predominantemente una impronta cristiana algunos enunciados tradicionales, como cuando se habla de hacer el pecado (o los pecados): Jn 8, 34; 2 Cor 11, 7; Sant 2, 9; 5, 15; 1 Jn 3, 4.8s; además 1 Pe 2, 22 (según Is 53, 9). En consonancia con ello, cuando se formulan advertencias contra el pecado (o los pecados): 8,21-24: 1 Tim 5, 22 junto a Ap 18, 4; Heb 12, 1.4, Y en la constatación del pecado (o de los pecados) que pueden estar asociados con las advertencias: Jn 9, 34; 1 Cor 15, 17; Rom 14, 23; 1 Tim 5, 24; Heb 3, 13; 11,25; Sant 1, 15; 4, 17; en sentido polémico 1 Tes 2, 15; 2. Tim 3, 6M 2 Pe 2, 14; Ap 18,5. Sobre 1 Jn --> 4. - En diversos contextos encontramos enunciados sobre la ausencia de todo pecado en Jesús: Jn 8,

198 46 (a propósito, 9, 13-34); 2 Cor 5,21; Heb 4, 15 (expresado de manera distinta en 9,28); 7, 26; 1 Pe 2, 22; 1 Jn 3, 5. b) El verbo se halla en las normas dadas para la comunidad (Mt 18,15.21 yLc 17, 3s; a propósito, 1 Tim 5,20; Tit 3, 11), en las informaciones de 1 Cor (6,18; 7, 28.36; 8, 12), en confesiones (Mt 27, 4; Lc 15, 18.21; cf. Hech 25, 8), en advertencias y amonestaciones (Jn 5, 14; 8, 11; 1 Cor 15, 34; Ef 4,26 [= Sal 4, 5]) así como en diversas constataciones, por ejemplo, Heb 3, 17 (cf. Núm 14, 29); 2 Pe 2, 4 (cf. Gén 6, 1-4 Y la interpretación del judaísmo primitivo, por ejemplo, Hen [et] 6s). c) á[1.ug'tOJAÓ~ aparece también, entre otros lugares, en la descripción resumida de la actividad de Jesús en Mc 2, 17 par. (a propósito, la «palabra» de confesión en 1 Tim 1, 15) Y en contextos parenéticos: Lc 18, 13; Sant 4, 8; 5, 20 (cf. 1 Jn 5, 16; también Mt 18, 15). En el reproche que se hace a Jesús echándole en cara que tiene amistad o que se sienta a la mesa con «publicanos y pecadores», y que está atestiguado en Q (Mt 11, 19 par. Lc 7,34) Y en Mc 2, 15s, la observación postpascual (Pesch, 73s) con «pecadores» refleja las confrontaciones que hubo en torno a la práctica de recibir en la comunidad a personas que se hallaban generalmente menospreciadas como pecadoras, y entre las cuales se contaban los publicanos (o recaudadores de impuestos) (cf. la lista en bSan 25b Bar.); en Judea y, después del año 44, también en Galilea, el correspondiente reproche adquirió carácter explosivo (los publicanos eran considerados como colaboracionistas con las fuerzas paganas de ocupación). Lc entiende 7, 36-50 (no nos dice por qué la mujer es pecadora) como ilustración de 7, 34. El reproche de 7, 34, lo recoge el evangelista en 15, 1s (cf. además 19,7) como introducción al conjunto de parábolas en las que quiere mostrar el «gozo de Dios» a causa del pecador que ha sido llevado por Jesús al arrepentimiento (y no a causa de

199 los que por sus propios méritos se creen a sí mismos <<justos») (15, 7.10, cf. 5, 32 junto a Mc 2,17). 4. a) De gran importancia teológica son ante todo los enunciados de Pablo acerca del pecado (aunque el Apóstol no desarrolla, desde luego, una «doctrina» sobre el pecado; el empleo del término en singular se encuentra ya en la LXX, por ejemplo, en Eclo 21, 20; 27, 10; en Qurnrán, por ejemplo, en 1QH 4, 29s [cf. 1, 27 «el servicio del pecado»]; sobre los enunciados gnósticos cf. Brandenburger, Adam, 64-67); de los diversos pecados Pablo habla únicamente en Rom 7,15; 1 Cor 15,17 (dependiente del v. 3), con arreglo al sentido también en singular en Rom 14, 23; 2 Cor 11, 7. En contraste con la proclamación de Cristo, aparece en un lugar central la perspectiva del pecado como poder (demoníaco) en Rom 5-8. Continuando lo que se dice en los vv. lOs, Pablo expone en 5, 12-21 la superabundancia de la gracia vivificadora que nos llega «por medio de» Cristo, en vivo contraste (cf. en el v. 14 'túJto~) con el pecado que trae la muerte y que nos llegó «por medio de» Adán (Gén 3; -;. 'A6á/l). A causa de lo incomparable que es la obra de Cristo (cf. vv. 15ss), se interrumpe la comparación con la acción de Adán, iniciada en el v. 12, una vez que se ha explicado que la muerte, que desde el pecado de Adán se extiende a toda la humanidad (cf. 4 Esd 3, 7; ApBar [sir] 23, 4) no es simplemente una fatalidad, sino que es igualmente un castigo merecido, «porque todos pecaron» (cf. ApBar [sir] 54, 15.19, que se refiere, desde luego, a una muerte prematura); no existe, por tanto, una noción de «pecado hereditario», cosa que también debe tenerse en cuenta en lo que respecta a 5, 19. Esta universalidad del pecado, expresada ya a partir de 1, 18 como conclusión de la argumentación y repetida en 3, 23, le consta firmemente a Pablo en virtud de su fe; por eso, él presenta también a Dios haciéndola constar en la Escritura (Gál 3, 22). Es verdad que, en el tiempo que precedió a la Ley, el pecado no se imputó como trasgresión (cf. Rom 4, 15), pero a las consecuencias de

200 muerte del pecado están sometidos también los que no vulneraron, como hizo Adán, un mandamiento expreso, porque precisamente desde Adán a Moisés reinó también el pecado (5, 13s; cf. 2, 12). De esta manera se prepara ya el v. 20: la Ley se habría añadido (únicamente) «para que sobreabundara la trasgresión». Esto se contempla también desde el punto de vista del acontecimiento de Cristo: la sobreabundancia del pecado, fomentada por la Ley, tiene como consecuencia una sobreabundancia aún mayor de la gracia; ésta pone fin al señorío del pecado, un señorío que se hace patente en la muerte (v. 21). Contra el posible malentendido de los vv. 20s, como si el pecado fuera el motor de la gracia (6, 1; 3, 5-8), se defiende Pablo enlazando con la catequesis del bautismo: queda excluido lo de seguir viviendo en el pecado (v. 2; cf. v. 6: la destrucción de la existencia yecta en el pecado), y queda excluido por el hecho de estar muertos con Cristo «en detrimento del pecado» (un morir que libera de la Ley: v. 7; cf. 7, 1s). (En el v. 10 se acentúa la expresión «el pecado» en número singular.) Estar muerto al pecado significa vivir para Dios (v. 11; sobre la idea de «cambio de señorío», que aquí se expresa, cf. la idea de «cambio de lugar» en 2 Cor 5,21; se ve también lo absurda que es la pregunta planteada en Gál 2, 17). Después de la parénesis que sirve de transición (vv. 12-14) y de la pregunta planteada en el v. 15 (que es una variante de la planteada en el v. 1), los vv. 16-23 efectúan el siguiente desarrollo: la liberación de la esclavitud del pecado (cf. ya el v. 6) que trae consigo la muerte (v. 23, la muerte como paga del pecado) es una liberación que implica la trasferencia «a (el poder de) la justicia para santificación» con la meta de la vida eterna (cf. 5, 12.21). La explicación de la liberación de la Ley (7, 1-6: cf. 6, 14), dada por el Pablo cristiano, significa para la existencia «en la carne»: las pasiones de los pecados actuaban «por medio de la Ley», es decir -con 1 Cor 15, 56-, «por el poder de la Ley», para la muerte (v. 5). Contra la amenazadora equiparación de la

201 Ley y del poder del pecado, Pablo asigna a la Ley, que indiscutiblemente es santa, la función de hacer que por medio del mandamiento el pecado reviva en el hombre para que obre la muerte (vv. 7-12), porque el conocimiento del pecado es lo que trajo el deseo (o los deseos) (cf. 3, 20; con una explicación más psicológica Sant 1, 15). Una contradicción con lo que se había dicho en 5, 12ss, la evita la interpretación que se da en 7, 9-11 acerca del pecado de Adán, quien es considerado aquí como el prototipo del hombre que está bajo la Ley (Lyonnet, especialmente 130-142). El resumen que se ofrece en 7, 13 corrobora lo que se había dicho en 5, 20a. A partir del v. 14 la mirada se desplaza para fijarse en el hombre «carnal» =esclavizado bajo el pecado (v. 14) (v. 14), dominado por él (vv. 17.20) y que se halla bajo su ley (v. 23): ese hombre que aguarda la redención (Kümmel). El cristiano, a quien en la fe se le descubre ese pasado, sabe muy bien que ha sido arrebatado a él (v. 25a; el v. 25b, con su antítesis entre la carne y el espíritu, es una glosa). En el cambio que de esta manera se efectúa para hablar de la vida en el Espíritu, el pasaje de 8, 2-4 resume lo que se había dicho en los capítulos 5-7: la liberación que tuvo lugar de la Ley, y con ello de la esclavitud del pecado y de la muerte, porque Dios por medio de su Hijo (¿como sacrificio expiatorio?), quien asumió la existencia humana sujeta a la tentación, ejecutó en la carne el juicio (de muerte) determinado en la Ley para el pecado, y de esta manera proporcionó la vida a los que están en el Espíritu, y cuya existencia yecta en el pecado (a causa precisamente del pecado) ha quedado eliminada (8, 10; cf. 6,6) (cf. 2 Cor 5, 21). b) En Jn 1, 29 se habla del pecado del mundo (de los hombres): ese pecado que el Cordero de Dios (-;. &/lVÓ~ 2) quita. En 8, 24 la incredulidad hacia Jesús, el divino Revelador, hace que uno muera en los pecados. En 15,22.24 se declara que esa incredulidad, que se manifiesta en odio contra Jesús y su Padre, y también en odio contra la comunidad, es el

202 pecado del mundo, para el que no hay ninguna disculpa (cf. los vv. 18-25 y también 9, 41). El Paráclito (por medio de la comunidad) demostrará al mundo (además de que existe la justicia y el juicio) lo que es el pecado de la incredulidad (16, 8s dentro de los vv. 8-11; cf. la contraposición que se hace en 8, 46; sobre la idea, cf. Jds 15 según Hen [et] 1,9). La palabra sobre hacer el pecado, con lo que uno demuestra que está sometido a él (8, 34; cf. Rom 6), tiene igualmente a la vista la incredulidad, en su antítesis con la liberación por medio de la verdad del Hijo; esta incredulidad adquiere forma en la acción de pecar (cf. 19, 11 el «mayor pecado» de quienes entregan a Jesús; cf. también 8, 21 junto al v. 24). c) 1 Jn habla del pecado (o de los pecados) y del pecar con una orientación dirigida más intensamente a la situación en que se encuentra la comunidad. En primer lugar se habla del pecar de los cristianos (1, 7b-2, 2), no sólo para advertir contra esos pecados (2, la), sino también para poner en guardia contra el engaño propio que trata de poner en ridículo al Dios perdonador (1, 8.10); lejos de eso, se anima a confesar con confianza los pecados (1, 9; 2, lb). Conforme a la fundamentación expresada en 1, 9 (cf. 2, 12), los enunciados acerca de la salvación, que tienen un sonido tradicional, constituyen el marco (cf. además 4, 10). Mientras que 1, 7b habla de la purificación por la sangre de Cristo, y 2, 2 habla de expiación universal, vemos que en 3, 5 la mencionada eliminación (<
203 18) Y 1, 7b-2, 2 se resuelve de la mejor manera, en lo que respecta a la forma definitiva de 1 Jn, suponiendo que esos enunciados se refieren igualmente al pecado fundamental del no querer ver a Dios: esto permite incluso la afirmación de que el que es nacido de Dios no es capaz de pecar (3, 9), Y que esta base que por gracia tiene su ser de cristiano se demuestra, desde luego, en el amor hacia el hermano (v. 10). Finalmente, en 5, 16-18, la incredulidad o la herejía (<<el pecado que lleva a la muerte») se contrapone al pecar del cristiano que no conduce a la perdición, de ese cristiano para quien el hermano debe pedir a Dios la vida; no se busca la armonización con Jn 20, 23 (está lejana la problemática de los «pecados de muerte»). d) Heb compendia temáticamente la labor terrena de Cristo como una labor consistente en la purificación de los pecados (1, 3). Esto mismo, designado ahora como expiación de los pecados del pueblo (de Dios), es la tarea del sumo sacerdote (2, 17). Este enfoque cultual de la cristología y la soteriología se desarrolla detalladamente: Cristo es el perfecto sumo sacerdote (~ aQXLeQev~), constituido como hombre en favor de los hombres para ofrecer el sacrificio expiatorio (5, 1), sometido, pues, a la «flaqueza», a la posibilidad de ser tentado (5, 2), pero sin pecado (4, 15) y, por tanto, no como cualquier otro sacerdote que (en cada uno de los días de la expiación) tiene que librarse de sus propios pecados (5, 3; cf. 7, 27: seguramente coil una exageración intencionada de Lev 16, 29-34; en 10, 11 contempla el conjunto de los sacrificios de Israel y lo considera insuficiente). La sección soteriológica principal (con la premisa decisiva: sin derramamiento de sangre no hay perdón, 9,22) queda enmarcada por la cita de Jer 31 (8, 8-10, 18). Cristo es el perfecto sacrificio expiatorio: manifestado por Dios (de) una vez (para siempre) al fin de los tiempos (9, 26.28) y yendo luego hacia Dios, consumado en el santuario celestial (10, 12). Por el contrario, los sacrificios de Israel no pueden «nunca» quitar los pecados (v. 11); es «imposible» que la sangre de los animales sacrificados borre

204 los pecados (v. 4). Lejos de eso, lo único que se consigue es mantener viva la conciencia de los pecados, en lugar de borrarlos, cosa que se logra en los que han sido purificados definitivamente por Cristo (vv. 2s). Por tanto, puesto que en éstos se ha cumplido Jer 31, 33s, es superfluo ofrecer un sacrificio por los pecados (v. 18). Ahora bien, para el que voluntariamente (cf. Núm 15,30) se desliga de Cristo, para ése no hay ya sacrificio expiatorio (ni siquiera el de Cristo): 10, 26 (cf. 6,4-6); por tanto, aquí no se trata de la «segunda conversión» del cristiano. Lejos de eso, se hace hincapié con seriedad e insistencia en el peligro de que la fe del pueblo de Dios se adormezca por la seducción del pecado (12, 1; cf. como «ejemplo de lo contrario» el caso de Moisés en 11,25). En vez de eso, los creyentes pueden y deben dejarse animar por Jesús, el autor y consumador de su fe, para oponerse con resolución suprema al pecado (12, 1-4). En su segunda venida, que en 9, 28 se diferencia de la primera venida, que sirvió para eliminar el pecado, Jesús se encontrará con ellos para consumar la salvación. P. Fiedler

a,.áQ'tuQo;, 2 amartyros sin testimonio* Hech 14, 27: Dios no los dejó sin testimonio.

á"uQ'troló;, 2 hamartolos pecaminoso, pecador ~ á¡wQ'tLa.

205

a,.uoliro ameleo desatender,

descuidar* Mt 22, 5; 1 Tim 4, 14; Heb 2, 3; 8, 9; cf. 2 Pe 1, 12 Koiné pI sy.

ii,.E,.3t'tO;, 2 amemptos irreprensible, intachable* Lc 1,6; Flp 2, 15; 3, 6; 1 Tes 3, 13; Heb 8, 7. ThWNT IV, 576-578.

a,.i,.3t'tro;, amemptos (adv.) irreprensiblemente, intachablemente* 1 Tes 2, 10; 5, 23. ThWNT IV, 576-578.

a,.iQt,.vo;, 2 amerimnos libre de preocupación o de ansiedad* Mt 28, 14; 1 Cor 7,32. ThWNT IV, 597s.

a,.E'tcHtno;, 2 ametathetos inmutable* Heb 6, 17.18: lo inmutable del decreto de Dios; «mediante dos realidades inmutables» debemos poseer un intenso consuelo.

a,.nuxívl)'to;, 2 ametakinetos inconmovible* 1 Cor 15, 58: «¡Por tanto, oo. estad firmes, inconmovibles!» .

a,.nu,.ill)'to;, 2 ametameletos dícese de aquello de lo que no hay que arrepentirse* Rom 11, 29; 2 Cor 7, 10. ThWNT IV, 630633; DTNT 1, 333s

ii,.uxo;, 2 amachos pacífico, sosegado* 1 Tim 3,3; Tit 3,2. ThWNT IV, 533s.

a,.áro amao segar* En Sant 5, 4 dícese de la siega de los campos

a,.iau(J'to;, OU, Í] amethystos amatista* Ap 21,20: La duodécima piedra de cimiento es una amatista (cf. Ex 28, 19; Ez 28, 13 LXX).

a,.E'tuVÓl]'tO;, 2 ametanoetos impenitente* En Rom 2, 5 dícese del corazón impenitente. ThWNT IV, 1004.

ii,.nQo;, 2 ametros desmesurado, desmedido* 2 Cor 10, 13.15: gloriarse desmedidamente. ThWNT IV, 635-638.

206

a,.Í)v amen ciertamente, en verdad, amén l. En hebreo y en arameo - 2. Aspectos formales 3. Como palabra litúrgica al final - 4. Como palabra inicial en sentencias de Jesús - 5. Como predicado de Jesús . .

Bibl.: K. Berger, Die Amen-Worte Jesu, Berlin 1970; Id., Zur Gesehiehte der Einleitungsformel «Amen, ieh sage eueh»: ZNW 63 (1972) 45-75; H. Bietenhard, Amén, en DTNT 1, 108-109; Billerbeck 1,242-244; 111, 456-461; V. Hasler, Amen, Zürich-Stuttgart 1969; Jeremias, Teología, 50s; Id., Zu niehtresponsorisehen Amen: ZNW 64 (1973) 122s; Id., en TRE 11,386-391; J. M. Ross, Amen: ET 102 (1990-1991) 166-171; H. Schlier, a!-lT]v, en ThWNT 1, 339-342; L. H. Silberman, Farewell to O AMHN. A Note on Rev 3, 14: JBL 82 (1963) 213-215; G. Stiihlin, Zum Gebraueh von Beteuerungsformeln im NT: NovT 5 (1962) 115143; J. Strugnell, «Amen, 1 say unto you» in the Sayings of Jesus and in Early Christian Literature: HThR 67 (1974) 177-182; S. Talmon, Amen as an Introduetory Oath Formula: Textus 7 (1969) 124-129.

1. La palabra 'amen, atestiguada en hebreo (y también en textos arameos), es traducida generalmente en la LXX por yÉVot'to así sea y sobre todo en algunas ocasiones es transcrita simplemente por afA.1Ív. 2. La mayoría de las veces que aparece afA.1Ív en el NT, se encuentra en el contexto de una fórmula o de una expresión a modo de fórmula: aproximadamente la mitad de las veces que encontramos este término fuera de los evangelios, lo hallamos en la expresión: por (toda) la eternidad. Amén (eL~ 'tOu~ atwva~ ['twv atcóvwv]. afA.1Ív aparece 12 ó 13 veces, y en forma semejante aparece también 2 ó 3 veces [4 Mac 18,24; cf. 1 Crón 16, 36 LXX]). En los evangelios, afA.1Ív precede exclusivamente a una expresión como «yo os digo» o . «yo te digo» (AÉyw 'ÚfA.Lv/oot) (exceptuado únicamente el denominado final breve de Mc), con un simple afA.1Ív únicamente en los Sinópticos (49 ó 50 veces), con doble afA.1Ív únicamente en Jn (25 veces). En lugar del afA.1Ív, en la fórmula podemos encontrar también ocasionalmente en los Sinópticos, entre otras expresiones, vaL, :7tA.'!Ív o aA.T]{}w~. 3. afA.1Ív (con arreglo a la tradición del AT y a la tradición judía) se encuentra al final, co-

207 mo exclamación litúrgica. La exclamación «¡amén!», pronunciada en forma responsorial, aparece atestiguada claramente como costumbre de la comunidad en 1 Cor 14, 16 (aparece por vez primera en Neh 8, 6; por ejemplo, también en Ber 8, 8); a ello alude igualmente 2 Cor 1, 20; además, corresponden también a esta tradición, en el Ap: 5, 14; 19, 4; el a!l~v que en el v. 12 responde a 7, 10, Yel a!l~v que en el v. 20b responde a 22, 20a. El a!l~v, como palabra de corroboración, concluye a menudo secciones o se halla también al final de cartas enteras (en los mejores manuscritos, como última palabra, únicamente en Gál, Jds, 2 Pe v.l.; cf. Rom 15 y 16); además, sirve al mismo tiempo para concluir unidades litúrgicas menores (ambas cosas son aplicables a 4 Mac): al final de secciones doxológicas, por ejemplo, Rom 11, 33-36; Ef 3, 20s; al final de una promesa (en futuro), por ejemplo, Flp 4, 19s; al final de una oración que expresa un deseo (en optativo), por ejemplo, Heb 13, 20s; después de un deseo de gracia o de paz Gál 6, 18; Rom 15, 33; también después de una fórmula doxológica, por ejemplo, Gál 1, 5; 1 Pe 4, 11. 4. El a!l~v antepuesto de los evangelios aparece únicamente en palabras de Jesús en una especie de fórmula de encarecimiento y, eventualmente también, como fórmula de autoridad: a!l~v (a!l~v) A.Éyw Ú!lLV/OOL. En Q aparece por lo menos 2 veces (Mt 23, 36 par. vaL y 24, 47 par. aA.r¡{hD~; cf. vaL Mt 11, 9 par. Lc 7,26). En Mc 13 veces (seguramente, en sentido -en buena parte- tradicional). En Lc aparece únicamente 3 veces procedente de Mc (además 2 veces aA.r¡{hD~ en vez del marquino a!l~v) y aparte de eso otras 3 veces. En Mt 9 veces procedente de Mc y además otras 21 ó 22 veces (de ellas, tan sólo 2 veces añadido al texto de Mc; 10 veces dentro de los textos de Q, y 9 ó 10 veces en el material peculiar). La frecuente fórmula de encarecimiento en Jn tiene dos veces un paralelo en la historia sinóptica de la pasión (13, 21.38). Como sucede siempre en Jn, vemos que «amén» aparece ya duplicado frecuentemente

208 en el AT y en el judaísmo antiguo (los testimonios en: J. Jeremias: ThLZ 83 [1958] 504), pero aquí no aparece nunca al principio. Hasta ahora no se puede probar con seguridad el uso del «amén» antepuesto, y no de carácter responsorial, en el judaísmo antiguo ni tampoco ya en el AT (según Talmon) o en un óstracon hebreo del siglo VII a.C. (según Bietenhard, Talmon, Strugnell) ni en la literatura rabínica (según Hasler) o en textos griegos (según Berger); cf. Jeremias: ZNW (1973), 122s; en contra de Berger cf. también E. Janssen: JSHRZ I1I, 222 nota 140). Pero tampoco se ha probado que Jesús mismo empleara ,amen al principio del enunciado de sentencias. 5. Jesús, en Ap 3, 14, recibe el predicado de el «Amén» (cf. Is 65, 16: 2 veces be'{ohe , amen), lo cual se explica inmediatamente traduciéndolo por «el testigo fiel y veraz» (cf. Sal 88, 38 LXX); cf. 2 Cor 1, 20. H.-W. Kuhn

cl.J.lÍJ'tffiQ, 1 ameti5r sin madre* En Heb 7, 3 dícese de Melquisedec. cl.J.líav'to~, 2 amiantos inmaculado* Heb 7, 26; 13,4; Sant 1, 27; 1 Pe 1,4. ThWNT IV, 650. 'AJ.ltvabá~ Aminadab Aminadab*

Nombre de persona (Rut 4, 19); Mt 1, 4a.b; Lc 3, 33.



aJ.lJ.lo~, ou, ammos arena* Mt 7, 26; Rom 9, 27; Heb 11, 12; Ap 12, 18; 20, 8. cl.J.lvÓ~, ou, (, amnos cordero* uQ'lÍv, uQVó~, ó aren cordero* aQvlov, O'lJ, tÓ arnion carnero, cordero 1. Uso de los vocablos en el NT - 2. a¡.tvót; 3. aQvlov - 4. aQi¡v.

Bibl.: O. Bocher, Die Johannesapokalypse, Darmstadt 1975; J. Jeremias, a¡.tvót; %TI.., en ThWNT 1,342-

209 345; T. Holtz, Die Christologie der Apk des Johannes, Berlin 1962,27-48.

1. a!lVÓ~ lo encontramos en el NT un total de 4 veces, en referencias cristológicas: a Jesús se le compara con un cordero (Hech 8, 32 en paralelo con JtQó~a'tOv; 1 Pe 1, 19) o se le llama Cordero (Jn 1, 29.36). De las 30 veces que aparece aQvLov, 29 veces encontramos este término en el Ap, y de ellas 28 sirven para designar al Cristo exaltado (excepción: 13, 11); en Jn 21, 15, el plural de aQvLov designa a la comunidad (en paralelo con JtQó~atov). aQ~v lo encontramos únicamente en Lc 10, 3, en plural, para designar a los discípulos de Jesús (par. Mt 10, 6: JtQó~ata). 2. a!lvó~ designa al cordero de un año aproximadamente; en la LXX se añade frecuentemente eVLa'ÚoLO~ (Ex 29, 38; Lev 9, 3 Y passim). En Hech 8, 32 encontramos a!lvó~ en una cita de Is 53, 7s LXX: «Como oveja (JtQó~atov) fue llevado al matadero, y como un cordero (a!lvó~) es mudo delante del que lo trasquila, así no abre él su boca». Como Lucas, seguramente, utiliza sólo el texto para hacer referencia al acontecimiento de la Pasión y de la exaltación de Cristo, profetizados en la Escritura (cf. Lc 24, 26.46; H. Conzelmann, Apostelgeschichté [HNT], 63), permanecen imprecisos los aspectos cristológicos del enunciado del a!lvó~. Hay que tener en cuenta, por un lado, la diferencia de la LXX con respecto al TM (ralJel = oveja madre) y el paralelismo con ---+ JtQó~atov, que en el NT nunca se emplea en sentido cristológico, y, por otro lado, los enunciados cristológicos que se asocian con a!lvó~ en 1 Pe y Jn y la reflexión cristológica que, en el modelo (Vorlage) de Lc o en general en los círculos judeocristianos, enlaza con el enunciado del a!lvó~. 1 Pe 1, 19 introduce la comparación con un cordero para explicar el poder expiatorio de la muerte sacrificial de Jesús: « ... fuisteis redimidos ... no con cosas perecederas ... , sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero (a!lvó~) sin defecto (a!lw!lo~) y sin mancha (aomA.o~)>>. a!lw!lo~ es un vocablo

210 que pertenece a la terminología de los sacrificios del AT (Ex 29, 38; Lev 12, 6 del holocausto); aomA.o~, teniendo en cuenta su empleo en griego (Moulton-Milligan), podría desempeñar una función parecida. Ambos atributos, juntos, hacen referencia a la ausencia de todo defecto en el sacrificio, es decir, a la falta de todo pecado en Cristo. La comparación con el cordero no se deriva de Is 53 y no contiene tampoco ninguna alusión al cordero pascual (1 Cor 5, 7; Jn 19,36), sino que se orienta en general a los sacrificios del AT Y forma parte de las variadas interpretaciones jurídicas y cultuales de la muerte de Jesús dentro de la tradición del cristianismo primitivo. En 1 Pe 1, 18s, esa comparación, juntamente con la imagen del rescate o redención (---+ A.VtQov) y la idea de la liberación del pecado (cf. 1, 2), forma una compleja trama de imágenes (G. Delling, Der Kreuzestod Jesu in der urchristlichen Verkündigung, Gottingen 1972, 48s). El cuarto Evangelio introduce el testimonio del Bautista sobre Jesús (1, 29-34) con las palabras: «¡Ved el Cordero de Dios que carga con el pecado del mundo!» (1, 29 cf. 1, 36); cf., a propósito, C. K. Barrett: NTS 1 (1954-1955) 210-218; F. Gryglewicz: NTS 13 (1966-1967) 133-146. Por consiguiente, el Bautista da testimonio no sólo de la preexistencia de Jesús (1, 30) sino también de su muerte expiatoria. Se trata de un enunciado en imágenes y que sirve para identificar a alguien: una cosa análoga a las palabras eyÓJ eL!lL en Jn. El genitivo «de Dios» tiene en Jn 1, 29 una función análoga a la que el adjetivo «verdadero» (aA.r¡{hvó~) desempeña en 1, 9; 6, 32; 15, 1, es decir, designa a Jesús como el que cumple en sí la realidad designada por la imagen, imagen que son aquí los corderos destinados a los sacrificios en el AT (cf. 1 Pe 1, 19). La derivación del enunciado a partir de los corderos de pascua no puede explicar ni siquiera en principio el factor de la eliminación de la culpa del X.ÓO!lO~. El ingenioso pero problemático intento de entender la combinación de sustantivo y genitivo «Cordero de

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212 214

213 Dios» basándose en el doble significado del término arameo (alya' (que quiere decir cordero y también muchacho/siervo) y deducir de ahí la idea de que se habría pensado originalmente en el «Siervo de Dios» según Is 53 (Jeremias 343), es un intento superfluo, conforme a la explicación dada anteriormente. 3. a~vtov es originalmente un diminutivo de uQi¡Y (---> 4), pero no se entiende ya como diminutivo, según la tendencia de la lengua griega popular, en tiempos del NT, de emplear formas terminadas en -toY. uQYí,OY sirve para designar al carnero, a la oveja, y al cordero. En el Ap, uQYí,OY es la denominación más frecuente de Cristo. La encontramos en la visión de la entronización del uQYí,OY en el capítulo 5, en las visiones de los sellos que vienen a continuación en los capítulos 6s; luego la encontramos principalmente en los capítulos 14, 19, 21 Y 22. Se discute si el autor con el término uQYí,OY quiso presentarnos más bien la imagen de un cordero o la de un carnero. En favor de la interpretación de uQYí,OY como cordero hablan principalmente las siguientes consideraciones: la designación del uQYí,OY «como inmolado» (5, 6.9, 12; 13, 8) Y la referencia al efecto salvífico de su sangre señalan la conexión con los enunciados del NT acerca de Jesús como cordero sacrificial (uQYí,OY ---> 2); en la imagen del uQYí,OY la debilidad y la impotencia de un cordero aluden a la humillación del Crucificado, pero, en cambio, el hecho de que tenga siete cuernos y siete ojos señala la plenitud del poder y de la sabiduría del Cristo celestial (5, 6). Ahora bien, determinados rasgos del uQYí,OY corresponden más bien a la imagen de un carnero y hacen sospechar, por tanto, que el Ap plasmó la imagen del uQYí,OY como imagen mesiánica, con arreglo a la tradición apocalíptica: la cólera del uQYí,OY (6, 16) indica su función como Juez (cf. 14, 10; Hen [et] 69, 27); el uQYí,OY es el caudillo de los suyos (7, 17; 14, 1.4; cf. las funciones de un animal de guía y la representación de determinadas figuras de caudillos a los que se hace ver como carneros en Hen [et] 89, 4549); hace la guerra contra los enemigos y los

vence (17,14; cf. Hen [et] 89,49; TestJos 19, 8); sus siete cuernos no son sólo en general símbolo de fuerza, sino que simbolizan al Mesías como rey y guerrero poderoso (Hen [et] 90, 37s; 90, 9.12; Ap 13, 11 del anticristo). Así que uQYí,OY debe considerarse más que nada como símbolo mesiánico (Bacher, 47: «el Carnero-Mesías») y no como símbolo de impotencia. El autor del Ap trasformó y plasmó de nuevo este símbolo, integrando en él tradiciones cristológicas (la muerte sacrificial, la redención de la comunidad), de tal manera que creó un enunciado en imágenes que es ya complejo y no fácil de intuir: el uQYí,OY es compañero de Dios en el trono 5, 6; 7, 17; 22, 1.1, como Redentor que es y Señor de la comunidad 5.9s; 7, 17; 14,4; 19,7.9. La idea del uQYí,OY como inmolado está fundamentada, sí, cristológicamente, pero no aporta ninguna tensión insuprimible a la imagen, porque el hebreo kabas (= uQYí,OY Jer 11, 19 LXX) designa al carnero joven, y en la mayoría de los casos como animal para el sacrificio (KBL' 438). En Jn 21, 15 encontramos uQYí,OY en plural como designación de la comunidad, en palabras del Resucitado dirigidas a Pedro. En las dos repeticiones de la interpelación se describe a la comunidad con el término de 1tQó~ata. No se observa una diferencia de contenido; se trata de variantes estilísticas (cf. el cambio de los imperativos ~óax€ [cuida] 21, 15.17 Y 1toí,!wy€ [guarda] 21, 16; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 446 Y 448ss. La traducción de «pastorea mis corderos» estaría justificada únicamente, si también variasen los imperativos en el texto griego. En caso contrario, hay que preferir la traducción: «mis ovejas». 4. a~ÍJv designa lo mismo que u¡..tYÓ~ (---> 1) al cordero. El término lo encontramos únicamente en el NT en aquellas palabras pronunciadas en sentido figurado que leemos en Lc 10,3: «Mirad que os envío como corderos en medio de lobos». El lugar paralelo de Mt 10,6 tiene 1tQó~ata (ovejas). Es difícil averi-

guar qué palabra aparecía en la fuente (Vorlage) Q. Sobre la contraposición corderos - lobos, cf. Is 65, 25; Eclo 13, 17; Homero, 1122, 263; EpigrGraec 1038, 38: w~ aQYa~ xatÉXOUOLY Mxm (Bauer, Worterbuch, s.v.); sobre la contraposición ovejas - lobos, cf. Hen [et] 89, 55; Tanh twldwt (32b) (Billerbeck 1, 574; G. Bornkamm, en ThWNT IV, 312). Los indefensos discípulos de Jesús (cf. Lc 10, 4) son, en su misión, lo mismo que corderos (cf. SalSl 8,28; 4 Esd 5, 18): están expuestos a los mayores peligros, y por cierto a causa de sus mismos compatriotas; el tiempo de la misión es tiempo de tribulaciones antes de que llegue el fin (cf. Lc 12,51-53 Q). G. Dautzenberg

a,.otpÍJ, ií~, ÍJ

amoibe retribución, agra-

decimiento* 1 Tim 5, 4: mostrar agradecimiento a los progenitores. a,.3tfAO~, O\),

ÍJ

ampelos vid ó ampelourgos viña-

UI.tn:€AOUQYÓ~, oi},

dor* a[!1t€AWY, &YO~,

ó ampelon viña

1. Uso de los vocablos en el NT - 2. Sinópticos 3. a[lJtEAoc:; en Jn 15 y en el Ap.

Bibl.: J. Behm, a[lJtEAoc:;, en ThWNT 1, 345s; R. Borig, Der wahre Weinstock, München 1967; R. Bultmann, Das Ev. des Johannes (KEK), Gtittingen 10 1941, 406-415; H. J. Klauck, Das Gleichnis vom Mord im Weinberg: BiLe 11 (1970) 118-145; E. Schweizer, Ego eimi, Gtittingen '1965; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan lIl, Barcelona 1980, 130-144; Id., Aujbau und Sinn von Joh 15, en Homenaje a Juan Prado, Madrid 1975,405-420.

1. Vid, aparte de Sant 3,12; Ap 14, 18.19, aparece únicamente 6 veces en los evangelios; viña, tan sólo en las parábolas sinópticas (22 veces) y en 1 Cor 9, 7, Y viñador, solamente en Lc 13, 7. El uso figurado de estos términos en el NT se inspira en las imágenes que aparecen ya en el AT, donde la vid y la viña son imágenes que se refieren principalmente a Israel (Os 10, 1; Jer 2,21; Is 27, 2).

2. Además del empleo en sentido propio (Mt 20, 1-16: 21, 28; Lc 13,6; Mc 14, 25 par. [vid], encontramos viña en sentido figurado en Mc 12, 1-13 par. La parábola intensamente alegorizante (sobre todo en Mt), que alude a Is 5, 1-7, se refiere claramente al rechazo de los mensajeros (<<siervos» = profetas) de Dios (el amo de la viña) por los dirigentes de Israel (los viñadores), amenaza a estos últimos con un castigo y promete que la salvación pasará de Israel (viña) a los gentiles (<
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216

sión». - En Ap 14, 18s la vid es una imagen de la humanidad (pagana). F. Porsch ü,.utd.o,,~yó¡;, --+ af-t:7tEA.O\;.

ou, Ó ampelourgos viñador

ÜFt3tEAroV, rovO¡;, Ó ampelon viña --+

af-t:7tEAO\;.

'AFt3tAul:tO¡;, O" Ampliatos Ampliato* Nombre de un cristiano que en Rom 16, 8 recibe un saludo y a quien Pablo designa como Ó uyU:7t1']'tÓ\; ¡'WU EV XUQLq> (cf. también 16, 5) (Koiné D y otros 'Af-t:7tAU1\;). Nombre frecuente entre los esclavos, del latín Ampliatus. BlaB-Debrunner § 125 nota 6; Bauer, Worterbuch, s. v.; LThK 1, 450; O. Michel, Der Brief an die Romer 5 (KEK), sub loco.

üFtÚV0FtaL amynomai rechazar de sí, acudir en ayuda* En Hech 7,24 se emplea en sentido absoluto para referirse a Moisés, quien acudió en ayuda de alguien que estaba siendo tratado injustamente en Egipto. En el NT se emplea en voz media con acusativo, y con el mismo significado, cf. Is 59, 16 LXX; BlaB-Debrunner § 316 nota 2. ÜFtCfluí~ro amphiazo vestir Lc 12, 28 B; variante textual en el NTG. --+ uf-teptÉl;w.

ÜFtCflLÉ~ro amphiezo vestir* Lc 12, 28 (con p74 p75 D Y otros); dícese en sentido figurado de las flores silvestres que crecen en los campos, y a las que Dios viste con mayor magnificencia de la que se vistió Salomón en todo su esplendor. Encontramos este verbo junto a --+ uf-teptál;w (= dorismo de la Koiné), y puede sustituir, lo mismo que éste, a --+ Uf-teptÉVVUf-tt. Bauer, Worterbuch, s. v. uf-teptál;w; BlaB-Debrunner § 29, 2; 73 nota 1.

'AFtCflí,3tOAL¡;, Ero¡; Amphipolis Anfípolis* Ciudad de Macedonia, rodeada por el río Estrimón (de ahí su nombre). Fue fundada en el año 436 a.C. como centro comercial. Capital de la provincia romana de Macedonia prima (Sudeste de Macedonia). Acantonamiento militar en la Via Egnatiana. Hech 17, 1: Pablo pasa por Anfípolis durante el denominado segundo viaje misionero, cuando va camino de Tesalónica, procedente de Filipos. Pauly-Wissowa U2, 1949-1952; BHH 1, 87; H. Conzelmann, Apostelgeschichte' (HNT) 94; R. Riesner, Amphipolis. Eine übersehene Paulus-Station: BiKi 44 (1989) 79-81.

ÜFtCflLfláAAro amphiballo lanzar la red*

ñFtCflO()OV, O", 'tó amphodon calle, carnino*

En Mc 1, 16 como término técnico para designar la acción de lanzar la red (redonda) de pescar; empleado en sentido absoluto (D e y otros. Objeto de la acción verbal: 'ta DLX'tUU, Koiné PáAAOV'tU\; Uf-tep LPA1'] <J'tQov , cf. par. Mt 4, 18). BHH 1, 482s.

Mc 11, 4; Hech 19, 28 D (en Jer 17, 27 LXX; 30, 33 LXX en el sentido de barrio de la ciudad). Liddell-Scott, s. v..

üFtCflí,flA1)(J't~OV, O", 'tó amphiblestron red de pescar* Mt 4, 18 (cf. Mc 1, 16 Koiné). La red redonda la arrojaban los pescadores metiéndose ellos en el agua. BHH 1, 482s.

braya la antigua separación de quienes ahora están unidos (en Cristo): los dos juntos, cf. v. 15 oL 6úo «cada uno de ambos». También con artículo en Lc 5, 7; Hech 23, 8, aquí ambas cosas en el sentido de todo eso; de manera parecida en Hech 19, 16: todos ellos (con arreglo al uso que más tarde se hace en los papiros, por ejemplo, PapLondon II 336, 13 [siglo 11 p.C.]). E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), sub loco; BlaB-Debrunner § 64 nota 10; 274, 3 con la nota 4.

ÜFtCflLÉVV"FtL amphiennymi vestir* En sentido figurado en Mt 6, 30 (par. Lc 12, 28 Sin Koiné A y otros, --+ uf-teptÉl;w). Dícese en voz pasiva de Juan el Bautista Mt 11, 8 par. Lc 7, 25, que no se halla vestido con ropas blandas (= elegantes). BlaB-Debrunner § 159 nota 1.

ÜFtCflÓn~OL, 3 amphoteroi ambos (juntos) Adjetivo pronominal para expresar la idea del uno y el otro. Aparece 14 veces (únicamente en Mt, Lc, Hech y Ef). Casi siempre en lugar de af-tepw. En el NT lo encontramos únicamente en géneros masculino y neutro. En Ef 2, 14.16.8 Uf-tepÓ'tEQOt (con artículo) su-

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ÜFtroFt1)'tO¡;, 2 amometos irreprochable* 2 Pe 3, 14; cf. Flp 2, 15 Koiné D G pI (en vez de af-tWf-tO\;). ThWNT IV, 836.

ñFtroFtOV, O", 'tó amomon amomo* Nombre de una planta aromática que, junto a muchas otras cosas preciosas y artículos de lujo, existe en «Babilonia»: Ap 18, 13.

ñFtroFtO¡;, 2 amomos irreprochable, intachable* En Heb 9, 14 dícese de Cristo, que se ofreció a sí mismo como sacrificio «intachable», porque no tiene mancha alguna; de manera parecida en 1 Pe 1, 19; cf. MartPol 17, 2. Es también muy frecuente en la LXX, por ejemplo en Ex 29, 1. En sentido figurado se aplica a la Iglesia, que por medio de Cristo fue liberada de toda culpa, para que compareciese inmaculada ante Dios (Ef 1, 4 con aytO\;; Col 1, 22, con ayto\; y UVÉyXA1']'tO\;). En Ef 5, 27 se refiere a la EXXA1']<JLU, a la que Cristo hizo comparecer amte sí en figura gloriosa y sin mancha ni arruga (cf. Col 1, 22), para que fuera irreprochable (nuevamente con ayto\;); cf. Jds 24; Ap 14, 5 (en paralelo con uXÉQUtO\;). ThWNT IV, 836. H. Balz

'AFtrov Amon Amón Rey de Judá, hijo de Manasés y padre de Josías (4 Re 21, 18; 1 Crón 3, 14; en cada uno de estos casos la v.l. --+ 'Af-ttO\;): Mt 1, 10 (bis) Koiné L W lat sy.

'AFtro¡; Amos Amós* Primer rey de Judá (así aparece en 2 Re 21, 18; 1 Crón 3, 14 v.l.) en la genealogía de Jesús en Mt 1, 10 (bis); v.l. --+ 'Af-ttOv. - 2. Padre de Matatías e hijo de Nahún en la genealogía de Jesús en Lc 3, 25.

ñv an (partícula) Bibl.: Bauer, Worterbuch S.V.; BlaB-Debrunner § 360, 367, 369, 380, 383, 385s; Kühner, Grammatik II/I, 202-259; Mayser, Grammatik IIII, 226-296.

1. eclv sigue a menudo a los relativos, en vez de ay. Además, los manuscritos del NT vacilan entre ambas formas (BlaB-Debrunner § 107, 1; 380, lb). aves una partícula peculiar del griego, imposible de traducir por sí sola. Designa como condicional el contenido de la oración en que se halla, según sea el modo y el tiempo del verbo. En nuestro idioma av sólo puede expresarse mediante el modo del verbo. El NT emplea esencialmente las partículas -aunque con ligera variedad- de la misma manera que se emplean en la lengua clásica (Bauer). Unos cuantos escritos del NT no emplean av en absoluto: 1 y 2 Tes, Flm, Col, Ef, Pastorales, Sant, 1 y 2 Pe y Jds.

2. a) av con indicativo aoristo o imperfecto 1) denota una acción repetida en ciertas condiciones, especialmente después de relativos (BlaB-Debrunner § 367): Mc 6, 56c: el que le tocaba (en aoristo); 6, 56a: dondequiera que él entraba (imperfecto); Hech 2, 45 Y 4, 35: xu-fró'tt av 'tt\; XQELUV dXEV, según la necesidad de cada uno. 2) av aparece en la apódosis después de una oración condicional introducida por EL (BlaB-Debrunner § 360), Lc 7, 39: si éste fuera profeta, sabría; 17, 6; Jn 5, 46; 8, 19; 1 Cor 11, 31; Gál 1, 10; Heb 8,4 (con imperfecto); Mt 11, 21: si los mila-

gros que se hicieron ... , hace mucho tiempo que se habrían arrepentido; 12, 7; Jn 14, 28; 1 Cor 2, 8 (con aoristo). b) av con subjuntivo: 1) Cuando esta combinación sigue a un relativo (BlaB-Debrunner § 380), entonces la oración de relativo sustituye a la prótasis (Mt 5, 19; 10, 11; Jn 5, 19; 1 Cor 11, 27). 2) av se usa en oraciones tempo-

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av - ava~alvúl

rales con subjuntivo, cuando se describe un suceso que va a ocurrir, pero que no se sabe cuándo (-> (hav). Encontramos las siguientes combinaciones: ~vLxa ay, siempre que (2 Cor 3, 15); w¡; ay, tan pronto como (Rom 15, 24; 1 Cor 11, 34; Fil 2, 23); a
avú ana con acusativo

(hacia arriba)*

Bibl.: BlaB-Debrunner § 203s; Kühner, Grammatik 1II1, 473s; Mayser, Grammatik 1I/2, 401-404; Radermacher, Grammatik, 20, 138, 143.

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La preposición ava era ya rara en la prosa ática. La construcción de ava con dativo desapareció en el NT como había desaparecido ya en Polibio. Como preposición independiente con acusativo ava aparece sólo 13 veces en el NT. Ahora bien, como prefijo de verbos (Morgenthaler, Statistik, 160 muestra 74 compuestos diferentes), incluidos verbos con doble prefijo (ibid. 161s), ava aparece frecuentemente; lo mismo cabe decir de los sustantivos compuestos. En el NT la preposición aya, por sí sola, se emplea únicamente en expresiones hechas o con sentido distributivo. a) ava ftÉaov (con genitivo), en medio de, entre (Radermacher, l38): Mt 13,25; Mc 7, 31; 1 Cor 6,5; Ap 7,17; b) ava ftÉQO¡;, por turno: 1 Cor 14,27. c) ava en sentido distributivo, cada uno: Mt 20, 9.10, cada uno un denario (Radermacher 20; no es un hebraísmo); Lc 9, 3.14; 10, 1; Jn 2,6; Ap 4,8; cf. Mc 6, 40 p84. - ava se congeló también como adverbio: Ap 21, 21 ava EI¡; Exaa'tO¡; 'twv :n;UAWVWV, cada una de las puertas (BlaB-Debrunner § 204. 305, 2). G. Schneider avu~u{t,..,ór;,

olí, ;, anabathmos peldaño (en plural, escalinata)* En Hech 21, 35.40 dícese de la escalinata que unía el atrio exterior del Templo con la Torre Antonia. avu~uí,v(O anabaino subir, ascender 1. Aparición del vocablo en el NT. - 2. Significados léxicos - 3. Empleo del término - 4. «Ascender» al cielo y a Dios.

Bibl.: 1. Fritsch, « ... videbitis ... angelos Dei ascendentes et descendentes super Filium Hominis» (lo. 1, 51): VD 37 (1959) 3-11; G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu (StANT 26), München 1971; W. Michaelis, Joh 1, 51, Gen 28, 12 und das Menschensohn-Problem: ThLZ 85 (1960) 561-578; E. Ruckstuhl, Die joh. Menschensohnforschung 1957-1969: ThBer 1 (1972) 171-284; H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991; R. Schnackenburg, Der Menschensohn im Johannesevangelium: NTS 11 (1964-1965) 123-137; Id., El Evangelio según san Juan 1I, Barcelona 1980,490505; J. Schneider, ~«lVúl X-rA., en ThWNT 1, 516-521;

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ava~alvúl

S. Schulz, Untersuchungen zur Menschensohn-Christologie im Johannesevangelium, Gottingen 1957.

l. El término aparece en el NT un total de 82 veces: 9 veces en cada uno de los sinópticos, 19 en Hech (en contra de Morgenthaler, Statistik: 18), 13 en Jn, 4 en Pablo, 3 en Ef, y 13 en Ap. El mayor número de veces que aparece este término en los Evangelios y en Hech se explica por el uso frecuente de «subir a Jerusalén», «a la fiesta» o «al Templo», o bien «ascender a la montaña» (como lugar de oración), refiriéndose principalmente a Jesús o a los apóstoles. Cf. Gál 2, 1. 2. Las traducciones deben tener siempre en cuenta tanto el sujeto como el contexto de avaBaLvw (-> 3) Y también el lugar en que se halla el hablante. Si hay un movimiento que se aleja del hablante, entonces se habla de subir (a una colina, a las montañas), ascender (al cielo); si hay un movimiento hacia el hablante, entonces se habla de salir, emerger, subir (del agua, del mundo de las profundidades), de subir a donde alguien (a la barca); empleado en sentido absoluto, elevarse (el humo, los pensamientos) o de ir hacia arriba, crecer (las plantas). En Hech 21, 31 avÉBr¡ <PaaL¡; quiere decir que se informó (a la Torre Antonia). 3. Eventualmente avaBaLvw se puede emplear en construcción absoluta (es decir, sin indicar dirección ni movimiento), principalmente para referirse a plantas (Mc 4, 7s.32; Mt 13, 7: crecen), animales (Mt 17, 27: sale un pez), o cosas inanimadas como el humo (asciende, Ap 14, 11; 19, 3). La indicación de la dirección del movimiento es más frecuente cuando se hace referencia a seres humanos' entonces se expresa con el¡; (en la mayoría d~ los casos) o con E:n;L (a la azotea: Lc 5, 19; Hech 10, 9; a la superficie de la tierra: Ap 20, 9). Sobre E:n;L en Jn 1, 51 -> 4. avaBaLvw E:n;l, xaQOLav (cf. en hebreo 'alá 'al-leb) quiere decir que algo ha entrado en la mente de una persona (Hech 7, 23) o ha penetrado en su corazón (l Cor 2, 9). Pueden emplearse también

222

adverbios de lugar para indicar la dirección (Jn 6, 62; Ef 4, 10; Ap 4, 1; 11, 12; -> 4). IIQó¡; con acusativo indica la persona hacia quien uno sube o en cuya barca entra. Sobre el dativo sin preposición en Hech 21,31 -> 2. El lugar «de donde» uno asciende se indica como a:n;ó, de, y EX, desde. La finalidad de una acción, por ejemplo, de la oración o de la adoración de Dios, se indica con infinitivo (Mt 14,23; Lc 9, 28; 18, 10: :n;QoaE'Ú~aa.¡}m), el participio futuro de finalidad (Hech 24, 11: :n;Qoaxuv~aúlv) o una oración introducida por Lva (Jn 12, 20: :n;Qoaxuv~awaLv). 4. En Rom 10, 6 Pablo recoge el pensamiento de Dt 30, 12. Lo que allí se aplicaba a la palabra de Dios, se aplica ahora a la justicia que es por la fe: uno no necesita ascender al cielo para hacerla descender a la tierra, porque eso significaría hacer descender de nuevo a Cristo (sobre esta expresión cf. Prov 24, 27 30, 34 LXX; Bar 3, 29; sobre «descender» al «abismo» cf. Sal 106 [107], 26; 138[139], 8; Am 9, 2.4; Is 14, 13.5). - En Hech 2, 34 Lucas interpreta la «exaltación» de Jesús (v. 33) como «ascensión al cielo», trasponiendo así a un esquema espacial la investidura del Rey mesiánico en sus funciones (Sal 110, 1). (Según Lohfink, 229, Lucas concretiza aquí el kerygma de exaltación, de la Iglesia primitiva, relacionándolo de manera historizante con la ascensión, a la que ahora se distingue de la resurrección.) Puede apreciarse todavía la manera de hablar del AT y del judaísmo, cuando, según Hech 10,4, las «oraciones y limosnas» de Comelio ascenden a Dios, de tal manera que Dios «las recuerda» (cf. Job 20, 6 LXX; 3 Mac 5, 9). - En Ef 4, 8 el autor emplea en sentido cristológico (y libremente) el texto del Sal 67 (68), 19: una interpelación a Dios se ha convertido en un enunciado acerca de Cristo que «ascendió a lo alto» y «concedió dones a los hombres». El EAaBE¡; (oófta'ta) de la LXX se entiende aquí, al igual que en Ex 25,5 LXX; 1 Re 17, 10, como «recibir para dar» (cf. Schlier, 251s y su referencia a la interpretación rabínica del Sal 68, 19,

223

avaj3aLVúJ - avaj3MJtúJ

que entiende el salmo como referido a Moisés y a su recepción de la Ley en la altura). Claro que esta «ascensión» de Jesús «por encima de todos los cielos», y con ello por encima de todos los seres intermedios, presupone su anterior descenso a las «partes bajas de la tierra», algo que se pone bien en claro en el paréntesis de los vv. 9s (cf. ibid.). - Un enunciado ya tradicional en In 3, 13 niega que jamás nadie haya subido al cielo a excepción del «Hijo del hombre» que bajó del cielo (cf. nuevamente Prov 30, 4 LXX; Bar 3, 29 refiriéndose a la sabiduría); por eso, tan sólo Jesús, el Hijo terreno del hombre, puede traer conocimiento celestial. Su «ascensión adonde él estaba antes» se convierte en un escándalo todavía mayor que su «venida del cielo» como el pan de la vida (Jn 6, 62). Si, con arreglo a 1, 51, son vistos ángeles «subiendo y bajando sobre él», entonces queda bien probado que él es el lugar de la presencia de Dios (Gén 28, 12, cf. v. 17: «la casa de Dios y la puerta del cielo» [cf. Fritsch]). Según Jn 20, 17, su «ascensión al Padre» prepara el camino para la concesión de sus dones (paz, gozo, el Espíritu, el perdón, 20, 19-23); cf. anteriormente, acerca de Ef 4, 8ss). - La invitación «¡Sube acá!» capacita al vidente del Ap (4, 1) para recibir las visiones celestiales. Si los «dos testigos» de 11, 3 son Moisés y Elías (cf. E. Lohse, Offenbarung, sub loco), entonces el hecho de que sean llevados al cielo, en el v. 12, se remonta, en el caso de Elías, al AT (2 Re 2, 11; Ec10 48, 9) y, en el caso de Moisés, a la tradición judía (cf. el escrito la «Asunción de Moisés» [AsMo]). J. Beutler ava~áAAffi anaballo posponer, aplazar* Hech 24, 22: en voz media con objeto personal alJ'!:oúc:;; se refiere al aplazamiento por parte de Félix del juicio contra Pablo. Es corriente como tecnicismo jurídico (cf. Bauer, W6rterbuch, s.v.: «comunicar a alguién la decisión del aplazamiento [de su juicio]»), pero por el contexto el sentido es más bien el de «demora»: «retrasó la decisión acerca de su causa».

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ava~t~á~ffi anabibazo sacar o arrastrar

(las redes a tierra)* Mt 13, 48: los pescadores arrastran hasta la orilla la red barredera, llena de los peces capturados. ava~Ai.1tffi anablepo levantar la mirada 1. Aparición en el NT - 2. Variantes de significado 3. avá~AE'\j!LC;

Bibl.: Bauer, Worterbuch S.V.; E. v. Dobschütz, Die fünf Sinne im NT: JBL 48 (1929) 378-411; K. Lammers, Hdren, Sehen und Clauben im NT (SBS 11), Stuttgart 1966, 84-106; W. Michaelis, ágáw ¡ctA., en ThWNT V. 315-381; F. Notscher, «Das Angesicht Cottes schauen» nach bibl. und babylonischer Auffassung, Bonn 1924, 62ss; R. Schnackenburg, Visión de Dios, en. DTB 1068-1073 (bibl).

1. El verbo aparece 25 veces en el NT (Mateo 3 veces, Marcos 6, Lucas 7, Juan 4, Hechos 5). Las palabras relacionadas con el hecho de ver tienen frecuentemente significado teológico y hermenéutico en el NT, donde se refieren a la profunda percepción de fe del acontecimiento de Cristo. 2. En el NT encontramos los siguientes significados: a) levantar la mirada como una percepción óptica neutra de objetos y personas. En Lc 19, 5 Jesús pasa por Jericó y levanta los ojos para mirar a Zaqueo, uno de los principales recaudadores de impuestos, que estaba sentado en lo alto de una higuera silvestre a la que se había subido; Jesús sabe cuándo alguien le está buscando; le llama para que baje y le anuncia la presencia de la salvación «hoy». En Lc 21, 1 Jesús levanta la mirada y ve a los ricos que echan sus donativos en el cofre de las ofrendas. b) Elevar los ojos al cielo como un acto de esperanza en Dios. En el relato de la multiplicación de los panes, Jesús eleva sus ojos al cielo (Mt 14, 19; Mc 6, 41; Lc 9,16); aquí es ya una expresión de la didajé del culto eucarístico. Este sentido aparece también a propósito de la curación del sordomudo (Mc 7,34). c) Recuperar la vista es señal de que está amaneciendo la era escatológico-mesiánica de la salvación.

225

avaj3MJtúJ - avayEvváúJ

Este sentido aparece en Mc 8, 24 (la curación de un ciego en Betsaida); 10,51 (<<¡Raboni, haz que recobre la vista!»); v. 52; Mt 20,34; Lc 18, 41.42.43 (el acto creyente de ver es consecuencia del encuentro con la oferta escatológica de salvación que Dios hace en Jesús; cf. K. Kertelge, Die Wunder Iesu im Markusevangelium, München 1970, 179ss). En Jn 9, 1.15.18 (la curación del ciego de nacimiento en la piscina de Siloé) la recuperación de la vista conduce a la fe en e! Hijo del hombre (cf. F. MuBner, Diejohanneische Sehweise, Freiburg i. B. 1965, 18ss). Cuando Jesús, el Mesías que trae la salvación, restaura la vista de un ciego, entonces se cumple la promesa escatológica del AT que habla de curar a los ciegos (ls 61, 5-7; 35, 5s; 29, 15ss; también Mt 11,5; Lc 7, 22) y se cumple en e! «hoy» del encuentro con Jesús; (cf. H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 (HThK), 406414. d) En el relato de la experiencia de Saulo en Damasco, su ceguera y su curación son símbolos de su conversión de la soteriología de la Torá judía a la justificación cristológica por la fe (Hech 9, 12.17.18; 22, 13). e) Las mujeres levantan sus ojos, cuando están junto a la tumba de Jesús: el hecho de que la pesada piedra haya sido removida, les da acceso al sepulcro y con ello a lo que había acontecido en su interior (Mc 16,4). 3. aváflAEljJtC; recuperación de la vista* aparece en e! NT únicamente en Lc 4, 18, donde la expresión se refiere a la recuperación de la vista en los ciegos. En Jesús en la sinagoga de Nazaret se cumple la promesa de ls 61, ls; 58,6 LXX; cf. Bern 14,9. P.-G. Müller

aVá~Af'\IJt;, Effi;, ción de la vista -+ avaf3AÉJtw 3.

it anablepsis recupera-

ava~oáffi anaboao gritar* Mt 27, 46 (el sujeto es Jesús; B al Ef3Ór¡OEV); Mc 15, 8 C Koiné e pI sy; Lc 9, 38 Textus Receptus.

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it

ava~OAÍJ, tí;, anabole demora, aplazamiento* Hech 25, 17: avaf3oAl]v [lr¡6qüav JtoLr¡Oá[lEVOC:;, sin demora alguna; -+ ava~ánw.

aváyatov, O\l, tó habitación del piso de arriba* Mc 14, 15 par. Lc 22, 12. BlaB-Debrunner § 35 nota e; 44 nota 1. RGG 1, 1930; BHH n, 1326.

avayyiAAffi anaggello informar, anunciar -+

ayyÉAAw.

avayEvváffi anagennao dar nueva vida, regenerar* Bibl.: F. Büchsel, avaYYEvváw, en ThWNT r, 671674; K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief (HThK), Frankfurt '1964, 26-54; J. Ysebaert, Creek Baptismal Terminology, Nijmegen 1962,90-107.

1. Aunque la idea de ser engendrado aparece frecuentemente en el NT (especialmente en Jn), avayEvváw se usa únicamente en 1 Pe 1, 3.23; no es, por tanto, un tecnicismo del NT que denote este proceso. Por eso, para entenderlo, tenemos que acudir a otros conceptos afines en esta esfera (-+ yEvváw, ctvm Ex, aJtoxuÉw, -+ naALYYEveoLa). El uso limitado de avayEvváw no debe explicarse como un consciente rechazo de! lenguaje de los misterios paganos, porque tampoco en ellos se puede probar que avayEvváw sea un tecnicismo (tal vez lo sean [lE'tayEvvuv, JtaALyyEveoLa; cf. Büchsel, 672). 2. El acontecimiento designado en 1 Pe por avayEvváw, engendrar de nuevo, no es un proceso natural ni mágico. Según el v. 23, el principio generador es la «palabra viva y permanente de Dios», que, como «simiente (onoQá) imperecedera», comunica la vida y que, según el v. 25, se identifica con la palabra del evangelio. Así que el autor se refiere a la idea bíblica del poder creador de la palabra de Dios. En realidad, parece que todos los enunciados del NT acerca de la procreación

227

avayEvváw -

espiritual se basan en un punto de vista común, a saber, el de que una persona es trasformada internamente por la aceptación creyente de la palabra de Dios. (La aceptación misma es hecha posible por el Espíritu y sellada en el bautismo; cf. 1 Jn 2, 27ss; 3, 9; Jn 1, 12; 3, 5; 1 Cor 4, 15; Sant 1, 18). Además, el contexto de 1 Pe 1, 3 nos muestra que la regeneración tiene lugar por medio de la fe fundada en la resurrección de Jesús (vv. 5. 7.8.21). Además de la novedad (es decir, del nacer de nuevo), a:vuyevVó'ffi expresa la iniciativa de Dios y el carácter inmerecido de la salvación (1 Pe 1,21). El nuevo ser no es un estado estático sino que tiene como su finalidad el mantenimiento dinámico de la esperanza, del amor y de la fe con miras a la salvación definitiva, que se halla todavía por venir. La idea paulina de la nueva creación ('Xmv~ --+ 'XtLOL¡;;) debe distinguirse de la de idea de la regeneración. F. Porsch

a.vaylvÓl(JXOJ anagini5ski5 leer, leer en voz alta, leer públicamente Bibl.: Bauer, Worterbuch s.v.; G. Bornkamm, Das Anathema in der urchristl. Abendmahlsliturgie, en Bornkamm, Aufsiitze 1, 123-132, sobre todo en 123 (bibl.); R. Bultmann, avayLvw<J%W X'tA.., en ThWNT 1, 347; B. Reicke, en BHH 11, 1074; P. Vielhauer, Historia de la literatura cristiana primitiva, Salamanca 1991,77, 80s.

avuywillO'Xffi aparece 32 veces en el NT (además de Ap 5, 4 lect. altern.). En los Sinópticos se refiere a la lectura de las Escrituras (Mc 2, 25 par. Mt 12,3 y Lc 6, 3; Mc 22, 10 par. Mt 21,42; Mc 12,26 par. Mt 23,31; Mt 19, 4; 21, 16) o de la ley (Mt 12, 5; Lc 16, 26). En todos los casos, con excepción de uno solo en Mt, en Mc y en Lc 6, 3, el verbo se usa en una pregunta (acusadora) dirigida por Jesús a sus oyentes judíos: ou'X/oubÉ:ltote/oubÉ ... avÉyvwte; el participio aparece sin objeto directo en Mc 13, 14 par. Mt 24, 15 (ó avuyLvillo'Xwv VOdtffi, «el que lee entienda») y en Ap 1, 3 refiriéndose a aquel que lee

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avayxaatw~

en voz alta (cf. infra). Se usa para expresar el leer (en voz alta) al profeta Isaías, en Hech 8, 28.30a.b (aquí hay un juego de palabras con yLvillo'Xw, cf. 2Cor 1, 13).32, o la lectura (o lectura en voz alta) de una carta en Hech 15, 31; 23, 24. Lo mismo que en Mc 13, 14 par. y Ap 1, 3, hay tres casos (2 Cor 1, 13; Ef 3,4; Col 4, 16) en que el verbo se refiere directamente a la lectura (o lectura en voz alta) del correspondiente contexto. En Jn 19,20 se refiere a la lectura del tLt/...O¡;; clavado en la cabecera de la cruz. Por 1 Tes 5, 27 (avuyvú)o{}fjvm t~V E:rtLOtO/...~v JtaOLv tOL¡;; abe/...CjJoL¡;;), está claro que desde un principio las cartas de Pablo se leían en voz alta o se leían en público en las comunidades. Habrá que pensar en ello a propósito de Ef 3, 4; Col 4, 16, Y quizás también de Mc 13, 14 par. En Ap 1, 3 el singular ó avuywillo'Xú)v, el que lee en voz alta, se halla en paralelo con OL a'XoúoV'tE¡;;, «los oyentes», a propósito de la lectura en público del libro. Cf., además, 2 Clem 19, 1 (bis); Herm (v) 2, 3,3; 1,4, 1. Jesús «se levantó para leer la Escritura» (Lc 4, 16; avuyvrovm sin objeto de la acción verbal); algo parecido se dice de la lectura de los profetas en el culto (Hech 13, 27) y de «Moisés», cada sábado, en las sinagogas (15, 21; cf. 2 Cor 3, 2). En 2 Cor 3, 2 avuyLvillo'Xú) se refiere en sentido figurado a la comunidad de Corinto, que es como «una carta de recomendación de Pablo» leída por todos. H. Balz a.vayxá~OJ anagkazi5 obligar, forzar --+

aváY'Xl]·

a.vayxaio~, 3 anagkaios necesario --+

aváY'Xl]·

avayxa(J'tm~ anagkasti5 (adv.) forzada-

mente --+ aváY'Xl]·

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aváyxt]

a.váyxl], l]~, Í) anagke compulsión* avuy'Xó''(,ú) anagkazi5 forzar* avuy'XuLO¡;;, 3 anagkaios necesario* avuy'Xuotro¡;; anagkasti5s (adv.) forzadamente * 1. Aparición de estos términos en el NT - 2. Significados - 3. Campo referencial- 4. Sobre el adjetivo y el adverbio.

Bibl.: J. Drummond, Philo Judaeus of the JewishAlexandrian Philosophy in its Development and Completion, Amsterdam 1969, sobre todo 93ss; J. Eckert, Die urchristliche Verkündigung im Streit zwischen Paulus und seinen Gegnern nach dem Gal (BU 6), Regensburg 1971; J. Friedrich-w' Pohlmann-P. Stuhlmacher, Zur historischen Situation und lntention von Rom 13, 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166 (sobre todo 160ss); W, Grundmann, avay%á~w %1:A.., en ThWNT 1, 347-350; J. J. Gunther, St. Paul's Opponents and Their Background (NovTS 35), Leiden 1973 (bibl.); M. Hengel, Christus und die Macht, Stuttgart 1974 (bibl.); S. Kreuzer, Der Zwang des Boten - Beobachtungen zu Lk 14, 23 un 1 Kor 9, 16: ZNW 76 (1985) 123-128; G. F. Moore, Schicksal undfreier Wille in der jüd. Philosophie bei Josephus, en A. Schalit (ed.), Zur Josephusforschung (WdF 84), Darmstadt 1973, 167-189; R. Morgenthaler, Necesidad, en DTNT I1I, 146-148; D. Nestle, Eleutheria. Studien zum Wesen der Freiheit bei den Griechen und im NT, Tübingen 1969, 15, 75; K. Niederwimmer, Der Begriff der Freiheit im NT (TBT 11), Berlin 1966, 31ss; E. Peterson, Die Befreiung Adams aus der aváY%l], en Frühkirche, Judentum und Gnosis, Roma 1959, 107-128; W. Schrage, Zur Frontstellung der pln Ehebewertung in 1 Kor 7: ZNW 67 (1976) 214-234 (bibl.): H. Schreckenberg, Ananke. Untersuchungen zur Geschichte des Wortgebrauchs (Zetemata 36), München 1964; F. Schroger, Die Verfassung der Gemeinde des 1Petr, en J. Hainz (ed.), Kirche im Werden, München 1976,239252; S. Schulz, Gottes Vorsehung bei Lk: ZNW 54 (1963) 104-116; A. Strobel, Das Aposteldekret in Galalien. Zur Situation von Gall und ll: NTS 20 (19731974) 177-190.

1. El verbo avuy'Xó'~Ú) con acusativo de cosa o de persona (casi siempre acompañado de infinitivo, cf. Liddel-Scott, S. V. 1) aparece 9 veces en el NT (Marcos 1 vez, Mateo 1, Lucas-Hechos 3, Pablo 4). Se trata, sin excepción, de textos narrativos (cf. K. H. Rengstorf, A Complete Concordance to Flavius Josephus 1, Leiden 1973, 85). El sustantivo aváY'Xl] aparece 17 veces (Mateo 1 vez, Lucas 2, Pablo 9, Hebreos 4, y Jds 1). No es original Lc 23, 17 (cf. NTG sub

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loco). El término se usa preferentemente dentro del ámbito lingüístico griego (LXX, 2-3-4 Mac, Aristóteles, Filón, Josefo). Aparece también como extranjerismo arameo (cf. Jastrow, Dictionary, S. V. ). Una imagen parecida nos ofrece el uso del adjetivo avuy'XuLO¡;; en el NT. Aparece en él 8 veces (Hech 2 veces, Pablo 4, Tito 1, Hebreos 1). El adverbio avuy'Xuotro¡;; es hapax legomenon en el NT (l Pe 5,2). La gran mayoría de los ejemplos del uso de estas palabras se refiere concretamente a la vida de la comunidad cristiana primitiva, cuyos miembros se hallaban expuestos a «tribulaciones» físicas y psíquicas. El sentido figurado de «coacción lógica» predomina en textos que se caracterizan por una reflexión teológica más intensa (especialmente, Pablo, Heb). La idea de aVó'y'Xl] como poder del destino, característica del ambiente helenístico, tiene únicamente un eco intenso en 1 Cor 9, 16. 2. El verbo avuy'Xá~ú) (se discute su etimología, cf. Schrenkenberg 165ss) se emplea en el sentido de forzar a alguien a hacer algo. Pueden desempeñar un papel diversos factores, internos y externos, de la voluntad humana y de la voluntad divina. Por ejemplo, Hech 26, 11 trata de las duras represiones llevadas a cabo por el perseguidor, mientras que 28, 19 se refiere a la comprensión de lo que exigen las circunstancias. Gá12, 3.14 y 6, 12 señalan hacia el ámbito de los constreñimientos de la ley religiosa. Lo mismo cabe decir del sustantivo aváy'Xl], que en el mundo grecoparlante tenía el sentido especial de necesidad fatal impuesta por el destino y ordenada por la divinidad, pero que en el NT se combinaba con la convicción de que existía la providencia y de que todo se hallaba encaminado por Dios hacia la salvación. La fe bíblica en Dios, opuesta como era a toda forma de fatalismo, no dejaba espacio alguno para la idea filosófico-religiosa de una aváY'Xl] «deificada», y tampoco lo dejaba para los numerosos equivalentes ([.toLQu, cL[.tUQ[.tÉVl], XQeillv, tÚX1J, etc.). En esta materia el pensamiento bíblico tenía su

aváyxT]

231

propio vocabulario (JtQooQav, JtQooQL~I::LV, ~01JA1Í, ol,xovol.tLa, etc.), que era preferido por el judaísmo helenístico y por el cristianismo (cf. Moore). Más aún, aváyxT] se convirtió en un concepto técnico especial allá donde se hubo apoderado de él la escatología del cristianismo primitivo. aváyxT] (como en Lc 21, 23) podría llegar a ser el equivalente de 'frAI:'Ij!L<;, un término común en zonas dominadas por el uso lingüístico judío (y equivalente al hebreo ~ar, ~iir¿¡; cf. K. G. Kuhn, Konkordanz zu den Qumrantexten, Gottingen 1960, 188 s. v.. Tanto en el NT (4 ejemplos) como fuera de él (cf. PapOxy 1064, 4), la frase aváyxlJv EXELV es una circunlocusión para decir tener que; se pueden mencionar las razones de tal necesidad (cf. Jds 3; también Lc 23, 17 v.l.). Con dos excepciones (2 Cor 6, 4; 12, 10, listas de experiencias calamitosas), aváyxT] se usa siempre en el NT en número singular. Se halla predominantemente como una designación abstracta de la necesidad (Lc 14, 8; 2 Cor 9, 7), incluido su empleo (4 veces) en la expresión impersonal es necesario (aváyxT] EO"tLV con infinitivo). La combinación preposicional aváyxT]<; (2 veces) signifcaforzadamente (2 Cor 9, 7) o, cuando se usa en un argumento, significa necesariamente (Heb 7, 12). La expresión xa"ta aváyxT]v quiere decir involuntariamente (F1m 14). El adjetivo avayxalo<; denota lo que es esencial e indispensable, bien sea en el ámbito general del pensamiento y de la planificación (2 Cor 9, 5), bien en el de la voluntad y la comprensión humanas (Flp 1,24). En total, el espectro de significados de este grupo de vocablos es muy amplio. En el marco de la historia del lenguaje y de las ideas, es posible construir un trasfondo distintivo en relación con el tema que se esté investigando, por ejemplo, la creencia de los antiguos en el destino, el concepto bíblico de la providencia, la adopción de decisiones ético-morales, las experiencias calamitosas concretas y las angustias fundamentales acerca del fin de los tiempos.

es

232

3. Tan sólo una vez se dice en los evangelios (Mc 6, 45 par. Mt 14,22) que Jesús obligó por la fuerza a sus discípulos, concretamente, a entrar en la barca y a dejar a las multitudes. Esto podría ser una acertada reflexión de la tradición en el sentido de que, durante el ministerio de Jesús en Galilea, se produjo una situación crítica en la que Jesús no podía ser infiel a su propia misión, que no era de carácter político. Lc no recogió esta escena. Es digno de tenerse en cuenta el pasaje de Jn 6, 66ss. Mt 18, 7 (material peculiar) se halla formulado -en forma· típica del evangelista- como palabra de Jesús. Las vejaciones del fin de los tiempos tienen que suceder, porque forman parte del plan de Dios. . Tan sólo en Lc, en el contexto de la parábola del gran banquete (Q), se encuentra la idea de que hay que forzar a la gente entrar en la comunión con el «Señor» (Lc 14, 23). La orden «¡obligadlos!» es una respuesta a lo de «tenemos que», en las excusas de los invitados (v. 18). Yen el esbozo presentado por Lucas el foco se centra vivamente en la tarea mi;ionera de los discípulos. No podemos deducir (como hace san Agustín) instrucciones para la conversión de los herejes. La descripción de la gran aváyxT] en Lc 21, 23 se ha formado con arreglo a Mc 13, 19. De esta manera, la «tribulación final» se expresaba así de manera impresionante para los cristianos helenistas (cf. ya Sof 1, 15 LXX). En Mt 24, 21 se la realza como «grande», por su carácter singularísimo. Muy instructivo del entorno judío es, por ejemplo, el texto de lQM 15, 1. Para la secta de Qumrán la expresión «tiempo de tribulación para Israel» es un término técnico. En Hech avayxá~ú) representa la forma de la coerción violenta (26, 11) así como también -empleado en voz pasiva- la idea de que a Pablo se le obliga a comprender que ha de apelar al César. En las Cartas de Pablo encontramos un uso muy variado del término aváyxT]. La expectación escatológica confiere su carácter a 1 Tes 3, 7. Pablo acentúa que, en su tribulación

233

aváyxT]

y calamidad del momento, se siente consola-

do porque Timoteo le ha traído buenas noticias. La hendíadis se refiere a las dificultades del segundo viaje en relación con la labor misionera en Corinto. El contexto confirma el tono general de experiencia escatológica. 1 Cor 7, 26 da marcada expresión a las creencias acerca del actual tiempo (escatológico) de tribulación. Determina el consejo de que se permanezca sin contraer matrimonio, si uno es capaz de ello (cf. también el v. 37) y de que uno se consagre por completo a los asuntos del Señor. La idea de la presión del tiempo (cf. 7, 29) ayudó probablemente a Pablo a escoger sus términos. Cuando él acentúa (9, 16) que el ministerio apostólico le ha sido impuesto como una aváyxT], ello es testimonio de la certeza de que el encargo incondicional recibido de Dios es ahora lo que llena plenamente sus propios pensamientos y su acción (cf. 9, 1; Gál 1, 1.12ss). En la literatura clásica, aváyxT] designa la situación de constreñimiento en que los seres hu-

manos existen, y que hace imposible la libre decisión (por ejemplo, Eurípides, Or 1330: «No hay ya nada que hacer; estamos bajo el yugo de la aváyxT]»; cf., por ejemplo, 2 Cor 12, 11). Además, el hecho de que podía significar también tortura se halla atestiguado desde Herodoto (por ejemplo, I 116), Y de que el sentido podía moverse hacia el de tribulación y sufrimiento en general. aváyxT] es, además, la vinculación fundamental con la naturaleza y la necesidad básica de la vida (Jenofonte, Mem IV, 5, 9). Finalmente, a la esfera de influencia de la aváyxT] !jrúoEOJ¡; pertenece incluso la muerte (Jenofonte, An 111, 1, 43), es decir, la imposibilidad de hallar ninguna salida. El mito de Platón acerca de la aváyxT] (Resp 616) enseña que la aváyxT] se halla entronizada en el centro del mundo y que es el eje del mundo que gira como un huso cósmico. El concepto de la aváyxT] fue importante también, entre otros, para los estoicos y los órficos y también para todo el campo de la teurgia y la hechicería en la antigüedad. Definiciones diferenciadas se nos ofrecen en el Corpus Hermeticum (111 12, ls; 14, 1). Al ámbito del misticismo judío pertenece una «oración de Adán», que pide la liberación en la roQu aváyxT]¡; (Preisendanz, Papyri 1, 212s, 221). Las aflicciones mencionadas en 2 Cor 6, 4 Y 12, 10 deben entenderse en el contexto de

234

los diversos conflictos que Pablo experimentó durante su tercer viaje. La firme confianza que hace posible soportar todos los dolorosos constreñimientos se basa en la experiencia de que precisamente en la debilidad es cuando se manifiesta que uno es fuerte. Según Pablo, esta libertad interior la poseen únicamente aquellos que saben que están libres de la Ley (Niederwimmer, 168ss). Esta libertad se presenta concretamente como liberación de la necesidad de circuncidarse. En medio de acaloradas controversias, Pablo defiende en Gál el evangelio que está libre de la Ley, y lo hace no sólo contra adversarios (judaizantes) que insisten en la circuncisión (6, 12), sino también contra la actitud poco clara e inclinada a la avenencia de algunos como Pedro, a quien él acusó en Antioquía (2, 14) de que-a pesar de estar persuadido de lo contrario- forzaba a los cristianos gentiles a hacerse judíos. Esta disputa de importantísimas consecuencias, que probablemente ensombreció el tercer viaje, ofrece a Pablo la ocasión de apelar durante el debate al reconocimiento con que los apóstoles originales habían aceptado, incluso en este punto, su evangelio libre de la Ley. En una asamblea celebrada en Jerusalén, ellos -por ejemplo- no habían forzado (¡expresión muy dura!) a Tito a circuncidarse. Lo mucho que Pablo apreciaba también la «libre decisión» de los cristianos en asuntos personales, lo vemos patentemente en Flm 14. En Rom 13, 5 aváyxT] (aquí sin EO"tLV) se halla en el contexto de una prueba teológica. Puesto que la autoridad estatal, por disposición divina, garantiza el orden en una sociedad humana, entonces la sumisión es indispensable. Se' añade una razón adicional: tal cosa hay que hacerla no sólo por temor al poder del Estado para castigar, sino también por razones de conciencia, es decir, por un sentido crítico de la propia responsabilidad. Detrás de este texto se halla una idea extensamente compartida en el mundo judío y helenístico. En Heb la argumentación muestra frecuentemente intensos contactos con Filón (cf. G. Mayer, Index Philoneus, Berlin 1974, 21). Por eso, es innegable una tendencia a usar

235

236

uváyx:rl - uváyw

uvúYXr¡ en la reflexión teológica. Del cambio que se ha producido en el sacerdocio se sigue necesariamente, por ejemplo, la abolición de la Ley (7, 12). Cristo, que sufrió de una vez para siempre la muerte sacrificial, no es como los sacerdotes que necesitan ofrecer sacrificios diariamente por sí mismos y por el pueblo (7, 27). El pensamiento cristocéntrico, alegórico-tipológico, de la carta está apoyado en todas partes por el conocimiento de una necesidad que se ha cumplido (9, 16.23). En Jds 3 el remitente declara que él considera necesario (aoristo del estilo epistolar) exhortar a los destinatarios a combatir en defensa de la fe. Ante la existencia de herejes, él siente la preocupación de salvaguardar lo que ya se ha conseguido.

cieran (causativo); cf. Gén 45, 1 LXX; variante textual del NTG EYVWQL(J'{h¡ con B A P t vg.

4. avayxat:o~ aparece como adjetivo atributivo en Hech 10, 24 para referirse a los amigos más íntimos (en latín necessarius), en 1 Cor 12,22 para designar a los miembros indispensables del cuerpo, y en Tit 3, 14 para referirse a las urgentes necesidades de la vida. Aparece también en la expresión impersonal ser necesario y en la frase considerar algo como necesario (2 Cor 9,5; Flp 2, 25; en grado comparativo, en Flp 1,24). Una idea específicamente lucana aparece en Hech 13, 46: conforme al testimonio de los apóstoles, era necesario que la palabra fuera predicada primeramente a los judíos, pero esta prioridad ha desaparecido por culpa de ellos. La conclusión en Heb 8, 3 es típica de esta carta (uso impersonal con f(J'(:LV sobreentendido): aun Cristo necesitó tener algo que ofrecer en sacrificio. El adverbio avayxaa'tw~ en 1 Pe 5, 2 significa por constreñimiento. El contexto indica que se trata de un ministerio basado en la «libre decisión» y aceptado por «libre voluntad».

avciyoo

A. Strobel avayvooQí,~oo anagnorizo reconocer*

En Hech 7, 13 (aoristo pasivo) se refiere que José hizo que sus hermanos le recono-

avciyvoo(Jt;, EOO;,

t1

anagnosis lectura, lectura en voz alta, lectura en público* En Hech 13, 15 dícese de la lectura de la Escritura (la Ley y los profetas) en la sinagoga; en 2 Cor 3, 14 dícese de la lectura (en voz alta) del AT en general; en 1 Tim 4, 13 dícese de la lectura bíblica del AT (¿y de las Cartas paulinas?) en el culto cristiano; cf. W. Bauer, Der Wortgottesdienst der iiltesten Christen, Tübingen 1930, 39-54; RGG 11, 1761s; 1. Jeremias, 1-2 Timotens und Titus (NTD), sub loco --+ avayLvwaxw. anago hacer subir, presentar, hacerse a la mar* Aparece 23 veces en el NT (además de Mc 11,2 A D Koiné y otros; Lc 22, 66 A Koiné y otros; 1 Cor 12, 2 B 3), principalmente en Hech (17 veces). Según Mt 4, 1 Jesús es llevado por el Es píritu (desde el valle del Jordán) al Desierto de Judea (que estaba situado a un nivel más alto); según Lc 4, 5 el (hÚPOAO~ le condujo hacia lo alto (Koiné El añaden d~ oQo~ v'\jJr¡AOV; cf. Mt 4, 8 [Q ?]; 17, 1 D); cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (OTK), sub loco. En ambos textos podría pensarse que se trata de un «arrobamiento» (así W. Grundmann, Das Matthausevangelium [ThHK], sub loco; Bauer, Worterbuch, s.v.) o de la acción de llevar a lo alto (cf. Schneider). Cf. además Lc 2, 22 (a Jerusalén); Hech 9,39 (al piso superior); 16, 34 (fuera de la prisión [¿situada en el sótano?] para llevar a casa). De manera parecida en Rom 10,7; Heb 13,20 con referencia a que se hizo subir a Cristo EX VEXQWV. avúyw se encuentra también con el significado especial de presentar ante (Hech 12, 4), y se usa también en sentido figurado para referirse a la presentación de una ofrenda (Hech 7,41).

237

uváyw -

uva~wvvv~aL

Los restantes pasajes utilizan el verbo en voz pasiva como término técnico del lenguaje de la navegación para expresar la idea de levar anclas, hacerse a la mar, zarpar (Lc 8, 22; Hech 13, 13; 16, 11; 18,21; 20, 3.13; 21, 1.2; 27, 2.4.12.21; 28, 10, 11). H. Balz

avabEhevup.u

anadeiknymi encargar, designar, mostrar* Lc 10, 1; Hech 1,24: ¡muestra claramente! Th WNT n, 30s.

avcibn;t;, EOO;,

t1

anadeixis designación, acción de encargar una misión* Lc 1, 80: designación de Juan el Bautista para desempeñar su ministerio público -su «misión»- en Israel. ThWNT 11, 31; Bauer, Worterbuch, s. v..

avabixop.lat

anadechomai acoger (como huésped), recibir, aceptar* Hech 28, 7; Heb 11, 17: dícese de Abrahán, que recibió las promesas de Dios.

avabí,boop.lt anadidomi entregar* Hech 23,33: dícese de la acción de entregar una carta.

238

mandamiento, que propiamente «había sido dado para vida» (7, 1Ob), hizo que el pecado cobrara vida en la concupiscencia egoísta del hombre (vv. 7s) y de esta manera produjo la muerte del hombre (v. lOb). En 14,9 fl;r¡aEv (con Cristo como sujeto) debe preferirse a la lectura alternativa avtl;r¡aEv (Schlier, 410). En Le 15, 24 el verbo se usa metafóricamente. El padre, en la parábola del hijo pródigo, describe la marcha de casa de su hijo más joven como la pérdida y la muerte de aquel hijo, y el regreso del mismo como la recuperación de ese hijo y como si éste «hubiera vuelto de nuevo a la vida» (avtl;r¡aEv; cf. v. 32 v.l.). Por tanto, el regreso del hijo perdido produce mucha alegría. En Ap 20, 5 el vidente contempla en una visión cómo aquellos que habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y aquellos muertos que durante la persecución permanecieron fieles a Cristo, fueron vivificados de nuevo y reinaron con Cristo mil años. Unicamente ellos volvieron entonces ya a la vida, y no el resto de los muertos. El hecho de que participaran en la primera resurrección revela que ellos no se ven afectados por la «segunda muerte», que significa la condenación a la perdición eterna (cf. 2, 11; 20, 14; 21, 8). F. Schnider

ava~cioo anazao volver (de nuevo) a la vi-

da, revivir* Bibl.: E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen 31974,189; O. Kuss, Der Romerbrief, Regensburg '1963, 462-485; H. Schlier, Der Romerbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1977, 224s; F. Schnider, Die verlorenen Sohne, Strukturanalytische und historisch-kritische Untersuchungen zu Lk 15 (OBO 17), Fribourg (Suiza) 1977,43-47.

En Rom 7, 9 el verbo tiene sentido incoativo: el pecado revive, se despierta. En el contexto de la doctrina de Pablo sobre la justificación, 7, 1-25 acentúa que la persona justificada no sólo ha «muerto» al pecado (6, 111), sino también a aquel poder por el cual el pecado hace su aparición, a saber, la Ley. El

ava~1J't'ioo anazefeo buscar, inquirir para

hallar* Lc 2, 44.45; Hech 11,25; el objeto de la acción verbal es siempre una persona (Jesús, Pablo). Ch. Burchard, Fu.fJnoten zum ntl. Griechisch 11: ZNW 69 (1978) 143-157, sobre todo 153-155. ava~rovvup.lat anazonnymai ceñir*

En sentido figurado en 1 Pe 1, 13: ~)LO aval;waú/tEvoL 'ta~ o(J(púa~ 'tfj~ 6wvoLa~ v/twv, vT¡
239 de 1 Pe 1, 13). L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), sub loco. ava~O):Tt"~ÉO) anazt5pyret5 avivar el fue-

go* En sentido figurado en 2 Tim 1, 6: avutU)jt1JQELV tO XáQLCJltU, «avivar constantemente elfuego del don de Dios».

ava-tlállO)

anathallt5 volver a florecer (hacer que vuelva a florecer)* En Flp 4, 10 son posibles tanto la traducción transitiva (causativa) como la intransitiva. BlaB-Debrunner § 160, nota 2.

avá-tlfp.ta, ato~, tó anathema cosa o persona maldita, maldición* 1. Origen y aparición del vocablo en la literatura cristiana primitiva. - 2. En Pablo - 3. En Hech.

Bibl.: J. Behm, avá,1'tflw %-r/..., en ThWNT 1, 356s; G. Bornkamm, Para la comprensión del servicio religioso en Pablo, en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 59-79, especialmente 69-79: «El anatema en la liturgia de la cena en el cristianismo primitivo»; N. Brox, ANA0EMA IH~OY~ (1Kor 12,3): BZ NF 12 (1968) 103-111; L. Brun, Segen und Fluch im Urchristentum, Oslo 1932; K. Hofmann, en RAe 1, 427-430; B. A. Pearson, Did the Gnostics Curse Jesus?: JBL 86 (1967) 301-305; W. Schmithals, Die Gnosis in Korinth, Gottingen '1969, 117-122,330-332; W. C. van Unnik, Jesus: Anathema or Kyrios (l Coro 12:3), en FS Moule, 113-116.

1. En toda la literatura cristiana primitiva (con arreglo a la categorización de Bauer, Worterbuch VII), avá'frEltu aparece sólo 5 veces en las cartas auténticas de Pablo y 1 vez en Hech, y siempre se refiere a personas (pero nunca tiene a un ser humano como agente de la maldición). Aparece también en la tabla pagana de maldiciones de Megara (KIT 20 20'), seguramente por influencia judía. El empleo de e.ste vocablo en el NT corresponde al empleo que se hace del mismo en la LXX.

2. Haciendo uso de fórmulas litúrgicas que marcan la transición a la Cena del Señor (cf. Did 10, 6), Pablo concluye 1 Cor 16, 22 con una maldición contra «el que no ame al Se-

240 ñon> (<
Usado en sentido absoluto por Pedro en Mc 14, 71 para hacer un juramente bajo maldi-

242

241 ción de sí mismo, con la intención de corroborar decisivamente la afirmación que acababa de hacer de que no conocía a Jesús, aunque eso significara una negación rotunda (v. 72). En Hech 23, 12.14 (avu'fréltutt aVE'frEltutLoultEV) Y en el v. 21 con ÉU1Jto'Ú~ como objeto de la acción verbal, refiriéndose a más de cuarenta judíos que habían pronunciado sobre sí mismos la maldición de Dios, en el caso de que tomaran alimento antes de haber dado muerte a Pablo. ThWNT 1, 357; DTNT I1I, 16s; ---+ avá'frEltU 3. ava-tlfO)~ÉO) anathet5ret5 considerar ince-

santemente, observar atentamente* Hech 17, 23; en sentido figurado en Heb 13, 7, para referirse al resultado de la vida de los que antes habían sido dirigentes de la comunidad. ato~, tó anathema ofrenda votiva* En Lc 21, 5 dícese del templo de Jerusalén, omado con ofrendas votivas, por ejemplo, la vid dorada que había sobre el velo que cubría el acceso al santuario (Josefo, Bell V, 210). Sobre la combinación con xooltém cf. 2 Mac 9, 16; Herodoto 1, 183. ---+ avá'frEltU es una forma (helenística) tardía, usada con significado especial en la LXX y en el NT. ThWNT 1, 356s; RGG V, 1651s; DTNT 111, 16s.

avá-tl1Jp.ta,

avá arriba, hacia arriba (Schwyzer, Grammatik 11, 440) Y del verbo clásico simple uLQém (que en el NT aparece sólo en voz media: ULQéoltm: escoger, preferir); así lo vemos en Hech 7, 21 Y Heb 10, 9. En otros lugares, el tema (verbo) y el determinante (preposición) constituyen un nuevo concepto que es ya un tecnicismo clásico: matar, eliminar, asesinar, ejecutar (como sinónimo de 'fruvutóm y a:n:oxtdvm). Este es el sentido usual en el NT, a propósito de la muerte de los apóstoles (Hech 5, 33; 9, 23s.29) y de la muerte de Jesús (Lc 22, 2; Hech 2, 23). Cuando se hace referencia a la destrucción del Anticristo, el sujeto es «Jesús el Señor» (2 Tes 2, 8 con alusión a Is 11,4). En Hech 16,27 el verbo se usa en sentido reflexivo: ÉU1JtOV avmQELv, cometer suicidio. No sólo la agadá sobre el plan de Faraón para asesinar a Moisés sino también la cita de reflexión (Jer 31, 15, mencionada en Mt 2, 18) influyeron en el tenor de la orden dada por Herodes de que «se diera muerte a todos los niños varones que había en Belén y sus alrededores de la edad de dos años o menos» (Mt 2, 16); cf. A. Vogtle, Messias und Gottessohn, Düsseldorf 1971, 32-41, 68-70, y W. Grundmann, Das Ev. nach Mt (ThHK), 84 (<<no hay prueba de la historicidad del incidente», tanto más que no se encuentra en Josefo ningún vestigio de él). Como en el caso de Moisés, el interés de la narración se centra enteramente en la salvación del niño obrada por Dios.

avaí.bna, a~, Í)

anaideia impertinencia* Lc 11, 8: impertinencia, insistencia inoportuna. D. R. Catchpole, Q and «The Friend at Midnight» (Luke XVI, 5-8/9): JThS 34 (1983) 407-424, especialmente 407-411; Spicq, Notes 1, 51s. avaí.~Ecn~, fo)~, Í) anairesis destrucción, asesinato* Hech 8, 1: el asesinato de Esteban; cf. 22, 20 Koiné; 13,28 D*. avaL~ÉO) anairet5 suprimir, eliminar, matar El significado del verbo compuesto corresponde al significado básico de la preposición

H. Frankenmolle aváLtw~ anaitios inocente, sin culpa* Mt 12, 5.7 (material peculiar); cf. bSab 132b: «el ministerio del templo está por encima del sábado»: Lev 24, 8s; Jn 7, 22s. Hech 16,37 D. avaxa-tlí.~O) anakathizt5 sentarse, incorporarse* Le 7, 15: aVExá'frwEv Ó VEXQÓ~; Hech 9, 40. avaxaLví~O) anakainizt5 renovar ---+ xmvó~.

avaxmvów - aVaXecpaAmÓW

243

avmuuvóro anakainoo renovar --+ XaLVó~.

avaXEqJaJ..atóro

244

anakephalaioo resumir,

compendiar* 1. Significación fundamental- 2. Rom 13, 9 - 3. Ef 1, 10.

avmeatvroat;, Ero;, i¡

anakainosis reno-

vación --+ XaLVÓ~.

avaxaJ..\l3I:'tro

anakalypto descubrir, desvelar, quitar* Sentido figurado en 2 Cor 3, 14: «porque hasta el día de hoy... el mismo velo pennanece sin quitar» (Il~ avaxaAumóllevov es participio en aposición); 3, 18: avaxexaAullllÉvQl JtQO(JeDJtQl, «con el rostro descubierto». ThWNT I1I, 562s; DTNT 11, 112ss.; R. Bultmann, Der zweite Korintherbrief [KEK], sub loco.

avaxáp.t3t'tro

anakampto regresar, dar la vuelta* Mt 2,12; Hech 18, 21; Heb 11, 15; en sentido figurado en Lc 10,6. En 2 Pe 2, 21 Sin A en el sentido de apartarse de nuevo.

aváxEtp.tat

anakeimai estar echado, estar reclinado a la mesa * El verbo aparece 14 veces en el NT (además Mc 5, 40; Lc 7, 37 v.l.). La significación general de estar echado la tiene únicamente en Mc 5, 40 C Koiné pm. En todos los demás casos tiene siempre el sentido de estar a la mesa, celebrar una comida (el participio sustantivado Ó avaxetllevo~ significa también el invitado a la mesa, el huésped, el comensal): Mt 9,10; 22, 10.11; 26, 7; Mc 6, 26; 14, 18 par. Mt 26,20; Mc 16, 14; Lc 22, 27a (en contraste con ó ~haxov&v, «el que sirve a la mesa»).b; Jn 6, 11; 12, 2; 13,28; 13, 23 (~v avaxetllevo~ ek .. "t0 XÓAJtQl "tO'U 'Irjoo'Ü, «uno estaba reclinado a la mesa ... cerca del pecho de Jesús, es decir, ocupaba el lugar de honor); cf. también Lc 16,23 (avaJtauóllevov D e it). Bauer, Worterbuch, s. v.; BHH 111, 1991-1993.

ev

Bibl.: H. Schlier, avuxEcpuAaLÓOflaL, en ThWNT IlI, 681s; W. Staerk, en RAe 1, 411-414. Para el punto 2: K. Berger, Die Gesetzauslegung Jesu, NeukirchenVluyn 1972; A. Feuillet, Loi ancienne et morale chrétienne: NRTh 92 (1970) 785-805; A. Nissen, Gott und der Niichste, Tübingen 1974. Para el punto 3: S. Hanson, The Unity of the Church, Uppsala 1946; A. Lindemann, Die AuJhebung der Zeit, Gütersloh 1975; F. MuBner, Christus, das Al! und die Kirche, Trier '1968; H. Schlier, Christus und die Kirche, Tübingen 1930; F. J. Steinmetz, Protologische Heilszuversicht, Frankfurt a. M. 1969.

1. Significación fundamental: 1. llevar algo a un XECpáAaLOV (es decir, al punto principal [de una estructura]), recapitular, compendiar sumariamente. - 2. desglosar las significaciones principales de algo. - Por las construcciones con --+ JtAYjQúJIla y JtAl1Qów, vemos que el verbo avaXECpaAaLóúJ no se usa en el NT sino con el primer significado. 2. En Rom 13, 9 los mandamientos de la segunda tabla del Decálogo (Dt 5, 17ss LXX; cf. Lc 18, 20 [a diferencia de Mc 10, 19]) se compendian en el mandamiento del amor al prójimo (Lev 19, 18), es decir, se expresan en el solo enunciado principal y fundamental, del cual pueden deducirse o al cual pueden reducirse. Sobre el género de «lista de ética social», que contiene aquí mandamientos del Decálogo y, por cierto, en forma típicamente cristiana (Mt 19, 18s a diferencia del paralelo de Mc; Sant 2,8.11), cf. Berger, 362-395. Sin embargo, con arreglo a Rom 13, 8-10 (sobre la estructura cf. L. Bencze: NTS 20 [1973-1974] 90-92), Lev 19, 18 no es sólo un compendio de los mandamientos del Decálogo, sino también de la Ley (--+ VÓIlO~) en general (Feuillet, 797); cf. Gál 5, 14. Desde la perspectiva de la historia de las tradiciones nos hallamos ante una concepción judía helení~tica de la ley, que ha quedado recogida

245

avaxecpaAmów - avaxALvw

aquí. La concepción de la ley que se concentra en las obligaciones sociales quedó ejemplificada en el TestXII, en Sab y en Ec10 (cf. Berger, 38-55) y fue incorporada también a otras partes del NT: Mt 21,7-12 (cf. 22,40); Sant 2,8; cf. Mc 10, 17ss. Como los «resúmenes» rabínicos de la Torá (Billerbeck 1, 357ss, 460; I1I, 306) no son «compendios» en sentido estricto (Nissen, 389-415, especialmente 398s), su relación es bastante lejana. En el contexto cristiano el uso de Lev 19, 18 como compendio de la leyes, en última instancia, el resultado de la aceptación de Jesús, cuyas exigencias culminan en el amor de los enemigos (Mt 5, 44s.48 par.), de tal manera que el contenido específicamente cristiano radica en la abolición de las limitaciones relativas a la identidad del «prójimo» (cf. Lc 10, 29-37; en cuanto a Pablo, cf. Rom 12, 14-21). Ahora bien, para Pablo la base esencial del amor es la cristología. Y, así, la misericordia de Dios, en la que Jesús basaba el mandamiento del amor (Lc 6, 36 par.), queda sustituida por el sacrificio de Cristo en la cruz: Gál 5, 13-24; 2, 20s; Flp 2, 1-11; cf. Ef 4, 32-5,2.

3. Ef 1, 10 especifica que el contenido del «misterio» es: avaxe<paAaLWOao{}aL "ta Jtáv"ta EV "t0 XQLO"t0. Cristo es el «punto cardinal» en el que convergen todas las líneas del universo (recapitulatio omnium). Pero la idea de la representación del universo (Hanson, 123-126) es insuficiente. El aoristo debe interpretarse como indicador de un acontecimiento singularísimo de Dios, situado históricamente en el acontecimiento de Cristo. avaxe<paAaLÓW converge con los vv. 9b.lOa, según los cuales la historia alcanza su meta en Cristo (J. Gni1ka, Der Epheserbrief [HThK], 79). Por eso, el «universo» no significa un cosmos contenido en sí mismo sino la creación divina orientada hacia una meta (cf. v. 4). Entonces, Ef 1, lOb.c describe el acto de Dios que establece en Cristo la meta escatológica, por amor del cual toda la creación fue llamada a la existencia, de tal manera que en él se compendia el universo entero en sus dimensiones espaciales y temporales.

246

Consideraciones de tipo sintáctico condujeron con razón a Lindemann, 69s a criticar la interpretación del texto como si éste se refiriese a la restauración de la unidad del universo o del antiguo orden (MuBner, 66; Gnilka, Der Epheserbrief, 80; Steinmetz, 79s). Más aún, la etimología (xecpáAmov, no -+ xecpaA~: Staerk, 412) prohíbe una directa interpretación del mismo como la instauración de Cristo como Cabeza del universo (H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 84), especialmente porque esta idea se halla fusionada con el mito gnóstico del Anthropos (Schlier, Christus, 60ss). Tales connotaciones surgen únicamente del contexto amplio de Ef o de consideraciones pragmáticas del texto. Si se presupone un sentimiento del mundo parecido al que vemos en Col (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 113-118), entonces Ef 1, 10 podría inducir al lector a pensar en la reconciliación del universo. Pero, a diferencia de Colosenses, vemos que Efesios explica esta idea, no en relación con el universo, sino en relación con la Iglesia (2, 16) e interpreta así 1, 10 dentro de una perspectiva histórica. Precisamente por esta razón, Ef no deduce de 1, 10 la afirmación sin más de que «Cristo = Cabeza del universo», sino que dice que Cristo fue dado a la Iglesia como cabeza sobre todas las cosas (1, 22; cf. 4, 15s). En consecuencia, la anakephalaiosis pone en marcha un proceso que permite a la soberanía de Cristo afirmarse a sí misma a través de la Iglesia en presencia de las naciones y los poderes (3, 8ss), y confiere así dimensión histórica al cumplimiento y plenitud del universo. H. Merklein

avaxJ..tvro

anaklino hacer reclinarse (en voz activa), reclinarse (a la mesa) (en voz pasiva)* En voz activa en Lc 2, 7; con sentido causativo en 12, 37: el amo, al regresar a casa, se convierte él mismo en servidor de los siervos a quienes ha hallado velando y los hace reclinarse (a la mesa), es decir, los invita a la mesa; cf. Mc 6, 39 (en voz pasiva: Sin B* e y

248

247 otros; cf. par. Mt 14, 19); Lc 9, 15 C Koiné A W y otros. En voz pasiva, reclinarse para el convite: Mt 8, 11; 14, 19; Lc 13,29; 7, 36 Koiné A W E> pm.

nis ofverhoging: Bijdragen 36 (1975) 119-144: M. C. Parson, The Departure of Jesus in Luke-Acts (JStNT, Supplement Ser. 21), Sheffield 1987; F. Schnider, Himmelfahrt Jesu - Ende oder Anfang?, en FS Mufiner, 158-172; A. Weiser, Himmelfahrt Christi (1), en TRE XV, 330-334.

avaxó:Tt'tro anakopt6

1. El verbo compuesto avuA.u(.tPávw tiene las significaciones básicas de elevar y llevar consigo a personas para viajar en compañía de ellas. Aparece en el NT con el sentido general de elevar (---> 2) Y como término para designar la exaltación y la ascensión (---> 3). En la Biblia el sustantivo aVáA.YI(.t'IjJL~ aparece únicamente en Lc 9, 51 (---> 4).

rechazar, impedir (en la carrera) Gál 5, 7 Textus Receptus aVÉxo'IjJEV; variante textual preferida EvÉXO'IjJEV. avaxQá~ro anakrazo gritar, dar voces*

Mc 1, 23 par. Lc 4, 33; Mc 6, 49; Lc 8, 28; 23, 18. ThWNT I1I, 900-902.

avaxQtvro anakrino preguntar,

interrogar,

investigar, examinar -+ XQlVW.

aváxQun;, Ero;, tl anakrisis

investiga-

ción, interrogatorio -+ XQLVW.

avaxvltro anakyli6 remover,

quitar algo

haciéndolo rodar En Mc 16,4 dícese de la piedra que cerraba el sepulcro de Jesús (B [Sin] L).

avax":Tt'tro anakypt6 enderezarse* Lc 13, 11; Jn 8, 7.10; en sentido figurado Lc 21, 28: avux'Ú'ljJu'tE xul EJtáQu'tE 'ta~ xE
var* aVáA.'I1(.t'IjJL~, EW~,

'tÍ analempsis ascensión,

elevación* 1. Significación fundamental - 2. Significación general - 3. Término para designar la exaltación y la ascensión - 4. avát..l]¡1'1jJL<;.

Bibl.: G. Delling, avat..a¡1~áv(ú, en ThWNT IV, 89; G. Friedrich, Lk 9, 51 und die Entrückungschristologie des Lukas, en FS Schmidt 1973,48-77; G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu (StANT 26), München 1971; L. Lambrecht, De oudste Christologie: verrijze-

2. En Hech 20, 13.14; 23, 31 Y 2 Tim 4, 11 avuA.u(.tPávw significa recibir o llevar consigo a personas como compañeros de viaje. En Hech 7, 43 (cita de Am 5, 26 LXX) avuA.u(.tPávw significa coger y llevar consigo objetos del culto pagano como signos de idolatría. En Ef 6, 13.16, como en documentos de fuera del NT (por ejemplo, 2 Mac 10, 17; Jdt 6, 12; 7, 5; 14, 3), avuA.u(.tPávw se usa en sentido figurado para expresar el hecho de ponerse una armadura. En Hech 10, 16 el verbo significa elevar hacia lo alto, recoger hacia lo alto (cf. v. 3) aquello que se había contemplado en la visión: el recipiente que había descendido del cielo (lO, 11). 3. En 1 Tim 3, 16 avuA.u(.tPávw aparece en un texto hímnico que refleja evidentemente una tradición antigua: «recibido en gloria». Como conclusión del material tradicional y en contraste con el inicio del mismo, la frase proclama la exaltación de Cristo. Como se indica en los paralelos de Flp 2, 9; Hech 2,33; 5,31; Jn 3,14; 12,34 Y por la adición de «en gloria», este hecho se refiere a un acontecimiento invisible que pertenece al ámbito celestial. (Sobre la cuestión de si estos y otros enunciados de la exaltación constituyen la forma más antigua de la proclamación de pascua o son más bien una forma tardía y secundaria de la misma, cf. Lohfink, 95s; Lambrecht.) En Mc 16, 19 (un final más tardío de Marcos) avuA.u(.tPávw podría interpretarse exactamente de la misma manera (especial-

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mente por la frase: «y se sentó a la diestra de Dios»; Delling, 8); pero más probablemente se trata de un sentido semejante a y dependiente del que aparece en Hech 1, 11. Con la frase: «que ha sido tomado de vosotros al cielo» (Hech 1, 11c) se designa innegablemente un acontecimiento visible para los discípulos (<<¿por qué estáis mirando?», v. 11d; cf. v. 9). La ascensión, que únicamente aquí y en Lc 24, 51 (---> avu
aváll)!l'\I";, Ero;, tl analempsis

acción

de llevar a 10 alto ---> avuA.u(.tpávw.

avaltaxro, avalóro analisk6, anal06 consumir, devorar* Las dos formas son sinónimas, cf. también BlaB-Debrunner § 101 nota 7. avuA.waaL aparece en Lc 9, 54 en una pregunta de los discí-

pulas acerca del fuego que debía descender del cielo para consumir o destruir a los habitantes de una aldea samaritana, cf. 4 Re 1, 1014; w~ xul 'HA.LU~ EJtoLYlaEV, en Lc 9, 54, es una adición que aparece en C Koiné D E> pm it; cf. 2 Tes 2, 8; Sin* Orígenes. avuA.w{hi'tE se usa en sentido figurado en Gál 5, 15 para referirse a las consecuencias de una mala interpretación de libertad: «... no sea que os consumáis unos a otros».

avaloyta, a;, tl analogia

relación debida, acuerdo* En Rom 12,6: E'L'tE JtQo
ponderar* Heb 12, 3: aVUA.oyLaUa1tE con objeto directo de persona: ¡Considerad a aqueL.!

avalo;, 2 anatos,

sin sal, insípido* Se emplea en Mt 9, 50 para referirse a la sal que ha perdido su efecto de salar, y que es una imagen de la pérdida del verdadero espíritu del discipulado. La sal natural podía hacerse insípida por la humedad o por efecto del sol. En la imagen de la sal, que es salada y sirve para salar, lo que se acentúa verdaderamente es la índole del discipulado, a saber, que el discípulo actúe de acuerdo con lo que es. Cf. Mt 5, 13 Y la burla rabínica sobre ese logion en b.Bek 8b. Billerbeck 1, 232-236; BHH I1I, 1653s; E. Schweizer, Markusevangelium (NTD), sub loco. ---> aA.u~.

avalóro ana loo consumir, devorar ---> aVUA.Laxw.

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avúlvO't~, ~ro~, ÍJ analysis disolución, partida* En 2 Tim 4, 6 háblase en sentido figurado de partir de esta vida; cf. también 1 Clem 44, 5; ThWNT IV, 338.

avalúro ana/yo disolver, partir* Lc 12, 36: partir de la fiesta de bodas, es decir, regresar de esa fiesta; en sentido figurado en Flp 1, 23: partir (de esta vida) como eufemismo para expresar la idea de «morir». ThWNT IV, 338; C. J. de Vogel: NovT 19 (1977) 262-274. -> aVCú,:u<JL¡;. avaJlúQ'trl1:o~, 2 anamartetos sin pecado* Jn 8, 7: ó avu[táQ"t'l']to¡; ú[twv, «el que de vosotros esté sin pecado». ThWNT 1, 337339; H. Clavier: RHPhR 47 (1967) 150-164.

avaJlÉvro anameno esperar, aguardar* 1 Tes 1, 10: al Hijo de Dios; cf. IgnFil 5, 2. P.-E. Langevin, Jésus Seigneur et l'eschatologie, Bruges-Paris 1967, 67-73; BlaB-Debrunner § 148 nota 2.

avaJlÉO'ov anameson (preposición impropia) entre* En 1 Cor 6, 5: avu[tÉ<Jov "tOV aOfA,<¡Jov. El sentido exige que se añada XUL toV aOfA,<¡Jov (como en los manuscritos f g syp): «entre los hermanos» o «entre el hermano y su adversario». BlaB-Debrunner § 204, 1; 215, 3. -> avá, -> [tÉ<Jov.

avaJltJlVnO'xro anamimnesko recordar ->

avá[tv'l']<JLC; 4.

avúJlv1JO't~, EÚ)~, ~ anamnesis recuerdo, memoria* 1. Aparición del vocablo y significado - 2. La tradición eucarística - 3. Heb - 4. (fJt- )ava!-tl~VÚaxúl.

Bibl.: K.-H. Bartels, Dies tut ZU meinem Geddchtnis. Zur Auslegung von 1Kor 11, 24.25, tesis Mainz

1959; P. A. H. de Boer, Gedenken und Geddchtnis in der Welt des AT, Stuttgart 1962, 64-70; N. A. Dahl, Anamnesis: StTh 1 (1948) 69-95; G. Delling, Abendmahl JI. Urchristliches Mahl- Verstdndnis, en TRE 1, 47-58 (bibl.); H. Feld, Das Verstdndnis des Abendmahls, Darmstadt 1976; Goppelt, Theologie (lI), 476-479; J. Jeremias, La última Cena. Palabras de Jesús, Madrid 1980,261-281; O. Knoch, «Tut das zu meinem Geddchtnis» (Lk 22, 20; 1 Kor 11, 24s). Die Feier der Eucharistie in den urchristlichen Gemeinden, en Freude am Gottesdienst. FS f J. G. Pldger, Stuttgart 1983, 31-42; H. Kosmala, Das tut zu meinem Geddchtnis: NovT 4 (1960) 81-94; P. Neuenzeit, Das Herrenmahl, München 1960; H. Patsch, Abendmahl und historischer Jesus, Stuttgart 1972, 79 (bibl.); J. Roloff, Heil als Gemeinschaft, en CornehlBahr (eds.), Gottesdienst und Offenlichkeit, Hamburg 1970, 88-117; W. Theiler, en RAC VI, 43-54; K. H. Schelkle, Das Herrenmahl, en FS Kdsemann, 385402.

l. avá[tV'l']<JL¡; aparece raras veces en los escritos del NT y se encuentra únicamente en contextos cultuales y litúrgicos (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24.25; Heb 10, 3). En lo que respecta a su significado, hemos de ser sensibles al contenido veterotestamentario y judío del campo léxico representado por la raíz zkr en el sentido de representación, de hacer presente el pasado, el cual no puede seguir siendo jamás mero pasado sino que se hace eficaz en el presente (cf. el memorial de la pascua en Ex 12, 14; 13, 3.8 Y passim). 2. El mandato de la repetición (<
avá~V1]OL~ - avaVEÓW

hallan tan extensamente difundidas en suelo pa1estinense, desde el AT hasta la época de los rabinos, que resulta innecesario explicar el origen de esta conmemoración acudiendo a la comunidad helenística. En particular, la celebración de la pascua, que es sumamente comparable con la celebración de la Cena del Señor (y que fue ciertamente el marco histórico de la Ultima Cena de Jesús), fue desde el comienzo una celebración de «conmemoración» (Ex 12, 14; 13, 3.8; Dt 16, 3; Jub 49, 7ss; cf. Pes 10, 5). Puesto que en la mayoría de los ejemplos Dios es el sujeto de la conmemoración, Jeremias concluye que el mandamiento del Señor debe traducirse así: «Haced esto para que Dios se acuerde de mí (como de su Mesías)>> (Jeremias, La última cena, 273). El memorial de la pascua nos hace ver que esta propuesta de traducción no es necesariamente convincente ni es tampoco la más obvia, dado el tenor literal de las palabras. Pablo cita la fórmula eucarística como una autoridad vinculante frente a los abusos que se cometían en la forma en que los corintios celebraban la eucaristía. En opinión del apóstol, no se celebraba en Corinto la verdadera «Cena del Señor», porque cada una de las personas bien acomodadas celebraba su propia comida para saciar el hambre, antes de la celebración eucarística propiamente tal, sin aguardar a los hermanos más pobres, que llegaban luego (1 Cor 11, 20-22.33). Pablo fundamenta su juicio en la eclesiología (v. 22b) Y en la soteriología (vv. 27ss). La transición decisiva, en este argumento, la desarrolla él en el v. 26 en relación con el mandamiento de recordar: ~~Porque todas las veces que comiereis este pan y bebiereis la copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que él venga». Lo de «todas las veces que» enlaza claramente con lo de «todas las veces que» del segundo mandato de conmemorar (v. 25); ahora bien, la «muerte del Señor», con arreglo a las palabras eucarísticas, fue «para vosotros» (= en favor vuestro; v. 24), es decir, sucedió como un sacrificio vicario en favor de todos los «hermanos» (cf. 15,3: «por nuestros pecados»). Hasta el regreso del Señor (cf. -> [tuQuvu {ta, 16, 22), en la Cena del Señor es donde se proclama la memoria de la muerte vicaria y reconciliadora del Señor «por vosotros». Y se procla-

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ma tanto de palabra como de obra, y de esta manera se hace eficaz. Por consiguiente, este mandato de recordar no sólo obliga a una repetición de la cena como un acontecimiento ritual, sino que obliga también a la proclamación del significado salvífico de la muerte de Jesús, lo cual excluye -por razones teológicas- una práctica eucarística como la seguida por los corintios. 3. En Heb 10,3 el autor acentúa que los sacrificios anuales en el gran Día de la Reconciliación (10, 1; Lev 16, 1ss) no producen una purificación permanente de los pecados, sino que son una recordación constante de los mismos (cf. Jub 34, 19), bien por medio del sacrificio mismo, bien por la confesión de los pecados asociada con el acto sacrificial. Precisamente mediante esta recordación se mantiene viva la «conciencia del pecado». Tan sólo la santificación que viene por medio del sacrificio del cuerpo de Jesucristo que tuvo lugar «de una vez para siempre» (10, 10.14), Y que significa el perdón de los pecados (10, 18), hace que se anule esa función de conmemoración. 4. El verbo [i:n:- ]ava,-,t,-,Vna)(OO recordar [de nuevo] a alguien alguna cosa)* no aparece en los evangelios sino en el Evangelio de Marcos: Pedro recordó (en voz pasiva) la maldición de Jesús sobre la higuera estéril (11, 21), Y recordó la «palabra» en la que Jesús le había predicho que él le negaría (14, 72). El uso parenético de la acción de recordar (11, 22ss) predomina también en Pablo: el recuerdo «de mis caminos en Cristo» (1 Cor 4, 17) Y de «la obediencia de todos vosotros» (2 Cor 7, 15). Esa recordación es vinculante por su contenido mismo (Rom 15, 15 [el verbo compuesto]; cf. Heb 10, 32). Y, así, en el período postpaulino el verbo pudo adquirir el significado de exhortar (2 Tim 1,6). H. Patsch avav~ó(O ananeoo renovar ->

vÉO¡;.

256

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aVUVlJq¡w ananepho volver a ser sobrio* En sentido figurado en 2 Tim 2, 26: xal, avuvrpj)(oatv EX "Cfí~ toU ()tu~ÓAOU nuyt()o~, «y vuelvan quizás al buen sentido [y se libren] del lazo del diablo». Filón, All 11, 60: avuvÍJqJw = ¡.tE"CUVOÉW.

noce generalmente que el personaje llamado Ananías perteneció ya a la forma más antigua de la tradición. Pero se discute si la doble visión referida en 9, 10-16 es una tradición prelucana o es una redacción lucana. Se discute asimismo qué función desempeñaba Ananías.

"Avaví.a~, OlJ Hananias Ananías*

3. Nombre de un sumo sacerdote judío (por los años 47-59 p.C.).

1. Nombre de un cristiano de la comunidad primitiva de Jerusalén. Bibl.: J. D. M. Derrett, Ananias, Sapphira and the Right of Property: The Downside Review 296 (1971) 225-232; W. Dietrich, Das Petrusbild der lk Schriften, Stuttgart 1972,232-237; Ph.-H. Menoud, La mort d'Ananias et de Saphira (Actes 5, 1-ll), en FS Goguel, 146-154; B. Prete, Anania e Saffira: RivBib 36 (1988) 463-486; G. TheiBen, Urchristliche Wundergeschichten, Gütersloh 1974, 117-120.

Según Hech 5, 1-11, Ananías (vv. 1.3.5) y su mujer Safira Cr.ú.rr.q¡iQu*/Sapphira, v. 1) fueron castigados con la muerte por decreto divino, por haber cometido fraude. El texto tiene la forma de una historia ejemplar: el veredicto de culpabilidad se confirma por medio de un milagro que garantiza las normas de la comunidad (TheiBen, 117). Tan sólo la primera parte del relato debió de pertenecer a su forma más antigua. 2. Nombre de un judeocristiano de Damasco. Bibl.: Ch. Burchard, Der dreizehnte Zeuge, Gottingen 1970,51-136; D. Gil!, The Structure of Acts 9: Bib 55 (1974) 546-548; G. Klein, Die Zwalf Apostel, Gottingen 1961, 144-162; K. Loning, Die Saulustradition in der Apg, Münster i. W. 1973; G. Lohfink, Paulus vor Damaskus, Stuttgart 1966, 64-67; S. Lundgren, Ananias and the Calling of Paul in Acts: StTh 25 (1971) 117-122; V. Stolle, Der Zeuge als Angeklagter, Stuttgart 1973,155-212.

Hech 9, 10-19 refiere que a Ananías se le encargó en una visión que fuera a visitar a Saulo (vv. 10.12.13). Después de alguna resistencia inicial, va a verle, le cura y le bautiza (v. 17). En 22, 12-16 la función de Ananías queda notablemente restringida, y en el capítulo 26 se halla totalmente ausente. Se reco-

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&vaVtLººtítW~ - &VánELºO~

avavt"QQtltro~ anantirretos (adv.) sin objeción, sin contradicción *. Hech 10, 29, refiriéndose al hecho de que Pedro fuera a visitar aCornelio.

av᪠..o~, 2 anaxios indigno, inapropiado*

Bibl.: D. Cox, Paul before the Sanedrin: Acts 22, 30-23, 11: SBFLA 21 (1971) 54-75; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 167-238; W. Radl, Paulus und Jesus im lukanischen Doppelwerk, Bern-Frankfurt a. M. 1975, 169-221; Schürer n, 272; Stolle, Der Zeuge als Angeklagter, Stuttgart 1973, 3264,91-140,213-284.

Ananías, hijo de Nedebeo, era muy rico y, por tanto, siguió siendo muy influyente, aun después de haber sido depuesto de su cargo. Pero le odiaban por su codicia, y por su amistad con los romanos fue asesinado por zelotas al comienzo de la Guerra de los Judíos. Fuentes: Josefo, Ant XX; Bell 11. Según Hech 23, Pablo comparece ante el Sanedrín. El sumo sacerdote Ananías ordena que le golpeen en la boca en presencia del tribunal (v. 2), a lo cual Pablo responde llamándole «pared blanqueada». Según Hech 24, 1-23, Tértulo, abogado del Sanedrín, en presencia de Ananías y de unos cuantos ancianos (v. 1), presenta ante el gobernador Félix (5259) una acusación contra Pablo. Este se defiende. Y Félix deja para más adelante el dictar sentencia y ordena que se suavice el arresto de Pablo: tal como lo entiende Lucas, una declaración de inocencia. Aunque los discursos sean creaciones literarias, sin embargo las acusaciones contra Pablo formuladas por los judíos ante el gobernador romano Félix y la participación de Ananías en el proceso tienen credibilidad histórica. A. Weiser avavtí.QQt)to~, 2 anantirretos innegable, irrefutable* Hech 19, 36: dícese de algo verdadero y

que queda fuera de toda duda.

1 Cor 6, 2: avál;tot... xQt"C1']QtWV EAuXta"CWV, «indigno (en el sentido de incompetente, de alguien que no está en condiciones) para juzgar en los casos más triviales». ThWNT 1, 378s; DTNT I1I, 345. avaªí.ro~ anaxios (adv.) indignamente, inapropiadamente* 1 Cor 11, 27 (y v. 29 Koiné D G pllat sy). ThWNT 1, 378s.

avá~alJ(J"~, Ero~, tl anapausis acción de cesar, descanso* aVaJtuvro anapauo dar descanso, refrescar* Bibl.: H. D. Betz, The Logion of the Easy Yoke and of Rest: JBL 86 (1967) 10-24; F. Christ, Jesus Sophia (AThANT 57), Zürich 1970, 100-119; O. Hofius, Katapausis (WUNT ll), Tübingen 1970,29-90,248-257; J. Heldermann, Die Anapausis in Ev. Veritatis, Leiden 1984; U. Luck, Weisheit und Christologie in Mt ll, 25-30: WuD 13 (1975) 35-51.

El sustantivo aparece 5 veces; el verbo, 12. avánuuat~ se emplea en Ap 4, 8; 14, 11 en

sentido de cesar; en Mt 12,43 par. Lc 11,24, en el sentido de lugar de descanso; y en Mt 11, 29, en el sentido de descanso. Lo mismo que en el griego profano, avunu'Úw se emplea como verbo transitivo y como intransitivo. Es transitivo en Mt 11, 28, en Pablo (l Cor 16, 18; Flm 20 [en voz activa]; 2 Cor 7, 13; Flm 7 [en voz pasiva]), y en Ap 14, 13 (futuro segundo pasivo). El intransitivo, en voz media, descansar, aparece en los Sinópticos (Mc 6, 31; 14,41 par. Mt 26, 45; Lc 12, 9); en 1 Pe 4, 14, reposar (cf. Is 11,2 LXX), Y en Ap 6, 11 en el sentido de aguardar. En Pablo se trata del descanso interior (mediante el gozo, el consuelo, etc.); en los Sinópticos, excepto en Mt 11, 28 Y 12, 43 par., se

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trata más bien de la relajación natural. En el Ap, el sustantivo se refiere no sólo a la perpe-

tua alabanza de Dios (4, 8) sino también al tormento, igualmente perpetuo, de los idólatras (14, 11). El verbo refuerza la confianza de los testigos de la fe acerca del tiempo (6, 11; cf. Dan 12, 13) y la manera de la consumación (14, 13; cf., por ejemplo, 4 Esd 7, 95s). En la invitación de Mt 11, 28-30, la frase «hallaréis descanso para vosotros» [cf. Ev Tom 60] (v. 29) evoca el pasaje de Jer 6, 16. Los motivos de la fatiga, del yugo y del descanso se hallan prefigurados en Ec10 6, 18ss; 51, 13ss, y se ponen en labios de Jesús como Sabiduría personificada que es. En el AT y en el judaísmo la promesa de descanso como uno de los beneficios de la salvación sigue orientándose hacia la instrucción divina (bSab 152b; ApBar [sir] 73, 1 [el reino mesiánico]; Filón Fug 174 [el «descanso» del bendito sabio «en Dios»]). En la gnosis (cf., a propósito, J.-E. Ménard: RevSR 51 [1077] 71-88) se orienta hacia la revelación celestial (por ejemplo, OdSl 30, 1-3-7). Desde luego, en Mt (para el énfasis «antifarisaico» de la cristología de la Sabiduría, cf. 21, 5; 23, 4), el descanso tiene que ver con la salvación que el discípulo encuentra ya desde ahora en Jesús como (el que nos trae) la revelación (acerca de la voluntad) de Dios. P. Fiedler ava~aúro anapauo dar descanso, refrescar ---+ avánuuOt~.

ava~d-3ro anapeithO persuadir, seducir*

Hech 18, 13: nUQa "Cov VÓfWV avund-frEt... (una acusación judía contra Pablo). aÉ~Ea{tat "Cov {tEÓV

avá~E"QO;, 2 anapeiros tullido* En el NT se usa únicamente como sustantivo en Lc 14, 13.21: tullido. A B D leen avá:n:EtQO~; Sin tiene la forma &váJtLQo~; en los demás casos encontramos la forma (clásica) avá:n:1']Qo~. BlaB-Debrunner § 24 nota 2.

259

avaJ'tÉ!!J'túl - aváotam~

260

aVU:7tÉ,.:7tro anapemp6 enviar, enviar de

avá:7ttro anqpt6 incendiar, encender*

vuelta* En el sentido figurado de enviar una persona a un superior: Lc 23, 7; Hech 25,21; enviar de vuelta en Lc 23, 11.15; Flm 12.

Sant 3, 5: Un pequeño fuego incendia un gran bosque; Hech 28, 2 Koiné: encender un fuego; Lc 12, 49 (en pasiva): :nuQ ... ~6'1l av~
avu:7tl)báro anapeda6 saltar, ponerse en pie de un salto* En Mc 10, 50 dícese del ciego Bartimeo. avá:7tl)~o;, 2 anaperos tullido ~ aVá.1tHQo~.

avu:7tí:7ttro anapipt6 echarse a la mesa, echarse, recostarse* En Mc 6, 40 dícese de los que se sentaron por grupos, cuando se dio de comer a los 5000 (cf. Jn 6, 10 bis) ó a los 4000 en Mc 8, 6 (e:nt tfi~ Yfi~) par. Mt 15, 35 (e:nt t~v yfiv). Reclinarse a la mesa en Lc 11,37; 14, 10; 17, 7; 22, 14; Jn 13, 12. Jn 13, 25: avÉ:nEafV e:nt tO Otfi{)-o~ toU 'I'Il0ou, «se recostó en el pecho de Jesús» (que estaba echado junto a él a la mesa); cf. 21, 20. avu:7tll)~óro anaplero6 completar, colmar

la medida, llenar ~ :nA'IlQÓW.

avu:7tolóYl)to;, 2 anapologetos inexcusable* En Rom 1,20 acusativo con infinitivo (con d~) que debe interpretarse en sentido consecutivo: «de manera que no tienen excusa», es decir, no puede aducirse nada en defensa de ellos (sobre esta construcción cf. ThWNT 11, 428); Rom 2, 1. DTNT 1, 383s.

aVU:7ttÍJ(J(Jro anaptyss6 abrir, desenrollar* Dícese de la acción de desenrollar el libro del profeta Isaías: Lc 4, 17 Sin Koiné D e pI; avoLí;a~ en A B L W y otros.

avu~íl}"lJto;, 2 anarithmetos innumerable* En Heb 11, 12 dícese de la arena que está a la orilla del mar, como imagen de lo innumerable que sería la descendencia de Abrahán; cf. Gén 32, 13 LXX.

avu(Jelro anasei6 alborotar, incitar* Mc 15,11: tOV O)(AOV; Lc23, 5: tov Aaóv. ThWNT VII, 197. avumu:lJá~ro anaskeuaz6 perturbar, con-

fundir, trastornar* En sentido figurado, con ta~ 'ljJu)(á~ como objeto de la acción verbal: Hech 15,24.

avu(J:7táro anaspa6 sacar, levantar* Lc 14, 5: del pozo; Hech 11, 10: et~ tOV oUQavóv.

avá(Jtu(Jt;, Ero;, 'Í1 anastasis resurrección* aVLOt'llfH anistemi levantar, alzarse, resucitar* V;aváo'mou; , fW~, ~ exanastasís resurrección* EsavL01:'Ilfll exanistemi levantarse, ponerse en pie* 1. Aparición de estos vocablos en el NT - 2. Significado general (no técnico) - 3. Empleo como término técnico para designar la resurrección de individuos 4. Para designar la resurrección escatológica - 5. Para designar la resurrección de Jesús.

Bibl.: Cf. bibliografía detallada de G. Ghiberti en E. Dhanis (ed.), Resurrexit. Actes du Symposion International sur la résurrection, Roma 1974, 645-674; Id., RivBib 23 (1975) 424-440. Además de los comentarios, cf. sobre todo: S. Amsler, qum, en DTMAT 11, 800-808; J. Becker, Das Gottesbild Jesu und die iiltes-

261

aVáOtaOL~

te Auslegung von Ostern, en FS Conzelmann, 105126; Id., Auferstehung der Toten im Urchristentum (SBS 82), Stuttgart 1976; K. Berger, Die Auferstehung des Propheten und die Erhahung des Menschensohnes (StUNT 13), Gdttingen 1976; G. Bertram, Auferstehung 1, en RAe 1, 919-930; H. Braun, Zur Terminologie der Acta von der Auferstehung Jesu, en Id., Gesammelte Studien zum NT und seiner Umwelt, Tübingen '1967, 173-177; R. Bultmann, Neues Testament und Mythologie, en H. W. Bartsch (ed.), Kerygma und Mythos J, Hamburg 41960, 15-48; L. Coenen, Resurrección, en DTNT IV, 88-96; G. Delling, Zur Beurteilung des Wunders durch die Antike, en Id., Studien zum NT und zum hellenistischen Judentum, Gdttingen 1970, 53-71; E. Dhanis (ed.), Resurrexit. Actes du Symposion International sur la Résurrection de Jésus (Rome 1970), Roma 1974; J. Dupont, Les discours missionnaires des Actes des Apotres d'apres un ouvrage récent, en Jd., Etudes sur les Actes des Apotres (LeDiv 45), Paris 1967, 133-155; E. Fascher, Anastasis Resurrectio - Auferstehung: ZNW 40 (1941) 166-229; E. Fiorenza-[Schüsslerl, Die tausendjahrige Herrschaft der Auferstandenen (Apk 20,4-6): BiLe 13 (1972) 107124; J. A. Fitzmyer, To Know Bim and the Power of Bis Resurrection (Phil3, 10), en FS Rigaux, 411-425; G. Friedrich, Die Auferweckung Jesu, eine Tat Gottes oder eine Interpretation der Jünger?: KuD 17 (1971) 153-187; R. H. Füller, The Formation ofthe Resurrection Narratives, London 1972; H. GraB, Ostergeschehen und Osterberichte, Gdttingen '1964; H. P. Hasenfratz, Die Rede von der Auferstehung Jesu Christi, Bonn 1975; M. Hengel, 1st der Osterglaube noch zu retten?: ThQ 153 (1973) 252-269; P. Hoffmann, Auferstehung (1/3: Auferstehung der Toten; II/l: Auferstehung Jesu Christi), en TRE IV, 450-467, 478-513; Id., Die Toten in Christus (NTA NF 2), Münster i. W. '1969; Id., Mk 8, 31. Zur Herkunft um mk Rezeption einer alten Überlieferung, en FS Schmid 1973, 170204; Jeremias, Teología, 347-351; G. Kegel, Auferstehung Jesu - Auferstehung der Toten, Gütersloh 1970: R. Kilian, Die Totenerweckungen Elias und Elisas - eine Motivwanderung?: BZ 10 (1966) 44-56; J. Kremer, Das iilteste Zeugnis von der Auferstehung Christi (SBS 17), Stuttgart 31970; Id., Entstehung und Inhalt des Osterglaubens: ThRv 72 (1976) 1-14; Id., Die Osterevangelien - Geschichten um Geschichte, Stuttgart 1977; K. Lehmann, Auferweckt am dritten Tage nach der Schrift (QD 38), Frankfurt a. M. 1968; X. LéonDufour, Resurrección de Jesús y mensaje pascual, Salamanca '1992; W. Marxsen, La resurrección de Jesús, Salamanca 1979; J. Molitor, Grundbegriffe der Jesusüberlieferung im Lichte ihrer orientalischen Sprachgeschichte, Düsseldorf 1965; F. MuBner, Die Auferstehung Jesu (BiH 7), München 1969; A. Oepke, aviolllflL, en ThWNT J, 368-372; Jd., Auferstehung JI, en RAC 1, 930-938; Id., EyelQOO, en ThWNT n, 332337; R. Pesch, Zur Entstehung der Glaubens an die Auferstehung Jesu: ThQ 153 (1973) 201-228; A. Rodríguez Carmona, Origen de las fórmulas neotestamentarias de resurrección con anistánai y egeírein:

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1. El verbo compuesto aVLOt'llfH (~ LOt'llfH), con su significado general de levantar, alzar (transitivo.) o levantarse (intransitivo.), aparece frecuentemente en la literatura profana (Fascher, 174-187) y en la LXX (generalmente para traducir qúm). El verbo aparece en el NT 108 veces, de las cuales 72 corresponden a las obras de Lucas-Hechos, y se emplea a menudo como sinónimo de ~ eydQw o eydQofWl. En 73 de las veces que aparece aVLOt'llftl en el NT, tiene el significado general de suscitar, designar o (en sentido intransitivo.) levantarse, alzarse o presentarse (~ 2). En 35 ejemplos tiene el sentido técnico de levantar de entre los muertos (transitivo) o de resucitar uno mismo de entre los muertos (intransitivo), con referencia a un individuo (~ 3), a todos los muertos (~ 4), o a Jesús (~ 5). Co.n arreglo. al significado del verbo, el sustantivo &.váOtaOL~ se halla atestiguado en la literatura profana tanto en sentido activo como en sentido. pasivo. En la LXX aparece úni-

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&váa'tam~

camente 6 veces (en sentido pasivo); no existe en hebreo ninguna forma correspondiente. Aparece 41 veces en el NT, y siempre, con excepción de Lc 2, 34 (-> 2), con arreglo al sentido técnico del verbo, que es la acción de resucitar a alguien o la resurrección de entre los muertos (-> 3.5). El doble compuesto e1;uvLo'tTJf!L (Mc 12, 19 par. Lc 20, 28; Hech 15,5) aparece sólo en el NT como sinónimo de aVLo'tlJf!L en el sentido general (-> 2). El sustantivo e1;uveXo'tUOL¡; aparece una sola vez (Flp 3, 11), para designar la resurrección de entre los muertos (-> 4). 2. Tan sólo ocasionalmente el verbo aVLo'tTJf!L (usado en sentido transitivo) tiene un significado general. Y suele hacerlo así en textos que muestran clara dependencia de formulaciones del AT. En Mt 22, 24 tiene el significado de levantar o suscitar descendientes (cf. Dt 25, 5 Y Gén 19, 32.34; 38, 8; e1;uvLo'tTJf!L en los paralelos [Mc 12, 19; Lc 20, 28]). En la cita de Dt 18, 15 en Hech 3, 22; 7, 37 aVLo'tTJf!L significa designar un profeta (sobre la reinterpretación neotestamentaria en Hech 3,26 -> 5); de manera análoga, en Heb 7, 11.15 significa instituir como sumo sacerdote (aquí, no obstante, aVLo'tTJf!L [en sentido intransitivo] puede significar también manifestarse, hacer su aparición como sumo sacerdote). Exceptuado Hech 9, 41 (pero d. -> 3), aVLo'tlJf!L (en sentido transitivo) no tiene nunca en el NT el significado general de levantar, suscitar, refiriéndose a personas o cosas: un significado que se halla atestiguado con frecuencia en la literatura profana y en la LXX (cf. Liddell-Scott, s. v.). Empleado intransitivamente y en un sentido general, aVLo'tTJfU designa la acción de levantarse de una persona que había estado postrada por la enfermedad (Lc 4, 39; 5, 25; Hech 9, 34; 14, 10; [Mc 10, 50 v.l.]); de una persona que había sido apedreada (Hech 14,20; aquí, como en Mc 9, 27, no se piensa en una resurrección de entre los muertos, aunque los presentes crean que el que yace en tierra esté muerto); la acción de levantarse de dormir

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(Lc 11,7.8; 22, 46; Hech 12,7); de alzarse de la oración o de la actitud de estar postrado de rodíllas (Lc 17, 19; 22,45; Hech 9,6.18; 10, 26; 22, 10.16; 26, 16); la acción de de quien estaba sentado y se levanta (Mc 2, 14 [par. Mt 9,9; Lc 5, 28]; Lc 6, 8; 24, 33; Jn 11,31; Hech 26,30; 1 Cor 10, 7). En la variante textual de Lc 17, 12 aVLo'tTJf!L (en lugar de Eo'tTJOav) significa permanecer de pie. Ecos de la idea de alzarse se escuchan también, cuando aVLo'tl]JA,L significa ponerse de pie, levantarse o presentarse para hablar en una asamblea o declarar en un juicio (Mc 14, 57.60 [par. Mt 26, 62]; Lc 4, 16; Hech 1, 15; 5, 34; 13, 16; 15, 7; e1;uvéo'tTJouv en Hech 15, 5). Está relacionado con esto el uso de aVLo'tlJJA,L en el sentido de presentarse, hacer su aparición (Mc 3, 26; Lc 10,25; 11,32 par. Mt 12,41; Lc 23,1; Hech 5,6.17.36.37; 6, 9; 7, 18; 20, 30; 23, 9; Rom 15, 12). La idea de levantarse queda relegada por completo, cuando aVLo'tlJJA,L aparece como participio o en conjunción con un verbo de movimiento para indicar el comienzo de una nueva acción (un hebraísmo); en tales casos puede traducirse por ponerse a (Mc 1,35; 7, 24; 10, 1; Lc 1, 39; 4, 29.38; 15, 18.20; 24,12; Hech 8, 26.27; 9, 11.39; 10,20.23). En Hech 10, 13; 11, 7 el participio avuo'teX¡; sirve para acentuar el imperativo que viene a continuación: «¡Levántate ... mata y come!» En Lc 2, 34 el sustantivo aVeXa'tum¡; es una expresión metafórica (cf. Is 8, 14s; 28,16) para enunciar la acción de levantarse o ponerse en pie: un movimiento asociado con la salvación, en contraste con la idea de precipitarse o de caer (-> :1t'twm¡;). Si Lucas tuvo aquí presente o no el sentido específico de la resurrección (d. Hech 26, 23) es cosa que permanece incierta. Si tenemos bien presentes los diversos usos generales de aVLO'tTJJA,L, anclados en parte en el uso hebreo del término (Amsler, 800), entonces no escucharemos automáticamente el significado técnico de aVLO''tTlf!L, «resucitar de entre los muertos», en los textos mencionados anteriormente. Ahora bien, aVLa'tlJJA,L indica siempre una nueva acción o movimiento; ex-

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&váO'1;am~

presa sobre todo la acción de levantarse o alzarse de quien yace enfermo, y el cambio que se ha producido en la suerte de esa persona. Por esta razón, aVLa'tlJJA,L es muy apropiado para expresar el cambio, al parecer imposible, que se produce en la suerte de los muertos. Esto era obvio especialmente en una época que consideraba la enfermedad y la muerte como realidades íntimamente relacionadas. 3. Lo mismo que eyEÍQOf!UL, vemos que aVLa'tTJfu (usado en sentido intransitivo) se refiere frecuentemente a la resurrección de un muerto (ejemplos extrabíblicos pueden verse en Oepke, aVLa'tlJ!-lL 369s; Fascher 182-191). Mc 5, 42 par. Lc 8, 55 (eyéQ{}lJ en Mt 9, 25) «y al instante la niña se levantó» describe el efecto de la voz dada por Jesús 'tuAL{}a xovJA, (Mc 5, 41). Una voz semejante, «jTabita, levántate!» (Hech 9, 40), ordena a la muerta que vuelva de nuevo a la vida. (El uso transitivo en Hech 9, 41, la levantó, se refiere en primer lugar a la acción de levantar a quien estaba sentado, pero en un estilo narrativo que impregna de significado más tardío a un hecho anterior, puede referirse también a la acción de resucitar a un muerto.) En Jn 11, 23, «Tu hermano resucitará», Jesús anuncia la resurrección de Lázaro, que se describe más tarde; sin embargo, Marta entiende aVLO'tTJf!t en el sentido de la resurrección escatológica (v. 24; -> 4). Para las personas de aquellos tiempos, la resurrección de un individuo que hubiera muerto resultaba un acontecimiento totalmente extraordinario, y por eso era increíble para muchos (d. Fascher, 184s; Delling, 68); pero quedaba enteramente dentro del ámbito de lo concebible y de 10 que resultaba posible para Dios (d. Hech 26,8; Heb 11, 19; sobre casos extrabíblicos de resurrecciones de muertos y sobre los correspondientes mitos cf. Bertram; Oepke, Auferstehung). Heb 11, 31 emplea el sustantivo aVeXa'tuOL¡; para referirse a las resurrecciones de muertos atribuidas a los hombres de Dios Elías (1 Re 17, 17-24) Y Eliseo (2 Re 4, 18-37). (El fragmento Quadratus, del tiempo de Adriano [Eusebio, HistEccl IV, 3, 2), y también Ireneo, Haer II, 32, 4 señalan

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incluso a personas resucitadas de la muerte por Jesús [Quadratus] y por los taumaturgos de la Iglesia [Ireneo] que todavía vivían en el tiempo en que se redactaron esos escritos; d. Luciano, Philopseudes, 26.) Si tenemos en cuenta que, en Israel, se contaba ya entre los muertos a toda persona gravemente enferma (por ejemplo, Sal 30, 2-4; 86, 13; también Mc 9, 27; Hech 20, 9s; d. Stemberger, Problem, 285 y 289); que, además, a los pecadores se los consideraba ya como a personas muertas (Lc 15,24.32), Y que a Jesús, por su resurrección, le contemplaban como al Señor que había triunfado sobre la muerte (-> 5), entonces habrá que contar con que, en las historias del NT acerca de resurrecciones de muertos, se produjo un desarrollo en materia de historia de las tradiciones semejante al que se había producido en los relatos del AT y en los relatos extrabíblicos. La afirmación que oímos en Lc 9,8 Y 9, 19, «uno de los antiguos profetas ha resucitado», refleja la opinión popular acerca de Jesús (cf. Mc 6, 14 par. con referencia al Bautista). Según el contexto, se hace referencia a figuras de profetas cuya muerte (en contraste con Elías) se daba por supuesta. Hasta qué punto tenemos aquí la idea de la resurrección de entre los muertos de un profeta martirizado (una idea atestiguada por vez primera en Ap 11, 312; ApEl 35, 7-21), es una cuestión debatida (cf. Berger; Pesch, Entstehung; opuesto a ello: Hengel). En todo caso, la resurrección de esas personas como una vuelta a la vida en este mundo, es muy diferente de la resurrección de Cristo (-> 5). Lc 16, 31 habla de manera parecida acerca del regreso de un muerto a la casa de quien había sido en vida un hombre rico. Además, la expresión formularia «si alguien se levantara de entre los muertos», muestra que esta frase se acuñó desde la perspectiva de los que veían retrospectivamente su rechazo del mensaje de Aquel que había sido crucificado y había resucitado. 4. Como terminología para designar la resurrección escatológica de entre los muertos,

267 que aparece representada por primera vez en los estratos más recientes del AT (cf. Schubert; Stemberger, Problem), vemos que el verbo aVLo'tl]!lL y el sustantivo aváo'tuoLC; se encuentran atestiguados ya en la LXX (Is 26, 19; Dan 12,2 G; 2 Mac 7,9.14; 12, 43s; [Os 6, 2, por lo menos según la interpretación más tardía]; cf. SalS13, 10.12). En Hech 23,8; Mc 12, 18 par., resurrección -sin ninguna especificación más- designa la «esperanza en la resurrección de los muertos» (Hech 23, 6, en griego una hendíadis), que es negada por los saduceos y defendida por los fariseos y por Pablo. La adición «de los muertos» (Hech 23, 6; 24, 21) o «de entre los muertos» (Lc 20, 35; cf. Hech 4, 2) garantiza para aVLo'tl]!lL el significado de «resurrección [para salir] del reino de los muertos» (sobre la frase ex V€xQwv, que suponemos que procede de la proclamación pascual, cf. Hoffmann, Die Toten, 180-185). Hech 24, 15 menciona la esperanza, compartida por Pablo y por los fariseos, de «una resurrección tanto de los justos como de los impíos». Ahora bien, según Josefo, BellIl, 163; Ant XVIII, 14, los fariseos esperaban únicamente una «resurrección de los justos» (cf. 2 Mac 7, 14; Lc 14, 14). En la disputa entre Jesús y los saduceos (Mc 12, 18-27 par.), la pregunta: «En la resurrección, cuando se levanten a la vida (figura etimológica), ¿de cuál de ellos será esposa?» (Mc 12, 23; cf. par. Mt, Lc), esta pregunta -digo- presupone una vida de los resucitados concebida enteramente según las circunstancias terrenas (cf. Hoffmann, 156-174; Stemberger, Auferstehungslehre, 263-266, hace una distinción más diferenciada). Jesús corrige esta concepción: «cuando ellos resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio» (Mc 12, 25; Mt 20, 30). Según Lc 20, 35, aquí (como en 14, 14) se piensa únicamente en una resurrección de los justos: «los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel eón y la resurrección de entre los muertos». Para éstos ya no habrá matrimonio, porque son inmortales como los ángeles (así que será superflua toda preocupación por asegurarse una descendencia), «y son hi-

268 jos de Dios, porque son hijos de la resurrección» (Lc 20, 36). Esto quiere decir que, por medio de la resurrección, ellos reciben la capacidad de participar, cual los ángeles, como «hijos de Dios», en un modo de existencia afín al de Dios. Según esto, la resurrección escatológica no es sencillamente una reanudación de la vida terrena, sino un nuevo género de existencia hecho posible por la 4 b'ÚVU!lLC; de Dios (cf. Mc 12,24), Y del que no hay analogía en la vida terrena. Con ello aváo'tuOLC; adquiere un stgnificado completamente nuevo y figurado. Esta resurrección, según Mc 12, 26, se encuentra ya indicada en la presentación que Yahvé hace de sí mismo como el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob (Ex 3, 6; Mt 22, 31: «en cuanto a la resurrección de los muertos»); es decir, se halla estrictamente conectada con la fe en Yahvé. Como la disputa tiene en cuenta plenamente las opiniones de los saduceos y no hace referencia a la resurrección de Jesús, no podremos negar que tiene su base perfectamente en la vida misma de Jesús (consúltense los comentarios). Según Heb 6, 2 «la resurrección de los muertos» es uno de los elementos fundamentales de la proclamación cristiana (cf. también Hech 23, 6; 24, 15.21). La futura resurrección, esperada por los mártires del antiguo pacto y presentada ante los lectores de Heb como una meta digna de aspiración, difiere de las incidencias de resurrecciones de muertos que se refieren en los relatos acerca de los profetas (11, 35a), porque es una «resurrección mejor» (11, 35b). Por qué es «mejor» y de qué manera la esperanza cristiana de la resurrección se diferencia de las concepciones judías populares, aparece con especial claridad por lo refutación que se hace de los que afirmaban en Corinto que «no hay resurrección de los muertos» (1 Cor 15, 12.13; sobre esta herejía cf. Sporlein; Becker, Auferstehung, 69-76). En su refutación Pablo recuerda primeramente la convicción, compartida por todos los cristianos, de que por lo menos Cristo (4 5) resucitó de entre los muertos (1 Cor 15,1-11). En segundo lugar, enseña que por medio de

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&váG1;um~

Cristo, «primicia de los que durmieron» (15, 20), Y el nuevo Adán, se obra «por medio de un hombre ... la resurrección de los muertos» (15, 21). En tercer lugar, Pablo muestra que Cristo, como 4 JtV€v!lU ~Q>oJtowvv, es el creador del nuevo modo de existencia corporal (4 OW!lU) (15,45; cf. Rom 8, 11; Flp 3, 21), el cual, según 1 Cor 15, 50-55, se concederá también a los que no se cuenten todavía entre los muertos, cuando se produzca la parusía. Según la plástica descripción que se hace en 1 Tes 4, 16, «los muertos en Cristo» serán los primeros que resuciten, cuando llegue la parusía. Lo estrechamente vinculada con Cristo que está la resurrección escatológica aparece realzada aquí con claridad por el hecho de que a «los muertos en Cristo» se les conceda participar en ella. (ev XQL<J't0 difícilmente se podrá conectar directamente con avLo'tl]!lL. ) En Flp 3, 11 Pablo expresa su deseo de alcanzar «la resurrección de los muertos». El doble compuesto nada usual empleado aquí, el;uváo'tUOLC;, en conexión con Ex VEXQWV difícilmente indicará una resurrección especial (como privilegio de los mártires [cf. Ap 20, 5]; E. Lohmeyer, Philipperbrief [KEK], sub loco). Sino que destaca especialmente la realidad de que la resurrección es el rescate que hace salir del ámbito de la muerte (más probablemente como una defensa contra los entusiastas [Siber, 118-120] que en contra de las herejías del gnosticismo incipiente [J. Gnilka, Philipperbrief (HThK), sub loco]). Lo intensamente que la predicación de la Iglesia primitiva dependía aún de ideas apocalípticas judías, lo vemos claramente por la expresión «la primera resurrección» que aparece en Ap 20, 5s. Esta no se halla en contraste con una segunda resurrección (no mencionada), sino que sirve para designar a los que participan ya en la vida y en el reinado de Cristo aun antes de que termine la historia, y que no tienen por qué temer a la segunda muerte (a la que en otros lugares se hace referencia como «resurrección para el juicio»; cf. 1 Cor 15, 23s; Oepke, aVLo'tl]!lL; Fiorenza [-Schüssler], 115 y 123).

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La contraposición entre «resurrección para la vida» y «resurrección para el juicio», en Jn 5, 29, sirve para expresar la resurrección escatológica de todos los que se encuentren en los sepulcros, en contraste con el juicio escatológico efectuado por el Hijo del hombre. Como esto se halla en cierta tensión con la escatología realizada que se menciona en 5, 24s, se juzga a menudo que se trata de una adición (introducida por el autor o por un redactor). Ahora bien, la escatología futura se encuentra también en las palabras acerca del pan en Jn 6 (¿igualmente adiciones?), donde avLo'tl]I.,(,L (usado en sentido transitivo) caracteriza claramente a Jesús como al autor de la resurrección escatológica: «Yo le resucito en el último día» (6, 39.40.44.54). En 11,24 Marta entiende en sentido escatológico la promesa de Jesús sobre la resurrección de Lázaro: «él resucitará en la resurrección [figura etimológica] en el último día». Jesús corrige esta esperanza refiriéndose a sí mismo como «la resurrección y la vida»; es decir, según el lenguaje joánico, él es en su propia persona la causa y la personificación de lo que se espera como resurrección y 4 ~w1Í. Todo el que cree en él, participa ya desde ahora en la resurrección y la vida, y participa para siempre. La terminología empleada para referirse a la resurrección escatológica, aparece en Ef 5, 14 en un clamor de avivamiento, procedente de la liturgia bautismal de la Iglesia primitiva: «¡levántate de entre los muertos!» El verbo aparece aquí en sentido figurado: el pecador se cuenta entre los que duermen y entre los muertos, mientras que el bautizado experimenta ya en sí mismo la realidad de la resurrección (cf. Rom 6, 13; Clemente de Alejandría, Prot IX, 84, 2: ó 'tfíc; avuo'táoEWC; 'ÍÍAWC;; cf., a propósito, H. Schlier, der Romerbrief[HThK], sub loco). La escatología realizada, implicada claramente en esta comprensión del bautismo, condujo por influencia de ideas gnósticas a la afirmación, caracterizada como herejía en 2 Tim 2, 18, de que «la resurrección ha acontecido ya». En esta afirmación se espiritualiza la doctrina central de la Iglesia primitiva y, como ocurre en el caso de

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avá(J'ta<JL~

los gnósticos, se la identifica con la recepción de la gnosis, es decir, con el redescubrimiento de lo divino que hay en uno mismo (cf. Schenke; N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, sub loco). 5. El verbo avio"tlJ!1L (usado en sentido intransitivo) designa la resurrección de Jesús en la fórmula prepaulina de fe que leemos en 1 Tes 4, 14: «Jesús murió y resucitó». Por su relación con «morir», avio"tlJ!1L significa aquí claramente la victoria sobre la muerte. Más aún, el contexto paulino presupone una existencia personal del resucitado más allá de la tierra (~ v'lj!ÓW, ~ avaAa!1pávw). Tan sólo como tal, el Crucificado puede ser esperado e invocado ya desde ahora por la comunidad de fe (cf. 1 Tes 1, 10; 1 Cor 16, 23 ~ !1aQava {ta). De esta manera, la resurrección de Jesús se distingue de un retorno a la vida de este mundo, y avio"tlJ!1L debe considerarse aquí como una expresión metafórica de una realidad que en último término es imposible de imaginar y que carece de analogía. Los enunciados prepaulinos (como afirma Becker, Gottesbild) acerca de la resurrección y otros enunciados por el estilo son interpretados de manera diferente -como discurso mitológico o como un medio de interpretar el significado de la muerte o de la proclamación de Jesús- por Bultmann y Marxsen, y en forma análoga por Becker (<
272

En la mayoría de las versiones de las predicciones sinópticas de la Pasión (Mc 8, 31; 9, 31; 10, 34 [par. Lc 18, 33]; Lc 24, 7), avio"trJ!1L se usa en sentido intransitivo y con referencia al Hijo del hombre que había sido crucificado, y se define más precisamente mediante la frase «después de tres días» o «al tercer día» (~ ~!1ÉQa, ~ tQeL~): «y después de tres días resucitará». Aunque esta adición puede referirse a la gran transición de la muerte a la vida (cf. Lehmann), señala -al menos en los evangelios en cuestión-la conexión del acontecimiento de pascua con la historia y con un punto en el tiempo que es anterior al fin del mundo. En unos cuantos textos relacionados con las predicciones de la Pasión aparece también aviotlJ!1L (usado nuevamente en sentido intransitivo): Mc 9, 9: «hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos» (par. Mt 17,9 v.l.); Mc 9, 10: «¿Qué significa: resucitar de entre los muertos?» (refiriéndose a la resurrección de Cristo, a pesar de ser una formulación generalizada); además, Lc 24, 26; Hech 17, 3; Jn 20,9. La adición a manera de fórmula «de entre los muertos» (~ eydQw 5) define aquí expresamente la resurrección de Jesús como un quedar liberado de la región de los muertos; esto aparece claramente por las tradiciones asociadas con el sepulcro (cf. Kremer, Osterevangelien, 98-112). Prescindiendo de Hech 10, 41 (donde avio"trJ!1L puede entenderse también como transitivo), vemos que aviotlJ!1L (en sentido intransitivo) aparece sólo en textos secundarios como una manera de designar a la resurrección de Jesús (Mc 16,9; Rom 14,9 v.l.). El uso habitual del intransitivo aviotrJ!1L en las predicciones marquinas de la Pasión podría ser más original que eydQw en Mt y en Lc (cf. Hoffmann, Herkunft; Wilckens, Missionsreden, 139). Fu los discursos de Hech, el verbo (transitivo) aVLO"tlJ!1L, juntamente con ---+ eydQw, designa la resurrección de Jesús. En Hech 2, 24 (<
273 contemplada aquí como dolores de parto (cf. v. 32). El anuncio en 13, 33 de que Dios cumplió la Escritura «resucitando a Jesús», se perfila de manera más clara todavía cuando se dice en los vv. 34ss: «Dios le resucitó de entre los muertos, para que nunca más volviera a corrupción» (cf., a propósito, Rom 6,9; sobre la argumentación basada en el Sal 16, 10 LXX cf. Schmitt). Según Hech 17, 31, Pablo aduce la resurrección de Jesús como prueba de que a Jesús le ha sido dada autoridad para juzgar al mundo. En 3, 26 (<<Para vosotros en primer lugar ha resucitado Dios a su Siervo»), aVLo"trJ!1L significa primeramente designar como profeta (como en Dt 18, 15, citado en Hech 3, 22), pero -teniendo en cuenta el contexto de todo el discurso- significa también resucitar de entre los muertos. Este doble sentido en el empleo de un término muestra que, cuando Lucas usa el verbo avio"trJ!1L, no sólo tiene en su mente el terminus a quo de la resurrección (la muerte), sino también el terminus ad quem (la instauración de Jesús como Kyrios-Christos; cf. 2, 36). Puesto que únicamente en Hech el verbo aVLo"tlJ!1L, usado en sentido transitivo, designa la resurrección de Cristo, parece razonable sospechar que el autor sustituyó el término eydQw, que era más usual y le resultaba a él más familiar, por una expresión que era conocida en el ambiente griego y helenístico, y lo prefirió como término técnico para designar la resurrección de entre los muertos (cf. Dupont 141-143, en contra de Wilckens, Missionsreden, 137-150; Jn emplea avio"tlJ!1L en sentido transitivo para referirse únicamente a la resurrección escatológica de todos los muertos [~4]). aváo"taOL~ aparece en la formulación prepaulina de Rom 1, 4: <<por la resurrección de entre los muertos», en paralelo con «de la simiente de David». La resurrección se concibe aquí como una especie de nacimiento y nueva creación por medio de los cuales Cristo se convirtió en el poderoso Hijo de Dios «con arreglo al Espíritu de santidad (gloria) rel="nofollow">>; no se le declaró sencillamente como tal (no fue entronizado sencillamente como tal), sino que

274 fue lleno de poder (cf. 1 Cor 1,24; 2 Cor 13, 4; Flp 3, 10; sobre este punto cf. Fitzmyer, 418; acerca de la historia de la tradición consúltese Becker, Auferstehung, 18-31). En Flp 3, 10 Pablo expresa su anhelo de «conocerle a él [a Jesús] y el poder de su resurrección». Así que, para el Apóstol, la resurrección de Cristo es un acontecimiento que hace de Cristo una fuente de poder para todos los que creen en él y que completan esta fe compartiendo la vida y los sufrimientos de Jesús. Este poder es finalmente el poder de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (1 Cor 6, 14) Y que es idéntico con el ~ JtVeV!1a (l Cor 15, 45; Rom 8, 11) Y es idéntico también con la ~ M~a (2 Cor 4,6 y 3,16-18; cf. Fitzmyer 420-425). 1 Pe 1, 3 emplea aváOtaOL~ es una expresión a manera de fórmula para designar el acontecimiento por medio del cual Dios comunica la salvación a los bautizados: El nos hace nacer a nueva vida «por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos». Esta manera de hablar, enraizada evidentemente en la liturgia bautismal, aparece también en 1 Pe 3, 21, donde se dice del bautismo que éste «salva ... mediante la resurrección de Jesucristo». En el contexto de su referencia al bautismo (Rom 6, 5; ---+ paJt"ti~w) Pablo establece en forma breve un contraste entre la futura participación en la resurrección de Cristo y la unión con la semejanza de la muerte de Jesús. En Hech aváo"taOL~ aparece igualmente como una expresión acuñada. Según Hech 1, 22 los apóstoles son «testigos de su resurrección» [de la resurrección de Jesús] (cf. 2, 32 [---+ !1áQt'U~]), no como testigos oculares del proceso, sino como quienes han experimentado al Señor (cf. Lc 24, 28; Hech 1, 3.8; 10, 41; 13,31; sobre la peculiaridad de los relatos lucanos de apariciones cf. Kremer, Osterevangelien, 153-155) y han sido llamados por él. Ellos dan «testimonio de la resurrección del Señor Jesús» (4, 33) y, según 4, 2, proclaman «en Jesús la resurrección de entre los muertos», es decir, la resurrección que sucedió en Cristo o que se halla basada en él como

275

aVá01;U(JL~

el primer participante (cf. 26,23). Según 17, 18, Pablo predicaba en Atenas «a Jesús y la resurrección», es decir, la resurrección de Jesús (no «a Jesús y a la [diosa] Anástasis», como esta hendíadis viene siendo interpretada a menudo desde los tiempos del Crisóstomo). Lo incomprensible que parecía a los oyentes griegos «una resurrección de entre los muertos», referida aquí concretamente a la resurrección de Jesús (v. 31), lo vemos por lo que se nos dice en el v. 32 (cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte [HNT], sub loco). Frente a las más variadas objeciones, los proclamadores recurrían no sólo al testimonio de los apóstoles y al testimonio del --+ :7tVEV[lU (5, 31), sino también al testimonio de la Escritura (--+ YQu
avaatatóm anastatoo incitar, perturbar, desviar del camino* Hech 17, 6 con objeto de la acción verbal 't~v ohw1J[lÉv'I']v: «ha alborotado al mundo entero»; en Gál 5, 12 dícese de los adversarios de Pablo que incitan a la comunidad (en contra del mensaje de Pablo); sin objeto de la acción verbal, en Hech 21, 38, dícese de un egipcio que incitaba a una revuelta.

avaatauQóm anastauroo crucificar* Bibl.: Además de los comentarios a Heb 6, 6, consúltese principalmente, Bauer, W6rterbuch, s. V.; P. Proulx-L. Alonso Schiikel, Heb 6, 4-6: d~ [lÉTavOLav avaoTUuQo1ívTU~: Bib 56 (1975) 193-209; L. Sabourin, "Crucifying Afresh for One's Repentance» (Heb 6:4-6): BTB 6 (1976) 264-271: J. Schneider, avaoTauQów, en ThWNT VII, 548.

En Heb 6, 6 se discute no sólo el sentido del prefijo avu- en avuo'tu1JQoiív'tu~ sino también las relaciones sintáticas del verbo en participio. Puesto que en la literatura pagana o judía avuo'tu1JQóm no aparece nunca en el sentido de «crucificar de nuevo» (en los primeros tiempos del cristianismo, el término aparece principalmente en Josefo y con fre-

- avuo'tQoCPr'¡

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cuencia también en Plutarco), no podremos entender aquí este término sino en el sentido de crucificar (avu- = hacia arriba; tal es la interpretación que se da generalmente en los comentarios recientes; otra cosa piensa O. Michel, Hebriier [KEK], sub loco). Afirmamos esto, a pesar de la unánime interpretación de avuo'tu1JQóm en la exégesis de la Iglesia antigua, que entiende este verbo en el sentido de una crucifixión repetida (los testimonios más antiguos son Tertuliano, Pud 9, 11 y Orígenes, In Joh a propósito de 8, 40), y a pesar de que esa misma interpretación aparece en las traducciones antiguas (Tertuliano, Pud 20; it, es decir, d r 3 ; V g Y otras). Razones de tipo lingüístico y contextual hacen improbable que d~ [lE'tÚVOLUV deba relacionarse con avuo'tU1JQoiíV'tu~ (en contra de Proulx-Alonso Schokel y Sabourin). Lo más probable es que el versículo deba entenderse de la siguiente manera: «es imposible ... renovar(los) otra vez para arrepentimiento, porque para ellos mismos (es decir, para su propio detrimento: dativus incommodi) crucifican al Hijo de Dios y lo exponen a ignominia». Cf. la afirmación parecida que se hace en Heb 10, 29. Acerca del empleo de avuo'tu1JQóm en sentido figurado, --+ o'tu1JQóm. H.-W. Kuhn avaan~vó:~m anastenazo suspirar profun-

damente* Me 8, 12: avuo'tEvÚSU~ 'té¡) :7tVE'Ú[lU'tL U1J'toií, «suspiró profundamente en su espíritu» (es decir, internamente); cf. 2, 8.

avaatQÉepm anastrepM conducirse, vivir (de cierta manera) --+ avuo'tQo
avaatQoepÍl, 1];, Í) anastrophe conducta, manera de vivir* avua'tQÉ
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avuo'tQoCPr'¡ - avu'táoOO[lUL

El verbo aparece tan sólo 9 veces en el NT (aparte de Mt 17, 22 v.l.; Jn 2,15 v.l.); el sustantivo, 13 veces. El término hebreo que se halla más frecuentemente detrás del verbo compuesto es súb, y más raras veces halak. El sustantivo, en la LXX, lo encontramos únicamente en Tob 4, 14; 2 Mac 6, 23. En Hech 5, 22 avuo'tQÉ> (2, [11.]12; 1, 17). La exhortación a comportarse con «santidad» y «temor» se fundamenta en la

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vocación que se ha recibido del Dios santo (1, 15s), en la identidad de Dios como Padre y Juez (1, 17) y en la muerte sacrificial de Cristo, entendida como «rescate que os sacó de vuestra antigua manera de vivir» (1, 18). La «buena conducta» se concreta en el hecho de que uno se aparte de las pasiones carnales y se entregue a las buenas obras (1, 14; 2, lIs), teniendo bien presente cuál ha de ser el juicio de Dios (3, 16s: ~ ayu{)~ avuo'tQo
avatÓ:aao,.at anatassomai redactar, recopilar* El único lugar del NT en que aparece este verbo (en voz media) es Lc 1, 1: E:7tEl()~:7tEQ :7tOAAOL E:7tEXElQ'I']OUv avu'túsuo{}m ()L~y'l']­ OLV, «en vista de que muchos han tratado de recopilar una historia [clara y ordenada] de las cosas que han sucedido entre nosotros ... » El verbo empleado en el original significa «disponer de manera ordenada» o «reconstruir un relato» (Eusebio, HistEccl V, 8, 15). El autor de Le 1, 1 echa una mirada retrospectiva a la labor de sus predecesores que habían dispuesto la tradición oral en un relato ordenado, al consignarla por escrito. Lucas no los rechaza, pero quiere reemplazarlos por su propia exposición (vv. 3s) basada en un nuevo examen crítico y fidedigno de la tradición. Por lo que respecta a los «predecesores» cf. Diodoro Sículo 1,1,1-3: 3, 1. Bauer, Wiirterbuch, s. v.; Th WNT VIII, 32s (bibl.); G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (OTK), sub loco. H. Balz

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avatÉl.Aw anatello salir --+ avm:oAtí·

avatí:3Ep.tat anatithemai exponer, presentar (para su consideración)* En el NT el verbo aparece únicamente en voz media: Hech 25, 14; Gál 2, 2; en ambos pasajes existe la idea de fondo de presentar algo para que se proceda a su examen o se adopte alguna decisión al respecto. ThWNT 1,355.

avatoAÍ), fí;,

i] anatole salida*

aVUtÉAACú anatello salir* Bibl.: A. Charbel, Mt 2, 1.7: RCB 8, 1/2 (1971) 96103; F. J. Dolger, Sol salutis, Münster i. W. '1925, 149ss; H. Schlier, av(nD,AOl, avatoA'Í], en ThWNT 1, 354s.

1. avatÉAAffi, salir (que aparece 9 veces), y avatoAtí, salida (que aparece 10 veces), se usan para referirse a la salida del sol y de las estrellas y a la aparición de nubes en el cielo (Mc 16, 2; Lc 12, 54; Sant 1, 11). El este es el lugar donde «sale el sol» (Ap 7, 2; 16, 12) o simplemente el oriente (plural en Mt 2, 1; 8, 11; 24, 27; Lc 13,29; singular en Ap 21, 13). La salida diaria del sol es expresión de la bondad divina (Mt 5, 45); por otro lado, el fuerte calor ejemplifica lo que es un efecto destructor (Mt 13,6 par. Mc 4, 6; Sant 1, 11).

2. Los sabios que vinieron del oriente (Mt 2, 1) habían observado la salida de una «estrella» que les anunciaba el nacimiento del Rey de Israel (2, 2.9). Como sucede de ordinario en Mt, se trata del cumplimiento de una profecía, concretamente del oráculo de Balaán acerca de la estrella que habría de salir de Jacob (Núm 24, 17: avm:EAEL uO'tQov, «saldrá una estrella»). En tiempo de Jesús se ocupaban especialmente de esta profecía los esenios de Qurnrán, al este de Jerusalén (lQM 11, 6s; CD 7, 18-21; 4QTest 9-13), donde se estudiaban también fenómenos celestes (cf., a propósito, Hen [et] 72, 1-8; 82, 1-20; cf. Hen [gr] 11, 1-16,8). El padre del Bautista (Lc 1,78) Y el evangelista Mateo (cf. la cita de Is 9, 1 en Mt 4, 16) se hallaban interesados igualmente en la

luz del Redentor que amanece en el cielo. La influencia de la profecía de Balaán es también evidente en el énfasis con que se afirma que el Señor descendía de la tribu de Judá (Heb 7, 14). La imagen se emplea también psicológicamente, cuando se expresa la esperanza de que la luz del lucero mesiánico amanezca en los corazones (2 Pe 1, 19). B. Reicke

Hebriier (KEK), Gottingen "1966; J. M. Nützel, Die Verkliirungserziihlung im Markusevangelium (FzB 6), Würzburg 1973; K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief (HThK), Frankfurt a. M. '1976; K. WeiB, avaepÉQOl, en ThWNT IX, 62-63, 68-70.

1. El verbo compuesto aVa
avat~É:7tW ana trepo volcar, derribar*

Empleado en sentido propio en Jn 2, 15, cuando se dice que Jesús volcó las mesas de los cambistas de dinero (avaOtQÉcpffi p75 Koiné pm; %a'tao'tQécpffi Sin fl3 pc). En sentido figurado en 2 Tim 2, 18: trastornar la fe de algunos ('ttív 'tLVffiV :7tLOtLV); Tit 1, 11: OttLvE~ 8A01J~ Or%01J~ avuLQÉ:7t01JOLV, dícese de los falsos maestros de Creta «que trastornan familias enteras». avat~Éq>w anatrephO criar, educar*

Tan sólo en Lucas-Hechos dícese de la crianza de un niño: Lc 4, 16 v.l. (B Koiné pm 'tE1tQa[-l[-lÉvo~ ); Hech 7, 20; 22, 3; dícese de la educación en Hech 7, 21 (avE1tQÉ'tjJato autov Éa1Jtñ EL~ 1JLÓV, ella «lo educó como si fuera su propio hijo). W. C. van Unnik, en Id., Sparsa collecta 1, Leiden 1973,259-320 y 321-327.

avaq>atVW anaphaino hacer que aparezca, (en pasiva) aparecer* Voz pasiva en Lc 19, 11: «el reino de Dios iba a aparecer inmediatamente»; voz activa en Hech 21, 3: avacpávavtE~ bE 't~v Kú:7tQov (avacpuvÉv'tE~ en A C Koiné E pm, cf. BlaB-Debrunner § 159 nota 2), «cuando hicimos que apareciera Chipre» (= cuando nos acercamos lo suficiente para avistar Chipre); cf. BlaB-Debrunner § 309 nota 2. avaq>É~w anaphero traer, ofrecer* 1. Significación fundamental - 2. Mc 9, 2 par.; Lc 24, 51 - 3. Terminología de los sacrificios

Bibl.: G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu (StANT 269, München 1941; O. Michel, Der Brief an die

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2. En Mc 9, 2 par. Mt 17, 1 avacpÉQEL significa (los) lleva a lo alto (a un monte). Este es el único ejemplo del NT en que aparece avacpÉQffi en presente histórico, cosa que es común en otros documentos. El presente histórico significa que el evangelista asigna especial significación a avacpÉQffi y lo eleva por encima de una simple indicación de cambio de lugar. En Lc 24, 51: aVEcpÉQEto, él era llevado hacia arriba (un texto discutido en crítica textual pero que seguramente es original; es la única vez que aparece en Lc). Se logra una definición más precisa de la acción expresada por 6LÉO'tl], al describirse (en imperfecto) el proceso de la ascensión de Jesús como la experiencia de que él era arrobado a lo alto (cf. Hech 1.9-11: E:7ttíQ1tl], avaAl][-lcp1td~). av acpéQffi no se halla atestiguado en este sentido en la LXX (--+ avaAa[-l~ávffi), pero se encuentra en relatos profanos sobre arrobamientos (Lohfink, 171). 3. Como término técnico para expresar la acción de ofrecer un sacrificio, avacpéQCú (muy frecuente en la LXX) designa en Sant 2, 21 el sacrificio de Isaac como el acto que lleva a su perfección la fe de Abrahán (cf. Heb 11, 7). En Heb 7, 27a designa el sacrificio que debe ofrecerse diariamente en el templo, y en 7, 27b el sacrificio de Cristo que, por contraste, se ofreció de una vez para siempre. En estrecha dependencia de expresiones que aparecen en el AT (por ejemplo, Os 14,3) y que son comunes en los escritos de Qurnrán (lQS 9, 3-5: 10, 8.14, cf. Michel, 558s), aparece en Heb 13, 15

la expresión avacpÉQffi[-lEV 'frvoLav aLvÉaEffi~, «ofrezcamos un sacrificio de alabanza» (usándose el verbo en sentido figurado). Como el autor mismo interpreta estas palabras, el sacrificio consiste en el «fruto de los labios» que confiesan y alaban el nombre de Jesús. avacpÉQffi tiene el mismo sentido en 1 Pe 2, 5: «ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo» (cf. el v. 9 y la terminología sacrificial, afín pero diversa [no emplea el verbo avacpÉQffi D, de Rom 12, 1; Flp 2,17; Rom 15,16; cf. Schelkle, 58s). A la luz de la tradición acerca de la Pasión, avacpÉQffi en la cita de Is 53, 12 que aparece en 1 Pe 2, 24 tiene un nuevo significado: «El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz». La muerte de Jesús en la cruz se entiende aquí como una especie de acto sacrificial (cf. Heb 9, 14; 10, 10) que produce la «eliminación» de los pecados. Esta afirmación relativa a la muerte de Jesús, que es más un enunciado plástico que una definición clara, se deriva de los varios significados de los sinónimos hebreos ns' y sbl (llevar, sacrificar, eliminar). Este significado se expresa más claramente aún en Heb 9, 28, donde avacpÉQffi en la cita reinterpretada de Is 53, 12 designa como finalidad del sacrificio de Cristo, ofrecido de una vez para siempre, la de «eliminar los pecados de muchos» (cf. el contexto). J. Kremer

avaq>wvÉw anaphoneo gritar, exclamar* Lc 1, 42: aVEcp<Í:JVl]OEV xQa1JYñ [-lEyáATI, «exclamó en voz muy alta».

EW;, i] anachysis desbordamiento, extensa corriente* En el NT se usa únicamente en sentido figurado: 1 Pe 4, 4: aOffitLa~ aVáX1JOL~, «desbordamiento de vida desenfrenada».

aVÚX\Jm;,

avaxw~Éw anachOreo retirarse, alejarse,

regresar* El verbo aparece 14 veces en el NT. De ellas, 10 veces en Mt (4 veces en Mt 2, 12-22).

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Regresar d¡; 't~v XWQuv mJ-r&v, «a su propio país» (Mt 2, 12; cf. v. 13), d¡; 't~v rUALAULUV, «a Galilea» (4, 12); alejarse, escapar d¡; A'íyuJt'tov, «a Egipto» (2, 14), d¡; 'tu f.LÉQ1'] 'tfí¡; rUALAULU¡;, «a la región de Galilea» (v. 22); retirarse ExE1{h:v, «de allí» (12, 15; 14, 13; cf. 15, 21); empleado juntamente con a:rr:eA'frWV, «se fue corriendo» (Mt 27, 5); Mc 3, 7 (par. Mt 12, 15); Jn 6, 15 (v.l. cpeÚYEL Sin* lat sy'); avuxwQ~OU¡; xu't' L()LUV, «retirándose aparte (con él)>> (Hech 23, 19); en sentido absoluto (26, 31); alejarse, salir (Mt 9, 24; en sentido absoluto). D. Good, The Verb avuxwQÉw in Matthew' s Gospel: NovT 32 (1990) 1-12. avá\IJUSI~, fOJ~,

1] anapsyxis refrigerio*

Bibl.: O. Bauerfeind, Tradition und Komposition in der Apokatastasisspruch Apg 3, 20J, en FS Michel, 13-23; E. Krlinkl, Jesus der Knecht Gottes, München 1972, 193-198; G. Lohfink, Christologie und Geschichtsbild in Apg 3, 19-21: BZ 13 (1969) 223-241, principalmente 230-233; E. Schweizer, avá'IjJ1J~LI;, en ThWNT IX, 665s.

1. El sustantivo, que en el NT aparece una sola vez, en Hech 3, 20 (cf. avm.púxw, refrescar, refrigerar), significa también la acción de secar (sanar) una herida, refrescar, aliviar o recuperarse (Filón Abr 152). En Ex 8, 11 (el único ejemplo en la LXX) avá'tjJUSL¡; significa la liberación de la plaga de las ranas. 2. En Hech 3, 20 avá'tjJUSL¡; se halla en un contexto (3, 19-20) que sorprende como extraño y que se ha interpretado a menudo (por ejemplo, por Bauernfeind; cf., a propósito, Lohfink) como vestigio de una antiquísima cristología (¿originalmente una tradición acerca de Elías?). En cuanto genitivo dependiente de XaLQOL, el sustantivo avá'tjJUSL¡; caracteriza a XaLQOL como «tiempos de refrigerio», que, en contraste con los tiempos anteriores, hacen que se viva de nuevo. La adición «de la presencia del Señor» caracteriza a esos «tiempos», juntamente con los beneficios que ellos aportan, como dones procedentes de Dios. (La interpretación en el sentido de «respiros en medio de la calamidad de los dolores me-

siánicos» [O. Bauernfeind, Apostelgeschichte (ThHK), sub loco] no puede justificarse ni por el uso normal de esta expresión [~ 1] ni por el contexto.) Estos tiempos son los mismos que «los tiempos de restauración» (v. 21 ~ a:rr:oxu'táO'tUOL¡;, es decir, que los tiempos de la salvación definitiva. Aunque la designación del tiempo de la salvación como XaLQOL avmjJÚSeW¡; no tiene precedente directo en la LXX o en la literatura apocalíptica (cf. Lohfink, 232), sin embargo hay muchos paralelos de la idea expresada en esta frase (por ejemplo, 4 Esd 7,91.95; 11, 46; ApBar [gr] 73-74; Hen [et] 96, 3). En el NT se hallan en consonancia con ello aVeOL¡; en 2 Tes 1, 7 (en estrecha relación con «de la presencia del Señor»), xu-.;á:rr:UUOL¡; en Heb 3, 11; 4, 11, Y OUPPa'tLOf.LÓ¡; en Heb 4, 9 (cf. Kriinkl, 194). La expectación del tiempo de la salvación como refrigerio que seguiría a las tribulaciones es un tema corriente en los escritos de Lucas (por ejemplo, Hech 9, 16; 14, 22; Lc 21, 7-19.28.36). Por tanto, el empleo de avá'tjJuSL¡; en Hech 3, 20 puede proceder de Lucas (posiblemente como su propia manera de reflejar una tradición anterior). J. Kremer

avatjJ'úxOJ anapsychiJ refrescar, refrigerar* 2 Tim 1, 16 (transitivo); en sustitución de ouvuvu:rr:UÚOf.LaL en Rom 15, 32 D G lat (intransitivo ). avbQmtobl(J'ttí~, otl, Ó andrapodistes secuestrador, traficante de esc1avos* En un catálogo de vicios que enumera a los que quebrantan los mandamientos del Decálogo (1 Tim 1, 9s), después de los aV()QocpóVOL¡; (quinto mandamiento), :rr:ÓQVOL¡; y aQOeVOXOL-raL¡; (sexto mandamiento) y antes de los 'tjJeÚO'taL¡; y EmóQxOL¡; (octavo mandamiento) se hallan los aV()Qu:rr:o()Lo'tuL Esto se ajusta a la antigua manera rabínica de exponer el séptimo mandamiento del Decálogo (Ex 20, 15), que distinguía entre el robo de

285 cosas y el secuestro de personas, y que frecuentemente relacionaba Ex 20, 15 con el secuestro de personas; cf. MekEx 77b sobre Ex 20, 15; cf. también Filón SpecLeg IV 13. Billerbeck 1810-813; J. Jeremias, 1-2 Timotheus und Titus (NTD), sub loco. 'AvbQia~, 0\1 Andreas Andrés* 1. Aparición del vocablo - 2. Información biográfica - 3. Andrés en la redacción de los Sinópticos y en Juan

Bibl.: P. M. Peterson, Andrew, Brother of Simon Peter. His History and his Legend (NovTS 1), Leiden 1958; R. Pesch, Das Markusevangelium 1-11 (HThK), Freiburg i. Br. 1976-1977.

1. En el NT se menciona a una sola persona que lleva el nombre -genuinamente griego- de 'AV()QÉU¡;. Se le menciona en Marcos 4 veces, en Mateo 2, en Lucas 1, en Hechos 1 y en Juan 5 veces, en tradiciones que hablan de la vocación al discipulado (Mc 1, 16 par.; Jn 1,40.44), en listas de los Doce (Mc 3, 18 par.; Hech 1, 13), en una tradición local asociada con Cafarnaún (Mc 1,29), en el discurso escatológico pre-marquino (Mc 13, 3), en la versión joánica del milagro de la multiplicación de los panes (Jn 6, 8) Y en el material peculiar de Jn (12, 22). 2. Andrés, hermano de Simón Pedro (Mc 1, 16 par. Mt 4, 18; Jn 1,40), era de Betsaida (Jn 1,44) Y quizás en compañía de Simón se había trasladado a Cafarnaún (Mc 1,29), donde los hermanos ejercían el oficio de pescadores (1, 16 par.). Andrés se contaba entre los primeros discípulos de Jesús (1, 16 par.; Jn 1, 40) Y pertenecía al grupo de los Doce (Mc 3, 18 par.; Hech 1, 13). En la misión de la Iglesia primitiva, pudo haber formado equipo con Pedro para constituir una pareja de misioneros. Su rango en la Iglesia primitiva queda reflejado en su posición en la lista de los Doce en. la que se le menciona en cuarto lugar (Mc 3, 18; Hech 1, 13; en Mt 10, 2 Y Lc 6, 14 [redaccional] se le menciona en segundo lugar), y en su función como receptor de la revela-

286 ción en el contexto del discurso escatológico (Mc 13, 3). Por ser palestinense grecoparlante, Andrés aparece (dos veces) en Jn 12, 22, juntamente con Felipe, como mediador en las relaciones con prosélitos griegos (seguramente por sus conocimientos de la lengua griega). 3. Mientras que Mc recoge cuatro tradiciones relacionadas con Andrés, vemos que Mt recoge sólo dos (10, 2 que se armoniza con 4, 18), sin pretender por ello aminorar la función de Andrés. Lucas recoge tan sólo una (armonizando alternativamente en el Evangelio y en Hechos las listas de los Doce tomadas de la doble tradición): en su única referencia a Andrés en el Evangelio, Lucas le presenta como el hermano de Simón (Lc 6, 14), le elimina de la tradición acerca de la vocación al discipulado (5, 10), Y le omite (lo mismo que hace Mateo), primeramente, concentrando en Jesús el milagro de curación de Mc 1, 29-31 y, en segundo lugar, generalizando la introducción al discurso escatológico de Mc 13, 3 par. Mayor significación se atribuye a Andrés en la tradición joánica, donde él es el primero en ser llamado al discipulado (1, 40), donde se menciona su función de mediador (12, 22), Y donde se le menciona también en lo que es quizás material redaccional (6, 8). R. Pesch avbQí,~O!lal andrizomai portarse varonil-

mente * 1 Cor 16, 13 (cf. Sal 26, 14 LXX; 30, 25 LXX) juntamente con YQ1']YOQel1:e, O't~Xe'te y xQu'taLouo'fre. Cf. también 1 Mac 2, 64; Herm (v) 4, 3).

'AVbQÓVIXO~, 0\1 Andronikos Andrónico* Un misionero judeocristiano que, juntamente con Junia(s), es receptor de los saludos de Pablo (Rom 16, 7). A ambos se los designa como oUyyeVE1¡; f.Lou XUL OUVaLXf.LUAWWU¡; f.Lou y asimismo como E:rr:L01']f.LOL EV WL¡; a:rr:oo'tÓAOL¡;. Por tanto, Andrónico posee el rango de apóstol (E. Kiisemann, An die Romer3 [HNT], sub loco). Pablo acentúa que ambos habían llegado a la fe antes que él. BHH 1,93;

287

'AVbQÓVLXO~ -

J. Roloff, Apostolat - Verkündigung - Kirche, Gütersloh 1965, 60s. avbQocpóvo~, Oll, (, androphonos asesino* 1 Tim 1, 9 en un catálogo de vicios, con referencia al quinto mandamiento del Decálogo; --+ aveQUltOeLa1:~¡;:;.

aVÉYxJ"lI'tO~, 2 anegkletos irreprochable, intachable* En 1 Cor 1, 8 dícese de la comunidad que será irreprochable en el futuro juicio divino; de manera parecida se habla en Col 1, 22 (añadiéndose también los calificativos de áylO'U¡;:; XUL a[.t<Í:l[.to'U¡;:;). En 1 Tim 3, 10 dícese esto mismo de OL eLáxovm; en Tit 1, 6.7, de Tito y de los EltlaXOltm, todos los cuales deben ser personas intachables. ThWNT 1, 358s; DTNT IV, 370s. aVExbtÍ)Yll'to~, 2 anekdiegetos inexpresable, indescriptible* En 2 Cor 9, 15 dícese de los bWQEá de Dios, cuya abundancia no puede expresarse en palabras, pero que se manifiesta en el hecho de que las comunidades de Acaya hayan sido capaces de reunir una generosa colecta. Y, así, el v. 15 es eco de la idea expresada por medio de las palabras eL<x 1:i]v últEQPáAAo'Uauv XáQLV en el v. 14. aVEXAáAlI'tO~, 2 aneklaletos inexpresable* 1 Pe 1, 8: XUQf¿. aVEXAUA~1:ep (en paralelo con eEeo1;ua[.tÉvn ); cf. Polic 1,3. aVÉXAEt:7t'tO~, 2 anekleiptos inagotable, imperecedero* En Lc 12, 33 dícese del inagotable tesoro en el cielo, que se consigue cuando uno vende los bienes terrenos.

aVEX'tó~ (avEx'tÓ'tEQO~), 2 anektos (anektoteros) tolerable* En el NT aparece únicamente el neutro de este adjetivo en grado comparativo. La frase

aVEl-w~

288

aVEXtótEQOV Ea1:m, será más tolerable, se usa para referirse a que el día del juicio final será más tolerable para Sodoma (Gén 19, 24ss) que para los lugares en que Jesús desarrolló su actividad (Mt 10, 15; 11, 24 par. Lc 10, 12). En Mt 11, 22 par. Lc 10, 14 se dice esto mismo, refiriéndose esta vez a Tiro y Sidón Os 23; Ez 26-28). Parece que esta frase se tomó de Mt 10, 15 para insertarla secundariamente en Mc 6, 11 Koiné pm. ThWNT 1, 360s.

aVEAEÍ),..,mv, 2 aneleemon despiadado* Aparece en una lista de vicios en Rom 1, 31 juntamente con aa'UV'frÉto'U¡;:; y aatóQYo'U¡;:;; Tit 1,9 v.l. ThWNT 11,483; DTNT 111, 99s.

aVÉAEO~, 2 aneleos sin compasión, sin misericordia* Sant 2, 13: El juicio final será sin misericordia para el que no haya mostrado misericordia: xQlaL¡;:; aVÉAEO¡;:; ttT> [.ti] ltOL~aUVtL EAEO¡;:;. ThWNT 11, 483; DTNT I1I, 99s; BlaBDebrunner § 120 nota 3. aVE,..,í,~o,..,at anemizomai ser agitado por el viento* En el NT este verbo aparece únicamente en voz pasiva: en Sant 1, 6, donde se expresa la imagen de que el que duda es semejante a la ola del mar agitada por el viento y zarandeada de una parte para otra (QLmto[.tÉvcp). liVE,..,O~, Oll, (, anemos viento* Este término aparece 31 veces en el NT. De ellas, 25 veces en los evangelios y Hech, y 3 en e1Ap. El viento se menciona como un poder destructor en Mt 7, 25.27 (en plural). A Jesús se le presenta como el Señor que domina los poderes del viento o de los vientos, en el relato sinóptico acerca de la tempestad calmada (Mc 4, 37.39 [bis].41 par. Mt 8, 26.27 Y Lc 8, 23.24.25; en la narración se acentúa el poder devastador del viento con las palabras AUi:-

290

289

AUtjJ [.tEyáATJ aVÉ[.to'U, una violenta tempestad de viento (Mc 4, 37; cf. Lc 8, 35). Una tradición semejante aparece en el relato que cuenta cómo Jesús caminó sobre las aguas del lago (Mc 6, 48.51 par. Mt 14, 24.32; cf. Jn 6, 18 [¡no aparece en Lc!]) y cómo Pedro se hundía entre las olas (Mt 14, 30). Los ejemplos del uso de este vocablo que aparecen en Hech se concentran en el relato del viaje de Pablo a Roma (Hech 27, 4.7. 14.15). Siempre hay vientos contrarios, especialmente el viento huracanado o «tifón» (avE[.to¡;:; t'UCjlWVLXO¡;:; Ó XUAO'Ú[.tEVO¡;:; dJQUX'ÚAWV, v. 14) La expresión be 1:WV tW<J<xQwv aVÉ[.twv en Mc 13, 37 par. Mt 24, 31 significa los cuatro puntos cardinales de los que soplan los vientos, es decir, todas las regiones de la tierra hasta los confines entre la tierra y el cielo; cf. el desarrollo de esta imagen en Mc 13, 27b (Dt 13, 8; 30,4 LXX; cf., a propósito, E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus 4 [NTD], sub loco) y la redacción mateica en Mt 24, 31 b; cf. también Ap 7, 1 (bis). Por lo demás, aVE[.to¡;:; aparece frecuentemente en imágenes y comparaciones. Mt 11,7 par. Lc 7, 24 meciona la caña agitada por el viento; de ella se diferencia muy bien Juan el Bautista. En Ef 4, 14 encontramos la imagen de «todo viento de doctrina», ltUvtL aVÉ[.tep tfí¡;:; ch6uaxuAlu¡;:;, por el cual son agitados de acá para allá los que no tienen «madurez» en la fe. Otros usos de este término en sentido figurado pueden verse en Sant 3,4; Jds 12 y Ap 6,13. H. Balz

tigar, tratar de descubrir». Las acciones de Dios en relación con Israel se basan en los «inescrutables juicios» divinos, ante los cuales la reflexión teológica paulina -y toda reflexión teológica- desemboca en la alabanza de Dios. Las razones para las acciones de Dios permanecen inaccesibles a la reflexión teológica. ThWNT 1,359; DTNT 11, 128. aVE;í,xaxo~, 2 anexikakos dícese de quien soporta la injusticia y es paciente* 2 Tim 2, 24, refiriéndose al cristiano (¡)0'ÚAO¡;:; X'UQlO'U) que debe ser «paciente», además de ser ~mo¡;:; y eL¡)uXtLXÓ¡;:;. El adjetivo se ha formado a base del verbo --+ aVÉxo[.tm. aVE;txví,aCJ'to~, 2 anexichniastos que no

se puede saber o averiguar, inescrutable* Rom 11, 33; Ef 3, 8. Como el verbo E1;LXvLátw en el que está basado, el adjetivo tiene su origen en el griego de la LXX (cf. Job 5,9; 9, 10; 13,24). En Rom 11,33 intensifica aún más el precedente aVE1;E~u'ÚVTJt0¡;:; (cf. Suidas, s. v.: aVE1;E'ÚQTJt0V ov /lTJeio LXVO¡;:; Eaúv EÚQELV. Así que, según Pablo, la historia perceptible no conduce siquiera a descubrir las huellas de los verdaderos caminos de Dios. Sobre las relaciones con la gnosis cf. ThWNT 1,359s. aVEnaí,CJXllV'tO~, 2 anepaischyntos dícese

de quien no tiene de qué avergonzarse* En 2 Tim 2, 15 dícese de Timoteo, discípulo del Apóstol, que debe ser un EQyátTJ¡;:; aVEltUlaX'UVto¡;:;, «un obrero que no tiene por qué avergonzarse de su trabajo».

aVÉvbEX'tO~, 2 anendektos imposible* Lc 17, 1: aVéveEX1:ÓV EatLv toií tu axáv¡)UAU [.ti] EA'frELV, es imposible que no lleguen tentaciones = «han de llegar con seguridad tentaciones para pecar».

aVEní,AlI,..,n'tO~, 2 anepilemptos irreprensible, sin tacha* En el NT este vocablo aparece únicamente en 1 Tim, y dícese del EltLaXOlto¡;:; en 3, 2, de las viudas en 5, 7, Y de Timoteo Quntamente con aaltLAo¡;:;) en 6, 14. Cf. MartPol 17, 1.

aVE;tQa'ÚVlI'to~, 2 anexeraunetos ines-

avÉQxo,..,at anerchomai subir*

crutable* Rom 11, 33. El significado preciso de la palabra se deriva del verbo E1;EQE'Uváw, «inves-

Jn 6,3: d¡;:; to oQo¡;:; (altfjA'frEv Sin* D pc); Gál 1, 17.18: ?L¡;:; 'IEQoaóAv[.tu (v. 17 altfíA'frov pSI B D G al).

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294

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aVE(n;, Ero;, Í) anesis alivio, descanso, ali-

avÉxo"at anechomai soportar, aceptar,

geramiento* En Hech 24, 23 Pablo va a recibir algún alivio en las condiciones de su encarcelamiento: eXELv 'tE aVEaLv. 2 Cor 2, 13 Y 7,5 hablan respectivamente de la falta de descanso en la mente y en el cuerpo de Pablo. aVE<JL~ se halla en contraposición a {)).,;¡;'ljn~ en 2 Cor 8, 13: cf. 2 Tes 1, 7, donde Dios recompensará (aV'tuJtoboiJvm en el v. 6) con refrigerio a los 1'tAL~Ó¡.tEVOL por su actual aflicción. ThWNT 1, 367s.

aVEljJtó;, ou, Ó anepsios primo*

condescender* El verbo aparece 15 veces en el NT con especial concentración en la discusión (irónica) de 2 Cor 11 (donde aparece 5 veces: vv. 1 [bis], 4, 19 Y 20). El verbo se halla siempre en voz media y rige genitivo (cf. BlaB-Debrunner § 176, 1 con la nota 1). Con personas como objeto de la acción verbal: Mc 9,19 par. Mt 17, 17 Y Lc 9, 41 en la pregunta exasperada de Jesús: «¿Hasta cuándo tendré que soportaros?»; con a"""1ÍAwv como objeto, para referirse al deber de soportarse mutuamente (en el amor): Ef 4, 2; cf. Col 3, 13; en el sentido de permitir (que se celebre un juicio): Hech 18, 14. Con cosas como objeto de la acción verbal: 2 Tes 1, 4: Ev ... 'tUL~ 1'tAltjJEOLV ut~ avÉXE01'tE (sobre la atracción del pronombre relativo, cf. BlaB-Debrunner § 294 nota 2); Heb 13, 22: avÉXE01'tE 'toiJ A.óYOlJ 'tfí~ JtuQuxA1ÍaEw~, «¡soportad de buena gana mi palabra de exhortación!»; un enunciado semejante, esta vez en sentido negativo, en 2 Tim 4, 3. En 2 Cor 11 Pablo juega con el sentido del verbo. En primer lugar pide a los corintios que soporten de él un poco de insensatez (una cosa como objeto de la acción verbal, v. la), lo mismo que le soportan ya a él (indicativo, cf. R. Bultmann, Der zweite Korintherbrief [KEK], sub loco). Luego, en el v. 4, hace notar sarcásticamente que los corintios «sufren ... de buena gana» (XUAro~ avÉXE01'tE en sentido absoluto o bien con la frase anterior como objeto de la acción verbal) cuando alguien llega con un mensaje diferente (sobre la construcción y el problema textual cf. Bultmann, sub loco). Pablo sigue usando el verbo de manera semejante en los vv. 19 (avÉXE01'tE 'trov a
Col 4, 10: «[Juan] Marcos, el primo de Bernabé.

avuá~ro anetaz6 tomar declaración* Tecnicismo jurídico empleado a propósito del interrogatorio de Pablo ante los soldados romanos en la Torre Antonia (Hech 22, 24. 29). La expresión ¡.tácJ'tLl;LV aVE'tá~E01'tm se refiere al interrogatorio llevado a cabo bajo la aplicación de tortura (en forma de flagelación), una práctica que no estaba permitida cuando se trataba de ciudadanos romanos (cf. Hech 16, 37; 22, 25).

aVEU aneu (con genitivo) sin* Preposición que rige genitivo y que tiene en gran parte el mismo significado y el mismo uso que XWQL~. Mt 10, 29: aVElJ 'tOiJ Jtu'tQo~ u¡.trov, «sin el consentimiento y el conocimiento de vuestro Padre»; 1 Pe 3, 1: aVElJ A.óYOlJ, dícese de las mujeres que, sin necesidad de decir una sola palabra, pueden ganar con su conducta a sus respectivos maridos que están cerrados al evangelio; 4, 9.

aVEl't'tuo;, 2 aneuthetos inadecuado, desfavorablemente situado* Hech 27, 12: dícese del puerto KUAOt AL¡.tÉVE~, que era inadecuado para invernar en él.

aVEUQtCJXro aneurisk6 encontrar, hallar (buscando) * Lc 2, 16; Hech 21, 4; en ambos casos se refiere a personas.

aV1)t'tov, OU, tó anethon eneldo* Mt 23, 23 menciona el eneldo (Anethum graveolens) con otras plantas que se utilizan para sazonar (~Moa¡.tov, '){'Ú¡.tLVOV), las cuales, según la opinión de los rabinos, estaban sujetas al pago del diezmo con arreglo a lo preceptuado en Núm 18, 12; Dt 14, 22s. Billerbeck 1, 932s; BHH 1, 344s.

avÍlxro anek6 ser conveniente, ser apropiado* En el NT este verbo se usa siempre como impersonal (Ef 5,4; Col 3, 18; Flm 8). La expresiónEJtL'táaaELv aOL 'to avfíxov, «mandarte que cumplas con tu deber (cristiano)>> (Flm 8) tiene ya sus antecedentes, fuera del NT, en la ética del estoicismo (cf. el título del escrito de Zenón IlEQt 'tOiJ xu1't1Íxov'tO~) y penetró en la parénesis del cristianismo primitivo a través del judaísmo helenístico (cf. 1 Mac 10,42; Aristeas 245). ThWNT 1,361; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, acerca de Col 3, 18.

avijJ..t'tov anelthon (aoristo segundo) subir ->

aVÉQxo¡.tm.

aVÍI"EQo;, 2 anemeros salvaje, indómito* En 2 Tim 3, 3 juntamente con

bLá~OAOL,

aXQu'tEL~, a
nes que se refieren a la conducta de los hombres en los «últimos días».

aVÍlvE"{xa anenegka (aoristo segundo) traer, 'ofrecer -> avu
aVÍlQ, avbQó;, ó aner hombre 1. Aparición del vocablo en el NT - 2. aV1ÍQ como tér~i~o genérico para designar a los seres humanos -

3. aVf]Q en combinación con ciertos adjetivos - 4. El

hombre en contraposición a la mujer - 5. A propósito de ICor 11, 7 - 6. Seres sobrenaturales. Bibl.: J. Kühlewein, 'H (hombre); gbr (ser superior), en DTMAT 1, 210-222; 568-574; A. Oepke, aV1ÍQ, en ThWNT 1,362-364; E-W. Eltester, Eikon im NT (BZNW 23), Berlin 1958, 125-127, 153-156; J. Jervell, [mago Dei (FRLANT 76), Gottingen 1960, 292-312; P. Trummer, Einehe nach den Past: Bib 51 (1970) 471-484.

1. aV1ÍQ aparece en el NT 216 veces, encontrándose más de la mitad de las veces en los escritos lucanos (27 en el Evangelio y 100 en Hechos). El resto de los ejemplos del uso de este término se distribuye entre otros 16 documentos del NT, principalmente en Mateo 8 veces, Romanos 9 veces (siete de ellas en 7, 2s) y 1 Corintios 32 veces (de las cuales 16 se hallan en el capítulo 7, y 14 veces en 11, 314). Filipenses, 2 Timoteo, Filemón, Hebreos, 2 Pedro, 1-3 Juan y Judas no emplean en absoluto este vocablo. 2. aV1ÍQ puede designar al ser humano en general. avbQE~ son la gente (Mt 14, 35; Lc 5, 18; 11,31; al referirse a números de personas: Mc 6, 44; Lc 9, 14; Jn 6, 10 [a diferencia de Mt 14, 21, donde el término se refiere únicamente a varones]; Hech 4, 4 [en contraste con 8, 3.12; 17, 12, donde se usan diferentes palabras para referirse a los hombres y a las mujeres]). aV1ÍQ puede acompañar a términos que sirven para designar características, funciones y orígenes de los individuos: aV~Q JtQo
295

debe llegar a ser 'tÉA.ELO¡; uvi¡Q en sentido metafórico, alcanzando «la unidad de la fe», «el conocimiento del Hijo de Dios», la «madurez viril» de Cristo. Más tarde, basándose en estas ideas, se pensó que únicamente como varón puede uno entrar en el reino de los cielos (cf. EvTom 114, en contraste con lo que se dice en 1 Pe 3, 7; Tertuliano, Culto fem. 1, 2, 5; Agustín, CivD 22, 17). En Sant 3 2 el 'tÉA.ELO¡; uvi¡Q es la persona moralmen'te perfecta que no peca ni siquiera al hablar. 4. uvi¡Q significa también marido (Mc 10, 2.12 par.; Mt 1, 16.19; Lc 2, 36; 16, 18; Jn 4, 16-18; Hech 5, 9s; Rom 7, 2s; 1 Cor 7,24.lOs.13s; 14, 35, Y passim). En las tablas de deberes domésticos (Ef 5, 22ss; Col 3, 18s; 1 Pe 3, 1ss; cf. Tit 2, 5) se ordena a la mujer subordinación y se ordena al marido que sea cariñoso y considerado con la mujer, que es la parte más débil. El clérigo debe ser ftLU¡; yuvmxo¡; uvi¡Q,Jiel a su única mujer (1 Tim 3,2.12; Tit 1,6; pero no es ilegítimo volver a casarse). Al hombre con compromiso de matrimonio se le llama también uvi¡Q (Mt 1, 19; Ap 21, 2 [cf. Dt 22, 23]).2 Cor 11,2 habla de Cristo como del esposo místico. En los casos en que no se hace referencia al matrimonio el uvi¡Q es el compañero varón, prescindiéndose de si existe o no vida marital (Lc 1, 34 [la expresión bíblica «conocer varón» significa «tener relaciones sexuales», como en Gén 19, 8; Jue 11, 39]; Jn 1, 13 [cf. Tob 3, 14; Jdt 16, 22; Eclo 23, 23]). 5. En 1 Cor 11, 7 Pablo interpreta el relato de la creación con arreglo al modelo rabínico, que atribuye únicamente al hombre lo de ser creado a imagen de Dios. Sin embargo, su prueba de Escritura no se encuadra en un estudio sistemático acerca de la imagen de Dios, sino que es únicamente parte de su respuesta a la cuestión acerca de la obligación de la mujer de llevar velo. Puesto que la mujer carece de la condición de ser imagen de Dios, tiene que llevar en su cabeza el símbolo de su subordinación al marido, símbolo que al mismo tiempo ejerce la función de protegerla contra los demonios (v. 10). El hombre está

296 protegido contra los demonios en virtud de su propia semejanza con Dios. La comunidad, evidentemente, había sacado extensas consecuencias de la abolición de la distinción entre los sexos (Gál 3, 28), una disposición que se aplicaba sólo al ámbito sacramental (<<en el Señor», 1 Cor 11, 11). 6. De conformidad con Gén 18, 2.16.22; 19,3.8.10.12.16, uvi¡Q puede designar un ser sobrenatural o ángel (Gén 19, 1.15.16 LXX; Heb 13, 2), como en Lc 24, 4: av6QE¡; Mo (a diferencia de Jn 20, 12: búo uyyÉA.OlJ¡;); Hech 1, 10; 10, 30; EvPe 36.39; Herm (v) 1, 4, 3; 3, 2, 5 y passim. J. B. Bauer

avaiCJ'tlUu anthistemi oponerse, hacer frente, resistir* El verbo aparece 14 veces en el NT, siempre en voz media, con objeto de la acción verbal en dativo o usado en sentido absoluto (Rom 13, 2b [el objeto debe suplirse por lo que se dice en el V. 2a]; Ef 6, 13). El verbo se refiere frecuentemente a la resistencia humana a Dios, a los mensajeros de Dios, a la voluntad de Dios, etc. (Hech 13, 8; Rom 9, 19; 13, 12 bis [en contraste con lmo'tuaaÉafrw en el V. 1]; 2 Tim 3,8 bis; 4, 15; cf. Lc 21, 15; Hech 6, 10), pero se usa también para referirse al mal al que uno no debe resistir (en el sentido de una defensa o de una acción contraria; por ejemplo, Mt 5, 39); al mismo tiempo, hay que resistir al mal por excelencia (Sant 4, 7 [lo contrario de 'Úno'táyl]'tE oúv 'tép frEép]; 1 Pe 5, 9; cf. también Ef 6, 13). Pablo utiliza el verbo para describir la actitud adoptada por él ante Pedro en Antioquía (Gál 2, 11: xu'tu nQóawnov uv't ép uv'tÉa'tl]v, «me enfrenté con él cara a cara»).

avaop.toAoyiop.tat anthomologeomai ensalzar, alabar* Lc 2, 28 con dativo 'tép frEép; cf. Sal 78, 13 LXX; Dan 4, 37 LXX (con ULvW). livao~, ou~, 'tó anthos flor* El NT utiliza la imagen de Is 40, 6s, que habla de la flor silvestre que nace en los campos

298

297 para describir lo perecedero que es quien confía en la riqueza (Sant 1, 10.11); Y emplea la cita de Isaías (incluido el V. 8) para establecer un contraste con lo imperecedera que es la acción salvífica de Dios (1 Pe 1, 24; cf. vv. 18 Y 23).

Bauer, Worterbuch, S. V. (bibliografía); S. Morenz: ThLZ 78 (1953) 187-192; W. Klassen: NTS 9 (1962-1963) 337-350; L. Ramaroson: Bib 51 (1970) 230-234. H. Balz ava~O)3tá~ECJXO~,

ava~axui, d~, ÍJ anthrakia montón de carbón, carbones encendidos, fuego de carbón* Jn 18, 18; uVfrQUXUlv nEnOLl]Xó'tE¡;, «después de haber encendido un brasero»; 21, 9: (3A.énolJaLv uVfrQUXUlv XELftÉVl]V, «ven preparadas unas brasas». BHH n, 974.

liva~aª, axo~, Ó anthrax carbón* En el NT este término se usa únicamente en sentido figurado: en Rom 12,20 se recoge un proverbio muy difundido (cita de Prov 25, 22) Y se dice: avfrQuxu¡; nlJQo¡; aWQE'ÚaEL¡; btl, 'tTJV XEcpUA.TJV uv'tOu, «amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza». Puesto que el acto indicado se encamina fundamentalmente a la destrucción de la vida (cf. Sal 140, 11), Y estaría en contradicción con el mandamiento del amor a los enemigos, se supone a menudo que hay una conexión entre esta imagen y un rito penitencial egipcio en el que el malhechor tenía que expiar su delito llevando sobre su cabeza un recipiente con carbones encendidos como símbolo de arrepentimiento y castigo de sí mismo. Con el proverbio Pablo podría referirse bien a la retribución divina (así piensa, por ejemplo, O. Michel, Der Brief an die Romer [KEK], sub loco), o bien al dol~roso arrepentimiento del adversario, produCIdo por la humillación de que es objeto (Bauer, Worterbuch, S. v.; E. Kiisemann, An die Romef3 [HNT], sub loco). El V. 19a sugiere, sí, la primera interpretación, pero encuentra ya una respuesta suficiente en el V. 19b. Y así, UA.A.á en el V. 20 se centra ya en la actitud cristiana exigida, que consiste en tratar al adversario como a un hermano; precisamente de esta manera será posible que el increyente reconozca lo errada que está su propia conducta hostil (hacia Dios y hacia los creyentes).

2 anthropareskos el que trata de agradar a hombres* En el NT se usa únicamente como sustantivo: Ef 6, 6; Col 3, 22. En ambos textos la expresión se explica ulteriormente mediante el empleo de ocpfrUA.fto6olJA.Lu y por el contraste con la devoción al X'ÚQLO¡;. ThWNT 1,456; DTNTI,283. aVa~Ól3tlVO~, -+

3 anthropinos humano

avfrQwno¡; 6.

ava~O)3tOx'tÓvo~, ou, Ó anthroktonos asesino* En el NT, este término aparece únicamente en los escritos joánicos. Jn 8, 44 se refiere al 6Lá(3oA.o¡; diciendo que es el «padre» de los adversarios judíos de Jesús, y le llama: uvfrQwnox'tóvo¡; ... un' uQXii¡;, el diablo es el oponente de Dios desde el principio y ha engendrado entre sus propios descendientes las ideas asesinas contra Jesús (cf. 8, 37.40; encontramos una formulación paralela en el V. 44: XUL Ev 'tÜUA.l]frEL<;l ovx fa'tl]xEv. En 1 Jn 3, 15 uvfrQwnox'tóvo¡; (bis) se refiere a todo el que aborrece (es decir, no ama) a su hermano; la vida eterna no permanece en esa persona y, por tanto, se encuentra a sí misma dentro del ámbito del adversario de Dios (cf. Mt 5, 21s). Billerbeck 1, 139-149; R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes 'o (KEK), sub

loco. liva~O)3to~,

ou, Ó antropos hombre, ser humano, persona

l. Contenidos semánticos y campo referencial 2. El ser humano según los sinópticos: a) Q; b) Marcos; c) Mateo; d) Lucas - 3. El ser humano en Pablo4. Los enunciados joánicos - 5. El ser humano en los restantes escritos - 6. av{tQwJtLvo<;.

299

(iv1'tQW:TtOC;

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l. En su significación básica, aV{}Qw:Tto~ designa al ser humano en cuanto criatura viva, Entraña un significado algo deslustrado, cuando se refiere a algún ser humano (con frecuencia sin artículo o con un cl~ precedente); en plural, aV{}Qw:Tto~ puede referirse a la gente en general. El vocativo singular es con frecuencia una forma no acentuada pero a menudo íntima, o acompañada de cierto reproche, para dirigirse a alguien. Muchas veces sólo por el contexto se puede saber si el término designa a un varón, a un marido, a un hijo o a un esclavo.

300

El ser humano se diferencia de los animales pero también de los seres superiores (los ángeles, Dios); le caracteriza el ser perecedero y el ser mortal. En el primer plano de los enunciados bíblicos se halla la relación del hombre con Dios: el hombre es pecador (Sinópticos) o se halla esclavizado bajo el poder del pecado (Pablo y Juan). Está íntimamente relacionada con esto la manera de conocer y de comportarse del hombre: «a la manera humana» ('KaaV{}Qw:Ttov). En combinación con un genitivo, aV{}Qw:Tto~ experimenta una determinada valoración y coordinación. En una manera de hablar más antropológica (únicamente en Pablo y en la tradición post-paulina) se distingue entre un hombre exterior y un hombre interior, un hombre viejo y un hombre nuevo, un hombre psíquico y un hombre pneumático; con ello se plantea el problema de un dualismo antropológico o metafísico. Finalmente, aV{}Qw:Tto~ (usado absolutamente) puede ser una designación mesiánica de Jesús y se halla entonces en relación con -> 1Jt6~ cou aV{}Qw:Tto1J.

ta

2. a) En Q se habla generalmente del hombre como de alguien que se halla bajo el poder de otro (Lc 7, 8 par. Mt 8, 9) Y que saca cosas buenas o cosas malas del arca donde atesora lo suyo (Lc 6, 45 par. Mt 12, 35). También el Hijo del hombre, en opinión de la gente (Lc: AÉyEU:; Mt: AÉy01JOLV), es únicamente un ser humano, cuando se dice de él que es comedor y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores (Lc 7, 34 par. Mt 11, 19). Aunque esta acusación se rechaza como falsa, sin embargo todos los hombres son :TtovllQol (Lc 11, 35 par. Mt 7, 11) Y constituyen ante Dios una generación adúltera y pecadora (Lc 11,29 par. Mt 12, 39; cL Mc 8, 12; Mt 16,4). En la perícopa de la tentación, Jesús responde a la primera demanda de un milagro citando unas palabras de Dt 8, 3b: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Lc 4, 4 par. Mt 4, 4; Mateo añadió redaccionalmente la segunda parte de la cita; cL Schulz, Q, 179); Jesús vive en obediencia, a fin de garantizar al hombre el

301

(ivl'tQúJ:rtm:;

auxilio de Dios. En la sentencia sobre el amor a los enemigos (la «regla de oro»: Lc 6, 31 par. Mt 7, 12) se aplica la norma del deseo personal al ordenamiento de las relaciones sociales; según Mateo, en ello se compendian <> y el tratar de asegurar la propia existencia encierra en sí el peligro de ganar el mundo, pero de perder -no obstante- la propia vida (que es la única cosa que realmente interesa; 8, 36s). Como pecador que es, el hombre necesita el perdón (2, 17 par.; 11, 25s y passim); este perdón se promete firmemente, pero con una sola excepción: cuando se dicen blasfemias contra el Espíritu Santo (3, 28s; los «hijos de los hombres» son los seres humanos considerados en general, como vemos por el lugar paralelo, Mt 12, 31s; Mateo añadió también la excepción de cuando se habla «contra el Hijo del hombre»), cosa que nunca se perdonará. Con una cita de Isaías (Is 29, 13) Jesús acusa a los escribas y fariseos de reemplazar los

302

mandamientos de Dios por tradiciones humanas (Mc 7, 8); el corazón de ellos está muy alejado de Dios, porque «enseñan como doctrinas lo que son preceptos de los hombres» (7, 7). Según Marcos, la discusión en torno a la Ley se orienta esencialmente al hombre (cL vv. 17-23 par.: el interior del hombre es lo que determina lo que es puro y lo que es impuro), y alcanza su punto culminante en aquellas palabras de Jesús: «El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado» (2, 27). Según Mc 1, 17 par. Mt 4,19; cf. Lc 5,10, a los discípulos que son llamados a seguir a Jesús se les promete que serán «pescadores de hombres». <ÍALEÚC:; (que aparece 4 veces en la LXX) no aparece sino en este lugar del NT como designación de un oficio (Mc 1, 16 par.). El llamamiento de Jesús «<¡sígueme'») muestra (xal con futuro acentúa la intención) que a los discípulos va a encargárseles un nuevo oficio. La versión lucana (Lc 5, 1-11; tan sólo se dirige la palabra a Simón) habla de los discípulos como de quienes van a «hacer -desde ahora- capturas de hombres» (~WYQEW se usa únicamente aquÍ y en 2 Tim 2, 26). Según Marcos, la promesa de que desde entonces van a ser pescadores de hombres equivale al encargo de una misión. Mateo encareció redaccionalmente el encargo de misionar (ellos «inmediatamente» abandonan la barca y dejan a su padre). El ano mu vuv en Lc 5, 10 acentúa igualmente el carácter inaplazable del encargo recibido. El uso del verbo «capturar» en Lucas no tiene connotaciones negativas (como las tenía entre los rabinos; cf. Billerbeck 1 188). Lo mismo habrá que decir también de <ÍALEÚC;, un término escogido quizás por Jesús como variación de lo que se había dicho en Jer 16, 16. c) Juntamente con el significado general de en Mt (9,8; 19, 10.12 Y passim), destaca mucho la invitación a la vigilancia y a la prontitud para adoptar decisiones. «¡Cuidaos de los hombres!» (Mt 10, 17) significa: ¡guardaos bien de los enemigos (de dentro y de fuera)! Por eso, debe ser tarea de los discípulos el ser una señal para los hombres, una «luz» (5, 16) que con un comportamiento ejemplar los ilumine. El discípulo debe guardarse muy bien de prostituir su propia justicia delante de los hombres (6, 1) o de hacer osaV{}Qw:Tto~

303 tentación de sus propias obras. En la advertencia de que no se busque la admiración de los hombres (vv. 5, 16 Y 18) se establece un claro contraste con la conducta de los escribas y fariseos (23, 5.7.28). Vemos que en Marcos, 10 mismo que en Mateo, se suscita la cuestión -pero de manera más radical todavía- acerca de la debida interpretación de la Ley. La atención prestada por Jesús a las ovejas perdidas del redil de Israel hace ver claramente que el hombre, en caso de necesidad, debe dejar sin vigor la Ley (12, 12b); porque el hombre es más valioso que una oveja (12, 12a; cf. Lc 13, 15s), más valioso que los pájaros (6, 26), más valioso que la hierba del campo (6, 30). d) Incluso cuando el término aV{}Qwno~ tiene un sentido menos acentuado en Lucas (1,25; 2,14; 2, 52; 18,2.4; Hech 17,26.29 Y passim), se expresa con frecuencia el pensamiento de que los hombres son aceptados por Dios (2, 14: aV{}QwnOL EMoxLa~; cf. 5, 20) o se hallan en contradicción con él (12, 14; Hech 5, 4). A un macarismo procedente de Q (6, 22), Lucas le añadió: « ... cuando los hombres os aborrezcan y os aparten de sí». La comunidad está expuesta, a causa del Hijo del hombre (Mt 5, 11: «por causa mía»), alodio de los hombres y a que la expulsen de la comunión de la sinagoga. En la polémica contra los fariseos (Lc 16, 14s y passim) se escucha un tema importante para Lucas: la advertencia contra la riqueza y contra la codicia de poseer. El servicio de Dios y el servicio de Manmón (16, 13) son incompatibles. La contrapartida de la advertencia contra la riqueza es la exigencia de aceptar la causa de los pobres, de los marginados y de los oprimidos (15, 1123: 16, 19-31). Dios no se pone de parte de los piadosos (cuando esas personas hablan de los «demás hombres» o cuando se refieren a «ese recaudador de impuestos»: 18,9-14), sino que toma partido por los humildes (18, 11; cf. 1, 52). Por eso, al discípulo no se le permite tampoco que rehúya o menosprecie a cualquier ser humano (Hech 10, 28; 15, 9), porque el discípulo -al fin de cuentas- no es más que un hombre (Hech 10,26; 14, 15).

304

3. Pablo no ofrece tampoco una antropología plenamente desarrollada. Junto a enunciados sin énfasis alguno acerca del hombre (2 Cor 4, 2; Rom 2, 9; 1 Cor 7, 23: ()o'DAOL av{}Qómwv), hay también otros enunciados que afirman que el hombre forma parte del XÓG!-t0~ (1 Cor 1, 20-22; Rom 3, 19, Y passim); que es un ser creado (Rom 9, 20s; cf., a propósito, Is 29, 16), Y que se halla frente a Dios (2 Cor 5,11; Rom 1, 18, Ypassim). La debilidad y el tener que morir son características esenciales de la existencia humana (1 Cor 15, 53s [citando a Is 25, 8 Y a Os 13, 14]; Rom 6, 12). El evangelio predicado por el Apóstol no necesita ninguna legitimación humana (Gál1, lIs). Puesto que todos se hallan bajo el poder del pecado (o pueden recaer de nuevo en él), Pablo advierte contra una conducta «a la manera humana» (1 Cor 3, 3; nótese la correspondencia con --> GaQxLxó~). El hablar y el comportarse xU1:a aV{}Qwnov no sólo es insuficiente (Gál 3, 15: en su discurso Pablo se sirve de la analogía humana; 1 Cor 15, 32: su lucha con animales a la manera humana fue inútil), sino que además se halla en contradicción con la voluntad de Dios (1 Cor 9, 8, en forma de pregunta; Rom 3, 5). Sobre todo, el evangelio de Pablo no es xU1:a aV{}Qwnov, sino que le fue dado por revelación (Gál1, 11; cf. 1 Tes 2, 13); cuando se defiende a sí mismo, Pablo señala el origen no humano de su evangelio (cf. Bjerkelund, 100). En 2 Cor 4, 16 Pablo distingue entre el EGW y el ESW <'iv{}Qwnos; del bautizado. En Rom 7, 22 él se refiere únicamente al EGW Civ{}Qwnos;, aludiendo al no bautizado. Aunque hay aquí una dicotomía en la manera de expresarse, no existe dualismo antropológico. El uso de los demás términos antropológicos y de los respectivos contextos muestran que Pablo, como el AT, considera al hombre como una unidad; sin embargo, mediante el uso de categorías filosóficas, se acentúan algunos puntos teológicos. Tampoco 1 Tes 5, 23 (:rcVEU¡la - 1jJ'Ux1Í - GW!-ta) está en contradicción con ello; el deseo de bendición para los hermanos acentúa la esperanza de que ellos se vean preservados completa y enteramente para la parusía (cf. E von Dobschütz, Die Thessalonicherbriefe [KEK], 228-232).

306

305 Para Pablo es indiscutible que la humanidad entera se halla perdida sin el acto de salvación en Jesucristo (Rom 1, 19-3, 20). Por medio de la fe (yen el bautismo) el hombre se halla «en Cristo» y con ello es un nuevo hombre (xmvo~ aV{}Qwno~), totalmente separado del hombre viejo y adamítico (náAmo~ aV{}Qwno~; Rom 6, 6; cf. Col 3, 9; Ef 4, 22.24). Pablo encarece este contraste por medio de conceptos helenísticos, cuando habla del '\jJ1JXLXO~ aV{}Qwno~ y del nVE1J!-ta'tLxó~ (av{}Qwno~) en 1 Cor 2, 14s (donde se establece un contraste entre los incrédulos y los creyentes). Esta distinción se centra en la historia de la salvación y se basa en el conocimiento de que Cristo, como «segundo hombre» (en contraposición al «primer hombre», que es Adán) ha producido una nueva creación (1 Cor 15, 45.47; cf. Rom 5, 15). En Rom 7, 7-25 surge la cuestión -debida a la densa descripción del conflicto- acerca de la identidad del «yo» que está hablando (EyW aparece 8 veces en los vv. 7-25): ¿está hablando Pablo de sí mismo, o el «yo» tiene un significado más general y fundamental? Ni la sección en que se habla en pretérito (7, 7-13) ni el intenso discurso en tiempo presente (vv. 14-25; el v. 25a es una glosa o bien debe entenderse como un enunciado relacionado con el capítulo 8 y que debe colocarse al principio de dicho capítulo) permiten una interpretación autobiográfica, bien se entienda como referida a un período precristiano (así piensa, por ejemplo, C. H. Dodd, Romans [Moffatt NTC], 104, 107, 108 Y 116), o bien como referida a un período cristiano (así piensa, por ejemplo, A. Nygren, Romans, London 1958, 287 Y 293). Pablo está hablando, más bien, del hombre bajo el pecado. Lo hace desde la perspectiva del creyente, pero es improbable que quiera referirse también a la lucha interior del cristiano Pablo (en contra de MacGorman, 40). En los vv. 7-15 no se ofrece ni una comprensión psicológica ni una comprensión transpsicológica (transsubjetiva) de la existencia humana, sino una comprensión histórico-teológica (cf. Kertelge, 114). 4. aV{}Qwno~ es un término teológico particularmente significativo en los escritos joánicos. Este término aparece sin ningún énfasis especial en Jn 1,4.9; 2, 25; 7, 22s; 8,17; 11, 50; 16, 21, y passim; también Jesús es un

hombre, cuando sus adversarios le juzgan (19, 5 con connotaciones de desprecio; cf. 11, 50: Et~ aV{}Qwno~ por contraste con todo el e{}vo~).

Se escuchan ecos de la tradición sinóptica cuando, en Jn 10, 33, se acusa a Jesús de blasfemia contra Dios, porque se piensa que él, después de todo, no es más que un hombre (cf. Mc 14,64 par. Mt 26, 65 y Lc 22, 71). Se observa también una semejanza con el mensaje de Jesús, tal como aparece en los Sinópticos, cuando se trata de la cuestión del sábado, cuestión a la que Jesús responde diciendo que curar a un ser humano es más importante que guardar el sábado (Jn 7, 22s; cf. Mc 3, 4 par.). La afirmación joánica de que Jesús conoce al hombre y sabe lo que hay en el hombre (Jn 2, 24s; la misma idea se refleja en 1, 47s; 4, 1719) tiene una analogía en Mt 22, 18; Lc 16, 15. Ahora bien, según Juan, una verdad fundamental es que los hombres viven en tinieblas (Gxo'tLa 14 veces; GXó'to~ 2 veces); son ciegos, a p'esar de que no saben que lo son (In 9, 39-41; cf. 12, 40; 1 Jn 2, 11). Como pecador (Jn 3, 19; 9, 16b, Y passim), el aV{}Qwno~ es adversario de Dios (3, 27; 5, 34.41; 12, 43). El hombre que vive en tinieblas se equipara con el «mundo» (XÓG!-to~: 1, lOs; 3, 19, Ypassim; cf. H. Sasse, en ThWNT Ill, 887-896). Es verdad que «el mundo», en sentido muy general, puede designar a toda la creación (1, 9; 17,5; 1 Jn 4, 1), pero en la mayoría de los casos se refiere a la totalidad de los hombres (Jn 1, 29; 3, 16; 1 Jn 2, 2). El «mundo», por ser el mundo de los hombres, es malvado; sin la venida del Hijo, el mundo permanecería en su maldad. La separación de los hombres en dos grupos -una separación que parece casi insalvable- da la impresión de que hay en el pensamiento de Juan una irreconciliable oposición, casi un dualismo metafísico de carácter gnóstico. Porque hay hombres que son de Dios (Jn 7, 17; 8, 42) y hay hombres que son del diablo (8, 44); los que son de la verdad (18, 37) se contraponen a los que son de este mundo (8, 23; cf. 3,31: EX 'tfj~ yfj~); los que son «de lo alto» (3, 3.7) se hallan separados

307

308

avt}QwJto(;

radicalmente de los que son «de abajo» (8, 23). Sin embargo, una interpretación gnóstico-dualista queda excluida por las afirmaciones de que todo el que oye y aprende tiene la oportunidad de ser «traído» por el Padre (6, 44b: EA.XW, «tirar, arrastrar»; cf. también 12, 32; el verbo se usa de manera diferente en 18, 10; 21, 6.11). El llamamiento a la decisión en 12,46-48 (ó a{}¡mi)v ... XUL [-ti] A.u[-t~ávwv, v. 48) y la invitación imperiosa en 7, 37s (cf. Prov 9, 5; Eclo 24, 19; 51, 23s) se dirigen a todos y cada uno, porque todos y cada uno se hallan bajo el juicio, es decir, necesitan el agua viva. Por tanto, una persona puede rehusar la fe (3, 19) o aceptarla (v. 21). De ahí que sea más correcto hablar de «terminología antitética» (antithetische Begrifflichkeit: Conzelmann, Theologie, 385) que de dualismo en el sentido de una determinación natural (no está clara la postura de G. Stemberger, La symbolique du bien et du mal selon saint lean, Paris 1970,25-147). 5. En su comprensión de la existencia humana, los demás escritos del NT (los denominados escritos tardíos) coinciden en gran parte con las tradiciones esbozadas hasta ahora. Conservan Uuntamente con enunciados generales como JtéiC; avl}QwJtoC;) la idea del hombre viejo y del hombre nuevo (Col 3, 9s; en el v. 10 vÉOC; [sin avl}QwJtoC;] en vez de XaLVÓC;; Ef 4, 22.24: el hombre xU'!:u l}Eóv se contrapone al JtUA.aLOC; avl}QwJtoC;), pero dentro de una relación más estricta con la práctica de lo que vemos en Pablo (cf. J. Gnilka, Der Epheserbrief, 301s); la afirmación cristológica de Ef 2, 15 de que de dos hombres opuestos Uudíos y gentiles) se ha llegado a formar un solo hombre nuevo (dC; EVU XaLVOV avl}QwJtov) se trasforma así en un enunciado antropológico. De manera parecida, el enunciado acerca del «hombre interior» (3, 16: EOW avl}QwJtoC; sin el concepto complementario de ESW avl}QwJtoC;) está tomado de la tradición paulina, pero no apunta tampoco hacia un dualismo cuerpo-alma, como muestra una comparación con 1 Pe 3, 4 (ó xQuJt'tOC; 'tfíc; xUQ6tuc; avl}QwJtoC;); en este último texto, el hombre

interior, capaz de obediencia, determina lo que cuenta a los ojos de Dios, no las cosas externas como las joyas, el lujo y otras cosas por el estilo. Una visión más negativa se abre camino, cuando al hombre se le caracteriza como huero o vacío (Sant 2,20: avl}QwJtE XEVÉ), como de doble ánimo y escindido (Sant 1, 8 [--> &h/Jux0C;]; aVfIQ, en el v. 8, se halla en lugar de aVl}QwJtoC;, en el v. 7; cf. también 4, 8). F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), 71, llama la atención, a este propósito, sobre la semejanza con Qurnrán, pero señala también analogías con el AT (Sal 11, 3; 77, 37 LXX; Os 10, 2). Se halla relacionada con esto una acentuación más intensa del juicio, bajo el cual se sitúa al hombre (Sant 5, 9; 2 Pe 2, 9 [~[-tÉQu XQí.<JEWC;], también en 3, 7); Heb 9, 27; 10,27 [remitiéndose a Is 26, 11], y passim). La norma para el juicio -como sucede ya en la tradición sinóptica- son los EQYU wu avl}Qómou (Heb 13, 4; 1 Pe 1, 17; Ap 20, 12). Es tradicional (cf. Mc 13,9; Lc 23, 31) acentuar que el juicio comienza por la comunidad, por la familia de Dios (1 Pe 4, 17: 01xoc; l}wu; cf. 1 Tim 3, 15). Los escritos tardíos tienden a hacer mayor uso de la terminología y de las ideas helenísticas. Llegan a hacerse más numerosos (cf. ya 1 Tes 5, 24) los enunciados dicotómicos y tricotómicos acerca del hombre (1 Pe 2, 11; Hyb 4, 12, y passim) , y la '\jJuxlÍ adquiere cierta independencia (1 Pe 1,9: ow't'Y]Qtu '\jJuX&v). A pesar de todo, la unidad de la persona humana permanece intacta, porque '\jJuxlÍ y JtVEU[-tU pueden usarse de manera intercambiable (1 Pe 3, 20) Y '\jJuxlÍ puede designar a toda la persona humana (1 Pe 3, 20b: ox'tw '\jJUXUL es antítesis de XUL ú[-téiC; en el v. 21). Por principio, a la persona humana se la puede designar como avl}QwJtoC; wu l}wu. En 1 Tim 6, 11 esta forma de dirigirse a una persona se refiere, sí, únicamente a Timoteo (la expresión aparece ya en el AT: 1 Re 2,27; Dt 33, 1) pero es, por un lado, un enunciado acerca de la pertenencia del hombre a Dios, y, por otro lado, un título asociado con el oficio del hombre. Por el contrario, en 2 Tim 3, 17 la

w

309

avt}Qw:7to(; - av{hmu'teúw

expresión avl}QwJtoC; wu l}wu tiene un sentido más extenso: cada cristiano (cf. 2, 21), por medio de su fe ortodoxa (2 Tim 2, 2), es útil al Señor y está equipado para toda obra buena (cf. también 2 Pe 1, 21 Sin [A] vg: los profetas del AT eran aywl [wu] l}wu avl}QWJtOL). 6. El adjetivo av1't!}roJttVO; humano* aparece 7 veces en el NT, y 4 de ellas en las Cartas paulinas. En 1 Cor 2, 13, en la discusión acerca de la genuina erudición, el contraste entre la «sabiduría humana» y «el Espíritu (de Dios)>> acentúa el hecho de que las palabras del Apóstol no son doctas por haberse aprendido por sabiduría humana, sino porque están llenas del Espíritu. Para Pablo la sabiduría humana es «sabiduría según la carne» (cf. 2 Cor 1, 12). Según 1 Cor 4, 1-5, el único criterio para juzgar (1 vez A.oyL1;o[-taL; 1 vez XQLVO[-taL; 3 veces avuxQLvO[-taL ) a una persona es la fidelidad (mo'tóc;). Puesto que los que le critican en Corinto son jueces humanos, Pablo rechaza el juicio de esas personas acerca de la fidelidad de él; desde luego, es consciente de que también él no es más que un hombre, pero, en su calidad de apóstol, está sometido únicamente al juicio del Señor (vv. 4s) y no a un «tribunal humano» (v. 3). En 1 Cor 10, 1-13 Pablo recuerda como advertencia aleccionadora lo que le sucedió a la generación del desierto. La advertencia final dada por el Apóstol contra la falsa seguridad en sí mismo (v. 11-13) resume el ejemplo de esa generación: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres» (v. 13). El JtElQuo[-tÓC; no es humano en su origen, pero es humanamente soportable, como lo confirma el v. 13s: la tentación no exige más de lo que puede soportarse humanamente (cf. Bauer, Worterbuch, s.v.). Cuando Pablo diserta en Rom 6, 15-23 acerca de la vida nueva en Cristo, está hablando humanamente (cf. xu'tu avl}QwJtov --> 3) «por causa de la debilidad de vuestra carne» (v. 19). Pablo sabe que su propia ma-

310

nera de hablar es insuficiente; pero esta insuficiencia no se debe a la incapacidad de los destinatarios para comprender, sino a la incapacidad de ellos para abandonar sus posiciones que quedan al margen del evangelio anunciado por él. La lectura alternativa avltQwmvo(; ó Aóyo(; en 1 Tim 3, 1 (D* it, en lugar de JtLo'tO(; Ó t..óyO(;), que fue recogida también en 1, 15 por unos cuantos manuscritos (que la tomaron seguramente de 3, 1), es una lectura secundaria. La razón principal para esta decisión en materia de crítica textual es que JtLO'tO(; Ó t..óyO(; es una expresión característica de las Cartas Pastorales: teniendo en cuenta lo que se dice en 1 Tim 4,9; 2 Tim 2, 11; Tit 3, 8, es congruente preferir también esta lectura en 1 Tim 1, 15 Y 3, 1. En el «discurso del Areópago» en Hech 17, 22-31, Pablo acentúa el contraste entre Dios y el orden terreno y creado: Dios no habita en templos hechos por manos de hombres (v. 24b) ni es servido por manos humanas (v. 25a); el adjetivo acentúa la distancia entre las criaturas y el Creador. El adjetivo entraña más significado antropológico en Sant 3, 7. Por no haber sido domada, la lengua se ha convertido en un instrumento peligroso, cuando se pone de manera incontrolada al servicio de la instrucción. El v. 7 10 explica: la cp'ÚOLC; humana es capaz, sí, de domar animales, pero es incapaz de domar la lengua humana (v. 8). El v. 8 interpreta el v. 7 en el sentido de que la cp'Úmc; humana equivale sencillamente al hombre en general. 1 Pe 2, 13 habla de instituciones humanas: se exhorta al cristiano a someterse a las autoridades de gobierno (2, 13-17). Por amor del Señor, el cristiano debe someterse a toda creación humana (Jtáon avl}QWJtLVn X'tLOEl; Biblia de Jerusalén: «a toda institución humana»), porque representa el orden querido por Dios en el ámbito humano. A. Sand

av{}"n:atEúro anthypateuo ser procónsul Hech 18, 12 Textus Receptus en vez de avl}uJtáwu OVWC;; MartPol 21.

311 av3'Ú3t(J:to~,

312

aV{}úJtu'to<;; - 'Avvu<;;

O",

Ó anthypatos procón-

sul* En Hech 13,7.8.12 de Sergio Paulo; en 18, 12 de Galión; y en 19,38, sin especificar. Los procóncules eran los magistrados romanos que gobernaban las provincias senatoriales que se hallaban bajo administración civil, como Chipre, Acaya y Asia. En latín pro consule equivale al griego avl'hJJta'Wo;. Pauly-Wissowa XXIII, 1232-1234, 1240-1279; LAW 2442; BHH I1I, 1856-1858; Reicke, Zeitgeschichte, 171-174.

avíll'U aniemi soltar, abandonar, cesar* El verbo significa aflojar, soltar en Hech 16,26 (aoristo primero pasivo; sujeto pasivo: 'ta oWf1á), y en 27, 40 ('taO; ~E'U'X'tf]QLao;, «las amarras»); abandonar, dejar en Heb 13, 5 (cita de Dt 31, 6); en sentido figurado en Ef 6, 9, refiriéndose a las relaciones de los amos con los esclavos: aVLÉVtEo; t~V aJtELA:r,!v, «¡dejad las amenazas!» ThWNT 1, 367s. aví,J"Ero~ anileos (adv.) sin misericordia

Sant 2, 13 Textus Receptus en lugar de uvÉAEOo;. ThWNT 11,483. aVt3t'to~, 2 aniptos no lavado*

Dícese de la acción de comer sin lavarse las manos, es decir, con manos ritualmente impuras: Mt 15, 20; Mc 7, 2; cf. 7, 5 Textus Receptus en vez de 'XOLva'Lo;. Billerbeck 1, 695704; Th WNT IV, 946s.

avíO''tll"t anistemi levantar, levantarse, resucitar -¿ uvácrtamo;.

'l\.vva, a~ Hanna Ana* Profetisa que se hallaba en el templo, hija de Fanuel, de la tribu de Aser (Lc 2, 36). BHH 11, 646; BlaB-Debrunner § 40, 1; 53, 4; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÓTK), sub loco.

'l\.vva~,

a

Hannas Anás*

Bibl.: Billerbeck n, 568-571; J. Blinzler, Der Proze./3 Jesu, Regensburg 41969, 129-136; P. Oaechter, Der Ha./3 des Hauses Annas, en Id., Petrus und seine Zeit, Innsbruck-Wien 1958,67-104; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1985; Id., en ROO III, 66; Schürer n, 267-277; E. M. Smallwood, High Priest and Politics in Roman Palestine: JThSt 13 (1962) 14-34; M. Stern, en EJJ XIII, 1086-1088; A. Wikenhauser, en LThK 1, 574.

1. El nombre es la forma abreviada de 'Avavoo; (en hebreo lfananiyá), que aparece también en griego con la grafía 'Avavoo; (utilizada por Josefa) y 'Avva.o;, yen hebreo con las grafías lfannfn y 'El/:liinlin. - Fuentes: Josefo, Ant XVIII-XX; Bell 11; IV; V; Tos, Men 13,21 = bPes 57a; SDt 14,22. Anás era hijo de Seti y fue nombrado sumo sacerdote por el legado romano de Siria, Quirinio. Como no pertenecía a una familia sadocita, se cuenta entre los sumos sacerdotes ilegítimos. Pero, aun después de haber sido despuesto por el procurador romano Valerio Grato, siguió conservando el título de sumo sacerdote (Schürer 11, 274s; Jeremias, Jerusalén, 177) y, lo más importante de todo, su gran influencia. Sus cinco hijos ejercieron también la función de sumo sacerdote: Eleazar (16-17 p.c.), Jonatán (36-37), Teófilo (37), Matías (42-43/44), Anás el joven (62) y además su yerno José Caifás (18-36). La familia de Anás, como sucedía en general con las familias de los sumos sacerdotes, no era muy apreciada por el pueblo judío. La acusaban de soborno, corrupción, represión e intrigas. 2. En todos los lugares del NT en que aparece el nombre de Anás, se hace referencia al antiguo sumo sacerdote Anás (6-15 p.C.). La afirmación que se hace en Lc 3, 2 de que el Bautista hizo su aparición en público en tiempo del sumo sacerdote Anás, está al servicio de la intención del autor de expresar «la significación universal del acontecimiento de Cristo» (H. Schürmann, Das Evangelium nach Lukas I [HThK], 151). Jn 18, 12-24 refiere que Jesús fue llevado ante el antiguo sumo sacerdote Anás (v. 13),

313

'Avvu<;; - avoLyw

fue interrogado por él y conducido luego a Caifás, que era a la sazón el sumo sacerdote en funciones (v. 24). El evangelista refundió notablemente el material de la tradición para ajustarlo a su propia concepción. Probablemente, la fuente que le sirvió de base hablaba sólo de un interrogatorio ante Anás, de tal manera que la inclusión de Caifás es probablemente redaccional (así piensan F. Hahn, Der Prozej3 Jesu nach dem Joh [EKK V 2, 1970], 23-96; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, [1980] 286s; en contra, A. Dauer, Die Passionsgeschichte im Joh [StANT 30], München 1972,68-71). Hech 4, 5-22 narra el interrogatorio de los apóstoles Pedro y Juan ante el Sanedrín. El hecho de que Anás, antiguo sumo sacerdote, fuera miembro del Sanedrín (v. 6) corresponde, sí, a las circunstancias del contexto histórico, lo mismo que la manera de proceder de ese tribunal supremo contra los cristianos. Pero la forma concreta en que se presenta la escena será muy difícil entenderla como una fiel reproducción de los sucesos históricos concretos. En cambio, se ajusta muy bien a la técnica de Lucas para componer literaria y teológicamente sus relatos. A. Weiser aVÓll'to~, 2 anoetos irrazonable, ignoran-

te, necio* De personas: Lc 24, 25 (en paralelo con ~Qaodo; t'ñ 'XaQoL~); Rom 1, 14: incultos (en contraste con cro<jlo'Lo;, continuando el contraste entre "EAAf]crLV tE 'Xal paQPáQOLO; en el mismo versículo); Gál 3, 1.3, de los gálatas, que no comprenden la justicia basada en la fe; de manera análoga en Tit 3, 3, del estado que precedió a la fe (en paralelo con aJtEL'frdO; y otros términos). De las necias concupiscencias en 1 Tim 6, 9 (en paralelo con ~AapEQáo;). DTNT IV, 11s.

avota, a~, Í) anoia insensatez, falta de entendimiento* De los maestros de herejías en 2 Tim 3, 9, explicándose esta expresión por medio de las

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palabras 'Xa'tE<jl'fraQf1Év 'tav voilv, aoó'XLf1OL JtEQL t~v JtLcr'tLV (v. 8; cf. 2 Clem 13, 1); en sentido figurado, refiriéndose a emociones, en Lc 6, 11: los escribas y los fariseos se inflaman de cólera insensata al ver que Jesus cura en día de sábado, y al escuchar la interpretación que él da del sábado. Y de esta manera manifiestan su insensatez y falta de entendimiento. ThWNT IV, 960s; DTNT IV, lIs.

avoí:yro anoigo abrir 1. Contenido semántico - 2. Usos particulares 3. avoLsL<;, oLuvolyw.

1. El verbo significa en sentido transitivo abrir, y en sentido intransitivo, estar abierto. Se usa también en voz pasiva. El verbo aparece 77 veces en el NT (11 veces en Mateo, 1 en Marcos, 6 en Lucas, 11 en Juan, 16 en Hechos, 5 en Pablo, y 27 en Apocalipsis). En la LXX es el equivalente del hebreo plitaJ:t (106 veces), pliqalJ. (10 veces) y de otros términos. Segun el AT, Dios abre el seno humano (Gén 29,31); la boca (Ex 4,12.15 y passim; el ojo (Gén 21, 19 y passim); el oído (Is 50, 5 y passim); la mano (Sal 145, 16). El empleo del término en el NT se parece al que se hace en la LXX; cf. DTMAT 11, 519 sobre la expresión «abrir la boca» (= comenzar a hablar). Además de este uso neutro (en el lenguaje sacro), el verbo aparece muchas veces en el NT con significación teológica. 2. En los escritos de Pablo UVOLyw es un término técnico del lenguaje misionero (1 Cor 16, 9: «porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz»; de manera parecida se expresan 2 Cor 2, 12; Col 4, 3). En Pablo, Dios es siempre el sujeto de la acción de abrir, nunca Jesucristo (cf., a propósito, J. Jeremias, en ThWNT I1I, 174; Billerbeck I1I, 631). De manera semejante, segun Hech 14, 27, Dios abrió a los gentiles una puerta para la fe; en Ap 3, 7 «Aquel que es santo, ... que tiene la llave de David, abre». Pero el tema es diferente en la cita de los Sal 5, 10; 13,3 en Rom 3, 13, que anuncia el juicio tanto sobre los ju-

316

315 díos como sobre los gentiles: «Sepulcro abierto es su garganta». Tenemos, finalmente, la cita de 2 Cor 6, 11: «He hablado abiertamente». Para los Sinópticos, Dios es el poder que abre, el poder que se manifiesta en la acción salvífica de redención del Jesús terreno y del Cristo escatológico de la parusía, pero que se halla representado también en la actividad salvífica de los discípulos y de los apóstoles. En el bautismo de Jesús, el cielo se abre y Jesús ve descender al Espíritu de Dios (Mt 3, 16; Lc 3, 21; cf., a propósito, Lentzen-Deis, Die Taufe Jesu nach den Synoptikern, Frankfurt a.M. 1970, 248ss). En el Sermón de la Montaña (Mt 7, 7; Lc 11,9) Jesús dice: «Llamad y se os abrirá». En Mt 9, 30; 20, 33 Jesús cura a ciegos y abre sus ojos, porque en la actividad redentora de Jesús se cumple en el presente la promesa anunciada en Is 61, lss. En la parábola de las diez vírgenes, Cristo, que es el esposo escatológico, abre la puerta que da acceso a la basileia de Dios (Mt 25, 11). Sucesos cósmicos y apocalípticos muestran bien a las claras la significación escatológica de lo que sucede en el Gólgota, cuando a la muerte de Jesús se abren los sepulcros y se levantan los muertos (Mt 27, 52). Dios (Lc 1, 64; 3,21) Y Jesús (13, 25) son los sujetos de la acción verbal de abrir; un ángel del Kyrios abre las puertas de la prisión (Hech 5, 19; 16, 27) a fin de que la misión cristiana pueda seguir adelante: Dios le abre a la Iglesia su futuro. En el Evangelio de Juan, el Jesús terreno, al abrir los ojos de los hombres, actúa como quien nos trae la salvación escatológica de parte de Dios (Jn 9, 10-32: cf. Is 35, 5; 42, 7; Tob 10, 21). En el discurso acerca del buen pastor, el que guarda la puerta del rebaño abre al pastor (Jn 10, 3). Se pregunta retóricamente si un demonio es capaz de abrir los ojos de los ciegos (Jn 10, 21). El término desempeña un papel importante en el lenguaje del Apocalipsis. Dios abre el cielo (Ap 19, 11), el templo (11, 19), el tabernáculo del cielo (15, 5) Y la entrada al mundo de las profundidades (9, 2). El acceso al plan escatológico de Dios para la salvación, lo hace patente el Cristo de la parusía al abrir el

rollo que había sido sellado con siete sellos y que contiene los acontecimientos escatológicos del fin de los tiempos (5, 2ss; 6, 1-12: 8, 1; 10,8; 10, 12). El término es también significativo en 3, 20: «Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». 3. a.Vot~tS la acción de abrir* aparece únicamente en Ef 6, 19: para que sea abierta mi boca a fin de proclamar. - bw.vot')'OJ abrir* aparece 8 veces en el NT: Lc 2, 23 (Ex 13,2), de la consagración de todo primogénito varón; Mc 7, 34: abrir los oídos (es decir, abrir la inteligencia); Lc 24, 31: abrir los ojos; Hech 16, 14 (como en 2 Mac 1, 4): abrir el corazón (es decir, hacer posible el entendimiento); Lc 24, 32.45; Hech 17, 3: interpretar la Escritura (cf. G. Delling, « ... als er uns die Schrift aufschloj3». Zur lukanischen Terminologie der Auslegung des AT, en FS Friedrich, 75-84); Hech 7,56: los cielos abiertos. P.-G. Müller avolxobo~Éro anoikodomeo (re-)edificar ---+ oLxobo¡t~.

aVOt;I;, Ero;, Í) anoixis

abrir, acción de

abrir (la boca) ---+ avoLYw 3. avo~í,a, a;, Í) anomia falta de ley, quebrantamiento de la ley* avofto¡;, 2 anomos sin ley, contrario a la ley* avóftw¡; anomos (adv.) no estando en posesión de la ley*

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Mateo); W. Gutbrod, uvofl-la, avofl-o<;, en ThWNT IV, 1077-1080; A. Sand, Die Polemik gegen «Gesetzlosigkeit» im Ev. nach Mt und bei Paulus: BZ 14 (1970) 112-125; W. Trilling, Untersuchungen zum 2. Thess, London 1972,75-93.

1. avo¡tLU aparece 15 veces en el NT, avo¡to¡; 9 veces (Mc 15, 28 es una adición secundaria tardía, procedente de Lc 22, 37; cf. GNTCom 119), y avó¡tw¡; 2 veces. Si exceptuamos Mateo (---+ 4) Y 2 Tesalonicenses (---+ 5), parece que los autores del NT no muestran especial interés por avo¡tLu x'tA.. 2. avo¡tLu, en primer lugar, designa sencillamente la falta de ley. El avo¡to¡;, entonces, es aquel para quien no existe una ley o la ley; tal era, a los ojos de los judíos, el gentil (Hech 2, 23; 1 Cor 9, 21). Por esta razón, el gentil peca avó¡tw¡; (Rom 2, 12), es decir, independientemente de la ley (mosaica). Claro que avo¡tLu puede designar igualmente el quebrantamiento de la ley, y, por tanto, puede adquirir también el sentido de iniquidad y pecado (Mt 7,23; Rom 4,7; Heb 1,9; 1 Jn 3, 4 Y passim). Entonces el avo¡to¡; es el que comete trasgresión contra una ley o contra la ley (Lc 22, 37; 2 Tes 2, 8; 1 Tim 1, 9), y por tanto EQYU avo¡tu son los actos contrarios a la ley (2 Pe 2,8). 3. Los escritores del NT emplean avo¡tLu y avo¡to¡; en dos contextos: a) cuando se habla de la redención obrada por Jesucristo (Rom 4, 7; Tit 2,14; Heb 10, 17), Y b) cuando se quiere realzar la incompatibilidad de una determinada conducta humana con la voluntad de Dios y, por tanto, con el «mundo de Dios» (Mt 7,23; 23, 28; 24, 12; Rom 6, 19; 2 Cor 6, 14; 2 Tes 2, 3.7.8; Heb 1,9; 1 Jn 3, 4.

318 (22, 34-40). Por este motivo, los escribas y fariseos, que pagan el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, pero que descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad, están «llenos internamente de hipocresía e iniquidad» (23, 28; cf. 23, 23). Por esta misma razón, los que causan escándalo (---+ <JxávbuA.OV X'tA..) por menospreciar la voluntad divina (OL :7tmoiíV'tf:¡;/EQyu~ó¡tEvm 't~v avo¡tLuv) no tienen lugar alguno en el reino definitivo de Dios (13, 41; 7, 23). 5. En 2 Tes 2, 3, al adversario escatológico de Cristo se le llama avfrQw:7to¡; 't'fí¡; avo¡tLU¡; (<<el hombre de iniquidad»). El versículo siguiente no nos deja duda alguna de que el autor de 2 Tes recurre aquí a los tópicos tradicionales de la apocalíptica judía (así piensa Ernst 33-46; esta hipótesis se corroboraría aún más, si el ApEl, donde se dice igualmente que el «anticristo» es el «hijo de iniquidad», pudiera atribuirse a CÍrculos judíos; cf. J.-M. Rosenstiehl, L'Apocalypse d'Elie, Paris 1972). Ahora bien, la expresión ¡t'\J<J't~QLOV 'tfj¡; avo¡tLU¡; (<<misterio de iniquidad», v. 7), con la que el autor de 2 Tes actualiza las expresiones av{tQw:7to¡; 'tfj¡; avo¡tLU¡; (2, 3) Y avo¡to¡; (Trilling, 81s), señala también hacia el ámbito de la apocalíptica judía (Braun, Qumran 1, 235s). Para decirlo con otras palabras, la avo¡tLu, que ha de ser completada por el av{tQw:7to¡; 'tfj¡; avo¡tLU¡; (2, 3) o avo¡to¡; (2, 8), Y que actúa ya en el momento presente mediante el ¡t'\J<J't~QLOV 't* avo¡tLU¡;, no es simplemente la disolución general de costumbres que precederá al fin (Ernst, 61), sino que es la destrucción del orden de cosas que lo abarca todo y que se revela en el ---+ vó¡tO¡;. M. Limbeck

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campo referencial - 4. uvofl-la en Mt - 5. uvofl-la, avofl-o<; en 2 Tes.

Bibl.: M. Brunec, De «Homine peccati» in 2 Thess. 2, 1-12: VD 35 (1957) 3-33; 1. E. Davison, ANOMIA and the Question of an Antinomian Polemic in Matthew: JBL 104 (1985) 617-635; J. Ernst, Die eschatologischen Gegenspieler in der Schriften des NT, Regensburg 1967, 33-63; H. Frankemiille, Jahwebund und Kirche Christi, Münster i. W. 1974, 284-286 (sobre

4. Entre los evangelistas, Mateo es el único que habla de la avo¡tLu del hombre. La explicación de ello se nos ofrece en Mt 24, 12: donde la avo¡tLu de los hombres aumenta, allí disminuye el amor de unos hacia otros (según Mateo); porque «la ley (---+ vó¡tO¡;) Y los profetas» no son más que el desarrollo del mandamiento de amar a Dios y de amar al prójimo

avo~o;, 2 anomos sin ley, contrario a la

ley ---+ avo¡tLu. avó~ro; anomos (adv.) sin ley ---+ avo¡tLu.

319

320

321

algo

verbo es siempre Dios. En el himno de alabanza de Rom 11, 33-36 (cf., a propósito, Is 40, 13 Y Job 41,3) se habla siempre en sentido positivo acerca de la retribución divina (de la acción divina de recompensar): Dios no permite que le sobrepasen en cuanto a hacer el bien. Sin embargo, lo ordinario es que la idea de la retribución se halle asociada con el anuncio del juicio. 2 Tes 1, 6 promete una terrible retribución a quienes «afligen» a la comunidad. La aflicción (---> 1tA.L'I'L~, 1tA.Lp O) , 4 veces en 2 Tes 1-13) se halla en íntima relación con el futuro juicio de cólera (v. 5), que está reservado para solo Dios (Rom 12, 9 Y Heb 10, 30 en cita de Dt 32, 35; cf. también CD 9, 2). Lucas emplea el verbo 2 veces (14, 14) en las instrucciones de Jesús a los anfitriones en 14,7-14 (material peculiar). La «regla relativa a la mesa», en el v. 13, que dice que uno debería invitar únicamente a los pobres (cf. Billerbeck 11, 206s), porque ellos no son capaces de devolver el favor (v. 14a), adquiere en el v. 14b el carácter de un principio general mediante la referencia escatológica: «porque serás retribuido en la resurrección de los justos».

avo~itóro anorthoo reconstruir, levantar

avtáJ..J..aYJ'a, ato;, tó antallagma

de nuevo* Se emplea en sentido propio en Hech 15, 16 (cf. Am 9, 11 s LXX) para referirse a la reconstrucción de «la morada de David que ha caído», es decir, para ganar a los gentiles; Lc 13, 13: JtUQUXQfíf,Lu aVúlQ1tw1tr¡ (aoristo primero pasivo), «ella pudo enderezarse al instante»; Heb 12, 12 (cf. Is 35, 3): ~U) 'tu~ JtuQEtf,LÉvu~ XElQu~ XUl 'tu JtUQUA.EI\Uf,LÉvu yóvu'tu avoQ1twau'tE, «¡Por tanto, enderezad [= fortaleced de nuevo] las manos débiles y las rodillas que flaquean!».

ofrecido en trueque, contravalor* Mc 8, 37 par. Mt 16, 26: av'táA.A.uyf,Lu 'tfí~ 'l'uxfí~, «¿Qué podrá dar un hombre a cambio de (la pérdida de) su vida?», es decir, ¿qué podrá dar para recuperarla de nuevo? La respuesta es: ¡Nada! ThWNT 1,252; Bauer, Worterbuch, s. v..

avócJto;, 2 anosios

avtanobtbroJ't antapodidomi retribuir*

no santo, sin piedad,

impío* 1 Tim 1, 9, em paralelo con PEP'lÍA.OL~: los

impíos, para quienes se dio la ley; 2 Tim 3, 2, junto a axáQLa'tOL, ua'tOQYOL, etc. en el sentido de personas desprovistas de piedad; cf. ThWNT V, 491s; ---> O<JLO~.

avoxít, ij;, ÍJ anoche

condescendencia, aplazamiento (del castigo)* En el NT este sustantivo se refiere siempre a una acción o actitud de Dios. En Rom 2, 4 aparece entre XQr¡a'tó'tr¡~ y f,LuxQo1tuf,LLu, y se refiere a la condescendencia y la tolerancia de Dios ante los delitos humanos, por medio de la cual Dios quiere conducir a los hombres al arrepentimiento y, al mismo tiempo, quiere poner de manifiesto en el juicio la arrogancia de los hombres. Rom 3, 26.es tradición pre-paulina y se refiere al aplazamiento del castigo divino, que se concreta en el perdón de los pecados anteriores (= cometidos antes de la venida de Cristo) por la muerte de Cristo, y que - lo mismo que este perdón- es signo de la bLxmoaúvr¡ de Dios (cf. E. Kiisemann, An die Romer [HNT], sub loco. ThWNT 1, 360s; DTNT I1I, 234s.

avtavanJ..'1Qóro antanapleroo completar vicariamente ---> JtA.r¡QóO) 3. c.

av'tuJtóbof,Lu, u'to~, 'tó antapodoma retribución* av'tuJtó6o<JL~, Eo)~, ~ antapodosis retribución* 1. Aparición de estos términos en el NT - 2. Contenidos semánticos del verbo - 3. Sustantivos derivados. Bibl.: O. Bornkamm, La revelación de la ira de Dios (Rom 1-3), en Id. Estudios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 9-36; F. Büchsel, 0l6wfu X'tA.., en ThWNT 11, 171; H. J. Degenhardt, Lukas Evangelist der Armen, Stuttgart 1965, 100s, 104s; E. Fascher, Vergeltung 11. 1m NT, en ROO VI, 13471349; W. Pesch, Vergeltung 1. In der Schrift, en LThK X, 697-701.

1. El verbo compuesto ---> ctJtobLbúlf,LL, derivado del verbo simple OU~O)f,LL, adquiere mediante el prefijo av'tL el carácter de lo que es definitivo e irrevocable. El verbo con el doble prefijo aparece (cf. Morgenthaler, Statistik, 161s) 2 veces en Lucas (14, 14),4 veces en las Cartas paulinas (1 Tes 3, 9; 2 Tes 1, 6; Rom 11, 35; 12, 19) Y 1 vez en Hebreos (10, 30). av'tuJtóOOf,LU se encuentra en Lc 14, 12 (en el mismo contexto que 14, 14) Y en Rom 11, 9, Y av'tuJtóOO<JL~ aparece en Col 3, 24. En Rom 12, 19 Y en Heb 10, 30 el verbo se encuentra en una cita de Dt 33, 25.

avtayrovt~roJ'at antagonizomai resistir,

luchar* Heb 12, 4: JtQo~ 'tllv áf,LuQ'tLuv av'tuyO)VL~Óf,LEVOL, «en la lucha contra el pecado» (en conexión con f,LÉXQL~ ULf,LU'tO~ av'tLxu'tÉa'tr¡'tE). ---> aywv 5.

2. En las cartas paulinas, el sujeto del verbo es tan sólo una vez el Apóstol mismo (1 Tes 3, 9): él se siente obligado a dar gracias a Dios por el gozo que le proporciona la comunidad. En todos los demás casos, el sujeto del

aVLaJtoOLOúlf.tL - avd

3. a) av'tuJtóbof,Lu retribución* acentúa la idea principal de la perícopa de Lc 14,7-14 (---> 2) en relación con un doble imperativo; el término se encuentra en posición acentuada al final del v. 12: invitación en reciprocidad. El caso es diferente en Rom 11, 9; la cita del Sal 68,23 LXX (allí se usa av'taJtóoo<JL~) aparece en el contexto de la idea de reprobación (Rom 11, 1-10). Lo que David hubo deseado una vez para sus enemigos, eso mismo ha sucedido -según Pab10- a gran parte de Israel; el énfasis recae sobre el «escándalo» que ello supone (cf. la trasposición que Pablo hace en relación con el texto de la LXX): la mesa (preparada) para Israel será para ellos ocasión

de retribución. b) En Col 3, 24 av'taJtóboaL~ significa retribución en el sentido de recompensa, la cual debe contemplarse, no obstante, en asociación

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con un posible castigo (3, 25). Se realza de manera especial la recompensa y el castigo en una «tabla de deberes domésticos para los esclavos» (vv. 22-25), con la mirada puesta en el juicio futuro (v. 22b) y en la responsabilidad que se tiene para con el Señor (vv. 22.23. 24a y b). A. Sand

avta:n:óboJ'a, ato;, tó antapodoma

retribución, regalo hecho para corresponder a otro regalo ---> av'tuJtooLOO)f,LL 3. a.

avta:n:óbocn;, Ero;, ÍJ antapodosis

retri-

bución, recompensa ---> av'taJto()tbúlf,LL 3. b.

avta:n:oX~tvoJ'at antapokrinomai replicar, discutir (con alguien)* Lc 14, 6: av'tuJtoxQL1tfívm JtQo~ 'tuv'tu, «no pudieron responderle a eso»; Rom 9, 20: av'tuJtoxQLVÓf,LEVO~ 't([> 1tE([>, «querer pedir cuentas a Dios». ThWNT III, 947.

avtEt:n:oV anteipon

contradecir, replicar

(aoristo segundo) ---> av'tLA.Éyúl.

avtÉX0J'at antechomai

aferrarse a, esforzarse por* En el NT Y en la LXX este verbo aparece únicamente en voz media y rige siempre genitivo. Mt 6,24 par. Lc 16, 13: el confiado apego del criado a su amo (lo contrario de xu'tuCjJQov'lÍaEL); 1 Tes 5, 14: av'tÉXE<J1tE 'twv aa1tEvwv, ayudar a los débiles; Tit 1, 9: aferrarse a la «palabra fiel», quizás también en el sentido de prestar atención a. ThWNT 11, 827; Bauer, Worterbuch s. v.

av'tt anti

(con genitivo), en vez de, en lugar de, por*

1. Aparición en el NT - 2. Significados - a) En compuestos - b) Como preposición - c) Como indicación de estructura sintáctica - d) Como término soteriológico.

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aV'tí

Bibl.: (bibliografía específica sobre las preposiciones en general: Bauer, Worterbuch, 98; BlaB-Debrunner § 203-240); G. Dautzenberg, Sein Leben bewahren. lJIuX~ in den Herrenworten der Evangelien, München 1966,98-107; J. Gnilka, Wie urteilte Jesus über seinen Tod?, en K. Kertelge (ed.), Der Tod Jesu. Deutungen im NT, Freiburg i. B. 1976, 13-50; J. Jeremias, Rescate por muchos (Me 10, 45), en Id., Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento, Salamanca '1993, 138-151; K. Kertelge, Der dienende Menschensohn (Mk la, 45), en FS Vogtle, 225-229; E. Lohse, Miirtyrer und Gottesknecht, Gattingen 1955, 117:122; R. Pesch, Das Markusevangelium n, Frelburg 1. Br. 1977, 162-164; J. Roloff, Anfiinge des soteriologischen Deutung des Todes Jesu (Mk. X. 45 und Lk. XXII. 27): NTS (1972-1973) 38-64; A. VagUe, Todesankündigungen und Todesverstiindnis Jesu, en Kertelge, Der Tod Jesu, 51-113; K. Wengst, Christologische Formeln und Lieder des Urchristentums, Gütersloh 1972, 55-104.

1. El uso de la preposición av't'Í con genitivo se halla muy reducido en la literatura de la Koiné en comparación con el griego clásico. En el NT aparece 22 veces rigiendo a sustantivos y pronombres (y 22 veces como prefijo de verbos); aparece generalmente en frases hechas, y tiene un limitado ámbito de significados.

2. El significado de aV'd se determina por el contexto y también por el campo semántico principalmente de preposiciones afines que definen también los aspectos soteriológicos de la muerte de Jesús «'ná, JtEQl, lJJtÉQ). Tan sólo en este campo semántico de preposiciones cualificadas teológicamente y en relación con sustantivos es donde av·d adquiere su perfil semántico. a) El significado locativo original «~) no aparece atestiguado ya en el NT, pero determina fundamentalmente el uso de esta preposición en sentido figurado, como en los compuestos avn-JwQ-i'P,:(}EV (Lc 10, 31s): el, sace,rdote ~ el levita pasaron de largo «frente a el>~; uvn-\EYEL 'tw KuíoUQL (Jn 19, 12): contradice al Cesar; avn-JtíJt'tE'tE 't0 JtVE'Úf1U'tL (Hech 7,51): resistís al Espíritu Santo; av'tí-XQW'tÓ~ (1 Jn 2, 18): aquel que se opo~e ~ Cristo; av'tL-OLXOS; (Mt.~, 25): adversario; UV'tL-'tlJJtOS; (Heb 9, 24): anfltzpo. La oposición puede ser también neutra o amistosa (Mc 14, 13; Lc 8, 26; 10,40; 20, 26; 24, 17; Mt 6,24; Rom 8, 26; Hech 20, 15.35.

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b) El contexto decide acerca del matiz de oposición expresado por la preposición usada en sentido propio. También aquí domina el significado básico de «frente a». Esto explica los significados de en vez de, en lugar de, por, enfavor de, por causa de (en sentido neutro, positivo o negativo): o
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aní - avnxuiHonlf1L

semántica de la preposición que establece un contraste entre personas. De esta manera, la muerte de Jesús se interpreta como sacrificio vicario de la vida, como ofrenda sustitutoria en favor de la vida de muchos, vida que había quedado perdida por la culpa de ellos. Como Aú'tQov (el rescate que hay que pagar por la manumisión de esclavos) significa ya el pago de una compensación, entonces vemos que avú corresponde a la designación de una conducta vicaria o sustitutoria. Más aún, la idea de expiación (cf. las preposiciones intercambiables JtEQl [Mt 26, 28], lJJtÉQ [Mc 14, 24, que es paralelo de Mt 26, 28], y aV'tl [Mc 10, 45 par. Mt 20, 28]) puede estar presente también (cf. la combinación en 1 Tim 2, 6: Ó 6oiJ~ Éa1J'tov av'tlA1J'tQOV lJJtEQ Jtáv'twv, «quien se dio a sí mismo en rescate por todos»). Desde la perspectiva de la historia de las tradiciones, diríamos que el concepto no se originó entre los judíos palestinenses (como creyeron Jeremias 138; Lohse, 118-120; Roloff, 51s; Gnilka, 44s, y otros), sino entre los judíos helenistas, entre los cuales se halla atestiguada por vez primera la idea de pagar como rescate una vida por una vida (2 Mac 7, 37s; 4 Mac 6, 27-29; 17, 21s [av'tÍ-'ljJ1JXov]; sobre los comienzos de la teología judía del martirio cf. Wengst, 62-75; cf. también Kerte1ge, 231; Pesch, 162-164; más reservados son Vogtle, 94-97, 101, 105, 107 Y Dautzenberg, 106). En Marcos y en Mateo es indiscutible que existe la idea de la expiación universal y vicaria efectuada por Jesús. Adquiere forma en su influencia sobre la tradición eucarística (Mc 14, 24 par. Mt 26, 28) Y en la recepción de ls 53, 10-12 (que tiene en el V. 12 av1't' wv) dentro de una perspectiva cristológica.

H. Frankenmolle av'tt~ciAAro antiballo arrojar contra, objetar, disputar* Lc 24, 17: AóYOL ... o{)~ av'tt~áAAE'tE JtQo~ aAA~A01J~, «cosas ... que estáis discutiendo (tan apasionadamente) el uno con el otro».

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av'ttbtu'tí:3quu antidiatithemai oponerse, resistir* Término del lenguaje coloquial culto; en el NT este verbo aparece únicamente en voz media. En 2 Tim 2, 25, refiriéndose a la manera suave de corregir a los que se oponen a los dirigentes de la comunidad.

av'tibtxo;,

OU, Ó antidikos (el) contrario (en un juicio), adversario* En el griego bíblico, este término aparece casi siempre en un contexto judicial, siendo el juicio una imagen de las relaciones que existen entre los hombres o entre el hombre y Dios (por ejemplo, Jer 27, 34 LXX); av'tl6txo~ aparece como extranjerismo en textos rabínicos. En Mt 5, 25 (bis), el camino que una persona recorre hacia el tribunal, en compañía de quien es la parte contraria en un proceso, es imagen del camino que el creyente recorre con su hermano hacia el juicio escatológico (cf. Lc 12,58). En Lc 18,3 el término significa adversario en general. En 1 Pe 5, 8, al 6tá~OAO~ (singular en el NT, cf. por lo demás VitAd 33) se le llama av'tl6LxO~. La imagen de un juicio difícilmente desempeñará aquí papel alguno (diferente opinión se manifiesta en ThWNT 1, 374s); se trata, en general, del peligro que corren los creyentes a causa de los sufrimientos y tentaciones originados por el «maligno» durante este tiempo que precede al fin; cf. L. Goppelt, Der erste Petrusbrief(KEK), sub loco. ThWNT 1,373-375; DTNT 11, 75. H. Balz

t1 antithesis oposición, contradicción * 1 Tim 6, 20 en el sentido de controversia, polémica ('tfí~ '\jJE1J6wvú¡.to1J yvó:JaEw~). av'tHhoot;, tro;,

av'tueaaiO''ttUu antikathistemi resistir, ofrecer resistencia * Heb 12, 4: [tÉXQL~ aL[ta'tO~ av'tLxa'tÉa'tl]'tE, «resistir (al pecado) hasta derramar sangre».

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aV'tLXaAÉúl - aVtLltLO{Ha

avtlxaJ...Éro antikaleo invitar a su vez* Lc 14, 12: se rechaza la idea de invitar a gente con la intención de que a uno le «inviten a su vez» (xaL autoL avtLxaA.ÉmJ)oLv (10).

av'tLXEiJtat antikeimai ser opuesto, ser contrario, estar en conflicto con* Se usa como participio sustantivado en Lc 13,17; 21,15; 1 Cor 16,9; Flp 1,28; 2 Tes 2, 4 (con referencia al Anticristo), y en 1 Tim 5, 14 en el sentido de adversario, enemigo. En Gál 5, 17 se dice que JtvEiífla y oáQ~ «son opuestos el uno al otro» (aAA:líAOL~ aVtLXELtm). 1 Tim 1, 10, en una lista de vicios, hace referencia a cosas que «son contrarias a la sana doctrina». civ'ttX~lJ~

antikrys (adv.) frente a* Se usa como preposición impropia con genitivo en Hech 20, 15: <
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~EQV'lÍ0EL~ ; ambos términos faltan en la lista que sigue en los vv. 29s. En cuanto al uso del plural, cf. 2 Mac 8, 19; 3 Mac 5, 50. ThWNT 1,376.

aVtlJ...oyLa, a~, i¡ antilogia contradicción, resistencia, rebelión* En sentido más técnico en Heb 6, 16 (Jtáol]~ ... avtLAoyta~ JtÉQa~ ... Ó oQxo~, «el juramento pone fin a toda disputa») y en 7, 7 (XúlQL~ be, Jtáol]~ aVtLAoyta~, sin discusión alguna). En 12, 3 en el sentido de resistencia; de manera semejante en Jds 11: «por la rebelión de Coré perecieron». avtlJ...otbo~Éro antiloidoreo responder

con maldición* Dícese de Cristo en 1 Pe 2, 23: AOLDOQO'ÚflEVO~ oux avtEAOLMQeL. av'tLJ...lJ't~OV, OlJ, 'tó antilytron rescate --+

A'ÚtQOV.

av'ttJ...aJt~ávoJtat antilambanomai venir

avtlJtE't~Éro antimetreo medir a su vez*

en ayuda de, preocuparse de* En el NT el verbo se usa únicamente en voz media: con referencia a personas (Lc 1, 54; Hech 20, 35) o a cosas (EuEQYE<Jta~) en 1 Tim 6, 2: dedicarse con empeño a. ThWNT 1, 375s.

En Lc 6, 38 (par. Mt 7,2 Textus Receptus) como razón para no juzgar los unos a los otros. Por el contrario, formulaciones parecidas en la literatura rabínica (por ejemplo, Sota 1, 7) tienden a establecer una norma para juzgar; cf. ThWNT IV, 636s.

avtlJ...Éyro antilego contradecir, oponerse*

av'ttJtUJaLa, a~, i¡ antimisthia remunera-

El verbo aparece 11 veces en el NT; de ellas 7 en los escritos de Lucas (Lc 2, 34; 20, 27; 21, 15; Jn 19, 12; Hech 4, 14; 13, 45; 28, 19.22; Rom 10,21; Tit 1, 9; 2, 9). Lc 2,34: ol]fldov aVtLAEyóflEVOV, «una señal que experimentará contradicción»; 20, 27, con infinitivo: «estar en desacuerdo diciendo que ... » av'tLJ...l1JtlIJt~, Ero~, i¡ antilempsis ayuda, asistencia* El plural en 1 Cor 12, 28 se refiere a la labor de organización, más bien técnica, dentro de la comunidad. Pablo la entiende (polémicamente) como carisma, juntamente con xu-

ción, recompensa* Esta forma se halla atestiguada únicamente en los escritos paulinos y post-paulinos. Se emplea in sensu malo en Rom 1,27: ti¡v avtLflLo{}tav llv 1!6a ... aJtoAafl~ávovtE~, «recibiendo la recompensa correspondiente», para referirse a las relaciones homosexuales entre hombres como un castigo decretado por Dios porque no le habían tributado la gloria que le debían. En 2 Cor 6, 13 Pablo pide a la comunidad que le abran sus corazones como él se lo había abierto a ellos: ti¡v M auti¡v aVtLflLo{}Lav. .. JtAat'Úv{}l]te xal 'Ú flEL~. El acusativo debe entenderse probablemente como un objeto interno de JtAat'Úv{}l]te (cf.

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avtLIlLo{)-ia - avtLoLQatE'ÚollaL

BlaB-Debrunner § 154 nota 3, S.v. autó: el término corresponde aproximadamente a tov autov JtAatuof!Ov w~ aVtLflLo{)-Lav ... ). Cf. ThWNT IV 706s; R. Bultmann, Der zweite Korintherbrief (KEK), sub loco.

'AVtlÓXEta, a~ Antiocheia Antioquía* En el NT se mencionan dos ciudades que llevan este nombre: Antioquía de Siria y Antioquía de Pisidia. 1. Antioquía de Siria, situada junto al Orontes, fue la residencia de los Seléucidas y, a partir del año 64 a.C., del legado romano de la provincia de Siria. Llegó a ser la tercera ciudad más importante del Imperio Romano (después de Roma y de Alejandría). Se menciona en Hech 11, 19s (a propósito de la misión entre los gentiles), en el v. 22 (presencia de Bernabé en Antioquía como delegado de Jerusalén), en el v. 26 (dos veces: presencia de Pablo en Antioquía; origen del término XQLotLavoL), en el v. 27 y en 13, 1; 14, 26; 15,22.23.30.35; 18,22; Gál 2, 11. 2. Antioquía de Pisidia (Estrabón XII, 8, 14 ad Pisidas) se hallaba situada en la región de Frigia en la provincia romana de Asia; en tiempo de Agusto fue colonia romana. Se menciona en Hech 13, 14 (a propósito de la fundación de la comunidad de aquel lugar por Pablo y Bernabé); 14, 19 (judíos de Antioquía, cf. 13,50), v. 21; 2 Tim 3,11. RAC 1, 461-469; LThK 1,648-650; RGG 1, 545; G. Downey, A History ofAntioch in Syria from Seleucus to the Arab Conquest, Princeton 1961; BHH 1, 98s; LAW 180s; J. Lassus, en ANRW 1I/8, Berlin 1977,54-102; TRE I1I, 99103; R. E. Brown-J. P. Meier, Antioch and Rome, London 1983, 11-86; D. S. Wallace-Hadrill, Christian Antioch, Cambridge-London 1982. H. Balz

'AVtlOXEÚ~, Ero~, Ó Antiocheus antioqueno* Hech 6, 5, refiriéndose al prosélito Nicolás, que era natural de Antioquía de Siria.

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avtl3ta~É~xoJtat antiparerchomai pasarse al otro lado del camino* Lc 10, 31s, refiriéndose al sacerdote y al levita, los cuales ambos, al ver al hombre que había sido asaltado en el camino de Jerusalén a Jericó, pasaron de largo (junto a él) y cruzaron al otro lado (¿del camino? O posiblemente, cada uno de ellos dio un rodeo y pasó de largo). Cf. también --+ avtt 2. a. Ch. Burchard: ZNW 69 (1978) 149-151.

av'tt3ta~iiJ...aov antiparelthon pasarse al otro lado del camino Aoristo segundo de --+ avtLJtaQÉQxoflm. 'AV'tt3tel~,

el Antipas Antipas* Nombre de un mártir cristiano de Pérgamo (Ap 2, 13). El nombre es probablemente una forma abreviada de 'A vtLJtatQo~.

'Av'tt3ta't~L~, Lbo~ Antipatris Antípatris*

Guarnición militar en la calzada de Jerusalén a Cesarea, en la frontera de Judea. Según Hech 23, 31, Pablo y su escolta romana (¡integrada por 470 soldados!, v. 23) pasaron la noche en Antípatris. BHH 1, 102. . av'tt3tÉ~a antipera (adv.) frente a*

En el NT una preposición impropia que rige genitivo: Lc 8, 26 refiriéndose a la región de los gerasenos, que se hallaba situada al lado opuesto de Galilea, es decir, en la orilla del lago que quedaba frente a Galilea.

av'tt3tL:7nro antipiptO resistir, oponerse* En Hech 7, 51 dícese de los judíos que siempre resisten al Espíritu Santo. av'tUJ't~a'tEÚOJtat antistrateuomai hacer

la guerra contra* En sentido figurado en Rom 7, 23: «la ley del pecado, que está en guerra con la ley de mi razón».

332

331

a.vtltáCJCJo,uu antitassomai

oponerse,

resistirse, ofrecer resistencia* Rom 13, 2: ó av'tL'taooó¡,tEvO<; 'tñ €~OV­ OLQ., «aquel que resiste a la autoridad del Estado»; con personas como objeto de la acción verbal, en el sentido de oponerse a: Sant 4, 6; cf. 1 Pe 5, 5; Sant 5, 6. Usado en sentido absoluto en Hech 18,6: cuando ellos adoptaron

una actitud hostil. a.V'tí:t\m:o~, 2 antitypos lo que corresponde a; (como sustativo) copia, reproducción ~ 't1J:n:o<;. a.vtí,X~lCJtO~, Oll, Ó antichristos Anticristo*

1. Empleo del término en el NT - 2. Origen del concepto - 3. Su prehistoria - 4. La imagen global en elNT. Bibl.: A. Arrighini, L'Anticristo, Torino 1945; W. Bousset, Der Antichrist in der Überlieferung des Judentums, des NT und der alten Kirche, Gottingen 1895; D. Buzy, Antéchrist, en DBS 1, 297-305; M. Brunec, De «homine peccati» in 2 Thess 2, 1-12: VD 35 (1957) 3-33; J. Ernst, Die eschatologischen Gegenspieler in den Schriften des NT, Regensburg 1967; Haag, Diccionario, s. v. Anticristo, 107s; E. Lohmeyer, Antichrist, en RAe 1, 450-457; V. Maag, Der Antichrist als Symbol des Biisen, en Das Base, Zürich 1961, 63-89; B. Rigaux, L'Antéchrist et l'opposition au Royaume Messianique dans l'Ancien el le Nouveau Testament, Gembloux-Paris 1932; J. Schmid, Der Antichrist und die hemmende Macht: ThQ 129 (1949) 323-343; R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, Barcelona 1980, 174-181; H. Schlier, Vom Antichrist, en Schlier 1, 16-29; W. SÜihlin, Die Gestalt des Antichristen und das Katechon, en FS f J. Lortz n, Baden-Baden 1958, 1-12; G. Strecker, Der Antichrist. Zum religionsgeschichtlichen Hintergrund von ]Joh 2, 18.22; 4, 3 und 2Joh 7, en FS Klijn, 247-254; Id., Die Johannesbriefe (KEK), Gottingen 1989, 123s, 337-343.

l. En el NT el término ó avúXQww<; aparece únicamente en las Cartas de Juan (1 Jn 2, 18 bis.22; 4, 3; 2 Jn 7). Pero la idea básica expresada por este término, se halla mucho más difundida. 2. El origen del término se explica por razones de a) la historia del lenguaje y de b) la

historia de la teología. a) Los pares de conceptos en contraste son comunes generalmente, sobre todo en el lenguaje antiguo (emperador - antiemperador; caudillo - anticaudillo; papa - antipapa); el par de conceptos Cristo Anticristo se ajusta a este esquema. b) El trasfondo teológico específico hay que buscarlo en la idea de un poder enemigo de Dios, que existía ya en el mito. 3. Podemos remontarnos más o menos claramente a la prehistoria de la idea del Anticristo, basándonos en el desarrollo que tuvo a) en el NT, b) en la apocalíptica judía y c) en la mitología. a) El antagonista en 2 Tes 2, 1-11 es una personalidad individual que posee las notas características del adversario de Dios, del falso profeta y del Anticristo. El Apocalipsis distribuyó este complejo de ideas entre varias figuras míticas (Ap 13, 1-9.11-19; 11,7; 12; 20, 2) sin intentar llegar a una uniformidad. Aquí, extrañamente, la idea del Anticristo permanece poco nítida. Las referencias contemporáneas al emperador romano nos hacen ver claramente que las implicaciones en los asuntos de este mundo forman parte de la estructura fundamental de la figura del adversario. El conocimiento del adversario personal parece hallarse indicado en la «abominación de la desolación» de Mc 13, 14, pero en su totalidad la figura es esquemática y sin colorido. Entre las fuentes literarias de Marcos parecen haberse contado principalmente algunos acontecimientos de la historia contemporánea (Antíoco IV Epífanes, la destrucción del templo en la Guerra de los Judíos). En las Cartas de Juan, la figura escatológica se convirtió en una «cifra» polémica en las controversias cristológicas: el Anticristo es aquel que niega a Cristo. b) La apocalíptica judía y sus antecedentes en el AT se reconocen de manera más o menos clara en las figuras del antagonista que aparecen en el NT (Dan 11, 36; Ez 28, 2; cf. 2 Tes 2, 4; ApBar [sir] 36-40; 4 Esd 5, 6; AsMo 8,1, Yen la idea, ya

333 muy difundida, de una oposición contra Yahvé). La literatura de Qumrán ofrece paralelos más lejanos en el «hombre de la mentira» (1 QpHab 2, 1; CD 8, 13; 20, 15), en el «sacerdote impío» (lQpHab 8, 8) y en el «hombre de violencia» (CD 1, 14). Sin embargo, no se observa una influencia directa. c) Las reservas manifestadas de vez en cuando contra la derivación mítica son insuficientes para cuestionar los resultados de la investigación en materia de historia de las religiones, resultados que, en su núcleo fundamental, son indiscutibles. El motivo de una lucha protológica y escatológica de la divinidad contra los poderes de destrucción no sólo es un rasgo universal de las interpretaciones míticas del mundo, sino también un elemento que sustenta a la apocalíptica veterotestamentaria y judía y a la apocalíptica cristiana.

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aVll()~O~, 2 anydros falto de agua, desierto* Dícese del desierto, donde buscan morada los demonios (Mt 12,43 par. Lc 11,24); 2 Pe 2, 17: :n:1']yat avvoQoL, «manantiales sin agua», imagen de lo que son los maestros de herejías; una imagen parecida es VEcpéA.aL avv6QOL -u:n:o avél100v JtuQacpEQÓl1eVaL, «nubes sin lluvia llevadas por los vientos», en Jds 12.

a.Vll:rtÓX~ltO~, 2 anypokritos sin hipocresía ~ -U:n:OXQL't1Í<;.

a.vll:rtótaXto~, 2 anypotaktos no someti-

4. El concepto del antagonista no es uniforme en el NT. A pesar de la personificación originada por la ley del contraste con la figura de Cristo, la imagen global -a pesar de todo- sigue siendo dispar. Tan sólo en el período que siguió al NT vemos que los motivos tradicionales y los nuevamente descubiertos se condensan en la imagen uniforme del Anticristo. J. Ernst

do, insubordinado, rebelde* Hay tres ejemplos del plural de este término en las Cartas pastorales: juntamente con avo¡,to<;, al principio de una lista de vicios propio de personas insubordinadas, a causa de las cuales se dio la ley (l Tim 1,9); refiriéndose a los hijos rebeldes, que no convienen a un obispo (Tit 1, 6); refiriéndose a los maestros de herejías (Tit 1, 10). En Heb 2, 8 se dice que «él [Dios] no dejó nada que no estuviera sujeto a él (al hombre»>. ThWNT VIII, 48.

a.vd.too antleo sacar (agua)*

avoo ano (adv. de lugar) arriba, hacia arriba*

Con 'to 'ÜoooQ como objeto de la acción verbal en Jn 2, 9; 4, 7; usado en sentido absoluto en 2, 8; 4, 15.

avt/.:'lJla, ato;, tó antléma

cubo (para sacar agua)* Jn 4, 11: «Señor, no tienes cubo para sacar

agua».

a.VtOqJaaAJltoo antophthalmeo

mirar directamente a la cara * En el NT, este verbo aparece únicamente en sentido figurado: en Hech 27, 15, una nave es azotada por una tormenta y «no puede ya poner proa al viento» (¡,ti] ovva¡,tévov aV'tocp'fraA.¡,tElv 'ti¡> avé¡,tq¡).

Bib/.: Bauer, Worterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § 103,205,2; F. Büchsel, ayO), aVÚrtEQov, en ThWNT 1, 376s; J. Gnilka, Carta a los filipenses, Barcelona 1987 (sobre Flp 3, 14); Liddell-Scott, s.v.; D. Mollat, en StEv 1, 321-328 (sobre Jn 8, 23); Moulton-Milligan, s. v.; Schwyzer, Grammatik l, 550; JI, 415s; cf. 536s.

l. avoo es un adverbio de lugar, formado con una -00 final, lo mismo que xá'too, eLooo, O:n:LOoo (y cf. m-oe; Schwyzer 1550). Tiene no sólo el sentido de arriba sino también de hacia arriba. El uso atributivo con artículo aparece a partir del siglo V a.C. (Schwyzer ll, 415). El NT consigna los siguientes ejemplos del uso del adverbio: 3 en Juan, 1 en Hechos, 2 en las Cartas paulinas, 2 en Colosenses, y 1 en Hebreos.

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335 2. a) En el sentido de arriba, avoo aparece en la combinación EOO<; avoo, hasta el borde (Jn 2,7). En Hech 2, 19 (en una amplificación de una cita de 11 3, 3 LXX) es sinónimo de ev oVQav
O",

tó anogeon habitación del piso de arriba Textus Receptus in Mc 14, 15 par. Lc 22, 12 en lugar de --+ avúymov.

avroywv,

avro-3Ev anothen (adv. de lugar) de arriba* Bibl.: Bauer, Worterbuch s.v.; BlaB-Debrunner § 104,2; F. Büchsel, aVÚl'frev, en ThWNT 1, 378; H. Leroy, Riitsel und MiJ3verstiindnis. Ein Beitrag zur Formgeschichte des Johannesevangeliums (BBB 30), Bonn 1968, 124-136 (sobre Jn 3, 3.7); Liddell-Scott, s.v.; Mayser, Grammatik 11, 240; Moulton-Milligan, s. v.; G. Rinaldi: Bibbia e Oriente 6 (1965) 354-358 (sobre Lc 1,3); Schwyzer, Grammatik 1, 618; n, 439s, 536s.

1. aVOO{}fv, que es un adverbio que aparece 5 veces en Juan, 1 vez en cada uno de los Sinópticos, 1 vez en Hechos, 1 vez en las Cartas de Pablo, y 3 veces en Santiago, se deriva de la preposición av(ú), del sufijo advervial-oo (--+ avoo 1) y de la terminación -{}f(V: siempre en el NT) como genitivo-ablativo (Schwyzer, Grammatik 1,618; n, 439s y 536s) y significa de arriba, arriba, de nuevo (Schwyzer 11, 536) o desde el principio, desde hace mucho tiempo (--+ 2. b). 2. a) En la significación espacial (de) arriba, avoo{}fv, reforzado por an( ó) o H; (cf. BlaB-Debrunner), aparece en Mc 15, 38 par. Mt 27,51 (an' avoo{}fv EOO<; XÚLoo, de arriba abajo) y en Jn 19, 23 (ex L<ÚV avoo{}fv, que en este caso es sustantivo, desde arriba). En el sentido de del cielo, de Dios avoo{}fv aparece en Jn 3, 3: a menos que uno nazca de arriba (cf. v. 7; 1, 13); es, desde luego, una manera de hablar enigmática y Nicodemo la entiende equivocadamente en el sentido de de nuevo (3, 4; cf. Leroy). Según el v. 31, Jesús es Aquel que viene de arriba. La autoridad de Pilato le ha sido dada de arriba (19, 11). Todo don bueno ... viene de arriba, es decir, del Padre (Sant 1, 17; cf. 3, 15.17: la sabiduría que procede de arriba). b) Un significado temporal en el sentido de desde hace mucho tiempo aparece en Hech 26,5 (cf. PapOxy n, 237, 8, 31; cf. también Rina1di). c) La significación de nuevo se expresa en Gál 4, 9 mediante nÚA.LV, que se halla en paralelo con avoo{}fv, y en Jn 3, 3 mediante bfÚLfQOV que es la forma en que Nicodemo lo interpreta en el v. 4 (--+ a; sobre el v. 3 cf. Josefo, Ant 1,263). J. Beutler

avrotEQtXÓs, 3 anoterikos más alto, tierra adentro * Hech 19, 1 se refiere a las regiones altas, es decir, a las regiones montañosas del interior

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de Asia, cruzadas por Pablo según 18, 23. Luego, el Apóstol desciende (!) (xaLfA.{}fLV) a Efeso. Sobre el debate acerca de si el término significa «tierra adentro» o «región montañosa», cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), sub loco.

1. Este adjetivo está relacionado etimológicamente con palabras que significan «pesan>, «balanza», y denota lo que eleva el otro platillo de la balanza (Foerster, 378). En sentido estricto significa equivalente, digno, apropiado; en sentido amplio, indica la correspondencia entre dos magnitudes.

avrotEQov, anoteron (adv.) más arriba,

2. a!;LO<; es muy raro en la LXX, a pesar de que la temática expresada por esta palabra es muy interesante. Ahora bien, el término es frecuente en los papiros, y, juntamente con el adverbio a!;(oo<;, aparece 47 veces en el NT (Morgenthaler, Statistik, 75). Además del impersonal a!;Lóv eaLLV, conviene (por ejemplo, 2 Tes 1, 3) Y del uso absoluto (Mt 10, 11.13), a!;LO<; aparece g'eneralmente en el NT con un genitivo como término de comparación (por ejemplo, «no es digno de mí», Mt 10, 37s) o con un infinitivo (por ejemplo, «ya no soy digno de ser llamado tu hijo», Lc 15, 19.21). El empleo que en el NT se hace de este término abarca un amplio espectro. Rom 8, 18 utiliza a!;LO<; para comparar dos magnitudes y establece un contraste entre el sufrimiento del tiempo presente y la gloria futura; el uso impersonal de a!;LO<; en 1 Cor 16, 4 presupone también un juicio emitido después de cuidadosa ponderación. En el logion de Mt 10, 10 par. Lc 10,7 Y en 1 Tim 5, 18, el término describe positivamente el salario que debe recibir el trabajador. En Lc 23, 15 yen la mayoría de los ejemplos en que este término aparece en Hechos, se emplea la palabra en sentido negativo para expresar que un delito merece la muerte. 1 Tim 6, 1 emplea el término a!;LO<; para referirse al respeto y aprecio que los esclavos deben mostrar hacia sus amos. La forma negativa avú!;LO<;, indigno, en 1 Cor 11,27, se refiere a la celebración indigna de la Cena del Señor. El Apocalipsis emplea el adjetivo para expresar la asignación escatológica de recompensa y de castigo (3, 4; 16, 6). En tensión con esto se halla el sentimiento de la propia indignidad que se experimenta al encontrarse uno con Dios (cf. Lc 15, 19.21) Y con la per-

más alto* Este comparativo de --+ avoo (la forma más corriente en ático es avooLÉQoo) se emplea en Lc 14, 10 para referirse al lugar de honor situado más arriba en la mesa, y por tanto más cerca del cabeza de familia; en Heb 10, 8 dícese de un pasaje citado que se halla más arriba, es decir, anteriormente; en contraste con LÓLf en el v. 9: «Habiendo dicho más arriba ... , añadió luego ... ».

avroC(ld.t1S, 2 anofeles sin provecho, inútil, inservible* Tit 3, 9, con [,túLaLOL, para referirse a las controversias que de nada sirven; úsase como sustantivo en Heb 7, 18: bUl LO aVLfí<; aa{}fVE<; xaL aVoo>.

as LVI) , 1]S, ÍI axine hacha*

Mt 3, 10 par. Lc 3, 9, en la predicación de Juan el Bautista en la que anunciaba el juicio: «El hacha está ya puesta a la raíz de los árboles». La imagen subraya la inminencia e inevitabilidad del juicio.

astos, 3 axios digno, apropiado l. Etimología y significado - 2. Aparición, construcciones y uso de este término en el NT - 3. a~Lów. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, 154-156; W. Foerster, a~LO<; %LA., en ThWNT 1, 378-380; Moulton-Milligan, 50s; V. Pisani, Etimologie greche e latine, en Studia classica et orientalia Antonio Pagliaro oblata 1II, Roma 1969,157-167, 161s; G. Rinaldi, Ebraico s6weh e greco a~LO<;: BeO 6 (1963s) 127; E. Tiedtke, a~LO<;, en ThWNT n, 1047s; K. Stendahl, a~LO<; im Lichte der Qumran-Holle: NSNU 7 (1952) 53-SS.

340

339 sana de Jesús, sentimiento que, desde luego, se expresa por medio del término ~ LXaVÓ¡; (Mt 8, 8 par.). Como resultado de esta conciencia y en consonancia con la teología paulina, Pablo utiliza el adverbio aSLW¡; únicamente en la parénesis (Rom 16,2; Flp 1,27; 1 Tes 2, 12), para designar la finalidad y el motivo de toda acción cristiana (Foerster, 380).

3. «'1;tóm considerar digno (o apropiado), pedir, se emplea también frecuentemente en textos profanos para expresar el deseo de algo (Moulton-Milligan 51; cf. Hech 28, 22). El empleo que el NT hace del verbo con un acusativo para expresar el objeto de la acción verbal se halla enteramente en consonancia con el uso de aSLO¡; y con las construcciones gramaticales en que este último aparece. Además de las 7 veces que aparece aSLów, encontramos 3 veces el compuesto xm;aSLów, siempre en voz pasiva, de tal manera que el juicio sobre la dignidad se atribuye siempre a Dios (Lc 20, 35; Hech 5, 41; 2 Tes 1,5). P. Trummer

U;LÓro axioo considerar

digno (o apropia-

do), pedir ~ aSLO¡; 3.

u;íro; axios

(adv.) de manera apropiada, digna, conveniente* Rom 16,2; Ef 4, 1; Flp 1,27; Col 1, 10; 1 Tes 2, 12; 3 Jn 6. ~ aSLO¡;. uó~a'to;, ~

2 aoratos invisible

óQáw.

u'Jtayyi')"'J..ro apaggello

anunciar, procla-

mar ~ ayyÉAAw.

u'Jtáyxo,..,aL apagchomai ahorcarse* En Mt 27, 5 dícese de Judas: a:rteA1húv amÍYSU"to.

u.'Jtáyro apago conducir, llevar* Bibl.: H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther, Gtittingen "1969, 240-243; E. Klostermann, Das Matthausevangelium, Tübingen 41971, 68s; G. Schneider, Die Pass ion Jesu nach den drei alteren Evangelien, München 1973,43-117.

a:rtáyw aparece 15 veces en el NT. Aparte de 1 Cor 12, 3, el término aparece únicamente en los Sinópticos y en Hechos (3 veces en Marcos, 5 en Mateo, 4 en Lucas y 2 en Hechos). En el significado de llevar (Bauer, Worterbuch, s. v.), este verbo suele acercarse mucho al significado del verbo simple (~ ayw). Se usa en sentido intransitivo para referirse a la llegada a una meta: conducir a, terminar en (Mt 7, 13s). Se emplea a menudo como término técnico del lenguaje jurídico (unas 10 veces): llevar o llevarse preso. Puede tener una significación parecida, pero sin denotar coacción: llevar (Lc 13, 15) o conducir (Hech 23, 17).

El ser llevados violentamente es la Rerspectiva que aguarda a los discípulos (Lc 21, 12) Y a los guardas que custodiaban a Pedro (Hech 12, 19), Y sobre todo es la suerte que Jesús tendrá que sufrir: Judas da la señal (Mc 14, 44; cf. Hech 16,23); Jesús es conducido ante el sumo sacerdote (Mc 14, 53 par. Mt 26, 57), ante el Sanedrín (Lc 22, 66), ante Pilato (Mt 27, 2), al pretorio (Mc 15, 16), Y le llevan a crucificar (Mt 27, 31 par. Lc 23, 26). En la conducta de su vida, los cristianos deben escoger entre dos caminos: entre el camino que conduce a la perdición y el camino que conduce a la vida (Mt 7, 13s). Cuando eran gentiles, los conducían ante los ídolos mudos y allí, en estado de éxtasis (Conzelmann, 242s), privados de su voluntad, eran arrebatados hacia ellos (1 Cor 12, 2). U. Borse

u'JtaíbE\l'to;, 2 apaideutos

inculto, estúpido* 2 Tim 2, 23, refiriéndose a las discusiones necias y estúpidas ("tU¡; bE ¡twQU¡; xal, a:rtmbeú"t01J¡; ~'Y]"titoeL¡;).

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cmaLQo~m

u'Jtaí~o,..,m apairomai quitar, arrebatar* En el NT se usa únicamente en voz pasiva: Mc 2, 20 par. Mt 9, 15 Y Lc 5, 35 en ellogion sobre el esposo que un día será arrebatado a los invitados a la boda.

u'Jtan:iro apaiteo exigir la devolución,

reclamar* Lc 6, 30: los bienes que nos han sido robados o que nos han sido sustraídos, no hay que exigir que se nos devuelvan; 12, 20: la vida del rico agricultor, Dios se la reclamará o le exigirá su devolución (como si de una deuda se tratase); cf. Lc 12,48 D. ThWNT 1, 193s.

u'Jta'J..yiro apalgeo

estar endurecido, ser insensible* Ef 4, 19, refiriéndose a los gentiles; está bien claro, por el contexto, que ello debe entenderse a la luz de lo que se dice en el v. 18d (bux "t~v :rtwQW<JLV "tfí¡; xaQMa¡; m'JL&v).

u'JtaAáCJCJro apalasso dar libertad,

soltar* Usado en voz activa, en Heb 2, 15 yen un contexto cristológico, dícese de la liberación por Cristo de aquellos que viven en el temor de la muerte (cf. Lc 9, 40 D); usado en voz media, dícese de las enfermedades que abandonan (a:rtaAAáoow'frm a:rt' av"t&v) a los enfermos (Hech 19, 12); usado en voz pasiva en Lc 12, 58: «pon empeño en avenirte (por las buenas) con él mientras vas de camino» (a:rt'Y]AAáx'frm a:rt' av"tOu, literalmente: en que te deje libre). ThWNT 1,253; DTNT IV, 41s.

- cmav¡;úw

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comunidad del pueblo de Israel» (a:rt'Y]AAo"tQLW¡tÉVOL "tfí¡; :rtoAL"tda¡; "tOU 'loQaitA). Ef 4, 18 describe a los gentiles como a:rt'Y]AAO"tQLW¡tÉVOL "tfí¡; ~wfí¡; "tOU 'frEOU, «excluidos de la vida de Dios». Col 1,21 los describe como alejados (de Dios) y, al mismo tiempo, como EX'frQOÚ¡;. ThWNT 1, 265s.

cl'Jta'J..Ó;, 3 hapalos tierno, fresco* En Mc 13, 28 par. Mt 24, 32 dícese de los brotes de la higuera, que en verano están llenos de jugo y echan hojas.

u'Jtav'táro apantao encontrar* a:rtáv"t'Y]<JL¡;, EW¡;, ~ apantesis encuentro* 1. Consideraciones de crítica textual - 2. u:n:unétúJ en el NT - 3. El problema de la expresión de:; u:n:étvTll OLV .

Bibl.: W. Bruners, Die Reinigung der zehn Aussatzigen, Stuttgart 1977; D. Dormeyer, Die Passion Jesu als Verhaltensmodell, Münster i. W. 1974; W. Harnisch, Eschatologische Existenz, Gtittingen 1973; E. Linnemann, Gleichnisse Jesu, Gtittingen 61975, 130134; W. Mundle-W. Schneider, Venida, en DTNT IV, 318-325; E. Peterson, Die Einholung des Kyrios: ZSTh 7 (1930) 682-702; Id., U:n:étvT1l0Le:;, en ThWNT r, 380; S. West, A Note on P. Oxy. 1242: ZPE 7 (1971) 164; H. A. Wilcke, Das Problem eines messianischen Zwischenreichs bei Paulus, Zürich 1967, 109-147.

u'Jta'J..Ao't~LÓro apallotrioo enajenar, ex-

1. La cuestión acerca de las variantes textuales relativas a a:rtav"táw, o1Jvav"táw y ú:rtav"táw y con respecto a a:rtáV"t'Y]OL¡;, o1Jváv"t'Y]OL<; y Ú:rtáV"t'Y]OL¡; es una cuestión confusa, por la influencia que los Sinópticos han ejercido entre sí, y porque a:rtav"táw, o1Jvav"táw y ú:rtav"táw, por un lado, y a:rtáv"t'Y]<JL¡;, o1Jváv"t'Y]OL¡; y Ú:rtáV"t'Y]OL¡;, por el otro lado, son términos casi sinónimos (cf. Peterson, passim).

cluir por alienación* En el NT se usa únicamente el participio de perfecto en voz pasiva, con referencia siempre a la existencia (pagana) antes de la salvación. En Ef 2, 12 este término aparece en paralelo con SÉVOl "t&v bLa~x&v "tfí<; e:rtayyeALa¡; y como una amplificación de XWQI,¡; XQLO"tOU; la vida de los gentiles se describe como una vida «alienada y al margen de la

2. En el NT a:rtav"táw se refiere siempre a la acción cotidiana de encontrarse, una acción sin carácter hostil. Faltan otros matices, como falta también las construcciones preposicionales, que son frecuentes en otros documentos (cf. Pape, Worterbuch, 278; Passow, Worterbuch, 297). Según la «predicción de una señal» (Dormeyer, 94) en Mc 14, 13, un

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anavtúw - unas

hombre llevando un cántaro de agua se encontrará con los discípulos. En Lc 17, 12, donde faltaba originalmente el objeto ail'tép (cf. Bruners, 53 y 171), anavtáw significa salir al encuentro (Bauer, Worterbuch, 159). En el contexto de ambos pasajes hay una acumulación de verbos de movimiento (cf., a este respecto, Mundle-Schneider). 3. El uso que el NT hace de a:n:ávtr¡m~ se limita a la expresión a modo de fórmula El,~ a:n:ávtr¡ow (Mt 25, 6; Hech 28, 15; 1 Tes 4, 17), que en la LXX es a menudo la traducción del infinitivo liqra 't y significa venir (o ir) al encuentro. Se discute si a:n:áVtr¡oL~ / ú:n:ávtr¡<JL~ es un término técnico de la costumbre cívica de dar la bienvenida públicamente a los soberanos con ocasión de su llegada (<<parusía») a una ciudad, y si Pablo «da por conocido el significado técnico de esta expresión» (Peterson, 683). Los testimonios (Peterson, 683-692) no prueban tanto la existencia de un término técnico (a diferencia de :n:OIl:n:r'¡: Pauly, Lexikon IV, 1017-1019) cuanto la existencia y la forma de una costumbre antigua. Así que haremos bien en traducir la pulida expresión El,~ a:n:ávtr¡mv (también en Mt 27,32 D it) primariamente por hacia, y en dejar para la exégesis de los respectivos contextos más amplias deducciones sobre la parusía del XÚQLO~ en el apocalipsis en miniatura de 1 Tes 4, 16s (<<arrebatados en las nubes para ir al encuentro del SeñoT»; -+ áQ:n:á~w 3), o sobre la demora en la llegada del vllll
i¡ apantesis encuentro

a:n:avtáw.

a:n:as hapax (adv.) una vez, una sola vez, una vez para siempre* 1. Aparición de este adverbio en el NT y significados - 2. En enumeraciones - 3. Como expresión del carácter irrepetible y definitivo.

Bibl.: K.-H. Bartels, Uno, único, en DTNT 1, 307313; W. SUihlin, anal;, en ThWNT 1, 380-382; A. Winter, anal;, Ecpánal; im Hebr. Eine exegetísch-bi-

344

beltheol. Studie zur Theologie der Einmaligkeit, tesis Roma 1960; D. J. C. van Wyk, Die betekenis van hapax en efhapax in die Hebreerbrief: HTS 28 (1972) 153-164.

1. u:n:as aparece 14 veces en el NT (y también en 1 Pe 3, 20 según el Textus Receptus): 3 veces en las Cartas de Pablo, 1 vez en 1 Pedro, 2 veces en Jds y 8 veces en Hebreos. Puede realzar el carácter único -en sentido numérico- de un acontecimiento (en contraste con lo que sucede dos veces, tres veces, etc.), y puede acentuar, además, que un acontecimiento es irrepetible (singularísimo) o que tiene validez para todos los tiempos (una vez para siempre). 2. En sentido numérico, encontramos u:n:as en las enumeraciones, por ejemplo, u:n:as EAdtáo'frr¡v (2 Cor 11, 25) y la expresión u:n:as xaL 6t~ (cf. Dt 9, 13 LXX), una vez y de nuevo, varias veces (Flp 4, 16; 1 Tes 2, 18). Heb 9, 7 entra también en esta categoría; en el texto citado se establece un contraste entre el ministerio sacerdotal en el tabernáculo exterior, que se realiza durante todo el año (v. 6), y la excelencia del ministerio sacrificial del sumo sacerdote, que se realiza tan sólo «una vez al año» (u:n:as tOU EvLalltOu), a saber, en el gran Día de la Reconciliación (cf. Lev 16, 11: dos veces en el mismo día; Yom 5, 1ss; 7, 4: cuatro veces en el mismo día) entrando en el Lugar santísimo. Esta yuxtaposición en la cual el Lugar santo parece cerrar el paso al Lugar santísimo, es para el autor un signo del carácter provisional -querido por Dios y atestiguado por el Espíritu- del viejo culto que necesitaba encontrar su cumplimiento y sublimación mediante el único sacrificio verdadero. 3. La proclamación efectuada en la Carta a los Hebreos acentúa la idea de la singularidad única de la obra salvífica de Cristo, la cual no puede completarse ni corroborarse subsiguientemente por nada, porque pertenece -ella misma- a la definitividad del acontecer escatológico. Por contraste con el sacrificio anual presentado por el sumo sacerdote en el

346

345 Día de la Reconciliación (9, 25), Cristo se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para quitar el pecado (9, 26). Así como la muerte es única en el destino humano (9, 27), Y luego tiene lugar el juicio de Dios, así también la revelación de Cristo es única y de validez definitiva, es decir, no existe ya posibilidad adicional del perdón de los pecados (cf. 6, 4); sino que la segunda venida de Cristo, después de la supresión del pecado, será para aquellos que aguardan a Cristo como su salvación (9, 28). Según 12, 26 (cita de Ag 2, 6).27, las cosas creadas serán conmovidas una vez más, es decir, una última vez, al final, para que permanezca lo que es inconmovible. Según Heb 6, 4.6 (yen consonancia con 9, 25-28), «es imposible renovar otra vez para arrepentimiento a los que han sido iluminados una vez» (a6úvatov YUQ u:n:as
a:n:a~á~ato~, 2 aparabatos inmutable, imperecedero * Esta voz tardía, que no aparece en la LXX, se usa en Heb 7, 24 para referirse al oficio sa~erdot~l de Jesús (a:n:aQál3atov E')(EL tiJv LEQWOllVr¡V), el cual, a diferencia del oficio de los levitas, no se extingue con la muerte del sacerdote, sino que es imperecedero, porque Jesús mismo «permanece para siempre». La

significación activa, sugerida algunas veces, en el sentido de que se trata de un sacerdocio «que no pasará (a otra persona)>> (cf. ThWNT V, 738s) es posible por el contexto, pero no aparece atestiguada en ninguna otra parte. Ahora bien, sobre todo el v. 25 habla en favor de la traducción de «imperecedero». a:n:a~a(JXfúa(Jto~,

2 aparaskeuastos no preparado, no equipado* Propiamente se trata de un término técnico del lenguaje militar. En 2 Cor 9, 4 se emplea este término para referirse a la comunidad de Corinto a propósito de la colecta organizada por Pablo. a:n:a~vÉop.tat aparneomai negar -+ aQvÉollUL. a:n:á~tt aparti desde ahora -+

aQtL.

a:n:a~tt(Jp.tó~, oií, Ó apartismos terminación* Lc 14, 28 sobre la terminación de una torre

a:n:a~xtí, ij~, fruto *

i¡ aparche primicias, primer

l. Significación del término y su aparición en el NT - 2. El uso del término en Pablo - 3. Significado en Santiago y en el Apocalipsis.

Bibl.: M. Albertz, Die «Erstlinge» in der Botschaft des Neuen Testaments: EvTh 12 (1952-1953) 151-155; G. Delling, aQxlÍ %1:/..., en ThWNT 1, 476-488 (especialmente 483s); F. MuBner, Der Jakobusbrief, Freiburg i. Br. 1964,94-97; C. Spicq, AIlAPXH. Note de lexicographie Néo-Testamentaire, en The NT Age. FS f B. Reicke n, Macon GA 1984, 493-502; B. Sporlein, Die Leugnung der Auferstehung. Eine historisch-kritische Untersuchung zu 1 Kor 15, Regensburg 1971, 70s, 75.

1. En el griego profano, a:n:aQ')("Í, además de indicar un tiempo expecífico (el comienzo) y de ser el término formal para un certificado de nacimiento, se usa principalmente para re-

348

347 ferirse a las primicias y a las ofrendas de las primicias (cf. Liddell-Scott, s. v.). La LXX conoce también anaQX~ como concepto del lenguaje sacrificial (Ex 23, 19; 25, 2-3; 36, 6; Lev 22,12; Dt 12,6.11.17; 18,4; 26, 2.10; Ez 44, 30). En este contexto se trata de las ofrendas -sin defecto alguno- de los primeros productos de la naturaleza, de los primeros frutos de los seres humanos, de los animales y de las plantas (en Ezequiel, a:TtaQX~ significa varias veces una porción de terreno que, al adquirirse en propiedad la tierra, hay que ceder a Dios), todo lo cual debe entregarse a Yahvé (o al santuario). En el NT se conserva también la conexión con el lenguaje sacrificial del AT, tanto por lo que respecta a la secuencia numérica como a la definición cualitativa. Con dos excepciones (Santiago y Apocalipsis, ---+ 3), el término pertenece al ámbito del lenguaje paulino. 2. La relación con el AT es especialmente clara en Rom 11, 16: Pablo utiliza Núm 15, 17 -21 para expresar en una metáfora que toda la masa (cp'ÚQa!w = masa, pasta, masa de arcilla; cf. Bauer, Worterbuch, s. v.) será santa, con tal que sea santo el componente esencial de la misma (cf. la imagen de la raíz en el v. 16b), es decir, estará santificada como ofrenda sacrificial a Dios. Según 1 Cor 16, 15, los que vivían en casa de Estéfanas fueron los primeros cristianos de Acaya; según Rom 16, 5, Epeneto fue el primer miembro de la comunidad cristiana de Asia, destinado como estaba para Cristo (en este sentido también Hech 16, 14s y 1 Clem 42, 4). Según Rom 8, 23, el Espíritu de Dios fue dado como primeros frutos a Pablo y a los suyos (cf. 2 Cor 5,5 Y ---+ aQQa~wv con el mismo significado en 2 Cor 1, 22). Cristo mismo es el primer fruto (1 Cor 15, 20.23): él fue resucitado como el primero de los que dormían (cf. 1 Clem 24, 1). Aquí destaca ante todo en primer plano la significación temporal; pero la resurrección de Jesús es determinante para todos los que duermen en Cristo (cf. Col 1, 18; Ap 1, 5), aunque no en el sentido de una causalidad estricta, pero sí en el sentido consecutivo de una firme promesa.

El enunciado de 2 Tes 2, 13 se discute desde el punto de vista de la crítica textual. Juntamente con Sin D K L W y muchos minúsculos y con la mayoría de los Padres de la Iglesia, muchos exegetas modernos leen an' aQxfí~, «desde el principio» (en el sentido de «desde la eternidad»). Con el NTG y el GNT debemos preferir seguramente la variante textual más difícil, a saber, la de anaQX~v: la joven comunidad de Tesalónica recibe el honroso título de ser «los primeros convertidos», es decir, los que fueron santificados por el Espíritu y bendecidos con la fe en la verdad. 3. En la instrucción parenética de Sant 1, 16-18 se habla de las primicias (<<primer fruto», como traduce MuBner) de la creación de Dios (cf. %'tLOL~, «lo creado», «las criaturas», «la creación»: 1 Tim 4, 4; Ap 5, 13; 8, 9; %atv~ %'tLat~, «la nueva criatura», «la nueva creación»: 2 Cor 5, 17; Gá16, 15). Mediante la palabra de la verdad, los cristianos se han convertido en una nueva humanidad; el acento, en todo ello, recae sobre la nueva creación, que debe interpretarse soteriológicamente. En Ap 14,4, a los 144.000 redimidos (cf. 7, 4-8 Y 7, 9-17) se los llama «primicias para Dios y para el Cordero» (aquí encontramos también, aunque débilmente atestiguada, la v.l. an' aQxfí~: p47 Sin pc). En el contexto de 14,4-5, los dos dativos (n!> {tEr{), 'tr{) aQvírp) originan algunas dificultades. Es posible que cada uno de ellos denote al «comprador» (cf. H. Kraft, Offenbarung [HNT], 190; cf. BlaB-Debrunner § 191). Ahora bien, como el contexto nos hace ver claramente que en este caso se trata de una determinación de cualidad, el sentido será probablemente: Por su vida y su conducta, los 144.000 son encontrados dignos, como elegidos que son de Dios y del Cordero, de verse preservados de los horrores del fin de los tiempos y de ser salvados finalmente. A. Sand

ano.;, hapas todo, cada uno, todos ---+ na~.

350

349

anamtcÍ~o",at apaspazomai despedirse* Hech 21, 6: anr¡onaOá!lE{ta an~A01J~,

nos despedimos (cordialmente) unos de otros.

ana'tcÍro apatao engañar, estafar, inducir a error ---+ aná'tr¡.

ancÍ'(1), 1);, ÍJ apate engaño, ardid, seducción* ana'táro apatao engañar, estafar, inducir a error* 1. Significación de las palabras - 2. Combinaciones de palabras y campo de referencia - 3. Enunciados en el NT - 4. ESunaTáw.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, 162s; A. Oepke, unu1:áw

%1:/"., en ThWNT 1, 383s.

1. El sustantivo y el verbo se hallan atestiguados en el griego profano (papiros, Homero) para referirse a una conducta engañosa y embustera de algunas personas con la cual se induce a error a otras personas y que es sancionada con un castigo (lenguaje jurídico), es decir, se trata principalmente de un concepto predominantemente ético (Plutarco). El sustantivo y el verbo se refieren también al engaño, al ardid y 'a la seducción, considerados personificadamente (Hesíodo). En lo esencial, este mismo contenido semántico se encuentra también en la LXX (por ejemplo, Ex 8, 25; Jdt 9, 10.13) Y queda recogido en el NT. 2. Para la significación básica negativa de aná'tr¡, ana'táú:J en el NT (vocablos que aparecen 7 y 3 veces respectivamente), es muy instructivo el campo referencial de los mismos, por ejemplo, la conexión de estos términos con la riqueza (Mc 4, 19), el pecado (Heb 3, 13), la concupiscencia (Ef 4, 22), las palabras frívolas y vanas (Ef 5, 6; cf. Col 2, 8) y la injusticia (2 Tes 2, 10), y con los correspondientes conceptos contrarios: la verdad (Ef 4, 21.24; 2 Tes 2, 10.12) y la justicia (Ef 4,24).

3. Las 10 veces que aparecen estos términos en el NT, los hallamos principalmente en contextos ético-parenéticos, en parte con una visión retrospectiva de la historia de la salvación (AT) y una ampliación escatológica. Según esto, la riqueza puede convertirse en seducción (Mc 4, 19 par. Mt 13, 22), y la concupiscencia es capaz de cegar a personas y apartarlas de Cristo (Ef 4, 22). Ef 5, 6 amplía la idea de la seducción basada en palabras frívolas y vanas, y concide en cuanto al sentido con Col 2, 8, donde se pone en guardia contra una filosofía que propaga engaños frívolos y aparta de Cristo para llevar hacia los espíritus elementales del universo. Sant 1, 26 llama la atención sobre el engaño en lo que respecta a la piedad: un engaño que se manifiesta en palabras indisciplinadas y sin amor. El significado de las palabras se orienta hacia la historia de la salvación en 1 Tim 2, 14, donde se dice que Adán fue seducido por Eva (cf. Gén 3, 13 y 2 Cor 11, 3). El sentido de los términos adquiere colorido y relieve escatológico en 2 Tes 2, 10; aquí se entiende la seducción como signo del fin de los tiempos, con todas sus consecuencias destructivas; de manera parecida, en Heb 3, 13 el engaño del pecado conduce al endurecimiento y a la apostasía. 2 Pe 2, 13 describe a los seductores escatológicos como personas que con sus embustes se deleitan en engaños mientras viven disolutamente (2 Pe 2, 13s) y hablan con arrogancia (2 Pe 2, 10.18). 4. El verbo compuesto i;a:n:atáro engañar*, frecuente en la prosa ática (Platón, Aristóteles), se usa sin excepción en el NT como sinónimo del verbo simple (Rom 7,11; 16, 18; 1 Cor 3, 18; 2 Cor 11, 3; 2 Tes 2, 3; 1 Tim 2, 14); cf. Bauer, Worterbuch, s. v. A. Kretzer ancÍ'tro~, 1 apatOr sin padre*

Heb 7, 3 refiriéndose a Melquisedec. El si1encio de Gén 14, 18ss acerca del origen y demás circunstancias de la vida de Melquisedec se considera como referencia al carácter im-

352

351 perecedero de su sacerdocio. ThWNT V, 10211023; DTNT 111, 246.

Maúyao,..a, a'to~, 'tó apaugasma reflejo* Bibl.: G. Bornkamm, Das Bekenntnis im Hebraerbrief (1942), en Bornkamm, Aufstitze n, 188-203, sobre todo 197-200; R. Deichgraber, Gotteshymnus und Christushymnus in der frühen Christenheit, Gottingen 1967, l37-140, 182; F.-w. Eltester, Eikon im NT, Berlin 1958, especialmente 149-152; E. GraBer, Hebraer 1, 1-4, en Text und Situation, Gütersloh 1973, 182228, sobre todo 218s; O. Hofius, Der Christushymnus Philipper 2, 6-11, Tübingen 1976, 80-83; J. Jervell, 1mago Dei, Gottingen 1960, especialmente 214-226; E. Kasemann, Das wandernde Gottesvolk, Gottingen 1938 = 41961, 61-71; G. Kittel, anuúyuo[tu, en ThWNT 1, 505; K. Wengst, Christologische Formeln und Lieder des Urchristentums, Gütersloh '1973, 166180; U. Wilckens, XUQU%'t~Q, en ThWNT IX, 407412, especialmente 41Os; R. Williamson, Philo and the Epistle to the Hebrews, Leiden 1970, 36-41, 409434; H. Zimmermann, Das Bekenntnis der Hoffnung, KOIn 1977,53-60. Comentarios a Heb 1, 3: F. Bleek, Berlin 1836; O. Michel (KEK), Gottingen '1975; E. Riggenbach (KNT), Leipzig '31922; C. Spicq (EtB), Paris 31953; H. Windisch (HNT), Tübingen '1931.

1. En el NT, a:rta'Úyaa¡.ta aparece únicamente en Heb 1, 3. Los vv. 1, 3s se basan en un himno a Cristo que procede de la comunidad judía helenística y que describe el camino de Cristo mediante el esquema: «preexistencia - muerte - exaltación» (cf. Flp 2, 6-11). La primera línea del himno (v. 3a) describe la relación del Hijo eterno de Dios con Dios: 8~ wv a:rta'Úyaa¡.ta 'tfi~ MSl']~ xaL xaQax'tYlQ 'tfi~ 'Ú:rtoa'táaEw~ av-coil. Vemos que también 1 Clem 36,2, inspirándose en Heb 1, 3, llama a Cristo a:rta'Úyaa¡.ta 'tfi~ ¡.tEyaA.Wa'Úvl']~ (-coil 'ltWíl). 2. Se discute el significado de a:rta'Úyaa¡.ta en Heb 1, 3. En sentido activo, la palabra puede significar la radiación, el efluvio (Filón, SpecLeg IV, 123) o, en sentido pasivo, el reflejo o la luz que es reflejada (Sab 7, 26; Filón,Op 146; Plant 50). La estructura de la frase en Heb 1, 3 favorece la interpretación de a:rta'Úyaa¡.ta y -+ xaQax't'lÍQ como términos sinónimos y de que, por tanto, se entienda a:rta'Úyaa¡.ta en sentido pasivo: Cristo «refleja la luz de la gloria de Dios y es la fiel ex-

presión de su ser». Ambos predicados caracterizan al Hijo como la perfecta imagen de Dios y corresponden, por tanto, a lo que se dice de Cristo en Col 1, 15 Y 2 Cor 4, 4: -+ dxwv -coil 'ltwil. En el trasfondo del enunciado se halla la idea judía helenística del dxwv. Según Sab 7, 26 la Sabiduría preexistente es «un reflejo (a:n:a'Úyaa[ta) de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen (dxwv) de su bondad». En Filón el Logos aparece como la «imagen» y el «reflejo» de Dios (Op 25; Plant 18; Conf 146s; Som 1,239 Y passim). El dxwv representa y revela al Dios invisible y, de esta manera, comunica el salvífico conocimiento de Dios. En Heb 1, 3 -a diferencia de 1 Clem 36, 2~ el acento no recae en la idea de la mediación de la revelación, sino en el misterio de la persona del Revelador mismo. Ambos predicados cristológicos realzan el origen divino, la naturaleza divina y la omnipotencia divina del Preexistente y concuerdan así con la confesión de fe de Flp 2, 6. La acentuación de la igualdad de Cristo con Dios, subrayada más todavía por Heb 1, 3b, tiene como su punto de referencia el enunciado del v. 3c acerca de la muerte expiatoria: tan sólo el Hijo, en la unidad de su ser y obrar con Dios, podía llevar a cabo por medio de su muerte la purificación de los pecados. Así que la obra de la redención es inseparable de la persona del Redentor. O. Hofius

U3tEt()OV apeidon fijar los ojos en (con confianza) Aoristo segundo de

U3tEí:3EUJ., -+

a~,

-+

a<poQáw.

tl apeitheia desobediencia

a:rtEL'ltÉw 2.

U3tnl'tÉro apeitheo desobedecer, ser desobediente 1. Significados y campo referencial en el NT - 2. anEl'&Elu - 3. anEdt~~. Bibl.: R. Bultmann, en ThWNT VI, 10-12.

1. En el NT el verbo a:rtEL'ltÉw tiene siempre por objeto a Dios y a su voluntad. Es,

353 pues, uno de los conceptos fundamentales del NT. Así como en el AT el pecado se entendía como desobediencia a la voluntad de Dios y, por tanto, se pensaba principalmente en las exigencias éticas, así también la idea de ser desobediente puede tener también en el NT esta misma cualidad ética. En Rom 2, 8 son los judíos y los gentiles «los que no obedecen (a:rtEL'ltoilv'tE~) a la verdad, sino que obedecen (:rtEL'ltÓ¡.tEVOL) a la injusticia». En Heb 11, 31 se caracteriza como desobedientes a los habitantes de Jericó, y en 1 Pe 3, 20 se dice lo mismo de los contemporáneos de Noé. Por el contexto se ve claramente que se trata de yerros morales. La palabra profética citada en Rom 10, 21 (<v) al Hijo no verá la vida». a:rtEL'ltETv se convierte en el término técnico para significar «la no aceptación de la fe cristiana». En Hech 14, 1 el creer (ma'tE'ÚELV) y el ser desobediente (a:rtEL'ltELV) se emplean en sentido absoluto y se contraponen entre sí. Los judíos que no

354 obedecen, son los que no aceptan la fe cristiana. y Cuando Pablo, en Rom 15, 31, exhorta a los destinatarios de la carta a orar por él «para que sea salvado de los desobedientes en Judea», entonces se refiere a los incrédulos, es decir, a los judíos que no se hicieron cristianos. En unos cuantos manuscritos griegos (especialmente en el p46) y en las versiones latinas, la identidad entre «no obedecer» y «no creer» se considera como cosa tan obvia, que la primera expresión es sustituida por la segunda (Heb 3, 18; 11, 31; cf. 1 Pe 2, 7). La equiparación terminológica entre la desobediencia y la incredulidad en el lenguaje del NT tiene gran significación teológica. Acentuando las cosas, podríamos decir: la desobediencia a la voluntad de Dios no se manifiesta primordialmente en el quebrantamiento de diversos mandamientos de Dios, sino en la resistencia a la revelación de la salvación de Dios en el evangelio. Rom 11,30-32 constituye -como quien dice- la sutura en la que hallamos dentro de una misma frase el uso del verbo a:rtEL'ltÉw según el AT y el uso de este mismo verbo según el NT. Cuando se dice que los cristianos gentiles fueron en un tiempo desobedientes a Dios, esto no significa únicamente que ellos, en otro tiempo, no conocían a Dios, sino que en sus obras no reconocían a Dios. Y cuando se dice a continuación que los judíos «han sido ahora desobedientes», no se pretende decir sino que los judíos no han aceptado la fe cristiana. 2. a:rtd,'tna. desobediencia, lo mismo que el verbo a:rtEL'ltÉw, tiene un doble significado: a) la desobediencia como pecado en el contexto moral-religioso; b) la desobediencia como pecado en el sentido de incredulidad ante el kérygma de Dios. Lo cercanos que se hallan entre sí ambos significados, lo vemos por la comparación entre Rom 11, 32 (<
356

355 trar misericordia a todos») y Gál 3, 22 (<
a:n:Et-3''lÍs, 2 apeithes desobediente ---+

a:n:ELttÉw 3.

a:n:EtAÉro apeileo amenazar, prohibir con amenazas * Este verbo aparece sin objeto de la acción verbal y con Cristo como sujeto de la misma en 1 Pe 2, 23: :n:áoxwv ovx ~:n:ÚAEL, «cuando padecía, no amenazaba»; con un complemento en infinitivo precedido de f,l~ lo encontramos en Hech 4, 17: «Advirtámosles [bajo amenaza de castigo] que ya no hablen a nadie en este nombre» (Koiné E pm añaden a:n:ELAñ)·

a:n:EtA'IÍ, 11S, ÍI apeile amenaza* El plural se usa en Hech 4, 29 para referirse al ataque escatológico de los adversarios de Jesús contra los creyentes. En 9, 1 el singular se usa refiriéndose a Pablo: Ef,l:n:VÉWV a:n:ELAfi~ xal,
357 yaQ ttEO~ a:n:úQaoTó~ EOTLV xaxwv. Es posible dar una traducción activa y una traducción pasiva: Dios no tienta al malo Dios no puede ser tentado al mal. El contexto exige la traducción pasiva (así piensan también ThWNT VI, 29; Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 117 nota 1; 182 nota 4; otra cosa piensa P. H. Davids: NTS 24 [19771978] 386-392): el contexto proporciona la base para la afirmación de que nadie puede hacer responsable a Dios de sus propias tentaciones: Dios mismo no puede ser tentado al mal, y en consecuencia no puede tentar tampoco a nadie para que haga lo que es malo. Por tanto, el v. 14 afirma que la tentación que experimenta el individuo se debe a su propia EmttVf,lla. Pero la concupiscencia, el pecado y la muerte no tienen nada que ver con Dios, en quien no hay mudanza (v. 17). Por consiguiente, «tentar» significa aquí: seducir para que se cometa el pecado; y no se refiere al hecho de poner a prueba la fe (sentido que aparece, por ejemplo, en Sant 1, 2s). H. Balz

a:n:ELp.tL (1) apeimi estar ausente* En el NT encontramos este término únicamente en documentos paulinos o deuteropaulinos: 1 Cor 5, 3 (a:n:cDv T0 OWf,laTL, :n:aQcDv be T0 :n:vEÚf,laTL); 2 Cor 10, 1 (en contraste con XaTa :n:Qóow:n:ov), 11 (en contraste con :n:aQóvTE~); cf. 13,2.10; Flp 1,27 (en contraste con EAttWV); Col 2, 5 (Tñ oaQxL a.:n:ELf,lL, ... T0 :n:vEÚf,laTL ovv Úfllv df,lL).

a:n:Etp.tL (Il) apeimi irse, ir* Hech 17, 10: d~ T~V ovvaywy~v TWV '101)6alwv a:n:lÍwav, «fueron a la sinagoga de los judíos».

a:n:d:n:ov apeipon renunciar

Hech 18, 16: Galión echó del tribunal a los judíos.

a:n:EAEyp.tÓS, olí, ó apelegmos refutación* Hech 19, 27: «caer en descrédito», posiblemente un latinismo: in redargutionem venire. a:n:EAE'ÍJ-3'E~oS

, O\), Ó apeleutheros elli-

berto ---+ EAEÚttEQO~.

'A:n:EAA11S, olí Apelles Apeles* Nombre de persona en Rom 16, 10; cf. la variante textual del códice Sin en Hech 18,24 y 19, 1 (en lugar de 'A:n:OAAW~). a:n:EA:n:í~ro apelpizo desesperar, esperar ---+ EA:n:l~.

a:n:Évav'u apenan ti enfrente de, frente a* Preposición impropia (que rige genitivo) en Mt 27, 24.61 (cf. 21, 2 v.l.); Hech 17,7; Rom 3, 18. a:n:Évav'tL :n:Qáoow, oponerse, en Hech 3,16.

2 aperantos interminable* 1 Tim 1,4: genealogías que son interminables.

a:n:ExbÉxop.taL apekdechomai esperar,

a:n:E~La:n:áa'tros aperispastos (adv.) sin

aguardar ---+ ExMxo/laL (4).

a:n:É~aV'tos,

distracción, sin interrupción* 1 Cor 7,35: «Permanecer junto al Señor sin distracción» .

a:n:Exb'ÍJop.taL apekdyomai despojarse de algo, desarmar ---+ ExMw 1.4.

a3tÉxb\) aLS, EroS, ÍI apekdysis la acción es tentado o no puede ser tentado* Este adjetivo no se halla atestiguado antes de Sant 1, 13, donde se predica de Dios: ó

a:n:EAa'ÍJvro apelauno echar, expulsar*

a:n:Et~os, 2 apeiros inexperto, incompetente, sin práctica* En Heb 5, 13 dícese de los principiantes en la instrucción cristiana, que todavía necesitan «leche». Una persona así es a:n:ELQo~ AÓyOV 6LxaLOOÚV'I']~, «inexperto en la palabra de la justicia» .

Aoristo segundo de ---+ a:n:oAéyoftaL. Md~aO'tos, 2 apeirastos dícese de quien no

358

de despojarse (sustantivo)* . En Col 2, 11 dícese de la acción de despoJarse del cuerpo de carne. ThWNT JI 321 ---+ hMw 4. ' .

a:n:E~Í'tp.t1]'tOS, 2 aperitmetos incircunciso* Hech 7, 51: «incircuncisos de corazón y de oídos» (Lev 26, 41; Jer 6, 10; 9, 25; Ez 44,7. 9). ThWNT VI, 73s Y 81s. a:n:É~xop.tm aperchomai irse El verbo se usa en sentido figurado, por ejemplo, para referirse a enfermedades (Mc 1,

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360

42 par. Lc 5, 13), Y en sentido literal con la preposición d~ (por ejemplo, Mc 1, 35; 6, 32.36.46; 7, 24.30; 8, l3; 9, 43 [también en Mt, Lc y Jn]; Rom 15, 28; Gáll, 17) Y nQó~ (Mc 3, 13; 14, 10; Jn 4,47; 6, 68; 11,46; 20, 10; Ap 10, 9) para indicar el objetivo: dirigirse a. anÉQ)(oftm onLO'oo se emplea en el sentido positivo de seguir como discípulo (Mc 1, 20; cf. Jn 12, 19), pero se emplea también en sentido negativo en Jds 7. anfjA:{}O'v EL~ 'tu onL0'00 en Jn 6, 66: «muchos discípulO's se distanciaron» de Jesús (¿le abandO'naron?); 18, 6, refiriéndose a que retrocedieron los esbirros que habían venido a prender a Jesús. ThWNT 11, 673; R. Morchen, «Weggehen». Beobachtungen zu Joh 12, 36b: BZ 28 (1984) 240242.

a:n:Éxm apecho alejadO' *

recibir plenamente, estar

l. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial.

Bibl.: W. Barc1ay, Palabras griegas del Nuevo Testamento, El Paso '1985, 40-42; H. Hanse, EXW X'tA., en ThWNT n, 816-822, especialmente 828.

1. El verbo (que es compuesto de --- rel="nofollow"> €)(oo, y que se encuentra ya en la llíada de Homero) aparece 19 veces en el NT (13 en vO'z activa; de ellas, 9' en indicativo, 1 en subjuntivo, 3 en participio; 6 veces en voz media; de ellas 1 en imperativo, 5 en infinitivo). 2. En la voz activa anÉ)(oo significa a) recibir plenamente / haber recibido (6 de las veces que aparece en el NT; en realidad es un término técnico del lenguaje comercial; aparece a menudo en recibos escritos en papiros y en óstraca, cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 1; Preisigke, Worterbuch, s. v. 4) y b) estar alejado (6 veces, todas ellas en los evangelios; este significado aparece ya desde Herodoto; Bauer, Worterbuch, s. v. 2). En voz media el verbo significa c) abstenerse (no aparece en los evangelios; este significado se encuentra desde el tiempo de Herodoto; Bauer, Worterbuch, s. v. 3). El significado activo de mantener a distan-

cia (aparece por vez primera en Homero, Il 6, 96) no se encuentra en el NT. En Mc 14,41 anÉ)(H (omitido en Mt 26, 45) permite varias traducciones (cf. recentísimamente R. Pesch, Markusevangelium 11 [HThK], sub loco), en primer lugar: a) en sentido impersO'nal, es suficiente (V g: sufficit; = el verbo clásico aQxd; cf. BlaB-Debrunner § 129 nota 3; tan sólo Anacreontea 16, 33 es comparable; cf. la traducción inglesa de J. M. Edmonds, en Elegy and Jambus with the Anacreontea 11, London 1931), con referencia al sueño de los discípulos o a la irónica reprensión de Jesús, o b), como en a) y en el párrafo anterior, en sentido personal (con Judas como sujeto de la acción verbal y hallándose implícito el objeto de dicha acción; cf. Mayser, Grammatik 11/1, 82), o c) en sentido impersonal: la cuenta está saldada (Bauer, Worterbuch, s. v. 1). El 'to 'tÉAO'~ que se añade en algunos manuscritos occidentales, puede explicarse como una glosa (inspirada probablemente en Lc 23,37; cf. GNTCom, sub loco). 3. Cuando anÉ)(oo significa recibir plenamente o haber recibido, entonces el sujeto es siempre una persona o grupo de personas y el objeto (en acusativo) puede ser una cosa (por primera vez en Esquines 2, 50) o una persona (Onésimo en Flm 15). Cuando significa estar alejado, el sujeto puede ser una persona o una cosa, y el verbo se usa con anó con genitivo de cosa (desde Herodoto) o de persona (sin anó en Demóstenes Or 21, 59); el uso absoluto (cf., por ejemplo, Tucídides I1I, 20, 3) se encuentra en Lc 15, 20. Cuando significa abstenerse, el sujeto es siempre un grupo de personas, y se usa el genitivo de cosa (con [cf. Jenofonte, Cyrop 1, 6, 32] o sin [desde Homero, 11] anó, como en la LXX; cf. Helbing, Kasussyntax, 179; en Hech 15, 20 el textimonio de la tradición textual varía); el infinitivo depende siempre de una expresión de intención. Los hipócritas, que dan limosnas, oran y ayunan en público, han recibido ya su recompensa (humana) (Mt 6,2.5.16); lo contrario es

362

361 la posesión (---> €)(oo) de la recompensa celestial (en el v. 1; cf. Plutarco, De Solone, 22, 4; de manera semejante Gén 43, 23 y Calímaco, Epigr 55). La exclamación del ¡ay! sobre los ricos que han recibido ya su consuelo (Lc 6, 24) emplea de la misma manera el verbo. En Flp 4, 18 Pablo hace una especie de acuse de recibo de los. donativos que le ha enviado la comunidad de Filipos. Filemón debe retener siempre en calidad de hermano a Onésimo, que ha regresado a él (Flm 15). Se dice que Jesús no está lejos (ftuxQuv; cf. Diodoro Sículo XII, 33, 4) de la casa del centurión de Cafarnaún (Lc 7, 6); mientras que el hijo pródigo, en su camino de regreso, se hallaba todavía lejos de su padre (Lc 15, 20). En sentido figurado, el corazón del pueblo se halla lejos de Dios (Mt 15, 8 par. Mc 7, 6, una cita de Is 29, l3). Una indicación de distancia en estadios (desde Herodoto VI, 119, 2) se da en Mt 14, 24 (la distancia que separa de la orilla del lago de Genesaret a la embarcación en la que los discípulos navegan precediendo a Jesús) y en Lc 24, 13 (la distancia que hay entre la aldea de Emaús y Jerusalén). En sus palabras pronunciadas en el concilio apostólico de Jerusalén (Hech 15, 20) Santiago propone ciertas normas de abstinencia que deben observar los gentiles. Después, los apóstoles envían a Pablo como portador de tal decreto a Antioquía y a otros lugares (v. 29). 1 Tes 4, 3 (el mandamiento de abstenerse de la inmoralidad [sexual]) aparece en un contexto parenético, lo mis,mo que 5, 22 (la exhortación a abstenerse de toda forma de mal, basada en Job 1, 1.8; cf. también 1 Clem 17, 3) y 1 Pe 2, 11 (una exhortación a abstenerse de las pasiones carnales; cf. Did 1, 4; de manera parecida, Platón, Phaed 82c). Finalmente, 1 Tim 4, lss anuncia la aparición de ciertos herejes (ascéticos) que prohíben comer ciertos alimentos que Dios ha creado (v. 3; cf. anÉ)(EO{)-m O'L'tLooV en Plutarco, SeptSap 157d [sobre Epiménides de Creta, en Diels, Fragmente 1, 30, 35]). A. Horstmann

a:n:uJ'tÉm apisteo ser infiel,

ser incrédulO'* amO''tLu, u~, 'tÍ apistia infidelidad, incredulidad* a:1tlo'tO'~, 2 apistos increíble, incrédulO'* 1. Uso de los términos en el NT - 2. ant<J'tÉw -

3. ant<J'tla - 4.

ama'tO~.

Bibl.: R. Bultmann, nt<J'tEúw %'tA., en ThWNT VI, 174-230; G. Dautzenberg, Der Glaube im Hebr: BZ 17 (1973) 161-177; G. Ebeling, Jesus und Glaube: ZThK 55 (1958) 64-110 (Id., Wort und Glaube 1, Tübingen '1967, 203-254); E. GraBer, Der Glaube im Hebr, Marburg 1965; D. Lührmann, Pistis im Judentum: ZNW 64 (1973) 19-38; Id., Glaube imfrühen Christentum, Gütersloh 1976; A. Schlatter, Der Glaube im NT, Darmstadt '1963. Para más bibliografía, cf. nla'tl~.

1. Las veces que en el NT se encuentran los términos amO''tÉoo (8), amO''tLu (11) y amO''tO~ (23) son pocas en comparación con las que aparecen mO''tE'lÍoo (241) y nLO''tl~ (243). El significado de los términos negativos anlO''tÉoo X'tA. depende en gran parte del significado de lO's términos positivos ---> nLO''tl~ y mO''tE'lÍoo. Puesto que no hay en hebreo equivalentes de las formas privativas amO''tÉoo, anlO''tLu y amO''tO~, tan sólo podremos disponer de textos griegos procedentes de la esfera del judaísmo para establecer una comparación en cuanto al uso de estos términos. 2. amO''tÉoo significa a) ser infiel; b) ser incrédulo, no creer. a) Así como amO''tLu y amO''to~ tienen respectivamente el doble significado de incredulidad e infidelidad, incrédulo e infiel, así también el verbo amO''tÉoo, además del significado de ser incrédulo, tiene el de ser infiel. Los testimonios del primero de estos significados son numerosos en cuanto al sustantivo, pero escasos en cuanto al verbo; sin embargo, no faltan por completo (Jenofonte, An 11, 6, 19, refiriéndose a la infidelidad de un soldado hacia su comandante). En el NT, este último significado de amO''tÉoo lo exige el contexto en Rom 3, 3: «si algunosjiteron infieles (~nLO'­ 't1]O'uv), ¿acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios?» La contraposición entre amO''tLu y ntO''tl~ 'tOV {)-wv así como lo que

363 sigue en v. 4 demuestran que se está hablando de la fidelidad de Dios al pacto, una fidelidad que no puede quedar anulada por la infidelidad de Israel. Sin embargo, en ~JtLo't'l1oav se escuchan también ecos, al menos, del segundo significado (ser incrédulo, negarse a creer); porque la limitación del enunciado por 'tLVÉ¡; demuestra que, en el caso de ~Jdo't'l10av, no hay que pensar en la caída universal en el pecado (Rom 3, 9), sino en que parte del pueblo judío se negó a creer al evangelio (cf. Rom 9, 6; 11,1-5-17). La misma contraposición se encuentra en 2 Tim 2, 13 en una estrofa hímnica citada por el autor: «Si somos infieles, él (a pesar de todo) permanece fiel». La continuación «porque él no puede negarse a sí mismo» determina aquí claramente que el significado de mmó¡; es «fiel», y determina también al mismo tiempo el significado de la expresión opuesta EL amo'touf-t€v. Pero también en este caso se escucharían ecos del significado de ser incrédulo, porque de lo contrario difícilmente sería posible una distinción entre ser infiel (v. 13) y el hecho de negar a Cristo, del que se habla en la línea anterior (v. 12b), y las dos líneas no harían más que contradecirse la una a la otra. b) El significado de no dar fe, ser incrédulo, en relación con un enunciado o mensaje, se halla atestiguado en Herodoto 1, 158; Sófocles, Phil 1350; Josefo, Ant n, 270; Bell n, 54; Filón, VitMos 1, 236; Virt 188 y passim. Cuando al verse confrontados con el mensaje de la resurrección, los discípulos «no creyeron» a las mujeres (Lc 24, 11), entonces no les dieron fe. En Lc 24, 41 la frase «ellos todavía no lo creían» significa que ellos no eran todavía capaces de creer. De manera parecida en Mc 16, 11: «y cuando ellos supieron que él estaba vivo, y que ella le había visto, no lo creyerom>, es decir, no fueron capaces de creerlo. Así, pues, como amo'tÉw se usa en relación con el mensaje de la resurrección, así también este mismo verbo suele usarse generalmente para referirse a la incredulidad en relación con el mensaje de la salvación. Esto sucede en Hech 28, 24, donde se dice de la predicación de Pablo que algunos se dejaron

364 convencer por sus palabras, pero se dice también que «los demás no creían» (~nLo'touv), es decir, seguían sin creer. De manera semejante, en Mc 16, 16: «á OE amo't~oa¡; xa'taxQd}~o€'taL, «el que no crea [= el que siga sin creer] será condenado», vemos que la incredulidad se define (por el precedente mandato de misionar) como la incredulidad en relación con el evangelio. En 1 Pe 2, 7 el participio amo'tOuvn:¡; designa a los increyentes entendiendo por tales los que no son cristianos. Se ve aquí claramente el desarrollo de la manera de expresarse que se produjo en el terreno cristiano, desarrollo que se hace todavía más patente cuando amo'to¡; (--> 4.b.2) se convierte en manera fija de designar a los no cristianos. 3. En el caso de amo'tLa encontramos igualmente los dos significados: a) infidelidad y b) incredulidad (o «falta de fe»). a) ammLa, indudablemente, significa infidelidad en Rom 3, 3, como se ve a las claras por la contraposición entre nLOn¡; 'tov {}cov y lo que sigue en el v. 4: la infidelidad de ellos no puede anular la fidelidad de Dios (--> 2.a). Numerosos ejemplos de fuera del NT confirman este uso de amer'tLa (Josefo, Bell 1, 268; III, 349; Filón, Fug 152; Decal 172; Jenofonte, An n, 5, 21 Y passim). b) Incredulidad. 1) amerúa designa en primer lugar, en sentido técnico, el rechazo, la no aceptación del mensaje de la salvación. Los judíos, que eran ramas del olivo, fueron desgajadas de él 'tñ amo'tL<;t, «por (su) incredulidad», porque rechazaron el evangelio (Rom 11, 20; sobre el dativo de causa cf. BlaB-Debrunner § 196, 1); pueden ser injertados de nuevo en él, si no persisten en su incredulidad, en su rechazo del evangelio (11, 23). Según 1 Tim 1, 13 Pablo persiguió a la Iglesia EV amer'tL<;t, «mientras era todavía incrédulm>. 2) amer'tLa tiene un significado algo diferente en Mc 16, 14: <
365 habían creído a los que le habían visto después de haber resucitado». Aquí amo'tLa es ante todo la incapacidad y la indisposición para creer en vista de lo improbable de una noticia, pero al mismo tiempo entraña una valoración negativa al ser equiparada con --> erxA,llQoxaQoLa. 3) La comprensión de amer'tLa en Rom 4, 20 está determinada enteramente por el contexto en el que Pablo trata de exponer mediante el ejemplo de Abrahán la idea de la fe justificante. La fe gracias a la cual Abrahán fue declarado justo, se mostró en el hecho de que «no dudó incrédulamente (ou ou,xQW1] 'tñ anw'tL<;t) de la promesa de Dios», no debilitándose en la fe al ver que su cuerpo estaba como muerto (4, 19), sino creyendo en Dios que resucita a los muertos (4, 17). Creyó, pues, en la palabra de Dios y aceptó fielmente su promesa. amer'tLa significa, por tanto, el hecho de dudar, de poner en tela de juicio y de no tomar en serio la promesa de Dios, en vista de experiencias que parecen indicar lo contrario. 4) En Mc 6, 6 se dice que Jesús «se maravilló de la incredulidad de ellos». amerúa es aquí el rechazo que Jesús experimenta, cuando las gentes de Nazaret se niegan a reconocerle, porque conocían muy bien sus orígenes (EoxaVOaA,L~ov'tO EV au'tq:" v. 3). En su versión, Mateo (13, 58) hizo una modificación característica: mientras que Mc 6, 5 refiere que Jesús no podía realizar allí actos de poder, Mateo elimina esta aparente limitación del poder de Jesús y acentúa la conexión entre la fe y el milagro: a causa de la incredulidad de ellos, Jesús no hizo allí sino unos pocos milagros. Así como la fe recibe el milagro como respuesta a la oración, así -por otro ladose rehúsa hacer el milagro cuando se encuentra falta de fe. 5) La conexión entre la fe y el milagro aparece también en el clamor del padre en Mc 9, 24: «¡Creo, pero ayuda a mi incredulidad!» Esta afirmación paradójica acerca de la fe increyente muestra la incipiente reflexión acerca de la fe y la duda: trata de proteger a la fe

366 contra el malentendido de que lo que importa más que nada es una gran fe, como si la fe fuera una obra realizada por la persona. La fe no existe nunca sino en la lucha con la falta de fe y con la duda (cf. G. Barth: ZThK 72 [1975] 269-292). 6) amerúa tiene un matiz diferente en la Carta a los hebreos. En 3, 12 el autor advierte a los lectores que no ha de haber en ninguno de ellos una xaQoLa nov'I1Qu amo'tLa¡;, «un corazón malo e incrédulm>; eso sería apartarse del Dios vivo. Después de mencionar el pecado y la rebelión de la generación del desierto, el v. 19 afirma que los israelitas, a causa de su incredulidad, no pudieron entrar en el descanso prometido. La fe significa retener firmemente hasta el fin el principio de la --> únóer'taCJL¡; (3, 14): es la actitud de la paciencia y de la perseverancia en el camino hacia el descanso prometido. Cansarse y quedarse rezagado en esta peregrinación (4, 1) es amerúa. Puesto que --> nLOn¡; es aquí una actitud y una virtud, a la amerúa se la puede designar expresamente como nov'I1Qá (3, 12). 4. También en el caso de amcJ'to¡; se encuentran dos significados: a) increíble y b) incrédulo. a) El primero aparece en Hech 26, 8: 'tL anw'tov XQLV€'taL naQ' Ú¡.tLV, «¿por qué se considera increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos?»; anw'to¡; aparece también con este sentido en Filón, Ebr 205, y en Josefo, Ant XIV, 31; XVIII, 76. b) Mucho más frecuente y característico es el uso de amer'to¡; en el sentido de incrédulo. 1) En Jn 20, 27 se dice en relación con el mensaje de pascua: «¡no seas incrédulo (¡.ti¡ yLVOU amer'tO¡;), sino creyente!». Según Mc 9, 19 Jesús se queja de la yEVEU amo'tO¡;, de la «generación incrédulm>; su incredulidad consiste en su desconfianza o en su confianza insuficiente en la misión y la autoridad de Jesús. Es significativo que en Mt 17, 17 Y Lc 9, 41 esta queja se amplíe con ecos tomados de

368

367 Dt 32, 5 (cf. Flp 2, 15), Y se hable de «generación incrédula y perversa» (6LWtQallIlÉv11): semejante incredulidad es una falta moral. 2) Frecuentísimamente se habla de OL amatOL como denominación fija de los no cristianos, de los de fuera que no pertenecen a la comunidad. Y así se le llama en 1 Cor 7, 12.13.14 al cónyuge no cristiano; en 10,27 se habla de la invitación recibida de alguien que no es cristiano; en 6, 6, se menciona el hecho de acudir a los tribunales de los «incrédulos», es decir, a los tribunales paganos; en 14, 22. 23.24 se habla del no cristiano que entra en un acto de culto cristiano (por eso aparece aquí este término junto al de --> t6LÓlt11e;). De manera parecida se habla en 2 Cor 6, 14s; 1 Tim 5,8; Ap 21, 8; MartPol16, 1. En 2 Cor 4, 4 los amatOL se equiparan con los a:n:oA.A.'ÚIlEVOL; la mejor manera de traducir esta frase, un poco difícil, es la siguiente: el evangelio está velado para los que se pierden, «para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo ha cegado el entendimiento». Este uso de amatOL como manera fija de llamar a los no cristianos es aún más sorprendente, si observamos que no sólo apareció en época muy temprana y se difundió extensamente, sino que además no tiene paralelos fuera de los escritos cristianos. Desde luego, el concepto de :n:LatLe; desempeña un papel central en la interpretación que hace Filón de las relaciones con Dios en el AT, pero en ninguna parte se llama OL a:n:wtOL a los gentiles, a los que no pertenecen a la comunidad religiosa judía. Por el contrario, el hecho de que en el NT, en época relativamente temprana, se llame constantemente OL a:n:WtOL a los no cristianos es prueba no sólo de la poderosa influencia que el cristianismo primitivo ejerció sobre la formación del lenguaje, sino también del grado en que se veía que la esencia de la propia religión estaba determinada por la :n:LatLe;. 3) De ahí no hay más que un paso para llamar a:n:wtOe; a los falsos maestros. Y, así, vemos que se llama claramente por este nombre a los maestros de herejías gnósticas en Ign-

Tral 10, 1; IgnEsm 2, 1; 5, 3; cf. IgnMagn 5, 2. En el NT, los «incrédulos» de Tit 1, 15 son también, evidentemente, los maestros de herejías. Asimismo, es posible que 2 Cor 4, 4 se refiera también polémicamente a los adversarios que había en Corinto. 4) Otro paso ulterior conduce a que a:n:wtOe; adquiera el significado secundario de vicioso y malvado. Y, así, en 2 Cor 6, 14s, encontramos a:n:wtOL junto a términos como avollía, axótOe; y el:bwAOV. En 1 Tim 5, 8 Y Tit 1, 15, a los incrédulos se los caracteriza cOmo moralmente degenerados. Es significativo que se los mencione en 2 Cor 6, 14s y Ap 21, 8 en un catálogo de vicios (cf. también a:n:wtLa en Herm [s] 9, 15, 3). Desde luego, amatOe; y amatLa aparecen también en Filón Conf 48 y Sab 14, 25 en el marco de un catálogo de vicios, pero en él tienen el sentido de «infiel» e «infidelidad». amatOe; con el sentido de de incrédulo no aparece por vez primera sino en textos cristianos. 5) Finalmente, los incrédulos serán condenados en el juicio. Así se dice en 2 Clem 12, 46 Y probablemente también en Lc 12, 46 Y Ap 41, 8. En Lc 12,46 se dice: «y le asignará un lugar con los incrédulos». El paralelo de Mt 24, 51 tiene la forma (posiblemente más antigua) llEta twv Ú:n:OXQLtWV, y con ello hace ver claramente que aquí se trata en general de los que son condenados en el juicio, y que lo de amatOL (en contraste con 12, 42: matÓc;, «fiel») no se refiere a los que han sido infieles, sino que debe entenderse en el sentido de incrédulos, no cristianos. La manera general de hablar del NT, según la cual los amatOL son los incrédulos, los no cristianos, así como también la especial referencia que se hace al juicio final, aboga porque también en Ap 21, 8 amatOL se traduzca por incrédulos (no por: los que no han sido fieles). G.Barth

a:n:UJtí,a, a~, dulidad --> amatÉw.

tí apistia infidelidad, incre-

369

370

ant(Jto~, 2 apistos increíble, incrédulo -->

amatÉw.

ánJ.ótlJ~, lJto~, tí haplotes sencillez, pureza, sinceridad* áJtAOVe;, 3 haplous sencillo, puro* Bibl.: Amstutz, J., APLOTES (Theophaneia 19), Bonn 1968; H. Bacht, Einfalt, en RAC IV, 821-840; O. Bauernfeind, ó'nf..oiíC;, ó'nM'tl]C;, en ThWNT 1, 385s; G. Baumbach, Das Verstiindnis des Bosen in den synopt. Evv., Berlin 1963, 77-79; M. Dibelius-H. Greeven, Der Brief des Jakobus (KEK), Gottingen "1964, 106s; C. Edlund, Das Auge der Einfalt, Kopenhagen 1952; J. Jeremias, Las parábolas de Jesús, Estella '1987, 199s); Schu1tz, Q, 468-470; C. Spicq, La vertu de la simplicité dans l'Anden et le Nouveau Testa· ment: RSPhTh 22 (1933) 1-26.

1. En el griego de la Koiné a:n:Mt11C; y los correspondientes términos a:n:Ao'ÚC; y a:n:Awc; tienen un espectro de significados relativamente amplio. La significación fundamental es sencillez o integridad; puede traducirse adecuadamente a nuestra lengua por pureza (puro = no mezclado con nada). En un uso más especializado, á:n:Aót11C; tiene una connotación negativa de ingenua simplicidad (por ejemplo, Filón, VitMos 1, 172; Josefo, Bell 1, 111; V, 529) o una valoración positiva de rectitud, sinceridad y asimismo de «bondad sencilla que se entrega sin reservas» (de esta manera piensan, entre otros, Bauer, W6rterbuch, s. v.; Bauerfeind; Dibelius-Greeven; piensa de manera distinta, entre otros, Amstutz, 111 y passim). Sobre el uso (cada vez más frecuente) de este grupo de palabras en los escritos del judaísmo primitivo y del cristianismo primitivo, nos ofrecen información Edlund 51ss; Baumbach, 77ss; Amstutz, 13ss y 116ss. En los Testamentos de los Doce Patriarcas (TestXII), á:n:Aó't11C; se convierte en un concepto central de la instrucción ética: lo mismo que Dios y que su ley, lo bueno es absolutamente sencillo e indivisible. Además del Testamento de Aser (TestAs) y del Testamento de Benjamín (TestBen), cf. especialmente el Testamento de Isacar (Testls), donde el hablante se designa a sí mismo como representante de la á:n:Aó't11C; y «realiza» así en su persona diversos matices positivos del significado de este término: cf. Testls 4,

1; a diferencia de lo que se dice en 3, 8 (la simplicidad en dar y la generosidad) y en 3, 3 (la rectitud). 2. a) El sustantivo aparece únicamente en el Corpus Paulinum; 6 de las 8 veces que aparece, se encuentra en un contexto claramente marcado por intereses parenéticos, y todas las veces que el sustantivo aparece se halla en contextos tópicos (Amstutz, 96ss). En 2 Cor 1, 12 Pablo caracteriza su conducta hacia la Iglesia: él se comporta con ella «no en sabiduría carnal», es decir, no por motivos nada honrados, sino con sinceridad (así el NTG'6) y pureza, ajustándose a la norma de Dios. En 11,3 Pablo expresa el temor de que los corintios se dejen seducir -como antaño fue seducida Eva por la serpiente- «y de esta manera se aparten de una sincera y pura devoción a Cristo». En las tablas de deberes domésticos (Col 3, 22; Ef 6, 5) se pide a los esclavos cristianos que obedezcan a sus amos, «no para que os vean, como los que sólo agradan a los hombres, sino con sencillez de corazón», es decir, de todo corazón y sin reservas. Pablo, al recomendar la colecta en favor de la comunidad primitiva, emplea 3 veces a:n:Mt11C;. En 2 Cor 9, 13, este término describe la disposición de los corintios, que los movió eficazmente a prestar ayuda a otros. Y esta disposición es la sinceridad y la solidaridad en las relaciones de unos con otros. En 8, 2 Y 9, 11, este término se refiere a la grandeza del don y significa, por tanto, bondad sencilla. Lo mismo vemos en Rom 12, 8: aquel a quien se ha concedido el carisma de dar donativos en ayuda de los demás, debe ejercitarlo con sencilla objetividad, sin buscar el provecho propio o que le hagan objeto de preferencias. Dios da también --> a:n:AwC; (Sant 1,5; el adverbio aparece únicamente en este pasaje), es decir, o bien generosamente (V g: affluenter), o bien (más probablemente) -teniendo en cuenta el contexto y diversos paralelos (cf. especialmente Herm [m] 2,4)- con pensamientos puros, sin segundas intenciones (Codex Corbeiensis: simpliciter).

372

371 b) El adjetivo aparece en la enigmática sentencia sapiencial acerca del ojo (Mt 6, 22s. par. Lc 11, 34). La sentencia se basa en la imagen, basada en las concepciones hebraicas y arameas, acerca del «ojo bueno» y del «ojo malo» (es decir, envidioso). El griego no traduce literalmente esta imagen, pero la interpreta acertadamente mediante los términos áltAOlí¡;; y ltovf]QÓ¡;;; cf. TestIs 3, 3: áltAOÚ¡;; significa aquí puro, bondadoso (Amstutz, 101s: «no envidioso»). Por ser un imperativo ético, acentuado especialmente por Mateo, la imagen describe una tajante alternativa: o una cosa u otra, es decir, Dios exige áltAÓTf]¡;;, reclama la voluntad del hombre en su totalidad. T. Schramm

á3tAOií¡;, 3 haplous simple, sincero ---+

áltAóTf]¡;;.

á3tAm¡; haplos (adv.) sencillamente, sinceramente* Sant 1, 5 refiriéndose a que hay que dar sin segundas intenciones. M. Dibelius y H. Greeven, Der Brief des Jakobus (KEK), 76s: «sin poner dificultades» (así piensa también O. Bauerfeind: ThWNT 1, 385); H. Riesenfeld, en CNeot 11 (1944) 33-41: «sin reservas». ---+ áltAóTf]¡;; 2.a.

U3tÓ apo con genitivo de, desde (con indicación de origen) 1. Empleo en el NT - 2. Sentido local - 3. Sentido temporal- 4. Sentidos figurados - 5. En frases hechas.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, S.V.; BlaB-Debrunner § 209-211; K. Dieterich: Indogerman Forschgn. 24 (1909) 93-158; Kühner, Grammatik II/I, 456-459; G. Kuhring, De preaepositionum Graecarum in chartis Aegyptiis usu, Bonn 1906; Liddell-Scott, S.V.; B. Moreux, Sens non marqué el sens marqué: CotÓ et bt en prose attique: Bulletin de la Societé Linguistique 74 (1979) 267-269; Radermacher, Grammatik, 235 (Indice).

1. cmó (que rige siempre genitivo) aparece unas 645 veces, distribuidas de manera casi uniforme entre los escritos del NT. Se halla,

por tanto; en el séptimo lugar en cuanto a la frecuencia del uso de vocablos (Morgenthaler, Statistik, 160). Ahora bien, en su empleo como prefijo, cmó aparece combinada con unos 97 verbos distintos (Morgenthaler, 160) y ocupa el quinto lugar en cuanto a la frecuencia del uso de preposiciones (después de oúv, EltL, xaTá y Ex/fs). Además, cmó aparece como prefijo en combinación con otros prefijos preposicionales (Morgenthaler, 161) Y en combinación con numerosos sustantivos. altO con genitivo expresa originalmente la idea de separación con respecto a una persona, un objeto o un lugar. De este significado original se desarrollaron otros significados. En el NT altO sustituye también a las preposiciones áticas E'X, ltuQá y Últo. Por ejemplo, el tercer evangelista tomó de Marcos en 17 casos la preposición E'X!El;, pero la sustituyó 8 veces por alto. Aparte de esto, altO desempeña en el NT la función del antiguo genitivo partitivo (cf. Mayser 348). 2. Sentido local: a) con verbos que 1) denotan movimiento y frecuentemente con los que tienen altÓ como prefijo verbal; con verbos que expresan separación de un lugar; con verbos que hablan de separación en un sentido amplio (entre ellos, Mt 4, 12: resucitado de entre los muertos [Marcos tiene la preposición E'X]). 2) También con verbos que significan avergonzarse, guardarse de u ocultar algo, mantener algo en secreto. En este caso, la persona o cosa de la que uno se guarda, a la que se oculta algo, etc., va introducida por altó. b) altÓ se encuentra en frases expresivas, que no se hallan atestiguadas directamente en la lengua clásica (BlaB-Debrunner § 211, 2): f,tETaVOELV altO Tfj¡;; XaXLa¡;;, arrepentirse de la maldad (Hech 8, 22; cf. Jer 8, 6 LXX); avá{}Ef,ta ELvm altO ,;olí XOLo,;olí, ser separado de Cristo por una maldición (Rom 9,3); ep{}EiQw{}m altO Tfj¡;; áltMTf],;o¡;;, ser separados de la sinceridad (actualmente existente) para caer en la perdición (2 Cor 11, 3); alto{}v!Ío'XELV altÓ, por la muerte llegar a ser libres de (Col 2, 20).

373

c) altÓ haciendo las veces del genitivo de separación (así aparece ya en Herodoto VI, 27; Tucídides VII, 87, 6; PapPetrie I1I, 11.20; cf. además Moulton-Milligan, s.v.): ¿cuál de los dos? (Mt 27,21); un hombre de (Mc: EX) la multitud (Lc 9, 38; cf. Lc 19, 39); Aaf,t~ávELV altO T&V xaQlt&v, recibir su parte de los frutos (Mc 12, 2); altO Tolí ltVEúf,taTÓ¡;; f,tou, de mi espíritu (Hech 2, 17.18; cf. JI 3, 1.2 LXX); Ta altO ,;olí ltAOLOU, las partes de la nave, los restos de la nave (Hech 27, 44). Refiriéndose también a los alimentos de los que uno come (Mc 7, 28 par. Mt 15, 27; Lc 16, 21). En términos parecidos en Lc 22, 18: beber del fruto de la vid (Mc 14,25: EX). d) Para referirse al punto de partida: de, desde. Mc 8, 11: una señal del cielo (a diferencia de Mt 16, 1; Lc 11, 16); Mc 15, 38 par. Mt 27,51: de arriba abajo; Mt 23,34: de una ciudad a otra; Mt 24, 21: alt' aXQwv ovoav&v, de un extremo (al otro) del cielo (cf. Mc 13, 27); Lc 24, 47: comenzando por Jerusalén, comenzando en Jerusalén; 1 Tes 1, 8: saliendo de vosotros (ha resonado la palabra del Señor); Ap 21, 13: altO ~oQQa ... altO vó,;ou, al Norte, ... al Sur (cf. Jos 18,5; 19, 34; 1 Re 14,5). e) Para designar la distancia, por ejemplo f,taXQ(lv altO, lejos de (Mt 8, 30; Lc 7, 6) Y altO ---+ f,taxQó{}Ev, a gran distancia (Mc 14, 54; 15, 40; Lc 16, 23). En Jn 11, 18: w¡;; altO oTabLwv 6EXaltÉVTE, como a unos 15 estadios (de distancia); de manera parecida en Jn 21,8: a unos 200 codos (de distancia); Ap 14, 20: a unos 1600 estadios (de distancia). Es un hebraísmo altO ltQooómou (expresión correspondiente al hebreo mipne), desde alguien, desde la presencia de alguien (cf. Gén 16, 6; Jdt 2, 14; 1 Mac 5, 34; Jer 4, 26; Eclo 21, 2): Hech 3, 20; 5, 41; 7, 45; 2 Tes 1,9 (Is 2,10.19.21); Ap 12, 14 (BlaB-Debrunner § 217, 1).

altO

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12, 1, oL altO Tfj¡;; h'XAf]OLa¡;; designa a los que son miembros de la comunidad; de manera parecida en 15, 5. Para indicar el material del que está hecho algo: Mt 3, 4, de pelo de camello (cf. Herodoto VII, 65). 3. Sentido temporal: a partir de, desde: a) Para referirse a un momento del pasado en que comenzó una actividad o un estado: Mt 9, 22, desde aquella hora; 22, 46, desde ese día; Lc 2, 36, siete años desde su virginidad (es decir, siete años después de haber contraído matrimonio); 8, 43, desde hacía doce años; Hech 23, 23, desde la hora tercera de la noche; Rom 1,20, desde la creación del mundo; 2 Cor 8, 10, desde el año pasado; cf. además las expresiones alto,;olí ---+ vlív, altO ---+ TÓTE, alt' ---+ aQTL. b) En las expresiones abreviadas aep' ~¡;; y aep' oú, desde, habiendo que suplir siempre wQa¡;;/~f,tÉoa¡;; (Lc 7, 45; Hech 24, 11; 2 Pe 3, 4 [cf. Col 1, 6.9]), Y aep' Oú, desde que (Lc 13,7.25; 24, 21; Hech 16, 18). c) Para indicar un límite en el tiempo, a partir del cual se cuenta hacia atrás o hacia adelante: desde (- hasta): Mt 11, 12; 27, 45; Hech 10,30; Rom 5, 14; Flp 1,5).

---+

f) Origen, procedencia: de, desde (BlaBDebrunner § 209, 3s): Mt 3, 13, de Galilea' Jn 3, 2, (venido) de Dios; Jn 1,44, de Betsaida. También en Mt 4,25; 21, 11; Jn 12,21; Hech 2,5; 6, 9; 10,23; 17, 13; Heb 13,24. En Hech

4. Sentidos figurados: a) origen, procedencia: (1) en verbos que significan pedir y desear, para designar con altÓ a la persona de la que se quiere algo (Mt 5, 42; Lc 11, 51; 12, 20; 1 Tes 2, 6); (2) con verbos de percepción, para indicar en quién o en qué se efectúa esa percepción (Mc 13, 28 par. Mt 24, 32, aprender de la higuera; Mt 7, 16, por sus frutos; (3) 2 Cor 3, 18 se refiere al origen (y a la meta): de gloria en gloria. b) Causa: (1) Por medio de altÓ se indica la razón por la que se efectúa algo: Mt 18, 7, a causa de los escándalos (BlaB-Debrunner § 176, 1); Lc 19, 3, a causa de la multitud; Hech 22, 11, a causa del resplandor de la luz; Heb 5, 7, a causa de su piedad (BlaB-Debrunner § 210, 1). (2) El medio por el cual se consigue un efecto, con ayuda de, con: Ap 18, 15

375

376

anó - anoyºa
(cf. Lc 15, 16 A Koiné, con las algarrobas). (3) El motivo, por: Mt 13, 44, por la alegría; Lc 22, 45, por la angustia; Hech 2, 14, por el temor. (4) El que es causa de aquello de lo que habla el verbo: Mt 12, 38, una señal que venga de tí; Lc 22, 71, ano mil o'tó¡.tm;o~, de su (propia) boca (15 veces en la LXX; BlaB-Debrunner § 217, 3); Hech 32, 31; 1 Cor 11, 23; refiriéndose a una causa más remota: Gál 1, 1, de (parte de) hombres; 2 Cor 3, 18, ano XUQlOU nVE'Ú¡.tum~, por el Señor del Espíritu; en fórmulas de saludo: la paz que procede de Dios (Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3 Y passím, y, correspondientemente, en la forma singularísima deAp 1,4). (5) acp' Éuumil (-wv),por iniciativa propia (Lc 12, 57; 2 Cor 3, 5; frecuente en Jn [5, 19.30 etc.]). (6) Complemento agente: en la voz pasiva y en verbos con sentido pasivo, el habitual 'Únó que introduce al complemento agente es sustituido a veces por anó (sobre el uso clásico cf. Kühner II/1, 475s): Lc 8, 43b, ser curada por; Hech 2, 22, acreditado por Dios; 4, 36; 15,4; 20, 9. c) Para indicar el punto inicial de una serie: Mt 2, 16; Lc 24, 27; Jds 14. A veces se indica también el punto final de la serie (introducido por 1!w~): Mt 1, 17; 23, 35; Hech 8,10. 5. Frases o expresiones fijas como ano ¡.téQou~,parcial (Rom 11, 25; 15, 15.24; 2 Cor 1, 14; 2, 5); CUtO ¡.tLii~, a una, unánimemente (Lc 14, 18; ¿un arameísmo?, cf. Bauer, s.v. anó VI); ano 'twv XUQ6LWV, de corazón (Mt 18,35); an' avorfrEv, de lo alto (Mc 15,38). G. Schneider an:o~aLvro apobaino irse, desembarcar,

conducir a* En Lc 5, 2 Y Jn 21, 9: desembarcar; en Lc 21, 13 Y Flp 1, 19 (Job 13, 16) se usa en sentido figurado. an:o~áJ.J.ro apoballo arrojar, despojarse*

Mc 10, 50: arrojar el manto; Heb 10, 35 como exhortación: «¡No desechéis vuestra nUQQl]olU!».

an:o~J.Én:ro apoblepo mirar a*

Heb 11, 26: Moisés «tenía la mirada puesta en la recompensa (celestial)>>; cf. Josefo, Bell 11 311; Ant XX, 6l. an:ó~J.l)'to;, 2 apobletos rechazado*

En 1 Tim 4, 4 dícese de las cosas creadas: son buenas (xuM~, Gén 1, 31), no aJtó~Al]­ m~ (no rechazadas por Dios). an:o~oJ.Í),

tí;,

'Í) apobole pérdida, rechazo* Hech 27, 22: aJto~oA~ '\jJuxfj~, refiriéndose a la pérdida de la vida; Rom 11, 15, refiriéndose al rechazo de los judíos por Dios.

an:oYLvO"at apoginomai morir* 1 Pe 2, 24: La¡:~ á¡.tUQ'tlat~ aJtoYEvó¡.tEVOL, muertos a los pecados (cf. Rom 6, 11). ThWNT 1, 685.

an:oYQaqJÍ), tí;, 'Í) apographe lista, registro, censo* aJtoYQácpw apograpM inscribir en una lista, registrar (en un censo)* 1. Aparición de estos términos en el NT - 2. Uso helenístico - 3. El censo en Lc 2 - 4. Heb 12,23.

Bibl.: P. W. Barnett, UJWYQullllÍ and unoYQálllwin Luke 2, 1-5: ET 85 (1973-1974) 377-380; Bauer, Worterbuch s. V.; H. Braunert, Der romische provinzialzensus und der Schiitzungsbericht des LkEv.: Hist. 6 (1957) 192-214 (cf. además, E. Haenchen, Apostelgeschichte [KEK], Gottingen '1977, 247); J. Ernst, Das Ev. nach Lk (RNT), Regensburg 1976, 101104; W. Grundmann, Das Ev. nach Lk (ThHK), Berlin 1961, 76-79; H. U. Instinsky, Das Jahr der Geburt Christi, München 1957; U. Kellermann, Gottes neuer Mensch. Exegetische Meditation der Weihnachtsgeschichte, Neukirchen-Vluyn 1978,27-32; E. Klostermann, Das Lk-Ev. (HNT), Tübingen'1929, 32-34; G. M. Lee, The Census in Luke: CQR 167 (1966) 431436; Liddell-Scott s.v.; H. R. Moehring, The Census in Luke as an Apologetic Device, en FS Wikgren, 144160; G. Ogg, The Quirinius Question To-day: ET 79 (1967-1968) 231-236; Preisigke, Worterbuch 1, 170173; Suppl. r, 30; A. Schalit, Konig Herodes, Berlin 1969, 265-278; W. Schmithals, Die Weihnachtsgeschichte Lk 2, 1-10, en FS Fuchs, 281-297; Schürer 1, 508-543 (Schürer, Historia r, 515-550); H. Schür{tal

378

377 mann, Das Lukasevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969,98-101; E. Stauffer, Die Dauer des Census Augusti, en FS E. Klostermann, Berlin 1961, 9-34; T. P. Wiseman, «There went out a Decree from Caesar Augustus... »: NTS 33 (1987) 479s.

l. aJtoYQucp~ aparece 2 veces en el NT (Lc 2, 2; Hech 5, 27); el verbo, 4 veces (Lc 2, l.3.5; Heb 12,23). En Lc 2, lss el término designa una medida fiscal adoptada por la administración romana (un censo) para la recaudación de impuestos. 2. aJtoYQucp~ se halla atestiguado desde Lisias y Platón, y aparece también en las inscripciones y en la LXX; es un término técnico del lenguaje jurídico y administrativo de la lengua ática y luego de la lengua helenística (como se ve en los papiros). El verbo lo encontramos (desde Herodoto) con los significados correspondientes y con la misma difusión; es especialmente frecuente en voz media: (hacerse) inscribir en una lista, informar presentando una anoYQucp~. 3. El censo (o empadronamiento) mencionado en Lc 2 no tuvo lugar, desde luego, en el año del nacimiento de Jesús (por aquel entonces P. Sulpicio Quirinio no era gobernador de Siria), sino que se realizó únicamente en el año 6/7 p.e., una vez depuesto Arquelao e incorporada Judea a la provincia de Siria (Josefo, Ant XVII, 355; XVIII, 15). Para Judea fue la primera medida de esta índole, por lo cual dejó un recuerdo imborrable en la memoria. Censos parecidos, realizados a base de declaraciones de bienes hechas por escrito o verbalmente, entre los habitantes de las provincias (no entre los ciudadanos romanos) y repetidos con mayor o menor regularidad, pero limitados siempre a determinadas regiones, los conocemos también con referencia a otras provincias (Brauner, 196ss), por ejemplo, Galia, Lusitania y Egipto, habiendo podido influir sus procedimientos censales en el relato de Lc 2, 1-5 (cf. el edicto de censo en PapLondon III, 904 [104 p.C.]). La conexión de aquel censo de Siria con el nacimiento de Jesús y la ampliación de este censo provincial a la categoría de un empadronamiento realizado en todo el imperio (Lc 2, 1) se deben a Lucas. Tan sólo en su concepción de la historia se hallan tan estrechamente vinculadas la historia de Jesús y la del cristianismo con la historia del mundo (cf. Lc 3, 1; Hech 11, 28; 26, 26s).

4. Por contraste, el significado más general del término aparece en Heb 12, 23, así como también en Hen (gr) 98, 7s; Ap Pauli 39s (Tischendorf). En estos lugares aJtoYQácpo¡.tat significa-ser inscrito en una lista que se guarda en el cielo o en «el libro de la vida» (cf. también Lc 10, 20; Flp 4, 3; Ap 3, 5 Y passim). El trasfondo lo constituye una idea muy difundida en el Antiguo Testamento y en la literatura judía posterior (Cf. G. Schrenk, en ThWNT 1, 618s). E. P1ümacher

an:OYQáqJffi apograpM inscribir en una lista --> aJtoYQucp~.

an:obdxvu"t apodeiknymi acreditar, dar a conocer, probar* aJtó6H~L~, EW~, ~ apodeixis prueba* 1. Aparición en el NT y contenidos semánticos 2. ano1\d%vUf.lL - 3. anó1\!Ol~lt;.

1. El verbo aparece 4 veces en el NT. Está compuesto por el verbo --> 6dxvU¡.tL mostrar, señalar y el prefijo aJto-, que aquí designa la terminación o la consecución de un objetivo (Schwyzer, Grammatik 11, 445, 4). De esta manera se llega a los matices de significado como atestiguar (Hech 2, 22; 2 Tes 2, 4), designar (1 Cor 4,9), probar (Hech 25, 7). En el NT el sustantivo aparece únicamente en 1 Cor 2, 4, donde significa prueba. 2. En el discurso de Pedro en Hech 2, 22 se habla de Jesús como de «un varón acreditado!confirmado por Dios entre vosotros con actos de poder, milagros y señales, que Dios hizo en medio vuestro a través de él». Sobre el empleo del verbo ano6dxvu¡.tL cf. Est 3, 13c. La frase suena a arcaica (M. Dibelius, Aufsatze zur Apostelgeschichte, Gottingen 1951, 142). La cristología que en ella aparece, enlaza con la idea del profeta escatológico que es acreditado por Dios (Hahn, Hoheitstitel, 388). Los milagros de Jesús se consideran como los ac-

379 tos de un Carismático que ha sido dotado por Dios con poderes (Hahn, 392), más aún, como los actos mismos de Dios (sobre esta perspectiva «subordinacionista» de la cristología de Lucas cf. Hech 2, 36; H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974,247). Muy cerca del significado de atestiguar se encuentra el de proclamar (PapOxy VII, 1021, 5ss, en Moulton-Milligan, 60). Este significado se halla detrás del uso de a:n:ooElxv1J!-tL en 2 Tes 2, 4c: el anticristo se asienta en el templo de Dios y <<proclama (atestigua) que él es Dios» (sobre el tema cf. Ez 28, 2; Sib V, 33; Martls 4, 6; sobre el anticristo como «Hijo de Dios» cf. Did 16, 4; ApEsd [gr] 4, 27). Con frecuencia se usa a:n:06dxv1J!-1.l en el sentido de atestiguar, nombrar, designar. Mientras que esto se refiere generalmente a un «nombramiento» honorífico, por ejemplo, a un nombramiento como rey (el sujeto de la acción es Dios: Josefo, Ant VII, 338; XI, 3; cf. también VI, 35) o como supervisor (Dan 2, 48 LXX; Josefo, Ant VIII, 162), vemos que Pablo en 1 Cor 4, 9 observa en sí y en sus colaboradores Silvano y Timoteo (cf. 1 Tes 1, 1) una clase totalmente diferente de acción divina: «Pienso que Dios nos ha asignado a nosotros los apóstoles el último lugar (--+ EoXa'to~), como a sentenciados a muerte (--+ €:n:L'fraVá'tLO~)>>. Los apóstoles experimentan ya en sí mismos la inversión escatológica de la primacíajerárquica (Mc 10, 31; Lc 13,30); participan en el destino de sufrimiento y muerte de Jesús, y precisamente así testifican con su actividad el poder de la vida (~Ú)'lí) de Jesús para vencer a la muerte (l Cor 4, 10-13; 2 Cor 4,7-12; 6,4-10). En el lenguaje jurídico, a:n:ooElxv1J!-1.l se usa con el sentido técnico de probar (PapLondon 904, 84 en Moulton-Milligan, 60; cf. 4 Mac 1, 8); así sucede también en Hech 25, 7 en una escena de juicio que se halla simplemente esbozada: «y cuando él (= Pablo) llegó, los judíos que habían descendido de Jerusalén se pusieron a su alrededor, presentando contra él muchas y graves acusaciones (at'tLW!-1.a) que no podían probar».

380 3. Pablo utiliza el sustantivo a:n:óOEl~l~ en el sentido de prueba, demostración: «y ni mis palabras ni mi predicación (--+ xtjQ1JY!-1.a) fueron con palabras persuasivas (:n:w'}ó~) de sabiduría (--+ oo> (1 Cor 2, 4). Se discute si Pablo, en esta mirada retrospectiva a su primera predicación, a la que él, teniendo en cuenta que ha alcanzado su objetivo, que es la fe de los corintios (2, 5; cf. 1, 4-7), considera como plenamente convincente, al utilizar ahora el término a:n:ó6el~l~, lo hace únicamente en el sentido general de prueba o demostración (H. Conzelmann, Der erste Korintherbrief[KEK], 72; C. K. Barrett, 1/2 Korintherbrief [BNTC], 65; cf. 3 Mac 4, 20; Filón, VitMos 1, 95 para la contraposición de las dos formas de a:n:óOEl~l~: las declaraciones de oráculos y la a:n:ó6el~l~, mucho más clara, por medio de señales y prodigios) o bien -lo que es mucho más probable- con consciente alusión al uso técnico de la expresión en la retórica antigua (J. WeiB, 1 Korintherbrief [KEK], 50; E. B. AUo, Premiere Epltre aux Corinthiens [EtB], 25; L. Hartman, Some Remarks on 1 Coro 2:1-5: SvEA 39 [1974] 109-120, esp. 116ss). En la retórica antigua, a:n:óC)el~l~, :n:LO'tWOl~ y xa'taoxe1J~ designan la argumentación ordenada, lógica o dialéctica en la parte principal del discurso (H. Hommel-L. Zieg1er, Rhetorik, en Pauly, Lexikon IV, 1396-1414, esp. 1414; cf. Platón, Tim 40e; Aristóteles, EthNic 1, 3, 4; Rhet 1, 1355a 6ss; Quintiliano, InstOrat V, 10, 7 [a:n:óOEl~l~ est evidens probatio]; Epicteto, Diss 1, 24, 8; 4 Mac 3,19). Pablo admite que hubo deficiencias en la actuación retórica y en el arte de persuasión de su predicación inicial, cosa que los críticos corintios habían censurado (cf. 1 Cor 2, 1). El, conscientemente, no hizo uso de esos recursos como ayuda para la predicación del Crucificado (v. 2). Ahora pretende que su predicación tiene una forma especial, no retórica, de a:n:óOEl~l~ que conduce a la persuasión. Esta forma, por contraste con la retórica, no se basa en sabiduría humana (cf. 2, 5), sino en

381

UJtoodXV1JI.u - uJtOOLOW/lL

el poder del Espíritu de Dios (genitivo subjetivo: WeiB, 49; Conzelmann, 55; hendíadis: WeiB, 50; AUo, 25; cf. 1 Tes 1,5) que actúa en su predicación. Una contraposición parecida entre el arte de la elocuencia retórica (OtLVó't'll~ AÓyWV, «elocuencia», o €JtLOtLSL~, «discurso dispuesto según las normas de la retórica») y la predicación, que se propone comunicar el sentido de las Escrituras, la encontramos en Filón, VitCont 31.75 (cf. Platón, Phaedr 260a: oposición entre JteHh,w y uA~{}eLa; Apol 17a-c: oposición entre m{}avw~ y aA~{}tLa, entre palabras bien pulidas y palabras sencillas). G. Dautzenberg

a:n:óbn;t;, 10m;, ÍJ apodeixis prueba, demostración --+ a:n:ooElxv1J!-1.l 1 y 3.

a:n:obExunúm apodekateuo dar el diezmo Lc 18, 12 en la lectura variante de p75 B Sin*, con :n:áv'ta (de todo) como objeto de la acción verbal.

a:n:obEXUTóm apodekatoo dar el diezmo Mt 23, 23 par. Lc 11,42; Lc 18, 12. En el sentido de exigir, recibir el diezmo, en Heb 7, 5 (cf. 1 Sam 8,15.16.17).

a:n:óbEXTO;, 2 apodektos aceptable, agradable* 1 Tim 2, 3; 5, 4, en ambos casos en la expresión: «Esto es ... a:n:ó6exTOv delante de (evw:n:LOv TOÜ) Dios». ThWNT 11,57-59.

a:n:obÉxo,..,at apodechomai acoger (amistosamente)* En el NT aparece únicamente en Lucas-Hechos. En Lc 8,40; 9, 11; Hech 18, 27; 21, 17; 28, 30; IgnEf 1, 1; IgnTral 1, 2: acoger con agrado. Dícese de la aceptación de la «palabra»: Hech 2, 41; del recibimiento respetuoso de Pablo y Bemabé en Jerusalén 15,4 v.l.; del

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reconocimiento elogioso de la administración de Félix por parte de Tértulo: 24, 3. ThWNT 11,54.

a:n:ob1J,..,Ém apodemeo salir de viaje, ausentarse* Mc 12, 1 par. Mt 21, 33/Lc 20, 9; Mt 25, 14.15; Lc 15, 13. 2 Cor 5, 6 D(G): a:n:oo'Y]!-1.oü!-1.ev a:n:o TOÜ X1JQL01J, estamos lejos del Señor.

a:n:ób1J,..,o;, 2 apodemos dícese de quien está de viaje o ausente* Mc 13, 34: aV{}Qw:n:o~ a:n:óo'Y]!-1.o~, un hombre que está de viaje.

a:n:obí,bm,..,t apodidomi dar, devolver, retribuir* l. Empleo y sigJ1ificado del término - 2. Campos referenciales - 3. En contextos éticos - 4. En contextos teológicos. Bibl.: F. Büchsel, aJtooiOúJf!L, en ThWNT n, 170s; H. Braun, Gerichtsgedanke und RechtJertigungslehre bei Paulus (UNT 19), Leipzig 1930,2-11,14-31; J. D. M. Derrett, Law in the New Testament, London 1970, 32-47 (The Unmerciful Servant), 313-337 «
1. Las 48 veces que aparece el verbo se distribuyen entre casi todos los escritos del NT. Falta por completo en Juan. Pablo (5 veces) y la tradición post-paulina (3 veces en las Pastorales) lo emplean raras veces. Por el contrario, es un término favorito de Mateo (18 veces), aunque dos de esas veces proceden de Q (Lc 12, 59 par. Mt 5, 26) Y de Marcos

383

aJtoOtOú.l[tL

(12, 17). Mientras que anoDtDW[lL aparece 10 veces en el material peculiar de Lucas y en Hechos (6 veces en el Evangelio y 4 en Hechos), Mateo emplea el término 16 veces, además de las dos que recibió a través de Q y de Marcos. Y 7 de ellas, en la parábola del rey que ajusta cuentas con sus deudores (Mt 18, 23-35). El compuesto de DtDW[lL formado con anó significa entregar, dar, producir, y también devolver, restituir, y finalmente retribuir. Hay frases hechas como anoDtDw[tL Ctov) Aóyov, dar cuenta (Mt 12, 36; Lc 16,2; Hech 19,40; Heb 13, 7; 1 Pe 4, 5; Rom 14, 12 v.l.), ano6LDW!-lL LOVC:; oQxovc:;, cumplir los juramentos (Mt 5, 33), ano6LDw[tL LO [taQT\JQLoV, dar testimonio (Hech 4, 33). En la voz media, el verbo tiene el significado de vender (Hech 5, 8; 7, 9; Heb 12, 16; cf. Bauer, Worterbuch, s.v. 4; Liddell-Scott, s. v. I1I). 2. anoDtDw[tL se usa en sentido metafórico en Heb 12, 11 (cf. Lev 26, 4 LXX): La disciplina es desagradable, pero finalmente produce «el fruto apacible de la justicia». Según Ap 22, 2, el árbol de la vida (~ÚAOV ~wfjc:;, cf. Gén 2, 9) produce frutos, es decir, la plenitud de la vida (cf. Ez 47, 12). A excepción de estos dos casos, el sujeto de anoMDw[tL es siempre una persona, quien, por ejemplo, devuelve un libro (Lc 4, 20; con Jesús como sujeto), entrega los frutos de la cosecha (Mt 21, 41), paga luego los gastos adicionales (Lc 10,35), restituye 10 defraudado (Lc 19, 8), paga el salario (Mt 20, 8) o cumple con una determinada obligación (Mc 12, 17 par.). La relación entre el sujeto y el objeto de la acción es más personal, cuando el hijo es devuelto a su padre (Lc 9, 42), el marido cumple su deber para con la esposa (l Cor 7, 3), cada uno da al otro 10 que le corresponde (Rom 13, 7: cpóQoc:;, L€AOC:;, cpó~oc:;, LL[tr'¡), cuando se exige a alguien el pago de una deuda (Mt 5, 26 par. Lc 12,59; Mt 18, 23-35; Lc 7, 42), o cuando uno debe devolver a sus padres 10 que ha recibido de ellos (l Tim 5,4).

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Dios es el sujeto, cuando recompensa a las personas (Mt 6, 4.18: en todos los casos xal ó nULr'¡Q <Jov ... anoDw<JEL OOL), y juzga a la gente con arreglo a sus obras (Rom 2, 6; 2 Tim 4, 14). En tres pasajes es Jesús el sujeto: él retribuirá a cada uno según sus actos (Mt 16, 27), recompensará a cada cual (Ap 22, 12), Y en su epifanía entregará (a Pablo) la corona de la justicia (2 Tim 4, 8). 3. El verbo adquiere el sentido de una obligación moral, cuando se trata de la conducta recta y justa o de la devolución de una deduda, como en Mc 12, 17 par. En Mc 12, 17 (Mt 22, 21; Lc 20, 25), la respuesta de Jesús a la pregunta de si es lícito (ESEOLLV;) pagar el tributo al César, adquiere la forma de un imperativo: «¡Dad al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios!». Como la introducción es redaccional (Derret, 314: «una unidad constructa»), como el apotegma debe entenderse como instrucción dada a los discípulos y no como un enunciado acerca de Jesús, y, finalmente, como falta el verbo en el relato que sirve de preparación para el logion, el sentido de aJtoOtOú.l[U (que en Mateo y en Lucas está reforzado con un adverbio y se halla situado enfáticamente al comienzo de la frase) debe entenderse únicamente a base de la respuesta dada por Jesús. La instrucción de Jesús no tiene nada que ver con la moneda como tal, ni se refiere a un emperador ni a un tributo determinado, sino que expresa el mandamiento global: ¡Acatad las disposiciones dadas por las autoridades, y acatad (especialmente) lo que Dios pide de vosotros! A quien tenga autoridad legítima para reclamar algo, hay que darle lo que pide legítimamente. La respuesta de Jesús va más allá del caso particular en el que había que dar una interpretación, y expresa una obligación general. En tres pasajes del NT se expresa con anoDtDW[lL una regla principal de la conducta cristiana: No hay que devolver mal por mal sino hacer el bien a todos (l Tes 5, 15; Rom 12,17; 1 Pe 3, 9 [intensificado el sentido mediante la adición de AOLDOQtuv an!, AOLDoQtac:;]). No hay ninguna regla correspondiente en el AT (Prov 20, 22 es tan sólo una remota analogía). Es verdad que el AT prohíbe devol-

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ver mal por bien (Gén 44,4; Jer 18,20 Ypassim), pero la discusión sobre cómo ha de comportarse uno cuando se enfrenta con el mal, no comienza a abrirse camino sino en el judaísmo rabínico (cf. Billerbeck 1, 368, 370; III, 299); la comunidad de Qurnrán se hallaba también muy lejos de dar una respuesta positi va (según 1QS 1, 4 era «tarea de los miembros de la comunidad amar a todo el que ha sido elegido por Dios, y aborrecer a todo aquel a quien Dios ha rechazado»; cf. también 9,21 y Hen [esl] 50.4). La regla cristiana primitiva recuerda el mandamiento de Jesús de amar a los enemigos (Mt 5, 44.46.47; Lc 6, 27s.32s) y pudo haber tenido su origen en las comunidades helenistas influidas decididamente por Pablo. Según Ap 18, 6 el segundo ángel exige solemnemente: «¡Pagadle tal como ella ha pagado, y devolved el doble según sus obras!». En el juicio, Babilonia recibirá lo que hizo a otros. Se discute quién es el sujeto que efectúa la retribución. Pero seguramente no hay que pensar en el anticristo ni en los siete pequeños reyes del capítulo 17 (porque están de parte de Babilonia), sino en el pueblo de Dios, que por encargo divino ejecutará el juicio. 4. Los textos mencionados antes (--+ 3) han sobrepasado ya en parte el significado puramente ético. La relevancia teológica aparece con especial claridad allá donde cmoDtDw[tL se vincula con la idea del perdón de los pecados y del juicio sobre sobre la humanidad. En Mt 6, 4.6.18 se presenta a Dios como el Padre que ha de recompensar a los discípulos con arreglo a sus obras. Esta idea, tan importante para Mateo, se desarrolla plenamente en la parábola del rey que ajusta cuentas con sus siervos, Mt 18, 23-35 (material peculiar); el motivo de la [taxQo{}v [tta ([luxQo{}v [l€W, vv. 26.29) une dos relatos para formar con ellos una unidad interna. La pregunta acerca de cuántas veces hay que perdonar, aparece ya en Q (Lc 17,4 par. Mt 18, 21s). Mientras que Lucas se contenta con acentuar que hay que perdonar un ilimitado número de veces,

386 Mateo trata de aclarar más esta idea por medio de una parábola. Claro que la parábola tiene un acento un poco distinto; se trata en ella de la retribución (anoDtDW[lL en los vv. 25, 26, 28, 29, 30 Y 34); del perdón (acpL€Vm) no se habla sino en la síntesis redaccional del v. 35. Sobre el trasfondo de la práctica de las finanzas en el ámbito helenista (cf. Derrett, 38), la parábola expresa la idea de que la vida de la Iglesia debe estar determinada por la generosidad y la misericordia, y no por una conducta despiadada basada en reclamación de los derechos legales. Porque en el día del juicio divino, toda persona será llamada a rendir cuentas y será retribuida con arreglo a sus obras (Mt 12, 36; Rom 2, 6; 2 Tim 4, 14 [según Mt 16, 27; 2 Tim 4, 8; Ap 22, 23, Cristo es el que ha de realizar el juicio]). A. Sand

an:o(hoºí,~ffi apodiorizo separar* En Jds 19 el participio de presente designa a aquellos que causan divisiones. ThWNT V, 456s. an:oboXl,..,á~ffi apodokimazo rechazar* Dícese de la «piedra» que es rechazada (Mc 12, 10 par. Mt 21, 42 / Lc 20, 17; 1 Pe 2, 4.7). Con personas como objeto de la acción verbal: el Hijo del hombre (Me 8, 31 par. Lc 9,22; 17,25); Esaú (Heb 12, 17; cf. Gén 27, 30-38). ThWNT n, 259-264.

an:oboXÍI, ijt;,

t1

apodoche aceptación, asentimiento* 1 Tim 1, 15; 4, 9, en la fórmula: «Palabra fiel y digna de ser aceptada totalmente». ThWNT n, 54s; N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974,527-529.

an:ó-3E(Jlt;, Effit;, tí apothesis

la acción de quitar* 1 Pe 3, 21: la acción de quitar 10 sucio (en el bautismo); en 2 Pe 1, 14 dícese eufemísticamente de la muerte: «el abandono de mi cuerpo».

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387

cbtol'hpt1], 1];, 'Í) apotheke granero, almacén* Mt 3,12 par. Lc 3,17; 6, 26; 13,30; Lc 12, 18.24. u:n:ol'}1]aa\JQÍ,~ro apothesaurizo almacenar ->

'frT]oauQóe:;.

u:n:ol'}J.,Í,~ro apothlibO apretar*

En Lc 8, 45 dícese de la muchedumbre (OXAOL) que apretuja a Jesús.

básico de restaurar, volver a poner en el estado primitivo, Ya en la LXX el verbo se usa para referirse a la restauración escatológica de Israel, que volverá a congregarse saliendo de la dispersión en que se encuentra (cf. el anuncio escatológico de la salvación en la profecía de tiempos del destierro: Jer 16, 15; 23, 8; 24, 6; Os 2, 3; 6, 11; 11, 11; Sal 14,7; 85,2; cf" a propósito, D. Preuss, Jahweglaube und Zukunftserwartung, Stuttgart 1968,61 (bibl.).

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2, En el relato sinóptico de la curación, obrada por Jesús en día de sábado, de un hombre que tenía la mano seca (paralizada o lisiada) (Mc 3, 1-6 par.), cmoxa'frioTT][.tL designa la curación de la mano como resultado del mandato dado por Jesús con majestad escatológica: «¡Extiende tu mano!». Oponiéndose a la postura farisaica en el conflicto sobre el sábado, Jesús hace que la Torá vuelva a su sentido salvífico original, a saber, aportar al hombre la salvación de Dios. La restauración de la mano lisiada demuestra y hace patente el nuevo y superior orden salvífico que se ha hecho presente con la venida de Jesús, la aurora del tiempo escatológico de la salvación, que devuelve su profundo sentido al mandamiento del sábado: restaurar al hombre en su integridad como parte que es de la creación de Dios; lo mismo puede verse en 8, 25 (la curación del ciego de Betsaida). Las palabras de Jesús, en el contexto del relato de la transfiguración, «Elías, sí, viene primero y restaura todas las cosas» (Mc 9, 12 par. Mt 17, 11) recoge la idea del Antiguo Testamento y del judaísmo acerca de la función escatológica de Elías (cf, Mal 3, 23s; Eclo 48, 10; 2 Re 2, 11). Elias redivivus, conectado con Juan Bautista por Mateo, lleva a cabo la restauración del pueblo de Dios, prometida en Is 11, 1-12; Jer 12, 14-17; Am 9, 11. A esta idea de la restauración se refiere también la pregunta formulada por los discípulos en Hech 1, 6,

1, El verbo aparece 8 veces en el NT (Mt 12,13; 17, 11; Mc 3, 5; 8,25; 9,12; Lc 6,10; Hech 1, 6; Heb 13, 19). En el NT, lo mismo que en el griego profano, tiene el significado

3. En el contexto del relato de la ascensión (Hech 1,4-12), Jesús promete el derramamiento del Espíritu, y como consecuencia del mismo los discípulos esperan la restauración de Is-

u:n:ol'}vnaxro apothnesko morir ->

'frávawe:;.

u:n:oxal'}Í,at1]!-u, u:n:oxal'}wtúvro apokathistemi, apokathistano restaurar* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Los relatos sinópticos de milagros - 3. La restauración escatológica de Israel (Hech 1, 6) - 4. aJToxa'[¿(O'[aOl~ en Hech 3, 21.

389 rael en el marco de los acontecimientos del fin de los tiempos. Pero Jesús corrige la esperanza de la restauración que se centra en Israel, y llama la atención de sus discípulos sobre la misión universal desde una perspectiva que abarca a todo el mundo. El Resucitado es «el caudillo que conduce a la vida» (Hech 3, 15). Y lo es para todas las naciones. Libera la esperanza de salvación nacional del judaísmo de los estrechos límites en que se hallaba encerrada, y la extiende a todos los pueblos del mundo, 4. an:oxutú'otucn; restauración*. En el NT este término aparece únicamente en Hech 3,21: «A fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, y envíe a Jesús, el Mesías designado para vosotros, a quien el cielo debe recibir hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, acerca de la cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos» (Hech 3, 19-21). Con arreglo al principio judío según el cual: el fin de los tiempos = los tiempos originales, se espera que el Mesías realice el retorno escatológico de las cosas a su estado original, la renovación universal del mundo que restablezca la integridad original de la creación. El Cristo de la parusía efectuará la restauración prometida del universo cósmico, Las especulaciones de Orígenes sobre la «apokatástasis» se ocupan no sólo del retorno del universo a la armonía de un orden global del ser, sino también de la idea de una reconciliación cósmica del universo como destino antropológico de la humanidad (así piensa Fr. Schleiermacher). Pero estas especulaciones encuentran sólo apoyo indirecto en Hech 3, 21. P,-G. Müller

u:n:oxaAú:n:tro apokalypto revelar*

aJtoxáAU't¡JLI;, EWe:;, ~ apokalypsis revelación*

1. Ideas generales sobre la aparición y uso de los términos - 2. El grupo de palabras en la tradición sinóptica - 3. Pablo y el ámbito deuteropaulino - 4. La Carta primera de Pedro - 5. aJTOXáAU'\jJL~ en el Ap 6. La comprensión de la revelación en el NT. Bibl.: O. Betz, Offenbarung und Schriftfórschung in der Qumransekte, Tübingen 1960; M. N. A. Bock-

390 muehl, Revelation and Mystery in Ancient Judaism and Pauline Christianity (WUNT II136), Tübingen 1990; R. Bultmann, Del' Begriff del' Offenbarung im NT, en Bultmann, Clallben III, 1-34; G. Dautzenberg, Urchristliche Prophetie, Stuttgart 1975; H. J. Ekstein, «Denn Cottes Zom wird vom Himmel her offenbar werden». Exegetische Erwiigungen zu Róm 1, 18: ZNW 78 (1987) 74-89; M. D. Goulder, The Apokalypse as an Annual Cycle of Prophecies: NTS 27 (19801981) 342-367; H. Haag-J. Guillet, Révélatioll, en DBS X, 586-618; P. Hoffmann, Die Offenbarung des So/mes: Kairos 12 (1970) 270-288; K. Kertelge, Apokalypsis Jesoll Christou (Cal 1, /2), en FS Schnackenburg, 266-281; D. Lührmann, Das Offenbarungsverstiindnis bei Paulus und in pln Cemeinden, Neukirchen- Vluyn 1965; Id., Die Red. del' LogienquelIe, Neukirchen-Vluyn 1960,60-68,97-100; A. Oepke, aJToxaA1JJTW), aJTOXáAU'\j!l~, en ThWNT III, 565597; A. Polag, Die Christologie der Logienquelle, Neukirchen-Vluyn 1977, 160-162; H. Schulte, Del' Begriff del' Offenbarung im NT, München 1949; Spicq, Notes, Suppl 366-368; P. Stuhlmacher, Das pln Evangeliul11 l, Gtittingen 1968, 76-83; R. E. Sturm, An Exegetical Study (~f Paul's Use of the Words «(lpOkalypt() I apokalypsis», New York 1983; A. Vtigtle, ZUIll Problem del' Herkwjft von «Mt /6, 17-/9», en FS Schmid 1973, 372-393; U. Wilckens, Das OffenbarUllgsverstúndnis in der Ceschichte des Urchristentums, en W. Pannenberg (ed.), Offenbarung als Ceschichte (KuD Beiheft 1), Gottingen 1961, 42-90; C. Westermann-R. Albertz, glh, en DTMAT I, 596-606; H.-Zobel, ga la h, etc., en DTAT I, 1040-1054.

1. Tanto el sustantivo como el verbo aparecen en el NT, y siempre con significado religioso. El pasaje que más se acerca al empleo pagano (raro), que es completamente profano (<<descubrir algo que está oculto»), es el pasaje de Lc 2, 35, un pasaje que corresponde también parcialmente al empleo de los términos en la LXX y -muy significativamentecorresponde también por completo al uso que hace Josefo. Pero aun en este pasaje de Lucas, es el Mesías, puesto como señal, a quien se han de descubrir los pensamientos (malvados) de los hombres (cf. 1 Cor 13, 13; Test Rub 3, 15; TestJos 6, 6; JyA 12, 4). Todo el grupo de palabras no es especialmente frecuente en el NT (aparece un total de 44 veces, de las que 26 corresponden al verbo, y 18 al sustantivo). El grupo de palabras falta en Mc, Hech, Pastorales, Heb, Sant, 2 Pe, 1-3 Jn, Jds; en el Evangelio de Juan aparece únicamente el verbo en una cita de Is 53,

393

391 1 LXX; en el Ap el sustantivo aparece sólo en 1, 1. 2. En la denominada tradición de Q, el verbo aparece en contextos que evidentemente están relacionados los unos con los otros (Mt 10,26 par. y Mt 11,25-27 par.). Mt 10,26 par. utiliza una sentencia apocalíptica (cf. ya Dt 29, 28; luego Hen [et] 51, 3; ApBar [gr] 54, 1ss; cf. G. Bornkamm, ¡tuatlÍQLov, en ThWNT IV, 822) como la base para asentar la confianza que deben tener los que predican; en Mt 12, 25-27 par. esa sentencia constituye el fundamento para los poderes concedidos a los discípulos para predicar. Este último pasaje está compuesto de dos «logia». El primero de ellos habla de ocultar la acción escatológica de Dios a los sabios y desvelarla a los sencillos (cf. ApBar [gr] 54, 4s). El segundo habla de que tal revelación debe efectuarse necesariamente por mediación del Hijo (cf. Hen [et] 48, 7; 62, 7). También aquí aparece claro el trasfondo apocalíptico (cf. especialmente Hoffmann). Ahora bien, anoxuAúntW no se refiere ya tanto a desvelar algo que anteriormente se había ocultado, sino más bien a revelar una realidad que por su misma naturaleza estaba velada. Según Lc 2, 32 (que pertenece seguramente a la tradición judeocristiana de Palestina), el Mesías es la «luz que revela [la realidad de Dios] a los gentiles», un enunciado hímnico formado a base de Is 42, 6s; 49, 9. La idea de que lo que antes se hallaba oculto ha sido desvelado en sentido estrictamente apocalíptico, está presente en Lc 17, 30: el Hijo del hombre, todavía oculto, será revelado por Dios, es decir, será presentado en público. Esta idea que, por vía de la tradición de Q, se remonta a la más antigua tradición, experimentó una alteración característica en Mt 16, 17. Es posible que esta sentencia haya sido elaborada por Mateo bajo la influencia de 11, 25-27, pero debió de llegar sustancialmente hasta él junto con 16, 18s, porque -como es probable- refleja la primera aparición del Cristo resucitado a Pedro. No tan sólo al fin

de los días, sino ahora ya Dios revela eficazmente al Cristo como lo que es, y funda así la comunidad escatológica (cf. JyA 16, 7 !). 3. En Gál 1, 12.16 Pablo utiliza también el sustantivo y el verbo para designar la «revelación» del Hijo de Dios que le fue concedida a él, es decir, para expresar la experiencia de su vocación. Precisamente por este acontecimiento, según 1 Cor 15, 8, Pablo tiene conciencia de haber sido incluido entre los apóstoles. En este pasaje, él describe el acontecimiento con el término w
anoxut..ún'tú}

señala hacia el mismo acontecimiento, aunque, eso sí, con detalles más claramente apocalípticos. El pensamiento apocalíptico es también la fuente que nos dice que, antes de la «parusía» (2 Tes 2, 1), se manifestará la encarnación de la iniquidad (2 Tes 2, 3.6.8); la voz pasiva indica que esta «parusía» (vv. 8s) se halla también incluida en el plan de Dios. La manifestación de Jesús (1 Cor 1, 7; 2 Tes 1, 7) desvela salvación y juicio. Rom 8, 18s aguarda ansiosamente la aparición final de la gloria, la gloria de los hijos de Dios, y Rom 2, 5 aguarda también con ansia la manifestación del justo juicio de Dios (cf. Hen [et] 91, 7.14). En la desvelación escatológica de la realidad presente, no sólo se manifestará lo que ya existe pero se halla oculto de alguna manera, sino que hará también su aparición la nueva y cumplida realidad. Pablo conoce además otros usos del grupo de palabras, el cual evidentemente poseía aún cierta flexibilidad terminológica. En 2 Cor 12, 1.7 el sustantivo designa la revelación de cosas celestiales, experimentadas por Pablo en un estado de éxtasis (cf. ApBar [sir] 76, 1 [cf. Stuhlmacher, 76s nota 3]; ApBar [gr] 11, 7). Por el contrario, el carisma denominado anOXáAU'\¡!L~ en 1 Cor 14, es distinguido en el v. 6 de la glosolalia y es agrupado junto con «el conocimiento, la profecía y la enseñanza»; se entiende, por tanto, como algo presentado en forma inteligible. En el v. 26 la profecía no acompaña a la anoxáAU'\jJL~ en la lista de las formas de expresión que se dan en el culto divino; en el v. 30 la recepción de una profecía es designada como anoxuAúntea'Ítm. Parece, pues, que anoxáAu'\¡JL~ es un término conectado con la profecía (así piensa también Dautzenberg). Esto hace que podamos comprender Gá12, 2 -por un lado- (donde debe entenderse, seguramente, que Pablo es el receptor de la revelación), y Flp 3, 15 Y 1 Cor 2, 10 -por el otro 1ado-, donde se habla de revelar un conocimiento de fe más profundo (cf. 1 Cor 13, 2; Dautzenberg, 150ss; Id., Botschaft und Bedeutung der urchristl. Prophetie nach dem ersten Korintherbrief [2:6-16;

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12-14J [NovTS 45], Leiden 1977, 131-161 [aunque Dautzenberg es un poco unilateral]); no es seguro que en 1 Cor 2, 10 Y Flp 3, 15 se escuche un tono de fondo irónico y polémico, porque se desconocen ejemplos de semejante uso de los términos, que pudieran servir de base de comparación. En el ámbito déutero-paulino, el verbo y el sustantivo se usan para designar la revelación del evangelio, especialmente la revelación del mismo recibida por Pablo. El «esquema de la revelación» (lo que antes era desconocido se ha revelado ahora) se emplea en todo ello (desde luego, anoxuAÚntw no es un elemento terminológicamente fijo del esquema; cf. Ef 3, 10: yvwQLa'1tií; Lührmann, Offenbarungsverstiindnis 125 nota 2). En Ef 1, 17 se habla evidentemente del espíritu carismático-profético. 4. Mientras que en el ámbito déutero-paulino el grupo de palabras se refiere enteramente a la revelación del evangelio y al espíritu carismático de la comunidad, vemos que en la Carta primera de Pedro se refiere a la revelación venidera de la parusía o a una revelación hecha a los profetas (del antiguo testamento) que anunciaron la salvación que llega con Cristo (1, 12). Evidentemente, esta última revelación se entiende en el sentido de que a los profetas se les reveló no sólo el anuncio de la salvación sino también el hecho de que ésta no se produciría sino en algún momento futuro. La idea expresada en 1QpHab 7, 1s (<
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(convirtiéndose pronto en título y también en término para designar a un género): «Revelación de Jesucristo». Esta expresión pretende sintetizar el contenido de todo el libro que si -.. gue a continuación: la revelación de la historia hasta que alcance su meta en la santa Jerusalén que desciende del cielo, una revelación efectuada por Jesucristo, quien de esta manera expone la actividad redentora de Dios y la obra del juicio divino. (En 22, 18 el contenido del libro se describe como JtQocp'l']'tdu; sobre la combinación de los conceptos cf. Am 3, 7). 6. La comprensión neotestamentaria de la «revelación» en el sentido en que la teología dogmática entiende el término, no puede explicarse plenamente por medio de una investigación del grupo de palabras y del uso que se hace de las mismas en el NT. Esto no sería posible tampoco, aunque se incluyeran los sinónimos (cf. CPUVEQÓW en Rom 3, 21; de manera parecida Mc 4, 22 par. Lc 8, 17). En el NT, el grupo de palabras se halla sólo en camino de alcanzar un contenido religioso fijo. La preparación esencial para ello se halla en la literatura apocalíptica judía. Según la comprensión del NT, Dios se revela a sí mismo como el que actúa en la historia. Por esto, no nos sorprenderá que en los usos más significativos que el NT hace del grupo de palabras, la idea de desvelar cosas que habían existido ya antes pero que simplemente habían permanecido ocultas, sea una idea que vaya retrocediendo, a pesar de que ése haya sido de hecho el sentido original del grupo de palabras. Y puesto que, según el NT, la acción decisiva de Dios acontece en la historia de Jesucristo, el grupo de palabras se refiere claramente (en la medida en que se usa en general con referencia al propio acontecer de la revelación) al desvelamiento de la realidad de Dios, tal como ese desvelarse se ha dado con esa historia. T.Holtz a:n:oxáA\lljJt~, EW~, ción, manifestación -+ aJtoxuM Jt'tw.

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aJtoxuA:úrn;w - aJtoxuQuooxíu

tí apokalypsis revela-



a:n:oxu~uboxtu, u~, apokaradokia expectación (ávida, intensa)* Bibl.: W. Aly, Herodots Sprache: Glolta 15 (1927) 84-117, especialmente 104s; H. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung. Strukturen der pln Eschatologie nach Rom 8, 18-39 (BEvTh 59), München 1971, 36s; G. Bertram, uJtoxUQUOOXLU: ZNW 49 (1958) 264270; G. Delling, uJtuxUQUOOXLU, en ThWNT 1, 392; D. R. Denton, uJtoxUQUOOXLU: ZNW 73 (1982) 138140; Frisk, Worterbuch 1, s. v. xUQuoo%Éw; E. Hoffmann, en DTNT n, 134s; E. Kiisemann, Der Romerbrief (HNT), Tübingen '1974, sobre 8, 19 (bibl.); G. SchIager, Das angstliche Harren der Kreatur. Zur Auslegung von Rom 8, 19ff: NTT 19 (1930) 353-360; H. Schlier, Der Romerbrief(HThK), Freiburg i. Br. 1977, sobre 8, 19; A. Viard, Exspectatio Creaturae (Rom. 8, 19-22): RB 59 (1952) 337-354, especialmente 340.

1. El sustantivo aJtoxuQuooxíu aparece sólo dos veces en el NT (Rom 8, 19; Flp 1,20). No se halla atestiguado en fuentes no cristianas. Ahora bien, el verbo aJtoxuQuooxÉw, «aguardan>, sí está atestiguado (por ejemplo, Polibio XVI, 2, 8; Sal 36, 7 [Aquila] en lugar de í,XE'tEÚW [LXX] para traducir el hebreo hitl}Olel, «esperar»). Más difundida está la forma simple xUQuooxÉw, por ejemplo, en el sentido de aguardar el resultado de una guerra (Herodoto VII, 163, 168; también Sal 129, 5 [Aquila] en lugar de úJto¡tÉvw para traducir el hebreo hólJft, «esperar»). xUQuboxíu aparece igualmente en la versión de Aquila del Sal 38, 8 en lugar de ÚJtÓO'taOL<; (LXX), y de Prov 10, 28 en lugar de EYXQoví~EL (LXX) (en ambos casos para traducir el verbo hebreo toJ:¡elet) como expresión de la actitud de los fieles de «esperar firmemente» en Dios; aparece también en Flp 1, 20 G pc como v.l. en lugar de aJtoxuQuOoxíu. Es probable que Pablo mismo acuñara el sustantivo uJtoxUQuooxíu, formado por la preposición uJtó, el sustantivo xáQu, «cabeza», y el verbo Mxo[laL (= ático Mxo[laL), «recibir» (derivados: bOXEÚW, «observar atentamente», JtQooooxáw, «aguardan». En la interpretación que la Iglesia antigua hacía de los escritos paulina s era ya imposible llegar a una interpretación uniforme de uJtoxUQuooxíu. Así, por ejemplo, Teodoro de Mopsuestia, al comentar el pasaje de Rom 8, 19, explica xUQuboxÉw por medio de EAJtí~w, pero explica uJtoxuQuooxÉw en sentido negativo por medio de UJtEAJtí~w, traduciéndolo por «perder la esperanza» (cf. Staab, Pauluskommentare, 137, 9s), mientras que la mayoría de los Padres entienden uJtoxUQuooxíu como una forma intensiva de xUQuooxíu y, por tanto, como expresión especialmente vigorosa de la actitud de esperar (Bertram, 268s). Etimológicamente, (uJto)xuQuoo-

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aJtoxuQuooxíu - aJtÓXQL¡tU

xíu se explica frecuentemente como una imagen con el significado fundamental de «aguardar con la cabeza extendida hacia adelante» o «mirar por algo» (cf. Delling; Hoffmann), pero esta explicación no concuerda de manera plenamente satisfactoria ni con la formación ni con el uso que se hace del término (cf. Frisk; Balz). El intento que se ha hecho algunas veces de descubrir, mediante la comparación lingüística con otros compuestos (como UJtEAJtí~w, UJtOYLVWOXW, «desesperar»), un sentido atenuado o incluso un sentido contrario de la forma compuesta en relación con la forma simple (por ejemplo, Bertram 266-268; cf. supra) -cf. la traducción de «aguardar con angustia» (Lutero: «iingstliches Harren») en Rom 8, 19- fracasa por completo, si tenemos en cuenta el pasaje de Flp 1, 20, donde uJtoxuQuboxíu aparece con el mismo vigor que el término EAJtí<;, que figura a su lado. Aquila no hizo tampoco distinción alguna entre la forma compuesta y la forma simple (cf. supra). Así que lo más probable sigue siendo que con uJtoxuQuboxíu Pablo trate de expresar una espera tensa y anhelante. La preposición uJtó refuerza más todavía el carácter ya intenso de la expresión. 2. Para la interpretación de los dos pasajes en que este término aparece en Pablo, es decisivo el contexto. En Flp 1, 20 Pablo habla de su vehemente expectación (an:oxuQu60XLU) y «esperanza» de que él no sea avergonzado por nada (ante Dios), ni siquiera por una proclamación rival de Cristo, ocasionada por su encarcelamiento y dirigida contra él (vv. 1217). Mientras que -+ EAJtL~ en este contexto, lo mismo que siempre en Pablo, expresa el elemento de la confianza en Dios, el término an:oxuQu60XLU (que figura a su lado) acentúa más bien la vehemente e inconmovible expectación que constituye la faceta emocional de la esperanza (en contra de lo que piensa J. Gnilka, Philipperbrief [HThK], sub loco). Rom 8, 19 ve que la «creación» (X'tíOL~) se halla en una tensión entre el absurdo y la caducidad, por un lado, y la libertad que consiste en la glorificación de los hijos de Dios, por el otro lado. Aquí también an:oxuQu6oxíu y eAn:L~ (ecp' EAJtL6L, v. 20) pueden desig~ar dos aspectos del enunciado teológico: uJtoxUQU60XLU habla del carácter irredento de la creación como el estado inherente de un

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vivo anhelo de liberación, y eAn:L~ habla de la esperanza de libertad futura que Dios garantiza a la creaCión esclavizada. Esta esperanza, insertada en la creación por Dios, es la razón de la aJtoxuQu60XLU de la creación. Por este motivo, «la creación aguarda con vivo anhelo la revelación de los hijos de Dios». H. Balz

a:n:oxu'tuAAáoow apokatallasso reconciliar -+

xu'tuA"-úoow.

a:n:oxu'táo'tuot~, E(l)~,

tí apokatastasis

restauración -+ an:oxm'ho'túvw 4.

a:n:óxn,.at apokeimai estar dispuesto* Lc 19, 20; Col 1, 5; 2 Tim 4, 8; Heb 9, 27 en sentido impersonal: aguarda, está reservado. F. Pfister: ZNW 15 (1914) 94-96; ThWNT I1I, 655. a:n:oXE(pUAt~W apokephalizo decapitar*

En el NT dícese únicamente de la decapitación de Juan Bautista: Mc 6, 16 par. Lc 9, 9; Mc 6, 27 par. Mt 14, 10.

a:n:oÚ,EtW apokleio cerrar* Le 13,25: el dueño de la casa cierra la puerta.

a:n:oxó:n:'t(l) apokopto cortar* Mc 9, 43.45 en la exhortación a cortarse la mano o el pie, en caso de que sean motivo de escándalo. En Jn 18, 10.26 es OHÚQLOV o OHLOV el objeto de la acción de cortar; Hech 27, 32 habla de cortar las amarras. En Gál 5, 12 se usa la voz media en un deseo (sarcástico) de que los adversarios de Pablo se castren a sí mismos. ThWNT I1I, 851-855. a:n:óx~t,.u, u'to~, 'tó decisión, sentencia judicial* 2 Cor 1, 9: aJtóxQLllu 'tOU {}uVú't01J, condena a muerte. ThWNT I1I, 947.

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a:7toxQtVOJl,aL apokrinomai contestar, responder, comenzar a hablar, seguir hablando 1. Etimología y uso gramatical - 2. Testimonios en el NT - 3. Campo referencial y posibles significados 4. Enfasis principales de la expresión.

Bibl.: Ch. Barth, Die Antwort lsraels, en Probleme biblischer Theologie (FS G. v. Rad), München 1971, 44-56; BlaB-Debrunner § 78, 420, 1.2; F. Büchsel, unO%Qlvúl, uno%Qlvo[1aL, en ThWNT 1, 946s; P. Joüon, «Respondit et dixit»: Bib 13 (1932) 309-314.

1. El término básico XQLVro, en el sentido de «clasificar, valorar, seleccionar», es aleccionador para entender la respuesta como reacción meditada a una palabra. La preposición cutó, en el sentido de «conforme a, en virtud de» (una evaluación), acentúa el elemento de circunspecta seleción y ponderado juicio. Por esta motivo, xQLvrof(btoxQLVro pueden emplearse también en sentido forense para expresar la acción de rechazar, enjuiciar (papiros, Platón). La forma de voz media Ct:lwxQLVO!laL añade a esto el carácter dialogal de la conversación y del debate: tener unas palabras, intercambiar entre sí palabras. Gramaticalmente son dignas de tenerse en cuenta las diversas formas de aoristo (el aoristo pasivo cuteXQL{}l]V se halla atestiguado frecuentemente en el griego bíblico), y lo es también la expresión hebraizante cuwXQL{}eL¡;; dnev (cf. BlaB-Debrunner § 420, 2; Bauer, W6rterbuch, s. v. 2) como señal del comienzo o de la continuación de un discurso, y que es característica del estilo narrativo. 2. unoxQLvoWU se encuentra principalmente en los evangelios y en Hechos (en total, aparece unas 230 veces). Juan (con 78 veces) muestra un ligero predominio; va seguido por Lucas (con Hechos) y por Mateo. En cuanto a los demás escritos, el verbo aparece sólo en Col 4, 6 (en un contexto parenético) y en Ap 7,13. 3. El campo referencial es muy variado y sugiere ya por el contexto diversas posibilidades de significado. Los interlocutores más

400 frecuentes son Jesús y otros hombres, pero también ángeles (Lc 1, 19.35; Mt 28,5) y demonios (Mc 5, 9; Hech 19, 15). En cada caso, la índole y la forma de la respuesta sugieren cuál es su contenido y su finalidad. Así, por ejemplo, según Marcos, Jesús responde para restringir (3, 33), para dar órdenes (6, 37), para formular preguntas (10, 3), para encarecer algo (10, 24) y para desarrollar más el tema en la respuesta (12, 29). En los litigios (a menudo con una estructura típica), Jesús responde sobre todo provocando (11, 29s), confirmando (12, 34), desenmascarando (12, 17 v.l.) o decidiendo (12, 29-31). En el relato de la Pasión, el Jesús marquino responde en tono majestuoso (14, 18; 15,2) o con el silencio (14, 60s; 15, 5). Especialmente según Lucas, Jesús en sus respuestas se muestra decepcionado (17, 17), amonesta proféticamente (19, 40), o impide que se haga algo (22, 51). Lo sorprendente es ~ue unoxQLVO!laL se pone únicamente en labiOS del Jesús pre-pascual. Incluso Juan se atiene a esta limitación, y presenta sobre todo a su Cristo reaccionando de esta manera en palabras de revelación (3, 5; 4, 13; 5, 17.19) Y en litigios (6, 26.29). Cuando son otras personas las que responden, entonces se trata de los discípulos (Mc 8, 4), de Pedro (8, 29) o de alguien del pueblo (9, 17). La respuesta puede revestir diversas formas: puede ser una súplica (Mc 7, 28), una confesión de fe (8, 29), un malentendido (9, 5s), una expresión de perplejidad (11, 33), una respuesta inteligente (12, 34), una pregunta (15, 9), el silencio (14, 40); según Lucas además: un reproche (Lc 23, 40) o una respuesta llena de asombro (24, 18). El aspecto dialogal se expresa en Lc 7, 40.43; 10, 27.28; y el carácter narrativo, que sirve para iniciar o continuar una conversación, aparece en Mc 9, 38 v.l.; Mt 15, 23s.26; con un sentido parecido, lo vemos en las parábolas de Mateo, por ejemplo, Mt 13, 11.37; 22, 1; 25, 9.l2.26.37.40.44s (aquí específicamente en un ambiente escatológico). La respuesta puede ir precedida (Mc 8, 29) o no (9, 5s) por una pregunta.

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4. Por los varios ejemplos y los diversos usos podemos determinar los siguientes puntos principales en el empleo del verbo unoxQLVO!laL: en primer lugar, el término pertenece al lenguaje coloquial de Jesús. Pero puede ser también expresión de la conciencia que él tenía de sí mismo y de su propia misión (en los litigios, en la Pasión, menos frecuentemente en las perícopas de milagros). Sin embargo, es un término que se limita al Jesús pre-pascual y que, por tanto, pertenece a la esfera «teológica» del ámbito humano. Por lo que respecta a otras personas, unoxQLVOf.taL puede caracterizar los diversos matices de los diálogos humanos, puede describir particularmente las reacciones ante Jesús, o puede usarse sencillamente como un término narrativo (en las parábolas). La palabra adquiere siempre un significado marcadamente más profundo, cuando se trata de puntos «críticos» que requieren una respuesta consciente y ponderada, una decisión justificada, sea por parte de Jesús (en los litigios), sea por parte de otras personas (como en la confesión de fe en el Mesías). A. Kretzer

a:7tÓXQLO'L~, Ero~, ÍJ apokrisis respuesta, contestación * Refiriéndose al asombro que suscita(n) la(s) respuesta(s) de Jesús: Lc 2, 47; 20, 26. unóxQLaLv OLOÓVaL, dar una respuesta: Jn 1, 22; 19,9. ThWNT III, 948.

a:7toxQ'Ú:7ttro apokrypto ocultar, mantener en secreto* Lc 10, 21 (par. Mt 11, 25 v.l.); 1 Cor 2, 7 (dícese de la sabiduría de Dios); Col 1, 26 par. Ef 3, 9 (dícese del misterio oculto desde la eternidad). Cf. Mt 25, 18 Koiné 8 pI (esconder enterrando). ThWNT III, 960s, 973-979.

«':7tÓXQvq>O~, 2 apokryphos oculto, es condido* Mc 4, 22 par. Lc 8, 17 (proverbio acerca de lo oculto que ha de salir a la luz); 2 Col 2, 3 (en Cristo «se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento»). ThWNT I1I, 962, 973-979.

a:7toxtdvro apokteino matar 1. Empleo del término - 2. Significado - 3. Pasajes joánicos

Bibl.: J. Blinzler, Der Prozej3 Jesu, Regensburg 41969, 229-244; G. Dautzenberg, Sein Leben bewahren, München 1966, 154-160; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, Barcelona 1980, 158s, 303.

1. Como formas de la Koiné, los verbos unox'tÉvvro y -vv'Úro se hallan atestiguados en el NT con el mismo significado (por ejemplo, Mc 12, 5; Mt 10,28; consúltense las concordancias). Incluidas esas formas variantes, unox'teLvro aparece 74 veces em el NT, sobre todo en los evangelios y en el Apocalipsis. La preposición unó refuerza el significado negativo del verbo (Schwyzer, Grammatik n, 445: «hiper-caracterizando, dando más realce»). 2. Como sinónimo de UVaLQÉro y {}uvu'tÉro, el verbo designa la terminación violenta de la vida a mano de los hombres (Mt 14, 5; 16,21; 21, 35.38s y passim) o por otras causas (Lc 13, 4: una torre; Ap 9, 18: plagas). Con arreglo a la tradición del AT (neJeS = persona, ser humano, alguien), 'lji'Ux,'lÍ (Mc 3, 4 par. Lc 6, 9 v.l. [tan sólo aquí sin indicación del poseedor y sin artículo]) puede ser también el objeto de la acción de los verbos awam y unox'tELvm (Dautzenberg, 154s, l58ss). En la antropología helenístico-rabínica anterior al Nuevo Testamento, se encuentra ya la distinción entre el cuerpo y el alma (E. Sjober, en ThWNT VI, 375-379 [bibl.]; G. Friedrich, en ThWNT X, 48s), de tal manera que en el NT aW!lu y 'lji'Ux,'lÍ, en su oposición mutua, pueden ser ambos objeto de la acción de unox'teLvetV (Mt 10, 28). Este es el presupuesto para el uso figurado que se hace del término en Pablo (2 Cor 3, 6: la letra mata, pero el pneuma vivifica; de manera semejante en Rom 7, 11) y en Ef 2, 16 (él mató la enemistad). 3. El delirio atribuido a los judíos en Jn 16, 2 de que, matando a los cristianos (ó unox'teLvrov v!l<X<;), ofrecen a Dios un sacrificio cultual (AU'tQeLU) tiene su fundamento en la

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a:n:ox'tdvúl - a:n:ót..uuoL/;

«guerra santa» y en el «celo sagrado», principalmente desde el tiempo de los Macabeos, y se halla atestiguado frecuentemente (Schnackenburg I1I, 158s). Se discute si Jn 18, 31b (a nosotros, los judíos, no nos está permitido matar a nadie) refleja acertadamente la competencia jurídica del Sanedrín en tiempos de Jesús (cf. Blinzler, 229-234), pero generalmente se acepta con razón que así sucedía (Blinzler; E. Lohse, en ThWNT VII, 862-864; Schnackenburg I1I, 303); la competencia jurídica para sentenciar a muerte estaba reservada a los romanos; la lapidación de Esteban (Hech 7) y la ejecución de Santiago al filo de la espada (Hech 12, ls) fueron actos con los que los judíos o Herodes Agripa 1 rebasaron sus propias competencias. H. Frankemolle

Cl3toXlJÉm apokyeo dar a luz* Se emplea en sentido figurado en Sant 1, 15.18, para referirse al pecado personificado que da a luz la muerte, o para referirse a Dios que «nos hizo nacer por la palabra de la verdad». C.-M. Edsman: ZNW 38 (1939) 11-44: M. Dibelius-H. Greeven, Der Brief des Jakobus 2 (KEK), Erg.-Heft (1956), 13.

Cl3toXlJAlm apokylio hacer rodar, remover* Dícese de la acción de hacer rodar la gran piedra (redonda) que cerraba la entrada del sepulcro de Jesús: Mc 16,3.4 par. Mt 28, 2ILc 24, 2; EvPe 12, 53. u:n:oAap.l~ávm apolambano recibir, obte-

ner, recobrar, volver a obtener, acoger* 1. En el griego profano. - 2 En el AT (LXX) - 3. En eINT. Bibl.: Bauer, W6rterbuch S.V.; G. Delling, Aa[l~á­ 'K'tA., en ThWNT IV, 5-16; H. H. Schmid, lqJ:¡, en DTMAT 1, 1196-1200.

VOl

l. a.:n:OA.Uft~áVúl, compuesto de A.uft~á­ VO), se halla atestiguado frecuentemente en el griego profano; como término técnico del len-

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guaje comercial: recibir lo que otra persona está obligada a dar, por ejemplo, el salario (Herodoto, Jenofonte); después, volver a conseguir, por ejemplo, la supremacía (Isócrates); asimismo, llevar aparte (Herodoto); separar (Platón). 2. En la LXX a.:n:oA.aft~áVúl se halla atestiguado únicamente 7 veces (para traducir el término hebreo lq};), en el sentido de obtener (Núm 34, 14), irse (Dt 26, 5), abandonar (Is 5, 17), llevar aparte (2 Mac 4, 46; 6, 21), ocupar (8, 6) Y recibir en el sentido escatológico (4 Mac 18,23). 3. En el NT el sentido local de llevar aparte aparece atestiguado únicamente en Mc 7, 33. Y el sentido general de volver a recibir aparece tan sólo en Lc 15, 27. El sentido de recibir como retribución se aplica a «este eón» (Lc 6, 34 [recuperar lo que se ha prestado]; 16,25 [recibir todas las cosas buenas]; 23,41 [recibir el justo castigo]) y también al mundo venidero (18, 30 [aquí ambas ideas]; 2 Jn 8). En Pablo vemos la idea de recibir en su faceta negativa (Rom 1, 27) Y en su faceta positiva (Gál 4, 5: recibir la adopción de hijos en virtud del acto redentor de Jesucristo). El sentido de «recibir como herencia» se halla presente en Col 3, 24, mientras que 3 Jn 8 v.l. entiende recibir en el sentido de acoger con hospitalidad. Queda por mencionar el importante sentido de a.:n:oA.aft~áVúl cuando significa recibir como retribución, con su orientación parenética (Lc), y la importante afirmación de que se recibe la adopción de hijos como don gratuito (Gál), de todo lo cual nace para el cristiano la obligación y el estímulo (Gál 4, 6s). A. Kretzer u:n:ÓAalJ(n~, Em~, Í) apolausis disfrute* 1 Tim 6, 17, refiriéndose a Dios, «el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos»; Heb 11, 25, refiriéndose a los goces pasajeros del pecado. Cf. Did 10, 3; 1 Clem 20, 10; 2 Clem 10, 3.4.

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U:n:oAÉyOp.laL apolegomai renunciar* 2 Cor 4, 2: a.:n:EL:n:áftE{ta (en vez de -ÓftE{ta, aoristo segundo) LCX xQ'lJ:n:'tá, «hemos renunciado a las cosas ocultas».

u:n:OAEl:n:m apoleipo dejar atrás* 2 Tim 4, 13.20; Tit 1,5. Jds 6: «abandonaron su propia morada». En voz pasiva en Heb 4, 6.9; 10, 26: quedar.

U:n:OAElXm apoleichO lamer, limpiar lamiendo Lc 16, 21 Koiné, refiriéndose a que los perros lamían las llagas.

U:n:ÓAAlJp.lL apollymi destruir, perder, acabarse, perecer, perderse a.:n:WA.ELa, a~, ~ apoleia destrucción, despilfarro, perdición 1. Alcance de los significados - 2. Ejemplos en el NT - 3. Focos centrales de la expresión Bibl.: G. Dautzenberg, Sein Leben bewahren, München 1966, 180 s. v. en el índice analítico; J. D. M. Derrett, Fresh Ligth on the Lost Sheep and Lost Coin: NTS 26 (1979-1980) 36-60; H. Ch. Hahn, Perder, perderse, en DTNT III, 333-336; E. Jenni, 'bd, en DTMAT 1,5761; A. Oepke, altÓAAU[lL XTA., en ThWNT 1, 393-396; B.Otzen, 'bd y otros, en DTAT 1 19-24.

1. Tanto el verbo como el sustantivo se hallan atestiguados abundantemente en el griego profano. Durante la época clásica, la forma simple del verbo Ot..t..UftL aparece únicamente en la poesía épica, en la que se usa, tanto en sentido transitivo como intransitivo, tanto en voz activa como en voz media, con el mismo significado que el verbo compuesto. El sentido negativo fundamental de todo el grupo de palabras, frecuentemente con una connotación de violencia, tiende a expresar la pérdida, la destrucción y la aniquilación (por ejemplo, de la riqueza) en un sentido muy general, que puede llegar hasta la destrucción definitiva del hombre en la muerte (Homero, Herodoto, Platón, Jenofonte). , La LXX ofrece el verbo a:n:óf..f..WtL como la traducción más frecuente del hebreo '¡¡bad. Con miras al NT, hay que destacar primeramente que la existencia del individuo y la de todo el pueblo puede estar en peligro por la conducta culpable del hombre, y que la pérdida de la vida se funda-

menta en esa conducta culpable (por ejemplo, Dt 28,20; 30, 18). En segundo lugar, es sorprendente la dimensión escatológica de enunciados posteriores, que expresan de manera característica un estado definitivo de perdición (Prov 15, 11; 27, 20; Eclo 44, 9 [aquí se usa el sustantivo]) y que, en asociación con el Hades y la Muerte (Job 26, 6; 28, 22), llegan incluso a «personificar» el mal. Del período intertestamentario habrá que mencionar la concepción de la comunidad de Qumrán, según la cual se estigmatiza a los impíos, a los que no .pertenecen a la comunidad, como «hombres e hijos de la perdición» (lQS 9, 16.22; CD 6, 15 [el término hebreo fundamental es aquí s¡¡!;at]).

2. En el NT el verbo aparece unas 90 veces; el sustantivo, 18 veces. Predomina ligeramente el uso del verbo en Lucas. En el sentido transitivo (activo) son importantes aquellos usos del verbo que se refieren a un valor o a un bien irrecuperable como, por ejemplo, la vida, la existencia humana en sentido global. La contraposición entre «ganar la vida o perderla» la encontramos en Q (Mt 10, 39; Lc 17,33) Y también en Mc 8, 35 par. (cf. Jn 12,25). a.:n:ÓA.A.'lJftL se usa aquí con el doble significado de: irse de las manos y, por tanto, de pérdida definitiva en sentido negativo (Mc 8, 35a: perder la vida), y en un sentido positivo como actitud de renuncia a toda seguridad humana (8, 35b: entregar la vida). Las consecuencias de tal actitud de renuncia van más allá del modo de existencia terrena del individuo, van más allá de lo que uno se puede imaginar superficialmente, y se comprenden tan sólo en el contexto del seguimiento radical de Cristo (v. 34). La dimensión de la actividad de Dios se expresa en el esbozo de la historia de la salvación que encontramos en las parábolas del amo de la viña (Mc 12, 9) y del banquete de bodas (Mt 22, 7), Y la dimensión de la actividad de Cristo se expresa en su manera de tratar al espíritu inmundo (Mc 1,24). La tendencia destructiva y asesina por parte del hombre se expresa en sus relaciones con Jesús (Mc 3, 6; 11, 18; Mt 27, 20). Esa tendencia, que tiene su origen en el espíritu maligno y que in-

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a:rr:óUUflL

fluye en los seres humanos, aparece en escena en el Evangelio de Marcos (9, 22). Escatológicamente, tiene un sonido más amenazador y más destructor en el Evangelio de Lucas (17, 27.29.33). En lo que respecta al significado intransitivo (en voz media), habrá que mencionar principalmente aquellos textos que hablan de lo que está «perdido» en sentido figurado, como los que hablan de la oveja perdida de la casa de Israel (Mt 10, 6 Y 15, 24), y especialmente Lc 15 (el término aparece 18 veces en sentido metafórico y figurado). Lc 19, 10 ofrece, a este propósito, una perspectiva salvífica: el Hijo del hombre busca y salva lo que se hallaba perdido. En el sentido de pérdida material habrá que mencionar aquí Mc 2, 22 par. (cf. Jn 6, 12.27); por otro lado, cuando se trata de seres humanos, habrá que señalar textos como Mc 4,38 (la tempestad en el lago), Mt 26,52 (con ocasión del prendimiento de Jesús) y Lc 13, 33 (la suerte que corren los profetas, entendida como perecer, morir; cf. también los vv. 3 Y 5). El peligro de una perdición definitiva se acentúa intensamente en la tradición joánica, según la cual es responsabilidad del hombre alcanzar la vida eterna (Jn 10,28) por medio de la fe (3, 15s) y del discipulado (10, 28). Pablo emplea el verbo en un sentido semejante, transitivamente para designar la intervención de Dios para castigar (1 Cor 1, 19) Y .para designar también una acción imprudente realizada por el hombre (Rom 14, 15; cf. 1 Cor 8, 11, aquí intransitivamente con el mismo significado), e intransitivamente para designar la situación de estar perdido ante Dios (Rom 2, 12; 1 Cor 1, 18; 2 Cor 2, 15; 4, 3), la tribulación personal (2 Cor 4, 9) o para designar un estado escatológico (l Cor 15, 18). El pensamiento culpable se expresa principalmente en 2 Tes 2, 10: se pierde aquel que se deja seducir para cometer la injusticia y que se cierra al amor hacia la verdad (cf. también 1 Cor 10, 9s: Israel, por culpa suya, sufrió la suerte que le tocó sufrir en el desierto). La transitoriedad del mundo y del hombre se expresa con U:rr:ÓAAUflUl en los escritos tardíos (Heb 1, 11; Sant 1,11; 2 Pe 3, 6). Ap 9,

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11 nos presenta una formación especial con este verbo: el---+ 'A:rr:oAAúwv (del hebreo '"baddon) es el ángel del abismo, que trae destrucción. El sustantivo U:rr:WAELU (intransitivo) muestra un sentido marcadamente más profundo acerca de la perdición definitiva del hombre, merecida por él mismo (Mt 7, 13; el concepto contrapuesto, aquí, es el de «vida»: 7, 14), sobre todo en Pablo (Rom 9, 22; Flp 1, 28; el concepto contrapuesto, aquí, es el de «salvación»: Flp 3, 18). Las personas que han caído en ese estado, son denominadas «hijos de la perdición» (2 Tes 2, 3; cf. Jn 17, 12; 18,9 y los escritos de Qurnrán ---+ 1). Toda la tensión y todo el escenario escatológico se caracteriza en 2 Pe con esta palabra de «perdición» (que aparece 6 veces): el seductor y los seducidos van por el camino de la perdición, entre otras cosas por haber falseado la interpretación de la Escritura (2 Pe 3, 16). 3. Los acentos de estas palabras se pueden especificar de la siguiente manera: como acción que trae la destrucción, U:rr:ÓAAUI.U puede tener por objeto personas (Jesús: Mc 3, 6; 12, 9) Y cosas (la recompensa: Mc 9, 41; la sabiduría: 1 Cor 1, 19). Son importantes aquellos pasajes que tienen que ver con la existencia como tal, bien sea el universo (Heb 1, 11; 2 Pe 3, 6), bien la existencia puramente terrena (Mc 4,38; Mt 26,52), o bien la vida en sentido global (Mc 8, 35). En este último sentido U:rr:ÓAAUflL va más allá del eón presente y puede significar un «fracaso definitivo» o «un desesperanzado destino de muerte» (Oepke, 395), sobre todo en Pablo y en Juan. De esta manera, el término se convierte en un concepto central de la parénesis y de la ética del NT: se interpela y se exige al hombre como persona que es libre y responsable, pero que tiene también la posibilidad de fallar y que de hecho yerra no realizando el sentido de su vida. La «seguridad» se concede sólo como un don gratuito. Y la concede únicamente Aquel que es es capaz de salvar lo que había estado perdido, es decir, Jesús (Lc 19, 10). A. Kretzer

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'A:rr:oUúwv -

'A3tOIJ"VroV, ovo;,

Ó Apollyon Apolión, Destructor* Ap 9,11 (como traducción griega de ---+ 'Apu66wv) destructor, exterminador, ---+ ayyEAo~ 2. ThWNT 1, 4 Y 396.

'A3tOIJ"rovía, a; Apollonia Apolonia* Nombre de una ciudad situada en la Vía Egnatia, en Macedonia. Por ella pasó Pablo, cuando iba camino de Tesalónica (Hech 17, 1). Pauly, Lexikon 1, 449 (s. v. 4); E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), 487 con la nota 2.

'A3tOAAro;, ro Apollos Apolo* 1. Uso del término - 2. Apolo en Hechos - 3. Apolo en 1 Coro

Bibl.: K. Aland, Taufe und Kindertaufe, Gütersloh 1971, 15-21; F. F. Bruce, Apollos in the NT (Aets 18, 24-19, 1): Ekklesiastikos Pharos, Addis Abeba 57 (1975) 354-366; E. Klisemann, Die Johannesjünger in Ephesus, en Kasemann, Versuehe 1, 158-168; E. Schweizer, Die Bekehrung des Apollos, en Id., Beitrage zur Theologie des NT, Zürich 1970, 71-79; M. Wolter, Apollos und die ephesinisehen Johannesjünger (Aet 18,24-19, 7): ZNW 78 (1987) 49-73.

1. Durante el período helenístico y especialmente en Egipto, 'A:rr:OAAW~ era una forma abreviada, bastante corriente, del nombre de Apolonio o Apolónides. El NT menciona a un cristiano llamado 'A:rr:OAAW~ en Hech 18, 24; 19, 1 yen 1 Cor 1, 12; 3,4.5.6.22; 4, 6; 16, 12. Es muy probable que Tit 3, 13 se refiera al mismo 'A:rr:OAAW~, pero no nos proporciona ninguna información adicional sobre su persona, que no nos conste ya por Hech 18s y por 1 Coro 2. Según Hech 18, 24s, Apolo era un judío natural de Alejandría, docto en retórica y en exégesis, que había sido «instruido en el camino del Señor» y que siendo «ferviente de espíritu» enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan. Se dice que Priscila y Aquila habían remediado esta deficiencia en los conocimientos de Apolo, y que éste marchó a Corinto, llevando una carta de recomendación de la comunidad de Efeso.

'A:rr:OAAW~

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Para explicar el curioso hecho de que se describa a Apolo como cristiano, a pesar de que él conociera sólo el bautismo de Juan, Aland supone que Apolo (como los discípulos que se mencionan en Hech 19, 1ss) era un seguidor de Jesús de los tiempos de antes de pascua, cuando el bautismo de penitencia de Juan se practicaba todavía entre los discípulos de Jesús. Sin embargo, en la medida en que Jn 3, 22s tenga en absoluto valor histórico, esto se aplicaría únicamente al período más temprano del ministerio de Jesús, y no es concebible que, veinte años después de pascua y de Pentecostés, Apolo no se hubiera encontrado con un «cristiano pleno» (E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 [KEK], 531). Klisemann resuelve el problema suponiendo que la fuente de Lucas hablaba de Apolo como de un misionero cristiano independiente, a quien Lucas habría degradado a la categoría de «cristiano a medias», a fin de subordinarlo indirectamente a la autoridad paulina. Es difícil de imaginar tal intervención redaccional por parte de Lucaso Por eso, habrá que suponer con Schweizer que la fuente de Lucas hablaba de Apolo como de un judío increyente que impartía en la sinagoga inspiradoras enseñanzas sobre ética y que fue convertido por Priscila y Aquila. Lucas, por error, relacionó los conocimientos de Apolo sobre el «camino del Señor» con el Señor Jesucristo, y de esta manera hizo de Apolo un «casi cristiano». 3. Después de la marcha de Pablo, Apolo trabajó con éxito en Corinto; un grupo le reconocía como su autoridad espiritual (1 Cor 1, 12; 3, 4ss). No podemos saber con seguridad si él causaba tal impresión por su interpretación alegórica de la Escritura, tal como se practicaba en Alejandría, o si la controversia de Pablo con la «sabiduría» en 1 Cor 1, 18ss iba dirigida especialmente contra Apolo (como piensan J. WeiB, Der erste Korintherbrief" [KEK], XXXIII; Haenchen, Apostelgeschichte7 , 533). En ningún caso podemos observar una diferencia fundamental entre Pablo y Apolo. Porque a Apolo se le reconoce como «colaborador de Dios», que realiza la misma «labor» que Pablo,

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'AnoAAw¡; - anoAoyÉOllUL

aunque en situación distinta. Así que detrás de la actividad de ambos está Dios mismo.

H. Merkel

a:n:OAoyÉOJlat apologeomai defenderse* a:rWAoytu, u~, ~ apologia defensa verbal* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Tecnicismo jurídico - 3. Sentido figurado.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; G. Bornkamm, Gesetz und Natur, en Bornkamm, Aufsiitze n, 93-118; J. Dupont, Aequitas Romana, en Id., Etudes sur les Actes des Apáfres, Paris 1967,527-552, especialmente 536538; L. Goppelt, Der l. Petrusbrief(KEK), Giittingen 1978, 236s; Liddell-Scotts s.V.

1. El verbo aparece 10 veces, y el sustantivo, 8 veces. El verbo y el sustantivo aparecen un total de 10 veces en Lucas y Hechos. 2. Tanto el sustantivo como el verbo los encontramos como tecnicismos del lenguaje procesal. El contexto presupone que existía hostilidad y penas de encarcelamiento contra los que profesaban la fe cristiana. En la vista de las causas y en los procesos judiciales, la defensa se convierte en posibilidad inesperada de proclamación misionera: Flp 1, 7.16; 2 Tim 4, 16 (sobre la vista de la causa de Pablo); 1 Pe 3, 15 (la declaración misionera de la esperanza -el núcleo mismo de la fe cristiana- expuesta ante el tribunal de justicia o en conversaciones privadas). Lucas añade a un dicho de Jesús, doblemente atestiguado en la tradición, su propia descripción de los comienzos del cristianismo (cf. Hechos), precisando más concretamente que las «palabras» eran un acto de anoAoYfLa'frm (Lc 12, 11 [Q, a diferencia de Mt 10, 19]; 21, 14 [a diferencia de Mc 13, 11]). Juntamente con los procesos en las sinagogas (2 Cor 11, 24) Y ante las autoridades romanas del gobierno central y del gobierno local, Lucas menciona también los encarcelamientos (Lc 21, 12), insinúa la posibilidad de prepararse para la defensa, y al situar tal apología antes de las catástrofes apocalípticas, la describe como la situación normal de la Iglesia.

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En Hech 22, 1; 24, 10; 25,8.16; 26, 1.2.24, las palabras se hallan en una especie de apología (capítulos 22-26), que muestran la intrepidez de Pablo en la confesión de su fe, y se encaminan a persuadir a los funcionarios romanos para que ejerzan la tolerancia, demostrando para ello la legitimidad de la fe cristiana como un movimiento surgido dentro del judaísmo y probando la buena voluntad política de sus adeptos. En brillantes discursos retóricos de defensa (con la captatio benevolentiae dirigida hacia el juez, la exposición de la vita con la acentuación especial del pasado judío y de la vocación divina para misionar entre los gentiles) Pablo es capaz de demostrar la falsedad de las acusaciones lanzadas por los judíos (delitos cometidos contra el templo, las leyes, el orden público y el emperador). Tan sólo la violación del derecho, el secuestro y los errores cometidos en el proceso judicial impiden la absolución, que ha quedado demostrado que es necesaria. En Hech 19,33 Alejandro intenta hacer una defensa de sí mismo en favor de sus hermanos los judíos. Es decir, trata de distanciarse de los cristianos. 3. Estos términos se emplean en sentido figurado, sobre todo en la controversia entre Pablo y los corintios acerca de la condición de Pablo como apóstol. 1 Cor 3, 9 hace la enumeración de los derechos de los apóstoles y describe la renuncia personal de Pablo a esos derechos (vv. 4ss). Pablo lo hace como defensa personal de sí mismo y como prueba teológica contra los que le critican. Según 2 Cor 12, 19 Dios es el único que juzga y el único ante quien Pablo debe defenderse a sí mismo. En 2 Cor 7, 11 Pablo confirma que los corintios expusieron a Timoteo las razones que los disculpaban, razones que eliminaron la causa que había motivado la carta de las lágrimas (2, 3-9). Rom 2, 15 aplica anoAoyÉo¡tm a los pensamientos, en cuanto éstos realizan las funciones de testigos de la defensa (y de testigos de cargo) en relación con los exámenes de conciencia; tales testimonios, en la con-

413

anoAoyÉo¡.taL - anoAln;Qwm¡;

ciencia de los gentiles que no tienen la Torá, representan algo análogo al juicio divino basado en la Torá. U. Kellermann

a:n:OAoyta, as, 'tl apologia defensa ---+

anoAoyÉo¡tm .

a:n:OAO'ÚOJlat apolouomai hacerse lavar* Hech 22, 16: «hazte lavar tus pecados» (por medio del bautismo). En 1 Cor 6, 11 aJU"Aovaua'frE (juntamente con ~ytáa'frl'JtE) no debe entenderse, a pesar de la forma, como voz media sino como voz pasiva: habéis sido lavados (H. Conzelmann, 1 Korintherbrief [KEK], 129). Aquí se piensa también en los efectos del bautismo (cf. Tit 3, 5). ThWNT IV, 306; DTNT 1, 166-168.

a:7tOA'Ú'tQroatS, EroS, 'tl apolytrosis redención* 1. Aparición del término en el NT. - 2. Significación fundamental- 3. Significados concretos en textos del NT - 4. Ambito semántico en el NT.

Bibl.: C. Andresen, Erlosung, en RAC VI, 54-219, sobre todo 98-111; F. Bourassa, Rédemption: Science et Esprit 21 (Montréal 1969) 19-33, 189-207; F. Büchsel, &.JtoAú'tQOJm~, en ThWNT IV, 354-359; D. HiIl, Greek Words and Hebrew Meanings, Cambridge 1967, sobre todo 49-81; S. Lyonnet, De peccato et redemptione n. De vocabulario redemptionis, Regensburg '1972; Id., Redemptio cosmica secundum Rom 8, 19-23: VD 44 (1966) 225-242; S. Lyonnet-L. Sabourin, Sin, Redemption and Sacrifice, Roma 1970; 1. H. Marshall, The Development of the Concept of Redemption in the NT, en Reconciliation and Hope (FS L. L. Morris), Gran Rapids 1974, 153-169; L. L. Morris, The Apostolic Preaching of the Cross, London '1965, especialmente 11-64; P. von der Osten-Sacken Romer 8 als Beispiel paulinischer Soteriologie, GOt~ tingen 1975, sobre todo 263-287; P. Stuhlmacher, Zur neueren Exegese von Rom 3, 24-26, en FS Kümmel, 315-333; P. Vielhauer, Erl6sung 1II. 1m NT, en RGG n, 588-590; K. Wennemer, 'AJtoAú'tQOJm~ Romer 3, 24-25a, en Studiorum Paulinorum Congressus Internationalis Catholicus 1961 1, Roma 1963,283-288.

1. La mayoría de los pasajes del NT en los que aparece el término anOAVtQwat~ se encuentran en los escritos paulinos. A este respecto llama especialmente la atención el em-

414

pleo del término en las cartas deuteropulinas de Efesios (1, 7.14; 4, 30) Y Colosenses (1, 14). En los tres pasajes de Romanos (3, 24; 8, 23) Y 1 Corintios (1, 30) aparece cierta conexión en cuanto a la tradición ---+ 3. Otros lugares donde aparece el término son Heb 9, 15 Y 11, 35 y un solo pasaje de los evangelios: Lc 21, 28 (cf., no obstante, AVtQm<Jt~ en Lc 1, 68; 2, 38, A'U'tQo'Üa'frm en Lc 24, 21 y AVtQOV en Mc 10,45 par. Mt 20,28). Esta visión de conjunto nos ofrece una limitada base textual para la comprensión de anOAVtQmat~ en el NT. Sin embargo, en el período siguiente a la composición de los textos, esta base textual se va ampliando hasta abarcar la mayor parte de la tradición cristiana primitiva. Ahora bien, el empleo del término merece atención, al menos en lo que respecta al NT, ya que se trata de un vocablo poco difundido en el griego profano y que no se halla atestiguado sino a partir del siglo 11 a.C. (Bauer, Worterbuch. s. v.; Büchsel, 354). 2. La significación fundamental de anoAVtQm<Jt~, a base del verbo en voz activa a:n:oA'UtQóm, significa la acción de liberar mediante el pago de un rescate, y, a base del verbo en voz media a:n:oA'UtQóo¡tm, la redención, a saber, de un prisionero o de un esclavo. En el primer sentido se halla el término en Heb 11, 35 (cf. 2 Mac 6, 23.30; 7, 24; 4 Mac 8, 4-14): los mártires se niegan a que los liberen a cambio de renegar de su fe. En los demás pasajes del NT, el significado del término se basa en la segunda derivación, y tiene un sentido figurado y teológico. En este sentido debe traducirse sencillamente por redención. El suceso que con ello se significa, está basado fundamentalmente en el acto salvífico de Dios en favor de los que estaban necesitados de redención. Más aún que el acontecimiento redentor, el término designa en el NT el efecto de ese acontecimiento, la (esperada) condición del hombre de estar redimido. Habrá que preguntarse si el elemento del pago de un rescate, sugerido por el significado fundamental del término, se conserva, y hasta qué punto se conserva, en el uso que se hace de este término en el NT (---+ 3 Y 4).

415 3. uJtoM'tQwaL~ adquiere un sentido específico en la aplicación que hace Pablo de este término al contenido central del evangelio. Denota la «redención» que Dios ofrece en la muerte de su Hijo; esa redención tiene, por tanto, su lugar «en Cristo Jesús» (Rom 3, 24). El sentido de «redención» se desarrolla en este texto mediante lo que se dice en el siguiente versículo (v. 25). Se acentúa la iniciativa de Dios, que es la base de la expiación y que recibe su representación y mediación histórica en el sacrificio que Jesús hace de sí mismo (<<en su sangre»). Así que la redención, según Pablo, tiene al mismo tiempo un fundamento teo-lógico y un fundamento cristo-lógico. La redención es el acto clemente de Dios que se vuelve hacia el hombre necesitado de redención, y esta gracia es experimentada como «remisión de los pecados» en la fe en Jesucristo. A este Jesús «Dios lo hizo ... nuestra justificación y santificación y redención» (1 Cor 1, 30); aquí UJtOA:Ú'tQWOL~ se halla en una fórmula ordenada y ascendente y designa a Jesucristo como el Redentor mismo (abstractum pro concreto) en orden a la salvación de los creyentes fundamentada por él mismo. Ya en los dos pasajes de Rom 3, 24 Y 1 Cor 1, 30 aparece claramente el límite teológico de una explicación del término que desee retener para el NT el significado básico de «redención» mediante el pago de un rescate, recurriendo vg. a las palabras del «lytron» en Mc 10, 45 par. Mt 20, 28 ó 1 Pe 1, l8s (<>. La entrega que Jesús hace de su propia vida muestra la intervención redentora de Dios y la comunicación eficaz de la misma. A. DeiBmann (Licht vom Osten, Tübingen 41923, 271-281) trató de mostrar que la antigua costumbre jurídica de la «manumisión sacra de esclavos» había constituido el modelo para la doctrina paulina de la redención. Así como, por la ficción

416 de la compra de un esclavo por alguna divinidad, el esclavo pasaba a ser propiedad de la divinidad y quedaba, por tanto, en libertad, así también los hombres son rescatados por Cristo del dominio del pecado, de la muerte y de la ley. Prescindiendo del elemento ficticio de esta transacción jurídica (el esclavo mismo es, en este caso, quien paga el rescate), la idea del pago de un precio de compra o del dinero de un rescate no tiene tal sentido en los textos del NT. Ahora bien, la vinculación establecida por el «rescate» entre el redimido y el redentor merece que le prestemos atención (cf. Tit 2, 14; Marshall, 158s). Sin embargo, esta idea no se deriva sin más del concepto helenístico que acabamos de describir, sino de los antecedentes del concepto neotestamentario de la redención en el AT y en el judaísmo. Estos antecedentes del concepto neotestamentario de la redención en el AT y en el judaísmo no pueden describirse únicamente a base del uso de a:n:oAú'tQwo~ en el AT griego (el único lugar en que aparece este término es Dan 4, 34 Y no tiene importancia reconocible para el uso que hace de él el NT) y en los escritos judíos (por ejemplo, TestLev 2, 10: A.1J'tQóoflm; Josefo, Ant XII, 27; Filón, Congr 109 y Quod omnis Probus, 114). Sino que han de describirse, más que nada, a base de la experiencia fundamental, tan frecuentemente atestiguada e interpretada en el AT: la liberación de Israel de la esclavitud que sufría en Egipto. En el éxodo Yahvé demostró ser el poderoso Redentor de su pueblo (cf., por ejemplo, Dt 7, 8; 9, 26; 13, 6; 15, 5; Sal 74, 2; 77, 16 [la LXX: A.1J'tQóoflm]). Así como Dios libertó a su pueblo de «la casa de servidumbre», de Egipto, así también lo «redimirá» del cautiverio babilónico (Is 41, 14; 43, 1.14; 44, 22-24: 52, 3; 54, 5). Por la contraposición entre la «primera» y la «segunda» redención, nace la perspectiva escatológica, de la cual se deriva la descripción que vemos en el NT de la acción divina de redención. En muchos casos, la idea subyacente del rescate (en hebreo: ga'al, pada) se reconoce aún en la manera de hablar del AT (cf. Ex 21, 8; Lev 25, 48). Sin embargo, el pago de un rescate no desempeña en él un papel esencial. Sino que la redención es la acción soberana de Dios, la cual asegura el aspecto predominantemente teo-lógico del acontecimiento de la redención. La «redención» establece la relación de alianza o pacto que existe entre Israel y su Dios, y la (ulterior) redención de las numerosas calamidades que caerían sobre el pueblo y los individuos se halla fundamentada también en esta relación de alianza o pacto. La «redención», según el Sal 130, 7s, contiene explícitamente el perdón del pecado, perdón

417

a:n:OA.ÚtQWOL~

que el orante del AT aguarda como restauración de la antigua relación de pacto que Israel tiene con su Dios. El creyente alcanza ahora la «redención» -el acto escatológico decisivo de la salvación de Dios (cf. Hen [et] 51, 2; Lc 21, 28)- por medio de Cristo y en Cristo. EI1, 7 y Col 1, 14 recogen la comprensión paulina o pre-paulina-judeocristiana de la redención y hablan de la redención que se hace eficaz en el bautismo como «perdón de los pecados». De conformidad con Rom 3, 24s, la «redención» aquí sigue estando determinada por la idea de la expiación y, con ello, por el acontecimiento fundamental de la muerte de Jesús, una idea que se conserva también en la descripción de la obra salvífica de Cristo en Heb 9, 15: para aquellos que son «llamados» -más allá del perdón de los pecados y en continuación positiva con esta experiencia de salvación-, la certeza del futuro prometido, la «promesa de la herencia eterna», se halla fundamentada en la muerte redentora de Cristo. Junto con la perspectiva de la escatología de presente aparece en NT el aspecto de la escatología de futuro que es inherente a la idea de la redención. Por el Espíritu Santo los cristianos han sido «sellados para el día de la redención» (Ef 4, 30). La redención ya alcanzada (4, 7) se manifestará en forma consumada en aquel día: se manifestará como «nuestra herencia», hacia la cual señala ya desde ahora, lleno de promesas, el don del Espíritu Santo. La tensión entre la redención ya alcanzada y la que todavía se espera remite a ideas germinales más originales del pensamiento paulino, tal como aparecen claramente sobre todo en Rom 8, 23. Como los que hemos recibido ya «los primeros frutos del Espíritu», «aguardamos con suspiros la (plena) adopción de hijos, la redención de nuestro cuerpo». La redención, ciertamente, no debe entenderse aquí como la redención [que nos libre] de nuestro cuerpo, es decir, entendiendo 'tOV oW¡.tu'tO¡;; como genitivo de separación (tal como lo entiende H. Lietzmann, An die Romer4 [HNT],

418

84). Sino que el pleno desarrollo de la «adopción de hijos» alcanzada en el bautismo (Rom 8, 15; Gá14, 5) está aún pendiente de que acabe la condición de la existencia terrena y corporal de los creyentes. La forma consumada de la redención se producirá cuando este cuerpo mortal se «revista» de la nueva realidad corporal que Dios ha preparado para los suyos (2 Cor 5, 1-5: cf. 1 Cor 15, 37s). Por eso, la forma escatológicamente definitiva de la redención viene dada con la resurrección de los muertos, que a los creyentes les ha sido prometida en Cristo, «el primogénito entre muchos hermanos» (Rom 8, 29). En su parusía el Kyrios Jesucristo, como el «SalvadOr» que es (ow'tTJQ, entendido aquí como sinónimo de «RedentOr» en el sentido escatológico) «trasformará el cuerpo de nuestra bajeza a semejanza de su cuerpo glorioso» (Flp 3, 20s). La redención definitiva obrada por el ow'tTJQ afectará en su totalidad a la existencia de los creyentes como criaturas. La esperanza de esta redención no deja solos a los éreyentes en las maneras preliminares de experiencia de la salvación que se dan en «este tiempo presente» (Rom 8, 18), especialmente en lo que respecta al «sufrir con Cristo», la forma paradójica de «estar glorificados con Cristo» (von der Osten-Sacken, 270), sino que ese «estar glorificados con Cristo» abarca «el presente y el futuro» (ibid.) y se fundamenta supremamente en las posibilidades de la «nueva creación» de Dios. 4. «uJtOM'tQWOL¡;; no es uno de los principales conceptos de la predicación y de la enseñanza del cristianismo primitivo» (Büchsel, 358). Sin embargo, habrá que tener en cuenta ya, en lo que respecta al NT, que el concepto de la redención alcanzará importancia central en la soteriología cristiana posterior. Esto se debe principalmente a que el concepto de la redención puede completarse fácilmente con otros conceptos de la proclamación cristiana primitiva de la salvación e interpretarse ulteriormente por medio de ellos. Uno de esos conceptos es el de la expiación en Rom 3, 24s, que añade al concep-

419 to de la redención las palabras para la «redención de los pecados» (cf. también Ef 1, 7; Col 1, 14 Y Heb 9, 15). Otros conceptos de la soteriología del cristianismo primitivo exponen la idea de la redención de diversas maneras concretas, determinadas en cada caso por el contexto, pero sin que el uso de esas maneras establezca en cada caso una demarcación lingüística y objetiva precisa. Y, así, Gál 1, 4 describe el acontecimiento redentor de la muerte de Jesús como un «arrebatar» (E1;mQElo{}m) a los hombres del poder del «presente eón malvado» en el que reinan el pecado y la muerte. De una «liberación» salvadora (de las aflicciones) se habla también en el NT, pero sólo en varios pasajes de Hechos (7, 10.34; 12, 11; 23, 27; 26, 17). El verbo ÓVo[A.m (que aparece 16 veces en el NT) desarrolla más el uso que se hace de este término en la LXX y caracteriza la redención que se espera de Dios como «salvación» o <~preservación» frente al poder del maligno (Mt 6, 13; Rom 7, 24; Col 1, 13 en significativa convergencia con anoAVtQú)Ot~ en el v. 14) y frente a la «ira venidera» (1 Tes 1, 10). El paralelismo entre anOAVtQÚ)oL~ y «liberación» (eAE1J{}EQoiJo{}m) está bien claro en Rom 8, 21-23. El empleo directamente soteriológico de este concepto conduce a la idea de ser liberados del poder del pecado (Rom 6, 18.22; 8,2). Se acentúa la iniciativa liberadora de Cristo (Gál 5, 1; cf. Jn 8, 36). Gál 3, 13 Y 4, 5 recogen la terminología de la idea del rescate (e~uyoQá~ú)) para hablar de la obra redentora de Cristo, pero sin entenderla en el sentido del rescate sacro de esclavos (~ 3), aunque, eso sí, refiriéndose a la ley como a un amo de esclavos. Todos estos conceptos (incluido el de 000l;ELV) necesitan completarse con los conceptos centrales (especialmente para Pablo) de la «reconciliación» (XU1:UAAUYY\) y de la «justificación» (~ 61Jxmoovvr¡ I 6LXmÓ[A.m) a fin de iluminar el contenido positivo del concepto neotestamentario de la redención: la consecución de la relación con Dios como nuevo ámbito para vivir en la fe en Jesucristo. K. Kertelge

420

a3tolvro apolyo soltar, dejar irse, despachar Bibl. (especialmente sobre 2): H. Baltensweiler, Die Ehe im NT (AThANT 52), Zürich 1967; Bauer, Wdrterbuch, s. V.; M. N. A. Bockmuehl, Matthew 5,32; 19, 9 in the Light of pre-rabbinic Halakhah: NTS 35 (989) 291-295; J. Bonsirven, Le divorce dans le NT, Tournai-Paris 1948; G. Bornkamm, El divorcio y el nuevo matrimonio en el Nuevo Testamento, en Id., Esludios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 193-197; G. Delling, Ehescheidung, en RAC IV, 707719; R. Geiger, Die Stellung der geschiedenen Frau in der Umwelt des NT, en G. Dautzenberg y otros (eds.), Die Frau im Urchristentum, Freiburg i. Br. 1983, 134157; E. Uivestam, AIlOAYEIN: SvEA 27 (1962) 132-135; Id., Die funktionale Bedeutung der synopt. lesusworte über Ehescheidung und Wiederheirat, en A. Fuchs (ed.), Theologie aus dem Norden, Linz 1977, 19-28; U. Nembach, Ehescheidung nach atl. und jüd. Recht: ThZ 26 (1970) 161-171; K. Niederwimmer, Askese und Mysterium. Über Ehe, Ehescheidung und Eheverzicht in den Anfangen des christl. Glaubens (FRLANT 113), Giittingen 1975, sobre todo 13-24, 44-52; R. Pesch, Freie Treue. Die Christen und die Ehescheidung, Freiburg i. Br. 1971; B. Reicke, Ehe Eherecht - Ehescheidung (IV), en TRE IX, 318-325; G. Schneider, lesu Wort über die Ehescheidung in der Überlieferung des NT: TThZ 80 (1971) 65-87; C. R. Taber, Divorce, en !DB Suppl. Vol. (1976) 244s; B. Vawter, Divorce and the NT: CBQ 39 (1977) 528-542; B. Witherington, Matthew 5, 32 and 19, 9 - Exception or exceptional Situation?: NTS 31 (1985) 571-576.

1. Este compuesto de AVm, con excepción de Heb 13, 23, aparece únicamente en los evangelios y en Hechos: 19 veces en Mateo, 12 veces en Marcos, 14 veces en Lucas, 15 veces en Hechos, y 5 veces en Juan. a) En el sentido de soltar, dejar libre se usa siempre para referirse a la liberación de cautivos (Mc 15, 6-15 par. MtlLc; Jn 18, 39; 19, 10.12; Hech 3, 13; 5, 40; 16, 35.36; 26, 32; 28, 18; Heb 13,23 [sobre este último pasaje ~ b]; sobre Lc 26, 28 v.l. cf. J. Duplacy en: FS Schmid 1963, 42-52). En sentido más general, anoAVm significa poner en libertad, dejar libre, liberar (Mt 15, 23; 18, 27; Lc 6, 37; 13, 12). b) El sentido de dejar irse, despachar (empleado también como término para designar el divorcio ~ 2) se da cuando se despacha a personas (Mt 14, 15.22.23; 15,32.39; Mc 6, 36.45; 8, 3.9; Lc 8, 38; 14,4; Hech 19,40). Y se emplea en voz pasiva para significar ser

421

cmot..úw - aJtoQcpavL~w

despedido, separarse (Hech 4, 23; 15, 30.33 [según Bauer, S.v. 2b también Heb 13,23]) o como un eufemismo para expresar la idea de dejar morir (Lc 2, 29). c) La voz media significa en Hech 28, 25 marcharse. 2. En los Sinópticos, anoAvm (que aparece en 13 pasajes) es un término (común) para designar el despido de la mujer a la que se excluye de la vida matrimonial (divorcio) entregándole una acta de divorcio (~ aJtoOTáOLOV), como se ve principalmente por las palabras «despedir a la propia mujer» (1 [3] Esd 9, 36; cf. Dt 24, 1-4). Estas palabras las encontramos en la prohibición del divorcio hecha por Jesús (Mc 10, 2.11 par. Mt 19, 3.8.9; Mt 5, 31.32a par. Lc 16, 18a [Q]; cf. además Mt 5, 23b; 19, 7; Mc 10, 4; Lc 16, 18b) y, con referencia a la intención de José con respecto a María, en Mt 1, 19 (cf., a propósito, M. M. Bourke: CBQ 40 [1978] 121s). Sobre las denominadas «cláusulas de adulterio», que aparecen únicamente en Mt 5, 32; 19, 9, ~ JtoQvdu. Mc 10, 12 habla del despido del marido por parte de la mujer; se trata de la ampliación lógica de la prohibición de Jesús del divorcio, aplicándola a la práctica jurídica seguida en el mundo grecorromano, que reconocía a la mujer el derecho a tomar la iniciativa en materia de divorcio (cf. 1 Cor 7, lOs; cf. R. Pesch, Markusevangelium (HThK) 11, sub loco; cf. H. Conzelmann, 1 Korintherbrief(KEK), 145. G. Schneider

a3t0lláooo,.uu apomassomai limpiarse o sacudirse algo* Lc 10, 11: nos sacudimos el polvo ('U[A.LV «contra vosotros»).

a:n:OVÉllro aponemo asignar, conceder* 1 Pe 3, 7: «tributando honor»; cf. 1 Clem 1, 3; IgnMagn 3, 1; MartPol 10,2. .

a3tOVt3ttro aponíptiJ lavar* Mt 27,24 (en voz media): lavarse las manos, acción realizada por Pilato como señal de su propia inocencia (cf. Bauer, W6rterbuch, s. v.).

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a3to3tí3tt:ro apopipto caer* Hech 9, 18: Cuando AnanÍas puso sus manos sobre Pablo y oró para que éste recobrara la vista, entonces «cayeron de sus ojos (de Pablo) algo así como escamas».

,

~

,

a3to:n:lI.avaro apoplanao extraviar, inducir a error nAuvám.

~

a:n:o:n:AÉro apopleo zarpar* Término técnico del lenguaje náutico en Hech 13, 4; 14, 26; 20, 15; 27, 1, indicándose de ordinario el rumbo o destino (El.~); en 20, 15 con indicación del punto de partida (exd{}EV).

a:n:03tJ.vvro apoplyno lavar Lc 5, 2 Koiné A E> «lavaban sus redes».

a:n:o:n:ví:yro apopnigo ahogar, ahogarse* Lc 8, 7 (par. Mt 13, 7 v.l.); 8, 33 (a diferencia de Mc) en voz pasiva: el rebaño se ahogó. ThWNT VI, 453s; E. Schwentner: RhMus 105 (1962) 191.

a:n:oQÉro aporeo estar en incertidumbre, estar perplejo* En voz activa en Mc 6, 20; en los demás casos en voz media: Lc 24, 4; Jn 13, 22; Hech 25, 20; 2 Cor 4, 8; Gá14, 20.

cl.:n:oQta, a~, 'Í) aporía perplejidad, angustia* En Lc 21, 25 (a diferencia de Mc) dícese de la perplejidad a causa del bramido del mar.

a:n:oQ(Q )t3ttro apor(r )ripto echarse (al mar) * Hech 27, 43 en sentido intransitivo: arrojarse por la borda.

a3toQCfJaví,~ro aporphanízo dejar huérfano (a alguien)* En 1 Tes 2, 17, dícese en sentido figurado de Pablo que, al estar separado de su comunidad, se siente huérfano.

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a:rtoa%E1Já~ú) - a:rtOO1;EYá~ú)

a'l0(JXE1Hi~ro aposkeuaziJ quitar, arrancar

Hech 21, 15 D hacer el equipaje, levantar las tiendas de campaña para partir.

a'lo(Jxía(J',ux, a'to;, 'tÓ aposkiasma el oscurecer En Sant 1, 17 dícese del oscurecimiento producido por el cambio en la posición de los cuerpos celestes. ThWNT VII, 401; DTNT IV, 234-236.

a'lo(J'láro apospaiJ retirar, sacar* En Mt 26, 51 dícese de la acción de desenvainar la espada; en los demás pasajes se emplea en sentido figurado: Lc 22, 41; Hech 21, 1 (en voz pasiva) separarse, alejarse de; en Hech 20,30 (en voz activa): arrastrar tras de sí.

a'lo(J'ta(Jía, a;, Í) apostasia apostasía* En Hech 21,21 como acusación contra Pablo: tú enseñas que apostaten de Moisés; 2 Tes 2, 3: el Anticristo inducirá a la apostasía en los tiempos antes del fin. ThWNT 1, 5 lOs; DTNT 1, 202ss.

a'lo(J'támov, O", 'tó apostasion certificado de divorcio* Bibl.: E. Bammel, Mk JO, 11 und das jüd. Eherecht: ZNW 61 (1970) 95-101; Billerbeck 1,303-312; M. J. Geller, The Elephantine Papyri and Hosea 2, 3: JSJ 8 (1977) 139-148; E. Koffmahn, Die Doppelurkunden aus der Wüste luda (Studies on the Texts ofthe Desert of ludah, ed. J. van der Ploeg, 5), Leiden 1968; W. Kornfeld-W. Baier, en BL, 1535; J. Scharbert, Ehe und Eheschliefiung in der Rechtssprache des Pentateuch und beim Chronisten, en FS W. Kornfeld, Wien 1977, 213-225; F. Schmidtke, Apostasion, en RAC 1, 551553; B. N. Wambacq, De libello repudii: VD 33 (1955) 331-335.

1. La entrega de un certificado de divorcio por parte del marido se presupone en Dt 24, 1.3; Is 50, 1; Jer 3, 8; el término técnico en hebreo es: sefer kerftut, y en griego: fh(3Aíov ctJtoatuaLov, que aparece en Mc 10,4 Y Mt 19, 7. En Mt 5, 31 aparece sólo el término anoatámov. Este sentido especial del término aparece únicamente en textos griegos del

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judaísmo. En los papiros anoa'tuaLov a,vyYQu
11:

2. Acreditar por escrito el divorcio era un trámite necesario para proteger a la mujer contra la acusación de adulterio. Las razones no se aducen en el texto. En Dt 24, 1 el motivo para el divorcio es encontrar en la mujer «algo desagradable»; pero en Mt 5, 32 y 19,9 el motivo es únicamente la nOQvdu (¿seguirá el redactor mateico la idea expresada en Jer 3, 18?). El marido no tenía derecho a divorciarse, cuando había violado a una doncella (Dt 22, 29) o cuando había acusado injustamente a una esposa casta (Dt 22, 19). La mujer, según el Talmud, podía pedir el divorcio por razones físicas o morales (Billerbeck 11, 23s). El hecho de que una mujer extienda un acta de divorcio es inconcebible en un ambiente genuinamente judío (Yeb 14, 1), pero es posible en el ámbito de influencia helenístico-romana (Josefo, Ant XV, 259; cf. Bammel). J. B. Bauer a'lo(J'tEyá~ro apostegaziJ quitar el techo*

Mc 2, 4 con -> atÉy'I1 (el techo) como objeto de la acción verbal.

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a:rtoa'tÉAAÚ)

a'lO(J'tÉJ,Aro apostelliJ enviar l. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial - 3. Jesús envía a sus discípulos - 4. Jesús como Mensajero de Dios en Juan. Bibl.: C. Mercer, anoon\At..ELV and nÉ¡.tnELv in lohn: NTS 36 (1990) 619-624; J. Seynaeve, Les verbes anooTÉAAW et nÉ¡.tnw dans le vocabulaire théologique de saint lean, en M. de Jonge (ed.), L'Evangile de lean (BEThL 44), Louvain 1977, 385-389. Para más bibliografía, cf. anóoToAo<;, en los autores Barrett, Borgen, Bühner, Burgers, Cohn, von EickenLindner, Giblet, Miranda, Rengstorf, Schmahl.

1. De las 136 veces que aparece este término en el NT, sólo 12 se encuentran fuera de los evangelios (en los que aparece 97 veces) y de Hechos (27 veces). Juan (28 veces) ocupa un lugar especial: aquí anOatÉAAÚ) se relaciona primordialmente (19 veces) con la cristología. 2. El verbo significa mandar, enviar; cuando no se usa para describir la terminación con éxito del viaje de un mensajero (con el fin de entregar un objeto o una información), sino que se concentra netamente en la razón y el objetivo del suceso en cuestión, es decir, en la misión como tal y en la ejecución del encargo, el verbo adquiere el sentido de comisionar, encargar (Mt 2, 16; 10, 40 par.; 22, 3s: Mc 6,17; 9, 37 par.; Lc 1, 19; 4,18.43; 9, 2; Jn 1,6.24; 3, 34; 4, 38; 5, 36.38; 6, 29.57; 7, 29; 8,42; 11,42; 17, 3.8.21.23.25; 20, 21; Hech 9,17; Rom 10,15; 1 Cor 1,17; Heb 1, 14; Ap 22, 6). Este sentido queda realzado habitualmente en el contexto de la apologética misionera (---* 3) Y de los enunciados dirigidos hacia la legitimación cristológica (-> 4). Los hombres y también Dios pueden ser los sujetos de la acción de anOatÉAAELV. Con respecto al que envía, el verbo indica que él dispone de mensajeros y que desea o bien llevar una información o un objeto, o bien exigir algo a un tercero (el dueño de una casa es el sujeto en Mt 20, 1; 21, 33; un rey lo es en Mt 22,2; Mc 9, 49; un sumo sacerdote, en Hech 5,21; unos jefes de la sinagoga, en Hech 13, 15). Los títulos Y el poder caracterizan también a Dios como el que envía (Mc 1,2; Lc 1, 19.26; -> 4). Y caracterizan también al Hijo

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del hombre (el objeto de la acción verbal son los ángeles en Mt 13,41; Mc 13,27 par.) y al Jesús terreno (el objeto de la acción verbal son los discípulos; -> 3). En consonancia con ello, los objetos de la acción expresada por anOatÉAAÚ) son personas, de quienes el que envía puede esperar obediencia y prontitud para el servicio encargado (trabajadores en Mt 20, 2; criados en Mc 12, 2-6; ayudantes en Hech 19,22; discípulos en Mt 22,16; Mc 11, 1; 14, 13; Lc 7, 18.20; el hijo en Mc 12,6; -> 4). El significado de anOatÉAAw en el NT está determinado por sus relaciones, a través de la LXX, con el hebreo salalJ y con la idea que este término encierra de que «envian> es lo mismo que «hacerse representan>; -> anóatOAo,,;. 3. De este sentido jurídico-popular están llenos los relatos sinópticos, según los cuales el Jesús terreno envió en misión doce (ó 72 según Lc 10, 1 material peculiar) discípulos (Mc 3, 13-19; 6, 6s; Mt 10, 1ss; Lc 6, 12-16; 9, 1ss; 10, 1ss). El encargo dado a los discípulos está en consonancia con la actividad realizada por Jesús mismo y comprende la proclamación de la ~umAdu (Mc 3, 13; Mt 10, 7 par. Lc 9, 2; Lc 10, 9) y la expulsión de demonios (Mc 3,15; 6,7; Mt 10, 1 par. Lc 9, 1; 10,9). Que los discípulos son enviados en misión en representación del Maestro que los envía y que sustituyen a éste en su propia misión, se expresa clarísimamente en las máximas jurídicas que prometen que el recibir a los discípulos enviados es como recibir y acoger la presencia del Señor que los envía, y, por tanto, es finalmente acoger la presencia de la ~kfna (Mt 10, 40; Lc 10, 16; Mc 9, 37 par.; 9, 41 par.; Jn 5, 23; 12, 44s; 13, 20). Los discípulos enviados en misión participan de la autoridad del Señor (Mc 3, 15 par.; 6, 7), son protegidos por Dios que es el Padre que finalmente los envía (Mt 10, 20), Y son capaces, yendo de dos en dos (Mc 6, 7 par.; Lc 10, 1), de dar testimonio fidedigno del encargo recibido y de quien les hace el encargo. 4. Vemos que ya en la tradición pre-joánica los dichos de ~A-frov (Mc 1, 38 par.; 2, 17

ano01:ÉAAúl - anóa·toAO~

427

par.; 10,45 par.; Mt 5,17; 10,4 par.; Lc 9, 46; 12, 49s; 19, 10) juntamente con los de aJTWtáAllV (Mt 15, 24; Lc 4, 18.43) hablan de Jesús como de quien desarrolla su actividad salvífica por encargo de Dios. Es también pre-joánica la tradición de las confesiones de fe, que culmina en la afirmación de que Dios envía a su JTaL~ (Hech 3, 26), a su XQLO'tO~ (Hech 3, 20) o a su '\Jto~ (Gá14, 4; Rom 8, 3). Bajo la influencia de las enseñanzas judías acerca de la misión, Juan desarrolla esta tradición (1 Jn 4,9.10.14; Jn 3, 16s) y la convierte en la base de la legitimación cristológica (5, 36.38; 6, 29.57; 7, 29; 10,36; 11,42; 17, 3.8.18): aJTOa'téAAw designa el encargo recibido de Dios y la autoridad divina para actuar. La misión revela la singularísima vinculación del Hijo con el Padre; por eso, la aceptación con fe de las palabras: «Que tú me enviaste», constituye el objetivo y el contenido de la confesión de fe (11, 42; 17, 3.8.21.23.25). Juntamente con aJTOoLÉAAw aparece también la fórmula ó JTé[l'\¡Ja~ [lE JTa't~Q (-> JTé[lJTw). J.-A. Bühner

cx,tO(J't€ºÉro apostereo hurtar, robar* Mc 10, 19 menciona «¡No hurtarás!» en la lista de mandamientos de la segunda tabla del Decálogo; 1 Cor 6, 8 acusa a los destinatarios de defraudar a los hermanos, y 7, 5 ordena a los cónyuges que no se rehúsen el uno al otro (cf. Ex 21, 10). En voz pasiva, en 1 Cor 6, 7, significa dejarse defraudar; 1 Tim 6, 5 se refiere a los falsos maestros que están «privados de la verdad», y Sant 5, 4, al salario retenido fraudulentamente.

t1

a:n:OU'tOAt1, ij~, apostole autoridad apostólica, oficio apostólico -> aJTOo'tOAo~ 7. a:n:óu'tOAO~, OU, Ó aposta los enviado,

apóstol 1. Aparición del término en el NT - 2. Uso del término en Pablo - 3. Uso del término en Lc - 4. Uso del i

428

término en los demás escritos del NT - 5. Presupuestos y origen del título de apóstol- 6. Uso cristológico - 7. u:n;oa'tOA~.

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l. De las 80 veces que aparece el término en el NT, 29 se encuentran en el Corpus paulinum (incluidas la Carta a los efesios y la Carta a los colosenses), 34 en los escritos lucanos, 1 en Mateo, 2 en Marcos, 1 en Juan, 5 en las Pastorales, y 8 en los demás escritos del NT. La concentración del uso del término en Pablo y en Lucas indica las dos expresiones fundamentales de este concepto en el NT. 2. Pablo emplea el concepto de aJTOo'tOAo~ con el fin de presentarse a sí mismo de manera digna y autoritativa al principio de sus cartas (con excepción de Flp y 1/2 Tes). Con este término, Pablo describe su tarea de proclamar el evangelio: él tiene autoridad, como mensajero y representante del Señor crucificado y resucitado, para llevar el evangelio a las comunidades cristianas de los gentiles (Rom 1, 1; Gál 1, 15; 2, 8; 2 Cor 5, 19; 1 Tes 2, 4-9). Pablo llama también aJTOo'tOAOL a otras personas (-> 5); él se adhiere a la comprensión que esas mismas personas tienen del apostolado y acentúa sobre esta base la peculiaridad que a él le corresponde (Schnackenburg, Apostles; Hahn, 56-61). Pablo acentúa que él es XAll'tO~ (<
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para el ministerio santo de su apostolado. La vocación tuvo lugar en una visión de Cristo (1 Cor 9, 1; 15,9; Gál 1, 12.16), durante la cual quedó establecido al mismo tiempo el contenido del evangelio (Gál 1, l2ss; Roloff 44s). En 1 Cor 1, 1 Y 2 Cor 1, 1 señala hacia el 'fréAll[la, la comunicación de la voluntad divina que llega a él desde fuera y que determina el curso de su acción: él no es apóstol por su propia voluntad, ni depende en absoluto de ninguna voluntad humana (Gál 1, 1; 2 Cor 3 5); sobre él pesa la necesidad de proclamar ei evangelio (l Cor 9, 16). Quien lo envía es Señor; el apóstol no es más que 6oijAo~ (<<siervo»: Rom 1, 1; Flp 1, 1; 2 Cor 4,5) obligado a obedecer (Gál1, 10; 1 Tes 2, 4.6; cf. Bühner, 123-127 y 207-209). A los que reciben el evangelio, Pablo les asegura que él habla únicamente de conformidad con el encargo recibido, y no por motivos dictados por la falsedad humana (1 Tes 2, 3s): él no busca recibir honores de los hombres (1 Tes 2, 6), aunque -como apóstol- participe de la dignidad de Quien le envía (l Tes 2, 7). La referencia a Quien le envía (l Tes 2, 4-6; Rom 11, 13; 1 Cor 9, 16s; 2 Cor 3, 6ss; cf. Jn 17, 4s) y la indicación de su propia subordinación al evangelio y a quienes lo reciben (l Tes 2, 7-12; 1 Cor 9, 19ss) se unen en su renuncia a una apariencia majestuosa (1 Tes 2, 7) Y en su renuncia a los derechos de apóstol (1 Cor 9, 18; 2 Cor 11, 7). En el servicio apostólico a la gloria del Señor (Rom 11, 13; 2 Cor 3-5), el apóstol pospone su propia persona (1 Cor 9, 12.18), a fin de identificarse con el mensaje y con Aquel que le envía (1 Cor 9, 23; 2 Cor 4, 4-6). Con su gracia, Dios le capacitó para realizar este servicio (1 Cor 3, 10; 2 Cor 3, 6; 4, 1; Rom 12, 3.6; 15, 15; Gál 1, 15; 2, 9; Ef 3, 2.7s) y se halla presente en su ministerio (l Cor 15, 9s; Rom 15, 18; Gá12, 8). Frente a las exigencias y la obstinación de sus adversarios, el apóstol se siente libre (l Cor 9, 1): únicamente Dios es capaz de juzgar acerca de su obediencia como apóstol (1 Cor 4, 3s). Como apóstol de Jesucristo, Pablo está enviado al mismo tiempo por Dios (Rom 15, 15s; 2 Cor 5, 18-20). Pablo combina la terminología

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U:n:ÓG1;OAO¡;

de la gloria celestial, que une a Dios y a Cristo (2 Cor 5, 19) Y que ha sido dada también al apóstol (2 Cor 4, 4-6), con el modelo jurídico de la sustitución (Cohn, 393ss; Gerhardsson, 118; Roloff, 122s; Bühner, 250s). El significado de a:n:ó01;oAO~ está vinculado con el carácter peculiar que el término alcanzó a consecuencia del uso jurídico popular inspirado en su equivalente hebreo salfalJ (cf., a propósito, la obra fundamental de Rengstorf; cf. Cohn). De conformidad ya con la práctica jurídica anterior al NT, y que las fuentes rabínicas no hacen más que fijar por escrito, el salfalJ es el representante directo de quien le envía y puede actuar en representación suya de manera autoritativa y jurídicamente vinculante (Cohn, 133ss). Está obligado a estricta obediencia (Cohn, 144ss, 204213) y debe actuar en todos los asuntos de la manera que redunde en mayor beneficio de quien le envía (Cohn, 139s, 145). La vinculación del término de «apóstol» con títulos jurídicos que designan el vínculo personal del enviado con Aquel que le envía y que significan la tarea que se le ha confiado con respecto a la comunidad (---> ohwvó~o~, ---> (háxovo~, ---> 6oiiAO~, ---> Ú:n:EQÉ't'l']~) está en consonancia con la costumbre de los amos que designaban a personas autorizadas para que actuaran como representantes suyos en el desempeño de las tareas domésticas (Cohn, 175ss; Bühner, 124-127). Debemos añadir, finalmente, las innumerables observaciones que atestiguan que no sólo la vocación de Pablo sino también su comprensión de la totalidad de su misión debe entenderse desde la perspectiva de los profetas del AT (Holtz: Deuteroisaías; Gerhardsson: Moisés; Rengstorf, 440s: Jeremías; Roloff, 43s: correspondencia tipológica; Hahn, 69-73: Isaías 61, 2; Rigaux 83ss: Deuteroisaías, Ezequiel, Jeremías); en el judaísmo posbíblico, al profeta se le llamaba también un salfalJ de Dios (Bühner, 271-315). La índole peculiar del concepto paulino de apóstol aparecerá con claridad, una vez conocidos estos antecedentes, si indagamos la peculiaridad de quien lo envía, del mensaje y de quienes lo reciben: así como el poder del Se-

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ñor que le envía se manifiesta en la realidad terrena como debilidad de la cruz, así también el poder del mensaje reside en la locura de la palabra acerca de la cruz (1 Cor 4, 9-13; 1, 21); en su misión el apóstol del Señor crucificado se halla bajo la realidad de la cruz; la renuncia de Pablo a sus propios derechos y honores (1 Cor 9, 12; 2 Cor 11, 2.23) es más que la obediencia ejemplar del enviado; sino que, más bien, el apóstol se gloría en su debilidad (2 Cor 11, 23-33; 12, 9), porque el poder del Señor, que concede protección al mensajero, se revela en la debilidad (2 Cor 12, 9s; cf. Cambier). La gloria en la que participa el apóstol por su misión, es la gloria que se re~ fleja en el rostro del Señor crucificado (2 Cor 4, 4ss). Semejante gloria hace que el servicio del evangelio sea una empresa llena de aflicciones terrenas (2 Cor 4, 7) y determina al apóstol como quien tiene que soportar sufrimientos (2 Cor 4, 10; 1 Cor 4,9). En el camino del Señor la majestad se oculta en humillación (Flp 2, 5-11); la sabiduría, en locura (1 Cor 1, 21); la riqueza, en pobreza (2 Cor 8, 9), de tal manera que el ministerio apostólico lleva también como impronta la singularidad de ese Señor (2 Cor 4, 5; cf. Roloff, 119; Barrett, 70). De esta manera, por conducto del apóstol, el Señor trasmite el poder vivificador y justificante de la cruz a las comunidades cristianas de la gentilidad (2 Cor 4, 10-12: 5, 1821; Gál 3, 1). 3. Lucas restringe el título de a:n:óo'tOAo~ a los doce discípulos y, en consecuencia, jamás llama apóstol a Pablo (excepto en Hech 14,4.14, Y se sospecha que aquí está hablando una fuente pre-Iucana; cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichté [HNT], 87 y 89). Lucas utiliza las expresiones «los doce apóstoles», «los doce» y (frecuentísimamente) «los apóstoles», sin hacer diferencia alguna. Según la exposición de Hechos, los doce apóstoles son los dirigentes de la comunidad de Jerusalén (4, 35.37; 5, 2; cf. 6, 6). Son portavoces de la comunidad, que proclaman el evangelio a los de fuera (2, 37) Y la defienden contra los ataques de la comunidad judía (5,

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U:n:ÓO'tOAO¡;

26ss). Su tarea principal consiste en la trasmisión y la conservación de la doctrina no falseada (2, 42); ellos autorizan la misión entre los gentiles, que está en sus comienzos (8, 14.18; 15, 22s; 16,4). En Hech 1, 15-26 se mencionan los criterios esenciales para ser un apóstol: haber acompañado al Jesús terreno desde los primeros días, haber sido elegido por él (1,17; cf. Lc 6,13; 9, 1), haber permanecido a su lado durante todo el tiempo hasta el día de la ascensión, y haber sido, por tanto, testigo de la resurrección (1, 21; cf. 1, 2s; Lc. 24, 36ss). Así, pues, una línea va conectando el envío de los discípulos en misión y la concesión del título de apóstol por el Jesús terreno (Lc 6, 13), luego el anuncio de la misión por el Cristo resucitado (Lc 24, 46-48; Hech 1, 8) juntamente con la promesa del Espíritu (Lc 24,49; Hech i, 5.8) y finalmente la recepción del Espíritu y con ella la proclamación del evangelio, iniciada de nuevo desde el cielo (Hechos 2ss). Aunque la equiparación entre «los doce» y «los apóstoles» hace que se trasparente la clara redacción de Lucas, sin embargo no debemos creer que esa concepción sea puramente lucana (en contra de lo que piensa Klein, Zwolf Apostel), sino que hay ya señales de ella en la tradición sinóptica pre-lucana (cf., además de la tradición lucana, Ap 21, 14; cf. Roloff, 112; Schille, 113 nota 13; Schmithals, 267s; E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], 132s), que no conoce el título de apóstol sin referencia a los doce: con excepción del pasaje, incierto desde el punto de vista de la crítica textual, de Mc 3, 14 (debido probablemente a la influencia del paralelo lucano), los doce son llamados a:n:óo'tOAot en Mc 6, 30: hay aquí claramente una condensación de la terminología que aparece en Mc 6, 7 Y en la que encontramos los conceptos de ---> esouotu y ---> a:n:oo'tÉAAElV; los doce discípulos que son enviados en misión, participan del poder del Señor que los envía y son -con sus palabras y con sus acciones- los representantes autorizados del Señor, y, de conformidad con la costumbre jurídica ordinaria, regresan adonde el Señor que los envió a fin de infor-

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marle de la misión y devolverle la ~lflJút (< 7; Bühner, 123, 127 y 257s). A este estado marquino de la tradición corresponde también la designación de los doce apóstoles en Mt 10, 2, un texto independiente de Lucas. Asimismo, el concepto lucano de testigo (Hech 1, 8.22; Lc 2,32; 3,15; 5, 32; 10,39; 13,31; cf. Lc 24, 48; cf. Schneider), estrechamente relacionado con el de apóstol, se remonta a una antigua tradición palestinense que considera al apóstol como un comisionado, que tiene un compromiso con el poder del Resucitado, y que sale en defensa de ese poder contra el recalcitrante Israel (Michel, 25 y 27; cf. Tos Qid 4, 1, donde se trata de la tarea del salfalJ de ser testigo de la voluntad y de los derechos de quien le envía). Se discute, en relación con esto, la mención que se hace de apóstoles en Lc 11,49; pero aunque Lucas, en contra de la fuente Q, haya insertado en este punto su concepto de apóstol (así piensa Klein, Verfolgung; en contra, Michel, 22), sigue siendo notable la referencia a la tradición deuteronómica de los profetas que predicaban el arrepentimiento: aquí no es sólo la referencia a la misión y al testimonio (= amonestación) lo que desempeña un papel en la tradición precristiana, sino dentro de esa referencia la designación de los profetas como apóstoles (Steck, 214s, 229 nota 5; cf., a propósito, Michel, 19ss; Bühner, 108ss, 194 nota 9,282). 4. Los praescripta (o saludos iniciales) en la Carta a los Efesios y en las Pastorales demuestran que se ha adoptado sin cambio alguno la terminología paulina. Efesios habla de los apóstoles en un sentido titular (juntamente con los profetas en 2, 40; 4, 11) como el fundamento de la Iglesia, a quienes se reveló el misterio de Cristo (3, 5) y que fueron designados por el Señor Exaltado (4, 11). A los apóstoles se los llama «santos» (3, 5), y son elevados a la condición de mediadores de la salvación para la Iglesia (J. Gnilka, Epheserbrief [HThK], 157, 211). Las Pastorales hacen de Pablo el prototípico desempeñador de un ministerio, y el que garantiza la conserva-

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anó(JtoA.o~

ción de la doctrina del evangelio (1 Tim 2, 7; 6,20; 2 Tim 1, 11-14: cf. Roloff, 241, 249). Las Cartas primera y segunda de Pedro, en sus respectivos praescripta, aplican a Pedro la terminología paulina relativa a la condición de apóstol; a los apóstoles se los distingue de los profetas de la antigua alianza (2 Pe 3, 2), Y se los considera como los únicos y permanentes mediadores de la palabra de Cristo (Jds 17). En conjunto, el uso del término en las Pastorales está más en consonancia con el uso lucano que con el paulino. En el Apocalipsis, la carta dirigida a los efesios elogia a la comunidad por su paciencia gracias a la cual ha desenmascarado a los falsos apóstoles que habían llegado a ella (Ap 2, 2). ¿Se tratará de representantes de un primitivo apostolado de «misioneros carismáticos itinerantes» (así se supone a menudo desde Harnack) o se tratará de una polémica contra conocidos apóstoles o contra sus sucesores (cf. W. Bousset, Offenbarung 6 [KEK], 204; H. Kraft, Offenbarung [HNT], 56)? Ap 18, 20 conoce a apóstoles que, juntamente con santos y profetas, son los grandes mártires del NT (Kraft, Offenbarung, 237); finalmente, en 21, 14 la idea de los doce apóstoles está asociada con la tradición acerca de la Iglesia como nueva edificación. 5. Las influencias de la comprensión jurídico-popular palestinense de los mensajeros y representantes, que se observan en Pablo y en la tradición sinóptica acerca del envío de discípulos en misión, no debemos entenderlas históricamente en un sentido erróneo. La denominada institución de la salfah no describe una institución histórica det~rminada (reina generalmente falta de claridad sobre este punto; cf. Roloff, 39; Brockhaus, 119; Schmithals, 95-99), de tal manera que el concepto neotestamentario de apóstol no puede deducirse históricamente de la misión de determinados selúl;fm de la comunidad judía (~lfal; !jfbbúr = encargado de una misión por la comunidad; embajadas del patriarcado de Jerusalén; no se ha demostrado que hubiera ~lúl;fm como misioneros. Sin embargo, en la tradición pos bíblica se conocía a veces a los

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profetas con el nombre de §elúl;fm de Dios (Bühner, 281-306), de tal manera que hay que renunciar a la usual y extendida distinción entre una misión profética y una misión jurídica (Schmithals, 95s; también Rengstorf, 420, en este punto, entorpece sus fundamentales estudios introduciendo una diferenciación inapropiada). Puesto que hay también papiros más tardíos (cf. Agnew) que conocen el término griego cmó(JtoAO~ en el sentido personal (y, por tanto, no en el sentido predominantemente elevado de «expedición naval», corriente hasta aquel tiempo) con el significado de «encargado de una misión, persona autorizada para llevar a cabo una misión», y enlazan así probablemente con la terminología jurídica oriental y con el concepto semítico de selfl;a', es más probable todavía que durante el período del NT este término jurídico-popular de sa lfal;, que se empleaba también en el ámbito religioso, penetrara en el vocabulario de la misión cristiana. El intento más radical de Schmithals por derivar del concepto de «enviado», tal como existía en la mitología gnóstica y en la profecía, el título cristiano primitivo de apóstol, destruye sólidos puentes -basados en la historia de la cultura y en la historia de las tradiciones- para entrar en las ideas del ámbito palestinense (cf. también 1 Cor 15, 7; Gál 1, 17). Por de pronto Pablo no recurre a un concepto definido históricamente y uniforme de apóstol (Georgi, 42s). Para él los apóstoles son misioneros cualificados del cristianismo primitivo (Schnackenburg, Apostolizitiit, 54; cf. Id., Apostles, 301; Brockhaus, 115s), de los cuales deben distinguirse los predicadores misionantes (1 Cor 9,5; 12,28; 2 Cor 11, 13; Rom 16,7) y los representantes de la comunidad asignados a una tarea especial (2 Cor 8, 23; Flp 2, 25), pero no deben separarse de ellos fundamentalmente (cf. Brockhaus, 115s; de otra manera piensa Hahn, 56, 60s; sin embargo, sobre el tema de la cualificación carismática incluso de los apóstoles de la comunidad cf. Hech 13, 1-3 Y Georgi, 54s). Estos apóstoles de la comunidad (parcialmente carismáticos) se diferencian según 1 Cor 15, 7 (cf. Gál1, 17.19; 1 Cor 9,5) de un círculo li-

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anó(JtoA.o~

mitado de personas que se llaman a sí mismos apóstoles de Jesucristo y que derivan su ministerio apostólico de un encuentro con el Señor resucitado (cf. 1 Cor 9, 1; 15, 3s). Entre ellos se cuentan los miembros del grupo de los doce (cf. Hahn, 57; Brockhaus, 114; Hengel, 32; Barrett, 31s; de otra manera piensa Schneeme1cher, 28: solamente Pedro). Estos apóstoles palestinenses del Cristo resucitado trabajaban seguramente como tales, desde un principio, en la misión entre los judíos (cf. Hengel, 32). Al principio, Pablo trabaja juntamente con Bernabé como apóstol de la comunidad antioquena (Hech 13, 1-3; Gál 2, 1). Evidentemente la separación de Antioquía, el concepto de misión (que ahora -por vez primera- llega a tener amplitud universal) y la naturaleza peculiar del concepto paulino de apóstol se hallan íntimamente relacionados entre sí (cf. Hengel, 18). Pablo llegó a formarse un concepto de misión análogo al que poseían los dirigentes de Jerusalén (Pedro), es ~ecir, una misión dirigida a Israel y a los gentiles (cf. Gál 2, 7 -1 O) y llegó a considerarse a sí mismo como un apóstol del Señor resucitado (Gál 1, 15s). Sin embargo, en ninguna fuente vemos que el título de «apóstol» se derive del hecho de haber sido enviado en misión por el Cristo resucitado; de manera semejante, una primera misión apostólica de los discípulos por el Jesús terreno con el empleo del título de apóstoles (que aparece por vez primera en Lc 6, 13) Y su contenido esencial de ser «testigos del Resucitado» no pueden observarse en la tradición acerca de Jesús. Es más probable que los orígenes del uso del término se hallen en la misión judeocristiana de Palestina (¿o fueron los «helenistas» de Jerusalén los primeros en llamar CmÓG1;OAOL a sus misioneros? Cf. Schneeme1cher, 6): el testimonio sobre el Resucitado lo daban profetas que hacían un llamamiento a la penitencia (cf. Hech 2, 32ss) y que, en un lenguaje análogo al de la tradición profética (Is 61, 1) Y levítica, eran llamados ~lúl;fm. 6. Tan sólo en Heb 3, 1 se llama anóotoAO~ a Cristo: él es anÓOtoAo~ por ser el su-

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mo sacerdote del santuario celestial y porq · 1e con f'lÓ su tarea. En la morada celesue D. lOS tial, él es el Hijo que tiene que rendir cuenta al Padr~. El mi~isterio c~ltual en el cielo, qu: le ha sldo conflado al anÓ<J1;OAo~/sumo sacerdote/Hijo, se corresponde con la homología.(o ~t~ibución de autoridad por aclamación cansmatIca) por parte de la comunidad terrena, y es u~ ministerio que hace posible que esa comumdad t.enga la naQQ't]ota, la seguri~ad de a~ce~o hbre al santuario celestial. El titulo de anOOtoAo~ nace aquí de referencias cultuales y corresponde el concepto de salfah que en el judaísmo se aplicaba al sacerdoi~ (sobre el conjunto del tema cf. O. Michel, Hebriier' [KEK], 171ss). El Evangelio de Juan no llama nunca anÓOtoAO~ a Cristo. La doctrina acerca del mensajero, relacionada con los verbos --> anoo't'ÉAAW y --> nÉ/lnw, no enlaza con la mitología gnóstica sino con la doctrina judía sobre el profeta y el salfal; (Borgen, Bühner): el Padre que envía legitima al Hijo que es enviado y le dirige en el descenso y el ascenso por las veredas prescritas para la ruta de un mensajero.

7. cl:n:OO"toAÍJ* autorización, mlSlOn remite -filológicamente y por su significadoa selfl;út en una relación análoga a la que existe entre aJtóOtoAO~ y salfal; (cf. ya el Tg Jonatán: Ag 1, 13; Jue 2, 1; Tg Ester 11, 5, 8). En 1 Cor 9, 2 Pablo dice que la comunidad de Corinto es el sello (es decir, «la confirmación») de su aJtoo't'oA~ (autoridad de apóstol), porque ahí se hace patente que la comunidad ha surgido como el EQYOV, la «obra apostólica» (cf. Bühner, 203) de Pablo en el Señor (y por encargo del Señor). Según Rom 1, 5, Pablo recibió en su vocación la gracia y la autoridad apostólica. Dios confió a Pedro el ministerio apostólico para con la circuncisión (= los judíos), y Pablo el ministerio apostólico extendido a los gentiles (Gál 2, 8). Hech 1, 25 emplea el término en el sentido técnico lucano para referirse al ministerio apostólico. J.-A. Bühner

440

439 a3toO''to"UJ:tt~ro apostomatizo interrogar *

Lc 11, 53: probablemente interrogar (uva :rcEQL 'tLVO~); cf. Platón, Euthyd 276c, 277a (refiriéndose en estos casos al maestro: repetir de memoria, recitar). Liddell-Scott, s. v. acentúa que el verbo, en Lc 11, 53, se refiere también a la acción del maestro de preguntar a un alumno. a3toO''t~iCfJro apostrephi5 apartar(se)*

En sentido transitivo: apartar, devolver a alguien o algo (Mt 26, 52 [cf. 27, 3 v.l.]; Lc 23, 14; Rom 11,26; 2 Tim 4,4; probablemente también Hech 3, 26). En voz media: apartarse (Mt 5, 42; 2 Tim 1, 15); rechazar a alguien o algo (Heb 12,25; Tit 1, 14). ThWNT VII, 719-722.

a3toO''tuyiro apostygeo ahorrecer* Rom 12, 9: aborrecer 10 que es malo.

a3toO'uváyroyo;, 2 aposynagogos excluido de la sinagoga* Jn 9, 22; 12,42 con YEVÉO'fraL: ser excomulgado de la sinagoga; 16, 2 con :rcOLdv: expulsar de la sinagoga. Sobre la excomunión de la sinagoga cf. Billerbeck IV, 293-333; K. L. Carroll: BJRL 40 (1957-1958) 19-32; ThWNT VII, 845-850.

a3to'táO'O'oJl(U apotassomai despedirse, apartarse de* Mc 6, 46; Lc 9, 61; 14,33; Hech 18, 18.21; 2 Cor 2, 13. ThWNT VIII, 33s.

a3to'tEJ.iro apoteleo tenninar, llevar a caho* Lc 13, 32: «yo llevo a cabo curaciones»; S ant 1, 15 en voz pasiva: dícese del pecado que ha conseguido su objetivo.

a3to'tí,{}EJlat apotithemai quitarse, despojarse, desemharazarse* Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v. aJt01:HhlflL; E. Kamlah, Die Form der katalogischen Pariinese im NT, Tübingen 1964, 173-189; Moulton-MiIIigan, s.v. aJto-

THhlflL; E. G. Selwyn, The First Epistle of Sto Peter, London '1947,393-400.

El verbo, que en el NT no se usa en voz activa, puede traducirse por despojarse en casi todos los casos en que aparece (con excepción de Mt 14, 3). En sentido propio se usa para expresar la acción de despojarse de las vestiduras, en Hech 7, 58 (antes de la lapidación de Esteban); se usa, además, en la frase «arrojar a alguien a prisión» en Mt 14,3 (cf., a propósito, Polibio XXIV, 8, 8; PapEleph 12; Moulton-Milligan; Lev 24, 12; Núm 15, 34; 2 Crón 18, 26 LXX). En el NT predomina el sentido figurado de a:rco'tL'frq,LaL: Rom 13, 12 habla de despojarse de «las obras de las tinieblas»; Col 3, 8, de desechar los vicios; Ef 4, 22, en el mismo sentido, de despojarse del «hombre viejo» (cf. Col 3, 9, a:rcEx6'UoÚf,LEVOL). a:rcoúfrowXL se usa también en sentido metafórico (en el lenguaje catequético de la parénesis [bautismal]) para referirse a que hay que «despojarse» de los vicios (como quien se despoja de una vestidura): Ef 4,25 (de «la falsedad»); Sant 1, 21 (de «toda inmundicia y de todos los restos de maldad» ); 1 Pe 2, 1 (de «toda maldad y engaño»); Heb 12, 1 (de «todo peso que estorbe y... del pecado»). El participio a:rco'frÉf,LEVOL debe entenderse en Ef 4,5; Sant 1,21; 1 Pe 2, 1; Heb 12, 1 como una viva exhortación (cf. Rom 13, 12) o como un imperativo (así en Col 3, 8); cf. L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), 133 nota 32. G. Schneider

a3to'ttváO'O'ro apotinasso sacudir* Lc 9, 5: ¡sacudid el polvo de vuestros pies!; en Hech 28, 5 Pablo sacudió la mano para arrojar de sí la víbora que le estaba mordiendo la mano.

a3to'tí.vro apotino pagar, reemholsar* Flm 19: yo te compensaré pOr los daños.

a3to'toJ.Jláro apotolmao atreverse* Rom 10, 20: Isaías se atreve y dice (se atreve a decir). ThWNT VIII, 183, 186.

441

uJto'tOflLa - 'A:n:nLou cpóQov

a3to'toJlta, a;, Í) apotomia severidad* En Rom 11, 22 (dos veces) se habla de la severidad de Dios en contraste con su bondad (XQl]o'tó'tl]~). ThWNT VIII, 107, 109.

a3to'tóJlro; apotomos (adv.) severamente* En 2 Cor 13, 10 leemos a:rco'tóf,L{J)~ XQÍ)oOf,LaL por a:rco'tOf,LL<;,( XQÍ)00f,LaL, usar de severidad; Tit 1, 13: Tito debe reprender con severidad a los embaucadores (v. 10). ThWNT VIII, 106-108. a3to't~i3toJlat apotrepomai detestar* 2 Tim 3, 5b: «¡Evita a esa gente!»

a3touO'ta, a;, Í) apousia ausencia* Flp 2, 12: durante mi ausencia (en contraste con :rcuQo'UoLu).

a3toCfJi~ro apophero llevarse* En el NT se emplea siempre en voz activa: Lc 16,22; llevarse por la fuerza, Mc 15, 1 (Jn 21, 18 v.l.); dícese de un arrobamiento por el Espíritu, Ap 17, 3; 21, 10. Dícese de la acción de llevar un objeto, Hech 19, 12; 1 Cor 16, 3.

a3tOCfJE'ÚYro apopheugo escapar* Escapar, evadirse de una persona o de una cosa, con acusativo en 2 Pe 2, 18.20, con genitivo en 1, 14.

a3toCfJ.a-iyyoJlat apophtheggomai declarar en voz alta* Dícese de las palabras pronunciadas por el sabio (Diógenes Laercio 1, 63, 73), Y también por el adivino o por el profeta (Ez 13,9.19. 19; Miq 5,11; Zac 10,2; Filón, VitMos 11, 33) o por el inspirado en general. En el NT se usa únicamente en Hech 2, 4.14 para referirse a los efectos del Espíritu Santo; en Hech 26, 25 dícese de las palabras pronunciadas por Pablo ante Festo. ThWNT 1,448. a3toCfJo~'tt~OJlat apophortizomai descargar* En Hech 21, 3 dícese de la acción de descargar la mercancía trasportada por un buque;

442

es un término técnico del lenguaje naviero (cf. ThGL 11, 1785). a3tÓX~1]O't;, Ero;, Í) apochresis uso, consumo* Col 2, 22: los alimentos o las cosas creadas en general están destinadas «a perecer (d~ Cj)'froQúv) con el uso» (dativo). a3toxro~iro apochoreo marcharse, reti-

rarse* Mt 7,23: ¡Apartaos de mí!; en Lc 9, 39 dícese del espíritu maligno que a duras penas se va del «muchacho epiléptico» (cf. Herm [m] 5,2,6; 12,5,4); Hech 13, 13: Juan se separó de Pablo y de sus compañeros. a3tOxro~t~OJlat apochorizomai separarse* Hech 15,39: Pablo y Bemabé (con Marcos) se separaron a causa de desacuerdos; Ap 6, 14: «el cielo se desvaneció como un libro que se enrolla» (Bauer, Worterbuch, S. v.: se escindió; cf. R. H. Charles, Revelation [ICC], sub

loco).

a3tolj1'Úxro apopsycho morir* Lc 21, 26 (a diferencia de Marcos): los hombres expiarán por el temor y la expectación de las cosas que están sucediendo (no «se desmayarán», como en Homero, Od 24, 348, sino que morirán como en 4 Mac 15, 18; Filón, Aet 128; Josefo, Ant XIX, 114). CfJÓ~Ov Appiou phoron Foro de Apio (Forum Appii)*

'A3t3ttou

Bibl.: H. Nissen, Italische Landeskunde n, Berlin 1902, 638s; A. Weiss, en Pauly-Wissowa VII, 64.

Mercado situado junto a la Vía Apia y que había sido fundado en el año 312 a.C. por Apio Claudio Ciego con motivo de la construcción de la calzada que, desde el tiempo de Nerva o de Trajano, se había pavimentado desde el mercado hacia el Norte; el mercado estaba situado a una distancia de Roma de 43

443

-444

'A:rt:rtLou
millas romanas (= 64 km) (CIL X 6824). Junto a la calzada trascurría también hacia el Sur un canal que iba desde el 'ArtJtLov
1 Tim 6, 16: Dios habita en luz inaccesible. ci:rtQó(J~mto~, 2 aproskopos lo que no escandaliza, 10 que es irreprochable* Hech 24, 16; 1 Cor 10, 32; Flp 1, 10; cf. 1 Clem 20, 10; 16, 1; Herm [m] 6, 1,4. ThWNT VI, 747s, 753-758. a:rtQo(Jro:rtol.r".t:rt'tro~ aprosi5polempti5s (adv.) sin acepción de personas, imparcialmente* En 1 Pe 1, 17 dícese del juicio imparcial de Dios; cf. Bern 4,12; 1 Clem 1,3. ThWNT VI, 780s; DTNT IV, 119-121. ii:rt'tat(J'to~, 2 aptaistos libre de tropiezo*

Jds 24:
a:rt'tro haptó encender, (en voz media) tocar En voz activa en Lc 8, 16; 11,33; 15,8; 22, 55 v.l.; Hech 28, 2. En todos los demás casos en voz media, por ejemplo, Jn 20, 17: «¡Deja de tocarme!» (cf. Bauer, Worterbuch, S.v. 2a); Col 2, 21: «¡No toques!» (¿o no comas?, o quizás se hace referencia a las relaciones se-

xuales, como en 1 Cor 7, 1). Dícese de la acción de tocar para bendecir (curar: Mc 1, 41 par. MtlLc; 7, 33; 8, 22; 10, 13 par. Lc; Mt 8, 15; 9, 29; 17,7; 20, 34; Lc 22, 51) o para hacer daño (1 Jn 5, 18). Dícese también de los que tocaban a Jesús buscando la curación (Mc 3, 10 par. Lc; Mc 5, 27.28.30.31 par. MtlLc; Mc 6, 56 par. Mt). DTNT IV, 294s.

'A:rtqJia, a~ Apphia Apia* Nombre de una cristiana (¿esposa de Filemón de Colosas?): Flm 2. Moulton-Milligan, s.v..

a:rtro-3io,..,at apótheomai

desechar, rechazar* Hech 7, 27.39; 13, 46; 1 Tim 1, 19. Con Dios como sujeto de la acción verbal en Rom 11, 1.2: Dios no ha rechazado al pueblo de Israel (cf. Sal 93, 14 LXX). ThWNT 1,448.

a:rtrol.na,

a~,

1]

apóleia perdición, des-

trucción -)o u:rtÓA.A.V¡.,tL. d~, 1] ara imprecación, maldición* Rom 3, 14 (Sal 9, 28; 13,3 LXX): «Su boca está llena de maldición y de amargura». ThWNT X, 989s (bibl.).

aQci,

«Qa

ara (partícula) por tanto, por consiguiente*

Bibl.: J. Blomqvist, Greek Particles in Hellenistic Prase, tesis Lund 1969, especialmente 128; K. W. Clark, The Meaning of agu, en FS Gingrich, 70-84; Denniston, Particles, 32-43; J. Grimm-H. W. Nordheider-H. Brandt, agu, en Lexikon des frühgriech. Epos, fundado por B. Snell y continuado por H. Erbse, séptima entrega, Giittingen 1973, 1126-1164; Kühner, Grammatik lIl2, 317-326; Thrall, Particles, sobre todo lOs, 36.

1. Esta partícula se ha derivado generalmente de UQUQLOXO) (cf., por ejemplo, Frisk, Worterbuch, s.v.) y recientemente también de uQ- en aQLo"toc; (cf. C. J. Ruijgh, Autour de «"tE épique», Amsterdam 1971, 433; se halla atestiguada desde la Ilíada de Homero). Apa-

445 rece 49 veces en el NT, de las cuales 15 se encuentran en los evangelios sinópticos, pero no aparece en Juan. aQu (según la ley de Wackernagel) aparece como segunda palabra en la oración: a) en las preguntas, lo mismo que en la lengua clásica (Denniston 39f), 1) siguiendo a "tL(C;), únicamente en los evangelios sinópticos y en Hechos (en interrogativas directas: Mt 18, 1; 19, 25.27; 24, 45 par. Lc 12,42; Mc 4, 41 = Lc 8, 25; Lc 1, 66; cf. Job 23, 3; en interrogativas indirectas: Lc 22, 23; Hech 12, 18); 2) después de EL (sólo en interrogativas indirectas: Mc 11, 13; Hech 8, 22; 17, 27; cf. Núm 22, 11), b) en interrogativas directas sin partícula interrogativa (Hech 21, 38; 2 Cor 1, 17); c) después de un verbo (Rom 7, 21; Gál 3, 7; cf., por ejemplo, Homero, 11 18, 610; cf. también Rom 8, 1; de manera semejante Teognis 788); d) después de las partículas 1) E'LnEQ (1 Cor 15, 15; cf., por ejemplo, Aristóteles Cael 268s, 22) y 2) btEt (1 Cor 5, 10; 7, 14; cf., por ejemplo, eJtcl aQ en Homero, 11 17, 658). Sin embargo, la partícula aparece como la primera palabra en 27 ejemplos del NT (para los ejemplos de fuera del NT cf. Blomqvist, 128), a saber: e) 7 veces en las apódosis de oraciones condicionales (Mt 12, 28 = Lc 11, 20; 1 Cor 15, 18; Gál 2, 21; 3, 29; 5, 11; Heb 12, 8; cf., por ejemplo, Homero, Il 7, 360); Sal 57, 12 LXX; en segundo lugar en 1 Cor 15,14) f) 8 veces al comienzo de una oración (Mt 7, 20; 17, 26; Lc 11,48; Hech 11, 18; Rom 10, 17; 2 Cor 5, 14; 7, 12; Heb 4, 9); y g) 12 veces, todas ellas en el Corpus Paulino, en la forma reforzada aQu Oúv (Rom 5, 18; 7,3.25; 8, 12; 9, 16.18; 14, 12 [la variante textual es incierta]; Ef 2, 19; en exhortaciones en Rom 14, 19; Gá16, 10; 1 Tes 5, 6; 2 Tes 2, 15; esta combinación implica siempre un hiato; en la lengua clásica se encuentra únicamente Oúv aQu, cf. Denniston 43; cf. también 1 Clem 35, 3). De las combinaciones clásicas de partículas, en el NT encontramos únicamente aQu yE (cf. Denniston, 43), en Mt 7, 20; 17,26; Hech 17,27 (cf. Gén 26, 9). 2. Las investigaciones más recientes (Denniston; Ruijgh, 435) suponen que el significa-

446 do fundamental de aQu implica un vivo interés (a menudo muy difícil de traducir). Este significado se siente aún en -)o 1.a.l, por ejemplo, Lc 22, 23 (la pregunta acerca de quién era el que iba a traicionar a Jesús) o Hech 12, 18 (la pregunta acerca de qué habría sido de Pedro), y la mejor manera de traducirla a nuestra lengua es por pues; de manera semejante -)o 1.b, en la asombrada pregunta del tribuno en Hech 21, 38 y en forma atenuada en -)o 1.a.2, donde aQa puede significar también quizás (como en la pregunta que hace Pablo en 2 Cor 1, 17, que supone que se va a dar una respuesta negativa). La pregunta puede indicar también una consecuencia (entonces, por tanto) como, por ejemplo, en la reacción de los discípulos ante la mala opinión que Jesús tiene de las personas ricas en Mt 19, 25 (xaL en los lugares paralelos Mc 10, 26/Lc 18, 26). La consecuencia se acentúa más intensamente en -)o l.e. El significado de conclusión <<por consiguiente» (cf. Dionisio de Tracia 95, 2s, quien considera aQa como una de las conjunciones silogísticas), que aparece con mayor frecuencia a partir de Platón, se aplica a -)o 1.c y 1.f. También en -)o l.g aQu designa la consecuencia, y oúv acentúa esta idea (por ejemplo, en los sumarios de Rom 5, 18 y 7, 25) ó indica una transición (por ejemplo, 8, 12). aQa se usa en -)o l.d.l (1 Cor 15, 15) para indicar una recapitulación: (si) en verdad, (si) como dicen. finalmente, -)o 1.d.2, la mejor manera de traducir la combinación eJtEl aQu es <
liQa

ara (partícula interrogativa) Esta partícula interrogativa (cf. Kühner, Grammatik 11/2, 527s; Denniston, Particles, 46-51) induce a esperar una respuesta negati-

448

447 va. Introduce únicamente interrogativas directas (BlaB-Debrunner § 440, 2 con la nota 3). En el NT aparece sólo 3 veces: Gál 2, 17 (<<¿Estará Cristo, entonces, al servicio del pecado?»); Lc 18,8 (<
a;, t1 Arabia Arabia*

1. Geografía - 2. tes de 'AQa~la

'AQa~la

en Gálatas - 3. Habitan-

Bibl.: Abel, Géographie 1, 288-294; II, 164-168; J. Assfalg, en LThK 1, 786s; D. Baly, Geographisches Handbuch zur Bibel, Neukirchen-Vluyn 1966; C. K. Barrett, The Allegory of Abraham, Sarah, and Hagar in the Argument ofGalatians, en FS Kiisemann, 1-16; G. Cornfeld-G. J. Botterweck (eds.), Die Bibel und ihre Welt 1, Bergisch Gladbach 1969, 84-92; G. W. Bowersock, RomanArabia, Cambridge-London 1983; E. Güting, Der geographische Horizont der sog. V6lkerliste des Lukas (Acta 2, 9-11): ZNW 66 (1975) 149169; M. Hofner, en RAC 1, 575-585; A. Jeffery, en Hastings 1, 47s; E. Lohse, LLva, en ThWNT VII, 284s; F. MuBner, Der Galaterbrief, Freiburg i. Br. 21974; A. Negev, The Nabateans and the Provincia Arabia, en ANRW II18, Berlin 1977, 520-686; M. Noth, Aufsiitze zur bibl. Landes- und Altertumskunde 1, NeukirchenVluyn 1971,55-74; H. P. Rüger, en BHH 1, 118s; A. Schimmel-Tari, en RGG 1, 525s.

1. Como término geográfico, «Arabia» designa el Desierto de Siria situado al Oeste de Mesopotamia y al Este de los valles del Orontes y del Jordán y que se extiende al Sur por la península bañada por el Golfo Pérsico, el Océano Indico y el Mar Rojo. No es seguro que incluya también la Península del Sinaí (Baly, 104; MuBner, 323). Según la terminología romana, 'AQa~ta designaba el territorio situado al Sur y al Sudeste de Palestina, y estaba habitada principalmente por los Nabateos. 2. Los dos únicos lugares del NT en que aparece 'AQa~ta son Gál 1, 17 (sin artículo) y 4,25 (con artículo; BlaB-Debrunner § 261, 7). El viaje de Pablo del que se habla en 1, 17, le llevó por los territorios septentrionales del Reino Nabateo. Pablo menciona este viaje para contrastarlo con el viaje a Jerusalén,

que es el que habría sido de esperar: si se tratara de un apóstol con un mensaje que se debiera a la instrucción humana, entonces lo lógico habría sido que Pablo, después de su vocación, hubiera acudido inmediatamente a Jerusalén para ver allí a los apóstoles del primer momento y hacer que le instruyeran. Sin embargo, Pablo no sólo se quedó en Damasco, lejos de Jerusalén, sino que emprendió incluso un viaje a 'AQa~ta, es decir, a una región muy distinta. En Gál 4, 25 se habla de 'AQa~ta en un sentido general. Se trata de nuevo de un contraste con Jerusalén: juntamente con la Jerusalén actualmente esclavizada, el Monte Sinaí se halla en contraste con la Jerusalén libre, la «de arriba». Al situar el Sinaí «en Arabia», Pablo asienta la imposibilidad de una unión geográfica de los dos lugares, pero no ve ninguna objeción en la correspondencia «alegórica» entre ambos. La comprensión de este texto se hace más difícil todavía por lo incierta que es la tradición textual relativa a -+ 'AyáQ (v. 25; cf. MuBner, sub loco). 3. En el AT 'arlibf (en plural, 'arebfm) se usa varias veces como una manera general de designar a los nómadas del desierto. No existía un nombre colectivo para denominar a los habitantes de toda la región de Arabia; se los llamaba según la tribu a la que pertenecían y los lugares en que se asentaban. 'AQa~E¡; (en singular 'AQa'IjJ, árabes), en Hech 2, 11, debe entenderse como una referencia a los judíos que habitaban en el Reino de los Nabateos. Posiblemente el autor (según E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK]), un escriba que insertó posteriormente lo de «cretenses y árabes» en la lista de pueblos) sabía que entre ellos había cristianos. U. Borse

aQaYE arage entonces, por consiguiente -+ aQa.

'AQá,.., Aram Aram [o Arán]* Nombre de persona en Mt 1, 3.4; Lc 3, 33 V.l. (cf. 1 Crón 2, 9s; Rut 4, 19 v.l.).

449

aQaq¡o;, 2 araphos sin costura, inconsútil* En Jn 19,23 dícese de la túnica (XL'tWV) de Jesús (cf. Josefo, Ant I1I, 161, refiriéndose a la túnica del sumo sacerdote). J. Repond: Bib 2 (1922) 3-14. 'l\Qali', ~o;, Ó Araps árabe* Hech 2, 11: «Cretenses y árabes». -+ 'AQa~ta 3.

UQyÉro argei5 estar ocioso o inactivo* 2 Pe 2,3: el juicio no está inactivo, es decir, viene preparándose. ThWNT 1,452.

uQyó;,3 argos ocioso, perezoso, inútil* Mt 12, 36 (toda palabra inútil); 20, 3.6, refiriéndose a los hombres que están ociosos en la plaza; en 1 Tim 5, 13 (dos veces) dícese de las viudas ociosas; Tit 1, 12: los cretenses son vientres perezosos (¿es decir, glotones?); Sant 2,20 (la fe sin obras es estéril); en 2 Pe 1, 8 dícese de las virtudes que van aumentando y que no dejan a los cristianos estar ociosos, o que «no son estériles para el conocimiento de Cristo». ThWNT 1,452.

UQyÍlQlOV, OU, tó argyrion plata, moneda de plata 1. Significación del término - 2. Monedas de plata en el NT - 3. Las «treinta monedas de plata» que se dieron a Judas.

Bibl.: A. Kindle'f, Coins of the Land of Israel, Jerusalem 1974.

450 siempre a la plata en primer lugar. Esta manera de hablar la encontramos en el NT en 1 Pe 1, 18; Hech 3, 6; 20, 33. El poder adquisitivo de las monedas de plata, en el NT, era muy alto (cf. Mt 20,2-13: un denario del tamaño de una moneda de 50 pesetas era el jornal diario de un trabajador). En Mt 26, 15; 27, 3.5.6.9 se habla de las monedas de plata pagadas a Judas (30 uQyúQLa); en Mt 28, 12.15 se habla de la «plata» destinada a sobornar a los guardias que custodiaban el sepulcro. Se acuñaban las siguientes monedas de plata con efigies de dioses y emperadores: el denario (la moneda romana que corresponde a la dracma griega), la doble dracma, la tetradracma (= estater, que correspondía a un sido [seqel] hebreo). Ningún gobierno judío antes de la Guerra Judía de los años 66-70 p.C., ni los Asmoneos (en contra de lo que se pensaba anteriormente) ni Herodes 1, los tetrarcas o los procuradores acuñaron monedas de plata (en Palestina se acuñaban únicamente monedas de cobre). Y todas las monedas que tenían curso en Palestina, en tiempos del NT, llevaban inscripciones en griego. 3. Los tributos destinados al templo, había que pagarlos con el pesado siclo o medio siclo tirio, de plata. La tradición sobre la traición de Judas al entregar a Jesús, se refiere a tales monedas cuando habla de las «treinta monedas de plata» (Lutero traduce: «Silberlinge»). Tan sólo Mateo conoce esta cuantía, y con ella hace referencia a las «30 piezas de plata» de que se habla en Zac 11, 12. B. Schwank

UQYUQoxó¡to;, OU, Ó argyrokopos platero*

1. UQYÚQLOV significa propiamente plata. Pero sólo en un lugar del NT se emplea el término en este sentido: 1 Cor 3, 12 v.l.; la imagen es típica para designar las mezclas de metal y mineral que eran corrientes en el mundo antiguo. Por lo demás, el término se usa siempre para referirse a las monedas de plata (20 ejemplos en el NT, de los que ocho, siempre en plural, se encuentran'en Mateo).

Hech 19, 24, refiriéndose al platero Demetrio, de Efeso.

2. En el siglo 11 a.C. la plata era más valiosa que el oro; por eso, en el AT se menciona

Hech 19, 24: «templecillos de plata de Artemisa»; 2 Tim 2, 20: «En una casa grande no

aQyuQo;, OU, Ó argyros plata* Como moneda en Mt 10, 9; como metal (mencionado junto al oro) en Hech 17, 29; 1 Cor 3, 12; Sant 5,3; Ap 18, 12.

UQYUQoií;,3 argyrous de plata*

451

UQyVQojj~

sólo hay vasos de oro y de plata ... »; Ap 9, 20: ídolos de oro y de plata».

'i\.@}€to; náyo;, ó Ardas pagos Areópago* 'AQwJtuyLt'l1';;, Ol), Ó Areopagites Areopagita* Bibl.: H. J. Cadbury, The Book of Acts in History, London 1955, 51s.57; T. J. Cadoux, en OCD, 102s; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte2 (HNT), Tübingen 1972, 105s; E. Curtius, Paulus in Athen: SAB (Berlin 1893) 925-938; M. Dibelius, Paulus auf dem Areopag, en Aufstitze zur Apg, Gottingen '1953, 29-70, especialmente 62-64; cf. ibid. 73 (1); B. Gartner, The Areopagus Speech and Natural Revelation (ASNU 21), Uppsala 1955, 52-65; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte 7 (KEK), GOttingen 1977,495-510, 709s; 1. Th. Hil!, The Andent City of Athens (London 1953), Chicago 1969 (s. v. en el Índice analítico); B. Keil, Beitriige zur Geschichte des Aeropags, Leipzig 1920; W. G. Morrice, Where Did Paul Speak in Athens... ?: ET 83 (1971-1972) 377s; Wachsmuth-Thalheim, 'f\QfLO~ Jtáyo~, en Pauly-Wissowa JI (1895), 627-633.

1. Hech 17, 19.22a menciona el Areópago Cl\QELO¡; Jtáyo¡;) y Hech 17, 34 menciona a Dionisia el Areopagita en el contexto de un discurso de Pablo a los atenienses (el «discurso del Areópago» en 17, 22b-31; bibliografía en Haenchen, 495s, 709s). ''AQELO~ náyo~ significa Colina de Ares y designa tanto a la colina rocosa que se alza al Noroeste de la Acrópolis de Atenas así como al consejo judicial que celebraba allí sus reuniones (Herodoto VIII, 52; Pausanias l, 28 5; Diógenes Laercio n, 101, 116; Cicerón Att l, 14, 5; Nat Deor n, 74; SIG lndex s.v. [IV, 234]). Era un tribunal de justicia que entendía de los delitos más graves, pero que tenía también otras competencias (cf. Thalheim, 629-633; Keil). Desde los tiempos de Pericles, el Areópago celebraba sus reuniones en la «sala real» junto a la plaza. No se sabe a ciencia cierta cuáles eran las competencias del Areópago durante la época romana (¿entre otras, la enseñanza y la educación pública?; Plutarco, Cic 24; Thalheim, 632). 'AQEOnayh:Y)~ designa a un miembro del Areópago.

2. Hech 17, 19 refiere que «tomaron a Pablo y le llevaron al (ante el) Areópago (f.:¡ti, tOV "AQHOV náyov)>> para enterarse de más detalles sobre su «nueva doctrina». Hech 17, 22 introduce el discurso de Pablo: «y Pablo se puso de pie en medio del Areópago (ev

- UQÉOXW

452

¡.,téow tOV 'AQdoll :7táyOll) y dijo». Sobre todo, ~ste segundo texto hace que nos inclinemos a pensar que lo del Areópago se refiere al tribunal más bien que a la Colina de Ares (así piensan Dibelius, Morrice; cf. el v. 33: «Pablo salió de entre ellos»; 1, 15; 27, 21). Y la frase con e:7tL, en el v. 19, puede referirse también al consejo ante el cual llevaron a Pablo (cf. 9, 21; 16, 19; 18, 12). Que el autor de Hechos piensa (sobre todo) en el correspondiente tribunal de justicia, lo sugiere también la mención del Areopagita en el v. 34. A Dionisia se le menciona expresamente como uno de los pocos que llegaron a creer. Desde luego, el autor de Hechos no decide la alternativa de si por Areópago hay que entender el tribunal de justicia o la Colina de Ares, porque para él el Areópago es importante como tópico literario: Pablo, según Hechos, expuso su mensaje ante el famoso «tribunal» ateniense que, al parecer, tenía competencia en asuntos de religión y enseñanza, sin que se procediera lo más mínimo contra él. Probablemente, el Areopagita, mencionado en la tradición, dio motivo para que el discurso se presentara en un marco correspondiente (Dibelius, 68). G. Schneider

'A@}EOnayí:t'l;, O\l, Ó Areopagites Areopagita -> 'l\QELO';; :7táyo,;;.

o.@}E6'X,EÍa, a;, iJ areskeia deseo de agradar, complacencia* Se emplea en Col 1, 10 en sentido positivo: dt; :7tUOUV aQwxduv, agradando en todo (a Dios) por medio de una conducta digna. ThWNT 1,456; DTNT 1,281-285.

o.@}É6'X,ro areskiJ complacer, agradar* Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.v.; H. Bietenhard, Complacencia, en DTNT 1, 281-285; W. Foerster, uQÉQ'X,()) KtA., en ThWNT 1, 455-457; Nageli, Wortschatz, 40.

1. El verbo aQÉoxw aparece 17 veces en el NT, principalmente en Pablo (4 veces en Romanos, 4 en 1 Corintios, 2 en Gálatas, 3 en 1

453 Tesalonicenses) y, por lo demás, únicamente en Mc 6, 22 par. Mt 14,6; Hech 6, 5; 2 Tim 2, 4. Designa originalmente el establecimiento de una relación positiva entre dos personas u otras entidades (<, «a la esposa», «al marido»). Cuando -en los escritos paulinos- el verbo tiene significación teológica (cf. las frases que aparecen frecuentemente: «agradar a Dios», «agradar a hombres» -> 1), entonces el verbo aQéoxw significa primordialmente desear agradar, vivir para agradar. éUlltOL¡; aQÉoxELv (Rom 15,1) se opone a la exigencia: t0 :7tA'I1oLov aQwxé'tw (v. 2); la razón de este mandato se da en eí v. 3: «porque tampoco Cristo vivió para agradarse a sí mismo». 1 Tes 4, 1 acentúa la necesidad de comportarse de una manera que sea agradable a Dios (6EL úftut:; :7tEQL:7tutELv XUL aQÉoxELv 1'tE0); para

454 aL fv OUQXL OVtE¡; (Rom 8, 8) semejante conducta no es posible. Por tanto, aQéoxELv en Pablo es «un concepto que caracteriza al hombre en cuanto a su actitud equivocada o correcta ante la vida» (Bietenhard, 283). 1 Tes 2, 15 pronuncia sobre los judíos «que mataron a Jesús el Señor y a los profetas» el juicio de que «ellos no agradan a Dios». El apóstol mismo (liberado, después de su vocación, de todo empeño por agradar a hombres), desea vivir de manera que agrade a Dios y a Cristo (1 Tes 2, 4); él, en su ministerio, trata de agradar a judíos y a griegos a fin de salvarlos a todos (1 Cor 10, 33). G. Schneider

o.QE6'tÓ;, 3 arestos agradable, placentero* Jn 8, 29; Hech 6, 2; 1 Jn 3, 22 (agradable a Dios); Hech 12, 3 (agradable a los judíos). Th WNT 1, 456.

'A@}É'ta;, a Haretas Aretas* Nombre de persona de algunos reyes nabateos. 2 Cor 11, 32 se refiere a Aretas IV (ca. 9 a.C.-40 p.C.). Schürer 1, 736-739; H. Windisch, Der zweite Korintherbrief (KEK), 364366; Lietzmann-Kümmel, An die Korinther" (HNT), 152; J. Starcky, en DBS VII, 913-916; Schürer, Historia 1, 737-740.

o.@}uÍl, ií;,

iJ

arete buena conducta, virtud* Flp 4, 8; con :7tLOtL¡; en 2 Pe 1, 5 (dos veces). Se discute el significado de este término en 1 Pe 2, 9: alabanza, loor (cf. Is 42, 12; 43, 21) o milagro, poder divino (como en 2 Pe 1, 3). ThWNT 1, 457-461; X 990s; Bauer, Wiirterbuch, s. v.; C. Spicq, Note de lexicographie: aQEt~: RB 89 (1982) 161-176.

o.@}Ílv, o.@}VÓ;, ó aren cordero ->

aftvót; 4.

o.@}Lap.tÉro arithmeiJ contar* Mt 10, 30 par. Lc 12,7; Ap 7, 9; cf. 1 Clem 10; 6 (Gén 15,5). ThWNT 1, 461-464.

456

455

cl.º,{t",ó;, olí, Ó arithmos número* Lc 22, 3; Jn 6, 10; Hech 4, 4; 5, 36; Rom 9, 27; Ap 5,11; 7, 4; 9,16 (dos veces); 13, 17.18 (tres veces); 15,2; 20, 8. Dícese de una multitud en Hech 6, 7; 11,21; 16,5. ThWNT 1, 461-464; DTNT 111,183-187.

'Aº,,,,a{taí,a, a; Harimathaia Arimatea* Nombre de una localidad de Judea (Ramataim), patria de «José de Arimatea» (---+ 'IW01í


'Aºí,o'taºxo;, Oll Aristarchos Aristarco* Nombre de un varón de Tesalónica que acompañó a Pablo (Hech 19,29; 20, 4', 27,2). Flm 24 llama a 'AQLOtUQXO¡; «colaborador», y Col 4, 10 lo llama «compañero de prisiones» de Pablo.

cl.º,o'táro aristaó desayunar* Dícese de la primera comida de la mañana: Jn 21, 12.15; o de una comida no especificada: Lc 11,37.

de una comida sin especificar: Mt 22, 4; Lc 11,38.

cl.ºXUÓ;, 3 arketos suficiente* Mt 6,34; 10,25; 1 Pe 4,3. ThWNT 1, 464466.

cl.ºxÉro arkeo bastar, ser suficiente, (en voz pasiva) estar satisfecho* En voz activa: Mt 25, 9; Jn 6, 7; 14, 8; 2 Cor 12, 9. En voz pasiva: Lc 3, 14; 1 Tim 6, 8; Heb 13, 5; 3 Jn 10. ThWNT 1, 464-466: DTNT 1, 156-158.

c'iºxo;, Oll, ó (ÍJ) arkos oso* Ap 13,2 (cf. Dan 7, 5): «sus pies eran como los de un oso».

aº",a, a'to;, 'tó harma carro* Del carro como vehículo de viaje en Hech 8, 28.29.38; del carro de guerra en Ap 9, 9; 1 Clem 51, 5.

eAº",ayfbÓlv Harmagedon

Harmague-

dón*

cl.º,O'tEºÓ;, 3 aristeros izquierdo* Mc 10, 37; Lc 23, 33: «Concédenos que ... nos sentemos, uno a tu derecha, y el otro a la izquierda (E~ aQwteQwv)>>; Mt 6, 3: la (mano) izquierda no debe saber lo que hace la derecha; en 2 Cor 6, 7 dícese de las armas que se pueden manejar tanto con la mano derecha como con la mano izquierda (es decir, las armas ofensivas y defensivas).

'Aº'O'tÓPOllI..O;, Oll Aristoboulos Aristóbulo* Nombre de persona en Rom 16, 10: «Saludad a la familia de Aristóbulo», o «a los de la casa de Aristóbulo» (es decir, también a sus esclavos y a los que viven en su hogar). H. Schlier, Romerbrief (HThK), 445.

1. Aparición del término - 2. Significado - 3. Antecedentes - 4. Sobre el emplazamiento de Meguido. Bibl.: Ch. Brütsch, La e/arlé de l'Apocalypse, Geneve '1966, esp. las pp. 262ss; G. Cornfeld-G. J. Botterweck, Die Bibel und ihre Welt n, Bergisch Gladbach 1969, 1018-1024; J. Jeremias, ':AQ MayEOÓlv, en ThWNT 1, 467s; Kempinski, Megiddo, en BRL 213218; H. Kraft, Die Ofjb des Joh (HNT), Tübingen 1974, 209s; Id., Zur Offb des Joh: ThR 38 (1973) 8198; A. Strobel, Der Berg der Offenbarung, en FS Sliihlin, 133-146.

1. El topónimo hebreo aparece únicamente en Ap 16, 16, Y por cierto como un extranjerismo indeclinable, como lo es también Maguedón, la forma griega con que el nombre de Meguido aparece en la LXX (Jue 5, 19 [A] Y Jos 17,11): MuyeMw; 2 Crón 35, 22: Muyebwv). Wescott y Hort apoyan la grafía 'A.Q

Muyebwv.

C'iº,O'tOV, Oll, 'tó ariston desayuno* Lc 14, 12 (cf. Josefo, Ant VIII, 356). Dícese también de la comida del mediodía y I

i

2. El nombre significa literalmente Monte Meguido. El lugar se considera como el esce-

457 nario en que ha de darse la batalla en el conflicto del fin de los tiempos (cf. Ez 38, lss; lQM 1, lss y passim). Allí «se reunirán» los reyes de la tierra, seducidos por espíritus demoníacos que tienen como autores al dragón, a la bestia y al falso profeta. El anuncio de este suceso, muy concreto si consideramos ellibro en su conjunto, aparece en el contexto de la sexta visión de las copas, a la que sigue la descripción muy detallada de la destrucción de «Babilonia», es decir, de la gran antagonista de la comunidad de Dios (16, 17-18,24). La expresión Monte Meguido es peculiar del Apocalipsis. Esto hace que sea difícil determinar con algún grado de certeza los elementos que intervienen en su composición. 3. El nombre del lugar debía de sonar a misterio para los lectores griegos, y es probablemente una combinación específica de textos del AT, reunidos según las reglas de la exégesis rabínica judía. El Canto de Débora, que tal vez tiene sentido escatológico-tipológico, menciona (Jue 5, 19) «las aguas de Meguido». Ahora bien, según una tradición rabínica, conocida por Ap 17, 15, las «aguas» pueden significar «los pueblos del mundo». Is 14, 13 (tanibién según la LXX) habla del «monte de la reunión» (har mo' ed). El testimonio del Apocalipsis se orienta también hacia la futura destrucción de Babilonia. Si el ,ayin en mo' ed se trascribe por «gamma», cosa que sería natural porque se pronunciaba como «gamma» en el período helenístico, entonces no sería difícil deducir de este nombre las radicales esenciales de Har Maged(d)o (así piensan Jeremias, 468; Kraft, 209s). Más aún, Zac 12, 11 TM habla de la lamentación «en aquel día» en la «llanura de Meguido», un enunciado con el que es temáticamente congruente el pasaje de Ap 18, 9-19. Finalmente, pudiera ser que la idea del «monte del mundo», el escenario de la batalla que habrán de librar los poderes hostiles a Dios, enraizada en una rica tradición apocalíptica y mítica, desempeñara un papel -consciente o inconscientemente-, quizás como el antitipo del «monte de Dios» (también «monte de la revelación»; Jeremias).

458 4. Meguido (actualmente: Tell el-Mutesselim) está situada en la margen meridional de la Llanura de Yezrael. La Via Maris, que trascurre desde la costa mediterránea hasta Damasco (Is 9, 1, TM 8, 23) cruza la cadena montañosa del Carmelo por el Wadi Ji:ra y entra en la llanura en las cercanías de Meguido. El lugar, habitado continuamente desde el neolítico hasta el período persa y de gran importancia estratégica, fue estudiado y excavado por el arqueólogo alemán G. Schumacher en 1903-1905, y más tarde por los arqueólogos americanos C. S. Fisher, P. L. Guy y G. Loud, y finalmente en el año 1960 y sucesivos por Y. Yadin (de la Universidad Hebrea). En la historia de Israel, Meguido fue el emblema del campo de batalla empapado de sangre y de duros destinos (cf. Jue 5, 19; 2 Re 23, 29; 2 Crón 35, 22; Zac 12, 11). Si en el período del NT el Monte Meguido se refería aún a la impresionante colina de ruinas o, quizás, al Monte Carmelo, es una cuestión que quedará por resolver. El testimonio del Apocalip-

sis trata indudablemente de realzar simbólicamente aquel lugar geográfico. A. Strobel

áº",ó~ro harmozo unir, desposar* En el sentido intransitivo de unir con algo (en dativo) es un término frecuente en Hermas, pero que no aparece en el NT. En el sentido transitivo de unir (en matrimonio), desposar, se emplea como término técnico (Niigeli, Wortschatz, 25) en 2 Cor 11, 2: Os he desposado con un marido (se usa la voz media, en lugar de la voz activa: BlaB-Debrunner § 316, 1).

áº",ó;, olí, Ó harmos coyuntura (del cuerpo)* En Heb 4, 12 dícese de la Palabra de Dios, que es una espada que penetra «hasta las coyunturas y tuétanos»; cf., a propósito, O. Michel, Hebriier" (KEK), 197-203.

cl.ºvÉo",a, arneomai rechazar* un:uQvÉü¡..t.aL aparneomai rechazar* 1. Aparición de Ct.QVÉOflaL y del compuesto en el NT - 2. Contenido semántico de Ct.QVÉOflaL y del compuesto - 3. La sentencia acerca del Hijo del hombre 4. La infidelidad de Pedro. Bibl.: J. Blinzler, en BL, 1831; G. Bornkamm, Las palabras de Jesús sobre el confesar a Dios, en Id., Es-

459 tudios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983 157-169; A. Dauer, Die Passionsgesehiehte im Joh: München 1972,72-79,88-90,314-316; D. Dormeyer, Die Pass ion Jesu als Verhaltensmodell, Münster i. W. 1974, llO-ll7, 149-155; R. A. Edwards, The Esehatologieal Correlative as a Gattung in the NT: ZNW 60 (1969) 9-20; A. Fridrichsen, "Sieh selbst verleugnen»: CNeot 2 (1936) 1-8; Id., uQvÉO[!at im NT, insonderheit in den Past: CNeot 6 (1942) 94-96; P. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle, Münster i. W. 1972, 155s; G. Klein, Die Verleugnung des Petrus (1961), en Id., Rekonstruktion und Interpretation. Gesammelte Aufsiitze zum NT, Münster i. W. 1969,4998; E. Linnemann, Die Verleugnung des Petrus (1966), en Id., Studien zur Passionsgesehiehte, GOttingen 1970,70-108; D. Lührmann, Die Red. der Logienquelle, Neukirchen-Vluyn 1969, 51s; K.-G. Reploh, Markus, Lehrer der Gemeinde, Stuttgart 1969, 1231~0; H. Riesenfeld, The Meaning of the Verb uQVEO[!at: CNeot II (1947) 207-219; W. Schenk, Naherwartung und Parusieverzogerung, en Theologisehe Versuehe IV (1972), 47-69, sobre todo 56-61; Id., Der Passionsberieht na eh Mk, Berlin 1974,215-299; L. Schenke, Sudien zur Passionsgesehiehte des Mk, Würzburg 1971, 348-360; Id., Der gekreuzigte Christus, Stuttgart 1974, 15-22; H. Schlier, uQvÉO[!at xÜ., en ThWNT 1, 468-471; G. Schneider, Verleugnung, Verspottung und Verhdr Jesu na eh Lk 22,54-71, München 1969,42-45,73-96, 170s; Id., Die Pass ion Jesu na eh den drei alteren Evv., München 1973, 73-82; Schulz, Q, 66-76; Ph. Vielhauer, Jesus und der Mensehensohn (1963), en Id., Aufsatze zum NT, München 1965,92-140, especialmente 101-107; M. Wi1cox, The Denial Sequenee in Mark 14, 26-31.66-72: NTS 17 (1970-1971) 426-436.

1. De las 32 veces que aparece el verbo en su forma simple, más de la mitad se distribuyen entre los evangelistas (Marcos 2 veces, Mateo 4, Lucas 4 + Hechos 4, y Juan 4 en pasajes que dependen de los Sinópticos). Además, es un término favorito de las Pastorales (1 Timoteo, 7 veces; 2 Timoteo, 4 veces; Tito, 2 veces), mientras que no aparece nunca en las cartas de Pablo. El resto de los ejemplos se distribuye de la siguiente manera: 1 Juan, 3 veces; Apocalipsis, 2 veces, y aparece también en Heb 11, 24; Jds 4 par. 2 Pe 2, 1. Los 11 ejemplos en que aparece el verbo compuesto, se limitan a los Sinópticos (Marcos, 4 veces; Mateo, 4 veces; Lucas, 3 veces). En contraste con estas 43 veces, la LXX ofrece tan sólo 6 ejemplos del uso del verbo simple (de ellas, 5 en escritos redactados originalmente en griego: Sabiduría, 3 veces; 4 Macabeos, 2 veces) y un solo ejemplo del uso del

460 verbo compuesto. El mayor empleo de estos términos en la Iglesia Griega, tal como se refleja ya en las Pastorales, aparece también en las 19 veces que el verbo simple se encuentra en Hermas, en las 5 veces que hallamos en este escrito el verbo compuesto, y en las dos veces que se usa el sustantivo correspondiente (que falta por completo en la LXX y en el NT). (En Ignacio aparece 3 veces el verbo simple, y una vez el compuesto; en 2 Clem aparece 2 veces el verbo simple.)

461 habitual, se traduce este término por «negar» en el sentido de pretender que uno no conoce a alguien o no quiere estar asociado con él de renunciar a tener una relación con esa per~ sona (cf. la relación que existe entre el compuesto alemán verleugnen y la forma simple leugnen en H. Gomer y G. Kempcke ([eds.J, Synonymworterbuch [1973], S.v., y las pruebas semánticas de los sintagmas corrientes en E. Agricola, Worter und Wendungen, Leipzig '1977,677). , Son si~óni!ll0s parciales UJt060Xlf.tá~úl, d;01J'frEVEúl, EJtUwxúvof.tm y OXUV6uAt~úl.

2. El verbo expresa la actitud de rechazo de un sujeto 1) frente a una exigencia o demanda (cf. Schlier, 469) y, por tanto, significa rehusar(declinar, rechazar: Sab 17, 10; 12,27; 16, 16; Heb 11,24) o, de manera análoga, 2) frente a una afirmación o una pregunta que plantee una alternativa, y significa, por tanto, cuestionar (negar: Gén 18, 15; Lc [redaccional] 8, 45; Hech 4, 16). En sentido más estricto, que supone una relación o compromiso ya existente con una persona, uQvÉof.tm con un objeto de persona (como ocurre frecuentemente en el NT, pero que ya aparece también en Apolonio de Rodas 1, 867, 932) o con un objeto de cosa, expresa la ruptura de ese vínculo por medios directos o indirectos y significa, por tanto, desligarse (en una situación de persecución, aparece ya en 4 Mac 8, 7; 10, 15). Como designación de tal cambio habido en una relación, un cambio que entrañe infidelidad, el término puede usarse tanto para significar el arrepentimiento (Is 31, 7; Tit 2, 12) como la apostasía; es, por tanto, un término neutro en cuanto a la valoración. El elemento semántico decisivo no es el de la actitud falsa (la afirmación de algo que no es correcto; lo cual sería -> 'ljJEú6of.tm), sino la oposición (la impugnación de algo que ya existía); porque sólo a causa de esto puede el término usarse recíprocamente (Lc 12,9 par.) e incluso reflexivamente (Mc [redaccional] 8, 34 par.; 2 Tim 2, 13); y, por tanto, la adición de -> 'ljJEÚOt1l~ en 1 Jn 2, 22 es necesaria para denotar otra dimensión semántica (CremerKogel, s.v.). De ahí que se coloquen mallos acentos, cuando en los diccionarios, como es

El firme antónimo griego, dentro de un par de opuestos, es el verbo -> Óf.tOAoyÉúl en el sentido de «aceptar» (<
462 (en contra de lo que dice Schlier 470, no simplemente como indicación de un motivo), y ha trasferido uQvÉof.tm al comienzo de su recopilación de sentencias, en Mc 8, 34. Mediante la introducción del término en ese lugar, otra imagen de la sentencia de Q, la de «tomar la cruz», se interpreta redaccionalmente como entrega de sí mismo (Fridrichsen; Reploh, 126; en contra de la espiritualización existencial propuesta por Schlier [471]: «renuncia radical a sí mismo»). Una aplicación lucana de la sentencia de Q acerca del Hijo del hombre la tenemos en la afirmación que hace Pedro en su discurso de Hech 3, 13s: Lucas puede aplicar a la muerte de Jesús la acusación de que Israel se ha desligado de sus relaciones con Dios (en contra de lo que piensa Schlier, 469), porque, según la filosofía lucana de la historia, Dios no inició en Jesús una nueva historia, sino que continuó consecuentemente y llevó a su cumplimiento la historia de Israel. De la misma manera, en el discurso de Esteban, Hech 7, 35 designa tipológicamente como un desligarse una actitud análoga de la totalidad de Israel hacia Moisés. También Juan 1,20 hace uso del par de antónimos de la sentencia de Q acerca del Hijo del hombre, para referirse a la vinculación con Cristo (w. Schenk, Joh 1, 19-28: EPM 1 [1972-1973] 25-30). En 12,42 hace ver claramente el peligro del «desligarse», y como el evangelista considera consecuentemente al Bautista como «testigo» (1, 7s.19), existe aquí una «previa relación de obediencia y fidelidad» (en contra de lo que afirma Schlier 470; cf. 1, 15 !); así que aquello de lo que se trata realmente es de un desligarse que conduce al peligro de apostasía. ,Que Apocalipsis 2, 13 (antónimo - rel="nofollow"> xQutEúl, «retener el nombre») y 3, 8 (antónimo -> t1lQÉúl, «guardar la palabra) pertenece a la misma historia posterior de nuestra sentencia de Q, lo prueba 3, 5, donde la segunda parte del versículo con su enunciado positivo se ha tomado de Mt 10, 32, Y se ha conservado la construcción condicional, con una modificación sintática. Como en Jn 1, 20, que aquí

463 también significa perseverancia, el no apostatar, se ensalza una situación en la que se padece tribulación (exactamente igual que, más tarde, en Diogn 7, 7; 10, 7). El aspecto de advertencia de la sentencia de Q se recoge en 2 Tim 2, 12 en una exhortación dirigida a aquellos que tienen a su cargo la enseñanza de la palabra; es un fragmento de tradición ya existente (la fórmula de citación se encuentra en el v. lla), y se ha recogido aquí como tercera sentencia de paralelismo condicional, combinada con citas paulinas. De lo que aquí también se trata es del hecho de desligarse, un hecho que se traduce en el peligro de apostasía ante la opresión, como vemos claramente por el uso que en el contexto se hace de los sinónimos (en el v. 13a la idea se reanuda mediante -> Ct.:rtLatÉw, «hacerse infiel», y se halla preparada en un contexto más amplio por En:aLaXÚVoftaL, «avergonzarse», en 1, 8.12) y de los antónimos (v. 11 auvun:o'frv!Íaxw, «morir juntamente»; y en el v. 12 -> vn:OftÉvw, «mantenerse firme»). Ahora bien, el autor parece criticar la idea de la retribución contenida en la sentencia de Q, porque cuando él recoge el pensamiento en el v. 13, rompe por completo y contradice el esquema correspondiente, utilizando en la segunda mitad de la frase, no un sinónimo para expresar la acción de que Jesús «se desligue», sino un antónimo para referirse a la inalterable fidelidad de Jesús. Con ello el autor garantiza también que el hecho de «vivir con» del v. 11 y el de «reinar con» del v. 12 no se merecen mediante el sufrimiento y la muerte, sino que se basan únicamente en la fidelidad de Jesús. En todo caso, la manera contradictoria en que se recoge el pensamiento en el v. 13 nos hace ver claramente que el autor, en la cita del v. 13, no entiende el hecho de desligarse de Jesús como la definitiva reprobación en un juicio final, sino como un acto episódico, provisional y repetible. El carácter contradictorio del comentario que figura en la continuación del pensamiento, se asienta además mediante el argumento adicional del v. 13b, donde la palabra clave Ct.QvÉOftaL se toma de la cita misma y se emplea para reafirmar de

464 manera sinónima lo que se ha dicho en el v. 13a: Jesús no puede llegar a ser infiel a sí mismo. A comienzos del siglo 11 aparece un nuevo campo de aplicación del par de antónimos de nuestra sentencia de Q en 1 Jn 2, 22s (y de manera paralela y contemporánea en IgnEsm 5, ls; IgnMagn 9, 1): en lugar de una separación externa de la comunidad, ahora una cristología docética dentro de la comunidad misma es lo que se considera como un desligarse de Cristo. También Jds 4 muestra esta misma aplicación a los falsos maestros y la vincula, además, con acusaciones éticas: ideas, ambas, que son recogidas de allí por 2 Pe 2, 1. Finalmente, las Pastorales completan el proceso aduciendo contra los falsos maestros la acusación de que, con sus acciones (Tit 1, 6: EQYOL\;), están rechazando prácticamente a Dios, que es el contenido de su religión (2 Tim 3, 5: €v(JI::~du\; bÚVUftLV en conexión con el catálogo de vicios en los vv. 2-4 !), o están rechazando la fe (1 Tim 5, 8: al no proveer para los miembros de sus propias familias), y, por tanto, son «peores que un incrédulo». Este desarrollo ético es presentado en un escrito contemporáneo, 2 Clem 3, 1; 17, 7, mediante una cita explícita del «logion» de Q según aparece en Mt 10, 32. 4. En el material relativo a la infidelidad de Pedro, sólo Mc 14, 30 puede considerarse como pre-marquino. En la última de las cuatro predicciones que sirven de introducción a la pasión (14, 27a.29.30; cf. Dormeyer; Schenk, Passionsbericht), Ct.n:uQvÉOftaL es sinónimo de «caer» (axuvbuAll;,ollaL, vv. 27 y 29), Y significa una caída que hace apartarse de Jesús, es decir, se refiere a la conducta de todos los discípulos de Jesús ante la inminente Pasión. Pero la predicción (redaccional) de la triple caída de Pedro (v. 30) se refiere evidentemente a su conducta en Getsemaní, cuando el prendimiento de Jesús, y a su negación bajo juramento. El relato pre-marquino de la negación de Pedro se narraba seguramente como un solo acto (15, 54a.c.66b.71a. 68b.72a; Schenk, Passionsbericht; cf. también Dorme-

465

aQvÉo¡,tm

yer); quizás no ofrecía ningún ejemplo del verbo Ct.QvÉOftaL; y su punto esencial era mostrar que se había cumplido la predicción. La redacción marquina añadió con 14, 31 una nueva parte de diálogo, y trasladó así el acento de la predicción de la negación de Pedro a las palabras con que Pedro contradice esa predicción. Pero estas palabras de protesta se presentan como condenadas desde un principio al fracaso en virtud de la predicción divina que aparece en el v. 27b (redaccional). Al mismo tiempo, el fallo de Pedro se atenúa y se presenta como un fallo pasajero, que no representa una apostasía definitiva, porque en el v. 28 se ofrece ya (redaccionalmente) la perspectiva anticipada de la restauración de Pedro en los días de pascua. En consonancia con la limitación de la negación de Pedro a un simple episodio, se halla también la nueva y más estrecha referencia a lo que ahora son tres escenas en Mc 14, 66-72. El contenido de la frase, en el v. 68, está formulado ahora de tal manera, que el verbo del enunciado introductorio se entiende ahora como simple impugnación de 10 que se dice, no como un desligarse de Jesús. Esto significa, entonces, que el verbo, con su indicación de la persona que es objeto de la acción verbal en los vv. 30s (y 72), debe entenderse -según el redactor marquino- como mera impugnación de lo que se dice (<<me negarás tres veces»). La redacción marquina entiende esencialmente la historia como ejemplo de conducta negativa. Este carácter parenético se halla acentuado por el entrelazamiento redaccional del episodio con la escena del proceso de Jesús: en el mismo momento en que Jesús afirma y acepta su camino de sufrimientos, en ese mismo momento Pedro le niega (cf. en Mc 8, 27-38 una composición redaccional parecida). Quizás deba considerarse dentro de esta perspectiva, en 8, 38, la generalización del hecho de «avergonzarse», por contraste con lo que se enuncia en la sentencia de Q. Mateo recoge los cinco ejemplos del verbo en este complejo de origen marquino y se atiene también a la composición efectuada por Marcos. En la predicción de la negación

466

de Pedro (Mt 26,33), vemos que la referencia al objeto cristológico de la acción de Ct.QvÉoftaL (vv. 34s) Mateo se la aplica al verbo sinónimo axuvbuALl;,OftaL (un término favorito de Mateo). De esta manera unifica y refuerza la orientación cristológica en el sentido negativo de una caída en la apostasía; esto, a su vez, influye en la comprensión de Ct.n:uQvÉOftaL. Es también de importancia semántica la introducción redaccional de la respuesta final de Pedro en 26, 35 con su presente histórico asindético (W. Schenk, Das Praesens historicum: NTS 22 [1975-1976] 464-475, esp. p. 473): la respuesta de Pedro debe entenderse ante todo como una reacción positiva a las palabras de Jesús, como una declaración de lealtad que intensifica la tensión narrativa en la continuación de la historia. La redacción mateica ha reforzado el relato en una dirección opuesta a la de Marcos, como se ve también claramente por el v. 70: al utilizar Eftn:Qoa'fr€V, Mateo acomoda la sentencia al «logion» de Q que aparece en Mt 10, 33, y de esta manera interpreta realmente Ct.QvÉOftaL en el sentido de una acción de rechazar desligándose de alguien. En consonancia con ello se halla la trasformación del contenido de las palabras en una fórmula de juramento: «¡No tengo nada que ver con ello!». El mismo hecho de quebrantar directamente unas palabras de Jesús (5,33-37), lo vemos también en 26, 27, donde mediante la adición de una palabras Mateo realza expresamente el sentido de Ct.QvÉOftaL como juramento (cf. 14, 7). Que la negativa sea tajante, se acentúa también cuando en 26, 75, lo mismo que en el v. 35, ft€ se sitúa en posición final. Esto quiere decir: Mateo es el primero y el único que ha entendido la historia como un rechazo tajante. Por el contrario, la atenuación efectuada por la redacción lucana se ve ya claramente por el hecho de que se hayan recogido únicamente tres casos en los que aparece el verbo. Mc 14, 27 s.31 fue omitido, y con ello la referencia al sinónimo axuvbuALl;oftaL. La trasformación del anuncio hecho en Lc 22, 34 (<
467

que Lucas entiende aJtaQvÉo¡..taL como una simple impugnación de lo que se dice. 22, 57 se modifica también en el mismo sentido: «El lo impugnó diciendo: 'Mujer, no le conozco'». El v. 61 debe traducirse, entonces, de manera correspondiente. Es congruente con todo esto el que Lucas rompa el entrelazamiento marquino: la historia de Pedro no está ya contrastada con el proceso de Jesús, sino con una escena de burla y escarnio (vv. 63-65). «Puesto que la fe de Pedro no ha cesado nunca de existir, es posible su inmediato 'regreso' o conversión (cf. 22, 32: EJtLO'tQÉ'ljJa~) a consecuencia de una mirada de Jesús (v. 61). ¡Para ello no hizo falta, evidentemente, ninguna aparición del Resucitado!» (Schneider, Passion, 81s). Por todo esto se ve claro que Israel (y no, por ejemplo, Pedro) es el que rechazó a Jesús. Juan recogió también el episodio (empleando el verbo en tres ocasiones solamente), y volvió a presentar con nitidez la interpretación del mismo en el sentido de lo que se dice en 1, 20. La expresión joánica en 13, 38: «dar tu vida por mí», es la frase antónima. En consonancia con ello, 18,25 añade con encarecimiento «sus discípulos» (cf. v. 19), y el v. 26 añade al v. 27 la circunstancia de «con él», y en 21, 15ss tiene lugar una rehabilitación explícita por parte del Resucitado. W. Schenk

'Aºvt Ami Arní* Nombre de persona en Lc 3, 33.

aºvtov, Oll, 'tó amion carnero, cordero -+ a¡..tvó~

468

aQvéof-laL - áQ:rtaYf-lós;

3.

aºo'tºtáro arotriao arar* En Lc 17, 7 dícese del siervo que estaba arando; en 1 Cor 9, 10 (dos veces): «el que ara, en esperanza debe arar».

aºo'tºov, Oll, 'tó arotron arado* Lc 9, 62: «poner la mano en el arado» para comenzar la labor.

áº3tay'IÍ, ií~, it harapage robo, rapiña -+ áQJtá~(j)

5.

áº3tay...ó~, olí, Ó harpagmos robo (?)* Bibl.: L. Abramowski, Phil 2, 6 OUX áQ1taYllov 1:0 dvm Loa {}Eq> und Oracula chaldaica 3 (des Places) Ó 1ta1:~Q tíQ1taOOEV Éamóv, en Id., Drei christologische Untersuchungen (BZNW 45), Berlin 1981,1-17; L. Boyer, 'APIlArMOL: RSR 39 (1951) 281-288; J. Carmignac, L'importance de la place d' une négation: OUX áQ1taYllov ~y~oa'tO (Phi/. Il.6): NTS 18 (1971-1972) 131-166; A. Feuillet, L'hymne christologique de l'épftre aux Philippiens (l/, 6-11): RB 72 (1965) 352-380,481-507; D. Georgi, Der vor· pln Hymnus Phil 2, 6-11, en FS Bultmann, 1964, 263293; J. GewieB, Die Philipperbriefstelle 2, 6b, en FS Schmid, 1963, 69-85; G. Gnilka, Der Philipperbrief (HThK), Freiburg i. B. 1968; L. L. Hammerich, An Ancient Misunderstanding (Phil2, 6 «robbery»), Kopenhagen 1966; O. Hofius, Der Christushymnus Phil2, 611 (WUNT 17), Tübingen 1976; R. Hoover, The Harpagmos Enigma. A Philological Solution: HThR 64 (1971) 95-119; R. P. Martin, Carmen Christi. Philippians l/, 5-11 in recent Interpretation, Cambridge 1967; J. C. O'Neill, Hoover on Harpagmos Reviewed, with a Modest Proposal Concerning Phil. 2, 6: HThR 81 (1988) 445-449. ~y~oa'tO

l. áQJtay¡..tó~ aparece en Flp 2, 6 Y en ningún otro lugar del NT. Es un «hapax legomenon». Es un término muy raro en el griego profano, y no aparece en la LXX ni en los Padres Apostólicos. El significado que predomina en el griego profano es el de robo, y es un significado que seguramente no viene al caso en Flp 2, 6. Por esta razón, se ha propuesto como una solución lingüística posible la equiparación de este término con aQJtay¡..ta, y se lo ha traducido de manera correspondiente (Abel, Grammaire, 110; Bauer, Worterbuch, S.V.; W. Foerster, en ThWNT 1, 472s), aunque no haya pruebas de esta traducción en fuentes no cristianas. 'to aQJtay¡..ta significa: 1) lo robado, el robo; 2) lo encontrado, lo que recae por suerte, el regalo. 2. En el himno a Cristo, en Flp 2,6-11, dícese del Preexistente (<
469

470

especie de eslogan: tratar de aprovecharse, de aventajarse de algo (Forster, en ThWNT 1, 472s; Gnilka, 116s). ¿En qué sentido se podrá aplicar esto a lo de «ser igual a Dios»? ¿Como algo que se ofrece tentadoramente como botín (res rapienda), o como una cosa que el Preexistente ya posee (res rapta)? Las razones más convincentes hablan en favor de la segunda interpretación, sobre todo si tenemos en cuenta la antítesis que encontramos en el v. 7. Esto nos daría el siguiente sentido como el más probable: el Cristo celestial no creyó que debía considerar su posición de dignidad, es decir, su «ser igual a Dios», como algo de lo que debiera aprovecharse, como algo que debiera retener, como algo que debiera considerar como una presa (Gnilka, 117; Hofius, 56s y otros; de manera distinta piensa Carmignac, l65s, quien refiere la negación a áQJtay¡..tó~ y traduce OUX áQJtay¡..tóv por «pas une usurpation»). W. Trilling

áº3tá~ro harpazo robar, arrepabar* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial - 4. Compuestos _ 5. áQ1tay~ - 6. aQ1ta1;.

Bib/.: G. Braumann, «Dem Himmelreich wird Ge. walt angetan» (Mt 11, 12par): ZNW 52 (1961) 104109; W. Foerster, áQ1tá~úJ, en ThWNT 1,471-474; P. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle (NTA 8), Münster i. W. 1972, sobre todo 50-79; G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu (StANT 26), München 1971; A. H. McNeile, The Gospel according to Sto Matthew, London (1915) 61955; E. Percy, Die Botsc~aft Jesu, Lund 1953, 191-202; G. Schrenk, ~La~ollm, en ThWNT 1, 608-613; W. Trilling, Das wahre Israel (StANT 10), München '1964.

1. Las 14 veces que aparece áQJtá~(j) están diseminadas por todo el NT. N o se observan puntos de especial relieve en la terminología. Mateo ofrece 3 ejemplos en tres textos distintos (las únicas veces que el verbo aparece en los Sinópticos); Juan 4 ejemplos, tres de ellos en el capítulo 10. A esto se añaden dos ejemplos en Hechos; 2 en 2 Corintios, 1 en 1 Tesalonicenses, 1 en Jds, y 1 en Apocalipsis.

2. El verbo significa: 1) arrebatar, robar, 2) arrastrar algo (bruscamente, con codicia, por la fuerza). Se utiliza: 1) frecuentemente para expresar la acción del pillaje, del robo y del saqueo (Pape, Worterbuch, S. v.; MoultonMilligan, S. v.; los ejemplos que aparecen en Josefo pueden verse en Hoffmann, 77 nota 94), y 2) la acción de secuestrar, prender y especialmente arrebatar/ser arrebatado en visiones y otros fenómenos extáticos (Bauer, Worterbuch, S.V.; Foerster, 471). 3. El significado de robar (1) con acusativo para expresar el objeto de la acción verbal se refiere a los bienes ('tu oxe'Ú1]) en aquella sentencia de tipo de parábola que leemos en Mt 12, 29 (a diferencia de Mc 3, 27, que tiene 6LaQJtá~(j); al hecho de que el diablo arrebate la «semilla» de la palabra en Mt 13, 19 (a diferencia de lo que expresan MarcoslLucas), y a las ovejas que caen víctimas del lobo depredador (-+ 6) en Jn 10, 12. El verbo se aplica al reino de Dios en la sentencia -difícil y discutida- acerca de «los violentos» en Mt 11, 12 par. Lc 16, 16. Es bastante seguro que se trata de una sentencia independiente; que pertenece a Q; que ha sido objeto de elaboración redaccional por parte de ambos evangelistas, y que Mt 11, 12b con áQ:rtá~01!GLV (a diferencia de Lc 16, 16c) es la forma más antigua. El uso de este verbo apoya la interpretación de la sentencia en una de las numerosas direcciones posibles, cuando se supone que el V. 12b es una explicación o complemento (paralelismo sintético: Hoffmann, 68 nota 61) que desarrolla el pensamiento de 12a (así piensa especialmente Schrenk, 609s) en el sentido siguiente: «El reino de Dios sufre violencia, y los violentos lo arrebatan». Así, pues, ~Lá~E'taL (como pasiva transitiva in malam partem) es interpretado con respecto a la resistencia hostil y violenta al reino de Dios, y áQ:rtá~o1!OLV se entiende como presente de conato: quieren o intentan arrebatarlo (o alguna otra traducción parecida; cf. Kühner, Grammatik 1, 140; Mayser, Grammatik 11/1, 134). Se halla también en favor de esta interpretación el hecho de que, en la literatura profana, áQ:rtá~ELV en conexión con ~Lá~E(J{}aL se refiere siempre al «robo y. saqueo hostil» (Plutarco, Apophth 11, 203c; Luclano, Hermot 22); cf. también E.

471 Moore: NTS 21 (1974-1975) 519-543 (a propósito de Josefo). Según Dalman, Worte, 115 (seguido por Black, Approach, 84 nota 2), el uso de ambos verbos en Mt 11, 12 se basa en el mismo verbo arameo 'ns, que significa «ejercer violencia» y «robar» (así piensa ya McNeile, 155). Algunos ven detrás de las dos versiones existentes de la sentencia una palabra auténtica de Jesús (E. Klisemann, Análisis crítico de Flp 2, 5-11, en Ensayos exegéticos, Salamanca 1977, 74ss; Hahn, Hoheitstitel, 165), mientras que otros suponen que se trata de una composición efectuada después de pascua (Braumann, 109; Schulz, 263). Si el «logion» se remonta a Jesús, como parece probable, entonces afirma que la presencia del reino de Dios está confirmada por la resistencia que se alza contra él. No se puede decir con seguridad quién o qué es lo que ejerce violencia. En el NT, la significación de arrastrar por la fuerza (2) aparece únicamente en relación con personas. A Jesús quieren arrebatarle (por la fuerza) para proclamarlo rey (Jn 6, 15). A Pablo le llevan por la fuerza a un lugar seguro (Hech 23, 10). En Jds 23 (el texto es incierto) se exhorta a los destinatarios a salvar a los miembros que se hallan en peligro «arrebatándolos del fuego» (del inminente juicio). Según Jn 10,28.29, los suyos son -en sentido figurado- las ovejas que nadie arrebatará de la mano de Jesús o del Padre (a propósito de esta expresión, cf. 2 Sam 23, 21; Herm [v] 2, 1,4): a nadie arrastrarán a la apostasía, sacándolo de la unidad que la comunidad joánica tiene con su Señor y con el Padre. Aquí se siente también la influencia de la imagen del pastor asalariado y del lobo (Jn 10, 12). Un campo particular de aplicación del verbo son los arrobamientos (en este sentido aparece 5 veces en el NT). áQJtá~ú) con sus compuestos (en correspondencia con el verbo latino rapio, rapior) es el término griego más antiguo que se usa para designar las experiencias de arrobamiento, y que se aplica incluso a experiencias de esta clase dentro del ámbito terreno (Lohfink, 42 proporciona ejemplos). Así lo vemos en Hech 8, 39 en el caso de Fe-

472

lipe, que es arrebatado por el Espíritu del Señor después de bautizar al eunuco. Pablo habla de un arrobamiento en éxtasis que le llevó «hasta el tercer cielo», «hasta el Paraíso» (2 Cor 12, 2.4), ateniéndose a las fórmulas tradicionales de los textos de arrobamiento y ascensión al cielo que aparecen en la literatura antigua y en la literatura judía (cf. especialmente Hen [esl] 8; otros ejemplos en Windisch, Der zweite Korintherbrief [KEK], 369380; Lohfink, 32-73). Según 1 Tes 4, 17, los que permanezcan todavía vivos serán «arrebatados», juntamente con los difuntos, «en las nubes para ir al encuentro del Señor en el aire», con el fin de permanecer para siempre unidos «con (<Júv) el SeñOr» (v. 17b; cf. EvNicod 25 [Hennecke-Schneemelcher 1, 352]; E. van Dobschütz, Thessalonicherbriefe [KEK], 197-202). Ap 12,5 describe con imágenes mítico-bíblicas el nacimiento del niño (mesiánico) de los últimos tiempos y su arrobamiento «hasta Dios y su trono». 4. Los compuestos de áQJtá~ú) aparecen en el NT con ligeras diferencias de significado con respecto al verbo simple: ~ta~3t«~ffi saquear* aparece (dos veces) en la sentencia en forma de parábola que leemos en Mc 3, 27 par. Mt 12, 29 (cf. EvTom 35); isa~3t«~ffi llevarse por lafuerza en Hech 23, 24 v.l.; O'llVa~Jt«~ffi apoderarse por la fuerza, agarrar* en Lc 8, 29 (refiriéndose a personas poseídas por el demonio); Hech 6, 12; 19, 29 (dícese de personas); Hech 27, 15 (dícese de una nave). 5. á~Jta'YÍ) robo, rapiña* aparece 3 veces en el NT. En la sentencia de los «¡ayes!» [de Q] en Mt 23,25 par. Lc 11,39 se expone polémicamente el conflicto entre la minuciosidad en observar la pureza ceremonial (purificación «del vaso y del plato») y el empeño en la pureza ética. En la versión lucana secundaria, se interpela expresamente a los fariseos, que «en su interior están llenos de afán de robo y de maldad». Puesto que el significado figurado de pureza en el sentido ético desempeña también un papel en Mt 23, 25, quizás

473

áQJtú1;Ol -

habrá que preferir igualmente en Lucas el significado de afán de robo más bien que el de <
6. a~3taS* es un adjetivo que significa rapaz y se emplea como una expresión estereotipada cuando se habla del lobo (Liddell-Scott, s. v.; pero en la LXX aparece únicamente en Gén 49, 27. Mt 7, 15 advierte contra los falsos profetas / lobos rapaces que vienen disfrazados con piel de oveja. Como sustantivo, (el) rapaz, (el) ladrón, aQJtas aparece atestiguado cuatro veces en el NT, siempre en catálogos de vicios (1 Cor 5,10.11; 6, 10; Lc 18,11; cf. Did 2, 6). Hay que mencionar también en estos pasajes el matiz de embaucador, a diferencia del AU<J1:~<; del que se habla en 2 Cor 11, 26 (así piensa Bauer, Wiirterbuch, s. V., siguiendo a DeiBmann, Licht, 269 nota 4). W. Trilling (i~3ta;, 1 harpax rapaz, (el) ladrón - rel="nofollow"> áQJtá~Ol

6.

a~~apmv rovo~, prenda*

ó arrab6n

anticipo,

&Q(JEvoxoL'tr¡~

474

3; cf. KBU s.v.). aQQa~wv es el anticipo con el que una persona se obliga a cumplir una promesa. 2. aQQa~wv aparece 3 veces en el NT Y siempre en relación con el Espíritu de Dios. Según 2 Cor 1, 22, los corintios han recibido «el anticipo del Espíritu», una «suma a cuenta» (Prümm 49), recibida como garantía de la consumación de la salvación que todavía está por llegar. Asimismo, el anhelo de las moradas celestiales (2 Cor 5, 1-5) nace de la certeza de que a los cristianos se les ha concedido un anticipo del Espíritu (v. 5; cf. -> aJtaQX~ 'tOU JtVEÚ!WtO<;, Rom 8, 23). Ef 1, 14 habla del Espíritu «que es la garantía de nuestra herencia» (cf. Polic 8, 1: Cristo es la prenda de nuestra justicia); los creyentes han sido sellados con el Espíritu (v. 13; cf. 4, 30; 2 Cor 1, 22a), quien garantiza la herencia futura, entendida como la toma definitiva de posesión de esa herencia. Con la mayoría de los manuscritos y de acuerdo con 2 Cor 1,22 Y 5, 5, la variante textual oes preferible a 0<;; 0<; «es masculino únicamente para concordar en género con aQQa~wv» (M. Dibelius, An die Kolosser, Epheser und Philemon 3 [HNT], 62, citando a BlaB-Debrunner § 132, 1 Y 2). A. Sand a~~1)'to~, 2 arretos inexpresable* 2 Cor 12, 4: En su arrobamiento, Pablo escuchó <<palabras inexpresables que al hombre no le es dado decir». H. Saake: NovT 15 (1973) 153-160.

Bibl.: J. Behm, aQQa~<Ílv, en ThWNT 1, 474; Billerbeck 111, 495s; K. Prümm, Diakonia Pneumatos. Auslegung des zweiten Korintherbriefes 1, Freiburg i. Br. 1967,44-49; A. J. Kerr, aQQa~<Ílv: JThS 39 (1988) 92-97; H. Windisch, Der zweite Korintherbrief(KEK), Giittingen 1924, 70-74. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 993.

a~~ro(J'to~, 2 arr6stos débil, enfermo* En relatos de curaciones de enfermos: Mc 6,5.13; 16, 18; Mt 14,4. «Muchos enfermos y débiles» en la comunidad: 1 Cor 11, 30.

1. El préstamo semítico aQQa~wv procede de la esfera del derecho mercantil y económico (Bauer, Wiirterbuch, s. v.) y significa prenda (Gén 38, 17; cf. Gesenius-Buhl, s.v. 'erabOn) o anticipo a cuenta de una deuda global (garantía, según una variante textual de Job 17,

a~(JEvoxoh1)~, O\!, Ó arsenokoites pederasta* Dícese del hombre que comete fornicación con otros hombres o con muchachos: 1 Cor 6, 9; 1 Tim 1, 10; Polic 5, 3. W. L. Petersen, Can aQ<JEvo'XOL'taL be traslated by «Honwsexuals»?:

475 VigChr 40 (1986) 187-191: D. F. Wright, Translating APLENOKOITAI: Vig Chr 41 (1987) 396-398. aQ01]V, 2 arsen masculino, varón, animal macho* Bibl.: J. Anastassiou, Lexikon des frühgriechischen Epos, fundado por B. Snell y continuado por H. Erbse, entrega 8 (1976) 1353s; Bauer, Worterbuch, s.v.; R. E. Clements, zkr, en ThWAT n, 593-599; G. Dautzenberg, «Da ist nich miinnlich und weiblich». Zur [nterpretation von Gal. 3, 28: Kairos 24 (1982) 181-206; A. Vogtle, Mythos und Botschaft in Apk 12, en FS Kuhn, 395-415.

aQOlJv está quizás relacionado etimológicamente con el término índico antiguo ár~ati (<
'AQn:,ui;, d Artemas Artemas* Nombre de un varón a quien «Pablo» desea enviar donde Tito (Tit 3, 12).

':AQn:,.u;, tbo; Artemis Artemisa* 1. Artemisa en el NT - 2. El origen de Artemisa 3. Artemisa de Efeso.

Bibl.: Sto M. Baugh, Phraseology and the Relíability of Acts: NTS 36 (1990) 290-304 (sobre Hech 19, 27.37); W. Eckschmitt, Die Sieben Weltwunder, Mainz 1984,70-121; W. Fauth, en Pauly, Lexikon 1,

476 618-625; R. F1eischer, Artemis von Ephesos und verwandte Kultstauen aus Anatolien und Syrien, Leiden 1973; E. Lichtenecker, Das Kultbild der Artemis von Ephesus, tesis Tübingen 1952; R. Oster, The Ephesian Artemis as Opponent of Early Christianity: JAC 19 (1976) 24-44; L. Ross Taylor, Artemis of Ephesus, en Beginnings V, 251-256.

1. En el NT se menciona a Artemisa únicamente en Hech 19, 24.27.28.34.35 diciéndose de ella que es considerada como la diosa de la ciudad de Efeso, «adorada por el mundo entero» (OLXOU¡tÉVlJ, V. 27). El platero Demetrio fabricaba «templecillos de plata de Artemisa» (v. 24). El epíteto «la grande», que acompañaba a su nombre (aclamación en los vv. 28.34), está atestiguado en inscripciones; cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte' (HNT), 123; Roscher, Lexikon Suppl. (= VII), S. V. "AQ't€¡tLe; (48).

2. La mitología griega adoraba a Artemisa (en latín, Diana) como la doncella diosa de la caza. Era hija de Zeus y hermana gemela de Apolo. Pero su naturaleza y su nombre son pre-helénicos. Entre sus numerosos epítetos es especialmente significativo el de «señora de los animales», un título que señala hacia Asia Menor como su lugar de origen. En las excavaciones realizadas en <;:atal Hüyük y Hacilar (en las cercanías de Iconio), se descubrieron en 1965 varias estatuillas de arcilla que datan de los siglos VII-VI a.c., y que representan a divinidades maternas bien rollizas con grandes pechos y sentadas en tronos sostenidos por gatos salvajes. 3. La Artemisa de Efeso lleva en la cabeza una corona mural (de la ciudad de Efeso). En su ajustada vestidura se hallan representados diversos animales salvajes y abejas (los animales emblemáticos de Efeso). Adornan su cuello alhajas con representaciones de animales. En el torso emergen del vestido numerosas protuberancias, unas más grandes y otras más pequeñas, en forma de huevo. Es verdad que, en la Antigüedad, se llamaba a la diosa Artemisa «la de los numerosos senos», pero faltan los pezones, y los relieves no tienen color de piel, como lo tienen el rostro y los brazos. B. Schwank

477 aQ'tÉ~rov, rovo;, Ó artemon vela de proa* Hech 27, 40: En:ULQf:LV 'tav aQ'tÉ¡twvu, izar

al viento la vela de proa. aQ'tt arti (adv.) ahora, ahora mismo* 1. Aparición del término en el NT - 2. Como adverbio, independiente, de tiempo - 3. En frases preposicionales.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, S. v.; BlaB-Debrunner § 474, 4; H. Chr. Hahn, en DTNT IV, 267, 269; Kühner, Grammatik 1, 134s, 136; n, 82, 119; G. H. O. Madsen, The Theological Significance of «NUN/ARTI» in the Fourth Gospel, tesis Princeton Theol. Seminary 1972; Mayser, Grammatik 1112, 176; Schwyzer, Grammatik 1, 270s, 622; n, 158,269,281,558.

1. El adverbio de tiempo aQ'tL aparece 36 veces en el NT: Mateo 7 veces, Juan 12, Pablo 11,2 Tesalonicenses 1 vez, 1 Juan 1 vez, 1 Pedro 2 veces, Apocalipsis 2 veces. 2. aQ'tL aparece frecuentemente con su sentido clásico y fundamental de ahora (Mt 3, 15; Jn 9,19.25; 13,7.33.37; 16, 12.31; Gál1, 9.10; 4, 20; 1 Tes 3, 6; 1 Pe 1,6.8; Ap 12, 10). En 1 Cor 13, 12 aQ'tL - 'tó't€ refleja la relación entre el presente y el futuro, propugnada por Pablo en contra de los grupos gnósticos que había en la comunidad. Según esto, la inmediata autorrevelación de Dios es la que ha de originar la visión sin velos y el perfecto conocimiento de Dios. Con fuerte intensificación, aQ'tL puede significar inmediatamente (Mt 26, 53). Pero puede señalar también hacia un acontecimiento en el pasado inmediato: la hija del presidente de la sinagoga acaba de morir (Mt 9, 18). En 1 Cor 16, 7 aQ'tL expresa una idea de transitoriedad: Pablo no quiere visitar a los corintios ahora mismo, yendo de pasada (EV n:uQó6q:¡), sino que quiere quedarse algún tiempo con ellos. 3. No raras veces aQ'tL aparece en frases preposicionales: Ewe; aQ'tL, aXQL aQ'tL, an:' aQ'tL. Con Ewe; aQ'tL obtenemos un resumen retrospectivo del pasado desde el punto de vista del presente. Pero hay una diferencia de significado, dependiendo de que lo que ha ocurrido hasta ahora, siga ocurriendo o haya

478 tocado a su fin. Cuando la expresión se refiere a una situación que continúa, Ewe; aQ'tL significa todavía, (inclusive) hasta este momento (Mt 11, 12; Jn 5,17; 1 Cor 4,13; 8, 7; 15,6; 2 Tes 2, 7; 1 Jn 2,9); este mismo sentido aparece en 1 Cor 4, 11 en la expresión aXQL 'tfíe; aQ'tL roQue; (aQ'tL desempeña aquí la función de un adjetivo): hasta el instante presente. De lo contrario, Ewe; aQ'tL significa hasta ahora (pero no más: Jn 2, 10; 16,24). Por el contrario, an:' aQ'tL habla del presente en contraste con el futuro: a partir de ahora. Se emplea, por tanto, en sentencias que se refieren al futuro escatológico (Mt 23, 39;26, 29.64) o que están orientadas hacia el futuro (Jn 13, 19). El macarismo de Ap 14, 13 proclama bienaventurados a los que desde ahora mueren «en el Señor» (se trata probablemente de los mártires). Aquí an:' aQ'tL sugiere el «traslado de la lucha a la tierra» (H. Kraft, Offenbarung [HNT], 195); a los muertos se les ahorra el tener que participar en esa lucha. an:' aQ'tL se usa de manera característica en Jn 14, 7 para describir, no algún aspecto del futuro, sino lo que está sucediendo en el presente: el conocimiento de Dios se revela ya plenamente en la persona de Jesús. H.-J. Ritz aQ'tt"{ÉVV1]'to;, 2 artigennetos recién nacido* 1 Pe 2, 2: niños recién nacidos. ThWNT 1, 671. ~ ~QÉcpoe; 2.

aQ'tw;, 3 artios adecuado* 2 Tim 3, 17, en el sentido de capaz de satisfacer todas las demandas. ThWNT 1, 474s. aQ'to;, OU, Ó artos pan 1. Aparición del término en el NT - 2. El pan en Palestina - 3. El pan en la comida, en el banquete de salvación y en la Cena del Señor - 4. Los «panes de la Presencia» - 5. uQ'to<;, en sentido figurado, para significar alimento, comida o sustento.

Bibl.: J. Behm, UQTO<;, en ThWNT 1, 475s; O. Bocher, Afl Johannes der Tiiufer kein Brot (Lk 7, 33)?: NTS 18 (1971-1972) 90-92; P. Borgen, Bread from

479 Heaven (NovTS !O), Leiden 1965; Id., Brod fra himmel ogfrajord: NTT 61 (1960) 218-240; F. J. DOlger, Unser tiigliches Brot: JAC 5 (1936) 201-210; Id., Ein Brot als Tagesbedarf: JAC 5 (1936) 284-286; C. Ferriere, le suis le pain: Bib1e et vie chrétienne 26 (1959) 71-77; F. Hauck, aQTO<; EJtlOÚOlO<;: ZNW 33 (1959); J. HauB1eiter-A. Stuiber, en RAC n, 611-620; Haag, Diccionario 1425-1426; A. Heiding, Die Botschaft der Brotvermehrung (SBS 15), Stuttgart 1966; K. Koch, Schaubrot, en BHH I1I, 1688; F. Merkel, en DTNT I1I, 282ss; J. Rogge, en BHH 1, 274; R. Schnackenburg, Das Brot des Lebens, en FS Kuhn, 328-342; G. Vermes, He is the Bread, en FS Black, 256-263. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 993.

1. aQ'tO~ aparece 97 veces en el NT, concentrándose el término de manera especial en los evangelios (Mateo 21 veces, Marcos 21, Lucas 15, Juan 24). El término aparece, además, 5 veces en Hechos, 7 en 1 Corintios, 2 en 2 Tesalonicenses, 1 en 2 Corintios (9, 10) Y 1 en Hebreos (9, 2). En la mayoría de los casos, el término se refiere al pan que se ofrece cuando se da de comer milagrosamente (32 veces, de ellas únicamente 2 en Lucas), y al pan como alimento en general (4 veces). Se habla 18 veces del pan de la Cena del Señor o de comidas relacionadas con apariciones de Cristo resucitado (4 ó 5 veces en Hechos, y todos los pasajes en que se menciona el pan en 1 Corintios). Las sentencias sobre el «pan del cielo» (11 veces) y el «pan de la vida» (3 veces) se encuentran únicamente en Juan. Cuatro textos hablan del «pan de la Presencia». En un total de 22 veces, aQ'tO~ significa sencillamente «álimento», sin que podamos deslindar nítidamente cuándo se hace referencia específica al pan. 2. En Israel y entre los judíos el pan se elaboraba casi siempre con harina de cebada o (lo que era más caro) con harina de trigo, añadiendo de ordinario levadura y cociendo la masa en forma de tortas de hasta 1 cm aproximadamente de espesor y hasta 50 cm de diámetro. Se cocía y se comía pan ázimo o pan sin levadura en situaciones en que había prisa (Gén 19, 3), por ejemplo, cuando había que marchar precipitadamente (Ex 12, 8.11) Y cuando se estaba de viaje (Ex 12, 34.39); es, además, el pan prescrito para el culto (Lev 2, 4; -+ ~'Úf!r¡). El pan es el alimento principal. Antes de comer, el pan se parte en trozos, pero no se corta.

480 3. El pan, en el sentido propio de la palabra, lo encontramos como alimento importante, juntamente con el pescado, que nunca se niega al hijo que lo pide (Mt 7, 9 par. Lc 11, 1); cf. Lc 11, 5. Pero el Bautista, en su vida ascética, renunció a él (Lc 7, 33) Y también al vino (aunque Bocher piensa de manera diferente). Con pan y pescado, Jesús da de comer a una gran multitud (5000 personas: Mc 6, 36.37.38.41 [dos veces].44.52; Mt 14, 17.19 [dos veces]; 16,9; Lc 9, 13.16; Jn 6, 5.7.9. 11.13.23.26; 4000 personas: Mc 8, 4.5.6.14 [dos veces].16.17.19; Mt 15,34.36; 16, 10), haciéndolas participar en el banquete escatológico de la salvación. Jesús, como un padre de familia, toma en sus manos el pan, lo parte, recita sobre él la acción de gracias y se lo da a los suyos. Encontramos las habituales combinaciones de palabras con verbos como ayoQá~m (Mc 6, 36s; Jn 6, 5), Aa!-t~ávm (Mc 6,41; 8, 6.14; Mt 14, 19; Lc 9, 16; Jn 6, 11, eVAoyÉm xal. (xaLa-)xA.ám (Mc 6, 41; cf. 8, 6; Mt 14, 19), Eo{Hm (Mc 6, 44; Jn 6, 23.26), 6L6m!-tL (Mc 8, 6; Mt 14, 19), XOQ'tá~m (con genitivo, Mc 8, 6) o XOQ'tá~o!-taL (en sentido absoluto, Jn 6, 26). Juan interpreta el alimento del pan como aQ'tO~ ... EX WU oVQavoií (6, 31.32 [dos veces].33.34.41.50.51 [dos veces].58 [dos veces]), lo cual recuerda el maná de los tiempos de la peregrinación por el desierto (Ex 16, 4), y, con terminología específicamente joánica, lo interpreta como aQ'tO~ 'tfj~ ~mfj~ (6, 35.48) o aQ'tO~ ó ~wv (6, 51). Jesús es el pan de la vida. Él ha sido enviado por el Padre y ha venido del cielo para que los suyos no mueran ya (como los antepasados en el desierto, 6, 49.58), sino que vivan (<
481 de la Cena del Señor (del cristianismo primitivo), que son -ambas- convites festivos. Como el padre de familia y el Kyrios celestial, Jesús ofrece a los suyos el banquete de comunión, con el cual y en el cual él se entrega a sí mismo para ser la salvación de ellos (Mc 14, 22 par. Mt 26,26; Lc 22, 19 par. 1 Cor 11, 23; cf. 1 Cor 11, 26.27.28; Lc 24, 30.35; Jn 21, 9.12). «Partir el pan» se convirtió en el término técnico para designar la Cena del Señor (Hech 2, 42.46; 20, 7.11; 1 Cor 10,16). Según 1 Cor 10, 16.17 (dos veces), la participación en el pan del convite hace partícipes del ow!-ta XQLo'tOií. 4. En Mc 2, 26 par. Mt 12, 4/Lc 6,4 (cf. 1 Re 21, 7), encontramos en plural el tecnicismo OL aQ'tOL 'tfj~ :n:QOt}ÉOem~ para designar los «panes (ázimos) de la Presencia» (en hebreo, en singular, lelJem happánfm). Según Lev 24, 5-9, treinta tortas de pan recién cocido se depositaban cada sábado en una mesa situada delante de la presencia de Dios en el santuario, es decir, ante el santo de los santos, como prenda de la duración eterna del culto sacrificial; son, pues, literalmente, los «panes de la Presencia (de Dios)>>. En Mc 2, 23ss par. se menciona el quebrantamiento de las leyes cultuales cometido por David en el santuario de Nob (l Sam 21,2-7), fundamentando así la nueva actitud de Jesús con respecto al sábado. En Heb 9, 2 el «tabernáculo exterior» con la mesa de los panes de la Presencia es signo del carácter provisional del antiguo culto de los sacrificios. 5. aQ'tO~ significa el alimento y el sustento en general en la cuarta petición del Padrenuestro (Mt 6, 11 par. Lc 11,3, -+ Emo'Ú(JLo~) y en Mc 3, 20; 6, 8 par. Lc 9,3 (los que son enviados deben renunciar a llevar consigo provisiones para el viaje); Mc 7,2.5 par. Mt 15, 2; Lc 14, 1; 14, 15 (participación en el convite del reino de Dios); Mt 4,3 par. Lc 4, 4 (donde se cita a Dt 8, 3: el hombre no vive sólo del alimento); Lc 15, 7; Mc 7, 27 par. Mt 15, 26; 2 Cor 9, 10 (donde se cita a Is 55, 10). Los cristianos de Tesalónica, a pesar de la expectación escatológica en que viven, deben someterse a las reglas de la vida cotidiana y ganarse el pan

482 con su trabajo (2 Tes 3, 12), de igual manera que el apóstol mismo no permitió que le dieran «gratuitamente» el sustento (v. 8). H. Balz

UQ'túro artyiJ sazonar, devolver el sabor (a la sal)* Mc 9, 50 par. Lc 14,34, refiriéndose a la sal que se ha hecho insípida: «¿con qué le devolveréis el sabor?» o «¿con qué será sazonada?» Col 4, 6: la conversación que está sazonada con sal. -+ éiAa~.

'AQq>a;áb Arphaxad Arfaxad* Nombre persa que aparece en Lc 3, 36 (según Gén 10, 22.24 Arfaxad era hijo de Sem).

UQXáYYEI.O;, O\), Ó archaggelos arcángel -+ ayyeAO~

4.

UQXaio;, 3 archaios primitivo, antiguo* Ap 12, 9; 20, 2: la serpiente antigua. Hech 21, 16: aQXaLo~ !-ta'lh]'tlÍ~, una persona que es cristiana desde antiguo. Mt 5, 21: «Habéis oído que se dijo a los antiguos [a las personas de generaciones anteriores] ... »; de manera parecida en Mt 5,27 v.l.; 5, 33. Lc 9, 8.19: uno de los antiguos profetas. Hech 15,7.21: desde los días (tiempos) antiguos. 2 Cor 5, 17: «lo antiguo ha pasado» (desde el punto de vista de la nueva creación). En 2 Pe 2, 5 dícese del cosmos antiguo, primitivo, que existía antes del diluvio. ThWNT 1,485; DTNT I1I, 229.

'AQxÉl.ao;, O\) Archelaos Arquelao* 1. Fuentes - 2. Información biográfica - 3. Arquelao en el Nuevo Testamento

Bibl.: Abel, Histoire 1, 407-423; J. Blinzler, en LThK 1, 822s; W. Foerster, Herodes und seine Nachfolger, en RGG I1I, 266-269; A. H. M. Jones, The Herods of ludaea, Oxford '1967, 156-168; B. Niese, Flavii losephi opera VII. Index, Berlin '1955 s.v. A. 2; W. Otto, en Pauly-Wissowa, Supplement 11 (1913), 191200; Sto Perowne, Herodier, Romer und luden, Stuttgart 1958, 17-38; Reicke, Zeitgeschichte, 95-100; A. Schalit, en EH III (1971) 333-335; Schürer 1, 449-454; Schürer, Historia 1, 458-462; F. D. Weinert, The Parable of the Throne elaimant (Luke 19, 12.14-15a.27)

484

483 Reconsidered: CBQ 39 (1977) 505-514; M. Zerwick, Die Parabel von Thronanwarter: Bib 40 (1959) 654674.

1. Arquelao, como nombre propio, se hallaba muy difundido en la época clásica y en la helenística. En Mt 2, 22 el nombre se refiere al hijo de Herodes el Grande y de la samaritana Malthake. Flavio Josefo nos habla de él en varias ocasiones (Niese, Index s. v.; especialmente Ant XVII, 194-249, 317-321. 339-355; Bell 11, 1-38, 80-92, 111-117); también Dión Casio 55, 27. En Lc 19, 11-27 se alude probablemente a las pretensiones de Arquelao al título de rey (así piensa Zerwick). Arquelao, como su hermano Antipas, llevaba el nombre de Herodes (Dión Casio 55, 27; hay monedas con la inscripción: HPQ~OY E8NAPXOY); sin embargo, en Josefo nunca se aplica a Arquelao el sobrenombre de Herodes. La designación de ~U<JLAEÚ<; (Mt 2, 22; Josefo, Ant XVII, 342; Bell 11,10-13,111) está poco clara.

2. Después de la muerte de Herodes el Grande (el año 4 a.C.), Judea con Samaría e Idumea fueron asignadas a Arquelao, que era el hijo mayor de Herodes. Había nacido hacia el año 23 a.C. y se había criado en Roma (cf. Ant XVII, 20 y passim). Pero, en contra de la intención de su padre, Arquelao no recibió el título de rey (Bell 1, 668; 11, 1-3), sino únicamente el de etnarca (Ant XVII, 317,339; sobre este título cf. Schürer 1,423). No obstante, Augusto había prometido el título de rey a Arquelao y a su hermano menor Antipas. Arquelao tenía fama de ser cruel y tiránico (Ant XVII, 342; BelI 11,10-13.111). En el año décimo de su gobierno, una delegación judeo-samaritana adujo la crueldad de Arquelao como razón para acusarle formalmente en Roma. Augusto le hizo venir a Roma, le depuso después de someterle a un proceso, confiscó sus bienes y le desterró (año 6 p.C.) a Vienne en la Galia (Ant XVIII, 1s; Bell 11, 117). Arquelao murió en el año 16 p.e. 3. Cuando José trajo al niño Jesús y a su madre, de regreso de Egipto, «a la tierra de Israel» (Mt 2, 21), se enteró «de que Arquelao reinaba (PUOLAE'Úet) sobre Judea en lugar de su (difunto) padre Herodes», y tuvo miedo de dirigirse allí (v. 22a). Después de recibir instrucciones en sueños, marchó «a la región de Galilea» (v. 22b), llegó a Nazaret y se quedó a vivir allí (v. 23a). Como Arquelao es el único hijo de Herodes mencionado por Mateo en este contexto, él precisamente, el sucesor de su padre,

parece ser el fiel reflejo del asesino de niños en Belén (2, 12-18), aunque él mismo no persiguió al niño Jesús (v. 20). Herodes (Antipas) el «tetrarca», hermano de Arquelao, que había mandado decapitar al Bautista, se menciona como «rey» en Mt 14,9 (par. Mc 6, 14.26). Lc 19, 11-27 contiene elementos que aparecen con bastante frecuencia en los relatos sobre pretendientes herodianos al trono (Ant XVII, 224, 299s; XVIII, 241-256). Sin embargo, únicamente la protesta presentada en Roma por los nOM'tm uu'tOv contra la concesión de la dignidad real (Lc 19, 14) es lo que tiene un paralelo bastante exacto en la historia de Arquelao (Ant XVII, 342). Así que es improbable que Lucas haya combinado un incidente específico, narrado como la «parábola del pretendiente al trono», con la parábola de las minas. Será más probable suponer que él, por sus propia razones, haya añadido tales elementos a la parábola de las minas. Esos elementos sirven principalmente para dar respuesta al problema de la demora de la parusía (cf. v. 11). G. Schneider

aQxit, fí~, tl arche comienzo, poder* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial.

Bibl.: H. Conzelmann, «Was von Anfang war» (cm' en Id., Theologie als Schriftauslegung

aQX~<;),

(BEvTh 65), München 1974, 207-214; G. Delling, aQX~, en ThWNT 1, 477-483 (bibl.); W. Foerster, balf!!Jlv, en ThWNT n, 1 nota bibliográfica; Id., EsolJola (C 6), en ThWNT n, 568-570; J. Y. Lee, ln-

terpreting the Demonic Powers in Pauline Thought: NovT 12 (1970) 54-69; S. Levin, '}\QX!Jl and aQX~, tesis Chicago 1950; G. Miller, 'AQxóV't!Jlv wü atc:ovo<; WÚWlJ (1 Kor 2, 6-8): JBL 91 (1972) 522-528; l. de la Potterie, La notion de «commencement» dans les écrits johanniques, en FS Schürmann, 379-403; H. Ringgren, Geister, Damonen, Engel (JI 4.5), en RGO n, 1302s; E. Samain, La notion de APXH dans l'oeuvre lucanienne, en F. Neirynck (ed.), L' Evangile de Luc, Gembloux 1973,299-328; H. Schlier, Machte und Gewalten im NT, Freiburg i. Br. 1958; E. Sjoberg, ltVEÜf!a, JtVE'Uf!U'UXÓC:; (III, 2), en ThWNT VI, 373s.

1. aQx1Í aparece 55 veces en el NT, de las cuales 18 se encuentran en los escritos joánicos (Juan 8 veces, 1 Juan 8 veces, 2 Juan 2

485 veces); por lo demás, aparece con cierta frecuencia en los escritos lucanos (7 veces) y en Hebreos (6 veces). 2. «aQx1Í significa siempre 'primacía'» (Delling, 477), sea a) de tiempo: comienzo (origen), sea b) de lugar: punto de origen o de partida, sea c) de rango: poder, dominio, reino, oficio. a) Cuando se usa en el sentido temporal de un punto en el que algo comienza, entonces se concibe ese punto como incluido en un proceso temporal, o como anterior y exterior a él y no afectado por el mismo, es decir, como el origen o principium. En el primer caso, aQx1Í tiene su término correspondiente en 'tÉAO¡; (Heb 3, 14; 7, 3); en el segundo caso, aQx1Í entraña el sentido de pre-temporalidad y eternidad. (Sobre la alternacia de ambos significados en la terminología filosófica griega cf. Delling 479-481.) b) En el sentido espacial, las aQX<xL (en la escena de Hech 10, 11; 11,5) son las puntas del lienzo. c) El sentido relacionado con el rango -autoridad, soberanía, ejercicio del poder, en sentido neutro o en sentido personal- se concreta mediante el contexto específico en el que se halla la palabra. Una primacía tanto en el tiempo como en el rango, la expresa la frase adverbial 't~v aQx1Ív en Jn 8, 25: desde el comienzo, en absoluto, por principio. 3. a) En su sentido temporal, el término aparece ordinariamente en la frase preposicional an' aQxfí¡; o E~ aQXfí¡; en los más diversos contextos. Puede designar el momento de la creación (Mt 19, 4.8; Heb 1, 10 [Sal 101, 25 LXX: xa't' aQXú¡;]), especificado algunas veces con la adición de X'tL<JEW¡; (Mc 10, 6; 13, 19; 2 Pe 3, 4) o XÓ<J!lo'U (Mt 24,21; el comienzo de la propia vida (Hech 26, 4); la primera aparición de Jesús en público (Lc 1, 2; Jn [2, 11]; 15, 27; 16, 4; Heb 2, 3 [aQX~v AUPOV<JU]); el comienzo de la propia experiencia como cristiano (1 Jn 2, 7.24; 3, 11; 2 Jn 5 y 6 [probablemente también Jn 6, 64]); el

486 comienzo de la historia de la Iglesia (Hech 11, 15: h aQxñ); el comienzo de la labor misionera (Flp 4, 15; cf. E. Lohmeyer, An die Philipper, Kolosser und an Philemon' [KEK], 184s) o de la instrucción misionera (Heb 5, 12: 't
487 A pesar de su realización f.v ÚyLUO!"UP XUL nLO'tE.L uAr]1C}eLU~, la expresión un' uQxij~ en 2 Tes 2, 13 (v.L) señala el proceso supratemporal de la elección y significa, por tanto, en la eternidad, antes de todo el tiempo (cf. E. van Dobschütz, Thessalonicherbriefe7 [KEK; reimpresión 1974],298; M. Dibelius, Thessalonicherbriefe [HNT], 51, también a propósito de la variante textual unuQx1)v). Cómo hay que entender un' uQxij~ en Jn 8, 44 Y 1 Jn 3, 8, donde esta expresión se aplica a la actividad del <'>LápOAO~ como asesino y pecador, es cosa que depende de la idea acerca de Satanás que aquí se presupone, y de la que forma parte siempre el elemento de su existencia anterior al mundo y superior a él (cf. G. van Rad y W. Foerster, <'>LápOAO~: ThWNT 11, 70-80). Así, pues, la uQX1) en que aquí se piensa significa que aquello a lo que este término se refiere es anterior y está por encima del tiempo del mundo. El sentido de ií<'>EL ES uQxij~ Ó 'I1']oov~ en Jn 6, 64 sigue siendo una cuestión discutida. Puede referirse al instante en que fue elegido cada uno de los discípulos (W. Bauer, Johannesevangelium3 [HNT], 103; R. Bultmann, Johannesevangelium lO [KEK], 343 nota 3) o el comienzo del ministerio de Jesús (H. Strathmann, Das Evangelium nach Johannes lO [NTD], 123), pero puede referirse también a un conocimiento primigenio por parte de Jesús. nVe'Ú¡.tU1;O~

b) ---+ 2.b. c) Cuando uQX1) designa una primacía de rango, entonces es también el contexto lo único que aclara si se hace referencia a ámbitos de poder terrenos o supraterrenos. En ambos casos, el término aparece de ordinario en conexión con ---+ ESOUOLU, de tal manera que la expresión uQX1) (-UL) XUL ESOUOLU (-m) constituye una especie de hendíadis (atestiguada ya en Platón, Alcibiades 1, 135a) para expresar poderes, poderosos, ámbito( s) de poder, formas de poder y, concretamente, autoridades de gobierno, organismos rectores. La expresión no define con precisión de qué clase de poder se trata. Eventualmente la precisión se logra mediante la asociación con otros con-

488

490

489 ceptos. Así, por ejemplo, EnL "ta~ ouvuyú)ya~ xaL "ta~ uQxa~ XUL "ta~ ESouoí,U~ en Lc 12, 11 se refiere al hecho de ser obligado a comparecer «ante las autoridades judías y paganas»; "tñ uQXñ XUL 'tñ Esouoí,<;t 'tOv ~ye¡.tÓ­ vo~, en Lc 20, 20, se refiere a «la autoridad y jurisdicción del gobiernador»; y Tit 3, 1 se refiere a las autoridades de gobierno en generaL Otro ámbito distinto, que sobrepasa todas las fronteras internas del mundo, es el de los poderes que ejercen su influencia en todo el cosmos. A este ámbito se refiere la doble expresión que encontramos en los escritos paulinos y en los deuteropaulinos, tal como vemos por la relación y la conexión con otros poderes cósmismos como ayyeAm, <'>uvá¡.tEL~ (Rom 8, 38), 'frQóvm, XUQLÓ't1']'te~ (Col 1, 16), ovó¡.tU'tu (Ef 1, 21), xoo¡.toxQá'tOQe~ (Ef 6, 12), etc., o por la adición de Ev 'tOL~ EnouQuví,oL~ (Ef 3, 10; 6, 12) (cf. Schlier lIs). Los historiadores de la cultura y de las religiones han sido incapaces de definir detalladamente esos poderes, de dar una descripción precisa de su naturaleza y sus funciones, o de determinar su exacta procedencia, aunque se reconocen en ellos seguramente elementos babilónicos (astrológicos), iranios y otros elementos por el estilo, trasmitidos a través de los sistemas gnósticos, y trasformados por la apocalíptica judía. Ahora bien, en las cartas paulinas no encontramos una agrupación inconexa e indiscriminada de ideas y conceptos, sino un intento de abarcar la totalidad de los poderes y fuerzas EnouQuví,ú)v XUL EmyeLÚ)v XUL xu'tUX'froví,ú)v (Flp 2, 10) que existen en la creación, a fin de integrarlos en el mensaje que anuncia la creación, subordinación y redención de los mismos (Lee 66) por Cristo, y en la proclamación de la liberación del mundo y de la humanidad del dominio al que estaba sometido por partede esos poderes y fuerzas. Se presupone en todo ello que esos poderes y fuerzas se evadieron de su condición de criaturas que tenían en el universo bajo el dominio de Cristo (Col 2, 10), por quien existe el universo y, por tanto, también las uQXuí, (cf. 1 Cor 8, 6; Col 1, 16). No encontramos en Pablo ninguna explicación sobre la ocasión o la

manera en que esos poderes y fuerzas se evadieron y abandonaron su propia condición y tarea de criaturas.

rán al mundo? .. ¿N o sabéis que juzgaremos a los ángeles?». K. WeiB

Una excepción pudiera ser la declaración que se hace de Cristo en Flp 2, 5 de que OUX áQnuYl-lov 1ÍY~ou'to 'to eLvm 'LOU {tE 0, si la entendemos pensando en la rebelión de los aQxov'tE; 'tO'Ü utwvo; 'tOlJ'tOlJ (1 Cor 2, 6.8) Y de su jefe supremo, el {tEO; 't0'Ü ULWVO; 'tOlJ'tOlJ (2 Cor 4,4) contra Dios, a fin de arrebatar para sí como una rapiña lo de ser iguales a Dios. Cf. E. Lohmeyer, An die Philipper, Kolosser und an Philemon7 [KEK], 92; en contra de esta idea, W. Foerster, áQnuYl-ló;, en ThWNT 1, 473s; E. Kiisemann, Análisis crítico de Flp 2, 5-11, en Id., Ensayos exegéticas, Salamanca 1977, 92s. Por lo demás, en lo que respecta al pensamiento de Pablo, podemos presuponer todo el conjunto de ideas judías, desarrolladas a base de Gén 6, lss, sobre la caída de los ángeles y sus consecuencias (cf. Hen [et] 6, 15s; 69; A. Schweitzer, Die Mystik des Apostels Paulus, Tübingen 1930, 57) Y sobre otras cuestiones parecidas (Ringgren, Sjoberg). En el NT cf. Lc 10, 18; 2 Pe 2, 4; Jds 6, donde se dice que los ángeles abandonaron su aQX~, su propio ámbito de poder (R. Knopf, Die Briefe Petri und luda7 [KEK], 222), YAp 12, 7ss. Por otra parte, Pablo tuvo que oponerse en sus comunidades a una veneración de los espíritus elementales del mundo, los cuales, en comparación con Cristo, eran débiles y bien poca cosa (Gál 4, 3; Col 2, 8.21s).

a~Xl1'YÓ;,

Así, pues, frente a todo esto, Pablo proclama que el Resucitado ha asumido la posición que le corresponde como el Preexistente que es, es decir, como quien se halla por encima de todos los poderes cósmicos. Según 1 Cor 15, 24ss, él destruirá como enemigos a naouv uQX~v XUL ESouoí,uv XUL <'>úVU¡.tLV. Según Col 2, 15, él les arrebatará todo poder. Pero, según Col 1, 20, él los incorporará a su labor cósmica de redención y pacificación (Lee, 66). Ahora bien, a los suyos, que han resucitado igual que él, y ya desde ahora a la comunidad, que es su cuerpo, él los hace partícipes de su poderosa victoria (Rom 8, 3539; 1 Cor 15, 23; Gál 5, 1; Ef 1, 22s; 6, 1216. Esta certeza halla su fundamental expresión en las provocativas preguntas de 1 -Cor 6, 2s: «¿No sabéis que los santos juzga-

olí, Ó archegos caudillo, líder*

1. Aparición del término en el NT e historia del motivo. - 2. Relevancia cristológica del título.

Bibl.: J. R. Barlett, The Use of the Word rósch as a Title in the OT: VT 19 (1969) 1-10; G. Friedrich, Die Verkündigung des Todes Jesu im NT (Bibl. Theol. Studien 6), Neukirchen-Vluyn 21985,156-175; E. GraBer, Der Brief an die Hebraer 1 (EKK), Neukirchen-Vluyn 1990, 130-133; F. J. Helfmeyer, Die Nachfolge Gottes im AT, Bonn 1968; O. Hofius, Der Vorhang vor dem Thron Gottes, Tübingen 1972; G. Johnston, Christ als Archegos: NTS 27 (1980-1981) 381-385; K. Kliesch, Das heilsgeschichtliche Credo in den Reden der Apg, Kiiln-Bonn 1975, 89s, 149s, 154; P. G. Müller, XPI:LTO:L APXHrO:L. Der religionsgeschichtliche und theol. Hintergrund einer ntl. Christuspriidikation, Frankfurt a. M. 1973; J. Schreiner, Führung. Thema der Heilgeschichte imAT: BZ 5 (1961) 2-18; U. Wilckens, Die Missionsreden der Apg, Neukirchen-Vluyn '1974, 174-176; H. Zimmermann, Das Bekenntnis der Hoffnung. Tradition und Redaktion im Hebr, K61nBonn 1977, 161s.

1. UQX1']yó~ aparece 4 veces en el NT, exclusivamente como título cristológico del Jesús exaltado. Los resultados de los estudios semasiológicos y lexicográficos del griego profano indican que el término tiene un espectro extraordinariamente polivalente de significados, cuya base es: aquel que es el primero, el que está a la cabeza, el que acaudilla. La expresión aparece 35 veces en la LXX, a las que corresponden 9 equivalentes hebreos con los significados de: persona de confianza, médico, representante tribal, cabeza, cima, copa (del árbol), supervisor, príncipe, vértice, vasallo y caudillo. La insistencia en la continuidad entre el tema veterotestamentario y judío del caudillaje de Yahvé en la historia de la salvación y el uso cristiano del título puede servir de correctivo para la exégesis pretérita que creía demasiado unilateralmente que el término se derivaba del culto greco-helenístico del héroe o del soberano (G. Delling, en ThWNT 1, 485s), o que lo deducía exclusivamente de la idea gnóstica del conductor de las almas (E. Kiisemann, Das wandernde Gottesvolk, Gottingen 41961, 89 nota

492

491 4). El tema de la confesión de fe: «Los hizo salir de Egipto» (cf. la tabla en Kleisch, 54-58) se ha traspuesto aquí al uso del título cristológico y designa al Jesús exaltado como el caudillo escatológico de! nuevo pueblo de Dios en su éxodo hacia la doxa de la resurrección. 2. En Hech 3, 15, el Pedro lucano acusa a los judíos de haber dado muerte al mesiánico «Caudillo que conducía por el camino hacia la vida» de la resurrección. Obraron así por dureza de corazón y por ignorancia. Pero Jesús no permaneció muerto, sino que fue resucitado por Dios, y de esta manera se convirtió en aquel que acaudilla y guía hacia la vida de la resurrección. Según Heb 6, 20, Jesús es el precursor que ha penetrado en e! interior del santuario, traspasando el lugar santísimo de Dios. En contraste con Heb 5, 9, donde se habla del «originador» (ULtLOS;; otros traducen: 'fuente') de la eterna salvación, en e! pasaje de Hech 3, 15 no habrá que traducir por el «originador de la vida» sino por e! «caudillo que conduce a la vida». - En otro discurso de Pedro, en Hech 5,31, se dice del Jesús crucificado y resucitado: «Dios lo exaltó a su derecha como al [escatológico] Caudillo y Salvador». La predicación «Caudillo y Salvador» se halla muy cerca de Heb 2, 10, donde se dice que Jesús fue «el caudillo de la salvación de ellos». Las semejanzas de lenguaje entre Lucas y Hebreos nos permiten sacar la conclusión de que ambos reflejan una común tradición litúrgica; esto, a su vez, nos lleva a sospechar que también ambos escritores reflejan aquí una fórmula estereotipada que había tenido su origen en una cristología arcaica de la comunidad helenística. Heb 2, 10 dice: «Convenía que aquel... llevara a la perfección por medio de! sufrimiento al Caudillo de la salvación de ellos». La función de Jesús como Caudillo dimana de la cruz sufrida por él y de su resurrección de entre los muertos (13, 20). Jesús da cumplimiento a las promesas divinas de salvación, acaudillando a muchos hijos en e! camino hacia la doxa de Dios. En Heb 12, 2 la fórmula «Caudillo y consumador de la fe» no quiere decir que Jesús, «como primer hombre diera

un ejemplo prototípico de fe en Dios» o que «con su muerte en la cruz 'consumara' esta fe en el amor incondicional de Dios» (Delling: ThWNT 1, 486), sino que aquí al Jesús terreno, como el Señor exaltado que es de su Iglesia, se le presenta a los ojos de todos como el CaudiI10 de la fe, a fin de animar a los creyentes a que perseveren en su vida cristológica de fe. Puesto que la expresión ULtLOS; (en la fórmula «originador de eterna salvación», en Heb 5, 1) no es sinónima de uQX11YÓS;, será difícil ofrecer en Heb 12, 2 la traducción de «originador y consumador de la fe», porque Jesús no es la fuente originante ni de la 'emúna de los testigos del AT ni de la pistis cristológica, sino que es Dios quien obra la fe en Jesús y hace creer en él como el caudillo. P.-O. Müller aQXiEQut:iXÓ;, 2 archieratikos del sumo sacerdote* En Hech 4, 6 dícese de personas que eran del linaje de sumos sacerdotes. Sobre el significado de las familias de sumos sacerdotes, cf. Schürer 11,267-277; e. Thoma: Bibel und Liturgie 45 (1972) 4-22. aQXiEQEÍJ;, cerdote

Éro;, ó archiereus sumo sa-

1. Aparición del término en el NT - 2. Significado 3. Historia - 4. Uso del término en Hebreos.

Bibl. (en general): G. Allon, On the History of the High-Priesthood at the Close of the Second Temple: Tarbiz 13 (1941) 1-24; E. Barnmel, Die Bruderfolge im Hochpriestertum der herodianisch-rom. Zeit: ZDPV 70 (1954) 147-153; Id., , APXIEPEY:¿ IIPOHTEYQN: ThLZ 79 (1954) 351-356; N. B. Barrow, The High Priest, London 1947; J. Blinzler, Der Prozej3 Jesu, Regensburg 1960, 87ss; H. Braun, Hebriier (HNT), Tübingen 1984,71-74.130-148; E. GriiBer, Hebraer I (EKK), Neukirchen-Vluyn 1990, 267-317; M. Hengel, Die Zeloten, Leiden 1961, 215219; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 167-208; K. Koch, en BHH n, 737-740; w. R. G. Loader, Sohn und Hohepriester. Eine traditionsgeschichtliche Untersuchung zur Christologie des Hebraerbriefes (WMANT 53), Neukirchen-V1uyn 1981, 142-250; Reicke, Zeitgeschichte, 106-111; Id., en BHH n, 737; E. Schrenk, aQXLEQE'Út;, en ThWNT III, 265-284; H. F. WeiB, Der Brief an die Hebraer

493 (KEK), Gottingen 1991,228-237; A. Wendel, en RGG I1I, 427s. Sobre Hebreos: G. Bornkamm, Das Bekenntnis im Hebr, en Bornkamm, Auf~iitze n, 188-203; O. eullmann, Cristología del Nuevo Testamento, Buenos Aires 1965, 102-129; M. Dibelius, Der himmlische Kultus nach dem Hebr, en Dibelius, Botschaft n, 160-176; E. GraBer, Der Hebraerbrief 1938-1963: ThR 30 (1964), especialmente 214-223 (bibliografía hasta 1963); E. Kiisemann, Das wandernde Gottesvolk, GOttingen '1961; Sh. Nomoto, Die Hohepriester-Typologie im Hebr, tesis mecanografiada Hamburg 1966; Id., Herkunft und Struktur der Hohenpriester- Vorstellung im Hebr: NovT 10 (1968) 10-25; G. Schrenk, aQXlEQE'Út; (E), en ThWNT III, 274-283; G. TheiBen, Untersuchungen zum Hebr, Gütersloh 1969, 13-52; H. Zirnmermann, Die Hohepriester-Christologie des Hebr, Paderborn 1964; Id., Das Bekenntnis der Hoffnung (BBB 47), KOln 1977.

l. Si exceptuamos la referencia que se hace a Abiatar en Mc 2, 26 (1 Sam 21, 7), UQXLEQEÚS; aparece siempre en los evangelios y en Hechos en relación con el proceso de Jesús y con la persecución de la comunidad cristiana primitiva (38 veces en singular; 62, en plural). En Hebreos, este término tiene sentido cristológico. 2. El plural designa de ordinario a los sumos sucerdotes de Jerusalén, a sus predecesores y a los miembros más distinguidos de la aristocracia sacerdotal (Hech 4, 6), que eran -todos ellos- e! grupo más influyente del Sanedrín (del que también formaban parte los escribas, los ancianos y los aQXOVtES;; por ejemplo, Mt 26, 59; Mc 14, 53.55; Hech 20, 30), Y que desempeñaban las funciones de órgano judicial religioso, órgano policial y consistorio administrativo del templo (por ejemplo, Mt 21, 15.23.45; Lc 22, 4.52; Hech 4, 1; 5, 24.27). El representante de este grupo es el sumo sacerdote en funciones en Jerusalén. Con frecuencia el plural designa a todo e! Sanedrín (Mt 24, 14; 27, 6; 28, 11; Mc 14, 10; 15, 3.10s; Jn 12, 10; 19, 6.15.21; Hech 9, 14.21; 26,10.12), el cual, junto con los escri. bas (Mt 2, 4; 21, 15; Mc 11, 18; Lc 19,47; 20, 19; 23, 10) o los fariseos (Mt 21, 45; 27, 62; Jn 7, 32; 11, 47) aparecen como autoridades máximas para juzgar en materia de doctrina y de leyes. Los evangelios no deslindan ya nítidamente las competencias de los diversos grupos.

494 En Hech 19, 14 Esceva es miembro de la aristocracia sacerdotal en la Diáspora (cf. Josefo, Ap 1, 187; Ant XII 108). 3. Desde los tiempos de Herodes (37 a.e.) hasta la caída de Jerusalén (70 p.C.), el oficio de sumo sacerdote, conferido originalmente de por vida, hereditario y reservado para los sadocitas, fue quedando sometido a la táctica política de Herodes y a la venalidad de los procuradores romanos. Durante este tiempo, el cargo estuvo desempeñado por 28 ocupantes ilegítimos. Jn 11,49.51; 18,33 apenas suscita la impresión del cambio anual en e! desempeño del cargo. Los romanos parece que aceptaron el nepotismo entre los candidatos, los cuales, por razones financieras, se limitaban a cuatro familias (Boethos con 8 representantes, Ananos con 8, Phiabi con 3 y Kamithos con 3). En el NT aparecen únicamente tres miembros de la casa de Ananos (6-41 p.e.: Anás (Ananos, hijo de Set), fue sumo sacerdote en los años 6-15 de nuestra era, fue emprendedor e influyente después de su deposición y murió en e! año 35 p.C. (Lc 3, 2; Jn 18, 13ss; Hech 4, 6; Josefo, Ant XVIII, 26; XX, 197s; Tos Men 13,21; bPes 57a; Billerbeck 11, 568ss; su yerno José por sobrenombre Ca ifás , aprox. 18-37 p.C. (Josefo, Ant XVIII, 35 Y 95; Tos, Jeb 1, 10; Para 3, 5; Lc 3, 2; Hech 4, 6), fue una persona sin escrúpulos (Jn 11, 49-53) Y a él se le considera responsable del proceso de Jesús (Mt 26, 3.57s.62s.65; Mc 14, 53s.60s. 66; Lc 22,54; Jn 18, 13.24). Ananías, hijo de Nebedeo, desempeñó el cargo aprox. durante los años 48-66 p.C. (Josefo, Ant XX, 103; Bell 11, 429, 441s; Hech 23,2; 24, 1). El NT no nos proporciona informaciones claras sobre las funciones políticamente autónomas del sumo sacerdote durante el período de los procuradores; entre otras cosas, los sumos sacerdotes presiden e! Sanedrín (así, los relatos de la Pasión) y representan al pueblo judío ante los romanos (Jn 18, 35; 19, 6.21; Hech 22,30; 23, 2; 25, 2). Según Jn 11,51, el «pontífice de Dios» (Hech 23, 4) posee el don de la profecía (así piensa Jeremias, 169). Tan

495 sólo en Hebreos se habla de las funciones cultuales del sumo sacerdote: presidir el culto sacrificial, la oblación cotidiana en favor del sumo sacerdote (7, 27; cf. Lev 6, 13; Filón, SpecLeg I1I, 131), la virtud expiatoria de su propia muerte (Núm 35, 25ss) y la realización del ritual" en el Gran Día de la Expiación (9, 7.25; 13, 11; cf. Ex 30, 10; Lev 16; Josefa, Ant I1I, 242ss; Filón, SpecLeg 1, 72; LegGai 307; Joma 5, 1-4).

4. Hebreos recoge la confesión bautismal (3,1; 4,14; 10, 19ss) o, quizás en sentido más amplio, la tradición del culto cristiano primitivo consistente en confesar que el Hijo de Dios es el sumo sacerdote; basándose en el Sal 110 y en las ideas judías acerca de Melquisedec y sobre el sumo sacerdote mesiánico y celestial, el camino de Jesús es descrito como el ministerio del sumo sacerdote. En contraste con la tradición judía y con la tradición cristiana primitiva, esta categoría hermenéutica se aplica ya al Jesús terreno y crucificado. El autor elude la cuestión de la descendencia levítica (7, 13-17), utilizando la expresión «según el orden de Melquisedec» (5, 10; 6, 20; 7, 11.15.17) para dilucidar tipológicamente como eterna e imperecedera la legimitidad del verdadero sumo sacerdote del fin de los tiempos. Jesús sobrepasa el sumo sacerdocio imperfecto del AT y lo sustituye con su sacrificio ofrecido de una vez para siempre (capítulos 7-10). El camino del sumo sacerdote hacia la redención se describe en cuatro etapas: a) Bajo las condiciones de la existencia humana, por un lado (2, 17s; 4, 15), Y bajo perfecta obediencia y carencia absoluta de pecado (4, 15; 5, 5-10; 7, 26-28), en solidaridad con el sufrimiento humano (2, 17; 4, 15; 5, 1s) y fidelidad a Dios (2, 17s; 3, 1s), por el otro lado, el Jesús terreno hace de mediador entre los seres humanos y Dios. De esta manera llega a ser el sumo sacerdote (2, 17; 5, 5; 6, 20; 7, 16.21s). b) Es decisivo el ofrecimiento de su propia vida (7, 27; 10, 10: ¿teología del mártir?) o de su propia sangre (9, lIs; 10, 19) el Viernes

496 Santo -el Día de la Expiación- en el celestial santo de los santos (6, 20; 8, 1-3; 10, 19s); como expiación, este ofrecimiento logra el perdón, la redención eterna y la purificación de la conciencia de pecado (9, 11-15: 10,22). El hecho de que Jesús llegue a ser el sumo sacerdote se contempla aquí enteramente sobre el trasfondo del culto del AT, y se considera como tipológicamente superior a ese culto. c) Jesús, en su Ascensión, abre para sus seguidores el camino hacia Dios (4, 14-16: 5, 9; 7, 19; 10, 19-21: 12,2; ¿un motivo de «pródromos», parecido al que se encuentra en las ideas gnósticas? Así piensa Kasemann). d) En la situación presente de la Iglesia perseguida, el Exaltado aparece como el Sumo Sacerdote celestial (7, 26; 8, 1; 10, 21) que se presenta ante Dios como garante (7, 22), intercesor (7, 25; 9, 24) Y mediador (8,6; sobre el sumo Sacerdote celestial, cf. también 1 Clem 36, 1; IgnFil9, 1; Polic 12,2). U. Kellermann

«~Xt3tot""1)V, EVO~, Ó archipoimen pastor supremo -+ ltOLf.tlÍV. '1\~Xt3t3tO~,

O"

Archippos Arquipo* Nombre de un cristiano de Calosas (Col 4, 17; Flm 2).

«~Xt(J"váyO)yo~, O", Ó archinynagagos presidente de la sinagoga* Mc 5, 22.35.36.38 par. Lc 8, 49; Lc 13, 14; Hech 13, 15; 18, 8.17. Schürer 11,509-512: ThWNT VII, 842-845; BHH 11, 1326. «~Xt'tÉX'tO)V, OVO~, Ó architektan arquitecto* 1 Cor 3, 10: como «sabio arquitecto», Pablo echó los cimientos de la Iglesia.

«~Xt'tEAÓlV1)~, O", Ó architelanes jefe de recaudadores de impuestos* En Lc 19, 2 dícese de Zaqueo. En ninguna otra parte se halla atestiguada esta palabra.

497 «~Xt't~tXAtVO~, O", Ó architriklinos maestresala* Jn 2, 8.9 (dos veces): el encargado de organizar la fiesta. Lutero traduce: Speisemeister (encargado del menú de un banquete). a~xO) archa dominar, comenzar 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos y uso gramatical del término - 3. Significado en la voz activa - 4. Significado en la voz mediaa) Comparación entre los Sinópticos - b) Uso pleonástico y expresivo en los Sinópticos y en Hechos c) Significado específico en la obra lucana - 5. Los demás ejemplos en el NT.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; H. Bietenhard, Origen, principio, en DTNT III, 226-230, especialmente 229; Dalman, Worte, 21s; G. Delling, UQXúl X'tA.., en ThWNT 1, 476-488, sobre todo 476s; D. C. Hesseling, Zur Syntax von aQxo/laL und Verw.: ByZ 20 (1911) 147-164; J. W. Hunkin, "Pleonastic» uQXO/laL in the NT: JThS 25 (1924) 390-402; J. A. Kleist, The Gospel of St Marc, Milwaukee 1936, 154-161, 171 nota 1; F. Rehkopf, Die lk Sonderquelle. 1hr Umfang und Sprachgebrauch (WUNT 5), Tübingen 1959, 22s; J. Reiling-J. L. Swellengrebel, A Translator's Handbook on the Gospel of Luke, Leiden 1971,203,521,721 Y passim; H. Schürmann, Jesu Abschiedsrede Lk 22, 2138. III. Teil einer quellenkritischen Untersuchung des lk Abendmahlberichtes Lk 22, 7-38 (NTA 20, 5), Münster i. W. 1957, 8-10; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit. Untersuchung zur Theologie des Mt (FRLANT 82), Giittingen 31971, 20; J. Wanke, Die Emmauserziihlung. Eine redaktionskritische Untersuchung zu Lk 24, 13-35 (EThS 31), Leipzig 1973,87; U. Wilckens, Die Missionsreden der Apg. Form und traditionsgeschichtliche Untersuchungen (WMANT 5), Neukirchen-Vluyn '1974, 63-70,106-109.

1. De las 85 veces (+ Mc 12, 14 v.l.; Jn 8, 9) que el término se emplea en el NT, aQ)(O) en voz activa aparece en Mc 10,42; Rom 15, 12, Y aQ)(of.taL en voz media aparece 16 veces en Marcos (+ Mc 12, 14 v.l.), 13 en Mateo, 31 en Lucas, una vez en Juan (además de 8, 9), 10 veces en Hechos, y aparece también en2Cor3, 1; 1 Pe 4, 17. 2. La significación original del verbo es la de ser el primero. En voz activa significa dominar (o comenzar, pero esta última acepción es rara en el período helenístico; cf. Delling 476s; BlaB-Debrunner § 177); en voz media significa comenzar, empezar, seguido siempre

498 por el infinitivo de presente (BlaB-Debrunner § 414, 10), expresándose el comienzo mismo de la acción o el inicio de la misma en contraste con su continuación, terminación o interrupción (Bauer, Worterbuch, s. v. 2.a.a [ejemplos]). El realce del nuevo comienzo de una acción conduce frecuentemente al uso puramente pleonástico del término en los Sinópticos y en Hechos (BlaB-Debrunner § 392 nota 9; 419, 3 [bibliografía en ambos lugares]; -+ 4) Y denota sólo limitadamente la presencia de un semitismo (Delling, 477). 3. En voz activa: dominar, en Mc 10, 42 (a diferencia de Mt 20, 25 / Lc 22, 25): En una sentencia que viene a continuación de la perícopa de los hijos de Zebedeo (10, 35-40), se da una definición concreta del discipulado en la comunidad post-pascual, a la vista del comportamiento de Jesús (Mc 10, 32-34), a saber, que no hay que querer dominar unos a otros. y esto caracteriza la manera distintiva en que la Iglesia existe en medio del mundo (Y. P. Howard, Das Ego Jesu in den synoptischen Evangelien [MThSt 14], Marburg 1975, 97107, esp. la p. 97 nota 4; R. Pesch, Markusevangelium 11 [HThK], 153-167 [bibl.]). En Rom 15,2 «el acento recae sobre el infinitivo» (aQ)(ELv; E. Kasemann, An die Romer3 [HNT], sub loco). Con una cita libre de Is 11, 10 LXX se acentúa el señorío universal del «Resucitado y Exaltado», que ha comenzado ya y que es consecuencia del hecho de la justificación; este señorío de Cristo permite que también los gentiles participen en la alabanza de la miserü,;ordia divina (Kasemann, An die Romer, sub loco [bibl.]; Schlier, Romerbrief [HThK], 425). 4. En voz media el verbo significa comenzar, empezar: a) Comparación entre los Sinópticos: en Marcos el verbo aparece 27 veces; Mateo emplea el verbo 13 veces, de las cuales 6 aparecen en textos paralelos con textos de Marcos (Mc 2, 23 par. Mt 12, 1; Mc 8, 31 par. Mt 16, 21; Mc 8, 32 par. Mt 16, 22; Mc 14, 19 par. Mt 22, 22; Mc 14,33 par. Mt 26,37; Mc 14, 71 par. Mt 26, 74); Lucas emplea el verbo 31

499 veces, de las cuales 2 aparecen en textos paralelos con textos de Marcos (Mc 11, 15 par. Lc 19,45; Mc 12, 1 par. Lc 20, 9; Lc 9, 1 podría depender de Mc 6, 34s, y Lc 11, 29 podría depender de Mc 11, 8s). En la fuente Q el verbo aparece 2 veces (Lc 7,24 par. Mt 11,7; Lc 22, 45 par. Mt 24, 49). Los demás ejemplos del uso del verbo que hay en Lucas y en Mateo se derivan de sus respectivas tradiciones peculiares o de su correspondiente actividad redaccional. b) El uso predominantemente pleonástico que se hace del verbo en los evangelios y en Hechos (por ejemplo, Mc 10,28; Hech 1, 1; 11, 4; Hunkin; Delling,477; E. Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK], a propósito de Hech 1, 1) es significativamente un término redaccional marquino en los ámbitos de la predicación y de la enseñanza (Mc 1,45; 4,1; 5,20; 6, 2.34; 8, 31; cf. también E. Schweizer, Anmerkungen zur Theologie des Markus, en, Id., Neotestamentica, Zürich 1963,93-104 passim). Lo mismo se refleja, pero sin paralelos sinópticos, en los demás evangelios: en Mateo lo vemos por la referencia al carácter fundamental del comienzo de la predicación de Jesús (4, 17); en Lucas esto mismo se refleja en la acentuación del comienzo que la actividad de Jesús significa (3,23; 4, 21; 23, 5 [la idea se expresa sin el verbo: Jesús es el misionero original, 8,4-8]; cf. Hech 10, 37) Y en la difusión de la palabra en virtud del comienzo originado en Jerusalén por el acontecimiento de Jesús (24, 47; ---+ 4.c; cf. H. Schürmann, Lukas I [HThK]; G. Schneider, Lukas [OTK], y Reiling y Schwellengrebel sobre los pasajes citados). c) En la expresión formularia, peculiar de Lucas, uQ!;áf..tuvol,; UltÓ (cf. BlaB-Debrunner § 137,3; 419,3; Wilckens, 106-109; Wanke, 87) se observa un interés específico de la teología lucana: esta teología se ocupa de toda la historia de Jesús, comenzando por su bautismo (cf. Lc 3, 23), Y puede determinarse geográficamente desde Galilea (Lc 23, 5; Hech 10, 37); la participación en esta historia es criterio decisivo para el apostolado, según la concepción lucana (Hech 1, 22); esta historia

500 tiene su centro histórico-salvífico en Jerusalén (Lc 24, 47; cf. 24, 27) y, como un acontecimiento de proclamación, toma allí su punto de partida en forma de «discurso misionero» (Hech 10, 34-43) que compendia el Evangelio (de Lucas) y señala así la permanente presencia de Jesús en la proclamación (sobre diversos aspectos de los textos citados, cf. las secciones correspondientes en E. Haenchen, Apostelgeschichte; H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT]; Id., El centro del tiempo, Madrid 1974, 215ss; G. Schneider, Lukas, 503s; Wilckens, 63-70, 106-109; K. Kliesch, Das heilsgeschichtliche Credo in den Reden der Apostelgeschichte [BBB 44], Bonn 1975, 93s, 160ss; O. Merk, Das Reich Gottes in den lukanischen Schriften, en FS Kümmel, 201ss [en todas las obras citadas se da bibliografía)). 5. a) 2 Cor 3, 1: aQxwttm es aquí significativo, a propósito de una pregunta retórica, porque «Pablo está acostumbrado a oír» la repetida «crítica» de que él se recomienda a sí mismo (R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 74; Delling, 477). b) En 1 Pe 4, 17a la intervención presente y futura de Dios en la Iglesia se halla delineada como un «juicio»; en 4, 17b estará justificado completar la idea añadiendo aQXE'tm 'to XQLf..tU después de EL 6E ltQw'tOv uep' ~f..tWV (L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], 311-314 [bibliografía], esp. la p. 314 nota 57). c) UQ!;áf..tEVOL es muy significativo en la perícopa no joánica de la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8, 9), una perícopa que tuvo quizás su origen en la Iglesia primitiva (cf. Kümmel, Einleitung, 173 con las notas 44 y 45; H. Freiherr von Campenhausen: ZNW 68 [1977] 164-175). En Jn 13, 5, Jesús comienza a lavar los pies durante la cena. Y precisamente en el hecho de que Jesús comience a realizar esta acción se halla lo significativo de lo que quiere expresarse con ella, a saber, el sentido del humillante servicio que Jesús presta a sus seguidores, un servicio que comienza «en la comunión de los discípulos con Jesús» y que

501 tiene su meta en la comunión y servicio mutuo de amor que los discípulos deben prestarse unos a otros (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes'o [KEK], 355-365; los posibles vestigios de una manera semítica o sinóptica de hablar [Bultmann, Das Ev. des Johannes, 352] no deben exagerarse y difícilmente bastarán por sí mismos para aislar la fuente joánica; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 30-39 [incluye bibliografía)). O. Merk

aQXrov, ovto~, Ó archon jefe, gobemante* 1. Aparición del término en el NT - 2. Ambitos de significado - a) Referencias a Cristo - b) Referencias a gobernantes seculares - c) Poderes espirituales.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s. V.; H. Bietenhard, Origen, principio, en DTNT III, 229s, especialmente 229, J. Blank, Krisis. Untersuchungen zur joh Christologie und Eschatologie, Freiburg i. Br. 1964, 194, 281ss, 339; O. Bocher, Das NT und die damonischen Machte (SBS 58), Stuttgart 1972; W. Carr, The Rulers of this Age - 1 Cor Il. 6-8: NTS 23 (1976-1977) 20-35; G. Dautzenberg, Botschaft und Bedeutung der urchristlichen Propheten nach dem 1 Kor (2:6-16; 12-14), en J. Panagopoulos (ed.), Prophetic Vocation in NT and Today (NovTS 45), Leiden 1977, 131-161; G. Delling, aQXúl XTA., en ThWNT 1, 476-488, sobre todo 486488 (bibl.); M. Dibelius, Die Geisterwelt im Glauben des Paulus, Gottingen 1909,88-97 Y passim; A. Feuillet, Les «chefs de ce siecle» et la sagesse divine d'apres ICor 2, 6-8, en Studiorum Paulinorum Congressus Interrrationalis Catholicus 1961 (AnBibl 1718) 1, Romae 1963,383-393; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 179, 199-215; E. Lohse, ~1JVÉCiQLOV, en ThWNT VII, 858-869; F. MuBner, Christus, das All und die Kirche. Studien zur Theologie des Eph (TThSt 1), Trier 1955, 18ss y passim; A. van Roon, The Authenticity of Ephesians (NovTS 39), Leiden 1974, 223-237 Y passim; A. Schlatter, Der Evangelist Mt, Stuttgart 1929, 315s; Id., Der Evangelist Joh, Stuttgart 1930, 270-272; H. Schlier, Machte und Gewalten im NT (QD 3), Freiburg i. Br. 1958; J. Schniewind, Die Archonten dieses Aons (1. Kor 2, 68), en Id., Nachgelassene Reden und Aufsiitze, mil einem Vorwort von G. Heinzelmann, editado por E. Kahler (TBT 1), Berlin 1952, 104-109; L. Schottroff, Der G/aubende und die feindliche Welt (WMANT 37), Neukirchen-Vluyn 1970, 217-225, 231, nota 3, 275; Schürer 11, 107, 218, 251s, 511s; III, 76, 78, 85s; H. Strathmann, nÓ/"L<; %'t/"., en ThWNT VI, 516-535, especialmente 529; J. Wanke, Die Emmauserzahlung. Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchung zu Lk 24, 13-35 (EThS 31), Leipzig 1973, 58s, 66; M. Winter,

502 Pneumatiker und Psychiker in Korinth. Zum religionsgeschichtlichen Hintergrund von l. Kor 2, 6-3, 4 (MThSt 9), Marburg 1975, 58ss, 199,219 Y passim.

1. Las 37 veces que el término aparece en el NT (incluido Mt 9,34 [cf. GNTCom, 25s)) y excluido Tit 1, 9 [v.l.; cf. GNTCom, 653)) se distribuyen en tres ámbitos: a) uno hace referencia a Cristo (Ap 1,5); b) otro hace referencia a funcionarios romanos o judíos (autoridades) o a particulares que gozan de prestigio (así casi siempre en los Sinópticos y en Hechos, por ejemplo, Hech 14, 5; también Jn 3, 1; 7, 26.48; Rom 13, 3); c) un tercero hace referencia a poderes supramundanos, los cuales -de ordinario- ejercen un dominio hostil a Dios (Mc 3, 22; Mt 9, 34; 12, 24; Lc 11, 15; Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11; 1 Cor 2, 6.8; Ef 2,2).

2. a) Ap 1, 5 es el único lugar del NT en que aQXillv se refiere a Cristo. El Cristo exaltado, como «el soberano de los reyes de la tierra», debe contemplarse en el marco de la doxología inicial y, al mismo tiempo, en el marco de la doxología del Apocalipsis; la interpretación histórica -tanto en sentido temporal como en sentido escatológico- se hallan entretejidas para caracterizar al «reinado universal de Cristo» (cf. W. Bousset, Offenbarung [KEK], 187ss, 239; T. Holtz, Die Christologie der Apokalypse [ 85], Berlin 1962, 58ss [bibl.)). b) 1) En Mt 20, 25 aQxov'tEI,; se aplica a quienes tienen un señorío secular en general (la realidad, aunque no la palabra, aparece en los lugares paralelos Mc 10, 42; Lc 22, 25), mientras que en Rom 13, 3 el término se refiere a las autoridades de gobierno según el lenguaje helenístico-romano (cf. A. Strobel: ZNW 47 [1956] 67-93, esp. 79ss), y en Hech 16, 19 -único lugar en el NT- se hace referencia a las autoridades de la ciudad (cf. J. WeiB, Macedonien: RE XII [1903] 39; Strathmann 529). En Hech 4, 26, en una oración tomada del Sal 2, 1s, «los reyes de la tierra» se interpretan exegéticamente en sentido pre-Iucano para referirse a Herodes Antipas, y lo de oL aQxov'tE~ se refiere a «Pilato» (cf. Hech 4, 27-30 y, para explicar la escena creada por

503 Lucas, cf. Lc 23, 6-12; M. Dibelius, Herodes und Pilatus, en Id., Botschaft 1, 278-292, esp. 289ss; H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT] sub loco). 2) En los evangelios sinópticos y en Hechos, a las personas que ocupan posiciones destacadas se las suele designar como aQxwv; por ejemplo, el juez en Lc 12, 58, un miembro del Sanedrín en Lc 12, 13, el sumo sacerdote en Hech 23, 5. Como aQXwv del pueblo (Hech 7, 27.35), Moisés adquiere significado tipológico en la teología lucana a propósito del acontecimiento de Cristo (cf. Lc 2,38; 24, 21; Hech 3, 15; 5, 31; cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK], sub loco; H. Conzelmann, Apostelgeschichté [HNT], sub loco; G. SUihling, Apostelgeschichte3 [NTD], 108 [testimonios}). Una comparación entre los Sinópticos nos permite ver que el uso de aQXLo'Uváywyo~ (presidente de la sinagoga) alterna con el de aQXwv (cf., por ejemplo, Mc 5, 22 par. Mt 9, 18; Lc 8,41; Mc 5,38 par. Mt 9, 23). Esto podría deberse a que, en el judaísmo de la Diáspora, ambas funciones, aunque se distinguieran claramente, podían ser ejercidas por la misma persona (cf. también Schürer 11, 511). Pero es más probable que existiera un conocimiento impreciso de la función concreta del aQXwv, como vemos también por el hecho de que Lucas designe como aQXov't€~ (en plural) o «jefes» de los judíos a los que era simplemente, entre otras cosas, miembros del Sanedrín (cf. Schürer 11, 251s; Lohse, 862 nota 29; Wanke, 58s). Aunque, cuando se menciona a un aQXwv individual, el peso recae indudablemente sobre el encuentro de esa persona con Jesús (cf. Lc 18, 18, donde, a diferencia de Mc 10, 17/ Mt 19, 16, se designa como aQXwv al «joven rico»), sin embargo el plural aQXov't€~ se usa también en los escritos lucanos para referirse a la responsabilidad que incumbe a la totalidad de los dirigentes judíos porla muerte de Jesús (cf. Lc 14, 1; 23, 13.35; 24, 20; Hech 3, 17; 4, 5.8; 13, 27; cf. Wanke, 59, 66; Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK] a propósito de Hech 3, 17). En Jn 3, 1; 7, 26.48; 12,42 se designa como aQxwv/aQXov't€~ a algún miembro o a

504 algunos miembros del Sanedrín que, en contraste con «los judíos» y «los fariseos», permanecen abiertos hacia el mensaje de Jesús (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes lO [KEK], 94 nota 3; H. F. WeiB, en ThWNT IX, 47). e) Excepto en 1 Cor 2, 6.8, vemos que en el NT aQXwv se usa siempre en singular cuando designa a poderes supramundanos. (Sobre la historia de la interpretación de los textos que a continuación se estudian, cf. los comentarios mencionados y los ejemplos ofrecidos en H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 79 nota 45; Bauer, Worterbuch, s. v.). Me 3, 22: La acusación que aparece en este pasaje, que es seguramente una composición unitaria en su forma original de la fuente Q (Mt 12,24 [¿tendrá 9,34 una base textual marquina?] par. Lc 11, 15; sobre el problema sinóptico en este punto, cf. Bultmann, Geschichte 10-12, 54, 356, Ergiinzungsheft, 17; Schulz, Q, 203ss [bibl.]), se halla escindida en Marcos, aunque sigue siendo sustancialmente la misma: la malévola identificación de Jesús con Beelzebul o Beelzebub (= señor de las moradas [demoníacas]), príncipe de los demonios y, por tanto, el mismísimo Satanás (cf. Mc 3, 23.26), pretende demostrar la posesión demoníaca de Jesús a los ojos de sus adversarios (Mc 3, 30), y quiere hacer ver que los exorcismos de Jesús, que tienen un poder que ni sus adversarios pueden negar, son actos de poder demoníaco (para los detalles cf. R. Pesch, Markusevangelium I [HThK], 209221 [bibl.]; G. Schneider, Evangelium nach Lukas 11 [OTK], 264ss). 1 Cor 2, 6.8: en este pasaje aQXov't€~ no se refiere a los soberanos terrenos (como piensan, por ejemplo, Schniewind; Dautzenberg), sino a los poderes demoníacos. Se dice de ellos que, como exponentes de la sabiduría cósmica en su oposión a la sabiduría divina, perecen porque no han reconocido la acción escatológica de Dios en la cruz y, con ella, la intervención divina que se hace eficaz en el Myo~ wv o'tu'UQov (1 Cor 1, 17s), una intervención que priva de su poder a las fuerzas contrarias a Dios (1 Cor 2, 7s; cf. los testimo-

505 nios, por ejemplo, en Dibelius, 88s; W. G. Kümmel en H. Lietzmann-W. G. Kümmel, An die Korinther l/Il [HNT], 170; H. Conzelmaun, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 77s [bibl.]; R. Baumaun, Mitte und Norm des Christlichen [NTA NF 5], Münster i. W. 1968, 209-255 [bibl.]; L. Schottroff 221 nota 1 y passim). Ef 2, 2: en este pasaje el aQXwv es la personificación de la esfera de poder que se opone a Dios (cf. H. Schlier, La Carta a los Efesios, Salamanca 1991, 134-138 [con numerosos ejemplos]) y se identifica seguramente con Satanás. El paralelismo que se establece entre utwv y aQXwv muestra que éstos, al menos, «se corresponden por su naturaleza» (A. Lindemann, Die Aufhebung der Zeit [StNT 12J, Gütersloh 1975, 110; cf. ibid. 49ss, 58s, 108ss), aunque su identificación, demostrable por lo demás en la historia de las religiones, no se halle presente aquí también (Dibelius, 156s; M. Dibelius-H. Greeven, An die Kolosser, Epheser, und Philemon 3 [HNT], sub loco). Los cristianos se hallan rescatados ahora de este aQXwv (Ef 2, 1-3), y Juan dilucida esta realidad en Jn 12,31; 14,30; 16, 11 mediante una expresiva formulación cristológico-escatológica: en la exaltación de Jesús en la cruz, el aQXwv wv XÓOflO'U wúw'U, Satanás, «quedó desposeído de su poder» (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes lO [KEK], 330 nota 2, 488, 436; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, 490ss; I1I, 120s, 170s; Blank, 194, 281aa, 339). O. Merk ci~ro,Hx., a'to;, 'tó aroma especia, ungüento* En el NT aparece únicamente en plural en Mc 16, 1 par. Lc 23, 56 y 24, 1: los aceites aromáticos, los ungüentos que iban a usarse para ungir a Jesús en el sepulcro (según Marcos); según Jn 19, 40, el cadáver fue ungido con sustancias aromáticas y envuelto en lienzos de lino, antes de ser depositado en el sepulcro.

506

«(JáAEtJ'tO;, 2 asaleutos firme,

inmóvil* En Hech 27, 41 dícese de la proa de la nave, que se clavó y quedó inmóvil. En Heb 12, 28 dícese, en sentido figurado, de la inconmovible ~UOLAeLU.

'A(JáqJ Asaph Asá* Nombre de persona en Mt 1, 7.8 (cf. 1 Re 15,8). " R a(Jt"E(J'to;, 2 asbestos inextinguible* Dícese en Mc 9, 43 del fuego del infierno (v. 45 v.l.). Mt 3, 12 par. Lc 3, 17: «pero él quemará la paja en fuego inextinguible».

«(JipEla, a;, tí asebeia impiedad --+ aoej3~~.

«(JEpÉro asebeo actuar impíamente --+ ao€~~~.

«(JEPÍ);, 2 asebes impío,

malvado*

aOÉ~eLu acción malvada, impiedad* aoe~Éw asebeo actuar impíamente* l. Aparición del grupo de palabras en el NT 2. Campo semántico - 3. Afirmaciones sobre los falsos maestros - 4. La Carta a los romanos y las Pastorales. Bibl.: W. Foerster, &aE~~<; %1:1..,. en ThWNT VII, 184-190; F. Hahn, Genesis 15, 6 im NT, en Probleme biblischer Thealagie (FS G. van Rad), München 1971, 90-107, sobre todo 100ss; E. Kasemann, Pln Perspektiven, Tübingen '1972, 140-177, especialmente 148150. Para más bibliografía, cf. áf!UQTlu.

1. El adjetivo aparece 8 ó 9 veces. Con excepción de 1 Pe 3, 7 Y quizás Jds 4 y 15 (al final de la frase), el adjetivo se usa siempre en sentido sustantivado. El sustantivo aparece 6 veces, mientras que el verbo aparece únicamente en la figura etimológica de Jds 15 (cita de Hen [et] o Hen [gr] 1, 19), a menos que en 2 Pe 2, 6 demos la preferencia a la forma verbal sobre la forma adjetival. Estos 16 ejemplos se distribuyen, sin contar las dos citas del AT (Rom 11,26; 1 Pe 4, 18), entre los tres lugares en que los términos aparecen en Romanos, los tres de las Pastorales y los tres de 2 Pedro, y las 5 veces que aparecen en Judas.

507 2. En la LXX aOEp~~ se usa casi siempre para traducir el hebreo rlisli' (lo mismo que éq.j,aQ'twAó~, aunque con frecuencia dos veces mayor), pero en el NT este término queda notablemente relegado a segundo plano (porque se prefiere generalmente el tema á¡.,taQ't-). El judaísmo helenístico rompe con la limitación habitual del uso del término a la relación (que, como es lógico, falta) con los dioses (compárese, por ejemplo, Platón, Symp 188c con Dión Crisóstomo, Or 31,13; pero cf. también Josefo, Bell VII 260): siempre que uno se comporta impíamente, comete una ofensa contra (la voluntad de) de Dios, quien se preocupa esencialmente de la vida (y de la convivencia) humana. Así que aOEp~~ y á¡.,taQ'tWAÓ~ pueden figurar el uno junto al otro como equivalentes en 1 Tim 1, 9 (hendíadis), lo mismo que en la cita que se hace en 1 Pe 4, 18. El pleonasmo á¡.,taQ'twAoL aOEpd~ que encontramos en la cita que se hace en Jds 15 es un caso único. El sustantivo entendido como acción aparece tanto en la cita combinada de Rom 11, 26 (en plural, lo mismo que en Jds 18) como en Rom 1, 18 (naoa, juntamente con a6LxLa). 2 Tim 2, 16 Y Tit 2, 12 se refieren más bien a una actitud. En Jds 15 y 18 el genitivo semitizante sustituye al adjetivo. 3. Fuera de Romanos y de Tito 2, 12, los enunciados en que aparece el tema aOEp- se hallan en el contexto de la lucha contra los falsos maestros. Como en la LXX (especialmente Proverbios [cf. 1 Pe 4, 18] Y otros escritos sapienciales), partiendo de la perspectiva de la apostasía de (los mandamientos de) Dios (por ejemplo, Prov 28, 4; Jer 3, 13; Dan 9, 5), era fácil definir a los herejes como los que se contraponen fundamentalmente al 6LXaLO~. En efecto, se tienen constantemente a la vista las consecuencias prácticas de las falsas doctrinas: en 1 Tim 1, 9(s) aOEp~~ aparece en relación con un catálogo de vicios, mientras que la escalación de la impiedad en 2 Tim 2, 16 se ilustra en 3, 1-5; en Jds 4 y 18(s) se hace referencia primariamente a la praxis, lo mismo que en la cita paralela del v. 5 se tiene a la vista .el anuncio profético del

508 juicio que se anticipa en el v. 4. Finalmente, el juicio ejecutado contra «el mundo de los impíos» en tiempo de Noé, y contra Sodoma y Gomorra en tiempo de Lot (los cuales, ambos, eran <<justos»), queda asentado como «ejemplo» para los futuros impíos, es decir, como ejemplo de juicio contra los malvados del tiempo del autor de 2 Pedro, que viven de manera contraria a la voluntad de Dios y se burlan de la parusía (2 Pe 2, 5s). Ellos también serán destruidos (3, 7). ' 4. Pablo, en Rom 1, 18, vincula aOÉpHa con a6LxLa (en consonancia, por ejemplo, con Miq 7, 18; Hen [gr] 13, 2). Teniendo en cuenta los antecedentes veterotestamentarios y judíos, es improbable que estos términos se refieran a una división entre trasgresiones contra la primera tabla y trasgresiones contra la segunda tabla del Decálogo. La: idea tiene mucho más que ver con los que son objeto de la cólera divina: tanto gentiles como judíos: así como Pablo niega a estos últimos la justicia basada en la ley, a causa de las trasgresiones cometidas por ellos (Rom 2), así también niega a los gentiles la --+ EuoÉpELa, aunque no emplea este concepto, que está demasiado orientado hacia la vida religiosa (cf., no obstante, EOEpúo'l'tl]Oav en 1,25). Porque unos y otros se cierran a la verdad de Dios, es decir, al orden de la creación. Este «pecado fundamental» se realiza por medio de acciones culpables (1, 18), en las que al mismo tiempo se deja sentir ya el castigo (vv. 21s, especialmente 1, 24ss). Rom 4,5 habla de la justificación del impío (caracterizado en 1, 18ss) por obra del mismo Dios -tan sólo mediante la fe-o De manera enteramente ajena al judaísmo, Abrahán es ejemplo del aOEp~~ creyente. Rom 5, 6 se centra en la fe que conduce a la aceptación de la salvación ofrecida en la muerte vicaria de Cristo, y se centra también en la manifestación del incomparable amor de Dios y de su Hijo hacia nosotros, que «en aquel tiempo éramos todavía impíos». En Tit 2, 12 (cf. los vv. 11-14), por contraste, el foco se centra en el alejamiento del paganismo, al que se considera contrario a Dios, mediante la conversión (el bautismo). Por es-

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509 te alejamiento, la gracia puede ayudar a los cristianos a llevar una vida verdaderamente humana que agrade a Dios. En consonancia con ello, 1 Tim 1, 9 sugiere un distanciamiento de Pablo, al considerar que la ley está destinada sólo para «los impíos y los pecadores», mientras que «el justo» edifica su vida en «la sana doctrina» (v. 10, al final). P. Fiedler

aoD"yna, a;, á aselgeia desenfreno, libertinaje* Bibl.: o. Bauernfeind, &'OfJ"YELU, en ThWNT 1, 488; F. MuBner, Der Galaterbriej, Freiburg i. Br. 1974, sobre todo 379-383; A. Vógtle, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Münster i. W. 1936, s. v. en el índice analítico; S. Wibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Berlin 1959.

son como una cascada de críticas, que -aunque no están exentos de estereotipia (A. Vogtle, en LThK VI, 807)- se convierten en una única acusación contra el paganismo. Es verdad que la función primaria de los catálogos de vicios es positiva. Rom 13, 13 debe entenderse como típica parénesis bautismal. Gál 5, 19 quiere contribuir a asegurar «el margen de libertad del bautizado» (MuBner, 389). El autor de 1 Pedro se dirige a los cristianos perseguidos, a quienes alienta y consuela con el recuerdo del acontecimiento de Cristo y del bautismo (3, 21). H. Goldstein

«a1')'.1O;, 2 asemos insignificante* Hech 21, 39: De Tarso, «una ciudad nada

insignificante de Cilicia». ThWNT VII, 266s. 1. En el NT aOÉAyELa tiene de ordinario un significado sensual y designa sobre todo el desenfreno en materia sexual: Rom 13, 13: xohaL~ (relaciones sexuales) xaL aOEAydaL~; 2 Cor 12, 21: axa'l'taQoL~ (impureza) xaL nOQvd~ (fornicación) xaL aOEAyd~; Gál 5, 19: obras de la carne, entre las que se incluyen nOQvda (fornicación), axa'l'taQoLa (impureza) y aOÉAyELa; cf. 2 Pe 2, 2.7.18; Herm (m) 12,4,6; (s) 9, 15,3; (v) 2, 2, 2; 3, 7, 2. Además, el término expresa la conducta en la que el desenfreno sexual es tan sólo un elemento entre muchos. aOÉAyELa es, por tanto, una expresión global de la mala conducta y de la perversión. Es uno de los vicios que corrompen desde dentro al individuo (Mc 7, 22). En ella consiste la perversidad de Sodoma y Gomorra (2 Pe 2, 7). Es típica del pagariismo impío (Ef 4, 19; 1 Pe 4,3; Jds 4). 2. Una característica del uso de este vocablo en el NT es su inclusión en los catálogos de vicios (Rom 13, 13; Gál 5, 19; 1 Pe 4, 3), catálogos que tienen sus modelos tanto en el judaísmo (Qumrán: lQS 4, 9-11; cf. Wibbing 92-94) como en la ética de la antigüedad pagana. Estas formas literarias concuerdan no sólo en la exhortación inicial a no llevar un estilo malo de vida, sino también en el orden en que se enumeran los vicios. Los catálogos

'Aa{H~ Aser Aser* Aser se menciona en Lc 2, 36 como antepasado de la profetisa Ana; en Ap 7, 6 se le menciona también en la enumeración de las tribus de Israel (Gén 30, 13; 49, 20).

aa-3Évna, a;, Í) astheneia debilidad, enfermedad --+ ao'l'tEv~~.

aa-3EvÉro asthene6 estar débil, enfermo -> ao'l'tEv~~.

aa-3ÉV1')p.ta, a1:o;, 1:Ó asthenema debilidad --+ ao'l'tEv~~.

aa-3EVt');, 2 asthenes débil, enfermo aa'l'tÉvELa, u~, ~ astheneia debilidad, enfermedad aa'l'tEvÉw asthene6 estar débil, enfermo aa'l'tÉvl]¡.,tu, a'to~, 'tó asthenema debilidad* l. Aparición de los términos en el NT - 2. Significado y uso del grupo de palabras - 3. En los evangelios - 4. En Pablo. Bibl.: J. Ernst, Das Ev. nach Lk, Regensburg 1977, 181s, 334; F. Fenner, Die Krankheit im NT (UNT 18),

511 Leipzig 1930, especialmente 27-30; E. Güttgemanns, Der leidende Apostel und sein Herr (FRLANT 90), Giittingen 1966; P. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle (NTA NF 8), Münster i. W. 1972, 299; E. Kamlah, Wie beurteilt Paulus seine Leiden?: ZNW 54 (1963) 217-232; O. Michel, Der Briefan die Romer, Giittingen "1966, 333-361; H. Schlier, Der Romerbrief, Freiburg i. Br. 1977,402-422; J. Schmid, El evangelio según san Marcos, Barcelona 1967, 6770; G. Stiihlin, uo{fEV1Í<; XTA.., en ThWNT 1, 488-492; E. Walter, Die Kraft wird in der Schwachheit vollendet: GuL 28 (1955) 248-255; U. Wilckens, Weisheit und Torheit (BHTh 26), Tübingen 1959, sobre todo ll-53.

1. Las palabras rW-&ev~¡;;, aa-&ÉvELu y aa-&evÉw aparecen en total más de 80 veces en el NT, y más de 40 de ellas en Pablo. El sustantivo aa-&Év1']!1u lo encontramos únicamente en Rom 15, 1. 2. El grupo de palabras significa debilidad o falta de fuerzas. Pero esta debilidad es de índole muy diversa. a) A menudo se hace referencia en sentido global a la debilidad que se deriva directamente de la condición terrena y corporal de la existencia humana, y que se deja sentir en diversos ámbitos. Esta manera de comprender la debilidad se halla presente especialmente en los textos en que los términos aáQs (<
512 corporal de su existencia, se puede aplicar también a determinadas personas o grupos de personas. Así, por ejemplo, en 1 Pe 3, 7, se dice que las mujeres son el «sexo más débil», y que por este motivo los maridos deben ser más considerados con ellas. En Heb 7, 28 se dice que los sumos sacerdotes son hombres débiles (cf. 5, 2; también 4, 15), Y en Heb 11, 34 se dice de los creyentes del Antiguo Pacto que, «siendo débiles, fueron hechos fuertes». Pablo habla de su «apariencia débil» (por ejemplo, 1 Cor 2,3: «y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor»; 2 Cor 10, 10: «Su presencia física [es] débil y su manera de hablar menospreciable»; 2 Cor 11, 21: «Nosotros hemos sido débiles»; Gál 4, 13 Y passim), y escribe también que Cristo «fue crucificado por debilidad» (2 Cor 13,4). c) La debilidad característica y fundamental del hombre tiene diversos efectos. Una de sus manifestaciones es la enfermedad. En este sentido el grupo de palabras aparece casi 40 veces en el NT (Mt 8, 17; 10, 8; 25, 36.39.43s; Mc 6, 56; Lc 4, 40; 5, 15; 8,2; 9, 2; 10, 9; 13, 11a; Jn 4, 46; 5, 3.5.7; 6, 2; 11, 1.4.6; Hech 4,9; 5, 15s; 9, 37; 19, 12; 28, 9; 1 Cor 11, 30; Flp 2, 26s; 1 Tim 5, 23; 2 Tim 4, 20; Sant 5, 14), Y de ordinario en construcción absoluta (incluso en lugares en que se trata de una enfermedad determinada). En Mt 8, 17 encontramos junto a aa-&ÉveLu el término sinónimo vóao¡;;. En 1 Cor 11, 30 se usa igualmente el sinónimo aQQwaLO¡;;. Mt 10, 8 menciona las curaciones de los aa-&evoVVLe¡;; (aquí y en otras partes el participio sustituye al adjetivo) juntamente con las resurrecciones de muertos, las purificaciones de la lepra y las expulsiones de demonios; Jn 5, 3 menciona diversos grupos de enfermos: ciegos, cojos y paralíticos. Hay distintas causas de las enfermedades. Según Lc 13, 11, por ejemplo, están causadas por espíritus (Jtve'Ú!1u'tu; cf. Lc 8, 2; Hech 5, 16). Según 1 Cor 11, 3, aparecen como resultado de una recepción indigna de la eucaristía. La curación se expresa ordinariamente con los verbos -&eQUJte'ÚeLV (por ejemplo, Lc 5, 15; 8,2; 9, 1; 10,9; Mt 10, 8;

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Hech 5, 16) o Laa-&m (como en Lc 9, 2; Sant 5, 16). El proceso de curación se efectúa de diferentes maneras: por imposición de las manos, por la acción de tocar, etc., e incluso mediante la aplicación de pañuelos (Hech 19, 12) o por la sombra de los apóstoles que se proyecta sobre los enfermos (Hech 5, 15). d) Otra forma más de aa-&ÉveLu lo representa la debilidad en la capacidad para entender. A ella se refiere seguramente Rom 6, 19: «Hablo a la manera hu1nana, por causa de la debilidad de vuestra carne». Esta misma idea podría, al menos, escucharse también en Heb 5, 2 (en este pasaje se emplean los verbos ayvoeLv y JtAuvaa-&m). e) Junto a estas formas naturales de aa-&ÉVeLU existe también, según Pablo, una debilidad de índole ético-religiosa. Cuando Pablo, en Rom 5, 6, acentúa que Cristo, «mientras nosotros éramos aún débiles», murió a su tiempo por los impíos (cf. 5, 8), entonces caracteriza a la debilidad como el estado (superado por la muerte de Cristo) de alejamiento de Dios en que vivían las personas irredentas. También a los cristianos les puede afectar esta clase de aa-&ÉveLu. Y, así, Pablo en Rom 8, 26 habla de que el Pneuma (divino), en la oración, viene en ayuda de la debilidad humana (es decir, de la incapacidad para orar en la forma que agrada a Dios). Y señala también que en Roma y en Corinto hay grupos de cristianos que son «débiles en su fe» (Rom 14, 1: aa-&evovvra 'tñ Jtí.a'teL; cf., en cambio, Rom 4, 19, donde se dice de Abrahán: !1i] aa-&ev~au¡;; 'tñ JtLa'teL) o que tienen conciencia angustiada (auveLClem¡;; aa-&ev~¡;;; 1 Cor 8, 7.12), así como también, hablando en general, en el cuerpo de la Iglesia puede haber miembros que parecen más débiles (1 Cor 12, 22). f) Tan sólo en raras ocasiones se aplica el grupo de palabras a personas o cosas no humanas, con el fin de describir su impotencia o su ineficacia: en Gál 4, 9 se habla de los «débiles y pobres espíritus elementales». Rom 8, 3 habla de la incapacidad de la ley para producir la salvación (cf. también Heb 7, 18).

514 g) Finalmente, en Hech 20, 35 el participio aa-&evovv'te¡;; designa a los que son económicamente débiles, a los pobres. 3. En los evangelios las curaciones de enfermos se cuentan entre las «señales» (Jn 6, 2 utiliza expresamente a1']!1eLu) que anuncian el comienzo del reino de Dios. Esto aparece, con especial claridad cuando Jesús envía a los suyos en misión (un pasaje procedente de la fuente Q), y donde la instrucción dada a los discípulos de curar a los enfermos se halla inmediatamente vinculada con el encargo de proclamar la inminencia del reino de Dios (Lc 10,9; Mt 10, 7s). «Las curaciones en Q, como vemos también por los demás pasajes, deben entenderse escatológicamente como parte del acontecimiento del fin de los tiempos» (Hoffmann 299). Marcos no sólo refiere curaciones aisladas de enfermos, sino que en sus sumarios nos ofrece la imagen de una extensa actividad sanadora de Jesús (1, 32ss; 3, 7-12; 6, 53-56), que está inseparablemente unida con su actívidad de enseñar (cf., por ejemplo, 1, 39). Marcos entiende que ambas cosas prueban la dignidad de Jesús como Mesías y su condición de ser el Hijo de Dios. Para la comprensión de Mateo es característico, por ejemplo, el pasaje de 8, 16s. A un sumario tomado de Marcos (1, 32ss), Mateo añade una de sus típicas «citas de cumplimiento». Se trata, en concreto, de Is 53, 4, es decir, de unas palabras tomadas del cuarto cántico del Siervo de Dios: «El tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias». Mateo ve que esta promesa profética se ha cumplido en la actividad de Jesús. Para Lucas la curación de las enfermedades está unida esencialmente a la difusión del Aóyo¡;; (por ejemplo, 5, 15: «La fama de El se extendía cada vez más y se congregaban grandes muchedumbres para oírle y para que los curase de sus enfermedades»). Por tanto, la curación de enfermedades tiene significado teológico para la teología de la misión. Y, así, no nos extrañará que en Hechos la predicación de los apóstoles vaya también acompañada de curaciones de enfermos (Hech 3-5; 19, 12.20 Y passim).

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am'}Ev1'¡(; - 'AoLa

4. Pablo desarrolla su original «teología» de la debilidad. Para él la aoofrÉvELa significa el lugar donde se revela la dynamis (divina). Esto se expresa principalmente en aquella frase paradójica: «Porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Cor 12, 9). Pablo formula aquí una ley general. Su validez se deriva del acontecimiento de Cristo. Y, así, puede él decir de Cristo: «El fue crucificado por debilidad, pero vive por el poder de Dios» (2 Cor 13, 4). Para Pablo, la cruz y la resurrección están inseparablemente unidas. Cristo, precisamente como el Crucificado, es «el poder de Dios y la sabiduría de Dios» (1 Cor 1, 24). La cruz muestra que Dios escoge precisamente 10 que es débil a los ojos gel mundo para avergonzar a lo que es «fuerte» (1 Cor 1, 27). Pues bien, si esta ley fundamental tiene validez para Cristo, la tendrá también para el apóstol. Por eso, Pablo -principalmente en los «catálogos de sufrimientos» (1 Cor 4, 10-13: 2 Cor 4, 8ss; 6, 4-10; 11,21-29; 12, 10)- acentúa sin cesar su propia debilidad con todas sus manifestaciones (sufrimientos, tentaciones, peligros, etc.). Más aún, él se gloría incluso de ella, porque -según su propia convicción- eso es lo que constituye precisamente al apóstol (cf. 2 Cor 12, 10: «Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte»). Pablo habla de aoofrÉvELU etc. en contextos parenéticos en Rom 14-15 yen 1 Cor 8-10. En Roma había, según parece, dos grupos de creyentes, los «fuertes» (OL bUVa1:0L, Rom 15, 1) y los débiles. Mientras que los «fuertes» eran cristianos con una marcada conciencia de autoridad y libertad, los «débiles» eran creyentes Uudeocristianos) que sentían angustias de conciencia, que no comían carne por piadoso temor (a contraer impureza, a quebrantar la ley; Rom 14, 2) Y que se sentían obligados a observar determinados días santos (14, 5). Pablo exhorta a los «fuertes» (entre quienes se cuenta él mismo: 15, 1) a que acepten en la comunidad al que es débil en la fe (14, 1) y a que no lo desprecien, exactamente igual que exhorta a los débiles a que no juzguen al que piensa de manera distinta (al

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que, por ejemplo, come de todo), porque a él también le ha aceptado Dios (14, 3). Por consiguiente, no hay que poner obstáculo o piedra de tropiezo en el camino del otro hermano (14, 13). Esto se aplica principalmente a los «fuertes». Ellos deben sobrellevar «las flaquezas de los débiles» y «no complacerse a sí mismos», porque «tampoco Cristo vivió para complacerse a sí mismo» (15, 3). Por tanto, Pablo da un fundamento cristológico a su parénesis. Los débiles de Corinto eran seguramente cristianos procedentes de la gentilidad, que tenían dificultades de conciencia para comer la carne sacrificada a los ídolos, que se vendía en el mercado (1 Cor 10, 25). No se habían desvinculado aún plenamente de su pasado pagano; les faltaba la yV&OL~ de los cristianos maduros (8, 7). En su actittud (que es probablemente la respuesta a una consulta efectuada por los corintios) Pablo exhorta a no dar motivo de escándalo a los de «conciencia débil», porque de 10 contrario se estaría pecando contra Cristo mismo (8, 12). Por tanto, aquí también Pablo dirige su mirada hacia Cristo, para fundamentar su parénesis. J. Zmijewski

'A(Jta, a~ Asia Asia* 1. Aparición del término en el NT - 2. Antecedentes históricos - 3. Historia misionera. Bibl.: Anatolica (1967ss); T. R. S. Broughton, Roman Asia Minor, en T. Frank, An Economic Survey of Ancient Rome IV, Baltimore 1938 (reimpresión en Patterson [New Jersey] 1959, 499-916); V. Chapot, La province roma in e proconsulaire d'Asie, Paris 1904 (reimpresión en Roma 1967); F. DOlger, en LThK VI, 327-329; P. R. Franke, Kleinasien zur Romerzeit, München 1968; W. Hoben, Untersuchungen zur Stellung kleinasiatischer Dynastien, tesis mecanografiada Mainz 1969; S. E. Johnson, Early Christianity in Asia Minor: JBL 77 (1958) 1-17; A. H. M. Jones, The Cities of the Eastern Roman Provinces, Oxford 1937 (reimpresión en Oxford 1971); J. Keil, en RAC 1, 740-749; D. Magie, Roman Rule in Asia Minor I/Il, Princeton 1950 (reimpresión en Princeton 1966); M. P. NilssonC. Andresen, en ROO Il, 1650-1652; F. W. Norris, Asia Minor before Ignatius: Walter Bauer Reconsidered: StEv VII (1982) 365-377; J. Nuchelmans, Wordenboek der Oudheit 1, Bussum 1976, 330-334; Reicke, Zeitgeschichte, s. v. en el índice analítico; P. R.

517

'AoLa - 1\OLáQXT)(;

Trebilco, Jewish Communities in Asia Minor, Cambridge 1991; E. M. Yamauchi, NT Cities in Western Asia Minor, Orand Rapids 1987.

1. 'AOLU se menciona 20 veces en el NT. Se piensa unas veces en toda la provincia romana de Asia (Hech 6,9; 19, 1O.22.26s; 27, 2; 1 Pe 1, 1) y otras en sus regiones centrales de Jonia y Lidia (Hech 2, 9; 16,6; 20, 16.18; 21, 27; 24, 19; 2 Cor 1, 8; 2 Tim 1, 15; Apo 1,4; 1, 11 v.l.). 2. La hitita Assuwa, que designaba el Noroeste de Asia Menor, fue la que dio su nombre a 1\oLa (Nuchelmans 333). Desde el siglo V a.C. los escritores griegos conocían con el nombre de 1\oLa al Imperio Persa o al Oriente en general. Los libros de los Macabeos denominaban así al reino de los Seléucidas (1 Mac 8, 6; 4 Mac 3, 20 passim). El último rey de Pérgamo legó en el año 133 a.C. al Imperio Romano sus dominios, que comprendían el Occidente de Asia Menor. Desde entonces 'AoLa designó, como en el NT, la provincia romana de Asia. Esta provincia estaba formada por Misia, Jonia, Lidia, Frigia y Caria y, por encargo del Senado, se hallaba administrada por un procónsul que residía en Efeso. En ella florecía el cultivo de los árboles frutales, el comercio y la industria. Los habitantes sentían especial orgullo del templo de Artemisa en Efeso (Hech 19, 23-40) y de los templos en honor de Roma y del Emperador en Pérgamo, Esmirna y Efeso. Los aOLáQxm (asiarcas, Hech 19, 31) se encargaban de mantener el culto imperial y de las fiestas populares que se celebraban en la asamblea provincial de 'AoLa, que se reunía todos los años, haciéndolo sucesivamente en cada una de las siete principales ciudades (cf. Ap 1, 4). El asiarca que administraba un templo local era denominado sumo sacerdote (de 'AoLa), como sucedió con el judío Esceva en Efeso (Hech 19, 14). Algunas veces los judíos de 1\oLa eran ciudadanos de pleno derecho de las ciudades (Reicke, 212). 3. Según Hechos, Pablo predicó en Frigia y en Misia hacia el año 50 de nuestra era, pero el Espíritu no le permitió por aquel entonces que trabajara en el centro de la provincia de Asia (He eh 16, 6s). Al regresar de su viaje por Grecia, en el año 54, Pablo visitó Efeso, pero lo hizo sólo de pasada (18, 21s).

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Mientras tanto Apolo predicaba aquí una especie de combinación del bautismo de Juan y del kerygma de Jesús (18, 24-27). En el año 55 Pablo completó este bautismo de agua con el don del Espíritu Santo (19, 1-7) Y siguió trabajando con éxito en Asia durante dos años más (19, 8-20). Esto suscitó contra él las iras del gremio de los plateros, que se enriquecían gracias al culto de Artemisa (Hech 19,23-40; 1 Cor 15, 32; 2 Cor 1, 8). En su viaje de regreso de Macedonia, en el año 58, Pablo evitó un nuevo conflicto en Asia y cambió impresiones en Mileto con los ancianos de Efeso (Hech 20, 17-38). El judaísmo, el gnosticismo y el fanatismo eran problemas que iban en aumento en Asia (1 Tim 1,7; 6, 20; 2 Tim 1,15; 2, 18). A pesar de todo, las comunidades creadas por la labor de Pablo (Rom 16, 5; 1 Cor 16, 19) iban creciendo intensamente (Ef 3, 18) y eran apoyadas también por otras autoridades (1 Pe 1, 1; Ap 1, 4). En las siete ciudades donde se celebraban las reuniones anuales de Asia (-+ 1) surgieron las siete iglesias de Asia (Hech 1, 11), sólo que Cícico de Misia fue sustituida por Tiatira de Lidia. A pesar de la persecución romana (Ap 2,13; 6, 9; 13, 17), se convirtieron numerosos judíos y gentiles (7, 4.9). Asia y la vecina Bitinia, a principios del siglo 11, estaban marcadas intensamente por el cristianismo (IgnEf inscriptio; Plinio el Joven, Epist X, 96, 9s; cf. Reicke, 226s). B. Reicke 'A(Jtavó~,

oil, Ó Asianos natural de Asia* Hech 20, 4: Tíquico y Trófimo eran de (la provincia romana de) Asia.

'A(Juí~X1)~,

ou, Ó Asiarches asiarca* En Hech 19,31 el sustantivo se halla en plural, probablemente porque designa a los «delegados a la asamblea de Asia» (XOLVOV 'AOLU~). Beginnings V, 256-262; Bauer, Wiirterbuch, s. v.; E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), 550. -+ 'AOLU 2.

519

520

aat1:tu, u;, 1Í asitia falta de apetito* Hech 27, 21: Durante una tempestad en el mar, los que estaban a bordo de la nave perdieron en buena parte el apetito.

(lat'to;, 2 asitos sin tomar alimento, con el estómago vacío* Hech 27, 33: aOL"tQ~ sin tomar alimento.

(~ha1:EAÉW

permanecer

aaxÉro askeo ejercitarse en algo, cultivar* Hech 24, 16: Ev "tQ{r[w ao%& (seguido de infinitivo) me esfuerzo por (cf. Jenofonte, Mem 11, 1,6). ThWNT 1, 492-494; X, 995.

aaxó;, olí, Ó askos odre* Mc 2, 22 par. Mt 9, 17/ Lc 5, 37s: echar vino nuevo en odres viejos o nuevos; el plural de ao%ó~ aparece aquí 4 veces en cada uno de los Sinópticos.

aa"Évro; asmenos (adv.) de buena gana, con alegría* Hech 21, 17: recibir con alegría; cf. 2,41 v.l.

(laOCflO;, 2 asophos necio* En Ef 5, 15 refiriéndose a la conducta de los cristianos: «no como necios sino como sabios»; cf. 1QS 4, 24: «Caminan en sabiduría o en necedad». aa3tá~o"ut aspazomai saludar, dar la

bienvenida, despedirse aoJtao¡.tó~, oi), Ó aspasmos saludo, salutación Bibl.: Frisk, W6rterbuch 1, 166; 111, 42; O. Roller, Das Formular der pln Briefe (BWANT 4/6), Stuttgart 1933, 67s, 472ss; M. L. Stirewalt jr., Paul's Evaluation of Letter- Writing, en Search the Scriptures (FS R. T. Stamm), Leiden 1969, 179-196; K. Thraede, Ursprünge und Formen des «heiligen Kusses» infrühen Christentum: JAC 11/12 (1968-1969) 124-180; W. C. van Unnik, Dominus vobiscum. The Background of a Liturgical Formula, en NT Essays (FS Th. W. Manson), Oxford 1959, 270-305; H. Windisch, uo:n;á~O!WL %1:1..., en ThWNT 1, 494-500.

1. La etimología es incierta. Quizás exista alguna relación con o:núw, «atraer hacia sí» (Frisk 1, 166) como expresión de afecto o de acogida amistosa. El verbo aparece 59 veces en el NT, principalmente en las cartas; el sustantivo aparece 10 veces, sobre todo en Lucas (5 veces). 2. El saludo, en el sentido más amplio de la palabra, es la apertura de la comunicación entre personas. Sin el saludo, el encuentro entre dos personas no pasa de ser indiferente y, en ocasiones, puede ser peligroso. Pero el saludo despeja la ambigüedad de la situación. Une a dos personas que se encuentran, y determina muchas veces su comportamiento ulterior. El deseo de siilom, que aparece en el AT, se refiere a la totalidad de la vida y desea «salud, felicidad, bendición y paz», entre otras cosas. El saludo no sólo desea esos bienes, sino que hace que se conviertan en realidad. El NT enlaza plenamente con este aspecto del saludo. Para Jesús, el saludo se convierte en una primera realización de la conducta cristiana. Los suyos no deben esperar a que se les dé el saludo (cf. Mc 12,38 par.), sino que deben anticiparse ellos a darlo (Windisch, 496); el saludo es también la primera señal de la práctica viva del amor a los enemigos (Mt 5, 47). Sin embargo, el ejercicio del saludo no debe estorbar la prisa en la proclamación del mensaje (Lc 10,4) El saludo adquiere particular importancia como parte integrante de las cartas paulinas. Pablo no sólo da a la carta como tal una nueva función (cf. Stirewalt), sino que asigna también especialmente a las fórmulas del saludo una nueva función en el marco de su actividad apostólica. Además de los saludos iniciales (~ XÚQL~, «gracia»), interesan aquí principalmente los saludos finales, cuya frecuencia y extensión vuelven a sorprender en Pablo, si los comparamos con los saludos corrientes en la cultura helenística. Con excepción de Gálatas, donde las relaciones con la comunidad son muy tensas, los saludos finales de Pablo son muy variados. Además de los saludos personales de Pablo, encontramos los saludos de sus colaboradores o de

521 los demás cristianos. Y se encarga a los destinatarios que saluden a determinadas personas o a cada cristiano. Según Rom 16, 16; 1 Cor 16, 20; 2 Cor 13, 12; 1 Tes 5, 26 (cf. 1 Pe 5, 14), deben incluso saludarse unos a otros con un «beso santo», que es una forma particularmente intensa de saludo, y no una forma primaria o exclusivamente litúrgica (cf. Thraede, 142s). P. Trurnmer.

aa3tua"ó;, olí, Ó aspasmos saludo, salutación* Mc 12,38 par. Mt 23, 7/ Lc 20, 46; Lc 1, 29.41.44; 11,43; 1 Cor 16, 21; Col 4, 18; 2 Tes 3, 17. ThWNT 1, 494-500. ~ ao:núl;o¡.taL.

522 Asos; E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), 562s.

aa'tu'tÉro astateo no tener morada fija, no tener hogar* En 1 Cor 4, 11 dícese del hecho de no tener donde vivir. ThWNT 1, 500s.

aanto;, 3 asteios, fino, agradable* Hech 7, 20: Moisés era «agradable a la vista de Dios». En Heb 11,23 (Ex 2, 2) dícese de Moisés que, de niño, era de apariencia hermosa y fina.

aa'tÍlQ, ÉQo;, Ó aster estrella* aOTQov,

(la3tLAO;, 2 aspilos sin mancha, inmaculado* Dícese en sentido propio del cordero sin mancha y sin tacha (~a¡.tvó~), 1 Pe 1,19; en sentido ético encontramos esta expresión en 1 Tim 6, 14; Sant 1,27; 2 Pe 3, 14; Herm (v) 4, 3,5; (s) 5, 6.7; 2 Clem 8, 6. ThWNT 1,500.

aa3tt;, tbo;, 1Í aspis víbora, serpiente* Rom 3, 13: to~ ao:nL()o~, veneno de serpiente (Sal 13, 3; 139, 4 LXX).

(la3tovbo;, 2 aspondos irreconciliable* 2 Tim 3, 3, en plural, en un catálogo de vicios; también Rom 1, 31 C Koiné lat.

aaaáQtOv, 0\1, 'tó assarion as* Préstamo léxico latino (assarius) para designar a una moneda de escaso valor (<
&aaov asson (adv.) más cerca, cerca* Hech 27, 13: navegaron cerca (de la costa) de Creta; BlaB-Debrunner § 244, 2. ~ Aaao;, 0\1 Assos Asos*

Nombre de una ciudad costera de Misia. Según Hech 20, 13.14, Pablo embarca en

OlJ,

TÓ astron estrella*

1. Aparición de los términos en el NT - 2. La «estrella del nacimiento» - 3. U01:~Q en contextos apocalípticos - 4. ICor 15,41 Y Jds 13 - 5. U01:Qov.

Bibl.: F. Boll, Der Stern der Weisen: ZNW 18 (1917-1918) 40-48; W. Foerster, U01:~Q, U01:Qov, en ThWNT 1, SOis; O. Gerhard, Der Stern des Messias, Leipzig 1922; M. Hengel-H. Merkel, Die Magier aus dem Osten und die Flucht nach Agypten (Mt 2) im Rahmen der antiken Religionsgeschichte und der Theologie des Mt, en FS Schmid 1973, 139-169; E. Lohmeyer, Der Stern der Weisen: ThBI17 (1938) 289299; P. S. Minear, The Cosmology of the Apocalypse, en FSfür O. A. Piper, New York 1962,23-37, 261s; E. Zinner, Sternglaube und Sternforschung, Freiburg i. Br. 1953.

1. aOT~Q aparece 24 veces en el NT, y 14 de ellas en el Apocalipsis. La palabra sinónima aOTQov aparece sólo 4 veces: en Lucas (21, 25), Hechos (7, 43; 27, 20) y Hebreos (11, 12). Ninguna de estos términos se usa con extraordinaria frecuencia en ningún escrito del Nuevo Testamento. 2. El NT comparte la idea antigua (Foerster 50l) de que las estrellas no son cosas materiales sino seres vivos. Sin embargo, aOT~Q (lo mismo que aO'tQov) se concibe siempre, en el NT, como parte de la creación. Las estrellas no poseen carácter numinoso como si fueran poderes astrales. Pero sí pueden estar en estrecha relación con acontecimientos terrenos. En Mt 2, 2 una estrella de extraordinario brillo anuncia el nacimiento de Cristo

524

523 (pudiera ser una conjunción de Júpiter y Saturno, que tuvo lugar el año 7 a.C.; sobre el debate acerca de este tema cf. Lohmeyer-W. Schmauch, Matthiius 4 [KEK], 22 nota 1). Lo extraordinario del acontecimiento anuncia la dignidad real del niño. Un tema bien conocido de la historiografía antigua es la creencia en que las estrellas presiden la vida de un soberano importante (cf. Lohmeyer-Schmauch, 20). Además, existe afinidad con textos veterotestamentarios y judíos (Núm 24, 17; Test Lev 18,3; TestJud 24,1; 6QD 7, 18s), en los que se alude metafóricamente al Mesías como a una estrella. Hay que señalar, a este propósito, que el nombre del mesías Bar Kochba es «hijo de la estrella», un nombre que sólo se halla atestiguado en fuentes cristianas (cf. Eusebio, HistEccl IV, 6, 2). Como indicio de que ha nacido un competidor político, la aparición de la estrella del nacimiento despierta angustiosa preocupación en Herodes (Mt 2, 7). Según Mt 2, 9 la estrella va delante de los Magos para indicarles el camino.

objeto de la promesa (Ap 2, 28). A aquel que venza se le concederá la participación en la gloria de Cristo. Vuelve a ser figura simbólica la corona de la madre de Cristo, una corona de «doce estrellas» que simboliza al pueblo de las doce tribus (Ap 12, 1). Por el contrario, las «siete estrellas» del kosmokrator Cristo (Ap 1, 16; 2, 1; 3, 1) hacen referencia a los «ángeles de las siete comunidades» (Ap 1, 20, dos veces), los cuales son como los representantes celestiales de dichas comunidades.

3. ao't~Q tiene otra función en Mt 24, 29. Se habla de la caída de las estrellas en el contexto de las ideas apocalípticas acerca del fin de los tiempos (cf. Mc 13,25; Ap 6, 13; 8, 10; 9, 1; 12,4). En este fenómeno se manifiesta la suerte escatológica que ha de correr el mundo Tales concepciones tienen especial relieve en el Apocalipsis, que, desde luego, emplea la palabra a01;~Q con variadas interpretaciones. El ao't~Q en Ap 9, 1 tiene carácter personal. A la estrella que cae al sonar la trompeta del ángel, se le da la llave del mundo de las profundidades (apuooo~). Durante la catástrofe cósmica, el dragón furioso hace que c,aiga una tercera parte del firmamento (Ap 1'2, 4; cf. Dan 8, 10). Una variación de esta escena la tenemos en Ap 8, 12, donde el golpe del tañido de la trompeta produce igualmente un oscurecimiento de las estrellas (cf. Is 13, 10; Ez 32, 7; AsMos 10, 5). La retirada de la fuente de luz va acompañada por la plaga del envenenamiento de las aguas, causado por la caída de la estrella ':A'IjJLv{}o~ (Ap 8, lOs). Por el contrario, la «estrella de la mañana», que se identifica con Jesús (22, 16), es

5. ao'tQov aparece parcialmente en contextos distintos de los de aO't~Q. Tan sólo en Lc 21, 25 aO'tQov se halla asociado con la idea del fin de los tiempos. Por el contrario, en Hech 7, 43 Esteban recuerda polémicamente la adoración que Israel tributó a la divinidad estelar «Refán» (-> 'Pmcpáv). A su vez, en Hech 27, 20 el oscurecimiento de las estrellas se describe como señal del tiempo atmosférico. En Heb 11, 12' las estrellas son sencillamente símbolo de un gran número (cf. Gén 15, 5; Is 40, 26; Jer 33,22; Sal 147,4). H.-J. Ritz

4. Pablo emplea el término ao't~Q únicamente en 1 Cor 15, 41 (tres veces). Para ilustrar las diferencias existentes entre las formas terrenales de existencia y las formas celestiales, Pablo se refiere, entre otras cosas, al «brillo}) de las estrellas. Que él considera la existencia de las estrellas como una existencia corpórea, lo prueba el pasaje de 1 Cor 15, 40. Jds 13 habla de aO't~Q en sentido metafórico. El autor de la carta considera a los herejes libertinos como «estrellas errantes».

U(J'tÍ)~lX'tO;, 2 asteriktos inestable, débil* 2 Pe 2, 14: «almas ('ljJuxai) débiles»; 3, 16,

en sentido sustantivado: los débiles. ThWNT VII, 654, 657. ii(J'to~'Yo;, 2 astorgos falto de amor*

Se emplea en catálogos de vicios en Rom 1, 31; 2 Tim 3,3.

525

U(J'toxÉro astocheo desviarse, apartarse* En el NT el término aparece únicamente 3 veces en las Pastorales, y siempre en oraciones de relativo con 'tLVE~ (OL'tLVE~). 1 Tim 1, 6: hay algunas personas que se han desviado del amor (v. 5); 6, 21: hay algunas personas que se han extraviado en lo que respecta a la fe (nEQI, 't~v nio'tLv); 2 Tim 2, 18: hayalgunas personas que se han extraviado en lo que respecta a la verdad (nEQI, 't~v aA.~{}ELav). En un contexto parecido aparece el término en 2 Clem 17,7. u(J't~anÍ), tí;, Í) astrape relámpago* ao'tQán'tw astrapto relampaguear, resplan-

decer* l. Aparición y significado de los términos en el NT - 2. Campo referencial - 3. El grupo de palabras en contextos apocalípticos y escatológicos. Bibl.: R. Bauckham, The Eschatological Earthquake in the Apocalypse 01 John: NovT 19 (1977) 224233; J. Ernst, Das Ev. nach Lk, Regensburg 1977,337, 652; W. Foerster, aOTQaJt~, en ThWNT 1, 502s; H. Kraft, Die Offb des Johannes (HNT), Tübingen 1974, 97, 134s, 162, 211; F. Spitta, Der Satan als Blitz: ZNW 9 (1908) 160-163; J. Zmijewski, Die Eschatologiereden des Lk-Ev. (BBB 40), Bonn 1972 (sobre Lc 17par).

1. El sustantivo aparece 2 veces en Mateo (24, 27; 28, 3), 3 veces en Lucas (lO, 18; 11, 36; 17, 24) y 4 veces en el Apocalipsis (4, 5; 8,5; 11, 19; 16, 18). Con excepción de Lc 11, 36, donde tiene el significado de rayo (de luz), el término designa siempre el relámpago. El verbo significa relampaguear, resplandecer (Foerster, 502; Bauer, Worterbuch, s. v.) y aparece tan sólo 2 veces, siempre en participio de presente. En Lc 17, 24 refuerza al sustantivo (~ ao'tQan~ ao'tQámouoa); tiene sentido metafórico en 24, 4 (ev eo{}fj'tL ao'tQanw'Úou)·

2. En los evangelios ao'tQan~ se emplea siempre en imágenes: el término va precedido de &onq~ (Mt 24,27; Lc 17,24) o de w~ (Mt 28,3; Lc 10, 18; 11,36). Se refiere a diversas personas o acontecimientos: en Lc 10, 18, la imagen sirve para describir intuitivamente la

526 caída de Satanás desde el cielo (como un rayo); en Lc 17, 24 par. Mt 24, 27 es imagen de la parusía; en Mt 28, 3 describe el aspecto del ángel de pascua (cf. Lc 24, 4). En el Apocalipsis el relámpago se menciona junto a otras manifestaciones, y aparece siempre claramente una intensificación en los diversos enunciados (ao'tQan~ aparece en 4, 5 en una serie de tres manifestaciones; en 8, 5, en una de cuatro, y en 16, 18.21, en una de cinco). . 3. E(zogion sobre el relámpago en Mt 24, 27 par. Lc 17, 24 procede de Q, donde podría haber ido acompañado siempre por la imagen de la carroña y de las águilas. El logion, cuyo texto original se ha trasmitido (hasta el final) en Mateo, se propone fundamentar la advertencia expresada inmediatamente antes acerca de las tentaciones de querer vislumbrar al mesías acá o allá (Mt 24, 25s; Lc 17,23). Cuando se dice en Q que la parusía (o el día) del Hijo del hombre será «como el relámpago» que «sale del Este y destella hasta el Oeste», entonces estas palabras pretenden realzar el carácter repentino y la visibilidad universal de la parusía. Mientras que Mateo entiende también de esta manera el logion, vemos que en Lucas hay una modificación del sentido: la imagen se refiere ahora al Hijo del hombre; describe su manifestación gloriosa (cf. Lc 9, 29, donde aparece el verbo compuesto e~ao­ 'tQán'twv). Vemos en este caso que la glorificación de Jesús va precedida por su humillación (17, 25). También la nueva venida del Señor está integrada en la dialéctica del sufrimiento y la gloria. El logion de Lc 10, 18 (material peculiar de Lucas) se halla en un contexto que describe los exorcismos practicados por los discípulos de Jesús como testimonios de que Satanás ha sido derribado. Por tanto, la caída de Satanás del cielo «como un rayo» es una imagen de su repentino e inexorable derrocamiento, debido a la llegada del reino de Dios mediante las obras de Jesús y de sus discípulos. Cuando en el relato de pascua de Mt 28, 3 (que sobrepasa lo referido en el texto marquino) se dice que la apariencia del ángel era

528

527 «como un relámpago» (Lc 24, 4 habla de «vestiduras resplandecientes»), esto no es sólo reflejo de las imágenes de las angelofanías, sino que además aproxima el acontecimiento de pascua a la parusía. El uso de aa"tQan"Í en el Apocalipsis enlaza con las teofanías del AT (especialmente con Ex 19, 16). Si en Ap 4, 5 se proyecta la imagen de la majestad y la gloria del Dios que se revela (cf. Sal 18, 14; 50, 3 y passim), vemos que en otros pasajes (en conexión con la serie de las siete plagas) se describe el horror del juicio divino. 1. Zmijewski aa't~á3t'tro astrapti5 relampaguear, res-

plandecer ---+ aa"tQan"Í. iia't~ov,

bilidad ---+ ampaA"Í<;. aaCfJaJ..Í)~, 2 asphales seguro, inconmo-

vible* am:páAEw., 0.<;, ~ asphaleia seguridad, fiabilidad* aocpaAí.l;o!-"m asphalizomai conservar seguro, vigilar* aocpaAw<; asphali5s (adv.) bien asegurado, firmemente* l. Aparición del grupo de palabras en el NT 2. Significados - 3. El sentido figurado en Pablo y en Lucas-Hechos. Bibl.: K. L. Schmidt, aocpáAELU ')(.'tf..., en ThWNT 1, 503; H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1, Freiburg i. Br. 1969, 14-16.

0", 'tó astron constelación, es-

trella ---+ aa"t"ÍQ. 'Aav'YX~L'tO~,

aaCfJáJ..ELa, a~, ÍJ asphaleia seguridad, fia-

0"

Asygkritos Asíncrito* Nombre de persona (significa «el incomparable»): Rom 16, 14, una de las personas a quienes se envían saludos.

aav •.ufJrovo~, 2 asymphi5nos discordante, discorde* En Hech 28, 25 dícese, en sentido figurado, de los judíos de Roma: «estaban en desacuerdo unos con otros» (v. 24). aavvE'to~, 2 asynetos dícese de quien no

entiende* El término aparece en la pregunta que Jesús dirige a los discípulos en Mc 7, 18 par. Mt 15, 16: «¿Tampoco vosotros habéis entendido todavía?» Aparece también en Rom 1,21 (donde se dice del corazón); en Rom 1, 31, juntamente con ---+ aa'Úv{}E"to<;, en un catálogo de vicios; en 10, 19 (Dt 32,21) dícese del pueblo que no entiende. ThWNT VII 887s, 891-894. aavV'3E'to~, 2 asynthetos desleal, infiel *

En Rom 1, 31 en un catálogo de vicios, después de ---+ aa'ÚvE"tO<;.

1. El grupo de palabras (que aparece un total de 15 veces en el NT) se encuentra predominantemente en la doble obra lucana (8 veces). aaepaA"Í<; se halla además en Flp 3, 1; Heb 6, 19; aaepáAELa en 1 Tes 5, 3; aaepaALl;o¡.tat en Mt 27,64.65.66; aaepaAw<; en Mc 14,44.

529

aaqJaA:lí~ - aaó}'túJ~

cf. Schürmann, 14 nota 89); en el segundo caso, a una certeza (subjetiva). 3. 1 Tes 5, 3 menciona la consigna (<<¡paz y seguridad!) de quienes abrigan una (falsa) seguridad, en vez de aguardar debidamente la parusía (cf. Jer 6,14; Lc 17,26 par.). Flp 3,1 acentúa que Pablo escribe a los destinatarios para confirmarlos una vez más en su seguridad. Lucas-Hechos acentúan la fiabilidad (aaepáAELa) de las «palabras» (apostólicas) en las que los destinatarios fueron instruidos (Lc 1,4). Ellos deben reconocer la verdad de esa palabra, especialmente en cuanto a las promesas que en ella se contienen. En Hech 2, 36 Pedro exhorta a los judíos que le escuchan a que sepan con certeza (aaepaAw<;; cf. Sab 18, 6) que, a Jesús, Dios «le hizo Señor y Cristo». Este conocimiento, por las pruebas de Escritura que preceden, puede adquirirse con certeza (cf. G. Schneider: ZNW 68 [1977] 128-131). G. Schneider aaCfJaJ..í~o"aL asphalizomai conservar

seguro, vigilar aaepaA"Í<;.

---+

2 aaepaA"Í<; en sentido propio significa seguro, inconmovible (de aepáAAúJ, «arrojar, hacer caer»; cf. EWG 345). El grupo de palabras significa en sentido propio la seguridad/firmeza de una cosa (Heb 6, 19: un ancla segura) o de la vigilancia o custodia (en Mc 14, 44, de tener a buen recaudo a Jesús; en Mt 27, 64-66 del sepulcro de Jesús; en Hech 5,23, de la cárcel cerrada con seguridad; en 16,23 [cf. 16, 20 D], de la custodia y vigilancia segura: en 16, 24, de asegurar los pies en un cepo). El sentido figurado aparece en los dos textos paulinos y en la mayoría de los textos (5) de Lucas-Hechos, ---+ 3. El sentido figurado de aacpá"ELa se halla atestiguado en documentos extrabíblicos en relación con la «palabra» (aacpá"ELa "óy01J, Jenofonte, Mem IV 6, 15) Ycomo término jurídico (Epicteto, Diss II 13, 7; Moulton-Milligan, s.v.). En el primer caso, el término se refiere a una verdad (objetiva; cf. aacpa"i¡ en Hech 21, 34; 22, 30; 25, 26;

aaCfJaJ..ro~ asphali5s (adv.) bien asegurado,

firmemente ---+ aaepaA"Í<;.

aaX'I"ovÉro aschemonei5 obrar torpemente, comportarse indecorosamente ---+ aaX'I']¡.toa'Úv'I'].

aaX'I"oavv'l, '1~, ÍJ aschemosyne vergüenza, hecho vergonzoso* aOX'I']¡.tovÉw aschemonei5 comportarse indecorosamente* aox"Í¡.twv, 2 aschemi5n indecoroso, torpe* Bibl.: W. G. Kümmel, Verlobung und Heirat bei Paulus (IKor 7, 36-38), en Heilgeschehen und Geschichte (MThSt 3), Marburg 1965,310-327; K. Niederwimmer, Askese und Mysterium (FRLANT 113), Gottingen 1975, 106ss, especialmente 116-120.

El sustantivo y el verbo aparecen dos veces cada uno; el adjetivo aparece únicamente en 2

530

Cor 12, 23. Rom 1, 27 se refiere al acto (sexual) vergonzoso; Ap 16, 15 se refiere a la desnudez (como, por ejemplo, Ex 20, 26), lo cual corresponde a "ta aax"Í¡.tova ~¡.twv (¡.tÉA'I']), nuestras partes vergonzosas, en 1 Cor 12,23. Como en 1 Cor 13,5, el verbo en 7,36 -aunque aquí se orienta hacia lo sexual- tiene el significado, muy difundido en el griego profano, de obrar contra la(s) costumbre(s) (no: sufrir una cosa indecorosa, tener que sufrir una vergüenza, como en la LXX). La frase: «Si alguno cree que está obrando indecorosamente con su (hija) doncella» (l Cor 7, 36) -al darla en matrimonio en vez de ejercitarla en la vida ascética a causa de la proximidad de la parusía, cosa que Pablo prefiere pero no exige-, es una frase que va dirigida a los que quieren casarse (el contexto determina el significado de naQ{}Évo<;, que es aquí un término poco usual), y difícilmente se referirá a un «matrimonio espiritual» al estilo del de las virgines subintroductae de la Iglesia antigua, y mucho menos a una especie de matrimonio por levirato (matrimonio con una cuñada que haya quedado viuda). La interpretación, muy difundida en la Iglesia antigua, de una relación padre-hija (curatela) encierra demasiadas dificultades desde el punto de vista lingüístico y de la realidad de las cosas (¡el contexto!). En el macarismo de Ap 16, 15, junto a la exhortación a cumplir los mandamientos (cf. 19, 8), se advierte gráficamente de las consecuencias de la desobediencia (cf. 3, 18): el desobediente quedará expuesto al juicio y esto le acarreará deshonra (cf. las amenazas colectivas en Jer 13, 26; Nah 3, 5). P. Fiedler

aaXÍ)"rov, 2 aschemi5n torpe ---+

aaX'I']¡.toa'Úv'l'].

aaro'tía, a~, ÍJ asiJtia libertinaje* Ef 5,18; Tit 1, 6; 1 Pe 4,4. ThWNT 1, 504s. aaro'tro~ asiJtas (adv.) libertinamente*

En Lc 15, 13 dícese del «hijo pródigo» que había derrochado su fortuna viviendo libertinamente (l;wv aaó)"túJ<;). ThWNT 1, 504s.

532

531

a't«x'tÉro atakteo estar ocioso*

anJ1í«, «~, 'ÍJ atimia deshonor, desprecio,

2 Tes 3, 7: «Nosotros (Pablo) no hemos estado ociosos cuando nos hallábamos entre vosotros» (cf. los vv. 8s). ThWNT VIII, 48s.

afrenta * a'tLf.-lo~, 2 atimos despreciado, sin reconocimiento *

cl't«X'tO~,

1. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial- 3. A propósito de Romanos I y Juan 8.

2 ataktos desordenado*

1 Tes 5, 14: «Os rogamos que amonestéis a los desordenados»; Bauer, Worterbuch, s. v.: insubordinado o perezoso, negligente. ThWNT III,48s. a'tcix'tro~, ataktos (adv.) desordenadamente*

En 2 Tes 3, 6.11 dícese del hermano que se comporta desordenadamente (y/o no procede de manera tradicional), o bien de los que viven de manera irresponsable y no trabajan en nada. ThWNT VIII, 48s. R. Russell, The ldle in 2 Thess 3,6-12: An Eschatological or a Social problem?: NTS 34 (1988) 105-119. cln~xvo~,

2 ateknos sin hijos* Lc 20, 28.29.(30 v.l.), no tener hijos o morir sin hijos; cf. TestJud 19,2. an~ví~ro atenizo mirar fijamente*

Con dativo en Lc 4, 20: los ojos de todos estaban fijos en Jesús (~oav a:tEvL~oV"tE~ alJ"t0); también en 22, 56; Hech 3, 12; 10, 4; 14,9; 23, 1. Con d~: Hech 1, 10; 3, 4; 6, 15; 7,55; 11,6; 13,9; 2 Cor 3, 7.13.

cl'tt:Q ater (con genitivo) sin* Preposición usada con genitivo en Lc 22, 6: a"tEQ OXAOU, dícese de la intención de traicionar a Jesús sin que la multitud lo advirtiera; 22,35: «cuando os envié sin bolsa». BlaB-Debrunner § 216, 2 Y nota 5. anJ1ci~ro atimazo tratar con desprecio,

deshonrar* En Mc 12, 4 par. Lc 20, 11 dícese de los malos tratos inferidos a un criado. En Jn 8, 49 (Jesús a los judíos): «Vosotros me deshonráis». En voz activa lo encontramos además en Rom 2, 23; Sant 2,6; IgnFil 11, 1. En voz pasiva en Hech 5, 41; Rom 1,24; 1 Clem 16, 3; Diogn 11, 3. ---+ u"tLf.-lLa.

Bibl.: E. Kiisemann, An die Romer (HNT), Tübingen '1974, 29ss (sobre Rom 1, 18ss; ahí hay más bibliografía); H. Schlier, Der Romerbrief(HThK), Freiburg i. Br. 1977, 47ss (sobre Rom 1, 18ss). Para más bibliografía, cf. ·tl[,l~, M~a.

1. En el NT u'tLf.-lLa aparece casi únicamente en Pablo (6 de los 7 ejemplos; aparece una vez en las Pastorales). En cuanto a a'tLf.-lO~ (4 veces) y u'tLf.-lá~w (7 veces) no hay una pauta específica en cuanto a su utilización.

2. u'tLf.-lLa, que es un término formado por u privativa y por el sustantivo ---+ 'tLf.-l~, significa en el NT deshonor, desprecio, afrenta; en la construcción de genitivo náttl'] u"tLf.-lLa~ (regida por d~) en Rom 1,26, la expresión equivale a a"tLf.-lO~: pasiones vergonzosas. En 2 Cor 11,21 Pablo emplea xa"ta u'tLf.-lLav AÉyw, refiriéndose a sí mismo: «¡Para vergüenza mía digo que fuimos demasiado débiles para eso!» u"tLf.-lLa se usa casi siempre en antítesis con ---+ "tLf.-l~ (<
533 plendor majestuoso del Creador» (Schlier, 58; cf. Rom 3, 23). Por esta razón, Dios los entregó a la impureza, permitiendo que en la perversidad sexual «deshonraran en sí mismos sus propios cuerpos», y los abandonó a «pasiones vergonzosas» (1, 24.26). Así que el deshonor de Dios, el no tributar a Dios la gloria debida, tiene consecuencias: ¡el deshonor del hombre hasta en su mismo cuerpo! Puesto que Dios es esencialmente el Dios de gloria, negarle la glorificación (que es lo que más primordialmente corresponde a su naturaleza) es defraudarse a uno mismo, negarse a sí mismo la participación en la gloria de Dios. Todo aquel que no reconoce la verdad (---+ uA~ttELa 4.a) de Dios, llega a ser él mismo víctima de la mentira (v. 25). Una afirmación parecida la encontramos en Jn 8, 49. Los judíos, que niegan a Jesús (y, por tanto, a Dios) la honra debida ('Úf.-lEi:~ u"tLf.-lá~E"tÉ f.-lE), son engañados por el demonio y no creen que Jesús es la Verdad, sino que -lejos de ello- le acusan precisamente de estar poseído por el demonio (vv. 44ss). Así como en Rom 1 los gentiles cambian al Creador por la criatura, así también los judíos en Jn 8 confunden a Dios con Satanás. En ambos casos la culpa cometida contra el honor de Dios es un engaño cometido contra uno mismo. H. Hübner cl'ttJ10~, 2 atimos despreciado, sin reconocimiento ---+ u"tLf.-lLa.

anJ1óro atimoo infamar, denigrar Mc 12, 4 C Koiné 8; cf. Diogn 5, 14.

a'tJ1í~, íbo~, 'ÍJ atmis vapor, humo* Hech 2, 19: vapor de humo (113, 3); en Sant 4, 14 dícese del hombre perecedero: «sois como humo» (que al poco tiempo se disipa). cl't0J10~, 2 atomos indivisible* Dícese en 1 Cor 15, 52 refiriéndose al tiempo: EV u'tÓf.-lqJ, en un instante (en un momento brevísimo).

534

cl't01tO~,

2 atopos anormal, desacostumbrado* Hech 28, 6: A Pablo no le sucedió nada anormal, después de ser mordido por una serpiente. En relación con un juicio moral, el término significa malo, malvado (Lc 24, 31; Hech 25, 5; 2 Tes 3, 2). 'A't'tciAn«,«~ Attaleia Atalía*

Nombre de una ciudad portuaria de Panfilia (LAW s. v. 3), que hoy se denomina Antalya:. Según Hech 14, 25, Pablo y Bernabé se dirigieron de Perga a Atalía, y allí embarcaron con rumbo a Antioquía. «1jyci~ro augazo ver, resplandecer*

2 Cor 4, 4: ver la luz del evangelio; puesto que al},to¡;~ falta en el texto original, quizás no deba entenderse en el sentido intransitivo de «resplandecer». ThWNT 1, 505; Bauer, Worterbuch, s. v.; ---+ una'Úyaof.-la.

«UY1], fí~, 'ÍJ auge alba, el amanecer* Hech 20, 11: aXQL avyíi~, (Pablo habló en Tróade) hasta el amanecer. Auyoií(J'to~,

0\1 Augoustos Augusto* Desde el año 27 a.C., título (<<el excelso») del primer emperador romano Octavio (fallecido en el año 14 p.C.). Lc 2, 1 refiere que el emperador Augusto ordenó que todo el orbe de la tierra (OLXOUf.-lÉVl']) se empadronara (---+ unoYQaCjl~) para los fines de la recaudación de impuestos, una noticia que no es históricamente exacta en el sentido de que se mandara hacer un «censo del Imperio». Sobre Augusto cf. Pauly-Wissowa V, 275-381; RAC 1, 9931004; F. Vittinghoff, Kaiser Augustus, Gottingen-Berlin 1959; LAW 406-409; R. L. B. Morris, Why Avyoijo'to~? A Note to Luke 2, l: NTS 38 (1992) 142-144. «uacib.... ~, 2 authades obstinado, arrogante* Tit 1,7: el epískopos no debe ser avttá6l']~. En 2 Pe 2, 10 dícese de la gente arrogante que denigra a la autoridad (estatal). ThWNT 1, 505s.

536

535 o.v-3o.í,QE'tO~,

2 authairetos voluntario*

En 2 Cor 8, 3.17 dícese del donativovoluntario en favor de las comunidades de Macedonia, y dícese también del viaje que Tito hace voluntariamente.

o.V-3EV'tÉro authenteo dominar* 1 Tim 2, 12: La mujer no debe dominar sobre el marido (en genitivo). G. W. Knight, alJ'frEv'tÉro in Reference to Women in 1 Tim. 2,12: NTS 30 (1984) 143-157.

o.VAÉro auleo tocar la flauta* Mt 11, 17 par. Lc 7, 32: «os tocamos la flauta». 1 Cor 14,7: 'to avA.óIlEvov, lo que se toca con la flauta.

o.VArI, fí~, ÍJ aule patio* Dícese de un recinto cercado en Mc 14, 54.66 par. Mt 26, 58.69 / Lc 22, 33 / Jn 18, 15; de un cortijo en Lc 11,21; del atrio exterior del templo en Ap 11, 2. Dícese también de la «mansión» de un príncipe o de su palacio en Mc 15, 16; Mt 26,3. o.VAll'tÍJ~,

olí, Ó auletes flautista* Mt 9,23; Ap 18,22, en ambos casos en plural. o.VAí,~Op.to.t aulizomai pasar la noche, per-

manecer* Mt 21, 17 Y Lc 21, 37: Jesús pasa la noche fuera de Jerusalén (en Betania o en el Monte de los Olivos). o.VAÓ~,

olí, Ó aulos flauta*

Mencionada en 1 Cor 14, 7 junto a la XL'frúQa (como en Is 30, 32).

o.vªávro, o.üªro auxano, auxo aumentar, hacer que algo aumente, hacer crecer; en voz pasiva, crecer, acrecentarse 1. Aparición de estos términos en el NT y contenidos semánticos - 2. U'ÍÍ!;1']OLC; - 3. ú:rtEQuu!;ávw.

Bibl.: G. Delling, ú:rtEQuu!;ávw, uu!;ávw, en ThWNT VIII, 519-521; W. Günther, Crecimiento, en DTNT 1, 353-355.

1. Detrás del uso que en el NT se hace de estos términos se halla claramente la imagen del crecimiento, tal como éste se produce en la creación. Sobre todo, los acontecimientos de la siembra y de la cosecha se aplican a la realidad del reino de Dios. Así ocurre con frecuencia en las parábolas de Jesús (Mc 4, 8; Mt 13, 22; Lc 13, 19), Y también cuando se hace referencia directa al reino de Dios (Mt 6, 28). Ellogos que crece y se difunde, se interpreta en Hech 6, 7 mediante la adición de estas palabras: «aumentaba el número de los discípulos». En Hech 12, 24 el verbo se usa en paralelismo con -+ :nAlj'frúvro. En Hech 19,20, en paralelismo con -+ LOXÚro. De esta manera se recoge posiblemente la manera de hablar de la LXX, que emplea tales combinaciones de palabras para expresar el poder de Dios, que es quien da el crecimiento (los textos se hallan en Delling 519). En este mismo sentido, Pablo acentúa en 1 Cor 3, 6s la acción decisiva de Dios, que es el único que concede gratuitamente el crecimiento en la fe. Y de esta manera el apóstol sale al paso y corrige una manera equivocada en que los corintios apreciaban la predicación de Pablo y de Apolo. En 2 Cor 10, 15 se deja sentir esta misma idea, aunque no se la formule expresamente. La fe creciente se hace visible en la eficacia del evangelio. Esta idea y la imagen fundamental del crecimiento se recogen en los escritos deuteropaulinos. En Col 1, 16 se usa avl;úvro juntamente con -+ xaQ:noqJoQÉro: el evangelio va creciendo como crece la planta a partir de la semilla; el conocimiento de Dios va creciendo en la vida de los creyentes. En algunos textos la imagen se basa en el crecimiento natural del ser humano. La terminología, en sentido literal en Lc 1, 80; 2, 30, está tomada de la LXX. Se usa en sentido figurado en 1 Pe 2, 2, donde se nos dice que así como el lactante crece físicamente por la leche, así también el creyente crece espiritualmente por medio de la palabra. También el cuerpo de Cristo se halla en constante crecimiento determinado por Dios y que tiene lugar por medio de Cristo. Este crecimiento corres-

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ponde al crecimiento de la Iglesia en Jesucristo, según Ef 4, 15s. Así, la imagen del crecimiento de la Iglesia se funde finalmente con la del crecimiento de un edificio en expansión, en Ef 2,21. En Jn 3, 30, las palabras que hablan de crecimiento se entienden en un sentido muy difundido en la manera griega de hablar. Se trata de un aumento en cuanto a la influencia y a la altura de la posición que uno ocupa. No existe un sentido astral, a pesar de los textos en que se usa avl;úvro para significar un aumento de luz. 2. El sustantivo aV!;'16t¡;, crecimiento* aparece junto con el verbo, en Col 2, 19, como acusativo de objeto interno. Aquí, como en Ef 4, 16, el sustantivo pertenece al campo de imágenes del crecimiento del cuerpo. 3. El verbo compuesto ú:nEQau!;ávro, crecer abundamentemente* aparece tan sólo en 2 Tes 1,3: Pablo da gracias a Dios por el gran aumento que ha habido en la fe de la comunidad. H. Leroy o.ܪl1(Jt~, Ero~, -+ avl;úvro 2.

ÍJ

o.V(J'tllQÓ~, 3 austeros áspero, severo, duro*

Se emplea en Lc 19, 21 en relación con el «hombre noble» (v. 12) en la parábola de las cantidades importantes de dinero confiadas a unos sirvientes. o.~, ÍJ autarkeia abundancia, suficiencia* Se emplea en 2 Cor 9, 8 en relación con la súplica de que se lleve a cabo la colecta: EV :nav'tL :nÚV'tO'tE :naoav av'túQxELav exov'tE~, «para que siempre tengáis suficiente de todo»; y en 1 Tim 6,6 se emplea en el sentido (de la virtud estoica) del saber moderarse en los propios deseos, algo que está necesariamente asociado con la EVoÉ~ELa. ThWNT 1, 466; LAW 414; RAC 1, 1039-1050; DTNT 1, 156-158.

o.V'táQXEto.,

o.v'táQXll~, 2 autarkes contento, dícese de

quien está contento o satisfecho con lo que tiene* En Flp 4, 11 dícese de Pablo que es capaz de arreglárselas en cualquier situación (ella'frov ... av'túQxlj~ Elvm). ThWNT 1,466; DTNT 1, 156-159.

auxesis crecimiento

o.ܪro auxo aumentar, hacer que algo au. mente, hacer crecer -+ nvl;úvro.

o.ÜQtOV aurion (adv.) mañana* Al día que sigue inmediatamente se hace referencia en Lc 1, 2 (~ aVQwv, dos veces); Hech 4,3.5; 23, 20; 25, 22. Y se habla en sentido más general de o1ÍIlEQoV ~ aVQLov, en Sant 4, 13; cf. v. 14. aVQwv puede significar también «mañana» en el sentido de en seguida, pronto: Mt 6, 30 par. Lc 12, 28 (o1ÍIlEQOv ... xaL aVQwv); 1 Cor 15, 22; en la enumeración o1ÍIlEQOV xaL aVQwv xaL 'tñ 'tQhn, Lc 13, 32 (cf. v. 33), se usa en sentido global para designar el plazo determinado por Dios para la actividad de Jesús.

o.v'toxo.'táxQt'to~,

2 autokatakritos condenado por sí mismo* Este término aparece esporádicamente en textos judíos y, por lo demás, se encuentra sólo en textos cristianos. En Tit 3, 11 se aplica al aLQe'tLXÓ~, quien con su conducta se ha condenado a sí mismo. F. Büchsel sostiene a duras penas (ThWNT I1I, 954) que aquí se trata de «quien peca conscientemente» (después de haber sido amonestado dos veces); de manera parecida piensa también J. Jeremias, Timotheus und Titus ll (NTD 9), sub loco. o.V'tÓp.to.'to~,

3 automatos (lo que sucede) por sí mismo, sin ayuda ajena* Mc 4, 28: «la tierra produce fruto por sí misma»; en Hech 12, 10 dícese de la puerta de la prisión que se abre por sí misma. Bauer, W6rterbuch, s. v. (bibliografía); E. Schweizer,

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Das Evangelium nach Markus 4 (NTD), sub loco; R. Pesch, Markus (HThK), 256s.

av'tó3t'tl);, O\), Ó autoptés testigo ocular* En Lc 1,2 en relación con un' UQxií~ y con únT]QÉ'taL... 'tOil AÓyoU. Los que fueron «testigos oculares desde el principio» y «ministros de la palabra» (cf. Hech 1, 21s); los primeros «relatos» (---+ ~h~yT]OL~), de los que habla Lc 1, 1, corresponden a la tradición trasmitida por ellos. ThWNT V, 373s. G. Schepens, L'«autopsie» dans la méthode des historiens grecs du VI siecle avant J.-C., Bruxelles 1980; Spiqc, Notes, Suppl 81-87.

av'tó;, 3 autos él, él mismo, el mismo 1. El significado «él mismo» - 2. El significado «el mismo» - 3. La función de pronombre personal.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 277s, 282, 284, 286, 288, 290, 297; J. C. Hawkins, Horae Synopticae, Oxford 21909 (reimpresión en 1968); Kühner, Grammatik II/l, 558-565, 568-571, 651-656; Mayser, Grammatik, II/2, 64-66, 75-78; W. Michaelis, Das unbetonte 'XuL alJ1:ó-; bei Lukas: StTh 4 (1950) 86-93; E. Schwizer, Eine hebraisierende Sonderquelle des Lukas?: ThZ 6 (1950) 161-185; Zerwick, Graecitas, nn. 195-206.

1. Con sentido excluyente significa él mismo, en latín ipse. Además de su aplicación literal (Rom 8, 26: au'to 't0 nVfil[1a, «el Espíritu mismo»), hay también otros matices en su aplicación (cf., a propósito, Bauer, 244), por ejemplo, para realzar un sujeto mencionado ya antes (Mt 8, 24: au'to~ M, «pero él»); para distinguir entre personas y grupos (Mc 2, 25: «él y sus compañeros»; Lc 11, 52); cuando se designa a alguien personalmente (Lc 24, 39: «soy yo mismo»; cf. v. 36), cuando se indica que alguien actúa espontáneamente (Jn 16, 27) o que una persona depende de lo que es en sí misma (Rom 7, 25). Cuando au'tó~ es enfático y se halla unido con xaL, entonces puede tener función de refuerzo en el sentido de incluso, igualmente (Heb 11, 11: «incluso Sara»). El significado de precisamente, eso mismo (Jn 5, 36: «las obras precisamente») se acerca ya al segundo significado fundamental de au'tó~.

540 El pronombre au'tó~, por su función, ocupa una posición intermedia entre el pronombre personal y el pronombre demonstrativo. 2. Ó au'tó~ significa el mismo, en latín idem. Aparece acompañado o no por un sustantivo (2 Cor 4, 13: «el mismo Espíritu»; Rom 2, 1: «hacer lo mismo»). 'to au'tó aparece en función adverbial. Expresa por sí mismo la manera (Mt 27, 44: «de la misma manera»); Ent 't0 au'tó significa en el mismo lugar (Mt 22, 34); xa'tu 't0 au'tó significa juntamente, uno (s) con otro(s) (Hech 14, 1); 'tOil'tO au'tó (2 Cor 2, 3) o au'to 'tOil'tO (2 Pe 1, 5) significa por esta misma razón. En Pablo encontramos au'to 'toil'to, precisamente para esto (Rom 9, 17 Y passim), y EV xat 't0 au'tó, (se hace) lo mismo, (se identifica) (1 Cor 11, 5). En Lucas encontramos con bastante frecuencia el simple au'tó~ con el significado de au'to~ oií'tO~ (EXELVO~), éste mismo (o aquél mismo) (Lc 10,21, EV au'tñ 'tñ ooQQ.; a diferencia de Mt 11, 25, Ev hdv


UVtoíJ - aqJl.'LoLU

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av'tolí autou (adv_) aquí, allí*

a.epavÍ);, 2 aphanés invisible, oculto*

En Mc 26, 36: aquí; en Hech 18, 19; 21, 24: allí (cf. 15, 34 Textus Receptus); en Lc 9, 27 (a diferencia de Mc 9, 1, que tiene 6)010) significa también probablemente: allí.

Heb 4, 13: «y no hay cosa creada que se oculte a su vista». a.epaví~ro aphanizo hacer invisible (insig-

mano(s)* Hech 27, 19: «con sus propias manos arrojaron ... ».

nificante, irreconocible); en voz pasiva: desaparecer, ser destruido* En Mt 6, 16 Y Sant 4, 14 este verbo aparece en un juego de palabras acpavL1;,w-cpaLvo[1aL (la antítesis entre lo visible y lo invisible): en Sant 4, 14 dícese de una nube de humo que desaparece (al poco tiempo); en Mt 6, 16 dícese (en sentido figurado) de los hipócritas que ayunan «con rostro sombrío», es decir, desfiguran su rostro (por ejemplo, no lavan ni ungen su cara, v. 17), para hacer ver a los demás que están ayunando. En Mt 6, 19, el verbo se refiere a tesoros que son destruidos. En Hech 13,41' (en cita de Hab 1,5) el verbo significa ser destruido (en voz pasiva, junto a 'fraU[1úOaTf).

avxiro aucheo jactarse, gloriarse*

a.epavtaf,tó;, olí, Ó aphanismos desapari-

En Sant 3, 5, con acusativo [1fyáAa, dícese de la lengua, que es tan sólo un «miembro pequeño», pero «se jacta de grandes cosas».

ción, destrucción* En Heb 8, 13 dícese del primer pacto, que está próximo a desaparecer (EyyU~ acpavL0[10v).

aVXf,tl)Qó;, 3 auchméros oscuro, tenebroso*

aepav'to;, 2 aphantos invisible*

En 2 Pe 1, 19 dícese de la palabra profética, que resplandece «en lugar oscuro».

Lc 24, 31: &cpav'tO~ EyÉVf'tO un' au'twv, Jesús «desapareció de la vista de ellos» (en Emaús).

av'tolí, 1j;, olí hautou de sí mismo, a sí, su, recíprocamente ---+ eau'tOv.

av'tóeproQo;, 2 autophoros sorprendido en el acto mismo* Con la expresión (muy difundida) En' au'tOq)(óQ


av'tóXEtQ, 1 autocheir con la(s) propia(s)

a.epatQiro aphaireo quitar, cortar* Mc 14,47 par. Mt 26,51 / Lc 22, 50: «cortar una oreja»; Lc 1,25: «quitar algo»; Lc 10, 42 (en voz pasiva) con genitivo de persona: «no le será quitada»; Lc 16, 3 (en voz media): cm' E[10'Ü, «quitarme»; dícese del borrar los pecados (en voz media, en una cita de Is 27, 9) en Rom 11, 27; Heb 10, 4; aparece al final del Apocalipsis (22, 19 dos veces), en una «fórmula de certificación» que recuerda a Dt 4, 2: «Si alguien quita algo de las palabras del libro ... , Dios le quitará la parte que le corresponde en el árbol de la vida ... »; cf. Hen (et) 104, 11; Arist 310s; H. Kraft, Offenbarung (HNT), sub loco.

a.epEC)QÓlV, ffivo;, ó aphedron retrete, letrina* En Mc 7, 19 par. Mt 15, 17, a propósito de los alimentos que se eliminan y no hacen impuro al hombre.

a.epEtc)ía, a;, 'ÍJ apheidia severidad, dureza* En Col 2, 24 se habla de acpfLOLa [1a'to~, «severidad con el cuerpo» (junto a E'frfAo'frQ'I']oxLa y 'tanfLvocpQOO'ÚVT]) como algo que imponen los falsos maestros de Colosas. Tiene la apariencia de sabiduría (00cpLa), pero en realidad está ligada a los O'tOL-

ow-

544

543

XELU tov XÓa!WU (v. 20). E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser und an Philemon' (KEK), sub loco.

aq¡d. ó't1];, 1]'t0;, ÍJ aphelotes

ÍJ

aphesis remisión, libera-

ción, perdón ---* a
áq¡ÍI, fí;, ÍJ haphe coyuntura, ligamento* Juntamente con auvOEOf-toL en Col 2, 19, a
aq¡-3aQO"ía, a~, ÍJ aphtharsia carácter imperecedero ---*
aphthartos imperecedero

---*
aq¡-3oQía, a;, ÍJ aphthoria incorruptibilisencillez,

sinceridad * Hech 2, 46: EV a
(iq¡-3aQ'to~, 2

dad, pureza * Tit 2, 7: Se aconseja a Tito que se muestre ante los jóvenes como modelo de «pureza en la doctrina»; v.l. aOLu
aq¡í1]"u aphiemi hacer ir, dejar ir, permitir, soltar, perdonar a
ción, perdón* 1. Aparición y contenidos semánticos de los términos en el griego bíblico y en el NT - 2. Uq¡LlllH y aq¡€<JLC; como términos para designar el perdón de los pecados - a) La fuente de logia - b) Marcos - c) Mateo - d) Lucas y Hechos - e) Juan - f) Las cartas.

Bibl.: R. Bultmann, Uq¡lll[1L, en ThWNT I, 506-509; P. Fiedler, Jesus und die Sünder, Bern 1976; J. Gnilka, Das Elend vor dem Menschensohn (Mk 2, 1-12), en FS Vogtle, 196-209; EvTh 36 (1976) Cuaderno l «<Schuld und Vergebung») con colaboraciones individuales de A. H. J. Gunneweg, Schuld ohne Vergebung, 2-14; K. Wengst, Versohnung und Befreiung. Ein Aspekt des Themas ,<Schuld und Vergebung» im Lichte des Kol, 14-16; G. Sauter, Versohnung und Vergebung. Die Frage der Schuld im Horizont der Christologie, 34-52; G. Krause, Vergebung ohne Schuld? Vorüberlegungen zur christ/. Rede von Schuld und Vergebung, 53-72; J. Guillet, «Tes péchés sont pardonnés», en De la Torah au Messie. FS H. Cazelles, Paris 1981,425429; K. Kertelge, Die Vollmacht des Menschensohnes zur Sündenvergebung (Mk 2, JO), en FS Schmid 1973, 205-213; H. Leroy, Vergebung und Gemeinde nach Lk 7, 36-50, en FS Schelkle, 85-94; Id., Zur Vergebung der Sünden. Die Botschaft der Evv., Stuttgart 1974; I. Maisch, Die Heilung des Geliihmten. Eine exegetischtraditionsgeschichtliche Untersuchung zu Mk 2, 1-12, Stuttgart 1971; J. Michl, Sündenvergebung in Christus nach dem Glauben der frühen Kirche: MThZ 24 (1973) 25-35; Id., Sündenbekenntnis und Sündenvergebung in der Kirche des NT: MThZ 24 (1973) 189207; Spicq, Notes, SuppI81-87; H. Thyen, Studien zur Sündenvergebung im NT und seinen at/. und jüd. Voraussetzungen, Gottingen 1970; F. Zeilinger, Sündenvergebung nach dem NT: ThPQ 120 (1972) 289-299. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 996s.

1. El verbo aparece frecuentemente en el NT, sobre todo en los evangelios. Esta frecuencia está condicionada por el empleo griego no bíblico del término, en el que éste tiene numerosos matices, desde arro-

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jar fuera, desechar hasta dejar libre, dejar a merced de alguien, permitir. Yeso, tanto en sentido propio como en sentido figurado. Se halla atestiguado también frecuentemente el uso jurídico del término: a
546 En la LXX el sustantivo a
547 que perdona los pecados en la tierra (2, 10). Según la fe del AT, Dios concede graciosamente el perdón como curación (cf. Sal 103, 3; 41, 5; 25, 18; 79, 9). Esta visión terapeútica del perdón hace posible la argumentación que se nos ofrece en la tradición. Al mismo tiempo queda desvirtuada la acusación de blasfemia (Mc 2, 7s) lanzada contra Jesús. La conexión con Mc 3, 28-30 está bien clara: Jesús, según Marcos, es el Hijo del hombre dotado de dones pneumáticos (Mc 1, 10.12); blasfemar contra él es blasfemar contra el Pneuma. El perdón lo imparte el Cristo pneumático a su Iglesia. Y este perdón se niega a quien se aparta blasfemamente de ella, despreciando la palabra profética de la Iglesia. c) Mt 9, 1-8 marcó más las líneas esenciales del modelo de Marcos e hizo recaer el acento sobre la autoridad del Hijo del hombre para perdonar pecados en la tierra (9.8). La Iglesia representa y actualiza la autoridad del Hijo del hombre, que le ha sido otorgada a ella. El don del perdón divino está vinculado al perdón que unas personas se concedan a otras: Mt 6, 12.14s; 18,35; cf. Mc 11, 25s (v.l.). El perdón queda asegurado para los hombres gracias a la muerte salvífica de Jesús en la cruz, que se representa en la celebración de la Santa Cena. Mt 26, 28 habla expresamente del derramamiento de la sangre del pacto para el perdón de los pecados. La expresión -a modo de fórmula- de:; a
548 do al Sal 130, 8) como referido a la redención (--+ ocp~w) que salva de los pecados. d) Según Lc 24, 46-48, en la era de la Iglesia, el perdón de los pecados está ligado a la predicación del arrepentimiento en el nombre de Jesús. La aceptación del kerygma de los testigos hace posible que el creyente se encuentre con el Señor que actúa en el evangelio. Según Hech 2, 38 el encuentro con Jesús en el bautismo sucede cuando el -> OVOf,LU 'Il]oou XQLO"tOU se invoca sobre el que está siendo bautizado. Esto se halla formulado en consciente dependencia de la tradición del Bautista en Lc 3, 3.10, tradición que está tomada de Marcos y que se reconoce aún detrás de Lc 24, 46-48. Es notable la concepción lucana de la --+ f,L€"táVOLU jesuánica: visión de la propia situación del áf,LuQ"twAóe:; y conversión hacia Aquel que acepta al pecador y que con ello, sin insistir en obras de penitencia (cf. Lc 15), concede el perdón. Lo mismo que en Lc 24, 46-48, vemos que en Hech 3,19; 17, 30; 20, 21; 26, 20 el arrepentimiento es un volverse en la fe hacia el Kyrios, un volverse al que el Señor responde con la a
550

549 acontecimiento se describe en Lc 5, 26 como un nUQábosov: Jesús aparece como el Salvador que concede el perdón, y los hombres experimentan esto como una milagrosa demostración de la presencia divina, lo cual hace que se estremezcan. Lo que se realizó inmediatamente en tiempo de Jesús, se experimenta ahora en el tiempo de la Iglesia en el plano del kerygma. e) Jn 20, 21-23 interpreta el perdón como el don de pascua del Resucitado. A la comunidad se le confiere la autoridad para perdonar, como participación en la misión de Jesús, una participación que se manifiesta en el hecho de ser hecha partícipe del Pneuma. f) El verbo y el sustantivo no forman parte del lenguaje teológico de Pablo. Este se limita a utilizar el verbo en Rom 4, 7 en una cita del Sal 31, 1 (LXX). En lugar del sustantivo, y con el mismo sentido, Pablo utiliza --+ náQ€OLe:;, que aparece únicamente en Rom 3, 25. El término no se encuentra en la LXX. Tiene el mismo sentido jurídico que el verbo nUQLÉvm. En Col 1, 14 y Ef 1, 7 el sustantivo a
U((JUGVÉo,.uu aphikneomai llegar, alcanzar (hasta) * Rom 16, 19: «(La noticia de) vuestra obediencia a la fe ha ha llegado a todos».

u((JtJ.á'Yaao~, 2 aphilagathos sin amor al bien, enemigo del bien* 2 Tim 3, 3 en un catálogo de vicios que se refiere a las personas que vivan en los últimos días. ThWNT 1, 18.

u((JtJ.áQ'YlJQo~, 2 aphilargyros dícese de

quien no tiene amor al dinero, de quien es desinteresado* 1 Tim 3, 3 en un catálogo de las virtudes del episkopos; Heb 13, 5 (a


marcha, partida* Hech 20, 29, en las palabras de despedida que pronuncia Pablo en Mileto: «Sé que, después de mi partida, entrarán en medio de vosotros lobos crueles». Fuera del NT, este sustantivo habrá que traducirlo de ordinario por «llegada», con arreglo al significado de --+ a
U((Jí(Jtl1'U aphistemi hacer que la gente se rebele, alejarse, apostatar* El verbo aparece 14 veces en el NT; se encuentra sobre todo en Lucas (4 veces) y en Hechos (6 veces). Es transitivo únicamente en Hech 5, 37, donde se dice que Judas el Galileo hizo que la gente se rebelase y la arrastró onLow uv"tou, «en pos de sí». Se usa en sentido intransitivo (con genitivo, algunas veces con anó) y entonces significa: (no) apartarse (Lc 2, 37; 13, 27, en cita del Sal 6, 9 LXX); alejarse de alguien (4, 13; Hech 5, 38; 22, 9; 2 Cor 12, 8; ano MLXLUe:;, 2 Tim 2, 19); separarse (Hech 15, 38; 19, 9); en el sentido de desertar, apostatar (Lc 8, 13 [en sentido absoluto]; 1 Tim 4, 1 ["tfje:; nLo"t€we:;]; Heb 3, 12 [ano {}€ou ~wv"tOe:;]). En la LXX es frecuentemente un término técnico para designar la apostasía (de Dios), por ejemplo, Dt 32, 15; Jer 3, 14; cf. también 1QS 7, 18.23 (en hebreo bgd). ThWNT 1, 509s; DTNT 1, 202ss.

a((Jvro aphno (adv.) de repente, de pronto* Aparece tan sólo en Hechos: 2, 2; 16, 26; 28, 6: de repente, al instante.

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aq>ó~ro; aphobos (adv.) sin temor, sin mie-

do, sin timidez -+ cpo~Éo¡.tm.

aq>oJtmóro aphomoioo hacer semeja!1te, reproducir la imagen, (en voz pasIva) asemejarse* Este verbo se emplea en Heb 7, 3 en un contexto hímnico que alude al Sal 109, 4 LXX. Habla de Melquisedec, que se asemeja al Hijo de Dios (para el significado, cf. Sab 13,14; EpJer [cf. Bar 6] 4.62.70) Y que, por lo singularísimo de su origen y por su figura de sacerdote primordial para siempre, es semejante al Hijo de Dios de antes de los tiempos y del fin de los tiempos, y de esta manera señala históricamente hacia él. Sobre el parecido de este enunciado con la especulación de Filón acerca del logos (Filón, Fug 108ss y passim) cf. A. Strobel, Hebriierbrief (NTD), sub loco; Billerbeck I1I,694s; ThWNT V, 198; O. Michel, An die Hebriier 5 (KEK), sub loco; DTNT IV, 190s.

aq>oQáro aphorao fijar los ojos en, ver claramente* Flp 2, 23: me; av acpLoro 'ta :7tEQL E¡.tE ESU'IJ't'ije;, «tan pronto vea claramente cómo van las cosas conmigo»; Heb 12, 2: en la imagen de una carrera de competición, dícese de la confianza con que se ponen los ojos en Jesús (de; 'tov 'ti'je; :7tLO'tEroe; aQXl1Yov ... 'I11 00UV ); cf. 4 Mac 17, 10 (de; {tEÓV). aq>oQt~ro aphorizo separar, poner aparte,

destinar* 3.

1. Término de la vocación - 2. Término cultual en el juicio final.

acpoQ¡~w

Bibl.: Delling, Jüd. Lehre und Frommigkeit in den ParJer (BZAW 100), Berlin 1967, 42-53; J. Gnilka, 2Kor 6, 14-7, 1 im Lichte der Qumranschriften, en FS Schmid 1963, 86-99; C. H. Hunzinger, Die jüd. Bannpraxis im ntl. Zeitalter, tesis mecanografiada G6ttingen 1954, 73s; K. L. Schmidt, acpoQ¡~w, en ThWNT Y, 454-456; G. Strecker, Die Makarismen der Bergpredigt: NTS 17 (1970-1971) 255-275, especialmente 268s.

1. En Rom 1, 1 (apartado para el evangelio ministerio de proclamar el evangelio) Pablo, aludiendo al modelo y al lenguaje de las vocaciones profética~ del AT (Is 49, 1; Jer 1, 5) Y en una perspectIva apocalíptica, acentúa que su propia vocación de apóstol de los gentiles es una elección santa hecha por Dios (cf. Lev 20, 26), que le separó a él para este ministerio antes de que existieran todas las cosas y antes de que comenzara la historia (cf. AsMo 1, 14). El participio acproQLO¡.tÉVOe; (en hebreo paras, en arameo perisa') difícilmente será una alusión al pasado farisaico de Pablo, porque tal cosa no se entendería en Roma. Para probar tal predestinación, Pablo en Gál1, 15 cita a Is 49, 1 Y Jer 1,5, recurriendo al tema veterotestamentario de que Dios forma a cada individuo en el seno materno. En Hech 13, 2 la vocación le llega a Pablo a través de profetas y maestros de la comunidad cristiana primitiva, por instrucciones que éstos han recibido del Espíritu; cf. también óQLl;ro en enunciados cristológicos (Hech 10, 42; 17,31; Rom 1,4).

= elegido para el

2. Debido al énfasis que la piedad judía pone en la pureza que dimana de la conciencia de la elección (cf. Jdt 12; Tob 1, lOs), acpoQLl;ro se convirtió en el término técnico para designar la disolución de la comunidad de culto (Gál 2, 12; cf. Is 56, 3; Jub 22, 16; Test Job 10,6; ParJer 6, 13s). Pedro se separó a sí mismo de la comunión de mesa que había existido entre paganocristianos y judeocristianos y comenzó a celebrar separadamente la Cena del Señor para los judeocristianos de Antioquía, cuando hubieron llegado los «visitadores» que venían de parte de Santiago. En 2 Cor 6, 17 (un documento no paulino y que se halla cerca de las ideas de Qurnrán), con una alusión a Is 52, 11, se exhorta a los fieles a mantenerse separados del ambiente impío (cf., por ejemplo, 1QS 5, 1.10.15ss). En Lc 6, 22 (de la fuente Q) se recoge el verbo como término técnico para designar la práctica adoptada por la sinagoga (consistente en excomulgar). Aquel que confiese que Jesús es el

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553 Hijo del hombre, y dada la confontación existente entre el cristianismo y la sinagoga, debe contar con que van a maldecir su nombre durante el culto de la sinagoga y van a borrarlo de la lista de miembros (cf. Jn 9, 22; 12, 42; 16,2). Hechos (19, 9) menciona la separación que efectúa Pablo, por la cual los judeocristianos se separan de la comunión de la sinagoga local y fundan su propia comunidad.

tró en el mandamiento un punto donde atacar ... », ThWNT V, 472-475; DTNT I1I, 33.

3. Según Mt 13,49, en una parábola perteneciente al material peculiar de Mateo, los ángeles -cuando llegue el fin del mundo- separarán a los justos. Mt 25, 32 alude a la vida cotidiana de los pastores palestinos, en la cual al caer la tarde se separa a las ovejas y a las cabras, aunque durante el día hayan pastado juntas, porque durante la noche las cabras necesitan más calor que las ovejas, ya que estas últimas son menos sensibles al frío. La costumbre de los pastores sirve de metáfora para expresar la separación que el Hijo del hombre ha de efectuar en el juicio final.

acpQov, «con espuma» (en la boca).

U. Kellermann

aq>oQJtÍ), i'í;, tí aphorme punto de partida, ocasión,oportunidad* Este término, además de aparecer en 1 Tim 5 (y Lc 11, 54 D it syrc), se encuentra únicamente en Pablo. En 2 Cor 5, 12 se emplea en sentido positivo: «ocasión para gloriarse». En 2 Cor 11, 12 (dos veces) se usa en el sentido negativo de la oportunidad que tienen contra Pablo sus adversarios. Algo parecido se dice en 1 Tim 5, 14. Desempeñan el papel de enemigos la a¡.tuQ'tLu en Rom 7,8.11 Y la oáQS en Gál 5, 13. Mientras que, según Gál 5, 13, una libertad cristiana mal entendida puede ser una oportunidad excelente para la oáQS, vemos en Rom 7,8.11 que el pecado ha aprovechado la oportunidad, por medio del mandamiento (OLa 'ti'je; Ev'tOAi'je;, cf. v. 7), para llevar el «yo» a la perdición. Las palabras acpoQ¡.ti¡v AU~OUOU son una expresión muy corriente (la encontramos, por ejemplo, en Filón Flacc 47; cf. Bauer, Worterbuch, s.v.). Posiblemente sea más acertado traducir: «El pecado encon-

aq>Qt~ro aphrizo echar espuma*

. En Mc 9, 18.20 dícese del muchacho epIléptico llevado por su padre a Jesús.

aq>Qó;, olí, Ó aphros espuma* Lc 9, 39 (par. Mc 9, 18, -+ acpQLl;ro: ¡.tE'ta

aq>Qo(Júv1], 1];,



aphrosyne insensatez, locura* acpQwv, 2 aphron insensato, necio (loco)* l. Aparición de los términos en el NT - 2. Conceptos paralelos y contrarios - 3. Contextos típicos.

Bibl.: G. Bertram, CPQ~v %1:1..., en ThWNT IX, 216231; H. D. Betz, Der Aposte! Paulus und die sokratische Tradition, Tübingen 1972 (sobre 2 Cor 11-13); T. Donald, The Semantic Field of «folly» in Proverbs, Job Psalms and Ecclesiastes: YT 13 (1963) 285-292; S. Á. Mandry, There is no God! A Sudy of the Fool in the OT, Roma 1972; E. W. Seng, Der reiche Tor: NovT 20 (1978) 136-155 (sobre Lc 12, 16-21); A. Y6gtle, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Münster i. W. 1936, 199, 231s; J. Zmijewski, Der Stil der pln «Narrenrede» (BBB 52), K61n-Bonn 1978 (sobre 2 Cor 11-12).

1. En el NT, el sustantivo aparece 4 veces, y el adjetivo, 11 veces. El tema de estas palabras aparece 8 veces en 2 Cor lIs, empleado con un sentido específico (-+ 3.d). 2. A estos términos se oponen directamente epQÓVl]OLe; y epQÓVL!.tO<; (2 Cor 11, 9). Existe una oposición correspondiente entre flroQtu, flroQó<;, aaoepo<;, por un lado, y aoepta, aoepó<;, por el otro lado (compárese Ef 5,17 con 5, 15); la antítesis de aa1ÍvE'tO<; (compárese Le 11, 40 con Mt 23, 17.19; Y Me 7, 22 con Rom 1, 31) es a1ÍvEOL<;, a1ÍvE'to<;. Son casi sinónimos ayvOLa, ayvroata, aVOLa, avól]'to<;, etc. (compárese 1 Pe 2, 15 con 1, 14; Y Tit 3, 3; 1 Cor 15, 36 con 15, 34). 3. aepQooúvl1 y acpQrov significan siempre desvarío que se aparta de lo que es razonable. a) En las discusiones sapienciales, se critica a menudo al contrario echándole en cara su

556

555 irracionalidad y diciéndole: ¡Eres necio! Luego vienen los argumentos. En el relato ejemplar de Lc 12, 16-21 (material peculiar de Lucas), Dios expone lo absurdo de los planes del rico para el futuro, y lo hace mediante un tópico (v. 20), bien conocido, de la tradición sapiencial (cf. Job 27, 16s; Sal 39, 7; 49, 11-21; Ec1 2, 18-23-26; 4, 8; 6, 2; Ec10 11, 18s; 14, 4.15; 41,1; cf. Seng). El modelo del «necio» (Lc 12, 20) se encuentra ya plasmado en los escritos del AT. Una gran variedad de términos sirve para designarlo (especialmente, en hebreo, nabal, kesll, 'ewll, ba'ar [en Proverbios1 y sakal [en Eclesiastés l, traducidos todos ellos, normalmente, por acpQwv en la LXX. Consúltense los artículos correspondientes en DTAT 1, ThWAT y en DTMAT), calificándolo de una persona que se niega a ajustarse al orden de las cosas enseñado por los sabios, es decir, que rechaza la dependencia en que se halla de Dios. Esto conduce a pronunciar palabras necias y arrogantes y a obrar en consecuencia. Con ello el necio perjudica a la sociedad y se arruina a sí mismo.

tradición veterotestamentaria y judía (cf. Vogtle, 232; 1QS 4, 10; Herm [s] 9, 15, 3), significa la actitud viciosa fundamental que tiene sus raíces en el corazón del hombre. Es algo que, según Rom 1,29-31 (v. 31, aaúve"tOt;;), caracteriza principalmente a los gentiles. c) Los gentiles no entienden las cosas, porque no conocen la ley. Por eso los judíos -principalmente en la Diáspora- se consideran a sí mismos como «educadores de los necios» (Rom 2, 20, además de «maestros de los inexpertos» ). Puesto que Dt 4, 6 Y principalmente el Eclesiástico identifican la sabiduría con la observancia de la ley, vemos que a los trasgresores de la ley en Israel y a los de fuera se los llamaba «necios» (sobre la «necedad» del culto idolátrico cf. Sab 12, 23s; 15, 14 Y passim; Sib 111, 722). De ellos se distanciaban, por ejemplo, los miembros de la comunidad de Qumrán, que habían jurado observar la ley (lQS 4, 24; 1QH 1, 37; 13, 4; 1Q27 1,7).

Como también Mt 23,26 comienza con una invectiva (que, desde luego, es redaccional), creemos que lo de «¡ Vosotros, necios!» en Lc 11, 40 podría pertenecer a la fuente Q. Esta expresión insultante podría formar parte de las discusiones de los rabinos con otros grupos (cf. bMen 65a en Billerbeck 1,280, en hebreo sot/m). De manera parecida, Pablo reprende a su ficticio adversario, en 1 Cor 15, 36, llamándole acpQwv y ajustándose así al estilo de la diatriba CÍnico-estoica (cf. R. Bultmann, Der Stil der paulinischen Predigt und die kynisch-stoische Diatribe, Gottingen 1910, 14 Y 66).

Los cristianos gentiles tienen una opinión semejante de su insensato paganismo de otros tiempos (cf. Ef 4, 18; 1 Pe 1, 14). La parénesis postapostólica los exhorta a hacer enmudecer con sus buenas obras a la insensatez de quienes los calumnian por ayvwalu (1 Pe 2, 15; cf. 2, 12; 3, 16), Y a demostrar de esta manera que no son ellos los insensatos, sino que en realidad comprenden la voluntad revelada (Ef 1, 9) de Dios (5, 17; cf. Col 1, 9; 1 Pe 4, 2ss; cf. Rom 2, 18, refiriéndose a los judíos).

b) El catálogo judeocristiano-helenístico de maldades fundamentales en Mc 7, 21 s menciona la acpQoaúvr¡ al final de la serie en singular de siete maldades (en correspondencia con las :n:ovr¡Qlm, de índole más general, al final de la serie en plural). Desde luego, la insensatez es también uno de los cuatro vicios cardinales que se enumeran en la doctrina estoica, pero en nuestro caso, de acuerdo con la

ov

d) En 2 Cor 11-12 Pablo se siente obligado, en contra de sus propios principios, a recomendarse a sí mismo y a gloriarse frente a los insensatos adversarios (cf. 11, 19; 10, 12 auvu'imv). Aunque él considera que eso es una necedad (11, 1.16b.17.21; 12, 11; lo mismo que piensa la filosofía popular; cf. H. Windisch, Der zweite Korintherbrief [KEK], 345; Betz, 74-46; y también en el AT se ridiculiza a los que se jactan de sí mismos, cf. Prov 27, 2; el «hombre de la lengua», el jactancioso, le~; cf., además, 1 Clem 13, 1; 21, 5; Herm [s] 9, 22, 2s), Pablo no se considera en

557

acpQooúvYJ - 'Axutu

nada inferior a ninguno de los «superapóstoles». Disculpándose por actuar como «quien ha perdido el juicio» (téngase en la cuenta la intensificación que supone el verbo :n:uQuCPQovÉw en 2 Cor 11, 23), no tiene más remedio que decir la verdad (cf. la negación de acpQoaúvr¡ en 11, 16a; 12, 6; en Betz, 79-82 se mencionan posibles modelos literarios) y -paradójicamente- cambia por completo el sentido de su propia acción de gloriarse (4 xuuxáo¡.tm). D. Zeller

uepQrov, 2 aphron insensato, necio 4

acpQoaúvr¡.

aepl):n:vóro aphypnoo dormirse* En Le 8, 23 dícese de Jesús que, durante la travesía del lago, se quedó dormido. Fuera del NT este verbo aparece también con el significado de «despertarse del sueño»; cf. ThWNT VIII, 552s.

aepl)(JtEQÉro aphystereo retener En Sant 5, 4 B* Sin en lugar de

4

a:n:oa-

LEQÉW.

ueprovo;, 2 aphonos mudo, silencioso, sin lenguaje* Este término, con el significado de mudo, aparece en Hech 8, 32, donde se habla del cordero que permanece en silencio delante de quien lo trasquila (cita de Is 53, 7). Aparece también con este mismo significado en 1 Cor 12, 2, donde se aplica a las imágenes mudas de los ídolos. En 1 Cor 14, 10 dícese del gran número de lenguas (cpwvul) que hay en el mundo, ninguna de las cuales carece de sonidos claros (OVOEV acpwvov). En 2 Pe 2, 16 dícese de la burra de Balaán, una bestia de carga que no tenía la facultad de hablar (Ú:n:O~ÚyLOV acpwvov) y que, no obstante, habló al profeta con lenguaje humano. 'AXá~ Achaz Ajaz [Acaz]*

Rey de Judá (742)735-727 a.c., hijo de Jotán y padre de Ezequías (cf. 2 Re 15, 38 - 16,

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20; 2 Crón 27, 9 - 28, 27; Is 14,28): Mt 1, 9 (dos veces). LThK 1, 107; BHH 1, 49s; Haag, Diccionario, 32.

'Axa"la, a;, ... Achai"a Acaya, Grecia* l. Aparición del término - 2. Datos históricos 3. Pablo en Acaya. Bibl.: J. Finegan, en IDB 1, 25; E. Groag, Die romo Reichsbeamten von Achaia, Wien 1939; E. Kirsten-B. E. Thomasson, en Pau1y, Lexikon 1, 32-38; J. Nuchemans, en Woordenboek der Oudheid 1, Bussum 1976, 17s; H. H. Scullard, en OCD 3 (bibl.); J. Toepffer-C. G. Brandis, en Pau1y-Wissowa 1,156-198.

1. Acaya aparece 3 veces en Hechos y 7 veces en Pablo. El término designa a la provincia romana de Grecia (4 2), a la cual en una ocasión se la llama también Hélade (Hech 20,2). 2. La región montañosa de Acaya, situada en la costa septentrional del Peloponeso, fue durante los años 280-146 a.C. centro de la política griega por haberse fundado allí la Liga Aquea. Cuando los romanos conquistaron Grecia y la anexionaron a la provincia de Macedonia, la llamaron Acaya (Pausanias VII, 16, 10). Por la importancia de la nueva Corinto, Augusto convirtió a Acaya en provincia senatorial independiente (en el año 27 a.C.) con un pro cónsul residente en Corinto. Esta provincia comprendía la Grecia propiamente tal, incluida Tesalia y la parte meridional de Epiro (Estrabón XVII, 3, 25). De los años 15 a 44 de nuestra era, y juntamente con Macedonia, fue administrada como provincia imperial, con el fin de aliviar la presión de los tributos, pero luego· volvió a ser provincia senatorial independiente. La libertad que Nerón le había concedido en el año 67, la conservó únicamente hasta el año 73, en tiempo de Vespasiano. 3. Pablo entró en Acaya en el año 52 de nuestra era (4 rUAAlwv) durante su segundo viaje misionero, cuando llegó por barco desde Macedonia a Atenas (Hech 17, 14s). Después de pasar 18 meses trabajando con éxito en Corinto (18, 11), los judíos le acusaron ante el

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'Axata - aXQL

procónsul Galión, pero Pablo salió absuelto (vv. 12-17). Manifestó su alegría por la difusión que el evangelio estaba teniendo en Macedonia y en Acaya (1 Tes 1, 7s). Después, Apolo comenzó también su actividad en Acaya (Hech 18, 27). En el año 56, Estéfanas de Corinto, a quien se llama uno de los primeros frutos de Acaya (1 Cor 1, 16; 16, 15), visitó a Pablo en Éfeso durante el tercer viaje misionero (1 Cor 16, 17). Por aquel entonces Pablo proyectaba una nueva visita a Acaya (Hech 19,21; 1 Cor 16, 5), la cual, para decepción de los corintios, se retrasó a causa de la actividad de Pablo en Macedonia (2 Cor 1, 15; 2, 13). A pesar de todo, Pablo era optimista en cuanto a la solidaridad de los creyentes en Acaya, y en lo que respecta a su colaboración para la colecta (2 Cor 1, 1; 9, 2; 11, 10), optimismo que se vio confirmado (Rom 15, 26). Según el texto de la Koiné, otro de los primeros frutos de Acaya saludó desde Corinto a los cristianos de Roma (Rom 16, 5). La cultura griega no fue mencionada por Pablo, pero las provincias de Macedonia y Acaya fueron para él países clásicos de misión. B. Reicke 'Axalxó~,

olí Achaikos Acaico* Nombre de un cristiano de Corinto, que junto con Estéfanas y Fortunato visitó a Pablo en Efeso: 1 Cor 16, 17. axáQuJ'to~, 2 acharistos desagradecido*

Se emplea en Lc 6, 35 juntamente con :n:ovl1QoL, y en 2 Tim 3, 2 en un catálogo de vicios; cf. Sab 16,29; 4 Mac 9, 10. axnQo:7toí;'1'to~, 2 acheiropoietos no he-

cho por mano de hombre -> XELQo:n:oLl1tO¡;.

'AXi,. Achim Ajín [Aquim]* Hijo de Sadoc y padre de Eliud en la genealogía de Mt 1, 14 (dos veces).

it

axJ.."~, "o~, achlys oscuridad, tinieblas* Se emplea en Hech 13, 11, juntamente con oxÓtO¡;, para referirse a la ceguera temporal de Elimas el mago por las palabras de castigo que pronunció sobre él SaulolPablo: «La oscuridad y las sombras cayeron sobre él». Si tenemos en cuenta que en el contexto se usa un lenguaje propio de la LXX, difícilmente se podrá considerar la expresión como un tecnicismo médico; cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte" (KEK), sub loco. aXQEio~,

2 achreios inútil, inservible* Se emplea juntamente con DoiíA.o¡; en Mt 25,30; Lc 17, 10 (en plural; el hecho de que este término falte en el códice sys no quiere decir que no sea original; cf. Bauer, Worterbuch, s.v.) aXQnóro achreio6 hacer inútil, (en voz pasiva) hacerse inútil* Rom 3, 12 (en cita de los Sal 13, 3 LXX; 52, 4 LXX): Todos -tanto judíos como griegos- se hicieron inútiles (por el pecado). aXQ1)(J'to~, 2 achrestos inútil, sin valor*

En Flm 11 dícese de Onésimo, que «en otro tiempo era inútil» para su amo, pero que ahora «es de gran utilidad» (EvXQ110tO¡;) para él y para Pablo; sobre el juego de palabras cf. Herm (v) 3, 6, 7; en sentido parecido, (s) 9, 26, 4.

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aXQL¡; aparece sólo 3 veces: Gál 3, 19; Heb 3, 13 Y Ap 2, 25 (cf. BlaB-Debrunner § 21). 2. En el NT, la preposición aXQL se usa casi siempre para referirse al tiempo. A menudo se halla asociada con términos que designan tiempo: aXQL ~¡; (tfj¡;) ~¡.tÉQU¡;, hasta el día (Mt 24,38; Lc 1,20; 17,27; Hech 1,2.[22 v.l.]; 2, 29; 23, 1; 26, 22; 2 Cor 3, 14) o aXQL ~¡.tÉQU¡; 'Il1ooií XQLotoií, hasta el día (de la nueva venida) de Jesucristo (Flp 1, 6); en cambio: aXQL ~¡.tÉQrnv :n:ÉvtE, después de cinco días (Hech 20, 6); aXQL XaLQoií hasta el momento oportuno (Lc 4, 13; Hech 13, 11); aXQL XQóvrnv, hasta los tiempos (Hech 3, 21); aXQL :n:Qoitw¡.tLu¡;, hasta la fecha determinada (Gál 4, 2); aXQL toií viív, hasta ahora (Rom 8, 22; Flp 1, 5); aXQL toií DEiíQO, hasta este momento (Rom 1, 13); aXQL uuyfj¡;, hasta el amanecer (Hech 20, 11); aXQL tfj¡; aQtL wQU¡;, hasta el momento presente (1 Cor 4, 11); aXQL tÉA.OU¡;, hasta elfin (Heb 6,11; Ap 2,26). aXQL ituvÚtou, hasta la muerte (Ap 2, 10; 12, 11) se entiende como la fijación de un límite en el tiempo; pero aparece en sentido figurado en Hech 22, 4, donde estas palabras significan la intención que preside una acción: Pablo perseguía hasta la muerte el «camino» (de la fe). No está totalmente claro lo que significa la expresión aXQL... vó¡.tou, hasta el establecimiento de la ley (Rom 5, 13). Las palabras empleadas aquí por Pablo se refieren al tema de la ley, pero su pensamiento se orienta hacia la fecha de la revelación de la ley por medio de Moisés. La expresión aXQL toií Myou, hasta esta declaración (Hech 22, 22) es la referencia a un momento determinado.

aXQt, aXQt~ achri, achris (partícula) hasta* 1. Aparición de la partícula - 2. Como preposición 3. Como conjunción - 4. En sentido espacial. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, S.V.; BlaB-Debrunner § 21; 216, 3; 383, 1.2; 455, 3; Mayser, Grammatik 11/1, 268 nota 1; I1/2, 526: I1/3, 77; Schwyzer, Grammatik 1, 405,450,620, 840; 11, 313, 487, 533, 549s, 637, 640, 653, 657s.

1. aXQL con genitivo aparece en el NT un total de 45 veces y es especialmente frecuente en los escritos lucanos (19 veces). En cambio

3. Como conjunción, aXQL se asocia a veces con el relativo 01'í: hasta que (algo suceda) (Lc 21,24; Hech 7, 18; 27, 33; Rom 11,25; 1 Cor 11,26; 15,25; Gá13, 19 [aXQL¡; 01'í]; Heb 3,13 [aXQL¡; 01'í, mientras]; Ap 2, 25 [aXQL¡; 01'í]). aXQL, hasta, aparece sin relativo en Ap 7, 3, 15, 8; 17, 17; 20, 3.5. aXQL (o1'í) aparece de ordinario con aoristo de subjuntivo; lo encontramos con indicativo en Hech 7, 18; 27, 33; Ap 17, 17 (cf. BlaB-Debrunner § 383, 1 Y 2).

562 4. Por el contrario, es relativamente raro que aXQL exprese una distancia espacial: aXQL ¡.tEQLO¡.toií 'ljJuxfj¡; XUL :n:VE'Ú¡.tUtO¡;, (la palabra de Dios) penetra hasta las coyunturas y los tuétanos (Heb 4, 12); aXQL twv XUA.LVWV twv L:n::n:rnv, hasta los frenos de los caballos (Ap 14, 20); aXQL oUQuvOií, hasta el cielo (Ap 18,5). Por lo demás, aXQL, hasta, se refiere a indicaciones geográficas (Hech 13, 6; 20, 4 v.l.; 28, 15) o en relación con personas (Hech 11,5; 2 Cor 10,13.14). H.-J. Ritz OU, 'tó achyron paja* En Mt 3, 12 par. Lc 3, 17 (Q) dícese de la paja que, al aventar el trigo, es arrastrada por el viento, y se procede luego a quemarla. Haag, Diccionario, 1406.

axuQov,

aljJEubÍ)~, 2 apseudes dícese de quien no engaña, no miente, es fiable* En Tit 1, 2 dícese de Dios, que es sin mentira; cf. MartPol 14,2. La predicación corresponde al pensamiento griego y al estilo helenístico-judío; cf. Bauer, Worterbuch, s. v. y ThWNT IX, 597 con la nota 73; cf. también Sab 7,17; Filón, Ebr 139.


aljJtv.a-o~, ou, ó apsinthos ajenjo* Ap 8, 11 (dos veces): masculino como nombre de una estrella, y femenino como nombre de un líquido amargo en el que se trasforma una tercera parte de todas las aguas, cuando resuena el tercer toque de la trompeta. Por su sabor amargo, ~ a'\jnvito¡;, artemisa (ajenjo), es imagen de la condenación y del juicio; cf. según Aquila Prov 5, 4; Jer 9, 15; 23, 15; la LXX usa frecuentemente a'\jnvito¡; en expresiones con 'ÜDrnQ :n:LxQóv, etc., o con XOA.~. BHH I1I, 2167; Haag, Diccionario, 33.

al/'uxo~, 2 apsychos sin vida, inanimado* En 1 Cor 14, 7 dícese de instrumentos musicales.

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8; 17,5), es decir, de adorar a la bestia. El lenguaje y el repertorio de imágenes están tomados en gran parte de la manera de hablar judía y del AT (sobre el «¡ay, ay!» de Ap 18, 10, cf. Is 21, 9).

Búa.#. Baal Baal* En Rom 11, 4, en cita de 1 Sam 19, 18, aparece como el nombre (indeclinable) de la divinidad cananea ante la cual 7.000 hombres «no han doblado su rodilla». En 2 Re 21, 3 Y passim va con el artículo femenino ~, porque en la lectura pública del texto el nombre de Baal se sustituía por al.0xúvTJ; cf. BlaB-Debrunner § 53, nota 14; RGG 1, 805s; LThK 1, 1162s; BHH 1, 173-175; Haag, Diccionario, 189s; LAW 425; RAC 1063-1113.

Bap".#.rov, rovo~, Babylon Babilonia* 1. Aparición del término en el NT - 2. Campo referencial - 3. En el marco de la historia de las tradiciones. Babilonia = Roma.

Bibl.: R. Borger, en BHH 1, 177s; Ch. Brütsch, La e/arté de I'Apocalypse, Geneve '1966 (sub loco); Ch. H. Giblin, Structural and Thematic Correlations in the Theology of Revelation 16-22: Bib 55 (1974) 487-504; K.-P. Jiirns, Das hymnische Evangelium. Untersuchungen zu Aujbau, Funktion und Herkunft der hymnischen Stücke in der Joh Offenbarung (StNT 5), Gütersloh 1971; H. Kraft, Die Offenbarung des Joh (HNT), Tübingen 1974, 225-240; K. G. Kuhn, BaBUAWV, en ThWNT 1, 512-514; W. Riillig, en BRL, 26-29; E. Schüssler-Fiorenza, Religion und Politik in der Offenbarung des Joh, en Bibl. Randbemerkungen, FSf R. Schnackenburg, Würzburg 1974,261-272; S. Uhlig, Die Typologische Bedeutung des Begriffes Babylon: Andrews University Seminary Studies 12 (1974) 112-125. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 997s.

1. El nombre de la ciudad de Babilonia (en hebreo, babel) aparece 12 veces en el NT: cuatro de ellas, muy significativamente, en la genealogía de Jesús (Mt 1, 11.12.17 bis), una vez en Hechos (7, 43) Y otra vez en 1 Pedro (5, 13), así como también seis veces en el Apocalipsis (14, 8; 16, 19; 17,5; 18,2.10.21). El nombre es, pues, importante: a) en el marco de las ideas acerca del cautiverio babilónico como él punto más bajo y el momento crucial en la historia salvífica de Israel (así piensan Mateo y Hechos), b) como cifra apocalíptica

para referirse en clave a la potencia mundial contraria a Dios, que aparece en los últimos tiempos, y cuyo derrocamiento es objeto de la esperanza (así piensan 1 Pedro y Apocalipsis). A causa de la experiencia histórica de Israel, el concepto tenía siempre connotaciones negativas (Josefa, Ant X, 131ss; CD 1,6). Se aplicaba a un enemigo político y a una amenaza religiosa (Jer 50s; Ez 24). 2. Mateo (1, 1-17) calcula que han trascurrido tres veces 14 generaciones desde Abrahán hasta Cristo. La «deportación a Babilonia», de la que se habla técnicamente, designa el momento crucial en que se pasa al último tercio. Dios, a pesar de la catástrofe de Israel, dio cumplimiento a su promesa. La cita de Am 5, 25-27 LXX en Hech 7, 43 es modificada al final para que diga: «más allá de Babilonia» (en vez de: «más allá de Damasco»). El tema del destierro es un argumento importante en las palabras de juicio que pronuncia Esteban. El anuncio profético de Amós fue sobrepasado incluso por la realidad. En 1 Pe 5, 13 Babilonia es una clave apocalíptica para designar el lugar en que se escribió la carta, a saber, Roma. En medio de aquella urbe mundial, enemiga de Dios, existe la comunidad «elegida juntamente con vosotros». También el Apocalipsis habla de Babilonia =Roma (Ap 17, 1-19) como el centro y la encarnación de la potencia mundial que es contraria al cristianismo. En Roma tomó forma lo que se había prefigurado ya en la Babilonia histórica (cf. el v. 5, «misterio»). La manera estereotipada de hablar de la «gran» Babilonia refleja el atributo helenístico de la gloria y majestad (pantokrator; cf. Dan 4, 27). En los tiempos del NT se recuerda todavía la antigua grandeza de Babilonia (Estrabón XVI, 1, 5; Josefa, Ap 1, 128ss). Sobre Babilonia = Roma cae la grave acusación de «fornicación» (14,

3. El testimonio del Apocalipsis acerca de Babilonia = Roma se halla dentro de una marcada tradición apocalíptica judía (cf. ApBar [gr] 67, 7; Sib V, 143, 158ss; MidrCant 1, 6; Billerbeck I1I, 816). Esta tradición adquirió importancia en el pensamiento del cristianismo primitivo, después que el culto al emperador hubo exigido las primeras víctimas (cf. 18, 24). A. Strobel pa{tp.tó~,

oi), Ó bathmos nivel, rango, reputación* En 1 Tim 3, 13 ~at}[.toe:; xaAóe:; quiere decir que los diáconos que prestan buen servicio adquieren «buena reputación» en la comunidad. El contexto excluye una interpretación mística o filosófica (como la que da, por ejemplo, el CorpHerm XIII, 9: un nivel alcanzado en el viaje celestial del alma; Clemente de Alejandría, Strom 11, 54, 5: un nivel de gnosis). pú{to~, o,,~,

'tó bathos profundidad*

1. Aparición del término - 2. Significado - 3. Campo referencial.

Bibl.: H. R. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung (BEvTh 59), München 1971, 116-123; N. A. Dahl, Cosmic Dimensions and Religious Knowledge (Eph 3, 18), en FS Kümmel, 57-75; P. Fiedler, Rom 8, 31-39 als Brennpunkt pln Frohbotschaft: ZNW 68 (1977) 23-34; H. Schlier, Bá{}o<;, en ThWNT 1, 515s; L. Schottroff, Der Glaubende und die feindliche Welt (WMANT 37), Neukirchen-Vluyn 1970; H.-F. WeiB, Untersuchungen zur Kosmologie des hellenistischen und paliistinischen Judentums (TU 97), Berlin 1966; V. van Zutphen, Studies on the Hymn in Rom 11, 3336, tesis Würzburg 1973. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 998.

l. Las 8 veces que ~át}oe:; aparece en el NT se distribuyen entre los evangelios (3 veces: Mc 4, 5 par. Mt 13, 5; Lc 5, 4) Y las cartas paulinas (incluida Efesios: 5 veces). Debe

tenerse en cuenta también Ap 2, 24 como variante textual del Textus Receptus. 2. Los ejemplos que aparecen en los evangelios se encuentran en marcos narrativos. ~át}oe:; significa entonces la profundidad espacial bien del terreno (Mc 4, 5 par. Mt 13, 5) o bien del agua (Lc 5, 4). Los textos paulinos emplean ~át}oe:; en sentido figurado como la dimensión que lo abarca y lo sobrepasa todo: unas veces, referido al mundo y a la vida (cf. Rom 8, 39; cf. también 2 Cor 8, 2); otras veces, referido a Dios o Cristo (cf. Rom 11, 33; 1 Cor 2, 10; Ef 3, 18). Por ello, ~át}oe:; está especialmente indicado para enunciados doxológicos, donde se emplea en antítesis con ü'IjJoe:; (Ef 3, 18) o con ü'IjJw[.ta (Rom 8, 39), entre otros términos, en series enumerativas. Se acentúa la totalidad de la dimensión mencionada. El plural ~át}TJ, que se usa únicamente en 1 Cor 2, 10, acentúa una realidad pluridimensional (que puede ser negativa, es decir, satánica, vg. en la variante textual de Ap 2, 24). 3. La expresión ~át}oe:; 'tfíe:; yfíe:;, una construcción de genitivo formada a la manera del estado constructo hebreo, significa «terreno profundo». Mateo (13, 5) la tomó de Marcos, pero no hizo lo mismo Lucas (8, 6), quien dio mayor concisión a la parábola y la hizo más pulida en su lenguaje. Lc 5, 4 (material peculiar de Lucas) habla de la profundidad del lago. La instrucción de Jesús dice así: «¡Boga hacia alta mar!» En Rom 8, 39 Pablo habla de la «altura» y de la profundidad, juntamente con otros términos que expresan polaridad. Se piensa aquí en el ámbito de los poderes terrenos y supraterrenos. Como tecnicismo astronómico, ~át}oe:; designa a veces el espacio que queda debajo del horizonte (Preisendanz, Papyri, 4, 575). En la Gnosis, Dios mismo puede ser el ~át}oe:; (Hech, Tom 143; Hipólito, Ref VI, 30,7). Pablo afirma que el amor de Cristo penetra por completo en ese espacio, de tal manera que éste pierde su carácter amenazador. En la

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~á1'}o~

- BcxA.cxá¡.t

doxología final, en Rom 11, 33, «la profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios» encierra sobre todo la idea de la inagotable e inescrutable «plenitud» de esa sabiduría y de ese conocimiento. En 1 Cor 2, lOse llega más hondo todavía, porque «las profundidades de Dios», escudriñadas únicamente por el Espíritu, se refieren aquí supremamente a los «profundidades insondables», las cuales son -como se ve claramente por el contexto- el acontecimiento de la cruz. Según Hipólito, Ref Y, 6, 4, hay gnósticos que afirman que ellos son los únicos que conocen el ~á1'}o~. Sobre ~á1'}o~ entre los valentinianos, cf. Excerpta ex Theodoto, 29, y también EvYer 22, 25; 35, 15; 37, 8; 40, 26: «el Padre que llegó de lo profundo». El peculiar testimonio de Efesios habla de en 3, 18. Esta palabra se halla dentro de una serie que, con estilo formulario y plerofórico, menciona -por decirlo así- como magnitudes absolutas <
A. Strobel ~(J:3ÍJvO) bathyno hacer profundo, llegar a

lo profundo* En Lc 6, 48 se habla en sentido absoluto de una persona que edifica una casa y antes cava hondo y echa los cimientos (eoxa'ljJ€v xaL E~átl-'Uv€v).

~aaÍJ;, 3 bathys profundo*

En sentido propio dícese de un pozo profundo (Jn 4, 11). En sentido figurado se habla del profundo sueño (Hech 20, 9); de las profundidades de Satanás (en plural, 'ta ~atl-Éa,

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Textus Receptus 'ta ~átl-T]) en Ap 2, 24, para referirse a una herejía difundida en Tiatira (la herejía nicolaíta: H. Kraft, Offenbarung [HNT], sub loco; cf. 2, 6), que pretende poseer el conocimiento de las profundidades de la Divinidad. Mediante la inversión sarcástica que hace el vidente, el conocimiento de esos herejes se estigmatiza como el conocimiento de las profundidades de Satanás (--+ ~átl-oC; 3); en el sentido de «muy de mañana» (oQtl-Qov ~a­ tl-ÉWC;) encontramos este término en Lc 24, 1. ~atov, O\!,

'tó, bai'on rama de palmera* Jn 12, 13: ~ata 't
569

BUAuá¡.t -

2. Los testimonios del NT recogen la imagen rabínica acerca de este personaje. Ap 2, 14 muestra a Balaán como el seductor con quien pueden compararse los nicolaítas, posiblemente por razones etimológicas (baala' 'am = devorador del pueblo; así piensa Kraft según bSan lOSa, en contra de Kuhn, 522, nota 10). Porque, lo mismo que él (bLbax~ BaAaáfl- bLbax~ ['t
Baláx Balak Balac* Balaá~ Balaam Balaán [Balaam]* Bibl.: W. F. Albright-Y. M. Grintz, en EJJ IV, 120124; Billerbeck I1I, 7718, 793; H. Donner, Balaam pseudopropheta, en Beitriige zur Alttestamentlichen Theologie, FS f W. Zimmerli, Gottingen 1977, 112123; H. Kraft, Die Offenbarung (HNT), Tübingen 1974,65; H. Karpp, en RAe 11, 362-366; K. G. Kuhn, BUAUá[!, en ThWNT 1, 252s; R. Rendtorff, en RGG 1, 1290s; L. Rost, Fragen um Bileam, en Beitriige zur Alttestamentlichen Theologie, FS.f W. Zimmerli, Gottingen 1977,377-387; K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief, Freiburg i. Br. '1970, 160, 214s; L. Sehmidt, Die alttestamentliche Bileamüberlieferung: BZ 23 (1979) 234-261. Para más bibliografía, cf. ThWNTX998. 1. La acción del adivino Balaán (en hebreo,

bil'am), quien primero maldijo a Israel, pero lue-

go tuvo que bendecirlo (Jos 24, 9s; Miq 9, 5), se encuentra ya condicionada en Núm 22-24 por la historia de las tradiciones, y no debe considerarse como una tradición uniforme (cf. 22, 20-22). En la tradición sacerdotal, Balaán aparece de manera enteramente negativa (Núm 25, 1; 31, 8.16; Jos 13, 22). La tradición rabínica recrudece aún más este juicio: El seductor Balaán (bSan 106a) tiene «ojo envidioso, mente arrogante y alma codiciosa» (NúmR 20 [188 d ; cf. 189b], en Billerbeck, 793 ó 771).

En Ap 2, 14 dícese de Balac, rey de los moabitas, quien según Núm 22, 5ss quería que Balaán maldijera a Israel (--+ BaAaáfl). BHH 1, 192; Haag, Diccionario, 201. ~alláv'ttov, O\!, 'tó ballantion bolsa (del

dinero) * Este sustantivo aparece únicamente en Lucaso Se emplea en Lc 10, 4, cuando Jesús envía en misión a los 70 discípulos, ordenándoles que no lleven consigo bolsa del dinero (fl~ ~ao'tá1;€'t€ ~aA.A.áv'tLOv, a diferencia de Mt 10, 9; Mc 6, 8). En un doble lag ion, en Lc 22, 35-36, que es probablemente pre-lucano, a aquellos que tienen (ó EXWV) bolsa, se les permite «ahora» (aAAa vuv) que la lleven consigo (aQá'tw), habida cuenta de lo inminente que es el tiempo de persecución; el v. 38 debe entenderse como el rechazo de un malentendido de los discípulos. En 12, 33 (Q) Jesús exige a los discípulos que renuncien a los bienes terrenos, y para ello se sirve de la imagen de las «bolsas que no se deterioran» (~aAA.áv'tLa fl~ naAaLo'Úfl€va) . ThWNT 1, 523s; G. Schneider, Lukas (OTK), a propósito de 22, 35s.

~áA.A.w

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~állO) bailo arrojar 1. Aparición del término en el NT - 2. Amplitud de significados - 3. Sentido teológico - a) Mt 10, 34; Le 12,49 - b) ~ánUl en sentencias de juicio - c) ~áAAUl en el Apocalipsis.

Bibl.: F. Hauck, ~ánUl, en ThWNT 1, 524s; F. Stolz, Slk hi., en DTMAT 11, 1149-1153 (sobre los equivalentes del término en el AT).

1. El verbo ~áAAW aparece 122 veces en el NT (contando el adjetivo verbal ~AT]'tÉOV en Lc 5, 38; pero sin contar ~áAAW en Jn 8, 7). Corresponden 34 veces a Mateo, 18 a Marcos, 19 a Lucas, 16 a Juan, 5 a Hechos, 1 a Santiago, 1 a 1 Jn, y 28 al Apocalipsis. 2. Como ocurre en el griego en general, f3áAAW tiene también en el NT una amplísima gama de significados: a) El significado fundamental es arrojar (Mt 3, 10 par.; 6, 30 par.; Jn 8, 59). Cuando aparece este significado, no es raro que la palabra describa un suceso violento, sobre todo cuando el objeto de la acción verbal son personas (cf., a propósito, Mc 9, 22.42 así como también la expresión d~
571

eSw (Mt 5, 13; 13, 48; Lc 14, 35; Jn 15,6 [-* b{.~áAAW]). Esta última expresión significa en 1 Jn 4, 18 echar fuera/expulsar. ~áAAELV

b) Con frecuencia ~áAAW tiene sencillamente el significado de traer (Mt 10, 34 [-* 3.a]; Jn 5, 7) o de poner (Mc 7, 33; Jn 20, 25.27; Sant 3, 3; Ap 2, 24; 4, 10). Aquí también encontramos gran variedad de matices: depositar dinero en un cofre, etc. (Mc 12, 41ss par.; Mt 27,6; Jn 12,6) o poner dinero en el banco (Mt 25, 27), echar vino en los odres (Mc 2, 22 par.), llenar de agua una palangana (Jn 13,5), derramar ungüento sobre el cuerpo (Mt 26, 12), envainar la espada (Jn 18, 11), sembrar en el huerto una semilla de mostaza (Lc 13, 19), sugerir una idea (Jn 13, 2), dar ocasión para el pecado (Ap 2, 14), etc. c) ~áAAW se usa en sentido intransitivo en Hech 27, 14: e~aAEv avqw~ = «sopló con fuerza un viento huracanado». 3. a) Entre los ejemplos del uso de ~áAAW en los Sinópticos son de especial interés las dos sentencias de ~A1tOV en Mt 10 34 Y Lc 12,49. Según Mt 10, 34 (cf. Lc 12, 51), Jesús «no vino a traer paz a la tierra, sino la espada» (sobre ~aAE¡;v ELQ'lÍVl]V cf. la expresión rabínica he(fl salom [MekEx sobre 20, 25; SifreNúm 42 sobre 6, 26]). El sentido original podría ser que con la venida de Jesús no ha comenzado todavía la paz mesiánica, sino que tiene que preceder antes el tiempo de aflicción escatológica (cf. Jeremias, Teología, 154ss, 280ss). Mateo aplica estas palabras a la división que se origina entre la gente por la actitud que cada uno adopta ante Jesús (vv. 35s; de igual manera en Lc 12, 51ss). Se discute mucho sobre el sentido del 10gion de Lc 12,49 Y acerca de su relación con el v. 50 (consúltense los comentarios sub loco así como también G. Delling, Studien zum hellenistischen Judentum, Gottingen 1970, 245ss). En labios de Jesús, las palabras :n:'UQ ~A1tOV ~aAE¡;v E:n:L "ti]v yfjv podrían ser, como

572

en Mt 10, 34, el anuncio de la aflicción escatológica (cf. Jeremias, Parábolas, 200s). Lucas, por su parte, piensa probablemente en el fuego del juicio que Jesús «traerá sobre la tierra» en la parusía (cf. 3, 17; 17, 24.29s). El doble 10gion de Lc 12, 49s, en analogía con 17, 24s, se refiere entonces a la relación interna entre la futura función de Jesús en el juicio (v. 49) y su pasión, que ha de preceder necesariamente al juicio (v. 50). Menos probable es que Lucas en el v. 49 tenga a la vista la división de los espíritus ocasionada por la proclamación de Cristo (vv. 51ss) o el derramamiento del Espíritu en Hech 2, 1ss en cumplimiento de lo que se dice en Lc 3,16. b) Como expresión del acto de arrojar violentamente, ~áAAúJ aparece con frecuencia en sentencias de juicio. Como en Jn 15, 6, d~ :n:'UQ ~áAAELV en las palabras del Bautista en Mt 3, 10 par. Lc 3, 9 es originalmente una simple imagen de la destrucción que ha de tener lugar en el juicio (cf. Jer 22, 7). Por el contrario, en Mateo -* :n:líQ en 3, 10 = 7, 19 designa realmente el fuego escatológico del infierno. Se piensa también en el infierno, cuando se dice que, en el último día, los que hayan caído bajo la condenación divina serán arrojados a la -* yÉevva (Mc 9, 45.47; Mt 5, 29; 18, 9; cf. Lc 12,5), al «fuego eterno» (Mt 18, 8), al «horno de fuego» (Mt 13, 42.50) o al «lago de fuego» (Ap 20, 15). Según Mateo (cf. 25, 41) y el Apocalipsis (19, 20; 20, 10.14), el mismo castigo se infligirá a Satanás y a todos los poderes enemigos de Dios. La idea esbozada y la terminología proceden de la apocalíptica judía (cf. Hen [et] 10,6; 54, 5s; 90, 24ss; 91, 9; 98, 3; TestJud 25, 3). c) El Apocalipsis suele emplear también ~áAAW, arrojar, para describir fenómenos

apocalípticos; cf., a propósito, 12,4; 14, 19b; 18, 21; 20, 3 y principalmente la descripción de la aparición de las plagas escatológicas (8, 5.7s), de la caída de Satanás (12, 9s.13) y del comienzo de la recolección del juicio (14, 16.19a). O. Hofius

573 ~a3t'tí,~(J) baptizo bautizar* ~á:n:"tL(Jfta, a"to~, "tó

baptisma bautisrno* ~a:n:"tWftó~, olí, ó baptismos lavarniento* ~á:n:"tw baptiJ surnergir* 1. Aparición de los ténninos en el NT - 2. El bautismo de Juan - 3. El bautismo de Jesús y la actividad de bautizar de los discípulos - 4. El bautismo de Jesús en su muerte - 5. El mandamiento de bautizar dado por el Resucitado (Mt 28, 19) - 6. El bautismo en Hechos - 7. El bautismo en el Corpus paulinum - 8. 1 Pe 3, 21 - 9. Bált"to) y Bamw[!ó<;.

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574 gionsgeschichtliche Problem von Rom 6, 1-11 (AThANT 39), Zürich 1962; A. J. M. Wedderburn, Baptism and Resurrection. Studies in Pauline Theology against lts Graeco-Roman Background (WUNT 44), Tübingen 1987, 37-89, 269-392. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 998-1008.

1. Mientras que ~a:n:"ttl;w aparece 7 veces en Mateo (11 en el Textus Receptus de Mateo), 12 en Marcos, 10 en Lucas y 13 en Juan, el mencionado verbo aparece 21 veces em Hechos, 2 en Romanos, 10 en 1 Corintios, 1 en Gálatas. ~á:n:"tw aparece tan sólo 4 veces en el NT (Lc 16,24; Jn 13, 26a.b; Ap 19, 13). ~á:n:'tLCJfta aparece 1 vez en Romanos (6, 4), 1 en Efesios (4, 5), 1 en Colosenses (2, 12), y 1 en 1 Pedro (3, 21), mientras que este sustantivo lo encontramos 10 veces en Lucas (Lc 3, 3; 7, 29; 12,50; 20, 4; Hech 1, 22; 10,37; 13, 24; 18,25; 19, 3.4), 4 veces en Mateo (Mt 3, 7; 20, 22.23; 21, 25) y 4 veces en Marcos (Mc 1, 4; 10, 38.39; 11, 30). ~a:7t"tL(JftÓ~ se encuentra 5 veces en el NT (Mc 7, 4.8; Col 2, 12; Heb 6, 2; 9, 10). 2. Si examinamos los relatos evangélicos que hablan sobre el bautismo de Juan (Mc 1, 2-6 par.), acerca de cuyo origen y significado se debatió (Mt 21, 25; Mc 11, 30; Lc 20, 4), nos sorprenderá: a) la actividad de Juan que bautizaba con agua y asociaba su actividad de bautizar con la predicación del arrepentimiento (Mc 1,4; Lc 3, 3); b) las acciones del pueblo y de los recaudadores de impuestos, que acudían a Juan (Mt 3, 7) «para ser bautizados por él» (Lc 3, 7.12; Mt 3, 5s; Mc 1,5); c) la esperanza del Bautista de que Dios respondería al arrepentimiento con el don del perdón y de la purificación. Consecuentemente, cuando el pueblo y los recaudadores de impuestos eran bautizados, reconoCÍan así la crítica que se había hecho contra su manera de vivir (Lc 3, 10-14) Y «daban la razón a Dios» (Lc 7, 29). En el lado opuesto se hallaban «los fariseos y los doctores de la ley». Puesto que no querían que Juan los bautizase, «rechazaban el designio que Dios tenía para ellos» y se sustraían así al juicio salvífico de Dios, que iba dirigido hacia ellos (Lc 7,30). Mientras que Marcos establece un contraste entre el bautismo de Juan (un bautismo con

575 agua) y el bautismo mesiánico (un bautismo con el Espíritu Santo), sin mencionar el arrepentimiento (Mc 1,8), vemos que Mateo presenta, por un lado, al Bautista invitando al arrepentimiento (Mt 3, ls) y habla, por otro lado, de que el Bautista bautizaba en orden al arrepentimiento (v. 11). De esta manera expresa dos temas: 1) los que están dispuestos al arrepentimiento, se acercan al bautismo; 2) los que se hacen bautizar, se atreven a dar un paso adelante hacia la expectación del arrepentimiento como el don que es de Dios (cf. Hech 11, 18; 5, 31). De esta manera escaparán del juicio de fuego que ha de efectuar el Mesías (Mt 3, 11; Lc 3, 16). Es posible que Juan tomara del AT dos ideas: la idea de la purificación moral expresada en la imagen de la purificación con agua (Is 1, l6ss) y la expectación de que Dios mismo ejecutaría la gran purificación al fin de los tiempos (Ez 36, 25; Zac 13, 1). Juan conecta estas dos ideas y las convierte en el urgente llamamiento para apartarse del pecado y convertirse a Dios, adoptando así una actitud moral positiva hacia la obra de juicio y de purificación que habría de realizar el Mesías. En el evangelista Juan, el bautismo de Juan el Bautista, que es trasladado a Betania (1, 26; cf. 10, 40), Y que se ve cuestionado (l, 26), sirve de preparación para la aparición del Revelador (1, 31), el cual, como portador que es del Espíritu, bautizará con Espíritu Santo (1, 33). El bautismo de Juan no trae la salvación, pero se contempla ya a la luz de la salvación que llega (3, 23: Eyyvr; "tOU ~uAeí,[l; Bieder, 52). El bautismo de Juan se parecía al bautismo de los prosélitos en que no se repetía. Pero, a diferencia del bautismo de los prosélitos, no tenía nada que ver con ninguna acción sacrificial. Mientras que la secta de Qumrán, que Juan pudo haber conocido, se preocupaba de unos cuantos privilegiados y exigía repetidos lavamientos, Juan se dirigía a la totalidad del pueblo, a fin de anunciarles -en un acto simbólico- que una acción de Dios había puesto en marcha el final mesiánico, en el que podían integrarse los que estuvieran dispuestos a recibir el bautismo.

576 3. «Jesús se hizo bautizar por Juan en el Jordán» (Mc 1, 9). El Espíritu entonces llegó sobre Jesús, no sobre el agua. La voz celestial habló de Jesús como del Hijo predilecto, quien como rey oculto (alusión a Is 42 y al Sal 2) estaba preparado para comenzar su ministerio. En Lucas (3, 21.22) se acentúa la solidaridad de Jesús con todo el pueblo (<< ... cuando todo el pueblo y también Jesús se hizo bautizar») y se realza la oración de Jesús. De esta manera, el bautismo se convierte para Jesús en «la preparación para la adoración» (A. Schlatter, Das Evangelium des Lukas, Stuttgart '1960, 42). Para Lucas, el descenso del Espíritu Santo en el bautismo es más importante que el bautismo mismo. En el material peculiar de Mateo (Mt 3, 13-17), Juan desea recibir de Jesús el bautismo del Espíritu. Este deseo no le fue concedido al Bautista. Con la orden: «¡Déjalo así ahora!» se requiere a Juan para que administre a Jesús el signo de la solidaridad con los pecadores. De esta manera Jesús inició su camino, que le conduciría hasta la cruz. Ahora bien, el bautismo de Jesús no debe entenderse ni como símbolo de su muerte y resurrección ni como prototipo del bautismo cristiano. Porque es un acontecimiento singularísimo el hecho de que Jesús, obediente y voluntariamente, emprenda la fase inicial de su actividad mesiánica, consagrándose por entero a la voluntad del Padre que se le revela. Desde esta perspectiva no es imposible suponer que Jesús, en conexión con el bautismo de Juan, autorizara inicialmente a sus discípulos para llevar a cabo un exitoso (Jn 3, 26) ministerio de bautizar (Jn 3, 22; 4, 2), que, con este acto simbólico, señalaba retrospectivamente hacia el Maestro que había emprendido antes ese camino. Pero cuando Jesús fue a las ciudades y las aldeas para predicar (Mc 1, 37ss) y fue experimentando cada vez más la resistencia de las multitudes, se hizo consciente de la distancia que le separaba de los ritos del agua. Encontramos testimonio de esto en el Pap Oxy V, 840, 30-34. Jesús entabla polémica con los ritos cultuales judíos del agua, que

577

son equiparados a las prácticas paganas. En cambio, «yo y mis discípulos fuimos inmersos en agua viva» (~e~á[l[le'fru EV ÜDuCH ~WaL). En solidaridad con sus discípulos, Jesús da testimonio de que se está experimentando la salvación que ya se acerca: en tiempo perfecto, de carácter profético, se proclama metafóricamente la realidad del Espíritu, que Jesús no reclama únicamente para sí. 4. En Lc 12, 50 Jesús utiliza la imagen del bautismo al que él tiene que someterse (~án:tLa[lU De EXW ~un:tLa'frfjvm). Siente temor cuando piensa en que se acerca el tiempo de la Pasión, al que se compara con una inundación de tribulaciones por las que hay que pasar. Si Jesús «quedó sumergido en ella con su alma» (t~V 'ljIvx~v E~un:tL~eto, Charito Eroticus [ed. R. Hercher] 11, 48), es algo a lo que no se puede responder claramente ni con un «sí» ni con un «no». Si se responde afirmativamente, entonces el bautismo de la muerte se interpreta como una total inmersión humana en el más absoluto olvido de Dios (Marcos). Si se responde negativamente, entonces se siente la fuerza de aquellas palabras de la cruz trasmitidas por Lucas: «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» (Lc 23, 46; cf., a propósito, 1. Wirsching, Lernziel Glauben, Gütersloh 1976, 90-103). En contraste con las palabras del PapOxy 840, 30ss (citadas anteriormente), la imagen del bautismo se refiere exclusivamente a Jesús: él recorre solo su camino, en la expectación del juicio (n:uQ) que trae salvación, ese juicio que él trae y al que se somete él mismo. No hay alusión al bautismo cristiano. Ahora bien, el bautismo de la muerte de Jesús tiene también significación para el sufrimiento que el discipulado entraña. En Mc 10, 38. (cf. Mt 20, 22.23 C Koiné pm) Jesús pregunta a los hijos de Zebedeo si podrán someterse al bautismo con que él ha de ser bautizado. Casi siempre se relaciona este logion de Jesús con el martirio de los discípulos. Pero la predicción de Jesús en el v. 29 puede entenderse también en relación con los sufrimientos que entraña el discipulado: eso de lo que

578 ellos no son capaces ahora, a pesar su atrevida expectativa (<<¡podemos!», v. 39a), serán capaces de hacerlo en la nueva era, cuando se derrame el Espíritu. Sufrirán juntamente con su Mesías, y experimentarán en todo ello algo de lo que es «el alma sumergida en tristeza» ('ljIvx~v Mn:U ~e~un:tL<J[lÉvr¡v, Libanio, Orationes, 64, 115) Y llegarán a ser de esta manera discípulos de Jesús. Los contextos en Mateo y en Lucas indican que se entendieron las intenciones del logion de Jesús: ambos evangelistas dirigen su mirada hacia el ministerio de testimonio que aguarda a los discípulos, que de momento no entienden nada (Lc 12,42.51-53: Mc 1O,43s). 5. Es improbable que la forma más breve del texto (n:oQev'frÉvter; [lu'frr¡teúaute n:áVtu tu E'frVr¡ EV téi> ÜVÓ[lUtL [lov, «id y haced discípulos de todas las naciones en mi nombre», citada varias veces por Eusebio, por ejemplo, en HistEccl I1I, 5, 2) sea la forma original en Mateo, porque Eusebio conocía también seguramente la forma más extensa del texto con la orden de bautizar. No podemos desligar de todo el contexto los versículos finales de Mateo. Aunque ningún otro evangelista presenta en sus partes auténticas una orden de bautizar dada por Jesús, este silencio no habla contra la autenticidad de la orden de bautizar que encontramos en Mateo. El que, según las cartas paulinas y según Hechos, el bautismo se efectuara «en el nombre de Jesús» es cosa que no contradice a la fórmula triádica del bautismo, tal como se refleja en la práctica posterior de la Iglesia. La diferencia entre ambas fórmulas obliga al investigador a preguntarse cuál fue el tenor original de la orden de bautizar que, como su germen, hay que suponer que se halla detrás de la fórmula triádica. La suposición de que el Resucitado no dio ninguna orden de bautizar es un prejuicio nada crítico, íntimamente relacionado con la particular interpretación que alguien dé de la resurrección de Jesús. El Resucitado no surgió en el interior de los discípulos como la imagen

579 evocada de un recuerdo, sino que «él llegó a ellos» (:rrQO<JEA:{)-WV, v. 18). Así como el Resucitado, al llegarse a los discípulos, efectuó un movimiento hacia ellos, así también esperaba de sus discípulos el movimiento de ponerse en camino: «¡Id!» (:rrOQEuttÉV'W;, v. 19). Se les llama para que emprendan un viaje, a fin de que, juntamente con la llamada al seguimiento, cumplan la orden de bautizar. El Resucitado se considera a sí mismo como el Rey con plenos poderes. Cree necesario hacer que se emplee el elemento del agua, que es un elemento ambiguo en sí mismo, como signo de la aceptación de una obligación por parte de los que llegan a ser discípulos en el servicio obediente de la fe. La fórmula triádica del bautismo, «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo», interpreta una orden seguramente original: «¡Bautizad en mi nombre!». La expresión d~ 'to ovo¡.,ta corresponde al hebreo le sem, que requiere ser comprendida en sentido causal y en sentido final (cf. W. Bietenhard, en ThWNT V, 274s). En la interpretación triádica de la fórmula cristológica del bautismo, los intérpretes ven al Resucitado en comunión con el Padre, que reconoció a su Hijo en el bautismo y que cuidará de los discípulos de él, les dará y los perdonará, los verá y los oirá; y le ven también en comunión con el Espíritu Santo, con el que Jesús quiere que sus discípulos estén equipados, y que hablará como testigo por boca de los discípulos (Mt 10,20). 6. Según Hech 1,5 el lector espera el cese del bautismo de Juan, al que Lucas consideró como la terminación de la época veterotestamentaria de la historia de la salvación y como el comienzo del ministerio de Jesús (Hech 1, 22; 10, 37; 13, 24), Y espera también su relevo por el bautismo del Espíritu, es decir, por el don escatológico de los últimos tiempos. Y, por eso, se siente uno tanto más sorprendido, cuando escucha la exhortación de Pedro, dirigida a los que se sentían compungidos por el dolor del arrepentimiento (Hech 2, 37), Y ve que a los que habían dado ya el paso hacia el

580 arrepentimiento, se les exhorta a que cada uno de ellos se haga bautizar, con la mirada puesta en Jesús que había dado ese encargo, para que reciban así el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo, y sean incorporados a la comunidad cristiana. El bautismo se convierte de esta manera en el signo del movimiento de conversión que se pone en marcha, ese movimiento por el cual el Señor hace que los individuos se incomporen a la comunidad, y hace que progrese la historia de la fe que ya había comenzado (Hech 2, 38s.41). «Hombres y mujeres» se hicieron bautizar como una respuesta, llena de fe y confianza, a la proclamación del reino de Dios y a la predicación de Cristo, efectuada por el evangelista Felipe en Samaría (Hech 8, 12). Cuando también Simón el Mago se hace bautizar, «al ver las señales y los grandes actos de poder» (8, 13), entonces queda claro que el acto del bautismo como tal no es capaz de proteger contra el error religioso. Por otra parte, no se puede decir que los candidatos samaritanos al bautismo, que habían comenzado con fe y confesaban su fe, estuvieran desprovistos de todo don del Espíritu Santo (8, 6 ó¡.,tottu¡.,taMv, cf. 2,46; 8, 8). Pero habían recibido «únicamente» el bautismo «en el nombre del Señor Jesús» (8, 16) Y no había descendido aún sobre ninguno de ellos el Espíritu Santo, en el sentido de que, aparte del comienzo entusiástico de su fe, seguían estando ciegos para conocer la unidad del Espíritu que congregaba a samaritanos y judíos. A diferencia de la escena de Samaría, en la historia del bautismo que se desarrolla entre Felipe y el eunuco africano, no se habla de la formación de una comunidad cristiana. El texto original (excluido Hech 8, 37) no hace referencia a la fe y no contiene ninguna confesión explícita de fe. Sin embargo, la pregunta del eunuco (<<¡Mira, aquí hay agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?», v. 36) muestra la fe del candidato al bautismo. A continuación, Felipe realiza en él el acto del bautismo (v. 38). En la historia de Comelio, y a diferencia de la escena de Samaría, el bautismo viene des-

581 pués del derramamiento del Espíritu Santo (10, 44.48). Si Dios hace que su Espíritu caiga sobre los que escuchan y creen, y hace que de esta manera tenga lugar el bautismo del Espíritu (11, 16), entonces sería desobediencia rehusar el bautismo y tratar así de poner impedimentos a Dios (10, 47), obstaculizando el camino para que personas que han experimentado al Espíritu den la respuesta histórica concreta de la fe aceptando el bautismo. Cuando en Filipos no sólo Lidia y el carcelero, sino también «los de su casa» (16, 15), «todos los de su familia» (del carcelero, 16, 33), se hicieron bautizar, entonces habrá que suponer que «aquellos que habían escuchado la palabra de Dios» (16, 32) Y ningún otro fueron los que se sometieron al bautismo. La conexión entre el oír, el creer y el bautismo se acentúa también en el acontecimiento bautismal que tiene lugar en Corinto (18, 8). Con estos antecedentes se comprende también el pasaje post-lucano del final de Marcos, en el cual se habla de la conexión entre la fe y el bautismo, pero se da prioridad a la fe antes del bautismo (Mc 16, 16; cf. Bieder, 207210). Apolo, el antiguo discípulo de Juan que «conocía únicamente el bautismo de Juan», hablaba tan «fervientemente en el Espíritu (Santo)>> (18,25), que necesitó, sí, recibir más instrucción de Priscila y Aquila, pero no el bautismo cristiano de agua. Ahora bien, los doce discípulos de Juan en Efeso, que «habían sido bautizados en el bautismo de Juan» (19, 3s), necesitaron recibir el bautismo cristiano (19, 5), porque no sabían nada preciso acerca del Espíritu Santo ni acerca de Jesús, sino tan sólo que él era el que había de venir. Pablo se hizo bautizar en Damasco (9, 18). Este bautismo se entendió como la aceptación de la purificación de los pecados bajo la invocación del nombre de Jesús (22, 16). 7. Las preguntas que Pablo dirige a la comunidad de Roma en Rom 6, 1s, hace que los miembros de la Iglesia recuerden que ellos (cf. Rom 5, 12-21) experimentaron un cambio de dominio. La afirmación referente al bautis-

582 mo en 6, 3s contiene tres elementos: 1) el bautismo une con la muerte de Cristo a los que son bautizados, hasta tal punto que la muerte de Cristo es contemplada como la muerte del que es bautizado; 2) el bautismo hace que el que es bautizado sea partícipe de la sepultura de Cristo (<<sabemos que por el bautismo hemos sido sepultados con Él en la muerte»); 3) el bautismo hace que el que es bautizado consume el cambio decisivo a la nueva vida que él había iniciado con la fe, para que desde ahora pueda caminar «en novedad de vida» (6,4) Y pueda presentarse como «nueva criatura» (2 Cor 5, 17). Según Gál 3, 27, aquellos que fueron «bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo». De esta manera Cristo se presenta a sí mismo en el bautismo, con ocasión de la proclamación del perdón de los pecados, como la vestidura protectora que los candidatos al bautismo reciben cuando se han dado cuenta de su vergüenza. Col 2, 12 enlaza con Rom 6, 4, pero enuncia más claramente todavía que los bautizados son resucitados con Cristo en el bautismo (EV


583 vación les fue concedida por Dios, cuando fueron bautizados por orden de Moisés (<
584 ten a encaminar de tal manera la voluntad hacia Dios y hacia la comunidad, que, en oración a Dios y en confesión de fe ante los hombres, comiencen a vivir como la militia Christi (4, 1) Y como testigos frente a un ambiente hostil. De esta manera demuestran que ellos, como los ocho que fueron redimidos en la generación de Noé (avtí:t'U:rtov no significa aquí «imagen contraria» sino «imagen correspondiente»), tienen que proclamar «ahora» la redención con su palabra y con su vida (2, 912) antes del fin inminente. 9. pa:rt'tw¡.tó~, lavamiento, inmersión (Mc 7, 4.8; en Mc 7, 4 pa:rt'tLOOlV'taL aparece en lugar de Qav'tLowv'taL en Koiné D E rel="nofollow"> pI, dando a pa:rt'tL~w el significado de pá:rt'tw; lo mismo sucede en Lc 11,38) se emplea en Heb 9, 10 para referirse a los lavamientos o abluciones rituales que se efectuaban en el judaísmo, mientras que la expresión pa:rt'tLo¡.twv ~h()axfí~ (Heb 6, 2) se refiere a la instrucción en la que a los candidatos al bautismo se les enseñaba la diferencia entre el bautismo cristiano y las abluciones rituales que se practicaban en el judaísmo y en el paganismo. En su «fe en Dios» (6, 1), ellos han recibido el bautismo con miras a los ministerios que se esperan y se exigen individualmente de ellos mediante la distribución del Espíritu Santo en la «imposición de las manos» (cf. 2, 4). Como resultado de ello, los cristianos cuya fe está amenazada por la apostasía, pueden aprender de nuevo a tomar en serio su bautismo con el claro conocimiento del sentido de su «lavamiento» cristiano (6, 1-6). En Jn 13, 26, a diferencia de Mc 14, 20 y Mt 26,33, Jesús designa al traidor con las palabras: «Es aquel a quien daré el bocado que voy a mojar». «El manto empapado en sangre» (Ap 19, 13, sobre las diversas variantes textuales cf. J. Massyngberde Ford, Revelation [ABJ, 320s) se comprende sobre el trasfondo de Is 63, 1-6. El autor trató de interpretar la «guerra de exterminio contra las naciones» con ayuda de imágenes más claras y aplicando la idea del sumo sacerdocio a la sangre de Cristo y de los mártires (H. Kraft, Offenbarung [HNT], 249). En Lc 16, 24 el hombre rico, en

586

585 medio de sus tormentos, pide a Abrahán que envíe a Lázaro «para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua». W. Bieder ~á3ttt(JJta, a'to~,

'tó baptisma bautismo

--+ pa:rt'tL~w.

~a3ttt(JJtó~, --+ pa:rt'tL~w

~a3ttt(J'tÍJ~,

olí, Ó baptismos lavamiento 1.9.

a otros. Vivía vida ascética, ayunaba, «no comía alimento (corriente) ni bebía vino» (Lc 7, 33). Vestía un manto y una prenda interior tejida de pelos de camello, sujeta a la cintura con un ceñidor de cuero (J. Jeremias: ThWNT 11, 938s), pareciéndose así al profeta Elías. El probablemente no se consideraba a sí mismo el Elías que había de venir, sino que, como «profeta del Altísimo» (Lc 1, 46), no pretendía ser otra cosa que la anónima «voz que clama en el desierto» y que preparaba el camino para Jesús, que había de venir a bautizar en fuego.

olí, Ó baptistes Bautista*

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1. pa:rt'tLO't'IÍ~ es un término formado especialmente y aplicado de manera exclusiva a Juan (--+ 'Iwávvl']~), el precursor de Jesús. El término sugiere la extraordinaria sensación que debió de causar la aparición en público de este hombre. Con esta designación judeogriega se indica cuál fue la actividad particular de Juan: como Bautista, él no es simple testigo del bautismo, que está alIado y observa cómo otros se sumergen en el agua; ni es tampoco un «predicador de virtudes» (como piensa Josefo; cf. Menoud). Sino que es el proclamador, lleno de autoridad, del juicio y del arrepentimiento (Mt 3, 1), que sumerge a otros en el bautismo y les da instrucciones sobre cómo deben comportarse (Lc 3,10-14). El Bautista no se bautizó a sí mismo, sino que -en contra de toda la tradición judía- bautizó

2. Juan sobrepasaba a todos «los nacidos de mujer» (Mt 11, 11 par. Lc 7, 28 v.l.), porque con él terminaba el período de la ley y los profetas (Lc 16, 16). Por ser el mensajero que preparaba el camino del Mesías (Mt 11, 10), experimentó -juntamente con aquel a quien él anuncÍaba- la hostilidad de los enemigos del reino de Dios (Mt 11, 12; cf. G. Schrenk: ThWNT 1, 608ss). A pesar de todo, el menor en el reino de los cielos es mayor que él (Mt 11, 11), porque el Bautista se halla todavía fuera de la realización escatológica. Juan entró en conflicto con Herodes Antipas, cuya mujer Herodías logró que el tetrarca decapitara al Bautista (Mc 6, 24 vl.25 par. Mt 14, 8). Juan tenía discípulos (Mt 11, 2 par. Lc 7, 18), a quienes envió desde la prisión para que preguntaran a Jesús, invocando la autoridad del maestro que los había enviado, acerca de «aquel que había de venir» (Lc 7, 20). Más tarde, esos discípulos darían sepultura a su maestro, que había sido decapitado (Mc 6, 29 par. Mt 14, 12). Cuando algunos dijeron que Jesús (Mc 8, 28; Lc 9, 19) o el Hijo del hombre (Mt 16, 14) era Juan el Bautista (Mc 8, 28 v.l. PU:rt'tL~ov'ta), parece en ese caso que las expectaciones escatológicas habían sido trasferidas al Bautista. Cuando Herodes (según Mt 14, 2) creyó reconocer en la actividad de Jesús al Bautista que había resucitado de entre los muertos, esta noticia nos permite ver la impresión que causaba el Bautista, incluso después de su muerte. Siguió siendo respetado y apreciado como el Bautista hasta por los discípulos de Jesús (Mt 17,13). Mientras que

588

587 el pueblo creía que Jesús era Elías que había vuelto (Mt 16, 14), Jesús reconoció en el Bautista a Elías que había regresado (Mt 17, 12). Con la aceptación de esta tradición acerca de Jesús, la comunidad primitiva confesaba su fe en la mesianidad de Jesús. W. Bieder ~á:7t'tro bapti5 sumergir --+ ~ajC'd~(() 1.9. BaQa~~ti;,

ti Barabbas Barrabás

Bibl.: A. Bajsic, Pilatus, Jesus und Barabbas: Bib 48 (1967) 7-28; BilIerbeck 1, 1031; J. Blinzler, Der Prozej3 Jesu, Regensburg 41969, 301-320; S. L. Davies, Wo is called Bar Abbas?: NTS 27 (1980-1981) 260-262; D. Dormeyer, Die Pass ion Jesu als Verhaltensmodell, Münster i. W. 1974, 179-186; R. Dunkerley, Was Barabbas also Called Jesus?: ET 74 (19621963) 126s; Haag, Diccionario, 205s; R. C. Nevius, A Reply: ET (1962-1963) 255; H. FrankemoIle, Jahwebund und Kirche Christi, Münster i W. 1974,202204; M. Hengel, Die Zeloten, Leiden 1961, 347s; H. Z. Maccoby, Jesus and Barabbas: NTS 16 (19691970) 55-60; M. Herranz Marco, Un problema de crítica histórica en el relato de la pasión: la liberación de Barrabás: EstE 30 (1971) 137-160; R. Pesch, Das Markusevangelium 11, Freiburg i. Br. 1977,459468; W. Schenk, Der Passionsbericht nach Markus, Berlin 1974, 246-249; L. Schenke, Der gekreuzigte Christus, Stuttgart 1974, 42-51; G. Schneider, Die Pass ion Jesu nach den drei iilteren Evangelien, München 1973, 94-104; W. Trilling, Das wahre Israel, München '1964, 66-75; R. Walker, Die Heilsgeschichte im ersten Evangelien, Gottingen 1967, 4648; S. Wibbing, en BHH 1, 196s.

1. Barrabás (en arameo, bar 'abba' = hijo del padre/maestro) era un patronímico bastante común (Billerbeck). Según Mc 15,7.11.15, un tal Barrabás (de quien no sabemos nada por fuentes ajenas al NT) fue encarcelado por los romanos, tal vez a pesar de ser inocente, juntamente «con sediciosos que habían cometido un asesinato en la insurrección» (el artículo presupone que el suceso era conocido) y era candidato del pueblo para beneficiarse de la amnistía (así parece indicarlo el ó AEyÓ[lEVO~ que precede). Pilato, en una última jugada, que resultó inútil, quiso aprovecharse de aquella ocasión para quitarse de encima el asunto de Jesús. Se discute si el episodio es originalmente parte integrante de la tradición

pre-marquina acerca de la Pasión (Dormeyer, Pesch) o si Marcos sincronizó con la Pasión un relato de contraste, originalmente independiente y que no tenía nada que ver con los acontecimientos que condujeron a la muerte de Jesús, sino que se refería a un incidente que habría tenido lugar más tarde (tal vez en los vv. 6-8.11.15a; así piensan Schenk, Schneider, Schenke). 2. Mateo fue el que más reelaboró el texto de Marcos, haciendo de él un verdadero episodio en la historia que condujo a la condena de Jesús. En él el pueblo judío es responsable de la decisión fundamental. Esta versión es un texto clave para la formación de un antijudaísmo cristiano. También Lucas, que abrevia notablemente la escena y sugiere la idea de un intercambio de prisioneros, hace que los judíos actúen en general de tal manera, que ellos aparecen finalmente como los autores responsables de la crucifixión (cf. Hech 3, 13-15), sin que Pilato pudiera adoptar ninguna decisión. Un tenor parecido tiene el breve relato de Jn 18, 39s. Barrabás no llega a ser asesino y delincuente sino en Lucas y en Juan: un punto de vista que no puede atribuirse a Marcos. Se discute si el adjetivo frd(J'Y][lo~, «famoso», añadido al nombre de Barrabás en Mt 27, 16, tiene o no sentido peyorativo (se decide por la afirmativa Walker, y por la negativa, Trilling). En el mismo versículo, Mateo (según los testimonios del texto de Cesarea) añade al patronímico Barrabás el nombre de «Jesús» (--+ '1'Y](Joij~ 3.b), que desde luego resultaba harto familiar para los lectores. La mayoría de los copistas consideran esta variante textual como escandalosa y la suprimen (Orígenes, In Matth., sub loco: «¡Un pecador no puede llamarse Jesús!»; cf. GNTCom, 67s). W. Schenk

BaQáx Barak Barac* Nombre indeclinable de un héroe de Israel después de los tiempos de la conquista (Jue 4, 6ss), quien, como Gedeón, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, actuó movido «por la fe»: Heb 11,32. LThK 1,1235; BHH 1,197; Haag, Diccionario, 204.

590

589

BaQaxí.a;, O\l Barachias Baraquías* Mt 23,35 (par. Lc 11,51 D sy', etc.), en una adición redaccional a los ayes que Jesús pronuncia contra los escribas y fariseos por la persecución y muerte que habían dado a los justos y los profetas, menciona a Baraquías como padre de un tal Zacarías, que fue muerto en el templo, y a quien se menciona como el último en la lista de homicidios que comenzó con el asesinato de Abel. Mateo se refirió quizás al profeta Zacarías, quien según Zac 1, 1.7 era hijo de Baraquías. Un mártir llamado Zacarías, hijo del sumo sacerdote Yoyadá, fue muerto en el templo según 2 Crón 24,20.21, de forma parecida a como se refiere en Mt 23,35; lo menciona el EvNaz 17. Probablemente Mateo, lo mismo que la tradición judía (Bíllerbeck 1, 940-943), identificó al Zacarías de 2 Crón (mencionado en su Biblia como el último testigo de sangre [Billerbeck IV, 422] junto a Abel, ¿el primero?) con el profeta Zacarías y por este motivo indicó que el nombre de su padre era Baraquías. Es posible que aquí se haga referencia a Zacarías, hijo de Barisceo/Baruc, que fue asesinado en el templo por los zelotas (Steck). Bauer, Worterbuch, s.v.; S. A. Blank: HUCA 12 (19371938) 327-346; BHH 1,217; I1I, 1636s; O. H. Steck, Israel und das gewaltsame Geschick der Propheten (WMANT 23), NeukirchenVluyn 1967, 33-40; en el índice analítico, s. v. Sacharja ben Bariscaeus / ben Jojada. H. Balz

~áQ~aQo;, 2 barbaros dícese de quien habla una lengua que no se entiende (que no es la lengua griega) y de quien es extranjero e inculto; sustantivo: no griego, bárbaro* 1. Aparición del término en el NT - 2. Significado entre los griegos y los judíos - 3. Significado en el NT.

Bib!.: Bauer, W6rterbuch, s. v. (bibl.); N. A. Dahl, en BHH 1, 197s; H. Dorrie, Die Wertung der Barbaren im Urteil der Griechen. Knechtsnaturen? Oder Bewahrer und Künder heilbringenden Weisheit?, en F. S. H. E. Stier, Münster i. W. 1972, 146-175; Th. Hermann, Barbar und Skythe. Ein Erkldrungsversuch zu Kol 3, 11: ThBI 9 (1930) 106s; L. Huber, en LAW, 433-435

(bibliografía); J. Jüthner, en RAC r, 1173-1176; Id., Hellenen und Barbaren (Erbe der Alten Welt 9), Leipzig 1923; O. MicheJ, LX'Ín(hl~, en ThWNT VII, 448451; E. Pax, en LThK 1, 1235; W. Speyer-1. Opelt: JAC 10 (1967) 251-290; H. Windisch, ~áQ~aQo~, en ThWNT 1, 544-551. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1008.

1. ~áQ~aQo~ aparece 6 veces en el NT; de ellas, 2 veces en Hech (28, 2.4 como sustantivo), 3 veces en Pablo (Rom 1, 14 como sustantivo; 1 Cor 14, 11 [bis] como adjetivo o como sustantivo) y 1 vez en Col 3, 11. 2. La onomatopeya de la palabra (duplicación de la sílaba inicial) conduce al sentido básico de que bárbaro es «quien habla tartamudeando y pronuncia sonidos ininteligibles». De ahí el término pasó a designar a todo el que no habla griego y es considerado, por tanto, entre los griegos como un extranjero (cf. especialmente Estrabón XIV, 2, 28; Herodoto n, 158, refiriéndose a los egipcios; también el Sal 113, 1, LXX refiriéndose a los egipcios, que, desde el punto de vista de Israel, hablaban una lengua extraña). La expresión paulina "En1]vE~ xai. ~áQ~aQoL (Rom 1, 14) es muy corriente (cf., por ejemplo, Platón Theaet, 175a) y significa, desde una perspectiva griega, el conjunto de todos los pueblos. Eventualmente se acentúa entre los griegos la igualdad natural de todos los hombres (especialmente Antifón, Fragm. 44, 2, IOss). Después de las guerras médicas, ~áQ~aQo~ se fue refiriéndo no tanto a la nacionalidad sino más bien a la formación y la cultura. El cosmopolitismo fue imponiéndose sólo con grandes dificultades. Los romanos lograron ocupar un puesto entre los "EA.A.1]VE~, pero sólo a costa de una creciente he1enización. En 2 Mac 2, 21, los judíos consideran ~áQ~aQOL a los «extranjeros» sirios. Según Arist, 122, desde el punto de vista del judaísmo helenístico, se habla de 1:0 ... ~áQ~aQov para referirse a todo lo que es extranjero e inculto (cf. más detalles en Windisch, 547-549). 3. Hech 28, 2.4 emplea el término ~áQ­ entendido en sentido nacional y político, para referirse a los habitantes de Malta (la mayoría de lengua púnica) que demostraron «extraordinaria amabilidad» hacia los que iban en la nave que había encallado junto a sus costas. Seguramente, la alusión está formulada por el autor desde el punto de vista del cosmopolitismo de los primeros cristianos, y ~aQoL,

591 pretende decir: los bárbaros no se diferencian de los griegos sino por el lenguaje. 3. Según Rom 1, 14, la misión apostólica de Pablo está dirigida a todos los pueblos, "EAA'Y]aLv 'tE xal. ~aQ~áQoL~, idea que se recoge a continuación inmediata hablándose de aocpoL~ xal. &.VOlÍ'tOL~. Por tanto, ~áQ~aQOL significa aquí -en buen griego- los que no son de origen griego ni poseen la cultura griega. A los romanos, destinatarios de la carta, se los incluye seguramente entre los "EAA'Y]VE~. En concreto, lo de ~áQ~aQOL se referirá entonces a los españoles, a quienes Pablo se propone visitar en su proyectado viaje misionero. En conexión con su misión universal de evangelizar a los gentiles (los l!{)-v'Y]), Pablo acentúa -con sorprendente prudencia- su derecho a predicar también el evangelio en Roma (v. 15). Ahora bien, en 1, 16, con la fórmula 'IoubaLq> ... xal. "EAA'Y]VL, Pablo nos hace ver que para él, que es un buen judío, no tiene importancia ninguna la distinción tradicional entre griegos y no griegos. Así que lo de "EAA'Y]V se refiere aquí en sentido amplio a todo el que no es judío. En relación con el bautismo, Col 3, 11 enumera en una serie formularia cuatro pares de términos, a saber, "EAA'Y]V xal. 'IoubaLo~, luego JtEQL'tO[.L~ xal. &.xQo~ua'tLa, en tercer lugar se mencionan (yuxtapuestos) ~áQ~aQo~, LXÚ{)-'Y]~ y, finalmente, boiíAO~, EAEÚ{)-EQO~. Las antiguas diferencias y tensiones han quedado suprimidas entre aquellos que han llegado a ser nuevas criaturas, a imagen de su Creador (vv. 8-10). Los dos primeros grupos se refieren a la oposición entre judeocristianos y paganocristianos. En los grupos siguientes (en contra de la opinión de Windisch, 550) se mencionan barreras nacionales y, finalmente, sociales. Estas barreras han perdido todo su sentido para la Iglesia. ~áQ~aQo~ se refiere entonces, como de ordinario, a las personas que no son de origen griego, mientras que LXÚ{)-'Y]~ alude a un pueblo especialmente extraño (cf. Josefo, Ap 11, 269). Otros pretenden entender también antitéticamente el tercer par de la serie, entendiendo por ~áQ~aQoL a los

592 habitantes de la costa africana de Somalia y de parte de Etiopía, y por LXÚ{)-'Y]~ a un pueblo del norte (Hermann, 106s; cf. Jüthner, Hellenen, 54ss, 143s: cf. también Michel, 450, con la nota 11). ~áQ~aQo~ aparece con su sentido original en 1 Cor 14, 11 (dos veces) para designar a quien habla una lengua extraña e incomprensible, y también -desde el punto de vista del hablante- a quien no la comprende. H. Balz

paQÉro bareo abrumar, oprimir, cargar* En el NT el verbo se emplea sólo en sentido figurado y en voz pasiva: Mt 26, 43 (par. Mc 14, 40 C Koiné e, etc.) en el relato de Getsemaní, donde se dice que los párpados estaban cargados; en Lc 9, 32, en el relato de la trasfiguración, el verbo se usa juntamente con iíJtvq> para decir que los discípulos estaban «profundamente dormidos»; en Lc 21, 34, el verbo se emplea en la amonestación a no dejar que los corazones se emboten por la disipación, la embriaguez, etc.; Lucas aquí se hace eco, seguramente, de aquella manera de hablar tan conocida: «cargado de vino», y la aplica al peligro de embotarse y cargarse con los placeres y las preocupaciones de este mundo (pero ~aQÉúl se entiende de otra manera, por ejemplo, en Ex 7, 14 LXX). El verbo ~aQÉúl lo utiliza Pablo no para valorar sino para enunciar unos hechos: en 2 Cor 1, 8 habla de la aflicción que experimentó en Asia, donde se sintió abrumado sobremanera y más allá de sus fuerzas (ÚJtEQ búva[.LLv), de forma que su vida corrió peligro; en 2 Cor 5, 4 habla de los gemidos de quienes se sienten abrumados (~aQoÚ[.LEVOL en sentido absoluto), porque quieren librarse de su cuerpo terreno, pero al mismo tiempo quieren revestirse del cuerpo celestial (vv. 2s), es decir, se refiere a quienes, bajo el peso de la existencia actual, aguardan la parusía. El término se usa en sentido general en 1 Tim 5, 16: a la comunidad no hay que imponerle la carga de cuidar de las viudas que tienen parientas creyentes (¿ viu-

593

~aºE(J)

- Baºva~a<;

das?) que son capaces de atenderlas. ThWNT 1,556; DTNT 1, 224s; BlaB-Debrunner § 101, nota 12. H. Balz

paQÉro; bareos (adv.) pesadamente, con dificultad* Mt 13, 15; Hech 28, 27 (ambos lugares son citas de Is 6, 10 LXX): 'tOL~ wal.v ~aQÉ(J)~ fíxouaav, «apenas oían con sus oídos», es decir, «no querían oír». BaQ-3oAOJlaio;, O\) Bartholomaios Bartolomé* Del aramaeo bar talmay (cf. 2 Sm 3,3). Es el nombre de un discípulo/apóstol del círculo de los doce. Bartolomé aparece únicamente en las listas sinópticas de los doce (Mc 3, 18 par. Mt 10, 3 / Lc 6, 14) Y en la lista de los apóstoles en Hechos (1, 13). En los Sinópticos se le menciona en sexto lugar, después de Tomás y Mateo; en Hechos, en séptimo lugar, después de Tomás y antes de Mateo. Por su posición junto a Felipe, se le ha identificado a menudo -desde el siglo IX- con Natanael (Jn 1, 45). Según Eusebio, HistEccl, Bartolomé llevó a la India el evangelio hebreo de Mateo. U. Holzmeister, Nathanael fuitne idem ac S. Bartholomaeus Apostolus?: Bib 21 (1940) 2839: RGG 1, 898s; BHH 1,201; Haag, Diccionario,206. BaQI1)CJoií Bariesou Barjesús* Nombre de un mago judío (en arameo, bar yesua ') a quien Bemabé y Saulo (según Hech 13, 6) encontraron en Pafos (Chipre), en el entorno del procónsul Sergio Paulo (v. 7), y que, según el v. 8, se llamaba también ---+ 'EAú[.La~. BaQL'Y]aoií es la lectura de p" Sin 181 242 Vg y otros; la forma helenizada -oií~ aparece en B C E 33 Y otros; el acusativo -oiív, en A D2 H L Y otros; -ouav, en D*; -uam, en d; -ou[.La, en syrP ; para más detalles, cf. GNTCom sub loco. BHH 1, 196; Haag, Diccionario, 208. ---+ 'l'Y]aoií~ 3.e.

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BaQlrovd Bariona Barjonás* Nombre de un mago judío (en arameo, bar yana; cf. Jon 1, 1): Mt 16,17. Ahora bien, según Jn 1,42; EvHeb 9, Simón es hijo de Juan; cf., no obstante, TRE I1I, 603s. Bauer, W6rterbuch, s. v. (bibliografía); B. Alger: Scripture 12 (1960) 82-92. BaQvapd;, d Barnabas Bemabé* Bibl.: P. Benoit, La deuxieme visite de S. Paul a Jerusalem: Bib 40 (1959) 778-792; H. Conzelmann, Geschichte des Urchristentums, Gottingen '1971, 52, 140s; H. Evans, Barnabas the Bridge-Builder: ET 89 (1977-1978) 248-250; B. Gartner, Paulus und Barnabas in Lystra. Zu Apg 14, 8-15: SvEA 27 (1962)8393; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), Gottingen 71977 (cf. índice, en el vocablo Barnabas); W. Radl, Das «Apostelkonzil» und seine Nachgeschichte, dargestellt am Weg des Barnabas: ThQ 162 (1982) 4561; C. H. Talbert, Again: Paul's Visits to Jerusalem: NovT 9 (1967) 26-40.

1. En el NT, el nombre de Bemabé aparece en 1 Cor 9,6; Gál 2, 1.9.13 Y Col 4, 10, y lo encontramos también también 23 veces en Hechos. Bemabé es el sobrenombre del levita judío José, de Chipre (Hech 4, 36). Su interpretación como «hijo de la consolación» (Hech 4, 36) es problemática (cf. Haenchen, 228). Ni las cartas ni Hechos indican el verdadero significado de este nombre. Como judío de la diáspora que se había asentado en Jerusalén, Bemabé aparece como un cristiano que, aunque no pertenece al círculo de los dirigentes helenistas de esta ciudad, sin embargo establece el contacto con la nueva comunidad de Antioquía, después de la persecución de los helenistas. Desde ese punto se convierte, juntamente con Pablo, en uno de los más importantes misioneros que evangelizan a los gentiles (cf. Hech 11,22-26; 13, 1-14,28; 1 Cor 9, 6). Como «enlace entre los dos grandes centros» (Conzelmann, 52), Bernabé trae a Jerusalén el fruto de una colecta (11, 30), tal vez sin Pablo (cf. Benoit; Haenchen, 77,364; piensa de otra manera Talbert). En el concilio apostólico, las «columnas» llegan a un acuerdo con Pablo y Bemabé (Gál 2, 1.9) como «representantes de la comunidad antioquena» (Haenchen, 449). En la disputa sobre la comunión de mesa con los pagano-

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596

cristianos (GáI2, 11-21), Bernabé Uuntamente con Pedro) se opone probablemente a Pablo, como permite sospechar el ulterior silencio de Gálatas. 2. Según Hechos, Bernabé sirve de mediador entre los apóstoles y Pablo. Contrariamente a lo que se dice en Gál 1, 18s, Pablo es presentado a los apóstoles por Bernabé, poco después de la conversión de aquél (9, 27). Bernabé llega a Antioquía (11, 22) «como inspector oficial» en nombre de los cristianos de Jerusalén (Conzelmann, 66). Trasmite también a Pablo la preocupación por mantener los lazos con la comunidad madre. En el envío de la colecta a Jerusalén (11, 30; 12, 25), en la misión en Chipre y en Asia Menor (13, 1.2. 7.43.46.50; 14, 12.14.20) Y en relación con el concilio apostólico (15, 2 bis.12.22.25 y finalmente en el v. 35), se menciona siempre juntos a Bernabé y a Pablo, un total de 17 veces, unidos casi siempre los nombres con la conjunción x.aL Claro que después de 13, 7 -en 13, 9 «Saulo» se convierte en «Pablo»Pablo es mencionado siempre en primer lugar (exceptuando 15, 12.25). Pablo aparece ahora como el principal responsable y portavoz. Bernabé queda relegado a segundo plano y a veces se convierte casi en «figura decorativa» (H. Conzelmann, Apostelgeschichte [HNT] a propósito de 14, 12). Lucas convirtió el conflicto acerca de cuestiones de principio (Gál 2, 13), que puso fin a la colaboración entre Pablo y Bernabé (que se había desarrollado con éxito), en un conflicto personal (Hech 15, 36.37.39), a saber, en un conflicto ocasionado por Juan Marcos, quien -según Col 4, 10- era primo de Bernabé. Después del concilio apostólico, Bernabé desaparece por completo de la escena. Ya ha desempeñado en lo esencial su oficio de mediador. A este respecto, Hechos no es sólo un libro acerca de Pedro y Pablo, sino también acerca de Bernabé. W. Radl ~áQo;,

ov;, 'tó baros carga, peso, (pleni-

tud) * En el NT este término se emplea 6 veces y siempre (como es frecuente en la literatura

griega) en sentido figurado. En Mt 20, 12 se habla de to ~áQo~ tfj~ ~!tÉQa~ para referirse al peso del trabajo que ha durado todo el día; en Hech 15, 28 se habla de la carga de los preceptos legales (cf. 15, 10 EJn{tELvm ~u­ yóv, cf. también 1 Mac 8, 31 y, por ejemplo, Abot 3, 5 y passim, refiriéndose al «yugo de la ley»), unos preceptos que se limitan al mínimo necesario; cf. Ap 2, 24. En Gál 6, 2 Pablo exhorta a que los unos lleven las cargas de los otros (cf. Diogn 10, 6). Según el v. 1 se trata principalmente de la ayuda que hay que prestar a los hermanos que han caído, acción por la cual los :rtvEu!tatLx.oL demostrarán sus verdaderos dones espirituales. Dentro de una perspectiva más amplia, la expresión tU ~áQ'l'] se refiere globalmente a las amenazas que pesan sobre la existencia cristiana, una circunstancia en la que el «pneumático» debe llevar su propia carga (v. 5). Contrasta con esto el sentido «profano» de ~á­ QO~ en 1 Tes 2, 7 (ev ~áQEL eLvm), donde se entiende como peso, prestigio: el peso de una autoridad que Pablo, como apóstol de Cristo, habría podido reclamar para sí. En 2 Cor 4, 17 Pablo establece un contraste entre sus sufrimientos actuales, que son cosa ligera en comparación con el alwvLOv ~áQo~ 6ó~'l']~ que es fruto de los sufrimientos. ~á­ QO~ es aquí la imagen del peso de una cosa; alwvLO~ contrasta con :rtaQautLx.a. Los sufrimientos actuales, que tienen un peso ligero, producen un gran peso de gloria eterna o una plenitud de gloria eterna (cf. Rom 8, 18). ThWNT 1,551-554; BHH 11,1050; J. G. Strelan: JBL 94 (1975) 266-276; DTNT 1, 224s. H.Balz BaQ(Ja~~ci;,

ci Barsabbas Barsabás* Del arameo bar sa' ba' (<
597

Baºaa~~a~ - ~aaav¡¡;(ú

Bernabé y Silas acompañó a Pablo, cuando se encargaron de llevar el decreto del concilio apostólico de Jerusalén a Antioquía (Hech 15, 22: cf. v. 27; según el v. 22, Barsabás ocupaba un puesto dirigente en Jerusalén; según el v. 32 era :rtQoCPtít'l']~, lo mismo que Silas). BHH 1, 200; 11, 903; Haag, Diccionario, 206.

BaQ'tl,.aio;, ov Bartimaios Bartimeo* Probablemente del arameo bar (imay. Es el patronímico de un mendigo ciego que estaba a la orilla del camino, y a quien Jesús curó cuando se marchaba de Jericó (Mc 10, 46). Marcos presenta primeramente al ciego Bartimeo traduciendo al griego su patronímico por 6 ULO~ TL!taLou. Desde Wellhausen (Das Evangelium Marci, Berlin '1909, 85) se sospecha que el arameo (imay o -tL!taLo~ es una abreviación de «Timoteo»; cf. Bauer, Worterbuch, s.v. (bibliografía); BHH 1,201; sobre paralelos judíos cf. Billerbeck 11, 25. ~aQ"vro baryniJ cargar un peso Lc 21, 34; Hech 3, 14; 28, 27; 2 Cor 5, 4, siempre como v.l. ~aQ";' 3 barys pesado, importante, difícil, cruel * El término se encuentra 6 veces en el NT, apareciendo en sentido propio en Mt 23, 4 para referirse a cargas pesadas; en sentido figurado dícese de las partes de mayor peso, más importantes, de la ley (Mt 23,23); de «graves acusaciones» (Hech 25, 7); de las cartas de Pablo, que son de peso, importantes Uunto a laxuQaL), por contraste con la apariencia personal de Pablo (2 Cor 10, 10); de los mandamientos de Dios, que no son difíciles de cumplir (1 Jn 5, 3); en la imagen de los lobos malos, crueles, que destruyen a la comunidad (Hech 20,29). ThWNT 1,554-556; DTNT 1, 224s.

~aQ"n,.o;, 2 barytimos muy caro, muy precioso* En Mt 26, 7 dícese del óleo para ungir (v.l. :rtOA:útL!tO~; cf. Jn 12,3); de manera parecida, se habla coloquialmente de lo que cuesta mu-

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cho o es muy precioso, diciendo que «cuesta un montón». ~a(Javí.~ro basaniziJ torturar, atormentar* ~aaavLa!tó~, oi},

6 basanismos el acto de torturar, de ser torturado* ~aaavLOttí~, oi}, ó basanistes verdugo, torturador* ~áoavo~, OU, ~ basanos tormento, tortura* Bibl.: W. Mundle, ~áoavoc;, en DTNT IV, 299s; Schneider, ~áoavoc; X'tA., en ThWNT 1,559-561.

1. De las 12 veces que el verbo ~aaavL~Ú) aparece en el NT, 5 corresponden al Apocalipsis (9, 5; 11, 10; 12,2; 14, 10; 20, 10), 3 a Mateo (8, 6.29; 14, 24), 2 a Marcos (5, 7; 6, 48), 1 a Lucas (8, 28) y 1 a la segunda Carta de Pedro (2, 8). ~aaavLa!tó~ aparece únicamente 6 veces (Ap 9, 5 bis; 14, 11; 18, 7. 10. 15). ~aaaVLattí~ es hapax legomenon en el NT (Mt 18, 34); ~áaavo~ aparece en Mt 4, 24 y en Lc 16,23.28. 2. ~aaavL~Ú) y ~áaavo~ pueden referirse al dolor físico o al hecho de infligir dolor físico. Este dolor acompaña a la enfermedad (Mt 4, 24). Por él es atormentado atrozmente el criado del centurión (Mt 8, 6). El hecho de que este término pueda referirse a dolores físicos especialmente intensos, lo vemos por la mujer del Apocalipsis, que es atormentada por dolores de parto (Ap 12,2). Pero el término puede referirse también a los dolores espirituales: la conducta malvada de los sodomitas hace que el justo Lot se sienta deprimido (2 Pe 2, 7) Y se vea atormentado en su alma (2, 8). El verbo tiene un sentido más general, cuando la barca de los discípulos es azotada por las olas levantadas por el viento contrario (Mt 14, 24) o los discípulos mismos, en su empeño por remar, son atormentados por el viento que les es contrario (Mc 6, 48). Si el texto de Mc 6, 48 no lo entendemos en voz pasiva sino en voz media, entonces el pasaje nos indica que los discípulos se atormentaban a sí mismos en su afán desesperado por remar. Precisamente porque ~aaavL~Ú) y sus derivados expresan una intensidad especial de tormento, se emplean cuando el tema de que se

599

~aaavL~úl

trata es el castigo eterno escatológico o en el más allá, que ha de tener lugar después deljuicio. Así, por ejemplo, el hombre rico se encuentra en tormentos, es decir, en el Hades que es el «lugar del tormento» (Lc 16, 23.28). Eternamente serán atormentados los adoradores de la bestia (Ap 14, 10), lo mismo que el diablo, la bestia y el falso profeta (Ap 20, 10). Y también el tormento que ha de caer sobre la ramera Babilonia es la retribución por su culpa (18, 7.10.15). El tormento es espiritual, porque va asociado con el temor y la aflicción, y también físico (<<será quemada en el fuego», 18, 8). En general el tormento del más allá o tormento eterno se describe plásticamente en los lugares citados mediante fenómenos de ardor abrasador o de fuego. Mt 8, 29, por lo menos, entiende el tormento con que los demonios se sienten atormentados por la presencia de Jesús o por la orden que él les da de salir (Mc 5, 7s; Lc 8, 28s) como una anticipación prematura (desde el punto de vista de los demonios) de su castigo eterno. También los verdugos a quienes el amo de la parábola hace entrega del siervo despiadado, simbolizan en realidad el castigo escatológico (Mt 18, 34). Por el contrario, cuando ~aoaví,túl describe la actividad de los dos profetas escatológicos con respecto a los habitantes de la tierra (Ap 11, 10), no se piensa en el castigo después del juicio. Con la renovación de las plagas de Egipto (11, 6), se atormentará a la gente para inducirla al arrepentimiento. De manera semejante, las nubes de langostas precederán al día del juicio, para que atormenten con sus picaduras (9, 5) durante cinco meses, es decir, por tiempo limitado, a quienes no lleven en su frente el sello de Dios. Según el contexto amplio (cf. 9, 20s), lo que se pretende es inducir a la gente al arrepentimiento. La comparación de este tormento con el que causan los escorpiones (9, 5) indica de nuevo su intensidad (la picadura de los escorpiones es muy dolorosa). W. Stenger

pa(JaVt(J"ó~,

olí, Ó basanismos el acto de torturar, de ser torturado -+ ~aoaví,túl.

-

~aaLAeLa

pa(JaVt(J'tÍ)~,

600

olí, Ó basanistes verdugo,

torturador -+ ~aoaví,~úl.

pá(Javo~, OU, Í) basanos tormento, tortura -+ ~aoaví,~úl.

paO"tAEta, a~, Í) basileia reino, reinado 1. Visión de conjunto - 2. En el lenguaje profano 3. «El reino de Dios» - a) según Jesús - b) en Marcos - e) en Mateo - d) en LueaslHechos - e) en Juan - f) en los demás escritos - 4. «El reino de Cristo».

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1. La gran mayoría de las 162 veces que aparece en el NT, la palabra se halla en la frase ~aOLAda WU 'frEOU (o ~aOL­ Ada 'twv oUQavwv o ~aoLAda 'tOU 3ta'tQÓ~) y la encontramos en los evangelios sinópticos. «Reino de Dios» es una expresión típica del «lenguaje de Cristo», es decir, de la manera de hablar de Jesús y de las comunidades que se formaron siguiéndole a él. El poder impresionante de este «lenguaje de Cristo» lo sugiere el hecho de que, en textos más tardíos, se halla simplemente el término ~aoLAda para designar obviamente al «reino de Dios» (algo de veras inconcebible en la literatura judía). Y así lo vemos especialmente en Mateo, pero también en Lucas, Hebreos y Santiago. Principalmente en textos tardíos se habla de diversas maneras de la ~aOLAda de Cristo (-+ 4). En contraste con esto, son relativamente raros los textos del NT en los que la ~aOLAda no se refiere a Dios o a Cristo (-+ 2). ~aOLAda

2. En el griego profano, oscila el significado del término entre un sentido funcional -soberanía real, monarquía, dignidad real, oficio de rey- y el sentido geográfico de reino. También el hebreo malkut puede significar no sólo «soberanía real» sino también «reino» (KBU s. v.). Los dos matices se hallan representados también en el NT: algunas veces se habla de un reino (por ejemplo, Mt 4, 8; Mc 6, 23; 13, 8; Ap 16, 10), Y otras veces, de soberanía real (por ejemplo, Lc 19, 12.15; Ap 1,6; 17, 12). En algunos casos no se puede decidir qué alternativa es preferible (por ejemplo, en Mt 12, 25s). Esto origina problemas de traducción, porque reino (en alemán, Reich) no incluye el sentido funcional, y reinado (en alemán, Herrschaft) no denota el sentido geográfico de «dominios de la corona». 3. El reino de Dios (= RD): a) según Jesús. Para la mayoría de los investigadores, el origen y el contenido central de la proclamación de Je-

603 sús, en su totalidad, están determinados por el RD, incluso en textos donde no aparece el término ~aaLf..ELa (de otra manera piensa, por ejemplo, Bammel). Es importante que Jesús no impartiera enseñanzas ideológicas o teológicas sobre el tema teológico del RD, sino que, partiendo de que comenzaba el RD como un amor radical e ilimitado por parte de Dios, hiciera un llamamiento a cada persona para que viviese aquí y ahora en el amor. Precisamente porque Jesús se preocupa primordialmente de una vida vivida aquí y ahora a impulsos de la idea de que comienza el RD, hay muchos textos que están determinados por ese comienzo, sin que se mencione explícitamente el RD. Esto sucede especialmente con gran parte de las parábolas. Tan sólo en unas cuantas de ellas se menciona el RD en lo que se supone que es la versión original (la semilla de mostaza, Mc 4, 30 / Lc 13, 18; la levadura, Lc 13, 20; la semilla que crece por sí misma, Mc 4, 26; el tesoro en el campo, Mt 13,44; la perla, Mt 13,45; posiblemente la cizaña entre el trigo, Mt 13,24, Yla red de pescar, Mt 13, 47), aunque son muchas las parábolas que tienen que ver con el RD, porque conducen a una vida basada en su realidad o quieren dar forma concreta al amor a Dios. Por tanto, la proclamación que Jesús hacía del RD hay que verla en los pasajes que hablan directamente del RD, que son los únicos que vamos a estudiar aquí. Pero la información que se deduzca de estos textos no será exhaustiva. Jesús proclama el RD como un acontecimiento. Así lo vemos claramente por las numerosas referencias temporales que se hacen en relación con la ~aaLAda tou {}cou. Encontramos enunciados en los cuales la llegada del RD se espera para el futuro (Mt 6, 10; Mc 14, 25; Lc 6, 20b Uuntamente con el v. 21]); en otras partes hallamos la fórmula sintetizadora: «el RD se ha acercado» (Lc 10, 11, etc.). Suponemos que Jesús vivió en la expectación de la cercanía (GraBer). Él habría compartido entonces la expectación de la cercanía, sentida vivamente por su maestro Juan el Bautista (Lc 3, 9a). Y la expectación de la cercanía por parte de las primeras comunidades, corroborada de nuevo por la resurrección de Jesús, estaría en continuidad con la expectación sentida por Jesús. Pero la expectación de la cercanía no era aquello a lo que Jesús daba más importancia: Jesús no nos propor-

604 ciona más informaciones sobre los períodos y las etapas. Juntamente con los enunciados sobre el futuro encontramos los enunciados sobre el presente. Estos, desde luego, son más difíciles de interpretar, porque no poseemos ya el texto arameo original de las palabras. Lc 11, 20 es importante:
605 zantes de Jesús acerca del RD. En Jesús, especialmente en sus milagros, el futuro y cósmico RD existe ya como un acontecimiento concreto y presente en un punto determinado. De tal manera no objetivizante, las dos parábolas del grano de mostaza y de la levadura (Lc 13, 18-21) señalan hacia el comienzo oculto del RD de amplitud universal (Lc 13, 19b; Mc 4, 23b!). La coexistencia de enunciados acerca del presente y acerca del futuro se observa también en el judaísmo. Los rabinos piensan primariamente en la continuidad del reinado de Dios en la historia hasta el ésjaton, y contemplan el reinado de Dios como una realidad históricamente eficaz en la recitación de la confesión de fe y en la observancia de la ley. Pero este reinado se hará manifiesto en el ésjaton con la liberación de Israel (cf. la undécima y la duodécima petición en la Oración de las dieciocho peticiones y cf. también otras oraciones en Dalman, 82s). En los textos apocalípticos se siente intensamente la lejanía en que Dios se halla del presente, y llega a ser más importante el reinado escatológico y futuro de Dios, sin que falten por completo enunciados acerca del presente (cf., por ejemplo, Dan 2, 37; 4,34; lQM 12, 7). Jesús emplea primordialmente la terminología de los apocalípticos (¿Juan el Bautista?) y habla de la presencia del nuevo reinado escatológico de Dios, que se está haciendo realidad y que se halla en contradicción con el mundo. El piensa en términos formales de manera parecida a como piensan los zelotas, los cuales prevén también el pronto comienzo del reinado cósmico de Dios y hacen que sus propios actos estén determinados ya por esta expectación (cf. Hengel). Sin embargo, lo que los zelotas entienden por el RD es algo enteramente diferente. El carácter particular de la terminología empleada por Jesús demuestra claramente que él se preocupa por el alborear presente del RD escatológico y cósmico, que llega del más allá y que es creado por Dios mismo. La ~a<JLAda tou {}cou no sólo es el reinado de Dios en sentido funcional, sino también un espacio particular en el que uno puede estar (Mt 8, 11s; 11, 11; Mc 14,25) o en el que uno puede entrar (Mc 9, 47; 10,25, cf. Mt 21,31; Mc 12, 34). En comparación con textos judíos, es sorprendente que Jesús en muchos casos hable

606 del reino de Dios como hablan los rabinos acerca del futuro eón (convite escatológico, ser grande en el RD, llegar al RD, heredarlo, estar preparado para él; cf. Dalman, 91s, 93, 95, 102, 105). Esta manera de hablar sugiere también el carácter cósmico, universal y escatológico que tiene el RD en las enseñanzas de Jesús. En contraste con la historia, predomina el elemento de la discontinuidad. Es significativo que Jesús apenas hable en general de Dios como rey (---+ ~a<JLAEús). Se halla en relación íntima con ello el hecho de que, en la proclamación de Jesús acerca del RD, falte todo elemento nacional o teopolítico. Lo contrario del RD no es, como en muchos textos judíos, el dominio de lo romanos. Jesús no habla de la futura soberanía política de Israel. Más aún, él puede emplear la idea del RD -con una actitud crítica y polémica- en una palabra de . juicio dirigida contra Israel (Mt 8, lIs). Por contraposición al judaísmo, el elemento decisivamente nuévo en la proclamación que Jesús hace del RD, aparte de la vinculación del Reino con su propia misión, es la interpretación de la ~aaLAda como un amor ilimitado e infinito de Dios principalmente hacia los menospreciados y marginados de Israel, hacia los pobres, las mujeres, los pecadores, los samaritanos, etc. Este amor de Dios se cualifica escatológicamente por su vinculación con el reino de Dios: es un amor insuperable, definitivo, y no derivado simplemente de las anteriores actuaciones salvíficas de Dios, que fueron la creación y la ley. Jesús promete incondicionalmente a los (materialmente) pobres el (futuro) RD (Lc 6, 20; cf. v. 21). Así es como hay que entender la parábola del gran convite (Lc 14, 16-24), que en la elección de las imágenes enlaza con los pensamientos acerca del banquete escatológico que se ha de celebrar en el RD, una idea que era tan querida para Jesús (Mt 8, lla; Mc 14, 25). Jesús puede hablar de la ~aaLAda como de un bien salvífica, por ejemplo, refiriéndose a los niños, que todavía no han llegado a la mayoría de edad en sentido jurídico y en sentido ético (Mc 10, 14.15). A la luz del RD que

607 llega como amor de Dios, hay que entender también los exorcismos y las curaciones obrados por Jesús. Las parábolas del Reino que hablan del tesoro y de la perla (Mt l3, 44s) señalan finalmente hacia la dimensión de la decisión y de la entrega humana que se hallan conectadas con el RD. Esta entrega e implicación humana no tiene nada que ver con la realización del RD, la cual -según Mc 4, 27s- es únicamente asunto de Dios. Porque vemos que también en esas parábolas el bien salvífico (el tesoro, la perla) precede a la acción humana, aunque no se puede recibir sino mediante una entrega humana. Mc 9, 47 menciona la batalla absolutamente sin compromisos, la batalla que hay que estar dispuesto a librar a toda costa contra el pecado, en vista de la llegada del RD. Cómo hay que actuar, eso lo explican otras parábolas, que no tratan directamente del RD, y lo explica también el mandamiento del amor. Una forma especial de entrega al RD es el discipulado, que exige la renuncia al ejercicio de la propia profesión, a los lazos familiares y a los bienes, a fin de ponerse al servicio de una misión particular de proclamación del RD (Lc 9, 60c [autenticidad discutida]; cf. v. 62). Esta misión no es para todos, y mucho menos aún lo es la posibilidad del celibato por amor del RD (Mt 19, 12), celibato que no es practicado tampoco por todos los discípulos (ejemplo de ello: Pedro, Mc 1, 30; 1 Cor 9,5). La tradición post-pascual de la comunidad acrecentó las palabras de Jesús acerca del reino, añadiendo logia que llevaban la impronta de la propia situación de la comunidad, y siguió cultivando así la terminología característica que era propia de Jesús. Suponemos que los siguientes pasajes, entre otros, deben considerarse creaciones de la comunidad: Mt 5, 19 (niveles de salvación en el RD!), Mc 9, 1 (expectación post-pascual de la cercanía con un término fijo), Mt 16, 19 (el poder de las llaves). b) Marcos no emplea nunca redaccionalmente la expresión RD. Su sumario de la proclamación de Jesús (1, 15), que precede al evangelio, podría remontarse a la tradición.

608 En 4, lIs un antiguo lag ion, que podría proceder de la comunidad de lengua aramea, resume la proclamación cristiana, que en el contexto actual es la proclamación en parábolas, con la expresión: «misterio del RD». La indicación de que los discípulos, a diferencia de los de fuera, entienden el misterio, se relativiza en 4, 33s al hablarse de la (in) comprensión de los discípulos. El limitado número de referencias al RD en Marcos es inadecuado para que podamos suponer una particular comprensión marquina del RD, sea en el sentido de una dialéctica cristológica del ocultamiento presente y de la gloria futura (Ambrozic), o bien como un RD en proceso de desarrollo en Galilea (en contraste con el que hace eclosión súbitamente en Jerusalén [Kelber]). c) En Mateo ~aoLAda aparece de ordinario con la circunlocución rabínica 'toov oVQavoov para designar a Dios, y es redaccional unas 15 veces (de un total de unas 55). Se trata, pues, de un concepto teológico central. Es característico, además, de Mateo el uso absoluto de 'tfí~ ~aOLAda<; (en el sentido de «reino de los cielos») en expresiones atributivas con evayyéALov (4, 23; 9, 35; 24, 14), 1Jtó~ (8, 12; 13, 38) Y AÓyO~ (13, 13). ~aOLAúa es la palabra clave en la proclamación de Jesús. Cuando Mateo designa estereotipadamente el mensaje de Jesús como evayyéALOv 'tfí~ ~aOLAda~ (4, 23; 9, 35; 24, 14; cf. l3, 19), lo hace así porque la proclamación de la Iglesia no consiste, para él, en nada más que en enseñar lo que Jesús enseñó (cf. 28, 20). La cercanía del Reino es el contenido del mensaje de Juan el Bautista (3, 2), de Jesús (4, 17) Y del mensaje que se proclama en la comunidad (10,7). Está en consonancia con esto el hecho de que, especialmente en Mateo, muchas parábolas se caractericen explícitamente como parábolas del reino de los cielos (10 veces en Mateo; tan sólo 2 en Marcos y 2 en Lucas), dándose seguramente la circunstancia de que en la mayoría de los casos esta denominación le venía dada ya de antes al evangelista.

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~aOLAda

Por tanto, si ~aOLAda 'toov O1J{.>avoov es una expresión clave en Mateo, no nos sorprenderá que algunas de sus importantes tendencias teológicas puedan verse en su manera de hablar del «reino de los cielos». Esto tiene varios aspectos, entre ellos: 1) El concepto tiene resonancias éticas. Al tradicional: «¡Buscad primero el RD!», Mateo añade -creemos que epexegéticamente-: «y su justicia», entendiéndose en Mateo por (~JLxmooúv1] una cualidad que se exige al hombre en su actividad (6, 33). El «entrar en la ~aoLAda», una expresión (redaccional) especialmente predilecta de Mateo, se promete como recompensa graciosa a todos los que practican una justicia mejor (5, 20), a aquel que hace la voluntad del Padre (7, 21), a aquel que se convierte y llega a ser humilde como un niño (18, 3s). Estos pasajes indican también que el Reino puede entrar en relación con la idea del juicio, idea que se encuentra acentuada especialmente en algunas de las parábolas de Mateo que hablan de la ~aoLAeLa (cf., por ejemplo, 13, 41-43.49s; 18, 34s; 20, 16; 22, 11-14: 25, 1l3.28-30). La segunda petición del Padrenuestro, «¡Venga tu Reino!», es interpretada por Mateo mediante la adición de la tercera petición: «¡Hágase tu voluntad!» Con estas resonancias éticas, la concepción de Mateo se halla cercana en cierto modo al judaísmo rabínico. 2) Ahora bien, la ~aoLAda en Mateo puede significar asimismo el bien de la salvación concedido gratuitamente a los hombres (25, 34), Y que los justos «heredan»: una asociación atestiguada también frecuentemente en las cartas. Como indica el uso de eLoéQxeottm, la idea de un «territorio» se halla presente en el término ~aOLAda, y no la idea funcional de un reinado (cf. 5, 5). ~aOLAúa representa igualmente el bien salvífico en el difícil pasaje (redaccional) de 21, 43: la ~aOLAda será quitada al pueblo de Israel que rechaza a Jesús (suponemos que Mateo piensa en la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, cf. 22, 7), Y será entregada a otro pueblo, a saber, a la Iglesia de los genti-

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les, en la medida en que ella cumpla la voluntad de Dios (cf., con un tenor parecido, 8, lIs). La ~aoLAda es aquí el bien de la salvación prometido a Israel y a la Iglesia. Estos pasajes indican también que Mateo acentúa las exigencias del RD, mientras que en las enseñanzas de Jesús lo que se halla en primer plano es la oportunidad de vivir una vida a impulsos de la llegada del RD. El indicativo de la salvación llega a su realización en Mateo de una manera distinta: mediante los milagros, la resurrección y la autoridad del Hijo de Dios (cf. Mt 28, 18). d) La distribución de la expresión en Lucas (46 veces) y en Hechos (tan sólo 8 veces) demuestra que ~aOLAda mu tteou es una palabra clave importante en las enseñanzas de Jesús. Ahora bien, Lucas ha elaborado ulteriormente, de manera propia, la serie de sentencias de la predicación de Jesús referidas al presente, y la serie de las referidas al futuro. 1) En los enunciados referidos al presente, sorprende que Lucas interprete cristológicamente el RD aplicándolo a la misión de Jesús. Lo mismo que en Mateo, la ~aoLAda 'tou tteou se convierte en la clave central para designar el contenido de la proclamación cristiana (Lc 4, 43; 8,1; 16, 16; Hech 8,12 [evayyeALl;ollm]; Lc 18, 29 [en vez del EvayyéALOv de Marcos]; Lc 8,1; 9, 2; Hech 20,25; 28, 31 [X1]Qúoow]; Lc 9, 11 [AaAéw]; Lc 9, 60 [(hayyéAAw]; Hech 1, 3 [Aéyw]; Hech 19, 8 [:n:dttw]; Hech 28, 23 [~hallaQ'túQollm]). Es sorprendente el uso de la expresión RD en el marco de Hechos (1, 3.6; 28, 23.31). En cuanto a su contenido, el RD como tema de la proclamación se completa inmediatamente con la referencia a Jesús o se interpreta mediante esta referencia (Hech 8, 12; 28, 23.31). El sumario marquino de la proclamación que Jesús hace de la ~aoLAda (Mc 1, 15) se halla elaborado por Lucas mediante la predicación inicial de Jesús (Lc 4, 14-30). El contenido principal de la predicación es el cumplimiento de la Escritura en Jesús. Tan sólo después de este suceso, puede Lucas hablar de la proclamación de la ~aOLAda por Jesús (4,43). Desde

611 Juan el Bautista, es decir, comenzando con Juan el Bautista (en contra de Conzelmann, Centro, 37ss), se proclama el RD. Si tenemos asimismo en cuenta los logia tradicionales (comentados hasta el exceso) acerca de la presencia del reino de Dios (principalmente 11, 20; 17, 21), entonces podemos afirmar que -para Lucas- el RD se halla históricamente presente en Jesús (no sólo el mensaje acerca del reino, como piensa Conzelmann, Centro, 176), y su carácter, en cuanto al contenido se refiere, está determinado por Jesús. Para la Iglesia, la PUOlA.clU está presente en Jesús por medio del Espíritu (Hech 1,6-8). El elemento ético de la PUOlA.clU, tan importante en Mateo, no se halla presente de la misma manera en Lucas. Las parábolas de Jesús no son parábolas de la PUOlA.clU, precisamente porque Lucas les da carácter ético casi sin excepción. 2) En las sentencias referidas al futuro hay diversas tendencias: algunas veces Lucas puede acentuar la cercanía del RD (Lc 10, 9; 22, 18 Textus Receptus; 10, 11; 21, 31s [redaccional]). Pero es más importante el hecho de que queden en segundo plano las afirmaciones relativas al tiempo: en Lc 9, 27 se suprime la referencia a la llegada del Reino (cf. 9, 2.11. 60). En Lc 19, 11 se rechaza expresamente una expectación de la cercanía a propósito de Jerusalén (cf. 17, 20s). También en Hech 1, 6 Lucas corrige una expectación de la cercanía con matices nacionalistas judíos; cf. Lc 24, 21. Rechaza, por tanto, una expectación de la cercanía con término fijo en el tiempo, sin suponer con ello expresamente una expectación referida a un tiempo lejano. La tardanza de la parusía es para él de lo más natural, como lo era ya en la fuente Q y en Marcos, sin que se convierta para él en un problema determinante. Junto a los enunciados sobre la futura PU(JLA.clU, se hallan también aisladamente algunos enunciados que presuponen su presencia actual en el cielo (Lc 23, 42s; cf. 16, 1931). Los conceptos no están armonizados en Lucas. 3) Un enunciado importante para Lucas, que debemos estudiar separadamente, es la afirmación de que la entrada de la comunidad

612 en el RD es posible únicamente a través de muchas tribulaciones (Hech 14, 22). Por tanto, el RD que tuvo su epifanía en Jesús, y hacia cuyo futuro vive orientada la Iglesia, no es precisamente epifánico en el presente, por ejemplo, en el éxito de su misión. Sino que la misión se halla más bien bajo el signo de la persecución y del sufrimiento (cf. Lc 8,13-15 después de 8, 10; Lc 9, 23-26 antes de 9, 27; Lc 17,25 en 17,21-37; Lc 21, 12-17; la pasión de Jesús y de Pablo). e) En Juan falta casi por completo el término PUOLA.clu. Jn 3, 3.5 son quizás variantes lejanas de Mc 10, 15: el bautismo se halla en el trasfondo, pero no es el bautismo en sí mismo lo que aquí es importante, sino su interpretación joánica (nuevo nacimiento: cf. Tit 3,5; Espíritu: Jn 3, 6-8). El equivalente objetivo del RD en la teología joánica es sobre todo la ~m~ más intensamente individualizante. f) En las cartas del NT llega a verse con completa claridad que PUOlA.eiu 'toií {}eoií siguió siendo una manera de expresar la proclamación de Jesús y, por tanto, aparece raras veces. Pablo interpreta la base cristo lógica y el foco soteriológico del RD escatológico mediante la expresión b'Uxmoovvll {}eoií. El concepto de PUOlA.clU 'toií {}eoií es en Pablo un concepto meramente marginal. El lo emplea ocasionalmente en las formas acuñadas por la tradición (en sentido futuro: 1 Cor 6, 9s [cf. Ef 5, 5b; Sant 2,5]; 15,50; Gál 5, 21 [con XA.llQovo¡.,LÉm]; con connotaciones éticas: Rom 4, 17; 1 Cor 4, 20 [en conexión con bVVU¡.,LL<;; cf. Mc 9, 1 par. !J). No se observa una terminología nacida de una reflexión independiente. Es sorprendente Col 4, 11, porque aquí, y sólo aquí en todo el NT, se habla de personas que son «colaboradoras» en el RD.

4. Principalmente en los escritos tardíos del NT hay cierto número de referencias al «reino de Cristo». Estas referencias no presentan una concepción clara y uniforme. Las ideas judías sobre un reino mesiánico inter-

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613 medio (4 Esd 7, 26ss; ApBar [gr] 29, 3-30, 1 [rabínicos, de fines del siglo I p.C.J), la presencia de la PUOLA.clU en Jesús (Lc 11, 20 Y passim), el título de rey aplicado a Jesús (cf. Mc 15, 12, --+ PUOlA.EV<;) y principalmente el kerygma de la exaltación de Jesús sobre los poderes (Flp 2, 9-11) contribuyeron a la aparición de diversos enunciados. El hecho de hablar del reinado de Cristo es consecuencia del kerygma. El texto más antiguo que habla de la ~uoLAda de Cristo es 1 Cor 15, 24s. Pablo argumenta haciendo uso de conceptos que, por lo demás, nos son desconocidos: el reinado de Cristo, a diferencia de lo que se dice en Flp 2, 9-11 ó Ef 1, 20-22, es tiempo de continuada lucha contra los poderes; terminará con la victoria, cuando Dios llegue a ser todo en todo. En contraste con ese pasaje, Col 1, 13 entiende el reinado de Cristo como un reino presente de salvación y redención, que se opone al dominio de las tinieblas. A su vez, encontramos un cuadro distinto en 2 Tim 4, 1 (cf. v. 18), donde el reinado de Cristo no se hará manifiesto sino en su epifanía como juez del universo. Por el contrario, 2 Pe 1, 11 habla del reino eterno y ultraterrenal de Cristo, en el que han de entrar los creyentes. El Apocalipsis contempla conjuntamente, en anticipación celestial, el reinado eterno de Dios y de su Mesías (11, 15; 12, 10). Pero en otro pasaje, el Apocalipsis, en analogía con las concepciones judías, conoce la idea de un reino mesiánico de carácter intermedio y milenario, antes de que se produzca el triunfo definitivo sobre Satanás (20, 1-4). En el evangelio de Juan, dice Jesús que su Reino no tiene origen en este mundo (18,36; dualismo joánico), aunque -eso sí-la comunidad joánica vive en el mundo. En los Sinópticos, principalmente Mateo conoce la idea de un reinado escatológico del Hijo del hombre (16, 28; cf. 20, 21). Es incierto si, en la interpretación de la parábola de la cizaña, la ~aOLAda del Hijo del hombre en 13, 41 es el mundo entero (así parece probable; cf. 13, 38) o bien es su reino escatológico que ha de llegar todavía (pero, según el v. 43, ese Reino será la ~aOLAda 'toií Jta'tQó;). En todo caso, no se piensa en la Iglesia. También Lucas conoce un reino de Cristo, que en 22, 29s es futuro, pero que en 23, 42s se concibe como presente con presencia celestial. Por tanto, los enunciados del NT distan mucho de ser uniformes. Con frecuencia el regnum Christi se asocia de alguna manera con

una cristología subordinacionista (Pablo, Mateo, Lucas, Apocalipsis). Jamás se identifica directa y exclusivamente con la Iglesia terrenal. Es imposible una sistematización de los enunciados del NT, tal como intentó hacerla, por ejemplo, Cullmann. U.Luz ~a(Jí,AEw;, 2 basileios real* Bibl.: E. Best, 1 Peter 11, 4-10, A Reconsideration: NovT 11 (1969) 270-293; Id., 1 Peter, London 1971, 107s; J. H. ElIiott, The Elect and the Holy, Leiden 1966; L. Ooppelt, Der Erste Petrusbrief (KEK), 06ttingen 1978, 151-153.

En Lc 7,25 PUOtA.HU (neutro plural del adjetivo sustantivado) designa el palacio (de un rey). Son posibles diversas traducciones en el pasaje de 1 Pe 2, 9 (Ex 19, 6 LXX). En puOtA.ELOV --+ teQá'te'U¡.,Lu, el término pUdtA.eLo<; puede entenderse como adjetivo: «el sacerdocio que sirve (a Dios como) a Rey», o «el sacerdocio dotado de dignidad real» (Goppelt). Pero puede pensarse también en una sustantivación de pUOtA.eLo<;, siendo su sentido entonces: la mansión de un rey (cf. v. 5; Elliott, 149-154), Reino (con Dios como Rey; cf. 2 Clem 6, 9; Ex 19,6 TM; Ap 1,6) o grupo de reyes (Best; cf. Tg; la terminación -HOV expresaría una colectividad. Pero faltan los testimonios que prueben tal acepción de PUOtA.HO<;). P. Lampe ~a(Jl,AEÚ;, ÉOO;,

ó basileus soberano, rey

l. Aparición del término - 2. Los soberanos seculares - 3. Referencias a Dios y a Cristo en Mateo - 4. Referencias a Jesús - a) En los Sinópticos - b) en Juan 5. PUGLf.f'ÚW - 6. PUGLf.LXÓc:; - 7. PUOLf.L<JOU.

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1. ~a<JLAeÚ~ aparece 115 veces en el NT: a) Como en la LXX, predominan las referencias a soberanos seculares (72 veces: 25 en los sinópticos, 19 en Hechos, 17 en Apocalipsis, 7 en Hebreos; en 2 Cor 11, 32; 1 Tim 2, 2; 1 Pe 2, 13.17); b) 38 veces se refiere a Jesús (19 en los sinópticos, 16 en Juan, [de ellas, 26 veces en la historia de la pasión]; Hech 17, 7; Ap 17, 14; 19, 16). c) En referencü¡.s a Dios (Mt 5, 35; 1 Tim 1, 7 [en un

616 texto hímnico]; 6, 15; Ap 15, 3; d) en referencias a Cristo (Ap 1,6; 5, 10 [en ambos casos v.l.]). e) en referencias al Príncipe del ~ a.~u(J(Jo~ (Ap 9, 11). 2. a) En Mc 6, 22.25.26.27 par. Mt 14, 9 (con Ó ~a<JLAeÚ~ usado en sentido absoluto) encontramos una leyenda pre-marquina (que no es de origen cristiano). Marcos recoge también el término ~a<JLAeÚ~ en su introduccion redaccional (v. 14). El título de Herodes Antipas era el de tetrarca; sólo en labios del pueblo se le llamaba ~a<JLAeÚ~. Mc 13,9 par. Mt 10, 18/ Lc 21, 12 es una adición pre-marquina a un apocalipsis, un vaticinio del tiempo de misión y persecución (cf. Hech 9, 15; capítulos 25s, Pablo ante Agripa 11). Mt 1, 6 (material peculiar de Mateo); 17, 25 (imagen: el tributo para el templo) son premateicos. En el relato pre-mateico de los Magos, se aplica a Herodes el Grande el título de ~a(JLAeÚ~ (2, 3.9), en oposición al v. 2 donde se habla del «rey de los judíos». Lc 14, 31 (material peculiar de Lucas) es una imagen prelucana de la necesidad de examinarse bien a sí mismo, antes de acometer una empresa. Es característico el pasaje de Mt 11, 8 (Q): los reyes llevan ropas finas y viven en palacios; el Espíritu profético se alejará de ellos. De esta manera contrastan no sólo con el Bautista, sino también con los predicadores itinerantes (que se hallan detrás de la fuente Q). Cf., en un sentido parecido, el pasaje de Lc 10, 24 (Q): estaba oculto a los reyes lo que los discípulos ven ahora. Los marcos redaccionales de Mt 2, 1 Y Lc 1, 5 hacen referencia al ~a<JLAEÚ~ secular (Herodes el Grande) a fin de caracterizar el acontecimiento de la salvación como un hecho «histórico» (indícaciones de tiempo y lugar). Con el uso del título de ~a(JLAeÚ~, Mateo acentúa la oposición que se hace al «rey de los judíos» mencionado ya antes (v. 2). Lucas (en 22, 25) introduce redaccionalmente ~a(JLAeÚ~ en el texto de Marcos para poner más de relieve el contraste entre los reyes seculares (v. 25) y los discípulos en cuanto reyes escatológicos (v. 29s): los unos se enseñorean, los otros son como el que sirve.

617 b) En todos los estratos de la tradición evangélica estudiados en ~ a, los reyes terrenos se mencionan para establecer un contraste entre ellos y: el Bautista (Q; Mc 6), el «rey de los judíos» (Mt 2), los discípulos (Mc 13; Lc 22, 25; el predicador en Q). Pero cuando se usa el término en sentido metafórico (Mt 17; Lc 14; cf. también ~ 3.a), entonces en vez de contraste hay correspondencia. c) La relación con el mundo se refleja en la valoración que se hace de los reyes terrenos. En Lc 22, 25 a los reyes terrenos se les valora siempre en sentido crítico; sin embargo, el redactor lucano atenúa la nota peyorativa que encontramos en Mc 10,42 (XUQLeÚW; XU1:aeSOU<JLÚl;w). En Hechos, Herodes Agripa I es el perseguidor de los cristianos (12, 1.20.23; cf. 4, 26-29), pero en cambio Agripa 11 aparece a una luz positiva (26, 26-32). 1 Tim 2, 2 (plural genérico) y 1 Pe 2, 13.17 consideran al emperador romano como un ~a(JLAeÚ~ a quien el cristiano está obligado a honrar. El Apocalipsis tiene una perspectiva diferente: no habrá reyes «positivos» sino en la nueva Jerusalén, cuando se haya suprimido ya la oposición con el mundo (21, 24). El Apocalipsis habla críticamente de los ~a(JLAtL~ 'tfj~ yfj~ (8 veces; fuera de ahí, únicamente en Mt 17, 25; Hech 4,26), que viven lujosamente y fornican con su dueña y señora, que es la ramera Babilonia (= Roma; 17,2.18; 18,3.9; cf. 17, 9, donde se emplea el término ~a<JLAtL~ para referirse a los emperadores romanos). Los «reyes» hacen la guerra contra Cristo; sobre ellos recae el juicio (6, 15; 16, 12.14; 17, 12.14: 19, 18s). 3. a) ~a<JLAeÚ~ aparece (¿será quizás premateico?) en las parábolas del reino de Dios en Mt 18 y 22. Esto se halla en en consonancia con la identificación que se hace de estas parábolas con la ~ ~a(JLAda, una identificación que es más frecuente en Mateo que en Marcos y en Lucas. El ~a(JLAeÚ~ es el soberano que juzga y que exige cuentas: 18, 23 (vv. 23ss, es una parábola de carácter ético; juicio, vv. 32ss); 22, 7 (juicio sobre Israel); 22, 11.13

618 (juicio sobre la Iglesia de los gentiles). El ~a(JLAeÚ~ vela para que en su basileia more únicamente aquel que, por sus acciones, sea idóneo para vivir en ella. Este uso de ~a<JL­ AeÚ~ se ajusta a las connotaciones éticas del reino en Mateo (~ ~a<JLAda 3.c). b) Mt 5,35 (tradición) presenta de nuevo a Dios como ~a(JLAEiJ~ en un contexto ético. c) Cristo, en su función escatológica como Juez, es un ~a<JLAeÚ~ que exige amor fraterno (Mt 25, 34.40). Aquí el ~a(JLAeÚ~ de la tradición pre-mateica se refería quizás a Dios (cf. la tensión con el «Hijo del hombre» en el v. 31; Ph. Vielhauer, Gottesreich und Menschensohn, en Aufsiitze zum NT, München 1965, 55ss). - El título de rey aplicado a Cristo que retorna en su segunda venida, y empleado metafóricamente para designar a Dios, significa en Mateo al Señor que exige obras y que viene a celebrar el juicio. 4. ~a(JLAeiJ~ 'tWV 'loubaLwv es un título aplicado a Jesús y que se escucha únicamente de labios de los romanos paganos y de los Magos (también en Mc 15, 12; una excepción es Jn 19,21). Los judíos hablan del ~a<JLAEiJ~ 'I(JQa1ÍA (Mc 15, 32 par.; Jn 1, 49; 12, 13). ~a<JLAeÚ~ se usa en sentido absoluto en Lc 23,2; 19,38; Hech 17, 7; Mt 25,34.40 Y con más frecuencia en Juan (para ver el fundamento de este uso, ~ 4.b). a) El título de ó ~a<JLAeiJ~ 'twv 'loubaLwv (Mc 15, 26) es histórico como expresión romana de la causa poenae. Identifica a Jesús como revolucionario político que quiere ser el soberano supremo de los judíos. La tradición cristiana adopta una postura reservada ante este título, y lo repite casi exclusivamente en la tradición acerca de la pasión, con el fin de darle una nueva interpretación. Marcos 15, 2.9s.12.18.31s (ampliaciones secundarias del estrato más antiguo de la tradición acerca de la pasión) presuponen un nuevo y positivo contenido (v. 2) del título: 1) Los vv. 31s (¿redaccionales?) acentúan como característica del título la ayuda milagrosa

619 dada por Jesús durante su ministerio terreno (a
620 daccional); como Hijo de David que es, cura enfermedades (Mt 20, 29ss par.; 21, 14s) y recibe en su compañía al pecador (Lc 19, lss); cf. a
622

621 su origen en él: él es el testigo de la verdad, cuyo reinado consiste en que su voz sea escuchada por los suyos (cf. :7tOL¡.,LTJV en el capítulo 10). Juan se aparta de la idea de que Jesús sea rey por su actividad taumatúrgica. Por tres veces Juan menciona y critica esa idea. 1) 6, 15: Quien crea que el reinado de Jesús consiste únicamente en ayudar taumatúrgicamente en situaciones difíciles (6, 2.11.26; Jesús multiplica los panes; es Señor de los elementos), no ha comprendido que Jesús mismo es el pan (6, 35). Su Reino consiste en que los suyos crean en él (compárese 6, 35 con 18,37). 2) 12, 13.15s: Los discípulos no comprenderán el verdadero sentido de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y de su título de ~aOLAEú~ sino cuando él sea glorificado: Jesús no es rey en virtud de milagros como el de la resurrección de Lázaro (vv. 17s.9.11; eso es lo que piensa «el pueblo»), sino a causa del testimonio que él da de la verdad, un testimonio que es creído por los suyos y que no es de este mundo (compárese 12, 16 con 8, 28.31s). 3) También en 1, 50.51 se acentúa, con referencia a la glorificación, que la manera en que Natanael entiende que Jesús es «rey de Israel» por los milagros que obra (1, 47-50) es sólo un conocimiento provisional. Jesús es un rey que encaja mal en los esquemas de las expectaciones tradicionales sobre la realeza (<
b) a Cristo (1 Cor 15, 25 [---+ ~aaLAda 4]; Ap 11, 15 [juntamente con Dios; el sujeto gramatical es ~ ~aaLAda]; Lc 1,33 [Textos Receptus]); c) al señorío de la muerte, del pecado ydelagracia(Rom5, 14.17.21 bis; 6, 12;cf., a propósito, K1isemann, An die Romer [HNT]; d) a los cristianos como corregentes (Ap 5, 10; 20, 4.6; 22, 5; Rom 5,17; 1 Cor 4,8 [dícese irónicamente de los corintios, que niegan la reserva escatológica]); e) a los soberanos seculares (Mt 2, 22; Lc 19, 14.27; cf., a propósito, M. Zerwick: Bib 40 [1959] 654-674; cf. 1 Tim 6, 15 en un predicado divino). 6. PUOlAlXÓ; real* se emplea sustantivadamente en Jn 4, 46.49: un funcionario real (de Antipas); con menor probabilidad: de ascendencia real (herodiana); los testimonios pueden verse en Bauer, Worterbuch, s. v. - En Hech 12, 20s el término se usa como adjetivo para referirse a los dominios reales y a las vestiduras regias de Herodes Agripa 1. Sant 2, 8 habla del «nomos» real del amor al prójimo, y quiere decir probablemente que es una «ley dada por Dios en su calidad de Rey» (cf. ~aaLAda, v. 5); una traducción más probable: «el mandamiento más excelente» en el sentido de Gál 5, 14. 7. PUOtAlOOU reina* aparece 4 veces en el NT: en Mt 12, 42 par. Lc 11,31 (Q) para referirse a la «reina del Sur» (cf. 1 Re 10); en Hech 8, 27 dícese de la «Reina de los etíopes», y en Ap 18, 7, donde Babilonia (= Roma) dice con arrogancia: «Yo estoy sentada en el trono como reina». P. Lampe ~(UnAE'Úro basileui5 ser rey, reinar ---+ ~aaLAEÚ~

5.

~a(Jl,AtXÓ; 3 basilikos real, perteneciente

al rey ---+ ~aaLAEÚ~

~a(Jí,AUJ(Ja,

6.

11;, tl basilissa reina

---+ ~aaLAEú~

7.

623 ~á(n;,

~á(JLS; - ~Cta1:á~w

Ero;, tí

basis pie* Hech 3, 7: Los pies y los tobillos del paralítico de nacimiento adquirieron fuerza. Originalmente púm¡; significa «paso»; no es un término técnico de la medicina; la narración afín, en 14, 8ss, emplea la palabra :7to'Ú~ (vv. 8 y 10). ~a(J)eaivro baskaino fascinar, hechizar*

Gál 3, 1: Los gálatas se hallan fascinados o hechizados por los adversarios de Pablo, es decir, por una proclamación extraña del evangelio, hasta tal punto que han llegado a ser aVÓlj'tOl para el evangelio paulino, sin darse cuenta en absoluto de que han caído en manos de un poder que los lleva a la perdición. ThWNT 1, 595s; X, 1014. ~a(n:á~ro bastazo levantar, llevar, sopor-

tar* Bibl.: F. Büchsel, ~a(J'tá.~(!), en ThWNT 1, 596s. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1014.

1. De las 27 veces que el verbo aparece en el NT, 3 corresponden a Mateo (3, 11; 8, 17; 20, 12), 1 a Marcos (14, 13),5 a Lucas (7, 14; 10,4; 11, 27; 14, 27; 22, 10),4 a Hechos (3, 2; 9,15; 15, 10; 21, 35), 5 a Juan (lO, 31; 12, 6; 16, 12; 19, 17; 20,15),6 a Pablo (Rom 11, 18; 15, 1; Gá15, 10; 6, 2.5.17) Y 3 a Apocalipsis (2, 2.3; 17, 7). 2. En su sentido propio, el verbo se emplea para expresar la idea de llevar diversos objetos. Pueden ser cosas ligeras (un cántaro de agua, Mc 14, 13 par. Lc 22, 10; sandalias, Mt 3, 11 [el quitar y llevar detrás de alguien las sandalias es oficio de esclavos, y no puede exigirse que un discípulo lo haga con su maestro; Billerbeck 1, 121]), Y también cosas pesadas: se lleva el féretro con el cadáver del joven de Naín (Lc 7, 14), Y se lleva también al paralítico hasta la puerta del templo llamada la Hermosa (Hech 3, 2). Pablo es llevado por los soldados, que lo libran así de la violencia de la multitud (Hech 21,35). Según Jn 19, 17, Jesús mismo lleva su cruz (a diferencia de lo

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que dicen los Sinópticos). La bestia del Apocalipsis, como una cabalgadura, lleva (Ap 17, 7) a la mujer sentada sobre ella (v. 3). La madre, durante el embarazo, llevó el fruto de su vientre (Lc 11,27). La dirección en que se lleva algo da un matiz al significado del verbo, como cuando los judíos cogen piedras para apedrear a Jesús (Jn 10, 31; cf. 8, 59), o cuando Judas se lleva lo que hay en la caja del dinero (Jn 12, 6) Y el supuesto jardinero que, según piensa María Magdalena, se ha llevado el cadáver de Jesús (Jn 20, 15; cf. vv. 2 y 13). El peso del objeto no desempeña ya ningún papel, cuando se exhorta a los discípulos a que no lleven consigo para el viaje bolsa del dinero ni alforjas ni sandalias (Lc 10,4). De manera parecida, Pablo lleva en su cuerpo los estigmas de Jesús (Gál 6, 17). Diversos objetos dan al verbo carácter metafórico, destacando especialmente el aspecto de soportar: el Siervo de Dios, Jesús, carga sobre sí nuestras enfermedades (Mt 8, 17). Los obreros de la viña soportan el peso y el calor del día (Mt 20, 12). El que alborote a la comunidad, tendrá que aguantar el juicio (Gál 5, 10). Los «fuertes» deben sobrellevar las flaquezas de los «débiles» (Rom 15, 1). En la hora de la despedida de Jesús, los discípulos no pueden soportar todavía la plena verdad (Jn 16, 12). La iglesia de Efeso no puede soportar a los malos (Ap 2, 2). Las palabras de Ap 2, 3 no expresan el objeto de la acción verbal, pero deben entenderse también metafóricamente: los efesios se distinguen por haber tenido paciencia y haber soportado por amor del nombre de Jesucristo, es decir, por haber mantenido una firmeza inquebrantable y por haber resistido sin ceder a las tentaciones de los falsos apóstoles. No existe ese aspecto de «soportar», cuando Pablo -como «vaso escogido» (o como instrumento escogido)- tiene que llevar (= confesar) el nombre de Jesús ante las naciones y los reyes y ante los hijos de Israel (Hech 9, 15; cf. G. Lohfink: BZ 10 [1966] 108-115, quien hace referencia a Sib VIII, 331). Se piensa en el ministerio de misionar. Este ministerio, desde luego, va acompañado de sufrimientos «a causa de mi nombre» (9, 16).

626

625 En otras partes, el verbo no está determinado por su objeto, sino que toda la frase se halla definida metafóricamente por el contexto: para el discípulo, lo de «llevar su propia cruz» significa que, en el discipulado, él no debe tener miramientos consigo mismo (Lc 14, 27). El yugo insoportable (Hech 15, 10) es la circuncisión y la ley de Moisés (15, 5). La raíz que sustenta a los paganocristianos como ramas injertadas es Israel (Rom 11, 18). Los cristianos deben llevar los unos las cargas de los otros; y esas cargas son los pecados; de tal manera que aun los pecadores que haya en la comunidad deben quedar incluidos en el mandamiento del amor (Gá16, 2). Algo parecido sucede con la propia carga, que cada uno debe soportar (Gál 6, 5), Yque es «la carga de los propios pecados, que hay que llevar ante el juicio de Dios}} (F. MuGner, Galaterbrief [HThK], 401s). W. Stenger

~á'to;, OU,

ó, tí

(1) batos zarzal, zarza*

Bibl.: Bauer, Worterbuch, 273; Haag, Diccionario, 2082s; A. Herrmann, en RAe IV, 189-197.

El sustantivo es femenino en Lc 20, 37 Y Hech 7, 35, Y masculino en Mc 12, 26, la LXX y Filón, VitMos 1, 67. Quizás la forma masculina sea la ática, y la femenina, la helenística. pú'tO~ en el sentido de zarza se halla atestiguado desde Homero, Od 24, 230; Epigr Graec 546, 6 y 548, 2. Moisés vio la revelación de Dios en una zarza (Ex 3, 2-4; Dt 33, 16; Josefo, Ant 11, 266): Mc 12, 26 par. Lc 20, 37; Hech 7, 30.35. pú'tO¡; en el AT es la traducción griega del hebreo seneh, que según la etimología popular hace referencia al Sinaí. Por eso, según Dt 33, 16 se dice que Yahvé es «el que mora en la zarza/en el Sinaí»·. En Lc 6, 44 (no se recogen higos de los espinos), lo que se trata es de distinguir entre la piedad auténtica y la hipócrita. Cf. Job 31, 40 (en lugar de trigo crecen abrojos, ha ~síi). A. Fuchs

~á'to;, OU, Ó (11) batos bato, barril, cubo

(medida de líquidos)* Bibl.: A. Barrois, La métrologie dans la Bible: RB 40 (1931) 185-213; Haag, Diccionario, 2098s. J: T. Milik, Deuxjarres inscrites provenant d'une grotte de Qumran: Bib 40 (1959) 985-991 (=DJD I1I, 37-41); F. Rieneckcr (ed.), Lexikon zur Bibel, Wuppertal 71967, 894s; A Segre, A Documentary Analysis of Andent Palestinian Units of Measure: BBL 64 (1945) 357-375; A. Strobel, Mafie und Gewichte, IV. Hohlmafie, en BHH 11, 1162-1166, 1168s (bibliografía); J. Trinquet, Métrologie biblique, en DBS V, 1212-1250; B. N. Wambacq, De mensuris in Sacra Scriptura: VD 32 (1954) 266-274, 325-334.

pú'tO¡; es un préstamo léxico del hebreo (bat). Hesiquio traduce el término hebreo por pú6o¡;, quizás porque la aspiración usual de la 6 se ajustaba mejor a la pronunciación de la palabra hebrea (d. los manuscritos a propósito de Lc 16,6 Y 2 Esd 7,22). En cambio Hen (gr) 10, 19 dice pú'tO¡;. Una unidad de gran capacidad para la medición de líquidos era la aQ'túplj egipcia, en ático ¡..tE'tQlj't~¡; (= cántaro de medición). En el NT el término aparece únicamente en Lc 16,6: Éxa'tov pú'tOU¡; fAatou. La medida hebrea de capacidad para líquidos corresponde a la efa para áridos (grano y harina). 1 bato = 1 décimo de kor = 6 hin = 72 log. Según Josefo, Ant VIII, 57 Y otras bases de comparación, el bato suele corresponder a 39, 384 litros; según Segre (que se basa en un papiro egipcio del año 289 a.C.) y una «medida real» hallada en Laquis, el bato tenía una capacidad de 22, 991 litros. A. Fuchs

~á'tQaxo;, OU, Ó batrachos rana*

Según Ap 16, 13, de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta salen tres espíritus inmundos «semejantes a ranas». Pudo influir en la comparación el carácter impuro de las ranas según el Levítico (11, 10), pero también la función destructora de esos pequeños animales durante la segunda plaga de Egipto (cf. Ex 7, 26ss; Sal 78, 45; 105,30).

627

~a't'taAoyÉlú

~a'ttalo'YÉro battalogeo parlotear, hablar

sin mesura* Se emplea en Mt 6, 7 en la crítica que se hace de las largas «oraciones» de los paganos, que tratan de hacerse oír mediante una gran verborrea (rcoA1JAoyLa); cf. Lc 11,2 D. Es un término que aparece raras veces en fuentes no cristianas. Sobre la dificultad para explicar la etimología de la palabra, cf. Bauer, Worterbuch, S.v.; ThWNT 1, 597s: BlaB-Debrunner § 40, nota 3. Lo más probable es (en contra de los autores mencionados) que la palabra se derive del término onomatopéyico ~á't(a)­ aAo~/~át'to~, «tartamudo» (Esquines, Oratio in Timarchum, 51; Hesiquio), del que también se deriva ~a't'taºL~w (cf. Passow, s.v.). En el ámbito cristiano primitivo pudo influir también en la formación de esta palabra el término arameo btl, «nada»; cf. también LiddellScott, s. v. ~á't'taAo~; Frisk, Worterbuch 1, 225,227. ThWNT X, 1014. H. Balz ~bÉl\J'Y .. a, ción*

a'to;, 'tó bdelygma abomina-

1. Aparición y significado del término en el NT - 2. Conexiones semánticas en el Apocalipsis y en Lucas 3. La expresión «abominación de la desolación» en Mc 13, 14 par. Mt 24, 15.

Bibl.: W. Foerster, ~OE,,:úaao[tat X'tA., en ThWNT 1, 598-600; Haag, Diccionario 105; X. Léon-Dufour, en DNT, 81; R. Pesch, Naherwartungen, Düsseldorf 1968, 140-143; Id., Das Markusevangelium II, Freiburg i. Br. 1977, 291s; B. Rigaux, BOÉA1Jy[tU 'tfí<; EQll[twaEw<; Mc 13,14; Mt 24, 15: Bib 40 (1959) 675683; J. Zmijewski, Die Eschatologiereden des Lukasevangelium (BBB 40), Bonn 1972, 195-198. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1014.

1. El sustantivo aparece 6 veces en el NT: Mc 13, 14 par. Mt 24, 15; Lc 16, 15; Ap 17, 4.5; 21, 27. Designa en general el objeto de horror y aversión y tiene (como ocurre ya en la LXX) una connotación religiosa y moral. Significa, pues, esencialmente lo que es una abominación ante Dios. 2. En Ap 17, 4 se habla de los ~6€Aúy¡ta­ 'ta de la «ramera Babilonia», es decir, de los

-

~MA1Jy!!a

629

628

Además, para el autor mismo de Marcos la frase se refiere al templo (cf. la explicación EV 'tómp áyL<¡) en Mt 24, 15). Pero no se piensa ya en la profanación del templo, sino (como sugiere el contexto de Marcos, especialmente el v. 2) en la destrucción del mismo en el año 70 de nuestra era. La adición del participio en masculino Éa'tlptó'ta X-rA.. se refiere aquí seguramente a la persona o al poder (el general romano y su ejército) que se halla detrás de esa destrucción. El autor, pues, actualiza la clave adoptada, con miras a sus lectores (cf. las palabras, seguramente redaccionales: ó avayLvroaxwv VOEL'tw en el v. 14), en el intento de establecer una interpretación apocalíptica de la destrucción del templo y deslindarla (como un acontecimiento pasado, pero que conserva perfectamente su referencia apocalíptica) del fin de los tiempos propiamente tal. 1. Zmijewski

horrores del paganismo (representado por Babilonia = Roma): culto idolátrico e inmoralidad (cf. también la yuxtaposición de «abominación y mentira» en Ap 21, 27). En Lc 16, 15 Jesús fustiga la «piedad» de los fariseos, diciendo que lo que entre los hombres es de alta estima, abominable es delante de Dios (~6ÉA1Jy¡ta hromov 'tOU 'frwu), es decir, constituye precisamente una idolatría. 3. En 'to ~6ÉAuy¡ta 'tfj~ Eºl]¡troa€w~ (Mc 3, 14 par. Mt 24, 15) se trata de una expresión apocalíptica en clave, que procede de Daniel (9,27; 11,31; 12, 11). Allí se alude al hecho de que Antíoco IV, en los años 168/167 a.C., mandara erigir en el templo de Jerusalén un altar en honor de Zeus (cf., a propósito, Billerbeck 1,851). Marcos recoge esta expresión (Mc 13, 1422) de una fuente apocalíptica Uudía o judeocristiana). Como no puede determinarse claramente de qué período es la fuente, queda oscuro a qué hecho contemporáneo se refiere. Unos piensan que se alude a lo sucedido en torno al año 40 p.C., cuando P. Petronio recibió del emperador Calígula la orden (que no llegó a ejecutarse) de erigir en el templo de Jerusalén una estatua del emperador (en cuyo caso se ajustarían muy bien al sentido las palabras que siguen, con el participio en masculino: Éa'tl]xó'ta orcou Ol! 6Ei:). Otros creen que se trata de determinados sucesos que se produjeron al principio de la Guerra de los Judíos (así piensa Pesch, Markusevangelium 11, 291s). En todo caso, la fuente entendería por «abominación de la desolación» la profanación del templo por un poder hostil a Dios (Éa'tl]xó'ta X'tA.). Hay, pues, buenas razones para rechazar la interpretación tradicional, que refiere estas palabras al «Anticristo», porque tal interpretación se basa en un recurso precipitado a 2 Tes 2, 3s. Además, habla en contra de ella el contexto de la fuente: una invitación a huir (cf. v. 14b) parecería inútil ante la manifestación del Anticristo. Asimismo, hay que considerar discutible hasta qué punto se manifiestan seudo-profetas o seudo-cristos juntamente con esa figura del Anticristo o después de ella (cf. v. 22).

~()El\Jx'tó;, 3 bdelyktos detestable, abo-

.

minable* Dícese en Tit 1, 16 Uuntamente con arcELthí~) para referirse a adversarios judíos o judeocristianos. ~()El'Ú(J(Jo ..m bdelyssomai detestar, abo-

rrecer* En Rom 2, 22, con 'ta €'L6wAa como objeto de la acción verbal; en Ap 21, 8, el participio de perfecto de la voz pasiva E~6€AUy¡tÉVOL, junto con 6€LAOL, ama'tOL, etc., se refiere probablemente a los que se han mancillado con abominaciones (paganas), es decir, a los que están sucios de inmundicia. ThWNT 1, 598-600.

~É~ato;, 3 bebaios firme, fiable* ~E~mów bebaioo asentar, corroborar, demostrar que algo es fiable, confirmar* I3El3aLwm~, EWe;, ~ bebaiosis consolidación, confirmación* ,1. Aparición de estos términos - 2. ~E~atÓW - 3. f3Ef3ULO<;.

Bibl.: Bauer, Wiirterbuch, 274-275; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), Got-

630 tingen 1969 (sobre 1, 6.8); H. Lietzmann-w.G. Kümmel, An die Korinther I-II (HNT), Tübingen '1969; H. Schlier, f3Éf3ULO<; X'tA., en ThWNT 1,600-603; Id., Der Riimerbrief(HThK), Freiburg i. Br. 1977 (sobre 4, 16; 15,8).

1. El grupo de palabras aparece ya en Tucídides y también en inscripciones y papiros, pero más raras veces en la LXX, en Filón y en Josefo. El NT ofrece relativamente numerosos ejemplos: ~É~mo~ aparece 8 veces; ~€­ ~mów, 8; ~€~aLW<JL~, 2. En relación con los tres términos juntos, Hebreos ocupa el primer lugar con un total de 7 ejemplos. La siguen Romanos, primera Corintios, segunda Corintios, primera de Pedro, con 2 ejemplos cada una; otros ejemplos son Mc 16, 20; Flp 1, 7; Col 2, 7. Los tres términos aparecen en conexión con las Erca.yyEALm del antiguo pacto, con la proclamación y la confesión de la fe y con su confirmación mediante una vida cristiana. La perseverancia en la fe o el hecho de mantenerse firmes en ella se expresan repetidas veces mediante este campo léxico. Se acentúan también la conservación de la XAfj<JL~ o de la EXAOy~, iniciadas ya en el bautismo o que son el ancla de la EArcL~ cristiana para el futuro. Los diversos textos tienen también ocasionalmente un significado jurídico en el sentido de corroborar o de hacer que algo sea firme o de que algo entre en vigor. 2. ~e~mów. Según Rom 15, 8 Cristo se hizo siervo de la circuncisión para cumplir las promesas dadas a los padres y confirmar así la aATp'tELa de Dios, su veracidad o su fidelidad al pacto (Schlier, Romerbrief, 424); una idea parecida se halla en Rom 4, 16. En la misma línea se encuentra ~É~mo~ en 2 Pe 1, 19 (rcºocpl]'tLXO~ A.óyo~). Entre los cristianos de Corinto se hallaba confirmado y firmemente arraigado el testimonio acerca de Cristo, es decir, la proclamación de la fe o la predicación de la salvación, y por tanto el contenido de la fe; Cristo los mantendrá firmes en esta fe y en su confesión hasta el día del Señor (1 Cor 1, 6.8). Por tanto, la consolidación del testimonio acerca de

631 Cristo designa la fundación y desarrollo de la comunidad (Conzelmann, sub loco), no la presentación firme y válida del evangelio (Cf. Schlier, ThWNT 1, 603). La proclamación de los apóstoles, que tiene su origen en Cristo y testifica sobre él, ha echado firmes raíces entre los corintios (Kümmel, 167). De manera parecida se expresa 2 Cor 1, 21: la consolidación en Cristo es consolidación en la fe; Dios une entre sí a los cristianos y los une con Cristo y los convierte de esta manera en fieles discípulos (Bauer, 275). Cf. también Col 2, 7: Los cristianos, que han aceptado a Cristo como el Señor, deben «vivir en él» (v. 6), porque están arraigados y edificados en él por medio de la fe en que fueron instruidos. Así como aquí se dice que la instrucción en la fe conduce a la estabilidad, así también en Flp 1, 7 se afirma que el encarcelamiento de Pablo, del que nada más se conoce, es capaz de contribuir a la defensa (a:noAoyLa) y confirmación (~E~aLú)(JL~) del evangelio. Como sucede eventualmente en el uso profano, ambos términos poseen un trasfondo jurídico. Heb 2, 3 habla de la (Jú)'t'l1QLa, que tuvo su comienzo en la proclamación de Jesús y que fue trasmitida por los testigos que la habían oído, a los contemporáneos del autor de Hebreos, teniendo también su recepción consecuencias (jurídicas). Por otra parte, el «fortalecimiento del corazón por medio de la gracia», del que se habla en Heb 13, 9, no pretende tener sentido jurídico, porque se refiere a la confirmación en la fe. En el final inauténtico de Marcos (16, 20), ~E~aLÓÚ) se usa en relación íntima con el fortalecimiento y consolidación del mensaje de la fe (ó Myo~ es un término técnico del lenguaje de la misión cristiana primitiva), un mensaje que va acompañado de signos milagrosos. 3. ~É~aLO~. El mantenerse firmes en la confianza que determinó al principio la vida cristiana, protege contra la incredulidad y la apostasía (Heb 3, 14; de manera parecida, 2 Pe 1, 10). Por otro lado, la esperanza es «un ancla segura y firme para el alma» (Heb 6, 19) Y se extiende más allá de esta vida. La espe-

632 ranza inquebrantable de Pablo en que los corintios han de permanecer firmes incluso en el sufrimiento y en las pruebas que habrán de soportar a casa de su fe en Cristo, es una esperanza que se orienta hacia el presente (2 Cor 1, 7). En Hebreos, el término se emplea en el sentido de validez jurídica o entrada en vigor en relación con la ley del AT (Myo~, Heb 2, 2) o con un testamento (Heb 9, 17) o con un juramento (d~ ~E~aLú)(JLv Ó 8Qxo~; 6, 16). La frecuente aparición del grupo de palabras en los escritos mencionados nos permite sacar conclusiones acerca de la situación: los términos se usan en relación con el mensaje cristiano primitivo, en el que interesa mucho asegurar la permanencia y estabilidad de la fe. La vida de los cristianos debe acreditarse y mantenerse firme, incluso en medio de la tentación y la persecución, y resistir con decisión a todas las seducciones que quieran llevarla a la incredulidad. La familia de palabras se halla al servicio de la fundamentación y del crecimiento de la comunidad cristiana o de la vida cristiana del individuo. A. Fuchs ~E~{uÓro bebaioD asentar, corroborar, con-

firmar --+ ~É~aLO~

1.2.

~E~aí,ro(Jt;, Ero;, 'Í) bebaiOsis asentamien-

to firme, consolidación, confirmación --+ ~É~aLO~.

~É~t)AO;, 2 bebelos no santo, impío, funesto, vil* El término aparece 4 veces en el NT: en las Cartas primera y segunda a Timoteo y en Heb 12, 16, Y por cierto no en el sentido clásico de ~(accesible a cualquiera, profano», sino referido siempre a la distancia en que las personas o sus actos se hallaban de la salvación: en 1 Tim 1, 9, impío, persona alejada de Dios, en un catálogo de vicios (junto a avómOL); en Heb 12, 16,funesto, vil, dícese de Esaú (junto

633

a :nóQvo~); en otras partes, el término se refiere únicamente al lenguaje humano: en 1 Tim 4, 7, ~É~'I1AOL xaL YQawoEL~ ¡.ti:í'l}OL, «habladurías funestas y propias de viejas comadres»; en 6, 20; 2 Tim 2, 16, en la expresión ~É~'I1AOL XEVO
~E~t)AÓro bebeloD profanar* En Mt 12,5 dícese de la acción de profanar o quebrantar el sábado, cosa que está permitida a los sacerdotes (cf. Núm 28, 9s); Hech 24, 6, en la acusación de que Pablo ha profanado el templo. ThWNT 1,605; BHH 1, 415. BEEA~E~OÚA Beelzeboul Beelzebul* Bibl.: W. Foerster, ~EEAl;E~OÚA, en ThWNT 1, 605s; E. Jenni, Baal-Sebub, en BHH 1, 175s; E. C. B. Maclaurin, Beelzeboul: NovT 20 (1978) 156-160; M. J. Mulder, en DTAT 1, 730-739 (733). Para más bibliografía, cf. OaL/-lÓVLOV; y, además, ThWNT X, 1014s.

1. Según 2 Re 1, 2-6, el nombre del dios filisteo de Ecrón era el de Señor de las moscas (en hebreo, ba 'al zebCtb), de quien el rey de Israel Ocozías solicitó un oráculo. Sin embargo, la comparación con textos ugaríticos y con la forma del nombre en el NT BEEA.~E~OÚA./BEE~E~OÚA. (Mt 10, 25 Y Mc 3, 22-27 par.) nos muestra que el AT ofrece aquí una distorsión polémica del nombre del dios ba 'al zebCtl (Señor de la excelsitud; así piensa Jenni). El adorador de Yahvé cree que las divinidades paganas son demonios, y sus nombres invitan a la desfiguración (cf. Ap 9, 11: Apollon = 'A:n:oA.A.úú)v). 2. En el NT BEEA~E~OÚA (con las formas secundarias BEE~E~OÚA y BEEA~E~OÚ~) aparece en 7 pasajes: Mt 10,25; 12,24.27; Mc 3, 22; Lc 11, 15.18s. Sin embargo, los ejemplos se reducen a dos perícopas sinópticas (Mt 10, 17-25; Mc 3, 22-27 par.). La afirmación de que un discípulo no está por encima de su maestro (Mt 10, 24.25s par. Lc 6, 40) se explica en una frase adicional trasmitida únicamente en Mt 10, 25b, en el sentido de que la acusación lanzada contra Jesús de estar poseído por

634 el demonio (cf. Mc 3, 22b; Jn 7,20; 8,48.52; 10, 20) es una acusación que afecta mucho más a sus discípulos (cf. Hech 2, 13). A ello alude evidentemente la perícopa de Mt 12, 22-30 par. Mc 3, 22-27 par. Lc 11, 14s.17-23, en la que Jesús tiene que hacer frente a la acusación de los fariseos (Mt 12, 24) o de los escribas (Mc 3, 22a.c) o de algunos judíos de que él expulsa demonios con ayuda de Beelzebul, príncipe de los demonios (cf. Mt 9, 34). Jesús recoge esta acusación y pregunta a sus adversarios judíos en qué autoridad se apoyan los exorcistas de ellos para expulsar demonios, si es que él realiza sus propios milagros con ayuda de Beelzebul (Mt 12,27 par. Lc 11,9). 3. Ni en la acusación de los adversarios de Jesús ni en la respuesta que da Jesús se identifica a Beelzebul con el diablo mismo; Beelzebul es el nombre de un personaje principal entre los demonios. También Mc 3, 26 par. entiende evidentemente a Beelzebul como un príncipe en la ~a(JLAda de Satanás (Mt 12, 26 par. Lc 11, 18). Los textos del NT que hablan de Beelzebul pertenecen al contexto de la polémica judía contra los falsos maestros, que atribuye la herejía a influencia demoníaca. En el NT, tal error acerca de la autoridad de Jesús es considerado como «pecado contra el Espíritu Santo» (Mc 3, 28-30 par.: no es el poder diabólico de Beelzebul, espíritu inmundo (Mc 3, 30), sino el poder divino del Espíritu Santo es el que capacita a Jesús para la lucha escatológica contra Satanás y sus demonios (Mt 12, 28; cf. Lc 11, 20); Jesús tiene conciencia de ser el más fuerte, que vence al diablo y lo despoja de sus bienes (Mc 3, 27 par.). O. Bocher

BEAUl.Q Beliar Beliar* Bibl.: W. Foerster, BEAtáQ, en ThWNT 1, 606; K. Galling, Belial, en RGG 1, 1025s; H. W. Huppenbauer, Betial, en BHH 1, 214; P. von der Osten-Sacken, Gott und Belial (StUNT 6), Gottingen 1969; B. Otzen, beliya'al, en DTAT 1, 663-668. Para más bibliografía, cf. Otá~OAO~; cf. también ThWNT X, 1015.

635

636

BEALáQ - BEQvLxr¡

1. En el NT BEALáQ, el nombre judío del demonio, aparece únicamente en 2 Cor 6, 15. El hebreo belfya 'al, de etimología incierta y tal vez de origen mitológico, designa en el AT el ámbito de los poderes del caos: perdición, perversidad, maldad (Dt 13, 14; Nah 1, 11; 2, 1; Sal 18,5; 41, 9; 101, 3; Prov 6, 12 Y passim). En los textos de Qurnrán, belfya 'al, entendido personalmente, se convierte en el nombre del supremo ángel de las tinieblas, y es sinónimo de diablo (-+ OLá~OAO~) y de Satanás (-+ aaLava~). Belial actúa como tentador y seductor (lQS 3, 20s), tiene poder sobre los demonios (lQS 3, 23s; CD 12, 2; 1QM 13,2.4.11; 14, 10) Y sobre las personas seducidas (lQS 2, 4s; 5, 1s; 1 QM 4, 2 Y passim), y es el enemigo de los príncipes de la luz (CD 5, 18). Al diablo se le llama constantemente BEALaQ en los TestXn, y es considerado también en ellos como tentador y seductor (TestJos 7, 4) Y como jefe supremo de los demonios (TestJud 25, 3; TestIs 7, 7). Beliar es por excelencia el enemigo de Dios (TestLev 18, 12s; 19, 1; TestIs 6, 1; TestZab 9, 8 Ypassim). También Jub 1,20; 15, 33 Y VitProph 21, 5 identifican a Beliar con el diablo. Por el contrario, en VitProph 21, 5 Y Sib n 167; III 63, 73 Beliar es identificado con el Anticristo.

2. Pablo emplea el nombre del diablo BEALáQ en una sección parenética (2 Cor 6, 14-7, 1), un nombre que él podría haber tomado, lo mismo que el término hebreo, de una tradición judía dualística. Su exhortación dirigida a los corintios para que se separen de los «impuros» no cristianos, se dilucida conceptualmente mediante las antítesis de la polémica judía contra los gentiles: frente a los creyentes están los incrédulos; frente a la justicia, la iniquidad; frente a la luz, las tinieblas; frente al Mesías, Beliar; frente al templo de Yahvé, los ídolos; frente a la pureza, la inmundicia. Claro que Pablo desplaza el acento de la pureza cultual a la pureza ética. Así como Pablo no pretende formular un enunciado cristológico, así no concede tampoco interés particular al papel del diablo. No obstante, la polaridad entre Cristo y Beliar en 2 Cor 6, 15 aproxima este pasaje a los textos acerca del Anticristo en Sib 11, 167; III, 63, 73; VitProph 17, 10. Quien elude las exigencias del XQL(JLÓ~, permanece en la impureza,

cuyo representante es el diablo (cf. Heb 10, 22; Sant 4, 7s). O. B6cher

~d,ÓV1),

1);, ÍJ belone aguja*

-+ Qa
~iAO;,

OU;, 'tÓ be los flecha, dardo* Ef 6, 16: 'tu ~ÉAl] 'tOU Jtovl]Qou 'tu JtEJt"\)Qw¡.tÉva, «los ardientes dardos del maligno», posiblemente también las flechas incendiarias. ThWNT 1,607; Haag, Diccionario, 716. ~EA'tíO)v, 2 beltion mejor (adj.), mejor

(adv.)* El neutro singular se usa como adverbio en la frase ~ÉA'tLOV oi! yLVWO'XEL~, «tú sabes mejan>, 2 Tim 1, 18; cf. BlaB-Debrunner § 244 nota 3; de manera parecida en Hech 10,28 D.

BEvla,..,ív Beniamin Benjamín* Nombre indeclinable de la tribu de Benjamín, del hebreo binyamín (cf. Gén 35, 16.18; 45, 12 y passim): se menciona en Hech 13, 21, al hablarse del origen del rey Saúl (cf. 1 Sam 8, 5; 10,21.24); en Rom 11,1; Flp 3, 5, al hablarse de la tribu a la que pertenecía Pablo; en Ap 7, 8, al mencionarse los doce mil que fueron sellados de cada una de las tribus de Israel. LThK 11, 204s; RGG 1,216; BHH 1, 216; Haag, Diccionario, 225-227.

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BEQvLx:rl - Br¡{}avLa

Niese]; Tácito, Hist n, 81; Suetonio, Caes Tit 7; Dión Casio LXVI, 15 Y 18) era hija de Agripa I y nació el año 28 p.C. Después de «numerosas relaciones maritales» (Bauer, Worterbuch, s. v.), convivía con su hermano Agripa n. Cuando se desencadenó la guerra de los judíos, en el año 66 de nuestra era, Berenice estaba con su hermano en Jerusalén y se puso del lado de los judíos que querían la paz. Pero muy pronto cambió por completo y se puso del lado de los romanos, convirtiéndose en la amante de Tito, quien después la despidió, primero a instancias de los romanos y luego por propia decisión, «invitus invitam» (Suetonio). 2. Según Hech 25, 13, Agripa y Berenice visitaron al prefecto romano en Cesarea. Rodeados de personas importantes (25, 23), escucharon el último discurso de Pablo en territorio judío. ¿Cómo es que Lucas escogió precisamente a «esa candorosa pareja que vivía en incesto» (cita de Wellhausen en Haenchen, 645) como destinatarios principales del discurso paulina, y por qué incluyó expresamente entre los oyentes a Berenice (25, 23; 26, 30), «una mujer tan santurrona como disoluta» (Schürer, 591)? Prescindiendo de la intención de Lucas de ofrecernos una respuesta de autoridades judías a la cuestión acerca de la culpabilidad de Pablo (25, 26; 26, 31s), el autor de Hechos quiere hacer una exposición apropiada de lo que era el cristianismo, ateniéndose a las reglas de la historiografía antigua (cf. 26, 26). «Lo que era importante para la historia universal exigía como marco la alta sociedad, el mundo de los encumbrados y poderosos» (Haenchen, 649). W. Radl

BEQvb(1), 1);, Bernike Berenice* Bibl.: J. Blinzler, en LThK 11, 217; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte, Gottingen '1977, 642s, 645, 648-650; E. Mireaux, La reine Bérénice, Paris 1951; B. Niese, Flavii losephi opera VII. Index, Berlin '1955, en el vocablo B. 2; Schürer 1,589-597,723; U. Wilckens, en Pauly-Wissowa III, 287-289.

1. BEQvLxr¡ es la forma vulgar de BEQEVLxr¡, la forma macedónica de
BiQota, a; Beroia Berea* Ciudad situada a orillas del río Astreo en Macedonia, en la que Pablo y Silas evangelizaron con éxito durante su «segundo viaje misionero», en relación con su estancia en Tesalónica: Hech 17, 10.13. Según el v. 10, había en Berea una sinagoga. Pau1y-Wissowa III/1, 304-308; LThK 11, 261; BHH 1, 222; Haag, Diccionario, 227; LAW, 456.

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BEQOtatO;, 3 Beroiaios oriundo de Berea* En Hech 20, 4 se menciona a Sópater de Berea como uno de los que acompañaron a Pablo en su viaje.

BEroQ Beor Beor Se menciona en 2 Pe 2, 15 B 453 Vgm« syrPh y otros como nombre del padre de Balaán; -+ BooóQ. B1)-3a~aQá Bethabara Betábara

Jn 1, 28 Textus Receptus en vez de Bl]1tavLa 2.

-+

B1)-3avía, a; Bethania Betania* Bibl.: Abel, Géographie Il, 243, 264-267; A. Barrois, en DBS 1, 968-970; S. Docks, Béthanie, au-delil du Iourdain. In 1, 28, en Id., Chronologies néotestamentaires et Vie de l' Eglise primitive, Paris 1976, 1220; L. Heidet, en DB 1, 1654-1662; C. Kopp, en LThK 1,305-307; Kopp, Statten, 153-166,319-338.

El NT designa con el nombre de Betania dos lugares diferentes, ambos en los evangelios. 1) Una Betania cerca de Jerusalén (Mc 11, 1; Jn 11, 18), situada a 15 estadios de la capital (= 2, 8 km), en la ladera del Monte de los Olivos; 2) otra Betania (mencionada únicamente en Jn 1,28) «al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando». 1. La Betania cerca de Jerusalén está situada en la ladera del monte de los Olivos. Al llegar Jesús a las cercanías de «Betfagé y Betania», envía a dos discípulos para que le traigan la cabalgadura con la que va a hacer su entrada triunfal en Jerusalén (Mc 11, 1 par. Lc 19,29). Al atardecer de aquel día Jesús regresa con los Doce a Betania para pasar allí la noche (Mc 11, 11 par. Mt 21, 17) y se va de aquella localidad al día siguiente (Mc 11, 12). En Betania (<<en casa de Simón el leproso») tiene lugar la unción de Jesús, antes de la pasión (Mc 14, 3 par. Mt 26, 6). Jn 12, 1 sitúa también en Betania una unción de Jesús (realizada por María), pero en casa de Lázaro, María y Marta (12, 1-8). En 11, 1

640

639 se dice que Betania es «la aldea de María y de su hennana Marta» (cf. también 11, 18). Lc 24, 50 refiere que Jesús (en el día de pascua), «en las cercanías de Betania», bendijo a sus discípulos y a continuación «fue elevado al cielo» (v. 51). Esta noticia se halla en cierta tensión con lo que se dice en Hech 1,412, donde el monte de los Olivos es el lugar de la Ascensión.

mejor corresponde al hebreo byt ''Sdtyn (3Q15 11, l2s). Se trata de una forma dual que hace referencia seguramente a dos estanques de agua (excavados). El elemento fundamental del nombre no está aclarado etimológicamente. El otro nombre Bl1~a'ltá (L it') o la fonna Bl1'lt~a'ltá (Sin 33 Eusebius; también NTG y GNT) son transcripciones griegas de una forma aramea correspondiente (cf. GNTCom, sub loco).

2. No se puede determinar la situación exacta de la «Betania al otro lado del Jordán» (Jn 1, 28). En el siglo III no se sabía ya dónde había que situarla (Orígenes). Es difícil explicar el origen secundario de la variante textual «Betania», derivada de Brl"'ta~aQá (C' K rr 'P' sy" sa Or Eus Epiph) o Bl1'ltaQa~á (Sinb 892mg syhmg Or). El mejor y más antiguo testimonio textual dice Bl1'ltavLa y ofrece por tanto la lectura original (R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan 1, 321s; GNTCom, sub loco.

G. Schneider BlJa~aaá (BlJ~aaá) Bethzatha, Betza-

tá; otra forma del nombre es: Bl1'ltwoá Bethesda Betesda* Bibl.: BetesdalBetzatá, en Haag, Diccionario, 235236; M. Gorg, Betesda: Beckenhausen: Bibl. Notizen 49 (1989) 7-10; J. Jeremias, Die Wiederentdeckung von Bethesda, Gottingen 1949; Id., The Rediscovery of Bethesda, Louisville, Ky., 1966 (obra ampliada y mejorada); R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan n, Barcelona 1980, 130s; D. J. Wieand, John V. 2 and the Pool of Bethesda: NTS 12 (1965-1966) 392-404.

1. En el NT, Betesda se menciona únicamente en Jn 5, 2 como el nombre hebreo de un lugar «situado cerca de la puerta llamada de las Ovejas» y que tiene «cinco soportales». El lugar donde, según Jn 5, l-9b, se realizó la curación del enfenno que llevaba 38 años inválido, ha sido visitado por los peregrinos cristianos a lo largo de los siglos. Su emplazamiento ha quedado confinnado por la arqueología (cf. Jeremias). El nombre se ha trasmitido con diversas variantes, pero la de Bl1'ltwoá (C Koiné E> y otros) merece la preferencia, porque es el que

Betesda era una gigantesca instalación, excavada en la roca hasta una profundidad de 7 a 8 m. Tenía cinco soportales; cuatro de ellos rodeaban por todas partes el estanque, que era doble: uno más pequeño situado al norte (de unos 40 x 50 m), y otro mayor, al sur (de unos 50 x 60 m). El quinto soportal se alzaba sobre un muro de separación, de 6, 5 m de espesor, entre los dos estanques. Los soportales fueron erigidos probablemente por Herodes el Grande. En todo caso, la existencia de la instalación queda asegurada por el Rollo de Cobre de Qumrán antes citado (3Q15, aprox. 35-65 p.c.), para el decenio que precedió a la destrucción de Jerusalén. La instalación se alimentaba con el agua de lluvia de un valle lateral que fluía hacia el Valle del Cedrón. Además, se alimentaba también probablemente de un manantial subterráneo. En 1961 comenzaron a descubrirse los baños que habían sido excavados en la roca, al este de los dos grandes estanques, y a los que llegaba el agua por medio de una red de pequeños canales. A estos baños se dirigían probablemente los enfermos, y no a los estanques, que tenían una profundidad de 13 m. «Es probable que en tiempo de Jesús el complejo tuviera ya carácter sacro, y no sirviera únicamente para tomar las aguas» A. van der Bom-W. Baier, en H. Haag, Bibel-Lexikon, Zürich 1982,203. 2. En el NT, el lugar se menciona únicamente en Jn 5, 2. Hay buenas razones para dudar de la autenticidad de los versículos 5, 3b-4. Los primeros copistas intensificaron probablemente 10 que se creía que era un suceso milagroso, haciendo notar que la primera persona que descendía a las aguas, después que. éstas fueran agitadas, era curada de sus dolencias. El ángel que descendía a las aguas para agitarlas representa probablemente una explicación popular del hecho de que las aguas brotaran del manantial de manera intenniten-

641 te. La temprana glosa falta en los mejores manuscritos (p •• 75 Sin B C* D y otros). El texto no forma parte del contenido original del evangelio de Juan. H. Leroy

BlJaAÉE,. Bethleem Belén* 1. Aparición del término - 2. Historia - 3. Emplazamiento - 4. Campo referencial en el NT - 5. Sobre la denominada cueva de la Natividad.

Bibl.: J. Duncan-J. Derrett, The Manger at Betlehem: StEv VI (1973) 86-94; Kopp, Stdtten, 10-85; G. Kroll, Auf den Spuren Jesu, Leipzig '1974, 41-66; S. Mittmann, Bethlehem, en TRE V, 759-763; W. Schmithals, Die Weihnachtsgeschichte Lk 2, 1-20, en FS Fuchs, 281-297; H. Schürmann, Das Lukasevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969,97-115; W. A. Schultze, Zur Geschichte der Auslegung von Mt 2, 1-12: ThZ 31 (1975) 150-160.

1. Bl1'ltAÉqt es un topónimo indeclinable (según la LXX trascribe el hebreo bet lelJem, trascrito también Bm'ltAÉql, cf. Hatch-Redpath, Suppl., 33a, 39c; las trascripciones hechas por Josefo son diferentes: Bl1'ltAÉ!W, -(()V, Bl1'ltAÉEf1.a, -(()V y Bl1'ltAEÉf1.l1, -l1~, cf. A. Schalit, Namenworterbuch zu Flavius Josephus, Leiden 1968,27 col. b). En el NT se menciona únicamente a Belén como lugar del nacimiento de Cristo en las historias de la infancia según Mateo (2, 1.5s.8.16) y según Lucas (2, 4.15) y también en In 7, 42. En Mateo se la llama «Belén de Judea» (cf. también Josefo, Ant V, 318) para distinguirla de una localidad de Galilea que tenía el mismo nombre y que estaba situada en el territorio de la tribu de Zabulón (Jos 19, 15). Mt 2,6 (en cita de Miq 5, 1 LXX) habla de «Belén, en tierra de Judá». Lucas enuncia más detalladamente: «a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén» (Lc 2, 4). Juan (7, 42) hace referencia en general al testimonio de la «Escritura» (cf. 2 Sam 7, 12; Sal 89, 4s; y especialmente Miq 5, 1). 2. Belén se halla situada a unos 8 km al Sur de Jerusalén (Josefo, Ant VII, 312 dice con imprecisión «a 20 estadios»). Se la menciona por primera vez en las Cartas de El-Amama (siglo XIV a.C.) como bit ilu lalJama (<
642 de la diosa Lal}.ama»). En el AT, esta localidad es importante sobre todo por ser el lugar de origen de la familia de David (l Sam 16, 18; 20, 6; 2 Sam 2, 32; 21, 19; 23, 14.24; Rut 1, 22; 2, 4; 4, 11). Por lo demás, Belén no desempeña más que un papel secundario (cf. Jue 17,7; 19, 1; 1 Crón 2, 50ss; 4, 4.22; 2 Crón 11,6; Esd 2,21; Neh 7,26). La profecía de Miq 5, 2, que asocia a Belén con Efrata (es decir, con el territorio de la tribu de los Efrateos, el más pequeño de los clanes de Judá), llegó a ser importante por la profecía de que el Mesías habría de nacer «de la casa de David» (Miq 5, 1). Según 1 Sam 17, 12, David «era hijo de un efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé» (cf. también el TestRub 3, 13). Una antigua tradición, que se encuentra ya en el AT, situó erróneamente el sepulcro de Raquel (Gén 35, 19s; 48, 7) en «el camino hacia Efrata, es decir, Belén» (así dice, en todo caso, una glosa antigua; pero es distinto lo que dicen Jer 31, 15 Y 1 Sam 10, 2). Habrá que suponer que, en tiempos del NT, la expectación de un mesías «de la Casa de David» se hallaba asociada estrechamente con el lugar. Fuentes judías de tiempos posteriores lo entienden también así (Billerbeck 1, 83). Josefo (por ejemplo, Ant VII, 312) llama siempre a Belén una «ciudad». Juan (7, 42) la denomina una «aldea». 3. Belén se halla situada sobre dos colinas unidas por un anticlinal, al este de la calzada que va de Jerusalén a Hebrón, a una altitud de 760 a 800 m sobre el nivel del mar. La ladera sur tiene una pendiente más pronunciada que la ladera norte. Hacia el este se extiende el desierto de Judá. El asentamiento de la edad del hierro se encontraba ya en la colina oriental, y allí estaba también el lugar. durante la época grecorromana. AqUÍ el emperador Constantino o su madre Elena edificó la Iglesia de la Natividad (Eusebio, VitConst I1I, 41ss) sobre una cueva que con el correr del tiempo se amplió hasta constituir un sistema de cuevas. 4. Aunque los textos antiguos del NT hablan -en fonna de confesión de fe- de Jesús

643 como el Mesías, «descendiente de David según la carne» (Rom 1, 3; también 9, 5), sin embargo el problema acerca del lugar del nacimiento de Cristo sigue siendo una cuestión debatida. Los evangelios de Mateo y de Lucas mencionan unánimemente a Belén, pero difieren considerablemente en sus respectivas descripciones de las circunstancias históricas del nacimiento. Al hacerlo así, no están libres de intereses apologéticos y cristológicos. La afirmación que se hace en Jn 7, 42 muestra la gran presión a que se vieron sometidos los evangelistas para probar la conexión de Jesús con Belén. Mateo menciona por primera vez Belén como lugar del nacimiento de Jesús en el marco de la historia de los Magos (2, 1ss). El considera a Belén como el lugar de residencia de los padres de Jesús. El relato tiene su punto culminante en la profecía de Miq 5, 1. Los breves relatos que siguen a continuación sobre la huida a Egipto y la matanza de los niños en Belén (Mt 2, 13-15 Y vv. 16-18) delatan el mismo interés por declarar que se había cumplido la profecía del AT (cf. Os 11, 1; Jer 38, 15). En contraste con Mateo, vemos que Lucas asocia cronológicamente el nacimiento de Jesús con la publicación del edicto que ordenaba un «primer» censo del Imperio, y convierte también el censo en el marco que envuelve las circunstancias del nacimiento. Por tanto, los padres de Jesús se ven obligados a marchar de Nazaret a Belén para empadronarse como descendientes de David ante los funcionarios del censo. Lucas, que habla dos veces con énfasis acerca de la «ciudad de David» (2,4.11), quiere acentuar el cumplimiento de la promesa bíblica. La otra tradición del NT parte de que Jesús se crió en Nazaret, su «patria chica» (--+ Na~aQÉt; Mc 6, 1ss; Mt 2,23; Lc 4, 16ss; Jn 1, 44ss). El origen galileo de Jesús fue ocasión para que los adversarios de Jesús pusieran en duda su legitimidad mesiánica. En Juan (7, 42s) hallamos un ejemplo de este debate.

644 5. La tradición vinculada con la denominada cueva de la Natividad (--+ 3) es prueba, indudablemente, del interés que los cristianos sintieron desde muy pronto por el lugar, pero no garantiza suficientemente la historicidad de los testimonios de Mateo y de Lucas. La tradición escrita la encontramos por primera vez en Justino (Dial 78, 5). Se refiere seguramente a aquella cueva en la que el emperador Adriano instaló un santuario en honor de Tammuz, y sobre la cual el emperador Constantino erigió más tarde la iglesia de la Natividad (según Jerónimo, Epistula ad Paulinum, 58, 3). Según Orígenes, Cels 1, 51, la cueva fue «mostrada» a unos visitantes en el siglo III de nuestra era. El ProtEv (17, 2; 18, 1) sugiere un lugar diferente. A. Strobel Bl13(Jat~á(v) Bethsaida(n) Betsaida* Bibl.: Abel, Géographie 11, 279s; Bauer, W6rterbuch, 277-278; G. Dalman, Orte und Wege Jesu (BFChTh 2/1), Darmstadt 1967 (=Gütersloh 1924), 173-180; M. S. Enslin, en BHH 1, 234; Haag, Diccionario, 232; Kopp, Stiitten, 230-243; C. Kopp, en LThK 11, 314s; B. Pixner, Searching for the NT Site of Bethsaida: Bibl. Arch. 48 (1985) 207-216.

Betsaida, en hebreo bh :¡ayedá (<
645

646

Br¡{}oa'CM(v) - Pfílta

En la tradición de Q (Mt 11,21 par. Lc 10, 13), Jesús maldice a Betsaida a causa de la incredulidad de sus habitantes. Según Mt 11, 20, esta ciudad, lo mismo Corazín y Cafarnaún, se cuentan entre las poblaciones en las que Jesús obró muchísimos milagros. Durante la travesía nocturna en dirección a (JtQó~) Betsaida, Jesús se revela a los discípulos (Mc 6, 45). En las cercanías de la aldea (Mc 8, 22.26), Jesús cura a un ciego (8, 22-26). Lucas (9, 10) menciona esos alrededores como el escenario donde se produjo la primera multiplicación de los panes (a diferencia de Marcos y Mateo, que hablan de una región solitaria). Esta localización, probablemente, está íntimamente relacionada con la concepción de Lucas de que el cristianismo se asienta en las ciudades o tiene en ellas su punto de irradiación (cultura urbana de tipo helenístico). Por tanto, habrá que contar también, desde el punto de vista de la historia de la redacción, con una preparación literaria para 10, 13. La influencia de Mc 6, 45 Y 8, 22 es muy discutible. Betsaida es la patria chica de Pedro, Andrés y Felipe (Jn 1,44; 12,21). A. Fuchs

B1)1tq¡ayÍJ Bethphage Betfagé* Bibl.: Abel, Géographie 11, 279; Billerbeck 1, 839s; J. Finegan, The Archeology ofthe New Testament, Princeton 1969, 88-91; Kopp, Stiitten, 323-332; E. Lohmeyer, Das Evangelium des Markus (KEK), Gottingen 81967, 228s; R. Pesch, Das Markusevangelium 11 (HThK), Freiburg i. Br. 1977, 176-178; K. L. Schmidt, Der Rahmen der Geschichte Jesu, Berlin 1919 (Darmstadt 1969), 295-297.

1. El nombre de Br¡{}cpay~, que puede traducirse por «casa de los higos», designa en el NT a una localidad cercana a Jerusalén, situada entre la antigua calzada romana y Betania, junto al monte de los Olivos, probablemente en su ladera oriental (Finegan, 90; otra cosa piensa Lohmeyer, 228). Se la identifica casi siempre con la localid~d actual denominada Kefr et-Tur. Según la tradIción rabínica, Betfagé está dentro del radio de la ciudad de Jerusalén. Los textos que hablan de los lugares adecuados, por ejemplo, para comer el cordero pascual, mencionan a Betfagé como el distrito urbano más alejado (Billerbeck).

2. Betfagé no aparece en la LXX, y en el NT la encontramos únicamente en Me 11, 1 par. Mt 21, 1; Lc 19,29. Una variante textual, atestiguada ya por Orígenes, no menciona el nombre de Betfagé en el evangelio de Marcos. Pero su débil testimonio en la tradición y la concordancia que existe entre los Sinópticos hablan en favor de que la lectura original es: «Betfagé cerca de Betania». Mateo es el que se expresa más claramente con lógica y sentido topográfico; Marcos habla desde la perspectiva de Jerusalén. El paralelo de Mc 11,2, que se refiere a la «aldea que está enfrente de vosotros», piensa sin duda alguna en Betfagé, por la cercanía en que se hallaba la ladera del monte de los Olivos. Además, el área urbana de Jerusalén comenzaba aquí. Acentúa el significado de la entrada triunfal de Jesús en la ciudad santa el hecho de que aquí precisamente, en el límite de la ciudad, se ponga a su disposición una cabalgadura (cf. Finegan, 91). W. Radl

pii""a, a'to;, 'tó bema paso, grada, sitial, tribuna* l. Aparición del término en el NT - 2. Significados - 3. Expresiones estereotipadas.

Bibl.: E. Reisch: Pauly-Wissowa I1I, 264s; A. M. Schneider, en RAC 11, 129s.

1. El sustantivo

PfíflU,

derivado del verbo

puivw (<
648

647

En Hech 12, 21, ~fjf!a significa una tribuna de orador, desde la cual Herodes Agripa dirige la palabra a la multitud. En Mt 27, 19 Y Jn 19, 13 así como también en Hech 18, 12.16s; 25, 6.10.17, ~fjf!a significa el sitial oficial (sella curulis) gestatorio en el cual solían sentarse los altos funcionarios romanos para desempeñar su función de jueces (cf. Josefo, Bell 11, 301): el sillón de juez en el que se sentó Pilato en Jerusalén para juzgar a Jesús, el sillón de Galión en Corinto (en las excavaciones realizadas en el costado meridional del ágora se han encontrado los fundamentos para esos tipos de ~fjf!a; cf. E. Kirsten-W. Kraiker, Griechenlandkunde, Heidelberg 41962, 321) Y el sillón de Festo en Cesarea durante el interrogatorio de Pablo. En 2 Cor 5, 10 Y Rom 14, 10 Pablo utiliza el término en la descripción del juicio final divino: «Todos hemos de comparecer ante el tribunal (~fjf!a) de Cristo» (o «de Dios»). ~fjf!a (cf. Sib 11,218; VIII, 222, 242; también Polic 6, 2) sustituye aquí a ttQóvo~, que es el término que se emplea generalmente para designar el sitial del juez escatológico (cf. Dan 7,9; Hen [et] 45, 3; 47, 3; Mt 19,28; 25, 31s; Ap 20, 4, 11). 3. Dos expresiones estereotipadas son importantes para conocer el empleo que se hace de ~fjf!a en el NT: a) «sentarse en el ~fjf!a» como expresión de que se ejerce una función oficial, principalmente la función judicial (Mt 27,19; Jn 19,13; Hech 12,21; 25, 6.17); b) «(estar) ante el ~fjf!a» como expresión de que se está siendo juzgado (Hech 18, 17; 25, 10; Rom 14, 10; 2 Cor 5, 10). B. Schaller

~t1QUAAO~, OU, Ó (ÍI) beryllos berilo* Según Ap 21, 20, la octava piedra de los cimientos en que se asienta la Jerusalén celestial es el berilo, una variedad de esmeralda de color verdemar (cf. Ex 28, 20; Ez 28, 13: ~r¡­ Q'ÚAALOV); quizás una aguamarina. BHH 1,363; Haag, Diccionario, 1529s.

ÍI bia poder, violencia* En el NT, este término se emplea únicamente en Hechos. Según 5, 26 los apóstoles son llevados «sin uso de la fuerza» (ou f!E'ta ~La~) ante el Sanedrín; en 21, 35 se habla de la violencia de la multitud que se arremolina contra Pablo (cf. 24, 7 v.l.); en 27, 41 se habla de la violencia (de las olas); p47 C Koiné y otros añaden 'toov x1JWhwv. ~ta, a~,

~tá.~op.tm biazomai hacer uso de la fuer-

za; hacer uso del poder; comportarse violentamente * ~La(J't~~, ov, Ó biastes persona violenta, impetuosa* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenidos semánticos en el contexto de Mateo y Lucas 3. El punto de vista de la historia de las tradiciones.

Bibl.: P. W. Barnett, Who Where the «Biastai» (Mt 11, 12-13): RTR 36 (1977) 65-70; G. Braumann, «Dem Himmelreieh wird Gewalt angetan» (Mt 11, 12par): ZNW 52 (1961) 104-109; F. W. Danker, Luke 16, 16 An Opposition Logion: JBL 77 (1958) 231-243; Goppelt, Theologie 1, 114s; Jeremias, Teología 1, 63s, 1365; Ph.-H. Menoud, Le sens du verbe ~Lá~E'taL dans Le 16,16, en FS Rigaux, 207-212; E. Moore, BIAZQ, API1AZQ and Cognates in losephus: NTS 21 (19741975) 519-543; N. Perrin, The Kingdom ofGod in the Teaehing of lesus, London-Philadelphia 1963, 171174; G. Schrenk, ~Lá~of.tm, ~Laa't1Í~, en ThWNT 1, 608-613; Schultz, Q, 261-267, Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1015,

1. El verbo ~Lá~of!aL aparece en Mt 11, 12 par. Lc 16, 16 (Q). En el mismo versículo de Mateo se halla el sustantivo ~La(J't~~, que ha hecho que este pasaje se conozca como el 10gion del «asalto de los violentos». Se trata desde siempre de una verdadera crux interpretum. 2. Por de pronto las modificaciones introducidas por Lucas nos revelan lo siguiente: Lucas sustituye el predicado verbal ~Lá~E'taL, que es difícil de entender en relación con el sujeto ~ ~a(JLAda 'tov ttcov (cf. lo que dice Mateo), por EuayyEAL~E'taL. En la segunda frase, unida paratácticamente con la anterior, Lucas suprime igualmente el ~La(J'tat uQ:1tá-

649 ~01J<JLV,

que es también difícil de entender, y lo sustituye por el nuevo sujeto :1ta~ y el verbo ~La~E'taL, tomado de la primera frase, facilitando la comprensión del mismo mediante la adición de la preposición d~, que indica la meta de un movimiento. Conforme a la concepción que Lucas tiene de la historia de la salvación, el tiempo de la ley y los profetas llega hasta Juan. A partir de entonces comienza la proclamación del reino de Dios. El complemento preposicional d~ au't~v muestra que ~Lá~E'taL debe entenderse en el sentido intransitivo que es propio de la voz media: «y todos se esfuerzan impetuosamente por entrar en él (en el reino de Dios)>>. Al mismo tiempo, el :1ta~ incluye también a los «avariciosos fariseos» (v. 14) del contexto, para quienes significa que la proclamación del reino de Dios no deja sin valor la ley (v. 17), de tal manera que los que «no oyen a Moisés y a los profetas», no harán la «penitencia» exigida para entrar en el reino de Dios, «ni siquiera en el caso de que uno de los muertos resucite» (16, 30s). Si el ~Lá~E'taL de Mateo, que no expresa objeto de la acción verbal, se interpreta también en el sentido intransitivo que es propio de la voz media, entonces habrá que traducir: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos se abre camino impetuosamente, con violencia». Pero esta interpretación se viene abajo por la segunda frase, que está unida por el xaL El término ~La(J­ 'taL, que aquí aparece, y que se encuentra raras veces en griego, se deriva de ~La y es parte de una familia de palabras que tiene como elemento semántico común la idea de «violento». Así que este término, en la segunda frase, no se puede traducir sino como sujeto de uQ:1tá~01J(JLV: «y los violentos l(\) toman por la fuerza». En ese caso habría una intolerable contradicción entre la primera frase y la segunda: una contradicción que sólo se podrá evitar, si interpretamos y traducimos ~Lá­ ~E'taL en sentido pasiv.o: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de Dios es asaltado con violencia (o es acosado con violencia o sufre violencia), y los violentos lo

650 toman por la fuerza». De esta manera, las dos frases constituyen un paralelismo sinonímico que no disuena. Si nos damos cuenta de que la sentencia, en todo caso, se refiere al reino actual de Dios, entonces veremos que Mateo no incluye a Juan el Bautista en ese reino de Dios, y que entiende finalmente el ew~ aQ'tL desde la situación de Jesús, que es el hablante. En ese caso, basándose en el contexto, puede ofrecerse la siguiente traducción: «esta generación» se enfrenta con Juan el Bautista y con Jesús, el heraldo del Reino, y lo hace con difamación y resistencia (vv. 16-19); así que «el reino de los cielos sufre opresión hasta el día de hoy». Aquello de que «los violentos lo arrebatan por la fuerza» es una realidad que se ha producido ya para Juan, que está encerrado en prisión (v. 2). En el caso de Jesús, esa realidad es inminente. 3. A diferencia de lo que sucede con las formas que ellogion tiene en Mateo y en Lucas, no sabemos qué contexto puede determinar el sentido de dicho logion en la fuente Q (cf. Schulz, 262: Ó VÓf!O~ xal OL :1tQO
Si consideramos el logion como ipsissimum verbum Iesu, entonces es posible que Jesús también haya hablado del destino de aflicción que correspondía al reino de Dios que era ya una realidad presente en sus palabras y en sus actos (cf., por ejemplo, Mc 4,38). Claro que también es posible entender el logion -en labios de Jesús- como una metáfora: por los violentos que ilegítimamente arrebatan el reino de Dios y lo asedian con

652

651 violencia, podrían entenderse los recaudadores de impuestos y los pecadores, que -en opinión de los adversarios de Jesús- no tienen ningún derecho a ese Reino, pero a quienes, no obstante, Jesús se lo ha prometido (cf. Mt 21,31). W. Stenger

~í.ato;, 3 biaios violento, impetuoso* En Hech 2, 2 se compara la venida del Espíritu con el bramido de un viento impetuoso.

~ta(J'tÍJ;, olí, Ó biastes persona violenta o impetuosa -+ ~Lá~o[.tm.

~t~J..aQí.btov, ov, 'tó biblaridion libro pequeño* En el NT, este término aparece únicamente en el Apocalipsis: 10, 2.9.10 (v. 8 v.l.). Dícese de un libro que el vidente recibe de la mano del ángel y que debe devorar (cf. Ez 2, 8s; 3, 1-3). Los testimonios de la tradición manuscrita de los versículos citados son muy diversos, pero todos ellos concuerdan en que se trata de un pequeño libro' que no se identifica con el libro mencionado en 5, 1; cf. también GNTCom a propósito de 10, 10.

~t~J..í.ov,

ov, 'tó biblion libro, escrito, do-

cumento* 1. Aparición del término y significados en el NT 2. Como término para designar los escritos del AT - 3. En el Apocalipsis

Bibl.: U. Becker, en DTNT 11, 440ss; C. C. M. McCown, Codex and Roll in the NT: HThR 34 (1941) 219-250; H. Hunger, en LAW, 510-513; L. Koep, Das himmlische Buch in Antike und Christentum (Theophaneia 8), Bonn 1952; L. Koep-S. Morenz-L. Leipoldt, en RAC 11,664-731; J. Müller-Bardoff, en BHH 1, 276-279; sc Haag, Diccionario, 1100ss; O. Roller, Das Buch mit den sieben Siegeln: ZNW 36 (1937) 98113; G. Schrenk, ~(~AO<;, ~L~A(OV, en ThWNT 1,613620, sobre todo 615ss. Para más bibliografía, cf. infra ~(~AO<;.

1. ~L~Aí,ov aparece 34 veces en el NT, de las que 24 corresponden al Apocalipsis; por lo demás, el término aparece 1 vez en cada uno de los escritos siguientes: Mateo, Marcos, Gálatas y Carta segunda a Timoteo; aparece 2 veces en Juan y 2 en Hebreos; y 3 veces en Lucaso Aunque es propiamente un diminutivo de -+ ~í,~Aos, tiene el mismo significado que él en la LXX y en el NT, pero aparece con muchísima más frecuencia. ~L~Aí,ov y ~í,~Aos proceden de las antiguas formas ~Ú~AOs y ~u~Aí,ov y se refieren al material que servía de soporte a la escritura y que estaba formado por hojas de la planta de papiro, que aproximadamente a partir del siglo VI a.e. llegaba al mundo griego generalmente desde Biblos en Fenicia. De ahí su nombre. Pero muy pronto los documentos de toda índole, sin tener en cuenta el material que sirviera de soporte a la escritura, comenzaron a llamarse ~í,~Aos o ~L~Aí,ov, especialmente en la LXX, donde con estos términos se traducía el vocablo hebreo sefer. En el NT, ~L~Aí,ov designa un libro, un rollo o un documento, por ejemplo, en Jn 20, 30, donde se hace referencia al evangelio mismo; cf. 21, 25; Ap 1, 11; 22,7.9.10.18 (bis). 19 (bis); en 2 Tim 4, 13 se hace referencia probablemente a rollos (de papiro, ¿para los escritos cristianos primitivos?) en contraste con los «rollos de pergamino» u «hojas de pergamino» ([.te[.t~Qávm, ¿para los escritos del AT?), que eran más costosos y duraderos que el papiro; cf. la imagen de enrollar un libro en Ap 6, 14. ~L~Aí,ov se usa 6 veces para referirse a los escritos sagrados (del AT) (-+ 2). Además, la expresión ~L~Aí,ov a:Jtoo'Woí,ou (Mc 10, 4 par. Mt 19, 7), tomada de Dt 24, 1.3 (sefer k'rftút), se refiere a la carta de divorcio que el marido judío debía extender a su mujer, al repudiarla. 2. En Lc 4, 17 (bis ).20, ~L~ALOV (1:OV :JtQocpÍ]1:OU 'HOULOU, V. 17) designa el rollo del profeta Isaías que se leía en público en el culto divino de la sinagoga, y que según los vv. 17 (GNT con Sin D' K Y otros) Y 20 es desen-

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~L~A.Lov

rollado y vuelto a enrollar por Jesús. Aquí, especialmente al designarse el rollo de la Torá como 't0 ~L~ALOV 1:OV vÓ[.tOU (Gál 3, 10; cf. Dt 27, 26) o sencillamente como 't0 ~L~ALOV (Heb 9, 19; cf. Ex 24, 7), se recoge la manera de hablar de la LXX (cf. Dt 28,58.61; Nah 1, 1; también Josefo, Ant XI, 5; Ap 1, 38). Con las palabras €V xecpuWh ~L~ALOU (Heb 10, 7, en cita del Sal 39, 8 LXX; cf. Ez 2,9 LXX) se alude no a la ley sino al rollo en general de los escritos que prometen la venida de Cristo; cf. además 'ta ~L~ALU para designar a los «escritos sagrados» (juntamente con OL a:Jtóo1:0Am) en 2 Clem 14, 2 (-+ ~L~AOs). 3. En el Apocalipsis ~L~ALOV se refiere 8 veces al libro de revelación que uno tiene delante de sí (-+ 1), Y 7 de esas veces se encuentran en el capítulo 22: los Aóym 'tijs :JtQoCP1]'tELUs 1:OV ~L~ALOU WÚ1:OU (22, 7.10, 18; cf. V. 19) incluyen toda la revelación divina sobre los últimos días. A quienes se atengan firmemente a esas palabras se les promete el macarismo del V. 7. En contraste con la apocalíptica judía (Dan 8, 26; 12, 4.9), la revelación de este libro no se sella para tiempos futuros, porque el fin está cerca (v. 10). La fórmula de protección de la profecía en los vv. 18 Y 19 (cf. Dt 4, 2; Hen [et] 104, 10-12; Arist 31Os) confirma lo acabado e inalterable de la revelación que se halla en el libro redactado por el vidente, un nuevo momento -en comparación con Jn 20, 30; 21, 25- de la codificación de la revelación en el cristianismo primitivo, que se halla íntimamente relacionado con la tradición apocalíptica. Para el vidente, en Ap 5, 1.2.3.4.5.7 (Textus Receptus).8.9, el plan de Dios para la historia de los últimos días se encuentra, a tenor de lo que se dice en Ez 2, 9s, en un documento sellado con siete sellos (cf. también Is 29, 11; Dan 8, 26; 12,4.9; Hen [et] 89,71), en forma de un rollo, en un documento escrito por el anverso y por el reverso (v. 1; cf. Ez 2, 10), lo cual realza la abundancia de sucesos que constan en dicho libro (cf. Koep, 21-25). Tan sólo el Cristo exaltado, como el Consumador de la voluntad de Dios, es capaz de abrir los

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siete sellos (v. 7; cf. 6, 1-8, 1) Y de poner así en marcha la historia del fin, historia que el vidente contempla y experimenta ya al mismo tiempo. Por el contrario, Ap 10, 8 habla de otro libro que ya está abierto (muchos manuscritos, en consonancia con el contexto, ofrecen en los vv. 2, 9 y 10 una forma en diminutivo): un libro que el vidente -como el profeta en Ez 2,8-3,3- ha de tomar y devorar, lo cual le conducirá a ulteriores profecías (posiblemente 11, 1-13). Ap 13, 8; 17,8; 20, l2c; 21, 27 mencionan el ~L~ALOV 'tijs ~ú)ijs (cf. 3, 5; 20, 15; 22, 19 Textus Receptus: -+ ~L~AOs 'tijs ~ú)ijs), que está en manos del «Cordero» y en el que, desde la creación del mundo, se hallan consignados los nombres de los que han de ser salvados en el juicio final (20, 15) Y han de entrar en la Jerusalén celestial (21, 27; cf. también Lc 10, 20; Flp 3, 4; Heb 12, 23). De esta manera se recoge la idea veterotestamentaria de una lista de ciudadanos celestiales (cf. Ex 32, 32s; Is 4,3; Sal 68, 29 LXX; Dan 12, 1; también Hen [et] 47, 3; 104, 1; 1 Clem 53, 4; Herm [s] 2, 9; Schrenk, 619), una idea que probablemente no tiene nada que ver con la concepción oriental generalizada sobre libros celestiales en los que está escrito el destino (cf. infra; cf. Koep, 31-39). El libro del Cordero, por ser el libro de la Vida, confirma el destino de los creyentes para la salvación; pero, según 3, 5, los bautizados corren peligro de ser borrados del libro (cf. Ex 32, 32s; Sal 68, 29 LXX), si en la batalla escatológica no conservan la fidelidad y no siguen siendo vencedores. En los demás pasajes no se hallan tampoco ideas predestinacionistas. Los creyentes demuestran en su propia vida que se hallan inscritos en el Libro de la Vida. En Ap 20, l2b.d se distingue nítidamente entre el Libro de la Vida y los libros (en plural) del juicio (cf. Dan 7,10; Is 65, 6; Hen [et] 81,4; 89, 62.70s.76; 104, 7; 4 Esd 6, 20), en los cuales -según la tradición- se consignan las obras (malas) de los hombres para que sirvan de base para el juicio final. Según 20, 12.15, los libros de las obras constituyen en general la base para que Dios dicte su juicio.

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/3L/3A.LOV - /3LOI,;

y aquel que con sus obras no se ajusta a Dios, no es inscrito tampoco en el Libro de la Vida, y por tanto caerá en la muerte definitiva. H. Balz

~t~AO~,

O\), ÍJ biblos libro, escrito*

Bibl.: F. G. Kenyon, Books and Readers in Andent Greeee and Rome, Oxford 21951; T. Kleberg, Buehhandel und Verlagswesen in der Antike, Darmstadt 1969; G. Kuhn, Die Gesehleehtsregister Jesu bei Lukas und Matthiius na eh ihrer Herkunft untersueht: ZNW 22 (1923) 206-228; M. Lambertz, Die Toledoth in Mt 1, 1-17 un Lk 3, 23bff, en FS F. Dornseiff, Leipzig 1953,210-225; R. Smend, en BHH 1, 240-247. Para más bibliografía, cf. supra ~L~Alov; cf. además ThWNT X, 1015s.

1. ~L~AO¡; aparece 10 veces en el NT (también como v.l. principalmente en Ap 13,8; 20, 19a [en Textus Receptus por ~L~ALov] y 22, 19b [en Textus Receptus ~L~AO¡; 'tfí¡; ~wfí¡; en vez de ~'ÚAOV 'tfí¡; ~Wfí¡;]), y por tanto es un término que se encuentra con mucha menos frecuencia que su sinónimo ---+ ~L~ALov. Lo mismo que ---+ ~L~ALov (2), el término ~L~AO¡; se usa para designar los escritos sagrados (del AT): en Mc 12, 26 ~L~AO¡; MwüaÉw¡; (en relación concretamente con Ex 3, 2.6) se refiere al Pentateuco; en Lc 3, 4 se habla de ~L~AO¡; Aóywv 'HaaL01J; en Lc 20, 42; Hech 1, 20, del ~L~AO¡; '\jJaAf-tWV; en Hech 7, 42, del ~L~AO¡; 'tWV l'tQ0
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ces en el AT, concretamente en la expresión hebrea sefer toledot (Gén 5, 1; cf. ibid. LXX; 2, 4 LXX: «historia de los orígenes» o géne-': sis), y se refiere a Mt 1, 2-16, donde se muestra que Cristo desciende del pueblo de Abrahán y del linaje de David. El «Libro de la Vida» (---+ ~LPALov 3) se llama PL~AO¡; ~wfí¡; en Flp 4,3; Ap 3, 5; 20, 15; 13,8 Textus Receptus; 22, 19 Textus Receptus (bis). En Hech 19, 19 el plural aL ~L~AOL se refiere a los libros mágicos efesinos (cf. Dión Sículo 1, 44, 4; Preisendanz, Papyri 13, 739), que fueron quemados en público a consecuencia de la labor evangelizadora de Pablo (cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte2 [HNT], sub loco). H. Balz ~L~~ro(JXro bibroski5 consumir, comer* En Jn 6, 13: 'toT¡; ~EPQwxóaLv, a los que

habían comido, en la comida.

BL-3\)Vta, a~ Bithynia Bitinia* Región situada en el noroeste de Asia Menor, y provincia senatorial Guntamente con el Ponto) desde el año 64 a. C. Según Hech 16, 7, Pablo y Timoteo tratan inútilmente de ir desde Misia a Bitinia; 1 Pe 1, 1 presupone la existencia de una comunidad cristiana en Bitinia. Cf. también la correspondencia epistolar de Plinio el Joven (procurador de Bitinia) con el emperador Trajano (Ep. X, 96). RAC n, 416-422: LThK n, 512s; BHH 1, 255; Haag, Diccionario, 242; LAW, 478. ~tO~,

O\), Ó bios vida (en cuanto a sus formas y relaciones externas)* BLW'tLXÓ¡;, 3 bii5tikos lo concerniente a la vida* 1. Aparición de los términos - 2. Contenidos semánticos - 3. ~LOnL%á.

Bibl.: Bauer, Worterbueh, S.V.; G. Bertram, i;,áül %1:A.. CC), en ThWNT 11, 853-856; R. Bultmann, i;,áül %1:A.. CA), en ThWNT 11,833-844, sobre todo 836-838; A. Hultkrantz, en RGG IV, 248s; G. Link, Vida, en

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658

/3LOI,; - /3A.a/3EQól,;

DTNT IV, 354-364; L. Vischer, Die Auslegungsgesehiehte von 1Kor 6, 1-11 CBGE 1), Tübingen 1955.

1. ~Lo¡; aparece 9 veces en el NT. Este término lo encontramos en Marcos y Lucas, en las Pastorales (Cartas primera y segunda a Timoteo) y en la Carta primera de Juan. En cambio, ~LW'tLXÓ¡; lo hallamos tan sólo en Lc 21,34 Y 1 Cor 6,3.4. 2. En contraste con ---+ ~w~, vemos que PLO¡;/~LW'tLXÓ¡; no describen en el NT ningún bien salvífico. Se refieren más bien al ámbito de lo humano y secular y comprenden los intereses y preocupaciones de la existencia material. A veces pLo¡; aparece con el significado de bienes (riqueza) o herencia. En Lc 15, 12, el hijo menor pide al padre que le dé la parte de la herencia (ovaLa) que le corresponde. El padre accede al deseo de su hijo y reparte la herencia (PLo¡;). ovaLa y ~Lo¡; son aquí sinónimos. Lc 15, 30 utiliza también ~Lo¡; en este mismo sentido. En 1 Jn 3, 17 se contrapone la riqueza o el bienestar del uno a las escaseces del otro. Con la construcción de genitivo ~Lo¡; W'Ü xóalAo1J, el autor expresa la idea de que la riqueza material pertenece esencialmente a la esfera del mundo. Lc 8, 43 v.l. habla de una mujer que padecía de hemorragias y que había gastado en médicos OAOV 'tov PLov, toda su fortuna. La misma expresión la encontramos en Mc 12,44 (par. Lc 21, 4: l'táv'ta 'tov ~Lov). Con ello se alude claramente a la pobreza en que vivía la viuda. La paráfrasis l'táv'ta oaa d)(,EV en el v. 44 nos permite ver que aquí se habla de los medios con que esta mujer contaba para su sustento. Otro significado de pLo¡; lo encontramos en 1 Tim 2, 2, donde vemos que la vida civil se encomienda a la protección de las autoridades. Por el contrario, en 2 Tim 2, 4 se advierte que uno no debe perderse en los asuntos ordinarios de la vida cotidiana ( ... w'Ü ~Lo1J l'tQaYf-ta'tdm¡; ... ), habida cuenta del destino del cristiano como luchador de Cristo. Bajo signo clarísimamente negativo volvemos a encontrar pLo¡; en 1 Jn 2, 16. La conducta arrogante y pretenciosa (aAa~ovda W'Ü ~Lo1J), basada en el prestigio mundano, no procede

del «Padre». En Lc 8, 14 pLo¡; designa sencillamente a la vida humana, cuyos cuidados y satisfacciones distraen al hombre del destino que Dios le ha señalado. Por tanto, pLo¡;, en la parénesis cristiana primitiva, se considera como un ámbito que está en competencia con las exigencias que Dios impone al hombre. 3. En el NT, PLW'tLXÓ¡; aparece exclusivamente en plural y designa de manera peyorativa las cosas que pertenecen a la vida cotidiana. Se usa como adjetivo en Lc 21, 34. Las palabras parenéticas de Jesús de que no hay que sucumbir ni a los placeres ni a las preocupaciones de la vida cotidiana coincide en el fondo con lo que se dice en Lc 8, 14. Pablo utiliza en 1 Cor 6, 3.4 el adjetivo sustantivado PLW'tLXá. El contexto nos hace ver claramente que en la comunidad había disputas sobre derechos de propiedad, y que esas diferencias se habían llevado ante los tribunales romanos (= paganos). Así que ~LW'tLXU XQL't~QLa (v. 4) se refiere concretamente a pleitos sobre la propiedad de bienes. Pablo hace referencia al juicio escatológico en que los hombres han de juzgar sobre los ángeles, y al mismo tiempo reprocha a los corintios por no ser capaces de dirimir sus propias diferencias. H.-J. Ritz ~LÓro bioi5 vivir*

1 Pe 4, 2, refiriéndose al tiempo de la vida terrena que queda todavía después del bautismo y antes de la parusía. ~tro(JL~, Ero~,

ÍJ bii5sis la manera de vivir, la conducta moral* Hech 26, 4: Pablo se refiere a «mi manera de vivir». ~Lro'UXÓ~, 3 bii5tikos lo concerniente a la

vida* ---+ ~Lo¡;

(3).

~Aa~E~Ó~, 3 blaberos nocivo, perjudicial* En 1 Tim 6, 9 dícese de los deseos Gunto a avól]w¡;).

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660

IU,á:7t'tro blapto hacer daño, perjudicar* En Mc 16, 18 con 'l'tavác1Lf,tóv 'tL como sujeto de la acción verbal; en Lc 4, 35 con 't0 6mf,tÓVLOV como sujeto; en ambos casos, en sentido negativo. ~AaO''távro, ~AaO''táro blastani5, bastai5 producir, hacer brotar, germinar, brotar* Sentido intransitivo: en Mt 13, 26 (material peculiar), brotar (ó XÓQ'tO~); en Mc 4, 27 (material peculiar), germinar, brotar (ó oJtóQOs); en Heb 9, 4 dícese de la vara de Aarón que reverdeció (cf. Núm 17,5.8.10). Sentido transitivo: en Sant 5, 18: ~ yfj E~Aáo­ 't'l']OEV 'tov xaQJtov mhfjs, «la tierra produjo su fruto» (cf. 1 Re 18, 41ss). BAáO''to~, ou Blastos Blasto* Nombre del mayordomo de Herodes Agripa 1; por lo demás, desconocido: Hech 12,20. ~AaO'CfJ ... "Éro blasphemeo ultrajar, calumniar, blasfemar --> ~Aaocp'l']f,tLa.

t1

~AaO'CfJ... "í,a, a~, blasphemia ultraje, calumnia, blasfemia* BAuocp'l']f,tÉm blasphemei5 ultrajar, calumniar, blasfemar* BAáocp'l']f,to~, 2 blasphemos blasfemo, calumnioso* 1. Aparición de los términos y construcción gramatical - 2. Significados - 3. a) Blasfemia contra Dios b) Ultraje al Crucificado - c) Blasfemia contra el Espíritu Santo. Bíbl..' K. Berger, Die Amen- Worte Jesu, Berlin 1970, 36-41; H. W. Beyer, ~Aa(JqlllflÉúJ %'tA., en ThWNT 1, 620-624; Billerbeck 1, 1007-1024; S. H. Blank, The Curse, the Blasphemy, the Spell, and the Oath: HUCA 23 (1950-1951) 73-95; J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg 41969, 152-162, 186-197; Id., Gottesliisterung, en LThK IV, 1117-1119; M. E. Boring, The Unforgivable Sin Logion: NovT 18 (1976) 258-279; H. Brichto y otros, en EJJ IV, 1073s, 10841087; T. A. Burkill, Blasphemy.' Sto Mark's Gospel as Damnation History, en FS Smith 1,51-74; D. Catchpole, "You Have Heard His Blasphemy»: The Tyndale

House Bulletin, Nr. 16 (1965) 10-18; C. Colpe, Der Spruch von der Liisterung des Geistes, en FS Jeremias, 1970, 63-79; Dalman, Worte, 256-259, 394s, 399; G. Jeremias, Der Lehrer der Gerechtigkeit, Gottingen 1963; E. Lowestam, Spiritus Blasphemia, Lund 1968; H. Merkel, Gottesliisterung, en RAC XI, 11851201; R. Pesch, Das Markusevangelium (HThK), Freiburg i. Br. (1976-1977), I 209-221; II, 427-446; H. E. TOdt, Der Menschensohn in der synoptischen Überlieferung, Gütersloh '1963, 282-288; H. Wahrisch, Blasfemia, calumnia, en DTNT 1, 184-186; G. Wallis, gadap (insultar), en DTAT 1, 975-977; H. Th. Wrege, Die Überlieferungsgeschichte der Bergpredigt, Tübingen 1968, 156-180 (sobre Mt 12, 32par). Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1016; sobre Mc 3, 28s, cf. Pesch 1, 220s; sobre Mc 14,61-64, cf. también Pesch II,444s.

1. El grupo de palabras ~Aaocp'l']f,tLa x'tA. aparece 56 veces en el NT: de las que 34 corresponden al verbo, 18 al sustantivo, y 4 al adjetivo (en Hech 6, 11; 2 Tim 3, 2; 2 Pe 2, 11, y, como adjetivo sustantivado, 1 Tim 1, 13). En el NT, el objeto de la acción verbal de suele ir en simple acusativo (cf. 4 Re 19, 4.22; Filón Fug 84; Josefo, Ant IV, 202; BlaB-Debrunner § 152, 1). Por el contrario, en Mc 3, 29 par. Lc 12, 10 el objeto va en acusativo introducido por Et~, una construcción corriente en el griego clásico y también en el griego helenístico (cf. Bauer, Worterbuch, S.V.; cf. t..at..ELv º~[tm;a ~t..áocpt][ta d~ en Hech 6, 11 Y también en JyA 57, 26 [Batiffol, = 13, 9 Philonenko]). El sustantivo ~t..aocpr¡[tLa está asociado con un genitivo objetivo en Mt 12, 31b (lo mismo que en Filón, VitMos 11, 205); en Ap 13, 6 el objeto de la acción verbal va en acusativo introducido por JtQó~ (como en Jámblico, VitPyth XXXII, 216). ~t..ampr¡[tÉúJ

2. a) Si se nombran o se presuponen personas como objeto de la acción verbal, ~Aao­ CP'l']f,tÉ(J) puede tener sencillamente el significado de afrentar, calumniar, ultrajar (l Cor 4, 13 v.l.; Tit 3,2; cf. Filón, SpecLeg IV, 197), y correspondientemente ~Aaocp'l'][tLa puede significar afrenta, calumnia, maledicencia (así en Ap 2, 9 y especialmente en los catálogos de vicios: Mc 7, 22 par.; Col 3, 8; Ef 4,31; 1 Tim 6, 4; Herm [m] 8, 3; de igual manera, ~Aáocp'l']f,to~ puede significar calumnioso en 2 Tim 3, 2). En 1 Cor 10, 30 hay que entender

661 el verbo en el sentido de censurar, reprender (cf. Filón, Migr 115). b) En el NT predomina con mucho el empleo religioso del grupo de palabras. El verbo tiene entonces el significado de blasfemar, y el sustantivo, el de blasfemia. En un sentido más general, el verbo puede usarse para expresar la creencia de que los gentiles ultrajan y afrentan el nombre de Dios (Rom 2, 24 [= Is 52, 51]); los no cristianos, el nombre de Cristo (Sant 2, 7), Y los falsos maestros, a la Iglesia ya su fe (1 Tim 1,20; 2 Pe 2, 2) así como también a los poderes angélicos (Jds 8ss; 2 Pe 2, lOss). De manera parecida se emplea el verbo en las exhortaciones parenéticas: Se advierte a los cristianos que no adopten una conducta que dé ocasión para que su estado de salvación (Rom 14, 16), «el nombre de Dios y la doctrina (cristiana»> (1 Tim 6, 1) o < 3). En Hech 19, 37 es, además, la diosa pagana Artemisa (cf. Josefo, Ant IV, 207; Filón, SpecLeg 1, 53). Se puede hacer referencia expressis verbis a la blasfemia contra Dios (Hech 6, 11; Ap 13,6; 16, 9.11.21). Pero también el verbo ~t..aocpr¡[tÉ(J), usado en sentido absoluto, significa blasfemar contra Dios (Mc 2, 7 par.; Mt 26, 6Sa; Jn 10, 36; cf. 4 Re 19, 6; 2 Mac 10, 34; 12, 14), Y el sustantivo ~t..aocpr¡[tLa, usado también en sentido absoluto, puede significar análogamente blasfemia contra Dios (Mc 3, 28 par. Mt 12, 31a; Mc 14,64 par. Mt 26, 65b; Lc 5, 21; Jn 10, 33; Ap 13, 1.5; 17, 3). El uso absoluto se encuentra igualmente en los equivalentes hebreos y arameos: giddef (SifraLev sobre 24,10) Y gaddefUSan 7, 2Sb) = «blasfemar contra Dios»; giddúf (bGit 56b) y giddúfa (bBQ 38a) = «blasfemia contra Dios»; megaddef (San 7, 47 I jSan 7, 25b) = «blasfemo contra Dios». c) Algunas veces se entremezclan el sentido profano y el sentido religioso de ~t..aocpr¡[tÉúJ: en

662 Rom 3, 8 Pablo caracteriza la imputación de los adversarios de que el mensaje paulino de lajustificación conduce necesariamente al libertinismo como una afrenta que va contra el evangelio mismo de Dios. Según 1 Pe 4, 4 se ultraja a Dios, cuando los cristianos, que viven ahora con arreglo a la voluntad de Dios (v. 2), son difamados por los paganos de su entorno. El sentido profano y el sentido religioso se hallan también entreverados en Mc 15,29 par. Mt 27,39 Y Lc 22, 65; 23, 39. Lo mismo que los términos f[tJtaL~(J) (Mc 15, 31; Mt 27, 41; Lc 22, 63; 23, 36), -+ OVELI)L~(J) (Mc 15, 32; Mt 27, 44) Y Ex[t'lJx'tr¡QL~úJ (Lc 23, 35), que algunas veces aparecen juntos en el correspondiente contexto, ~t..aocpr¡[tÉ(J) es más que nada una expresión de la mofa que se hace de Jesús y de la burla con que se responde a sus pretensiones mesiánicas. Pero, al mismo tiempo, el verbo pretende resaltar que, con esos actos, se blasfema contra el Crucificado y, de esta manera, contra Dios mismo. 3. a) 1) En el judaísmo antiguo se consideran blasfemia contra Dios aquellas palabras y acciones que atentan contra el honor de Dios y ofenden su santidad (cf. SifreDt 221 a propósito de 21,22: blasfema de Dios el que «extiende su mano contra Dios» [póset yadó ha- 'iqqar]). Y, así, se blasfema de Dios, cuando una persona le afrenta, maldice su Nombre, se atribuye a sí mismo poderes divinos o se arroga una posición o una dignidad que le hace igual a Dios. Toda blasfemia contra Dios es un delito que merece la muerte (cf. Lev 24, lOss; Núm 15, 30s): un delito que, según Lev 24, 16, debe castigarse con pena de lapidación (San 7, 4; SifraLev a propósito de 24, lis) y, según Dt 21, 22s, debe castigarse además colgando el cadáver de la cruz (San 6, 4; SifreDt sub loco). El derecho penal de la Misná prevé únicamente la ejecución de la pena capital en el caso de que el blasfemo haya maldecido de Dios pronunciando claramente el nombre de Yahvé (San 7, 5). Esta restricción no se hallaba aún en vigor en tiempo de Jesús. a) 2) Sobre el trasfondo esbozado hay que contemplar la acusación de blasfemia lanzada por los judíos contra Jesús, y de la que nos hablan los evangelios. En Mc 2, 7 vemos que esta acusación se basa en que Jesús ha reclamado para sí el derecho de perdonar pecados, que corresponde única y exclusivamente a Dios. Según el relato marquino, recogido por

663 Mateo, acerca del interrogatorio de Jesús ante el Consejo supremo, el sumo sacerdote caracterizó de blasfemia manifiesta contra Dios la confesión de Jesús de la que se nos habla en Mc 14, 61s, y el sanedrín asintió a ello dictando la pena de muerte (Mc 14, 63s par. Mt 26, 65s [¡a diferencia de Lc 22, 7l!]). La historicidad de esta escena se cuestiona muchas veces. Si la presuponemos, entonces surge la cuestión: ¿Qué es lo que el consejo supremo consideró como delito de blasfemia? (sobre esto cf. Catchpole; Blinzler, Proze.fJ; Pesch 11, 439s). La pretensión mesiánica de Jesús, como tal, difícilmente ofrecía motivo para condenarle por blasfemar contra Dios (de otra manera piensa, por ejemplo, Blinzler). Por el contrario, podía establecerse fácilmente el delito de blasfemia, si Jesús, en su autoconfesión mesiánica, anunció su «venida» como el Hijo del hombre y Juez del universo, es decir, si reclamó para sí la autoridad para efectuar el juicio escatológico, una autoridad que a sólo Dios corresponde. Según el evangelio de Juan, se acusó a Jesús de ~Auaq:)'fHtLu y se le amenazó con la lapidación, porque él, siendo hombre, se había hecho a sí mismo «Dios» o «semejante a Dios» (10, 33.36 [con el contexto]; cf. 5, 18; 8, 48-59). Esta formulación refleja la discusión post-pascual entre la Iglesia y la Sinagoga acerca de la confesión cristiana de la mesianidad de Jesús y de su condición de Hijo de Dios. Jn 19,7 recuerda el pasaje de Mc 14, 63s: los acusadores judíos, que exigen de Pilato la crucifixión de Jesús, invocan la ley de Lev 24, 16, que prescribe la pena de muerte para quien blasfema contra Dios. a) 3) Es también un blasfemo contra Dios, según la concepción judía, aquel que habla palabras desvergonzadas contra la Torá (SifreNúm 112 a propósito de Núm 15, 30; cf. CD 5, lIs). En consonancia con esto se halla la acusación, lanzada contra Esteban (Hech 6, 11), de que él ha hablado «palabras blasfemas (QTi¡.,t.a1;U ~Maq)Yl¡.,t.u) contra Moisés [es decir, contra la Torá] y por tanto contra Dios» (cf. v. 13). Luego, en las palabras que figuran

664 en Hech 7, 56, los oyentes escuchan la blasfemia que es castigada con la lapidación de Esteban (vv. 57ss). a) 4) Para el autor del Apocalipsis, la blasfemia contra Dios es una de las notas esenciales de la «bestia», que representa el poderío mundial romano (13, 1ss; 17,3). El autor se refiere sobre todo al culto divino tributado al emperador. La blasfemia es que el emperador exija que se le rindan honores divinos. Y los predicados divinos que se le tributan como títulos de majestad (por ejemplo, divus, «el divino»; dominus et deus, «señor y dios»; aw'tTig, «salvador») son ovó¡.,t.u'tu ~Aua aváit¡;¡.,t.u 'Il]aou~, «Jesús es un maldecido (por Dios)>> (1 Cor 12, 3). c) La sentencia sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo es objeto de vivo debate. Esta sentencia se ha trasmitido, por un lado, en Mc 3, 28s y, por otro lado, en Lc 12, 10, que es una versión independiente de Marcos y relacionada con la tradición de logia (Q). (Mateo combinó la versión de Marcos y la versión de la fuente Q: Mt 12, 31s). La versión más ori-

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ginal podría ser la de Marcos; en lo esencial, podría remontarse al mismo Jesús. En labios de Jesús, ellogion acentúa en primer lugar la extensión ilimitada del perdón divino, que no excluye ni siquiera la blasfemia contra Dios. Tan sólo es imperdonable el rechazo del perdón prometido por Jesús, porque entonces se desprecia al escatológico Espíritu de Dios, que purifica del pecado (Ez 36, 25-27; Sal 51, 11-13) y que actúa en las obras de Jesús. Según Marcos (cf. Mc 3, 22.30), y probablemente también según Mateo (cf. Mt 12, 24.28), el pecado que no puede perdonarse consiste en difamar como diabólicos los actos milagrosos realizados por Jesús. El logíon se entiende de otra manera en Lucas (cf. Lc 12, lIs): El que ha rechazado al Jesús terreno, puede obtener perdón. Pero no lo obtendrá aquel que -en el tiempo siguiente a Pentecostés- se oponga al Espíritu Santo, el cual se manifiesta en la predicación de Cristo efectuada por los testigos (cf. Lc 24, 45ss; Hech 1, 8; 4, 31; 5, 32; 7, 51). O. Hofius

Pj.á(JqJ11 !Jo;, 2

blasphemos blasfemo, ca-

lumnioso ---> ~Aua
pj.É!J!Ja, aTO;, TÓ blemma mirada, lo que se ve* En 2 Pe 2, 8, juntamente con o:x.oTi, dícese de Lot, que diariamente tenía que experimentar con sus ojos y con sus oídos las perversas acciones de los habitantes de Sodoma y Gomorra (cf. Gén 19, lss).

. pU3tro blep6 ver 1. Aparición del término y significados fundamentales en el NT - 2. Empleo del término en los Sinópticos - 3. El acto del ver cristológico en Juan - 4. ~A.Énúl en los demás escritos del NT.

Bibl.: M. Barth, Der Augenzeuge, Zürich 1946; N. Brox, Zeuge und Martyrer. Untersuchungen zur frühchristl. Zeugnis-Terminologie, München 1961; O.

Cullmann, EloEv '/tal enLaTElJaEv. La vie de Jésus, objet de la «vue» et de la <
1. El verbo aparece 132 veces en el NT (Mateo 20 veces, Marcos 15, Lucas 15, Juan 17, Hechos 14, Pablo 28, Hebreos 8, Apocalipsis 13). Es sinónimo de ógáw, it¡;áo¡.,t.aL, it¡;wgÉw, y también de x.u'tuvoÉw y x.U'tu¡.,t.uvitávw. ~Abtw tiene el significado fundamental de ver, mirar, contemplar, percibir ópticamente, aprehender visualmente, lo mismo que en el griego profano. En el lenguaje anterior al NT, el sentido original que designaba la función receptiva y física del ojo se trasladó ya al plano intuitivo, cognitivo y crítico del «ver profundamente, contemplar de lleno, penetrar en la esencia». Ya en la antigüedad se emplea el verbo en el sentido de la visión filosófica y religiosa, principalmente de la visión de Dios, o de la intuición del orden cósmico y de la razón universal del mundo. Además de su empleo profano y neutro, el verbo muestra en el NT un significado teológico enteramente específico, cuando describe el proceso gnoseológico de la recepción de una revelación, la visión profética y apocalíptica de lo oculto y de lo futuro o una intuición testi-

667 moniante de la significación salvífica de Jesucristo. Aunque la función de testimonio del «ver», en el NT, se refiere a la presencia milagrosa del Dios invisible (Mt 6, 4.6.18) o a la relevancia soteriológica del Jesús terreno y del encarnado Hijo de Dios o a la expectación del retorno de Cristo en la parusía, sin embargo la manera de hablar del NT muestra influencias directas de la idea que el antiguo testamento tiene del «ver» como acto de recibir revelación divina. Compárese el término hebreo IJ,zh y sus derivados con la función de los nebf'fm en el AT. Y, así, en varios pasajes del NT el verbo ~Abtro tiene también la función hermenéutica de concretar semánticamente en el lenguaje simbólico del «ver» los procesos de intelección que se hallan implícitos en el acto teocéntrico y cristocéntrico de creer. 2. El acto de «ver» los milagros y señales de Jesús es, en los Sinópticos, un factor decisivo en la percepción del mensaje de salvación y de lo que Jesús proclama ser. Aunque el «ver», en los Sinópticos, desempeña un papel más reducido que el «oír», sin embargo al ver la realidad de Jesús puede llegarse a conocer la misión y la esencia del que ha sido enviado porYahvé (Mt 15, 31). Por el contrario, la incredulidad ve, sí, pero no ve, porque permanece obstinada y endurecida frente al misterio de Jesús; cf. el motivo de la obstinación y el endurecimiento, recogido de Is 6, 9; 29, 10, en Mc 4, 12; 8, 18; Mt 13, 13; Lc 8, 10, Y también en Hech 28, 26; Rom 11, 8.10. Se proclama dichosos a los ojos que ven la salvación en Jesús (Mc 13, 17; Lc 10,23). La recuperación de la facultad física de ver es síntoma del encuentro de fe con Jesús, que es quien trae la salvación escatológica (Mt 15, 31; Mc 8, 24; Lc 7, 21). El seguimiento de Jesús exige que se mire consecuentemente hacia adelante (Lc 9, 62). 3. En Juan el acto testimoniante de «ver» se concibe de manera más fundamental aún, porque el acto espiritual de ver, propio de la

668 fe cristológica, se entiende como revelación de la realidad del Hijo en el creyente. La fe que conoce al ver las «señales», es la respuesta a la revelación de Dios en la doxa de Jesucristo, que es el Logos encarnado. La fe hace que se vea (Jn 6, 40), hace que en el Hijo se vea al Padre (12, 45; 14, 9). «Ver» para Juan es una nueva experiencia sensible que nace del encuentro total y existencial con la realidad de Jesús, un nuevo comprenderse a sí mismo en el amor de Dios y en la revelación del Logos, en todo lo cual la perspectiva escatológica de la esperanza del reino de Dios sigue siendo fundamental (Jn 3, 3). 4. En Pablo el verbo ~AÉ:7tro manifiesta un sorprendente empleo parenético en el sentido de prestar atención, preocuparse de (l Cor 1, 26; Rom 8, 24s; 2 Cor 4, 18). El llamamiento que se hace en 1 Cor 10, 18, «¡Considerad al pueblo de Israel!», forma parte del programa eclesio1ógico de Pablo. En el Apocalipsis, resalta vivamente la función apocalíptica y visionaria de la revelación por el uso que se hace del verbo ~AÉ:7tro en 5, 3s; 6, 1-7; 1, 12: «ver la voz». En Hebreos hay un uso característico de ~AÉ:7tro en la expresión «ver a Jesús» (2, 9); junto al empleo parenético que se hace de esta expresión en 3, 12.19, la adopción de la fórmula «ver que se acerca el día» (lO, 25) es típica de la escatología de Hebreos, tal como se muestra en la antítesis entre lo visible y lo que es esperado pero no es visible, en 11, 1; cf. 11,3.7. P.-G. Müller

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Boav'l']QyÉ~

BoavlJ~yi~ Boanerges Boanerges*

Según Mc 3, 17, cuando Jesús escogió a los dos hijos de Zebedeo para formar parte del círculo de los Doce, les impuso el nombre arameo de Bouvl]QyÉ¡;;, que a continuación inmediata es interpretado como vLoL ~Qov­ l'f]¡;;, «hijos del trueno» o «tronidos» (cf. BlaBDebrunner § 162, nota 8). Puede sospecharse que detrás de Bouvl]QyÉ¡;; está la expresión aramea bene regd o bene rigsa u otra por el estilo, «hijos de la inquietud, hijos de la excitación», lo cual se asocia algunas veces con lo que se dice en Lc 9, 54. Pero podría pensarse también en la expresión aramea bene reges, «coléricos» o (lo que es mucho más probable) bene roges, «hijos del ruido inquieto» (el equivalente árabe de esta última expresión puede traducirse también por «trueno»). Bouv- podría haberse formado a base de bene mediante la progresiva asimilación del §ewa' móvil a la b labial. Sobre la discusión, cf. también Bauer, Worterbuch (bibliografía). Puesto que el nombre que Jesús da a los tres primeros de la lista de los Doce no hace alusión al carácter de esas personas sino a su misión, habrá que pensar más bien en la vocación de los hijos de Zebedeo para la misión de proclamar mensajes proféticos y apocalípticos (cf. también Jn 12,29; Ap 6, 1; 10, 3s; 14, 2; 19, 6). C. C. Torrey: ZAW 65 (1953) 228247; O. Betz: RQ 3 (1961-1962) 41-70; BFF 1, 249s; Haag, Diccionario, 243; TRE I1I, 604; J. T. Rook, «Boanerges, Sons oi Thunden> (Mark 3:17): JBL 100 (1981) 94s. H. Balz

~lvl]'tio~, 3 bleteos lo que se ha de echar o

~oáro boao clamar, dar voces, gritar*

verter* Lc 5,38: OLVOV VEOV El,¡;; aoxov¡;; XaLVOV¡;; ~Al]l'ÉOV, «el vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos». En el NT, el único adjetivo verbal en -l'ÉO¡;;; como en la lengua clásica, no lleva EOl'LV. Cf. BlaB-Debrunner § 65, nota 5; 127,3; cf. también Mc 2, 22 C Koiné E> pI; Lc 5, 38 Sin* D ~áAAOVOLV.

El verbo aparece 12 veces en el NT, de las que 4 corresponden a Lucas y 3 a Hechos. Además del empleo general para referirse al griterío de una multitud excitada (Hech 17, 6; 25, 24) Y de la referencia, inspirada en palabras de la LXX, al clamor escatológico de Juan el Bautista llamando a la gente al arrepentimiento (Mc 1,3 par. Mt 3,3/ Lc 3, 4 / Jn

- ~oi)1(h,La

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1,23; cf. Is 40, 3), f3oáro se usa especialmente (como ocurre con frecuencia en la LXX) para referirse al clamor de los que se sienten desvalidos e impotentes: en Lc 9, 38, dícese de los gritos que daba el padre del muchacho epiléptico; en Lc 18, 7, del clamor de las oraciones que los elegidos dirigen a Dios; en Lc 18, 38, de los gritos de un ciego; en Mc 15, 34, del clamor del Crucificado dirigiéndose al Padre. Y en Hech 8, 7 dícese también del griterío que arman los espíritus inmundos, cuando salen de una persona (en los dos últimos ejemplos, el verbo va asociado con cprovñ !!EyáAU). El verbo se emplea en sentido absoluto en Gál 4, 27 (en una cita de Is 54, 1): Qf]sov xUL ~Ól]OOV, «¡alégrate y prorrumpe en gritos de júbilo!». ThWNT 1,624-627; X, 1016.

BÓE~ (Bóo~) Boes (Boos) Booz* Nombre indeclinable (en hebreo, bO'az) del hijo de Salmón (en Lucas, LUAá) y padre de Obed (cf. Rut 4, 21; 1 Crón 2, lIs) en la genealogía de Jesús: Mt 1, 5: BÓE¡;; (bis; Boót Koiné pI); Lc 3, 32 Bóo¡;; (Boót Koiné E> pI).

~oÍJ, fí~, Í) boe clamor, grito* En Sant 5, 4, en plural, dícese del clamor de los jornaleros que trabajan en faenas agrícolas en condiciones de opresión.

~oÍJana, a~, Í) boetheia ayuda, socorro* En Hech 27, 17 dícese de las medidas de precaución, propias de la técnica naval, que se adoptaron para proteger una nave amenazada por la tempestad: ~ol]{tdu¡;; EXQ&Vl'O, «adoptaron medidas de protección», consistentes probablemente en amarrar fuertemente el casco de la nave, todo alrededor, para evitar que la nave se partiera. Cf. especialmente E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 (KEK), sub loco; Heb 4, 16: El,¡;; EiíXaLQOV ~o1Í{tELUV, «[gracia de Dios como] ayuda en tiempo de necesidad». ThWNT 1,627.

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672

~ol)1'}iro boetheo venir en ayuda, ayudar*

~ó~~O~O;,

El verbo aparece 8 veces en el NT, 4 de ellas en imperativo como clamor pidiendo ayuda. La mujer cananea pide ayuda a Jesús para su hija: ~olÍ'fi'CL 'lOL, en Mt 15, 25 (a diferencia de Marcos); de manera semejante, el padre del muchacho epiléptico dice: ~0lÍ{}'l1oov ~lt'Lv, en Mc 9, 22 (cf. también Hech 16,9) o ~olÍ{}€L ,lO'IJ 'tñ ctJtLo'tLC;X, ¡ayuda a mi incredulidad (a mi fe)!» en el v. 24, como clamor pidiendo ayuda lanzado por aquel que, confiando en la palabra de Jesús, se atreve a creer y sabe, no obstante, que por sí mismo no será capaz de vencer su propia --+ amo'tLa 3 b) 5). Dios ayuda (= salva) en el día de la salvación, 2 Cor 6, 2 (cita de Is 49, 8 LXX). Cristo es el auxiliador de los que son tentados (Heb 2, 18). La tierra ayudó a la mujer perseguida por el dragón (Ap 12, 16). Hech 21, 28: ~o'l1{}EL'te, ¡SOcorro!, en ThWNT 1, 627.

En 2 Pe 2, 22 dícese del cerdo, que -apenas lavado- se revuelca de nuevo en el lodo (d¡; X'lJA.LOltOV ~oQ~óQO'IJ [E:7tLo'tQé'IjJaoa]; imagen, tomada de un proverbio, para referirse a los apóstatas.

~Ol)1'}ó;,

2 boethos ayudador* Heb 13,6 (cita de Sal 117, 6 LXX): «El Señor es mi auxiliador! ~ó1'}lJVO;,

OlJ, Ó bothynos hoyo, zanja* Mt 12, 11: con arreglo a los paralelos rabínicos, lo más probable es que se haa,a referencia a una acequia o a un aljibe, cf. bSab, 128b; Mt 15, 14 par. Lc 6, 39. BHH 1, 612. ~OAf¡, tí;, ÍJ bale un tiro (de piedra)* Lc 22, 41: WOeL A.L{}o'IJ ~OA.lÍv, se alejó «como a un tiro de piedra». ~OAt~ro bolizo echar la sonda (para medir la profundidad de las aguas)* Como tecnicismo de la navegación en Hech 27,28 (bis). ~OAt;,

tbo;, ÍJ bolis proyectil, flecha* Como v.l. en Heb 12,20 (Textus Receptus).

Bóo~, --+

Bóo;, Booz, Boos Boz Bóe¡;, Bóo¡;.

OlJ, Ó borboros lodo, cieno*

~o~~ti;, ti, Ó borras el Norte* En la expresión aJto ~oQQu, del norte, en Lc 13,29; al norte, enAp 21,13; refiriéndose también en ambos ejemplos a los demás puntos cardinales. BlaB-Debrunner § 253, nota 7. BHH 11, 1320; Haag, Diccionario, 1346s. ~ó(Jxro bosko apacentar, cuidar; en voz pa-

siva, pastar* En voz activa, guardar un rebaño, por ejemplo, de cerdos (Lc 15, 15), de corderos (Jn 21, 15), de ovejas (Jn 21, 17). El participio sustantivado oL ~óoxov'te¡; significa los pastores (Mc 5, 14 par. Mt 8, 33 / Lc 8, 34). En voz pasiva significa la acción de pacer o pastar de un rebaño (Mc 5, 11 par. Mt 8, 30 / Lc 8, 32). BO(Jó~ Bosor Bosor*

Nombre indeclinable del padre de Balaán en 2 Pe 2, 15 (con la mayoría de los manuscritos griegos; B 453 V gm" sy'h cop" arm leen con la LXX [Núm 22, 5; 31, 8; Dt 23, 5] BewQ; Sin* combina las dos formas y dice BewoQoóQ ). ~o'táVl), '1;, ÍJ batane hierba para pastar, vegetación* Heb 6, 7: la tierra produce «vegetación provechosa» (~o'táv'l1v e1J{}e'tOv); dícese de la mala hierba en Herm (m) 10, 1, 5; y, en sentido figurado, de la gente mala, en IgnEf 10, 3, o de los falsos maestros, en IgnTral 6, 1. ~ó't~lJ;,

lJO;, Ó botrys uvas, racimo de uvas* Ap 14, 18: Al ángel que tiene la hoz afilada, se le encarga que «vendimie los racimos de la

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573 vid de la tierra» ('tOU¡; ~ó'tQ'lJa¡; 'tfj¡; altJté~O'IJ 'tfj¡; yfj¡;), una vez que se ha efectuado ya la cosecha del grano (vv. 14-16). ~OlJAt'ÚO'Ult bouleuomai considerar atentamente, concebir un propósito, decidir* --+ ~O'IJA.lÍ 4. ~OlJAtlJ'tf¡;,

olí, Ó bouleutes miembro del

consejo* --+ ~O'IJA.lÍ

3.

tí;, ÍJ boule decreto, decisión, propósito, intención*

~OlJAf¡,

1. Aparición del término en el NT - 2, Contenidos semánticos y campo referencial - 3, ~OUAEU't~~ 4. !30UAE'Ú0!1Ut - S. !3o'ÚAllWI..

Bibl.: Bauer, Warterbuch, S,V.; H, GraB, Wille, en H, Haag, Bibel-Lexikon 1891; E. Htihne, en BHH I1I, 2174s; D. Müller, Voluntad, en DTNT IV, 374-381; B, Reicke, en BHH I1I, 1551s, 1553; G, Schrenk, ~O'ÚAO[.lUt 'K'tA" en ThWNT 1, 628-636; E Wetler, en LThK X, 1161-1163.

1. ~O'IJA.lÍ aparece principalmente en los escritos lucanos: 2 veces en Lucas, 7 en Hechos. Los otros tres ejemplos se hallan en primera Corintios, en Efesios y en Hebreos.

2. El sujeto de ~O'IJA.lÍ puede ser Dios o pueden ser hombres. Pero la mayoría de los pasajes se refieren a la ~O'IJA.lÍ de Dios y significan, por tanto, el decreto de salvación adoptado por la voluntad divina. En cuanto motivo interpretativo del destino de muerte de ,Jesús, este decreto fundamenta la comprensión de su muerte como un acontecimiento querido por Dios (en Hech 2, 23 ~O'IJA.lÍ es un término paralelo de JtQÓYVWOL¡;; en Hech 4, 28 ~O'IJA.lÍ está asociado con XdQ), en todo lo cual los que participaron en la muerte de Jesús (av6Qe¡; 'loQa'l1A.'hm, Hech 2, 22; 'HQ
a pesar de la mala intención de esas personas y de sus pésimas acciones (en Lc 23, 51 ~O'IJA.lÍ está asociado con JtQUSL¡;), el decreto divino alcanza el fin propuesto. Por otro lado, en Lc 7, 30 se presupone que la ~O'IJA.lÍ de Dios puede llegar a ser ineficaz. El rechazo de los escribas y fariseos, que se negaron a ser bautizados por Juan, muestra su desprecio hacia el designio de Dios, quien se vuelve a los pecadores. Por el contrario, David aparece como un modelo, porque en su tiempo se dejó guiar por el propósito divino (Hech 13, 36). En Heb 6, 17 se acentúa la inmutabilidad y permanencia del propósito divino, que Dios confirma por medio de juramento en favor de los «herederos de la promesa» (sobre el tópico de la constancia e inmutabilidad, cf. 1QS 3, 15s). La idea de una predestinación para la salvación la encontramos en Ef 1, 11s. La elección de los creyentes precede a la creación. Pero, al mismo tiempo, esa salvación, que se funda en la decisión de Dios y que se manifiesta en Cristo, conserva el elemento de esperanza, de tal manera que el «heredero» (es decir, el creyente) sigue estando bajo el cuidado y la solicitud de Dios. En Hech 20, 27 la ~O'IJA.tl 'tOU {}eou expresa la quintaesencia de la predicación paulina. La recomendación de Gamaliel de dejar el desarrollo de la comunidad cristiana a merced de sí misma, argumenta basándose en el contraste que existe entre la ~O'IJA.lÍ de Dios, que se impone a pesar de todo, y la ~O'IJA.lÍ de los hombres, que está destinada al fracaso (Hech 5, 38s). Esta tensión entre el designio de Dios y la intención de los hombres es un tema dominante en Hechos. Contra todos los peligros y toda la oposición que nacen de los designios de los hombres (Hech 27, 12.42), el evangelio (por medio de Pablo) se abre camino hacia Roma. En 1 Cor 4, 5 Pablo habla de las ~o'IJA.al 'toov xaQ6Loov. La expresión está parafraseada por 'tu xQ'lJJt'tu 'tou oxó'tO'IJ¡;. «Las cosas ocultas en las tinieblas», el Kyrios las sacará a la luz (en su segunda venida). La idea del juicio, que está asociada con la idea de la parusía, conduce a la advertencia de que no se juzgue

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676

j30'lJA~ - j30'ÚAOl-taL

a otros «antes de tiempo» (JtQo XaLQou). Al recogerse el simbolismo de la luz y de las tinieblas, «se modifica aquí escatológicamente la antigua enseñanza de que Dios conoce el interior del hombre» (H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco). Tan sólo en el juicio se darán a conocer los motivos del corazón (que es lugar donde se esconden las intenciones humanas).

3. ~O"J,E""tt1S miembro del consejo* aparece en Mc 15,43 par. Lc 23,50 como designación del cargo oficial que desempeñaba José de Arimatea (por el contrario, en Mt 27, 57 Y Jn 19, 38 se le presenta como ¡,tm(l'rl1;~<;). Esto se interpreta generalmente en el sentido de que esta persona era miembro del sanedrín (cf Josefo, Be]] JI, 405 oí. aQXov'tf.~ xui, POUA€U'tUl). Por el contrario, K. H. Rengstorf (Lukas 15 [NTD], sub loco) supone que POUA€U't~<; significa aquí «miembro del consejo de la ciudad de Jerusalén», lo cual en aquel tiempo convertía automáticamente a esa persona en miembro del sanedrín. El hecho de que Lucas añada aquí a la designación de POUA€U't~<; el paréntesis oií'tO<; ovx ~v auyvu'tu't€'fi'El¡,tÉvo<; 'tñ pouAñ ... (v. 51), nos hace sospechar que hay aquí un juego de palabras. Al parecer, Lucas quiere expresar que los demás POUA€U'tUt se habían desacreditado a sí mismos por su decisión (POUA~) acerca de Jesús.

rece en sentido ordinario en Hech 27,39. Los marineros se proponían llevar la nave a la orilla. En 2 Cor 1, 17 (bis), Pablo responde a la crítica de que él no es persona de fiar con la pregunta ficticia de si lo que él ha planeado puede describirse como «humano» (xu't
5. ~ovJ,lJ ...a intención, voluntad, designio* aparece tan sólo 1 vez en Hechos, Romanos y Primera Pedro respectivamente. En Hech 27, 43 POÚAr¡¡,tU se encuentra como concepto paralelo de POUA~ (v. 42) y significa allí la malvada intención de los marineros de arrojar por la borda a los presos. Pablo habla del POÚAr¡¡,tU de Dios en una objeción retórica, en Rom 9, 19, donde la (coaccionante) voluntad de Dios se emplea como argumento en contra de la responsabilidad del hombre. En 1 Pe 4, 3 el POÚAr¡¡,tU (t&v e'fi'v&v) aparece en sentido ordinario. El catálogo de vicios, que figura a continuación, describe lo que está en consonancia con las aspiraciones paganas. H.-J. Ritz ~o'ÚI..1)p.ta, a'to;,

'tó boulema intención,

voluntad, designio -> POUA~ 5. ~o'Úl..op.tat boulomai querer, insistir en,

mandar*

4. ~O"J,EVO ... at considerar atentamente, concebir un propósito, decidir* aparece un total de 6 veces: en Lucas y en Hechos, 1 vez respectivamente, 2 veces en Juan y 2 veces en Segunda Corintios. En Lc 14,31 pregunta Jesús, en una: imagen del material peculiar de Lucas, qué rey habrá que, con un ejército inferior, vaya a enfrentarse con un enemigo dos veces superior y no piense primero atentamente si ha de comenzar siguiera la batalla. En Jn 11, 53; 12, 10, POUA€ÚO¡,taL se usa a propósito de la intención del sumo sacerdote de dar muerte a Lázaro y del plan de los sumos sacerdotes y de los fariseos de dar muerte a Jesús: concibieron el propósito de dar muerte a Jesús o a Lázaro. POUA€ÚOf1aL apa-

1. Aparición del término en el NT - 2. POÚA.0ftUL corno acto de la voluntad humana - 3. POÚA.0ftUL como acto de la voluntad de Dios, del Hijo, del Kyrios y del Espíritu.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s. V.; H. GraB, Wille, en Haag, Bibel-Lexikon, 1891; E. Hiihne, en BHH III, 2174s; D. Müller, Voluntad, en DTNT IV, 374-381; B. Reicke, en BHH IlI, 1551s, 1553; G. Schrenk, POÚA.0ftUL x'tt..., en ThWNT l, 628-636; F. Wetter, en LThK X, 1161-1163. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1016.

1. POÚAOf1aL aparece 37 veces en el NT. En Hechos es donde más aparece el término (14 veces). Siguen Pablo (5 veces), las Pastorales (4 veces) y Santiago (3 veces). El verbo se halla escasamente atestiguado en los evan-

677 gelios: Mateo (2 veces), Marcos (1 vez), Lucas (2 veces) y Juan (1 vez). Los restantes ejemplos se encuentran en Hebreos, Segunda de Pedro, Segunda y Tercera de Juan, y Judas. 2. Como expresión del acto de querer, POÚAOf1aL queda en general muy por detrás . de -> (e)'fi'ÉAúl. Hechos vuelve a ser una excepción, porque en esta obra predomina decididamente el uso de POÚAO¡,taL: una peculiaridad relacionada seguramente «con la cercanía estilística en que Hechos se encuentra de la prosa narrativa de escritores como Polibio, Diodoro Sículo, Josefo, los cuales siguen prefiriendo POÚAOf1aL incluso en una época de transición hacia el predominio de e'fi'ÉAúl» (Schrenk 630). Además, en Hechos, poúAO¡,taL se refiere sin excepción a actos de la voluntad humana (5, 28.33; 12,4; 15,37; 17, 20; 18, 15.27; 19, 30; 22, 30; 23, 28; 25, 20.22; 27, 43; 28, 18) cuyo grado de intensidad se acrecienta o se atenúa. En Hech 15, 37 Bernabé insistía en llevar consigo a Juan Marcos para el viaje misionero. Contra la intención de los marineros de arrojar por la borda a los presos, el centurión estaba decidido a salvarle a Pablo la vida (Hech 27, 43). Pero en Hech 25, 22 POÚAOf1aL se acentúa más bien como un deseo: a Agripa le gustaría oír a Pablo en persona (cf. Hech 17, 20; 1 Tim 6, 9; Flm 13). POÚAOf1aL se usa también para referirse a la voluntad humana en Mt 1, 19; Mc 15, 15; Jn 18,39; 2 Cor 1,15.17; Flp 1, 12; 1 Tim 2,8; 5, 14; Tit 3, 8; Sant 3, 4; 4, 4; 2 Jn 12; 3 Jn 10; Jds 5. POÚAO¡,taL tiene resonancias de imperativo en 1 Tim 2, 8; 5, 14 Y Tit 3, 8, donde Pablo, haciendo uso de su autoridad apostólica, manda a diversos grupos de la comunidad o individualmente a Tito que observen una determinada conducta.

3. Como referencia a la voluntad de Dios, del Hijo, del Kyrios o del Espíritu, POÚAO¡,taL aparece sólo 7 veces. En esos casos el verbo se emplea siempre en su significado fundamental de querer como acto de la voluntad, un acto que queda determinado, no obstante, por el sujeto de la acción de querer (Dios/el Hijo/el Kyrios/el Espíritu). Por este motivo,

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POÚAO¡,taL no debe entenderse aqm umcamente en sentido intencional, sino que implica también un acontecimiento asociado con esa voluntad. Además, POÚAO¡,taL expresa aquí la validez absoluta de esa voluntad, que sobrepasa a toda voluntad humana y qu'e, por tanto, no es cuestionable . En Mt 11, 27 par. Lc 10,22 el Hijo dispone a quién quiere él hacer la revelación de Dios. Esto no significa arbitrariedad alguna en la elección de la comunidad que ha de salvarse, sino que quiere decir que Dios se da a conocer únicamente en el Hijo y que en el encuentro con el Hijo queda determinada la relación con Dios. Refiriéndose a los diferentes dones del Espíritu que hay en la comunidad, Pablo dice que el Espíritu se los distribuye a cada uno según quiere (1 Cor 12, 11). En Lc 22, 42, en el Huerto de Getsemaní, Jesús apela al poder de la voluntad de Dios para que no le haga beber el «cáliz». En Heb 6, 17; Sant 1, 18 se acentúa la voluntad de Dios en su carácter salvífico: Dios hizo un juramento a los «herederos de la promesa», porque quería mostrarles lo inmutable que era su decisión (Heb 6, 17). En cambio, en Sant 1, 18, poúAOf1aL está asociado con el hecho de engendrar en la fe «por medio de la palabra de la verdad». Por otro lado, en 2 Pe 3.9, la intención salvífica del Kyrios sirve para explicar la demora de la parusía: el Kyrios no ha vuelto aún de nuevo, porque él no quiere que nadie se pierda. H.-J. Ritz ~O'llVÓ;,

olí, Ó bounos colina, cerro* Lc 3, 5: en la predicación de Juan el Bautista, este término aparece junto a oQo<; (en una cita de Is 40, 4 LXX); en Lc 23, 30, en las palabras dirigidas por Jesús a las mujeres de Jerusalén que lloraban y se lamentaban: tó't€ aQ1;ovtaL AÉyElV ... 'tOL<; POUVOL<;' xuAú'lj!u't€ ~f1a<; (en cita de Os 10, 8 LXX). ~oií;, ~oó;,

ó, 'Í] bous res vacuna (en masculino buey, en femenino vaca)* En Lc 13, 15; 14, 5, en las enseñanzas de Jesús acerca del sábado: Todo el mundo dará

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679 de beber a su buey en sábado o lo sacará de un pozo. En sentido general en Lc 14, 19: !;,E'Úyl'l po&v ... nÉV"tE, «cinco yuntas de bueyes». En Jn 2, 14 Jesús expulsa del templo a los que vendían ganado y a sus bueyes (a diferencia de Mc 11, 15 par., que se refiere únicamente a vendedores de palomas; cf. Billerbeck 1, 850852). poií~ aparece en 1 Cor 9, 9 (bis) Y 1 Tim 5, 18 en la referencia que se hace de la norma de proteger a los animales (en Dt 25, 4), aplicándola a la obligación que tienen las comunidades de proveer al sustento de sus apóstoles (y presbíteros). BHH I1, 1018, 1328; Haag, Diccionario, 1683s. ~Qa~Eiov, OlJ, compensa*

'tó brabeion premio, re-

~QU~E'Úeo brabeuo actuar como juez o árbi-

tro, dirigir* Bibl.: A. Ehrhard, An Unknown Orphic Writing in the Demosthenes Scholia and Sto Paul: ZNW 48 (1957) 101-110; V. C. Pfitzner, Paul and the Agon Motif, Leiden 1967, 82-98, 153-156; E. Stauffer, ~Qu­ ~fÚ(Ú, ~Qa~elov, en ThWNT 1, 636s.

El sustantivo pQuPElov aparece únicamente en Pablo (1 Cor 9, 24; Flp 3, 14). Está tomado del lenguaje deportivo helenístico. En ambos casos significa el premio que, en forma de corona de victoria, se concede al vencedor en una carrera de competición (l Cor 9, 25). El sentido objetivo de la imagen es comparable en ambos casos. La corona, que es «imperecedera» porque es Dios quien la concede (1 Cor 9, 24s), significa -formulándolo en sentido negativo- que Pablo o los destinatarios de la carta no son descalificados en la prueba (v. 27), y -formulándolo en sentido positivoque serán hechos partícipes de lo que el evangelio promete (v. 23). Así, pues, el premio de la victoria, según Flp 3, 14, consiste en que Pablo ha de alcanzar el mundo celestial, hacia el que Dios le lleva por medio de su vocación en Cristo Jesús, o en que ha de llegar a la «resurrección de los muertos» (v. 11). Ahora bien, la imagen de la carrera de competición tiene distinto significado en ambos casos. En Filipenses, la imagen muestra sobre todo que

la meta de la carrera de la vida cristiana no se ha alcanzado todavía. Por el contrario, en la Carta primera a los corintios, lo que se pretende es estimular a todos a un empeño denodado y consciente por vivir una vida cristiana. Pero lo que no se pretende afirmar es que sea una sola persona la que alcance el premio. Este elemento no entra en la metáfora, en el sentido en que ésta se halla concebida. El verbo PQUPE'Úeo, usado en sentido absoluto, tiene en Col 3, 15 el sentido más general de dominar, reinar, regir, determinar. Los cristianos están llamados a la paz de Cristo en un solo cuerpo, que es la Iglesia. Los destinatarios deben responder internamente a esta realidad ec1esiológica, haciendo que sus sentimientos, pensamientos y deseos estén determinados por la paz de Cristo, una paz que consiste en que queden anuladas las diferencias hasta ahora existentes entre judíos y gentiles, etc. (v. 11). W. Stenger ~Qa~fúro brabeuo actuar como juez o árbitro, dirigir --+ pQuPElov. ~Qabúvro bradyno tardar, demorar, ser lento* 1 Tim 3, 15: eav ()E PQuMveo, «en caso de que mi llegada se demore»; 2 Pe 3, 9: Ol! pQuMVEL X'ÚQLO~ 'tij~ enuYYEt..Lu~ (genitivo de separación), «el Señor no demora (el cumplimiento de) la promesa; cf. BlaB-Debrunner § 180, nota 6. ~QablJ3tAOÉro bradyploeo navegar lenta-

mente* Hech 27, 7: la nave de Pablo y de sus compañeros zarpó de Alejandría y navegó lentamente. ~Qabú;, 3 bradys lento*

El adjetivo está usado parenéticamente en Sant 1, 19 (bis): PQuM~ d~ 'to t..ut..ijOaL,

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«lento para hablar» (en contraste con 'tUXv~ d~ 'to axoiíOaL, «pronto para oír»), juntamente con PQuM~ d~ oQYrlV, «lento para la ira»; en sentido figurado en Lc 24, 25: pQu()El~ 'tñ xUQ()LQ. wií mo'tE'ÚELV, «tardos de corazón para creer». ~Qabú'(1)~, 1)'t0~, 1] bradytes tardanza, demora* En 2 Pe 3, 9, recogiendo la idea de --+ pQu()'Úvw; la traducción, que por lo demás es corriente y que habla de «pereza, negligencia», introduce en el contexto una (equivocada) connotación moral. ~Qaxí.rov, ovo;, Ó brachiOn brazo* En el NT se usa únicamente en la imagen que habla del brazo de Dios, siguiendo siempre a la LXX: Lc 1, 5 (cf. Sal 89, 11 LXX), refiriéndose al poder de Dios frente a sus adversarios; Jn 12, 38 (cita de Is 53, 1 LXX), ó pQuXLwv x1JQLo1J, refiriéndose a los o'l']f.tElu de Jesús; Hech 13, 17, f.tE'ta PQuXLovo~ iJ'tp'I']t..oií (cita de Ex 6, 1.6), «con brazo alzado». ThWNT 1, 638; X, 1016 (bibliografía); Haag, Diccionario, 411. ~Qaxú~, 3 brachys breve, poco* En el NT siempre tiene género neutro. En 4 de las 7 veces que aparece, se hace referencia a un «breve tiempo»: Lc 22, 58: f.tE'ta PQuX'Ú, «un poco más tarde»; Hech 5, 34: PQUX'Ú, «durante unos momentos»; Heb 2, 7.9: PQUX'Ú 'tL, «por breve tiempo», refiriéndose a que el Hijo del hombre fue humillado durante algún tiempo por debajo de los ángeles (cita del Sal 8, 6 LXX, donde el sentido original es que la posición del hombre es «un poco» inferior a la de los ángeles). En otros casos se hace referencia a una pequeña cantidad: Jn 6, 7: PQUX'Ú n, un poco; Heb 13, 22: ()La PQUXÉwv, «en pocas palabras»; en sentido espacial en Hech 27, 28, PQUXv ()E ()LUO'trlOUV'tE~, «un poco más adelante».

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~QÉqJO;, OlJ~,

'tó brephos niño pequeño,

lactante* Bibl.: F. W. Beare, The First Epistle of Peter, Oxford '1958, 88-90; L. Goppelt, Der Erste Petrusbrief (KEK), Giittingen 1977, 133-138; S. Légasse, Jésus et l'enfant, Paris 1969, 352 (s.v. en el índice analítico); A. Oepke, 1tu¡;~ xTA., en ThWNT VI, 636-653; K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief (HThK), Freiburg i. Br. '1964, 54-57; E. G. Selwyn, The First Epistle ofSt. Peter, London '1947,154-156.

1. PQÉcpo~ aparece 8 veces en el NT, 6 de ellas en Lucas-Hechos. Designa no sólo al niño todavía no nacido, alfeto (Lc 1,41.44; cf. Ec10 19, 11), sino también -en la mayoría de los casos- al lactante, al niño pequeño (Lc 2, 12.16; 18, 15; Hech 7,19; 2 Tim 3,15; 1 Pe 2, PQÉ2). Una expresión idiomática es: cp01J~, desde la infancia (2 Tim 3, 15: cf. Filón, SpecLeg 11,33). En la mayoría de los pasajes, PQÉcpo~ tiene significado directamente teológico.

ano

2. La aparición del término en Lc 18, 15 Y 1 Pe 2, 2 tiene interés teológico. En el primer texto, Lucas sustituye naL()Lu (en Marcos y Mateo) por 'ta PQÉcp'l']. Aun prescindiendo de la predilección del evangelista por PQÉcpo~, la elección del término trata de acentuar el simbolismo existente en la fuente. Después de la narración ejemplar de 18, 9-14, que Lucas entiende como una enseñanza sobre la «humildad» (cf. vv. 9 Y 14b; --+ 'tunELvów), los PQÉcp'l'], con su extraordinaria «pequeñez», ilustran mejor que nada el mensaje que los evangelistas quieren trasmitir por medio de este episodio (Lc 18, 16-17 par.): tan sólo los humildes (cf. Lc 1, 51s) entrarán en el reino de Dios; cf. G. Schneider, Lukas 11 (ÓTK), 366s. La imagen de los niños recién nacidos (aQ'tLyÉVV'I']'ta PQÉcp'l']) tiene una correspondiente función parenética en 1 Pe 2, 2). La comparación se explica de la manera más satisfactoria, refiriéndola no a los cristianos en general sino a los recién bautizados. El punto principal de la comparación es el vivo deseo con que los recién nacidos ansían el pecho materno (--+ yát..u), símbolo del «apetito» con que los neófitos deben anhelar los bienes es-

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pirituales. En todo ello no hay que excluir tampoco el motivo de la inocencia infantil (cf. v. 1 y 1 Cor 14, 20; Herm [s] 9, 29, 1-3). Se ilustran así las obligaciones que dimanan del nuevo nacimiento en el bautismo. S. Légasse

~QÓXO~, OlJ, Ó brochos lazo* _En el NT el término se usa únicamente en sentido figurado. En 1 Cor 7, 35 en la expresión ~QÓXov em~áA.A.ro, «echar un lazo», es decir, «imponer una restricción».

~QiXro brechO llover, hacer llover, mojar* En Mt 5, 45: ~QÉXEL, el sujeto es Dios, que «hace llover sobre justos e injustos»; en Sant 5, 17 (bis) el verbo se entiende en sentido impersonal: «llueve»; cf. Ap 11,6: Lva [ttl iJl::1:o~ ~QÉxn 1:a~ ~[tÉQa~, «a fin de que no llueva durante los días ... »; en Lc 17, 29, ii~QE~EV (según Gén 19,24 LXX) no se entiende seguramente en sentido impersonal, sino que se refiere a la acción de Dios que hizo llover; según Lc 7, 38.44 la pecadora empapa con sus lágrimas los pies de Jesús.

~QlJy"ó~, ou, Ó brygmos rechinamiento de dientes* ~QÚXro brychO rechinar los dientes*

~QOV't1Í ií~, 1] bronte trueno* Además de Mc 3, 17 Y Jn 12, 29, este término se encuentra sólo en el Apocalipsis (4, 5; 6, 1; 8, 5; 10, 3.4 [bis]; 11, 19; 14, 2; 16, 18; 19,6). Dícese de la voz de Dios en Jn 12, 29; cf., con sentido semejante, cproVtl ~QOV1:fí~, el «sonido del trueno» en Ap 6, 1; 14, 2; 19, 6; también en 10, 3. Ap 4, 5: cW1:Qa:n:al, xal, cproval, xal, ~Qov1:at, «relámpagos, estruendos y truenos» salen del trono de Dios como fenómenos que acompañan a la teofanía (cf. Ex 19, 16; Ez 1, 13); cf. Ap 8, 5; 11, 19; 16, 18. En Ap 10, 3s, en correspondencia con los siete sellos, los siete tañidos de la trompeta y las siete copas retumban siete truenos que recogen la voz del ángel (wa:n:EQ /..Érov [tuxa1:aL, v. 3a; cf. Os 11, 10; Am 1, 2; 3, 8; 11 4, 16) Y se la trasmiten al vidente (cf. también Sal 29, 3ss). A propósito de Mc 3, 17 -+ Boav'l1QyÉ~. ThWNT 1, 638s; BHH 1,349; Haag,

Diccionario, 1972. ~QOx1Í, ií~, 1] broche lluvia* En Mt 7, 25.27 dícese del aguacero (de invierno), que hace bajar tanta agua que puede hacer que se derrumbe una casa mal cimentada. BHH I1I, 1568-1571; Haag, Diccionario, 1130.

Bibl.: A. Kretzer, Die Herrschaft der Himmel und die Sdhne des Reiches, Würzburg 1971, 111s; K. H. Rengstorf, BQtíx,úJ, BQuy[!óc:;, en ThWNT r, 639s; %AulúJ, %AUU{t[!ÓC:;, en ThWNT III, 721-725; B. Schwank, «Dort wird Heulen und Ziihneknirschen sein»: BZ 16 (1972) 121s; O. H. Steck, Israel und das gewaltsame Geschick der Propheten, Neukirchen-V1uyn 1967, 263ss; D. Zeller, Das Logion Mt 8, 1/ s-Lk 13, 28s und das Motiv der «Vdlkerwallfahrt»: BZ 15 (1971) 222237; 16 (1972) 84-93.

El sustantivo aparece 7 veces en el NT (de ellas, 6 veces en Mt), siempre en la construcción de genitivo ~Quy[to~ 1:
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[tal (en hebreo, naham), el sonoro rugido del león que va a lanzarse sobre la presa (Prov 19, 12; Eclo 51, 3), con el castañeteo de dientes del enfermo que tiene mucha fiebre o con imágenes del remordimiento y de los reproches dirigidos contra uno mismo. V. Hasler ~QÚXro brychO rechinar de dientes -+

~Quy[tó~.

~Qúro bryo hacer brotar, hacer manar*

Sant 3, 11: una fuente no hace manar por el mismo caño agua dulce yagua salobre, como imagen de que de una misma boca no debe brotar la maldición y la alabanza. ~Qro"a, a'to~,

'tó broma alimento*

1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial.

Bibl.: J. Behm, BQw[!u lt'tA., en ThWNT r, 640643; H. Leroy, Rdtsel und MijJverstdndnis (BBB 30), Bonn 1968, 147-155.

1. ~Q&[ta aparece 17 veces en el NT, frecuentemente en controversias sobre cuestiones éticas (por ejemplo, Mc 7, 19; Rom 14, 15.20). Las personas que son objeto de las confrontaciones son judíos o judeocristianos (Mc 7, 19), algunos miembros de las comunidades (Rom 14,15.20; 1 Cor 8, 8.13; Heb 13, 9) Y determinados falsos maestros (l Tim 4, 3). Otros textos reflejan temas específicos de confrontación. El término se usa también en los relatos de la multiplicación de los panes y en las palabras de Juan el Bautista (Lc 3, 11). 2. ~Q&[ta puede traducirse por alimento, comida, víveres, y contrasta el sentido literal con el empleo metafórico, figurado y tipológico del término. 3. Mc 7, 19c contiene, frente a los preceptos judíos relativos a la pureza, una declaración expresa de Jesús de que todos los alimentos son puros. (No debe entenderse como

una referencia a alguna clase de purificación llevada a cabo mediante la defecación, inter- . pretación que sería imposible gramaticalmente.) En Rom 14, 15.20 Pablo considera que el alimento, es decir, lo que uno come (v. 2: «uno come de todo, otro come sólo vegetales»), no tiene importancia ninguna para la fe (v. 6; cf. 1 Cor 8, 8), pero lo que sí es importante es el ejercicio del amor fraterno. De manera parecida argumenta también 1 Cor 8, 8.13. ~Q&[ta comprende también la carne sacrificada a los ídolos, carne que los «débiles», por viejos hábitos, consideran todavía como cosa que tiene que ver con los ídolos; por eso, sienten problemas de conciencia si la prueban. Pero los «fuertes» creen que pueden comerla, por el sentimiento de libertad que han adquirido mediante la fe. La contraposición efectuada por el Apóstol se halla preparada en 1 Cor 6, 13, mediante la indicación que él hace de la finalidad de la toma de alimentos. 1 Tim 4, 3 se halla dentro de un contexto en el que se hace una advertencia contra los falsos maestros que exigen que uno se abstenga de probar el vino (5, 23), del matrimonio y también de determinados manjares. El alimento es también objeto de controversia en Heb 13, 9, pero donde no se ve claro si se trata de excesos cometidos en las comidas cultuales (v. 10) o de exigencias ascéticas. En Heb 9, 10 las comidas y las bebidas (que por el contexto se ve que tiene su lugar propio en el culto divino) se consideran como asuntos del viejo orden de cosas, que tiene sólo validez provisional. El plural se usa para referirse a los alimentos necesarios para el sustento, en el pasaje de la multiplicación de los panes (Mt 14, 15, a diferencia de Lc 9, 12 [em<JL1:L<J[tó~], pero en la interpolación lucana del v. 13c encontramos también el plural ~Qw[ta1:a para reforzar la idea de la escasez de alimentos disponibles frente a la gran necesidad que existía de ellos). En las palabras del Bautista en Lc 3, 11 se señala la obligación que tiene el que posee ~Qw[tQ1:a, de compartirlos con los pobres. ~Q&[ta se usa como imagen en 1 Cor 3, 2; designa, en contraste con la «leche», las exigencias superiores que tiene la predicación

687 misionera, y puede traducirse por alimentos sólidos. En Jn 4, 34 la idea de ~Q&f-tU está vinculada con la petición anterior de los discípulos (v. 31) y con la pregunta que ellos se hacen en el v. 33, pero recoge también la idea de --> ~Q&OL¡;, que se ha empleado ya en otro nivel. Mientras que los discípulos siguen entendiendo literalmente las ideas de ~Q&f-tU y ~Q&OL¡;, las palabras se refieren aquí a una realidad espiritual más elevada. JtVe'Uf-tU'tLXOV ~Q&f-tU en 1 Cor 10, 3 (posiblemente una expresión con la que los cristianos estaban muy familiarizados; cf. Did 10, 3), en esta sección que se refiere al éxodo de Israel de la tierra de Egipto, es, como el bautismo en Moisés (v. 2) o la bebida espiritual (v. 4), un tipo, es decir, «una expresión anticipada, en la historia de la salvación, de lo que ha de venir» (L. Goppelt, Typos, Gütersloh 1939, 176), a saber, un tipo del alimento eucarístico. Partiendo de esta referencia, Pablo puede hablar del «alimento espiritual», porque en ese alimento comienza ya a actuar el mismo Espíritu. H.-J. van der Minde

IlQroat"W;, 2 brosimos comestible* Lc 24, 41: 'tL ~QWOLf-tOV, «algo de comer».

IlQmOt;, Ero;, Í] brosis la acción de comer, el alimento* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial. Bibl.: J. Behm, ~Qw[!a l!.TA., en ThWNT 1,640-643.

1. De las 11 veces que el término aparece en el NT, 4 corresponden a Juan (4, 32; 6, 27 [2 veces]; 6, 55), 4 a las cartas paulinas (Rom 14, 17; 1 Cor 8, 4; 2 Cor 9, 10; Col 2, 16),2 a Mateo (6, 19.20) y 1 a Hebreos (12, 16). Por tres veces el término aparece juntamente con JtÓOL¡; (Jn 6, 55; Rom 14, 17; Col 2, 16). ~Q&OL¡; se emplea en aforismos en Mt 6, 19s y 2 Cor 9, 10 (este último formulado quizás por el mismo Pablo). Heb 12, 16 es una alusión alAT.

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2. En contraste con --> ~Q&f-tU, vemos que ~Q&(JL¡; se refiere no sólo a la acción de comer como actividad humana, sino también al hecho de ser consumido por insectos, y también a la comida misma, principalmente en el evangelio de Juan (entonces el término se halla muy cerca de ~Q&f-tu). Especialmente en Juan se abandona el plano del sentido literal, y ~Q&OL¡; se usa en sentido figurado. 3. En la sentencia aforística de Mt 6, 19s, ~Q&OL¡;, asociado con O~¡;, significa tan sólo

el hecho de ser comido por insectos (cf. Mal 3, 11), los cuales tienen una actividad destrnctora e impiden, por tanto, guardar y atesorar cosas terrenales. Pablo, en 1 Cor 8, 4, emplea el término en el sentido del acto humano de comer, dentro del contexto en que trata del problema sobre si es lícito comer la carne sacrificada a los ídolos. Lo emplea también en este sentido en una sentencia sobre el reino de Dios, en Rom 14, 17, una sentencia que resulta sorprendente, si tenemos en cuenta el contexto. El versículo se,refiere a la confrontación que se había producido también en Roma entre «fuertes» y «débiles» (cf. 1 Cor 8) acerca de los alimentos que estaba permitido comer en la comunidad cristiana (v. 2). Pablo eleva los dos enunciados negativos (v. 15a.b), la vulneración del amor fraterno y la destrucción de la obra salvífica de Cristo, al plano de lo que positivamente es un principio y una verdad universal, por el cual el señorío futuro de Cristo se encuentra ya activo en el presente. ~Q&OL¡; lo hallamos también en el sentido de comer en 2 Cor 9, 10 y Col 2, 16. Heb 12, 16 alude al trato que hicieron Esaú y Jacob acerca del derecho de primogenitura (Gén 25, 29-34). ~Q&­ OL¡; significa aquí comida o plato. Jn 4, 32 (~Q&OL¡; en labios de Jesús), en el diálogo con los discípulos, se halla sólo conectado externamente con la precedente exhortación que le dirigen los discípulos: «Rabí, come» (v. 31). «La entera expresión de 'tener un alimento para comer' resulta una metáfora» (R. Schnackenburg, El evangelio según

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san Juan 1, 515). Una diferencia parecida de niveles de comprensión se encuentra también en Jn 6, 27: las palabras de Jesús acerca del pan. El v. 26 desenmascara los motivos de aquella multitud, que sólo quiere pan para saciarse, es decir, que busca un alimento perecedero (v. 27b). El segundo empleo del término (v. 27b) lo eleva al plano de la comprensión metafórica: «sino por el alimento que permanece para la vida eterna». Los elementos interpretativos «vida eterna» (v. 27) y «hacer las obras de Dios» (v. 28; cf. 4, 34 en el mismo contexto), es decir, el hecho de creer en el Enviado, así como también las secciones paralelas 4, 13s y 4, 32s excluyen ya la comprensión «eucarística» de este pasaje. Por tanto, lo del «alimento que permanece» implica el enunciado en indicativo que habla de recibir la vida, y el enunciado en imperativo que exhorta a hacer las obras de Dios creyendo en el Enviado. A diferencia de 4, 32 y 6, 27, vemos que 6, 55 no puede entenderse en sentido metafórico. Lo excluye el &A.r]'l'}~¡;, que se repite dos veces (<
Si nos basamos en el lenguaje joánico, vemos que se presupone, sí, la realidad de la carne y de la sangre, pero el acento especial recae sobre la cualidad de esa comida (verdadera comida) y de esa bebida (verdadera bebida; sobre la ausencia del artículo en los predicados nominales cf. BlaB-Debrunner § 273), una cualidad que resalta por lo que se ha dicho en los versículos anteriores y por lo que se dice en el versículo siguiente: esa carne y

esa sangre conceden gratuitamente la vida eterna (v. 54) y la comunión con el Dador de las mismas (v. 56). H.-J. van der Minde Ilv-3i~ro bythizo hundir; en pasiva, hundirse*

Lc 5, 7: &o'te ~'U{}L<;eOl'}m U'lhá ['tu :7tA.olu], «de tal manera que comenzaban a hundirse»; el verbo se emplea en sentido figurado en 1 Tim 6, 9 para referirse a las seducciones que «hunden a los hombres en la ruina y la perdición».

Ilv-3ó;, oií, ó

bythos lo profundo, alta mar* En 2 Cor 11, 25 Pablo refiere: «He pasado una noche y un día sobre lo profundo del mar (es decir, como náufrago)>> (v'UX{}~f-teQov Ev 't<'j) ~'U{}{{> JteJtOLr¡XU).

IlVQOEÚ;, Éro;, ó byrseus curtidor* Sobrenombre y profesión de un cristiano llamado Simón, de Jope: Hech 9, 43; 10,6.32. Lo de ser curtidor era considerado por los rabinos como uno de los oficios manuales más despreciables. Los talleres de curtido (por el fuerte olor que despedían) solían estar situados fuera de las ciudades (cf. Is 7, 3). Pedro, según Hechos, hace caso omiso de esos prejuicios y limitaciones. Billerbeck 11, 695; BHH 1,548.

IlÚootvo;, 3 byssinos hecho de lino fino* En el NT el término aparece únicamente en Ap 18, 12.16; 19, 8 (bis).14, siempre como adjetivo sustantivado, para referirse a los lujos de la gran Babilonia (18, 12.16) y a la vestidura limpia y esplendorosa de la comunidad como esposa que es de Cristo (19, 8) o bien para referirse a los ejércitos celestiales que van en pos de Cristo (19, 14). En 19, 8b lo de estar vestidos de lino fino se interpreta como 'tu OLXULWf-tU'tU 't&V ayLwv.

Ilúooo;, OV, Í]

byssos lino fino* En Lc 16, 19 ~ÚOOO¡; describe, juntamente con JtoQ
691 Hech 18, 12 Textus Receptus (en vez de ---+ ~'ÚaOLvo~). Pauly-Wissowa IlI/1, 1108-1114: BHH 11, 1072; Haag, Diccionario, 1109. ~O) .. Ó¡;;, 013, Ó bornos altar* En Hech 17, 23 dícese del altar con la inscripción ayvwat0 {}E0, que Pablo -según Lucas- encontró en Atenas. ~W[lÓ~ (en contraste con {}uOLaat'!ÍQLov) designa única y exclusivamente, como ocurre en la LXX, a los altares dedicados a dioses extraños; cf. especialmente la contraposición que se hace en 1

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Mac 1, 59. Lucas pensaba probablemente en altares dedicados a «dioses desconocidos» (cf. Pausanias 1, 1,4; V 14, 8; VI 3, 5; Diógenes Laercio 1, 110, que habla de «altares sin nombre» [avwv'Ú[lou~ ~W[lo'Ú~]), aunque hasta ahora no se ha probado claramente por medio de inscripciones la existencia de altares como el que se menciona en Hechos. ThWNT I1I, 182; Pauly-Wissowa 111/1, 681s; BHH 1, 63-65,2047; Haag, Diccionario, 61ss; E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], sub loco; ---+ ayvoÉw 3.

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ry nt~~aaá Gabbatha Gábata (Gabata) ---+ AL{}óatQWto~.

ra~QttíJ, Gabriel Gabriel* l. Gabriel en el AT y en los escritos apocalípticos 2. Gabriel en el NT. Bibl.: Billerbeck 11, 89-99; Bousset-GreBmann, 320-331; S. A. Horodezky, Michael und Gabriel: MGWJ 72 (1928) 499-506; C. H. Hunzinger, en RGG 11, 1185; R. Laurentin, Traces d'allusions étymologiques en Luc 1-2: Bib 37 (1956) 435-456; J. Michl, en RAC V, 239-243; P. Schiifer, Rivalitiit zwischen Engeln und Menschen, Berlin 1975.

1. El nombre de Gabriel «
2. Gabriel es quien, en Lucas, anuncia a Zacarías el nacimiento de su hijo (1, 19) Y a

María el nacimiento de Jesús (1, 26). Gabriel se presenta a sí mismo ante Zacarías como ángel del Señor (1, 11), que está en la presencia de Dios (1, 19; cf. Tob 12, 14s), mientras que Lc 1, 26 le menciona por su nombre. La presentación que Gabriel hace de sí mismo en 1, 19 se halla claramente relacionada con el oficio profético del mensajero en el AT, donde el encargado de Dios se legitima a sí mismo nombrando al sujeto de la misión. La objeción de Zacarías y su petición de una señal (1, 18) Y el anuncio de esa señal por Gabriel (1, 20; cf. 1, 63-80) se ajustan a los relatos de vocación que hallamos en el AT (Ex 3, 1-4.17; Jue 6, 11-22) Y nos hacen ver la influencia de los mismos. Tan sólo aquí, en todo el NT, se presenta a Gabriel como mensajero de Dios. En conexión con la tradición del AT, Lucas describe a Juan y a Jesús a la luz del antiguo pacto, acentuando aún más esa tradición al presentar a Juan como Elías redivivus (1, 17). En otros pasajes del NT, especialmente en el Apocalipsis, donde se habla globalmente de los ángeles, es posible que aveces se piense también en Gabriel, pero sin mencionarlo expresamente. D. Sanger

yáYYQatva, lJ¡;;, t1 gaggraina ulceración, tumor canceroso* En2 Tim 2, 17 dícese en sentido figurado de los falsos maestros gnósticos que se extienden como úlceras malignas. BHH 11,1001.

ráb Gad Gad * En Ap 7, 5, nombre de la tercera de las doce tribus de Israel, de cada una de las cuales fueron sellados 12.000 siervos de Dios (cf. también Gén 30,11; 49,19 Ypassim). BHH 1, 507s; Haag, Diccionario, 728s.

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ra()aQlJvó~, 3 Gadarenos gadareno ---+ nQUOljvó~.

rá~a, lJ~ Gaza Gaza* Antigua ciudad de los filisteos al suroeste de Palestina y cerca de la costa, unida con Jerusalén por una calzada importante que continúa en dirección a Egipto. Por esta calzada regresa de Jerusalén el alto funcionario etíope: Hech 8, 26. BHH 1, 516; LAW,1028; Haag, Diccionario, 737s; RAe VII, 1123-1134. yá~a, lJ~, Í) gaza tesoro* En Hech 8, 27 dícese del tesoro de Candace, del que era custodio el eunuco que allí mismo se menciona (8~ ~v bd náolj~ 'tfí~ yál;lj~ a1J'tfí~); eunucos como yUl;OcpÚAUXE~ se mencionan en Plutarco, Demetr XXV, 900; cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte' (HNT), sub

loco. ya~oq)lJAáxtov, O\),

'tó gazophylakion cámara de los tesoros* En la LXX, este término designa frecuentemente las cámaras donde se guardaban las provisiones y los tesoros del templo (cf. 2 Esd 20, 38; 22, 44; 1 Mac 14,49 Ypassim), y desde luego debe entenderse así en Jn 8, 20, a saber, como la cámara del tesoro, edificada con magnificencia por Herodes y que se hallaba situada en la parte septentrional del atrio de las mujeres (cf. Josefo, Bell V, 200; Ant XIX, 294). Seq 6, 5s menciona también 13 cámaras para el dinero o para el almacenamiento de ofrendas, que eran denominadas «trompetas» por su forma que se estrechaba por la parte de arriba (con el fin de evitar robos). Siete de ellas servían para recoger los tributos fijados; cinco para almacenar determinadas cosas, y una para los donativos generales y de carácter voluntario. Su emplazamiento habrá que situarlo con bastante seguridad en el pabellón mencionado por Josefa y que se encontraba en el atrio de las mujeres. Allí es donde tienen lugar los sucesos que se narran en Mc 12,41 (bis).43 par. Lc 21, 1.

Sin embargo, yul;Ocp'UAáxLOV no indica necesariamente una de las trece cámaras para el almacenamiento de ofrendas, ya que la expresión ~áAAELV XUAXOV et~ 't0 yul;ocp'UAáXLOV (Mc 12,41; cf. v. 42 y 43) no sólo puede designar el hecho de «depositar» dinero en la caja de las ofrendas, sino según Seq 5, 6 puede significar en general la acción de depositar (zrq = ~áAAeLV) dones en la cámara del tesoro, concretamente en la 13 a caja destinada a los donativos generales. Como en todas las cajas de las ofrendas los sacerdotes debían examinar necesariamente las ofrendas que se hacían (Según LevR 3 [107a], una mujer, por ejemplo, debía soportar la burla pública que hiciera de ella el sacerdote por la pequeñez de su donativo). Todos los presentes participaban en la ofrenda del donativo, y esto era una ocasión magnífica para que los contribuyentes acaudalados hicieran ostentación de sí mismos (cf. Mt 6, 2). Lo que realmente quiere decirnos Mc 12, 41-44 par. aparece con claridad, si tenemos en cuenta lo que se ha dicho acerca de la ubicación de la cámara del tesoro en el atrio de las mujeres. Billerbeck 11, 3745; BHH 1,597; I1I, 1687; Haag, Diccionario, 1924s. H. Balz rá¡:o~,

O\) Gaios Gayo* Nombre propio de algunos cristianos (especialmente frecuente en latín). Encontramos las siguientes personas con este nombre: 1. Gayo de Macedonia (Hech 19, 29), quien juntamente con Aristarco fue compañero de viaje y compañero de fatigas de Pablo en Efeso. 2. Gayo de Derbe en Licaonia (Hech 20, 4), uno de los que acompañaron a Pablo en su viaje de Grecia a Jerusalén (Hech 20, 4).3. Gayo de Corinto, quien juntamente con Crispo fue bautizado por Pablo (1 Cor 1, 14) Y brindó su hospitalidad a Pablo y a toda la comunidad (Rom 16, 23). 4. Gayo ('t0 ayunlj't@, destinatario de la Carta tercera de Juan (3 Jn 1). LThK IV, 486; BHH 1, 508; Haag, Diccionario, 737.

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yáAU - rut..u.íu

yáAa, ax'to~, 'tó gala leche* Con excepción de 1 Cor 9, 7, donde yáAu designa en sentido propio el líquido obtenido al ordeñar a la hembra de ganado vacuno o de ganado menor, vemos que en el NT el término se usa siempre en sentido figurado para referirse especialmente (por el contraste entre la leche como alimento de niños pequeños y el alimento sólido) al estadio inicial de la predicación del evangelio, un estadio que Pablo no puede aún sobrepasar en su labor con los corintios, según 1 Cor 3, 2 (fijémonos en el contraste entre nVE'U!w'tLxoi - OáQXLvoLl v~moL y el correspondiente contraste entre ~QWl-tu - yáAU). De manera semejante en Heb 5, 12s (o'tEQEa 'tQoCP~, «alimento sólido», v. 12; 'tEAeLWV OÉ fO'tLV ~ O'tEQEa 'tQoCP~, v. 14); el v. 13 explica: Ó I-tE'tÉXWV yáAUX'tO~ aneLQO~ Aóyo'U 6Lxmooúvlj~, v~mo~ yáQ fO'tLV, «el que aún se alimenta de leche, es inexperto en la palabra de la justicia, porque es todavía un niño pequeño». En ambos pasajes la imagen censura la recaída en la inmadurez en las cosas de la fe. Diferenciaciones parecidas entre la instrucción elemental y las enseñanzas para personas adelantadas, expresadas mediante la imagen de la leche y del alimento sólido, se encuentran también en Filón, por ejemplo, Migr 29, y Epicteto, Diss 11, 16, 39 Y passim. El sentido es diferente en 1 Pe 2, 2, donde 'to AOyLXOV a60Aov yáAu, «la leche espiritual pura» es imagen del mensaje puro de salvación, a base del cual los bautizados viven como niños recién nacidos. Este empleo de la imagen se acerca mucho a las interpretaciones mistéricas o gnósticas de la leche como alimento pneumático (cf. ThWNT 1, 644s), pero podría ser determinante la idea de la nueva existencia de los creyentes, los cuales, como niños recién nacidos, necesitan la leche como su alimento especial (---+ ~QÉcpo~ 2); cf. también L. Goppelt, Der erste Petrusbrief(KEK), sub loco. LThk VII, 412s; BHH 11, 1215s; Haag, Diccionario, 1083s; cf. bibliografía en ThWNT X, 1017. H. Balz

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raAá'tlJ~, O\) Ó Galates gálata ---+

ruAu'tiu.

raAa'tÍa, a~, Galatia Galacia* rUAá'tlj¡;, OU, ó Galates gálata (ceIta)* rUAaLLXÓ¡;, 3 Galatikos de Galacia (céltico)* Bibl.: P. Althaus, en BHH I, 508-510 (con mapas plegables III); Bauer, W6rterbuch, en el vocablo correspondiente; L. Bürchner-G. Brandis, en Pauly-Wissowa VII, 519-559; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), Giittingen 71977, 465s, nota 2; F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1974, 1-3; H. Schlier, Der Brief an die Galater (KEK), Giittingen '1965, 15-24; Id., en LThK IV, 488s; J. WeiB, en RE X, 554-559.

Galacia (Diocles,125; Dión Casio, 53, 56; inscripciones) es el nombre de la región habitada antiguamente por tribus frigias y, desde el año 278 a.C., por tribus celtas (galas; cf. la v.l. rUAAiuv en 2 Tim 4, 10), Y que estaba situada en la parte central de Asia Menor. Puesto que la expresión «gálatas» sirve con bastante frecuencia para diferenciar a los celtas de otros grupos étnicos (OGIS 11, 540), podemos referir lo que se dice en Gál 3, 1 a la región ancestral de esas tribus. El uso oficial romano de los términos difiere a menudo de los términos empleados por los escritores populares y por las monedas. La región ancestral, después de una historia llena de vicisitudes (tras el reinado del último monarca gálata, llamado Amintas, que murió en el año 25 a.C.), constituyó bajo el dominio de Roma el núcleo de la provincia romana de Galatia con la anexión de territorios occidentales (Frigia, Pisidia), meridionales (partes de Licaonia y de Panfilia), orientales (la «bárbara» Cilicia) y septentrionales (Paflagonia), aunque las fronteras de esa unidad política siguieron siendo durante largo tiempo bastante fluidas. Es verdad que no existía una nomenclatura oficial que incluyera, por ejemplo, a Pisidia y Licaonia en Galacia, pero a pesar de todo algunos autores utilizan el nombre de Galatia para referirse a todos los territorios comprendidos en la provincia romana (Tolomeo, Geographia V, 14; Tácito, Hist 11, 9; Ann XIII, 35).

699

700

rUt..U'tLU - rUt..Lt..ULU

Lucas sigue este mismo procedimiento, cuando en Hech 16,6 Y 18,23 enmarca el denominado segundo viaje misionero de Pablo y señala la ruta seguida por el apóstol «a través de la región de Galacia» desde Licaonia (Derbe, Listra) hacia Frigia, al sur de la región ancestral. En 1 Pe 1, 1 se esboza lo que actualmente es «Asia Menor»: puesto que no se usan nombres de regiones, Galatia se refiere a todo lo que abarcaba la provincia romana. Las «comunidades de Galacia», mencionadas en Gál 1, 2 Y 1 Cor 16, 1, habrá que situarlas -según el uso antiguo de este términoen la región ancestral (hipótesis de la Galacia septentrional), pero pueden referirse también, según la terminología más moderna, a las comunidades cuya fundación se describe en Hech l3s (hipótesis de la Galacia meridional). Los que abogan por la terminología más antigua, se basan en el largo período de tiempo en que siguieron usándose las descripciones usuales para referirse a la provincia romana (CIL I1I, 291, 312, 318, enumeración de regiones; CIG I1I, 3991; Mitteilungen des deutschen Archiiologischen Institutes, Athenische Abteilung 12 [1887] 182: «superintendente de la eparquía de Galacia y de todos los pueblos muy cercanos [a'ÚvEvyU¡;]»). Los que creen que la terminología más reciente es la correcta, ponen en relación con Hech 13s la Carta de Pablo a los Gálatas y las instrucciones de Pablo sobre la colecta, ya que no sabemos que Pablo haya fundado comunidades cristianas más al norte. Las dos hipótesis (bibliografía en Bauer) no cuentan suficientemente con la posibilidad de que, en aquellos tiempos, fueran posibles ambas terminologías y se usaran promiscuamente. Tampoco deben entenderse los Hechos como una fuente exhaustiva de información. Lucas escribía sirviéndose de un material limitado e incompleto. Debemos contar con la posibilidad de que Pablo haya misionado también en regiones (cf. Rom 15, 19 sobre Iliria, región sobre la cual Hechos guarda silencio) sobre las que Lucas no nos ha informado por carecer del material pertinente. G. Schille

nx.J...a'ttxó~, 3 ~

Galatikos de Galacia

rUAU1;iu.

yaJ...t)Vl), l)~, Í) galene calma, bonanza (refiriéndose al mar)* Según Mc 4, 39 par. Mt 8, 26 / Lc 8, 24, cuando Jesús increpa al viento, se produce «(gran) bonanza» (yUAríVl] flEyáAl] en Marcos y Mateo; en cambio Lucas dice sólo yuAríVl]).

raAlJ...aía, a~ Galilaia Galilea rUALAULO¡;, 3 Galilaios galileo 1. Aparición de estos términos en el NT - 2. Sobre la historia contemporánea - 3. Galilea en los evangelios y en Hechos.

Bibl.: A. Alt, Galiliiische Probleme, en Kleine Schriften zur Geschichte des Volkes Israel n, München '1964, 363-435; W. Basen, Galiliia als Lebensraum und Wirkungsfeld Jesu. Eine zeitgeschichtliche und theologische Untersuchung, Freiburg i. Br. 1985; H. Conzelmann, El centro del tiempo. La teología de Lucas, Madrid 1974; S. Freyne, Galilee from Alexander the Great to Hadrian, Wilmington DE 1980; Id., The Galileans in the Light of Josephus' Vita: NTS 33 (1987) 600-609; Id., Galilee-Jerusalem Relations According to Josephus' Life: NTS 33 (1987) 600-609; M. Karnetzki, Die galiliiische Redaktion im Markusevangelium: ZNW 52 (1961) 238-272; E. Lohmeyer, Galiliia und Jerusalem in den Evangelien (FRLANT 52), Gattingen 1936; W. Marxsen, El evangelista Marcos. Estudio sobre la historia de la redacción del evangelio, Salamanca 1981; W. A. Meeks, Galilee and Judea in the Fourth Gospel: JBL 85 (1966) 159-169; E. M. Meyers, The Cultural Setting of Galilee, en ANRW n 19, 1 (1979) 686-702; P. Ternant, La Galilée dans le message des Evangiles et l' origine de l' Eglise en Galilée: Proche Orient Chrétien· 30 (1980) 75-131; M. Véilkel, Der Anfang Jesu in G. Bemerkungen zum Gebrauch und zur Funktion Galiliia in den lukanischen Schriften: ZNW 64 (1963) 222-232.

1. rUALAUiu (Galilea) aparece 61 veces en el NT, todas ellas en los evangelios y en Hechos: 16 veces en Mateo, 12 en Marcos, 13 en Lucas, 17 en Juan, y 3 en Hechos. rUALAULO¡; aparece 11 veces en estos mismos escritos. 2. En tiempos del nacimiento de Cristo, Galilea era territorio bajo la soberanía de Herodes 1 (37-4 a.c.). Según el último testamen-

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rUt..Lt..ULU

to de este monarca, a su muerte, Galilea con Perea pasarían a poder de Herodes Antipas, y Judea y Samaría, al de Arquelao, lo cual, según Mateo, fue la razón para que los padres de Jesús inmigraran a Galilea (Mt 2, 22). La región denominada antaño «Galilea de los gentiles» (Is 8, 23; Mt 4, 15; cf. 1 Mac 5, 15) es en tiempos de Jesús un país floreciente; después de siglos de dominación extranjera, el territorio no sólo se había recuperado para el judaísmo, sino que además se había convertido en el terreno abonado del movimiento nacionalista judío de los zelotas (que podían llamarse precisamente galileos) y, después de la caída de Jerusalén (en el año 70 p.c.), llegó a ser centro de importancia vital para el judaísmo. 3. Según Marcos, Galilea no es sólo la patria de Jesús (1, 9), sino también el centro de su actividad (1, 14.16.28.39; 3, 7; 9, 30; sobre todo el lago de Genesaret, denominado también mar de Galilea: Mc 1, 16; 7,31 par. Mt; Jn 6, 1), que Jesús abandona sólo esporádicamente (7, 24; 7, 31; 8, 27), antes de dirigirse a Jerusalén (10, 1ss). La escena se completa aún más con la promesa de Jesús de regresar a Galilea, después de su resurrección (14, 28; 16, 7), 10 cual debe referirse a las apariciones del Resucitado, no a la parusía de Jesús. Si, a pesar del origen redaccional de casi todas las menciones de Galilea (excepciones: 14, 28; 16, 7; 6, 21), este dato geográfico es históricamente correcto, entonces Galilea adquiere también un perfil teológico en su marcado contraste con Jerusalén, que fue el centro de la resistencia judía contra Jesús (3, 22; 7, 1; 10, 33; 11, 18) Y por los viajes en que Jesús, partiendo de Galilea, entró en territorio no judío, y que fueron preludio de la misión entre los gentiles. La concentración de la actividad de Jesús en Galilea crea el marco para las diversas historias que se nos han trasmitido por la tradición, y hace posible presentar el evangelio como historia que pueda fijarse en un lugar y tiempo determinados. Mateo toma como regla general de su fuente la mención de Galilea como dato topográfi-

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co (4, 18; 15, 29!). Además, la cita de cumplimiento en Mt 4, 15 (Is 8, 23) se considera como la razón de que Jesús desarrolle su actividad mesiánica en Galilea. La promesa de una aparición de Jesús en Galilea, que no vemos cumplida en el evangelio de .Marcos (a pesar del secundario final de Marcos) crea el escenario (26, 32; 28, 7.16) para el encargo dado por Jesús de misionar (28, 18-20). La cosa es distinta en Lucas. Para él Galilea no es ya el centro de la actividad de Jesús, sino exclusivamente el lugar donde ésta comienza (Lc 23, 5; Hech 10, 37). A causa de la predicación del reino de Dios, descrita programáticamente como la tarea de Jesús (Lc 4, 43), el Jesús lucano no puede limitar su actividad a Galilea, ni en cuanto al espacio ni en cuanto al tiempo. Según esto, la fase galilea de la actividad de Jesús comprende tan sólo Lc 3, 1-4,44; mientras que su ulterior actividad se extiende a todo el territorio judío (Lc 4,44). Las apariciones del Resucitado tienen lugar en Jerusalén; Galilea se convierte en el lugar en que esas apariciones se predicen (Lc 24, 6). También el origen galileo de los disCÍpulos está en consonancia con esto: su función de testigos se basa en que se hallan presentes en el movimiento en que Jesús se desplaza de Galilea a Jerusalén, no en su acto de presencia en Galilea durante la vida de Jesús (Lc 23, 49.55; Hech 1, lIs; 13,31). Según el esquema trazado por Juan, Jesús se dirige tres veces de Galilea a Jerusalén (2, 13; 5, 1; 7, 10). A partir de 7, 10, se presenta a Judea/Jerusalén como el lugar de estancia de Jesús. Pero, temáticamente, en el cuarto evangelio se habla de Galilea como de la patria de Jesús, a pesar de que 4, 43.44 podría sugerir. la conclusión de que Jesús no era oriundo de Galilea (contra lo que se afirma indudablemente en 1,46; 2, 1; 7, 3; 7, 41.52) sino de Judea. El pasaje podrá explicarse únicamente, si el «recibimiento» y aceptación de Jesús en Galilea (4, 45a) se debe únicamente al milagro del templo (2, 23; 4, 45b.48), pero no significa ya verdadera «fe». Jesús entonces, con las palabras acerca de que el profeta no es bien visto en su patria, no indicaría la

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703 razón para trasladarse a Galilea, sino que vaticinaría que esas palabras iban a tener (también) aquí su cumplimiento. De importancia teológica es el hecho de que Jesús sea oriundo de Galilea, por hallarse en contradicción aparente con su dignidad como Cristo (7, 41) o como profeta (7, 52). En la discusión que surge a este propósito en el sanedrín, la mayoría argumenta contra la ley citada por Nicodemo (7, 51) amparándose en la ley (7, 52), Y muestra de esta manera -como lo hace ya maldiciendo al pueblo «ignorante de la ley» (7, 49)- el mal uso que se hace de la ley en contra de los títulos que el Revelador ostenta. M. VOlkel

raALAaio;, 3 Galilaios galileo ---+

rUALAULU.

raAAta, a; Gallia Galia En 2 Tim 4, 10 como v.l. (Sin C 81 104 Y otros) en vez de ---+ rUAa1:LU.

raAAtrov, rovo; GalliO Galión 1. Aparición del ténnino en el NT - 2. Material biográfico - 3. Galión y Pablo. Bibl.: A. van den Born, Woordenboek der Oudheid 1, Bussum 1976, 1172s (bibliografía); A. DeiBmann, Paulus, Tübingen 21925, 203-225; E. Groag, Die romischen Reichsbeamten von Achaia, Wien 1939, 3235; L. Hennequin, en DBS n, 355-373; Prosopographia Imperii Romani n, Berlin 1897, nr. 494; Reicke, Zeitgeschichte, 153, 169, 174; O. Rossbach, en PaulyWissowa 1, 2236s; H. M. Schenke-K. M. Fischer, Einleitung in die Schriften des NTI, Gütersloh 1978,48-54.

l. A Galión se le menciona en Hech 18, 12-16 como procónsul de Acaya (---+ 'Axutu). 2. Galión era el hijo mayor de un caballero romano y retórico de Córdoba y se llamaba propiamente Lucio Anneo Novato, pero a consecuencia de una adopción cambió su nombre por el de Lucio Junio Galión. A su familia pertenecían celebridades literarias como su hermano Séneca y su sobrino Lucano. En

otoño del año 51 p.C. fue nombrado por Claudio procónsul de Acaya y desempeñó sus funciones en Corinto durante el año 52, como se ve por una inscripción hallada en Delfos y mandada hacer por él (SIG 11 801 D; DeiBmann, placa 1; Groag, 32-35). Hacia el año 55 p.C. fue cónsul en Roma y partidario de Nerón. En el año 65 p.C., lo mismo que le había sucedido antes a Séneca, fue obligado a suicidarse a consecuencia de la conspiración de los Pisones. 3. Por la inscripción antes mencionada, el episodio que se narra en Hech 18, 12-17 puede datarse en el año 52 p.C., un importante punto de partida para la cronología paulina. Los judíos de Corinto llevaron a Pablo ante Galión y le acusaron de hacer propaganda ilegal. Desde su sitial de juez (~fíflU, podium, que fue descubierto en las excavaciones), Galión se desentendió del proceso por considerarlo un asunto interno de los judíos. Los magistrados romanos no veían por aquel entonces ninguna diferencia entre el judaísmo y el cristianismo. Galión, por un lado, no quería favorecer demasiado a los judíos, pero, por otro lado, no quería violar tampoco la autonomía de la sinagoga, porque hacía poco que Claudio había resuelto en favor de los judíos algunos de los numerosos procesos entre judíos y griegos (Josefo, Bell 11, 254; Acta Alexandrinorum IV A, Z. 16ss [ed. H. Musurillo, Leipzig 1961, lIs]; Reicke, 153 y 174). Pablo, bajo la impresión de este ataque judío, escribía desde Corinto a Tesalónica refiriéndose a las persecuciones desencadenadas por los judíos (1 Tes 2, 16). B. Reicke

raJlaAU1A Gamalie 1 Gamaliel * 1. Las noticias judías - 2. Los enunciados de Hechos. Bibl.: Billerbeck n, 636-639; G. Bornkamm, en RGG V, 167s; Ch. Burchard, Die dreizehnte Zeuge, Gottingen 1970,31-36; E. Haenchen, Die Apastelgeschichte (KEK), Gottingen '1977, s.V. en el índice analítico; C.-H. Hunzinger, en RGG n, 1197; J. Jeremias, Paulus als Hillelit, en FS Black, 88-94; Id.,

705 Der Schlüssel der Theologie des Apostels Paulus, Stuttgart 1971,9-17; H.-J. Schoeps, Paulus, Tübingen 1959 (Darmstadt 1972), 27; W. C. van Unnik, Tarsus or Jerusalem, London 1962 (primero en holandés,

Amsterdam 1952). 1. Se llamaban Gamaliel (en hebreo, gamlf'el, «recompensa de Dios») dos famosos eruditos judíos de tiempos del NT. El Gamaliel del que se nos habla en el NT desempeñó su actividad en tomo a los años 25-50 p.e., y lo llamaban «el viejo» para distinguirlo de su nieto (hacia el año 90). Era hijo o nieto de Hillel y fue el primero en llevar el título honorífico de «Rabban» (<
2. En Hech 5, 34-39, Gamaliel se opone a la decisión de eliminar a los apóstoles (5, 33), decisión que según 5, 17 había sido propuestapor los saduceos. Es discutible si esto responde a la realidad histórica (cf. Haenchen, 251s). Pero Lucas hace ver claramente al lector: sin que nadie se le opusiera, «el más prestigioso de los maestros de la ley... [Gamaliel] desaconsejó una persecución contra los cristianos» (ibid., 211). Cuando, según Hech 23,6-10, las acciones judiciales del sanedrín contra Pablo condujeron a una tumultuosa disputa entre .saduceos y fariseos, porque estos últimos creen en la resurrección de los muertos predicada por él (cf. 26,4-8), y aquéllos no, vemos que Pablo en 22, 3 llega a decir incluso que Gamaliel es su maestro. El esquema biográfico tripartito que aquí se aplica (YEYEvv'Yjflévo(;, avu'tE'ltQUflflévo(;, :7tE:7tmbE'Uflévo(;; cf. 7, 20-22) presupone que Pablo había estado ya de niño en Jerusalén y que se había formado escuchando a Gamaliel (van Unnik). Se discute si esto es exacto o no.

706 Según Haenchen (597), la familiaridad con que Pablo manejaba la LXX hace pensar que se crió en la diáspora; por el contrario, Jeremias (12) cree que esos conocimientos de la LXX se los trasmitió su hogar paterno y la sinagoga helenística de Jerusalén (cf. Hech 6, 9). Haenchen (597, nota 1) y Bornkamm (168) señalan, además, que en Pablo son visibles intensas influencias helenísticas. Pero Jeremias (lOs), por su parte, considera que esas influencias son muy superficiales. ¿Estuvo Pablo residiendo quizás durante algún tiempo en Jerusalén? Según Haenchen (597), Gál 1, 22 no permite suponer que Pablo, antes de su conversión, permaneciera en Jerusalén durante bastante tiempo. Bornkamm (168) cree, al menos, probable que la formación de Pablo como fariseo (Flp 3, 5) le hiciera residir en el centro del movimiento farisaico. Pero, a pesar de que en Pablo hay resonancias que recuerdan a Hillel (Jeremias, 92-94), a Pablo le falta también -según este autor- «la casuística, que tan esencial era para la erudición rabínica en la Escritura». Lo importante para Hechos es relacionar estrechamente a Pablo, y de esta manera a los cristianos, con los fariseos como aliados que piensan ya casi en sentido cristiano; y, lo que es más importante todavía, relacionar de manera sumamente personal al cristianismo con Gamaliel. W. Radl

yaJlÉro gameo casarse (con)* ayuflo~, 2

agamos no casado, (la persona)

no casada* yUflL~Cú gamizo dar en matrimonio, casarse* yU!-tLO%Cú gamisko dar en matrimonio, casar* yá!-to~, 0'0, Ó gamos fiesta de bodas, matrimonio*

1. Aparición de estos términos en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial- 3. La tradición de Jesús - 4. Pablo - 5. El tiempo después de Pablo 6. Observación final. Bibl.: D. L. Balch, Backgrounds of ICor. VII: Sayings af the Lord in Q; Mases as an Ascetic E>EIOL ANHP in II Coro III: NTS 18 (1971-1972) 351-364; H. Baltensweiler, Die Ehebruchsklauseln bei Mt. Zu Mt 5, 32; 19, 9: ThZ 15 (1959) 340-356; Id., Die Ehe im NT. Exegetische Untersuchungen über Ehe. Ehelosigkeit und Ehescheidung, Zürich 1967; H. R. Balz, Sexualitiit und christliche Existenz. Zum ethischen Pro-

708

709

1927; B. Reicke, Ehe - Eherecht - Ehescheidung (IV), en TRE IX, 318-325; J. B. Schaller, Die Sprüche über

ó

707 blem der vorehelichen Geschlechtsbeziehung: KuD 14 (1968) 263-306; E. Bamme1, Markus 10, 11f und das jüdische Eherecht: ZNW 61 (1970) 95-101; R. A. Batey, NT Nuptial1magery, Leiden 1971; K. Berger, Die Gesetzauslegung lesu. lhr historischer Hintergrund im ludentum und in AT, 1: Markus und Parallelen

(WMANT 40), Neukirchen-V1uyn 1972; G. Bornkamm, El divorcio y el nuevo matrimonio en el Nuevo Testamento, en Id., Estudios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 193-197; G. Delling, Paulus Stellung zu Frau und Ehe, Stuttgart 1931; Id., Ehescheidung, en RAC IV, 707-719; K. P. Donfried, The Allegory of the Ten Virgins (Matth. 25, 1-13) as a Summary of Matthean Theology: JBL 93 (1974) 415428; D. J. Doughty, Heiligkeit und Freiheit. Eine exegetische Untersuchung der Anwendung des pln Freiheitsgedankens in 1.Kor. 7, tesis mecanografiada Giittingen 1965; J. Dupont, Mariage et divorce dans l' Evangile. Matthieu 19, 3-12 et paralteles, Bruges 1959; J. K. Elliott, Paul's Teaching on Marriage in 1.Corinthians: Some Problems Considered: NTS 19 (1972-1973) 219-225; G. Gloege, Vom Ethos der Ehescheidung, en F. Hübner y otros (eds.), Gedenkschrift für W Elert, Berlin 1955,335-358; ahora en Id., Verkündigung und Verantwortung: Theol. Traktate n, Giittingen 1967, 152-183; H. Greeven, Zu den Aussagen des NT über die Ehe: ZEE 1 (1957) 109-125; Id., Ehe nach dem NT: NTS 15 (1968-1969) 365-388; P. Hoffmann, Las palabras de lesús sobre el divorcio y su interpretación en la tradición del Nuevo Testamento: Concilium 55 (1970) 210-225; H. Hübner, Zolibat in Qumran?: NTS 17 (1970-1971) 153-167; A. Isaksson, Marriage and Ministry in the New Temple. A Study with Special Reference to Mt. 19, 3-12 and 1.Cor. 11, 3-16, Lund 1965; J. Jeremias, Parábolas, 64ss, 78ss, 83ss, 209ss, 229ss y passim; G. D. Kilpatrick, The Aorist ofyu[!dvin the NT: JThS 18 (1967) 139s; W. KirschUiger, Ehe und Ehescheidung im NT. Überlegungen und Anfragen zur Praxis der Kirche, Wien 1987; W. G. Kümmel, Verlobung und Heirat bei Paulus (l. Cor 7, 36-38), en FS Bultmann, 1954,275295; ahora en Id., Heilgeschehen und Geschichte. Gesammelte Aufstitze 1933-1964 (editados por GraBer-

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(1990) 281-289. Para más blibliografía, cf. ThWNT X, 1017-1022.

1. De las 16 veces que aparece el término en el NT, 13 se encuentran en los evangelios (pero no en Marcos), 1 en Hebreos, y 2 en Apocalipsis. yu[.tÉw aparece 28 veces: 16 en los sinópticos, 9 en Pablo, y 3 en la Carta primera a Timoteo; 'YU\.l-t~w aparece 7 veces'. 5 en los Sinópticos, 2 en Pablo; ayu[.to~ aparece 4 veces en Pablo; yu,.úaxw aparece únicamente en Lc 20, 34 (y aparece asimismo en Mc 12,25 par.; Mt 24,38, siempre como v.l.). Los manuscritos ofrecen también eventualmente ExyUrÚ~W (Mt 22, 30; 24, 38, etc) y exyurúaxw (Lc 20, 34s), una lectura que en ninguno de los casos es la original. yáf-L0~

2. Ó yá,w~ significa la boda (o la fiesta de bodas), pero en este mismo sentido se encuentra también el plural oL yá[.tOL (más frecuente en el griego profano desde la época de los poetas clásicos); sobre el cambio compárese Mt 22, 8 con los vv. 2ss y consúltese Bauer, Worterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § 147.1). El significado de fiesta de bodas suele convertirse en banquete de bodas (Mt 22, 2ss; 25, 10; cf. Ap 19, 9: tO 6drrvov tOV yáf-Lou), y puede significar finalmente un convite festivo, sin que haya que pensar especialmente en la celebración de una fiesta de bodas (Lc 12, 36; 14, 8). Es cosa singular el significado de salón de bodas (Mt 22, 10; en vez de ello leemos en Sin B * L al sa Cyr Ó VlJf-Lcpwv). El segundo significado fundamental del término es matrimonio (en el NT este significado aparece únicamente en Heb 13,4; más tarde en IgnPol 5, 2, etc.).

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ayu[.to~ es

ayu[.to~,

el hombre no casado, y ~ la mujer no casada. Todos los ejem-

plos se encuentran en 1 Cor 7. Dícese del hombre en 7, 32, Y de la mujer, en 7,34 (sobre la crítica textual: Niederwimmer, Askese, 114, nota 166); en 7, 11 se habla de la mujer divorciada y que ahora ya no está casada. oL ayu[.tOL en 7, 8 son seguramente las personas no casadas de uno y otro sexo. El verbo yu[.tÉw, usado en voz activa, se refiere sobre todo al hombre que contrae matrimonio (la mujer con la que contrae matrimonio va en acusativo: Mt 5,32; 19,9; Mc 6, 17; 10, 11; Lc 16, 18 bis); cf. Lc 14, 20, yuvuixu eyl'][.tu; el verbo yu[.tÉw equivale a yuvuixu Au[.tpávw; compárese Mt 22, 25 con Mc 12, 20 par. Lc 20, 29. El verbo, usado en sentido absoluto, significa contraer matrimonio, casarse (Mt 19, 10; 22, 25, etc. La forma pasiva yu[.tl']1ti'jVaL, teniendo como sujeto pasivo a una mujer (l Cor 7, 39), significa ser dada por esposa, ser dada en matrimonio (yu[.tl']1ti'jvuL tLVL, con dativo de interés [dativus commodi], BlaB-Debrunner § 188, 1). - yu[.tÉw refiriéndose una mujer que es dada en matrimonio a un hombre (con el objeto en acusativo) aparece únicamente en Mc 10, 12 (¡Koiné pm lo han corregido de manera muy característica!); el verbo se emplea en sentido absoluto en 1 Cor 7, 28b.34; 1 Tim 5,11.14. Finalmente, el verbo puede emplearse refiriéndose a uno y otro sexo (1 Cor 7, 9s; 1 Tim 4,3). Desde luego, se trasparentan involuntariamente tradiciones paternalistas (pero sin estar tematizadas ni ser legitimadas) en la combinación característica de yu[.tÉw/yu[.tL~w (Mt 24, 38 Q): yu[.tÉw se dice del hombre que se casa con una mujer, y yu[.tL~w, del hombre que da en matrimonio a una muchacha; ellugar paralelo en Lc 17, 27 ofrece en cambio la contraposición entre yu[.tÉw para referirse al hombre que se casa con una mujer, y yu[.tL~o[.taL para referirse a la mujer que es dada

por esposa

(yu[.tL~o[.taL,

ser dada por esposa,

BlaB-Debrunner § 314, 2). Esta misma combinación de términos la encontramos en Mc 12, 25 par.

Fuera de los escritos cristianos, el único ejemplo del empleo del verbo yU¡.tL~fLV en el sentido mencionado lo encontramos en Apolonio Díscolo, Synt IIl, 153: 'tl]v uu'tl]v eXfl 05LUCPOQUV XUl 'to yu¡.t& JtQo~ 'to ya¡.tL~w· EO'tL YUQ 'to ¡.tEV rrQó'tEQOV yá¡.to'U ¡.tf'tUAU¡.t~ávw, 'to .sE yU¡.tL~W yá¡.tOlJ 'tLVl ¡.tE'tu05L05w¡.tL. Por tanto, el gramático alejandrino desea definir el significado del verbo yU¡.tl~w como «dar a alguien en matrimonio» (en la voz pasiva, «ser dado en matrimonio»). En este sentido se emplea el término en Mt 24, 38 par. Lc 17,27 Y Mc 12,25 par. Se discute el significado del término en 1 Cor 7,38 (ó yU¡.tL~WV 'tl]v Éu'U'toiJ rruQ{}¡~vov). Si la expresión ó yU¡.tL~WV se entiende en el sentido que acabamos de exponer, entonces se refiere a un padre que da en matrimonio a su hija, o bien a un tutor que da en matrimonio a su tutelada. Claro que el contexto sugiere que aquí yU¡.tL~W debe entenderse en el mismo sentido que yu¡.tÉw. Naturalmente, la citada regla escolar del gramático no excluye esta interpretación, porque la lengua hablada no siempre se atiene a tales reglas. Sucede muchas veces que las formas en -l~w alternan con otras formas del mismo tema, conservando el mismo significado (cf., a propósito, H. Lietzmann-W. G. Kümmel, An die Korinther I/II' [HNT], 35s; Kümmel, Verlobung, 320ss). Entonces ó yU¡.tL~WV 'tl]v Éu'U'tOiJ JtuQ{Mvoy es el novio que se casa con su novia (tal vez se piensa -a pesar de lo que dice Kümmel, Verlobung, 322ss- en la trasformación de un «desposorio espiritual» en un matrimonio normal; Niederwimmer, Askese, 116ss). 3. La tradición acerca de Jesús no desarrolla una detallada «doctrina» sobre el matrimonio ni sobre la renuncia al matrimonio; lo trasmitido por la tradición tiene únicamente carácter ejemplar. No tiene sentido específico el uso del grupo de palabras en Mt 24, 38 par.; Lc 12, 36; 14, 8; ni tampoco en Jn 2, ls. - Por el contrario, el enunciado de Mc 6, 17 es importante para el rigorismo del Bautista. a) Es específico el rigorismo motivado escatológicamente que conduce a que Jesús prohíba el divorcio (sobre la complicada historia de las tradiciones en lo que respecta a esta prohibición, cf. Niederwimmer, Askese, 13ss). La forma más antigua es seguramente Mt 5, 32 Q (sin la introducción ni la «cláusu-

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yU/lÉúl

la» condicionadora). Lucas, seguramente, amplió el texto de la fuente Q añadiendo xut YU/lwv b;ÉQuv (16, 18). La prohibición de Jesús no se halla en el contexto de la discusión contemporánea entre los escribas acerca de las condiciones en que -según el derecho judío- es lícito al hombre repudiar a su mujer. No, sino que (negando radicalmente ese derecho) sigue a determinadas tendencias contemporáneas que encarecen el rigor de la moral, tendencias que, desde luego, en Jesús se hallan radicalizadas escatológicamente. Por tanto, diremos nuevamente que la prohibición dada por Jesús no es, en sí misma, un principio jurídico, sino que es una apelación a la manera ética de comprender las cosas. La prohibición sirve para proteger a la mujer contra las arbitrariedades del marido. Una variante del logion es Mc 10, 11. La tradición de la fuente Q prohíbe el repudio de la mujer y el matrimonio con una mujer repudiada; la tradición (pre-)marquina habla del divorcio y del nuevo casamiento corno de un delito. No podernos decir ya con seguridad cuándo Mc 10, 12 entró en la historia de las tradiciones. Aquí se prohíbe a la mujer (!) repudiar al marido (lo cual presupone, no necesariamente pero sí probablemente situaciones jurídicas que existían fuera de Palestina). La prohibición de Jesús se expresa de otra forma en el litigio (¿postpascual?) que aparece en Mc 10, 2-9. Jesús, con su prohibición, restaura el antiguo orden previsto por Dios en la creación (<
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vd<;x. (19, 9; es decir: al hombre le está prohibido repudiar a su mujer, a no ser en el caso de «fornicación» de la mujer, ~ :7toQvdu). Aquí tenernos una aplicación interpretativa de la palabra del Señor, en la que se refleja el ambiente específicamente judeocristiano de la tradición mateica; el logion se acomoda (al menos, en parte) a la situaciones jurídicas y a las escalas de valores que existían en el mundo circundante. Finalmente, el razonamiento de los discípulos en Mt 19, 10 procede seguramente de la redacción mateica. El versículo pretende vincular el litigio precedente con ellogion subsiguiente acerca de la renuncia al matrimonio por motivos escatológicos (vv. lIs; material peculiar de Mt).

b) Mc 12, 25 par. se halla en la tradición apocalíptica: el mundo nuevo en el que viven los resucitados no conoce ya ni YU/lE!:v ni yU/lL~EO{}m. En Lc 14, 20 (la parábola del gran banquete), una de las disculpas es: yUVULXU EY1'J/lU, XUL ClUX 'tOv'tO OU Cl'ÚVU/laL H.8ELV. La sentencia es quizás una adición parenética (Linnemann, 95, 98s, 167).

c) Un grupo de enunciados emplea yá/lo~ corno metáfora en la alegoría (tradición enteramente post-pascual). En Mt 22, 1ss (una variante independiente de la parábola del gran banquete en Lc 14, 15ss; otra variante en el EvTom, 64), la tradición se ha trasformado en alegoría. El banquete escatológico (Is 25, 6; Mt 8, l1par.; Mc 14,25 par.; 4 Esd 2,38, etc.) aparece especialmente corno un banquete de bodas (Mt 22, 2.3.4.9: yá/lou~ en Mt 22, 24.9; yá/lo~ en el v. 8); cf. más tarde Ap 19, 9). Es discutible si yá/lo~ en su significación singular de salón de bodas (Mt 22, 10) se usa o no para designar al reino de Dios. En lo que sigue (Mt 22, 11-14) EVClU/lU yá/loU (el traje de boda, vv. l1s) podría ser una metáfora de la nueva justicia que se exige a los que son llamados. La función de esta breve escena consiste en proteger el mensaje de la gracia inmerecida (vv. 9s) contra un malentendido que conduciría a la indiferencia

713 moral. De los que son llamados (por gracia) se espera también que lleven el «vestido» de la nueva justicia; el que no lo haga, será un intruso que volverá a ser excluido de la salvación. Toda la escena debe contemplarse en el marco de la teología específica de Mateo. Mt 25, 10 se adentra más todavía en la interpretación alegórica del término yá/lo~, y la frase daijA{}ov /lET' uu'tOv d~ 'tOv~ yá/lou~ no sólo significa «entraron con él en el banquete de bodas» (corno metáfora de la salvación al fin de los tiempos), sino que al mismo tiempo podría tener también el sentido: están llamadas a celebrar boda con él; es decir, en el fondo de todo esto se halla probablemente la idea del yá/lo~ entre Cristo y la Iglesia (cf. 2 Cor 11,2; Ef 5, 25ss, etc.). 4. En Pablo, todos los ejemplos del uso del grupo de palabras se hallan en 1 Cor 7. Tampoco este capítulo es un tratado sistemático sino que responde a consultas de la comunidad de Corinto sobre qué actitud debe adoptar un cristiano en las cuestiones relativas al matrimonio, a la renuncia al matrimonio y al divorcio. El apóstol, en su respuesta, se esfuerza por proteger al matrimonio contra un falso entusiasmo. Los matrimonios ya existentes deben continuar; frente a tendencias hiperascéticas se declara que el matrimonio es remedium incontinentiae (7, 2ss). Más difícil se muestra la pregunta de si un cristiano que no está casado (es decir, que todavía no está casado o ya no está casado) debe o no casarse. Por un lado, Pablo prefiere que los que no están casados renuncien al matrimonio (7, 7s.26.27b.28b.32-34.37.38b. 40a). Esto se fundamenta en diversas razones (por las tribulaciones que se esperan al fin de los tiempos: vv. 26 y 28b); por el deseo de entregarse por completo al Kyrios: vv. 32-35). Por otro lado, en este caso, lo que en sí es conveniente, no resulta aconsejable para todos y cada uno. La renuncia voluntaria al matrimonio puediera ser peligrosa para los que no están llamados a ella. Por eso, Pablo aconseja únicamente tal renuncia a los que han re-

714 cibido el carisma especial de la continencia (v. 7). Para todos los demás, el matrimonio es el estado de vida adecuado (vv. 9a y 36b). El contraer matrimonio (corno se formula expresamente contra una ideología herética) no es ningún pecado (vv. 28a y 36b). Para el caso que se presupone en los vv. 36-38, ~ 2. También a la viuda le está permitido volver a casarse /lóvov EV xUQLcp (v. 39; cf. lo que se dice ya en el v. 9a). Ahora bien, los comparativos xQE!:aaov (v. 38) y /lUXUQLúlTÉQU (v. 40) enseñan de nuevo que en tales casos debe preferirse la renuncia al matrimonio (pero sólo cuando está basada en el carisma). Por tanto, Pablo distingue: 1) lo que es deseable y lo que es propiamente adecuado, es decir, la renuncia al matrimonio, que corno renuncia voluntaria pueden hacerla únicamente los que no están casados y han recibido por gracia el carisma especial de la continencia; 2) lo que por lo general es necesario y posible sin objeción alguna, es decir, el matrimonio; 3) lo que debe evitarse en todo caso, a saber, la fornicación. Pablo conoce también la prohibición del divorcio hecha por Jesús (la mujer no debe separarse del marido, v. lOb; el marido no debe repudiar a la mujer, v. llb). Se acentúa el gran peso de autoridad que tiene este mandamiento (porque procede del Kyrios, v. 10). La mujer ya divorciada (evidentemente antes del bautismo) no debe contraer nuevo matrimonio, sino permanecer ayu/lo~ o reconciliarse de nuevo con su marido (v. l1a). Los vv. 12ss tratan de la cuestión de si el cristiano debe o puede separarse de su cónyuge no cristiano (<<matrimonio mixto»). En este punto no hay mandamiento del Kyrios, pero el apóstol decide: el cristiano no debe separarse de su cónyuge no cristiano, a no ser que la parte no cristiana inicie la separación. En tal caso, la parte cristiana no está ya ligada. 5. En los textos más tardíos se encuentran sólo eventualmente algunos ejemplos del grupo de palabras. Heb 13,4 encarece (en forma tradicional) que hay que mantener el honor de la institución del matrimonio. 1 Tim 4, 3 se

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ya!-tÉW - yáQ

vuelve contra una herejía hiperascética que pretende prohibir el matrimonio; 5, 11 prohíbe la admisión de una persona joven en el orden de las viudas (---+ X~Qa); lejos de eso, las jóvenes deben casarse (5, 14). Aquí destaca en todas partes una mentalidad católica temprana en contra de una doctrina (que probablemente muestra ya inclinaciones gnósticas o que es directamente gnóstica). Por el contrario, los dos ejemplos que encontramos en el Apocalipsis (19, 7.9) corresponden al contexto del empleo alegórico del término yáflo~ (---+ 3.c!). En 19,7, las bodas del «Cordero» con su esposa, la Iglesia; en 19, 9, el banquete de bodas. Sobre la historia de estas imágenes cf. Niederwimmer, Askese, 127ss, 186ss. 6. En general, sorprende que los enunciados más importantes del NT sobre el tema del matrimonio, la renuncia al matrimonio, etc., no se trasmitan a través del grupo de palabras yáflo~, etc. (cf. los términos a.v~Q, yuv~, XEcpaA,~, XOA,A,áOflUL, flOLXEÚW, VÚflCPTJ, JtoQvda, CHñfla). K. Niederwimmer

y«,..,itoo gamiziJ dar en matrimonio, casarse ---+ yaflÉw.

y«,..,ioxoo gamiskiJ dar en matrimonio, casar ---+ yaflÉw.

yá,..,o~, O'll, Ó gamos fiesta de bodas, ma-

trimonio ---+ yaflÉw. yá(! gar porque, a saber, por tanto 1. Aparición en el NT - 2. yáQ que introduce las razones - 3. yáQ que refuerza - 4. yáQ que introduce una conclusión. Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; K. Berger, Die Amen Worte Jesu, Berlin 1970, s. v. en el índice analítico; C. H. Bird, Some yáQ Clauses in Sto Mark' s Cospel: JThS 4 (1953) 171-187; BlaB-Debrunner § 443, 3, 452; Denniston, Particles, S. V. en el índice analítico; P. Fiedler, Die Formel «und siehe» im NT (StANT 20),

München 1969; B. Gahrken, Die Partikel yáQ, tesis Münster i. W. 1950; Morgenthaler. Statistik, 165ss, 181ss; A. Pelletier, L'Annonce a Joseph (Mt 1, 20s): RSR 54 (1966) 67s; G. b: Winer, Crammatik des.nll. Sprachidioms, séptima edición preparada por G. Lunemann, Leipzig 1867,415-417.

1. yáQ ocupa el cuarto lugar entre las conjunciones que aparecen con más frecuencia en el NT (después de xat, M, on). Desde Homero, yáQ es la partícula causal más frecuente (cf. Pape, Warterbuch, S. v.), y en el NT ocupa el segundo lugar en frecuencia. Aparece 1042 veces en el NT. En el vocabulario del NT en general y de Mateo particular ocupa el 19. Q lugar en frecuencia (detrás de on, que ocupa el 15. 0 lugar); en los escritos paulinos se halla en 11. 0 lugar; en la Carta segunda de Pedro, en 9. o lugar, y en Hebreos se encuentra incluso en 4. lugar (en todos estos últimos casos, bastante por delante de o'u; cf. Morgenthaler, 165-169). Existe una conexión significativa entre la creciente frecuencia de yáQ y la decreciente frecuencia de O'tL que se da al mismo tiempo en esos escritos. Es un detalle estilístico que podría ser muy útil para resolver cuestiones de autenticidad. Según el cálculo de Morgenthaler (181ss), yáQ es una partícula favorita en Mateo, Pablo y Hebreos. En aproximadamente el 95% de las veces que yáQ aparece en el NT, ocupa el segundo lugar en la frase; en aproximadamente el 85% de esas veces se encuentra detrás de vocablos cortos. Cuando yáQ se encuentra en tercer lugar, entonces la partícula suele ir precedida (en un 80% aproximadamente) por una construcción preposicional o por flÉV. yáQ se halla en cuarto lugar únicamente en Lc 6, 23.26 Y 2 Cor 7, 11. La combinación tbou yáQ aparece únicamente en Lucas (5 veces) y en Hech 9, 11 Y 2 Cor 7, 11; a.fltlV yáQ se encuentra tan sólo en Mateo (4 veces) y en Mc 11, 23 v.l. Finalmente, sobre la terminación del evangelio de Marcos con la partícula yáQ (Mc 16,8) cf. P. W. der Horst: JThS 23 (1972) 121-124. 0

2. yáQ indica generalmente una relación causal entre dos enunciados, haciendo que el segundo enunciado fundamente o explique al

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yáQ - yacJ't'Í]Q

primero. En nuestra lengua lo equivalente entonces es un «pues» causal o explicativo que precede al segundo enunciado. Una oración de yáQ puede insertarse también a modo de paréntesis, como observación previa al enunciado que se quiere explicar, o como observación intercalada en él (por ejemplo, Rom 7, 1); Y una secuencia de varias oracione.s de yáQ puede servir también para señalar di~~r­ sas circunstancias relativas a una sola oraClOn precedente (por ejemplo, .Lc ~, 28s; Jn 3, 19s). Con bastante frecuencia, yaQ presupone una reacción de perplejidad, no expresada, del oyente ante algún suceso (Gahrken, 103ss), e indica en la frase las razones para esa reacción (cf. los éjemplos en Bauer, Warterbuch, S.V. l.e: Mt 2, 2; 9, 13 Y passim). También, en las preguntas, yáQ expresa generalmente una razón: ¿pues quién ... ? o ¿quién entonces ... ? , xat yáQ significa pues también o pues: oubE yáQ, pues tampoco, pues ni siquiera (cf., a propósito, BlaB-Debrunner § 452, 3 Y nota 4). También en tbou yáQ, a.fltlv yáQ, Myw yaQ Úfl1v, vemos que yáQ expresa generalmente las razones (así piensan también Berger, 30 y passim, Fiedler, 30 y passim; pero Gahrken [103s y 111) piensa de otra manera, porque cree que yáQ en esos casos expresa sólo una intensificación o una variación de a.fl~v). 3. En algunas preguntas yáQ no expresa razones sino que sirve para reforzar o intensificar una pregunta y puede traducirse en tales casos por pues, entonces. Como tal, de conformidad con sus partes constituyentes, yáQ expresa con la intensificación (y E) una conclusión (aQa) que se saca de la situación precedente (según Winer, 416 y nota 1), por ejemplo, Mt 27,23: «¿Pues qué mal ha hecho (a saber, para que queráis crucificarle)?»; Jn 7, 41: «¿Pero no es cierto que el Cristo no viene de Galilea?». También en las oraciones enunciativas, l~ partícula yáQ no hace a veces más que intensificar el sentido, en parte cuando precede una pregunta o se la da por supuesta. Por ejemplo, Rom 2, 25: (¿Será entonces inútil la circuncisión? -¡No!). «La cir-

cuncisión ciertamente es de valor, si ... ». Hech 16, 37 (óv yáQ, ¡no ciertamente! (= ¡no de esa manera!). Cf. Jn 9, 30; 1 Tes 2, 20; 1 Cor 9, 10; Sant 1, 7; 1 Pe 4, 15. 4. En algunos casos, a pesar de repetidos intentos, no se logra dar una interpretación convincente de la partícula yáQ ni en sentido causal ni en sentido intensificador. Si no queremos darnos por contentos (como hace Bauer, Warterbuch, S.v. 4 y otros) entendiendo yáQ en tales casos (en razón de lo dividida que está la trasmisión textual, que algunas veces ofrece la lectura M) como una partícula de enlace sin significado especial, a pesar de que en el contexto se la utiliza a veces de una manera mucho más significativa, entonces es obvia la interpretación ya propuesta para algunos pasajes en el sentido de que la partí~ula y.áQ no se refiere en tales casos a lo que Sigue SillO a lo que precede, y lo considera como una razón de la que se deduce una conclusión (como en las preguntas ---+ 3). Y entonces significa: por tanto, así que, en consecuencia; cf., a propósito de Rom 15, 27 Y 1 Cor 9, 19, Bauer, Warterbuch, S. V. 3; a propósito de Rom 12, 3 cf. O. Michel, Ramerbrief5 (KEK), sub loco; H. W. Schmidt, Ramerbrief2 (ThHK), sub loco; consúltese, además: 1 Cor 9, 19; 10, 1; 2 Cor 11,5; Gál1, 11; 5,13; Heb 12,3. K.-H. Pridik

tl

ya<J'tÍ)(!, 't(!Ó~, gaster vientre, estómago, seno materno* Se usa en sentido figurado en Tit 1, 12 en la expresión yao'tÉQE~ a.Qyat, «vientres ociosos» =glotones ociosos, y se refiere a los cretenses, particularmente a los falsos maestros judeocristianos que desarrollaban su actividad en Creta. La expresión aparece en un proverbio en forma de hexámetro, que se atribuye a un cretense (quien, según la interpretación de la Iglesia antigua [Clemente de Alejandría, Strom 1, 59, 2; Jerónimo, Cornm. in Tit. sub loco] es Epiménides [siglo IV a.c.]; cf. especialmente M. Dibelius y H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe 4 [HNT], sub loco). Por lo demás, ya~'t~Q apare~ ce eh las expresiones comunes: EV yao'tQL EXELV, estar embarazada (Mt 1, 18.23; Mc 13,

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719 17 par. Mt 24, 19, / Lc 21, 23; 1 Tes 5, 3; Ap 12, 2) Y OUAAa!lPáveLV EV ya01:QL, concebir, quedarse embarazada (Lc 1,31).

en ThWNT 1, 655s; Ch. Milikowsky, Which Gehenna? Retribution and Eschatology in the Synoptic Gospels and in Early Jewish Texts: NTS 34 (1988) 238-249. Para más bibliografía, cf. <'í.~1Jooo<;; ThWNT X, 959,

1022.

yÉ ge al menos, incIuso* Es una partícula enclítica que añade énfasis a la palabra con la que se asocia. Aparece sola 28 veces en el NT, Y aparece además en las combinaciones --+ !l~ye (7 veces), --+ XaL1:OLye (3 veces), --+ !levovvye (3 veces) y --+ díye (1 vez). 1. En la mayoría de los casos, yÉ se halla conectado con otras partículas y conjunciones y frecuentemente no tiene significación por sí mismo. Aparece 8 veces en la expresión El, 6€ !l~ ye, «en caso contrario», una frase hecha en la que se sobreentiende el verbo, (cf. BlaB-Debrunner § 439, 1; 376, 2; 480,6; Mt 6, 1; 9, 17; Lc 5, 36.37; 10,6; 13,9; 14,32; 2 Cor ll, 16); 6 veces en eL ye, «si por lo demás», «si ciertamente» (Rom 5, 6; 2 Cor 5, 3; Gá13, 4; Ef 3,2; 4, 21; Col 1, 23); 3 veces en uQa ye, «entonces», «así que» (Mt 7, 20; 17, 26; Hech ll, 18); en El, uQa ye, «si. .. tal vez» (Hech 17, 27a), o aQá ye interrogativo (Mt 8, 30); 2 (ó 3) veces en xaL ye, «al menos» (Lc 19,42 v.l.); «e incluso» (Hech 2, 18), «y realmente» (Hech 17, 27b); 2 veces en aAA.á ye, «pero incluso» (Lc 24, 31), «al menos» (1 Cor 9, 2; cf. BlaB-Debrunner § 439, nota 3); 1 vez en !l~tL ye, «por no decir», «pero finalmente» (1 Cor 6, 3; cf. BlaB-Debrunner § 427, 3); y 1 vez en ocpeAóv tL, «si al menos» (l Cor 4, 8). 2. Además, yÉ aparece dos veces en la frase 6Lá ye, «al menos por... » (Lc ll, 8; 18, 5), Y 1 vez en la expresión 01,; ye, «quien incluso» (Rom 8,32). H. Balz

rEbEmv, Gede6n Gedeón* Nombre propio (indeclinable) de uno de los «grandes jueces» (Jue 6, 11-8, 35), que se menciona en Heb ll, 32 entre los testigos de la fe. BHH 1, 569s; Haag, Diccionario, 738s.

yÉEvva, 1);, ti geenna Gehenna, infierno* l. En el AT y en el judaísmo - 2. En el NT - 3. Expresiones afines. Bibl.: Billerbeck IV 2, 1016-1165; H. W. Huppenbauer, Gehenna, en BHH 1, 1153; J. Jeremias, yÉfvva,

1. El NT llama yÉevva al lugar del tormento de fuego. Fue originalmente un topónimo. «Valle del Hinnón» (en hebreo, ge-hinnom, Jos 15, 8b; 18, 16b; en arameo, gehinnnam, bErub 19a), propiamente «Valle del hijo de Hinnón» (Jos 15, 8a; 18, 16a) o «Valle de los hijos de Hinnón» (2 Re 23, 10), se llamaba un barranco situado al sur de Jerusalén, que actualmente se denomina Wadi er-Rababi. Allí se ofrecían sacrificios de niños, en tiempos de Ajaz y Manasés (2 Re 16, 3; 21, 6), motivo por el cual Josías declaró el Valle del Hinnón lugar inmundo (2 Re 23, 10). Las amenazas proféticas de juicio identificaban al valle del Himnón como «valle de la carnicería» (Jer 7,32; 19,6). La apocalíptica judía desarrolla la idea de que Dios purificará algún día al mundo mancillado, arrojando a los malvados al fuego purificador (cf. Hen [et] 10, 13; 18, 11-16 Y passim; Jub 9, 15; lQH 3, 29-36; ApBar [sir] 37, 1; cf., además, las palabras de Juan el Bautista: Mc 3, 10.12 par. Lc 3,9.17). Basándose en Is 31, 9; 66, 24 (cf. Mc 9, 48), se localiza en el Valle del Hinnón el esperado infierno de fuego (Hen [et] 26,4; 27, 1-3: 54, 1-6: 56, 3s; 90, 26s). Finalmente, los escritos judíos denominan al infierno mismo de fuego gehinnom/gehinnam, o yÉevva en su forma griega, sin referencia alguna a la topografía de Jerusalén (4 Esd 7,36M ApBar [sir] 59, 10; 85, 13; Sib 1, 103; 11, 292; testimonios rabínicos pueden verse en Billerbeck 1023-1025 y 1029ss).

2. En este mismo sentido, el NT -en 12 pasajes- designa también como yÉevva al lugar del castigo eterno del fuego (--+ :7tvQ); II de esos ejemplos se encuentran en los evangelios sinópticos (Mt 5, 22.29s; 10, 28; 18, 9; 23, 15.33; Mc 9, 43.45.47; Lc 12, 5), y 1 ejemplo se halla en Santiago (3, 6). La yÉevva, juntamente con el --+ <16TJI,;, se localiza también en el --+ UPUOOOI,;. Pero el <10TJI,; se considera como la morada de los muertos sólo durante tiempo limitado, el tiempo que trascurre entre la muerte y la resurrección, mientras que la yÉevva se concibe como el lugar del tormento eterno para los impíos, después del juicio final.

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yÉevva - re'fro'l]!!UVL

Según las palabras de Jesús en el sermón de la montaña, la yÉevva amenaza a quien insulta a su hermano (Mt 5, 22) Y al adúltero (Mt 5, 29s). La polémica antifarisea hace ver que el juicio de la yÉevva amenaza a los fariseos (Mt 23, 33) Y a sus prosélitos (Mt 23, 15). Se exhorta a confesar sin temor alguno la propia fe ante los hombres, haciendo ver que hay alguien que puede condenar a la yÉevva (donde el alma y el cuerpo perecen: Mt 10, 28); con ello se hace referencia al mismo Dios, no al diablo (Mt 10, 28b par. Lc 12, 5). El que seduce a otros para a la apostasía o se deja seducir él mismo a la apostasía, debe contar con que será arrojado al fuego eterno (Mt 18, 9 par. Mc 9, 43.45.47). De manera parecida piensa Santiago, cuando afirma que la lengua trasmite el fuego de la yÉevva, porque lo trasmite a aquellos que se dejan seducir por las palabras (Sant 3, 6).

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rE{t(1),.-,aVt Gethsemani Getsemaní* Bibl.: R. S. Barbour, Getsemani in the Tradition of the Passion: NTS 16 (1969-1970) 231-251; V. Corbo, Ricerche archeologiche al Monte degli Ulivi, Jerusa1em 1965; Dibe1ius, Botschaft 1, 258-271; D. Dormeyer, Die Passion Jesu als Verhaltensmodell, Münster i. W. 1974, 124-137; F. W. E1tester, en BHH 1, 562; A. Feuillet, Le récit lucanien de [' agonie de Gethsémani: NTS 22 (1975-1976) 397-417; Id., L'agonie de Gethsémani, París 1977; M. Ga1izzi, Gesu nel Getsemani, Zürich 1972; GNT-Com, 177; Haag, Diccionario, 754; J. W. Holleran, The Synoptic Gethsemane, Roma 1973; W. H. Ke1ber, Mark 14, 32-42: G: ZNW 63 (1972) 166-187; Kopp, Stlitten, 387-399; K. G. Kuhn, Jesus in Getsemani bei Lukas und in Hebrlier: ZNW 58 (1967) 215-239; E. Linnemann, Studien zur Passionsgeschichte, Gottingen 1970, 11-40; W. Mohn, G. (Mk 14, 32-42): ZNW 64 (1973) 194-208; W. Ott, Gebet und Heil, München 1965, 82-90; R. Pesch, Das Markusevangelium II (HThK), Freiburg i. Br. 1977, 385-396; W. Schenk, Der Passionsbericht nach Markus, Berlin 1974, 193-206; W. Schenk, Studien zur Passionsgeschichte des Markus, Würzburg 1971,461560; V. Tay1or, The Passion Narrative of Sto Luke,

Cambridge 1972,69-72. 3. En todos los demás pasajes del NT en que se piensa en el castigo del fuego eterno, se trata igualmente de la idea veterotestamentarla y judía de la yÉevva, aunque esta palabra no aparezca expresamente. Así ocurre especialmente con Xá!lLVOI,; (Mt 13, 42.50; cf. Ap 9, 2) o AL!lVTJ tov :7tuQól,; (Ap 19,20; 20, 1O.14s; 21, 8; cf. Ap 14, 10); en él perecerán algún día por el fuego eterno no sólo los impíos (cf. también Lc 16,24), sino también Satanás con sus demonios (Mt 25, 41; Ap 19,20; 20, 10.14; cf. TestJud 25, 3; --+ UPUOOOI,; 2). Que estos enunciados presuponen el poder purificador del fuego, nos lo enseñan por ejemplo 1 Cor 3, 10-15: 2 Pe 3, 5-13 (cf. Mc 9, 49; Le 17, 29s). El cristianismo primitivo participa con estos enunciados en la escatología del judaísmo contemporáneo. Claro está que el NT renuncia a una descripción detallada de los tormentos del infierno; la referencia al infierno y a su fuego sirve para recalcar la parénesis ética, no para satisfacer una curiosidad religiosa (cf. en cambio Hen [et] 27, 3s). Encontramos un poco de escatología de presente (cf. Jn 3, 18s; 12,31; 1 Jn 2, 8s) allá donde la yÉevva amenaza ya actualmente o domina al hombre (Mt 5, 22; 23, 15; Sant 3, 6). O. Bocher

Getsemaní (en arameo, gat semanf = «lagar de aceite») aparece únicamente en Mc 14,32 (par. Mt 26, 36), donde está en número singular y se halla en una oración de relativo. Es el nombre propio de la parcela de terreno donde Jesús pasó la última noche orando, mientras sus discípulos dormían, y donde fue prendido. La referencia es válida como elemento de la más antigua tradición, a pesar de los divergentes análisis que se hacen del relato que comienza con este episodio (relato no reducido: Pesch; breve relato de lo fundamental: Linnemann, Schenke, Kelber, Mohn, Dormeyer; dos fuentes: Kuhn, Leskow, Ott, Barbour, Holleran, Schenk). Si Getsemaní estaba situado o no en el monte de los Olivos, lo decidirá el juicio que uno se forme (en la perspectiva de la historia de las tradiciones) de la observación formulada en Mc 14,26. En los paralelos lucanos (Lc 22, 39-46) Y joánicos, que abrevian el relato y que podrían ser, ambos, independientes de Marcos, se ha perdido el nombre de Getsemaní. La localización joánica, que lo sitúa por encima del valle del Cedrón (Jn 18, 1) -por tanto, en la ladera del monte de los Olivos-, es primariamente

723 una alusión tipológica a David en 2 Sam 15, 23. Es incierto si en esta alusión y en el nombre de «huerto» hay un buen conocimiento del lugar; en todo caso, esos detalles podrían haberse desarrollado posteriormente y se trasmitirían en forma literaria. El relato marquino se halla estilizado como imagen de contraste con la de la transfiguración: hay tres discípulos escogidos, comienzan a cumplirse las predicciones de la pasión, sumisión a la voluntad de Dios en contraste con la tibieza de los discípulos. Mateo, sobre esta base, reforzó los rasgos típicos de la exhortacióna la oración. Lucas generalizó la exhortación a la oración y -en caso de que los vv. 43s sean originales (Feuillet contra GNTCom)- centró por completo el relato en la lucha de Jesús con la muerte, que para él comienza ya aquí. W. Schenk

yEí'trov, OVO;, ó, Í) geiton vecino, vecina* Este término aparece junto a q:>LAOL en Lc 14, 12; 15,6, y junto a q:>LAaL, en 15,9; aparece solo en Jn 9, 8.

yd.áro gelao reír* En el Discurso del Llano, en el evangelio de Lucas, la antítesis XAULElV - YEAdv (cf. Ecl 3,4) se encuentra primeramente en un macarismo aplicado a los que ahora lloran pero luego reirán (6, 21), y luego en un «¡ay!» contra los que ahora ríen pero luego estarán tristes y llorarán (6, 25). Lo de reír es aquí imagen de la vida despreocupada e irresponsable de los que se dedican a disfrutar de las cosas (oL yEAO:JV'tE<; vuv en el v. 25b se halla cerca de oL :7tAO'ÚOLOL en el v. 24 y de oL E[.t:7tE:7tA1']O[.tÉVOL en el v. 25a), una risa que corresponde a los creyentes únicamente como promesa escatológica, pero no como una manera de vivir en este mundo. ThWNT 1, 656660; X, 1022; --+ XAULW.

yÉJ..ro;, ro'to;, Ó gelos risa* Sant 4, 9: «¡Que vuestra risa se torne en llanto!». Se entiende aquí por risa una risa ne-

724 cia, que no es apropiada en la presencia de Dios (v. 8; cf. Is 32, 11s; Jer 4, 8). ThWNT 1, 656-660. yE!-,í~ro gemizo llenar --+

yÉ[.tw 3.

yÉ!-,ro gemo estar lleno* 1. Aparición del término y combinaciones de palabras - 2. Contenidos semánticos - 3. yEf.¡[~(ú.

1. Del total de 11 veces que el término aparece en el NT, 7 corresponden al Apocalipsis (4,6.8; 5, 8; 15,7; 17,3.4; 21, 9) y las restantes veces corresponden a Mt 23,25.27 par. Lc 11, 39 Y Rom 3, 14 (cita del Sal 9, 28 LXX). El verbo, por regla general, no se usa más que en presente y en imperfecto (cf. Liddell-Scott, s.v.); en el NT, únicamente en indicativo y en participio de presente. El objeto de la acción verbal suele ir en genitivo, sustentado en Mt 23, 25 por EX (en nuestra lengua, uno está lleno de algo). El acusativo ovó[.tu'tu en Ap 17, 3 es un vulgarismo. 'tu axá'fruQ'tu en Ap 17, 4, como objeto de yÉ[.tov (el contenido de la copa, según se supone generalmente), significa una «grave incongruencia» (BlaB-Debrunner § 136), pero como objeto de EX,01JOU no entraña ninguna dificultad: una mujer «con los signos impuros de su fornicación». 2. El verbo yÉ[.tw se refiere en general a contenidos de algo, pero en Ap 4, 6.8 se refiere a 10 que cubre la superficie: «seres vivientes cubiertos/repletos de ojos». No se sabe exactamente qué idea se expresa en Ap 17, 3: «una bestia llena ... de nombres». En el NT el objeto es concreto o abstracto, y el sujeto, concreto, exceptuando Lc 11, 39, donde «vuestro interior», como vemos por la comparación anterior con el vaso y el plato, se refiere a 10 que está dentro de un recipiente. La mayoría de los objetos de la acción verbal tienen una connotación negativa. La connotación positiva se da únicamente en Ap 4, 6.8; 5, 8. Además, en Mateo y en Lucas, el

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yÉfA.Ol - yEVEá

726

sentido secundario de «ser impuro» es resultado de la asociación con xu'frUQí,~ELV/XU­ 'fruQó<;.

50, yEVEá (en plural) significa las sucesivas generaciones, y en Lc 16, 8, los contemporáneos.

3. 'YE~í~ro llenar; en voz pasiva, ser lleno de*, aparece 9 veces en el NT, encontrándose junto a yÉ[.tw únicamente en Lucas y en Apocalipsis. Especialmente en la voz pasiva, la idea expresada por el verbo se acerca mucho a la de estar lleno: Mc 4, 37, «de tal manera que la barca corría peligro de anegarse (por completo)>>; así sucede también en Lc 14,23; Ap 15, 8. En la voz activa, Jn 2, 7 añade expresamente: «las llenaron (= las tinajas) hasta el borde». - En la voz activa, el verbo aparece con complementos en acusativo y en genitivo (introducido a veces por EX): Mc 15, 36: «... empapar una esponja de vinagre»; Lc 15, 16: «... llenar su estómago con (EX) las algarrobas»; Jn 2, 7; 6, 13; Ap 8, 5. El genitivo falta únicamente en Jn 2, 7b, después de haber aparecido en el v. 7a, y falta a veces en la voz pasiva: Mt 4, 37; Lc 14, 23. K.-H. Pridik

2. La forma sinóptica «esta generación» procede del estrato helenístico tardío de la fuente Q, que dirige su polémica contra Israel como la última generación antes del fin, y le anuncia el juicio que se acerca. La apocalíptica judía emplea motivos y formas de lenguaje correspondientes. Así, por ejemplo, Hen [et] 93, 9 anuncia una generación apóstata; 1QpHab 2, 6s, una última generación, y Jub 23, 16ss, una generación malvada. Con Mt 11, 16 par. Lc 7, 31 comienza la parábola de Q sobre los juegos infantiles, cuya interpretación recoge motivos deuteronomísticos y sapienciales (Sal 77, 8 LXX; 94, 10 LXX) y acentúa que la Sabiduría divina no ha dado ya la razón a Israel sino a Juan y a Jesús. En Mt 23, 36 par. Lc 11, 50s hay una sentencia sapiencial que recoge el lamento sobre la sabiduría menospreciada (Prov 1, 24ss; Bar 3, 12s; 11QSal' 18,8.15; Hen [et] 93, 8; 94, 5; 4 Esd 5, 9s) y, como voz profética del cristianismo primitivo, acusa a la última generación de Israel de haber colmado la medida de pecados de sus antepasados con el asesinato de profetas hasta el de Zacarías hijo de Baraquías (Josefo, Bell IV, 335). Esta misma condenación abunda en el complejo del signo de Jonás: Mt 12, 39 par. Lc 11, 29 llaman malvada a esta generación, y Mateo la llama incluso (como Mt 16,4) generación adúltera. En la doble sentencia amenazadora acerca de la reina del sur y de los ninivitas se repite la forma de la fuente Q en Mt 12,42 par. Lc 11, 31 yen Mt 12, 41 par. Lc 11, 32. Mateo intensifica incluso la afirmación conectándola con la advertencia contra la recaída, y en Mt 12, 45 llama a Israel una generación malvada. Lc 11, 30 encarece la afirmación refiriéndose al Hijo del hombre que viene como juez. Marcos radicaliza el enunciado, trasformando la exigencia de milagros que figuraba en Q, en el rechazo de una señal del cielo. Para Marcos (8, 12), al Israel condenado de

YEVEá, d;, Í) genea generación, linaje* 1. Aparición y significado del término en el NT 2. En los Sinópticos - 3. En los demás escritos

Bibl.: K. Berger, Die Amen· Worte Jesu, Berlin 1970,58-74; F. Christ, Jesus Sophia, Zürich 1970, 63ss, 120ss; V. Hasler, Amen, Zürich 1969, 30-70; D. Lührmann, Die Redaktion der Logienquelle, Neukirchen-Vluyn 1969,24-48; R. McKerras, en Notes of Traslation 2 (1988) 57s; M. Meinertz, «Dieses Geschlecht» im NT: BZ 1 (1957) 283-289; Schulz, Q, 336386; G. Steinhauser, Noah in his Generation: An Allusion in Luke 16, 8b «cL~ T¡lv yEVEUV 't~v Éau'toov»: ZNW 79 (1988) 152-157. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1022.

1. De los 43 lugares del NT en que aparece este término, 33 corresponden a los Sinópticos, en los que yEVEá se refiere 25 veces al pueblo judío de tiempos de Jesús, 17 veces aparece en la expresión esta generación, y 8 veces tiene diversos matices. En la observación redaccional sobre la genealogía de Jesús en Mt 1, 17 Y en el Magníficat en Lc 1,48.

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yEVEá - yEvEUAoyLa

tiempos de Jesús le aguarda sólo el juicio final. Por eso, en Mc 8, 38 Jesús lo llama generación adúltera y pecadora. Consecuentemente, en una sentencia apocalíptica de amenaza, Jesús afirma en Mc 13, 30, juntamente con Mt 24,34 Y Lc 21, 32, que esta generación experimentará los horrores del fin de los tiempos. Le 17, 25 conecta esto con el plan fijado por Dios y que se promete en la Escritura. En Mc 9, 19 Jesús suspira exasperado por esta generación malvada (e incluso perversa, según Mt 17, 17yLc9,41). 3. Como Mt 17, 17 Y Lc 9, 41, vemos que Flp 2, 15 Y Hech 2, 40b recogen las ideas de Dt 32, 5 LXX expresadas en la predicación de la sinagoga. Pablo exhorta a la ekklesía a la santificación, a pesar de vivir en medio de la corrupción pagana. En el sermón de Pentecostés Pedro se dirige a los que eran entonces los moradores de Jerusalén. Hech 8, 33 entiende en sentido genealógico la oscura expresión de Is 53, 8: «¡Quién podrá describir su generación [= los descendientes del siervo de Dios]!» Con arreglo al plan salvífico de Dios, la labor de David -según Hech 13,36- estaba limitada a su generación. Con la predicación misionera helenística, Hech 14, 16 sitúa al mundo gentil bajo la generosidad de Dios (cf. 3, 17; 13,27; 17,30). Según Hech 15,21, Santiago apela a la Torá, que se lee desde siempre y en todas partes, para demostrar la validez universal de las prohibiciones que figuran en el decreto apostólico y que se derivan del capítulo 17 del Levítico. Col 1, 26 acentúa -con arreglo a la economía de la salvación- la elección de los creyentes que proceden de la gentilidad, mientras que Ef 3, 5 entiende el evangelio como la elección de los gentiles, el misterio revelado a los apóstoles y profetas de la Iglesia. Ef 3, 21 forma parte de un himno litúrgico que pone final a la parte didáctica de la carta apostólica. Por contraste, Heb 3, 10 es una afirmación del Espíritu Santo que emplea la dura cita del Sal 94, 10 LXX en una referencia al pueblo judío de la generación del desierto. Según el v. 11, el pueblo en su totalidad permanece ex-

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cluido de la salvación. Esto debe servir de advertencia a la impenitente Iglesia. También a ella le amenaza la reprobación. Tal vez la referencia al Sal 94, 10 LXX muestra cuál es la fuente de la expresión «esta generación» en el estrato tardío de Q. V. Hasler

yfvfaAoyÉro genealogeo descender de (refiriéndose a una genealogía)* En Heb 7, 6 dícese de Melquisedec, que no descendía de los hijos de LevÍ. Th WNT 1, 663; --+ yEVEaAOyLU. a~, Í] genealogía genealogía, árbol genealógico*

yfvfaAoyta,

Bibl.: N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, 337, 338; M. D. Johnson, The Purpose of the Biblical Genealogies, London 1969; D. E. Nineham, The Genealogy in St Matthew' s Gospel and it' s Significance for the Study ofthe Gospels: BJRL 58 (1976) 420-444; S. Sandmel, Myths, Genealogies, and Jewish Myths, and the Writing ofGospels: HUCA 27 (1956) 201-211; H. Schollig, Die Ziihlung der Generationen im mt Stammbaum: ZNW 59 (1968) 261-268; W. Speyer, en RAC IX, 1145-1268; H. Stegemann, «Die des Uria». Die Bedeutung der Frauennamen in der Genealogie von Mt 1, 1-17, en FS Kuhn, 246-276; K. Stendhal, Quis et unde? An Analysis of Mt 1-2, en FS Jeremias, 1960,94-105; A. Vogtle, Die Genealogie Mt 1, 2-16 und die mt Kindheitsgeschichte: BZ 8 (1964) 45-58, 239-262; 9 (1965) 32-49.

En el NT, el término aparece únicamente en 1 Tim 1,4 y Tit 3, 9. Mt 1, 2-16 YLc 3, 23-38 presuponen el conocimiento de la genealogía de Jesús, descendiente de David, y de las listas de sus antepasados. No tratan de ofrecernos una prueba genealógica sino que tan sólo persiguen un fin cristológico. Por este motivo, las diferencias y las inexactitudes no tienen importancia alguna. Mt 1, 1 Y 1, 17 constituyen el marco redaccional, y los vv. 18-25 son una nota explicativa de carácter midrásico (Stendahl, 102). Lo importante es la lista de los portadores de la promesa, no la secuencia de las generaciones. Jesús, el Mesías llegado, ha cumplido la promesa hecha a Abrahán. Las cuatro mujeres que figuran entre los antepasados, demuestran el carácter universal del evangelio. Lucas enumera la genealogía en sentido ascendente hasta llegar a Adán y a Dios. Pero el evangelista no piensa en

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yEvEUAoyLa -

un Adán-Mesías, sino que interpreta el bautismo de Jesús como la revelación del Hijo del Altísimo, a quien Dios había destinado desde el comienzo de la humanidad para que fuera el Salvador del mundo (Le 1, 32s; 2, 30ss; 4, 18ss). 1 Tim 1,4 YTit 3, 9 difícilmente se refieren a las series gnósticas de arcontes y eones. Tales series no están documentadas sino más tarde. Más cerca de estos textos se hallarían las listas genealógicas del AT y de los escritos esenios o rabínicos. Pero no se echa de ver una polémica antijudía. Puesto que ya Platón (Tim 22a) y Polibio (IX 2, 1) habían entablado polémica contra los mitos y las listas genealógicas, las Pastorales combaten a los falsos maestros siguiendo pautas establecidas. Para Heb 7, 3.6, Jesús -según Gén 14, 17ss y Sal 110,4- se halla muy por encima del sacerdocio del AT. Por eso, es superfluo ofrecer una prueba genealógica. V. Hasler

YfvÉcna, trov, 'tÚ

genesia celebración de cumpleaños * Dícese de la celebración de cumpleaños ('tOL~ yEVWLOL~, dativo de tiempo) de Herodes Antipas en Mc 6, 21 par. Mt 14, 6 (sobre la formulación de Mateo cf. BlaB-Debrunner § 200, nota 10). BHH 1, 529; Haag, Diccionario, 428; RAC IX, 217-243.

yÉVfcn~, fro~, Í] genesis origen, descendencia, procedencia, procreación, nacimiento, vida* 1. Aparición del término en el NT - 2. En el griego profano y en la LXX - 3. Usos del término en el NT.

Bibl.: Bauer, Warterbuch, 306s; F. Büchsel, yÉVEOL<;, en ThWNT 1, 681-683; H. Frankemolle, Jahwebund und Kirche Christi. Studien zur Form- und Traditionsgeschichte des «Evangeliums» nach Matthiius, Münster i . W. 1974, sobre todo 360-365; F. MuBner, Der Jakobusbrief(HThK), Freiburg i. Br. 31975 (sobre 1, 23; 3, 6).

1. En el NT yÉVWL~ aparece 5 veces en el sentido de nacimiento (Mt 1, 18; Lc 1, 14), genealogía (Mt 1, 1) y origen, raíz (Sant 1, 23; 3,6).

y¿VEOL~

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2. En el griego profano, sobre todo en Platón, se halla atestiguado en el sentido de origen y comienzo, por contraste con cp{}oQá (destrucción), de devenir, por contraste con oV<JLa (ser), y de lo que ha llegado a ser, de la creación ('Xó<J!to~). Se emplea también en contextos temporales para designar la ascendencia y la descendencia. En este último sentido se emplea genealógicamente, es decir, todo dios y todo héroe mira orgullosamente a su descendencia; cf. especialmente Hesíodo (Teogonía, «catálogo de mujeres»). - La LXX ofrece en la mayoría de los casos el sentido de genealogía (cf. Gén 2, 4; 5, 1), con excepción de Sabiduría (por ejemplo, 6, 22; 7, 5.12) y prepara de esta manera el uso que encontramos en el NT. y¿VE<JL~

3. Mt 1, 1, recogiendo la manera de hablar de Gén 5, 1, habla del «libro de la genealogía» (o historia del origen) de Jesucristo, partiendo de David y de Abrahán. El evangelista no sólo pretende exponer así la genealogía -expresada teológicamente- del Mesías que llega (Mt 1, 2-17), sino también presentar toda su obra teológica bajo estos auspicios. Para decirlo con otras palabras: el nuevo soberano determina el destino tanto de Israel como del mundo; «según Mt 1, 1 con 'Jesucristo' comienza una nueva época de la historia universal» (Frankem611e, 365). Mt 1, 18 acentúa una vez más esta idea haciendo referencia al nacimiento especial de este Jesucristo. (En este sentido cf. también Lc 1, 14 como predicción del nacimiento del Bautista). Sant 1, 23 habla de la persona que se limita a oír la palabra de Dios, pero que no actúa según ella. Se parece a alguien que contempla en el espejo su rostro natural y externo (JtQó<JillJtOV 'tfj~ yEVÉ<JEill~) y se olvida de cuál era su aspecto. Aquí la intención del autor es reconocer el origen -el punto de partida, la raíz- y hacer que el hombre retorne a él (a su «arquetipo»). Todo lo demás es engañarse a sí mismo, más aún, perderse a sí mismo. Un enunciado con mayor carga ética todavía, se encuentra en Sant 3,6, donde a la lengua maligna e incontrolada se la compara con un fuego que inflama la rueda de la vida / el curso de la existencia ('tov 'tQo)(.ov 'tfj~ yeVÉ<Jeill~).

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yéVEaU; - YEvváw

No está claro el origen de esta imagen. La mencionan no sólo textos órficos (sobre la trasmigración de las almas) sino también textos rabínicos (la rueda del destino). «CreemQs que Santiago piensa sencillamente en el ámbito de la vida. No hay nadie ni nada ante lo que se detenga la lengua calumniadora; ella es capaz de incendiarlo todo. Contra su poder destructor, uno es impotente. Su fuego es comparable a lo abrasador del fuego eterno e inextinguible del infierno mismo» (MuEner, 165). A. Kretzer "(EVE'tÍ), i);, i¡ genete nacimiento* Jn 9, 1: EX yEVE'tt;<;, «de nacimiento». "{ÉV1)p.ta, «'to;, 'tó genema planta, fruto, cosecha* Neologismo helenístico de yLvo[!aL (que debe distinguirse del término clásico --> yÉVV'l'] [!u): Mc 14,25 par. Mt 26, 29/ Lc 22, 18 en las palabras escatológicas de Jesús en la última Cena, yÉv'I'][!U 'tt;<; U[!:7tÉAOU, <<producto o fruto de la vid» (cf. Dt 22, 9 LXX; Is 32, 12 LXX; per! hagefen Ber 6, 1, «en la bendición sobre la copa de vino»; OLVOU yÉv'I'][!U, AgU 774, 3); 2 Cor 9, 10: 'ta yEV~[!U'tU 'tt;<; chxaLoauv'I']<; Ú[!OOV, «los frutos de vuestra justicia» (cf. Os 10, 12 LXX) -expresandolo concretamente- «... vuestra generosidad»; Lc 12, 18 Sin* D it. ThWNT 1, 684s; J. Jeremias, La última Cena. Palabras de Jesús, Madrid 1980, 199s.

"{Evváro gennai5 engendrar, dar a luz, producir 1. Aparición del término en el NT - 2. yEvvÚOO en el griego profano y en el judaísmo - 3. Enunciados del NT.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, 307-309; F. Büchsel-K. H. Rengstorff, yEvvÚOO %TA., en ThWNT 1, 663-674; W. C. Grese, "Unless one is Born Again»: The Use of a Heavenly Journey in John 3: JBL 107 (1988) 677693; J. Kühlewein, yld dar a luz, en DTMAT 1, 10081013; R. Schnackenburg, Las cartas de san Juan, Bar-

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celona 1980, 203-211; A. Vogtle, Messias und Gottessohn. Herkunft und Sinn der mt Geburts- und Kindheitsgeschichte, Düsseldorf 1971. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1023.

1. YEvváw aparece 97 veces en el NT (Morgenthaler, Statistik, 84), de las que 40 se hallan en Mt 1,2-16; el verbo aparece otras 5 veces en Mateo, 18 veces en la Carta primera de Juan, 7 en Hechos, 4 en Lucas, 6 en las cartas paulinas auténticas, 4 en Hebreos; el verbo se encuentra, además, en Mc 14,21; 2 Tim 2,23 Y 2 Pe 2, 12. 2. En el griego profano YEvváw se usa para referirse a la función del padre en la procreación (Sófocles, Eurípides); se usa más raras veces para referirse a la función de la madre, en lugar de 'tbt'tw (Plutarco). Se emplea luego en el sentido general de engendrar, producir (Platón, Polibio). En la LXX YEvváw traduce frecuentemente al hebreo yld (dar a luz, engendrar), y aparece raras veces para expresar la relación de padre a hijo entre Yahvé y su pueblo (Dt 32, 18; Is 1, 2; en sentido metafórico en Ez 16,20; 23, 37), yen un pasaje importante para la adopción del Mesías-Rey por Yahvé en el acto de entronización: Sal 2, 7 Y 109, 3. En Prov 8, 25 se dice que la sabiduría es el primer fruto de la actividad creadora de Dios. A propósito de la conversión de un gentil al judaísmo, los rabinos hablan de procreación, queriendo decir que surge un nuevo ser: un prosélito converso es como un niño recién nacido (Rengstorf, 665s). Según Filón, toda la obra creadora de Dios es un acto de procreación: Dios engendra el lagos, los animales y las plantas; se exceptúan los hijos de Dios. La comunidad de Qumrán (siguiendo a 2 Sam 7, 14) conoce la idea de la generación del Mesías, que nace del linaje de David (4QFlor 1, 10-13: cf. 1QS' 2, 11-12). 3. Hay que fijarse, ante todo, en el uso que se hace en el NT -en sentido mesiánico- del Sal 2, 7, enlazando con el AT y con el judaísmo. Y, así, vemos que en Hech 13,33 el acentuado «hoy» de la generación se refiere a la vida imperecedera en la resurrección (cf. Heb 1, 5; 5, 5, pero aquí el momento queda sin precisar). En Lc 1, 35 la generación del Hijo de Dios, obrada por el Espíritu, se considera -sobre la base de esa interpretación del Sal 2,

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YEvváw - rEvv1']ouQé't

7- como el comienzo de un nuevo eón. «La comunidad veía aquí la realidad de un ser engendrado por Dios en sentido realísimo» (Büchsel, 669). Pablo depende quizás de concepciones rabínicas, cuando en 1 Cor 4, 15 Y en Flm 10 habla de una «procreación espiritual» como expresión de su entrega a la labor pastoral y de la profunda vinculación que de ella nace entre el apóstol y la comunidad (o entre el apóstol y Onésimo). No menos peso tienen los pasajes de Rom 9, 11 Y Gál 4, 23.24.29. Todos estos pasajes se hallan dentro de un contexto de teología de la salvación que habla del concierto entre ambos testamentos. A la genealogía de Mateo (Mt 1, 2-16) le corresponde también «carácter de cumplimiento». Está formada según los modelos del AT (cf. Gén 5, 3-32: 1 Crón 2, 10-22.36-49) Y demuestra la inserción (pretendida por Dios) de Jesús, engendrado milagrosamente por el Espíritu Santo, en la línea sucesoria de Abrahán y David (Vogtle). En los escritos joánicos, la idea de la generación experimenta un ulterior desarrollo y una nueva profundidad, porque la generación es un nacimiento que procede de Dios (1 Jn 2, 29; 3, 9; 4, 7) Y del Espíritu (Jn 3, 5.6.8) o, en términos generales, «de 10 alto» (3, 3.7). Esta relación, que es misteriosa y que -no obstante- determina la realidad, proporciona al hombre origen (el bautismo) y meta para su vida en comunión con Dios, más aún, para su condición de hijo de Dios (1 Jn 3, 1). «La filiación divina ha pasado a ser una característica compendiadora del hombre cristiano en la unidad indestructible de su ser natural-sobrenatural, se ha trocado en una expresión única dela elevación gratuita y de la consumación moral que proporcionan en conjunto el modelo perfecto del hombre cristiano» (Schnackenburg, 206). Resumiendo podemos decir: por YEvváw se entiende 11,0 sólo el acto de la procreación (por el padre) sino también el del alumbramiento (por la madre). Es un término que adquiere especial importancia teológica por la encarnación de Jesús (Lucas), y también dentro del

contexto de la nueva creación del hombre por el poder del Espíritu de Dios (Juan). A. Kretzer "{ÉVV1)p.t«, «'to;, 'tó gennema engendro, vástago* En el NT, este término se usa tan sólo en la dura imagen, difícilmente empleada antes en el ámbito del judaísmo, que habla de yEVV~[!U'tu Ex,l&voov, ¡raza de víboras!, y que aparece en las palabras en que Juan el Bautista anuncia el juicio divino (Mt 3, 7 par. Lc 3, 7 (Q), Y en las palabras en que también Jesús anuncia ese juicio divino (Mt 12, 34; 23, 33; en paralelo con 0CPEl<;, «serpientes»). Con estas palabras se califica siempre a los oyentes judíos de «serpientes venenosas», es decir, como personas insinceras y que han sido reprobadas. La combinación de estas palabras no aparece en la LXX ni en Josefo ni en los escritos rabínicos. Una expresión parecida, dentro del ámbito cristiano, se encuentra en Did 13, 3. ThWNT 1,671. rEVV1)(J«~É't Gennesaret Genesaret*

Nombre indeclinable del Lago de Genesaret (propiamente nvvE<JáQ, cf. 1 Mac 11,67; Mc 6, 53 D it sy; Mt 14, 34 D* 100 lat sy, nombre que, seguramente, fue asimilado con posterioridad a las formas de N azaret o de Kinnéret; en Lc 5, 1 se le llama AL[!v'I'] rEVv'I']auQÉ't; cf. Josefo, BelllIl, 506). Por 10 demás, en Mc 1, 16; Mt 4, 8 se le denomina tMAuaau 'tt;<; rUAlAULu<; o, según Jn 21, 1, ttáAuaau 'tt;<; n~EQlá&oc:;. Según Mc 6, 53 par. Mt 14, 34, el nombre de la fértil región situada en la ribera occidental del lago. Según TosToJ:¡ 6, 7; bMeg 6a, etc., es de suponer que existía también un lugar denominado Ginnesar, situado en las cercanías del Kinnéret del AT, que se encontraba ya abandonado en época griega y romana (cf. Núm 34, 11; Jos 11, 2; 12,3) Y que, 10 mismo que éste, pudo haber dado su nombre a la región y al lago. BHH 1, 546s; 11 951s; Haag, Diccionario, 746s y 1069s.

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yÉVVI'jOLl; - yÉvor;

yÉvvt)CJt;, no;, tí gennesis nacimiento Mt 1, 18 Textus Receptus; Lc 1, 14 Textus Receptus (siempre en lugar de ---> yÉVEaL~).

yEVVt)'tÓ;, 3 gennetos engendrado, nacido* Como circunlocución para decir «hombres» en la expresión ev yEvvrJ1:o¡:~ yUVaLXWV, «entre los nacidos de mujer» (Mt 11, 11 par. Lc 7, 28; cf. Job 14, 1; 15, 14; cf. también YEVÓ!tEVO~ ex yUVaLXÓ~, Gál 4, 4). La circunlocución, usual también en el judaísmo (Billerbeck 1, 597s), acentúa el origen terreno del hombre. ThWNT 1,671.

yÉvo;, Ou;, 'tó genos linaje, especie, clase* 1. Aparición del término en el NT - 2. En los evangelios - 3. En Hechos - 4. En Pablo y en los demás escritos.

Bibl.: K. Maly, Mündige Gemeinde, Stuttgart 1967, 176-239.

1. yÉvo~ aparece 2 veces en Marcos y 2 en Mateo (incluido 15, 21 v.l.), 9 veces en Hechos, 6 en Pablo, 1 en Pedro y 1 en Apocalipsis. Designa casi siempre el origen (por nacimiento). 2. La mujer helena de Mc 7, 26 (LUQOqJOLvLxLOOU L0 yÉVEL) procede de la provincia costera siria de Fenicia. Se ha enterado y demuestra que el Hijo de Dios libera también del poder del demonio a los gentiles. En la instrucción impartida a los discípulos en Mc 9,29; Mt 17, 21 v.l., la oración y, en algunos casos también, el ayuno aparecen como remedio exorcístico en los casos de posesión diabólica (wih:o .0 yÉvo~). En la parábola de la red barredera, Mt 13, 47 habla de toda clase de peces (ex JtaV'tO~ yÉvou~) y enseña que la selección de los justos no se efectuará sino en el juicio final. 3. En Hech 4,36; 18,2.24, Lucas menciona el origen de la familia del levita José Bernabé, que era oriundo de Chipre; el origen de Aqui-

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la, que era natural del Ponto, y de Apolo, que era natural de Alejandría. Según las palabras de Esteban (en Hech 7, 13), el Faraón reconoce el origen judío de José. El v. 19 refleja el estilo del discurso: en el v. 17 Esteban se dirige a sus compatriotas en un pasaje donde el concepto de pueblo no resuena ya con sus connotaciones religiosas. En el discurso de Pablo en Antioquía (Hech 13, 26), el apóstol dirige la palabra a los judíos hablándoles como a descendientes de Abrahán; en este caso, por contraste con lo que Pablo dice en sus cartas (Rom 9,6-13; 2 Cor 11,22; Gá13, 8), no se reflexiona sobre la promesa hecha a Abrahán. En la cita de las «Apariciones Celestiales» de Arato de Cilicia (siglo III a.c.), que se hace en Hech 17, 28.29, Y según el estilo de la predicación misionera helenística, Pablo hace referencia a ideas estoicas (nosotros somos yÉvo~ de Dios) y acentúa el carácter universal del evangelio. En Hech 4, 6 se alude a los miembros de la nobleza sacerdotal saducea (ex yÉVOU~ aQXLeQa'tLxoií), y se afirma que, a pesar de la resistencia ofrecida por éstos, la predicación apostólica es capaz de imponerse, con arreglo al plan salvífico de Dios. 4. Con yÉvr¡ yA,(j)oowv, Pablo se refiere en 1 Cor 12, 10.28 a la diversidad de la glosolalia carismática y la compara con la gran variedad de lenguas existentes (14, 10). Gál 1, 14; 2 Cor 11, 26 Y Flp 3, 5 emplean en sentido profano el término que se usa, por ejemplo en Jer 38, 37 LXX, para traducir el hebreo zera' y que designa el origen judío por nacimiento y el hecho de ser miembro, por el propio linaje, del pueplo judío. En cita de Is 43, 20, la Carta primera de Pedro (l Pe 2, 9) atribuye a la Iglesia el honroso título de ser el pueblo escogido, porque la Iglesia es ahora el nuevo pueblo y el nuevo linaje adquirido por Dios. En Ap 22, 1610 del retoño de la raíz de Jesé, de Is 11, 10, se aplica al Jesús exaltado, que es el descendiente de David y el que da cumplimiento a las esperanzas mesiánicas. V. Hasler

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fEQaCJt)vó;, 3 Gerasenos natural de Gérasa* ruouQr¡vó~, 3

Gadarenos natural de Gá-

dara* n:Qyeor¡vó~, 3 Gergesenos natural de Gér-

gesa (v.l.) Bibl.: F. Amen, Reilfür die Reiden, Frankfurt a. M. 1976,201; Bauer, Worterbuch, en el vocablo correspondiente; I. Benzinger, en Pauly-Wissowa VII, 1242-1245; G. Dalman, Orte und Wege Jesu, Gütersloh '1924, 192s; Haag, Diccionario, 753s; E. Haenchen, Der Weg Jesu, Berlin 1966, 190s; H. Hegermann, en BHH 1,508,548; Kopp, SUitten, 282-287; C. H. Kraeling-Th. Klauser, Gerasa, en RAC X, 223-233; K. Matthiae, Chronologische Übersichten und Karten zur spiitjüdischer und urchrist¡¡cher Zeit, (Berlin 1977) Stuttgart 1978 (suplemento de mapas).

En los manuscritos de Mc 5, 1, rEQuor¡(cf. Inscriptiones Graece ad res Romanas pertinentes [ed. R. Cagnat y otros] IV~ Paris 1927, 374, 11) compite con las otras dos formas (Mt 8, 28; Lc 8, 26.37). Es improbable que rEQyEOr¡VÓ~ se originase sólo por una conjetura debida a Orígenes (como piensa Haenchen). Pero el texto marquino -«geraseno», «de Gérasa»-, por ser la lectio difficilior, es la forma más antigua. Gérasa (en árabe, Jerash) era la ciudad más importante de la Decápolis (---> LlEXáJtoA,L~), pero quedaba demasiado lejos del mar de Tiberíades (a unos 60 km en dirección sursudeste) para que hubiera podido desarrollarse en ella la historia del poseso. Marcos utilizó el relato como historia de misión (5, 18-20), sin interesarse por la topografía (cf. los nombres de lugar que se enumeran en 7, 31, sin que tengan relación entre sí). Mt 8, 28 sustituye la ciudad original por Gádara (en árabe, Khirbet Um Qeis, a unos 15 km al sudeste del lago). Cerca de la población se alzaba un litoral escarpado, de 6 a 12 m de altura. Aunque se ha atestiguado la existencia de monedas con el emblema de una embarcación, no es seguro que el territorio de la ciudad llegara realmente hasta el lago (otra cosa piensa Josefo, Vita IX, 42). Pero es posible que Mateo no muesVÓ~

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n:QUOl'jvór; - YEQO'UO[U

tre tampoco genuino interés por la topografía. Reduce la «Decápolis» marquina al territorio que se halla «alrededor del lago», porque no conoce todavía una labor misionera que -antes de pascua- rebase los límites de Israel. La variante textual «de Gérgesa» (por ejemplo, Sin'), que no forma parte del texto original, se la debemos a un intento de identificar la localidad en que se desarrolló la historia del poseso. Orígenes (In Joh. 6,41) conoce un lugar al este del lago, cerca de Kurse, en la desembocadura del Wadi es-Samak. A unos 2 km al Sur, un acantilado de unos 44 m de altura se adentra unos 40 m en el lago. Orígenes relaciona la orilla oriental con los guirgasitas (Gén 10, 16). La influencia de las versiones paralelas sobre los manuscritos ha conducido a una situación clásica de confusión textual (GNTCom, 23s, 84, 145). G. Schille

fEQYECJt)VÓ;, 3 Gergesenos natural de Gérgesa ---> reQuor¡vó~.



a;, gerousia Consejo de Ancianos, Consejo Supremo* Hech 5, 21 menciona la YEQouoLu juntamente con el OUVÉOQLOV en una expresión inspirada en Ex 12, 21 (Jtuouv YEQouoLuv ULWV 'IoQu1ÍA,). Según 1 Mac 12, 6.35; 2 Mac 1, 10; Josefo, Ant XIII, 166 etc., la YEQouoLu del pueblo judío asumió el papel de la asamblea de ancianos (Esd 5, 9; 6, 7) o de la «gran asamblea» (Abot 1, 1) durante la época posterior al destierro, en el siglo 11 a.C. Desde los tiempos de Herodes el Grande se denominó sanedrín, y en él se hallaban representados los ancianos del pueblo judío. Lucas (por un conocimiento impreciso de la situación histórica) hace que ambos gremios aparezcan juntos, cuando describe que la totalidad de Israel era opuesta a la actividad de los apóstoles. BHH 11, 740s; Haag, Diccionario, 1791s; E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), sub loco. YEQOUCJta,

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yÉQWV - yEWQyÓr;

yÉQffiV, OV'tO~, Ó geron anciano* Jn 3, 4 en una referencia a Nicodemo. ye'ÚOJlat geuomai gustar, comer* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial.

Bibl.: J. Behm, YEÚOftaL, en ThWNT 1,674-676.

1. En el NT yf'ÚO!1aL aparece 15 veces, frecuentemente en la frase «gustar la muerte», «gustar la comida», con aoristo de subjuntivo, que tiene sentido futuro (BlaB-Debrunner § 318, 363); aparece una vez con futuro de indicativo (Lc 14, 24). En los demás casos, el verbo va en aoristo de indicativo, con el objeto de la acción verbal en genitivo o en acusativo; 4 veces aparece yf'ÚO!1aL sin objeto; una vez aparece acompañado por una oración comp1etiva introducida por (1 Pe 2, 3).

o'u

2. El verbo significa gustar, saborear, comer. Además de emplearse en sentido literal, se usa también en sentido figurado. 3. yf'ÚO!1aL se emplea para decir que el maestresala probó el agua convertida en vino (Jn 2, 9). Lc 11, 24 asocia este verbo con la palabra comida en la expresión: probar una comida. En sentido figurado, Heb 6, 4.5 habla de saborear los dones celestiales, la palabra de Dios y los poderes del mundo futuro, y se refiere así a la experiencia de los dones de los que se hace partícipes a los fieles en el culto divino, como son el perdón y el evangelio. En una cita del AT (Sal 34, 8), en 1 Pe 2, 3, el imperativo se trasforma en indicativo: «(si es que) habéis saboreado (ya)>>; con estas palabras se hace referencia, lo mismo que en Heb 6, 4s, a la experiencia personal que se ha tenido desde la regeneración o nuevo nacimiento (cf. 1 Pe 1, 3.23; 2, 2). En varios pasajes el verbo yf'ÚO!1aL aparece asociado estrechamente con el genitivo {tavá'to'U: en la sentencia escatológica de Mc 9, 1 (par. Mt 16,28/ Lc 9, 27), en la que a algunos oyentes (quizás en la redacción original: a todos) se les promete que han de experimen-

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tar el reino de Dios; en Jn 8, 52, en una acusación que los judíos hacen contra Jesús (refiriéndose al v. 51, donde {táva'tO~ está asociado con {tfffiQÉffi), con lo cual demuestran que han entendido mallo que se dice de la «muerte»; en Heb 2, 9, donde se habla de la muerte de Jesús, la cual por la gracia de Dios (como dice la mayoría de los testimonios textuales; no: sin Dios) es la razón de la salvación de cada uno. En estos versículos, yf'ÚO!1aL lleva implícito el aspecto del sufrimiento. Los aoristos de subjuntivo tienen sentido futuro y se hallan así en consonancia con el contexto escatológico. yE'Ú0!1aL, en sentido absoluto, con el significado de comer, lo emplea Pedro en Hech 10, 10, y Pablo en Hech 20, 11. Se usa en Hech 23, 14 para referirse a los hombres que habían hecho voto de abstenerse de tomar alimento hasta que hubieran matado a Pablo. En Col 2, 21 se emplea para referirse al mandato que imponían los falsos maestros de practicar el ascetismo. H.-J. van der Minde

yeffiQyÉffi georgeo cultivar, labrar (la ti erra)* En Heb 6, 7, en voz pasiva, dícese de la tierra Cit' oi)~ xaL YfffiQYEL'taL, «para el bien de aquellos por quienes es cultivada».

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yEWQyór; - yfj

1. De las 19 veces que el término aparece en el NT, sólo 2 se encuentran fuera de los evangelios (2 Tim 2, 6; Sant 5, 7). En los evangelios yfffiQYÓ~ aparece únicamente en la parábola de los viñadores malvados (Mc 12, 1-12 par. Mt 21,33-46/ Lc 20, 1-19) Y también en Jn 15, 1. - El término yfWQYÓ~ significa en sentido propio agricultor, labrador, viñador (Bauer, Worterbuch, s. v.) y, en sentido figurado, campesino que cultiva tierras en arriendo. 2. La situación que se da por supuesta en la parábola de los viñadores malvados refleja seguramente las circunstancias económicas y jurídicas de aquel entonces (alquiler de parcelas por latifundistas extranjeros a campesinos que cultivaban tierras en arriendo; cf. Billerbeck 1,869-875). En la forma en que aparece la parábola en los evangelios, los viñadores (los arrendatarios) son los miembros del pueblo judío. El problema es saber si se hace referencia con ello a los dirigentes del pueblo (cf. Mc 12, 12; Lc 20, 19) o a todo Israel (cf. Mt 21, 43). Esta última interpretación enlazaría mejor con lo que se dice en Is 5, 1-7 (cf. la intencionada alusión a Is 5, ls LXX en Mc 12, 1 par.), con lo cual los viñadores (los arrendatarios), no la viña en sí misma, serían la imagen que representara a Israel.

yeffiQYó~, OV, Ó georg os agricultor*

3. En Jn 15, 1, en las palabras que hablan de la vid se dice que Dios es el viñador. La existencia de Jesús, como la vid verdadera que es, procede únicamente de Dios. Y tan sólo Jesús, como el Revelador que es, hace que los suyos tengan acceso a Dios. - En 2 Tim 2, 6 la imagen del campesino aparece junto a las del soldado y del atleta (cf. 1 Cor 9,7.25) en un contexto parenético. Sant 5, 7, con la imagen del labrador que aguarda que la tierra dé su fruto, anima a los creyentes a perseverar y aguardar con paciencia, en vista de la demora de la parusía. W. Hackenberg

1. Aparición del término en el NT y contenido semántico - 2. Mc 12, 1-12 par. - 3. En el resto del NT.

yij, yij~, Í) ge tierra, terreno, país, el mun-

yeroQytOV, 0", 'tó georg ion tierra de labranza, campo* En 1 Cor 3, 9 se emplea {tfOi:í yfWQYWV, «campo de labranza de Dios», juntamente con {tfOi:í otxoCio!1'lÍ, para referirse a la comunidad de Corinto. Quizás se piensa también en una viña. El acento recae sobre la acción de Dios, como indica la triple referencia a {tfOi:í en el v. 9.

Bibl.: E. Haenchen, Der Weg Jesu, Berlin '1968, 396-404; Jeremias, Parábolas, 86-95; W. Trilling, Das wahre Israel (StANT 10), München '1964, 55-65.

do habitado Bibl.: Bauer, W6rterbuch, 312s; H. H. Schmid, 'ere~ tierra, país, en DTMAT 1, 343-353; H. Sasse, yfí, en

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ThWNT 1,676-680. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1023.

1. En el empleo que el AT hace del término ,ere!f (tierra, país), no sólo es notable el número de veces que este término aparece sino también el contenido de significados que se encierran en el mismo. El término puede aplicarse a la Tierra, considerada cosmológicamente, más bien que como el espacio en que habita el hombre (Gén 6, 11); puede entenderse por él el terreno en que se mueven los hombres y los animales (Gén 1, 26; Sal 147, 6; Ez 26, 16), o diversos países o regiones (Gén 31,3; Núm 15, 2; Jer 30, 10), a menudo con marcados matices políticos (1 Sam 13, 19) o con características religiosas o sociales (Is 8, 22; cf. Mt 4, 15s). Puede significar la Tierra como creación de Dios (Gén 1, 1), como propiedad suya (Sal 24, 1), sobre la que él mira desde lo alto (Gén 6, 12) o que él recorre a grandes pasos (Hab 3, 12) Y a la que también juzga (Sal 82, 8). De manera especial, Dios se la presenta en perspectiva a Israel como la tierra de la promesa (Gén 15, 18). En el Deuteronomio, la tierra se asocia estrechamente con la proclamación de los mandamientos (Dt 12, 1; 17, 14; 19, 8s). Los profetas idealizan esta imagen contemplando su consumación escatológica (Jer 30, 3; Ez 36, 28; cf. Is 65, 17). No debe olvidarse tampoco la visión sapiencial y profética de la tierra (Prov 2, 21s), que constituye el trasfondo de importantes enunciados que se formulan en el NT (cf. Mt 5, 5). 2. En Marcos el significado primordial es el de terreno o suelo que recibe la semilla, que la hace germinar y que produce el fruto (4, 5.8.26.28). Mateo adopta más bien una visión geográfica de la tierra, con marcado carácter político y social (2, 6; 2, 20s; 4, 15). La perspectiva escatológica (5, 5; cf. Gén 12, 1) y universalista aparece principalmente en la agrupación que se hace de los términos «el cielo y la tierra», que en Mateo, por inspiración de imágenes del AT (Gén 1, 1; 2, 1), pueden aparecer como elementos ordenados el uno al otro, y que a menudo se hallan en tensión, pero que por la mano creadora y paternal de Dios forman, a pesar de todo, una unidad y constituyen el cosmos creado (Mt 6, 10), lo cual no deja de tener consecuencias para la Iglesia y para sus decisiones (Mt 16, 19; 18, 18; 28, 18).

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yfj - yLvof-l-aL

Lucas considera la tierra como el lugar de la proclamación y de la confrontación (12, 49.51; 18, 8), Y también como el sitio donde se han de producir las pruebas al fin de los tiempos. Juan establece un vivo contraste entre el hombre espiritual, que viene de arriba, y el hombre que procede de la tierra y es terrenal (3, 31). En consonancia con esto se halla también, como componente cristológico, la siguiente idea: para el Hijo del hombre, la tierra es el punto de partida de su exaltación y glorificación (12, 32; 17,4). Pablo conoce también la contraposición entre «el que es nacido de la tierra y el que es nacido del Espíritu» (1 Cor 15, 47). Además, él confiesa el señorío del único Señor sobre toda la creación (1 Cor 10, 26; cf. 8, 5s), una idea en la que profundizan todavía más las deuteropaulinas (Ef 1, 10; 3, 15), ampliándola a la consumación del hombre (Col 3, 2.5). El Apocalipsis muestra especial interés en la nueva creación del «cielo y la tierra» (21, 1), pero a la que han de preceder grandes pruebas, trastornos y desórdenes (3, 10; 6, 4.13.15; 11, 18; 13, 14), hasta que la tierra esté madura para la gran cosecha (14, 16) Y para la transición a la gloria de la Jerusalén celestial (21, 24). A. Kretzer YiíQU~, ro~ (OlJ~), tó geras vejez, edad avanzada* En Lc 1, 36 dícese de Isabel que concibió un hijo ev yr'¡QEL all1;fí~, «en su vejez».

Yl]Qáaxro geraskiJ envejecer, debilitarse por la edad, ir muriendo* Jn 21, 18 en las palabras del Resucitado a Simón Pedro: o"tav bE, yl]Qáan~!. «cuando seas viejo», en contraste con O"tE iJ~ VEro"tEQO~ (según R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes lO [KEK], sub loco, se trata seguramente de una expresión a modo de refrán, que comenzaba también originalmente por o"tav). En Heb 8, 13, dícese del antiguo pacto: "to CE 1taAato'Ú¡..tEVOV xai, YTÍQaaxov,

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«el cual se declara anticuado y va desapareciendo cada vez más» (cf. BlaB-Debrunner § 331, nota 1).

ytVOJtUt ginomai llegar a ser, originarse L Aparición del término en el NT y contenido semántico - 2. a) En los escritos paulinos - b) En los evangelios sinópticos y en el Apocalipsis - c) En los escritos joánicos - d) En el resto del NT.

Bibl.: Beyer, Syntax, 29-62; F. Büchsel, yLVO[1at 'InA., en ThWNT 1, 680-688; E. Delebecque, Etudes greeques sur /'Evangile de Lue, Paris 1976, 123-165 (sobre xUL eyÉvE'W).

1. El verbo yLVO¡..tat se emplea por igual en todos los escritos del NT (exceptuada la Carta de Judas) y con las 667 veces que aparece es uno de los términos más frecuentes. yLVO¡..tm, en el NT, se usa únicamente en su forma jónico-helenística (yLVO¡..tat en vez de yLyVO¡..tm; cf. BlaB-Debrunner § 34,4). yLvo¡..tm significa en sentido propio llegar a ser / originarse / llegar a la existencia. En el NT encontramos en lo esencial los siguientes significados: a) suceder, acontecer; b) llegar a ser, originarse; c) llegar (a algo); d) ser hecho, ser creado. Además, yLvo¡..tm puede sustituir a las formas del verbo dvm. Por lo general, yLVO¡..tat (con poquísimas excepciones) se emplea sin interés teológico. 2. a) En las cartas paulinas auténticas, yLVO¡..tat aparece un total de 118 veces. Predominan los significados de acontecer (Rom 11, 25; 1 Cor 9, 15; 1 Tes 1, 5a.7 y passim) y llegar a ser (Rom 2, 34; 4, 18; 1 Cor 3, 18; 9, 20; 2 Cor 1, 8; 5, 21 Y passim). Es relativamente raro el significado de ser creado / nacer (Rom 1,3; Gá14, 4). Con frecuencia, Pablo utiliza también yLVO¡..tat con el mismo sentido que dvat (Rom 7, 13; 1 Cor 4, 13; 7, 23; 9, 20s; Gá14, 12 Ypassim). Es característico de Pablo el uso de la expresión j..t~ yÉVOL"tO (¡de ningún modo!, ¡nunca tal suceda!) como respuesta a preguntas retóricas, que aparece únicamente en Romanos, primera Corintios y Gálatas (por lo demás, en el NT esta expresión aparece tan sólo en Lc 20, 16).

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yLvo!!aL - yLVWGXW

Pablo utiliza así el estilo peculiar de la filosofía popular cínico-estoica (cf. BlaB-Debrunner § 3, nota 5 y § 384). b) Los evangelios sinópticos y Hechos emplean frecuentemente yLVO¡..tat en la expresión xai, eyÉvE"tO (y sucedió que) para indicar que continúa el relato. Con ello se recoge una expresión de la LXX, que traduce el hebreo wayehf con su waw consecutivo. La forma típica con xaL al principio y, a continuación, con una oración introducida por xaL se encuentra, por ejemplo, en Lc 5, 17: xai, eyÉvE"tO fv ¡..tL(i "toov ~¡..tEQooV xaL av"to~ ~v cLcáaxwv (cf. Mt 9, 10; Mc 2, 15; Lc 5, 1.12; 8, 1.22 Y passim). Puede omitirse a veces el xaL al principio; también el xaL de la oración subsiguiente se omite a menudo o es sustituido por otra construcción (por ejemplo, la de infinitivo con sujeto en acusativo) que nos permite reconocer un mejor uso de la lengua griega (principalmente en Lucas y en Hechos) (cf. Büchsel,681). Con frecuencia encontramos yLVO¡..tat con el significado de surgir (aparecer), por ejemplo, cuando se producen sucesos o fenómenos naturales (por ejemplo, Mt 8, 24.28; 27, 45; Mc 4, 37; 15, 33 Y passim). yLVO¡..tat puede sustituir a las correspondientes formas de dvat (Mc 4, 10; 16, 10; Lc 2, 42; Hech 19, 21). - En general, no se observa especial interés teológico en el empleo de yLVO¡..tat en los evangelios sinópticos y en Hechos. c) En los escritos joánicos yLVO¡..tat aparece un total de 54 veces (hay tan sólo 3 ejemplos en las cartas joánicas: 1 Jn 2, 18; 2 Jn 12; 3 Jn 8). En general, yLVO¡..tat se emplea en Juan con el mismo sentido que en los Sinópticos; por ejemplo, para indicar que se producen fenómenos naturales y para expresar las horas del día (Jn 6,16.17; 7, 43; 10, 19.22; 12,29; 13,2 Ypassim) o en sustitución de las correspondientes formas de dvat (Jn 1, 6.15; 2, 1; 3, 25; 7, 43; 10, 22 Y passim). La expresión xaL eyÉvE"to no aparece en Juan. En algunos pasajes el autor de Juan emplea yLVO¡..tat con el sentido de llegar a ser / conseguir, para describir de esta manera, en el

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marco de su teología, que se ha producido un cambio del estado de perdición (tinieblas, esclavitud) al estado de salvación (cf. Jn 4, 14; 5, 6.9; 8, 33; 9, 27.39; 12, 36; 16, 20). El empleo de yLVO¡..tat en el prólogo de Juan (Jn 1, 1-18) tiene sentido teológico, describiéndose en los vv. 3 Y 10 la mediación del Logos en el acto de la creación. Finalmente, yLVO¡..tat adquiere un sentido especial en Jn 8, 58, donde se contraponen intencionadamente los verbos yLvo¡..tm y Elvat: 1tQLv 'ApQaa¡..t YEvÉa{}m eyw d¡..tL El ser del Revelador es preexistente y no puede definirse por medio de categorías temporales. Por el contrario, Abrahán es uno de los seres que fueron creados o llegaron a la existencia. d) En los demás escritos del NT, observamos que yLvo¡..tm donde se usa con más frecuencia es en Hebreos (30 veces) y en el Apocalipsis (38 veces); es un término relativamente raro en las cartas deuteropaulinas. En Heb 5, 5 yLvo¡..tm se refiere al oficio de Cristo de sumo sacerdote; en 9, 15 se refiere a la muerte de Cristo ({}avá"tOu YEVO¡..tÉvou). En el Apocalipsis yLVO¡..tat se usa frecuentemente en el sentido de surgir o producirse (y dícese de los fenómenos naturales y de otras cosas por el estilo; cf. 6,12; 8, 1.5; 11, 13.19; 12, 7; 16, 18 Ypassim). W. Hackenberg

ytvroaxro giniJskiJ saber, conocer* yVooat~, EW~, ~ gn8sis saber, conocimiento* yvwo"tó~, 3 gn8stos conocido, conocible* L Aparición de los términos en el NT - 2. Uso profano - a) Se experimenta - b) Se observa - c) Se averigua - d) Se sabe - e) De personas: conocer, ser conocido, llegar a ser conocido - f) Otros usos - 3. U so religioso - a) En el AT - b) En los escritos apocalípticos - c) En la sinagoga - d) {}Eio<; aV1ÍQ - e) En la mística - f) En la gnosis - g) El secreto mesiánico - h) El conocimiento del pecado - i) en Juan.

Bibl.: L. Bieler, 8ELO<; aV1ÍQ lIH, (Wien 1935.1936) Darmstadt 21967; M. E. Boismard, La eonnaissanee dans l' allianee nouvelle d' ap'¡!s la premiere lettre de Saint lean: RB 56 (1949) 365-391; R. Bultmann, YLvÓJoxOJ X'tI.., en ThWNT 1, 688-719; M. Dibelius, bdyVOJOL<; at.:rlELu<;, en Neutestamentliehe Sudien, Georg

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yLVCÓ<JXOJ

Heinriei zu seinem 70. Geburstag, Leipzig 1914, 176189; D. W. Burdick, 0[00 and HvwaxOJ in the Pauline Epistles, en Longenecker-Tenney (eds.), New Dimensions in the NT Study, Grand Rapids 1974, 344-366; J. Dupont, La eonnaissanee religieuse dans les épitres de Saint Paul, Louvain 1949; H. J. Ebeling, Das Messiasgeheimnis und die Botsehaft des MareusEvangelisten, Berlin 1939; H. M. Féret, Connaissanee biblique de Dieu, Paris 1955; E. Güttgemanns, Der leidende Apostel und sein Herr (FRLANT 90), Gottingen 1966; R. A. Horsley, Gnosis in Corinth: / Cor 8. /-6: NTS 27 (1980-1981) 32-51; F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1974; E. Norden, Agnostos Theos, (Leipzig 1913) Darmstadt 41956; R. Reitzenstein, Die hellenistisehen Mysterienreligionen, (Stuttgart '1927) Darmstadt 1966; O. Roller, Das Formular der fin Briefe, Stuttgart 1933; H. Schlier, Glauben, Erkennen, Lieben naeh dem Johannesevangelium, en Schlier n, 279-293; Id., Die Erkenntnis Gottes na eh den Briefen des Apostels Paulus, en Schlier n, 319-339; W. Schmithals, Die Gnosis in Korinth (FRLANT 66), GOttingen '1969; Id., Der Rom als historisehes Problem (StNT 9), Gütersloh 1975; R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan 1, Barcelona 1980; G Strecker, 1-3 Joh (KEK), Gottingen 1989, 319-325; H. Windisch, Paulus und Christus (UNT 24), Leipzig 1934; W. Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien, Gottingen (1901) '1963. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1024s.

1. yLVÓHJXW (con un total de 222 ejemplos) es el término que más veces aparece entre todos los del grupo: 57 veces en Juan, 25 en la Carta primera de Juan, 28 en Lucas, 16 en Hechos, 20 en Mateo, 12 en Marcos y un total de 43 veces en el Corpus paulinum (incluidas las 16 veces que aparece en la Carta primera a los Corintios). yv&m~ aparece 29 veces, de las cuales 27 veces se encuentran en las cartas, especialmente en la Carta primera a los Corintios (10 veces) y en la Carta segunda a los Corintios (6 veces). Los compuestos -+ emyLVÓ)()"XW y -+ btLyvwm~ se emplean prácticamente en el mismo sentido que las correspondientes formas simples; cf. la v.l. sobre Mc 6, 33; Mt 11,27; 2 Pe 2, 21; los paralelos sinópticos Mt 7, 16/ Lc 6, 44; Mt 11, 27 / Lc 10, 22; la alternancia en 1 Cor 13, 12; 2 Cor 13, 5s. Por este motivo, citaremos en adelante los compuestos juntamente con las formas simples, sin hacer distinción explícita. yvw<J"tó~ es un término favorito de Lucas (apalece 2 veces en el evangelio de Lucas y 10 en Hechos). Los límites entre el

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uso profano y el uso religioso de este grupo de palabras son fluidos. Y, por tanto, en los casos concretos es difícil decidir convincentemente de qué uso se trata. 2. a) Se experimenta o se tiene noticia de algo por una información que se recibe; se sabe: Mt 6, 3; 12, 15; 26, 10; Mc 6, 33; 15, 10 (<<él sabía» = «él se había dado cuenta»; o: «él había observado» -+ 2.b); Lc 1,4; 7, 37; 24, 18; Hech 1, 19; 4, 16 (<<signo manifiesto»); 9, 24.30.42; 15, 18 (cf. Am 9, 12); 17, 13; 19, 17; 22, 29; 28, 1.22; Jn 4,1; (11, 57; -+ 2.c); 12,9; 19,4 (para que veáis), Flp 4, 5 (<
emyLvwOXW); Jn 7,51 (hacer averiguaciones); 11, 57 (sobre 5, 6 -+ 3.d); 1

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yLVW<JXW

Cor 4, 19; 2 Cor 2, 9 (Pablo escribe «para averiguar si ... »); Flp 2, 19; 1 Tes 3, 5 (Pablo envía a Timoteo para enterarse). Se llega a conocer, a saber, por medio de la observación: Mt 7, 16.20 par. Lc 6,44; Mt 12, 33; examinándose a sí mismo: 2 Cor 13, 5s. Sant 2, 20 (<<¿quieres llegar a saber?»; quizás = «¿tengo primero que demostrarte?», sigue luego una prueba de Escritura); de manera parecida en Lc 1, 18: «¿en qué conoceré?» (lo mismo que en Gén 15, 8) como (inadecuada) exigencia de una señal. d) Se sabe, uno está enterado, a saber, por la experiencia: Mt 25, 24; Mc 13, 28 par. Mt 24,32 par. Lc 21, 30 (Mt 24, 43 par. Lc 12,39 -+ 2.a); Jn 7, 27; 15, 18 (pensad que); Hech 19,35 (¿quién ignora?); 20, 34; cf. 25, 10; 27, 39; Flp 2, 22 (<<estáis enterados de lo digno que es de confianza»); 2 Tim 1, 18 (<< ... sabes perfectamente»); Sant 1,3; Heb 10,34 (saber por la experiencia de la fe). e) De personas: conocer a alguien; alguien (no) es conocido: Sobre Mt 7, 23 (cf. Lc 13, 27) -+ 3.b; Lc 2, 44 (familiares y conocidos); 23,49; Jn 18, 15s; Hech 19, 15; 2 Cor 3,2; 5, 16 (no: conocer carnalmente, sino: conocer o no conocer ya al Cristo 'de carne' (el versículo es probablemente una glosa no paulina, cf. Schmithals, Gnosis, 286ss; Güttgemanns, 282s; -+ 3.f). Se conoce o se reconoce a alguien (casi siempre -+ emyww<Jxw): Mc 6, 54 par. Mt 14,35; Mt 17, 12; Lc 24,16.31.35; Jn 13,35; Hech 3, 10; 4, 13; 12, 14. f) Entre otros usos diversos se cuentan los siguientes: Mc 5, 29 (<<ella sintió en su cuerpo que había sido curada»); Mc 5, 30 par. Lc 8, 46 (Jesús siente que ha salido poder de él). Lc 16,4 (Ya sé = Se me ocurre). 1 Cor 14, 7.9 (No es posible comprender un sonido inarticulado); Rom 10, 19 (Israel oyó y entendió el contenido del mensaje). En Mt 1, 25; Lc 1, 34, la expresión se refiere a las relaciones sexuales y se emplea tanto para referirse al hombre como a la mujer. Esta manera de hablar es corriente en el AT (por ejemplo, Gén 4,1.17.25; 19,8), pero tampoco es desconocida (¿por influencia

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semítica?) por el helenismo pagano (es frecuente en Plutarco). En 1 Pe 3, 7 xa"tu yv&<JLV significa con comprensión, delicadamente. Otro significado de ywwaxw, corriente en los escritos profanos, es el de ser entendido en algo, estar capacitado para algo. Pero se encuentra raras veces en el NT. Mt 16,3 (Lucas tiene Ot6U"tf): Saben interpretar el aspecto del cielo. Hech 21,37: Pablo es buen conocedor de la lengua griega. 3. a) Dios «conoce (penetra con su mirada en) los corazones de los hombres» (Lc 16, 15) Y «sabe (intuye) cuáles son sus intenciones» (l Cor 3, 20; cita del Sal 94, 11 LXX). El creyente debe consolarse pensando que Dios «lo sabe todo» (l Jn 3, 20; cf. Jn 21,17). Dios «conoce a los suyos» (se preocupa de ellos; no los olvida): 2 Tim 2, 19 (cita de Núm 16, 5); cf. Jn 10, 14.27. Los suyos conocen a Dios (= le reconocen; tienen temor de Dios) o conocen a Cristo y su salvación (Lc 1, 77; 1 Cor 1, 5; 2 Cor 6, 6; 8, 7, 9; 10, 5; Flp 3, 8; Col 2, 3; Heb 8, 11 [cita de Jer 38, 34 LXX]; 2 Pe 3, 18) y saben cuál es su voluntad (Lc 12, 47s; Hech 22, 14: «llegar a conocer su voluntad»; Rom 2, 18; 15, 14; 1 Cor 14, 37). También Jerusalén debiera saber o conocer lo que contribuye a su paz (Lc 19,42.44). Por el contrario, los impíos no conocen a Dios (= no lo buscan; no lo reconocen): Rom 3, 17 (cita de Is 59, 8 LXX); Heb 3, 10 (cita del Sal 94, 10 LXX). Se halla también en consonancia con la manera de pensar del AT la idea de que Dios da a conocer algo, hace saber algo (por medio de sus mensajeros; Mt 10, 26; Hech 2, 36; Rom 6, 6; Ef 5,5; Ap 2, 23; 3, 9) o difunde el conocimiento de El (= el temor de Dios, la fe; 2 Cor 2, 14; 4, 6); también la idea de que los colaboradores de Dios son conocidos (respetados) como tales (1 Cor 16, 18; 2 Cor 6,9) o de que se reconoce su integridad (2 Cor 1, 13s). b) Hay varias expresiones que son características de la apocalíptica o de su manera de hablar.

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YLVÓ)G%W

En Mt 10, 26 par. Lc 12,2 se encuentra un logion procedente de Q, que recoge una máxima de sabiduría profana y que probablemente decía, en la primitiva tradición de sentencias, que las verdades apocalípticas ocultas se revelarían en" el momento predeterminado (cf. 1 Cor 2, 6ss; 4 Esd 46s). Mateo refiere la sentencia a la predicación del evangelio, que debe darse a conocer públicamente (-+ 3.a); Lucas (en 12, 2) la aplica a la hipocresía (de los fariseos) que quedará desconocida (cf. infra). En Lc 8, 17 (según el duplicado que hay en Mc 4, 22), la sentencia se refiere a la interpretación de lo que se dice en parábolas (-+ 3.g). Los arcontes del presente eón no entendieron el misterio del plan salvífico de Dios, que estaba oculto (1 Cor 2,8; cf. Rom 11, 33s), y mediante la crucifixión de Jesús llevaron a cabo su propio derrocamiento. El momento exacto del cambio de eones no es conocido (Mt 24, 50 par. Lc 12, 46; Hech 1, 7; Ap 3, 3). Pero habrá que estar al tanto para saber cuándo se acerca (Lc 10, 11: Sabed esto) o para discernir las señales que lo anuncian (Mt 13, 28s par. Mt 24, 32s / Lc 21, 30s; Mt 24,39; Lc 21, 20; cf. Mt 24, 43 par. Lc 12, 39; Mt 16, 3). Por la aparición del Anticristo se conocerá que ha llegado la última hora. En el Juicio final, en el cual lo que está oculto se ha de hacer manifiesto (Lc 12, 2), Dios no conocerá a los malvados = los reprobará (Mt 7,23). c) La sinagoga (helenística) se adapta al concepto griego del saber (conocer teóricamente; comprobar mediante observaciones; cf. Bultmann, 688ss), sin abandonar por eso el elemento veterotestamentario del reconocimiento. Sobre todo en Pablo y en su escuela, se trasparentan en algunos pasajes el pensamiento y la manera de hablar de la sinagoga, y por cierto en forma más o menos cristologizada (Dibelius, 180ss). El AT Y los escritos apocalípticos están de acuerdo en que el conocimiento de Dios (= de la sabiduría divina, de la voluntad divina) es inasequible para el hombre (Rom 11, 33). La

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criatura no conoce los pensamientos de Dios (Rom 11, 34 [cita de Is 40, 13]; cf. 1 Cor 2, 8). Claro que lo que puede saberse acerca de Dios (Rom 1, 19; cf. Eclo 21, 7), a saber, la divinidad de Dios y su voluntad, es conocido ya para el mundo (Rom 1, 21.32); porque Dios no ha querido quedar sin testimonio (Rom 1, 19s). Pero el mundo no conoce a Dios (1 Cor 1, 21; cf. 1 Tes 4, 5; 2 Tes 1,8; 1 Cor 15, 34; Ef 2, 12), es decir, no le tributa el debido reconocimiento (Rom 1,28); aun a los judíos les falta la recta comprensión (Rom 10, 2; el argumento que la sinagoga empleaba contra los gentiles, Pablo lo retuerce contra ella misma). El conocimiento de Dios por la creación (Rom 1, 19ss) no se basa en una conclusión lógica (por la relación entre causa y efecto), sino que es reconocimiento obediente del Creador o (de hecho) una desobediencia (Schlier,319ss). El que llega a conocer a Dios (Gál 4, 9; = le sirve, cf. 1 Tes 1, 9), se aparta de los ídolos y llega al conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo (2 Cor 4, 6) o al conocimiento de la verdad (sobre todo a la -+ bdyvWOL¡;:; según la terminología fija de la conversión), un proceso que no termina nunca (Ef 1, 17: llega a conocerle a él, la misma idea que se expresa también probablemente en 2 Pe 1, 5s); -+ bdyvWOL¡;:; adquiere así el sentido de «creer» (Tit 1, 1). Esta manera de hablar se halla también presente, según parece, en Lc 11,52 (cf. Mt 23, 13), donde Lucas modifica el tenor literal de la fuente Q y habla de la «llave que da acceso al conocimiento». Tal conocimiento presupone, como en la sinagoga, la comprensión de la sagrada Escritura (Mt 12,7; Hech 8, 30; cf. 2 Tim 3, 15). La piedad sinagogal de la Torá aparece cuando los judíos piadosos se glorían de conocer la voluntad de Dios (Rom 2, 18s) y de poseer gracias a la Torá la suma del conocimiento (Rom 2, 20; Rom 7, 1 refiriéndose a los antiguos temerosos de Dios, cf. Schmithals, Romerbriej, 87s), pero cuando esos mismos judíos piadosos niegan al mismo tiempo que «el pueblo» tenga conocimiento de la ley (Jn 7, 49).

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yLVWO%W

d) En los evangelios se presenta a menudo a Jesús en forma que guarda analogía con el ttdo¡;:; avrÍ(? helenístico, quien se da cuenta de lo que los hombres hablan (Mc 8, 17 par. Mt 16, 8), piensan (Mc 2, 8 par. Lc 5, 22), de las intenciones que tienen (Jn 6, 15; quizás Mt 12, 15) y de lo que ellos son (Lc 7, 39; Jn 5, 6), que conoce y penetra en el interior de los hombres (Jn 1, 48; 2, 24s; 5, 42; cf. Mc 11, 2s; 14, 13ss); cf. Windisch y Bieler. e) La peculiar manera recíproca de hablar: «conocer a Dios - ser conocido por Dios» (1 Cor 8, 3; 13, 12; Gál 4, 9) se remonta muy probablemente al lenguaje místico y mistérico (Dibelius, 183s; de manera distinta piensa Bultmann, 710, nota 78; 693s), pero -como es lógico- queda muy lejos de Pablo la idea de la deificación. «Ser conocido por Dios» significa en Pablo: ser elegido por Dios, ser amado, aceptado por él (cf. Rom 8, 29; 11, 2; Flp 3, 12; 2 Tim 2, 19; Am 3, 2); «conocerle» significa: servirle. También lo de «conocerle, a saber... » (Flp 3, 10; el v. 10 conecta con el v. 9a, por encima del paréntesis del v. 9b), dada la continuación que tiene en el v. 10, pertenece al lenguaje de los misterios (cf. Rom 6, 1ss; Dibelius, 185s) y designa la fe cristiana como realización existencial permanente. Al mismo campo lingüístico, de importancia considerable en la historia de las religiones, pertenece también (según parece) el hecho de que, en el marco de la idea joánica de la revelación, la unidad entre el Padre y el Hijo (Jn 10, 30.38; 17, 21) o entre Dios y el Logos (Jn 1, 1s) se describa como un conocerse mutuo: Jn 10, 15; 17,25. También Mt 11,27 par. Lc 10, 22 pertenece a este contexto; el 10gion debe atribuirse a la redacción post-marquina efectuada sobre la fuente Q. f) En 1 Tim 6, 20 se hace una advertencia expresa contra la herejía gnóstica, contra la «falsamente llamada gnosis». A falsos maes~ tros gnósticos alude también Ap 2, 24 (ellos conocen) y quizás 3, 9 (sabrán). Pablo (cf. Reitzenstein, 299s), en 1 Cor 8, 1-3.7-lOs; 13, 2s.8s.12, pone al amor, como el

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más alto don del Espíritu, por encima de la yVWOL¡;:; de los adversarios gnósticos de Corin-

to, cuya práctica de comer carne sacrificada a los ídolos él aprueba fundamentalmente (el conocimiento de que los ídolos son nada es un conocimiento correcto; cf. Schmithals, Gnosis, 212ss). Esta misma idea se expresa al parecer en Ef 3, 19, en el marco de un modelo gnóstico (H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, sub loco). En 1 Cor 14, 37 Pablo se enfrenta con los espirituales (<
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yLvwaxO) - 'YA1JX'Ú~

h) Son difíciles los enunciados paulinos acerca del conocimiento del pecado. Rom 3, 20 está formulado en el sentido judío: la ley enseña a entender el pecado como trasgresión = deja convicto al pecador. Es probable que Pablo quiera decir aquí lo que dice en Rom 7, 7 (H. Schlier, Romerbrief [HThK], 101; E. Kasemann, An die Romer3 [KNT], 83): sin la ley, yo yo no llegaría a conocer en absoluto lo que es el pecado; por tanto, la ley, en sentido objetivo, provoca el pecado (de creerse justos por sí mismos). Ahora bien, el pecador pierde el control sobre sí mismo; en su afán de vivir como pecador, ya no sabe lo que hace; no se entiende ya a sí mismo (Rom 7, 15). El hecho de que Jesús «no conozca pecado» (2 Cor 5,21) no quiere decir propiamente que él en su persona permaneció sin pecado, sino que Jesús no estuvo bajo el ámbito del poder del pecado (cf. Flp 2, 6s). i) En Juan encontramos 56 veces el verbo ytvÚJaxO), pero ni una sola vez el sustantivo yva>at~. Esto puede deberse al hecho de que Juan quiera arrancar de las manos a los gnósticos el concepto de «gnosis». Por eso, Juan emplea el verbo ytvÚJaxúl en un sentido teológico paralelo al de «creer» o «amar a Dios» o «ver a Dios», dando así al término empleado por los gnósticos un sentido veterotestamentario y cristiano. ytvÚJaxúl designa elllegar a la fe en el Revelador, y significa también -principalmente- la certeza de la fe o el hecho de perseverar (<
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existente en la comunidad es un medio que conduce al mismo fin (17, 23). Y, así, lapráctica de la fe lleva a que se conozca la verdad de la enseñanza cristiana (7, 17). Los suyos le han conocido (Jn 6,69; 14, 7b; 1 Jn 4, 16) Y le (re)conocen o saben que ... (Jn 10, 14; 14, 17; 17, 7s.25; 1 Jn 2, 13s; 5, 20; 2 Jn 1; cf. también Jn 7,26) o debieran haberle conocido (Jn 14, 9) tal y como él los conoce (Jn 10, 14). Ellos le conocerán mejor o le conocerán incesantemente (8, 28.32; 10, 38; 13, 7.12; 14,20), si permanecen con él. Las dos primeras Cartas de Juan se atienen a la misma terminología del evangelio de Juan, en una forma de hablar que está claramente plasmada por la Iglesia. Los cristianos se hallan ante el problema de sus propios pecados y deben cerciorarse de su propia fe. Sabrán que le conocen, si guardan sus mandamientos (1 Jn 2, 3-5), es decir, lo sabrán si practican el amor fraterno (obrado por el Espíritu) (3, 19.24; 4, 13; 2, 29; obsérvese el silogismo práctico), y sabrán también que son amados por El (5, 2). El amor fraterno es, por tanto, la característica de quien conoce a Dios o el amor de Dios (3, 16; 4, 7s; cf. 4, 20s), y el pecado es la característica de quien (ya) no le conoce (3, 6). Quien conoce a Dios, sigue a los maestros de recta doctrina y conoce (sabe discernir) al Espíritu de la verdad (4, 2.6) Y al de la falsedad. El mundo, que no le conoce «a El», no (re)conoce tampoco a la comunidad (3, 1). W. Schmithals

I'AEi3xo~, OU~, 'tÓ gleukos vino dulce,

mosto* Hech 2, 13: yAtÚXOU~ ¡,t€¡,tW'túl¡,tÉVOL, «llenos de vino dulce», que se bebe como mosto no completamente fermentado; algunas veces significa también «vino nuevo». O. Betz en: FS Bardtke, 20-36. I'AUX'Ú~, 3 glykys du1ce*

En Sant 3, 11 dícese del agua de manantial, que no puede ser al mismo tiempo dulce y amarga; de manera parecida dícese en 3, 12

yA1JXÚ~

757

- yAwaaa

de la fuente de agua salada, que no puede suministrar agua dulce; en Ap 10, 9.10, en la expresión yAuxu w~ ¡,tÉAt / w~ ¡,tÉAt yAuxú, dícese del libro pequeño que, en boca del Vidente, era «dulce como la miel» (cf. Ez 3, 3).

it

1]~, glossa lengua (órgano), lengua (idioma)* b:tQÓ)'A.ffiOOO<';, 2 heteroglOssos el que habla una lengua extranjera o extraña*

I'AÓ)aau,

1. Aparición y uso de los términos en el NT. Contenidos semánticos - 2. y'Awaaa como parte del cuerpo - 3. y'Awaaa como órgano del lenguaje - 4. y'Awaaa como instrumento o sede del pecado - 5. El significado <
1. yAwaaa se emplea un total de 50 veces en los escritos del NT y significa: a) en sentido propio, la lengua como órgano del cuerpo y principalmente como órgano del lenguaje (~2-4); b) una determinada lengua y, en sentido figurado, un pueblo que habla su propia lengua o idioma (---> 5); c) derivado de ahí, en un empleo técnico que es propio del cristianismo primitivo, el don de la glosolalia o las lenguas celestiales y terrenales que en ella se escuchan y la declaraci6n carismática de un glos6lalo (~ 6, ---> 7). h€QóyAú}a(Jo~, el que habb una lengua extranjera, presupo-

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ne que yAwaaa se usa en el sentido de lengua o idioma, y en el NT aparece únicamente en 1 Cor 14, 21 en una cita de Is 28, 11 (---> 5, ~ 6). El empleo neotestamentario del término en ---> 3 Y ---> 5 se halla estrechamente relacionado con el empleo de este mismo término en el AT; y en ---> 4 Y ---> 6 el uso del término se desarrolla a partir de ideas del AT y del judaísmo helenístico. 2. Muy raras veces se considera únicamente a la lengua como órgano corporal sensible, sin relacionarla con el lenguaje humano. Ap 16, 10 (< 6), sino que -en analogía con las comparaciones con la flauta, la cítara y la trompeta (14, 7)- se entiende como el instrumento u órgano del lenguaje, por medio del cual el hombre puede articular palabras claras (J. WeiB, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 336). La comparación pretenlCt: corroborar él argumento de Pablo en favor de

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YAiiJooa

una profecía inteligible, y no se aplica a la glosolalia (en contra de H. Lietzmann, Der Erste Brief an die Korinther" [HNT], 71). En el relato de la curación del sordomundo en Mc 7, 32-35, parece que la incapacidad de hablar se atribuye a una atadura o encadenamiento diabólico (~ 6EO[1Ó¡;:;) de la lengua (R. Pesch, Markus 1 [HThK], 397; ejemplos: DeiBmann, Licht, 258ss; Moulton-Milligan 128): después de la acción efectuada en la lengua para curarla (7, 33) y de pronunciada la palabra de curación (7, 34), «se desató la atadura de su lengua y comenzó a hablar con toda claridad» (v. 35). Por el contrario, en Lc 1, 64 (<
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rra» (~ EntyELo¡;:;) no se entiende únicamente a los hombres. En la «liturgia de lamentación» (O. Michel, Romerbrief [KEK], 98) de Rom 3, 10-18, la lengua (3, 13) en paralelo con la garganta (~ AáQuyl;, Sal 5, 9), los labios (~ XdA'Y], Sal 140,3) y la boca (SallO, 7) sirve para expresar intuitivamente el desprecio de los hombres hacia Dios, un desprecio que se manifiesta principalmente por medio de la palabra. 4. «El sorprendente relieve que se da a los pecados de la lengua es una característica de la sabiduría práctica de la vida, según la mente judía» (Behm, 720). 1 Pe 3, 10 recurre a la advertencia que hace el AT contra los pecados de la lengua (Sal 34, 14) para ilustrar y fundamentar la exhortación a practicar la paz, renunciar a la venganza y bendecir. En Sant 1, 26 (<<Si alguno cree que es piadoso, aunque no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, entonces su piedad [su servicio prestado a Dios] es vana»), el dominio de la lengua aparece como la tarea moral decisiva, aunque en este pasaje no se explica la razón de ese peligro moral que dimana de la lengua. La exhortación se entiende únicamente sobre el trasfondo de la difundida tradición veterotestamentaría, judía y helenística (el hombre, a causa de la lengua, se convierte en pecador: Rom 3, 13; 1 Pe 3, 10; Sal 38, 1 LXX; Prov 6, 17; Herrn [v] 2, 2.3; hay que guardarse muy bien de precipitarse con la lengua: Prov 15,4; Eclo 4,29; Filón, Det 23: «la carrera desenfrenada y desvergonzada de la lengua»; la lengua del hombre es su perdición: Eclo 5, 13; 20, 18; 25, 8; Filón, Det 174; por eso hay que esforzarse en educar [nm6da] a la lengua: Prov 27, 20a LXX; Os 7, 16 LXX; Is 50, 4 LXX; hay que vigilar la lengua: Prov 21, 23; Eclo 22, 27; hay que ponerle freno: Filón, SpecLeg 1 53; Det 23, 44, 174; Mut 240). La lengua aparece como más amenazadora aún en el discurso de Sant 3, 2-12, que lleva la impronta de la sabiduría judía y de la diatriba griega (sobre la forma y la tradición, cf. Eclo 28, 13-26). El versículo introductorio

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YAiiJooa

(<<Si alguno no tropieza en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo», 3, 2) indica el tema: el peligro central del hombre procede de las palabras (cf. Prov 10, 19; 18,21; 25, 8b; Eclo 19, 16). La lengua, a pesar de su pequeño tamaño, tiene poder extraordinario (3, 3-5a); su efecto desolador no sólo puede compararse con el del fuego, sino que es fuego pernicioso (3, 5b.6a; cf. Eclo 28, 22s; SalSl 12, 2s; la comparación entre la pasión y el fuego es común en el mundo antiguo; en el judaísmo helenístico, cf. Filón, Decal 32), y su energía demoníaca procede del infierno (-+ yÉEvva) (3, 6d; cf. Eclo 28, 23) e incendia todo el curso de la vida terrena (-+ 'tQÓXo¡:;, -+ yÉVEOL¡:;) y 10 destruye perdidamente (3, 6c; cf. Eclo 28, 1418.23; SalS1 12, 3; Filón, Det 174). La lengua se halla entre los miembros como un «mundo de injusticia» (3, 6b), una expresión difícil de entender en sí misma y muy singular, a pesar de los paralelos que existen con el concepto de «mundo de injusticia» (Hen [et] 48, 7), Y que tal vez designe «la magnitud universal y la perdición escatológica de ese funesto azote» (W. Schrage, Jakobus [NTD], 39). Mientras siga su propia vida desenfrenada, la lengua conduce más y más al cuerpo, es decir, al hombre entero (-+ oiiJfla) hacia unos lazos con el mundo, valorados de manera negativa, y mancilla a la persona (3, 6c; cf. 1, 27; Eclo 28, 19-21). Aunque los hombres son capaces de domar a todo el mundo animal, nadie es capaz de domar la lengua (3, 7.8a; cf. Eclo 28, 20), porque es «un mal turbulento (Herrn [m] 2, 3 dice: la calumnia es un demonio turbulento), lleno de veneno mortal» (3, 8b; cf. Rom 3, 13; Sal 140, 4; 1QH 5, 26s). Es absurdo y antinatural que los hombres -con un mismo instrumento- alaben a Dios y maldigan a los hombres, que son imagen y semejanza de Dios (3, 9s; cf. 3, lIs; Sal 62, 5; TestBen 6,5; 1QS 10,21-24: Hen [esl] 52, 1s.6). La observación final: «Esto no debe ser aSÍ» (3, lOb) muestra que el autor, a pesar de la visión pesimista adoptada y encarecida aún más por él, no desespera de la tarea ética formulada en 3, 2, sino que integra intencionadamente la tradición pesimista en un contexto parenético con la esperanza de que los lectores de su escrito, al leer la descripción drásti-

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ca que se hace de los peligros de la lengua, resistan a ellos con tanta mayor eficacia. 5. yAwooa en el sentido de lengua o idioma (Dt 28, 49; Is 28, 11; Jer 5, 15; Zac 8, 23; para el uso de este término en el mundo helénico, cf. por ejemplo Homero, 11 2, 804) aparece en el NT tan sólo en el contexto de la glosolalia del cristianismo primitivo: 1 Cor 13, 1 (~6); Hech 2,11; Mc 16, 17 (~7). De manera parecida, E'tEQÓYAWOOO¡;:; significa el que habla una lengua extranjera o diversas lenguas (Filón, Conf, 8): 1 Cor 14, 21 (Is 28, 11, ~ 6). La ampliación del sentido de este término y su empleo para designar a diferentes pueblos, a los que se considera como «diferentes lenguas» (generalmente en plural o también con ml¡;:; y lengua en singular, Dan 3, 29) los encontramos en partes literariamente tardías del AT juntamente con las denominaciones que designan propiamente alianzas sociales (en Is 66, 18 junto a f{tv'Y]; en Dan 3, 4.7.29; 5, 19; 6, 25; 7, 14 e junto a Aaot, cpu Aat [en la LXX junto a I!ttv'Y], cpuAat]; Dan 4, 21.37b LXX junto a l!{tv'Y], XWQat; de manera parecida en Idt 3, 8). De esta manera se quiere acentuar la universalidad de los enunciados. El Apocalipsis se atiene a la manera de hablar del libro de Daniel y crea grupos de cuatro términos (cf. Dan 3, 4 LXX; 4 Esd 3, 7) con variaciones de inspiración literaria; jamás encontramos a los distintos miembros agrupados en el mismo orden de sucesión (nu¡;:; con singular: 5, 9; 13,7; 14,6; plural: 7,9; 10, 11; 11,9; 17, 15). Siempre se halla en perspectiva la humanidad total o el antiguo mundo mediterráneo, como representante de esos pueblos: de él proceden los redimidos (5, 9; 7, 9); ese mundo se halla bajo el señorío de los poderes enemigos a Dios (11, 9; 13,7; 17, 15); a él va dirigida la profecía que anuncia el juicio (lO, 11; 14, 6). Pero seguramente es significativo que a esos pueblos no se los mencione en abstracto ni tampoco se los agrupe, como ocurre en Pablo, en pares contradictorios de opuestos (Rom 1, 14: griegos/bárbaros; Rom 1, 16 Y

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YA,WOOU

Gál 3, 28: judíos/griegos), sino que -con un sentido muy «bíblico»- se los menciona según sus agrupaciones colectivas y sus diferenciaciones. 6. Pablo, en 1 Cor 12-14, emplea el término yAwaau en diversas expresiones y combinaciones de palabras para designar un carisma (AUAdv yAwaa!), 14, 2.4.13.27; EV yAwaa!), 14, 19; yAwaaaLs, 12, 30; 13, 1; 14, 5.6.18.23.39; JtQoaE'Úxw'fraL yAwaa!), 14, 14; yAwaauv EXELV, 14, 26; yAwaaaL, 13, 8; 14, 22; yÉVl'] yAwaawv, 12, 10.28; éQ~l']vdu yAwaawv, 12, 28; yAwaaaL 'twv av'frQwJtwv XUL 'twv ayyÉAwv, 13, 1; con la excepción de 14, 22, yAwaau aparece siempre sin artículo). Basándose en la expresión AUAELV yAwaa!l, a ese don espiritual se le ha llamado «glosolalia». El carácter verbal de este carisma (AUAdv), la yuxtaposición de la yAwaau y de la traducción (-+ éQ~l']vdu) en los catálogos de 12, 10.30 y en las normas dadas para el buen orden de la comunidad en 14, 26.27s (cf. también 14, 5.13), la referencia a las yAwaaaL humanas y angélicas en 13, 1 Y otras observaciones (cf. infra) indican que el empleo técnico de yAwaau enlaza aquí con el significado de lengua = idioma. Por tanto, la caracterización del carisma como don de «hablar en lenguas» [sobre todo en alemán, donde la expresión Zungenrede hace referencia a la «lengua» como órgano del cuerpo, y no a la «lengua» en su sentido de «idioma», que se dice Sprache], que se hacía de ordinario en traducciones y estudios un tanto antiguos [en alemán], es una manera inapropiada de expresarse e induce a error. Por eso, para la traducción, es recomendable partir del término idioma: hablar en idiomas o hablar en un idioma, y -para designar el carisma- conviene emplear la expresión «don de idiomas» [aunque en español pueda decirse sin equívocos «hablar en lenguas», «hablar en una lengua» y «don de lenguas»]. El don de idiomas [o don de lenguas] tiene en sus manifestaciones las siguientes notas características: es ininteligible (14, 2.16.23) Y

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altamente extático (en él no participa el -+ vous, sino únicamente el -+ JtVEU~U, 14, 1419; una persona de fuera pensaría: «¡OS habéis vuelto locos!», 14,23). Este don tiene diferentes manifestaciones (yÉVl'] yAwaawv, 12, 10.28) según sea diferente el contenido (14, 2, el de hablar misterios celestiales, -+ ~1Ja't~QLOv; 14, 23, el caso particular del conocimiento de los secretos del corazón) y según sea diferente la forma (14, 2 y passim -+ AUAÉW; 14, 14 -+ JtQoaE'ÚXO~aL; 14, 15 -+ 'lj!á.AAW; 14, 6 -+ EUAOyÉW, -+ EUXUQLC]'tLU). Por principio, el hablar glosolálico se considera como un hablar traducible; esto significa igualmente que tiene un determinado contenido edificante (14, 4s.26), instructivo (14, 19) o comunicativo (14, 16). La capacidad para traducir tiene también base carismática (12, 10.30; 14, 13) y, por tanto, no puede explicarse sencillamente por el conocimiento de técnicas de adivinación o de idiomas extranjeros; el glosólalo podrá «traducirse» a sí mismo (14, 13) o lo hará por él otro miembro de la comunidad (12, 10; 14, 27). El don de idiomas [o don de lenguas] se experimenta y ejercita en la asamblea de la comunidad (14, 6.16.23.26.27) y en el ámbito privado (14, 18s.28). El don de idiomas [o don de lenguas] y la profecía (-> JtQoCP1Í'tl']¡;) tienen afinidades entre sí. Ambos se valoran marcadamente como dones espirituales (14, 1; -> JtVE'U!lU'tL'XÓ¡;). Ambos se orientan hacia los misterios divinos (compárese 14,2 con 13,2). Y así como la glosolalia está íntimamente relacionada con la «traducción», así también la profecía 10 está con el proceso de «interpretación» o discernimiento (OLel'XQLOL¡;; 12, 10; 14, 29). Ambas tienen un efecto semejante: el de la edificación (14, 3-5.26; -> OL'XOOO!l1Í), y son de carácter extático, aunque en grado diferente (cf. 14, 30.32). Pablo considera posible pasar, mediante el empeño correspondiente, del ejercicio del don de idiomas al ejercicio de la profecía (14, 1.12), Y él mismo posee ambos dones (14, 6.18s). En las asambleas de la comunidad de Corinto predomina la glosolalia sin traducción, que allí se considera evidentemente como el carisma más excelso. Pablo, por el contrario, se empeña en establecer una relación más equilibrada entre

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yA,WOOU

la glosolalia traducida y la profecía (14, 2733a.39), en consonancia con la tradición y la intención del culto divino (14, 26.40), Y se esfuerza en relegar la glosolalia no traducida al ámbito de la devoción privada (14, 4.18.28). Se discute el lugar que le corresponde a la glosolalia del cristianismo primitivo en la historia de las religiones. En favor de una derivación a partir de la piedad sincretista del mundo mediterráneo helenístico (J. WeiB, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 339; W. Bauer, Der Wortgottesdienst der iiltesten Christen, Tübingen, 1030, 33-35; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 276) hablan los fenómenos extáticos de las religiones de la antigüedad (P. Pfister, Ekstase: RAC IV, 944-987), la yuxtaposición comparable de videntes extático s e intérpretes «juiciosos» y proc1amadores «<profetas») en la adivinación antigua (Platón, Tim 71e-72b), la idea de los lenguajes propios de dioses, que se daban a conocer en sueños y en oráculos a personas poseídas (Clemente de Alejandría, Strom 1, 431, 1), la aparición de la glosolalia en la comunidad de Corinto y la observación efectuada ficticiamente por Pablo como si la hubiera formulado una persona de fuera: «¡OS habéis vuelto locos!» (1 Cor 14, 23), observación que parece valorar la glosolalia como fenómeno de delirio dionisíaco o, más bien, de delirio profético. Estas observaciones conservan su valor, si no se aducen para derivar la glosolalia de antecedentes histórico-religiosos, sino para explicar el arraigo de la glosolalia en las comunidades paulinas, porque los verdaderos antecedentes hay que buscarlos en el judaísmo (w. Bousset: GGA 163 [1906], 757s; S. Eitrem, Orakel und Mysterien am Ausgang der Antike, Zürich 1947,42). En el judaísmo es donde hay que buscar y donde se demuestra también la existencia de los fenómenos extáticos y del hablar extático, desde los comienzos de la profecía israelita hasta los tiempos del NT (E Baumgartel, en ThWNT VI, 360; R. Rendtorff, en ibid., 797-799; R. Meyer, en ibid., 825). En TestJob 48-52 los encontramos también, aunque con otra terminología (en vez de yA,woou:
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El objeto de los cánticos son las obras de la creación y la gloria de Dios, los grandes temas y misterios de la mística judía (J. Maier, Geschichte der jüdischen Religion, Berlin 1972, 196s, 200205). Finalmente, tanto la glosolalia del cristianismo primitivo como el TestJob tienen estrechos contactos con la especulación sobre los ángeles y con sus temas, cultivados en el judaísmo palestinense y en el judaísmo helenístico: comunión del extático y del orante con los ángeles (Dan 7-12; Hen [et]; 4 Esd 10-13: 1QH frg 2, 6; 10, 6; 1QM 10, 11), participación en el saber angélico (lQH 3, 22s; 11, 13s; 18, 23; Filón, VitCont 26), el lenguaje propio de los ángeles (IQH 6, 13; bBabaBatra 134a en Billerbeck I1I, 449; ApSof 13, 2s; Hen [esl] 17; 19). Los testimonios del NT nos hacen suponer que la glosolalia se hallaba difundida entre las comunidades paulinas (cf. 1 Tes 5, 19) Y no paulinas (en Roma; cf. Rom 8, 26s; E. Kasemann, An die Romer' [HNT], 221), Y que tenía su origen en el judaísmo palestinense o en la comunidad primitiva de Jerusalén (Hech 2, 1-13. -> 7). La glosolalia aparece, pues, como una forma del fenómeno del hablar extático que es propia del cristianismo primitivo, un fenómeno que -como vemos por la historia de las religiones- se hallaba muy difundido y que tenía sus antedentes en el judaísmo de la época del NT, contaba con su propia terminología y, como hemos de ver aún, poseía una situación original propia, acorde con la experiencia del Espíritu habida en el cristianismo primitivo y con su conciencia escatológica, y poseía también una interpretación propia, derivada de esa situación. La interpretación más antigua que podemos hallar en el cristianismo primitivo entiende la glosolalia como un hablar en las lenguas de los hombres y principalmente de los ángeles (1 COt 13, 1; Betz, 26s), como una posibilidad -concedida escatológicamente a los cristianos- de alabar a Dios juntamente con los ángeles y de experimentar y repetir los misterios divinos (1 Cor 14, 2). Una segunda interpretación, probablemente secundaria con respecto a la primera, pero igualmente muy antigua, aparece en 1 Cor 14, 2 en la cita que se hace de Is 28, lIs. Esta cita se formó en la confrontación con el judaísmo (E. E. Ellis, Paul' s Use of the OT,

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"{AIDOOCf,

Edinburgh 1957, 98-113: B. Lindars, NT Apologetic, London 1961, 164 Y 175) Y adquirió además una orientación hacia la glosolalia (1 Cor 14, 21: EV é1:q:'>OyA-WOOOL~ en primer lugar; TM y LXX: «con labios balbucientes y en lengua extraña»; Betz, 26; Harrisville, 42-45). La glosolalia se entiende como el cumplimiento de la promesa, como la milagrosa interpelación final de Dios (1 Cor 14, 21: «Hablaré»; TM: «El hablará») a su pueblo de Israel, que se cerrará también (14, 22) a esta señal (14, 21: «y ni aun así me oirán»). Ahora bien, Pablo no utiliza ya como crítica contra Israel esta cita, que ha llegado hasta él, sino que la emplea únicamente como prueba de la inutilidad de la glosolalia (14, 22s). Pero para él y para la comunidad de Corinto, la primera interpretación de la gloso lalia es la decisiva. Sin embargo, valoran de manera diferente el don. Los corintios preferían la glosolalia a la profecía, porque en ella se expresaba una anticipación de la comunión escatológica con Dios (cf. 1 Cor 4,7-10), porque tenía un marcado carácter pneumático (cf. 1 Cor 3, 1) Y por su orientación hacia los misterios cosmológicos y teológicos (cf. el alto aprecio de la -+ OO
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anticipación escatológica, cuando lo interpreta como un don escatológico provisional (acomodado a las condiciones de la vida antes de que llegue el final), como identificación del Espíritu con los cristianos que gimen bajo los dolores de este tiempo del mundo (!). 7. La historia ulterior de la glosolalia del cristianismo primitivo se pierde para nosotros en la oscuridad (Dautzenberg, DI). Tal vez Col 3, 16a y Ef 5, 18 aluden todavía a la oración glosolálica. Menciones explícitas del carisma las encontramos únicamente en Hechos y en el final secundario de Marcos. El libro de Hechos conoce únicamente la glosolalia como señal de que se ha recibido al Espíritu (2, 4; 10, 45s; 19, 6), durante la primera generación cristiana, y aun en ella no en relación con la vida de la comunidad, sino tan sólo como un milagro que se produce a los comienzos. Probablemente, el autor de Hechos no tenía conocimiento personal de la glosolalia (H. Conzelmann, Apostelgeschichté [HNT], 32). Trabaja con material tradicional, en el que introduce variaciones con fines literarios (sobre Hech 10,46, ¡..tcyUA-ÚVHV, cf. ¡..t€yUA-ctU en 2, 11; TestJob 51,4; sobre la yuxtaposición de la glosolalia y la profecía en 19, 6, cf. la identificación de ambas en 2, 17s y su yuxtaposición en 1 Cor 12-14). Las dos menciones tardías de la glosolalia que se hacen> en el libro de Hechos son referencias al relato de Pentecostés, y se entienden como un milagro de lenguas: «y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras (É1;ÉQaL~)>> (2, 4). La expresión es muy semejante a la forma en que se cita a Is 28, 11s en 1 Cor 14,21 (-+ 6). La manera de entender la glosolalia coincide también con la tradición allí citada en el hecho de que ambas la consideran como una señal destinada a Israel: los oyentes, de diversas lenguas maternas, que escuchan la glosolalia en el relato de Pentecostés son judíos. Por tanto, el relato de Pentecostés presupone la tradición de 1 Cor 14, 21 (cf. Betz, 25s) y la describe en Hech 2, 5-13 de manera legendaria, con ayuda de una lista de pueblos y naciones.

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"{AIDOOU -

Pero, en contraste con 1 Cor 12-14, del relato de Pentecostés se deduce que no se trata de lenguas angélicas, sino de idiomas de pueblos y naciones, de tal manera que la glosolalia se considera aquí como un fenómeno inteligible y que no necesita traducción carismática. Aunque entre los demás presupuestos del relato de Pentecostés se cuenta la tradición sobre las manifestaciones glosolálicas en la comunidad primitiva de Jerusalén -probablemente en conexión con una primera experiencia del Espíritu, que se plasmó legendariamente en 2, 1-4 (sobre las lenguas como de fuego en 3, 2, cf. Is 51, 24; es incierto si se trata de establecer una relación consciente entre la YA-WOOU en Hech 2, 3 yen 2, 4)-, el relato como tal, por lo distante que se halla de una comprensión de la glosolalia en sentido tradicional como la que aparece ya en 1 Cor 12-14, y por su carácter legendario, tuvo que surgir a una correspondiente distancia temporal de los acontecimientos. Por tanto, la mejor manera de entenderlo es la de considerarlo como un midrás judeocristiano de las tradiciones indicadas (otras explicaciones en: Behm, 724s; Betz, 33-35; E. Haenchen, Apostelgeschichte S [KEK] 135-139 [Apostelgeschichte', 174178]; Kremer, 118-126 y 261-264). El final secundario de Marcos (Mc 16, 920), que surgió en el siglo 11 (Kümmel, Einleitung, 73), describe en su mandato de evangelizar (16, 15-18) los efectos milagrosos que acompañarán a la aceptación de la fe. La descripción se hace ateniéndose a las tradiciones de Hechos (K. Aland, Der Schlufi des Markus, en M. Sabbe [ed.], L'évangile selon Marc, Louvain 1974,435-470, esp. 454), de las que procede en segundo lugar (16, 17) aquello de «hablarán en nuevas lenguas». A pesar de la diferencia con respecto a Hech 2,4 (yA-WOOaL "X.aLVUL en vez de E'tcQaL yt..WOOaL), el pasaje describe el hablar en lenguas extranjeras y, puesto que son lenguas hasta entonces desconocidas, en lenguas nuevas. La glosolalia se entiende, pues, como señal (¿misionera?) (-+ ol]f.lELOV; cf. 1 Cor 14, 22), pero su apreciación se ha desplazado más hacia lo milagroso

"{vócpo<;

770

por el abandono de la referencia a Israel y por la asociación con la posesión del Espíritu (cf. las demás señales en 16, 18). Se convirtió en una señal milagrosa de la primera generación cristiana, sin que la interpretación propia de la misma fuera consciente de algún modo ni actuara sobre la conciencia. G. Dautzenberg I'/",0)(J(JÓX0p.10V, OU, tó gl6ssokomon caja, caja del dinero, bolsa del dinero* Propiamente un «estuche para la boquilla de una flauta» (BlaB-Debrunner § 119, nota 7), luego un estuche en general; en el NT aparece en Jn 12,6; 13,29, en la frase: yA-wooó"X.o¡..tov EX€LV, para referirse a que Judas «estaba a cargo de la bolsa comúfi)), es decir, «administraba el dinero». I'V(J.qJE"~, Eo)~, Ó gnapheus batanero* Mc 9, 3 es probablemente una alusión al blanqueo de las telas, lo cual era oficio, entre cosas, del batanero. BHH I1I, 2134s. I'v1¡(Jto~, 3 gné sios genuino, legítimo,

probado * Originalmente se decía del hijo camal o legítimo; luego el término se empleó a menudo en sentido figurado: 2 Cor 8, 8: 'to ... yV'lÍOLOV, «la autenticidad (de vuestro amor)>>; Flp 4,3: YV'IÍ<JL€ oút'Uy€, <1iel compañero»; en 1 Tim 1, 2: TL¡..to{}É«;ü yVl]OLq> 'tÉ"X.vq> EV JtLO'tcL, «a Timoteo, (su) verdadero hijo en la fe», y en Tit 1,4 se trasparenta todavía el sentido original. ThWNT 1, 727. I'Vll(Jto)~ gnési6s (adv.) puramente, since-

ramente* En Flp 2, 20 dícese de quien se preocupa sinceramente de los asuntos de la comunidad. I'vóqJO~, OU, Ó gnophos oscuridad, nube

de tormenta* Heb 12, 18, aludiendo a Dt 4, 11, donde se habla de los fenómenos aterradores que acom-

771

YVÓ<po~ - yVWQL~W

pañaron a la concertación del antiguo pacto en el monte Sinaí.

yvrop1), 1);, ÍJ gnome

parecer, sentir, opi-

nión, juicio* Bibl.: Bauer, Warterbuch, S.v.; A. Biscardi, La «gnome dikai6tate» et l'interprétation des lois dans la Gréce ancíenne: Rev. Int. des Droits de l' Antiquité 17 (1970) 217-232; R. Bultmann, YVÓlfU], en ThWNT 1, 717 s; Chantraine, Dictionnaire 1, en el vocablo correspondiente; F. Gaboriau, Enquete sur la significaction biblique de connaftre: Ang. 45 (1968) 3-43; J. S. Morrison, gnome: Phronesis 8 (1963) 37-41; S. N. Mouraviev, Gnome: Glotta 51 (1973) 69-78; W. C. van Unnik, Mia gnome, Apoc. of John 17, 13.17, en FS Sevenster, 209-220; R. B. Zuck, Greek Words for Teach [entre otros: gnorizo]: Bibl. Sacra 122 (1965) 158-168.

1. El término aparece tan sólo 9 veces en el NT: 1 vez en Hechos (20, 3), 5 en las cartas paulinas (1 Cor 1, 10; 7, 25.40; 2 Cor 8, 10; Flm 14) y 3 en Apocalipsis (17, 13. 17a.b). Faltan las formas compuestas. 2. En el NT encontramos los siguientes significados: resolución, decisión (Hech 20, 3, Pablo «adoptó la decisión de regresar por Macedonia»); manera de sentir, opinión (1 Cor 1, 10, en conexión con VOV¡; significa convicción, intención, voluntad, manera de entender las cosas; cf. la exhortación paulina: «Sed del mismo sentir, unánimes, en armonía», Flp 2, 2; 4, 2; Rom 12, 16;) cf. también Ap 17, 13.17b; opinión, manera de pensar, juicio, consejo (por contraposición a mandamiento, enseñanza obligatoria dada por Jesús), en cuanto a vivir en matrimonio en 1 Cor 7,25.40; como consejo de realizar la colecta en favor de Jerusalén en 2 Cor 8, 10; acuerdo, asentimiento en Flm 14 (en el sentido de ovyyvw¡.t'J'], «concesión», en 1 Cor 7, 6); resolución, decisión, intención, plan, propósito en Ap 17, 17 a (<
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yvroQí,~ro gnorizo dar a conocer, revelar,

conocer, saber* Bibl.: Bauer, Warterbuch, s. v.; . R. Bult~ann, en ThWNT 1, 718; F. Gabonou, Enquete sur la significatíon biblique de connaf~re: ~ng. 45 (1968~ 3-43; W. Radl, Der Sinn von yVWQL~W In 1 Kor 15, l. BZ 28 (1984) 243-245; R. B. Zuck, Greek Words for Teach [entre otras, gnorizo]: Bibl. Sacra 122 (1965) 158-168.

yvwQ¡~w,

1. El verbo aparece 25 veces en el NT, de las cuales 2 veces corresponden a la historia de la infancia en Lucas (2, 15.17), 3 al evangelio de Juan (15, 15; 17,26 bis); el verbo aparece también en Hech 2, 28 Y 7, 13 v.l. en textos recogidos por Lucas. Los demás ejemplos corresponden, todos ellos, a escritos paulinos y a escritos que quedan bajo la influencia de Pablo. Principalmente Efesios y Colosenses, juntamente con Juan, emplean este verbo para realzar el carácter de revelación que tiene el mensaje cristiano (Rom 9,22.23; 16,26; 1 Cor 12, 3; 15, 1; 2 Cor 8,1; Gál 1, 11; Flp 1,22; 4, 6; también Col 1,27; 4, 7.9; Ef 1, 9; 3,3.5.10; 6,19.21 e igualmente 2 Pe 1,16). 2. En el NT el término se emplea frecuentísimamente en el sentido fundamental de dar a conocer algo, manifestarlo pública o expresamente, y, en parte también, de comunicarsolemnemente (Lc 2,15.17; Jn 15, 15; 17, 26 bis; Rom 9,22.23; 16,26; 2 Pe 1, 16). En todos estos pasajes se escucha al mismo tiempo el sentido de: revelar de parte de Dios la salvación que fue obrada y es obrada por Jesucristo. Esta denotación y orientación religiosa de yvwQt~w en el sentido de: «proclamar el plan de Dios para la salvación, el acontecimiento de la salvación en Cristo», determina el empleo del verbo, principalmente en Juan, Colosenses y Efesios (exceptuando Col 4, 9 Y Ef 6,21). A este campo semántico pertenecen también los pasajes de Rom 16,26 (empleo litúrgico), 1 Cor 15, 1 (comunicación del evangelio en la forma de una confesión de fe), Gál1, 11 Y 2 Pe 1, 16. Hech 2, 28 habla de una revelación de Dios al Jesús muerto, y se cita el Sal 16, 11 LXX en el

yVWQL~W - yoyyú~w

773

sentido de la fe cristiana en la resurrección. ., Rom 9, 22s habla directamente de la aCCIOn divina de revelación. En el enunciado de 1 Cor 12, 3 debe entenderse en el sentido de una introducción a 'mportantes verdades religiosas: «Os hago 1 ., saber, os declaro». Existe aquí una coneXIOn con 1 Cor 15, 1. - Los pasajes de 2 Cor 8, 1; Col 3, 9 Y Ef 6,21 emplean el verbo en ~en­ ti do neutro, con el significado de comunicar, informar. - Hech 7, 13 B A Vg debe trad~­ cirse por revelarse, darse a conocer, manifestarse a sí mismo, de acuerdo por completo con la fuente, que es el texto de Gén 45,2 en la LXX. En Flp 1, 22 Ol! yVWQL~W significa: «no poder decir, no saber (o no haber llegado a saber)>>. - En Flp 4, 6 el verbo se usa para referirse a la oración cristiana, que «debe dar a conocer, expresar a Dios, con acción de gracias, las peticiones de los orantes». De esta manera se señala al mismo tiempo el carácter distintivo de la oración que se hacía en las comunidades cristianas de aquel entonces. O. Knoch

yvro{U;, Ero;, ÍJ gnosis conocimiento, saber ~

yLVWOXW.

yvro{J't1);, O\}, Ó gnostes conocedor*

. Hech 26, 3: «puesto que tú, (oh Agnpa), eres un gran conocedor de todas las costumbres y controversias entre los judíos».

yvro{J'tó;, 3 gni5stos conocido* Este adjetivo aparece 8 veces en Hechos (1, 1~¡ 1~~ 10;~4~ 13, 38; 1~ 17; 28,22

28) en la expresión ser conocido / llegar a ser conocido. El plural OL yVWO'tOL, los conocidos, aparece en Lc 2, 44; 23, 49. En Jn 18, 15.16 dícese del discípulo que era conocido del sumo sacerdote. En Hech 4, 16 dícese de la «señal conocida» sin lugar a dudas; en Hech 15, 18 se habla de «lo que es conocido

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desde la eternidad». Rom 1, 19: 'to yvwo'tov 'tov itwv, lo que de Dios se puede conocer; cf. Filón, All 1, 60s; A. Fridrichsen: ZNW 17 (1916) 159-168. ThWNT 1, 718a; ~ yLVWOXW.

yOY'Y'ú~ro goggyzo murmurar* l. Aparición del término en el NT - ~. Significados - 3. Campo referencial - 4. ReferenCia a la LXX 5. oLayoyyú~w, YOYYUOfLÓ<;, yoyyuotlÍ<;.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; Liddell-Scott, s.V.; K. H. Rengstorf, yvwQ¡~w XtA., en ThWNT 1, 727737. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1027.

1. El verbo yOYY'ú~w aparece 7 veces en el NT (de ellas, 6 veces en los evangelios). 2. El verbo (el equivalente onomatopéyico es rezongar) expresa en el lenguaje coloquial una insatisfacción personal por algo (y que se manifiesta de manera inapropiada). En este sentido profano aparece 2 veces en el NT: Mt 20, 11 Y Lc 5, 30. En los demás lugares el v~r­ bo se emplea en el sentido de hablar de DIOS (criticándole). 3. Los sujetos del verbo yOyy'Ú~ELV son personas: en Mt 20, 11, los obreros de la viña; en Lc 5, 30, fariseos y escribas; en Jn 6, 41 Y 43, los judíos; en Jn 7, 32, las masas que son inconstantes y cambian según las circunstancias; en Jn 6, 61, los discípulos que dudan, y en 1 Cor 10, 10, el pueblo de Israel en su peregrinación por el desierto. Las personas \y sus declaraciones) contra las que (xu'tu, JtQÓ¡;, JtEQL) se dirige la murmuración, son: ~n Mt 20, 11, el hacendado; en Lc 5, 30, los dIScípulos; en Jn 6, 41.(43) Y en 7,32, Jesús; en Jn 6, 61, una declaración de Jesús; y en 1 Cor 10, 10, el Señor, contra quien murmuró el pueblo de Israel. 4. El verbo yOYY'ú~w se emplea consecuentemente en la LXX para traducir el verbo hebreo tun. En Ex 15-17 y Núm 14-17 se expresa con este término la murmuración del pueblo de Israel durante su peregrinación por

yoYY'Úsm - rOAyo-frii el desierto. Este sentido se ha recogido también en 1 Cor 10, 10, donde constituye la base para su interpretación en los demás pasajes del NT. 5. Las formas derivadas ofrecen el mismo cuadro semántico: bUlyOyy'Ú~(J) murmurar* aparece 2 veces (Lc 15, 2; 19, 7) en sentido profano, pero referido a la respuesta que dan los adversarios a las acciones de Jesús. yoyyv(Jp1ó\ó murmuraci6n* aparece 4 veces. En Jn 7, 12 significa las vacilaciones del pueblo acerca de (1t€QL) Jesús. Flp 2, 14 (<<sin murmuraciones ni discusiones») se entiende como referencia al pueblo de Israel en su peregrinación por el desierto). El término tiene sentido profano en Hech 6, 1 yen 1 Pe 4,9. 'Y 0 'Y'Y v (Jt1\\ó murmurador* aparece únicamente en Jds 16 y se refiere, juntamente con ¡.t€¡.t'l'Í,¡.tOLQOL , a las personas que están siempre descontentas de su destino y de Dios. A. J. HeB

yoyyua,..,ó;, olí,

Ó goggysmos murmuración, palabras de descontento --+ yoyyu (,W 5.

yoyyua·t11;, olí, Ó goggystes murmurador --+

yoyyu(,w 5.

yÓ1];, 1]tO;, Ó goes hechicero, embaucador* En el NT este término aparece únicamente en 2 Tim 3, 13 (en plural; cf. Diogn 8, 4), seguramente en el sentido figurado de embaucador. ThWNT 1, 737s; Bauer, Worterbuch, s.v.; W. Burkert: RhMus 105 (1962) 36-55; H. D. Betz, Der Apostel Paulus und die sokratische Tradition, Tübingen 1972, 19-39.

rol.yo-3ci, av Golgotha Gólgota*

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Leipzig 1926; A. Parrot, Golgotha et Saint-Sépulcre, Neuchíltel 1955.

1. Gólgota es el lugar de la crucifixión de Jesús, conocido únicamente por los evangelios (Mc 15,22 par. Mt; Jn 19, 17; Lucas ofrece tan sólo la traducción griega del nombre del lugar: XQUVLOV, en 23, 33). El nombre procede del arameo gulgoltli', «calavera, cabeza». La mayoría de los exegetas supone que el nombre de Gólgota se debe a que el lugar era una colina en forma de calavera o simplemente una colina (compárese el término árabe rlis =cabeza, para designar una campiña). Pero es aconsejable seguir a los evangelios y renunciar a dar una una interpretación.

2. Según las noticias de los evangelios, el Gólgota quedaba extramuros de la ciudad (Mt 27,32; Jn 19,17.20; cf. Heb 13, 12), pero no se hallaba lejos de ella. Debió de tratarse de un lugar situado en las inmediaciones de una vía de mucho tránsito (Mc 15, 29; Jn 19, 20). En las cercanías había huertos y lo que habría de ser el sepulcro de Jesús (Jn 19, 41s). Los datos facilitados por los evangelios señalan hacia el norte de Jerusalén. La más antigua tradición sobre el lugar del Gólgota se centra en la Iglesia del Santo Sepulcro, situada en lo que actualmente es la ciudad vieja de Jerusalén. La iglesia fue edificada por Constantino I (326-335), después de derribado un templo de Adriano. Su recinto abarca no sólo el lugar de la ejecución de Jesús sino también el de su sepulcro. La historia de la tradición acerca del emplazamiento del Gólgota y el lugar que ocupa hoy día la Iglesia del Santo Sepulcro confirman los datos facilitados por los evangelios, de tal manera que la tradición asentada por Constantino merece confianza. N o se puede obtener una certeza suprema, porque no es posible determinar con seguridad el trazado de la segunda muralla septentrional, fuera de la cual tuvo que estar situado el Gólgota.

xQuvÍ,ov, ov, 'tó kranion calavera, cabeza* Bibl.: E. GraBer, Der historische Jesus im Hebraerbrief: ZNW 56 (1965) 63-91; J. Jeremias, Golgotha,

3. En los evangelios el lugar de la crucifixión de Jesús no tiene especial interés teoló-

rol..yo-frii - yóvu

777

gico, a no ser el de acentuar la ignominia que rodeó a su ejecución, realizada en un lugar público y bien visible. El «lugar donde se alzó la cruz sugiere y apoya la interpretación tipológica de la muerte de Jesús como sacrificio expiatorio al estilo de los del AT» (GraBer, 87) y se convierte, además, en motivo para la parénesis de Heb 13, 13-16. M. Volkel ró,..,o~~a, morra --+

rov, t6. (a;, ÍJ) Gomorra Go-

~ó6o¡.tu.

yó,..,o;, ou,

Ó gomos cargamento, mercaderías* Hech 21, 3: el cargamento (de una nave). Ap 18, 11.12: las mercaderías de los comerciantes, consistentes principalmente en oro, plata y otros objetos preciosos.

yovd;, Érov, oí goneis padres (con referencia al padre y a la madre), progenitores* Dícese de los padres de Jesús en Lc 2, 27. 41.43; de los padres de la hija de Jairo en Lc 8, 56; de los padres del ciego de nacimiento en Jn 9,2.3.18.20.22.23. Por lo demás, dícese de los padres en general: Mc 13, 12 par. Mt 10, 21 / Lc 21, 16; Lc 18, 29 a diferencia de Marcos; Rom 1, 30; 2 Cor 12, 14 bis; Ef 6,1; Col 3, 20; 2 Tim 3,2.

yóvu, ato;, tó gony rodilla* 1. Aparición del término en el NT - 2. Combinaciones de palabras - 3. Referencia teológica - 4. yoVU:1tE'tÉm.

Bibl.: G. Fohrer, Knie, en BHH n, 973; H. Schlier, yóvu, yovu:1tE'tÉm, en ThWNT 1, 738-740.

1. El término aparece 12 veces en el NT, 6 de ellas en los escritos lucanos (2 en el evangelio de Lucas y 4 en Hechos), 2 en Romanos y 1 vez en cada uno de los siguientes escritos: Marcos, Efesios, Filipenses y Hebreos.

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2. a) Un participio de 'tLth]¡.tL + 'tu yóvu'tu (mho'D) con un verbo en tiempo finito (en Marcos, Lucas y Hechos) significa: «hincar la rodilla (en el suelo)>>, y por cierto en Mc 15, 19 ante Jesús (como gesto de burla); en Hech 7, 60, seguramente ante el Jesús exaltado; en Lc 22, 41; Hech 9,40; 20, 36; 21, 5, ante Dios. b) yóvv + una forma de xá¡.t1t'tw significa «doblar la rodilla». Unas veces se usa en sentido transitivo (Rom 14, 4; Ef 3, 14), y otras veces, en sentido intransitivo (Rom 14, 11; Flp 2, 10; sobre ambos pasajes cf. Is 45, 23). Inclinar o no inclinar la rodilla ante Dios (Rom 14, 11; Ef 3, 14), ante el Cristo exaltado (Flp 2, 10), ante Baal (Rom 11,4). c) Los otros dos ejemplos del uso del término no pueden agruparse en una sola categoría. Como en todos los pasajes mencionados hasta ahora, en Lc 5, 8 (1tQoaÉ1tw€v 1:01:1; yÓVU<JLV 'lr¡ao'D) se halla la idea de «postrarse a los pies de alguien». Heb 12, 12 (cf. Is 35, 3) tiene un significado diferente: las rodillas' que flaquean son expresión de desaliento y angustia. Los lectores deben entender su aflicción como un castigo temporal de Dios, y no tienen que desanimarse por ello, sino ad~ quirir nuevo valor. No se tiene en cuenta el contexto escatológico de Is 35, 3. 3. El hincarse de rodillas es una manera corriente de expresar sumisión o de pedir algo ante hombres y dioses. Es frecuente como postura en la oración (así lo vemos expresamente en Le 22, 41; Hech 9, 40; 20, 36; 21,5, y seguramente también en Hech 7,60). - Rom 11,4 hace ver claramente la situación de Israel después de rechazar a Jesús. Así como -en tiempo de Elías- Yahvé preservó a un resto de Israel de adorar a Baal, así también quiere Dios preservar ahora a un resto de Israel de caer en la perdición. - Rom 14, 11 (cita de Is 45, 23) declara que todos los hombres deben adorar a Dios y tienen que someterse a su juicio. En todo ello no se acentúa, como en Isaías, la universalidad de la salvación. Tampoco Flp 2, 10 tiene a la vista ni la salvación ni el juicio de todos los hombres. Las pa-

yóvu - yºá~~u

779

labras referidas por Isaías a Yahvé, se aplican a Jesús y expresan la sumisión de todos los poderes bajo el Cristo y Señor. - En Ef 3, 14 la acción de doblar las rodillas es expresión de adoración (como respuesta a las hazañas de Dios mencionadas anteriormente) y de la intercensión en favor de los destinatarios de la carta. A Dios se le considera aquí como el «Padre», de quien todo «recibe su nombre» (v. 15), es decir, se le considera como el Creador del mundo.

4. yOVlJ3tEtÉro, arrodillarse, pedir arrodillado* se construye con E[13tQoa{}{w + genitivo (Mt 27, 29) o con acusativo: como gesto de burla en Mt 27, 29; gesto con que se acompaña una ardiente petición dirigida a Jesús (Mt 17, 14; Mc 1, 40; 10, 17). G. R. Stanton: Glotta 46 (1968) 1-6. J. M. Nützel "{OVV3tEtÉro gonypeteo pedir arrodillado ~

yóvu 4.

"(Qá......o:, o:'to~, 'tó gramma letra; en plural, carta, Sagrada(s) Escritura(s)* 1. Aparición del término y contenidos semánticos 2. YQá!!!!u en Pablo.

Bibl.: P. Blliser, en LThK 11, 750s; R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), Gottingen 1976,65-101; G. Ebeling, en RGG 11, 1290-1296 (bibliografía); J. Kremer, «Denn der Buchstabe totet, der Geist aber macht lebendig». Methodologische und hermeneutische Erwiigungen zu 2Kor 3, 6b, en FS Zimmermann, 219-250; C. J. A. Hickling, The Sequence of Thought in 2eor 3: NTS 21 (1974-1975) 380395; U. Luz, Das Geschichtsverstiindnis des Paulus (BEvTh 49), München 1968, 123-134; Ph. Vielhauer, Paulus und das AT, en Studien zur Geschichte und Theologie der Reformation (FS E. Bizer), NeukirchenVluyn 1969, 45-48. Para más bibliografía, cf. infra YQu!jJ~.

1. YQá[1[1U, que en el griego clásico y en la Koiné abarca un espectro de significados que va desde «letra» y «documento» hasta «(Sagrada) Escritura», aparece sólo 14 veces en el NT. En plural significa: recibo (o reconocimiento de una deuda; Lc 16, 6s), las Escrituras (= AT; Jn 5, 47; 7, 15), dedicación al sa-

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ber (Hech 26, 24), carta (Hech 28,21), letras (2 Cor 3, 7 Y Gál 6, 11), tu ieQu YQá[1[1utu, las Sagradas Escrituras (2 Tim 3, 15). En singular aparece únicamente en Pablo: 2 Cor 3, 6; Rom 2,27.29; 7, 6. Sobre la traducción corriente por «letra» ~ 2. 2. En singular, YQá[1[1u se halla siempre en oposición directa o, al menos, indirecta a ~ 3tvev[1u, «Espíritu». Teológicamente importante es aquí 2 Cor 3, 6s, donde el término aparece en el contexto de importantes conceptos teológicos como gloria (~ M~u), justicia (~ 6LXmOaÚVT]), «pacto» o «testamento» (~ 6LUihíxT]) y ministerio (~ 6LUXOVí,U), y muestra ya de esta manera su relevancia teológica. Por eso, habrá que indagar principalmente su sentido a base de este par de conceptos opuestos. Según 2 Cor 3, 6, la «letra» (YQá[1[1u) que mata (en vivo contraste con el Espíritu que vivifica; por lo cual el «ministro del nuevo pacto» no es siervo del YQá[1[1u, sino del Espíritu) es clarísimamente «la ley de Moisés». ¿Descalificará el concepto de YQá[1[1u a la ley escrita en tablas de piedra (sobre Ex 31, 18 Ypassim, cf. 2 Cor 3,3.7) como algo que absolutamente trae la muerte (G. Schrenk: ThWNT 1, 767), o la YQá[1[1u lo hará así únicamente en determinados aspectos? (BHiser, 750; Bultmann, 80; Ebeling, 1291; Luz, 124). Según la interpretación tipológica de Ex 34, 29ss que se hace en 2 Cor 3, 12ss, el velo de Moisés cubre la lectura (equivocada) del antiguo «testamento» y, con ello, el corazón de los judíos. Pero, como el Señor es Espíritu, ese velo se le quita de encima a quien se convierte a Cristo. Entonces en el fondo de 2 Cor 3 podría estar la idea de que el YQá[1[1u no expresaría en absoluto que la ley en sí misma traiga la muerte (¡leído aisladamente, el pasaje de 3, 4-11 podría interpretarse de otra manera!), sino que lo hace únicamente cuando está escrita sobre piedra o con letras, y por este motivo espera ser escrita sobre «tablas que son corazones de carne>} (es decir, como una «carta de Cristo»). Por tanto, la ley está orientada al Espíritu. Pero es YQr1[1[1U, en cuanto el judío tiene con ella un encuentro equivocado (Bultmann, 80), una idea

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781 de Rom 3, 27, que seguramente tiene afinidad (~ VÓ[10~). De esta manera, YQá[1[1u demuestra ser un concepto estrictamente existencial, que caracteriza el modo de existencia del judío todavía no justificado. Al mismo tiempo, la oposición entre YQá[1[1u y 3tvev[1u inicia una nueva hermenéutica (cf. Ebeling, 1291). La interpretación de 2 Cor 3 se confirma por medio de Rom 2, 27, donde YQá[1[1u es la mera posesión externa de la ley, al mismo tiempo que se cometen trasgresiones contra la ley (cf. Luz, 124). ¡Aquí YQá[1[1u (nuevamente como concepto existencial) no es ni siquiera el intento de obtener la propia justificación por medio de las obras de la ley! (H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus, Gottingen 1978, 93s). En Rom 2, 28s la antítesis entre YQá[1[1u y 3tvev[1u se pone en paralelo con la oposición que hay entre 10 externo y 10 interno (tanto del judío como de la circuncisión). Los pares de conceptos opuestos (que en 2 Cor 3 tienen afinidad por el contexto) YQá[1[1u - 3tvev[1u y «viejo» - «nuevo», se conectan lingüísticamente en Rom 7, 6: EV xmvótT]tL 3tveú[1u'tO~ - nUAmÓ'tT]tL YQá[1[1uto~, que traducido libremente significa: «en el Espíritu como 10 fundamentalmente nuevo - en el YQá[1[1u como lo fundamentalmente viejo». Esta antítesis caracteriza «al estado del cristiano después producido el cambio de eones» (E. Kasemann, An die Roma' [HNT], 182). Esto se acentúa por el hecho de que, en el v. 5, ~ aáQ~ se menciona como la vieja manera de existencia; ahora bien, para Pablo la «carne» es lo verdaderamente opuesto al «Espíritu». Es difícil encontrar en nuestra lengua un término que corresponda directamente al término griego YQá[1[1u. Lo mejor será seguir hablando de letra (en el sentido de «letra y nada más que letra»). H. Hübner

"{Qo:......o:'tE,,~,

Éro~, Ó grammateus secre-

tario, escriba 1. Aparición del término en el NT - 2. Los evangelios sinópticos - 3. Los escribas en el judaísmo - 4. Jesús y los escribas - 5. Escribas mencionados en el NT.

Bibl.: J. Jeremias, YQU!!!!U'tE'Ú<;, en ThWNT I, 740742; Id., Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1985,

249-260; A. F. J. Klijn, Scribes, Pharisees, Highpriests and Elders in the NT: NovT 2 (1959) 259-267; E. Lohse, Umwelt des NT (Grundrisse zum NT 1), Gottingen 1971, 82-86; R. Meyer,
1. De las 62 veces que aparece el término en el NT, 57 se encuentran en los evangelios sinópticos, 4 en Hechos y 1 en las epístolas. Con excepción de Mt 13, 52 (y posiblemente 23,24), donde se habla de escribas cristianos, y de Hech 19, 35, donde YQu[1[1uteú~ se usa en el sentido de secretario (= alto funcionario [pagano]), y con excepción también de 1 Cor 1, 20, donde se cita a Is 33, 18 LXX, todos los demás textos se refieren a escribas judíos (= maestros de la ley, en hebreo sojerfm / I;akamfm). Y, así, en lugar de YQU[1[1UtEÚ~, encontramos también 9 veces VO[1LXÓ~ (7 de ellas en los evangelios sinópticos y 2, con un sentido más general, en Tit 3, 9.13), y 3 veces V0[106L6áaxuAo~ (2 de ellas en los escritos lucanos y 1, con sentido más general, en 1 Tim 1,7). 2. Los evangelios sinópticos, en la historia de la pasión de Mc 14s par., presentan a los escribas asociados siempre con los sumos sacerdotes y/o los ancianos, y entienden, por tanto, que los escribas son miembros del sanedrín (así sucede también en Hech 4, 5; 6, 12), mientras que esta combinación no predomina fuera de la historia de la pasión (cf. también Hech 23, 9). Es particularmente sorprendente la manera en que los diversos evangelios difieren unos de otros en cuanto a identificar a los interlocutores y adversarios de Jesús: en Marcos predominan los sumos sacerdotes (22 veces); en cambio, en Lucas y en Mateo, los fariseos (27 ó 29 veces); en Marcos aparecen con muchísima más frecuencia los escribas (21 veces) que los fariseos (12 veces); en Mateo y en Lucas la relación es precisamente la inversa (22 frente a 29 veces en Mt; 14 frente a 27 veces en Lc).

783 Así que todas estas especificaciones deben contemplarse con mirada crítica. La expresión YQulllla1;et~ 'tOOV UQtOULWV en Mc 2, 16 (cf. también Hech 23, 9) parece relativamente fiable, porque en ella se conserva la diferencia -históricamente cierta- entre escribas y fariseos y se presupone la existencia de escribas que no eran fariseos (sobre los escribas saduceos cf. Josefo, Ant XVIII, 16; sobre los escribas esenios cf. 1QS 3, 13; 9, 12.21; CD 12,21; acerca de los escribas zelotas cf. Josefo, Bell 11, 433). Las variantes textuales (Koiné y otros testimonios: «escribas y fariseos») y los textos dependientes de Mc 2, 16 (Lc 5, 30: «los fariseos y sus escribas»; Mt 9, 11: «los fariseos») sugieren que tuvo lugar una evolución que comenzó con la simple mención de los escribas, que hay que suponer (cf. 2, 6) que fueron también los interlocutores propiamente tales de Jesús en los litigios que se narran en Mc 2, 1-3, 6, Y que debió de terminar en la sustitución de «los escribas» por «los fariseos». Los diversos maestros escribas que discutieron con Jesús (cf. Mc 2, 6.16; 3, 22; 9, 11; 12, 28.32.35), fueron estampillados así como los representantes del judaísmo rabínico-farisaico que era hostil al cristianismo (compárese Mc 3, 22 con Mt 12, 24; Mc 12,28 con Mt 22, 34s; Mc 12,35 con Mt 22, 41), con lo cual es muy congruente que en el evangelio más reciente, en vez de hablarse de YQullllu'tet~, se hable ya de OL uQtaUtüt = OL 'Iov('¡utüt (compárese especialmente Jn 1, 19 con 1, 24; 8,13 con 8, 22; 9,13-16 con 9,18; la excepción de 8, 3 se encuentra en la porción secundaria 7,53-8, 11). En virtud de esta tendencia evolutiva antifarisaica y antijudaica,. claramente reconocible, sospechamos que los escribas fueron insertados ya por Marcos en la historia de la pasión, a fin de presentar en pleno al sanedrín y realzar de esta manera la culpa del judaísmo en la muerte de Jesús. 3. Para conocer la esencia y la importancia de los escribas en tiempos de Jesús, tenemos que acudir a fuentes judías. El prototipo del escriba (en hebreo, sojer) es Esdras (hacia el 450 a.C.), a

784 quien en Esd 7, 6 se caracteriza como «escriba versado en la ley de Moisés, dada por Yahvé, Dios de Israel». De él se derivó luego la serie de escribas, que se hicieron cargo de la tarea de interpretar y aplicar la ley, una tarea que originalmente había sido desempeñada por los sacerdotes. En la época del helenismo creció la importancia de los escribas como maestros de la ley, frente a un alto sacerdocio que se había helenizado en buena parte, de tal manera que en tiempo de Salomé Alejandra (76-67) escribas de orientación farisaica entraron a formar parte de la Gerusía, el antiguo órgano de representación nacional y forma primitiva del sanedrín. Los escribas fueron adquiriendo cada vez mayor importancia. Los escribas eran: a) exegetas que interpretaban la Escritura y fijaban de manera vinculante las enseñanzas de la misma para el momento presente; b) maestros que reunían en torno suyo el mayor número posible de alumnos y les enseñaban los métodos para la interpretación de la Escritura, y c) juristas que, en su función de jueces, se encargaban de aplicar la ley a los casos prácticos que surgían en los procesos (cf. Ec10 38, 24ss). Su máxima influencia la adquirieron por su actividad docente en las sinagogas y en las escuelas para muchachos, que existían desde el siglo I p.C. Con la creciente importancia de la sinagogas durante el siglo I p.e., fue aumentando también el poder y el prestigio de los escribas, que ahora recibían el tratamiento de rabbi (rabbuni, rab). Como los conocimientos sobre la Torá era lo que distinguía a los escribas, la cuna y el abolengo no constituían la condición previa para el ingreso en esa clase tan respetada, sino el estudio intenso realizado a los pies de un famoso maestro, estudio que consistía esencialmente en repetir y grabarse en la mente las enseñanzas del docto rabí. La terminación con éxito de los estudios iba coronada por la ordenación del discípulo mediante la imposición de las manos. La mayoría de los escribas estaban casados, ateniéndose al mandamiento dado en los días de la creación (Gén 1,28), Y practicaban un oficio manual para ganarse con él el sustento, porque su actividad docente era gratuita. 4. El tratamiento de «rabí» que se da a Jesús en los evangelios (cf' Mc 9, 5; 10,51; 11, 21; 14,45) muestra que Jesús gozaba de la autoridad y prestigio de un escriba, pero que se diferenciaba de los escribas de aquella época. Como nota característica que lo diferencia

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esencialmente destaca la ESOVOLU de Jesús, su «autoridad» independiente, con la que él perdona pecados (cf. Mc 2, 6 par.), acoge a pecadores y recaudadores de impuestos (cf. 2, 16 par.) e interpreta la voluntad de Dios sin recurrir a la autoridad de los hombres ni a tradiciones humanas (cf. 1, 22 par.; 12, 28.32; cf. también 9, 11; 12, 35). Contra esta autoridad se alza constantemente la resistencia de los escribas, que por este motivo acusan a Jesús de blasfemia (cf. 3, 28s par.) y de hallarse al servicio del diablo (cf. 3, 22 par.). Es muy significativo que el escriba que dialoga con Jesús acerca de cuál es el principal mandamiento (12, 34), reciba de Jesús una cualificación positiva. Cuando el mismo escriba, en Mt 22, 35 / Lc 10, 25, es descalificado como «tentador» y queda incluido así expresamente entre los fariseos (Mt 22, 34s), entonces aparece bien a las claras la irreconciliable oposición ulterior entre la Iglesia y la Sinagoga. La crítica de Jesús contra los escribas en Mc 12, 38-40 par. Lc 20, 46 no la encontramos precisamente en forma de «¡ayes!» (Otra cosa sucede en Mt 23 / Lc 11). Lo que Jesús critica son las exigencias que ellos tienen de que, por su autoridad de maestros, se los venere altamente en público, se les reserven los puestos de honor en el culto divino de las sinagogas y en los banquetes, se los respete por su manera de vestir (con vestiduras de sábado) y por la forma en que oran, y porque exigen el pago de honorarios por los servicios jurídicos que prestan a las viudas. En cambio, los logia de Mt 23 / Lc 11, 39.42ss, tomados de la fuente Q, representan «¡ayes! originalmente independientes, pronunciados por profetas del cristianismo primitivo contra la sinagoga dirigida por fariseos» (Schulz, Q, 94). Estos juicios condenatorios, dictados con inflexible dureza, aparecen diferenciados todavía en Lucas según los destinatarios a que vayan dirigidos (cf. Lc 11, 39.42-44 Y 45-52), mientras que en Mateo se lanzan estereotipadamente contra los escribas y los fariseos. 5. En el NT se menciona por su nombre a los siguientes escribas: a) Nicodemo, que se-

786 gún Jn 3, 10 es un «maestro» reconocido en Israel, según 3, 10 es un fariseo miembro del sanedrín (cf. 7, 50s), según 19,39 es seguidor secreto de Jesús (todo ello es históricamente cuestionable); b) Gamaliel I (hacia el año 30 p.c.), que según Hech 5, 34 era un fariseo miembro del sanedrín y gozaba de muchísimo prestigio entre el pueblo y a quien, según fuentes judías, se le concedió más tarde el título honorífico de rabban por ser uno de los más insignes representantes de la escuela de Hillel; c) Pablo que, según Hech 22, 3, se «educó a los pies de Gamaliel», es decir, recibió verdadera formación como escriba. Pero esta noticia seguirá siendo históricamente discutible, porque en las cartas paulinas no se menciona para nada esa formación. Es también discutible que el redactor final del evangelio de Mateo sea un «rabí judío convertido» (E. von Dobschütz), y que detrás de ese evangelio se halle una escuela de escribas cristianos (K. Stendahl). G. Baumbach 'Y~a:7t'tó;, 3 graptos escrito* En Rom 2, 15 dícese de los gentiles: «Lo que la ley exige ('to EQYOV wü VÓIlOV) está escrito en sus corazones». H. Schlier, R6merbrief (HThK), 78s.

'Y~aqJÍ), ií;, ... Escritura YQá
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YQUCPt't

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1. YQáepw, con las 192 veces que aparece (incluido YQuJttÓ~ en Rom 2, 15) es uno de los verbos que se encuentran con mayor fre-

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cuencia en el NT (ocupa el 20. 0 lugar). Mientras que las formas pasivas son características de los evangelios, de los Hechos y de las cartas paulinas (estas formas, incluido YQuJttÓ~, aparecen 108 veces en el NT), las formas activas se encuentran con especial frecuencia en las cartas católicas (23 veces) y en el Apocalipsis (15 veces). Los 51 testimonios de YQuep~ (20 de ellos en plural) se hallan distribuidos por todo el NT (apareciendo 12 veces en Pablo, 11 en los escritos lucanos y 12 en el evangelio de Juan, pero sólo 4 veces en Marcos y otras tantas en Mateo). Ahora bien, el término no aparece en las deuteropaulinas (exceptuadas 2 veces que se encuentra en las Pastorales) ni aparece tampoco en Hebreos ni en las cartas joánicas ni en el Apocalipsis. 2. El significado original de YQáepw, arañar, rayar, grabar, que se halla atestiguado desde Homero, aparece sólo marginalmente en el NT (Jn 8, 6 [xUtÉYQU'l/JEV]. 8; Lc 1,63; Ap 2, 17). El significado de escribir, corriente en el griego clásico y en el griego helenístico, se aplica a la inmensa mayoría de los testimonios que aparecen en el NT. Sin embargo, no habrá que pensar precisamente en el proceso manual de escribir; se puede escribir también una carta dictándola. Yeso se llama también YQáepw (Pablo!; Schrenk, 743). Las formas de perfecto yÉYQuJttm (principalmente en los Sinópticos, Hechos y Pablo) y el participio de perfecto YEyQu[.t[.tÉvov €<JtLV (principalmente en Juan), está escrito, se emplean para expresar que lo que está escrito tiene autoridad y vigencia actual (¡está en tiempo perfecto!). Es una apelación que se hace a la YQuep~, a la (Sagrada) Escritura (el «AT», según la manera cristiana de expresarse). YQuep~ designa, por tanto, un pasaje determinado de la Escritura (aunque sea difícil precisar cuándo el término tiene este sentido). El plural YQUepUL es casi siempre sinónimo del singular. Tan sólo las Pastorales (1 Tim 5, 18 cita a Lc 10, 7 como YQuep~) y 2 Pe 3, 16 (refiriéndose a las cartas paulinas como a YQUepUL) entienden también por YQuep~/YQu­ epUL el NT.

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3. Aunque YQáepw es verbo transitivo, no aparece muchas veces en calidad de tal en el NT. Como objeto en acusativo encontramos, entre otros: un certificado de divorcio (Mc 10, 4), un mandamiento (Mc 10, 5), una carta (Hech 23, 25) y pronombres demonstrativos. El verbo se emplea en sentido transitivo algunas veces que en nuestra lengua diríamos «escribir sobre ... »: la justicia (Rom 10, 5 [según p46 B Koiné]), pronombres personales (Jn 1, 45). A menudo YQáepw lleva como objeto de la acción verbal una oración completiva introducida por OtL. Precisamente una expresión idiomática de la Carta primera de Juan es: YQáepw ú[.tlv OtL, «os escribo que». Sujeto de las formas en voz activa suele ser el correspondiente autor del escrito del NT (Pablo, Carta primera de Juan), pero también Moisés (por ejemplo, Mc 10, 5; 12, 19; Jn 5, 46) o Moisés y los profetas (In 1, 45). En las cartas de Pablo, tan sólo en Rom 10, 5 un autor del AT (Moisés) es sujeto de YQáepw. La forma pasiva yÉYQuJttm va introducida a menudo por xU{}ÓJ~ (como sucede ya en la LXX, por ejemplo: 2 Re 14,6; 2 Crón 23, 18; para el rabínico kakatub [hebreo] o k'diktfb [arameo], cf. Michel, 69s; Schrenk ,748; en cuanto a kaaser kiitub, de Qumrán, cf. KQT 105s; Fitzmyer, 300s) o por un yáQ pospuesto: «como está escrito» o «porque está escrito»; es algo típico sobre todo de Pablo. Principalmente en los escritos lucanos y en Juan se encuentran adiciones a las formas pasivas: «en la ley (del Señor)>> (Lc 2, 23; 10, 26), «en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos» (Lc 24, 44), «en vuestra ley» (Jn 8, 17; 10, 34), «en el libro de los profetas» (Hech 7, 42), «en los profetas» (24, 14), «en el libro de los salmos» (1, 20), «en el salmo segundo» (13, 33). Con excepción de 1 Cor 9, 9; 14,21 (<<en la ley [de Moisés]») y de Gá13, 10 (<<en el libro de la ley»; se trata de una cita), Pablo no muestra adiciones de esta índole (pero cf. las combinaciones con A.ÉYEL, por ejemplo, en Rom 9, 25; 10, 19, cf. infra). En el libro del Apocalipsis, es típico el imperativo YQá'l/Jov, dirigido al «ángel» de la corres-

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pondiente iglesia en Ap 2s (--;. aYYEA.O~ 2) o al autor del libro, como lo es también la expresión característica ovo [.tu yEYQU[.t[.tÉvov (--;. ovo[.tu), «el nombre escrito», principalmente el nombre escrito «en el libro de la vida» (13, 8 y passim; cf. Lc 10, 20) o en la frente (Ap 14, 1; 17, 5 (el nombre de la ramera de Babilonia) o en su muslo (19, 16; el nombre del jinete que cabalga sobre el caballo blanco). YQuep~/YQUepUL o el participio de perfecto de la voz pasiva de YQáepw es a menudo el sujeto de la acción de «cumplirse» (--;. JtA.llQów; expresión estereotipada en los sinópticos, Hechos y Juan: «para que se cumpliera[n]», pero que no aparece en Pablo) y de la acción de «decir», --;. "AÉyw. De las 7 veces que YQuep~, en singular, aparece en Pablo, este término es 5 veces el sujeto de "AÉyw, y aparece 3 de ellas en oraciones interrogativas: tL (yuQ) ~ YQuep~ "AÉYH; «(Porque) ¿qué dice la Escritura?». Esta expresión conduce a fórmulas de introducción de citas como «Moisés dice», «David dice» y otras por el estilo (Rom 10, 19; 11, 9). Ahora bien, las citas de la Escritura pueden introducirse también sencillamente por medio de OtL o yáQ, «porque». La expresión ó VÓ[.to~ XUL oL JtQoepfjtm (por ejemplo, en Mt 7, 12; Hech 24, 14 (--;. VÓ[.to~) puede servir de sinónimo de YQuep~. En una ocasión aparece incluso la expresión tripartita «la ley, los profetas y los salmos» (Lc 24, 44; pero consúltese --;. 4.d con respecto a Mateo). En parte se refleja aquí la cuestión, todavía por resolver, acerca del canon judío. Tan sólo en Yamnia se impuso definitivamente la división de la Escritura en tres partes, propugnada por los rabinos: «Torá, profetas y escritos». En realidad, «el NT no encuentra un canon del AT fijado por completo» (Gese, Theologie, 12) si aplicamos, al menos, la idea de un texto normativo, tal como se conoce en la historia de las religiones. Ahora bien, cada autor del NT recurre a la Escritura, aunque ésta se halle completada de manera diferente para cada uno de ellos. ¡Ninguno de los autores del NT tiene en su mente la existencia de un problema judío relativo al canon! Y lo que es más

791 importante: la ley sigue constituyendo, en la historia de la religión judía, la parte determinante de la Escritura. Aun después de Yamnia, se habla a menudo de la Torá para referirse a toda la Escritura (W. Gutbrod: ThWNT IV, 1047). Y, así, Blank (41), en contra de la tesis de Gese, afirma a propósito «de la única tradición bíblica»: «De todos modos, la autoridad efectiva de la Escritura había quedado asentada ya desde antiguo». 4. a) La autoridad de la Escritura se halla inconmoviblemente establecida para los autores del NT, aun en los casos en que, con respecto al contenido, se apartan de los enunciados del AT. Pero esta autoridad debe contemplarse únicamente en el marco de una estructura en la que hay que contemplar también la autoridad de Jesús y la del kerygma cristológico, variando de un autor neotestamentario a otro la idea de las relaciones que existen entre estas tres autoridades. Se observa con claridad un determinado círculo de pensamiento: El kerygma de la muerte y resurrección de Cristo por nosotros se proclama como un acontecimiento testificado por la Escritura (1 Cor 15, 3s: xu"tu "tu~ YQu
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ción con la autoridad de la Escritura. También la autoridad de los testigos de pascua necesita ir acompañada de la autoridad de la Escritura. Detrás de esta tensión entre diversas autoridades se halla el problema de las relaciones entre lo verbal y lo escrito. Para decirlo más concretamente: antes de pascua, lo autoritativo es la predicación de Jesús y la Escritura; después de pascua, lo es la predicación del evangelio y la Escritura (cf. también Hahn, 455ss).

que nos hace ver la relación dialéctica que existe entre el cumplimiento de la Escritura y la abrogación de la Escritura. Debemos suponer que los «helenistas» de Hech 6, que como judíos de lengua materna griega, debieron de «llevar adelante con más claridad que los Doce la visión crítica que Jesús tenía de la Torá» (H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT], 43), combinaron ya la crítica de la Torá con la exégesis cristiana de la Escritura.

b) Aunque Jesús, con soberanía y plena conciencia, deja sin vigor algunas prescripciones de la Escritura (Mc 7, 15; Mt 5, 31s.38s; ---+ vó!t0~)' sin embargo apela a varios de sus mandamientos, principalmente al Decálogo (Mt 5, 21ss; Mc 7, 9-13: ¡la sustancia del relato es auténtica!: Hübner, Tradition, 146ss; R. Pesch, Markus [HThK] 1, 376). Jesús radicaliza el mandamiento del amor en Mt 5, 43ss. Pero Jesús no apela a la Escritura como Escritura, sino a aquellos mandamientos que son expresión de la voluntad de Dios. El Espíritu que hace que la Escritura sea «lo que está escrito» y que la convierte, por tanto, en genuino tribunal de apelación, es un Espíritu ajeno a él, al Predicador. Ahora bien, Jesús no sólo radicaliza los preceptos éticos, siguiendo en esto y superando a los profetas, sino que El considera también su propia actuación y su propia persona como una superación tipológica de la actuación de los profetas (Lc 11, 31s par.; Goppelt,75). Ahora bien, cuando está en juego la tipología, no se trata ya del texto escrito, sino del acontecer del que en ese texto se informa (Luz, 53, nota 55).

Con la visión dialéctica de la Torá por parte de Jesús se había dado ya el impulso para la reflexión teológica. Ya Jesús debió de reflexionar acerca de la Escritura como tal, por la inmediatez de la conciencia de su misión y por la relativa crítica de la Torá que de ella dimanaba, como nos permite ver seguramente la sentencia de «los que toman por la fuerza» en Mt 11, 12s / Lc 16, 16, a pesar de la imposibilidad de reconstruir el sentido exacto de esta sentencia (Kasemann, Versuche 1, 210). Es difícil decir hasta qué punto llegó la reflexión teológica de los helenistas, y también lo es saber hasta qué punto esa reflexión fue preludio de la labor teológica de Pablo (cf. también Vielhauer, 38-40). En todo caso, el AT sigue siendo no sólo la Escritura del judeocristianismo sino también la del cristianismo gentílico. La evolución de la teología cristiana se efectuó en buena medida en el contexto de la misión entre los gentiles, y sus aplicaciones «teóricas» nacieron, por tanto, de intereses prácticos. Porque allá donde se discute la relación entre la tradición de Jesús, el kerygma de Cristo y la Escritura, se afecta a la sustancia de la comprensión que tenía de sí misma la proclamación del NT. Aquí, con diferentes enfoques, la fe, como fe sobre la que se ha reflexionado, como fe que se ha explicitado en conceptos, «se eleva» al «nivel» de teología. Así que, ya en el estadio de la tradición del NT, se plantea -a través del tema de la «Escritura»- la cuestión acerca de una «teología del NT», y esta cuestión se desarrolla hasta cierto grado. Por este motivo, a todo proyecto ulterior de una teología del NT se le pregunta si no ha de recoger también en su reflexión teológica esa orientación de los problemas esbozada ya en el NT, es decir, se le pregunta en qué sentido y en qué medida ese proyecto es explicatio de la teología o teologías contenidas en el NT. En todo ello hay que tener en cuenta para casi todo el NT lo que Hanson dice acerca de Pablo: «El conoció únicamente un libro

Pero si Jesús hubiera entendido su misión, cosa que es discutible, a la luz de Is 53 (como recientemente propuso de nuevo Goppelt, Theologie [1], 246), entonces habría visto en Isaías un profeta que sabía lo que Dios quería de él, pero no habría comprendido su propio sufrimiento expiatorio como exigido por la Escritura. Así que no nos sorprenderá que casi toda la tradición del NT haga que el tema de la «Escritura» aparezca en una genuina refracción

794

sagrado, lo que nosotros llamamos antiguo testamento. Por de pronto, el uso de este término nos separa ya ... de Pablo mismo» (Studies, 136). c) Sobre todo para Pablo la reflexión teológica sobre las relaciones entre la fe y la Escritura se convierte en tarea ineludible. Aun después de su conversión, vive por entero de la Escritura (más exactamente, de la LXX) En sus cartas no se hallan muy precisos los límites entre la cita formal, la alusión y el empleo obvio de expresiones propias de la LXX (citas claramente formales, en parte como prueba de Escritura, en parte como exégesis bíblica, las encontramos únicamente en Gálatas y Corintios I/II; cf. cuadros de esas citas en Michel, 74s; Ellis, Paul' s Use, 150ss; en cuanto a las alusiones, cf. ibid., 153s.). Pablo utiliza el método rabínico de exégesis (Michel, Hanson, Blank, EIlis, Prophecy, 147-181; sobre Rom 10, 5ss, cf. Black, 8s); emplea más, desde luego, el Midrás agádico (o tipología, ---+ "t'Ún:o~), no la exégesis orientada hacia la Halaká. Su propia comprensión de la Escritura la explica él en 1 Cor 9, 9s; 10, 11; Rom 4, 23s; 15, 4: la Escritura se escribió «por nosotros». La exégesis que Pablo hace de la LXX se dedica sobre todo a resolver el acuciante problema de cómo debe armonizarse la indiscutible autoridad de la Escritura con la función esclavizadora de la ley, ¿la parte esencial de la Escritura? (Gál, Rom). En Gálatas se hace una separación estricta entre la Escritura y la ley. Es propia de la Escritura la función de proclamación evangélica (Gál 3, 8 [= Gén 18, 18]: la Escritura (!) dice a Abrahán lo que en el Génesis dice Dios sobre él); ahora bien, la ley no es la ley de Dios, sino la ley de los ángeles (3, 19; «toda» la ley para el cristiano [en 5, 14] no es «la ley entera» de Moisés mencionada en 5, 3; Hübner, Paulus, 37ss). Así que la ley forma parte primariamente del acontecimiento de Cristo y participa de la autoridad de Cristo. Pero es propia también de la Escritura una función condenatoria, porque con las palabras de la 1eY (!, YQu
795 26, citado en Gál 3, 10) pronuncia una maldición contra todos en sus trasgresiones. No se puede afirmar en absoluto que Pablo no reflexionara sobre la dignidad divina de la Escritura y que a él no le interesaran las palabras de la Escritura más que como material de ejemplos (en contra de Ulonska, 214s). Pablo se interesa por la prueba de Escritura (Ranson, Studies, passim). Qué él no se viera en la necesidad de echar mano de argumentos de Escritura sino para hacer frente a sus adversarios gálatas (como piensa Ulonska, 222), es improbable, y no se puede demostrar recurriendo a la Carta primera a los tesalonicenses. Porque es inconcebible que Pablo, aun antes de Tesalonicenses I (¡sínodo sobre la misión entre los gentiles!), no hubiera mantenido ya debates sobre la Escritura y la ley. Más bien habrá que suponer que determinadas exégesis que se hacen en Gálatas eran respuesta a adversarios que argumentaban a base de la Escritura (sobre 3; 6ss, cf. E. de Witt Burton, Galatians [ICC], 153ss; Rübner, Paulus, 16ss; sobre la tipología «alegórica» en 4, 21ss, cf. Barrett). En contraste con Gálatas, el problema en Romanos se desplaza, porque la visión más positiva que se tiene ahora de la ley quita un poco de hierro a la cuestión que tan acuciantemente aparecía en Gálatas. Lo sorprendente es que la apelación a la Escritura sea constitutiva únicamente de la prueba de Escritura que se desarrolla en Gál 1, 16s; 1, 18-3,20; 3, 21-4,25; 9, 1-11,36 Y 12ss, pero no lo sea de la sección decisiva y teológicamente constructiva de los capítulos 5-8. Pablo es capaz de exponer ahora no sólo el tema de la libertad de la muerte, del pecado y de la ley sino también el de la vida del, cristiano «en el Espíritu» (-> :7tVeVfla), sin remitirse para ello a la Escritura (excepto en 7, 7ss; 8, 36). ¡La teología paulina se las arregla en una cuestión central sin recurrir a la prueba de Escritura! No obstante, toda la Carta a los romanos se halla bajo la autoridad de la Escritura entendida proféticamente (1, 2: «por medio de los profetas [= todo el AT] en las santas Escrituras»; 3, 21). Sobre la Carta a los romanos -> YQáflfla 2. d) La relación entre la Escritura y el acontecimiento de Cristo se trata en los evangelios

796 principalmente bajo el tema del «cumplimiento de la( s) Escritura( s)>> (el testimonio más antiguo se halla en Mc 14, 49), una formulación desconocida aún por Pablo. En Marcos 1, 1-3, «el comienzo del evangelio» (aparición del Bautista) y, por tanto, todo el evangelio se sitúa bajo la rúbrica demostrativa del está escrito (de otra manera piensa Suhl [136] en contra de W. Marxsen). Cuatro de las 6 veces que aparece la fórmula «(como) está escrito» (9, 12s; 14,21.27) se refieren a la muerte del Bautista o a la pasión y muerte de Jesús (¡la teología de Marcos acerca de la cruz!). El Jesús marquino recurre incesantemente al AT, incluso mencionando expresamente una YQa
797 Cristo, el esquema «profecía y cumplimiento» resulta demasiado estrecho para una designación teológica. En efecto, la palabra profética «vaticinadora» entiende que el acontecer antiguo está orientado hacia el acontecer nuevo. Por principio, el uso que Mateo hace de la Escritura no es alegórico ni atomístico. Aunque se usa la expresión «la ley y los profetas» para referirse a la «Escritura», bien podría ser que en Mt 5, 17 (lo mismo que en 22, 40) el acento recayera sobre la < avoLYw 3) las mentes de los discípulos para que comprendan las Escrituras: todo lo que está escrito sobre él tiene que cumplirse (-> ()e~). Al comienzo de su ministerio, Jesús proclama que la YQa
798 tes preceptos de la ley (Hech 10: leyes sobre los alimentos, idea sobre lo que es la pureza cultual; Hech 15: la circuncisión). Está en lo cierto Rese (Motive, 147) al pensar que la yºa>. Y también lo que se dice de manera muy significativa en 18, 32: «Para que se cumpliera la palabra de Jesús». Comprender la Escritura es posible únicamente en la fe; el que no es capaz de oír (= creer), se verá descaminado por la Escritura (7, 42). Eso lo ha atestiguado la Escritura, como lo prueba la cita de reflexión de 12, 38ss = Is 53, 1 (e Is 6, 9s). Ahora bien, el creyente entiende que la Escritura (incluida la ley) atestigua que Jesús es el Revelador (5, 39 en conexión con 5, 45s). Por tanto, para Juan coinciden la autoridad de Jesús y la de la Escritura. YQa 'ApQaáfl 2.b) en Génesis 22 se contempla como cumplimiento de Gén 15,6. «Realización de la palabra de Dios por medio del acto de Abrahán» (W. Schrage, Jakobusbrief [NTD], 32; para

799 una opinión semejante, cf. F. MuBner, Jakobusbrief[HThK], 143, que sigue en este punto a H. Windisch). ¡El AT se ha cumplido en eIAT! Por lo que respecta a Hebreos, remitiremos a --+ Myw, porque en esta carta, a pesar de las numerosas citas y exégesis que se hacen de la Escritura, no aparece la palabra YQu
800 La práctica de los autores del NT de hacer selección dentro del AT (así piensa también Hanson, Importance, 16) tiene su justificación interna en el AT, porque éste obliga a efectuar una selección, ya que las orientaciones de sus enunciados no se prestan, en parte, a la armonización. Pero, al mismo tiempo, es algo que tiene su necesidad interna en el NT, porque para él la contingencia del acontecimiento de Jesús es constitutiva. Los autores del NT, que con parte del judaísmo están de acuerdo en leer el AT como Escritura profética acerca del fin de los tiempos, se diferencian -no obstante- esencialmente de todo el judaísmo en que ellos no consideran primariamente la Escritura como Torá. Se diferencian especialmente del judaísmo rabínico en que no proyectan su parénesis como halaká enraizada en la Torá. «Lo que es singularísimo en la interpretación de la Escritura que se hace en el NT, es que esa interpretación no es sólo escatológica, sino cristológica» (Miller, 67). H. Hübner 'Y~áqJO) grapM escribir --+ YQuCP~·

'Y~aroblJ;, 2 graiJdes propio de viejas* En 1 Tim 4, 7 dícese de las fábulas (---+ f-tíjtl'o~) propias de viejas (de YQaíj~, «mujer anciana, vieja»), fábulas que Timoteo debe rechazar.

'Y~lJ'YO~Éro gregoreiJ estar despierto, estar vigilante* 1. Aparición del ténnino - 2. Significado - 3. Sentido teológico. Bibl.: M. Lautenschlager, EhE YQr¡YOQWflEV EhE xm'tE'Ú6wflEV. Zum Vershiiltnis von Heiligung und Heil in 1 Thess 5, JO: ZNW 81 (1990) 39-59; E. Ltiwestam, Spiritual Wakefulness in the NT, Lund 1967; A. Oepke, YQr¡YOQÉOl, en ThWNT n, 337; A. Weiser, Von der Predigt Jesu zur Erwartung der Parusie: BiLe 12 (1971) 25-31.

1. El término aparece 22 veces en el NT, de las que 6 se hallan en Mateo, 6 en Marcos, 3 en Apocalipsis, 2 en 1 Tesalonicenses, y 1 vez en cada uno de los escritos: Lucas, Hechos, 1

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YQT]yoQtw - yUf.tVL'tE"W

Corintios 1, Colosenses, y I Pedro. Predominan las formas de imperativo (YQ'I']YOQELtE, 10 veces) o de participios en conexión con imperativos (YLVO'U YQ'I']yoQwv, ltQOOX.UQtEQELtE YQ'I']YOQoíjvtE~). Por tanto, el verbo YQ'I']yoQÉro aparece principalmente (aunque no de manera exclusiva) en exhortaciones. 2. a) YQ'I']yoQÉro significa en primer lugar no dormir. Y, así, Jesús, en el monte de los Olivos, exhorta a tres de sus dicípulos a permanecer despiertos con él (Mt 26, 38.40.41; Mc 14,34.37.38). También en Lc 12,37, dentro de la parábola enunciada en 12, 36-38, YQ'I']yoQÉro debe entenderse en el sentido de no dormir. b) El sentido figurado de permanecer vigilantes predomina muchísimo en el NT, aunque la transición del primer significado a este último es bastante fluida. Y, así, en Mt 26, 41 par. Mc 14,38, YQ'I']yoQÉro recibe un acentuación que lo orienta hacia el sentido figurado. Con excepción de 1 Tes 5, 10 (cf. c), YQ'I']YOQÉro en todos los pasajes hasta ahora no mencionados, debe entenderse claramente en el sentido de permanecer vigilantes. Hay que diferenciar: 1) Pasajes con referencia escatológica directa: para estar preparados para la llegada de Jesucristo, del Hijo del hombre, hay que permanecer vigilantes (Mt 24, 42; 25, 13; Mc 13, 35.37; 1 Tes 5, 6; Ap 3, 2.3; 16, 15); 2) pasajes sin referencia escatológica directa: también el peligro de que las cosas no vayan por buen camino en la comunidad, el peligro de las asechanzas de Satanás y otras cosas por el estilo exigen que se permanezca vigilante (Hech 20,31; 1 Cor 16, 13; Col 4, 2; 1 Pe 5, 8); 3) pasajes en los que el andar bien despiertos en la vida profana sirve de metáfora para indicar que hay que estar preparados para la llegada del Hijo del hombre (Mt 24, 43; Mc 13,34; cf. también el sentido metafórico de Lc 12, 36-38). c) En 1 Tes 5, 10, como se ve claramente por el contexto amplio, lo de «estar despierto o dormido» significa «vivir o estar muerto»:

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Jesucristo «murió por nosotros, para que -ya sea que vivamos (en este mundo) o hayamos fallecido- vivamos juntamente con él». 3. La exhortación a la vigilancia presupone que el hombre se halla en constante peligro de aflojar en su completa entrega a Dios por medio de Jesús, y de dejarse cautivar por cosas de escaso valor. La mirada puede detenerse en los peligros que amenazan (2.b.2) o extenderse para ver las consecuencias de la negligencia o del no estar preparados para la llegada del Hijo del hombre (2.b.1.3). Por tanto, YQ'I']yoQÉro significa que hay que permanecer fieles y vigilantes en la fe (cf. 1 Cor 16, 13). J. M. Nützel

'Y'V ..vá~ro gymnaziJ

ejercitar, acostumbrar(se)* 1 Tim 4, 7: «Ejercítate en la piedad». En Heb 5, 14; 12, 11 encontramos el participio pasivo de perfecto: «los sentidos ejercitados» o «los ejercitados», es decir, los que han hecho progresos en la piedad. De manera semejante, en 2 Pe 2, 14 se dice de los falsos maestros: «Tienen un corazón ejercitado en la codicia». ThWNT 1, 775.

a;, 1] gymnasia ejercicio, entrenamiento* 1 Tim 4, 8: la Orof-tUtLX.~ Y'Uf-tVUOLU, el ejercicio físico, sirve para poco, a diferencia del ejercicio en la piedad (---+ Y'Uf-tvá~ro). ThWNT 1,775.

'Y'V ..vo.O'ta,

'Y'V"vlJ'tE'Úro gymneteuiJ andar mal vestido Forma alternativa (p46 Koiné) de ---+ Y'Uf-tVLtE'Úro.

'Y'V"Vt'tE'Úro gymniteuiJ andar mal vestido* En 1 Cor 4, 11 (al principió de un catálogo de pruebas y tribulaciones) Pablo dice: «Hasta el presente sufrimos hambre y sed, estamos desnudos (Y'Uf-tVLtE'ÚOf-tEV) y somos maltratados ... ».

803

804

yU[lVÓ<;

'Y"'""Vó;, 3 gymnos

desnudo, descubierto, mal vestido* yVflVÓ'tr¡~, r¡'tO~, ~ gymnotes desnudez, carencia de ropa* 1. Aparición y significados de los términos en el NT - 2. Uso de los mismos en el NT - 3. 2 Cor 5, 3. Bibl.: G. Fohrer, en BHH n, 962-965; H. Herter, en RAC IX, 1-52, especialmente 29-34, 45-48; A. Oepke, YWlVó<; %TA., en ThWNT 1,773-775; Haag, Diccionario, 455s; F. Pfister, en Pauly-Wissowa XVI/2, 15411549; H. Riesenfeld, Das Bildwort vom Weizenkorn bei Paulus (sobre ICor 15), en Studien zum NT und zur Patristik (FS f E. Klostermann), Berlin 1961,4355; H. Ringgren, en BHH n, 1277; C. A. Schmitz, en RGG IV, 1294; J. N. Sevenster, Some Remarks on the yU[lVó<; in II Coro V.3, en FS de Zwaan, 202-204; H. Weigelt, en DTNT IV 347-349. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1028.

1. yVflVÓ~ aparece 15 veces en el NT. El sustantivo YVflVÓtr¡C;, que en griego es un término raro fuera del NT y de la LXX, aparece 3 veces (Rom 8, 35; 2 Cor 11, 27; Ap 3, 18). Ambos términos pueden significar la desnudez total, pero también el hecho de estar mal vestido o vestido de andrajos, y también, en sentido figurado, el estado de desamparo, de privaciones y de total indigencia. Gén 3, 7 explica como consecuencia del pecado la vergüenza que se siente por la desnudez (cf. 2, 25; 3, 10; 9, 21; Jub 3, 30s). El hombre comienza y termina desnudo su vida (Job 1,21; Ec1 5, 14). Los pobres están desnudos y dependen de los verdaderamente piadosos y justos para encontrar con qué cubrirse (Is 58, 7; Ez 18, 7.16; Tob 4, 16). Así que la desnudez es principalmente expresión de desamparo (cf. Job 26, 6, donde se habla de la región de los muertos, que no puede ocultarse ante Dios). La desnudez cultual (Rerter, 32; Ringgren; Schmitz) y la idea de la desnudez del alma (cf. Platón, eral, 403 b; CorpRerm 1,24-26: XIII 6) son ajenas al pensamiento bíblico. 2. El joven de quien se habla en Mc 14, 51.52 huye completamente desnudo, dejando en manos de los que querían prenderle la sábana, que era lo único con que se cubría. YVflVÓC; se usa en Hech 19, 16 para expresar la acción violenta de desnudar a alguien. Y se usa en sentido figurado en Ap 17, 16 (para referirse a

la :n:óQvr¡ Ba~vAÓ>v; cf. v. 5). Por el contrario, Jn 21, 7 se refiere a la ropa ordinaria de faena de un pescador, que no lleva prenda exterior. Como en el AT (---+ 1), YVflVÓC; designa también el desamparo del pobre, que no puede cubrirse o que se cubre sólo de andrajos (Mt 25, 36.38.43.44; Sant 2, 15; cf. '("flvó"tr¡C; en Rom 8, 35 junto a ALflóC;; en 2 Cor 11, 27, junto a tl)'uxoc;). En sentido figurado, YVflVóC; significa descubierto, desnudo (Heb 4, 13: todas las cosas se hallan YVflva xal, tEtQaxr¡ALaflÉva ante los ojos de Dios); en Ap 3, 17 se habla de la pobreza espiritual de la comunidad de Laodicea, que -sin saberlo- se halla desnuda ante Dios; cf. 16, 15. YVflVOC; xóxxoc; (1 Cor 15, 37) significa el «grano desnudo» que se siembra en la tierra, por contraste con la planta futura (awfla tO YEvr¡aóflEvov, v. 37a), que Dios hace brotar en cada caso de una determinada simiente. El filo de la imagen, corriente también entre los rabinos (Billerbeck III, 475), consiste en que la apariencia de la semilla se ve superada totalmente por la planta futura que va a nacer de ella. El sentido de la imagen aparece también con claridad en la idea de depositar en la tierra/en la muerte el grano/el cuerpo desnudo (YVflVóC;), con la mirada puesta en el futuro aw~a, para que Dios haga brotar un ow~a nuevo e incomparable (cf. Jn 12, 24; 1 Clem 24). 3. Es difícil de interpretar 2 Cor 5, 3: EL yE xal, ExbvaáflEvOL YVflvol, EÚQEfu]aóflE1'ta, «de tal manera que, aun despojados (de la morada terrena), no seamos hallados desnudos». En los vv. 1-5 se ofrece un desarrollo «escatológico» supremo, exponiendo que al hecho de ir muriendo cada vez más el cuerpo terreno, le corresponde una renovación del hombre interior por el poder del Espíritu de Dios (4, 7-18; 5, 6-8: cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK] sobre 5, 1, con la nota 120). Los creyentes gimen, porque ya ahora, en medio de la destrucción de su existencia terrena (Mv ... xataAv1't-ñ, 5, 1), ansían revestirse de la morada celestial (5, 2) que se atesora para ellos según el modelo de Cristo.

ov

Y1![lVÓ<; -

805

Los vv. 1-2 no deben entenderse unilateralmente ni en relación con la esperanza de que sobrevenga la parusía antes de la muerte (cf., a propósito, el v. 4), ni en relación con el miedo a morir antes de la parusía. Por eso, las consideraciones sobre el temor a una desnudez en el tiempo intermedio entre la muerte y la parusía, y la hipótesis de una polémica contra el anhelo gnóstico de ser liberado del cuerpo terreno, no reflejan lo que quiere decir el enunciado paulino. Lejos de eso, el v. 3 confirma que el conocimiento que se manifiesta en el «gemir» de los creyentes se refiere a los que están ya muriendo, pero que en realidad han nacido por la ~ú)t1 toií 'Ir¡aoií (4, 10). Al fin se encontrarán (en futuro) vestidos ante Dios, con gloria celestial (4, 17). No se los describe como a quienes su «morir» terreno los presenta como desnudos ante Dios, es decir, como entregados sin defensa a merced de la muerte. H. Balz

Y",""VÓ't1];, 1]'t0;, carencia de ropa ---+ Y"flvÓC;.

tl gymnotes desnudez,

y"V
y"V
y"vi¡,
mujer

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yvvf¡

806

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bliografía, cf. ThWNT X, 1028-1034. yvvr'] designa a la mujer como pareja sexual del hombre en Mt 5,28; 1 Cor 7, 1; Ap 14,4, sin tener en cuenta su edad ni su condición. El hombre es el nacido de mujer, Mt 11, 11; Lc 7, 28; Gál 4, 4 (Jn 16, 21). y"v~ significa la esposa en Mt 5, 28.31; 14,3 y passim; 1 Cor 9, 5 (Bauer cree que la variante textual, en plural, yuvaLxac; es la original), la madrastra, en 1 Cor 5, 1; Y algunas veces también la

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y1JV~

novia, la cual hasta el día de la boda se halla bajo la patria potestad, pero jurídicamente se considera ya desde el desposorio (o compromiso matrimonial) como una mujer casada (Gén 29, 21; Dt 22, 24): Mt 1,20.24; Lc 2, 5 v.l. Puesto que la esposa infiel, según la interpretación rabínica de Lev 20, 10; Dt 22, 22, debía ser estrangulada, creemos que en Jn 8, 3.4.9s pudiera tratarse de una novia infiel, la cual (según Dt 22, 24) debía ser lapidada (Jeremias). Ahora bien, si con von Campenhausen estamos en lo cierto al trasladar el origen de la perícopa de la adúltera al tiempo de las controversias en torno a la penitencia que se produjeron entre los cristianos del siglo 11, entonces el argumento rabínico pierde su fuerza. En Ap 19,7; 21, 9, la novia es la imagen de la Iglesia, lo mismo que en 12, lla mujer vestida del sol simboliza al pueblo de Dios (Victorino, Comm. in Ap. 12 [PL Suppl. 1, 149]: ecclesia antiqua patrum et prophetarum et sanctorum apostolorum). yúvm como manera de dirigirse a una mujer no significa tratarla con poco respeto, en Mt 15, 28; Lc 22, 57; Jn 2,4; 4, 21; 19,26; 20, 13.15 (cf. Jdt 11, 1; Josefo, Ant 1, 252: madre de la novia; Dión Casio, LI, 12, 5, Augusto se dirige a Cleopatra). Cuando el término va acompañado por la designación de características, función u origen, sirve para la formación de sustantivos: la cananea (Mt 15, 22), la samaritana (Jn 4, 9), la judía (Hech 16, 1); la griega (17,12); la casada (Rom 7,2); la viuda (Lc 4, 26); la pecadora (7,37). J. B. Bauer

rroy

Gag Gog* Muywy Magag Magog* Bibl.: H. Bietenhard, Das tausendjiihrige Reich, Zürich '1955; Billerbeck I1I, 831-840; W. Bousset, Beitriige zur Geschichte der Eschatologie: ZKG 20 (1900) 103-l31; C. A. Keller, en RGG 11, 638s; K. G. Kuhn, rwy xaL Maywy, en ThWNT 1, 790-792; B. Otzen, Gog, Magog, en DTAT 1, 977-985; M. Rissi, Die Zukunft der Welt, Base11966; A. Schlatter, Das AT in der johanneissen Apokalyse, Gütersloh 1912; M. C. Tenney, The Importance and Exegesis of Rev 20, 1-8: BS 111 (1954) l37-148; A. Vivian, Gog e Magog ne-

- núy

808

lla tradizione biblica, ebraica e christiana: RivBib 25 (1977) 389-421; W. Zimmerli, Ez 11 (BK), Neukirchen-Vluyn 1969,921-975. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1034.

1. En el AT hay varias y diversas referencias a Gog y Magog. Mientras que Gog se menciona en 1 Crón 5, 4 Y Magog en Gén 10, 2 Yen 1 Crón 1, 5 como nombres de personas, vemos que Gog en Ez 38, 2.3.14.16.18; 39, 1.11.15 es un gran príncipe del país de Magog (Ez 38, 2; cf. 39, 6). Así que Magog es un nombre formado expresamente por Gog y por una preformante, y significa la región donde Gog era príncipe (Zimmerli, 940-942). Según Ez 38s, Gog -por mandato de Yahvé- se puso en marcha contra Jerusalén, al frente de un ejército formado por muchos pueblos (38, 12), con el propósito de conquistar la ciudad, pero luego fue derrotado y aniquilado por Yahvé mismo (39, 1-8). En estas ideas sobre Gog y Magog se mezclan la realidad histórica y ciclos de fantasías míticas. 2. En el NT, Gog y Magog aparecen únicamente en Ap 20,8. Como en las anteriores visiones escatológicas del vidente, la visión que encontramos en Ap 19, 11-22,5 se parece en gran medida al esquema del anuncio profético de Ez 37-48 y depende obviamente de él. La mención de Gog y Magog en 20, 8 se encuadra en las ideas de Ez 38s. Sin embargo, a diferencia del TM de Ez 38s, vemos que Gog y Magog en Ap 20, 8 son nombres propios de los pueblos (Gog y Magog son aposición a 'ta I!{}vlj) a los que Satanás seduce, trascurridos los mil años del reino mesiánico de paz (20, 1-6), para que conquisten Jerusalén, «la ciudad amada» (20, 9), que es el centro del reinado del Mesías. Así que por el especial énfasis que se hace en Satanás en 20, 2s y 20, 7, es muy posible que por las «naciones de los cuatro extremos de la tierra, Gog y Magog» (20, 8) se entiendan los poderes demoníacos o los muertos, es decir, las mesnadas del mundo de las profundidades (cf, 9, 1-11.13-19). Por consiguiente, Gog y Magog, en 20, 8, son nombres de una entidad mítica, y por consi-

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fÓJy - yOOVLU

guiente es ocioso tratar de hallar referencias históricas concretas. Los apócrifos y pseudoepígrafos judíos guardan silencio acerca de Gog y Magog, con excepción de Sib III 319 Y 512. Tan sólo los escritos rabínicos y los de la época cristiana posterior al NT vuelven a mostrar más intenso interés por ellos (Billerbeck; Bousset). D. Sanger a~, 1) gania esquina, ángulo, rincón* ¿btQOYWVlULO¡;, 3 (a saber, ",L{}o¡;) akroganiaios piedra angular*

yrovia,

1. Aparición de los términos en el NT - 2. ywvla 3. Xe<paA~ ywvlac; y <1xQOyWVtaLOC;: a) Significados de estos términos - b) Xe<pa!..~ ywvlac; - c) <1xQoywvLaLoc;.

Bibl.: H. Balz, 'tÉooaQeC;, en ThWNT VIII, 127l34, sobre todo 131s, 134; K. Berger, Exegese des NT, Heidelberg 1977, 61s; G. Bornkamm, !..LXflcXW, en ThWNT IV, 283-285; J. Jeremias, ywvla X"tA., en ThWNT 1, 792s (bibliografía); Id., Eckstein - SchujJtein: ZNW 36 (1937) 154-157; Id., t..l{}0C;, en ThWNT IV, 275-281; Jeremias, Parábolas, 91s; S. Lyonnet, De Christo summo angulari lapide secundum Eph 2, 20: VD 27 (1949) 74-83; U. Maiburg, Christus der Ekstein. Ps 118, 22 und Js 28, 16 im NT und bei den lateinischen Viitern, en Vivarium. FS f T. Klauser, Münster i. W. 1984, 247-256; R. J. McKelvey, Christ the Cornerstone: NTS 8 (1961-1962) 352-359; H. Merklein, Das kirchliche Amt nach dem Eph (StANT 33), München 1973, 144-152; W. Mundle, Piedra, piedra angular, en DTNT 111, 363-365; F. MuJ3ner, Christus, das All und die Kirche (TThSt 5), Trier 1955, 108111; E. Percy, Die Probleme der Kolosser und Epheserbrief (SHVL 39), Lund 1946, 328-335.485488; J. Pfammatter, Die Kirche als Bau (AnGr 110), Rom 1960, 143-151 (bibliografía); M. Rese, Alttestamentliche Motive in der Christologie des Lukas, Gütersloh 1969, 113-115.171-173; K. Th. Schiifer, Lapis summus angularis, en FS f H. Lützeler, Düsseldorf 1962,9-23; Id., Zur Deutung v. <1XQoywvLaLoc; Eph 2, 20, en FS Schmid, 1963,218-224 (bibliografía); K. H. Schelkle, Akrogoniaios, en RAC 1, 233s; E. Schweizer, Das Ev. nach Markus (NTD), G6ttingen '1968, 136-138; G. Stiihlin, JtQOO'ltÓ'lt'tw, en ThWNT VI, 755-757; Id., oXcXv6aAov, en ThWNT VII, 352s; A. Suhl, Die Funktion der alttestamentlichen Zitate und Anspielungen im Markusevangelium, Gütersloh 1965, l38-142; Ph. Vielhauer, Oikodome, Karlsruhe 1940, 60-62.124-127.145-150. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1034.

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1. yOOVLU aparece 4 veces en el NT (Mt 6, 5; Hech 26,26; Ap 7, 1; 20, 8); la expresión 'ltEqJUA~ yOOVLU~ aparece 5 veces (Mt 21, 42; Mc 12,10; Lc 20,17; Hech 4,11; 1 Pe 2,7); en cambio, el término aXQoyoovluLo~ se encuentra únicamente en Ef 2, 20 Y 1 Pe 2, 6. 2. yOOVLU, vista desde fuera, es esquina, y, desde dentro, ángulo, rincón. Puede implicar, por tanto, el elemento de la notoriedad o el de lo que se halla retirado y oculto. En Mt 6, 5, la frase «en las esquinas de las calles» (EV 'tUL~ yoovLm~ tWV JtAUtElWV) se refiere probablemente a las desembocaduras o a las encrucijadas de los caminos, donde a uno se le puede ver públicamente desde varios ángulos (es lo opuesto de to xQuJttÓV, «el lugar oculto»). Hech 26, 26, con las palabras Ev yOOVLc;:t, «en un rincón», utiliza una expresión del más puro estilo griego, que está documentada, por ejemplo, en Platón, Gorg 485d y en Epicteto, Diss 1, 29, 36; 11, 12, 17; I1I, 22, 98 Y passim. yOOVLU no sólo expresa un lugar retirado, lejos de la notoriedad, sino también la escasa importancia de algo. Por consiguiente, en Hech 26, 26, el lítotes «esto no sucedió en un rincón» afirma que el acontecimiento del Mesías-Cristo tuvo lugar con toda notoriedad y, al mismo tiempo, fue un suceso importante. El Apocalipsis (7, 1; 20, 8) habla de «los cuatro extremos de la tierra» (tÉ(J(JUQE~ yoovLm tfí~ Yfí~). Con ello difícilmente se supondrá que la superficie de la tierra tenga forma cuadrangular, porque yoovLm tiene aquí el sentido de JttÉQUyE~ (<
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ywvia

veces para expresar totalidad. - Según Ap 20, 8, Satanás incita «a las naciones que están en los cuatro extremos de la tierra = en toda la tierra» a luchar contra la ciudad santa, que se concibe situada en el punto medio de la tierra. 3. a) El término xEcpaJ..l] ywvLac; es la traducción, formada mecánicamente, del hapax legomenon hebreo rij' s pinna que aparece en el Sal 118 (117), 22. La tesis, propugnada especialmente por J. Jeremias (desde 1925), de que por xEcpaJ..l] ywvLac;, lo mismo que por su sinónimo aXQoywvLaLo~, se entiende la piedra clave o coronamiento del edificio, colocada probablemente sobre el pórtico, es una tesis que, a pesar de la buena acogida que tuvo por parte de muchos exegetas, no es admisible, porque las pruebas aducidas son posteriores a la época del NT y no son tampoco convincentes (cf. especialmente Percy, Pfammatter, Merklein), ya que con una piedra de ésas no puede uno tropezar ni caerse (Lc 20, 18; 1 Pe 2, 7s), y la traducción piedra clave en Lc 20, 18 obliga a una interpretación forzada, dado el contexto (-* :rtÍJt1:w). Más aún, en Ef 2,20, el edificio al que esa piedra ya pertenece (según el sentido claro del texto), es un edificio que aún no está terminado. En el lenguaje del NT, la imagen del edificio debe distinguirse claramente de la del cuerpo (obsérvese el uso de xEcpaJ..i], «cabeza»), aunque un mismo autor se sirva de ambas imágenes o las combine (Ef 4, 12.16). Mientras que pinna y ywvLa denotan claramente el ángulo, vemos que rij's -* xEcpaJ..i] se refieren no sólo a la vertical (<
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Los términos xfcpaJ..l] ywvias; y aXQoywvLatos; designan, ambos, la piedra fundamental situada en el ángulo más extremo (más anterior), con la que se comienza un edificio, se asienta sólidamente y queda orientado definitivamente. Como piedra (tallada) de sillería, la piedra escogida es de especial calidad. Y, a diferencia de lo que ocurre en las edificaciones modernas, sigue estando visible, porque al ponerla no la entierran profundamente. b) En el Sal 118 (117) 22s, los participantes en una fiesta alaban, llenos de asombro, los actos de Yahvé en favor del justo, que fue salvado del desprecio y del peligro mortal y a quien ahora le es dado entrar por las puertas de la justicia. Y lo alaban con aquella imagen proverbial: «La piedra que los constructores, al examinarla, desecharon, se ha convertido d~ xEcpaJ..l]V ywvLas;, en la piedra angular». El meollo de este enunciado no es el comienzo de una edificación, sino la maravillosa ({}au¡.tacni]) trasformación que ha tenido lugar: aquel que fue descalificado por los hombres, ha sido reconocido y distinguido por Dios. En los tiempos que preceden al NT, no puede atestiguarse que la exégesis judía entendiera estas palabras en sentido mesiánico (Billerbeck 1, 875s). El NT emplea 5 veces esta palabra del salmo, en interpretación cristológica, para referirse al justo. Marcos, después de citar en 11,9 el Sal 118, 25, con motivo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, añade en 12, lOs los vv. 22s de ese salmo -como prueba de Escritura- a la parábola de los viñadores malvados, dándoles así un sentido que sobrepasa al que tienen en el contexto del salmo. Como se ve claramente por la referencia retrospectiva a Mc 8, 31 (la palabra clave es aJto()oxL¡.tá~w, que aparece únicamente aquí y en 11, 27, antes de que comience propiamente el relato de la pasión, y que se aplica a los tres grupos del sanedrín enumerados explícitamente como adversarios de Jesús), no sólo se habla del rechazo = crucifixión de Jesús, sino que se hace referencia, además, a su resurrección por la acción maravillosa de Dios, considerándola como una victoria sobre el rechazo de los hombres. Y con esto se añaden los nuevos acentos, que son característicos del testimonio dado por la Iglesia.

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ywvlu

En Mt 21, 42, la cita del salmo se conecta más estrechamente con el relato de la parábola, mediante los vv. 41 y 43. Estos versículos amplían el acontecimiento decisivo, mediante la doble mención adicional de los «frutos» que hay que esperar, apoyados por la mención expresa de (hav n:frn ó %'ÚQLO~ (v. 40), orientándolo hacia la parusía, e incluyen así a los discípulos en el juicio. Lucas, en 20, 17, acentúa el funesto reverso que ha de tener para los incrédulos ese giro maravilloso, omitiendo el segundo versículo de la cita e introduciendo en cambio en el v. 18 (sobre el trasfondo de Dan 2, 34s.44s) un logion que es una especie de proverbio (Billerbeck 1,877; ThWNT IV, 285 nota 10) y de origen desconocido, sobre los efectos del juicio dictado por la piedra angular. En él la segunda mitad del versículo (ALX¡.,¡,áw) tiene la sola función de expresar totalmente lo ineludible que es el juicio. En Hech 4, 11 el uso primitivo que se hace de las palabras acerca de la piedra angular se orienta, como en Mc 12, lOs, hacia la interpretación de la crucifixión y la resurrección de Jesús (a las que se hace referencia expresa en el v. 10). El texto no se atiene a la LXX, sino a otra tradición distinta (obsérvese E1;ou(h:véw). Sobre 1 Pe 2, 7, --+ c, c) Con aXQoywvLaLo~ se asocia la idea de un edificio, del edificio espiritual de la Iglesia. Ef 2, 20, en una clara referencia a Is 28, 16 (axQoywvLaLo~, -&c¡.,¡,éALa), presenta a Cristo Jesús como la piedra angular, con la

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que se comenzó el edificio y éste quedó fijado en su orientación. La oración de participio ovw~ aXQoywvLuLoU avwv X(HOWV expresa también gramaticalmente el puesto especialísimo de Cristo en relación con los apóstoles y los profetas del NT, que forman parte del fundamento (--+ -&c¡.,¡,éALO~). El contexto exige para avwv el significado excluyente o contrastante de «él mismo», que se refiere bien al sujeto XQLOtov '!rloOV (en oposición a los apóstoles y profetas), o mejor todavía al predicado nominal aXQoywvLatou, la piedra angular misma, es decir, la parte esencial y decisiva del fundamento (cf. 1 Cor 3, 11, donde aparece una oposición con el resto del fundamento). Finalmente, 1 Pe 2, 6s asocia aXQoywvLaLo~ (ls 28, 16) Y xccpaAT] ywví,a~ (Sal 118, 22) en la prueba de Escritura anticipada ya en el v. 4, que expresa explícitamente el doble efecto que surte la acción de Cristo, quien es la «piedra viva» (v. 4). Cristo, que es el aXQoywvLdio~ que determina la estructura de la Iglesia, constituye positivamente la salvación para los creyentes, que -como «piedras vivas» (v. 5)- son insertados en el edificio. Como xccpaAT] ywví,a~, Cristo tiene un significado crítico y negativo para los increyentes, lo mismo que en Lc 20, 17s. En el v. 8, con la cita adicional de Is 8, 14 (cf. Rom 9, 33), la piedra angular se convierte en la piedra de tropiezo. En 1 Pe 2 el acento recae sobre el aspecto de la salvación. H. Kramer

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bm"oví~o,.uu daimonizomai estar poseído (por un demonio) -4 6m!!ÓVLOV 7.

bm"óvlov, ou, 'tó daimonion demonio* 6UL!!WV, ovoc;, ó daimon demonio* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Antecedentes en el AT yen el judaísmo - 3. ómflóvLov en los Sinópticos y Hechos - 4. ómflóvLOv en el Corpus Paulinum - 5. ómflóvLOv en los escritos joánicos - 6. ÓmflóvLOv en las Cartas católicas (exceptUadas las tres Cartas de Juan) - 7. ómflovU;oflm - 8. ómflOVLWÓllC:; - 9. Resumen.

Bibl.: W. M. Alexander, Demonic Posession in the NT. Its Historical, Medical and Theological Aspects, Grand Rapids 1980; H. Bietenhard, Demonio, demoníaco: DTNT JI, 14-19; Billerbeck IV, 501-535 (demonología); O. Bocher, Diimonen IV), en TRE VIII, 279286; Id., Diimonenfurcht und Diimonenabwerhr (BWANT 90), Stuttgart 1970; Id., Christus Exorcista (BWANT 96), Siuttgart 1972; M. Dibelius, Die Geisterwelt im Glauben des Paulus, Giíttingen 1909; O. Everling, Die pln Angelologie und Diimonologie, Gottingen 1909; W. Foerster, óulflOV x:1:A., en ThWNT 11, 1-21; J. Maier, Geister (Diimonen) [Israel: Frühes und hellenistisches Judentum; Talmudisches Judentum], en RAC IX, 579-585, 626-640, 668-688; B. Noack, Satanás und Sote ría. Untersuchungen zur ntl. Diimonologie, Kopenhagen 1948; B. Reicke, The Disobedient Spirits and Christian Baptism (ASNU 13), Uppsala-Copenhagen 1946; H. Ringgren, Geister, Diimonen, Engel 11. 1m AT, Judentum und NT, en RGG JI, 1301-1303; H. Schlier, Miichte und Gewalten im Neuen Testament, Freiburg i. Br. 31963; R. Schnackenburg, Diimon 11. In der Schrift, en LThK 111, 141s; E. Schweizer, Geister (Diimonen) [NT], en RAC IX, 688-700. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 10341036.

1. En el NT 6m!!ÓVLOV aparece un total de 63 veces. La gran mayoría de las referencias (53) se encuentran en los evangelios: Mateo (11), Marcos (13), Lucas (23), Juan (6). Las otras 10 referencias se distribuyen entre Hechos (1), 1 Corintios (4), 1 Timoteo (1), Santiago (1) y Apocalipsis (3). En una ocasión, en vez de 6m!!ÓVLOV (forma sustantivada neutra del adjetivo 6m!!ÓVLOC;) encontramos

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el sustantivo 6uí.WJ)v (Mt 8, 31). Son sinónimos, entre otros: JtVEV!!U (especialmente, JtVEV!!U axá-fruQ'tOv, JtVEV!!U Jtov'l'JQóv) y ayyEAor:; ('tOv 6LU~óAo1)). Compárense también los términos -4 aQX~, -4 MVU!!LC; y -4 f~01)aí.u.

2. Aunque Israel atribuyó originalmente a Yahvé el bien y el mal (cf. Is 45, 7; Am 3, 6) y vio en los poderes de Dios para dañar mensajeros de castigo y de tentación (cf. 1 Sam 16, 14-23; 2 Sam 24, 15s; 1 Re 22, 22; Job 2, 1-7), sin embargo el encuentro con el sincretismo iranio-caldeo durante el destierro babilónico condujo a una extensa recepción del dualismo común de los tiempos antiguos por parte del judaísmo bíblico y posbíblico. Los ángeles (-+ &'YYEAO(,) aparecen como poderes espirituales que prestan auxilio, mientras que los demonios son poderes diabóI1cos dañinos. Es verdad que Dios sigue siendo el Creador y el Señor, incluso sobre Satanás y sus demonios (Job 1,6; 2, 1; 1QM 13, lOs; cf. 1QS 3, 25), pero este hecho va perdiendo cada vez más importancia para la piedad popular; frente a la esfera pura de Dios y de sus ángeles se halla, casi en pie de igualdad, la esfera impura del diablo y de sus demonios. Los demonios son por excelencia los que dañan y llevan a la perdición (Hen [et] 15, 11s; Jub 10, 5). Se los llama «espíritus inmundos» (Jub 10, 1; TestBen 5,2; testimonios rabínicos en Billerbeck IVIl, 503s). Sobre todo en el ámbito sexual, los demonios ponen en peligro y hacen impuros a los seres humanos, de tal manera que hay que recurrir a la adopción de contramedidas apotropaicas y catárticas (cf. ya Lev 12, 15; luego, entre otros, Tob 3, 7s; 8, 1-3: TestRub 2, 8s; 3, 3; 1QM 7, 5s). Obra suya son las enfermedades del cuerpo y de la mente (cf. ya Sal 91, 5s; luego, entre otros, VitProph 16, 38-42 y bRH 28a y los testimonios que pueden verse en Billerbeck 11, 529 y IV/1, 504s, 524-526, 532s) y principalmente la muerte (Jub 10, 1s; 49, 2; cf. Sab 1, 14 Y los testimonios que pueden verse en Billerbeck 1, 144149); el contacto con cadáveres y carroña hace <
817 exactamente originada por los demonios como la «posesión» que padece un enferm~ ~en~~l (Pes 40a: Billerbeck IVIl, 524); la punfIcaclOn (cf. Núm 19) se considera como exorcismo. La curación de los enfermos y de los posesos consiste en la expulsión de los demonios de la enfermedad (cf. Josefo, Bell VII, 185 Y los testimonios en Billerbeck IVIl, 514-517, 524, 532-535); los ángeles son considerados como maestros del arte de curar (Jub 10, 10-13), Y a Dios mismo se le considera como quien capacitó a Salomón para el ejercicio del exorcismo (Josefo, Ant VIII, 42, 45). Son también impuros los gentiles (cf. ya Dt 14,21; Ez 4, 13), y además sus dioses son demonios (Bar 4,7; Henoc [et] 19, 1; 99, 7; Jub 1, 11; 11, 4; TestJud 23, 1s; TestNef 3, 3 y passim); la impureza gentílico-demoníaca se borra mediante el bautismo de prosélitos (cf. Billerbeck 1, 102112). Puesto que a los espíritus inmundos se los localiza en los elementos, la expulsión y defensa contra lo mismos se efectua de manera mágica y homeopática con el fuego y el humo, con líquidos (agua, sangre, vino, aceite, saliva), con aire y diversas sustancias sólidas (tierra, piedras preciosas, cenizas, sal y otras) y también mediante la poderosa palabra del médico y del exorcista (testimonios en Bocher, Diimonenfurcht, 161-316). De Gén 6, 1-4 el judaísmo postbíblico de los primeros tiempos dedujo que los demonios habían surgido por las relaciones sexuales de los ángeles estelares con las hijas de los hombres.o que se identificaban con los mismos ángeles estelares derribados por Dios a la tierra (Hen [et] 6-11; 15, 3-12: 18,13-16: 19, 1s; 86-88; Jub 5,1-10; 10,511; TestRub 5, 5-7; TestNef 3, 5; Filón, Gig 618). El judaísmo rabínico explicaba la existencia de los demonios por las relaciones sexuales de Adán con espíritus femeninos y por las relaciones sexuales de Eva con espíritus masculinos (GénR 20 [14a] con par.; Erub 18b: Billerbeck IVIl, 505-507). La antigua escatología judía espera que al fin de los tiempos se va a despojar de su poder al diablo y a sus demonios (lQS 3, 24s; 4, 20-22: 1QH 3, 18; 1QM 1, lOs; 7, 6; 12, 7s). 3. Los numerosos testimonios de los evangelios sinópticos sobre el 6m!!ÓVLOV se encuentran en su inmensa mayoría en los relatos acerca de las curaciones milagrosas obradas por Jesús (Mc 1,23-28 par. Lc 4, 33-37: curación del poseso en la sinagoga; Mt 8, 16 par. Mc 1,32-34 par. Lc 4, 40.41: curaciones en la noche; Mc 1, 39: actividad durante los viajes por Galilea; Mt 9, 32-34 par. Mt 12, 22-24

818 par. Mc 3, 22 par. Lc 11, 14.15: curación de un poseso mudo; Mt 12,25-30 par. Mc 3, 2327 par. Lc 11, 17-23: ¿en pacto con el diablo?; Mt 8, 28-34 par. Mc 5, 1-20 par. Lc 8, 26-39: curación de los posesos de Gádara o del poseso de Gérasa; Mt 15,21-28 par. Mc 7, 24-30: curación de la hija de la mujer sirofenicia; Mt 17, 14-21 par. Mc 9, 14-29 par. Lc 9, 37-43a: curación de un muchacho poseso). La comparación dentro de un texto (Mc 7, 25.30; Lc 10, 17.20 y passim) y entre los Sinópticos (Mc 1, 23.26 par. Lc 4,33.35; Mt 8, 28.31 par. Mc 5, 2 par. Lc 8, 27; Mc 5, 8.9 par. Lc 8, 29.30; Mt 10, 1 par. Mc 6, 7 par. Lc 9, 1; Mc 9, 20 par. Lc 9, 42) indica que 6m!!ÓVLOV se emplea en lugar de JtVEV!!U y frecuentísimamente en lugar de JtVEV!!U axá-fruQ'tOv (especialmente por parte de Lucas). Es indiscutible que el Jesús histórico actuó como médico y exorcista itinerante. Lo mismo que sus contemporáneos, él atribuía a demonios las enfermedades del cuerpo y de la mente (cf. Mt 12, 43-45 par. Lc 11, 24-26; 6m!!ÓVLOV que era mudo: Lc 11, 14; JtVEV!!U de la mudez: Mc 9, 17.25; JtVEV!!U aa-frEVELuC;: Lc 13, 11; cf. Lc 8, 2). La curación consiste, por tanto, en la expulsión (fx~áAAELV) del6m!!óvLOv (Mt 9,33; Mc 7,26; Lc 11, 14) o de los 6m!!ÓVLU (Mt 7, 22; 9, 34; 10,8; 12, 24.27.28; Mc 1, 34.39; 3, 15.22; 6, 13; 9, 38; 16,9.17; Lc 9, 49; 11, 15.18.19.20; 13,32). Con los métodos exorcísticos de la medicina antigua (cf. Mt 12,27 par. Lc 11, 19) Jesús cura dolencias del cuerpo como la ceguera (Lc 7, 21; Mt 12,22-24; Mc 10,46-52 par.), la mudez (Mc 9, 14-29 par.; Mt 9, 32.33 par. Lc 11, 14), la parálisis (Mc 2, 1-12 par.; Lc 13,10-17), la lepra (1, 40-45 par.; Lc 17, 1119) y la fiebre (Mc 1,29-31 par.), y también enfermedades mentales y del cerebro (Mc 1, 23-28 par. Lc 4,33-37; Mc 5, 1-20 par.; 7, 2430 par.; 9, 14-29 par.). Las expulsiones de demonios y las curaciones de enfermedades son cosa idéntica para el hombre de la cultura antigua (Mc 1, 32-34 par.; Mc 3, 10-12 par. Lc 6, 18s). A pesar de una resistencia inicial (Mc 1,24 par. Lc 4, 34; Mc 5, 7 par.; 9, 20.26 par. Lc 9, 42), los demonios tienen que ceder ante quien es más fuerte que ellos.

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OaL[lÓVLOV

En su respuesta al Bautista (Mt 11,4-6 par. Lc 7, 22s), Jesús interpreta sus curaciones de enfermedades como el cumplimiento de vaticinios proféticos (cf. Is 29, 18s; 35, 5s; 61, 1). Las esperanzas de la escatología del judaísmo antiguo se realizan en la victoria de Jesús sobre los demonios (Mc 3, 27 par.; cf. Lc 13, 32). Si Jesús expulsa los demonios en el Espíritu de Dios (Mt 12, 28a) o con el dedo de Dios (Lc 11, 20a), entonces ha llegado la ~UOLAeiu de Dios (Mt 12, 28b par. Lc 11, 20b). Precisamente por eso Jesús se defiende tan enérgicamente contra la acusación de que él expulsa los demonios con ayuda de BEEASE~OÚA, príncipe de los demonios (Mc 3, 22 par.). Quien interprete tan torcidamente el JtVEU[A.U de Jesús, comete pecado contra el Espíritu Santo, un pecado que es imperdonable. Por otro lado, Jesús reconoce la legitimidad de los exorcistas judíos (Mt 12,27 par. Lc 11, 19); llega incluso a tolerar que un extraño expulse demonios «en el nombre de Jesús» (Mc 9, 38-40 par. Lc 9, 49s; pero cf. Mt 7, 22). Con tanta mayor razón, el cristianismo primitivo puede atribuir sus exorcismos de curación a la facultad concedida por Jesús a sus discípulos para expulsar demonios (Mt 10, 1 par. Mc 3, 15 par. Mc 6, 7 par. Lc 9,1; Mt 10, 8 par. Lc 9, 2; Mc 6, 13; Lc 10, 17.20; cf. Mc 16, 17). A diferencia de Jesús, los discípulos tienen que contar también con el fracaso de sus exorcismos (Mt 17, 16 par. Mc 9, 18 par. Lc 9, 40); el fallo en el ejercicio de su autoridad se explica por su poca fe (Mt 17, 20) Y por su deficiente oración (Mc 9, 29). No cabe duda: la demonología presupuesta por Jesús y por los Sinópticos es la del judaísmo antiguo. El sumario demonológico de Mt 12, 43-45 par. Lc 11, 24-26 (Q) podría proceder de Jesús mismo: para curar al enfermo, el exorcista expulsa al «espíritu inmundo», quien busca una nueva morada en un lugar desierto (entre las ruinas o en el yermo). En la primera ocasión que se le ofrece, el demonio regresa con otros siete espíritus malignos y toma de nuevo posesión de la persona que no ha adoptado medidas apotropaicas de protección (lustraciones, ascética).

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Del poseso se dice que «tiene» un om[A.óVLOV (Lc 4, 33; Mt 11, 18 par. Lc 7, 33, del Bautista; cf., de Jesús, en Jn 7, 20; 8, 48.49. 52; 10, 20) o varios Om[A.óvLU (Lc 8, 27). Los demonios entran en su víctima (eloÉQXeofrm, Lc 8, 30; Mc 5, 12.13 par. Lc 8, 32.33) y vuelven a salir de ella (ESÉQXeofrm), obedeciendo a la palabra poderosa del exorcista (Mc 1,26 par. Lc 4,35; Lc 4,41; 8, 2; Mt 8, 32 par. Mc 5, 13 par. Lc 8, 33; Lc 8, 35.38; Mc 7, 29.30; Mt 17,18; Lc 11, 14). A los demonios se los concibe enteramente como seres personales: conocen secretos como la identidad de Jesús, saben cuál es su propio destino, hacen preguntas y dan respuestas, y pueden ser reducidos al silencio (Mc 1, 24.34 par. Lc 4, 34.41; Mc 3, 11; 5, 7 par.; cf. Sant 2, 19). El grito de los posesos se considera como el grito de los demonios (cf. Mc 1, 23 par. Lc 4,33; Mc 3,11; 5, 5; 5, 7 par.; Mc 9, 26 par. Le 9, 39; Lc 4, 41). Los movimientos, las convulsiones, los estremecimientos, etc., de los enfermos se atribuyen a la acción directa de los demonios (Mc 1,26 par. Lc 4, 35; Lc 8, 29; Mc 9, 18.20 par. Lc 9, 39.42). A los demonios les gusta juntarse en «grupos de siete» espíritus malignos (Lc 8, 2; Mt 12,45 par. Lc 11,26; Mc 16,9) e incluso en mayor número (Mc 5, 9, JtOAAOL; Lc 8, 30, Om[A.óvLu JtoAAá), y se presentan incluso como «legión», organizados como quien dice a la manera militar (Mc 5, 9 par. Lc 8, 30; Mc 5, 15), Y --+ BEEASE~OÚA es considerado como príncipe y caudillo de los demonios (Mt 12,24 par. Mc 3, 22 par. Lc 11, 15; cf. Mt 9, 34), como poderoso en la ~UOLAeiu de Satanás (Mt 12; 26 par. Lc 11, 18). La demonogonía del judaísmo antiguo, con la caída de los ángeles y la caída de las estrellas (según Gén 6, 1-4: --+ 2) se refleja en Lc 10, 18); el tema popular del demonio embaucado lo encontramos en Mt 8, 30-32 par. Mc 5, 11-13 par. Lc 8, 32s. Es comú,n a los evangelios sinópticos la confesión de fe en la victoria escatológica de Jesucristo sobre el mundo de los demonios. El que más claramente lo expresa es Mateo: el fuego eterno es el destino que aguarda al --+

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OaL[lÓVLOV

oLá~OAO~ y a sus ángeles (Mt 25, 41; cf. Ap 19, 20; 20, 10.14; --+ yÉEVVU). Todos los poderes del cielo y de la tierra están sometidos al Resucitado (Mt 28, 18). Mientras que Mateo suprime la perícopa del exorcista extraño (cf. Mc 9, 38-41 par. Le 9, 49s), incluye entre los condenados (Mt 7, 22s) a los exorcistas, si es que no han cumplido la voluntad de Dios (Mt 7,21).

Es bien visible la tendencia de Mateo a desligar a Jesús de la categoría de los exorcistas habituales. Mateo suprime perícopas demonísticas (Mc 1, 23-28 par.; 9, 38-41 par.) y enunciados demonísticos (Mt 8, 16.29; 9, 2; 17, 18). Elimina a los demonios de la totalidad de algunos relatos de curación (Mt 8, 28-34: 15,29-31; 17, 14-21) y trasforma historias de exorcismos en relatos generales de curación (Mt 4, 23b; 8, 16; 12, 15.22; 15, 22.25.28.29-31). Jesús sigue apareciendo como el que destierra a los demonios. Pero, los exorcismos, no los realiza él ya con el dedo de Dios (Lc 11, 20; cf. Ex 8, 15), sino en el Espíritu de Dios (Mt 12, 28); no con aceite o con saliva sino Aóyq¡, con la palabra (Mt 8, 16; cf. Mc 1, 34b par. Lc 4, 41a). En la cristología postpascual, la batalla entre el Jesús histórico y los diversos demonios de la enfermedad se consideró como la victoria del Exaltado sobre los demonios en general. De esta manera, el temor a los demonios y el interés por el hechizo antidemoníaco pierden importancia. Hechos emplea una sola vez el término om[A.óvLOv: los atenienses que escuchan a Pablo, creen ver en él a un XU'tUyyEAEÚ~ de e~traños om[A.óvLu (Hech 17, 18). Aquí om[A.OVLOV, al parecer sin connotaciones negativas (cf., no obstante, 1 Cor 10, 20s), se refiere a la deidad (pagana) (cf., a propósito de Sócrates, Platón, Ap 24b; Jenofonte, Mem 1, 1, 1); cuando Pablo llama a los atenienses oELoLOm[A.ovÉo'tEQOL, está alabando su religiosidad (Hech 17,22; cf. Hech 25, 19, OELOLom[A.ovLu = religión). Por .el contrario, en los Hechos de Lucas (a difer~~cla del evangelio de Lucas), a los espíritus ~an,lllos se los llama JtVE'Ú[lutu o :TtVE'Ú[latU ax.a'fraQta o :TtVE'Ú[lata :Ttov'I]Qá. Las curacion~s de. enfermedades y las expulsiones de demollios siguen estando íntimamente relacionadas

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(Hech 5, 16; 8, 7; 19, 12). La muchacha esclava de Filipos tiene un :TtVE'Ü [la :Tt'Ú'frwv (Hech 16, 16), que con gritos (cf. 8, 7) identifica a Pablo y a sus acompañantes (Hech 16, 17s; cf. Mc 1,24.34. par. Lc 4, 34.41) y que es expulsado por Pablo «en el nombre de Jesucristo» (Hech 16, 18). En otros pasajes vemos también que los discípulos de Jesús hacen exorcismos y curan en el nombre de Jesús (Hech 3, 6.16; 4, 7.10.30), mientras que tal éxito se niega a los siete hijos de Esceva (Hech 19, 13-17). Un demonio al servicio de Dios es el ayyEAo,; x.'UQLo'U que castiga a Herodes haciendo que sea comido por gusanos y muera (Hech 12,23). 4. Pablo mismo usa el término om[A.óvLüv tan sólo en un pasaje, pero lo emplea en él 4 veces: 1 Cor 10, 20.21. No sólo el gentil que ofrece sacrificios a los om[A.óVLu (l Cor 10, 20), es decir, a sus dioses (cf. Dt 32, 17), sino también el cristiano que participa en banquetes cultuales paganos, se entrega a la esfera de los om[A.óvLu, es decir, a los dioses de los gentiles (1 Cor 10,21). Las comunidades paulinas interpretaron las falsas doctrinas como una manifestación escatológica de poder por parte de los espíritus de seducción y de los demonios (l Tim 4, 1). Los demonios de las creencias populares judías son los ayyEAOL contra cuya concupiscencia (cf. Gén 6, 2) hace Pablo que las mujeres cubran su cabeza con una Eso'UoLa (1 Cor 11, 10). Un ayyEAo,; de Satanás atormenta con una enfermedad a Pablo (2 Cor 12, 7). Satanás mismo destruirá a quien vive en incesto (1 Cor 5, 5; cf. 1 Tim 1,20). Aunque los demonios siguen ejerciendo su obra de seducción (Ef 2, 2) Y deben seguir siendo combatidos por los cristianos (Ef 6, 12), el temor a los demonios desaparece por la confianza en el amor de Dios en Cristo Jesús (Rom 8, 38s). El amor es un camino que lleva más allá del exorcismo de curación y del hablar en lenguas (1 Cor 12, 30-14, 1). Ya desde ahora Dios ha despojado radicalmente de su poder a los demonios por medio de la muerte, la resurre.cción y la exaltación de Jesucristo y los ha sometido al poder del Hijo (1 Cor 15, 24-28; Flp 2, 9s; Col 2, 10.15; cf. Ef 1, 20-22; 4,8-10; Heb 2, 8.14). El bautismo hace partícipes del señorío de Jesús sobre los demonios (Col 2, 10-15: cf. Rom 6, 3-11); los cristianos se sentarán algún día a juzgar a los «ángeles», es decir, a los demonios (1 Cor 6,3).

823 5. En el evangelio de Juan los judíos acusan constantemente a Jesús de tener un baL[tÓVLOV, es decir, de estar poseído (Jn 7, 20; 8, 48.52; 10, 20); Jn 10, 20 explica lo de baL[tÓVLOV eXELv mediante el verbo [tuí,veo'fraL, «haber perdido el juicio». Jesús rechaza esta acusación (Jn 8, 49). Parte de sus oyentes no admiten tampoco que a Jesús se le considere como un baL[tovLl;ó[tevo¡;, porque un baL[tÓVLOV no es capaz de abrir los ojos de los ciegos (Jn 10,21). Aunque la polémica judía -sobre todo en Jn 7, 20- suena como una invectiva ya gastada, sin embargo el evangelista quiere dejar en claro que los judíos rechazan a Jesús por considerarle un falso maestro; sospechan que el :n:vev[tu de Jesús es de origen diabólico (cf. Mc 3, 22-30 par.; 1 Jn 4, 1-3). Según la Carta primera de Juan, los seguidores de Jesús están amenazados por poderes demoníacos, cuya labor consiste en enseñar una falsa doctrina, sobre todo en materia de cristología (1 Jn 4,1-3). Frente al espíritu de seducción (1 Jn 4, 6) y del Anticristo (1 Jn 4, 3) se halla el Espíritu de la verdad (1 Jn 4, 6). Hay que examinar con desconfianza los :n:vEÚf.tCna (1 Jn 4, 1). La falsa doctrina, procedente de los demonios, pone en peligro la pureza de la comunidad (1 Jn 5,21; cf. lQS 4, 5).

El Apocalipsis llama baL[tÓVLU a los dioses paganos (Ap 9, 20) e identifica a Zeus con Satanás (Ap 2, 13). De las bocas de la tríada diabólica (Ap 12s; 16, 13; 20, 10), a saber, de Satanás, del Anticristo y de la propaganda del culto imperial en las provincias romanas, brotan tres espíritus inmundos en forma de ranas (Ap 16, 13). Son :n:VEV/-tUW bm/-toví,wv, que seducen a los reyes de la tierra para que vayan a la guerra escatológica (Ap 16, 14; cf. Hen [et] 56, Ss). Después de la derrota y la destrucción de «Babilonia» = Roma, los bm/-tÓVLU y los espíritus inmundos habitarán en lugares en ruinas (Ap 18, 2). Creencias populares judías se asocian con las esperanzas de una apocalíptica cristiana antirromana. Innumerables enunciados del Apocalipsis se entienden únicamente en el marco de la demono-

824 logía judía. La caída de los ángeles y de las estrellas (cf. Gén 6, 1-4; Hen [et]; Jub; -+ 2) traen los demonios a la tierra (Ap 8, 10; 9, 1; 12,4.9). El dragón, que según Ap 12, 9 se identifica con la serpiente, el diablo y Satanás, es juntamente con sus ángeles el antagonista de Miguel y de sus ángeles (Ap 12, 7-9). El lugar de castigo de los demonios cautivos es el a~uooo¡; (Ap 9, 1; 20, 1); el príncipe de los demonios es Abadón-Apolión (Ap 9, 11). Figuras demoníacas son, entre otras, los jinetes apocalípticos (Ap 6, 1-8), que probablemente deben interpretarse como seres que traen guerra, revolución, hambre y pestilencia, y las langostas pertrechadas para la guerra (Ap 9, 111). Juntamente con el diablo, los demonios acabarán también algún día en el fuego eterno (Ap 19,20; 20, 10.14; -+ yÉEvva). 6. Lo mismo que el Apocalipsis, las Cartas católicas reflejan el antiguo tema mitológico judío (según Gén 6, 1-4) de la caída y cautiverio de los ángeles desobedientes (1 Pe 3, 19; 2 Pe 2, 4; Jds 6). Los baL/-tÓVLU siguen conociendo a Dios y tiemblan ante él (Sant 2, 19); por la resurrección y ascensión de Jesucristo, los poderes espirituales buenos y malos han quedado sometidos al Exaltado (l Pe 3, 21s; cf. Ef 1, 20s). 7. batp.toví,~op.tat estar poseído por un demonio* aparece 13 veces en el NT, pero sólo en los cuatro evangelios (7 veces en Mateo, 4 en Marcos, 1 vez en Lucas y 1 vez en Juan) y significa un estado de enfermedad atribuido a la inhabitación de un demonio (<<posesión»). Por Jn 10, 21 (donde se habla de Jesús) vemos que baL[toví,l;eo'frm significa lo mismo que baL[tÓVLOV eXELv (Jn 10, 20). En Mt 15, 22, lo de XUXW¡; bm[toví,l;e'tm debe traducirse: «ella es atormentada por un demonio». En todos los demás pasajes encontramos únicamente el participio de presente bm[tovLl;ó[tevo¡; (Mt 4, 24; 8, 16.28.33; 9, 32; 12, 22; Mc 1, 32; 5, 15.16; Jn 20, 21) o el participio de aoristo baL[tOVLO'frd¡; (Mc 5, 18; Lc 8, 36), pero siempre con la misma significación: poseso. Sobre la atribución de las enfermedades del cuerpo y de la mente a los demonios -+ 3.

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8. batp.tovuÍlb1)<; demoníaco* aparece únicamente en Sant 3, 15. En él la «sabiduría» (ooepí,u) de los destinatarios, evidentemente una herejía de tipo gnóstico, es atribuida a origen demoníaco. La falsa doctrina es considerada como obra del diablo (cf. 1 Tim 4,1; 1 Pe 5, 8; 1 Jn 4, 1-6 Y passim). 9. En lo que respecta a sus ideas sobre los demonios, todos los estratos del NT concuerdan en adoptar las estructuras de la demonología del judaísmo antiguo. Frente a Dios y a sus ángeles se halla una gran multitud de demonios, acaudillados por el diablo (-+ <'iLá~OAO~) y organizados por él -como quien dice- a la manera de un ejército. Ellos son los que originan las enfermedades (Sinópticos, Hechos, Pablo). Y se los identifica con los dioses paganos (Pablo, Apocalipsis) y con los fantasmas que habitan en las ruinas y lugares desiertos (Apocalipsis). Los demonios se originaron por la trasgresión cometida por seres celestiales y por su ulterior castigo según Gén 6, 1-4 (Lucas, Pablo, Apocalipsis, Cartas católicas). La falsa doctrina se considera como obra de poderes demoníacos y, por tanto, como señal del fin de los tiempos (Carta primera a Timoteo, Carta primera de Juan; cf. Sant 3, 15). Pero Jesús, que ya durante su vida terrenal venció a los demonios -como exorcista con éxito- y trasmitió a los suyos esta facultad, se convirtió por su muerte, resurrección y exaltación en el Señor sobre el diablo y sobre todos los poderes demoníacos (Sinópticos, especialmente Mateo; Pablo, Apocalipsis, Cartas católicas). Es verdad que actualmente al diablo, a la muerte y a los demás demonios se les permite hacer sentir su furor, pero todos ellos han sido desposeídos ya de su poder (Pablo) y han sido condenados a la muerte de fuego (Mateo, Apocalipsis). El bautismo hace partícipes a los cristianos de la victoria de Jesús sobre los demonios (Pablo). El demonismo como tal está superado allá donde las prescripciones sobre la pureza han sido relativizadas (Mc 7, 1-23 par.; Ap 10, 15; Rom 14, 14.20; 1 Tim 4, 4; Tit 1, 15; Heb 9, 13s) y las enfermedades no se atribuyen ya a la acción de los demonios (Jn 9, 1-3; Gál 4, 13s). Pablo (1 Cor 12, 30-14, 1) Y Mateo (Mt 7, 22s) sitúan el amor y la obediencia por encima del éxito del exorcista. O. Bacher

balJlovuobl);, 2 daimonii5des demoníaco -+

bm[tóvLOv 8.

baí.Jlrov, ovo;, ó daimi5n demonio, espíritu maligno -+ baL[tÓVLOV.

báxvro dakni5 morder* Gál 5, 15: «Pero si os mordéis y devoráis (Xu'tEo'frí,e'te) unos a otros ... ».

báx(?lJov, OlJ, tó dakryon

lágrima* En Lc 7,38.44, dícese de las lágrimas de la mujer pecadora. [tE'ta buxQvwv, «con lágrimas» (Hech 20, 19.31; Heb 5, 7; 12, 17; Mc 9,24 v.l., cf. bLa :n:Of..AWV buxQvwv (2 Cor 2, 4); «recordando tus lágrimas» (2 Tim 1, 4). Ap 7, 17 Y 21, 4: «Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos (cf. Is 25, 8).

bax(?'Úro dakryi5 llorar* En Jn 11, 35 dícese de Jesús, quien después de la muerte de Lázaro prorrumpió en lágrimas (ebáxQuoEV).

baxt'ÚAlO;, OlJ, Ó daktylios

anillo, anillo de sello* Lc 15,22: «¡Poned un anillo en su mano!» (refiriéndose a la mano del hijo que había regresado). El hapax legomenon del NT aparece también (además de en la LXX) en 1 Clem 43,2.

báxtlJAO;, OlJ, Ó daktylos dedo* l. Aparición del término en el NT - 2. Estudio exegético sobre el empleo del término - 3. «El dedo de Dios» en Lc 11,20. Bibl.: K. GroB, Finger, en RAe VII, 909-946; 1. Uiw, Die Finger in Literatur und Folklore der luden, en M. Brann-F. Rosenthal (eds.), Gedenkbuch zur Erinnerung an D. Kaufmann, Breslau 1900,61-85. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1036.

1. En el NT, el sustantivo se halla documentado únicamente en los evangelios y aparece un total de 8 veces: Mt 23, 4b par. Lc 11, 46c; Mc 7, 33; Lc 11, 20; 16, 24; Jn 8, 6 (Koiné D y otros); 20,25.27. De <'i(bnUAO~ se deriva -+ <'ia%TÚALO~, «anillo» (Lc 15, 22).

827 2. En Mt 23, 4, Jesús dice en sú «discurso» (23, 1-36) contra los escribas y fariseos: «Atan cargas pesadas que ponen sobre las espaldas de los demás, pero ellos no están dispuestos a moverlas ni con su dedo ("t0 bax"túA0 av"trov)>>. El paralelo de Lc 11,46 hace la correspondiente acusación mediante un «¡ay!» pronunciado sobre los maestros de la ley: «Cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, pero vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros dedos (ÉVL "trov bax"túAwv ú¡..trov)>>. El «¡ay!» lucano debe de ser la forma original, pero no en cuanto a la expresión ÉVL "trov bax"túAwv, sobrecargada por Lucas (Schulz, Q, 106s). Para Mateo, la sentencia era apropiada para ofrecer un ejemplo (tomado de otro contexto) de la afirmación formulada en 23,3. En consecuencia, 23, 4 asienta hasta qué punto Jesús exige que se observen las enseñanzas de los expertos en la ley, pero nadie debe regirse por lo que ellos hacen. El «¡ay!» lucano acusa a los escribas de querer imponer a otros «cargas» de la ley, «apenas soportables» (cf. Hech 15, 10), que ellos no están dispuestos a mover ni con un solo dedo. Mc 7, 33 refiere que Jesús «puso sus dedos en los oídos» del sordomudo. De esta manera se expresa mediante una acción simbólica lo que realiza la orden dada por Jesús --> E
828 se indica en el v. 6b vuelve a indicarse en el v. 8 (después de la respuesta de Jesús en el v. 7a), hay que dar a ese gesto una interpretación distinta y más importante. Entre las interpretaciones dadas hasta ahora (cf., a propósito, R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan 11, 229s), la antigua explicación que se relaciona con Jer 17, l3 LXX (Ambrosio, Agustín, Jerónimo), tiene la mayor probabilidad: Jesús «remite a los demandantes ... al juicio de Dios, ante quien todos los hombres son pecadores. Dios podría escribirlos a todos en el polvo» (ibid., 230). 3. Según Lc 11, 20, Jesús dice en las palabras con que se defiende (vv. 17-23): «Pero si yo con el dedo de Dios (ev baxtÚA

~a(JLAEÍ,a 3). En el contexto de estas palabras se afirma que el hecho de que Jesús expulse demonios no tiene más que una explicación. Y es la de que Jesús actúa con el poder de Dios (cf. «dedo de Dios» en Ex 8, 15 LXX; Sal 8, 4 LXX) y que por ese poder comienza a desmoronarse el poder del «anti-reino». G. Schneider

AaA,.,avo,,-3á Dalmanoutha Dalmanuta* Nombre de una (supuesta) localidad situada junto al lago de Genesaret (Mc 8, 10). No se conoce la derivación del nombre ni el emplazamiento del lugar. Dalman, Worte, 52s; M.-J. Lagrange, Marc 4 (EtB), 204s; R. Pesch, Markus I (HThK), 406s.

829

AaA,ux-.:í.a, a;, ÍJ

Dalmafia Dalmacia* Nombre de una provincia romana, la parte meridional de Iliria, que fue dividida después de la rebelión dalmático-panónica de los siglos IX-VI a.e. Comprendía el territorio costero de la orilla este del mar Adriático. Según 2 Tim 4, 10, Tito viajó a Dalmacia. PaulyWissowa Suppl. VIII, 21-59; LAW 686.

ba"á~ro damaziJ dominar, domar* Mc 5, 4: «Nadie era capaz de dominarle» (al poseso). En Sant 3, 7 (bis) dícese de la doma o domesticación de los animales por los hombres; el v. 8 añade (empleando ba¡..tá~w en sentido figurado): «Pero nadie es capaz de domar la lengua».

bá,.,aAt;, Ero;, ÍJ dama lis becerra* Heb 9, 13: «la ceniza de la becerra que sirve para la aspersión» (cf. Núm 19; Josefo, Ant IV, 80; además, Bern 8, 1).

Aá,.,aQt;, tbo; Damaris Dámaris* Nombre de una mujer que, según Hech 17, 34, se unió a Pablo, en Atenas, y que juntamente con Dionisio se hizo creyente.

Aa,.,ucnnlVÓ;, 3 (ó)

Damaskenos natural de Damasco, damasceno* En el NT, se emplea únicamente como sustantivo en 2 Cor 11, 32: «la ciudad de los damascenos».

Aa,.,aO'xó;, ov Damaskos Damasco* Nombre de una antiquísima (siglo IV) e importantísima ciudad situada en una fértil llanura al Sudeste del Antilíbano, junto a grandes rutas de caravanas. Después de su conquista por los romanos (64 a.C.) y de su incorporación a la liga de la Decápolis, Damasco quedó por algún tiempo en poder del rey nabateo Aretas IV ( --> 'AQÉta~). Damasco tenía un gran porcentaje de población judía (Josefo, Bell 11, 561; VII, 368). En el NT, a Damasco se la menciona exclusivamente en

830 relación con Pablo (la vocación de Pablo) en Gál 1, 17; 2 Cor 11, 32; Hech 9, 2.3.8.10. 19.22.27; 22, 5.6.10.11; 26, 12.20. Para la historia de la ciudad, consúItese RGG 11, 2224; Haag, Diccionario, 432s; BRL 54s. Sobre Hech 9 cf. W. Prentice: ZNW 46 (1955) 250255: G. Lohfink, Paulus vor Damaskus (SBS 4), StuUgart 1965; D. Gi11: Bib 55 (1974) 546-548; O. H. Steck: ZNW 67 (1976) 20-28. - S. Sabugal, Análisis exegético sobre la conversión de san Pablo, Barcelona 1976, refiere a Qumrán 10 de «Damasco» en la conversión de Pablo; cf. un comentario crítico en e. Bernas: CBQ 39 (1977) 157s; W. Wiefel: ThLZ 103 (1978) 185-188. G. Schneider bav€í.~ro daneiziJ prestar dinero Forma alternativa de --> bavÍ,~w. BlaB-Debrunner § 23.

báVEtoV, O", 'tó daneion préstamo --> bavÍ,~w.

baVEtO''tt];, ov, Ó daneistes

prestamista,

acreedor --> bavÍ,~w.

baví.~ro daniziJ prestar, conceder un préstamo* OáVELOV, OV, "tó daneion préstamo, contrato de préstamo* OaVEL(J"ttí~, ov, ó daneiste s prestamista, acreedor* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Mt 5, 42; Lc 6, 34s - 3. Mt 18,27; Lc 7, 41.

Bibl.: L. Mitteis, Reichsrecht und Volksrecht in den ostlichen Provinzen des romischen Kaiserreichs, Leipzig 1891, 4598S; L. Schotroff, Gewaltverzicht und Feindesliebe in der'urchristlichen Jesustradition, en FS Conzelmann, 197-221; Th. Thalheim, en PaulyWissowa IVI2 (1901), 2100-2101; W. C. van Unnik, Die f.1otivierung des Feindesliebe in Lk VI 32-35: NovT 8 (1966) 284-300,

1. Los tres términos de esta raíz son tecnicismos del sistema mercantil antiguo de prés-

831

832

ouvLt;,w - t1uuLo

tamo de dinero o de productos de la naturaleza (cf. Preisigke, Worterbuch, s.v.). Aparecen únicamente en Mateo (5, 42; 18,27) Y en Lucas (6, 34.35 tres veces; 7, 41). 2. La opinión muy difundida de que bavL~w en Mt 5, 42 es la forma original, que es modificada por Lucas en Lc 6, 30 (quien vuelve luego a utilizarla en los vv. 34s, con dependencia de Mt 5, 42) es una opinión discutible. La aparición de este término en el mismo contexto pero en distintos pasajes sugiere que bavL~w se hallaba de alguna manera en la fuente Q. No se trata en este caso de la práctica, un tanto problemática, de prestar a interés, sino que se hace referencia a la acción de prestar como una conducta que espera recibir a cambio lo mismo o mucho más (cf. Aristóteles, EthNic 1162b; sobre el problema de la devolución del préstamo y de su remisión parcial, cf. Unnik, 393ss y Schottroff, 204ss). Como se dice en Eclo 29, ls, hay que prestar. Pero esta exigencia se radicaliza ahora: en Mateo se piensa seguramente en tomar prestado, incluso con exigencias desvergonzadas; en Lucas se piensa expresamente en dar prestado algo, sin esperanza de recuperarlo. Con esto la acción de prestar se convierte en regalar. Este «prestar» graciosamente, como un regalo, será -junto al amor a los enemigosla conducta que diferencie a los discípulos de los pecadores (Lc 6, 34s). 3. En Mt 18, 27 (MvELov) y en Lc 7, 41 (bavELo't~s;) se hace referencia directa a la antigua práctica comercial de prestar. La parábola del siervo despiadado refleja la dureza de la antigua práctica del préstamo. (Desde los tiempos de Solón se había abolido oficialmente la condición de que la persona sirviera de prenda de un préstamo, pero era algo que seguía practicándose incluso más tarde.) Los intereses eran insoportablemente altos (cf. Mitteis, Thalheim). Sobre este trasfondo, la remisión de la deuda era un medio especialmente impresionante para describir la gracia y el perdón divinos. G. Petzke

AaVlt]A Daniel Daniel* Nombre de un «profeta» a quien se atribuye el Libro de Daniel. En Mt 24, 15 (par. Mc 13, 14 Koiné A ~ 8), después de mencionarse la «abominación de la desolación», se inserta redaccionalmente: «de la que habló el profeta Daniel» (cf. Dan 9, 27; 11.31; 12, 11 LXX). Fuera del NT se menciona a Daniel en los escritos del cristianismo primitivo: 1 Clem 45, 6; 2 Clem 6, 8; Bern 4, 5.

bclVlOV, O", 'tÓ dan ion préstamo Forma alternativa de brunner § 23.

-'>

bavELOv. BlaB-De-

bavuJ'tt]~,

oil, (, danistes prestamista, acreedor Forma alternativa de -'> bavELo't~s;. BlaBDebrunner § 23. bmtavclro dapanao gastar* Con objeto de la acción verbal en acusativo en Mc 5, 26 (gastar toda su fortuna) y en Lc 15, 14 (lo gastó todo). Sin indicarse el objeto' de la acción verbal en Hech 21,24; 2 Cor 12, 15; Sant 4, 3. El sentido figurado de «consumir, agotar» (Herm [m] 12, 1.1; Bern 14, 5) no aparece en el NT.

bmtclVt), t)~, t1 dapane gastos, coste* Lc 14, 28: «calcular los gastos»; cf. Herm [s] 5, 3, 7.

Aa"í,b Dauid David 1. Mención en el NT - 2. Significación histórica de David - 3. David en la teología del judaísmo - 4. David en el NT. Bibl.: J. M. Bassler, A Manjor All Seasons. David in Rabbinic and NT Literature: Interpretation 40 (1986) 156-169; J. Daniélou, en RAe I1I, 594-603; S. Herrmann, Historia de Israel en la época del antiguo testamento, Salamanca 1979, 190-242; E. Lohse, Uto<; .ó.aulb, en ThWNT VIII, 482-487. Para más bibliografía, cf. injra Utó<;.

1. En el NT se menciona a David un total de 59 veces, especialmente en los evangelios

833 sinópticos y en Hechos, con 17 referencias en Mateo, 7 en Marcos, 13 en Lucas y 11 en Hechos. Otras referencias: 2 en Juan, 3 en Romanos, 1 en 2 Timoteo, 2 en Hebreos y 3 en Apocalipsis. 2. David, el menor de los ocho hijos de Jesé, nació en Belén. Fue primeramente soldado regular en el ejército de Saú1; luego, jefe de una tropa de guerrilleros y vasallo de los filisteos. Después de la muerte de Saú1, los judíos le ungieron rey, y poco más tarde lo hicieron también las tribus del Norte, de tal manera que unió dos reinos en una unión personal. Hizo que sus mercenarios conquistaran Jerusalén, la ciudad de los jebuseos, y la convirtió en el centro de todo Israel. Por medio de conquistas y de una inteligente política exterior, logró dominar un vasto territorio desde el Eufrates hasta el «río de Egipto». Este amplio reino era heterogéneo ética y religiosamente, de tal manera que en vida ya de David se produjeron insurrecciones. Después de la muerte de Salomón, el reino se desintegró. La legitimación teológica del reinado de David la proporcionó un oráculo del profeta Natán (2 Sam 7), según el cual se prometía «duración eterna» a la dinastía de David (vv. 13 y 16). Sobre el reino meridional reinaron los descendientes de David hasta el destierro. 3. Si la figura de David, con sus facetas de luz y de sombra, se expone en los relatos que figuran en los libros primero y segundo de Samuel, a base de tradiciones contemporáneas, todavía bien reconocibles, vemos que la historiografía deuteronomística presenta a David como el rey ideal, por cuya devoción y obediencia a Yahvé deben medirse todos sus sucesores (1 Re 3, 3; 9, 4; 11, 4.6.33.38 Y passim). Esta caracterización se refuerza aún más en la obra del Cronista, quien no sólo suprime todos los rasgos negativos de David, sino también gran parte de sus actividades políticas y militares. David aparecerá como el verdadero iniciador de la construcción del templo (1 Crón 22-29) y del gremio de cantores del templo (1 Crón 16, 1ss). Según lo que nos dice ya 1 Sam 1; 3; 22; 23, David compuso cánticos; más tarde se le atribuyeron 73 salmos. En el salmo apócrifo de 11QSala 27, 2 (DJD IV) se dice incluso que David compuso 4050 cánticos. En llQSala 151 se describe a David con los colores del cantor griego Orfeo. Durante el tiempo de la humillación de Israel, las esperanzas proféticas de salvación recuerdan la promesa divina hecha a

834 David y anuncian a un David redivivus (Is 11, 1ss; Miq 5, lss; Os 3, 5; Jer 30,9; Ez 34, 23s; 37, 24s; para el debate acerca de la autenticidad, cf. los comentarios) o la reconstrucción del ruinoso tabernáculo de David (Am 9, 1). La apocalíptica calla acerca de David. Los rabinos le describen como entendido en la Torá (Lohse, 482). Sus yerros se critican en parte, y se disculpan en parte. Como compositor de los salmos, estuvo inspirado por el Espíritu de Dios (Billerbeck n, 132; IV/l, 445). Basándose en lo que se dice en el Sal 16, 9s, se le cuenta algunas veces entre los varones de Dios que no vieron la corrupción (J. Jeremias, Heiligengraber in lesu Umwelt, Gottingen 1958, 129); algunos hablan de su retorno (Billerbeck n, 335-339). Pero estaba más difundida la expectación de un «hijo de David» (-+ utó~). 4. En el NT David no desempeña un papel destacado. Se le considera como un varón de piedad ejemplar que halló gracia delante de Dios (Lc 1,69; Hech 4,25; 7, 46; 13,22; Heb 11, 32). A Belén, el lugar de su nacimiento, se la llama la «ciudad de David» (Lc 2, 4.11; cf. Jn 7, 42). David aparece en las genealogías como antepasado de Jesucristo (Mt 1, 1.6; Lc 3,31). Mateo, con la mención de Betsabé, «la que fue de Urías», alude al adulterio de David. Pero podría ser más importante para Mateo el hecho de identificar a Betsabé como gentil, lo mismo que a las otras tres mujeres que figuran en la geneaología, de tal manera que Jesús aparezca no sólo como el Mesías de los judíos sino también de los gentiles (cf. H. Stegemann, «Die des Uria». Zur Bedeutung der Frauennamen in der Genealogie von Mt 1, 1-17, en FS Kuhn, 246-276). A David se le menciona, además, como autor de salmos (Rom 4, 6; 11, 9; Heb 4, 7; 11, 32), acentuándose a menudo que fue inspirado por el Espíritu de Dios (Mc 12,36/ Mt 22, 43; Hech 1, 16; 4, 25). En Hechos, los salmos se interpretan como profecías orientadas hacia Jesucristo: Como David no ascendió, él mismo, al cielo, el Sal 110, 1 se refiere a Jesús (Hech 2, 34). Como David murió y su tumba es conocida por los habitantes de Jerusalén (cf. Jeremias, Heiligengraber in lesu Umwelt, 56ss), el Sal 16, 10 debe entenderse

835 como anuncio de la resurrección de Jesús (Hech 2, 27-31: cf. 13, 36s). - También Am 9, 11 LXX es re interpretado en sentido cristológico. No se aguarda ya el gran reino nacional de David, sino que «el objetivo de la acción salvífica de Dios para con Israel es la nueva humanidad como pueblo de Dios» (H. W. Wolff, Dodekapropheton 11 [BK], 409). En el litigio de Mc 2, 23ss par., se hace referencia al episodio de 1 Sam 21, 1-10 (el sacerdote Ajimélec de Nob da a David y a su gente los panes de la ofrenda, aunque sólo los sacerdotes podían comer de ellos), para defender a los discípulos que habían arrancado espigas en día de sábado. Mientras que la exégesis rabínica creyó necesario disculpar este incidente (Billerbeck 1, 618s), la comunidad primitiva (difícilmente Jesús mismo) presupone que la conducta de David estaba justificada. En el trasfondo se halla el pensamiento tipológico: Si David, como tipo del Mesías, fue capaz de dejar sin vigor la ley cultual, j cuánto más podrá hacerlo el Hijo del hombre del fin de los tiempos! (cf. L. Goppelt, Typos, Darmstadt 21969, 100ss). H. Merkel bÉ de pero, más bien; y, y por cierto

l. Aparición en el NT - 2. OÉ como partícula adversativa - 3. OÉ como partícula copulativa. Bibl.: K. Aland (ed.), Vollstiindige Konkordanz zur griechischen NT (Arbeiten zur Textforschung .4), 1,

Ug. 3/4, Berlin 1977, en el vocablo correspondiente; Berlin 1978; Bauer, Wiirterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § 442.443, 1.447.459, 4.462, 1; J. Bukhardt, Griechische Kulturgeschichte (Berlin 1898-1902), reimpresión München 1977, IV, 59-159, sobre todo 84ss; Kühner, Grammatik, s.v. en el índice analítico; Mayser, Grammatik Il/3, 125-133; Morgenthaler, Statistik, 165ss, 181 ss; P. Tachau, «Einst» und «Jetz» im NT (FRLANT lOS), Gottingen 1972, IOs.87. II: Spezialübersichten,

1. La partícula M es la cuarta en el orden de palabras que aparecen con más frecuencia en el NT. Como conjunción coordinante, es la segunda en frecuencia en el NT, después de xaL y antes de O·U y yáQ (de manera semejante Mayser II/3, 125, sobre el lenguaje de los

836 papiros). bt no figura nunca en primer lugar en la frase. - En relación con todo el léxico de los diversos escritos (cf. Morgenthaler, 166169), M aparece con máxima frecuencia en Gálatas (4, 3%), 2 Corintios (3, 6%), 1 Corintios (3, 1%) y con mínima frecuencia en Apocalipsis (O, 1%), 1-3 Juan y Colosenses (en cada uno de estos escritos O, 5 %); entre los evangelios, donde aparece con menos frecuencia es en el evangelio de Juan (1, 4%). Según los cálculos establecidos por Aland 1, 199-224, el empleo adversativo de la partícula M, sin ir precedida por [ltv, tiene una frecuencia media que es más de dos veces superior (18, 5%) a la del empleo de dicha partícula cuando va precedida por [ltv (8, 1%). La construcción [lÉv - bt, en comparación con el número total de veces que aparece bt en los diversos escritos, es frecuentísima en Judas (41, 7%), Hebreos (23, 9%) y 1 Pedro (20, 7%), y no aparece en absoluto en Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, Filemón, Santiago, 2 Pedro, 1-3 Juan, y Apocalipsis (los porcentajes se basan en los cálculos efectuados por Aland 11, 66s). La partícula adversativa M, sin la partícula [ltv, es en absoluto muy frecuente en Mateo y Lucas, relativamente muy frecuente en Colosenses (4 de 5 pasajes), 2 Pedro (42, 9%), Tito (37, 5%),1-3 Juan (30,8%). Ambas formas de utilización de esta partícula tienen un porcentaje medio que es mayor en las cartas que en Hechos y en los evangelios. El bt adversativo falta en 1 y 2 Tesalonicenses. Ó M, ~ M, OL bt, aL M son construcciones que aparecen absolutamente con mucha frecuencia en Mateo y Lucas (76 y 75 veces) y relativamente con mucha frecuencia, pero a distancia, en Marcos (35%). Este empleo de la partícula M precedida por el artículo que hace la función de pronombre aparece sólo de manera significativa en Hechos y en los evangelios (6, 3-15, 5% de la aparición total de bt en los diversos escritos), aparece 1 vez en Romanos, 1 Corintios, Gálatas, 4 veces en Efesios y en Hebreos, y no aparece en absoluto en las cartas y en el Apocalipsis.

837 Es sorprendentemente frecuente la partícula

bt después de preposición en Hebreos (11, 9%); después de participio y dentro de un genitivo absoluto, en Hechos (20, 4 Y 10, 2% respectivamente); bt aparece en el tercer lugar de la frase en Romanos (6%) y en 1 Corintios (4, 8%). Cuando se halla en cuarto o quinto lugar en la frase, bt se encuentra casi siempre en la combinación xaL.. bt: Mt 10, 18; Jn 6, 51; 8, 16; Hech 5, 32 v.l.; 22, 29; Heb 9, 21; 2 Pe 1,5; 1 Jn 1, 3; Jn 8,17; 11,52 v.l.; por lo demás, aparece únicamente en Lc 22,69 v.l.; Jn 17,20; Hech 3,1 v.l.; 27,14; 1 Cor 4, 18; 1 Jn 2, 2. - No se demuestra que haya correlaciones significativas con la frecuencia relativa de otras partículas (xaL, aA:A.á,oúv). 2. Como partícula adversativa, M, pero (que originalmente fue un adverbio: por otro lado), designa un contraste -unas veces, más fuerte, y otras, más débil- con un enunciado o con un término precedente. De ordinario, el contraste expresado es más débil que el que se expresa con aAAá. Ahora bien, por lo que respecta al contenido, no es posible diferenciar entre una oposición significativa (uná) y un contraste (M), como sugiere BlaB-Debrunner § 447, nota 1. Ni tampoco puede establecerse una diferenciación como la que existe entre una inversión total (uná) y un contraste (M), como sugiere Kühner III2, 262. Mayser III3, 127 sugiere acertadamente que las partículas M y UAAá son intercambiables en expresiones negativas, con la única diferencia de que M es más débil. Algunas aplicaciones: a) M se usa para contrastar conceptos y personas: Mt 5, 22 Y passim, «Pero yo os digo» -a diferencia de lo que se dijo a los antiguos; Mt 6,3.6, «Pero tú, cuando ... »- a diferencia de lo que hacen los hipócritas. b) Se emplea también para establecer un contraste entre enunciados: Mt 6, 14s, «Porque si perdonáis ... Pero si no perdonáis ... »; y más frecuentemente, un contraste entre maneras de pensar: o"telEL.. v1Jvl, bt y otras cons-

838 trucciones por el estilo: por ejemplo, Rom 7, 5s; 1 Cor 15, 17-20; con variación, por ejemplo, en Gál 4, 8s: "tó"te [ltv ... vvv M; otros pasajes pueden verse en Tachau, 12. Ideas y formulaciones paralelas en Col 2, 13 Y Ef 2, 5 indican que el autor en Col 1, 21s quería añadir un matiz temporal al matiz concesivo con Jto"tÉ ... V1JVL M. En vista de la desemejanza sintáctica de los enunciados con las frases contrapuestas de Jto"tÉ y de V1JVL M (la primera, una oración participial dependiente ovm~ UJtl]AAO"tQLWf.lÉV01J~ xaL EX;{}QOÚ~, y luego una oración principal en tiempo finito UJtoxa"t~AAa!;ev [cf. Tachau, lOs]), la proposición está desequilibrada estructuralmente. El contraste aparece claro en la traducción, cuando se rompe la proposición y se la divide en dos oraciones principales: «También vosotros erais antaño ... Pero ahora él os ha... ». c) Un tercer uso es la construcción [ltv ...

M (en la que el bt está preparado por el [ltv: Mt 3,11; 10, 13, y passim), donde las dos partículas pueden traducirse por: ciertamente ... pero, o, en la combinación ó/8~ [ltv ... ó/8~ M, el uno ... el otro (por ejemplo, Hech 14, 4; Mt 13, 8; otros textos pueden verse en BlaBDebrunner § 250, nota w; 293, nota 11). d) Con una negación precedente (lo mismo que aAM): Lc 10, 20; Hech 12, 9, Y passim, no ... sino/más bien; reforzado en la construcción bE [léiAAOV (Mt 10, 6.28; Heb 12, 13) o [léiA:A.ov M (Ef 4, 28; 5, 11). e) La expresión [léiA:A.ov bt sin negación precedente, funciona como una rectificación: o más bien / más exactamente (por ejemplo, GáI4,9). f) Con el artículo, formando la combinación ó M, OL M, etc., el sentido es pero él, pero ellos, y el matiz de la partícula M es más copulativo que adversativo (BlaB-Debrunner § 447, le). Es adversativo, por ejemplo, en Mt 4, 4: «pero él respondió» -en contra de lo que le pretendía el tentador; es copulativo, por ejemplo, en Mt 2,5: «pero/y ellos le dijeroll»- dando respuesta a la pregunta formulada por Herodes. .

g) bE xal significa pero también / incluso.

840

839 3. Como particula copulativa, M., pero, y, y ciertamente, contrapone una idea o concepto anterior a otra idea o concepto que lo completa, explica y desarrolla. Esta manera de concebir un desarrollo ulterior como un contraste con lo que se ha dicho anteriormente, brota de la estructura fundamental del pensamiento griego, del genio «agonístico» de la mente griega (como 10 llamó Burckhardt). «Ese 6É que establece una secuencia, podemos traducirlo a nuestro idioma -en la mayoría de los casos- por y, porque nosotros solemos considerar como puramente copulativa la relación que existe entre secuencias de sentencias (complétese: y de conceptos)>> (Kühner 11/2, 274). - Enumeraremos siete usos copulativos: a) M. indica una enumeración: por ejemplo, Jds 1, a6fAcpo~ M., «y hermano» (cf. también Mt 1, 2-16; 2 Pe 1, 5-7: a nuestra lengua se puede traducir por una simple yuxtaposición). b) La partícula M. en una expresión que completa posteriormente la idea: por ejemplo, 1 Cor 3, 15, O'¡húl~ bE w~, «pero así como», «y, ciertamente, así como» (Ef 5, 32; Sant 1,6). c) Hace también de cópula en en un paréntesis explicativo, en el que va en primera posición el predicado verbal: Jn 6, 10, ~v 6É, «pero / y por cierto había»; también ~ouv M. (Hech 12, 3), aVÉ~f]v 6É (Gál 2, 2). d) Se emplea la partícula 6É para reanudar o continuar la idea principal, «el hilo del pensamiento»: por ejemplo, en Mt 1, 18; 2 Cor 2, 12; es frecuente este uso en Hechos, por ejemplo, cuando prosigue la descripción del itinerario de un viaje; después de citas del AT: Mt 1, 24; 2, 19; 3, 4; también en 2 Pe 1, 5, donde -después de ideas secundarias expuestas en el v. 4- se señala la vuelta al curso principal del pensamiento iniciado en el v. 3. e) Sobre ó M., etc., ---> 2.f; los pasajes están indicados en Aland 1, 199-224 en los apartados c-f de la mencionada obra. f) xuL.. M, y también, pero también, tam-

bién, intercalando entre ambas partículas la

expresión que se desea acentuar y «que puede constar de hasta cuatro palabras» (así Mayser 11/3, 131 sobre la lengua de los papiros). g)

E'u bE XUL, e incluso. K.-H. Pridik

bÉt)(Jt~, Eo)~, --->Mof.tm.

i¡ deesis petición,

oración

bEl dei es necesario 1. Aparición en el NT - 2. Significado en el NT 3. ofí en la historia de las religiones - 4. Mc 8, 31 Y otros pasajes - 5. Lucas - 6. Juan - 7. Apocalipsis.

Bibl.: W. J. Benneth, «The Son of Man Must ... »: NovT 17 (1975) 113-129; H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 217ss; Ch. H. Cosgrove, The Divine Ofi in Luke-Acts. Investigation into the Lukan Undestanding of God's Providence: NovT 26 (1984) 168-190; J. Ernst, Herr der Geschichte, Stuttgart 1978,52-55; E. Fascher, Theologische Beobachtungen zu OEi, en FS Bultmann, 1954, 228-254; Id., Theolo" gische Beobachtungen zu OEi im AT: ZNW 45 (1954) 244-252; W. Grundmann, Ofi %'1:1.., en ThWNT 11,2125; Hahn, Hoheitstitel, 51; P. Hoffmann, Mk 8,31. Zur Herkunft und markinischen Rezeption einer alten Überlieferung, en FS Schmid, 1973, 170-204, especialmente 179-204; E. Lohmeyer, Mk (KEK), Gottingen '1967, 164s; L Oberlinner, Todeserwartung und Todesgewiflheit Jesu. Zum Problem einer historischen Begríindung (SBB 10), Stuttgart 1980, 140-148; H. Patsch, Abendmahl und historischer Jesus, Stuttgart 1972, 187-197; J. Roloff, Anfdnge der soteriologischen Deutung des Todes Jesu (Mk X.45 und Lk XXII. 27): NTS 19 (1972-1973) 39-42; K. H. Schelkle, Die Passion Jesu, Heidelberg 1948, 109-112; G. Schneider, Verleugnung, Verspottung und Verhar Jesu nach . Lukas 22,54-71, München 1969, 174-181; S. Schultz, Gottes Vorsehung bei Lukas: ZNW 54 (1963) 104-116, especialmente 107s; H. E. Todt, Der Menschensohn in der synoptischen Überlieferung, Gütersloh '1969, 155.174-178.

1. 6fT es un vocablo griego sin equivalente semítico. En el NT aparece 101 veces, con diferente distribución: Lucas/Hechos 40 veces, escritos paulina s 25 (9 de ellas en las Pastorales), Juan 10, Mateo y Apocalipsis 8 veces en cada uno, etc. El verbo no aparece en Gálatas, Filipenses, Filemón, 1-3 Juan. Se expresan formulaciones afines con f.tÉA.Aúl, JtQÉJtúl, avuyx- o con el futuro. Las formas ('to) M.ov o 'ta 6Éov'tu aparecen únicamente en Hech 19, 36 Y 1 Pe 1, 6 (en ambos casos, M.ov

841

fO't;LV) y también (en forma sustantivada) en 1 Tim 5, 13 ('ta f.t~ M.oV'ta).

2. 6fT designa una necesidad absoluta; los enunciados que se forman con este verbo tienen por naturaleza carácter absoluto, muy difícilmente cuestionable y, a menudo, anónimo y determinístico. La conexión con el concepto bíblico de un Dios personal no se efectuó sin problemas (Grundmann, Fascher). En el NT, los enunciados con 6fT se entienden más o menos directamente como decretos divinos. Y, así, la voluntad y la esencia de Dios dictan las normas para la ética y la piedad (por ejemplo, Hech 5, 29; 1 Tes 4, 1; Rom 8, 26; 1 Cor 8, 2; 1 Tim 3, 2.7.15; Lc 13, 14.16). Junto a una necesidad inmanente de las cosas (por ejemplo, Hech 19, 36; Jn 4, 4), el decreto divino determina con más frecuencia aún la lógica de los acontecimientos (por ejemplo, Rom 1,27; Hech 16, 30; Heb 11, 6). La actividad humana puede exigir determinada reacción (por ejemplo, 2 Cor 11, 30); pero la acción de Dios tiene mayor influencia aún sobre las situaciones (por ejemplo, Lc 12, 12; Hech 25, 10; 1 Pe 1,6). Y, así, 6fT en el NT es casi siempre expresión de las normas dadas por Dios y, muy especialmente, del plan divino. A ese plan se deben los más diversos acontecimientos (por ejemplo, Hech 1,21; 19,21; 23, 11; Ap 1, 1), Y principalmente el camino, la actividad y la pasión de Jesús (por ejemplo, Mc 8, 31; Mt 16, 21; Lc 2, 49; Hech 3,21). 3. No es fácil captar el trasfondo histórico-religioso del &et del plan divino. El término adquiere cierta importancia en los escritos apocalípticos (especialmente en Dan 2, 28s LXX), pero que no debe sobrevalorarse. En ellos &e'i: interpreta lo de «está escrito», y sirve para consolar al justo que sufre (Bennett). El elemento helenístico, que parece estar asociado con la interpretación de los sueños y con las declaraciones de los oráculos (K. Berger: NovT 17 [1975] 75), conserva en todo ello su propio peso; esto se aplica también al NT (Hahn, Patsch). 4. La antigüedad de la sentencia de que «el Hijo del hombre tiene que padecer mucho ... » (Mc 8, 31 Y passim) no es fácil ya determinarla con cer-

842 teza; la formulación tiene probablemente sus raíces en la primitiva comunidad judeocristianahelenística, que emplea &et como término correspondiente a «según está escrito» (Patsch). Tampoco se puede determinar claramente cuál es el marco conceptual que se halla detrás del &et. La tradición acerca del justo que sufre o del profeta que es perseguido señalaría una necesidad circunstancial. Pero &e'i: significa más que el producto de una experiencia; su rigor se funda en la índole de los caminos de Dios (cf. R. Pesch, Markus [HThK], sub loco). Como enunciado apocalíptico, &e'i: señalaría una especial necesidad escatológica (Lohmeyer; W. Grundmann, Markus' [ThHK], sub loco; M. Horstmann, Studien zur markinischen Christologie, Münster i.W. 1969, 24, con referencia al «Hijo del hombre»). Al menos desde Marcos, predomina la interpretación del 6E1: como referencia a lo vaticinado en la Escritura: Mc 9, 11-13; 14, 31; Mt 26, 54; Lc 24, 25ss. De esta manera 6fT adquiere un carácter más objetivo y puede leerse en el marco de la promesa y el cumplimiento. Heb 2, 10 (EJtQfJtfV) constituye entonces una variación del motivo, porque expresa en este caso la necesidad lógica y la congruencia teológica (O. Michel, Hebriier7 [KEK], sub loco; Schelkle). 5. Lucas amplía sistemáticamente el 6fL para que incluya toda la historia de la salvación. El plan divino, que culmina en la muerte, la resurrección y la exaltación de Jesús (Ernst), ofrece certeza a la fe (Schneider). 6fL es la indicación más destacada de este marco de ideas (Conzelmann). El plan de Dios no sólo determina todo el destino de la vida (principalmente de Jesús; también, por ejemplo, el de Pablo en Hech 9,6.16, etc., o el de Judas en Hech 1, 16), sino además todos los detalles particulares de la vida (por ejemplo, Lc 12, 12; Hech 10, 6; 16,30; por eso Lucas, en Hech 4, 12, escribe también -seguramente- tengamos que ser salvos, y no «podamos» ser salvos, como Herm [v] 4, 2, 4). 6. Juan emplea DEI: en paralelo con Mv f.t~ (por ejemplo, 3, 3.5.7). 6E1: designa el camino deparado por Dios, un camino del que no

843 existen alternativas. No hay más que un camino por el que podamos entrar en relación con Dios (por ejemplo, 4, 20.24) para cumplir su encargo (por ejemplo, 9, 4) Y para dejar que él determine nuestro propio destino (por ejemplo, 3, 30). 7. En el Apocalipsis, el enunciado (más generalizador) &. 6EL YEvÉo{)-m (correspondiente a Dan 2, 28s) aparece sólo en los pasajes que constituyen un marco, como 1, 1; 4, 1; 22, 6 (1, 19 con ¡.tÉ")..a), y por cierto muy formulístic amente como expresión de la determinación divina. En los demás pasajes, el término se refiere no sólo a la planificación divina, sino también -en la mayoría de los casos- a razones objetivas más inmediatas, como la ley del talión (11, 5; 13, 10), el encargo profético recibido (10, 11), la peculiaridad de la situación (17, 19) Y eventualmente el derecho procesal (20, 3). W. Popkes

bdy,..a, a'to~, 'tó deigma ejemplo* Jds 7: :n:Qóxavtm 6Ei:y¡.tu, «sirven de ejemplo (y advertencia)>>. En Diogn 4, 5; 7, 9, en el sentido de prueba. bny,..a'tí,~ro deigmatizo poner en eviden-

cia* Según Mt 1, 19, José no quiso poner en evidencia a María; no quiso infamarla. En Col 2, 15 se dice que Dios desarmó a los principados y potestades (--+ aQX"IÍ, --+ eso"UoLu) y los humilló públicamente, haciéndolos objeto de ignominia. ThWNT 11, 31s; E. Lohse, Kolosser (KEK), 166s.

bfÍxvu,..t, bnxvúro deiknymi, deiknyo mostrar* l. Aparición en el NT - 2. El significado fundamental de «mostrar, hacer ven> - 3. El significado de «explicar, esclarecen> - 4. «Revelar, desvelar» (Juan/ Apocalipsis).

Bibl.: J. Gonda, tld'XVU!H. Semantische Studie over den Indo-Germaanschen Wortel Deik-, Amsterdam 1929, 15-58; H. Schlier, bEl'XVU(lL 'XTA., en ThWNT n, 26-33. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1036s.

844

1. 6dxv"U¡.tL (O la forma alternativa 6axvúw; cf., a propósito, BlaB-Debrunner § 92) aparece 33 veces en el NT, especialmente en los evangelios (Mateo 3 veces, Marcos 2, Lucas 5, Juan 7), en Santiago (3 veces) y en Apocalipsis (8 veces). Los otros 5 ejemplos se encuentran en Hech 7, 3 (cita); 10, 28; 1 Cor 12, 31; 1 Tim 6, 15 Y Heb 8, 5. Además del verbo simple 6dxv"U¡.tL, el NT tiene los siguientes compuestos: avu6ELxv"U¡.tL (2 veces, además 1 vez avá6ELSL~), aJt06dxv"U¡.tL (4 veces, además 1 vez aJtó6aSL~), em6dxV"U¡.tL (7 veces) y uJt06dxv"U¡.tL (6 veces). Cf. --+ Ev6ELxv"U¡.tm, Ev6ELSL~.

845

OELXVUftL - OeL:n:VOV

bo 6L6áoxav). En Hech 10, 28 Dios ha explicado (E6ELSEV con un infinitivo como complemento) a Pedro que a ningún hombre debe él «llamar impuro o inmundo». En los tres lugares en que se emplea este verbo, su significado es el de demostrar, probar. En Sant 2, 18b: «¡Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras!»; 3, 13b: «¡Que muestre por su buena conducta cuáles son sus obras!».

2. Predomina el significado de mostrar, hacer ver: Mt 4, 8 par. Lc 4, 5 (objeto: «todos los reinos» del mundo); Mc 1,44 par. Mt 8, 4 / Lc 5, Í4 (<<¡muéstrate al sacerdote!»; cf. Lev 13,49 LXX); Mc 14, 15 par. Lc 22,12 (<<él os mostrará una sala grande en el piso superior»). 6dxv"U¡.tL aparece con el sentido de mostrar delante, exhibir, en los siguientes pasajes: Lc 10,24 (<<¡muéstrame un denario!»); Lc 24, 40 (Jesús «les mostró las manos y los pies»), y (con un análogo sentido) Jn 20, 20 (<<él les mostró las manos y el costado»). Dios es quien muestra en Hech 7, 3 (<
4. En el cuarto evangelio y en el Apocalipsis 6dxv"U¡.tL adquiere el sentido de revelar, desvelar (cf. Schlier, 28). Como el Hijo que es, Cristo ha recibido del Padre la revelación (Jn 5, 20, «el Padre le muestra todo ... y obras mayores que éstas le mostrará»), y Cristo trasmite esa revelación (10, 32, «Os he hecho ver muchas obras buenas»). «Los judíos» reclaman una señal que demuestre la autoridad de Jesús para la acción realizada en el templo (2, 14-16; «¿Qué señal nos muestras?» [2, 18]). Los discípulos le piden: «¡Muéstranos al Padre!» (14, 8.9c), a pesar de que Jesús -con sus palabras y sus acciones- ya les ha dado a conocer al Padre (v. 9b: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre»). La revelación que Cristo recibió de Dios, se proponía -según leemos en Ap 1, 1- mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto». Esta manifestación se efectuó mediante la enseñanza dada al escritor apocalíptico, quien la «vio» y «dio testimonio» de ella (v. 2). 6dxv"U¡.tL designa una manifestación divina que, como revelación del futuro (&. 6Ei: YEvÉo{)-m, 1, 1; 4, 1; 22, 6), se efectúa principalmente por medio de ángeles que la interpretan (17,1; 21, 9; 22,1.6.8). A este propósito, se repiten expresiones estereotipadas como «yo te mostraré» (4, 1; 17, 1; 21, 9), y «él me mostró» (21, 10; 22, 1). G. Schneider

3. El significado -derivado- de explicar, esclarecer, lo encontramos en los siguientes contextos: según Mt 16, 21, «Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que (6axvúELV OtL) él tenía que padecer» (Marcos emplea el ver-

a~, deilia cobardía* 2 Tim 1,7: «Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía (6ELALu~), sino de fuerza (6"Uvá¡.tEW~) ... ». DTNT IV, 246s.

bEtAí,a,

it

846

bEtAtáro deiliao acobardarse, tener miedo* Jn 14,27: «¡No se turbe (tuQuooÉo{)-w) vuestro corazón ni tenga miedo!» (6aALáw aparece también junto a tUQáooo¡.tm en Is 13, 7s). DTNT IV, 246s.

bEtAÓ;, 3 deilos cobarde, miedoso* Mc 4, 40 par. Mt 8, 26 en la pregunta que Jesús dirige a los discípulos: «¿Por qué tenéis miedo?» (Mateo añade el vocativo: OALYÓJtLOtOL). EnAp 21, 8 se menciona a los cobardes y a otros juntamente con los incrédulos (amOtOL).

bEiva, ó (it, 'tÓ) deina alguno, alguien* Mt 26, 18, en el encargo dado por Jesús: «Id a la ciudad, a cierta persona (JtQo~ tOV 6Ei:vu)>>. BlaB-Debrunner § 64, 5; A. C. Moorhouse: Classical Quarterly 13 (1963) 19-25. bEtvffi~ deinos (adv.) terriblemente*

Mt 8, 6: El criado -aquejado de parálisisdel centurión «sufre terriblemente / padece grandes dolores». Lc 11, 53: Los escribas y fariseos acosaban a Jesús terriblemente / peligrosamente (6avw~ eVÉxav).

bn:n:vÉro deipneo comer, cenar --+

6Ei:Jtvov.

bd:n:vov, ou, 'tó deipnon comida principal, cena* 6ELJtvÉw deipneo comer, cenar* 1. La cómida (ordinaria) - 2. El banquete escatológico - 3. La «Cena del Señor».

Bibl.: F. Bammel, Das heilige Mahl im Glauben der Volker, Gütersloh 1950; J. Behm, bElJtvov, bELJtVÉúl, en ThWNT n, 33-35; Id., EofHúl, en ThWNT n, 686693; P. Billerbeck, Ein altjüdisches Gastmahl, en Billerbeck IV, 611-639; G. Delling, Abendmahl n: Urchristliches Mahlverstiindnis, en TRE 1 (1976) 47-58; F. Hahn, Der urchristliche Gottesdienst (SBS 41), Stuttgart 1970; H.-J. Klauck, Herrenmahl und hellenistischer Kult. Eine religionsgeschichtliche Untersu-

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bEL:n:VOV

chung zum ersten Korintherbrief(NTA NF 15), Münster i. W. 1982; B. Kollmann, Ursprung und Gestalten der frühchristlichen Mahlfeier (GTA 43), Gottingen 1990; P. Lampe, Das korinthische Herrenmahl im Schnittpunkt hellenistisch-romischer Mahlpraxis und pln Theologia Crucis (J Kor 11, 17-34): ZNW 82 (1991) 183-213; A. Lumpe, Essen, en RAC VI (1966) 612635; K. Schneider, Mahlzeiten, en Pauly-Wissowa XIV (1928) 524-527; H. Schürmann, Herrenmahl, en LThK V, 271; A. V. Strom, Abendmahl 1: Das sakramentale Mahl in den Religionen der Welt, en TRE I (1976) 43-47. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1037.

1. En la mayoría de los casos, OElJtVOV designa en el NT la comida ordinaria, a la que podía invitarse a otras personas (cf. Mc 6, 21; 12, 39 par. Mt 23, 6 / Lc 20, 46; Lc 14, 16.17.24; Jn 12,2, también [en forma verbal] Lc 17, 8). En Jn 12, 2 se llama OeLltVOV a la cena de despedida de Jesús (la última cena). La expresión llETa TO OELltVfjOaL (<<después de la cena», Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25) recuerda -con estilo formalístico- que en la última cena, entre el simbolismo de la copa y el vino, tenía lugar la comida para saciarse. En Palestina solían hacerse al día dos comidas, y los días de sábado, tres. El OeLltVOV judío (= se'udti) era la comida principal, que durante la semana tenía lugar a últimas horas de la tarde, después de terminado el trabajo (cf. Lc 17, 7ss), y el sábado se tenía después del culto divino. Del OeLltVOV se diferencia el UQLO'tOV (<<desayuno», cf. Lc 14, 12, que también recibe el nombre genérico de «comida», cf. Mt 22,4; Lc 11,38). El banquete festivo se celebraba por la noche. En el convite se servía siempre vino, lo cual no siempre se hacía corrientemente en la comida diaria. Los rabinos hacían distinción entre la comida obligatoria (con ocasión de una fiesta religiosa, por ejemplo, una boda, la pascua) y la comida voluntaria, que se tenía según las preferencias de cada uno. Sobre lo habitual en la comida judía y la forma en que trascurría, cf. Billerbeck. 2. Tan sólo en el Apocalipsis se asocian OeLltVOV (19.9.17) y OELltvÉw (3, 20) con el

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banquete escatológico (cf. también Lc 14,24, en una declaración de Jesús). La idea del banquete escatológico dado por Dios aparece ya en elAT (cf. Is 25, 6) y en el judaísmo antiguo (cf. Hen [et] 62,14). En Ap 19, 17, esta idea se trasforma en una imagen terrible, por la referencia que se hace a Ez 39, 17ss (cf. también Is 34, 6ss; Jer 46, 10; Sof 1, 7). La idea del convite escatológico se recoge también en la tradición sinóptica, aunque no se empleen las palabras clave (cf. 8, 11; 26, 29; Lc 22, 16.18.29s; también Lc 14, 15).

3. En 1 Cor 11, 20 se designa con el nombre de xUQLaxov OeLltVOV (Cena del Señor) a la comida para saciarse, seguida por la eucaristía. El término, que Pablo presupone ya conocido, parece indicar que en Corinto la comida se 'consideraba como oportunidad para tener 4 xOLVwvLa (cf. 1 Cor 10, 16) o como lugar de la presencia pneumática del XÚQLOt; Jesús. La expresión pudo formarse por influencia de la terminología cultual del helenismo (testimonios en Behm, 34s). Pero no debe excluirse por completo la vinculación con la idea apocalíptico-judía del convite del fin de los tiempos. Pablo critica la tendencia a la segregación, en la forma en que los corintios practicaban esa comida: se toma la «propia comida» (TO '(OLOV OeLltvov) (¿anticipadamente?, 1 Cor 11,21). El desorden en la comida impide que la comunidad se represente como «un solo cuerpo» (cf. 10, 17). A Pablo lo que le preocupa precisamente no es la discriminación contra los pobres (¿que llegan más tarde?). Lo que él recomienda es que se coma antes, cada uno en su casa (11, 22). Y exige que se tenga consideración, unos con otros, y que así sea posible comenzar la comida juntos. Pablo, con su disposición, inicia la ulterior separación entre la comida para saciarse y la celebración eucarística. La comida para saciarse continuó aún por breve tiempo en la Iglesia antigua en forma de celebración de ágapes (4 ayált1J 4). J. Wanke

849

bELOLbm¡,lOVLa

850

bElCJtbatJtoVta, a~,

(Aphrodisias); Josefo, Ant, X, 42; Bell II, 174: «profundamente atónito por el fervor de su piedad».

1. Aparición, etimología y contenidos semánticos del término - 2. Campo referencial y enunciado 3. IiEwtliaLfHov.

b) En sentido de crítica o de rechazo, bELOLbm¡lovLa significa superstición: Teofrasto, Char, 16; Polibio XII, 24, 5; Plutarco, Alex 75, 1; Diodoro Sículo I, 83; Marco Antonio VI 30; Agatarquides en Josefo, Ant 5s; Ap I, 208; CorpHerm IX, 9; Filón, SpecLeg IV, 47; Josefo, Ant XV, 277; Diogn 1, 4; Plutarco estudia detenidamenteeste tema en su obra I1EQi. AELOLbm¡,lOVLa; (Superst.). bELOLbm¡lOVLa se emplea en la literatura patrística para descalificar a diversas herejías, por ejemplo, en Teodoreto, Hist III, 14,2 (GCS 19).

ÍJ deisidaimonia temor de Dios, superstición, religión*

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1. En el NT, OELOLoaL/lovLa aparece únicamente en Hech 25, 19 y es un término desconocido en la LXX. Pertenece al griego tardío y está compuesto de oeLow (<
c) En un sentido más general y objetivo, bELOLOm¡,lOVLa significa religión: OGIS 455, 11; Josefo, Ant XIV, 228; XIX, 290: cuenta que Claudio prohibió a los judíos 'tu; 'tOW ÜAAWV E{}vWV OELOLOm¡lOVLa¡; ESOU{tEVL~ELV. En este sentido objetivo se emplea el vocablo en Hech 25, 19 (en contra de Beginnings IV, 311 etc). Así lo traducen también los comentarios y las versiones recientes. Los padres de los tres primeros siglos no citan 25, 19 como testimonio (Biblia Patristica I-II [París 1975 y 1977], sub loco). 2. En Hechos 25, 13-22 Festo informa al rey Agripa sobre el proceso instruido contra Pablo. Lucas logra ofrecernos una conversación que tiene muchos visos de autenticidad histórica. Pablo que, según Hech 25, 11 había apelado al César, no cometió ningún delito punible en opinión de los romanos. El tema del desacuerdo es la resurrección de los muertos, especialmente la resurrección de Jesús. Festo, en la conversación con su invitado judío de gran categoría, no emplea despectivamente el término OEL(JLoaL/lovLa. En el v. 19, Lucas caracteriza la falta de comprensión de los romanos hacia la fe en la resurrección, lo mismo que había hecho en 17, 32 refiriéndose esa vez a los griegos. En Hech 26, 24, Festo cree que Pablo está «chiflado» al profesar tales convicciones. De esta manera queda bien a las claras cuál es la intención de Lucas en la breve escena de 25, 13-22. La descripción del proceso se simplifica. Festo aparece como una persona digna y respetable que quiere actuar según los principios de Roma como Estado de derecho. Y el apóstol aparece como en-

851 carcelado proclamador del evangelio. El mensaje cristiano acerca de la resurrección, que tiene plenamente sus raíces en la «religión judía», es la intención esencial del escritor bíblico. 3. El adjetivo bucnbnt"rov piadoso, religioso*, se usa en grado comparativo con sentido de superlativo (como Diógenes Laercio I1I, 132). En el NT no aparece sino en Hech 17, 22 Y no se encuentra en la LXX. Como el sustantivo, 6EL<JL6uL[lWV puede usarse en sentido negativo y significa entonces supersticioso: Teofrasto Char 16; Filodemo, Piet 105; Diodoro Sículo 1, 62; Filón, Cher 42; Máximo Tirio 14, 16s; Luciano, Pro Imaginibus, 27 (en superlativo). Los autores cristianos emplean 6EL<JL6uL[lWV en la lucha contra los herejes, como hace Justino, Apol 11, 3; Clemente de Alejandría, Prot 2; Orígenes, Cels 3, 79; 4,5; Epifanio, Haer 62, 7. Por textos contemporáneos, por el contexto de Hech 17, 22 (cf. 25, 19) Y por los resultados de las investigaciones (Bolkestein, Koets, Moellering, Nowack; cf. también GraBer, sobre todo 44s) se deduce que Pablo, en la inicial captatio bevevolentiae de su discurso del Areópago (Hech 17,22-31), no entiende en absoluto 6EL<JL6uL[lWV en sentido irónico ni mucho menos peyorativo, sino en el sentido positivo de religioso, piadoso (en sentido literal: «temoroso de los demonios»). Este sentido se halla atestiguado en: Jenofonte, Cyrop I1I, 3, 58; Ag, 11,8; Aristóteles, Poi 1315a 1; EpigrGraec 607, 3. En Hech 17, 21 Lucas caracteriza de dos maneras a los atenienses cultos, reflejando fielmente lo que de ellos pensaban los contemporáneos. Señala que son ávidos de saber cosas nuevas (v. 21, así piensan también Demóstenes, Or 4, 10; Tucídides I1I, 38, 4; Caritón de Afrodisias 1, 11) Yque son piadosos (v. 22). En el mundo antiguo se consideraba a los atenienses como especialmente religiosos por el gran número de templos y de imágenes de dioses que había en su ciudad: Sófocles, Oed Col 260 ('ta<; y' 'A{}~vu<;
852

aE~EO'tá'to1J<; 'tWV 'EAA~~WV JtáV'tE<; AÉy01JOLV); Elio Dionisio 24,3 (A&r]VULoL<; JtEQLaao'tEQÓV 'tL ~ 'tOL<; aAAOL<; E<; 'ta {}dá E(J'tL aJt01JMí<;); Pausanias 1, 17, 1. En este sentido positivo Clemente de Alejandría cita dos veces el discurso del Areópago: Strom 1, 9, 1 (Hech 17,22-28) Y Strom V, 12,4 (Hech 17, 22-23). Lo curioso es (Wikenhauser, 292) que Lucas no emplea el término específico «temerosos de Dios» (EvaE~~<;; cf. Hech 10, 2.7; en ambos casos es lo que se dice de Comelio; cf. Hech 22, 12 v.l.; en el NT, aparte de Hechos, este término aparece sólo en 2 Pe 2, 9), sino que utiliza 6ELOL6uL[lWV (el grupo de palabras con el tema EvaE~- es desconocido en los evangelios y en las cartas paulinas auténticas). Según Hechos, lo de «temeroso de Dios» (sintagma EvaE~-) se aplica únicamente a los adoradores del único Dios verdadero, cf. Hech 17, 23 (el verbo aparece en Hech 17, 23 [cf. 1 Tim 5, 4] Y el sustantivo en Hech 3, 12). En Hech 17, 23 Pablo basa su alabanza en el hecho de que ha encontrado un altar dedicado «al [o a un] Dios desconocido». Con este hecho enlaza él su predicación acerca de Dios y acerca del hombre y termina con el mensaje de la nueva venida del Resucitado. Al presentar el discurso de Pablo en el Areópago, Lucas pretende enseñarnos dos cosas: cómo era la predicación misionera de los cristianos dirigida a los paganos, y «cómo en aquel entonces, en aquel encuentro incomparable, el singularísimo Pablo supo habérselas con los representantes de la cultura griega» (Conzelmann, 111). En esta composición se esboza un tipo bimembre de Credo primitivo: Dios, el Creador - Jesucristo, el Juez que ha de venir (cf. 1 Tes 1, 9s; 1 Cor 8, 6). Lucas «emplea la estructura de la tradición de una determinada escuela judía, que se caracteriza principalmente por sus elementos sapienciales; pero luego interpreta el contenido de esa tradición con arreglo a su propia intención teológica» (GraBer, 45). Lo que a él le interesa es que los paganos comprendan que hay un solo Dios, que es el Creador, y que se conviertan creyendo en Jesucristo. Según Hech 1,

854

853 8; 14, 15-17 Y principalmente 17,32-34, no se pretende ofrecer una delicada y comprensiva descripción del fracaso de Pablo, sino de exponer lo que en realidad es un fracaso «histórico», la incomprensión mostrada por el mundo helénico (pero cf. en Hech 10-11 la historia de Comelio). Un resultado parecido nos lo ofrece 25, 13-22; 26, 1-23, en lo que respecta al mundo romano. Esta fe proclamada por Pablo, «es consciente de que Dios -independientemente de que le comprendamos o no- estuvo siempre cerca de nosotros» (Conzelmann, 113). F. Staudinger

bEtO'tbai ....rov, 2

deisidaimon piadoso, religioso --+ 6ELOL6m[lOvLU 3.

bÉxa deka diez* 1. Aparición en el NT - 2. Significado general del número diez - 3. 6Éxa en el NT - 4. Compuestos con oÉxa - 5. 6Éxa'tOt;.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; H. Dorrie, Pythagoras (1), en Pauly, Lexikon IV, 1267s; E. Frank, Plato und die sogenannten Pythagoreer, Halle 1923, 251s, 309ss; P. Friesenhahn, Hellenistische Wortzahlenmystik, Leipzig 1935; H. Haag, Die biblischen Wurzeln des Minjan, en FS Michel, 235-242; F. Hauck, oÉxa, en ThWNT n, 35s; Liddell-Scott, en el vocablo correspondiente; D. Najock, Zahlenmystik, en Pauly, Lexikon V, 1447-1449.

1. En el NT, bÉxu aparece 24 veces; aparece otras 11 veces en palabras compuestas con bÉxu (--+ 4). 2. El principio decimal parece ser una institución semítica muy antigua, aunque en Israel y en Mesopotamia no logró imponerse sino de manera imperfecta en el sistema de pesos y medidas. En el AT el número diez es símbolo de la totalidad perfecta y aparece, entre otros, en los siguientes contextos: 10 mandamientos (Ex 20; Dt 5), 10 plagas (Ex 7-11), 10 patriarcas (Gén 5) y en general en el pago del diezmo (Gén 28, 22; -+ ()EX(X,:1j).

.

En el judaísmo encontramos, por ejemplo, el número 10 en la regla de que únicamente la presencia de 10 varones adultos (el minyan) permite

que se pueda celebrar válidamente el culto divino (Meg 4, 3); en Rut 4, 2, por ejemplo, los 10 ancianos que se sientan a juzgar representan a la totalidad. En la apocalíptica, la división del tiempo del mundo en 10 períodos expresa la plenitud de los tiempos; la décima semana se considera como el tiempo mesiánico (Ren [et] 93, lss; 91, 12-17, etc.). En la filosofía griega, al número diez le correspondía particular importancia, sobre todo en la escuela de Pitágoras. En ella se vio un valor en toda analogía, y al mismo tiempo se vio armonía. A determinados números se les atribuyeron no sólo valores numéricos sino también valores éticos: así ocurrió con el denominado tetraktys, el número cuaternario 1 + 2 + 3 + 4. Como la suma de estas cuatro cifras era 10, se pensó que en el número 10 se contenían los cuatro valores fundamentales. El diez se consideró como el supremo número real. - Esta manera de vez las cosas fue recogida por la gnosis (así Ireneo, Raer 1, 10: 4 elementos, 10 virtudes; I 11, 2: el número diez). Por otra parte, Filón conoce el diez como 'tÉAELO¡; aQL{}[lÓ¡; (VitMos 1, 96, etc.). 3. En el NT el número diez sirve de marco para enumeraciones: Rom 8, 38s (10 poderes opuestos); 1 Cor 6, 9s (10 vicios); Mt 8-9 (10 ejemplos de milagros). En Mt 1, 1ss la genealogía de Jesús se asocia con el esquema de la consumación del mundo en 10 semanas. El vocablo 6Éxu, en sí mismo, aparece como resultado de una multiplicación por 2 (2 x 5 = 10) en Mt 25, 28, Y como resto de una sustracción (12 - 2 = 10) en Mt 20, 24; Mc 10, 41, es decir, sin ningún significado adicional. Como número redondo menor lo encontramos en Lc 19, 13 (bis).16.17.24.25 (siervos, minas, ciudades); 15, 8 (dracmas); 14, 31 (miles de soldados); 17, 12.17 (diez leprosos); Ap 2, 10 (un lapso de tiempo relativamente breve, con dependencia aquí de Dan 1, 12.14). En Hech 25, 6 «no más de ocho o diez días» significa un número redondo, como cuando nosotros decimos «unos 15 días». - En cambio, lo de las 10 vírgenes en Mt 25, 1 podría ponerse en relación con el minylin, como número que (teniendo en cuenta la expectación del fin de los tiempos) tiene rasgos de la teología de la pascua (cf. Dan 7, 7). - En Ap 12, 3, los 10 cuernos reflejan elementos de la tradición

856

855 (cf. Dan 7, 7), pero adquieren también su significado por una alusión histórica concreta (cf. Dan 7, 24). La misma idea aparece en Ap 13,1 (bis); 17,3.7.12 (bis).16. 4. Los compuestos de M'lta reflejan en la mayoría de los casos circunstancias concretas: por ejemplo, &ExaO'lt"tW en Lc 13, 4 representa un acontecimiento histórico; en 13, 11.16, una circunstancia de tiempo; &E'ltanÉV"tE en Jn 11, 18, una indicación de distancia; en Hech 27, 28, la profundidad de las aguas; en Gál 1, 18, un lapso de tiempo, que según la manera antigua de medir equivale a dos semanas; &EXatÉooaQE~ en 2 Cor 12, 2; Gál 2, 1 significa cierto número de años. - En Mt 1, 17 (ter) podría haber especulación acerca de los tiempo (gematría): el valor numérico de las letras del nombre de «David» (= 4 + 6 + 4) corresponde a 14 generaciones como agrupación importante (Friesenhahn, 98s y W. Grundmann, Matthiius [ThHK], sub loco). 5. bÉxa"to; décimo* aparece (tanto en el NT como fuera de él) no sólo como número ordinal sino también en usos que corresponden al significado especial de &Éxa. En el NT aparece 3 veces (sin contar el sustantivo --> &Exátl']): en Ap 11, 13 expresa un número fraccionario (redondo) (l/lO); en Ap 21, 20 es parte de una enumeración que llega hasta 12. El significado especial de diez parece que desempeña un papel en Jn 1,39. La hora exacta (la hora décima = las 4 de la tarde) en la que se ofrecen las primeras palabras de Jesús en este evangelio parecen indicar la hora del cumplimiento (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK], sub loco). A. J. HeB

bExabúo dekadyo doce Hech 19,7 Textus Receptus y 24, 11 Textus Receptus (en ambos casos, en lugar de &w&Exa). Cf. también Bern 8, 3; EvEb 2.

bExaox'tro dekaokti5 dieciocho* Lc 13,4.11 (las dos veces se trata de, material peculiar de Lucas, pero en cada caso en

diferente contexto): aquellos dieciocho a los que mató la torre al derrumbarse sobre ellos, o una mujer que llevaba ya dieciocho años enferma.

bExa¡tivtE dekapente quince* Jn 11, 18: quince estadios; Hech 27, 28: quince brazas; Gál 1, 18: quince días (permaneció Pablo con Cefas en Jerusalén; se trata de un período redondeado de tiempo; cf. Bauer, Worterbuch, s. v. Mxa).

AEXá¡tol.t;, Ero;,

tl

Dekapolis Decápo-

lis* Bibl.: A. Alt, Kleine Schriften n, München '1959, 384-395, 452s; 1. Benzinger, en Pauly-Wissowa IV, 2415-2417; H. Bietenhard, Die syr. D. von Pompeius bis Traian, en ANRW II18 (Berlin 1977), 220-261; H. Guthe, Die griech.-r6mischen Stiidte des Ostjordanlandes, Leipzig 1918; A. H. M. Jones, The Cities ofthe Eastern Roman Provinces, Oxford '1971, 255-259; G. Kroll, Auf den Spuren Jesu, Leipzig 61975, 326, 328 (mapas 80. 194); K. Matthiae, Chronologische Übersichten und Karten zur spiitjüdischen und urchristlichen Zeit, (Berlin 1977) Stuttgart 1978; S. Th. Parker, The Decapolis Reviewed: JBL 94 (1975) 437-441; Schürer n, 37-41, 148-193.

Las ciudades-estados al Este del Jordán (tan sólo en torno a Escitópolis se extendía la Decápolis más allá del Jordán, como una cuña entre Samaría y Galilea), que desde los tiempos de Alejandro Magno se habían desarrollado hasta constituir ciudades helenísticas, fueron conquistadas y privadas de su independencia por Alejandro Janeo (103-76 a.e.), hasta que Pompeyo las liberó hacia el año 63 a.e. y las convirtió en liga de ciudades bajo la autoridad del gobernador sirio, con administración autónoma y derecho a acuñar moneda. El nombre de Decápolis (<
857

858

(Plinio, Tolomeo). Hay que contar con que se produjeron cambios. Así, Herodes el Grande sometió hasta su muerte las ciudades de Antioquía ad Hippum, Gádara y Cánata. La Decápolis se desintegró hacia el año 200 p.C. Sus ciudades más importantes eran Gádara y Escitópolis (durante algún tiempo, capitales de la región), y también Pela, Gérasa, Hippos, Filadelfia e incluso Damasco. Mc 5, 20 sitúa el exorcismo de Gérasa (--> rl']Qaol']vó~) en la Decápolis, aunque la escena se desarrolla junto al Lago de Genesaret, porque Marcos quiere hablar del efecto de la primera misión cristiana en la Decápolis (Gérasa se hallaba situada en el centro de la región; de manera parecida en 7,31). Mateo no recoge este dato, pero en Mt 4, 25 (siguiendo a Mc 3, 7s) emplea la Decápolis como palabra clave para ofrecer un marco en el que se produjeron diversos hechos, es decir, sigue en este punto a la idea de Marcos. Lucas no menciona la Decápolis, suponemos que por presentar en Hechos un comienzo y una historia de la misión cristiana primitiva que se aparta notablemente de la exposición efectuada por Marcos. G. Schille

En el NT, ambos términos aparecen únicamente en Heb 7, 2-9 (6EXátl'] 4 veces, 6E'ltatów 2 veces). 1. Fuera del NT, el término &Exátl'] se emplea para designar la décima parte que hay que pagar como un tributo, en los impuestos sobre las cosechas, las casas y en las dedicaciones a los dioses (porción de un botín, porción de su sacrificio). Así que el diezmo corresponde como término técnico al hebreo ma'aser(cf. Gesenius-Buhl, s.v.), y en Heb 7, 2 Y (expresamente) en 7, 4 significa el diezmo como porción del botín; en la interpretación de los vv. 1-3 que se hace en los vv. 8-9, el término se refiere al diezmo que corresponde a los levitas como participación en los sacrificios. Los pasajes evocan la historia de Melquisedec en Gén 14, 17-20 Y la fijación de los ingresos de los levitas en Núm 18,20-32. 2. &EXatów (con acusativo) aparece únicamente en la LXX y en Hebreos (en este último escrito, 2 veces). Corresponde al término técnico hebreo 'asar (por ejemplo, en Neh 10, 38; cf. Gesenius-Buhl s.v.). En Heb 7,6 se dice (en voz activa): cobrar el diezmo; en el v. 9 (en voz pasiva): pagar el diezmo. A.1. HeB

bExa'ti(J(Ja~E; dekatessares catorce*

Este número aparece tres veces en Mt 1, 17 en la expresión «catorce generaciones»; cf. A. Vogtle: BZ 8 (1964) 240-248; 9 (1965) 3238; H. e. Waetjen: JBL 95 (1976) 205-230. En 2 Cor 12, 2 Pablo habla de que hace catorce años «fue arrebatado». En Gál 2, 1, la segunda visita de Pablo (con Bernabé y Tito) a Jerusalén tuvo lugar «al cabo de catorce años»; cf. H. Schlier, Der Brief an die Galater (KEK), sub loco. --> &Éxa 4.

bEXá't1], 1];,

tl

dekate la décima parte,

diezmo* ()E'ltatów dekatoi5 pagar diezmos, recibir

diezmos* Bibl.: Haag, Diccionario, 475; H. Volkmann, en Pauly, Lexikon I, 1438.

bixa'to;, 3 dekatos el (la, lo) décimo --> Mxa

5.

bExa'tóro dekatoi5 pagar diezmos, recibir diezmos --> &Exátl'].

bEX'tÓ;, 3 dektos aceptable, bien recibido* Ser bien recibido por la gente, en Lc 4,24 (a diferencia de Mc 6, 4, donde se habla del profeta en su patria), pero ser siempre aceptable a los ojos de Dios: Lc 4, 19 (el año aceptable para el Señor; Is 61, 2 LXX); Hech 10, 35 (el que teme a Dios, de cualquier nación que sea); 2 Cor 6, 2 (con XaLQó~; Is 49,8 LXX); Flp 4, 18 (con {tuoLa). ThWNT 11,57-59.

860

859 bd,Eá~ro deleazo atraer, seducir*

Sant 1, 14: de la tentación, en la que el hombre «es llevado y seducido por su propia pasión (btdtv¡.üu)>>. 2 Pe 2,14.18: los falsos maestros «seducen a las almas inestables»; atraen a los que acaban de escapar del error.

bivbºov, 0\1, tó dendron

árbol*

Bibl.: T. Lohmann, Senjkorn, en BHH III, 1771; U. Winter, Der stilisierte Baum. Zu einem auffiilligen Aspekt der altorientalischen Baumsymbolik und seiner Rezeption im AT: BiKi 41 (1986) 171-177.

1. De las 25 veces que aparece el término en el NT, 12 corresponden a Mateo, 7 a Lucas, 4 a Apocalipsis, 1 a Marcos y 1 a Judas. Expresiones que aparecen con frecuencia: 6Év6Qov xuAóv (o ayu-fróv), 6Év6Qov au:n:Qóv (también au:n:Qov 6Év6Qov), 6Év6Qov ¡'Ú] :n:OLOtíV xUQ:n:ov XUAÓV. Corresponden, todas ellas, a la acepción del término estudiada en 2.c.

2. a) 6Év6Qov, en primer lugar, se emplea en sentido literal: Mt 21, 8; Mc 8, 24; Lc 21, 29; Ap 7, 1.3; 8, 7; 9, 4. b) En Mt 13, 32; Lc 13, 19 la forma final del árbol que ha crecido a partir de una pequeña semilla, sirve de metáfora para expresar la capacidad de éxito y la expansión universal del reino de Dios (cf. Dan 4, 9.l8s, donde el reino de Nabucodonosor aparece en sueños como un árbol enorme; cf. también Ez 17,22-24). c) Frecuentísimamente se emplea en el NT la palabra árbol como imagen del hombre, por cuanto sus acciones deciden acerca del valor que tiene ante Dios y determinan así su futuro. «Si un árbol es bueno, dará fruto bueno; pero si un árbol es malo, dará fruto malo» (Mt 12,33; en sentido parecido Mt 7,17 [bis]. 28 [bis]; Lc 6, 43 [bis]). Por los frutos se conoce el valor del árbol (Lc 6, 44; Mt 12, 33c). ¡Ay del árbol que no produzca frutos buenos! Será cortado -una imagen del juicio que aparece ya en Is 6, 13; 10, 33s; 32, 19- Y arrojado al fuego (Mt 3, 10 [bis]; 7, 19; Lc 3, 9 [bis]).

En Jds 12 se describe a los falsos maestros que hay en la comunidad como «árboles de fines de otoño, sin fruto, dos veces muertos, desarraigados». Un árbol que, en tiempo de la recolección, en otoño, no produce fruto y carece incluso de follaje es como una nube que no trae agua; inútilmente se espera algo de él. Quizás se piensa también en árboles que no sólo no dan fruto sino que carecen incluso de follaje. Como están desarraigados, son estériles. Es difícil explicar lo de «dos veces muertos». Es un atributo que se sale ya de la imagen y caracteriza directamente a los falsos maestros. ¿Están «dos veces muertos», porque, hallándose originalmente en pecado, fueron resucitados a la vida por la fe y el bautismo, pero ahora han vuelto a «morir» por haber caído en la herejía? ¿O lo que se piensa es que su muerte física significará al mismo tiempo la «muerte eterna» por el juicio de Dios? (cf. Ap 2, 11; 20, 6.14; 21, 8). Cf. Schelkle, Judas (HThK), sub loco. J. M. Nützel bE;tOAá~o~, 0\1, (, dexiolabos soldado que

está armado con armadura ligera (?)* 6ESLOAá~0¡;; aparece únicamente en Hech 23, 23, donde se dice que 200 6ESLOA.á~OL formaban la escolta militar que acompañó a Pablo durante su traslado de Jerusalén a Cesarea. No se conoce la significación exacta de este tecnicismo militar. Testimonios de la época bizantina (siglos VII/X) mencionan a los 6ESLOAá~OL juntamente con los arqueros y los honderos. Parece, pues, que se trata de soldados de armadura ligera; cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), 619. bE;tÓ~, 3 dexios derecho (el lado opuesto

al izquierdo) 1. Aparición del término - 2. Gran estimación del «lado derecho» - 3. La mano derecha (miembros) 4. La derecha como «lado de la suerte» - 5. Sentado a la derecha - 6. La (mano) derecha de Dios o de Jesús.

Bibl.: A. Gornatowski, Rechts und links im antiken Aberglauben, tesis Breslau 1936; W. Grundmann, oEl;LÓ~, en ThWNT n, 37-39 (bibliografía algo anti-

861 gua); Hahn, Hoheitstitel, 126-132; B. Hartmann, Rechts und links, en BHH III, 1564s; Ph. Vielhauer, Ein Weg zur ntl. Christologie? Prüfung der Thesen F. Hahns, en Auf~iitze zum NT, München 1965, 141-198; Ch. Wolff, Die Hand des Menschen, München 1973. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1037.

1. 6ESLÓ¡;; aparece 54 veces en el NT. Es un término muy frecuente en Mateo (12 veces), Marcos (7), Lucas (6), Hechos (7), Hebreos (5) y Apocalipsis (9). En cambio, en el Corpus paulinum no se encuentran más que 3 ejemplos. 2. Los significados del adjetivo (derivado de OEX[X]ollaL, «tomar») -sobre todo la gran estima general de todo lo que se halla al lado derechotienen su raíz últimamente en la función dominante de la mano derecha como la que suele estar activa y la que, por tanto, es la más hábil (<
862 se lo consideraba como pervertido (Prov 4, 27) Y necio (Ecl 10, 2). Y con lo «derecho» se asociaban ideas de felicidad, éxito y salvación (sobre el pensamiento de los griegos en esta materia, cf. Gornatowski, 45ss). El Resucitado ordena a los discípulos que echen las redes al lado derecho (d¡;; 'ta 6ESLa ¡.A.ÉQl']) de la embarcación, que es el «lado de la suerte» (Bauer, Worterbuch, s.v.) (Jn 21, 6). El Hijo del hombre, con su dignidad real, colocará -en el juicio- a los bendecidos a su derecha, y a los malditos, a su izquierda (Mt 25, 33s; Cf. Platón, Resp 6l4c). Mc 16, 5 Y Lc 1, 11 tienen probablemente una interpretación parecida. Algunas veces se puede mencionar juntamente «a la derecha y a la izquierda», sin formular -según parece- un juicio de valor (Mc 10, 37 par.; 15,27 par; 2 Cor 6, 7). Pero aun en estos casos se menciona siempre en primer lugar «a la derecha», y luego «a la izquierda». 5. El hecho de que una persona se siente a la derecha significa que se concede a esa persona una distinción especial. En la corte de un rey terrenal, el sentarse a la derecha del monarca es ocupar el sitio de mayor honor (1 Re 2, 19; Sal 44, 10 LXX). En el reino celestial, el sentarse en un trono junto a Dios es participar del honor y del poder divino (Sal 109, 1 LXX). Sal 109, 1 LXX (xá-frov EX 6ESU'i)V ¡.A.ov ... ) constituye la base para numerosos pasajes del NT (pero no para todos, cf. Vielhauer, 171s) en los que se enuncia la entronización de Jesús como soberano celestial y mesiánico o se fundamenta esa entronización en argumentos de la Escritura (otros aspectos del empleo de esta cita cf. en Hahn, 128). Juntamente con las citas literales (Mc 12,36 par.; Hech 2,34; Heb 1, 13), encontramos a menudo la versión más o menos libre de la cita como expresión de la certeza de que Jesús está sentado a la derecha de Dios o de que se ha sentado a su diestra. La conexión existente en el Sal 109, 1 LXX entre xá-frl']¡.A.aL y EX 6ESLffiv aparece sólo en el anuncio que se hace en Mc 14,62 par. de que verán al Hijo del hombre «sentado a la

864

863 derecha del poder» (= de Dios; cf., en sentido parecido, Heb 1, 3). Por lo demás, la entronización de Jesús a la derecha de Dios, entendida ya desde muy pronto (con Vielhauer, 167ss en contra de Hahn, 126ss) como consecuencia de la resurrección, se describe por medio de --+ xuitt1;w seguido de Ev c'll::sL<;l (Ef 1, 20; Heb 1,3; 8,1; 10, 12; 12,2); y su existencia actual al lado de Dios se describe por medio de xá{h¡[!aL (Col 3, 1) o ELVaL (Rom 8, 34; 1 Pe 3, 22) seguido por EV bESL{L Por el contrario, la idea de que Jesús está de pie EX bESLWV de Dios (Hech 7, 55s) podría estar influida por enunciados como 3 Re 22, 19; Sal 44, 10 LXX. 6. En Hech 2, 33; 5, 31, el contexto sugiere (cf. 2, 34) que se interprete 'tñ bESL(i en sentido local como a la (mano) derecha (y no por la [mano] derecha). Así que la imagen de la (mano) derecha de Dios, que tanto relieve tiene en el AT como expresión del poder, se halla documentada en el NT sólo por Ap 5, 1.7. En Ap 1, 16s; 2, 1, esta imagen se aplica al Jesús resucitado (cf. también Ap 1, 17). Domina en esta imagen el motivo de la protección, como ocurre frecuentemente en el AT. Aquí el objeto de la protección son las comunidades, cuya protección se describe en forma de las siete estrellas o ángeles que Jesús tiene en su mano derecha. Este motivo determina también la frase ELVaL EX bESLWV 'tLVO¡;, estar al lado de alguien (Hech 2, 25, cita de Sal 15, 8 LXX). P. van der Osten-Sacken

bÉoJ1at deomai suplicar, pedir, orar* bÉ'rIOL¡;, EW¡;, ~ dee sis petición, oración, intercesión* 1. Aparición en el NT y significados - 2. Uso de estos términos en el NT - 3. JtQoabÉo¡laL.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.V.; M. Dibelius, Aufsiitze zur Apostelgeschichte, Gottingen '1961, 29-70; H. Greeven, bÉO¡laL %1:1.., en ThWNT 11,39-42; G. Holtz, Die Pastoralbriefe (ThHK), Berlin 1965, 56s; E. Jüngel, Unterwegs zur Sache, München 1972, 179-188; H. SchOnweiB, DTNT I1I, 216-222.

1. El uso de MO[!aL y bÉfJ(JL~, con pocas excepciones, se concentra en los escritos paulinos y lucanos (bÉo[!aL aparece un total de 22 veces, y MfJGL¡;, 18 veces). De la significación básica de «carecer, necesitar» -que todavía se conserva en jt¡~oGMo[!aL- se ha desarrollado el sentido de suplicar, pedir, orar o de petición, oración. 2. MO[!UL GOU en un discurso directo (Hech 8, 34; 21, 39; cf. 26, 3) corresponde a nuestra fórmula de cortesía «por favor», y permite reconocer a una persona que sabe hablar como es debido. Pablo se apoya en la fuerza retórica de MO[!aL, cuando está en juego su misión apostólica (2 Cor 5,20; 8,4; 10,2; Gá14, 12). Se palpa el significado fundamental en los enunciados en los que el que hace la súplica manifiesta el estado de dependencia e incluso de consternación en que se halla (Lc 5, 12; 8, 28.38; 9, 38.40). También el no tener hijos (Lc 1, 13) o la persecución (Hech 4, 31 con referencia a 4, 24-30) son ocasiones para hacer oraciones de súplica. La plena humanidad de Jesús se realza en Heb 5, 7, cuando se habla de sus «oraciones y súplicas». El que pide perdón (cf. Hech 8, 22), experimenta la conversión. La comunidad ora para que se envíen obreros a la mies (Mt 9, 38 par. Lc 10, 2), y responde en oración ante la inminente tribulación apocalíptica (cf. Lc 21, 36). La oración como ardiente súplica, como lamentación y como clamor pidiendo ayuda recurre a la distancia salvadora que existe entre el necesitado de ayuda y el poderoso. Cuando MO[!aL tiene por objeto a terceros (cf. Lc 22,32; Hech 8, 24), entonces se habla de intercesión. En las cartas de Pablo, el motivo de la intercesión va más allá de la simple función estilística que tenía en las cartas antiguas. La intercesión de la comunidad (Flp 1, 19) trata de conseguir la liberación del apóstol. Por eso, Pablo reconoce en ella, agradecido, la acción del Espíritu (Flp 1,4). En 2 Cor 1, 11 se exhorta a la comunidad a practicar la intercesión como expresión de solidaridad (cf. 2 Cor 9, 14; 2 Tim 1, 3). La intercesión

866

865 manifiesta la esperanza contra toda esperanza (2 Cor 1, 9; Rom 10, 1), el aspecto social de la fe y la dependencia en que los unos se hallan de los otros. Más allá del contexto de la comunidad, en la oración en favor de la humanidad no cristiana (1 Tim 2, 1) se cumple «la vocación sacerdotal que la comunidad tiene con respecto al mundo» (Holtz, 56). A la intercesión se la puede llamar sencillamente «la oración del justo» (Sant 5, 16; 1 Pe 3, 12). De la nQOGEuxtí como oración «general» se diferencia la MfJat¡; como oración «específica». Pablo menciona su oración como prueba de la seriedad de sus planes misioneros (Rom 1, 10; cf. 1 Tes 3, 10). En Ef 6, 18 se dice que la oración es un «arma» (cf. 6, 13.17) por medio de la cual actúa el Espíritu de Dios. La oración «lucha» contra los poderes y apoya la causa del evangelio. MO[!aL y MfJGL~ se han desarrollado hasta convertirse en conceptos de un determinado estilo de piedad que describe la actitud de los cristianos (cf. Hech 10, 2: Camelia oraba constantemente a Dios; Lc 2, 37: Ana prestaba servicio «con ayunos y oraciones noche y día»; cf. Lc 5, 33; Flp 4,6; 1 Tim 5, 5). El empleo del término «oración» en sentido absoluto supone que la oración va dirigida a Dios. Allá donde no se puede saber ya cuál es el contenido de la oración (cf. Hech 1, 14; 1 Tim 2, 1), su sentido habrá que deducirlo por el contexto. 3. n~oO"bÉo~at tener necesidad (de algo)* aparece únicamente en Hech 17, 24s, en el contexto del discurso del Areópago. El verdadero sentido de la palabra se refuerza con ouM (v. 25): «Dios no hace que le sirvan manos de hombres como si necesitara algo» (cf. Dibelius, 42). Aquí se refleja la antigua polémica del AT contra los conceptos antropomórficos de Dios (cf. Sal 50, 9; Is 42, 5). Con todo, algunas tendencias de la Ilustración greco-helenística siguen siendo determinantes (por ejemplo, la autosuficiencia de Dios). Frente al Dios independiente se halla el hombre, totalmente dependiente y necesitado de

ayuda. El motivo de que Dios no necesita nada refuerza la exhortación al arrepentimiento (cf. Hech 17,30). Por lo demás, en ninguna otra parte del NT aparece esta idea de la doctrina griega sobre Dios. Por contraste, 2 Cor 5, 20 presenta a Dios como Aquel que, cual el Crucificado y el que ruega, se da a conocer a través de la predicación apostólica. U. Schoenbom

bÉov deon necesario --+

bE!: 1.

bÉo~, o\J~,

'tó deos temor, reverencia* Heb 12, 28: Servir a Dios con temor y reverencia ([!E'tU EUAUpdu¡; xulbÉou¡;). ThWNT IX, 186-216. AEQ~aio~,

3 Derbaios de Derbe* Gayo, acompañante de Pablo según Hech 20,4, era de Derbe. AÉQ~l), l)~ Derbe Derhe* Ciudad de Licaonia. Hech 14, 6.20; 16, 1 mencionan visitas de Pablo a Derbe durante su «primero» y su «segundo» viaje misionero. LThK I1I, 241; G. Ogg: NTS 9 (1962-1963) 367-370; B. Van Elderen, en FS Bruce, 156161. a'to~, 'tó derma piel* En Heb 11, 37 dícese de profetas y de (otros) mártires del pasado: «llevaron una vida errante, cubiertos de pieles de ovejas y de cabras»; cf. O. Michel, Der Brief an die Hebriier' (KEK), sub loco.

bÉQJ1a,

bEQJ1áttvo~,

3 dermatinos de cuero* En Mc 1,6 par. Mt 3, 4 se habla del cinto de cuero de Juan el Bautista; cf. 2 Re 1, 8; Josefa, Ant IX, 22; EvEb 2. Ph. Vielhauer, Aufsiitze zum NT, München 1965,47-54.

867

biQOJ deriJ azotar, golpear* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Uso teológico.

Bibl.: D. R. A. Hare, The Theme of Jewish Perseeution of Christians in the Gospel aeeording to Sto Matthew, Cambridge 1967; M. Hengel, Das Gleiehnis von den Weingiirtnern Me 12, 1-12 im Liehte der Zenonpapyri und der rabbinisehe Gleiehnisse: ZNW 59 (1968) 1-39; R. Pesch, Naherwartungen. Tradition und Redaktion in Mk 13, Düsseldorf 1968, 126-129; Id., Das Markusevangelium 11, Freiburg i Br. 1977, sobre todo 216s; O. H. Steck, Israel und das gewaltsame Geschiek der Propheten, Neukirchen-Vluyn 1967, sobre todo 269-273; H. Windish, Der zweite Korintherbrief(l924), editada por G. Strecker, Giittingen '1970 (sobre todo 11,20).

1. El verbo aparece 15 veces en el NT, 9 de ellas en los Sinópticos, donde el empleo del término se concentra en la parábola de los viñadores en Mc 12, 1-12 par. (5 veces: Mc 12, 3.5; Mt 21,35; Lc 20, 10.11). Además, OéQw se encuentra en el discurso de Mc 13, 9, en otra parábola de Lc 12,47.48 yen la historia de la pasión en Lc 22, 63. También Juan introduce el verbo en la historia de la pasión (18,23). Finalmente, 6ÉQw aparece asimismo en Hechos (3 veces: 5,40; 16,37; 22, 19), en 1 Cor 9,26 Y en 2 Cor 11, 20. 2. 6ÉQw significa literalmente desollar, despellejar. Con este sentido se emplea únicamente en la LXX (Lev 1,6; 2 Crón 29,34; 35, 11), donde aparece como tecnicismo cultual para referirse a la acción de desollar a un animal víctima de un sacrificio. En cambio, en el NT OéQw aparece únicamente en el sentido figurado de golpear. En la voz activa lleva acusativo. Se usa más raras veces en la voz pasiva (Mc 13, 9; Lc 12, 47s; cf. Bauer, Worterbuch, S. v.). Con excepción de 1 Cor 9, 26, el verbo OéQw expresa siempre algo que sucede entre personas. En 1 Cor 9, 26 el sujeto es, sí, una persona; pero el objeto en acusativo es una cosa, concretamente el «aire» (--+ &~Q). Sin embargo, en este caso se habla irónicamente del aire, en sustitución de una persona. En la parábola de los viñadores, la acción de «golpear» al encargado de cobrar la renta es una reacción realista de defensa por parte de los arrendatarios. Desde luego, es una acción

868 injusta, y el arrendador no puede menos de censurarla. Por el contrario, Mc 13, 9 hace referencia al castigo de azotes que puede ser impuesto legalmente por las sinagogas judías, los tribunales paganos, los gobernadores y los reyes. Hech 5, 40; 16,37; 22, 19 mencionan casos concretos en los que se impuso a cristianos el castigo de azotes. Lc 12, 47s hace referencia a los antiguos castigos corporales que, sobre todo según el Derecho romano, el pater familias estaba facultado para aplicar a los de su casa. Lc 22, 63; Jn 18,23 y 2 Cor 11, 20 se refieren a las zonas nebulosas del derecho. El OéQfLV a los condenados, mientras no se trate de un castigo concomitante o adicional, no es admisible jurídicamente. Sin embargo, el condenado no podrá presentar una querella. De manera parecida, en 2 Cor 11, 20 se acepta con serenidad el ser golpeado injustamente. 3. En el contexto de la alegoría de los viñadores, la reacción de los arrendatarios hace referencia al AT. Remite a la tradición deuteronomista acerca de la persecución y muerte de los profetas (Steck). Al mismo tiempo, esa tradición se enriquece en un detalle: el profeta (Jesús) es, además, azotado. Mc 13,9 pone en relación el destino de Jesús con el de los discípulos. Lc 22, 63 y Jn 18,23 remiten a otra tradición del AT, aludiendo al Siervo de Dios según Is 50 y al Justo sufriente de los salmos. También esta línea influye en la interpretación de la suerte que han de correr los discípulos, según Mc 13,9. En los casos descritos por Hechos, los discípulos dan continuidad al destino de sufrimiento de Jesús y renuevan su oferta de erigir el reinado del evangelio -un reinado libre de padecimientos- mediante la aceptación de los sufrimientos que se les va a imponer legal e ilegalmente. D. Dormeyer

bEO' ....itlOJ desmeuiJ encadenar, atar --+ 6ea[J.ó~

6.

bEO' ....iOJ desmeiJ encadenar, atar Lc 8, 29 C Koiné A D W El (en vez de -> 6fCJ[J.f'ÚW): «fue atado con cadenas».

870

869

biO'!-Ul, 11;, Í) desme manojo -> 6ea[J.ó~

7.

biO' ..uo;, Otl, Ó desmios (el) prisionero, (el) preso --+ 6ea[J.ó~

3.4.

bEO' .... Ó;, olí, Ó desmos cadena, encarcelamiento * 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. ()ÉO!!LO~ - 4. Términos de la comunión con Cristo y de la evangelización - 5. OÚV()EO!!o~ 6. {)EO!!EÚW - 7. btO!!l].

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1. A las 18 veces que aparece 6ea[J.ó~ en el NT, hay que añadir Hech 22, 30 Textus Receptus y Heb 10, 34 Textus Receptus (donde se lee 6ea[J.ó~ en lugar de Oé(J[J.LO~). Con excepción de Mc 7,35 y Lc 13, 16, donde el término aparece en ambos casos con artículo, y en Lucas -además- con un pronombre demonstrativo, 6ea[J.ó~ se halla siempre en plural (en Flp 1, 13 en acusativo plural; cf. Eurípides, Ba 518), generalmente con artículo, con excepción de Hech 20, 23; 23, 29; 26, 31; 2 Tim 2,9; Heb 11,36; Jds 6. Mateo no emplea 6ea[J.ó~. Los términos 6ea[J.ó~ y Oé(J[J.LO~ son desconocidos en los escritos joánicos y también en las principales cartas paulinas. Los Sinópticos emplean 3 veces 6ea[J.ó~ en relatos de milagros: Mc 7, 35 (material peculiar); Lc 8, 9 (redaccional) a diferencia de Mc 5, 8, el cual en 5, 1-20 hace una revisión interpretativa de la tradición recibida (cf. Annen, 24-26, 70-72, 206-207); Lc 13, 16 (material peculiar). 6ea[J.ó~ aparece en relación con el encarcelamiento de Pablo: Hech 16,26; 20, 23; 23, 29; 26, 29.31; Flp 1,7.13.14.17; Flm 10.13; Col 4, 18; 2 Tim 2,9. En la LXX, entre el grupo de palabras con el tema 6ea[J.-, se emplea con frecuencia 6f(J[J.Ó~; traduce a menudo el hebreo 'asar, «atar, encadenar» o maser «cadena» (por ejemplo, en Is 49, 9; Sal 2, 3; Jer 2, 20). 2. La raíz 6ea[J.- tiene el significado básico de «atar». 6ea[J.ó~ significa en primer lugar cadena; se emplea desde Homero, 11, 6, 507; Od, 13, 100; cf. Herodoto I1I, 145; Platón, Leg IX, 864e, siempre en el sentido propio y real de la palabra. El poseso de Gérasa rompe incesantemente, como Sansón (Jue 15, 13s), las cadenas con que quieren sujetarle (Lc 8, 29). En su curación, se manifiesta el poder de Jesús sobre los demonios y se manifiesta también su misericordia universal (la única historia de curación en territorio pagano). Juntamente con

871 Silas, se encuentra Pablo aherrojado en Filipos (Hech 16,26). En su discurso de despedida en Mileto, dirigido a los ancianos de Efeso, el apóstol habla de las «cadenas y aflicciones» que le aguardan en Jerusalén (Hech 20, 23). Al final de su defensa ante Festo y Agripa, Pablo desea y pide a Dios la conversión de sus oyentes, «claro que sin estas cadenas» (Hech 26, 29). En la palabra de exhortación (Heb 13, 22), Heb 11, 36 menciona a los héroes de la antigua alianza que, por las convicciones de su fe, sufrieron «vituperios y azotes, sí, y también cadenas y prisiones». Las cadenas son como las joyas de los mártires que sufren, a pesar de que son inocentes (por ejemplo, IgnEf 11, 2; IgnMagn 1,2; IgnFil8, 1; Polic 1, 1); son expresión de su fidelidad a la fe y son meritorias (cf. IgnRom 2,2; 4, 1). En sentido derivado, 6ea¡.tó~ puede significar también el cautiverio, el encarcelamiento (por ejemplo, Diodoro Sículo XIV, 103, 3; Josefo, Ant XIII, 294, 302; Vita 241). Lucas no sólo describe detalladamente en Hech 21, 18ss el prendimiento de Pablo, sino que además acentúa en Hech 23, 29; 26, 31 lo injusto que fue su encarcelamiento. Realza la figura del apóstol, que emula en sí mismo al Cristo sufriente (Flp 3, 12ss), como modelo del mártir que sufre, a pesar de ser inocente. Personas que no comprenden o que son contrarias a Pablo, quieren hacer más pesadas sus cadenas (Flp 1, 17). En la salutación final, el autor de Colosenses alienta así a la comunidad: «¡Recordad que estoy en prisión!» (Col 4, 18; cf. Ef 3, 1). Pablo, en la prisión, se ha convertido en padre del esclavo fugitivo Onésimo (Flm 10), que entretanto se ha hecho cristiano. El apóstol, con una carta de acompañamiento en la que no falta el humor, le envía de regreso a casa de «su colaborador Filemón» (Flm 1). El NT presupone en general el tipo de prisión (romana), donde el preso permanecía aherrojado hasta que era sentenciado (por ejemplo, Mc 6, 14-29; Hech 12,3-6; 21, 33s). Todos los términos que pertenecen al sintagma 6ea¡.t- tienen, sí, en su sentido literal una connotación negativa y despectiva. Sin

872 embargo, cuando se usan en sentido figurado, y en ciertos contextos, el sintagma pierde de algún modo el elemento de violencia y expresa un contenido eminentemente positivo. En conexión con una idea típica de la antigüedad, Mc 7, 35 describe cómo Jesús cura la lengua que estaba atada por un demonio (DeiBmann, 258ss), a fin de iniciar así la llegada del reino de Dios para el sordomudo y hacer posible la alabanza de Dios en la proclamación. El conflicto lucano en torno al sábado (Lc 13, 10-17), que según la historia de las formas es un litigio y un diálogo didáctico, tiene su punto culminante en el v. 16 mediante la acción salvadora de Jesús. Porque así como no se profana el sábado desatando del pesebre al ganado, menos aún se quebrantará por soltar de las cadenas de Satanás a una «hija de Abrahán». Con arreglo a la voluntad salvífica de Dios, la mujer «tiene que» ser liberada de sus cadenas. En las palabras de juicio contra los falsos maestros que hay en la comunidad, Judas hace una advertencia en 5-16, con lenguaje apocalíptico y profético, refiriéndose a los ángeles a quienes el Señor mantiene «en cadenas eternas (6ea¡.toL~ a'L6í,OL~), en la oscuridad, hasta el juicio del gran día»; cf. Hen [gr] 10, 4-6: Jub 5, lOs; Yom 6, 8 (cf. Billerbeck III, 783-785; Schreiner, 234-252. 3. ()É(J'.1tO; (el) preso* aparece 16 veces en el NT. El término se encuentra varias veces en la LXX como traducción del hebreo 'asar o 'asír (cf. Josefo, Ant XIII, 203; XVII, 145). De las veces que este término se halla documentado en el NT, de las que 9 llevan artículo, Mc 15, 6 par. Mt 27, 16 (y redaccionalmente Mt 27, 16) pertenecen al relato sinóptico de la pasión. La multitud pide a gritos a Pilato que suelte a «un preso llamado Barrabás», y no a Jesús, en virtud de la amnistía que se concede por pascua (Mc 15,6-14). Hech 16,25 refiere que Pablo y Silas, en la prisión de Filipos, oraban y cantaban himnos durante la noche. Y señala: «Los presos les escuchaban». Cuando un terremoto los liberó de hecho a todos, el carcelero (6ea¡.tocp'ÚAul;), asustado, quería

873 quitarse la vida, pensando que los presos se habían escapado (16, 27). Según Hech 23, 18, Pablo -estando presonotifica por medio de su sobrino al centurión que hay una conjura para matarle a él (a Pablo). El procurador Festo se hace cargo de un preso del tiempo en que Félix había ejercido el cargo (Hech 25, 14) y, en una conversación con Agripa, cree que es absurdo enviar ese preso al César sin indicar «cargos racionales» en su contra (25, 27). Hech 28, 16 Textus Receptus contiene una ampliación: «El centurión entregó [en Roma] los presos al prefecto militar»; cf., a propósito, GNTCom. En Hech 28, 17, Pablo -en un discurso dirigido a los judíos- informa que «él fue entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos». El téimino, desconocido en la Cartas católicas y en el evangelio de Lucas, se refiere especialmente a Pablo cautivo; pertenece a su teología (---+ 4) y a los textos parenéticos de los escritos tardíos (Heb 10, 34; 13, 3; cf. Luciano, PeregrMort 12),

4. 6ea¡.tó~ y 6ÉO¡.tLO~ significan, en las cartas que Pablo escribe desde la prisión y en el contexto de las cartas deuteropaulinas, que el apóstol es un 6ÉO¡.tLO~ XQLO'tOU 'ITJoOU (Flm 1.9; en ambos casos sin artículo), el (¡con artículo!) preso (Ef 3, 1) de Cristo Jesús en favor de los gentiles «en el Señor». Tan sólo en Ef 4, 1 6iO¡.tLO~ se halla construido con la expresión típicamente paulina EV X:UQLc.p. El cruce del genitivo de autor, de cualidad y de posesión expresa la íntima vinculación del apóstol con Cristo juntamente con su actividad misionera. Esta vocación y esta misión constituyen también la base, en la anámnesis paulina (2 Tim 1, 8, con artículo), de la exhortación que se dirige a Timoteo para que practique un valiente discipulado en los padecimientos. En Flp 1,7.13.14.17 pone 6ea¡.tó~ en relación con Cristo y con su evangelio. El sentido que el apóstol atribuye a su encarcelamiento «consiste en que éste se halla al servicio del progreso y la difusión del evangelio: por un lado, el evangelio llega a ser conocido

874 en la prisión y por otras personas, de tal manera que el apóstol soporta sus cadenas por amor de Cristo; por otro lado, los demás hermanos, mientras él se encuentra preso, se atreven tanto más audazmente a proclamar el evangelio de Cristo» (Link, 1141); cf. 1 Clem 49,2).

5. (JVV()E(Jp.lO; vínculo, atadura, cadena* (término conocido desde Eurípides y Tucídides; cf. LXX: 1 Re 6, 10; 14, 24; Is 58, 6.9; Jer 11, 9; cf. Josefo, Ant I1I, 120; o 1:0 o'Úv6coI-lOV, Bern 3, 3) significa literalmente lo que une. Este término aparece 4 veces en el NT. Ef 4, 3 habla del «vínculo de la paz». En Col 2, 19 o'Úv6ea¡.to~ designa a Cristo, que mantiene unido a su cuerpo, que es la Iglesia; en 3, 14, el término se refiere al amor, que -como vínculo divino- une entre sí a los creyentes (cf. Os 11, 14) y los libera. Cf. IgnTral 3, 1; Orígenes, Hom. 9, 4 in ler. (cf. numerosos ejemplos en PGL, 13lOs). En Hech 8, 23 Pedro ve a Simón de SamarÍa apresado en una «cadena de iniquidad» y codicia; cf. Bern 3, 3, 5 (cita de Is 58, 6.9 LXX); cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 6. El verbo ()E(Jp.lEVro encadenar* aparece 3 veces en el NT. Se halla atestiguado desde Eurípides, Jenofonte, Epicteto, y aparece en Jue 16, 11; 3 Mac 5, 5 y passim en la LXX. Se encuentra también en Josefo, Ant XIV, 348. Al poseso de Gérasa «se le encadenaba constantemente (en imperfecto) de pies y manos como a un preso» (Lc 8, 29, redaccional). Pablo, en su discurso de defensa en el atrio del templo deJerusalén (Hech 22,3-21), describe cómo él, antes de su conversión, movido por el celo por Dios, había perseguido a los cristianos y los había metido en prisión «cargados de cadenas» (22, 4). En Mt 23, 4 (redaccional) Jesús condena a los escribas y fariseos (y al mismo tiempo da una advertencia a la Iglesia para que no obre como ellos), porque «atan cargas pesadas» que ponen sobre las espaldas de los demás, pero que ellos no mueven ni con un dedo; cf. Gén 37, 7; Am 2, 8; Jdt 8, 3.

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7. bÉu",... manojo* (Tischendorf acentúa ClCOl.l:r'j), un término conocido desde Demóstenes y Teofrasto (Hist IX, 17, 1), se halla atestiguado en un solo lugar del NT: en Mt 13, 30 (material peculiar), en la parábola de la cizaña que crece entre el trigo, y a la que luego atarán (Clfj(JaL) «en manojos» para quemarla. Entre los vocablos con la raíz Clf(Jf-t- se cuentan también los sustantivos: ---+ Clf(Jf-tOq)'ÚAUS, carcelero; ---+ ClCOf-tW'tlÍQLOV, cárcel, prisión, y ---+ ClCOf-tW'tf]~, preso, prisionero.

F. Staudinger

ó desmophylax carcelero* En el NT aparece únicamente en Hech 16, 23.27.36, refiriéndose al <<jefe de la prisión» de Filipos. bEUf.l0q)'úAa;, meo;,

bEUf.lffi'tt]QtOV, OU, 'tó desmoterion prisión* Mt 11, 2 (a diferencia de Lucas): Juan, estando en prisión, oyó hablar de las «obras de Cristo». Hech 5, 21.23 ell el relato de la liberación milagrosa de los apóstoles en Jerusalén. Y Hech 16,26: durante el encarcelamiento de pablo y de Silas en Filipos, antes de la liberación milagrosa de ambos, «los cimientos de la prisión fueron sacudidos por un fuerte temblor».

bEUf.lÓJ'tl);, OU, Ó desmotes (el) preso* En Hech 27, 1.42, en ambos casos en plural, dícese de los presos que, juntamente con Pablo, emprenden viaje por mar a Italia y son salvados en Malta.

bEmtó'tl);, OU, Ó despotes señor, dueño* 1. Aparición en el NT - 2. Uso sociológico - 3. Uso teológico - 4. Uso cristológico - 5. Compuestos.

Bibl.: K. H. Rengstorf, bfOJtÓLr¡~ "LA.. , en ThWNT 11,43-48. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1037s.

1. El NT contiene 10 ejemplos del uso de este término, todos ellos en los escritos tar-

díos: 2 en los escritos lucanos, 4 en las Pastorales, 3 en las Cartas católicas, 1 en Apocalipsis. La aparición relativamente tardía está condicionada por la inclinación más intensa a la terminología helenista durante la segunda y la tercera generación del cristianismo primitivo. 2. Como tecnicismo sociológico, ClCOJtÓ'tf]~ aparece en las normas relativas a la esclavitud. En ellas el término, conforme a la tradición griega y helenística, designa al amo, por contraposición al esclavo. También los esclavos cristianos deben someterse a sus amos (Tit 2,9; 1 Pe 2, 18) o considerarlos dignos de todo honor (l Tim 6, 1); si los amos son cristianos, hay que servirles con más empeño todavía (l Tim 6, 2). El motivo de este consejo es que hay que tener en cuenta el juicio que se formen los amos paganos (1 Tim 6, 1; Tit 2, 10). A los que tienen amos con mal carácter, hay que recordarles que el sufrir injustamente por causa de la fe es un acto que merece la aprobación de Dios (1 Pe 2, 18); a los que tienen amos que son cristianos, hay que recordarles que son hermanos y que deben comportarse como tales (l Tim 6, 2).

3. ClCOJtÓ'tf]~ tiene sentido estrictamente teológico, cuando se emplea para dirigirse a Dios, como vemos en el cántico de alabanza de Simeón (Lc 2, 29), en la oración de la comunidad (Hech 4, 24) y en el clamor de los mártires pidiendo venganza (Ap 6, 10). Si el orante se designa a sí mismo como esclavo (Lc 2, 29), entonces el uso sociológico del término se trasfiere a las relaciones entre Dios y el hombre. Se piensa, además, en Dios como el Creador (Hech 4, 24) o el Juez (Ap 6, 10). Esta manera helenística de dirigirse a Dios es corriente en la LXX y en Josefo y adquiere diversos acentos teológicos, según el contexto. 4. ClCOJtÓ'tf]~ aparece como título de Cristo, cuando se caracteriza a los falsos maestros. Ellos niegan a 'tov f-tóvov ClCOJtónlV XUL x,1JQíov lJf-toov 'If](Jouv XQL(J'tÓV (Jds 4), o niegan al Clf(JJtónlV «que los rescató» (2 Pe

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2, 1). f-tÓVO~ ClCOJtÓ'tf]~ pertenece al lenguaje formal del monoteísmo judío, pero en Jds 4 podría ser una designación de Cristo. En ambos casos la negación significa desobediencia a los mandamientos de Cristo, a quien de esta manera se presenta como el que manda. En 2 Tim 2, 21 ClCOJtÓ'tf]~ designa en sentido metafórico al señor de la casa, pero de hecho se refiere a Cristo, si tenemos en cuenta el contexto amplio de la advertencia contra los falsos maestros (v. 22). 5. OLx,obwJtÓ't'rl~ señor de la casa y OLX,ObwJto'tÉw estar al frente de la casa son palabras de formación tardía que no aparecen en la LXX ni en Josefo. En Mc 14, 14 par. el sustantivo designa al dueño de la casa en la que Jesús va a celebrar la pascua. Parábolas y metáforas describen un determinado comportamiento del señor de la casa, y en realidad se refieren a Dios (Lc 14,21; Mt 13,27; 20,1.11; 21, 33), a Cristo (Lc 13,25; Mt 10,25) o a un hombre (Mt 13, 52; 24, 43 par.). oLx,obeaJtotÉw aparece únicamente en las normas que se dan para las viudas en 1 Tim 5, 14, Y en ellas, juntamente con lo de casarse y tener hijos, es expresión de la típica vida de familia que se espera de los cristianos. G. Haufe

bEVQO deuro (adv.) (hacia) aquí, hasta ahora* Este adverbio se emplea en sentido de lugar: (hacia) aquí. Aparece con un verbo en imperativo en Mc 10, 21 par. Mt 19, 21 / Lc 18,22, y expresando un anuncio o promesa en Hech 7,34; Ap 17, 1; 21, 9; ClfUQO se encuentra también en forma absoluta en In 11, 43; Hech 7, 3. En Rom 1, 13 tiene sentido temporal: hasta ahora (aXQL 'tOU ClfUQO).

bEV'tE deute (adv.) ¡venid aquí!, ¡vamos! (imperativos) * Este adverbio aparece casi siempre como una partícula de invitación o aliento, dirigida a varias personas, y va seguida por un imperativo o un aoristo de subjuntivo (Mc 12, 7 par. Mt 21, 38/ Lc 20, 14 v.l.; Mt 28, 6 a diferencia de Marcos; Jn 4, 29; 21, 12; Ap 19,

878 17). También aparece en forma absoluta (Mc 1,17 par. Mt 4, 19; Mc 6,31; Mt 11,28; 22, 4; 25, 34).

bEU'tEQaio;, 3 deuterarios en dos días, al segundo día* Hech 28, 13: «En dos días (ClfU'tfQULOL) llegamos a Putéoli». BlaB-Debrunner § 243, 1.

bEU'tEQónQffi'tO;, 2 deuteroprotos el siguiente después del primero (?) Lc 6, 1 C Koiné A D El pm lat f.V (Ju~~(h(¡l Clf1J'tfQOJtQW't (¡l. En este pasaje, el término ClfU'tfQÓJtQW'tO~ falta en los testimonios textuales p4 p75vid Sin B L W A al it syp sa bo, y debe preferirse la variante textual más breve «en sábado». Sobre los testimonios del texto cf., para más detalles, GNTCom sub loco. Probablemente glosas marginales a 6, 2 (como comparaciones con los días de sábado mencionados en 4, 31 y 6, 6) han conducido a la variante textual Clf1J'tfQÓJtQW'tO~; cf. G. W. Buchanan-Ch Wolfe: JBL 97 (1978) 259-262. La conjetura f.V (Ju~~á't(¡l ~í<;x (<<en un sábado se vio en la necesidad», en lugar de f.V au~­ ~á't(¡l Clf'U'tfQOJtQW't(¡l) la propone E. Delebecque, Etudes grecques sur l' évangile de Luc, Paris 1976,71-83, quien sugiere que ~t<;x (BIAI) debió de entenderse erróneamente como una indicación numérica B' A' .

bEÍJ'tEQO;, deuteros (el) segundo 1. Aparición en el NT - 2. Como numeral - 3. Sentido retrospectivo y sentido conectivo - 4. Empleo como cualificador.

Bibl.; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Karinther, GCittingen 1969,332-344; O. Hofius, das «erste» und das «zweite» Zelt. Ein Beitrag zur Auslegung van Hebr 9, 1-10: ZNW 61 (1970) 271-277; E. Klisemann, An die Romer, Tübingen '1974,132-138; W. G. Kümmel, Thealagie des NT, Gottingen '1972, 130s, 138-140; H. Schlier, Das Romerbriej, Freiburg i. Br. 1977, 179-189; R. Pesch, Das Markusevangelium 1I, Freiburg i. Br. 1977, 236-249 (bibliografía); J. L. Sharpe, The Secand Adam in the Apakalypse af Mases: CBQ 35 (1973) 35-46; U. Wilckens, Christus, der «letzte Adam» und der Menschensahn, en FS Vogtle, 387-403.

880

879 1. El Apocalipsis, con 13 de las 43 veces que este término se halla atestiguado, es el único escrito que muestra cierta predilección por 6eúteQo~ (aparece 12 veces en los evangelios, 5 en Hechos, 12 en las cartas, y también en Mt 21,30 v.l.).

2. 6eúteQo~ aparece principalmente como numeral, por ejemplo, para designar a una «segunda persona» en una serie de ordinario bien definida (Mc 12, 21 par.; Mt 21, 30 v.1.; Lc 19, 18; cf. Ap 4, 7; 8, 8; 14, 8; 16,3), sin que se dé significado especial a esa segunda posición. Las expresiones adverbiales EX 6e'UtÉQo'U (Mt 26, 42; Mc 14, 72; Jn 9, 24; Hech 10, 15; 11, 9; Heb 9, 28), (to) 6eúteQov (Jn 3, 4; 21, 16; 1 Cor 12,28; 2 Cor 13, 2; Jds 5) y EV t0 6e'\JtÉQql (Hech 7, 13) se emplean generalmente para referirse a la segunda vez que ocurre un suceso (que de ordinario ocurre tres veces). 3. 6eúteQo~ adquiere sentido conectivo y retrospectivo, cuando llama la atención sobre algo que está íntimamente relacionado con otra cosa. Y, así, el autor de la Carta segunda de Pedro emplea el término en 3, 1 para indicar que ésta es ya «la segunda carta»; habrá de relacionarse con la primera carta, que se supone ya conocida. De esta manera se acentúa la continuidad apostólica y la fiabilidad del mensaje. En forma semejante, Mc 12,31 par. Mt 22, 39 designa el mandamiento del amor al prójimo como 6e'UtÉQu (EvtOA.T]), como el segundo mandamiento, que viene después del mandamiento del amor a Dios, pero realzando al mismo tiempo la unión indisoluble que existe entre ambos (especialmente en Mt 22,39; el segundo es «semejante» al primero). 4. Finalmente, con 6eúteQo~ se puede acentuar también lo nuevo que sobrepasa y supera a lo «primero». a) El «segundo pacto» (Heb 8, 7), en comparación con el «primero», es el «nuevo» pacto (8, 13; 8, 8b-12 = Jer 31,31-34) Yel «mejor» (8, 6s), porque tiene a Cristo como «fiador» (7, 22) Y «mediador» (9, 15), como «nuevo sumo sacerdote» instituido por Dios

(4,14-10,18), garantía de la salvación concedida graciosamente por Dios y de la redención por medio de su sangre (9, 11-15: cf. la interpretación histórico-salvífica de la JtQÓ:Jtrl OXl]V~ y de la 6e'UtÉQu oxl]v~ en 9,1-10). b) Este sentido de sobrepasar lo «primero», lo adquiere 6eúteQo~ principalmente en la aplicación que se hace de este término a Jesucristo en 1 Cor 15, 47; como el «segundo hombre», es decir, como el «último Adán» contrapuesto al «primer hombre Adán» (v. 45), Jesucristo se halla al final de la «historia» como un ente cualificado escatológicamente por medio de la resurrección y que es decisivo para la salvación; precisamente en la superación de la muerte (como destino que llegó al mundo por medio de Adán) gracias a la resurrección (vv. 20-22), Cristo es el polo opuesto a Adán. Y como la figura escatológicamente decisiva, Cristo es el «segundo hombre» = el «último Adán». c) También el hablar de la «segunda muerte» (Ap 2, 11; 20, 6.14; 21, 8) tiene como fondo la concepción de la muerte corporal como el final ineludible de la vida humana. Por la referencia a la acción de Dios en el juicio (20, 11) y a la acción de su Cristo (19, 11-16), esa «segunda muerte» se contrapone -como radicalmente distinta- a la muerte natural, y es cualificada como acto decisivo para la esperanza acerca del futuro. Esa segunda muerte -en correspondencia con la vida imperecedera con Cristo (cf. 20, 4), que tienen en perspectiva los que han subsistido en el juicio- es la ratificación irrevocable de la decisión adoptada en contra de Dios, es decir, la condenación eterna. Tan sólo la «fidelidad hasta la muerte» es la que promete preservar de la «segunda muerte» (2, lOs). L. Oberlinner

bixo,"uu dechomai tomar,

recibir

1. Aparición en el NT - 2. Refiriéndose a objetos 3. Refiriéndose a personas - 4. Refiriéndose a realidades.

Bibl.: W. Grundmann (G. Bertram), bÉXO[!aL XL"., en ThWNT n, 49-59. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1038.

881

1. 6ÉXO!lUL aparece 56 veces en el NT. La mayoría de los ejemplos se hallan en los evangelios sinópticos y en Hechos (en Mateo el verbo aparece 10 veces, en Marcos 6, en Lucas 16, y en Hechos 8). Con excepción de 2 Corintios (donde hay 5 ejemplos), el verbo aparece sólo alguna vez que otra en la epístolas. El empleo que se hace del término en el NT coincide plenamente con el que se hace de él en el mundo antiguo (cf. Grundmann, 49-51). En el NT el sujeto del verbo es siempre una persona o cosa personificada, por ejemplo, «Samaría» en vez de sus habitantes (Hech 8, 14); lo mismo sucede con «todo lugar» en representación de quienes habitan en él (Mc 6, 11). Los objetos gramaticales de la acción verbal de 6ÉX0!lUL podemos clasificarlos en objetos, personas y realidades.

2. Tomar y recibir un objeto. Esta acepción es rara en el NT. Objeto de 6ÉX0!lUL puede ser: el recibo de una deuda (Lc 16, 6s), una copa (Lc 22, 17), cartas (Hech 22, 5; 28, 21), el yelmo y la espada (Ef 6, 17) Y regalos (Flp 4, 18). 3. Aceptar y recibir a una persona. Muy próxima a la acepción de tomar un objeto es la que hallamos en Lc 2, 28: Simeón toma en sus brazos al niño. Más frecuente es la idea del buen recibimiento y acogida (Lc 16,4; 2 Cor 7, 15; Col 4, 10; Heb 11,31), la cual, con sentido teológico importante, puede designar también la aceptación del mensaje evangélico. Esta transición se reconoce en Lc 9, 53; 10, 8.10; Jn 4, 45 y se ve c1arísimamente en ~t 10, 40s: el que recibe a los discípulos, reCibe a Jesús y con ello recibe a Aquel que le envió. Esta cadena de delegaciones que se remonta hasta Dios, se inspira probablemente en el derecho semítico acerca de la autoridad de los delegados. Expresa la identificación del mensajero con aquel que le envía y, por tanto, la legitimidad de su actuación. En la forma que tiene en Mc 9, 37, que probablemente es más original, esta «cadena» se refiere a los niños y tiene el sentido: quien recibe a los niños, recibe a Jesús o a Dios. El recibir

882 a los discípulos incluye expresamente el escuchar su mensaje (Mc 6, 11 par.). Alguna vez que otra 6ÉX0!lUL designa,.el recibimiento en el más allá (Lc 16, 9; Hech 3, 21; cf. también 7, 59, --+ 4). En Gál 4, 14 6ÉX0!lUL tiene el sentido de recibir o aceptar (<
bim deo atar, ligar* l. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos _ 3. Sentido figurado - 4. «Atar y desatan> en Mt 16, 19; 18, 18. Bibl.: G. Bornkamm, El poder de atar y desatar en la Iglesia de Mateo, en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 279-293, sobre todo 291s; F. Büchsel, bÉw X'tf.., en ThWNT n, 59s; R. Bultmann, Die Frage nach der Echtheit von Mt 16, 17-19, en Id., Exegetica, Tübingen 1967,255-277; H. Frankemolle, Jahwebund und Kirche Christi, Münster i. W. 1972, sobre todo 220-247; Goppelt, Theologie (1), 254-260; Hahn, Hoheitstitel, especialmente 83s, 170-175, 250; P. Hoffmann, Der Petrus-Primat im Mt, en FS Schnackenburg, 94-114; R. Hummel, Die Ausenaindersetzung zwischen Kirche und Judentum im Mt, München 21966, especialmente 56-64, 74s, 154-157; J. Jeremias, x"úc;, en ThWNT III, 743-753; K. Kertelge, Jesús, sus milagros y Satán: Concilium 101 (1975) 359-369; J. Kremer, Jesus und die Kirche, en J. Reikerstorfer (ed.), Zeit des Geistes, Wien 1977, 41-58;

883 W. v. Meding-D. Müller, Atar, en DTNT 1, 148-149; O. Michel, Binden und Losen, en RAe n, 374-380; Pape, Worterbuch, 555-558; W. Pesch, Die sogenannte Ge1meindeordnung Mt 18: BZ 7 (1963) 220-235; Schelkle, Teología IV, 340-346; E. Schweizer, Matthew's View of the Church in His 18th Chapter: ABR 21 (1973) 7-14; W. Stenger, Die Auferweckung des Lazarus (Joh 1, 11-45): TThZ 83 (1974) 17-37; H. Thyen, Schlüsselgewalt, en ROO V, 1449s; W. Trilling, Das wahre Israel, München 31964, sobre todo 184230; A. Vogtle, Zum Problem der Herkunft von Mt 16, 17-19, en FS Schmid, 1973, 372-393; Id., Binden und Losen, en LThK n, 480-482. Para más bibliografía, cf. ThWTN X, 1038.

1. El verbo aparece 43 veces en el NT (Mateo 10, Marcos 8, Lucas 2, Juan 4, Hechos 12; aparece también en Rom 7,2; 1 Cor 7,27.39; Col 4,3; 2 Tim 2, 9; Ap 9, 14; 20, 2; además en Hech 10, 11 v.l.). En Hechos Mm es uno de los términos favoritos en relación con el cautiverio de Pablo. 2. El verbo se deriva de la raíz 6E- (Pape) y en su significación básica quiere decir atar, atar juntos; así aparece en Mt 13,30 (material peculiar), cuando se habla de hacer manojos con la cizaña (cf. Ez 27, 24; 1 Clem 43, 2). Tanto en el NT como en la LXX Mm aparece en el sentido literal de atar, por ejemplo, en Mc 11,2 (par. Mt 21, 2/ Lc 19,30), Y en el v. 4, refiriéndose al borrico que los discípulos debían desatar y llevar a Jesús. Mm aparece en Jn 11, 44 (Lázaro atado de pies y manos) en el sentido de envolver con vendas; en 19, 40 (el cadáver de Jesús envuelto con vendas de lino). Muchas veces M.m significa encadenar o sujetar con-cadenas, por ejemplo, en Mc 5, 3.4 (el poseso de Gérasa); Mt 22, 13 (material peculiar; la parábola del hombre que no llevaba vestido de bodas). En estos casos, «encadenar» signifIca a menudo lo mismo que coger preso o estar preso (cf. Platón, Leg IX, 864e; Diógenes Laercio 11, 24; Josefo, Bell VII, 449): Mc 3, 27 par. Mt 12,29 (la metáfora de atar al hombre fuerte, con términos que recuerdan el exorcismo); Mc 6,17 par. Mt 14, 3 (detención y encarcelamiento del Bautista); Jn 18, 12 (prendimiento de Jesús); 18, 24

884

(Anás envía a Jesús, cargado de cadenas, a presencia del sumo sacerdote Caifás); Mc 15, 1 par. Mt 27, 2 (Jesús es conducido, encadenado, a presencia de Pilato); 15, 7 (Barrabás en la cárcel). Pablo perseguía a los cristianos, haciéndolos encadenar y encarcelar: Hech 9, 2.14.21; 22, 5. Pedro está aherrojado con dos cadenas, 12,6. A Pablo cautivo se refieren 21,11 (bis); 21, 13.33; 22, 29; 24, 27. La misión del apóstol consiste en la proclamación del misterio de Cristo, por la cual «me hallo en prisión» (6é6EI-WL), Col 4, 3). Aunque él está encadenado como un delincuente, «la palabra de Dios no está encadenada», 2 Tim 2, 9). Todos los ejemplos del NT mencionados hasta ahora, significan en sí y por el contexto el hecho de estar encadenado físicamente. 3. Mm en sentido figurado significa la unión del hombre y la mujer en el matrimonio, una unión que tiene su fundamento en el orden de la creación y en la ley (Rom 7, 2; 1 Cor 7, 27.39; cf. Aquiles Tacio 1, 11; Jámblico, VitPyth XI, 56). La historia sobre el conflicto del sábado en Lc 13, 16 (material peculiar) habla de una mujer a quien el demonio había mantenido atada, una idea corriente en aquellos tiempos (cf. Diodoro Sículo 1, 27; bSab 81, b, yen otras partes). Pablo, en su discurso de despedida en Mileto (Hech 20, 18-35), sabe que está «atado por el Espíritu» (20, 22), es decir, por el Espíritu de Dios, en sus actividades y planes de viaje. En Ap 9, 14 se encarga a un ángel que «suelte a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates». En 20, 2 6ém aparece en relación con ideas acerca del monstruo enemigo de Dios, que fue vencido por Dios y encadenado durante algún tiempo. «Atar» aparece varias veces en sentido literal (Mc 11,2 par.; 11,4; Jn 11,44) Y en sentido figurado (Lc 13, 16; Ap 9, 14; 20, 2) en conexión con A:úm, «desatan>. 4. Detrás del tan discutido «atar y desatan> en Mt 16, 19b; 18, 18 no se halla una fórmula derivada del culto mistérico o una fórmula

885 mágica asociada con el hecho de atar, sino clarísimamente el hebreo 'asar (cf. también lQH 5,36; 1 QM 5, 3; lQ 22, 3, 11; cf. KQT s. v.) y hitfr, o el arameo 'asar y sera' de los rabinos (Billerbeck 1, 738-742).

<
886 antiguo. Es más probable (cf. Bornkamm, Trilling, Schelkle) que la autoridad prometida primeramente a Pedro (16, 18s) fuera reclamada por la comunidad. La redacción conscientemente cristológica y eclesiológica (cf. Frankemolle) del grupo de sentencias de 16, 17-19 se propone asociar la función de roca de Pedro con la autoridad para enseñar. Otros rasgos (el interés por la Iglesia, la estructura global de Mateo, el nombre de Cefas, la posición especial de Simón en el círculo de los discípulos) presentan seguramente la actividad de Jesús y el discipulado «como íntimamente relacionados desde el principio» y acentúan <
887 de Pedro, y que por la presencia en ella del Kyrios está autorizada y obligada a ejercer en su interior la disciplina. El ejercicio del poder de atar y desatar y la estructura del ministerio, según Mt 16, 18s; 18, 18; 23, 8-11, dentro de todo el contexto del evangelio de Mateo, están subordinados a los criterios con que Jesucristo expone el sentido de la ley y hace la crítica de la ley y de la sociedad (!). Este Señor resucitado, después de pascua, es quien da los poderes para la proclamación autoritativa y la comunicación de la salvación. F. Staudinger

bí¡ de

(partícula)* La partícula caracteriza a un enunciado como algo definitivamente asentado (Mt 13,23; 2 Cor 12, 1 Koiné); esta partícula aparece también en exhortaciones, a las que da encarecimiento (Lc 2, 15; Hech 6, 3 v.l.; 13,2; 15, 36; 1 Cor 6, 20). (1)Aa:"yro~ detaugi5s (adv.) (muy) clara-

mente Mc 8, 25 Sin B C (en vez de T1jAallYw~, «muy claramente»); cf. BlaB-Debrunner § 119, nota 6. biíAO~, 3 detos claro, manifiesto*

Mt 26, 73: poner de manifiesto, descubrir a alguien (<
1. 61jAóm aparece 7 veces en el NT: 2 veces en 1 Corintios, 2 en Hebreos, 1 en Colosenses y 1 en cada una de las Cartas de Pedro.

888

2. El significado estricto de 61jAóm es: dar a conocer, informar, explicar, desvelar a otro o al público lo que se conoce por revelación o en el Espíritu Santo o como un hecho de experiencia. En 1 Cor 3, 13 61jMm juntamente con anoxaAúnTm y <pavEQov YEvÉo{}m (<pavEQóm) se emplean en sentido teológico preciso para significar el acontecimiento de la revelación, fundamentado en Cristo, y que tiene lugar en la proclamación, en el apóstol, etc. (Lührmann): «La obra de cada uno se hará manifiesta» -Pablo habla de la labor de todos los que edifican la Iglesia sobre el fundamento que se ha echado, y que es Cristo- «porque el día la descubrirá (la pondrá de manifiesto), pues con fuego será revelada». El día (del Señor) saca a la luz lo que es cosa del Señor. Lo que la labor escatológica de Cristo saca a la luz (de lo que estaba oculto; cf. 1 Cor 4, 5) será el contenido de lo que se manifieste en aquel día. Mientras que 61jMm en 1 Cor 3, 13 se refiere a la revelación escatológica, vemos que en 1, 11 Y Col 1, 8 se refiere a las realidades que han de hacerse notorias (discordias en la comunidad o el amor que existe en ella y que actúa por el poder del Espíritu). En Mt 26, 73 la manera de hablar de Pedro le «delata» (6iiMv OE nod). 3. En los demás pasajes en que aparece el verbo 61jAóm, destaca la referencia a un testimonio (de la Escritura) cuyo sentido debe primero revelarse: Heb 9,8; 12,27; 1 Pe 1, 11; 2 Pe 1, 14; Lc 20, 37 v.l. E6'!ÍAmoEv en vez de EIL'!Ívlloev: Moisés hizo ver la resurrección de los muertos en (el pasaje sobre) la zarza (a saber, en Ex 3, 6); cf. el 6iiAOV OtL interpretativo en 1 Cor 15, 27; Gál 3, 11). Este acento sobre lo racional o sobre lo exegético y explicativo en el significado de o1]Aóm aparece también en la LXX (donde este verbo traduce el hebreo yada' [nifal y hifil]: dar a conocer), frecuente en los escritos apocalípticos (Dan; Herm: misterios, aplicación alegórica) y en Josefo, Ignacio, etc. En Heb 9, 8 61jAóm designa una exégesis tipológica del «todavía no», que tiene su funda-

889

890

mento en el acontecimiento de la revelación. Se emplea para la restricción sugerida en la revelación (del camino de los santos, para quienes Cristo es el camino; cf. 10, 20) en el tiempo en que la salvación no había sido desvelada aún a la conciencia. Ahora bien, el Espíritu Santo revela [ahora] ese «todavía no». Si el Espíritu es así el intérprete del antiguo pacto, entonces señala hacia el decreto de Dios en él, por el cual el antiguo pacto se convierte en parábola de la era presente. En consonancia con esto, Heb 12,27 desvela con litL anaS, un momento referido a la conmoción escatológica del cielo y la tierra, el sentido de una palabra de la Escritura, es decir, la diferencia (todavía no desvelada en Ag 2, 6) entre lo perecedero y lo escatológicamente real y que permanece. La trasformación significa aquí que lo singularmente nuevo se revela en lo antiguo que había sido trasmitido. Por tanto, la situación hermenéutica original de la profecía, y no sólo su interpretación cristiana, está determinada por el Espíritu desde un punto de vista tipológico (cf. también 1QS 8, 15s), como se indica también finalmente en 1 Pe 1, 11. Aquí el sujeto de 61jMm es el Espíritu de Cristo, que actúa en la totalidad de la profecía del AT; el contenido de la acción de ese verbo es el tiempo de la salvación, que antes había sido tema de indagación apocalíptica. Si el anExaA'Ú
A1)Jla.~,

a. Demas Dimas (Demas)* Nombre de un colaborador (OllVEQYÓ~) de Pablo mencionado en Flm 24; Col 4, 14; 2 Tim 4, 10. (1)Jl1)yoºÉro demegoreo hablar al pueblo* En Hech 12,2 dícese del discurso (o alocución solemne) de Herodes Agripa (1) al pueblo.

O"

A1)JlÍ]'tºLO~, Demetrios Demetrio* Nombre de dos personas: en Hech 19, 24.38 el platero de Efeso; en 3 Jn 12, un cristiano del que todos dan buen testimonio.

(1)JlLO"ºyÓ~, tor, creador*

O", ó demiourgos construc-

1. bT]ftLOUQYÓ~ como hapax legomenon en el NT: Heb 11, 10 - 2. El contexto estricto de br¡ftLOUQYÓ<; 3. Historia del concepto - 4. La imagen de Heb 11, 10: Dios como constructor.

Bibl.: W. Foerster, br¡/lLOUQYÓ<;, en ThWNT n, 61; Id., X'¡;U;ú) X'tA., en ThWNT III, 999-1034; W. Theiler, Demiurgos, en RAe III, 694-711; W. Ullmann, Demiurg, en HWP n, 49s; H. Volkmann, Demiurgoi, en Pauly, Lexikon 1, 1472s. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1038.

l. El verbo 61jILLOllQyÉm no aparece en el NT. El sustantivo 61jILLOllQYÓ~ es hapax legomenan y aparece únicamente en Heb 11, 10. El empleo -notablemente raro y nada teológicode todo el grupo de palabras (Liddell-Scott, 386) se observa ya en la LXX (Foerster, ThWNT 11, 61; acerca de las relaciones de 61jILLOllQYÓ~ con XTLOt'l']~ y sobre las razones de que aquel término haya quedado relegado en el lenguaje bíblico», cf. ThWNT I1I, 1022s).

2. En el discurso teológico y parenético (Kümmel, Einleitung, 351) de Hebreos, el término 61j!lLOllQYÓ~ se applica, sí, a Dios juntamente con el término tEXVLt1j~ (<<artesano»; Bauer, Worterbuch, s. v. tExvtt1j~). Pero hay que tener en cuenta que ambos términos son «expresiones técnicas» (O. Michel, Hebriier6 [KEK], sub loco) que tienen su significado

891 propio en el cuadro total de la edificación de una ciudad. El contexto, en el capítulo 11, que está marcado por una larga anáfora (BlaB-Debrunner § 491, 1), debe limitarse a la primera parte del ejemplo de fe dado por Abrahán y Sara (11,8-12), con el sumario intermedio (a manera de excursus) de 11, 13-16. La nube de testigos de la fe (12, 1) no encuentra su final definitivo sino en 11, 39s. Abrahán, que emigró obedientemente a un lugar desconocido para él, donde habría de recibir su heredad, y marchó así -en concepto del autor de Hebreos- hacia un futuro no claro, se asentó en tierra extraña y habitó allí en tiendas juntamente con Isaac y Jacob, los coherederos de la promesa (11, 8s). La mención de Ox'l']v~, alojamiento habitual de los nómadas, que es un hecho irrelevante en la historia del asentamiento en el país (pero que, en retrospectiva teológica, proporciona la imagen de una existencia provisional y temporal), refuerza antitéticamente la expectación de la ciudad sólidamente fundamentada, cuyo hábil artesano y creativo fundador es Dios (11, 10). Esta expectación es la base de la esperanza. Así que la alusión no es a la ciudad terrena del templo, sino que -como la «inserción» (O. Kuss, Carta a los hebreos, Barcelona 1977, sub loco) indica claramente- señala hacia el viejo tema apocalíptico de la «ciudad celestial» de Jerusalén (12, 22), que ya está preparada (cf. juntamente con el excursus de Michel sobre 11, 10: Bauer, Worterbuch, s. v. :7tÓAL~ 2; E. Lohse, LLWV X'tA.: ThWNT VII, 318-338, especialmente 337; H. Strathmann, :7tÓAL~ X'tA.: ThWNTVI 516-535, especialmente 531). La dilación del cumplimiento escatológico de la promesa para aquellas personas «antiguas» que entretanto habían muerto (11, 2), se explica mediante :7tEQt ~!twv y la oración final: Lva !ti] XWQt~ ~!twv 'tEAELW{}WOLV (11, 40). 3. La historia del concepto o'l]¡,uouQYó~ muestra un considerable desarrollo en cuanto a su significado. Al final de este proceso, el «demiurgo» -como Creador del mundo- entra en el sistema mitológico de la redención según el gnosticismo

892

Die Gnosis, Gottingen 1977, índice s.v.). La exageración negativa, determinada por el dualismo, que este concepto tiene en la gnosis religiosa, no supo captar siempre el tecnicismo metafísico y cosmológico que aparece a menudo desde Platón hasta Plotino (H. J. Kramer, Der Ursprung der Geistmetaphysik, Amsterdam 1963 [= '1967]; Theiler, 695-704). Hemos de dejar al margen una serie de ulteriores significados del término. No obstante, es interesante saber que «profesiones como adivinos, médicos, cantores, heraldos» y también «altos funcionarios» y «artesanos» se designaron como O'l]¡,uouQyoL (Volkmann, 1473). (K. Rudolph,

4. Para entender la imagen de Heb 11, 10. hemos de recordar el aspecto determinante y fundamental de actividad en favor del pueblo (Ofí!to~), del público general. Aunque aquí se piensa en la profesión creativa del constructor (de ciudades), sin embargo para entender la totalidad de la expresión 'tEXVL't'l']~ xat 0'1']!tLOUQYÓ~ podríamos remitirnos a las obras teológicas y filosóficas de Filón (cf. G. Mayer, Index Philoneus, Berlin y New York 1974). El lenguaje del alejandrino, que se emplea también en otras partes de Hebreos, apunta hacia un origen conceptual común. M. Lattke

bií!lO~, O", (, demos pueblo, gente* Dícese de la gente en cuanto habitantes de una ciudad: Hech 12,22; 17, 5; 19, 30.33. ThWNT 11,62; X ,1038 (bibliografía). b1]!ló(JtO~,

3 demosios (adj.) público* Hech 5, 18: de la prisión pública (de la ciudad); además, O'l']!tOOL<;l como adverbio: públicamente, en público, 16, 37; 18, 28; 20,20). b1]váQtOV,

O", -ró denarion denario

l. Nombre y valor del denario - 2. El denario en el NT - 3. El «dinero del César».

Bibl.: Billerbeck 1, 884s; H. Chantraine, Denarius, en Pauly, Lexikon 1, 1488-1490; E. Stauffer, Christus und die Caesaren, Hamburg 41954, 121-149.

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893

1. O'l']VáQLOV es en griego un préstamo léxico del latín. El sentido original del término denarius nummus (<<moneda que vale diez») no tiene ya razón de ser en tiempos del NT, porque el denario no vale ya lOases sino 16 (sobre el poder adquisitivo de un as cf. Mt 10, 29). Del año 209 a.e. al año 215 p.C., el denario es la moneda estándar de plata. Pesaba originalmente 4, 55 g, pero se redujo en tiempo de Nerón a 3,41 g y más tarde a 2,3 g. El diámetro disminuyó también de 22 a 18 mm. Lo mismo que el aureus (= 25 denarios), el denario era acuñado exclusivamente por el soberano. Cuando en el año 44 a.C. se estampó en el anverso de la moneda la cara de César, se creó el tipo de denario de la época imperial, tal como lo hallamos en el NT. Al denario latino le corresponde la dracma griega (---+ oQaX!t~). 2. El denario equivale al jornal de un día (Mt 20, 2-13); una persona adeuda, por ejemplo, 100 denarios (Mt 18, 28); otras dos personas adeudan 500 ó 50 denarios (Lc 7, 41). El pago anticipado son dos denarios (Lc 7, 41); se menciona pan por una suma de 200 denarios (Mc 6, 37; Jn 6, 7) y perfume por valor de 300 denarios (Mc 14, 5; Jn 12, 5). En tiempo de hambre, el precio de una ración diaria de trigo sube a un denario. 3. Todos los Sinópticos mencionan el «dinero del César» (Mc 12, 13-17 par.). Jesús hace que le muestren un denario y pregunta cuál es la efigie y la inscripción que se halla estampada en él. En caso de que fuera un denario de Tiberio, en torno a la efigie del César figuraba la siguiente inscripción: TIBERIUS CAESAR DIVI AUGUSTI FILIUS AUGUSTUS. Para entender bien las cosas, es importante saber que el acuñar una moneda de curso legal se consideraba como prueba de la soberanía de un monarca. Por eso, el poder de un soberano se decía que era su «moneda». B. Schwank

bipto'tE depote (adv.) alguna vez Jn 5, 4 v.l.: una persona quedaba sana «de cualquier enfermedad».

bípto" depou (adv.) seguramente* Heb 2, 16: «Porque seguramente [Jesús] no se ocupa de los ángeles, sino de la descendencia de Abraháil».

btá día

a través de, por medio de (con genitivo); por, por causa de (con acusativo)

1. Empleo - 2. olá con genitivo - 3. olá con acusativo. - 4. Hebraísmos.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 222s; Kühner, Grammatik 1111, 480-485 (§ 434b); Liddell-Scott, s.v.; Mayser, Grammatik 1112, 419-427 (§ 120); A. Oepke, olá, en ThWNT 11, 64-69. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1039.

1. oLá expresa originalmente el ámbito a través del cual se produce un suceso. En el NT, su campo de aplicación con régimen de acusativo se limita al ámbito causal; pero, con régimen de genitivo, su campo se amplia para abarcar el del dativo instrumental. Además, esta preposición adopta construcciones hebreas (oLá con infinitivo o con acusativo e infinitivo) y forma combinaciones de palabras. 2. oLá con genitivo: a) En sentido espacial: significa por (medio de), a través de, con verbos que que indican o implican movimiento: OLEawft1']oav OL' üoa'to~, «fueron salvados a través del agua» (1 Pe 3, 20). b) En sentido temporal: significa la extensión durante un período de tiempo hasta el fin: a lo largo de, durante: OUX :7tav'to~ [XQóvO'U], siempre, continuamente (Mt 18, 10); OUX v'Ux'tó~, durante la noche (Hech 23, 31). Significa también un período de tiempo dentro del cual sucede algo: mientras, en: OL<X v'Ux'tó~, de noche (Hech 5, 19). Aunque estas formas de emplear la preposición no son clásicas (Mayser, 420), sin embargo su significado corresponde al uso clásico cuando designa una duración de tiempo: después, después del trascurso de ... : OL' f'tWV :7tAELÓVWV, después de varios años (Hech 24, 17). c) Cuando oLá designa al mediador, entonces expresa 1) con genitivo de causa el instrumento, es decir, hace las veces de dativo

896

895

instrumental): YQáepELV 6L<x XáQ'to'U XUL /léAUVO~, «escribir con papel y tinta» (2 Jn 12). También designa la manera (con verbos de decir): aJtuyyéAAELv 6LCt Myo'U, «informar verbalmente» (Hech 15, 27); la circunstancia concomitante: 6L<x JtQoaxó/l/lu'tO~ ea{HELv, «comer con (= dando) escándalo, creando escrúpulos» (Rom 14, 20); la causa eficiente: 6LCt VÓ/lo'U eJtLyvwaL~ á/luQ'tLu~, «por medio de la ley se produce el conocimiento del pecado» (Rom 3, 20); la ocasión: 6L<x 'tfj~ XáQL'tO~, «en virtud de la gracia» (Rom 12, 3); el encarecimiento con que se hace una petición: 6LCt 'twv OLX'tLQ/lWV 'ltEQU, <<por la misericordia de Dios» (Rom 12, 1; ¿se trata de un latinismo calcado de per?). 2) Con genitivo de persona: 6L' av'ltQómo'U, <<por mediación humana» (Gál 1, 1). 3) Algunas veces 6Lá con genitivo tiene también sentido causal: 6L<x 'tfj~ aUQxó~, «a causa de la resistencia de la carne» (Rom 8, 3). 3. 6Lá Con acusativo: a) En sentido espacial: únicamente en Lc 17, 11 (Koiné y otros tienen el genitivo). b) Casi siempre indica la razón: a causa de: 6LCt 'tov cpó~ov 'tLVÓ~, <<por temor a» (Jn 7,13); o bien indica la finalidad con que algo se hace (un uso no clásico): a causa de: 6LCt 'tov av'ltQwJtov, a causa del hombre (Mc 2,27). c) 6Lá seguido de infinitivo o de acusativo con infinitivo constituye (con más frecuencia que en griego clásico) una oración causal: 6LCt 'to ELVUL uv'tov e~ OLXO'U ~u'UL6, <<porque él era de la casa de David» (Lc 2, 4). d) En vez de 6Lá con genitivo encontramos 6Lá con acusativo de cosa o de persona: ~w 6LCt 'tov Jtu'téQu, «yo vivo por el Padre» (Jn 6,57). 4. Las siguientes expresiones son hebraísmos: 6LCt 'tL (por lamá), «¿por qué?» (Mt 9, 11); 6LCt XELQÓ~ (por beyad), «por manos de» (Hech 2, 23); 6LCt a'tó/lu'tO~ con genitivo (por bepf), «por boca de» (Lc 1, 70); 6LCt /léao'U (uv'twv) (por be t6k), «por medio de» (Lc 4, 30).

A. J. HeS

bux.fJaívro

diabaino cruzar, atravesar, pasar* En Lc 16,26 dícese de la imposibilidad que existe, en la región de los muertos ({i6r¡~, v. 23), de «pasar de aquí [desde donde están Abrahán y Lázaro] a vosotros [a los que se hallan en tormentos]». Dícese también en Hech 16, 9 de la acción de cruzar una distancia: A Pablo se le ordena en una visión que pase (de Tróade) a Macedonia y preste ayuda (6LU~Ct~ ... ~o~'ltr¡aov). Heb 11,29: «Por la fe pasaron el mar Rojo».

blafJállro diaballo acusar* En Lc 16, 1 dícese del «administrador injusto» que es acusado ante su amo (uv1X¡' rel="nofollow">, en dativo, como en Herodoto V, 35, 1; Platón, Resp VIII, 566b Y passim) de dilapidar sus bienes (w~ 6LuaxoQJtL~WV. w~ con participio se encuentra también en Jenofonte, Hist 11, 3, 23; Platón, Ep VII, 334a). ThWNT 11, 69s; X, 1039 (bibliografía).

blafJEfJalóop.tat diabebaioomai dar firme seguridad * En el NT el verbo aparece siempre con JtEQL y genitivo y significa dar seguridades sobre algo. Dícese de las afirmaciones de los falsos maestros (1 Tim 1, 7). Tit 3, 8 dice al destinatario de la carta: «Palabra fiel es ésta, yen cuanto a estas cosas (JtEQL 'to'Ú'twv) quiero que atestigües confirmeza ... ».

blafJli:n:ro

diablepo ver nítidamente, ver (con claridad)* Mt 7,5 par. Lc 6, 42b: «Primero saca la viga ('t1]V 6oxóv) de tu propio ojo, y entonces verás con claridad (6LU~AétjJEL~) para sacar la pajita ('to xá.Qepo~) del ojo de tu hermano». En Mc 8, 25 (material peculiar) dícese del ciego que vio nítidamente, después que Jesús hubo puesto las manos sobre sus ojos; «quedó así restaurado y lo veía todo con claridad».

898

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bul.fJolo;, 2 diabolos calumniador* 6Lá~OAO~, OV,

ó diabolos

(el calumniador),

el adversario, el diablo* 1. El adjetivo - 2. El sustantivo: aparición del término, sinónimos - 3. Funciones del ¡')Lá~OAO~ en el

NT. Bibl.: H. Bietenhard: DTNT IV, 162-165; W. Foerster, IÍLá~OAO~ (D), en ThWNT n, 78-80. Para más bibliografía, cf. infra, om:ava~; cf. también ThWNT X 1039.

1. En el NT, el adjetivo 6Lá~OAO~ aparece únicamente en las Pastorales. Las palabras calumniosas son un vicio prohibido especialmente a las mujeres de los 6LáxoVOL (1 Tim 3, 11) Y también a las ancianas (Tit 2, 3); se enumeran en la misma serie que la dureza de corazón y el ánimo implacable (1 Tim 3,3). 2. La LXX emplea el sustantivo 6Lá~OAO~ para traducir el término hebreo que designa al adversario por excelencia (ia(an, Job 1, 68.12; 2, 1-7: Zac 3, 1.2 Y passim). En el NT, 6Lá~OAO~ aparece 34 veces con este sentido, a saber, 18 veces en los escritos joánicos, 6 en Mateo, 5 en Lucas, 5 en las cartas deuteropaulinas, 2 en Hechos, y 1 en cada uno de los escritos siguientes: Hebreos, Santiago, 1 Pedro y Judas. Por el contrario, las cartas paulinas auténticas y Marcos emplean exclusivamente --+ OU1;UVa~ (7 y 2 veces respectivamente), que en el evangelio de Juan se halla atestiguado una sola vez (13, 27) Y que falta por completo en las Cartas 1-3 de Juan. En el Apocalipsis encontramos 5 veces oLá~OAO~ y 8 veces ou'tuva~. No hay diferencia de significado entre l'lLá~OAO~ y oa.'tuva~ (Mt 4, 1 par. Lc 4,2; compárese con Mc 1, 13; con Jn 13,2; cf. Jn 13, 27; Lc 22, 3). En lugar de ó OLá~OAO~ (Lc 8, 12) los lugares paralelos tienen ó Jtov'l']Qó~ (Mt 13, 19) Y ó OU1;UVa~ (Mc 4, 15). Entre los sinónimos de OLá~OAO~ mencionados por el NT mismo, se hallan EX-frQÓ~ (Mt 13, 39) Y Jtov'l']Qó~ (Ef 6, 11.16; 1 Jn 3, 8.12), Y también oQáxwv, OcpL~ y oU'tuva~ (Ap 12, 9; 20, 2). Otros nombres que se aplican al Otá~OAO~ son uQXwv (tfj~ E1;ouola.~ tolí &ÉQo~, Ef 2, 2; wlí XÓOf!OU, Jn 14, 30; tolí XÓOf!ou tO'ÚtOU, Jn 12, 31; 16, 11) Y BEALáQ (2 Cor 6, 15); --+ BEEAl;E~O'ÚA (Me 3, 22 par.) aparece como uQXwv tWV oa.tf!ovlwv. En nuestra len-

gua el préstamo léxico diablo procede del griego Otá~OAO~ (a través del latín diabolus). 3. En la cosmovisión dualista que el NT comparte con el judaísmo antiguo, frente a la ~u<JLAdu celestial se encuentra la de los demonios (--+ 6UL/lÓVLOV). El príncipe supremo de los demonios es el diablo; los demonios son sus ángeles (Mt 25, 41; Ap 12, 7.9). En consonancia con la demonología del judaísmo antiguo, el NT explica también la existencia del 6Lá.~OAO~ y de sus ayyEAoL, que son criaturas de Dios, por la caída de los ángeles de que se nos habla en Gén 6,1-4 (Ap 19,9.12). Antes de esa caída, el 6Lá.~OAO~ acusó a los hombres ante Dios (Ap 12, 10; cf. Job 1,9-11: 2, 4s). El antagonista del 6Lá.~OAO~ es Miguel, que es el más encumbrado de los ángeles buenos (Jds 9; Ap 12,7-9). El 6Lá.~OAO~, por mandato de Dios, es señor de los demonios de la enfermedad (Hech 10, 38; cf. 2 Cor 12,7-9) Y de la muerte (Heb 2, 14; cf. Ap 20, 1O.13s). Por medio de tentaciones (cf. Job 1, 6-2, 7), el diablo quiere hacer caer a los hombres y seducirlos para que desobedezcan a Dios (Mt 4, 1.5.8.11 par. Lc 4, 2.3.6.13; Ap 2, 10; 12, 9; 20, 10); siembra la cizaña (Mt 13, 39) y roba la buena semilla de la palabra de Dios (Le 8, 12). Pone trampas (1 Tim 3, 7; 2 Tim 2, 26) Y «desde el principio» (Jn 8, 44; 1 Jn 3, 8b) induce a los hombres al pecado (1 Jn 3, 8a), porque es asesino, embustero y pecador. Y, así, él induce a Judas a que cometa su traición (Jn 13, 2) e impulsa a la arrogancia (1 Tim 3, 6) o al odio entre hermanos (l Jn 3, 10). El que sucumbe a la tentación, se cuenta entre los hijos del 6Lá.~OAO~ (Jn 8, 44, de los judíos; Hech 13, 10, del mago Barjesús Elimas; 1 Jn 3, 8.10), e incluso se convierte él mismo en 6Lá.~OAO~ (Jn 6, 70, de Judas; cf. Mt 16, 23 par. Mc 8, 33). Por eso, el cristiano debe oponerse valientemente al 6Lá.~OAO~ (Ef 4, 27; 6, 11; Sant 4, 7; 1 Pe 5, 8s); entonces huirá el 6Lá.~oAO~ (Sant 4, 7). La terrible obra del 6Lá.~OAO~ dura sólo por tiempo limitado (Ap 12, 12). Antes de que comience el milenio, el 6Lá.f3oAo~ será encadenado por mil años (Ap 20, 2). Después de la batalla escatológica decisiva (Ap 20, 10) o después del jui-

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899 cio final (Mt 25, 41), el diablo será destruido en el fuego eterno (cf. 1 Tim 3, 6). Se ha quebrantado ya su soberanía sobre el mundo (cf. Jn 12,31; 14,30; 16, 11), porque Jesús se ha manifestado para destruir las obras del diablo (1 Jn 3, 8c). La «armadura espiritual» del cristiano en la lucha con el bLá~oA.o¡; y sus ángeles consiste en la verdad y la justicia, en la fe en la redención por medio de Jesús y en la obediencia al Espíritu y a la palabra de Dios (Ef 6, 11-17). Los mártires han vencido al diablo (Ap 12, 9) «por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos» (Ap 12, 11). O. Bocher

btayyiA,l.ro diaggellodar a conocer, anunciar* Pablo da a conocer el cumplimiento del plazo de los días de la purificación (Hech 21, 26). En los demás pasajes, este verbo aparece en el sentido de la proclamación de un anuncio: Lc 9, 60: «¡Tú ve a anunciar el reino de Dios!»; Rom 9, 17 (cita de Ex 9, 16 LXX): «Para que mi nombre sea proclamado en toda la tierra». ThWNT 1, 66s.

btayí.voplat diaginomai

pasar, trascurrir

(hablando del tiempo)* En expresiones (de genitivo absoluto) como «cuando pasó el sábado» (Mc 16, 1); «al cabo de unos cuantos días» (Hech 25, 13); «trascurrido ya mucho tiempo» (27, 9).

btaytvÓ)uxro diaginosko

determinar, decidir* Se trata de un tecnicismo del lenguaje jurídico: decidir acerca de un caso (con acusativo): Hech 23, 15: «decidir sobre su caso (tU :7tEQL U1J'toií) después de minuciosa investigación»; 24, 22: «yo (Félix) decidiré sobre vuestro caso (tO xui}' Ú!1U¡;)>>. btayvroºí.~ro diagnorizo informar públi-

camente, dar a conocer Lc 2, 17 Koiné A <1>: los pastores dieron a conocer públicamente lo que se les había

e

dicho sobre ese niño. bLUyVO}QL~O} se halla atestiguado también en Filón, Det 97. Passow 1,632 (s.v.). buiyvrout~, Ero~, 1] diagnosis decisión, fallo * Hech 25, 21: Pablo queda bajo custodia hasta que el César «dicte sentencia» (cognitio). btayoyyú~ro diagoggyzo murmurar ---> yOyy'Ó~O} 5.

btayºt]yoºÉro diagregoreo

permanecer despierto, despertarse completamente* En Lc 9, 32 (a diferencia de Marcos) dícese de Pedro y de sus compañeros en la historia de la trasfiguración: bLUYQ1']yoQ~auv'tE¡;,

«cuando estuvieron bien despiertos».

buiyro diago pasar (la propia vida)* El objeto en acusativo ~Lov se menciona expresamente en 1 Tim 2, 2 (<<para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada»), o se presupone tácitamente en Tit 3, 3 (<<nosotros vivíamos en malicia y envidia»; la construcción con EV se encuentra también en Lc 7, 25 v.l.; IgnTIal 2, 2). BlaB-Debrunner § 480, 2.

btabÉX0plat diadechomai

tomar posesión de* En Hech 7, 45 dícese de «nuestros antepasados» que, mientras estaban en el desierto ... , tomaron posesión de la tienda del testimonio (---> ax'l1vY¡ !1uQ'tuQLou). Esta construcción corresponde al uso habitual del verbo, que significa tomar posesión de algo, recibiéndolo de un propietario anterior (Bauer, Worterbuch, s. v.); 1 Clem 44, 2 ('tY¡v A.EL'tOuQyLuv) .

buibt]pla, ato~, tó diadema cinta en torno a la frente, diadema* Ap 12, 3: el dragón tiene «siete diademas» en sus siete cabezas. 13, 1: la bestia tiene «diez diademas» en sus diez cuernos. 19, 12: el jinete del caballo blanco tiene sobre su ca-

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beza «muchas diademas». La diadema es el distintivo de la dignidad real. H. W. Ritter, Diadem und Konigswürde, München 1965; LAW723.

btabtbroplt diadidomi distribuir* Objetos que se distribuyen son: el botín (Lc 11,22), «todo lo que tienes» (18, 22), los panes (Jn 6,11), el poder y la autoridad (Ap 17, 13 v.l.; en vez de bLbO}!1L). Hech 4, 35 tiene la voz pasiva: se distribuía (el precio de lo vendido) entre los necesitados. buiboxo~, O\), Ó diadochos sucesor* Hech 24, 27: el sucesor de Félix fue Porcio Festo bta~ó)vv\)plt diazonnymi ceñir* Jn 13,4.5: Jesús se ciñó (bLÉ~O}aEv Éuu'tóv) con un paño de lino para lavar los pies. 21, 7: Simón Pedro se ciñó (en voz media: ()LE~ó:Jau'tO) la prenda exterior; cf. v. 18: otro te ceñirá (---> ~ó:JVVU!1L). ThWNT V, 302-308.

bta-3'Í]xt], t]~, 1] diathe le

pacto (alianza),

testamento 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo léxico - 3. CiLa{}~X1]: el pacto irrevocable de Dios para la salvación de Israel - 4. El nuevo pacto para la salvación de Israel en el acontecimiento de Cristo - a) Las palabras interpretativas sobre el cáliz en la tradición acerca de la cena del Señor - b) El nuevo pacto de salvación en Pablo c) CiLa{}~X1] en Hebreos.

Bibl.: E. Bammel, Cottes MA8HKH (Cal III. 15· NTS 6 (19591960) 313-319; 1. Behm, Der Begriff tlIA8HKH im NT, Leipzig 1912; Id., CiLa{}~X1] (B.C.D.), en ThWNT n, 127-137; H. Feld, Das Verstiindnis des Abendmahls (Ertrage d. Forschung 50), Darmstadt 1976; F. Hahn, Die atltestamentlichen Motive in der urchristlichen Herrenmahlüberlieferung: EvTh 27 (1967) 337-374; Id., Zum Stand der Erforschung der urchristlichen Herrenmahls: EvTh 35 (1975) 553-563; G. D. Kilpa. trick, tlLa{}~X1] in Hebrews: ZNW 68 (1977) 263-265; E. Kutsch, berlt, en DTMAT 1, 491-509; Id., Neues Testament - neuer Bund? Eine Fehlübersetzung wird korrigiert, Neukirchen-Vluyn 1978; F. Lang, Abendmahl und Bundesgedanke im NT: EvTh 35 (1975) 52417) und das jüdische Rechtsdenken:

538; U. Luz, Der alte und der neue Bund bei Paulus und im Hebriierbrief EvTh 27 (1967) 318-336; H Patsch, Abendmahl und historischer Jesus, Stuttgart 1972,81-87.155-170.180-182; R. Pesch, Wie Jesus das Abendmahl hielt, Freiburg i. Br. 1977,47-58; Id., Das Markusevangelium 11 (HThK), Freiburg i. Br. 1977, 354-377 (bibliografía); E. Riggenbach, Der Begriff MA8HKH im Hebriierbrief, en Theol. Studien, Th. Zahn zum JO.Oktober 1908 dargebracht, Leipzig 1908,289-316; E. Schweizer, Das Herrenmahl im NT. Ein Forschungsbericht, en Id., Neotestamentica, ZÜrich-Stuttgart 1963, 344-370; V. Wagner, Der Bedeutungswandel von berIt \ladiischiih bei der Ausgestaltung der Abendmahlsworte: EvTh 35 (1975) 538-544; M. Weinfeld, berlt, en DTAT 1, 794-822. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1041-1046.

1. El término se usa relativamente poco: 9 veces en Pablo, 4 en los Sinópticos, 2 en Hechos, 1 en Apocalipsis, pero 17 veces en He-

breos. La mayoría de los ejemplos del uso de este término se encuentran en referencias a la tradición acerca de la Cena del Señor, o bien en pasajes influidos por ella. De ahí procede la considerable importancia del término en el Nt. 2. Tan sólo en 2 pasajes (Gál 3, 15; Heb 9, 16s) ()LU{}~X1'] tiene el significado de última voluntad, testamento, con que aparece casi exclusivamente en el griego profano. En todos los demás casos, ()LU{}~X1'] significa pacto, según el sentido predominante de este término en la LXX. Enlazando con un significado antiguo y más amplio de bLU{}~{}T] como estipulación, reglamentación en general, los traductores de la LXX escogieron bLa{}~X'l1 para traducir habitualmente el hebreo h'rlt y llenaron así este término de toda la amplitud de referencias y significados que este concepto central tiene en el AT. Se discute la traducción de herlt y bLU{}~{}'I1 por «pacto». Tan sólo raras veces significan estas palabras un acuerdo bilateral pactado entre socios de igual categoría (en griego (J1Jv{}~x'l1). Lejos de eso, se trata casi exclusivamente de una obligación y garantía unilateral, vinculante por una especie de juramento y, por tanto, asociada a menudo con una imprecación contra sí mismo determinada por la prestación de un juramento o por un rito de sangre. Hay que diferenciar en todo ello el acto libre por el que el poderoso se obliga

903 a sí mismo, es decir -en sentido teológico- la Divinidad, por ejemplo, en la promesa de la tierra que se hace a Abrahán (Gén 15, 7-21), Y la obligación que se impone al dependiente «
904

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importante es que tiene validez incontestable (Gál 3, 15), la cual se hace «firme» por la muerte del testador (Heb 9, 17). Dios se obligó firmemente con el pueblo mediante su santo pacto de promesa hecho con Abrahán (Lc 1, 72s). Todos los israelitas se hallan bajo un destino de salvación, por ser «hijos del pacto» concertado por Dios en favor de los padres (Hech 3, 25). Como pacto de obligación impuesto a Israel, que exige que se cumpla el mandamiento, este pacto de salvación se llama «pacto de la circuncisión» (Hech 7, 8). Juntamente con la ()LU{t~%ll aparece como concepto sinónimo la «promesa» divina (Heb 8, 6), que se hizo adicionalmente irrevocable por el juramente divino (Heb 6, 13-17). Como la relación de Israel con Dios, en el AT, se basa en varias promesas divinas de pacto, vemos que ()LU{t~%ll en este sentido aparece también en plural (Rom 9,4). El pueblo falló a la hora de cumplir sus obligaciones del pacto, abandonando así el pacto salvífico de Yahvé en favor de Israel (Heb 8, 3; cf. Rom 3, 12; Mt 12, 39; Hech 7, 51-53). Ahora bien, el pacto de obligación impuesto a Israel en el Sinaí está precedido por el pacto de promesa hecho a los padres (Gá13, 15-18; 4,21-28). En la antigua tradición acerca de la Cena del Señor, se proclama que la promesa de un nuevo pacto de salvación en favor de Israel, de Jer 31,31-34, se ha cumplido en el acontecimiento de Jesús. Al «antiguo» pacto o «primer» pacto se contrapone el «nuevo pacto» (1 Cor 11, 25; 2 Cor 3, 6.14; Heb 8, 6-13). Jesús, que establece la nueva promesa de salvación en el ofrecimiento sacrificial que hace de sí mismo, es denominado «mediador» o «garante» del nuevo pacto (Heb 9, 15; 7, 22). Como heraldo del evangelio, Pablo es «ministro del nuevo pacto» (2 Cor 3, 6). «Sangre del pacto» se convirtió en una combinación fija de palabras (Mc 14, 24; Heb 9, 20; 10, 29; 13, 20). Otros términos derivados del AT son «arca del pacto» (Heb 9, 4; Ap 11, 19) Y «tablas del pacto» (Heb 9, 4).

Juan el Bautista, determinó liberar a su pueblo de todos sus enemigos y «recordar de esta manera su santo pacto, (a saber) el juramento que había jurado a nuestro padre Abrahán» (cf. Sal 105 [104], 8-10.42). Aquí ()Lu{t~%ll se emplea como sinónimo de juramento y designa el pacto de promesa hecho a Abrahán, entendido como un pacto que continúa y se realiza en el nuevo acontecimiento de salvación. En Rom 9, 4 Pablo menciona con énfasis, entre los dones de salvación concedidos a Israel, <
3. Según Lc 1,72-74, «el Señor Dios de Israel» (v. 68), con el nacimiento y la misión de

4. a) Para la nueva comprensión de la ()Lu{t~%ll en el cristianismo primitivo tienen

906 importancia fundamental las palabras interpretativas pronunciadas sobre el cáliz, en la tradición acerca de la Cena del Señor. La forma de texto más antigua a la que podemos remontarnos, nos la ofrece seguramente Mc 14, 24 (cf. Mt 26, 28). Aquí se encuentran ya asociados dos enunciados fundamentales. Según uno de ellos, Jesús interpreta su muerte inminente como acto divino de expiación para quitar los pecados de todos. Y cuando se distribuye el cáliz, Jesús concede participación en este acontecimiento redentor: «Esto es mi sangre, que es derramada en favor de los muchos» (totlLó f<J1:LV 't0 ut¡lá ¡l0U 't0 f%XUVVÓW:VOV 'Ú:JtEQ :JtOA,A,wv). A esto se añade, completando, el enunciado sobre la ()LU{t~%ll, según el cual ese derramamiento de sangre es la entrada en vigor de un pacto divino de salvación: «Esto es mi sangre del pacto ... ». Con ut¡la 'tii~ ()LU{t~%ll~ se recoge el tenor literal de las «palabras interpretativas» de Ex 24, 8 LXX: «He aquí la sangre del pacto que el Señor ha hecho con vosotros en virtud de todas estas palabras». Esta aplicación de Ex 24, 8 estaba preparada, por cuanto el pasaje se entendía ya antes de los tiempos de Jesús como descripción de un acto de expiación. Originalmente, la acción de rociar al pueblo con sangre, en Ex 24, 8, juntamente con las palabras interpretativas que la acompañaban, significaba la obligación, contraída a modo de juramento por el pueblo, de poner en práctica las palabras de Yahvé, tal como habían quedado consignadas en el «libro de la berlt» (Ex 24, 3-4.7). Ahora bien, la acción simultánea de rociar con la sangre el altar (v.6) recordó ya desde muy pronto el ritual de la sangre en el Día de la Expiación. Por eso, la acción de rociar con la sangre 'al-ha' am, «sobre el pueblo», lo entendieron ya los dos targumes sub loco como un rociamiento en favor del pueblo, una reinterpretación -llena de consecuencias- de ese enunciado central de la berit; del simple pacto de obligación «
908

907 La referencia a Ex 24, 8 en las palabras interpretativas pronunciadas sobre el cáliz deben entenderse tan sólo en sentido tipológico: el acontecimiento expiatorio en la muerte de Jesús se interpreta como un acto que corresponde y sobrepasa al acto de expiación en el AT. Por consiguiente, no se piensa en una renovación del pacto del Sinaí, sino que el pasaje habla de la nueva promesa que da Dios (y que sobrepasa a la antigua) de salvación en la «sangre», es decir, en la muerte de Jesús. La versión de las palabras del cáliz, tal como las trasmite Pablo en 1 Cor 11, 25 (cf. Lc 22, 20), pueden entenderse fácilmente como explicación de la versión de Marcos. Con las palabras «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre» se alude indudablemente a Jer 31 (38), 31-34, donde se dice que Yahvé va a «concertar un nuevo pacto con la casa de Israel» (LXX: 6La{)-~ool.taL tq:> OLX<¡J 'IoQaijA. ... 6La{)-~X'l'JV XaLV~v), un pacto completamente distinto, en comparación con el pacto del Sinaí (v. 32): el pacto de obligación es sustituido por un pacto de promesa. Yahvé promete el perdón de los pecados, y sus enseñanzas se escribirán en el corazón, para que su pueblo cumpla la voluntad de Dios. Con la promesa de la nueva ber!t, Yahvé responde al abandono del pacto del Sinaí por parte de su pueblo desobediente (v. 32). Es verdad que la nueva beru incluye de nuevo la obligación que el pueblo tiene de cumplir la voluntad de Dios. Pero, en este caso, Yahvé mismo se encarga de que se cumpla esa obligación: «Yo pondré mi temor en su corazón, para que no se aparten ya de mí» (Jer 32 [39], 38-42 [esp. v. 40]). Se proclama que esta promesa se ha cumplido en el acontecimiento de Jesús. El peso de esta antigua proclamación pre-paulina, que en Pablo mismo queda un poco relegada a segundo plano, se hace plenamente visible en la Carta a los hebreos (--+ 4.c). b) En Rom 11, 27 Pablo -a partir de Is 59, 20-21- interpreta la profecía de un pacto de salvación, tal vez siguiendo la tradición acerca de la Cena del Señor. Y lo hace añadiendo una frase tomada de 27, 9. Pablo argumenta con arreglo a la orientación de Jer 31 (38),34:

el perdón hará que se realice el pacto escatológico de salvación (pero cf. --+ 3). Esta conexión es bien patente en 2 Cor 3, 114. Pablo ve que la promesa divina de Jer 31, 33 se ha realizado en su propio ministerio apostólico. El es «ministro del nuevo pacto». La grandeza y dignidad de esta función suya, la desarrolla él valiéndose del contraste establecido en J er 31 entre el nuevo pacto y el pacto del SinaL Pablo -partiendo del Espíritu de Dios- interpreta el nuevo pacto de salvación y considera el ministerio del nuevo pacto como «ministerio del Espíritu», siguiendo probablemente una correspondiente interpretación de la Cena del Señor (l Cor 10, 3-4). Se atiene también en todo esto a testimonios del AT, en el contexto de la profecía de Jer 31, siguiendo probablemente a Ez 36, 26s. En cuanto a su contenido, el ministerio del nuevo pacto comunica la justicia y, con ella, la vida (2 Cor 3, 6.9). Aquí se escucha el eco de la promesa de perdón (Jer 31,34) Y del anuncio de la expiación (palabras interpretativas pronunciadas sobre el cáliz). En la imagen opuesta, la OLU{}~'Xr¡ del Sinaí trae condenación y muerte (2 Cor 3, 6s.9a). Este último pacto es transitorio, pero aquel otro permanece (v. 11). Por eso Pablo habla, aquí quizás por vez primera, de la antigua 6La{)-~X'I'J. Recoge elementos de una teología de la 6La~xr¡, formada ya anteriormente y que era crítica con respecto a la Torá, y le da mayor precisión dentro de su doctrina sobre la justificación. La alegorización sobre la concertación de ambos pactos, en Gá14, 21-28, debió de tomarla Pablo de la misma tradición. En el pacto de promesa con los padres se anticipó ya la nueva 6La{)-~X'I'J del acontecimiento de Cristo. Al pacto del Sinaí pertenecen la lejanía de Dios, el servicio de esclavos, la existencia «según la carne»; al pacto de la promesa le corresponden la existencia celestial y espiritual y la libertad, fundadas en la promesa creadora de Dios. c) Los 17 enunciados relativos a la 6Laen la Carta a los Hebreos se hallan relacionados íntimamente con una teología de la 6La{)-~X'I'J que se desarrolla en conexión con

{)-~xr¡

909 las tradiciones acerca de la Cena del Señor. Aunque faltan referencias directas a esas tradiciones, sin embargo se observa su influencia, cuando el significado salvífico de la muerte de Jesús se contempla en el establecimiento del «nuevo pacto de salvación» y, por tanto, se considera a Cristo como el «mediador de un nuevo pacto» (6La{)-~X'I'J~ XaLvij~ [tEOLt'I'J~, 9, 15). De esta manera, se aplica tipológicamente el pasaje de Ex 24, 8, adecuándolo al texto de las palabras interpretativas sobre el cáliz (toBto tO aT[ta tij~ 6La{)-~x'I'J~, v.20). La expresión «sangre del pacto» la encontramos otras dos veces más. Según 13, 20, Dios «mediante la sangre del pacto eterno» hizo regresar a Cristo de entre los muertos; según 10,29, la especial depravación del apóstata consiste en «tener por inmunda la sangre del pacto». La salvación traída por Cristo se halla presente en la «sangre rociada», que habla poderosamente de salvación (12, 24). Se halla presente en la «sangre de Cristo», en la «propia sangre» de Jesús, en la «sangre de Jesús» (9, 12.14; 10, 19). La salvación traída por el nuevo pacto se ilumina por contraste con el pacto del Sinaí, el «primer» pacto de Dios con Israel (Heb 8, 7.13; 9, 1.15.18). El primer pacto se encuentra sin vigor, no porque el pueblo de Dios lo quebrantó (8, 7-13), sino porque era débil en sí mismo. Pertenecía al ámbito de lo terreno y de la figura, y no podía ser más que una débil sombra, que desde sí misma señalaba anticipadamente hacia la futura y nueva 6La{)-~X'I'J (7, 16-19; 8, 5s; 9, 6-10; 10, 1). Y, así, la primera 6La{)-~X'I'J se valora desde la perspectiva de su culto (cf. EVtOA.~, 7, 16-18; vó[to~, 7, 19.28; 10, 1) Y de su oferta de salvación. En esta valoración, hay un rechazo crítico de las interpretaciones judías alejandrinas, según las cuales semejantes actividades cultuales simbólicas señalan hacia la salvación verdadera y «celestial» . Según Hebreos, la salvación ha llegado a ser real en el nuevo y «más excelente» pacto (7,22; 8, 6), en el acontecimiento de Cristo, y

910 consiste en el acceso a Dios, en la auténtica comunión con Dios, en la participación en el mundo celestial, en la participación en Cristo, yen la filiación divina (2, lOs; 3, 6.14; 6, 4s; 7,19; 9, 8.11s.14; 12, 10). Mediante el sacrificio de sí mismo, Jesús hizo que entrara en vigor el nuevo pacto. El es el «mediador de un nuevo pacto» (7, 22; 8, 6; 9, 15). Al interceder por los suyos, como el sumo sacerdote exaltado que es, mantiene esta salvación disponible en todo momento para ellos (7, 25; 10, 19s). El es el «garante» del nuevo pacto de salvación (7, 22), a quien los creyentes deben recurrir constantemente con confianza para salir del fracaso y del pecado (4, 15s; 10, 19-23). Los participantes en el nuevo pacto se encuentran ya santificados y perfeccionados para el acceso sacerdotal a Dios y para recibir el reino inconmovible de Dios (4, 16; 10, 10. 14; 12, 22-24.28). Puesto que para la entrada en vigor del testamento es necesario que se produzca la muerte del testador, vemos que en Heb 9, 1517 se aduce también -en corroboración de todo- el significado de testamento que tiene 6La{)-~X'I'J. Y se hace en una suave transición de ideas, que nos resulta a nosotros difícil de seguir: en la salvación ofrecida por Dios por medio de Jesucristo, la última voluntad y testamento de Cristo entra en vigor mediante la muerte de aquel que ha dictado su última voluntad (6La{)-É[tEvo~, 9, 16-17). Para la sensibilidad lingüística de aquel entonces, esta transición -evidentemente- no tenía problemas (cf. Gá13, 15-17; Filón, Mut 51s y passim (Kutsch, Neues Testament - Neuer Bund?, 81-83). En el poder salvífico de la «sangre del pacto eterno» se incluye la promesa, según Jer 31,33, de que Dios mismo «obra en nosotros lo que es agradable delante de El»; de que Dios nos equipa «con todo lo bueno para hacer su voluntad» (13, 21). H. Hegermann

bUÚQECJt;, 10m;, ÍI diairesis distribución* Dícese de la distribución de dones en 1 Cor 12,4-6. Este sentido lo sugiere 6LaLQÉW en el

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v. 11. Sin embargo, no se excluye el significado de diversidad(es); cf. ThWNT 1, 184; Bauer, Worterbuch, s. v. 1; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), 244s.

btaLQÉro diaireo repartir, distribuir* Lc 15, 12: «él repartió sus bienes entre ellos». 1 Cor 12, 11: el Espíritu distribuye a cada uno según su voluntad; WNT 1,184.

~ 6taLQeat~.

Th

btaxa""aí,Qro diakathairo limpiar (el trigo)* Lc 3, 17: «El bieldo está en su mano para limpiar/aventar su era ... ».

btaxa""aQí,~ro diakatharizo limpiar (el trigo) * En Mt 3, 12 (par. Lc 3, 17 C Koiné A D y otros) dícese de la acción de limpiar/aventar la era, ~ 6taXm'}aLQw.

btaxa'tEl"Éyxop.tat diakatelegchomai refutar por completo* En Hech 18, 28 con dativo: Apolo «refutaba vigorosamente a los judíos» de Acaya, «demostrando públicamente por las Escrituras que Jesús es el Cristo». ~ EJ\,ÉyXW 2.

btaxeJ.,Eúro diakeleuo mandar, ordenar En Jn 8, 5 con dativo seguido de infinitivo: «En la ley Moisés nos ordena apedrear a esta clase de mujeres» (a las adúlteras); cf. Lev 20, 10; Dt 22, 22-24.

btaxovÉro diakoneo servir 6taxovLa, a~, ~ diakonia servicio, oficio 6Láxovo~, OlJ, (~) diakonos servidor(a)

o

1. Aparición de los términos de la raíz chmt- en el NT - 2. Contenidos semánticos del grupo de palabras 3. El sentido cristiano y la historia de su tradición. Bibl.: H. W. Beyer, ()LmtovÉúl, en ThWNT n, 8193; W. Brandt, Dienst und Dienen im NT, Gütersloh 1931; K. HeB-L. Coenen, Servicio, en DTNT IV, 212221; K. Rahner-H. Vorgrimler, Diaconia in Christo, Freiburg i. Br. 1962; B. Reicke, Diakonia. Festfreude und Zelos in Verbindung mil der altchristlichen Aga-

penfeier (UUA 5), Uppsala-Wien 1951; J. Roloff, Apostolat - Verkündigung - Kirche, Gütersloh 1965; Id. Anfiinge der soteriologischen Deutung des Todes Jesu: NTS 19 (1972-1973) 38-64; J. Schütz, Der Diakonat im NT, tesis Mainz 1952; W. Thüsing, Dienstfunktion und Vollmacht kirchlicher Amter nach dem NT: BiLe 14 (1973) 77-88; A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse der synoptischen Evangelien (StANT 29), München 1971. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1039-1041.

1. 6LaxovÉw aparece 36 veces en el NT: 21 en los Sinópticos, incluyendo también Hechos, 3 en el evangelio de Juan, 8 en el Corpus de las cartas paulinas, 1 en Hebreos y 3 en I Pedro. De la relativa frecuencia con que este término aparece en los Sinópticos, la inmensa mayoría de los ejemplos se encuentran en sentencias y parábolas de Jesús. - Las actividades designadas por el verbo se expresan abstractamente por medio del sustantivo 6LaxovLa, servicio, oficio, que aparece 33 en el NT: 1 sola vez en los evangelios (Lc 10, 40), 8 veces en Hechos, 22 en las cartas paulinas, 1 en Hebreos y 1 en Apocalipsis. Finalmente, 6Láxovo~, servidor, es el que ejecuta las actividades designadas por medio del verbo 6LaxovÉw y del sustantivo 6LaxovLa. Aparece 29 veces en el NT: 8 en los evangelios y 21 en las cartas paulinas. 2. El marco original de referencia para el empleo de todo el grupo de palabras de la raíz 6Lax- en el griego profano era el del servicio prestado a la mesa. Por tanto, el significado fundamental del verbo es el de servir a la mesa. De ahí se deriva el sentido más amplio de preocuparse del sustento y, finalmente, de prestar servicio en general. El grupo de palabras se distingue de otros términos de significado afín porque «tiene la especial cualidad de indicar muy personalmente el servicio prestado a otra persona» (Beyer, 81). Es notable particularmente la diferencia de significado entre --+ ()OUAEÚW y ()LUXOVÉOO y entre los grupos de palabras correspondientes a cada una de esas raíces: los vocablos de la raíz ()OUA- expresan principalmente la relación de dependencia y la subordinación del ()O'ÜAOS; al XÚQWS;; en cambio, ()LUXOVÉW y su grupo de palabras expresan mucho más vigorosamente la idea del servicio prestado a una persona. Esta diferencia nos permite comprender por qué en la LXX ()LUXOVÉOO

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()wxovÉW

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falta por completo, e incluso ()LuxovLu y ()Lá.XOvos; no desempeñan más que un papel insignificante. En cambio los vocablos de la raíz ()OUAaparecen con muchísima frecuencia. ()LUXOVÉOO y su grupo de palabras son en determinados estratos del NT la expresión central para designar la actitud cristiana fundamental, que se orienta por las palabras y la conducta de Jesús, y para designar funciones específicamente cristianas e internas de la comunidad, a saber, la labor caritativa, la proclamación de la palabra y las tareas de liderazgo.

las tareas del ministerio de los dirigentes en la comunidad en: Ef 4, 17; Col 4, 17; 1 Tim 4,6; 2 Tim.4, 5, y especialmente del ministerio del diácono en Flp 1, 1; 1 Tim 3,8.10.12. 13. Aparecen, además, aisladamente los siguientes significados: el poder estatal como servidor de Dios en Rom 13,4; Cristo, servidor de su pueblo en Rom 15, 8, y no servidor del pecado en Gál 2, 17; el servicio de los ángeles para la salvación de los hombres en Heb 1, 14.

Con su significado fundamental de servir a la mesa, el grupo de palabras se emplea en el NTen: Mt 22,13; Mc 1,31 par. MtlLc; Lc 10, 40; 12, 37; 17, 8; 22, 26s; Jn 2, 5.9; 12,2; Hech 6, 2. El sentido ampliado de ayudar a alguien cuidando de él se encuentra en: Mt 25,44; Mc 1, 13 par. Mt; Mc 15, 41 par. Mt; Lc 18,3; Flm 13. Toda la actividad de Jesús y su muerte se designan como un servicio: Mc 10, 45 par. Mt; Lc 22, 26s. Del servicio prestado por los discípulos se habla en sentido amplísimo en: Mt 23, 11; Mc 9, 35; 10,43 par. Mt; Lc 22, 26s; Jn 12,26. El grupo de palabras designa el servicio apostólico y misionero de la proclamación: dícese de los Doce, Hech 1, 17.25; 6, 4; de Pablo, Hech 20, 24; 21, 19; Rom 11, 13; 1 Cor 3, 5; 2 Cor 3,3.6.9; 4, 1; 5,18; 6, 3.4; 11,8.(15.23: falsos apóstoles); Ef 3, 7; Col 1, 23.25; 1 Tim 1, 12; de otros proclamadores y colaboradores, Hech 19,22; 1 Cor 3,5; Ef 6,21; Col 1, 7; 4, 7; 1 Tes 3, 2; 2 Tim 4, 11; 1 Pe 1, 12. Designa el servicio caritativo prestado en la comunidad, Hech 6, 1; Rom 12,7; 1 Pe 4, 11, y más allá de la propia comunidad, la colecta organizada en favor de Jerusalén, Hech 11,29; 12,25; Rom 15,25.31; 2 Cor 8, 4. 19s; 9, 1.12s. Se habla en síntesis de todos los servicios de la comunidad en 1 Cor 12,5. - 1 Cor 16, 15; 2 Tim 1, 18; Heb 6, 10; 1 Pe 4, 10; Ap 2, 19 hablan en general del servicio dentro de la comunidad. El servicio caritativo al que se hace referencia en Rom 16, 1 tiene carácter parecido a un ministerio, y lo mismo se diga del ministerio de los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en Ef 4, 12. El grupo de palabras sirve para designar

3. La raíz de los significados que en el NT tienen los términos 6taxovÉw, 6taxovLa y 6táxovo~ se halla en las palabras y en la conducta de Jesús mismo. De igual manera, la importancia central que este grupo de palabras adquirió en la vida de la comunidad cristiana primitiva se deriva de Jesús mismo y de la más temprana interpretación de toda su actividad y de su muerte como un «servicio». La sentencia sobre la grandeza del servicio, en Me 10, 43s par. Mt; Mc 9, 35; Mt 23, 11, procede --en su forma fundamental- de Jesús mismo. La antigüedad y la amplitud de la tradición permiten reconocerlo así. La interpretación que entiende como un servicio toda la actividad de Jesús y su entrega a la muerte, tiene probablemente su «situación vital» (Sitz im Leben) en la celebración eucarística de las comunidades palestinenses. Así se deduce de Mc 10,45 par. Mt y de la variante de Lc 22, 27. Aunque Mc 10, 45 está formulado a tenor de Is 53, lOs, sorprende que en vez de 60lJAE'ÚetV se haya empleado el verbo 6taxoveLv. Este hecho sugiere que el servicio prestado a la mesa es el contexto original de la sentencia, como la variante de Lc 22, 27 nos hace ver claramente. La comprensión que Pablo tiene del apostolado y la variedad de «servicios» de las comunidades paulinas recibieron su forma esencial y su terminología de las palabras y de la conducta de Jesús y de la comprensión cristiana primitiva, que entendió la actividad y la muerte de Jesús como un «servicio». La imagen que la autocomprensión de Pablo «refleja de manera más central es la del servidor de

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I)LUXOVÉW

Jesucristo» (Rol off, Apostolat, 121). Y, así, Pablo se ve a sí mismo en una doble relación de servicio con respecto a Cristo y a la Iglesia (2 Cor 3-6; lIs). En el ejercicio de su servicio (o ministerio) apostólico, Pablo considera principalmente la proclamación del evangelio como la actividad fundamental y central (por ejemplo, Rom 11, 13; 2 Cor 3, 3; 4, 1; 5, 18; 6,3; 11,8). En la vida de las comunidades paulinas, la (hUXOVLU es sobre todo la atención caritativa a los necesitados, bien sea dentro de la comunidad de cada uno (Rom 12, 7; 1 Cor 16, 15) o bien sea en favor de la comunidad de Jerusalén, a la que se ayuda en forma de una colecta (Rom 15, 25.31; 2 Cor 8, 4.19s; 9, 1.12s). Pero el término puede designar también en síntesis todos los servicios o ministerios que hay en la comunidad (1 Cor 12,5). Estas circunstancias existentes en la comunidad, con su terminología y su tendencia a expresar típicamente los oficios de servicio, condujo al origen del oficio (o ministerio) de diácono, que en el NT se menciona por vez primera en Flp 1, 1. Sus tareas principales fueron probablemente la proclamación del evangelio y el servicio de caridad (cf. 1 Tim 3, 8-13). También el ministerio de servicio de la ¡;JLáxovo~ femenina, de la diaconisa, aparece ya en estado inicial en las comunidades paulinas (Rom 16, 1). En Marcos la idea de servicio ocupa un lugar destacado por la serie de sentencias, acentuadas parenéticamente, que se encuentran en 10, 42-45. Por contraste con las relaciones que se dan normalmente en el ejercicio del señorío en el mundo, la verdadera grandeza de los discípulos de Jesús no se mostrará sino en el servicio. El fundamento de ello es el servicio del Hijo del hombre hasta la entrega misma de su vida. Según el sentir del evangelista, esta actitud fundamental es elemento esencial del discipulado. Esto se ve ya por la disposición redaccional de la serie de sentencias, que se conectan con la tercera predicción de la pasión (10, 33s), y por la escena en que se reclaman los puestos de honor (10, 35-40). Esta disposición corresponde exactamente a la ma-

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nera en que Marcos había procedido ya,. con motivo de la segunda predicción de la pasión (9, 31.35). Tanto en este último pasaje como en el otro, se aborda el mismo problema existente en la comunidad marquina y en sus dirigentes: el afán de honores y el anhelo de poder. Tanto en un pasaje como en otro el evangelista intenta resolver esta problema de la misma manera: orientando hacia las palabras de Jesús y hacia sus obras de servicio, haciendo un llamamiento para seguir a Jesús en su cruz (cf. K. G. Rep10h, Markus - Lehrer der Gemeinde, Stuttgart 1969,156-172).

Mateo, en primer lugar, recoge de Marcos todos los pasajes en que se habla de (lLUXOvÉw y de (háxovo~, con excepción de la escena en que los discípulos se disputan el primer puesto (Mc 9, 33-37). Pero recoge la pregunta que se suscita en esa escena, acerca de quién es verdaderamente grande, la refunde, y hace que Jesús responda a ella con las palabras sobre lo de «hacerse pequeño como un niño» (18,1-4). - En tres pasajes Mateo va más allá del material ofrecido por Marcos. En la descripción del juicio universal, que procede de una tradición peculiar y que ha sido intensamente redactada por Mateo, vemos que la ayuda a los necesitados y cautivos se entiende como servicio prestado a Jesús y se convierte en el criterio para la participación en la salvación definitiva (25, 44). - En el discurso de Mt 23, que está compuesto a base de la fuente Q y de tradición peculiar, el evangelista dirige sus enseñanzas, en los vv. 8-12, a los líderes de la comunidad cristiana: no deben reclamar ambiciosamente los títulos de preceptor, padre y maestro. En el v. 11 Mateo fundamenta la prohibición basándose en las palabras de Jesús acerca de la grandeza del servir. Todo esto 10 encontramos aquí en una forma que combina elementos de la tradición de Marcos sobre estas palabras (Mc 10, 43) con elementos de la variante de Lucas (Lc 22, 26s). En toda la sección el evangelista acentúa las relaciones fraternales que deben existir dentro de la comunidad cristiana. Finalmente, no habrá que suponer que, en la alegoría (compuesta redacciona1mente) del invitado

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I)LaxovÉw

que no lleva vestido de boda (Mt 22, 1-13), los <ÍLáxovOL tengan alguna significación teológica. En la doble obra lucana, el grupo de palabras con sus denotaciones teológicas desempeñan un gran papel. Es verdad que Lucas, de las 7 veces que aparecen los términos en Marcos, no recogió más que una (Lc 4, 39). Pero lo decisivo es que las ideas enunciadas en los pasajes omitidos de Marcos, las expresa él en otros contextos, donde en parte las trasforma, y en parte recurre a una tradición peculiar. La sentencia acerca de la grandeza del servicio y del servicio prestado por Jesús (Mc 9, 35; 10, 43), la ofrece él en 22, 26s como variante de la tradición, refundida redaccionalmente. La mención de las mujeres que servían a Jesús, en el relato de la pasión (Mc 15,41), la presenta Lucas -trasformada redaccionalmenteen el contexto de la actividad de Jesús en Galilea (Lc 8, 3). Tal vez Lc 22, 43 tiene en cuenta el servicio de los ángeles a Jesús, omitido por Lucas en el relato procedente de Mc 1, 13. Lc 10,40 pertenece a una tradición peculiar (cf. Jn 12, 2). La parábola de 17, 7-10 pertenece, sí, a una tradición peculiar, pero el v. 8 con OLUXOVÉW está formado redacciona1mente. La parábola de 12, 35-38 está tomada de la fuente Q, pero la promesa fue compuesta redaccionalmente por Lucas (cf. Weiser, 109s; 168-171). Las 10 veces que aparecen los términos 6LUXOVÉW, 6LUXOVLU en Hechos se distribuyen en dos campos semánticos: el del servicio (o ministerio) apostólico, con acento en la proclamación de la palabra (1,17.25; 6, 4; 20, 24; 21, 19; 19,22), Y el del cuidado de los pobres (6, 1.2), al que pertenece la forma especial de la colecta en favor de Jerusalén (11, 29; 12, 25). Lucas recoge así contenidos y formas de expresión de las comunidades paulinas integradas por cristianos gentiles (cf., por ejemplo, Rom 15, 25; 2 Cor 3, 6). Lucas ha evitado siempre el empleo del término OLáxovo~.

En la elaboración que hace de su tradición, Lucas acentúa los siguientes aspectos: 1) El oficio apostólico, lo mismo que todos los ofi-

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cios de liderazgo que existen en la comunidad, tiene carácter de servicio. Este carácter se deriva de las palabras de Jesús y de sus actividades de servicio. Lucas lo hace ver de manera clara al designar expresamente el apostolado como un servicio (Hech 1, 17.25; 6,4, etc.), al poner ante los ojos de los cristianos que ocupan puestos dirigentes el servicio realizado por Jesús (Lc 22, 26s) y al trasformar algunas parábolas de Jesús en exhortaciones dirigidas a los líderes (12, 35-38.42-46. 47s; 17,7-10). En esta trasformación, el motivo del servicio desempeña el papel decisivo. 2) El servicio (o ministerio) apostólico, para Lucas, consiste principalmente en la proclamación de la palabra (Hech 6, 4, etc.) y es un testimonio (cf. Hech 1, 22; 20, 24, etc.). 3) Entre las funciones básicas de la vida de la comunidad cristiana se cuenta el servicio prestado a los pobres y a los necesitados (Hech 6, ls; cf. 2,42). En Hech 6, 1-6, Lucas nos hace ver cómo, por un conflicto en la atención que se prestaba a los pobres, surge en la comunidad un nuevo oficio (o ministerio) de servicio. Cuando evita conscientemente el título oficial de I)Láxovo~, lo hace seguramente porque éste se encontraba ya asociado con funciones de proclamación de la palabra (Flp 1; 1 Tim 3). Ahora bien, Lucas quería que se viera que un grupo de líderes ya existente en la misión cristiana primitiva estaba subordinado a los apóstoles. Y 10 consiguió haciendo que ese grupo fuera instituido por los apóstoles, limitando su ministerio a la atención y cuidado de los pobres (pero cf. Hech 6) y evitando el título de «diácono». En Juan, el único pasaje teológicamente relevante -además de 2, 5.9; 12,2- son las palabras de Jesús en 12, 26. Según la historia de las tradiciones, este pasaje se halla próximo a Mc 8, 34, pero tiene mayor amplitud por el uso de la expresión servir y por dos promesas típicamente joánicas: el discípulo llegará a estar allá donde está Jesús mismo; el Padre le honrará. Se piensa en el discipulado y seguimiento de Jesús hasta la muerte. Aunque 6LUXOVÉW, OLUXOVLU, 6Láxovo~ no aparecen ya con este significado en ningún otro lugar de Juan, sin embargo 12,26 debe contemplar-

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ClLUXOVÉW - ClLUXQLVW

se en estrecha relación con el servicio realizado por Jesús en 13, 1-11 Y con el servicio que han de realizar los discípulos en 13, 12-20; 15, 20 (cf. R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan 11, 476). En Efesios y Colosenses, OlUXOVLU aparece 2 veces, y oláxovo~ 6 veces. Los términos designan el servicio de proclamación de la palabra realizado por «Pablo» (Ef 3, 7; Col 1, 23.25) Y sus colaboradores (Ef 6, 21 = Col 4, 7; 1,7), así como también el oficio ministerial de los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros (Ef 4, 12) Y el servicio ministerial de liderazgo en la comunidad (Col 4, 17). Si en las cartas paulinas aparecía ya en primer plano el significado de oláxovo~ como «servidor del evangelio», este significado se ha desarrollado plenamente en Efesios y Colosenses, por cuanto la palabra aparece ya únicamente en conexión con la proclamación del evangelio. El concepto ha alcanzado, pues, su sentido más específico (cf. H. Merklein, Das kirchliche Amt nach dem Epheserbrief, München 1973,233 Y 237). También las 9 veces que aparecen los términos en las Pastorales pertenecen al uso específicamente cristiano de estas palabras: 2 Tim 1, 18 se refiere en sentido muy general al servicio de Onesíforo en la comunidad de Efeso. 1 Tim 1, 12 habla del servicio apostólico de «Pablo». 1 Tim 4, 6; 2 Tim 4, 5 denominan servicio a la actividad de Timoteo de proclamar el evangelio. En 2 Tim 4, 11 se solicita el servicio de Marcos (seguramente, un servicio misionero). Del oficio de diácono hablan 1 Tim 3,8.10.12.13 (--+ 2). En todos estos pasajes se refleja el uso paulino de los términos. En los demás escritos tardíos del NT, el grupo de palabras aparece sólo esporádicamente. Heb 6, 10 y Ap 2, 19 hablan en sentido muy general de los servicios prestados en la comunidad. La Carta primera de Pedro menciona en 1, 12 el servicio de la proclamación; en 4, 11, el servicio caritativo, y en 4, 10 compendia ambos en la expresión OlUXOVELV. A. Weiser

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bw.xovLa, a~, ÍI diakonia servicio, oficio --+ OlUXOVÉW.

btáxovo~, OlJ, Ó (ÍI) diakonos servidor(a) --+ OlUXOVÉW.

btaXÓcnOl,3 diakosioi doscientos* Mc 6, 37 par. Jn 6, 7: pan por valor de doscientos denarios; Jn 21, 8: a unos 200 codos de distancia; Hech 23, 23: «Tened preparados 200 soldados ... y 200 lanceros». En tres pasajes aparecen números compuestos con OlUXÓmOl. Hech 27, 37: «Los que estábamos en la nave éramos un total de doscientas setenta y seis personas ('ljJ1JXuL.. OlUXÓOlUl ÉpOOf-l~­ xov'ta e~); Ap 11,3 y 12, 16: mil doscientos sesenta días (~f-lÉQu~ XlALU~ OlUXOOLU~ É~~xov'tu (según Dan 12, 11 [allí se incluye un mes intercalar: 1290 días], el tiempo «apocalíptico» de 42 meses = tres años y medio).

btaxoúO) diakou6 tomar declaración (en la vista de un proceso)* En Hech 23, 35 Félix dice a Pablo: «Te tomaré declaración (tecnicismo jurídico), cuando lleguen tus acusadores».

btaXQLVo) diacrin6 diferenciar, decidir, dudar, interpretar* 1. Aparición y uso del término en el NT. Contenidos semánticos - 2. Diferenciar, hacer diferenciación 3. Decidir, estimar, juzgar; acudir a los tribunales, disputar uno con otro - 4. Dudar - 5. Exponer, interpretar - 6. oLáxQWL~.

Bibl.: F. Büchsel, oLuxQLvw, oLáxQLaL~, en ThWNT III, 948-951; G. Dautzenberg, Zum religiongeschichtlichen Hintergrund der oLáxQWL~ nVElJ!-Iá'twv: BZ 15 (1971) 93-104; Id., Urchristliche Prophetie (BWANT 104), Stuttgart 1975, 123-125. Indice analítico.

1. OlUXQLVW se emplea en total 19 veces en los escritos del NT; 9 veces en voz activa, y 10 veces en voz media y en voz pasiva. El prefijo verbal OlU- refuerza las ideas de distinguir, tamizar y separar que se encuentran en el verbo simple --+ XQLVW. Así, pues, DlU-

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[nUXQLVW

XQLVW amplía considerablemente los contenidos semánticos de XQLVW con los significados de diferenciar; decidir, juzgar; en la voz media, disputar uno con otro; estimar, exponer, interpretar. OlUXQLVW aparece también en la voz media con el significado de dudar. La riqueza de matices que se da en el uso del verbo OlUXQLVW hace que sea difícil determinar su sentido exacto en varios pasajes. 2. Según Hech 15,9, Dios «no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos», es decir, entre los judíos y los gentiles, porque también a los gentiles les concedió el don del Espíritu Santo. Ya antes se dijo que Pedro, «sin hacer distinción» entre judíos y gentiles (f-lljOev OlUXQLVUV'tU, cf. Herm [m] 2, 6), marchó a Cesarea (Hech 11, 12 Sin A B; H L P Textus Receptus: f-lljOEV OlUXQlVÓf-lEVOV, sin objeciones? --+ 4). Sant 2, 4 ofrece un ejemplo de paronomasia con OlUXQLVW y XQl'tUL (por sus distinciones, ellos han llegado a ser jueces con malos pensamientos; basándonos en los versículos anteriores (vv. 1-3), que son una advertencia contra el partidismo (--+ reQoowreoAljf-l'ljJLU), la mejor traducción del v. 4 es probablemente: «¿No habéis hecho distinciones (OlEXQL'frlj'tE) entre vosotros mismos? (cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [KEK], 126f; H. Windisch, Der Brief des Jakobus [HNT], 14; F. MuBner, Jakobusbrief [HThK], 115; en contra, Büchsel, 949; Bauer, Worterbuch, s.v.), aunque el verbo OlUXQLVW está usado aquí en aoristo de la voz pasiva (--+ 4). El hacer distinciones entre las personas conduce a una situación en la que se concede primacía a algunos (Apiano, BellCiv V, 54 § 228; en sentido negativo Herodoto I1I, 39; cf. Filón, Op 137). La pregunta que se formula en 1 Cor 4, 7: «¿Quién te considera superior?» va dirigida contra la tendencia de los corintios a abusar de la gracia recibida, convirtiéndola en motivo de distinción personal y en ocasión de jactancia, utilizándola así para introducir distinciones en la comunidad (v. 4, 6). - La concisa frase que aparece en 1 Cor 11, 29 acerca de

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quien «come y bebe sin discernir el cuerpo», debe entenderse probablemente en sentido análogo. Se presupone que el pan de la Cena del Señor debe distinguirse del pan ordinario. Por esta distinción, al pan eucarístico se le concede un consideración especial. Las distinciones suponen, pues, que se concede una especial consideración y -a tenor de ello- se muestra una conducta especial (cf. Büchsel, 948). Obsérvese que puede haber también paronomasia en el empleo que se hace de OlUXQLVW con --+ XQLf-lU en 11, 29a (cf. también --+ 3). 3. La paronomasia con los numerosos términos que en 1 Cor 11,29-34 significan la acción de juzgar y el juicio ha conducido también al empleo de OlUXQLVW en 11, 31: «Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos correctamente, no seríamos juzgados». La frase exige que los cristianos hagan una severa crítica de la propia conducta con arreglo al criterio que se aplica en el juicio divino, principalmente en lo que respecta al comportamiento en la Cena del Señor (--+ ooxlf-lá~w en el v. 28). En 1 Cor 6,5 OlUXQLVW se emplea para referirse a la actividad, reclamada por Pablo, de un mediador o árbitro, por contraste con la actividad, rechazada por Pablo, de los tribunales profanos (6, 1.6), y con referencia al juicio escatológico con que los santos han de juzgar al mundo (6, 2). Como OlUXQLVW en el significado de «juzgar» tiene siempre un sentido forense, entonces resulta difícil aplicar este matiz de significado al texto de 1 Cor 14, 29 (--+ 4; Dautzenberg, Prophetie, 128s; en contra de Bauer, Worterbuch, s. v.; Büchsel, 948). En la voz media OlUXQLVW tiene el significado de disputar uno con otro: Hech 11, 2 (a propósito de la comunión de mesa de Pedro con los incircuncisos; sobre la elección del término, cf. Ez 20, 35s LXX); Jds 9 sobre el enfrentamiento de Miguel con el diablo acerca del cuerpo de Moisés). 4. OlUXQLVW en la voz media tiene, además, el significado de presentar objeciones,

923 dudar: un significado que no está atestiguado con anterioridad a los escritos del NT. Esto será difícilmente «un producto del cristianismo de expresión griega» (como piensa Büchsel, 950). No, sino que es un reflejo del desarrollo semántico de la lengua popular griega en tiempos del NT. El desarrollo del significado puede entenderse tanto desde ---+ 2 en el sentido de «hacer distinciones en uno mismo» como desde ---+ 3 en el sentido de «hallarse en disputa con uno mismo» (Bauer, Worterbuch, s.v.). Los diversos usos de ¡'huxQLvw con este significado no sugieren un desarrollo semántico unificado o que incluso se halle acorde con la historia de las tradiciones en el NT. Sino que son un empleo variado del repertorio semántico de que se disponía. Hech 10, 20 (y Hech 11, 12 Textus Receptus ---+ 2), «no dudes en acompañarlos», alude al recelo que sentían los judíos de relacionarse con los gentiles. Lc 11, 38 D hace que el fariseo «sienta objeciones en su interior», antes de criticar a Jesús por no haberse lavado antes de la cena. 6LUXQLvw con el significado de dudar tiene sentido teológico en los pasajes en que aparece en oposición lingüística con la fe (---+ :7tLo·tL~) entendida como firme confianza. Las acentuaciones son también aquí muy variadas. Mc 11,23 par. Mt 21, 21 Y Sant 1, 6 ven en la duda un peligro para la fe y para obtener la promesa de ser escuchados en la oración (---+ ul:tÉw, ---+ :7tQOOe'ÚXO!!aL). Vemos que Mc 11, 23 localiza la duda en el corazón (---+ xUQ6Lu). Sant 1, 6b, empleando una imagen corriente en la diatriba, compara al que duda con la ola del mar, impulsada y echada de una parte a otra por el viento. En Rom 4, 20 6LUxQLvw se integra en la descripción contrastante de la fe de Abrahán: «En lo que respecta a la promesa de Dios, (Abrahán) no dudó en incredulidad, sino que se fortaleció en la fe». En Rom 14, 23 6LUXQLvw se halla igualmente en oposición con la «fe». Sin embargo, en este pasaje no se trata de la fe fiducial (de la fe como confianza), sino de la seguridad de la decisión y de la acción cotidianas fundamentadas en la fe. 6LUXQLvw designa la falta

924 de esa seguridad, una falta que se expresa en las dudas y en los escrúpulos, y se halla en paronomasia consciente con xQLvw en 14, 22 Y con xu'tuxQLvo!!aL en 14,23: «Dichoso aquel que no necesita juzgarse a sí mismo en lo que considera bueno. Pero el que siente escrúpulos cuando come, ese tal se halla condenado, porque no actúa por fe». En Jds 22 Sin B C2 el uso cristiano de 6LUXQLvw parece que se ha consolidado tanto, que aquí a todo un grupo de cristianos en peligro se los puede designar sin más como personas que dudan, y de quienes los lectores deben apiadarse. 5. Juntamente con otras formas y derivados de la raíz XQLV- (xQLvw, ouyxQLvw, ú:7toxQLvo!!m) Y con otros términos para expresar la interpretación, 6wxQLvw es un tecnicismo griego de la interpretación de los oráculos y los sueños y de la adivinación (los testimonios se hallan en Dautzenberg, Hintergrund, 94-96). En la Biblia griega (Gén 40, 8 o') y en su zona de influencia (Filón, Jos 90, 104, 143), 6LUXQLvw es una variante de traducción del término hebreo para referirse a la interpretación ptr/psr. Puesto que la costumbre de dar un dictamen judicial de las revelaciones hechas por los profetas en las reuniones de la comunidad (cf. 1 Cor 14, 6.26.30) es muy poco probable (Dautzenberg, Prophetie,128s), el significado de 6LUXQLvw debe relacionarse con la manera de comprender la revelación en la literatura apocalíptica, un género que se halla atestiguado en el Libro de Daniel. Por eso, es recomendable traducir en 1 Cor 14, 29: «Que hablen dos o tres profetas, y que los demás interpreten». Hay, pues, una conexión estrecha entre la revelación profética y la interpretación, diferente de la conexión que existe entre la glosolalia (---+ y/"'woou) y la traducción. La revelación oída o vista por los profetas y comunicada a la Iglesia tiene el carácter de un misterio (---+ !!UO't~QLOV) y exige que sea desvelada más profundamente. Esta acción de desvelar es análoga a la de desvelar e interpretar las Escrituras del AT en

925 el judaísmo de tiempos del NT (Dan 9; 4 Esd 12, lIs; Josefo, Bell VI, 312s; 1QpHab 2, 8; término técnico en Qumrán: psr) y es análoga también a la sucesión de visiones e interpretación de las mismas por obra de un angelus interpres en las apocalipsis literarias (Dan 7-12; Hen [et] 1,2; 21, 5; 40.8: 43,4; 4 Esd 10-13: Ap 5.5: 7, 13s; 17,7; TestAbr A 4,2 [Stone 10, 13s]: XUL 'Iouux M. avuyye/"'eL 'to oQU!!U, Ol! [= Miguel] M. 6LUXQLVeL~). La sentencia acerca de los «signos de los tiempos» se ha trasmitido en tres versiones (Mt 16, 2s C Koiné D W 8; Lc 12,54-56; EvTom 91). Mt 16, 3b se diferencia de Lc 12,56 Y del EvTom por el empleo de 6LUXQLvw (Lucas: 60XL!!á~w; EvTom: :7teLQá~w) y por la caracterización de aquello a lo que ha de aplicarse la acción de 6LUXQLvw: 'tu Ol']!!eLU 'twv XaLQwv (Lucas: 'tov xmQov M. wvwv). Desde luego, es posible entender 6LUXQLvw como variante de traducción de 60XL!!á~w, «examinar» (cf. Job 12, 11; 23, 10; Dautzenberg, Prophetie, 129). Sin embargo, la relación de 60XL!!á~w con «signos» sugiere más bien que la formulación de Mateo debemos entenderla en conexión con la interpretación -habitual en el judaísmo de tiempos del NTde los signos escatológicos (Josefo, Bell VI, 291,295,315; Dautzenberg, Prophetie, 101s): «Sabéis interpretar el aspecto del cielo, pero en cambio no sois capaces (de interpretar) los signos de los tiempos». 6. btáxQuJtS distinción, disputa, interpretación* es un término que aparece en tres pasajes del NT (además de en Hech 4, 32 D), Y en cada uno de ellos con sentido diferente. a) A la persona madura se le atribuye el conocimiento del bien y del mal (Dt 1, 39; lQSa 1, 10; Filón, OmnProbLib 83). Hebreos 5, 14 aplica esta manera de ver las cosas a la comparación entre los inmaduros y los perfectos (---+ v~mo~, ---+ 'tÉf...eLO~, cf. 1 Cor 2, 6; 3, ls; 13, 11) Y la plasma metafóricamente según la manera de hablar de la filosofía popular helenística (testimonios en: H. Windisch, Hebraer [HNT], 48). Los maduros son «los que han

926 ejercitado sus facultades para distinguir el bien del mal» (cf. Sexto Empírico, PyrrhHyp I1I, 168). Generalmente, el carisma de las OLaXQLOEL~ JtVEU!l(l'tWV que en 1 Cor 12, 10 se atribuye a la profecía, se traduce por «discernimiento de espíritus». Pero contra esta interpretación hablan, además de la consonancia -exigida por el contexto- con 1 Cor 14,29 (--+ 5) y de otras reflexiones (--+ 4), la observación lingüística de que, cuando
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otro, las interpretaciones de las revelaciones del Espíritu». En favor de esta concepción habla, además de las reflexiones ya mencionadas (--+ 2), la falta de una doctrina sobre los espíritus o los demonios en 1 Cor 12-14, la tendencia que, con respecto a la profecía, no es ni mucho menos defensiva sino precisamente recomendadora en 1 Cor 12-14, que no conoce un riesgo procedente de profecía dudosa o demoníaca (sobre 1 Cor 12, 1-3 cf. Dautzenberg, Prophetie, 143-146), la falta de testimonios en favor de un «discernimiento de espíritus» practicado en las comunidades paulinas (sobre los enunciados, que comenzaron dos generaciones más tarde y que desde luego son diferentes, de 1 Jn 4, 1-6; Did 11, 7, cf. Dautzenberg, Prophetie, 132-135), la existencia de una descripción paulina del procedimiento de revelación e interpretación en 1 Cor 2, 6-16 (cf. G. Dautzenberg, Botschaft und Bedeutung der urchristlichen Prophetie nach den 1 Kor, en J. Panagopoulos, Prophetic Vocation in NT and Today [NovTS 14], Leiden 1977, 131-161, 143s) y la analogía con la comprensión judía -en dos niveles- que existía de la revelación en tiempos del Nuevo Testamento (--+ 5). G. Dautzenberg

btáxQun;, EOJ;, Í)

diakrisis distinción, disputa, evaluación interpretación ---+ 6LUXQLvOJ 6.

btaXOJA'ÚOJ

diakolyo impedir enérgicamente* Mt 3, 14: Juan el Bautista quiere (imperfecto) impedir a Jesús que reciba el bautismo.

btaAaAÉOJ dialaleo discutir sobre algo* Lc 6, 11: Los adversarios de Jesús discutían entre sí. La voz pasiva aparece en 1,65: «Todas estas cosas se comentaban en toda la región montañosa de Judea».

btaAÉYOJlat dialegomai conversar, dialogar, hablar* En el NT el término aparece principalmente en Hechos (10 veces), y se encuentra también en Mc 9, 34 (los discípulos discuten sobre «cuál de ellos es el mayor»); Heb 12, 5 (la

promesa de la Escritura os habla a vosotros como a hijos); Jds 9 (Miguel en disputa con el diablo acerca del cuerpo de Moisés). En Hechos, Pablo es siempre el sujeto de <'huAÉY0f.-tm, que se usa en el sentido de hablar argumentando (17, 2.17; 18,4.19; 19,8.9; 20, 7.9; 24, 25). Pablo habla principalmente en las sinagogas y también en la plaza del mercado o en un auditorio, pero no en Jerusalén (24, 12). ThWNT n, 93-95; X, 1041 (bibliografía).

929 ta aquí de un milagro de glosolalia, cosa que podría sugerir el uso del término yA&aau en los vv. 3s y 11, Y la reacción mencionada en el vv. 13, o se trata de un milagro de lenguas? El uso de yA&aau en la actual versión del texto en los vv. 4 y 11, en conexión con el uso de 6LáAE)(:to~ en los vv. 6 y 8, nos permite sacar la conclusión de que el autor quiere narramos un milagro de idiomas. Los galileos hablan actualmente en diversos idiomas y son entendidos por los circunstantes en sus propios dialectos. Por tanto, no se trata sólo de un milagro del oír, de un milagro asociado con la glosolalia.

btaAEl3tOJ dialeipo cesar* En Lc 7, 45 seguido de un participio: «ella no ha cesado de besar mis pies».

btáAEX'tO;, olí, Í)

dialectos lengua vernácula (hablada), dialecto*

1. Aparición del término en el NT - 2. En el relato de Pentecostés - 3. Otras referencias.

Bibl.: J. Kremer, Pfingsbericht und Pfingsgesche· heno Eine exegetische Untersuchung zu Apg 2, 1-13, Stuttgart 1973, sobre todo 323-244; G. Schrenk l'ítuMyo[!m, en ThWNT n, 93-95. '

1. bLáAEX'tO~ se deriva de bLuMyof.-tm, que en el griego profano no sólo designa el diálogo filosófico (Platón), sino también el uso de un dialecto, el hecho de hablar un idioma (Polibio 1, 80, 6). En Aristóteles, bLáAEXtO~ designa la lengua habitual de la conversación (Poet 1449a; Thet 1404b). La variedad de dialectos (bLáAEXtOL JtOAAUi), a diferencia de una sola voz (f.-tÚU
3. En otros lugares de Hechos (1, 19; 21, 40; 22, 2; 26, 14), el autor (que escribe en griego) utiliza el término 6LáAExtO~ para referirse a la lengua que hablaba la comunidad de Jerusalén (1, 19), o a la lengua en que habló Pablo en su discurso de defensa (21, 40; 22, 2) Y a la voz del cielo que habló a Pablo en hebreo (26, 14). Los comentarios señalan que seguramente habrá que pensar en la lengua aramea. Es curioso también que, en 26, 14, la voz del cielo que habla en «hebreo» aluda a un conocido proverbio griego que probablemente era familiar para el autor que escribía en griego. G. Petzke

btaAáoooJlat dialassomai reconciliarse* Mt 5, 24: «¡Ve primero y reconcíliate con tu hermano!». Se usa en sentido absoluto en Did 14, 2. ThWNT 1, 253s.

btaAOY'~OJl«t dialogizomai reflexionar (calculando), considerar* bLUA.OyW!-lÓ~, olí, ó dialogismos pensamiento, reflexión* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Empleo del verbo - 3. Empleo del sustantivo.

Bibl.: G. D. Ki1patrick, (>LuMyw{}m and oLu/..oyl~Eo{}m in the NT: JThS 11 (1960) 338-340; G. Schrenk, OLU/..ÉYO[!m 1<1:/..., en ThWNT n, 93-98.

1. En el lenguaje ajeno al NT, el verbo

bLuAoyí,~Eatl-m, a pesar de hallarse lingüísti-

930 camente cerca del verbo bLuAÉyEatl-m, acentúa más intensamente todavía el elemento de la reflexión calculadora. Tanto el verbo como el sustantivo son también corrientes como tecnicismos para expresar la acción de echar cuentas. Este elemento calculador de la reflexión adquiere frecuentemente en la LXX el significado de «abrigar malos pensamientos, pensar en venganza» (cf. Schrenk). También en el NT estos términos se hallan asociados casi exclusivamente con una connotación negativa. El verbo aparece únicamente en los Evangelios sinópticos: en Mateo 3 veces, en Marcos 7, y en Lucas 6. 2. En la mayoría de los casos en que aparece el verbo, se trata de deliberaciones de los adversarios de Jesús (cf. Mc 2, 6.8 par. Lc 5, 21s; Mc 11,31 par. Mt 21,25) o de reflexiones que se hacen los discípulos para sus adentros (cada uno en su corazón) o hablando unos con otros (cf. la conexión con JtQó~: por ejemplo, Mc 8, 16; 11,31) y que son conocidas por Jesús. Estas reflexiones se dirigen contra Jesús, o bien hacia algo que está muy a las inmediatas. De manera parecida calculan el necio rico (Lc 12, 17) o los viñadores (Lc 20, 14) de la parábola. Le 3, 15 describe la reacción de la gente y las reflexiones que se hacen ante Juan el Bautista, mientras que Lc 1, 29 describe la reacción de María ante el saludo que el ángel le dirige. En estos dos pasajes se escucha quizás en el fondo un asomo de duda. 3. El uso del sustantivo está relacionado directamente con el del verbo en Lc 5, 22; 6, 8; 9, 46s; 24, 38. También aquí se trata de los pensamientos de los adversarios de Jesús o de los discípulos de Jesús, dirigidos bien contra Jesús o bien hacia algo que es muy superficial (por ejemplo, la disputa sobre los primeros puestos en Lc 9, 46s). Son más fundamentales los enunciados que se hacen en Lc 2, 35 y Mc 7,21 par. Mt 15, 19: de los corazones de los hombres brotan (sólo) malos pensamientos (cf. el catálogo de vicios que figura a conti-

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931 nuación en Mc 7, 21 par.). Esos pensamientos se revelan con la llegada de Jesús (Lc 2, 35). Por la actitud equivocada que adoptan, los pensamientos de los hombres se hacen vanos y su corazón, que no comprende nada, se llena de tinieblas (Rom 1, 21). De igual manera, los pensamientos de los sabios son considerados necios por el Kyrios (1 Cor 3, 20; cf. Sal 94, 11). Flp 2, 14 (6taA.oyw¡.,tó~ junto a yoyyua¡.,tó~) y 1 Tim 2, 8 (6taA.oyta¡.,tó~ junto a oQY~) muestran ya las agrupaciones de la tendencia negativa. Se trata de la reflexión angustiada y de la deliberación llena de dudas (Schrenk): cosas que deben evitarse. De manera análoga, el sustantivo se usa en Rom 14, 1 para expresar la reflexión (del débil) que duda. La frase xQttal, 6taA.oyw¡.,twv Jtovl')QWv en Sant 2, 4 debe traducirse probablemente por: «árbitros con malas razones», es decir, árbitros que adoptan malas decisiones. Aunque se trata aquí de un uso especial de ('ltaA.oyta¡.,tó~, sin embargo se conserva la conexión esencial con el significado general que el término 6taA.oyw¡.,tó~ tiene en el NT como reflexión que abriga dudas y que es calculadora. G. Petzke bud.o'Yt(JJtó~, xión

oií, Ó dialogismos refle-

---> 6taA.oyL~o¡.,tm.

bta)"úro dialyo disolver* Hech 5, 36 (en voz pasiva): Los seguidores de Teudas fueron dispersados, se disolvieron. btaJtaQtúQ0Jtat diamartyromai conjurar, testificar ---> ¡.,taQtuQéw. btaJtáxoJtat diamachomai discutir acaloradamente* Hech 23, 9: Los escribas que eran del grupo de los fariseos discutían acaloradamente.

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btaJtÉvro diameno quedarse, permanecer* Lc 1, 22: Zacarías se quedó mudo; 22, 28: «Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis JtELQaa¡.,toL»; Gál 2, 5: «Para que la verdad del evangelio permanezca en vosotros»; Heb 1, 11: «Pero tú permaneces» (cita del Sal 101, 27 LXX); 2 Pe 3, 4: «Porque todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación».

rece que se remonta a Lucas, que es el único autor del NT que emplea este término.

btaJtEQí,~ro diamerizo dividir, distribuir*

QL~W.

Además de la cita del Sal 22, 19, que se encuentra en los cuatro evangelistas (cf. Mc 15, 24 par.), 6ta¡.,t€QL~w aparece 7 veces en la obra lucana. Encontramos los siguientes significados: a) Dividir, distribuir algo, con énfasis en el hecho de compartir una cosa en común. En Mc 15,24 par. los soldados se reparten entre ellos las vestiduras de Jesús; los evangelistas creen que con ello se cumple una profecía referida a David (mencionada explícitamente en Jn 19, 24). En Lc 22, 17 Jesús invita a sus discípulos a que compartan entre ellos la copa. En la imagen idealizada de la comunidad primitiva (Hech 2, 45), se cuenta que los miembros de la comunidad compartían sus bienes con todos, según las necesidades de cada uno. b) Dividir, separar, con énfasis en la separación. Las lenguas de fuego del Espíritu se separan y sitúan sobre los discípulos (Hech 2,3). c) En voz pasiva: estar dividido. Como en b domina también aquí el elemento de la separación. A propósito de la controversia sobre Beelzebul, se aplica a Satanás la imagen de un reino dividido que no podrá subsistir (Lc 11, 17s). SegúnLc 12,51-53, la venida de Jesús no traerá paz sino discordia y división (12, 51: 6ta¡.,t€Qw¡.,tó~) : los miembros de una misma familia estarán divididos entre sí (Lc 12, 52s). Se trata aquí de una imagen bien conocida acerca del fin de los tiempos (cf. Billerbeck IV, 977ss). El empleo de 6ta¡.,t€QL~w, en este pasaje procedente de la fuente Q, pa--->

G. Petzke btaJtEQl(JJtÓ~,

oií, Ó diamerismos disensión, división* Según Lc 12, 51, Jesús no vino a traer la paz, sino la división (par. Mt 10, 34: ¡.,taxmQav, la «espada», que podría ser el tenor del texto original; cf. Schulz, Q, 258s). ---> 6ta¡.,t€-

btavÉJtro dianemo divulgar* Hech 4, 17: Para que la noticia de la actividad taumatúrgica de los apóstoles «no se divulgue más entre el pueblo». btaVEúro dianeuo hacer señas* Lc 1,22: «y él les hacía señas y permaneció mudo». btavót)Jta, ato~, tó dianoema pensamiento* Lc 11, 17: Jesús conocía «sus pensamientos». Cf. 3, 16 D. ThWNT IV, 965s. btávota, a~, ÍJ dianoia pensamiento, entendimiento; manera de sentir, disposición* 1. Aparición y amplitud de significados del término <\LúvoLa en el NT - 2. OLÚVOLQ junto a xaQola en citas de la LXX - 3. oLúvOLa en el mandamiento del amor, según los Sinópticos - 4. oLúvOLa en la alienación de Dios - 5. Uso variable de oLúvOLa en las Epístolas católicas. Bibl.: J. Behm-F-Baumglirtel, xaQOla XTA., en ThWNT III, 609-616; J. Behm-E. Würthwein, voÉw XTA., en ThWNT IV, 947-1016, sobre todo 961-965; G. Bertram-A. Dihle-E. Jacob-E. Lohse-E. SchweizerK.w. Trliger, 'lj!UXr'¡ XTA., en ThWNT IX, 604-667; C. v. Bormann-R. Kuhlen-L. Oeing-Hanhoff, Denken 1, en HWP n, 60-112, especialmente 63-70; H. J. Krlimer, Der Ursprung der Geistmethaphysik, Amsterdam 1963 [21967]; E. A. Schmidt, Dianoetischlethisch, en HWP n, 229s; H. W. Wolf, Antropología del AT, Salamanca 1975, esp. 45ss.

1. El concepto antropológico y psicológico de 6tavota, que es un término predilecto de los escritos filosóficos, tanto griegos como del judaísmo helenista, aparece tan sólo 12 veces en el NT y no forma parte de la antropología paulina (cf. Bultmann, Teología § 1720). Falta por completo el verbo correspondiente; 6tavól')¡.,ta, que designa el resultado del pensamiento, aparece únicamente en Lc 11, 17. También la amplitud de significados de 6tavota (Bauer, Worterbuch, s. v.; Behm ThWNT IV 961s; Liddell-Scott, s.v.) se halla restringida en el NT. Es importante que 6tavota no se emplee como tecnicismo filosófico. Esta observación se aplica también a otros conceptos afines, entre ellos voéw y voil~.

2. En la LXX, OLávOLU es casi siempre traducción de los términos hebreos le b o de le bab (los cuales, con mucha más frecuencia, se traducen por 'XuQOLU). Dentro de la antropología hebrea original (cf. ThWNT IX, 614-629), se designa también con el término «corazón» al «hombre racional» (Wolff, 63-86); la traducción al griego por oLávOLU ha mantenido, por vía de interpretación, ese componente racional.

En el Magníficat la frase 6taVoL<;X xUQ6La~ (Lc 1,51) se deriva también del1enguaje de la LXX (1 Crón 29, 18). Puesto que 6tavota es aquí una función central de la existencia consciente, el orgullo es teológicamente significativo (y de hecho conduce a la descalificación escatológica). Hebreos cita dos veces (8, 10; 10, 16) a Jer 31, 33 (38, 33 LXX). La imprecisión textual en 10, 16 puede estar relacionada con el hecho de ser una cita libre (cf., además de O. Michel, Hebraer [KEK], y O. Kuss, Hebreos, en ambos casos sub loco, los excursus que hacen ambos autores sobre el uso de la Escritura en Hebreos). En el parallelismus membrorum del texto profético, 6LaVota (para qereb) y xaQ6La (para leb) son prácticamente sinónimos. En la traducción común por «entendimiento», no hay que pensar en la razón en un sentido estrechamente intelectualista.

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I"JLÚVOLU - I"JLUV'Úffi

3. La base textual del mandamiento sinóptico del amor es también una cita de la LXX (Dt 6, 4s), Pero hay que tener en cuenta que <>Lávotu aparece, sí, en Mc 12,30 par. Mt 22, 37/ Lc 10,27, pero no se encuentra originalmente en la LXX. La exhortación al amor de Dios va dirigida a la totalidad de la persona. Este hecho se desarrolla en su triple aspecto de xUQblu ([eb, «corazón»), 'l'tJxtí (nefeS, «alma») y ('"ÚVUf.-tL~ (me'Od, «fuerza»). Los Sinópticos (sobre la crítica textual y las construcciones preposicionales cf. los comentarios) revelan los siguientes desarrollos: Marcos tiene (en cuádruple expresión) xUQoLa, 'l'1Jxtí, y luego oLávota y toX'ú~; Mateo, con xaQOLa, 'l'1Jxtí y OúVaf.-tL~ recurre en su forma a la expresión trimembre; Lucas concuerda con Marcos en los cuatro miembros, pero sitúa toxú~ antes de OúVaf.-tL~. ¡Pero ni Mateo ni Lucas pretendían renunciar al aspecto de oLávota como pensamiento, introducido por Marcos! 4. El uso singularísimo del plural de OLáYOLa en Ef 2, 3. Partiendo del contexto, el sentido que se pretende es indudablemente el de «(malos) impulsos» (cf. M. Dibelius, Epheser [HNT], sub loco; Bauer, Worterbuch, s.v.). Col 1, 21 y, con dependencia de este pasaje, Ef 4, 18 hablan de la situación pre-cristiana (sobre la expresión de una continuada condición por medio de un participio perifrástico, cf. BlaB-Debrunner § 352s). La oscuridad y la hostilidad hacia Dios se ponen en relación con oLávoLa (sobre el dativo de relación, cf. ibid. § 197). El comentario del himno de Colosenses se dirige contra «lo que es fundamentalmente una orientación equivocada de la totalidad de la propia vida» (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, sub loco); sobre la alienación de Dios, cf. E. Lohse, Kolosser [EKK], sub loco); de manera semejante, en Ef 4, 18 oLávma tiene más que un simple significado psicológico, intelectual o ético. Es algo que interesa a la totalidad de la existencia -pero desde el aspecto del pensamiento-, porque es cosa que

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se pone de relieve parenéticamente en relación con las obras y la conducta. Puesto que Ef 4, 17 se dirige también a la mente, es difícil ofrecer una traducción exacta (H. Conzelmann, Epheser [NTD], sub loco) y, por tanto, esa traducción dependerá de la interpretación que se dé del pasaje (cf. principalmente H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, sub loco). 5. Es evidente la poca uniformidad que hay en las Epístolas católicas en cuanto al uso de oLávota. Con «un lenguaje metafórico un poco forzado» (K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe. Der Judasbrief (HThK], sub loco), 1 Pe 1, 13 (cf. Lc 12,35; Ex 12, 11; Jer 1, 17) apela a la preparación escatológica. La esperanza es también cuestión del pensamiento, del entendimiento. En la conclusión (¿redaccional?) de la carta, en 1 Jn 5, 14-21, la anáfora (6 veces oLOaf.-tEv) acentúa la certeza de la salvación y alcanza su punto culminante en el v. 20. Quizás oLávota significa ya aquí «conocimiento», y no simplemente la «capacidad» de «intuir» (pero cf. lo que dicen R. Bultmann, Die Johannesbriefe [KEK] y R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, en ambos casos sub loco). De la frase «manera pura de sentir», que suena a expresión edificante, hay sorprendentes paralelos en los Padres apostólicos (cf. H. Kraft, Clavis Patrum Apostolorum, Darmstadt 1963, 104).

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blmtavTó; diapantos siempre, constantemente -> oLá (ltaV'tó~) 2.b. bla3ta~aT~I~ÍI, i1~, ÍJ diaparatribe (la) constante riña* Forma intensiva de ltaQa'tQLPtí, «roce, conflicto», en 1 Tim 6, 5. bla3tE~áro diaperai5 pasar al otro lado,

atravesar* Se usa en sentido absoluto en Mt 9, 1; 14, 34 a diferencia de Mc 6, 53. Con indicación del destino, en Mc 5, 21; 6, 33; Lc 16,26; Hech 21, 2.

bla3tI..Éro diaplei5 cruzar el mar* Hech 27, 5: cruzar el mar. bla3tOVÉo ....al diaponeomai estar muy molesto o resentido* Hech 4, 2: los sacerdotes etc. estaban muy molestos, porque los apóstoles enseñaban al pueblo; en 16, 18 Pablo estaba muy disgustado (a causa de la adivina de Filipos). bla3tO~EÚO",,(ll diaporeuomai pasar o caminar por -> ltOQEÚOf.-taL.

M. Lattke

blavoí:)'ro dianoigo abrir ->

UVOLyffi.

blavuxTE~EÚro dianyktereuo pasar la no-

che entera* Lc 6, 12: Jesús <<pasó la noche entera en oración».

btavúro dianyi5 terminar* Hech 21, 7: 1Íf.-tEL~ M, 'tav ltA,OÚV OLUVÚ(JaV'tE~, «cuando hubimos terminado el viaje»; 1 Clem 20, 2 (la carrera).

bl«3tO~Éro diaporei5 hallarse muy perplejo* El prefijo oLa- refuerza el significado del verbo simple UltOQÉffi. Aparece en Lc 9, 7 Y ~ech 5,24; 10, 17. Se emplea también en sentido absoluto, en la voz media, en: Lc 24, 4 v.l.; Hech 2, 12; Herm (s) 9, 2, 4.

bta3t~a'Y ....aTEÚo ....at diapragmateuomai hacer negocios, obtener beneficios* Lc 19, 15: «para saber lo que habían ganad? negociando» ('tL OLEltQayf.-tu'tEúoav'tO con Sm B D; sobre la variante textual -(JU'tO [A K El Vg] cf. GNTCom, sub loco). ThWNT VI 642. '

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bla3t~íro diaprii5 aserrar en dos; en voz pa-

siva, irritarse profundamente, recomerse* Los miembros del Sanedrín están profundamente irritados, en Hech 5, 33, por las palabras de los apóstoles; en 7, 54, por las palabras de Esteban (imperfecto de la voz pasiva: OLEltQLOV'tO ). bta~3tá~ro diarpazi5 saquear por completo -> áQltá~ffi

4.

bta(~)~ÍI'Yvu .... t, bta~ÍI(J(Jro dia(r)regnymi, diaressi5 romper, rasgar* Dícese del sumo sacerdote que rasgó sus propias vestiduras (cf., a propósito, Billerbeck 1, 1007s; J. Blinzler, Der Prozefl Jesu, Regensburg 41969, 159-161) en Mc 14,63 par. Mt 26,65. Y dícese de Pablo y Bemabé que rasgaron sus vestiduras en Hech 14 14 Dícese de las redes que se rompían en Lc '5, 6: y de los posesos que rompían las cadenas que los sujetaban en Lc 8, 29.

bta(JaepÉro diasapheo explicar, describir exactamente * Mt 13, 36: «¡Explícanos la parábola del trigo y la cizaña!»; 18,31: los criados «informaron a su amo de todo lo que había sucedido»; cf. Hech 10, 25 D.

bta(JEÍro diaseiO sacudir, maltratar* En Lc 3, 14 dícese de la exigencia dirigida por el Bautista a los soldados: «¡No maltratéis a nadie!» OLaOELffi es un tecnicismo del lenguaje jurídico (PapOxy 11, 240, 5 [37 p.C.]; 284, 5 [50 p.C.]; PapTebt 1,43,26 [118 a.C.]) y se refiere casi siempre al uso de la violencia con el fin de obtener dinero por medio de la extorsión. bla(Jxo~3tí~ro diaskorpizo dispersar, derrochar* L Aparición del término - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial. , Bibl.: Bauer, W6rterbuch, en el vocablo correspondIente; C. E, Calston, Reminiscence and Redaction in

·1

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939 Luke 15, 11-32: JBL 94 (1975) 368-390, 374; D. Jones, The Background and Character of the Lukan Psalms: JThS 19 (1968) 19-50, sobre todo p. 24, nota 3; Jü1icher n, 176; J. L. Martyn, Glympses into the History of the Johannine Community, en BEThL 44 (1977) 149-175, 173; O. Michel, oxoQnltw xTA., en ThWNT VII, 419-424; R. Schnackenburg, Die Messiasfrage im Johannesevangelium, en FS Schmid 1963,240-264,258; L. J. Topel, On the lnjustice ofthe Unjust Steward: Lk 16,1-/3: CBQ 37 (1975) 216-227, 217.

1. Este verbo compuesto aparece 8 veces en los Evangelios y 1 vez en Hechos. No se emplea en la literatura epistolar del NT. Mc 14, 27 es recogido por Mt 26, 31. No existen más paralelos entre los Sinópticos. 6Lamw(>Jtí,~co aparece principalmente en las parábolas (Mt 25,24.26 [Q]; Lc 15, 13; 16, 1 [material peculiar] yen citas bíblicas (Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 [= Zac 13,7]; Lc 1,51 [= 2 Sam 22,28/ Sal 89, 11]). 2. En Mt 25, 24.26 Y Lc 15, 13 6LCHJXO(>Jtí,~co se usa como término opuesto a o'Uváyco. Este último significa «recoger», y aquél, esparcir. En el marco de la doble antítesis, que constituye un paralelismo sinonímico, con la que el siervo caracteriza a su amo, domina el contraste agrario entre la acción de sembrar y la de cosechar. Por eso, es obvio el sentido de esparcir o dispersar. Lucas emplea el verbo en 15, 13; 16, 1 en la exposición de dos parábolas. Cuando el objeto (en acusativo) de la acción verbal es un asunto mercantil (cf. PapTebt 1, 24, 55), entonces el verbo adquiere el significado de derrochar, malgastar (una fortuna). El significado vuelve a trasformarse, cuando el objeto (en acusativo) de la acción verbal es una persona (Lc 1, 51; Hech 5,37; Mc 14,27 par. Mt 26,31; Jn 11,52). En estos casos el verbo debe traducirse por dispersar. 3. Es curioso que Lucas no tome de Marcos (como hace Mt 26,31) la cita de Zac 13, 7. Y, así, el Jesús marquino predice la huida de los discípulos, cuando llegue para él el fin: Si golpean al pastor, se dispersa el rebaño (cf. Josefo, Ant VIII, 404). Lucas persigue una intención distinta. Según él, los discípu-

los no huyen, sino que contemplan desde lejos la crucifixión. No los sitúa en el mismo nivel que los seguidores de Judas el zelota (<
bUlCmáro diaspao hacer pedazos, destrozar* Mc 5, 4: «El (el poseso) había destrozado las cadenas». Hech 23, 10: El comandante tuvo temor «de que Pablo fuera despedazado por ellos».

bUUJ3tELQro diaspeiro dispersar --+

6LUOJto(>á.

bUlCJ3toQá, ci~, Í) diaspora dispersión* 6LUOJtdQco diaspeiro esparcir, dispersar* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Significado y uso.

Bibl.: O. Bocher, Jüdische und christliche Diaspora im ntl. Zeitalter: EvDia 38 (1967) 147-176; H. Braun, Die Diaspora und ihre Verheij3ung im NT: EvDia 35 (1964) 97-105; H. Fischer, Diaspora. Erwagungen zu einer Begriffund einer Situation: EvDia 37 (1966) 3552; L. Goppelt, Der Erste Petrusbrief (KEK), Gottingen 1978, 77-82; F. S. Rothenberg, Dispersión, en DTNT n 159s; K. L. Schmidt, <'nuonoQú, en ThWNT I1, 98-104; R. Schnackenburg, Gottesvolk in der Zerstreuung. Diaspora im Zeugnis der Bibel, en Id., Schriften zum NT, München 1971,321-337; A. v. Selms, Diaspora l. Jüdische Diaspora (J -6), en RGG I1, 174176; M. Simon, Verus Israel. Etude sur les relations entre Chrétiens et Juifs dans I'Empire Romain, Paris 21964, 52-86; A. Stuiber, en RAC IlI, 972-982. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1041.

1. El sustantivo verbal 6LUOJto(>á aparece tan sólo 3 veces en el NT (Jn 7,35; 1 Pe 1, 1; Sant 1, 1), Y lo mismo sucede con el verbo 6LUOJtEl(>CO (Hech 8, 1.4; 11, 19). Mientras que el sustantivo, fuera de la LXX, del NT y de los escritos cristianos y judíos, no está atestiguado más que una sola vez (Plutarco, Suav VivEpic 27), vemos que el verbo aparece con frecuencia en la literatura antigua (cf. LiddellScott, s.v.).

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ÓLuoJtoQá

2. La pregunta formulada por los judíos en Jn 7, 35: «¿Será acaso que que quiere irse a la dispersión entre los griegos, y enseñarles a los griegos?» se basa en que no habían comprendido la palabra de Jesús de que le buscarían por breve tiempo y no llegarían adonde él habría de estar (7, 34). Aquí por ()LaOJto(>á se entiende (conforme al modo de hablar de la LXX) a la minoría judía que vivía en medio de personas de otras creencias y, en este caso, en un ambiente griego y pagano. La LXX expresa con ÓLuOJtoQá (si prescindimos de Dan 12, 2 Y de la infiltración secundaria de ÓLuOJtoQá en el título del Sal 138, 1 A) la situación de destierro en que el pueblo de Dios vivía entre los gentiles (Dt 28,25; 30,4; Sal 146, 2; Is 49,6; Jer 15, 7; 41,17; 2 Mac 1,27; Jdt 5,19). ÓLuoJtoQá, en estos casos, puede referirse a la dispersión como tal (cf. Dt 28, 25; 30, 4; Jer 41, 17) o bien a la totalidad de los dispersos (cf. Is 49,6; Sal 146, 2; 2 Mac 1,27, Ytambién SalSl 8, 28). No existe un equivalente hebreo fijo para la ÓLuoJtoQá. Los términos gola y galíit (<<exilio, destierro»), que se convirtieron en términos técnicos después de la destrucción del templo y de la pérdida de la patria palestina en el año 70 p.C., Y que corresponden a la realidad objetiva designada por ÓLuOJtoQá, no son traducidos nunca por ÓLuoJtoQá en la LXX. El contexto de 1 Pe 1, 1 parece ser totalmente diferente del que encontramos en Jn 7, 35. La Carta primera de Pedro va dirigida «a los elegidos, a los extranjeros (o: a los extranjeros elegidos) que viven en la dispersión» en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia (1, 1). Los «extranjeros que viven en la dispersión» son solamente «forasteros» (2, 11) que, «durante el tiempo de vuestra permanencia en el extranjero», debéis comportaros en el temor de Dios (l, 17) Y vivir esperando la reunión al fin de los tiempos (1, 8-9). Por medio de la integración de la 6LUOJto(>á en esta perspectiva escatológica, la existencia de los cristianos a quienes se dirige la Carta primera de Pedro rebasa el ámbito geográfico en el que las personas de otras religiones constituyen la mayoría. Y, así, la oLuoJto(>á trasciende la situación histórica concreta de los que

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aquí son interpelados, y se convierte en un enunciado acerca de la esencia -en generalde la comunidad cristiana en medio del mundo: oLuoJto(>á es la expresión de que la Tierra no es la patria del cristiano, sino de que lo es el mundo celestial. De esta manera, 6LUOJtoQá, con arreglo a la doble interpelación que se hace en 1, 1, significa la elección y, al mismo tiempo, el carácter de ser extranjero (Goppelt, sub loco). Esta idea no es, ni mucho menos, única ni deja de estar preparada en el NT; cf. Gál 4, 26; Flp 3, 10-11.20, y también Heb 11, 13; 13.14. El autor de Santiago, en el prescripto de la carta, saluda a «las doce tribus que están en la dispersión». Estas palabras no pueden referirse, naturalmente, a la federación real de las doce tribus de Israel, porque esa federación había dejado de existir hacía ya mucho tiempo. Como los destinatarios de la carta son cristianos, habrá que entender en sentido figurado la referencia a las tribus. Los cristianos a los que aquí se dirige la carta, y con ellos el mundo cristiano en general, son designados aquí -con una nueva interpretación- como el Israel nuevo y verdadero. Ahora bien, el decidir si en este caso, lo mismo que en la Carta primera de Pedro, hay que interpretar lo de oLuoJto(>á en sentido figurado, y si hay que asignar a este término un sentido teológico específico (el mundo sería la 6LUOJto(>á en que viven los cristianos; así piensa, por ejemplo, M. Dibelius, Der Brief des Jakobus 5 [KEK 94s), o si, en vez de eso, hay que interpretar este término como referencia a la situación concreta en que se hallaba una minoría, eso es una cuestión que sigue estando oscura y que depende esencialmente de quiénes se suponga que sean los destinatarios y de la datación que se admita para la Carta de Santiago. Aunque el uso de 6LUOJtoQá en 1 Pe 1, 1 Y probablemente también en Sant 1, 1 se deriva tan sólo parcialmente de la LXX, sin embargo el uso del verbo 6LUOJtel(>CO en Hech 8, 1.4; 11, 19, considerado desde el punto de vista de la historia de las tradiciones, se halla plenamente en línea con el rumbo marcado previamente por la LXX. En todos los pasajes, este

944

943 verbo se refiere a la dispersión de los cristianos de origen judeo-helenístico (a pesar de lo que se dice en 8, 1, no se piensa en la comunidad cristiana en su totalidad; cf. tan sólo 9, 26), es decir, se refiere a los judeocristianos de la diáspora que hablaban griego (cf. Hech 6, 1) Y que habitaban en territorio de población mayoritariamente no judía (11, 19) y también en la región que rodeaba a Jerusalén y que se hallaba en dirección hacia Samaría (8, 1). Según Lucas, los dispersos son un factor esencial para la difusión del cristianismo primitivo (Hech 8,4.5.40; 11, 19-20). D. Sanger

bUl(J'tÉJ...J...o...,at diastellomai dar órdenes, mandar* La frase ()LEO'tdAU'tO UV'tOLc;, «él (Jesús) les ordenó», aparece en Mc 5, 43; 7, 36a; 9, 9, y con ligeras variantes también en 7, 36b; 8, 15. En tres casos, la frase va seguida por una oración introducida por lVU y el mandato de guardar silencio (5, 43; 7, 36a; 9, 9). En Mt 16,20 a diferencia de Mc: Jesús «ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie ... ». La carta dirigida a los gentiles en Hech 15,24 menciona las actividades de algunas personas, «a quienes no hemos dado instrucciones». Además del significado de voz media (en los pasajes mencionados anteriormente), aparece en Heb 12, 20 la expresión en voz pasiva: 'to ()LUo't!::AA.óf-Levov, el mandamiento. ThWNT VII, 591s.

btá(J't1]...,a, a'toe;, 'tó diastema espacio, intervalo* Hech 5, 7: W¡; wQwv 'tQLWV ()LÚO'trJf-LU, «después de un intervalo de unas tres horas». Cf. Bern 9,8 (Gén 32,17): ()LÚO'trJf-LU nOLdv, «dejar un intervalo».

bta(J'toJ...'Í], i]e;, la diastole diferencia, distinción* Rom 3, 22: «Porque no hay distinción» (<<por cuanto todos pecaron», v. 23); 10, 12 dice explícitamente que «no hay distinción

entre judío y griego», refiriéndose esta vez a la salvación obrada por Dios (v. 13). 1 Cor 14, 7: ()LUO'tOA~V ()L()Wf-LL, hacer distinción (entre los sonidos de los instrumentos musicales). ThWNT VII, 592s. bta(J't~Écpro diastrephi5 retorcer, confun-

dir* Bibl.: G. Bertram, OTQÉ
1. Este compuesto verbal aparece 7 veces en el NT (Flp 2,15; Mt 17,17 par. Lc 9, 41; Lc 23, 2; Hech 13, 8.10; 20, 30). En tres ocasiones lo encontramos en conexión con una cita de Dt 32, 5 LXX (Flp 2, 15; Mt 17, 17 par.). En una ocasión (Hech 13, 10) Lucas emplea este verbo para resumir la descripción de la resistencia de un falso profeta judío contra la fe cristiana: «él estaba torciendo los caminos rectos del Señor» (= Os 14, 10 LXX). El uso de este verbo compuesto, en el NT, muestra una gran influencia del lenguaje bíblico, sin excluir por ello la influencia griega. 2. El testimonio más antiguo del verbo lo tenemos en la parénesis paulina de Flp 2, 15. En el marco de las reminiscencias del texto de Dt 32, 5 según la LXX y en Hech 20, 30, aparece como participio de perfecto de la voz pasiva. Flp 2, 15 hace distinción, con Dt 32, 5, entre la humanidad torcida, es decir, impía y contraria a Dios, y los hijos de Dios. Una distinción parecida la hacen los dos grandes Evangelios sinópticos, cuando -independientemente el uno del otro- completan el lamento de Jesús en Mc 9, 19, orientándose por Dt 32, 5 mediante el empleo del ()LUO'tQÉcpw. Además del uso pasivo del verbo compuesto, su forma pasiva se emplea en Lc 23, 2;

945 Hech 13, 8.10 (1 Clem 46,9; 47, 5). En Lc 23, 2, el Jesús (lucano) es acusado mendazmente (cf. 20, 20ss) ante Pilato de alborotar al pueblo. Este versÍCulo redaccional (cf. Dibelius, 118s) expone claramente, en forma de paradigma, lo que amenaza a todos los cristianos, cuando son llevados ante un tribunal civil (cf. Hech 24, 5sl» por predicar el evangelio. Ofrece dificultades la traducción de Hech 13, 8. Es verdad que aquí aparece una persona como objeto de la acción verbal en acusativo, pero la siguiente frase preposicional ano nLo'teW¡; precisa hasta tal punto la oración, que oscurece el sentido literal del verbo compuesto: el falso profeta judío intentar desviar de la fe al procónsul. U. Busse bta(J1;w XTA., en ThWNT VII, 966-1024, especialmente 989s; L. Goppelt, Der Erste Petrusbrief, Gottingen 1978, 255s; E. Haenchen, Die Apg, Gottingen 7 1977, 681; W. Radl, Paulus und Jesus im lukanischen Doppelwerk, Bern-Frankfurt a.M. 1975, 238s.

1. Este verbo compuesto (del verbo simple o4>tw, «salvar») aparece 8 veces en el NT. Con excepción de Mt 14, 36 y 1 Pe 3, 20, el término se encuentra únicamente en los escritos de Lucas (Lc 7, 3; Hech 23, 24; 27, 43.44; 28, 1.4). Mateo, en 14, 36, recoge de Mc 6, 56 y abrevia un sumario, sacrificado por Lucas en la denominada «gran omisión», y refuerza el enunciado empleando el verbo compuesto en sustitución del verbo simple que había sido empleado por Marcos. En Lucas el verbo se encuentra en la ampliación secundaria de la perícopa del centurión de Cafarnaún (7, 1-10). En Lucas este relato, procedente de la fuente Q, sigue inmediatamente al sermón del llano, y el evangelista lo entiende como un ejemplo, digno de imitación, de cómo se traduce el mensaje de Jesús a una conducta cristiana (compárese 7, 1-10 con Hech 10). El hecho de que -según

946 Lucas- el centurión, por sentirse indigno, hable a Jesús únicamente a través de intermediarios (a diferencia de lo que se dice en Mt 8, 5ss) es un recurso redaccional para acentuar la humilde estima que el centurión gentil siente de sí mismo, en contraste con el juicio positivo que se han formado de él los ancianos judíos, que se sienten agradecidos por los donativos que esa persona había hecho. También el uso frecuente de o4>~w y de sus derivados en Hech 27, 10.20.31.34.43.44; 28, 1.4 (cf. 23, 24, que de esta manera se convierte en la palabra clave de toda la unidad narrativa) indica que el uso del verbo en 7, 3 es redaccional. En 1 Pe 3, 20 (cf. Josefo, Ant XX, 25; Ap 1, 130) ()LUa4>~W se halla en el contexto de la referencia argumentativa a la salvación de Noé en el arca (Gén 6-8) que es el tipo del bautismo cristiano. 2. El uso del verbo con EnL en Hech 27, 44 (cf. Josefo, Ant VIII, 377; XIV 377; Bell V, 65) y con EX en Hech 28, 4 (cf. Josefo, Bell 1, 47; III 27; Ant VI, 247, etc.) refleja un estilo típicamente helenístico. En el último caso mencionado, el verbo debe traducirse por «escapar de». En 1 Pe 3, 20, la frase ()LEOW{trJouv ()L' Ü()u'tO¡; debe entenderse, no en sentido instrumental, sino en sentido local. Las ocho personas que se salvaron «a través del agua», en el arca de Noé, no se subieron a bordo de la embarcación sino cuando el agua les llegaba ya a las rodillas. De esta manera fueron bautizados (cf. 1 Cor 10, 1s). Esta tipología acentúa el carácter soteriológico del bautismo cristiano. U. Busse

bta'tay'Í], fíe;, Í] diatage disposición, orden, mandato -+ ()LU'tÚOOW 1.5.

btá'tay...,a, a'toe;, 'tó diatagma disposición, orden, mandato* Heb 11, 23: el mandato del rey; IgnTral 7, 1: las disposiciones de los apóstoles.

947

oLa'taQáoow - oLa'táoow

bunaºúCJCJro diatarasso confundir, desconcertar* Lc 1, 29: María «se sintió desconcertada por la palabra (btl 't0 Aóyq»», es decir, por las palabras de saludo que el ángel le había dirigido (v. 28; cf. v. 29b).

bta'túCJCJro diatasso ordenar, mandar OLa'taY1Í, fíe;, ~ diatage disposición, orden, mandato* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Instrucciones a un subordinado - 3. La autoridad apostólica que para sí reclama Pablo - 4. Los «mandamientos» de Jesús - 5. La autoridad de Dios.

Bibl.: G. Dautzenberg, Der Verzicht auf das apostolische Unterhaltsrecht: Bib 50 (1969) 212-232; G. De-. lling, OLU1:Ú<J<JW, OLa'tuyl¡, en ThWNT VIII, 34-37; J. Eckert, Die urchristliche Verkündigung im Streit zwischen Paulus und seinen Gegnern nach dem Gal, Regensburg 1971, 81-86; J. Friedich-W. Piihlmann-P. Stuhlmacher, Zur historischen Situation und Intention von Rom 13, 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166, especialmente 136-140; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus, Giittingen 1978, 27-30.71-73; E. Kasemann, An die Romer, Tübingen 31974, 339-345; P. S. Minear, A Note on Luke 17: 7-10: JBL 93 (1974) 82-87; F. MuBner, Der Galaterbrief, Freiburg i. Br. 31977, 245-250; A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse der synoptischen Evangelien, München 1971, 105-120.

1. Además del uso preferido que Lucas hace del verbo (Evangelio de Lucas 4 veces, Hechos 5 veces) y del uso que se hace en la primera Carta a los Corintios (4 veces), el verbo (Ha'taoow (o la voz media, que se usa con idéntico significado) aparece también en Mt 11, 1; Gál 3, 19 Y Tit 1,5. El sustantivo OLa'taY1Í aparece únicamente en Hech 7, 53 Y en Rom 13,2. 2. a) En Hech 18,2; 23, 31; 24, 23 C)La'taoow se refiere a las «disposiciones» dadas por las autoridades civiles. La referencia a lo OLa'tE'taYf!Évov (Lc 3, 13) en el marco de la tripe respuesta dada por el Bautista (vv. 10-14) a la pregunta hecha por los recaudadores de impuestos, tiene sentido específico y restrictivo: lo que está mandado es la norma para una conducta recta; ello significa la renuncia a un posible enriquecimiento personal a costa de

948

otros (una renuncia nada fácil según los sistemas antiguos de recaudación de impuestos). b) La relación de dependencia del subordinado se presupone también en Lc 17,7-10. El siervo que presta servicio a su amo (v. 9), después de terminada la jornada de trabajo, como es su obligación ('tu Otm;axl'tÉv'ta), no hace nada extraordinario. La parábola, que probablemente iba dirigida al principio contra la equivocada idea de recompensa que tenían los fariseos), emplea esta expresión en el v. 10 para exigir a los apóstoles -que, en la situación lucana, eran principalmente los responsables de la comunidad- que tengan la convicción de ser un «siervo» que cumple con la «obligación que le corresponde» (= 'tU Ota'taxl'tÉv'ta) para con su amo, es decir, que cumpla «sus obligaciones con modestia, humildad y sentido del deber» (G. Schneider, Lukas [OTK], 349). 3. Como «instrucción» pronunciada por el apóstol, e inspirada por el sentido de responsabilidad que él sentía hacia sus comunidades, Ota'taooof!aL en 1 Cor 7, 17 caracteriza las palabras de Pablo que exhortan a una vida vivida en la libertad escatológica conseguida por la acción salvífica de Dios en Jesucristo (7, 17-24). Judío y gentil, esclavo y libre, todos se hallan igualmente bajo el «destino del Señor» y bajo «el llamamiento de Dios». De igual manera, la observación 'tu OE A.OL:7tU me; av eA.l'tw Ota'tasof!aL (11, 34b), que se hace al final de las instrucciones para la celebración de la Cena del Señor (1 Cor 11, 17-34a), indica la autoridad con que se siente revestido el apóstol para dar instrucciones en cosas que atañen a la vida de la comunidad (también en 1 Cor 16, 1). En este mismo sentido, el autor de la Carta a Tito legitima (en la situación de una estructura comunitaria caracterizada ya por los «ministerios») la designación de :7tQEO~'Ú'tEQOL como un mandamiento expreso (OtE'tasaf!Tjv) del apóstol (1, 5). 4. a) En Lc 8, 55 el «mandamiento» por el que Jesús ordena que se dé de comer a la muchacha resucitada por él de la muerte, un mandamiento que se encamina directamente a

949

oLa'táoow -

comprobar la «resurrección» (a diferencia de Mc 5, 42s), se propone corroborar la realidad del milagro (compárese la acción del Resucitado de comer en Lc 24, 41-43; Hech 10, 40s). b) En la nota redaccional de Mt 11, la, con la que finaliza el discurso de Jesús con el que envía en misión a sus discípulos (en Mt 10,542; cf. 7, 28a; 13,53; 19, 1; 26,1), vemos que el empleo del verbo Ota'taoowv para caracterizar y sintetizar las instrucciones dadas pone de relieve el hecho de que esta acción debe distinguirse de la acción de OtOaoxELv xal, xTjQVOOELV al pueblo (11, lb; cf. 9, 35). Es, al mismo tiempo, la confirmación de las permanentes instrucciones que obligan a la Iglesia, como sucesora que es de los Doce. c) En su renuncia al derecho a recibir su sustento de la comunidad (1 Cor 9, 14; cf. Mt 10, lOb par. Lc 10, 7b), un derecho basado expresamente en una palabra de Jesús (o XVQLOe; OtÉ'taSEv), Pablo pone de relieve el «desinterés de su ministerio» en favor del evangelio (Dautzenberg, 213). 5. Cuando Pablo describe a las autoridades civiles como «Ota'taY1Í de Dios» (Rom 13, 2) en su exhortación a los cristianos para que se sometan a esta Esouola, la elección de este término indica que él no se preocupa por definir en abstracto la esencia del Estado. Sino que a él lo que le preocupa es la base real de la sumisión a la autoridad civil como mandamiento dado por Dios a los cristianos. Por otro lado, en comparación con la promesa, el apóstol expresa la importancia secundaria y la validez meramente relativa de la ley civil, cuando la describe como Ota'tayúe; Ot' ayyfAwv (Gál 3, 19; cf., en cambio, la evaluación positiva que se hace en Hech 7,53). L. Oberlinner

oLa'tQo
950

«se conservan en la memoria» (así Bauer, Worterbuch, s.v.), sino a «todos los sucesos»; cf. 2, 19; cf. H. Schürmann, Lukas (HThK) a propósito de estos pasajes. Hech 15, 29: abstenerse de algo.

btaú diati ¿por qué? ---+ Ota 4.

btaú3€,..,at diatithemai disponer, establecer, otorgar* En el NT este verbo se emplea únicamente en voz media. La expresión, frecuente en la LXX (cf. Ex 24,8; Jer 38, 31.33), Ota't[l'tEf!aL Otal't1ÍxTjv (propiamente, «adoptar una disposición») aparece en el NT refiriéndose siempre a actos de Dios, con el significado de «establecer un pacto» (---+ Ota%xTj 2): Hech 3, 25 (:7tQoe; 'tOue; :7ta'tÉQa<; Úf!WV, «con vuestros padres»); Heb 8, 10 ('t0 OLXq> 'IoQa1ÍA., cita de Jer 38,33 LXX); 10, 16 (:7tQo<; alJ'tov<;, citado también según Jer 38, 33 LXX). A partir del significado general de «disponer o hacer (un testamento)>>, hay que entender el participio sustantivado o Otal'tÉf!EVOe; en Heb 9, 16.17: «el testador» (---+ Otal't1ÍxTj 4.c). Es diferente el sentido en Lc 22, 29 (bis), donde Jesús otorga a los Doce la participación en su reino, lo mismo que Dios le ha otorgado a él el reino (no como una disposición testamentaria, sino en el sentido de adjudicación o participación en el Reino), lo cual, desde luego, se realizará únicamente en el futuro. ThWNT 11 105s; X 1041-1046 (bibliografía).

bta'tº'pro diatriba quedarse, perrnanecer*

bta'tEA,Éro diatelea permanecer*

Además de encontrarse en Jn 3, 22 (yen 11, 54 v.l., refiriéndose a la estancia de Jesús), oLa'tQl~w aparece únicamente en los relátos de viajes de Hechos (12, 19; 14,3.28; 15, 35; 16, 12; 20, 6; 25, 6; 25, 14).

Hech 27, 33: aOt'tOL Ota'tEA.EL'tE, «permanecéis sin comer».

bta'tºoCfJÍJ, ií~, Í) diatrophe sustento, ali-

bta'tlJºÉro diate reo conservar* Lc 2, 51: «Su madre conservaba :7tav'ta 'tu Q1Íf!a'ta en su corazón». No se hace referencia probablemente a <
mento* En 1 Tim 6; 8 encontramos el plural de este sustantivo junto al plural OXE:7taof!a'ta: Hemos de estar contentos con «el alimento y el vestido» (OLa'tQocpu<; xal, OXE:7taOf!a'ta).

951 bw."yá~ffi diaugazo amanecer, despuntar

(el día)* 2 Pe 1, 19: «hasta que despunte el día y el lucero matutino se alce en vuestros corazones». bUl"y1¡~, 2 diauges trasparente*

En Ap 21, 21b dícese de la nueva Jerusalén: «y la calle de la ciudad era de oro puro, como cristal trasparente». bw.q>av1¡~ diaphanes trasparente

En Ap 21, 21 b la lectura ofrecida por el Textus Receptus en lugar de -> 6La1JYlJ~. Ch. Mugler, Dictionnaire historique de la terminologie optique des Grecs, Paris 1964,97-100.

blaq>ÉQffi diaphero en sentido transitivo: llevar a través de; en sentido intransitivo: diferenciarse* 1. Aparición del término en el NT - 2. Uso transitivo - 3. Uso intransitivo - 4. Otá!jJoQo¡;.

Bibl.: E. Fuchs, Die Verkündigung Jesu. Der Spruch von den Raben, en Ristow-Matthiae, 385-388; J. Gnilka, Der Philipperbrief, Freiburg i. Br. '1976, 51s (trad. cast.: Carta a los filipenses, Barcelona '1987); E. Kasemann, An die Romer, Tübingen '1974, 64s; G. Klein, Ga12, 6-9 und die Geschichte der Jerusalemer Urgemeinde, en Rekonstruktion und lnterpretation (BEvTh 50), München 1969,99-128; F. MuBner, Der Galaterbrief, Freiburg i. Br. '1977,111-115; Schultz, Q, 149161; K. Weiss, Otu!jJÉQw 'X'tA.., en ThWNT IX, 64-66.

1. ('hacpÉQw se emplea tan sólo 3 veces en sentido transitivo (Mc 11, 16; Hech 13, 49; 27, 27); se emplea en sentido intransitivo en los otros 10 lugares en que el verbo aparece en el NT (incluidos los 5 ejemplos que encontramos en las cartas paulinas). 2. En el marco del proceder de Jesús en el atrio del templo, se dice en Mc 11, 16 que Jesús trató de impedir «que se trasportaran objetos a través del templo». El éxito de la predicación de Pablo y Bernabé en Antioquía de Asia Menor (Hech 13, 14ss), durante el denominado primer viaje misionero, no sólo se ca-

952 racteriza por la conversión de los gentiles (v. 48), sino también por el hecho de que «la palabra del Señor», que seguía actuando en los convertidos y a través de ellos, «se difundiera por toda la región» (v. 49). 3. a) 6LUcpéQw tiene el sentido intransitivo de «diferenciarse» en la sencilla comparación en que se habla de que es distinto el brillo de unas estrellas y otras (l Cor 15, 41). En las palabras de Jesús, el verbo se usa para referirse a un valor más alto (Mt 6, 26 par. Lc 12, 24; Mt 10, 31 par. Lc 12,7). De la solicitud de Dios por las aves, que tienen relativamente «escaso valor», se derivan consecuencias basadas en la escala de importancia de las criaturas y que hablan de la confianza que hay que tener en la bondad de Dios que, como «Padre», «sabe» muy bien lo que es necesario (Mt 6, 32b par. Lc 12, 30b). Esta conclusión que va de lo que es inferior a lo que es superior se presupone también en Mt 10, 31 par. La palabra dirigida a los discípulos (Mateo: a los Doce que son enviados en misión) diciéndoles que ellos son «más valiosos que todos los gorriones juntos», sirve para animarlos a confesar intrépidamente su fe. Si Dios «no olvida» ni siquiera a un gorrión que se compra por un precio ridículo, ¡cuánto más se preocupará de los discípulos de Jesús, incluso cuando se hallen en situación en que peligre su vida terrena! De manera parecida, Jesús afirma que la integridad de la vida humana es de más valor que los bienes, de más valor que una sola oveja, según Mt 12, 12 (a diferencia de Mc 3, 1-6), lo cual, basándose en el orden de la creación, hace que sea lícito curar a los enfermos en día de sábado. Pablo describe la situación de los creyentes, que han sido aceptados como «hijos» y «herederos» por medio de la «misión del Hijo» (Gál 4, 4-7), aun antes del cumplimiento de la promesa. El apóstol utiliza la imagen del «heredero que no ha llegado aún a la mayoría de edad» y «que no se diferencia en nada de un esclavo» (4, 1). Esta imagen está tomada de la esfera del derecho.

953 b) 'tu 6LUcpéQov'tu designa lo que diferencia de manera decisiva, lo que interesa de veras. La expresión aparece una vez en la polémica de Pablo contra la pretensión de los judíos de ser capaces, por el conocimiento de la ley, de juzgar qué cosas son tu ~JLacpÉ­ Qovta (Rom 2, 18). Frente a esto, el apóstol acentúa en Flp 1, lOa que la capacidad, basada en el evangelio (v. 5) y comunicada por el amor de Cristo (v. 8), para conocer qué cosas son tU 6LUcpéQovta y para decidirse en favor de ellas, es la confirmación escatológica eficaz «para el día de Cristo» (v. 10b). c) En el paréntesis de Gál 2, 6, Pablo, en confrontación con sus adversarios, expone en qué se funda la independencia de su ministerio apostólico. Aquí, refiriéndose a las «autoridades» (OL 6oxouvn:~) de Jerusalén, él quiere dar a conocer únicamente lo que ellos decidieron en el concilio apostólico de Jerusalén en relación con el evangelio que está libre de la ley (vv. 3 y 7-9); toda ulterior discusión del tema que pretenda apelar tal vez a esos 60XOUVtf~, la corta Pablo con la observación: «Lo que ellos eran antes, no significa nada para mí» (ov6Év [tOL 6LUcpéQfL)>>. 4. El adjetivo btácpoQoS diferente* en Rom 12, 6a designa la variedad de los «diversos carismas» y el igual valor de los mismos (vv. 6b-l0): Por el contrario, en conexión con los ~U:7t'tL(JI-tOt, en Heb 9, 10, el adjetivo tiene connotación negativa. El comparativo, empleado para describir el puesto especial de Jesús en el plan de Dios para la salvación, aparece dos veces en Heb 1,4 en la caracterización del nombre (es decir, del «Hijo»), que es más excelente que el de los ángeles, y en 8, 6 para describir el más excelente ministerio de Cristo (6LacpoQwtéQu A.fL't01JQYÍ,u) en su oficio de Sumo Sacerdote, en el cual realiza las funciones de Mediador del Nuevo Pacto (8, 1-13). L. Oberlinner

bl.aq>Eúyffi diapheugo escapar* Hech 27, 42: Los soldados, al producirse el naufragio, querían matar a los presos «para que ninguno de ellos escapara a nado».

954 bl.aq>l1,...t~ffi diaphemizo dar a conocer, di-

vulgar* En Mc 1, 45 dícese que el leproso que había sido curado iíQ~a'tO 6LUcp'Y][tL~fLV tav A.óyov, «comenzó a divulgar la noticia»; Mt 28, 15 tiene la correspondiente forma en voz pasiva: 6Lfcp'Y][tL(J{}'Y] Ó A.óyo~. Según Mt 9, 31, los dos ciegos, después de su curación, y a pesar de la prohibición, «dieron a conocer a Jesús (avtóv) «en toda la región».

btaq>itEÍQffi diaphtheiro destruir, aniquilar* chacp1toQá, a~, ~ diaphthora destrucción* Bibl.: M. Dibelius, Aufsiitze zur Apg, Giittingen '1968, 120-162 (Die Reden der Apg ... ); J. W. Doeve, Jewish Hermeneutics in the Synoptic Gospels and Acts, Assen 1953, 168-176; G. Harder, !jJ'ltEiQw X1:A.., en ThWNT IX, 103-106; T. Holtz, Untersuchungen über die altestamentliche Zitate bei Lukas (TU 104), Berlin 1968,48-51; E. Krankl, Jesus der Knecht Gottes (BU 7), Regensburg 1972,131-143.

1. a) Este verbo compuesto de cp{}dQw, reforzado por el prefijo 6La, tiene en Lc 12, 33 su sentido literal: destruir, aniquilar (D lee el verbo en futuro; el verbo &.cpuvÍ,~w, que aparece en Mt 6, 19, podría ser el término original; cf. Schulz, Q, 142). La imagen compara el tesoro celestial, del que debe preocuparse el discípulo, con un bien que no es destruido por la voraz polilla. Este sentido aparece también en Ap 8, 9; después de la visión de la segunda trompeta (8, 8s), por un acontecimiento cósmico, queda destruida una tercera parte de las naves que cursan el mar: la economía y el comercio quedan trastornados, de tal manera que los hombres se ven en gran tribulación. En 11, 18 el anuncio del juicio (en el que se incluye «el destruir a los que destruyen la tierra», v. 18c) contrasta con la anterior promesa de recompensa mediante el xuÍ, adversativo que figura en el v. 18b). Frente a los siervos de Dios, caracterizados más concretamente como los profetas, los santos y los temerosos del nombre de Dios, se hallan los destructores de la tierra, que a su vez serán destruidos. La sig-

956

955 nificación literal del doble (')LUcpiteiQlO sigue siendo determinante, aunque quizás se piense también en la corrupción moral que los enemigos de Dios causan en la Iglesia; cf. 19, 2. b) 6lUcpiteiQlO tiene sentido figurado en 2 Cor 4, 16. Pablo describe el contraste entre el hombre exterior y el hombre interior, y acentúa que el hombre exterior es destruido (en voz pasiva). Esto, teniendo en cuenta el contexto de los vv. 16-18, se interpreta en el sentido de que los sufrimientos del momento son una carga para la existencia terrena (v. 17) y de que esa existencia es perecedera (v. 18). El verbo no se refiere a «la constante disminución de la vitalidad física» (H. Windisch, Der zweite Korintherbrief [KEK], 153), sino que expresa el heho de que la forma de existencia y vida terrenal y humana es destruida, es decir, superada. Encontramos también el verbo entendido en sentido figurado en 1 Tim 6,5. En un catálogo de vicios que consta de cinco miembros, se mencionan en último lugar las discusiones entre los hombres, que han destruido, es decir, corrompido la mente (---> vov~) de esas personas (cf. 2 Tim 2, 8). 6lUcpiteiQlO designa la actitud equivocada de la mente y la postura moralmente incorrecta de los herejes mencionados en 6,3-10 (N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974,582-587. 2. En Hechos (y solamente en este libro) ?hucpitoQá destrucción aparece 6 veces: 2 veces en el «discurso de Pedro» el día de Pentecostés (2, 27.31) y 4 veces en el «discurso de Pablo» en Antioquía (13, 34.35.36.37), En ambos textos el término se usa en enunciados acerca de la resurrección de Jesús; en ambos casos la base la constituye el Sal 15, 10 LXX (cf. A. Schmitt: BZ 17 [1973] 229-248). Mientras que en el TM se halla el término salJat (fosa, sepulcro), la traducción de la LXX por 6wcpitoQá expresa la destrucción del hombre en la muerte. Traducir 6lUcpitoQá por «corrupción» (como hacen E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], 179 Y 130; Harder, 104, y otros) difícilmente estará justificado por razones lingüísticas y técnicas; los térmi-

nos antropológicos que se emplean en Sal 15, 8-11 LXX no deben entenderse como una dicotomía. El enunciado del salmo se usa como base para la afirmación de que Dios no abandonó a Jesús al destino irrevocable de la muerte. La afirmación se halla reforzada incluso en Hech 13, 34a: Dios no permite que Jesús retome a la destrucción. La expresión úJtOO'tQÉcpHV d~ 6lUcpitoQáv la traduce Bauer (Worterbuch, s. v. 6lUcpitoQá) por: regresar a la región de los muertos. Aunque el texto del salmo no excluya por completo esta interpretación, y aun teniendo en cuenta que D, en el texto de 2, 24, sustituye itávu'tO~ por {i6'11~, sin embargo es más correcto entender el sustantivo, tanto en 2,27-31 como en 13,34-37, en su sentido amplio: la resurrección de Jesús fue una liberación de la destrucción por obra de la muerte; esta liberación es definitiva; no hay ya retomo bajo el poder destructor de la muerte (cf. W6LVE~ 'tOV ituvá'tO'U en 2, 24). A. Sand

btaepaoQá, ds, Í) diaphthora destrucción ---> 6lUcpiteiQlO 2.

btáepoQoS, 2 diaphoros diferente ---> 6lUcpÉQlO 4.

btaeplJ",áoo(J) diaphylasso guardar, proteger* En Lc 4, 10 dícese de los ángeles a quienes Dios ha enconmendado «que te guarden» (Sal 90,11 LXX). btaXElQt~op.tm diacheirizomai matar, ase-

sinar* Con objeto de la acción verbal en acusativo: Hech 5, 30: Jesús, «a quien vosotros matasteis»; 26, 21: los judíos intentaron matar a Pablo. btaX"'ElJá~(J) diachleuazo burlarse, mo-

farse* Hech 2, 13: «Otros se burlaban y decían ... ».

957

958

(haX(J)Qt~(J) diachorizo separar*

Lc 9, 33, en voz medio-pasiva, separarse: Moisés y Elías se separaron de Jesús.

btbaxTtxós, 3 didaktikos capacitado para enseñar* 1 Tim 3, 2; 2 Tim 2, 24 en requisitos que se exigen al ---> eJtLoxoJtO~ o a un «siervo del Señon>. ThWNT n, 168.

btbax'tós, 3 didaktos enseñado, instruido* Jn 6, 45: «y todos serán enseñados por Dios» (Is 54, 13 LXX). 1 Cor 2, 13 (bis): «... no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con palabras enseñadas por el Espíritu».

btbaoxa"'ta,

as, Í)

didaskalia enseñan-

za, doctrina * 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Uso del término en el NT - 4. IotEQo6L6uo%uAÉw.

n,

Bibl.: K. H. Rengstorff, 6L6uo%UAlu, en ThWNT 163-165.

1. El sustantivo 6l6uoXUALU aparece un total de 21 veces en el NT. Con dos excepciones, el término lo encontramos siempre en las cartas, y curiosamente 15 veces en las Pastorales. 2. En el sentido activo de la acción de en. señar o instruir, 6l6uoXUALU aparece en Rom 12,7 Y 1 Tim 4,13; 5,17; Tit 2, 7 así como también en Rom 15,4 Y 2 Tim 3, 16. En los demás lugares, 6l6uoXUALU significa pasivamente la doctrina en el sentido de lo que ha sido enseñado. Aparece casi siempre en singular; el plural tiene sólo connotación negativa. 3. a) En el sentido de la acción de enseñar o instruir, 6l6uoXUALU aparece en Rom 12,7 Y en las Pastorales para designar una determinada función que se ejerce en la comunidad: en Rom 12,7 como actividad del 6l6áoXlOV;

en 1 Tim 4, 13, como una de las funciones del dirigente de la comunidad. En 1 Tim 5, 17, 6l6uoXUALU juntamente con AÓyO~ designa la actividad de predicar y enseñar que incumbe a los presbíteros. En consecuencia, la expresión fv 'tñ 6l6uoXUAL<;X (Tit 2, 7) puede traducirse en el sentido de como maestro (---> 6lMOXlO). En Rom 15, 4 Y en 2 Tim 3, 16 6l6UOXUALU se usa en sentido amplio para referirse, en ambos casos, a la enseñanza que la Iglesia recibe de la Escritura del AT. Usada en paralelo con eAEy!tó~, vemos que 6l6uoxuALU, en 2 Tim 3, 16, incluye un aspecto antiherético (---> c). b) El plural -con excepción de 1 Tim 4, 1 (---> d)- aparece únicamente en una cita de Is 29, 13 (LXX) en Mc 7, 7 par. Mt 5, 19 para caracterizar a las «tradiciones de los ancianos» calificándolas de «enseñanzas de hombres» por contraste con el «mandamiento de Dios» (Mc 7, 8), Y también en Col 2, 22 para caracterizar las cargas legales que imponen los adversarios (cf. Col 2, 8; Tit 1, 14). Este uso polémico de Is 29, 13 en el NT se convierte probablemente en un elemento clave del debate que se desarrolla en la Iglesia acerca de la validez de la ley. c) En sentido pasivo, 6l6uoXUALU en singular es el término técnico para designar en absoluto la doctrina apostólica o la doctrina cristiana (l Tim 1, 10; 4,6.16; 6, 1.3; 2 Tim 3, 10; 4, 3; Tit 1, 9; 2, 1.10). Su caracterización como «sana doctrina» (l Tim 1, 10; 2 Tim 4, 3; Tit 1, 9; 2, 1), como «buena doctrina» (1 Tim 4, 6) o como «la doctrina que corresponde a la (recta) piedad» (1 Tim 6, 3) muestra al mismo tiempo su contraste con la falsa doctrina. d) En consonancia con esto, 6l6uoXUALU, en plural, en 1 Tim 4, 1, designa la falsa doctrina creada por los poderes demoníacos, la cual es ya en sí misma una señal del fin de los tiempos. - La imagen de la tormenta o del viento en Ef 4, 14 (cf. también Jds 12s; Heb 13, 9) presenta intuitivamente la falta total de fiabilidad de las doctrinas humanas, por contraste con la verdad de la fe (v. 15).

959

OLouaxut..Lu - OLOÚaXúl

4. Con arreglo al uso de ~n6aaxaALa en las Pastorales como término técnico para referirse a la recta doctrina (--> 3.c), el verbo compuesto ÉTEºobtbo,oXo,AÉm (l Tim 1, 3; 6, 3) significa difundir una doctrina diferente (cf. IgnPol 3, 1). El prefijo É1:EQO-, según 1 Tim 1, 10, hace que el término exprese lo opuesto a la «sana doctrina». En el fondo, es lo mismo que cuando Pablo nos habla de «otro evangelio» (Gál 1, 6s), es decir, de un evangelio diferente (Rengstorf, 165s). H.-F. WeiB btbciaxaAO~, OU, Ó didaskalos maestro --> 6L6áaxúl.

btbciaxro didaskiJ enseñar 6L6áaxaAo<;, OV, 6 didaskalos maestro 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenidos semánticos. - 3. Campo referencial- 4. Uso de los términos en el NT - 5. Compuestos.

Bibl.: G. Dalman, Die Worte Jesu, Leipzig 21930, 272-280; E. Fascher, Jesus der Lehrer: ThLZ 79 (1954) 325-342; F. V. Filson, The Christian Teacher in the First Century: JBL 60 (1941) 317-328; H. Flender, Lehren und Verkündigen in den Synoptischen Evangelien: EvTh 25 (1965) 701-714; Hahn, Hoheitstitel, 74ss; M. Hengel, Nachfolge und Charisma, Berlin 1968, 46ss; F. Normann, Christos Didaskalos, Münster i. W. 1967; K. H. Rengstorff, 6l6úcrXúl X'tA., en ThWNT n, 138-168; K. Schelkle, Jesus - Lehrer und Prophet, en FS Schmid 1973, 300-308; H. Schürmann, «oo. und Lehren>, en Dienst der Vermittlung, Leipzig 1977, 107-147. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1046.

1. El verbo aparece 97 veces en el NT (incluido Jn 8, 2), mientras que el sustantivo aparece 59 veces (incluido Jn 8, 4). En los evangelios, los términos -refiriéndose a Jesúsaparecen unas 50 ó unas 40 veces respectivamente. Además, el verbo designa especialmente la actividad de los discípulos de Jesús, de los apóstoles y de Pablo, y el sustantivo expresa un determinado ministerio en el seno de la comunidad. 2. El verbo se encuentra siempre en el sentido de enseñar o -cuando se menciona en acusativo a los destinatarios- en el sentido de

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instruir, en paralelo algunas veces con EuayyEAL~o(.tm (Lc 20,1; Hech 5, 42; 15,35) o xl]Q'Úaaw (Mt 4,23; 9, 35; 11, 1; Hech 28, 31). El sustantivo designa al maestro, y se emplea en vocativo como una manera respetuosa y honorífica de dirigirse a alguien. 3. El sujeto del verbo -incluso cuando se usa en voz pasiva (Mt 28, 15; Gál 1, 12; Ef 4, 21; Col 2, 7; 2 Tes 2, 15)- es siempre una persona o círculo de personas. A los que reciben la enseñanza -con excepción de Ap 2, 14 (en dativo)- se los menciona siempre en acusativo de persona: así se hace, por ejemplo, con el pueblo (Mc 4, 2; 10, 1; Lc 4, 31; Hech 4,2 Y passim), con los discípulos de Jesús (Mc 8, 31; 9, 31; Mt 5, 2), con los hermanos (Hech 15, 1), con los presbíteros (Hech 20,20), con los griegos (Jn 7, 35) y con los judíos (Hech 21, 21). El contenido de la enseñanza se designa por medio de un acusativo de cosa (Mc 12, 14 par.; 7, 7 par. Mt; Jn 14,26 y passim), de un infinitivo que figura a continuación (Mt 28, 20; Lc 11, 1), de una oración introducida por O'tL (Mc 8, 31; Hech 15, 1; 1 Cor 11, 14) o mediante una expresión preposicional (Mc 4,2: EV JtaQa~oAa¡:<;; Hech 21, 28: xa'tá con genitivo; 1 Jn 2, 27: JtEQL con genitivo). Con relativa frecuencia se usa el verbo en sentido absoluto (Mc 1,21; 4, 1; 6, 6; Mt 4,23; 9, 35 y passim). En tales casos, el correspondiente contenido de la enseñanza se determina por medio del contexto. Cuando se emplea el sustantivo en los evangelios, hay que distinguir entre el vocati - . vo como manera de dirigirse a una persona, lo cual c'orresponde al vocativo rabbí que era usual en el judaísmo, y el sustantivo precedido de artículo, que designa a Jesús como el Maestro por excelencia (Mc 14, 14 par.; Mt 23, 8; Jn 13, 13s; cf. también Mt 10, 24.25 par. Lc 6, 40). 4. a) Una manera fija de considerar a Jesús en los evangelios es la de verle como el Jesús que enseña (Mc 10, 1; Mt 4,23; 9, 35; Lc 4, 15). Esto se aplica tanto a la tradición pre-sinóptica acerca de Jesús (en cuanto a la fuente

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Q cf. Mt 8, 19ss par. Lc; Mt 10, 24s par. Lc) como a su configuración redaccional por los evangelistas. La conexión con la tradición judía es, pues, innegable, sobre todo cuando se habla de la enseñanza de Jesús en la sinagoga (Mc 1, 21 par.; 6, 2 par. Mt; Mt 4, 23; 9, 35; 21,23; Lc 4, 15; 6, 6; 13, 10; Jn 6, 59; 18,20) o en el templo (Mc 11, 17; 12, 14 par.; 12,35; 14,49 par. Mt; Mt 21, 23 par. Lc; Lc 19,47; 21,37; Jn 7, 14; [8,2] 8,20; 18,20). Así que la manera en que se presentaba Jesús era la de un maestro judío o doctor de la ley (escriba). A tenor de lo que se nos dice en Lc 4, 15: «y él enseñaba en las sinagogas de ellos», tenemos un buen ejemplo en la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. En consonancia con esto se halla la manera en que la gente se dirigía a él llamándole 6L6áaxaAE (en vocativo: Mc 4,38; 9, 17.38; 10, 17.35 Ypassim; Mt 19, 16; 22, 16; Le 7, 40; 11, 45 Y passim), una manera que correspondía al tratamiento que se daba corrientemente en el judaísmo a los escribas llamándolos rabbí (cf. Mt 23, 7s; E. Lohse: ThWNT VI, 964s; Hahn, 75s). En Jn 1,38 el tratamiento de rabbí es traducido y explicado por el vocativo 6L6áaxaAE (cf. Jn 20, 16). Se halla también conforme con la tradición judía el empleo de 6L6áaxaAo<; con artículo en Mt 5, 35 par. Lc, así como también la manera de referirse a Jesús como a «vuestro maestro» en labios de los judíos en Mt 9,' 11; 17,24 (cf. Nicódemo según Jn 3, 2: «Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro»). En todos estos pasajes hay una manera cristológica de hablar, pero sin reflexión expresa. Ahora bien, los evangelistas acentúan desde un principio, cada uno a su manera, la singularidad de la enseñanza de Jesús frente a la de los maestros judíos. Según Mc 1,22, Jesús enseña ya en su primera aparición en la sinagoga de Cafarnaún «como alguien que tiene autoridad, y (por tanto) no como los escribas». La correspondiente diferenciación se encuentra también en Mt 7, 29 en el final del Sermón de la Montaña, en cuyo principio se había presentado a Jesús enteramente a la manera de un maestro judío «a quien se acercan

962 sus discípulos» (Mt 5, 1s). En conexión con la nota sumaria que hay en Lc 4, 15, Lucas desarrolla el carácter especial de la enseñanza de Jesús en los vv. 16-30 (cf. los vv. 18,21 Y 32). El carácter singularísimo de la relación maestro-discípulo, en el caso de Jesús, señala hacia esta misma dirección: uno no se adhiere al maestro Jesús, sino que es llamado por él a su seguimiento (--> axoAo1){h~w 4). Además, Jesús sigue siendo el maestro de sus discípulos (--> (.ta{}l]'t~<;; Hengel, 55ss). Por eso se entiende que el sustantivo empleado con artículo, en la redacción de la tradición efectuada por los evangelistas, por ejemplo en Mt 23, 8 (cf. 23, 10), se aproxime a un título cristológico de majestad (Hahn, 78s). Lo mismo se diga de la fórmula: «el Maestro dice ... » en Mc 14, 14 par. (cf. Jn 11,28: «El Maestro está aquí y te llama», junto a lo que se dice en el v. 27) y de la agrupación de 6L6áaxaAo<; y X'ÚQLO<; en Jn 13, 13 (Hahn, 80 y 94s). A este propósito hay que mencionar también el pasaje de Mt 10, 24s par. Lc. Es verdad que aquí se trata, ante todo, de una comparación. Pero, a pesar de todo, es innegable el acento cristológico del enunciado, que afirma la comunión de destino entre el maestro y el discípulo, al menos si consideramos ese enunciado en el contexto del discurso de misión según Mateo. La reflexión cristológica relacionada con la tradición de Jesús como Maestro resalta con especial claridad en Marcos y en Mateo. Aunque el sustantivo no tiene en Marcos -prescindiendo de Mc 14, 14- ningún peso específicamente cristológico, resulta evidente el interés de Marcos por el Jesús enseñante. La acción de enseñar es, según Marcos -a diferencia de Xl]Q'ÚaaELv-, la acción típica de Jesús. Tan sólo una vez se predica de los discípulos el verbo 6L6áaxELv (6, 30), en cambio ese mismo verbo se predica 15 veces de Jesús. En todo ello, lo decisivo para Marcos es el acto de enseñar, porque, con excepción de Mc 4, 1ss (Jesús «enseñaba en parábolas»), no se hace al principio ningún enunciado acerca del contenido de la enseñanza dada por Jesús (cf. 2, 13; 6, 2.6.34; 10, 1). En la primera parte del Evangelio de Marcos, los actos de

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¿'n6áoxOl

poder realizados por Jesús son los que demuestran principalmente que sus enseñanzas son un «enseñar con autoridad» (1, 22.27; 6, 2; cf. 11, 18). Tan sólo en la segunda parte (a partir de 8, 27) se determina más concretamente cuál es el contenido de la enseñanza de Jesús, precisándose que se trata de la instrucción de los discípulos acerca de la Pasión (8, 31; 9, 31). Jesús, por tanto, no es sólo «el Maestro» por excelencia, sino que además, según Marcos, hayal mismo tiempo una conexión inmediata entre lo que Jesús enseña y su persona o su suerte. Jesús, en este sentido, es al mismo tiempo el sujeto y el objeto de sus enseñanzas (Flender, 703s). También en Mateo Jesús ocupa desde el principio un lugar central como el Jesús que enseña (4, 23; 9, 35; 11, 1). Parece que al principio habla en contra de ello el hecho de que Mateo, a diferencia de Marcos, evite en general el presentarnos a los discípulos dirigiéndose a Jesús con el vocativo de Maestro. El vocativo 6L6áaxuAf, como el tratamiento de rabbí, se halla sólo en labios de los que no son discípulos (8, 19; 12, 38; 19, 16; 22, 16. 24.36; cf. 26, 25.49: rabbí como tratamiento con que Judas se dirige a Jesús), mientras que los discípulos se dirigen a Jesús llamándole X'ÚQLf (8, 25 a diferencia de Mc 4, 38; 17, 15 a diferencia de Mc 9, 17; cf. 17, 4 a diferencia de Mc 9, 5; Hahn 75; E. Lohse: ThWNT VI, 966). Claro que esa modificación de la fuente de Marcos no se funda en desinterés por el Jesús Maestro, sino que tiene su fundamento en el hecho de que Jesús, según Mateo, no es un maestro en el sentido judío, y por tanto se basa supremamente en la oposición (constitutiva de todo el Evangelio de Mateo) entre las enseñanzas de Jesús y las del judaísmo. Vemos también que Mateo, a diferencia igualmente de Marcos, define el contenido de la enseñanza de Jesús en el sentido de una enseñanza acerca de la ley o para dar a conocer la voluntad de Dios, como se indica ya programáticamente en el Sermón de la Montaña (5, 1s y 7, 29). Por eso, el encargo de enseñar que el Resucitado da a los discípulos, está determinado por una referencia retrospectiva a la

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enseñanza y al mandamiento dados por Jesús mismo (28, 20). Por contraste con Marcos y Mateo, observamos que Lucas y Juan emplean el verbo y el sustantivo de manera relativamente irrefleja, aunque el primero sustituya a veces por el tratamiento ematátu el vocativo 6L6áaxuAf que encontró en la fuente de Marcos para dirigirse a Jesús (Lc 8, 24 a diferencia de Mc 4, 38; 9, 49 a diferencia de Mc 9, 38; cf. 9, 33 a diferencia de Mc 9, 5; --+ ematátll~). Desde el comienzo mismo, Lucas caracteriza la actividad de Jesús como una actividad de enseñar (4, 15.31; 5, 3.17 y passim; cf. Hech 1, 1), sin que se vea en todo ello una diferencia esencial con respecto a la actividad de xllQ'ÚaafLv (compárese Lc 4, 31 con 4, 44 y con Hech 28,31). También en Juan el verbo designa extensamente la proclamación efectuada por Jesús (6, 59; 7,14.28.35; 8, 20; 9, 34; cf. 1,38; 20,16). Fuera de los evangelios, la designación de Jesús como enseñante o como Maestro no desempeña ningún papel, con excepción del pasaje de Hech 1, 1. El uso de estos términos en los Padres Apostólicos y en los apologetas tiene otros acentos y no entronca ya con el uso original que se hace del verbo y del sustantivo en los evangelios (Rengstorf, 159, 36ss; 161, 38ss; Fascher, 337ss; Normann). b) Mateo es el único de los evangelios que emplea el verbo y el sustantivo para designar una determinada actividad o función dentro de la comunidad (23, 8; 28, 20 así como también 5, 19). Por el contrario, el verbo y el sustantivo tienen una distribución relativamente más amplia en Hechos y en las cartas del NT. En Hechos, la proclamación misionera de los apóstoles y de Pablo se designa frecuentemente con el término 6L6áaxfLv (4, 2; 5, 21.25: en el templo; 11,26), enunciándose algunas veces explícitamente el contenido de la enseñanza como proclamación de Cristo (5, 42; 15,35; 18, 11.25; 28, 31; cf. 4,18; 5, 28: enseñar «en el nombre de Jesús»). Además, el verbo aparece también en el sentido específico de enseñar, concretamente en 20, 20 en el

965 sentido de la instrucción que da Pablo a los presbíteros, y en 21,21.28 en el sentido de la enseñanza de Pablo «en contra de la ley». En el Corpus paulinum el verbo aparece generalmente para referirse a la acción de enseñar en la Iglesia (Ef 4,21; Col 2, 7; 3, 16; 2 Tes 2, 15; 1 Tim 2, 12; cf. Heb 5, 12) yespecíficamente a la acción de Pablo de enseñar (1 Cor 4,17; Col 1,28). En consonancia con esto, en 1 Tim 2, 7 Y en 2 Tim 1, 11 se designa a Pablo como «maestro de los gentiles». El sustantivo se emplea en sentido específico en 1 Cor 12, 28s para designar el puesto de maestro en el cristianismo primitivo, juntamente con otros ministerios y funciones dentro de la Iglesia, considerándoselo como uno de los carismas (cf. Ef 4, 11 Y Rom 12, 7: Ó 6L6áaXOlV; 1 Cor 14, 6.26). Y se emplea también con este mismo sentido en Hech 13, 1 Y en Sant 3, l. Esto corresponde al empleo del verbo en las Pastorales para designar la actividad del dirigente de la comunidad o de los que han sido encargados por él (1 Tim 4, 11; 6, 2; 2 Tim 2; 2). c) Además, el verbo y el sustantivo aparecen aisladamente en otros contextos: Lc 11, 1 menciona enseñanzas del Bautista; en consonancia con ello encontramos en Lc 3, 12 el vocativo 6L6áaxuAf dirigido al Bautista (cf. Jn 3, 26: rabt). - Son notables las referencias que Lucas (12, 12) Y Juan (14, 26) hacen al «Espíritu Santo» como sujeto de la acción de enseñar. El contenido de esta enseñanza se~ún Jn 14, 26, es lo que Jesús dijo en 'otro tlempo a sus discípulos. Al mismo contexto pertenece la formulación singularísima de 1 Jn 2, 27: «así como su XQLaftu (= la unción recibida en el bautismo) os enseña acerca de todas las cosas». En Jn 8, 28 Jesús basa sus palabras o sus enseñanzas en el hecho de que el Padre le haya enseñado a él. En Lc 2, 46 y Jn 3, 10 (Nicodemo) se habla de maestros judíos, y se hace lo mismo, esta vez con sentido polémico, en Rom 2, 20s. A este respecto deben compararse también las :eferencias polémicas que se hacen a las ensenanzas impartidas por los judíos (se usa el verbo) en Mc 1,22 par. Mt y Mc 7, 7 par. Mt.

966 El verbo y el sustantivo se emplean también en sentido polémico con referencia a los falsos maestros: Tit 1, 11; Ap 2, 14 (verbo); 2 Tim 4, 3 (acerca de «las enseñanzas que se acumulan para satisfacer los propios deseos», por oposición a la «sana doctrina»; --+ OLouaXUALU 3.c). Es singular en Mt 28, 15 el empleo que se hace del verbo para referirse a los guardias que vigilaban el sepulcro de Jesús y que «hicieron como se les había instruido». 5. Compuestos del sustantivo aparecen sólo en unos pocos lugares del NT, principalmente en los escritos tardíos (Rengstorf, 162s: VOft06L6áaxaAO~, maestro de la ley, aparece en Lc 5, 17 junto a aQLaa¡:o~ como traducción esclarecedora de YQaft!tatf1í~, escriba (cf. 5, 21), Y en Hech 5, 34 como caracterización honorífica del fariseo Gamaliel. Enteramente distinta es la descripción que se hace en 1 Tim 1, 7 de los falsos maestros como «~aest~os de la ley» que «no entienden ni lo que dicen m las cosas acerca de las cuales testifican». Los compuestos xaA06L6áoxaAo~, maestro de lo bueno, y '\jJf'\J606L6áoxaAo~, maestro de falsedades, aparecen ambos una sola vez: xaA06L6áoxaAo~ se usa predicativamente en Tit 2, 3 para referirse a las ancianas de la comunidad, y '\jJE'\J606L6áoxaAo~ en 2 Pe 2, 1 para designar a los falsos maestros que -como antaño hicieron en Israel los seudo-profetas- introducirán «destructoras divisiones» (atQÉ(JEL~). H.-E WeiB

blbaXÍ), ti;, Í) didache instrucción, enseñanza* Bibl.: K. H. Rengstorff, ()L()ax~, en ThWNT n, 166s.

1. De las 30 veces que el término aparece en el NT, 6L6uxrí se encuentra en plural únicamente en Heb 13,9. Tiene el sentido activo de impartir instrucción o de hablar y exhortar enforma de enseñanza (Mc 4,2; 12,38; 1 Cor 14,6.26; 2 Tim 4,2) Y el sentido pasivo de la doctrina que se enseña mediante la instrucción. La comparación en Mc 1, 22 par. Mt 7, 28 muestra, desde luego, que no siempre se puede distinguir nítidamente entre el empleo en sentido activo y el empleo en sentido pasivo. En las cartas del NT encontramos ya prin-

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cipios del uso técnico de DtDaXi] para referirse en absoluto a la doctrina cristiana. 2. a) DtDaXi] designa en los evangelios tanto «las enseñanzas de los fariseos y los saduceos» (Mt 16, 12) como las enseñanzas de Jesús (Mc 1,22 par.; 1,27; 4,2; 11, 18; 12,38; Mt 22, 33), calificándose a las enseñanzas de Jesús, a diferencia de las del judaísmo, como una «nueva doctrina impartida con autoridad» (Mc 1, 27; cf. 1, 22 Y también las palabras acerca del «asombro» que causan en el pueblo las enseñanzas de Jesús, en Mc 1, 22 par. Mt 7,28/ Lc 4,32; 11, 18; Mt 22, 33). En la respuesta de Jesús a la objeción de los judíos (v. 5) en Jn 7, 16s, las palabras de revelación que Jesús pronuncia se designan como enseñanza que es idéntica a la enseñanza dada por el mismo Dios (cf. Jn 8, 28 Y 8, 26). En relación con el proceso de Jesús, el sumo sacerdote pregunta a Jesús acerca de su enseñanza (Jn 18, 19; es decir, acerca de la enseñanza de Jesús en la sinagoga y en el templo [cf. v. 20]). b) El uso de DtDaXi] fuera de los evangelios no es uniforme: por un lado, en Hechos la predicación de los apóstoles o de Pablo es designada como enseñanza por el sumo sacerdote (5, 28) o por los oyentes de Pablo en Atenas (17, 19), Y en 17, 19 como una «nueva enseñanza» (<
la fe, que uno ha de aprender. - De manera semejante, (hDaXfJ 'tov XQw'tov en 2 Jn 9~ designa la (recta) «enseñanza acerca de Cnsto» por oposición a la herejía cristológica (v. 7). En Ap 2, 14s.24 DtDaXi] puede designar también, con referencia a las tradiciones del AT sobre Balaán y Jezabel, la herejía de los nicolaítas. Yen Heb 13,9 este término se refiere a las «doctrinas diversas y extrañas», por oposición a la propia enseñanza de la Iglesia (que es la recta doctrina; cf. Herm [s] 8, 6, 5). c) En Hech 13, 12 Y en Heb 6, 2 DLDaXi] aparece con un sentido especial. En Hech 13, 12 encontramos el término aplicado al milagro del castigo obrado por Pablo sobre Barjesús-Elimas, milagro al que se designa como DLDaXfJ wv xlJQiolJ, es decir como «enseñanza del Señor» (genitivo como sujeto). En Heb 6, 2, en el contexto de una enumeración de la tradición catequética, se menciona entre otras la «doctrina sobre los bautismos [¡en plural!; cf. a propósito los comentarios] y sobre la imposición de las manos». H.-E WeiB OU, 'tó didrachmon didracma, moneda de dos dracmas --;. DQaXf-ti] 2.4.

bí,bº«Xp.tov,

Aí,bup.to~,

ou Didymos Dídimo* El nombre griego del discípulo --;. E>wf-t<1<; del círculo de los Doce (Mc 3, 18 par.; Hech 1, 13) tiene su origen en el nombre arameo te 'óma' , «gemelo», y fue adoptado como traducción griega del nombre arameo por su sonido parecido (BlaB-Debrunner § 53, nota 9; 125, nota 6; H. Wuthnow, Die semitischen Menschennamen in griechischen Inschriften und Papyri des vorderen Orients, Leipzig 1930, 55; P. Rüger: TRE I1I, 606). En Jn 14, 5; 20, 26. 27.28 el nombre helenizado se emplea solo, pero en 11, 16; 20, 24; 21, 2 (cf. 14, 5 D) se añade la expresión Ó A.EyÓf-tEVO<; ~iDlJf-tO<;, «llamado Dídimo / el gemelo». ~iDlJf-tO<; es la verdadera traducción griega del nombre arameo, y aparece también como nombre griego

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independiente (OGIS 519, 8; cf. también W. Pape-G.E. Benseler, Worterbuch der griechischen Eigennamen 1, Braunschweig 31911 [= Graz 1959],298. En HechTom 11,31,91, en una interpretación especulativa del sobrenombre joánico, se llama a Tomás Ó DiDlJf-tO<; (<wf-t<1<; Ó xaL ~iDlJf-tO<;, HechTom 1; ~iDlJf-t0<; 'lo'ÚDa<; E>wf-t<1<;, prólogo del EvTom). H. Balz

btbrop.tt didiJmi dar 1. Aparición del término en el NT - 2. Significado 3. Pares de términos - 4. Dios como dador - 5. Cristo como dador - 6. Dones divinos - 7. Uso del término en Marcos/Mateo, Lucas/Hechos, Cartas, Apocalisis 8. blbú)ftL en Juan.

Bibl.: F. Büchsel, blbú)IU %TA., en ThWNT n, 168175, esp. 168; C. J. Labuschagne, ntn, en DTMAT n, 160-189; C.-J. Pinto de 0liveira, Le verb bLbóvm comme expression des rapports du Pere et du Fils dans le IVe Evangile: RSPhTh 49 (1965) 81-104; W. Pokkes, Christus traditus, Zürich 1967; J. Ried1, Das Heilswerk Jesu nach Joh, Freiburg i. Br. 1973, 83-90; A. Vanhoye, Opera Jesu donum Patris: VD 36 (1958) 83-92; H. VorHinder, bfuQov %TA., en DTNT n, 47-49. - Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1046s.

1. Con las aproximadamente 416 veces que está documentado, DiDWf-tL es el noveno en la lista de verbos que aparecen con más frecuencia en el NT. Se halla atestiguado en todos los escritos, con excepción de Flp, Flm y Jds. En lqs Sinópticos y en Hechos aparece 190 veCes, en el Evangelio y en las Cartas d<:; Juan 85 veces, en el Co,rpus paulinum 72 veces, en el Apocalipsis 58 veces, y en las restantes cartas 13 veces. La distribución se basa, por ~n lado, en la forma de lenguaje (<:;specialmente la narrativa), el estilo de lenguaje (modismos) y el nivel de lengllaje; y, por otro lado, se halla también íntimamente relacionada con la dicciÓn teológica (Juan, Apocalipsis). Sobre la fomia secundaria DL()W (Ap 3,9) cf. BlaBDebrunner § 94, nota 3.

2. DiDWf-tL es el verbo más general para designar el proceso por el cual un sujeto trasmite voluntariamente algo a alguien, o trasfiere de tal manera algo que ello quede a disposición del receptor. El término indoeuropeo tiene en buena parte el mismo significado que el equivalente semítico (cf. Labuschagne). Pueden ser importantes las diferencias de origen en las figuras de dicción formadas a base del verbo dar (Bauer, Worterbuch; Liddell-Scott; Passow, s.v.). Del hebreo proceden, por ejemplo, las combinaciones de «dar» con «fruto, diezmos, documento de divorcio, signos y prodigios, lluvia, vida». Un gran número de combinaciones es de origen griego. Así ocurre con las combinaciones de «dar» y «espacio, respuesta, opinión, castigo, paz, impuestos, ocasión, recompensa». Parece un latinismo la combinación de «dar» con «esfuerzo» (= procurar; Lc 12, 58). Tales figuras de dicción surgieron también ad hoc, en el NT, especialmente en Lucas. Para la determinación del sentido es importante distinguir si nos hallamos o no ante una forma estereotipada. Así, por ejemplo, con la expresión M1;av DiDWf-tL hay que distinguir entre «honrar» (Lc 17, 18 Y otros, una expresión tomada probablemente de la liturgia judía) y la trasmisión de Dó1;a (Jn 17, 22; son formas de transición Jn 17,24; 1 Pe 1,21). Con respecto a XáQLV 6iDWf-tL, hay que distinguir entre «mostrar un beneficio» (Ef 4, 29 quizás; H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, sub loco) y «conceder gracia». Con respecto a Myov 6iDWf-tL, hay que distinguir entre «dar cuenta» (Rom 14, 12) y, por ejemplo, «el don de la palabra» (1 Cor 12, 8). En la mayoría de los casos, «dar una ley (o leyes) o un mandamiento (o mandamientos) es una expresión convencional. Sin embargo, la frase puede· aceIltuar el carácter de don que tienen las leyes o los mandllmientos (H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, sobre 3, 21); lo mismo se aplica a la combinación, nada usual: Dta1ti]xl'jv biDWf-tL (Hech 7, 8; J. Behm: ThWNT 11, 127). Las siguientes c()rtbinaciones no son formularias por naturaleza: XA.i]QOlJ<; 6iDWf-tL (Hech 1, 26), O'w'tl'jQiav

971 6LOúJfU (Hech 7, 25) Y fAEO~ OLOúJ¡..tL (2 Tim 1, 16; cf. v. 18); igualmente ¡..tEtávmav OLOúJ¡..tL (Hech 11, 18; 2 Tim 2,25), que es posiblemente una forma abreviada de tó:n:ov ¡..tEtaVOLa~ OLOúJ¡..tL.

3. Al campo léxico de OíbúJ¡..tL pertenecen principalmente attéúJ, Aa¡..t~ávúJ, oéxo¡..taL, fX úJ y aLQúJ. A veces surgen pares fijos de palabras con contenido específico. La que más llama la atención es la de «tomar y dar» en las comidas que Jesús celebra (Mc 6, 41 par.; 8,6 par.; 14,22 par. 23 par.; Jn 6, 11; 13,26; 21, 13), sobre todo en las palabras pronunciadas sobre el pan eucarístico (falta en Lc 22, 20; 1 Cor 11, 22-25; cf. la referencia a los «peces» en Mc 8, 6 Yla elección de las palabras en Lc 6, 4; H. Schürmann, Lukasevangelium I [HThK], 303). Este par de palabras aparece también en otras partes, a veces con carácter sentencioso (Mt 10, 8; Hech 20,35), como en aquella frase paradójica: «Al que tiene, se le dará» (Mc 4, 25 par. y passim), que está en contradicción con lo que sucede normalmente (como en Hech 3, 6 ó Jn 5, 26; Rom 12, 6). Juntamente con attéúJ, el verbo OLOúJ¡..tL tiene un lugar fijo en el lenguaje de la oración (Mt 7,7.11 par.; Jn 11,22; 15, 16; 16,23; Sant 1, 5; cf. Mt 5, 42 par.; en un contexto distinto el par de términos aparece únicamente en Mc 6, 22 Y suena como a una blasfemia); pero el número de pasajes en los que se usa btOúJ¡..tL en relación con las peticiones de la oración no es muy elevado (cf. además Mt 6, 11 par.; Hech 4,29). 4. A Dios se le menciona directamente como dador en 104 pasajes, de los que 42 se hallan en el evangelio y las cartas de Juan, y 19 corresponden a Hechos, apareciendo la expresión unas 29 veces en el Corpus paulinum (de ellas 11 en las Cartas 1/2 a los Corintios) y tan sólo 7 veces en los Sinópticos (pero no en Marcos). Sin embargo, la acción de Dios de dar se enuncia indirectamente en la mayoría de las 73 formulaciones absolutas (o01'híOEtaL, MootaL, EOófh], etc.) que se hallan distribuidas de manera diferente: 22 ejemplos en el Apocalipsis, 11 en Mateo, 8 en Lucas, 5

972 cada vez en Marcos, 1 Corintios y Efesios, y apenas se encuentran en Juan, Hechos y en las cartas tardías. Esta manera de hablar procede del judaísmo (pasivo divino); es especialmente preferida por la apocalíptica, donde designa casi siempre la concesión de autoridad (por ejemplo, Ap 6, 4.8) ó los símbolos que acompañan a la autoridad (por ejemplo, 6, 2.11). Con frecuencia, Aquel que dirige los acontecimientos permanece misteriosamente en el fondo (por ejemplo, 13, 5ss). La formulación puede pulirse de tal manera que se acerque, por ejemplo, al «me ha sido dado» o simplemente al «yo poseo» (posiblemente incluso en Lc 4, 6b; Popkes, 59ss, 137). En otros contextos el pasivo divino acentúa la garantía divina del don (así ocurre en las palabras sapienciales y proféticas de Mt 7, 7 par.; Mc 4, 25 par.; Dalman, Worte, 184,383); Pablo da a todo esto un enfoque cristológico (1 Cor 1,4; Gál 3, 22; de manera parecida en Ef 4, 7; 2 Tim 1,9). 5. Jesucristo es el dador en 68 casos: en Juan 26 veces, en Apocalipsis 12, de 7 a 8 veces en cada uno de los Sinópticos, raras veces en las Cartas y ninguna vez en Hechos. El tema y la formulación se hallan en buena medida estereotipados: en los Sinópticos se asocia con el mandato dado a los discípulos (Mc 6, 7 par.; Mt 16, 19; Mc 10, 37.40 par.); «él tomó y dio», cuando Jesús celebra una comida (-> 3); en la entrega que Jesús hace de sí mismo (Mc 10,45 par.; cf. Gál 1,4; 1 Tim 2,6: Tit 2, 14); en el Apocalipsis, se asocia con las sentencias del vencedor; acerca de' Juan -> 8. 6. El Pneuma por lo general es don (dador únicamente en Hech 2, 4; mediador en 1 Cor 12, 8). Juntamente con XáQL~ y ESouoLa se cuenta entre los dones más importantes para el cristianismo primitivo. El don del Espíritu (hecho, en la mayoría de los casos, a la comunidad) lo mencionan los Hechos, las Cartas pau1inas y la Carta primera de Juan (por lo demás, sólo aparece en Jn 3, 34 y en la blasfemia de la que se habla en Ap 13, 15). El don de la XáQL~ (a menudo para el que ha recibido un encargo especial, por ejemplo en Rom 12,

973 3) se menciona en casi todas las cartas (por lo demás, únicamente en Hech 7, 10; xáQLo¡..ta en 1 Tim 4, 14). El círculo de los que reciben la EsouoLa es bastante amplio: Jesús (por ejemplo, Mc 11,28 par.), los creyentes (Mc 6, 7 par.; Jn 1, 12; 2 Cor 10, 8. etc.), pero también Pilato (Jn 19, 11) y hasta los poderes de la destrucción (Ap 6, 8, etc.). Además, el NT conoce gran abundancia de otros dones, entre ellos el conocimiento (Mc 4, 11 par., etc.), la ~aoLAEia (Mt 21, 43; Lc 12, 32), los signos milagrosos (Mc 8, 12 par.; Hech 14, 3), la confianza (Hech 4, 29), la concordia (Rom 15, 5), (las palabras de) sabiduría (1 Cor 12, 8; Hech 7,10; Ef 1,17; Sant 1,5; 2 Pe 3,15), el celo (2 Cor 8, 16), el consuelo (2 Tes 2, 16), la misericordia (2 Tim 1,16.18). De ordinario son «dones buenos» (cf. Sant 1, 17) que se conceden a las personas para que vivan en salvación y para el servicio consagrado; pero a veces son también dones dolorosos (2 Cor 12,7; Ap 16,6.19). 7. La manera de hablar en Marcos y en Mateo difícilmente muestra aspectos insólitos o tonos de fondo. Una excepción es, además de «él tomó y dio» (-> 5), la palabra acerca de que Jesús hizo entrega de su propia vida (Mc 10,45 par.). Muestra la influencia de la teología de la Cena del Señor, la recepción de Isaías 53, las ideas acerca de la expiación y la tradición de los mártires, en todo lo cual los pormenores, la procedencia (¿Jesús?, ¿la comunidad aramea o griega?) y el sentido de los enunciados (expiación, acción sustitutoria en favor o en lugar de los muchos / de todos) son cuestiones discutidas (cf. R. Pesch, Markusevangelium [HThK], sub loco). Esta palabra sigue viviendo en 1 Tim 2, 6 y Tit 2, 14; formulaciones afines aparecen en Lc 22, 19; Jn 6, 51s. La Cena del Señor debió de fomentar y plasmar estos enunciados -como Sitz im Leben (o «situación vital»)- de los mismos (-> :n:aQaOLOúJ¡..tL); el acento varía entre «sacrificar» (la vida) y «dar» (Jesús se da a sí mismo, simbólicamente en el «elemento»). Lucas muestra por formulaciones con btOúJ¡..tL una preferencia mayor de la que se encuentra generalmente en los Sinópticos. Tal

974 vez imita el estilo de la LXX, y con toda seguridad acentúa el carácter de don que tiene la acción de Dios (por ejemplo, Hech 4, 12.29; 5; 31; 7, 8), en todo lo cual muestra una tendencia a espiritualizar el contenido (Lc 11, 13 par. Mt 7, 11). Un rasgo notable en la mayoría de las cartas es el uso variado que se hace del sujeto del verbo. A menudo se habla de que Dios es el dador, y a Cristo se le menciona raras veces a este respecto. Incluso la acción humana de dar no aparece a menudo, y cuando lo hace, es casi siempre en expresiones hechas (como en Rom 4,20; 14, 12). Santiago muestra especial interés en la acción de dar. En Sant 1, 5.17, con ayuda de sentencias sapienciales, se trata del tema de la acción divina de dar (Dios da de buena gana y da únicamente cosas buenas). Yen Sant 2, 16 se habla de que unas personas den a otras. Las referencias que hay en el Apocalipsis son muy estereotipadas, principalmente en lo que respecta a la acción de dar que tiene por sujeto a Dios (pasivo apocalíptico) y a Cristo (Ap 2, 7, etc.). De esta manera el Apocalipsis acentúa: lo que viene a continuación se halla establecido irrevocablemente. Juntamente con esto, el Apocalipsis emplea frases hechas (11, 13.18; 16,6, etc.), entre ellas entregar (11,2) Y «otorgar (autoridad)>> (11, 3; semitizante: H. Kraft, Offenbarung [HNT], sub loco.) 8. 6LOúJ¡..tL adquiere una marcada cualificación teológica en Juan (evangelio y cartas). Encontramos un uso completamente profano tan sólo en algunas expresiones convencionales (como en Jn 1, 22; 18, 22). Con más frecuencia, los enunciados son ambiguos y enigmáticos (por ejemplo, en 4, 7ss). Dar es un aspecto de la actividad divina. Es una acción que procede de Dios (unas 42 veces como sujeto) por medio de Cristo (receptor en 28 de los 42 casos; dador 26 veces) y tiene como destino a los hombres. El Padre da «todo» al Hijo (3, 35, etc.); el Hijo acerca la realidad divina al mundo, especialmente en lo que respecta a la «vida» (Jn 4 y 6) Y a la bóSa (Jn 17; el verbo aparece frecuentemente en estos

976

975 capítulos), pero también a la X.QLcr.L? (5, 22.27). El don por excelencia es el HIJO (3, 16). El hombre depende totalmente del don de Dios (3, 27); el mundo no tiene nada real que dar (4, 7.10; 14, 27). Tan sólo los adversarios de Jesús exigen que se dé a Dios (9, 24); hasta lo que da Moisés se halla entre dos luces (1, 17; 6, 32; 7,19.22). CL(')(OIlL es una expresión joánica de la sola gratia. W. Popkes

bLEyEÍ,ºffi diegeiro despertar* Dícese del despertar a alguien que duerme: Lc 8, 24a par. Mc 4, 38 Textus Receptus. En la voz pasiva significa despertarse: Mt 1, 24 v.l.; Mc 4, 39 par. Lc 8, 24c; dícese de las aguas del lago que fueron agitadas ~or ~l viento: Jn 6, 18. Además se usa en sentIdo fIgurado: «mantener despierto, avivar en el recuerdo (ev v:nOIlVf]crEL)>> (2 Pe 1, 13; 3, 1). -> eYElQw 1.

bLEV3uJtÉo"uU dienthymeomai meditar, reflexionar* Hech 10, 19: Pedro meditaba sobre lo que había visto.

bLÉ;obo;, ou, Í) diexodos salida, punto final* En Mt 22, 9 las CLÉl;oCOL 'toov óboov no son las «encrucijadas de los caminos», sino los «finales de las travesías urbanas» donde éstas desembocan en los caminos rurales. ThWNT V,112s.

bLEºJtllVEu'tÍ);, olí, Ó diermeneutes intérprete, traductor -> EQIly\veúw.

bLɺxoJtaL dierchomai atravesar, a1canzar* Bibl.: U. Busse, Die Wunder des Propheten Jesus, Stuttgart 1977,113 nota 1, 199, 319, 3~3s n~~a.2; H. Conzelmann, Der erste Korintherbnef, Gottmgen 1969,355; G. Delling, Die Jesusgeschichte in der Ver-

kündigung nach Acta: NTS 19 (1972- I?7?) 373;1~~~' 378 nota 12; E. Haenchen, Die Apg, Gottmgen . .' 291 nota 1; M. Krenkel, Josephus und Lukas, Lelpzlg 1894, 107; H. Ljungvik, Studien zur Sprache der apokryphen Apostelgeschichten, Up~sala 1?26, 80-84; F. Luciani, Camminare davantl a DIO (H). Aevum 47 (1973) 468-476, sobre todo 470s: A. Suhl, Pa~lus und seine Briefe, Gütersloh 1975,248, 373; J. Welss, Der erste Korintherbrief, Gottingen 1910, 250, 382s; H. Windisch, Der Hebraerbrief, Tübingen 1931, 37.

1. El verbo compuesto (del verbo simple EQXOllaL, «ir») aparece 42 veces en el NT (Mt 12,43 par. Lc 11,24 [Q]; Mc 4, 35 par. Lc 8, 22; Mc 10, 25; Lc 2, 15.35; 4, 30; 5, 15; 9, 6; 17,11; 19, 1.4; Hech 8, 4.40; 9, 32.38; 10,38; 11, 19.22; 12, 10; 13,6.14; 14,24; 15,3.41; 16,6; 17,23; 18,23.27; 19, 1.21; 20, 2.25; Jn 4,4.15; Rom 5,12; 1 Cor 10,1; 16,5 [bis]; 2 Cor 1, 16; Heb 4, 14). Las variantes textuales con CLÉQXOllaL en Mt 19, 24 (S Koiné S, también GNT) y Jn 8, 59 (Koiné) se han asimilado secundariamente a textos ya existentes (Mt 19, 24 =Mc 10,25; Jn 8, 59 =Lc 4, 3?). Puesto que el prefijo CLU- expresa no solo la idea de «a través de» sino también la de «compleción», el contexto determinará la traducción exacta en cada caso. El verbo en unión con la preposición €w~ (Lc 2, 15; Hech 8,40; 9, 38; 11, 19) puede traducirse por «ir hasta ... »; con la preposición CLá (Mc 10, 25; Lc 4, 30; 11,24 par. Mt 12,43; 17, 11; Hech 9,23; Jn 4,4; 1 Cor 10, 1; 2 Cor 1, 16) significa «ir (o pasar) a través de»; con d~ (Mc 4, 35 par. Lc 8, 22; Hech 18, 27; Rom 5, 12), «llegar a» (cf. Josefo, Ant XIV, 414; XVI 129, etc.); con x.u'tá (Lc 9, 6), «ir de un lugar a otro»; con a:nó (Hech 13, 14), «continuar el camino desde alguna parte». Siel verbo lleva en acusativo un nombre de lugar o de región (Lc 19, 1; Hech 13, 6; 15,3.41; 16,6; 18,23; 1 Cor 16, 5; Heb 4, 14), entonces puede traducirse por «caminar (o pasar) a través de». En Lc 2, 35 debe traducirse también en sentido local (<
978

977 griega (Tucídides VI,46, 5; Jenofonte, An 1, 4, 7; Sófocles, Ai 978; Platón, Ep VII, 329c; Josefo, Vita 182; cf. An VIII, 171; XIX, 62), el verbo en conexión con un AÓYO~ absoluto puede traducirse por «difundirse». 2. Es notable el uso frecuente del verbo en los escritos de Lucas (31 veces). Según Hech 10, 38, el verbo es el término técnico para designar la actividad misionera de Jesús en el país de los judíos. Se usa también referido a la actividad de los apóstoles (Lc 9, 6) y misioneros (Hech 20, 25). Lucas presenta la actividad de Jesús como una misión principalmente urbana (Lc 4, 14.31.44; 5, 12), a lo cual se ajustan también los apóstoles y misioneros en la situación post-pascual. El verbo pertenece a la terminología lucana del «camino», juntamente con cLu:nOQeúOllaL, cLOceúw, CLU~Ut­ vw y cLu:neQáw. En Heb 4, 14, se describe un viaje celestial como parte esencial del ministerio de Cristo en cuanto Sumo Sacerdote (cf. TestLev 2-5; ApBar [gr] lss; 2 Cor 12, 2), el cual no es sólo un viaje al cielo, sino también un viaje a través del cielo. - En 1 Cor 10, 1s Pablo hace referencia a Ex 14, 21s e interpreta tipológicamente el suceso de aquel entonces como un acontecimiento bautismal. - Para la cronología de los viajes misioneros de Pablo, es importante que en 1 Cor 16, 5 no se piensa en un viaje de inspección por Macedonia (en contra de lo que piensa WeiB), sino de un viaje misionero del cual Pablo quiere regresar a Corinto. El proyecta pasar el invierno en Corinto, porque hay en esta ciudad muchos problemas relativos a la comunidad, que no pueden resolverse en poco tiempo.

U. Busse

bLEºffi'tÚffi dierotao enterarse preguntando* En Hech 10, 17 dícese de los emisarios de Comelio que preguntaron por la casa de Simón.

bLUÍ);, 2 dietes dos años (de edad)* Mt 2, 16: «(Herodes) mandó matar a todos los niños varones ... de dos años para abajo (a:no CLe'tOij~ x.ui x.u'tw'tÉQw)>>.

a;, Í) dietia período de dos años* Hech 24, 27: «trascurridos dos años»; 28, 30: «se quedó ... por dos años enteros (CLe'tLUV OAl]V)>>. bLUta,

bLllyÉ0JtaL diegeomai contar, relatar* 1. Aparición del término en el NT - 2. Significados y combinaciones de palabras - 3. 1íL~YfJ(Jl~.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; Liddell-Scott, s. v.

1. El verbo CLl]yÉOllaL aparece 10 veces en el NT: 2 veces en Marcos (5, 16; 9, 9), 7 en Lucas (8, 39; 9, 10; Hech 8, 33; 9, 27; 12, 17; 16, 10.40; Hech 16 aunque sólo en el Texto Occidental D, que es secundario) y 1 vez en Hebreos (11, 32). Puesto que CLl]yÉOllaL en Hech 8, 33 aparece en una cita de la LXX de Is 53, 8, el genuino número de testimonios de este verbo en el NT se reduce a 7. De los 4 testimonios que hay en los Padres apostólicos (1 Clem 16, 8; 27, 7; 35, 7; Diogn 11, 2 [aquí «relatar», «exponer didácticamente o como una revelación»], los tres primeros se hallan igualmente en citas de la LXX, en la cual el verbo se encuentra más de 60 veces. En la literatura clásica griega, CLl]yÉO¡.taL se halla atestiguado desde Heráclito; los papiros y los escritores como Polibio, Filón y Josefo documentan el uso de este verbo en la Koiné (Preisigke, Worterbuch 1, 377; IV, 585; Supplement I 75; A. Mauersberger, Polybios-Lexikon 1, Berlin 1966, 541s; G. Mayer, Index Philoneus, Berlin 1974, 78; K. H. Rengstorf, A Complete Concordance to Josephus 1, Leiden 1973,498). 2. En el NT CLy\yÉOllaL tiene casi siempre el significado de informar a alguien (nvL) de un acontecimiento narrándoselo: dícese de los milagros de Jesús (Mc 5, 16; Lc 8, 39), de su Trasfiguración (Mc 9, 9), de los hechos (milagrosos [Lc 9, 6!]) de los discípulos (Lc

980

979 9, 10), de los milagros de liberación (Hech 12, 17; 16,40 D), de la conversión de Pablo (Hech 9, 27) Y de la visión que éste tuvo en sueños (Hech 16, 10 D). El tema del relato aparece, al igual que en el resto de la literatura griega, como objeto en acusativo (Hech 16, 10 D) o como una oración de relativo o una interrogativa indirecta introducidas por a, o<Ja o JtW¡;. No siempre se menciona la persona a quien se hace el relato (Lc 8, 39; Hech 16,40 D). Es sorprendente que aquí los sucesos que se distinguen por su carácter milagroso sean los únicos temas de relato. En contraste con esto, ()l'l']yÉOf-taL significa en Heb 11, 32: narrar acerca de alguien (JtEQL 'tLVO¡;), aquí acerca de los héroes y profetas del AT. La acción de narrar tiene aquí como objeto -en forma de una serie paradigmática de figuras importantes para la historia de la fe- el ámbito histórico, un ámbito que se halla también asociado frecuentemente con el verbo ()L'I']yÉOf-taL fuera de los escritos del NT (por ejemplo, en Polibio y Josefa).

cas hace de 0111y'l']<Jl¡; se escuche una referencia a EXOl'l']yií'tal de Hab 1, 5 (H. Schürmann, Evangelienschrift und kirchliche Unterweisung, en: Das Lukasevangelium, Darmstadt 1974, por el empleo semántico que tiene ()l~y'l']<Jl¡; como término técnico de la historiografía helenística. E. Plümacher

3. La historia como tema de la narración aparece, desde luego, en el horizonte del proemio de Lucas, cuando en él se emplea el sustantivo c'itt1YlJOt;* (1, 1; hapax legomenon en el NT, pero que aparece 12 veces en la LXX). Lucas anuncia en él que su intención es ofrecer una exposición histórica «de los sucesos que han acaecido (o: se han cumplido) entre nosotros» (JtEQL 'twv JtEJtA'I']QOepOQ'I']f-tÉvwv EV ~f-tLV JtQayf-tá'twv), como las exposiciones que habían ofrecido ya sus predecesores. Evidentemente, este anuncio que se hace en Lc 1, 1-4 está plasmado según el marco conceptual de la historiografía helenística; Dionisio de Halicarnaso, por ejemplo, emplea las mismas palabras, cuando en el proemio de su Historia de Roma promete aclarar por su parte «sobre qué acontecimientos va a componer él un relato histórico» (1 7, 4 JtEQL 'tLVWV JtOlOUf-tal JtQayf-tá'twv 'tl]V Ol'Ií y'l'] <JlV; cf. también Polibio III 4, 1; Diodoro Sículo XI 20,21; 2 Mac 2, 24, 32; Josefa, Bell VII, 42; Ant XX, 157; W. C;. van Unnik, Once more Sto Luke's Prologue: Neotestamentica 7 [1973] 726). Es poco probable que en el uso que Lu-

btixvio,..,at diikneomai penetrar*

bt1]'Y1](Jt;, Ero;,

tl

diegegesis narración,

relato --+ ()l'l']yÉOf-taL 3.

bt1]VEX1];, 2 dienekes

ininterrumpido* Heb 7, 3; 10, 1.12.14, en la expresión: d¡; 'to ()l'l']VEXÉ¡;, para siempre.

btitáAa(J(TO;, 2 dithalassos

banco de arena (?)* En Hech 27, 41 'tóJtO¡; ()l-fráAa<J<JO¡; es seguramente un banco de arena que se extendía delante de la costa; A. Breusing, Die Nautik der Alten, Bremen 1886, 202.

En Heb 4, 12 dícese de los efectos de la palabra de Dios: <
bit(J't1],..,t diistemi

apartarse* Lc 24,51: Jesús se apartó de los discípulos. En 22, 59 dícese del tiempo: «y pasada como una hora». En Hech 27, 28 encontramos en sentido transitivo la expresión~Qaxu Dla<J't~<Jav'tE¡;, después de alejarse un poco más. btt(JX\JQí,~o,..,aL diischyrizomai afirmar

rotundamente * En Lc 22,59 (a diferencia de Marcos) dícese de la afirmación insistente acerca de Pedro. En Hech 12, 15, la muchacha insiste en que Pedro está a la puerta.

a;, tl dikaiokrisia juicio justo* En Rom 2, 5 dícese del día «de la revelación del juicio justo de Dios»; cf. 2 Tes 1, 5 blXaLOXQt(Jí,a,

981

OLxmoXQLa(a - O(xmo~

v.l., y también Sib I1I, 704 (Dios es OlXaLOXQL't'l']¡;). ThWNT 11, 228s.

bbeaLo;, 3 dikaios justo, (el) justo OLXaLW¡; dikaios (adv.) justamente, con justicia* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial - a) olxaw<; referido al hombre - b) referido a Dios - c) en relación con Jesús.

Bibl.: H. Dechent, Der «Gerechte» - eine Bezeichnung für den Messias: ThStKr lOO (1927-1928) 439443; D. Hill, L'<.IKAIOI as a Quasi-Technícal Term: NTS II (1964-1965) 296-302; Id., Greek Words and Hebrew Meanings, Cambridge 1967, 82-162; K. Koch, ,ydq. Ser fiel a la comunidad / ser saludable: DTMAT n, 639-668; R. Mach, Der Zaddik im Talmud und Midrasch, Leiden 1957; F. V. Reiterer, Gerechtigkeit als Heil. ~dq bei Deuterojesaja, Graz 1976; L. Ruppert, Der leidende Gerechte (FzB 5), Würzburg 1972, s.v. en el índice analítico; Id., lesus als der leidende Gerechte? (SBS 59), Stuttgart 1972; G. Schrenk, olxmo<;, en ThWNT n, 184-193; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit. Untersuchungen zur Theologíe des Matthdus (FRLANT 82), Gtittingen '1966, s. v. en el índice analítico;; J. A. Ziesler, The Meaníng of Ríghteousness in Paul (SNTS Mon 20), Cambridge 1972, sobre todo 22-36, 79-85, 136-141. Cf. más bibliografía en Olxawoúvr¡, Olxmów.

1. El adjetivo DLXaLO¡; aparece 79 veces en el NT, de las que 17 corresponden a Mateo, 11 a Lucas (+ 6 en Hechos) y 10 a las cartas paulinas auténticas (7 veces en Romanos, 1 en Gálatas, 2 en Filipenses). Hay que señalar un uso bastante frecuente en 1 Juan (6 veces), Apocalipsis (5) y 2 Pedro (4). El adverbio aparece en total 5 veces: Lc 23, 41; 1 Cor 15, 34; 1 Tes 2, 10; Tit 2, 12; 1 Pe 2, 23. 2. El adjetivo OLXaLO¡; se usa ampliamente en. la LXX para traducir el hebreo ~addfq «<Justo»; cf., a propósito, Hill, Greek Words, 104-110; Ziesler, 64-67), que con excepción de Dt 4, 8 (donde se habla de la ley de Dios: ()lXaLWf-ta'ta xaL xQLf-ta'ta) siempre se refiere a personas, sean seres humanos o Dios. En el NT lo que se describe por medio del adjetivo calificativo son también principalmente los seres humanos o Dios. Entre las cosas a las que se aplica este adjetivo se halla principal-

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mente XQL<Jl¡; (Jn 5, 30; 7, 24; 2 Tes 1, 5; en plural en Ap 16, 7; 19,2), Y en casos aislados alf-ta (Mt 23, 35; 27, 4 v.l.), EV'tOA~ (Rom 7, 12), EQya (l Jn 3, 12), MOL (Ap 15, 3) y ,\¡,.uX~ (2 Pe 2, 8). Cuando se refiere a hombres, ()LXaLO¡; significa justo, sobre todo en el sentido de 1addfq, es decir, de una persona que, en cuanto al derecho y las costumbres, responde a las exigencias de sus congéneres y a los mandamientos divinos, y que actúa según estos criterios (cf. Bauer, W6rterbuch, S.V. 1). De Dios se dice que es OLXalO¡;, refiriéndose sobre todo a su actividad como juez. El neutro ()LXUlOV designa lo que es debido o debe realizarse según las exigencias del derecho. Se usa principalmente para referirse a lo que Dios exige, a lo que es ()LXalOV JtaQu -frag (2 Tes 1, 6) Ó EVWJtlOV 'tOU -frwu (Hech 4, 19); otros lugares donde aparece el neutro ('to) ()LXUlOV son: Mt 20, 4; 20, 7 v.l.; Lc 12, 57; Ef 6, 1; Flp 1,7; Col 4, 1; 2 Pe 1, 13. a) 6LXalO¡; se predica principalmente de hombres. Encontramos frecuentemente el plural (oL) ()LXUlOl: Mc 2, 17 (concepto contrapuesto a áf-taQ'twAoL) par. Mt 9, l3 / Lc 5, 32; Mt 5, 45 (concepto contrapuesto a aOlxOl); l3, 17 Gunto a JtQoepií'taL); 13, 43 (dícese de los que subsistirán en el juicio final); l3, 49 (concepto contrapuesto a JtOV'I']QOL); 23, 29 Gunto a JtQOepií'tUl); 25, 37.46 (de los «justos» en el juicio universal); Lc 1, 17 (concepto contrapuesto a UJtEl-frEL¡;); 14, 14 (<<en la resurrección de los justos»); 15, 7 (noventa y nueve justos por contraste con un solo «pecado!»); Hech 24, 15 (<
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983 (Hill, i1IKAIOI, 302). Cuando Mateo aplica el adjetivo a cristianos (10, 41; 13,49), lo hace en relación íntima con su «concepto teológico orientador» --+ 6LXaLOO'ÚV'I1 (5). El adjetivo se atribuye a las siguientes personas concretas Ca Jesús --+ c): José (Mt, 1, 19; 6txaLoe; wv tiene quizás sentido concesivo: «aunque era justo», --+ 'IffioÍ]ep 4), Abel (23, 35 y Heb 11, 4), Juan el Bautista (Mc 6, 20; aV~Q 6txaLoC; xaL aYLOe;), Zacarías e Isabel (Lc 1, 6), Simeón (2, 25), José de Arimatea (23, 50; aV~Q aya'froe; xaL MXaLoe;, --+ 'IffioÍ]ep 6), Cornelio (Hech 10, 22; aV~Q MXaLoe; xaL epO~O'ÚIlEVOe; 'tov 'frEÓV), Lot (2 Pe 2, 7). Como un requisito que el episkopos debe satisfacer, se halla el adjetivo 6txaLoe; junto a amoe; en Tit 1, 8. La cita de Hab 2, 4 LXX Ó (68) 6txaLoe; EX :rdO'tE
bien como la indicación de una finalidad, el pasaje afirma que Dios se muestra como el Justo por excelencia en el sacrificio expiatorio de la muerte de Jesús. 1 Jn 1, 9 llama a Dios«fiel y justo, de tal manera que nos perdona los pecados». c) En el NT, a Jesús se le llama 6lXatOe;, refiriéndose sobre todo a su Pasión. Esta manera de hablar no la emplean sólo enunciados (redaccionales) tardíos como Mt 27, 19 (27, 24 v.l.); Lc 23, 47, que caracterizan más bien a Jesús, en sentido moral, como el que ha sido condenado injustamente, sino que la encontramos también en fórmulas que aparecen en el libro de Hechos y que han sido determinadas por una terminología cristológica más antigua: 3, 14: (<<el Santo y Justo»); 7, 52 (<
Lucas recogió la designación (judía o) cristiano-primitiva de «el Justo» y designó con ella a Jesús como el Mesías (Ruppert, Jesus, 47s). 1 Jn 2, 29 Y 3, 7 enuncian la exigencia de hacer la <<justicia» y la deducen de la relación con Jesús el justo. En 1 Jn 2, 1 se describe a Jesús el justo como :naQáXA'I1'tOe;. 1 Pe 3, 8 utiliza la idea de la representación vicaria para decirnos que Jesús murió como 6txatoC; 'Ú:n8Q aMxffiv. En la misma línea que los enunciados acerca del Juez divino (--+ b) se halla 2 Tim 4, 8: el Kyrios (Jesús, cf. el v. 1) es el «Juez justo». G. Schneider

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lhx
()LXaLOa'Úvr¡

dikaiosyne justicia*

1. Aparición del término en el NT - 2. Significado fundamental - 3. En Pablo - 4. oLxmo(Júv1j {}EOií en Pablo - 5. En Mateo - 6. En los demás escritos del NT.

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1. El sustantivo 6LXatOO'ÚV'I1 aparece en el NT 91 veces, y de ellas 57 veces en los escritos paulinos, de las cuales 33 se encuentran en la Carta a los romanos. 6LXatOO'ÚV'I1 es una de las «palabras preferidas» en las cartas paulinas. El término representa en ellas un concepto guía de primer rango, de tal manera que habrá que examinar si el lenguaje paulino ha influido también, y hasta qué punto lo ha hecho, en la aparición del término en los escritos posteriores del NT (--+ esp. 6). Es digno de tenerse en cuenta el hecho de que el término, además de aparecer en Pablo, e independientemente de él, aparezca también en Mateo: 7 veces, además de las 17 que encontramos el adjetivo 6txatoe;. Es también importante el uso del término en las Pastorales (5 veces), en Santiago (3 veces junto a otras 3 veces 6LXatoiív y 2 6(xatoe;) y en la Carta primera de Juan (3 veces junto a las 6 que aparece el adjetivo). 2. El significado de 6LXaLOO'ÚV'I1 corresponde al uso que se hace de este término en la lengua griega. En el NT justicia adquiere su sentido concreto dentro de diversos contextos. El sentido vétero-testamentario y judío de «don de la salvación» (Cremer-Kogel, 311) compite con el sentido griego de <<justicia, legalidad, rectitud ... , recta condición, especialmente igualdad» (Passow 1, 688), jusHcia en el sentido de iustitia distributiva, 6PWLOO'ÚV'I1 como una aQE'tÍ], En varios pas¡ijes, ambos ramales influyen en la historia ejel significado de 6LXatOa'ÚV'I1 en el NT. Ahora bien, en la mayoría de los pasajes del NT, el significado del término se halla deter-

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minado por la historia del concepto en el AT y en el judaísmo. Varias veces se hace referencia explícita al uso del término en el AT griego, por ejemplo, a Gén 15, 6 en Rom 4, 3-22: Gál 3,6, Y Sant 2,23; al Sal 111,9 en 2 Cor 9, 9; al Sal 44, 8 LXX en Heb 1, 9. Además, el uso de
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to obrar de los hombres encuentra su «norma» en la conducta justa de Dios. Así, pues, CLXULOOÚV'Y), en la combinación CLXaLOOÚV'Y) {}wu, se convierte especialmente en Pablo (---+ 4) en la expresión de la unidad existente entre la acción escatológica de Dios de juzgar y de salvar. De otra manera se concibe la conducta de la justicia divina en 2 Pe 1, 1: La <<justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo», que representa el fundamento para la «fe igualmente preciosa» de los judeocristianos y de los cristianos gentiles, debe entenderse aquí manifiestamente como un atributo de Dios, por el cual él «distribuye a todos lo mismo» (K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe [HThK], 185). Este significado, que corresponde a la idea griega de la virtud, debe distinguirse exactamente del significado fundamental que se deriva de la historia véterotestamentaria y judía del concepto. El concepto neotestamentario de CLXaLOoúv'Y) adquiere cierta dilucidación en varios pasajes por su yuxtaposición con conceptos opuestos y con conceptos paralelos. Los primeros son (aoÉ~ELu y) aCLxLu (Rom 1, 17s; 3, 5; 6, 13, cf. 4, 5; 5, 6s; Ap 22, 11), ál-luQ-du (y {}ávuto~) (Rom 6, 16.18.20), (axu{}UQOLU y) aVOI-lLU (Rom 6, 19; 2 Cor 6, 14; Heb 1, 9 = Sal 44, 8 LXX). Como conceptos paralelos de CLXaLOOÚV'Y) encontramos ~UOL­ Adu (tOU {}wu) (Mt 6, 33), ÓOLÓt'Y)~ (Le 1,75; Ef 4, 24), EyxQátELU (Hech 24, 25), dQlÍv'Y) y XUQá (Rom 14, 7), OO<jlLU y áyLUOI-lÓ~ (l Cor 1, 30), ayu{}woúv'Y) y aAlÍ{}ELu (Ef 5, 9), EUOÉ~ELU, :rtLOtL~, ayáJt'Y), 'ÚJtOl-lovlÍ, JtQuiiJtá{}ELU (1 Tim 6, 11, cf. 2 Tim 2, 22). En la visión de conjunto se confirma la hipótesis de una doble dimensión del uso neotestamentario del término CLXaLO-Oúv'Y): como concepto clave en teología y soteriología y como expresión de la conducta moralmente recta del hombre. 3. Para Pablo el concepto de CLXaLOOÚV'Y) se halla en relación íntima con el acontecimiento central de la salvación, que tiene su lugar histórico en la muerte y la resurrección de Jesús. En conformidad con la tradición ve-

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OLXULOOÚVr¡

tero testamentaria y judía, él ve en la justicia no sólo un atributo moral de Dios y/o del hombre, sino que, con referencia al hombre, es un elemento esencial que hace que el hombre sea enteramente lo que debe ser en relación con Dios y con los hombres. Tal «rectitud» es capaz Pablo de afirmarla ahora -en virtud del conocimiento que le ha sido concedido (Gál 2, 16)- de aquel que que vive su vida «en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (2, 20). Lajusticia, que determina e impregna la vida del cristiano, no se espera ni se produce por la ley y por el cumplimiento de sus preceptos, como se piensa en el judaísmo descrito por Pablo, sino que es un don debido a la entrega de amor que Jesús hizo en su muerte (Gá12, 21). Con esto se ve ya claramente que el concepto de justicia en Pablo tiene que ver más con la soteriología que con la ética. Como concepto soteriológico clave del don de la salvación ofrecida en Cristo, se halla en firme correlación con el concepto de la fe -por un lado- y con el concepto de la ley -por el otro lado-o A la justicia exigida por la ley y fundada en el cumplimiento de la ley, a la CLXaLOOÚV'Y) EV VÓI-lt¡) (Flp 3, 6) ó EX VÓI-lOU (3, 9; Rom 10, 5) ó a la tCLU CLXaLOOÚV'Y) (Rom 10, 3; cf. Flp 3, 9), Pablo contrapone la justicia de la fe, la CLXULOOÚV'Y) EX JtLOtEW~ (Rom 10,6) Ó, según la expresión que encontramos en Flp 3, 9 y que tiene el mismo significado, la «justicia que procede de Dios», ti]v EX {}wu CLXaLOoÚv'Y)v. La <<justicia por la fe» quiere decir: Dios crea justicia, no por el viejo camino de la ley, sino a partir de las nuevas posibilidades de la fe, la cual, en vista del acontecimiento que se ha cumplido en el presente, debe definirse como fe en Jesucristo. La ley no puede representar el poder vivificador de Dios (cf. Gál 3, 21). Antes al contrario: por el poder victorioso' de la fe, de la fe determinada por Cristo, la ley ha llegado a su fin, de tal manera que precisamente el final de la ley, que se ha producido Con la obra salvífica de Cristo, hace que la justicia comunicada por medio de la fe aparezca como realidad salvífica universal para judíos y para gentiles: Rom 10, 4.

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Pablo se esfuerza ahora por demostrar, especialmente ante los judíos, que la relación íntima que existe entre la fe y la justicia es conforme a la Escritura, y trata de garantizar así el carácter de la CLXaLOOÚV'Y) como gracia. Según Gén 15, 6, la fe de Abrahán, «nuestro antepasado según la carne» (Rom 4, 1), «le fue contada como justicia» (Gál 3, 6; Rom 4, 3.5.6.9.22). De todo esto hay que deducir: por la fe, no por las obras de la ley, consiguió Abrahán la justicia. De esta manera Abrahán se convierte en ejemplo destacado de la justicia por la fe, y la fe de Abrahán llega a ser el tipo del camino cristiano de la salvación. Corresponde a la proclamación que Pablo hace de la salvación el hecho de que con el concepto de CLXaLOOÚV'Y) se muestre también la dimensión escatológica de la salvación. Por de pronto, la fundamentación de la CLXULOOÚV'Y) concedida gratuitamente al hombre, que se basa en la acción de Dios, y la comunicación de la misma por medio de la fe, nos permiten conocer la básica determinación escatológica del concepto que Pablo tiene de la justicia. Además, Pablo acentúa en Gál 5, 5 el carácter escatológico permanente de la CLXULOOÚV'Y): los creyentes esperan por medio del Espíritu (santo) el don salvífico de la CLXULOOÚV'Y). En esta perspectiva de expectación creyente, la justicia es ysigue siendo, incluso la justicia comunicada ya en la fe, un

objeto de esperanza. La justicia concedida gratuitamente al creyente exige del mismo un total servicio a la justicia: Rom 6, 12-23. El don de la CLXULOoúv'Y) (5, 17) determina en el creyente un «cambio de servicio»; le traslada a una nueva relación de obediencia hacia Dios (6, 13.22) o hacia el don concedido gratuitamente por Dios (6, 18). En una comparación llena de plasticidad, Pablo caracteriza el servicio que los justificados prestan a la justicia como un compromiso y entrega total a la lucha. Por ser los que han muerto al pecado y viven ahora para Dios, los justificados deben emplear a fondo sus miembros como «armas de la justicia» (6, 13; cf. 2 Cor 6, 7). El genitivo CLXaLOoúv'Y)~ no es aquí seguramente un simple ge-

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()LXUWGÚVr¡

nitivo de cualidad, sino que designa sobre todo el fin y la orientación con que hay que emplear a fondo las armas en la lucha: hay que ponerlas al servicio y en pro del poder de la justicia, para que impere su dominio frente al pecado. Hay que tener en cuenta que la justicia concedida gratuitamente bajo las exigencias éticas dirigidas al creyente en Rom 6, no se trasmite evidentemente junto con unajusticia realizada por el hombre. El significado escatológico-soteriológico de la ~>Lxmo­ a'Úvl'l persiste aun allá donde la (>Lxmoa'Úvr¡ se asocia con el imperativo ético. Inversamente, persiste también la expectación de que los cristianos produzcan «fruto» que consiste en la justicia (Flp 1, 11: xUQ:7tOV bLxmoa'Úvr¡~; cf. Rom 14, 17; Ef 5, 9), un fruto que, por cierto, ha llegado a ser posible «por medio de Jesucristo». Entre las diversas combinaciones con bLxmoa'Úvr¡ que encontramos en Pablo, la expresión bLxmoa'Úvr¡ 'frwu tiene un rango teológico especial. Junto a ella podemos mencionar la expresión bLxmoa'Úvr¡ 'tfí~ :7tLa'tEw~ (Rom 4, 11.13) -la <<justicia determinada por la fe», y que, por tanto, no es enteramente sinónima de bLxmoa'Úvr¡ EX o bux :7tLa'tEw~ (9, 30; 10, 6)- así como también las combinaciones de palabras en que bLxuwa'Úvr¡ está en genitivo. Hay que explicar como genitivo epexegético xUQ:7tO~ bLxmoa'Úvr¡~ (Gál 5, 5; cf. supra) y bWQEU bLxmoa'Úvr¡~ (Rom 5, 17). Es un genitivo objetivo el genitivo que aparece en las siguientes expresiones: VÓ!lO~ bLxmoa'Úvr¡~ (Rom 9, 31: la ley que promete y exige justicia), EA:7ti.~ bLxmoa'Úvr¡~ (Gál 5, 5, cf. supra), bLUXOVLU bLxmoa'Úvr¡~ (2 Cor 3, 9; el servicio que es para justicia) y correspondientemente bLáxovo~ bLxuwa'Úvr¡~ (2 Cor 11, 15). Podría haber un genitivo como sujeto en 2 Cor 9, 10: yEVYt!lU'tU 'tfí~ bLXUWa'Úvr¡~. «Con característica limitación del significado del término» (Bauer, Worterbuch, s. v. 2a), bLxmoa'Úvr¡ (con arreglo al Sal 111, 9 LXX) debe entenderse en este versículo como «misericordia», «actividad benefactora». Por tanto, yEVYt!lU'tU 'tfí~ bLxuwa'Úvr¡~ son los «frutos» producidos por la actividad benefactora de los corintios.

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4. En Pablo, el concepto de bLxmoa'Úvr¡ en la combinación bLxmoa'Úvr¡ 'frwu se convierte en una expresión que sintetiza su predicación, en una especie de «fórmula kerigmática abreviada». En el evangelio que él proclama por la vocación recibida de Dios, se revela la justicia de Dios (Rom 1, 17; 3, 21s). Evidentemente, este concepto era ya bien conocido en el judeocristianismo, antes de Pablo, como expresión del acontecimiento salvífico, según sugieren los análisis de crítica textual que se han hecho de los textos de 2 Cor 5,21 y Rom 3, 25s. Es fundamental para la comprensión del concepto el uso que de él se hace en el AT y en el judaísmo. Fue un concepto comunicado y fomentado por la predicación cristiana más antigua, y que Pablo recoge, pero dando al mismo tiempo a la expresión bLxmoa'Úvr¡ 'frwu su propia impronta teológica y su peso específico. En los escritos del AT la <<justicia de Yahvé» es el comportamiento de Yahvé que se atiene al pacto. En el «pacto», Israel experimenta la justicia de Yahvé como condición de su propia existencia, como la iniciativa de Yahvé consistente en entregarse a su pueblo, una entrega que Dios confirma constantemente mediante la «demostración de su justicia» (en plural: Ijidqót de Yahvé, Jue 5, 11; 1 Sam 12, 7; Sal 103, 6; Miq 6, 5; Dan 9, 16; cf. Is 45, 24 Ypassim). Los salmos ensalzan la justicia de Yahvé (Sal 22, 32; 50, 6;71, 24); esa justicia se demuestra en la asistencia concreta en las necesidades de la vida (Sal 40, 11; 51, 16; 112,9), en la vindicación de los que han sido desposeídos de sus derechos, de los oprimidos y de los pobres (Sal 35, 24: «¡Vindica mi derecho conforme a tu justicia!»; 5, 9; 7, 9; 9, 5). Aquí se muestra también la unidad existente entre la actividad de Dios como Juez y su actividad como Salvador. En el juicio, Dios vindica el derecho de los suyos, les proporciona salvación; y esto incluye la justicia punitiva de Dios. En el Deuteroisaías, la justiciá de Yahvé se convierte en la expresión que engloba el cambio esperado: ese cambio que ha de traer la salvación (Is 45,8; 46, 13; 51, 5.6.8. Una visión de conjunto de la relativa frecuencia con que el término aparece en el AT, nos hace comprender que la expresión <<justicia de Dios» tiene cierta amplitud de significado. Significa la fidelidad de Dios al pacto, sus actos vindicadores de la justicia, el orden de vida que tiene vigencia

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bLXmOGÚvr¡

en el pacto, el espacio vital concedido graciosamente por Dios, su intervención salvadora. La autocomunicación de Yahvé en su «justicia» exige la justicia de Israel ante Yahvé, una conducta recta que sea agradable a Dios, una conducta que excluya toda «impiedad» (Sal 1; 15; 24; 112). El judaísmo posterior al AT conserva la manera de hablar del AT, en parte concordando literalmente con él, como ocurre por ejemplo en Qumrán, donde la <<justicia de Dios» (en singular y en plural) designa el poder salvífico de Dios, que él manifiesta en sus «demostraciones de salvación» en favor de sus «elegidos», borrando los pecados y estableciendo su «pacto» (IQS 1,21; 10,23.25; 11, 3.5.12.14; lQH 7, 19 Y passim). En círculos orientados apocalípticamente, la justicia de Dios se convierte en la expresión del juicio escatológico de Dios con el doble efecto de la salvación y justificación de los que le son fieles y la condenación y retribución punitiva de los <
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iniciativa de la acción de Dios. Pablo hace que la cuestión acerca de Dios preceda a la cuestión acerca de la salvación del hombre; al presupuesto y fundamento teológico-cristológico se le da precedencia sobre el aspecto antropológico-soteriológico del acontecimiento de la justificación. El uso del concepto bLxmoa'Úvr¡ 'frwu presupone, pues, la pregunta: ¿Quién es Dios? El Dios a quien Pablo proclama, es el Dios que en constante fidelidad a sí mismo y a su pueblo, se ha revelado en Jesucristo. Su justicia se ha hecho manifiesta «por medio de la fe en Jesucristo» (Rom 3, 21s). Por tanto, bLxmoa'Úvr¡ 'frwu debe entenderse como genitivo subjetivo y no como genitivo objetivo o como genitivo de origen (según piensan Bultmann y otros) refiriéndose a Flp 3, 9. La <<justicia de Dios» no significa la justicia que el hombre recibe de Dios como suya y que, por tanto, es válida ante Dios, sino que es el derecho de Dios sobre el hombre, el derecho que Dios demuestra en su acción sobre el hombre, declarándole justo. La sección de Rom 3, 21-26, que es especialmente representativa para el mensaje paulino de la justificación, indica claramente la estrecha relación que existe entre el enfoque teológico y la intención soteriológica. Según esto, bLxuwa'Úvr¡ 'frEOU caracteriza a la acción salvífica de Dios como su intervención salvadora y re-creadora en el contexto de perdición en que se hallaba la historia humana bajo el poder del pecado. La justicia de Dios adquiere carácter histórico-escatológico en la persona y en la historia misma de Jesús. Por eso, está referida a la fe en Jesucristo, y por cierto lo está de tal manera, que su revelación se percibe (únicamente) a través de la fe en Cristo, y ella misma se capta y «se apropia» a través precisamente de esa fe. La justicia de Dios no se realiza plenamente como poder salvífico sino por la fe en Jesucristo; adquiere así validez universal en la unidad de judíos y gentiles bajo la gracia de Dios, la cual destruye la injusticia. Esta justicia de Dios que efectúa la salvación por la fe, es rechazada por Israel, porque no reconoce la identidad de la justicia de Dios para judíos y gentiles como la

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OL'ltULOO'ÓV'f]

verdadera fidelidad de Dios a sí mismo y a su pueblo: esa fidelidad que se ha revelado en Jesucristo (Rom 10, 3). La idea de la justicia de Dios no debe interpretarse en Pablo aisladamente, sino tan sólo a partir del contexto de toda la predicación paulina. Así se ve claramente que el hombre no tiene más salvación que la que Dios comunica en su justo juicio. Precisamente esa acción judicial de Dios la contempla Pablo como indisolublemente unida a la cruz de Jesús. 5. Fuera de las Cartas paulinas, el concepto de ~kx.mo(rÚVll es un motivo teológico central en Mateo. La 6Lxmoaúvll ha sido puesta redaccionalmente por Mateo en todos los pasajes (Strecker, 153). De esta manera, el evangelista interpreta el camino de Jesús como el «camino de la justicia» (21, 32), anunciado ya por Juan el Bautista que preparaba el camino del Señor (3, 3; 11, 10), y que está representado en el llamamiento que él hace a la penitencia. El «camino de la justicia» se convierte así en la expresión de la justicia que Dios exige a los hombres. Desde un principio, aun antes del bautismo de Jesús, la misión de Jesús se dirige hacia la <<justicia» que hay que «cumplir» (3, 15). La «justicia» se convierte en el programa de Jesús. Es el contenido de la voluntad de Dios. Dios quiere justicia como la salvación de los hombres; eso precisamente comienza Jesús a realizarlo de palabra y de ob~a. La justicia se convierte así, por un lado, en la expresión de la salvación de Dios, de la que los hombres «tienen hambre y sed» (5, 6). Por otro lado, esa justicia sigue siendo -muy de acuerdo con el pensamiento veterotestamentario y judíouna exigencia de Dios a los hombres, una condición de la salvación, que ellos mismos deben también realizar (5, 20). Esta doble faceta caracteriza también el empleo del concepto de 6Lxmoaúvll en Mateo, en contraste con Pablo. En el fondo de todo ello se encuentra, lo mismo que en Pablo, la comprensión veterotestamentaria, la expectación de que Dios ha de hacer valer el derecho de los oprimidos (cf. Sal 146, 7; Is 61, 11). Los «po-

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bres» (Mt 5, 3), «los que tienen hambre y sed de justicia» (5, 6), pueden estar seguros de que sus derechos no van a quedar olvidados bajo la injusticia sufrida. Dios, con la aparición de Jesús en público, ha comenzado ya a hacer valer los derechos de ellos, de tal manera que ellos captan ya ahora lo que Dios ha hecho posible y, por su parte, tratan de realizarlo mediante el cumplimiento de la voluntad de Dios. Por eso, la exigencia de Jesús en 6,33: «Buscad primero el reino (de Dios) y su justicia» sitúa el imperativo dentro del contexto amplio de la proclamación que Jesús hace de la salvación. La basileia escatológica de Dios se acerca ahora a los hombres como un don, precisamente en la forma de la justicia. De ahí que la exigencia de una <<justicia mejor» no sea una exigencia desmesurada que se haga a los discípulos, sino que es la indicación de un camino, determinado por la exposición concreta de la voluntad de Dios en el material ilustrativo de las antítesis de 5, 21-48 y determinado también por la presencia «permanente» de Jesús como maestro de su Iglesia (28, 18-20). Precisamente en el empleo del concepto de 6Lxmoaúvll en el Sermón de la Montaña aparece la identidad, llena de tensiones, entre el indicativo de la promesa divina de salvación y el imperativo de las exigencias éticas que se hacen a los discípulos de Jesús. Por tanto, según Mateo, lo que importa es hacer la justicia (6, 1). Esto se concreta en una conducta recta de los discípulos de Jesús, que se ven situados en una relación mutua de fraternidad y que en la aceptación del «hermano» (por ejemplo, según 5, 22-24; 18, l5.21-35) realizan el destino que Dios les ha fijado como criaturas. A causa de este obrar con rectitud, tendrán que soportar persecuciones (5, 10). Exegéticamente debemos tener en c;uenta el diferente enfoque en el empleo del concepto de 6Lxmoaúvll en Mateo y en Pablo. Pablo, como proclamador misionero del evangelio, parte de la actual necesidad de redención que tiene el hombre, y proclama el juicio de Dios sobre toda injusticia y sobre la justicia propia de los hombres fundada en la observancia de

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OL'ltaLOO'ÓV'f]

la ley. Y lo proclama como un juicio justo de Dios que de.clara justo al pecador. Para Mateo, la unidad de la voluntad de Dios -una voluntad que exige y que salva- permanece dentro de la ley, aunque la conducta de los hombres en forma de la justicia propia de que hacen gala los fariseos ('ÚnóxQL(JL~: Mt 23, 28; cf. 6,2.5.16; 7, 5) yerra en cuanto al cumplimiento de la ley. En la predicación y en la conducta de Jesús se hace patente el verdadero «camino de la justicia», por el cual «los justos» consiguen la «vida eterna» (25,46). 6. Junto al uso teológico de 6Lxuwaúvll que tiene su particular impronta en las Cartas paulinas y en Mateo, hay también nada menos que una tercera parte de textos pertinentes que se encuentran en los demás escritos del NT. En ellos no es fácil reducir a común denominador el significado de 6Lxmoaúvll, de tal manera que en cada caso concreto hay que decidir si lo determinante es más bien el uso de este concepto en el AT Y en el judaísmo, trasmitido quizás a través del uso paulino, o si lo determinante es más bien el significado ético que predomina en el ámbito lingüístico griego. Evidentemente, el contraste paulino entre la justicia basada en las obras y la justicia basada en la fe ha influido en Tit 3, 5, seguramente por una aceptación consciente de la herencia teológica del apóstol. Pero este texto en particular no justifica que pasemos por alto el uso orientado éticamente que encontramos en las Pastorales (cf. infra). En 1 Pe 2, 24 la conclusión parenética de que «muertos a los pecados vivamos para la justicia» recuerda expresiones parecidas que se hallan en Rom 6. Claro que la antítesis estrictamente soteriológica entre el «pecado» y la <<justicia», que encontramos en Rom 6, se ha modificado aquí en sentido ético: «vivir para la justicia» significa llevar «una conducta recta en la vida». La misma comprensión se observa en la frase de 3, 14: «sufrir por causa de la justicia» (que tiene el mismo sentido que lo que se dice en Mt 5, 10). La influencia del uso paulino del término se deja sentir también en Heb 11, 7.

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La justicia concedida como herencia a Noé, está determinada por la fe ('tii~ xu'ta n(a'tLv 6Lxmoaúvll~ XA.llQoVÓf-tO~). Pero Hebreos, a pesar de tales puntos de contacto, no se halla directamente en la tradición de Pablo. Combina un significado ético procedente de la historia griega y helenística del concepto, con una <<justicia» basada en el juicio de Dios sobre el <<justo» (11,4) y que corresponde a Noé como cosa prometida a causa de su fe. Esto aparece con especial claridad, cuando en 11, 33 se ensalzan los actos de justicia como característica de la fe extraordinaria de los jueces y profetas del AT. El «fruto de paz de la justicia» (12, 11; cf. Sant 3, 18), nacido de los esfuerzos morales, hace resaltar igualmente el significado ético fundamental del concepto de 6Lxmoaúvll· Las repercusiones que se sienten en la Carta de Santiago del uso paulino de 6Lxmoaúvll se dilucidan principalmente en relación con el empleo del verbo --> 6Lxmów. La cita de Gén 15, 6 en Sant 2, 23 no debe hacernos olvidar que aquí se afirma (en contraste con la interpretación de Rom 4 y Gál 3) una justicia ante Dios -como ocurre también con el significado de 6Lxmoaúvll {}Eoií en 1,20- que no se basa simplemente en la «fe», sino en la fe demostrada por medio de una conducta moral. El sentido ético de 6Lxmoaúvll, a diferencia de la <<justicia concedida gratuitamente», que es la que Pablo proclama, se encuentra en varios pasajes del NT asociado con frases como «hacer la justicia» y otras por el estilo (EQya1;w{}m, 6LWXELV, nOLdv 6Lxmoaúvllv). El «temer a Dios» y «hacer la justicia» puede afirmarse también de gentiles en Hech 10,35, porque tales virtudes «naturales» no se convierten para los gentiles en la base de la salvación, pero sí señalan cierta «disposición» para acoger los actos de Dios. Por su contenido, el concepto de justicia se define en Hech 13, 10 como «recta piedad», que consiste en la aceptación de la fe (cf. 13, 8). En Hech 24, 25 el concepto de 6Lxmoaúvll contiene más bien el significado general de «conducta recta» junto a la virtud mencionada expresamente de la «continencia».

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OLx,moo'Úvr¡ - OLx,mÓW

En 1 Tim 6, 11 se menciona el aspirar a la justicia como la conducta apropiada para el «hombre de Dios», Timoteo, juntamente con otras actitudes básicas como la «piedad», la «fe», el «amor», la «paciencia», la «benignidad», que se enumeran con arreglo al catálogo de virtudes de la ética helenística (cf. también 2 Tim 2,22). En 2 Tim 3, 16, la «corrección» y la «instrucción en la justicia» se esperan como resultado del recto uso de las Escrituras inspiradas por Dios. La «corona de la justicia» (2 Tim 4, 8) aguarda al apóstol como recompensa por sus esfuerzos. El «hacer la justicia» se considera en 1 Jn 2, 29; 3, 7.10 como el criterio para saber quién es verdadero cristiano, quién es el que «ha sido engendrado por Dios». En una síntesis, llena de tensiones, entre la fundamentación cristológico-soteriológica y las exigencias éticas, el hacer la justicia es algo que sigue estando ligado al «modelo» y a la norma del «Justo», Cristo, que se manifestó en forma humana y que vendrá en la parusía final. En oposición a los falsos maestros gnósticos, la confirmación de la fe en Cristo por medio de hechos (de los hechos del amor) se convierte en la característica distintiva de la justicia. Sobre el trasfondo de estos textos de la Carta primera de Juan, y considerado juntamente con ellos, se comprende el uso singular de <<justicia» en Jn 16, 8.10. La justicia que el Paráclito ha de mostrar al mundo -al condenarlo- se refiere a Jesús como el Cristo. Consiste en la <<justificación» que se concede a Cristo en la exaltación y glorificación de que es objeto por obra de Dios, a fin de hacerle aparecer como norma de conducta frente al mundo. El empleo del concepto de justicia en conexión con la exigencia que se hace en numerosos pasajes en el sentido de que hay que demostrar la fe por medio de obras, nos permite reconocer la existencia de una tradición cristiana primitiva relativamente extendida, en la cual la 6LX,~LO(J'ÚVr¡, de manera distinta que en el lenguaje teológico de Pablo, se conyierte en un concepto parenético central. Esto se aplica también al último pasaje de los escritos

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del NT (Ap 22, 11) en donde el hacer lajusticia se entiende como la demostración práctica y consecuente de la elección predeterminante de los <<justos» frente a los «injustos». K. Kertelge

butatóro dikaioo justificar, declarar justo* 1. Aparición del término en el NT - 2. Significado fundamental - 3. bLxmów en Pablo - 4. La «doctrina de la justificación» en Pablo - 5. bLxmów en los demás escritos del NT.

Bibl.: --> bLxmoo'Úvr¡. Cf. también: O. Betz, Rechtfertigung in Qumran, en FS Kiisemann, 17-36; J. Blank, Warum sagt Paulus: «Aus Werken des Gesetzes wird niemand gerecht?, en EKK (V 1), 79-95; J. P. Clifton, The Pauline Notion of Justification in the Light of Recent Literature, tesis doctoral Roma 1971; H. Conzelmann, Die Rechfertigungslehre des Paulus: Theologie oder Anthropologie?: EvTh 28 (1968) 389404; K. P. Donfried, Justification and Last Judgment in Paul: ZNW 67 (1976) 90-110; R. Gyllenberg, Rechtfertigung und AT bei Paulus. Franz-DelitzschVorlesungen Münster 1966, Stuttgart 1973; F. Hahn, Taufe und Rechtfertigung. Ein Beitrag zur pln Theologie in ihrer Vor- und Nachgeschichte, en FS Kiisemann, 95-124; E. Kasemann, Rechtfertigung und Heilsgeschichte im RomerbrieJ, en Id., Paulinische Perspektiven, Tübingen 1969, 108-139; L. E. Keck, Justification of the Ungodly and Ethics, en FS Kiisemann, 199-209; K. Kertelge, Zur Deutung der Rechtfertigungsbegriffs im Gal: BZ 12 (1968) 211-222; E. Lohse, Taufe und Rechtfertigung bei Paulus, en Id., Einheit des NT, Gottingen 1973, 228-244; D. Lührmann, Christologie und Rechtfertigung, en FS Kiisemann, 351-363; Id., Rechtfertigung und Versohnung. Zur Geschichte des pln Tradition: ZThK 67 (1970) 437-452; U. Luz, Rechtfertigung bei den Paulus-Schü' lern, en FS Kiisemann, 365-383; F. MuBner, Der Jakobusbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1964, 146-150; B. Reicke, Paul's Understanding of Righteousness, en FS Robinson, Richmond (Va.) 1968, 37-49; J. Reumann, The Gospel of the Righteousness of God. Pauline Reinterpretation in Rom 3:21-31: Interpretation 20 (1966) 432-452; H. Graf Reventlow, Rechtfertigung im Horizont des AT (BEvTh 58), Zürich 1971; H. H. Schmid, Rechtfertigung als Schdpfung~geschehen. Notizen zur alttestamentlichen Vorgeschichte eines altestamentlichen Themas, en FS Kiisemann, 403-414; G. Schrenk, bLxmów, en ThWNT n, 215-223; G: Strecker, Befreiung und Rechtfertigung. Zur Stellung der Rechtfertigunslehre in der Theologie des Paulus, en FS Kiisemann, 479-508; W. Thüsing, Rechtfertigungsgedanke und Christologie in den Korintherbriefen, en FS Schnackenburg, 301-324; U. Wilckens, Christologie und Anthropologie im Zusammenhang

1001 der pln Rechtfertigungslehre: ZNW 67 (1976) 74-82; Id., Die Rechtfertigung Abrahams nach Rom 4, en Id., Rechtfertigung als Freiheit, Neukirchen-Vluyn 1974, 33-49; Id., Was heif3t bei Paulus: «Aus Werken des Gesetzes wird niemand gerecht?», en EKK (V 1),51-77; M. Wolter, Rechtfertigung und zukünftiges Hei/. Untersuchungen zu Rom 5, 1-11 (BZNW 43), Berlin-New York 1978.

1. El verbo 6Lx,mów aparece 39 veces en el NT, de ellas 25 veces en Pablo (no incluidas las Pastorales), principalmente en voz pasiva. Es digno de tenerse en cuenta, además, el empleo de 6Lxmów en Lucas (Evangelio/Hechos: 7 veces) y en Santiago Gunto a 6Lx,awouv'Y], 3 veces) así como también en Mt 11, 19 par. Lc 7,35 (Q). 2. 6Lx,mów es un verbo denominativo de 6Lxmol,; y significa considerar justo o razonable y también juzgar, castigar (Passow 1, 688). Esta significación fundamental que el verbo tiene en la lengua griega en general, no aparece en el NT sino en forma modificada, a saber, con el sentido de justificar, presentar como justo, tratar como justo y especialmente en Pablo, en la voz pasiva, con el significado de conseguir una absolución, y, en la voz activa, con el de declarar justo, absolver (cf. Bauer, Worterbuch, 391s). El lenguaje de Pablo es característico del NT. El utiliza el verbo 6Lxmów así como los sustantivos --+ 6Lxmoouv'Y] Y 6LXaLwOLI,; en sentido soteriológico y, por tanto, en oposición al sentido griego de los términos, que es el de «juzgar, castigar». 6Lxmów se convierte para Pablo, juntamente con los sustantivos correspondientes, en el cOl}cepto fundamental de su proclamación de la salvación o de su «doctrina de la justificación». El sentido general de justificar, dar la razón a alguien o hacer valer su derecho se encuentra en los siguientes pasajes: Mt 11, 19 par. Lc 7,35; Mt 12, 37; Lc 7, 29; 10,29; 16, 15; 18, 14 (con connotación soteriológica); Rom 3, 4; 1 Cor 4, 4; 1 Tim 3, 16. En Hech 13, 38.39 Y Tit 3, 7 se siente la influencia del uso paulino del término. En Sant 2,21.24.25 aparecen relaciones con el uso paulino, que deben explicarse desde una perspectiva histórica.

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En general, el uso de 6Lxmów en el NT muestra un carácter forense (determinado por la situación jurídica): <<justificación», «dar la razón» y «hacer valer los propios derechos» son cosas que se efectúan en los tribunales. Se presupone expresamente la situación jurídica en Mt 12, 37: De toda palabra vana los hombres «tendrán que dar cuenta en el día del juicio» (v. 36). «Porque de acuerdo con tus palabras serás justificado, y de acuerdo con tus palabras serás condenado (xm;a6LXa<J1(}~on). Con igual claridad y de manera también expresa se habla en Rom 3, 4 con referencia al Sal 50,6 LXX Y en Rom 3, 4; Gál 2, 16 con referencia al Sal 142, 2 LXX acerca del juicio de Dios y de sus demostraciones de justicia. El lenguaje del AT griego determina fundamentalmente el significado de 6Lxmów en Pablo y en los demás escritos del NT. OLx,mów en la LXX es la traducción del hebreo (hifil de ~dq) y tiene el significado de «declarar justo» en Ex 23, 7; Dt 25, 1; 2 Sam 15, 4; I Re 8, 32; Is 5, 23, o «hacer justicia (a alguien»> en Sa181, 3; Is 50, 8; 53, ll. Con menos frecuencia traduce el piel ~ideq con el sentido de «probar que alguien es justo» (Jer 3, ll; Ez 16, 51s; Job 33, 32). En la LXX OLx,mów aparece casi siempre con una persona como objeto de la acción verbal. Consigue ser declarado justo aquel que efectivamente es <<justo» (Dt 25, 1; I Re 8, 32). El verbo tiene sentido de confirmación; crea un reconocimiento público. La voz pasiva oLx,moilo-&m suele traducir en la LXX la forma qal de ~dq con el significado de «ser justo», «presentarse como justo», y se usa refiriéndose como sujeto a Dios (Sal 18, 10; 50, 6; Is 42, 21) Y también al hombre (Gén 38, 26; Is 43, 9.26; 45, 25; Sal 142, 2). Además, la LXX emplea OLx,mów en voz activa y en voz pasiva como equivalente del hebreo rlb, «asegurar que se haga justicia a alguien ante el tribuna!», en Miq 7,9; Is 1, 17, de safar, «juzgaD>, en I Sam 12, 7; Sal 73, 13, Y de biilJan, «examinar», en Ez 21, 18. hi~dfq

Observando en conjunto los pasajes mencionados, comprobamos que el sentido forense del término es el significado que sirve de base general al verbo. El hecho de que judicialmente se «declare justa» a una persona re-

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1003 vela su «condición de justo». Evidentemente, la LXX ha intensificado aún más el carácter forense del término, frente al sentido que éste tiene en hebreo, como vemos en (LXX) Sal 50, 6; 142, 2; Is 42, 21; Job 33, 32. En todo ello, la mirada del traductor se dirige claramente al juicio final de Dios, como indica el uso del futuro en Is 45, 25; Sal 142, 2 LXX; Eclo 10,29; 23, 11; 34, 5. Estos preliminares determinan también la comprensión que el judaísmo antiguo tenía de la <<justificación». El justo espera ser declarado justo por Dios en el juicio final. Rom 2, 13 recoge esta expectación judía y la relaciona críticamente con la contradicción que existe entre el simple hecho de oír la ley y el de cumplirla. A menudo con esta expectación se une la duda acerca de la propia justicia, de tal manera que el esperar que Dios le declare a uno justo en el juicio final se concibe como algo relacionado íntimamente con la bondad y la misericordia divina, según vemos en 1QH 13, 17: «sólo por tu bondad llega el hombre a ser justo»; cf. 7, 28; 16, 11.

3. Pablo emplea de manera característica
veces en la Carta primera a los corintios. La primera de ellas en 1 Cor 6, 11 en una interpretación del bautismo como <<justificación», que aquí se entiende como purificación de los pecados. Se trata de una interpretación derivada de la tradición prepaulina. Cf. también Rom 6, 7: «El que ha muerto, está libre del pecado (6E6LxaLw'wL 'tfí<; á[wQ'tLa<;»>, una frase que Pablo formuló seguramente basándose en una sentencia de tenor parecido del judaísmo, y que en el contexto él la relaciona con el «morir» en el bautismo. Por el contrario, en 1 Cor 4, 4 encontramos un sentido más general de 6Lxmów: Pablo, como «servidor de Cristo», no es «consciente de nada», pero «no por eso está justificado». El espera del Señor su <<justificación», es decir, el enjuiciamiento de su labor y, con ello, su confirmación en el juicio (cf. 3, 12-15). Tanto el carácter forense como la dimensión

ano

estrictamente escatológica de 6Lxmów en la LXX encuentran un eco en el uso paulino del verbo. Ahora bien, es característico de Pablo el significado soteriológico de 6Lxmów, que desde luego no falta tampoco por completo en 1 Cor 4, 4. Este significado resalta siempre que 6Lxmów se pone en relación con la «ley» y, por otro lado, con la «fe». Como en la proposición de una tesis, Pablo excluye en Gál 2, 16a la justificación del hombre «por las obras de la ley», para defender la justificación «por la fe en Jesucristo». En esta antítesis entre dos «caminos» para llegar a la justificación, la exclusión del primer camino aparece como una tesis «más general», de la que hay que partir para entender la justificación en el sentido en que la entiende Pablo. En el v. 16b, con una expresión reiterada y que deja bien asentadas las cosas, y aplicando la tesis anterior a Pablo y a los judeocristianos, se pone de relieve el camino de la fe, y se hace de tal manera, que una oración final enuncia la justificación por la fe como la intención positiva de la «proposición». Pablo ha llegado a la fe y espera, como creyente, la justificación por la fe en Cristo o, lo que es lo mismo, la justificación «en Cristo» (v. 17). La tesis del v. 16a se fundamenta luego y se recalca en el v. 16c mediante la «cita» del Sal 142, 2 LXX: «Puesto que por las obras de la ley 'ninguna carne será justificada'». Aunque esta referencia al pasaje del AT no se pueda considerar propiamente como una cita, sin embargo la intención del uso que Pablo hace de la Escritura aparece clara. Con la interpretación complementaria y «esclarecedora» de la Escritura, él hace referencia al «principio» establecido por Dios, al que había aludido ya en el v. 16a. La frase, completada por Pablo en este lugar mediante la adición de «por las obras de la ley», hace que la afirmación de la Escritura de que ningún hombre podrá subsistir ante Dios quede enfocada indirectamente sobre Jesucristo, en quien se manifiesta la acción «preveniente» y justificante de Dios. Con esto se ha descrito ya en sus rasgos

1005 fundamentales la comprensión paulina de 6Lxmów.

Se toma como punto de partida una «precomprensión» judía de la justificación, que está ligada a la ley. Esta comprensión aparece en primer lugar como una «verdad» indiscutible, fundamentada en la tradición. Pablo, en Rom 2, 13, es capaz de adherirse a ella en la medida en que ésta parece adecuada para poner en claro debidamente la intención de Dios: «Porque no los oidores de la ley son justos ante Dios, sino que los hacedores de la ley serán justificados». Pablo, con esta proposición, se vuelve críticamente contra toda justicia propia de los hombres, y piensa principalmente en la ventaja de que goza el judío por disponer de la ley. Ciertamente, la justificación del hombre ante Dios no se logra por el camino de la ley. Esta justificación se logra únicamente por el hecho de que el hombre se doblegue a los caminos de Dios y reconozca lo que Pablo conoció en el encuentro con Jesucristo. Dios se anticipó a los hombres, cuando ofreció en su Hijo el camino del amor perdonador: un camino por el cual los hombres son capaces de responder mediante la fe en Jesucristo, es decir, mediante la fe en la acción de Dios llevada a cabo en su Hijo. Así que en Cristo la ley llega a su «fin» (Rom 10,4), Y con ello se demuestra que es inútil seguir buscando la justificación «en la ley» (Gál 5, 4). Por tanto, el hecho de que Dios «establezca» un nuevo camino para la justificación del hombre tiene su razón de ser en el cumplimiento realizado por Jesucristo, en el hecho de que él «me amó y se entregó por mí» (Gál 2, 20). Pablo tiene conciencia de haber sido nombrado abogado de ese camino mediante su predicación. La fundamentación dada en Gál 2, 16c y basada en la Escritura, se amplía luego y se profundiza en Gál 3 (a partir del v. 6) mediante el testimonio de la Escritura acerca de Abrahán. La vocación de que Abrahán fue objeto en Gén 15, 6 (cf. Rom 4, 3) no sirve únicamente para confirmar el «nuevo» camino de salvación, de tal manera que ya Abrahán

1006 aparezca como quien ha sido justificado en esa misma fe. Sino que además Pablo, por la justificación de Abrahán, logra ofrecer aquella perspectiva universal, en la cual los judíos y los gentiles se agrupan bajo una sola acción justificadora realizada por Dios. Pablo argumenta así, basándose en la Escritura, en favor de una misión entre los gentiles, de una misión libre ya de la ley, y lo hace sirviéndose de una combinación de Gén 15,6 con la promesa de bendición que se lee en Gén 12, 3 Y 18, 18. La Escritura «previó que Dios justificaría a los gentiles por la fe» (Gál 3, 8). El hecho de que a base de la ley «nadie es justificado» (v. 11) es una realidad «evidente», si nos fijamos en la Escritura, citada aquí por Pablo con arreglo al texto de Hab 2, 4 (cf. Rom 1, 17). Teniendo en cuenta el «nuevo» camino de la justificación por la fe, a la ley le corresponde sólo la función subordinada de ser un -> nm6aywyó<; (v. 24), según la comprensión de este oficio en el mundo antiguo. Lo que Pablo desarrolla en Gál 2 Y 3 responde a la necesidad específica, dentro de un marco particular, de argumentar contra las tendencias judaizantes. A esto se dedica un ulterior desarrollo teológico en la Carta a los romanos, especialmente en los capítulos 3 y 4. El carácter forense de 6Lxmów aparece con especial claridad en Rom 3, 4, donde este carácter deberá tenerse en cuenta, a pesar de toda la interpretación soteriológica del concepto. Con el Sal 116, 11 se presupone el marco de un litigio entre Dios y el hombre. Dios demuestra su justicia; y, a pesar de la infidelidad de su socio en el pacto, él sigue siendo fiel y mantiene sus promesas. De esta manera, Dios «gana el litigio» contra el hombre; el hombre se ve obligado a reconocer que Dios tiene razón. Pero el derecho que asiste a Dios se convierte ahora en su fidelidad, porque Dios justifica al pecador. La imagen del litigio de Dios con el hombre (sobre la idea del litigio en el AT y en el judaísmo cf. Müller, Gottes Gerechtigkeit, 57-64), no debe hacemos perder de vista que Dios no es sólo parte en el litigio, sino que es además

1007 el juez. Este aspecto aparece plenamente en la descripción de la acción de Dios con el hombre atrapado en su propia injusticia. <'nxmów en este sentido debe traducirse por declarar justo. La <<justificación» del hombre, como resultado de que Dios le declare justo, no consiste en que el hombre sea liberado de los lazos que le tienen atrapado en la injusticia. Esto significa: de manera distinta que en el AT, Dios no declara justo al que es <<justo», sino al «injusto», al «impío»: Rom 4, 5. Esta acción de declarar justo se efectúa «como un regalo», «por su gracia» (3, 24; Gá12, 21). Con su perdonador gesto de declarar justo al hombre, Dios se muestra como justo: 3, 26. Como en Gálatas, Pablo acentúa la importancia fundamental de la fe para la justificación. La justificación la consigue el hombre únicamente por la fe, sin las obras de la ley (Rom 3, 28). Esta tesis la desarrolla Pablo ulteriormente en sus implicaciones universales: en la fe se llega a conocer que Dios es quien justifica, y que no es sólo el Dios de los judíos sino también el de los gentiles. Su identidad como el Dios único la demuestra él precisamente en el hecho de declarar justos «por medio de la fe» igualmente a circuncisos y a incircuncisos (Rom 3, 30). En este punto, lo mismo que en Gál 3, Pablo hace referencia a Abrahán. Abrahán consiguió su justificación, no por las obras (Rom 4,2), sino por la fe (4, 5). De manera distinta y con mayor insistencia que en Gál 3, se declara así a Abrahán como el padre y el «modelo» de los que creen, tanto si son judíos como si son gentiles. En una mirada retrospectiva a los enunciados fundamentales de los capítulos 3 y 4, Pablo interpreta la justificación en Rom 5, 1.9 como demostración del amor de Dios. Es el amor de Dios que se ha derramado en los corazones de los creyentes (Rom 5, 5): un amor que, en último término, se identifica con el singularísmo acto de amor que Jesús mostró en su muerte (5, 8). Produce reconciliación y paz con Dios y, con ello, una esperanza imperecedera. La justificación conseguida en la fe sigue actuando así en la vida de los creyentes como expresión del amor de Dios y encuentra

1008 su objetivo en la salvación definitiva de los reconciliados (5, 9). En Rom 8, 30.33 Pablo llega finalmente al tema soteriológico fundamental de la Carta a los romanos, cuando describe la actividad justificadora de Dios en un cántico de alabanza al «Dios que justifica». De nuevo se manifiesta aquí claramente el sentido forense de c)Lxmów. El hombre está sentado en el banquillo de los acusados; él es y sigue siendo el necesitado, a quien Dios ha perdonado por gracia los pecados. Puesto que Dios interviene en favor suyo, al declararlo justo, las deficiencias del hombre quedan suprimidas por la gracia de Dios. De esta manera se retiran todas las acusaciones destructoras y la condena que pesaba sobre él, mientras el hombre no quiera separarse del amor de Cristo y del amor de Dios (Rom 8, 35.39). 4. El concepto de la justificación forma parte esencial de la proclamación paulina de la salvación. Pablo lo utiliza para explicar la acción salvífica de Dios en el hombre en su esencial dimensión escatológico-soteriológica, basada en el acontecimiento de Cristo. El concepto de la justificación, sobre el que Pablo ha reflexionado a fondo, queda subsumido por él en la proclamación del evangelio -determinada misioneramente- a judíos y a gentiles, aunque abarca todos los enfoques para ulteriores desarrollos dentro de una exposición sistemática. Como Pablo se vio motivado a formular su tesis sobre la justificación por las tendencias <<judaizantes» (Gál 2, 14), es decir, por la confrontación con los judeocristianos, que querían que la circuncisión y la observancia de la ley fueran obligatorias en cierta medida incluso para los cristianos gentiles, esta tesis tiene carácter polémico (<<no por las obras de la ley»). Pero es un error explicar globalmente la «doctrina de la justificación», de Pablo, como la «doctrina combativa» del apóstol (W. Wrede), que sólo se habría concebido en orden a esa confrontación con el judaísmo y con el judeocristianismo. La «justificación por la fe» tiene indudablemente un sentido transsituacional, un

1009

OLXaLÓW

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sentido teológico fundamental, como expresión esencial del evangelio, que incluso en otras situaciones se acredita como rememoración crítico-reflexiva del núcleo del mensaje de salvación proclamado por Jesús.

prender a fondo principalmente la antítesis paulina <<justificación, no por la ley sino por la fe» en su fundamento cristológico-teológico y liberar así de polémica innecesaria el filo teológico de esta tesis.

Una situación así existió particularmente en tiempos de la Reforma. Frente a un lamentable olvido de la tradición de la fe cristiana, Lutero puso nuevamente de relieve contenidos esenciales del mensaje cristiano de la salvación recurriendo al concepto paulino de la justificación. Su doctrina de la justificación tuvo los efectos de un reto sobre la tradición doctrinal católica. El concilio de Trento lo tuvo en cuenta en su sesión sexta (1547) y, por su parte, en el decreto sobre la justificación puso de relieve la importancia fundamental de la fe y el carácter gratuito de la justificación, aunque no sin criticar la posibilidad de que el principio de la fe acentuado por los reformadores se entendiera erróneamente en el sentido de una «fe fiducial vana y alejada de toda piedad». Los esfuerzos recientes de exegetas católicos y protestantes por dilucidar teológicamente el concepto paulino de la justificación y numerosas iniciativas teológicas de carácter ecuménico han contribuido a que se tengan en cuenta más intensamente las intenciones universales de la proclamación paulina, incluso al definir la función ineludiblemente crítica de la doctrina de la justificación, y de esta manera se ha llegado a un esperanzador entendimiento entre las iglesias y entre sus respectivas tradiciones doctrinales. La doctrina paulina de la justificación podría impulsar con renovado vigor el diálogo entre judíos y cristianos. Quizás un punto de partida lo ofrezca H.-J. Schoeps, Paulus, Tübingen 1959, 224-230: «El malentendido paulino fundamental», juntamente con F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 188-204: «¿Malentendió Pablo la ley?» (p. 204: «La audaz tesis, difícil de entender, claro está, para un judío ... : El apóstol Pablo llevó teológicamente el judaísmo a su cumplimiento». ¡Una tesis que, desde luego, exige e invita a una ulterior diferenciación!). Sobre las dificultades ~xegéticas y hermenéuticas del «tratamiento paullllo de la temática de los judíos» cf. especialmente G. Klein, Priiliminarien zum Thema «Paulus und die luden», en FS Kiisemann, 229-243. Si se tienen en cuenta debidamente los presupuestos especiales en materia de historia de las religiones y de hermenéutica, sería posible al menos no sólo ?efend~r a Pablo contra la acusación de apostasla del Judaísmo ortodoxo, sino también com-

5. Mt 11, 19 Y Lc 7,35 han trasmitido de la fuente Q la sentencia acerca de la justificación de la sabiduría: «y fue justificada (e6Lxmó)'lh¡) la sabiduría por sus obras» o «por todos sus hijos» (Lucas). La sentencia sirve de final a la parábola de los niños que juegan en la plaza y a su interpretación en Mt 11, 16-19; Lc 7, 31-35. El sabor semítico de la sentencia, especialmente en Lucas, habla en favor de una tradición judeocristiana. El predicado verbal e6Lxmó)'lh¡ tiene aquí el sentido forense de demostró estar justificada y es, en el contexto actual, <
1011 gue a continuación. En este sentido, lo de que el doctor de la ley quisiera <<justificarse a sí mismo» debe entenderse también como algo más que como un recurso literario para conectar lo que precede con lo que sigue. Pero, en todo caso, no está indicada una interpretación teológica que cargue peyorativamente la expresión. La «autojustificación» de los fariseos en Lc 16, 15 -una actitud que aquí se opone diametralmente a la de los «humildes» (1, 48; 14, 11; 18, 14) elegidos por Dios- sirve en la parábola del fariseo y del publican o (18,9-14) para establecer un vivo contraste que nos permite conocer cuál es la verdadera <<justificación». Esta se entiende aquí como la concesión divina de la clemencia solicitada por el «pobre pecador». Claro que en Lucas (a diferencia de Pablo) es significativo que lajustificación esté vinculada con la sincera penitencia realizada por el recaudador de impuestos. De una manera distinta, Hech 13, 38s puede entenderse como una reminiscencia de la tesis paulina de la justificación por la fe, no por la ley. Claro que aquí la <<justificación» se relaciona directamente con la liberación de los «pecados» (a:n:o :n:áV'túlV ... ; ~ 3 sobre 1 Cor 6, 11), con lo cual parece recogerse el mensaje pre-paulino de la justificación, más bien que el mensaje paulino. El recurso a la tradición paulina no se efectúa en Lucas sin una generalización de la tesis del apóstol como expresión del evangelio cristiano sobre la redención de los hombres. En contraste con Hech 13, 39 (y Tit 3, 7; pero cf., a propósito, M. Dibelius, Pastoralbriefe 2 [HNT], 95s), Sant 2, 14-26 nos permite observar cierta confrontación con el mensaje paulino de la justificación. Desde luego, habrá que preguntarse aquí si esa confrontación se realiza conscientemente, es decir, si va dirigida contra la comprensión paulina de la justificación por la fe o contra una utilización unilateral de la tesis paulina (F. MuBner, Jakobusbrief [HThK], 130: «Pseudopaulinismo»). Habrá que preguntarse también si ese conflicto no se produce con tendencias liber-

1012 tinas de la época post-paulina, en respuesta a las cuales se recurre acentuadamente a la tradición judía acerca de la ley (cf. 2, 8-12), en cuyo caso se alude sólo «indirectamente» a la doctrina paulina de la justificación (Schrenk, 223). Los puntos de contacto con el tema paulino de la justificación difícilmente serían casuales, como tampoco lo es, desde luego, la apelación contraria al ejemplo de la fe de Abrahán según Gén 15, 6. Sin embargo, no se puede recurrir a esto último para afirmar una supuesta iniciativa antipaulina de Santiago. Lejos de eso, la interpretación de la fe de Abrahán como una fe acreditada en «obras» corresponde más bien a una tradición más general de la exégesis judía, que evidentemente siguió dejando sentir sus efectos en el cristianismo primitivo juntamente con Pablo y después de él (compárese también la comprensión de la justicia en Mateo). Sant 2, 14-26 se dirige contra una fe impotente e infecunda, que conserva sí una fórmula de confesión de fe (2, 19: «que hay un solo Dios»), pero que con esa confesión de fe no es capaz de asociar las obras correspondientes. Semejante «fe sin obras es estéril» (2, 20). Con intención crítica se hace referencia, además, a «nuestro padre Abrahán» (cf. Rom 4, 1), que en este sentido fue justificado por las obras», ya que estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo (2, 21). Con la mirada puesta en este ejemplo, la relación entre la fe y las obras se interpreta como una «acción conjunta»: La «fe» se perfecciona «por las obras» (2, 22); en la práctica de la fe, ésta llega a ser plenamente lo que es. Una fe «perfeccionada» de esta manera fue contada por justicia a Abrahán, según Gén 15, 6 (Sant 2, 23). De ahí deduce el autor de la Carta de Santiago, invirtiendo precisamente la tesis paulina de Rom 3, 28; Gál 2, 16, que «el hombre es justificado por las obras, y no sólo por la fe» (2, 24). Como otro ejemplo más para confirmar este mismo aserto, se aduce en 2, 25 la historia de la prostituta Rajab (Jos 2). Sant 2 comparte con el judaísmo y con Pablo la expectación de la justificación como un acontecimiento escatológico de salvación. Pe-

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ro, de manera distinta que Pablo, y en sorprendente concordancia con ideas judías, la relación entre la fe y las obras no se define de manera que se excluyan sino que se incluyan la una y las otras. Esta apreciación opuesta de la fe y las obras se explica primeramente por la diferentes situaciones que sirven de puntos de partida teológicos. Pablo entiende la «fe en Jesucristo» como la nueva y escatológica posibilidad, concedida por Dios, para los judíos y los gentiles, por la cual se rompen las barreras de la ley que fundamentaban un particularismo judío de la salvación. Por el contrario, el autor de la Carta de Santiago, con intención pastoral y parenética, trata de mantener la vinculación de la fe con la práctica. Por eso, su enunciado acerca de la justificación tiene una relevancia teológica distinta que el de Pablo. No conduce de retorno a las pretensiones de la vieja ley en orden a la salvación, sino que sitúa a los creyentes en Cristo (2, 1) bajo la primacía del mandamiento del amor (2, 8), en cuyo cumplimiento las «obras» aparecen como «perfeccionamiento» de la fe y no como expresión de una autoafirmación del hombre frente a Dios. Si tenemos en cuenta este hecho, entonces la intención de 2, 14-26 sigue siendo perfectamente reconciliable con el postulado paulino de la «fe que actúa en el amor» (Gál 5, 6). K. Kertelge

chXatffiJ.ta, a'to;, 'tó dikaioma prescripción, mandamiento, acto justo* 1. Aparición del término en el NT - 2. Significado fundamental - 3. Concreciones en textos del NT.

Bibl.: E. GraBer, Rechtfertigung im Hebriier, en FS Kiisemann, 79-93; E. Kasemann An die Romer Tübingen 1973; G. Schrenk, OL'xa¡~f-Ia, en ThWrh n, 223-227; U. Wilckens, Carta a los romanos 1 Salamanca 1989. '

1. 6LxaLúlfla aparece 10 veces en el NT, de las cuales 5 se encuentran en Pablo (todas ellas concentradas en Romanos), 1 en Lucas (1, 6), 2 en Hebreos (9, 1.l0) y 2 en el Apocalipsis (15, 4; 19,8).

Aparece, pues, claramente cierta concentración del uso de este término en Romanos, donde se emplea principalmente en singular. En comparación con el uso relativamente escaso de ()LXaLW~a en el NT, encontramos una sorprendente frecuencia del mismo en la LXX. La relación de pasajes en que aparece este término ocupa dos columnas en Hatch-Redpath, mientras que la de citas de ()LXctLÓW apenas ocupa una columna. Por tanto, la frecuencia de estos términos en la LXX y en el NT es precisamente de sentido inverso.

2. 6LxaLúlfla designa en la lengua griega general el resultado de la acción de 6Lxmóúl: «lo obrado rectamente», la «acción recta», el «castigo justo» y la «razón jurídica» (como resultado de la legislación); cf. Passow 1, 688. La LXX emplea frecuentemente 6LxaLúlfla como equivalente griego del hebreo 1;6q, /:tuqa (<<estatuto», «disposición legislativa de carácter permanente»; así entiende el término E. Konig, Hebriiisches und aramiiisches Worterbuch zum AT, Leipzig 1936, 122, refiriéndose a Gén 26, 5); la LXX emplea también a menudo este término para traducir el hebreo mispa{, por ejemplo, en Ex 21, 1; Núm 36, 13, con el significado de «norma jurídica». En consonancia con el uso del término en la LXX, 6LxaLúlfla significa predominantemente en el NT el precepto jurídico, la exigencia jurídica, el mandamiento (Bauer, Worterbuch, 392), como se ve en Lc 1,6; Rom 1, 32; 2, 26; 8, 4; Heb 9, 1.l0). Con excepción de Rom 1, 32 (cf. Kasemann, 46s), en todos estos casos se trata claramente del precepto o de los preceptos jurídicos de la ley mosaica; en Heb 9, 1.10 CLxaLúlfla se refiere claramente a la ley ritual. En Rom 5, 18; Ap 15,4 y 19, 8 6LxaLúlfla designa el acto justo; en Rom 5, 18, con una tendencia especial, se usa este término para referirse a la «acción creadora de justicia» (Wilckens, 397), una acción que Pablo atribuye aquí a Cristo. Tan sólo en Rom 5, 16 6LxaLúlfla se halla en «asimilación retórica» (Kasemann 145) a los términos en -fla que se encuentran en el mismo versículo, y tiene aquí el significado de 6LxaLúloLl;, justificación, bien en sentido activo (Schrenk, 226; Wilckens, sub loco), o

1015 bien en sentido pasivo (Kasemann, sub loco). En Pablo, el significado de 6LXULWf!U, especialmente en este pasaje, debe interpretarse por el contexto en que se encuentra de proclamación de la justificación. Esto quiere decir también que 6LXULWf!U participa aquí ampliamente del uso forense del verbo --+ 6LXaLÓW. Y, así, conforme a Rom 1, 32 el incumplimiento de los mandamientos divinos lleva consigo la merecida condenación. 3. Ajustándose al uso del término en la LXX, 6LXULWf!U conserva en Lc 1, 6 el sentido de la obligación jurídica y moral característica del mandamiento de Dios o de la ley divina. Como en Gén 26,5; Núm 36, 13; Dt 4, 40, &LxuLwf!u en plural forma una expresión conjunta con EVtOAUL (mandamientos), ligándose estrechamente ambos términos por el empleo de un solo artículo. Los padres de Juan son hallados «irreprochables en todos los preceptos y mandamientos del Señor», y por tanto les corresponde la denominación de 6LxaLOL, con lo cual su «perfección negativa» de ser irreprochables (E. Klostermann, Lukasevangelium2 [HNT], 6) se eleva positivamente al ser reconocidos como tales por Dios. De manera parecida, aunque con distinta intención teológica, Pablo habla en Rom 2, 26 acerca de la observancia de las «prescripciones de la ley». A diferencia de Ef 2, 15, la referencia al gran número de preceptos (6LXULWf!U en plural) no implica aquí la idea de lo gravosas que son las obligaciones, sino que Pablo argumenta basándose en la fidelidad efectiva de los gentiles a la ley en contraste con la escasa orientación de los judíos hacia dicha ley. Tan sólo en Rom 2, 26 Pablo utiliza 6LXULWf!U en número plural. En los demás casos, Pablo utiliza siempre 6LXULWf!U en singular, y lo hace en forma tan «de principio», que evidentemente «sobrepasa el uso que la LXX hace de este término» (Schrenk, 225). Así lo vemos ya en Rom 1, 32: Los hombres, aquí se piensa también especialmente en los gentiles, conocen el decreto de Dios y su fuerza vindicativa. Por su co-

1016 no cimiento «natural» de los preceptos divinos, son tan responsables como los judíos lo son en virtud de la ley mosaica (cf. 2, 14s). La referencia a los preceptos de Dios o a los de la ley merece particular atención en Pablo, teniendo en cuenta especialmente su tesis de que ninguna persona se justifica por las obras de la ley. La ley mosaica no puede ser el fundamento para la comunicación escatológica que Dios hace de la salvación. A pesar de todo, la ley conserva su dignidad como la «ley santa» (Rom 7,12), como la «ley de Dios» (7, 22). La ley no es injusta, sino que injusto es el hombre que no la cumple, el hombre que permanece preso de sus concupiscencias contrarias a Dios. Ante los hombres, la leyes y sigue siendo expresión de las «exigencias jurídicas» de Dios: unas exigencias que los hombres, claro está, cumplen ahora únicamente gracias a la intervención vicaria de Cristo (compárese Rom 8, 3s con 2 Cor 5, 21 y Gál 3, 13). Tan só.1o como quienes pertenecen a Cristo (Rom 7, 4) y ahora «prestan servicio en la novedad del Espíritu» (7, 6; cf. 8, 4), los creyentes cumplen los preceptos jurídicos de Dios que hallan su expresión en la ley. En Rom 5, 18 6LXULWf!U, entendido como acto justo (en cuanto cumplimiento de los preceptos jurídicos), se atribuye a Cristo y se constrasta con la trasgresión o «acto injusto» (nuQántwf!u) de Adán. De hecho, el acto de Cristo, que consiste en su «obediencia» (5, 19) «hasta la muerte en la cruz» (Flp 2, 8), se traduce en la entrega de la propia vida para la justificación, que ahora llega a todos los hombres, pero tan sólo en virtud y por medio del «acto justo» del «nuevo Adán». Hebreos 9, 1 designa con la expresión 6LXaLWf!utu tfj<; AUtQELU<; las ordenanzas que tuvieron validez para el «primer pacto». Y en 9, 10, refiriéndose a los mandamientos del AT acerca de las comidas y de la purificación, habla de <<prescripciones para la carne». De esta manera se describe el precedente orden salvífico del «primer pacto» (8, 8.13) en su carácter provisional y de sombra. Podremos preguntarnos (con O. Michel, Hebraerbrief 6

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[KEK], 297, nota 2): «¿Se escucha aún en ('lLxuLwf!u, tal como este término se expresa en la Carta a los hebreos, la exigencia de un precepto divino?». Tendremos que ser reservados, a la hora de emitir un dictamen sobre este punto. El empleo de este término indica, en contraste con la LXX (y con Pablo), un sentido refinado y más generalizado. Heb 9, 1.10 tiene a la vista un sentido positivo para el «tiempo del recto ordenamiento» y para la realidad del «nuevo pacto» (cf. GraBer, 86s). Apocalipsis 15, 4 habla de los actos justos de Dios, expresión por la cual se entiende «tanto la decisión judicial como la acción justa»; «porque el juicio de Dios es su acto» (E. Lohmeyer, Offenbarung 2 [HNT], 131s). Por otro lado, en 19, 8 «los actos justos de los santos» son tema de alabanza. Claro que el versículo 8b (<<el lino fino son los actos justos de los santos»), por el significado distinto que tienen las vestiduras blancas en 3, 5 y 6, 11, es sospechoso de constituir una glosa posterior (cf. Lohmeyer, Offenbarung, 155).

K. Kertelge

lhxaíro;

dikaios (adv.) justamente, rectamente --+ 6ixaLoC;.

(hxaíroOl.;, tro;, ÍJ

dikaiosis justificación* En el NT se emplea únicamente en Rom 4, 25; 5, 18. ThWNT 11, 227s; --+ 6LXaLÓW 2.3.

blxaa'tÍ);, OU, Ó dikastes juez*

Koiné E pm. En Hech 28, 4 &Lx1] es la justicia punitiva personificada como una diosa (cf., entre otros, Sófocles, Ant 538). ThWNT II, 180-184; X, 1048-1053 (bibliografía).

()íx't'Uov, o'U, 'tó diktyon red* En el NT dícese únicamente de la red de pescar, en plural en Mc 1, 18.19 par. Mt 4, 20.21; Lc 5, 2.4.5.6. El singular aparece en Jn 21,6.8.11 (bis). Dalman, Arbeit VI, 346-363, esp. 362s.

bíAOyO;, 2

dilogos de lenguaje doble, insincero* 1 Tim 3, 8 exige, entre otras cosas, a los diáconos que sean personas de una sola palabra, sinceras. Y lo mismo se dice en Polic 5, 2.

blÓ dio (conjunción) por eso, por esa razón &LÓ sirve para coordinar lo que sigue con lo que precede (BlaB-Debrunner § 451, 5) y aparece principalmente en Hechos (8 veces), en las Cartas paulinas auténticas (22 veces) y en las demás cartas del NT (11 veces, de las cuales 9 se encuentran en Hebreos). Por lo demás, aparece únicamente en Mt 27, 8; Lc 1, 35; 7, 7. Falta en Marcos, Juan, Colosenses, 2 Tesalonicenses, Pastorales, 1-3 Juan, Apocalipsis. La conjunción, en los pasajes, enumerados, aparece 12 veces en combinación con XUL, por eso ... también (BlaB-Debrunner § 442, nota 23; 451, 5) y en estos casos indica que la conclusión es obvia.

bLObtúro diodeuo andar por, viajar por*

Hech 7, 27.35, en ambos casos en la pregunta que se dirige a Moisés: «Quién te hizo jefe y juez sobre nosotros)?». En Lc 12, 14 v.l. &LXUOt~<; se halla en lugar de XQLt~C;.

En Lc 8, 1 dícese de Jesús que iba por las ciudades y las aldeas; en Hech 17, 1, en un relato en primera persona de plural, dícese del viaje por Anfípolis y Apolonia camino de Tesalónica.

bbe1], 1];, ÍJ

ALOvúalO;, O'U Dionysios Dionisio*

dike castigo, retribución* 2 Tes 1,9: 6Lx1']v tlVELV, sufrir castigo (así también Herm [m] 2, 5; [s] 9, 19,3); cf. también Jds 7: 6tx1']v 'ÚnÉXELv. 6tx1']v XUt' uvtou, dícese de la condenación o castigo que se exigía que sufriera Pablo, en Hech 25, 15

Nombre de persona. Bastante frecuente. En Hech 17, 34, nombre del miembro del Areópago, que juntamente con otros atenienses se adhirió a Pablo y abrazó la fe. Sobre la utilización de su nombre como seudónimo del au-

1019 tor de escritos de mística (hacia el año 500 p.e.) cf. RAC I1I, 1075-1121; LThK I1I, 420s.

btÓ3tEQ dioper por eso precisamente, por lo cual* Esta conjunción (C)L' O:7tEQ) indica una conclusión, lo mismo que ()LÓ, en 1 Cor 8, 13; 10, 14; 14, 13 v.l.

bt03tE'tÍ);, 2 diopetes caído del cielo* En Hech 19, 35, lo mismo que en la literatura griega, dícese de imágenes de dioses: el secretario municipal de Efeso habla de la estatua de Artemisia, y la llama ()LO:7tE'tÉ~. E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), 552 con la nota 3.

1020 15, 9; Flp 2, 26; 1 Tes 2, 8), pero cuando la oración causal precede a la oración principal, significa puesto que (Hech 13, 35; 20, 26). ()LÓ'tL puede sustituir también al OLL causal: pues, porque (por ejemplo, en Lc 1, 13; Hech 18, 10; 22, 18; Rom 1, 19.21; 3, 20). BlaBDebrunner § 456, 1.

Ato'tQÉq>t);, o,,; Diotrepkes Diotrefes* Nombre de un cristiano a quien se critica en 3 Jn 9, entre otras cosas porque no quiere aceptar la autoridad del «anciano» (v. 10). R. Schnackenburg: MThZ 4 (1953) 18-26; Id., Cartas de san Juan, Barcelona 1980, 346349; A. J. Malherbe, en FS Dahl, 222-232.

bt(J'tá~ro distazo dudar, desconfiar*

En Mt 14,31, Jesús dice a Pedro que empezaba a hundirse en las aguas: «¡Hombre de poca fe!, ¿por qué dudaste?; Mt 28, 17: cuando los discípulos vieron al Resucitado, «se postraron ante él (---> :7tQOOx.vvÉw), pero algunos dudaban». Ch. H. Giblin: CBQ 37 (1975) 68-75.

()í,(J'topo;, 2 distamos de dos filos* En Heb 4, 12 dícese de la palabra de Dios que es más cortante «que cualquier espada de dos filos». En Ap 1, 16 Y 2, 12 dícese de alguien «semejante a hijo de hombre» (1, 13), de cuya boca sale «una aguda espada de dos filos (QO[1>; cf. 19, 15 v.l.

bt(JXtAtOt, 3 dischilioi dos mil* btóQaropa, a'to;, 'tó diorthoma mejora, reforma* En Hech 24, 2 Tértulo alaba a Féliz por las reformas llevadas a cabo en favor del pueblo.

btóQaro(Jt;, Ero;, tí diorthosis el recto orden* En Heb 9, 10 se habla de las rituales «ordenanzas carnales que se impusieron hasta el tiempo del recto orden». ThWNT V, 451s.

bt3tAOií;, 3 diplous doble, dos veces más * 1 Tim 5, 17: los presbíteros que ejercen debidamente su autoridad, deben «ser considerados dignos de doble honor». En Ap 18, 6 (bis) la voz celestial dice: «¡Devolvedle el doble según sus obras; en la copa que ella ha preparado, preparad el doble para ella!» El comparativo se halla en Mt 23, 15: Hacéis de él «un hijo del infierno, dos veces peor (que vosotros)>>.

btoQú(J(Jro diorysso perforar la pared,

bt3tAÓro diploo duplicar*

abrir o entrar por la fuerza * En el NT dícese únicamente del hecho de entrar por la fuerza (en una casa): Mt 6, 19.20; 24, 43 par. Lc 12,39.

Ap 18,6 con objeto en acusativo 'ta ()L:7tAa (el doble): devolver el doble. ---> ()L:7tAOiJ~.

Ató(Jxo"QOt, rov Dioskouroi (los) Dióscuros* Hech 28, 11: la nave alejandrina tenía por insignia a los Dióscuros. Se refiere a Cástor y Pólux como figuras del espolón de la nave (y dioses protectores). F. J. Dolger, Dioskuroi: AuC 6 (1940-1950) 276-285; LThK I1I, 410.

btó'tt dioti (conjunción) porque, puesto que, pues ()LÓ'tL en las oraciones causales significa porque (por ejemplo, en Lc 2, 7; 21, 18; 1 Cor

bt; dis (adv.) dos veces* Mc 14, 30.72: «antes de que el gallo cante dos veces»; Lc 18, 12: «Yo ayuno dos veces por semana»; Jds 12, en sentido metafórico: «árboles ... sin fruto, dos veces muertos, y desarraigados». En la expresión X.UL U:7tUS X.UL ()L~, más de una vez, Flp 4, 16; 1 Tes 2, 18.

bt(Jp"Qtá;, ábo;, tí dismyrias doble miríada, veinte mil * Dos miríadas (= 20.000). Ap 9, 16: «el número de los soldados de este ejército de caballería era de veinte mil veces diez mil».

1022

1021

En Mc 5, 13 dícese del tamaño de la piara de cerdos que se ahogaron en el mar: w~ ()LOXLALOL, eran unos dos mil. bt'ÜAt~ro diylizo colar, filtrar*

bt\jJáro dipsao tener sed* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial.

. Bib/.: J. Behm, OL'l'áw %-rA., en ThWNT n, 230s; G. Bertram, OL'l'áw und Ve/Wandte in LXX, en Th WNT n, 231s. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1053.

1. ()L'ljJáw se encuentra casi siempre en los mismos campos léxicos: a) en paralelo con :7tELVáw (tener hambre): Mt 5, 6; 25, 35.37. 42.44; Jn 6, 35; Rom 12, 20; 1 Cor 4, 11; Ap 7, 16; b) en combinación con :7tO'tL~W (dar de beber): Mt 25, 35.37.42; Rom 12, 20, ó con 3tLVW (beber): Jn 4, 14; 7, 37; c) en contraste con el agua natural: Jn 4, 13.14.15; d) en la mención de una clase especial de agua: Ap 7, 16; 21, 6; 22,17; cf. Jn 6,35; 7, 37. En Mt 5, 6 los verbos 3taváw y ()L'ljJáw van seguidos por «justicia» como objeto en acusativo. Sin ningún complemento ulterior el verbo aparece en el clamor de Jesús al morir en la cruz (Jn 19,28).

En sentido propio dícese del vino (el vino filtrado, por ejemplo, en Am 6, 6 LXX). En Mt 23, 24 dícese en aquel ay: «¡Que coláis el mosquito (es decir, que coláis el vino a causa de un mosquito) y os tragáis el camello!»

2. ()L'ljJáw significa estar sediento, tener sed, y se emplea en sentido literal para significar una necesidad del cuerpo, y en sentido figurado para designar algo de lo que se carece (por ejemplo, la justicia).

btXá~ro dichazo desunir, desavenir*

3. En el catálogo de adversidades de 1 Cor 4, 11-13, Pablo utiliza el verbo ()L'ljJáw (v. 11) en una serie de verbos o expresiones verbales como «tener hambre, estar desnudo, ser maltratado, no tener cobijo», en el sentido literal de estar sediento, tener sed, para describir las privaciones físicas que la actividad misionera lleva consigo, y en el mismo sentido se emplea el verbo en Rom 12,20 en la exhortación concreta dirigida a los cristianos para que ayuden dando de comer y beber incluso al enemigo hambriento y sediento. En la escena del juicio, en Mt 25,31-46, este acto caritativo (su objeto: el más insignificante) se convierte precisamente en el criterio para determinar el comportamiento hacia Jesús (vv. 35. 37.42.44). Jn 19, 28 interpreta el grito realista de sed que lanza el moribundo en la eventual alusión

En Mt 10, 35 (a diferencia de Lc 12, 53): «Poner a un hombre contra (x.u'tá con genitivo) su padre ... »; cf. Schulz, Q, 259.

a;, tí dichostasia disensión* Rom 16, 17: advertencia contra los que crean «disensiones y ocasiones de tropiezo». Gál 5, 20 en un catálogo de vicios: EQLt}ELm, ()LXoo'tuoLm, UiQÉ(JEL~, «rencillas, disensiones, divisiones». En 1 Cor 3, 3 vemos que p46 Koiné D G Y otros añaden X.UL ()LXoo'tuoLm a ~fjAO~ X.UL EQL~. ThWNT 1,511.

btX0(J'ta(Jta,

btxo'topÉro dichotomeo cortar en dos* En Mt 24,51 par. Lc 12,46 dícese de la acción de castigar severísimamente (desmembrar) a una persona en el juicio.

.. 1024

1023 al Sal 22, 16 como cumplimiento de la Escritura, es decir, como obediencia a la voluntad de Dios; según .el salmo, el justo del AT tenía ya que padecer persecución y privaciones físicas de toda índole; en la experiencia de hallarse sediento se reconocía la particular hondura de la aflicción y del agotamiento humano. J. Beutler ve (NTS 25 [1978-1979], 54-56) en las palabras de Jesús «¡Tengo sed!» una cita del Sal 42 (41, 2s LXX). En sentido figurado se emplea ('kljJáw en Mt 5, 6 para expresar el anhelo insaciable, el ansia profunda de justicia. En Jn 4, 13-15 se produce intencionadamente una modificación del sentido del verbo. En primer lugar, se emplea cH'ljJáw en sentido literal para expresar la sed de Jesús, sentado junto al brocal del pozo, y a continuación se expresa este mismo verbo en sentido figurado (o metafórico) para referirse al agua prometida por Jesús. En unas sentencias de estructura parecida, en Ap 21, 6 y 22, 17, DL'ljJáw se emplea igualmente en sentido metafórico. El pasaje de Ap 7, 17 impide también interpretar el v. 16 en sentido simplemente realista. En lugar de la metáfora «agua» (Jn 4, 14; Ap 21, 6; 22, 17; cf. Ap 7, 16s), aparece Jesús mismo (Jn 6,35; 7, 37) como el que da, el que sacia al hombre sediento en su anhelo de salvación, en sus ansias de vida eterna. En estos dos últimos pasajes hay alusiones a la tipología del éxodo (el maná y la roca). Suponemos que únicamente en 7, 37 se alude a la costumbre de sacar agua en la fiesta de los Tabernáculos (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, 53ss, 213). H.-J. van der Minde

bÍ;tjJo;, O'll;, 'tó dipsos sed* En 2 Cor 11, 27 dícese en un catálogo de adversidades: «hambre y sed». ThWNT 11, 230-232.

bÍ;tlmxo;, 2 dipsychos persona de dos mentes, persona indecisa* En Sant 1, 8 &vT]Q Dí.'IjJ'UXO¡; es una persona que vacila, «inconstante (&XU'tá01:U'tO¡;)

en todos sus caminos». En 4,8 se dice: «¡Santificad vuestros corazones, vosotros los indecisos!». El adjetivo, lo mismo que DL'IjJ'UXÉW y DL'IjJ'Uxí.a se encuentra frecuentemente en 1 Clern, 2 Clern y Herm. O. J. F. Seitz: JBL 63 (1944) 131-140; 66 (1947) 211-219; ThWNT IX, 666.

bUIlY..-,Ó;, O'll, Ó dii5gmos persecución -->

DLWXW.

buí))('tl);, O'll, ó diOktés perseguidor* En 1 Tim 1, 13, el autor de la carta dice de sí mismo: «Yo que antes fui blasfemo, perseguidor y malvado»; cf. Gál 1, 13s.23; Flp 3, 6; Hech 8, 3; 9, 4s.

buoxro dii5ki5 apresurarse, correr; correr en pos, andar detrás de algo, aspirar a algo, pretender algo; perseguir* 6LWY¡..tÓ¡;, olí, Ó dii5gmos persecución 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Persecución en sentido religioso 4. Aspirar, tender a un bien espiritual - 5. Correr en pos de alguien. Bibl.: Bauer, Worterbuch, 398s; Beilner, en DTB, 818-821; Ch. Burchard, Der dreizehnte Zeuge, Gtittingen 1970; R. Deville, Persecución, en VTB, 612-615; Ebel-Schippers-Coenen, Persecución, tribu/ación, en DTNT I1I, 351-356; D. R. A. Hare, The Theme ofthe Jewish Persecution of Christians in the Gospe/ acc. to Sto Matthew, Cambridge 1967; P. Hoffmann, Studien zur The%gie der Logienquelle, Münster i. W. 1972, 178-179; G. Klein, Die Verfo/gung der Aposte/, Lk 11, 49, en FS Cullmann, 1972, 113-124; M. Künzi, Das . Naherwartungs/ogion Mt la, 23, Tübingen 1970; H.-W. Kuhn, Altere Samm/ungen im Markusevangelium, Tübingen 1971,99-146; G. Lohfink, Pau/us vor Damaskus (SBS 4), Stuttgart 1965; F. MuBner, Verfo/gung 1, en LTHK X, 694s; W. Nauck, Freude im Leiden. Zur Prob/em einer urchristlichen Verfo/gungstradition: ZNW 46 (1955) 68-80; A. Oepke, OtWXúl, en ThWNT 11, 232s; E. Schweizer, Erniedrigung und ErhOhung bei Jesus und seinen Nachfo/gern, Zürich '1962,21-62; Ph. Seidensticker, Pau/us, der verfo/gte Aposte/ Jesu Christi (SBS 8), Stuttgart 1965; O. H. Steck, lsrae/ und das gewa/tsame Geschick der Propheten, Neukirchen-Vluyn 1967; V. Stolle, Der Zeuge a/s Angek/agter, Gtittingen 1973. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1053.

1025 1. El verbo aparece 45 veces en el NT. No se encuentra en Marcos, pero sí se halla en Mateo (6 veces), Lucas (3 veces en el Evangelio, 9 veces en Hechos), Juan (3 veces), Pablo (Romanos 5 veces, 1 Cor 3 veces, 2 Cor 1 vez, Gál 5 veces, Flp 3 veces, 1 Tes 1 vez), en las Pastorales (3 veces), en Hebreos, 1 Pedro y Apocalipsis (1 vez en cada escrito). El sustantivo DLWYf.l-Ó¡; se encuentra en Mateo (l vez), Marcos (2 veces), Hechos (2 veces), Pablo (3 veces: Rom, 2 Cor, 2 Tes) y en las Pastorales (2 veces: 2 Tim). El término cristiano especial --> DLWX't1]¡; aparece únicamente en 1 Tim 1, 13. El plural, que predomina en estos pasajes, expresa a manera de fórmula la persecución de que son objeto los seguidores de Jesús; así sucede principalmente en los evangelios y en los escritos postpaulinos. Tenemos en todo ello una manera de hablar del cristianismo primitivo. Aparte de eso, el verbo -acomodándose al judaísmo antiguo y al helenismo- se emplea en el sentido ético-religioso de tender a fines y bienes espirituales. 2. El sentido griego original del término toma como punto de partida el significado de impulsar, empujar, poner en movimiento, que luego se desarrolla para convertirse en perseguir, expulsar, también en el sentido figurado de ir tras una persona o cosa, tender hacia ella, andar celosamente detrás de algo, pretender con mucho celo alguna cosa. El NT emplea el verbo y el sustantivo, entroncando con el judaísmo helenístico, en el sentido de la persecución religiosa que se sufre a causa de Jesús, y luego, por influencia de las enseñanzas morales de la filosofía griega, principalmente del estoicismo, los emplea también para expresar la tendencia a las actitudes y objetivos morales y religiosos. 3. Persecución en sentido religioso. a) El empleo más antiguo del verbo se encuentra en la fuente de sentencias Q en la bienaventuranza que ensalza como dichosos a los que son perseguidos a causa de Jesús (Mt 5, 10.11.12). Aquí se compara a los discípulos de Jesús con los profetas del AT que fueron

1026 perseguidos por luchar en favor de la justicia (social y judicial). A este grupo de enunciados acerca de Jesús, el Profeta y Mesías perseguido, y de Israel, que persigue a los profetas, pertenecen también los pasajes de Hech 7, 52; Lc 11, 49; Mt 23, 34, y además la afirmación que se hace en Jn 5, 16 de que Jesús, por las curaciones obradas en sábado, fue «perseguido por los judíos». Mt 23,34 Y Lc 11,49, textos -ambos- que proceden de la fuente Q, equiparan expresamente a los discípulos de Jesús con los profetas. Los logia de Mt 10, 23 y Lc 21, 12, que representan desarrollos del material de la tradición antigua, pertenecen también a este ciclo de ideas. Jn 15, 20 formula el pensamiento fundamental que debe servir de norma a los discípulos: «El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros». Ap 12, 13 expresa plásticamente esta idea mediante la imagen del dragón que persigue al pueblo de Dios (a la mujer que ha dado a luz) y a su hijo (el Mesías). Pertenece también al más antiguo material de la tradición procedente de la fuente Q la exhortación que se hace en Mt 5, 44 (cf. Lc 6, 27s) a orar por los perseguidores. Pablo recogió este mandamiento: «¡Bendecid a los que os persiguen!» (Rom 12, 14) Y lo cumplió en su propia persona (1 Cor 4, 12). La idea de que el discípulo de Jesús es perseguido como lo fue su Señor (2 Cor 4, 9), la desarrolló Pablo mediante la referencia a la muerte de Jesús en la cruz (Gál 5, 11; 6, 12: «ser perseguido a causa de la cruz de Cristo»; cf. 1 Cor 1, 18-29). La segunda Carta a Timoteo, que aparece tardíamente, afirma con referencia a Pablo: «Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos» (3, 12). Pablo ve que esta ley se encuentra ya prefigurada en el AT, en lo que sucedió con Isaac e Ismael (Gál 4, 29). Un grupo especial de sentencias sobre la persecución emplea el verbo para referirse a Pablo, el perseguido que había sido antes perseguidor de la Iglesia. Estas sentencias aparecen tanto en las Cartas paulinas en las que el apóstol contempla retrospectivamente su pa-

1028

1027 sado (1 Cor 15, 9; Gál 1, 13; Flp 3, 6), como también en los correspondientes pasajes de Hechos (9, 4s; 22, 4.7s; 26, 11.14s). b) El sustantivo se ajusta plenamente al marco referencial del verbo. En la interpretación de la parábola del sembrador en Mc 4, 17 par. Mt 13,21, se habla de un grupo de personas que hay en la Iglesia que caen en seguida, en cuanto hay «tribulación o persecución por causa de la palabra». En Mc 10, 30 se promete a la comunidad de los discípulos que ya desde ahora recibirán gran recompensa, pero <~unta­ mente con persecuciones». Hech 8, 1 señala «la gran persecución» que se desencadenó contra la Iglesia después de la lapidación de Esteban. De las persecuciones que Pablo tuvo que sufrir, principalmente por parte de los judíos, nos hablan Hech 13, 50; Rom 8, 35 (con 'frAL'ljne; y o'tEvoxwQLu), 2 Cor 12, 10 (con aváyx1] y o'tEvoxwQLu) y 2 Tim 3, 11 (bis); de la persecución de los cristianos de Tesalónica se nos habla en 2 Tes 1,4 (con 'frAL'ljJLI;). 4. En Pablo y en los escritos influidos por Pablo que pertenecen al cristianismo helenístico, el verbo se usa en el sentido figurado de tender hacia actitudes y objetivos religiosos y éticos. Como objetivos de esa aspiración y tendencia se mencionan: 'to ayu'fróv, el bien (1 Tes 5, 15), ClXaLOaÚV1], la justicia (Rom 9, 30s), <jllA01;EVLu, la hospitalidad (Rom 12, 13),10 que fomenta la paz (ELQlÍV1]) y la edificación (otxoCO[llÍ) de la comunidad (Rom 14, 19), ayáJt1], el amor (1 Cor 14, 1), ClXULOaÚV1] y d,aÉ~Elu, la justicia y la piedad (1 Tim 6, 11), la justicia (2 Tim 2,22, como lo opuesto a «las pasiones juveniles»), ELQlÍv1] y aylUa[lÓe;, la paz y la santificación (Heb 12, 14), la paz (1 Pe 3, 11, cita del Sal 33, 15 LXX). Como objetivos de su vida, Pablo menciona en Flp 3, 12.14 la resurrección con Cristo, el premio victorioso del llamamiento celestial. En este marco referencial se ven palpablemente elementos de la parénesis y de la conducta personal de las comunidades cristianas helenísticas.

5. El sentido de seguir, correr en pos de alguien aparece únicamente en Lc 17,23, en la exhortación a no ir en pos de falsos mesías traicionando así el seguimiento de Cristo. O. Knoch

bóyp.ta, a'to~, 'tó dogma opinión, decreto, mandamiento *

l. Uso helénico y judeohelenístico - 2. 6óy[!u como decreto (imperial) - 3. 6óy[!u como norma ético-religiosa - 4. El mandamiento que nos acusa. Bibl.: G. Kittel, My[!u XTA., en ThWNT II, 233235; J. Ranft-E. Fascher, Dogma I-II, en RAC I1I, 1257-1260; IV, 1-24. Cf. más bibliografía en ThWNT X,1053.

1. El sustantivo &ó,(!la se deriva del verbo &oxÉw: «lo que parece recto a alguien (o a alguna comunidad»>, lo que se considera bueno. El sustantivo tiene ya en Platón toda la gama de significados que va desde opinión, intención hasta norma, doctrina (filosófica), axioma didáctico (los testimonios se hallan en: Liddell-Scott, incluido el Supplement, s. v.; Kittel, 233s). Cuando se proclama la «opinión» de un gobierno, entonces &ó'(!W se convierte en decreto, edicto, ordenanza (por ejemplo, el senatus consultum en Polibio). En el lenguaje religioso: ltaTa &óYf,ta 'freoií Uf,tE't(i'frE'tOV, según el decreto inmutable de Dios (Papiro mágico de París = la denominada Liturgia de Mithra, Preisendanz, Papyri IV, 527). En el judaísmo helenístico encontramos el significado de decreto, edicto (de un rey, del emperador, del senado romano) en la LXX y en Josefo; en Filón (más de 150 testimonios) predomina el significado de doctrina, con los matices que van 'desde opinión, punto de vista a doctrina recta, verdadera. - Es importante que pueda hablarse de la ley mosaica o de sus diversos mandamientos como de los &óYf,taTa 'freoií o los aYLa M'(f,taTa, que deben observarse o cumplirse: 3 Mac 1, 3; Josefo, Ap I 42; Ant XV, 136; Filón, All 1, 55; n, 55; III 194; Gig 52; etc. En todo ello se asocia el punto de vista de que se trata de disposiciones obligatorias de Dios, con la idea de que la ley de Moisés contiene la verdadera «doctrina» filosófica (Aristóbulo, Filón, etc.).

2. En el NT &óY[la designa en dos pasajes decretos imperiales (o reales).

1029

Myf,ta

Lc 2, 1 refiere que Augusto publicó un edicto ordenando que se llevara a cabo en todo el Imperio un censo para confeccionar las listas de los tributos. Este decreto se aplicó también en Judea y Galilea, siendo gobernador de Siria Quirinio (--+ KUQlÍvLOe;), y obligó a los padres de Jesús a emprender el viaje de Nazaret a Belén. Nada más se sabe de semejante edicto de Augusto para la recaudación de impuestos. Los empadronamientos con fines de tributación eran ya de lo más natural, desde hacía mucho tiempo, en las provincias romanas. Sobre la problemática histórica de la imposición de tributos en Judea (incluida Galilea) en tiempo de Herodes el Grande, que reinaba en un país que no era provincia romana sino un Estado cliente que gozaba de relativa independencia, --+ uJtoYQacp'Íl. Según Hech 17, 7, los judíos de Tesalónica acusan a Pablo y a sus colaboradores de actuar en contra de los CÓy[lu'tu del emperador, proclamando que «hay otro rey, Jesús». Los CÓy[laTU afirman, por tanto, la pretensión del emperador de ser el único soberano. Es difícil decir a qué edictos imperiales se alude de esta manera. La formulación de Lucas (ya antes en el v. 6) ¿proyecta sobre el pasado las circunstancias de unos tiempos en que comenzaban ya las persecuciones contra los cristianos, desencadenadas por la autoridad central (bajo el reinado de Domiciano)? Es sorprendente cómo Lucas presenta a los judíos de Tesalónica afirmando encarecidamente su fidelidad de súbditos ante los magistrados. En Heb 11, 23 en el códice A y en unos cuantos manuscritos más, &LáTaYf,ta se cambió en &óYf,ta (probablemente por influencia de Lc 2, 1); se trata del edicto de Faraón que mandó matar a los hijos varones de los hebreos (Ex 1, 16.22). 3. El texto de Hech 16, 4 es muy ilustrativo, porque parece que en él se prepara ya el camino para la terminología eclesiástica posterior, según la cual las doctrinas de obligatoria aceptación, acordadas en los sínodos, se denominan «dogmas». En 16, 4 se trata del denominado «decreto apostólico» (15, 28s), que -por la autoridad del Espíritu Santo- im-

1030

pone a los cristianos gentiles la observancia, no de toda la ley mosaica, sino de los denominados «mandamientos del pacto con Noé». Por consiguiente, no se trata aquí de doctrinas «dogmáticas» en el sentido posterior del término, sino de normas éticas de conducta. 4. Col 2, 14 habla con una imagen muy peculiar acerca del perdón de los pecados (2, 13): Dios borró el documento de deuda (--+ XElQóYQu<jlOV ), extendido por nosotros y dirigido contra nosotros mismos, y lo clavó en la cruz anulándolo de esta manera. No está claro a qué se refiere 'tOLe; CÓY[lU<Jlv. Pero difícilmente se entenderán estas palabras como un dativo instrumental dependiente de e1;uAEl'IjJae; (como si los CÓY[la'tu, es decir, las proposiciones de la doctrina cristiana acerca de la salvación, fueran como quien dice la esponja con la que se borró el documento de deuda), sino que habrá que entenderlas probablemente como dativo de relación referido a XElQóYQU<jlov: se trata del «documento de deuda (extendido) en relación con (determinados) estatutos» (no, como se traduce a menudo, en relación con «sus» estatutos, es decir, con los estatutos consignados en el documento de deuda). La expresión general cÓY[la'tu podría haberse escogido conscientemente para asociar los mandamientos de la ley mosaica con los preceptos de la «filosofía» religiosa de los colosenses (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, sub loco, refiriéndose al uso del verbo en el v. 20). Los colosenses miran con angustia religiosa tales «estatutos» y se consideran perdidos antes Dios si no los guardan con todo rigor. El autor de la carta les asegura que tal esclavización ha quedado suprimida en Cristo. Más claro es el pasaje de Ef 2, 15. El autor, siguiendo probablemente a Col 2, 14, habla también de cÓY[lu'ta, pero se refiere claramente a la ley de Moisés: Cristo «abolió en su carne» (es decir, seguramente, mediante la entrega de su vida) «la ley de los mandamientos, consistente en (múltiples) ordenanzas». Con ello derribó el tabique de separación que

1031

Myf.tu-boxÉw

había entre judíos y gentiles, y que se había alzado mediante la ley mosaica. En la Iglesia de Jesucristo, compuesta de gentiles y judíos, los cristianos están vinculados entre sí por el lazo de la unidad. Así que por los {)ÓYIlUl;U (ahora abolidos) se entienden principalmente aquellos ritos mediante los cuales los judíos fieles a la ley, aunque vivieran en la Diáspora, se diferenciaban y se mantenían separados de los demás seres humanos. N. Walter bOnUl'tí,~ro dogmatizo dar prescripcio-

nes, imponer ordenanzas* En el NT, el verbo -en voz pasiva- aparece únicamente en Col 2,20 dentro de la polémica contra los falsos maestros que se desarrolla en los vv. 16-23. En ella, la voz pasiva de este verbo se usa en el sentido de hacer una concesión: 'tL w~ ~wv'te~ Ev XÓOIlq> ()OYIlU'tL~eotte; «¿Por qué permitís que os impongan ordenanzas, como si (todavía) vivierais bajo el dominio del mundo?» ThWNT 11,233-235; BlaB-Debrunner § 314, nota 2.

boxÉro dokeo pensar, suponer, (en sentido intransitivo) parecer* 1. Aparición y significado del término en el NT 2. En el AT - 3. Significados transitivos - 4. Significados intransitivos - 5. La fórmula 1:[ OOL (Ú[!LV) (\oxEi:; Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; W. Foerster, Die (\OXOiíV1:E<; in Gal 2: ZNW 36 (1938) 286-292; E. P. Hamp, (\ÉXO[!at, (\oxÉw, (\L(\ÚOXW: Class. Ph. 63 (1968) 285-287; G. Kittel, (\oxÉw, en ThWNT n, 235236; D. Müller, (\oxÉw, en DTNT I1I, 329s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1053-1055.

1. ()OxÉw aparece en el NT un total de 62 veces, principalmente en los evangelios (Mateo 10 veces, Marcos 2, Lucas 10, Juan 8) y en Hechos (8 veces); en las cartas aparece principalmente en 1 Corintios (9 veces) y en Gálatas (5 veces). - Como verbo derivado del verbo primario ()ÉXOIlUL, «aceptar», ()oxÉw conserva en el NT, a diferencia de 10 que sucede con ()ó1;u, su significado griego general

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(transitivo) de pensar, suponer, e (intransitivo) de parecer. Claro que, condicionada por el contexto, se deja sentir -especialmente en Mateo y en Pablo- una adaptación del uso helenístico que aparece en la LXX y en la argumentación rabínica. 2. Mientras que la comprensión griega del lenguaje y de la realidad está muy vinculada, ya desde sus principios (Parménides 28 B 8, 50s; Platón) a la oposición ontológica entre la verdad y la apariencia y hace uso de la antítesis entre, por un lado, «aparecer» (que se es) o «pretender» (éticamente que se es), y, por otro lado, el verdadero ser y conocer, vemos que una antítesis comparable en el AT es la que existe entre la voluntad (salvífica) de Yahvé y la desobediencia, entre la vida y la muerte. Y así, boxÉw expresa en la LXX, sin equivalente literal en el TM, una tendencia helenizante. En unos cuantos lugares es una interpretación (por ejemplo, en Gén 19, 14; Ex 25, 2; 35, 21s.26: «aquellos a quienes impulsaba su corazón»; Jer ~4 [27], 5: «recto a mis ojos»). Pero en la mayoría de los casos es una adición interpretativa, por ejemplo, para asemejar lo antitético de las sentencias sapienciales a la oposición existente entre la apariencia y la verdad (= sabiduría) (por ejemplo, en Job, frecuentemente en los Proverbios, en Sab 3, 2). El verbo aparece también a menudo en los libros segundo y tercero de Macabeos, con el sentido de «pensar, suponer, parecerle a uno (bien»>. 3. Con excepción de Mt 3, 9, «que no se os ocurra» , el verbo ()oxÉw, usado transitivamente, significa de ordinario en los Sinópticos pensar, suponer: en exhortaciones (Mt 6, 7; 24, 44 par. Lc 12, 40), con sentido provocativo (Mt 26,53; Lc 12,51: ¿o es que piensas ... ?, a diferencia de Mt 10, 34: Il~ VOIlLolJ'te; Lc 13, 2.4, refiriéndose a la doctrina farisaica sobre la retribución), y con sentido explicativo (Mc 6, 49: «ellos pensaron que era un fantasma», a diferencia de Mt 14, 26: Myov'te~; de manera semejante en Lc 24, 37; Lc 8, 18 [()oxe'l:, a diferencia de Marcos/Mateo, fue introducido por Lucas para recalcar la verdad de la apódosis]; 19, 11 [posiblemente redaccional]). Es obvio que a Lucas le gusta usar el verbo ()oxÉw en sentido transitivo, para documentar así objetivándola no sólo su

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boxÉw

sensibilidad estilística sino también su conciencia de la historia y de la realidad. Y, así, en Hech 12,9 se realza (paradójicamente) que la liberación ha tenido lugar efectivamente y que no se trata de un sueño; en Hech 27, 13 el verbo se elige por razones estilísticas; E()o1;u Elluu'té[> en 26, 9, yo estaba convencido, se usa en lugar del clásico ()OXW 1l0L (BlaB-Debrunner § 283, 1, con nota 3). El verbo ()oxÉw se usa en sentido transitivo en Juan para expresar el malentendido específicamente joánico, la opinión equivocada (Jn 5,39.45; 11, 13.31; 13,29; 16,2 y también 20, 15). La expresión paulina «si alguien pretende» (creyendo que lo que él pretende va a ser aceptado públicamente) tiene un puesto fijo en la crítica teológico-polémica que Pablo hace de las tendencias pneumáticas entusiásticas y, en sentido más general, cuando Pablo habla del sentimiento de jactarse y sentir ante Dios una confianza engañosa (1 Cor 3, 18: «si alguien piensa que es sabio» [aquí ()oxÉw equivale casi a xQLvw en 2, 2]; 8, 2: «que sabe algo»; 11, 16: «quiere ser porfiado»; 14, 37: «pretende ser profeta o espiritual»; Gál 6, 3: «pretende ser algo, pero [en realidad] no es nada» [cf. el tópico filosófico correspondiente en Platón, Gorg 527b; Epicteto, Diss 11, 24, 19] Y Flp 3, 4. Este uso se encuentra también en un participio en el que se formula una expresión de advertencia (1 Cor 10, 12; cf. también Sant 1, 26). En 1 Cor 4, 9; 7, 40 ()OXW significa a míme parece; 2 Cor 11, 16; 12, 19 tienen matiz apologético: «no poder pensar I no imaginarse», mientras que en Heb 10, 29 y Sant 4, 5 se invita retóricamente a formularse un juicio. 4. Con respecto al uso intransitivo de ()oxÉw, hay que hacer distinción entre parecer y ser considerado como. Juntamente con la pregunta formulada en Lc 10, 36, que trata de suscitar en el oyente un juicio y una actitud, encontramos un ()oxel retórico y distanciado, parecer ser, en Lc 22, 24; Hech 17, 18; de manera semejante en Heb 4, 1 (si no

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hay que traducirlo con el sentido forense ser hallado). Más expresivos son los pasajes de 2 Cor 10,9, «para que no parezca que yo ... », y Heb 12, 10, donde xu'tu 'to ()OXOVV, «como mejor les parecía», se halla contrastado quiásticamente con «para nuestro bien» y se refiere a la disciplina humana y divina, y va seguido en el v. 11 por una sentencia sapiencial. Mientras que el participial 'tu ()oxovv'tu (IlÉA.lJ) en 1 Cor 12, 22 designa sencillamente los miembros más o menos prestigiosos, como muestra el v. 23, vemos que oL ()OXOVV'te~ (eLvuL 'tL), las personas de prestigio, los personas destacadas, en Gál 2, 2.6.9, es una frase hecha, que se halla atestiguada también en Eurípides, Hek 294; Platón, Gorg 472a; Epicteto, Ench XXXIII, 12; Josefo, Ant XIX, 307, y también en bTaa 14b (Billerbeck I1I, 537). Esta manera de designar a los de Jerusalén parece tener un acento que es para Pablo, que lucha por la unidad de la Iglesia en la libertad y la fe, si no mordaz, sí al menos relativo en cuanto a la verdad del evangelio. (Resentimiento contra los poderosos se escucha en la adición de ()oxovv'te~ aQXELv en Mc 10,42). 5. El lenguaje y la manera de pensar del judaísmo helenístico se dejan sentir en la fórmula 'tL OOL ('Úlllv) ()oxel; (cf. Josefo, Ant VII, 72; V, 120; IX, 190: 'tL ()oxe'l: 'té[> tteé[>; VI, 227; VII, 216), que además de aparecer en Jn 11, 56 se encuentra únicamente en Mateo como introducción a las parábolas (18, 12 ¡a diferencia de Lc 15, 3!; 21, 28), Y es utilizada también -como una novedad- en preguntas que no sólo requieren la manifestación de una simple opinión sino la expresión de un juicio vinculante (17, 25; 22,17; 22, 42; 26, 66; de manera diferente aparece en Hech 25, 37). El escritor Lucas se sirve del estilo de los decretos y decisiones de carácter oficioso en Hech 15, 22.25.28 y también en el prólogo de su evangelio en Lc 1,3. G. Schunack

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bOXt",á~ro dokimazi5 examinar, aprobar,

aceptar como acreditado* 6óXLfW<;, 2 dokimos acreditado, reconocido, auténtico* 60XLlllÍ, fj<;, ~ prueba, verificación, fiabilidad* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Empleo en la LXX - 3. Significado - a) Lucas - b) Pablo 4. Lenguaje posterior a Pablo y al NT.

Bibl.: L. Asciutto, Decisione e liberta in Cristo. 00in alcuni passi di S. Paolo: RMT 3 (1971) 229-245; Bultmann, Teología, 269; W. Grundmann, OóXl!!OC; XTA., en ThWNT n, 258-264; G. Klein, Die Prüfung der Zeit (Lk 12,54-56): ZThK 61 (1964) 373390; G. Therrien, Le discernement dans les écrits pauliniens (EtB), Paris 1973. Cf. para más bibliografía, ThWNT X, 1055. xl!!á~ElV

1. En el NT OOXLllál;úJ aparece principalmente en Pablo (15 de 22 testimonios). Se encuentra también en Lc 12, 56; 14, 19; Ef 5, 10; 1 Tim 3, 10; 1 Pe 1,7; 1 Jn 4, 1. Con 6óXLfw<; sucede algo parecido: además de aparecer en 2 Tim 2, 15; Sant 1, 12, el adjetivo se encuentra únicamente en Pablo (5 veces). En el NT OoxLlllÍ aparece únicamente en Pablo (5 veces); falta en la LXX y no hay testimonios de este sustantivo antes de Pablo. 2. OOXLllál;úJ es un verbo denominativo de OÓXLIlO<;, que se deriva de OoxÉúJ, 6Éxollm (<
1036 las 28 veces en que aparece; son examinados los hombres, el pueblo, algunas personas, el corazón y los riñones, por ejemplo, Sal 16 (17), 3; 25 (26), 2; 138 (139), 1.23 (H. J. Kraus, Los Salmos 1, Salamanca 1993, sub loco, piensa en procesos cultuales y de derecho sacro como la incubación y el juicio de Dios); Jer 9,7; 11,20; 12,3; 17, 10; 20,12. Es importante que la acción de examinar responde más bien a una visión y conocimiento de tipo «intuitivo», y no se realiza tanto por una actividad, ensayo o prueba. El ministerio de Jeremías consiste principalmente en examinar (Jer 6, 27). En las secciones sapienciales de la LXX, el verbo se usa especialmente para significar el valor del objeto que se examina (en cuanto a su conducta, por la paciencia de que da muestras, lo mismo que se purifica el oro en el fuego; este uso es frecuente en Proverbios, Sabiduría, Eclesiástico). Es interesante TestAs 5, 4: «Todo esto lo he diferenciado (eOoxLlluOU) en mi vida» (a saber, he diferenciado la verdad de la mentira, lo justo de lo injusto, etc.; cf. 5, 1). OÓXLIlO<;, usado en la literatura griega para designar lo que ha sido «probado (en la batalla), lo que se halla acreditado, lo que es reconocido o auténtico» (refiriéndose tanto a personas como a cosas), aparece raras veces en la LXX y sirve casi siempre para designar que un metal es genuino. 3. Los textos paulinos indican que bOXLllál;úJ, lo mismo que MXLIlO<; y OoxLlllÍ, se emplean en sentido técnico con una amplia gama de significados, especialmente cuando se trata de probar la autoridad del apóstol en medio de la debilidad (del amor). Es decir, el significado teológico de los términos no es indiscutido sino que es objeto de controversia. Esto desaconseja la armonización bíblica de estos términos bajo conceptos centrales como «juicio (examen) de Dios/acreditación por Dios». Por las implicaciones de la subjetividad moderna en materia de teoría del conocimiento y de ética, no debemos proceder irreflexivamente al manejar el concepto formal y neutro de «examinar/acreditar».

1037 Con arreglo a la formación del verbo con la terminación -ul;úJ, podríamos afirmar que 00XLllál;úJ se refiere al pensamiento y a la acción con los que uno demuestra que es OÓXLIlO<;; la OOXLlllÍ es el resultado de ese acto. El acto corresponde a una existencia que consiste en su referente fundamental, en conocimiento y comprensión. Se expresa como discernimiento crítico (en la acción de examinar) y en la acreditación práctica de la experiencia de conocer o de ser conocido en relación consigo mismo y con otros. (Esto puede implicar la reflexión ética.) Lo peculiar de Pablo es que ello implica la comprensión crítico-práctica y la respuesta de la fe en el Kyrios, el conocimiento de Dios en Cristo, y que este acto debe ser realizado de manera comunicativa y refleja por el creyente mismo y por la Iglesia. a) En Lc 12, 56 se trata de la acción de examinar objetivamente los signos del tiempo y de adoptar ante ellos la correspondiente actitud (sobre lo de probar las yuntas de bueyes que se han comprado, cf. 14, 19). Si uno se entiende a sí mismo como persona que presta atención a (los signos de) la tierra y del cielo, ¿por qué no habrá de estar atento, y con mucha mayor razón, a este xmQó<;? Su carácter (escatológico) como decisión, ¿es un carácter pretendido o una actitud dentro de la tensión que plasma ahora la historia post Christum (entre la fe y la incredulidad)? (Así piensa Klein, seguramente con razón, quien hace distinción entre la tradición acerca de Jesús determinada escatológicamente y pre-lucana [cf. Mt 16, 3b] y la tradición lucana. OOXLllál;úJ, con su sentido intrahistórico y ético, ¿será redaccional?). Podría ser sinónimo de XQLVE'tE 'to OLxmov, en el v. 57, en cuanto a la observación crítica de los hechos históricos (cf. Ú:rrOXQL'tUL!), el llegar a una decisión y conservar la capacidad de juicio y la firmeza de la fe. b) A diferencia de lo que sucede en el AT, donde Dios es casi siempre el sujeto, vemos que en Pablo los hombres son mencionados explícitamente como el sujeto de bOXL-

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Ilál;uv. 1 Tes 2, 4 y 1 Cor 3, 13 son únicamente excepciones «a medias». En 1 Cor 3, 13, con arreglo a las imágenes tradicionales del AT, se empleará el fuego para probar la obra de cada uno, porque el día la sacará a la luz (confluyen las imágenes de la casa ardiendo, del juicio final y de la prueba del fuego). 1 Tes 2, 4 habla de Dios que examina los corazones (en cita de Jer 11, 20); para Pablo (l Tes 2, 4a), esto significa que el evangelio le fue confiado, y que él tiene que responder ante Dios en la predicación del evangelio, de esa «aprobación» de que fue objeto por parte de Dios (cf. 2 Cor 2, 17; Gál 1, 10). Por tanto: OOXLllál;úJ, en Pablo, se refiere indirectamente a Dios, por cuanto se refiere directamente a la realización práctica, a la responsabilidad concreta, determinada por la situación y basada en el conocimiento -concedido en Cristo por el evangelio- de lo que Dios mismo quiere (¡en Cristo!), en relación con aquellos que confían en la palabra de la cruz. El conocimiento de la voluntad de Dios es decisivo. Así se hace patente en Rom 1,28; 2, 18; 12,2: en la acusación que se formula en 1, 28 mediante las expresiones correspondientes (tomadas de la literatura sapiencial) «puesto que ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente desamparada (a la pérdida de una relación significativa con el existir) rel="nofollow">>; en la cita de la pretensión judía en Rom 2, 18, donde el conocimiento de la voluntad de Dios (por la ley) se identifica con la capacidad para determinar lo que es importante; en las exhortaciones a «servir a Dios en medio de la cotidianidad del mundo», en Rom 12,2, con la razón renovada para dar una respuesta crítica a lo que constituye la voluntad de Dios. En su contenido concreto pero indeterminado, 'ta bLUcpéQov'tu (un término corriente del lenguaje coloquial helenístico) en Flp 1, 10 indica, con respecto al contenido, lo que está implicado en la prueba y examen crítico de la Iglesia: una superabundancia del amor que determine tanto el pensamiento como la acción. (En el macarismo de Rom 14, 22, se trata de manera más general de la capacidad para juzgar sobre lo que se ha determinado con la certeza de la fe; en 1 Cor 11, 28

1039 se trata del uso correcto de los sacramentos después de un examen crítico que cada uno h~ de hacer de sí mismo.) Puesto que el poder de Dios (nvEUf-tu, la vida de Cristo) se manifiesta en la debilidad ()OXLf-t~ pertenece a la situación del sufri~ miento, a la experiencia de discordia. En una adaptación cristiana de un tópico parenético judío (cf. TestJos 20, 1; Sant 1, 2-4: 1 Pe 1, 6s), Rom 5, 4 saca la conclusión de que la tribulación produce paciencia, y la paciencia, carácter probado, y el carácter probado, esperanza (que crea certeza). Según 2 Cor 8, 2, de la prueba en la tribulación nace la alegría. En 1 Cor 11, 19 se dice que las divisiones hacen ver quién ha sido aprobado. 2 Cor 10, 18 acentúa que el predicado ()ÓXLf-tO~ no corresponde a quien se recomienda a sí mismo, sino a aquel a quien el Señor recomienda, y a él se le aplica el carácter público y escatológico así como también discutido de ese predicado. (Cada uno debe examinar [a conciencia] su propia obra, y entonces -en comparación, no con otros, sino con su propia certeza de fepodrá gloriarse, Gál 6, 4.) Evidentemente, en Corinto se pedía a Pablo que demostrara, lo mismo que otros pneumáticos bien probados, que Cristo hablaba en él (2 Cor 13, 3-7). ¿Cómo podía dar Pablo esa prueba (del Espíritu y del poder de Cristo) si no es exigiendo a la comunidad que, con un examen crítico de sí misma, diera buena cuenta de su propia existencia en la fe? Pablo sabe muy bien que, de esta manera, él no va a satisfacer precisamente la errada exigencia de que él efectúe una demostración legitimante de poder pneumático. Pero está persuadido de que su propio apostolado, que tiene esta apariencia de no estar legitimado, se halla bien probado por el hecho de que los corintios entienden su propia existencia en la fe, es decir, demuestran en sus vidas que Cristo se encuentra en ellos en virtud del evangelio predicado por el apóstol. Es dudoso que Pablo pudiera probar su ()OXLf-t~ de otra manera, por ejemplo, mediante un proceso judicial. Asimismo, cuando él reclama que la comunidad le examine y refrende, esto se hace cuando él (con sus propias palabras) exige a la comunidad autenticidad

1040 en su amor y confía en esa autenticidad (2 Cor 8, 8; cf. 8, 22). Y, así, la comunidad, según 2 Cor 2, 9, da a conocer su propia ()OXLf-t~, cuando es obediente al apóstol. Según Flp 2, 22, esto mismo se aplica a Timoteo. Rom 14, 18 formula de manera aforística la nueva norma para ser agradable a Dios y aprobado ante los hombres: la norma del servir a Cristo (cf. Rom 16, 10). En las palabras acerca de la colecta en 1 Cor 16, 3, se habla de «personas apropiadas, elegidas por vosotros». 4. En los escritos posteriores a Pablo (y posteriores al NT), ()oXLf-tá~ELV experimenta cierta fijación en el sentido de que el examen y la acreditación pueden delegarse -como quien dice- ajustándose a criterios eclesiásticos y éticos: se hallan en transición 1 Tes 5, 21 (<<examinadlo todo, retened lo bueno»); Ef 5, 10 (<
boxt"aata,

a~,

ÍI

dokimasia prueba,

examen* Heb 3, 9 (cf. Sal 94, 9 LXX) en la expresión: EndQuouv ... EV ()OXLf-tUOL~, «pusieron a prueba», que se refiere al comportamiento de los antiguos con Dios durante la peregrinación por el desierto; Koiné lat syP syh leen con la LXX E6oXLf-tuOUV (f-tÉ). ThWNT 11,259. ií~, ÍI dokime prueba, verificación, fiabilidad ---+ ()oXLf-tá~ú) (3.b).

bOXt"ÍI,

1041

1042

bOXt"lOV, O\), 'tó dokimion medio para probar, autenticidad* Sant 1, 3: 'to ()OXLf-tWV 'Úf-twv 'tii~ nLo'tEÚ)~, «lo que pone a prueba vuestra fe», refiriéndose a las tentaciones (cf. v. 2); 1 Pe 1,7: 'to ()OXLf-tWV 'Úf-twv 'tfj~ nLo'tEÚ)~ como neutro singular del adjetivo ()OXLf-tW~, «la autenticidad de vuestra fe» (v.l. ()ÓXLf-tOV), que supera incluso a la autenticidad del oro que es probado por el fuego. ThWNT 11,259, 261s; BlaB-Debrunner § 263, nota 5; L. Goppelt, Der Erste Petrusbrief(KEK), sub loco. bÓXt"O~, 2 dokimos acreditado, reconoci-

do, auténtico ---+ ooxLf-tá~w.

boxó~,

olí, ÍI dokos tronco, viga * Mt 7,3.4.5 par. Lc 6, 41.42 (bis), en una hipérbole en labios de Jesús: «la viga en el propio ojo», por contraste con la «pajita» en el ojo del hermano. La imagen está tomada, seguramente, de un proverbio (cf. Billerbeck 1, 446s) y acentúa la prohibición de juzgar al hermano. Schulz, Q, 148s. bÓÍvto~, 3 dolios falso, engañador, fraudu-

lento* En 2 Cor 11, 13 se llama EQyá'taL MAWL, «obreros fraudulentos», y tj!E'U()OUnÓ(J'toAOL a los adversarios de Pablo; cf. también 1 Clem 15,5; Herm (s) 9, 26, 7.

bOÍvtóro dolioo engañar, defraudar* Rom 3, 13 (en cita del Sal 5, 10 LXX):

'tu¡;~

yAÓJoom~ ulJ'twv· E6oAwUouv (imperfecto;

cf. BlaB-Debrunner § 84, 3), «han engañado (siempre) con sus lenguas».

bóÍvo~, O\), Ó dolos engaño, astucia; falsedad* 1. Aparición del término y campo referencial en el AT - 2. Cualificación del ser y del obrar humano 3. Catálogos de vicios y tablas de deberes domésticos 4. Defensa del ministerio apostólico.

Bibl.: D. Georgi, Die Gegner des Paulus im 2 Kor Neukirchen-Vluyn 1964; O. Keel, Feinde und Gottes:

leugner, Stuttgart 1969; L. Ruppert, Der leidende Gerechte und seine Feinde, Würzburg 1973; A. Schulz, Nachfolgen und Nachahmen, München 1962, 289293; E. Schweizer, Gottesgerechtigkeit und Lasterkataloge bei Paulus, en FS Kdsemann, 461-477; A. Vogtle, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Münster i.W. 1936, Índice alfabético s. V.; S. Wibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Berlin 1959,78-89; H. W. Wolff, les 53 im Urchristentum, Berlin '1952, 99-104.

1. De las 11 veces que el término se halla documentado en el NT (además de las variantes textuales de Mc 12, 14; Ap 14, 5), MAO~ aparece una vez en cada uno de los escritos siguientes: Mateo (par. Marcos), Juan, Hechos, Romanos, 2 Corintios, 1 Tesalonicenses; aparece 2 veces en Marcos, y 3 veces en 1 Pedro. Además de las citas literales del AT, se observa claramente la dependencia que existe de la tradición del AT al caracterizarse corrientemente como «engañoso» y falso al hombre que se ha apartado de Dios -en contraste con la persona que teme a Dios, es decir, con el «justo»-. Así lo vemos especialmente en la tradición que lleva la impronta sapiencial (por ejemplo, SallO, 7; 36, 4; 52, 4; 55, 12; Prov 12,5.20; 16,28; 26, 4; Sab 1, 5; 4,11; 14,25; Eclo 1,30; 19,26; cf. Jer 5, 27; 9, 5; Sof 1, 9). 2. a) La intención de los adversarios de Jesús de apresarle y darle muerte experimenta una descalificación clarísima en la afirmación de que eso pretende hacerse EV ()ÓAep (Mc 14, 1; Mt 26, 4: MAep). Además de la razón dada (el temor al pueblo), el relato muestra que la futura Pasión de Jesús es la de un justo condenado, a pesar de ser inocente. Y el propósito de sus adversarios se entiende como la acción malvada de personas impías. b) Así como la conducta, hostil a la fe, de Elimas el mago (Hech 13, 8) es caracterizada como la de una persona nA~Q'tJ~ nuv'to~ ()ÓAO'U (v. 10), así también vemos en Juan -por contraste- que Jesús caracteriza a Natanael, uno de los primeros que fueron llamados al discipulado, como «un auténtico israelita» EV
1044

1043 pasajes del AT (cf. Sal 32, 2; Sof 3, 13) donde se describe de esta manera a quien es verdaderamente «justo» (cf. Ap 14, 5 v.l. !). 3. a) En los catálogos neotestamentarios de vicios (Vagtle, 1; Wibbing, 78), MAOs (sobre el uso del término cf. VagUe 13ss; Wibbing, 87s) aparece únicamente en Mc 7, 22; Rom 1,29; 1 Pe 2, 1. Al caracterizar, entre otras cosas, con el término bÓAOs a las personas que viven en la «impiedad» y la «injusticia» (Rom 1, 18ss), Pablo se ajusta a la manera de hablar del AT (cf. Vagtle, 229232). En Mc 7, 22 MAOs aparece al principio de la segunda serie de seis delitos que, según Jesús, constituyen la «maldad» que brota «del corazón» del hombre, es decir, las culpas de las que se es personalmente responsable. Frente al uso inespecífico del término, en 1 Pe 2, 1 encontramos la exhortación a deponer «toda maldad, toda falsedad», una exhortación que se halla al servicio de la parénesis concreta de la comunidad; bÓAOs es una de las formas de conducta que perturban las relaciones entre las personas y que se oponen a la convivencia (querida por Dios) dentro de la comunidad, que es «sacerdocio santo» (v. 5), «linaje escogido» (v. 9) y «pueblo de Dios» (v. 10). b) Al siervo de Dios, que sufre a pesar de ser inocente (según Dtls), se le describe en 1 Pe 2, 22 como «el que no cometió ninguna injusticia ni se halló engaño en su boca» (ls 53, 9). La cita se halla en un himno tradicional a Cristo (1 Pe 2, 21-25), que se cita en el contexto parenético de una «tabla de deberes domésticos»: los esclavos deben dar buena cuenta de sí mismos, siguiendo a Cristo en sus padecimientos «ejemplares» (2, 21). Con el Sal 34, 13-17, la Carta primera de Pedro exhorta (3, 10-12), para terminar la sección (2, 11-3, 7), mediante una parénesis dirigida «a todos» (3, 8) a una vida vivida según «la experiencia de Cristo» (L. Goppelt, Der Erste Petrusbrief [KEK], 226), a una vida que rompa el círculo vicioso de la venganza por las injusticias sufridas, respondiendo con «bendición» (v. 9); esto supone que el

cristiano guarda bien sus labios del AUAfíOaL MAov (v. 10 = Sal 34, 14). 4. Ya en la Carta primera a los tesalonicenses defiende Pablo su ministerio misionero: su predicación no se realiza BY MA

> (2 Cor 4, 2). Eso es privilegio de los «falsos apóstoles», que son eQyáTaL MALOL (11, 13), que predican «a otro Jesús distinto» y «otro evangelio distinto» (11, 4). Lo absurdo que juzga Pablo que él tenga que proceder a su propia defensa ante los corintios, lo vemos por su «confesión» irónica de que él los ganó a ellos «con engaño» (12, 16), aunque todo ha sido únicamente para el bien de ellos (vv. 14s). L. Oberlinner

bOAóm doloo falsificar,

adulterar* En 2 Cor 4, 2 dícese ¡.t1]bE bOAOiíV'tEs TOV AÓyov Toií 'freoií, « ... ni adulterando la palabra de Dios», en la defensa que Pablo hace de su apostolado; cf. también 2 Cor 12, 16; 1 Tes 2, 3 (-> MAOs). Una expresión afín es aboAOv yáAu en 1 Pe 2, 2; cf. «adulterar el vino» en Luciano, Hermot 59.

bópux., (no~, 'tó doma dádiva, don* Mt 7, 11 par. Lc 11, 13: olbuTE bó¡.tura ayu'fru bLbóvaL 'tOLS 'tÉXVOLs ú¡.twv, en una argumentación que procede por analogía a minori ad maius, y en la que se hace referencia a la solicitud de los padres, que, aunque sean malos (JtOV1]QOL OVTES/úJtáQXOVTES)' «saben dar dádivas buenas a sus hijos». Y se contrasta esta solicitud con la solicitud, mucho mayor, de Dios por aquellos que le invocan llamándole Padre celestial; en Ef 4, 8 (cf. Sal 67, 19 LXX) dícese de los dones de Cristo resucitado a los hombres (es decir, de los «ministerios» dados por Jesús a la Iglesia, v. 11); en Flp 4, 17 Pablo no trata de recibir donativos de la comunidad para su propio sus-

1045 tento, ovx O'tL em~1]TW TO M/lu, sino que 10 que busca únicamente es el fruto, la cosecha (-> xUQJtós).

1)~, 1) doxa reputación, honor; esplendor de poder, gloria

bó!;a,

1. Aparición del término en el NT - 2. Campo semántico y significados - 3. oó1;a en el uso general del cristianismo primitivo - a) oó1;a como reputación, honor, fama - b) oó1;a como esplendor del poder divino y celestial - c) oó1;a como gloria divina contemplada espiritualmente - 4. oó1;a en la teología paulina de la cruz - 5. oó1;a en la teología joánica de la revelación.

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1. bó1;u aparece 167 veces en el NT, correspondiendo 57 de esos testimonios a las cartas paulinas y deuteropaulinas (el término aparece 19 veces en 1 Cor 15,40-44; 1 Cor 3, 4--4, 6). Ulterior distribución: 28 veces en los Sinópticos y en Hechos, 18 en Juan, 7 en He-

1046 breos, 20 en las Epístolas católicas (diez de las cuales se encuentran en 1 Pedro), 17 en el Apocalipsis. El término falta en Filemón y en 1-3 Juan. 2. Los significados bíblicos de este término son sorprendentes, en comparación con los significados con que aparece en el griego extrabíblico. El significado de bó1;u más frecuente en el griego extrabíblico, a saber, el de «opinión, punto de vista», falta en el NT. El otro significado fundamental de reputación, valor, honor (Lc 14, 10; 1 Tes 2, 6.20; 1 Cor 11, 15; 2 Cor 6, 8, etc.) queda notablemente relegado ante el uso religioso del término, que es desconocido fuera del griego bíblico: esplendor del poder divino, gloria divina» (Lc 2,9; Mt 16,27; Hech 7, 55 Y passim), con una transición hacia un sentido general de «esplendor visible de luz» (1 Cor 15, 20s; Hech 22, 11). Se discute si este sentido se había preparado ya en el uso común del lenguaje en el mundo de aquel entonces, probablemente en la manera de hablar de las cortes helenísticas. Este lenguaje parece haber influido en los pasajes del NT en los que M1;u significa el esplendor de poder de los reyes y los reinos (Mt 4,8; 6, 29; Ap 21, 24.26) o se usa en asociación con motivos del trono (Mt 19, 28; 25, 31.34; Mc 10,37; 1 Tes 2, 12) Y en el sentido de majestad como nombre para designar a los poderes angélicos (Jds 8; 2 Pe 2, 10). Esta notable remodelación del sentido del término se remonta a la elección de oósu como vocablo para traducir en la versión de los Setenta el término hebreo kabOd. Toda la gama de significados de kabód en el AT se trasvasó al equivalente griego Msa. Y, así, kabOd significa el peso del prestigio y del honor que una persona posee, sobre todo el rey (1 Re 3, 13), pero fundamentalmente también todo hombre por el puesto que ocupa en la creación (Sal 8, 6) o dentro de la sociedad de los hombres, donde el kabód se manifiesta de manera escalonada como rango, dignidad y posición de poder. Pero es un término que, sobre todo, hace referencia a la Divinidad como expresión de su manifestación en el dominio soberano que Dios tiene sobre la naturaleza y la historia: por un lado, en las luminosas manifestacio-

1047 nes de la Divinidad en las teofanías, pero más todavía en la majestad, visible únicamente para el ojo de la fe, de sus actos históricos de salvación y de juicio. El reconocimiento y la confesión de este kabOd de Yahvé es el honor que su pueblo y toda la creación debe tributarle. La variedad de usos corresponde a las diversas clasificaciones del significado del término. bó;a se usa como sinónimo juntamente con 'tL[lTt en el sentido de prestigio, honor (por ejemplo, en Rom 2,7.10; 1 Tim 1, 17); también juntamente con Enmvo~ (Flp 1, 11; 1 Pe 1, 7). El concepto opuesto es a'tL[lLa (2 Cor 6, 8). M;a en el sentido de esplendor del poder divino va acompañada a veces por otros conceptos que también expresan el poder: MVa[lL~ (Mt 24,30; Lc 21, 27), e;ouoLa (Lc 4,6; 2 Tes 1,9) Y xQ(ho~ (1 Pe 4, 11; Ap 1, 6). Frecuentemente tales sentencias de bó;a aparecen en himnos de alabanza (Lc 2, 14; 19, 38; Ef 1, 3-14: Ap 4,11, Y passim), pero con mayor frecuencia aún en la forma de la doxología, derivada de la tradición judía (Rom 11, 36; 16,27; Gál 1,5; Ef 3,21; Flp 4, 20; Heb 13,21; 1 Tim 1, 17; 2 Tim 4,18; 1 Pe 4,11; 2 Pe 3, 8; Ap 1,6). En la medida en que M;a enuncia la esencia de la Divinidad en su manifestación, puede ir acompañada por conceptos como {}fLÓ't1']~ «Deidad», 'Únóo'taoLS «firmeza», [lfyaAoOUV1'] «majestad» (Rom 1, 20. 23; Heb 1, 3a.d) y los enunciados de M;a pueden pasar a expresar las maneras de la presencia divina en el acontecimiento de la revelación: pueden referirse a la esfera celestial y divina (Lc 2, 9; 1 Tim 3, 16, Y passim), principalmente a los mensajeros celestiales enviados por Dios, sobre todo en el acontecimiento del fin de los tiempos (Lc Q, 26; Mt 16, 27; Ap 18, 1, Ypassim). Este es uno de los puntos de partida de los enunciaqos cristo18gicos de M~a en el NT. Jesús viene en M;a cOIflO el esperado Hijo del hombre (Mc 8, 38, Y passim); él es el XUQLO~ 'tfí~ ~Ó;1']~ (1 Cor 2, 9; Sant 2, 1), etc. Reciben participación en la bó;a divina las obras del Creador (Rom 1, 21.24), principalmente el hombre como criatura suya (1 Cor

1048 11, 7). Pero como el hombre fue infiel a su destino y perdió la participación en la M;a divina (Rom 3, 23), vemos que la M;a adquiere significación central en los enunciados soteriológicos. En ellos bó;a aparece junto a bLXULOOUV1'] (Rom 3, 23-25), X.áQL~ (5, 2; E! 1,6), ow't1']QLa (1 Pe 1,7-10; Ap 19, 1), tw1'] atwvLO~, 'tL[lTt, eLQTtV1'] (Rom 2, 7.10), etc., y se convierte en el concepto por excelencia de la esperanza de la salvación (Rom 5, 2; 8, 21; Ef 1, 18; Col 1,27), con la importante incorporación del verbo ~ bo;átw, «glorificar». Como semejante salvación es mediada por Cristo (2 Cor 4, 6, etc.), tenemos aquí el segundo punto de partida para los enunciados cristológicos de M;a. 3. a) El prestigio y honor como bien al que aspira el hombre (Lc 14, 10; 1 Cor 11, 15) se valora más bien de manera crítica: el que busca el honor de los hombres, dejará de buscar el honor que viene de Dios (l Tes 2, 6.19s; Jn 5,41-44: 7, 18; 8, 50s; 10,43; 12,43; Flp 3, 19; cf. Rom 2, 7.10). El apóstol acredita su libertad «en honor y deshonor» (2 Cor 6, 8). El proverbial esplendor y la magnificencia de lps reyes y de sus reinos pueden realizar una función positiva (Mt 6.29; Lc 12,27); en el acontecimiento del final de los tiempos, toda la bó;a de las naciones adornará a la ciudad de Dios (Ap 21, 24.26). Sin embargo, se pone de relieve la caducidad de todo el esplendor de este cosmos (l Pe 1,24; cf. 1 Jn 2,15-17), Y lo demoníacarnente seductor de su magnificellcia (Mt 4, 8; J.,c 4, 6). Bien entep.didos, los hUl11illantes sufrimientos del apóstol son precisamente un honor para su comllnidad (Ef 3, 13), de la misq¡a manera que -inversamentesu fiel cQlllunidad será para él, en los acontecimientos del fin, ho,!or, fama y gozo (l Tes 2, 19s). pinalmeIlte, a S(llo Pi Os se debe todo honor, como confiesan el himno y la doxologfa. P~f eso, lapropiasituacigIl' es sielllpre important~. Hay que renunciar a la impiedad (Rom 1,23-25), hay que someterse a la autoridad judicial de Dios (Jn 9, 24; Ap 14, 7; 16, 9) y rechazar la blasfemia (Hech 12, 23), y, sobre todo, hay que mostrar gratitud por la

1049 experiencia del don divino de la salvación (Lc 17, 18; Rom 11, 36; Ef 3,21; 1 Tim 1, 17; 2 Tim 4,18; Heb 13,21; 1 Pe 4,11; Jds 24s; Ap 4, 11 Y passim). En sentido especial, el sí de la fe tributa a Dios el honor que le corresponde (2 Cor 1, 20; Rom 4, 20s). b) Las tradiciones del AT sobre las teofanías tienen en el NT una continuidad no amplia, pero sí importante (Hech 7, 2.30-32.35.38; Heb 9, 5; cf. Ex 25, 22; 1 Cor 10, 1-4: Kn 12, 41). Tales tradiciones se ofrecen siempre como un testimonio de la nueva revelación que sobrepasa a la antigua (cf. especialmente 1 Cor 10,6.11). En el acontecimiento del éxodo, Dios se encontraba ya presente en Cristo (l Cor 10,4), que ahora «plantó su tienda entre nosotros»,' de tal manera que nosotros «contemplamos su bó;a» (Jn 1, 14). La contemplación del esplendor visible del poder divino queda notablemente relegada en el NT, con excepción de las textos que expresan la esperanza en la consumación, todavía futura, de la revelación de Dios que ha comenzado ya (Mc 8, 38; 13, 26; Mt 16, 27; 24, 30; Lc 17, 24; 2.1, 27; Ap 21, 11.23s). No obstante, oó;a qesi¡ma también ep. Lc 9, 31 (historia de la transfiguración), en alglmas tradiciones de Pasc\1a (Mc 16, 5; Mt 28, 3; Hech 9, 3) Y en los relatos lUCaI101l de la infanc,;ia (Lc 2, 9), un esplendor de 1u?:, visible y no obstante celestial. en parte contemplado visionariamente por meqio de um~ gracia especial (Hech 9, 3; cf. v. 7), y que en parte irrumpe desde lo alto y se hac,;e visible en el espacio (Lc 2, 9), Pablo piensa ep. la gloria luminosa del ¡:merpo nuevo en 1 Cor 15, 43; cf. Plp 3, 20s. En este cOntexto Parece q\1e él atribuye en sentido figurado a los cuerpos celestes un esplendor de bp;a, escuchándose siempre en todo ello un elemento de rango y posición de poder: «Una estrella se diferenciá de otra estrella en la &QSq>~. La M;a adquiere también en otras flanes el sentido de «esplendor reflejado», análogo al que tiene eLxwv: el hombre es el esplendor reflejado y la imagen de Dios» (1 Cor 11,7). Detrás de la luz visible del cielo se halla la esfera invisible e inaccesible de la luz divina (l Tim 6, 16).

1050 c) Según Rom 1, 23 (cf. v. 20), la gloria de Dios, su poder eterno y su divinidad se perciben intelectualmente a través de las obras de Dios como creador. y esto exige que las criaturas le rindan homenaje con gratitud. En vista de los actos realizados por Dios en la historia de los patriarcas y de Israel, al pueblo de Dios le corresponde la gloria (Rom 9, 5; cf. Lc 2, 32). A pesar de que la humanidad adamítica permanece alejada culpablemente de Dios, él se mantiene firme en su voluntad salvífica y lleva a cabo por medio del acontecimiento de Cristo el destino del hombre para la participación en la M;a de Dios. En la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, Dios ha hecho «nacer de nuevo» a los creyentes y los «ha llamado a su eterna gloria» (1 Pe 1,3-9; 5, 10). Y, así, la M;a destinada al hombre se convierte en puro don de gracia (Rom 3, 238; 9, 23), que Dios ofrece por medio de Cristo, A él «le recibió Dios en la gloria» (1 Tim 3, 16; cf. Sant 2, 1; 1 Pe 1,21; 2 pe 1, 17, Y passim), «coronado de bó;a y honor». Con gloria superior a la de Moisés o a la de los ángeles, él es el Hijo, el Mediador preexistente de la creación, el «resplandor de la gloria e imagen perfecta del ser de Dios», quien por medio de él «comenzó a llevar a lo~ muchos hijos hacia la M;a» (Heb 2, 7.9; 3, 5; 1, 2s; 2, 10). El «Ei'lpiritu de la gloria de Dios» descansa ahora sobre los creyentes» (1 Pe 4, 14); ellos son preliervados por el poder de Dios hasta la revelación de la gloria de Cristo y de los creyentes en el acontecimiento del fin de los tkmpos (l Pe 1, 5; 5, 1; 4, 13). Ahora bien, así como Cristo -según la voluntad de Piosentró por el sufrimiento en la gloria, así se ha determinado que suceda con los creyentes (l Pe 1,6-12: 2, ?OS; 4, 13; ;;, 1.4.10; cf. Rom 8, 17), Cuando la Iglesia, en su respuesta, confiesa la gloria d~ Dios, esta gloria consiste profundísimamente en la fideUdad de Dios -mediant~ el acontecimiento de Cristo- a sus criaturas perdidas (Lc 2, 14; 19, 38; Ef 1, 314; Heb 13, 20s y passim). 4. Pablo comparte el uso general de bó;a en el cristianismo primitivo. El hace, además,

1051

M!;a

que el trasfondo del lenguaje de la Setenta resalte en citas (Rom 1, 23, cf. Sal 105, 20 LXX; 1 Cor 11,7, cf. Gén 1,27). Así, la M;a expresa también para Pablo fundamentalmente la esencia de Dios, tal como ésta se manifesta en su revelación, tal como es contemplada por la razón iluminada que ve el poder del Dios creador (Rom 1,20.23), tal como es esperada por el ojo de la fe que cree en el poder divino de juicio y de salvación en las manifestaciones históricas, y que con fe es aguardada en su irradiación definitiva en el acontecimiento del fin de los tiempos. Se observa una manera peculiar de hablar de Pablo, cuando él reflexiona soteriológicamente sobre las manifestaciones de la bó;a de Dios. El estado de perdición, que se produjo con la pérdida culpable de la M;a (Rom 3, 23), lo concibe Pablo de manera universal: a todo lo creado lo arrastró el hombre consigo en su caída (Rom 8, 19-21). Pablo ve también presente la bó;a de Dios en la Torá, pero como M;a que juzga y mata, y que palidece y pasa (2 Cor 3, 7-10) al resplandecer la bó;a vivificadora de Cristo. Porque la instrucción divina está «debilitada por la carne» (Rom 8, 3) en la creación caída. Los enunciados cristológicos de bó;a comienzan con la presencia activa de Dios en el acontecimiento de Cristo: Cristo ha resucitado «mediante la bó;a del Padre» (Rom 6, 4; cf. Rom 1,4 sobre este tema). Más aún, él fue crucificado ya como «Señor de la gloria» (1 Cor 2, 9). Se discute sobre el significado de este importante pasaje (1 Cor 2, 8). La hipótesis de un mito gnóstico sobre el descendimiento, según el cual los poderes no reconocieron al Señor de la gloria, no captaría el sentido del pasaje. Habrá que interpretarlo a partir de 2 Cor 4, 6: los poderes del trasfondo del mundo no reconocieron la presencia de Dios oculta y manifiesta en el acontecimiento de Cristo; no reconocieron «la gloria de Dios en la faz de Cristo» (2 Cor 4, 6), cuando Dios se dispuso a revelar su amor redentor en la entrega de su Hijo (Rom 5, 8; 8, 32; cf. 3, 25s; 2 Cor 5, 19), un acontecimiento en el que la fidelidad de Dios sobreabundó para gloria suya (Rom 3,

1052

7). Quien ha reconocido así la bó;a de Dios en la faz de Cristo, ese tal ha recibido la «sabiduría de Dios en el misterio», una sabiduría que Dios ha destinado a nosotros los creyentes para hacernos partícipes de su bó;a (1 Cor 2, 7). Esta sabiduría nos revela de tal manera «las profundidades de Dios», que somos poseídos y dominados por el amor de Dios y de Cristo (2 Cor 5, 14s; 1 Cor 8, 3). La salvación es para Pablo la partición en el ser glorioso de Dios, tal como se manifiesta en su amor salvador en el acontecimiento de Cristo. En consecuencia, la expectación cósmica sigue estando viva: nuestro cuerpo se hará semejante al «cuerpo de bó;a» del Cristo exaltado. Nuestra existencia se hará semejante a su «imagen»: Flp 3, 21; 1 Cor 15, 43s.49. Pero la trasformación decisiva en 6ó;a acontece ahora, por la visión de la gloria del amor de Dios en Cristo (2 Cor 3, 18; 4, 5). Pablo vive y experimenta, él mismo, esa trasformación (2 Cor 4, 7-10.17). Su evangelio la trasmite y produce el «resplandor del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo», un resplandor que es semejante al de la luz primordial en la creación del mundo (2 Cor 4, 3s.6). Y, así, el ministerio de Pablo es «ministerio del Espíritu», que «se realiza en bó;a», más aún, que «abunda en bó;a» (2 Cor 3, 8s). La creación entera participará en la gloria de los hijos de Dios, cuando se produzca el acontecimiento final, es decir, participará en el señorío universal del amor del Creador, que lo libera todo para que se haga conforme a la verdad de su destino como criatura (Rom 8, 21). Puesto que la gloria escatológica de Dios es, en lo más profundo, su poder de amor, la fe puede ya desde ahora gloriarse de ella (Rom 8, 30, eM;aaEv; cf. vv. 37-39) y presentar ya a Dios la confesión de su gloria: el hecho de que Cristo nos aceptó cuando nosotros éramos pecadores; el hecho de que él está exaltado sobre todo; el hecho de que el apóstol, en su ministerio, engrandece la gracia de Cristo; el hecho de que los creyentes, en una vida de amor, producen el fruto de la

1053 justicia, todo eso redunda en la gloria de Dios (Rom 15,7; 2 Cor 4, 15; Flp 2, 11; 1,9-11). Los creyentes, con su cuerpo mortal, más aún en su misma muerte, son capaces de acrecentar la gloria de Dios y de su Cristo (1 Cor 6, 20; Flp 1,20). Ahora también el hombre puede dedicar de veras su vida a buscar «la gloria y el honor y la inmortalidad» (Rom 2, 7), porque él vive -con su voluntad y sus logros- del resplandor de poder de la cercanía y del amor de Dios (Rom 12, ls; Gál 2, 20; Flp 21, 3) Y está llamado a hacerlo todo para honra de Dios. En las cartas deuteropaulinas se desarrolla más la remodelación teológica que Pablo hace del concepto, pero con una aproximación mayor a las tradiciones generales del cristianismo primitivo. Y, así, la idea de poder se acentúa más en la 6ó;a, con la mira puesta en los acontecimientos del fin (2 Tes 1, 9; cf. Ap 15, 3), Y se acentúa más el poder de la nueva vida en los creyentes (Col 1, 11; Ef 3, 16), Y también la majestad celestial de Dios (1 Tim 1, 11.17; cf. 6, 14-16). Ahora bien, predomina la idea de la salvación: se ensalza a Dios como el «Padre de la bó;a»; se proclama la «bó;a de la gracia» (Ef 1, 6). Esta gracia fue concedida a los creyentes, llena de todos los dones salvíficos (1, 3-10.17-23). Uno sabe que está destinado a ensalzar esta bó;a de Dios (1, 12.14; 3, 21). Cuando la perspectiva se vuelve hacia la bó;a como el objeto de la esperanza (1, 18; cf. 2, 7; Col 1,27; 3,4; 2 Tes 2, 14; cf. 1, 10; 2 Tim 2, 10; Tit 2, 13), ello implica una revelación de la 6ó;a con un contenido que está determinado por la gracia (Tit 2, 13; 2 Tes 2, 16). 5. En tres aspectos resalta en el Cuarto Evangelio el uso teológico específico de este término. En los tres aspectos ocupan un lugar destacado algunos temas de la teología joánica sobre la revelación. a) Frente a Pablo destaca la versión de la idea de la 6ó;a según la teología de la preexistencia, desarrollada consecuentemente. Así como la 6ó;a de Dios es anterior a toda existencia creada, así lo es también la gloria del

1054 Hijo, el cual érase desde siempre «con Dios» (Jn 17,5; cf. 1, 1). En la muerte, el Hijo regresa a la bó;a con el Padre (17, 5), pero estando en la tierra no se apartó nunca de la 6ó;a del Padre, porque el Padre está siempre «con él» (16, 32; cf. 5, 17). Incluso durante su revelación en el mundo, al Hijo le correspondió siempre como propia la gloria, por ser el Unigénito del Padre (1, 14). A él el Padre, en el amor, le hace partícipe de su M;a (1, 18; 3,35; 5, 20; 17,24). b) En los actos de poder de Jesús se manifiesta la naturaleza gloriosa del Padre (11, 4.40). Y, así, Jesús en su actuación y en sus obras ha glorificado al Padre en la tierra (17, 4), Y al mismo tiempo revela también su propia M;a, la del Hijo (2, 11). Ahora bien, mientras que la fuente de semeia quiere acentuar la presencia divina en la actuación de Jesús, intensificando lo milagroso, vemos que para el evangelista la mera experiencia de milagros, por ejemplo, el hecho de ver saciada el hambre por la multiplicación de los panes, sigue estando en el ámbito de la «carne» y «no aprovecha nada» (6, 25b-27.63). Tan sólo el que con fe «ve los signos» (6, 25a) -el que en el milagro del pan ve al Hijo, a quien el Padre da como regalo al mundo para que sea el «pan de la vida» ; el que en el milagro de Lázaro ve al Hijo como «la resurrección y la vida»; el que en la curación de los ciegos' ve al Hijo como «la luz del mundo»' (6, 32-35; 11,25-27: 9, 3-5)-: ese tal es el único que contempla la revelación de la M;a del Padre y del Hijo. En todo ello se ve una crítica del entusiasmo, una crítica afín a la de Pablo, y que se efectúa desde la perspectiva de una teología de la cruz. Claro que la función de la Pasión en el Cuarto Evangelio es tema de discusión entre los especialistas. Contra la tesis de Kiisemann, según la cual el evangelista introduce, viéndose más bien forzado a ello, la tradición de la Pasión, habrá que conceder la máxima importancia al relato de la Pasión en el Evangelio de Juan. La gloria de Jesús como luz del mundo es decididamente la crisis del cosmos, una crisis manifiesta que tiene su punto de partida en la cruz. En esa gloria se halla

1055 presente el amor creativo de Dios, que trasforma a las personas perdidas en hijos de la luz (12, 31s.36; cf. 1, 12s; 3, 3; 8, 34-36; 9, 39). El Hijo es «pan del mundo» y el «buen Pastor», porque hace entrega de su propia vida en favor del mundo y de los suyos (6, 51; 10, 11.15).

Puesto que Jesús tan sólo en la muerte es «exaltado» a su poder salvífico que salva al mundo perdido, vemos que en su muerte se hace realidad su «glorificación» y la del Padre (13, 31s; 17,4). En este contexto habrá que explicar el enunciado programático acerca de la ('¡ó~a, que aparece en 1, 14b.c. El evangelista define la gloria del Lagos encarnado como «gracia y verdad», una expresión que recoge el par de conceptos veterotestamentarios hesed we'e met, remontándose a Ex 33, 18-35~ 7, donde la naturaleza de la gloria de Yahvé se compendia con este par de conceptos (Ex 34, 6): la misericordia y la fidelidad predominan con mucho sobre el poder judicial de Dios. En consonancia con eso, la revelación de la gloria de Jesús se consuma en su entrega de amor, una entrega que llega hasta la muerte (Jn 13, 1.24s.31s; 19, 25-30). Esta M~a del amor es la que Jesús dio y sigue dando a los suyos (17, 20-23). c) ('¡ó~a en el sentido de prestigio, honor, aparece en dos contextos: 1) Un contexto cristológico-apologético: El Hijo, aunque reclama para sí completa autoridad divina, no busca nunca su propio honor, sino el de aquel que le envió (7, 18; 8, 50.54). Sirviéndose de la idea antigua del mensajero, una idea muy generalizada, se defiende la confesión de fe en la majestad divina del Revelador, en su gloria. 2) Un contexto soteriológico: así como en Pablo el hecho de buscar la propia justicia, así en Juan el hecho de buscar el propio honor se considera como una de las barreras decisivas contra la fe salvadora (5, 44; 12, 43). Tan sólo el que permite que se revele la ignominia de su pecado, tan sólo el que se deja purificar por quien muere prestando un servicio, participará de Dios en Jesús (3, 19s; 4, 16-19.29; 8, 31-37: 13,8). H. Hegermann

1056 bo1;á~ro doxaziJ honrar, alabar; glorificar 1. Aparición del término en el NT - 2. Significado y uso en la literatura cristiana primitiva - a) /)o1;á~úl en el sentido de honrar, alabar - b) /)o1;á~úl en el sentido de glorificar - 3. /)o1;á~úl en la soteriología de Juan.

Bibl.: A. Dauer, Die Passionsgeschichte im Johannesevangelium, München 1972, 236-294; G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu, München 1971; M. McNamara, The Ascension and Exaltation of Christ in the Fourth Gospel: Scripture 19 (1967) 65-73; R. Schnackenburg, El evangelio según san Juan n, Barcelona 1980, 490-523 (excursus: Exaltación y glorificación de Jesús); W. Thüsing, Die Erh6hung und Verherrlichung Jesu im Johannesevangelium, Münster i. W. '1972 (bibliografía). Cf. más bibliografía en M1;a.

1. Las 60 veces que el verbo ('¡o~á~w se halla atestiguado en el NT se distribuyen de la siguiente manera: 22 de ellas en sólo el Evangelio de Juan, luego 12 en Pablo (incluida 2 Tesalonicenses), 9 en Lucas, 5 en Hechos, 4 en Mateo y 4 en 1 Pedro, 2 en Apocalipsis, 1 en Marcos y 1 en Hebreos.

1057 8; Mc 2, 12). Juntamente con o en lugar de aparecen sinónimos tradicionales como aLvÉw (frecuente en Lc/Hech), EUAOyÉW (Lc 1, 64; 2, 28; Sant 3, 9 y passim), I1EyaAúvw (Lc 1,46; Hech 10,46), o también «tributar honor» u otras expresiones por el estilo (Rom 4, 20; Jn 9, 24 y passim). Este acción de honrar a Dios a la manera de confesar su fe en él (una acción expresada también con el verbo 'tLl1áw: Mc 7, 6; Jn 5, 23; 8, 29) tiene una manifestación más profunda en una vida y muerte consagradas a Dios (1 Cor 6, 20; Jn 21, 19). La acción de honrar a Dios puede ir dirigida hacia su palabra (Hech 13,48; 2 Tes 3,1; también Rom 11, 13), Y sobre todo hacia Cristo (Flp 1, 20; Hech 19, 17; esp. Jn 5,23). ('¡o~á~w

2. ('¡o~á~w es un verbo que se deriva del sustantivo ---* ('¡ó~a y adquiere de él su significado: a) «mostrar honor», en pasiva «recibir honor»; b) (por la repercusión especial del uso de ('¡ó~a en la Setenta) «glorificar, hacer partícipe de la gloria divina, o recibir participación en ella».

b) ('¡o~á~w en el sentido de glorificar se usa raras veces, con excepción del Evangelio de Juan (---* 3). Aparece en Rom 8, 30 como eslabón final de una cadena soteriológica; en 2 Cor 3, 10 como interpretación crítica de la doxa de Moisés según Ex 34, 29-35; y en Hech 3, 13 (cf. el v. 15) como interpretación de la acción pascual de Dios en Jesús, una interpretación que se atiene a las palabras de Is 52, 13. En este punto, el uso y desarrollo de ('¡o~(iI;w se aproximan a los que vemos en el Evangelio de Juan.

a) ('¡o~á~w como honrar en las relaciones de unas personas con otras se usa en sentido crítico y en sentido positivo (Mt 6, 2; Lc 4, 15; 1 Cor 12, 26; cf. v. 24), recayendo principalmente la crítica sobre el hecho de honrarse a sí mismo (Jn 8, 54; Heb 5, 5; Ap 18, 7). El verbo ('¡o~á~w se usa preponderantemente en el NT para referirse al honor que se tributa a Dios, y casi siempre en la expresión fija ('¡o~á~ELV 'tov 'frEÓV, que se deriva de la doxología tradicional judía (tan sólo en el Evangelio de Lucas y en Hechos 11 veces; la expresión aparece además en Mt 9, 8; Rom 15, 6.9; 1 Pe 2, 12 y passim; en el Evangelio de Juan aparece únicamente en 21, 19). En todo ello puede variar la manera de designar a Dios (Mt 9, 8; Mc 2, 12), Y con frecuencia se indica el motivo para glorificar a Dios (Mt 9,

3. La conexión con la tradición de la recepción pascual de Jesús en la gloria divina (cf. 1 Tim 3, 16; Lc 24, 26; Hech 3, 16) aparece claramente en Jn 7,39; 12, 16; cf. 2,22: Jesús fue glorificado tan sólo en su resurrección. Esta tradición veía a Jesús «exaltado» a la gloria divina, «a la diestra de Dios» = a la partipación en el poder glorioso de Dios (Hech 2,33; 5,31; cf. 3, 13). Esta gloria se manifiesta en la presencia del Exaltado en las epifanías del poder del Espíritu; o, para decirlo con otras palabras: en el poder salvífico de su nombre (Hech 2, 33; 3, 16). El evangelista de esta tradición plasma de Cuatro maneras su reinterpretación del concepto de la M~a (---* M~a 5) con arreglo a su teología de la revelación:

1058 a) Ya en la muerte de Jesús, más aún, en el «ahora» de la entrega de sí mismo a la muerte, Jesús es glorificado (Jn 13, 31) y, por tanto, es «exaltado» (3, 14; 8, 28; 12, 32.34) en la gran «hora» que todo lo consuma, y que el Padre ha determinado para él: «Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado» (12, 23; cf. 13, 1 y passim). Aquí se deja sentir la tradición sinóptica, más antigua, que interpretaba la Pasión de Jesús como el acontecimiento del «Hijo del hombre». b) Puesto que en la actividad terrena de Jesús y en la entrega por amor que él hace de sí mismo al mundo se hace acontecimiento el poder y el amor salvador-creador del Padre mismo, Juan ve una glorificación mutua del Padre por el Hijo (13, 31b; 17, lb.4) Y del Hijo por el Padre (7, 39; 12, 16.23; 13, 31a; 17, la.5); en última instancia, el Padre se glorifica a sí mismo, glorifica «su nombre» en el acontecimiento de Jesús (12, 28), un suceso que sigue irradiando después de Pascua (12, 28; 13, 32). Y, así, la revelación de la gloria de Dios en el signo de Lázaro es ya también una glorificación del Hijo (11, 4, a pesar de 7, 39; cf. 2, 11). e) La glorificación de Jesús y del Padre se hace manifiesta, más aún, se acrecienta allá donde el poder divino y salvífico de Jesús, con la cooperación del Espíritu (16, 14), produce fruto en los suyos y lo produce ya en la tierra. Precisamente por la muerte de Jesús se llega al «mucho fruto» (12, 23s); en las «obras mayores» que con la fuerza de la oración se hacen «en el nombre de Jesús», y en la vida del amor de Dios, el Padre es glorificado en el Hijo (14, 12s; 15,7-13).

d) La entrada de Jesús en la gloria divina «junto al Padre» (17, 1.5) se distingue todavía de su glorificación como el revelador de la salvación; esa entrada es la restauración de la gloria de preexistencia por parte del amor generoso del Padre; verla y participar en ella es la consumación de la salvación, prometida al discípulo (17, 5.24; cf. 14, 2s). H. Hegermann

1059

~oQxá~

AOQxá;, ábo;,

tí Dorkas Dorcas (gace-

la)* Hech 9, 36.39 como equivalente griego del arameo Tebftii' , nombre de una discípula de Jafa, --+ TUPL{}á. ~oQxá~ aparece también como nombre, por ejemplo, en Josefo, Bell IV, 145. So'

,

uOat;, Ero;, 11 dosis don, dádiva, acción de dar* En Sant 1, 17: ndou MOL~ ayu{}~, «toda dádiva buena», junto a ndv OWQfjf.,l,U 'tÉA.fLOV, dícese de los dones de Dios; en Flp 4, 15 en la expresión ft~ Aóyov OÓOfW~ XUL A.~f.,I,'ljJfro~, «según la cuenta del dar y recibin>, que se deriva del lenguaje comercial y que, en la imagen del ajuste de cuentas o de la contabilidad mercantil, expresa las relaciones mutuas entre Pablo y los filipenses; cf. también Eclo 42, 7; E. Lohse, Philipperbrief' (KEK), sub loco.

bó't11;, Oll, Ó dotes dador* 2 Cor 9, 7: LA.UQOV YUQ M'tfjv ayune¿. ó dador alegre» (cf. Prov 22, 8). H. Windisch, Der zweite Korintherbrief (KEK), sub loco. {}EÓ~, «Dios ama al

bOllAayroyÉro doulagogeo

someter a es-

clavitud --+ OO'UA.fÚro.

bOllAda, a;,

- ()OVAE'ÚW

1060

(01)AÓro douloo esclavizar, someter a servidumbre* OlJVOO1)AO~, 01), ó syndoulos consiervo, compañero de esclavitud* 1. Amplitud del campo léxico, frecuencia de aparición de los términos en el NT - 2. Construcciones sintáticas - 3. Significados - 4. El grupo de palabras en la predicación de Jesús, en la tradición sinóptica y en Juan - 5. El grupo de palabras en las Cartas de Pablo y en su tradición - 6. OOÜAO<; y OÚVÓOUAO<; en el Apocalipsis.

Bibl.: W. Brandt, Dienst und Dienen im NT, G6ttingen 1931; R. Gayer, Die Stellung der Sklaven in den pln Gemeinden und bei Paulus, Bern-Frankfurt a. M. 1976; H. Gülzow, Christentum und Sklaverei in den ersten drei Jahrhunderten, Bonn 1969; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977; E. Kamlah, Die Parabel vom ungerechten Verwalter (Luk. 16, 1ss) im Rahmen der Knechtsgleichnisse, en FS Michel, 276-284; G. Kehnscherper, Die Stellung der Bibel und der alten christlichen. Kirche zur Sklaverei, Halle 1957; H.-G. Link-R. Tuente, Esclavo, en DTNT II 101-107; K. H. Rengstorff, ÓOÜAO<; 'liTA., en ThWNT n, 264-268; G. Sass, Zur Bedeutung von ÓOÜAO<; bei Paulus: ZNW 40 (1941) 24-32; G. Schneider, Parusiegleichnisse im Lukas-Evangelium, Stuttgart 1975; S. Schulz, Hat Christus die Sklaven befreit?: Ev. Komm. 5 (1972) 13-17; E. Schweizer, Zum Sklavenproblem im NT: EvTh 32 (1972) 502-506; P. Stuhlmacher, Der Brief an Philemon (EKK), Zürich 1975; J. Vogt, Sklaverei und HumanUlit. Studien zur antiken Sklaverei und ihrer Erforschung (Historia, Heft 8), Wiesbaden· 21972; A. Weiser, Die Knechtgleichnisse der synoptischen Evangelien (StANT 29), München 1971; H.-D. Wendland, Sklaverei und Christentum, en RGG VI, 101-104; W. L. Westermann, The Slave Systems of Greek and Roman Antiquity, Philadelphia '1964.

1. Las palabras con la raíz (01)11.- aparecen



douleia esclavitud

->

OO'UA.flJW.

bOllAEl'ro douleuo hacer oficio de esclavo, servir como esclavo OO'UAuyWyÉW doulagogeo someter a esclavitud* oo'UA.du, u~, ~ douleia esclavitud* OOlJA.fj, fj~, ~ doule esclava, criada* OOijAO~, 3 doulos (adj.) como esclavo o siervo* OOijAo~, 01), ó doulos esclavo, criado, siervo

un total de 182 veces en el NT. La mayoría de esas veces corresponden a (01)A.fÚro, hacer oficio de esclavo, servir como esclavo (25 veces) y OoiJA.O~, esclavo, criado, siervo (124 veces). Estas palabras están documentadas con la mayor frecuencia en las Cartas paulinas (47 veces) y en los Evangelios sinópticos (juntamente con Hechos, 71 veces). Aparecen además (en orden de frecuencia) los verbos: Oo'UA.óro, esclavizar, someter a servidumbre (8 veces); xu'tuOO1)A.óro, esclavizar, someter a servidumbre, y bo'UA.uyroyÉro, someter a esclavitud, esclavizar (1 Cor 9, 27); los sustantivos: oúvOO1)A.O~, consiervo, compañero de

1061

OOVAE'ÚW

esclavitud (10 veces); Oo'UA.eLU, esclavitud (5 veces); OOÚA.fj, esclava (3 veces), y ocp{}UA.flOOO1)A.LU, servicio que se hace delante de los demás para quedar bien; el adjetivo OoiJA.O~, como esclavo o siervo (2 veces). 2. Si en el uso del verbo OO'UA.fúro se indica la persona o cosa a la que se presta servicio' esa persona o cosa va siempre en dativo (21 veces). Tan sólo en Rom 7,6; Gá14, 25; 1 Tim 6, 2 se emplea el verbo en sentido absoluto, y en Flp 2, 22 el verbo lleva acusativo con preposición. - En la mayoría de los casos en que aparece OoiJA.O~, la relación se expresa: 27 veces con un pronombre personal en genitivo que indica posesión; 27 veces con un genitivo de persona o de cosa (con excepción de Rom 6, 16). Empleado en sentido absoluto, el término (con o sin artículo) aparece 39 veces. Además, se halla asociado 11 veces con un adjetivo; 14 veces con un pronombre demostrativo, y algunas veces con una preposición, un participio o con aA.A.o~ o 'LOLO~. - Si con los verbos OO1)Mro, xu'tuOo'UA.óro, OO'UA.uyroyÉro se indica la persona o cosa que ha sido esclavizada, esa persona o cosa va siempre en acusativo (5 veces). Si el verbo se halla en voz pasiva, entonces va seguido por el dativo de persona o cosa (5 veces). El uso en sentido absoluto se encuentra únicamente en 1 Cor 7, 15, y la construcción con preposición tan sólo en Gá14, 3. 3. A diferencia de los sinónimos (por ejemplo, OLUXOVÉro), el grupo de palabras con la raíz Oo'UA.- «apunta sobre todo al servicio como esclavo, por tanto, a lo que se considera como limitación o, al menos, como servicio y sumisión de una persona que está completamente supeditada a un superior» (Tuente, en DTNT 11, 104). En el mundo griego y en el mundo helenístico, el grupo de palabras, por el alto aprecio en que se tenía la libertad personal, tiene casi siempre un sentido humillante y de desprecio. Por esta razón, y porque Dios no era considerado como un amo a~soluto, el grupo de palabras no desempeña ningun papel en el ámbito religioso.

1062

Una comprensión enteramente distinta se expresa en el AT y en el judaísmo: Dios es el Señor absoluto. El hombre tiene conciencia de depender totalmente de él. Ser elegido por Dios, tener la posibilidad de servirle, no humilla a nadie. Antes al contrario, es un verdadero honor. En consecuencia, los términos con la raíz OOVA- son los equivalentes que se encuentran con la mayor frecuencia en la LXX para traducir la raíz hebrea 'bd y sus denominativos (cf. W. Zimmerli: ThWNT V, 672-673). El uso religioso se desarrolló a partir de las expresiones ceremoniales y cortesanas del cercano Oriente, según las cuales los altos funcionarios se consideran como OO'ÜAOL ante su rey. En este término se expresa la distancia y dependencia en que ellos se sienten con respecto al monarca. En el dualismo gnóstico, el grupo de palabras sirve para expresar la esclavización a la materia y a los poderes del mundo. En el NT las palabras con la raíz &0"1.- sirven para designar las relaciones de dependencia y de servicio en los siguientes ámbitos: a) En el ámbito de la condición de esclavo como una realidad social: OoiJA.O~ designa al esclavo doméstico: Mt 8, 9 par. Lc; Mt 10, 24.25; 13,24-30; 24, 45-51 par. Lc; 25, 14-30 a diferencia de Lc; Mc 12, 1-9 par. MtlLc; 13, 34-37; 14,47 par. MtlLc/Jn; Lc 7, 1-10 a diferencia de Mt; 12, 35-38.47; 14, 16-24 a diferencia de Mt; 15,22; 17,7-10; Jn 4,51; 13, 16; 15, 20; 18, 18.26; Ef 6, 5; Col 3, 22; 4, 1; 1 Tim 6, 1; Tit 2,9; Flm 16; acentuándose la distinción que existe entre esclavo e hijo: Jn 8, 35; Gál 4, 1; entre esclavo y libre: 1 Cor 7, 20-24; 12, 13; Gál 3, 28; Ef 6, 8; Col 3, 11; Ap 6, 15; 13, 16; 19, 18; entre esclavo y amigo: Jn 15, 15; designa al alto funcionario de un monarca: Mt 18, 23-25 (también oúvOo'UA.O~); 22, 1-10 a diferencia de Lc; Lc 19, 12-27 a diferencia de Mt. (01)AfÚro, como designación de relación, significa ser esclavo, estar sometido: Jn 8, 33; Hech 7, 7; Rom 9,12; 1 Tim 6,2. Como relación de conducta significa hacer oficio de esclavo, servir como esclavo: Mt 6, 24 par. Lc 16, 13; Lc 15,29; Ef 6, 7. - (01)Aóro tiene en Hech 7,6 el significado de esclavizar, y en 2 Pe 2, 19 el de estar esclavizado. - ocp{}UA.f.,I,OOOVA.LU significa servir para ser visto, un ser-

1063

bO'UAEÚW

vicio que se hace delante de los hombres para quedar bien: Ef 6, 6; Col 3, 22. b) En sentido figurado: bOVAO~ sirve para expresar la relación de dependencia y de servicio en que los hombres se hallan con respecto a Dios, que es el Señor absoluto, y a quien ellos pertenecen como propiedad suya: Lc 2, 29; Hech 2,18; 4, 29; 16, 17; Tit 1, 1; 1 Pe 2,16; Sant 1,1; Ap 7,3; 10,7; 11, 18; 15, 3; 19, 2.5; 22, 3.6; con respecto a Jesucristo: Rom 1, 1; 1 Cor 7, 22b; Gál 1, 10; Ef 6, 6; Flp 1,1; Col 4, 12; 2 Tim 2,24; Sant 1,1; 2 Pe 1, 1; Jds 1; Ap 1, 1; 2, 20; (la relación con Cristo se designa en Jn 15, 15a, no como una relacion de servidumbre sino de amistad, y en Gál 4, 7, como una relación filial). - El término, en sentido amplio, significa que las personas deben relacionarse mutuamente con una actitud fundamental de servicio: Mc 10, 44 par. Mt, o que como apóstoles deben estar al servicio de los cristianos: 2 Cor 4, 5. - A Jesucristo mismo se le llama bOVAO~ en Flp 2, 7. - bOVAO~ sirve finalmente para designar a los hombres que se encuentran bajo el señorío del pecado (Jn 8, 34; Rom 6, 16s.20) y de la corrupción (2 Pe 2, 19) o de la justicia (Rom 6, 17). a'Óvbo'UAO~ designa al colaborador o al compañero cristiano, teniendo en cuenta la relación común de servicio y lealtad que ambos tienen con Cristo: Col 1, 7; 4, 7; Ap 6, 11. Hasta el ángel de la revelación se llama a sí mismo de esta manera en Ap 19, 10; 22, 9. bO'ÓA:rl expresa en todos los pasajes la idea de ser una esclava ante Dios, con la connotación de humildad y bajeza que este término llevaba consigo en el Oriente y en el AT: Lc 1, 38.48; Hech 2, 18. bO'UAE'ÓW expresa la acción de servir que los hombres practican con respecto a los siguientes poderes de dominio: a Dios como el Señor absoluto: Mt 6, 24 par. Lc; 1 Tes 1,9; a Jesucristo como el Señor: Hech 20, 19; Rom 12,11; 14, 18; 16, 18; Ef 6,7; Col 3, 24; en la realidad del nuevo Espíritu: Rom 7, 6; a la ley de Dios: Rom 7,25; al evangelio: Flp 2, 22; a los ídolos: Gá14, 8s; al pecado: Rom 6, 6; 7, 25; a las concupiscencias: Tit 3, 3; entre unas

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personas Y otras: el hijo hacia su padre: Lc 15, 29; el servicio mutuo en el amor: Gá14, 25. bO'UAda aparece únicamente en sentido figurado y designa la esclavización por el pecado, la ley y la muerte, que perdura allá donde la redención por Cristo no se ha hecho eficaz todavía o no se ha consumado aún: Rom 8, 15.21; Gá14, 24; 5, 1; Heb 2, 15. Los verbos bO'UAÓW, xatabo'UMw, bo'UAaywyéw expresan positivamente la sumisión del hombre redimido a la justicia de Dios (Rom 6,18.22); la buena disposición de Pablo para servir a todos, en su actividad apostólica (1 Cor 9, 19); el autodominio del cuerpo (1 Cor 9, 27). En sentido negativo, esos verbos designan el hecho de estar sometido a los poderes elementales del mundo (GáI4, 3); la dependencia esclavizante del vino (Tit 2, 3); la opresión en las relaciones entre unas personas y otras (Gál 2, 4; 2 Cor 11, 20, y, en contraste con una relación personal de compañerismo en el matrimonio, la vinculación absoluta y esclavizadora al cónyuge (1 Cor 7, 15). El adjetivo bOUAO<; se emplea 2 veces en Rom 6, 19 para expresar que las personas, antes del bautismo, pusieron sus miembros y, por tanto, sus actos al servicio de la impureza y la iniquidad, pero que ahora -es decir, después del bautismo- deben ponerlos al servicio de la justicia. 4. De los vocablos con la raíz bO'UA-, vemos que en los Sinópticos (juntamente con Hechos) aparecen únicamente: bO'UAE'ÓW (7 veces), bOVAO<; (64 veces), a'Óvbo'UAO<; (5 veces), bO'ÓA'l1 (3 veces), bo'UMw (1 vez). La mayoría de estos términos se encuentran en los dichos y en las parábolas de Jesús: bO'UAE'ÓW se halla documentado en ellos 5 veceS: en la imagen (procedente de la fuente Q) empleada por Jesús, y que leemos en Mt 6, 24 par. Lc: «Nadie puede servir a dos señores ... No podéis servir a Dios y a Manmón», se expresa -con una imagen tomada de las relaciones de aquel entonces entre los amos y los esclavos- la totalidad con que el hombre debe pertenecer a Dios y servirle. En Lc 15,22 Je-

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bOlJAEÚW

sús emplea el verbo en una parábola: designa el servicio prestado por el hijo hacia su padre. bOVAO~ aparece 5 veces en las palabras de Jesús: la imagen que vemos en Mt 10, 24s procede en lo fundamental de la fuente Q. Se discute si Mateo la amplió o si Lucas la abrevió a causa del contexto. Esto último es lo más probable. La doble sentencia diría en la fuente Q: Los discípulos y enviados de Jesús, en el seguimiento radical de su Señor, sufrirán la misma suerte que corrieron los profetas y que él mismo tuvo que sufrir. La imagen que habla del castigo aplicado al esclavo que no actuó según lo que sabía (Lc 12,47.48), la tomó Lucas de la tradición peculiar y la añadió redaccionalmente a la parábola precedente como una advertencia dirigida a los líderes de la Iglesia. La importante palabra de Jesús acerca de la grandeza del servir (Mc 10, 44 par. Mt) está remodelada en forma de paralelismo en la parénesis que se encuentra en estos dos evangelios. En todo ello, las expresiones Ú!1WV bLÚXOVO<; - núvtwv bOVAO~ impIlcan una intensificación. En las parábolas de Jesús bOVAO<; aparece 47 veces, y a'Óvbo'UAO<; 5 veces, pero este último vocablo se encuentra únicamente en Mateo. Jesús se sirvió así de una manera de hablar que era corriente en el judaísmo. Jesús emplea el término bOVAO<; en sentido propio en Mt 13, 24-30; Lc 15, 11-32, donde los bOVAot aparecen únicamente como figuras secundarias y objetivamente carecen de importancia. En la forma básica de la parábola del banquete de bodas en Mt 22, 1-10 par. Lc, el bOVAO<; desempeña un papel más importante, pero sigue sin significar nada por sí mismo. Tan sólo Mateo hizo de un solo bov1.0<; una pluralidad de bOVAot y los entendió como profetas, misioneros cristianos y predicadores. Mientras que los bOVAot de la parábola de los viñadores, en Mc 12, 1-9 par. MVLc, son considerados por Marcos y Lucas como los profetas en general, Mateo concreta más los cosas, al mencionar una lapidación y referirse de esta manera a la suerte corrida por Zacarías. - En la parábola del bOVAO<; despiadado en Mt 18, 23-35, Y en la parábola del

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servir sin pretensiones en Lc 17, 7-10, la metáfora bOVAO<; expresa las relaciones del hombre con Dios: suponemos que esas parábolas las pronunció Jesús para aquellos que habían experimentado la misericordia de Dios, pero que corrían peligro de ser inmisericordes con otras personas. Mateo relacionó las parábolas con las circunstancias en que vivía su comunidad, de tal manera que el bOVAO<; y sus a'Óvbo'UAOL (o'ÓVbO'UA.Ol además de en Mt 18, 28.29.31. 33, también en 24, 49) se refieren ahora a los miembros de la comunidad cristiana. Lucas aplicó la parábola del servir sin pretensiones (que originalmente había formado parte de la polémica de Jesús contra la concepción farisaica de la ley) a los miembros de su propia comunidad, sobre todo a quienes tenían a su cargo algún servicio especial. - Las parábolas del guardián de la puerta en Mc 13,33-37, de los bovAOL que aguardan en Lc 12, 35-38, del bOVAO<; fiel y del infiel en Mt 24, 45-51 par. Lc y de las sumas de dinero confiadas en Mt 25, 14-30 par. Lc se hallan íntimamente relacionadas con la predicación de Jesús acerca del reino de Dios: todos aquellos a quienes va dirigida la predicación de Jesús, deben aguardar ese Reino vigilantes y dispuestos. Se trata, pues, de «parábolas de crisis», porque la forma de la inminente consumación del reino de Dios proclamado por Jesús tiene una función crítica en virtud de las exigencias de Jesús que instan a una decisión y por su carácter ambivalente. Cuando estas parábolas, después de la resurrección de Cristo, se aplicaron a la parusía del Señor, en ellas el X'ÓQLO<; se refería a Cristo, los bOVAot a los cristianos, y el tiempo que se prolongaba se refería a la demora de la parusía. En los evangelios las parábolas se hallan principalmente al servicio de la parénesis (cf. Schneider, 15-42). Desde el punto de vista de la crítica de las fuentes, podemos ver que Mt 24, 45-51 par. Lc procede con seguridad de la fuente Q, y que Mt 22, 1-10 par. Lc; Lc 12,35-38; 17,7-10 proceden probablemente de esa fuente, mientras que es problemático que Mt 25, 14-30 par. Lc proceda de la fuente Q.

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()OVAE'ÚW

En el material narrativo de los Evangelios Sinóptic~s y de Hechos aparecen sólo aisladamente vocablos de la raíz 60UA-: 60UAOt:; designa al siervo del sumo sacerdote en el relato de la Pasión en Mc 14,47 par. MtlLc/(Jn), al muchacho del centurión de Cafarnaún en el relato de curación, refundido redaccionalmente, de Lc 7, 1-10 (par. Mt únicamente 8, 9), a Simeón, que en su oración se llama a sí mismo «siervo» al estilo de los orantes del AT (Lc 2, 29). Tienen también una impronta veterotestamentaria los tres pasajes en que aparece 60ÚA1'j en el NT, los cuales se encuentran todos ellos en la doble obra de Lucas. En primer lugar está el pasaje en que María se llama a sí misma «sierva del Señor» (Lc 1, 38), en su respuesta al llamamiento de Dios. En esta designación «se da testimonio de una suprema disponibilidad pasiva juntamente con una suprema prontitud activa» (H. Schürmann, Lukasevangelium [HThK], 58). Luego están los pasajes de Lc 1, 48 Y Hech 2, 18. En su discurso, Estaban designa en Hech 7, 6 con el verbo 60UAÓW el oficio de esclavo que desempeñaba Israel en Egipto. El Evangelio de Juan emplea únicamente 60UAEÚW (1 vez) y 60UAOt:; (11 veces). En el litigio del templo, los judíos declaran en Jn 8, 33 que ellos viven en la libertad de los hijos de Abrahán y que no han servido nunca como esclavos a nadie. Jesús les constesta con unas palabras que son una advertencia profética: «El que peca es esclavo del poder del pecado» (8, 34). Y continúa luego con la metáfora: el esclavo doméstico no permanece en la casa para siempre, pero el hijo sí que permanece para siempre (8, 35). Jesús, con estas palabras, se refiere a los interlocutores que no quieren dejar que los libere la fe en «el Hijo». - En la interpretación parenética del lavatorio de los pies como acción ejemplar se encuentra aquel logion sinóptico: «El esclavo no es mayor que su señor» (13, 16). Sin el doble «amén» introductorio y sin añadir la sentencia relativa al derecho judío sobre los emisarios, Juan encarece una vez más el enunciado como un «recordatorio» que deja a su comunidad en el discurso de despedida (15,20). Jesús, poco antes,

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había llamado a sus discípulos, no 60UAOL, sino q:¡lAOL (15, 15), pero esto no supone ninguna contradicción: la relación 60UAOt:;-XÚQtot:; se halla situada en el contexto de la parénesis relativa al seguimiento y discipulado, mientras que la terminología del q:¡lAOt:; se halla en el contexto de la libertad (cf. Jn 8) y la confianza que han llegado a ser posibles por medio del Hijo. Los cuatro restantes pasajes en que aparece 60UAOt:; pertenecen al material narrativo, al relato de la curación milagrosa de 4,51 y al relato de la Pasión en 18, 10.18. 26. En ellos se hace referencia a esclavos que están al servicio de un funcionario y del sumo sacerdote. 5. En los escritos paulinos aparecen todos los vocablos de la raíz 60UA- mencionados en el apartado 1. Se encuentran en los siguientes contextos semánticos: a) Los cristianos, por el bautismo, han sido arrebatados a los poderes esclavizadores del pecado, la ley, la muerte y el cosmos y han sido liberados para que tengan la condición de hijos (Rom 6, 6-23: 7, 25; 8,15; Gá14, 1-5, 1; Tit 3, 3). b) Pero la condición de hijos de que gozan los cristianos no significa una libertad autónoma ni mucho menos una libertad desenfrenada (Tit 2, 3; 3, 3), sino un servicio prestado a Dios (Rom 6,22; 7, 25; 1 Tes 1,9), a Cristo (Rom 12, 11; 14, 18; 16, 18; Col 3, 24), a la justicia (Rom 6,17.18.19), al prójimo (GáI5, 13) «en la nueva realidad del Espíritu» (Rom 7,6). En vista de este fundamental cambio de señorío, todas las diferencias en cuanto a condición social y puesto dentro del mundo carecen relativamente de importancia (1 Cor 12, 13; Gál 3, 28; 4, 7; Col 3, 11). c) Acerca de los esclavos como clase social se dice: su vida es tan valiosa a los ojos de Dios como la vida de las personas libres (1 Cor 7,21; Ef 6, 8; Col 3, 25). Esto significa una considerable revalorización de su dignidad humana. Los esclavos cristianos participan en las actividades religiosas de las comunidades, incluso con sus amos, si éstos son

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()OVAE'ÚW -

cristianos (Flm 16). Pablo mismo recomienda también a los esclavos cristianos que aprovechen la posibilidad de obtener la libertad (así probablemente en 1 Cor 7,21; cf. Stuhlmacher, 45), o recomienda a Filemón que deje en libertad a su esclavo (Flm 13s). Ahora bien, Pablo no apremia a que se haga así, porque a él le parece más importante que tanto las personas libres como los esclavos sepan que todos ellos tienen que dar cuenta a un Señor común (1 Cor 7, 22s). Esta convicción aparece también en la parénesis post-paulina de las tablas de deberes domésticos: se exhorta a los esclavos cristianos a prestar un servicio fiel y correcto, y se exhorta a los amos a cuidar de sus esclavos y a no maltratarlos (Ef 6,5-9; Col 3, 22-4, 1; 1 Tim 6, 1s; Tit 2, 9s; 1 Pe 2, 18-25). d) Pablo se llama a sí mismo y llama a sus colaboradores Timoteo, Epafras y Tíquico siervos o consiervos de Cristo o de Dios (Rom 1,1; Gál 1, 10; Flp 1, 1; Col 1,7; 4, 7.12; 2 Tim 2, 24; Tit 1, 1). La auto denominación de las personas piadosas del AT como 60UAOL {}eou o de los cristianos como 60UAOL XQLatou no basta como explicación. Tal vez influyó el título de honor que en el AT se concedía a figuras especialmente escogidas y destacadas como Moisés, David y otros. Así que esta denominación no sólo expresa en Pablo una relación de servicio, sino que es también el título de un oficio y una descripción honorífica. A tenor de esta manera de entenderse a sí mismo, Pablo designa como servicio de siervos la misión evangelizadora que tienen él y sus colaboradores (1 Cor 9, 19; 2 Cor 4, 5; Flp 2, 22). e) En el himno pre-paulino de Flp 2, 6-11 se dice de Jesucristo que él abandonó la forma divina de existencia y asumió la de un esclavo (2, 7). Esto no se refiere a la obediencia de Jesús. De ella se habla más tarde. Tampoco el Deuteroisaías constituye el trasfondo de todo esto, porque en él se denomina al siervo con el término JtULt:;, y en cambio en Filipenses a Cristo se le llama 60UAOt:; y, además, se interpreta este término como aV{}QwJtot:; en relación con {}EÓt:;. Por tanto, la condición de ser

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()OijAo~

hombre se entiende como esclavitud. Se mezclan el motivo bíblico de la «humillación exaltación» con los motivos gentílicos de «majestad de Dios - esclavitud del hombre bajo los poderes del mundo», que son respectivamente elementos judeocristianos y gentilicocristianos» (cf. J. Gnilka, Philipperbrief [HThK], 119s, 147). 6. En los demás escritos del NT, el grupo de palabras desempeña sólo un papel importante en el Apocalipsis. Claro que en este escrito aparecen únicamente los vocablos 60UAOt:; (14 veces) y aúv6ouAOt:; (3 veces). Con excepción de 6, 15; 13, 16; 19, 18, donde 60UAOt:; aparece como concepto complementario de €AEÚ{}EQOt:;, los términos tienen siempre sentido figurado y religioso. Por la fuerte influencia de la manera de llamar a destacadas figuras del AT (15, 3), principalmente a los profetas (10, 7; 19,2), y también en general a los miembros del pueblo de Dios (19, 2.5; 22, 3), a quienes se designa como siervos de Dios, vemos que a los que reciben la revelación (1,1; 22, 6) y a los miembros de las comunidades cristianas a las que se dirige la palabra, se los llama siervos de Dios o de Cristo. La marcada terminología de 60UAOt:; y su conexión con la manera de designar a los profetas del AT nos permiten reconocer que las comunidades del Apocalipsis se hallan impregnadas y plasmadas intensamente por elementos proféticos (2, 20; 11, 18), y que la situación de persecución en que esas comunidades se encuentran, se entiende como el destino que ha correspondido siempre a los profetas (6, 11). - En 19, 10 y en 22, 9 el ángel de la revelación se describe a sí mismo como consiervo del vidente y hermano suyo. A. Weiser

bo'ÚI.:q, 1];, Í] doule esclava, criada --->

60UAEÚW.

bovl.o;, 3 doulos (adjetivo) como esclavo o siervo ---> 60UAEÚW.

boiíAO~,

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Otl, ó doulos

esclavo, criado,

siervo --+ 60UAEÚW.

bOtlAÓro doulo6 esclavizar,

someter a ser-

vidumbre --+ 60UAEÚW.

bOlÍJ, ií~, ti doche

comida, invitación* El término aparece únicamente en Lucas, en la frase 60X~v (IlEyáAT]V) :nOLfOllaL, «dar un (gran) banquete» (Lc 5, 29; 14, 13). b~áxrov, ov'to~, Ó drak6n dragón* 1. Aparición en el NT - 2. Trasfondo mitológico 3. El dragón en Apocalipsis 12 (y 20).

Bibl.: Bauer, Worterbuch, 409, 1189s (bibliografía); O. EiBner, Gott und das Meer in der Bibel (1953), en Id., Kleine Schriften IlI, Tübingen 1966, 256-264; W.

Foerster, OQáXOlV, en ThWNT n, 284-286; H. Gunkel, SchOpfung und Chaos in Urzeit und Endzeit, Gottingen 1895; R. Halver, Der Mythos im letzten Buch der Bibel (ThF 32), Hamburg 1964, especialmente 96-98; O. Kaiser, Die mythische Bedeutung des Meeres in Agypten, Ugarit und Israel (BZAW 78), Berlin '1962; A. Vogtle, Mythos und Boschaft in Apk 12, en FS Kuhn, 395-415. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1059. 1. En el NT el término aparece únicamente en el Apocalipsis, principalmente en el capítulo 12 (8 veces) y también -en conexión con él- en 13,2.4.11; 16, 13; 20, 2. Designa siempre una figura mítica, el dragón, que es identificado por el vidente con la «serpiente antigua, el diablo y Satanás» (12, 9; 20, 2). 2. El mito de un terrible monstruo que se opone a los poderes de la luz o deidades de la vida, y que únicamente puede ser vencido a costa de esfuerzo, se halla difundido por todo el mundo antiguo (el dragón pítico, al que da muerte Apolo; Tifón, al que Zeus hace incapaz de luchar y lo arroja al Tártaro [Hesíodo, Theog 820-880]; otros mitos orientales, cf. en Gunkel). En el AT se escuchan tales concepciones, principalmente en enunciados relativos a la teología de la creación: Yahvé venció a Leviatán, Tannfn (la LXX traduce generalmente este nombre por bQáxwv) y a otros monstruos terrestres o marinos (Sal 74, 13s; Job 7, 12; 26, 12s; 40, 15ss.

mujer), contra los que guardan el mandamiento de Dios y confiesan a Jesús (12, 17). Para causarles daño, hace (12, 18) que salga del mar algo así como una imagen suya reflejada en el espejo, la «bestia» (--+ itT]QLOV), que ahora, como representante terreno del dragón, persigue a los creyentes y origina una apostasía general de Dios (13, 1-10), juntamente con la «segunda bestia», que seduce para que se adore idolátricamente a la primera bestia (13, 11-18; cf. 16, 13s). Detrás de ambas figuras se halla el dragón. De esta manera se representa en un cuadro impresionante un rasgo fundamental de toda la historia humana, la «lucha entre la fe y la incredulidad», entre la adoración de Dios y la idolatrización de poderes creados o de fuerzas sociales. Finalmente, en Ap 20, 1-10 se expresa una vez más la certeza de que «el dragón, la serpiente antigua, el diablo y Satanás» (20, 2) ha sido vencido por Cristo y no es capaz ya de separar del amor de Dios a los suyos. - De esta manera, con la imagen del dragón el Apocalipsis retrata al adversario de Dios, un adversario que, a pesar de todo su poder y de su crueldad tiránica y seductora, es finalmente un adversario impotente, cuya «última hora» ha sonado ya con la venida de Cristo (Lc 10, 18; Ap 12, 12b). N. Walter

25ss) y ahora <<juega» con ellos (Sal 104, 26; cf. EiBfeldt; Kaiser). Partiendo de la alabanza de la victoria «protológica» de Dios se desarrolla ya en la apocalíptica judía (a partir de Is 27, 1) la esperanza de la victoria escatológica sobre esos poderes del mal, a los que se experimenta como opresores. Una variante «historizada» del mito del dragón se encuentra en las «leyendas de la infancia» extrabíblicas y bíblicas. Se anuncia el nacimiento de un futuro héroe y salvador; el soberano que ha reinado hasta entonces, se siente amenazado e intenta por todos los medios matar al niño; pero éste escapa milagrosamente y logrará realizar más tarde su trabajo (Ciro: Herodoto 1, 108-128: Moisés: Ex 1-2 y principalmente Josefo, Ant 11, 201-237; Jesús: Mt 2). Y, así, la escena mítica de Ap 12 con el niño-salvador «se refiere a» Jesús, pero sin que deban identificarse las demás figuras con otras personas concretas (la mujer: María; el dragón: un determinado emperador). 3. En Ap 12 el dragón aparece en un escenario mítico (<<en el cielo», 12, 1) con 7 cabezas y 10 cuernos, 7 coronas y una poderosa cola; es rojo, seguramente: «rojo encendido» (según Is 14, 29). Está al acecho esperando que nazca el niño-salvador para devorarlo; pero este niño es llevado a lo alto por Dios y puesto así a salvo (12, 5). - La segunda escena (12, 7-12) muestra a Miguel, el ángel protector del pueblo de Dios, en lucha con el dragón (aquí se identifica al dragón con el diablo/Satanás, el acusador de Israel ante el trono de Dios, y con la «serpiente primordial» o «serpiente antigua», la seductora de la humanidad según Gén 3; la identificación de la serpiente del paraíso con el diablo se hace ya en Sab 2, 24). El dragón es vencido y arrojado (cf. Lc 10, 18) -no todavía definitivamente- al abismo (como lo será más tarde en 20, 10), sino a la tierra (12, 9b.12b). De esta manera Satanás queda -en principio- desposeído de su poder; pero todavía puede ejercer en la tierra su poder seductor y escIavizador. Aunque el dragón no es capaz de destruir a la «mujer», a la totalidad del pueblo de Dios (--+ yuvt'¡) ni de impedir que el «hijo» de la mujer, el Mesías, realice su labor, dirige su cólera contra el «resto de su descendencia» (de la

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b~á(J(Jo,,«t drassomai atrapar, prender* 1 Cor 3, 19: Ó 6Quo'GóIlEVO~ "tOv~ (Jocpov~

Ev 'tñ :nUVOUQYLC;X ulJ't(úv, «el que atrapa a los sabios en su astucia» (cf. Job 5, 13: Ó xu'tuAUIl~ávwv ... ).

b~«l"ÍJ, ií~, ti drachme

1. En el NT se mencionan conjuntamente sistemas monetarios judíos, griegos y romanos. La dracma, una moneda griega de plata (mencionada ya en la LXX en Gén 24, 22; Ex 39,2; Tob 5, 14 Ypassim), aparece únicamente en Lc 15, 8a.b.9; tenía el valor de la centésima parte de una Ilva (mina, Lc 19, 13-25) y de la seismilava parte de un 'táAUV"tOV (talento, Mt 18, 24-28). La dracma griega correspondía aproximadamente a una moneda romana de plata (--+ 6T]váQLOV). Esta era la típica moneda de plata para pagar los tributos (Mt 12, 19) y, lo mismo que el cuarto de sicIo israelita, era el jornal corriente por un día de trabajo (Mt20, 2). Esta última información nos facilitará la conversión del valor de esas monedas a nuestros sistemas monetarios modernos. 2. Junto a la dracma circulaba también el bíb~axp.tov, la didracma* o moneda de dos

dracmas, que en el NT se menciona únicamente en Mt 17, 24 (dos veces en plural). En la LXX esta moneda aparece con bastante frecuencia (Gén 20, 14.16; 23, 15; Lev 27, 3-7; Neh 5, 15, Y passim), lo mismo que otros múltiplos de la dracma, por ejemplo, la tetradracma (Job 42, 11), que se identifica quizás con el estater (--+ (J'tu'tt'¡Q, Mt 17, 27). Este, a su vez, correspondía al sicIo israelita (--+ aQYÚQLOV) y, por tanto, era poco más o menos el salario de cuatro días de trabajo (--+ 1).

dracma*

1., Aparición del término y detalles numismáticos _

2. OlOQUXIWV - 3. Sobre la exégesis de Lc 15, 8s - 4. Sobre Mt 17, 24 (O[OQUX[!ov). .

Le cours des Monnaies en Palestine au temps de Jésus-Christ: RSR 15 (1925) 441-448; O. Roller, Münzen, Geld und Vermogensverhiiltnisse in den Evangelien, Karlsruhe 1929; A. Spijkermann, Coins Mentioned in the NT: SBFLA 6 (1955-1956) 279-298; W. Wirgin-S. Mandel, The History of Coins and Symbols in Ancient Israel, New York 1958.

Bibl.: J. Babelon, La numismatique antique, París 1944; H. Chantraine, Drachme, en Pauly, Lexikon n, 1~5s.; K. Christ, Antike Numismatik. Einführung und Blb/¡ographie, Darmstadt 1967; Haag, Diccionario, 1292-1295 (bibliografía); E. Hohne-B. Kanael, Münzen und Gewichte, en BHH n, 1249-1256; F. Hultsch, Drachme, en Pauly-Wissowa VI2, 1613-1633; F. Prat,

3. La parábola de la dracma perdida (Lc 15, 8-9) habla de una de las diez dracmas, en paralelismo con una de las cien ovejas (15, 47). La solicitud del hombre, nacida del amor a ese solo animal, se compara con la solicitud de la mujer por encontrar una sola dracma. En el trasfondo, pero no indicada en el texto, se halla probablemente la idea de una joya de monedas engarzadas como tocado para la ca-

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1075 beza, una joya que era el bien más preciado de la mujer y un recurso para el caso de penuria económica. Ese tocado, la mujer no se lo quitaba ni para dormir (Jeremias, Parábolas, 166). Diez dracmas son una joya modesta; así que la mujer es sumamente pobre. Barriendo a fondo su oscura vivienda, oye el tintinear de la moneda sobre el duro suelo rocoso, y se alegra tanto de encontrarla que invita a sus amigas y vecinas a participar de su alegría. El sentido de la parábola se manifiesta (según 15, 7.10) en la relación de la propietaria con aquel objeto perdido que (en términos absolutos) es de escaso valor, en el extraordinario gozo al volver a encontrarlo. 4. En la legendaria tradición de Mt 17, 2427 aparece la didracma como moneda para pagar el tributo del templo (cf. Ex 30,11-16: Neh 10, 33s); este tributo del templo se paga para dos personas (Jesús y Pedro) con un estater (-> 2) hallado dentro de un pez. El relato es más antiguo que el Evangelio de Mateo, porque refleja un tiempo anterior a la separación entre el cristianismo y la comunidad judía del templo y a la introducción de las monedas y tributos romanos. La afirmación fundamental de Jesús de que los hijos están exentos del tributo (17, 26) va acompañada aquí por la instrucción: «¡Dáselo [= págales con esto el tributo] por ti y por mí!» (17, 27). La historia de la didracma, cualesquiera que sean sus fuentes, conserva dos principios básicos que la comunidad de Mateo afirma que tienen su origen en Jesús y que se trasmitieron a través de Pedro: el principio de la completa y radicallibertad con respecto a la comunidad judía del templo y la disposición fundamental que debe tenerse para llegar a una solución de avenencia en todos los problemas que no afecten a lo esencial. Este relato recuerda los pasajes de Hech 15, 28s y de Rom 14. W. Pesch b~É3tavov,

ov,';Ó drepanon hoz, dalle* En el NT el término aparece únicamente en Mc 4, 29: CUlOO"tÉAAEL "to oQÉnuvov (cf. 4, 13), «él mete la hoz» (como signo de que co-

mienza la siega) y aparece también 7 veces en Ap 14, 14.15.16.17.18 (bis).19, cuatro de ellas en la expresión oQÉnuvov 61;ú (vv. 14. 17.18 bis). EnAp 14, 14ss se trata de la «(afilada) hoz» del Hijo del hombre o de un ángel (v. 17), que efectúa la «recolección» (con una imagen del juicio inspirada en JI 4, 13; cf. Mc 4, 29), primero como una recolección de grano (vv. 15s) y luego como una vendimia (vv. 18s). BHH I1I, 1780s. b~ó,..,o~,

ov, Ó dromos carrera, curso de la vida* En el NT este término se usa únicamente en el sentido figurado de curso de la vida en las expresiones nA'IlQów "tov oQó[.tov, «consumar la carrera de la vida» (Hech 13, 25), y "tEAÉW "tov OQó[.tov, «terminar la carrera de la vida» (20, 24). Como metáfora se habla de «(la competición en) la carrera de la fe» (1 Clem 6, 2). A~oÚ(JtAAa, 1)~ Drousilla Drusila* Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte, Gtittingen '1977, 631-635; S. Perowne, Herodier, R6mer und luden, Stuttgart 1958, 81, 120s; Schürer 1,555,557, 572s; A. Stein, Drusilla, en Pauly-Wissowa V, 1741; R. D. Sullivan, The Dynasty of ludaea in the First Century, en ANRW 1118, Berlin 1977,296-354, sobre todo 329-331.

Drusila (diminutivo femenino de «Drusus») parece que fue un nombre de persona poco usual (cf. F. Preisigke, Namenbuch, Amsterdam 1922, 93; Supplement 100) que aparece tres veces en miembros de la familia imperial julia-claudia: Livia, esposa de Augusto, Julia, hermana del emperador Gayo (Calígula) y la hija de éste se llamaron, todas ellas, Julia con el cognomen Drusila (Pauly-Wissowa XIII, 900; X ,935ss). Aparte de la breve referencia que se hace en Hech 24, 24, únicamente Josefo nos habla sobre Drusila (Ant XVIII, 132; XIX, 354s; XX 139144; Bell n, 220). Su mención en Tácito, Hist V, 9 podría deberse a que confundió el nombre con otra esposa de Antonio Félix, «marido de tres reinas» (Suetonio, Caes V, 28).

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AQoúGL!,)"a - (){¡va!1aL

DrusiJa nació el año 38 p.e., siendo la hija más joven del rey Agripa 1; su nombre lo recibió seguramente de la hermana (¿que acababa de morir) de Gayo, y en todo caso es una expresión más de la lealtad de los Herodes a la casa imperial. DrusiJa contaba seis años de edad a la muerte de su padre, que (en el marco de sus planes dinásticos) la había prometido ya en matrimonio, siendo niña, al rey Antíoco IV de Comagene, Antíoco Epífanes (Ant XIX, 354). Como éste, oponiéndose a los acuerdos anteriores, se negara a convertirse al judaísmo cuando iba a celebrar su boda con DrusiJa, ésta fue dada en matrimonio por su hermano Agripa 11, en el año 53 p.C., al rey 'Aziz de la vecina Emesa, que estaba más dispuesto a dejarse circuncidar. Pero pronto el procurador de Judea, Antonio Félix, consiguió apartarla del lado de 'Aziz y casarse con ella, pero sin que considerara necesario en absoluto convertirse al judaísmo. Los dos hijos de Agripa, y probablemente también DrusiJa, murieron en la erupción del Vesubio del año 79 de nuestra era (Josefo,' Ant XX, 139-144). En Hech 24, 24 Lucas menciona a Drusila, no por sí misma, sino para caracterizar a Félix: éste no sólo es corrupto (24, 26), sino que además vive con una mujer conseguida escandalosamente -como era bien notorio- por una aventura amorosa. Se comprende, pues, que Félix, al hablarle Pablo de la «justicia, la castidad y el juicio futuro» -temas típicos de la predicación postapostólica (Haenchen, 632; cf. HechJn 84; HechPe 2; HechPab 5)-, reaccionara con atemorizado rechazo (v. 25), a pesar de sentir interés fundamental por estos temas. E. Plümacher

búva,..,at dynamai poder,

ser capaz

1. Aparición del término en el NT - 2. Uso absoluto - 3. Querer y hacer - 4. Evangelio de Juan.

Bibl.: Cf. Oúvaru~.

1. El verbo aparece 210 veces en el NT (incluidos Mt 16, 3; Rom 16, 25). En Mateo el verbo se encuentra 27 veces, en Marcos 33, en Lucas 26, en Juan 37, en Hechos 21, en Pablo 27 (de ellas 15 en 1 Corintios), en las Deuteropaulinas y en las Pastorales 11, en Hebre-

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os 9, en Santiago 6, en lJuan 2, en Judas 1 y en el Apocalipsis 10. Desde el punto de vista puramente estadístico no hay gran diferencia entre los diversos Sinópticos. Si comparamos los distintos pasajes en cuanto a sus fuentes, entonces obtendremos una imagen muy varia-o da. Los tres Sinópticos emplean en común 3 veces únicamente el verbo oÚvu[.tm. Marcos lo emplea, él solo, en 23 ocasiones; juntamente con Mateo, en 6 ocasiones, y en 1 ocasión juntamente con Lucas. Mateo elimina 24 veces el verbo oÚvu[.tm del texto de Marcos; lo utiliza él solo 4 veces, y 1 vez lo emplea juntamente con Lucas en un texto de Marcos. El verbo aparece 6 veces en el material peculiar de Mateo. La fuente Q lo emplea 4 veces, y además el verbo aparece 3 veces únicamente en Mateo, y 6 veces únicamente en Lucas. Lucas lo suprime 29 veces del texto de Marcos e, insertándolo en el texto de Marcos, lo añade 3 veces por sí mismo, y 1 vez juntamente con Mateo. Además, lo ofrece 8 veces en su material peculiar. De todo esto se deduce que Marcos es principalmente el que prefiere el uso del verbo OÚVU[.tUL Así se ve con especial claridad en Mc 3, 20-26. 2. Como en el griego clásico (Eurípides, Or 889; Tucídides IV, 105, 1; Jenofonte, An IV, 5, 11) y en la LXX (Eclo 43, 30; 1 Mac 6, 3; 4 Mac 14, 17b), vemos que en el NT oÚvu[.tm puede emplearse también en sentido absoluto (Mc 9, 22; Lc 12, 16; 1 Cor 3, 2; 2 Cor 13, 2). En la mayoría de los casos, el infinitivo que falta se puede deducir fácilmente por el contexto: Mt 16, 3, OLUXQLVELV; Mc 6, 19, unox"teLvELV ; Mc 10, 39, nLVELV; Lc 9, 40, ex~áAAELV; Lc 16, 26, OLU~ULVCLV; Lc 19, 3, toei:v; Hech 8, 31, yLVó)OXEW; Hech 27,39, e1;wom; Rom 8, 7, úno"táooELv; 1 Cor 10, 13, úno
1079 rer», sin embargo éste se contiene en Mc 2, 38 Y Lc 19, 3. Jesús, aun contra su voluntad, no podía permanecer oculto (Me 7, 24). En la región de los muertos, nadie, aunque quiera, puede trasladarse de un lugar a otro (Lc 10, 26). Entre el querer y el poder no existe siempre un abismo insalvable. Los marineros, si fuera posible, querían hacer que la nave encallara (Hech 27, 39). Para poder algo, hay que quererlo. Por eso, Jesús dice: «Podéis dar vuestros bienes a los pobres, siempre que queráis» (Mc 14, 7). Puesto que el querer es la causa del poder, el enfermo de lepra se dirige a Jesús diciéndole: «Si tú quieres, puedes limpiarme» (Mc 1, 40). Puesto que el querer y el poder se hallan a menudo íntimamente relacionados, el sentido de querer se aproxima muchas veces al de poder. Pedro pregunta si a Cornelio y a su casa se les puede negar el bautismo, una vez que han recibido al Espíritu (Hech 10,47). Cuando el vecino dice a su amigo: «No puedo levantarme para dártelo [el pan]», ello significa: no quiero hacerlo (Lc 11, 7). Así aparece clarísimamente en la negativa del invitado: «No puedo acudir» (Lc 14, 20). Naturalmente existe también la posibilidad de que alguien sea capaz de hacer una cosa, pero que no lo haga (1 Tes 2, 7). 4. El verbo 6úVUflaL tiene un significado especial en el Evangelio de Juan, en el que falta el sustantivo. El evangelista lo usa en relación con los milagros de Jesús (Jn 3, 2). Cuando se discute sobre la curación del ciego de nacimiento, el tema principal es el siguiente: «¿Cómo un hombre pecador es capaz de hacer tales señales?» (9, 16); «Si éste no fuera de Dios, no podría hacer nada» (9, 33; cf. 10, 21). El poder de Jesús nace de su comunión con Dios (5, 19; 5, 30; 12, 49). Refiriéndose a los hombres, Jesús señala la impotencia de ellos para acercarse por sí mismos a Dios. La razón: No son capaces de creer (5, 44); «Vosotros no sois capaces de oír mi palabra» (8, 43); «el mundo no es capaz de recibir el Espíritu de la verdad» (14, 17). Para que las cosas sean de otra manera, se precisa una regeneración total (3, 3.5); Dios mismo tiene

1080 que tomar la iniciativa (6, 44.65). El que se llega a Jesús, está seguro. «Nadie es capaz de arrebatarlos de la mano de mi Padre» (10, 29). Claro que hay que permanecer en constante comunión con Jesús: «separados de mí, no podéis hacer nada» (15, 5). G. Friedrich

bÍlva,.u;, Ero;, it dynamis poder, fuerza 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. La bÚVa!H~ de Dios - 4. Cristo y la búVa!H~ - 5. La búVa!H~ de los mensajeros - 6. El acto milagroso - 7. Palabra y poder - 8. Espíritu y poder - 9. Poderes espirituales. Bibl.: O. Betz, en DTNT I1I, 390-393; P. Biard, La Puissance de Dieu: Travaux de l'lnstitut Catholique de Paris 7 (1960); F. M. du Buit, La Puissance du Seigneur: Evangile 44, 1 (1963) 7-26; 46, 3 (1965) 5-59; 1. Cambier, L'Evangile de Dieu selon l'Epftre aux Romains 1. L' Evangile de la Justice et de la Gráce (Studia Neotestamentica 3), Brügge 1967, 28-37; E. Fascher, Dynamis, en RAC IV, 415-458; W. Grundmann, Der Begriff der Kraft in der neutestamentlichen Gedankenwelt (BWANT IV, 8), Stuttgart 1932; Id., búvallUL %'1:1..., en ThWNT 11, 286-318; K. Kertelge, Die Wunder Jesu im Markus. Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchung (StANT 23), München 1970, 120126, 203-210; H. Kosmala, Hebriier - Essener Christen. Studien zur Vorgeschichte der christlichen Verkündigung (StPB 1), Leiden 1959, 220-224; Id., gilbilr, en DTAT 1, 919-937; J. L. McKencie, Signs and Power. The NT presentation of Mirae/es: Chicago Studies 3 (1964) 5-18; R. Penna, La búvallt~ {tEOlí. Riflessioni in margine alCor 1, 18-25: RivBib 15 (1967) 281-294; B. Prete, La formula búvallt~ {tEOU in Rom 1, 16 e sue motivazioni: RivBib 23 (1975) 299328; K. Prümm, Das Dynamische als Grund·Aspekt der Heilsordnung in der Sicht des Apostels Paulus: Gr 42 (1961) 643-700; Id., Diakonia Pneumatos. Der 2.Kor als Zugang zur apostolischen Botschaft. Auslegung und Theologie 11/2, Freiburg i. Br. 1962, 243327; V. K. Robbins, Dynameis and semeia in Mark: Biblical Research 18 (1973) 5-20; L. A. Rood, Le Christ comme búvallt~ {tEOU: RechBib 5 (1960) 94107; H. Schlier, Miichte und Gewalten im NT (Quaestiones Disputatae 3), Freiburg i. Br. '1963; O. Schmitz, Der Begriff búvallt~ {tEOU bei Paulus. Ein Beitrag zum Wesen urchristl. Begriffsbildung, en FS fA. Deifi· mann, Tübingen 1927, 139-167. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1059-1061.

1. 6úVUflLC; aparece 119 veces en el NT: 12 veces en Mateo, 10 en Marcos, 15 en Lucas, 10 en Hechos, 36 en Pablo, de las cuales 15 corresponden a 1 Corintios y 10 a 2 Corintios,

1081 13 veces en las Deuteropaulinas y en las Pastorales, 6 en Hebreos, 2 en 1 Pedro, 3 en 2 Pedro, 12 en el Apocalipsis. Llama la atención el que los tres Sinópticos tengan 6úVUflLC; en común 3 veces únicamente, en los textos apocalípticos de Mc 13, 25s y 14, 62. En la fuente Q el término se encuentra una sola vez. Es interesante el uso del término en Lucas. Lo inserta 4 veces en el texto de Marcos y lo ofrece, además, 4 veces en el material peculiar. Si añadimos los 10 pasajes de Hechos en que se halla documentado este término, entonces vemos clarísimamente que se trata de un término preferido por Lucas. 2. MVUf,LLC; tiene una amplia gama de significados. Así lo demuestra la variedad de palabras con las que el término se halla asociado o con las que se emplea en enunciados paralelos. En primer lugar, están las expresiones sinónimas que significan poder: LaxúC;, xQáwC;, esouaLu y evéQYEtu; luego están los vocablos para designar los milagros: a1']f,LeLov y 'téQuC;; el término tiene, además, puntos de contacto con 6ósu, aq)'fruQaLu, nvevflu, aocpLU, MyoC; y XáQLC;. Finalmente, se lo menciona en conexión con aQX'IÍ, esouaLu, xuQLÓ't1']C; y ayyú. oc;. Como en la literatura griega, 6ÚVUf,LLC; puede tener las siguientes acepciones: significado (1 Cor 14, 11; Platón, Crat 394b; Herm [v] 3,4,3; Justino, Dial 125, 1) o también capacidad, habilidad, facultad: xu'tU MVUflLV (Mt 25, 15; 2 Cor 8, 3; Eclo 29, 20; Josefo, Ant I1I, 102); {JJtEQ MVUflLV (2 Cor 1, 8; Eclo 8, 13); nUQu MVUflLV (2 Cor 8, 3; Josefo, Ant XIV, 378). Una peculiaridad de los enunciados del NT es que, en ellos, 6úVUflLC; se puede usar casi sinónimamente con los términos indicados, y al mismo tiempo puede emplearse en sentido contrario a ellos, hasta tal punto que se crea una relación de tensión asombrosamente paradójica. La palabra y el poder, lo mismo que la sabiduría y el poder, pueden ser opuestos y, no obstante, pueden corresponderse entre sí. La debilidad y el poder son incompatibles. Per?,. ~n Pablo, la debilidad ofrece la mejor pOSibIlidad de desarrollar el poder. Los térmi-

1082 nos sinónimos y antónimos no se excluyen, cuando se trata de la acción de Dios y de la del hombre. 3. Una característica de Dios es su 6úvuf,LLC;: Eurípides, Alc 219; Platón, Crat 404e; 406a; Jos 4, 24; Dt 3, 24; Sal 76 (77), 15; 144 (145), 12; Jer 16, 21; Jdt 9,8; 13,4. En el AT el poder de Dios y su nombre pueden utilizarse como sinónimos: Sal 53 (54), 3; Jer 16, 21; compárese Hech 4, 7; Ex 9, 16 con Rom 9, 17. Entre los rabinos el «poder» es una circunlocución para referirse al nombre de Dios. En ellos se encuentra repetidas veces la expresión: «de la boca del poder» (Billerbeck 1, 1007). . En Mc 14,62; Mt 26,64 6úVUflLC; sustituye también al nombre propio de Dios; cf. EvPe v. 19: «¡Mi poder, oh Poder, tú me has abandonado!» (Mc 15, 34; Sal 22, 2). En Lc 22, 69, por no haberse entendido 6úVUflLC; como predicado para designar a Dios, se añadió wv {l-eov, oscureciéndose así el sentido original. Desde la creación del mundo, el eterno poder de Dios y su Divinidad pueden conocerse cuando se contempla y reflexiona acerca de las criaturas (Rom 1, 20; Sab 13, 5; Arist, 132; Filón, All 97). El poder de Dios y su Divinidad son expresiones sinónimas. La demostración esencial del poder de Dios tiene lugar en la resurrección de Jesús (2 Cor 13,4) Y en la de los cristianos (1 Cor 6, 14). Hasta qué punto la 6úVUflLC; de Dios es poder de resurrección, lo muestra la respuesta dada por Jesús a la pregunta acerca de la resurrección: los saduceos no conocen ni la Escritura ni el poder de Dios (Mc 12,24 par. Mt 22,29). El poder creador y escatológico de Dios es capaz, por medio del evangelio, de salvar al hombre de su destrucción (Rom 1, 16; 1 Cor 1, 18; 2, 4s). Sobre la íntima conexión que hay entre MVUflLC; y a{j)'t1']QLu cf. Sal 20 (21), 2; 139 (140), 8. El don de gracia de ser servidor del evangelio se concede por la eficacia del poder de Dios, porque nadie es capaz de realizar tal cosa por sí mismo (Ef 3, 7). El poder de Dios protege a los cristianos en las tentaciones de la vida, a fin de que obtengan la

1083 salvación (1 Pe 1,5). En 1 Cor 1, 18 Pablo habla de la MVa!lL~ itwií 'tOL~ o
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cogido por Pablo dijera originalmente!::v 01JVÚr-t EL 1tve'Úr-tuto c:; (E. Linnemann: EvTh 31 [1971] 274). En la redacción actual del texto, habría que entender !::v 01Jvúr-tEL en sentido instrumental e interpretar xu'tCt 1tveur-tu úYtwo'ÚV'll~ como una aclaración: Jesús es Hijo de Dios por el poder de Dios, a saber, de conformidad con la resurrección de los muertos, en el poder del Espíritu (U. Wilckens, La Carta a los romanos 1, 87s). 1tVEUr-tU, como expresión de la praesentia dei, puede tener el significado de poder. Pero en ninguna parte, ni siquiera en Rom 8, 11, el Espíritu resucitó a Cristo, sino que fue Dios el que lo hizo. !::~ avuo'túoewc:; vexQwv sería entonces superfluo. Probablemente Pablo insertó las palabras !::V 01Jvúr-tEL en la fórmula recibida por tradición (otro es el parecer de Bultmann, Teología, 94; Hahn, Hoheitstitel, 252) y de esta manera trasformó la cristología, de apariencia adopcianista, del judeocristianismo. Como Hijo de Dios en poder, Cristo es el Kyrios. Como Kyrios, Jesús está sentado a la derecha de Dios, de tal manera que todos los poderes y autoridades le están sometidos (Ef 1, 20s; 1 Pe 3, 22). En la parusía, Cristo hará su aparición en gran poder y gloria (Mc 13, 26 par.), acompañado por los ángeles de su poder (2 Tes 1, 7). Así como en Rom 9, 17 la Mva!lL~ de Dios produce el endurecimiento del Faraón, así también en 1 Cor 5, 4 el poder del Kyrios sirve para la protección de la comunidad, entregando a merced de Satanás a quien practica el incesto, con 10 cual su oáQS queda destruida, pero su 1tvEií!la se salva para el día del Señor. 5. Así como Jesús fue equipado por Dios con poder, así también él da a sus discípulos b'Úva!lLV xal ES01JOLaV sobre todos los demonios y para curar enfermedades (Lc 9, 1; cf. 4, 36). El les promete ES {hjJo1J~ b'Úva!lLV para que puedan ser sus testigos (Lc 24, 49). Este tema se repite en Hech 1, 8: para la proclamación del evangelio hay que estar equipado con el poder del Espíritu. b1Jvá!lEt !lEyát..TI testifican los apóstoles al Resucitado (Hech 4, 33). Por Mva!lL~ no se entiende aquí el poder de obrar milagros. Claro que la b'Úva!lt~ in-o cluye también los actos milagrosos. Cuando,

1085 después de la curación del paralítico, la gente se queda mirando asombrada a los discípulos, como si éstos hubieran realizado el milagro lbL<;!. b1Jvá!lEt, y el sanedrín pregunta EV 1tOL<;!. b1Jvá!lEt ~ EV 1tOLcQ OVÓ!la'tt habían obrado el milagro, Pedro señala al Cristo resucitado como la fuente del poder (Hech 4,7-10; cf. 3, 12-15). Tampoco Pablo se atreve a hacer nada por sí mismo (Rom 15, 19). Todo se funda en la acción de Dios, que se manifiesta poderosamente en el apóstol (Col 1,29). El poder de Cristo se desarrolla plenamente -tal es la paradoja de la existencia cristianaen la debilidad de la forma terrena. La debilidad no es ni un impedimento ni una condición previa para la acción de Dios. Allá donde hay debilidad por parte del hombre, puede mostrarse plenamente el poder de Dios (2 Cor 12, 9). En la confrontación con adversarios que reclaman un cristianismo vigoroso, Pablo acentúa que Dios ha depositado el preciado tesoro del evangelio en el vaso del débil apóstol, para que el poder del evangelio proceda, no de hombres, sino de Dios (2 Cor 4, 7). Por la comunión que tiene con el Cristo crucificado en debilidad, pero resucitado por el poder de Dios, Pablo anuncia a los corintios, a pesar de su propia debilidad, pero por el poder de Dios, la vida que todavía es futura, pero que se encuentra ya presente (2 Cor 13,4). 6. b'Úva!lt~ pertenece a la terminología de los milagros. Por ellos se entienden no sólo los poderes de obrar milagros (Mc 5, 30 par. Lc 8, 46; Mc 6, 14 par. Mt 14, 2; 1 Cor 12, 10.28s) que dimanan de una persona, sino también los actos milagrosos que acontecen (YLVW{tat) (Mc 6, 2; Mt 10, 20.23; Lc 10, 13 par.; Hech 8, 13) o que se realizan (1tOtELV) (Mc 6, 5 par.; 9, 39; Mt 7,22; Hech 4, 7; 19, 11). Realizan milagros Jesús (Mc 6, 2 par.; Mt 11,20-23 par. y passim), Esteban (Hech 6,8), Felipe (Hech 8, 13), Pablo (Hech 19, 11; 2 Cor 12, 12). Pero también otras personas hacen milagros en el nombre de Jesús (Mt 7,22; Mc 9, 33). Aun el Anticristo realiza milagros (2 Tes 2, 9). Marcos hace distinción entre or¡!lELov y b'Úva!lt~. En los Sinópticos, a los

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milagros de Jesús no se los llama nunca or¡!lELOV (Mc 8, 11a; cf. Mc 4, 35-5, 43 y 13, 22). De Esteban se dice que: 1tt..1ÍQr¡~ XáQt'tO~ xal b1Jvá!lEW~ E1tOLEL 'tÉQa'ta xal or¡!lELa !lEYát..a (Hech 6, 8); y algo parecido se dice de Felipe (8, 13) y de Pablo (2 Cor 12, 12). Cuando, en 1 Cor 12, 10, a las curaciones de enfermos se añaden también EVEQY1Í!la'ta b1Jvá!lEWV, entonces b'Úva!lL~ se refiere a las expulsiones de demonios, porque la posesión diabólica no se consideraba una enfermedad. b'Úva!lL~ puede significar también el poder mágico (Hech 8, 10). Algunos relatos de milagros del NT tienen notables puntos de contacto con la magia: Mc 5, 30 par. Lc 8, 46; cf. Lc 6, 19; Mc 3, 10; 6, 56; Hech 19, 10-12: 5, 15s. El NT los refiere sin adoptar una postura crítica. Por otro lado, el NT se distancia a su vez de los puntos de vista mágicos. Los milagros de Jesús son realizados por Dios mismo (Lc 5, 17) para acreditarlo (Hech 2, 22). Puesto que Dios es siempre el que actúa, y no es un poder inherente al cuerpo, y que fluye automáticamente, el que desencadena el milagro, por eso mismo no se alaba al taumaturgo Jesús, sino a Dios (Lc 19,34). Los milagros de Jesús, sobrepasando el suceso concreto, señalan hacia el acontecimiento de salvación, de tal manera que lo que se proponen es inducir a la gente al arrepentimiento (Mt 11, 20-23 par. Lc 10, 13). Son la lucha contra los poderes demoníacos (Mc 3, 27), la irrupción del reino de Dios en este mundo (Lc 11, 20; cf. Heb 6, 5). 7. Pablo asocia frecuentemente entre sí Mva!lL~ y Aóyo~. Lo efectúa una vez de tal

manera, que confronta a ambos. No confrontándolos, sino complementándolos mutuamente, Pablo habla de la palabra y del poder en 1 Tes 1,5. Puesto que la palabra de la proclamación del evangelio no son palabrerías humanas, sino la palabra de Dios, resulta que la palabra de la proclamación es una b'Úva!lL~. Así como los muertos son resucitados, así también los que se hallaban perdidos pueden ser salvados (Rom 1, 16; 1 Cor 1, 18). Puesto que en 2 Cor 6, 7 la palabra y la b'Úva!lL~ se

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1087 hallan en cierto paralelismo mutuo, Pablo quiere decirnos entonces que su mensaje es confirmado por medio de CnJvaIH~. Se refiere con ello no al poder que crea la salvación, sino al que realiza actos milagrosos. 8. Con más frecuencia aún que la palabra y el poder, se asocian entre sí el Espíritu y el poder (Is 11,2; 1 Cor 2, 4; 1 Tes 1,5). En los enunciados paralelos, ambos términos actúan como sinónimos (cf. Lc 1, 17.35; Hech 6, 5-8; 10, 38). Allá donde está el Espíritu, se halla actuando Dios, y por eso acontece algo. En Rom 15, 19 se hace distinción entre la CnJvafAol~ nVE'ÚfAoa'tO~ (cf. Josefo, Ant VIII, 408; Herm [m] 11, 2, 5) Y la ()'ÚvafAol~ OlJfAodwv xal, 'tEg
precipitadas a la tierra (Dan 8, 10 LXX). A partir de ahí hay que entender el pasaje de Mc 13,25. Los poderes cósmicos son también poderes angélicos. En el Sal 102 (103), 21 se invita a na.om al ()uváfAoEl~ au'tOu a la alabanza de Dios. Esos ejércitos celestiales son en el Sal 148, 2 los ángeles (cf. VidAd 28; Billerbeck I1I, 581ss). A causa de la resurrección y la exaltación de Jesús, las ()uváfAoEl~ perdieron su poder (1 Pe 3, 22; cf. Ef 1, 18ss). Los poderes no son capaces de causar ningún daño al cristiano, porque el amor de Dios en Jesucristo es más fuerte que los poderes que trastornan la unión con Dios (Rom 8, 38s). En la parusía esos poderes serán desposeídos públicamente de su fuerza (1 Cor 15,24). G. Friedrich

buvaptóm dynamoiJ fortalecer* En el NT este verbo se emplea únicamente en la voz pasiva en Col 1, 11: ev náon ()UváfAoEl ()UvafAoo'ÚfAoEvOl, ; Heb 11,34: E6uvaWlrfrlJouv (v.l. EvE ()UVufAowil'lJOav P Koiné pI) ano aoil'Evda~, «allá donde eran débiles, fueron fortalecidos»; cf. también Ef 6, 10 v.l. buvá(Jtll~,

ou, Ó dynastes (personaje) soberano, poderoso* Dícese de Dios en 1 Tim 6, 15: Ó fAoaxáglO~ xul, fAoÓVo~ ()uváo'tlJ~, juntamente con Ó ~a­ OlAEU~ 'twv ~aOlAEuóv'tWV xal, XÚglO~ 'twv XUglEUÓV'tWV; dícese de soberanos terrenos en Lc 1, 52: xail'dAEv ()uváo'tU~ ano il'góvwv, «derribó de sus tronos a los poderosos» (cf. Job 12, 19); dícese del poderoso funcionario de la corte de Candace en Hechos 8, 27. buvatÉm dynateiJ ser fuerte, ser poderoso* El verbo aparece únicamente en Pablo, y está referido siempre a Dios o a Cristo: 2 Cor 13,3: ()Uva'tEL Ev 'ÚfAoLV, «(Cristo) es poderoso en vosotros»; en el sentido de poder, ser ca-

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{)uvm:Éw -

paz de algo (seguido de un infinitivo completivo): Rom 14,4; 2 Cor 9, 8. buvató~, 3 dynatos fuerte, poderoso, ca-

paz, posible* 1. Aparición y significados del término - 2. Campo referencial- 3. ()uVU1;Ó~ como término teológico, cristológico y apostólico en el NT.

Bibl.: R. M. Grant, Mirae/es and Natural Law in Graeco-Roman und Early Christian Thought, Amsterdam 1952, 127-134; W. Grundmann, Mvu[!aL, ()Uvu'tÓ~ XTA., en ThWNT U, 236-318; K. Prümm, Diakonia Pneumatos U/2, Rom 1962,243-340; W. C. van Unnik, «Al/es ist dir m6g/ich» (Mk /4, 36), en FS Stiihlin, 27-36.

1. El adjetivo ()uva'tó~ aparece 32 veces en el NT, 12 de ellas en los (Evangelios) Sinópticos y lOen Pablo. Tiene los significados de fuerte, poderoso, capaz. El neutro ()UVU'tóv (eo'tLV) expresa que algo es posible (cf., por ejemplo, la fórmula «restrictiva» el ()UVU'tóv en Mc 13, 22; 14, 35; Mt 24, 24; 26, 39; Hech 20, 16; Rom 12, 8; Gá14, 15). En algunos pasajes ()uva'tó~ tiene un sentido especial: en Hech 25,5 el plural Ol ()Uva'tOL (<<empleado como término técnico de la política» [E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 (KEK), 636, nota 7]) designa a quienes tienen «autoridad» (cf. Josefo, Bell 11, 242s), y en Rom 15, 1, a los que son «fuertes en la fe». En Hech 18, 24, ()uva'tó~ se refiere concretamente a quien está versado o es experto (en las Escrituras). 2. Los sujetos (lógicos) de ()uvu'tó~ son normalmente personas, por ejemplo, Dios (Rom 11, 23; Heb 11, 19); Jesús (Lc 24, 19; 2 Tim 1, 12); Moisés (Hech 7, 22); Apolo (Hech 18, 24); el episkopos (Tit 1, 9); el «hombre perfecto» (Sant 3, 2), etc. Una excepción se encuentra en 2 Cor 10,4 (donde el adjetivo se refiere como sujeto a una cosa ('ta onAa). En la expresión ()uva'tóv (eo'tlV), la persona para la que algo es posible, se indica con (nagá) y dativo (por ejemplo, Mc 10, 27 par.: náv'tU ()uva'ta nuga 'tQ> il'EQ>; cf. Mc 9, 23; 14, 36; Hech 20, 16). Aquello para lo que uno es capaz o en lo que uno es

{)uVU1;Ó~

1090

poderoso (o lo que resulta posible a alguien) se expresa por medio de una construcción de infinitivo (Hech 2,24; 11, 17; Rom 11, 32; 2 Tim 1, 12; Heb 11, 19; Tit 1, 9; Sant 3,2, Y passim), por medio de Ev con dativo (Lc 24, 19; Hech 7,22; 18,24) o de ngó~ con acusativo (2 Cor 10, 4). El adjetivo sustantivado 'to ()uva'tóv (el poder) se encuentra únicamente en Rom 9,22 (en un enunciado acerca de Dios). Como términos opuestos a ()uva'tóv hallamos dentro de un mismo contexto: aOil'EVELV (2 Cor 12, 10; 13, 9), oagxlxó~ (2 Cor 10,4; cf. 1 Cor 1, 26), Múva'tO~ (Mc 10, 27 par., donde se pone de relieve la oposición entre el hombre y Dios; Rom 15, 1, donde se establece un contraste entre los fuertes en la fe y los débiles en la fe). 3. En los Sinópticos, ()uva'tó~ aparece casi siempre (una excepción: Lc 14,31) en enunciados teológicos o cristológicos. En el Magnificat, de Lucas (Lc 1, 49), se hace referencia a Dios con el predicado ó ()uva'tó~ (el Poderoso), un predicado conocido ya por la LXX (por ejemplo, Sal 44, 6; 119,4; Sof 3, 17). Dios manifiesta concretamente su «poder» en las «grandes cosas» que hizo en María (<
1091

61Jv m:ó¡; - Oúvú}

ción de su hijo: «Todo es posible para el que cree». Probablemente quiso decir Jesús: Dios ayuda únicamente a quien deposita en Jesús una confianza absoluta en su poder de obrar milagros, y manifiesta esa confianza en su oración. Así como para Jesús (y para su fe) todo es posible, así lo es también para quien se dirige :;t él con fe, más aún, para quien comparte con Jesús la fe en la omnipotencia de Dios. Esta fe la expresa Jesús mismo en su oración en GetsemanÍ. Según Mc 14, 35, Jesús ora pidiendo que, si es posible, pase de él aquella hora. La oración, reproducida literalmente en 14, 36, comienza, pues, confesando la omnipotencia de Dios: «Abba, Padre, para ti todo es posible». Es decir, «Jesús alaba ... la voluntad todopoderosa de Dios, la cual, según su fe, es la voluntad del 'Padre amoroso'» (R. Pesch, Markusevangelium 11, [HThK] 391). En Lucas (24, 19) se aplica a Cristo el adjetivo C~)'lJVUTÓ~. Los discípulos de Emaús dan de él el siguiente testimonio: «Era un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo». La mesianidad de Jesús se ve aquÍ claramente en la «línea del poder profético» (Grundmann, 301) (una línea existente ya en la imagen del Mesías según el AT y el judaísmo, y que se refleja casi literalmente en la afirmación formulada sobre Moisés en Hech 7, 22). Claro que, para Lucas mismo, «el Cristo es más que un profeta dotado de poder. El Cristo es completamente singular y único en su existencia. Su existencia está determinada de manera especial por el poder de Dios» (ibid.). Pablo habla también del poder de Dios, cuando este poder se demuestra, por ejemplo, en el cumplimiento de las promesas hechas a Abrahán (Rom 4,21) o en relación con el destino final del pueblo elegido (cf. Rom 11, 23: «También ellos, si no continúan en su incredulidad, serán injertados [en el olivo], porque poderoso es Dios para volverlos a injertar»). En Pablo encontramos también el adjetivo buvaTó~ en enunciados acerca de su propio apostolado. En opinión suya, tanto a la vida de Jesús (cf. 2 Cor 13,4) como a su propia vida se aplica aquel principio de que el (divino)

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poder «()'ÚVUf.tl~) se perfecciona en la (humana) debilidad (a<J1'}¡3VEla) (2 Cor 12, 9); consúltese, a propósito, el término clave -+ aoth:vr']~). Y, aSÍ, al comienzo de su carta destinada a defenderse contra los adversarios de Corinto (2 Cor 10-13), Pablo señala que las armas con las que él pelea no son de Índole carnal, sino poderosas para Dios (10, 4). Por tanto, él puede terminar la parte esencial de esta carta, el llamado «discurso de insensatos» (11, 1-12, 10), en la que él conscientemente quiere «gloriarse sólo de su debilidad» (11,30; 12,5), con aquella confesión que suena a paradoja: «porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte» (12, 10). En 13,9 nos hace ver claramente que su «debilidad» (que en realidad es el «lugar de revelación» de la ()'ÚVUf.tl~ divina) representa también un servicio a la comunidad: «En efecto, nos alegramos, cuando somos débiles, pero vosotros sois fuertes». Lo de «ser fuertes» significa aquÍ concretamente, como vemos por el contexto, el ser fuertes en el bien (cf. TO XUAOV J"tOlfíTE, v. 7). En los demás escritos del NT aparece también el aspecto teológico, cristológico y apostólico de bUVUTÓ~. Por ejemplo, en Heb 11, 19 se confiesa el poder de Dios, que se manifiesta en la resurrección de los muertos. En 2 Tim 1, 12 se dice que Cristo es poderoso para guardar hasta aquel día el depósito confiado (la J"tuQuttr']xr¡). En Tit 1, 9 (en un catálogo de obligaciones) se hace referencia al «poder» del episkopos (que sucede al apóstol); él tiene que ser capaz de «exhortar con la sana doctrina y de reprender a los que la contradicen». El «poder» episcopal se entiende, pues, esencialmente como un poder de magisterio y disciplina. J. Zmijeswski

búvro, búro dyno,

dyo ponerse (el sol)* Se usa en sentido intransitivo para referirse a la puesta del sol: Mc 1,32: OTE Ebu Ó ~ALO~ (EbuOEV B D 28 pc) par. Lc 4, 40: ()úvov"tO~ M"tOv lÍAlOU «()úvuv"tO~ U al, ()úoav"tO~ D): cf. BlaB-Debrunner § 75, nota 2; 101, nota 19.

1093

6úo

búo dyo dos 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Uso teológico. Bibl.: J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg '1969, 145-148; J. Jeremias, Paarweise Sendung im NT, en Id., Abba, Gottingen 1966, 132-139; W. Pesch, Matthiius der Seelsorger (SBS 2), Stuttgart 1966 (sobre Mt 18); H. Weinrich, Sprache in Texten, Stuttgart 1976,199-218.

1. ()'Úo aparece en el NT un total de 132 veces, de ellas 40 en Mateo, 18 en Marcos, 28 en Lucas, 13 en Juan, 13 en Hechos, 12 en las Cartas y 8 en el Apocalipsis. Aparece, por tanto, principalmente en los escritos narrativos (Sinópticos, Hechos, Juan, Apocalipsis), y entre ellos se encuentra sobre todo en los Sinópticos (86 veces). Esta distribución indica que búo tiene mayor importancia para la formación de relatos que para la comunicación epistolar. 2. búo conserva, todas las veces que se halla documentado, su valor numérico. Ahora bien, este vocablo es interesante para los relatos, porque ocupa un lugar elemental en el código numérico. Los opuestos de dos son «uno» y «tres». «Uno» es singular, y todos los demás números son plurales. El dual, que en la Koiné aparece sólo de manera residual, expresa clarÍsimamente la función mediadora de dos entre la unidad y la pluralidad. ASÍ, pues, se observa un movimiento recíproco del 1 al 2, y del 2 al 1, y en consonancia con ello del 2 al 3, y del 3 al 2. El movimiento del «uno» al dos tiene como objetivo una duplicación. El «uno» singular ha de conservarse, pero al mismo tiempo debe estar abierto a un incremento. Existe, pues, la duplicación puramente numérica, que parte de la unidad fundamental indivisa, pero que muestra al mismo tiempo la posibilidad de enriquecimiento aditivo: multiplicar dos peces (6, 38.41 par.), dar dos leptas (Mc 12,42 par.) (y passim). La duplicación por medio de la escisión violenta se produce al desgarrarse el velo del templo (Mc 15, 38 par.). La duplicación adquiere importancia intersubjetiva en la prueba testimonial. La declaración de un varón, capacitado para testimoniar,

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no basta por sí sola. Tiene que haber, por lo menos, dos testigos (Dt 19, 15; Mt 18, 16; 26, 60; Jn 8,17; 2 Cor 13, 1; 1 Tim 5,19; Heb 10, 28). Y, aSÍ, Mateo concede gran importancia a que se cure, por lo menos, a dos hombres, para que éstos puedan atestiguar el milagro (Mt 8, 28; 9, 27; 20, 30). Cuando Jesús u otras autoridades tienen que trasmitir encargos, envían a dos mensajeros por razones de credibilidad (Mc 11, 1 par. y passim). Los textos van más allá del significado de dar testimonio, cuando nos hacen ver que los dos testigos representan una forma específica de comunidad. Dos constituyen la célula básica de una comunidad, que no puede crearse por uno solo, pero que la duplicación del uno es suficiente para formar. Y, aSÍ, Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, para que puedan dar testimonio fidedigno de su mensaje y para que, al mismo tiempo, en la dualidad, representen a la nueva comunidad que se forma en comunión con él (Mc 6, 7; Lc 10, 1). La vocación de parejas de hermanos para ser discípulos de Jesús (Mt 4, 18-22) sigue primeramente el procedimiento de la duplicación numérica (de una sola familia se escoge a más de uno); luego se convierte en una prueba de primera mano (dos miembros de una familia representan la misión de Jesús en la sociedad), y finalmente llega a ser el acto fundacional de una nueva célula básica (las parejas de hermanos se convierten en pescadores de hombres. La petición de los hijos de Zebedeo invierte negativamente este orden de la importancia de la pareja (Mc 10, 35 v.l.; cf. Mt 20,21). Otras células básicas se mencionan en Mt 18, 19.20; 26, 37; Lc 9, 30, Y passim. El movimiento de 2 a 1 se efectúa unas veces como división, y otras como fusión. La división reduce la duplicación a simplicidad: Mc 6, 9 par. y passim. Allá donde la duplicación conduce a una oposición dualista, se produce la separación entre la parte buena y la mala (Mc 9, 43ss par. y passim). La fusión se efectúa en el matrimonio (Mc 10, 8 par.; 1 Cor 6, 16; Ef 5,31), por el hecho de hacerse creyentes en Cristo (Ef 2, 15) Y por el hecho de servir a Cristo (Flp 1,23). El movimiento de 2 a 3 es primeramente de puro valor numérico (Jn 2, 6) y se convierte

1096

1095 luego negativamente en expresión de división (Lc 12, 52) Y positivamente en expresión de la apertura y del incremento de la fuerza testimonial (Mt 18, 16 cf. supra) y de la célula básica (Mt 18, 20).

orto hasta el ocaso del sol», es decir, «desde el oriente hasta el occidente».

3. El resultado teológico no podemos más que indicarlo. Jesús prefiere el número de dos como el número de la vocación y de la misión, a fin de de lograr, por un lado, que la vocación y la misión se derive de cada individuo, y para evitar, por otro lado, la individualización de esos procesos. Según esto, el seguimiento y discipulado de Jesús tiene lugar allá donde hay, por lo menos, dos que se reúnen en el nombre de Jesús (Mt 18, 20), formulan oraciones en común, escogen en común tareas y las llevan a cabo. Por otro lado, la dualidad, por ser el plural más reducido, preserva a la vocación, la misión y la comunión con Jesús de esquematizarse y estandarizarse como un movimiento de masas. La comunión con Jesús vive de las acciones comunitarias entre dos, que están abiertas al aislamiento (uno) y al incremento (3).

fícil es» (entrar en el reino de Dios).

D. Dormeyer blJO'~á(J'tmn:o~, 2 dysbastaktos difícil de

llevar* Mt 23, 4; Lc 11,46 en la construcción <poQ·da ... ()1J<Jpú01:axta, «cargas difíciles de llevar» (omitido en Mt 23, 4 Sin pc it sy Ir).

blJO'EV'tÉQlOV, OlJ, 'tó dysenterion diarrea, disentería* Hech 28, 8: n1JQEtOL~ xal ()1J<JEVtEQLep <J1JVEXÓ[.tEVOV, «aquejado de fiebre y disentería» (v.l. también en femenino singular o en masculino o femenino plural). blJO'EQ!-,i¡VElJ'tO~, 2 dysermeneutos difícil

de explicar ---+ EQ[.t11VEÚW . b'ÚO't~, Ero~,

t1 dysis ocaso (del sol), occi-

dente Unicamente en el final breve de Marcos: ano avatOA:fí~ xal aXQL ()Ú<JEW~, «desde el

b'ÚO')eOAO~, 2 dyskolos difícil, dificultoso* Mc 10, 24: nill~ 6ú<JxoAóv f<JtLV, «qué di-

blJO'XÓAro~ dyskolos (adv.), difícilmente,

dificultosamente* El adverbio, al igual que el adjetivo correspondiente, aparece tan sólo en sentencias acerca de la entrada en el reino de Dios, del que difícilmente participarán los que poseen bienes: Mc 10, 23 (nill~ ()1J<JxóAw~ ... d<JEAEú<Jovtm) par. Mt 19, 23 «()1J<JXÓAW~ d<JEAEú<JEtm) / Lc 18, 24 (nill~ ()1J<JXÓAW~ ... d<JnOQEúOVtm).

t1

blJO'!-'i¡, fí~, dysme ocaso (del sol), occidente* Mt 8, 11 par. Lc 13, 29; Mt 24, 27; Ap 21, 13 en la construcción ano ()1J<J[.tillv o 1!w~ ()1J<J[.tillv (Mt 24, 27), a diferencia de ano describir los extremos geográficos más opuestos. blJO'vÓ1)'tO~, 2 dysnoetos difícil de enten-

der* 2 Pe 3, 16 refiriéndose a las Cartas de Pablo, fV al~ ()1J<JVó11tú tLva, «en las que hay algunas cosas difíciles de entender».

blJO'qJ1)!-,Éro dysphemeo calumniar, insultar* 1 Cor 4, 13: ()1J<J
t1

blJO'qJ1)!-,í.a, a~, dysphemia calumnia, insulto * 2 Cor 6, 8: ()UX ()1J<J
1097

Oúw - 6ciJ6ex,a

b'Úro dyo ponerse (el sol) ---+ 6úvw. blÓbExa dodeka doce 1. OWOExa como indicación numérica - 2. El pueblo de las Doce Tribus - 3. El número 12 en la nueva Jerusalén - 4.a) «Los Doce» - b) El origen del círculo de los Doce - c) El encargo dado al círculo de los Doce - d) El desarrollo en la Iglesia primitiva - 5. Testimonios dependientes.

Bibl.: E. Best, Mark's Use of the Twe/ve: ZNW 69 (1978) 11-35; Braun, Qumran 1, 43 ss; 11, 327s; O. Cullmann, Der zwolfte Apostel, en Id., Vortriige und Aufsiitze 1925-1962, Tübingen-Zürich 1966,214-222; S. Freyne, The Twelve: Disciples and Apostles, London 1968; H. Gollinger, Das «grofie Zeichen» von Apokalypse 12 (SBM 2), Würzburg-Stuttgart 1971, sobre todo 77-89; F. Hahn, Das Verstiindnis der Mission im Neuen Testament (WMANT 13), NeukirchenVluyn 1963; M. Hengel, Die Ursprünge der christlichen Mission: NTS (1971-1972) 15-38; H. Kasting, Die Anfiinge der urchristlichen Mission (BEvTh 55), München 1969; G. Klein, Die zwolf Apostel (FRLANT 77), Gottingen 1961; R. P. Meye, Jesus and the Twelve (tesis en Basilea), Grand Rapids 1968; K. H. Rengstorf, ociJoExa, en ThWNT 11, 321-328; B. Rigaux, Die «Zwolf» in Geschichte und Kerigma, en Ristow-Matthiae, 468-486; M. Rissi, Die Zukunft der Welt, Basel s. f. (1967), sobre todo 74-95; J. Roloff, Apostolat - Verkündigung - Kirche, Gütersloh 1965, sobre todo 138-168; G. Schmahl, Die Zwolf im Mk (TThSt 30), Trier 1974; K. Stock, Boten aus dem MitIhm-Sein (AnBibl 70), Rom 1975; W. Trilling, Zur Enstehung des Zwolferkreises, en FS Schürmann, 201222; J. Wagenmann, Die Stellung des Aposte/s Paulus neben den Zwolf(BZNW 3), GieBen 1926. Cf. más bibliografía en ThWNT X 1061s.

()W()EXa aparece 75 veces en el NT, con sorprendente frecuencia en los Evangelios (46 veces) y en el Apocalipsis (23 veces); en Hechos el término se halla documentado 4 veces, y se encuentra 1 vez en la Carta primera a los corintios y otra vez en Santiago. 1. ()W()EXa, en la imagen empleada por Jesús en Jn 11,9, quiere indicar que su obra, durante su vida terrena, está limitada por el tiempo. Los doce días de Hech 24, 11 se calculan bien sea a partir de 21, 27 Y 24, 1, o bien sea contando los días de la estancia de Pablo en Jerusalén. La indicación de la edad de Jesús en Lc 2, 42 pretende, desde luego, ser precisa: Jesús no es todavía plenamente responsable

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ante la ley (pero cf. también el denominado segundo relato de Setme Chamoi's, en AAB 1918/7, 68; Josefo, Ant V, 348; Pseud.-IgnMagn 3, 2, 4). En Mc 5, 42 la indicación de la edad de la hija de Jairo pretende decimos, seguramente, que se trata todavía de una niña, pero que se encuentra ya en el umbral de la edad adulta; Lucas (8, 42), que traslada de sitio la información, la entiende (erróneamente) como un número aproximado de años. ()W()EXa, en Mc 5, 25 par., podría haberse usado de esta manera; una relación de estas dos últimas referencias con una determinada fase de la tradición no es improbable. En Hech 19,7 el
1099 395-415). La idea está atestiguada directamente en el praescriptum de Sant 1, 1, donde se menciona como destinatarios a «las doce tribus que están en la dispersión», es decir, a los cristianos dispersos por todo el mundo, al verdadero Israel (cf. Gál 6, 16; Herm [s] 9, 17, 1). Esta identificación está implicada también en aquellos que son sellados en Ap 7, 48, los 144.000, con 12.000 de cada una de las doce tribus de Israel. Claro que el número doce se menciona aquí explícitamente tan sólo en la referencia a los 12.000, pero se deriva evidentemente del número de las doce tribus. El número incontable de los que están sellados, de los que son miembros de la Iglesia de Cristo (cf. 14, 1), es mil veces el número doce multiplicado por sí mismo.

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[HNT], sub loco), lo cierto es que el Apocalipsis la ha recogido por el número de doce, que ya antes había determinado el acceso a la ciudad de Dios y su cimentación. La tradición mítico-apocalíptica se reconoce más claramente detrás de Ap 22, 2. El fondo de todo lo constituye Ez 47,12, aclarado por la idea del árbol de la vida (Gén 2, ~). Por la indicación que se ofrece en Ezeqmel (cf. también los pasajes rabínicos en Billerbeck 111, 856) de que los árboles plantados junto al río del templo darán fruto todos los meses, una idea recogida en Ap 22, 2c, DcóDEXU se calcula aquí como «doce veces». El significado especial de Dcó6EXU y la falta de indicación de un punto de referencia (<
3. Desde esta perspectiva, es evidente que el número doce ha adquirido también una especial significación para la nueva Jerusalén en Ap 21, hasta tal punto que el número ha 4. a) DCÓDEXU tiene su significado más imllegado en cierto modo a independizarse. En portante en el NT en relación con U? grupo f~­ primer lugar, en alusión a Ez 48, 30-35, se jo de discípulos: un grupo que, segun la tradimencionan las doce puertas (v. 12), en las ción evangélica, fue creado por Jesús mismo que están inscritos los nombres de las doce y que parece que en la tradición más antigua tribus de los hijos de Israel, y sobre las que fue denominado sencillamente con el nombre vigilan doce ángeles (cf. Is 62, 6). Según Ap de oL DcóDEXU. De todas maneras, en la tradi21, 21, esas doce puertas son doce perlas (cf. ción citada por Pablo en 1 Cor 15, 5, en He-en relación también con los vv. 19s- Is 54, chos (6, 2), en Marcos (lo mismo que en Lucas) y en Juan se encuentra exclusivamente el 11s; bBB 75a [Billerbeck I1I, 851]). El único absoluto oí. DcóDEXU, y únicamente Mateo nos pueblo de Dios entra por las puertas en elluhabla una vez de anóatoAoL (lO, 2; cf. Ap gar de la salvación. La muralla qu~ r?dea a 21, 14) y con cierta frecuencia añade ¡.,t.ut}'Y]: la ciudad se asienta sobre doce Cimientos, tUL (lO, 1; 11, 1; 20, 17 v.l.; 26, 20 v.l.) a OL que llevan los nombres de los doce apóstoles 6cóDEXU. 1 Cor 15, 5, como parte integrante del Cordero (Ap 21, 14). La imagen corresde una formulación tradicional ya para Pablo, ponde a Ef 2, 20 (cf. también Heb 11, 10; 4 nos muestra no sólo la antigüedad, sino tamEsd 10, 27); está imbuida de la idea de los bién la difusión «ecuménica» de esta denomidoce apóstoles como testigos fundamentales nación, la cual, por tanto, tuvo que ser entende Cristo (--+ 4). También la comunidad escadida por amplios sectores. Ambas cosas se tológica de la salvación sigue estando cideducen de Hech 6, 2, porque en este pasaje mentada en el testimonio de los apóstoles de 6cóDEXU podría derivarse de un fragmento esCristo Jesús. crito de la tradición (H. Conzelmann, ApostelLa longitud, la anchura y la altura de la Jegeschichte2 [HNT] 49; M. Hengel: ZThK 72 rusalén santa miden por igual el número de [1975] 155s). Así que, para la tradición antidoce multiplicado por mil (Ap 21, 16; cf. la gua, oL DcóDEXU es evidentemente el n?In:bre medida de la muralla en el v. 17: 144 = 12 x fijo de una institución, que está constitmda, 12). Aunque haya detrás de todo ello una tra2 sí, por determinados varones, pero que fundición mítica (cf. E. Lohmeyer, Offenbarung

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1102

ciona como una unidad propia. Por eso, de 1 Cor 15 no puede deducirse ningún argumento decisivo en contra de la existencia pre-pascual de ese grupo: la fórmula se refiere al grupo, y no primordialmente al número de sus miembros. Precisamente la tradición que nos habla de que hubo que completar el círculo de los Doce, en Hech 1, (15.)21-26, nos muestra la preeminencia de la institución sobre el número, pero haciéndonos ver al mismo tiempo la necesidad de completar ese número. Esta última tradición que acabamos de mencionar es fiable, pero no se se repite con posterioridad (con ocasión de Hech 12,2).

la tradición sobre la vocación (Me 3, 13-19) como a la tradición sobre la misión (Mc 6, 713). Creemos que también la fuente Q conoció DcóDEXU en relación con semejante tradición (cf. H. Schürmann, Lukasevangelium I [HThK], 318s). A esta fuente podría pertenecer también el fragmento de tradición de Mt 19,28 par. Lc 22, 28-30. Por consiguiente, en su núcleo, es una tradición que, lo mismo que la de la vocación y la de la misión, se remonta a Jesús y -al igual que ellas- tiene la mirada puesta en «los Doce», aunque tal cosa no se deduzca directamente de la versión ofrecida por Lucas (pero sí de su contexto).

b) Las cuatro listas de «los Doce» que aparecen en el NT (Mc 3, 16-19; Mt 10, 2-4: Lc 6, 14-16: Hech 1, 13 [aquí, como es natural, eran sólo once] permiten sacar conclusiones más bien en favor que en contra del origen pre-pascual del círculo de «los Doce». Cierta inseguridad ya en cuanto a los nombres que integran el círculo (posición incierta de Andrés, Tomás, Simón Cananeo [Juan/Santiago]; el cambio entre Tadeo [Lebeo] y Judas el hijo de Santiago; cf., a propósito, Cullmann), y más todavía la total insignificancia de la mayoría de los nombres y la casi completa insignificancia de «los Doce» en general después de la Pascua apuntan hacia el origen pre-pascual de este círculo. Es verdad que 1 Cor 15, 5 asegura la importancia constitutiva de los «Doce» para la formación post-pascual de la comunidad, pero tan sólo Hech 6, 2 nos permite verlos una vez más, algunos (?) años más tarde, en su función. Ahora bien, parece que Pablo, en su historia cristiana, no los vio ya en el ejercicio de su función (cf. Gál 1, 18). Finalmente, el hecho de que el traidor perteneciera al círculo de «los Doce» habla en favor del origen pre-pascual de este círculo. Esta pertenencia se acentúa intensamente al caracterizársele como d~ (Ex) tÓ: rel="nofollow">v 6cóDEXU (Mc 14, 10 par.; [14,20]; 14,43 par.; Jn 6, 71; cf. 12, 4). (Esta expresión se aplica a Tomás en Jn 20, 24.) Lo mismo que esta expresión, DcóDEXU juntamente con su tradición existía ya con anterioridad a Marcos (así piensan ya Rigaux, 472-475; Best). Esto se aplica tanto a

c) Como signo escatológico-profético, ambas tradiciones (la de «los Doce» y la de la misión-vocación) forman un conjunto. El número de Doce está determinado por el pueblo de las Doce Tribus (así aparece también probablemente en 1QS 8, 1, cf. Braun), «los Doce» representan prolépticamente al renovado pueblo de Dios, cuyos miembros se miden por ese patrón. Ellos -enviados por Jesús- proclaman de palabra y de obra la inminente llegada del tiempo de la salvación. Preparan el país para el tiempo de la salvación por medio de su conducta y exhortan al pueblo al arrepentimiento. Por tanto, son al mismo tiempo importantes testigos del carácter y del contenido de la actividad de Jesús. d) En la comunidad pospascual perdieron pronto la significación que tenían como institución, y perdieron también seguramente a algunos de sus miembros. Marcos no comprende ya cuál es su función específica, los identifica con los apóstoles (Mc 6, 30) y no conoce ya ninguna diferencia esencial entre ellos y los ¡.,t.ut}'Y]tuL (Best, 32-35). Esta línea continúa -de manera diferenciada- en los demás evangelios; Mateo los identifica más con los ¡.,t.ut}'Y]tuL, Lucas lo hace completamente con los anóatoAOL (cf. infra). Juan los conserva únicamente junto con su propia tradición. Es muy significativo que la mención expresa de «los Doce», en los evangelios, vaya declinando (aparece sólo en Mt 11, 1; Lc 8, 1; 9, 12 DcóDEXU sobrepasando a Marcos; Mt 11, 1

1104

1103 par. Lc 8, 1 pertenece quizás a la tradición de la fuente Q sobre la misión, cf. Schürmann, Lukasevangelium 1, 447s; sobre Lc 9, 12 cf. Mc 6, 43 par. Lc 9, 17). Una comprensión «historizante», orientada por el número, se indica en la referencia a «los Once» (--> evOExa). Pronto la tradición no supo ya qué hacer con la institución de Ol OwOExa. Ahora bien, como la tradición conservó el conocimiento acerca de esa institución, la llenó de nuevo contenido, a saber, con la idea del apostolado. Con ello se conserva también completamente en el ámbito funcional una continuidad (cf. también Roloff, 166-168). En Lucas esta concepción, que es determinativa del período posterior, aparece en forma más desarrollada; pero no se originó con él (cf. supra; [Mc 6, (7.)30; Mt 10,2; Ap 21, 14]). 5. Dependen quizás del número de «los Doce» los testimonios de OwOExa que se encuentran en Mc 6, 43 par. (con arreglo a Mc 8, 19) y en Mt 26, 53. En ambos casos lo de doce carece de significación especial, aunque sugiere una correspondencia con el número de «los Doce». T. Holtz boobfxato~, 3 dodekatos duodécimo*

Ap 21, 20: el duodécimo sillar en que se asienta la muralla de la Jerusalén celestial es --> aflé{tua'tO~.

boobEXáqJ\JAOV, O", tó

dodekaphylon el pueblo de las doce tribus* Hech 26, 7: 'to oOOOExácpUAOV T]flOOV: Pablo, en presencia de Agripa 11 hace suya la esperanza de Israel de que se han de cumplir las promesas hechas a los padres.

bro"Ul, ato;, tó

doma azotea, tejado* El término aparece en el NT en expresiones que, por lo demás, son usuales y que presuponen que el tejado plano de las casas orientales sirve de azotea para hacer la vida al aire libre: Ó e,ú 'tov OWfla'tO~, «el que esté en la azotea», no debe bajar a la casa: Mc 13, 15 par.

Mt 24, 17 / Lc 17, 31; xl]Q'Úaooo btl, 'tOOV 000flá'toov, «proclamar desde las azoteas» (a saber, lo que se os ha susurrado al oído): Mt 10, 27 par. Lc 12, 3; ava~aivoo e,tt 'tO Ooofla, «subir a la azotea»: Lc 5, 19; Hech 10, 9. BHH 1, 311; Haag, Diccionario, 1905-1906.

bOOQEá, éi~, 'Í) dorea don, regalo* oWQEáv dorean (acusativo usado como adverbio) gratuitamente, como regalo, inmerecidamente, inútilmente* 1. Aparición y contenido semántico de los términos en el NT - 2. ()úlQEá - 3. ()úlQEáv.

Bibl.: E. Benveniste, Le vocabulaire des institutions indo-européennes 1, Paris 1969, 65-79; F. Büchsel, ()wQov lt'tA.., en ThWNT 11, 169s; Freedman-Lundbom-Fabry, i)iinan, en ThWAT I1I, 23-40; MoultonMilIigan, en la voz ()úlQÉa (ltü.); H. J. Stoebe, ~nn ser compasivo, en DTMAT 1, 815-829; A. Stuiber, Geschenk, en RAC X, 685-703; H. VorHinder, ()wQov KtA., en DTNT n, 47-49.

1. El sustantivo oOOQEá aparece 11 veces en el NT, mientras que la forma de acusativo booQEáv (empleada como adverbio) aparece 9 veces. booQEá se halla documentado principalmente en Hechos (4 veces), mientras que en Romanos aparece 2 veces, en Efesios 2 veces, y en el evangelio de Juan, 2 Corintios y Hebreos 1 vez en cada uno de estos escritos. booQEáv aparece en Apocalipsis 2 veces, en Mateo 2 veces (ambas en Mt 10, 8), y en el evangelio de Juan, Romanos, 2 Corintios, Gálatas y 2 Tesalonicenses, 1 vez en cada uno de estos escritos. oOOQEá es el don, el regalo (concedido graciosamente). En contraste con --> booQov, parece que booQEá «tiene más marcado carácter jurídico» (Büchsel, 169), porque -fuera de la Biblia- designa actos formales de donación (regalos honoríficos, legados, usufructos, dotes; cf. Liddell-Scott, s. v.; Moulton-Milligan). El adverbio tiene dos sentidos: el de graciosamente, inmerecidamente, y también el de vanamente, inútilmente. Los contenidos semánticos de estos términos en el NT corresponden extensamente a los del griego de la LXX, donde oOOQEáv en 20 de las 24 veces en que tiene

1105 un equivalente hebreo, traduce el término hebreo lJinnlim (graciosamente, inútilmente, infundadamente). oOOQEá se encuentra en Dan 2, 48 para traducir el término arameo matenli ' (regalo); en 11, 39 traduce el término hebreo melJ!r (recompensa). Dan 2, 6 y 5, 17 (ambos en Teodoción) emplean el sustantivo para traducir el término arameo nebizb{¡ (don, regalo). 2. En el NT -lo mismo que en otros escritos del cristianismo primitivo (por ejemplo, IgnEsm 7, 1; Bem 1,2; 9, 9; MartPol20, 22)oOOQEá se emplea para designar el regalo o el don de Dios, y se usa siempre en singular (por el contrario, el plural se encuentra siempre en 1 Clem 19, 2; 23, 2; 32, 1; 35,4). Se usa explícitamente como «don de Dios» (OooQEU 'tov 1'tEOV) en Jn 4, 10; Hech 8, 20). En otros pasajes resalta clarísimamente por el contexto que se trata de un don que procede de Dios: Hech 11, 17; Rom 5, 15.17 (juntamente con XáQL~ en cada uno de los ejemplos); 2 Cor 9, 15; Heb 6, 4. Es singularísima de Hechos la expresión OooQEU 'tOV áyiou JtvEúfla'tO~ (2, 38; 10, 45); se trata aquí de un genitivo epexegético: el don de gracia que consiste en el Espíritu Santo. En Ef 3, 7 encontramos la expresión: «(servidor del evangelio) según el don de la gracia (= el don gracioso) de Dios (xm:u 't~v OooQEUV 'tov XáQL'tO~ 'tOV 1'tEQv)>>. Se emplea una fórmula parecida en Ef 4, 7, donde se dice que a cada cristiano se le ha concedido la gracia «conforme a la medida del don de Cristo (xa'tu 't0 flÉ'tQoV 'tfí~ OOOQEéi~ 'tOV XQw'tOv)>>; aquí, por tanto, Cristo es el sujeto de la acción de dar graciosamente. El campo referencial de oOOQEá, en el NT, se concentra en el don (o los dones) que ha(n) sido ya concedido(s) por Dios, a saber, en Cristo (Jn 4, 10), el Espíritu (Hech 2, 38; 8, 20; 10,45; 11, 17), la <<justicia» (Rom 5, 15.17). Heb 6, 4(s) menciona junto al «don celestial», que los cristianos recibieron, la participación en el Espíritu Santo, la p¡:tlabra de Dios y el gustar «los poderes del futuro eón». Por el don recibido hay que dar gracias a Dios (2 Cor 9, 15). 3. 600QEáv significa en primer lugar graciosamente o gratuitamente: con Aafl~ávoo y

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(o) bi6ooflL: Mt 10,8 (bis); Ap 21, 6; 22, 17. En 2 Cor 11,7: oOOQEáv Evayyú"i~oflm: «Os prediqué gratuitamente el evangelio de Dios». Rom 3, 24: OLxmoúflEvOL booQEáv, «justificados sin méritos / graciosamente (por su gracia)>>. 2 Tes 3, 8: «No comimos el pan de nadie sin una contraprestación, sino trabajando día y noche con fatiga y dificultades, a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros»; todo esto se dice aquí para poner a PabÍo como modelo (cf. vv. 9-12). El significado de inmerecidamente aparece en Jn 15,25: «Me aborrecieron sin causa» (cf. Sal 34, 19; 68, 5 LXX); en Jesús «tiene» que cumplirse la palabra de la Escritura. - booQEUV a:n:01'tvi!oxoo significa en Gál 2, 21b «morir en vano»: «Porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano». G. Schneider

bOOQEáv dorean (acusativo usado como adverbio) gratuitamente, como regalo, inmerecidamente, inútilmente. --> oOOQEá (3).

bOOQfop.tat doreomai dar, otorgar -->

cWQ1J/lU (2).

booQl]p.ta, ato~, tó dorema don, dádiva* cWQÉO/laL doreomai dar, otorgar* l. Aparición de los términos - 2. ()úlQÉO[laL 3. ()wQl][la.

Bibl.: Cf. ()úlQEá.

1. En el NT el sustantivo bWQl]fla, don, dádiva, aparece únicamente en Rom 5, 16 Y Sant 1, 17, Y en ambas ocasiones en singular. También el verbo aparece raras veces: se encuentra únicamente en Mc 15,45 y en 2 Pe 1, 3.4. CWQl]fla es originalmente «un término del estilo elevado» (Büchsel, 169). En la LXX apararece tan sólo en Eclo 34 (31), 18 para referirse a las «ofrendas (sacrificiales) de los injustos» (6ooQTÍfla'ta avófloov), que no agradan a Dios. En el NT el término se refiere siempre a los dones otorgados por Dios a los hombres.

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1107 El verbo en voz media significa dar, otorgar. Mientras que la voz activa se halla atestiguada todavía en Píndaro, vemos que en la época posclásica el verbo se usa únicamente en voz media. Así ocurre también en la LXX (donde el verbo aparece 8 veces), en Filón y en el NT. El verbo en la Carta segunda de Pedro expresa la acción de Dios que concede dones a los hombres (este mismo sentido lo encontramos en Platón, Tim 46e); únicamente en Mc 15,45 el sujeto de la acción de dar no es Dios. 2. bWQÉo/lm aparece en Mc 15, 45 en sentido profano: Pilato «concedió a José el cuerpo (de Jesús)>>. De esta manera se caracteriza como favor inmerecido la concesión generosa del cuerpo del Crucificado (cf., a propósito, el v. 43: toA/l1Íaa~ ... TIt1Íaato); este rasgo falta en los demás evangelios. El comienzo de la Carta segunda de Pedro recuerda a los lectores los grandes dones que han recibido al ser llamados por Dios, y las promesas todavía mayores que esos dones llevan consigo: Dios «nos ha concedido graciosamente todo lo concerniente a la vida y a la piedad» (1, 3). Al comienzo del versículo hay un w~ causal construido con genitivo absoluto; mxvta es el objeto de bEbwQ'Y]/lÉv'Y]~. El siguiente versículo (v. 4) menciona a aquellos que, al ser llamados por Dios, con su vocación, han recibido graciosamente (bEbwQ'Y]tm) «preciosas y grandísimas promesas», por las cuales los cristianos «serán hechos partícipes de la naturaleza divina». Para conocer el contenido de las promesas (la parusía, la entrada en la «eterna basileia», la consumación del mundo), hay que consultar 1, 11.16; 3, 7.13. 3. bWQ'Y]/la se halla en Rom 5, 16 en un contexto en el que está atestiguado también el término ---+ bWQEá (vv. 15 y 17). El uso de bWQ'Y]¡'w está relacionado íntimamente con el uso de otros sustantivos terminados en -/la, dentro de 5, 12-21 (JtaQáJttw/la, 6 veces; xáQLa¡..ta, XatáxQL¡..ta y bLxaLw¡..ta, 2 veces cada uno; o¡..toLw¡..ta y xQL¡..ta, 1 vez cada uno). El v. 16a está formulado en forma muy concisa: xat 01JX w~ bL' Évo~ á¡..taQt1Íaavto~ tO

bWQ'Y]¡..ta, literalmente: Y el don no es como aquello por medio del uno que pecó». R. Bultmann (ZNW 50 [1959] 152) completa así el sentido: «y no ocurre lo mismo con el don como lo que ocurre con el uno que pecó». E. Brandenburger (Adam und Christus, reimpresión 1962, 224) parafrasea el texto de la siguiente manera: «y no: como (el efecto vino) por medio del uno que pecó, (así también vino) el dOll». E. Kasemann (An die Romer [HNT]) traduce: «Con lo dado graciosamente no sucedió como con lo (obrado) por el uno que fue pecadof». Por el v. 16b queda claro el sentido: El don no tuvo las repercusiones que tuvo el pecado, sino que «sus efectos sobrepasaron grandemente a los del pecado» (H. Schlier, Romerbrief [HThK], 170). El v. 16a, lo mismo que el v. 15, contrapone los dos sucesos, la trasgresión de Adán y el don que es dado en Jesucristo, y acentúa desde el comienzo mismo lo incomparable que es este último don (ibid.). La secuencia de las correspondientes palabras clave (por «parte de Cristo») va desde tO xáQLa¡.w (v. 15a), pasando por ~ OWQE
Sant 1, 17a ofrece (quizás como una cita) la afirmación: «Toda buena dádiva (---+ bÓ<JL~) Y todo don perfecto viene de lo alto (---+ avw{}Ev 2.a»>. Teniendo en cuenta el contexto, el v. 17a asienta que <
bfflºOV, OlJ, tó doran don, dádiva, ofrenda* 1. Aparición del término en el NT - 2. Campo referencial y contenidos semánticos - 3. bWQov en Mateo. Bibl.: Cf. búlQfá.

1. El sustantivo bWQov aparece en 19 pasajes del NT. Se encuentra con mayor frecuencia en Mateo (9 veces) y en Hebreos (5

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OWQOV

veces). Los demás lugares donde aparece el término son: Mc 7, 11; Lc 21, 2.4; Ef 2, 8 y Ap 11, 10. Así que el vocablo falta en Juan y en las cartas paulinas. Con excepción de Mc 7, 11 par. Mt 15, 5, no existen paralelos de bWQov en los Sinópticos. El plural bWQa aparece en Mt 2, 11; Lc 21, 1.4; Ap 11, 10 y en todos los pasajes de Hebreos en que se halla documentado este término. 2. bWQov, derivado de Mbw¡..tL, significa don, dádiva. A diferencia de ---+ bWQEá y de ---+ bWQ'Y]¡..ta, vemos que bWQov designa únicamente en Ef 2, 8 el don de Dios; en todos los demás casos significa los dones que unas personas se hacen a otras (Mt 2, 11; Ap 11, 10, en ambos casos en plural) o (con mayor frecuencia) la ofrenda que se hace a Dios (Mt 5, 23.24 bis; 8,4; 15,5; 23, 18.19 bis; Mc 7,11; Heb 5, 1; 8, 3.4; 9, 9; 11,4). Tan sólo en Lc 21, 1.4 (a diferencia de Mc 12,41.44) el término (en plural) se refiere a las ofrendas de dinero que se hacen al templo. En la LXX bWQov traduce casi siempre (65 veces) el término hebreo qorbiin, «ofrenda, donativo (efectuado al santuario), oblación». De la misma manera se traduce ---+ xOQ~av en Mc 7, 11; por el contrario, Mt 15, 5 evita el uso del término hebreo. La única vez que en que bWQov se refiere a un don procedente de Dios, en Ef 2, 8, se acentúa la idea paulina de la salvación por gracia «por medio de la fe, no por las obras» (vv. 8s). Y se hace insertando la expresión parentética {}wv tO bWQov. Ap 11, 10 caracteriza la alegría de los «habitantes de la tierra» por la muerte de los dos testigos, celebrándola como un acontecimiento festivo en el que se envían regalos unos a otros. Con ello, el autor del Apocalipsis (Stuiber, 690) critica al mismo tiempo l
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no tienen como fondo las declaraciones acerca del sacrificio ofrecido de una vez para siempre por Cristo, el «sumo sacerdote de los bienes futuros» (9, 11-10, 18). En Heb 11,4 bWQa se refiere al sacrificio de Abe!. 3. bWQov es uno de los términos preferidos por Mateo. Tan sólo en 2, 11 se halla en plural y se refiere entonces a los regalos que los Magos presentaron al rey recién nacido, al rendirle homenaje (oro, incienso, mirra). Con excepción de 15,5 (par. Marcos), las veces en que aparece bWQov no tienen paralelos en los demás Sinópticos. Mt 5, 23.24a.c y 23, 18 (bis) pertenecen al material peculiar de Mateo. Mt 8, 4 (a diferencia de Mc 1,40) introdujo el explicativo tO bWQov para aclarar la orden dada por Jesús: «j ... muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés ... !». La palabra de Jesús en 5, 23s (cf., a propósito, J. Jeremias en id., Abba, Gottingen 1966, 103175) emplea bWQov para referirse a un «sacrificio privado»; concretamente, con la expresión JtQoaIPÉQELv tO bWQov se piensa «ante todo en un sacrificio de animal»; «lo mismo ocurre en el único lugar en que este término aparece también en los evangelios, Mt 8, 4, donde con to bWQov se sintetiza el sacrificio por el pecado, el sacrificio por la culpa y el holocausto que debe ser ofrecido por los leprosos (Lev 4, lOss) (ibid., 102). En las palabras dirigidas contra los escribas y fariseos, bWQov aparece tres veces en la sección 23, 16-22 (ay pronunciado sobre los «guías ciegos»: en la expresión «el que jura por la ofrenda (ev t0 bWQ
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E

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ÉaumiJ

talJ'toií, 3 heautou (de) sí mismo, (de) sí misma; su; el uno al otro 1. Posición, fonnas y aparición en el NT - 2. Empleo en el NT - 3. Sustitución por el pronombre personal.

Ea ea

¡ah!, ¡ay!* Exclamación involuntaria del espíritu demoníaco en un poseso: Ea, 'tí, 'lÍftLV xaL <JOL, «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo ... ?» (Lc 4, 34; Mc 1, 24 v.l.).

iáv ean si La conjunción eúv aparece 351 veces en el NT, principalmente en Mateo (64 veces), Juan (63), 1 Corintios (48), Marcos (36) y Lucas (31). Falta en Filipenses, Tito, Filemón, 2 Pedro, 2 Juan y Judas. 1. Mv, ordinariamente con presente de subjuntivo y, más frecuentemente, c~n aoristo ~e subjuntivo, se emplea en las oraCiOnes condIcionales para designar lo que se espera que suceda en determinadas circunstancias desde cierta perspectiva en el presente: «si, como es de esperar... » (cf. BlaB-Debrunner § 371, 4: 373, 1). El presente de subjuntivo en ~a próta~ sis o subordinada condicional se refIere caSI siempre a supuestos que se dan habit~almen­ te, por ejemplo, Mt 6,23; Jn 8, 16; 1 TH~ 1, ~; el aoristo de subjuntivo se refiere de ordmano a supuestos que se dan en condiciones si~gu­ lares o que tienen carácter especial, por eJemplo, Mt 5, 13; 8, 2; Jn 3, 3; 1 Cor 4, 19. El presente y el aoristo de subjuntivo se emplean sucesivamente en este sentido en 1 Cor 14, 23; 2 Tim 2, 5. La apódosis u oración principal va en indicativo; en el caso de que se enuncie una posibilidad (si = «en el supuesto de que ... »), se emplea a menudo el futuro de indicativo, por ejemplo, Mt 4,9; 9, 21; Lc 10, 6; Hech 13, 41; Rom 7, 3a; y en el caso ~e que se enuncie algo que sucede co~ regul~n­ dad, se emplea el presente o el aonsto de mdicativo, por ejemplo, Mc 3, 24; Jn 3, 2; Rom 7, 3b; 1 Cor 15, 36. 2. En casos aislados, encontramos eúv con subjuntivo en el sentido de ---+ EL con indicati-

vo, por ejemplo, Jn 21, 22: Mv ... ttÉAú), si (realmente) quiero». Raras veces ~n~ont.ra­ mos también eúv con presente de mdIcatIvo en el sentido de d, por ejemplo, 1 Tes 3, 8; 1 Jn 5, 15 (cf. BlaB-Debrunner § 373, 2.3). 3. Ocasionalmente podemos encontrar también eúv con subjuntivo en el caso de una condición irreal (una condición que se concibe como falsa o no real; por ejemplo, 1 Cor 4, 15; 13, 2) o de una condición potencial (una condición que se concibe como posible; por ejemplo, Hech 9, 2). 4. En conexión con otras partículas: eav significa a menos que, a no ser que: Mt 6, 15; Mc 3, 27; Mc 4, 22 excepto (cf. ~~aB-D~­ brunner § 376 nota 2; 480 nota 10); EaV Xal, =>, so. , aun si, incluso cuando: Gá16, 1;, fav uf Xal, \ 'r pero si: 1 Cor 7, 11; 2 Tim 2,5; EaV OUV, por tanto, si: Mt 5, 23; Mv 'tf ... Mv 'tf, sea que ... sea que: Rom 14, 8 (cuatro veces); xaL Mv---+ xav. ¡.t~

I

5. eúv se halla frecuentemente detrás de expresiones relativas, seguramente para ~u­ brayar el «carácter condicional» del enunc.I~­ do (BlaB-Debrunner § 107 nota 3; cf. tambIen § 31, 1), por ejemplo, Mt 5, 19; 21, 24; Jn 15, 7; Gál 5, 10. En esta función puede reemplazar al av (iterativo), por ejemplo, Mt 20, 26; Mc 8, 35.38; 14,9. En consonancia con ello, pueden variar las lecturas ofrecidas por los manuscritos. H. Balz

iáv1tEQ eanper si, con sólo, con tal que* En el NT la conjunción eúv:rtfQ aparece únicamente en Hebreos (3, 6 v.l.; 3, 14; 6, 3) Y se refiere (lo mismo que ---+ fL:rtfQ en Pablo) a una condición que se añade de manera fundamental a lo que se ha enunciado en el contexto; cf. BlaB-Debrunner § 454, 2.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 64,1; 283; Radermacher, Grammatik, 72s, llO, Ills.

1. El pronombre personal tiene fonnas reflexivas especiales, cuando se refiere al sujeto de la oración. En estas formas no tiene nominativo ni desempeña en la oración la función de sujeto. En la oración, el pronombre reflexivo ocupa de ordinario la posición de atributo (por ejemplo, 'ta Éau'tOu x't~­ ¡.taTa o 'ta x't~¡.t~'ta 't~ Éau'tOu). ~~~o, con el tiempo, se fue Impomendo la posIciOn predicativa (por ejemplo, 'ta x't~¡.ta'ta ÉaU'twv :rtaQa~hoóa<JLv). El pronombre reflexivo Éau'tOu etc. aparece 321 veces en el NT, de las que 86 corresponden al corpus paulinum», y 78 a la obra de Lucas. Las formas contractas aú'tOu, aú'twv, que son corrientes en el griego clásico, aparecen raras veces en el NT. Fueron sustituidas en la Koiné por formas más claras: « ... el pueblo, por amor a la claridad se decidió en favor de Éau'tOu, allá donde ~arecía que era preciso emplear el reflexivo» (Radermacher, 73). 2_ a) El reflexivo se usa para aclarar la relación con la primera o la segunda persona. Se trata de «referir al sujeto el complemento directo del verbo» (BlaB-Debrunner § 283, 1): EL OE Éau'tOu~ OlfXQí,VO¡.tfV oux av eXQLvÓ¡.tftta, «Si nos juzgáramos a nosotros mismos correctamente, no seríamos juzgados» (1 Cor 11, 31); Lva ... ayoQú<Jú)<JlV Éau'tOL~ ~Qw¡.ta'ta, «para que ... se compren algo de comer» (Mt 14, 15); cf. Rom 8, 23; Flp 2, 12; Mt 3, 9; Jn 12, 8 Ypassim. En el plural, la forma de la tercera persona Éau'twv etc. se usa sin restricción alguna para las demás personas. En el singular, eso ocurre raras veces (cf. Jn 18, 34; Mt 23, 37 Y las correspondientes variantes textuales). b) El reflexivo de la tercera persona de singular y de plural se usa para mantener clara la

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identidad con las personas que actúan o hablan: 'tOU Mv'tO~ Éau'tov Ú:rtEQ 'twv á¡.taQ'tlWV «quien se dio a sí mismo por nuestros pecado~» (Gál 1,4; cf. 2, 20); e:rtdQa<Ja~ 'tOu~ AÉyov'ta~ Éau'tOu~ a:rto<J'tóAOU~, «sometes a prueba a los que se llaman a sí mismos apóstoles» (Ap 2, 2; cf. 2, 9.20); cf. Mt 18, 4; 19, 12; 23, 12; Mc 6,36; Jn 19, 17 Y passim. c) La unión con preposiciones sirve para destacar inequívocamente la relación con el reflexivo: por ejemplo, ó aq¡' Éau'tOu AaAWV, «el que habla por sí mismo» (Jn 7: 18); EL~ Éau'tov OE eAttwv, «entonces volVIendo en sí» (Lc 15, 17); ÚJ~ e~' Éau'twv, «como por propia fuerza» (2 Cor 3, 5); ÚJ~ OE ev ÉaU'to) Oll']:rtÓQfl ó I1É'tQo~, «mientras Pedro estaba todavía perplejo en sí mismo» (Hech 10, 17); esta unión con preposiciones se da a menudo en verbos de decir o señala procesos que se realizan en la conciencia: 'lÍ :rtí,<J'tl~ ... VfXQÚ e<J'tlv xatt' Éau't~v, «la fe, por sí sola, ... está muerta» (Sant 2, 17). d) En lugar del pronombre posesivo aupuede usarse el reflexivo para reforzar el genitivo que indica posesión: por ejemplo, en 1 Cor 7" 2; E~a<J'tO~, 'ti],~ Éau~?u yuvaLxa eXÉ'tú), Xal fxa<J'tl'] 'tOV lO~OV avoQa ... , « ... cada hombre tenga s.u propza esp~­ sa, y cada mujer su propio mando ... »; cf. G~l 6,4; Rom 16, 18. En Filipenses (2, 4.21), 'ta Éau'twv, «el propio bien, el propio interés», tiene precisamente carácter idiomático. Ahora bien, las variantes textuales (por ejemplo, Lc 14,26; Sant 1,26) muestran que en este campo no se pueden trazar reglas claras. 'tOu/au'tfí~,

e) El pronombre reflexivo sustituye también al pronombre recíproco aAA~AÚ)v, aAA~­ AOl~, aAA~Aou~, etc., por razones estilísticas (cf. Lc 23, 12); ELQl']VfÚf'tf ev ÉaU'toL~, «vivid en paz los unos con los otros» (1 Tes 5; 13); cf. Col 3, 13.16; Ef 4, 32; Mc 9, 50; Ol OE... AÉyOV'tf~ :rtQo~ ÉaU'tou~, «entonces ... se dijeron unos a otros» (Mc 10, 26). f) En casos aislados se refuerza al reflexivo por medio de au'tó~: por ejemplo, 2 Cor 10,

1115 12: aAAa alJ'toL EV ÉauLOL~ ÉauLOij~ f!E'tQOijV'tE~, «en vez de eso, nos medimos por nosotros mismos»; cf. 2 Cor 1, 9. 3. El reflexivo se sustituyó con el correr del tiempo por el pronombre personal sencillo. Otros elementos de la oración se fueron interponiendo cada vez más entre la palabra de referencia y el reflexivo. Por eso, los escritos del NT, en la medida de lo posible, evitan referir el reflexivo a un sujeto que no esté en la misma oración que el pronombre. Las vacilaciones de la tradición textual (cf. , por ejemplo, Mt 25, 1ss) indican esta tendencia. U. Schoenborn

M.ro eai5 dejar, permitir; dejar ir, dejar tranquilo * eáw aparece 11 veces en el NT, encontrándose principalmente en Hechos (8 veces). Además, eáw se halla documentado como v.l. en Mc 16, 14 W (ellogion de Freer) y en otros lugares. 1. El primer significado, dejar o permitir, seguido de infinitivo, se refiere a la indulgencia de Dios, que permitió que los gentiles de otros tiempos siguieran sus propias costumbres (Hech 14, 16); se refiere también a las instrucciones militares para la escolta que debía acompañar a Pablo a Cesarea (Hech 23, 32). En un contexto náutico, el verbo se emplea para referirse a lo que hicieron los marineros (27, 32, ---+ Ex:7tLmw). En Hech 28, 4 se usa el verbo eáw con una negación, para referirse a la «Justicia» (6bt1']), que, en opinión de los circunstantes, se volvió contra Pablo por sus supuestas malas acciones, enviándole una serpiente para acabar con su vida. Pero se trata de un pensamiento griego, sin el menor apoyo en el contexto. El verbo eáw con una negación significa impedir, y dícese de la solicitud de Dios que no permite que los suyos sean tentados por encima de sus fuerzas (1 Cor 10, 13); dícese también de Jesús que redujo al silencio a los demonios (Lc 4,41), Y dícese asimismo del padre de familia que vigila la casa, en la parábola del ladrón que llega de noche (Mt 24, 43), e igualmente,

1116 de la actividad destructora de Satanás en la presente época (Mc 16, 14 W [logion de Freer]). Se usa en este mismo sentido, con un complemento en infinitivo que debe sobreentenderse, para hablar de la influencia del Espíritu (Hech 16, 7) Y también de la de los discípulos (19, 30) sobre la actividad viajera de Pablo. (Cf. :7tQo<JEáw con una negación en Hech 27, 7: no permitir). 2. El segundo significado aparece en el consejo dado por Gamaliel de que se deje ir a los apóstoles (Hech 5, 38 v.l.), y aparece también en la tolerancia con Jezabel (Ap 2, 20 v.l.), en ambas ocasiones sin infinitivo y en sustitución de ---+ acpL1']f!L. El verbo se usa en sentido absoluto en Lc 22, 51, donde quiere decir: ¡Dejad!, ¡basta ya! 3. El verbo aparece también como tecnicismo del lenguaje de la navegación en Hech 27, 40, para referirse a las anclas que los marineros «dejaron en el mar». Ea en la respuesta de los demonios a Jesús en Lc 4,34 (cf. Mc 1, 24 v.l.) puede entenderse como imperativo de Mw con el sentido de ¡déjanos (en paz)! (cf.la Vg, sub loco); de manera parecida se entiende también la expresión en 1 Clem 39,5. M. E. Glasswell i~bo"ípeov'ta hebdomekonta setenta Bibl.: A. Dreizehnter, Die rhetorisehe Zahl. Quellenkristisehe Untersuehungen anhand der Zahlen 70 und 700 (Zetemata 73), München 1978; H. Lignée, La mission des soixante-douze. Le. 10,1-12.17-20: ASeign 45 (1974) 64-74; B. M. Metzger, Seventy or Seventytwo Disciples?: NTS 5 (1958-1959) 299-306; K. H. Rengstorf, Émá X-rA., en ThWNT n, 623-631; A. Schímmel, en RGG VI, 1861-1863.

1. El número sagrado 70 tiene significado únicamente en la misión de los setenta (v.l. setenta y dos), tomada de la fuente Q (Lc 10, 1.7). Desde el punto de vista de la crítica textual, no se puede determinar con seguridad el número. Carecen también de fundamento todas las especulaciones sobre la identidad de los enviados (cf. Eusebio, HistEccl 1, 12). En todo caso, el grupo de los setenta (y dos)

1117 está concebido excluyendo de él a los Doce (Lc 10, 1).

1118 ninguna ayuda que nos fuera útil para avanzar en la interpretación. M. VOlkel

2. Sobre el envío de los setenta (y dos) mensajeros, hay sugerencias en el AT (sobre i~bo"1]xov'táxt~ hebdomekontakis selos textos judíos cf. Rengstorf), principalmententa veces* te las referencias a los setenta (LXX: setenta Mt 18, 22: EW~ É~6of!1']xov'táxL~ É:7t'tá, y dos) pueblos gentiles (Gén 10) y a los «hasta setenta veces siete» (É~6of!1']xov'táxL~ sententa ancianos de Israel (Ex 24, 1; Núm É:7t'táXL~ D*, «setenta veces siete veces»); cf. 11, 16). Podrían aducirse también, entre otros Gén 4, 24; TestEen 7, 4. En contraste con la ejemplos, los setenta miembros de la familia venganza desenfrenada de Lamec (Gén 4, 24), de Jacob (Ex 1, 5; según los LXX Y Hech 7, 14: setenta y cinco), los setenta hijos de Yeruel perdón debe ser ilimitado. baal (Jue 9, 2), el destierro que duró setenta años (Jer 25, 11 Y passim) y los setenta (seE~bo"o~ hebdomos séptimo tenta y un) miembros del sanedrín (San 1,6). ---+ É:rt'tá. Sin embargo, estas referencias no nos enseñan realmente nada, porque lo único que hacen es documentar el número setenta (y dos) "E~Eº Eber Eber* Hijo de Salá en la genealogía de Jesús en como número sagrado habitual. Una analogía Lc 3, 35 (cf. Gén 10, 24s; Josefa, Ant 1, 147). intencionada de los setenta (y dos) mensajeros de Jesús con los setenta ancianos de Israel sobrecargaría considerablemente la mención i~ºatXÓ~, 3 hebraikos hebreo única de los setenta (y dos); fracasa también, Lc 23, 38 Sin* D Koiné E> pllatt syP: YQáf!si tenemos en cuenta la acentuación que Luf!a
1119 critos -con pretensiones literarias- de la propaganda judía helenística (por ejemplo, Sib, 4 Mac, Jdt, Ezequiel el poeta, en Filón, Josefo; los testimonios se hallan en: ThWNT III 368ss.375s; D. Georgi, Die Gegner des Paulus im 2. Korintherbrief[WMANT 11], Neukirchen-Vluyn 1964, 5160; M. Hengel, Zwischen Jesus und Paulus: ZThK 72 [1975] 151-206, esp. 169s), pero también en autores paganos (por ejemplo, Plutarco, Quaest Conv IV, 6). Sabemos que en Roma y en Corinto existían sinagogas de los «hebreos» (las inscripciones correspondientes están atestiguadas en: DeiBmann, Licht, 12s nota 8; cf. Hengel, Zwischen Jesus und Paulus, 178s). Suponemos que esas sinagogas acogían a los judíos procedentes de Palestina. Pero éstos debieron de abandonar pronto su lengua materna aramea. No obstante, como recuerdo de su procedencia, se conservó seguramente el nombre de hebreos. 2. En el NT 'E~Qa¡;o~ (que aparece 4 veces) es una denominación mucho menos frecuente que la más usual de 'Io"\Joa¡;o~ (195 veces). En Hech 6, 1 se habla de la «murmuración de los helenistas (--+ 'EA.A.llVL(Jt~~) contra los hebreos». Las viudas de los «helenistas» eran mal atendidas en la distribución diaria de alimentos. Por «hebreos» se entiende aquí a la parte de la comunidad primitiva de Jerusalén que hablaba arameo y que, como se ve también por Hech 6, formaban una organización distinta de la de los «helenistas», que hablaban griego. Probablemente, el hebreo, como lengua del pueblo, había quedado absorbida casi totalmente por el arameo en aquellos tiempos. tñ 'E~QatoL oLaA.Éxtql (Hech 21, 40; 22, 2; 26, 14) o 'E~Qa'(Jtt (Jn 5, 2 Y passim) significa «en lengua aramea» (cf. Th. Zahn, Einleitung in das NT 1, Leipzig 1906, 18s; Billerbeck 11, 442-453; Hengel, Zwischen Jesus und Paulus, 169s). Filón (Conf 129) distingue entre la lengua hebrea (<
1120

(Hengel, Zwischen Jesus und Paulus, 169). Es de suponer que, en tiempos de Jesús, los judíos cultos de Palestina, es decir, posiblemente también los «hebreos» de Hech 6, 1, conocían el griego (cf. J. N. Sevenster, Do you know Greek? [NovTS 19], Leiden 1968). En Flp 3, 5 Pablo se denomina a sí mismo «hebreo de hebreos», y en 2 Cor 11,22 él se mide con sus adversarios: «¿Son hebreos? ¡Yo también! ¿Son israelitas? ¡Yo también! ¿Son descendientes de Abrahán? ¡Yo también!». La autodenominación de hebreo no significa necesariamente que el apóstol pretenda ser oriundo de Palestina (sin embargo, cf. la noticia que nos da Jerónimo, De viro ill. 5; Comentario a Filemón, 23, en el sentido de que Pablo era oriundo de Guiscala en Galilea). Filón, por ejemplo, dice de Agar que «era egipcia de nacimiento, pero que por su manera voluntaria de ser (:rtQoatQeaL~) era hebrea» (Abr 251). Si tenemos en cuenta el uso del término hebreo (que sonaba a arcaico) en la propaganda judía helenística, es probable que Pablo quisiera recalcar aquí principalmente que él era «judío de pura raza» (H. Lietzmann, An die Korinther 1-11 [HNT], 150), que había permanecido fiel a las costumbres y tradiciones de sus antepasados (cf. Gál 1, 14) Y que, por tanto, merecía el título honorífico de hebreo tanto como podían merecerlo sus adversarios. El superscriptum tardío de Hebreos (:rtQo~ eE~Qato"\J~) no dice nada sobre los posibles destinatarios de la carta. No se puede deducir de ahí necesariamente que la carta fuera dirigida a palestinenses (cf. supra, a propósito de Pablo). No es ni siquiera seguro que los destinatarios fueran judeocristianos. J. Wanke eE~Q(lt~, tbo~, Í) Hebrai"s (lengua) he-

brea* En el NT aparece únicamente en la expresión 'E~Qat~ OLáA.EXtO~, «lengua hebrea»: dícese de las palabras pronunciadas por Pablo de pie en las escaleras que había entre el templo y

1121 la Torre Antonia (Hech 21, 40; 22, 2): unas palabras que sólo es concebible que se pronunciaran en la lengua aramea hablada entonces; dícese también de la voz que Pablo oyó hablar en lengua hebrea ante las puertas de Damasco (Hech 26, 14; cf. también 9, 4; 22, 7: ~ao"ÚA.). ThWNT I1I, 391; BHH 11, 668s; DTNT 11 365s. eE~Q(l¡:(J'tÍ. Hebrai"sti (adv.) en hebreo, en

lengua hebrea* En el NT este adverbio aparece únicamente en el evangelio de Juan (5, 2; 19, 13.17.20; 20, 16) Y en el Apocalipsis (9, 11; 16, 16). En Jn 5, 2; 19, 13.17; Ap 9,11; 16, 16 se trata de nombres griegos cuyo significado se explica por su origen arameo (Juan) o hebreo (Apocalipsis), probablemente para proporcionar -por un lado- detalles históricos (Juan) y para intensificar -por el otro lado- la extrañeza de lo expuesto (Apocalipsis). Jn 19, 20 se refiere a la inscripción que se puso en la cruz (cf. Lc 23, 38 v.l.); en 20, 16 el adverbio se refiere a la palabra que María Magdalena exclamó para dirigirse en hebreo a Jesús resucitado: Qa~~o"\JvL ThWNT I1I, 391a; BHH 11, 668s; DTNT 11, 365s. iyyí,~ro eggiz6 acercarse 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. U so teológico. Bibl.: K. Uining, Die Saulustradition in der Apg (NTA 9), Münster i. w., 1973, 22; L. Marin, Semiotik der Passionsgeschichte. Die Zeichensprache der Ortsangaben und Personennamen (BEvTh 70), München 1976, 19-24; H. Preiskert, EyyÚr;, %'1:1.., en ThWNT 11, 329-332; R. Schnackenburg, Reino y reinado de Dios, Madrid 1967, esp. 145-161.

1. De las 42 veces que aparece el verbo en el NT, la mayoría de ellas corresponden a los escritos lucanos (Lucas 18 veces; Hechos 6 veces); en Marcos el verbo aparece 3 veces y en Mateo 7; Eyyt~O) falta en Juan; las 8 veces restantes en que aparece el verbo se distribuyen de la manera siguiente: Pablo 2 veces, Hebreos 2, Santiago 3, y 1 Pedro 1 vez.

1122 2. En el NT Eyyt~O) se emplea únicamente en sentido intransitivo; en la LXX y en el griego profano encontramos también el sentido transitivo de «acercar» (Preisker, 329s). Eyyt~O) lleva dativo de cosa o de persona, pero puede usarse también en sentido absoluto o ir acompañado de preposiciones. Eyyt~O) tiene significado espacial o temporal, un significado que subsiste en todos los demás aspectos de su uso. Las indicaciones de lugares adquieren por medio del verbo Eyyt~O) una significación histórica adicional: Jerusalén es la ciudad en la que se adoptará la decisión en favor o en contra de Jesús (Mc 11, 1 par.). Jericó, Betfagé y el Monte de los Olivos son etapas en el camino (Lc 18, 35; 19, 29.37.41). Junto a la puerta de la ciudad se decide si Jesús va a resucitar de nuevo a la vida a un joven que había muerto y si lo va a devolver a su madre y a la ciudad (Lc 7, 12). El hogar paterno se convierte para el hijo pródigo en el lugar en que se decide acogerlo de nuevo en la casa (Lc 15,25). Después de la resurrección en Jerusalén, la actividad de Jesús continúa en Emaús (Lc 24, 28), Damasco y Jope (Hech 9, 3; 22, 6; 10,9). Las indicaciones de tiempo anuncian momentos decisivos: el instante de la cosecha (Mt 21, 34), la hora decisiva (Mt 26, 45), el instante decisivo (Lc 21, 8), el día decisivo (Rom 13, 12; Heb 10, 25). En consonancia con ello, los acercamientos entre personas originan sucesos de importancia vital: el traidor entrega a Jesús para que sufra la Pasión (Mc 14, 42 par.). Los publicanos y pecadores pueden escuchar a Jesús (Lc 15, 1). Jesús puede hablar con el ciego (18, 40) Y con los discípulos decepcionados (24, 15). El tribuno romano salva a Pablo (Hech 21, 33), mientras que los adversarios judíos traman su asesinato (23, 15). Los romanos destruyen Jerusalén (Lc 21, 20). Finalmente, hay temas explícitamente teológicos que pueden acercarse: el reino de Dios (Mc 1, 15 par.; Mt 3, 2; 10, 7; Lc 10, 9.11), la redención (Lc 21, 28), el tiempo de

1123

eyyLl;w - eyyúr;

la promesa (Hech 7, 17), Dios (Sant 4, 8), la segunda venida del Señor (Sant 5, 8), el final de todas las cosas (1 Pe 4, 7), o una persona puede acercarse a esas entidades: a la muerte (Flp 2, 30), a Dios (Heb 7, 19; Sant 4, 8). 3. La excepcional importancia que eyyí1;w confiere a sujetos y objetos, se extiende teológicamente no sólo a las entidades expresamente teológicas (el reino de Dios, Dios, etc.), sino también al encuentro entre personas, a los lugares y especialmente a los momentos. El instante, la hora y el día, usados en sentido absoluto, son elementos importantes del código apocalíptico. De este código forman parte también conceptos teológicos explícitos (cf. supra). Ciertamente, la importancia de los encuentros con Jesús y de los lugares y tiempos que se hallan íntimamente relacionados con él, enlazan ya los futuros acontecimientos de la apocalíptica con la presencia de Jesús. Mediante la aparición de Jesús en público comienza ya el reino de Dios. Por encargo de Jesús, los discípulos pueden anunciar también que se acerca el esjaton. Esta cercanía se expresa a través de señales con la curación de enfermos y la resurrección de muertos, el acercamiento de pecadores y publicanos, el arrepentimiento y la conversión. Los lugares que rodean a Jerusalén hacen que sea ya una realidad presente lo de que el mundo, en el futuro escatológico, se va a centrar en torno a Jerusalén. Según Lucas, el camino de Jesús termina en Jerusalén, para continuar luego adelante, después de la catástrofe de la cruz; en el caso de Pablo, hacia Damasco. La fiesta de la Pascua, por medio de la muerte de Jesús en la cruz, se convierte en el nuevo éxodo que sale del énfasis excesivo que el judaísmo antiguo ponía en la ley, el culto y la nación. Lo que no se consiguió mediante las prescripciones de pureza levítico-sacerdotal, extendidas por los fariseos a todas las personas piadosas, lo consigue la comunión con el Resucitado: el acercarse a Dios, que en el AT lo lograban los sacerdotes por medio del ministerio del culto (Lev 10, 3). D. Dormeyer

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t'Y'Y~áq>ro eggrapho escribir, inscribir, gra-

bar* Le 10, 20: La ovó¡'WLa ú¡.t&v eyyÉYQultLm (Textus Receptus eYQá<pr¡) ev LOL~ OUQUVOL~, «vuestros nombres están escritos en los cielos» (es decir, en los libros celestiales de la vida; cf. Herm [v] 1,3,2; --> f3Lf3ALov 3). En sentido figurado: 2 Cor 3, 2.3: enLaLOA:I) ... eyyeYQu¡.t¡.tÉvr¡, refiriéndose a la comunidad de Corinto, que representa la «carta de recomendación» de Pablo, «escrita en nuestro corazón» (v. 2) o «escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo» (v. 3). Aquí eYYQá
En Heb 7, 22 se usa sustantivadamente de Jesús para decir de él que es «el fiador de un mejor pacto» (XQdLLOVO~ bLU'fr~Xr¡~ ... eyyuo~ 'Ir¡aoi}~).

t'Y'YÚ~ eggys (adv.) cerca* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Uso teológico.

Bibl.: J. Gnilka, Der Epheserbriej, Freiburg i. Br. 1971 (sobre 2,13.17); R. Pesch, Naherwartungen. Tradition und Redaktion in Mk 13, Düsseldorf 1968,175181; H. Preisker, eyyúr; X'tA.., en ThWNT n, 329-332.

1. El adverbio, 10 mismo que el verbo

-->

eyyí1;w, aparece principalmente en los Evangelios y en Hechos (22 veces); en las Cartas aparece únicamente 7 veces y en el Apocalipsis 2 veces. Es curioso que en los evangelios no predomine ya Lucas -como sucede con el verbo- sino Juan (11 veces); en él falta por completo el verbo. 2. Lo mismo que el verbo --> eyyí1;w, el adverbio eyyú~ caracteriza la cercanía de un

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eyyúr; - eyeLQw

lugar, de un momento, de una persona o de una abstracción teológica. En conexión con yívo¡.tm, el adverbio adquiere incluso el significado intransitivo del correspondiente verbo (Jn 6, 19). Ahora bien, en otros ejemplos, el adverbio no indica movimiento (como lo indica el verbo), sino una situación. Admite grados de intensidad (Rom 13, 11) y puede usarse en sentido metafórico (Rom 10, 8). Las indicaciones de lugar no siempre tienen importancia histórica (a diferencia de lo que sucede con el verbo), sino que pueden usarse simplemente en el sentido local original: bautizar en Enón, cerca de Salim (Jn 3, 23). Y lo mismo sucede en Hech 9, 38; 27, 8. Por el contrario, sigue siendo bastante importante la referencia a Jerusalén. Lucas indica la progresión (Lc 19, 11; Hech 1, 12), que él ha marcado más claramente con el verbo. En Juan, la cercanía de Jesús hace que algunos lugares sean sitio de decisión (en contra de lo que opina Preisker, 331): el hecho de que Jesús se aproxime caminando sobre las aguas, pone a los que se hallan en la barca ante la decisión de optar por el miedo o por la fe (6, 19); el lugar de la multiplicación de los panes, abandonado ya por Jesús, incita a buscarle (6, 23); la resurrección de Lázaro sucede en Betania, cerca de Jerusalén, donde Jesús ha de resucitar (11, 18); desde Betania Jesús se retira a la cercanía del desierto, a fin de estar cerca de Dios (11, 54). La cruz de Jesús se alza cerca de la ciudad, la cual se decide de manera definitiva en contra de él (19, 20); el cercano sepulcro, que queda en las afueras de la ciudad, se convierte en el lugar del nuevo comienzo (19, 42). El tiempo, lo mismo que sucede en el verbo --> eyyí1;w, lleva en sí el significado de una decisión (Mc 13, 28 par.; Mt 26, 18; Ap 1, 3; 22, 10; Jn 2, 13; 6,4; 7, 2; 11, 55). La cercanía entre personas se señala únicamente en Ef 2, 13.17. Por el contrario, la cercanía de magnitudes teológicas se halla más intensamente representada (Lc 21, ~1; Rom 13,11; Flp 4,5; Heb 6, 8; 8, 13). No está del todo claro Mc 13,29 par. Mt 24,33. Vemos que Lc 21, 31 ha insertado en el lugar paralelo la expresión

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«reino de Dios»; esta complementación es obvia también para Mc 13, 29, pero es posible igualmente elegir otro concepto tomado del código apocalíptico como «instante, juicio». 3. El trasfondo veterotestamentario del significado escatológico del adverbio Eyyú~ y del verbo eyyí1;w se halla en el Deuteroisaías (ls 50, 8; 51, 5; 56, 6), pero se encuentra también en otros profetas (Ez 7, 7 y passim). Esta escatología profética es una de las raíces del código apocalíptico del NT; la otra raíz es la apocalíptica contemporánea. Por medio del Jesús terreno se realiza una des-apocaliptización. Con ello, lo mismo que en la profecía del AT, la acción escatológica de Dios vuelve a dejar sentir sus efectos en el momento presente. Ahora bien, el momento de esa acción no se efectúa en Jesús mediante un proceso de dimensiones universales o cósmicas, sino mediante la acción -inmanente en la historia- de una sola persona: Jesús. Este comienzo del esjaton será completado luego por Dios de manera definitiva (Mc 13, 29 par.; Ap 1, 3; 22, 10). La Carta a los efesios emprende una ampliación eclesiológica. Jesús, con su muerte, hace posible que los gentiles que se hallaban lejos de Dios, lleguen a estar cerca de Dios, cosa que antes sucedía únicamente con los judíos. En el cuerpo de Cristo, unos y otros se convierten en un nuevo hombre y consiguen en común la cercanía de la paz de Cristo (2, 13.17). El comienzo del esjaton se experimenta en la figura de la Iglesia. Hebreos añade que, en un movimiento inverso, el antiguo pacto está próximo a su fin (6, 8; 8, 13). D. Dormeyer t'YEÍ~ro egeiro despertar, levantar; (en sen-

tido intransitivo) levantarse, alzarse* 1. Aparición del término en el NT - 2. Significado general - 3. eYcLQw como término técnico para designar la resurrección / el hacer volver a la vida a personas concretas - 4. Para designar la resurrección o vuelta a la vida al fin de los tiempos - 5. Para designar la resurrección o vuelta a la vida de Cristo - 6. i!YEQ-

Olr;.

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1. El verbo eydQw, con el significado fundamental (transitivo) de despertar, estimu-

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lar, excitar, levantar o (intransitivo) de despertarse, moverse, levantarse, alzarse (Lid-

dell-Scott, s. v.; Oepke), aparece casi siempre en el NT como sinónimo de aví,o'tl]¡.tL (en la LXX es a menudo el equivalente del hebreo qum). Pero en algunos casos se observa un empleo diferente de los verbos eydQw y aví,o'tl]¡.tL. Así, por ejemplo, eYELQw aparece 144 veces en el NT (aví,o'tl]¡.tL 108 veces), y de ellas únicamente 59 veces (aví,o'tl]¡.tL 73 veces) en el sentido general --+ 2. El sentido especial de resucitar a personas muertas lo tiene eydQw 13 veces (en cambio, aví,o'tl]¡.tL lo tiene 34 veces; este sentido es raro en la literatura profana [Oepke, 333]) --+ 3; la resurrección escatológica se expresa 20 veces por medio de eydQw (11 veces por medio de aví,o'tl]¡.tL) --+ 4; con sorprendente frecuencia eYELQw es el término para designar la resurrección de Cristo (52 veces; en cambio, aví,o'tl]¡.tL 24 veces) --+ 5. En el NT, el sustantivo eYEQoL¡;:; aparece únicamente en Mt 27, 53 --+ 6 (en cambio, aváo'tuoL¡;:; 42 veces). Así que, mientras que el verbo eYEí,Qw se halla atestiguado frecuentemente en el sentido cristológico específico, vemos que el sustantivo eYEQaL¡;:; aparece una sola vez con este sentido (inversamente, aváo'tuaL¡;:; tiene a menudo un significado especial, que es más frecuente que el significado general). El significado de los verbos compuestos corresponde al del verbo simple, sin que a la preposición le corresponda siempre una importancia especial: bU::YELQw aparece 7 veces en el NT, y lo hace únicamente con el significado general de eYELQw -+ 2; e~EyELQW (en la LXX 85 veces) se encuentra en Rom 9, 17 en el sentido general (también en Mc 6, 45 D) Y en 1 Cor 6, 14 en el. sentido específico (como también en la LXX en Dan 12, 2 -+ 4); ouveyELQw se halla únicamente en Ef 2, 6 en el sentido de «resucitar con»: resucitar con Cristo en el sentido de participar en la resurrección de Cristo. 2. El significado fundamental propio de eYELQw aparece cuando se quiere dar a entender que (en sentido transitivo) se despierta a alguien del sueño (Mc 4,38 par. Mt 8, 25; Hech 12,7), o que (en sentido intransitivo) una persona se despierta, se levanta (Mc 4, 27; Mt 1, 24; 2, 13.

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14.20.21; 8, 26 [par. Lc 8, 24 bLeyEQ{}EL~]; Mt 25,7). En todo ello, eYELQw (intransitivo) no muestra diferencia alguna entre despertarse y levantarse. En Rom 13, 11 Y Ef 5, 14 eYELQw (en sentido intransitivo), despertarse, levantarse, es una metáfora para significar el final de una manera de vivir correspondiente a la noche y a la muerte (-+ aváo'tam~ 4). Aunque en Lc 11, 8; 13, 25; Mc 14, 42 par. Mt 26, 46 el contexto habla del final del sueño, sin embargo en estos pasajes eYELQw (en sentido intransitivo) significa sencillamente levantarse. En Mt 17,7; Lc 13,25; Jn 11, 29; 13, 4; Hech 9, 8, eYELQw significa la acción de levantarse en personas que estaban echadas o sentadas. Muy frecuentemente eYELQw (lo mismo que aVLo'tl]!u) significa alzarse, presentarse: Lc 7, 16; Mt 11, 11; Lc 11,31 par. Mt 12,42; Mc 13,8 par. Mt 24,7 I Lc 21, 10; Mc 13,22 par. Mt 24, 11.24; Jn 7, 52. En Mt 9, 19 eyEQ{}EL~ (lo mismo que aVLo'tl]!U) marca únicamente el cambio de la situación. El vago sentido de «¡arriba!» lo tienen también los imperativos eYELQw{}E en Jn 14, 31 Y I!YELQE enAp 11, 1. En Jn 14, 31 al verbo eYELQw difícilmente le corresponderá un sentido figurado más amplio (análogo al que tiene en 2, 19-22; así piensa Zimmermann, 289; en contra de esta opinión, Schnackenburg, sub loco). El aoristo pasivo, en el uso de eYELQw en sentido general, debe entenderse siempre como un aoristo medio (en el helenismo, el aoristo pasivo sustituye con frecuencia al aoristo medio; BlaB-Debrunner § 78; Prévot, 200-208). Es peculiar del uso transitivo de eYELQw el significado, que en el NT se halla atestiguado únicamente en Flp 1, 17, de «suscitar (proporcionar) sufrimientos a mis cadenas», es decir, contristar a Pablo en medio de su cautiverio o incluso privar a su cautiverio (-+ Mof.to~) del carácter de una gozosa comunión con los padecimientos de Cristo (-+ m. L'\IJL~). Tiene afinidad con este sentido y es sinónimo de avL01:l]f.tL el significado de «suscitar descendencia» (Lc 3, 8 par. Mt 3, 9) y hacer surgir, enviar a un salvador o rey (Lc 1, 69 [cf. Jue 2, 16; 3, 9.15] y Hech 13,22.23 [v.l. ~ya­ yEV]). Conforme al uso muy frecuente en la LXX, eYELQw significa (en sentido transitivo) en Jn 2, 19.20 levantar, edificar (refiriéndose al templo destruido; sobre el significado más profundo -+ 5). En Mt 12, 11 eYELQw tiene el significado de levantar, ayudar a salir (a la oveja que había caído en el hoyo); en Hech 10, 26, tiene el sentido de levantar al centurión, que se había postrado a los pies de Pedro en actitud de proskynesis. En Mc 1, 31; 9, 27 Y Hech 10, 26 eYeLQw significa

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levantar a un enfermo, después de tomarle de la mano. En Sant 5, 15, heLQw se halla en paralelo con omoEL (-+ om~w) y es una expresión plástica de «curar» o para designar el efecto de la curación (Wilkinson, 333 y 335), pero difícilmente significará «'levantar' espiritualmente» a alguien (como pretende MuBner sub loco). Con relativa frecuencia el imperativo intransitivo I!YELQE se emplea para exhortar a los enfermos a que se levanten, y con ello se les trasmite la curación o se les hace ver que ésta se va a producir en un futuro inmediato: Mc 2, 9.11; 3, 3; 10, 49; Lc 5, 23.24; 6, 8; Mt 9, 5; Jn 5, 8; Hech 3, 6 (v.l.); cf. Mt 9, 6. En consonancia con ello, el pasivo ~yÉQ{}l] en Mc 2, 12 Y Mt 8, 15 hay que entenderlo en sentido medio: él se levantó (cf. Mt 9,7).

3. En la descripción de la resurrección de la muchacha muerta, en Mc 5, 41 par. Lc 8, 54, el imperativo eYELQE (después de tomar de la mano a la muchacha) no se distingue de su empleo en la curación de enfermos (--+ 2). Como traducción de xou¡.t (qum), eydQw (en sentido intransitivo) significa primeramente levántate (Mt 9, 25 menciona tan sólo la acción de Jesús de tomar de la mano a la muchacha y la consecuencia de esta acción: ~yÉQ­ 'frl], ella se levantó). Desde luego, se sugiere aquí también el significado de ¡despierta! (cf. Me 5, 39: «[la niña] está dormida»); esto se aplica con seguridad a Lc 8, 55 (cf. «su espíritu retornó»). En Lc 7, 14, eyÉQ'frl]'tL (el aoristo es una expresión griega más correcta) significa tanto ¡levántate! como ¡despierta!; porque se dice a continuación: «él se incorporó y comenzó a hablar» (cf. Hech 9, 41 Y 2 Re 4,31.35; cf. también Filóstrato, Vit Ap IV, 45: a
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yor que la opinión popular expresada en Lc 9, 8.19, los textos de Marcos, por el uso de EyElQW y por la adición «de entre [los] muertos», tienen afinidad con los enunciados acerca de la resurrección de Jesús (---+ 5; sobre la problemática ---+ aváo"t(WL~ 3). En todas estas afirmaciones acerca de resurrecciones de muertos (como también en 2 Re 4,31), la pasiva de EyElQW debe entenderse siempre como voz media (lo mismo que en ---+ 2, Y en consonancia con avLo"t'l']¡.tL) y se emplea como término técnico, en el cual queda relegada casi totalmente la significación fundamental del verbo. Por eso, en nuestra lengua se ha impuesto la traducción de «resucitar» (en alemán: «auferstehen»), por encima de todas las demás (cf. Fascher, 208-225). También en Mt 10, 8 EyEÍ.QW (transitivo) es término técnico: ¡despertad (muertos), vivificadlos! (el contexto no permite debilitar esta ampliación que hace Mateo del encargo dado a los discípulos ni atribuir a EyElQW un significado puramente figurado y espiritual [como hace Haenchen, 228]). En Jn 12, 1.9 EyElQW se refiere con un lenguaje formulístico a la resurrección de Lázaro, ocurrida tiempo atrás: «a quien él había resucitado de entre los muertos» (de manera parecida en Jn 12, 17; cf. 11,43.44). La forma en que se hacen estas observaciones y la adición «de entre [los] muertos» (---+ 5) recuerdan el mensaje pascual de la Iglesia primitiva (para el enjuiciamiento crítico de todos los enunciados acerca de resurrecciones de muertos cf. ---+ aváo"ta<JL~ 3). 4. La resurrección escatológica se expresa en el NT, como se expresaba ya en la LXX (Is 26, 19; también Dan 12,2 LXX y A), no sólo por avLo"t'l']¡.tL sino también por EyElQw. En el diálogo con los saduceos aparecen únicamente los términos aváo"taoL~ o avto"t'l']¡.tL (---+ aváo"ta(JL~ 3), excepto en Mc 12, 26 par. Lc 20, 37; en estos últimos textos el pasivo EyElQOV"taL debe entenderse como voz media, con arreglo al uso que en otros textos se hace de estas expresiones (---+ 2 Y 3): que resucitan (cf. par. Mt «en cuanto a la resurrección de

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los muertos»; R. Pesch, Markus [HThK], a propósito de 12,26, sugiere que en Mc 12,26 hay un pasivo divino). Que los muertos resucitan por el poder de Dios se dice en el contexto (esp. el v. 24: «el poder de Dios»). Con arreglo a las concepciones judías acerca de la liberación del piadoso del antiguo pacto (---+ ayLO~) de su prisión en el Sheol, al que se asocia frecuentemente con el sepulcro (cf. P. Hoffmann, Die Toten in Christus, Münster i. W. '1969, 62-64 y 184), Mt 27,52 enlaza con la idea de que las prisiones de esos sepulcros se abrieron (cf. Ez 37, 13): «y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido se levantaron». Como prueba de la resurrección, el v. 53 dice que esos santos salieron de los sepulcros (después de la resurrección de Jesús ---+ 6), vinieron a la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. Difícilmente se tratará de una antiquísima tradición que refleje el estado de ánimo de los primeros días (en contra de lo que piensa Jeremias, Teología 1, 357s), sino que nos hallamos más bien ante una visualización midrásica (cf. Ez 37, 13) de la importancia de la muerte y la resurrección de Jesús para la autoridad divina del Resucitado (Riebl, 8082) Y para la resurrección universal (cf. 1 Cor 15,20; Col 1, 18). Cuando Pablo utiliza el verbo EyEÍ.QW en todo el capítulo 15 de la Carta primera a los Corintios para referirse no sólo a la resurrección de Cristo sino también a la de los muertos, entonces nos muestra lo íntimamente ligada que estaba para él la resurrección de los muertos con el mensaje pascual. En los vv. 15.16.29.32 la oración condicional «si los muertos no resucitan» hace referencia siempre a lo que afirman los adversarios (---+ aváo"taoL~ 4). Pablo les replica diciendo que, por lo menos, Cristo ha resucitado (---+ 5) Y que en ello se fundamenta la esperanza cristiana (v. 14). Al decir esto, Pablo no tiene en cuenta la suerte de los que, según los vv. 51s, con ocasión de la parusía, serán trasformados sin resurrección (Brandenburger, 20). Por consiguiente, lo de resucitar no se limita aquí al hecho de ser liberado del sepulcro, sino que

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significa principalmente la participación en la vida del Cristo resucitado. Sin esta esperanza, serían incomprensibles la práctica de los corintios de bautizar «por los muertos» (---+ ~amL~w) (v. 29), la actividad apostólica (vv. 30-32) y una vida sustentada por los principios de la fe y por el conocimiento de Dios. La cuestión fundamental: «¿Cómo se levantan los muertos?» (según otra traducción: «¿Pueden los muertos resucitar?», cf. Sider, 429) y su expresión concreta: «¿Con qué cuerpo vienen?» (1 Cor 15, 35) muestran que la resurrección, por un lado, supone la posesión de un «cuerpo» (---+ ow¡.ta), pero que, por otro lado, la resurrección parece incompatible con un «cuerpo» de «carne y sangre» (v. 50). Como conclusión (v. 42a) que se deduce de la comparación con un grano de semilla (vv. 3638) y de las referencias a las diversas clases de «carne» (---+ oáQ;), «cuerpo» (---+ ow¡.ta) y «gloria» (---+ 6ó;a), Pablo enuncia en dicción retórica cuatro antítesis (15, 42b-44a). A lo de «se siembra» (imagen de la muerte y de la sepultura) contrapone él lo de «se resucita en incorruptibilidad ... en gloria ... en poder... como cuerpo espiritual». Esto sugiere que EYElQE"taL, que corresponde aquí a los pasivos O:n:EÍ.QE"taL y ~
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parusía: «los muertos resucitarán como incorruptibles, y nosotros seremos trasformados» (v. 52). La resurrección y la trasformación se producen con miras a una vida más allá de la muerte (vv. 53-58: cf. 1 Tes 4, 17; sobre la forma de argumentación y la problemática en el marco de la historia de las religiones, cf. Dahl; Sider; Usami). Que la resurrección de los muertos se efectúa por el poder creador de Dios, es algo que se expresa inconfundiblemente mediante el empleo (transitivo) de EyEÍ.QW. La pregunta «¿Por qué se considera increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos?» alude a la fe del judaísmo -arraigada en el ATde que Dios es el Señor sobre la vida y la muerte (cf. Dt 32, 39; 1 Sam 2, 6; 2 Re 4, 7; Sab 16, 13; Tob 3, 4); recuerda sorprendentemente la predicación que se hace de Dios: «Yahvé, que vivifica a los muertos» (segunda bendición de las Dieciocho Oraciones), la cual se cita y se completa en Rom 4, 17: «El que vivifica a los muertos y llama a 10 que no es para que sea» (cf. E. Klisemann, An die Romer [HNT] y H. Schlier, Romerbrief [HThK], sub loco; Schwantes; Hofius). Por tanto, el verbo EyEÍ.QW es aquí sinónimo de ---+ ~
1135 tismo, se consuma en la participación en la resurrección de JesÚs (cf. Sider, 72ss; Baumert, 89s se inclina a interpretar eYeLQw en este pasaje como expresión de la liberación cotidiana de las tribulaciones). Según Heb 11, 19, Abrahán sacrificó a Isaac, su heredero, porque contaba con que «Dios es poderoso para resucitarle de entre los muertos». No podemos demostrar hasta qué punto esta explicación de la fe judía en el poder de Dios se deriva de una tradición judía concreta (poco contribuyen a ello los testimonios aducidos en los comentarios). Hay que contar también plenamente con una interpretación cristiana. La expresión «de entre los muertos» señala la influencia de la predicación pascual de la Iglesia primitiva (~ 5). Un innegable desarrollo cristiano de la fe judía en la resurrección lo tenemos en Jn 5, 21: «Porque así como el Padre levanta y vivifica a los muertos, así también el Hijo vivifica a los que él quiere». Aquí eYeLQw se explica por medio de ~ l;cpO:nOLÉW; la «resurrección» no se realiza, como en los textos apocalípticos judíos, como preludio para el juicio, sino para comunicar la vida (~ l;w~). Además, no se habla únicamente del poder de Dios, sino también de lo que el Padre hace; y eso mismo hace también el Hijo (cf. Jn 5, 19s; sobre la función vivificadora de Cristo, cf. 1 Cor 15, 45). Como indican las formas de presente y el contexto, resucitar se usa aquí, además, en sentido figurado para referirse a la liberación del poder del pecado, una vez que se ha abrazado la fe (~ avú<J'tu<JL<; 4; cf. Bultmann, l;cpo:nmÉw, 877; Schnackenburg, sub loco). 5. Se habla 31 veces de la resurrección de Jesús empleando una forma pasiva de eyeLQw. En antiguas expresiones formulísticas o en breves referencias a la predicación pascual de la Iglesia primitiva, se emplea el aoristo f¡yÉQ1'tl] (Lc 24, 34; Rom 4,25; 6, 4; Mc 16, 6 par.; Mt 27, 64; Jn 2, 22). Las demás formas verbales que aparecen en el NT (~ 2.3.4), el sinónimo aVÉ<J'tl] así como también los corres-

1136 pondientes equivalentes hebreos y las antiguas traducciones (cf. Molitor) exigen que la voz pasiva se entienda en el sentido de voz media: se levantó / se despertó. Lo mismo habrá que decir de los participios eYEQ1'teL<; en 2 Cor 5, 15; Rom 6, 9; 7, 4; 8, 34; Jn 21, 14, y de las formas pasivas que se emplean en los anuncios de la Pasión (Lc 9, 22; Mt 16, 21 par. Lc 9, 22; Mt 17,9.23; 20,19; 26, 32 par. Mc 14,28; Mt 27, 63). Claro que tampoco se puede excluir que esas formas tengan un matiz pasivo -la lengua griega distinguía de manera distinta de como lo hacemos nosotros entre la voz activa y la voz pasiva (Jankum, 39)-, pero ese matiz pasivo queda, por lo menos, pospuesto en comparación con el sentido de voz media y no permite la hipótesis, muy difundida, de un pasivo divino (Fascher, 197; Hahn, 204; Schnackenburg, Zur Aussage, 9; Schlier, Auferstehung, 17; con vacilaciones Kremer, Zeugnis, 43s; Friedrich, 157; en cambio, lo enjuicia correctamente Jeremias, Teología, 25 nota 18). Según esto, las formas de eYeLQw que deben interpretarse en sentido medio, no designan (o, por lo menos, no lo hacen en primer lugar) la acción que el Crucificado experimentó en la Pascua, sino la manifestación de la nueva vida del Crucificado que llegó a ser posible gracias a esa acción (~ avú<J'tu<JL<; 4). El contexto (por ejemplo, «murió» y «fue sepultado», 1 Cor 15, 3) y la frecuente ausencia de una determinación más precisa de eYeLQw indican que el verbo se emplea en un sentido técnico, conocido ya por los lectores (~ 3.4). La adición formulística «de entre [los] muertos», que a menudo se asocia con f¡yÉQ1'tl] o con las formas activas de eYeLQw y que suponemos que procede del mensaje pascual de la Iglesia (cf. Hoffmann, Die Toten, 182s), aclara lo siguiente: Jesús no se encuentra ya entre los muertos, es decir, no se encuentra ya en el Sheol (cf. Rom 10, 7) ni en el sepulcro (cf. Mc 16, 6 par.). Con certeza, f¡yÉQ1'tl] y otras fórmulas semejantes expresan no sólo el final de la condición de la muerte, sino más todavía lo que sigue a la muerte en contra de toda expectación y lo que es un sig-

1137 no de la nueva vida (él se levantó [en sentido figurado]) . Si el aoristo f¡YÉQ1'tl] exige que concibamos la «resurrección» de Jesús como un acontecimiento ocurrido una sola vez, vemos que la forma de perfecto ey~yEQ'tm, él ha resucitado (1 Cm 15,4; dependientes de esta expresión son 1 Cor 15, 12.13.14.16.17.20; cf. 2 Tim 2, 8 y Mc 16, 14), acentúa el efecto permanente que la resurrección tiene para el Crucificado: él vive (~ l;úw, cf. BlaE-Debrunner § 342). Esto mismo se presupone, cuando se caracteriza a la vida cristiana como una vida que pertenece a Cristo (2 Cor 5, 15; cf. Rom 7,4; 14,7-9) y que se orienta hacia su parusía (l Tes 1, 10). El Cristo resucitado no está sometido ya a la ley de la muerte (Rom 6, 9); por eso, las cosas que se dicen en 1 Cor 15, 35ss tienen aplicación al nuevo «cuerpo» de Cristo (~ 4). En la conexión de «resucitado» con un enunciado de exaltación, se expresa su nueva función (Rom 8,34): «Cristo [Jesús] es el que murió, sí, más aún, el que resucitó y el que está sentado a la derecha de Dios, el que también intercede por nosotros» (sobre la problemática relativa a la historia de las tradiciones cf. infra, a propósito de Rom 10, 9). Como indica el adverbio ov'tw<;, el mensaje pascual estuvo expuesto a dudas desde el primer momento: «el Señor ha resucitado realmente» (Lc 23, 34). Para demostrar su credibilidad, se hacía referencia al testimonio de las Sagradas Escrituras: «conforme a las Escrituras» (1 Cor 15, 4) (~ YQu<:P~, cf. Bultmann, Teología, 130; Kremer, Zeugnis, 52-54; allí también sobre los intentos de referir «conforme a las Escrituras» a lo de «al tercer día» citando a Os 6, 2, Y no a f¡yÉQ1'tl]; cf. Lehmann, 221-230). Las predicciones que hace Jesús de su Pasión y Resurrección sirven para este mismo fin apologético, al menos en la versión en que las encontramos actualmente; cf., a propósito, Kremer, Osterevangelien, 22). Para acreditar el mensaje pascual se hace referencia, especialmente en Lc 24, 34 Y 1 Cor 15, 4ss, a los testigos a quienes se apareció el

1138 Resucitado (~ óQúw; cf. MuEner, Struktur, 412-415). En los relatos sobre el sepulcro, plasmados apologéticamente, se proclama el mensaje pascual como revelación de Dios, y se hace referencia además al sepulcro vacío como signo confirmador. Según Rom 4, 25, Cristo «resucitó para nuestra justificación», es decir, para liberarnos de nuestra condición de yectos en la muerte y para hacernos partícipes de la nueva vida (Rom 6, 14) como «nueva creación» (2 Cor 5, 17) (~4; ~ avú<J'tU<JL<; 4). Por eso, la resurrección de Jesús, según 1 Cor 15, 15, es tan esencial para la predicación apostólica y la fe cristiana: «Pero si Cristo no resucitó, entonces nuestra predicación es vana, y vana es también vuestra fe» (l Cor 15, 14). No está claro por qué Mateo y Pablo prefieren las formas ~yÉQ{}T) y otras parecidas, a la forma aVÉ<J'tr¡. (Ambas expresiones eran conocidas en el judaísmo helenístico [la LXX].) Tal vez la causa fue la influencia de las formas activas de EYELQW (cf. Oepke, 334). Por medio de eYeLQw (en sentido transitivo) se declara que la resurrección es un acto de Dios (lo mismo que la resurrección al fin de los tiempos [~ 4]), como vemos en la frase que se repite de manera casi estereotipada: «Dios le resucitó» (Rom 10, 9; 1 Cor 6, 14; 15, 15; Hech 5, 30; 10,40; 13, 30), así como también en la oración de relativo: «a quien él resucitó» (1 Tes 1, 10; Hech 3, 15; 4, 10; 13, 37; cf. 1 Cor 15, 15) Y en las construcciones de participio (que suenan casi lo mismo) con eYeLQu<; y otras expresiones parecidas (Gál 1, 1; 2 Cor 4,14; Rom 4,24; 8, lla.b; Co12, 12; Ef 1, 20; 1 Pe 1,21). En estos pasajes, en que a menudo se usa sin ninguna precisión más, eYeLQw es el término técnico para designar la salvación -obrada por Dios- de la muerte: esa salvación que se aguardaba para el fin de los tiempos (~ 4). La frecuente adición «de entre los muertos» (1 Tes 1, 10; Gál 1, 1; Rom 8, 11; 10,9; Hech 3,15; 4,10; 13,30; Co12, 12; Ef 1, 20) acentúa esto mismo. La expresión

1139 añadida a EYELQW únicamente en Hech 10,40, «al tercer día», así como también en 1 Cor 15, 4 Y en las predicciones de la Pasión, no pretenden ser una indicación exacta del momento en que ocurrió la resurrección. El acto de Dios, sustraído a la percepción de las observaciones humanas, no se dio a conocer a los hombres sino en sus efectos (convirtiéndose entonces, para ellos, en un «suceso»; Schlier, Auferstehung, 16; -> 6). El uso constante del aoristo muestra que aquí se piensa en una sola y única acción de Dios. (Esto no excluye la posibilidad de que la reflexión teológica ulterior tenga que interpretar esa acción divina creadora como una acción que perdura y que mantiene en el nuevo ser.) La frecuente referencia a la resurrección de Jesús en forma de una construcción de participio (por ejemplo, Ó EYELQU<; 'tov X'ÚQLOV, 2 Cor 4, 14) sirve para confirmar la fe en el poder de Dios sobre la muerte (así lo vemos, por ejemplo, en Rom 8, 11; Col 2, 12) o para definir de manera más precisa la fe en Dios (Rom 4,24; 1 Pe 1,21; Hech 5,30: «Dios de nuestros padres»). Con razón podemos ver en ello una «variación cristológica» de la predicación que el judaísmo hacía de Dios: «Yahvé que vivifica a los muertos» (-> 4; cf. Schwantes, 72: Ó EydQu<; '!rjoo'Óv como un nuevo nombre de Dios). Esto indica que la fe en Dios como el Señor sobre la vida y la muerte, enraizada en el AT y en el judaísmo, condujo a la Iglesia primitiva a interpretar la resurrección de Jesús, atestiguada por los apóstoles en virtud de su encuentro pascual con el Crucificado, como la resurrección obrada por Dios. Por tanto, la formulación «Dios resucitó a Jesús» y otras formulaciones por el estilo son secundarias -desde el punto de vista de la historia de las tradiciones- en comparación con la expresión él resucitó (cf. Cerfaux, 57; otra cosa piensa Kramer, 28s). Una ulterior reflexión condujo a atribuir la resurrección no simplemente al poder de Dios (cf. Ef 1, 20), sino a su ltVE'Ólw (Rom 8, 11; cf. Rom 6, 4 [-> Oó1;u]; Ef 1, 19s [-> EVÉQYEtU, -> LOX'Ú<;]). El empleo de EydQw (en sentido transitivo)

1140 en textos formularios antiguos indica que esta interpretación teológica se produjo ya muy poco tiempo después de Pascua. El paralelismo entre la confesión «Kyrios es Jesús» y la proposición de fe «Dios le resucitó de entre los muertos» (Rom 10, 9) señala la estrecha relación existente entre la resurrección y la proclamación de Jesús como Kyrios (-> aváo'tuat<;, cf. Rom 1,4; Flp 2, 9). La conexión del título de X'ÚQLO<; con la resurrección puede considerarse, por decirlo así, como otra interpretación temprana del acontecimiento de Pascua (sobre la problemática correspondiente, en el marco de la historia de las tradiciones, cf. Bultmann, Teología, 89 y 127s; Schweizer, 87-108; Kramer, 6176; Hahn, 112-132; Wengst, 27-48; VogtlePesch, 15-24; Lambrecht, 133-141): como el Resucitado que es, Jesús es el Kyrios, es partícipe del poder de Dios (cf. Rom 8, 34), y a él se le atribuye una función como Salvador: una función que, según la fe del AT y del judaísmo, corresponde únicamente a Yahvé (cf. Hech 2, 21). Según 1 Tes 1, 10, forma parte de la existencia cristiana, además del «servir a Dios», el «aguardar a su Hijo, a quien él resucitó de entre los muertos, y quien nos salva del juicio de ira venidero». Esta salvación que corresponde a Dios, se realiza también -según Pablo- por el hecho de que el Resucitado, como -> ow't'IÍQ, es partícipe del poder vivificante de Dios (1 Cor 15,45; -> 4) y puede dar participación en su propia gloria (cf. Flp 3, 21). El reconocimiento del poder de salvar y vivificar (un poder propio de Dios) condujo a Juan a atribuir la resurrección de Jesús a él mismo (la significación más profunda de EYELQW en el logion del templo en Jn 2, 1922) y a emplear EYELQW en este mismo sentido, al recordarse la resurrección de Lázaro (12, 1.9.17; -> aváou'tuat<; 5). 6. EYEºCJtS* puede significar tanto la acción de despertar como la de levantarse (o resucitar) (cf. Oepke, eYEQat<;, 336). Con arreglo al difundido uso intransitivo de EydQw, vemos que eYEQoL<; en Mt 27, 53 debe enten-

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derse más que nada como sinónimo de aváo'tUat<; y como referido a la resurrección de Jesús, que no fue proclamada sino después del sabbat. Puesto que eYEQat<; no está atestiguado en ningún otro lugar del NT (pero sí en los escritos cristianos primitivos, cf. PGL s. v.) y aquí se encuentra en tensión con el contexto (éste presupone la resurrección de los piadosos en el momento de la muerte de Jesús), es obvia la sospecha de que se trata de una inserción tardía (Oepke, 336; Riebl, 54s). En efecto, esta expresión se ajusta muy bien al tiempo en que la resurrección de Jesús (no simplemente el hecho de que ésta fuera conocida) se asoció con el tercer día (cf. Mc 16, 9). J. Kremer

EytQ(JI~, tro~, it egersis la acción de despertar, de levantarse -> eYElQw 6.

iyxá1tuo~, 2 egkathetos persona encargada de espiar* Lc 20, 20 (sustantivado): altÉo'tEtAUV Eyxu'frÉ'to'U<;, «enviaron como espías».

iyxatvu~, trov, tá egkainia Fiesta de la Dedicación del templo* En el NT el término aparece únicamente en !n 10, 22:, EyÉVE'tO 'tÓ'tE 'tu EyXULVLU EV 'tOL<; IEQoooA'U[A.OL<;, «en esos días se celebraba en Jerusalén la Fiesta de la Dedicación». La fiesta de los EyXULvLU (propiamente «renovación»; en hebreo J:¡anukkti, «fiesta de la consagraci?n», cf. Núm 7, 11 LXX; 3 Esd 7, 7 EyxmVLO[A.O<;, Dt 3, 2 LXX EyXULVLU) se celebraba desde el tiempo de los Macabeos en recuerdo de la purificación y nueva dedicación del temp~o por Judas Macabeo el día 25 de kisleu (noViembre/diciembre) del año 164 a.c., tres años ~espués de la profanación del templo por AntlO':O IV (cf. 1 Mac 4, 42-59, Ó EyxmVLa[A.o<; 'tO'U 'fr'UOLUO't'YjQío'U, v. 59; 2 Mac 1,7-9.18; 2, 16; 10, 1-8; Josefa, Ant XII, 316-326). Según 2 Mac 10, 5 el día de la Dedicación del templo coincidía exactamente con el día de la

profanación del mismo por los gentiles. Como la Fiesta de los Tabernáculos, era una fiesta que duraba ocho días y se observaba en conmemoración de las dedicaciones del templo en tiempo de Salomón y en el de Zorobabel (las cuales tuvieron lugar, ambas, en la Fiesta de los Tabernáculos: 1 Re 8, 2; Esd 3, 4; cf. también 2 Crón 7,5; Esd 6, 16) Y de la última Fiesta de los Tabernáculos celebrada fuera del templo durante la persecución (2 Mac 1, 9.18; 10,6-8). Josefo (Ant XII, 325) la llama «Fiesta de las Luces» (
iyxalVt~ro egkainizo renovar, consagrar* Heb 9, 18: ~ ltQw't'Yj (6LU'fr'IÍX'Yj) ... EYXExuívLa'tm, «el primer pacto no se consagró sin derramamiento de sangre» (cf. Ex 24, 8); Heb 10, 20: ~v EVEXULVWEV ~[A.LV Móv, refiriéndose al nuevo camino para entrar en el santuario de Dios, abierto por la muerte sacrificial de Jesús.

iyxaxÉro egkakeo cansarse, desanimarse* En el NT el verbo se usa siempre acompañado de una negación, en las exhortaciones y peticiones (Gál 6, 9; Ef 3, 13; 2 Tes 3, 13; cf. Lc 18, 1), refiriéndose a la actitud adoptada por Pablo mismo (2 Cor 4, 1.16).

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eyxuAéoo - eYXQá.ELU

EyxaAÉOl egkaleo censurar, acusar judi-

fy xAl1f.ta , a'to;, 'tó egklema acusación*

cialmente, inculpar* Se usa en sentido absoluto en Hech 19,38; en voz pasiva acompañado de neQL, «ser acusado de algo» (Hech 23, 29; 26, 2.7), con simple genitivo seguido de neQL (19, 40); en voz activa con &tá (23, 28); con xu'tá y genitivo de persona (Rom 8, 33: «¿Quién acusará a los elegidos de Dios?».

Hech 23, 29: asLOv {}uvá'tO'U ~ &wftillv ... Ey'JoGA"lftU, «una acusación que pudiera acarrear la pena de muerte o la de prisión»; 25, 16: anoAoyLu ... neQ!. tOU ey'JoGAlÍftutO;, «defensa ... contra la acusación».

Eyxa'taAd1tOl egkataleipo dejar, abandonar, dejar detrás de sí* En el sentido de dejar con el matiz de abandonar en Mc 15, 34 par. Mt 27, 46 en el clamor lanzado por Jesús en la cruz, a tenor del Sal 21, 1 LXX; 2 Cor 4,9; 2 Tim 4, 10; Heb 13, 5 (cf. Jos 1, 5 LXX); cf. también 1 Clem 33, 1; dejar detrás de sí, dejar que subsista en Rom 9, 29; en el sentido de dejar solo, desamparar en Hech 2, 27 (ov'JoG eY'JoGu.UAeÍ'ljlet; 't~v '\jJ'UxlÍv fto'U et; {i&1lv, cf. Sal 15, 10 LXX).31; dejar de (t~V btLa'Uvuyú)y~v Éu'Utillv, [dejar de] congregarse») en Heb 10,25.

Eyxa'tOlxÉm egkatoikeo vivir entre*

uv-

En 2 Pe 2, 8: &L'JoGatO; ey'JoGutOL'JoGOOV ev 'toL;, dícese de Lot, «quien como justo vivía en medio de ellos (entre los habitantes de Sodoma y Gomorra)>>.

Eyxal.lxcioJtal egkauchaomai gloriarse, sentirse orgulloso* 2 Tes 1,4: wa'te uv'tOv; ~ftU; ev ÚftLV ey'JoGu'Uxua{}at ('JoGu'Uxua{}at Textus Receptus), «de tal manera que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros ... ». EyxEV't~í,~m egkentrizo injertar (ramas)*

En el NT el término aparece únicamente en Rom 11, 17.19.23 (bis).24 (bis) en la imagen paulina del olivo silvestre (los cristianos gentiles) que es injertado en el olivo noble (Israel; con et; en el v. 24a, o con dativo en el v. 24b; eVf'JoGeVtQLa{}"l; Ev uVto'i:;, fuiste injertado entre ellas» en el v. 17). --+ aYQtÉAatO;.

EyxOf.tpÓof.tm egkomboomai revestirse, (en sentido figurado) apropiarse firmemente de algo* 1 Pe 5, 5: návtf::; &f aAAlÍAOL; t~V tunetvOCjlQoaúv1lv eY'JoGoftpwaua{}e, «revestíos de humildad en vuestro trato mutuo».

EyX01tÍ], tí;,

tí egkope obstáculo, impedi-

mento* 1 Cor 9, 12: LVU ftlÍ ttvu ey'JoGon~v &OOfteV t0 fVUyyeALq>, «para que no pongamos obstáculo alguno al evangelio». ThWNT I1I, 855857.

EyXÓ1t'tOl egkopto obstaculizar, impedir, retener* Pablo se vio impedido y no pudo realizar determinados planes de viaje (Rom 15, 22; 1 Tes 2, 18); a los gálatas se les impidió obedecer a la verdad (Gál 5, 7; en todos los casos con infinitivo); 1 Pe 3, 7: et; tO ft~ ey'JoGóntw{}at (e'JoG'JoGóntw{}at Textus Receptus) ta; nQOaf'UXa; Úf,LOOV, «para que no estorbéis vosotros mismos vuestras oraciones»; en Hech 24, 4: LVU &e ft~ E:JtL nAeLÓV ae eY'JoGó:Jttú), el verbo Ey'JoGóntú) debe traducirse por retener, importunar: para no retenerte más, cf. el adverbio a'Uvtóftú);, «brevemente», en el v. 4b; las referencias a la expresión Ey'JoGonov nOLÉú), «fatigar», Job 19, 2; Is 43, 23 (Bauer, Warterbuch, s.v.; ThWNT I1I, 855 nota 1) no se ajustan al estilo retórico del texto. ThWNT I1I, 855-857.



a;, egkrateia dominio de sí mismo, templanza* eY'JoGQute'ÚOf,LaL egkrateuomai dominarse, contenerse* eyxQuti¡;, egkrates dueño de sí mismo*

Eyx~ci'tna,

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Bibl.: W. Grundmann, EyxQáTELU XTA., en ThWNT 338-340; F. MuBner, Der GalaterbrieJ, Freiburg i. Br. 1974, 384-395, esp. 389; H. Schlier, Der Brief an die Galater, GOttingen '1965, 247-264, esp. 262; A. Vógtle, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT (NTA XVI/4-5), Münster i. W. 1936, s. v. en el índice analítico; Id., Tugendkataloge, en LThK X, 399-401.

n,

1. Al campo léxico de eY'JoGQátetu (que se deriva de la raíz 'JoGQUt-, y que expresa poder y dominio) le corresponde gran importancia en la ética filosófica del período griego clásico y del período helenístico. El término y sus derivados adquieren especial importancia en los escritos de Filón. También los esenios se sirven de él con predilección. eY'JoGQátetu se emplea de ordinario para referirse a todos los apetitos del hombre, especialmente a los de comer y beber, tener relaciones sexuales y hablar. eY'JoGQutlÍ; califica, por tanto, a la persona que es libre, autónoma e independiente y que no se deja tentar ni se aparta de su camino por cualesquiera seducciones. 2. Si tenemos en cuenta la elevada frecuencia del uso de eY'JoGQátetu en el pensamiento griego, nos sorprenderá el escaso uso que se hace de este término en la Biblia. En la LXX el vocablo aparece únicamente en unos cuantos pasajes de la literatura sapiencial de inspiración helenística (cf. Eclo 18, 30; 4 Mac 5, 34: abstinencia de los excesos sexuales y de otros excesos; Sab 8, 21: don de Dios). En los evangelios del NT el término falta en absoluto. 3. Por lo demás, en el NT el grupo de palabras con la raíz eY'JoGQut- aparece únicamente 7 veces: el sustantivo, en Hech 24,25; Gál 5,23; 2 Pe 1,6 (bis); el verbo, en 1 Cor 7,9; 9,25; el adjetivo, en Tit 1, 8. Los testimonios de Gálatas, Tito y 2 Pedro se hallan en el contexto de catálogos de virtudes y designan precisamente lo contrario de la --+ aaÉAyetU mencionada en los catálogos de vicios (cf. Gál 5, 19). En todos estos ejemplos, EY'JoGQUtse refiere en primer lugar a la continencia sexual, pero además los vocablos comprenden también positivamente, en sentido amplio, el dominio de sí mismo y la disciplina (cf. 1

1146 Clem 30, 3; 35, 2; 62, 2; 64; Bern 2, 2; Herm [m] 8, lss) (cf. Schlier, 262). 4. Por lo que respecta a la densidad de contenido de eY'JoGQut- en el ámbito del NT, hay que hacer distinción entre tres características diferentes de los enunciados: a) En 1 Cor 9, 25 Pablo piensa en la autodisciplina funcional que se halla al servicio de un bien mayor. Emplea la imagen de la victoria atlética para referirse de hecho a la evangelización (cf. 1 Cor 9, 12.14.16.18.23) apostólica (cf. 1 Cor 9, ls). b) La idea griega y helenística de la virtud se escucha en Hech 24, 25 (neQ!. &t'JoGatOaúv1l; 'JoGu!. eyxQuteíu;) y en los catálogos de virtudes de Gál 5, 23: ayá:n:1l, XUQá, fLQlÍV1l, ftUXQO{}'UftLU, XQ1latót1l;, ayu{}ooaúv1l, :n:Lan;, nQuih1l;, eY'JoGQátetu; Tit 1, 8 (espejo de obispos): CjltMseVOV, CjltAúyu{}ov, aWCjlQovu, &L'JoGatOV, oatov, EY'JoGQUtfj; 2 Pe 1, 5-7: aQe'tlÍV ... yvillmv ... EyxQátetuv ... ú:n:OftOvlÍv ... fvaÉpfLuv ... CjltAU&eACjlLUV ... ayá:n:1lv (cf. Bern 2, 2; Herm [m] 8, lss). c) Desde luego, los autores del NT no permiten que su concepto de la eY'JoGQátetu se limite a la idea helenística de la virtud (cf. Schlier, 262; Vogtle, Tugendkataloge, 400; de otra manera piensa Grundmann, 340). Lucas habla en primer lugar de «la fe en Cristo Jesús» y, sólo después, de «la justicia y la EyxQátetu» (Hech 24, 24s). Pablo describe especialmente la eY'JoGQá'tfLU (1 Cor 7, 9) como «un carisma recibido de Dios» (7, 7). En Gá15, 22s califica él a la EY'JoGQátfLU como «fruto del Espíritu». También el autor de la Carta segunda de Pedro hace que su exhortación a la práctica de la virtud, el conocimiento, la EY'XQátetu, etc. vaya precedida por la afirmación de que los destinatarios han sido agraciados por Dios (l, 1-7). El imperativo que exhorta a practicar la continencia y el dominio propio se funda en la promesa de la salvación concedida gratuitamente en Jesucristo y én su Espíritu (cf. 1 Clem 30, 3; 35, 2; 64).

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5. El hecho de que los autores bíblicos sean tan parcos en el uso de los vocablos de la raíz eyxQu"t-, se basa en la convicción de esos autores de que el estilo cristiano de vida no es cuestión de ética autónoma, sino que debe entenderse únicamente como una actitud de respuesta al don previo de la salvación concedida gratuitamente por Dios. Así que, evidentemente, la eyxQ<Í"tELU les parecía a ellos que tenía únicamente un valor limitado como instrumento adecuado para dar expresión verbal a esta realidad. H. Goldstein

Bibl.: R. Bultmann, Rom 7 und die Anthropologie des Paulus (1932), en Id., Exegetica, Tübingen 1967, 198-209; E. Kiisemann, Jesu letzter Wille nach Joh 17, Tübingen '1971, 1-64; W. G. Kümmel, Rom 7 und die Bekehrung des Paulus (Leipzig 1929), en Id., Rom 7 und das Bild des Menschen im NT, München 1974, 1160; U. Luz, Die Erfüllung deS Gesetzes bei Mt: ZThK 73 (1978) 398-435; Id., Das Geschichtsverstiindnis des Paulus (BEvTh 49), München 1968, 158-168; G. Richter, Die Fleischwerdung des Logos im Joh: NovT 13 (1971) 81-126; 14 (1972) 257-276; L. Schottroff, Der Glaubende und die feindliche Welt (WMANT 37), Neukirchen-Vluyn 1970,228-296; E. Schweizer, Ego eimi (FRLANT 56), Giittingen '1965; E. Stauffer, Eyw, en ThWNT 11, 341-360; G. Strecker, Die Antithesen der Bergpredigt: ZNW 69 (1978) 36-72. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1064s.

iyx~an:'Úo ..uu egkrateuomai dominarse, contenerse --+ eyxQ<Í"tELU.

1. En el NT el nominativo del pronombre personal se usa casi siempre, lo mismo que en el griego clásico, para expresar un contraste o para realzar algo. Encontramos, además, hebraísmos en el uso de eyw (por ejemplo, Mc 12, 26; cf., a propósito, BlaB-Debrunner § 277). En el NT el pronombre personal, empleado en distintos casos, aparece 1.802 veces, de las que 347 corresponden al nominativo. La frecuencia del uso del pronombre es muy superior a la normal en el evangelio de Juan (494 veces; en comparación: Mateo, 221 veces; Marcos, 107). Vamos a reunir ahora textos en los que el «Yo» tenga especial significación teológica.

iyx~a'tÍJ~, 2 egkrates dueño de sí mismo --+ eyxQ<Í"tELU. iyx~ívro egkrino equiparar, contar entre* 2 Cor lO, 12: eyxQ'LvaL ... ÉUu"tOv~ nmv "tiDv ÉUu"tOv~ <JuvL
iyro ego yo 1. Generalidades - 2. El «Yo» en los discursos de revelación - 3. «Pero yo os digo» en las antítesis del Sermón de la Montaña - 4. El «Yo» en Rom 7.

2. En casi todas las religiones hay ejemplos en los que el que se revela se presenta a sí mismo en el discurso revelador con unas palabras en las que aparece el «Yo», por ejemplo, en Gén 17, 1: «Yo soy el Dios todopoderoso», o, en un ámbito religioso completamente diferente, la presentación que hacen de sí mismos los profetas sirios: «Yo soy Dios» o «hijo de Dios» o «espíritu divino» (Orígenes, Cels VII, 8 y 9). La revelación del Yo está tan difundida, que no se pueden sacar conclusiones históricas o teológicas de los paralelos que existen en general en la historia de las religiones sobre palabras de revelación del Yo (una extensa recopilación de materiales puede verse en Schweizer; cf. también R. Bultmann, Johannesevangelium lO [KEK], 168s). Para comprender la revelación del Yo

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eyÓ:>

es de importancia decisiva describir la idea subyacente en cada caso acerca de la revelación, una idea que puede ser enteramente diferente, a pesar de que las revelaciones del Yo suenen casi lo mismo. La clasificación que hace Bultmann de las fórmulas de eyw d[!L es problemática, porque reúne en una sola categoría diferentes concepciones acerca de la revelación (fórmula de presentación, fórmula de calificación, fórmula de identificación, fórmula de reconocimiento; sobre la fórmula de reconocimiento en el evangelio de Juan cf. infra). En el NT, el «Yo» en las palabras de revelación se encuentra principalmente en el evangelio de Juan, en el Apocalipsis y en los relatos de epifanía. El Yo en las palabras neotestamentarias de revelación es casi siempre un Yo cristológico. En el NT encontramos raras veces una autorrevelación de Dios, cf. principalmente Ap 21, 6. En el evangelio de Juan, Jesús se revela en sus palabras para decir lo que él es (eyw d[!L, por ejemplo, 6, 35; 11, 25), de dónde viene (por ejemplo, 8, 42; 7, 29), lo que él da (por ejemplo, 4, 14; 17, 14),10 que él habla y testifica (por ejemplo, 6, 63; 5, 36), Y para decir que él juzga al XÓ<J[!o<; (por ejemplo, 8, 16; 7, 7; 16, 30). El contenido de su revelación es, por un lado, su relación con el Padre y, por el otro lado, el don salvífico destinado a los hombres, los cuales, ante la revelación, se deciden por la salvación o por la perdición. El don salvífica, que se hace eficaz en la revelación, se expresa en el evangelio de Juan por medio de numerosos conceptos soteriológicos y de imágenes muy gráficas: el Revelador es «la verdadera vid» (15, 1.5), «el pan de la vida» (6, 35; cf. 6,41.48.51), «la luz del mundo» (8, 12; cf. 12, 46), «la puerta» (10, 9.7), «el buen pastor» (10, 11, 14), «la resurrección y la vida» (11, 25), «el camino, la verdad y la vida» (14, 6). En el fondo, todos estos conceptos e imágenes expresan lo mismo: que en las palabras del Revelador se revela el Hijo, y que en esa revelación se decide la salvación y la perdición del hombre. Aquel que cree, tiene la vi-

1150 da. La verdadera vid, la vida, el agua viva que Jesús da, pueden ser confundidas con la vida terrena, con el agua que mana del pozo (por ejemplo, In 4, 10-16). Entonces se entiende equivocadamente la revelación, porque se la entiende en términos inherentes al mundo. La verdadera vid es «verdadera», porque trae la vida y no la muerte. El contraste implícito con la verdadera vid no es una supuesta vid, sino la que trae la muerte. Juan, en esas imágenes y metáforas, no expresa críticas contra mitos de fuera del cristianismo (por ejemplo, contra un mito del árbol de la vida, como piensa Bultmann, Johannesevangelium, sobre 15, 1) o sobre sueños acerca de la vida soñados por los hombres. Bultmann argumenta, a partir de esas ideas, que las palabras del «Yo soy», en el evangelio de Juan, deben entenderse como «fórmula de reconocimiento», por medio de la cual Jesús se revela a sí mismo «como el Esperado y el Anhelado» ... «en contraste constantemente con la supuesta y falsa revelación» (ibid., 167s nota 2). Ahora bien, la vida tal como existe de hecho, la sed que se siente en esa vida, el agua que mana del pozo, el pan que puede comerse, son para el evangelio de Juan el plano de la confrontación crítica: todo eso puede ser confundido con la verdad. Los milagros de Jesús pueden ser confundidos con acciones intramundanas de multiplicar los panes. Todo el evangelio de Juan está lleno de relatos en los que hay malentendidos en que se confunde el pan con el pan (capítulo 6), el agua con el agua (4, 10-16), el ver con el ver (capítulo 9), la fe con la fe (20, 24-29). Para el evangelio de Juan, la verdadera salvación está más allá de la realidad. La fe ayuda a ver hasta el fondo la realidad y a mantenerla alejada de uno mismo. La problemática histórico-religiosa y la problemática literaria del evangelio de Juan se hallan estrechamente relacionadas la una con la otra. La estructura gnóstica de las palabras de revelación del evangelio de Juan es relativamente indiscutida. Lo que se discute es el alcance y la índole de la cristianización de concepciones gnósticas. Bultmann piensa que palabras gnósticas pre-joánicas fueron interpretadas cristianamente por el

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evangelio de Juan: la gloria del Revelador (originalmente gnóstico) solamente puede contemplarse, según Juan, a través de la aáQ~ de Jesús, solamente en la paradoja, en el escándalo de la encarnación. Para Kasemann (cf. especialmente pp. 6ls), la encarnación, de la que se habla en Jn 1, 14, no es una humillación, y por tanto la comprensió~ del ~evelador se acerca a la de la gnosis (<<docetismo mgenuo»). Richter hace distinción entre un texto joánico básico y una elaboración antidocetista post-joánica, a la que hay que atribuir, por ejemplo, 1, 14-18. En los relatos de epifanía (por ejemplo, las visiones de vocación) del NT, lo mismo que en otras religiones, la revelación del tiene un lugar fijo. El ser divino, al revelarse, se presenta a sí mismo ante quien recibe la revelación (por ejemplo, «Yo soy Jesús», Hech 9, 5; cf. 22, 8; 26, 15) Y da un encargo a quien recibe la revelación (por ejemplo, «Tú has de ser testigo suyo ante todos los hombres» Hech 22, 15) o le trasmite un mensaje (po; ejemplo, Lc 1, 19; Mc 6,50 par.). El hecho de que surjan también falsos profetas y mesías con la pretensión reveladora basada en el dllt, es en Mc 13,6 una señal de la confusión que ha de existir al fin de los tiempos. El del revelador tiene importancia central en el Apocalipsis. En una epifanía de vocación (Ap 1, 9-20), el Cristo exaltado hace un encargo a Juan y le revela: «Yo soy el Primero y el Ultimo y el que vive» (Ap 1, 17s). En las cartas dirigidas a las siete iglesias, la revelación de Cristo se expresa primeramente en tercera persona ('táce A.Éyet, por ejemplo en 3, 14), pero luego habla Cristo en directo (por ejemplo en 3, 21). El Cristo celestial que se revela a sí mismo en el Apocalipsis es corno Dios (2, 8; 22, 13; cf. 21, 6; 1, 8). La solemne revelación de Dios y de Cristo tiene importancia central. Dios se revela en ella corno el Soberano de toda la historia, y Cristo corno el Juez que ha de venir pronto (22, 12s; cf. 1, 7 Y passim). De esta revelación brota la amenaza contra aquellos que aman la mentira y adoran a la bestia, y también el consuelo para los cristianos afligidos: Dios es el Soberano incluso en el tiempo de persecución por

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parte del Estado, que reclama para sí dignidad divina. El vidente ve ya en la revelación la próxima victoria de Dios y de Cristo y el mundo nuevo. 3. Se discute si la formulación de las antítesis en Mt 5,21-48 se remonta al Jesús histórico o si tiene corno autor al evangelista. Si las antítesis se remontan a Jesús, entonces hay un problema, difícil de resolver, que consiste en determinar hasta qué punto Jesús se entiende a sí mismo frente a la Torá de Moisés. (Por ejemplo, «las palabras eyili OE Myw reclaman una autoridad que rivaliza y se enfrenta con la autoridad de Moisés», así se expresa Kasemann, Versuche 1, 206. Es diferente la opinión de Braun, Spiitjüdisch-hiiretischer und frühchristlicher Radikalismus 11, Tübingen 1957, 9s: «Siempre que el eyili OE My~ ú¡.tlv es literariamente primario, entonces no mtroduce un mayor rigor en la Torá». Es decir, Jesús radicaliza la Torá, pero no en una proclamación fundamental, sino de una manera no fundamental, en un «caso por caso»). La primera, segunda y cuarta antítesis, que son material peculiar de Mateo, son atribuidas al Jesús histórico por los propugnadores de la autenticidad. En lo que respecta a la tercera, quinta y sexta antítesis, está claro por el paralelo de Lucas que la forma antitética se añadió sólo de manera secundaria (para más información sobre el debate acerca de la autenticidad cf. Strecker). En el contexto literario de Mateo las antítesis s~ pueden interpretar clarísimamente, independientemente de la actitud que se adopte en la cuestión sobre la autenticidad y de la manera en que se conciba el proceso de formación de la tradición que condujo finalmente a la forma actual del texto. Mateo opina que la Torá ha de observarse enteramente; que ningún mandamiento debe abolirse (Mt S, 17-19). Esto no significa para él que, en caso de conflicto, cuando un mandamiento d.e la Torá se encuentra en pugna con otro mandamiento, no se pueda quebrantar incluso un mandamiento de la Torá. El mandamiento del amor debe prevalecer, por ejemplo, sobre el mandamiento del sábado (Mt 12, 1-8). Las antítesis del Sermón de la Montaña, en el c?~texto de Mateo, no significan ninguna abrogac~on ?e la ley. El m~ndamiento de Jesús no deja sm vigor el mandamiento de Moisés citado anteriormente; de lo contrario, ¡Jesús efectuaría el AÚHV, contra el cual Mateo se expresa tan claramente, en. M~ 5, 17-19! Por tanto, entre la tesis y la antItesls tiene que haber una relación positiva.

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En ella es donde se realiza el «cumplimiento» de la ley (S, 17). Para Mateo, la vida de Jesús es cumplimiento de la profecía del AT (por ejemplo, 1, 22), la acción de Jesús (y de los discípulos) es cumplimiento de la voluntad de Dios (por ejemplo, 7, 21), es decir, de la Torá, y también las enseñanzas de Jesús (por ejemplo, 7, 29) son interpretación, es decir, cumplimiento de la Torá. Su interpretación de la Torá es interpretación legítima frente a la interpretación farisaica de la Torá, basada en la casuística, y que debe rechazarse (aunque no fundamentalmente) (por ejemplo, 12, 7). La práctica de Jesús (y de sus discípulos) es, en contraste con la práctica de los fariseos, la justicia mejor (5,20). La mejor calidad de la justicia y de la interpretación de la ley efectuada por Jesús se relaciona íntimamente con la importancia que tiene en la Torá el mandamiento del amor. Precisamente Jesús es «Señor del sábado» (12, 8) Y se halla por encima de la Torá, porque interpreta la Torá por medio del mandamiento del amor (como mandamiento que es de la Torá). Esto es precisamente lo que sucede en las antítesis. La prohibición de matar se interpreta como precepto que exige la reconciliación. La prohibición del adulterio encierra también, para Mateo, la prohibición de la mirada dirigida con malos deseos, y esto último lo considera Mateo como un quebrantamiento de la ayáJtT). El mandamiento de extender un certificado de divorcio debe seguir observándose ahora igual que antes, pero con la consecuencia de que el divorcio y el segundo matrimonio deben practicarse sólo con limitaciones, en determinados casos. La prohibición de los perjurios significa, según la interpretación de Jesús, que en el lenguaje cotidiano no hay que emplear fórmulas de juramento. Aquí el mandamiento del amor a Dios es el principio que guía la interpretación de la Torá. La limitación de la venganza de sangre en la ley del talión (<
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tro que enseña cuál es la voluntad de Dios; aquí Jesús interpreta la Torá. La legitimidad de su interpretación se basa en la importancia del mandamiento del amor. Podernos utilizar Mt 22, 36-40 corno clave hermenéutica para interpretar Mt 5, 21-48. 4. Como resultado de la historia reciente de las investigaciones (cf. especialmente Kümmel y Bultmann), en la interpretación de Rom 7 podemos partir de algunos deslindes negativos. El «yo» no se entiende en sentido biográfico individual (Pablo antes de su conversión), pero tampoco como el «yo» de los judíos, tal como ellos se entienden con respecto al VÓfW¡:;. La autocomprensión de un judío o de Pablo en su pasado se expresa más bien en Flp 3, 6. La ocasión para tal interpretación no correcta la proporciona especialmente Rom 7, 7-12. Además, el conflicto del que se habla en Rom 7, 14-25, no es un conflicto ético del «yo». En la diferencia existente entre {h',AHV y JtQáaaELv, no se trata -al menos, no se trata primordialmentede la acción ética, porque el resultado del JtQáaaELV es la muerte y el objetivo del 1'tÉAELV es la vida. JtQáaaELv es equivalente a xa'tEQyá1;w1'tm, «obrar» (cf. especialmente 7, 17). Tampoco el conflicto debe entenderse en términos psicológicos, porque la experiencia subjetiva del conflicto sigue estando en primer plano. En enunciados decisivos Pablo abandonará precisamente el plano de la subjetividad: «Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que vive en mí» (7, 17.20). La designación del conflicto como «transubjetivo» (Bultmann, 201s y 208s; cf., a propósito, especialmente, E. Kasemann, An die Romer 3 [HNT], 195) es una designación adecuada al carácter del pecado como poder. Tampoco el conflicto debe entenderse con arreglo a las ideas de una antropología dualista. La intención de Pablo no es describir una doble determinación -por un lado, por obra del cuerpo y su mundo corporal y, por el otro lado, por obra del hombre auténtico, que se halla como extraño ante el mundo y su cuerpo-. Precisamente expresiones como eaw av1'tQwJto¡:; (v. 22), aUQxLvó¡:; (v. 14) o lo que se dice en el v. 23 dan ocasión para esta interpretación. Pablo ve el conflicto en términos más radicales. El aUQxLvó¡:; es el hombre entero. «Yo» y aáQ~ son idénticos (v. 18). Junto a la existencia como marioneta del pecado, no hay ninguna otra verdadera identidad a la que uno pudiera retirarse, como sucede en los conceptos dualístico-gnósticos de la revelación. Por el contrario, el radicalismo del concepto del pecado en Pablo se entiende incluso mejor, cuan-

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1155 do lo contemplamos como opuesto críticamente a la gnosis. En la interpretación de Rom 7, junto a tales deslindes negativos que son importantes para la comprensión, hay que tener en cuenta también que Pablo era una persona en una situación hi.stórica concreta, y que sus cartas eran comprendidas por personas concretas; por eso, habrá que reflexionar sobre la conexión que existe entre Rom 7, 7-25 Y las experiencias de personas que vivían en el Imperium Romanum (cf. especialmente Luz, Geschichtsverstiindnis, 162 nota 101).

Ebmpt~ro edaphizi5 dejar a ras del suelo,

destruir totalmente* Dícese en Lc 19,44 de la destrucción de Jerusalén por sus enemigos: fCluqJLOVOlV 010 xui. 'ta 'téxvu 00'0 fv OOl, «y te destruirán totalmente, y a tus hijos dentro de ti». o\)~, tó edaphos suelo* Hech 22, 7: fJtwá 'tE d<; 't0 fClUepO<;, «y caí al suelo».

lfbmpo;,

El «yo» de Rom 7, 7-25 es el «yo» del ÉbQaio~, 3 (2) hedraios flrme, constante* hombre irredento, del esclavo del pecado. 1 Cor 7, 37: fv 'tft XUQCllQ. ... E6QaLo<;, <
1157 san en sentido positivo o en sentido crítico una intención; cf. Bauer, Worterbuch, S.V. La traducción de este término por «culto divino arbitrario» inserta un componente crítico que no corresponde a los dos sustantivos paralelos (fftEf...oftQl']OXlU y 'tuJtELvoepQooúvl']). Se hace referencia, por tanto, a actos de culto religioso adoptados voluntariamente, que en general son tenidos por cosa sabia y prudente, pero que en realidad carecen de valor y no hacen más que proporcionar satisfacción a una actitud carnal, porque los creyentes han muerto con Cristo a tales ordenanzas mundanas; cf. E. Schweizer, La Carta a los colosenses, sub loco, nota 437. ThWNT I1I, 159. H. Balz

Ei}ÉJ"ro etheli5 querer ---+

ftéf...O).

E-3t~ro ethizi5 acostumbrar*

Lc 2, 27, participio de perfecto de la voz pasiva, empleado como sustantivo: xu'ta 't0 dftLO¡.tévov 'tOV vó¡.to'o, «según lo acostumbrado en la ley».

E-3váQXl);,

O\), Ó ethnarches etnarca, soberano* En 2 Cor 11, 32: Ó fftváQXl']<; 'AQé'tu 'tov ~uOLf...éO)<;, dícese del etnarca (literalmente «gobernador del pueblo») nombrado por el rey nabateo Aretas para gobernar la región de Damasco; debe traducirse preferentemente por gobernador. ---+ 'AQÉ'tu<;. BHH l, 446; E. A. Knauf, Zum Ethnarchen des Aretas 2 Kor 11,32: ZNW 74 (1983) 145-147; Haag, Diccionario, 637.

E-3VlXÓ~, 3 ethnikos gentil, pagano* En el NT se emplea tan sólo sustantivadamente: Mt 5, 47: oL fftVLXOl ('tEf...WVaL Textus Receptus), los gentiles (en oposición a los judíos, pero situados al mismo tiempo junto a los judíos), cf. 6, 7; en 18, 17 dícese de quienes no quieren escuchar las exhortaciones de la comunidad: fO'tO) OOL ChOJtEQ o fftVLXO<;

1158 xui. Ó 'tEA,WVl]<;, «considéralo como al gentil y al publicano» (¡en contraste con los miembros de la comunidad!); 3 Jn 7: aJto 'tWV fftvLXWV (fftvwv Textus Receptus), «de manos de los gentiles».

i-3VlXro~ ethniki5s (adv.) como gentil o pa-

gano* Gál 2, 14: eL.. fftVLXW<; xui. ouXi. '10'06u'ixw<; ~ft<;, «si... vives como gentil y no como judío». lf-3vo~, o\)~, 'tó ethnos pueblo, nación; en plural, los pueblos, las naciones; los gentiles l. Aparición del término en el NT - 2. I!frvoC; =pueblo (en general) - 3. TU I!{}vll = los gentiles (a diferencia de los judíos) - a) Presupuestos que se dan en esta-·manera de hablar - b) Logia de Jesús - c) Pablo - d) los Sinópticos - 4. TU I!frvll = los paganos (a diferencia de los cristianos). Bibl.: G. Bertram-K. L. Schmidt, E1'tvoC; ,)!.TA., en ThWNT II, 362-370; P. Christian, Jesus und seine geringsten Brüder (EThS 12), Leipzig 1975 (bibl.); R. Dabelstein, Die Beurteilung der 'ReMen' bei Paulus (Beitrage zur biblischen Exegese und Theologie 14), Frankfurt a. M. 1981; J.-C. Fredouille, ReMen, en RAC XIII, 1113-1149; J. Friedrich, Gott im Bruder? (CThM 7), Stuttgart 1977; H.-W. Gensichen, Reidentum, en TRE XIV, 590-601; F. Hahn, Das Verstiindnis der Mission im NT(WMANT 13), Neukirchen-Vluyn 1963; M. Hengel, Die Ursprünge der christl. Mission: NTS 18 (1971-1972) 15-38; Id., Zwischen Jesus und Pis: ZThK 72 (1975) 151-206; J. Lange, Das Erscheinen des Auferstandenen im Ev. nach Matthiius (FzB 11), Würzburg 1973,295-301,377-379; U. Wi1ckens, Gottes geringste Brüder - zu Mt 25, 31-46, en FS Kümmel, 363-383. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1065s.

1. En el NT el término aparece 162 veces; de ellas sólo 32 veces en singular (13 veces en sentido general, 18 veces refiriéndose a un pueblo determinado, 1 vez refiriéndose al mundo cristiano). De las 130 veces que el término se halla documentado en plural, 35 emplean eftvl'] sin artículo; pero aun en la mayoría de esos casos el término se refiere a gentiles (---+ 3), lo cual supone una diferencia cualificativa entre (o) -, f...uó<; y ('ta) fftVl'].

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e'frvo<;

2. En sentido neutral (pueblo, sin especial valoración teológica del concepto) E{}VO~ aparece principalmente en singular, por ejemplo, cuando Pablo -en los discursos de Hechos- se designa a sí mismo como miembro «de su pueblo» (Hech 24, 17; 26, 4; 28, 19), o cuando otros hablan del pueblo judío como un E{}vo~ entre otros (Lc 7, 5; 23, 2; Hech 10, 22; 24, 2.10). Aquí hay que mencionar también las 5 veces que este término aparece en el evangelio de Juan (11, 48.50.51.52; 18,35) e igualmente también en Mc 13, 8 par. Es importante que Lucas, en enunciados fundamentales, considere a todos los pueblos de la tierra como igualmente creados por Dios. Así lo hace, por ejemplo, en el discurso del Areópago (Hech 17, 26) -que se halla dentro de la tradición judía helenística- y en pasajes como Hech 10, 35 Y 2, 5. De la misma manera que «todos los pueblos» proceden de uno solo (en 17, 26 :rr;a.v 'to E{}VO~ no debe entenderse como si «la humanidad fuera un solo pueblo»), así también la predicación de Cristo debe dirigirse a todos los pueblos (esta misma idea se encuentra expresada ya ejemplarmente en el sermón de Pentecostés; compárese Hech 2, 14 con 2, 5), y los habitantes de todos los pueblos deben acercarse por igual a Dios (10, 34 como foco del capítulo 10). - Pero en otros pasajes Lucas emplea también la terminología, de impronta judía, que hace distinción entre judíos y gentiles. El Apocalipsis sitúa varias veces el término E{}VO~ en una misma serie con A.UÓ~,
1160

373-415, esp. 41Oss). En tiempos del NT se encuentra ya bastante consolidada la distinción terminológica según la cual 'am designa al «pueblo» de Dios y góyim designa siempre a los «pueblos» o personas de fuera de Israel, es decir, a los «gentiles». Más tarde, el lenguaje rabínico emplea incluso el singular góy (propiamente «pueblo») para referirse a un individuo que no es judío. Por lo general, el empleo de este término lleva consigo una valoración: a los «pueblos» se los considera como los que viven alejados de Dios y que son incluso hostiles a Dios. Y, en todo caso, se los mira como a los que no han sido elegidos por Dios. Según las ideas rigurosas de los fariseos, el contacto con ellos produce impureza (cf. todavía la protesta de los enviados de Santiago a Antioquía, Gál 2, 12). La aceptación espontánea de esta manera judía de expresarse aparece algunas veces en la tradición sinóptica: Mt 6, 32 par. Lc 12, 30 (cf. e{}WltOL en Mt 5, 47 y 6, 7) y probablemente también en Mc 10,42 par. La LXX traduce 'am principalmente por Aaó<;, y góy por e'frvo<;; en algunas ocasiones, la diferenciación terminológica entre Aaó<; (aplicado al pueblo elegido) y e{}vY) (aplicado a los «gentiles») se lleva a cabo más consecuentemente que en el texto hebreo. Esta elección de los términos se acerca a la mente de los griegos en el uso de su lengua, por cuanto existía la tendencia, posiblemente ya desde Aristóteles, a emplear la expresión e'frvY) (o e{}vo<;) para designar a <
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e'frvo<;

ción al reino de Dios, proclamado por Jesús, entonces Dios hará que «otros» -es decir, los gentiles- se sienten a la mesa juntamente con Abrahán, Isaac y Jacob (Mt 8, l1s par.; cf. ya la amenaza de Juan el Bautista, Mt 3, 9 par.). El hecho de que Jesús se haya dirigido directamente a algunos gentiles aislados, se presenta expresamente en la tradición sinóptica como una excepción (Mc 7, 25-30 par.; Mt 8, 5-13 par.). Pero desde esta apertura ocasional de Jesús a los gentiles no hay más que un pequeño paso hasta aquella actitud básica de Jesús por la cual él promete el reino de Dios a los «pobres» (-+ :rr;TWXÓ<;) y a los «publicanos y pecadores», es decir, a aquellas personas que en el aspecto religioso eran consideradas por los fariseos como iguales que los gentiles; esto se aplica también a los samaritanos, a quienes Jesús no considera como excluidos del reino de Dios (Lc 10,30-37; 17, 12-19). 3. c) En Pablo, 'tu e{}v'l1 son clarísimamente <
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TU e'frvY). Así que Abrahán, para Pablo, no es ya el padre del pueblo judío, sino de todos los creyentes, procedan de los judíos o de los gentiles (Rom 4,9-18). Para esta convicción Pablo se basa en Gén 17,5. La parte principal de la Carta a los romanos (capítulos 1-11) está dedicada a demostrar que, para Dios que justifica a los impíos, no existe diferencia alguna entre judíos y gentiles. De ahí nace para Pablo, entre otros, el grave problema de enjuiciar la ley mosaica (Rom 7 y passim; -+ VÓ'lO<;), que él no duda en absoluto que procede de Dios. Pero, a pesar de las promesas especiales hechas a Israel y atestiguadas en la ley, Pablo se atiene firmemente a la tesis formulada ya en Gál 3, 28: en Cristo no hay ya diferencia entre judío y «griego» (aquí = «gentil»); cf. Rom 11, 30-32, donde se recoge la idea de Rom 3, 19s.23 y se saca la conclusión de todo el estudio comenzado en Rom 1, 18. Con esto Pablo, partiendo del evangelio de Cristo (no de un enfoque más bien cosmopolita, como el de algunos judíos helenistas al estilo de Filón), trasformó la división -basada teológicamente- entre judíos y gentiles, y que él mismo había aprendido por tradición, en una idea de coexistencia e incluso de compañerismo. Por de pronto, la tesis inicial de Romanos (1, 16) asocia a judíos y a «griegos» (= «gentiles») en un sentido aditivo (cf. 9, 24, etc.; 1 Cor 1, 23s). Esta idea -fundamentada en la cruz de Cristo- de una «humanidad universal» tuvo que aparecer a los genuinos judíos como el abandono blasfemo de la elección divina de Israel. Esto ocasionó a Pablo constantes impedimentos en su trabajo y le proporcionó constantes persecuciones por parte de los judíos (1 Tes 2, 16; cf. Hech 17, 5ss; 18, 12ss; 20,3; 21, 19-22.27s, etc.). Las cartas de la escuela paulina se adhieren a la presentación de la figura de Pablo como el «apóstol de los gentiles» (Col 1, 27; Ef 3, 1-10; 1 Tim 2,7; 2 Tim 4,17; la adición de Rom 16, 26). Sobre todo la Carta a los efesios (2, 11-18) hace hincapié en la solidaridad que tienen -en pie de igualdad- dentro de la Iglesia de Jesucristo los que antiguamente habían sido judíos y gentiles (a todos los cuales se dirige aquí la palabra: v. 11).

1163 3. d) En los evangelios sinópticos, todos los cuales dan por supuesto que el evangelio está abierto a los gentiles, se reflexiona de diferente manera sobre la problemática. Marcos presupone como evidente que «el evangelio ha de ser predicado a todos los pueblos (gentiles)>> antes de que llegue el fin del mundo (13, 10). Parece que tiene cierto peso la constatación de que la pena de muerte decidida contra Jesús por las autoridades judías, fue ejecutada por «los gentiles» (lO, 33 par.). Por el contrario, Mateo acentúa ya desde el principio de la actividad pública de Jesús el hecho de que él fija su morada en la «Galilea de los gentiles» (4, 15 después de 4, 12s), a fin de llevar la luz al «pueblo» (AUÓ\;) que estaba sumido en tinieblas y sombras de muerte (4, 15s, cita de Is 8, 23s). No obstante, Mateo subraya que la misión de Jesús mismo y la misión de los emisarios enviados por el Jesús terreno va dirigida únicamente a Israel, no a los gentiles ni a los samaritanos (10, 5s). Pero caracteriza así una época ya pasada. Israel deja escapar su salvación al rechazar y dar muerte a Jesús (23, 37s; 27, 25, etc.). De esta manera queda libre el camino para que el Resucitado envíe sus discípulos a «todos los pueblos (gentiles)>> para convertirlos en discípulos suyos (28, 19). La conexión indicada hace improbable que Mateo, al hablar de náv'tu 'ta B{}Vl1, haya querido incluir también a los judíos (como si se tratara de un i,!{}VO\; entre otros). Esto mismo habrá que aplicarlo también a Mt 25, 31-46. Aquí, en unas palabras de Jesús, que comienzan sólo como un discurso en imágenes (25, 32s), Mateo describe el juicio del Hijo del hombre sobre «todos los i,!{}V1J». Según la manera de hablar de Mateo y con arreglo al contexto y al contenido de la sección, habrá que entender por ello aquellas personas (¡de fuera de Israel!) a quienes no ha llegado el mensaje de Cristo o que lo han rechazado (así piensan Lange y Friedrich; pero son muchos los que lo interpretan como referido a toda la humanidad: cf. Christian y Wilckens); también entre esos gentiles hay 6tXaLOL, a quienes el juicio final les abre el camino para la salvación (antes se había ha-

1164 blado ya, en 25, 1-30, del juicio del mundo cristiano). Comienza así un nuevo uso «eclesiástico» del término, que se refiere ahora a los «gentiles» ::: <<paganos» para diferenciarlos de los cristianos. 4. Esta nueva terminología «eclesial» se prepara también en Pablo, cuando él, en 1 Cor 1, 23s, establece un contraste entre los judíos y gentiles (l, 23; sobre la variante textual «griegos» cf. GNTCom, 545; de manera semejante en 1, 22.24: judíos y griegos) y «nosotros», los «llamados» de entre los judíos y los griegos; es parecido el contraste que se establece (en otro contexto) en 1 Cor 5, 1; 12,2, Y passim. Principalmente la Carta primera de Pedro acentúa el contraste entre los cristianos y los no cristianos, cuando recoge las palabras de Yahvé a Israel en Ex 19,6 acerca de la elección y llama a los cristianos «sacerdocio real» y <
EltO;, ou;, TÓ ethos usanza, práctica habitual; costumbre, prescripción cultual, ley* l. Aparición del término en el NT y empleo del mismo en el judaísmo helenístico - 2. Significado general - 3. Empleo en Lucas/Hechos. Bibl.: H. H. EBer, Ley, en DTNT n, 417-429, esp. 417s; H. Preisker, ¡H}o~, en ThWNT n, 370-371; c. Spicq, Ef}O';;, df}t<JflÉvO~. Etude de lexicographie néotestamentaire, en FS Barthélemy, 485-495; Id., Notes, SuppI194-201.

1. En el NT B{}O\; aparece con la mayor frecuencia en Lucas (10 veces, de las cuales 7 se encuentran en Hechos) y una vez en el evangelio de Juan y otra en Hebreos. Aunque el primer significado se encuentra en el griego clásico y en la LXX (por ejemplo, 1 Mac 10, 89), el término se emplea con el segundo significado (para referirse principalmente a la

1165 ley judía) en la LXX, en Filón y en Josefo, y la expresión ná't(HOV i,!{}O\; (<
1166 9 el término se emplea para referirse a la tradición sacerdotal seguida por Zacarías, y en 2, 42 para referirse a la presencia de Jesús y de sus padres en la fiesta de la Pascua. Sin embargo, el último ejemplo quizás no implique tanto una obligación impuesta por la ley, sino que sugiera más bien un paralelo con 4, 16 (xu'ta 'to dw{}ó\;; cf. lo que hace Pablo en Hech 17,2) Y se refiera a que Jesús está enraizado en las tradiciones religiosas de Israel, especialmente en 10 que concierne a su nacimiento y educación, exactamente igual que Lc 1, 9 -en cuanto al nacimiento de Jesúsmenciona el trasfondo veterotestamentario del mismo en la persona de Juan, su precursor. En Hechos el término se usa para referirse a las falsas acusaciones lanzadas contra Esteban (6, 14) Y contra Pablo (21, 21; 28, 17; cf. 24, 14) en el sentido de que enseñaban a los judíos a abandonar la ley mosaica. Como una rectificación de tal acusación, se presenta a Pablo en Hechos como a una persona que permanece fiel a la fe de sus antepasados y que lo único que hace es liberar a los gentiles de semejante obligación (Hech 15, 1s). De la misma manera, Pablo reclama para sí la aplicación de la justicia romana (Hech 25, 16). Para Lucas, el cristianismo no sólo era la continuación de la revelación hecha a Israel sino también la extensión de la misma a los gentiles, y por cierto dentro de su propio ordenamiento jurídico y sin requisitos previos que cumplir. Por eso, el i,!{}O\; judío se afirma vigorosamente para los judíos y, al mismo tiempo, se modifica para los gentiles, los cuales -como se sabe muy bien en el mundo romano- tienen también sus propias tradiciones éticas y jurídicas. M. E. Glasswell

dei si 1. Uso como conjunción condicional- 2. Uso como conjunción interrogativa - 3. Combinaciones con otras partículas. Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, índice, S.V.; Ch. Burchard, EL nach einem Ausdruck des Wissens oder Nichtwissens Joh 9, 25, Act 19, 2, 1 Cor 1, 16; 7, 16: ZNW 52 (1961) 73-82; Id., Fuflnoten zum

1168

1167 nt!. Griech.: ZNW 61 (1970) 157-171; E. W. Burton, Syntax of the Moods and Tenses in New Testament Greek, Cambridge '1959 (varias reimpresiones), índice en la voz correspondiente; J. Jeremias, La tarea misional en los matrimonios mixtos según Pablo (1 Cor 7, 16), en Id., Abba y el mensaje central del nuevo testamento, Salamanca 41993, 171-176; C. F. D. Moule, An 1diom Book of NT Greek, Cambridge '1959 (varias reimpresiones), 151.154.158; Robertson, Grammar, 1004-1027; C. A. Wahl, Clavis Novi Testamenti Philologica, Leipzig 31843, S.v.; Id., Clavis Librorum Veteris Testamenti Apocryphorum Philologica. 1ndicem verborum in libris pseudoepigraphis usurpatorum adiecit J. B. Bauer, Graz 1972, s.v.; Zerwick, Graecitas,400-405.

d aparece 507 veces en el NT y se cuenta, por tanto, entre los vocablos que aparecen con mayor frecuencia. La mayoría de los testimonios se encuentran en Pablo (181), mientras que la partícula falta en Judas y en 3 Juan. 1. El d condicional (si --+ Eáv) se halla: a) En la condicional real, con indicativo en todos los tiempos. Ocasionalmente (con especial frecuencia en Pablo) falta el verbo correspondiente y debe suplirse por el contexto (cf. Rom 8, 10.17; 11,6 Y passim).

b) d se halla en la prótasis (u oración subordinada) de la condicional irreal, con indicativo en los tiempos que llevan aumento; en la apódosis (u oración principal) el verbo lleva av (pero véase un caso en Lc 19,42, donde falta la apódosis). Ahora bien, como en el NT esta regla no se observa rigurosamente (Jn 15, 24; Rom 7, 7b; Gál 4, 15, Y passim), resulta que la oración real que se refiere al pasado no se distingue ya siempre, por su forma, de la oración irreal (1 Cor 15, 32; Heb 7, 11). c) En el NT, al d le sigue raras veces el optativo para expresar la posibilidad (condicional potencial): Hech 20, 16; 24, 19; 1 Pe 3, 14.17 (BlaB-Debrunner § 385). d) No raras veces el el empleado en la condicional real se acerca a lo que podríamos llamar un sentido causal (cf. en nuestra lengua: si realmente = puesto que): cf. Mt 6, 30 Y los ejemplos aducidos por BlaB-Debrunner § 372, 1; cf. , además, 1 Tes 4,14, donde Pablo, de la realidad salvífica de la muerte y la resurrección de Jesús, deduce que los cristianos que

hallan fallecido irán a reunirse con Jesús en su parusía (--+ 3taQouaLa). En el v. 14a (d :rtLaLE"ÚoIlEV), Pablo no se refiere a una condición que haya todavía que cumplir, sino a una realidad efectiva: del sentido salvífico de la muerte y la resurrección de Jesús, expresado en el Credo, se sigue en el v. 14b -por un nexo causal- la seguridad de la salvación. e) d puede usarse en los juramentos y protestas para negar con énfasis alguna cosa (¡de ninguna manera!: Mc 8, 12; Heb 3, 11; 4, 3.5). Esta construcción es un hebraísmo y corresponde al 'im condicional en hebreo. La fórmula de maldición (<<¡Dios haga conmigo tal cosa o tal otra!»), en la oración principal, se omite en los ejemplos del NT citados anteriormente y en otros ejemplos (1 Sam 3, 17; Cant 2, 7 Y passim). f) En el NT, después de --+ {}-aullútw podemos encontrar un d allá donde cabría esperar un --+ Esto sucede cuando una condición aparece como ya cumplida: cf. 1 Jn 3, 13: «No os asombréis si (= de que) el mundo os odia»; cf. también Mc 15, 44a, donde el sentido condicional aparece todavía claro.

on.

2. Uso como conjunción interrogativa: a) d puede introducir una interrogativa directa (cf. en nuestra lengua: «¿y si tal vez viene?») como en Lc 13, 23: «Alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (X"ÚQlE, d OALyOL OL a
1169

1170

ten dos posibilidades: 1) la expresión LL yaQ otba¡;; d tiene sentido negativo. Pablo da una respuesta de resignación a la pregunta acerca de si es posible salvar al cónyuge no cristiano (H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco refiriéndose al contexto). 2) d debe entenderse en el sentido de d Il~. Pablo exhorta a mantener el matrimonio mixto, porque en él el cónyuge cristiano tiene que desempeñar una tarea misionera con respecto al otro cónyuge (Jeremias). En este caso, el «no» que antes hemos puesto entre paréntesis, habría que incluirlo en la traducción. Esta sugerencia puede apoyarse en el hecho de que expresiones como LL¡;; OtbEV d u otras por el estilo suelen tener en griego un sentido predominantemente afirmativo (Burchard: ZNW 61 [1970] 171). - En Jn 9, 25; Hech 19, 2; 1 Cor 1, 16; 7, 16 d debe traducirse en el sentido de OLl (Burchard: ZNW 52 [1961]; --+ 1.f). A veces es discutible si d debe entenderse en sentido interrogativo o en sentido condicional: Hech 13, 15 (cf. Burchard: ZNW 61 [1970] 166). 3. Sobre la cuestión acerca de los diversos significados de d en combinación con otras partículas, cf. Bauer s. v. VI 1-7. G. Lüdemann

d, r.ttlV ei men verdaderamente, ciertamente*

Heb 6, 14: d Il~V (~ Il~v Textus Receptus) ... EVAoy~aw aE (cita de Gén 22, 17 LXX) en un juramento hecho por Dios: «Verdaderamente, yo te bendeciré ... »; cf. BlaBDebrunner § 441, 1.

etye eige si realmente --+

d yE, --+ yÉ.

dbÉ«, «~, --\ eidea apariencia,

aspecto*

!"1t 28, 33: T]V bE dMa av"tO"u w¡;; uaLQa-

3tT], «su aspecto era como el de un relámpago». Sobre la ortografía, cf. BlaB-Debrunner § 23 nota 3.

dbov eidon ver,

percibir Aoristo segundo de --+ oQúw.

dbo~, o,,~, 'tó eidos apariencia (exterior), aspecto, forma* 1. El significado pasivo general - 2. El significado (pasivo) «clase, especie» - 3. La problemática de 2 Cor 5,7.

Bibl.: G. Braumann, en DTNT 11, 202s; J. Dupont, Gnosis, Louvain-Paris 21960, 109-111; N. Hugedé, La métaphore du miroir dans les Epftres de saint Paul aux Corinthiens, Neuchíitel-Paris 1957, s.v. en el índice analítico; G. Kittel, doo~ X"tA., en ThWNT 11,371373; Liddell-Scott, s.v.; D. Mannsperger, Physis bei Platon, Berlin 1969, 175-191; C. Ritter, Eloo~, LOÉa und verwandte Wi.irter in den Schriften Platons, en Id., Neue Untersuchungen über Platon, München 1910, 228-326; H. Windisch, Der zweite Korintherbrief (KEK), GOttingen 1924, 167.

1. En el NT el sustantivo etbo¡;; aparece sólo 5 veces. Tres de ellas, en el sentido pasivo de lo que se ve o se ofrece a la mirada, es decir, de la apariencia, de la forma, del aspecto (Liddell-Scott: «That which is seen: form, shape»), aparecen en los tres pasajes siguientes: Lc 3, 22 (a diferencia de Mc 1, 10); 9, 29 (a diferencia de Mc 9, 2); Jn 5, 37. En los dos primeros pasajes citados de Lucas, el empleo de etbo¡;; se atribuye al evangelista. En 3, 22 el Espíritu Santo desciende sobre Jesús «en forma corporal (awllaLlx6;l e'LbEL) como una paloma». En 9, 29 Lucas evita la expresión marquina IlELEIlOQ
2. Hay también significado pasivo en 1 Tes 5, 22, aunque aquí dbo¡;; debe traducirse por clase: «¡Manteneos alejados de toda clase de mal!» La Vulgata, en los 5 pasajes del NT, traduce dbo¡;; por species. Sobre el significado de

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1171

clase cf. Liddell-Scott, s. v. III; Bauer, Worterbuch, s. v. 2; además, Moulton-Milligan, s. V., quienes hacen referencia a la expresión Jtuv'toe; EL60ue;, «of every kind», que aparece con frecuencia en los papiros. Josefo, Ant X, 37 tiene Jtav E160e; JtOVl]QlUe;. 3. Se discute si hay también sentido pasivo en 2 Cor 5, 7, como afirman Windisch, Kittel (372) y Dupont (109 nota 2). Bauer, Worterbuch, s. v. 3 y Lietzmann-Kümmel, An Die Korinther 1/11' (HNT), 120s Y 203, abogan por la traducción activa: «visión». R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), sub loco aboga (¿equivocadamente?) por ambas interpretaciones. Passow 1, 783 Y Liddell-Scott no conocen un sentido activo de cl60e;. Pablo en 2 Cor 5, 7 habla en forma de máxima sobre la vida de los cristianos durante este tiempo (v. 6: «alejados del Señor en tierra extraña, ... en el cuerpo»); «Porque caminamos 6lU Jtla'tEOJe; y no 6lU d60ue;». 6lá con genitivo se emplea aquí en sentido modal (para referirse a la manera o a las circunstancias concomitantes en que «se camina»; cf. ThWNT H, 65, 13-28). Se habla positivamente del caminar «en la fe», pero esto no quiere decir que se entienda también en sentido activo lo opuesto, lo que se niega (<<en la visión»). La frase es interpretada acertadamente por Kittel refiriéndola a la esfera «en la que dependemos de la fe y en la que no hay 'forma visible'» (372). Claro está que no se trata, en todo ello, de la «forma que han de adquirir los cristianos», como sospecha el autor citado (refiriéndose a 1 Jn 3, 2: «Aún no se ha manifestado lo que habremos de ser»). Kümmel (An Die Korinther I/H, 203) observa acertadamente: «Pero entonces los sujetos de la acción de creer y de la acción de ver no son los mismos, y falta por completo una conexión». Por el contrario, se conserva la identidad de los sujetos, cuando E160e; se entiende como la manifestación concedida por Dios de la realidad escatológica (en sentido global; o de Cristo, cf. vv. 6.8) que ha de ser vista por nosotros, o como la visión (recíproca), «cara a cara», que Dios va a hacernos posible (1 Cor 13, 12; cf. Núm 12, 8 LXX; cf. también Rom 8, 24s).

En la medida en que se mantenga la interpretación «escatológica» de Elooe;, podremos adherirnos a la interpretación de C. K. Barret, 2 Corinthians (BNTC), sub loco. Nosotros no confiamos «en la apariencia de las cosas». «Nosotros vivimos creyendo en el Cristo ausente e invisible, no contemplando formas visibles». La máxima de 2 Cor 5, 7 «expresa un contraste con la piedad místico-extática» (Windisch). Según H. Jonas, Gnosis und spiitantiker Geist II/l, Gottingen 1954, 48, este texto es «una afirmación fundamental cristiana de carácter antignóstico, en la cual el JtEQlJtU'tELV, en una faceta de la oposición, es tan esencial como la JtLa'tle;: en el 'ElOOe;', es decir, en la yvwme; definitiva, no hay ya JtEQlJta'tELV, es decir, no hay ya temporalidad». Sin embargo, la identidad entre dooe; y yvwmc; (como piensa también W. Schmithals, Die Gnosis in Korinth, Gottingen 31969, 256) no es tampoco admisible, como se indicó anteriormente. No obstante, es posible que Pablo, en su polémica, no dispusiera de libertad para elegir su terminología (cf. Schmithals, Die Gnosis in Korinth)

1173

E'LOWAov

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos-

3. Campo referencial - 4. El grupo de palabras en Pablo.

Bibl.: F. Büchsel, dbwAOV liTA., en ThWNT 11, 373-378; H. Conzelmann, 1Kor (KEK), Gottingen 1969, 164-178,200-212; J. W. Drane, Paul, Libertine or Legalist?, London 1975; G. D. Fee, Etbw!..ó1'hn:u Once Again: An Interpretation of ICor. 8-/0: Bib 61 (1980) 172-197; G. Fohrer-B. Reicke-K. Stendahl, en BHH 1, 602-605; W. G. Kümmel, Die iilteste Form des Aposteldekrets, en Id., Heilsgeschehen und Geschichte, Marburg 1965,278-288; W. Mundle, en DTNT 11,338340; H. D. PreuB, en DTAT 1, 302-305; W. Schmithals, Die Gnosis in Korinth (FRLANT 66), Gottingen '1969,212-217; S. Schwertner, en DTMAT 1,262-264; H. Frhr. von Soden, Sakrament und Ethik bei Paulus en Das Paulusbild in der neueren deutschen Forschun~ (WdF 24), Darmstadt 1964, 338-379; G. TheiBen, Los fuertes y los débiles en Corinto. Análisis sociológico de una disputa, en Id., Estudios de sociología del cristianismo primitivo, Salamanca 1985, 235-255; J. WeiB, IKor (KEK), Gottingen '1925, 210-213. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1066.

dbroAOV, OU, TÓ eidolon ídolo, imagen de

l. d6OJAov y los compuestos d6OJAó{}uwv (de d6OJAov y ---> MOJ), d6OJAoAá'tQl]e; y d6OJAOAU'tQlU (de d6OJAov y ---> AU'tQELU) son expresiones típicas de Pablo y principalmente de la Carta primera a los Corintios. Y, así, de las 11 veces que aparece d6OJAov, 7 se encuentran en Pablo (4 en 1 Corintios); de las 9 veces que aparece d6OJAÓ{}UWV, 5 se encuentran en Pablo (todas ellas en 1 Corintios); de las 7 veces que aparece d6OJAOAá'tQl]e;, 4 se encuentran en Pablo (todas ellas en 1 Corintios), y de las 4 veces que aparece d6OJAOAU'tQlU, 2 se encuentran en Pablo (una en 1 Corintios). Asimismo el hapax legomenon LEQÓ{}uwv (---> LEQÓe; y {}úOJ), que en cierto modo es sinónimo de d6OJAÓ{}UWV, aparece en 1 Cor 10, 28. Por lo demás, EL6OJAOV aparece 2 veces en Hechos y una vez en 1 Juan y otra vez en Apocalipsis; d6OJAOAá'tQl]e; aparece u~a vez en Efesios y 2 veces en Apocalipsis; El6OJAOAU'tQLU aparece una vez en Colosenses y otra vez en 1 Pedro.

una divinidad, divinidad (pagana), ídolo* d6OJAÓ{}U't'OV, OlJ, 'tó eid6lothyton carne sacrificada a ídolos* d6OJAOAá'tQl]C;, OlJ, Ó eid6lolatres idólatra* dOOAOAa'tQlU, uC;, 1Í eid6lolatria idolatría* LEQÓ{}lJ'tov, OlJ, 'tó hierothyton carne de animales sacrificados*

2. dOOJAov se deriva de t6E1v, «ver» (---> óQáOJ; ---> cl60e;, «forma»); significa primeramente forma, imagen, pero ya en Homero aparece con el significado de imagen de sombras e imagen engañosa (las «almas» en la región de los muertos son d6OJAu; ---> 'lj!uxrí);

G. Schneider

dbroAEiov, OU, TÓ eid6leion templo idolátrico* 1 Cor 8, 10: EV d60JAELcp 'X,a'tU'X,ELftEVOV, «sentado a la mesa en el templo idolátrico»; ---> EL6OJAOV 2 y 4.b.

dbroAó-3UTov, OU, TÓ eid6lothyton carne sacrificada a ídolos ---> d6OJAov (4.b). dbroAOAáTQ1)~, OU, Ó eid6lolatres idólatra ---> E'L6OJAOV (3).

dbroAoAaTQta, a~, 1t eidololatria idolatría --->

d6OJAov (3).

1174

según Platón, las distintas cosas, por su escaso contenido óntico, no son más que simples EL60JAU en comparación con las ideas. Puesto que, según la fe del AT, las divinidades paganas son impotentes o carecen incluso de toda realidad, vemos que en la LXX pudo utilizarse perfectamente el término EL6OJAOV, que según la tradición lingüística griega indicaba la inexistencia, para traducir los términos hebreos que se refieren a las imágenes de los dioses e ídolos paganos y a los dioses (paganos), tanto más que para el AT ambos conceptos coinciden (cf., por ejemplo, Sal 113, 12 LXX: los ELOOJAU [en hebreo 'a.)'abfm] plateados y dorados de los gentiles son obra de hombres; 1 Crón 16, 26 LXX, donde se establece el contraste entre los E'L6OJAU [en hebreo 'elflfm] de los gentiles y Dios que hizo el cielo). Es muy significativo que la LXX no haya traducido nunca los términos hebreos para designar las imágenes de los dioses mediante el vocablo griego clásico y usual, que era 't0 aYUAftU (inversamente, EtOWAov es desconocido en el griego clásico con la acepción de <
1175

e'()WAOV

22, 15); la eL()WAOAU1;QLU es la idolatría, el culto de los ídolos (l Cor 10, 14; Gál 5, 20; Col 3, 5 [en este caso, para caracterizar a la codicia ~ JtACOVE;LU]; 1 Pe 4,3); ambos términos se encuentran únicamente en el NT y en los escritos dependientes de él. 3. El()WAOV y sus derivados aparecen constantemente junto con «fornicación» (~ JtoQvdu), «fornicar» (JtoQvEiJom) o «fornicador» (JtóQvo~), a menudo en contextos parenéticos (algunas veces en catálogos de vicios; cf. S. Wibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Berlin 1959, 77ss): El()WAOV, en Hech 15, 20; Ap 9, 20s; eL()w/..ó{tlJ'tOV, en Hech 15,29 Y 21, 25: el denominado Decreto de los apóstoles (~ 4.b); Ap 2, 14.20; eL()WAoAáTQl'J~ en 1 Cor 5, 11; 6, 9; Ef 5, 5; Ap 21, 8; 22, 15; eL()WAOAa't"QLU en 1 Cor 10, 14 con referencia al v. 8; Gál 5, 19s; Col 3, 5. Sorprende que eL()WAOAáTQl'J~ o eL()WAOAUTQLU no figuren nunca en. primer lugar en el catálogo de vicios. Pero en Rom 1, 18ss, donde estos términos no aparecen pero sí la realidad significada por ellos, vemos que -según Pablo- todos los demás vicios tienen su fundamento en trocar a Dios por los ídolos. 4. a) En 1 Tes 1, 9 Pablo utiliza el concepto de El()WAOV en una expresión tomada de la predicación misionera de los judíos, a la que él da una interpretación cristiana en el v. 10. Claro que aquí no aparece la sorna a la que se recurre tan frecuentemente en el AT al entablar polémica contra los dioses (cf., a propósito, PreuB, 306ss). (Por el contrario, en Gál 4, 8s, donde no se trata de la conversión a Dios, sino de la acusación de reincidencia en el paganismo, el tono es despectivo: ahora bien, a las divinidades paganas, aquí no se las llama E'()WAU, sino «débiles y pobres elementos [del mundo]», ~ OTOLXELOV.) 4. b) En una cuestión que atañe a la conducta de los cristianos, a saber, si les está permitido comer carne sacrificada a los ídolos,

1176

Pablo en 1 Cor 8, 4 recurre a la tesis propugnada por los corintios de tendencias gnósticas como argumento contra los «débiles» (~ ao{tEV1Í~ 4): «Un ídolo (E'()WAOV) no tiene existencia real en el mundo» (y, en consecuencia, ¡no existe tampoco carne sacrificada a los ídolos!). Ellos basan esta tesis en la «proposición fundamental de la confesión de fe» (Conzelmann, sub loco) de que no hay más que un solo Dios (~ d~). Pero Pablo no entiende esto como una afirmación ontológica, como si no existieran seres sobrenaturales junto al único Dios. En lugar de eso, en el v. 5 (de manera parecida en Gál 4, 3.8s), Pablo cuenta -como lo hacían todos en la antigüedad- con la existencia (eLOLV!) de los «denominados dioses» en el cielo y en la tierra, y desde luego con muchos dioses y con muchos señores. «Puede que sean existentes en el sentido de que se hallan presentes en el mundo y poseen cierto poder -y Pablo mismo está convencido de que existen. Pero no son dioses» (Conzelmann, 170; de manera parecida von Soden, 340). En el v. 6, Pablo pasa de lo ontológico a lo existencial: «Pero para nosotros» no existe más que un solo Dios; para la existencia de los creyentes él es el único poder determinante. Por tanto: ¡«Para nosotros» no existen los El()WAU! Para quien tiene fe en que los demonios no pueden hacerle nada, la consecuencia sería burlarse de ellos, siempre que se ofrezca la ocasión, comiendo carne sacrificada a los ídolos (WeiB, 212: «llegando hasta una osadía consciente»). Ahora bien, para Pablo, lo que se discute no es una cuestión dogmática sino la conducta que debe seguirse dentro de la comunidad concreta: a causa de la conciencia débil (~ olJvd6l'JOL~) de los que comen la carne sacrificada considerándola como tal, el «fuerte» (este término no aparece en un contexto análogo sino en Rom 15, 1 ~ 6lJVUTÓ~) no debe hacer que su propia libertad sea ocasión de tropiezo para el débil (l Cor 8, 7ss; 10, 28s;cf. también Rom 14s). Pablo adopta su decisión, dejándose mover aquí por razones pastorales en máyor grado que lo había

1177

e'()WAOV

hecho antes en Gálatas, donde él no tuvo miramientos con la conciencia débil de los gálatas (Drane, 67ss). Ahora bien, esta exigencia de que se tenga miramientos con los débiles no debe interpretarse, con Mundle (119), en el sentido de que Pablo no apruebe en el fondo que se coma de esa carne. Allá donde no sean necesarios tales miramientos, ¡el fuerte podrá comer sin reparos carne sacrificada a los ídolos! Claro que cuando Pablo, en 1 Cor 10, 19s, con ocasión de una advertencia contra la idolatría (v. 14), comenta que, para aquellos que sacrifican (~ {t'Úw), la carne sacrificada a los ídolos o el ídolo «es algo» (TL EOTLV = «tiene poder»!), entonces no se refiere ya a la cuestión de si es lícito o no comer o comprar esa carne, sino que piensa en la situación especial de quien recibe una invitación a participar en un banquete de culto pagano. En este caso, él pronuncia un rotundo ¡no!, porque se trata de la invitación a participar en una comunión de mesa celebrada específicamente en nombre de una deidad pagana (se ofrecen ejemplos en: H. Lietzmann, Der erste Brief an die Korinther [HNT], 49ss). Semejante communicatio in sacris significa exponerse al poder .de los demonios - aun prescindiendo de que la participación se considerará como reconocimiento de que puede tributarse culto a los dioses paganos.

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mer lícitamente la carne sacrificada a los ídolos. Para la mayoría de los miembros de la comunidad de Corinto (sobre la estructura sociológica cf. 1 Cor 1, 26ss), la carne no era seguramente un alimento cotidiano (TheiBen, .239ss). Los cristianos con bajo nivel social comían carne, a lo sumo, con motivo de las distribuciones públicas de carne en determinadas ocasiones (los textos y la bibliografía pueden verse en TheiBen, 240s). Conzelmann (207s) niega además que toda la carne que se vendía en el mercado procediera de las víctimas de los sacrificios. Por justa que sea la objeción en algunos aspectos (porque, si no hubiera «demanda» de esa carne, no tendría sentido lo que se dice en 1 Cor 10, 25.27), parece que lo ordinario era que en el mercado se ofertara carne procedente de animales sacrificados según los ritos paganos. (En Pompeya, donde se han conservado todas las instalaciones, la carnicería queda significativamente cerca de la capilla del divino César; cf. el esquema en Lietzmann, 52; por lo que respecta a Corinto, donde se ha encontrado una inscripción en la que se lee «macellum», cf. H. J. Cadbury: JBL 53 [1934] 134ss). Al menos la carne de vacuno procedía casi exclusivamente de los sacrificios asociados con banquetes públicos (H. W. GroB: Pauly, Lexikon I1I, 263). Por eso, es muy significativo que Pablo no diga que, cuando lo exija la consideración con el hermano «débil», los corintios deban comprar Puesto que aquí se piensa en una situación disen el mercado carne que no proceda de animatinta de la contemplada en 1 Cor 8, 1-13; 10,23les sacrificados según los ritos paganos. 33, no hay necesidad alguna de atribuir -con WeiB, Schmithals y otros- 1 Cor 10, 1-22 a una Surge espontáneamente la cuestión de si los carta paulina anterior que la que corresponde a 8, «fuertes» no habrá que buscarlos en buena parte 1-13; 10,23-33 (en contra de WeiB habla convinentre las filas de los ricos que había en la comucentemente von Soden, principalmente 358ss). Ahora bien, hay que conceder que la hipótesis de nidad: personas que, por su condición social, se la partición de la carta es plausible; además, Ev inclinaban más fácilmente a una postura más liEI,()WAeL
1179

ELOWAOV - dx,wv

La autorización condicionada para comer carne de animales sacrificados a los ídolos, en la Carta primera a los corintios (confirmada por Gál 2, 6: oVOÉv!) demuestra que el denominado Decreto de los apóstoles (cf. , a propósito, principalmente Kümmel; H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT], 92s), que entre otras cosas prohíbe comer esa carne (Hech 15, 29), no debe considerarse ni mucho menos como la decisión de un sínodo de la misión entre los gentiles (el denominado «Concilio Apostólico»). Mundle armoniza inadmisiblemente 1 Cor 10, 32 con Hech 15, 21 para dar margen a que el decreto fuera decidido por el sínodo (119: «Esta prohibición adoptada en el concilio apostólico ... presupone que en él judíos y cristianos llegaron a un acuerdo de principio». ¡Así que Pablo habría llegado a un «acuerdo de principio» [!] con los judíos!). Además, el decreto difícilmente habría sido aceptado más tarde por Pablo (Rom 14, 20ss!; otra cosa piensa A. Strobel: NTS 20 [1973-1974] 177-190). H. Hübner

1180

que están sentados en 24 tronos y cuya tarea consiste en adorar a Dios. El número procede po'siblemente de multiplicar por 2 el número de las tribus de Israel. Quizás desempeña también un papel 1 Crón 24, 5ss; 25, lss (la división de los sacerdotes y los levitas en 24 clases). Según TestAd 4, 19 los poderes angélicos ofrecen adoración y sacrificios durante las (24) horas del día y de la noche. La astrología babilónica conoce 24 divinidades estelares, a las que se designa como 6LXUO"tUL "tGlv OAWV (Diodoro Sículo 11, 31,4; sobre lo que sigue cf. G. Bomkamm, en ThWNT VI, 668s). Hay que hacer referencia, además, a los 24 yazatas que constituyen la corte de dioses de Ahura Mazda, y finalmente hay que señalar que 24 es considerado por los pitagóricos como el número del cosmos. Probablemente el número 24 simboliza en el Apocalipsis una totalidad. H. Weder

dxñ

eike (adv.) por nada, en vano, inútilmente * En Rom 13, 4, acompañado de una negación: «no en vano, no inútilmente»; Gál 4, 11; 1 Cor 15, 2: en vano; Gál 3, 4 (bis): por nada, inútilmente; Col 2, 18; Mt 5, 22 Textus Receptus: sin razón. ElXO(Jt eikosi veinte*

1. eLXOOl sin otras combinaciones aparece únicamente en Hech 27, 28 (veinte brazas, tecnicismo naval; 1 braza = 1, 85 m aproximadamente).

2. También aparece en combinaciones: ELXOOl XLALá6wv (Lc 14, 31: 20.000); eLXOOl nÉv"tE (Jn 6, 19: 25 estadios = 5 km aproximadamente); Éxu"tov E'(XOOL (Hech 1, 15: 120); ELXOOl "tQd~ XLALá6E~ (1 Cor 10, 8: en un día cayeron 23.000, alusión a Núm 25, lss; 5, lss, pero allí se habla de 24.000, cf. Núm 25, 9, cf. la v.l. en 69 y 81 etc.). En el Apocalipsis aparece con frecuencia ELXOOL "tÉOOUQE~: 4, 4 (bis).lO; 5, 8.14 v.l.; 11, 16; 19,4. En todos estos pasajes se habla de los 24 «presbíteros» (-> nQwl3ú"tEQO~),

eika ceder, doblegarse* Gál 2, 5: oI~ oME nQo~ wQuv eLSUflEV "tft ú:n:o"tuyft, «ni por un momento nos doblegamos a ellos». ftXOl

dXÓlV, ÓVo;, Í) eikan imagen, semejanza, arquetipo * 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial - 3. Empleo literal 4. Empleo metafórico - 5. <
Bibl.: P. Althaus, Das Bild Goltes bei Paulus: ThBl 20 (1941) 81-92; A. Altmann, Homo lmago Dei in Jewish and Christian Theology: JR 48 (1968) 235-259; J. L. Aurrecoechea, Los títulos cristológicos de Colosenses 1, 15-16, su origen y significado: Estudios Trinitarios 8 (1974) 307-328; J. M. Bover, lmaginis notio apud B. Paulum: Bib 4 (1923) 174-179; D. M. Cressan, 1mago dei. A Study in Philo and St. Paul, tesis St. Patrick's College, Maynooth (Irland) 1959; P.-E. Dion-D. Fraikin, Ressemblance et image de Dieu, en DBS X, 365-414; E-W. Eltester, Eikon im NT (BZNW 23), Berlin 1958; O. Flender, en DTNT 11, 340s; H. Hegermann, Die Vorstel/ungen vom Schopfungsmittler im hel/enistischen Judentum und Urchristentum (TU 82), Ber1in 1961; M. D. Hooker, Adam in Romans 1: NTS 6 (1959-1960) 297-306; N. Hyldahl, A Reminis-

1181 cence of the OT at Romans i. 23: NTS 2 (1955-1956) 285-288; J. Jervell, lmago Dei. Gen 1, 26s im Spdtjudentum in der Gnosis und in den paulinischen Briefen (FRLANT 76), Góttingen 1960; 1. D. Karividopou1os, «Eixwv 8EOU» xaL «XUl:' ELxóva 8EOU» 1taQU "t0) 'An:. Il mí A<¡J. Ai XQW"tOAoytXaL ~áaELI; "ti'j<; IlauAdou av{tQW1tOAoy[a<;, Thesaloniki 1964; K. Kerényi, 'AyaAfla, ELXWV, ELc'íWAOV: Demitizzazione e imagine. Scritti di E. Castelli (Archivio di Filosofia 1962 IIII), Padova 1962, 161-171; G. Kittel, ELXWV, en ThWNT n, 380-386, 391-396; H. Kleinknecht, ELXWV, en ThWNT n, 386s; J. Kürzinger, LU[l[lÓQcpou<; ti'j<; ELXóvo<; toU ULOU mhou (Rom 8, 29): BZ 2 (1958) 294-299; E. Larsson, Christus als Vorbild. Eine Untersuchung zu den paulinischen Tauf- und Eikontexten (ASNU 23), Uppsala-Kopenhagen 1962; A. R. Leaney, «Conformed to the lmage of His Son» (Rom VIII. 29): NTS 10 (1963-1964) 470-479; E. Lohse, lmago Dei bei Paulus, en Libertas Christianorum (FS. F. Delekat) (BEvTh 26), München 1957, 122-135; B. L. Mack, Logos und Sophia (StUNT 10), Góttingen 1973,166-171; S. V. McCasland, «The lmage ofGod» according to Paul: JBL 69 (1950) 85-100; K. Prümm, Reflexiones theologicae et historicae ad usum paulinum termini «eikon»: VD 40 (1962) 233-257; K. L. Schmidt, Homo imago Dei im Alten und Neuen Testamen!: Eranos-Jahrbuch 15 (1947) 149-195; P. Schwanz, lmago Dei als christologisch-anthropologisches Problem in der Geschichte der Alten Kirche von Paulus bis C1A1 (Arbeiten zur Kirchengeschichte und Religionswissenschaft 2), Halle 1970; E Sen, Se recupera la verdadera lectura de un texto muy citado: Cultura Bíblica 24 (1967) 165-168; C. Spicq, Notes, Suppl 202-210; A. Struker, Die Gottesebenbildlichkeit des Menschen in der christlichen Literatur der ersten 2 Jahrhunderten, Münster 1913; H. Willms, Eikon. Eine begriffsgeschichtliche Untersuchung zur Platonismus, Münster 1935.

1. El término ELXWV aparece 23 veces en el NT y se cuenta, por tanto, entre los vocablos que aparecen con mediana frecuencia en el NT. En los Sinópticos se encuentra una sola vez en triple versión paralela (Mc 12, 16 par. Mt 22, 20/ Lc 20, 24), mientras que Pablo y Colosenses muestran una frecuencia mayor: en Romanos aparece 2 veces, en 1 Corintios 3, en 2 Corintios 2, en Colosenses 2; Hebreos tiene una sola referencia (10, 1). Apocalipsis, con sus 10 referencias, muestra la mayor frecuencia absoluta y también la mayor frecuencia relativa en el empleo de este término. 2. El número relativamente escaso de veces que se halla documentado este término no debe llamarnos a engaño sobre el extenso es-

1182 pectro de sus contenidos semánticos y sobre la amplitud de su campo referencial. Además de la imagen física en sentido propio (la efigie en una moneda: Mc 12, 16 par.; la estatua a la que se rinde culto: Apocalipsis; probablemente también Rom 1,23), existe un dilatado empleo metafórico que se extiende desde la afirmación de que el hombre es imagen de Dios (1 Cor 11, 7) hasta el enunciado de que los creyentes «reproducell» la imagen de Cristo (Rom 8, 29). En el empleo metafórico de ELXWV en Pablo pueden distinguirse tres sectores de imágenes (Schmidt, 164; McCasland, 85-88; Eltester, 130-166; Schwanz, 17), que se deslindan entre sí de la siguiente manera, según sean los correspondientes portadores de la relación prototipo - reproducción: a) el hombre como imagen de Dios, b) Cristo como imagen de Dios, c) los creyentes en su relación con la imagen de Cristo. Este estado de cosas, habida cuenta sobre todo de la sorprendente independencia que existe entre estos sectores de imágenes, debiera ser para nosotros una advertencia para que evitemos por igual los intentos de armonización y los de derivar de una sola fuente todos los significados. 3. En Mc 12, 16 par. Mt 22,20/ Lc 20, 24, ELXWV designa la efigie del César en una moneda (cf. Artemidoro, Onicocr IV, 31), efigie que -como elemento pictográfico- juntamente con la correspondiente inscripción designa la identidad del soberano que ha hecho acuñar la moneda. En el Apocalipsis, ELXWV, en los 10 pasajes en que aparece este término, es clarísimamente una imagen de culto, fabricada como <
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eLXWV

te estatuas de dioses no puede demostrarse documentalmente sino más tarde (Platón, Leg 931 a; cf. Kerényi, 169ss), pero este empleo se impuso rápidamente (cf. Preisigke, W6rterbuch, s. v.). En la LXX eLXWV se convierte casi en el término técnico para designar a las esculturas que son adoradas (Dan 3,1.2.3.5.7.10.12.14.15.18 Ypassim) en actos de culto, y de esta manera se enlaza con el campo referencial existente en el Apocalipsis (JtOLÉW, JtÍJt'tw, JtQo<JxvvÉw x'tA.), de modo que podemos pensar que, seguramente, el autor del Apocalipsis tomó su material directamente de Dan 3. A pesar de las objeciones de E. Lohmeyer (Offenbarung' [HNT], 116), no puede dudarse de que las descripciones que hay en el Apocalipsis hacen referencia a actos que se celebraban en el culto imperial. En Rom 1, 23 Pablo cita el Sal 105, 20 LXX, sustituyendo no obstante la referencia al becerro de oro por la referencia al hombre y a una serie de tres clases de animales. ó¡.wLwf-tu procede de la cita y no necesita, por tanto, explicación, pero sí la exige seguramente la combinación pleonástica de óf-toLwf-tu con el término ELXWV, que suele ser un término sinónimo. La hipótesis de que Pablo quería recordar de esta manera que el hombre -según Gén 1, 26s- está hecho a imagen y semejanza de Dios (Jervell, 325ss), falla por el hecho de que la serie de clases de animales depende de ELXWV como sustantivo rector (E. Kasemann, An die Romer3 [HNT], 41). La serie de clases de animales no remite, como tampoco remite el sustantivo &v{}QwJto~, a Gén 1 (en contra de Hyldahl, 287; Hooker, 300), sino que corresponde a la habitual polémica judía contra los paganos. La combinación Ev Óf-tOLWf-tUn eLXÓVO~ puede resolverse como diferenciación que se hace entre la «forma» (dxwv) y la «reproducción» (óf-toLwf-tu) (H. Lietzmann, Romerbriej' [HNT], 32; H. Schlier, Romerbrief [HThK], 58) o como la diferenciación entre la «reproducción» y el «prototipo», que es «el original de esa reproducción, es decir, la cosa misma reproducida» (Kitte1, 393). Es posible también la explicación ofrecida por C. K. Barrett (Romans [BMTC], sub loco) y Kasemann (sub loco) en el sentido de que esa combinación debe entenderse como una for-

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ma intensiva: «carácter inferior, como de sombra» (Barrett) o «sombra de la imagen del hombre perecedero» (Kasemann); la interpretación más probable consiste en entender dxwv como genitivo epexegético: «imágenes que representaban ... » (H. W. Schmidt, Romerbriej' [ThHK], 36), quizás también una precisión hecha conscientemente mediante el empleo del término eLXWV, que había llegado a convertirse en término técnico por conducto de la LXX: «imágenes -en forma de ídolosque representaban ... ». 4. Es notable la contraposición que se hace en Heb 10, 1 entre OXLÚ y ELXWV, porque de ordinario ambos términos se emplean como sinónimos, o bien ELXWV es el término genérico que incluye en sí a OXLÚ (por ejemplo, Platón, Resp 50ge). Para conservar también en Heb 10, 1 esa sinonimia, Sen (168) prefiere la variante textual del p" y sustituye ovx 't~v por xuL Sin embargo, hay que tener en cuenta que la oposición entre OXLÚ y EtXWV corresponde a la antítesis entre OXLÚ y owf-tU en Col 2, 17; al igual que este último par de conceptos, pretende distinguir seguramente entre la apariencia exterior y la esencia misma de algo. Esta interpretación se ve apoyada por el cambio que experimentó el significado de dxwv en el griego helenístico, donde el concepto se fue desligando cada vez más de la limitación de expresar la idea de «fiel trasunto» y pasó a expresar toda la gama de matices que van desde «copia» (Plotino, Enn IV, 7), pasando por «característica esencial» y «manifestación visible», hasta llegar a «modelo» y «prototipo» (Luciano, VitAuct 18).

uv-

5. a) 1 Cor 11, 7 recoge la idea de Gén 1, 26s, pero lo curioso es que Pablo aquí limita el atributo de ELXWV al hombre y, con ello, se lo niega indirectamente a la mujer. Esto lo consigue Pablo entendiendo Gén 1, 26 a par" tir de Gén 2, 4ss (McCasland, 86; Jerwell, 110ss), donde 'iidiim no es nombre genérico para designar al ser humano, sino que como Adán -o nombre propio del varón- se contrapone a Eva, que es el nombre propio de la

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eLXWV

mujer. Por el orden sucesivo en que, según Gén 2, 4ss, se produce la creación del hombre y la de la mujer, y por la definición que en este pasaje se hace de la mujer como ayuda idónea para el hombre, Pablo deduce que la mujer está subordinada al hombre. La suposición indirecta de que la mujer no fue hecha a imagen de Dios está en correspondencia, en 1 Cor 11, 3, con la falta de inmediatez de la mujer en su relación con Cristo. Ambas cosas son el fundamento de la mayor vulnerabilidad de la mujer ante loS ataques de los demonios: una deficiencia a la que el varón no está expuesto por ser eLXWV de Dios y por estar ordenado directamente a su «cabeza» (--> XE
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(--> VÓ1Jf-tu), vemos que la argumentación paulina está anclada en la caracterización de Cristo como «imagen de Dios» dentro de la perspectiva de la revelación.

La asociación del concepto de eLXWV con la idea de la revelación tiene su analogía en Filón, para quien el Logos, como El,xwv de Dios, representa «la hipostatizada conocibilidad de Dios» (H. Jonas, Gnosis und spiitantiker Geist UII [FRLANT 63], Gottingen 1954, 75), por cuanto Dios ~e ~e­ vela a sí mismo en el Logos como en su ELXWV (Conf 96s). Ahora bien, a diferencia de Filón, para quien la revelación de Dios en el eLXWV es tan sólo un pobre expediente (Conf 148; AH IlI, 100), Pablo afirma la plena representación de Dios en su «imagen», la cual describe precisamente el modo divino de ser bajo el aspecto de la conocibilidad y en relación con el creyente. b) En Col 1, 15 lo que destaca en primer plano no es la función reveladora (aunque también se halla presente en este pasaje) sino la significación cosmológica de Cristo, porque él no es sólo «la imagen del Dios invisible» sino también «el primogénito de toda la creación». Por tanto, la cuestión acerca del significado de dxwv en el himno de Colosenses habrá que planteársela como una cuestión acerca de la relación entre Cristo y el cosmos (Eltester, 137). La designación de Cristo como «primogénito de toda la creación» se refiere al rango de Cristo como mediador de la creación en contraste con las criaturas, como queda expresado definidamente por las frases con preposición que aparecen en el v. 16. Este complejo de ideas, como el concepto de la revelación en 2 Cor 4, 4, no pueden derivarse directamente de los enunciados del AT acerca de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. No, sino que ambas afirmaciones acerca de Cristo como «imagen de Dios» se entienden tan sólo sobre el trasfondo de la doctrina judía acerca de la Sophia como mediadora de la creación y del mito gnóstico del Urmensch (el hombre primordial). Como mediadora de la creación, la Sabiduría participa en la creación y la conservación del mundo (Sab 7, 21.27) Y es entendida como fiel

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d'X,wv

imagen de la bondad de Dios (Sab 7, 26). Filón ~~ama a la Sabiduría uQxT¡v xai. ELxóva xai. oQaow {}eov (AH 1, 43). Sobre el trasfondo de

esta doctrina judía acerca de la Sabiduría se comprenden todos los enunciados de la primera estrofa del himno de Colosenses, exceptuada la afirm~ción del v. 18a de que Cristo es xEcpaAT¡ 'tov oOlfta'tO~ (Eltester, 140), para la cual hay que recurrir a la idea, ampliamente difundida, del Urmensch (el hombre primordial), que en el judaísmo helenístico se relacionó ya estrechamente con la especulación acerca de la Sophia. Por tanto, el puente entre los dos mythologoumena se tendió precisamente mediante el empleo del concepto de ELXWV (Kiisemann, Versuche 1, 40). Porque no sólo la Sabiduría es dxwv {}eov, sino que también el Urmensch (hombre primordial) porta la dxwv del Padre (CorpHerm 1, 12) y está creado a imagen de Dios (Filón, AH 1, 31ss). 7. a) En 1 Cor 15, 45-49, en el marco de su argumentación en favor de la resurrección de los muertos, Pablo recurre a lo antitípico entre el «primer» hombre y el «último» hombre, y fundamenta en esta antítesis la oposición existente entre el aWfta 'lj!'lJXLXÓV y el aWfta nVE'lJftatLXÓv (v. 44), a la que corresponde la contraposición entre lo «terreno» y lo «celestial» (v. 47). Este midrás sobre Gén 2, 7 se halla dentro de la tradición de las especulaciones sobre el Urmensch (hombre primordial), concretamente en su oposición antitética entre dos hombres, uno de ellos terreno y psíquico, y el otro, celestial y pneumático (E. Brandenburger, Adam und Christus [WMANT 7], Neuk:irchen-Vluyn 1962, 62ss). Esta antítesis aparece también en Filón, donde vemos que el hombre celestial, en contraste con el hombre terreno, está creado a imagen de Dios (All 1, 31s). Como el hombre ideal que es, debe distinguirse del hombre terreno (Op 134). Para exponernos lo antitípico que hay entre los dos «hombres», Pablo toma como punto de partida el carácter de esos hombres como representantes (v. 48; Rom 5, 12ss) de los hombres vinculados cOn ellos, porque el hombre terreno (Adán) y el hombre celestial (Cristo) son relacionados respectivamente con los miembros de sus correspondientes grupos, ya que éstos «portan» en sí la ELXWV

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de sus representantes. La catacresis, que asocia con ELXWV el verbo CPOQÉOl, correspondiente a la idea de llevar un vestido, se remonta a la mezcla gnóstica de las ideas del «vestido» y de la «imagen» (por ejemplo, en el Himno a la perla en los HechTom 108ss). Pablo utiliza, pues, un esquema gnóstico, pero lo modifica de manera característica mediante el uso del futuro cpoQÉaOftEV, con el que da una dimensión escatológica al esquema (atemporal por su propia naturaleza) de la relación arquetipo-imagen. b) Rom 8, 29 define la finalidad de la elección eterna de los creyentes por Dios. Y la define en el sentido de que éstos están destinados a «ser hechos conforme a la imagen de su Hijo». Limitar este acontecimiento a la participación en la resurrección corporal sería tan equivocado como entender el proceso en un sentido puramente presente. «El acontecimiento debe entenderse como algo que comienza en el presente, pero que pertenece decisivamente al futuro» (Schwanz, 52). Sorprende la asociación de la idea de ELXWV con el concepto de ---+ nQOl"tó'tOxO~ (cf. Col 1, 15.18), que indica raíces parecidas a las de la predicación de Cristo como imagen de Dios en el himno de Colosenses. Ahora bien, en Rom 8, 29 este enunciado no tiene una orientación cosmológica sino soteriológica, y sirve para describir el acontecimiento salvífica en los creyentes como la realidad de que éstos sean hechos conformes a la ELXWV de Cristo (en contra de Kürzinger). En contraste con 2 Cor 4,4 Y Col 1, 15, ELXWV en Rom 8, 29 no significa «reproducción» sino «arquetipo»: se trata de la relación de Cristo con los creyentes, y no de la relación de Cristo con Dios. En todo caso, está descaminada la extrapolación de que Cristo sea la imagen de Dios y de que los creyentes sean hechos conformes a la imagen de Cristo para deducir de ahí la realidad de que los cristianos sean imagen de Dios. c) El enunciado de 2 Cor 3, 18 se encuentra en estrecha relación con el de Rom 8, 29. Pablo afirma que los creyentes son «trasformados en la misma imagen» (a saber, en la imagen del Señor). Como en Rom 8, 29,

1190

1189

ELXWV no significa aquí «reproducción», sino que es una circunlocución para referirse a la cosa misma que es reproducida, es decir, a la esencia del Señor. Pablo piensa que los creyentes son hechos conformes a la esencia de su Señor, porque ellos también se convierten en la gloria (---+ 6ó~a) que ellos «con rostro descubierto contemplan en el espejo». Esta trasformación -representada como gradual o continua- se concibe como un proceso 6ó~l]~ EL~ 6ó~av, pero no como una mutatio magica, «sino como el divino poder que va haciéndose eficaz en la vida histórica de los creyentes» (R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 98). H. Kuhli

ano

fiAtXQí.vfta,

a~,

ÍJ

elikrineia pureza, in-

tegridad* dALXQLV'IÍ~, 2

eilikrines límpido, puro*

Bibl.: F. Büchsel, Eif.lXºlV~~ XÚ., en ThWNT n, 396

1. El adjetivo es un compuesto de ELAl] (poético: luz del sol, calor del sol; cf. ~ALO~) y XQLVOl (examinar); por eso significa: examinado a la luz del sol (observado a la luz del día), absolutamente limpio, puro, honrado, íntegro. De ahí que, junto a la ortografía usual ELALxQLVELa, se encuentre también la forma genuina, que es la aspirada, dALxQLVELa o dALXQLV'IÍ~.

2. Estos términos aparecen raras veces en la Biblia y en el NT. El sustantivo se encuentra en 1 Cor 5,8; 2 Cor 1, 12; 2, 17. El adjetivo aparece en Sab 7,25; Flp 1, 10; 2 Pe 3,1; cf. 2 Clem 2, 5; 32, 1; 2 Clem 9,8. 3. Con respecto al significado: a) Una de las características del vocablo consiste en que Pablo (lo mismo que el autor de 2 Pedro) lo emplea -sin excepción- a propósito de su apostolado. En primer lugar, se sirve de este término para expresar su sincero orgullo (xaúXl]aL~, 2 Cor 1, 12) por haber actuado con los corintios «en la santidad e integridad

concedida por Dios» (2 Cor 1, 12) Y por proclamar la palabra de Dios «10 mejor que sabe y a conciencia» (2, 17). Ahora bien, con ELALXQLV- expresa él también la finalidad que persigue con respecto a la conducta de sus destinatarios: Flp 1, 10; 1 Cor 5, 8 (incluyénse a sí mismo); cf. 2 Pe 3, 1. b) En 2 Cor 2, 17 ElALXQ LVELa se esclarece teológicamente mediante una triple determinación: ex {}wu (el autor), xa"tÉvav"tL {}wu (el juez) y fv XQLa"tQ:> (el medio). c) 1 Cor 5,6-8 ilumina este último aspecto. La levadura, según las ideas judías tradicionales, es imagen de la impureza. Pablo la interpreta, además, como símbolo de lo ya superado (de lo «antiguo»). Por eso, la masa no fermentada -es decir, el pan ázimo de la Pascua- es el símbolo de una vida nueva, pura (cf. v. 7: ex-xm'}áQa"tE) y verdadera. La base de esta vida es el sacrificio de Cristo, que fue inmolado como nuestro Cordero pascual. H. Goldstein dAtXQtVÍJ~, 2 eilikrines puro, incontami-

nado ---+ ELALxQLVELa.

ft,.,í. eimi ser 1. Aparición y usos del verbo en el NT - 2. Como verbo copulativo - 3. Como predicado verbal - 4. En combinación con preposiciones - 5. Con genitivo o dativo. Bibl.: J. Barr, Bibelexegese und moderne Semantik, (Oxford 1961) München 1965,64-77; T. Bomann, Das hebriiische Denken im Vergleich mit dem griechischen, Gottingen 61977, 27-39; F. Büchsel, d[,ll, ó en ThWNT n, 396-398; B1aB-Debrunner § 98, 127s, 189s; C. H. Kahn, The Greek Verb «to be» and the Concept of Being: Foundations of Language 2 (1966) 245-265; H. Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT), Tübingen 1974, 31; C. H. Ratschow, Werden und Wirken (BZAW 70), Berlin 1941; B. Reicke, en BHH I1I, 1759s; H. Zimmermann, Das absolute «Ich bin» als biblisches Offenbarungsforrnel, tesis Bonn 1951.

wv,

1. ELftL aparece en más de 30 formas gramaticales distintas en unos 2450 lugares del

1192

1191 NT, Y se halla distribuido por todos los escritos del NT. La mayoría de los testimonios se encuentran en Juan (unos 440), Lucas (unos 360), Mateo (unos 290) y Hechos (unos 280). d¡tt aparece con relativa frecuencia en 1 Juan (unas 100 veces), y en cambio se encuentra relativamente pocas veces en 1 Pedro (3 veces), 2 Pedro (13 veces), 2 Tesalonicenses (7 veces) y Filemón (3 veces). Entre las distintas formas de d¡tL, las más frecuentes son eo·tlv o Eonv (unas 900 veces), eLOLV (157 veces). d¡tt (140 veces), ~v (unas 315 veces); en futuro es bastante frecuente sobre todo la forma E01:at (118 veces), y en participio de presente, sobre todo la forma wv (44 veces). Una estrecha conexión entre el estilo de un documento del NT y su uso de d¡tt puede observarse en las afirmaciones lapidarias de la Carta primera de Juan (con sorprendente predominio de eO¡tÉv), y también en los «enunciados de revelación» del evangelio de Juan (-+ eyw 2), en donde además el infinitivo (que sólo aparece 3 veces) queda relegado en favor de la tercera persona del presente de indicativo (116 veces, frecuentísimamente con recitativo), mientras que precisamente Lucas y Pablo (sobre todo en Romanos) emplean con frecuencia el infinitivo y el participio de presente. En la mayoría de los pasajes, d¡tt se emplea como cópula (o verbo copulativo) entre el sujeto y el predicado (-+ 2). En tales casos, el sujeto puede mencionarse explícitamente o hallarse implícito en el verbo copulativo; asimismo, el predicado nominal puede mencionarse explícitamente o habrá que deducirlo del contexto; finalmente, el verbo copulativo puede suprimirse en proverbios y sentencias, en expresiones impersonales o en exclamaciones y también en preguntas (cf. BlaB-Debrunner § 127s). De esta manera surge la oración de predicado nominal, frecuente en hebreo, pero que no es rara tampoco en griego. En conexión con el participio de presente o de perfecto, d¡tt se usa en formas perifrásticas que sustituyen a las correspondientes formas verbales (principalmente en Lucas/Hechos, cf. BlaB-Debrunner § 352s), en todo lo

o'u

cual hay que suponer seguramente una influencia hebrea o aramea. La forma perifrástica no supone en la mayoría de los casos ninguna modificación del sentido, pero sí intensifica algunas veces lo que se expresa en los enunciados. d¡tt puede emplearse también como predicado verbal y entonces tiene casi siempre el sentido de estar presente, existir, vivir, permanecer o, en forma impersonal, hay, sucede, es (-+ 3). En combinación'con preposiciones, d¡tt sirve para designar el origen, la pertenencia, la orientación o, en general, el lugar de cosas y personas (-+ 4). Con genitivo o dativo EL¡tt puede expresar una relación de posesión o pertenencia (cf. BlaB-Debrunner § 189s) (-+ 5). 2. a) Como verbo copulativo, d¡tL pone en relación mutua el sujeto y el predicado nominal, por ejemplo, d ULOr;, EL 'tOiJ 'l'twiJ (Mt 4, 3); xut yaQ rUALAULOr;, EL (Mc 14, 70); ELr;, eonv ó ayu'l'tór;, (Mt 19, 17); establece una identificación entre el sujeto y el predicado, ó AÚXVOr;, 'toiJ ow¡tu'tór;, eonv ó Oq¡'l'tUA¡tÓr;, oou (Lc 11,34); cf. 1 Cor 9,2; especialmente en la interpretación de una parábola, por ejemplo, ó 6e aYQór;, eO'tLv ó xóo¡tor;, (Mt 13, 38; cf. 13, 37.29 bis), y en la fórmula de introducción de una parábola, por ejemplo, Ó¡tOLU EO'tLV ~ PUOLAdu 'tOOV oUQuvoov ... , «el reino de los cielos es semejante a ... » (Mt 13, 33.44). El predicado nominal hay que deducirlo a veces del contexto (1 Jn 3, 1). b) Con frecuencia encontramos en los evangelios la fórmula -+ EyW d¡tL sin determinación explícita del predicado, el cual debe deducirse por el contexto: 'l'tUQOELLE, EyW d¡tL (Mc 6, 50 par. Mt 14, 27; Mc 14, 62; Jn 4,26; 8, 28; 18,5; cf. también Mt 26, 22.25). c) La fórmula 'toiJ't' EO'tLV (y otras por el estilo) tiene una función explicativa, esto es, esto significa, a saber, y se emplea a menudo para traducir expresiones arameas, por ejemplo, en Mt 27, 46; Mc 7, 11.34; 9, 10;

1193 Lc 15, 26; 'ttVU 'l'tÉAEL 'tuiJ'tu ELVaL, «qué quiere decir esto» (Hech 17, 20); como en la interpretación de las parábolas (-+ 2.a), se acentúa el verdadero significado de algo previamente existente o ya enunciado, pero no se efectúa una identificación; algo parecido ocurre con la fórmula de dispensación 'tOiJ'tó eo'tLv 't0 ooo¡tá (uT¡tá) ¡tou, en Mc 14, 22.(24) par.; cf. 1 Cor 11, 24.25. Con el pan y el cáliz están presentes, cual verdadero sentido de los mismos, el cuerpo de Cristo y el nuevo pacto. La traducción más acertada sigue siendo «esto es ... » en el sentido de «ahí está presente». d) El d¡tL perifrástico sirve para la función gramaticalmente necesaria de conectar el participio de perfecto con el futuro (por ejemplo, en Mt 16, 19; 18, 18). Se usa también en otras situaciones sin modificación apreciable de significado con respecto a las formas no perifrásticas. Además de esto, se usa para recalcar de manera especial un enunciado o el aspecto nominal del verbo, propio del participio (por ejemplo, en Mt 19, 22; Mc 5, 14; 6, 52; Lc 23, 53; Jn 6, 50; Hech 22, 20; 25, 10; 1 Cor 7, 29; 15, 19; Gál 1, 22.23). Sirve también para acentuar la duración o la repetición habitual de una acción o de un estado (por ejemplo, en Mc 1, 22 par. Mt 7, 29; Mc 15, 43; Mt 10, 22; Lc 14, 1; 19, 47; Hech 1, 13.17; 2, 42; 3,10; Ef 4,18; tiene un peso especial ~v en Jn 1, 28: «donde Juan estaba y bautizaba ... »). V éanse también las expresiones impersonales :7tQÉ:7tOV eo'tLv (1 Cor 11, 13) Y 6Éov eo'tLv (Hech 19,36). e) d¡tt aparece en combinación con adverbios, por ejemplo, eyyur;, d¡tL, estar cerca (Mt 24, 33; Mc 13, 28); ¡tuxQav d¡tL, estar lejos (Mc 12,34); :7tóQQw d¡tL, estar lejos (Lc 14, 32); EV'tOr;, d¡tL, estar en medio (Lc 17, 21); oihwr;, d¡tL, serasí(Mt 1,18; Rom 4, 18; 1 Pe 2, 15); EO'tW OOL roO:7tEQ 'tEAWVr¡r;" «sea para ti como un recaudador de impuestos» (Mt 18, 17); 'to ELVat LOU 'l'tEip (neutro plural en función de adverbio), «ser igual a Dios» (Flp 2, 6).

1194

3. a) eL¡tL puede ser predicado verbal (casi siempre en imperfecto de indicativo) y entonces en contextos narrativos, significa ser, existir, vivir, estar, por ejemplo, 0-0 ~v 't0 :7tat6LOV, «donde estaba el niño» (Mt 2, 9); XUL ~v exd, «y permaneció allí» (Mt 2, 15; cf. Mc 5, 21); en la introducción a relatos y parábolas: av'l'tQw:7tor;, ~v, «érase (una vez) un hombre» (Mt 21, 33; Lc 16, 1, y passim; cf. también Mt 22, 25; 23, 30); también con el significado de suceder: OXLO¡tU ~v, «se produjo una división» (Jn 9, 16); 6d yaQ XUL ULQÉOELr;, EV 'Ú¡tLV ELVat, «es necesario que entre vosotros haya disensiones» (1 Cor 11, 19; cf. además Mt 24, 37); XUL EO'tat (seguido de futuro): «y sucederá que ... » (Hech 2, 17.21; 3, 23). Cuando se indica una hora o tiempo: ~v ... roQu €x'tr¡ (Lc 23, 44); ~v :7tUQUOXEU~ (Mc 15, 42); ~v éOQ't~ 'tOOV 'Iou6utwv (Jn 5, 1); ~v 6/:. oáppu'tOv (Jn 9, }4); estar presente, haber allí: 01J:7tW yaQ i]v :7tVEiJ¡tU (Jn 7, 39); :7táALV :7tOA.A.oiJ OXAOU ov'tOr;" «habiendo allí de nuevo mucha gente» (Mc 8, 1); cf. también ¡t~ ov'tor;, vó¡tou, «cuando no hay aún ley» (Rom 5, 13); seguido de infinitivo: oux EO'tLV, «no es posible» (1 Cor 11,20). b) Lo real, lo que ha sido llamado por Dios a la existencia, se llama 'ta OV'tU, por contraste con lo que no existe, 'ta ¡t~ ov'tu (Rom 4, 17; en cuanto a la creación del mundo a partir de la nada, cf. 2 Mac 7, 28; Herm [v] 1, 1, 6; en sentido figurado, se dice que la conversión es una nueva creación, JyA 8, 15). En 1 Cor 1,28 'ta ¡t~ OV'tU es una imagen para designar a los «indignos» que han sido elegidos, por contraste con 'ta OV'tU, es decir, aquellos que pudieran ufanarse de sí mismos, pero que de esta manera no responden a lo que Dios espera de ellos. c) Con arreglo a la designación que Dios hace de sí mismo, 'Eyw d¡tt ó WV o 'O wv (Ex 3, 14 LXX), vemos que ó WV es el nombre con que los judíos helenistas designan más corrientemente a Dios (Filón, Abr 12; Josefo Ant VIII, 350). En consonancia con ello, en ~l Apocalipsis encontramos tres veces ó WV como nombre para designar a Dios, según

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EL¡'Ú-

la «fórmula de los tres tiempos», una fórmula que resultaba familiar para la tradición griega desde Homero y era también familiar para la tradición judía (Büchsel, 397; Kraft): ó wv xal, ó ~v xal, ó ~QXÓ[.tfVOe; (Ap 1, 4 [en una bendición].8 [como autopredicación de Dios, en conexión con EyW d[.tL]; cf. Ap 4, 8 [en el clamor de una oración]). Y encontramos también este nombre dos veces en la fórmula ó wv xal, ó ~v (Ap 11, 17; 16,5 [también en el clamor de una oración y en la alabanza de Dios). La fórmula trimembre nos hace ver que ó ~v es violentado lingüísticamente para que haga las veces de participio; es también intencional el uso indeclinado de la fórmula que depende de la preposición unó, en Ap 1, 4. Lo que interesa al vidente es la alabanza del nombre de Dios que «viene» desde su ser eterno, de quien no se puede predicar ni que él llegó a ser (ó yeyovwe;, como en las fórmulas griegas) ni que es sencillamente un «devenir» atemporal (ó EOÓ[.tfVOe;). Es comparable el Eyro d[.tL de Cristo en Jn 8, 58: «Antes de que Abrahán naciera, yo soy». Según Heb 11, 6, lo que importa es la fe en «que Dios es» [o: en que hay Dios] (on EO'tw) y en que él deja que le encuentren; cf., a propósito de la fórmula, 1 Cor 8, 5: dnfQ dol,v AfyÓ[.tfVOL {}fOL..., pero con la elipsis de d[.tL en los vv. 4 y 6, donde se trata del único Dios. La omnipotencia de Dios es el tema de la eulogia de Rom 9, 5: Ó WV Enl, návLrov {}fÓe;, «Dios que tiene poder sobre todo». 4. Encontramos principalmente las siguientes combinaciones de d[.tL con preposición: d[.tl de;, «llegar a ser algo» (por ejemplo, de; oáQxa [.tLav, Mt 19, 5 [v. 6 dOLV ... oáQS [.tLa!]); 1 Cor 6, 16; de; Ol][.tELÓV dmv, «sirven como señal», 14, 22; E[.tOI, 6i: de; EAáXWLÓV EOLLV, «no me importa lo más mínimo», 4, 3; en lugar de un predicado en nominativo, de; LO €v dmv, «llegan a ser uno», 1 Jn 5, 8; cf. 2 Cor 6, 18; Heb 1, 5 [cf. BlaBDebrunner § 145, 1]). - d[.tl, EX como expresión de pertenencia o de origen (por ejemplo, EX LOU novl]Qou EOLLV, procede del maligno, Mt 5,37; cf. 26, 73; Jn 17, 16; 18,25; 1 Cor

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eL:n:ov

12, 15; EX LOU 6La~óAo'IJ EOLLV, <
eVfxa.

tlj'tfQ eiper si ciertamente, si es verdad que*

La conjunción fLnfQ, con excepción de 2 Tes 1, 6, se encuentra únicamente en Pablo (Rom 3,30; 8, 9.17; 1 Cor 8, 5; 15, 15; 2 Cor 5, 3 v.l.) y en 1 Pe 2, 3 v.l. Lo mismo que -> EávnfQ introduce una oración condicional que presenta una razón nueva pero decisiva para la apódosis. Tiene, pues, un matiz adicional de conjunción causal (cf. BlaB-Debrunner § 454, 2 con la nota 2): puesto que, Rom 3, 30 (v.l. EndnfQ, «dado que, ciertamente»); 8, 9.17; 2 Tes 1,6; xaL yaQ fLnfQ, «pues aunque, incluso si», 1 Cor 8, 5; fLnfQ aQa, «si es verdad que» (cf. aQa en griego clásico: «como dicen»), 15, 15. tLj'tOV eipon hablar, mandar, llamar l. Como aoristo segundo de AÉyw - 2. Con objeto en acusativo - 3. Con personas - 4. Sin objeto de la acción verbal - 5. «Mandar» - 6. «Pensar» - 7. «Llamar» - 8. «Predecir» - 9. Ninguna diferencia de significado con respecto a AÉyW.

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eL:n:ov

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; Moulton, Grammar III, 64, 237; Robertson, Grammar, s. v. en el índice analítico; Schmidt, Synonymik 1, s. v. en el índice analítico; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit (FRLANT 82), Góttingen '1971, en el índice analítico s. v. dJtEiv.

1. dnov (unas 925 veces en el NT) se emplea como aoristo segundo de AÉyro. Se emplea también, como aoristo primero, dna; sobre las demás formas verbales cf. Bauer, s. v. Concretamente, dnov se usa en el NT con los siguientes significados y construcciones: 2. Con objeto en acusativo: a) con acusativo de cosa: (Li¡V) uA~{}fLav, Mc 5, 33 (2 Cor 12, 6); cf. Jn 4, 18; Myov, Mt 26, 44; Jn 2, 22; 7, 36; 18, 9.32. Esta expresión debe entenderse negativamente en el sentido de «blasfemar», cuando va asociada con las preposiciones --+ de; (Lc 12, 10) Y -> xaLá (Mt 12, 32). La expresión me; Enoe; dnELv (<<para emplear la palabra justa»), muy difundida en el griego clásico, aparece una vez en el NT: Heb 7, 9 (cf. Wettstein, NT 11, 409). La pregunta LL EQOU[.tfV (<<¿qué diremos?») es una fórmula de transición utilizada por Pablo en Romanos (3, 5; 6,1; 7, 7; 8, 31; 9, 14.30). Las citas del AT se introducen a menudo con la construcción pasiva: LO Ql]'fri:v (úno X'IJQLO'IJ) 6La LOU nQO
c) dJtov se usa en construcciones elípticas, en las que hay que suplir un aULó deduciéndolo del contexto: Lc 22, 67; Jn 9, 27; 16, 4, Y otras por el estilo. Aquí hay que incluir también dnae;, «¡sí!»: Mt 26,25.64 la construcción (cf. Bauer, s.v. 1); hay paralelos en los escritos rabínicos y helenísticos (cf. Wettstein NT 1, 518a; Billerbeck 1, 990s); cf. la expresión parecida A.ÉyfLe;: Mc 15,2 par.; Jn 18, 37.

ov

ov

3. La persona (o personas) a quien (o a quienes) se dice algo, es (son) identificada(s): a) con el dativo: dnov LL LLVL (LWL), Mt 28, 7; Lc 4,23; 7, 40, y passim, b) con una preposición: nQóe;, Lc 1, 13.18.28.34; 4, 23; 5, 4; 12, 16, Y con mucha frecuencia en la doble obra de Lucas. En los casos mencionados, las palabras se dirigen directamente a las personas referidas; otra cosa sucede en Mc 12, 12; Lc 18, 9; 20, 19, donde hay que traducir «(decir) refiriéndose a». Con excepción de Mc 12,7.12 Y Rom 8, 31, la construcción de dnov con nQóe; se encuentra únicamente en la doble obra de Lucas. 4. Si dnov se utiliza sin objeto, entonces: a) el verbo aparece acompañado de adverbios u otros determinantes: con Ó[.tOLroe;, Mt 26, 35; moaúLroe;, Mt 21, 30; xa'frwe;, Mt 28,6; Lc 24, 24; Jn 1,23; 7, 38; Ev naQa~oAaLe; / 6L<1 naQa~oAfje;, Mt 22, 1, «hablar en parábolas I decir una parábola»; AÓY\fl, Mt 8, 8 par. Lc 7, 7, «decir una palabra» (para obrar la curación) - AÓY\fl es dativo instrumental. b) dnov se emplea en las cartas para introducir retóricamente una objeción que a uno se le viene a la mente: EQEL LLe;, u otras expresiones por el estilo: Rom 9, 19; 11, 19; 1 Cor 15,35; Sant 2, 18. c) dnov se usa para introducir un discurso en el que a menudo se determina más precisamente el sentido del verbo mediante el empleo de un participio; véanse los siguientes pasajes en los que dnov va acompañado de participios de diversos verbos: Mt 2, 8; 3, 7; 8,19; 9,12; 12,24; 15, 10; 17,7; Mc 6, 24; 8, 7; cf. principalmente la expresión unoxQL'frete; dnfv. Aparece con especial frecuencia

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1200

dnov - EtQ1ÍVY]

en Mateo (en contra de la fuente de Marcos o la fuente Q: Mt 3, 15; 4, 4; 11,4.25; 12,48, Y passim), pero aparece también en Marcos (a diferencia de Mateo y de Lucas: Mc 6, 37; 10, 51; 14,48) Y en Lucas (en contra de la fuente de Marcos: Lc 5, 22.31; 6, 3, Y passim). En contraste con esto, Juan prefiere coordinar los dos verbos: CtJtEXQL1'}l] xaL e'&tev, Jn 1,48; 2, 19; 3, 10, Y passim; cf. en los Sinópticos un solo testimonio de esta construcción: Lc 17, 20. d) dnov va seguido de on: Mt 28,7.13; Mc 16, 7; Jn 6,36; 7, 42, Y passim. 5. Algunas veces dnov encierra el sentido de una orden o mandato. Entonces va acompañado casi siempre de infinitivo: Mc 5, 43 (<<él ordenó [dnev] que [a la niña] le dieran de comer»); Mc 8, 7; Lc 12, 13; 19, 15, Y passim. O lleva también Lva y subjuntivo: Mt 4, 3 par.; 20, 21. 6. La expresión elJtOV EV alJ1:cp / EV 'tñ xaQ?Hq. au'tOiJ (quizás hay que incluir aquí también el pasaje de Mc 12, 17, --+ 3.b), «pensan>: Mt 9, 3; Lc 7, 39; 12, 34; 16, 3; 18,4. Rom 10, 6 es un hebraísmo y corresponde a 'amar belibó: Dt 8, 17; SallO, 6; 13, 1; Est 6,6. 7. el:rtov con doble acusativo significa llamar [= denominar]: Jn 10,35; 15, 15. 8. En pasajes como Mt 28, 6; Mc 14, 16; Lc 23, 13; Jn 14,28; 16,4, d:rtov tiene el significado de predecir. 9. No se observa ninguna diferencia de significado entre Myw y e'&tov. En el NT ambos verbos no sólo aparecen como lecturas variantes el uno con respecto al otro, sino que además se usan promiscuamente dentro de la misma frase: Mt 10, 27; 26, 25; Jn 15, 15. Además, en el NT no se encuentra nunca una diferencia de significado entre EAeyov, que es la forma imperfectiva de Myw, y dnov (cf. BlaB-Debrunner § 329). G. Lüdemann

d~l]VEÚro eireneuo conservar la paz, vivir

en paz* Mc 9, 50: eLQl]veúe'te fv aAA1ÍAot~, « .. .1os unos con los otros»; de manera semejante en 1 Tes 5, 13: eLQl]Veúe'te fv Éau'tOL~, « .. .1os unos con los otros»; Rom 12, 18: «A ser posible en cuanto de vosotros dependa, conserla paz con todos los hombres» (eL buva'tóv, 'to ES U[!&v, [!C'tu :rtáv'twv av{}Qw:rtwv eLQl]veúoV'te~) (cf. TestBen 5, 1); usado en sentido absoluto, 2 Cor 13, 11; --+ elQ1Ívl].

vad

Et~t1Vl], l]~,

tí eirene paz*

1. Aparición del término en el NT - 2. El mensaje de paz de Jesús en la tradición pre-sinóptica. - 3. L.a comprensión de los evangelistas - 4. Forma y contemdo de los enunciados paulinos - 5. Desarrollos en las cartas deuteropaulinas - 6. Las concepciones en los demás escritos.

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1201 siologie, en G. Picht y otros (eds.), Studien zur Friedensforschung IX, Stuttgart-München 1972, 96-173; A. Viigtle, Was ist Frieden? Orientierungshilfen aus dem NT, Freiburg i. Br. 1983; K. Wengst, Pax Romana, Anspruch und Wirklichkeit, München 1986; C. Westermann, Alttestamentliche Elemente in Lk 2, 120, en FS Kuhn, 317-327. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1069s.

1. eLQ1ÍVl] aparece en total 92 veces. Con excepción de la Carta primera de Juan, el término aparece en todos los escritos del NT, pero con la mayor frecuencia en los evangelios (25 veces), hallándose documentado 4 veces en Mateo, 1 en Marcos, 14 en Lucas (7 en Hechos), 6 en Juan. El término se encuentra también en Pablo (26 veces), sobre todo en Romanos (10 veces); por lo demás, donde aparece más frecuentemente es en Efesios (8 veces). 2. En la tradición pre-marquina, representada en Mc 5, 34, escuchamos en labios de Jesús la fórmula de despedida, familiar ya por el AT y el judaísmo: «¡Vete en paz!» (cf. Lc 8, 48; Jue 18,6; 1 Sam 1, 17; 20, 42; 29, 7; Jdt 8, 35). En conexión con los actos taumatúrgicos de Jesús, que hacen presente el reinado de Dios, la bendición significa la promesa -formulada con plena autoridad- de la salvación escatológica. Corresponde a la palabra del «anciano de días» en Hen [et] 71, 15: «El proclama la paz sobre ti en nombre del mundo futuro; porque de allí brota la paz desde la creación del mundo». En contra de los preceptos levíticos sobre la pureza, Jesús da por buena la fe de la mujer menospreciada socialmente y la acoge de nuevo en la comunidad. La observación críptica vinculada a la sentencia acerca de la sal en Mc 9, 50, en la instrucción dada a los discípulos, conduce a la exhortación a conservar la paz unos con otros (eLQl]VeÚCLV, Rom 12, 18; 2 Cor 13, 11; 1 Tes 5, 13). En la tradición sinóptica, la sentencia acerca de la sal tiene diversas formas (Mc 9, 49; Mt 5, 13; Lc 14,34; cf. Col 4, 6). Su lugar original en la instrucción de los discípulos y la valoración positiva de la sal señalan el poder eficaz del mensaje. Los discípulos, como

1202 portadores de la salvación, tienen que crear ya desde ahora una comunidad de paz. También los esenios (CD 6, 21s; 1QM 3, 5; TestDan 5, 2) y los fariseos (cf. Billerbeck 1, 215-218) conocen un mandamiento de la paz, orientado hacia la paz final. La expresión de este mandamiento, «perseguir la paz», tomada del AT (Sal 34, 15; Abot 1, 12; bSan 6b; cf. Rom 14, 19; 1 Pe 3, 11; Heb 12, 14), requiere más que una simple concordia y exige que en el propio ámbito social se realice la paz esperada. - La bienaventuranza dirigida a los que procuran la paz en Mt 5, 9, con la mención que se hace de los hijos de Dios y de la recompensa en el reino futuro (Sal 37, 11; 1QS 4, 7s; 1QH 13, 17; 15, 16), procede de ese mismo ambiente. En los logia de Mt 10, 12s / Lc 10, 5s Y Mt 10, 34 { Lc 12, 51, de la instrucción sobre la misión, en el material más reciente de Q, se sitúa a la última generación de Israel ante una elección definitiva. No hay que entrar en ninguna ciudad y en ninguna casa sin hacer la promesa de la salvación en forma de un saludo de paz o de la salutación angélica (Dan 10, 19; Tob 12, 17). El que la acepte, será un «hijo de la paz»; el que la rechace, permanecerá excluido para siempre de la salvación. En la sentencia del ~A{}OV (a propósito de hitfl §alóm cf. Billerbeck 1, 585s), con el motivo de la división entre los miembros de una misma familia (Mc 13, 12; Miq 7,6; Hen [et] 100, 1-2; Jub 23, 19s), Jesús no llama a los discípulos a empuñar la espada (cf. Mt 26, 52), sino que vaticina cruel persecución y la desintegración de la paz doméstica y de la tranquilidad y el orden en el propio pueblo. 3. Mateo entendió los macarismos en el sentido de una instrucción sapiencial (cf. Sal 34 y 37). ¡Feliz de aquel que concierta la paz antes de que llegue el fin! El que no se ha reconciliado con su hermano ni ha perdonado sus culpas, saldrá mal parado en el juicio final (Mt 5, 23ss; 6, 12ss; 18, 21ss). Hay que cargar sobre sí el suave yugo del Rey Mesías y aprender de la misericordia de Cristo (Mt 11, 28ss; 9, 13; 12, 7). Quien no ejercita la benignidad del Príncipe de la paz (Zac 9, 9 en Mt

1203 21, 1ss), no tendrá parte en su basileia futura (Mt 13,41; 16, 19). Mc 5, 34, con la promesa de paz, acentúa la fe en el milagroso poder de salvar que posee el Hijo oculto de Dios, y muestra cómo en la fe y en su experiencia de la salvación se desvela el misterio mesiánico de Jesús. Las despedidas en Lc 7,50; 8,48 (cf. 17, 19); Hech 16, 36 (cf. 15, 33) pertenecen más que nada al estilo bíblico de Lucas. En Lc 24, 36 se ha efectuado una interpolación secundaria, tomada de Jn 20, 19.26. Encontramos el uso técnico del término «paz» en Lc 14, 32 Y Hech 12,20, donde la expresión «pedir la paz» (fQO)'tdv/uhcL(J~m cLQtíVl']V), con TestJud 9, 7, significa la prudente sumisión al poderoso. En la imagen de Lc 11,21 se dice que hay que estar suficientemente pertrechado para custodiar los propios bienes. En el exordio de las palabras de Tértulo, en Hech 24, 2, se escucha claramente la idea de la paz imperial. En la doble obra de Lucas, el concepto vetero testamentario y judío de sa 10m se asocia, por un lado, con la idea de (JO)'tl']QLU en la concepción helenística de epifanía y, por otro lado, con la ideología de la pax imperial; véanse, a propósito, las inscripciones de Priene y Halicarnaso (ThWNT VIII, 1012); Virgilio, Ecl4; Aen VI, 791-807; Horacio, Carm IV, 5, 17 -40. En consonancia con esto hay que entender las leyendas lucanas del nacimiento. Es verdad que aparecen los motivos de la ideología del Oriente antiguo sobre el rey, que fluyen abundantemente en la literatura profética y apocalíptica (Is 52, 7; Nah 2, 1; SalSl 17,35; TestLev 18,4.12, etc.), pero Lucas limita estrictamente la prueba histórico-salvífica del Rey Mesías davídico al tiempo pasado de Jesús. Y, así, en Lc 1, 79, mediante una combinación de Is 9, 2; 42, 7; Sal 107, 10, muestra él el camino de la paz iniciado por Juan el Bautista y que conduce al tiempo de la salvación conseguida por la llegada del Rey de paz, a través de la predicación del arrepentimiento, la conversión y el perdón. Lucas, que es un helenista, piensa en conceptos históricos, no apocalípticos. Por eso, la alabanza del coro angélico ante el trono de

1204 Dios, en Lc 2, 14, ensalza la epifanía del Altísimo en aquel niño que está en la gruta, y la proclama como la demostración clemente del beneplácito divino (cf. 1QH 4, 32s; 11,9). Simeón ha visto en el niño la manifestación divina, y está ya dispuesto a morir, según Lc 2, 29, como expresa con una fórmula de quien va a partir de esta vida (Tob 3, 6; Billerbeck 11, 138s). Lo que los ángeles cantan, lo proclama también el clamor de júbilo de los discípulos con ocasión de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén con toda notoriedad (Lc 19,38). Lucas va más allá de los rasgos davídicos y declara que aquel que entra es el Dios-Rey. Por medio de él se difundirá desde Jerusalén sobre los gentiles la verdadera paz del reino de Dios, en contraste con la paz de Augusto. La lamentación -añadida- sobre Jerusalén hace ver claramente (Lc 19,42) que la ciudad no ha reconocido el momento de la visitación clemente de Dios O, 68.78; 7, 16; Hech 15, 14) Y tendrá que pagar con el asedio y la destrucción el rechazo del Rey salvador que se le había enviado (Lc 13, 34s; 21, 6.20ss; 23, 27ss). En 2, 34 y en las instrucciones dadas a los discípulos en 10, 5s y 12, 51, Lucas menciona ya la contradicción y la escisión de Israel. También Moisés, como se dice en el discurso de Esteban en Hech 7, 26, se esforzó en vano por una reconciliación pacífica entre sus compatriotas. Pero, a pesar de todo el rechazo y la persecución, el Kyrios universal, según Hech 10, 36, crea en el tiempo de la Iglesia un lugar de paz, en el cual la Iglesia se puede edificar (9, 31) y difundir (15, 33). Detrás de las palabras de despedida en Jn 14,27 y 16,33 se halla la autoridad del Revelador enviado a sus escogidos que se encuentran en el cosmos hostil a Dios. A ellos les deja su paz supraterrena1, que consiste en la unidad del Hijo con el Padre. El repetido saludo del Resucitado en Jn 20, 19.21.26 demuestra que los discípulos, en medio de la angustia que padece el mundo, siguen estando unidos dentro de la indestructible seguridad de esa relación intradivina. La estructura dualista del pensamiento de Juan separa el con-

1205 cepto óntico de la paz de las ideas del shalom propias de la apocalíptica, e impide la hipótesis de una anticipación de la paz escatológica.

1206 taso En los praescripta o «saludos iniciales» de Rom 1,7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1, 2; Gál 1,3; Flp 1, 2; 1 Tes 1, 1 Y Flm 3, Pablo modifica mediante el uso de XáQL~ una fórmula judía de bendición, «misericordia y paz», que se conserva en ApBar (syr) 78, 2 y que se escucha como un eco en Gál 6, 16. Excepto en 1 Tes 1, 1, Pablo se ajusta al uso litúrgico, conectando esta fórmula con «Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo». Con esta bendición Pablo promete a los destinatarios el don salvífico del Kyrios, tal como él lo describe más concretamente en el proemio de 1 Cor 1, 4-9 y lo desarrolla en la segunda parte de Gál1, 4: la XáQL~ la explica recogiendo una fórmula de ofrenda y haciendo ver que la «gracia» es la razón que fundamenta la salvación; la cLQtíVl'] la presenta él como un proceso de liberación, que consiste en hacer salir del presente eón malvado. En los deseos finales expresados en sus cartas, Pablo repite las declaraciones doxológicas de paz expuestas en los praescripta iniciales. En 1 Tes 5, 23; Flp 4, 9; Rom 15, 33; 16, 20 (cf. Heb 13, 20), Pablo utiliza la fórmula «el Dios de paz», que marca también su impronta en Rom 15, 13; 1 Cor 14, 33; 2 Cor 13, 11; 2 Tes 3, 16. Esta fórmula se deriva quizás de la expresión yhwh sa 10m que aparece en Jue 6, 24 y que se encuentra también en TestDan 5,2. Así que Pablo rodea sus cartas con el lazo del «vínculo de la paz» y acentúa el poder de cohesión del orden de la paz divina. En Rom 16, 20 utiliza la imagen apocalíptica de la lucha con el dragón (TestLev 18, 12; Ap 12, 7.12; 20, 1ss), procedente de la antigua ideología sobre el monarca, y presenta a la comunidad participando en la victoria cósmica final sobre Satanás. En 1 Tes 5, 3, Pablo -frente a una consigna de paz orientada en contra de la expectación del fin cercano- presenta la imagen de la súbita aparición de los dolores de parto (cf. Ez 13, 10; Is 66, 8).

4. En conexión con su doctrina acerca de la salvación, Pablo menciona la paz en Rom 5, 1 en paralelo con la idea de la reconciliación en 5, lOs (cf., a propósito, 2 Cor 5, 1821). Pablo va más allá de la fórmula de fe de Rom 4, 25 Yrecoge el texto de la justificación de Rom 3, 21ss y avanza en su pensamiento orientándose hacia la consumación de la paz, descrita en Rom 8. Por la fe en la reconciliación en la cruz, el hombre no se encuentra ya, como los judíos y los gentiles, bajo la cólera del juicio sino bajo el poder clemente de la justicia de Dios. Yendo en contra del quebrantamiento del pacto y de la obediencia a la ley (Rom 3, 17), Dios ha hecho que en la muerte expiatoria y en la resurrección de Cristo se impongan los derechos de Cristo. En esa resurrección ha quedado eliminada la antigua enemistad del hombre, su culpa y su ignominia en presencia de Dios. La nueva relación de paz con Dios lleva a la comunidad hacia su pleno desarrollo. La paz obra la santificación para el día de la parusía O Tes 5, 23). La justicia y el gozo del reino de Dios, liberados de las prescripciones de la ley, se consideran como el resultado (Rom 8, 6) y el fruto del Espíritu Santo (Gál 5, 22; Rom 2, 10; 14, 17). La estructura de paz, dada por el Espíritu Santo, plasma la vida en la comunidad. Las exhortaciones de Pablo se encaminan en esta dirección: hay que perseguir la paz (Rom 14, 19), mantener la paz unos con otros O Tes 5, 13; 2 Cor 13, 11; Rom 12, 18) Y hacer que la paz vele sobre el ~orazón y la mente (Flp 4, 7). Bajo la intensa mfluencia de la paz se ordenan las relaciones éticas O Cor 5), jurídicas (1 Cor 6, 1ss) y conyugales (1 Cor 7, 12ss). Según 1 Cor 14, 33, la paz rige y preside las reuniones para la celebración del culto divino, y hace posible -según 1 Cor 16, ll-la comunicación pacífica con el apóstol y sus colaboradores. 5. Dos importantes pasajes postpaulinos La «paz» es un concepto que aparece con son Col 1, 20 Y Ef 2, 14, que delatan el lenmucha frecuencia en las fórmulas de las carguaje de la liturgia bautismal o pertenecen al

1207 cántico de alabanza de Col 1, 15-20. El motivo del triunfo del Revelador sobre los poderes del cosmos -un motivo que procede de la gnosis- describe ahora la victoria del Hijo de Dios, sentado en su trono y triunfante después de su resurrección. Por eso, los bautizados no se encuentran ya bajo el dominio de esos poderes cósmicos. El documento donde quedaba constancia de sus pecados fue clavado en la cruz y fue borrado por la sangre del Hijo (Col 2, 13s). Ahora ellos pertenecen al mundo superior, un mundo en paz bajo la soberanía del Hijo (Col 1, 13.20ss). La proclamación que se hace en Ef 2, 14 (cf. Is 9, 6; Miq 5, 4s) recoge estas ideas, pero las aplica a los que antes habían sido judíos y gentiles, y que ahora están llamados a formar parte de la Iglesia uni versal. El tabique de separación entre judíos y gentiles, consistente en los preceptos de la Torá, fue destruido por la muerte en la cruz (cf. Rom 7,4; 10,4). Desde entonces las promesas, las esperanzas e incluso el Dios del pueblo de la alianza pertenecen también a los gentiles (cf. Is 57, 19). Los judeocristianos y los cristianos gentiles han sido integrados juntos en el cuerpo de Cristo, que se extiende sobre todo el cosmos. Con los dos conceptos -tabique de separación y cuerpo- se asocian las concepciones míticas acerca del firmamento que hace de separación entre un mundo superior y un mundo inferior, y sobre una figura de anthropos que viene del cielo y llena el cosmos inferior y acoge en su cuerpo a la humanidad creyente. Los cristianos, puestos bajo el seña" río del Cristo Pantokrator, tienen ahora que guardar el nuevo orden de paz. Este orden los rige (Col 3, 15) Ylos envuelve y une como un vínculo que abarca al universo en paz (Ef 4, 3). Bien armados para la lucha, tienen que difundir en el mundo el evangelio del reinado de la paz (Ef 6, 15; cf. Is 52, 7; Nah 2, 1; Rom 10, 15; Hech 10, 36). Pues bien, las fórmulas epistolares de Col 1,2; Ef 1, 2; 6, 23 reflejan esta comprensión helenística de la paz, y no ya el sentido paulina del shalom escatológico. Prescindiendo de los saludos iniciales en 2 Tes 1,2; 1 Tim 1, 2; 2 Tim 1,2; Tit 1,4, que se hallan asimilados

1208 a los de Pablo, el nuevo sentido aparece en la bendición final de 2 Tes 3, 16: el «Kyrios de la paz» es el universal Bienhechor y Dispensador de la salvación, a quien los cristianos deben agradecer la paz y toda felicidad, como los súbditos del imperio se las agradecen al emperador. En 2 Tim 2,22 encontramos la expresión «perseguir la paz» (--+ 2) en una serie de virtudes que obligan al dirigente de la comunidad a preocuparse -dando ejemplo- de la conducta piadosa de los creyentes. 6. En Hebreos el sentido salvífica de la paz resalta únicamente en 7, 2. En vez del concepto de paz se encuentra la idea del reposo (Heb 3s). Vemos que ya Heb 5, 6 conecta tipológicamente el nombre de Melquisedec con el sacerdocio eterno y regio del Cristo exaltado. Lo mismo que sucede en Filón y en los rabinos, se recoge el Sal 110, 4 Y motivos como los que aparecen en el TestLev 8, 14; 18, 6ss. Con el tema sacerdotal se asocia el antiguo tema del rey de paz, que proporciona a su pueblo salvación y paz, después de haber sojuzgado al enemigo. Y, así, el Hijo exaltado de Dios aniquiló (Heb 2, 14s) en la cruz a la muerte, el enemigo ancestral, y liberó a los hombres de la servidumbre que los sujetaba a ella. Heb 11, 31; 12, 11.14 son parenéticos: Rajab, al proporcionar refugio seguro a los espías, es modelo de la hospitalidad exigida en 13,2. Lo de que en el sufrimiento maduró «el fruto pacífico de la justicia» (cf. infra) no se refiere a una paz interna del corazón, sino a un nivel más alto de santificación. Forma parte de ella la disposición universal para la paz. La doxología de Heb 13, 20s, con el estilo de despedida litúrgica, asocia al «Dios de paz» con el Pastor regio y acentúa nuevamente el eterno ministerio de paz del Rey-Sacerdote. Sant 2, 16 exige que se ayude activamente al miembro indigente de la comunidad y se opone a la fórmula vacía de los piadosos deseos. Ahora bien, las buenas obras prosperan únicamente en una comunidad en la que reine una paz venida de lo alto. Y, así, Sant 3, 17s (con fórmulas tomadas de la sabiduría dualista) habla acerca del fruto de la justicia (cf. Flp

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1209 1, 11; Prov 11,30). Esta misma preocupación por la armonía plasma las exhortaciones de 1 Pe 3, 11 (que cita al Sal 34) y de 2 Pe 3, 14, refiriéndose este último pasaje a la parusía. Acompaña también a los tradicionales deseos de paz en 1 Pe 1,2; 5, 14; 2 Pe 1,2; 2 Jn 3; 3 Jn 15; Jds 2 y Ap 1,4. El segundo sello, abierto por el Cordero en Ap 6, 4, hace salir al jinete que monta el caballo rojo, con el encargo de quitar la paz de la tierra. Tan sólo después de la destrucción de la Pax Romana y de la sangrieta subyugación del Imperium anticristiano, el apocalíptico Rey-Mesías erigirá su reino supraterrenal de paz. V. Hasler ElQ'IVtXÓ~, 3 eirenikos pacífico, apacible,

portador de paz* Heb 12, 11: xUQn:ov ELQ'I1VlXOV ... un:obtC,W<JlV C,lXUW<JÚV'I1~, «(la disciplina) ... les da el fruto apacible de la justicia» (propiamente: el fruto de la justicia, que -después de soportado el sufrimiento- trae consigo la paz; a veces se traduce también en sentido figurado: «el fruto saludable»); en Sant 3, 17 se habla de la avw{}Ev <Joeptu ... ELQ'I1VlX~, de la sabiduría de lo alto, que es pacifica.

ElQ'IVO:TtOtÉOO eirenopoie6 hacer o establecer la paz* Col 1, 20: ELQ'I1von:m~<Ju~ c,ul wv UL[!U'to~ 'tov <J'tU1JQov uv'tov, «estableciendo la paz por medio de su muerte en la cruz».

dQ'IVO:TtOtÓ~, 2 eirenopoios dícese del pacificador, de quien trae o establece la paz* Mt 5, 9: [!UXáQWl OL dQ'I1VOn:OlOL, «dichosos los que traen la paz»; algunas veces se traduce también como adjetivo sustantivado: «los pacificadores»; R. Schnackenburg, Die Seligpreisung der Friedensstifter (Mt 5, 9) im mattiiischen Kontext: BZ 26 (1982) 161-178; Spicq, Notes, Suppl 229s.

d~ eis con acusativo: a, hacia, hasta 1. Significado fundamental y aparición en el NT 2. Significado espacial - 3. Significado temporal 4. Refiriéndose a personas y cosas - 5. Detalles gramaticales. Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 205-207; Kühner, Grammatik lI/1, 468-471; LiddellScott, s. v.; Mayser, Grammatik lI/2, 404-419; Moulton, Grammar III, 249-257, 266s; A. Oepke, d¡;, en ThWNT n, 418-432; P. F. Regard, Contribution a l'étude des prépositions dans la langue du NT, Paris 1919, 136-227; R. M. Serra, ¿cL<; '" EV en algunos textos de los LXX?: Claretianum 18 (1979) 291-311. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1070.

1. Originalmente EL~ designa las mismas dimensiones espaciales que --+ EV, pero con dirección hacia una meta, no como indicación de lugar sin dirección alguna. Su empleo en el NT corresponde ampliamente al uso clásico, del cual se pueden deducir también, por lo general, las expresiones que son específicas del NT (la influencia del hebreo es escasa). La significación fundamental de d~ así como también sus múltiples posibilidades de empleo en sentido ampliado y figurado explican la frecuentísima aparición de esta preposición en el NT (unas 1750 veces): ocupa el segundo lugar en frecuencia, después de Ev. Se encuentra en todos los escritos, sin que se observe que tenga peculiar importancia en ninguno.

2. En sentido espacial: a) Se emplea para indicar la meta, especialmente con verbos de movimiento: a la casa, a la ciudad, a la sinagoga, a la viña (para entrar en ellas); se emplea también con nombres de ciudades y de países: a Jerusalén, a España. Son características del mundo conceptual del NT las dimensiones espaciales ampliadas: d~ 'tov oUQuvóv, dícese de la ascensión de Cristo al cielo, en Mc 16, 19 Y passim (de los ángeles en Lc 2, 15); d~ 'tov XÓ<J[!OV, dícese sobre todo en Juan dentro de un contexto soteriológico: Jn 3, 19, la luz vino al mundo (cf. 1, 9; 12, 46; 16, 28; 18, 37; 1 Tim 1, 15); Jn 10, 36, Dios envió su Hijo al mundo (cf. 3, 17; 17, 18; 1 Jn 4,9).

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b) Indicaciones generales de una meta: eL~ 'tu oQll, «a las montañas», Mc 13, 14 (en singular en 3, 13); eL~ aYQóv, «al campo», 16, 12; eL~ 'tu~ ÓÓ01J~, «a los caminos», Lc 14, 23; eL~ óóóv, «para el camino», Mc 6, 8 (cf. 10, 17; Mt 10, 5); eL~ 'to flÉOOV, «en medio», Mc 3, 3; 14,60 Ypassim. c) Aproximación a una meta: Mt 17, 27, «al mar» (a la orilla del mar, no para meterse en él); Jn 4, 5, «a las cercanías de una ciudad» (pero en los vv. 8 y 28, «a la ciudad», entrando en ella»; 20, 1.3, «al sepulcro» (pero en el v. 6 entró en el sepulcro); de ahí el sentido de eyyl~w eL~, «aproximarse a un lugar». d) Para indicar la dirección en verbos de ver: «alzar los ojos al cielo», Mc 6, 41; «mirándole a él», Hech 3, 4, Ypassim. e) Con personas y (menos frecuentemente) con cosas: Lc 10,36, «caer en manos de salteadores», Mc 4, 7, «caer entre espinos»; Mt 15, 24, «ser enviado a las ovejas». Se dice estereotipadamente de la entrada de Satanás en una persona: eLOfíA1'h,v eL~, Lc 22, 3; Jn 13, 27. Para caracterizar el centro de la vida de la mente: eL~ 't~v xaQólav, «en el corazón», Jn 13,2 (cf. Gá14, 6; Ap 17, 17). f) Para designar a los destinatarios en verbos de decir, mezclándose a menudo la idea de espacio y la de persona: Mc 5, 14, «lo contaron en la ciudad y en el campo»; Hech 23, 11, «dar testimonio en Jerusalén», «en Roma»; Mc 14,9, «proclamar el evangelio en todo el mundo» (ante todos los pueblos, 13, 10; cf. Lc 24, 27; Rom 16,26). De manera semejante eL~ 'Úfla~, «a vosotros», 1 Tes 2, 9, Y passim.

g) En uso metafórico, sobre todo cuando se trata de los escenarios escatológicos del NT, que son el cielo y el infierno: entrar «en la vida» (eL~ 't~v ~w~v, Mt 18, 8s y passim), «en la gloria» (eL~ 't~v óó1;av, Lc 24, 26 Y passim) (concretamente: «en el reino de Dios, Mc 9, 47 Y passim); ir a la destrucción (Ap 17,8.11), al castigo eterno (Mt 25, 46), a

1212 la muerte (Lc 22, 33) (concretamente: ser arrojado al fuego, a la Gehenna, Mc 9, 43.45. 47 Ypassim). Hay también uso metafórico en Rom 11, 32: encerrar en la desobediencia; 2 Cor 10, 5: reducir a cautiverio para obediencia. Con frecuencia el sentido local palidece: Mt 6, 13 par., conducir a tentación (cf. Mc 14, 38 par.); Rom 2, 4, llevar al arrepentimiento; Ap 2, 22, poner en tribulación (cf. Mt 24, 9); 1 Tim 3, 6, incurrir en juicio (cf. Lc 24,20). La preposición se usa en expresiones de sentido adverbial: eL~ XEVÓV, «en vacío» = «inútilmente» (correr, Gál 2, 2; Flp 2, 16; esforzarse, 1 Tes 3, 5); eL~ 'tU aflE'tQa, «desmesuradamente», 2 Cor 10, 13.15. 3. En sentido temporal a) para expresar la duración en el tiempo: Lc 12, 19, durante muchos años; 13, 9, en el futuro. Es frecuente sobre todo en las fórmulas para designar la eternidad: et~ 'tav at&va, para siempre, por toda la eternidad, Mc 3, 29; 1 Cor 8, 13 Y passim; de manera parecida en Lc 1, 50. eL~ 'to ÓLllVExÉ~, para siempre, únicamente en Hebreos (7, 3 Y passim). b) Para expresar el momento: Hech 13,42, al siguiente sábado; Lc 1, 20, a su tiempo; 2 Tim 1, 12, et~ exeLvllV 't~v ~flÉQav, hasta aquel día (también con sentido final: para aquel día), casi siempre en contextos escato; lógicos. c) Con sentido temporal/final (una meta en el tiempo): Mt 6, 34, por el día de mañana; 1 Tim 6, 19, para el futuro. d~ 'tÉAO~ indica una meta temporal y final (modal): hasta el fin, Mc 13, 13 Y passim, pero en 1 Tes 2, 16 tiene el sentido de definitivamente; Jn 13, 1 hasta el fin o (y) hasta la consumación; Hech 25, 21, hasta la o para la decisión. De manera parecida, 'tllQÉW et~, poner bajo custodia: hasta el juicio y para el juicio, 2 Pe 2, 4; 3, 7; Jds 6. 4. Para designar la persona o la cosa, con miras a la cual o para la cual sucede algo (una manera de acentuar el propósito o fin).

1213 a) Con personas, en sentido amistoso y en sentido hostil: áflaQ'tavw e'L~ 'tLva, «pecar contra alguien»; JtOLÉW e'L~ 'tLva, «hacer algo a alguien»; ~AaoCPllflÉw Et~ 'tL, «blasfemar contra algo». Principalmente en Pablo, d~ UAA~AO'U~, «mutuamente», para expresar las relaciones fraternas que deben existir en las comunidades; también et~ 'Úfla~ (~fla~), «en vosotros (nosotros)>>, para referirse al amor o a la gracia, que Dios ha demostrado (en) los hombres (de manera parecida, JtEQLOOEÚW e'L~ 'tLva, «conceder con abundancia a alguien»). Inversamente, et~ av'tóv, «en orden a él», muestra a Dios como el fin supremo (Rom 11, 36; 1 Cor 8,6; Col 1, 16.20). De la misma manera, JtW'tEÚW et~, «creer en» (Dios o Cristo: en los Sinópticos hay escasos testimonios; en Juan, más de 30), alternando el modo de expresión verbal y el de expresión nominal. Del lenguaje helenístico de la contabilidad (Mayser, 414ss) está tomada la expresión d~ 'to ovofla, «en el nombre», en la fórmula bautismal (Mt 28, 19 Y passim). b) Con conceptos abstractos tiene sentido final: para (o con el fin de), por: Et~ flaQ'túQLOV, <<para testimonio» (sobre todo en los sinópticos); para memoria, Mc 14,9 par.; para demostración, Rom 3, 25; para la gloria de Dios, 15, 7; para el perdón de los pecados, Hech 2, 38. Con sentido de fórmula, et~ uJt(úJt-)av'tllO'LV, «al encuentro» = (salir) al encuentro. En combinaciones pronominales fijas: d~ 'tl, «¿para qué?»; et~ 'tou'to, et~ alJ'tó, «para ello, por este motivo». Con infinitivo sustantivado: para azotar, Mt 20, 19 Ypassim; para fortalecer, Rom 1, 11; para reconciliación, Heb 2, 17. c) Con sentido consecutivo (no clásico): se ha producido el efecto pretendido. Mt 3, 11: ~aJt'tl~w eL~ flE'tavoLav, «bautizar para arrepentimiento». El arrepentimiento es la finalidad, pero también la consecuencia del bautismo. En Rom 6, 16 se designa et~ {}ava'tov, la muerte, como consecuencia del pe-

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cado; eL~ óLxaLOoúvllv, la justicia, como consecuencia de la obediencia (en sentido temporal: conduce a; así también en Rom 5, 16.18.21; 6, 12; 2 Cor 7,9). En muchos casos, sobre todo cuando se trata de un infinitivo sustantivado, es posible entender la construcción en sentido final o en sentido consecutivo: Habéis muerto a la ley, de suerte que ahora pertenecéis a otro, o para pertenecer ahora a otro (Rom 7,4; en cambio, el v. 5 debe entenderse en sentido consecutivo). 5. Algunos detalles gramaticales (hebraísmos): a) eL~ en lugar de ev (punto de reposo [lugar donde] como final de un movimiento): Mt 2, 23: asentarse en Nazaret (cf. 4, 13; Mc 13, 3). De manera parecida en Mc 1,9: ser bautizado en el Jordán (propiamente, ser bautizado por inmersión en el Jordán; cf. Jn 9, 7, Jenofonte, Cyrop 1, 3, 5). La mayoría de los ejemplos se encuentran en Lucas: Lc 4, 23: yEVÓflEva eL~ 't~v KacpaQvaoúfl, «las cosas acontecidas en Cafarnaún»; Hech 19, 22: eJtÉXw eL~ 't~v 'Aolav, «quedarse en Asia»; asimismo en Lc 11,7; Hech 7, 12; 8,40; 21, 13; pero también en Jn 1, 18: et~ 'tav XÓAJtOV, «en el seno». Hay influencia hebrea en la cita de Hech 2, 27.31. b) et~ con acusativo en lugar de un predicado nominal. Se trata casi siempre de hebraísmos en citas: Mc 10, 8 par.; Mt 21, 42; Lc 3, 5; Hech 13,47; 2 Cor 6, 18 = Heb 1,5; 8, 10. Por lo demás, casi únicamente con el verbo yLvOflaL, «llegar a ser»: Lc 13, 19: et~ MvóQov, dícese del grano de mostaza que se convierte en árbol; también en Hech 5, 36; Ap 8, 11; 16, 19; 1 Jn 5,8 (cf. ya Teognis 162). c) Raras veces en lugar de genitivo o dativo (de interés): 1 Pe 1, 11: 'tU eL~ XQLo'tav Jta{}~fla'ta, «los sufrimientos que Cristo tuvo que padecer»; Lc 9, 13: alimentos «para todo el pueblo» (et~ Jtana 'tav Aaóv).

W. Elliger

1215

El;, ,.ta, EV heis, mia hen uno 1. Aparición en el NT - 2. Sobre el significado de d<; - 3. En el lenguaje formulístico del NT - 4. En la

ética y la exhortación.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; H. D. Betz (ed.), Plutarch 's Theological Writings and Early Christian Literature, Leiden 1975, 359; Indice, s. V.; Id., Galatians, Philadelphia 1979, 171-173; Bultmann, Teología, 113-119; BlaB-Debrunner § 247; S. S. Cohon, The Unity of God: A Study in Hellenistic and Rabbinic Theology: HUCA 26 (1955) 425-479; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), Gottingen 1969, 168-172; A. Feuillet, Le Christ sagesse de Dieu d'apres les épftres pauliniennes, Paris 1966, 71ss; Ch. H. Giblin, Three Monotheistic Texts in Paul: CBQ 37 (1975) 527-547; W. K. C. Guthrie, The Sophists, Cambridge 1971,247-249; M. Hengel, Judentum und Hellenismus, Tübingen 1969, 476ss; W. Holsten y otros, Monotheismus und Polytheismus, en RGG Y, 11091116; E. Hornung, Der Eine und die Vielen. Agyptische Gottesvorstellungen, Darmstadt 1971; R. A. Horsley, The Background ofthe Confessional Formula in 1 Kor 8,6: ZNW 69 (1978) 130-135; Th. Klauser, Akklamarion, en RAC 1, 216-233; N. Lohfink-J. Bergmann, 'ce/Jiid, en DTAT 1, 207-215; R. Macuch, Zur Vorgeschichte der Bekenntnisformel la ¡¡¡iha illa llahu: ZDMG (1978) 20-38; Nilsson, Geschichte n, 569ss; E. Peterson, EIL eEOL, Gottingen 1926; Id., Der Monotheismus als politisches Problem, en Theologische Traktate, München 1951,46-147; PGL s.v. EI<;, 'frEÓ<;; Preisigke, W6rterbuch IY/4 (1971) s.V.; E. Stauffer, EI<;, en ThWNT n, 432-440; Id., 'frEÓ<;, ibid. I1I, 95-109; K. Wengst, Christologische Formeln und Lieder des Urchristentums, Gütersloh 1972, 136ss. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1071.

1. d¡; aparece un total de 337 veces en el NT, pero sin que se encuentre con peculiar frecuencia en ningún escrito del NT. 2. Al numeral d¡; le corresponde relativamente gran importancia en el NT y en los escritos cristianos posteriores. Hay que mencionar sobre todo dos razones que lo explican: a) El fenómeno gramatical que se produce en el griego de la Koiné, por el cual se amplía el uso del numeral d¡;, que cada vez más va haciendo las veces, por ejemplo, del indefinido 'tL¡; (<
1216 fluencia de las categorías fundamentales de pensamiento: unidad - pluralidad. El cristianismo primitivo comparte plenamente la preferencia, común en todo el mundo antiguo, por la unidad y la valoración negativa que se hace de la pluralidad en sus diversas manifestaciones. 3. Esta manera teológica de pensar se refleja principalmente en el lenguaje formulístico del NT. a) El cristianismo primitivo acepta conscientemente del judaísmo (Dt 6, 4; cf. DTAT 1, 207-215; Billerbeck 11, 28-30) la fórmula monoteísta: d¡; Ó ttEÓ¡;, «Dios es uno». Esta fórmula se halla también muy difundida en los escritos helenísticos (cf. bibliografía). Según Mc 12,29.32 Jesús aprobó expresamente la fórmula judía del monoteísmo (de otra manera, los paralelos Mt 22, 37; Lc 10, 26). La fórmula se cita también en el judeocristianismo (Sant 2, 19; PsClem Ep. Petri 2, 1; PsClem Hom 13, 15). La fórmula se halla reconocida igualmente en los evangelistas (Mc 2, 7; 10, 18 par.; 12,29.32; Mt 23,9: Jn 8, 41)y en Pablo (Rom 3, 30; 1 Cor 8, 4.6; Gál 3, 20; cf. también 1 Tes 1, 9; 1 Cor 12, 2; Gál 4, 8) y en las cartas deuteropaulinas (Ef 4, 6; 1 Tim 2, 5). El desarrollo característicamente cristiano puede verse luego en la ampliación de las fórmulas y en la integración de la cristología y la soteriología. b) Las fórmulas ampliadas muestran en primer lugar la integración de la cristología: junto a «un solo Dios» se sitúa «un solo Kyrios Jesús» (1 Cor 8.6 con v.l.; 1 Tim 2, 5; Mt 23, 8-10). La fórmula del monoteísmo se varía con el fin de afirmar, junto a la unicidad de Dios, el lugar único y singular de Cristo (Sant 4, 12; Mt 23,8-10). Como fundamento de esa posición de dignidad de Cristo, puede hacerse referencia al singularísimo sacrificio de Cristo (2 Cor 5, 14; Jn 11, 50; 1 Tim 2, 5s; Heb 2, 11; 10, 12.14; cf. Mc 12,6). Puede aducirse, además, la tipología Adán-Cristo (Rom 5, 1219; 1 Tim 2,5; cf. Hech 17,26.31). El evangelio de Juan, con ayuda de la fórmula del

1218

1217 monoteísmo, elabora y realza la unidad de Dios y Cristo (Jn 10, 30; 17, 11.21.22.23). c) La cristología arrastra de nuevo tras de sí a la soteriología (1 Cor 8, 6). Y, así, la redención misma se concibe de diversas formas como restauración de la unidad. En la teología paulina, el redimido es incorporado ,~l cuerpo de Cristo, que es «un solo cuerpo» (EV aWfla), es decir, es incorporado a la Iglesia (Rom 12, 4s; 1 Cor 6, 16s; 10, 17; 12, 12.13. 14; Gál 3, 16.28). Las deuteropaulinas desarrollan esta doctrina acerca de la Iglesia, efectuando nuevas ampliaciones de la fórmula (Col 3, 14s; Ef 2, 14-22: 4, 3-6). Al cuerpo, que es «un solo cuerpo», le corresponde el Espíritu, que es «un solo Espíritu» (Ef 4, 3s; cf. 2, 18; 1 Cor 6, 17; 12,9.11; Flp 1,27). Principalmente fórmulas como «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» y, ya en 1 Cor 10, 17, «un solo pan, un solo cuerpo» muestran la función de tales fórmulas: sirven para la restauración o la conservación de la unidad eclesial en la lucha contra la herejía y la división de la Iglesia. En Pablo aparece ya esta tendencia en la Carta a los gálatas: un solo Dios (3, 20), un solo Cristo (3, 16), un solo apóstol (1, 1; cf. 1 Tim 2, 5-7), un solo evangelio (1, 6s), una sola Iglesia (3, 26-28; 5,6; 6, 15), un solo fruto del Espíritu (5, 22s). La idea de la unidad es determinante para todo el proceder de Pablo en su actividad misionera y de política eclesial, de la misma manera que también la redención consumada puede equipararse con la unidad de todas las cosas en Dios (1 Cor 15, 20ss). Tendencias teológicas parecidas se observan en el evangelio de Juan (10, 16; 11,50-52; 17,21, etc.; cf. 1 Jn 5, 8). 4. En relación íntima con la idea de la redención, vemos que la ética y la parenesis llevan también la impronta de la idea de la unidad (por ejemplo, Rom 15, 6; Flp 1, 27; 2, 2). En cuanto a la ética de la sexualidad, sigue teniendo validez la antigua doctrina de la creación que habla de flí,a aáQ~ (<
prevé que esta dualidad se trasforme en unidad mediante la unión sexual. Según esto, en la unión hay un elemento soteriológico (Mc 10, 1-12 par., con cita y exégesis de Gén 1,27; 2, 24). Por esta razón está prohibido el divorcio como reincidencia en la dualidad (Mc 10, 9). Pablo utiliza la misma doctrina contra la práctica de los corintios de tener relaciones sexuales con prostitutas: la flia aáQ~ con la prostituta es incompatible con la participación en un solo cuerpo y en «un solo Espíritu» del Redentor Cristo (1 Cor 6, 16s). Positivamente, la doctrina de la flia aáQ~ se aduce en Ef 5,3133 para fundamentar la monogamia (cf. también 1 Tim 3, 2; 5, 9; Tit 1,6). En general, las fórmulas de la unidad pueden usarse parenéticamente de las más diversas maneras: para la reducción de la Torá al mandamiento del amor (Gál 5, 14; cf. 6, 2), en la prohibición de juzgar al prójimo (Sant 4, 12) y en la prohibición de que los discípulos se asignen a sí mismos títulos de dignidad (Mt 23, 8-10). H. D. Betz

EtOÚYro eisagi5 hacer entrar, llevar,

traer* El verbo aparece 11 veces en el NT, de las que 3 corresponden al evangelio de Lucas y 6 a Hechos: hacer entrar (Lc 14,21; 22, 54; Jn 18, 16; Hech 9, 8, juntamente con XELQayWyOUV'tE¡;, «llevar de la mano»; 21, 28.29. 37; 22, 24; Heb 1, 6; traer (Lc 2, 27: 'to naL6iov 'Il'jaouv); Hech 7,45.

EtoaxoÍlro eisakoui5 oír a,

obedecer, escuchar* Cuando se refiere a que las oraciones son escuchadas, el verbo se usa siempre en pasiva: Mt 6, 7; Lc 1, 13 (cf. Dan 10, 12 LXX); Hech 10, 31; Heb 5, 7: Elaaxouattd¡; 'tfj¡; EUAa~da¡;, «él fue escuchado (y liberado) de su angustia»; oír a, obedecer: 1 Cor 14,21 (cf. Is 28, 12 LXX).

ano

Etobixo,.at eisdechomai

recibir, acoger, aceptar* 2 Cor 6, 17: xayw EL(J6É~OflaL ÚflU¡; (cita de Ez 20, 34 LXX), «yo entonces os recibiré».

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daElptl eiseimi entrar* Hech 3, 3; 21, 26: EL~ 't0 LE(:)ÓV; Heb 9, 6: EL~ 't~v nQónYjv oXYjv~v; con nQó~, Hech 21, 18: EL6nfL ó rrUUA.O~ ouv ~/lLV nQo~ 'Iáx(¡)~ov, «Pablo entró con nosotros a ver a Santiago».

daiQxoptUI eiserchomai ir a, entrar, penetrar 1. Empleo local - 2. Entrar en el reino de Dios; ideas afines - 3. Pablo - 4. Hebreos - 5. Varios. Bibl.: J. Schneider, EloÉQXO¡.tal, en ThWNT JI, 673676.

1. a) ELoÉQXO/laL con indicación de lugar aparece principalmente en los evangelios y en Hechos. El uso en sentido local es raro en Q, pero frecuente en Lucas/Hechos. ELoÉQXO/laL puede usarse también en sentido absoluto (por ejemplo, Lc 11,37). b) Combinaciones de ELoÉQXO/laL con EL~ 'tov olxov 'tOU {h:ou, etc. (Mc 2, 26; cf. 1,21; 3, 1; 11, 11.15; Lc 1,9; 4,16) recuerdan maneras de hablar del AT (por ejemplo, Sal 5, 8 LXX). Mateo no emplea nunca el término de manera espontánea, y además lo suprime en 12,9 par. Mc 3, 1, mientras que Lucas lo tiene incluso en casos en que no sigue a Marcos. c) ELoÉQXO/laL en conbinación con personas aparece especialmente cuando el sujeto es (son) un (unos) espíritu(s) maligno(s) y adquiere el sentido de entrar en posesión de una persona: Mc 9, 25; Mt 12, 45 par. Lc 11, 26 (Q). En Mc 5, 12s par. Lc 8, 32 (a diferencia de Mateo), los espíritus entran en un rebaño de cerdos. De manera parecida se dice de Judas que Satanás entró en posesión de él: Lc 22, 3; Jn 13, 27. Ambos evangelios muestran que, con la traición, entra en escena el poder mismo de las tinieblas (Lc 22, 53). Lc 22, 3 (redaccional) se refiere a 4, 13 (<
1220 vención de Satanás, que se halla también bajo el señorío de Cristo. Es notable que en el NT falte la idea de la entrada de Dios (del Espíritu) en el hombre (con excepción únicamente de Ap 11, 11, pero en este caso en una cita referida a la resurrección; además, la frase está construida con ev); por el contrario, cf. , por ejemplo, Sab 1, 4; Josefo, Ant IV, 121. Esto es, evidentemente, el reflejo lingüístico de que Dios no llega al hombre como para posesionarse de él. 2. Es teológicamente interesante la expresión que habla de «entrar en el reino de Dios», expresión que tiene su lugar de origen en la predicación de Jesús y en su comprensión de la --- rel="nofollow"> ~uOLA.du. Según Mc 10, 15 (cf. Lc 18, 17 a diferencia de Mateo), la entrada en la basileia está asociada con el acceso a Jesús. En el espacio abierto por Jesús entra el hombre y con ello adquiere ya desde ahora participación en la futura basileia. La condición para la entrada se precisa en el sentido de que no hay condición: recibir la basileia como un niño significa que uno deja que ésta se le conceda graciosamente. La relación íntima entre el acceso a Jesús y la entrada en la basileia aparece todavía más claramente en Mc 10, 23-25 (el discipulado, cf. 10, 22). Parece que Lucas adopta una postura crítica ante esa manera de hablar. La recoge únicamente en 18,25.17, donde la toma de Marcos, pero en Lc 11,52 [ ... EL~ 't~v YVWOLV] modifica la sentencia de Q que aparece en Mt 23, 13. Mateo emplea a menudo ELoÉQXO/laL EL~ (con ~uOLA.du 'tWV oUQuvwv). El acento recae ahora sobre las condiciones: Mt 18, 3 (cf. Mc 10, 15) menciona la conversión (claro que en un nivel pre-mateico o'tQucpfí't€ podría ser la traducción de una expresión aramea que expresara «de nuevo»). Aparecen condiciones claras en Mt 5,20 (redaccional); 7, 21 (redaccional). Tiene afinidad con Mt 18, 3; Mc 10, 15 el pasaje de Jn 3, 5: el «nacer del agua y del Espíritu» (es decir, el bautismo) concede la entrada en la basileia. Esta palabra pre-joánica se interpreta joánicamente en 3, 3 con lo de «nacer de lo alto», donde t6€LV sustituye a

1221

dOÉQXO!J,UL - doooo~

ELoÉQXO/lUl. Parece que Hech 14,22 presupone que la muerte individual es el instante de la entrada en la basileia. Es difícil de entender Mt 23, 13 (cf. Lc 11,52 !): el poder de las llaves, que tienen los fariseos, ¿será la recta interpretación de la Torá y, por tanto, ellos, co? su exclusivismo, no dejan entrar a los «lalcos» en la basileia (presente)? ¿O será ya la interpretación de la ley, como tal, el obstáculo decisivo? (Esto es lo que probablemente piensa Mateo). De entrar en la l;(¡)~ (entendida escatológicamente) habla Mc 9, 43-47 (cf. Mt 18, 8s; a diferencia de Lucas). Mateo, en una adición, interpreta lo que dice Marcos de «heredar» la vida eterna (Mt 19, 16 a diferencia de Mc 10, 17), y habla de «entrar en la vida», que tiene una condición: la de guardar los mandamientos (Mt 19, 17). Debe entenderse en sentido puramente escatológico lo de «entrar en el gozo de tu Señor» (Mt 25, 21.23 a diferencia de Lucas [Q]) (cf. especialmente Mt 25, 30). De manera parecida el Apocalipsis (21, 27; 22, 14) habla de entrar en la Jerusalén celestial (cf. Mt 27, 53: en la ciudad santa). 3. Pablo usa el verbo ELoÉQXO/laL para referirse a la entrada de extraños en la asamblea de la comunidad (1 Cor 14, 23s; cf. Sant 2,3: EL~ O'lJvuy(¡)y~v). Es importante Rom 5, 12: «por medio de un hombre entró el pecado en el mundo». Se trata de la acción de apoderarse (---> 1.c), de la acción por la que el poder del pecado penetró en el mundo. El anacoluto de 5, 12ss muestra que Pablo no puede hablar de la penetración de la gracia, porque ésta no llega al mundo para apoderarse de él. ELoÉQXo/laL se usa en sentido absoluto en Rom 11,25 para referirse a los gentiles, y significa para Pablo que las naciones del mundo llegan a la salvación (referencia a la misión; escatología dialéctica) . 4. ELoÉQXO/laL EL~ 't~v xu'tánU'lJOLV aparece exclusivamente en la Carta a los hebreos (3, 11.18s; 4, 1.3.5.6.lOs; cf. Sal 94, 11 LXX). La condición para la entrada en el re-

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poso es la fe (= obediencia, cf. 3, 18s; 4, 6.11). Sobrepasando la manera de hablar del AT (acerca del sumo sacerdote que entra en el lugar santísimo, cf. 9, 12), 6, 19s; 9, 12 ó 24 hablan de Cristo que ha entrado en el lugar santísimo o en el cielo. El es la razón de nuestra esperanza, que nos «ancla» (6, 19) en el lugar santísimo, adonde ha entrado Cristo «abriendo el camino» (6, 20). Es único en el NT el uso en Heb 10, 5 de la expresión ELOÉQX€O'fraL EL~ 'tov XÓO/lOV para referirse a la encarnación del Cristo preexistente (sobre la idea cf. Jn 1, 9; 3, 19, etc., pero en estos casos no se emplea nunca ELoÉQXO/laL). 5. En Lc 24, 26 el camino del sufrimiento recorrido por Jesús es su camino para entrar en la gloria celestial (análogamente lo es también el camino del discípulo en Hech 14, 22), un camino que se consuma con la resurrección. Sant 5, 4 recuerda la manera de hablar del AT, cf. Sal 87, 3 LXX. Según Ap 3, 20, Cristo (cf. 3, 14; 1, 4-6) está a la puerta; el que la abra tendrá comunión (de mesa) con él (es una imagen del convite de gozo al fin de los tiempos, cf. 3, 21). La entrada de Cristo en el hombre tiene como condición el celo y el arrepentimiento (3, 19), Y como consecuencia, la victoria (3, 21). Cf. la entrada de Jesús en el hombre en Mt 8, 8 par. (Q); Lc 7, 36; 11, 37; 19, 7; en estos casos fLOÉQXO/laL tiene, seguramente, un significado más que local. Por otro lado, según Jn 10, 9, Jesús mismo es la puerta por la que el creyente entra en su salvación (cf. lo que se dice sobre entrar por la puerta estrecha en Mt 7, 13 par. Lc 13, 24 [Q]). H. Weder

daXUAioptUI eiskaleomai invitar a entrar* Hech 10, 23: ELOXUA.€Oá/l€vo~ oiív uuel;ÉvLO€V, «los invitó a entrar y los hospedó».

'tOu~

EtaO()O;, O", Í) eisodos entrada, acogida, acceso* En Pablo en la expresión: e'Loo6o~ ... nQo~ Ú/la~, «la acogida ... por parte de vosotros'» (1

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1223 Tes 1, 9; 2, 1); dícese de la entrada en el santuario (eLl;; T~V ELOoDov Tffiv áyí,wv, Heb 10, 19); en la construcción JtQo JtQooómolJ Tfíl;; eLoóDolJ aVToil, «antes de su venida (de Jesús)>>, dícese de la predicación de arrepentimiento realizada por Juan como preparación del camino para la llegada de Jesús (Hech 13, 24); ~ ELOODOI;; eLl;; T~V al,óWLov ~aoLAdav, «la entrada en el reino eterno» (2 Pe 1, 11).

Elmtl)bám eispedai5 entrar de un salto, entrar corriendo* Hech 16, 29: al,T~oal;; DE >; 14, 14 v.l. Ch. Burchard, Fu.fJnoten zum neutestamentlichen Griechisch 11: ZNW 69 (1978) 143-157, esp. 155.

Elm'tOQEÚO,UU eisporeuomai ir a, entrar, aparecer* El verbo aparece 18 veces en el NT, de las que 8 corresponden a Marcos, 5 a Lucas, 4 a Hechos y 1 a Mateo. En construcción con eLl;;: Mc 1, 21: «entrar en Cafarnaún»; 6, 56: «entrar en las aldeas, ciudades o caseríos»; 11,2: «en la aldea»; Lc 22, 10: «en la casa»; cf. Hech 3, 2; 9, 28 (eLOJtOQElJÓ¡.tEvol;; xai EXJtOQElJÓ¡.tEVOI;;); en sentido figurado en Mt 15, 17: «entrar en la boca» (par. Mc 7,19; cf. 7, 15.18); dícese de la entrada en el reino de Dios (v.l. eLOEAE'ÚoovTm) en Lc 18, 24. Con xaTá: Hech 8, 3: XaTa TOVI;; OLXOlJl;;, «de casa en casa»; la indicación del lugar se expresa mediante una subordinada: oJtOlJ ~v TO JtmMov, «donde estaba la niña» (Mc 5, 40); con JtQÓI;;, «los que llegaban a él» (Hech 28, 30); con atracción del pronombre relativo: xw¡.tr¡v, EV ñ eLOJtOQElJÓ¡.tEVOL EÚQ~OETE, «a la aldea, donde al entrar encontraréis ... ». Se usa en sentido absoluto, con el significado de aparecer (los deseos; Mc 14, 19); dícese de los que entran (en una casa; Lc 8, 16; 11,33). H. Balz

1225

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Elo'tQÉxm eistrechi5 adentro* Hech 12, 14: eLoDQa¡.toiloa, «ella (la criada Rode) volvió corriendo».

veces); 1 Pe 2, 13.14; un ELTE solo aparece únicamente en 1 Cor 14,27 (cf. el Dé que proporciona la continuidad, en el v. 29).

EloqJÉQm eispheri5 llevar, traer, meter* En Lc 5, 18.19 dícese del paralítico al que tenían que llevar adentro de la casa; 12, 11: oTav dO
EhEV eiten entonces, luego ~ELTa.

Eha, dnv

eita, eiten (adv.) luego, después, además* Aparece 15 veces en el NT: en sentido temporal, para enlazar: luego, después: Mc 4, 17; 8, 25; Lc 8, 12; Jn 13, 5; 19, 27; 20, 27; Sant 1, 15; en enumeraciones: JtQffiTOV ... Eha (... Eha), «en primer lugar... luego (... luego): Mc 4, 28 (bis); 1 Tim 2, 13; 3, 10; cf. 1 Cor 15,5; €JtELTa ... ELTa, «luego ... además», 15, 7; «entonces ... finalmente», 15, 24; Eha en Heb 12, 9 introduce un pensamiento nuevo: además, a parte de eso. La forma EhEV aparece únicamente en Mc 4,28 (dos veces como v.l.). d'tE eite si ... o, sea que ... o bien sea que ... Aparece 65 veces en el NT, de ellas 27 veces en 1 Corintios y 14 veces en 2 Corintios, pero no se encuentra en los evangelios ni en Hechos. Como conjunción disyuntiva, ELTE... ELTE separa entre sí enunciados, al mismo tiempo que los enlaza (= sive ... sive; cf. BlaBDebrunner § 446, 3), por ejemplo, en 1 Cor 12, 13 (cuatro veces); 2 Cor 1, 6 (dos veces); 5,9 (dos veces); Flp 1,27 (dos veces). Pablo usa frecuentemente ELTE... ELTE como conjunción que introduce condiciones hipotéticas (cf. BlaB-Debrunner § 454, 3), principalmente en enumeraciones -con o sin verbo-, por ejemplo, Rom 12, 6-8; 1 Cor 3, 22 (ocho veces); 10,31 (tres veces); cf. Col 1, 16 (cuatro

" -Q. Etmua

ei6tha (perfecto con significado de presente) acostumbrar* Pluscuamperfecto en Mt 27, 15: eLw{}EL ó ~yE¡.tWV, «el gobernador solía ... »; Mc 10, 1: mI;; eLw{}EL, «como solía hacer»; Lc 4, 16: XaTa TO dw{}ol;; Ti\.>, «según su costumbre»; cf. Hech 17,2.

av

EX (El; ) ek (ex) con genitivo de, desde, por causa de, por medio de 1. Significado fundamental y aparición en el NT 2. EX con significado local - 3. EX con significado temporal - 4. h en sentido figurado - 5. Otros usos. Bibl.: Cf. la bibliografía mencionada en relación con otras preposiciones; cf. además, las referencias en ThWNT n, 64.418s; V, 724; VI, 53.720; Bauer, Wiirterbuch, s. V.; BlaB-Debrunner, s. v.; Johannessohn, Prapositionen, 284-293; Mayser, Grammatik 11/2, 382-390; Morgenthaler, Statistik, 14s, 160; C. F. D. Moule, An ldiom Book of NT Greek, Cambridge 21959 (reimpresión), 71-74; Moulton-Milligan, s.V.; Radermacher, Grammatik, 125s., 139; Robertson, Grammar, 596-600; N. Turner, Grammaticallnsights into the NT, Edinburgh 1965, 6, 29, 58, 107s; C. A. Wahl, Clavis Novi Testamenti Philologica, Leipzig '1843, S.V.; Id., Clavis Librorum Veteris Testamenti Apocryphorum Philologica. lndicen verborum in libris pseudoepigraphis usurpatorum adiecit J. B. Bauer, Graz 1972, s.V.

1. h (~S ante una vocal) es una preposición que rige genitivo. Tiene un significado fundamental espacial y designa o bien la salida del interior de un objeto o lugar, o bien en general la salida desde un punto. Lo mismo que en la lengua clásica, vemos que también en el NT se asocia con ~x mucho que no es espacial, es decir, un sentido temporal y diversos aspectos de un sentido figurado. ~x coin~ide a menudo en cuanto al significado con aJto, que está documentada 645 veces en el NT y no ha llegado a ser desplazada por EX.

La preposición EX aparece 915 veces en el NT, de las cuales 336 corresponden a los escritos joánicos (el evangelio de Juan, las tres Cartas de Juan y el Apocalipsis). Concretamente, esta preposición se usa de la siguiente manera en el NT: 2. Con significado local: se asocia a menudo con v'erbos de movimiento (~aí,vw, €Qxo¡.tm, ííxw,
1227 nUQóúl, ~1']f!lÓúl). En todos estos casos el significado de EX coincide con el de bLá y únó. Tiene también matiz causal, juntamente con sentido instrumental, la expresión EX nLO'tEúle; (--> nLO'tLe;), que se encuentra en los escritos paulinos (cf. BlaB-Debrunner § 195, le), porque la fe en Pablo es el medio por el que se logra la justificación. Puesto que, en Pablo, EX nLo'tEúle; expresa formulariamente el sentimiento existencial del cristiano en el mundo, EX incluye también en este contexto un aspecto modal (--> b). b) Sentido modal: aquí EX nLo'tEúle; debe traducirse: «por fe». La alternancia de las preposiciones en Rom 1, 18 (cf. 2 Cor 2, 16; Sal 83, 8 LXX) EX nLo'tEúlC; de; nLo'tLv tiene una función retórica, exactamente igual que la tiene la alternancia de EX nLo'tEúlC; - bUl nLO'tEúle; en Rom 3, 30 (cf. también la alternancia de EX y bLá en Rom 3, 22.25; 4, 13.16; 10, 17; Gál 2, 16; 3, 24.26, y passim). En ambos casos hay que acentuar lo de «por fe». Por el contrario, no hay que recomendar una «teología de las preposiciones» (de otra manera piensa Turner, 107s). Cuando el apóstol, al dilucidar el problema de la justificación, declara: «La ley no es EX nLo'tEúle;» (Gál 3, 12) o: «En efecto, los que son por las obras de la ley [= los de las obras de la ley] (ES €QYúlV VÓf1ou) están bajo maldición» (Gál 3, 10; cf. 2, 16), entonces Pablo, al usar de esta manera la preposición, se acerca al uso de EX en los escritos joánicos, los cuales se sirven de esta preposición para expresar el origen. El sentido modal, además de aparecer en los escritos paulinos, se encuentra también en Mt 12, 37 (¡en relación con la temática de la justificación!); Lc 19, 22; Ap 20, 12, Y debe traducirse en estos pasajes por de acuerdo con. En su lugar puede aparecer el dativo de modo (BlaB-Debrunner § 198) o una construcción con bLá o xa'tá. c) De origen: Juan indica el origen con las expresiones ELvm EX y también, para referirse al creyente, con la expresión YEYEvv'fí0{tm Ex (--> YEvváúl) o, para referirse al Revelador, €QXEo{tm EX. De esta manera, formula un enunciado sobre la manera de ser de la perso-

1228 na de que se trate: una manera de ser que se marca constantemente en sus palabras y en sus acciones. Por tanto, la preposición EX (y anó) sirve a Juan, sobre el trasfondo de su propio dualismo cósmico, para calificar a las diversas figuras mediante la indicación de sus respectivos orígenes. Los pasajes mencionados en --> d guardan estrecha relación con este matiz de significado. d) De procendencia: EX designa (sin diferencia de significado con respecto a anó) la procedencia (física) de una persona; cf. EX Na~aQÉ{t (Jn 1,46); EX yÉVOUC; 'IoQa~A (Flp 3, 5, y passim). Aquí hay que mencionar también las expresiones sustantivadas como OL ES 'IoQa~A (Rom 9, 6); OL EX ('t'fíC;) nEQL'tOf1'fíC; (Rom 4, 12; Gál 2, 12; Hech 11, 12; [Tit 1, 10]); OL Ex VÓf10U (Rom 4, 14.[16]); OL EX nLo'tEúlC; (Gál 3, 7.9; [Rom 4, 16]). En los ejemplos mencionados últimamente la pertenencia se expresa mediante la indicación de la procedencia. Ahora bien, esto sucede también principalmente, cuando la construcción con EX sustituye al genitivo partitivo (--> e; cf. Bauer, s.v. 4). e) El genitivo partitivo ha quedado notablemente relegado en el NT, siendo sustituido en muchos casos por una construcción con EX (anó). Esta construcción se observa con especial frecuencia en los escritos joánicos, donde el genitivo partitivo llega a hacer incluso las veces de sujeto (Jn 7,40; 16, 17; Ap 11, 9 - pero cf. también Hech 19, 33) y de objeto (2 Jn 4 - pero cf. también Mt 23, 34; Lc 11, 49). La construcción con EX (anó) para sustituir al genitivo partitivo es inusitada en el griego clásico, pero es usual en las lenguas semíticas (min en hebreo y arameo), en el griego de la LXX (Johannessohn, 287) y en la Koiné (cf. Radermacher en Robertson, Grammar, 1379 a propósito de la Koiné). 5. Otros usos: en el NT la construcción con EX sustituye al genitivo subjetivo en Jn 3, 25; 2 Cor 8, 7; al genitivo de precio en Mt 20, 2; Hech 1, 18. Además, se designa con EX la materia de que está hecha una cosa: Mt 27, 29; Jn 19, 2; 1 Cor 15, 47; quizás también 1

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EX - ÉXá,O'tO'tE

Cor 11, 12. Asimismo, Ex aparece en toda clase de construcciones adverbiales: Bauer s. v. 6.c. G. Lüdemann fX(uJ'to~, 3 hekastos cada uno, cada 1. Aparición en el NT - 2. Significado fundamental - 3. Contenido semántico especial. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, S.V.; BlaB-Debrunner § 64,6; 305, 164, 1; 275; L. Lazzeroni, "Exaow<;, Ipotesi sull'etimologia del greco Exaow<;: ASNSP 25 (1956) 136-141.

1. El pronombre aparece en el NT unas 80 veces. Se emplea como adjetivo (Lc 6, 44; Jn 19, 23; Heb 3, 13; Ap 22, 2), pero en la inmensa mayoría de los casos se utiliza como adjetivo sustantivado. En calidad de tal aparece seguido frecuentemente de un genitivo partitivo (Lc 13, 15; Hech 2, 3.38 y passim; Rom 14, 12 y passim; 1 Cor 1, 12; 1 Tes 2, 11 y passim). Algunos escritos (cf. Lc 4,40; 16,5; Hech 2,3.6; 17,27; 20, 31; 21, 19.26; Ef 4, 7.16; 5, 33) prefieren la forma reforzada dc; Exao'tOe;, cada uno (además: Mt 26, 22; 1 Cor 12, 18; Col 4, 6; 1 Tes 2, 11; 2 Tes 1,3; Ap 21, 21). Aisladamente se encuentran vulgarismos como ava dc; Exao'tOe; = cada uno (Ap 21,21); xu{t' 8V EXUO'tOV = uno por uno = detalladamente (Hech 21, 19). 2. Exao'toc; se refiere a las diversas partes de una totalidad. Este significado lo vemos por la comparación con naC;. Delante de un sustantivo sin artículo (cf. Mt 3, 10: nav bÉvbQov) nae; significa «cada», pudiéndose tratar de «uno cualquiera» del conjunto (BlaBDebrunner § 275, 3). En cambio, Exao'tOC; concreta más, realza de entre la generalidad, expresa la particularidad (por medio de la llamada o la oferta) de cada cosa en concreto y da de esta manera un matiz más directo y personal a los enunciados. Esta preocupación directa y particular por cada uno, como significado fundamental, aparece en el uso de EXUO'tOe; en los escritos paulinos. Pablo se dirige a cada uno de sus destinatarios, cuando da instrucciones (Rom

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12,3; 14, 5; 15,2; 1 Cor 3, 5.10; 7, 2.17. 20.24; 16, 2; 2 Cor 9, 7; Gál 6, 4.5; Flp 2, 4; 1 Tes 4, 4). También en las amonestaciones (l Cor 1, 12; 11,21; 1 Tes 2, 11) se dirige la palabra a cada uno personalmente. Cada uno ha recibido de Dios un don de gracia (1 Cor 7, 7; cf. Rom 12, 3; 1 Cor 3,5; 7, 20; 12,7.11; 15, 38). Es necesario que cada uno «esté plenamente convencido en su propia opinión» (Rom 14,5); que «cada uno de nosotros ... sirva al prójimo» (15, 2); que cada uno mire «cómo edifica encima» (1 Cor 3, 10); porque «la obra de cada uno» se ha de revelar (3, 13); Dios «retribuirá a cada uno según sus obras» (Rom 2, 6), una vez que «cada uno de nosotros» haya dado «cuenta de sí mismo a Dios» (14, 12). Pablo se dirige a todos en sus comunidades, y mediante exuo'tOe; individualiza sus palabras y se dirige a cada uno en particular. Este uso del término es tan corriente en los Sinópticos (Mc 13,34; Mt"l6, 27; 18,35; 25, 15; Lc 2, 3; 6, 44; 13, 15; cf. Hech 2, 38; 3, 26; 11,29; 17,27) como en Juan (16, 32; cf. 7,53) y en los demás escritos en los que aparece también el pronombre (Ef 4,7.16.25; 5, 33; 6, 8; Col 4, 6; Heb 6, 11; cf. 3,13: xa1't' Éxáo't1']v ~f1ÉQuv, cada día; 8, 11; 11, 21; Sant 1, 14; 1 Pe 1, 17; 4, 10; Ap 2, 23 Y passim). 3. El término EXUO'tOe;, que tanto se usa en todo el NT, podría tener un significado especial en el marco de la idea paulina del --> o&f1u (cf. 1 Cor 12, 18). Partiendo de su significado básico, este término era particularmente adecuado para que Pablo expresara con él la idea de la vocación y la responsabilidad del individuo, de cada individuo, con respecto a la totalidad, a la Iglesia. F. G. U ntergaBmair

hecastote (adv.) en todo momento, sienipre* 2 Pe 1, 15: ÉXáO'tO'tE EXELV Úf1aC;, «que en todo tiempo podáis ... ».

ÉXáU'tO'tE

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bmtóv hekaton cien, ciento* 1. Como simple numeral, ÉXa1;OV aparece únicamente en Jn 19,39 (<<de unas cien libras de peso») y en Lc 16, 6s (cuantías de deudas). En la mayoría de los casos, el término tiene significado simbólico. Simboliza una cantidad muy grande en Mc 4, 8.20 par. Mt 13, 8.23, porque indica en estos casos el porcentaje más alto del rendimiento. El mismo aspecto aparece también en la forma Éxu'tOV'tU:1tAUOLWV (cien veces en el sentido de «abundantísimamente», en Mc 10, 30 par. Mt 19,29 v.l.; Lc 8, 8 par. Mc 4,8). En Mt 18, 12 par. Lc 15, 4 (Q) lo que destaca en primer plano es la idea de totalidad. Si de la totalidad del rebaño se pierde una sola oveja, el pastor deja a las 99 en el desierto (o en la montaña) para buscar a esa sola oveja. Ahora bien, las relaciones numéricas simbolizan al mismo tiempo (aunque de manera subordinada) la insignificancia de esa sola oveja. Así que en Éxu'tóv se escucha también la idea de un gran número. La idea de totalidad destaca en Mc 6, 40 (tanto Mateo como Lucas difieren). Finalmente, en el ámbito militar, Éxu'tóv designa también una totalidad, es decir, una «unidad» del ejército, --+ Éxu'tOv'túQXYJ~.

En contraste con flUQLO~ (Mt 18,24), la indicación de Éxa'tov 6r¡VÚQLU (18, 28) sugiere un número relativamente pequeño, pero sin perder de vista la idea de totalidad: ambos datos numéricos hacen referencia al endeudamiento del hombre (ante Dios o ante otros hombres). Incomprensiblemente el perdón de una deuda enorme no va seguido por el perdón de una deuda pequeña. Por lo que respecta a la idea de totalidad: el perdón de la deuda no puede reducirse a determinadas cantidades, ni siquiera entre los hombres. Debe ser total (cf. Mt 18,22).

2. Combinaciones: La indicación que se hace en Hech 1, 15 (ciento veinte personas) tiene seguramente significado metafórico. El simbolismo en Jn 21, 11 (ciento cincuenta y tres peces) es enigmático.

1232 Llaman la atención: 144.000 (Ap 7, 4; 14, 1.3) Y 144 codos (Ap 21,17). La primera cifra significa el pueblo de Dios del fin de l~s tiempos. El número está compuesto de la Siguiente manera: 12 (símbolo de plenitud, cf. la referencia a las doce tribus de Israel) multiplicado por 12.000 (que simboliza la determinación por el decreto divino). Significa además una ingente magnitud (XLALú6e~) y una unidad perfecta (síntesis de los elementos mencionados en 144.000): El número 144 es expresión de grandeza y perfección (número redondo y completo); --+ 6Ól6exu 2. H. Weder i~atovtaftÍf;, 2 hekatontaetes de cien

años* Rom 14, 19: Éxu'tov'tue't~~ :1tOU Ú:1túQXWV, «aunque era de unos cien años de edad» (dícese de Abrahán).

i~atovtmtAa(JíO)v, 2 hekatontaplasion

multiplicado por cien, céntuplo* El neutro plural se usa en sentido adverbial en Mt 19, 29 par. Mc 10, 30: Éxu'tOV'tU:1tAUOLOVU AUflPÚVW, «recibir cien veces más»; Lc 8,8: E:1tOLr¡oev xUQ:1tOV ÉxU'tOVW:1tAUOLOVU, «produjo cien veces más fruto» --+ Éxu'tóv 1.

i~atovtáQXl); (i~atóvtaQXo;), O\), Ó hekatontarches (hekatontarchos) centurión, capitán (de ejército)* l. El centurión - 2. Términos usados en el NT 3. Significados. Bibl.: A. v. Domaszewski, Die Rangordnung der romischen Heeres (Beihefte der Bonner Jahrbücher 14, 1908), segunda edición preparada por B. Dobson, Koln 1967; S. H. Hooke, lesus and the Centurion: Matthew VIII. 5-10: ET (69) 1957 79s; J. Ramsey Michaels, The Centurion 's Confession and the Spear Thrust: CBQ 29 (1967) 102-109; C. Schneider, Der Hauptmann am Kreuz: ZNW 33 (1934) 1-17; U. Wegner, Der Hauptmann von Kafarnaum (WUNT IIII4), Tübingen 1985,60-69.

1233

1234

1. El centurión del ejército romano se hallaba al frente de la curia (centuria), una unidad de cien hombres (la sexagésima parte de una legión). Se hacía distinción entre las diversas categorías y las diferentes atribuciones de los centuriones. Su rango militar parece que gozó de popularidad. Con el centurión se hallaba asociada la idea de un militar bien capacitado y adiestrado, comparable al mando militar que hoy conocemos con el nombre de suboficial (Schneider, 2).

sempeña sus funciones dentro de la cohorte. Al frente de unidades más pequeñas, el centurión realiza -por ejemplo- acciones de castigo (Hech 22, 25s) o se encarga de la se~uri­ dad y vigilancia de personas (la custodia de Pablo en Jerusalén y en Cesarea: Hech 23, 17.23; 24, 23; en el viaje a Roma: 27, 1.6. 11.31.43, Y en la misma Roma: 28, 16).

2. El NT conoce tres términos distintos para designar al centurión. Marcos utiliza exclusivamente el latinismo ó xev'tuQLwV (15, 39.44-45). En Mateo encontramos la traducción más frecuente al griego ático: ó Éxa'tóv'tuQXo~ (8, 5.8; 27, 54; pero cf. también Hech 22,25; 28, 16 Koiné); la doble obra de Lucas prefiere la traducción griega helenística ó Éxu'tOv'túQXr¡~ (Lc 7, 2.6; 23,47; Hech 10, 1.22; 21, 32; 22, 26; 23, 17.23; 24, 23; 27, 1.6.11.31.43; pero cf. también Mt 8, 13). Las variantes se explican por la semejanza entre Éxa'tóv'tuQXo~ y Éxu'tOv'túQXr¡~.

F. G. UntergaBmair

3. Bajo el término Éxu'tóv'taQXo~, que parece ser el más antiguo (Mt 8, 5.8 a diferencia de Lc 7, 2.6), la fuente Q ha conservado el recuerdo de la inmensa fe del «centurión de Cafamaún». La versión lucana acentúa las buenas acciones de este gentil y la popularidad de que gozaba entre la comunidad judía (7,5).

Se observan rasgos paralelos en la caracterización de Comelio en Hechos (compárese Hech 10, lb.2.22 con Lc 7, 3-5). Probablemente, ambos «centuriones» desempeñaban cargos en la administración, lo cual explica sus contactos con el entorno judío. En los relatos de la Pasión y en los demás pasajes de Hechos, el centurión tiene otras tareas distintas. Al mando de un centurión estaba el pelotón de soldados que ejercían la vigilancia durante la ejecución de la pena capital (Mc 15,39 par.: centurio supplicio praepositus). La confesión de fe del centurión al pie de la cruz, la narran los Sinópticos con fines cristológicos. Según Hech 21, 32, el centurión está bajo las órdenes del tribuno militar (XLALUQXO~) y de-

i~paívO) ekbaino salir de, proceder de* Heb 11, 15: a.cp' ~~ E1;Épr¡ouv (v.l. E1;iiA-

'frov), de la patria «de la que habían salido». i~páAAo) ekballo arrojar, expulsar 1. Aparición en el NT - 2. Contenido semánti~o y campo referencial- 3. Sinópticos: expulsar demomos 4. Mateo: arrojar a las tinieblas. Bibl.: H. Bietenhard, ExBáAAW, en DTNT I1, 17; O. Bocher, Diimonenfurcht und Diimonenabwehr. Ein Beitrag zur Vorgeschichte der christlichen Taufe (BWANT 90), Stuttgart 1970; Id., Christus Exorcista. Diimonismus und Taufe im NT (BWANT 96), Stuttgart 1972; F. Hauck, BáAAW XLA., en ThWNT 1, 524-527; O. Hofius, Erwiihlung und Bewahrung. Zur Auslegung von loh 6, 37: Theol. Beitrage 8 (1977) 24-29; K. Thraede, Exorzismus, en RAC VII, 44-117.

1. EXPÚA.A.W, un compue¡;to de --+ PÚAAW, aparece en el NT un total de 81 veces. La mayoría de los testimonios se encuentran en los evangelios sinópticos (66 veces, de ellas 28 en Mateo, 18 en Marcos, 20 en Lucas). Juan emplea el término 6 veces, y los Hechos, 5 veces. En las cartas paulinas el término falta por completo, con excepción de la cita del AT que se halla en Gál 4, 30; el término aparece también en Sant 2, 25; 3 Jn 10 y Ap 11,2. 2. El contenido semántico de EXPÚA.A.W lo traduce de la manera más completa nuestro verbo arrojar (fuera) (la indicación de lugar se hace mediante las preposiciones EX, e1;w, a.:1tÓ o d~). Como ocurre en griego en general (cf. Liddell-Scott, s. v.; Bauer, Worterbuch, s. v.), EXPÚA.A.W tiene también en el NT numerosos matices de significado. El sujeto es

1235 siempre una persona o grupo de personas. Como objeto de la acción verbal aparecen cosas (a), personas o grupos de personas (b) y, finalmente, espíritus malignos (--+ 3). a) Con una cosa como objeto, bt~áAAo) tiene únicamente en Mc 9, 47 un tono claro de acción violenta (arrancar el ojo). En la mayoría de los casos, fx~áAAo) se emplea en el sentido menos fuerte de expulsar (Mc 15, 17; Hech 27, 38), eliminar (del ojo una pajita o una viga, Mt 7,4-5 par. Lc 6, 42) o sacar (dos denarios, Lc 10, 35; en sentido figurado: sacar del tesoro cosas buenas, malas, cosas viejas y nuevas, Mt 12, 35; 13, 52). En Ap 11,2 bt~áAAo) aparece con el sentido de omitir, pasar por alto, un sentido que se halla atestiguado también fuera del NT (cf. Bauer, W6rterbuch, s. v.). Es curioso el uso que se hace de Ex~áAAo) en Mt 12,20, que es una traducción libre de Is 42, 3: sacar la justicia a victoria (LXX: ESOL<JEL). Algunos autores recientes (H. Schürmann, Lukas I [HhK], 333; J. Ernst, El Evangelio según san Lucas, Barcelona 1968, 193) sospechan que detrás de Lc 6, 22 (literalmente: «proscribir vuestro nombre como maldito») se esconde el tecnicismo jurídico de expulsar a alguien de la sinagoga judía. b) Con más frecuencia el objeto de la acción verbal de Ex~áAAo), en el NT, es una persona o grupo de personas. En la mayoría de los casos se trata de expulsar, arrojar fuera en forma más o menos violenta (echar del templo: Mc 11, 15 par. Mt 21, 12; Lc 19,45; Jn 2, 15; de la ciudad: Lc 4, 29; Hech 7, 58; de la viña: Mc 12, 8 par. Mt 21, 39; Lc 20, 12.15; de la comarca: Hech 13, 50). Además, Ex~áAAo) tiene el sentido, más atenuado, de despedir, despachar (Mc 1,43; 5, 40 par. Mt 9, 25; Hech 9, 40; 16, 37; Sant 2, 25). En algunos pasajes el verbo significa ruptura y discontinuidad de la asociación (expulsar: Jn 6, 37; seguramente también en Jn 9, 34.35, aunque Ex~áAAo) no se halla atestiguado como expresión que designe la excomunión formal de la sinagoga; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, 317; en cuanto a

1236 la expulsión de la Iglesia, cf. 3 Jn 10). Como tecnicismo de la LXX para designar la acción de echar fuera a la esposa, Ex~áAAo) aparece en Gá1 4, 30 en una cita (Gén 21, 10). Por el contrario, el verbo tiene sentido positivo en Jn 10, 4 (conducir fuera). En Mt 9, 38 par. Lc 10, 2, Ex~áAAo) adquiere por el contexto el matiz de enviar (trabajadores a la viña). Un caso especial es Mc 1, 12: el Espíritu impulsa a Jesús a ir al desierto, es decir, Jesús se halla plenamente bajo el poderoso impulso del Espíritu. 3. Ex~áAAo) tiene principalmente una dimensión teológica en los evangelios sinópticos como tecnicismo para designar la expulsión de demonios (el objeto es casi siempre Cml1ÓVLOv!cml1ÓVLu), a los que se hace salir de los posesos mediante el exorcismo (el verbo aparece con este sentido 34 veces, es decir, más de la mitad de los testimonios que se encuentran en los Sinópticos). Detrás de ello se halla la idea de que el demonio habita en la persona posesa, y es expulsado de allí por el exorcista. El sujeto de la acción de expulsar es frecuentísimamente Jesús. El echar fuera demonios forma parte de la actividad de Jesús, lo mismo que el predicar y el sanar (véanse los sumarios en Mt 8, 16; Mc 1,34.39 y ellogion de Lc 13, 32). La misma misión y la misma autoridad se la concede él también a sus discípulos (Mt 10, 1.8; Mc 3, 15; ¡pero no en Lucas!). Según Mc 16, 17 las expulsiones de demonios se cuentan entre los signos que han de acompañar a los que han creído (cf. también Mt 17, 19-20). Ahora bien, los evangelios sinópticos presuponen que hay también otros exorcistas, además de Jesús y sus seguidores (judíos en Mt 12, 27 par. Lc 11, 19; cualquiera en Mc 9, 38 par. Lc 9,49). Mientras que en el entorno del NT complicados rituales, fórmulas y manipulaciones para el conjuro ocupan un lugar importante (cf., a propósito, Bocher; Thraede), esas prácticas apenas desempeñan ningún papel en el NT. Jesús, según Mt 8, 16, expulsa los demonios por medio de su palabra (Myep). Según Mc 9,

1237

1238

29, hay demonios que sólo pueden expulsarse mediante la oración. Más importante que la práctica correcta es la autoridad con la que se practican los exorcismos (la cual se expresa casi siempre con EV). El origen del poder de Jesús se discute extensamente en el diálogo sobre Beelzebul (Mc 3, 22-30 par. Mt 12, 24-32; Lc 11, 1523): Jesús no expulsa los demonios con el poder de Beelzebul, el príncipe de los demonios, como sus enemigos le reprochan, sino con el poder de Dios (Lc 11, 20: «en el dedo de Dios»; Mt 12, 28: «en el Espíritu de Dios»). Son, por tanto, señales de que ha llegado el reino de Dios. Los seguidores de Jesús (Mc 7, 22; 16, 17) y otras personas (Mc 9, 38 par. Lc 9, 49) realizan exorcismos «en el nombre de Jesús». Aquí se refleja seguramente una práctica de la Iglesia primitiva. 4. Ex~áAAo) tiene también peso teológico en la fórmula de Mateo: «arrojar a las tinieblas exteriores; allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 8, 12; 22, 13; 25, 30, y con algunas variaciones en Lc 13, 28). Se trata aquí de la realización del juicio escatológico, de la exclusión del reino de Dios (explícitamente en Mt 8, 11). Las tinieblas son imagen para designar el lugar donde se padece la lejanía de Dios y el castigo. Jn 12, 31 debe entenderse también como referencia al juicio.

F. Annen

ExpAa
EXPOAÍ), tí;, ÍJ ekbole acción de descargar o echar parte del cargamento* Hech 27, 18: EX~OAi]V E:7tOLOUV"tO, «echaron por la borda la carga» (para salvar de la tempestad a la nave). Exya"í,~ro ekgamizo casar Tan sólo como v.l. del Textus Receptus: Mt 22,30; 24, 38; Lc 17,27; 1 Cor 7,38 (bis), siempre en lugar de yUl1L~O).

Exya"í,O"xro ekgamisko casar En voz pasiva como v.l. del Textus Receptus, Le 20,34.35, en lugar de yUl1LOXo) (v. 34) o de yU!lL~o) (v. 35).

EXyOVO;, 2 ekgonos descendiente, nieto* 1 Tim 5, 4: "tÉxvu ~ EXyovU, «hijos o nietos».

Exbmtaváro ekdapanao gastar,

agotar* 2 Cor 12, 15, en voz pasiva: llcLo"tu cu:7tUV~oO) XUL EX<')U:7tUVl]1t~OO!laL, «yo muy gustosamente gastaré lo mío y aun yo mismo me gastaré».

Exbixo"m ekdechomai esperar, aguardar* am:xMxo!laL apekdechomai esperar, aguardar (anhelosamente)* 1. Aparición en el NT. - 2. Contenidos semánticos 3. fXIlÉX,0ftaL - 4. aJtExOÉx,0ftaL.

EXpa(Jt;, Ero;, ÍJ

ekbasis salida, final * 1 Cor 10, 13: "ti]v EX~U<JLV "tOU &úvuo1tm Ú:7tEVEYXELV, «la salida [o vía de escape] (de l~ tentación), para que seáis capaces de resistlf2a»; Heb 13, 7: "ti]v EX~U(JLV "tfj~ avuo"tQoCPl]~, «el final de la conducta de su vida» difícilmente en el sentido de «fruto rendi~ miento», sino con la mirada puesta e~ la fir~e~a en medio del sufrimiento de la que los dlflgentes de la comunidad dieron muestras hasta su muerte, cf. también A. Strobel, Hebriier (NTD), sub loco.

Bibl.: W. Grundmann, OÉX,0ftaL X"tA., en ThWNT n, 49-59, esp. 55s; E. Hoffmann, Esperanza, en DTNT n, 129-135, especialmente 134-135; J. Swetnam, On Ro· mans 8, 23 and the 'Expectation of Sonship': Bib 48 (1967) 102-108.

1. Los compuestos EX<')ÉXOl1aL y a:7tEX<')ÉX0!laL (--+ bÉX0!laL) aparecen en el NT 6 y 8 veces respectivamente, sobre todo en las cartas (sólo a:7tEx<')ÉX0!lm aparece ya 6 veces en el corpus paulino). 2. En el NT, EXbÉX0!laL aparece únicamente con el significado, menos frecuente, de

1239

aguardar o esperar a, pero no con el sentido más corriente de «aceptar» o «recibir». Ahora bien, el verbo intensivo aJtEX()ÉX0f-taL, que se encuentra raras veces en la literatura clásica y que falta en la LXX y en Josefo, es característico de la teología paulina, en la que aparece con el significado de aguardar con perseverencia, mientras que su significado clásico usual de «sacar una conclusión (de ordinario equivocada)>> no aparece en el NT. 3. EX()ÉXOf-taL tiene el significado sencillo de aguardar a en Hech 17, 6; 1 Cor 11, 33; 16, 11 Y Jn 5, 3 (v.l. en lugar de aJtExbÉxof-taL). El verbo forma parte de la escatología de Heb 11, 10, donde se describe la expectación de Abrahán acerca del futuro, dentro de la enumeración de ejemplos de fe en el AT, y se relaciona con la concepción apocalíptica de la ciudad celestial. En la parábola del labrador que aguarda la cosecha, en Sant 5, 7, el verbo se usa para referirse a la espera escatológica -un motivo escatológico tradicional- y se emplea en relación con el consejo de que se tenga paciencia ante la aparente demora de la venida del Señor. En Heb 10, 13, el contexto es también escatológico, y la expresión aguardar hasta que (EW¡;) va seguida de una referencia al Sal 110, 1, que completa la cita del v. 12. En 1 Cor 15,25 se alude también al Sal 110, 1 en un contexto que se refiere igualmente al tiempo entre la exaltación de Jesús y el fin, y en el que -a diferencia de Hebreosse formulan enunciados acerca de los enemigos (EX{t(lOL). En Hebreos, la idea -sorprendente al principio- de que Cristo tiene que aguardar, se prepara ya en 2, 8, Y por cierto, lo mismo que en 1 Cor 15, 27, con una referencia al Sal 8, 5-7. La sujeción de todas las cosas bajo Cristo no se ha consumado todavía, aunque ha comenzado ya. El tiempo después de la exaltación de Cristo es tiempo de espera y también de cumplimiento. La cita del salmo proporciona el trasfondo cristológico y la explicación de la situación de conflicto en que la Iglesia se encuentra en su propio tiempo de espera. (Cf. O. Michel, Hebriier" [KEK], 341).

1240 4. a) aJtExbÉX0f-taL se usa en Heb 9, 28 para referirse a la Iglesia que está esperando a Cristo y que aguarda la redención futura, prometida ya por él. Aquí, en la teología de Hebreos, predominá el marco de las ideas apocalípticas, en el cual el empleo de am,xbÉXOf-taL en este pasaje puede estar influido por el uso paulino. En expresiones inspiradas en el mundo de ideas del Día de la Reconciliación, se establece aquí un paralelo entre la espera de la Iglesia y la espera de los asistentes al culto divino que aguardan que el sumo sacerdote regrese del lugar santísimo. Ahora bien, Pablo es quien usa más resueltamente aJtExbÉX0f-taL para referirse a la situación de la espera escatológica. Rom 8, 19.23 tiene esencialmente el mismo objeto que Heb 9, 28, a saber, la futura manifestación plena de nuestra ---> ULO{tEOLU (adopción como hijos) en la última y completa liberación de la actual existencia de esclavos y de los sufrimientos. Esta liberación tendrá lugar en la resurrección. El contexto describe la actual situación en medio del sufrimiento. Ahora bien, en Rom 8, 25 el contexto incluye -siendo el objeto el mismo- la certeza de la esperanza cristiana. El Espíritu, con sus gemidos de anhelo, viene en ayuda de los que aguardan. Con una referencia análoga a la creación entera, esto se contempla dentro de una perspetiva universal. El aspecto positivo de la espera, asociado con la actual posesión de los bienes del Espíritu, aparece también claramente en 1 Cor 1, 7, así como también aparece que la espera terminará con la segunda venida de Cristo, que concluirá todas las cosas. Esto resalta también en Flp 3, 20, donde -en conexión con el v. 21- se ofrece una combinación de todos los aspectos de los pasajes paulinos ya mencionados; cf. también Heb 10, 13. Con ayuda de aJtExbÉX0f-taL, Gá15, 5 había mostrado ya anteriormente la misma comprensión de la relación existente entre la actual aceptación de la salvación (---> bÉXOf-taL) y el cumplimiento futuro. Y no sólo se hace referencia al Espíritu y a la esperanza, sino que éstos se ponen en relación íntima con la fe y la justicia. Con ello

1242

1241 se hace patente la naturaleza escatológica de tales conceptos para el apóstol Pablo. b) 1 Pe 3, 20, donde el sujeto de aJtExbÉxof-taL (v.l. EXbÉX0f-taL) es la paciencia de Dios (---> f-tUXQO{tUf-tLU), podría mostrar que el término perdió -después de Pablo- su contenido escatológico bien definido, pero conservó no obstante un significado escatológico. El uso absoluto del verbo (aguardar el tiempo) no es corriente en el NT. Aquí se contempla a Dios como quien aplaza su acción de juzgar, a fin de dar tiempo a la gente para el arrepentimiento. El pensamiento, desde luego, no se aplica aquí a la situación presente de la misma manera que el arca se pone en relación con el bautismo cristiano (v. 21), pero en Rom 2, 4 Y 2 Pe 3, 9 tiene una referencia a la situ.ación presente de la Iglesia. Es interesante la observación de que en 1 Pe 3, 22 -a diferencia de los mencionados pasajes de Pablo y Hebreos- se contempla la sujeción de los poderes como cosa ya alcanzada. Pero, por lo demás, la escatología realizada no es nota característica de la carta; no lo es especialmente, si tenemos en cuenta 4, 7ss. M. E. Glasswell

Exbl)AO;, 2 ekdelos enteramente manifiesto, completamente notorio* 2 Tim 3, 9: Exb'l1A.O¡; EO'taL JtéiOLV, «(su insensatez) será plenamente manifiesta a todos».

Exbl),-,Éro ekdemei5 irse fuera del país, morar en tierra extraña* En el NT se usa únicamente en sentido figurado. En 2 Cor 5,6 se dice: Exb'l1f-tOVf-tEV aJto 'tov XUQLOU, «vivimos lejos del Señor» (en op~sición a Exb'l1f-toVV'tE¡; EV 't0 OWf-ta'tL); 5, 8: Exb'l1f-tfíOaL EX 'tOV OWf-tu'tO¡;, «estar ausentes del cuerpo» (en oposición a Evb'l1f-tfíOaL JtQO¡; 'tOV XÚQLOV); 5, 9, en sentido absoluto: EL'tE Evb'l1f-toVV'tE¡; ElLE Exb'l1f-toVV'tE¡;, «ya sea en casa o en el extranjero».

Exbibo,-,ut ekdidomai alquilar, arrendar* En el NT se usa únicamente en voz media: Mc 12, 1 par. Mt 21, 33 / Lc 20, 9: EsÉbE'tO

mJLOV yEWQyOL¡;, «la arrendó (la viña) a unos viñadores»; Mt 21, 41: ExbwOE'taL, él arrendará.

Exbtl)yÉo,-,at ekdiegeomai contar o relatar detalladamente* Hech 13, 41: Eáv 'tL¡; ExbL'I1yfí'taL Úf-tLV (cita de Hab 1, 5 LXX), «si alguno os la relata detalladamente»; 15, 3: ExbL'I1yoÚf-tEVOL 't'Y]V Emo'tQocp~v 'tOOV E{tVOOV, «relatando detalladamente la conversión de los gentiles».

ExbtxÉro ekdikei5 vengar, hacer justicia ---> ExbLX'I1OL¡;.

Exbixl)CJt;, Ero;, 'ÍJ ekdikesis castigo, retribución, venganza* ExDLXÉW ekdikei5 vengar, hacer justicia* EXDUW~, 2 ekdikos persona que venga, vengador, retribuidor* Bibl.: S. Légasse, Vengeance humaine et vengeance en Romains 12, 14-21, en La vie de la Parole. Fs P. Grelot, París 1987, 281-291; G. Schrenk, EXOLXÉW XTA., en ThWNT n, 440-444.

1. hbLX'I1OL¡; aparece 9 veces en el NT (Lc 18,7.8; 21, 22; Hech 7, 24; Rom 12, 19; 2 Cor 7, 11; 2 Tes 1, 8; Heb 10,30; 1 Pe 2, 14). EX()LXÉW aparece 6 veces (Lc 18,3.5; Rom 12, 19; 2 Cor 10, 6; Ap 6, 10; 19, 2). EX()LXO~ aparece 2 veces (Rom 13,4; 1 Tes 4, 6). 2. Mientras que en la parábola del juez y de la viuda (Lc 18, 3.5) EX()LXÉW se traduce perfectamente por hacer justicia a alguien (en el sentido de: defender sus derechos legales), dícese en 18, 7.8 :l1:oLÉW 't~v EX()LX'I10LV, que significa probablemente «dar su merecido», «hacer caer el peso de la justicia». 3. El grupo de palabras puede designar también un componente de la conducta cristiana. Y, así, EX()LX'I10L~ en 2 Cor 7, 11 se traducirá probablemente de manera muy acertada por determinación (o acción) de castigar a

1243 los culpables; y en 2 Cor 10, 6, por «recriminar toda desobediencia».

4. En 1 Pe 2, 14 se describe la tarea del gobernador enviado por el rey: El,~ Exoixl]OLV xaxoJtOLffiv, EJtmvov M uya'froJtOLffiv. La contraposición que se hace entre los que «obran el bien», que deben ser alabados, y los «malhechores» no deja lugar a dudas de que estos últimos deben ser castigados. Pero en Rom 13,4, de acuerdo con la tradición, se considera al poder del Estado como un poder que está al servicio de Dios para ejecutar el juicio divino sobre quien obra el mal: EXOLXO~ Et~ oQY~v. Recientemente los especialistas querrían ver en el EVOLXO~, no ya al retribuidor o al vengador, sino al abogado que media como «defensor» entre el gobernador del rey y la comunidad política de que se trate (cf. A. Strobel: ZNW 47 [1956] 67-93. esp. 89s). En este caso, habría que traducir oQY~ por «tribunal terreno». 5. Aunque el discurso de Esteban, con sus palabras que recuerdan la manera de hablar del AT, sugiere que JtOLÉW EXOLXl]OLV, en Hech 7, 24, se traduzca por vengar (cf. Gén 4, 24 LXX), sin embargo en el NT está prohibida a los hombres la «venganza» (Rom 12, 19s). Dios mismo se encarga de la venganza (Rom 12, 19b; Heb 10,30; cf. Dt 32, 35), porque su voluntad es que haya paz entre los hombres (Rom 12, 18). Además, la exigencia de Dios de que la venganza quede reservada exclusivamente para él, es también expresión de la santidad divina (cf. Heb 10, 19). 6. Finalmente, el grupo de palabras posee una dimensión escatológica (de escatología de futuro). Lc 21, 22 habla -con expresiones de Dt 32, 35 LXX- acerca del juicio final. Aunque en 1 Tes 4, 6 la mejor traducción de EVOLXO~ X'ÚQLO~ es «el Señor lo vengará todo» o «lo sancionará todo» o «lo retribuirá todo», ello depende de lo que se entienda por venganza (cf., desde luego, como argumento en favor de «venganza» la relación de este texto con Heb 10, 19.30, 1 Tes 4, 7: EV aYLao¡.t<'p). Claro que el colorido apocalíptico habla más

1244 bien en contra de tal traducción (otros, desde luego, proponen: castigo, retribución). Parecidas reflexiones podrían hacerse a propósito de la traducción de Ap 6, 10; 19,2. H. Goldstein Exbtxo~, 2 ekdikos el que ejercita la venganza, la retribución --+ EXOLXl]OL~.

Exbuóxro ekdii5ki5 perseguir violentamente* En 1 Tes 2, 15 dícese de los judíos: 'tffiv xal, 'tffiv X'ÚQLOV uJtox'tfLváv'twv ... xal, ~¡.ta~ EXoLw~áV'twv, «que mataron también al Señor... y nos han perseguido violentamente»; en Lc 11, 48 v.l. en lugar de --+ Ouúxw. Exboto~, 2 ekdotos entregado* Hech 2, 23: ('Il]ooiív) wiíwv 'tñ WQLO¡.t~­ vn ~oUA.ñ xal, JtQOYVWOfL wií 'frwií EXoowv, «a este (Jesús), quefoe entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios».

ExboXÍ), ií~, ÍJ

ekdoche espera, expectación* En los escritos bíblicos y del cristianismo primitivo aparece únicamente en Heb 10, 27: cpo~EQa DÉ 'tL~ EXooxiJ XQiOEW~, «sino una terrible espera del juicio».

Exb'Úro ekdyi5 desnudar, despojar* um:xMoll-m apekdyomai despojar(se) de algo, desarmar* l. Aparición de ExCiúm y cmExCiúo[!ctl en el NT 2. La voz media de ExCiúm en 2 Cor 5, 3s - 3. Exb'Úm en sentido propio - 4. El doble compuesto cmExCiúo[!ut. Bibl.: R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther, editado por E. Dinkler, Gottingen 1976 (sobre 5, 3s); F. G. Lang, 2 Korinther 5, 1-10 in der neueren Forschung, Tübingen 1973; A. Oepke, b'Úm X1:A., en ThWNT n, 318-321; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987; H. Weigelt, Vestir, en DTNT IV, 347-353.

1245 1. Mientras que el doble compuesto UJtEXb'Úo¡.tm aparece sólo dos veces (Col 2, 15; 3, 9), vemos que EXO'ÚW, otro de los compuestos de o'Úw (<<sumergirse») que encontramos en el NT, aparece 4 veces en voz activa (en los evangelios sinópticos) y 2 veces en voz media (en Pablo), casi siempre en relación inmediata con el verbo opuesto --+ EV()ÚW. El significado fundamental se modifica según sea la correspondiente línea de la argumentación o de la narración. 2. La voz media de EXO'ÚW en 2 Cor 5, 4 hace referencia en sentido figurado al hecho de despojarse -en la muerte- de la «envoltura del cuerpo» (Bauer, Worterbuch, 474). Se sigue discutiendo si el mismo verbo (con el mismo significado) debe leerse también en el v. 3, en contra de los testimonios externos, de mayor peso, que abogan en favor de EvOUOá¡.tEVOL (véanse, además de las conclusiones deducidas por Lang, 187 y passim desde la perspectiva de la historia de las investigaciones, lo que dice Bultmann, 137ss con bibliografía en 263s). Parece que, en la difícil sección de 2 Cor 5, lss, Pablo se hace eco de la terminología antropológica y de las concepciones escatológicas de sus adversarios (gnósticos). 3. En la escena del escarnio (quizás secundaria) de las historias de la Pasión en el NT (Mc 5, 16-20 par. Mt 27,27-31; Jn 19, 1-5 se aparta de ellas, y no sólo en sentido terminológico), EXOÚW aparece en el sentido literal de la palabra -como sucede casi siempre en la LXX-: Mc 15, 20 par. Mt 27, 31 con doble acusativo (cf. BlaB-Debrunner § 155, 5) y Mt 27, 28 simplemente con acusativo de persona, pero donde debe tenerse en cuenta la variante evMoav'tE~, testimoniada por B Sin,orr D pc it, la cual juntamente con JtEQLÉ'frl]XaV tiene perfecto sentido aun sin la inserción de L¡.tá'tLOV JtOQcpUQoiív (D pc it). Sugiera o no el verbo exoúw en estos pasajes, en virtud del contexto, algún género de violencia, lo cierto es que el verbo (nuevamente con acusativo de persona") significa precisamente «despojar por

1246 completo», «robarle a uno todas sus pertenencias», en la parábola del buen samaritano en Lc 10,29-37, que pertenece al material peculiar de Lucas (10, 30; cf. Bern 10, 4!). 4. UJtExO'Úo¡.tm tiene sus propios matices de significado en Col 2, 15; 3, 9; cf. , a propósito, en 2, 11 el hapax legomenon UJtÉXOUOL~, el cual con la imagen del «despojarse del cuerpo de la carne» se refiere a la «circuncisión de Cristo como plenitud escatológica» (Schweizer, 124). La voz media de uJtExMo¡.tm, usada en lugar de la voz activa (BlaB-Debrunner § 316, 1), se refiere -en 2, 15- en sentido figurado e incluso mitológico a la acción de «desarmar» a las principados y potestades. En cuanto a la exhortación que se hace en 3, 9 de despojarse del hombre viejo (también --+ UJtO'tL'frl]¡.tL, cf. E. Lohse, Kolosser [KEK], sub loco), hay que remitir no sólo a Filón, AH 1, 55; Mut 233; Som 1,43 y passsim (ahora bien, la idea se expresa siempre con EXO'ÚW, nunca con UJtEXb'Úo¡.tm), sino también a Hipólito, Phil 1, 2 4, 5), donde se habla del dios de los brahmanes indios que se despoja del cuerpo (UJtEXOUOáll-EVOV be 't0 offill-U). M. Lattke

EXEi ekei (adv.) allí, en ese lugar; allá, a aquel lugar En el NT este adverbio aparece 95 veces, especialmente en Mateo (28 veces), Juan (22), Lucas (16), Marcos (ll) y Hechos (6). Tiene casi siempre el significado de allí, en aquellugar, por ejemplo, en Mt 2, 13; 13, 42; Mc ll, 5; Jn 6, 22 y passim; A.ÉyEL WL~ EXEL, «dijo a los que estaban allí» (Mt 26,71); con frecuencia después de relativos como OÚ, oJtou ... EXEL, «donde ... allí» (Mt 18, 20; 24, 28; Lc 9, 4; Rom 9, 26; Sant 3, 16); asociado directamente con oJtou, formando pleonasmo: donde (Ap 12, 6a.14); también con el significado de allá, a'ese lugar: ecpo~~'frl] ExEL UJtEA.'frELV, «tuvo miedo de ir allá»: Mt 2,22; Jn ll, 8; 18, 3; Rom 15, 24; ¡.tE'tá~a Ev'frEV ExEL, «¡muévete de aquí y vete alláb> (Mt 17, 20).

1247

he€i3lov ekeithen (adv.) de allí, de aquel lugar (lugar de donde) Aparece 27 veces en el NT, especialmente en Mateo (12 veces); se corresponde con Ev{h,v, «de aquí... de allá» (Lc 16,26; v.l. oL EXeL{)-EV).

Exdvo;, 3 ekeinos aquel El pronombre demostrativo EXeLVO~ aparece 243 veces en el NT (y, por tanto, es mucho menos frecuente que o'Ú'to~, que aparece 1388 veces). Se encuentra con la mayor frecuencia en los evangelios, principalmente en Juan (70 veces) y en Mateo (56 veces). 1. En conexión con un sustantivo, EXeLVO~ se refiere a personas o cosas bastante alejadas, o bien menciona personas o cosas de las que ya se había hablado antes en el contexto del enunciado: en sentido temporal es frecuente en la expresión ~ ~¡.tÉQa EXELVl] (o en plural), «aquel día», refiriéndose al pasado (Mt 3,1; 12, 1; 14, 1; 22,46); xa'ta 'tov xmQOv EXeLVOV, «en aquel tiempo) (Hech 19, 23); refiriéndose al futuro (Mt 10, 19; Mc 13, 17; Ap 11, 13), especialmente al «último día» (Lc 6, 23; 10, 12; 2 Tim 1, 12.18); cf. también á aLwv EXeLVO~, «el futuro eón» (Lc 20, 35). Dícese de cosas, por ejemplo, ~ oLxLa hELvl], «aquella casa», es decir, la casa que acaba de mencionarse (Mt 7, 25.27), Y también de personas (Lc 14, 24); se encuentra precediendo a una manera específica de designar a una persona: á ¡.ta{)-l]'t~~ EXELVO~ av ~yá:na á 'Il]aov~, «aquel discípulo a quien Jesús amaba» (Jn 21, 7) (consúltese, en general, BlaBDebrunner § 291). 2. En el NT EXELVl]~ (sobreentendiéndose áCiov) aparece como genitivo de lugar en Lc 19,4 con el significado de en aquel lugar, allí (cf. BlaB-Debrunner § 186, 1). 3. EXeLVO~ aparece frecuentemente en sentido absoluto: o'Ú'to~ ... EXELVO~ (en el NT aparece únicamente en Lc 18, 14; Sant 4, 15); en combinación con pronombres personales: V¡.tLV ... EXELVOL~ (Mt 13, 11; cf. 2 Cor 8, 9); EXELVOV ... ~¡.teL~ (Jn 9, 28; 1 Jn 4, 17); á ...

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EXELVO~ (Jn 10, 1; cf. 21, 7; Rom 14, 15); en combinación con au'tó~ (Mc 14,21; 1 Jn 2, 6); refiriéndose a algo que se ha dicho inmediatamente antes (Jn 5, 37; 12,48); para acentuar algo que se ha dicho antes: EXELVOV Aa~wv, «¡cógelo!» (Mt 17,27; cf. Jn 14,21; 2 Cor 10, 18). Refiriéndose a Jesús como a una persona bien conocida, con cierto tono de rechazo (In 7, 11; 9, 12); en forma positiva (1 Jn 2, 6; 3, 3). Se discute el sentido de Jn 19, 35: xal, á ÉWQaxw~ ¡.tE¡.taQ't'ÚQl]XEV ... xal, EXeLVO~ oICiEv, donde EXELVO~ no se refiere seguramente al Kyrios (así lo afirman frecuentemente los exegetas desde Erasmo, pero la relación gramatical sería sumamente extraña), sino al testigo mismo, cuya credibilidad es acentuada especialmente por el redactor del evangelio de Juan (cf. también 18, 15; 21, 7.23); sobre la discusión acerca de este tema, cf. BlaB-Debrunner § 291, nota 8; R. Bultmann, Das Evangelium des Johanndo (KEK), sub loco; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, sub loco. H. Balz

1249 Ex3aJl~Éro ekthambe6 asustar, asombrar* En el NT aparece únicamente en Mc y sólo en voz pasiva: 9, 15: «se quedaron asombrados»; 14, 33: iíQ~a'tO Ex{)-a¡.t~eLa{)-m xal, aCil]¡.tovELV, «comenzó a sentir pavor y angustia» (quizás: «temblor y angustia»); 16, 5.6: E~E{)-a¡.t~tí{)-l]aav ... ¡.t~ Ex{)-a¡.t~ELa{)-E,

«ellas se asustaron ... ¡no os asustéis!»

adonde)* Hech 21,3: allá; 22, 5: 'tOv~ EXeLaE oV'ta~, «a los que allá estaban» (con el significado de -> EXEL). EX~l)tÉro ekzete6 buscar, indagar, requerir*

Con objeto en acusativo en Heb 12, 17: EX~l]'ttíaa~ au'ttív (¡.tE'távOLav), «aunque lo

buscó (el arrepentimiento)>>; refiriéndose a Dios, en Hech 15, 17: 'tov X'ÚQLOV; en Rom 3, 11: oux Ea'tLv EX~l]'t&V 'tov {)-EÓV (cita del Sal 13, 2 LXX), «no hay quien busque a Dios»; en Heb 11, 6: 'tOL~ EX~l]'tOVO"LV au'tóv; en pasiva con a:nó en Lc 11,50.51: «exigir a»; con :nEQL, «indagar acerca de» en 1 Pe 1, 10 (junto a E~EQavváw). EX~Í)trIOt;, €ro;, tl ekzetesis elucubración, especulación* 1 Tim 1, 4: EX~l]'ttíaEL~ (v.l. ~l]'ttíaEL~) JtaQÉxovaLv ¡.téiAAOV, «que originan más bien

especulaciones» .

ExxaxÉro ekkake6 cansarse, desanimarse Como variante textual del Textus Receptus en Gá16, 9; 2 Tes 3, 13, en ambos casos en lugar de -* EyxaxÉw.

exx€l'tÉro ekkente6 traspasar* Jn 19, 37: av E~ExÉv'tl]aav, «al que traspasaron>~; Ap 1, 7: OhLVE~ au'tov E~EXÉV­ 'tl]aav.

Ex3aJl~o;, 2 ekthambos asustado, lleno

de asombro* Hech 3, 11: avvÉCiQa¡.tEv :néi~ á Aao~ ... Ex{)-a¡.t~OL, «todo el pueblo acudió corriendo ... , llenos de asombro».

EX{}(J.UluíJ;,Ol ekthaumazo maravillarse, admirarse mucho* Mc 12, 17: xal, E~E{)-a'Ú¡.ta~ov E:n' au't(Q, «y se maravillaban mucho de él», cf. Eclo 27,23.

Ex3€to;, 2 ekthetos abandonado* Ex€io€ ekeise (adv.) allá, a ese lugar (lugar

1250

exxAáro ekkla6 cortar, desgajar* En el NT aparece únicamente en la forma E~ExAúa{)-l]aav. Dícese de las ramas que fue-

ron desgajadas del olivo noble (Rom 11, 17.19.20).

exxAdro ekklei6 excluir, alejar* En sentido propio en Gá14, 17: EXXAeLam excluiros (de la comunidad de la salvación)>>; en sentido figurado en Rom 3, 27: E~EXAELa{)-l], «(la jactancia) queda excluida», es decir, ha llegado a ser imposible.

v¡.téi~ 'frÉAOVO"LV, «quieren

tl ekklesia asamblea del pueblo, (asamblea de la) comunidad, Iglesia

Hech 7, 19: :nOLeLV 'ta ~QÉcpl] EX{)-E'ta, «dejar abandonados a sus hijos».

exxAl)Ola, a;,

Exxa3al~ro ekkathair6 limpiar, purificar* 1 Cor 5, 7: Exxa{)-áQU'tE 't~v :naAmaV ~'Ú­ ¡.tl]v, «¡purificad la levadura vieja!». Aquí, como en griego clásico, aquello de lo que hay que purificarse va en acusativo. Así que la frase quiere decir, poco más o menos: «¡Echad fuera la levadura vieja!». En sentido figurado, el verbo aparece en 2 Tim 2, 21: Eav oúv 'tL~ hxa{)-áQU Éav'tov a:no 'tO'Ú'twv, «por tanto, si uno se limpia de estas cosas», donde vemos otra vez que aquello de lo que hay que limpiarse va en acusativo, como en griego clásico.

1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial - 4. E%%AfJo(a como término cristiano - a) Pablo - b) Hechos - c) Deuteropaulinas - d) Mateo - e) Hebreos - f) Los restantes escritos del NT.

exxalro ekkai6 encender, (en voz pasiva) abrasarse* Rom 1, 27: oL <'iQaEvE~ ... E~Exa'Ú{)-l]aav, «los hombres ... se abrasaron (deseándose libidinosamente unos a otros)>>.

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1. Las 114 veces que aparece el término en el NT se distribuyen muy desigualmente. Entre los Sinópticos, únicamente Mateo ofrece tres ejemplos (16, 18; 18, 17 [bis]). El término falta por completo en el evangelio de Juan. Se emplea con la mayor frecuencia en Pablo (46 ejemplos; 22 de ellos en 1 Corintios), las Deuteropaulinas (16 ejemplos) y Hechos (23

1252 ejemplos). Hebreos ofrece 2 ejemplos. En cuanto a las Cartas católicas, el término aparece únicamente en 3 Juan (3 veces) y en Santiago (1 vez). De las 20 veces que aparece en Apocalipsis, 19 se encuentran en expresiones formulísticas empleadas en las cartas dirigidas a las siete iglesias (Ap 1-3). 2. El sustantivo ExxAll0í.a se deriva etimológicamente de EX y del verbo xaAÉm y significa literalmente «(la colectividad de) los llamados». Pero este significado original no desempeña ya ningún papel en los escritos. Quedó enteramente desplazado por las caracterizaciones terminológicas que el concepto experimentó durante una larga historia. En la época griega clásica y en la del helenismo, fxxAlloí.a es la expresión técnica para designar a la asamblea nacional integrada por los varones libres con derecho a voto (CIG I 739). Este sentido político del término aparece también en Hech 19,39: «la asamblea nacional legítima» de los habitantes de Efeso. Ahora bien, en sentido amplio, la palabra puede emplearse. también para designar toda asamblea pública. Así, por ejemplo, en Hech 19, 32 designa una «tumultuosa asamblea», que por instigación de los plateros de Efeso se había reunido en el teatro de aquella ciudad (cf. también 19,40). En la inmensa mayoría de los pasajes del NT, ExxAlloí.a se emplea como término cristiano característico y debe traducirse por comunidad o asamblea de la comunidad o Iglesia. Sólo con limitaciones podemos determinar qué testimonios concretos se refieren a cada uno de estos aspectos. Pues hay que tener en cuenta que la distinción que suele hacerse en nuestra lengua entre comunidad = comunidad localo conjunto de los cristianos que habitan en un determinado lugar, e Iglesia = conjunto de la totalidad del pueblo de Dios o conjunto universal de los cristianos, es una distinción que es ajena al NT, lo cual se halla íntimamente relacionado -a su vez- con el hecho de que el cristianismo primitivo no concebía primariamente la ExxAlloí.a como una entidad organizada sino como una dimensión teológi-

1253

EX XAr¡ ala

ca. Ni la ecclesia universalis es una agrupación meramente secundaria de las diversas iglesias particulares autónomas, ni la comunidad local es una unidad organizativa subordinada dentro de la Iglesia universal. Lejos de eso, la una y la otra -la asamblea local de los cristianos y la comunión supralocal de los creyentes- son expresiones igualmente legítimas de la ExxAlloí.a creada por Dios. Como en nuestra lengua no hay ningún término que exprese por igual el aspecto universal y el aspecto particular y local (ni siquiera lo expresa en alemán el término Versammlung [«asamblea», «congregación»] propuesto por Schmidt, 505; es un término muy impreciso), lo mejor será traducir ExxAlloí.a por comunidad todas las veces que este término se refiera a una ExxAlloí.a local concreta o en que se hable de la ExxAlloí.a local en sentido genérico. En cambio, la traducción Iglesia será la adecuada en todos aquellos casos en que, haciéndose abstracción de las situaciones locales concretas, se hable de la ExxAlloí.a en un sentido universal y trascendente o cuando se formulen esenciales enunciados teológicos acerca de la ExxAlloí.a. 3. En una serie de pasajes que reflejan el lenguaje más antiguo del cristianismo primitivo, aparece la expresión ExxAlloí.a wv {}wv, «comunidad de Dios» (1 Cor 1,2; 10,32; 11, 22; 15,9; 2 Cor 1, 1; Gál 1, 13; - en plural: 1 Cor 11, 16.22; 1 Tes 2, 14; 2 Tes 1,4). En estos casos el genitivo «de Dios» no es una adición que defina más precisamente el término precedente de comunidad, sino que es parte integrante de una formula terminológica fija. Esta expresión podría haber surgido como traducción del término q'hal 'el, atestiguado en el judaísmo apocalíptico (1 QM 4, 10; 1QS' 1, 25 [em]; cf. Stendahl, 1299; Stuhlmacher, 21Os), que designaba en él el contingente escatológico de Dios. Esta idea revisa la concepción tradicional (L. Rost, en ThWNT I1I, 532 nota 90) según la cual el término cristiano ExxAr¡ala está tomado de los LXX, donde se introdujo para traducir el término veterotestamentario qiihiil, «asamblea, contin-

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gente de Dios». Semejante adopción directa del AT es improbable por varias razones: 1) qiihiil no sólo se traduce en la LXX por ExxAr¡ala sino también por a1Jvayooyi¡; por cierto, este último término se halla más claramente perfilado y posee mayor densidad teológica para designar a la comunidad de la salvación. - 2) La LXX traduce qehal yhwh por ExxAr¡ala (a1Jvayooyi¡) X1JQlo'U, mientras que el NT prefiere hablar de ExxAr¡ala LOV {}EOV. - 3) Falta en el NT una prueba de Escritura que tome como punto de partida el concepto de ExxAr¡ala (con excepción quizás de Hech 7,38, --+ 4.b), cosa que resultaría extraña, si se tratara de un concepto tan importante tomado del AT. Por otra parte, hay que pensar que existen también objeciones contra la tesis de Schrage, según la cual el concepto de ExxAr¡ala no llegó a adoptarse como denominación propia sino dentro del círculo de los judeocristianos helenistas reunidos en torno de Esteban (Hech 6), y luego fue desarrollado ulteriormente por Pablo, por cierto como una antítesis polémica contra el concepto de a1Jvayooyi¡, tarado por el nomismo judío. Esta tesis falla, entre otras cosas, por el hecho de que ninguna de las veces en que este concepto aparece en Pablo, se escucha tono alguno de fondo en que se haga crítica de la ley. Y falla también por el hecho de que el concepto, en Mt 16, 18, se inserta incluso sin cesuras en el marco de la comprensión judeocristiana de la ley, existente en la comunidad de Mateo (--+ 4.d). A esto se añade que Pablo, en 1 Tes 2, 14, llega a incluir a las comunidades judías antiguas en el concepto de la EXxAr¡ala LOV {}wv. Así que hay que partir de que el término EXxAlloí.a wv {}wv (qehal 'el) fue ante todo la denominación que se aplicó a sí misma la comunidad primitiva de Jerusalén, formada después de Pascua. Este término resultaba muy . adecuado, porque correspondía exactamente a la comprensión escatológica que esta comunidad tenía de sí misma. Tenía conciencia de ser el grupo reclutado y escogido por Dios, que estaba destinado por él a ser el centro y el punto de cristalización del Israel escatológico llamado ahora por Dios. Los judeocristianos en torno a Esteban, los cristianos gentiles de Antioquía (Hech 11,26; 13, 1) Y también Pablo podían hacer suya sin dificultad esta denominación, a pesar de su comprensión de la

1255 ley, que difería de la que tenían los jerosolimitanos. Más aún, la conciencia común que tenían los judeocristianos y los cristianos gentiles de ser la comunidad escatológica de Dios demostró ser en último término el vínculo unificador, sin el cual difícilmente se entendería el reconocimiento y aceptación fundamental de que fue objeto -en el Concilio Apostólico- el cristianismo gentílico, libre de la ley, por parte del judeocristianismo, fiel a la ley (Gál 2, 6-10). El término simple ExxA:rlota, siempre que aparezca como un concepto eclesiológico, debe entenderse como forma abreviada del término original ExxA:rlota tOV ltwv, es decir, hay que pensar siempre en la precisión que experimenta este término por medio del genitivo de autor: «de Dios». (Por eso, G vg han reflejado exactamente este sentido al añadir «de Dios» en 1 Cor 14,4 y Flp 3, 6.) En algunas ocasiones, Pablo menciona también a Cristo en conexión con la ExxA:rlota. Y, así, en Rom 16, 16 dice: «Os saludan todas las comunidades de Cristo». Sin embargo, aquí no se pretende ni mucho menos sustituir a Dios, como autor e iniciador de la comunidad, por Cristo. Lo vemos clarísimamente en 1 Tes 2, 14: «Pues vosotros ... vinisteis a ser imitadores de las comunidades de Dios en Jesucristo que están en Judea» (<<en Jesucristo» se refiere a las «comunidades de Dios», y no a «imitadores»). La acción de Dios que funda la Iglesia, tiene a Cristo como mediador. La comunidad de Tesalónica debe su existencia, al igual que las comunidades de Judea, a Jesucristo que actúa en la palabra del evangelio. Lo mismo se dice en una expresión abreviada en Gál 1, 22: «las comunidades de Judea en Cristo». «En Cristo», aquí, no es una expresión que sustituya al adjetivo «cristiano», que todavía no existía (como pretende F. MuBner, Galaterbrief[HThK], 98 nota 110); tal caracterización sería absurda, porque Pablo no conoce otra ExxA:r¡ota que la cristiana. Lejos de eso, se piensa -otra vez- en el origen de la comunidad de Dios que tuvo lugar en el acontecimiento de Cristo.

1256 4. a) En los enunciados de Pablo acerca de su actividad como perseguidor, encontramos probablemente la expresión más antigua desde el punto de vista de la historia de las tradiciones: «Yo he perseguido desmedidamente a la comunidad de Dios y he tratado de erradicarla» (Gál1, 13). «Yo perseguí con celo a la comunidad de Dios» (Flp 3, 6). «Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la comunidad de Dios» (1 Cor 15, 9). Pablo recoge aquí la expresión «comunidad de Dios» con que la comunidad primitiva de Jerusalén se designaba a sí misma, en la cual expresión, lo mismo que en la designación «los santos» (2 Cor 9,1.12), se manifestaba la manera en que esa comunidad se entendía a sí misma como comunidad escatológica de la salvación. El hecho de que Pablo no hable aquí, ni mucho menos, en términos generales acerca de la Iglesia universal, sino que piense en un área geográfica delimitada, lo vemos con probabilidad por Gál 1, 22s y lo hallamos confirmado por el contexto de 1 Cor 15, 9: Pablo se contrapone aquí a Pedro y a los demás apóstoles de Jerusalén, porque se considera a sí mismo como el último que recibió la vocación de apóstol. Que él, como antiguo perseguidor, «no merezca ser llamado apóstol», es una afirmación que sólo es concluyente a partir de esta antítesis: mientras que Pedro y los demás apóstoles constituyeron por medio de su testimonio la comunidad de Jerusalén, ¡él -Pablo- trató de destruir precisamente a esa comunidad! La aplicación del nombre de ExxA:r¡ota toV ltwv a grupos locales de discípulos de Jesús que estaban fuera de Jerusalén, es algo que con seguridad se produjo ya antes de Pablo (~ 3). Ahora bien, Pablo desarrolla deliberadamente esta manera de hablar. Cuando habla de la EX'X.A:llota, piensa de ordinario primordialmente en la asamblea concreta de los bautizados en un lugar determinado. Difícilmente se podrá ver en ello una polémica consciente contra la idea centralista de la Iglesia mantenida por la comunidad

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cal (reunida para el culto). La comunidad está allá donde la gente se congrega «en la asamblea (EV EXXA.'I']ot~)>> (1 Cor 11, 18). Esta manera de hablar tiene sólo contactos aparentes con la manera política de hablar del helenismo profano (~ 2). Porque, según Pablo, la EX'X.A.'I']ota no se constituye por el acto de congregarse, para volver a disolverse después de terminada la reunión. No, sino que la EXXA.'I']ota conserva esta denominación aun al margen de la asamblea concreta. Y, así, se dice en 1 Cor 14,23: «Por tanto, si toda la comunidad se congrega ... ». La asamblea para la celebración del culto divino es el centro y, al mismo tiempo, la piedra de toque de la vida de la comunidad. Aquí lo decisivo es que ella sea realmente la comunidad de Dios. Y, así, el comportamiento, nada fraterno, de los ricos con los pobres en las comidas comunitarias que se celebraban en Corinto, es nada menos que un «menosprecio de la comunidad de Dios» (1 Cor 11, 22). Aquí se menosprecia en primer lugar el poder de la Cena del Señor que une en comunión, y se menosprecia al mismo tiempo aquello precisamente que hace que los reunidos lleguen a ser la comunidad de Dios. Las instrucciones que se dan en 1 Cor 14 están dirigidas a la asamblea de la comunidad Esta comprensión de la Iglesia encuentra su reunida para la celebración del culto. Frente a expresión programática en 1 Cor 1, 1s. Pablo se dirige a los cristianos de Corinto como a la inclinación hacia un individualismo pneumático en Corinto, Pablo acentúa el sentido «la comunidad de Dios, que está en Corinto» de comunión que tiene el acontecimiento del (cf. 2 Cor 1, 1), es decir, como a la comunidad culto. Mientras que el que habla en lenguas se en cuya existencia se manifiestan al mismo «edifica» únicamente a sí mismo, el profeta tiempo los rasgos esenciales de la Iglesia de edifica a «la comunidad (congregada)>>, porDios que surge en todo el mundo. Por tanto, que es entendido por ella (1 Cor 14, 4s). Por es capaz de representar a esa Iglesia en su principio, la glosolalia debiera permitirse úniuniversalidad. La «perspectiva ecuménica» camente «en la asamblea», cuando se ha preque sigue a continuación (atribuida a menudo, visto su traducción a un lenguaje comprensisin razón suficiente, a un redactor posterior) ble para todos los presentes (14, 23.27s). El abarca «a todos los que en cada lugar invocan supremo principio es: todo debe hacerse para el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que es edificación de la comunidad (15, 5.26), es deel Señor de ellos y el nuestro» (1 Cor 1,2), es cir, todo debe estar al servicio de la acción del ~ecir, abarca a la Iglesia universal, tal como surge por medio de la actividad del apóstol. Espíritu, una acción que pretende hacer que la comunidad sea el espacio vital concreto doPara la comprensión paulina de la comunidad, desempeña un gran papel la asamblea 10minado por Jesucristo. Aquí se indica un as-

primitiva de Jerusalén (en contra de lo que piensa Hainz, 232-236). Por el contrario, lo que sí tiene importancia decisiva es, ante todo, la concepción misionera de Pablo: el pueblo escatológico de Dios surgió, en opinión suya, no ya por el hecho de que personas de todas las naciones se congregaran en Jerusalén y en tomo a Jerusalén, como lugar de la salvación, sino por el hecho de que el Resucitado le había hecho a él su apóstol y le había encargado que, por el poder del evangelio que se le había confiado, obrara «la obediencia de la fe a gloria de su nombre entre todas las naciones» (Rom 1, 5) y que, en todo el mundo, de entre todos los lugares, congregara a la comunidad de la salvación. La íntima relación que existe entre la idea de «apóstol» y la de «comunidad» se expresa claramente por la coordinación que hay entre ambos conceptos en una serie de praescripta de sus cartas (1 Cor 1, 1s; 2 Cor 1,1; Gáll, 1s). La comunidad de que se trate el:1 cada caso, no sólo debe su existencia concreta a la actuación del apóstol, sino que además, por esa actuación, permanece vinculada con el acontecimiento de salvación que se impone en el mundo entero gracias al evangelio. Esa comunidad, a pesar de su limitación local, es -por su realización concreta de la obediencia de la fe- la comunidad de Dios en el pleno sentido de la palabra. Pero lo es, no como entidad aislada, sino porque en ella adquiere forma visible la acción de Dios encaminada universalmente a la creación de la comunidad.

1259 pecto importante de la comprensión paulina de la Iglesia, un aspecto que Pablo desarrolla, desde luego no a partir del término €/t/tf.:rloLa, sino a partir de la imagen del cuerpo de Cristo (1 Cor 12,4-27: Rom 12, 4ss). En principio, toda asamblea local de cristianos en cuyo centro se halla el culto divino, es considerada por Pablo como comunidad. Y, así, él menciona varias veces comunidades domésticas: la del matrimonio Aquila y Prisca, primero en Corinto (1 Cor 16, 19), luego en Roma (?) (Rom 16, 3s), y también la de Filemón (Flm 2). Los enunciados eclesiológicos que van más allá del plano de la asamblea local, escasean -indudablemente- en Pablo, pero no faltan ni mucho menos. Por eso, la circunstancia de que la comunidad individual represente a la comunidad divina de salvación que está surgiendo en todo el mundo por la acción de Dios, hace -según Pablo- que determinadas normas y formas éticas de conducta tengan aplicación por igual en todas las comunidades particulares. Pablo enseña «en cada comunidad» los mismos «caminos cristianos», es decir, imparte las mismas instrucciones morales elementales (1 Cor 4, 17). El espera que los corintios se atengan a la regla vigente en las «comunidades de Dios», según la cual las mujeres deben acudir con velo a los actos de culto divino (1 Cor 11, 16), Y de que los corintios, «como en todas las comunidades de los santos», no deben permitir que las mujeres hablen en público en la asamblea de la comunidad (1 Cor 14, 33s). En 1 Cor 10, 32 Pablo exige que se adopte una conducta que no sea motivo de tropiezo para los judíos, para los griegos y para «la comunidad de Dios». Por el contexto se deduce que aquí no se piensa sólo en la comunidad local, sino en el tercer grupo que según la historia de la salvación reúne a los hombres, en el pueblo escatológico de Dios, en la Iglesia. De gran importancia es sobre todo 12, 28: «Yen la com.unidad Dios ha designado a algunos, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como maestros ... ». Pablo ha-

1260 bla aquí de la estructura fundamental de los ministerios eclesiales, tal como aparece en todos los lugares en el pasado y el presente con diversas variaciones individuales en cuanto a la importancia concedida a cada uno de ellos (y, así, los profetas y los maestros difícilmente tendrían significación actual para la comunidad de Corinto). Con esto se aproxima Pablo a un enunciado fundamental acerca de la esencia de «la Iglesia». En ella, dondequiera que se halle su lugar histórico, hay ministerios y un derecho sagrado establecido por Dios. Porque en todo ello se realiza la estructura interna de la Iglesia como «cuerpo de Cristo» (12, 28). 4. b) En Hechos €/t/tAl']OLa designa también predominantemente a la comunidad local concreta, sea en Jerusalén (5, 11; 8, 1.3; 11, 22; 12, 1.5; 14, 27; 15, 4.22; 18, 22), sea en Antioquía (11, 26; 13, 1; 15,3.41), sea en lugares dentro del territorio de la misión paulina (16, 5 [Derbe y Listra]; 20,17 [Efeso]). En algunos de estos pasajes se transparenta el uso más antiguo de esta expresión: tí €/t/tAl']OLa, sin indicación de lugar, designa a la comunidad primitiva de Jerusalén (claro que, en ellos, Lucas renuncia a precisar más la expresión mediante el uso del genitivo wü {1IooB). Así en 18, 22: (Pablo) «subió (a Jerusalén) y saludó a la comunidad» (también en 12, 1.5). Varias veces €/t/tAl']Ola sirve para designar a la asamblea de la comunidad local. Así sucede en la descripción -que procede, según creemos, de una antigua tradición local jerosolimitana- del juicio divino contra Ananías y Safira: «y cayó gran temor sobre toda la asamblea y sobre todos los que lo oyeron» (5, 11). La comunidad aparece aquí como una entidad constituida por derecho sacro y que defiende su pureza escatológica mediante la práctica de ese derecho. Pablo y Bernabé, al regresar de su viaje misionero, convocan en Antioquía una asamblea de la comunidad, para dar cuenta a la comunidad que los había enviado (14, 27). Posiblemente en 15, 3 «
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Ex%A:r¡oLa

sa en un acto concreto de misión por parte de la asamblea de la comunidad antioquena. Según 15,4 (<
~n puesto especial lo ocupa 20, 28: «Tened CUIdado de vosotros y de toda la grey, en la cual el Espíritu Santo os ha puesto como supervisores Con el", fin de pastorear a la Iglesia de Dios , que él ad , ~UlnO por medio de su (propia) sangre». Es el . do teo l'OglCO . que hace Lucas acerca dUlllCoenun Cla e la es~ncia de la Iglesia. Su dificultad objetiva se ~efleJa en la insegura trasmisión textual: una sene de importantes testimonios textuales (entre otros, p" A C* D) leen «Iglesia del Señor» - aquí Pfdría tratarse del intento secundario de poner en c aro a qué se refiere la oración de relativo, y de

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evitar el malentendido de que aquí se hablara de la sangre de Dios (y no de la sangre de Jesucristo). Es improbable que lo de Lolou se entienda en sentido sustantivado «
1263 perspectiva de la historia de las tradiciones, la constituye la concepción paulina de la Iglesia como cuerpo de Cristo (1 Cor 12, 27; Rom 12, 5), una concepción que se amplía ahora hasta lo ontológico y lo histórico-salvífico. Por cierto que la relación entre Cristo y la Iglesia se define de dos maneras. En primer lugar, se identifica directamente a Cristo con el cuerpo, es decir, con la Iglesia: «Pablo» completa en su propio cuerpo lo que falta a las tribulaciones de Cristo «en favor de su cuerpo, es decir, de la Iglesia» (Col 1, 24). Con ello se afirma seguramente que la Iglesia se fundamenta en el acto salvífico de Cristo en la cruz, y que la forma de vida de la Iglesia -representada normativamente por el apóstol- está marcada por los padecimientos de Jesucristo. En segundo lugar, Cristo es considerado como la cabeza de la Iglesia: «y él es antes de todo, y todo tiene en él su consistencia, y él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia» (Col 1, 17s). Hoy día se puede considerar casi como probado que la frase «es decir, de la Iglesia» forma parte de aquellas glosas con las que el autor de Colosenses reinterpretó eclesiológicamente el himno de 1, 15-20, que originalmente trataba del señorío de Cristo sobre el cosmos (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, 55ss). El autor pretende expresar, al igual que el autor de Efesios, que el señorío universal de Cristo no se realiza ahora visiblemente sino en la Iglesia, precisamente porque la Iglesia -en la fe- se orienta hacia él como hacia su «Cabeza». Por tanto, la Iglesia no sólo se fundamenta en Cristo, sino que al mismo tiempo tiene a Cristo como quien está frente ella y como el objetivo de su crecimiento. La Iglesia es un ámbito real de salvación, inaugurado por la muerte de Cristo, y que impregna el cosmos. Pero no es un ámbito estático, sino que crece en desarrollo histórico hacia la norma que se le ha fijado en Cristo, que es su Cabeza (Ef 2, 20; 3, 12ss; 4, 15). El señorío de Cristo sobre el mundo y el señorío sobre el cosmos se contemplan juntos

1264 en Ef 1, 22 y, al mismo tiempo, se diferencian. Dios «'sometió bajo sus pies todas las cosas' y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo». Es verdad que Cristo es también Cabeza y Señor del cosmos (Col 2, 10), pero solamente la Iglesia es su Cuerpo; la Iglesia está impregnada de manera especial de la plenitud de Cristo. En consecuencia, ella sola tiene la capacidad y la misión para hacer que el mundo retorne al señorío de Cristo y, con ello, a la obediencia al Creador del mundo. La Iglesia realiza esta misión mediante su proclamación. Y así «la multiforme sabiduría de Dios» se manifiesta «por medio de la Iglesia» «a los Principados y a las Potestades en los cielos» (Ef 3, 10). De manera peculiarísima, la parenesis sobre las relaciones conyugales entre el hombre y la mujer, que forman parte del esquema tradicional de la tabla de deberes domésticos (Col 3, 18ss), se convierte en Ef 5, 22-33 en la ocasión para instruir acerca de las relaciones entre Cristo y la Iglesia. Evidentemente, las exposiciones eclesiológicas no son simples ejemplos al servicio de la parenesis conyugal, sino que constituyen la verdadera finalidad de la sección. Es indudable que los dos aspectos -Cristo como Cabeza y como Cuerpo de la Iglesia- se hallan íntimamente relacionados entre sí. Para ilustrar el primer aspecto, se recurre a la subordinación de la mujer bajo el marido, una idea que resultaba obvia dentro del orden social existente en el mundo antiguo: «el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia» (Ef 5,23). Así como la mujer obedece al marido, así también la Iglesia está obligada a obedecer constantemente a Cristo, que es su Cabeza (Ef 5, 24). El segundo aspecto se dilucida partiendo de Gén 2, 24 (Ef 5, 30): los esposos, por la voluntad del Creador, llegan a ser «una sola carne». En consecuencia, el marido que cuida de su mujer solícitamente y con amor, está cuidando de su propio cuerpo (Ef 5, 28). De la misma manera obra Cristo con su propio Cuerpo, que es la Iglesia (Ef 5, 29). El «amé

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1265 a la Iglesia y se entregó por ella». Su solicitud amorosa por la Iglesia se realiza en la renovación que él le hace experimentar por medio del bautismo (5, 25s). El discutido v. 32 (<<Este misterio es grande, y lo interpreto en orden a Cristo y a la Iglesia») podría ser un comentario hermenéutico para justificar la exégesis de Gén 2, 24, en la que se aplica este texto a Cristo y a la Iglesia. Lo de «misterio» se refiere «al verdadero sentido oculto de la cita» (H. Conzelmann, Epheserbrief [NTD], sub loco). El enunciado de 1 Tim 3, 15 acerca de la esencia de la Iglesia tiene una visión mucho más estática de la Iglesia. Cuando a ésta se la llama «casa de Dios» y «columna y fundamento de la verdad», detrás de todo ello se encuentra la imagen (desde el punto de vista de la historia de las tradiciones, derivada quizás de 1 Cor 3, 16; 2 Cor 6, 16) de una casa sólida y que ofrece protección, en la que uno puede moverse, y a la que hay que proteger de sacudidas y destrucciones. La imagen de la casa pasa ahora con fluidez a la imagen del hogar: la Iglesia es familia Dei. Puede trazarse así una analogía entre la función del padre de familia y la del ministro encargado de la comunidad: «Porque el que no sabe gobernar su propia casa ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?» (l Tim 3, 5). 4. d) Las palabras acerca de la roca en Mateo 16, 18 ofrecen numerosos problemas. Se trata formalmente de la explicación de un nombre, a base de un juego de palabras (deficientemente reproducido en griego) que se hace con el sobrenombre arameo de Simón Kefá' (transcrito al griego por K'l']cpa~ y tra~ ducido por rré1:Qo~): «y yo te digo: Tú eres Pe.tros (Kefá '), y sobre esta roca (kefa '; en gnego, :n:é1:Qu) edificaré mi Iglesia». La exP~icación del nombre revela el significado de SImón para la Iglesia: así como la roca sagrada constituye el fundamento del templo de Jerusalén, así también Pedro es el fundamento del edificio santo de la Iglesia. La Iglesia es el templo escatológico, que Jesús

1266 mismo ha de erigir (cf. Mc 14,58 par. Mt 26, 21;Ap21,14). Según el estado actual de las investigaciones, puede considerarse descartado que se trate aquí de una palabra del Jesús pre-pascual que ofrezca la perspectiva de la fundación de una comunidad especial (así piensa todavía Schmidt, 529s). Mt 16, 17-19 demuestra ser un pasaje no uniforme, ni mucho menos, desde el punto de vista de la historia de las tradiciones, y que fue insertado redaccionalmente por Mateo en la escena de Cesarea de Filipo, tal como la ofrece Mc 8, 2730. Otros intentos por situar Mt 16, 18 en otro lugar de la historia pre-pascual de Jesús (como hizo O. Cullmann, en ThWNT VI, 105) o por asociar el logion con la primera aparición del Resucitado a Pedro (como hizo Vagtle, 170), no fueron finalmente convincentes. En efecto, hay indicios lingüísticos que remiten claramente ellogion a la segunda generación. Y así 1) el enunciado acerca de la EXXA'l']CJLU como edificio sagrado es un enunciado acerca de la esencia de la Iglesia que, tanto por su estructura como por su contenido de imágenes (cf. Ef 2,20: los apóstoles y profetas como fundamento del edificio de la Iglesia; Ap 21, 14; 1 Tim 3, 15), corresponde a los enunciados que sobre la naturaleza de la Iglesia se hacen en las cartas deuteropaulinas (--+ 4.c). 2) La designación de la Iglesia como EXXA'l']CJLU de Jesús difícilmente corresponde a la manera más antigua de expresarse (sobre Rom 16, 16; Gál 1, 22, --+ 4.a), pero encaja muy bien en la concepción que Mateo tiene de la comunidad: la Iglesia es Iglesia de Jesús, porque está integrada por discípulos de Jesús, y está constituida y se mantiene unida por la autoridad de Jesús y por sus enseñanzas (Mt 28, 18-20). La especial significación de Pedro como fundamento de la Iglesia podría consistir, según Mateo, en que él era considerado el garante y el intérprete de las enseñanzas de Jesús que eran fundamentales para la Iglesia. - A diferencia de Mt 16, 18, vemos que EXXA'l']CJLU en Mt 18, 17 designa la asamblea de la comunidad local.

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exxAfjoLu - eXAUAÉW

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4. e) Hebreos 2, 12 recoge una cita del Sal 21, 23 LXX Y la interpreta cristológicamente: «En medio de la comunidad yo te alabaré». Por exxATjoLu se entiende aquí, evidentemente, a la comunidad celestial, en medio de la cual Cristo proclama la alabanza de Dios. Por consiguiente, la comunidad celestial es centralmente una asamblea reunida para el culto divino. A diferencia de ello, Heb 12, 23 habla de la comunidad terrena, aunque lo hace de una manera que señala claramente su relación inmediata con la asamblea celestial congregada para el culto divino. La comunidad celestial es «la ciudad del Dios vivo», «la Jerusalén celestial», «una asamblea festiva». En contraste con ella, a una distancia marcada por la separación existente entre lo terrenal y lo celestial, se encuentra la «comunidad de los primogénitos que están inscritos en el cielo». Claro que esta comunidad se halla todavía en la tierra, pero es más que una simple imagen perecedera de la comunidad celestial, porque sus miembros, por el hecho de pertenecer a Cristo, tienen su meta y su destino en aquella comunidad celestial. 4. f) Los testimonios que aparecen en los demás escritos del NT son de importancia relativamente escasa. Sant 5, 14 habla en sentido genérico de los «ancianos de la comunidad». 3 Jn 6.9.10 nos revela la imagen de una comunidad local concreta con estructuras jurídicas e institucionales relativamente muy marcadas. Por «expulsar de la comunidad» (v. 10) podría entenderse un acto jurídico oficial. A comunidades locales concretas se refieren las 20 veces que el término aparece en el Apocalipsis. J. Roloff

EXXAtVOO ekklini5 apartarse de, desviarse* Con en el sentido de apartarse de: Rom 16, 17: ExxALvne ai,,;wv, «¡apartaos de ellos!»; 1 Pe 3, 11: EXXALVÚ'tW 6E xaxou (cf. Sal 33, 15 LXX), «¡apártese

anó

an'

ano

del ma!!»; en sentido absoluto en Rom 3, 12:

núv'tf~ E'~ÉxALvav (cita del Sal 13, 3 LXX), «todos se han desviado (del camino).

-

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EXAáp.trtoo eklampi5 brillar, resplandecer* Mt 13, 43: oL 6lXaLOL EXA,Ú[l'IjJOUOLV w~ «los justos resplandecerán como el sol»; cf. Dan 12, 3 Teod; MartPol 15, 1; se piensa en la trasfiguración de los justos con ocasión de la parusía. ~A,W~

EXXOAUp.tpáoo ekkolymbai5 escapar a nado* Hech 27, 42: [lr'¡ 'tL~ ExXOA,U[l~r'¡oa~ 6LaCP'ÚYTI, «para que ninguno de ellos se fugara escapando a nado».

ExAaV'3ávop.taL eklanthanomai olvidar* EXXOp.tt~OO ekkomizi5 sacar fuera (a ente-

rrar)* Lc 7, 12: 1,60v E~fXO[lL1;,f'tO 'tdtvTjxw~, «sacaban fuera a un muerto».

EXX01t1], fí;,

ÍJ

Con genitivo en Heb 12, 5: EXA,ÉA,Tjm'tf 'tií~ «habéis olvidado el consuelo». naQaXA,r'¡ofw~,

ExAÉ')'Op.taL eklegomai elegir, escoger* ekkope obstáculo, impedi-

mento 1 Cor 9, 12 Sin D* L (en vez de 4 EYXOnr'¡): EXXOnl]V 6L6W[lL 'tLVl, «poner obstáculo a algo».

EXXÓ:7t'tOO ekkopti5 cortar, quitar* Dícese de la acción de cortar un árbol (que no da buen fruto) en Mt 3, 10 par. Lc 3, 9; Mt 7, 19; Lc 13,7.9; de cortar y arrancar una mano o un pie, en Mt 5, 30; 18, 8; en la imagen que habla de cortar ramas del olivo silvestre, refiriéndose a los cristianos gentiles, en Rom 11, 22.24 (en voz pasiva); en sentido figurado en 2 Cor 11, 12: lva Exxó'IjJW 'tl]v acpoQ[lr'¡v, «para que yo corte [es decir, evite] la ocasión».

EXXQfp.távVUp.tL ekkremannymi (en activa) colgar (algo); (en voz media) estar pendiente o en suspenso (de algo o de alguien)* En el NT se usa únicamente en voz media en Lc 19,48: Ó A,ao~ YUQ ana~ E~fxQÉ[la'to aiJ'tou axo'Úwv, «porque todo el pueblo estaba en suspenso oyéndole».

EXAaAÉoo eklalei5 contar, divulgar* Hech 23, 22: [lTj6fVl EXA,aA,fíoaL, «no digas a nadie».

1. Aparición en el NT. - 2. Contenido semántico y campo referencial - 3. btAÉYOfWL en los diversos autores del NT.

Bibl.: R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes, Giittingen 10 1968, índice s. v.; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther, Giittingen 1969, 66s; G. Gnilka, Der Epheserbrief, Freiburg i. Br. 1971, 69ss; O. Hofius, Erwdhlt vor Grundlegung der Welt (Eph 1, 4): ZNW 62 (1971) 123-128; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan n, Barcelona 1980, 329336; G. Schrenk-G. Quell, EXAÉYOftat, en ThWNT IV, 147-181; H. SeebaB-F. Dexinger-J. Eckert, Erwdhlung, en TRE X, 182-197. Cf. más bibliografía en Th WNT X, 1160s.

1. En el NT el verbo ExA.ÉY0[laL aparece 11 veces en la doble obra de Lucas y 5 veces en el evangelio de Juan. Aparece además en 1 Cor 1,27 (bis).28; Ef 1, 4; Sant 2, 5, y como complemento p1eonástico de EXA,fX'tÓ~ en Mc 13,20. 2. Con el sentido general de escoger algo (para sí), ExA,ÉYO[laL aparece únicamente en Lc 10, 42 Y 14, 7; en los demás casos, EXMyo[laL significa la elección por Dios de los padres (Hech 13, 17), de Jesús como el Hijo de Dios (Lc 9, 35) y de los creyentes (1 Cor 1, 27 y passim) , la elección de los discípulos por Jesús (Jn 6, 70 Ypassim) , y la designación por l~ Iglesia de personas para que ejerzan serviCIOS y ministerios (Hech 6, 5; 15, 22.25). .3. Así como en Israel la experiencia de la hIstoria de la salvación fundamentaba la fe en

1270 la revelación (cf. Dt 14, 2), así también la Iglesia -integrada por judíos y gentiles- se sentía elegida en virtud de su experiencia de Cristo (Mc 13, 20; 4 EXA,fX'tÓ~). Pablo describe en 1 Cor 1,26-31 el acto soberano de la elección divina de la Iglesia, a la luz de las personas que integran la comunidad: Dios «escogió lo necio del mundo ... » para avergonzar a los sabios y a lo que es fuerte (vv. 26-29; cf. Mt 11, 25s par.; Bar 2, 22s; Eclo 10, 14). Esta elección se realizó «en Cristo Jesús», que es la «sabiduría», la «justicia», la «santidad» y la «redención» dadas por Dios (v. 30; cf. Hen [gr] 51, 3). Santiago 2, 5 realza la elección de los pobres, en el contexto de una crítica contra la preferencia que suele sentirse por los ricos. En los escritos de Lucas, importantes enunciados teológicos se asocian con EXA.ÉYO[laL. Al hablarse de la elección de los padres (Hech 13, 17), se reconoce el significado de Israel en la historia de la salvación. Ahora bien, Jesucristo es el «Hijo elegido» de Dios, en quien se cumplen las promesas del AT acerca del Hijo mesiánico de Dios (Sal 2, 7), del Siervo sufriente elegido por Dios (Is 42, 1) Y del Profeta semejante a Moisés (Dt 18, 15) (Lc 9, 35 a diferencia de MclMt; cf. 23, 35 a diferencia de Me/Mt ó EXA,fX'tÓ~). Entre sus discípulos Jesús escogió a los Doce (Lc 16, 13), los cuales son los apóstoles elegidos por él «por medio del Espíritu Santo» (Hech 1, 2; cf. v. 24), los testigos primarios para el tiempo de la Iglesia. En la iniciación que Pedro hace de la misión entre los gentiles, se muestra igualmente la «elección» (E~fA,É~a'tO) realizada por Dios (Hech 15, 7). El evangelio de Juan acentúa también la elección de los Doce o de los discípulos efectuada por Jesús (6, 70; 13, 18; 15, 16.19). Sin embargo, esta elección no excluye la traición de Judas, prevista por Jesús (6, 70s) y que estaba en consonancia con el decreto de Dios (13, 18). De la elección para la amistad con Jesús nace la obligación de producir fruto (15, 16). Puesto que los elegidos no son del mundo, cae sobre ellos la enemistad del mundo (15, 19; 4 XÓO[lO~).

1271

EXAÉyO!!at - EXAEX'tÓC:;

Lo peculiar de la fe cristiana en la elección aparece en el himno de alabanza de Efesios 1, 3-14; este himno, a diferencia de la conciencia de la elección existente en la apocalíptica judía, relaciona con el acontecimiento de la redención en Cristo la idea de que los creyentes fueron escogidos «antes de la fundación del mundo» (v. 4; cf. 1QH 13, 10; CD 2, 7). Y la relaciona mediante la adición «en Cristo» y mediante todo lo que se dice en el contexto. La elección tendrá que reflejarse en una vida «santa» que se ajuste a la realidad de la elección (v. 4b). J. Eckert

ixl..EÍ,nro ekleipo cesar, terminarse, extinguirse* Lc 16, 9:
iXI..EX'tÓ;, 3 eklektos escogido, elegido* 1. Aparición del término y significado en el NT 2. bÚ.EX'tÓ~ en los Sinópticos - 3. EXAEX'tÓ~ en Pablo yen la tradición deuteropaulina - 4. EXAEX'tÓ~ en 1 Pedro - 5. EXAEX'tÓ~ en los demás escritos del NT 6. ExAoy~.

Bibl.: H. Balz-w'Schrage, Die Katholischen Briefe, Giittingen 1973, 64; H. Braun, Spiitjüdisch-haretischer und frühchristlicher Radikalismus 11, Tübingen 21969, 40s; L. Coenen, EXAÉYOftUL, en DTNT 11, 6570; J. H. Elliott, The Elect and the Holy, Leiden 1966; J. G. de Fraine, Berufung und Auserwahlung, Salzburg 1966; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief, Giittingen 1978, en el índice analítico, s.v. Erwahlung; E. Lohmeyer, Die Briefe an die Philipper (KEK), Giittingen 1964; B. Mayer, Unter Gottes Heilratschluj3, Würzburg 1974; p. von der Osten-Sacken, Rom 8 als Beispiel paulinischen Soteriologie, Gottingen 1975; G. Richter, Deutsches Worterbuch zum NT, Regensburg 1961,6972; G. Schneider, Parusiegleichnisse im Lukas-Evangelium, Stuttgart 1975, 71-78; G. Schrenk, EXAoy~ X'tA.., en ThWNT IV, 181-197; H. Zimmermann, Das . Gleichnis vom Richter und der Witwe (Lk 18, 1-8), en FS

1272

1273

Schürmann, 79-95; H. SeebaB-F. Dexinger-J. Eckert, Erwahlung, en TRE X, 182-197. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1160s.

1. En el NT b!.AEX'tÓ~ se usa únicamente en sentido religioso. El adjetivo se usa para designar concretamente la elección de Jesucristo (Lc 23, 35; 1 Pe 2, 4.6), de los ángeles (1 Tim 5, 21) y de los creyentes en Cristo (15 veces). En los pasajes citados, EXAE%'tÓ~ aparece casi exclusivamente en el contexto de enunciados apocalípticos o escatológicos (Mc 13, 20.22.27 etc.) y tiene en la mayoría de los casos una orientación cristológica (Rom 8, 33; Col 3, 12; 1 Pe 2, 4-10, etc.). Al mismo campo semántico que EXAEX'tÓ~ pertenecen especialmente los conceptos ~ xaAÉw (Mt 22, 14; Rom 8, 30; cf. 11, 29; 1 Pe 2, 9; Ap 17,14) Y ~ :n:QOOQL~W (Rom 8, 29s; cf. Ef 1, 5.11). 2. En el evangelio más antiguo, el término EXAE%'tÓ~ aparece únicamente en el discurso

escatológico de Mc 13 (vv. 20.22.27 par. Mt 24, 22.24.31; en Lucas faltan estos textos). Cualquiera que sea el juicio que la historia de las tradiciones se forme de esta apocalíptica surgida extensamente en la comunidad cristiana, lo que está bien claro es que la denominación de EXAEX'tÓ~, aplicada a los discípulos de Jesús, que no aparece en otras partes en palabras del Señor (sobre Lc 18, 7 cf. infra), aparece aquí únicamente en el contexto de enunciados apocalípticos. Las palabras de consuelo que figuran dentro de la descripción de la gran tribulación (vv. 14-20) y que hablan de que se acortarán los días «por amor de los elegidos» (v. 20), elaboran en forma positiva, y para fortalecimiento de los creyentes, la idea apocalíptica de acortar un período de tiempo (cf. ApAbr 29, 13; Bar [gr] 20, 1; 4 Esd 4, 26; Hen [gr] 80, 2). La advertencia que sigue a continuación y que pone en guardia contra los falsos mesías y profetas que obran «señales y prodigios, a fin de desviar -si fuera posible- aun a los elegidos» (v. 22), pone de relieve un aspecto de la tribulación apocalíptica del fin de los tiempos que no se halla atestiguado directamente, y nos indica que, a

o

pesar de estar prometida la ayuda divina, los elegidos seguirán estando en peligro. Nuevamente, en conexión inmediata con la tradicción apocalíptica acerca de la venida del Hijo del hombre (Dan 7) y de la reunión de los elegidos por el Hijo del hombre (Hen [et] 62, 6), pero sin expresar la idea del juicio (en contra de Hen [et] 62, 2; AsMo 10, 10), la apocalíptica cristiana alcanza su punto culminante en la consoladora promesa de la parusía del Hijo del hombre, el cual, por medio de los ángeles, congregará «de los cuatro vientos» a los elegidos (vv. 24-27; cf. Zac 2, 10 LXX; Hen [gr] 57; 1 Tes 4, 13-18). Mateo alude a la prueba a que serán sometidos los creyentes, en la parábola sobre la invitación al banquete de bodas (22, 1-14 a diferencia de Lc 14, 15-24), con la advertencia escatológica de que no hay que presentarse ante el rey sin llevar vestido de bodas (vv. 1113), y añade las siguientes palabras finales: «Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos» (v. 14). Se rechaza así un malentendido predestinacionista de la fe en la elección, al igual que se rechaza un malentendido particularista y sectario de la misma. Los elegidos son aquellos que han hecho caso de la invitación al reino de Dios, trasmitida por Jesucristo, y han realizado su vocación mediante una vida de fe (cf. Ap 17, 14). En Lucas EXAEX'tÓ~ aparece como designación escatológica de los creyentes en la aplicación de la parábola del juez y la viuda (18, 1-8): «¿Y no hará Dios justicia a favor de sus elegidos, que claman a él día y noche?» (v. 7a). Es muy discutido el enjuiciamiento de los vv. 6-8 desde el punto de vista de la historia de las tradiciones (cf. Schneider; Zimmermann). La promesa de que Dios hará pronto justicia, es decir, de que pronto tendrá lugar la intervención histórico-salvífica de Dios en faVor de sus elegidos (vv. 7a-8a) podría corresponder a la intención original de la parábola. Pero es característico de la manera en que Lucas hace frente a la demora de la parusía (cf. v. 7b) el hecho de que, en el v. 8, la mirada se aparte de la promesa de salvación hecha a los elegidos y se desvíe hacia la prueba por la que

1274 es necesario pasar antes de que llegue el Hijo del hombre. Jesús mismo es descrito repetidas veces por Lucas como el Hijo «elegido» (9, 35) o el Mesías «elegido» de Dios (23, 35) (~ EXAÉyo¡.tm). 3. Aunque Pablo acentúa el carácter gracioso de la vocación a la fe (cf. Gál 1, 6; 4, 9; Rom 1, 6) y puede hablar también de la predestinación (Rom 8, 29s; 1 Cor 2, 7), sin embargo únicamente en Rom 8, 33 llama «elegidos de Dios» a los creyentes en Cristo, y lo hace en el contexto de la situación escatológica de juicio allí mencionada. Los elegidos no deben temer ni acusación ni condenación, más aún, en último término no deben tener nada, porque el amor de Dios se ha hecho manifiesto en Jesucristo, y éste es su intercesor a la derecha de Dios (8, 31-39). La situación de prueba en que se hallan los creyentes, no aparece en el horizonte de este cántico de alabanza entonado a la historia de la salvación experimentada en Jesucristo. - El fundamento cristológico de la fe paulina en la elección debe verse también en la expresión formularia «el elegido en el Señor», mediante la cual se aprecia y encomia la fe de un tal Rufo (Rom 16, 13). La nueva situación escatológica de quienes han muerto y resucitado con Cristo (Col 3, 1-4; cf. Rom 6, 1-11), y que por realizar la nueva vida se hallan libres de la cólera de Dios (Col 3, 6), se presupone en la exhortación que leemos en Col 3, 12: «¡Como (w~) escogidos de Dios, como santos y amados, vestíos de tierna compasión ... !». No se exhorta aquí a vivir una nueva vida «como los elegidos de Dios en el cielo» (así piensa Lohmeyer, Der Brief andie Kolosser [KEK], sub loco), sino como el pueblo elegido, santo y amado de Dios (cf. Ef 1, 4; 1 Pe 2, 9). Las Pastorales no revelan una acentuación especial de la idea de la elección. En 1 Timoteo se habla únicamente de los «ángeles elegidos», quienes juntamente con Dios y con Cristo constituyen el tribunal celestial (5, 21; cf. Mc 8, 38), ante el cual el ministro de la

1275 Iglesia tiene que dar cuenta de sus obras. EXAEX'tÓ~ aparece en 2 Tim 2, 10, dentro del horizonte de la expectación escatológica, al hablarse del sentido del sufrimiento ejemplar del apóstol: «Por tanto, todo lo soporto por amor a los elegidos, para que también ellos obtengan la salvación que es en Cristo Jesús, y con ella la gloria eterna». Es incierto si aquí se hace alusión a la concepción apocalíptica de una cantidad determinada de sufrimiento (cf. Ap 6, 11; Col 1, 24). Lo cierto es que los vv. 11-13 realzan las condiciones para la obtención de la salvación escatológica. - hAEX'tÓ~ aparece también en el praescriptum de la Carta a Tito (1, 1) como una manera formularia de designar a los cristianos. 4. La Carta primera de Pedro quiere fortalecer en la fe a los cristianos que viven en un ambiente parcialmente hostil. Por eso, en esta carta surge la idea de la elección como en ninguna otra parte del NT. Al comienzo mismo de la carta, se aborda la situación especial de los creyentes, que viven en el campo de tensión entre dos mundos, y se les habla como a «extranjeros elegidos que viven en la diáspora» (1, 1). La condición de extranjero es el reverso de la idea de elección. Esta se funda en la predeterminación de Dios Padre, consiste «en la santificación del Espíritu» y tiene como fin la realización obediente de la salvación obrada por la muerte de Cristo (v. 2). Hasta qué punto los enunciados acerca de la elección se hallan anclados cristológicamente, y están al servicio de la parenesis, lo vemos por 1 Pe 2, 4-10. La exhortación a acercarse a Cristo, que es «la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios» (v. 4), y a dejarse edificar «como piedras vivas para una casa espiritual» (cf. Hen [et] 53, 6), «para un sacerdocio santo» (v. 5), se corrobora con pruebas de la Escritura acerca de Jesús, la «piedra escogida que fue puesta en Sión» (Is 28, 18), que para los creyentes es piedra de salvación, y para los incrédulos, piedra de tropiezo (vv. 6-8; Sal 118, 22; Is 8, 14s); y se apoya igualmente en una descripción (orientada también bíblicamente)

1276 del pueblo de Dios del NT (vv. 9s). A la comunidad cristiana se le aplican los títulos relativos a la elección, que originalmente habían quedado reservados para Israel. Y, así, se dice en 2, 9s: «Pero vosotros sois 'linaje escogido' (Is 43, 20 LXX), 'sacerdocio regio, nación santa' (Ex 19, 6 LXX), un pueblo que ha llegado a ser propiedad suya, a fin de que anunciéis las hazañas de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (cf. Is 43, 21); pues vosotros, que en otro tiempo erais no-pueblo, habéis llegado a ser ahora pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (cf. Os 1, 9s; 2, 23; Rom 9, 25s) rel="nofollow">>. 5. La «señora elegida», a la que se menciona como destinataria de la Carta segunda de Juan, debe interpretarse como una comunidad cristiana o como la comunidad cristiana (v. 1; cf. Tit 1, 1; 1 Clem 1, 1). «Los hijos de tu hermana elegida», de parte de los cuales el autor de la carta envía saludos al final (v. 13), son entonces los creyentes de la comunidad en la que el autor se encuentra (cf. 1 Pe 5,13). La fe en la elección, una idea que es recogida con muchas reservas por la comunidad cristiana, y que sólo aparece en contextos escatológicos y referida enteramente a Cristo, aparece una vez más en Ap 17, 14, cuando se dice de los seguidores del Cordero que ha vencido, es decir, del Rey de reyes: «y los que están con él son los llamados y escogidos y fieles». Nuevamente se ve aquí que, según la manera de pensar del NT, el llamamiento no lleva consigo automáticamente la elección. Y se ve también que la fidelidad a la fe es elemento esencial del acontecimiento de la elección (cf. Mt 22, 14). 6. En siete pasajes del NT, la idea de la elección se expresa mediante el sustantivo EX).,OyÍ), elección *, que no se halla atestiguado en la LXX. Este sustantivo aparece cinco veces en Pablo, una vez en Hechos y otra vez en 2 Pedro. En la Carta primera a los tesalonicences se hace patente que la fe cristiana en la elección

1278 1277 tiene una perspectiva universal y está referida a la historia. Al comienzo mismo de esta carta, al comprobar la fe de los tesalonicenses, que antes habían sido paganos, Pablo recuerda con agradecimiento la elección de que han sido objeto «los hermanos amados por Dios» (1,4), una elección que se ha manifestado en la predicación apostólica acompañada por la acción del Espíritu (v. 5, cf. Gál 2, 8; 3, 2-5; 1 Cor 2, 4, etc.) y en la alegre aceptación de la palabra de Dios por parte de los tesalonicenses (vv. 6-10; vv. 2s). Al dilucidar el problema de la elección de Israel, en vista de la incredulidad de~ pueblo escogido hacia Cristo, Pablo realza VIgorosamente la soberanía de Dios, pero también su fidelidad a la elección (Rom 9-11). Pablo responde a la sospecha de que las promesas de Dios han quedado sin cumplirse, haciendo ver que no todos los de Israel son israelitas, y no todos los descendientes de Abrahán son sus hijos (9, 6s). La Escritura proporciona la prueba. Así como Isaac, y no Ismael, fue el portador de la promesa (vv. 7-9; cf. Gén 21), así también la preferencia de que fue objeto Jacob sobre el primogénito Esaú demuestra aún más lo libre que es Dios al proceder a su elección (vv. 10-13: cf. Gén 25, 23; Mal 1, 2s). «El decreto de la elección divina» (~ XUT' EXAoy~v :rtQÓt}WL~ wu t}wu, v. 11) determinó ya antes del nacimiento de los hijos de Isaac, e independientemente de sus «obras», cuál habría de ser su respectiva función en la historia de la salvación. El texto no refleja cuál fue su salvación personal. La libertad de Dios para tener misericordia y para endurecer (--+ OXAlJQ'ÚVW) se hace palpable también en la vocación de la nueva comunidad salvífica integrada por judíos y gentiles (9, 14-29). A pesar de la culpable incredulidad de Israel (9, 30 - 10, 21), Dios no ha rechazado a su pueblo «conocido de antes», es decir, a su pueblo elegido (11, 2). Como ocurrió ya en tiempo de Elías (1 Re 19, 10.14.18), «hay también en el presente un resto en virtud de la elección de la gracia» (AEL¡.t¡.tU XUT' EXAoy~v XáQLTo~, Rom 11, 5). En los judíos que creen en Cristo,

Pablo ve la elección (11, 7), que hace patente la fidelidad de Dios a Israel.· Pero también el endurecimiento de parte de Israel tenía su sentido en la historia de la salvación: «A causa de su trasgresión, llegó la salvación a los gentiles, para causarles celos» (11, 11). La elección de Israel no quedó suprimida, porque el cristianismo gentílico está enraizado en el olivo que es Israel (11,17-24) Y llegará el día en que «todo Israel» sea salvo (11, 26). Así que, de momento, puede decirse de Israel: «En lo que respecta al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en lo que respecta a la elección, son amados por causa de los padres. Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables» (11, 28s). El libro de Hechos -en la visión de Ananías- designa a Pablo como «instrumento de la elección (OXEUO~ EXAOyfj~)>>, destinado a confesar el nombre del Señor «en presencia de los gentiles, los reyes y los hijos de Israel» (9, 15). La Carta segunda de Pedro que, por ser el escrito más reciente del NT, puede describir la salvación en el lenguaje de la metafísica helenística, afirmando que dicha salvación es una participación en la «naturaleza divina» (1,4), acentúa -por un lado- el esfuerzo moral de los que tienen que «consolidar» su «vocación y elección» (1, 10), pero conserva -por otro lado-la perspectiva escatológica en relación con el concepto de EXAOy~, cuando considera la prueba de los elegidos como la condición preliminar para la entrada en el reino eterno de Cristo (vv. 10b.1l). J. Eckert

EXAOYÍJ, ií~, ÍJ ekloge elección, selección

-+ EXAEX'tÓ~ 6.

EXAÚO,.UU eklyomai

cansarse, desfallecer, desanimarse* En Mc 8, 3 (EXAU'l't~OOVTaL Ev Tñ óbtp) par. Mt 15, 32 (¡.t~:rtOTE EXAUt}&OLV) dícese del desfallecer (de hambre) en el camino; Gál

1279 6, 9: ltEQÍ,OO!!EV !!~ EXAUÓ!!EVOL, «cosecharemos, si no nos cansamos (antes)>>; Heb 12,3: EXAUÓ!!EVOL, desmayando (junto a xá!!voo, «cansarse»); 12, 5: !!l]M ExAVOU, «no te desanimes»; Mt 9, 36 v.l.

1280 iX3tEtQá~ro ekpeirazo poner a prueba,

tentar ---> nELQá~oo.

iX:7tÉp.t:7tro ekpempo enviar* ixp.uiaaro ekmasso secar, enjugar* En la construcción 'tUL~ ltQL~tV ... Ex!!áoooo (... 'tOiJ~ nó&u~), «enjugar (los pies) con sus cabellos», Lc 7,38.44; Jn 11,2.3; Ex!!áoOELV 't0 AEV'tÍ,rp, «secar (los pies de los discípulos) con la toalla» (Jn 13, 5).

iXp.tux't1]Qt~ro ekmykterizo burlarse (de), hacer mofa* Lc 16, 14: E~E!!UX't~QL~OV uv'tóv, «se burlaban de él»; sin expresar el objeto de la acción verbal, en Lc 23, 35: E~E!!UX't~QL~OV ... AÉyoV'tE~, «hacían mofa ... diciendo».

iXVEÚro ekneuo desaparecer, alejarse sin ser visto* En Jn 5, 13 se usa en sentido absoluto: 'Il]oov~ E~ÉVEUOEV, «Jesús desapareció de entre la muchedumbre».

iXVtlcpro eknepM despertar, despejar la cabeza* 1 Cor 15, 34: EXV'YI'WU'tE &LXUÍ,oo~, «¡Despertaos de la modorra, como es justo!».

ÉXOÚatO;, 3 hekousios voluntario* Flm 14: xu'tu ÉXOÚOLQV, «por libre voluntad» (opuesto a: xu'tu aváyxl]v).

Éxouatro; hekousios (adv.) deliberadamente, de buena gana* Heb 10, 26: ÉXouoÍ,oo~ YUQ Ú!!uQ'tuvóv'toov ~!!rov, «porque si pecamos deliberadamente»; 1 Pe 5, 2: !!~ avuyxao'tro~, aAAa ÉXouoÍ,oo~, «no a la fuerza, sino de buen grado».

EX:7tUAUt ekpalai hace mucho tiempo, desde hace mucho tiempo* 2 Pe 2, 3; 3, 5: O'tL oVQuvo!' ~ouv €xnuAaL, «que los cielos existían desde hacía mucho tiempo».

En voz pasiva en Hech 13, 4: ExnE!!
viados por el Espíritu Santo»; en voz activa en 17, 10.

iX:7tEQta(J('i>; ekperissos (adv.) insistentemente, una y otra vez* Mc 14, 31: Ó OE fXJtEQtaOó)~ fAáAEL, «pero él aseguraba con insistencia».

iX:7tE'távvup.tt ekpetannymi extender* Rom 10, 21: E~EnÉ'tuou 'tu~ XELQá~ !!OU (cita de Is 65, 2 LXX), «He extendido mis manos».

iX:7t1]báro ekpedao lanzarse, dirigirse precipitadamente* Hech 14, 14: E~En~&l]Ouv EL~ 'tov AUÓV, «irrumpieron en medio de la multitud»; 10, 25 D.

iX:7tt:7t'tro ekpipto caer; impulsar; perder, perder validez* Bibl.: W. Bauder, Caída, en DTNT 1, 202-207, esp. 205s; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), Góttingen 71977, 674-676; W. Michaelis, nLrttw %tA., en ThWNT VI, 161-174, esp. 168s.

1. La mitad de los 10 testimonios de EXnLn'tOO que aparecen en el NT, se encuentran en Hechos (donde el verbo aparece 3 veces como tecnicismo de la navegación). La otra mitad de los testimonios se encuentra en las cartas (con un testimonio cada vez en Romanos, Gálatas, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro). El término tiene una amplia gama de significados en el NT, lo mismo que sucede en la LXX. 2. a) De la LXX procede el significado de caer en 1 Pe 1,24 (cita de Is 40, 6s) y en Sant

1282

1281 1, 11 (no es una cita directa), donde se recoge una oración independiente, que es explicada en la oración siguiente, a fin de interpretar el v. 10. La flor es la hermosura de la hierba, una hermosura que pasa como pasa el hombre rico. El lenguaje de la Escritura apunta a un fin moral. En 1 Pe 1,24 el término designa el carácter perecedero de lo terrenal, en contraste con la palabra de Dios, que permanece. Hech 12, 7 describe la liberación sobrenatural de Pedro, que ve cómo se sueltan sus cadenas; cf. Mc 13,25 (vol. en lugar de ---> nLJt'too). En Hech 27, 32, el término tiene probablemente un sentido distinto (---> b).

se haya negado a aceptar el evangelio. En Rom 9-11 se explica por qué no sucede tal cosa. - En 1 Cor 13, 8 v.l. (Koiné D G Y otros) ExnÍ,n'too tiene el sentido de cesar.

b) En Hech 27, 17.26.29 ExnLJt'too significa encallar, y en el v. 32, dejar que se pierda. El primer peligro consistía en encallar en los bancos de la Gran Sirte (v. 17), pero más tarde Pablo profetizó que encallarían en una isla (v. 26), donde -por el peligro de ir a dar contra los escollos (v. 29)- los marineros querían escapar en un bote salvavidas, que los soldados dejaron que se perdiera (v. 32). Esta traducción del v. 32 hace que se entienda mejor el sentido de ---> Moo.

En el NT el verbo aparece únicamente en sentido figurado en Hech 13, 33: Ó ltEO~ ExnEnA~QooxEV 'tOL~ 'tÉXVOL~ uv'trov ~!!LV, «Dios ha cumplido (la promesa) en nosotros, sus hijos»; cf. también Herm (v) 3, 7, 6.

c) En 2 Pe 3, 17 Y en Gá15, 4 el verbo perder tiene en cada uno de estos dos pasajes un sentido diferente. En el primero, el verbo significa caer del estado en que uno se encontraba antes, por dejarse seducir por los falsos maestros. En el segundo pasaje se trata de que la gracia se malogra, por desechársela en favor de las obras de la ley, por las que uno pretende ser justificado (cf. Rom 6, 19; 11, 5s; Gál 2, 21; ---> XáQL~). La situación que de esta manera se malogra, se describe en Rom 5, 2 como un estado determinado por la gracia de Dios, pero no necesariamente como un ámbito del que pudiéramos caer. Es comparable con la fe. Ap 2, 5 (v.l. en lugar de ---> nÍ,:¡t'too) se refiere al abandono de la antigua fidelidad. d) En Rom 9, 6 ExnÍ,Jt'too tiene el sentido (no atestiguado en la LXX) de perder validez o fallar, y se refiere a la idea de Pablo de que la totalidad de las promesas hechas por Dios a Israel no han fallado porque parte del pueblo

M. E. Glasswell

iX:7tAÉro ekpleo zarpar, hacerse a la vela* Con EL~ en Hech 15, 39; 18, 18: «con rumbo a ... »; con anó en 20, 6: «en (o desde) Filipos».

iX:7tA1]QÓro ekpleroo cumplir*

iX:7tAtlQroat;, Ero;,

ti

ekplerosis cumplimiento, terminación* Hech 21, 26; 't~v ExnA~QoooLV 'trov ~!!E­ Qrov 'tOV ÚyVLO!!OV, «la terminación de los días de la santificación»; Lucas quiere decirnos, seguramente, que se habían cumplido los días que duraba el voto del nazireato, ---> úyvó~ 3.

iX:7tAtlaaop.tUt ekplessomai quedar asombrado, quedar atónito (de temor o de admiración), maravillarse* En el NT (como en los LXX) el verbo se usa únicamente en pasiva, y se refiere de ordinario a la reacción de los circunstantes, que se sienten asombrados o atónitos ante las palabras o los actos de Jesús (excepciones en Lc 2, 48; Hech 13, 12, pero aun en estos casos el verbo significa «maravillarse»: ExnAl]OOÓ!!EVO~ En!, 'tñ &L&uxñ 'tOV xUQÍ,ou, «maravillado de la doctrina del Señor»). En Mateo el verbo aparece siempre en asociación con las enseñanzas de Jesús: E~EnA.~Ooov'tO ... En!, 'tñ ~JL&uxñ uv'tOv 7, 28 par. Mc 1, 22 / Lc 4, 32; E&Í,&uoXEV uV'tOiJ~ ... WO'tE ExnA.~ooE(JltaL uv'toiJ~

1283

xut MyELV, Mt 13, 54 par. Mc 6, 2; axoúauvtE~ bE oL flm't'l']tut ESEnt.:!Íaaovto alpóbQu, Mt 19, 25 par. Mc 10, 26 nEQLaaw~ ESEnA!ÍaaOvto, «se quedaron muy atónitos»; cf. además Mt 22, 33; Mc 11, 18 (en ambos casos con: Ent tft bLbuXft uutoil); ... Ent tft flEyUAELót'l']tL toil 1teoil, «estaban admirados de la majestad de Dios», Lc 9, 43; en sentido absoluto: vnEQnEQwaw~ ESEnA!ÍaaOVto, «se quedaron sumamente atónitos», Mc 7, 37.

EX3tvÉm ekpneo expirar, morir*

Dícese de la muerte de Jesús: ESÉnVE1)aEV, «expiró (literalmente: «espiró su vida»), Mc 15, 37 par. Lc 23, 46; Mc 15, 39.

EX3tOQEÚOJlat ekporeuomai irse, salir,

llegar a* En el NT el verbo aparece 33 veces, especialmente en Marcos (11 veces) y en el Apocalipsis (8 veces). En el sentido propio de salir (de un lugar) se emplea con frecuencia en los. evangelios: con anó (Mt 20, 29; Mc 10, 46); con ExeL1tEV (Mc 6, 11); con esw (11, 19); con Ex (13, l);cf. EX toil 1tQóvou ExnoQEÚOflaL, «salir; brotar del trono» (Ap 4, 5; 22, 1); con indicación de la meta por medio de nQó~ (Mc 1,5 par. Mt 3, 5); por medio de et~ (Mc 10, 17; Jn 5, 29); etanoQEuóflEVO~ xut ExnoQEuóflEVO~ et~ 'IEQouauA!Ífl, «entrando y saliendo de Jerusalén (Hech 9, 28); en sentido absoluto en Lc 3, 7; Ev táXEL ExnoQEúw1taL, «en breve él mismo partiría (para allá)>> (Hech 25,4). En sentido metafórico y figurado se usa con frecuencia en las construcciones: ExnoQEúEa1taL EX toil atóflUtO~, «salir de la boca» (Mt 15, 11.18; Lc 4,22; Ef 4, 29; Ap 1, 16; 9, 17.18 [en plural]; 11, 5; 19, 15; 19, 21 v.l.); bLU atóflUtO~ 1teoil (Mt 4,4); en general: EX tOV av1tQómou (Mc 7, 15.20); eaw1tEv ... EX tfí~ XUQbLU~ (Mc 7, 21); eaw1tEv (Mc 7, 23); con et~ (Mc 7, 19); ESEnoQEúEto ~Xo~ nEQt uutoil et~ návtu tónov, «su fama se divulgaba por todos los lugares» (Lc 4, 37; cf. Ap 16, 14); tO nVEvflu ... nUQu toil nutQo~ EX-

1284

nOQEúEtaL, «el Espíritu ... que procede del Padre» (Jn 15, 26); sin indicación de dirección: watE ... tá tE nVEúflutu tU nOV'I']Qu ExnoQEúEa1taL, «de tal manera que ... los malos espíritus se iban (Hech 19, 12; cf. Mt 17, 21 C Koiné D pllat.).

EX3tOQVEúm ekporneuo vivir muy inmo-

ralmente* Jds 7: ExnoQvEúaUaaL, dícese de Sodoma, de Gomorra y de las ciudades de alrededor, «que se entregaron a una gran inmoralidad».

EX3tTÚm ekptyo escupir*

En Gá14, 14 se usa en el sentido figurado de rechazar con asco o con desprecio: tov nELQuaflov VflWV Ev tft aUQxL floU oux ESOU1tEv!ÍaUtE oubE ESEntúaUtE, «a la tentación que había para vosotros en mi carne, no respondisteis ni con desprecio ni con asco» (ouM ESEntúaUtE falta en el p46!). EXQt~Óm ekrizoo arrancar de raíz, desarraigar* Dícese de la cizaña juntamente con el trigo en Mt 13, 29; nuau lputdu ... EXQLl;w1'tJÍaEtaL, «toda planta será arrancada (por Dios)>> (15, 13); EXQLl;ó:J1t'!']tL, «¡arráncate de raíz!», dícese en Lc 17, 6 refiriéndose a la higuera; ClÉVClQU ... axuQnu Clt~ ano1tuvóvtu ExQLl;w1tÉvtu, «árboles ... sin fruto, dos veces muertos y desarraigados» (Jds 12) como imagen para referirse a los impíos que se han infiltrado en la comunidad (cf. también el v. 5, to ClEútEQOV). EX(JTafJt~, Em~, Í) ekstasis el hecho de estar fuera de sí; «arrobamiento»* 1. Testimonios en el NT y definiciones en la historia de las religiones - 2. fX01;aaL~ (desde la perspectiva de la historia de las formas) como elemento de admiración en los relatos de milagros del cristianismo primitivo - 3. fX01;aaL~ como «arrobamiento» visionario. Bibl.: H. R. Balz-G. Wanke, ThWNT IX, 186-216; G. Bertram,

cpo~É{J) {}á[l~o~

X"tA.., en 'K'tt..., en

1285 ThWNT III, 3-7; Id., {}aü[la 'K'tt..., en ibid., 27-42; H. Dorrie, Ekstasis, en Pauly, Lexikon 11, 226; G. van der Leeuw, Fenomenología de la religión, México 1964; A. Müller, Ekstase 1, en HWP 11, 434; A. Oepke, fXa'taaL~, E1;la't1][lL, en ThWNT 11,447-457; Id., ova(l, en ThWNT V, 220-238; F. Pfister, Ekstase, en RAe IV, 944-987; E. Rohde, Psyche IIII, Darmstadt 1961 (=21988); A. Schimmel, Ekstase, en RGG 11, 410-412; G. TheiBen, Urchristliche Wundergeschichten, Gütersloh 1974.

1. En el NT (y no sólo en él) el sustantivo (Mc 5, 42; 16, 8; Lc 5, 26; Hech 3, 10; 10, 10; 11,5; 22, 17) aparece con menos frecuencia que el verbo -+ ESLat'l']flL, Eswtávw. Además el verbo se encuentra solamente en las partes narrativas del NT (Sinópticos, Hechos); la única excepción, 2 Cor 5, 13, es interesante, porque el contraste que hay en este pasaje entre ExatfívaL y aWlpQoveLV (estar en sus cabales) realza el sentido del primero, aunque en forma negativa. El poco aprecio que se hace de exatu<JL~ es más típico de Filón que del NT. Pero conviene subrayar que exatuaL~ no aparece en el NT en reflexiones de carácter teológico-ético. Del término «éxtasis», en el pleno sentido en que este término se entiende en la historia de las religiones (cf., además de Pfister y Schimmel, el índice analítico de van der Leeuw, s. v. éxtasis; Rohde 11, s. v. exatu<JL~), apenas hay sino vestigios ligeros e inciertos, que deben considerarse más bien como concesiones de carácter apologético y edificante a los lectores helenistas. Por eso, a pesar de la experiencia entusiástica del Espíritu, en el NT no conviene en ningún caS? traducir sencillamente eXatUaL~ por «éxtaSIS»; la evidente traducción inadecuada del término conduce, sobre todo en nuestros idiomas modernos, a sobrecargadas asociaciones de ideas. eX<Jtu<JL~

~ingüísticamente, es bastante probable que en la mtroducción del término influyó en parte la pex. Pero hay que tener en cuenta principalmentite a, F"l' Ion, no tanto por su propia actitud ante los den?,menos, cuanto por los matices de significado . e !'XO"t(WL~ que eran corrientes en su tiempo y Á~~ IqUedan reflejados en sus obras. Además de I, 19.31 (sobre Gén 2, 21) Yde las valoracio,nes sumamente negativas que se encuentran en

1286 Cher 69, 116; Plant 147; Ebr 15; Spec Leg III, 99; VitCont 40, vemos que la sección Her 249-265 (sobre Gén 15, 12) merece especial atención por los cuatro tipos que en ella se describen (cada uno con sus correspondientes ejemplos). Mientras que el primero de los cuatro podría clasificarse entre los enunciados desfavorables, el segundo es importante para el NT (--> 2): EXO"tU<Jt~ como oCPO()Q
1287

1288

únicamente motivos literarios de carácter apocalíptico. 3. Con gran reserva y teniendo en cuenta los matices conceptuales indicados (-+ 1), podemos hablar de «arrobamiento» visionario (Bauer, Worterbuch, 485; «trance»: LiddellScott, 520), al referimos a las experiencias de Pedro y de Pablo en Hech 10, 10 (dependiendo de él: 11, 5) Y 22, 17. ex01:UCJL~ está vinculado tan esquemáticamente con la oración y la visión, que se da poca importancia a la descripción del proceso como tal. Juntamente con el sueño (-+ ovuQ), vemos que eX01;UCJL~ no es un fin en sí mismo, sino un medio apocalíptico de presentar revelaciones. M. Lattke

Exa'tQÉq>ffi ekstrepho pervertir, confundir* Tit 3, 11: f~Éa'tQU:7t'tm Ó 'tOLo'Ího~, «el tal (a saber, un hereje, v. 10) es perverso». Exa
Ex'tUQcl.aaffi ektarasso agitar, alborotar* Hech 16,20: fx'tuQáaaouCJLv ~/lwv 'ttlV nóALV, «alborotan nuestra ciudad».

EX'tEí,vffi ekteino extender* El verbo aparece 16 veces en el NT, seis de ellas en Mateo. Es especialmente frecuente en la construcción f%'tELVELV 'ttlV XdQu (13 veces), «extender su mano» (Mt 8,3; 12, 13 [bis]. 49; 14,31; 26, 51; Mc 1,41; 3, 5 [bis]; Lc 5, 13; 6, 10; Hech 4,30; 26, 1; también en plural: Lc 22, 53; Jn 21, 18). Se expresa con ello la idea de coger de la mano a alguien (para curar a un enfermo), de curar la mano extendida o de curar a toda la persona. El gesto de extender las manos (¡en plural!) puede ser el gesto de un desvalido (o'tuv 6E yTjQáO'n~, fX'tELVEL~ 'ta~ XdQá~ aou, «cuando seas viejo, extenderás tus manos - y otro te ceñirá y te conducirá ... », Jn 21, 18), pero también puede ser

un gesto de hostilidad (fn' fIlÉ, «contra mí», Lc 22, 53). En Hech 26, 1, Pablo -a pesar de hallarse cautivo- adopta la actitud del orador antiguo: fX'teLVU~ 'ttlv XELQu anEAoyeL'tO, «extendió la mano y se defendió», cf. Apuleyo, Met 11, 21; Hech 27, 30, con un tecnicismo de la navegación: ayxúQu~ /lEAAóv'toov fX'teLvELV, «como si quisieran echar las anclas», es decir, apartando un poco de la nave el bote salvavidas con el pretexto de echar las anclas (cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK], sub loco). H. Balz

EX'tEAÉffi ekteleo terminar, acabar* En sentido absoluto se emplea el verbo en Lc 14,29.30 para referirse a una persona que echó los cimientos para construir una torre, pero luego «no pudo terminarla» (/ltl taxúov'tO~ fx'tEAÉam, v. 29; oux LaxuaEv Ex'tEAÉO'm, v.30).

Ex'tÉvnu, u;, ÍJ ekteneia perseverancia, ahínco * Hech 26, 7: fV EX'tEVELc,:t, «con perseverancia, perseverantemente»; 12,5 D.

EX'tEVÍ);, 2 ektenes perseverante, constante* 1 Pe 4, 8: 'ttlv ... ayánTjv Ex'tEvi] exov'tE~, «¡cultivad el amor constante!»; Hech 12, 5 v.l.

fX'tEVro; ektenos (adv.) constantemente, fervientemente* Hech 12, 5: nQoaEuXtl bE ~v EX'tEVW~ (v.l. EX'tEvlÍ~) YLVO/lÉVTj, «se oraba con fervor»; 1 Pe 1, 22: aAAlÍAou~ ayunlÍau'tE Ex'tEVW~, «¡amaos unos a otros entrañablemente!»; en Lc 22, 44 encontramos el adverbio en grado comparativo: Ex'tEvÉa'tEQov nQoaTjÚXE'tO, «oraba todavía con más fervor, más ardientemente». M. Evang, 'Ex XUQ6LU~ aAAlÍAo'U<; ayunlÍau'tE EX'tEVW~. «Zum Verstandnis der Aufforderung und ihrer Begründung in 1 Petr 1, 22s: ZNW 80 (1989) 111-123.

1290

1289

fxd1't1)J1t ektitkemi explicar, exponer* En el NT el verbo aparece únicamente en Hechos: con el significado de explicar en 11, 4 (fSE'tL{}E'tO); 18,26 (fsÉ{}EV'tO); 28, 23 (fSE'tL{}E'tO), siempre con dativo; con el significado de ser expuesto o abandonado en 7, 21: fX'tE{}ÉV'tO~ M. uln:oií, «(Moisés) después de ser abandonado (cuando era un bebé de tres meses)>>.

fx'ttVcl.aaffi ektinassiJ sacudir* Mc 6, 11 (fX'tLVá~u'tE 'tov xoiív, «¡sacudid el polvo!») par. Mt 10, 14 (f%'tLVá~U'tE 'tov XOVLOQ'tOV 'tWV no6wv 'Ú/lwv, «¡sacudid el polvo de vuestros pies [= que se ha quedado adherido a vuestros pies]!»); cf. Hech 13,51. fx'tLvusá/lEVO~ 'ta L/lá'tLU, «él sacudió sus vestidos» (Hech 18, 6).

EX'tO;, 3 hektos sexto* 1. En el NT EX'tO~ aparece 14 veces, con la mayor frecuencia en los evangelios (en Mateo 2 veces, en Marcos 1, en Lucas 3, en Juan 2). El vocablo aparece, además, 1 vez en Hechos y 5 veces en el Apocalipsis. 2. Se emplea 7 veces para designar la hora sexta del día: el mediodía. En la parábola de los trabajadores en la viña, se contratan trabajatlores a intervalos regulares entre la primera y la última hora del horario de trabajo, y también al mediodía (Mt 20, 5). Pero todos los trabajadores, al final de la jornada laboral, reciben exactamente el mismo jornal. Según Mt 27, 45; Mc 15,33; Lc 23, 44, a la hora sexta cayó oscuridad sobre la tierra; según Marcos, esto sucedió precisamente a la mitad del tiempo que pasó Jesús colgado de la cruz. Según Jn 19, 14, Pilato hizo al mediodía un último intento por salvar a Jesús. Por tanto, Jesús murió por la tarde, en la hora en que se estaban sacrificando los corderos pascuales, y quizás fue considerado él mismo como cordero pascual y también como el verdadero pan ázimo, que probablemente se comía a aquella misma hora.

Jn 4, 6 puede relacionarse con ese momento del día, porque el hecho de que Jesús tuviera sed, y no la llegada de la mujer, tiene sentido precisamente a aquella hora (cf. la palabra de juicio en el v. 10). Hech 10, 9 hace referencia a la oración al mediodía, con arreglo al Sal 55, 17s (cf. Dan 6, 10; Did 8, 3), lo cual, desde luego, no tenía su fundamento en la ley judía. Lc 1,26.36 -al referirse al sexto mes- pone en relación el nacimiento de Jesús con el de Juan, su precursor. 3. En el Apocalipsis se emplea la palabra para referirse a) al sexto sello (-+ ()'(PQUyL~) que es abierto por el Cordero (6,12); b) al sexto ángel (a'Y'YEAo~) que toca la trompeta (-+ aáAmy~) (9, 13s); c) al sexto ángel que vierte su copa (cpLáATj) (16, 12); d) a la piedra preciosa (aáQ6LOv) que constituye el sexto de los doce pilares (-+ {}E/lÉALO~) sobre los que se asienta la Jerusalén celestial (21, 20). En los tres primeros pasajes, se trata del sexto objeto entre siete (el número perfecto); en el último pasaje, se trata del sexto objeto entre doce (el número que simboliza al nuevo Israel). M. E. Glasswell

fX'tÓ; ektos (adv.) fuera* Como preposición impropia que rige genitivo: fuera de, aparte de: Hech 26, 22 (EX'tO~ ... dlv, «nada más que»); 1 Cor 15, 27 (cf. BlaBDebrunner § 216 nota 7); fuera de: fX'tO~ 'tOií aW/lu'tO<;, 1 Cor 6, 18; 2 Cor 12, 2; 13, 3 v.l. (cf. BlaB-Debrunner § 184 nota 2). En sentido adverbial: 'to EX'tO~ uu'toií (complétese: IlÉQO~), «lo de fuera de él», en Mt 23, 26. Tres veces en la construcción EX'tO~ el IllÍ, a no ser que / a menos que, con indicativo en 1 Cor 15, 2; con subjuntivo en 14, 5; sin verbo en 1 Tim 5, 19: EX'tO~ el Iltl EnL, «a no ser a base de» (cf. BlaB-Debrunner § 376 nota 4).

EX'tQÉ:7tOJ1
1291 eL~

¡.tm;aLOAoyiav, «se han desviado hacia vana palabrería I se han metido en vanas discusiones» (1 Tim 1,6); V;E'tQám¡aav oJtiaw 'tov aa'tava., «se han desviado para seguir a Satanás» (5, 15); EX'tQEJtÓ¡.tEVO~ 'ta~ PEP~­ AO'U~ xEvo
be'tQÉqJro ektrephO alimentar, criar (hijos)* Ef 5, 29: EX'tQÉ
EX'tQOp.tO;, 2 ektromos tembloroso Heb 12,21 Sin D* en vez de EV'tQO¡.tO~.

EX'tQrop.ta, a'to;, 'tó ektri5ma aborto* Bibl.: J. Blank, Paulus und Jesus, München 1968, 185-197; Th. Boman, Die Jesusüberlieferung im Lichte der neueren Volkskunde, Giittingen 1967, 236-240; E. Güttgemans, Der leidende Apostel und sein Herr, Giittingen 1966, 88-93; J. Munck, Paulus tanquam abortivus, 1 Coro 15:8, en NT Essays. Studies in Memory of T. W. Manson, Manchester 1959, 180-193; P. von der Osten-Sacken, Die Apologie des paulinischen Apostolats in 1 Kor 15,1-11: ZNW 64 (1973) 245-262 (250-257). Para la bibliografía hasta el año 1939, cf. Bauer, W6rterbuch, s. v.. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1072.

En el NT, Ex'tQw¡.ta (el verbo correspondiente: Ex'tL'tQwaxw, «abortar») aparece sólo en 1 Cor 15, 8. En los LXX aparece tres veces (Núm 12, 12; Job 3, 16; Ec16, 3) con el significado, atestiguado también en otras partes, de aborto o mortinato; fuera de la Biblia, el término aparece también con el significado de

1292 «parto prematuro» (Bauer, Worterbuch, s. v.; Munck, 184ss). En 1 Cor 15, 8 queda descartada la traducción «parto prematuro» (Güttgemans, 90 con la nota 196, etc.), por hallarse en contradicción con lo dicho anteriormente en el sentido de que Jesús se apareció a Pablo «como al último de todos». La otra traducción -aborto o mortinato- acentúa la insignificancia de la persona así designada. Como indica la razón dada en el v. 9, Pablo usa esta metáfora para referirse a sí mismo como perseguidor que fue de la comunidad de Jesús, en los tiempos que precedieron a su conversión. El recuerdo de todo ello -introducido por el juicio «el más insignificante de los apóstoles», que explica la metáfora del v. 8- permite a Pablo interpretar su propia vocación como un acto radical de la gracia de Dios, corroborado por el éxito de su labor misionera (v. 10; cf. Blank, 192ss). Pablo, al poner así fuera de toda duda la realidad de la aparición de Jesús experimentada por él y que fue el fundamento de su vocación, defiende la legitimidad de su apostolado tardío juntamente con la del apostolado de las autoridades mencionadas anteriormente (vv. 3ss). Por tanto, el artículo que precede a EXtQw¡.ta no exige que supongamos que Pablo recogió un insulto que le lanzaban sus adversarios (de acuerdo con Munck, 182, quien da una razón diferente; en contra de Boman, Güttgemans y otros). Sino que «el artículo da a la metáfora una relación con lo precedente y designa, por tanto, a Pablo como el EX'tQW!la en comparación con los que fueron mencionados antes» (Ph. Bachmann, Der erste Brief des Paulus an die Korinther [KNT], 437). Podemos, pues parafrasear así la traducción: «(a mí), que soy -por decirlo así- el aborto (entre todos los apóstoles)>> (cf. más extensamente la paráfrasis en Osten-Sacken, 252s). Tiene un sentido parecido el uso de axúpaAov en Flp 3, 8. IgnRom 9, 2 alude a 1 Cor 15, 8. P. van der Osten-Sacken

1293

1294

iXqJÉQro ekpheri5 llevar fuera, sacar fuera, producir* Literalmente: sacar, acompañado de acusativo como objeto de la acción verbal (Lc 15, 22; Hech 5, 6.9.10.15); E~~VEyXEV mhov E~W 'tfj~ xw¡.t1']~, «10 llevó fuera de la aldea» (Mc 8, 23); on oME E~EVEyxdv 'tL 6'Uvá¡.tElta, «así que tampoco podemos sacar nada (del mundo)>> (1 Tim 6, 7); en sentido figurado dícese de la vegetación que la tierra produce (Ex
EXqJO~O;, 2 ekphobos asustado, aterrado* Mc 9, 6: EX
xm EV'tQO¡.tO~ (cf. Dt 9, 19), «Estoy lleno de temor y temblor».

iXqJúro ekphyi5 producir (hojas), brotar* Mc 13, 28 par. Mt 24, 34: o'tav ... Ó xAú60~ ... ex
~

I

II.Ero, EXXUVVro ekchei5, ekchynni5 derramar, verter*

3 1. Apa~ición en el NT - 2. Significado fundamental . ExpreSIOnes de especial significado.

Ex, B!bl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; J. Behm, EXXÉoo, X1Jvvoo, en ThWNT n, 465s; BlaB-Debrunner § 73,

74, 101; B. Kedar-Kopfstein, dam, en ThWAT n, 248266; R. Pesch, Das Markusevangelium n (HThK), Freiburg i. Br. 1977,358-360.

1. Junto a la forma EXXÉW, usual desde Homero, que en el NT aparece 16 veces, tanto en voz activa como en voz pasiva (Mt 9, 17; Jn 2,15; Hech 2,17.18.33; Rom 3,15; Tit 3,6; Ap 16, 1.2.3.4.6.8.10.12.17), encontramos 11 veces en voz pasiva la forma helenística EXXÚVVW (Mt 23, 35; 26, 28; Mc 14, 24; Lc 5, 37; 11, 50; 22, 20; Hech 1, 18; 10, 45; 22,20; Rom 5,5; Jds 11). 2. EXXÉwlEXXÚVVW aparecen en su significado fundamental, cuando se dice que el vino (Mt 9, 17 par. Lc 5, 37), el dinero de los cambistas (Jn 2, 15) Y el contenido (la cólera de Dios) de una copa (Ap 16, 1.2.3.4.8.10.12.17) se derrama o se desparrama. Es conocida ya por el AT (cf. 2 Sam 20, 10) aquella frase: <
1295

hXéw - E/..ulu

11, 50), será vengada en la generación presente. Según Ap 16,6, también los hombres «han derramado la sangre de los santos y de los profetas». Este «derramamiento» de sangre suscita a su vez, como juicio y castigo, según Ap 16, 1.2.3.4.8.10.12.17, el «derramamiento» de la cólera de Dios. La expresión atila EXXELV/EXXÚVVELV adquiere significación teológica al combinarse con la preposición vnéQ en las palabras de la Cena del Señor: Mc 14,24 par. Mt 26,28/ Lc 22, 20 proclaman unánimemente (la omisión en D es secundaria) que «la sangre (de Jesús) se derrama por muchos» (<<por vosotros» en Lc 22, 20 es redaccional). En alusión a Ex 24, 8 (<<sangre del pacto») y «recogiendo de manera soberana y libre» (Pesch, 359) las palabras de ls 53, 12 (anticipación objetiva!), se interpreta la muerte de Jesús asociándola con la «sangre expiatoria del pacto» y con «la entrega vicaria de la propia vida: una entrega que surte un efecto expiatorio universal» (Pesch, 359). Juntamente con EnL + acusativo, ExXéOJ/ EXXÚVVOJ expresan metafóricamente el derramamiento de «dones o poderes divinos» (Behm, 466). Según 11 3, 1s LXX, Dios -al fin de los tiempos- «derramará» como lluvia su Espíritu (cf. 11 2, 23s; Is 32, 15) «sobre todos los hombres». Hech 2, 16 ve en el milagro de Pentecostés el cumplimiento de esta profecía de salvación anunciada en el AT, y acentúa en el v. 33 que Jesús «ha derramado» este Espíritu, «como vosotros veis y oís». Este derramamiento del Espíritu se actualiza, para el espectador cristiano primitivo, tanto en la repetición que se produce en la forma de la glosolalia de Pentecostés (Hech 10, 45) como también en el bautismo, en el que Dios «derramó abundantemente sobre nosotros» el Espíritu santo «por medio de Jesucristo, nuestro Salvador» (Tit 3, 6). Rom 5, 5 se refiere al misterio de estos derramamientos del Espíritu: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones» (cf. Sal 44, 3 LXX; Eclo 18, 11). F. G. UntergaBmair

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E)tXroQÉro ekchOreo huir, retirarse* Lc 21, 21: EXXOJQEb:OJoav, ¡huyan! E)tljrúXro ekpsycho expirar, morir* Hech 5, 5.10; 12,23, en todos los casos E~étl),lJ1;EV, él (ella) murió.

É)trov, 3 hekon voluntariamente, por propia voluntad Rom 8, 20: OVX Exoiíoa, aAAa 6La 'tov vn01;á1;av'ta, «no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió»; 1 Cor 9, 17: el yaQ EXWV wií'to nQáooOJ, «pues si hago esto voluntariamente».

EA,ata, a;, Í) elaia

olivo, fruto del olivo: aceituna * EAaLWV, &VO¡;;, Ó elaion olivar, el Monte de los Olivos* Bibl.: G. Dalman, Jerusalem und sein Geliinde, Gütersloh 1930, 21-56; H. Frehen, en BL, 1258-1262; Haag, Diccionario 16, 1299-1300, 1360-1361; V. Hamp-H. Haag, en LThK VII, 1138s; K. H. Rengstorff, Das Olbaum-Gleichnis in Rom ll, 16ss. Versuch einer weiterführenden Deutung, en FS Daube, 127164; E. Segelberg-G. Sauer, en BHH n, 1337-1340.

1. De los 15 testimonios que hay de EAaLa en el NT, nueve aparecen en la expresión 1:0 oQOC; 1:WV EAaLWV (Mc 11, 1; 13, 3; 14, 26; Mt 21, 1; 24, 3; 26, 30; Lc 19,37; 22, 39; Jn 8, 1), que se refiere al Monte de los Olivos, de unos 800 metros de altitud, que se alza al Norte, Nordeste y Este de Jerusalén, y «que para la Jerusalén antigua tenía importancia económica, sobre todo por su producción olivarera» (G. Dalman, Orte und Wege Jesu, Gütersloh 31924,278). Según el testimonio de los evangelios, Jesús se dirigía con frecuencia a ese monte. Lc 19,29 Y 21, 37 entienden el absoluto 'EAaLWV como el nombre del monte al que nos referimos. EAaLWV se halla atestiguado inequívocamente tan sólo en Hech 1, 12; por el contrario, en Lc 19, 29 Y 21, 37, 'EAaLWV (en vez de EAaLWV) es la variante textual que debe preferirse). 2. Rom 11,17.24 recoge probablemente la imagen de Israel como un olivo (cf. Jer 11,

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E/..ulu - E/..ULOV

16), En él, según Romanos, han sido injertados los cristianos gentiles como ramas silvestres (cf. una imagen parecida en bYeb 63a en Billerbeck I1I, 292). El hecho de que Pablo, en todo esto, no se haya expresado como experto en la materia (no son las ramas de un olivo silvestre las que se injertan en un olivo noble, sino todo lo contrario) no depende tanto, seguramente, del desconocimiento paulino de la materia, cuanto de su deseo de aplicar y adaptar la metáfora al tema que él está exponiendo. El contexto es también importante para encuadrar la situación en que se escribió la Carta a los Romanos; cf. H.-J. van der Minde, Schrift und Tradition bei Paulus, München 1976,194-197. Sant 3, 12 emplea la imagen de la higuera que produce aceitunas y de la vid que produce higos, para fundamentar su afirmación formulada en el v. 10 acerca del abuso de la lengua; cf. Mt 7, 16. En la doctrina estoica, la higuera y la vid desempeñan una función parecida (lo expone de manera detallada M. Dibelius, Jakobusbriej5 [KEK], 246s). En Ap 11, 4, a los dos testigos proféticos se los llama EAa1:aL, olivos. El autor no entendió probablemente esta expresión como una simple referencia a Zac 4, 3, sino que al mencionar los olivos se refirió sin duda positivamente a la unción de que habían sido objeto esos dos profetas, y por tanto al carisma que habían recibido (cf. H. Kraft, Offenbarung [HNT], 157). Mientras que los intérpretes han identificado frecuentemente a los dos testigos con Moisés y Elías, Kraft piensa que tal identificación es imposible. l. Broer ,,~

el'vatov, Oll, t:ó elaion aceite de oliva aceite, grasa líquida*

'

1. El aceite como remedio curativo - 2. Como ele:ento p.ara ungir - 3. Como mercadería - 4. Como ombuslIble para lámparas.

irtt

l.: R. J .. Forbes, Studies in Ancient Technology 1965'. CosmetlCs and .!,erfume~ in Antiquity, Leiden , O. Haas, Das 01 und dIe ersten Indoeuropiier

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Griechenlands: Lingua Posnaniensis 7 (1959) 54-76; E. Kutsch, Salbung als Rechtsakt im Al und im Alfen Orient (BZAW 87), Berlin 1963; H. Schlier, ft..ULOV, en ThWNT JI, 468-470.

Entre los numerosos contextos en que fAaLOV se menciona en los escritos antiguos (cf. O. Bocher, Damonenfurcht und Damonenabwehr [BWANT 90], Stuttgart 1970, 216s, y Forbes, 2ss), son cuatro únicamente los que aparecen en el NT. 1. El aceite como remedio curativo: Mc 6, 13. La sorprendente noticia, que se da en Mc 6, 7, según la cual los discípulos curaban a los enfermos ungiéndolos con aceite, y que presupone que los judíos empleaban el aceite como remedio curativo (juntamente con el vino y el vinagre; as] aparece también en Lc 10, 34; cf. Josefo, Ant XVII, 172; Bell 1,657; Billerbeck 1, 426ss; 11, lIs), se refiere probablemente -al hablarse de la unción de los enfermos- a algo más que a la simple aplicación de un remedio curativo ordinario, porque las expulsiones de demonios, que se mencionan también en el parallelismus membrorum se atribuyen a la autoridad conferida por Jesús. Seguramente, el hablar -como hace W. Grundmann, Markus 6 (HThK), 125- de un sentido sacramental, sería ir demasiado lejos. En Sant 5, 14(s), está bien claro que el efecto curativo se atribuye más intensamente a la oración que a la unción misma. Pero tampoco aquí se puede entender el aceite como un remedio curativo natural, porque la unción se efectúa invocando el nombre de Jesús. Claro que no se puede hablar de una «instrucción» dada por el autor de la Carta de Santiago (así piensa F. MuBner, Jakobusbrief [HThK], 220); sino que la práctica de ungir a los enfermos bajo la invocación del nombre de Jesús, la presupone el autor como una práctica ya existente.

2. El aceite como elemento para ungir: Lc 7,46. La unción de Jesús, omitida por el anfitrión que le había invitado, no debe considerarse como vulneración de los deberes de cor-

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EAaLOV - EACt'ÚVúl

tesía, porque los argumentos que se aducen para defender esta tesis difícilmente podrán considerarse como pruebas suficientes para formular tal afirmación. Así que debemos seguir más bien a los autores que interpretan la unción de Jesús por la mujer como un servicio de amor que va más allá de las exigencias corrientes de la cortesía. El uso en Heb 1,9 del pasaje del Sal 45, 7s, que es difícil de interpretar, debe explicarse probablemente -según el testimonio de Heb 1, 13- como un texto que hace referencia al acto de exaltación como proclamación de la condición de Hijo. Con esta cita se proporciona la «prueba» de filiación divina de Jesús, que es afirmada en el exordio en 1, 1-4 (cf. E. GraBer, en EKK V, 3, 71). El aceite se denomina aquí «óleo de alegría», porque hace referencia a la ocasión alegre en que se unge a una persona como rey, ocasión que el salmo recuerda con motivo de la boda del monarca. Ahora bien, la unción con aceite es también, en general, expresión de alegría (cf. Am 6, 6; Sal 23,5; Prov 27, 9; Ecl 9,8), como vemos por el hecho de que se omita dicha unción cuando se está de duelo o se ayuna. 3. El aceite como mercadería o como parte de los bienes de una persona: la cantidad de aceite que una persona debe, en Lc 16, 6, refleja las circunstancias existentes en Palestina, porque este país -según las indicaciones del AT y de Josefo- es una región rica en producción oleícola. En Ap 18, 13 se menciona también el aceite en el catálogo de las mercaderías ofrecidas por los mercaderes de Babilonia. Se discute el sentido de Ap 6, 6 (cf. Schlier); muy probablemente se refiere a la predicción de una crisis parcial (de manera más específica interpreta este pasaje H. Kraft, Offenbarung [HNT], 117, etc.). 4. El aceite como combustible para lámparas (o antorchas; --* Au[!:n:át; aparece en Mt 25, 3.4.8. El empleo del aceite con este fin se halla atestiguado en todo el mundo antiguo. 1. Broer

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H,auíw, rovo;, ó elaii5n olivar --*

EAULU.

'Ei.ap.tÍtl);, OU, Ó Elamites (el) elamita* Gentilicio de los habitantes de Elimaida, una región situada al Este del curso inferior del Tigris. La forma «bíblica» del nombre (como en Is 21, 2 LXX) aparece en Hech 2, 9 al comienzo de una lista de pueblos o países (vv. 9-11): «Partos, medos y elamitas»; cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte2 (HNT) 3ls).

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gares desiertos» (Lc 8, 29); 1:a :n:AOLU ... ú:n:o a:vÉ[!úlV OXAllQ&v EAU'UVÓ[!eVU, «las naves ... son impulsadas por fuentes vientos» (Sant 3, 4); Ó[!LXAaL ú:n:o AULAU:n:ot; EAU'UVÓ[!eVaL, «brumas empujadas por una tormenta» (2 Pe 2, 17).

€i.aCfJºta, a;,



elaphria ligereza* 2 Cor 1, 17: [!~1:L aQu 1:ft EAmpQL\t EXQlloáflllv; «¿acaso procedí con ligereza?»

€i.aCfJºÓ;, 3 elaphros ligero, fácil de lle€láaarov, 2/ FAÓ:t1:WV, 2 elassi5n / elatti5n más joven, menor* Con el significado de inferior en Jn 2, 10 (opuesto a xuAót;); Heb 7, 7: 1:0 EAU1:tOV (opuesto a XQeíttov); más joven (::: menor en edad): Rom 9, 12 (opuesto a [!dl;wv); 1 Tim 5,9: [!i¡ EAm:toV h&v Ésrpwv1:u yeyOV'ULU, «si no es menor de sesenta años».

€lat'tovÉro elattonei5 estar falto, tener escasez* 2 Cor 8, 15: 1:0 OALyOV ovx ~Aunóvlloev (cita de Ex 16, 18), «el que recogió poco no tuvo escasez».

€Aa't'tóro elattoi5 hacer inferior; en voz pasiva: disminuir* Heb 2, 7, con :n:uQá: «Le has hecho por breve tiempo inferior a los ángeles» (cita del Sal 8,6 LXX), refiriéndose a Jesús en el v. 9; en voz pasiva en Jn 3, 30: E[!E 6E EAunoíJo'fraL, «y que yo disminuya».

€lá't'trov,2 elatti5n más joven, menor --*

EAáoowv.

€Aaúvro elauni5 empujar, remar, avanzar hacia* En sentido absoluto e intransitivo: avanzar (Mc 6, 48: EV 't0 EAU'lÍveLV); en sentido transitivo: viajar, remar (Jn 6, 19); en voz pasiva: ~AU'ÚVe'tO ú:n:o 'toíJ CaL[!OVLO'U elt; 'tat; EQ'lÍ[!O'llt;, «era empujado por el demonio a los lu-

var* Mt 11, 30:
€i.áXl.a'to;, 3 elachistos el menor, el más insignificante* Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; B1aB-Debrunner § 60,2; 61, 2; W. Brandl, Die geringsten Brüder: JThSB 8 (1937) 1-28; Dalman, Worte, 92-94; F. Dibelius, Zwei Worte Jesu: ZNW 11 (1910) 188-192.

l. En el NT EAáxwtot; aparece 14 veces en 11 contextos diferentes. Se deriva de EAUX'lÍt; y se emplea como superlativo de [!LXQÓt;. Su sentido -al hallarse gastado evidentemente por el uso- se refuerza mediante la forma de comparativo EAUXW'tÓ'teQOt; (Ef 3, 8). 2. Pueden distinguirse cuatro usos diferentes de EAáxwtot;: a) En Mt 5, 19 se amenaza con asignar el puesto más insignificante en el reino de los cielos (cf. el material rabínico en Dalman, 93) a quien haya declarado inválido uno de los ~andamientos más pequeños (es decir, más Insignificantes) de la Torá (en contra de Dibelius, 188-189: «uno de estos mandamientos más breves» ::: el Decálogo). La totalidad del cu~plimiento de la Torá y de los Profetas por lesus (Mt 5, 17) incluye aun el mandamiento más pequeño, lo mismo que incluye toda iota y toda tilde (Mt 5, 18s). Estas palabras, dirigidas contra entusiastas antinomistas, instruyen

a los maestros de la comunidad para que no sigan el camino de abolir la Torá sino de interpretar los enunciados de la Torá, es decir, sus mandamientos (cf. Mt 5, 2lss). Los principios de la Torá de Jesús (el amor a los enemigos, la preocupación por los pobres) se encarecen implícitamente, cuando en el juicio universal, a la hora de decidir quién pertenece al reino de los cielos, se considere decisivo 10 que haya hecho cada uno con el menor de los hermanos de Jesús (concretamente: con el hermano que sufre; Brandt, 26) (Mt 25, 40. 45). Así que tanto Mt 5 como Mt 25 afirman que la conducta seguida con el más insignificante es lo que ha de decidir el puesto que cada uno ocupe en el reino de Dios o si ha de tener parte o no en dicho reino. b) Como ocurría ya con los ejemplos citados del evangelio de Mateo, vemos que la estructura de los testimonios que ofrece el evangelio de Lucas están determinados por la deducción a minore ad maius. La experiencia de que a los hombres les resulta imposible una pequeñez tal como la de ampliar en un solo codo la duración de su vida, es una experiencia que debe moverlos en general a no angustiarse por su vida (Lc 12, 26). La regla de sabiduría, añadida en Lc 16, 10, de que el que es fiel o infiel en lo relativamente más insignificante, lo será también en las cosas grandes, encuentra en Lc 19, 11-27 una aplicación de carácter narrativo (v. 17). c) En Mt 2, 6 se corrige el tenor literal de la cita bíblica de Miq 5, l. En vez de hablarse de Belén como de la «más pequeña» entre los príncipes de Judá, se habla -con una modificación cualitativa- de «la más insignificante». Y se niega que Belén lo sea, porque de ella procede el Mesías (OVCU[!Wt; EAUXL01:11). De manera parecida, Pablo en 1 Cor 15, 9 se designa a sí mismo -interpretando la metáfora del «aborto»- como el más insignificante de los apóstoles, por su anterior actividad como perseguidor de la Iglesia. Y lo hace así para que resalte más claramente, sobre este trasfondo, la subsiguiente obra de la gracia de Dios, que sobrepasa esa antigua condición suya. La finalidad retórica de esta argumenta-

1303

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ción aparece con más claridad todavía en Ef 3,8, donde el autor se designa a sí mismo como el más insignificante de todos los santos (no sólo de los apóstoles). En todos estos pasajes, lo que se hace es negar o trasformar el juicio de insignificancia, por razón de lo nuevo que ha sucedido después. d) El juicio que la comunidad se forme del apóstol significa bien poca cosa para Pablo (1 Cor 4, 3), porque la instancia que juzga legítimamente es el Kyrios que ha de venir (4, 4). Asimismo, basándose en la expectación de la participación futura de los santos en el juicio que se ha de pronunciar sobre el cosmos, el apóstol califica de XQL1:l]QLU EAáXL01:U, simples bagatelas (Bauer), las acciones judiciales emprendidas por los corintios (6, 3). En ambos casos, lo mayor que ha de venir conduce a definir como insignificantes las cuestiones presentes. e) Finalmente, el poder de lo pequeño para dirigir un conjunto mayor, del que lo pequeño mismo forma parte, se visualiza gráficamente en Sant 3, 4: así como el timón, que es una parte mínima o pequeñísima de la nave, la gobierna a toda ella, a pesar de los embates del viento o de las olas, así también el que refrena su propia lengua es capaz de dominar todo su cuerpo (3, 2). P. von der Osten-Sacken 'EAEá~aQ Eleazar Eleazar*

Nombre de persona en Mt 1, 15 (bis).

EAEáro elea6 tener compasión, ejercitar la misericordia -+ EAW¡;.

EAEyJtÓ;, OlJ, Ó elegmos reprensión, castigo* El término tiene distintos significados en la LXX: convencer de su culpa (a un pecador), censura, reprensión, disciplina, castigo. En 2 Tim 3, 16, el término se halla entre ¿'H()UOXUALU y E:rtUVÓQ{)-WOL¡;, lo cual aboga

por el significado de reprensión. Th WNT 11, 573s; DTNT 1,385-387. -+ EMyxw 1.4.

EAEYst;, Ero;, ÍJ elegxis corrección* 2 Pe 2, 16: «fue reprendido por su trasgresión». ThWNT 11, 473s; DTNT 1,385-387. -+

eMyxw

1.4.

EAEYXO;, OlJ,

Ó elegchos prueba, crítica, reprensión -+ eMyxw 1.4.

EAÉyXro, elegch6 censurar, reprender, castigar, refutar, descubrir, convencer (a alguien de su falta o error)* EA.fy¡.tÓ~, oil, ó elegmos reprensión, convencer (a alguien de su falta o error), refutación* €A.Ey1.;L~, EÚ)~, ~ elegxis reprensión, censura* €A.EYxo~, o'U, Ó elegchos prueba, demostración* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenido semántico - 3. El verbo en los escritos del NT a) Sinópticos - b) Cartas - c) Juan - 4. Los sustantivos.

Bibl.: Bauer, Warterbuch, S.v.; F. Büchsel, ft..ÉyXW, en ThWNT n, 470-474; G. Dautzenberg, Der Glaube im Hebr: BZ 17 (1973) 161-177; Id., Urchristliche Prophetie (BWANT 104), Stuttgart 1975, 246-252 (sobre 1 Cor 14); H. Diirrie, Zu Hebr 11, 1: ZNW 46 (1956) 196-202; T. Engeberg-Pedersen, Eph 5, 12-13: ft..ÉYXELV and Conversion in the NT: ZNW 80 (1989) 89-110; H. Frankemiille, Jahwebund und Kirche Christi (NTA NF 106), Münster i. W. 1974, 180ss, 226-247; J. Gnilka, Der Epheserbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1971; Id., Die Kirche des Matthtius und die Gemeinde von Qumran: BZ 7 (1963) 43-63; E. GraBer, Der Glaube im Hebr (MThSt 2), Marburg 1965; H,.-G. Link, ft..ÉyXW en DTNT 1, 385-387; O. Michel, Der Brief an die Hebriier (KEK), Giittingen 71975, 372379; W. Pesch, Matthtius der Seelsorger (SBS 2), Stuttgart 1966, 36ss; F. Porsch, Pneuma und Wort (FTS 16), Frankfurt a. M. 1974,279-289; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan nI, Barcelona 1980,160-171; W. Trilling, Das wahre Israel (StANT 10), München 31964, 113-123.

1. Mientras que en el NT los tres sustantivos no aparecen más que una sola vez cada uno, el verbo aparece 17 veces, principalmente en la literatura epistolar (tardía) (11 veces).

1305 2. El empleo de eMyxw muestra casi toda la gama de significados antes indicada. En varios lugares se observa la influencia de la literatura sapiencial del AT, en la cual el verbo -juntamente con :rtaL()f"'W- designa la reprensión paterna o divina, encaminada a conseguir la mejora de la conducta (cf. Eclo 18, 13; Prov 9, 7s; 3, lIs, citados en Heb 12, 5 y Ap 3, 19; cf. además: 1 Tim 5, 20; 2 Tim 4, 2; Tit 1, 13; 2, 15; Jds 15). El aspecto intelectual de la refutación aparece en Tit 1,9; cf. ()LUXU1:fMyxo¡.taL en Hech 18,28. (Sobre el uso filosófico en la literatura griega, cf. Büchsel, 472s). Por otra parte, la actividad del Paráclito en Jn 16, 8ss (cf. Os 5, 9; Jer 2, 19) para convencer de culpa o error recuerda la actividad de los profetas al proclamar el juicio divino. 3. a) Además de usarse en Lc 3, 19 (Herodes es censurado por el Bautista), el verbo se usa únicamente en Mt 18, «la enseñanza sobre la conducta práctica que deben observar los hijos de la basileia» (v. 15; cf. Frankenmolle, 226s). Según un procedimiento en tres etapas, se reglamenta en este pasaje la manera de proceder en la corrección fraterna (cf. Lc 17,3). Es afín en el fondo, pero diferente en su intención, la práctica seguida en Qumrán (lQS 5, 26 - 6, 1; CD 9, 2-4). El fundamento de ambas prácticas en el AT lo constituye Lev 19, 17 (cf. Gnilka, Kirche, 54ss). b) Pablo emplea el verbo eMyxw únicamente en 1 Cor 14,24, donde -juntamente con a.VUXQLVW- caracteriza la actividad de los profetas de descubrir las culpas y convencer de ellas a la gente (cf. 1 Cor 4, 5c; Dautzenberg, Prophetie, 48s). - Ef 5, 11 exhorta a los cristianos a poner de manifiesto «las obras estériles de las tinieblas», de manera que se vea con claridad cuál es su verdadero carácter (tenebroso) (cf. v. 13). Sant 2,9 atribuye también a la ley una función de convencer del pecado. c) En Jn 8, 46 se hace referencia a la deobjetiva, mientras que 3, 20 menCIOna la consecuencia que entraña el negarse a creer: el hecho de permanecer en las tinieblas o el endurecimiento impiden que la maldad de las acciones «se manifieste claramente» (ante

~ostración

1306 la conciencia moral del autor de esas acciones). 16, 8ss describe la acción del Paráclito con arreglo a la manera en que actúan un abogado y un acusador en un proceso judicial. Después de la muerte de Jesús, el Paráclito demuestra (ante la conciencia de los creyentes) que Jesús tiene razón frente al mundo. Y lo hace descubriendo lo que es la esencia del pecado, lo que es la justicia y lo que es el juicio. Mediante esta acción de descubrir, el Paráclito convence al mismo tiempo al mundo de sus errores y pecados (cf. Porsch, 279ss). 4. Los tres sustantivos no se diferencian en cuanto a su significado (compárese en 2 Tim 3, 16 EAfy¡.tÓ¡; con la v.l. €AfYXO¡;). €AEySL¡; significa en 2 Pe 2, 16 la reprensión divina. eAfy¡.tó~ en 2 Tim 3, 16 puede entenderse en el sentido de convicción, refutación, descubrimiento (de la verdad), para lo cual es provechosa la Escritura inspirada por el Espíritu de Dios. La interpretación de €AfYXO¡; en la «definición de la fe» en Heb 11, 1 oscila entre una comprensión puramente subjetiva (no dudar) y una comprensión objetiva (prueba); cf. GraBer, 46ss. Puesto que al autor lo que aquí le interesa es el mantenimiento de la fidelidad perseverante en un tiempo de prueba, y es probable que 11, 1 trate de fundamentar la actitud de fe descrita en 10, 38s (de la que luego se ofrecen ejemplos presentando modelos de fe en el AT), €AfYXO¡; (y 'Ú:rtÓ01:UOL~) deberá considerarse como lo opuesto a la actitud de retroceso y embotamiento. La firmeza y la estabilidad se encuentran únicamente en el mundo invisible, que es el objeto de la esperanza, y que constituye la única realidad para la fe. En este contexto, el autor puede «definir» la fe como «el fundamento de la realidad de lo que uno espera» y como «la prueba de las cosas que uno no puede ver» (con arreglo a la traducción alemana de U. Wi1ckens). Por tanto, en esta definición -que desde luego no es completa- se asocia el pensamiento de la filosofía griega y la actitud de la fe bíblica. F. Porsch

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EAEELVÓC; - EAE'I']f!OaÚV'I']

H,EElVÓ;, 3 eleeinos digno de lástima, desdichado* 1 Cor 15, 19: entonces somos «los más dignos de lástima de todos los (demás) hombres». Ap 3, 17 en la carta dirigida a Laodicea: «no sabes que eres un desventurado ('UAUí,:n;WQOC;) y digno de lástima».

iJ,EÉro eleei5 tener compasión, ejercitar la misericordia ---> EAWC;.

H,E1],.oa'ÚV1], 1];,



eleemosyne compasión, beneficencia, limosna*

1. Aparición del término en el NT y contenido semántico - 2. Campo referencial y predicación del término - 3. EAe~[!Wv.

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1. De las 13 veces que el término se encuentra en el NT, 3 corresponden a Mateo, 2 a Lucas y 8 a Hechos. En Mt 6, 1 el Textus Re-

1308

ceptus, por influencia del AT, lee EAEl]1l0aUvl] en vez de 6LXaLOauvr¡. El griego clásico no conoce el vocablo. Los griegos y los romanos no acuñaron ningún término para la acción de «socorrer a los pobres», aunque de hecho se daban limosnas. Pero el darlas no se consideraba una acción meritoria. En la literatura profana el término se halla atestiguado por vez primera en Diógenes Laercio V, 17. En Calímaco, Hymn IV, 152 aparece por vez primera EAE'I']f!OaÚV'I'] con el sentido de «compasióll». La restricción del significado de EAEOC;/EAE'I']f!OaÚV'I'] :; compasión para significar ahora la «misericordia con los pobres», la acción de «socorrer a los pobres», la «limosna», se produce por primera vez en la LXX: Prov 21, 26; Dan 4,27; cf. Sib II 7982. La LXX emplea generalmente EAE'I']f!Oa'ÍJV'I'] para traducir el término hebreo ~ediiqfi (justicia), principalmente cuando el AT habla de la clemencia de Dios hacia su pueblo o hacia los piadosos (ls 1,27; 59, 16; 28, 17; Sal 32, 5; 23, 5; 102,6, etc.). El término EAE'I']f!OaÚV'I'] no aparece ni en Josefo ni en Filón. El nuevo testamento asume la reducida importancia del amor a los pobres como virtud y de la limosna a los pobres como acción. En EAl]1l0aUVl]V :n;OLElV «dar limosna» (Mt 6, 2.3; Hech 9,36; 10,2; 24, 17; cf. Tob 1,3; 16, 4.7s; Ec10 7, 10) y en EAEl]1l0aUvl]v 6LMvaL (Lc 11,41; 12,33) resuena aún el significado primitivo más amplio. El plural de EAl]lloauvl] sólo aparece en el NT en Hech (9, 36; 10, 2.4.31; 24, 17. Did 1,6; 15,4 y 2Clem 16,4 utilizan EAl]1l0aUVl] en conexión con el NT. 2. EAEl]1l0auVl], en todos los testimonios del NT, no designa o apenas designa un sentimiento de compasión, sino la acción de beneficencia. Después del principio que sirve de introducción (Mt 6, 1), Jesús pasa a hablar en Mt 6, 2-4 acerca del dar limosna: una acción que caracteriza la verdadera piedad del discípulo. Lo decisivo es la pureza de la intención, que se manifiesta en la espontaneidad del acto de beneficencia, no en una escenificación efectista (cf. 25, 37-39). El dar limosna se consideraba como un acto meritorio en el AT Y en la teología del judaísmo; la limosna obra el perdón de los pecados (Prov 11, 4; Dan 4,

1310

1309 24, etc.), es considerada como condición para la salvación (ls 58,6-12) Y es equiparada con el sacrificio (Tob 4, 11; Ec10 32, 5). Por contraste con bSan 92a, se afirma en bSab 151b: «A aquel que tiene misericordia con sus semejantes se se le muestra también misericordia desde el cielo». En el discurso contra los fariseos y los escribas (Lc 11, 37-54), plasmado redaccionalmente por Lucas, se afirma que lo que a Dios le importa no son las purificaciones rituales (vv. 38-41), sino que lo que Dios exige del hombre, según el v. 41 (tomado de la fuente Q), es el corazón puro que da limosna. Lc 12, 33 (tomado de la fuente Q) desarrolla el anterior v. 21 (<
tora de Cristo, 2, 10-18), se designa primeramente -en esta palabra de exhortación (13, 22)- a Jesús como Sumo Sacerdote (cf. 3, 1; 4, 14 - 5, 10; 6, 20; 7, 1-10.18). En 2, 17 se da una interpretación de lo que precede: el sentido de la acción salvífica de Cristo y su conexión con la anterior historia de la salvación esboza el sacerdocio de Jesús como un acto de misericordia (EAE~IlWV) hacia los hombres y como un acto de fidelidad (ma.ÓC;) en cumplimiento del ministerio encargado por el Padre. El ministerio de Jesús pretende especialmente suprimir los efectos mortales del pecado. F. Staudinger

fAEÍJ,.roV, 2 eleemi5n misericordioso, compasivo ---> EAEl]1l0aUVl] 3. 'EAElaá~E't Eleisabet Isabel, Elisabet

Forma alternativa del nombre de persona 'EALaú~E', empleada en li edición de Westcott-Hort (1881). --->

EAEO;, O'll;, 'tó eleos

compasión, misericordia* €AEÚÜ> eleai5 tener compasión, compadecerse* EAEÉW eleei5 tener compasión, ayudar compasi vamente, compadecerse*

l. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Campos referenciales - a) La misericordia de un ser humano hacia otro ser humano b) La misericordia de Jesús en los relatos de milagros - c) La misericordia de Dios en Lc l - d) El Corpus paulinum - e) Hebreos - f) La Carta primera de Pedro y la de Judas.

Bibl.: Cf. EAET)[!OO'ÚVl], además: Bauer, Worterbuch, S.v.; G. Bornkamm-G. Barth-H. J. Held, Überlieferung und Auslegung im Mt (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn 61970,155-287; R. Bultmann, EAEO<; X'tA., en ThWNT 11, 474-482; Id., Teología, 335-342; H. Frankemolle, In Gleichnissen Gott eifahren, Stuttgart 1977,103-107; Frisk, Wortábuch 1, 489s; Ch. Müller, Gottes Gerechtigkeit und Gottes Volk. Eine Untersuchung zu Rom 9-11 (FRLANT 86), Gottingen 1964;

1312

1311 Pape, Worterbuch 1, 795; Ch. Plag, Israels Wege zum Heil. Eine Untersuchung zu Rom 9-11, Stuttgart 1969; Th. Schlatter, Barmherzigkeit, barmherzig, en CBL5, 126s; H. Schlier, Grundzüge einer paulinischen Theologie, Freiburg i. Br. 1978, esp. 48-54.77-97.158-173; R. Schnackenburg, Mitmenschlichkeit im Horizont des NT, en FS Schlier, 70-72; W. Thüsing, Die Botschaft des NT - Hemmnis oder Triebkraft del' gesellschaftlichen Entwicklung?: GuL 43 (1970) 136-148; W. Vogels, Le Magnificat, Marie et Israel: EeT 6 (1975) 279-296; H.-J. Zobel, Haesaed, en ThWNT I1I, 48-71. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1072s.

1. El sustantivo EAEO¡; aparece en 27 pasajes del NT (hay que excluir Tit 1, 4, porque la variante textual XÚQL¡;, EAEO¡; [xuL] dQ~v1'] se halla atestiguada únicamente por A C2 K minúsculos y padres). Con arreglo al griego profano, el Textus Receptus lee EAEO¡; en Mt 9, 13; 12,7; 23, 23; Tit 3,5 Y Heb 4, 16 (cf. Diodoro Sículo XII, 18, 4; Josefo, Bell 1, 560; Ant IV, 239); GNT lee siempre 'to EAEO¡; en los pasajes antes mencionados. Marcos, Juan y Hechos no conocen el término EAEO¡;. En la concordancia de Hatch-Redpath, los testimonios de EAEO¡; en la LXX ocupan más de cuatro columnas, en muchos casos como traducción de lJesed (por ejemplo, Sal 6, 4). El verbo EAEÚW aparece 3 veces: Rom 9, 16 (cf. Prov 21, 26; 4 Mac 9, 3; 1 Clem 13, 2; Polic 2, 3; Bern 20, 2) Y Jds 22.23. Jds 22 lee (en vez de EAEéi'tE) una v.l. EMYXE'tE (A C* 33 y otros minúsculos); 1505 tiene la forma más común del verbo: EAEEL'tE ()LUXQLVOftÉVep. En Jds 23 EAEéi'tE no aparece en el Textus Receptus; los minúsculos 436, 629 Y 1241 leen EAEEL'tE; en vez de EAEéi'tE, los minúsculos 88, 104, 945 Y otros testimonios tienen EMYXE'tE. Hatch-Redpath enumera 10 pasajes con EAEéiv, cuatro de ellos en Eclesiastés. Del verbo EAEÉW hay 29 testimonios en el NT; Juan y Hechos no lo conocen. La concordancia de Hatch-Redpath dedica unas dos columnas al verbo en cuestión, muchas veces como traducción del qal de J:¡anan en la LXX.

o

2. El sustantivo y el verbo, conocidos desde Homero, significan el sentimiento que se experimenta ante el infortunio que aflige a otra persona, y la acción que brota de ese sen-

timiento (EBer, DTNT I1I, 99s). Los LXX, los textos de Qumrán (KQT: dos columnas de testimonios de lJesed) y el NT presuponen principalmente el uso religioso hebreo de los términos; cf., a propósito, Zobel, 59-71; Bultmann, 475-479. Hay que partir de que, en consonancia con el AT, los vocablos EAEO¡;/ EAEELV penetraron del ámbito profano en el lenguaje religioso de la Biblia. El verbo EAEELV (EAEéiv), en el sentido de tener compasión, compadecerse, ayudar compasivamente, apiadarse, aparece en los sinópticos en los relatos sobre hechos en los que se pone de relieve la irrupción de la misericordia divina en los infortunios humanos: Mc 5, 19; especialmente en el imperativo EM1']oov: Mc 10,47.48 par. Mt 20,30.31/ Lc 18,38.39; Mt 9, 27 (duplicado mateico de Mc 10, 47); Mt 15,22 (a diferencia de Mc 7, 25); Mt 17, 15 (a diferencia de Mc 9, 17). El verbo se emplea en voz pasiva en Mt 5, 7; Rom 11,30.31; 2 Cor 4, 1; 1 Tim 1, 13.16; 1 Pe 2,10 (bis). El participio de perfecto pasivo (~AE1']ftÉVO¡;) se encuentra en 1 Cor 7, 25 Y 1 Pe 2, 10; señala la duración de la misericordia hallada: el ministerio de Pablo (1 Cor 7,25) se funda en la misericordia del Kyrios; por eso, en la cuestión del celibato, Pablo da un consejo; la comunidad a la que se dirige 1 Pe 2, 10 es y sigue siendo «pueblo de Dios», pero únicamente por la misericordia divina (cf. 1,6.9). En la tradición sinóptica, el sustantivo EAEO¡; se limita a los discursos (himnos), con excepción de Lc 1, 58 (material narrativo). Con el significado de «practicar la misericordia, hacer el bien», EAEO¡; se usa en Lc 1, 72; 10,37; Sant 2, 13 en asociación con :7tOLELV, y en 2 Tim 1, 16, en asociación con ()L()Óvm. Las introducciones epistolares de 1 Tim 1, 2; 2 Tim 1, 2; 2 Jn 3 imploran y desean para los lectores EAEO¡; juntamente con XÚQL¡;. En Mt 23, 23 Y Sant 2, 13 EAEO¡; se halla en asociación con xQlm¡;. EAEO¡; y EAEE1V encuentran en Pablo y en la literatura epistolar del NT un uso abundantemente diferenciado.

1314

1313 3. a) EAEO¡; / EAEÉW designan, en consonancia con el sentido original de lJesed (bondad) en el AT, el comportamiento que Dios exige que una persona observe con otra. Con Os 6, 6, Jesús -en Mt 9,9-13 con ocasión de la vocación de Leví y en el conflicto acerca del sábado (12, 1-8)- no hace más que interpretar la voluntad de Dios: «Misericordia quiero, y no sacrificio» (9, 13; 12, 7). En el discurso contra los fariseos en Mt 23, 23 (EAEO¡; no se halla en el lugar paralelo de Lc 11,42) Jesús enuncia con mayor precisión la obligación de pagar el diezmo (cf. Núm 18, 12; Dt 14, 23): hay que obrar justamente en las relaciones con otras personas, ejercitar la misericordia con los demás y practicar la fe. La narración ejemplar de Lc 10, 25-37 caracteriza la conducta misericordiosa del samaritano (lO, 37) como demostración concreta de amor. En el material de discursos de Mateo, el verbo EAEÉW aparece en 5, 7; 18, 33 para expresar la misericordia que una persona debe sentir hacia otra, y aparece también en la súplica que el rico -condenado- dirige al patriarca Abrahán, que vive en la comunión con Dios (Lc 16, 24). En la parábola del deudor que no tuvo misericordia (Mt 18, 23-35), Y que dilucida el problema suscitado acerca del perdón (18, 21s), el v.33 enuncia la conclusión apremiante (E()EL) que se deduce de haber experimentado con anterioridad la misericordia (de Dios): «¿No debías tú también haber tenido misericordia (EAEfjom) de tu compañero, como yo tuve misericordia de ti (~M1']­ ou)?». La propia felicidad consiste en la aceptación con que se acoja a los demás (FrankemOlle 107). También en el judaísmo, la exigencia de misericordia estaba motivada po~ el recuerdo de la misericordia de Dios (bSab 151b; TestZab 5, 3). Sant 2, 13 Y 3, 17 (catálogo de virtudes) enc.arecen a la indolente comunidad que la misencordia (bondad) conservará su validez en el juicio final. El conocimiento de la misericordia de Dios en Cristo fundamenta lo nuevo que hay en la argumentación cristiana, que se

sirve de motivos tradicionales. De manera parecida a como lo hace Sant 3, 17, vemos que también Rom 12, 8 exhorta a los lectores, aunque lo hace en un sentido más general de lo que es la «bondad»: EAEOOV EV LAUQÓ't1']'tL; cf. Did 5, 2; Bern 20, 2. Los mencionados textos hablan de la compasión y la misericordia prácticas, que entran en acción cuando se encuentran con una calamidad terrena. Los versículos -de trasmisión incierta- de Jds 22s hablan más bien, como lo hace Justino, Apol 25, 3; 57, 1, de la preocupación por la salvación eterna de los demás (K. H. Schelkle, Judasbrief [HThK], 170-172).

o

b) En los relatos sinópticos de milagros, el imperativo EAÉ1']OOV se halla en labios de los que se acercan a Jesús pidiéndole salvación e invocando su mesianidad. La petición tiene especialmente en Mateo la forma de un clamor de oración. En Mc 10, 47s par. Lc 18, 38, el ciego (Mt 20, 30s [redaccional] dos ciegos; Jesús sale de Jericó), a la vera del camino que conduce a Jericó, clama de la siguiente manera: «¡Hijo de David, Jesús (en el v. 48 no se repite), ten misericordia de mí!». El Hijo de David le devuelve misericordiosamente la luz de los ojos y le convierte así en testigo de la Pasión en Jerusalén (cf. el acento que pone Lucas). En Mt 9,27 (cf. la estructura del ciclo de milagros en Mt 8, 1 - 9,34), los dos ciegos piden también a Jesús, el Hijo de David, que tenga misericordia. En Mt 15,22 (a diferencia de Mc 7, 25), la mujer cananea clama así a Jesús: «¡Ten misericordia de mí, oh Señor, tú que eres el Hijo de David!». El esperado descendiente de David demuestra ser el Kyrios, al acceder a la fe de la mujer pagana y expulsar al demonio que se había apoderado de su hija. El padre del muchacho epiléptico (Mt 17, 15 a diferencia de Mc 9, 17/ Lc 9, 38) suplica ardientemente: «¡Señor, ten misericordia de mi hijo!». El «Señor» -según Mateodemuestra el poder de su palabra ante su comunidad. Los leprosos de Samaría claman a gritos pidiendo la misericordia del «Maestro» que es Jesús (Lc 17, 13), a fin de ser admitidos de nuevo en la comunidad de culto y en el

1315 vecindario. El geraseno que había estado poseído por demonios es enviado por Jesús, según Mc 5, 19, como mensajero de la misericordia de Dios para que proclame entre sus familiares y luego en la Decápolis los hechos de Jesús. c) Lc 1 recoge el concepto veterotestamentario lJ,esed en su sentido original como fidelidad de Dios clemente y creador. Y lo recoge principalmente en los himnos, que abundan en citas del AT: Lc 1, 50 (cf. Sal 102, 17); 1, 54 (cf. Sal 97, 3); 1, 72 (cf. Sal 105, 8; 106, 45); 1,78 (cf. Is 60, 1s). La gente se regocija, según 1, 58 (hebraísmo), por la misericordia (gracia) mostrada por Dios a Isabel. Esa misericordia es señal de la omnipotencia creadora de Dios. El motivo dominante de Lucas se escucha en el evangelio de la infancia: la misericordia (lJ,esed) clemente de Dios, prometida en el AT, experimentada en la historia de la salvación de Israel, alcanza su plenitud en la clemente entrega que Dios hizo de sí mismo ante los insignificantes y los pobres en la encarnación de su Hijo. d) Pablo interpreta el EAEOC:; / EAEI':'LV de Dios en Rom 9; 11; 15 como la acción histórico-salvífica y escatológica de Dios en Jesucristo. En 9,14-18 Pablo refuta la objeción de que Dios sea injusto. Para ello utiliza Ex 33, 19 (Rom 9, 15) Y Ex 9, 16 (Rom 9, 17), acomodando muy libremente el texto del Exodo al curso de sus propias ideas. Lo interpreta como una declaración directa de Yahvé y saca la siguiente conclusión: el Dios misericordioso (9, 16) reclama para sí el derecho a tener misericordia. «Dios hace que la oposición del faraón ... contribuya a la realización de sus planes. El faraón es instrumento de la glorificación de Dios» (F. W. Maier, citado por O. Kuss, Carta a los romanos, Barcelona 1976, 128). El punto de partida del curso de los pensamientos paulinos es el hecho de que Dios no se encuentra a disposición absolutamente de nadie. En 9, 23, en una imagen profética (la imagen del alfarero), Pablo contrapone los «vasos de misericordia» a los «vasos de ira» (9, 22), con el fin de explicar el llamamiento

1316 universal de Dios (que incluye a judíos y gentiles) para que todos reciban la manifestación de las riquezas de su gloria. En 11,25-32 Pablo ofrece su solución al difícil problema (<<misterio», 11, 25) de cómo se explica que, a pesar de la Escritura, los pactos y la revelación de los planes divinos de salvación, la gran mayoría del pueblo judío haya rechazado el mensaje de la fe en Jesucristo (9,1-11,36). Lo que Pablo expone como una realidad en 11, 28s (enemigos de Dios, fidelidad de Dios a la elección, carácter irrevocable del llamamiento y de la gracia) y en el v. 25 (endurecimiento parcial, vocación del número completo de los gentiles), lo fundamenta Pablo a su manera (wanEQ - YÚQ, v. 30; oihwc:; - lva, v. 31; YÚQ - lva, v.32): «Porque así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora habéis encontrado misericordia (~AEi)'frrl1;E) por razón de la desobediencia de ellos (v. 30), así también éstos han sido desobedientes a la misericordia (EAÉEL) mostrada a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia (EAE'I']frooaLV, v. 31). Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia para mostrar misericordia a todos (EAE~aTI, v. 32)>>. Pablo conoce y reconoce que la misericordia salvífica de Dios es el único medio posible por el que todos puedan ser hechos partícipes de la salvación (Kuss, Carta a los romanos, 143). Esto se realiza única y exclusivamente en Cristo Jesús (3, 21-31; Gál 2, 16, etc.), ahora en favor de los gentiles (Rom 9, 23; 11,30; 15,9), luego también en favor de los judíos (11, 31). La misericordia libre y gratuita de Dios no está en contradicción con su fidelidad al pacto. Los gentiles pueden alabar a Dios por la misericordia que él les ha mostrado en Cristo (Rom 15,9). Al final de la Carta a los gálatas (GáI6, 16), Pablo desea a todos los que son «nueva criatura» «la paz y la misericordia». Claro que esta bendición se aplica únicamente a los cristianos que hacen de su nuevo ser el principio fundamental de su vida y de su conducta (cf. Bern 15, 2; Herm (v1 3,9, 8; 1 Clem 22, 8). La misericordia de Dios cura de su enferme-

1318

1317 dad a Epafrodito, en atenc~ó~ a Pablo ,(Flp 2, 27). El Y sus hermanos cnst~~nos estan co~encidos de que han de trasmItIr a otros la ml;ericordia de Dios que ellos mismos han experimentado (2 ~or 4, 1; cf. R~~ 12: 1: otX'tLQ¡,tOOV), medIante un celoso mImsten~ y con alegría (Rom 12, 8). No en las propIas obras, sino en la misericordia de Dios se funda la salvación de los que han sido despertados a la fe y renovados por el Espíritu (Ef 2, 4). Dios salva a los hombres, y lo hace precisamente por su misericordia (Tit 3, 5, en un paréntesis). . . . . Los praescripta crIstIamzados de 1 Tlm 1, 2; 2 Tim 1, 2; 2 Jn 3; Jds 2 (cf. IgnFil inscr.; MartPol inscr.) imploran sobre los destinatarios esta misericordia de Dios y de Jesucristo, juntamente con la XÚQLC:; y la ELQ~V'l']. 2 Tim 1, 16 implora para la comunidad de la casa de Onesíforo la misericordia del Señor resucitado como un don salvífico presente. Y en 2 Tim 1, 18 se implora esa misma misericordia como un don salvífico definitivo y futuro. La anámnesis de Pablo en 1 Tim 1, 12-17 ve que en el apóstol y en su conversión ha actuado la paciencia de Cristo; por eso, aun siendo él perseguidor, encontró misericordia (vv. 13 y 16).

ciosamente un nuevo nacimiento a una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (cf. Ef 2, 4; 1 Cor 15, 19). Vemos que, con una referencia a Os 2, 25, la Carta primera de Pedro (2, 10) asegura a los gentiles convertidos (<<no-pueblo») que ellos, desde su conversión y su bautismo, han encontrado misericordia y son ahora «pueblo de Dios». Su nueva manera de ser es, a un mismo tiempo, vocación y misión. En el comienzo de la carta, Jds 2 desea a los destinatarios misericordia, paz y amor en plenitud. El v. 21 exhorta con las palabras corrientes a la comunidad expuesta a los peligros de de la herejía: «¡Conservaos en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna!». De ahí nace la misericordia crítica que los miembros de la comunidad deben tener unos con otros (vv. 22s). F. Staudinger

e) Heb 4, 16 desarrolla lo que se había anunciado ya en 2, 17. La cristología del Sumo Sacerdote en la Carta a los hebreos (5, 110; 8, 1-9,28) se orienta tipológicamente por la idea veterotestamentaria del sumo sacerdote y de su función en el Día de la Expiación (Lev 16). El Sumo Sacerdote Cristo, que es totalmente solidario con los hombres, pero que por su condición de Hijo de Dios es esencialmente superior, garantiza su comprensión misericordiosa e ilimitada de la situación humana (Heb 2, 17; 4, 15). A la comunidad, que ha llegado a ser débil, Cristo le concede la confianza para llegar al trono de la gracia a fin de encontrar misericordia (4, 16).

bre* EAEu'frEQóm eleutheroo liberar* EAEu'frEQla, ac:;, ~ eleutheria libertad* &nEA.E'Ú'frq~OC:;, ou, Ó apeleutheros liberto*

f) Se han mencionado ya la Carta primera de Pedro y la Carta de Judas. Con una alabanza de la misericordia de Dios comienza 1 Pe 1, 3. A los cristianos se les ha concedido gra-

EJ"Eu-3EQta, ---+

a;, Í] eleutheria libertad

EAE'ÚfrEQOC:;.

EÁEÚ-3EQO;,3 eleutheros libre, persona li-

1. Aparición de los términos en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. Pablo - 4. Mateo - 5. Juan 6. Santiago -7. 1-2 Pedro.

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1. De las 23 veces que €AE'Ú-frEQO~ aparece en el NT, 14 se encuentran en Pablo, 2 en los «discípulos» de Pablo (Efesios, Colosenses); el término aparece 1 vez en Mateo, 2 veces en Juan, 1 vez en 1 Pedro, 3 veces en Apocalipsis. - €AEV-frEQÓW se encuentra en 7 pasajes, 5 de ellos en Pablo (2 veces en Juan). €AEV-frEQLa aparece en 11 pasajes, 7 de ellos en Pablo (se encuentra 2 veces en Santiago, y 1 vez en cada una de las dos cartas de Pedro). <'lJtEAE'Ú-frEQO~ aparece únicamente en 1 Cor 7, 22. - El grupo de palabras, considerado en general, aparece con especial frecuencia en las principales cartas paulinas: en ellas se plantea varias veces el problema acerca de la libertad cristiana. Sin embargo, los testimonios del grupo de palabras en el NT permiten reconocer tan sólo una parte de aquella historia de la liberación que tuvo ya su origen en la actividad del Jesús terreno, y principalmente en la experiencia de Pascua y en la experiencia del Espíritu. 2. €AE'Ú-frEQO~ designa originalmente a aquel que, gozando de todos los derechos, pertenece como miembro y conciudadano al grupo de que se trate (en contraste con el extranjero, con el que no es ciudadano, con la población sometida, con el esclavo). El grupo de palabras se desarrolló a través de una larga y complicada historia, en cuyo trascurso se van añadiendo al significado original nuevos

1321 significados: la libertad de la poUs, la libertad de Grecia (¡las guerras médicas!), finalmente la libertad como concepto y problema de la filosofía (la libertad interna del individuo, la libertad del cínico frente a los convencionalismos, la libertad del sabio estoico que llega a disponer libremente de sí mismo por someterse al lagos del cosmos, etc.). Detalles más precisos y extensos sobre todo ello pueden verse en: Niederwimmer, 1ss; Nestle, passim. El término aparece varias veces en el NT con su tradicional sentido jurídico y social (el hombre libre en contraste con el esclavo): 1 Cor 7,21; 12, 13; Gá13, 28; 4, 22 (nmbLO%lj - €AEv-frÉQa); Ef 6,8; Col 3, 11; Ap 6,15; 13, 16; 19, 18. - En 1 Cor 7, 22 se juega con los significados: el esclavo que fue llamado a ser de Cristo, es un liberto de Cristo (en sentido escatológico). A su vez, el hombre libre (en sentido jurídico y social) se convierte, por su vocación a la condición de cristiano, en el esclavo de Cristo (en sentido escatológico). Singular en Rom 7, 3; 1 Cor 7, 39: la esposa, según el derecho judío, queda libre -por la muerte del marido- de su sujeción a él y adquiere el derecho de contraer nuevas nupcias. Ahora bien, este principio jurídico lo utiliza Pablo en Rom 7, lss como imagen de la «libertad de la sujeción a la ley» (--+ 3). El uso predominante que se hace de estos términos en el NT, da al grupo de palabras un sentido escatológico: se piensa en la insuperable libertad que Cristo concede graciosamente al creyente, al ciudadano del mundo escatológico. 3. Esto aparece clarísimamente en Pablo. La libertad es el don de Cristo (Gál 5, 1); el cristiano la posee €V XQLa'tq> 'Iljoov (Gál 2, 4). «Donde está el Espíritu del Señor, allí reina la libertad» (2 Cor 3, 17). «La ley del Espíritu de vida» ha liberado al cristiano (Rom 8, 2). A esta libertad inaugurada por Cristo han sido llamados los cristianos (Gál 5, 13). Como creyentes y bautizados, los cristianos pertenecen al grupo de las personas libres, a los ciudadanos del mundo futuro; son hijos de

l322

Dios (Rom 8, 21; cf. Gá14, 30s; ---+ 'tÉ%vov,---+ vtó~). La libertad es el don del futuro (Rom 8, 18ss), pero -en el Espíritu- es al mismo tiempo don anticipado en el presente. La libertad ha sido concedida ya al cristiano; por eso, el yristiano puede decir: «mi libertad» (1 Cor 10,29), «nuestra libertad» (Gál 2, 4), «¿acaso no soy libre?» (1 Cor 9, 1). Como don escatológico de la salvación, la libertad es universal e insuperable (€AE'Ú-frEQO~ ... wv €x náv'twv, 1 Cor 9, 19; cf. 3, 21ss; 6, 12; 10, 23) - pero precisamente por eso se presta a malentendidos y corre peligros (cf. infra). ¿Cómo se concreta la libertad? Se concreta primeramente como libertad que libera del pecado, es decir, del pecado como poder que conduce a la existencia humana hasta la alienación moral de sí misma (---+ U[wQ'tLa). Cristo, a quien el creyente pertenece ahora, ha efectuado la liberación del poder del pecado. La libertad se concede al cristiano mediante la muerte bautismal, en la que el hombre viejo, el cuerpo de pecado, fue muerto y desposeído de su poder (cf. Rom 6, 6.11). Esto significa que el cristiano no busca ya su identidad en la auto afirmación de la libertad finita, sino que la encuentra en la entrega al amor incondicional de Dios. Y la consecuencia de esto es que el creyente está liberado no sólo de la tiranía del poder del pecado (cf. Rom 6, 12ss; 8, 2), sino también del hecho de verse secretamente yecto y alienado de sí mismo, como sucede en toda piedad que se funda en las obras. Porque, según la concepción paulina, la ley no era capaz de suprimir la autoalienación humana; fracasó en ese intento por la ---+ oáQS (cf. Rom 8,3). El pecado abusó de la ley, con el resultado de que la ley -en contra de su intención- no condujo a la vida, sino únicamente a la manifestación de la propia alienación (cf. Rom 3, 20b; 5, 20a; 7, 7ss.13ss; ---+ u[A.aQ'tLa, ---+ -fráva'tO~). La ley revela que el hombre, cuando se halla extra Christum, está alienado en sus acciones y se halla en contra de sí mismo. Pero una vez que Cristo nos ha liberado del poder del pecado, entonces nos libera

1323 también de la piedad que consiste en obras (Rom 7, 5s). La verdadera justicia no se busca ya por el camino de la «ley de las obras» (Rom 3, 27), sino que se acepta en la fe como justicia concedida graciosamente. Los creyentes -y sólo ellos- son las personas libres (Gál4, 21-31, especialmente los vv. 23 y 26). Claro que la liberación que hace libres de la piedad consistente en obras no significa que el hombre quede suelto para practicar una huera arbitrariedad. Es verdad que, para Pablo, los mandamientos de la tradición veterotestamentaria y judía (la circuncisión, los mandamientos relativos a las comidas, etc.) han sido abrogados; pero, en cambio, se mantiene la sujeción a los mandamientos morales de la Torá, por cuanto en ellos se escucha siempre lo que Dios exige al hombre, una exigencia que, desde luego, queda radicalizada por el mandamiento del amor y queda protegida así contra todo «legalismo». El que ama de veras hace en libertad lo que la ley exige, cumple la ley como ella quiere ser cumplida realmente (Rom 13, 8-10; Gál5, 14). 'Ev JtvEú¡tcnL el hombre cumple, desde el centro de su persona, es decir, libremente, la voluntad de Dios. La ley no está contra quien produce el fruto del Espíritu (Gál 5, 22s). Y, así, Pablo puede hablar de la <
1324

A propósito de 1 Cor 7, 21 --> bOUAEÚW 5, XQáo¡taL. Sobre 1 Cor lO, 29 --> auvElb'f]OL~.

-->

La libertad, por ser libertad escatológica, es un bien salvífico universal. Incluye no só~o la liberación de la caída moral en sí mismo, sino también la liberación de todos los poderes, incluido el de la muerte. (Claro que estas ideas se trasmiten sólo ocasionalmente a través de nuestro grupo de palabras). Rom 8, 2 proclama la liberación -ya acontecida- del pecado y de la muerte. La liberación definitiva y todavía pendiente (es decir, la revelación de la gloria oculta de los hijos), la proclama Rom 8, 19.21. Pablo revela en esta sección (8, 19ss) que en la liberación de los hijos se incluirá también la liberación de la creación (-+ X-tL~w), que ahora está sometida aún a la caducidad y al absurdo. El día en que se revele la gloria de los elegidos, traerá consigo al mismo tiempo la redención y la liberación de toda la creación.

4. En la tradición sinóptica, el grupo de palabras aparece únicamente en Mt 17, 26. La perícopa de 17, 24ss (en el núcleo es pre-mateica, pero fue reelaborada por el evangelista) responde a la pregunta de si los seguidores judeocristianos de Jesús están obligados a pagar el tributo al templo judío (M<'JQuX¡to.v). Lit En consonancia con esto, la libertad adquipregunta demuestra que la tradición tuvo un rida hay que protegerla tanto contra el peligro origen muy antiguo y judeocristiano (¿antes de reincidir en ellegalismo (GáI2, 4; 5, 1) codel año 70, en Siria?). La respuesta argumenmo contra el peligro del antinomismo (Gál 5, ta basándose en el estado escatológico de sal13). Pablo afirma refiriéndose a este último: vación en que se hallan los «hijos». Los hijos, los que han sido liberados del pecado se han por principio, están exentos. Así como los reconvertido en esclavos de la justicia (Rom 6, yes terrenos no exigen el pago de aranceles y 18; lo opuesto se enuncia en el juego de palabras del v. 20) o en esclavos de Dios (Rom 6, tributos a sus hijos (a sus hijos físicos o a sus 22). La verdadera libertad se demuestra precipropios conciudadanos) sino únicamente a los samente en la capacidad para servir al prójiextraños, así también el Rey del cielo no eximo (1 Cor 1, 19; Gál 5, 13) y, si las circunsge a sus hijos, los cristianos, el pago de tributancias lo exigen, en la disposición para tos. Pero, a fin de evitar todo escándalo innerenunciar al ejercicio de la libertad, por consicesario, habrá que seguir pagando el tributo al deración con el prójimo (-+ El<'JWA.o.V 4.b, -+ templo. Para el grupo que aquí habla, el culto yLvrooxw 3.f). del templo y el tributo del templo se han convertido ya en adiaphoron (= cosa indiferente). Véanse también las correcciones paulinas a las Por eso, la libertad escatológica puede deafirmaciones corrientes en 1 Cor 6, 12; lO, 23. -

1326

1325 mostrarse precisamente en la renuncia a querer imponerla directamente. (No se sabe con seguridad la interpretación que el evangelista quiere dar a la perícopa). 5. El empleo joánico del grupo de palabras (que aparece únicamente en 8, 32-36) se inserta en la oposición -característica de Juanentre la realidad divina (-+ UA.~{}ELU 4. b) Y el engaño «de este mundo». El Revelador promete a quienes permanecen en su palabra el conocimiento de la verdad, que hace libres (v. 32). Los judíos -como representantes del «mundo»- entienden erróneamente la palabra de la revelación; por ser descendientes de Abrahán, pretenden ser ya libres (v. 33). Pero el Revelador hace patente el carácter engañoso de su supuesta libertad: no son hijos libres, sino esclavos, a saber, del pecado (v. 34). Tan sólo El, que es el Hijo por excelencia, es capaz de convertir a los siervos en hijos libres. Tan sólo El, tan sólo su palabra, hace verdaderamente libres (v. 36). 6. Es difícil de entender Sant 1, 25 (vó[to.\; 'tÉA.ELO\; ó 'tfí\; EA.EU{}EQtU\;) y 2, 12 (vó[to.\; EA.EU{}EQtU\;). Ambas expresiones surgen de repente, como fórmulas ya acuñadas con anterioridad. Las fórmulas delatan quizás el conocimiento d~ motivos estoicos o de filosofía popular «<el sa~1O que se somete a la ley del universo, es rey y h~re»); pero tales motivos se trasmiten aquí y se ~emterpretan, como es lógico, a través de cauces Judíos o judeocristianos.

En todo caso, se piensa en la ley divina co~? .norma para la conducta (1, 25) o para el JUICIO futuro (2, 12), pero en la ley divina (no, c~aro está, en el Myo.\; 'tfí\; CPÚOEW\; del estoiCIS~O) tal como es conocida y vivida -por ~edIO de Jesús- en la comunidad cristiana. e dice de ella (1, 25) que es ley «perfecta», por contraste con otras leyes; o (quizás mejor) por ~er ley «completa, total» (cf., a propósito, ~elhng, 75), ya que exige la entrega indivisa el hombre. Lo que quiere no es una obedien-

cia parcial a instrucciones parciales, sino que el «corazón» esté acorde con la voluntad de Dios. Como tal, esta ley no se halla en oposición a la libertad, sino que crea libertad, es decir, hace libre al hombre para que practique el amor (cf. el vó[to.\; ~UaLA.LXÓ\; en 2, 8). 7. Por el contrario, 1 Pe 2, 16 (cf. Gál 5, 13; Rom 6, 18.22) nos recuerda de nuevo ideas paulinas. - 2 Pe 2, 19 combate a los falsos maestros, que se atribuyen a sí mismos de manera especial la posesión de la libertad. Podría tratarse ya de antinomistas específicamente «gnósticos», a los que el autor (recogiendo la antigua paradoja) desenmascara precisamente como esclavos de la corrupción. K. Niederwimmer

EAflJ{}fQóro eleutheroiJ liberar -+ EA.EÚ{}EQo.\;.

tí eleusis venida, llegada* Hech 7, 52: <
EAfqJ áv'ttv o;, 3 elephantinos de marfil* Ap 18, 12: «objeto de maifil» en la enumeración de las riquezas de Babilonia. BRL 67-72.

EAÍ]AlJ{}a elelytha haber llegado. Perfecto de -+ EQxo.[tm.

'EAtaxí,..., Eliakim Eliaquín* Nombre de persona en Mt 1, 13 (bis); Lc 3, 30. Cf. 2 Re 18, 18; 23, 34.

1327

EALy!!U - ÉAL<J<JW

EJ"L'Y""«, «'tO;, 'tÓ heligma rollo Jn 19, 39 B Sin* W: «un rollo con mirra y áloe», lectura errónea en vez de «una mezcla (fÜYflu) de ... ». 'EALÉ~Eº Eliezer Eliezer*

Nombre de persona en Lc 3, 29; cf. Gén 15, 2; Ex 18,4 LXX.

'EAwúb Elioud Eliúd* Nombre de persona en Mt 1, 14.15. 'EAUJá~E't Elisabet Isabel, Elisabet*

1. 'E"wá~fL es la forma helenizada de 'elfSeba' (Ex 6, 23) Y puede significar etimológicamente «Dios ha jurado» (Sii ba' 1) o bien «Dios es plenitud, perfección» (Sii ba' 11, cf. KBL3 s. v.); LXX: 'EALGá~f (A *) o 'EALOá~fL (Al F). Sobre la L final cf. en 2 Re 11, 2 el nombre análogo yehOseba', que en 2 Crón 11, 2 adquiere ya la forma hebrea yehOsabat. 2. En el NT, el nombre aparece únicamente en Lc 1 y se refIere en todos los lugares a la misma persona: a la mujer de Zacarías. Fuera de la Biblia no se habla de ella. En caso de que el nombre se haya escogido por razones teológicas, podría sospecharse (en virtud de su etimología: «Dios ha jurado») que existe una relación con Lc 1, 73, lo cual-desde luego- es poco probable. Más obvia sería una relación con la mujer de Aarón (Ex 6, 23), que se llamaba también de esta manera, y que además estaba emparentada con Miryam (= María), la hermana de Aarón (cf. sobre todo Lc 1,36). Como IsabelJElisabet desciende de círculos sacerdotales (Lc 1,5), se acentúa la noble alcurnia del Bautista. A pesar de la esterilidad de Isabel/Elisabet Y de la edad avanzada de ambos (1, 7), Zacarías recibe la promesa de que va a tener un hijo varón (1, 13). La doble razón de la esterilidad sirve para subrayar el prodigio obrado por Dios en este tiempo de

1328

salvación (la edad avanzada como en el caso de Abrahán y Sara en Gén 17, 17; la esterilidad como en el caso de Rebeca en Gén 25, 21 o de Sara en Gén 11, 30; en cuanto al tiempo escatológico, cf. Is 54, 1). Isabel/Elisabet concibió y se mantuvo oculta durante cinco meses (1, 24). De esta manera se crea la condición previa para que el embarazo sirva de «señal» a María (1, 36). En el v. 36 se designa a IsabelJElisabet como parienta de María. Puesto que OVYYfVL¡; debe entenderse en el sentido de que las dos mujeres pertenecían a la misma tribu (Leví), resulta que en Lc 1,36 tendremos el pasaje, completamente aislado en el NT y en el cristianismo primitivo, que habla de que Jesús procedía de la tribu de Leví (no como en los demás casos, en los que se habla de la tribu de Judá). En tiempos del cristianismo primitivo, esta idea se encuentra también únicamente en la reelaboración cristiana de los TestXII (cf. TestJos 19; TestSim 7). Cuando María visitó a IsabelJElisabet (Lc 1, 40), el niño de ésta dio saltos en el seno materno (1, 41). Así que el testimonio de Juan en favor de Jesús se traslada aquí ya al seno materno. Isabel/Elisabet, llena del Espíritu santo, está en condiciones de interpretar la señal (1, 42-45). Finalmente 1, 57 menciQna el nacimiento del Bautista y ofrece de esta manera el cumplimiento de la promesa hecha por el ángel. H. Weder

'EAUmtO;, ov Elisaios Eliseo* Lc 4, 27 menciona al profeta israelita Eliseo y recuerda la curación del sirio Naamán (2 Re 5, 1-14). 'EALomÉ es la forma en que el nombre aparece en los LXX. Josefo (Ant VIII, 352-354; IX 28) y Arist (47s.50.184) ofrecen la forma 'EALOOuTo¡;. H. SeebaB, Elisa, en TRE IX, 506-509.

ÉAtaaO) heliss6 enrollar* En el NT el término aparece 2 veces y se emplea como imagen para referirse al fin del mundo. Heb 1, 12: «Como un manto los enro-

ÉAL<J<JW - "EAAl]v

1329

llarás ([a la tierra y] a los cielos)>>, cf. Sal 101,27 LXX v.l.; Ap 6, 14: el cielo desapareció «como un libro que se enrolla», cf. Is 34, 4 (ÉALY~OfLaL).

EAXO;, ov;, 'tó helkos llaga* En Lc 16,21 dícese de las llagas de Lázaro. Ap 16, 2: «Entonces se produjo una llaga repugnante y maligna en los hombres ... »; 16, 11: «... blasfemaron contra el Dios del cielo ... por causa de sus llagas»; cf. la plaga de Egipto (Ex 9, lOs; cf. también Dt 28,35).

ÉAXÓo) helko6 causar llagas* En Lc 16, 20 hallamos el participio de perfecto pasivo cLAxwflÉVO¡;: Lázaro estaba cubierto de llagas. ~ EAXO¡;.

EAXO) helk6 traer,

sacar, arrastrar* En el NT, el verbo aparece únicamente en sentido transitivo. En sentido propio: Jn 18, 10 (Simón sacó la espada); 21, 6.11 (dícese de la acción de sacar la red de pescar); Hech 16, 19 (arrastraron a Pablo y a Silas para llevarlos ante los arcontes); 21, 30 (llevaron a Pablo arrastrándolo fuera del templo); Sant 2, 6 (los ricos os arrastran a los tribunales). En sentido figurado: Jn 6, 44: « ... si el Padre no le trae»; 12, 32: «Si soy levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí». ThWNT 11, 500s; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, 55s.485-487.

"EAAá;, ábo;, t1 Hellas

Grecia*

~ibl.: Liddell-Scott, s. v.; G. Schneider, Kulturgeschlchte des Hellenismus (2 vols.), München 1967, 1969, principalmente 1, 158-977 (el ámbito de la cultura helenística. Reinos, países, ciudades) (bibl.).

1'EAAá~, que en Homero (11 2, 684) es todavía ~ nombre de una región de la Ftiótida, en el Sur

e Tesalia, se va convirtiendo paulatinamente ' ddesde el. SIglo VI, en el nombre que designa a to-' ra GrecIa, de la que forman parte también Tesala, el Epiro, el Peloponeso y la costa Sudocci-

1330

dental de Asia Menor (Jonia), juntamente con las islas del Mar Egeo. Según 1 Mac 1, 1 'EAAá~ se identifica con el imperio de Alejandro. En 1 Mac 1, 10 (y passim) se designa a los Seléucidas como soberanos de los «helenos». Por el contrario, parece que 1 Mac 8, 9 entiende 'EAAá~ en sentido más estricto, cuando el autor se refiere a la suerte corrida por la Liga Aquea (en el año 146 a.c., cuando Corinto fue destruida). En el NT 'EAAá¡; aparece únicamente en Hech 20, 2. Aquí el nombre de Grecia se usa como expresión popular que sustituye al nombre oficial de la provincia de Acaya (cf. ~ 'Axutu) (algo parecido hace Pausanias VII, 16), que es el que se usa en los demás lugares del NT (donde aparece 10 veces). Acaya comprendía la parte central y la parte meridional de Grecia. En el año 146 fue sometida definitivamente por los romanos y puesta al principio bajo el mando del gobernador de Macedonia. Pero en el año 27 a.C. se convirtió en provincia (senatorial) independiente con residencia de un pro cónsul en Corinto (~ rUAALWV). J. Wanke

"EAA1)V, 1)VO;, Ó Hellen

griego

'EAA1']VL¡;, LOO~, ~ Hellenis mujer griega* Bibl.: C. H. Dodd, The Bible and the Greeks, London 1935; J. Jüthner, Hellenen und Barbaren, Leipzig 1923; M. Hengel, ludentum und Hellenismus (WUNT 10), Tübingen 11973; Id., luden, Griechen und Barbaren. Aspekte der Hellenisierung des ludentums in vorchristlichen Zeit (SBS 76), Stuttgart 1976; C. Schneider, Kulturgeschichte des Hellenismus (2 vols.), München 1967-1969 (bibl.); P. Wendland, Die hellenistisch-r6mische Kultur in ihren Beziehungen zum ludentum und Christentum (HNT 1/2), Tübingen 2.31912; U. von Wilamowitz-Moellendorff, Der Glaube der Hellenen, 2 vols (1926-1932), Berlin 21955; U. Wilckens, Hellenen und Barbaren: NJKA 17 (1906) 457-471; H. Windisch, "EA/:rjV %-.:1..., en ThWNT 11 (1935) 501-514. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1076.

1. El nombre de «helenos» une desde aproximadamente el año 700 a.C. a las tribus y ciudades-estados griegas que tenían una lengua, una cultura y una religIón común. En la época hele-

1332

1331 nística se observa la tendencia a designar también como «helenos» a los no griegos con lengua y cultura griega (textos en Windisch, 502 nota 6). La LXX emplea "EA.Al]v para traducir el hebreo yiiwiin o yewiinfm «<jonio», cf. Zac 9, 13; Dan 8, 21; 10,20; 11,2). En 1 Mac 1, 10 Y passim se denomina «helenos» a los Seléucidas. Los griegos y los «bárbaros» seguían estando separados social y políticamente (cf. Hengel, luden, 77-93). Los griegos, como clase superior dominante, evitaban en lo posible mezclarse con los despreciados «bárbaros» (entre los que se contaban también los judíos, desde el punto de vista griego). Algunos pueblos «bárbaros» trataban de conseguir un aprecio cultural superior, afirmando que tenían un origen común con los griegos (cf. 1 Mac 7,21; cf., a propósito, Hengel, luden, 81 y 161s). Sobre el encuentro, lleno de tensiones e importante para el evangelio, entre el cristianismo y la cultura helenística en la Palestina precristiana, cf. Hengel. 2. En el NT, el significado fundamental de "EAA1]V es griego. En algunos pasajes se escucha el significado de «gentil» (así aparece ya, sin ambigüedad alguna, en la época posterior al NT, cf. Jüthner, 146), especialmente cuando <<judíos y helenos», como dos agrupaciones relevantes desde el punto de vista de la historia de la salvación, designan a la totalidad de los hombres (Hech 19, 10; 20, 21; Rom 1, 16; 2, 9s; 3, 9; 10, 12; 1 Cor 1, 24 y passim). El «heleno» es (principalmente para Lucas y Pablo) el representante más importante del mundo gentil (compárese Rom 3, 9 con 3, 29; y 9, 24 con 10, 12). Sin embargo, se puede hacer distinción también entre griegos y «bárbaros» (cf. Rom 1, 14; Col 3, 11). Lucas presenta a Pablo dirigiendo la palabra a <<judíos y griegos», refiriéndose así a la totalidad de los habitantes de las ciudades helenísticas (también de Siria y de Asia Menor) (cf. Hech 11, 19.20 v.l. [---> 'EAA1]VLO"tr'¡~]; 14, 1; 18,4; 19, 17). En Mc 7, 26, a la mujer que pide ayuda se la llama griega. La adición «sirofenicia de nacimiento» afirma su origen pagano (cf. Hech 17, 12). Según Jn 12, 20, «unos griegos que se encontraban entre los peregrinos que habían acudido para adorar en la fiesta», quieren ver a Jesús. Se trata de los

llamados «temerosos de Dios» (cf. Hech 17, 4), es decir, de gentiles que simpatizan con el judaísmo, pero sin convertirse a él (cf., a propósito, K. G. Kuhn, en ThWNT VI, 730-745). También Jn 7,35 «<¿Será acaso que quiere irse a la Diáspora entre los griegos y enseñarles a los griegos?»), se refiere al mundo gentil de lengua griega. La construcción de genitivo «Diáspora de los helenos» indica el área geográfica (A. Schlatter, Der Evangelist Johannes, Stuttgart 1948, 198). No se piensa, por tanto, en los judíos de la Diáspora. El evangelista hace que los desconcertados judíos, sin sospecharlo, expresen lo que ha de ser más tarde la realidad: el evangelio se proclama a los gentiles. Pablo, como «apóstol de los gentiles» (cf. Gál 1, 16), «se debe por igual a griegos y a bárbaros» (Rom 1, 14), pero, al referirse a los judíos y a los griegos, mantiene la precedencia del pueblo elegido en la historia de la salvación (cf. Rom 1, 16; 2, 9, pero en Col 3, 11 no se mantiene tal precedencia). Pablo atribuye a los griegos <
'Ell1)Vtxó;, 3

Hellenikos griego* En Ap 9, 11 se habla del «ángel del abismo», que EV "tñ EA.A.1]VlX.ñ (complétese: YAwaan), en griego, se llama 'AJtOAA.VWV (destructor).

1334

1333

El adjetivo aparece además en Lc 23, 38 v.l. en una inserción secundaria acerca de las tres lenguas en que se había escrito el letrero fijado en lo alto de la cruz de Jesús (cf. Jn 19, 20).

'Ell1)ví,;, í,bo;, Í)

Hellenis mujer griega,

mujer gentil ---> "EA.A1]v.

'Ell1)VUJ't"Í);, ou, Ó Hellenistes helenista* Bibl.: E. C. Blackman, The Hellenists of Acts VI, 1: ET 48 (1936-37) 524s; H. J. Cadbury, The Hellenists, en Beginnings Y, 59-74; O. Cullmann, Der johanneische Kreis, Tübingen 1975, esp. 41-60; E. GraBer, Acta-Forschung seit 1960 (tercera parte): ThR 42 (1977) 1-68; F. Hahn, Das Verstandnis der Mission im NT (WMANT 13), Neukirchen-Yluyn 21965; M. Hengel, Die Ursprünge der christlichen Mission: NTS 18 (1971-1972) 15-38; Id., Zwischen lesus und Paulus. Die «Hellenistem>, die «Siebem> und Stephanus, en ZThK 72 (1975) 151-206; H. Kasting, Die Anfange der urchristlichen Mission (BEvTh 55), München 1969, esp. 100-105; E. Larsson, Die Hellenisten und die Urgemeinde: NTS 33 (1987) 205-225; C. F. D. Moule, Once more, who are the Hellenists?: ET 70 (1958-1959) 100-102; G. Schneider, Stephanus, die Hellenisten und Samaria, en J. Kremer (ed.), Les Actes des Apotres (BEThL 48), Gembloux 1979, 215-240; M. Simon, Sto Stephen and the Hellenist in the Primitive Church, London-New York 1958; N. Walter, Apostelgeschichte 6, 1 und die Anfange der Urgemeinde in lerusalem: NTS 29 (1983) 370-393; H. Windisch, "Et..t..l]v x"tt..., en ThWNT II (1935) 501-504, esp. 5088. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1076.

1. El término 'EA.A.1]Vl(J"tr'¡~, que no se halla atestiguado en el griego profano de la época, no aparece en el NT sino en Hech 6, 1; 9, 29. En Hech 11,20 debe preferirse la variante textual "EAA1]VU~ (p74 A D Sine) a la lectura 'EAA1]VLO"tá~ (B Db E Koiné), porque sólo así se logra el contraste intencionado con los 'Io'U()uLOL (que también hablaban griego) del v.19. La v.l. se explica por la asimilación ~osterior del significado de 'EA.A.1]vla"tr'¡~ a ---> EAA1]V (= gentil) (textos en: Hengel, Jesus, 165). Según Hech 6, 1 los helenistas murmuraron contra los «hebreos» (---> 'E~QULO~), porque sus viudas eran desatendidas en la distri-

bución diaria de alimentos. En 9, 29 se dice que Pablo, en Jerusalén, «hablaba y disputaba con los helenistas, pero ellos intentaban matarle». Lucas, en Hech 9, 29, entiende probablemente por «helenistas» a los judíos de Jerusalén que hablaban (únicamente) griego y que se diferenciaban de los judíos que hablaban arameo como lengua materna. Según 6, 9 (cf. 24, 12) estaban organizados en distintas sinagogas según su país de origen. Así que los «helenistas» que murmuran en Hech 6, 1 son los cristianos de la comunidad primitiva de Jerusalén que proceden de esos CÍrculos judíos. El neologismo 'EAA1]Vla"tr'¡~ podría derivarse de ÉA.A.1]vL~Elv: «hablar en griego». Tan sólo más tarde el verbo adquirió un matiz peyorativo: «adoptar un estilo de vida griego (= pagano»> (cf. Hengel, Jesus, 166s): Se ha creído frecuentemente que era demasiado simplista la interpretación basada en las diferencias lingüísticas (aunque propugnada ya por Crisóstomo, Hom 21 sobre Hech 9, 29 [PG 60, 164]). Se sospechó, pues, que los «helenistas» eran cristianos gentiles (así piensa, por ejemplo, Cadbury), prosélitos helenistas (así, por ejemplo, Blackman) o judíos palestinenses de procedencia heterodoxa (por ejemplo, esenios o samaritanos), que se hallaban abiertos a influencias sincretistas (así piensa Cullmann, quien cree ver una relación con el «círculo joánico»; Simon, 13 cree que tenían tendencias «paganizan tes»). Sobre la histo- , ria de la interpretación, cf. Hengel, lesus, 160169; GraBer, 17-23. 2. En Jerusalén vivían antiguos judíos de la Diáspora, que por motivos religiosos habían regresado a la ciudad «santa» (cf. la inscripción griega de Teodoto de Ofel: cn 11 n.o 1404; cf., a propósito, Hengel, Jesus, 184s). Estos judíos conservaban su .lengua materna griega. Los partidarios de Jesús procedentes de sus filas se unieron formando algo así como una sinagoga (que celebraba el culto divino en su propia lengua griega). El Grupo de los Siete (Hech 6, 1-6), con Esteban al frente, podría considerarse tal vez como el gremio dirigente de esos cristianos helenistas. La

1336

1335 acusación contra Esteban (cf. Hech 6, l1.13s) permite reconocer que los «helenistas», por su actitud crítica ante la Torá de Moisés y ante el templo, entraron en conflicto con sus antiguos hermanos en la fe. Sospechamos que en su predicación entroncaban con tendencias de la predicación de Jesús y las trasmitían entusiásticamente. Por eso, la persecución atestiguada en Hech 8, 1.4; 11, 19 iba dirigida principalmente contra esos «helenistas» cristianos, no contra los «hebreos» de Jerusalén (que perseveraban más en la observancia de la ley y en la asistenciá a los actos de culto del templo). Eloscuro círculo de los «helenistas» es el «eslabón más importante, desde el punto de vista de la 'influencia histórica', entre la predicación de Jesús y la época pre-cristiana de Pablo» (J. Blank, Paulus und Jesus [StANT 18], München 1968, 247). De él brotaron los primeros impulsos para la misión entre los samaritanos (cf. Hech 8, 5ss) y entre los gentiles (cf. Hech 11, 19s). Además, a ese CÍrculo debe atribuirse en parte considerable la versión al griego de la tradición aramea acerca de Jesús. J. Wanke

'EAAl1VUJ't' Hellenisti (adverbio) en lengua griega* El adverbio, en los dos pasajes del NT en que aparece, se refiere a la lengua griega. En Jn 19,20 dícese de la inscripción puesta en la cruz de Jesús ('thAO~), que «estaba escrita en hebreo, latín y griego». En Hech 21,37, el tribuno pregunta asombrado a Pablo: «¿Sabes (ytvwa'XEL~) griego?».

iAAoyiro (iAAoyáro) ellogeo (ellogao) cargar en cuenta, tomar en cuenta* El verbo es contracción de Ev A.óycp ("tltt'l1[.tL), «poner en cuenta», y es un tecnicismo del lenguaje mercantil. La forma en -ám surgió en la Koiné por la fusión de los tipos de conjugación en -ElV y en -aY (BlaB-Debrunner § 90). Rom 5, 13: á[.tUQ"tLU oV'X EA.A.OyEl"tat,

«el pecado no se imputa», cuando no hay ley; cf., a propósito, G. Friedrich: ThLZ 77 (1952) 523-528; H. Schlier, Romerbrief (HThK), sub loco, donde se hace referencia como trasfondo a la idea judía de «contabilizar» los méritos y las trasgresiones «asentándolos en libros de contabilidad celestiales». Flm 18: si Onésimo ha perjudicado en algo a Filemón, éste debe cargárselo a Pablo en su cuenta (EAA.óyU). ThWNT 11, 514s.

'EA"Ux.bá~ Elmadam Elmadán*

Nombre de persona en Lc 3, 28.

iAní~ro e/pizo esperar -+ EAJtL~.

iAn,;, ,bo;, 'Í1

elpis esperanza, objeto de la esperanza* aJtEAJtt~ú) apelpizo aguardar* EA.Jtt~ú) elpizo esperar* JtQOEAJtt~ú) proelpizo esperar anticipadamente *

1. Aparición del grupo de palabras en el NT - 2. Contenido semántico y campo referencial - 3. Uso en los distintos escritos del NT.

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1. El sustantivo EAJtL~ no aparece en los evangelios. Fuera de las Cartas paulinas, donde aparece con mayor frecuencia es en Hechos (8 veces). Vienen después Hebreos (5 veces); Efesios, Colosenses, Tito, 1 Pedro (3 veces en cada una de las cartas); 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo y 1 Juan (1 vez en cada una). En las cartas paulinas (donde aparece 25 veces) se halla Romanos en primer lugar (13 veces). Vienen luego 1 Tesalonicenses (4); 1 Y 2 Corintios (3 veces en cada una); Gálatas, Filipenses (1 vez en cada una). El verbo EAJtt~ú) aparece esporádicamente en los evangelios y en Hechos: Mateo (1 vez); Lucas (3); Juan (1); Hechos (2). Donde aparece con mayor frecuencia es en Pablo (15 veces), limitándose a Romanos (4); 1 Corintios (3); 2 Corintios (5); Filipenses (2); Flm (1). Aparece, además, en 1 Timoteo (4); Hebreos (1); 1 Pedro (2); 2 Juan (1); 3 Juan (1).

1338 La frecuencia de la aparición no refleja en absoluto la importancia del término en los correspondientes escritos. El compuesto aJtEAJtL~Ú) (Lc 6, 35) Y JtQoEAJtL~(j),.(Ef 1, 12) son hapax legomena. El grupo de palabras falta por completo en Marcos, 2 Timoteo, Santiago, 2 Pedro, Judas y Apocalipsis. 2. El contenido semántico de los cuatro términos se comprende suficientemente, si los traducimos por esperanza, objeto de la esperanza, o por esperar. Las preposiciones aJtó y JtQó, que hacen de prefijos, pretenden determinar más concretamente cuál es la esperanza. EAJtL~ y EA:n:L~m, juntamente con los compuestos, que sólo aparecen -cada uno de ellos- en un lugar, aJtEAJtLSú) (Lc 6, 35) Y JtQOEAJtt~ú) (Ef 1, 12), deben definirse principalmente como el acto o la actitud de la esperanza. En Efesios, Colosenses, Hebreos y 1 Pedro, EA:n:L~ se emplea varias veces en el sentido de objeto de la esperanza (en Pablo, este sentido aparece únicamente en Gál 5, 5; posiblemente también en Rom 8, 24b). Sujeto de la esperanza son principalmente la comunidad cristiana o los cristianos en particular y Pablo en su actividad misionera. Los que esperan son además: Cristo (Hech 2, 26), el pueblo de las doce tribus (Hech 26, 7), los judíos (Jn 5, 45; Hech 24, 15), los gentiles (Mt 12, 21; Rom 15, 12), Abrahán (Rom 4, 18), los disCÍpulos de Emaús (Lc 24, 21), «las santas mujeres» (l Pe 3, 5), toda la creación (Rom 8, 20). Mientras que la esperanza de todos éstos se dirige hacia objetos relevantes para la salvación, vemos que los fines de los oyentes del «discurso del llano» (Lc 6, 34s), de los dueños de la muchacha esclava (Hech 16, 19), de los que iban en la nave (Hech 27, 20), de Herodes (Lc 23, 8), de Félix (Hech 24,26) Y del que ara y trilla (1 Cor 9, 10) son de naturaleza muy diversa. La esperanza se encamina hacia la devolución de lo prestado (Lc 6, 34s), hacia la ganancia de dinero (Hech 16, 19; 24, 26), hacia la salvación del peligro de naufragar (Hech 27, 20), hacia una señal de Jesús

1339

EA.:Tt¡~

(Lc 23, 8) Y hacia la obtención de cosecha después de arar y trillar (1 Cor 9, 10). Hay que mencionar aquí también la esperanza de un pronto encuentro (1 Tim 3, 14; 2 Jn 12; 3 Jn 14). En dos pasajes se dice que los gentiles están excluidos de la esperanza de salvación (Ef 2, 12; 1 Tes 4, 13). En un solo pasaje (l Cor 13, 7) se menciona una abstracción (el amor) como sujeto de la acción de esperar. En la gran mayoría de los pasajes la esperanza se relaciona con la salvación. Incluso en ese contexto, la esperanza se contempla desde diversas perspectivas. Hay enunciados que definen lo que la esperanza es por su esencia (Rom 8, 24s; cf. Heb 11, 1). Los contenidos de la esperanza escatológica se exponen con mucha amplitud y en gran variedad. Se habla también incesantemente del fundamento de la esperanza de salvación, de sus notas características más destacadas, de las reacciones que suscita en los que tienen esperanza, y de cómo debe uno esforzarse en conseguirla. En las cartas paulinas la esperanza determina, además, la relación del apóstol con la comunidad. 3. Los Hechos emplean de manera teológicamente importante los términos EAltL~ y EAltL~{¡). Y, por cierto, lo hacen únicamente en discursos con matiz apologético. La esperanza se dirige hacia la resurrección de los muertos y la promesa hecha a Israel en relación con el Mesías. David habla ya en el Sal 15 LXX de que la carne reposa «en virtud de la esperanza», y atestigua de esta manera que Jesús no puede ser retenido por la muerte (Hech 2, 26). La afirmación de Pablo de que él comparece ante el tribunal a causa de la esperanza en la resurrección de los muertos origina una división entre fariseos y saduceos (23, 6s). En las palabras de defensa que Pablo pronuncia ante Félix, afirma que la esperanza en la resurrección de los justos y de los injustos es motivo importante para su vida irreprochable (24, 15s). La esperanza en la promesa hecha a los padres, la expectación mesiánica, es la razón de que Pablo comparezca ante el tribunal. A su vez, la fe en la resurrección de-

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bería conducir a sus adversarios hasta Jesús, el Resucitado, para que le reconozcan como el Mesías (26, 6-8). Pablo declara a los dirigentes de los judíos en Roma que él está encarcelado «a causa de la esperanza de Israel» (28, 20). El autor de Hechos hace resaltar en casi todos los pasajes que esa esperanza no es específicamente cristiana, sino que pertenece por igual a parte de Israel (23, 8) o a todo Israel (24, 15; 26, 7; 28, 20). Según Pablo, Abrahán da ejemplo de verdadera esperanza. Esta se fundamenta en la promesa divina y deja, por tanto, muy detrás de sí toda incertidumbre, atreviéndose a esperar contra toda esperanza (Rom 4, 18). La esperanza, por su misma naturaleza, se asocia con el no ver. «Pero la esperanza que ve (o: «que es vista») no es esperanza» (Rom 8, 24; PAEltO¡.tÉV'f] puede interpretarse en sentido activo o en sentido pasivo). Por eso, el vivir en esperanza exige aguardar pacientemente (Rom 8, 25; 1 Tes 1,3) lo que no pertenece al mundo visible. Según 1 Tes 1,3; 5, 8, la esperanza juntamente con la fe y el amor es característica del ser de cristianos, y se enumera como parte de la armadura cristiana. Cuando Pablo, en 1 Cor 13, 13, afirma que la tríada fe-esperanza-amor permanecen, no quiere decir que la esperanza siga existiendo también en la consumación escatológica. Tal cosa difícilmente sería posible para la fe y la esperanza. No, sino que lo que se dice, se aplica al presente: la tríada determina la existencia cristiana en el presente. La esperanza es propia del justificado. El que se halla en la gracia, posee la esperanza de la gloria de Dios (Rom 5, 1s; cf. también 2 Tes 2, 16), que no defrauda porque se basa en el amor que Dios nos ha mostrado ya (Rom 5, 5), en la justificación y la reconciliación efectuadas por Dios por medio de Cristo (Rom 5, 9s). Finalmente, la esperanza está sustentada por la predestinación divina de los creyentes a la salvación, y adquiere con ello la máxima seguridad posible (1 Tes 5, 9). El que no se cuenta entre ellos, no tiene esperanza (4, 13). Tal esperanza en la salvación venidera (5, 9)

1341 está henchida de contenido en múltiples maneras. Su objeto es la parusía de Jesucristo el Señor (1, 3.10), Cristo como la garantía del futuro de los cristianos (1 Cor 15, 19), la preservación o la salvación del juicio de la cólera escatológica (1 Tes 5, 9; Rom 5, 9s), la condición de hijos, «la redención de nuestro cuerpo» (Rom 8, 23). Los cristianos aguardan también la <<justicia» (---> oLxawo'Úv'f] 3) como el objeto de la esperanza (Gál 5, 5); una afirmación sorprendente, porque la justicia aparece en otros pasajes paulinos como un don salvífica del presente (cf. Rom 5, 1.9; 8, 30; Gá12, 16-21). Habrá que entenderla como justicia definitiva y consumada o sencillamente como salvación final. La salvación esperada consiste en la comunión de vida con Cristo (1 Tes 5, 10). En esta condición de la existencia cristiana, el cristiano puede gloriarse incluso a causa de las tribulaciones que le afectan, porque, en las personas que están determinadas por la esperanza, las tribulaciones producen paciencia, y ésta produce a su vez carácter probado, del cual brota nueva esperanza (Rom 5, 3s). Así como uno se gloría en virtud de la esperanza, así también uno debe gozarse en ella (12, 12). Más aún, Pablo pide a Dios, que es un «Dios de la esperanza», que llene a la comunidad de todo gozo y de toda paz en la fe (15, 13). Pablo quiere que la promesa de Dios produzca la plenitud de gozo y de paz por medio de la fe, y que ese gozo y paz produzcan a su vez abundancia de gracia por el poder del Espíritu Santo (de otra manera piensa E. Kasemann, 1n ~ie Romer l [HNT], 371, según el cual EAltL~ en 15, 12 no permite olvidar «el objetivo cósmico de la redención». A los creyentes se les ha dado el ejemplo de Cristo y el consuelo de la Escritura para que mantengan la esperanza en el tiempo de la tentación (Rom 1~, 4; de otra manera piensa Kasemann, An dIe Romer, 367, según el cual la esperanza «señala anticipadamente hacia lo que se dice en los vv. 7-13, a saber, hacia la unión escatológi~a de la Iglesia integrada por judíos y gentIles»). Por otro lado, Pablo acentúa que se ha de producir aún la parusía. Y lo hace

1342 quizás en contra de la seguridad que los pneumáticos tenían en sí mismos y por la conciencia que posee de las tribulaciones del tiempo actual (8, 23ss). Sin embargo, no por tener la mirada dirigida hacia el futuro, pierde por eso de vista la salvación presente: «Porque en esperanza ('tñ YUQ EAltLOL) hemos sido salvados» (8, 24a). Lo que se dice de los cristianos, a saber, que viven en esperanza, se aplica también a la creación. Si fue sometida a lo perecedero, lo fue «en orden a la esperanza». La creación aguarda «la revelación de los hijos de Dios» (8, 19), pero aguarda también su propia liberación «de la servidumbre de lo perecedero a la libertad de la gloria de los hijos de Dios» (8,21). Claro que la interpretación que se refiere al futuro de toda la creación es una interpretación rechazada de diversas maneras. Lo que se dice de que la creación gime, serviría únicamente para cerciorar a los elegidos de que han comenzado los dolores escatológicos de parto y de que se ha aproximado ya su consumación (entendida en sentido exclusivo). En Rom 5, 12 Cristo es «objeto de esperanza para toda la creación» (Kasemann, An die Romer, 370; en sentido más restrictivo O. Michel, Romerbrief4 [KEK], 360: esperanza de los gentiles; en sentido presente hace su interpretación H. Schlier, Romerbrief [HThK], 425: «Cristo ha colmado la esperanza de todos los hombres»). Además de la orientación específicamente soteriológica de los términos de la esperanza, Pablo usa EAltL~ y EAltL~{¡) de muy diversas maneras. Principalmente la esperanza de Pablo se centra en las comunidades. La esperanza es la actitud determinante de Pablo, cuando se trata de ser aceptado como apóstol por la comunidad de Corinto y de salir airoso ante ella. El espera que los corintios van a entenderle plenamente (2 Cor 1, 13); que él esté manifiesto ante los ojos de ellos como manifiesto se halla ante Dios (5, 11); que ellos reconozcan que él no ha sido descalificado (13, 6). Pablo espera ser engrandecido aún más ante ellos y poder predicar el evangelio más allá de Corinto (10, 15s). Pero espera también

1343 que los corintios entiendan los padecimientos de ellos como padecimientos de Cristo y que de esta manera experimenten consuelo, como lo experimentó él mismo (1, 7). Su esperanza se siente sorprendida por la buena disposición de las comunidades de Macedonia (8, 5). La comunidad de Tesalónica será su esperanza, juntamente con otras comunidades, cuando se produzca el retorno de Cristo (1 Tes 2, 19). La esperanza en Dios llena al apóstol en relación con su ministerio apostólico. El espera que Dios, que le salvó de la muerte, le siga sálvando en adelante (2 Cor 1, 10); él espera, finalmente, que su ministerio del Espíritu (3, 8) Y de la justicia (3, 9) ha de producir doxa en abundancia (3, lIs). Según Flp 1, 20, el apóstol espera que él no ha de verse avergonzado en nada. Tal cosa queda excluida por el hecho de que Cristo, con toda notoriedad, es glorificado también ahora en la suerte que corra el cuerpo de Pablo, bien sea por su vida o bien sea por su muerte. La esperanza se extiende, finalmente, a la realización de los planes de viaje (1 Cor 16,7; Flp 2, 19.23; Flm 22), de tal manera que el hacer planes no significa tan sólo una actividad humana, sino que es algo que se realiza también «en la conciencia de su unión viva con Jesús el Señor» (J. Gnilka, Philipperbrief [HThK], 157). En contraste con las cartas paulinas auténticas, Colosenses habla únicamente de la spes quae speratur, del objeto de la esperanza. Se guarda en el cielo, aparece como contenido del evangelio y determina a la comunidad para la fe y para el amor activo (Col 1, 4s). La condición para la salvación es que la comunidad no se deje apartar de la esperanza del evangelio (1, 23). En concreto, la Carta a los colosenses entiende al Cristo predicado como la esperanza de la gloria (1, 27), como aquel que, según 3, 1-4, está sentado en lo alto a la derecha de Dios. En su revelación, los que creen en él se manifestarán también en gloria juntamente con él. «El concepto de EA.:ltL~ se ha trasladado así de una comprensión temporal y escatológica a una concepción determinada por una manera

1344 espacial de pensar» (E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser und an Philemon [KEK], 48). También Efesios, cuando habla extensamente de la esperanza, la entiende como el objeto que se espera (Ef 1, 18). Cuando se designa a la esperanza como EA.:lti~ 'tfí~ x.A.~­ OEo)~ (1, 18; 4, 4), quiere ello decir que la esperanza se halla unida de manera sumamente íntima con la aceptación del evangelio y con el ingreso en la comunidad. Tan sólo en el ámbito de la comunidad es posible la esperanza. Esta esperanza se precisa más concretamente de dos maneras. Por su contenido, es «la riqueza de la gloria de su herencia entre los santos» (1, 18): la doxa consumada en la comunión con los ángeles, una gloria que todavía se espera (¿ o «se refiere aquí la Carta a los efesios a la pertenencia a la comunidad cristiana concreta»? Entonces, la comunidad «está absolutamente segura de la consumación, y por eso puede hablar palabras de tanta confianza», J. Ernst, Epheserbrief [RNT], 288s). Esta esperanza tiene su razón de ser en la extraordinaria grandeza del poder de Dios, que se muestra a los creyentes (1, 19), lo mismo que se ha mostrado en Cristo (1, 20-23). Para el autor de Efesios, esta situación de ser llamados a esta esperanza única de su vocación es un motivo apropiado para exhortar a la conservación de la unidad en la comunidad (4,4). Según las Pastorales, Cristo Jesús es el contenido de la esperanza de los cristianos (1 Tim 1, 1). La esperanza de los cristianos se orienta hacia la parusía de Cristo; ellos aguardan «la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo» (Tit 2, 13; cf. 2 Tim 4, 8). Su conducta actual está determinada también por este hecho. Para el futuro esperan la herencia de la vida eterna, porque, justificados por gracia en virtud del baño de la regeneración y de la renovación por el Espíritu, que Dios ha derramado abundantemente por medio de Jesucristo, son «herederos según la esperanza de la vida eterna» (Tit 3, 5-7). La actividad misma del apóstol está determinada por esta esperanza de la vida

1345 eterna prometida por Dios (Tit 1, 2). Algunas veces la esperanza se dirige hacia Dios mismo. Y, así, el esfuerzo y la lucha de los cristianos se basa en la esperanza en el Dios vivo, cuya voluntad de salvar es universal y se aplica especialmente a los que creen (1 Tim 4, 10). Se reconoce precisamente a una auténtica viuda por el hecho de que, en su situación, deposita su confianza en Dios (1 Tim 5, 5). Y, finalmente, Timoteo debe advertir a los ricos que no pongan su esperanza en las inseguras riquezas; en vez de eso, deben dirigir su esperanza hacia Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos (1 Tim 6, 17).

Hebreos da mucho realce a la EA.:ltL~. La condición para que la comunidad pueda ser la casa de Cristo (o de Dios) es que se mantenga firme en la confianza y en la gloria de la esperanza (Heb 3, 6). Si se compara a la esperanza con el antiguo orden de la ley, entonces se ve que la leyes débil e inútil, mientras que el nuevo orden proporciona la esperanza mejor, porque concede acceso a Dios (7, 18s). Por este motivo, además del servicio vigoroso y activo en favor de los demás, debemos estar solícitos para completar la esperanza hasta el fin (6, 11). Esto puede significar que hay que mantenerse aferrado a la plena convicción de la esperanza hasta el fin (A. Strobel, Hebriierbrief [NTD], 140), o bien que hay que esforzarse hasta conseguir la plenitud de lo que es objeto y meta final de la esperanza (O. Kuss, Carta a los hebreos, Barcelona 1977, 120). En virtud de la promesa de Dios y del juramento que la confirma -dos cosas que son inmutables-los cristianos tienen firme confianza para aferrarse a la esperanza que se ha puesto delante de ellos (Heb 6, 18). Como ancla del alma, ancla firme y segura, la esperanza les confiere estabilidad. Cuando se dice que el ancla penetra hasta dentro del velo (6, 19), esto quiere decir que llega hasta la morada misma de Dios, y que se ha asido firmemente al mundo de la eternidad. Así como Jesús nos precedió ya y entró en ese lugar, en calidad de Precursor y de Sacerdote según el

1346 orden de Melquisedec, así también la comunidad alcanzará esa misma meta (6, 20). En 10, 23, la esperanza se define expresamente por medio de la institución de Jesús como Sumo Sacerdote. La confesión de fe en Jesús, el Sumo Sacerdote, es «al mismo tiempo la confesión de fe en nuestra esperanza» (Zimmermann, 208). Esta confesión «se denomina precisamente 'confesión de fe en la esperanza' , porque la confesión de fe en Jesús, el Sumo Sacerdote, incluye en sí la promesa garantizada por Dios de recorrer juntamente con Jesús el camino seguido por su sumo sacerdocio» (Zimmermann, 216). En la Carta primera de Pedro la esperanza se halla también en el centro de la existencia cristiana. Cuando se dice que los cristianos deben estar siempre dispuestos M dar respuesta a todo el que os pida razón de la esperanza que lleváis en vosotros» o «que hay entre vosotros» (l Pe 3, 15), entonces vemos que la EA.:ltL~ es el factor decisivo del ser de los cristianos. También las «santas mujeres» (3, 5) son caracterizadas concretamente como «las que esperan en Dios». En la eulogia del capítulo primero se hace una extensa descripción del objeto de la esperanza que aguarda a los cristianos (1, 3-9). Ellos han nacido de nuevo a una esperanza viva, que está garantizada y que no engaña, porque se funda en la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (v. 3). Se concreta más, diciendo que esa esperanza es una herencia imperecedera, incontaminada e inmarchitable, que está reservada en el cielo (v. 4). Dios mismo protege con su poder a los cristianos -aunque lo hace por medio de la fe- para la salvación (otra definición de la esperanza), que está preparada y que se revelará en los últimos tiempos (v. 5). Ante tal esperanza, los cristianos prorrumpirán algún día en júbilo escatológico, aunque todavía se hallen afligidos por algunas tentaciones (v. 6). Si confiesan en la fe que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y lo glorificó, entonces esa fe se convierte en la esperanza de que a ellos se les ha de conceder también lo mismo (1, 21).

1348

1347 Pero se los exhorta al mismo tiempo para que se ciñan los lomos (de sus mentes) y sean sobrios a fin de aguardar con toda esperanza la salvación que se describe en 1, 13 como «gracia» que ha de serles dada en la revelación de Jesucristo.

bre AI,AVlla~, que casi coincide con Elimas, se halla atestiguado en Diodoro Sículo XX 17, 1; 18,3 como nombre de un rey libio.

En la Carta primera de Juan 3, 3 la esperanza se dirige hacia Jesús, que ha de venir de nuevo. Así como él se ha de manifestar como el Resucitado, así también los cristianos han de participar de su gloria. El fundamento de todo ello se ha puesto ya en su condición de hijos de Dios. Los dos compuestos um,AJtt~ffi y JtQoEAJtt~ffi introducen variaciones ligeras en el significado del verbo simple. La renuncia a esperar la devolución de lo que se ha prestado (UJtEAJtt~ffi, Lc 6, 35) contiene en sí la promesa escatológica de ser hijos de Dios. La definición del sentido de JtQOEAJtt~ffi (Ef 1, 12) dependerá de que el «nosotros» se entienda como referido a los judeocristianos a los cristianos en general. En el primer caso, en el prefijo JtQo- se halla implícita la idea de «antes de los gentiles» o incluso «antes ya de la manifestación de Cristo» (cf. Bauer, Wiirterbuch, 1398); en el segundo caso, «el JtQo- se refiere al presente en relación con la consumación escatológica» (Bultmann, EAJtt~, 531).

O'u~UX{tUVt

°

B. Mayer 'EI...Ú"U1~, U Elymas Elimas*

Nombre del mago judío de Chipre que se menciona en Hech 13, 8, Yque según 13,6 se llamaba también Barjesús. El libro de Hechos (13, 8b) da la impresión de que ambos nombres significan lo mismo (Bauer, Wiirterbuch, s.v.). Pero no debe excluirse que Lucas entienda Ó Ilayo~ como la interpretación del nombre de Elimas (E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], 383s). Esta última opinión encuentra un posible apoyo en la explicación de L. Yaure: JBL 79 (1960) 297-314 de que Elimas se deriva del arameo J:tlm', «intérprete de sueños, mago». Sobre la forma del nombre en D ('EtoLlla~) cf. GNTCom 402s. El nom-

EI...OOt eli5i ¡Dios mío!* I...EJ.tU lema ¿por qué?* sabachthani me has abando-

nado* 1. Aparición de los términos y variantes de los mismos - 2. Forma original y cuestión de la autenticidad 3. Significación teológica.

Bibl.: J. Blinzler, Der ProzejJ Jesu, Regensburg 41969; Th. Boman, Das letzte Wort Jesu: StTh 17 (1963) 103-119; H, Gese, Psalm 22 und das NT: ZThK 65 (1968) 1-22; J. Gnilka, "Mein Gott, mein Gott, warum has du mich verlassen» (Mk 15, 34 par.): BZ 3 (1959) 294-297; A. Guillaume, Mt 27, 46 in the Light ofthe Dead See Scrolls: PEQ 83 (1951) 78-81; R. H. Gundry, The Use of the OT in Sto Matthew's Gospel (NovTS 18), Leiden 1967,63-66; Jeremias, Teología, 17; R. Pesch, Das Markusevangelium n (HThK), Freiburg i. Br, 1977, 494-496; M. Rehm, Eli, Eli, lamma sabatchani: BZ 2 (1958) 275-278; H. Schützeichel, Der Todesschrei Jesu. Bemerkungen zu einer Theologie des Kreuzes: TThZ 83 (1974) 1-16; D. P. Senior, The Passion Narrative according to Matthew. A Redactional Study (BEThL 39), Louvain 1975,295-297.

1. EAffiL, EAffiL, AElla oa~ax{}avL (<<¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?») se halla en Mc 15,34 como una exclamación lanzada por Jesús inmediatamente antes de su muerte. Es la traducción aramea (transcrita) del hemistiquio del Sal 22, 2a. El paralelo de Mt 27, 46, dependiente de Mc 15, 34, ofrece la forma mixta hebraico-aramea: HAL, l]AL, AElla (j'a~ax{}avL. El testimonio textual D muestra en Mc 15,34 par. Mt 27, 46 la variante HAL, l]AL, Aalla ~acp{}avL, que se conforma al texto hebreo (sobre esta corrección erudita cf. Dalman, Worte, 42s). Los dos sinópticos hacen que la cita del salmo vaya seguida inmediatamente por la traducción griega, cuyas variantes difieren ligeramente de la versión de la LXX. Fuera del canon bíblico es digna de tenerse en cuenta la variante lj Mvallt~ 1l0'U, lj (')'úvallt~ (1l0'U), %a'tÉAEL'l!a~ IlE, «¡Fuerza mía, fuerza mía, tú me has abandonado!» (EvPe 19).

1349

EAWL -

2. En la cuestión acerca de cuál es la forma original de esta oración en forma de exclamación, las opiniones son divergentes (cf. Gnilka, 295s). La respuesta dependerá de lo independiente que sea Mc 15, 35s (confusión con el nombre de Elías). Frente a Mc 15, 34, la variante de Mateo acentúa la confusión con el nombre de Elías, por la forma l]AL, que es más parecida al nombre de Elías. La versión de Mateo y la variante textual de D pueden entenderse como aclaración o como adaptación al TM. Por eso, la cuestión no consiste tanto en saber si Mateo o Marcos o ambos -en el testimonio de D- son más originales, sino si la versión de Marcos, que probablemente es la primaria en la tradición textual de que disponemos, no sólo representa la traducción aramea del clamor de Jesús en la cruz, sino si es además la auténtica. Puesto que se trata de una palabra de la Escritura, es concebible que Jesús pronunciara la versión hebrea. En este caso, se explica mejor que los circunstantes confundan el nombre de Dios con el nombre del profeta (Pesch, 495 piensa en una «distorsión malintencionada»). Ahora bien, la versión aramea es, por lo menos, pre-marquina. No es posible afirmar con seguridad suprema cuál es la forma original ni decidir sobre la autenticidad de las palabras. 3. La exclamación de Jesús puede entenderse como respuesta a la blasfemia escuchada precedentemente. Parece confirmar lo que piensan los escarnecedores que se hallan cerca de la cruz: el Dios de Jesús le ha abandonado. No podemos negar que esas palabras expresan una profunda carga de abandono humano y de padecimientos. Pero en el hecho de que, en su abandono, Jesús «recurra a Aquel de quien se siente abandonado» (Schützeichel, 8), revela a Dios como el interlocutor del hombre, siempre dispuesto a escucharle. Por eso, como eco de ese «¡Dios mío!», pronunciado en la hora más oscura, brota luego en perfecta consonancia la confesión del centurión: «¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!» (Mc 15,39). F. G. UntergaBmair

E¡W1J1:0íJ

1350

EJ.tUll'toií, íí~ emautou de mí mismo* 1. Aparición y frecuencia en el NT - 2. E~lam;oü como complemento directo con verbos - 3. Con preposiciones - 4. E~U1n:OÜ como genitivo posesivo con sustantivos - 5. Como pronombre que se refiere al sujeto de la oración principal. Bibl.: BlaB-Debrunner § 64, 1; 283; 284, 2; Kühner, Grammatik 1/1 § 168; Mayser, Grammatik 11/1, 65-72 (§ 15).

1. El pronombre reflexivo de primera persona Gunto a la forma de genitivo se estudian también aquí las formas de dativo y de acusativo) aparece en el NT un total de 37 veces, sorprendentemente de manera casi exclusiva en el evangelio de Juan (16 veces) y en Pablo (14 veces en las cartas indiscutidas); aparece también en LucaslHechos (6 veces) y en Mt 8, 9 (par. Lc 7, 8). Dado el uso frecuente de los pronombres en el griego helenístico, es notable el poco uso que se hace del pronombre reflexivo en el NT. El pronombre reflexivo se emplea casi exclusivamente como objeto que sigue inmediatamente al verbo (--+ 2), Y en todos los demás casos -exceptuadas las frases preposicionales (--+ 3)- su uso se abandona casi por completo. 2. Ella'U'tOv sigue inmediatamente al verbo: Jn 8, 54; 14,21; 17, 19; Hech 20, 24; 26, 2.9; Rom 11,4; 2 Cor 2,1; 11,7; Ella'U'tOv se halla en otro lugar delante del verbo: Lc 7, 7; 1 Cor 4,3.4; 9, 19; 2 Cor 11,9; Gá12, 18; Flp 3,13. 3. Tan sólo en el cuarto evangelio encontramos las frases preposicionales uJt' Ella'U'tOi}, por mí mismo: Jn 5,30; 7,17.28; 8, 28. 42; 10, 18 (por mí mismo, voluntariamente); 14, 10, y E~ Ella'U'tov, de mí mismo: 12, 49. En estas expresiones el Jesús joánico habla de sí mismo, sobre todo en enunciados negativos (5, 30; 7, 28; 8, 28.42; 12, 49; 14, 10); cf. J. Blank, Krisis, Freiburg 1964, 112-114. «Lo de OV% uJt' Ella'U'tOv designa ... el ser y la esencia de Jesús en el sentido más amplio ... Por medio de Jesús y en Jesús es Dios quien actúa» (ibid. 113).

1352

1351 Otras frases preposicionales son: d~ f[1U1J'tóv, 1 Cor 4,6 (en lugar de d~ f[1É, a m{), l'tEQl, f[1U1J'tOV, acerca de mí, Jn 5, 31; 8, 14.18; Hech 24, 10 ('ta l'tEQI, f[1U1J'tOV), l'tQo~ f[1U1J'tóv, hacia mí, Jn 12, 32; 14, 3; Flm 13 (conmigo), Úl't' f[1U1J'tÓV, bajo mi mando, Mt 8, 9 par. Lc 7,8, Úl'tfQ E[1U1J'tOV (en lugar de l'tEQI, E[1U1J 'tOV ; BlaB-Debrunner § 231, 1), 2 Cor 12,5. 4. E[1U1J'tOi'í aparece como genitivo posesivo con un sustantivo en 1 Cor 10, 33: [1i] tljT<ÚV 't0 EflU1J'tOV O'Úfl
E",~aí.vro embaino subir (a)*

El verbo aparece únicamente en los evangelios (en Mateo 5 veces, en Marcos 5, en Lucas 3, en Juan 3). Dícese de la acción de subir a bordo de una nave (l'tAOLOV): Mc 4, 1; 5, 18; 6,45; 8, 10.13; Mt 8, 23; 9, 1; 13,2; 14,22; 15,39; Lc 5, 3; 8, 22.37; Jn 6,17; 21, 3; o de barcas (l'tAOLáQlU): Jn 6, 24. El verbo Efl~utvw aparece también en las variantes textuales especiales: Mt 14, 32 (C Koiné etc., l'tAOLOV); Jn 5, 4 (A C 3 K etc., dícese de la acción de meterse en el agua); 6, 22 (Sin* K e etc., l'tAOLáQLOV); Hech 21, 6 (B E pc, l'tAOLOV). E",~áAAro emballo arrojar*

Lc 12, 5: «aquel que tiene poder para arrojar al infierno» (f¡,t~UAdv d~ 'ti]v yÉEVVUV);

cf. Schulz, Q, 158, quien cree que Mt 10, 28 es la lectura original (<< ... destruir el alma y el cuerpo en el infierno»). E",~á~'tro embapto meter, mojar, sumergir*

En Mc 14,20 par. Mt 26, 23 (par. Jn 13,26 p" Koiné A D W etc.) dícese de la acción de meter (la mano, así Mateo) en el plato ('tQ'Ú~ALOV). Mc 14,20 tiene la forma de voz media Ó Efl~Ul't'tÓflEVO~ flE't' EflOV, «el que conmigo moja (para sí)>>; quiere decirse: el que moja lo que tiene en la mano. En el marco del anuncio que Jesús hace de la traición, Mc 14, 20c introduce una variación en la alusión al Sal 40, 10 (hecha en el anterior v. 18) «al tener en cuenta la situación de la cena pascual, cuando se come el primer plato, momento en que los que participan mojan en la fuente las hierbas verdes que se han servido ante ellos» (R. Pesch, Markus [HThk], 350); cf. Billerbeck IV, 63-67. E",~a'tEúro embateuo entrar*

a

Col 2, 18: ÉÓQUXEV Efl~U'tE'ÚWV debe traducirse por lo que él vio al entrar; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 139s. Aquí no se piensa seguramente en una iniciación mistérica (cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 4; Th WNT 11, 531-533), sino más bien en una experiencia visionaria, en la que los colosenses experimentaron la entrada en el santuario celestial. Th WNT X, 1078 (bibliografía). S. Eitrem, EMBATEYQ. Note sur Col. 2, 18: STh 2 (1948, aparecido en 1949-1950),90-94. E",~t~á~ro embibazo hacer subir a bordo*

1353 (como en 1 Clem 19, 3). Tan sólo en Mt 6,26 (<<¡mirad las aves del cielo!») podría hablarse de sentido figurado. En Mt 6,26 Y Hech 1, 11 (sobre la cr!tica textual de estos pasajes cf. GNTCom), Efl~Ml'tw se construye con d~; en Mt 19, 26 Y Hech 22, 11 el verbo aparece en sentido absoluto. Marcos muestra una relativa predilección por el verbo: 8, 25; 10, 21.27; 14, 67. En Mt 6, 26 aparece el verbo ffl~M­ l'tW a diferencia de Lc 19,26 par. Mc 10,27. Otros testimonios del verbo: Lc 20, 17 a diferencia de Mc; 22, 61 a diferencia de MC' Jn 1 ' 36.42; Hech 1, 11 (A C Koiné D); 22, 1'1.

E"'~Qt",áo",at (E"'~Qt",Óo",at) embrimaomai (embrimoomai) estar furioso, increpar, reñir* El verbo se halla atestiguado en el sentido de estar furioso o, en general, como manifestación de disgusto; Bauer, Worterbuch, s. v. Sobre las dos formas en que aparece el verbo cf. BlaB-Debrunner § 90. Con dativo de persona significa reñir: Mt 9 30' Mc 1 43' 14 5 En Jn 11, 38: f¡,t~QlflÓJfl~VO~ EV É~1J't~, dis~ gustarse profundamente, irritarse; en el mismo sentido (de una excitación «interior» de Jesús) en 11, 33: fVE~Qlfl~OU'tO 't0 l'tVE'ÚflU'tl; cf. J. Beutler: NTS 25 (1978-1979) 40-44. C. 1. K. Story,. The Mental Attitude of Jesus at Bethany: John 11, 33.38: NTS 37 (1991) 5166. E",Éro eme o vomitar* Ap 3, 16, en sentido figurado: «Te vomitaré de mI. b oca». Cf. TestAs 7, 2 (despreciado como el agua mala).

E",,,,aí.vo,,,at emmainomai enfurecerse*

Hech 27, 6: EVE~t~UOEV 'lÍfla~, él (el centurión) nos hizo subir a bordo, literalmente: «nos hizo subir (a la nave)>> (aoristo primero).

17En Hech 26, 11 (como en J osefo, Ant XVII, 4 con dativo) Pablo habla de su pasado como perseguidor: «locamente enfurecido contra ellos».

E",~AÉ~ro emblepo mirar, dirigir la mirada*

'E "''''avo''....' AEmmanouel Enmanuel*

El verbo aparece 12 veces en el NT, todas ellas en los evangelios y en Hechos, y todas ellas en sentido literal, no en sentido figurado

Bibl.,' L . Lange, Das E ' ne' rsehemen des Auferstanden 1m Ev. naeh Mt (FzB 11), Würzburg 1973, esp.

1354 329s, 344s, 348, 492-495; W. Rothfuchs, Die ErfüllungsZllate des Matthiiusevangelium (BWANT 88) Stuttgart 1969, especialmente 33s, 57-60. '

1. 'E[l[laV01J~A, en Is 7, 14 LXX es la transcripción de las palabras hebreas 'i'rnmiiníi 'el «Dios (es/sea) con nosotros». Se trata ante tod~ de una exclamación de confianza (cf. Sal 46, 8:12), que posiblemente formaba parte de la litur~Ia del templo de Jerusalén (H. Wildberger, JesaJa I [BK], 293 Y 332s; cf., por lo demás, H. D. PreuB, en DTAT I 484-498; D. Vetter, Jahwes MitSein - ein Ausdruck des Segens, Stuttgart 1971). El profeta Isaí~s cita esa exclamación en 8, 10; Y e~ una d~t~rmmada situación histórica (la guerra SIro-efraimita ¿734/733?) la emplea como «nombr~ con un significado» en un mensaje dirigido a Aja.z (7, ~4): Dentro de poco una mujer joven (¿la mUjer misma de.1 rey?; así piensa Wildberger, 2?Os, donde se dIscuten también otras identificaCIOnes) dará a luz un hijo y le llamará «Dios-connosotro~»: una señal del juicio sobre Ajaz, falto de confianza, y al mismo tiempo una señal de la permanente fidelidad de Dios a la «casa de David» (Wi~d~erger, 288-300; opina, en parte, de manera dIstmta PreuB, 498-501). - No se sabe si ~s 7, ,14 fue entendido en sentido mesiánico por el judaIsmo (Billerbeck 1, 75; Braun, Qumran 1, 8).

2. Mateo (1, 23) insertó en 1, 23 la «cita de cumplimiento» (Rothfuchs), tomada de Is 7, 14, en el relato que se le había trasmitido a~erca de la generación divina del Hijo de DIOS (1, 18-21.24-25; --+ l'tuQ{}Évo~). De esta manera, Mateo no pretende convencer a los judíos de que el que ha nacido es el Mesías (tal cosa difícilmente habría podido probarla el pasaje de Isaías, --+ 1), sino que lo que pretende es hacer que su comunidad vea claramente que la historia de Jesús está anclada en el plan de Dios para la salvación, y que fue anunciada anticipadamente por los profetas del AT; con esto, el AT -como libro «cristiano»- interpreta la historia de Jesús. , En vez de «ella (la madre del niño) le llamara ... » (Is 7, 14 TM; la LXX traduce: «le llamarás .. ;»), Mateo escribe: <
1355

'E¡,t¡,tavoui¡A -

jo no recibe en absoluto el nombre de Enmanuel, sino que -de acuerdo con las instrucciones del ángel (1, 21)- es llamado Jesús.

Enmanuel sigue siendo un «nombre con significado», como nos lo da a conocer expresamente la traducción del v. 23c: «entenderán» (es decir, la comunidad cristiana entenderá) a Jesús como el «Salvador» (v. 21b), como Aquel en quien Dios se ha mostrado como el «Dios-con-nosotros». Esto lo recordará el lector al final del libro (Mt 28, 20b): entonces el Hijo resucitado dice, a su vez, a la comunidad: «Yo estoy con vosotros ... ». De esta manera, la confesión de fe «él es el Dios-con-nosotros» y la promesa «Yo estoy con vosotros ... » son algo así como un abrir y cerrar paréntesis (una inclusio; Lange) que encierra la totalidad de la historia y de la actividad de Jesús según Mateo. N. Walter

'EJtJto.oií; Emmaous Emaús* Bibl.: Abel, Géographie II, ('1967), 314-316; H. D. Betz, Ursprung und Wesen christlichen Glaubens nach der Emmauslegende (Lk 24, 13-32): ZThK 66 (1969) 7-21; Billerbeck Il, 269-271; J. Dupont, Les pélerins d'Emmaüs, en Miscelanea Biblica B. Ubach, Montserrat 1953, 349-374; H. Haag, en LThK I1I, 848ss; Kopp, Stiitten, 445-450; L. Pirot, en DBS II (1934) 1049-1063; J. Wanke, Die Emmauserziihlung (EThSt 31), Leipzig 1973 (bibl.).

1. 'E¡l¡laou~, que se menciona en Lc 24, 13 Y que se designa allí como una aldea (%W¡ll1), se identifica según la tradición eclesiástica antigua (atestiguada por vez primera en Eusebio, Onomasticon, ed. E. Klostermann, p. 90) con el Emaús conocido por 1 Mac 3,40; 4, 3. El lugar se hallaba situado a unos 28 km (de 160 a 170 estadios) al Noroeste de Jerusalén, al borde del declive de la serranía judea que va descendiendo hacia la llanura costera. En tiempo del NT, Emaús era el arrabal de la sede administrativa de una toparquía judía (cf. Josefo, BelllIl, 55). A instancias del prefecto

'E¡,t¡,taou~

1356

Julio Africano, que tenía amistad con Orígenes, la ciudad recibió hacia el año 223 p.C. el nombre de Nicópolis (los testimonios en Kopp, 446 nota 120). En tiempo de los árabes, el lugar se llamó 'Amwas. Los dominicos de la Eco1e Biblique de Jerusalén excavaron en 'Amwas, durante los años 1924 a 1930, una basílica de tres naves que se alzaba sobre los cimientos de una villa de la época romana tardía (cf. L.-H. Vincent-F.-M. Abel, Emmaüs, sa basilique et son histoire, Paris 1932). Los hallazgos arqueológicos confirman únicamente la temprana existencia de una comunidad cristiana en Nicópolis. Por su mayor cercanía a Jerusalén, el lugar denominado el-Qubeibeh (a 11 km al Oeste de Jerusalén, a unos 60 estadios) fue considerado desde fines de la edad media como el Emaús de Lc 24, 13 (cf. Kopp, 449s). También un lugar que se menciona con el nombre de 'A¡l¡laou~ en Josefo, Bell VII, 217 (poco más o menos en el emplazamiento de la aldea llamada QalOniyeh, a unos 6 km al Oeste de Jerusalén) se identifica algunas veces con Emaús (así Billerbeck). Pero en la tradición no hay apoyo en favor de este lugar. 2. La distancia señalada en Lc 24, 13 entre Emaús y Jerusalén contribuye no poco a la confusión. La mayoría de los manuscritos leen «60 estadios»; tan sólo unos cuantos (entre ellos Sin) añaden éxa'tóv (cien) y leen «160 estadios». Posiblemente la adición se hizo por influencia de la tradición local de Emaús = Nicópolis. Es menos probable, por otro lado, que una cifra original de 160 se redujera a 60 sin el apoyo de una tradición concreta. La ten.sión entre la variante mejor «60 estadios» y la tradición que relaciona este lugar con la ciudad, más alejada, de Nicópolis, debe resolverse mediante la historia de las tradiciones. Lucas no está muy bien informado sobre el emplazamiento del lugar de Emaús (cf. H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 137s). El evangelista conecta una tradición de aparición (Jesús se aparece como un desconocido y es reconocido en la cena), que

1357

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le había sido trasmitida, con su capítulo de Pascua, que se concentra en Jerusalén. Esta ciudad tiene significado teológico para Lucas como el lugar donde se completa el camino de Jesús y donde se inicia la misión cristiana. El motivo de la partida o del regreso de los «discípulos de Emaús» subordina una antigua historia pascual a la intención del evangelista, que quiere vincular con Jerusalén el kerygma de Pascua (cf. Lc 24, 34; cf. Wanke, 116-122). J. Wanke

E""ÉVro

emmeno quedarse (en), perseverar (en)* Pablo se quedó dos años Ev L ¡lLo'frW¡la'tL (Hech 28, 30). Las demás veces que aparece el verbo, debe traducirse por permanecer, perseverar: Hech 14,22: E¡l¡lÉVELV 'ttí reto'tEL; Gál 3, 10: E¡l¡lÉVELV reumv LOL~ yEYQa¡l¡lÉVOL~ (cf. Dt 27,26 LXX; acerca de la modificación del texto bíblico por Pablo, cf. Bauer, W6rterbuch, s. v.); Heb 8, 9: E¡l¡lÉVELV EV 'ttí bLa'frY¡%u ¡lo'\). ThWNT IV, 581.

eE""roQ Hemmor Jamor [Hamor]* Nombre de persona en Hech 7, 16. Jamor, según TestLev 5, 4; 6, 3, es el antepasado de los vlOL 'E¡l¡lwQ. Los hijos de Jamor habitaban en la región de Siquén. A ellos les compró Abrahán un lugar para un sepulcro (Gén 33, 19; 34, 2; Jos 24, 32).

E"Ó;, 3 emos mío, mi 1. Sobre la historia lingüística - 2. Aparición del término en el NT - 3. Uso del mismo - 4. E[tÓ<; en Juan . Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 285; G. D. Kilpatrick, The Possessive Pronouns in the NT: 1ThS 42 (1941) 184-186; Liddell-Scott, s.v.; Mayser, Grammatik 1I12, 64-74; Moulton, Grammar III, 189-192; Moulton-Milligan, 206s: Preisigke, Worterbuch I, 474; IV, 777; F. Rostalski, Sprachliches zu den ap'0kryphen Apostelgeschichten I: Programm Myslowlfz, 1909-1910,5-10; Schwyzer, Grammatik II, 200205; G. B. Winer-P. W. Schmiedel, Grammatik des neutestamentlichen Sprachidioms, Giittingen '18941903, 207-209.

1. El pronombre posesivo de primera persona del singular se cuenta, juntamente con aó~, 'Í]¡,tÉ'tEQO~, Ú¡,tÉ'tEQO~, acpÉ'tEQo~, entre los elementos más antiguos de la lengua griega. Hasta el comienzo de la época helenística sirve -juntamente con los posesivos mencionados- «para la expresión pronominal ordinaria de la relación de posesión» (Schwyzer, 200). Pero, con el trascurso del tiempo, junto a los pronombres propiamente posesivos, se va empleando cada vez más el genitivo de los pronombres personales (¡,tou, oo'\), etc.). Encontramos, además, circunlocuciones con JtQoai¡xúlv, ÚJtÚQ')(úlV y otros. Luego en la Koiné, y con ello también en el NT, fue ésta la manera corriente de expresar la relación de posesión -como lo había sido ya en los LXX-, pero sin que por ello quedaran desplazados por completo los adjetivos posesivos.

2. A diferencia de los demás pronombres posesivos, E¡lÓ~ aparece todavía con relativa frecuencia en el NT; claro que de las 76 veces que el posesivo aparece en el NT, 41 de ellas corresponden a Juan, y 9 a la Carta primera a los Corintios. 3. Con arreglo a su uso en la Koiné (cf. Bauer, Mayser, Preisigke), E¡lÓ~ se emplea en el NT como adjetivo y como sustantivo. En cuanto a su uso como adjetivo, hay que distinguir entre el empleo atributivo y el predicativo. E¡lÓ~, usado atributivamente, desempeña a veces la función de genitivo objetivo (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24s: d~ 'tl]v E¡ll]V avá¡lv'I']OLV, «en memoria de mí»), pero con muchísima más frecuencia desempeña la función de genitivo posesivo, por ejemplo, en Jn 12, 26: Ó bLáxovo~ Ó E¡lÓ~; 1 Cor 9, 3: ~ E¡ll] areoAoyta (en ambos lugares, como ocurre también con frecuencia, E¡lÓ~ sustituye a un ¡lo,\) poco acentuado) así como también en Gál 6, 11; Flm 19 y en otros finales de cartas: 'ttí E¡ltí ?(ELQt, «con mi propia mano»; aquí se acentúa el posesivo. El uso predicativo de E¡lÓ~ aparece en Mt 20, 23 par. Mc 10, 40: oux eO'tLV E¡lÓV (LOULO) bouvm, «no es cosa mía dar (esto)>>, y (en combinación con un sustantivo que es predicado nominal) en Jn 13, 35: O'tL E¡lOL ¡lattl1'tat EO'tE. Sustantivada-

1359 mente encontramos e¡.,tó~ en -co e¡.,tóv o -ca e¡.,tá, lo que es mío (Mt 20, 15; 25, 27; Lc 15,31; Jn 16, 14s); 01: e¡.,tol, los míos, expresión frecuente en los papiros, pero que en el NT aparece únicamente en Ap 13, 14 v.l. 4. No tiene explicación la frecuencia nada usual de e¡.,tó~ en Juan. Si en otras ocasiones el empleo de adjetivos posesivos indica quizás «cierto nivel literario y alguna maestría estilística» (Mayser, 67), tal cosa difícilmente podrá afirmarse del autor de Juan. El extraño fenómeno difícilmente podrá interpretarse como indicio de que Juan era oriundo de Asia Menor, por haber conservado en el uso relativamente frecuente de e¡.,tó~ una peculiaridad del dialecto hablado en el Ponto y en Capadocia (A. Thumb: ThLZ 28 [1903] 421). Y la razón es que esa peculiaridad no desempeña ningún papel en otros escritos de la época procedentes de Asia Menor (Apocalipsis, Hechos de Pablo) (Moulton, Einleitung, 59s; Rostalski). E. Plümacher

EJt3tUtyJtOVÍ), ií~, tí empaigmone burla* El hapax legomenon aparece únicamente en 2 Pe 3, 3: En los últimos días vendrán burlones (e¡.,tJtaLx.-cm) con (su) burla (ev e¡.,tJtmy¡.,tovñ)>>. ThWNT V, 635. EJt3tu.tYJtÓ~, olí, Ó empaigmos burla, escarnio* Se usa junto a ¡.,tá(J-CLyE~ para describir una experiencia de los mártires, en Heb 11, 36: «Otros experimentaron burlas y azotes». Cf. ThWNTV,635. EJt3tUt~ro empaiza burlarse, hacer escar-

nio* 1. Aparición del término en el NT - 2. Jesús como objeto de burla.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. V.; G. Bertram, fflJtuten ThWNT Y, 629-632; J. Blinzler, Der ProzejJ

~U),

1360 Jesu, Regensburg '1969; R. Delbrueck, Antiquarisches zu den Verspottungen Jesu: ZNW 41 (1942) 124-145; D. L. Miller, EMITAIZEIN: Playing the Mock Game (Luke 22:63-64): JBL 90 (1971) 309-313; G. Schneider, Verleugnung, Verspottung un Verhor Jesu nach Lukas 22,54-71, München 1969, esp. 96-104.

1. En el NT, el verbo e¡.,tJtal~w aparece únicamente en los Sinópticos (13 veces). Se construye con dativo (Mc 15, 20a par. Mt 27, 31a; Mt 27,29; Mc 10,34; Lc 14,29; 22, 63; 23, 36), en sentido absoluto (Mc 15, 31 par. Mt 27, 41; Mt 20, 19; Lc 23, 11) y en voz pasiva (Mt 2, 16; Lc 18, 32). Prescindiendo de Mt 2, 16 (ser burlado por), el verbo se usa siempre con el sentido fundamental de escarnecer (como sucede frecuentemente en la LXX), lo cual no excluye otros matices adicionales. En Lc 14, 29 la gente se reía del constructor que había actuado sin pensar bien las cosas. En todos los demás pasajes se muestra a Jesús como objeto de las burlas. 2. En la «tercera» predicción de la Pasión (Mc 10, 34 par. Mt 20, 19/ Lc 18, 32), Marcos emplea el verbo e¡.,tJtal~w para referirse a un solo acto dentro del marco del escarnio del que es objeto Jesús (a ese acto pertenece también el verbo «escupir»). Lucas refuerza esta impresión. Según ambos evangelistas, Jesús predice actos concretos del escarnio que ha de sufrir (de palabra y de obra). En cambio Mateo con el verbo e¡.,tJtal~w abarca todos los «escarnios» de que será objeto Jesús, a los que han de seguir la flagelación y la crucifixión. En el relato mismo de la Pasión, Mc 15, 20a par. Mt 27, 31a emplea el verbo e¡.,tJtal~w para realzar principalmente las «burlas» con que los soldados se divirtieron ultrajando a Jesús, y que consistían en ponede grotescas insignias de realeza, saludándole como a rey de burla, golpeándole y escupiéndole, y finalmente postrándose de rodillas ante él para rendirle escarnecedor homenaje. Todos esos actos concretos se reducen al común denominador «escarnio» mediante el uso del verbo e¡.,tJtaU;w.

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Lucas emplea también e¡.,tJtal~w con este les de Jesucristo el anuncio de los hombres sentido amplio, cuando relata el escarnio de burlones que aparecerán al fin de los tiempos. que Jesús fue objeto al comparecer en juicio ThWNTV,635. ante los judíos (22, 63-65) Y ante Herodes (23, 11). El espléndido manto (cf. 15, 22; soEJt3tEQt3tU'tÉro emperipatea andar en mebre el tema de las «vestiduras» cf. especialdio de* mente Delbrueck) pretendía ser una burla de 2 Cor 6, 16 en cita (ligeramente modificalos supuestos «delirios de Jesús de ser rey»: da) de Lev 26, 12 LXX: «Habitaré y camina«con ese manto de burla Herodes quiso dar a ré en medio de ellos». entender que Jesús era un personaje más ridículo que peligroso» (Blinzler, 290). En la perícopa sobre los ultrajes y blasfeEJt3ttJt3tA1)Jtt (EJt3tt3tAáro) empimplemi mias de que fue objeto el Crucificado (Mc 15, (empiplaa) llenar, saciar, disfrutar* 31 par. Mt 27,41 / Lc 23, 36), Marcos y MaEn Lc 1, 53 dícese de Dios que sacia a los teo emplean el verbo e¡.,tJtal~w para describir hambrientos; en 6, 25, en el «¡ay!» lanzado la conducta escarnecedora y de burla adoptasobre los que ahora están saciados y satisfeda por los principales sacerdotes y los escrichos; Jn 6, 12: «cuando se hubieron saciabas. Lucas sustituye ese verbo por otro térmido»; en Hech 14, 17 (con la forma alternativa no empleado por la LXX (fx.¡.,t'lJX.-Cl]Ql~W), e¡.,tJtLJtA,áw) dícese de Dios, que «llena vuesque él toma de resonancias de un salmo (21, tros corazones de alimento y gozo»; Rom 15, 8 LXX) que se escuchan en Lc 23,35. El ver24: «después de haber disfrutado un poco de bo ex.¡.,t'lJx.-Cl]Ql~W parece que expresa más la vosotros» (cf., a propósito, Rom 1, 11s). Cf. «actitud interna de los escarnecedores» (G. ThWNT VI, 127-131. Bertram, en ThWNT IV, 806). El verbo e¡.,tJtal~w, según Lc 23, 36, describe la conducEJt3ttJt3tQ1)Jtt (EJt3tt3tQáro) empimpremz ta de los «soldados» que se divierten con Je(empipraa) incendiar, quemar* sús jugando a burlarse de él. El «juego de Mt 22,7: el rey «mandó incendiar la ciudad r~ndir un homenaje de burla a un rey», pracde ellos». En Hech 28, 6 Sin* pc (en vez de Jtl¡.,tticado por los soldados (cf. Miller), ilustrará JtQl]¡.,tL) se halla la voz pasiva, seguramente quizás el trasfondo original de los escarnios con el sentido de tener fiebre. que se hacían de los delincuentes por parte de los que estaban a su alrededor. Jesús tiene en común con esos delincuentes el estar expuesEJt3tt3t'tro empipta caer en, caer en manos ~o, . sin defensa alguna, a las afrentas que le de (verse envuelto en)* lllfleren sin freno alguno sus guardianes. Es Mt 12, 11 Y Lc 6, 39: «caer en un hoyo»; cf. un motivo que se va desarrollando en la reLc 14, 5 V.l. El sentido figurado de caer en ~exión cada vez más profunda de los evangemanos de (verse envuelto en) aparece en Lc hos acerca de la Pasión de Jesús, considerada 10, 36: «caer en manos de ladrones»; 1 Tim 3, a la luz del «justo» (y mártir judío) del AT. 6: «caer en la misma condenación que el diablo»; 3, 7: «para que no caiga en descrédito y E G. UntergaBmair en los lazos del diablo; 6, 9: «caen en tentación y lazo»; Heb 10,31: «Es terrible caer en EJt3tube't1)~, O\), Ó empaiktes burlón* las manos del Dios vivo». Según 2 Pe 3, 3 se anuncia que en los «últi:~ días» vendrán hombres burlones (cf. Is 3, XX). Según el v. 4, esas personas se enEJt3tAÉXro empleka enredarse, implicarse* cuentran ya presentes y se burlan de la demoEn el NT, el verbo aparece únicamente en ra de la parusía. Jds 18 atribuye a los apóstovoz pasiva y en sentido figurado. En 2 Tim 2,

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1363 4 dícese del hecho de verse implicado en negocios. En 2 Pe 2, 20 dícese del «verse enredado en las contaminaciones del mundo».

EJtnAoxt], ii~, tl emploke peinado*

1 Pe 3, 3: E[A.1tA,oxfí~ 'tQLXWV, el peinado de los cabellos.

EJtnvÉro empneo respirar* Hech 9, 1: Pablo respiraba amenazas Y muerte contra los discípulos del Señor. Lo primero se explica en 26, 11; lo segundo, en 26, 7 10; E. Haenchen, Apostelgeschichte (KEK), 308. ThWNT VI, 450s; P. W. van der Horst: NovT 12 (1970) 257-269.

EJtnoQEvoJtat emporeuomai hacer negocios, comprar* El sentido intransitivo de hacer negocios aparece en Sant 4, 13. El sentido transitivo en 2 Pe 2, 3: «Ellos (los falsos maestros) os comprarán (por codicia, por medio de palabras)>>.

EJtnoQta, a~,

tl

emporia comercio, negocio* Mt 22, 5: de los invitados al banquete, el uno se fue a sus campos, «el otro a sus negocios». E~ÓQtOV, Oll, 'tó emporion mercado* Jn 2, 16: «¡No convirtais la casa de mi Padre en un mercado! (otxo~ E[A.1tOQLOU)>>. El genitivo es epexegético. EJtnoQo~, Oll, Ó emporos comerci~nte* En general se piensa en el comercIante al por mayor (por contraposición al «tendero» = xá1tr¡A,o~): Mt 13,45 (pleonásticamente: av{}Q(¡)1tO~ €[A.1toQo~); Ap 18,3.11.15.23. A propósito de los «comerciantes de la tierra» en el Apocalipsis, cf. Ez 27; H. Kraft, Offenbarung (HNT), 227s, 233 Y 239.

EJtnQooil'Ev emprosthen delante de, adelante, al frente de, con anterioridad, antiguamente 1. Origen y gramática - 2. En e~ grie.go profan.o: en los papiros y en los LXX - 3. TesUmomos y slgmÍlcados en el NT. Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; Liddell-Scott, s.v.; Mayser, Grammatik II/2, 539.

1. €[A.1tQOO{}eV se compone de las preposiciones Ev y 1tQÓ~ (1tQó), reforzadas por la partícula de dirección -{}eV. Así que, por su origen, contiene un elemento local y un elemento temporal, completados por la indicación de una relación de precedencia (no en el NT). Su significado depende del contexto en que aparezca el vocablo (por ejemplo, 'pued.e tener un sentido estático-local o un sentIdo dInámico-temporal) Y depende también de la función gramatical (por ejemplo como pre~o­ sición impropia que rige genitivo, como adJetivo o como adverbio). 2. El griego profano (por ejemplo, Herodoto, Platón Jenofonte) emplea Ef11tQOO{}eV varias veces en' sentido adjetival y adverbial como indi~a­ ción de lugar (delante de, al frente de), como llldicación de tiempo (anterioridad, desde antiguo) y como designación de precedencia (más, más elevado que). Hay que mencionar especialmente los papiros de la época helenística, en los que se lee Ef11tQOO{}eV tanto en textos poéticos c?mo en textos de prosa, a menudo en lugar de n:Qo como adverbio absoluto de tiempo junto a JtQO'tEQOV, y además como atributo en expresiones fijas. El uso preposicional es raro. - La LXX no añade nada nuevo a esto. 3. Los textos del NT muestran €[A.1tQOO{}EV en diversos significados y contextos. Numéricamente, Mateo con 18 testimonios predomina ligeramente; vienen luego Lucas con 1.0 testimonios y Juan con 5. En las cartas paulInas indiscutidas, E[A.1tQOO{}eV aparece 7 veces; pero el vocablo falta en las cartas deuteropauHnas y en las Pastorales. Probablemente uno de los testimonios más antiguos del vocablo (usado en sentido local) se halla en la fuente de sentencias: Mt 10, 32 par. Lc 12, 8: al hecho de confesar (o de ne-

gar) ante los hombres, le corresponde la confesión o negación delante de Dios. Es importante la tensa contraposición entre el ámbito humano y el foro divino, entre los efectos positivos y los negativos, con acentuación de la visibilidad: ante el rostro (cf. Lc 12, 9: EVWmov como sinónimo). Mt 11, 26 par. Lc 10, 21 acentúa, como otro logion de la fuente Q, la tensa perspectiva dinámica: el que una cosa sea agradable ante el Padre celestial, tiene consecuencias en la tierra. La idea local y demonstrativa aparece también en Mc 2, 12 Y 9, 2, de nuevo con el carácter de cosa presente (<

cercanía y presencia de Dios en la tensa _ " d I ' (1 Tes 1, 3; 2, 19;ex3, pectaclOn e a. parusIa 13), pero tambIen en orden a las circunstancias y acontecimientos presentes (por ejemplo, en Gá12, 14). Los testimonios tardíos del NT se hallan representados únicamente en Ap 4,6 (adverbio) y en 19, 10 ó 22, 8 en sentido local y demonstrativo. De los diferentes usos de E[A.1tQOO{}eV cristalizan significados locales y temporales con un elemento demonstrativo y atestiguador (los sinópticos), con un acento parenético que señala hacia detrás (Juan) y con un elemento escatológico y lleno de tensión (Pablo). A. Kretzer

EJtn'tvro emptyo escupir* En el NT el verbo aparece únicamente en los Sinópticos (en Marcos y en pasajes dependientes de Marcos) y, por cierto, a propósito de los malos tratos recibidos por Jesús en la Pasión: en la predicción de los sufrimientos en Mc 10, 34 par. Lc 18, 32; en la historia misma de la Pasión en Mc 14,65 par. Mt 26, 67 (en el sanedrín) así como también en Mc 15, 19 par. Mt 27, 30 (malos tratos por parte de los soldados romanos). En Marcos el verbo se construye siempre con dativo. Mt 27, 30 tiene ct~ av'tóv; Mt 26, 27, ct~ 'to 1tQÓO(¡)1tOV av'tOu. En Lc 18,32 el verbo se halla en voz pasiva.

EJtq rel="nofollow">avt]~, 2 emphanes visible, manifiesto ---+ E[A.cpavL~(¡)

1.3.

iJtq>avt~ro emphanizo mostrar, notificar, revelar* E[A.cpavlÍ~, 2 emphanes visible, manifiesto* 1. Aparición y significado de los términos - 2. El verbo en el NT - 3. f[!cpav'Í]t:;.

Bibl.: R. Bultmann-D. Lührmann, fWjJav¡~úl, en ThWNT IX, 7s; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), Gottingen '1977, 613-643; O. Michel, Der Brief an die Hebraer (KEK), Gottingen 61966, 324s; A. Sand, Die biblische Aussagen über die Offenba-

1367 rung, en HDG lila (Freiburg i. Br. 1971), 1-26 (bibliografía).

l. En el NT el verbo aparece 10 veces, y el adjetivo 2 veces. Es digno de tenerse en cuenta que Hechos emplee el verbo 5 veces y el adjetivo 1 vez. El empleo que se hace de los términos en los demás escritos del NT (el verbo: en Mateo 1 vez; en Juan 2 veces; en Hebreos 2 veces; el adjetivo: en Romanos 1 vez) no permite sacar conclusiones sobre conexiones en materia de historia de las tradiciones. En griego el verbo tiene el sentido de demostrar, y luego principalmente el de maniJ.estar, anunciar. La LXX emplea el adjetivo y el verbo en el mismo sentido, pero conocen también el significado religioso de hacerse visible, manifestarse, refiriéndose a la Divinidad (cf. Sab 1, 2; también Ex 33, 18 v.l.: Moisés pide a Dios: ¡Muéstrate a mí!). También Filón emplea el verbo para expresar que Dios se manifiesta: AH I1I, 27 Y 1Ol.

2. a) El verbo tiene el sentido original de notificar en Hech 23, 15.22; 24, 1; 25, 2.15. Los judíos han tramado una conspiración contra Pablo y le han acusado ante las autoridades romanas (23, 12). En estos lugares el verbo significa «comunicar oficialmente» (Bauer, Worterbuch, s. v. 2), es decir, poner una denuncia. b) El sentido teológico de revelar aparece en Jn 14,21: El que ama a Jesús, será amado a su vez por Jesús, quien se manifestará a él (Eftcpuviow), es decir, se revelará a él. En la pregunta inmediata de Judas, insertada redaccionalmente por el evangelista Juan (v. 22), vuelve a emplearse otra vez el verbo: ¿Por qué Jesús se manifiesta únicamente a los discípulos y no al mundo? Eftcpuvil~cLV corresponde en ambos lugares a cpuvcQouv, que es el término usado en otras partes por Juan (9 veces en el evangelio y otras 9 veces en la Carta primera de Juan): el Resucitado se da a conocer y se revela a los creyentes.

1368 c) Según Mt 27,53, los difuntos que han salido de los sepulcros se manifiestan a los habitantes de Jerusalén. Por medio de este enunciado, la muerte de Jesús se interpreta soteriológicamente a partir de la resurrección de Jesús (compárese el paralelismo de los acontecimientos cósmicos en 27, 51 Y 28, 2). Mientras que Heb 11, 14 emplea el verbo -refiriéndose a los creyentes del AT- en el sentido de declarar (pero con la connotación de confesar), la pasiva del verbo en Heb 9, 24 expresa el hecho de que Cristo no ha entrado -como hacía el sumo sacerdote del antiguo pacto- en el lugar santísimo, sino que se manifiesta directamente ante el rostro de Dios y lo hace precisamente «por nosotros». 3. Eft
Ef.lCf.>OPO(;, 2 emphobos asustado, lleno de miedo* En el NT, el término aparece únicamente en la frase I!ft
1369

E[!cpuoáúl - EV

Ef.lCf.>U(JeÍro emphysai5 soplar sobre* Jesús «sopló (EvcqJ'ÚO'Y]ocv) sobre ellos (sobre los discípulos en la tarde de Pascua) y les dijo: ¡Recibid el Espíritu santo!» (Jn 20, 22). Sobre el motivo cf. Gén 2, 7 (EVccp'ÚO'Y]ocv); Sab 15, 11 (EftCPUOÍ]ouV'ta JtvcuftU 1;W'tLXÓV); Filón,Op 135 (Evc
Ef.lCf.>UtO(;, 2 emphytos implantado* Sant 1,21: «¡Acoged ... la palabra implantada (en vosotros) que puede salvar vuestras almas!». El adjetivo, en Bem 1, 2; 9, 9, se refiere a «la gracia del don del Espíritu» o «al don de su enseñanza», que los destinatarios han recibido. Se trata de tópicos de la parenesis bautismal; cf. F. MuBner, Jakobusbrief (HThK), sub loco.

EV en (con dativo) en 1. Aparición de la partícula en el NT y sus contenidos semánticos - 2. En sentido espacial- 3. En sentido temporal - 4. En sentido instrumental - 5. En sentido modal - 6. En lugar del dativo o locativo - 7. Construcciones hebreas (arameas).

Bibl.: Bauer, Warterbuch, S.v.; BlaB-Debrunner § 195,218-220; Kühner, Grammatik lUl, 462-466; Liddell-Scott, s. v.; Mayser, Grammatik lI/2, 392-398; Moulton, Grammar III, 249-253.260-265; A. Oepke, EV, en ThWNT lI, 534-539; P. F. Regard, Contribution a l'étude des prépositions dans la langue du NT, Paris 1919, 227-236. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1078s.

1. Con unos 2700 testimonios, EV es con mucho la preposición más frecuentemente usada en el NT. Aparece en todos los escritos del NT, sin que se observe una densidad especial en ninguno de ellos. Las posibilidades de aplicación de esta preposición, que en el griego clásico sobrepasaban ya notablemente el sentido local, se han ampliado mucho más aún en el NT, en parte porque se calcan const~ucciones hebreas con be. De ahí que no SIempre se puedan deslindar claramente los distintos significados (por ejemplo, en Hech

1370

17,28: EV ulJ'tq>1;wftcv, «en él vivimos», pero también <<por medio de él vivimos»: sentido local/causal). 2. En sentido espacial: a) para designar el lugar en el que algo se encuentra (raras veces en vez del ct~ que sería de esperar: Jn 5, 4; Ap 11, 11): en casa, en la ciudad, en el desierto; junto a la fuente, «a la derecha» (EV bcSL(i); en el monte, en el mercado. Especialmente Ev ('tOL~) OUQUVOL~ (también en singular), «en el cielo», principalmente en Mateo para indicar el lugar en que reside Dios (10, 32s; 12,50 Y passim; Mc 11, 26) o donde residen los ángeles (Mt 22, 30), Y también como el lugar del gozo (Lc 15, 7), de la paz (19, 38), de la recompensa (Mt 5, 12 par.), del reino divino (Flp 3, 20); pero en Mc 13,25 Y Hech 2, 19 en el cielo se usa como expresión polar: «en el cielo y en la tierra» (Col 1, 16.20; Ef 1, 10). EV se usa también para indicar el lugar en que se encuentran los pasajes bíblicos citados: Hech 13, 40: en los (libros de los) profetas; Lc 24, 44: en la ley de Moisés; Rom 11,2: en la historia de Elías. b) En cosas en las que uno se encuentra o con las que uno viene (EV comitativo): en vestidos blandos (= «vestido con ropas finas»), Mt 11, 8 (cf. Ap 3, 5); en vestidura de ovejas (= «disfrazados de ovejas»), Mt 7, 15; venir con vara (=«venir vara en mano»), 1 Cor 4, 21 (cf. Heb 9, 25). La preposición se aplica a conceptos abstractos: venir en (con) su reino, la plenitud de bendición, el evangelio (Mt 16, 28; Rom 15, 29; 2 Cor 10, 14). c) Con personas entre las cuales (1), a las cuales (2) o en las cuales (3) algo sucede. 1) Mt 2, 6, entre los príncipes; Gál 1, 16, entre los gentiles; 1 Cor 2, 6, en el círculo de los perfectos; así también Lc 14, 31, con diez mil hombres. 2) Hacer algo a alguien, Mt 17, 12; Mc 14, 6; ocurrir en alguien, 1 Cor 9, 15. 3) En procesos mentales: decirse a sí mismo, pensar, conocer, estar perplejo para sus adentros (Mt 3, 9 par.; Mc 2, 8; 5, 30; Hech 10, 17); gemir dentro de sí, Rom 8, 23; Ev 'tUL~ xUQbim~, «en el corazón», Mc 2, 6.8 par.; Ev

1371 'tUL~

aUVEL('l'r'jaEaLV, «en la conciencia», 2 Cor 5, 11.

d) En la terminología religiosa, EV se usa: 1) en relación con una persona que está llena de algo: el pecado habita en el hombre (Rom 7, 17.20); Y también el Espíritu de Dios (8, 9.11; 1 Cor 3,16; cf. 1 Tim 4,14; 2 Tim 1, 6); la vida, el gozo, la fe, la palabra (de Cristo) se hallan en el hombre (Jn 6, 53; 15, 11; 2 Tim 1, 5; Jn 5, 38 Y passim). A su vez, todos los tesoros de la sabiduría se hallan en Cristo (Col 2,3; cf. 1, 19), el misterio y la vida están ocultos en Dios (Ef 3, 9; Col 3, 3). 2) para expresar la íntima unión entre Dios y el hombre. El frecuente enunciado de que Dios actúa en una persona (l Cor 12,6; Flp 1,6; 2, 13; Col 1,29; cf. Mc 6, 14 par. y Ef 2,2) encuentra su máxima expresión en la fórmula paulina: XQLa'to~ EV 'ÚIlLV, «Cristo en vosotros», Rom 8, 10; 2 Cor 13, 5 (cf. Gál 2, 20; 4, 19). La reciprocidad de esta relación caracteriza a la fórmula joánica de comunión: «el Padre está en mí y yo en el Padre», Jn 10, 38; de manera parecida en 14, lOs, etc. (con IlÉVELV, «permanecer», en 6, 56; 15, 4-7: 1 Jn 4, 13.15 Y passim; incluyendo en esta relación a los discípulos, Jn 14, 20; 17, 21. 23.26). Pablo acentúa más intensamente todavía el ser «en Cristo» o «en el Señor» (EV XQLa't0 o h XUQL
f:V

1372 b) Duración de tiempo (plazo) durante el cual o dentro del cual algo sucede: en tres días, Mt 27, 40; en los días (= en tiempo) de Herodes, 2,1; durante la insurrección, Mc 15, 7; en breve, Lc 18, 8; Rom 16, 20; h 'tw Ésfj~, <<poco después», Lc 7, 11; EV 't0 IlEo'tUS'Ú, «entretanto», Jn 4, 31. También con infinitivo sustantivado (especialmente en Lucas): remando, Mc 6, 48; al sembrar, Mt 13, 4; EV 't0 dvm, «mientras estaban allí» (raras veces con infinitivo de aoristo para indicar una acción puntual: al cubrirles la nube, 9, 34; al sonar la voz, 9, 36). 4. En sentido instrumental a) para designar el medio. Este uso de la preposición no es desconocido en el griego clásico, pero llega a hacerse corriente en la LXX por influencia del be hebreo. El sentido originalmente espacial se capta aún en ~UJt'tL~ELV h üoun, «bautizar (en) con agua», Mt 3, 11; Jn 1, 33 (cf. Ap 7,14); EV JtuQL, quemar «en (con) fuego», Ap 16, 8 (cf. Homero, Il 7, 429). Además, EV IlUXULQTI, «con (por medio de) la espada», Mt 26, 52 y passim (Hech 12, 2 sin EV); EV ('t0) uLllun, «con la sangre» (de Cristo), Rom 5,9; Heb 9, 22; Ap 1,5 y passim; EV 'tñ JtQoaEuxñ, «en oración», Mt 21, 22; oLoáaxELv h JtUQU~OAUL~, «enseñar en parábolas» (Mc 4, 2). b) También una persona puede hacer de «instrumento»: expulsar demonios <<por medio del príncipe» (EV 't0 aQxovn) de los demonios, Mc 3, 22 par.; juzgar al mundo h avoQL, <<por medio de un hombre», Hech 17, 31 (cf. 1 Cor 6, 2); áyLá~w{}m EV, «ser santificado por medio de», 1 Cor 7, 14. c) Algunas veces el sentido instrumental se aproxima al sentido causal: EV 'tñ JtOAUAOYLQ;, <<por su palabrería», Mt 6, 7; EV 't0 AóY


1373

1374

5. En sentido modal para designar un estado o la manera: en éxtasis, Hech 11, 5; en tormentos, Lc 16,23; en medio de mucha oposición, 1 Tes 2, 2; en corrupción, 1 Cor 15,42. Con frecuencia en expresiones adverbiales: EV ouvállEL, «con poder», Mc 9, 1 Y passim; ev OLxuwa'ÚVn, «con justicia», Hech 17,31; EV XUQQ., «con gozo», Rom 15, 32; h xQuJt't0, «en secreto» - EV JtuQQ'l']aL<;X, «públicamente», Jn 7, 4; EV 'táXEL, «pronto», Lc 18,8; Rom 16, 20. - Con un infinitivo sustantivado, mientras: EV 't0 't~v XELQU EX'tELVELV aE, «mientras extiendes tu mano», Hech 4,30 (cf. 8, 6; Heb 8, 13).

frecuentemente en la LXX, pero en el NT se encuentra únicamente en Lucas: en Lc 1, 8 dícese de Zacarías que ejercía su ministerio sacerdotal «delante de Dios»; en Hech 8, 21, en la crítica que Pedro hace de Simón Mago, cuyo corazón «no es recto delante de Dios». En Hech 7, 10 p74 Sin al, se emplea este adverbio (en vez de EVUV'tLOV) para decir que Dios había concedido a José «gracia y sabiduría delante del Faraón». EVUVttOV enantion (con genitivo) delante

6. Parece que algunas veces una frase con EV hace las veces de un simple dativo: Hech 4, 12, ningún otro nombre ha sido dado «a los hombres» (EV aV{}Qó)JtOL~); Rom 1, 19, se hizo manifiesto «a ellos» (h UU'tOL~) (cf. 2 Cor 4, 3); Lc 2, 14, paz «a los hombres» (h aV{}QwJtoL~, en paralelo con {}E0). Sin embargo, en la mayoría de los casos, la frase se puede entender también en sentido local. Sobre 1 Cor 14, 11, «a mis ojos un bárbaro» (ev Ellol ~áQ~uQo~), cf. Sófocles, Ant 925.

de, a los ojos de* El neutro de EVUV'tLO~ es una preposición impropia que se construye con genitivo. Si exceptuamos Mc 2, 12 C Koiné A D etc. (<

7. Son construcciones hebreas (arameas) algunas expresiones como ollv'Úvm, ÓlloAOyELv EV, <<jurar por alguien», «confesar su fe en alguien». W. Elliger

Evuv'tio~, 3 enantíos contrario, opuesto*

EVU'YXUAt~O,.uU enagkalizomai tomar en brazos * En Mc 9, 36; 10, 16 dícese de Jesús que abrazó a un niño o a los niños (JtmOLov Jtm-

O~.

'

EváAtO~, 2 enalios que vive en el mar, marino* Sant 3, 7: EváALU, animales marinos (en una enumeración). EVUVtt enanti (adv.) en presencia de, de-

lante de* Este adverbio se usa como preposición impropia y se construye con genitivo. Aparece

En Mc 6, 48 par. Mt 14,24 dícese del viento, que era contrario; en Hech 27, 4, de los vientos. En el sentido de opuesto, hostil, el adjetivo aparece en 1 Tes 2, 15 (<
En el NT, el verbo compuesto aparece únicamente en Pablo, y siempre en participio de aoristo: Gál 3, 3 (en sentido absoluto): «habéis comenzado en el Espíritu»; Flp 1,6 (con acusativo): «el que comenzó en vosotros la obra buena».

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1375

Eva'to~, 3 enatos noveno* Dícese de la hora nona (= las 3 de la tarde),

cuando Jesús habló antes de morir (Mc 15, 33.34 par. Mt 27, 45.46/ Lc 23, 44). La hora nona se consideraba como tiempo de oración (Hech 3, 1; 10, 3.30; cf., a propósito, Billerbeck 11, 696-702). Mt 20, 5 menciona la hora sexta y la hora nona como los momentos en que el dueño de la finca sale a contratar trabajadores. En Ap 21, 20 (en la enumeración de los doce pilares sobre los que se asienta la nueva Jerusalén) se dice: «el noveno es un topacio».

EVyº<Íq rel="nofollow">ro engraph6 inscribir, grabar Forma alternativa de

--->

EYYQÚ
EvbEi¡~, 2 endees pobre, necesitado* Hech 4, 34a en un sumario: «no había entre ellos ningún necesitado (Ev6E~~ Tt~)>>; cf. vv. 32.34b.35.

EvbEtYJ1a, a'to~, 'tó endeigma prueba señal* 2 Tes 1,5: la firmeza en las persecuciones y en las aflicciones «es señal del justo juicio de Dios de que sois considerados dignos del reino de Dios, por el cual en verdad estáis sufriendo».

Evbdxv'UJ1at endeiknymai mostrar, probar, demostrar* En el NT el verbo aparece únicamente en voz media. Las 11 veces se encuentran en las cartas. Con objeto en acusativo: Rom 2, 15: ellos demuestran que la obra de la ley [= los actos exigidos por la ley] están escritos (doble acusativo: EQYOV ... YQamóv); 9, 17: mi poder; v. 22: la cólera (de Dios); Ef 2, 7: la riqueza de su gracia; 1 Tim 1, 16: toda su paciencia; 2 Tim 4, 14: Alejandro «me mostró/ hizo mucho daño»; Tit 2, 10: toda buena fidelidad; 3, 2: afabilidad hacia todas las personas; Heb 6, 11: el mismo celo. 2 Cor 8, 24: Li]V oiív Ev6al;LV Lfi~ uyúnr¡~ ÚflWV ... d~ aVLoiJ~ Ev6ELXVÚflEVOL, «mostrándoles, pues,

1378

1377

la prueba de vuestro amor». Heb 6, 10: «el amor que [~~, en vez de fív, por hallarse atraído el relativo] habéis mostrado hacia su nombre».

ellos van a ser objeto, y la salvación que se halla presente en esa comunidad. (Ev6aYfla se usa de manera análoga en 2 Tes 1, 5).

EvbEtªt~, Ero~, tración*

EvbExa hendeka once*

ÍJ

endeixis prueba, demos-

Bibl.: E. Kasemann, Para comprender Rom 3, 2426, en Id., Ensayos exegéticas, Salamanca 1978, 1520; W. G. Kümmel, rráQEOLC:; und Ev6EL~LC:;. Ein Beitrag zum Verstdndnis del paulinischen Rechtfertigungslehre, en Id., Heilgeschehen und Heilgeschichte (MThSt 3), Marburg 1965, 260-270; P. Stuhlmacher, Zur neueren Exegese van Rom 3, 24-26, en FS Kümmel, 315-333; D. Zeller, Sühne und Langmut. Zur Traditionsgeschichte van Rom 3, 24-26: ThPh 43 (1968) 51-80.

1. Las 4 veces que Ev6a1;L~ aparece en el NT, se encuentran en el «Corpus paulinum». 2. Ev6aI;L~, como se ve por la conexión con ---> Ev6ELXVUflat y con ---> Ev6ELYfla, significa señal (clara), prueba, demostración. En Rom 3, 25s Pablo acentúa, sirviéndose de material de la tradición (al que pertenecía ya quizás Ev6aI;L~), el carácter de poder de la justicia de Dios revelada. La doble utilización enfática de Ev6a1;L~ en los vv. 25s subraya la manifestación de la justicia de Dios tanto por lo que respecta al perdón de los pecados pasados como en 10 que concierne al tiempo presente. En 2 Cor 8, 24, Pablo pide a la comunidad de Corinto -en una frase apocopada- que muestre agape hacia Tito y hacia los dos delegados (no mencionados por su nombre) y que de esta manera den prueba (Ev6al;Lv Ev6dxvuo{}at) de la razón que tiene Pablo para gloriarse de la conducta de los corintios. Tal prueba se dará además, según el pensamiento paulino, en presencia de todas las comunidades. De esta manera la conducta aparece en el horizonte de la eclesiología paulina. Flp 1, 28 indica que la unanimidad de la comunidad se convierte para sus adversarios (y, como indica el paralelismo incompleto, sólo para los adversarios de la comunidad) en prueba clara (fíLL~ atraído a Ev6ELI;L~) y les hace ver inequívocamente la destrucción de que

H. Paulsen

Bibl.: J. Plevnik, «The Eleven and Those with Them» According to Luke: CBQ 40 (1978) 205-211. Cf. más bibliografía en --> 6ffi6Exa.

Ev6Exa aparece 5 ó 6 veces en el NT: Mt 28, 16; Lc 24, 9.33; Hech 1,26; 2, 14 así como también Mc 16, 14. En Hech 2, 14 se piensa en el completado círculo de los Doce (después de la sustitución de Judas por Matías) sin contar a Pedro, y en los demás pasajes se piensa en el círculo de los Doce sin contar a Judas. En Mt 28, 16 y Hech 1,26 el numeral aparece como adjetivo (en Mateo como adjetivo referido a fla{}r¡LaL; en Hechos, como referido a unóoLOAOL; esto se halla en consonancia con la correspondiente comprensión de los ---> 6ó>6Exa [4.d]). En los demás casos, el numeral aparece sustantivado. La aparición y el significado del vocablo (especialmente en Hech 2, 14) excluye el que «los Once» sea «una expresión tan fija y antigua como la de los 'Doce'» (así piensa E. Lohmeyer, Matthiius· [KEK, volumen especial] 414 nota 2); lejos de eso, el número «se ca1cuia» siempre a partir del número de los Doce. Del uso absoluto de éste se desarrolló una manera análoga de hablar de Ev6Exa. Sin embargo, los Once no fueron elevados nunca a la categoría de una institución, sino que con él se hacía referencia precisamente a un número determinado. Ese número no se obtuvo por adición sino por sustracción a partir del número, claramente definido, de los Doce. Así que oí. Ev6Exa se comprende únicamente a partir de oí. 6Ó>6Exa. Por este motivo, la variante textual del texto «occidental», que en 1 Cor 15, 5 sustituye 6ó>6Exa por Ev6Exa, no modifica el grupo al que se hace referencia; es una corrección que indica el número (correcto) en lugar de la institución (¡que se presUpone como ya conocida!). T. Holtz

ÉvbÉxa'to~, 3 hendekatos undécimo* En Mt 20, 6.9 se habla de la hora undécima (= las cinco de la tarde); en Ap 21, 20 (en la enumeración de los pilares sobre los que se asienta la nueva Jerusalén) se dice: «el undécimo un jacinto».

EvbÉxoJ1at endechomai (aceptar)* En Lc 13, 33 se emplea el verbo en sentido impersonal: ovx EV6ÉXELat, no es posible (seguido de acusativo con infinitivo).

Evbl1J1Éro endemei5 habitar, morar* En el NT, el verbo aparece únicamente en sentido figurado en 2 Cor 5, 6: «Mientras habitamos en el cuerpo (owfla), estamos lejos del Señor (---> Ex6r¡flÉro)>>. Por otro lado, en 5, 8 se habla también del anhelo de «emigrar (Ex6r¡flfioat) del cuerpo para ir a habitar junto al Señor». En 5, 9: «sea que moremos en el cuerpo o que estemos fuera de él (Ex6r¡flOUVLE~)>>. ThWNT 11, 62s; P. Hoffmann, Die Toten in Christus (NTA NF 2), Münster i. W. 21969, 253-285; Lietzmann-Kümmel, An die Korinther 1/11', sub loco; cf. más bibliografía ibid., 223; DTNT I1I, 437s.

Evbtb'Ú(Jxro endidyski5 vestir, vestirse* Con doble acusativo en Mc 15, 17: «Le vistieron con un manto de púrpura». La voz media, vestirse, en Lc 16, 19: «se vestía de púrpura y de finísimo lino»; además en Lc 8, 27 Koiné D El pI: «no llevaba puesta ropa alguna». Evbtxo~, 2 endikos justo, legal *

Rom 3, 8: dlv LO XQLfla Ev6LXÓV EOLLV, «cuya condenación es justa»; Heb 2, 2: <<justa retribución». Evboª<Í~oJ1at endoxazomai ser glorificado* 2 Tes 1, 10: «cuando él venga para ser glorificado»; 1, 12: «a fin de que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en vosotros». ThWNT 11, 257s.

1379

EV()OSO(; - EV()1)VUftÓW

ivbo;o~, 2 endoxos famoso, espléndido,

glorioso* En 1 Cor 4, 10 en oposición a a:tl¡,to~: «vosotros sois personas honradas/distinguidas, pero nosotros somos personas despreciadas». De la vestidura espléndida, Lc 7, 25. Dícese de la Iglesia, a la que Cristo presenta ante él en forma gloriosa (ev()o~ov), Ef 5, 27. tU ev()o~u son las acciones gloriosas (cf. Ex 34, 10; Job 5, 9; 9, 10; 34, 24) de Jesús, por las cuales el pueblo se goza, Lc 13, 17. ThWNT 1I,257s.

ivb\Jlla, a'to~, 'tó endyma ropa,

vestido* Es el término preferido por Mateo para hablar del vestido en general (aparece 7 veces en su evangelio); por lo demás, el vocablo aparece únicamente en Lc 12, 23 (par. Mt 6, 25). En sentido propio: Mt 3, 4 (un vestido de pelo de camello); 6, 25 (el cuerpo es «más que el vestido»); 6, 28 (de la preocupación nfQL EvM¡,tuto~); 22,11.12 (ev()'U¡,tu yéq.lO'U, vestido de boda); 28, 3 a diferencia de Marcos (del vestido del ángel que se apareció junto al sepulcro y que era «blanco como la nieve» [cf. 17,2 D lat]). En sentido figurado, en 7, 15, dícese de los lobos que vienen disfrazados con vestidos de ovejas (EV Ev()'ÚftUOlV nQo~átwv).

Evb\JvallÓro endynamoo fortalecer* Bibl.: E. Fascher, Dynamis, en RAC IV, 415-458; W. Grundmann, olÍval.taL "TA., en ThWNT n, 286318, esp. 288, 22ss, 313, 40ss.

1. De las 7 veces que aparece EV()'UVU¡,tów en el NT, 6 se encuentran en el «Corpus paulinum»; entre los padres apostólicos, usa el término principalmente Herm (cf. también Ign Esm 4, 2). EX()'UVU¡,tów, lo mismo que el verbo afín -+ ()'Uvu¡,tów, tiene el sentido de fortalecer, confortar; en la voz pasiva EV()1)VU¡,tovafrm significa fortalecerse, llegar a ser fuerte. 2. Ev()'UVU¡,tów se usa principalmente en relación con la teología del apostolado. En

1380

Flp 4, 13, un fragmento marcado estilísticamente y en forma de diatriba, que está presidido por la idea de la autarkeia del apóstol (4, 11), viene a parar como punto culminante en el enunciado acerca de la fuerza del apóstol en todas las cosas, una fuerza que tiene su fundamento en la ()":'VU¡.tl~ de Cristo. Aparecen claros puntos de contacto con ideas estoicas (cf. Marco Aurelío Antonino, In semet ipsum 1, 16, 11). Pero el elemento decisivo sigue siendo la comprensión paulina del apostolado: Cristo, como la ()":'VU¡.tl~ de Dios, da fortaleza y poder al apóstol y se halla presente al mismo tiempo en la predicación del apóstol. Tal correlación entre el apóstol y su Señor se reafirma luego en las Pastorales. 1 Tim 1, 12 parte de la vocación al apostolado (cf. 1, 12ss) y describe a Cristo como aquel que da fuerza y poder. Esta enunciado no sólo acentúa el carácter grandioso y subyugador de la conversión de Pablo, sino también -al mismo tiempo- los dones que ha recibido por obra del Señor. 2 Tim 4, 17 muestra un contexto parecido: la descripción del abandono en que se vio el apóstol (4, 16; cf. Flp 4, 13) tiene su punto más intenso en el acentuado contraste con la ayuda y el fortalecimiento que el apóstol recibió del Señor. Por eso, en 2 Tim 2, 1 se exhorta consecuentemente a Timoteo a que llegue a ser fuerte (¡el verbo está en voz pasiva!) en la gracia de Jesucristo. Ev()'UVU¡.tov marca un momento clave de la argumentación: así como Timoteo debe trasmitir lo que recibió de Pablo, así también su EV()'Uvu¡,tovafrm corresponde a la conversión del apóstol. A diferencia de EV()'UVU¡.tów, vemos que EV()'Uvu¡.tovafrm se emplea también en otros contextos: Rom 4, 20 tiene una formulación antitética en la cual -+ Enuyyú,Lu sigue siendo formal y materialmente el tema principal: la duda y la fortaleza, la fe y la incredulidad se hallan contrapuestas entre sÍ. En todo ello la fe no se entiende como la causa del fortalecimiento, sino como una definición más precisa de ese fortalecimiento. Tal conexión entre nLatl~ y Ev()'Uvu¡,tovafrm es expuesta sobre todo por Hermas (por ejemplo, Herm [v] 3, 12), pero podría constituir también el fondo

1381

EV()1)VUftÓW - EV()'ÚW

de lo que se dice en Hech 9, 22. Una referencia a la recuperación de la salud física es menos probable, a pesar de Hech 9, 19 (y de Heb 11-34). En Ef 6, 10 el verbo introduce en forma encarecida la parenesis final, pero -a diferencia de 2 Tim 2, 1- la exhortación se dirige a toda la comunidad, Ef 6, 10 está en consonancia con 3, 16 Y con Col 1, 11 (-+ ()'Uvu¡,tów); sorprende la acumulación de términos que expresan fortaleza (xQáto~ - EV()'UVU-

1382

palmente en los escritos paulina s y deuteropaulinos (cf., además, el texto escatológicamente importante de Lc 24, 49: EV()'Úav ti¡v ()VVU¡,tlV). Pueden diferenciarse aquí tres matices; EV()'ÚW se asocia con a) el bautismo y la cristología, b) la parenesis, c) la escatología. Pero se conserva la conexión interna entre todos ellos, por cuanto se pretende acentuar principalmente la novedad de la realidad comunicada por medio de Cristo.

¡.tova{}m - tax":'~)·

H. Paulsen

Evbúvro endyno introducirse, penetrar* Forma alternativa de -+ EV()":'W. 2Tim 3,6: «introducirse en las casas». ivb\J(JI,~, fro~,

ÍJ endysis acción de vestirse o ponerse algo* En 1 Pe 3, 3 en la exhortación dirigida a las mujeres: «Vuestro adorno no sea externo ... ponerse vestidos lujosos (EvMafw~ L¡.tUtLwv xóa¡.to~)>> .

Evbúro (Evbúvro)

endyo (endyno) vestir*

1. Aparición del término y contenido semántico 2. Campo referencial- 3. E1tEvOlÍ0flaL. Bibl.: M. Bouttier, Complexio Oppositorum: sur les Formules de 1 Coro XII.I3; Gal. 1Il.26-8; Col. 1Il, 10, 1I: NTS 23 (1976-1977) 1-19; E. Brandenburger, Fleisch und Geist (WMANT 29), Neukirchen-Vluyn 1968, sobre todo 175-177; H. Kaiser, Die Bedeutung des leiblichen Dasein.~ in der paulinischen Eschatologie I, tesis mecanografiada Heidelberg 1974,58-61; A. Oepke, O1Íw "TA., en ThWNT n, 318-321; U. Wilckens, OTOt..f¡, en ThWNT VII, 687-692.

1. EvMw, con el significado de vestir, poner, aparece 28 veces en el NT. Tan sólo en 2 Tim 3, 6 se encuentra la forma alternativa -+ EV()":'VW. 2. Además del empleo literal del término (como sucede en Mt 6,25; 22, 11; 27, 28.31; Mc 1,6'; 6, 9; 15,20; Lc 8, 27; 12,22; 15,22; Bech 12,21; Ap 1, 13; 15,6; 19, 14; cf. -+ ev()'U¡,tu), EV()'ÚW aparece en sentido figurado en textos teológicamente importantes, princi-

Pablo (y las cartas deuteropaulinas) se refiere en su empleo de EV()'ÚW a tópicos y motivos tradicionales; está clara principalmente la conexión con el bautismo y la parenesis bautismal. En cambio, la explicación de EvMw, desde el punto de vista de la historia de la religiones, se ha mostrado difícil hasta ahora. Esto se debe principalmente a la amplia difusión del motivo del vestido y de la vestidura exterior. Pero no deben desatenderse los puntos de contacto no sólo con la tradición sapiencial y apocalíptica del judaísmo posterior al AT (cf. Brandenburger), con las ideas de Filón (Wilckens, 688, 20ss), sino también con las formas de pensamiento de los misterios (cf. M. Dibelius, Die Isisweihe bei Apuleius und verwandte Initiations-Riten, en Dibelius, Botschaft 11, 3079) Y con textos gnósticos o de tendencia gnóstica (w. Schmithals, Die Gnosis in Korinth, Gottingen 31969,246-261,377-382). Quedan puntos oscuros (véanse las observaciones críticas de P. von der Osten-Sacken, Romer 8 als Beispiel paulinischer Soteriologie, Gottingen 1975, 104-124); habrá que preguntarse si la explicación basada en la historia de las religiones no debiera tomar más intensamente como punto de partida de sus reflexiones el uso diferenciado que se hace de EV()'ÚW en el NT. a) Gál 3, 27 prueba que EvMw, para Pablo, pertenece al contexto del bautismo y significa vestirse del Kyrios. Esto implica, según 3, 28s, la incorporación al aw¡,tu XQlatoií y la presencia de la nueva creación. Rom 13, 14 exhorta entonces parenéticamente a que semejante incorporación sea la tarea constante de los cristianos (estableciendo una contraposición entre el indicativo y el imperativo). Cuando Col 3, 10 / Ef 4,24 hablan de vestirse del «hombre nuevo», se conserva también entonces la conexión con el bautismo. Tal

11'

1383

EVOúW - EVEXU

vestirse se efectúa según la -+ dxwv del Creador, es decir, según Cristo mismo. Ahora bien, a pesar de la estrecha asociación, no existe identidad entre Cristo y ese hombre nuevo; se mantiene la diferencia (cf. Col 3, 10). Nuevamente predomina el interés parenético. Como se deduce de 2 Cor 4, 16, se trata de la realización del hombre nuevo (del hombre hecho a imagen de Cristo) creado en el bautismo. b) Por tanto, evc;úw se usa lógicamente en enunciados que son específicamente parenéticoso Así sucede en la exhortación a ponerse la armadura espiritual (l Tes 5, 8; Ef 6, 11.14, donde se utiliza una imagen tradicional), y lo vemos también en Rom 13, 12 Y Col 3, 12). Nuevamente se trata de la realización de lo que sucedió ya en el bautismo, lo cual se interpreta según la dialéctica entre el indicativo y el imperativo. e) eveúw adquiere de este modo un marcado carácter escatológico, como se ve por 1 Cor 15, 53s. Se escucha aún la imagen del vestido: sobre la antigua vestidura se reviste uno de la nueva vestidura, la muerte es «devorada» por la vida. Como lo prueba el motivo de la trasformación (15, 52), la identidad del creyente en semejante existencia escatológica sigue siendo fundamental. Pablo lo explica en 2 Cor 5, 1-5, utilizando el material tradicional (-+ 3). 3. E3tEVbúo,uu vestirse (o ponerse algo encima) * . El revestirse futuro con el awftu JtVEVftU"tLXÓV (1 Cor 15, 44) se describe en 2 Cor 5, 2 como eJtEvc;úaua{}UL. El uso del verbo compuesto no es casual. Indica que en el bautismo tuvo ya lugar un evc;'lÍaua{}at (5, 4). Por tanto, Pablo no ve la muerte como un estado de desnudez (deseable; así en los paralelos que se dan en la historia de las religiones) (cf. exb'IÍaua{}UL, 5, 4). Sino que es, como el entrar en la OLXOC;0ftlÍ celestial, un emoyc;'IÍaua{}at que no suprime el comienzo que tuvo lugar ya en el bautismo (5, 5). H. Paulsen

1384

EvbÓJ"'1CJt~, Ero~, i¡ end6mesis estructura interior, material (de construcción)* En Ap 21, 18 dícese de la nueva Jerusalén: ~ evC;wft'llOl<; "tOU "tetX01J<; uiJ"tfí<;, LuaJtL<;, «el material (de construcción) de sus muros (es de) jaspe».

fVÉbQa, a~,

i¡ enedra emboscada, golpe de mano* En Hech 23, 16; 25, 3 dícese de un planeado golpe de mano contra Pablo (cf. 23, 21). EVEbQEÚro enedreu6 acechar, tramar* Le 11, 54: los escribas y fariseos «le acechaban (alnóv)>>; Hech 23, 21: cuarenta hombres «le acechan (av"tóv, a Pablo)>> para matarlo.

1385

EVEXU - EVEQY¿W

Aristóteles) y es la que predomina en el NT: Mt 5, 10.11; 10, 18.39; 16,25; 19,29; Mc 8, 35; 10,7.29 (bis); 13,9; Lc 9, 24; 18,29; 21, 12; Hech 28, 20; Rom 8, 36; 14,20; 2 Cor 7, 12 (ter). La forma ELVEXEV (BlaB-Debrunner § 30,3) se halla también atestiguada (Lc 4, 18; 2 Cor 3, 10). Claro que el decidir en qué pasajes aparece cada una de estas tres formas es algo que está sujeto a cierta incertidumbre por las divergencias que existen en la tradición textual (sobre todo en Mt 19, 5.29; Lc 4, 18 [Is 61, 1]; 18,29; Hech 19,32; 28, 20; Rom 8, 36; 2 Cor 3, 10; 7, 12 [ter]). EVEXEV w'IÍwv, por eso (Mt 10, 7 par. Mt 19, 5); EVExa w'IÍ"twv (Hech 26, 21); con el pronombre relativo: OÚ ELVEXEV (Lc 4, 18); EVEXEV wu q¡UVEQW{}fí.VUL, «a fin de que se manifestara» (2 Cor 7, 12); "tLVO<; EVEXU;, ¿por qué? (Hech 19, 32). BlaB-Debrunner § 216, 1.

EVEbQov, OU, 'tó enedron emboscada, golpe de mano En Hech 23, 16 v.l. en vez del clásico -+ evÉc;Qu.

EVEVÍ)xoV'ta enenekonta noventa*

fVEtI.Éro eneile6 envolver*

EVEÓ~, 3 eneas atónito, mudo* Hech 9, 7: «los hombres ... se detuvieron atónitos».

Mc 15,46: José de Arimatea envolvió en la sábana el cadáver de Jesús antes de depositarlo en el sepulcro.

Mt 18, 12.13 par. Lc 15,4.7. En los cuatro lugares aparece eVEvlÍxov"tu evvÉu, noventa y nueve, referido a 99 ovejas o a 99 justos.

fVÉQYEta, a~, EVEt,.t eneimi estar dentro* Lc 11,41: "tu evóv"tu, lo de dentro (Tucídides IV, 57, 3; PapTebt 11,414,20; Josefo, Bell VI, 183): «¡Dad limosna de vuestro interior!».

Evnea (EVEXEV, EtvfXEV) heneka (heneken, heineken) (con genitivo) a causa de, por motivo de* EvEXU es una preposición impropia que rige genitivo. Además de la forma ática EvEXU (Mt 19,5; Lc 6, 22; Hech 19,32; 26, 21), se hizo más corriente la forma EVEXEV a partir del siglo III a.C. (por ejemplo, en la LXX y en

i¡ energeia

eficacia, poder

actuante -+ eVEQYÉw 3.

EVEQYÉro energe6 obrar* ~. Aparición y significado - 2. Campo referencial 3. EVÉQYELU - 4. EVÉQYl]flU - 5. EVEQY~C;.

Bibl.: G. Bertram, EQYov XTA., en ThWNT n, 631653, sobre todo 649ss; K. W. Clark, The Gentile Bias and Other Essays, Leiden 1980, 183-191; E. Fascher, Energeia, en RAC Y, 4-51; E. Grlil3er, Hebr 1 (EKK), Neukirchen-Yluyn 1990,230-232.

1. evEQyÉW aparece 12 veces en el NT, Con el significado de obrar, poner por obra. Hay que distinguir de él el intransitivo EV-

1386

EQyÉOftUL, mostrarse eficaz (que aparece 9 veces). 2. Mientras que Mc 6, 14 par. Mt 14,2 habla todavía -en el marco de las concepciones demonológicas- de que en Jesús seguían actuando las eVVáftCL<; del Bautista ejecutado, vemos que evEQyÉW adquiere un marcado sentido teológico principalmente en los escritos paulinos y deuteropaulinos. Esto sucede también en Flp 2, 13, cuando eVEQYÉw se refiere a acciones humanas (pero cf. la conexión con el enunciado precedente, cf. infra), y en Ef 2, 2, cuando el verbo en participio, que determina al JtVEUftU que va en aposición, se refiere a la actividad del «príncipe del poder del aire». 1 Cor 12, 4-6 es especialmente importante para una prominente afirmación teológica: en una serie triádica que se mueve hacia un clímax, vemos que XUQLaftu"tu - eLUxOVLat - evEQYlÍftU"tu se ponen en correlación con JtVEUftU - X'lÍQLO<; - {}EÓ<;. Esta unidad aparece estilizada retóricamente de manera especial, en todo lo cual se acentúa adicionalmente Ó {}EÓ<;, como tercer miembro, por la predicación divina (seguramente tradicional) que se hace mediante evEQYWV (v. 6). Este predicado habla de la omnipotencia (obsérvese "tu Jtáv"tu): eVEQyÉw designa a Dios como al que actúa en todas las cosas. Que la relación entre EVEQyÉW y Dios no debe concebirse demasiado estrictamente, lo vemos por 12, 11, donde EVEQyÉW se halla en relación con JtVEUftu. Esta conexión con JtVEUftU se deriva, por un lado, del papel dominante que adquiere JtVEUftU a partir de 12, 7ss y, por el otro lado, del hecho de que en el JtVEUftU se manifiesta no sólo el Señor, sino también Dios mismo. En una manera no diferente de la que vemos en 1 Cor 12,6, se enuncia en otras partes que Dios es el sujeto de esta actividad que lo abarca todo: en Gá12, 8 (bis) como Aquel que actúa en los apóstoles (recurriéndose quizás a

1387 un texto auténtico de la reunión tenida en Jerusalén), en 3, 5 como Aquel que produce en la comunidad ()'lJváf,l,EL¡;, en Flp 2, 13 (bis) como Aquel que obra propiamente el querer y el hacer humanos, y en Ef 1, 11 en asociación típica con los enunciados de ta :návtu. Ef 1, 20 es especialmente característico: el EVEQydv de Dios es interpretado cristológicamente; esta interpretación se relaciona con la resurrección de Cristo, con el hecho de someter a él los poderes, y con el de constituirle como Cabeza de la Iglesia (1, 22). El intransitivo EVEQyÉof,l,m se halla menos fijado que EVEQyÉW. Es muy significativo que el verbo intransitivo no se refiera directamente a Dios. El sujeto de la acción verbal puede variar. Por un lado, EVEQyÉOf,l,m se asocia con los poderes hostiles a Dios que esclavizan al hombre y actúan en él: así se afirma en Rom 7, 5 de las pasiones de la áf,l,UQtLU; en 2 Cor 4, 12, del poder de la muerte, y en 2 Tes 2, 7, del misterio de la avof,l,Lu. Por otro lado, en una faceta positiva, el sujeto del verbo puede ser el Myo¡; 'frwu (1 Tes 2, 13; cf. 1 Cor 16, 9; Heb 4, 12), la :nuQáxA:rIOL¡; (2 Cor 1, 6; sobre la crítica textual cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 29s), la :nLOtL¡; que actúa en el amor (Gál 5, 6), la EVÉQYELU como poder de Dios (Col 1,29), Y finalmente -en los escritos no paulinos- la oración (Sant 5, 16). 3. EVÉQ"{Eta* en el sentido de eficacia, poder actuante, aparece 8 veces en el NT (cf. Fascher sobre el uso diferente, más conceptuoso, de EVÉQ"{ELU en la literatura helenística); este término queda sorprendentemente relegado a segundo plano en comparación con el campo léxico de ()1ÍVUf,l,L¡;, con el que tiene estrechos contactos. Es significativo que el término aparezca tan sólo en el sector de los textos paulinos y deuteropaulinos. Flp 3, 21, recogiendo un fragmento tradicional (3, 20s), ofrece una formulación cristológica: Cristo, como el OWtlÍQ, adquiere el poder de someter

1388 a sí todas las cosas. En Ef 1, 19; 3, 7; 4, 16; Col 1, 29; 2, 12, el uso de EVÉQ"{ELU puede considerarse uniforme: es característica tanto la asociación con xutá (excepción: Col 2, 12) como también la proximidad a las demás expresiones de fortaleza y poder (¡ sobre todo en Ef 1, 19!), lo cual apenas permite una clara diferenciación entre ellas. Además del uso referido a Dios (Col 1, 29) y de la utilización en el contexto de las ideas sobre el oWf,l,u XQWtOU (Ef 4, 16), el término se usa especialmente para referirse al poder de resucitar de entre los muertos (Ef 1, 19; Col 2, 12; Y seguramente también Ef 3,7). En 2 Tes 2, 9.11 (-+ también 2), el término acentúa el poder demoníaco de Satanás y de la :nA,ávTJ originada por él. 4. EVÉQ"{,,~a poder (activo)* no aparece en el NT sino en 1 Cor 12, 6.10. En ambos versículos, el significado del término se acerca al de XUQtOf,l,Utu; en 12, 6 el sentido es casi el mismo, mientras que en 12, 10 el término acentúa más intensamente la relación con las ()'lJváf,l,EL¡; (cf. de manera especial 2 Cor 12, 12). 5. EVfQ"{tlS eficaz, activo* sirve en 1 Cor 16, 9 para esclarecer la situación misionera. Cuando aparece en la imagen de la puerta abierta (cf. 2 Cor 2, 12), EVEQYlÍ¡; se orienta principalmente a la cosa representada por la imagen y rompe, por tanto, el marco de la misma: hay que acentuar la posibilidad de una proclamación abierta y clara (cf. 1 Tes 2, 13). Flm 6 recuerda esencialmente a Gál 5, 6 (-+ 2): la comunidad de la fe demuestra ser eficaz por su conocimiento de todo lo que es bueno (para la interpretación del sentido cf. también P. Stuhlmacher, Philemon [EKK], 33s). Finalmente, en Heb 4, 12 EVEQYlÍ¡; se emplea junto con el predicado -igualmente tradicionall;wv para expresar sentenciosamente la importancia del Myo¡; tOU 'frEQu. H. Paulsen

1389 1390

iVÉ~Y1),..a, a'to~, 'tó, energema poder (activo), actuación del poder -+ EvEQyÉW 4.

iVE~ytí~, 2 energes eficaz -+ EVEQyÉW 5.

Ev3v,..Éo,..at enthymeomai considerar*

Mt 1, 20; 9,4; Hech 10, 19 v.l. (en vez de ()LEv'fr'lJf,l,ÉOf,l,m). ThWNT 111, 172.

iv-a:'Ú"'1)(Jt~, Ero~,

mIento, reflexión*

iVEVloyÉro eneulogeo bendecir* Hech 3, 25: «en tu descendencia serán bendecidas ... » (Gén 22, 18 LXX); Gál 3, 8: «En ti serán bendecidas todas las naciones» (Gén 12, 3; 22, 18 LXX). La palabra clave EVE'lJA,0yTJ'fr'JÍoovtm, que aparece en las dos citas efectuadas por el NT, se halla en los dos pasajes del AT citados. Por eso, en Hech 3, 25, la variante textual EVA,0YTJ'frlÍoovtm (B A *) debe preferirse por ser la lectura más difícil; cf. T. Holtz, Untersuchungen über die alttestamentlichen Zitate bei Lukas, Berlin 1968,7176; ThWNT 11, 762s.

ivÉx ro enecho

tener rencor contra; en voz pasiva, estar sujeto a* Mc 6, 19: Herodías guardaba rencor a Juan el Bautista. Lc 11, 53: ()ELVW¡; EVÉXELV, ser muy hostil, dícese de los adversarios de Jesús. Gá15, 1: «¡y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud!» (presente de imperativo de la voz pasiva: EVÉXW'frE). ThWNT 11, 828.

iv3ábE enthade (adv.) aquí, hacia aquí* En el NT, aparece únicamente en LucaslHec.hos (6 veces) y en Juan (2 veces). En el sentido de hacia aquí en Jn 4, 15.16; Hech 25, 17; en el sentido de aquí en Lc 24, 41; Hech 1~ 18; 1~28; 17,6;25,24.

Ev3EV enthen (adv.) de aquí, de este lugar* Mt 17, 20: Diréis a este monte: «¡Despláza. te de aquí hasta allá (EXEL)!»; Lc 16,26: «los qUe quieran pasar de aquí a vosotros».

reflexionar ,



enthymesis pensa-

En el NT EV'fr1Íf,l,TJOL¡; designa siempre la condición de lo impíamente maligno y necio. Mt 9, 4 y 12, 25: Jesús conoce «los pensamientos de ellos»; Hech 17, 29: EV'fr1Íf,l,TJOL¡; av'frQw:no'lJ, el pensamiento, la reflexi6n de una persona, la consideraci6n humana; en Heb 4, 12 dícese de la palabra de Dios que es «juez de los pensamientos y de las intenciones (EvVOLWV) del corazón». ThWNT 111, 172s.

EVt eni hay* EVL aparece en lugar de EVWtLV (BlaB-Debrunner § 98). En el NT, siempre acompañado de la negación: ovx EVL, no hay (1 Cor 6, 5; Gá13, 28 (ter); Col 3, 11; Sant 1, 17.

iVtav'tó~, olí, Ó eniautos año* Bibl.: Bauer, Worterbuch, Pape, Worterbuch, s. v.

S.V.;

Liddell-Scott,

S.V.;

1. En el griego clásico EVLU'lJtÓ¡; se usa generalmente para referirse a cualquier período cíclico fijo de tiempo (según Platón, el término se deriva de EV ÉU'lJt@, a diferencia de EtO¡;, «año», que se refiere a una unidad de tiempo más breve. En el griego de la Koiné usado en el NT, esta distinción se había perdido en buena parte. 2. Por lo general, EVLU'lJtÓ¡; se usa en el NT como un término neutro para referirse al tiempo. Jn 11, 49(.51); 18, 13 hace referencia a un período fijo de un año: «Caifás, sumo sacerdote de aquel año». - Un período definido (¿quizás más largo?) de tiempo para indicar la

1391

EVLU'U'tÓ~ - EVLO't'l]flL

residencia en una ciudad, se expresa por medio de EvLUV'tÓe:; (en acusativo) en Hech 11, 26; 18, 11; Sant 4, 13. En Hechos se hace referencia con este término a un período de actividad misionera; en Santiago se piensa en un período indefinidamente largo de tiempo (en contraposición al siguiente día). 3. En Hebreos se emplean indicaciones de tiempo para referirse a actividades rituales del culto. Heb 10, 1.3 habla del sacrificio anual de animales dispuesto por la ley del antiguo pacto. Se acentúa lo insuficientes que eran tales sacrificios. Más aún, en vista del nuevo sacrificio de Jesús, el sacrificio anual de animales no tiene ya ningún sentido, porque no conduce a la perfección, sino que lleva -a lo sumo- al recuerdo anual de los pecados, lleno de resignación. Heb 9, 7.25 hace referencia a la ordenanza del antiguo pacto de que únicamente el sumo sacerdote podía entrar, una sola vez al año, en el lugar santísimo (Ex 30, 10; Lev 16, 2-28: Aarón); también esta práctica quedó superada en Jesús, quien logró una redención definitiva en su manifestación única -al fin de los tiempos- por medio de su sacrificio «perfecto». 4. EvLUV'tÓe:; tiene importancia históricosalvífica en Lc 4, 19. Jesús lee en la sinagoga de Nazaret el pasaje de Is 61, ls y se aplica a sí mismo el pasaje bíblico leído: «Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos» (v. 21). Ha comenzado el año de gracia «aceptable» (ClEX'tÓe:;) para Yahvé, el «año jubilar» de la liberación (Lev 25, 10 LXX), el tiempo del establecimiento del reino de Dios, es decir, según los períodos que Lucas establece en la historia de la salvación (el tiempo del antiguo pacto -el centro del tiempo- el tiempo de la Iglesia), el tiempo libre de Satanás, el tiempo de Jesús. Es significativo que la cita, en Lucas, se interrumpa antes del anuncio de la venganza de Dios (Is 61, 2b): el Mesías Jesús es el que trae la salvación, no el mensajero que anuncia el juicio. EvLumóe:; en Sant 5, 17 tiene carácter de historia de la perdición: para asentar firme-

1392

mente el poder de la oración, se hace referencia al milagro de Elías relatado en 1 Re 17, 1; 18, 1. Por la palabra del profeta se produce una señal de castigo: no llueve durante tres años (cf. también Lc 4, 25; Ap 11, 6). El período de tres años y medio no está documentado en el AT, sino que tiene su origen seguramente en las tradiciones del judaísmo temprano. Desde Dan 7,25 (Ap 11,2; 12, 14), los períodos de tres años y medio se consideran como tiempo de persecución y de calamidades. De manera parecida en Ap 9, 15: al sexto toque de la trompeta, se desatan los cuatro ángeles atados junto al Eufrates (se hace referencia probablemente al reino de los partos), que «habían sido preparados para la hora y el día y el mes y el año», es decir, para el gran día de la ira (Ap 6, 17); aquí se enlaza con tradiciones apocalípticas acerca del «día de Yahvé» (cf. 112, 1-11; 3, 1-4; 4, 15-17; Am 5, 18-20). 5. En Gál 4, 10 Pablo advierte a la comunidad contra una recaída en la esclavización a los vanos «poderes del mundo». Se refiere en concreto a una «piedad del calendario». Denuncia, por un lado, un culto astrológico supersticioso que resultaba atractivo para los cristianos gentiles, y, por otro lado, denuncia también una observancia judía legalista de los tiempos. De esta manera sitúa al judaísmo al mismo nivel que el paganismo. Al apóstol lo que le interesa supremamente es la pureza de la piedad cristiana. R. Kratz

iVtO''tl)'U enistemi ser inminente; en preté-

rito: estar presente* 2 Tes 2, 2: «el día del Señor está aquí (EVÉO'tl]XEV)>>. Heb 9, 9: Ó XaLQoe:; Ó EVEO'tl]XWe:;, el tiempo presente; Gál 1, 4: Ó ULWV Ó EvEO'tWe:;, el tiempo presente del mundo. Por contraposición a lo futuro (f!ÉA.AOV'tU) se halla EVEO'tW'tU, lo presente, en Rom 8, 38 Y 1 Cor 3,22. En el sentido de inminente en 1 Cor 7, 26: «la inminente aflicción», y probablemente

1393

EVLO't'l]flL - Evvoflo~

también en 2 Tim 3, 1: «en los últimos días vendrán tiempos malos». ThWNT II, 540; A. M. G. Stephenson: StEv IV (1968) 442-451. iVlO'XÚro enischyo (en sentido intransiti-

vo) recobrar fuerzas; (en sentido transitivo) fortalecer* Lc 22, 43: un ángel del cielo «que le confortaba»; Hech 9, 19: «tomó alimentos y cobró fuerzas».

ivx-

~

en contraposición a UVÓwúe:;, lo mismo que en 1 Cor 9, 21. Los pocos testimonios que hallamos en la LXX (Eclesiástico, prólogo; 14,36 [adv.]; Prov 31, 25 [adv.]) se refieren a la conducta que se ajusta a la ley de Dios. Fuera de los escritos bíblicos, EVVOf!Oe:; significa en gen~ral «reglamentado por la ley» y, por tanto, «Justo, acorde con el orden jurídico», por ~jemplo, en Platón, Leg 921c; Resp 424e. EVVOf!Oe:; con genitivo (como en 1 Cor 9, 21) aparece también, por ejemplo, en Sófocles, Ant 369.

eyx-.

ivvÉa ennea nueve* Lc 17, 17: «Pero ¿dónde están los nueve?». En los demás lugares: Mt 18, 12.13 par. Lc 15, 4.7 siempre -+ EvEV~XOV'tU EVVÉU, noventa y nueve. iVVEÚro enneuo hacer una señal (con la ca-

beza), preguntar por Lc 1,62: «Entonces preguntaron por señas a su padre ... ». .



a~, ennoia pensamiento, sentimiento, intención* Heb 4, 12: la palabra de Dios es «juez de los pensamientos y de las intenciones (EVVOLWV) del corazón»; 1 Pe 4, 1: «también vosotros debéis armaros con los mismos sentimientos» (como Cristo en sus padecimientos). ThWNT IV, 966-968. EVVOla,

1394

EVVO .... O~, 2 ennomos legal (previsto por la

ley), sometido a la ley* Bibl.: C. H. Dodd, ENNOMOL XPIITOY, en FS

~e Zwaan, 96-110; G. Friedrich, Das Gesetz des Glau-

ens Rom 3, 27, en Id., Auf das Wort kommt es ano Ge~~~melte Aufsatze, Gottingen 1978, 107-122 esp. s; W. Gutbrot, EVVOfloC;, en ThWNT IV, 1080.

1. En el NT, el adjetivo aparece únicamente en Hech 19, 39 Y 1 Cor 9,21; encontramos además el adverbio EvVÓwúe:; como V.l. en Rom 2, 12 en lugar de EV VÓf!
2. En Hech 19, 39 la expresión EV'tñ EVVÓf!

~, V. 38) promovido espontáneamente por Demetrio. Según informa Crisóstomo (Hom. 42, 2), la asamblea ordinaria de la ciudad se celebraba tres veces al mes. 3. En 1 Cor 9, 19-23 Pablo expone apologéticamente la libertad de su apostolado determinado por la cruz. Para los judíos él se hizo «como uno que está bajo la ley» (me:; 'Ím:o vóf!ov, V. 20), y para los que están sin ley, él se hizo «como alguien sin ley» (me:; avof!oe:;, V. 21) f!lJ wv avvof!oe:; {}wu UA/..' EVVOf!Oe:; XQLO'toil, «aunque no estoy desligado de la ley de Dios, sino que me hallo bajo la ley de Cristo». Los genitivos {}EOil y XQLowil están determinados por el VÓf!oe:; que se contiene en ambos adjetivos (cf. BlaB-Debrunner § 182, nota 4). Por consiguiente, la fe en Cristo libera al apóstol de «hallarse bajo la ley (judía)>>, pero no lo desliga por ello, ni mucho menos, de las exigencias de la ley de Dios. Lejos de eso, esas exigencias llegan a él de manera definitiva como exigencias de Cristo. Por eso, Pablo es judío para los judíos, y puede hacerse gentil para los gentiles, de tal manera que

1395

EVVO¡1O~

ni los gentiles tengan que ser puestos bajo la ley ni los judíos deban ser desligados violentamente de la ley. En ello se confirma la libertad de Pablo para obedecer únicamente al encargo de Cristo. Por tanto, VÓ¡We; «se usa en sentido impropio en EVVO¡We;» (H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco). Pablo nos ofrece con estos términos un juego de palabras, es decir, una formulación paralela al término avo¡We;, usado con más frecuencia (cf. Friedrich, 114: «formulación ingeniosa»; cf. también VÓ¡,We; rcLotEúle;, Rom 3, 27; VÓ¡We; tOU JtvEú¡tatOe;, 8, 2; vó¡toe; tOU XQLOtOU, Gál 6, 2). No se contrapone una «ley de Cristo» a la ley judía, sino que la fórmula nos hace ver claramente que aquel que está ligado al encargo de Cristo, sea judío o gentil, no vive bajo la ley ni tampoco está desligado de la ley, sino que se ajusta verdaderamente a las exigencias de la ley de Dios (en contra de Dodd). H. Balz

EVV"X« ennycha (adv.) de noche* El acusativo plural neutro del adjetivo EVvux,oe;, -OV, «nocturno», se emplea como adverbio con el significado de durante la noche: Mc 1, 35: JtQWL Evvux,a ALav, «muy de madrugada, antes del amanecer».

EVOlXÉro enoikeo habitar en/entre* Bibl.: O. Michel, ol'Xoe:; 'X-rA., en ThWNT V, 122161.

1. EVOLXÉW designa en la LXX la habitación o asentamiento de las personas en la tierra, en el campo, en las montañas o en las ciudades, y al mismo tiempo la posesión de esos lugares. Y, así, el participio OL EVOLXoUvtEe; es el término acuñado para designar a los «habitantes» o «moradores». Nunca se menciona a Dios como sujeto de ese verbo. En cambio, es completamente distinta la manera de hablar del NT. Aquí el hombre no es nunca sujeto, pero sí lo es el pecado (Rom 7, 17), el Espíritu de Dios (Rom 8, 11; 2 Tim 1, 14), la pala-

il

- EVOLXÉúl

1396

bra de Cristo (Col 3, 16), Dios (2 Cor 6, 16) o la fe (2 Tim 1,5). Y el hombre mismo o la comunidad (2 Cor 6, 16; Col 3, 16) se convierten en el objeto de la acción verbal, en el espacio en que se habita. 2. En Rom 7, 17 Pablo recoge la idea antigua y muy difundida, según la cual poderes extraños escogen al hombre como morada y pretenden dominarle. El cuerpo del hombre se convierte en la «casa» o «templo» de demonios (--+ ClaL¡tÓVLOV, --+ OLXÉW, --+ XatoLxÉw; cf. Mt 12,45 par.; Billerbeck I1I, 239; Michel, 128). Por ejemplo, según TestNef 8, 6, el demonio habita en el pecador «como en su propio receptáculo». Lo decisivo en todo ello es que ese poder posee constantemente al hombre, lo domina y lo tiene bajo su poder. Y, así, el pecado, según Rom 7, 17, no sólo controla las acciones del hombre (de esta manera piensa C. K. Barrett, Romans [BNTC], sub loco), sino que además actúa en lugar de la persona (7, 18) Y en contra de su voluntad expresa (8, 20). El pecado obliga a la persona a hacer lo que ella no quiere, y la impulsa a la perdición. Tan sólo el Espíritu de Dios es capaz de redimir totalmente de esos poderes que producen la muerte (Rom 7, 2ss). Cuando el Espíritu de Dios pone su morada en una persona (8, 11), entonces la posee totalmente y reorienta toda su vida. Al mismo tiempo, el Espíritu establece una íntima relación con Cristo (8, 9ss), y es el garante de la resurrección (8, 11). La idea de que Dios mora en una persona aparece por primera vez en Filón. El designa, por ejemplo, al alma como «casa de Dios» (Som 1, 149). Cuando Col 3, 16, en paralelo con la exhortación «la paz de Cristo reine en vosotros corazones» (v. 15), pide encarecidamente: ó AÓyoe; toiJ XQLOtoiJ EVOLXdtw EV Ú¡tLV JtAOUoLwe;, ello quiere decir que la comunidad debe dar al mensaje cristiano el espacio que le corresponde y debe dejarse influir por él, de tal manera que la palabra de Cristo pueda desplegar su eficacia y su poder y obre en la comunidad una conducta que sea acorde con todo

1397

EVOLXÉúl - EVOXA.éúl

ello. Asimismo, la fe que habita en una persona, debe desarrollarse incesantemente (2 Tim 1, 5s) y determinar la vida del creyente. Para que pueda conservar la tradición paulina contra los falsos maestros, Dios concede fuerza a Timoteo -ministro de la Iglesia- por medio de su Espíritu, que le fue comunicado en la ordenación por medio de la imposición de las manos, y que ahora habita en él (2 Tim 1, 14). 2 Cor 6, 16, con una cita combinada de Ez 37, 27 Y Lev 26, 12, quiere demostrar que la comunidad es el templo en el que Dios habita (e,n la LXX se emplea el verbo xataoxT/vow) y anda. Aquí se recoge la idea del AT según la cual Dios puede habitar en el templo terreno. Y esta idea se aplica a la comunidad que es templo de Dios (cf. 1 Cor 3, 16s). ' R. Dabelstein

EVOQxí~ro enorkizo conjurar, encargar solemnemente* 1 Tes 5, 27: «Os encargo solemnemente por el Señor (tOV XÚQLOV) ... » seguido de infinitivo completivo. ThWNT V, 465.

tvó'tl)~, l)'to~,

tí heno tes unidad*

Bibl.: K. M. Fischer, Tendenz und Absicht des Epheserbriefes, Giittingen 1973, 40-78; S. Hanson, The Umty of the Church in the NT, Uppsala 1946, 148155; Kase!flann, Versuche 1, 284-287, 288-292; E. Stauffer, de:;, en ThWNT n, 432-440, esp, 438; A, Vanhoye, L'épitre aux Ephésiens et l'épitre aux Hébreux: Bib 59 (1978) 198-230, sobre todo 207-208,

En el NT ÉVÓtT/e; aparece tan sólo 2 veces: Ef 4, 3.13; la v.l. en Col 3, 14 es totalmente secundaria. ÉVÓtT/e; es una palabra clave muy usada por Ignacio de Antioquía (por ejemplo, IgnEf 4, 2; 5, 1; 14, 1; IgnFil 2, 2; 3, 2; 5, 2; 8, 1; 9, 1). En la sección parenética Ef 4, 1-16, Évót~e;, juntamente con las expresiones de;, OL JtavtEe; y ow¡ta, acentúa la necesaria unidad (probablemente amenazada) de la Iglesia (4,

1-6.~2-16~, la .cual, a pesar de su unidad, conhe.ne ~IversIdad de ministerios (4, 7-11): «En ~Ingun pasaje de~ NT se aCumulan tanto las formulas de la umdad como al . " di, ' prInCIpIO e . a parte parenetIca de nuestra Carta» J. Gmlka, Epheserbrief [HThK], 145). ( , <~Esforzaos por conservar la unidad del Espmtu por medio del vínculo de la paz» (4 3). El,.v. 3 .concluye una extensa sentenc'la' parenetIca Introducida por JtaQaxaAW (vv. 1-3), y constituye su punto culminante. El Espí~itu Santo es quien obra esa unidad (toU JtvE~~atoe; e~ genitivo que desempeña la funclOn de sUJeto; pero sería posible otra traducción: unidad «espiritual»). La unidad existe ya, pero debe conservarse; puede p~rderse. El vínculo de la paz, es decir, el vI~culo que consiste en la paz, produce la umda~. En los vv. 4-6, hay siete expresiones con ELe; que describen en qué consiste la unidad. «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe.y al conocimiento del Hijo de Dios ... » (4, 13). Esta parte del versículo es introducida por ¡tÉX,QL, que expresa no sólo el aspecto temporal sino también la meta u objetivo. Juntamente con las otras dos frases que en el v. 13 enuncian la finalidad -¿se hallarán las tres en el mismo plano?- señala cuál es la meta final hacia la que los diversos ministerios deben conducir. La unidad se describe aquí como un ideal al que debe aspirarse. Consiste en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, o nace de ellos. Por medio de esta cualificación se ve claramente que el autor piensa nuevamente en algo que los creyentes ya poseen. Pero deben ahondar en ello; pueden crecer en ello y acrecentarlo por medio de su propio esfuerzo. J. Lambrecht

EVOXAÉro enochleo atormentar, molestar* Lc 6, 18: «Los que eran atormentados por espíritus inmundos (oL EVOX,AOÚ¡tEVOL aJtó ... )>>. En Heb 12, 15 el verbo se emplea en sentido absoluto: causar dificultades.

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EVOXO<;

EVOXO~, 2 enochos culpable, sujeto a* Bibl.: H. Hanse, EvÉXW, EVOXO<;, en ThWNT n, 828; R. Pesch, Das Markusevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br.,1976-1977, 209-221; n, 439-441; E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthiius (NTD), Giíttingen 1973, 68-72; F. Thiele, EVOXO<;, en DTNT 1, 387.

1. evoxo~, por derivarse etimológicamente de EVÉXO/laL, tiene el significado básico de estar aferrado a algo, y -en sentido figuradode estar sometido, expuesto a algo, caído en algo; casi siempre se emplea como término forense: culpable, reo. El vocablo se construye con genitivo y dativo, indicando el genitivo la culpa o el delito (Mc 14, 64 par. Mt 26, 66), el objeto contra el que uno ha delinquido (Sant 2, 10; 1 Cor 11, 27), o el castigo (Mc 3, 29); el dativo indica cuál es el tribunal que ha de juzgar (Mt 5, 22). 2. El único pasaje del NT en el que no aparece en sentido forense ni en sentido figurado, es Hebreos 2, 15. Claro que también en este caso evoxo~, por el contexto, tiene una denotación negativa (<<sujeto a esclavitud»); la servidumbre brota del temor a la muerte. Pero Jesús ha quebrantado el poder de la muerte, cuyo señor es el diablo. Y lo ha hecho haciéndose semejante a los hombres y pasando por los padecimientos y la muerte. Por la muerte sacrificial de Jesús, que es el Sumo Sacerdote, quedó definitivamente vencido el poder de Satanás, y la humanidad quedo redimida. evoxo~

3. evoxo~ se usa frecuentísimamente en sentido forense. En Me 16,64 par. Mt 26,66, en el proceso ante el sumo sacerdote, se acusa a Jesús de blasfemia contra Dios (se ajusta a esta acusación el gesto de desgarrar las vestiduras). A la blasfemia le corresponde la pena de muerte, según Lev 24, 10-16; Núm 15, 30s. Por tanto, los miembros del Consejo, amparándose en la ley, pueden juzgar y condenar a Jesús como reo de la pena capital. La decisión del sanedrín debe entenderse en el sentido· de una convicción de culpa, no en el de una sentencia que deba ser ejecutada (cf. 15,

1400

1). La ejecución queda reservada para Pilato, porque es evidente que a los judíos se les había privado de la ejecución de sentencias capitales. - Cuando el relato se traslada del «mundo narrativo» de Marcos al «mundo descrito» por Mateo, vemos que la versión de Mateo adquiere más intensa estilización que la versión de Marcos, la cual informa sobre más detalles, que se basan seguramente en datos históricos. 4. evoxo~ seguido por el dativo aparece únicamente en Mt 5, 21 s para indicar el tribunal que debe juzgar. En la antítesis (5, 21a [b?].22a), seguramente auténtica, Jesús -frente a la ética jurídica del AT- presenta la ética radicalizada de un amor ilimitado al prójimo. El juicio de Dios se convierte en la instancia suprema que decide sobre toda falta de amor. Por las adiciones redaccionales del v. 22b.c (que seguramente pretenden caricaturizar una doctrina farisaica y casuística sobre la ley), ItQLaL~ en el v. 22a puede designar únicamente el tribunal local de justicia, con lo cual se logra una progresiva intensificación de los niveles en los que se juzga (tribunal local - sanedrín - infierno de fuego). El clímax, seguramente incongruente, en la mención de los delitos y de las instancias judiciales se comprende quizás mejor, si lo de «loco» se entiende como una denominación despectiva del impío (cf. Sal 14, 1; 94, 8 y passim). Entonces se estaría dando a entender: el que vulnera las relaciones humanas, se hace reo del juicio humano; el que trastorna las relaciones con Dios, se hace reo del juicio divino. 5. Precisamente sobre el trasfondo de Mc 14, 64 adquieren todo su perfil las palabras de Jesús en Me 3, 29, que seguramente son auténticas. Todos los delitos (contra los hombres) e incluso las blasfemias (contra Dios) se perdonan; únicamente la blasfemia contra el Espíritu Santo no se perdona. Esto significa: el que rechaza la gracia de Dios (que se concreta en la disposición para perdonar, ofrecida incondicionalmente por Jesús) en la acción de su Espíritu, se hace culpable de eterna conde-

1402

1401 naclOn. Esta concepción concuerda con la predicación de Jesús, que es primariamente mensaje de salvación. Pero, eso sí, no deja de tenerse en cuenta el juicio; queda intacta la libertad humana, que puede decidirse en contra del ofrecimiento que Dios hace de su gracia. 6. Sant 2, 10 corresponde en su contenido a lo que se dice en Mt 5, 17-19. - En 1 Cor 11, 27 la terminología forense se eleva al plano de los conceptos teológicos simbólicos (véanse también los vv. 28ss). R. Kratz

EvtaAf.la, ato~, 'tó entalma mandarniento* EV'táA/lu"tu CtV'frQó:m;wv (Is 29, 13), mandamientos de hombres, Mc 7, 7 par. Mt 15,9; Col 2, 22. Ev'taq.>tá~O) entaphiazo sepultar, preparar

para la sepultura * Mt 26, 12: :rtQo~ "to EvWcpLáOaL /lE, a fin de prepararme para la sepultura; Jn 19,40: «como es costumbre sepultar entre los judíos». EVtaq.>t(l(Jf.ló~, olí, Ó entaphiasmos la sepultura, entierro* Mc 14, 8: «con anticipación ha ungido mi cuerpo para la sepultura»; Jn 12, 7: «para el día de mi sepultura».

.

,~ ~

IW'tEII.II.0f.lat entellomai encargar, ordenar, mandar, dar órdenes * Bibl.: Bauer, W6rterbuch, 513s; H. H. EBer, EV"tOAi¡, en DTNT III, 28-37; G. Schrenk, EV"tÉA.A.OflaL lt"t~., en ThWNT

n, 541-543. Cf. más bibliografía en

--> EV"tOAi¡.

1. EV"tÉAAO/laL se usa de ordinario, tanto en el griego clásico como en el griego tardío, en el sentido puramente profano de un encargo, una disposición o, puede entenderse tam-

bién -más vigorosamente- como un mandato. Pero muy pronto hay un desplazamiento en el sentido, y éste se aplica ya a la trasmisión de instrucciones y mandamientos divinos. Así sucede también en la LXX (cf. tan sólo Gén 2, 16). En el AT se hace referencia con este mismo término a los mandamientos dados por reyes (Gén 12,20; Faraón; 2 Sam 18,5: David) y por Moisés. Un empleo parecido se señala en el NT. 2. En dos pasajes EV"tÉAAO/laL designa un mandamiento puramente profano: Mc 13,34; Heb 11,22. 3. Primeramente, en las citas que el NT hace de los LXX vemos cómo EV"tÉnO/laL se usa para referirse a un mandamiento divino: Mt 4, 6 par. Lc 4, 10 en el marco de la historia de las tentaciones (Q); Heb 9, 20 con cita de Ex 24,8 (cf. también Mc 14,24 par.), pero en este caso la LXX emplea el verbo 6LÉ~E"tO. A los mandamientos de Dios se refiere Mt 15, 4 v.l. (Sin* C Koiné L W 0106); aquí la obligatoriedad moral del quinto mandamiento, que los fariseos eluden mediante el voto del corbán, se contrasta con las tradiciones de los antiguos (:rtuQá6ooL~). Cual mera observancia de la ley, puede apelarse a Dios en contra de la voluntad de Dios (por ejemplo, en los preceptos relativos a la pureza; cf. también Mc 2,27; 7,1-23). - En Hech 13, 47 la misión entre los gentiles se justifica mediante el encargo divino dado en Is 49,6. 4. Como en la tradición judía, vemos que en el NT los estatutos e instrucciones de la Torá, prescritos por Moisés, pueden dejar de considerarse como mandamientos: Mc 10, 3 par. Mt 19, 7 (certificado de divorcio: Dt 24, 1); Jn 8, 5 (lapidación de una mujer adúltera: Dt 22, 23s). 5. En la tradición de Jesús, EV"tÉAAO/laL se emplea únicamente en el contexto de las palabras de revelación de Jesús acerca de sí mismo. El mandamiento del amor, que aparece ya inicialmente en el material de sentencias de

1403

1404

los Sinópticos, se desarrolla plenamente en Juan, donde se considera a este mandamiento como la suma de los mandamientos; nada puede ponerse ya en juego en contra del amor (Mt 15, 4, ---> 3). Claro que «amor» en Juan está cualificado no sólo cristológica y trinitariamente sino también soteriológicamente. El amor entre el Padre y el Hijo produce vida eterna en la entrega que el Padre hace del Hijo y en la entrega que el Hijo hace de sí mismo en favor de los discípulos y, con ello, en favor de la comunidad de salvación. En el amor del Hijo al Padre, no hay contradicción entre el cumplimiento del mandato del Padre (xa{tw<; EVETElAU1;Ó fWL Ó JtaTY¡Q) y la obediencia y libertad del Hijo (Jn 14, 31). Así como el Hijo guarda los mandamientos del Padre y permanece en su amor, así también los discípulos permanecerán en el amor del Hijo, si cumplen los mandamientos del Hijo (15, 9ss; en los vv. 14 Y 17 aparece cada vez: EVTÉAAOf1aL 'Úf1LV). El amor del Hijo que llega hasta la entrega de su propia vida es la norma para el amor de los discípulos entre sí: «¡Amaos unos a otros!» (15, 17). Después de que el Hijo se haya marchado, el Espíritu Santo -como Parác1ito- les hará recordar las instrucciones del Hijo y se preocupará de su cumplimiento. Vemos de manera parecida en los escritos de Lucas que Jesús, antes de su ascensión a los cielos (Lc 24, 44-53; Hech 1, 1-8), exhorta a sus discípulos a cumplir la ley y les promete el Espíritu por medio del cual él les da instrucciones (Hech 1,2) Y quien lleva a cabo la misión de ellos. - En Mt 28, 20, por lo de guardar todo lo que Jesús ha mandado se entiende el compendio de lo que constituye la proclamación y las acciones de Jesús (cf., por ejemplo, Mt 5-7; 8-9 con los versículos marco 4, 23 Y 9, 35). También aquí lo de guardar los mandamientos aparece en conexión con el don del Espíritu, la misión y las consecuencias escatológicas. - En Mt 17, 9 EvTÉAAOf1aL tiene un uso independiente y sirve de introducción al mandamiento de guardar silencio, dentro del marco de la idea del secreto mesiánico. R. Kratz

EvniHh,v

enteuthen (adv.) de aquí* Como adverbio de lugar: Lc 4,9; 13,31; Jn 2,16; 7, 3; 14,31; 18,36. EvTE'Ü{tEV xaL EVTE'Ü{tEV (Jn 19, 18) o EVTE'Ü{tEV xaL EXEL{tEV (Hech 22, 2), a ambos lados. Para indicar la razón o el origen, Sant 4, 1: <<por esto, por vuestras pasiones ... ». EV't€U~t~, €O)~, ÍJ enteuxis intercesión, ora-

ción* 1 Tim 2, 1, en la exhortación a hacer ()EY¡OEL<;, JtQooEvXá<;, EVTE1Í SEL<; EuxaQwTLa<; «por todos los hombres»; 4, 5: Todo lo creado es bueno y nada se debe rechazar, «porque es santificado mediante la palabra de Dios y la oración (al recibirse los bienes, vv. 3s)>>. ThWNT VIII,244s. EV'tt •.tO~, 2 entimos honrado, estimado, pre-

cioso* Lc 14, 8: EVTLf1ÓTEQÓ<; oov, más distinguido que tú; Flp 2, 29: EVTLf10V EXill, tener en alta estima. En el sentido de precioso, valioso: Lc 7, 2 (el criado para el centurión); 1 Pe 2,4.6, dícese de una piedra (el término se usa juntamente con EXAEXTÓ<;; cf., a propósito, L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK], 141144).

Ev'tOAÍ), ií~, ÍJ entole mandato, mandamiento, encargo* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contenidos semánticos - 3. La comprensión judía (helenística) de EVtoA~ - 4. EVtoA~ en los Sinópticos - 5. EVtoA~ en los escritos paulinos - 6. EVtoA~ en los escritos joánicos - 7. EVtoA~ en los escritos apostólicos tardíos. Bibl.: K. Berger, Die Gesetzesauslegung Jesu (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972; G. Bornkamm, Sünde, Gesetz und Tod (Rom 7), en Bornkamm Auf~iitze I, 51-69; Ch. Burchard, Das doppelte Liebesgebot, en FS Jeremias (1970), 39-62; H. FrankemoIle, Jahwebund und Kirche Christi, Münster i. W. 1974, 95-98.296-302 (sobre Mateo); H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus (FRLANT ll9), Gottingen 1978,63-69; R. Hummel, Die Auseinandersetzung zwischen Kirche und Judentum im Mt, München '1966; E. Kasemann, La fórmula neotestamentaria de una parenesis de ordenación, en Id., Ensayos exegéticos, Salamanca 1978, 123-l31; W. G. Kümme1, Romer 7 und die Bekehrung des Paulus (1929), en Id., Romer 7 und das Bild des

1405 Menschen im NT, München 1974 IX-160, especialmente 55s; S. Lyonnet, «Tu ne convoiteras pas» (Rom VII 7), en FS Cullmann (1962), 157-165; Id., L'histoire du salut selon le chapftre 7 de /'épftre aux Romains: Bib 43 (1962) ll7-151; A. Nissen, Gott und der Niichste im antiken Judentum (WUNT 15), Tübingen 1974; S. Pancara, The Law in the Fourth Gospel (NovTS 42), Leiden 1975,431-451; B. Renaud, La loi et les lois dans les Livres des Macabées: RB 68 (1961) 39-67; A. Sand, Das Gesetz und die Propheten (BU ll), München 1974,33-36 (sobre Mateo); G. Schrenk, EVtÉAAO~taL, EVtoA~, en ThWNT n, 541-543; Spicq, Notes I, 250-252; G. Strecker, 1-3 Joh (KEK), Gottingen 1989, 105s, 200-203. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1079.

1. EVTOAY¡ aparece 67 veces en el NT, 42 de ellas en singular y 25 en plural. Hay testimonios del término en casi todos los escritos del NT. Son excepciones: 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1-2 Tesalonicenses, 2 Timoteo, Filemón, Santiago, 1 Pedro, 3 Juan y Judas. 2. EvTOAY¡ significa mandato, mandamiento, encargo. Aunque EvTOAY¡, en el NT, significa en la mayoría de los casos un mandamiento dado por Dios o por Cristo, el término puede emplearse también para designar una orden o mandato humano (Lc 15, 29; Jn 11, 57; Hech 17,15; Col 4, 10; Tit 1,14). 3. La comprensión neotestamentaria de EVTOse halla relacionada con el uso judío helenístico del término, que está determinado por los LXX. Según este empleo del término, EVTOA~ puede designar también un decreto humano (1 Re 2,43; 2 Re 18, 36; 1 Mac 2, 31; TestLev 14,4; TestJud 13,7; Josefo, Bell 1,209,261 Ypassim). C.l~ro que en la mayoría de los casos EVtoA~ siglllf!ca la divina mi.rwa, «mandato, mandamiento, instrucción», que se da a conocer en la Torá (Gén 26, 5; Ex 15, 26; Lev 22, 31; TestLev 14, 6s; TestJud 16, 3s; Filón, All 1, 93; SpecLeg 1, 300; J?sefo, Ant 1, 43.47; V, 76.94; VI, 60.101 Y pass¡m); porque la Torá (--+ Vóf.lo~) se presenta al hombre como EVTOA~ (cf. Prov 6, 23 LXX; Dt 17, 19 LXX; 2 Re 21, 8; TestDan 5, 1. - Esta interpretación de la Torá como mi.rwa aparece ya en ~t 6, 1.25; 7, 11; 8, 1; 11,8.22 Ypassim). Ahora ble~, la EVTOA~ de la mi.rwa se pormenoriza en las EVTOAUL, en los diversos mandamientos (cf. la traducción de kol-hammiswa por Jtaom UL EVTOAUL en Dt 8, 1; 11, 8.22; 15,5; 26, 13 LXX Y A~

1406 passim~.

Pero se:ía un error el deducir de ahí que el Judalsmo se VlO «ante una inmensa multitud de preceptos» que dificultaban con su peso abrumador la captación del carácter uniforme de la volunta~ divina (así Schrenk, 543, 47s; Sand, 42). La ~md.ad de la voluntad divina viene dada por la tora (NISSe?, 33,0-416), por lo cual era ya imposible para el J~d~lS~O -y no llegó a serlo sólo para Mateo- el dlstmgUlr «entre la ley (Vóf.lo~ como la suma de los VÓ[.tOL) y los distintos mandamientos de la Torá (EVTOAUl»> (en contra de Frankemolle 296. Lo poco que el VÓ[.to~ se entendió en el ju~ daísmo como la suma de VÓf.lOL, lo vemos ya por la manera de hablar de la LXX: con excepción de Neh 9, 13, se habla únicamente en «ambiente gentil» acerca de los VÓf.lOL de la Torá: Jdt 11, 12; Est 1, 15.19; 3, 8.13; 8, 11.13; 1 Mac 10,37. Sobre la manera especial de hablar del libro segundo de Macabeos cf. Renaud).

4-. Por lo que respecta a los sinópticos, ivTOAY¡ se usa sin dificultad alguna en Lucas para designar tanto a los mandamientos humanos (Lc 15, 29; cf. Hech 17, 15) como a los mandamientos de la Torá, cuya validez y obligatoriedad no se cuestionan en ningún lugar (Lc 1,6; 18,20; 23, 56). Marcos y Mateo emplean el término EVTOAY¡ para referirse exclusivamente a los mandamientos de la Torá. Estos mandamientos son palabra de Dios (Mc 7, 13; Mt 15, 4) y, como tales, señalan el camino hacia la vida eterna (Mc 10, 17-19; Mt 19, 16s). A pesar de esta concordancia fundamental, Marcos y Mateo se diferencian no poco en cuanto a su respectiva comprensión de la EVTOAY¡. Es nota característica de esa diferencia la manera en que ambos evangelistas exponen la pregunta acerca de cuál es el mandamiento supremo (Mc 12, 28-34: Mt 22, 34-40). Según Mc 12,31, las EVTOAUL del amor a Dios y del amor al prójimo son las mayores que hay en la ley, y no pueden ser aventajadas ya por ninguna otra. Una apreciación de esta índole -que se encuentra también en el judaísmo de la Diáspora (Burchard, 55-57: Berger, 137-140)no entiende ya la Torá como una unidad en la que todos los elementos tienen el mismo valor, sino que presupone una diferencia de rango

1407 entre los mandamientos, una diferencia que permite luego formular críticas contra los mandamientos (del culto; Mc 12, 32s). En cambio, para Mateo -como para el judaísmo rabínico (Nissen, 337-342)- semejante diferenciación es imposible: el primero y el segundo mandamiento son de igual valor (Mt 22, 38s ¡así aparece únicamente en Mateo !). De ambos depende toda la ley, porque la ley tiene como finalidad el amor (---+ aVOf-tLa 4; ---+ VÓf-tO~). Por eso, según Mt 5, 19, es imposible suprimir ni siquiera uno «de los más pequeños de esos mandamientos», ni debe enseñarse a hacerlo así. Mt 5, 19 no queda claro por la inserción del pronombre demostrativo 'to'Ú'tú)v: ¿se refiere a las tonaL %aL %EQa'i:aL del v. 18? ¿O se refiere a determinados mandamientos, que eran discutidos en el seno de la comunidad? ¿O tenemos aquí un semitismo, porque el pronombre demostrativo puede tener también sentido general en el lenguaje rabínico? ¿O el v. 19 tiene ya en cuenta las antítesis o mandamientos del Decálogo que siguen a continuación? Es imposible dar una respuesta nítida. A pesar de todo, está claro el sentido de Mt 5, 19: «la iota y la tilde, por un lado, y los mandamientos más pequeños, por el otro lado, son expresión -en el contexto actual- de que la Torá tiene entera vigencia, sin supresión alguna» (Hummel,67). 5. Conexiones con la comprensión judía (helenística) de la EV'tOA~ se observan también en los escritos paulinos: Ev'tOA~ designa en ellos -con excepción de 1 Cor 14, 37 (mandamiento del Señor) y de Col 4, 10 (instrucciones humanas)- (los) mandamientos de la Torá: Rom 7,8-13; 13, 19; 1 Cor 7,19; Ef 2, 15; 6, 2. Y cuando en Rom 13, 9 se habla de que el precepto «amarás a tu prójimo como a ti mismo» es la síntesis de todos los mandamientos posibles de la ley, esta afirmación apunta en el mismo sentido que el judaísmo (helenístico) . Incluso en Rom 7,7-13, donde Pablo habla, por un lado, de Adán y de la Torá y de la re-

1408 cepción de la Torá en el paraíso y de la seducción de Adán ("-+ E~an:a'táú)), y designa, por otro lado, la prohibición de la concupiscencia como el mandamiento fundamental de la Torá, entonces Pablo está ateniéndose a la tradición judía (Lyonnet, L'histoire, 135-145). Claro que esta conexión con la tradición hace improbable que Pablo se refiera aquí a la concupiscencia como lo que se contiene en cualquier pecado (así Schlier, Romerbrief[HThK], 223; de manera parecida Kasemann, An die Romer [HNT], 186; Bornkamm, 55 etc.). No, sino que la EV'tOA~ evoca más bien la voluntad de poseer, una voluntad que no puede ser satisfecha. Pablo va más allá de la tradición judía, cuando él no sólo ve que el mandamiento (dado a Adán) es utilizado por el pecado como la ocasión para toda concupiscencia (7,8.11), sino que además interpreta el mandamiento, en el que la Torá de Dios encuentra al hombre (---+ 3), como el medio por el cual el pecado demuestra ser pecado y se manifiesta pecaminoso en extremo (7, 13). Es decir, Pablo está de acuerdo con el judaísmo en que el mandamiento fue dado para la vida, y de que, por tanto, la leyes santa, y el mandamiento, santo, justo y bueno (7, 10.12). Sin embargo, el mandamiento para Pablo -a diferencia de lo que piensa el judaísmo- no posee ningún sentido para la salvación, porque el mandamiento, según la comprensión paulina, sirvió desde el principio como «base de operaciones del pecado» (Hübner, 64), y así produjo en el hombre la muerte. 6. A diferencia de los demás escritos del NT, Ev'tOA~ no designa nunca en los escritos joánicos a los mandamientos de la Torá mosaica. Lejos de eso, EV'tOA~ se aplica al encargo dado por el Padre al Hijo (10, 18; 12, 49.50; 15, 10) y al mandamiento dado por Jesús a sus discípulos (13, 34; 14, 15.21; 15, 10.12). También en las Cartas primera y segunda de Juan EV'tOA~ se refiere a los mandamientos que tienen vigencia para los cristianos, unos mandamientos cuya peculiaridad se

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halla relacionada íntimamente con la venida del Hijo de Dios a este mundo (1 Jn 2, 3s; 3, 22-24; 4, 21; 5, 2s; 2 Jn 4-6). Tanto en el evangelio de Juan como en 1-2 Juan las EV'tOAaL quedan sin definirse, mientras que la hOA~ se define varias veces: según Jn 10, 18, ésta consiste para el Hijo en el encargo que le autoriza para entregar su propia vida y recobrarla de nuevo; según 12,49; 14, 31, lo que el Hijo dice y hace corresponde a la EV'tOA~ del Padre, que es vida eterna (12, 50). Para los discípulos la Ev'tOA~ del Hijo consiste en el mandamiento: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (13, 34; 15, 12; cf. 1 Jn 4,21; 2 Jn 6). Según 1 Jn 3, 23, la EV'tOA~ de Dios abarca dos cosas: la fe en su Hijo Jesucristo y el amor de unos con otros. 7. En los escritos apostólicos tardíos, el uso de EV'tOA~ varía: en Heb 7,5.16.18; 9,19, EV'tOA~ se refiere a los mandamientos de la Torá; en 1 Tim 6, 14, significa el «encargo ministerial» recibido por el dirigente (cristiano) de la comunidad (Kasemann, 129s); en 2 Pe 2,21; 3, 2, las enseñanzas cristianas sobre la moral o sobre la fe, a las que hay que atenerse, mientras que EV'tOA~ en Tit 1, 14 se refiere finalmente a instrucciones humanas. M. Limbeck

EVtÓ3tIO~, 3 entopios dellugar* Hech 21, 12: usado sustantivadamente en plural, OL EV'tÓn:WL, los del lugar, a diferencia de los que acompañaban a Pablo (~f-tE'i:~).

EVtó~ entos (adv. de lugar) dentro, en el interior, entre* Bibl.: Mayser, Grammatik 1I/2, 530 (§ 134, 6). Bibliografía especial sobre Lc 17, 20s: Dalman, Worte, 116-120; R. Geiger, Die Lukanisehen Endzeitreden (EHS 23/16), Bern-Frankfurt a. M. 1973, 29-53; H. Hartl, Die Aktualitiit des Gottesreiehes na eh Lk 17 20s, en Biblisehe Randbemerkungen (Sehüler-FS R: Sehnaekenburg), Würzburg 1974, 25-30; W. G. Küm~el, Verheij3ung und Eifüllung (AThANT 6), Zürich 1956, 26-29; F. MuBner, «Wann kommt das Reieh

Goltes?»: BZ 6 (1962) 107-111; B. Noack, Das Gottesreieh naeh Lukas (SyBU 10), Uppsala 1948; N. Perrin, Was lehrte lesus wirklieh?, Gottingen 1972,64-77; A. Rüstow, ENTO~ YMQN E~TlN. Zur Deutung von Lukas 17, 20-21: ZNW 51 (1960) 197-224; R. Schnackenburg, Der esehatologisehe Absehnitt Lk 17, 20-37, en FS Rigaux, 213-234; A. Strobel, Die PassaErwartung als urchristliehes Problem in Lk 17, 20s: ZNW 49 (1958) 157-196; Id., A. Merx über Le 17, 20s: ZNW 51 (1960) 133s; J. Zmijewski, Die Esehatologiereden des Lukas-Evangelium (BBB 40), Bonn 1972,361-397.

En el NT, EV'tÓ~ aparece únicamente como preposición impropia y tiene el significado (espacial) de dentro de, en el ámbito de (cf. Luciano, DialMort 14, 5; Josefa, Bell I1I, 175; Ign Ef 5,2; IgnTrl 7, 2; Polic 3, 3). 1. En Mt 23, 26 Jesús, en una metáfora (dirigida a los fariseos) habla del interior de la copa ('to EV'tO~ 'tOV n:O't'Y]QLOU) y se refiere de esta manera al contenido (cf. 1 Mac 4, 48: 'tu Ev'tO~ 'tOV OL%OU; Is 16, 11: 'tu EV'tÓ~ en sentido absoluto: el interior). Limpiar lo interior es más importante que purificar lo exterior ('to E%'tÓ~). La metáfora se refiere (según el contexto) a la eliminación de «la rapiña y la ambición» (v. 25). 2. En Lc 17, 21b dice Jesús (¡a los fariseos!): «¡Porque he aquí que el reino de Dios está EV'tO~ 'Úf-twv!». Aquí EV'tÓ~ no debe interpretarse ni en sentido espiritualista e individualista (<<en vuestro interior») ni en sentido colectivo, como referido a los presentes (a los fariseos) (<<en medio de vosotros»). Más bien, como demostró Rüstow, 214-217 (citando a Jenofonte, An 1, 10,3; Cyrop 1, 4, 23; PapOxy 2342, 1, 7s, etc.), EV'tÓ~ debe entenderse en el sentido de dentro del ámbito de influencia, dentro del ámbito de autoridad, dentro del ámbito de eficacia. Está en consonancia con ello la interpretación más antigua de Lc 17, 21b en Tertuliano, Marc IV, 35 (de manera parecida piensan Atanasia, Contra Gentes 30; Vita Ant. 20; Cirilo de Alejandría, Expl. in Luc., en PG 72, 840s). Jesús responde a la pregunta de los fariseos acerca de cuándo llegará

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1411 el reino de Dios (v. 20a). La parte negativa de su respuesta (vv. 20b.21a) hace ver que la pregunta está mal planteada. La parte positiva, que es la final (v. 21b), quiere que la actitud (pasivamente expectante) de los que preguntan se convierta en esfuerzo personal activo (Schnackenburg, 218). Como 17, 20s fue elaborado por Lucas (el v. 20a procede de él), surge la cuestión de si el v. 21b procede también de él. En todo caso, podríamos mencionar en Lucas otros ejemplos en los que el evangelista trata de invertir de manera semejante la dirección que lleva la pregunta o en la que se mueven las expectativas (l3, 23s; 18, 8a.b). G. Schneider

Evt~i3tO) entrepi5 avergonzar; (en voz me-

dia) avergonzarse, respetar* 1 Cor 4, 14: «no escribo esto para avergonzaros»; en voz pasiva, ser avergonzado (2 Tes 3, 14; Tit 2, 8). La voz media con acusativo: respetar a alguien: Mc 12, 6 par. Mt 21, 37 / Lc 20, 13; Lc 18,2.4; Heb 12, 9 (uiJ'toú~ debe suplirse por el contexto).

ivt~iqJO) entrephi5 alimentar, criar*

1 Tim 4, 6 (voz media): «que se nutre con las palabras de la fe».

EVt~O"O~, 2 entramos tembloroso* En Hech 7, 32 Y 16, 29 ev'tQo"to~ yEVÓ[.tEVO~.

to a

En Heb 12,21 aparece ev'tQo[.to~ jun(como en 1 Mac 13,2).

excpo~o~

ivt~03tÍJ, t¡~, Í) entrape vergüenza*

1 Cor 6, 5 Y 15, 34: Os digo esto «para vuestra vergüenza». ivt~"qJáO) entryphai5 deleitarse, gozar*

2 Pe 2, 13: Ev'tQ'lJCPWV'tE~ Ev 'taT~ &.nú'tm~, «deleitándose en sus artes seductoras».

EVt""IXávO) entygchani5 encontrarse (con alguien), dirigirse (a alguien), intervenir (en favor o en contra de alguien)* Bibl.: H. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung (BEvTh 59), München 1971,69-92 (bibl.; O. Bauernfeind, EV1:uyxúvw, en ThWNT VIII, 243s; P. von der Osten-Sacken, Rom 8 als Beispiel paulinischer Soteriologie (FRLANT 112), GOttingen 1975,20-43,271277; H. Paulsen, Überlieferung und Auslegung in Rom 8 (WMANT 43), Neukirchen-Vluyn 1975, 141-147, 168-172.

1. EV't'IJYXúvw aparece 5 veces en el NT. Dos de ellas en Hech 25, 24 (nEQL 0-0 anuv 't0 nA.t){to~ ... EV~'t'IJXÓV [.tOL, «acerca de quien [es decir, de Pablo] todo el pueblo ha recurrido a mí»; cf. Dan 6, 12 LXX; Josefo, Ant XII, 18) Y en Rom 11, 2: ó:J~ EV't'IJYXÚVEL 't0 {tE0 xu'ta 'tOU 'I(JQu~A., dícese de Elías, que «invoca a Dios en contra de Israel» (cf. 1 Mac 8, 32; 10,61-64; 11,25). En los otros 3 ejemplos del NT, el verbo se usa en un contexto teológico específico, siempre con ún~Q. En Rom 8, 27 se emplea para referirse a la intercesión «del Espíritu mismo» (v. 26) «en favor de los santos con arreglo a la voluntad de Dios» (O'tL xu'ta {tEOV EV't'IJY-XÚVEL únEQ áyLwv) (cf. únEQEv't'IJYXÚVEL, «él intercede vicariamente» [v. 26], no atestiguado antes de Pablo). El verbo se emplea también para referirse a la intercesión del Cristo exaltado «en favor nuestro» (únEQ ~[.twv, Rom 8, 34) Y «en favor de ellos» (únEQ uv'twv), es decir, por los que se llegan ante Dios en virtud del ministerio sacerdotal de Cristo (Heb 7, 25; para más detalles cf. Balz, 75s). Fuera del NT se encuentran también los significados especiales de «leer» (= «tomar un libro en las manos», en 2 Mac 2, 25; 6, 12; 15, 39) Y «pedir» (= «acercarse [a Dios] con peticiones», con dativo en Sab 8, 21; 16, 28, con nQó~ en Herm [s] 2, 8, con nEQL, «hacer intercesión», en Polic 4, 3). EV't'IJyXúvw es, pues, un vocablo que se emplea en muchísimos aspectos. A su mundo de ideas corresponde principalmente la imagen del tribunal de un gobernante (véanse los ejemplos en los libros primero y segundo de Macabeos; para

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EV"tuYXávw - EVWmOV

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otros testimonios, cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 1), ante quien se pueden presentar quejas contra otros y también se puede interceder en favor de otros, con la perspectiva de ser escuchado inmediatamente (cf. también Bauernfeind, 243). Por eso es importante el uso de este verbo, en sentido teológico más estricto, en Rom 8 y Heb 7.

loco; --+ nUQúxA.1]'tO~). En este oficio, Cristo no tiene que alegar -como en textos judíoslos méritos de los creyentes (cf. Billerbeck 11, 560-562), sino que les presta ayuda como quien ha estado desde siempre a su lado intercediendo por ellos. H. Balz

2. En Rom 8, 27 el Espíritu aparece como intercesor ante Dios (¡únicamente aquí en el NT!) en favor de los santos; el Espíritu intercede por ellos «con gemidos tan profundos que no pueden expresarse en palabras» (v. 26). Sobre el trasfondo de las ideas judías acerca de los intercesores y mediadores celestiales (cf. Balz, 87-91) y de la tradición judeo-cristiana primitiva acerca de la acción del Espíritu, Pablo formula su interpretación escatológica de la conciencia del Pneuma, que se hallaba especialmente difundida en las comunidades helenísticas: en los gritos (glosolálicos) de los «pneumáticos» durante el culto divino, no se escucha el grito terreno de liberación de los ya redimidos, sino el gemido de los creyentes que todavía están ligados a este mundo y que aguardan la libertad futura: un grito que el Espíritu suscita en ellos y del que, al mismo tiempo, se hace intercesor ante Dios. La experiencia de la salvación es al mismo tiempo un vivo anhelo de la salvación definitiva y, tan sólo en calidad de tal, es verdadera experiencia de la salvación (Balz, 91s; E. Kasemann, An die Romer3 [HNT], sub loco). En Rom 8, 34, la afirmación 8~ XUL EV't'IJYXÚVEL únEQ ~[.twv está tomada de la tradi-' ción pre-paulina (von der Osten-Sacken; Paulsen; Balz, 119s). Cristo es el intercesor que interviene ante el tribunal celestial en faVor de los creyentes. En Heb 7, 25 Cristo hace este oficio de intercesor, porque es el Sumo Sacerdote para siempre (vv. 21 y 24). Por tanto, la tradición cristiana primitiva asoció el motivo de la exaltación de Cristo (según Sal 110, 1) con el de su actuación intercesora o sacerdotal en favor de los creyentes, porque era el que había sido exaltado a la derecha de Dios (cf. O. Michel, Hebraerbrief' [KEK], sub

EVt"Aí(J(JO) entylissi5 envolver, doblar* En Mt 27, 59 par. Lc 23, 53 dícese que el cuerpo de Jesús fue envuelto en una sábana. Jn 20, 7: el sudario se halla doblado y colocado aparte.

EVt,,:n:ÓO) entypoi5 grabar* 2 Cor 3, 7: «grabado con letras en piedra». Ev,,~~í~O) enybrizi5 insultar, ultrajar* Heb 10,29: «el que ha ultrajado al Espíritu de gracia». ThWNT VIII, 306. Ev"3tvtá~o,,at enypniazomai tener sueños o visiones, soñar* Hech 2, 17: «Vuestros ancianos tendrán visiones en sueños (Ev'IJnvLoL~)>> (cf. JI 3, 1 LXX). En Jds 8 dícese de los falsos profetas, que «en sus sueños mancillan la carne». ThWNT VIII, 553.

EVÚ3tVtOV, O", tó enypnion sueño, ensueño* Hech 2, 17: EV'lJnvLoL~ --+ fV'lJnVLú~o[.tm, «tener visiones en sueños»; la frase está construida con acusativo (EvúnvLu) en JI 3, 1 LXX. ThWNT VIII, 553.

Evm:n:wv eni5pion (en presencia de) delante* Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v. (bibl.); BlaB-Debrunner § 214, 5.6; Johannessohn, Prtipositionen, 194-197, 359-361.

1. EvwnLOv (compuesto de EV + la raíz on-, «ver/ojo») es el acusativo neutro singular del ad-

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Evwmov

jetivo Evwmo~ (<<el que está a la vista / ante el rostro de, el que está en presencia de, etc.») que se ha convertido en adverbio. En el helenismo se construye con genitivo y se emplea como preposición impropia. En la LXX (aparece unas 540 veces) corresponde a diversas expresiones preposicionales hebreas con el sentido general de «delante de» (cf. Johannessohn), la más frecuente de las cuales es lifne. Pero alterna sin razón aparente (por ejemplo, en Núm 17, 19.22.25) con EvavtL / xatÉvaVtL para traducir a lifne, y en Ex 34, 23s (Dt 16, 16/31,11) en un término técnico para designar la peregrinación, con EvaVtLOV para traducir et-pene (referencia hecha por H.-P. Stiihli, Bethel). Dado que EvW:n:LOV es una variane textual en los manuscritos del NT (por ejemplo, en Lc 1,6 en vez de EvaVtLOV; en Hech 8~ 21 en vez de EVaVtL; en Hech 10, 4 en lugar de Efl:n:Qoo{}EV); o se usa EVW:n:WV en Lc 5, 25 en lugar del par. Mc 2, 12 Efl:n:QOO{}EV / EVaVtLOV, y en Lc 12, 8s (a diferencia de Mt 10, 32s) EvW:n:WV sustituye a Efl:n:QOO{}EV en el segundo versículo, habrá que preguntarse hasta qué punto el elemento o:n:- se sigue viendo en Evwmov (el paralelismo con tOL~ ocp{}aAfloL~ en Heb 4, 13 puede evaluarse in utramque partem). En todo caso, la clasificación del uso de

evw:n:wv en el NT, incluida la fórmula veterotestamentaria Evwmov tou {}wu o x'lJQLo'lJ, «en presencia de Dios o del Señof», es una cuestión en la que interviene mucho la subjetividad. Es curiosa la distribución del vocablo, que aparece 94 veces en el NT: se encuentra 35 veces en los escritos de Lucas, y otras tantas en el Apocalipsis; en Pablo aparece 9 veces, en las Pastorales 8, en los escritos joánicos 3, en Hebreos 2, en Santiago y en 1 Pedro 1 vez en cada uno de ellos. No se encuentra, por ejemplo, en Marcos ni en Mateo. - El compuesto Xa.1:Evwmov «<delante de») aparece 3 veces (todas ellas coincidiendo, quizás por casualidad, con aW0I-L0¡;;, «irreprochable» ) y en todas ellas quiere decir «en presencia de Dios». 2. a) En aproximadamente el 30% de las veces, Evwmov significa -en sentido puramente local- delante de (Lc 5, 18; Ap 3, 8; 12, 4 Y passim): Juan precede o va delante

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del X'ÚQLO¡;; como heraldo y precursor suyo (Lc 1,17.76); los ángeles se hallan en lapresencia de Dios (Lc 1, 19; Ap 8,2). En el Apocalipsis, el término se usa muy frecuentemente para referirse a algo que sucede delante del trono de Dios (1, 4; 4, 5s; 7, 9.11.15 Y passim) o delante del Cordero (entronizado; 5, 8; 7, 9).

b) Parece que en Evwmov se siente todavía la raíz o:n:-, cuando «delante de» puede entenderse como ante los ojos = en presencia de: hacer o decir algo delante de un grupo de personas (Lc 5, 25; 8,47; Jn 20,30; Hech 19, 9.19; 1 Tim 5,20 Y passim) o de seres celestes (Ap 14,3.10); «comer ante los ojos de» significa tener comunión de mesa con alguien (Lc 13,26; 24, 43, también Hech 27, 35); en sentido figurado, especialmente Evwmov toU frwu, «delante de los ojos de Dios», significa: dando cuenta de ello ante Dios, como en el juramento en el que se considera a Dios como garante y juez (Gál 1, 20; 1 Tim 5, 21; 6, 13; 2 Tim 2, 14; 4, 1), en el mantenimiento de la fe (Rom 14,22), en el hecho de recomendarse a sí mismo (2 Cor 4, 2), en el de no jactarse (1 Cor 1, 29). Mediante Evwmov tou frwu, «a los ojos [es decir, según el juicio] de Dios», se limita el horizonte de significado de algunos conceptos (especialmente adjetivos y sustantivos) (por ejemplo, Lc 1, 15; 16, 15b; Hech 4,19; 1 Tim 2, 3; 5, 4; Heb 13,21; 1 Pe 3, 4; 1 Jn 3, 22; lo mismo sucede con el compuesto xan::vw:n:wv en Ef 1, 4). En el Apocalipsis, EvW:n:WV toU fr'l']QLo'lJ :n:OLdv t~, «hacer algo en presencia de la bestia» debe entenderse como «hacer algo por encargo de la bestia» (13,12.14; 19,20). c) En algunos pasajes parece que Evwmov tiene tan sólo la función de enlazar con el proceso expresado por el verbo, de tal manera que en cada caso habrá que elegir la traducción adecuada, por ejemplo, «ser recordado en presencia de» (Hech 10, 31; Ap 16, 19b) o «no ser olvidado en presencia de» (Lc 12, 6), «encontrar gracia ante» (Hech 7, 46), «pecar

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Evwmov - 'EvwX

contra» (Lc 15, 18.21), «10 que es considerado bueno delante de» (Rom 12, 17). Así que Evwmov puede ser también una circunlocución que haga las veces de un simple dativo (Lc 24, 11; Hech 6, 5 y passím). H. Kramer

'Evro; Eni5s Enós* Nombre de persona en Lc 3, 38. Enós era hijo de Set (Gén 4, 26). fVro'tÍ.~O"UU eni5tizomai prestar atención*

Hech 2, 14: EvúnLoaofrE La Q~I-LaLá I-L0'lJ (Job 32, 11 LXX), «¡prestad atención a mis (siguientes) palabras!». EvúnL~oI-Lm es un verbo que se emplea frecuentemente en la LXX, cuando se pide atención, y aparece sobre todo en labios de los profetas (por ejemplo, Os 5, 1; JI 1, 2; Is 1, 2; 28, 23; Jer 8, 6; 13, 15). ThWNTV, 558.

'Evrox Heni5ch Henoc [Enoc]* Bibl.: K. Berger, Henoch, en RAC XIV, 474-545; D. Lührmann, Henoch und die Metanoia: ZNW (1975) 103-116; H. Odeberg, 'EvwX, en ThWNT II, 553-557; C. D. Osburn, The Christological Use of 1 Enoch 1.9 in lude 14, /5: NTS 23 (1976-1977) 334-341. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1079.

De las cuatro personas que llevan este nombre en el AT, tan sólo Henoc, hijo de Yáred, (Gén 5, 18), llegó a ser importante en los escritos judíos y judea-helenísticos. Henoc es el nombre genérico de todo un complejo de ideas (cf., a propósito, Odeberg), que se mencionan de pasada en Gén 5, 21-24 Y a las que se alude igualmente en el NT. En Lc 3, 37, Henoc aparece como el séptimo en la primera serie de la lista genealógica de Jesus, la cual comienza con Dios y luego va descendiendo segun el orden tradicional a Partir de Adán. Sin embargo, será difícil interpretar teológicamente la posición que Henoc OCupa en esa serie, porque para Lucas la divi-

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sión de la lista genealógica en once series de siete (aunque tal vez sea decisiva para la fuente lucana) no es ya significativa, como se ve ya claramente por el hecho mismo de que Lucas rompa en varios lugares ese principio de ordenación. Heb 11, 5 recoge explícitamente la idea de que Henoc fue arrebatado de la tierra (cf. la alusión a Gén 5, 24), una idea que desempeña también un gran papel en la tradición extrabíblica (por ejemplo, Eclo 44, 16; 49, 16; Hen [et] 70, 1-4; Sab 4, lOs; cf. Filón, Mut 34; Abr 17). Henoc es, después de Abel, el segundo en la nube de testigos de la fe (Heb 11, 4; cf. 12, 1). Su arrebatamiento es señal de que Henoc era agradable a Dios (como en Gén 5, 21-24). Sin embargo, a diferencia de la tradición veterotestamentaria y judía, que entiende ese arrebatamiento como señal de la justicia de Henoc (por ejemplo, Eclo 49, 14ss; Jub 10, 17; Hen [et] 1, 2), de su penitencia (__ I-LEtávOLa; Eclo 44,16 LXX; Filón, Abr 17; en cuanto a la penitencia, cf. Lührmann, 106) o de su conocimiento de Dios (Eclo 44, 16 en el original hebreo), aquí ese arrebatamiento se atribuye sólo a su fe (Heb 11, 6!). Puesto que sólo se puede agradar a Dios en virtud de la fe, dícese de Henoc: :n:LoLEL ... flEtEtÉfr'l'] (v. 5). Jds 14 designa explícitamente a Henoc como el séptimo después de Adán. Con esto se expresa (con arreglo a los enunciados de la tradición, cf. Hen [et] 60, 8; 93, 3; Jub 7, 39; Billerbeck 11, 787) la dignidad y fiabilidad de su profecía. Los vv. 14b.l5 citan (aunque no literalmente) Hen [et] 1, 9. Por tanto, Henoc aparece aquí como conocedor de misterios apocalípticos (también esta idea es ya tradicional, cf. Hen [et] 1,2; Jub 4, 19). La Carta segunda de Pedro, que depende de la Carta de Judas, suprime esta cita y, por tanto, no cuenta ya el libro de Henoc entre los escritos dignos de ser citados (por ser extracanónico desde Yamnia). H. Weder

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'1: ---+ 10%. ' El:>

ES hex seis* Mc 9, 2 par. Mt 17, 1: «seis días después». Le 4, 25 (seis meses); 13, 14 (seis días [jornadas de trabajo)); Jn 2, 6 (seis tinajas de piedra); 12, 1 (seis días antes de la pascua): Hech 11, 12 (seis hermanos); 18, 11 (seis meses); Sant 5, 17 (seis meses); Ap 4, 8 (seis alas). Otros numerales que incluyen Es: Jn 2,20 (46 años); Hech 27,37 (en la nave había 276 personas); Ap 13, 18 (el número 666; cf., a propósito, H. Kraft, Offenbarung [HNT)).

ESayyÉJ..J..ro exaggello

anunciar, proclamar* El verbo compuesto aparece en la LXX; en Filón, Plant 128; en TestJos 5, 2.3 Y passim. En el NT se encuentra en: 1 Pe 2, 9 (<

esuyoQá~w se emplea dos veces en Gálatas para afirmar que Cristo nos redimió de la maldición de la ley (3, 13; 4, 5). Y se usa también dos veces para exhortarnos a aprovechar lo mejor posible el tiempo (Ef 5, 16 Y Col 4, 5). Procede de la tradición sapiencial el uso de este verbo en imperativo en Ef 5, 16 Y Col 4, 5: eSuyoQá~E"tE "tov XaLQóv. A diferencia de Dan 2, 8 LXX, no se nos quiere decir aquí hay que «ganar tiempo para uno mismo», sino que hay que rescatar el tiempo en el sentido de aprovechar al máximo todas las posibilidades existentes, y por cierto en el doble sentido

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de XaLQÓ¡;: como período limitado de tiempo (por ejemplo, en 1 Cor 7,29) Y como momento decisivo (por ejemplo, en Rom 13, 11). No hay que desaprovechar el tiempo que todavía Dios nos da hasta el fin del mundo, ni hay que dejar pasar sin aprovecharlas las ocasiones que se ofrecen. Mientras que las palabras de Col 4, 5 están determinadas por una motivación y finalidad misionera de ganar a los que todavía están fuera, vemos que el tenor -mucho más general- de Ef 5, 16, al que probablemente sirvió de modelo Col 4, 5, se basa en que el fin de los tiempos es peligroso y satánico (cf. 6, 12s.16). Pablo utiliza el aoristo del verbo esuyoQá~w en Gá13, 13 Y 4, 5 para designar la acción redentora universal de Cristo: por medio de su muerte vicaria, Cristo nos redimió de la ley (4, 5) y de la maldición de muerte que ésta lleva consigo (3, 13), una maldición que pesa sobre la humanidad esclavizada bajo la ley. Así que ~[1a¡;, en 3, 13 Y 4,5, comprende tanto a los judeocristianos como a los cristianos gentiles, porque la ley tiene -según Pablo- vigencia universal. Además, él equipara la servidumbre bajo la ley (4, 5) con la servidumbre bajo los poderes del mundo (4, 3.8ss). Pablo, con esta manera de hablar, alude a la redención de esclavos, pero no a la manumisión sacra de los griegos. Para Pablo el hecho decisivo es que Cristo, no un hombre, aparece como comprador, y que se rompen todas las obligaciones y compromisos que existían con el antiguo amo. Además, el liberto no tiene que hacer ninguna aportación propia al precio del rescate. Aparte de que no puede hacerlo, porque la muerte vicaria de Cristo es al mismo tiempo el precio del rescate y el procedimiento para la redención (cf. especialmente Pax, 274ss; la tesis de DeiBmann, Licht, 271ss se basa en este punto en la manumisión sacra de los griegos, y puede considerarse, por tanto, refutada). A quién se paga el precio, no lo dice Pablo. Esta redención por Cristo tiene validez universal, y posee como finalidad la adopción del hombre por Dios (4, 5) Y con ello el don del Espíritu (3, 14b; 4, 6). De

1421 esta manera la bendición prometida a Abrahán se hace finalmente realidad para los pueblos del mundo (3, 14a). R. Dabelstein

Esáyro exago sacar o

llevar fuera* De un país: Hech 7,36.40; 13, 17; Heb 8, 9; de la prisión: Hech 5, 19; 12, 17; 16, 37.39; conducir a las ovejas fuera del redil: Jn 10, 3. Con indicación de la dirección: Mc 15, 20 (con LVU); Lc 24, 50 (Betania); Hech 21, 38 (el desierto, Sf. Ex 16, 3).

EsalQÉro exaireo sacar,

arrancar* En Mt 5, 29; 18,9 dícese del ojo: «¡arráncate lo!». Otros testimonios del verbo en voz media, sacar de algo, liberar: Hech 7, 10.34; 12, 11; 23, 27; Gáll, 4; segregar de algo / seleccionar, salvar: Hech 26, 17. M. Buscemi, exaireomai, verbo di liberazione: SBFLA 29 (1979) 293-314; Spicq, Notes, Suppl. 276279.

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Ésaxó(JtOl,3 hexakosioi seiscientos* En Ap 13, 18 dícese del número de la bestia: «Porque es el número de un hombre, y su número es seiscientos sesenta y seis». ---+ Es. Ap 14, 20: Del lagar salió sangre ... en un radio de mil seiscientos estadios (o"tu6Lwv XLALWV ÉSUXOOLWV).

isaJ..EÍ<pro exaleipM borrar, quitar,

secar* Hech 3, 19: «para que vuestros pecados sean borrados» (cf. Sal 108, 14 LXX; 3 Mac 2, 19; Hen [gr] 10, 20). Col 2, 14: «El canceló el pliego de acusaciones que contenía cargos contra nosotros». En Ap 3, 5 se habla de borrar el nombre del libro de la vida; 7, 17 Y 21, 4: Dios «enjugará toda lágrima de los ojos de ellos».

iSáJ..J..o,..,m exallomai saltar* Hech 3, 8: el paralítico de nacimiento se puso en pie de un salto.

isavá(Jta(Jl~, Ero~, ÍJ exanastasis resu-

EsaíQro exairo alejar,

apartar* 1 Cor 5, 13: «¡Arrojad de entre vosotros al cualrado!»; 5, 2 Koiné al: «para que fuera expulsado de entre vosotros».

rrección aváo"tu<JL¡;.

---+

isavatÉJ..J..ro exanatello nacer,

brotar* En Mc 4, 5 par. Mt 13, 5 dícese de lo pronto que brotó la semilla.

ESaltÉo,..,al exaiteomai reclamar* Lc 22, 31: «Satanás os ha reclamado para zarandearos ... »; cf. TestBen 3, 3. ThWNT I 194. '

Esaí,
(adv.) inesperadamente, de repente* Mc 13,36: «no sea que (el señor de la casa) venga de repente y os halle dormidos». En relación con apariciones celestiales, Lc 2, 13; Hech 9,3; 22, 6. En Lc 9, 39 (a diferencia de Marcos), «y de repente da gritos».

ESaxoJ..ouaÉro exakoloutheo seguir ---+

axoAO'U'frÉw 5.

isaví,(Jt1)!.u exanistemi levantar,

suscitar,

levantarse ---+ aváo"tu<JL¡;. '1: ' EI: rel="nofollow">a:n:ataro exapatao engañar, descarriar*

En Rom 7, 11 «el pecado» es sujeto; el pecado «me» engañó (quizás: me sedujo; cf. 2 Cor 11, 3) 6L<x "tfj¡; eVLOAfj¡;. Dícese del engaño de Eva por la serpiente, en 2 Cor 11, 3 (la sedujo; cf. Herodoto 11, 114); 1 Tim 2, 14. En Rom 16, 18 Pablo advierte contra aquellos que, con palabras bonitas, «engañan los corazones de los ingenuos». 1 Cor 3, 18: ÉU'U"tov esuJtu"táw, engañarse a s( mismo. 2 Tes 2, 3: «Que nadie os engañe». ThWNT 1, 383s.

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esámvu - esurroOtÉAAúl

i1;á:7uva exapina (adv.) de pronto* Mc 9,8: «de pronto ... no vieron ya a nadie».

i1;a:7toQÉor.tat exaporeomai caer en total perplejidad, desesperar* Con genitivo que indica el objeto de la perplejidad o de la desesperación: 2 Cor 1, 8 (tOV ~fív, desesperar de «salir con vida»). Se usa en sentido absoluto en 4, 8: ovx ESaJtOOÚ[lfVOL, no desesperados.

E1;a:7tOMÉI.I.W exaposte1l8 enviar, hacer ir* 1. Aparición del término en el NT - 2. «Hacer ir» 3. «Despedir» - 4. Gál 4, 4.6. Bibl.: J. Blank, Paulus und Jesus, München 1968, 258-279; 1. Hermann, Kyrios und Pneuma, München 1961,94-97; W. Kramer, Christos Kyrios Gottessohn, Zürich 1963, 108-112; D. Müller, Apóstol, en DTNT 1, 139-146; K. H. Rengstorf, ESUnOG1;ÉAAúl, en ThWNT 1, 405s; E. Schweizer, uió,;, en ThWNT VIII, 376-378, 385-386; Id., Zur Herkunft der Praexistenzvorstellung bei Paulus, en Id., Neotestamentica, Zürich-Stuttgart 1963,105-109; Id. Aufnahme und Korrektur jüdischer Sophíatheologíe ím NT, en Id., Neotestamentica, 110121; Id., Zum religionsgeschichtlichen Hintergrund der "Sendungsformel» Gal 4, 4s, Rom 8, 3s, Joh 3, 16s, lJoh 4, 9, en Id., Beitrage zur Theologie des NT, Zürich 1970,83-95.

1. De las 12 veces que el verbo aparece en el NT, 10 se encuentran en las obras de Lucas (3 en el evangelio y 7 en Hechos). ESaJtOOTÉAAúl es, pues, uno de los términos preferidos por Lucas, aunque él, por lo demás, emplea también con cierta predilección los términos -> a:n:ooTÉAAúl y -> a:n:óo'toAO~. Los otros dos pasajes del NT en que aparece el verbo son Gál 4, 4.6. Hay que añadir Lc 24, 49 v.l. y una aparición del término en el final «breve» de Marcos. Como OtÉAAúl tiene un significado distinto y la preposición a:n:ó en a:n:001:ÉAAúl no modifica mucho el sentido, es posible que la preposición EX (= de, fuera de), en Lc 1,53; 20; 10.11; Hech 9,30; 11,22; 17, 14; 22, 21, Y quizás también en Gá14, 4.6, refuerce de algún modo al prefijo arró. Por lo demás, parece que el verbo Esa:n:oo'tÉAAúl (como suele suceder en la Koiné) apenas se diferencia de a:n:ooTÉAAúl en cuanto a su significado.

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2. En algunos lugares de Hechos Esa:n:ooTÉAAúl significa hacer ir a otro lugar: según Hech 7, 12, Jacob envía a sus hijos a Egipto; según 9,30, los hermanos de Jerusalén hacen que Pablo vaya a Tarso, y según 11, 22, envían a Bernabé a Antioquía; según 17, 14, los discípulos de Berea hacen que Pablo vaya «de viaje hacia la costa del mar». En 7, 12 y 11, 22 los enviados tienen una tarea; según 9, 30 y 17, 14, Pablo, a quien «se ha hecho partir», escapa del peligro. Dos veces es Cristo el sujeto de ESa:n:oo'tÉAAúl. En su éxtasis en el templo, Pablo se entera (Hech 22, 21) de que Jesús quiere «enviarle lejos, a los gentiles» (la v.l. de D tiene el verbo en presente), y el Resucitado anuncia (Lc 24, 49) que envía (ESU:n:OO'tÉAAúl según NTG 25 ; p75 Sin* C Koiné A D leen a:n:oo'tÉAAúl) sobre los discípulos la promesa de su Padre (= el Espíritu prometido). En otros lugares es Dios el sujeto de ESU:n:OO'tÉAAúl: en Hech 12, 11 Pedro dice que él sabe que Dios ha enviado a su ángel para librarle; en 13, 26 el verbo se halla en pasiva, con lo cual el sujeto lógico es Dios: «y la palabra (= el kerygma, la nueva de la salvación manifestada en Jesús) es enviada a nosotros». 3. También en Lc 1, 53 es Dios quien envía; el sentido de Esa:n:oOtÉAAro es aquí despedir: Dios «ha despedido a los ricos con las manos vacías». Como en 1, 53, Lucas -en la parábola de los viñadores malvados (20, 10. 11)- construye también el verbo Esa:n:oo'tÉAAúl con doble acusativo, y en los dos casos el segundo acusativo está formado por XfVÓ~. En 20, 10 (<
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esurrOOtD,).. úl - eSEydQúl

sección 4, 1-7: los cristianos no son ya esclavos, sino hijos y herederos por el envío del Hijo. Según todas las apariencias, Pablo repitió en Gá14, 6 el verbo Esa:n:oOTÉAAúl, por influencia de 4, 4, para referirse al Espíritu (en Rom 8, 15 Y Gál 3, 14 se halla la expresión «recibir el Espíritu», Aa[lj3ávúl). Sin embargo, llama la atención el hecho de que también Lc 24, 49 (v.l.) emplee el mismo verbo para referirse al envío del Espíritu. El curso del pensamiento de Gál 4, 6 es el siguiente: «De que (un 8TL probablemente declarativo, no causal: «porque») sois hijos (en presente)>>, de eso tenemos la prueba: «Dios ha enviado (aoristo) el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, el cual clama (en presente): ¡Abba! ¡Padre!» (-> aj3j3á 3). Las dos formas de presente indican una situación permanente y una posibilidad para los cristianos. El aoristo señala lo que sucedió una vez (en el bautismo). Uno se pregunta si el envío del Espíritu se considera consecuencia o fundamento de la condición de hijos. Como en Gál 4, 6, vemos que Rom 8, 15 tiene también las expresiones XQá~úl y aj3j3a ó :n:aT~Q; cf. además ULOofrwLa en Rom 8, 15 Y Gál 4, 5, ULOL (ofrfOV) en Rom 8, 14 y Gál 4, 6, XA1]QOVÓ[lO~ en Rom 8, 17 y Gá14, 7; compárese también 60uAúa en Rom 8, 15 con 60VAO~ en Gál 4,6. Estos paralelos no sólo indican que tenemos aquí un pensamiento típicamente paulino, sino también que Pablo recoge probabiemente una fórmula tradicional; cf. la exclamación «Abba» y la asociación entre la condición de hijos y la posesión del Espíritu (cf. Sab 9, 10-17, «donde surge también el verbo Esa:n:001:ÉAAúl que no es empleado por Pablo en ningún otro lugar», Schweizer, Beitriige, 92). Según 4,4 «Dios envió a su Hijo» (aoristo). Aquí el aoristo hace referencia al hecho -pasado y ocurrido de una vez para siempre- de la encarnación. Una comparación de Gál 4, 45: Rom 8, 3-4: Jn 3, 16-17 Y 1 Jn 4, 9 permite sacar la conclusión de que tuvo que existir un esquema fijo y pre-paulino de proclamación. Este esquema contenía primeramente la frase sobre el envío, en la cual es Dios quien envía a su Hijo, y luego la oración final, que expre-

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sa el sentido salvífico que tuvo el envío. No es seguro que este esquema empleara también originalmente un determinado verbo, junto a la asociación estereotipada «el Padre - su Hijo». En caso de que así fuera, habrá que pensar en Esa:n:oOtÉAAúl, a:n:oOtÉAAúl o :n:É[l:n:úl (o bien 6t6ro[lL). Sospechamos que ya en la fase pre-paulina y con seguridad en Pablo (yen Juan), esta fórmula del envío estuvo asociada con una cristología de preexistencia: el Hijo celestial y preexistente de Dios se hace hombre; Gá 4, 4 acentúa además: se hace un judío. Las dos oraciones finales yuxtapuestas y de igual valor, de 4, 5, expresan la soteriología de Pablo. En ella es seguramente en la que se insiste, dentro de este contexto. J. Lambrecht i1;aQ3tá~w exarpazo arrebatar -> áQ:n:ásro 4. E1;aQ'tí,~w exartizo acabar, completar equipar* Hech 21, 5: ESa(lTLOm 'ta~ ~[lÉQa~, «completar los días»; 2 Tim 3, 17: «equipado para toda obra buena». Spick, Notes 1, 253-255.

i1;a(J'tQá:7t'tw exastrapto fulgurar* En Lc 9, 29 en sentido figurado para referirse a los vestidos de Jesús que fulguraban con blancura durante la Transfiguración (a diferencia de Mc 9, 3, donde se usa el verbo OTLAj3ro, «resplandecer»); cf. Le 24, 4 a diferencia de Marcos.

i1;alldi; exautes inmediatamente, en seguida* Derivado de ES aVTfí~ tfí~ wQa~ (cf. Filón, Mut 142). Mc 6, 25; Hech 10, 33; 11, 11; 21, 32; 23, 30; Flp 2, 23. , l:

'

E~EyEtQW

exegeiro levantar, resucitar, llevar al poder* 1 Cor 6, 14: «Dios ... también nos resucitará a nosotros». Rom 9,17, citando a Ex 9,16:

1427 «Precisamente con este propósito te he llevado a ti (el Faraón) al poder»; sobre el origen del pasaje citado, en el que no aparece E~­ qdQw, cf. H. Schlier, Romerbrief (HThK) a propósito de 9,17. ThWNT II, 336s.

E;n"u exeimi salir, irse* Hech 13,42; 17, 15. En el sentido de partir de viaje, 20, 7. Con fJtL, en 27, 43: «les mandó que ... llegaran a tierra».

e;fAÉyxro exelegchO convencer (a alguien de su falta o error), castigar Jds 15 Textus Receptus (en vez de EAÉyX W ): «El Señor ha venido para entablar juicio contra todos y para dejarlos convictos / castigarlos a todos por sus obras».

e;ÉAxro exelki5 arrastrar* Sant 1, 14: «arrastrado y seducido por su propia concupiscencia» (E~EA.XÓftEVOS; xaL 610A.Ea~ÓftEVOS;).

e;ÉQa"w., atoe;, tÓ exerama

vómito* En 2 Pe 2, 22 en el proverbio que habla del perro que vuelve de nuevo a su propio vómito (cf. Prov 26, 11).

e;fQauváro exeraunai5 indagar*

E~EQauváw es forma helenística del verbo E~EQEuváw (BlaB-Debrunner § 30,4). 1 Pe 1,

10: los profetas «inquirieron e indagaron acerca de (:rtEQl) esta ow'tllQLa». ThWNT II, 653s.

e;ÉQxo!-1at exerchomai salir 1. Aparición del término en el NT - 2. Sedimento semítico - 3. La tradición acerca de Jesús - 4. Los demonios. Bibl.: J. A. Bühner, Zu Form, Tradition und Bedeutung der ~"f}ov-Sprüche, en Das lnstitutum Judaicu~ der UniversiHit Tübingen 1971-1972,45-68; E. Jenm, n', en DTMAT l, 1039-1047; L. K6hler-K. L. Schmidt-A. Debrunner, Hebr. jasa' und Mk 8, 11: ThZ

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3 (1947) 471-473; J. Schneider, E~ÉQXo¡.tm, en Th WNT n, 676-678. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 653s.

1. De las 214 veces que aparece el verbo en el NT (sin contar Mc 16,20; Jn 8, 9), más de las tres cuartas partes corresponden a los evangelistas (Marcos 38 veces, Mateo 43, Lucas 44 y Hechos 29, Juan 28) y a 1-3 Juan (4 veces); el verbo aparece además en Apocalipsis (14 veces), Hebreos (5 veces) y Santiago (1 vez). . . Como verbo de automovimiento que slgmfica cambio de lugar desde un punto de partida, E~ÉQXOftaL tiene casi siempre como sujeto a un ser vivo, pero se usa también en relación con cosas asociadas con el sujeto principal (sangre, Jn 19, 34; Ap 14,20; relámpago, Mt 24,27; pensamientos, Mt 15, 18s; blasfemia y alabanza, Sant 3, 10; un clamor, Ap 16, 17; 19,5). Se usa casi siempre, como es natural, en contextos narrativos (así también en 2 Cor 2,13; 8,17; Flp 4,15). Es hipónimo del verbo simple, complénimo de dOÉQxoftaL (los dos aparecen combinados en Jn 10,9; Hech 1, 21, tener trato con) y de :n:QooÉQxoftaL; es sinónimo de a:n:ÉQxoftaL y EX:n:OQEÚOftaL. 2. Los aproximadamente 750 testimonios del verbo en la LXX son, en su mayor parte, traducciones del qal de y~' (que, según Jenni, aparece 785 veces). Así pues, no se acentúa tanto el hecho de salir de un lugar (así Mt 5,26 par., dejar salir; Hech 16, 19, la esperanza perdida; 1 Jn 2, 19, salidos de la comunidad) cuanto el hacer su aparición en un lugar (Hech 28, 3, el hecho de que saliera una víbora). Cinco testimonios del verbo son citas del AT: Mt 2,6 (proceder; cf. Heb 7, 5, descender de Abrahán); Hech 7, 3s.7 (emigración de Abrahán; cf. Heb 11,8 bis); Rom 10, 14 (difundirse una noticia; cf. 1 Tes 1, 8: 1 Cor 14, 36; Mc 1, 28 par.; Jn 21, 23; aSl como también Lc 2, 1, aparece un decreto); 2 Cor 6, 14 (separarse; cf. Ap 18,4 ó 3, 12, alejarse de). Heb 3, 16 recuerda el éxodo de Egipto. Tiene también trasfondo semítico la expresión idiomátic.a de 1 Cor 5, 10, «salir

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del mundo» = morir) (Bauer, Worterbuch, s. v.). Si el verbo aparece en un texto sin genitivo partitivo y sin la correspondiente preposición, entonces la preposición del verbo compuesto tiene carácter semitizante. Con ello el punto de origen no se acentúa de tal manera que figure en primer plano, y entonces E~ÉQXOftaL significa hacer acto de presencia (Kohler: 1 Sam 17, 4; Zac 5, 5 Y passim): dícese de los enemigos en Mc 3, 6.21 (idea que se aclara aquí por medio de un infinitivo con sentido final); 8, 11 (Schmidt contra G. Woh1enberg, Markus [KNT], sub loco: «salieron de su escondite»); dícese de los falsos maestros en 1 Jn 4, 1; 2 Jn 7; de Satanás, Ap 20, 7; de los ángeles del juicio, Mt 13, 49; el verbo aparece 9 veces en el Apocalipsis para referirse a apariciones visionarias: de caballos, 6, 2 (con participio final y lva). Cuatro veces (en todos los casos, después de un imperativo precedente en forma simple) para referirse a ángeles, 14, 15.17s; 15, 6; a langostas, 9, 13; a una espada, 19,21. Si el verbo tiene un complemento final que describe una tarea, entonces un relato del mensajero que describe su misión aparece como variante de las sentencias finales de ~A.­ {tov (Dan 9, 23). En estos casos E~ÉQXOftaL significa presentarse como mensajero (Bühner): Mc 1,38 (y, por tanto, supuesto también fundamentalmente en el v. 35); luego Mc 4, 3 es una forma alegorizante de relato del mensajero acerca de sí mismo. Tal relato se halla también presente, cuando una acción proclamadora subsiguiente se concibe directa o indirectamente como acción principal: Jesús, Mc 2, 13; sus mensajeros, 6, 12; las personas curadas, Mc 1, 45; 2, 12 (¡como concreción de 1, 28!); Mt 9, 31s (como explicación de 9, 28), profetas itinerantes, 3 Jn 7 (con v:n:ÉQ de sentido final). Este género se halla presente además en el sintagma joánico, que aparece 6 veces, de primera persona de aoristo + preposi~ión partitiva + genitivo que se refiere a DlQS como contenido del relato del mensajero acerca de sí mismo (8, 42 en paralelo con la forma simple, cf. 3,2; 13,3; 16, 27s; 17,8) Y

1430 su aceptación por los suyos (16, 30, cf. v. 27 y 17, 8), en el marco de la cristología joánica acerca del envío del Hijo (cf. 8,42; 17, 8, complénimo a:n:oo'tÉA.A.w). Aquí no hay determinación de sentido final, mientras que el regreso recíproco a Dios da una nueva determinación semántica al enunciado acerca de sí mismo (13, 3; 16,28). 3. En Marcos el verbo compuesto se usa frecuentemente y aparece siempre (con excepción de 7, 29s) en aoristo, que es el tiempo típico de los relatos. Se emplea unas 20 veces en introducciones y transiciones a las perícopas y sirve de esta manera para conectar localmente acciones, principalmente 13 veces en la forma preparatoria del participio conjunto. Es también típica de Marcos la repetición pleonástica de la preposición del verbo compuesto para indicar el punto de origen (10 veces, también a:n:ó pero únicamente en 11, 12, EXEL{tEV en 6, 1.10; 9, 30, e~w en 14, 68), mientras que la indicación complementaria de dirección aparece únicamente 7 veces (dS;, 1,28; 8,27; 11, 11; 14,26.28; :n:aQá, 2, 13; E:n:L en relación con personas y con sentido hostil en 14, 48). El sujeto más frecuente es Jesús (1, 35.38; 2, 13; 5, 2; 6, 1.34; 7,31, Y [¡concluyendo con!] 8,27); además, en plural, para referirse a Jesús juntamente con sus seguidores (1, 29; 6, 54; 9, 30; 11, 11; 14,26). En contraste con esto, el uso que se hace del verbo en la fuente Q es gramatical y funcionalmente más estructurado, pero permanece dentro del marco del significado principal (13 veces: Lc 7, 24-26 par.; 9, 5 par.; 11, 24 [bis] par.; 12,59 par.; 14,23 par.; además 11, 14; 14, 18; 17,27 y Mt 24, 26s). Es característico de Mateo el mayor uso del participio conjunto (19 veces, de las cuales 3 se hallan en presente: 8,28; 9, 32; 27, 32). El EX pleonástico se limita a 5 veces, y en vez de él se usa redaccionalmente a:n:ó según Q 12, 43 en 15,22; 17, 18; 21, 4. La indicación de la dirección se efectúa según el marco antes mencionado. Jesús es sujeto únicamente 5 veces, y por cierto a partir de 13, 1 (14, 14; 15,

1432

1431 21; 21, 17; 24, 1; tan sólo en 26, 30 juntamente con los suyos). Lucas emplea únicamente 12 veces el participio conjunto (de ellas en presente en Lc 9, 6; 21,37 Y diez veces en Hechos). En lugar de la preposición pleonástica (que aparece únicamente en Hech 7, 4; 17,33; 22,18), es característica la asociación del verbo con cotó (en Lc 14 veces, en Hech 3 veces). La indicación de la dirección por medio de preposiciones permanece en el marco habitual (en Lc 8 veces, en Hech 5 veces). Jesús es el sujeto únicamente 8 veces, pero en Lc 5,8 Y 13,31 es de nuevo el interpelado en un imperativo. El participio conjunto se halla totalmente ausente de los textos narrativos de Juan. Es sorprendente la frecuencia del verbo en los relatos de la semana de pascua (trece veces desde 12, 13 hasta 21, 3 en comparación con siete veces desde 1,43 hasta 11,44). En estos veinte pasajes es característico el uso del verbo en sentido absoluto (nueve veces: 11, 31. 44; 13, 30s; 18, 1.4.16; 20, 3; 21, 3). 4. En Marcos el segundo conjunto considerable del uso del verbo (9 veces) se encuentra en las cuatro expulsiones de demonios (1, 25s; 5,8.13; 7, 29s; 9, 25s.29), donde se hallan los tres imperativos marquinos que exigen imperiosamente a los demonios que salgan. Mateo, a pesar de la adición procedente de la fuente Q (12, 43s), redujo drásticamente a cuatro pasajes (tan sólo 8, 32 Y 17, 18 están tomados de Marcos) los lugares que se refie: ren a demonios. En contraste con ello, los demonios son frecuentísimamente el sujeto del verbo en Lucas (Lc 12 veces: 4, 35 bis.36.41; 8, 2.29.33. 35.38; 11, 14.24 bis y Hech 8, 7; 16, 18). Es típico encontrar en Lucas el complénimo 'freQaJte'Úw uJtó (Lc 8, 2), lo cual indica que Lucas consideraba todas las enfermedadas como de origen demoníaco: de Jesús dimana constantemente (imperfecto en 6, 19 como duplicado de 8, 46) la fuerza victoriosa de curación que expulsa a los poderes de la destrucción. w. Schenk

i!;E(J'ttV exestin está permitido, es lícito, es

posible* E~ÓV exon

(participio) está permitido, es

posible* 1. Aparición de los vocablos en el NT y uso general de los mismos - 2. Conexiones semánticas en el NT 3. 1 Cor 6, 12; 10,23. Bibl.: H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), Gottingen 1969, 131s; J. Dupont, Gnosis Louvain 1949, 291-308; E. Fascher, Der erste Brtef des Paulus an die Korinther 1 (ThHK), Berlin 1975, 174s; W. Foerster, ESwuv, en ThWNT 11,557559; E. Güttgemanns, Der leidende Apostel und sein Herr (FRLANT 90), Gottingen 1966, 226-228; E. Lohse Jesu Worte über den Sabbat, en FS Jeremias, 1960, '79-89; W. Schmithals, Die Gnosis in Korinth (FRLANT 66), GOttingen '1969, 217-221.

1. El verbo impersonal e~eatLv aparece 28 veces en el NT (Mateo 8 veces, Marcos 6, Lucas 5, Juan 2, Hechos 3, 1 Corintios 4). El participio neutro E~ÓV aparece 3 veces (Hech 2, 19 Y 2 Cor 12, 4 sin cópula, cf. BlaB-Debrunner § 127, 2; 424 nota 1: «quizás se trata de aposiciones nominativas a la frase»; Mt 12, 4: oux E~OV ~v). Ambas formas van seguidas normalmente de infinitivo (excepciones: Mc 2, 24; Lc 6, 2; 1 Cor 6, 12; 10, 23) Y Son fundamentalmente sinónimas. En 14 de un total de 31 pasajes encontramos un e~ea­ tLV/E~ÓV negado para expresar una prohibición o para afirmar que algo es imposible (2 Cor 12,4). ESEOtLV aparece también fuera del NT para designar lo que está permitido o prohibido con arreglo al derecho o a la voluntad divina, por ejemplo, dícese del matrimonio en Esquilo, Prom 648; Jenofonte, An VII 1, 21; de una prohibición cultual, en Herodoto 1, 183. El estoicismo habla de la -> EsouoLu del hombre sobre sí mismo (Diógenes Laercio VII, 121; Epicteto, Ench XIV, 2); pero no aparece en él una formulación comparable a la de 1 Cor 6, 12; 10, 23 (Dupont, 305). Los LXX utilizan en los escritos tardíos la negación de Ese01:LV/ESÓV para expresar prohibiciones generales (2 Esd 4, 14; Est 4,2; 1 Mac 14,44) Ysobre todo para designar lo que está prohibido por la ley judía (3 Mac 1, 11; 4 Mac 5, 18; cf. Josefo, Ant XX, 268). Es comparable el uso rabínico de re sut para expresar lo que está permitido o prohibido.

1433 2. En los evangelios se emplea con frecuencia e~eatLV para referirse a los preceptos de la ley judía: (con una negación) dícese de los trabajos que están prohibidos en sábado ("tL mHovaLV "tO¡;~ aá~~aatv 8 oux e~ea­ "tLV;), Mc 2, 24 par. Mt 12, 2/ Lc 6, 3; dícese de la prohibición de llevar una camilla, Jn 5, 10. La pregunta de Mc 3, 4 (par. Mt 12, 10. [12] / Lc 6, 9; cf. 14, 3) e~wtLv "tO¡;~ aá~­ ~aaLv uya'frov JtoLijam ~ xaxoJtOLijam ... ; se halla también formulada jurídicamente: ¿Está permitido? Pero, en conexión con la situación descrita, esas palabras se convierten en una pregunta fundamental y, a la vez, desenmascaradora, a la que los interpelados no pueden reaccionar más que con el silencio: si vuestras leyes relativas al sábado permiten la destrucción de la vida (bien sea impidiendo la curación de un enfermo o bien sea [lo que es más probable] espiando a Jesús con miras a su destrucción) y prohíben la salvación de la vida (por medio de la curación), entonces toda concesión hecha al sábado está en contradicción con el verdadero propósito del sábado. Por tanto, el sentido de la pregunta es: «¿Es lícito en sábado ... ?». A la prohibición cultual de comer de los panes de la proposición se refiere Mc 2, 26 par. Mt 12,4/ Lc 6, 4 (cf. Lev 24, 9; 1 Sam 21, 7); a la prohibición del matrimonio entre parientes (en relación, además, con el adulterio) se hace referencia en Mc 6, 18 par. Mt 14,4 (cf. Lev 18, 16; Dt 25, 5s); el derecho al divorcio se aborda en Mc 10,2 par. Mt 19, 3 (cf. Dt 24, 1); a la prohibición de introducir «dinero impuro» en el templo se hace referencia en Mt 27,6 (cf. Dt 23, 18). La pregunta capciosa de los fariseos y de los herodianos sobre el tributo romano de capitación (Mc 12, 14 par. Mt 22, 17 / Lc 20, 22) pretende dilucidar lo que es lícito ante Dios, pero lo que quiere en realidad es poner a Jesús en conflicto con las leyes romanas. A las leyes romanas se hace referencia en Jn 18, 31; Hech 16,21; 22, 25; compárese, además, el oux E~ÓV ea"tLv (de «derecho eclesiástico») en IgnEsm 8, 2. Se habla del derecho general

1434 del propietario en Mt 20, 15 (<<¿No me es lícito ... ?»). Una fórmula retórica es e~ov €LJteLV fle"tu JtaQQT]aLu~, «Os puedo decir con franqueza ... », en Hech 2, 29. Con la «cortesía» del prisionero pregunta Pablo al tribuno: «¿Puedo decirte una cosa?», 21, 37. En 2 Cor 12, 4, oux e~ov uv'frQómQ) AUA:fíam se refiere a las «palabras inefables» que Pablo escuchó en su éxtasis y «que ningún hombre está en condiciones de expresar». La traducción «no le es lícito expresar» (cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco) entiende el enunciado a partir de las fórmulas que imponían el secreto acerca de lo experimentado en los misterios. Sin embargo, Pablo acentúa que un av'frQwJto~, que (todavía) pertenece a lo terreno, puede ser hecho partícipe en éxtasis del fenómeno celestial, pero no es capaz de hablar -él mismo- el «lenguaje celestial» (c[ también K. G. Kuhn, en ThWNT 11,558 nota 1). Está en consonancia con ello el hecho de que Pablo, por lo que respecta a su persona, se distancie dos veces de la experiencia extática como «vivencia» (vv. 2s) y haga recaer plenamente el acento sobre la participación concedida por Dios en el mundo celestial (c[ también Filón, Her 259 y 266; JyA 14, 3; Hen [et] 71, 11, donde Henoc, sólo después de su trasformación, puede unirse a la alabanza celestial de Dios).

a

3. Pablo utiliza cuatro veces la expresión Jtáv"tu (flOL) e~ea"tLv en 1 Cor 6, 12a.b; 10, 23 (dos veces sin floL). Pero en todos los casos la limita mediante una frase adicional (que recuerda las enseñanzas estoicas): UAA' ou Jtáv"ta aUflcpÉQCL, en 6, 12a; 10, 23a; mediante UAA' oux eyw E~ouataa'frtíaoflaL lmó tLVO~, en 6, 12b, y mediante un' ou Jtáv"tu oLxo6ofleL, en 10, 23b. Puesto que Pablo no describe jamás en ninguna otra parte la libertad de los cristianos sirviéndose de la fórmula definida jurídicamente Jtáv"tu (flOL) e~ea­ tLV, que podría entenderse quizás sobre el trasfondo de la conciencia superior (E~OU­ aLa) del estoico o, más bien, de la conciencia

1436

1435 de autoridad que poseía el gnóstico (Schmithals; Güttgemanns), 10 más probable es que Pablo cite un eslogan corintio o, por lo menos, un dicho que hubieran hecho suyo los corintios. El dicho, indudablemente, no procede de Pablo mismo (en contra de H. Lietzmann y G. Kümmel, Der erste und der zweite Brief an die Korinther 4 [HNT], sub loco). Más bien, el mensaje paulino de la libertad se había ido desarrollando hasta constituir, por influencia de la conciencia gnóstico-dualista, la moral -confiada en sí misma- de los pneumáticos (cf. W. Schrage: ZNW 67 [1976] 214-234, esp. 217-220). Para los pneumáticos, todas las cosas terrenas son adiaphora, indiferentes, y no afectan para nada a su verdadera vida. La primera limitación (6, 12a /10, 23a) no tiene claros acentos teológicos, sino que se explicaría dentro del marco de la ética cínico-estoica (cf. Conzelmann). Probablemente no se había convertido aún en parte integrante del dicho de los corintios. Pablo recurre sencillamente a una idea, muy difundida, acerca del peligro del libertinismo que pervierte la libertad. Y presenta sus propias ideas, más exactas, para recordárselas a los corintios (cf. también 7,35; 2 Cor 8, 10; 12, 1). La segunda limitación indica en cada caso la conexión con el tema que se estudia: el juego de palabras e~WeLV / E~O'U<JLUOt}Í]oO¡..LaL en 6, 12b hace ver ya que la JWQvdu es un peligro amenazador, véanse luego los vv. 1520. La expresión oux. OLX.ODO¡..LEL en 10, 23b, explicada más concretamente en el v. 24, señala igualmente al contexto, a saber, al respeto que se debe tener por la «conciencia moral ajena» y por el encargo recibido de procurar la salvación de todos (véanse los vv. 29 Y 32s). A fin de conservar en la traducción lo inadecuado de la cita para expresar las ideas de Pablo acerca de la libertad, lo mejor será acentuar el aspecto jurídico de e~EOeLV: «Todo (me) está permitido / está a (mi) libre disposición» (cf. Fascher; Conzelmann; Schmithals, 219). H. Balz

E;E'tá~ro

exetazo investigar, averiguar con todo cuidado* El imperativo E~E'táOUeE en Mt 2, 8 con JtEQL: «¡Indagad bien acerca del niño!»; 10, 11: «¡Indagad /enteraos quién es digno en ese lugar!»; Jn 21, 12: «Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle (a Jesús)>>.

E;1)yÉO,UU exegeomai contar, relatar, inforrnar* 1. Aparición del término en el NT - 2. Lucas/Hechos - 3. Jn 1, 18.

Bibl.: C. K. Barrett, The Gospel acc. to St John, London '1978, 170; F. Büchsel, ESTJyÉO[taL, en ThWNT 11, 910; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, Barcelona 1980,293; Spicq, Notes 1, 256-258.

1. Con excepción de Jn 1, 18, vemos que en el NT E~T]yÉO¡..LaL aparece 5 veces y únicamente en la doble obra de Lucas (compárese el verbo casi sinónimo - DLT]yÉO¡..LaL): Lc 24,35; Hech 10, 8; 15, 12.14; 21, 19 (aparece además en Herm [v] 4, 2, 5; 1 Clem 49, 2; EvPe 11, 45). El verbo significa exponer (describiendo), relatar, informar. En Jn 1, 18 encontramos el significado de revelar (misterios divinos) (cf. Platón, Resp IV, 427c; V, 469a; cf. también Eclo 43, 31: EX.DLT]yÉO¡..LaL); Bauer, Worterbuch, s. v. cree que E~T]yÉO¡..LaL es «un tecnicismo para designar la actividad de los sacerdotes y adivinos que dan información y revelan secretos divinos, incluso por lo que respecta a los mismos dioses», y ofrece testimonios en favor de su afirmación (cf. también R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK], 56s; Barrett). 2. En Lucas/Hechos son sujeto del verbo (por orden de aparición en los textos): los discípulos de Emaús, Comelio, Bemabé y Pablo, Simón y también Pablo. El tema del relato en Hechos es siempre una acción de Dios que se ha experimentado, y que en opinión del narrador confirma que la evangelización de los gentiles es voluntad (revelada) por Dios y encargo suyo. En Lc 24, 35, los dos discípulos

1437 de Emaús refieren a la comunidad de Jerusalén «lo que habían experimentado en el camino y cómo él (Jesús) se les había dado a conocer al partir el pan». En todos los casos el autor mismo había narrado previamente lo que los mencionados hablantes refirieron, conforme a los datos facilitados por él. Con esto (cf. el empleo de - DLT]yÉO¡..LaL en Lc 8, 39; 9, 10; Hech 9, 27; 12, 7) Lucas hace ver cómo quiere él que se entienda su propio «informe» (DLÍ]yT]OL¡;;, Lc 1, 1) Y dónde hay que buscar los orígenes de lo que él relata.

3. Jn 1, 18b acentúa (¿polémicamente?) la función de revelar que corresponde exlusivamente (cf. v. l8a) al Logos divino, a quien se llama «(el) único Dios» o (según El Koiné it vg) «el Hijo único». El «Dnico» trajo (E~T]­ yÍ]OULO) a la tierra de una vez para siempre (en aoristo) la revelación adquirida por experiencia inmediata de Dios. El Dios invisible se reveló entonces, por medio de Jesucristo, en su «gloria», «gracia y verdad» (vv. 14.17), - ¡..LOVOyEVÍ]¡;; 5. G. Schneider É;Í)XOV'tu hexekonta sesenta* En Mc 4, 8.20 par. Mt 13, 8.23 dícese del rendimiento de la cosecha que fue del sesenta por uno. En 1 Tim 5, 9 en el requisito de que la viuda «no tenga menos de sesenta años». En el NT encontramos también números de los que forma parte la cifra sesenta: Ap 11, 3 Y 12, 6 (durante 1260 días); 13, 18 (el número de la bestia: 666). Lc 24, 13: «a una aldea que dista de Jerusalén unos sesenta estadios [p7S A B D y otros] (unos 11 km)>> (sobre la variante textual ÉX.UeOV É~Í]x.oV'tu, «ciento sesenta» (unos 30 km) en Sin K* El II y otros, que se ajusta al emplazamiento efectivo de - 'E¡..L¡..Luoií¡;; [EmaúslNicópolisJ, cf. J. Wanke, Die Emmauserziihlung, Leipzig 1973,37-39).

É;iís hexes (adv.) a continuación, inmediatamente después (en una secuencia)* Bibl.: H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 399, 569; M. VOIkel,

1438 Exegetische Erwiigungen zum Verstiindnis des Begriffs im lukanischen Prolog: NTS 20 (1973-1974) 289-299, sobre todo 295. xa{}Esfj~

En el NT, É~fj¡;; (lo mismo que su adverbio derivado _ X.Ut}E~fj¡;;) aparece únicamente en la doble obra de Lucas (5 veces). Fuera del NT, É~fj¡;; se halla atestiguado desde Homero (sobre los testimonios no literarios cf. Moulton-Milligan, s. v.) y se encuentra también en el judaísmo helenístico (LXX, Filón, Josefo, TestXII). El NT conoce solamente el adverbio en su sentido temporal, y casi siempre en los versículos (redaccionales) que sirven de introducción a una sección (Lc 7, 11; 9, 37; Hech 21, 1). Excepto en Lc 7, 11 (EV e0 É~fj¡;;), se usa el simple dativo (eñ É~fj¡;; (~¡..LÉQc;:t) (cf. BlaB-Debrunner § 200, 1). En la mayoría de los casos hay que completar por el sentido el sustantivo correspondiente (lo mismo que en Arist 262; Josefo, Bell 11, 430; PapOxy 1063, 6) como en Lc 7, 11: EV e0 É~fj¡;; (XQóvCP), a continuación, inmediatamente después, o en Hech 21, 1; 25, 17; 27, 18 (también en Lc 7, 11 Sin* C D W; cf. Schürmann, 569 nota 113): eñ É~fj¡;; (~¡..LÉQc;:t), al día siguiente. La frase completa se halla en Lc 9, 37 (eñ É~fj¡;; ~¡..LÉQc;:t, como aparece también en SIG 1170, 24; Josefo, Ant IV, 302) e indica que la frase debe completarse así en otras partes (es decir, É~fj¡;; no aparece sustantivado; en contra de lo que piensan BlaB-Debrunner § 266, lb). Los dos pasajes de É~fj¡;; en Lucas hablan de la sucesión temporal del itinerario de Jesús (hacia Naín; desde el monte de la Transfiguración); los tres pasajes que hay en Hechos hablan del itinerario de Pablo (relato en primera persona del singular en 21, 1 Y en primera persona del plural en 27, 18; informe dado por Festo a Agripa 11 en 25, 17). É~fj¡;; tiene una función semejante a la del adverbio lucano - X.Ut}E~fj¡;;. G. Schneider

E;1)XÉro execheo transitivo: resonar; en voz pasiva, ser hecho que resuene, resonar* 1 Tes 1,8: «Por vosotros ha resonado la palabra del Señor no sólo en Macedonia y Acaya... ».

1439

[;t;, fro;, ÍI hexis ejercicio, práctica* En Heb 5, 14 dícese de los órganos de los sentidos, «que están ejercitados por la práctica ()L>. '!:' f,=,tCJ'tl)p-u existémi dejar atónito; intransitivo: quedarse atónito, estar fuera de sí*

l. Uso intransitivo con sentido atenuado - 2. Uso transitivo - 3. 2 Cor 5, 13 Y Mc 3, 2l.

Bibl.: G. Hartmann, Mk 3, 20s: BZ 11 (1913) 249279; J. Lambrecht, The Relatives of Jesus in Mark: NovT 16 (1974) 241-258, sobre todo 244-246; W. Mundle, Éxtasis, en DTNT n, 154s; A. Oepke, El;lOTIUH, en ThWNT n, 456-457; H.-H. Schroeder, Eltern und Kindern in der Verkündigung Jesu, H-Bergs. tedt 1972, 110-124; J. E. Steinmüller, Jesus and the OL naQ' alrwv (Mk. 3, 20-21): CBQ 4 (1942) 355-359; H. Wansbrough, Mark 3, 21 - Was Jesus Out of His Mind?: NTS 18 (1971-1972) 233-235; D. Wenham, The Meaning of Mark lIl.2I: NTS 21 (1974-1975) 295-300; A. Wimmer, Apostolos quosdam exiisse, ut Jesum domum ducerent (Marcus 3, 20 sq): VD 31 (1953) 131-143.

El verbo E~LO't'l']ftL (incluidas sus formas alternativas €~w'távco y €~w'táco) aparece 17 veces en el NT. Podemos diferenciar tres significados. 1. El significado que aparece con más frecuencia es el del uso intransitivo con sentido atenuado: un estado psíquico en el que se está desconcertado o en el que se queda uno atónito de asombro o temor. Marcos emplea tres veces el verbo en este sentido; Lucas, ocho veces (2 veces en Lc, 6 veces en Hech). También Mateo escribe en 12,23: «Entonces toda la multitud se quedó asombrada». Como él, en el texto paralelo 9, 33 (lo mismo que Lucas en 11, 14), emplea itauftál;,co (que existía ya probablemente en la fuente Q), sospechamos que E~L<J'tav'tO en Mt 12, 23 se escribió por influencia de Mc 3, 21, aunque con un sentido diferente. Lo mismo que en Mt 12, 23, los presentes (los discípulos, el pueblo) se sienten atónitos en Mc 2, 12; 6, 51 Y 5, 42 par. Lc 8, 56 después de contemplar un milagro de Jesús. En Lc 2, 47 el asombro es consecuencia de la actuación maravillosa del Jesús adolescente en el templo.

1440 También en Hechos el verbo €~LO't'l']ftL se halla asociado con un acontecimiento milagroso obrado por Dios: 2, 7.12 (el milagro de las lenguas en Pentecostés); 9, 21 (la predicación de Pablo); 10, 45 (el don del Espíritu a los gentiles), y 12, 16 (la liberación de Pedro de la prisión). Según 8, 13 Simón Mago se queda asombrado al ver los milagros obrados por Felipe. 2. Es sorprendente que, inmediatamente antes de Hech 8, 13, se use dos veces en sentido transitivo el mismo verbo E~LO't'l']ftL: Simón Mago hacía ya mucho tiempo que dejaba atónita a la gente con sus actos de magia (8, 9.11). En Lc 24, 22 los discípulos dicen: «Algunas de nuestras mujeres nos han sobresaltado». En estos tres pasajes el verbo €~­ LO't'l']ftL significa causar confusión en alguien, dejarle atónito, dejarle fuera de sí (en sentido atenuado). 3. Quedan otros dos pasajes en el NT en los que hay que admitir que el verbo tiene un sentido más fuerte. En 2 Cor 5, 13 escribe Pablo: «Porque si entramos en éxtasis (E~ÉO't'l']ftEV), entonces es para Dios; pero si estamos en nuestros cabales (ococpQOVOUftEV), ¡entonces es para vosotros!» Pablo alude aquí probablemente a sus experiencias «extáticas» extraordinarias (---> bW'taoL~ 1); cf. 2 Cor 12, 1-6. Con el aoristo, a diferencia del presente que sigue a continuación, se refiere a que el estado de éxtasis era en él un estado pasajero y no habitual, y con la contraposición «para Dios para vosotros» adopta en cierto modo una postura crítica y polémica contra el valor apostólico de esos dones extraordinarios. En Mc 3, 21 se dice que los parientes de Jesús salieron para hacerse cargo de él, «porque decían: Estáfuera de sí» (es decir, ha perdido el juicio; €I;É<1't'l'] es «un aoristo atemporal», V. Taylor, Mark, London 1963, sub loco). Mientras que en 2 Cor 2, 13 la expresión tenía connotación positiva, vemos que aquí tiene sentido negativo. Por lo demás, parece que Marcos asocia la convicción de los parientes con la opinión de los escribas, según los cuales Jesús está poseído (v. 22). Parece que Mc

1442

1441 3, 20-21 son versículos compuestos por el mismo Marcos (probablemente a base de textos de la fuente Q, cf. Lc 11, 14; Mt 9,32-34; 12, 22-23). Marcos, después de la interrupción de 3, 22-30, prosigue con la perícopa acerca de los «verdaderos parientes» (3, 3135). No son convincentes los numerosos intentos, antiguos y modernos, para no tener que aceptar que los parientes (¡María!) hubieran dicho algo tan desconcertante acerca de Jesús: oL JtuQ' uu'tou (v. 21a) serían los discípulos; ¡i)"eyov (v. 21b) sería un verbo expresado impersonalmente (<<se» [= el pueblo] decía); el sujeto de EAf)'OV sería el pueblo (cf. v. 20, OX,,-o;); E~É01;1'] significaría aquí sencillamente que (¡Jesús!) estaba asombrado. J. Lambrecht

f;tCJXÚro exischyo ser capaz* Ef 3, 18: «de manera que seáis capaces de comprender... » .

E;obo;, O", ÍI exodos salida* Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; E. Jenni, y~' en TMAT 1,1039-1047; Liddell-Scott, s.v.; W. Michaelis, elOO{)o<; 'K'tf.•. , en ThWNT V, 108-111; Moulton-Milligan, s.v.; PGL, s.v.; Preisigke, W6rterbuch mit Suplement I, s. v.

1. El sustantivo fI;O()O~ aparece en textos literarios a partir de Sófocles y Herodoto. Aparece también en documentos en papiro y es frecuente en la LXX (Preisigke menciona más de 80 pasajes de papiros; hay más de 70 testimonios en la LXX). El sentido fundamental es a) (verbal): la acción de partir, b) (espacial): el lugar del cual o a través del cual se parte. El término opuesto es ---> d<1obo~, «entrada». Sobre los numerosos significados especiales correspondientes al ámbito mercantil, jurídico y militar, cf. Michaelis, 108. 2. En el NT hay sólo tres testimonios del término fI;O()O~: a) el más antiguo se halla en Heb 11, 22. Este pasaje hace referencia a Gén 50, 24, donde se cuenta que José, antes de su muerte, predijo que Dios conduciría a los hijos de Israel al país de la promesa. Para des-

cribir este acontecimiento, el éxodo o «salida» de Egipto, fI;O()O~ se convirtió precisamente en término técnico en la versión de los LXX (cf. el título que el libro del Exodo lleva en la LXX; cf. Michaelis 108; Jenni 1045). b) En Lc 9,31 y 2 Pe 1, 15, aparece el término fl;O()O~ con el significado de salida de la vida (= muerte). Este significado se encuentra por vez primera en los escritos judíos helenísticos (cf. Josefo, Ant IV, 189; Sab 3, 2; 7, 6; Filón, Virt 77; TestNef 1, 1) Y aparece también en Arriano (Epicteto, Diss IV, 4, 38) Y en escritores cristianos (Justino, Dial 105, 5, cf. 105, 3: f~O()O~ 'tOu ~LOU; Ireneo, Haer I1I, 1 = Eusebio, HistEccl V 1, 36. 2, 3. 8,3; Canon 13 del concilio de Nicea [Conciliorum Oecumenicorum Decreta, Freíburg '1962, 11]; PapLondon 77 [siglo VI p.C.]; cf. Clemente de Alejandría, Strom 3, 9). Posteriormente el término se encuentra también con el significado de «destino futuro» (Herm [v] 3,4,3). R. Peppermüller

f;ol.dtºfÚro exolethreuo erradicar, exterminar* Hech 3, 23 en cita de Lev 23, 29 LXX: el que no escuche a un profeta como Moisés será erradicado del pueblo». ThWNT V, 171; C. M. Martini: Bib 50 (1969) 1-14.

f;op,tOl.oyiro exomologeo confesar, alabar* 1. Aparición y contenidos semánticos del término 2. La confesión de los pecados - 3. La alabanza.

Bibl.: G. Bornkamm, Lobpreis, Bekenntnis und Opfer, en Bornkamm, Aufsatze III, 122-139; D. Fürst, en DTNT 1, 292-295; O. Hofius, Der Christushymnus Phi! 2, 6-11, Tübingen 1976, 18-55; R. J. Ledogar, Verbs of Praise in the LXX Translation of the Hebrew Canon: Bib 48 (1967) 29-56; O. Miche1, Óf!Ol..oyÉw X'tl..., en ThWNT V, 199-220 (bibl.); C. Westermann, ydh, en DTMAT 1, 931-942.

1. El verbo EI;OftOAOyÉCO aparece 10 veces en el NT. La voz activa, que es también muy rara fuera del griego del NT, aparece tan sólo una vez: se emplea en Lc 22, 6 en sentido pro-

1I

1443

ESOftOAOyÉW

fano y tiene allí el significado -bastante frecuente en el verbo simple -> O[lOAoyÉW- de prometer, dar seguridades o asentir, estar de acuerdo. Los otros 9 pasajes, todos ellos en voz media, tienen un significado teológico. Este se halla relacionado con el uso religioso que se hace del término en la LXX (donde el vocablo aparece unas 110 veces), el cual recibió a su vez su impronta específica del verbo hebreo yadli. La raíz ydh abarca en el TM -así como también, más tarde, en los textos de Qumrán y en los escritos rabínicos- los dos matices de significado: «alabar a Dios» (que es el que aparece de ordinario en el hifil de hOda) y «confesar pecados ante de Dios» (así el hitpael de hitwadda). Lo sorprendente de este doble significado se explica por el hecho de que ambos actos, la alabanza de Dios y la confesión de los pecados, se relacionan con una precedente demostración de poder de Yahvé -para salvar o para juzgar-o Ambos son la respuesta con la que los hombres reconocen públicamente a Yahvé como Dios y le tributan la gloria debida (cf. Bornkamm; Westermann; von Rad, Teología 1, 437ss). La LXX traduce hitwadda, «confesar pecados», por ESOftOAOyÉOftaL únicamente en Dan 9, 4.20. En consonancia con el TM, el verbo se halla asociado en el v. 20 con el objeto en acusativo 'tU¡;; áftuQ'tLu¡;;. Pero, en cambio, en el v. 4 se emplea en sentido absoluto (= «hacer confesión de pecados»). El mismo uso del término lo encontramos varias veces en los escritos judíos helenísticos ('tU¡;; áftuQ'tLu¡;;: JyA 54, 11 [Batiffol]; 55, 5 [Batiffol, = 12, 4 Philonenko]; Josefo, Ant VIII, 129; en sentido absoluto: Josefo, Bell V, 415; ApMo 25, 3 [en voz activa]). Se halla aún relativamente próximo al significado profano de «reconocer/confesar algo abiertamente» (Sus 14 [AdDan 13, 14]; Josefo, Bell 1, 625; Plutarco, Num 16, 3; Anton 59, 5; Luciano, Hermot 75). Ahora bien, en contraste con el uso del término en el griego profano, vemos que ESOftOAOYÉOftaL adquirió en la LXX un significado enteramente nuevo al ser escogido el término para traducir principalmente el verbo hebreo hoda, «alabar», y al aparecer entonces junto a términos como -> 'l/JÚAAW, «cantar alabanzas» y -> ULVÉW, «alabar» (así, por ejemplo, en Sal 17, 50; 34, 18; 56, 10; 99, 4). En analogía con la construcción hebrea hOda le, el objeto correspondiente (Dios o el nombre de Dios) se halla en dativo. Michel, 204, 17s designa acertadamente como «hebraísmo léxico»

1444

el uso del verbo en el sentido de «alabar». Claro que el significado original de «reconocer/confesan> se escucha también en la medida en que ESOftOAOyÉw, lo mismo que su equivalente hebreo, expresa que en la alabanza se efectúa el reconocimiento y testimonio público del poder salvador de Dios (cf. Ledogar, 40s). Con dependencia de la LXX, EsO/lOAOyÉW, «alaban>, se encuentra también en los SalSI (lO, 6; 15, 2; 16, 5) e igualmente en el TestJob 40, 2, Y aparece también con algunas modificaciones en Filón (cf. LegAll 1, 80.82; 11, 95s; III, 26). En consonancia con el uso que se hace del término en los LXX, vemos que ESO[lOAOyÉO[laL significa también en el NT y en los demás escritos cristianos primitivos: a) confesar pecados ('t'a¡; á[laQúa¡;: Mc 1, 5 par. Mt 3, 6; Sant 5, 16; Herm [v] 1, 1,3 Y passim; cf. Did 4, 14; 14, 1), hacer confesión de pecados (en sentido absoluto: Hech 19, 18; Rom 14, 11; 1 Clem 52, 1; 2 Clem 8, 3); b) alabar (Mt 11, 25 par. Lc 10,21; Rom 15,9 [cita del Sal 17, 50 LXX]; 1 Clem 61,3; Herm [m] 10,3,2) o confesar en medio de alabanzas (así Fil 2, 11, donde con el aspecto de la alabanza se halla claramente asociado el de la confesión [cf. 2 Mac 7,37]). 2. Mediante confesión pública de los pecados, los judíos penitentes declaran su arrepentimiento al ser bautizados por Juan (Mc 1, 5 par.; cf. lQS 1, 24ss; CD 20, 28ss), y los cristianos recién convertidos declaran ante la comunidad que se han apartado de las prácticas supersticiosas (Hech 19, 18). En Sant 5, 16 se exhorta a la comunidad cristiana a la confesión de los pecados. Si ésta se exige únicamente en el caso de enfermedad de que se habla en 5, 14s, o si se piensa -como en Did 4, 14; 14, 1- en que todos se confiesen los pecados unos a otros en la asamblea de la comunidad, es cosa que no puede decidirse con seguridad. En el contexto de Rom 14, 10b-12, Pablo interpreta la cita bíblica de Is 45, 23b LXX (A Q Sincorr) como una referencia al juicio final. Según esto, Pablo designa con ESO[lOAoyÉO[laL en el v. 11 b la confesión escatológica de los

ESO/lOAOyÉW - EsouaLu

1445

pecados, que todo hombre tendrá que hacer ante el tribunal de Dios (Michel 215, 25ss; Hofius, 50 nota 113; piensa de manera distinta, por ejemplo, E. Kasemann, Romerbrief [HNT], sub loco).

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t;OQxí,~ro exorkizo conjurar, poner (a al-

guien) bajo juramento* , Mt 26, 63 (a diferencia de Marcos): ESOQXL~Ú) GE xa'ta wv 1'tEQV, «Te conjuro por (el) Dios (vivo»>. ThWNT V, 465s.

3. La decisión de Dios de revelarse a sí t;OQXlO'tÍJ;, olí, Ó exorkistes exo~cist~* mismo y de revelar su salvación -en la obra En Hech 19, 13 dícese de los exorCistas JUde Jesús- precisamente a los pobres y a los díos itinerantes (cf., a propósito, la descripinsignificantes, es objeto de la acción de gración del exorcismo en su entorno en Josefo cias de Mt 11, 25s. La fórmula de introducAnt VIII, 2-49). ThWNT V, 465s. ción ESO[lOAOyOV[lUL GOL, O't'l, «Te alabo porque» corresponde a la expresión ' 8deka kf E;OQVOOro exorysso excavar, arrancar (los de los salmos del AT (86, 12s; 118,21; 138, ojos)* ls y passim; cf. Eclo 51, la; SalSl 16,5) Y de En Mc 2, 4 dícese de la acción de «abrir un los cánticos de alabanza de Qurnrán (lQH 2, boquete» en el tejado (de barro) para descol20.31; 3,19.37 Y passim). gar por él la camilla en que yacía el paralítico. El himno pre-paulino a Cristo, en Flp 2, 6En Gál 4, 15 dícese de los gálatas que, por su 11, habla en los vv. lOs -recogiendo el juraparte, se habrían arrancado los ojos por Pamento de Dios en Is 45, 23b LXX (A Sincorr Q)blo, si hubiera sido necesario. del homenaje universal, que comprende proskynesis y aclamación, y que en la consumat;ollbEVÉro exoudeneo tratar con despreción final se tributará a Cristo, el cual fue crucio* cificado y ha sido exaltado como Señor del En Mc 9, 12 dícese del Hijo del hombre mundo: todas las criaturas en el cielo, en la «que tendrá que padecer mucho y será destierra y en las regiones inferiores «confesarán con alabanzas: 'Señor es Jesucristo'» (v. 11) preciado». y de esta manera se unirán al clamor de adoración con que la comunidad confiesa ya ahot;Olll'tEVÉro (-óro) exoutheneo (-00) mera a Jesús como el -> X'ÚQLO¡; (Rom 10, 9; 1 nospreciar, despreciar, rechazar con desCor 12, 3). El trasfondo de este enunciado lo precio* constituye la expectación, atestiguada abunLc 18, 9; 23, 11; Hech 4, 11; Rom 14, 3. dantemente en el AT y en el judaísmo antiguo, 10; 1 Cor 1, 28; 6, 4; 16, 11; 2 Cor 10,10; Gál de un homenaje escatológico universal rendi4, 14; 1 Tes 5, 20; Mc 9, 12 v.l. do a Yahvé, el Rey del mundo (cf. Hofius, 41ss). - La interpretación, muy difundida, que E;olloí,a, a;, i¡ exousia libertad; capacive en 2, lOs una descripción de la sujeción de dad, poder; autoridad los poderes hostiles a Dios y de la aclamación 1. Aparición y significados del ~érmin,o en el N! efectuada por los mismos -como un acto que 2. a) La Eso'Uola de Dios - b) La ESo'UoLa de Jesus debe entenderse en sentido estrictamente juríc) La Eso'Uola de la comunidad - d) Pode~es supratedico- es una opinión difícil de sostener (cf. rrenos - e) Autoridad de mando - f) DOmllllO - 3. Rom Hofius, 18ss). 13 - 4. 1 Cor 11, 10. o. Hofius Bibl.: P. Amiet, Exousia im NT: IKZ 61 (1971) 233-

E;ÓV exon posible, permitido Participio de

->

eSw't'lv.

242· Betz-Blindinger-Coenen, Poder, en DTNT III, 385~399 (bibl.); W. Foerster, ESW'UV ¡{'tA., en T~WNT II, 557-572 (bibl.); W. Grundmann, Der Begriff der Kraft in der neutestamentlichen Gedankenwelt (BWANT

1447

EsO'uoLa

1448 1449

4, 8), Stuttgart 1932; J. Lange, Das Erscheinen des Auferstandenen im Evangelium nach Matthiius (FzB 11), Würzburg 1973; K. Prümm, Diakonia Pneumatos. Der 2. Korintherbrief als Zugang zur apostolischen Botschaft 11, Roma 1962, capítulo 8, excursus III y IV; H. Schlier, Miichte und Gewalten im NT (Quaestiones Disputatae 3), Freiburg i. Br. 31983. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1080s. Sobre Rom 13: M. Borg, A New Contextfor Romans X[Jl: NTS 19 (1972-1973) 205-218; U. Duchrow, Christenheit und Weltverantwortung. Traditionsgeschichtliche und systematische Struktur der Zweireichelehre, Stuttgart 1970; Friedrich-Pi.ihlmann-Stuhlmacher, Zur historischen Situation und lntention von Rom 13, 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166 (bibl.); E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen 1973 (bibl.); F. Neugebauer, Zur Auslegung von Rom 13, 1-7: KuD 8 (1962) 151-172; A. Strobel, Zum Verstiindnis von Rm 13: ZNW 47 (1956) 67-93. Sobre 1 Cor 11, JO: G. Dautzenberg, Urchristliche Prophetie, Stuttgart 1975, 265-269; A. Feuillet, La signe de puissance sur la tete de la femme: NRTh 95 (1973) 945-954; J. A. Fitzmyer, A feature oI Qumran Angelology and the Angels of 1 Cor Xl, JO: NTS 4 (1957-1958) 48-58; M. D. Hooker, Authority on Her Head: NTS 10 (1963-1964) 410-416; A. Jaubert, Le Voile des femmes (1 Cor XI.2-16): NTS 18 (19711972) 419-430.

1. ESO'UOLa aparece tanto en el griego profano como en la LXX, aunque en ésta con una frecuencia notablemente menor que el término afín ()'ÍJva(.w; (unos 50 testimonios frente a unos 400 de Mva(..u~; para el deslinde entre ambos términos cf. infra). En la LXX ESO'UOLa traduce en la mayoría de los casos el término hebreo memsalá. Es verdad que ESO'UOLa puede significar en la LXX «la ilimitada soberanía de Dios». Pero este significado hay que deducirlo del contexto, porque no es inherente, ni mucho menos, al término mismo (Foerster, 561). ESo'UoLa aparece 102 veces en el NT, con la mayor frecuencia en el Apocalipsis (21 veces) yen el evangelio de Lucas (16 veces). El término abarca un amplio campo de significados, que se extiende desde el concepto de (pleno) poder hasta la designación de los «funcionarios del reino espiritual» (Bauer, Worterbuch, s. v. 4c~) y con unos matices que no siempre pueden expresarse y traducirse exactamente; sobre todo es fluida la transición entre los tres primeros significados indicados por Bauer (Worterbuch, s. v.): 1. liber-

tad, derecho; 2. capacidad, poder; 3. autoridad, potestad. Estos significados tienen lindes fluidas, porque derecho y potestad pueden confluir el uno en el otro, y la potestad presupone el poder / la capacidad (cf., por ejemplo, Hech 8, 19 Y numerosos testimonios en el Apocalipsis), y porque la potestad contiene en sí misma la capacidad. ESo'UoLa se relaciona en concreto con las siguientes entidades: Dios, Jesús / el Hijo del hombre, los discípulos / la comunidad, los hombres, Satanás; pero se usa también en sentido abstracto para referirse a poderes terrenos y supraterrenos. 2. a) El poder de Dios, que adopta la decisión escatológica sobre el hombre, está por encima de cualquier otro poder (Lc 12,5). No hay apelación a una norma superior en contra de las decisiones jurídicas adoptadas por Dios, de tal manera que el derecho de Dios y su libertad creadora se comparan con el poder del alfarero, que es capaz de formar con el barro lo que él quiera (Rom 9, 21). Esta perfección del poder divino no sólo se afirma con argumentos, sino que además se confiesa doxológicamente (Jds 25). Ahora bien, Dios hace que su Hijo participe de su autoridad y, así, le ha concedido el poder para juzgar (Jn 5, 27; tal podría ser también el sentido de Jn 17, 2, cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 214s), y a la comunidad le ha dado en Jesús la autoridad para perdonar pecados (Mt 9,8). Contra la expectación demasiado tensa de la parusía, Lucas señala que la autoridad de Dios es .la única que determina el tiempo de la parusía (Hech 1, 7). b) La vida de Jesús está determinada de muchas maneras por la ESo'UoLa. Sus enseñanzas se diferencian de las de los escribas por el poder que de ellas dimana, cosa que Marcos afirma, pero que Mateo prueba con ayuda del Sermón de la Montaña (Mt 7, 29 par.; Mc 1,27), porque la ESo'UoLa de Jesús se demuestra para Mateo, entre otras cosas, en que «Jesús reconoce y da plena vigencia a la voluntad de Dios depositada en la Torá» (Lan-

EsouoLa

ge, 32). Los adversarios de Jesús le preguntan qué derecho (autoridad) tiene él para perdonar pecados, cosa que en el judaísmo estaba reservada para Dios (Mt 9, 6 par.), y qué derecho tiene él para purificar el templo (Mt 21, 23s par.; 21, 27 par.). Jesús hace partícipes a sus discípulos de su poder para expulsar demonios (Mc 3, 15; 6, 7 par.). El Jesús joánico tiene el poder y la libertad para dar su vida y para recobrarla (Jn 10, 18), pero experimenta también en su propio cuerpo el poder estatal (Jn 19, lOs), aunque no sin mencionar que ese poder ha sido conferido por Dios, lo cual -por lo demás-, según Lc 4, 6, se aplica incluso al diablo. A Jesús, como el Resucitado que es, se la ha concedido finalmente el más extenso poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 18; cf. también Ap 12, 10), lo cual quiere decir que «se le ha confiado el eschaton, en el cual la salvación y el juicio del mundo se deciden en Jesús» (Lange, 166s). Una peculiaridad del lenguaje de Lucas consiste en mencionar juntas, varias veces, ESo'UoLa y Mva(..u~ (4, 36; 9, 1; cf. también 10, 9). Con ello difícilmente habrá sido la intención de Lucas poner el poder de Jesús (y de los discípulos) en especial relación con el :n:vEií¡..¡.a (así piensa H. Schürmann, Lukas I [HThK], 246 nota 177; 500), porque ambos términos «son empleados por Lucas de manera prácticamente sinónima» (cf. H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 254ss). Que la diferencia entre ESo'UoLa y el tema D'Uva- no debe acentuarse con demasiada intensidad, lo vemos también por Lc 12,5 y Rom 9, 21s. Eso'UoLa se aplica al Jesús terreno para realzar su superioridad sobre los demonios y sobre los escribas, y su participación en el poder de Dios. Se aplica al Resucitado para realzar su extensa posición de poder. Pero no podemos afirmar que, desde un principio, y sobre el trasfondo del uso que se hace de este término en los LXX, sea inherente a la Eso'UoLa, empleada en relación con Jesús, el carácter del poder divino (como piensa Foerster, 566; cf. Bultmann, Das Evangelium des

1450

Johannes 1o [KEK], 36 nota 1). Tampoco la autoridad de Jesús se caracteriza normalmente como algo que le haya sido trasferido (por Dios); pero cf., desde luego, Mt 28, 18 Y Jn 5,27. c) El derecho y el poder de los discípulos aparecen en contextos muy diversos: así, en la imagen del poder (capacidad) milagroso de pisar serpientes y escorpiones y de prevalecer sobre el poder del enemigo (Lc 10, 19),se destaca gráficamente «la sujeción a que han sido sometidos los poderes astutos y peligrosos del maligno» (G. Baumbach, Das Verstiindnis des Basen, Berlin 1963, 181). Vuelve a ser enteramente distinta la perspectiva que se obtiene en Jn 1, 12, donde los creyentes «reciben del Lagos la real capacitación para ser hijos de Dios» (R. Schnackenburg, El evangelio según San Juan 1, 279). En Hech 8, 19 se menciona la autoridad/capacidad de los discípulos para conferir el Espíritu, mientras que en 9, 14; 26, 10.12 se piensa en los plenos poderes concedidos a Pablo por los principales sacerdotes para arrestar a los apóstatas judíos. El derecho apostólico a vivir del evangelio y a llevar consigo a la esposa en los viajes de misión, se menciona en 1 Cor 9,4-6.12.18; 2 Tes 3, 9. Es una autoridad (plena) concedida por el Señor a los apóstoles para la edificación de la Iglesia (2 Cor 10, 8; 12, 10). Aun- . que Pablo señala expresamente en este último pasaje que él, en caso necesario, va a aplicar medidas severas, y se presupone aquí, por tanto, el derecho a aplicarlas, sin embargo Prümm exagera cuando acentúa «que este testimonio es suficiente en sí mismo para demostrar que el ministerio de jurisdicción en la Iglesia, al nivel más alto de los derechos que ejerce, prescindiendo del primado, es una institución ordenada por Dios» (139). La libertad cristiana, que encuentra sus límites en la consideración que hay que tener con los semejantes (1 Cor 8, 9), y la libertad de la voluntad (1 Cor 7, 37) se designan, ambas, con el nombre de ESo'UoLa. En los mencionados pasajes, el contexto acentúa que la ESo'UoLa fue conferida a los discípulos, y que

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fsoVOLa

éstos, por consiguiente, no la poseen por su propio derecho, sino que la han recibido de los derechos de Dios y de Jesús, y deben aplicarla en consecuencia con ello. d) El uso que el NT hace de Eso'UoLa para aplicarla a poderes supraterrenos es novedad, es decir, no se halla atestiguado ni en la LXX ni en el helenismo (pero cf., desde luego, 2 Mac 3, 24 y, a propósito, Foerster, 562, 2ss). En esta manera de hablar, no siempre se sabe con toda claridad, y por tanto se discute entre los comentaristas, si las ESO'UOLaL que se mencionan principalmente en las cartas paulinas (a menudo juntamente con las aQxaL) son poderes de naturaleza supraterrena (Ef 1, 21; 6, 12; 1 Cor 15, 24; Col 1, 16; 2, 15; 1 Pe 3, 22; cf. también Ef 2, 2) y si deben considerarse como hostiles a Dios en todos los casos, o si en algunos pasajes (por ejemplo, Ef 3, 10 y Col 2, 10) se habla también de poderes (angélicos) buenos enviados por Dios (cf. Schlier, 14 nota 13; Foerster, 569s). Esta cuestión es, seguramente, de importancia secundaria, porque el acento del enunciado recae sobre ellugar que ocupa el Exaltado por encima de todos los poderes (cf. Neugebauer, 169s). e) La autoridad de mando de un gobernante se designa con el nombre de Eso'UoLa en Mt 8, 9 par.; Lc 19, 17; 20, 20; Ap 17, 12. f) En Lc 4, 6 y 23, 7 Eso'UoLa significa los dominios (de Herodes). En Col 1, 13 (cf. también Hech 26, 18) este significado se aplica a Satanás. En Ef 2, 2 la expresión 'tav aQxov'ta 'tfj¡; Eso'UoLa¡; 'tOu aÉQo¡; se refiere «al soberano en el ámbito de poder del aire» (así lo entiende J. Gni1ka, Der Brief an die Epheser [HThK], sub loco).

3. O. Cullmann sugirió que las ESO'UOLaL ÚJtfQÉXO'UOaL tienen un doble significado en Rom 13, 1: aquí no sólo se piensa en el Estado sino también en «invisibles poderes angélicos y autoridades» (Der Staat im NT, Tübingen '1961,48), Y se entiende que el Estado es el órgano ejecutivo de esos poderes invisibles. Strobel y Neugebauer se han opuesto a

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esta opinión y 10 han hecho con razones de peso (véanse principalmente las diferencias de lenguaje entre Pablo y las deuteropaulinas, y cf. la referencia que Strobel hace a que sólo uno de los pasajes aducidos como prueba es paulina en el pleno sentido de la palabra). Por tanto, habrá que partir de que en Rom 13, 1-7 se hace mención únicamente a poderes terrenos. Pero ¿a qué poderes se refiere el texto? En contra de la opinión muy difundida, y que en parte se acepta incluso sin discusión alguna, no se habla sencilla y llanamente del Estado, sino más bien del Estado en sus diversas manifestaciones o en las diversas funciones que se ejercen, como se ve claramente por los plurales ESO'UOLaL y aQxov'tf¡;. Cuando Eso'UoLa aparece en singular en Rom 13, 1b, no es porque se hable del Estado, sino porque -según Pablo- todas las funciones del ejercicio del poder se derivan únicamente de Dios. La caracterización concreta de esos poderes como ÚJtfQÉXO'UOaL difícilmente se podría referir a ellos como meros regentes (así G. Delling, en ThWNT VIII, 525), sino más bien al carácter superior de quienes ejercen tal función (cf. Strobel, 79). En los debates de los últimos años se ha discutido principalmente hasta qué punto Rom 13, 1-7 es un texto específicamente cristiano, y hasta qué punto ese texto se encontraba ya plasmado previamente en la tradición judía. Principalmente Neugebauer y, siguiéndole a él, Duchrow se· han opuesto a la opinión, frecuentemente expuesta (los testimonios en Kasemann, 339), de que la idea de la sumisión incondicional a los poderes es un lugar común judío (helenístico) muy difundido, aunque los citados autores confiesan «que el concepto -como tal- del poder dado por Dios, aparte de su aplicación concreta a los gobernantes o a los gobernados, podría haberlo hallado Pablo previamente en el judaísmo helenístico» (Duchrow, 155; cf. Neugebauer, 158). - Esta idea de que la base para la parenesis, pero no la parenesis misma, se encontraba ya presente en la tradición judía (cf., en todo caso, Eclo 4, 27 TM) habrá de ser tenida en cuenta, incluso para el debate acerca de la primera 'cuestión, para cuya respuesta se recurre en la mayoría de los casos al contexto (cf. finalmente Friedrich-P6hlmann-Stuhlmacher, 148ss).

fsoVOLa -

4. Hasta ahora no se ha encontrado seguramente una solución satisfactoria al difícil pasaje de 1 Cor 11, 10 y a la pregunta de por qué se emplea en él el término ESo'UoLa. La dificultad consiste, en primer lugar, en que el argumento de 11, 4-9, que se resume en el v. 10, no es concluyente (d. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 222). Y, en segundo lugar, en que en el resumen mismo -¿precisamente por no ser concluyente lo que se ha dicho con anterioridad? Cf. el v. 16- vuelve a introducirse un nuevo elemento de prueba: por causa de los ángeles (d., a propósito, Fitzmyer, 49s). Aunque la idea de que hay ángeles presentes en el culto está atestiguada en Qumrán (1 QSa 2,3-11), difícilmente se podrán aceptar los argumentos en favor de la tesis de que se trataría, en todo caso, de ángeles buenos sumisos a Dios. Sobre el argumento que se basa en la existencia del artículo en ayyÉAOVr;, d. Braun, Qumran 1, 194. La afirmación de Hooker de que en ninguna parte del NT hay ángeles malos, y de que éstos no encajarían en el contexto del culto cristiano, sería en su primera parte un error (cf. Braun, Qumran 1) y, en su segunda parte, dejaría de ver que la referencia a los ángeles, en toda interpretación, va más allá del contexto. Puesto que está atestiguado el efecto apotropaico, o -al menos- el efecto mágic? y protector de tener cubierta la cabeza (bSab 156b, cf. Billerbeck 11, 403s), merece quizás que demos la preferencia a la comprensión que permanece dentro del sentido literal de Eso'UoLa y que entiende este término como «tener sobre la cabeza poder/fuerza»: una interpretación simbólica del velo. 1. Broer

E!;oU(Juí~ro exousiazo tener poder (para algo, o: sobre alguien)* Bibl.: W. Foerster, Esw'nv x'tA., en ThWNT n, 557572; E. Kahler, Die Frau in den paulinischen Briefen, Zürich 1960 (bibL); Ch. Maurer, Ehe und Unzucht nach 1 Korinther 6, 12-7, 7: WuD 6 (1959) 159-160; W. Schrage, Zur Frontstellung der paulinischen Ehebewertung in 1 Kor 7, 1-7: ZNW 67 (1976) 214-234 (bibL). Más bibliografía en -Jo Esouola.

Este verbo, derivado de ESo'UoLa, aparece sólo 4 veces en el NT (el compuesto xm;fS-

fsov(JLá~úJ

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o'U<JLá~ú) 2 veces) y significa «tener ESO'UOLa», con todos los significados posibles que -+ ESo'UoLa abarca, especialmente: tener la capacidad, el derecho, el permiso (para actuar). En 1 Cor 7, 4 es digna de tenerse en cuenta la construcción de la sentencia en forma de quiasmo, con las negaciones precediendo a los verbos. La autoridad para disponer de su propio cuerpo, que propiamente le corresponde al ser humano, se niega a los cónyuges (aparece dos veces: oux ESO'UOLá~fL) -j 1 Cor 7 parte enteramente de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer!-. Con ello podría expresarse también el aspecto de la consideración mutua, enunciado en el v. 5. El hecho de que aquí no se manifiesten las reservas del apóstol con respecto al matrimonio, está relacionado con la clara mención de las mismas en el contexto -cf. 7, 7ss y posiblemente 7, 1, si es que en estas palabras no hay una cita de los adversarios de Pablo en Corinto (así piensa, por ejemplo, H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 139 nota 10)- Y con la circunstancia de que en 7, 3ss no sólo se piensa en las personas ya casadas en el momento actual, sino también en las que van a casarse (para el estudio de este tema consúltese Schrage, 229 nota 68). (Sobre la peculiaridad del hecho, considerado desde el punto de vista de la historia de las religiones, de que la mujer tenga a su disposición el cuerpo del hombre, cf. Schrage, 231 nota 68.) En este pasaje no puede decidirse si Pablo argumenta aquí contra la continencia sexual por principio (como piensa Schrage, 217) o contra la proclamación de opiniones libertinas acerca de las relaciones sexuales (como piensa Maurer, 160). Lo cierto, en todo caso, es que el apóstol rechaza el eslogan de los corintios (7, 1) -pensado unilateralmente desde el punto de vista del varón- y lo hace de manera que casi parece moderna.

Con el eslogan libertino «Todo me está permitido», citado por Pablo en 1 Cor 6, 12, Y que se hallaba influido también por ideas gnósticas, según vemos en 1 Cor 7, 1 (cf. E.

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1455 Güttgemanns, Der leidende Apostel und sein Herr, Gotingen 1966, 226ss [bibl.]), otros círculos corintios (distintos de los citados en 7, 1) justifican la fornicación y la participación en los banquetes cultuales paganos (cf. 6, 13). Pablo recoge (verbalmente) ese eslogan, pero lo pulveriza inmediatamente con las limitaciones que señala a continuación. La libertad que todo lo permite, corre peligro de dejarse dominar por «algo». Entonces se pierde la libertad y se convierte en esclavitud. Por eso, la libertad tiene que regirse por «lo que conviene» (a'U¡.¡,cpÉQov) o por «lo que edifica» (ohwc>o¡'¡'Elv) (cf. 10,23). Aunque el eslogan de los corintios acerca de la libertad, considerado formalmente, se ajusta no sólo a las ideas cínicas y estoicas sino también a las gnósticas, sin embargo la coexistencia de círculos libertinos y ascéticos en la comunidad de Corinto señala la intensísima influencia que la gnosis había ejercido en esa comunidad (así lo afirmamos con Schrage 217ss, en contra de Schmithals, Die Gnosis in Korinth, Gottingen 31969, 366s). Finalmente, en Lc 22, 25 -un pasaje cuya asignación a una tradición peculiar, y a pesar de lo que se opina generalmente, necesita ser revisada, teniendo en cuenta por de pronto lo que se dice en el v. 24- el participio OL eso'Ualál;ov'tE~ (como sucede varias veces en Eclesiastés LXX) debe entenderse sustantivadamente y traducirse por los que ejercen el poder. 1. Broer

t!;Oxít, i1~, 'ÍJ exoche preferencia, excelencia* xu't' esoXtlv, por excelencia (Estrabón 1,2, 10; Filón, AH 1, 106; SIG 810, 16 [55 p.C.]). Hech 25, 23: aVC>QE~ OL xu't' eSOXT]v 'tfi~ Jtóf..EW~, «los hombres más notables de la ciudad». t;\l3tví,~ro exypnizodespertar*

Jn 11, 11 en sentido metafórico: «Voy a despertarle (a Lázaro)>> (cf. Job 14, 12 LXX, donde se habla del «despertar» de un muerto).

E!;"3tVO~,

2 exypnos despertado, despierto* Hech 16, 27: ES'UJtvo~ yEVÓ¡'¡'EVO~, «cuando él (el carcelero) se despertó».

E!;ro exo (adv., preposición impropia) afuera, fuera - fuera de* 1. Distribución y uso en el NT - 2. En respuesta a la pregunta «¿adónde?» - a) Como adverbio - b) Como preposición impropia - 3. En respuesta a la pregunta «¿dónde?» - a) Como adverbio - b) Como preposición impropia - 4. Uso atributivo - 5. Sustantivado (OL ESW).

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v; J. Behm, EXW, en ThWNT n, 572s; BlaB-Debrunner § 103, 184, 266; Liddell-Scott, s. v.; Mayser, Grammatik n, 531s; Preisigke, Worterbuch mit Supplement, s. v.; Schwyzer, Grammatik n, § 463, 538s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1081.

1. !!!;w como adverbio y como preposición impropia es un vocablo que se halla atestiguado en la literatura griega desde Homero, y en los documentos en papiro desde el siglo III a.e. La LXX lo emplea en las dos funciones. En el NT aparece 63 veces (aparece, además, como v.l. en Lc 8, 54; 24, 50; Hech 5, 23b; Ap 11, 2; 14, 20). !!!;w usado atributivamente se encuentra en los evangelios yen Hechos únicamente en Hech 26, 11, en sentido sustantivado (--> 5) únicamente en Mc 4, 11. Por el contrario, !!!;w, como adverbio de lugar o como preposición, fuera de los evangelios y de Hechos, se emplea únicamente en Hebreos, 1 Juan y Apocalipsis.

2. a) ESw como adverbio, en respuesta a la pregunta «¿adónde?», aparece ordinariamente después de los verbos ~áf..f..HV, «arrojar», ayHv «conducir», EQXEa{}m, «venir» y sus compuestos (Mc 14, 68; Mt 5, 13 / Lc 14, 35; Mt 13,48; 26, 75 / Lc 22, 62; Lc 8, 54 v.l.; Lc 13, 28; 24, 50 v.l.; Jn 6, 37; 9, 34s; 11, 43 [aquí en la frase elíptica C>EUQO ESw hay que suplir un «ven»]; 12,31; 15,6; 18,29; 19, 4.5.13; Hech 9, 40; 16,30; 1 Jn 4, 18; Ap 3, 12; 11, 2). En todos estos pasajes ESw puede traducirse por afuera. En Hech 5, 34 la expresión ESw JtOlfiam significa «conducir afuera». b) Con genitivo ESw responde a la pregunta «¿adónde?» (de manera parecida a como

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hemos visto en --> 2.a), después de verbos de movimiento, y entonces el punto de partida se indica por medio del genitivo-ablativo; en todos los pasajes es posible la traducción afuera de: Mc 5, 10; 8, 23; 11, 19; 12, 8/ Mt 21, 39 /Lc 20,15; Mt 10,14 v.l.; 21,17; Lc 4,29; Hech 4,15; 7, 58; 14, 19; 16, 13; 21, 5.30. 3. a) ESW se usa como adverbio en respuesta a la pregunta «¿dónde?», con el sentido de fuera, allá fuera (es sinónimo de --> ESw{}Ev) en Mc 1,45; 3, 31s / Mt 12, 46s / Lc 8, 20; Mc 11,4; Mt 26, 69; Lc 1, 10; 13,25; Jn 18, 16; 20, 11; Hech 5, 23 v.l.; Ap 22, 15. b) Como preposición impropia que rige genitivo, ESw (sinónimo de --> Esw{}Ev) aparece en Lc 13, 33: <1uera de Jerusalén», y en Heb 13,11.12.13; Ap 14,20 v.l. 4. ESw aparece en posición atributiva en Hech 26, 11: «hasta en las ciudades extranjeras (= no judías)>>, yen 2 Cor 4, 16: «nuestro hombre exterior», es decir, el hombre como ser terreno y perecedero, en contraste con el hombre interior, que es renovado (sobre el uso atributivo cf. ÁgU IV, 114: ev 'tOL~ ESw 'tÓJtOl~, y también Polibio V 63, 8). 5. OL ESw (sinónimo de OL ESW{}EV, 1 Tim 3, 7), literalmente: «los que se encuentran juera», significa en Mc 4, 11 la masa de gente que no pertenece al número de los discípulos; en 1 Cor 5, 12s; Col 4, 5; 1 Tes 4, 12, los no cristianos; desde el punto de vista de los destinatarios, probablemente los paganos. R. PeppermüHer

E!;roilEV exothen

(adv. de lugar) de afuera,

fuera* 3 Mt ~3: 27.28; Mc 7, 18; 2 Cor 7, 15; 1 Pe 3, (adJetIvo). Como adverbio sustantivado y c~n artículo: OL Esw{}Ev, los de fuera, en 1 Tlm 3, 7 (--> ESw); 't0 E{}W{}Ev, lo exterior en ~t 23, 25 par. Lc 11, 39.40. Seguido de g~ni­ bvo en Mc 7, 15; Ap 11, 2a; 14, 20. En el sen-

tido de afuera, en Ap 11, 2b: «¡échalo afuera! (con el significado de: ¡déjalo aparte!)>>.

t!;roiliro exotheo echar fuera,

expulsar* En Hech 7, 45 dícese de los pueblos «a los que Dios expulsó de delante de nuestros padres» (es decir, al hacer ellos acto de presencia). En 27, 39, como término técnico de la navegación: lanzar la nave hacia la playa, hacerla encallar.

t!;ro'tEQO~, 3 exoteros de afuera, situado afuera* Adjetivo que expresa una intensificación del sentido del adverbio ESw (BlaB-Debrunner § 62, 3). Tiene sentido superlativo en: 't0 axó'tO~ 't0 es<Í:J'tEQOV, «las tinieblas de lo más afuera» (Mt 8, 12; 22, 13; 25, 30).

EOlxa eoika

ser como, ser semejante a* Perfecto segundo con sentido de presente (de dxw), seguido de dativo: Sant 1,6 (semejante a la ola del mar); 1,23 (a un hombre).

iOQ'tá~ro heortazo celebrar una fiesta* Dícese de la fiesta de la pascua como imagen de la vida del cristiano en 1 Cor 5, 8: «¡celebremos lafiesta!» (cf. Filón, Sacr 111).

iOQ'tt], i1~, 'ÍJ

heorte fiesta*

Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.v.; BlaB-Debrunner § 200; Liddell-Scott, s.v.; PGL, s.v.; Preisigke, Worterbuch mit Supplement, s. v.

1. eOQ'tlÍ es un término atestiguado en la literatura griega desde Homero, y en los documentos en papiro desde el siglo III a.C. Aparece frecuentemente en la LXX con el significado de fiesta, día festivo. En el NT eOQ'tlÍ aparece 25 veces (y, además, en Lc 23, 17; Hech 18,21 como v.l.). 2. a) En todos los pasajes de los sinópticos (Mc 14,2 par. Mt 26,5; Mc 15,6 par. Mt 27, 15; Lc 2, 41s; 22,1; 23,17 v.l.) así comO también en Jn 2,23; 4, 45; 6, 4; 11,56; 12, 12.20;

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ÉOQ'tT] - brayyEA.La

13, 1.29 ÉOQ'tT] designa la fiesta de la pascua (con la determinación ulterior: ÉOQ't~ 'toi) :7t áo Xa en Lc 2, 41; Jn 13, 1; ~ ÉOQ't~ 'twv a~'Ú¡.twv ~ AEYO¡.tÉVl] :7táoxa en Lc 22, 1; cf. ya Ex 23, 15; 34, 18.25; Ez 45,21 LXX). En Hech 18,21 v.l. Pablo dice que él celebrará la próxima fiesta en Jerusalén; habrá que entender también aquí ÉOQ'tT] en el sentido de la fiesta de la pascua. b) Por el contrario, en Jn 7, 2.8.10s.14.37 se entiende clarísimamente por ÉOQ'tT] la Fiesta de los tabernáculos (oXl]vo:7tl]yLa; cf. Dt 31, 10 LXX; Zac 14, 16.18.19 LXX; 3 Esd 5, 51; 1 Mac 10,34). c) En Jn 5, 1 no podemos determinar concretamente qué quiere decirse con ÉOQ't~ 'tWV 'Io1JcaLwv (por esta razón hay adiciones en numerosos manuscritos: el artículo ~ hace referencia seguramente a la fiesta de los judíos, es decir, a la fiesta de la Pascua; y lo mismo se diga de la adición de A: 'tWV a~'Ú¡.twv. En cambio, el códice minúsculo 131 completa: ~ OXl]vo:7tl]yLa) . d) En Col 2, 16, fV ¡.tÉQEl ÉOQ'tij<;, «en cuanto a una fiesta», ÉOQ'tT] se usa en el sentido general de fiesta (la yuxtaposición de ÉOQ'tT], vfO¡.tl]vLa y oá~pa'ta se encuentra ya en 1 Crón 23, 31; Os 2, 11 LXX). Habrá que traducir entonces: «Por tanto, nadie os juzgue con respecto a comida y bebida o en cuanto a día de fiesta o novilunio o sábado». e) Con preposiciones: fV 'tñ ÉOQ'tñ (Mc 14,2 par. Mt 26,5; Jn 2, 23; 4, 45; 7,11; 12, 20, el simple dativo únicamente en Lc 2, 41) responde a la pregunta «¿cuándo?», haciendo una indicación de tiempo «en sábado» (cf. BlaE-Debrunner § 200). - xa'tu ÉOQ'tT]V (Mc 15, 6 par. Mt 27, 15; Lc 23, 17 v.l.) es una referencia general: «en cada fiesta» (cf. BlaEDebrunner § 224, 3). - :7tQo 'tij<; ÉOQ'tij<; (Jn 13, 1), «antes de la fiesta». - eL<; 't~v ÉOQ'tT]V (Jn 4, 45; 7, 8.10; 11,56; 12, 12) indica dirección: «a la fiesta», en respuesta a la pregunta «¿adónde?»; por el contrario, en Jn 13,29, esta expresión significa: «para lafiesta». R. Peppermüller

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E3tuyyd"í,u, u;, la epaggelia promesa btayyÉAAo¡.tm epaggellomai prometer, hacer profesión de btáYYEAf-la, a'to<;, 'tó epaggelma promesa* 1. Aparición del grupo de palabras en el NT 2. Contenidos semánticos - 3. Campo referencial - 4. Pablo - 5. Hebreos - 6. Otros escritos - 7. Elto.yyEA[lU. Bibl.: K. Berger, Abraham in den paulinisehen Hauptbriefen: MThZ 17 (1966) 47-89; R. Bultmann, Ursprung und Sinn der Typologie als hermeneutiseher Methode, en Id., Exegetiea, Tübingen 1967,369-380; J. Eckert, Die urehristliehe Verkündigung im Streit zwisehen Paulus und seinen Gegnern na eh dem Gal (BU 6), München 1971,79-86; L. Goppelt, Typos. Die typologisehe Deutung des AT im Neuen, Darmstadt 1969, 163-182 (además el complemento Apokaliptik und Typologie bei Paulus, 259-299): E. GraSer, Der Glaube im Hebraer, Marburg 1965; S. H. Hooke, Promise and Fulfilment, Edinburgh 1963; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus. Ein Beitrag zum Werden del' paulinisehen Theologie (FRLANT 119), Gottingen 1977, 16-21,44-53; G. Klein, Rom 4 und die Idee del' Heilsgesehiehte: EvTh 23 (1963) 424-447; S. Loersch, VerheijJung, en LThK X, 706; O. Michel, Del' Brief an die Hebraer (KEK), Gottingen '1966, 192s (excursus); C. Rose, Verheissung und Erfüllung. Zum Verstandnis der EltUyyEA.lU im Hebraerbrief: BZ 33 (1989) 60-80, 178-191; F. J. Schierse, VerheijJung und Heilsvollendung, München 1955; J. Schniewind-G. Friedrich, EltUyyÉAAW X"tf..., en ThWNT n, 573-583; S. K. Williams, Promise in Galatians. A Reading of Paul's Reading of Seripture: JBL 107 (1988) 709-720. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1081.

1. Los tres términos aparecen principalmente en la literatura epistolar del NT. En total, f.:7tayyEALa aparece 52 veces, f.:7tayyÉAAo¡.tm 15 veces, y f.:7táyyEA¡.ta 2 veces (tan sólo en la Carta segunda de Pedro). Mientras que los sinópticos presentan raras veces el grupo de palabras (Marcos ofrece 1 vez el verbo; Lucas, 1 vez el verbo [en Hechos] y 9 veces el sustantivo f.:7tayyEALa [8 de ellas en Hechos]), el grupo de palabras es empleado preferentemente por Pablo (22 veces); pero también Hebreos atestigua f.:7tayyEALa y f.:7tayyÉAAo¡.tm con mucha frecuencia (en total, 18 veces). Es sorprendente la escasa aparición de los términos en la tradición sinóptica (en Mateo el grupo de palabras falta por completo) y en los escritos joánicos (aparece tan sólo 2 veces en 1 Juan). Es notable también la total

1461 ausencia del grupo de palabras en el Apocalipsis. 2. Los tres términos deben traducirse casi sin excepción por promesa o por prometer. En el griego profano, fJtayyEALa y f.:7tayyÉA.A.w son sinónimos de los demás vocablos formados con el tema aYYEA-, y significan anuncio y anunciar (cf. Liddell-Scott, s.v.). Cuando la LXX emplea el grupo de palabras, lo hacen para traducir con ellas diversos vocablos hebreos. Conserva más que nada el sentido inespecífico de los términos, lo mismo que el griego profano. Tan sólo en el judaísmo se va formando el sentido de promesa de salvación, un sentido que luego es determinante para la manera de hablar del NT (cf. 2 Mac 2, 17; SalSl 12, 8; TestJos 20, 1). Y, así, el ApBar [gr] en 57, 2 habla de la «promesa de la vida futura»; en 59, 2, de la «promesa de la recompensa». Pero estas promesas están vinculadas al cumplimiento de la ley. El grupo de palabras adquiere significado cristológico específico en relación con el origen y desarrollo de la idea del evangelio en Pablo: el ElJayyÉAALaV, como promesa de salvación, asocia en sí los conceptos teológicos de la palabra de la promesa y del bien prometido. 3. a) El que da la f.:7tayyEALa es siempre Dios (la única excepción es Hech 23, 21: los judíos que quieren matar a Pablo en el camino hacia el Sanedrín, aguardan el asentimiento del tribuno). De Dios parte la promesa; él es el garante de la promesa. Por tratarse de una fórmula ya firmemente acuñada y por la imposibilidad de suscitar equívocos, se omite a veces el genitivo de {}EÓ<;. Por otra parte, el genitivo subsiste, cuando se quiere realzar especialmente la persona de quien procede la promesa (cf. Rom 4,20; 2 Cor 1,20) o cuando el bien prometido es de particular importancia para el hombre: Heb 9, 15; 1 Tim 4, 8; 2 Pe 3, 4 Ypassim. Inversamente, para realzar ~l bien prometido, se añade el genitivo de e:7tayyeALa a fin de hacer una determinación más exacta (<
1462 4, 28; Rom 9, 8;Heb 11, 9 Y passim. Hallamos construcciones con preposición en Gál 3, 18b (Cl' f.:7tayyeALa<;); 4, 23 (ClU 'tij<; f.:7tayyEALa<;; es secundaria la variante textual que por asimilación aparece en 3, 18: Cl' f.:7taYYEALa<;); 3, 18a (f.S f.JtaYYEALa<;); Ef 6,2 (f.V fJtaYYEA.l<;t), además xa't' f.JtayyEALav en Gá13, 29 Y Hech 13,23 (cf. también 1 Tim 1, 1 Sin). b) Los destinatarios de las promesas son personas, casi siempre determinadas personas elegidas por Dios, en primer lugar Abrahán (Gál 3, 18; Rom 4, 13; Heb 6, 12 -7, 6; Hech 7, 17), luego Isaac y Jacob (Heb 11, 9), los padres (Rom 15, 8; Hech 26, 6s), Sara (Heb 11, 11), los profetas (Heb 11, 32s, en asociación con los «héroes» del AT), finalmente los israelitas (Rom 9, 4). Según Ef 2, 12, los gentiles estaban excluidos de la promesa. Los destinatarios mencionados -en el contexto de la idea de la promesa- son typoi y señalan hacia los cristianos, quienes como creyentes son los verdaderos receptores y portadores de la promesa: Gál 3, 22; 2 Cor 7, 1; Hech 2, 39. Pero, con ello, a la idea de la promesa se añade el pensamiento del cumplimiento: las promesas que se hicieron en el AT se interpretan como cumplidas (definitiva o provisionalmente) en el NT. Según Gál 3, 16, Cristo mismo es el receptor de la promesa. El es la verdadera «descendencia», es decir, la voz de la Escritura habla aquí haciendo referencia «al único» (f.cp' Évó<;); cf. F. MuEner, Der Brief an die Galather (HThK), 236-240. c) El contenido de la promesa es la salvación mesiánica, la cual se expresa con diversas imágenes tomadas del AT, principalmente en la Carta a los hebreos (11, 9, la tierra; 4, 1, el reposo; 6, 14s, la descendencia; 9, 15, la herencia eterna). A pesar de su estrecha vinculación con el AT, Hebreos refiere también las promesas de Dios a la salvación mesiánica, tal como ha amanecido en Jesucristo. 4. a) En Gál 3, 13-18 Pablo aprovecha la oportunidad para exponer que en Cristo la bendición de Abrahán ha llegado a los creyen-

1463

btayyeAla

tes, y que la ley no es capaz de anular la promesa que lleva en sí misma la herencia. En el contexto de lo que es el tema central para Pablo: «la ley y la fe» (3, 1-5, 12), él proclama un «programa» soteriológico: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley... » (3, 13), y de esta manera la promesa hecha originalmente, se realiza ahora en el Pneuma y se recibe en la fe (v. 14; la variante textual Ei/AOyLu en vez de bWYYEALu, en el v. 14b, es una asimilación posterior al v. 14a, cf. H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, 164, nota 67). Esta idea fundamental se desarrolla más en los vv. 16 (plural), 17.18 (dos veces), 21 (plural), 22 mediante el tema de la promesa hecha a Abrahán, y se concluye en 3, 29. Por medio de un ejemplo Pablo expone claramente este enunciado soteriológico (<
1464

tud de las obras de la ley (de manera distinta piensa la tradición rabínica, cf. Billerbeck I1I, 204-206), sino en virtud de la justicia que es porla fe: 4, 13.17. En contra de todas las apariencias (vv. 20s), Abrahán creyó y se convirtió de esta manera -como receptor de la promesa (Gén 15,7 Y 18, 18)- en el padre (v. 17) de todos los que creen en Aquel que fue entregado y fue resucitado por nuestra justificación (v. 25). JtUV'tL 'tI{> oJtÉQ¡.tU'tt (v. 16) se refiere aquí a todos «los que aspiran a alcanzar la promesa no en virtud de la sola ley (v. 14) sino en virtud de la fe de Abrahán» (V. Wilckens, Carta a los romanos 1, Salamanca 1989,332 [cita corregida por el traductor]). c) En un enunciado más sumario, Pablo recoge de nuevo en Rom 9 (cf. vv. 4.8.9) el tema de la promesa. Pablo ve el «misterio de Israel» (H. Schlier, Romerbrief [HThK], 228) en el hecho de que también los israelitas o los padres tienen las promesas (v. 4 en plural), pero en que tan sólo parte de ellos se hallan realmente en posesión de esas promesas de salvación. De nuevo se hace referencia al ejemplo de Abrahán para demostrar que no todos los israelitas pertenecen también realmente al Israel «espiritual». No es la descendencia natural, sino el hecho de «ser llamado» (v. 7b), el hecho de ser «considerado como descendiente» (v. 8b) lo que da acceso a la promesa y constituye al verdadero Israel. Gén 18, 10.14 es el presupuesto histórico del Aóyor; 'tfír; EJtuyyEALur; (v. 9), un presupuesto por el cual no queda limitada, ni mucho menos, la libertad de la voluntad de Dios en el sentido de una promesa sin restricciones hecha sólo para los judíos.

5. Heb 4, 1 habla de la promesa de entrar en el reposo de Dios. Pero -y ésta es una modificación de la idea de la promesa- el cumplimiento está todavía por venir. Puesto que la promesa no se ha realizado aún definitivamente, la comunidad debe preocuparse ,de que nadie se quede atrás (<<parezca haberse quedado atrás»). El autor se refiere al juicio hecho por Dios en Sal 94, 11 LXX (<<¡Como juré en mi ira, no entrarán en mi reposo!», cf. Dt 12, 9). Claro que la palabra del salmo no habla de

1465

EJtayyeAla

promesa (cf. Heb 3, 11, donde se cita de nuevo el texto, pero sin hacer referencia al tema de la «promesa»). Lo decisivo es lo que afirma el enunciado: la seguridad junto a Dios es algo que todavía está por realizarse. De esa EJtUyyEALu trata el autor. Como EUUyyÉAtOV es un ténnino que falta por completo en Hebreos, vemos que EJtUyyEALu adquiere el significado de «evangelio», el cual se describe más concretamente en 4, 2 como Aóyor; 'tfír; axofír;. Dios, como el EJtuyYEtAU¡.tEVOr; (6, 13; 10, 23; 11, 11) se revela a sí mismo en la palabra de la promesa, por la cual la comunidad es orientada hacia el futuro. Las promesas del AT se han cumplido en Cristo, pero no todavía en los creyentes. Mientras que se dice de las personas del antiguo pacto: «Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar las promesas ... » (11, 13), la fe de los cristianos es «expectación confiada de lo que se espera» (cf. GraBer, 126-136). Lo que Abrahán, Isaac y Jacob recibieron como promesa (11, 8.9), quedó últimamente sin cumplirse. Y lo mismo hay que decir de los demás testigos innumerables de la historia del AT (11, 11.38): tampoco a ellos les fue dado ver el cumplimiento (v. 39). Porque tenían que llegar primero los creyentes del nuevo pacto: 11, 39s. Es verdad q?e ~ los testigos del AT «no se les niega en nmgun caso un reconocimiento con alabanzas» (H. Strathmann, Der Brief an die Hebriier [NTD], 146), pero por consideración con los que creen en Cristo se demoró el cumplimiento. 6. Es notable en las Pastorales la asociac~ón entre EJtuyyeALu y ~ú)~. La conducta

piadosa es lo único que es útil, porque tiene la de la vida actual y de la futura (l Tim 4, 8). De manera parecida se presenta «Pablo» a sí mismo en el praescriptum de la Carta segunda a Timoteo: El es «apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios según la promesa de vida en Cristo Jesús» (l, 1). Aunrque . la promesa, en cuanto a su contenido ' se imita de manera más general a la «vida eterna», si~ embargo esa promesa sigue siendo determmante para la vida actual y la vida fup~omesa

1466

tura dela comunidad. Porque también aquí es Dios el garante de la promesa: Tit 1, 2. Mientras que en 2 Pe 2, 19 el verbo tiene el sentido general de prometer (los falsos maestros prometen libertad, pero en realidad seducen,para el desenfreno), vem,os que EJtUyyeAtu aparece en 3, 1-13 en su pleno sentido teológico. Los burlones preguntan: «¿Dónde está la promesa de su venida?» (3, 4). No se ha cumplido el anuncio de la pronta parusía. La EJtUyyEALu está desligada aquí de la corriente de tradición del AT. La comunidad, desde Cristo, ha desarrollado una nueva comprensión de la promesa. Ahora ésta se halla plenamente asociada con el anuncio que la Iglesia primitiva hace de la parusía, con la demora de la parusía y con los que se burlan de ella (cf. K. H. Schelkle, Der erste und der zweite Petrusbrief [HThK], 224s y 227). La comunidad responde a los que se burlan: «El Señor no tarda en cumplir su promesa» (3, 9). Dios cumple su palabra; no retira su promesa. 7. En el griego profano, el término -relativamente raro- EJtuyyeA¡.tu significa promesa, confesión (cf. Liddell-Scott, s. v.). La LXX no conocen este término. En el NT aparece únicamente en 2 Pe 1,4 y 3, 13. En ambos lugares el sustantivo tiene el mismo significado que EJtuyyeALu. Contra los falsos maestros y los burlones (3, 4) se realza la grandeza de las promesas (1, 4). El contenido de la promesa es el nuevo cielo (en plural) y la nueva tierra (3, 13). Siguiendo a Is 65, 17 LXX y 66, 22 LXX, con la imagen del nuevo cielo y de la nueva tierra se precisa cuál es la meta de la promesa: por medio de una nueva creación Dios se manifestará como el Justo. El autor d~ la Carta segunda de Pedro se mueve aquí a tenor de las expectaciones del judaísmo para el futuro (cf. Ap 21, 1), pero sin desviarse hacia enunciados de fabula o de mitología. Es decisiva su convicción: el presente es el tiempo de la prueba. «Con una conducta santa y piadosa el hombre debe prepararse para el fin, a fin de poder participar en la nueva creación en la que reinará plena justicia (v. 11)>> (G. Schnei-

EJtaYYEALa - EJtmVO~

1467

der, Neuschopfung oder Wiederkehr?, Düsseldorf 1961, 72s). A. Sand

i3tayyÉAAO,"UU epaggellomai anunciar (acerca de sí), prometer, hacer profesión de --+ enayyEALa. a'to~, cio, promesa --+ enayyEALa 1. 7 .

E:n:áYYEAfla,

'tó epaggelma anun-

E:n:áyro epago echar o traer sobre* Hech 5,28: «echar sobre nosotros la sangre de ese hombre»; 2 Pe 2, 1: «acarrear destrucción»; 2, 5: «traer el diluvio». ,

'r

E:n:a"(royt~Oflat --+ aywv 1.5.

epagonizomai luchar

E:n:a-a-QOt~ro epathroizo seguir reuniendo*

Lc 11,29, participio pasivo: «como la gente siguiera congregándose». 'E:n:atVE'tO~, Ol.l Epainetos Epéneto*

Nombre de persona en la lista de saludos de Rom 16,5. A Epéneto le llama Pablo &naQX~ 'tij<; 'AaLa<;, «primicias de Asia» (para Cristo). Es, por tanto, «el primer convertido del oeste de Asia Menor, que tenía como centro a Efeso», E. Kiisemann, An die Romer (HNT), sub loco; cf. también 1 Cor 16, 15.

E:n:atvÉro epaineo alabar --+

enaLvo<;.

E:n:atVO~,

Ol.l, Ó epainos alabanza, elogio,

reconocimiento* enmvÉw epaineo alabar, elogiar, aprobar* Bibl.: A. Fridrichsen, Der wahre lude und se in Lob. Rom 2, 28s: Symbolae Arctoae 1 (1922) 39-49; H. Preisker, EJtmvo~, en ThWNT n, 583s; A. Strobel, Zum Verstiindnis van Rm 13: ZNW 47 (1956) 67-93, sobre todo 79ss; W. C. van Unnik, Lab und Strafe durch die Obrigkeit. Hellenistisches zu Rom 13, 3-4, en FS Kümmel, 334-343. Cf. más bibliografía en --> ULVÉW; cf. además ThWNT X, 1081.

1468

1. El verbo enaLvÉw aparece 6 veces en el NT, 5 de ellas en Pablo. Mientras que el verbo simple --+ aLvÉw se aplica exclusivamente, en el NT, a la alabanza dirigida a Dios, vemos que el verbo compuesto tiene únicamente significado religioso en la cita de Rom 15, 11 (cita del Sal 116, 11 LXX). En los demás pasajes del NT, el verbo compuesto se usa -como es corriente en griego- para hacer elogio de personas y de su conducta (--+ 2.a). Según Lc 16, 8a, Jesús -en la parábola de 16, 1-7elogia la manera decidida e inteligente de obrar del administrador tramposo (cf., para más detalles, Jeremias, Parábolas, 57ss, 220ss; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas [ÓTK] , 330ss [bibl.]; H. Weder, Die Gleichnisse Jesu als Metaphern, Gottingen 1978, 262ss). En Pablo, si exceptuamos la cita de Rom 15, 11, enaLvÉw se encuentra únicamente en las instrucciones que se dan en la Carta primera a los corintios (11, 2.17.22 [bis)). Aunque el verbo debe traducirse por alabar en los vv. 2 y 22, sin embargo en el v. 17 se sugiere el significado de aprobar/sancionar (cf. Sófocles, El 591; Aristófanes, Lys 70; Josefo, Ant XIV, 293 Y 341; Bauer, Worterbuch, s. v.). En los vv. 17 y 22 la expresión ovx enaLvw es una lítotes: «yo no puedo aprobar» = «he de desaprobar tajantemente» (v. 17); «no puedo alabar(os)>> = «tengo que censuraros con todo rigor» (v. 22). 2. De las 11 veces que el sustantivo enaLvo<; se halla atestiguado en el NT, 9 corresponden a las cartas paulinas (entre ellas hay 3 testimonios en Efesios) y 2 corresponden a la Carta primera de Pedro. a) En 2 Cor 8, 18 Pablo habla de la alabanza que uno de sus colaboradores recibe en las comunidades cristianas por su entrega a la difusión del evangelio (cf. Eclo 31, 11 [texto hebreo]; 39, 10; 44, 8.15). La práctica de las autoridades romanas de elogiar mediante documento público o por medio de inscripciones a los ciudadanos beneméritos (cf. Strobel), y la máxima de la ética política del helenismo según la cua11a ala-

1469

EJtmvo~

banza de los que obran bien y el castigo de los que obran mal son uno de los deberes fundamentales de la autoridad (cf. van Unnik), constituyen el trasfondo de los enunciados que se formulan en Rom 13, 3(s) y en 1 Pe 2, 14. Claro que en ambos pasajes enáLvo<; se usa seguramente como una fórmula: significa «el reconocimiento civil y, con él, la protección jurídica que deben esperar todos los que obran rectamente» (L. Goppelt, Der erst Petrusbrief[KEK], 185). En el catálogo de virtudes -inspirado en la filosofía moral helenística- de Flp 4, 8, enaLvo<; designa el objeto de la alabanza. Se piensa en los valores y formas de conducta que, según el juicio moral general, merecen aprobación y reconocimiento. b) En tres pasajes se habla de la alabanza tributada por Dios a seres humanos. En todos los casos se tiene en perspectiva el juicio final: en él el verdadero judío (Rom 2,29 [cf. 2, 7.10)), los predicadores del evangelio (1 Cor 4, 5) o los cristianos que dan prueba de su fe en medio del sufrimiento (1 Pe 1, 7) consiguen el reconocimiento por medio de la sentencia salvadora pronunciada por Dios. c) Según la eulogia de la introducción de la Carta a los efesios (1, 3-14), la acción salvífica de Dios en Cristo acontece «para la alabanza de su gloria» (vv. 12 y 14) o «para la alabanza de la gloria de su gracia» (v. 6). En esta definición del destino, podrían hallarse asociados dos aspectos (cf. Rom 15, 7b): Dios se glorifica a sí mismo en su acción salvífica (cf., a propósito, H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, sub loco), y esto encuentra a su vez un eco en la alabanza adoradora con que la comunidad glorifica a Dios y glorifica su gracia salvadora. El que la obra redentora merezca la glorificación y la alabanza de Dios, es una idea que se expresa también en la doxología final de Flp 1, 11. O. Hofius

E3tatQro epairo levantar, alzar* , B!bl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; J. Jeremias, ULQW, EJtUlQW, en ThWNT 1, 185s; Kühner, Grammatik 11/2,

- EJtaLQw

1470

663 (índice de nombres); Moulton-Milligan, s. v.; Preisigke, Worterbuch, s. v.

1. Los 19 pasajes del NT en que aparece el verbo se encuentran principalmente en la doble obra de Lucas (en Lc 6 veces, en Hechos 5 veces). El verbo aparece 4 veces en Jn. Los demás testimonios se encuentran en Mt 17, 8; 2 Cor 10, 5; 11,20 Y 1 Tim 2, 8. Las más corrientes son las formas en voz activa seguidas de acusativo (16 veces) que, por lo general, designa órganos (sensoriales) humanos o partes del cuerpo. Una excepción la constituye Hech 27, 40: izar la vela de proa (E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], 665 Y 677) o extenderla (al viento) (H. Conzelmann, Apostelgeschichte 2 [HNT], 154s). 2. a) La expresión «alzar los ojos» se halla asociada varias veces con un verbo que significa ver: alzar los ojos (y ver, comprobar), Mt 17,8; Lc 16,23; Jn 4,35; 6, 5 (cf. W. Michaelis, ThWNT V, 377, 22s). En otros pasajes, el verbo se construye con EL<; para indicar a quién se mira o a quién van dirigidos los enunciados que se formulan a continuación: Jesús dirige la mirada a sus discípulos, a quienes está hablando en el discurso del llano (entendiéndose por ellos no sólo a los apóstoles sino también a la multitud que escuchaba, cf. vv. 13.17), en Lc 6, 20. En la oración Jesús dirige sus ojos al cielo, Jn 17, 1; cf. 11, 41. Por humildad y vergüenza, el publicano, al orar, no se atreve a levantar su mirada al cielo, Lc 18, 13 (cf. Bauer). b) La expresión «alzar la voz» se encuentra en los escritos de Lucas antes de referirse una exclamación o una interpelación, y significa gritar, hablar en voz alta. Una mujer grita para hacerse oír «entre la muchedumbre» (así H. J. Vogels, NT graece et latine, Freiburg 41955, y sucesivas ediciones); otros, por ejemplo, Ernst, Lukasevangelium [RNT], 377, con GNT, NTG, etc.): «una mujer de entre la multitud» grita, Lc 11, 27. Pedro habla en voz alta (después del milagro de Pentecostés, cf. vv. 12s) para atraer la atención de los presentes, Hech 2, 14. Las exclamaciones en

1471

e:rtaLQúl - e:rtava:rtaÚoftaL

voz alta lanzadas por la multitud atestiguan el asombro y admiración de la gente, 14, 11, o su airada indignación, 22, 22 (cf. 21, 36). c) La manifestación del Hijo del hombre sobre una nube es para los cristianos la señal para que «levanten sus cabezas» y contem-. plen con confianza que se acerca la redención (así piensa W. Grundmann, Lukasevangelium [ThHK], 385); otros (por ejemplo, J. Zmijewski, Die Eschatologiereden des Lukasevangelium, Bonn 1972,232): para que muestren orgullo y alegría, Lc 21, 28. d) El «levantar las manos» es un gesto de oración, 1 Tim 2, 8. A la solemne bendición final que Jesús imparte con sus manos levantadas, ya su recepción en los cielos, los discípulos contestan con proskynesis, Lc 24, 5052. Son innegables los ecos de bendiciones del AT (Lev 9, 22-24: Eclo 50, 20s) (Grundmann, Lukasevangelium, 453s). e) La traición cometida por Judas contra Jesús se parece a la perfidia de un hombre que «levanta su calcañar» contra quien come con él, para pisotearIe (cita libre del Sal 40, 10 LXX: dícese del enfermo postrado en cama, cf. 40, 4.9; cf. R. Schnackenburg, El evangelio según San Juan I1I, 52s), Jn 13, 18. 3. a) El uso de la voz pasiva en el relato de la ascensión de Jesús nos permite reconocer que actuó una fuerza sobrenatural: él fue elevado (por el poder de Dios), Hech 1, 9; cf. Lc 24, 51 (---+ avu
€:n:alxÍJvo,UU epaischynomai avergonzarse ---+ al,axúvof.taL 4.

1472

E:n:al'tÉw epaiteo mendigar* Lc 16,3: «me da vergüenza mendigar»; 18, 35: «un ciego estaba sentado junto al camino y mendigaba (e:rtuL'trov)>>.

1473

EJravÉQXO!WL - e:rtaQxEÍa

E:n:avÉ{)XWtal epanerchomai regresar* En Le 10,35 (<

E:n:axoAou3Éw epakoloutheo seguir, ir detrás ---+ axoAov'1tÉW 5.

E:n:axoÍJw epakouo escuchar, atender* 2 Cor 6, 2: «te escuché» (Is 49, 8 LXX). ThWNT 1, 223. J. Barr, The Meaning of e:rtuxoúw and its Cognates in the LXX: JThS 31 (1980) 67-72; Spicq, Notes, SuppI236-238.

E:n:ax{)oáop.tal epakroaomai escuchar* Hech 16, 25: «los prisioneros les escuchaban (ulJt'rov: a Pablo y Silas) rel="nofollow">>.

E:n:áv epan (conjunción temporal) cuando, tan pronto como* Pide subjuntivo. Mt 2, 8: «en cuanto le encontréis»; Lc 11, 22: «tan pronto como le ha vencido»; 11,34: «en cuanto (el ojo) está malo».

f:n:ávayxE; epanagkes (adv.) por fuerza, necesariamente* Hech 15, 28: 'tu e:rtávuyxE~, las cosas necesarias, refiriéndose a las obligaciones impuestas por el «decreto apostólico» (v. 29).

€:n:aváyw epanago salir (al mar), volver* Dícese de la acción de salir (a alta mar) en una barca, Lc 5, 3.4. Del regreso de Jesús a la ciudad, Mt 21, 18.

E:n:aVap.tlp.tVnOXW epanamimnesko hacer

€:n:aví,o'tl)p.tl epanistemi levantarse, alzarse* Mc 13, 12 par. Mt 10, 21: «los hijos se alzarán contra sus padres» (cf. Miq 7, 6 LXX).

it epanorthOsis restauración, corrección* En 2 Tim 3, 16 dícese de la Escritura: «útil... para corregir, para instruir en la justicia». ThWNT V, 452; Spicq, Notes 1, 259s. f:n:aVÓ{)-3wOl;, EW;,

f:n:ava:n:aÍJop.tal epanapauomai reposar, basarse (en)* Lc 10, 6: «sobre él reposará vuestra paz». Rom 2, 17: «apoyarselbasarse en la ley (vóf.tep)>> ThWNT 1,353.

se) sobre una montaña, 5, 14; sobre (el altar), 23, 18.20; pisar sobre serpientes y escorpiones, Lc 10, 19. b) sobre, encima de: la estrella estaba sobre (el lugar) donde se hallaba el niño, Mt 2, 9; Jesús se inclinó sobre la suegra enferma de Simón (otros, por ejemplo, W. Grundmann, Lukas [ThHK], 124s: se inclinó sobre su cabeza), Lc 4, 39; la (tablilla con la) inscripción sobre la cabeza (estaba colocada por encima de la cabeza) del Crucificado, Mt 27, 37; el abismo se cerró y se selló sobre el dragón derribado, Ap 20, 2s. 3. Como preposición con sentido figurado: tener primacía sobre, tener autoridad sobre ciudades, Lc 19, 17.19; el que viene de lo alto (del cielo) está por encima y es superior a todos (los hombres, incluso a Juan el Bautista), Jn 3, 31a(c).

f:n:ávw epano (adv.) sobre, encima de Bibl.: Abel, Grammaire § 44ss; W. F. Arndt-F. W. Gingrich, A Greek-English Lexicon ofthe NT, Chicago 1957, s.v.; Bauer, Worterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, Indice s.v.; Liddell-Scott, s.v.; Mayser, Grammatik V3, 279; II11, 375; 2, 601; Moulton, Grammar r, 99; n, 522 (Indice); Moulton-Milligan, s.v.; Preisigke, Worterbuch, s. v.; Radermacher, Grammatik, 144.

1. En el NT el vocablo se halla atestiguado 19 (+ 1) veces (Marcos 1 vez, Mateo 8 [+ 21, 7 v.l.], Lucas 5, Juan 2, 1 Corintios 1, Apocalipsis 2). e:rtávw es un adverbio compuesto que se usa en la mayoría de los casos (16 veces) como preposición impropia (con genitiva). Los límites son a menudo muy difusos (BlaB-Debrunner § 203, nota 4), por ejemplo andar sobre (es decir, sobre los sepulcros), Lc 11, 44 (adverbio, cf. BlaB-Debrunner § 215, nota 3; otra cosa sucede en Lc 10, 19, ---+ 2.a).

recordar (algo) de nuevo ---+ aVáf.tvTIaL~.

1474

2. Como preposición con sentido local: a) sobre: sentarse, estar sentado sobre la(s) cabalgadura(s), Mt 21, 7 (¿o sobre los mantos que habían puesto sobre las cabalgaduras?, cf. E. Klostermann, Matthiiusevangelium [HNT], 165); Ap 6,8, sobre (el trono de Dios), Mt 23, 22; sobre (una piedra), 28, 2; estar (encontrar-

4. Como adverbio, es un vulgarismo que sustituye a JtAELWV y no influye en el caso gramatical (BlaB-Debrunner § 185 nota 7): por encima de un número, más de: vender por más de 300 denarios, Mc 14, 5; Cristo se apareció a más de 500 hermanos, 1 Cor 15,6. U. Borse

f:n:á{)a'to;, 2 eparatos maldito* Jn 7, 49: «Pero esta multitud ignorante de la ley, está maldita». Billerbeck 11, 494-519; ThWNT 1,452; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, sub loco.

E:n:a{)XÉw eparkeo ayudar, socorrer* 1 Tim 5, 10 (a los afligidos); 5, 16a.b (a las viudas).

f:n:a{)XEÍa, a;, it eparcheia eparquía, provincia* Hech 23, 34: a Pablo le preguntan de qué provincia es, y el gobernador se entera de que es de Cilicia; 25, 1: «Después que Festo llegó a la provincia ... ».

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E3tci~nCEtO;,

2 eparcheios perteneciente a

una eparquía Hech 25, 1 p74 Sin* A: Tfj bWQXeLq> (complétese: XWQ<;t), en vez de Tfj enaQXeL<;t, «en la provincia»; cf. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), sub loco.

E3ta'llAt;, Ero;, ÍI epaulis morada, finca* Hech 1, 20 en una cita (adaptada) del Sal 68, 26 LXX: «Que su morada quede desierta», refiriéndose a la suerte de Judas (vv. l8s).

E3taÚQLOV epaurion (adv.) mañana, al día siguiente* En el NT encontramos siempre: Tfj enaúQLOV (complétese: ~!tÉQ<;t), al día siguiente (Mt 27, 62; Mc 11, 12; Jn 1, 29.35.43; 6, 22; 12, 12; Hech 10,9.23.24; 14,20; 20,7; 21, 8; 22, 30; 23, 32; 25, 6.23).

'E3taCfJQii.;, ii. Epaphras Epafras* Nombre (quizás una forma abreviada de 'EnacpQó¡¡mo<;) de un cristiano de Colosas (Col 4, 12), que según 1,7 fue seguramente el fundador de la comunidad que había en aquella ciudad. En Flm 23 envía saludos como compañero de Pablo en la cautividad. E. Lohse, Der Brief an die Kolosser (KEK), a propósito de 1, 7 Y 4, 12 s. W. D. Thomas, Epaphras: ET 95 (1983-1984) 217s.

E3tEYEíQro epegeiro incitar* En Hech 13, 50 dícese de «los judíos» que (en Antioquía de Pisidia) incitaron a los habitantes de la ciudad y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé; en 14, 2 dícese igualmente de los judíos que (en Iconio) «excitaron y enfurecieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos».

E3tEÍ epei porque, puesto que; de otra manera* Bibl.: Abel, Grammaire, 381 (índice); Bauer, Worterbuch, S.V.; BlaB-Debrunner§ 455s; Kühner, Grammatik II/2, 663 (índice); Liddell-Scott, s. V.; Mayser, Grammatik lI/l, 273; 2, 601 (índice); 3, 237 (índice); Moulton-Milligan, s. V.; Radermacher, Grammatik, 236 (índice).

1. La conjunción eneL se halla atestiguada en el NT en 26 lugares, que se distribuyen entre los evangelios (en Marcos aparece 1 vez, en Mateo 3, en Lucas 1 yen Juan 2), las cartas de Pablo (en Romanos 3 veces, en 1 Corintios 5, en 2 Corintios 2) y Hebreos (9 veces). Hay que añadir, como variantes textuales: Lc 7, 1; Rom 11, 6. La conjunción se emplea frecuentísimamente en sentido causal, también para expresar una opinión opuesta (de otra manera, 3 veces en Pablo), y con sentido temporal únicamente en la variante textual preferida por el Textus Receptus end 6É, después que (en lugar de enEL6~) en Lc 7, 1 (cf. Bauer; BlaBDebrunner § 455, 1).

E3taCfJQí~ro epaphrizo echar espuma*

En Jds 13 dícese, en sentido figurado, de quienes son como olas que «arrojan cual espuma su propia desvergüenza».

'E3taCfJQóbtto;, O'll Epaphroditos Epafrodito* Nombre de un colaborador de Pablo. Flp 2, 25: «mi hermano y compañero de trabajos y fatigas, a quien vosotros enviasteis para socorrerme en mis necesidades» (a esto mismo se hace referencia en 4, 18). Pablo quiere enviarle de regreso a Fi1ipos (2, 25-30). 1. Gnilka, Philipperbrief (HThK), 161-164.

2. Empleo en frases enunciativas: a) En sentido puramente causal: porque, puesto que, seguida de tiempo presente (Mt 27,6; Lc 1,34; 1 Cor 14, 12; 2 Cor 11, 18; 13, 3; Heb 4, 6 [--+ b]; 5, 2; 9,17), con tiempo imperfecto, <
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End - E3t!m:a

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c) Para indicar una posible razón: porque de lo contrario (BlaB-Debrunner § 358, nota 2; 456 nota 7): Rom 11, 6a(b v.l.); 11,22; Heb 9,26. d) Reforzada con aQa para indicar una causa absurda: porque entonces tendríais que salir del mundo (1 Cor 5, 10); porque de lo contrario vuestros hijos serían impuros, pero ahora son santos (7, 14). 3. Empleo en frases interrogativas: a) En antítesis, siempre en tiempo futuro, de lo contrario, pero entonces (otros, por ejemplo, Bauer, entienden la frase en sentido causal: porque de lo contrario, --+ 2.c): 1 Cor 14, 6: Pero entonces el laico (si oráis sólo en el espíritu) ¿cómo recitará el amén?; 15, 29: Pero entonces ¿qué hacen (los que niegan la resurrección, cf. 29b), cuando se bautizan por los muertos?; de manera análoga se argumenta en Rom 3, 6: Pero entonces (es decir, si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, v. 5a; esta idea se explica luego en el v. 7 [y de manera parecida en 1 Cor 15, 29]) ¿cómo juzgaría Dios al mundo? Ahora bien, en la mayoría de los casos, a la falsa conclusión se replica ya con un !t~ yÉVOLW: ¡nada de eso! (es decir, ¡ni hablar de que haya injusticia en Dios!). Pues, de lo contrario, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo? b) De la razón posible, en una pregunta introducida por una negación, Heb 10, 2: Pues (cf. BlaB-Debrunner § 360 nota 7) de lo contrario, ¿no habrían dejado de ofrecerse sacrificios?

E3tEtbÍ)3tEQ epeideper (conjunción) ya que, puesto que* Lc 1 1 en sentido causal: «Puesto que muchos h~n emprendido la tarea ... » (cf. Tucídides VI 18 3' Dionisio de Halicarnaso 11, 72; Josefo: Beil 17; cf., a propósito, BlaB-Debrunner § 456, 3).

i,

E3tEibov epeidon mirar a Aoristo segundo de --+ ecpoQáw.

E3tEt,.u epeimi llegarse, acercarse, seguir* En el NT (únicamente en Hechos) se encuentra sólo el perfecto, y siempre en género femenino: Tfj eJtLoúau (~!tÉQ<;t), al día siguiente (Hech 7,26; 16, 11; 20, 15; 21, 18); Tñ eJttoúau vvxú, a la noche siguiente (23, 11).

E3tEÍ3tEQ epeiper (conjunción) ya que, puesto que Rom 3, 30 Koiné D* G pm: em:LnfQ eL<; ó 'frfÓ<;, <
E3tEtOayroyÍ), ij;, ÍI epeisagoge introducción* Heb 7, 19: «Se introduce una esperanza mejon>.

E3tEtoÉQXop.tat epeiserchomai caer sobre,

U. Borse

sobrevenir, penetrar* Lc 21, 35: el último día caerá sobre todos los habitantes de la tierra. En el sentido de una invasión repentina y violenta, en 1 Mac 16, 16; Josefo, Ant XI, 265.

E3tEtbÍ) epeide (conjunción) después que,

E3tEtta epeita (adv.) después, luego, en-

porqué, puesto que* En sentido temporal, después que: Lc 7, 1. En todos los demás lugares del NT la conjunción tiene sentido causal, porque, puesto que: Lc 11,6; Hech 13,46; 14, 12; 15,24; 1 Cor 1, 22; 14, 16; Flp 2, 26; también Mt 21, 46 C Koiné W etc.; enEL6~ yáQ, en efecto, puesto que: 1 Cor 1, 21; 15, 21.

tonces* 1. El adverbio EnfLTa aparece 16 veces en el NT, de las que 10 se encuentran en Pablo (1 Corintios 6 veces, Gálatas 3, 1 Tesalonicenses 1). El adverbio aparece además como v.l., por ejemplo, en 1 Cor 15, 5.7 (en ambos casos en lugar de cIta; cf. también en 12, 28 Textus

1480

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Receptus EIta en lugar de eJ'tEL"ta). El adverbio en cuestión aparece de manera congruente en secuencias y enumeraciones. Además de la función de indicar una secuencia temática indica a menudo una secuencia temporal. ' 2. Una simple sucesión aparece en 16, 7

«primeramente - después» en 15, 46; 1 Tes 4, (16).17; Heb 7, 27. Se trata de una secuencia temática con J'tQw"tOv - eJ'tEL"ta M xaL, «primeramente, y luego también» en Heb 7, 2; cf. Sant 3, 17. H. Balz

(eAeyEv "t<9 J'tQónq>, v. 5); eJ'tEL"ta É"tÉQq>, «lue-

go al siguiente»; en el esbozo «autobiográfico» de Gál 1, 13ss, Pablo va engranando con ayuda de eJ'tEL"ta, luego, a continuación, las diversas etapas de su vida: v. 18: eJ'tEL"ta !-tE"ta e"tl] "tQLa; v. 21: eJ'tEL"ta (es decir, después de pasar 15 días en Jerusalén); 2, 1: eJ'tEL"ta ¡;ha 6Exa"twa<ÍQwv f"tWV. De manera semejante en Jn 11, 7: eJ'tEL"ta !-tE"ta "tO'Ü"tO (un pleonasmo, cf. BlaB-Debrunner § 484 nota 4; continuación del "tÓ"tE del v.6), «entonces finalmente» (= después de la estancia de dos días); Sant 4, 14 en el juego de palabras OALYOV cpmvo!-tÉvl], eJ'tEL"ta xaL acpavL~o!-tÉVl], «apa- . rece por un poco de tiempo y luego se desvanece». En las enumeraciones eJ'tEL"ta se usa para enlazar elementos que se suceden en una serie temporal o temática. Y, así, en 1 Cor 12, 28, después de J'tQw"tOv, 6E'Ú"tEQOV, "tQL"tOV aparece dos veces eJ'tEL"ta para designar el cuarto y el quinto (o último) miembro: luego - después. En 1 Cor 15, 6 eJ'tEL"ta, luego, va enumerando la serie (trasmitida por la tradición) de los testigos de las apariciones (cf. &cpofrl] Kl]cp~, cI-ra "tOLe; 6cb6Exa, v. 5); lo mismo ocurre en el v. 7, luego, indicándose con EIta el final de la serie trasmitida por la tradición (v. 7b); después, Pablo se añade a sí mismo, con las palabras eaxa"tOv bÉ, como el colofón de la serie temporal y temática de los testigos de las apariciones del Resucitado (v. 8). En general, la secuencia que aparece en los vv. 58 es una sucesión temporal (cf. especialmente el v. 8), pero en la enumeración de los distintos miembros de la serie podría recaer el acento sobre diversos testigos y grupos de testigos, y no sobre la sucesión temporal. 3. eJ'tEL"ta tiene clarísimo sentido temporal en las enuméraciones aJ'taQXlÍ - EJ'tÉL"ta - el"ta en 1 Cor 15, 23.(24); J'tQw"tOv - EJ'tEL"ta,

btÉXftVa epekeina (adv.) más allá*

Hech 7, 43 en una cita de Am 5, 27 (donde se dice: fJ'tÉxELVa ~a!-taaxo'Ü): «Os deportaré más allá de Babilonia». La modificación del texto de Amós se hizo con el fin de indicar que la predicción se había cumplido (en el destierro babilónico); cf. T. Holtz, Untersuchungen über diealttestamentlichen Zitate beí Lukas, Berlin 1968, 18. i:rtfX'tftVop.tat epekteinomai tender con

todas las fuerzas * Flp 3, 13: « ... tiendo con todas las fuerzas hacia lo que está delante de mí», es decir, hacia la meta que tengo a la vista. i:rtfV()'Úop.tat ependyomai vestirse o po-

nerse además --+ fV6'úW.

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btÉQXOI.HlL - btEQ<Íl'tr¡IW

El significado de venir sobre alguien (fJ'tL con acusativo, Lc 1,35; 21, 35 v.l.; Hech 1, 8; 8,24; 13,40) aparece frecuentemente en sentido negativo (Lc 11,22: «cuando alguno más fuerte que él viene sobre él y le vence») en acontecimientos que acarrean destrucción, especialmente la condenación en el juicio futuro: Lc 21, 26 (en sentido absoluto, "ta fJ'tEQXÓ!-tEya, cf. LXX; Herm [s] 9, 5, 5); Lc 21, 35 v.l.; Hech 8, 24; 13, 40; Sant 5, 1. En Ef 2, 7 (<
f:JtLaXL<Í~W 4. G. Schneider

i:rtfV()'Ú'tt'I~, O\), Ó ependytes vestido (ex-

i:rtf~ro'táro eperotao preguntar*

terior)* Jn 21, 7: Pedro «se puso el vestido (exterior)>>, que se había quitado para el trabajo.

Bibl.: H. Greeven, fJtEQúnúw, en ThWNT n, 684s. Cf más bibliografía en ThWNT X, 1086s.

i:rtÉ~xop.tat eperchomai venir a, venir so-

bre alguien* Bibl.: J. Schneider, fJtÉQXOIWL, en ThWNT n, 678.

El compuesto de eQX0!-tm es uno de los términos favoritos de Lucas. Aparte del evangelio de Lucas (donde aparece 3 veces) y de Hechos (4 veces), el verbo se encuentra únicamente en Ef 2, 7 Y Sant 5, 1 (también en Lc 21, 35 v.l.). El significado neutro de venir a aparece en Hech 14, 19: algunos judíos vienen de Antioquía y de Iconio.

1. El verbo compuesto (aparece 56 veces en el NT) es más frecuente que el verbo simple -> fQW"t<ÍW, como sucede ya en la LXX (donde el compuesto aparece unas 85 veces y el simple unas 70 veces, pero vacilando con bastante frecuencia entre ambos la tradición t~xtual). Con excepción de Rom 10, 20 (una CIta y el único pasaje en que se hace referencia a Dios); 1 Cor 14, 35 (seguramente una glosa post-paulina) y también Jn 9, 23; 18, 7, el uso del verbo se limita a los sinópticos, pero no procede nunca de la fuente Q. Es frecuente en Marcos (25 veces); Mateo lo tomó

1482

de él 5 veces y lo elaboró 3 veces redaccionalmente apoyándose en Marcos; Lucas (17 veces en el evangelio y también en Hech 5, 27; 23, 34) lo tomó 7 veces de Marcos y en Lc 8, 9 cambió el verbo simple de Marcos por el verbo compuesto. 2. El verbo designa en metalenguaje una acción verbal de una sola frase, en la que se pide al interpelado que dé información, comunique una decisión o dé una confirmación acerca de una situación, sobre cuya realidad se supone que el interpelado tiene competencia. Así, en Marcos el verbo introduce 21 veces una pregunta directa (y 2 veces una pregunta indirecta), que en el relato desemboca en una respuesta: la función narrativa del diálogo personal es para él un recurso estilístico importante para integrar explicaciones evaluativas en contextos narrativos. De ahí reciben su función especial los dos informes sobre la acción de no preguntar (9, 32; 12,34). En Mateo el verbo tiene siempre la connotación de hostilidad, del preguntar inquiriendo judicialmente: el primer pasaje, en 12, 10, ofrece innegablemente este aspecto; es algo que debe escucharse también en 16, 1 (en contra de Bauer, Worterbuch, s. v.; Greeven, 684: no «pedir» sino «requerir») y que se conserva también en 17, 10 para acentuar que los discípulos no hacen más que referir la opinión de los adversarios. También el verbo simple tiene en Mateo este significado. W. Schenk

i:rtf~ÓJ't1]p.ta, a'to~, 'tó eperotema promesa* Bibl.: S. Aalen, Oversettelsen av ordet fJtEQón'l]/1aL i dapstedet 1Pet 3, 21: TTK (1972) 161-175; H. Greeven, E¡tEQón'l]/1U, en ThWNT n, 685s; R. E. Nixon, The Meaning of 'Baptism' in 1 Petr 3, 21: StEv 4 (1968) 437-441; G. C. Richards, 1 Peter 3, 21: JThS 31 (1930) 195; 32 (1931) 77; Spicq, Notes 1, 261s.

El hapax legomenon del NT en 1 Pe 3, 21, como no puede tener allí el significado clási-

1484

1483 co de pregunta (Herm [m] 11, 2), al presuponerse que pú:n:'tW[La significa el bautismo, se interpreta casi siempre como «petición a Dios de una buena conciencia» (Bauer, Warterbuch, s. v.; Greeven; consúltense los comentarios de H. Windisch-H. Preisker, E. Schweizer, F. W. Beare, K. H. Schelkle, W. Schrage, J. B. Bauer, sub loco). Como este significado no está atestiguado, sino que se deduce del contexto en contra del uso del término como verbo compuesto, habrá que pensar más bien en el voto (<
btÉxOJ epech6 asir firmemente; en sentido intransitivo: prestar atención, permanecer* Flp 2, 16: «mantener con firmeza la palabra de vida». En el sentido de fijar la atención /

observar, Lc 14, 7; Hech 3, 5; 1 Tim 4, 16. Hech 19,22: Pablo «se quedó en Asia durante algún tiempo». btl)~Eá~OJ epereaz6 amenazar, maltratar,

calumniar* Lc 6, 28: «¡orad por los que os maltratan! (par. Mt 5, 44 Koiné D W e y otros). 1 Pe 3, 16 (como en Lc 6, 28 el participio en plural OL e:n:T]Qeú~ov'te<;): «los que hablan mal de vuestro buen comportamiento en Cristo».

E:n:í epi con genitivo:

en, en tiempo de, sobre; con dativo: en, durante, sobre; con acusativo: a, hacia, mientras, sobre.

1. Aparición en el NT - 2. Con genitivo - al En sentido local - bl En sentido temporal - el En sentido figurado - 3. Con dativo - al En sentido local - bl En sentido temporal - el En sentido figurado - 4. Con acusativo - al En sentido local - bl En sentido temporal - el En sentido figurado - dl En expresiones fijas.

Bibl.: Bauer, Warterbuch, S.v.; BlaB-Debrunner § 233-235; Johannessohn, Prapositionen, 305-324; Kühner, Grammatik lI/l, 495-505; Mayser, Grammatik lIl2, 462-482; Radermaeher, Grammatik, 137-146; P. F. Regard, Contribution a l'Etude des Prépositions dans la langue du NT, Paris 1919,417-466; Sehwyzer, Grammatik lI, 465-473.

l. En la Koiné las frases preposicionales van apareciendo cada vez con más frecuencia en sustitución de los simples casos; los verbos compuestos aumentan en relación con las formas simples. Las preposiciones amplían y desplazan sus significados. Se va haciendo borrosa la combinación de las preposiciones con determinados casos. Va predominando cada vez más la combinación de las preposiciones con el caso acusativo. En el NT e:n:L aparece 891 veces y se distribuye de manera bastante homogénea entre todos los escritos del NT (aunque es menos frecuente en Juan). Ocupa el cuarto lugar de frecuencia (después de Ev, eL<; y ex) entre las preposiciones del NT. e:n:L rige con la máxima frecuencia acusativo, y con la mínima, dativo (Morgenthaler, Statistik, 160). Entre las prepo-

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siciones que pueden regir tres casos, €Jtt es la que más veces va acompañada de los tres casos. Y en ella es donde más borrosa se va haciendo la diferencia entre los casos. Como preverbio, e:rtL- ocupa el segundo lugar de frecuencia (después de ouv-) en el NT. El significado fundamental de e:n:L es sobre (Kühner, 495; Schwyzer, 465); otros significados son en, cerca, a, hacia; durante; a causa de (Frisk, Warterbuch 1, 535). En lenguas modernas como el alemán se observa un aumento de las frases preposicionales y de los verbos compuestos de preposición. Esto facilita la traducción del NT a esas lenguas. 2. Con genitivo: a) En sentido local: en, cerca de, a (en respuesta a la pregunta ¿dónde?): Mt 6,19, en la tierra; Hech 5, 23, a las puertas; en, a, hacia (en respuesta a la pregunta ¿adónde?): Mc 4, 26, en la tierra; Jn 6, 21, en la barca; Lc 22, 40, al lugar; delante de (refiriéndose a personas): Hech 25, 9, delante de mí como juez en funciones (A. Schalit: ASTI 6 [1968] 106113). b) En sentido temporal: en tiempo de, durante, en: Mt 1, 11, en tiempo del destierro babilónico; Mc 2, 26, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar; Hech 11, 28, en tiempo de Claudio; Rom 1, 10, durante mis oraciones / en mis oraciones; Jds 18, en los últimos tiempos; 1 Pe 1, 20, al fin de los tiempos. c) En sentido figurado: (de la soberanía o supervisión) sobre; (hablar) sobre; (actuar) en: Rom 9,5, Ó rov e:n:!, :n:úv"t(J)v 1'teó<;, «Dios, que está sobre todo»; Ap 20, 6, f:rd 'tOú"t(J)v oux EXeL e~ouoLuV, «no tiene poder sobre éstos»; Mt 24, 45, av xu'tÉo"tT]oeV Ó XÚQLO<; e:n:!, 'tij<; oLxe"tdu<; uu'tOi!, «a quien el amo puso al frente de su servidumbre»; Gál 3, 16, ou MyeL e:n:!, :n:onwv, un' E
a

'túQ(J)V, «en virtud (de la declaración) de dos o tres testigos»; de acuerdo con: Mc 12, 14 Y passim, e:n:' UAT]1'tdu<;, de acuerdo con la verdad, verdaderamente, en verdad. 3. Con dativo: a) En sentido local: en, cerca de, a (en respuesta a la pregunta ¿dónde?): Mt 14, 8, en una fuente; Hech 3, 11, en el pórtico; Ef 1, 10, "tu e:n:!, 'toL<; oUQuvoL<;, «las que están en el cielo»; Mt 24, 33, a las puertas; a, hacia (en respuesta a la pregunta ¿adónde?): Hech 11, 19, en dirección a (a propósito de) Esteban. b) En sentido temporal: durante, en, en tiempo de: Ef 4, 26, «durante vuestro enojo»; Jn 4, 27, ev "tOÚ"tffi, «mientras tanto»; 2 Cor 1,4, «en todas nuestras tribulaciones»; Heb 9, 26, «al fin de los tiempos». c) En sentido figurado (de la soberanía o supervisión) sobre: Mt 24, 47, e:n:!, :n:UOLV 'tOL<; v:n:ÚQXOUOLV uu'tOi! xu'tUO't'lÍoeL uu"tóv, <>; e:n:!, "t0 OVÓ[.tU'tL 'tLVO<;, acoger, bautizar, enseñar, hacer un milagro, venir, predicar, hablar «en nombre de alguiell»; Le 1,59, exúAouv UU'tO e:n:!, 'tW OVÓ[.tU'tL 'toi! :n:u'tQO<; uU'tOi!, «le llamaban' según el nombre de su padre».

1487 4. Con acusativo: a) En sentido local: a, a la proximidad de, sobre, contra (en respuesta a la pregunta ¿adónde?): Hech 7, 11, sobre todo Egipto; Mt 13, 5, sobre suelo pedregoso; Mt 17, 6, sobre su rostro; Lc 24, 1, al sepulcro; Jn 19, 33, a la cercanía de Jesús, (llegarse) a Jesús; Lc 15, 4, ir a buscar a la (oveja) perdida; Lc 14, 31, EQXO[-tÉVep E:rt' avtóv, «que viene contra él; en, sobre, junto a, en (en respuesta a la pregunta ¿dónde?): Jn 12, 15, montado en un pollino de asna; Ap 7, 15, E:rt' avto'Ú~, «sobre ellos»; Sant 5, 14, que oren por él; Lc 17, 35 Y passim, E:rtitO avtó, «en el mismo lugar / juntas»; 2 Tes 1, 10, ECP' ú[-ta~, «hacia (destinado a) vosotros; Ap 3, 20, a la puerta. b) En sentido temporal: en (en respuesta a la pregunta ¿cuándo?): Lc 10, 35, E:rtt t~V aVQLOv, «al día siguiente»; Hech 3, 1, E:rtt t~v wQav tfj~ :rtQOOE'\JXfj~, «a la hora de la oración»; mientras, durante, por (en respuesta a la pregunta ¿ durante cuánto tiempo ?): Hech 13,31, durante varios días; Lc 4, 25, durante tres años; Lc 18,4, E:rtt XQóvov, «durante algún tiempo»; Rom 7, 1 Y passim, Ecp' OOOV XQóvov así como también en Mt 9,15 Y passim, ECP' OOOV, «mientras». c) En sentido figurado: (de la soberanía o supervisión) sobre: Le 1, 33, él reinará sobre la casa de Jacob; Lc 12, 14, ¿Quién me ha puesto por juez sobre vosotros?; Mt 25, 21, fuiste fiel al cargo de lo poco; sobre: Flp 2, 27, M:rt'l1v E:rtt M:rt'l1v, «tristeza sobre tristeza»; (de fuerzas, efectos) a, en, sobre: Lc 3, 2, la palabra de Dios vino sobre Juan; Mt 10, 13, vuestra paz vendrá sobre ella; 2 Cor 12, 9, para que el poder de Cristo habite en mí; (acción de volverse) hacia: Lc 1, 17, los corazones de los padres se vuelven hacia los hijos; (creer) en: Hech 9, 42; (confiar, esperar) en: Mt 27,43; 1 Pe 1, J3; (lamentarse, llorar) sobre, por causa de: Ap 1, 7; Lc 23, 28; (escribir) sobre, acerca de: Mc 9, 13, como está escrito acerca de él; (hacer) en: Hech 4, 22, el hombre en quien se había hecho el milagro; (declaraciones o acciones hostiles) con-

1488 tra, hacia: 1 Cor 7, 36, no portarse bien con su hija doncella; Mc 10, 11, comete adulterio contra ella; 2 Cor 10, 2, E:rtL tLVa~, «contra ciertas personas»; (razón, motivo) sobre, por, a causa de: Hech 4,21, todos alabaron a Dios por lo que había sucedido; Mc 15, 24, sobre su ropa echaron suertes; (finalidad, objetivo, resultado) a, para: Mt 3, 7, E:rtt to ~á:rttW­ [-ta, «al bautismo»; Lc 23, 48, E:rtt t~V {tEWQLav ta'ÚtE'I1v, <<para presenciar este espectáculo»; Heb 12, 10, E:rtt tO o'\J[-tcpÉQov, «para nuestro bien»; Lc 4, 43, E:rtt toiíto, «para esto»; Mt 26, 50, Ecp' O, «¿a qué has venido?». d) En expresiones fijas: Hech 28, 6, E:rtt :rtoM, «un buen rato»; Hech 20, 9, E:rtt :rtAdov, «durante bastante tiempo»; Hech 24, 4, E:rtt :rtAELOV, «por más tiempo»; 2 Tim 3, 9, E:rtt :rtAELOV, «cada vez más / en mayor grado»; Hech 4, 17, [-t~ E:rtt :rtAdov, «no ... más»; Hech 10, 16, E:rtt tQL~, «tres veces»; Mt 25, 40, Ecp' ooov, «en la medida en que»; Rom 11, 13 ECP' ooov, «por cuanto». W. Kühler

E:7n~atvro epibaino subir, montar, embar-

car, entrar* En el NT aparece únicamente en Mateo y en Hechos: Em~E~'I1XW~ E:rtt OVOV, «montado en un asno», Mt 21, 5 (cita de Zac 9, 9; cf. 1 Sam 25, 20). Dícese de la acción de embarcar en una nave, Hech 21,2; 27, 2; 21, 6 Textus Receptus. Con una indicación de lugar, significa entrar, dirigirse a: EL~ t~v 'AoLav, 20, 18; EL~ 'IEQooóA'\J[-ta, 21, 4; tfi E:rtaQxd¡;t, «a la provincia», 25, 1. E:7tt~ál.l.ro epiballo poner sobre, arrojarse

sobre algo, corresponder* Aparece 18 veces en el NT. El verbo se encuentra frecuentísimamente en la construcción «echar mano a alguien», con E:rtL, Mt 26, 50 par. Mc 14,46 Textus Receptus; Lc 20,19; 21,12; Jn 7,30; 7, 44; Hech 5,18; 21, 27, con dativo, Mc 14, 46; Hech 4, 3, seguido del infinitivo xaxooom, Hech 12, 1. «Poner la ma-

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1490

no en el arado», Lc 9, 62. «Poner un remienBauer, Worterbuch, s. v. Pero el contexto no do (E:rtL~A'I1[-ta)>>, Mt 9, 16 par. Lc 5, 36; exige este significado. «echar encima sus mantos», Mc 11,7; <<poner a alguien un lazo cuello», 1 Cor 7,35. En senE:rtt~t~á~ro epibibazo hacer subir (a altido intransitivo dícese de las olas, que se guien), poner sobre* arrojan sobre una barca, rompen contra una Lc 10, 34, «le puso sobre su propia cabalbarca, Mc 4, 37. to Em~áAAov [-tÉQo~ tfj~ gadura»; 19, 35; Hech 23, 24. ovoLa~ significa «la parte de la fortuna que corresponde (a alguien)>>, Lc 15, 12; este sentido es también frecuente en los papiros, cf. E:7tt~l.i:7tro epiblepo mirar a, atender bien* Mayser, Grammatik I1/1, 84. Lc 1,48 (cita de 1 Sam 1, 11), «te has preE:rtL~aAwv eXAmEv, en Mc 14,72, significa ocupado de la humilde condición de tu sierprobablemente: «comenzó a llorar», cf. la v.l. va»; de manera parecida, con una persona co~Q1;ato xAaLELv (D E> 565 it Vg syr y otros); mo objeto directo, en Lc 9, 38; con matiz 3 Esd 9, 20; Diógenes Laercio VI, 27; BlaBirónico y negativo en Sant 2, 3: «atendéis Debrunner § 308, nota 2; se han propuesto bien ... ». también las traducciones: «cubrió su cabeza» y «pensó en las palabras de Jesús» (cf. DiodoE:7tt~I.11p.ta, a'to~, 'tó epiblema remiendo* ro Sículo XX 43, 6; Marco Aurelio Antonino Mc 2, 21 par. Mt 9, 16/ Lc 5, 36 (bis). X 30, Em~áAAwv tO'Útep [a saber, tOV voiív], «pensando en esto»); pero estas sugerencias , R ' hacen necesario completar la frase con alguna E:7tt!:,oaro epiboao llamar (a gritos), gritar palabra sobreentendida (por ejemplo, to Hech 25, 24 C Koiné E pI Em~OOOVtE~ en L[-tátLOV) o duplican el enunciado del v. 72b lugar de ~OOOVtE~. (xat aVE[-tV~O{t'l1). G. M. Lee: Bib 53 (1972) 411s. E:7tt~O\)I.ÍJ, ií~, .. epiboule conjura, trama* H. Balz En el NT el término aparece únicamente en Hechos, refiriéndose siempre a las conjuras E:7tt~aQiro epibareo ser una carga, opri- de los judíos contra Pablo: Hech 9, 24; 20, mir* 3.19; 23, 30. ,1 Tes 2, 9; 2 Tes 3, 8 en la expresión :rtQo~ to [-ti] Em~aQfjoaL tLVa ú[-toov, «para no ser E:7tt"{ap.t~QEúro epigambreuo casarse con ~ravoso a ninguno de vosotros». Lva [-t~ la viuda del hermano* E:rtL~aQoo, en 2 Cor 2, 5, explica la expresión Con arreglo a la ley del levirato, Mt 22, 24 precedente a:rto [-tÉQo'\J~, la cual restringe a su (cf. Dt 25,5 Aquila; Gén 38, 8 v.l.), a diferenvez a la expresión siguiente :rtávta~ ú[-ta~. La cia de Mc 12, 19/ Lc 20, 28: «... su hermano ofensa inferida al apóstol no afectó personal(mayor) se casará con su mujer» (en contra ~ente a Pablo, sino «en (gran) parte» (es dede Lev 18, 16; 20, 21). BHH I1I, 1746s. CIr, en su mayoría, cf. v. 6) a toda la comuni-

dad. ~or tanto, el paréntesis Lva fl~ Em~aQoo acentua la función restrictiva de a:rto [-tÉQo'\J~: «para no dar(le) (demasiada) importancia», o; «para no cargar (aún más cosas) sobre (el)>>. A menudo se supone que Em~aQÉw tiene también un sentido que no aparece atestiguado en ninguna otra parte: «apilar un gran peso de palabras / hablar demasiado»; cf.

E:7tt"{EW;, 2 epigeios terreno, terrenal 1. Aparición y significados del término - 2. Jn 3, 12 - 3. Pablo - 4. Sant 3, 15.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, S.V.; R. Jewett, Paul's Anthrol?o!ogical Terms, Leiden 1971, 201-304; H. Sasse, EJtLyELO<;, en ThWNT 1, 679s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1023.

1491

bdyELOC; - EJtLyLVWOXúJ

1. El adjetivo aparece en la literatura griega y helenística, pero no se encuentra en la LXX. En el NT (donde se halla atestiguado 7 veces) tiene diversos matices: espacial (terreno), discriminador conceptualmente (para diferenciar los sucesos que se producen en la tierra), para describir a las personas y a los poderes de la tierra, y -en conexión con otros adjetivos- para definir y calificar. En el fondo de todo se encuentra la distinción: «terrenocelestial» .

2. El adjetivo aparece de manera independiente en Jn 3, 12(-13): los procesos que se desarrollan en la tierra, como el bautismo y el don del Espíritu, podían declararse a Nicodemo, pero los que se desarrollan «en el cielo» permanecen ocultos y sin desvelar. Tan sólo el Hijo del hombre tiene acceso a ellos, porque él es el único que tiene derecho a ascender, lo mismo que ha descendido. (Sobre la distinción «terreno-celestial», cf. Sab 9, 16; 4 Esd 4,8.21; IgnTra15, 2). Hallamos aquí un enunciado de revelación con colorido sapiencial, que acentúa los derechos del Hijo del hombre. El enunciado va intensificándose. 3. Pablo diferencia a) en 1 Cor 15, 40s (bis) entre cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y -en consonancia con ello- distingue entre el resplandor de los cuerpos celestes y el de los cuerpos terrestres. En la comparación y la analogía, lo que a Pablo le interesa es dejar bien a las claras lo de «cuerpo» y «resplandon>. Se atiene a una antigua tradición apocalíptica acerca del cuerpo «transfigurado» en el mundo celestial e intenta ahora asegurar la posibilidad -e incluso la necesidad- de esta manera de pensar en el debate helenístico. b) Más gráfico aún es el intento que hace en 2 Cor 5, 1ss por hablar de la «tienda» terrenal, de esta «morada», en contraste con el «edificio hecho por Dios»: el adjetivo terrenal se halla aquí en contraste con «lo que no ha sido construido por mano de hombres», con lo que es «eterno». Aquí se transparenta una antigua tradición apocalíptica, interpretada por Pablo.

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c) El himno de Flp 2, 5-11 termina c?n el homenaje rendido por los poderes celestIales, terrenales Y de las profundidades (v. 10) y con su aclamación: KÚQLO~ 'hloov~ XQL<JTÓ~; las tres dimensiones cósmicas se unen en el reconocimiento escatológico de la soberanía. d) Flp 3, 19 tiene sonido polémico y se dirige agudamente contra los visionarios que glorifican el «vientre» y ~a «ver~üenza:>, es decir, desprecian lo celestIal por Ir detras de lo terrenal. En este caso se pierde la salvación celestial y futura. 4. Según San 3, 15 hay, sí, una sabiduría que viene de lo alto, pero su contrapunto es una sabiduría que es terrenal, psíquica y demoníaca; se manifiesta en la pasión y en la sed de contiendas. A la falsa sabiduría le falta el vigor para superar su origen terreno. En la gnosis tardía (por ejemplo, EvVer p. 22.30s.40s) se refuerza la idea de las sustancias, a la hora de definir lo que es «celestial» y lo que es «terrenal». O. Michel

Entyí.vo,"uu epiginomai sobrevenir, entrar* Hech 28, 13: «cuando comenzó a soplar un viento del sur». En Hech 27, 27 A pc V g dícese que sobrevino la noche.

EntytVÓ)(Jxro epigin6sk6 conocer, darse cuenta* 1. Aparición del término en el NT y contenido semántico - 2. a) Mateo y Marcos - b) En los escntos de Lucas - c) En el resto del NT.

Bibl.: R. Bultmann, YLVÚ)(J')Wl X'tA.., en ThWNT 1, 688-719; E. D. Schmitz, Conocimiento, experiencia, en DTNT 1,297-310.

1. El verbo EltLyLvwaxO) aparece 44 veces en el NT (yLvwaxO) 221 veces); es especialmente frecuente en Lc (7 veces) y en Hechos (13 veces), pero falta por completo en 1.os ~~­ critos joánicos. - El verbo compuesto slgmftca en sentido estricto: a) conocer de manera

1493

bnyLVwoxúJ - bdyvúJaLC;

precisa, completa; b) reconocer (en el sentido de identificar); c) reconocer (en el sentido de aceptar). Además, los significados coinciden en buena parte con los del verbo simple --+ yLvwaxO) (1). 2. a) Por lo general, E1nyLvwaxO) se emplea en Mateo y Marcos sin interés teológico. Encontramos los siguientes significados: conocer (Mt 7, 16.20; 14,35; 17, 12; Mc 6, 54), darse cuenta (Mc 2, 8; 5, 30; 6, 33) Y reconocer (en el sentido de aceptar; Mt 17, 12). El empleo de E1nyLVwaxO) tiene significación teológica en Mt 11, 27 (el paralelo de Lc 10, 22 tiene el verbo simple): la relación del Hijo con el Padre y la relación del Padre con el Hijo es la razón y el contenido de la revelación. Conocer significa aquí primordialmente (como en la tradición del AT y en la tradición judía) no un proceso intelectual, sino la aceptación del amor del Padre, de un amor que elige (la elección, el conocimiento de Dios y la revelación son conceptos que se hallan también frecuentemente asociados en Qumrán, cf. 1QS 4, 22 Ypassim). b) En los escritos de Lucas EltLyLvwaxO) se emplea también casi exclusivamente en el sentido general del término. Así, por ejemplo, se usa con el significado de conocer (Lc 24, 16.31; Hech 3, 10; 4, 13; 27, 39), darse cuenta (Lc 1, 22; 5, 22; Hech 19, 34), enterarse (Lc 7, 37; 23, 7; Hech 9, 30; 12, 14; 22, 24.29; 23, 28; 24, 8.11; 28, 1), entender, saber (Hech 25, 10) Y conocer de manera precisa, completa (Lc 1, 4). En el relato de Emaús, EltLyLvwaxO) no sólo significa reconocer (o caer en la cuenta, superficialmente, de quién se trataba) sino también ver al Resucitado o experimentar su presencia (Lc 24, 16.31). c) El verbo E1nyLvwaxO) aparece 10 veces en Pablo (es especialmente frecuente en 1-2 Corintios); aparte de ello, el término se encuentra únicamente en Col 1, 6; 1 Tim 4, 3 Y 2 Pe 2, 21. La expresión paulina en Rom 1, 32: ~hxato),w TOV -frEOV E1nyvóvTE~ en Rom 1, 32, lo mismo que la frase de Rom 1, 28 (--+ E:n:tyvO)aL~ 2.a), no significa un conocimiento

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teórico de Dios, sino el reconocimiento y aceptación obediente de la voluntad de Dios (cf. 1, 19.21). Sin especial significado teológico se emplea EltLyLvwaxO) en 1 Cor 16, 18 (reconocer, en el sentido de no ser un extraño para alguien) y en 1 Cor 14, 37; 2 Cor 1, 13s (saber, entender; cf. 2 Cor 6,9). En 1 Cor 13, 12 el pleno conocimiento de Dios es el objeto de la promesa escatológica; en 2 Cor 13, 5 el conocer se refiere a Jesucristo. - Col 1, 6 habla del conocimiento de la gracia de Dios EV aA:rl-frd(l. La asociación de --+ E1tLyVo)<JL~ (2.b) Y --+ aA:Ií{tELa adquiere un peso todavía mayor en las Pastorales; ser cristiano significa conservar la E:n:tyvO)aL~ af...lJ-frda~. W. Hackenberg Ení.yvO)(n~, Ero~, Í] epign6sis conoci-

miento* 1. Aparición en el NT y contenido semántico - 2. a) E1tlyv(j)OL~ en los escritos paulinos - b) E1tlyv(j)m~ en los escritos deutero-paulinos - c) E1tlyv(j)OL~ en Hebreos y en 2 Pedro.

Bibl.: R. Bultmann, YLv<ÍlOX(j) %'1:A.., en ThWNT 1, 688-719; M. Dibelius, 'E1tlyv(j)m~ aA.!]{tEla~, en Neutestamentliche Studienfür G. Henrici (UNT 4), Leipzig 1914 (= Dibelius Botschaft n, 1-13); E. D. Schmitz, Conocimiento, experiencia, en DTNT 1,297310; K. Sullivan, Epignosis in the Epistles of Sto Paul, en Studiorum Paulinorum Congressus Internationalis Catholicus n (AnBibl 18), Roma 1963,405-416.

1. El sustantivo E:n:tyVo)<JL~ aparece 20 veces en el NT (yv&<JL~ aparece 29 veces); ambos vocablos faltan por completo (¿de manera intencionada?) en los escritos joánicos. E:n:tyVo)<JL~ se encuentra con frecuencia en los escritos paulinos y deutero-paulinos (15 veces), pero no aparece en los evangelios ni en Hechos. - El término E:n:tyVo)<JL~ significa propiamente conocimiento (cf. Bauer, Worterbuch, 576; cf. también --+ yLVwaxO) 3.c). 2. a) En las cartas paulinas auténticas aparece 5 veces (Rom 1, 28; 3, 20; 10,2; Flp 1,9; Flm 6). Allá donde se emplea f:n:LyvO)aL~, ello se hace enteramente en el sentido del AT, es decir, el conocimiento E:n:tyVo)<JL~

1495 se entiende como reconocimiento y aceptación (de la voluntad) de Dios, un hecho que se hace realidad en la conducta de quien posee el conocimiento. La comprensión intelectual y el reconocimiento existencial se hallan íntimamente relacionados. Y, así, en Rom 1, 28 no se trata primordialmente del conocimiento teórico de Dios (por parte de los gentiles), sino de la confirmación o del rechazo del recto conocimiento de la voluntad de Dios (Jtotciv 'ta [ll] xuil'rpwv'tu). La misma realidad la encontramos expresada en la intercesión de Filemón: en la EmyvwafL Jtuv'toe; ayuil'ou (v. 6) se acredita la fe ('to ayuil'óv significa la voluntad de Dios). De manera semejante, EJtLyvwaLe; aparece en una intercesión en Flp 1, 9.

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c) En 2 Pe 2, 20 se recoge probablemente con EJtLyvWaLe; un eslogan de los adversarios (gnósticos) contra quienes el autor escribe. Lo mismo que en Heb 10, 26, EJtLyvwaLe; se usa en sentido casi técnico en 2 Pe 1, 2.3 para referirse a la vocación a la fe cristiana; pero ese conocimiento debe acreditarse también mediante una conducta recta (2 Pe 1, 8; 2, 20s; cf. Rom 1,28). W. Hackenberg

f:7tt"{QacpÍ), iis, tl epigraphe inscripción*

Sobre la inscripción que aparecía en el denario romano de plata (-+ 6'Y\váQLOV) que Jesús hizo que le mostraran para responder a la pregunta acerca del impuesto de capitación (y sobre el término dxwv), cf. Mc 12, 16 par. Mt 22, 20/ Lc 20, 24. La leyenda en el anverb) La conexión entre el recto conocimienso del denario de plata que se usaba frecuento de Dios y la confirmación del mismo por tísimamente en tiempo de la aparición de Jemedio de la recta conducta aparece también sús en público, y que llevaba grabada la efigie claramente en Col 1, 9s: la EJtLyvWaLe; se de Tiberio, decía así en latín: Ti(berius) Caeorienta igualmente hacia el il'ÉA:tl[lU il'fOU. sar Vivi Aug(usti) F(ilius) Augustus; en el reEl hecho de «producir fruto y de crecer» se verso estaba grabada la efigie de Livia, madre lleva a cabo EV 'tñ EmyvwafL 'tou il'fOU (1, del emperador, con la siguiente inscripción: 10; cf. Ef 1, 17; Flp 1, 9). De la orientación ética se trata también en Col 3, 10. Esta asoPontif(ex) Maxim(us); cf. BHH I1I, 1983s; 2242; E. Stauffer, Christus und die Caesaren, ciación entre el conocimiento de la voluntad Hamburg 51960, 134-138; W. Schrage, Die divina y la exigencia de atenerse a ese conocimiento por medio de una recta conducta se Christen und der Staat im NT, Gütersloh halla determinada por presupuestos vete ro1971, 33s. En Mc 15,26 par. Lc 23, 38 se hatestamentarios y judíos. En Col 2, 2 (en la bla de la inscripción que se puso sobre la cruz confrontación con la herejía colosense) se de Jesús, el llamado titulus, una tablilla reveshabla de la EJtLyvwaLe; wu [lUa't'Y\QLou 'tou tida de una capa de escayola blanca sobre la il'fOU, XQL<JWU (cf. Col 1, 26s), un conocique se escribía con letras negras, y en la que miento que, como en 1,9, es el conocimiense declaraba (según la costumbre romana) la to de la voluntad divina. En Ef 4, 13, el Hijo causa por la que se había condenado a Jesús: de Dios es el contenido del conocimiento. Ó ~UaLA.EiJe; 'toov 'Iou6uLwv (Marcos; Lucas En las Pastorales, la expresión EJtLyvWaLe; añade ouwe;; Jn 19, 19 habla, además, de un 'tije; aA:rlil'eLUe; (cf. Dibelius) se emplea casi co'tL'tAOe; escrito en tres lenguas, v. 20; cf. Lc mo un tecnicismo para describir la conversión 23, 38 v.l.). BHH 11, 1005; Haag, Diccionaa la fe cristiana (1 Tim 2, 4; 2 Tim 2, 25; 3, rio,407. 7; Tit 1, 1; cf. también Heb 10, 26; 2 Pe 1, 3 H. Balz [-+ c]; 2 Clem 3, 1); sobre la conexión terminológica entre -+ EmyLvwaxw y -+ at.:tíi}fLu Enl"{Qácpro epigraphi5 escribir en, poner cf. Col 1, 6). aA.lÍil'fLu designa aquí la «recta una inscripción, grabar* doctrina»; y EJtLyvWaLe; tiene un «acento claraEn sentido propio en Mc 15, 26: ~v ~ -+ mente teórico, cuasi-dogmático» (Schmitz, EmYQucpl] ... EmyEYQU[l[lÉv'Y], «se había pues253).

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to la siguiente inscripción»; con fv en Hech 17, 23: «un altar en el que figuraba la inscripción»; Ap 21, 12, «nombres grabados». En sentido figurado con EJtL, siempre en citas del AT: Heb 8, 10 (Ex 19,6); 10, 16 (cf. Jer 38,33 LXX), para referirse a Dios que ha de grabar sus leyes en los corazones / en las mentes.

Lc 24, 42; en voz pasiva en Lc 4, 17; el Resucitado entregó el pan a los dos discípulos de Emaús, Lc 24, 30. Entregar una carta, Hech 15, 30. Con el objeto de la acción verbal sobreentendido: 'to JtA.OLOV, Hech 27, 15: «abandonamos (la nave a merced del viento) y nos dejamos llevar (a la deriva)>>.

E3tt()dxv",u epideiknymi mostrar, pre-

Enl()IOQ-3óro epidiorthoi5 acabar de orga-

sentar, probar* Mt 16, 1: mostrar (una señal del cielo); 22, 19 (par. Lc 20, 24 Textus Receptus): ¡Mostradme!; Mt 24, 1; Lc 24, 40 Textus Receptus, mostrar; Lc 17, 14: presentarse, mostrarse (a los sacerdotes). En Hech 9, 39 la voz media tiene el significado de mostrar, hacer ver. En sentido figurado en Hech 18, 28: probar (por las Escrituras); en Heb 6, 17, mostrar, hacer ver -+ 6eLXVU[lL.

nizar* Tit 1, 5 con 'ta A.eLJtov'tU como objeto de la acción verbal: «para que acabes de organizar lo que falta».

Enl()ÉX0!lal epidechomai acoger con hospitalidad, aceptar* 3 Jn 10: acoger en los hogares. En el v. 9 en sentido figurado: «Diotrefes no nos acepta (= no reconoce nuestra autoridad)>>.

Enl()1)!lÉro epidemei5 vivir en calidad de extranj ero * Dícese de los judíos de Roma que se hallaban en Jerusalén, Hech 2, 10; de los extranjeros que residían en Atenas, Hech 17, 21; cf. 18,7 D.

Enl()latáCJCJo!lal epidiatassomai añadir una cláusula a un contrato o a un testamento* En Gál 3, 15 dícese de un testamento debidamente otorgado: nadie podrá modificarlo introduciendo una cláusula.

Enl()í()ropu epididi5mi dar, entregar* Dar una piedra, Mt 7, 9 (par. Lc 11, l1a v.l.); una serpiente, Mt 7, 10 par. Lc 11, llb; un escorpión, Lc 11, 12; un trozo de pescado,

Enl()úro epidyi5 ponerse (el sol) (sobre)* Ef 4, 26: «No se ponga el sol sobre vuestro enojo» ([ll] Em6uÉ'tw EJtL...).

Enldxna, as, tl epieikeia clemencia, benignidad -+ EmfLxlÍe;·

EnU::lxÍ)S,2 epieikes benigno, bondadoso* emELxELu, ue;, ~ epieikeia benignidad* Bibl.: F. d' Agostino, Il tema dell'epieikeia nella sacra Scrittura: RTM 5 (1973) 385-406; K. Duchatelez, L' «epieikeia» dans l'Antiquité grecque, pai"enne et chrétienne: Cornrnunio 12 (1979) 203-231; A. von Harnack, «Sanftmut, Huid und Demut» in der alten Kirche, en Festgabe für J. Kaftan, Tübingen 1920, 113-129; R. Leivestad, «The Meekness and Gentleness of Christ» Il Coro X.l: NTS 12 (1965-1966) 156-164; A. di Marino, L'epieikeia cristiana: Divus Thornas 3. Ser. 29 (1952) 396-424; H. Preisker, E:rtLEbtELU %'tA., en ThWNT n, 585-587; C. Spicq, Bénignité, Mansuétude, Douceur, Clémence: RB 54 (1947) 321-339.

1. En el NT el adjetivo aparece 5 veces, todas ellas en la literatura epistolar; el sustantivo aparece 2 veces (Hech 24, 4; 2 Cor 10, 1). 2. Se observan dos contenidos semánticos que se encuentran ya en la LXX. a) La expresión designa en la LXX la benignidad y clemencia de Dios (1 Sam 12, 22; Sal 85, 5; Sab 12, 18; Bar 2, 27; Dan 3, 42; 4, 27; 8, 12; 2 Mac 2, 22; 10, 4), de un rey (Est 3, 13; 8, 12; 2

1499 Mac 11,27; 3 Mac 3, 15; 7, 6) Y de un profeta (2 Re 6, 3). Lo común de todos estos pasajes es que se trata de la «benignidad del soberano» (Harnack). En el NT el grupo de palabras se emplea sólo 2 veces con este sentido (con Leivestad, 158). En Hech 24, 4 el acusador judío se dirige al gobernador Félix mencionando su benignidad, a fin de ganárselo para la acusación. 1 Pe 2, 18 pide a los esclavos que se sometan no sólo a los amos buenos y bondadosos sino también a los «perversos». b) Sab 2, 19 entiende la bUELXELU en el sentido de la firmeza humilde y paciente del justo, que se pone de parte de los pobres (2, 10), es objeto de las burlas de los impíos (1, 16), siendo llamado por ellos hijo de Dios (2, 13.16.18), Y que está dispuesto a soportar la injusticia y los malos tratos con la confianza puesta en Dios. En 2 Cor 10, 1 Pablo se defiende contra la acusación de ser «débil» ('tUJtELVÓ~), apelando a la JtQuih'l']~ 'KUL emd'KEta wií XQwwií. El v. 10 recoge de nuevo el término 'tuJtELVÓ~, usándolo juntamente con &O{}EV1Í~. El apóstol puede hacer de este término una virtud, porque sabe que el poder de Dios se manifiesta en la debilidad humana. Sus adversarios no comprenden que Pablo pueda gloriarse precisamente de la debilidad (11, 30; 12, 9; 13, 3). En su debilidad es él discípulo del Señor. Esta comprensión es confirmada por el término JtQuiJ't'l']~, que define más concretamente la emd'KELu. Por tanto, la emd'KELU de Cristo no es su majestad real (en contra de Preisker, Harnack). Los demás textos se integran en este concepto: segun Flp 4, 5 los cristianos deben manifestar su bondad ('to emEL'KÉ~) a todos los hombres, esa bondad que vive del gozo que tienen en el Señor, que está cerca de ellos. El episkopos, según 1 Tim 3, 3, no sólo debe ser emEL'K1Í~ en su puesto de autoridad sino también en su vida privada, como lo muestran las demás virtudes en las que se integra la eJtLd'KELU. En Tit 3, 2 este significado está tan claro, que es admitido incluso por Preisker (587). Lo mismo se

1500 diga de la «sabiduría de lo alto» (Sant 3, 17), en cuyo contexto emEL'K1Í~ no «se describe», ni mucho menos, «como virtud de soberanos» (Preisker, 586). H. Giesen

E3tlftXta, a~, ÍJ epieikia clemencia, benignidad Forma alternativa de emEL'KELu. E3tl~t)'tiro epizeteo buscar, desear, pedir*

Aparece 13 veces en el NT, reforzando algunas veces al verbo simple -+ ~'l']'tÉOJ; buscar (con solicitud) a alguien, Lc 4, 42; Hech 12, 19; andar buscando (la futura salvación), Heb 11, 14; 13, 14; buscar con afán alguna cosa, Mt 6,32 par. Lc 12,30; Rom 11, 7; Flp 4,17 (bis); desear/anhelar, Hech 13, 7 (con infinitivo); em~'l']'tÉOJ o'l'][tElOV, «exigir una señal», Mt 12, 39 (par. Lc 11, 29 v.l.); 16,4 (par. Mc 8, 12 v.l.). E3tl{}avá'ttO~, 2 epithanatios consagrado a la muerte, sentenciado a muerte* Dícese en 1 Cor 4, 9 en una descripción que se hace de los apóstoles: w~ em{}uvu,;[o'U~. E3tí.{}E(Jl~, Ero~, ÍJ epithesis imposición (de

las manos)* En el NT este término aparece siempre en una expresión acuñada: eJtL{}E<JL~ 'tiliv XELQiliv, imposición de las manos: Hech 8, 18; 1 Tim 4, 14; 2 Tim 1,6; Heb 6, 2. BHH 11,632636 (bibl.); Haag, Diccionario, 897s (bibl.); Spicq, Notes 1, 268s.

E3tt{}"ptiro epithymeo desear vivamente, codiciar -> em{}Uf-LLu.

E3tt{}"ptt)'tÍ)~, olí, Ó epithymetes persona

que desea o codicia -> em{}Uf-LLu.

1502

1501 E~u3"ptta, a~, ÍJ epithymia deseo, codicia btdruf-LÉOJ epithymeo desear vivamente, co-

diciar e:rtL{}'Uf-LYI't1Í~, oií, Ó epithymetes persona

que desea o codicia* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos -

3. Campo referencial y sinónimos - 4. a) fJn{}ullla en Pablo y en Santiago: la secuencia deseo - pecado muerte - b) 1 Jn 2, 15-17: Em{}ullla y XÓOIlO<;. Bibl.: G. Bornkamm, Sünde, Gesetz und Tod, en Bornkamm, Aufsiitze 1, 51-69; F. Büchsel, {}UIlÓ<; X1:A., en ThWNT 111, 167-173; M. Dibelius-H. Greeven, Der Brief des Jak (KEK), Giittingen '1964, 120-125; E. Gerstenberger, 'wh, en DTMAT 1, 133-137; Id., ifmd, en DTMAT 1, 804-807; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus (FRLANT 119), Gottingen 1978, 62-71; E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen 31974, 183190; S. Lyonnet, «Tu ne convoiteras pas» (Rom 7, 7), en FS Cullmann, 1962, 157-165; Id., Quae.rtiones ad Rom 7, 7-13: VD 40 (1962) 163-183; G. Mayer, 'iíwiíh, en DTAT 1,145-147; J. B. Metz, Begierde (Begierlichkeit), en LThK 11, 108-112; W. Metzger, Die neóterikai epithymíai in 2 Tim 2, 22: ThZ 33 (1977) 129-136; F. MuBner, Der Jak (HThK), Freiburg i. Br. '1967, 84-97; H. Schlier, Der Romerbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1977,220-227; H. SchonweiB, fJn{}uIlla, en DTNT 11,21-23; G. Wallis, hiimad, en ThWAT 11,1020-1032; P. Wilpert, Begierde, en RAC 11, 62-78. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1111.

1. El verbo eJtL'lt'Uf-LÉOJ aparece 7 veces en los sinópticos y en Hechos (de ellas 5 en Lc y 1 en Hech), 4 veces en Pablo y 1 vez en cada uno de los escritos siguientes: 1 Timoteo, Hebreos, Santiago, 1 Pedro y Apocalipsis. El sustantivo eJtL{}'Uf-LLU aparece más concentradamente: 34 veces en la literatura epistolar y 1 vez solamente en cada uno de los escritos siguientes: Marcos, Lucas, Juan y Apocalipsis. A Pablo le corresponden 10 testimonios (de ellos 5 en Romanos), y a las cartas deuteropaulinas les corresponden 9 testimonios. 2. em{}u[tÉm y em{}Uf-LLU se derivan de

-+

{}u[tó~, que primeramente significa «espíritu,

valor, ira, sentido» (Frisk, W6rterbuch 1, 693), Y luego también «pasión, deseo apasionado», siendo el principal elemento constitutivo de su significado el anhelo y el ansia que hay en {}u[tó~. Lo mismo que en la LXX, donde em{}uf-LÉm designa casi siempre -en un

sentido éticamente neutro- al ser humano en su tendencia del momento hacia algo exterior a él (por ejemplo, Gén 31, 30; Dt 14, 26), vemos que en la mayoría de los testimonios que aparecen en el NT (de 11 a 16), el verbo significa también -en este sentido ambivalentecodiciar, tender hacia, tratar de tener algo, hacer algo o ser alguien. En el NT el verbo se usa únicamente 5 veces para expresar que se desea algo (prohibido), citando entonces Rom 7,7; 13,9 el mandamiento del Decálogo que aparece en Ex 20, 17 / Dt 5, 21, Y aludiendo 1 Cor 10, 6 a Núm 11,4.34, mientras que Mt 5, 28, aunque radicaliza el mandamiento del Decálogo que aparece en Ex 20, 13 / Dt 5, 17 (en todos los casos se hace referencia a la LXX), encuentra una ayuda para su formulación en Ex 20, 17 I Dt 5, 21. En la LXX, cuando em{}uf-LÉm se usa en este sentido negativo, suele traducir la forma qal de ~amad. El hecho de que en Rom 7, 7; 13,9 se cite (sin objeto de la acción verbal en acusativo) la prohibición de codiciar la mujer del prójimo o la propiedad ajena, y de esta manera se radicalice dicha prohibición, es algo que existía ya en la tradición judía, como demuestra 2 Mac 2, 6: [ti] em{}u[tELv dQ'l']'KEV ~f-La~ Ó VÓf-LO~.

Este desarrollo se ve claramente en el uso que el NT hace del sustantivo em{}Uf-LLu. Siguiendo la tendencia del pensamiento judío (cf. también VidAd 19: «Porque la em{}Uf-LLU es el comienzo ['KE
1503 cepto como el apetito sexual. Claro está que la bn{h¡[-tLa puede manifestarse también en el abuso de las posibilidades sexuales del ser humano. W. D. Davies, Paul and Rabbinic Judaism, London 1962, 23ss, entiende erróneamente la relación entre la doctrina rabínica del yefier ha ra ' y Rom 7, porque el citado autor interpreta Rom 7 en sentido autobiográfico. A veces el verbo E:7tdtu[-tÉw adquiere el carácter de algo verdaderamente apremiante, por ejemplo, en Lc 22, 15: EmitUfA,L~ Em:itÚfA,l]oU, con gran ansia he deseado (cf. Gén 31, 30). bn'l'tU[-tE"t~S, en 1 Cor 10, 6, significa la persona que desea o codicia algo de manera contraria a lo que Dios manda, es decir, designa al hombre de mala E:7tL'l'tu[-tLa.

3. Tanto el verbo como el sustantivo se hallan a menudo en el contexto de conceptos afines o sinónimos, por ejemplo, en 1 Tim 3, 1, con oQÉYOfA,aL (<
1504

4. a) Tanto en Rom 7, 7ss como en Sant 1, 13ss E:7tL'l'tu[-tLa se emplea dentro del contexto del relato de la tentación de Gén 3. En ambos pasajes se encuentra la siguiente secuencia E:7tL'l'tU[-tLU - á[-taQ"tLa - 'l'távu"tOs (<<deseo pecado - muerte»), y en Rom 5, 12 hallamos únicamente la secuencia á[-taQ"tLa - 'l'táva"tOs. En Sant 1, 13ss aparecen el deseo, el pecado y la muerte, y en Rom 5, 12 el pecado y la muerte, como poderes cuasi-personificados. En Rom 7, 7ss encontramos esto mismo, al menos por lo que respecta al pecado. A pesar de estas correspondencias entre Pablo y Santiago, las diferencias son considerables. Los correspondientes argumentos indican tales diferencias. En Rom 7, 7-12 el pecado se describe como un poder astuto y pérfido que se sirve de la ley como base de operaciones (&cpoQ[-t~) para hacer que el hombre peque. Claro que Pablo presenta esta sección con tan intensa densidad teológica, que es muy difícil desenmarañar las ideas, profundamente entreveradas, que en parte se dan por supuestas y ya no se expresan. La experiencia concreta del pecado, según el v. 7a, se efectúa cuando el mandamiento dice «No codiciarás», y el hombre se reconoce a sí mismo como quien tiene malos deseos. Sin embargo, falta toda especulación acerca de por qué el hombre es fundamentalmente una persona que desea, en el mal sentido de la palabra. Por el contexto de Rom 7, 7-12 Y por todo el complejo de enunciados de la Carta a los Romanos, vemos que E:7tL'l'tu[-tLa puede expresar dos cosas: en el v. 8 Jta.aav E:7tL'l'tu[-tLav significa la E:7tL'l'tu[-tLa entendida tanto en sentido antinomístico (alusión a Gén 3 en los vv. 8ss) como en sentido nomístico (Rom 10, 3) (Bornkarnm, 55; Schlier, 223: «Este desear de toda índole [se halla] ... contenido en la in-justicia y en la justicia propia»). Que el hombre no tiene la libertad de estar sin concupiscencia' lo vemos c1arÍsimamente sobre todo por la conexión de Rom 7, 7ss con 5, 12: todo hombre, con anterioridad a Cristo y al margen de Cristo, es movido por el pecado para tener un deseo pecaminoso, porque el pecado es un

1505 poder cósmico, es decir, un pecado que determina a toda la humanidad. La falta de nitidez de la argumentación paulina en 7, 7ss se ve en el hecho de que el v. 7a describe primariamente una relación noética entre la ley y el pecado, mientras que en el v. 7b la relación noética se convierte en una relación óntica: al experimentarse el hombre a sí mismo como quien desea, entonces surge la concupiscencia (Hübner, 63s). El que desea -según Rom 7- está alienado de sí mismo. Cree que, en su concupiscencia, está orientado hacia la vida, pero lo que desea en realidad es la muerte. En efecto, él no sabe lo que hace, Rom 7, 15. En el movimiento de la argumentación, esto se aplica principalmente al hombre que tiene deseos nomísticos. y ello significa que el hombre bajo la ley no es capaz de comprender en su pleno sen~ido lo terrible que es el pecado y la concupiscencia. Para Sant 1, 13-18 la personificación de la E:7tL'l'tu[-tLa (v. 14) y la apelación a Gén 3 (MuEner, 89: una «interpretación psicológica de la historia de la caída en el pecado») se hallan al servicio de la intención práctica de lo que se dice en los vv. 16-18 (Dibelius, 124): hay que rechazar la opinión errónea de que el hombre es tentado por Dios. La tentación se efectúa por la propia concupiscencia, v. 14. De dónde procede ésta, es algo que no se indica, como tampoco se dice en Rom 5, 12 de dónde procede el pecado. La secuencia conocida ya desde Pablo: E:7tL'l'tu[-tLa - á[-taQ"tLu 'l'táva"tOs se describe genealógicamente en el v. 15. La E:7tL'l'tu[-tLa aparece «como una especie de ramera» (MuEner, 88) que con sus prostituciones concibe el pecado. De nuevo tampoco se nos dice de quién la ramera lo concibe. El pecado, a su vez, concibe luego la muerte. Sin embargo, en Santiago es todo más inocuo que en Pablo; en efecto, el tentado no tiene más que rech,azar a la tentadora. No se habla ya de la E:7tL'l'tu[-tLa en conexión con la dialéctica paulina de la fatalidad ineludible y de la acción de la que uno es responsable (Rom 5, 12). La doctrina de Santiago acerca del deseo, el pecado y la muerte no está inte-

1506 grada precisamente en una teología soteriológica, en contra de lo que sucede en Pablo. b) En 1 Jn 2, 15-17 la E:7tL'l'tu[-tLa, desglosada en la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la ostentación en la vida, es expresión de aquella existencia que recibe «del mundo» (xóa[-tos) su nota distintiva y que, por tanto, es contraria a Dios. Probablemente R. Bultmann (Die Johannesbriefe [KEK), 39) va demasiado lejos, cuando comprende el genitivo «de la carne» (que determina a la E:7tLitufA,LU) como un poder hostil a Dios. Los tres genitivos del v. 16 serían más bien, como sugiere igualmente el v. 17, la caracterización de lo «terreno y caduco» (R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, 162-169). «No sabemos cuáles son las raíces últimas de esta EmitUfA,LU» (Schnackenburg, Cartas de san Juan, 162). H. Hübner

E3tu«dH~ro epikathizi5 sentarse, montar en* Mt 21, 7, con EJtávw: «él montó erlcima (del asna y del pollino)>>.

E3tlX<Ü"Éro epikalei5 llamar, invocar* l. Aparición en el NT - 2. Campo semántico 3. E1tL%uMw [1:0 OVOflU] + objeto.

Bib/..· R. Baumann, Mitte und Norm des Christlichen (NTA 5), Münster i. W. 1968; W. Bousset, Kyrios Christos, Gottingen 61967, 84-86, 101-104, 224-228; Bultmann, Teología 176-178; L. Coenen, Llamada, en DTNT 111, 3-15; O. Cullmann, Alle, die den Namen unseres Herrn lesus Christils anrufen, en Id., Vortriige und Aufsiitze 1925-1962, Tübingen 1966,605-622; J. Dupont, Nom de lésus, en DBS VI, 514-541, sobre todo 520-525; K. Galling, Die Ausrufung des Namens als Rechtsakt in Israel: ThLZ 81 (1956) 65-70; Goppelt, Theologie, 407s; Hahn, Hoheitstitei, 118s; W. Heitmül1er, 1m Namen lesu (FRLANT 1, 2), Gottingen 1903; A. Kerrigan, The "Sensus Plenior» of loel IlI, 1-5 in Act., Il, 14-36, en J. Coppens et alii (eds.), Sacra Pagina 11 (BEThL 12-13), Paris 1959,295-313; W. Kramer, Christos Kyrios Gottessohn (AThANT 44), Zürich 1963; P.-E. Langevin, "Ceux qui invoquent le nom du Seigneur» (l Cor 1,2): ScEc 19 (1967) 373407; ScEs 20 (1968) 113-126; 21 (1969) 71-122; Liddell-Scott, s.v.; K. L. Schmidt, E1tL%Ut..ÉW, en ThWNT 111, 498-501; Ph. Vielhauer, Ein Weg zur Christolo-

1507

E:7n'XuAÉw

gie?: EvTh 25 (1965) 24-72, sobre todo 43-45; U. Wikkert, Einheit und Eintracht der Kirche im Praskript des 1Kor: ZNW 50 (1959) 73-82.

1. El frecuente uso del verbo simple -+ 'XuAÉw en el NT (148 veces) contrasta con la menor frecuencia de EJtL'XuAÉw (30 veces). Lucas muestra especial predilección por E:7u'XuAÉw (Lc 22, 3 v.l.; veinte veces en Hechos). Pablo utiliza EJtL'XUAÉW 5 veces (3 veces en Romanos, una vez en 1 Corintios y otra en 2 Corintios); y el verbo se encuentra una vez en cada uno de los escritos siguientes: Mateo, 2 Timoteo, Hebreos, Santiago y 1 Pedro. El significado fundamental de llamar se expresa principalmente mediante las formas pasivas del verbo (-+ 2.a), en las que E:7u'XUA.Éw en su predicación y uso se iguala al verbo simple (cf. EJtL'XUAÉW y 'XUA.Éw en Hech 1, 23). En la voz media, EJtL'XUAÉW significa llamar para sí, invocar (-+ 2.b). En combinación con "to ovo¡.tu o con objeto de persona en acusativo, E:7u'XUA.Éw (principalmente en voz media) significa invocar con-

fesando (-+ 3). 2. a) Con el participio de pasiva de bu'XuMw en posición atributiva se expresa en Mt 10, 3 v.l.; Hech 4, 36; 12, 25 (en aoristo: eJtL'XAl]tl'd~) o en Lc 22, 3 v.l.; Hech 10, 18; 11, 13; 12, 12; 15,22 v.l. (en presente: em'XuAOV¡.tEVO~) la complementación de un nombre propio por medio de un sobrenombre. El mismo significado tienen las formas pasivas de indicativo de em'XuMw en aoristo (Hech 1, 23: enE'XA~tl'l]) o en presente (Hech 10, 5.32: em'XuAELtaL). En Mt 10, 25 em'XuAÉw (en aoristo de indicativo de la voz activa, con sentido transitivo) se relaciona con la asignación de un nombre propio. b) La invocación de Dios como testigo debe entenderse como expresión jurídica en 2 Cor 1, 23 (bu'XuAÉw se encuentra ya atestiguado con este sentido en el griego clásico: cf. Herodoto 11, 39; I1I, 8; Antifonte 1, 30; Platón, Leg 11, 664c). Como traducción del técnicismo appellatio o provocatio, em'XuMw se emplea en voz media en los textos que hablan sobre el proceso de Pablo (Hech 25, 11.12. 21.25; 26, 32; 28, 19). (Con este mismo sentido aparece ya en Demóstenes, Or XVIII, 127).

1508

3. a) En la construcción con un objeto de persona, casi siempre ampliado semíticamente (em'XuAÉw tO OVO ¡.tu [tou] 'X"lJQLO"lJ), vemos que em'XuMw, en voz media, significa en sentido teológico el acto de confesión de fe que se hace mediante la aclamación de la comunidad, aclamación que se refiere siempre al «nombre», es decir, al Señor (-+ 'XVQLO~) proclamado como tal. Por el contexto, Rom 10, 13 (Jta~ ... 8~ av eJtL'XuM<Jl]taL to OVO ¡.tu 'X"lJQLO"lJ <JW~<JEtaL [JI 3, 5 LXX]) debe entenderse como la invocación de Jesús como el Kyrios (cf. v. 9a), en quien se funda la salvación de la humanidad. em'XuMw debe entenderse aquí, lo mismo que en Rom 10, 12b (UUtÓV se refiere a 'XVQLO~ en el v. 12a), como un clamor de confesión de fe. Aquí hay que tener en cuenta el trasfondo semántico del AT, según el cual con la mención del nombre (-+ OVO ¡.tu) se establece una relación de posesión (también en el sentido de un título jurídico que se hace valer). Asimismo, en la cita que Pedro hace en su discurso de Hech 2, 21 (JI 3, 5 LXX), ocupa el primer plano el aspecto de confesión de fe en el Kyrios: el texto, que en Joel tenía originalmente sentido escatológico, es traído al presente salvífico de la proclamación henchida por el Espíritu (véanse los vv. 16.22-24). em'XuMw to OVO[.lu tou 'X"lJQLO"lJ es ya en 1 Cor 1, 2 la circunlocución (pre-paulina) para referirse a todos los que (en virtud del bautismo, cf. v. 13), en la asamblea congregada, confiesan a Cristo como el Señor (H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco: «los cristianos»). Esta invocación es aquí una afirmación que constituye la base de la unidad (la expresión se encuentra también en Herm [s] 9, 14,3; una vez aparece una frase de tenor parecido en Josefo, Bell V, 438: em'XaMw to OVO ¡.tu tou tl'wu [conjurar]). En Rom 10, 14 este matiz de em'XaMw como aclamación (litúrgica) se aclara aún más mediante la referencia a -+ JtWtEVW. En Hech 9, 14.21 em'XuMw tO ovo¡.ta se relaciona con un pronombre que se refiere a Cristo. Esta referencia es, por lo menos, obvia en Hech 22, 16; Y en Hech 7,59 el objeto del

1509

1510

verbo «invocar» se ha suprimido para dar más realce a la invocación directa hecha por Esteban. 2 Tim 2, 22 (em'XaMw tOV 'XVQLOV) y 1 Pe 1, 17 (em'XaMw JtatÉQu) ofrecen expresiones más genuinamente griegas que vienen a significar lo mismo; 1 Pe 1, 17, siguiendo a Rom 8, 15; Gál 4, 6 (-+ a~~u 3), explica el nuevo don de poder invocar -en la fe- a Dios llamándole Padre. b) El mismo sentido de em'XuMw aparece, aunque en una construcción diferente, en Heb 11,16 (Dios no se avergüenza de «dejarse confesar [= invocar] como su Dios»); el infinitivo em'XuAEL<Jtl'aL debe entenderse en sentido pasivo. En Sant 2, 7 el participio de aoristo de la voz pasiva (tO 'XUAOV ovo¡.ta to em'XAl]tl'ev Erp' Ú[.la~) se usa para expresar la idea de la trasferencia de propiedad que se efectúa por la invocación del nombre de Jesús en el bautismo (cf. 1 Cor 1, 2) (-+ ~UJttLtW). Lo enraizada que se halla esta manera de pensar en el AT, lo vemos por Hech 15, 17 (= Am 9, 12 LXX; cf. Dt 28, 10; Is 43, 7; Jer 14, 9, etc.). W. KirschHiger

E3ttxáAlJJlJla, a'to;, 'tó epikalymma cobertura, pretexto* 1 Pe 2, 16, en sentido figurado: «no utilicéis la libertad como pretexto para el mal».

1. Juan utiliza EJtL'XEL[.laL en sentido propio únicamente en dos pasajes: en 11, 38 hablando de la piedra del sepulcro, y en 21, 9 refiriéndose al «pescado» que estaba asándose sobre las brasas. Del empleo del verbo en 11, 38 se deduce claramente que la estructura de la tumba de Lázaro era diferente de la del sepulcro de Jesús, en el que una gran piedra, al rodarse, cerraba el acceso a la cámara funeraria. El sepulcro de Lázaro era una fosa excavada en la tierra y tapada horizontalmente por una gran losa. A este tipo corresponden los sepulcros de los que se habla en Lc 11, 44 Y el sepulcro de Lázaro, tal como se enseña hoy día (Kopp, SUitten, 334s). La tradición iconográfica se basa en la traducción latina monu-

mentum. Jn 21, 9 se caracteriza por una animada descripción. La escena se inserta prematuramente en la historia de la captura de peces. Cuando los discípulos bajan de la barca, ven primeramente (¡se usa el presente!) que sobre la tierra hay brasas encendidas. La v.l. 'XaLO[.lÉvl]v (encendidas) se entiende seguramente como una corrección: la leña ardiendo (cf. 18, 18) no podía divisarse, seguramente, desde la barca. Sobre las brasas ven que se está asando «pescado» (O'ljJáQLOV: propiamente «comida cocinada», en este caso -seguramente- «pescado», cf. el término griego moderno 'ljJáQL, «pescado»), y finalmente Vyn el pan.

E3ttxaAll3t'tOl epikalypt6 velar, cubrir* En Rom 4,7 (en cita del Sal 31, 1 LXX) el verbo (en voz pasiva) se usa en sentido figurado, con aL á[.lUQtLaL como sujeto.

E3ttxa'táQa'to;, 2 epikataratos maldito* Gál 3, 10 (en cita de Dt 27, 36).13 (cf. Dt ~1, ,23) en la expresión: Em'XatáQuto~ Jta~ o~/o ... ; -+ 'XutaQáo[.laL.

En:íxEtJlat epikeimai estar encima* 1. En sentido propio - 2. En sentido figurado 3. Como expresión teológica. Bibl.: F. Büchsel, Eltbtfl[tat en ThWNT III 655'

Cr~mer-Kiigel, 591; Moulton~Milligan, 240; 'Wett~ stem, NTI, 684, 814;

n, 136.

2. En Lc I Hech EJtL'XELf.laL se usa metafóricamente con el sentido de acosar, refiriéndose al embate de la tempestad (Hech 27, 20) y al gentío que se apiñaba en torno a Jesús (Lc 5, 1; 23, 23). Por tanto, EJtL'XEL[.laL tiene siempre en Lucas la idea de algo amenazador. Según Lc 5, 1 el gentío busca en Jesús una curación milagrosa (cf. 6, 19), mientras que en 23, 23 Jesús es rechazado por el pueblo (AUÓ~!). Puesto que 5, 1 es claramente una creación de Lucas, habrá que entender el versículo como contrapunto a 23, 23, de la misma manera exactamente que la confesión de Pedro en 5, 8 corresponde a la escena de la negación en 22, 54-62.

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3. En Pablo EJtLXELf.taL tiene sentido teológico. El apóstol emplea el verbo en 1 Cor 9, 16 para caracterizar su ministerio apostólico, que él siente que es una necesidad (-* aváyx1') 3) que Dios le impone, y a la que él no puede sustraerse. «La aváyx1') está sobre mí», dícese de la fatalidad que cae sobre uno (Homero, 11 6, 458). El paralelo más cercano son las voces de los profetas del AT, que consideran su labor profética como un destino ineludible (Am 3, 8; Jer 1,6; 20, 9). Heb 9, 10 dice que las prescripciones del AT (chxaLwf.tu'tu oUQXó~) están impuestas sólo por un período determinado. La expresión delata una interpretación cristiana de la ley, a la que se considera como una carga (cf. Did 6, 2s). G. Bouwman

bnxÉJ...Aro epikello encallar* Hech 27, 41 con 't~v vuiív como objeto de la acción verbal. Es un tecnicismo náutico.

'E3ttxo'Úºno~, OlJ, Ó Epikoureios epicúreo* En el NT aparece únicamente en Hech 17, 19 ('tLVE~ ... 'tWV 'EJtLxo'UQdoov XUL L'tO'LXWV cpLAOOÓcpooV ... ) como nombre de una escuela filosófica que se remontaba a Epicuro (341270 a.C.) (cf. también Josefo, Ant X, 277). Junto' a los estoicos, el autor de Hechos considera a los epicúreos como la tendencia filosófica más conocida. En el contexto no se hace referencia alguna a su doctrina. Parece que Lucas los entendió como representantes del materialismo y del ateísmo. BHH 1, 421; E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), sub loco.

E3tI,XOlJºta, a~, it epikouria ayuda*

Hech 26, 22: EJtLXO'UQLU~ ... 'tfj~ aJto 'tOií {tWií, «ayuda de Dios». 'E3ttxo'ÚºtO~, OlJ, Ó Epikourios epicúreo -* 'EJtLXOÚQELO~.

E3ttXºtVro epikrino decidir, dictar sentencia* En Lc 23, 24 (a diferencia de Mc 15, 14) dícese de la sentencia dictada por Pilato. E3ttAa".~ÚVO".at epilambanomai coger,

asir* El verbo aparece 19 veces en el NT, cinco de ellas en Lc y siete en Hech; se construye con genitivo o acusativo de persona o de cosa: asir a alguien (por ejemplo, para ayudarle o curarle), Mt 14, 31; Mc 8, 23 ('tfj~ XELQo~ 'tOií 't'UcpAoií); Lc 9, 47; 14,4; Hech 9,27; 17, 19; 23, 19; Heb 8, 9 (con Dios como sujeto); asir / agarrar a alguien (con intención hostil, Hech 16, 19; 18, 17; 21, 30; en el sentido de prender, Hech 21,33; echar mano de alguien, Lc 23, 26. En sentido figurado: «sorprender a alguien en una palabra» (literalmente: «cogerle en alguna palabra»), 20, 20 (Myo'U).26 (QlJf.tu'tO~); conseguir algo en el sentido de apropiárselo, 1 Tim 6, 12 ('tfj~ ULooVLO'U ~oofj~); 6, 19 ('tfj~ oV'too~ ~oofj~); preocuparse de, Heb 2, 16 (bis).

E3ttAav1'túVO".at epilanthanomai olvidar, desatender* En el sentido propio de olvidar en Mc 8, 14 par. Mt 16, 5; Sant 1, 24; en el sentido de no preocuparse de algo / desatender algo, en Flp 3, 13 (objeto de la acción verbal: 'tu ... OJtL0(0); con negación en el sentido de preocuparse de algo, Heb 13, 2 ('tfj~ cpLAO~EVLU~); 13, 16 ('tfj~ M e\JJtOLtu~ XUL XOLVooVLU~); en relación con la constante fidelidad de Dios, Lc 12, 6; Heb 6, 10.

E3ttlÉyro epilegollamar (además), escoger* Dícese en Jn 5, 2, en voz pasiva, en relación con el nombre «hebreo» del estanque de Betesda (Betzata); en Hech 15, 40, en voz media: «Pablo escogió para sí aSilas».

E3ttAft3tro epileipo abandonar, faltar* Heb 11,32: EJtLAEhjJEL f.te... ó XQóvo~, «me faltaría el tiempo».

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E3ttAEÍXro epileichO lamer*

E3tt".ÉVro epimeno permanecer, perseverar

Lc 16, 21 con 'tu EAX1') (<
En Mc 4, 34 dícese de la interpretación de las parábolas (cf. Herm [s] 5, 3, 1s y passim); en Hech 19, 39 dícese de la decisión que se adopte en la asamblea ordinaria del pueblo.

en algo* El verbo aparece 16 veces en el NT (incluido Jn 8, 7, el único lugar de los evangelios en que se encuentra); de ellas 6 veces en Hechos, en indicaciones sobre viajes. En la mitad de los testimonios, EJtLf.tÉVoo significa en sentido propio permanecer (en un determinado lugar), indicándose casi siempre la duración de la estancia: Hech 10,48; 21, 4.10; 28,12.14; 1 Cor 16, 7.8; Gál 1, 18; en sentido general, significa en Flp 1, 24 «el permanecer en la carne ('tñ OUQXL = en esta vida, cf. v. 22). En los demás pasajes el verbo tiene sentido figurado: persistir en algo (con dativo) / seguir haciendo algo (con participio): Jn 8, 7, «insist(an en sus preguntas»; Hech 12, 16, «Pedro seguía llamando»; Rom 6, 1, permanecer en el (ámbito del) pecado; 11,22, en la bondad de Dios; 11, 23, no persistir en la incredulidad; Col 1, 23, permanecer en la fe; 1 Tim 4, 16, EJtLf.tEVE UU'tOL~, <
E3tt".aºtlJºÉro epimartyreo testificar*

E3ttVf'Úro epineuo acceder*

E3ttAt)a"'OVt), t¡~, it epilesmone olvido*

Sant 1, 25: aXQou't~~ EJtLA1')Of.tOVfj~, «el oyente que (en seguida) olvida». E3ttAOt3tO~,

2 epiloipos restante* 1 Pe 4, 2: 'tov EJtLAOLJtOV ... XQóvov, «el tiempo que (todavía) queda»; sustantivado, 'tu EJtLAOLJtU, «el resto», Lc 24, 43 Koiné, etc.

it

E3ttAlJat~, fro~, epilysis análisis, interpretación* 2 Pe 1, 20: L()LU EJtLA'UOL~, «interpretación caprichosa».

rntA'Úro epilyo disolver, interpretar, ac1arar*

1 Pe 5, 12: EJtLf.tUQ't'UQwv junto a JtuQuxuAWV.

E3tt".ÉAna, a~, it epimeleia solicitud, cui-

Ap 18,20: oux EJtÉVE'UOEV, Pablo no accedió.

E3ttVOta, a~, it epinoia ocurrencia, plan*

dado* Hech 27, 3: EJtLf.tEAdu~ 't'UXeLV, «participar en la solicitud / dejarse atender». Spicq, Notes 1, 270-276.

Hech 8, 22: ~ EJtLVOLU 'tfj~ XUQ()LU~ oo'u, dícese en sentido negativo del plan (malvado) de Simón Mago.

E3tt".fAÉo".at epimeleomai cuidar, preo-

E3ttoºXÉro epiorkeo jurar en falso, que-

cuparse Con genitivo de persona, Lc 10, 34.35 «:"de él»; con el objeto EXXA1')OLU~ {tWií, 1 TIm 3, 5. Spicq, Notes 1, 69-71, 270-276.

brantar un juramento* En Mt 5, 33 oux EJtLoQxlJoEL~significa muy probablemente: «no jurarás en falso / no cometerás perjurio, según el significado más difundido de EJtLOQXÉoo (cf. Liddell-Scott, s. v.). Con arreglo a lo que dice Crisipo Estoico 11,63 (von Amim, Fragmenta), que distingue, por ejemplo, entre EJtLOQXÉoo y 'tjJE'U()oQxÉoo, sería posible también la traducción: «no quebrantarás un juramento»; cf. también

E3tt".fAro~ epimelos (adv.) cuidadosamente diligentemente* ' . Según Lc 15, 8 la mujer busca con diligenc¡~ hasta encontrar los centimitos perdidos. SpICq, Notes 1, 270-276.

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ErtLOQXÉW - E:7tLOÚOLOS;

Did 2, 3. Mt 5, 33 se formuló probablemente siguiendo a Lev 19, 12 (quizás también a Ex 20, 7); en la tradición judía se censuraba severamente tanto el perjurio como el juramento vano, y cuando era premeditado se castigaba con pena de azotes, cf. Billerbeck 1, 321327; ThWNT V, 178-180.

E:7ttOQXO;, 2 epiorkos perjuro* 1 Tim 1, 10, en un catálogo de vicios, junto a 'l'EvoLm.

E:7twií(Ja, 1);, t\ epiousa que se acerca Participio de ---> E:7tELIlL.

E:7tlo'Úmo;, 2 epiousios necesario (para la existencia), lo que pertenece al día* 1. El problema - 2. Interpretaciones - 3. Comparación entre los sinópticos.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, 588; H. Bourgoin, 'EltLoúmos; expliqué par la notion de préfixe vide: Bib 60 (1979) 91-96; J. Carmignac, Recherches sur le «Notre Pere», Paris 1969, 121-143,214-220 (bibl.); W. Foerster, EltLOÚmOS;, en ThWNT 11, 587-595; P. Grelot, La quatrieme demande du «Pater» et son arriere-plan sémitique: NTS 25 (1978-1979) 299-314; A. J. Hultgren, The Bread Petition of the Lord's Prayer: AThR Suppl. II (1990) 41-54; Jeremias, Teología, 234-236; B. Orchard, The Meaning of the Ton Epiousion (Mt 6, 11 =Lk 11, 3): Biblical Theology Bulletin 3 (1973) 274-282; J. Starcky, La quatrieme demande du Pater: HThR 64 (1971) 401-409; A. Viigtle, Der «eschatologische» Bezug der Wir-Bitten des Vaterunser, en FS Kümmel, 344-362; E. M. Yamauchi, The «Daily Bread» Motif in Antiquity: The Westminster Theological Journal28 (1965-1966) 145-156. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1081s.

1. La traducción de EJ-tLOÚOLOS; crea especiales problemas, porque el término aparece únicamente en el padrenuestro (Mt 6, 11; Lc 11, 3), porque los testimonios que se hallan en la lengua griega son dudosos, y porque la derivación de esta palabra es incierta. Las versiones antiguas y las interpretaciones dadas por los padres de la Iglesia difieren ya unas de otras. 2. a) Con arreglo a la comprensión escatológica que predominó durante los primeros si-

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glos, y según una correspondiente interpretación de la traducción que aparece en el EvHeb (máJ:¡ar = «para mañana», según Jerónimo, In Mt. 6, 11 [PL 26, 44D, aQ1:OS; E:rtLOÚOLOS; puede significar: el «pan del futuro», el «pan del tiempo de la salvación», el «pan de la vida». En todo ello, E:rtLOÚOLOS; puede derivarse de h~vm o de ELvm, aunque deba preferirse esta segunda etimología. No tiene por qué asociarse con ello una espiritualización y un aislamiento de la cena eucarística que la distancie de la cena cotidiana, en la medida en que admitamos que para los discípulos toda comida con Jesús era anticipación del banquete de la consumación: danos ya hoy el pan de vida, en medio de nuestra vida profana (Jeremias). b) A Orígenes se remonta la propuesta de entender E:rtLOÚOLOS; en el sentido de E:7tL Li¡V ovolav, es decir, «el pan necesario para la existencia». Recordemos, a este propósito, Prov 30, 8 Y sobre todo la experiencia del maná que tuvo el pueblo de Dios en el AT. Esta interpretación (sin su derivación etimológica apenas sostenible) adquiere mayor peso, si entendemos E:rtLOÚOLOS; Uuntamente con 01"1IlEQov o xa{}' 'tÍIlÉQav) como el intento de verter el hebraísmo de Ex 16, 4 (debar-yóm beyómó, «la ración diaria de cada día»; Starcky). La traducción «(la cantidad de) pan que necesitamos» puede deducirse también de la lógica de toda la oración del padrenuestro: después que las tres primeras peticiones han suplicado la revelación escatológica de la obra divina de salvación, Jesús -con las peticiones en primera persona de plural- dirige su mirada hacia la situación de los discípulos; la petición del pan los libera de la preocupación por el día de mañana (para que se concentren en lo que ahora es realmente lo único necesario) (Vogtle). c) Es parecida la hipótesis que supone que el término se deriva de E:rtLÉvm, «llegar»: «¡danos en este día el pan que (le) corresponde!». d) Algunos relacionan aQLoS; E:rtLOÚOLO~ con la expresión 'tÍ E:rtLolíoa 'tÍIlÉQa (de E:7tELIlL) y traducen «el pan para (el día de) maña-

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na», creyendo que se piensa quizás en el día de hoy que ya está amaneciendo: según esto, se habría escogido E:rtLOÚOLOS; para no emplear dos veces el mismo término: «¡danos hoy el pan para hoy!». e) E:rtLOÚOLOS; se entiende también como una forma especial, como un adjetivo derivado del participio de EnELIlL, «llegar»; la petición ruega entonces que el pan ya existente no siga distribuyéndose mal por culpa de los hombres, sino que llegue a todos (Orchard). 3. Mateo emplea O~IlEQOV Y lo usa con el verbo en imperativo de aoristo. Según eso, la petición se refiere a la necesidad actual «de este día». Lucas añade xa{}' 'tÍIlÉQav y formula la petición en presente, mostrando un interés catequético más intenso: el discípulo debe dirigirse a Dios «cada día».

Ch. Müller

Hech 19, 17; Ap 11, 11 (cf. Jos 2, 9; Jdt 2,28 Ypassim; Job 4, 13 Ypassim). Dícese también de sucesos que caen (inesperadamente) sobre una persona: Rom 15, 3 (Sal 68, 10 LXX oprobios); Hech 10, 10 v.l. (un arrobamiento; cf. Gén 15, 12 LXX; Dan 10, 7 Teod.); 13, 11 v.l. (oscuridad y tinieblas). Es característico de Hechos el enunciado de que el Espíritu Santo desciende sobre (grupos de) personas (cf. Ez 11, 5): Hech 8, 16: «(el Espíritu Santo) no había descendido aún sobre ninguno de ellos (sobre los samaritanos); ellos sólo habían sido bautizados»; 10, 44, «el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra (la familia de Cornelio)>>; 11, 15, «cayó sobre ellos, tal como lo hizo al principio (en Pentecostés) sobre nosotros»; véanse las variantes en 8, 39; 19, 6. - Sobre la distinción lucana entre el bautismo de agua y el bautismo del Espíritu, cf. S. Brown: AThR 59 (1977) 135-151. H. Schneider

E:rU:7tt:7t'tOO epipipti5 caer sobre* 1. En el NT el verbo aparece 11 veces, 8 de las cuales se encuentran en la obra de Lucas y 1 vez en cada uno de los escritos siguientes~ Marcos (3, 10), Romanos (15, 3) Y Apocalipsis (11, 11). Además, hay que tener en cuenta las variantes textuales: Jn 13, 25 p66 Sin* Koiné D E> (en lugar de aVanl:7tLw); Hech 8, 39 A; 10, 10 Koiné E lat sy; 13, 11 p74 C Koiné E; 19,6 D; 23, 7 B*. 2. En el sentido propio de caer sobre, arrojarse sobre, precipitarse sobre (principalmente con intención hostil; cf. Moulton-Milligan, s.v.) aparece con simple dativo en: Mc 3, 10 (dícese de los enfermos que se precipitan sobre Jesús para ser curados); Hech 20, 10 (de Pablo que, en Tróade, se tiende sobre el joven q~e había fallecido). En todos los demás pasaJes, aparece con Enl y acusativo (Hech 8, 16 con dativo), por ejemplo, en la expresión «echarse sobre el cuello de alguien» (para besarle): Lc 15,20; Hech 20, 37 (cf. Gén 45, 14; 46, 29; Tob 7, 6 Sin; 11, 9.13). En sentido figurado dícese del temor (
E:7tl:7tJ.1](J(JOO epiplessi5 reprender, regañar* 1 Tim 5, 1 (con negación) con dativo: :7tQEO~1JLÉQ
t\

a;, epipotheia vivo deseo, anhelo Forma alternativa de ---> E:rtL:7to{}la.

E:7tl:7tóltna,

, -"-' E:7tl:7tO'uEOO epipothei5 tener vivo deseo, anhelar* El verbo aparece 9 veces en el NT, pero no en los evangelios ni en Hechos. Se emplea teniendo por objeto de la acción verbal a comunidades y miembros de comunidades (con acusativo): 2 Cor 9, 14; Flp 1, 8; 2, 26; con 1,6ELV, Rom 1, 11; 1 Tes 3, 6; 2 Tim 1,4; con EnEv6'Úoao{}m, 2 Cor 5, 2; con yát..a como objeto de la acción verbal, 1 Pe 2, 2. Es difícil el pasaje de Sant 4, 5, donde LO nVEvlla es seguramente el sujeto (no un {}EÓS; que deba sobreentenderse) y E:rtL:7tO{}ÉW se usa en sentido absoluto: protestar (contra la envi-

1520

1519 dia, la rivalidad, cf. 3, 13 - 4,4; 4, 6-12, donde la «gracia mayor» [v. 6a] ocupa el lugar de la envidia); otra traducción posible: «él (Dios) anhela celosamente el espíritu ... »; cf. Bauer, Worterbuch, s. v.; M. Dibelius, Jakobusbrief' (KEK), sub loco; W. Schrage, Jakobusbrief (NTD), sub loco; Spicq, Notes 1, 277-279.

E3t t3tÓa'lCJte;, Eroe;, ÍJ epipothesis vivo deseo, anhelo* 2 Cor 7, 7 (con genitivo Ú!1wv); 7,11 (debe sobreentenderse: de mí [Pablo]). E3t t3tÓa'ltoe;,2 epipothetos añorado* Flp 4, 1: U6EAcpoL.. ayuJtl]1:ot xut eJtLJtó{}rp:OL, en la introducción de la parte final -parenética- de la carta; cf. también Rom 15,23; 1 Clem 65, 1. E3tt3tOaí.a, ae;, ÍJ epipothia deseo, anhe10* Rom 15, 23: eJtLJto'friu ... "tOu eA'frdv JtQo~ ú!1a~, dícese del vivo deseo que Pablo tiene desde hace años de viajar a España pasando por Roma. E3tt3tO(!E'Ú Oflat epiporeuomai ir o venir a* Lc 8, 4: 'twv ... eJtLJtoQE'UO!1ÉVWv JtQo~ uu'tóv, dícese de las personas que acudían de todas las ciudades para ver a Jesús. E3tt(!<Í3ttro epirapti5 coser en* Mc 2, 21: eJti~AT]!1U ... eJtLQáJt'tw eJtt JtuAmóv, poner un remiendo ... en un vestido viejo (Textus Receptus eJtLQQáJt'tw). F. Hahn: EvTh 31 (1971) 357-375. E3tt(!t3ttro epiripti5 arrojar, echar sobre* En sentido literal: arrojar, Lc 19, 35 (eJtLQm'tw 'ta L!1á'tLU bd 'tov JtWAOV); en sentido figurado, 1 Pe 5, 7, echar las preocupaciones sobre Dios (eJt' uu'tóv). E3tt(!(!<Í3ttro epirrapti5 coser en Forma alternativa de -+ eJtLQáJt'tw.

E3tt(!(!t3ttro epirripti5 arrojar, echar Forma alternativa de -+ eJtLQlJt'tw. E3t tCJ'IflOe;, 2 episemos excelente, distinguido, tristemente famoso* Rom 16, 7: distinguido entre los apóstoles (ev "tOL~ aJtO<J'tóAOL~); en sentido negativo en Mt 27, 16 dícese del prisionero tristemente célebre (Jesús) Barrabás. E3ttCJtttCJ fl Óe;, OV, Ó episitismos provisiones, víveres* Lc 9, 12: LVU ... eiíQWCJLV eJtLCJL'tLO!1 óV , «para ... conseguir alimentos». E3ttCJXÉ3tt Ofl at episkeptomai mirar por, visitar* eJtLoxoJtÉw mirar por, prestar atención a* 1. Aparición de los verbos en el NT - 2. Diferentes contenidos semánticos - 3. Campo referencial.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; H. W. Beyer, EJtLOltÉJtTOllaL ltTA., en ThWNT 11,599-602; H. Fürst, Die

gottliche Heimsuchung, Roma 1965; J. Gnilka, Der Hymnus des Zacharias: BZ 6 (1962) 215-238; W. C. Robinson, Der Weg des Herrn, Hamburg 1964,50-59; Ph. Vielhauer, Das Benedictus des Zacharias, en Id., Aufsiitze zum NT, München 1965,28-46. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1082s.

1522

1521 de presente) significa prestar atención [no sea que ... ]. 3. a) En Mt 25, 36.43, en los logia sobre el juicio universal, se habla de visitar a los enfermos y a los cautivos, en el sentido de preocuparse por ellos. Según el discurso de Esteban, Moisés decidió visitar a los miembros de su pueblo para preocuparse por ellos (Hech 7, 23). Asimismo, Pablo y Bernabé decidieron visitar las comunidades fundadas durante el «primer viaje misionero», para saber cómo les iba, es decir, para preocuparse por ellas (Hech 15, 36). La frase que se lee en Heb 2, 6b, que es cita del Sal 8, 5 LXX: «y el hijo del hombre para que te preocupes por él», debe interpretarse o bien como referido a una persona cualquiera, o bien cristológicamente en el sentido de una cristología del Hijo del hombre (cf. O. Michel, Der Brief an die Hebriier 7 [KEK], 138). Según Sant 1,27, una de las notas características de un culto divino puro y sin mancha es preocuparse por las viudas y los huérfanos en sus aflicciones. Tal es, al mismo tiempo, la expresión concreta de la exigencia formulada en los vv. 22-25 en el sentido de que hay que ser hacedores y no sólo oidores de la palabra.

1. eJtLoxÉJt"tO!1m aparece 11 veces en el NT. Más de la mitad de ellas se encuentran en la doble obra de Lucas (Ev de Lc 3 veces, Hech 4 veces); el verbo aparece además 2 veces en Mateo, 1 en Hebreos y 1 en Santiago; eJtLoxoJtÉw se encuentra en Heb 12, 15 Y en 1 Pe 5, 2.

b) En Hech 6, 3; 15, 14, el verbo se usa en el sentido de escoger: los apóstoles exhortan a los miembros de la comunidad a que escojan siete varones idóneos que se hagan cargo de la distribución diaria de alimentos entre las viudas de habla griega. El hermano del Señor, en su discurso pronunciado en el Concilio Apostólico, alude al relato de Pedro, según el cual Dios ha escogido un pueblo entre los gentiles a fin de ganarlo para su nombre.

2. Los testimonios de estos verbos en el NT, que tienen ya una prehistoria en la LXX, tienen cuatro significados distintos. En el más frecuente de ellos eJtLoxÉJt"tO!1m significa visitar, con la connotación de preocuparse por alguien (6 veces). El verbo significa además buscar, escoger (2 veces), y finalmente visitar con clemencia (3 veces en el material peculiar de Lucas); eJtLoxoJtÉw (tan sólo en participio

c) En Heb 12, 15 Y 1 Pe 5, 2 se habla de prestar atención o «mirar no sea que»: «Mirad no sea que alguno se quede alejado de la gracia de Dios», y «Pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, prestando atención a que las cosas no se hagan forzadamente, sino de manera voluntaria con arreglo a la voluntad de Dios». Los dos pasajes están dirigidos a los líderes de la comunidad.

d) El significado especial de visitar con clemencia (teniendo como sujeto a Dios) lo tiene el verbo únicamente en el evangelio de Lucas, y por cierto 2 veces en el Benedictus de Zacarías (1, 68.78): en la introducción del cántico de alabanza se habla de que Dios visitó con clemencia a su pueblo, en el pasado de la historia salvífica, a fin de darle redención (v. 68, además en el v. 69 en relación con el reinado de David). El final (v. 78) promete esa visita clemente para la aurora del tiempo del cumplimiento. El comentario del final a coro, con motivo de la resurrección del joven de Naín, parece que entiende este hecho como el cumplimiento de lo que se había predicho en el Benedictus de Zacarías: «Dios ha visitado con clemencia a su pueblo (para bien, v.l.)>> (7, 16). La adición que se hace en algunos manuscritos pretende dejar en· claro que se trata de una visitación clemente de Dios, no para castigo. J. Rohde E3ttCJXE"<Í~Oflat episkeuazomai hacer pre-

parativos* En el NT yen la literatura crist,iana primitiva, el verbo aparece únicamente en voz media, en Hech 21, 15: eJtLoxE'Uuoá!1EVOL, nos preparamos (para la marcha).

E3ttCJX'IVóro episkenoi5 aposentarse, poner su morada* 2 Cor 12, 9: «para que el poder de Cristo more en mí (eJt' e!1É)>>. E3ttCJXt<Í~ro episkiazi5 dar sombra, cubrir

de sombra* 1. Significado y aparición en el NT - 2. La sombra de Pedro en Hech 5, 15 - 3. Mc 9, 7 par. - 4. Lc 1, 35. Bibl.: W. Bieder, Der Petrusschatten, Apg 5, 15: ThZ 16 (1960) 407-409; M. Dibelius, Jungfrauensohn und Krippenkind, en Dibelius, Botschaft 1, 1-78, sobre todo 18-22; P. W. van der Horst, Peter's Shadow. The Religio-Historical Background of Acts \U5: NTS 23 (1976-1977) 204-212; Ch. Mugler, Dictionnaire historique de la terminologie optique des Grecs, París 1964, 162s; J. M. Nützel, Die Verkliirungsérziihlung im Mk

1524

1525

1523 (FzB 6), Würzburg 1973, 141-144,246-249; L. Sabou. The Biblical Cloud: BTB 4 (1974) 290-311; H. ~~hürmann, Das Lukasevangeli,um 1, Freiburg 1969, 52-56, 560s; S. Schulz, E1tLOXLU~!J), en ThWNT VII, 401-403.

1. El verbo compuesto EJ"twxultw se deriva de -+ OXLÚ (sombra) y significa dar sombra, cubrir de sombra*. En el NT el té~ino aparece 5 veces: en la historia de la transfIguración (Mc 9, 7 par. Mt 17, 5 / Lc 9, 34), en el relato de la anunciación a María (Lc 1, 35 [y, dependiente de él, Justino, Apol 1, 33, 6]) y en el relato del efecto curador que se esperaba de que la sombra de Pedro cayera sobre los enfermos (Hech 5,15). Con excepción. de Mt 17, 5 par. Lc 9, 34 (acusativo a diferencIa de Marcos), el objeto cubierto por la sombr.a (~n los cinco casos se trata de personas) se mdlca en dativo. El sujeto en Mc 9, 7 (par.) es la «nu~e:> (-+ VECjlÉATJ); en Lc 1, 35, el «poder del AltISImo»; en Hech 5, 15, «la sombra» de Pedro.

de los «pañuelos Y otras prendas que habían tocado su cuerpo». La fuerza sanadora de !a sombra de Pedro sirve para concretar, s:gun 12 el poder taumatúrgico de los «apostoe1 v. , , d 1 13 les»' claro que el v. 15, despues e os vv. s, deb~ entenderse como la acción del pueblo creyente, que llegaba incluso a sacar los enfermos a la calle «para que, al pasar Pedro, al menos (xliv) su sombra cayera sobre alguno de ellos».

En el griego profano.' .EJ"tLOXLá~~ no ~iene, por lo general, sentido pOSItIVO. Pero SI lo tIene en la LXX (Ex 40, 35 [donde traduce el verbo hebreo skn, «posarse»; dícese de la «nube» sobre el tabernáculo también en Núm 9, 18.22 TM (LXX (JxLá~ú)), de la «glor!a» de ,oios en Ex. 24, 16 TM]; Prov 18, 11; cf. E:rtL(JxLa~ú} como.clrcunlocución para expresar l~ p~otecci~n de DlOS en Sal 90, 4; 139, 8). En Filon EJ"tLOxLa~ú}, en el ~arco del dualismo mente-sentidos, es «una espeCIe de palabra clave» (Schulz, 402). En Ex 40, 34s l.a nube es «el medio en el que se desarrolla la ~Ctl­ vidad y la toma de posesión por parte de Dl?S» (Schulz)' deben entenderse también en se~tIdo correspo'ndientemente positivo los enunCiados que con E:rtL(JXLá~ú} se formulan en el NT. 2. Si el autor de Hechos, al hablar de los efectos curativos de la sombra de Pedro, recogió una tradición (como piensa E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], 240): es cosa que no se puede decidir con segu;ldad, pe~? lo que sí podemos afirmar es que el ~~etendlO algo más que describir la expectaclOn del pueblo (con Haenchen, 238); porque aquí el autor recoge quizás el motivo de Mc 6, 56 «<por lo menos la orla del manto» de Jesús), y en Hech 19, 12 se habla en forma parecida de Pablo y

3. En Mc 9, 7 par. es la «nube» la que cubre de sombra. Cuando Mateo/Lucas mencionan en acusativo (avt01J~) el objet~ d~ la acción verbal (primeramente los tres dlSClpUlos), habrá que pensar quizás en que los presentes quedaron totalmente envueltos. en la sombra (cf. Lc 9, 34b). Detrás del motl;o se halla Ex 40, 34s LXX (VECjlÉATJ - EJ"twxLatw oXTJv{¡ - Moisés). La nube es signo de la presencia de Dios, quien habla desde ella (co.mo en Ex 24, 15s; Jub 1, 2s; cf. Sabounn). E:rtLOXLÚtw designa seguramente en este contexto <
E:rtLaXLá~ú}

mana» (Dibelius, 19) o como eufemismo del acto de la procreación, sin embargo la falta de verdaderos paralelos en el entorno (en contra de Horst 211s, quien se apoya en B. George, Zu den altagyptischen Vorstellungen vom Schatten als Seele,

Bonn 1970, 112s, para hallar un testimonio en el antiguo Egipto), y principalmente el contexto teológico del judaísmo helenístico (la acción creadora del Espíritu de Dios) y el de la obra de Lucas (cristología y soteriología universal) demuestran que tal interpretación es desacertada. Por la acción (supremamente misteriosa) del Espíritu de Dios, el hijo de María -según el v. 35b- es el «Hijo de Dios» por su origen y por su esencia (cf. Schürmann, 52s). G. Schneider E3tUJX03tÉro episkopeo mirar por, prestar

atención a -+ EJ"tLOXÉJ"tto!1aL.

i¡;, 1) episkope visitación, ministerio, ministerio de supervisión*

E3tt(JX03t1],

Bibl.: A. Adam, Die Enstehung des Bischofsamtes: WuD 5 (1957) 104-113; Id., Bischof l. Kirchengeschichtlich, en RGG 1,1300-1303; H. W. Bartsch, Die Anfiinge urchristlichen Rechtsbildungen, Hamburg 1965; Bauer, Worterbuch, 591s; W. Bauer, Rechtgliiubigkeit und Ketzerei im ii/testen Christentum, Tübingen 21964; H. W. Beyer, btLOXOJtÍ], ¡mloxoJto~, en ThWNT n, 602-619; N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona 1974,347-353; H. von Campenhausen, Kirchliches Amt und Vollmacht in den ersten drei Jahrhunderten, Tübingen 21963; M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralien, Tübingen '1955, 44-47; J. Ernst, Amt und Autoritiit im NT: ThGI 58 (1968) 170-183; G. Fitzer, Die Entwicklung des Vorsteheramtes im NT, en Pro Oriente, lnnsbruck-Wien-München 1975,91-109; G. Friedrich, Geist und Verfassung und kirchliches Recht im ersten und zweiten Jahrhundert, en RE XX, 508-546; E. Kasemann, Amt und Gemeinde im NT, en Id., Versuche 1, 109-134; H. Karpp, BischoJ, en RAC Il, 394-407; K. Kertelge, Gemeinde und Amt im NT, München 1972 (Leipzig 1975); J. McKenzie, Estructuras ministeriales en el nuevo testamento: Concilium 12 (1972) 239-245; H.-J. Michel, Die Abschiedsrede des Paulus an die Kirche Apg 20, 17-38, München 1973; W. Nauck, Probleme frühchristliches Amtsverstiindnisses: ZNW 48 (1957) 200-220; J. Rohde, Urchristliche und frühkatholische Amter, Berlin 1976; H. Schlier, Die Ordnung der Kirche nach den Pastora-

- E:rtLaxoJ"t~

1526

lien, en Schlier 1, 129-147; R. Schnackenburg, Episkopos und Hirtenamt, en Episkopus (FS M. Faulhaber), Regensburg 1949,66-88; E. Schweizer, Gemeinde und Gemeindeordnung im NT, Zürich 21962; K. Stalder, Episkopos: IKZ 61 (1971) 200-232. Cf. más bibliografía en Th WNT X, 1082s.

1. De los cuatro lugares en que aparece el término, dos de ellos se encuentran en la doble obra de Lucas (Lc 19, 44; Hech 1, 20). Los otros dos pasajes son 1 Tim 3, 1; 1 Pe 2, 12; además 5, 6 v.l. 2. a) Los dos pasajes de Lc 19,44 y 1 Pe 2, 12 enlazan con los significados que el verbo tiene en Lc 1,68.78; 7, 16: visitación clemente. El primer pasaje se halla dentro de la lamentación de Jesús por Jerusalén, con ocasión de su entrada triunfal en la ciudad, y es material peculiar de Lucas. La entrada triunfal de Jesús, supriinido el tono político que algunas veces pudiera tener la idea del reinado de David (cf. 19, 38), es interpretada por Lucas como una visita que trae salvación y que quiere proporcionar paz a la ciudad (J"tQo~ dQ{¡vTJv; v. 42). Como la ciudad no acepta al Rey que hace su entrada en ella para traerle la salvación, y como no reconoce su venida como visitación de gracia, la consecuencia será la destrucción por la guerra. En 1 Pe 2, 12, la expresión «día de la visitación» está tomada de Is 10, 3 LXX Y se emplea en el contexto de una exhortación a mantener una conducta irreprochable entre los paganos. Se habla de la obligación que incumbe a los cristianos en las circunstancias concretas de la vida. Sus buenas obras deben ser el testimonio decisivo de una conducta recta que conduzca a los paganos a la revisión de su juicio sobre los cristianos, a fin de que no vean ya en ellos unos delincuentes, sino que ensalcen a Dios en el día de la visitación. Por ello se entiende aquí un día de la acción clemente de Dios que pueda conducir a la conversión, no el día del juicio escatológico. E:JtLOXOJ"t{¡ aparece, además, como V.l. (quizás por influencia de 1 Pe 2, 12) en 1 Pe 5, 6: «Humillaos bajo la poderosa mano de Dios,

1527

btLo'Xo:n:~ - E:n:[O'XO:n:O~

para que él os exalte en el momento de .la visitación de gracia», momento en el cual la humillación se convertirá en exaltación. b) En los otros dos pasajes se entiende por E:7tLOXOJttl un ministerio. En la perícopa sobre la elección ulterior de Matías para completar de nuevo el número de los apóstoles, Pedro menciona en su discurso de elección (Hech 1, 20) un pasaje del Sal 108, 8 LXX que .forma parte de la lamentación personal de un individuo y en el que se declaran lo falsas que han sido las acusaciones lanzadas contra él. Los enemigos proclaman, entre otras cosas, que su propósito es que otra persona se haga cargo del oficio desempeñado por el perseguido. En el contexto del discurso de Pedro, E:7tLOXOJttl significa el ministerio de apóstol, que Judas perdió al suicidarse, y que ahora debe pasar a otra persona y ha de entenderse como un servicio (Hech 1, 17.25). En 1 Tim 3, 1 E:7tLOXOJttl tiene el sentido de ministerio de supervisión o presidencia. El término se halla en el versículo que introduce el catálogo de condiciones que debe reunir el que presida la comunidad cristiana. Es improbable que las pastorales, con el uso de este concepto, presupongan ya la existencia del episcopado monárquico. Pero de este pasaje nace indudablemente la impresión de que a este ministerio no se llega -como quien diceautomáticamente por ser miembro veterano de la comunidad y por haberse acreditado como tal, sino que es un oficio al que se puede aspirar específicamente. J. Rohde E3tt(JX03tO~, O\), Ó episkopos obispo (su-

pervisor)* Bibl.: -+ EJlLoxomí. Cf. además: E. Lohse, Episko· pos in den Past, en Kirche und Bibel. FS für E. Schick, Paderborn 1979, 225-231; Id, Die Entstehung des Bischofsamtes in der frühen Christenheit: ZNW 71 (1980) 58-73; G. SchoIlgen, Monepiskopat und monarchischer Episkopat. Eine Bemerkung zur Terminologie: ZNW 77 (1986) 146-151; B. E. Thiering, Mebaqqer und Episkopos in the Light of the Temple Scroll: JBL 100 (1981) 59-74.

1528

1. El término aparece 5 veces en el NT. Mientras que en 1 Pe 2, 25 se refiere a Cristo, en los demás pasajes se habla de hombres que ejercen una función o un ministerio en la comunidad cristiana (Hech 20, 28; Flp 1, 1; 1 Tim 3, 2; Tit 1, 7). 2. En griego EJtLOXOJtO~ puede designar muy diversos oficios (Beyer, 607-610). Con mucha frecuencia se trata de actividades profanas (Karpp, 395ss). Este concepto implica sólo una idea religiosa, cuando se encierra en él el significado de «protector, vigilante y patrono». Aunque a menudo sea difícil definir con precisión cuál es el ministerio que se designa con el término EJtLOXOJtO~, encontramos casi siempre la idea de que se trataba de un ministerio de supervisión o, al menos, de carácter administrativo (1. Gnilka, Der Philipperbrief [HThK], 38). La cuestión del origen del EJtLOXOJtO~ en el NT, a saber, si se deriva de las asociaciones judías, de los supervisores del templo en el judaísmo, de los presidentes de las sinagogas, o de la secta de Qurnrán, es una cuestión que ha recibido diferentes respuestas por parte de los investigadores (cf. Adam, Dibelius-Conzelmann, Nauck, Karpp). En dos pasajes del NT EJtLOXOJtO~ aparece estrechamente asociado con la imagen del pastor. Cristo, según 1 Pe 2, 25, es el pastor y supervisor de las almas. Este pasaje se halla al final de la parenesis dirigida a los esclavos, en la cual se ha presentado antes a Cristo -aludiéndose a Is 53- como modelo de persona que sufrió sin replicar. Claro que los vv. 24-25 no tienen ya a la vista la situación peculiar de los esclavos, sino que los enunciados acerca de la redención en el himno que comienza en el v. 22 se refieren a todos los cristianos y dejan en segundo plano la exhortación dirigida a los esclavos. En Hech 20, 28, a los presbíteros de la comunidad de Efeso se los llama los supervisores que tienen que pastorear a la grey de Dios, es decir, a la comunidad (cf. Schnackenburg). Aquí se equipara evidentemente a los epíscopos con los presbíteros, es decir, a los presbí-

1529 teros de la comunidad que dirigen la iglesia local de Efeso, se les habla llamándolos epíscopos. Claro que esta manera de hablar no refleja la organización de las comunidades de la misión paulina, sino que presupone los ministerios que existían en las comunidades cristianas cuando se compuso el libro de Hechos a fines del siglo l. De manera semejante las pastorales no reflejan la organización de las comunidades cristianas durante los últimos años de la vida de Pablo, sino igualmente en la época de la composición de esos escritos deuteropaulinos a fines del siglo 1. En ambos pasajes de las Pastorales EJtLOXOJtO~ se menciona en singular (1 Tim 3,2; Tit 1, 7). Parece que en Tit 1, 7 Y en Hech 20, 28 se equipara a los presbíteros con los epíscopos, porque en Tit 1,5 se dice que «Pablo» confió a Tito la tarea de establecer presbíteros en las ciudades de Creta. Después, en el siguiente catálogo de requisitos, que procede de la tradición, se habla de las cualidades que debe reunir un EJtLOXOJtO~ (y lo mismo sucede en el catálogo de las cualidades para el ministerio que se enumeran en 1 Tim 3, 2ss). En ambos casos el uso del singular no permite deducir que aquí se presuponga ya la existencia de un solo obispo como dirigente monárquico al frente de cada una de las comunidades. El singular debe entenderse, más bien, en sentido genérico (así piensa, entre otros, Brox, 348 en contra de von Campenhausen, 117s). Mientras que en 1 Clem se presupone igualmente la identidad entre los presbíteros y los epíscopos, vemos que el obispo monárquico como dirigente único de la comunidad aparece por vez primera en Ignacio. Pero no es seguro si Ignacio describe una situación ya existente, o propone más bien requisitos ideales que no corresponden aún a la realidad (Bauer, Rechtgltiubigkeit, 65ss y passim). El pasaje más antiguo del NT en el que apa~ece el título de epíscopo es Flp 1, 1. Aquí Junto a los epíscopos (en plural) se mencionan los diáconos, y a ellos se dirige Pablo en el P~~logo de la carta, al mismo tiempo que se dmge a los demás miembros de la comuni-

1530 dad. Este es el único pasaje de las cartas auténticas de Pablo en el que a personas que ejercían funciones en las comunidades se las designa con términos asociados luego con ministerios. Sin embargo, los EJtLOXOJtOL y los diáconos de la Carta a Filipenses no pueden identificarse con los que se mencionan en las Pastorales. Puesto que en el griego profano se designa también como epíscopos a los funcionarios encargados de asuntos financieros, se propugna alguna vez que otra la tesis (entre otros, por Fitzer y Harnack) de que el pasaje en cuestión habla de personas encargadas en Filipos de recoger la colecta destinada a Pablo, y a quienes el apóstol cautivo les da por ello las gracias. Pero de la colecta no se habla sino al final de la carta, y entonces Pablo expresa su agradecimiento a toda la comunidad (4,10-19). J. Rohde

E3tl(J3tcio,.uu epispaomai rehacer el pre-

pucio* Según 1 Cor 7, 18, el que ha sido llamado como circunciso, no debe rehacer el prepucio (fl~ E:7tLoJtúo{ho). El tecnicismo médico aparece sólo aquí con este sentido: el de quitar la marca de la circuncisión estirando para ello la piel. Cf. 1 Mac 1, 15: EJtoLl]oaV Éau'tOL~ aXQO~U<J1;La~; Josefo, Ant XII, 241: t~v t&v atboLWv JtEQLtofl~V EJtExÚAU'ljJav; AsMo 8, 3; Billerbeck IV, 33s. E3tl(J3tEtQOO epispeiri5 sembrar además* Mt 13, 25: EJtÉOJtELQEV ~L~úvLa aya flÉ-

oov toil oLtOU, «sembró también cizaña entre el trigo». E3tt(J'tU",(U epistamai comprender, saber,

conocer* l. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos -

3. EJtlo'tuf-IaL como término retórico. Bibl.: A. W. Argyle, The Greek of Luke and Acts: NTS 20 (1973-1974) 441-445 (442); G. Klein, Der Synkretismus als theologisches Problem in der iiltes-

1532

1531 ten christlichen Apologetik, en Id., Rekonstruktion und Interpretation, München 1969,262-301 (277s); Moulton-Milligan, 245; Robertson, Grammar, 314; B. Snell, Wie die Griechen lernten, was die geistliche Tiitigkeit ist: JHS 93 (1973) 172-184 (183).

l. bdm:u[laL aparece con mayor frecuencia en Hechos (donde se encuentran 9 de los 14 testimonios que aparecen en el NT): 10, 28; 15, 7; 18, 25; 19, 15.25; 20, 18; 22, 19; 24, 10; 26, 26. En cambio, el término falta por completo en Lc (Argyle). Esto se explica en parte por el uso retórico de este término (~ 3), para el que no hay lugar en el evangelio. Mientras que Lucas, en armonía con la manera de expresarse de los demás escritos cristianos, emplea el verbo yLvWOXW, cuando el objeto de la acción verbal es el contenido de la proclamación evangélica, él usa siempre bdo"tu[laL en sentido profano. Así aparece con claridad en Hech 19, 15: «A Jesús lo conozco (yLVWOXW) y sé (bdo"tu[laL) de Pablo». En el único lugar donde Marcos emplea el verbo (en Mc 14, 68 se usa el sinónimo olcu), Lucas lo ha suprimido (Lc 22, 57; cf., por lo demás, Mt 26, 70), evidentemente porque le pareció inapropiado el uso de este verbo, teniendo por objeto de la acción verbal a Jesús. El verbo bdo"tu[laL aparece también una vez en cada uno de los escritos siguientes: 1 Timoteo, Hebreos, Santiago, Judas. 2. btLo"tu[laL se refiere a un saber práctico más bien que a un conocimiento teórico, mientras que en el verbo olcu (conocer, «haber visto») predomina el aspecto teórico (Snell; Zorell, Lexicon, s.v.). Sin embargo, en Jds 10 los dos verbos son sinónimos: los impíos «ultrajan lo que ignoran (oLcu), pero en las cosas que entienden (btLo"tu[laL) por instinto, como los animales irracionales, en ésas se pierden». Como conocimiento que se obtiene por experiencia, bdo"tu[laL se contrapone a la fe: Heb 11, 8 interpreta como un acto de fe la marcha de Abrahán de su patria con rumbo hacia lo desconocido. Filón deduce la misma conclusión del uso del futuro cd~w en Gén 12, 1. Sant 4, 14 evoca la inseguridad

fundamental de la existencia humana: aun el día de mañana se sustrae a nuestros conocimientos. 3. En los discursos de Hechos btlO"tU[laL se usa principalmente con fines retóricos. La fórmula «Sabéis ... » (E:7tlO"tUO{tE) permite al orador mencionar de nuevo lo que ya se conoce (Hech 10,28; 15, 7; 19,25; cf. 22, 19; 26, 26). La finalidad es puramente literaria; por ejemplo, la alusión a 10, lss en 15, 7 no puede ser entendida por los oyentes de Pedro, pero sí por los lectores del libro. En los discursos de despedida, E:7tlO"tU[laL introduce la [lvdu (la memoria de la vida del orador), que debe inducir a la imitación. Corresponde también al ámbito de la retórica el pasaje de 1 Tim 6, 4, donde se denuncian las vanas disputas por cuestiones de palabras. G. Bouwman

tl epistasis presión, tumulto, motín* En la literatura cristiana primitiva, el término aparece únicamente en Hech 24, 12 Y en 2 Cor 11,28 (en ambos casos v.l. ~ E:7tLO'ÚO"tUOL~. En Hech 24, 12: E:7tlO"tUOLV ... 0XAOlJ, tumulto/motín del pueblo» (cf. 2 Mac 6, 3); en 2 Cor 11, 28 E:7tlOLaOl~ [lOL (sobre el dativo cf. BlaB-Debrunner § 202, 2) ~ xu'lt' ~[lÉQuv, debe traducirse preferentemente por la «presión cotidiana sobre mí», especialmente teniendo en cuenta lo que se dice en los vv. 28b. 29. Los demás significados posibles de E:7tlO"tUOL~, «atención, impedimento/resistencia», son difícilmente compatibles con el dativo [lOL, por un lado, y con el tono positivo del enunciado del v. 28b, por el otro lado. Ení,O"'t(UJt~, Ero~,

Enl(J'tá't1]~, ou, Ó epistates maestro (título)* Bibl.: O. Glombitza, Die Titel I'lLOáa")(a)-.o~ und Jesus bei Lukas: ZNW 49 (1958) 275278; A. Oepke, EJtlaTáTr¡~, en ThWNT n, 619s. EmaTáTr¡~für

1. E:7tta"tá"tYf~ aparece exclusivamente como vocativo y sólo en Lc (5, 5; 8, 24.45; 9, 33.49; 17, 13), principalmente en relatos de

1533 milagros. Con una sola excepción (17, 13), los discípulos se dirigen a Jesús aplicándole este tratamiento de «¡maestro!». Comparando entre sí los sinópticos, vemos que títulos equivalentes son los vocativos QU~~L, X'ÚQLE y cLcáoxUAE (cf., por ejemplo, Mc 4, 38 par.; 9, 5 par. 38 par.); estos dos últimos los usa también Lucas, mientras que él evita la transcripción -corriente en los demás evangelistas- Qu~~L 2. No se conoce ningún término hebreo o arameo concreto que sirva de base a E:7tLa"tátr¡~, ni el uso del término en el griego profano nos obliga a una determinada traducción. btLatátr¡~ significa, en griego profano, alguien que está al cargo de rebaños, el domador de elefantes, el capataz egipcio que dirige el trabajo de unos siervos (Ex 1, 11; 5, 14 LXX), el directivo de una asociación atlética, el prefecto de un templo, un maestro de música, el gobernador de una ciudad, etc. (Oepke, 619). La etimología de la palabra (E:7tw"tá"tYf~ = el que en una cosa está por encima de otro) y el análisis con textual nos orientan de igual modo hacia un matiz semántico: mientras que Lucas emplea X'ÚQLE para designar la majestad mesiánica (por ejemplo, 2, 11; 5, 12; 7, 6; 9, 61) Y CtCáOXUAE para caracterizar la autoridad de Jesús para enseñar (por ejemplo, 10, 25; 18, 18; 20, 21.28.39), parece que E:7tLO"táLYf~ se emplea para referirse a Jesús en su posición de autoridad dentro de un determinado grupo: el de los discípulos de Jesús. Está en consonancia con ello el hecho de que E:7tLO"tá"tYf~ lo encontremos casi exclusivamente en labios de los discípulos. Concuerdan con esto los ejemplos que hallamos en el griego profano. E:7tLo"tá"tYf~ designa, por tanto, la autoridad de Jesús para instruir y su especial responsabilidad (¡cf. especialmente Lc 8, 24!) con respecto al grupo de discípulos reunido por él. Tan sólo Lc 17, 13 parece que se cierra a esta interpretación, por cuanto vemos en este pasaje que un grupo independiente de Jesús acude a él llamándole E:7tLo"tá"tYf~ y pidiendo su ayuda. Sin embargo, la contradicción se re-

1534 suelve, si suponemos que Lucas ha querido expresar en este pasaje que el grupo de leprosos, al implorar la ayuda de Jesús, se somete eo ipso a su autoridad. Por tanto, la mejor manera de traducir E:7tw"tá"tYf~ sigue siendo maestro. W.Grimm

EnlO"'tÉJ.,J.,ro epistello informar por carta, dar instrucciones* En Hech 15, 20; 21, 25, en relación con el denominado Decreto Apostólico: dar instrucciones / imponer; Heb 13, 22: «pues os he escrito brevemente». EnlO"'tÍ)p.trov, 2 epistemon bien informado, entendido* Sant 3, 13, junto a oorpó~. EnlO"'t1]ºí,~ro episterizo fortalecer*

Aparece tan sólo en Hechos: 14, 22 ("ta~ 15, 32 (se sobreentiende el objeto de la acción verbal: LOV~ &.CEArpO'Ú~); 15, 41 ("ta~ EXXAYfOlU~); 18, 23 (:7távLa~ LOV~ [lu1jJlJXá~);

{tYf"tá~).

EnlO"'toJ.,Í), 'ij~,

tl epistole carta*

1. Sobre la terminología - 2. Acerca del género de las cartas del NT - 3. EmaTO)-.~ en los enunciados del NT. Bibl.: O. J. Bahr, The Subscriptions in the Pauline Letters: JBL 87 (1968) 27-41; K. Berger, Apostelbrief und apostolische Rede. Zum Formular frühchristlicher Briefe: ZNW 65 (1974) 190-231; H.-D. Betz, The Literary Composition and Function of Paul's Letter to the Galatians: NTS 21 (1974-1975) 353-379; H. Boers, The Form Critical Study of Paul's Letters. 1 Thessalonians as a Case Study: NTS 22 (1975-1976) 140-158; N. Brox, Falsche Verfasserangaben. Zur Erkldrung der frühchristlichen Pseudoepigraphie (SBS 79), Stuttgart 1975; O. J. Cuming, Service-Endings in the Epistles: NTS 22 (1975-1976) 110-113; W. O. Doty, The Classification of Epistolary Literature: CBQ 31 (1969) 183-199; E. Fascher, Briefliteratur, urchristliche, formgeschichtlich, en ROO 1, 14121415 (bibl.); O. Finkenrath-L. Coenen, en DTNT n, 443-446; J. A. Fischer, Pauline Literary Forms and

1536

1535 Thought Pullems: CBQ 39 (1977) 209-223; J. M. Gibbs, Canon Cumin¡; 's 'Serl'ice Endin¡;s in the Epistles' - A Rejoinder: NTS 24 (1977-1978) 545-557; U. B. Müller, Prophetie und Predigt im NT (StNT 10), Güters10h 1975,47-107; H. Probst, Paulus und del' Brief Die Rhetorik des anliken Briefes uls Form del' puulinischen Koril1lherkorresponden; (WUNT II145),

Tübingen 1991; K. H. Rengstorff,

EJTWTÉA/..W. EJTlO-

"WAlí, en ThWNT Vll, 593-595; E. R. Richards, 711e Secretan; in the Lellers of Puul (WUNT II142), Tübingen 199"1; B. Rigaux, PUl/lus und seine Brief"e. Der Stand del' Forschung, München 1964; J. Schneider, en RAC n, 564-585 (bibl.), sobre todo 574-576; F. Schnider-W. Stenger, Stl/dien zum neutestull1entlichen BrieF jármulur (NTTS 11), Leiden 1987; A. Suhl, Paulus und seine Briele. Ein Beitrag zur paufinischen Chronologie (StNT 11), Gütersloh 1975; 1. Taatz, Frühjüdische Brief"e. Die puulinischen Briele im Rahmen der offizie!len refigi¡jsen Brief"e des Frühjudentl/l11s (Novum

Testamentum et Orbis Antiquus 16), Fribourg (Suiza)Gottingen 1991; K. Thraede, Grundzüge griechischriill1ischer Briejíopik (Zet. 48), München 1970; J. L. White. Introductor.\" Formulue in the Body olthe Pal/fine Leffer: JBL 90 (1971) 91-97. l. Em01;oA~ es «lo trasmitido por medio del mensajero, que por regla general es la carta» (Rengstorf, 593). El verbo correspondiente EmatÉAAw significa «trasmitir verbalmente o (de ordinario) por escrito un mensaje o una instrucción» (ibid.). Los textos de Hech 15,20; 21,25; Heb 13,22 «hacen resaltar claramente el carácter autoritativo y, en cierto modo, oficial que tenían las cartas en el cristianismo primitivo» (Rengstorf, 594). También el verbo CHaatÉA.A.O~taL significa dar una orden categórica. Marcos reserva seguramente este verbo para ponerlo en labios de Jesús (Mc 5, 43; 7, 36 bis; 8,15; 9, 9) (cf. Rengstorf, 591s; cf. además Mt 16, 20; Hech 15,24; Heb 12,20). 2. Si tenemos en cuenta la sorprendente importancia teológica e histórica de las cartas del NT, no podremos limitarnos a aquellos pasajes (--> 3) del NT en los que se habla expresamente de carta. Sigue en vigencia aquella afirmación: «Todavía no se ha escrito una monografía sobre la carta en el cristianismo primitivo» (Rengstorf, 594 nota 2). Las cartas del NT son -cada una en particular y todas ellas en conjunto- un tema teológico de importancia primordial.

El género literario «carta» se halla documentado con relativa abundancia, aunque de diversa manera en la colección de escritos del NT. Encontra~os en él no sólo 21 cartas independientes (dos de ellas son anónimas: Hebreos y l Juan; y en l Cor 5,9 [cf. Col 4, 16] se hace referencia a cartas que posiblemente se perdieron), sino que hallamos además textos de cartas en el cuerpo del libro de Hechos (15, 23-29; 23, 26-30). Las siete «misivas» de Ap 2, 1 - 3, 22 guardan cierta analogía con las cartas. En ellas «faltan todos los elementos del formulario epistola!"», y representan, por tanto, «una forma distinta de comunicar mensajes» (H. Kraft, O.ffenbarung [HNT], 52). Si tenemos en cuenta Ap 1, 1; 22, 21, podemos hablar de cierta estilización de la carta. Las cartas del NT varían característicamente en cuanto a las peculiaridades protocolarias (praescriptum y proemium) y escatocolarias de las cartas de aquellos tiempos. Tanto por este motivo como por su contenido -en cierto modo- extenso, las cartas del NT se distinguen de todas las demás. Pablo marcó, según parece, la pauta decisiva para el desarrollo del formulario epistolar de las cartas del NT. El contenido, en parte, extenso de la dirección de la carta y de los saludos iniciales del proemio (en el que suele hacerse referencia al contenido de la carta, cf. Rom 1,1-7; 1 Cor 1, 1; Gál 1, 1-5) Y las eucaristías y eulogías, que son elemento convencional del género, pero que están plasmadas individualmente en cada caso y tienen colorido típicamente cristiano (y que faltan muy significativamente -ipor razón de su contenido!- en Gál 1,6-9, o están relacionadas con la situación en 1 Cor 1, 4-9; Flp 1, 3-11), se han convertido por su contenido, lo mismo que los saludos y bendiciones finales, en textos de la proclamación específicamente cristiana. El lenguaje litúrgico fue seguramente un ejemplo análogo, que contribuyó a la plasmación de la forma (cf. Rom 16, 25-27; Ef 3, 20s; Jds 25). Las cartas son, en parte, escritos ocasionales (lo son todas las cartas auténticas de Pablo). Están dirigidas en cada caso a una comunidad determinada y deben leerse en público (cierta limitación la hallamos en la Carta a Filemón, dirigida a una comunidad doméstica). Las demás cartas del NT son más bien escritos doctrinales (DeiBmann, Licht,118 distingue de manera excesivamente radical entre carta y epístola). Los límites entre ambos grupos son difusos. La importancia destacada de las cartas del NT que se conservan, procede también del hecho de que, en los primeros tiempos (¿a causa de la expectación inminente de la parusía?), apenas se escribieron escritos programáticos.

1537

EmCJ"1:oA~

En general, tan sólo siete cartas paulinas se supone hoy día que son auténticas (Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Filipenses, l Tesalonicenses, Filemón). Científicamente no se sabe si las otras catorce cartas de la colección del NT deben considerarse o no como seudónimas. Lo que apenas parece discutible es que, dentro de esa colección de textos, hay escritos seudónimos. La atribución seudonímica es un importante indicio histórico y teológico del aprecio en que se tuvo a las cartas paulinas auténticas, reconocidas indiscutiblemente en los primeros tiempos de la Iglesia cristiana, y de su eficacia histórica. Por medio de la imitación seudonímica (claro que hay que contar también con la labor de secretarios; cf. Efesios; 1-2 Timoteo; 1 Pedro) se reconoce y acepta el carácter vinculante de los escritos reconocidos, y se sitúa a los escritos seudónimos bajo la autoridad «apostólica». Entre otras cosas, la expectación menos intensa de la parusía o el avance de los tiempos del cristianismo conduce precisamente a la redacción de escritos temáticos. Aparece el problema de la tradición y de la organización de la Iglesia. Aunque no puede demostrarse una conexión terminológica directa entre Em01;oA~ y cmo01;ÉAAELV, sin embargo se observa una conexión objetiva entre ambos términos. Se reclama para las correspondientes cartas cristianas la autoridad de los «apóstoles» y el ejercicio del ministerio «apostólico». Esto es también un elemento decisivo en toda la colección (eventualmente también en la elaboración redaccional de escritos, como ocurre, por ejemplo en 2 Corintios y en Filipenses). En el NT no hay verdaderas cartas privadas. Y en modo alguno hay cartas que sean contestaciones a otras cartas. En las cartas atribuidas a Pablo encontramos varios ca-autores (¿principio de la colegialidad?). Se han señalado analogías entre las cartas del NT y la profecía clásica del AT (compárese Rom lO, 15 con Is 52, 7; Rom 1, 1 con Is 61, ls), y se ha señalado también que las cartas de Pablo son supremamente, para el autor, cartas de Cristo (Rengstorf, 594). Algunas cartas del NT presuponen que se han suscitado cuestiones (1 Tes 4,13; 5,1; 1 Cor 7,1.25; 8, 1 Y passim) o se enfrentan con predicadores que han surgido recientemente en las comunidades (Gálatas; 2 Corintios). La Carta a los romanos proclama el evangelio a una comunidad desconocida hasta entonces para Pablo. Al menos las cartas más extensas fueron dictadas (cf. Rom 16,22; véanse, a propósito, los saludos finales escritos de puño y letra del autor; cf. 1 Cor 16,21; Gál 6, 11; Flm 19; cf., además, Col 4, 18; 2 Tes 3, 17 !). Una de-

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finición de la forma de las cartas temáticas del NT, según características del género, no se puede realizar actualmente con suficiente objetividad. 3. Pablo reclama una validez especial para sus cartas. Según 1 Tes 5, 27, él exige con sorprendente solemnidad que esa carta sea leída a todos los hermanos (a causa de la situación misionera; coexistencia de una comunidad gentílica-cristiana y de una comunidad judeo-cristiana; ¿se habría producido una división?). En l Cor 1, 2 Y en 2 Cor 1, l se presupone que las cartas son trasmitidas por la comunidad destinataria a otras comunidades. Col 4, 16 (una carta deuteropaulina) muestra que las cartas del apóstol (o las cartas escritas en su nombre) son intercambiadas entre distintas iglesias. La Carta segunda a los tesalonicenses, que se supone también que es deuteropaulina, nos ofrece (2, 2) una lista paralela de «(revelación del) Espíritu, palabra (viva de proclamación) y carta (como si fuera) de nosotros» cual tres tipos cualificados de proclamación (¡cf. profetas y maestros!). Según 2, 15 se recibe paradosis por medio de la palabra o por «carta nuestra» (probablemente una referencia a la Carta primera a los tesalonicenses). La palabra del autor de la carta debe ser vinculante para la iglesia, según 2 Tes 3, 14; si alguien no le presta obediencia, la Iglesia debe romper la comunión con esa persona. Con una observación final en 3, 17 se presenta la carta como acreditada de puño y letra por Pablo y confirmada, por tanto, una vez más en su validez (¡pero subsiste el problema de la seudonimia!). 2 Pe 3, 1 entiende también esta carta como reafirmación de la enseñanza impartida por los santos profetas y apóstoles acerca del mandamiento del Señor y Salvador. Este escrito conoce una colección de cartas paulinas (K. H. Schelkle, Der erste und der zweite Brief des Petrus' [HThK], 236s) y expresa el juicio de que las cosas que Pablo «os escribió según la sabiduría que le fue dada» (sobre esta ampliación de la idea de la inspiración cf. Schelkle, 236) fueron torcidas por algunos con desastrosas consecuencias (3, 16)

1539

EmO'toA~ - bno'tQÉ
Pablo entendió sus cartas como instrucciones vinculantes (cf. 1 Cor 5, 9: «no os mezcléis con los lujuriosos»). Las cartas sirven para establecer en la comunidad el orden debido (2 Cor 7, 8); la tristeza originada por la carta debe mover al arrepentimiento (cf. 7, 9). El poder de las cartas de Pablo (10, 9), que fue reconocido incluso por sus adversarios (difícilmente será una afirmación irónica), lo entiende el apóstol mismo como un medio a través del cual actúa su autoridad apostólica, la cual se hace sentir o por su presencia física o por sus cartas (10, lOs). Pablo estaba dispuesto a escribir cartas de recomendación (que, evidentemente, tenían un peso considerable; cf. Flm; Rom 16, 1s; 1 Cor 16, 3 sobre las cartas que acompañarían a los designados para llevar la colecta a Jerusalén; véanse las observaciones que se hacen en las cartas dirigidas a comunidades, por ejemplo: 1 Cor 4, 17; 16, lOs; Flp 2,19-23; 2 Cor 8, 22-24:; cf. Col 4, 7-9; Ef 6, 21s). Parece que cartas de esta clase fueron falsificadas, o que se hizo de ellas un uso indebido (2 Cor 3, 1). Pablo emplea también en sentido figurado el concepto de carta. Ante Dios y ante los hombres que indagan la legitimación del apóstol, la comunidad de Corinto, que fue fundada (y atendida) por Pablo, es una carta de recomendación (2 Cor 3, 2). De 3, 2s (obsérvese la mezcla de imágenes) se deduce seguramente que Pablo consideró a los creyentes (el «corazón» de ellos) como una posibilidad abierta para que el Espíritu de Dios se expresara por medio de su presencia en ellos. Con ello los cristianos se han convertido en «carta de Cristo» (v. 3) en favor del apóstol, por quien ellos llegaron a la fe. Eso pueden conocerlo y leerlo todas las personas (v. 2). De esta manera Cristo expresa su eficacia y su confirmación en favor del apóstol (v. 3). También esta carta es vinculante (fijémonos en la comparación: «en tablas de piedra» -¡una alusión a lo que aconteció en el Sinaí!; obsérvese igualmente el contraste entre «corazón de piedra - corazón de carne», cf. Ez 11, 19; 36, 26; Jer 31,33; Prov 7,3).

1540

El efecto jurídico de las cartas aparece también en Hech 9,2; 22, 5, donde se indica que Pablo recibió cartas de Jerusalén (del sumo sacerdote y del sanedrín) que le daban poderes para llevar a cabo su actividad de persecución (sobre la problemática histórica cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 [KEK], 308s nota 4). La carta -bien estilizada- que aparece en Hech 15,23-29, se considera como una comunicación vinculante que da la correspondiente reglamentación <<jurídica» (las maneras de comportarse para asegurar la comunión de mesa entre los judeocristianos y los cristianos gentiles). Unos cristianos debidamente acreditados se encargan de llevar esa carta (Hech 15, 30). La carta, mencionada y transcrita en Hech 23, 25-30.33, carece de importancia teológica, pero es testimonio del talento literario del autor de Hechos. W. Beilner i:n:uJ'to,.tÍ,~OO epistomizi5 tapar la boca, ha-

cer callar* Tit 1, 11: o{)~ (a saber, a los falsos maestros) 6Ei: btLotOftL~ELV. Spicq, Notes 1, 280s.

i:n:uJ'tQÉCflOO epistrephi5 hacer volver; intransitivo: volverse, convertirse e:n:Lo'tQocptí, fí~, ~ epistrophe conversión* 1. Aparición y significados - 2. Contextos fundamentales del uso de estos términos.

Bibl.: P. Aubin, Le probleme de la «conversion». Paris 1963; W. Barday, Turning to God, 1963, 10-21; G. Bertram, E1tWTQÉCPW, e1tWTQocpl¡, en ThWNT VII, 722-729; H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 146-148; R. Michiels, La conception lucanienne de la conversion: EThL 41 (1965) 42-78.

1. El verbo emotQécpw aparece 36 veces en el NT. Es un término preferido por Lucas (aparece 7 veces en Lc y 11 veces en Hech), pero se encuentra también con relativa frecuencia en los otros dos evangelios sinópticos (en Marcos 4 veces, en Mateo 4 veces). El verbo se halla atestiguado 3 veces en Pablo (2 Cor 3, 16; Gál 4, 9; 1 Tes 1, 9). Y se encuentra 2 veces en Santiago y otras 2 veces en

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bno'tQÉ
Apocalipsis. Otros testimonios: Jn 21, 20; 1 Pe 2, 25; 2 Pe 2,22. Hay que tener en cuenta, además, las variantes textuales de Mt 9, 22; Lc 2, 20; Jn 12, 40; 2 Pe 2, 21. btta'tQo ftEtávma, aunque en la obra de Lucas bttatQÉ
1542

al Señor, su Dios. Con ello preparará el eschaton. De manera análoga, la cita de Is 6, 9s, un lugar clásico del NT, se aplica a Israel, teniendo en cuenta siempre la incredulidad judía. En los sinópticos la cita apoya la respuesta dada a la pregunta: ¿Por qué habla Jesús en parábolas? En Mc 4, 12, la última frase (fttínotE emotQÉ'\jJwOLV ... ), muy lejos de negar la posibilidad de la conversión, debe entenderse más bien en el sentido de: «tal vez se conviertan». Esta expresión se encuentra también en Mateo (13, 15), quien, por acentuar la responsabilidad de Israel (cf. OtL en el v. 13), ve aquí únicamente la consecuencia del endurecimiento israelítico. De igual manera, Hech 28, 27 acentúa con esta frase el proceso por el cual Israel ha de quedar en adelante excluido de la salvación, en favor de los gentiles (cf. v. 28). Más dura es aún la fórmula en Jn 12, 40 (otQÉcpw; Textus Receptus: emotQÉcpw); se halla en un contexto (12, 39-40), que presenta a Dios como autor directo en aquel endurecimiento, dejando a un lado, claro está, el anterior rechazo voluntario de la revelación. En Hechos, la predicación de los apóstoles invita a la conversión y abre el camino para ella, primeramente (de manera parcial) entre los judíos (3, 19.26; 9, 35), Y luego (de modo especial) entre los gentiles (11, 21; 14, 15; 15, 3.19; 26, 18-20). La yuxtaposición de ftEtavoéw y emotQÉcpw (3, 19; 26, 18-20)expresa dos cosas: aquel que ha modificado su actitud ante los antiguos contenidos de la fe, tiene todavía que volverse / convertirse (en un nuevo impulso de la fe: 11, 21) hacia Dios que realiza en Jesucristo la salvación. Esta realidad la expresa Pablo concretamente en 1 Tes 1, 9 (cf. Hech 14, 15) en uno de los dos pasajes que emplean emotQécpw para referirse a la conversión al cristianismo. El segundo pasaje se encuentra en 2 Cor 3, 16, en un «midrás» cristiano de Ex 34, 33-35: el velo con que Moisés cubría su rostro para ocultar el resplandor de la luz divina, representa la obcecación de Israel que es incapaz de percibir en sus santas Escrituras tO tÉAO~ toií xataQYO'UftÉvo'U (v. 13); tan sólo la conversión (eav

1543

EJUO'tQÉ
e:1tLo'tQÉ'lj!n) al Kyrios Cristo (cf. Os 14, 2s; JI 2, 13 Ypassim) eliminará el obstáculo (v. 16). La orientación cristológica se ve con mayor claridad aún en 1 Pe 2, 25. Aquí el autor emplea un motivo clásico (cf. Ez 34, 5; Zac 10, 2; Is 56, lOs; Sal 119, 176; Mt 18, 12s par.) para expresar la vuelta y conversión de los gentiles, de las «ovejas perdidas», al pastor Cristo. La parenesis de Sant 5, 19 recoge el tema y exhorta a los miembros de la comunidad a convertir / hacer volver (btLOLQÉqJro en sentido activo) al extraviado; el que «hace que un pecador se convierta de su camino extraviado, salvará su alma de la muerte ... » (5, 20). En Sant 5, 19s se trata de hacer que el hermano extraviado regrese a una conducta cristiana auténtica. Algo parecido se expresa en las palabras referidas a Pedro: xaL O'Ú :7tOtE e:1tLotQÉ'lj!a~ (Lc 22, 32): se invita a Pedro a que, después de su fallo momentáneo (la negación), saque de su propia experiencia pascual la fuerza que él debe comunicar a sus hermanos. Lc 17, 4 presupone quizás que la reconciliación con el hermano es fruto de un «retorno» interior a Cristo, que es quien obra la unidad eclesial. S. Légasse

buotQoq>i), tí;, ÍJ epistrophe conversión ---+

E:1tLOtQÉcpw.

E3ttouváyro episynagi5 juntar, reunir* Dícese en Mt 23, 37a del repetido intento de reunir a los «hijos de Jerusalén», una reunión que se compara con la acción de la gallina que junta a sus polluelos (Mt 23, 27b); dícese del llamamiento que reúne de los cuatro vientos a los elegidos (Mc 13,27 par. Mt 24, 31; en voz pasiva dícese de un gran gentío que se congrega (Mc 1, 33; Lc 12, 1); de las aves de rapiña (Lc 17, 37).

E3ttOUvayroyi), tí;, ÍJ episynagi5ge reunión, junta, congregación ---+ ovvayroY1Í·

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E3ttOuvtQÉXro episyntrechi5 agolparse, juntarse rápidamente* En Mc 9, 25 con O)(,AO~ como sujeto.

E:7tto'Úotaot;, Ero;, ÍJ episystasis aglomeración, alboroto En el NT el término aparece únicamente en Hech 24, 2 Koiné pm; 2 Cor 11, 28 H 1 Koiné pm, en lugar de ---+ e:7tLOtaOL~.

E:7ttoq>aAi);, 2 episphales inseguro, peligroso* Aparece en Hech 27, 9 refiriéndose a lo peligroso que era el viaje por mar (en otoño).

E:7ttOX'Úro epischyi5 hacerse fuerte, insistir enérgicamente* Lc 23, 5: e:7tLo)(,voV AÉyOVtE~, «insistían aún más enérgicamente» (como intensificación de lo que se dice en el v. 2).

E:7ttoroQE'Úro episi5reui5 amontonar, acumular* 2 Tim 4, 3 teniendo a 6l¡¡JaoxáAOV~ como objeto de la acción verbal.

E:7tttayi), tí;, ÍJ epitage disposición, instrucción ---+ e:1tLtáooro 3.

E:7tttáooro epitassi5 ordenar, mandar (compulsivamente)* e:1tLtayT¡, fí~, ~ disposición, instrucción* 1. Aparición en el NT - 2. E:7tLTÚOOú) - 3. E:7may~.

Bibl.: O. Betz, Jesu heiliger Krieg: NovT 2 (1958) 116-137; G. Delling, EJtLTay~, en ThWNT VIII, 37; H. Kee, The Terminology of Mark's Exorcism Stories: NTS 14 (1967-1968) 232-246.

1. e:1tLtáooro aparece 10 veces en el NT, de ellas 4 veces en Marcos y otras tantas en Lucas. Aparece 1 vez en Hechos y otra en Filemón. e:1tLtaY1Í aparece 7 veces en el NT, de

1545 ellas 4 veces en Pablo y 3 veces en las Pastorales. 2. e:1tLtáoow aparece en el NT en tres contextos lingüísticos y designa: a) En sentido profano: la orden terminante dada por un superior en virtud de su autoridad (Mc 6, 27: el rey Herodes Antipas; Hech 23, 2: el sumo sacerdote Ananías) o una disposición práctica que se adopta (Mc 6, 39: Jesús, al dar de comer a los 5000, dispone cómo tenían que sentarse; Lc 14,22: el señor de la casa decide a quiénes hay que invitar); b) En contraste con la exhortación que se hace «en el amor» y sin imposiciones, la autoridad apostólica para dar órdenes autoritativamente a un creyente como a un subordinado (Flm 8; cf. ---+ 6latáoow en Pablo); c) En sentido mesiánico: Jesús, con plena autoridad y obligando compulsivamente da órdenes a los demonios (Mc 1, 27 par. Lc 4, 36; Mc 9, 25; Lc 8, 31) o a las fuerzas de la naturaleza concebidas como poderes demoníacos (Lc 8, 25; cf. Sal 106,29 LXX y, sobre el tema, Sal 65, 8; 89, 10). Esta orden no deja ningún margen de acción a los demonios (Mc 1,27; Lc 8, 25); la palabra pronunciada se hace realidad inmediatamente y con total exactitud, lo mismo que la palabra de la creación (compárese Mc 9, 25s; Lc 8, 31ss con Gén 1, 3.9). Un verbo sinónimo es ---+ e:7tltl!-láw (<
1546 b) Las instrucciones concretas, trasmitidas con seguridad y vinculantes, del maestro mesiánico Jesús (1 Cor 7, 6; 7, 25). Estas instrucciones se distinguen claramente de la yvcb!-ll] (<
E3tttEAÉro epitelei5 realizar, llevar a cabo, cumplir* 1. Aparición en el NT y significado general- 2. En algunos pasajes - 3. En Gál3, 3; 2 Cor 7, 1; 1 Pe 5, 9.

Bibl.: G. Delling,

TÉAO~

ltTA., en ThWNT VIII, 50-

88.

3. El sustantivo e:1tLtaY1Í tiene en el NT los siguientes significados: a) La disposición concreta de Dios, adoptada para un momento determinado, con arreglo a su voluntad y a su plan salvífico (Rom 16,26; 1 Tim 1, 1; Tit 1, 3; cf. Sab 18, 15; 19, 6). La plena revelación de la salvación decidi~a desde el principio, acontece «ahora», xat' E:1tLtaY1Ív, por medio de la vocación del apóst~l (1 Tim 1, 1; cf. Col 1, 1; Ef 1, 1), por mediO de la predicación apostólica (Tit 1, 3), por medio de las Escrituras de los profetas (Rom 16,26).

1. En el NT e:1tLtEAÉro se psa un total de 10 veces: 7 en Pablo, 2 en Hebreos, y 1 en 1 Pe 5,9. e:1tLtEAÉro, que al principio fue una forma intensiva de ---+ tEAÉro, llegó a usarse frecuentemente en la época helenística, sin diferenciarse de tEAÉro en cuanto a su significado. Ambos vocablos contienen el elemento semántico de «terminación, final, meta» (---+ tÉAO~). Y, según el correspondiente aspecto del sistema verbal griego y con arreglo al contexto, pueden designar la dirección en que se encamina la acción, o bien la meta o fin que ha

1548

1547 de alcanzarse concretamente o que se ha alcanzado. 2. No presentan dificultades los siguientes pasajes de Pablo: Rom 15, 28, donde el contexto hace resaltar que la acción se ha realizado, ha quedado terminada o se ha cumplido; en 2 Cor 8, 6.lIa, don'de el contraste con :ltQoEváQxoflm (que aparece dos veces en este contexto y no se encuentra en ningún otro lugar del NT) hace resaltar la ejecución, la terminación (si no ya la consecución de la meta como tal); y en 2 Cor 8, lIb, donde la disposición para querer hacer algo (~ :ltQoituflLa LOU itéAELV) se compara con TO E:ltLTEMom (en sentido absoluto), la ejecución, la terminación. En estos cuatro testimonios se emplea el aoristo de E:ltLTEMw (E:ltETéAwa). Además, estos cuatro pasajes se hallan relacionados con la colecta de dinero en favor de la comunidad de Jerusalén. Ahora bien, en el griego profano, E:ltL"tEA.ÉW tiene también el sentido de «efectuar un pago con arreglo a una obligación»; pero este sentido no se halla atestiguado con certeza en el NT (aunque sí lo está, seguramente, en lo que respecta a 'tEAÉW). El significado de «pagar» no viene al caso en los tres primeros pasajes mencionados; es posible que se escuche en el fondo del cuarto pasaje. No ofrece tampoco ninguna dificultad Flp 1, 6, donde -eso sí- aun conservándose el sentido de realizar, ejecutar, se desplaza más bien el acento hacia el significado de terminar (el futuro de indicativo no se limita a expresar un solo aspecto de la acción). Por el contrario, con arreglo al aspecto lineal del sistema de presente, el acento recae en el proceso mismo de la ejecución en los dos pasajes de Hebreos (8, 5; 9, 6), donde el primer contexto -construcción del tabernáculosugiere el significado de construir, casi sencillamente de hacer, y el segundo contexto, que es litúrgico, sugiere más bien el de desempeñar, ejecutar. 3. En Gál 3, 3, a pesar del contraste con EvaQl;áflEvOL (cf. Flp 1, 6), predomina el as-

pecto verbal del presente: se trata de la conducta actual de los gálatas (con respecto a Pablo). Es verdad que aquí es posible entender el verbo en voz pasiva (Bauer, Worterbuch, s. v., traducción alternativa: «¿queréis que se os haga terminar en la carne?»). Pero es más probable la voz media: poco más o menos, «¿ estáis dispuestos a llevarlo así a cabo?, o «¿queréis realizarlo de esta manera?». El pasaje de 2 Cor 7, 1 presenta dificultades, porque Pablo podría exigir a los cristianos que realizaran, ejecutaran o incluso que originaran la santidad. Pero, en primer lugar, no está claro cuál es el significado exacto que hay que dar al término, nada frecuente, áyLWo'Úvlj (--+ ayLO~ 2). Aquí, desde luego, se halla relacionado con la purificación y el temor de Dios. Y, en segundo lugar, no debe desatenderse el aspecto lineal e inacabado del sistema de presente (cf. Lutero 1545: forifaren mit der Heiligung [«continuar con la salvación» D. Se trata, en todo caso, de un esfuerzo. Los paralelos aducidos por Bauer, Worterbuch (s.v. 2), Arist 133 y 166, parece que permiten la traducción «actuar de manera santa». El sentido del pasaje de 1 Pe 5, 9 es incierto por la falta de paralelos. No sabemos si los sufrimientos «se realizan en la fraternidad» o son impuestos a ella (Bauer, Worterbuch, s. v. 4); para el argumento de la carta, la distinción carece de importancia. R. Mahoney

f3tt't'Í]bEW;, 3 requerido, necesario* Sustantivado en Sant 2, 16: Ta E:ltLTr'¡6ELU LOU OWflULO~.

f3tt'tí:311'U epititemi (en voz activa) poner sobre, imponer, infligir; (en voz media): atacar, entregar* El verbo aparece 39 veces en el NT, principalmente en los Evangelios sinópticos (Mateo 7 testimonios, Marcos 8, Lucas 5) y en Hechos (14 testimonios), pero no aparece en Pablo. En la mayoría de los pasajes el verbo tie-

1549 ne el sentido propio de imponer, poner sobre algo, casi siempre en las expresiones fijas E:ltLTLitljflL Ta~ XELQa~ / T~V XELQu con dativo, acusativo o E:ltL (Mt 9, 18; 19, 13.15; Mc 5, 23; 6, 5; 7, 32; 8, 23.25; 16, 18; Lc 4, 40; 13, 13; Hech 6,6; 8,17.19; 9,12.17; 13,3; 19,6; 28, 8; 1 Tim 5, 22). El objeto directo puede ser también LfláTLU (Mt 21, 7), epoQTLu (Mt 23, 4), oTéepuvov «<poner una corona de espinas», (Mt 27,29; Jn 19,2; E:ltéitljxUV E:ltávw Tfí~ XEepUAfí~ UVLOU, <<poner sobre su cabeza», Mt 27, 37), :ltQÓ~ULOV (Lc 15, 5), OTUUQÓV (Lc 23, 26), :ltljAOV E:ltéitljxév floU E:It!, LOiJ~ 6epituAflO'Ú~, <<poner barro en mis ojos», Jn 9, 15), ~uyóv (Hech 15, 10), ~áQo~ (15, 28, en voz pasiva), o epQuyávwv 'tL :ltAfíito~ (28, 3). En sentido figurado: E:ltéitljXEV OVOflU, <<poner por nombre» (Mc 3, 16.17); n:Aljya~ E:ltLitévTE~, «golpear) (Lc 10, 30; Hech 16, 23); en sentido absoluto Mv TL~ E:ltLitfí En:' uVTá, «si alguien añade (algo)>> (Ap 22, 18a; cf. Dt 4, 2); E:ltLitr'¡OEL Ó itEO~ E:It' UVTOV Ta~ :ltAljyá~, «Dios le infligirá / impondrá sobre él las plagas» (Ap 22, 18b, como consecuencia de lo que se ha dicho en el v. 18a). En voz media atacar, tocar (Hech 18, 10); proveer/suministrar (28, 10).

f3tttt,,Uiro epitimao vencer con una palabra de poder, reprender Bibl.: G. A. Barton, The Use of f:¡wtlftiiv in Mark 8, 30 and 3, 12: JBL 41 (1922) 233-236; O. Bocher, Christus Exorcista (BWANT 96), Stuttgart-Berlin 1972; A. Caquot, gdar, en ThWAT n, 51-56; H. C. Kee, The Terminology of Mark's Exorcism Stories: NTS 14 (1967-1968) 232-246; G. Liedke, g'r Reprender, en DTMAT 1,609-612; R. Pesch, «Eine Lehre aus Macht», en J. B. Bauer (ed.), Evangelienforschung, Graz-Wien 1968, 241-276; H. Preisker, EJtL'tLftáúl %1:1..., en ThWNT n, 620-623; L. Schenke, Die Wundere,:ziihlungen des Mk (SBB), Stuttgart 1974. Cf. más bIbliografía en ThWNT X, 1083.

1. Fuera de los evangelios sinópticos (donde aparece 27 veces), E:ltLTLfláw se encuentra únicamente en 2 Tim 4,2 Y Jds 9. En Mateo

1550 aparece 6 veces, en Marcos 9, y en Lucas 12. A esto hay que añadir las variantes textuales de Mt 16,20; Mc 10, 14. 2. E:ltLTLfláw se halla íntimamente relacionado con el mensaje de Jesús y con la reacción ante ese mensaje (a). A veces designa la reprensión fraterna (b). En una ocasión el término se reserva para Dios mismo, en la lucha contra los herejes (c). a) Cuando Jesús, por medio de su palabra, quebranta el poder del espíritu inmundo (Mc 1, 25 par. Lc 4, 35), que es el representante de los poderes del mal (¡plural en Mc 1, 24.27!), comienza a imponerse el reinado de Dios (cf. 1, 14s y especialmente Mt 12, 28 par.). La palabra imperiosa de Jesús vence al poder (demoníaco) del viento y de las olas (Mc 4,39 par.) y libera al muchacho del espíritu inmundo que lo poseía (Mc 9, 25 par. Mt 17,18 /Lc 9, 42). Según Lc 4, 39, Jesús con su palabra vence a la fiebre (concebida también como un poder demoníaco) que aquejaba a la suegra de Pedro. Jesús, al obrar así, demuestra que está enteramente al lado de Dios, el único a quien corresponde, según el AT (Sal 18, 6 = 2 Sam 22, 16; Sal 104, 7 Ypassim) y según los escritos de Qurnrán (lQapGén 20,28; lQM 14, 9-11 Ypassim), vencer a los poderes hostiles a Dios. Es importante que las artes y prácticas mágicas que conocemos por relatos helenísticos sobre exorcismos, sean completamente extrañas al NT. Según Mc 3, lIs, Jesús conmina con amenazas a los demonios para que no den a conocer que él es el Hijo de Dios. De manera parecida, Jesús advierte seriamente a sus discípulos que no hablen a nadie sobre él (Mc 8, 30 par. Mt 16, 20 v.l. / Lc 9, 21), probablemente porque su mesianidad podía entenderse erróneamente en sentido político. Pedro, por su parte, increpa a Jesús (Mc 8, 32), cuando éste habla de que él es el Hijo del hombre que había de sufrir (v. 31). La palabras con que Jesús reprende a Pedro hacen que esta escena se asemeje algo a los relatos de exorcismos: «Satanás» es vencido en Pedro, y Pedro vuelve a comportarse de nuevo

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1551 como discípulo (cf. 8, 34-38). Cuando los discípulos reprenden a quienes quieren hacer que los niños se acerquen a Jesús (Mc 10, 13 par.), tal cosa difícilmente será una simple preparación literaria de las palabras de Jesús que vienen a continuación. Los discípulos no tratan tanto de proteger a Jesús como de protegerse a sí mismos contra las molestias originadas por los niños. Y es que no han comprendido que el reino de Dios pertenece a los «que son como ellos» (vv. 15s). «Muchos» de entre el pueblo, difícilmente los discípulos (como piensa R. Pesch, Markusevangelium [HThK], 172), tratan de imponer silencio a un ciego (Mc 10, 48 par. Mt 20, 31 / Lc 18,39), no precisamente porque el título de Hijo de David pudiera «interpretarse erróneamente en sentido nacional y político» (Pesch, Markusevangelium), sino porque a las gentes que habían seguido a Jesús desde Jericó (v. 46), les parecía que los gritos del ciego eran una molestia. Las ásperas reprensiones de aquellas personas trataban de cerrar al ciego el camino hacia el seguimiento de Jesús (v. 50). b) La condición previa para la reprensión fraterna (Lc 17, 3b) es el pecado. Su finalidad es conseguir la conversión a Dios y el perdón por parte del hermano. En 2 Tim 4, 2, la reprensión es tarea del epíscopo. Según Lc 23, 40, uno de los dos ladrones crucificados junto a Jesús reprende al otro ladrón para impedirle que siga blasfemando contra Jesús (v. 39), evidentemente con la intención de moverle a creer en el Cristo (cf. vv. 41-43). c) La circunstancia de que los falsos maestros blasfemen incluso contra los poderes angélicos (M;m, Jds 8) es ocasión para que el autor de la carta recuerde la disputa del arcángel. Miguel con Satanás acerca del cuerpo de Moisés (v. 9). Miguel no se atrevió siquiera a proferir un juicio contra Satanás que implicara una maldición (--> e:7tLcpÉQw), sino que dejó en manos de Dios la victoria (<<¡Repréndate el Señor!», cita de Zac 3, 2 LXX). Dios vencerá también a los falsos maestros (cf. vv. 10-15). H. Giesen

bun.... ia, a~, 1) epitimia castigo* En 2 Cor 2, 6 como reprensión efectuada por la mayoría de la comunidad (no es un término del griego clásico, pero cf. Sab 3, 10; papiros).

i'1:ttQÉ'1:ro epitrepo permitir* 1. Aparición en el NT - 2. Campo referencial- 3. El tópico: «si el Señor (Dios) lo permite».

Bibl.: Moulton-Milligan, s. v.

1. El uso de bUeQÉJtw se distribuye de manera bastante uniforme en el NT: Mateo 2 testimonios, Marcos 2, Lucas 4, Ev de Juan 1, Hechos 5, 1 Corintios 2, 1 Timoteo 1, Hebreos 1. Lucas ha duplicado el uso sinóptico en las sentencias sobre el discipulado (Mt 8, 21; Lc 9, 59.61) y en la historia de la curación del poseso de Gerasa (Mc 5, 13; Lc 8, 32 bis). Esto se explica seguramente porque el verbo expresa una relación de superioridad (--> 2), y por este motivo se emplea también en Hechos.

2. Los sujetos de e:7tLeQÉJtELV son de ordinario personas que desempeñan un cargo de autoridad. Pilato concede que el cuerpo de Jesús sea desclavado de la cruz y pueda recibir sepultura (Jn 19, 38). En la cuestión del divorcio, la disposición de la ley mosaica de que, en caso de divorcio, se extienda y entregue a la mujer un certificado de divorcio, se interpreta como una concesión: Moisés lo permitió (Mc 10,4 par. Mt 19, 8). Los demonios piden a Jesús que les permita entrar en la piara de cerdos (Mc 5, 13; Lc 8, 12 a diferencia de Marcos). El permiso dado por Jesús corresponde probablemente a la petición original (que se lee en Mc 5, 10) de que Jesús no los expulse de la región. El estilo narrativo, originalmente esquemático, que es corriente en los relatos de expulsiones de demonios (cf. Mc 1,23-27), se adorna aquí con detalles novelísticos. La solicitud de un permiso es elemento fijo en los relatos judíos y helenísticos de milagros.

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e:n:L'tQé:n:w - emcpáVELU

En el libro de Hechos son principalmente las autoridades romanas las que se portan bien con Pablo Y le permiten pronunciar unas palabras en su defensa (Hech 21, 39.40; 26, 1), visitar a sus amigos (27, 3) y habitar en su propia vivienda alquilada (28, 16). En 26, 1 se emplea en voz pasiva la fórmula de cortesía: «Se te permite». En el famoso versículo mulier taceat (1 Cor 14, 34; cf. 1 Tim 2, 12), la pasiva impersonal bUeQÉJtEem hace referencia a una disposición adoptada por la comunidad y, por tanto, al origen post-paulino de este pasaje (ef. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 290 nota 54. 3. La denominada condicio Iacobaea, «si el Señor lo permite» (cf. Sant 4, 15: eav ó XÚQLO~ {}EA~On) es una frase retórica muy difundida para mostrar la modestia del hablante. Se encuentra en conexión con e:7tLeQÉ:TtW en 1 Cor 16, 7; Heb 6, 3; cf. Hech 18, 21; 1 Cor 4,19. Para los testimonios no bíblicos, cf. Bauer, Worterbuch, s.v.; G. Schrenk, ThWNT I1I, 46 nota 32; F. Hauck, Jakobusbrief [KNT], a propósito de 4, 15. G. Bouwman

i'1:ttQO'1:EVro epitropeuo desempeñar el cargo de procurador En Lc 3, 1 D e:7tLeQO:TtEÚOVW~ (en vez de ~yc¡.toVEÚOVW~) dícese del cargo desempeñado por Pilato. i'1:ttQO'1:Í), t¡~,

1) epitrope mandato, autoridad* En Hech 26, 12 junto a e;o\JoLa (<
tración de los bienes reales (e:n:ieQO:TtO~ aparece como préstamo griego en la literatura rabínica; cf. Billerbeck 11, 164); en Gál 4, 2 aparece con el sentido de tutor (de un heredero que todavía es menor de edad) juntamente con OLXOVÓf,LOL. El sentido de «gobernador» falta en el NT (cf., no obstante, Lc 3, 1 D).

i'1:tt'Ui'Xávro epitygchano ser hecho partícipe, conseguir* Con genitivo eii~ e:n:ayyEAia~ (Heb 6, 15; cf. 11,33); con acusativo (Rom 11,7 bis); con objeto que se sobreentiende por lo que se ha dicho en la frase anterior (Sant 4, 2).

i'1:ut;aiv<;o epiphaino manifestarse -- rel="nofollow"> E:7tLcpavELu 2.

i'1:ufJávEta,

a~,

1) epiphaneia manifesta-

ción* 1. Aparición y significado del término en el NT - 2. emcpalvúl - 3. emcpav~<;. Bibl.: F. Baumgartel, Das Offenbarungszeugnis des AT: ZThK 64 (1967) 393-422; R. Bultmann-D. Lührmann, cpalvúl XLA., en ThWNT IX, 1-11; A. Coppo, Luci epifaniche nella terminologia dell'A e del NT: EL 73 (1959) 310-334; V. Hasler, Epiphanie und Christologie in den Pastoralien: ThZ 33 (1977) 193-209; E. Jenni, «Kommen» im theologischen Sprachgebrauch des AT, en Wort-Gebot-Glaube (FS für W. Eichrodt), Zürich 1970,251-261; J. Jeremias, Theophanie. Die Geschichte einer alttestamentlichen Gattung, Neukirchen-Vluyn '1977; J. Koenig, Aux origines des théophanies iahvistes, en RHR 169 (1966) 1-36; H. J. Kraus, Die ausgebliebene Endtheophanie. Eine Studie zu les 56-66: ZAW 78 (1966) 317-322; J. L. Kuntz, The Self·Revelation of God, Philadelphia 1967; D. Lührmann, Das Offenbarungsverstandnis bei Paulus und in paulínischen Gemeinden, N~ukirchen-Vluyn 1965: Id., Epiphaneia. Zur Bedeutungsgeschichte eines griechisches Wortes, en FS Kuhn, 185-199; Ch. Mohrmann, Epiphaneia, Nijmegen 1953; E. Pax, EIIIANEIA. Ein religionsgeschichtlicher Beitrag zur Biblischen Theologie, München 1955; Id., Epifanía, en DTB 322-326; R. Pfister, Epiphanie, en Pauly-Wissowa, Suppl. IV (1924), 277-323; R. Reindl, Das Angesicht Gottes im Sprachgebrauch des AT, Leipzig 1970, 112ss; E. Schnutenhaus, Das Kommen und Erscheinen Gottes im AT: ZAW 76 (1964) 1-21; Spicq, Notes 1, 284-287; D. Wachsmuth, Epiphanie, en Pauly, Lexikon V, 1598-1601.

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1. El sustantivo EmcpávELa se emplea 6 veces en el NT y aparece exclusivamente en los escritos tardíos del NT: en las Pastorales y en la carta pseudoepigráfica, igualmente tardía, de 2 Tesalonicenses (que procede de la escuela paulina). Tit 2, 13: «Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación (adventum) del gran Dios y Salvador nuestro Cristo Jesús»; 1 Tim 6, 14: «Irreprochable hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo»; 2 Tim 1, 10: «La gracia ha sido revelada ahora por la manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien aniquiló la muerte»; 4, 1: «Testifico ante Dios su manifestación y su reino»; 4, 8: «A todos los que aman su manifestación»; 2 Tes 2, 8: el Señor destruirá al Anticristo «en la manifestación de su segunda venida» (Emcpavd<;l 'tfj¡; :7ta(01)OLa¡; avwu debe entenderse pleofóricamente como hendíadis). En estos seis pasajes se designa con el concepto la esperada segunda manifestación del Cristo resucitado y exaltado, al fin de los tiempos, en el último día. Pero se designa también, al mismo tiempo, el reinado de Dios, que ha comenzado ya y se ha manifestado en la muerte y en el triunfo sobre la muerte del Kyrios Cristo. Aunque el término expresa ya en el griego profano, por un lado, la manifestación de una divinidad salvadora y la experiencia de su acción salvífica, y, por otro lado, el acto de presencia del monarca divinizado en los actos de culto divino que en el mundo helenístico-romano se tributaban al Estado, sin embargo para entender el lenguaje del NT hay que tener en cuenta principalmente el motivo de las teofanías del AT que hablan de la venida de Yahvé al mundo. La primitiva Iglesia vio realizada personalmente en la encarnación de Jesucristo y en su segunda venida -en la parusía escatológica- la prometida «venida de Dios». Por eso, «epifanía» puede ser un término parcialmente sinónimo de «parusía», como vemos por 2 Tes 2, 8. Es verdad que la LXX tradujo muy raras veces con este término las manifes!aciones de Dios en el AT (2 Sam 7,23). Tan solo en el Libro 2 de Macabeos aparece el término con alguna frecuencia (2,21; 3, 24; 5, 4, Y passim). El concepto neo testamentario de e:7tUpáVELU expresa que en el acontecimiento de Cristo se ha manifes-

tado Dios en el mundo, y que los creyentes son llamados -antes de la manifestación del Juez del universo- a decidirse, confesar su fe y actuar como respuesta. 2. El verbo E3tUpatvro, manifestarse*, aparece 4 veces en el NT. En Hech 27, 20 significa, en el relato del naufragio de Pablo, que el sol y las estrellas no podían verse a causa de la tempestad. Aquí se usa sencillamente como tecnicismo de la meteorología. En el cántico de alabanza de Zacarías, en Lc 1, 79, se ensalza (con una cita de Is 9, 1; 42, 7) la manifestación iluminadora de Yahvé para los que están sumidos en tinieblas y sombras de muerte. El nacimiento de Jesucristo, el Hijo de David, se da a conocer como el resplandor de la presencia de Dios en el mundo. En Tit 2, 11; 3, 4 el verbo se emplea en sentido específicamente cristológico (-+ 1): «Porque se ha manifestado a todos los hombres la gracia del Dios Salvador»; «Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor hacia los hombres». En ambos casos se contempla la encarnación y el testimonio de la vida de Jesús de Nazaret en sus consecuencias soteriológicas universales para todos los hombres. 3. El adjetivo i:7tupavt1S, resplandeciente*, se emplea en Hech 2, 20, en el marco de la prueba de Escritura presentada en el discurso de Pedro en Pentecostés, y es una cita de JI 3, 4: «Antes de que llegue el día del Señor, grande y glorioso». En el contexto de la referencia a la parusía, el adjetivo significa aquí: impresionante, terrible, revelador, demostrativo, manifiesto. En el día de la segunda venida del soberano universal Cristo, se hará transparente ante todas las criaturas el poder de vida que tiene el Cristo resucitado y exaltado como Señor del mundo. P.-G. Müller

f3UqJuvÍ);, 2 epiphanes resplandeciente -+ EmcpávELa 3.

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f:7tlqJuúaxro epiphauskiJ manifestarse, brillar (como un astro)* Ef 5, 14: EmcpaúoEL OOL Ó XQLO'tÓ¡;, «brillará sobre ti Cristo», como parte de una cita que no se halla atestiguada en ninguna otra parte, y que procede quizás de un himno cristiano primitivo; cf. M. Dibelius, Der Epheserbriep (HNT), sub loco.

f:7tlqJÉQro epipheriJ traer, llevar, imponer* Rom 3, 5: Ó EmcpÉQwv 't~v oQYlÍv, dícese de Dios, «que fulmina el juicio de ira»; Jds 9: XQLOtV Em::VEYXELV ~Aaocp1]f-LLa¡;, <
f:7tlqJroVÉro epiphiJneiJ gritar, llamar a gritos* Lc 23, 21: ellos le replicaban gritando (después que Pilato volviera a hablarles, :7tQooEcpmv1]OEv, v. 20); Hech 12, 22, «la gente prorrumpió en aclamaciones»; 21, 34: «unos gritaban una cosa y otros otra»; 22, 24: «por qué gritaban tanto contra él».

f:7tlqJooaxro epipMskiJ brillar, amanecer* Lc 23, 54: xaL oá~~a'tov E:7tÉcpWOXEV, se refiere, basándose en el contexto, al comienzo del sábado en la tarde del día de la preparación. Se discute cómo hay que entender Mt 28, 1: otjJE CE oa~~á'twv, 'tñ EmcpwoxOúOl! d¡; f-LLav oa~~á'twv. Puesto que otjJÉ puede significar «tarde» (usado como adverbio; cf. BlaB-Debrunner § 164, 4) o «después de» (usado como preposición impropia), lo de otjJE CE oa~~á'twv puede referirse (según el modo judío de calcular el día) al comienzo del primer día de la semana en la tarde del sábado (así piensan, por ejemplo, W. Grund-

1558 mann, Das Evangelium des Matthiius [ThHK], sub loco; E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthiius [NTD], sub loco; cf. especialmente E. Lohmeyer, Das Evangelium des Matthiius 4 [KEK], 404 nota 1), o (según el modo romano de calcular el día) a la madrugada del primer día de la semana (cf. Mc 16, 1; Lc 24, 1; Jn 20, 1; cf. también Billerbeck 1, 10511053). La primera hipótesis es la más probable; Mt 28, lss describe un suceso acaecido en la noche después del sábado, cf. también el v. 13.

f3nXElQÉro epicheireiJ proponerse, intentar* Lc 1, 1: «después que muchos se han propuesto» (posiblemente, el verbo tiene también un tono de crítica en sentido literario: «han intentado»; cf. G. Klein, en FS Bultmann 1964, 193-216, especialmente 195s); intentar, Hech 9, 29; 19, 13.

f:7tlXÉro epicheiJ derramar sobre, verter sobre* Lc 10, 34: «derramó aceite sobre sus heridas».

f:7tlXOQl]yÉro epichoregeiJ conceder, ofrecer, apoyar* EmxoQ'Y]yLa, a~, ~ epichoregia apoyo* 1. Aparición y significados - 2. Pablo - 3. Colosenses y Efesios - 4.2 Pe 1,5.11. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s. vocibus.

1. El sustantivo, que aparece 2 veces en el NT, está formado a semejanza del verbo, el cual aparece 5 veces. El verbo, con el prefijo E:7tt, constituye una forma intensiva del verbo simple XOQ1]yÉw, que solamente aparece 2 veces en el NT. En la época helenística se desvaneció el sentido ático de XOQ1]yÉw, «sufragar los gastos de un coro», para dar paso al sentido figurado, corriente ya desde muy pronto, que fue el de «aportar dinero para algo», y luego el de «entregar,

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1559 conceder algo; suministrar alguna cosa» (cf. Liddell-Scott, s.v.). 2. Los pasajes indiscutiblemente paulinos no ofrecen ninguna dificultad: en 2 Cor 9, 10 el verbo aparece junto a XOQ'I']yÉw, significando ambos: ofrecer, poner a disposición o -sencillamente- dar; lo mismo ocurre en Gál 3, 5 (téngase en cuenta en este caso el aspecto durativo y lineal del presente). En Flp 1, 19 EJtLxoQ'I']yta significa apoyo o, simplemente, ayuda. 3. Más difícil es el participio de presente de la voz pasiva en Col 2, 19: procediendo de la cabeza (= Cristo), crece todo el cuerpo (a&!1a) f:n:LXOQ'I']yoÚ!1EVOV xaL a1J!1~L~a~ów:vov (que se mantiene unido) por coyunturas y ligamentos. Por un lado, a causa de las conocidas funciones de las coyunturas y los ligamentos, y a causa del paralelismo (nota característica de Colosenses; cf. Kümmel, Einleitung, 299), EJtLXOQ'I']yoú!1EVOV podría entenderse en el sentido de apoyado, con un significado estructural y estático. Por otro lado, la metáfora del crecimiento y la idea de apoyar suministrando, asociada con el término, sugieren el significado de abastecido, por ejemplo, con alimentos (cf. E. Schweizer, La Carta a los colosenses [EKK], sub loco). Ef 4, 16, que depende de Col 2, 19, es aún más difícil: el cuerpo produce su crecimiento a partir de la cabeza (= Cristo), manteniéndose unido «por toda coyuntura tfí~ EJtLxoQ'I']yta~». Aquí es incierta no sólo la índole del apoyo (no se sabe si es un apoyo estructural o de abastecimiento de alimentos) sino también la índole del genitivo (no se sabe si es genitivo apositivo [epexegético], objetivo o de otra índole). Parece que los autores de Colosenses y de Efesios aceptaron cierta oscuridad y confusión en sus imágenes para realzar con más claridad -contra las falsas doctrinas- la importancia absoluta de Cristo, la cabeza, para su cuerpo, que es la Iglesia (cf. H. Conzelmann, Die Briefe an die Epheser und die Kolosser [NTD 8 14 ], 109111,192-195).

4. Es oscuro el sentido exacto de f:n:LXOQ'I']Y1Í aatE en 2 Pe 1,5 Y de la figura siguiente que se desarrolla en los vv. 5-7 (BlaB-Debrunner § 493). Parece que en 1, 8s no se presupone ninguna relación especial entre las virtudes antes enumeradas. Así que el significado de añadir para EJtLXoQ'I']Y1ÍaatE en el v. 5 sería suficiente y adecuado. El futuro pasivo en 1, 11 (EJtLXoQ'I']y'l']1't1ÍaEtaL), suscitado más inconsciente que conscientemente por 1, 5, significa sencillamente: se (os) concederá (la entrada en la basileia eterna).

1562

1561

«cuando las contemplen (las buenas obras)>>; 3, 2, en relación con la conducta pura (de las mujeres).

gue aguardando la revelación escatológica del mundo celestial y la nueva creación del cielo y de la tierra.

btó3t't1]~, OlJ, Ó epoptes el que ha visto, el

1. Aparición y significado del término - 2. Significados especiales en el NT - a) De Dios, de Cristo y de los poderes - b) Uso apocalíptico - c) En el sentido de procedente del cielo - d) De la salvación celestial.

2. a) En la seria advertencia profética con que finaliza una parábola de Jesús, Mt 18, 35 habla del «Padre que está en el cielo» (ovQáVLO~, v.l. f:7to1JQávLO~). El adjetivo aparece también en un contexto litúrgico en 1 Clem 61, 2 (invocación: Ma:7tota f:7to1JQávLE). En la afirmación confesional y litúrgica de Ef 1, 20; 2, 6 se dice que Jesucristo, después de su exaltación, se encuentra en el cielo (plural sustantivado: fV to¡;~ f:7t01JQavtOL~). De índole celestial son, según Flp 2, 10; Ef 3, 10; 6, 12, los principados y potestades, que en parte no se mencionan como mensajeros, sino como fuerzas contrarias en la lucha entre la luz y las tinieblas. También el cielo está dividido en diversos niveles y ámbitos; los mensajeros de Dios se hallan en lucha con los de Satanás; cf. el adjetivo afín --+ :7tVE1J!1atLXó~ en Ef 6,12.

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b) Es apocalíptico lo que se sustrae a los ojos humanos, pero ha sido descrito por anteriores textos de la Escritura: Jn 3, 12 (Sab 9, 16; 4 Esd 4, 1-21; Hipólito, Ref V [sermón contra los naasenos]). Aquí habrá que mencionar principalmente: Heb 8, 5; 9, 23; 11, 16. Vemos asimismo que 2 Tim 4, 18 hace referencia solemnemente al «reino celestial», y Heb 12, 22 a la «Jerusalén celestial».

1. Este adjetivo aparece desde los tiempos de Homero y se encuentra también en Platón, Filón (All I1I, 168), Josefo (Ant 1, 69), 3 Mac 6,28; 7, 6, Y aparece con diversos matices en el NT (19 testimonios) en sustitución de un enlace hebreo por medio de preposición. Se piensa en general que el cielo y la tierra están separados entre sí en el espacio, pero que, a pesar de su separación exterior, hay diversas formas de pensamiento (la analogía, la correlación, la correspondencia) que pueden establecer una vinculación entre los dos ámbitos. La irrupción del reino del cielo en la historia proporciona nuevos conocimientos del ámbito celestial; sin embargo, toda apocalíptica si-

c) Hay otro nivel distinto allá donde el adjetivo adquiere el sentido de lo que procede del cielo y califica entonces ese origen (= f~ oVQavoií). Aquí habrá que mencionar principalmente la correspondencia paulina entre el primer hombre y el último hombre en 1 Cor 15, 45-49 (guarda afinidad también con esto el adjetivo :7tVE1J!1atLxÓ~, en el v. 44). Las relaciones con el helenismo no deben oscurecer el hecho de que existe anteriormente una base hebrea: por un lado, la formación del hombre a partir de barro del suelo (Gén 2, 7); por otro lado, la manifestación del Hijo del hombre y de los santos del Altísimo (Dan 7, 13-14: 7, 18; Flp 3, 21). Con la pascua comienza el pro-

testigo ocular* En 2 Pe 1, 16, se usa en sentido figurado, inspirándose seguramente en el lenguaje de los misterios (cf., por ejemplo, Plutarco, Ale 22, 4; cf. Bauer, Worterbuch, s. v.; LiddellScott, s. v.): f:7tÓ:7ttaL ... tfí~ ... !1EyaAELÓt'l']tO~, «testigos iniciados de la gloria (de Dios)>>.

R. Mahoney E3tO~, OlJ~,

i'ltxoQ1]yta, a~, i¡ epichoregia apoyo --+

EJtLxoQ'I']yÉw.

E'ltXQtro epichrii5

untar con, extender so-

bre* Jn 9, 6: EJtÉXQL<JEV tOV :7t'l']A.OV f:7tL toU~ 6
i'lotxobop.tiro epoikodomei5

edificar en-

cima, construir* --+ ol.x06o!11Í.

E'loxiAAro epokelli5

encallar, hacer encallar Hech 27, 41 Koiné pI (en lugar de f:7tLXÉA.AW). E'lovop.tá~ro eponomazi5 llamar, denomi-

nar* Rom 2, 17 (en voz pasiva): «si tú te haces llamar judío».

E'lmt'te'Úro epopteui5 contemplar, tener ante los ojos, observar* En 1 Pe 2, 12 el participio absoluto f:7tO:7ttEÚOVtE~ exige que se complete el sentido sobreentendiendo EQya, mientras que fX t&v xaA&v EQyWV debe referirse a 6o~áaw<JLv:

'tó epos palabra* Heb 7, 9, en la frase corriente: w~ E:7tO~ d:7tdv, «por decirlo así». E3tolJQávtO~,

2 epouranios celestial

1563

bto'UQávLO~ - Émá

ceso de trasformación; el Hijo del hombre incluye en sí la trasformación de los santos. Pablo piensa en términos corporativos (no místicos): como era el terreno, así son también los terrenos, y como el celestial, así son también los celestiales (OL €no'UQávLOL, v. 48). Lo celestial es, pues, una cualidad que corresponde a la trasformación. El curso del pensamiento es fundamentalmente futurista (v. 49) pero, en consonancia con la concepción hebrea del espacio y el tiempo, puede abarcar el futuro y el presente (T. Boman, Hebrew Thought Compared with Greek, 1960, 147s). Los celestiales (v. 48) corresponden en hebreo a los «santos» y «elegidos» (Dan 7,21.25; Hen [et] 48, 4; 1QM 12, 1-5). La apocalíptica paulina se basa en determinados fundamentos hebreos. d) Aunque el mundo celestial es por excelencia el ámbito en que vive Dios, el ámbito al que -según la concepción apocalípticapuede ser trasladado el creyente, sin embargo la herencia del piadoso que allí se conserva debe ser considerada como presente, porque se sabe con certeza que se vive en la realidad de Dios (H. W. Kuhn, Enderwartung und gegenwiirtiges Heil, Gottingen 1966, 183s). Es significativo en Ef 1, 3: Dios nos ha bendecido con toda clase de bendición espiritual que se conserva en el cielo (€v 'tOL~ €no'UQuvLOL~) en Cristo. Probablemente la recepción de esta bendición debe relacionarse con el bautismo. También la expresión «copartícipes de una vocación celestial» (Heb 3, 1) debe asociarse con el acto del bautismo: el llamamiento procede del cielo, tiene en sí la índole de lo celestial y conduce a la vida que está determinada por las instrucciones apostólicas. O. Michel

bt'tá hepta siete €Boo!w<;, 3 hebdomos séptimo Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.); D. R. Davis, The Relationship between the Seals, Trumpets and Bowls in the Book of Revelation: JETS 16 (1973) 149158; G. Reichelt, Das Buch mit den sieben Siegeln in der Apokalipsis des Johannes, tesis Gattingen 1975; K. H. Rengstorf, Émá X-rA., en ThWNT n, 623-631;

1564

E. Schweizer, Die sieben Geister in der Apokalipsis, en Id., Neotestamentica, Zürich 1963, 190-202; A. Strobel, en BHH III, 1785 (bibl.); H. Zimmermann, Die Wahl der Sieben (Apg 6, J-6), en FS für Kardinal Frings, Kaln 1960, 364-378. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1084.

1. Ém;á aparece 88 veces en el NT, principalmente en el Apocalipsis (56 veces), mientras que, fuera de los Evangelios sinópticos (24 veces), aparece únicamente en Heb 11, 30. €p60¡.to~ se halla atestiguado 9 veces, cinco de las cuales corresponden al Apocalipsis. 2. La significación del número siete -una significación universal en el oriente y especialmente en el AT- como expresión de la plenitud y de la armonía, y su frecuente empleo para designar un conjunto no demasiado pequeño ni demasiado grande, se deja sentir también en el NT (cf. Rengstorf, 623-626). Én'tá aparece en el NT en diversos contextos: a) En la mayoría de los pasajes, Émá es un número redondo sin significado más profundo, que trasmite la idea de «poco» (7 panes, Mt 15, 34; cf. 16, 10; Mc 8, 5.20) o de «mucho» (7 canastas llenas, Mt 15, 37; cf. Mc 8, 8). b) Én'ta ~¡.tÉQm designa «una semana», Hech 20,6; 21,4.8.27; 28, 14; Heb 11,30 (cf. Jos 6, 3s); se habla del «séptimo día» en Heb 4, 4 (bis). c) Én'tá sirve para acentuar un gran número, y también para indicar frecuencia o poder: Éma €'tEQU nVEú¡.tum, Mt 12,45 par. Lc 11, 26; cf. Éma 6m¡.tóvLu (de María Magdalena), Mt 16, 9; Lc 8, 2; Éma 'ULoL, Hech 19, 14; Éma a6EA<:poL (que se hallan bajo el precepto del matrimonio por levirato), Mt 22, 25.26; Mc 12, 20.22.23; Lc 29, 31.33 (cf. Dt 25, 5ss). d) En el Apocalipsis Én'tá desempeña un papel importante como expresión de la totalidad y de la plenitud de Dios y de su acción al fin de los tiempos (siete candeleros, 1, 12.13.20; 2, 1; siete estrellas, 1, 16.20; 2,1.3; el Cordero con siete cuernos y siete ojos, 5, 6;

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Émá - EQu'Uváw

siete ángeles, 8, 2.6; 11, 15; 15, 1.6.7; 16, 1; 21, 9; siete trompetas, 8, 2.6; siete truenos, 10, 3.4; siete plagas, 15.1.6; siete copas llenas de ira, 15,7; 16, 1; 21, 9), y también como expresión del extenso poder de los poderes impíos (siete cabezas del dragón, 12, 3; siete cuernos de la bestia, 13, 1, cf. 17, 3.7.9.11). El libro sellado con siete sellos, 5, 1.5; 8, 1, contiene en sí la totalidad de los misterios del fin de los tiempos. Algunas indicaciones se basan en textos o hechos reales; así, por ejemplo, en 17, 9 podría aludirse a las siete colinas de Roma, los siete truenos de 10, 3s podrían referirse a la séptuple <:pwv~ {h:ov del Sal 28, 3-9 LXX, Y en los siete candeleros podría pensarse en la Menorá del templo de Jerusalén. Las siete comunidades de Asia (1, 4. 11.20) representan la totalidad de los cristianos, a todos los cuales se dirige la palabra (cf. Canon Muratori, cf. Hennecke-Schneemelcher 1, 20). Claro que el intento de Lohmeyer (Offenbarung [HNT], 182ss) por demostrar que el número siete es el principio que preside la composición del Apocalipsis, apenas ha encontrado aceptación. e) Según Hech 6, 3, los «Doce» (--+ 6oo6Exu) hacen que se elija a siete varones para el «servicio de las mesas», los cuales -según 21, 8- constituyeron el grupo fijo de los «Siete» junto al de los «Doce». Podría haber servido de modelo la presidencia de las comunidades judías, constituida por siete varones (Rengstorf, 630; E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 [KEK], sub loco). H. Balz

É3t'táxtc; heptakis (adv.) siete veces* En el NT el adverbio aparece únicamente en la sentencia, procedente de la fuente Q, acerca del perdón y designa un número relativamente grande. Según Mt 18, 21.22 no basta perdonar «hasta siete veces» (EW~ Én'táxL~), es decir, un número limitado de veces, sino que -con una fantástica intensificación- se dice que hay que perdonar «hasta setenta veces siete», es decir, sin limitación alguna (--+ ÉP6o¡.t'Y\xonáxL<;, D*: «siete veces setenta

1566

veces). Lc 17,4 (bis) acentúa que a un hermano que peque contra ti siete veces al día, y «vuelva a ti -arrepentido- siete veces», hay que perdonarle siempre, es decir, sin ninguna limitación.

bnfX.Xt(JxLALOt, 3 heptakischilioi siete mil* Rom 11, 4: xu'tÉALnov ... Én'tuxLOXLALO'U~ &v6Qu~ (cf. 1 Re 19, 18) como tipo del «resto» (v. 5). É3t'tfX.3tAfX.(JÜOV, 2 heptaplasion siete veces más Lc 18, 30 D it syhm g en vez de nOAA.UnA.U(JLWV. "EQfX.(J'to~,

O'll Erastos Erasto* 1. Nombre (griego) de un cristiano en Corinto, a quien se designa como ó OLXOVÓ¡.tO~ 'tfí~ nÓAEw~, «el tesorero de la ciudad», y que envía saludos a la comunidad romana (Rom 16,23). G. TheiBen, Estratificación social en la comunidad de Corinto, en Estudios de sociología del cristianismo primitivo, Salamanca 1985, 189-234, esp. 195ss, se inclina a indentificar a Erasto con un «edil Erasto» (creemos que nombrado posteriormente para este cargo), que se menciona en una inscripción hallada en 1929. 2. En Hech 19,22; 2 Tim 4,20, una persona llamada Erasto aparece como colaborador de Pablo en sus viajes misioneros. Como en ambos pasajes, Corinto o Acaya, desempeña un papel, podría tratarse de la misma persona a que se hace referencia en Rom 16,23. BHH 1, 422; Haag, Diccionario, 568.

EQfX.'llváro eraunao inquirir, investigar* Forma tardía del clásico €QE'Uváw, cf. BlaB-Debrunner § 30,4. En Jn 5, 39 dícese de los judíos que investigan apasionadamente las Escrituras (en busca de la vida); de manera parecida en 7, 52 (usado absolutamente) en el sentido de la investigación de las Escrituras (por parte de los judíos); el verbo se predica de Dios en Rom 8,37: Ó €Qu'Uv&v 'ta~ xUQ-

1567 6~a~, cf. Pr~v 20" 27, Y en Ap 2, 23: Ó EQavvwv v~CPQov~ XaL xaQ6í,a~, en el sentido de que DIOS examina críticamente; en 1 Cor 2, 10 se dice que el Espíritu JtáV'ta EQavv(i, «lo escudriña todo»; en 1 Pe 1, 11 se dice que los profetas (del AT) inquirían. ThWNT 11, 653s.

E~r(á~o,.l(U ergazomai trabajar, obrar, ejecutar EQyaaLa, a~, ~ ergasia ocupación, actividad profesional, ganancia* EQyá't't]~, ov, Ó ergates trabajador 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Signific~dos y campos referenciales - 3. EQyaala - 4. EQyatT]<;.

Bibl.: G. Bertram, EQYOV, en ThWNT n, 631-649; H. Ch. Hahn, Obra, trabajo, en DTNT III, 188-193; C. Lindhagen, EPrAZEL0AI Ape 18:17; Hes 48: 18.19. Die Wurzd LAI1 im NT und AT. Zwei Beitriige zur Lexlkographle der grieehisehen Bibel (UUA 19501955), Uppsala 1950. Cf. más bibliografía en ThWNT X,1084s.

l. EQyá~oftaL aparece en el NT un total de 41 veces, y 17 de ellas en el «Corpus paulínum». EQyaaí,a aparece 5 veces en LucaslHec~os y 1 vez en Efesios. La aparición de EQya't't]~ se limita principalmente a Mateo y a Lucas (seis y cuatro veces respectivamente entre un total de 16 veces). 2. Desde los tiempos de Homero, EQyá~0ftaL significa trabajar, estar activo (en sentido intransitivo), y crear, obrar, realizar (en sentido transitivo). El significado general de trabajar es también frecuente en el NT: Le 13, 14; Jn 9, 4b; Hech 18,3; 1 Cor 9,6; 2 Tes 3, 10.12. Pablo trabaja día y noche para ganarse el sustento (1 Tes 2, 9; 2 Tes 3, 8; cf. 1 Cor 4, 12, donde habla de lo agotador de su trabajo), y exhorta a la comunidad a EQyá~wtl-aL 'ta¡;~ XEQaí,v como parte de la conducta cristiana (1 Tes 4, 11). En Mt 25, 16 se habla de poner «el dinero a trabajar». En Juan EQyá~oftaL adquiere un significado específicamente teológico: expresa la pretensión de Jesús de ser igual a Dios (Jn 5,17; cf. 9,4), porque actúa como Revelador lo mismo que

1568 Dios. La finalidad de la acción de Dios es que los hombres crean en el Revelador que ha sido enviado; así es como hacen las obras de Dios (Jn 6, 28s). La expresión EQya EQyá~wtl-aL es ya muy frecuente en los LXX (Ex 31,5; Núm 8, 15 Ypassim) y también se halla atestiguada varias veces en el NT (Mt 26, 10 par.; Jn 3, 21; 9,4; Hech 13,41 en cita de Hab 1,5; 1 Cor 16, 10). En Pablo, EQyá~oftaL puede adquirir el sentido de realizar obras y se convierte así en el tópico dentro del campo de referencias de la justificación por las obras o del juicio según las obras. Vemos que en la frase ES EQywv (Rom 4, 2), el contraste entre EQya~ó­ ftEVO~ / ft~ EQya~ÓftEvo~ desarrolla la oposición existente entre la fe y las obras (Rom 4, 5). En Rom 3 las obras se hallan tan íntimamente asociadas con la ley como la fe lo está con Jesucristo. Rom 2, 10 se refiere a la situación en el juicio escatológico (cf. Mt 7, 23: OL EQya~ÓftEVoL 't~v avoftí,av; 2 Jn 8); 't0) EQya~oftÉvq> 'to ayatl-óv implica la idea de las buenas obras, que en el juicio final constituyen el criterio para recibir los beneficios escatológicos de la salvación. La misma manera de hablar de EQyá~wtl-aL ('to) ayatl-óv se encuentra también en el ApBar (gr): la expresión 8aa EQyá~ov'taL ayatl-á se refiere a la acción de pesar las obras buenas de los justos (concebidas como hipostatizadas) en el juicio final (11, 9). La idea de proceder a pesar las obras buenas y las obras malas en el juicio sobre los muertos procede de E~iP.to e influyó incluso en el ámbito judío y CrIstIano (cf. TestAbr [A] 12). En Sant 1, 20 EQyá~oftaL designa el hacer la justicia de Dios, que consiste en cumplir los preceptos divinos (cf. K. Berger: ZNW 68 [1977] 266-275; en contra de M. Dibelius, Der Brief des Jakobus' [KEK], 141s, quien traduce el verbo por «producir» [la justicia de Dios]; cf. 2 Sam 8, 15; SalSl 9, 5 Y passim). Si EQyá~oftaL en Sant 1, 20 puede traducirse sencillamente por hacer, vemos no obstante que ese verbo en 2 Cor 7, 10 adquiere el mismo significado que xa'tEQyá~oftaL, «producir», y se convierte así en ténnino técnico en

1569 las series que designan la derivación y el origen (Herodoto VII, 102; TestJos 10, 1; Rom 4, 15; Sant 1, 3). 3. El significado y el uso de EQyaaí,a en el NT no se diferencia de los que hallamos en el griego profano. En una polémica contra los paganos, el desenfreno sexual se designa como «obra de todo género de impureza» (EQyaaí,a axatl-aQaí,a~ Jtáa't]~; Ef 4, 19). EQyaaí,a no sólo designa la ganancia que se obtiene con la venta del producto de un trabajo (Hech 16, 16.19; 19,24), sino también -en generalla actividad profesional que una persona desarrolla (19, 25). La expresión 6L6WftL EQyaaí,av, esforzarse en (Lc 12,59), no se halla atestiguada en ninguna otra parte (sobre EQyaaí,a, esfuerzo, cf. Josefo, Ant I1I, 35). 4. En el griego profano, EQyá't't]~ designa en general a una persona que hace algo (Eurípides, El 75), Y luego en especial a quien -como trabajador en un ramo de actividades- realiza un trabajo a sueldo (trabajador agrícola; Filón, Agr 5; Josefo, Bell IV, 557); finalmente, designa también al esclavo (Josefo, Ant XII, 194). Mientras que EQyá't't]~ en Mt 10, 10 par. Lc 10, 7 es en general el trabajador, que es digno de recibir su sustento o su salario, vemos que en Mt 9, 37s par. Lc 10, 2 se aplica esta denominación al trabajador agrícola y en Mt 20, 1s.8 al trabajador que faena en la viña. En un sennón de juicio contra los ricos que cometen injusticias sociales (así F. MuBner, Jakobusbrief3 [HThK], 193), la acusación contra los hacendados se concreta en el hecho de que retienen el salario que deben pagar a los trabajadores (Sant 5, 4). En sentido figurado, a los apóstoles y maestros se los llama trabajadores. Con duro acento polémico, Pablo designa a los falsos maestros y falsos apóstoles como EQyá'taL 6ÓALOL (2 Cor 11, 13). xaxoL EQyá'taL (Flp 3, 2) no se refiere a la justicia basada en las obras, propugnada por los adversarios de Pablo (en Contra de R. Bultmann, Der Stil der paulinischen Predigt und die kynisch-stoische Diatribe, Gottingen 1910, 105), sino que alude a

1570 la actividad misionera desarrollada por esas personas. El hecho sorprendente de que Pablo use el término EQyá't't]~ en un sentido exclusivamente negativo, no tiene continuidad en las Pastorales. Se exhorta a Timoteo a que, a diferencia de los falsos maestros, llegue a ser un EQyá't't]~ aVEJtaí,axvv'tO~ (2 Tim 2, 15; cf. TestBen 11, 1~). R. Heilígenthal EQ')'«UJí,a, a;, i) ergasia ocupación, actividad profesional, ganancia ---+ EQyá~oftaL 3. EQ')'á'tt);, Ol.l, Ó ergates trabajador ---+ EQyá~oftaL 4. EQ')'OV, Ol.l,

'tó ergon obra, tarea

1. Aparición en el NT - 2. Significado del término y campos referenciales - 3. La «obra» en Juan - 4. 'El juicio según las buenas y las malas obras - 5. «La fe y las obras» en Pablo y en Santiago.

Bibl.: K. Berger, Der Streit des guten und des bOsen Engds um die Seele: JSJ 4 (1973) 1-18; G. Bertram, EQYOV, en ThWNT n, 631-649; G. Bornkamm, Gesetz und Natur (Rom 2, 14-16), en Bornkamm, Aufsiitze n, 93-108; Ch. Burchard, Zu Jak 2, 14-26: ZNW 71 (1980) 27-45; K. P. Donfried, Justifieation and Last Judgment in Paul: ZNW 67 (1976) 90-110; G. Eichholz, Glaube und Werke bei Paulus und Jakobus (TEH 88), München 1961; C. W. Fishburne, ICor III 10-15 and the Testament of Abraham: NTS 17 (1970-1971) 109-115; F. Flückiger, Die Werke des Gesetzes bei den Heiden (naeh Rom 2, 14.1.1): ThZ 8 (1952) 17-42; H. Ch. Hahn, Obra, trabajo, en DTNT III, 188-193; R. Heiligenthal, Werke als Zeiehen (WUNT lI/9), Tübingen 1983; H. Hübner, Was heiJ3t bei Paulus «Werke des Gesetzes», en Glaube und Esehatologie. FS W G. Kümmel, Tübingen 1985, 123-133; J. A. Kleist, «Ergom> in the Gospels: CBQ 6 (1944) 61-68; O. Kuss, Die Heiden und die Werke des Gesetzes: MThZ 5 (1954) 77-98; E. Lohmeyer, Gesetzeswerke, en Id., Probleme paulinisehen Theologie, Darmstadt 1954, 33-74; E. Lohse, Glaube und Werke - zur Theologie des Jakobus: ZNW 48 (1957) 1-22; L. Mattern, Das Verstiindnis des Geriehtes bei Paulus (AThANT 47), Zürich-Stuttgart 1966, 141-192; E. Peterson, EPrON in der Bedeutung «Bau» bei Paulus: Bib 22 (1941) 439-441; J. Ried1, Das Heilswerk Jesu naeh Johannes, Freiburg i. Br. 1973; J. Schmidt-W. Pesch, Werke, en LThK X, 1049-1052; E. Synofzik, Die Geriehts- und

1571 Vergelstungsaussagen bei Paulus, Gottingen 1977; W. C. van Unnik, The Teaching of God Works in 1 Peter: NTS 1 (1954-1955) 92-110; R. Walker, Allein aus Werken. Zur Auslegung von Jak 2, 14-26: ZThK 61 (1965) 155-192; R. B. Ward, The Works of Abraham. James 2, 14-26: HThR 61 (1968) 283-290; U. Wilckens, La Carta a los romanos 1, Salamanca 1989, 166-174,179-183; Id., Was heiJ3t bei Paulus: «Aus Werken des Gesetzes wird kein Mensch gerecht?», en Id., Rechtfertigung als Freiheit. Paulusstudien, Neukirchen-Vluyn 1974,77-109. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1084s.

1. Los 169 testimonios de EQYov en el NT se distribuyen de manera bastante homogénea entre los diversos escritos, aunque sorprende la aparición relativamente escasa de este término en los sinópticos (10 veces). Las construcciones de genitivo con Dios, Cristo o el Señor aparecen tan sólo 9 veces, mientras que las «buenas obras», con un total de 30 testimonios, se encuentran ya 15 veces tan sólo en las Pastorales. La relación entre EQYOV y VÓ!10~ es típica de Pablo (3 veces en Romanos; 6 en Gálatas); la asociación entre EQYOV y A.óyo~ se halla atestiguada un total de 7 veces. 2. EQYOV significa tanto en el NT como en el griego profano (Aristófanes, Av 862; Jenofonte, Mem II,lO, 6; Epicteto, Diss 1, 16, 21) trabajo, tarea. Así lo vemos en la frase EQYOV toU XUQLOU (1 Cor 15, 58; 16, 10; Flp 2, 30), en la que el genitivo designa a quien encarga la tarea. La construcción con preposición d~ EQYov se refiere, en Hech 13, 2; 14, 26; 15, 38, a la tarea misionera (cf. Flp 1,22; 1 Tes 5, 13; 2 Tim 4, 5). La coordinación entre el EQYOV y el A.óyo~ (Jenofonte, Hieron 7, 2; Epicteto, Diss 1, 29, 56; IV 1, 140; Eclo 3, 8; cf. 35, 22; 4 Mac 5, 38; Josefo, Ant XVII, 220) entraña la unidad del comportamiento humano (2 Cor 10,11; Col 3, 17; 1 Jn 3,18 Ypassim), y en la fórmula ()uvm;o~ ev EQYep xat A.óyep (Le 24, 19; Hech 7, 22) se indica en qué es poderoso el profeta. Frecuentemente se designa con EQYOV lo que se ha producido o ha de producirse mediante la acción: lo que es obra de Dios (Heb 1, 10; 4, 3.4 Y passim); en relación con Jesús

1572 (Mt 11, 2; Hech 13,41; Ap 15,3; a propósito de Juan -+ 3, especialmente por lo que se refiere a los milagros); lo que es obra del hombre y designa la totalidad de sus acciones. En este último sentido el colectivo 'to EQYov puede sustituir al plural EQya (Gál 6, 4; Heb 6, 10; Ap 22, 12). En construcciones con genitivo, EQYOV puede expresar el modo de relación con un poder o con un grupo (Rom 13, 12; Gá15, 19; Ef 5, 11; 1 Jn 3, 8; cf. Ap 2, 6; también Rom 2,15; 3, 20; Gá12, 16; 3, 2.5.10). xa'tu 'tu EQya es un criterio para la evaluación en un juicio (-+ 4). La obra del hombre puede describirse como aya{}óv, xaA.óv (Mt 5, 16; Hech 9,36; Rom 2, 7 Y passim; principalmente en las Pastorales), o bien como JtOVl']Qóv, VEXQÓV, axaQJtou (Col 1,21; Heb 6, 1; 9, 14; Ef 5, 11). 3. El evangelio de Juan conoce tanto la obra de Jesús (4, 34; 17,4) como las obras de Jesús (5, 20.36; 9, 3s; 10, 25.32.37s; 14, 1012), subrayando entonces el singular la unidad de la obra. La obra de Jesús da testimonio de que Jesús es el Cristo (Jn 5, 36; 10, 25; cf. 7,7). Como cosa dada por Dios, la obra de Jesús designa la totalidad de la acción reveladora llevada a cabo por Jesús (así R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes lO [KEK], 199s y passim). La realización por el Revelador de la obra encargada por Dios (Jn 4, 34; 5, 36; 17,4; cf. 9, 4) tiene su continuidad en la actividad de los !1d~ova EQya de los discípulos, Jn 14, 12 (después de la muerte del carismático, su labor se multiplica e intensifica en sus discípulos, cf. TestJob 47ss; Hech 2, 22.43). Los EQya 'tou XQWtoU tienen también la función de ser una prueba de legitimidad, en Mt 11,2-6. 4. El campo semántico «juicio según las obras» lo tiene en común el NT con los escritos extracanónicos (Eclo 16, 12ss; 4 Esd 7, 34ss; Hen [et] 63, 8s y passim). Junto a la hipostización de las obras (l Tim 5, 24s; Ap 14, 13) Y la imagen del «tesoro de buenas obras» (l Tim 6, 18; cf. Mt 6, 20; Lc 12,33), vemos que sobre todo la frase con preposición xa'tu

1573

'tu EQya (Rom 2,6; 2 Cor 11,15; 1 Pe 1,17; Ap 2, 23 Y passim) hace referencia al juicio según las obras. Excepto en el Apocalipsis, este tópico es nota característica del género de la parenesis. Así lo vemos en Jn 3, 19-21, donde está formulado en escatología de presente, y sirve de conclusión al sermón de Jesús. Este tópico sirve tanto de introducción (l Pe 1, 17), como de conclusión a una parenesis concreta (l Tim 4, 24s). También puede perfilarse la libertad divina precisamente sobre el trasfondo del rechazo del juicio según las obras: en Rom 9, lIs y 2 Tim 1, 9 se realiza la libertad divina precisamente en el hecho de que el hombre no contaba con cualesquiera obras anteriores. Rom 2, 6-11 habla del juicio según las obras en el marco de un sermón escatológico sobre el arrepentimiento (cf. OrMan 7ss; TestZab 9, 6ss; Sab 11, 23; Jub 5, l7ss); la intención del enunciado es referirse a la igualdad entre los judíos y los gentiles ante el juicio, y no pretende desacreditar la obra humana. En 1 Cor 3, 13ss se hace referencia al examen al que han de someterse las obras cristianas en la situación del juicio final (sobre el significado de EQyOV en el sentido de «edificio» cf. Peterson). La hipostatización de la obra se pone aquí al servicio de la separación entre persona y obra, en el sentido de que Pablo no amenaza a sus adversarios con la destrucción personal en el juicio (1 Cor 3, 15). La interdependencia entre la conducta actual y el juicio futuro según las obras halla especial expresión en la anticipación personal de la acción del juicio divino (en el examen que cada uno debe hacer de su propia obra; Gál 6, 4). Las obras adquieren considerable importancia en la parenesis paulina: la pertenencia del hombre al viejo eón o al nuevo eón se reconoce por sus obras (Rom 13, 12; Gál 5, 19ss, donde las diversas obras se van enumerando detalladamente en un catálogo de vicios. Sobre el tópico de la posibilidad de reconocer por las obras cf. Ap 2, 19; 3, 1.8.15). JtEQlJta'tELV ev JtVE'Ú!1a'tl se concreta en la acción de prod~cir el fruto del Espíritu (obsérvese el paralehsmo entre EQya 'tií~ oaQxó~ Y xaQJto~

1574

tou JtvE'Ú!1ato~ en Gál 5, 19.22; cf. Rom 13, 2; 1 Cor 9, 1; 15, 58; 2 Cor 9, 8). En las Pastorales la orientación escatológica queda más en segundo plano. Las buenas obras, como tópico importantísimo de la ética de la comunidad, son parte de una parenesis referida a la situación en que se encuentra la comunidad (l Tim 2, 10; 2 Tim 2, 21 Ypassim). 5. Las frases el; EQyrov VÓ!10U y xroQt~ EQyrov VÓ!10U (Rom 3, 20 Y passim) le sirven a Pablo para estudiar el relevo del viejo camino de la salvación por las obras de la ley y su sustitución por el nuevo camino de la salvación en Jesucristo. La expresión el; EQyrov VÓ!10u puede abreviarse, por un lado, en la frase el; EQyrov (Rom 4, 2; cf. 9, 32) y, por otro lado, en la frase Ex VÓ!10U (Rom 4, 16; cf. 4, 13). En este contexto EQya designa el modo de relación con la ley, y a partir de aquí esta expresión se usa en contraste con la fe en Jesucristo (EQYOV VÓ!10U en Rom 2, 15 designa análogamente el modo en que los cristianos gentiles adoptan el camino de la ley. El singular se explica por el carácter fundamental del enunciado). Pablo toma de la teología judía alejandrina acerca de la creación la antítesis entre la gracia y las obras (Filón, All I1I, 77-79; cf. 2 Tim 1,9; Tit 3,5) Y asigna la obra y la gracia a diferentes «tiempos» (Rom 3, 20.21.24). Es innovadora la separación entre la «fe y las obras» (cf. la manera paralela de hablar de «la fe y las obras» en 4 Esd 7, 34s; ApBar [sir] 51,7; 1 Mac 2, 51s y passim) en lo que respecta a la justificación. Puesto que la aceptación humana del nuevo camino de la salvación se designa con los términos JtLO'tl~ y XQw'tó~ con arreglo a una fórmula cristiana primitiva, y la gracia y las obras constituyen una antítesis tradicional (4 Esd 8, 32.36), Pablo puede establecer un contraste entre la fórmula ex JtLO'tEro~ XQWtoU (Rom 3, 26) Y la frase recientemente formulada el; EQyrov VÓ!10U, en todo lo cual el interés no se cifra en la oposición (en sí misma) entre la fe y las obras, sino en el relevo y sustitución del antiguo camino de la salvación por el nuevo.

1576

1575 Rom 3, 20-26 se halla prefigurado en Gá12, 11-21. Las ideas de la Carta a los gálatas, formuladas a base de una confrontación situacional con los judeocristianos, se integran en la Carta a los romanos en un esquema de sucesión temporal (el tiempo de la ley como tiempo de la paciencia divina, al que sucede el tiempo de la revelación del nuevo camino de la salvación). La argumentación de Sant 2, 14-26 recoge de la tradición acerca de Abrahán la yuxtaposición 1tLO"w;/6L%atÓW y explica la relación entre la fe y las obras como cosas que necesariamente se pertenecen mutuamente (Sant 2, 26). Se presupone una comprensión de la fe que se relaciona primariamente con el solo conocimiento y reconocimiento del único Dios (en el judaísmo misionero helenístico: Filón, Op 170-172; Virt 216; cf. Sant 2, 19). El pr~blema de definir la relación entre la confesión de fe y la ética se resuelve aquí mediante la acentuación de la pertenencia mutua que existe entre la fe y las obras (en el judaísmo la fe y las obras se pertenecen mutuamente; cf. supra). A Santiago lo que le interesa es evitar que haya discrepancia entre la palabra y la acción; la fe demuestra únicamente por medio de las obras que no es una fe muerta (Sant 2, 17.26). R. Heiligenthal EQE{tt~OO erethizo exasperar, estimular*

2 Cor 9, 2: «vuestro celo ha estimulado»; Col 3, 21, dirigiéndose a los padres: «¡no exasperéis a vuestros hijos!».

EQElboo ere ido apoyar con fuerza, deshacerse* Hech 27, 41 (en sentido intransitivo): «la proa se deshacía».

EQEúyoJtm ereugomai declarar, hablar claramente* Mt 13, 35: €QE'ÚSOflat %E%Q'UflflÉVU, «declararé cosas ocultas» (cf. Sal 78, 2).

EQEuváoo ereunao inquirir, investigar Forma alternativa de

->

EQu'Uváw.

EQ1]Jtta, a~, tí eremia desierto, región deshabitada -> eQlJf.w~.

EQ1]JtO~,

2 eremos desierto, yer~o €QlJIÚU, uS;, ~ eremia desierto, reglón deshabitada* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Significados - 3. Campo referencial especialmente del desierto.

Bib!.: Bauer, Worterbuch,s.v.; O. Bocher, Desierto, en DTNT n, 27-30; H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 37-41; V. Fritz, Israel in der Wüste, Marburg 1970; R. W. Funk, The Wilderness: JBL 78 (1959) 205-214; G. Kittel, EQlllW~ X'tl..., en ThWNT n, 654-657; U. W. Mauser, Christ in the Wilderness, London 1963; C. C. McCown, The Scene of John's Ministry and its Relation to the Purpose and Outcome of Rís Mission: JBL 59 (1940) 113-131; W. Schmauch, Orte der Offenbarung und der Offenbarungsort im NT, Gottingen 1956, 27-47; S. Talmon, Wilderness, en IDBSuppl 946-949. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1085s.

1. De los 48 pasajes del NT en que aparece EQlJflOS;, 41 se encuentran en los evangelios y en Hechos. EQlJfloS; aparece sólo 4 veces en plural (como adjetivo en Mc 1,45; como sustantivo en Lc 1, 80; 5, 16 [a diferencia de Mc 1,45]; 8,29). EQlJflLU se encuentra sólo 4 veces en el NT. 2. Con excepción de Gál 4, 27 (<
1577 Desierto de Judea (Mc 3, 1; cf. Jn 11,54), es decir, al «declive oriental, pedregoso y árido, de la serranía judea hacia el Mar Muerto y hacia el curso inferior del Jordán» (Bauer) y a la denominada «Arabá» (= estepa, desierto) de la fosa tectónica del Jordán (Mc 1, 4 par.; cf. Funk, 214), o bien al Desierto arábigo, es decir, a los territorios de la Península del Sinaí (Hech 7, 30). EQlJflLU designa la región deshabitada (Mc 8,4 par. Mt 15,33, y además peligrosa (2 Cor 11, 26) e incluso inhóspita y hostil (Heb 11, 38). eQlJ""o~, usado como adjetivo, se refiere a un camino desierto (Hech 8, 26), o a una vivienda que está abandonada (Hech 1, 20) o desolada (Mt 23, 38). En nueve casos, en unión siempre con 'tÓ1tO~ (-OL), significa un lugar solitario, apartado, tranquilo (por ejemplo, Mc 6, 31.32.35 par.). 3. Al comienzo de los evangelios o de su corpus, se halla siempre Juan el Bautista, predicador de penitencia. El lugar donde le llega la palabra de Dios (Lc 3, 2) y donde él desarrolla su actividad (Mc 1, 4 par. Mt 3, 1; Mt 11,7 par. Lc 7, 24), es «el desierto», y «dentro de este contexto, el desierto no es tanto una magnitud geográfica como una magnitud simbólica: significa 'profeta'» (Conzelmann, 40, nota 7). Juan es «la voz de uno que clama / en el desierto / preparad el camino del Señor» (Mc 1,3 par.; Jn 1,23 = Is 40,3 LXX). En contra del TM y a diferencia de lQS 8, 14, «en el desierto» se entiende siempre como circunstancia atribuida al que clama, y por cierto con referencia a la LXX y a los tratados rabínicos (cf. Billerbeck 1, 96s; 11, 154); sin embargo, el texto de los LXX deja en suspenso la cuestión, tal Como se indicó anteriormente. En el desierto comienza el camino de Jesús. Después de su bautismo, Jesús, por la acción del Espíritu, es «impulsado» allí (Mc 1, 12) o «conducido hacia arriba» (Mt 4, 1; Bauer, 105: «desde la depresión del Jordán hasta la meseta») o «llevado al desierto / durante 40 días / tentado por el diablo» (Lc 4, 1s. Hay

1578

que traducir de manera distinta, si EV se halla aquí en lugar de el.~ [BlaB-Debrunner § 218 nota 3]; el imperfecto es entonces descriptivo [ibid. § 327], y el participio menciona la acción subsiguiente o la finalidad [ibid. § 339, 2; 418, 4]). El desierto, por un lado, comunica la cercanía de Dios y conduce, por otro lado, a la confrontación con Satanás. Sobre la difícil derivación del motivo de los 40 días a partir del AT cf. Kittel, 655; cf. además Balz, ThWNT VIII, 138. En el desierto se congregaban también movimientos mesiánicos como, por ejemplo, aquellos grupos de zelotas de los que habla Josefo, Bell 11, 259 Y 261 (cf. VI, 351; VII, 438) y Hech 21, 38 (cf. Mt 24, 26). La expectación de la salvación mesiánica que se aguardaba del desierto (cf. también Ap 12, 6.14) enlaza con promesas proféticas (Is 40,3; Jer 31, 2; Ez 34, 25; Os 2, 16; cf. Billerbeck 1, 96s). Pero en el trasfondo se halla la experiencia histórica de la peregrinación por el desierto. En el desierto, Israel-acaudillado por Moisés- experimentó la cercanía y la fidelidad de Dios (Hech 13, 18). De ahí que en el NT el Moisés de los tiempos del desierto aparezca como tipo de Jesús (Hech 3, 22s; 7,36-38; Heb 3, 1-6), Y la Iglesia, como pueblo de Dios en el desierto (Heb 3, 7-11.15-19; cf. 1 Cor 10, 1-13). Como lugar donde actúa la gracia y la clemencia de Dios, el desierto es la morada de ascetas y profetas (cf. Lc 1, 15.80; 7, 25 par.). Pero éstos encuentran allí también peligros. En efecto, aun prescindiendo de lo inhóspito que es (Heb 11, 38), el desierto es el lugar donde habitan los demonios (Lc 8, 29; cf. Mt 12, 43 par.). W. Radl

EQ1],..,ÓOO eremoo as01ar, destruir, desnudar* En Mt 12, 25 par. Lc 11, 17 dícese de un reino que es asolado por un conflicto interno (una guerra civil); en Ap 17, 16 se habla en sentido metafórico de que se desnudará (~QlJ-

1580

1579

f.tWf.tÉVr¡V :nOL~OOU(JLV) a la ramera (refiriéndose a Roma); algo parecido se dice en 18, 17: la riqueza (de Roma) «ha sido destruida en una hora»; 18, 18 (~ :nóAL~).



EQÍ)p.tOJ(Jt;, EOJ;, eremosis desolación, destrucción* En Mc 13, 14 par. Mt 24, 15 en la expresión apocalíptica ~OÉAuyf.ta Lfí~ EQr¡f.tCÍloew~, «abominación de la desolación» (acerca de los detalles ---+ ~()ÉAuyf.ta 3); el lugar paralelo de Lc 21, 20 difiere en el tenor literal y habla de la desolación de Jerusalén. Cf. la bibliografía en ThWNT X, 1086. EQt~OJ erizo disputar, reñir*

En Mt 12, 19 dícese del :naL~: oux EQLOEL oME xQauyaoeL (cf. Is 42, 2), «no disputará ni gritará». Spicq, Notes 1, 288. EQt'3da, a;, egoísmo*



eritheia interés personal,

Bibl.: F. Büchsel, EQL-&Ela, en ThWNT Spicq, Notes l, 288-291.

n, 657-659;

1. El sustantivo EQL'frda aparece 7 veces en el NT, pero sólo en la literatura epistolar; cinco de esas veces en Pablo. EQL'frda se encuentra 5 veces en singular, y 2 veces en plural (2 Cor 12, 20; Gál 5, 20).

2. Es oscuro el origen de esta rara palabra, que antes del NT se halla atestiguada únicamente en Aristóteles, PoI V, 3, 1302b, a; 1303a, 14 con el sentido del afán egoísta de granjearse el favor de un grupo. Probablemente se deriva de EQL'fre'Úw, «trabajar como asalariado», no de EQL~. a) En Flp 1, 17 se establece un contraste entre los proclamadores que proceden por interés propio y aquellos otros cuya motivación es el amor (v. 16). EQL'frda puede significar aquí únicamente una conducta determinada por el egoísmo. Lo mismo habrá que decir de Flp 2, 3, donde el interés propio y la «vana-

gloria» se contrastan con la «humildad». Los cristianos que obran de aquella manera, buscan el propio beneficio, no el de los demás (v. 4). Rom 2, 8 caracteriza a las personas que están determinadas por el egoísmo, y dice de ellas concretamente que no obedecen a la verdad y, en cambio, son complacientes con la injusticia, pero incurrirán en juicio, porque con su terquedad y su corazón no arrepentido acumulan, ellas mismas, la ira para el día del juicio (v. 5). Por el contrario, a quien persevera en hacer el bien y aspira así a la gloria, al honor y a lo imperecedero, Dios le concederá gratuitamente vida eterna (v. 7), porque -a diferencia de los egoístas- esa persona hace lo que es bueno (v. 10). El contexto da a EQL'freLa un matiz escatológico. En Sant 3, 14.16 se menciona EQL'frda juntamente con l;fíAO~. Quien tiene en su corazón amargos celos y egoísmo (difícilmente espíritu partidista, como piensa F. MuBner, Jakobusbrief[HThK], 169 y 171; parecida es la opinión de M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [KEK], a propósito de 3, 14), no debe gloriarse y (xaL consecutivo; cf. BlaB-Debrunner § 442, 2b a propósito de Sant 4, 17) mentir así contra la verdad. Desorden y toda acción mala son las consecuencias de los celos y del egoísmo (v. 16). Semejante actitud es característica de la falsa sabiduría, que es terrenal, sensual, demoníaca (v. 15). También aquí el término tiene claros matices escatológicos. b) Cuando Gá15, 20 Y 2 Cor 12,20 usan el plural de EQL'frda, entonces piensan seguramente en los efectos de una conducta egoísta. Entre ellos se pueden contar también las intrigas. H. Giesen

EQtoV, OU, 'tó erion lana* Heb 9, 19: EQLOV XOXXLVOU, «lana escarlata»; Ap 1, 14: EQLOV Aeuxóv junto a w~ XLCÍlV, «lana blanca, como nieve» (cf. Dan 7, 9).

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EQt;, tbo;, dad*



eris disputa, pelea, rivali-

Bibl.: Spicq, Notes l, 290s; A. Vogtle, Die Tugendund Lasterkataloge im NT, Münster i. W. 1936, índice s.v.; S. Wibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Berlin 1959, 81-108, sobre todo 96s.

l. En el NT EQL~ aparece únicamente en Pablo (7 veces) y en las Pastorales (2 veces). La forma de plural es EQL()e~ en 1 Cor 1, 11, Y EQeL~ en Tit 3, 9; el acusativo singular es EQLV en Flp 1, 15 (y también en Tit 3, 9 v.l.); cf. BlaB-Debrunner § 47, 3. 2. EQL~ significa siempre la discordia que pone en peligro la unión de la comunidad. a) Pablo se" entera por los de Cloe de que hay discordias (1 Cor 1, 11) en la comunidad, es decir, de que hay facciones que se deben a que cada uno pretende seguir a un determinado apóstol, maestro o incluso a Cristo (v. 12). En 1 Cor 3,3, donde EQL~ va acompañado por l;fíAO~, el término significa igualmente que hay disensiones en la comunidad (v. 4). Según Flp 1, 15, no sólo hay algunos que proclaman a Cristo por buena voluntad (eU()OXLa), sino que los hay también que lo hacen «por envidia y rivalidad». El contexto (vv. 16-18) sugiere que también en este caso se halla en peligro la unidad y la paz de la comunidad. b) EQL~ aparece de manera fija en los catálogos paulinos de vicios. Gál 5, 20 menciona la EQL~ entre las «obras de la carne». Rom 1, 29 la considera como uno de los actos de injusticia que eran característicos del tiempo que precedió a la fe en Cristo. Esa manera de obrar tiene en la comunidad efectos claramente destructivos. En Rom 13, 13 y 2 Cor 12,20 EQL~ se halla en duplicación retórica junto a l;fíAO~ (cf. ya 1 Cor 3, 3). En ambos casos se trata de rivalidades y celos que ponen en peligro la armonía de la comunidad. . c) En las Pastorales, los catálogos de vicios SIrven para combatir a los herejes. La envidia y el espíritu de discordia se nutren de las falsas doctrinas. El que no posee las palabras de Jesús ni las enseñanzas de la Iglesia, pero pretende hallarse en posesión de la verdad, no se-

rá capaz de obrar sino por motivos ruines y su acción resultará destructiva (1 Tim 6, 4). El que preside la comunidad debe guardarse muy bien de disputas y altercados sobre la ley, que por lo demás no sirven para nada (Tit 3, 9). Después de amonestarle dos veces, deberá expulsar de la comunidad al sectario. H. Giesen EQtq>toV, OU, 'tó eriphion cabrito, chivo* Diminutivo de ---+ EQLO;, OU, Ó eriphos cabrito* En Mt 25, 32 en contraste con :nQó~aLa; en el v. 33 se identifica en cuanto a su significado con ---+ EQL
a

'EQp.td;, Hermas Hermas* Nombre de un cristiano (romano), a quien se envían saludos en Rom 16, 14. - El autor del «Pastor» (hacia el año 150 p.c.), cf. Herm (v) 1, 1, 4 Y passim, era hermano -según el Canon Muratori- del obispo romano Pío y no tiene nada que ver con el Hermas del NT. BHH 11, 694s.



ÉQp.t1)vda, a;, hermeneia traducción, interpretación ---+ ÉQf.tr¡ve'Úw (4). ÉQp.t1)VE'ÍlOJ hermeneuo interpretar, traducir* (heQf.t1']VeuL1Í~, o'Ü, ó diermeneutes intérprete, traductor* ()LeQf.t1']vEllW diermeneuo traducir, interpretar, explicar* ÉQf.t1']vda, a~, ~ hermeneia interpretación, traducción* f.tE1tEQflllVEllW methermeneuo traducir* 1. Significado fundamental - 2. «Traducir» (al griego) - 3. <
Bibl.: J. Behm, ÉQf!l1VfúúJ lnA.., en ThWNT n, 659662; H. Weder, Die Cabe der «hermeneia» (J. Kor 12

1583 und 14), en: Wirkungen hermeneutischer Theologie. FS für G. Ebeling, Zürich 1983, 99-112. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1086.

1. El significado fundamental del tema ÉQfJ,'I']VElJ- es: dar expresión a una cosa (interpretar, explicar, hacer inteligible), expresar los propios pensamientos -y también los ajenos-o De este último matiz semántico se deriva el significado, importante en la historia de las religiones, pero que no se emplea en el NT: «expresar las ideas de Dios (o de un dios) = hablar inspirado, más aún, en éxtasis» (así en Platón y especialmente en Filón; los testimonios en Behm, 660s); y también el significado corriente de traducir, interpretar (de una lengua a otra), sea verbalmente, es decir, de palabra, o por escrito, basándose en un texto que se tiene ante sí. Entre el verbo simple y el compuesto con bL- y fJ,E{}- apenas existe diferencia de significado; por eso, la tradición textual vacila varias veces entre el verbo simple y el compuesto (Lc 24, 27; Jn 1, 38). En fJ,E{}EQfJ,'I']vEvm el prefijo acentúa el matiz de trasmisión (de una lengua a otra); por eso, en el NT el compuesto se limita enteramente a expresar la idea de traducir. 2. ÉQ¡.t'l']VEVm (y también bLEQ¡.t'l']vEVm y principalmente ¡.tE{}EQfJ,'I']VEvm) cuando se da la traducción, para el lector de habla griega, de palabras extranjeras, principalmente hebreas o arameas. La frase corriente de introducción es en la mayoría de los casos o o wi:h' eo'tLV ¡.tE{}EQ¡.t'l']VElJÓ¡.tEVOV; claro que la frase puede también reducirse a un simple o 'toth' eo'tlv. En concreto se trata de:

o

a) Expresiones terminológicas como rabí = «maestro» (Jn 1, 38) o Mesías/Cristo = «ungido» (Jn 1,41; cf. 4,25); b) Nombres de personas como Bernabé = «hijo de la consolación» (Hech 4, 36) Y Tabita = «gacela» (Hech 9, 36); parece que en Hech 13, 8 Lucas quiere traducir el nombre de Elimas por ó ¡.táyo~, «hechicero» (sobre el problema filológico cf. E. Haenchen, Apostel-

1584

geschichte' [KEK], 383s; Bauer, Worterbuch, 502s); c) Un sobrenombre (significativo) como el del discípulo Simón: Cefas/Petros = «roca» (Jn 1,42, pero cuyo significado no se expresa aquí sino tan sólo en Mt 16, 18, -+ rrÉ'tQo~); d) El nombre simbólico Enmanuel, aplicado al Mesías, que se traduce por la frase «Dios (está) con nosotros» (Mt 1,23, -+ 'E¡.tfJ,aVOlJÍjA). El nombre de Melquisedec se traduce también en Heb 7, 2 para la formulación de un enunciado teológico: «rey de justicia», y al mismo tiempo se dice que su título de «rey de Salén» quiere decir «rey de paz». De esta manera la Carta a los hebreos introduce la interpretación de Melquisedec como prototipo, más aún, como una especie de anticipación de Jesús, que es quien habría de traer la salvación escatológica. Semejante traducción de nombres bíblicos para formular una interpretación teológica es corriente en el judaísmo helenístico. Después que el AT mismo leyó ya en algunos nombres un determinado sentido, parece que en el judaísmo alejandrino existió algo así como un diccionario etimológico y alegórico de nombres, en el cual se interpretaban al griego los nombres hebreos de los patriarcas y de otros personajes (bajo la influencia del interés estoico por la etimología). Parece que Filón -que personalmente no sabía hebreo- utilizó listas de esta índole. Las traducciones de nombres desempeñan un papel importante en su interpretación alegórica de figuras del AT. Las dos traducciones que aparecen en Heb 7, 2 son también conocidas por él (AH I1I, 79). La traducción del nombre de Melquisedec es corriente, asimismo, en Josefo (Ant 1, 180; Bell VI, 438). e) Se traducen también algunos nombres topográficos: rOAyo{}á = «lugar de la Calavera» (Mc 15, 22; sin interpretación en el NT mismo, pero con repercusiones posteriores en la iconografía y la meditación de la Pasión: la cruz de Jesús se alza en el lugar donde está enterrada la calavera de Adán: la muerte de Cristo proporciona redención a la humanidad adamítica); también ~LAmá¡.t = «enviado» (Jn 9, 7; sin una significación clara).

1585 Por tanto, no siempre que se da una traducción, existe con ello una determinada intención; se reflej a sencillamente la realidad de que la tradición cristiana primitiva, que procede de un ámbito de lengua semítica, ha de ser traducida en su totalidad, mientras se desarrolla la evangelización de los gentiles, a la lengua más comúnmente usada en la antigüedad tardía. f) Esto aparece con especial claridad en la transmisión bilingüe de algunas expresiones arameas. Así, por ejemplo, en Mc 5, 411a voz con que Jesús se dirige a la niña que había muerto, es en arameo TaAL{}a XOlJ¡.t y en griego: «¡Niña, oo. levántate!» (de manera parecida, en Mc 7, 34, leemos Ecpcpa{}a, «¡ábrete!»). Si se pregunta el porqué, habrá que pensar quizás en que se creía que la fórmula original poseía de por sí un efecto mágico (Bultmann, Geschichte, 238). Lucas y Mateo suprimen respectivamente las palabras arameas (Lc 8, 54) Y la exclamación misma de Jesús (Mt 9, 25). - Por el contrario, en el fondo de Mc 15, 34 hay un elemento historizante, cuando se refieren en arameo las últimas palabras de Jesús en la cruz (la articulación de aquel «gran clamor» de 15,37, expresado con palabras del Sal 22, 2 [cf. E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus (NTD), sub loco]) y se ofrece luego su traducción para que el lector las comprenda.

En ninguna parte se observa en los autores del NT .conciencia de las posibles dificultades que pudl~ra entrañar la traducción, aunque en muchos pasajes del AT podría haber dificultades para su mterpretación. Compárese en cambio al nieto -traductor- de Jesús Sirac, que expresa claramente la conciencia de las dificultades que entraña su labor de traducción (prólogo a la traducción del Eclesiástico, líneas 15-26), mientras que Filón, por otro lado, acepta plenamente el texto griego de l~ Bibl~a, tal como ha llegado hasta él, y lo ~onsldera mcluso como inspirado y, por tanto, de 19~al valor indudablemente que el texto original (VItMos n, 37-40). 3. En L~ 24, 27 (cf. también Hech 16, 6 D) bLEQ¡.t'l']VElJELV (o el verbo simple en Lc 24 27

D)., SIgnifica . ' interpretar, explicar, dar expreSlOn

a lo que está oculto. Con un sentido ob-

1586

jetivamente igual emplea Lucas bLavoLyELV en el V. 32: significa «abrir» y hacer patente lo que hasta entonces había estado oculto. El Resucitado mismo abre ante las mentes de los discípulos una comprensión enteramente nueva del AT: las Escrituras desde Moisés hasta «todos los profetas» hacen referencia a él, principalmente a su pasión y exaltación (v. 26). La actividad de Jesús, sobre todo su muerte (la crucifixión como muerte maldita, Dt 21,23), no armoniza con lo que los judíos esperaban del Mesías (vv. 19-21). Pero ahora la reinterpretación cristológica del AT abre la posibilidad de reconocer, no obstante, a Jesús como el Mesías enviado por Dios, y de proclamarlo asÍ. Se acepta en amplios sectores que precisamente en esta sección Lucas expresa una idea teológica central (cf., entre otros, J. Wanke, Die Emmauserzahlung, Leipzig 1973,85-95 y 118-120). 4. Finalmente, con bLEQfJ,'I']vEvm, (bL-) ÉQfJ,'I']VElJ'tÍj~ y ÉQ¡.t'l']vda encontramos en 1 Cor 12 y 14 el grupo de palabras relacionado con el hablar en lenguas. Pablo exige que, en las asambleas de la comunidad de Corinto, se hable solamente en lenguas cuando haya un ÉQ¡.t'l']VElJ'tÍj~ que interprete, es decir, que exprese en una lengua comprensible para todos los miembros de la comunidad lo que se ha dicho en glosolalia. Parece que Pablo entien·de lo de hablar en lenguas (en lo que él tiene también alguna experiencia) como una especie de hablar en un idioma extranjero que en cierto modo puede ser traducido palabra por palabra; a ello parecen referirse sus consideraciones sobre «las numerosas clases de lenguas que hay en el mundo» (14, lOs; O. Betz, ThWNT IX, 289). De todos modos, la interpretación -al igual que la glosolalia mismaes un don especial del Espíritu (12, 10), a saber, la capacidad para entender lo que mueve al glosolalo y para expresarlo en una lengua normal. El que habla en lenguas puede ser intérprete, él mismo, de su propia glosolalia (14, 5c.13; también 14, 27 puede entenderse quizás de esta misma manera), pero no está capacitado sin más para hacerlo; sino que de-

1588

1587 be orar por conseguirlo (14, 13). Puesto que ese don no lo posee cualquiera, ni mucho menos (12, 30), habrá que cerciorarse primero de que hay en la comunidad un intérprete, antes de que los que hablen en lenguas (que deben ser tres, como máximo) comiencen a hablar (14, 27s); --+ yAwoou 6. La razón para tales limitaciones la expresa Pablo claramente: el glosolalo sin intérprete podrá, sí, alabar mucho a Dios, pero hablará únicamente para sí mismo y para Dios (14, 2.4a.28b), mientras que la comunidad no experimentará «~difica­ ción», fortalecimiento, estímulo (14, 4s, OLXOOOfl~). Evidentemente había razones más que suficientes para refrenar la proliferación de la glosolalia en las reuniones de la comunidad de Corinto; los que no poseían ese don se sentían como cristianos de segunda clase y que sobraban en la comunidad. Es importante que Pablo no entienda por ÉQflr¡vEia y OLEQflr¡VEÚELV -como Platón y Filón- el acto de expresar misterios divinos en virtud de una revelación especial (¡ni siquiera lo entiende así en 14, 2!), sino que entiende por ello el don de hacer que sea comprensible una manera humana de hablar que de momento resulta incomprensible para los oyentes. Puesto que Pablo considera ~l glosolalo como sujeto responsable de su propiO acto de hablar, no estará indicado -seguramentehablar de un <. Y lo sería porque la capacidad receptiva de los oyentes o de los lectores no ha aumentado desde que se hicieron cristianos (¡propiamente debieran ser ya maestros!, v. 12), sino

que ha disminuido; han lleg~do a ser -~omo se lamenta el autor- VW{}QOL «
a;, tl hermenia traducción, interpretación Forma alternativa de ÉQ¡tr¡vda.

ÉQJU1Vta,

1589

1, 23; además, junto a {}rlQLU en Hech 11, 6; en una serie de clases de animales que pueden ser domesticados por los hombres, Sant 3, 7. BHH 11, 1005.

fQUaQÓ;, 3 erythros rojo* En Hech 7, 36; Heb 11,29 dícese del «Mar

Rojo» (cf. Ex 14, 9ss).

EQXO,"U:U erchomai venir, ir 1. Significado - 2. Uso en la LXX - 3. Empleo general en el NT - 4. Empleo especial en el NT - a) La tradición sinóptica - b) Los escritos joánicos.

Bibl.: E. Arens, The HA00N-Sayings in the Synoptic Tradition (OBO 10), Fribourg (Suiza)-Genf 1976; J. Becker, Johannes der Tiiufer und Jesus von Nazareth (BStN 63), Neukirchen-Vluyn 1972,66-104; J. A. Bühner, Der Gesandte und sein Weg im 4. Ev. (WUNT 2), Tübingen 1977, 138-154; Bultmann, Geschichte, 164-168; Erg.-Heft 62; O. Camponovo, Untersuchung ZU den «Ich bin gekommen»-Worten bei Synoptikern, tesis Fribourg (Suiza) 1975; E. Fascher, Jesus der Lehrer, en Id., Sokrates und Christus, Leip-

zig 1959, 134-174, sobre todo 139-156; A. Harnack,

'EQ ....ií;,

ou Hermes Hermes*

1. Nombre de un dios griego (buen acompañante, ayudador de caminantes y mercaderes, y también de ladrones, mediador entre los dioses y los hombres). En Listra, la multitud se dirige a Bernabé llamándole Zeus, y a Pablo llamándole Hermes, «porque era el portavoz», Hech 14, 12. 2. Nombre de un cristiano (romano), a quien se envían saludos en Rom 16,4.

'EQ .... oyÉv1);, ou; Hermogenes Hermógenes* Nombre de un cristiano de Asia, que juntamente con otros se apartó de «Pablo», 2 Tim 1, 15.

ÉQ,,;nóv, OU, 'tÓ herpeton reptil* Como denominación de animales impuros (cf. Lev 11, 10ss.20.23; esp. vv. 29ss) junto a 'tE'tQáJtoou y JtE'tELvá en Hech 10, 12; Rom

«/ch bin gekommen». Die ausdrücklichen Selbstzeugnisse Jesu über den Zweck seiner Sendung und seines Kommens: ZThK 22 (1912) 1-30; E. Kiisemann, El problema del Jesús histórico, en Id., Estudios exegéticos, Salamanca 1978, 159-189; Id., Los comienzos de la teología cristiana, en ibid., 191-216; W. G. Kümmel, Verheissung und Erfüllung. Untersuchungen zur eschatologischen Verkündigung Jesu (AThANT 6), Zürich '1956, 19-29, 98-114; H. Patsch, Abendmahl und historischer Jesus (CThM A/l), Stuttgart 1972, 108-115, 170-180; N. Perrin, Was lehrte Jesus wirklich?, (Leipzig 1967) Góttingen 1972, 52-81; J.

Schneider, EQXOltat l!.TA., en ThWNT n, 662-682; Id.,

~l!.úl, en ThWNT n, 929s; Schulz, Q, 258-260; G. Theissen, Sociología del movimiento de Jesús, Santan-

der 1979. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1086.

1. El verbo EQXO¡tat, atestiguado desde Homero, significa venir e ir. Se emplea en relación con personas, el tiempo, cosas y sucesos que se producen, y su significado se p~ecisa muchas veces por medio de preposiCIOnes como aJtó, d¡;, JtQÓ¡; y otras. El empleo (impropio y cultual) del término, importante en los escritos bíblicos, y que sirve Como circunlocución para expresar la venida de Dios (o de un dios) tiene su analogía, entre

1590

otras cosas, en los textos de oraciones antiguas, en los papiros mágicos y en los himnos: con la fórmula estereotipada EQXOU o EA{}é (¡tOL), eLOeA{}e u otras por el estilo, el hombre implora la epifanía de la divinidad (cf. Schneider, 663 con numerosos testimonios). 2. En la LXX aparece en la mayoría de los casos como equivalente de bw' (y, raras veces e incluso esporádicamente, de otros 34 términos hebreos), principalmente en sentido propio y local: los animales vienen a beber, Gén 30, 38; Abrahán va a Canaán, Gén 12, 5; José va donde sus hermanos, Gén 37, 19. En sentido figurado, puede decirse que hay tiempos o generaciones que vienen y se van (2 Crón 21, 19; Sal 70, 18; Ecll, 4, y passim); que la desgracia, el sufrimiento y la muerte llegan sobre el hombre (por ejemplo, Sal 43, 18; 54, 16). El salmista se lamenta de que el temor y el terror han caído sobre él (Sal 54, 6: cpópoc:; xuL 'tQÓflOC:; ~A{}EV EJt' EflÉ); pide que su ardiente súplica llegue ante Dios (Sal 101, 2); que la misericordia de Dios venga sobre él; que Dios mismo se apresure a auxiliarle (Sal 118, 41; 79, 3). Según 1 Sam 9, 16, el.,grito de Israel pidiendo auxilio llegó hasta Dios (f¡A{}E po~ alJ'twv JtQoc:; flÉ), lo mismo que el clamor contra Sodoma y Gomorra (Gén 18, 21). En los enunciados escatológicos del AT, EQXOflaL o el sinónimo ~x(Ú se hallan firmemente enraizados como términos técnicos. La fe aguarda el juicio y la salvación: Dios viene a juzgar a la tierra (Sal 95, 13; 97, 9); su día (o los días del Señor) llegará(n) y será(n) terrible(s) (JI 3, 4; Zac 14, 1; Mal 3, 22; Os 9, 7). Pero Dios viene también a redimir a su pueblo; llega con poder: ... flEL
1591 nios (y, además, en unos 760 testimonios de los diversos verbos compuestos), el verbo significa venir o ir en sentido propio y local: las personas vienen para ser bautizadas en el Jordán; los enfermos vienen a Jesús en busca de ayuda (Mt 2, 1s; 3, 7; 8, 2 y passim); los peregrinos que han acudido a la fiesta recorren todo un día de camino (~",{tov ~!tÉQa~ ó6óv); Jesús va a Cafarnaún, viene a la casa de Pedro o a su ciudad (Lc 2, 44; Mt 4, 13; 8, 14; 9, 1 Ypassim). En cuanto al uso del verbo en sentido figurado, el NT enlaza también con el uso corriente. Se derraman (vienen) torrentes de agua; Satanás viene (Mt 7,25.27; Mc 4, 15); llegarán días, ocasiones para el escándalo y la apostasía (cf. Mt 9, 15; Lc 17,22; 21, 6; 23, 29; Mt 17, 1; 18,7); llega la hora, la ira, el juicio (cf. Mc 14, 41; Jn 4, 21.23; Ef 5, 6; Col 3, 6; Ap 3, 10; cf. también 1 Tes 1, 10; Ap 18, 10); el día del Señor llega (como ladrón), 1 Tes 5, 2; 2 Pe 3, 10; cf. Hech 2, 20; Ap 3, 3; 16, 15. Pablo marca los puntos cruciales en la historia de la salvación utilizando para ello el verbo EQxo[tm: la ley ha llegado; hasta que llegó la fe, estábamos sometidos a ella; estaba en vigor hasta que llegó la simiente a la que había sido dada la promesa; con Cristo ha llegado la plenitud del tiempo (Rom 7,9; Gál 3, 19.23ss; 4, 4). Se habla del eón que viene: ó al,wv ó EQXÓ[tEVO~ = ó [tÉAt..WV, Mc 10, 30; Lc 18, 30; cf. Ef 2, 7. Lucas habla una vez del sábado siguiente (literalmente: del sábado que viene, Hech 13,44). Merecen especial mención algunas expresiones fraseológicas (atestiguadas también fuera del NT): Mc 5, 26: cL~ 1:0 XELQov EA.1'l-ELv, «ir (cada vez) peOf», refiriéndose en este caso a la mujer que padecía hemorragias; Lc 15, 17: cL~ Éau1:ov EA.1'l-ELv, «volver en sí» (= recapacitar); Hech 19, 27: cL~ a:7tEA.Ey[tOV EA.1'l-ELV, «caer en descrédito»; en 2 Cor 12, 1 Pablo -en su correspondenciamarca la transición a otro punto con las palabras EA.1'l-ELv E'L~ n, «pasar a hablar de algo». 4. a) En el centro de la proclamación de Jesús y de la predicación del cristianismo primitivo se hallan aquellos enunciados que hablan de la venida del reino de Dios, de que ha llegado Jesús y de que las personas vienen a Jesús. El contenido central del mensaje de Jesús es el reino de Dio¡; (---+ ~am",Eia 'tOV

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1'l-COV). De él se habla en frases de futuro y de presente. Jesús anuncia la inminencia del reino de Dios; él cuenta -en la fe- con su pronta llegada y ora: «¡ Venga tu reino / tu reinado!» (Mt 6, 10 par. Lc 11, 2). A los discípulos va dirigida la promesa de que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el reino de Dios (Mc 9, 1; cf. también Mc 13, 2830; Mt 10, 23; a propósito, Kümmel, 13ss). En esta frase se escucha una apremiante expectación de la cercanía, tal como Jesús la comparte con Juan el Bautista y la comunidad de Qurnrán. Tal esperanza (condicionada por el tiempo) no se cumplió; como promesa todavía pendiente entró en el tesoro de fe de la comunidad cristiana. El mensaje de Jesús no queda desacreditado por ello, porque su inconfundible característica no consiste en las afirmaciones futurísticas sino en las afirmaciones presentes acerca del reino de Dios. Jesús -a diferencia de su época y para irritación de muchos de sus contemporáneos- afirma la presencia del reino de Dios, ya desde ahora, en lo que él dice y hace. En ello aparece con señalada claridad la comprensión que él tiene de sí mismo y la conciencia de su propia misión. Como testimonios de ello hay que mencionar Lc 11,20 par. Mt 12,28 juntamente con Lc 10, 18; Mc 3, 27 par.; Mt 11, 12; Lc 16, 16 Y especialmente Lc 17, 20s (cf., a propósito, Kümmel, 96ss; Kasemann, 185s; Perrin, 64ss). Con los enunciados futuristas acerca de la (pronta) llegada del reino de Dios se afirma que Dios no es todavía «todo en todo»; en las afirmaciones en presente se acentúa que el reino de Dios está presente ya desde ahora: se ha roto la frontera entre el presente y el futuro; Jesús proclama que su tiempo es parte integrada del tiempo de la salvación; que es «el comienzo plenamente válido del futuro total» (Becker, 82). Su escatología ha de describirse objetivamente como «escatología que se está realizando» . Perrin ha señalado que Jesús, a diferencia de la terminología judía y de la terminología cristiana primitiva, «usa habitualmente el verbo 'venir' para referirse al reino de Dios» y evita el empleo de

1593 otros verbos (52ss). La voz media de venir es apropiada, en correspondencia con la dialéctica del presente y del futuro, para expresar la «mutua relación» entre el hacer y el dejar hacer, entre la actividad y la pasividad en la llegada del reino de Dios. En una serie de «sentencias egóticas» (o sentencias del «Yo»; Bultmann, 161ss), Jesús habla en síntesis acerca de la finalidad de su venida: Lc 12,49: «Yo he venido (~",{tov) para echar fuego sobre la tierra»; cf. Mt 5, 17; 10, 34; Mc 2, 17 par. Mt 9, 13 / Lc 5, 32. Compárese también Mc 1,38 par. Lc 4, 43; la frase de Marcos El~ 'tov'tO YUQ ES'ÍÍ",{tOV es recogida por Lucas con el siguiente tenor: E:7tL 'tou'tO a:7tE(J'tá",'I']v (otras sentencias de a:7tEO'tá",'I']v las ofrecen Mt 10, 40; 15, 24; Lc 10, 16; Mc 9, 37; ---+ a:7toa'tÉ"''''w). Intimamente asociadas con las palabras de ~",{tov se hallan algunos logia que (trasladados de la primera a la tercera persona del singular) caracterizan la misión de Jesús mediante el uso del titular ó 'ULO~ 'tOU av1'l-Q<Í:m:o'U: Mc 10,45 par. Mt 20, 28; Lc 19, 10 (cf. las v.l. de Mt 18, 11 y Lc 9, 56a); 7, 33s par. Mt 11, 18s. La investigación crítica considera en buena medida como formaciones de la comunidad las frases que comienzan con yo he venido / yo no he venido. Y lo hace así, «porque con esta terminología (tales frases) parecen contemplar retrospectivamente como un conjunto la manifestación histórica de Jesús» (Bultmann, 167); «a través de la voz de un profeta, es la voz del Señor elevado a la gloria la que ellas nos hacen escuchar» (Kasemann, 206). Semejante apreciación (global) difícilmente estará en lo cierto; es indudable que no todas las frases de ~",{tov son auténticas en su versión actual; la tradición cristiana primitiva, como hizo en general, las trasformó y las plasmó también en este caso (entre otras cosas, recogiendo la cristología del Hijo del hombre) y formó variantes, pero con toda seguridad dispuso para ello de palabras de Jesús como «material de partida»: así sucede, sin la menor sospecha, con Lc 7, 33s par. (sin el título del Hijo del hombre). y lo mismo se diga de Lc 12,49; 12, 51 par.; Mc 2, 17 Y (en su núcleo) con Mc 10,45, una

1594 caracterización de la «obra de Jesús», que resulta singularísima en el entorno histórico-religioso y que no puede deducirse de la teología pos-pascual (Patsch, 170ss). Por tanto, las frases de ~",{tov, como lo hace de otra manera Mc 2, 27; 7, 15 o también el «Amén, pero yo os digo» de las antítesis, que revelan la conciencia de Jesús acerca de su misión, nos hacen ver la comprensión que Jesús tiene de sí mismo: El ha venido como Salvador de los pecadores, como «rescate por los que son muchos». La pregunta del Bautista: «¿Eres tú el que ha de venir (av eL Ó EQXÓ[tEVO~) o tenemos que esperar a otro?», recibe una respuesta positiva, haciéndose referencia a las promesas proféticas que se cumplen en la actividad de Jesús (cf. Is 29, 18s; 35, 5s; 61, 1); Jesús es el que viene en cumplimiento de las promesas; la comunidad le confiesa como el que ha venido; la conciencia que Jesús tiene de sí mismo da expresión a<J!lí, análogamente a como lo hacen las frases de 'l']A.1'l-ov, al macarismo (auténtico con toda seguridad): «y dichoso el que no encuentre en mí motivo de tropiezo», Lc 7, 18-23 par. Mt 11, 2-6. De la venida de los hombres a Jesús se habla en diferentes maneras, pero siempre mediante el empleo de EQxo!tm. Se puede decir en términos generales, y de manera no específica, que la multitud, los fariseos y escribas y otros vienen a Jesús (por ejemplo, en Mc 2, 13; 3, 8; 7, 1, Y passim); pero tal venida tiene una dimensión distinta, cuando la gente experimenta la fuerza sanadora de Jesús (cf. Mc 5, 33; Mt 8, 2; 9, 18; 15,25), o cuando se conoce cuál es la significación de Jesús: los magos del Oriente han venido para adorar al Rey de los judíos, que acaba de nacer (Mt 2, 2). También los discípulos han venido a Jesús; han renunciado a su patria, a su familia y a sus bienes y -haciéndose «caminantes» lo mismo que Jesús (cf. TheiBen, 14ss)- se han decidido a seguirle; cf. Mc 1, 18.20; 8, 34 par. (EQXEO{tm O:7tLaW !t0'U es aquí sinónimo de axo",o'U{tÉw); 10, 28s; Lc 6,47. b) En el evangelio y en las Cartas de Juan, EQxo!tm se ha convertido señaladamente en

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1595 portador de enunciados cristológicos. En Jn 5, 43; 7, 28; 8, 14.42; 9, 39; 10, 10; 12,47; 13, 3; 16, 28; 18, 37 el Cristo joánico habla de que él ha venido de Dios; por ser el Enviado de Dios, él es el Mesías; él no viene en su propio nombre, sino en el nombre del Padre; su venida significa vida y luz para el mundo que, sin él, se halla en tinieblas y está muerto; él ha venido a salvar al cosmos; lo hace dando testimonio de la verdad. Con eQxoflm se hace referencia también a la segunda venida del Cristo joánico (14, 3; 21, 22s); sobre el tiempo que media entre su primera y su segunda venida se extiende como un puente la venida (15, 26; 16, 7) Y la presencia (14, 16. 26; cf. 1 Jn 2, 1) del Paráclito. En contradicción con la cristología docética se halla aquella confesión de fe de que «Jesucristo vino en carne» ( ... h OUQXl EA.l]A.'U1'tÓ}¡;: 1 Jn 4, 2; 2 Jn 7). Merece especial atención la referencia específicamente joánica a la llegada de la hora. Esta referencia se hace, por un lado, para aludir al tiempo de la salvación que se inicia en Jesús (Jn 4,21.23; 5,25: oo. EQXE'taL lóQa xai. vuv EO'tLV), y también, por otro lado, para aludir al tiempo de la pasión y muerte de Jesús, que en la teología joánica se considera como la hora de su glorificación: 7, 30 Y 8, 20 afirman que su hora (de Jesús) no ha llegado todavía, mientras que Jesús en 12, 23; 17, 1 Y 13, 1 dice o sabe que «ha llegado la hora en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado». T. Schramm E~ro ero diré Futuro de ---+ Myw, ---+ dJtov (cf. BlaB-Debrunner § 101, 48). E~rotáro erotao preguntar, pedir 1. Aparición en el NT y ámbitos de aplicación 2. El significado preguntar - 3. El significado pedir.

Bibl.: H. N. Bream, «No Need to Be Asked Questions»: A Study of John 16:30, en FS R. T. Stamm, Leipzig 1969, 49-74; H. Greeven, fQu)'táw, en ThWNT n, 682-684. Cf. más bibliografía en ThWNT X,1086s.

1. En la LXX el verbo, lo mismo que su compuesto ---+ EJtfQW'tÚW tiene aún el significado de preguntar, mientras que la idea de «pedir» se expresa por medio de ULtÉw. La presencia de ambos significados en un solo verbo del NT se explica como resultado del uso profano helenístico (DeiBmann, Licht, 134 y 147s) y por influencia del sentido ambiguo del verbo hebreo s' 1 (<<preguntar, pedir») y del verbo latino, también ambiguo, rogare. De los 63 testimonios que hay de este verbo en el NT, 27 (sin Jn 8, 7) corresponden a preguntar, mientras que la expresión se emplea 36 veces con el sentido de pedir. 2. El significado de preguntar se limita a los evangelios, pero quizás no proceda nunca de la fuente Q. Marcos lo ofrece 2 veces (en 4, 10 para una pregunta directa, y en 8, 5, para una pregunta indirecta), junto con el término más frecuente ---+ EJt€QW't'úw. Mateo redujo 3 veces este verbo compuesto, que él había hallado en la fuente de Marcos (16, 13; 19, 17; 21, 24), Y le dio la misma connotación hostil que tiene el verbo compuesto. En Lucas (6 testimonios en el evangelio y 1 en Hech 1, 6) es cuatro veces reducción del compuesto de Mc (9, 45; 20, 3; 22, 68; 23, 3), Y en 19,31 aparece -para dar mayor precisión- como hipónimo del marquino suprénimo. Unicamente en el Ev de Jn es término de uso frecuente (aparece 15 veces). El empleo corresponde al del verbo compuesto. Se marcan especiales acentos en dos pasajes: En Lc 14, 32 se usa redaccionalmente la versión que da la LXX de la corriente fórmula hebrea de saludo: «preguntar por la salud de alguien» (G. Gerlemann, DTMAT 11, 1059). Por tanto, el verbo simple con mero acusativo no tiene aquí el sentido de «pedir» (en contra de Bauer, Worterbuch, s. v.; Greeven), sino que el sintagma total expresa pragmáticamente el acto de «sumisión» (E. Klostermann, Lukasevangelium 2 [HNT], sub loco): el saludo como tal representa un acto ritualizado de atenuación de la agresión. Jn 16, 23 es un pasaje importante cristológicamente. Durante el tiempo de la presencia

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EQúnúúl - E01'Húl

post-pascual de Jesús como el Paráclito (16, 13), no es ya necesario preguntar a Jesús. Así lo confirman anticipadamente los discípulos en 16, 30 (Bream): todos (no sólo los discípulos) están liberados de la compulsión de la duda que hace que se interrogue a Jesús a manera de oráculo por medio de falsos profetas (cf. Herm [m] 11, 2-5: R. E. Brown, El evangelio según Juan, sub loco). 3. El significado de pedir es el preferido por Lucas (9 veces en el evangelio y 6 veces en Hechos) y por Juan (12 veces en el evangelio y también en 1 Jn 5, 16; 2 Jn 5), mientras que el único pasaje marquino 7, 26 se halla también recogido por Mt 15, 23 pero desplazado de lugar. En Flp 4,3; 1 Tes 4, 1; 5, 12; 2 Tes 2, 1, las exhortaciones epistolares se introducen de manera explícitamente performativa (primera persona del presente de indicativo: «con estas palabras», cf. también Lc 14, 18&; 16,27; 2 Jn 5) (en paralelo con el sinónimo ---+ JtuQuxuMw en Flp 4, 2; 1 Tes 4, 1; Lc 7, 3s; 8, 37 a diferencia de Mc 5, 17, mientras que éste fue recogido en 8, 31 Y sustituido luego en 8, 38 por otro sinónimo ---+ Moflm); en Jn 16,26 Y 1 Jn 5, 16 el sinónimo es ---+ ULtÉúl. Con este significado, el término se usa como una cincunlocución para requerir amistosamente que se haga algo, casi siempre con un lenguaje indirecto. En Lucas esto se hace normalmente por medio del infinitivo (Lc 5, 3; 8, 37; Hech 3,3; 10,48; 16,39; 18,20; 23, 18; cf. también Jn 4, 40; 1 Tes 5, 12; 2 Tes 2, 1) o de OJtúl¡; (Lc 7, 3; 11, 37; Hech 23, 20), en Juan casi siempre con lVU (4, 47; 17, 15. 20; 19,31.38; 2 Jn 5; cf. también Mc 7, 26; Lc 7,36; 16,27; 1 Tes 4, 1). Se halla también, aunque más raras veces, en discurso directo un imperativo inmediato (Mt 15, 23; Lc 14, 18s; Flp 4,3; Jn 4,31; o la petición cortés en Jn 12, 21). En Juan el verbo se usa para la oración de Jesús: el Jesús terreno habla anticipadamente de su oración en favor de aquellos que le pertenecen (14, 16), Y luego la oración misma queda grabada (17, 9 [bis].15.20). Pero, des-

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pué s de pascua, tal intercesión de Jesús no es considerada ya necesaria (16, 26). También en 1 Jn 5, 16 el verbo se usa para designar la oración de súplica de la comunidad. W. Schenk

E(Jihl~, iíto~, ÍJ esthes ropa, vestido* En Lc 23, 11 dícese del espléndido vestido blanco que Herodes (Antipas) puso a Jesús (cf. ThWNT IV, 18), seguramente para burlarse de él ridiculizándolo como «rey mesiánico» (cf. también W. Grundmann, Lukasevangelium [ThHK], sub loco; G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas [OTK], sub loco); cf. también Hech 12, 21: E01't~¡; ~aOLA.LX~, dícese del «ornato regio» de Herodes Agripa 1; en Sant 2, 2.3 se habla de E01'ti]¡; A.UflJtQÚ, de la «ropa lujosa» del rico, en contraste con los «andrajos» (e(J1't~¡; Q'UJtuQú) del pobre (v. 2b); en Lc 24, 4 (E01't~¡; aO't'Qúmo'Uou, «vestidura resplandeciente») y en Hech 1, 10 (h E01't~O€(JL A.f'UXUi:¡;, «en vestiduras blancas»), se indica por medio de esta expresión que aquellos dos varones procedían del cielo; sobre la terminación de dativo -~OWLV (Hech 1, 10; Lc 24, 4 C Koiné 8) en vez de -ijOLV, cf. BlaB-Debrunner § 47,4.

E(JiHro, ~(J-t)ro es/hio,

es/ho comer* (Aoristo segundo: ecpuyov ephagon)

1. Aparición en el NT - 2. Peculiaridad gramatical3. Contenidos semánticos - 4. Campo referencial.

Bibl.: J. Behm, f(JtHw, en ThWNT n, 686-693; G. Braumann, en DTNT JI, 257-259; G. Gerleman, 'kl Comer, en DTMAT 1,222-227; M. Ottosson, 'iikal, en DTAT 1, 249-256; R. Smend, Essen und Trinken - ein Stück Weltlichkeit des AT, en Beitrage zur Altestamentlichen Theologie. FS für W. Zimmerli, Gottingen 1977,446-459. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1087.

1. El verbo E01'tLúl aparece 158 veces en el NT, y se concentra en los siguientes escritos (indicándose el número de testimonios): Mateo (24), Marcos (27), Lucas (33), Juan (15), Hechos (7); Romanos (13, todos ellos en el

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Eo{HOJ

capítulo 14), 1 Corintios (27, principalmente en los capítulos 8-11) y Apocalipsis (6). El verbo aparece también en 2 Tes 3, 8.10.12; Heb 10, 27; 13, 10; Sant 5, 3. a) Eo{HOJ se usa a menudo en paralelo con JtLVOJ: Mt 6, 25.31; 11, 18.19; 24, 49; 26, 26; Mc 2, 16; Lc 5,30.33; 7, 33.34; 10,7; 12, 19. 29.45; 13, 26; 17, 8.27.28; 22, 30; Jn 6, 53; Hech 9, 9; 23,12.21; 1 Cor 9, 4; 10,7.31; 11, 22.26.27.28.29; 15, 32; Rom 14, 21; cf., a propósito, 446-459. Algunas veces Eo{HOJ se usa con la pasiva de XOQ'tál;OJ (saciarse): Mc 6,42 par.; 8, 8; Mt 15, 37; Jn 6, 26. b) Frecuentes objetos de la acción verbal son aQ'tO~ (Mc 3, 20; 7, 5; Mt 15,2; Lc 7, 33; 14, 1.15; Jn 6, 23; 1 Cor 11, 26s; 2 Tes 3, 8. 12) Y su plural (Mc 2, 26 par.; 6, 44; 7, 2; enlazado con la preposición EX, Jn 6, 26.50.51; 1 Cor 11, 28). Otros objetos son 'to Jtáoxa (Mc 14, 12 par.; 14, 14 par.; Lc 22,15.16; Jn 18,28), oáQS (Jn 6, 52s) y su plural (Sant 5, 3; Ap 17, 16; 19, 18). Aparecen, además, como objeto de la acción verbal: xaQJtó~ (Mc 11, 14; 1 Cor 9, 7), xQÉa~ (1 Cor 8, 13; Rom 14,21) Y 'to [,távva (Jn 6, 31.49). Eo{HOJ se asocia con las preposiciones Ex, JtaQá y [,tE'tá. [,tE'tá designa el aspecto de comensalidad, por ejemplo, refiriéndose a los discípulos (comer «con mis discípulos», Mc 14, 14; Lc 22, 11), al traidor (<
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nes puntuales o instantáneas (BlaB-Debrunner § 318). A partir del aoristo se construye también el futuro (BlaB-Debrunner § 74, 2). Sin embargo, en el NT los dos verbos (defectivos) se usan algunas veces como equivalentes (cf. Rom 14,2). La forma l!o{}OJ sirve a veces para la formación del participio (l!o{}OJv en variantes textuales de Mc 1, 6; Lc 7, 33.34; 10, 7), Y se halla también detrás de I!O{}1']'tE en Lc 22, 30 (cf. Núm 15, 19; cf., a propósito, BlaBDebrunner § 101 nota 23). 3. EO{}(W designa la actividad básica humana de tomar alimentos y significa comer, alimentarse. Además de estos significados sencillos, el verbo -con arreglo a su aspecto de comensalidad- puede traducirse por celebrar una comida, sentarse a la mesa con. En las acusaciones de los fariseos, el verbo adquiere una connotación negativa, como la de ir de comilona. En Juan hay que tener en cuenta el sentido metafórico. El significado de pastar, devorar, consumir aparece cuando se trata de animales y de los elementos destructivos como la herrumbre y el fuego (-+ 1.c). 4. En los evangelios, Ea{}LELV se predica de Juan el Bautista para referirse a la sencillez de su alimentación (Mc 1,6). Su vida ascética es contrastada con la manera de vivir de Jesús (Mt 11, 8 par. Lc 7, 33s), criticándose el hecho de que Jesús se siente a la mesa con «publicanos y pecadores» (en Mc 2, 16; Mt 9, 11; Lc 5, 30 incluye a los discípulos en la acusación; cf. Lc 15,2). Por su parte, a los discípulos de Jesús se los compara con los discípulos del Bautista, que ayunan (Lc 5,33; vemos que Mc 2, 18 Y Mt 9, 14 formulan como par de conceptos opuestos: ayunar - no ayunar), y los fariseos y los escriban censuran a los discípulos por no atenerse, en las comidas, a la tradición judía (Mc 7, S; Mt 15, 2). En dos sentencias paralelas del discurso lucano de misión (Lc 10, 7.8), el hecho de comer lo que haya y lo que se ofrezca es considerado como compensación y retribución por la actividad desarrollada por los enviados (cf. 1 Cor 9, 4.13; 2 Tes 3, 8). - Al carecer de su-

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Eo{Hm

jetos concretos, la mejor manera de traducir el imperfecto 1ío{}wv en Lc 17, 27.28 es: se comía. El verbo aparece junto con otros verbos que pertenecen al ámbito «mundano» y que expresan la despreocupación en que vivía por aquel entonces el linaje de los hombres. El verbo aparece también en los relatos sinópticos de la Ultima Cena, en la referencia que se hace al traidor, «el que come conmigo» (Mc 14, 18), Y sirve de introducción al acontecimiento mismo de la Ultima Cena (participial en 14, 22 par. Mt 26, 26) Y como perspectiva escatológica del «comer y beber a mi mesa en mi Reino», en relación con el banquete eucarístico (Lc 22, 30). En Mc 7, 28 par. Mt 15, 27 se predica EO{}LOJ de los perritos, que metafóricamente representan a los pueblos gentiles, que desean participar igualmente en la salvación mesiánica; en Lc 15, 16, el verbo se predica de los cerdos, en la parábola del hijo pródigo. En el «Corpus paulinum» el verbo Ea{}LOJ aparece en relación con la pregunta de si es lícito comer la carne sacrificada a los ídolos (1 Cor 8, 7.10; 10, 18.25.27.28.31). El verbo se usa también en la argumentación acerca de si el proclamador del evangelio y dispensador de bienes espirituales puede exigir como contraprestación dones materiales; sin embargo, Pablo renunció a ellos (l Cor 9, 13; cf. 9, 4; Lc 10, 5-8; 2 Tes 3, 8). Aparte de eso, Ea{}LOJ aparece también en la disputa acerca de la práctica seguida en la celebración eucarística (1 Cor 11, 26.27.28.29). - Al igual que la comunidad corintia, vemos que la comunidad de Roma se ve metida también en una controversia acerca del comer. Claro que la disputa se refiere en este caso a la alternativa «comer carne - comer comida vegetariana» (Rom 14, 2.3.6.20). La exhortación de 2 Tes 3, 10.12 va dirigida evidentemente a aquellos que, movidos por la expectación escatológica, se despreoCUpan de la realidad cotidiana, a la cual pertenece también el trabajo. - En sentido metafórico se asocia EO{}(OJ con el fuego que ha de devorar / consumir a los pecadores (Heb 10,27).

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En el NT, el aoristo I!rpayov, como expresión de una acción puntual o instantánea, aparece con mayor frecuencia que EO{}LOJ. En las sentencias de apertura y conclusión de Mt 6, 25 par. Lc 12, 22 Y Mt 6, 31 par. Lc 12, 29 (Q), Jesús critica la preocupación angustiada por el alimento. Para defenderse contra las acusaciones de los fariseos, Jesús aduce el ejemplo de David, quien con sus seguidores entró en el templo y comió de los panes de la proposición (Marcos 2, 26 par.). A menudo, la actividad de proclamar no deja a Jesús y a sus discípulos ni siquiera tiempo para comer (3,20; 6, 31). Por el contrario, la preocupación por los oyentes, que llevan ya mucho tiempo escuchándole, conduce a Jesús a preguntar qué es lo que esas personas van a comer (6,36; 8, 1). En los milagros de la multiplicación de los panes, Jesús -al dar pan y pescado- se muestra como el dador de la vida (6,37 par.; 6,42 par.; 6,44 [rpayóv'tE~] par. Mt 14, 21 [Ea{}Lov'tE~]; Mc 8, 1.2 par. Mt 15, 32; Mc 8, 8 par. Mt 15, 37; cf. Jn 6, 5.23). Jesús se muestra también como dador en la curación de la hija del presidente de la sinagoga (Mc 5, 35-43). Después de la curación de la enferma y como señal de su regreso a la vida humana normal, Jesús ordena que den de comer a la niña (v. 43). rpayELV 'to Jtáaxa (Mc 14, 12 par.; 14, 14 par.; Lc 22, 15.16; Jn 18, 28) se refiere primariamente al hecho de comer el cordero (cf. 2 Esd 6,20.21). Además de las veces en que lo usa en común con Marcos, vemos que Mateo emplea también I!rpayov en otros pasajes. En la cuestión acerca de la pureza y la impureza, Mateo -al ofrecer una descripción más precisa de las prescripciones judías sobre la pureza (Mt 15, 2)- ofrece una afirmación esclarecedora que hace ver inconfundiblemente que «el comer sin haberse lavado las manos no hace impuro al hombre» (15, 20). El criterio decisivo para el juicio final es la conducta observada en la tierra, concretamente, la disposición para dar de comer a los hambrientos (25, 35.42). En el relato de la Ultima Cena ofrecido por Mateo, el imperativo rpáYE'tE se halla sin paralelo, y

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Eo{Hw

sirve probablemente de refuerzo de la palabra imperativa Mpe'te (26, 26). Lucas 4,2 (en contraste con el simple enunciado de que Jesús ayunaba, que se hace en el relato de la tentación de Mt) acentúa con una doble negación la absoluta abstinencia observada por Jesús: «y no comió absolutamente nada». Con frecuencia Lucas emplea el término para referirse a comidas: en los banquetes en los que Jesús participa como invitado (7, 36; 14, 1.15), en el banquete de alegría que se celebra por el regreso del hijo pródigo (15, 23). Así que el hecho de comer puede crear comunión. Por otro lado, el simple hecho de comer puede ser señal de estupidez, como en la parábola del agricultor necio (12, 19), Y de irreflexión (13, 26; cf. 17, 27). El criado inútil sirve a su amo la comida y la bebida, y sólo después puede servirse él a sí mismo de comer y beber (17, 8). El hecho de que Jesús, después de su resurrección, comiera ante los ojos de sus discípulos atestigua la realidad del Resucitado y la unidad existente entre la existencia de Jesús antes de su muerte y después de su muerte (24, 43). En Juan el mismo término se usa en diversos planos de comprensión. El uso figurado (4, 32; 6, 50.51) corresponde al uso literal (4, 31.33; 6, 26.31.49.52.58). Claro que, dentro del discurso eucarístico, la actividad de comer se hace comprensible únicamente como un suceso de carácter sacramental-real (6, 52. 53), hasta tal punto que el verbo ecpuyov es sustituido por el equivalente -más vigoroso todavía- 'tQwyw (comer a mordiscos, masticar; 6,54.56.57.58). En Hechos ecpuyov aparece en tres contextos. El verbo se halla al final -como rematede la primera parte del relato de la vocación de Pablo. Interpreta como tiempo de abstinencia la situación que media entre la conversión y la recepción del encargo de evangelizar (9, 9). En la revelación de 10 que en sentido judío es puro e impuro, Pedro recibe el mandato de matar y comer de ello (10, 13). Este rehúsa, basándose en las categorías -válidas aún para él- que determinan cuáles son los alimentos

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que deben y no deben tomarse (10, 14; 11,7). Finalmente, se encuentra dos veces la frase «no comer, no beber» como voto hecho por los enemigos de Pablo: un voto que ellos han de seguir observando hasta que hayan dado muerte al apóstol (23, 12.21).

Pablo utiliza ecpuyov junto a la forma de presente Ea{Hw en la respuesta que da a la consulta sobre si es lícito o no es lícito comer carne sacrificada a los ídolos (1 Cor 8, 8.13). En 9, ls Pablo se defiende contra las acusaciones formuladas contra su ministerio apostólico (cf. 9, ls) y que niegan que él tenga autoridad para aceptar alimento y bebida por su predicación apostólica. Sin embargo, él ha renunciado de antemano a ese derecho (cf. 9, 12b), como se indica igualmente en 2 Tes 3, 8s. En un fragmento del AT utilizado como parenesis (1 Cor 10, 1-5), Pablo atribuye ya al pueblo que peregrinaba por el desierto un alimento análogo a la eucaristía (v. 3). No obstante, advierte seriamente a la comunidad cristiana -utilizando nuevamente un modelo del AT- que no haga que surja un funesto abismo entre la posesión de los sacramentos y la vida (v. 7). Las actividades del comer, beber y danzar, enunciadas en las citas de la Escritura, no se contemplan sencillamente como actos puramente de este mundo, sino que -desde el trasfondo del AT- deben entenderse como actos de culto idolátrico (cf. Ex 32, 6). Lo de «comer la Cena del Señor» (1 Cor 11, 20) se asemeja estructuralmente a la expresión «comer la Pascua» (cf. Did 9, 5; Heb 13, 10). Se piensa aquí en la comida total, a saber, en la comida para saciarse, la cual en la comunidad de Corinto condujo precisamente al desprecio del hermano (1 Cor 11, 21), Y se piensa también en la eucaristía misma. Con una exhortación fraterna termina en 11, 33 el tratado sobre los abusos: lo de «reunirse para comer» designa otra vez seguramente, como la expresión que hayal principio «comer la Cena del Señor» (v. 20), la totalidad de la celebración. La invitación «¡comamos y bebamos!» (15, 32) es para Pablo la consecuencia ineludible y necesaria que debe sacar una per-

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Eo{Hw - ÉOOÓOl-tctL

sona que no cuenta con la resurrección de los muertos y para quien la muerte inminente es el final definitivo. En Rom 14, 2 Pablo utiliza sucesivamente cpuydv y Ea{Hav. Esto nos permite deducir que los dos verbos son, de alguna manera, intercambiables. En el contexto de la disputa entre «fuertes» y «débiles» acerca del hecho de comer carne, el apóstol formula dos exigencias. La primera es que las propias acciones deben tener consideración con el hermano, es decir que, si éste se escandaliza, no hay que comer carne (14, 21). En segundo lugar, hay que escuchar a la propia conciencia, que deja oír su voz en forma de C>LuxQLvav, es decir, en forma de objeciones y dudas (14, 23).

Hebreos 13, 10 alude a la eucaristía (cf. 1 Cor 11, 20), en la que no pueden participar los que se aferran a las ordenanzas del AT. En Santiago 5, 3 se emplea la imagen del fuego consumidor o devorador como advertencia contra los ricos. En el Apocalipsis ecpuyov, con excepción de dos pasajes, se usa siempre en sentido metafórico. «Comer del árbol de la vida» (2, 7) es la promesa escatológica (expresada en sentido figurado) de la vida eterna, una promesa que se enuncia sobre el trasfondo del árbol de la vida que había en el paraíso (cf. Gén 3, 22). La idea de «devorar el pequeño libro» (lO, 10) imita la escena del relato de vocación en Ez 2, 8 - 3, 3 Y significa también aquí el encargo de anunciar la salvación y la perdición. Lo mismo que en Sant 5, 3, ecpuyov se entiende aquí en el sentido de comer a mordiscos, devorar, como acto judicial y punitivo, acto que en 17, 16 es ejecutado por la bestia en la ramera (Babilonia - Roma), y en 19, 18 por las aves de rapiña en los poderes hostiles, es decir, en los poderes del anticristo. El trasfondo veterotestamentario de la primera imagen es Ez 23, 25ss (xu'tucpuyeLv); Dan 7, 7 (Ea{Hav). Y el de la segunda imagen es Ez 39, 17-20 (cpuyeLv). La expresión «comer carne sacrificada a los ídolos» (2, 14.20) hace referencia a casos concretos que se han dado en la comunidad. El

texto sugiere que hay que pensar en herejes libertinos que han seducido a la comunidad (2, 15, nicolaítas; 2, 20, falsos profetas). H.-J. van der Minde

'EoJ..t Hesli Eslí* Nombre de un antepasado de José en la genealogíade Jesús: Lc 3, 25. E(J03t'tQOV, O", 'tó esoptron espejo* En Sant 1, 23 en sentido propio: xu'tuVOOUV'tL 'to JtQóawJtov ... EV EaÓJt1:QqJ. Aquí se acentúa el carácter efímero de la imagen que se refleja en el espejo (v. 24). En 1 Cor 13, 12 en sentido figurado: «ahora vemos (a Dios) a través de un espejo en manifestación enigmática» (porque no es posible todavía la contemplación inmediata); cf. ThWNT 1, 177179; Bauer, Worterbuch, s. v. (bibl.); H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK), sub loco; Spicq, Notes 1, 292-295; L. T. Johnson, The Mirror of Remembrance (James 1:22-25): CBQ 50 (1988) 632-645.

it

É(J3tÉQa, a;, hespera tarde (referido al anochecer) * Lc 24, 29: JtQo~ ÉaJtÉQuv Ea'tLv, «se hace tarde»; también en Hech 4, 3; 28, 23: aJto

JtQwt

EW~ ÉaJtÉQu~.

É(J3tEQLVÓ;, 3 hesperinos vespertino Dícese de la primera vela de la noche, a saber, la vespertina (Lc 12, 38 D A it). 'E(JQÓJ" Hesri5m Esrón* Nombre de uno de los antepasados que figuran en las genealogías de Jesús: Mt 1, 3; Lc 3,33 (cf. 1 Crón 2, 5 [v.l.].9; Rut 4, 18s 'EaQWv, v.l. v. 18 'EaQwp,). É(J(Jóo,.aL hessoomai ser más débil, ser inferior* 2 Cor 12, 13: 8 lÍaaw'itll'te ... (v.l. lÍ't'tlÍ'itll'te), «¿en qué fuisteis tratados como infe-

1607

ÉOOÓO/tUL -

riores (en relación con las demás comunidades) ... ?».

EOXU:to;, 3 ese hatos último, postrero 1. Aparición del término en el NT - 2. Significados coloquiales - 3. De la recompensa de los discípulos 4. Disputa entre los discípulos por los puestos preferentes - 5. Variantes de sentido escatológico en Pablo - 6. Como tecnicismo escatológico en los escritos pospaulinos - 7. El «último día» en Juan - 8. La autopresentación del revelador en el Apocalipsis. Bibl.: J. Baumgarten, Paulus und die Apokaliptik (WMANT 44), Neukirchen-Vluyn 1975,99-110; E. E. Ellis, «Das Ende der Erde» (Apg 1, 8), en FS Schneider, 277-278; E. GraBer, Hebr 1,1-4 (EKK V 3), Neukirchen-Vluyn 1971, 55-91; G. Kittel, EOXUWe;, en ThWNT n, 694ss; H.-G. Link, Meta,fin, en DTNT I1I, 76-79; U. Luz, Das Geschichtsverstandnis des Paulus (BEvTh 49), München 1968,332-358; W. C. van Unnik, Der Ausdruck Eme; EoXáwu 'tfje; yfje; (Apg 1, 8) und sein altestamentlicher Hintergrund, en Id., Sparsa collecta 1, Leiden 1973,386-401. Cf. más bibliografía en Th WNT X, 1087.

1. El adjetivo se halla atestiguado 52 veces en el NT: 10 veces en Mateo, 5 en Marcos, 6 en Lucas, 7 en Juan, 3 en Hechos, 5 en Pablo (únicamente en 1 Corintios); por lo demás, el término aparece también en 2 Tim 3, 1; Heb 1, 2; Sant 5, 3; 1 Pe 1, 5.20; 2 Pe 2, 20; 3, 3; 1 Jn 2, 18 (dos veces); Jds 18; seis veces en Apocalipsis; el adverbio, en cambio, aparece únicamente en Mc 5, 23. 2. En amplios sectores del NT EOxatO~ aparece en diversos contextos de carácter coloquial: el dueño de la viña envía como postrero (= en último lugar dentro de una serie) a su propio hijo para que vaya a entrevistarse con los arrendatarios (Mc 12, 6); pero éstos no sólo dan muerte a los criados sino también al heredero. Cuando los saduceos preguntan a Jesús acerca de la resurrección, le hablan de la muerte de los siete hermanos; «en último lugar (= la última de todos) murió también la mujer» (Mc 12,22); Mateo y Lucas emplean aquí (y también en Mt 21, 37)el término {)ot€Qov en lugar de EOxatO~. ({)Ot€Qov, que es un término empleado con bastante frecuencia por Mateo, designa una sucesión temporal en

eoxm:oc;

1608

el sentido de «luego, más tarde», en vez del final irrevocable expresado más bien por EaxatO~). Este sentido de «último» aparece también cuando se hace referencia al último día (el séptimo o el octavo) como punto culminante de la Fiesta de los tabernáculos, que duraba siete días (Jn 7, 37). El pago del último céntimo (= del último resto) significa la extinción total de la deuda en el caso de un litigio, como elemento necesario de la reconciliación, antes de presentar una ofrenda en el altar (Mt 5, 26 par. Lc 12, 59). Con bastante frecuencia ta EOxata se emplea en comparaciones (siempre en plural, con excepción de Mt 27,64): cuando regresan los espíritus inmundos, «aquel hombre se encuentra después (ta EOxata) en una situación aún. peor que la de an.tes» (Mt 12,45 par. Le 11, 26). A los ojos de los principales sacerdotes y de los fariseos, la resurrección de Jesús -en comparación con su vida- es el «último engaño», peor aún que el primero (Mt 27, 64). Asimismo, el volver a caer en una vida enredada en el mundo -después de haber sido liberado de él por el conocimiento de Jesucristo- se considera peor que el hecho de haber estado envuelto antes en las redes del mundo (2 Pe 2, 20). Antes de formular palabras de crítica, se elogia la tendencia ascendente de la comunidad de Tiatira: «tus últimas obras son más (más numerosas, mayores) que las primeras» (Ap 2, 19). Al marcar el horizonte abarcado por el ministerio de dar testimonio, el libro de Hechos recoge literalmente la promesa hecha a Isaías (49,6) y se la aplica a Pablo y Bernabé: «hasta lo último de la tierra» (13, 37; cf. 1,8). Por el contrario, es único el empleo adverbial de foXát(j)~ en el sentido de «estar en las últimas / a punto de morir» (la hija de Jairo: Mc 5,23). 3. El proverbio «los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos» (o inversamente: Mc 10, 31 par. Mt 19, 30) es originalmente (con o sin artículo) un «logion aislado»; se refiere a la «inversión de las relaciones terrenas» (Bultmann, Geschichte, 191;

1609 Link, 1490: «¡qué pronto cambia en una sola noche la suerte del hombre!») y es empleado secundariamente en diversos contextos con diferentes perspectivas (Lc 13, 22ss: muchos _ pocos; 14, 7ss: exaltación - humillación): las palabras de Jesús acerca de la recompensa (Mc 10, 28-31) prometen que se recibirá el ciento por uno en el tiempo presente -eso sí, en medio de persecuciones- y la vida eterna en el eón futuro. Para evitar una improcedente seguridad de la propia salvación, Jesús (¿o fue Marcos?) debió de insertar ellogion como una seria advertencia final. Lucas, sorprendentemente, lo ha omitido (18, 28-30). Por el contrario, Mateo, en la versión ampliada que él nos presenta con la pregunta explícita de Pedro (ti aQa EOtaL ~flLV) y ellogion de 19, 28, limita la recompensa a la vida eterna en el reino de los cielos. En él la promesa hecha a los que son muchos (19, 30) se refiere originalmente a los ricos, porque la sección 19, 28-30 está concebida originalmente como segunda adición a la perícopa del joven rico, pero por el contexto de los vv. 25 y 27ss se hace extensiva a todos los discípulos (cf. Bornkamm-Barth-Held, Überlieferung und Auslegung im Matthiiusevangelium, NeukirchenVluyn '1975, 112 nota 2, y 224). El provebio adquiere, por tanto, una función escatológicoparenética. Este logion-respuesta a la pregunta de Pedro sobre la recompensa, es añadido por Mateo a la explicación de la parábola acerca de los trabajadores en la viña (20, 1-15): la «ventaja» de los que trabajaron 12 horas queda suprimida ya en el orden de sucesión de los que reciben el jornal (20, 8: comenzando por los últimos hasta llegar a los primeros, algo que, según Jülicher 11, 462, es «un recurso literario del narrador»), y luego especialmente en la ~uantía del jornal recibido (todos reciben por Igual: un denario), cosa que suscita la protesta de los «perjudicados»: «estos últimos trabajaron (sólo) una hora» (v. 12). Pero la en~idia de los trabajadores choca con la generosIdad del dueño de la viña: «Quiero darle a este último lo mismo que a ti» (v. 14). Como resumen, Mateo añade la sentencia de 19, 30

1610 en consonancia con la inversión que se ha visto en la parábola. De esta manera, la parábola determina la interpretación del logion: no es la inversión de las circunstancias terrenas sino la bondad de Dios la que es determinante para el reino de los cielos. Y su bondad garantiza la recompensa sin diferencia alguna en el reino futuro. 4. El mencionado logion (--+ 3) se halla recogido por Q y luego por Lucas en el marco de la pregunta (Lc 13, 22ss): ¿Quién se sentará a la mesa en el reino de Dios? Muchos querrán entrar en el reino de Dios, pero sólo unos pocos pasarán por la puerta estrecha. Los que crean que tienen seguro su puesto, tendrán que dejarlo libre: los que son últimos serán los primeros, y los que son primeros serán los últimos (13, 30). Con la preocupación por lograr un puesto en el reino de Dios va paralela la disputa que se desata entre los discípulos por saber quién conseguirá los puestos preferentes (Mc 9, 33ss par. Mt 18, 1ss / Lc 9, 46ss): ¿Quién aventajará a quién en categoría? La respuesta de Jesús dice así: «El que quiera ser primero, . será el último de todos», lo cual significa: «(será) servidor de todos» (Mc 9, 35). En Marcos y en Lucas falta la dimensión escatológica de la pregunta (aunque Lc 9, 48 tiene la adición: pequeño - grande), que en Mateo está insertada secundariamente y encuentra respuesta en la referencia a la conversión y a que hay que hacerse como los niños, claro que fundamentalmente en orden a la entrada en el reino de los cielos. En una línea parecida se mueve la parábola acerca de los puestos para sentarse a la mesa, en Lc 14, 7ss: el que se sienta en un sitio que está reservado para una persona más distinguida, corre peligro de verse relegado al último lugar de la mesa (v. 9). Entonces lo mejor es ocupar el último lugar, de tal manera que el anfitri6n -dado el caso- le haga a uno subir de puesto, y sea honrado así en presencia de todos, con arreglo a aquel proverbio: «Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lc 14, 11; cf. Mc 9,

1611 35; Mt 18, 4). Esta regla para sentarse a la mesa es «la señal para una 'advertencia escatológica' , que mira al banquete celestial y llama a renunciar delante de Dios a la propia justicia y a la humilde estimación de sí mismo» (Jeremias, Parábolas, 234). 5. En Pablo EaXa1;O~ aparece dos veces como concepto escatológico: a) en el marco de su comprensión del apostolado y b) en el horizonte del «itinerario» escatológico: a) En contraste con la comprensión que tenían de sí mismos los adversarios corintios, Pablo propugna la tesis de que Dios -como expresión de la humillación- ha destinado a los apóstoles al último lugar, como condenados a muerte, como espectáculo para el mundo, como necios, débiles y despreciados -por amor de Cristo- (1 Cor 4, 9s). Pablo se entiende a sí mismo como integrado en la serie de los apóstoles; pero, al mismo tiempo, con él queda cerrada la serie de los testigos de las apariciones de Pascua (15, 3-10). El recoge la confesión prepaulina de fe (probablemente hasta el v. 5) y traza la línea de los testigos de Pascua hasta llegar a él, incluyéndole: «y al último de todos ... se me apareció también a mí» (v. 8). Con ello se designa a sí mismo como el último irrevocablemente de una serie. Pero, al mismo tiempo, se descalifica a sí mismo (cf. 4, 13) como a alguien que propiamente no corresponde a la serie, y que -en todo caso- se halla desde luego al final de ella (v. 8: como un nacido a destiempo; v. 9: como el más insignificante de los apóstoles). b) El «itinerario» escatológico de 1 Cor 15, 20-28 (para lo que sigue a continuación, consúltese Luz 332-358 y Baumgarten, 99-100 y la bibliografía mencionada en estas obras) conoce también la aniquilación de la muerte como «último enemigo» (v. 26). Puesto que la muerte llegó al mundo por un solo hombre (Adán), este poder está sujeto también a la aniquilación, antes de que Dios llegue a su señorío ilimitado: la muerte, como realidad personal, es la última en la serie de poderes hostiles. Como último enemigo, la muerte se halla también en relación antitética con Cris-

1612 to, el primero en una sucesión. Así como el primero, por medio de su resurrección, quitó ya -de forma anticipadora- el poder a la muerte, así también -al final- a la muerte se le arrebará definitivamente su poder. En consonancia con ello, Pablo, en la tipología Adán-Cristo (en 1 Cor 15, 44ss), puede designar también a Cristo como ó EaXaLO~ 'Abáf.t (v. 45): Cristo no es el «segundo», sino el definitivamente último Adán. El hace patente la realidad de la resurrección de los muertos y el derecho de Dios a su soberanía ilimitada. Con el fin de imponer esta soberanía, la muerte es situada «dentro de la realidad que ha de ser destruida por Cristo, realidad a la que Pablo describe tradicionalmente en el v. 24 mediante el campo léxico aQX1Í, Eso'UaLa y Mvaf.tL~» (Baumgarten, 104). Aquel que lleva a cabo la victoria sobre los poderes hostiles es Cristo. La aniquilación de la muerte es, por tanto, el último acto del reinado soberano de Cristo, antes de que él -al final- devuelva a Dios la soberanía que temporalmente se le había delegado (la construcción se aclara, si el v. 24b es una oración subordinada y su acción se considera anterior a la expresada en la primera parte de la frase; cf. Baumgarten, 102s), y entonces Dios reina de manera ilimitada (v. 28). Refiriéndose a la «última trompeta» como la señal escatológica en 1 Cor 15, 52, que aparece en un breve excursus apocalíptico (sobre la trompeta de Dios cf. 1 Tes 4, 16; cf. Mt 24,31; Did 16, 6; 4 Esd 6, 23), Pablo marca cuál ha de ser el momento de la trasformación escatológica de los cristianos que vivan aún cuando se produzca la parusía y la resurrección. Pablo no piensa aquí en la «última» en una serie (es decir, la última de las siete trompetas, como en Ap 8, 2; 11, 15; cf. Sib IV, 173), sino que se refiere a la trompeta del fin de los tiempos, aunque la tradición pre-paulina haya presupuesto quizás una serie. El acento recae aquí en la futuridad y carácter repentino de la trasformación escatológica. 6. En el sermón de Pedro en el día de Pentecostés (Hech 2, 17), la cita de JI 3 experimenta una decisiva intensificación escatológi-

1613 ca por el vocabulario de la apocalíptica israelítica tardía y cristiana primitiva: «Sucederá en los últimos días, dice Dios ... ». Aquí se emplea un tecnicismo escatológico para designar a los últimos tiempos (cf. 1 Tes 5, 1: XQÓVOL y XaLQOL como conceptos duplicados y sinónimos), que sirve también en la introducción del catálogo escatológico de vicios, en 2 Tim 3, 1ss, para formular una indeterminada advertencia previa acerca de los días que son inminentes como «malos tiempos». Se trata del tiempo que precederá a la parusía, al reino y al juicio (cf. 2 Tim 4, 1.8.18): un tiempo de prueba para la fe. Santiago emplea el tecnicismo escatológico en el contexto de la parusía y del juicio, claro que en un sentido completamente desvaído, en el marco de una acusación contra los ricos: «Habéis acumulado tesoros en los últimos días» (5, 3). La referencia al fin de los tiempos en el proemio de la Carta primera de Pedro tiene un sentido clarísimamente futurista y escatológico: el autor fortalece a las comunidades haciéndoles ver la herencia que se conserva en los cielos, porque por la fe son ellas guardadas para la salvación que se revela al fin de los tiempos (1, 5). Jds 18, para advertir contra las seducciones de los falsos maestros, recurre a una «palabra apostólica» apócrifa: «Al fin del tiempo (En' Eaxá'tO'U toil XQóvo'U) habrá burladores ... » El autor cree que esa predicción se ha cumplido en su tiempo; al hacer esa «cita» no tiene una intención escatológica, sino apologética. Esta advertencia contra los burladores aparece en un contexto definidamente escatológico en la . Carta segunda de Pedro: el autor siente que él mismo y la comunidad están expuestos a burladores a quienes la demora de la parusía impulsa a hacer la pregunta de duda o de burla: «¿Dónde está la promesa de su parusía?» (3, 4). Pero precisamente la aparición de esos burladores la considera el autor como indicio del fin de los tiempos (3, 3). Se piensa en el tiempo que precederá a la trasformación, en el día del Señor (vv. 4b y 10.13), cuyo comienzo está garantizado por la aparición de los burladores, pero cuyo final es demorado por Dios mismo.

1614 En Heb 1,2; 1 Pe 1,20 Y 1 Jn 2, 18 (dos veces), Eaxato~ se usa en el marco de una concepción (futuro-)escatológica, pero con un sentido cristológico o de escatología de presente. La perspectiva histórica del exordio de Hebreos -con arreglo al esquema fundamental de la correspondencia, la distinción y la superioridad (cf. GraBer, 77)- establece un contraste entre la palabra de Dios dirigida a los padres por medio de los profetas y la palabra que Dios nos dirige en Jesucristo. Pero este hablar de Dios no es simplemente una etapa en una línea temporal, porque en Jesucristo ha comenzado el tiempo último (<<en estos últimos días», v. 2; más detalles sobre la recepción e interpretación de esta fórmula tradicional pueden verse en GraBer, 77s): «el tiempo en que se concede una nueva e incomparable oportunidad» (GraBer, 78). De esta manera el enunciado se aproxima objetivamente a lo que se dice en Gá14, 4 (<
1615 el último día» (EV "Cñ EOXÚ"CTI ~¡.tÉQ~), que está estrechamente vinculado con las tradiciones del «día de Yahvé» (más detalles pueden verse en Jenni, en DTMAT 1, 975-1000; G. von Rad-G. Delling, ThWNT 11, 945-956; Baumgarten, 64s). El evangelio de Juan (según R. Bultmann, Das Evangelium des 10hannes" [KEK], sub loco: ¡la redacción eclesial de Juan!) 10 utiliza de manera estereotipada (excepto en Jn 7, 37; --> 2) en sentido futurístico-escatológico: al hablar metafóricamente del pan de vida (capítulo 6), el tecnicismo caracteriza el instante de la resurrección de aquellos que ven al Hijo y creen en él (v. 40). El que realiza para ellos la resurrección es Jesús mismo. El instante es futuro; pero no se reflexiona más detalladamente sobre él. También en la conversación entre Marta y Jesús en torno a Lázaro, que ha muerto, el evangelio de Juan hace que la hermana, en medio de su duelo, dé testimonio de la fe tradicional en la resurrección: «El resucitará en la resurrección en el último día» (11, 24). A lo cual replica Jesús: «Yo soy la resurrección .y la vida. El que cree en mí, aunque muera, Vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirájamás» (11, 25s). . Jn 12,48 recoge la idea veterotestament.aria de un juicio en el último día. Pero esta idea tradicional es interpretada específicamente por el autor: la palabra de Jesús califica escatológicamente ya desde ahora al creyente en virtud de la aceptación o del rechazo de la palabra. En ese aspecto se anticipa ya el juicio en la palabra de Jesús. Al encontrarse uno con el Revelador se encuentra con Dios mismo, y se efectúa el juicio, en el cual la voluntad de Dios domina como voluntad de salvación y de redención (<
1616 Revelador hace de sí mismo, recoge evidentemente la tradición de Isaías (pero, en lugar de ó eoxa"CO¡;, Is 44, 6 LXX dice .¡.tE"C~ 'ta~­ "Ca, mientras que Is 48, 12 LXX dice EL¡; "COV al,&va). Ahora bien, en contraste con las palabras de juicio de Isaías, no se habla aqm en primer plano del carácter singularísimo de Dios. No obstante, se ha recogido la antigua promesa y seguridad de salvación: «¡No temas!». En cuanto al contenido se trata de la más extensa presentación del Revelador como el Señor sobre el principio y el fin, la creación y la consumación, la vida y la muerte. Es ahora propio de él lo que era propio de Yahvé y lo que es propio de Dios mismo (compárese Ap 22, 13 con 1, 8): el poder sin límites. El es el que existía antes de todo el mundo y de todo el tiempo, y el que ~xis­ tirá por toda la eternidad. Por ser el «Pnmogénito de entre los muertos» (l, 5), él posee el poder sobre las llaves de la muerte: El abre para los que reciben la vida eterna y alcanzan la resurrección, y cierra para los que son reprobados. Semejante autoridad plena fue ratificada por la cruz y la resurrección (cf. 1, 18; 2,8). El punto culminante de la descripción q~e el Revelador hace de sí mismo es el anunciO de su pronta parusía para el juicio (22, 12s): «Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin». Con él llega la redención, que es análoga a la creación. Claro que su poder se deriva de Aquel que dice: «Yo soy el Alfa y la Omega ... , el que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso>~ (1, 8). En el marco de la visión de las siete copas de ira, eoxa"Co¡; aparece como la característica de las siete últimas plagas (15, 1; 21, 9). La historia de la ira de Dios -como parte de la escatología del Apocalipsis- se esboza aquí en analogía con el éxodo: en plena consonancia con la adaptación escatológica de las «plagas», se reduce aquí su número al número escatológico de siete. Las numéricamente, ú~­ timas se convierten en las plagas escatologicamente relevantes, en vista de la consumación de la ira de Dios. J. Baumgarten

1617 faxá:tro~ eschatos (adv.) finalmente* Mc 5, 23: EOXÚ"Cú)¡; eXEL, «mi hija está en las últimas (se halla a punto de morir)>>.

faro eso (adv.) dentro, adentro, en el interior €aw'frEv esothen (adv.) desde adentro; dentro EaónEQO¡;, 3 esoteros lo más Íntimo. l. Empleo en sentido local - 2. Asociación con otros adverbios de lugar - 3. En sentido sociológico 4. En contextos éticos - 5. «Exterior - interior» 6. EOW aV{}QwJtoc:;. Bibl.: J. Behm, EOW, en ThWNT JI, 696s; BlaB-Debrunner § 103, nota 4; 104,2; 184; Mayser, Grammatik 1/3, 122; II/2, 528.

1. a) En sentido local eow corresponde a la preposición Ev, como respuesta a la pregunta «¿dónde?»: dentro de, en el interior de, añadiendo cierto énfasis: en un espacio (cerrado); Jn 20, 26 (¡cf. el v. 19!); Hech 5, 23 (y también 5, 22 D). Con EoónEQO¡; se designa siempre el lugar más interior de un edificio, acentuándose entonces su inaccesibilidad o seguridad especial: Hech 16,24: «la cárcel de adentro» [= el calabozo más seguro]; Heb 6, 19: «lo más interior del velo» (= el espacio más interior que queda detrás del velo: el lugar santísimo del templo [celestial]). b) En respuesta a la pregunta «¿adónde?», eoú) refuerza o sustituye a la preposición d¡;: Mc 14,54 par. Mt 26,58: Pedro va siguiendo «hasta el interior del palacio»; Mc 15, 16: Jesús es conducido «a un lugar más interior del palacio» (cf. Bauer, Warterbuch, s.v.). c) eow'Íl'Ev, desde adentro, desde el interior, responde a la pregunta «¿de dónde?»; Lc 11, 7 (el amigo a quien molestan durante la noche). 2. En sentido externo, es muy expresiva la combinación de EOW'Íl'EV con otro adverbio de lugar terminado en -'Íl'Ev (X1JXAó'Íl'Ev, OJtLO'frEV, en v.l. también ESW'Íl'EV; el significado es: desde todas partes, por todos lados, completamente.

1618 En Ap 4, 8 se describe a las cuatro «criaturas» (}1]QLOV) que está~ alreded?f del tr?no ~e Dios como llenas de oJos xuxAo{}ev (as! segun Ez 1, 18) xUL Eow{}ev, es decir, «alrededor y desde dentro» (= enteramente llenas de ojos); un sentido parecido tiene ya en 4, 6 la expresión E!tJtQoo{}ev xUL oJtLo{}ev; esos seres representan, por tanto, la omnipresencia de Dios, a la que nada permanece oculto. El rollo sellado (-+ ~t~ALOV 3) en Ap 5, 1, está escrito <<por el lado de dentro y por el lado de fuera» (= por el anverso y por el reverso del pergamino; en general, sólo se escribía en el anverso, el cual, al enrollarse el libro, quedaba del lado de dentro del rollo). No hay que pensar en la forma especial del «documento doble» de fines de la edad antigua. Lo peculiar de esta última clase de documentos consistía en que el contenido en vigor y una copia del texto podían leerse en todo momento sin necesidad de romper los sellos (cf. DeiBmann, Licht, 28 etc). Con seguridad el capítulo 5 de Apocalipsis no se refiere a esto (H. Kraft, Offenbarung [HNT], 105), porque el vidente y todo el cosmos se hallan en tensión por saber quién será capaz de ver el contenido dellibro: Ap 5, 2-4. La expresión se refiere más bien a la apremiante abundancia de los acontecimientos escatológicos que están previstos en el plan de Dios, y cuya descripción difícilmente puede consignarse por entero en el libro. El plan de Dios no se dará a conocer ni se pondrá en marcha hasta que los diversos sellos sean abiertos por el «Cordero» victorioso, que es el único facultado para hacerlo (6,1-17: 8, 1). (-+

3. En sentido sociológico, el contraste entre oL eow y oL --> eSú) designa el deslinde existente entre el «grupo» al que uno pertenece (en este caso: la comunidad de Cristo) yel mundo (exterior): 1 Cor 5, 12 (p46 lee oL eOú)'Íl'Ev). 4. En ellogion de Mt 23, 25 (Q), que originalmente se refería a la pureza ritual de objetos, el significado de EOú)'Íl'EV (siempre en alternancia con eSw y otros términos parecidos) adquiere una resonancia ética: los fariseos mantienen limpios los vasos y los platos por fuera (= «externamente»), «pero internamente (¡los recipientes!) están llenos (de cosas que proceden) de la rapiña y del desenfreno». Mateo prosigue (v. 26): «¡Fariseo ciego!, cuídate

1619

EOro

de que lo que hay dentro del vaso (LO --> EV'tÓ~ [1]) sea limpio (es decir, probablemente: esté adquirido honradamente), para que también lo exterior sea limpio». Por tanto, a los interpelados se los hace responsables de la pureza (ritual) del objeto. Un poco más tarde (23, 27s) Mateo aplica directamente a personas el contraste entre lo externo y lo interno: «Por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad». Lucas (11, 39) modificó ya en este sentido la sentencia de Q: «¡Pero vuestro (!) interior está lleno de rapiña y de maldad». La continuación (11, 40), creada seguramente por Lucas mismo, dice así: «Necios, el que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de adentro?», es decir, la pureza de vuestro interior es (¡por lo menos!) tan importante ante Dios como la pureza exterior y ritual. La transición a lo ético aparece también en el uso figurado de la expresión en la sentencia acerca de los lobos disfrazados con piel de oveja (Mt 7, 15). Su a.¡!lariencia exterior -sus «vestidura»- hace creer que son profetas, pero en realidad (eow{}¡,v) son seductores que extravían a la comunidad. 5. La modificación introducida en Lc 11, 39, que se aparta así de Mt 23,25 (= Q; ---+ 4), corresponde a la espiritualización del contraste entre lo exterior / interior, que se encuentra ya en el fondo de Mc 7, 21 y 23 (sin paralelo en Lucas; aparece en Mt 15, 19s, pero no con este grupo de palabras). Allí se dice que no son las cosas (ritual o físicamente) impuras las que, al entrar por la boca en el estómago de una persona, pueden hacer que ésta sea impura, sino las cosas que brotan «internamente del corazón» de una persona. El corazón -como lo «interior» de la personase considera aquí que es la sede de los (¡malos!) deseos, concupiscencias e inclinaciones de esa persona (Mc 7, 21s), en comparación con los cuales la impureza ritual carece de importancia (así lo añade expresamente Mt 15, 20b). El hecho de que en Mc 7, 20-23 se exprese una antropología «helenística» (cf. Bultmann, Geschichte, 49s y 179), no quiere decir que el núcleo de Mc 7, 1-23

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-que es ellogion del v. 15- y con ello también la afirmación que se hace en los vv. 20-23, no proceda de Jesús sino del judaísmo helenístico. Lo decisivo en todo ello es si los vv. 20-23 son o no una consecuencia adecuada del v. 15 (sobre el debate cf., por un lado, K. Berger, Die Gesetzesauslegung Jesu 1, Neukirchen-Vluyn 1972,462-507, y, por otro lado, W. G. Kümmel, en FS Friedrich, 35-46: H. Hübner: NTS 22 [1075-1976] 319345). Se califica de otra manera distinta la oposición entre lo externo y lo interno, cuando Pablo refiere que, en Macedonia, tuvo que sufrir «por fuera conflictos, por dentro temores» (2 Cor 7, 5). En una determinada situación, se unieron los ataques procedentes de otras personas y los temores interiores para atormentarle y paralizarle (2 Cor 2, 128). Lo interior es aquí -sin valoración ética alguna- lo que se desarrolla en el «alma» del hombre. 6. El eow av{tQwJto~ de Rom 7, 22 es -como el ---+ EyW de Rom 7, 7-25 en general- una entidad concebida en abstracto. El «hombre interior» es lo que el individuo debiera ser propiamente, a diferencia de lo que el hombre es en realidad. Según su propio destino, marcado por Dios, el hombre debiera gozarse en la ley de Dios (con arreglo a lo que se dice en el Sal 119), pero en realidad se halla dominado por las inclinaciones de la oáQ1; y es hostil a la voluntad de Dios. Se concibe de manera diferente en 2 Cor 4, 16 el contraste entre el hombre interior y el hombre exterior. Pablo habla aquí de su existencia como apóstol de Jesucristo. Como tal, está marcado externamente por su participación en la existencia crucificada .de su Señor: por sus sufrimientos, que son semejantes a los de Cristo, su persona exterior está siendo destruida; en contraste con ello, la «persona interio,,> está siendo «renovada» día a día: levantada y confortada por la esperanza de ser glorificada juntamente con él, una esperanza que se asienta en la resurrección de Jesucristo (4, 17; cf. 3, 18; Rom 8, 17). Aquí se establece el contraste entre lo visible y lo invisible en la existencia del cristiano (¡ v. 18 !), pero no entre lo

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inauténtico y lo auténtico, por cuanto el omIta del hombre (que ahora padece) no es jamás para Pablo una simple «envoltura exterior», inauténtica, de su existencia. (Sobre la relación con la antropología helenística consúltese R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 126-128). Ef 3, 16 puede entenderse también de manera análoga a 2 Cor 4, 16: se pide a Dios que fortalezca a los lectores con el poder del Espíritu Santo para el fortalecimiento del «hombre interior». Aquí no aparece un concepto de lo «exterior» que se oponga al de lo <<Ínterior». No hay razón alguna para suponer que se hace una valoración negativa, de carácter gnóstico, de lo exterior y corporal (así con Gnilka, Der Epheserbrief [HThK], 183s; en contra H. Schlier, La Carta a los efesios, 221-223, quien piensa en el hombre «pneumático», implantado en el bautismo). Evidentemente, al EOro av{tºroJto~ corresponden en el v. 17 los «corazones» de los lectores: se piensa en el centro de la persona. N. Walter

E(JOl1'h:~v esothen (adv.) desde adentro; dentro -->

eow.

f(JOO'tEQO;, 3 eso teros lo más íntimo ---+

faro.

É'tatQo;, Oll, Ó hetairos compañero, amigo* Mt 20, 13; 22, 12; 26, 50; cf. 11, 16 v.l. en lugar de É'tÉQOL~. Spicq, Notes 1, 296-298.

É'tEQOYAO)(J(JO;, 2 heteroglOssos el que habla una lengua extranjera o extraña ---+ yAwooa 5/6.

É'tEQobtba(JxaAÉO) heterodidaskaleo difundir una doctrina diferente ---+ &L&aoxaAta 4.

hEQO~llyÉO) heterozygeo caminar juntos bajo un yugo extraño / engancharse a varas extrañas* En 2 Cor 6, 14 en una advertencia dirigida contra la asociación con los amoLOL. Spicq, Notes 1, 299s.

E'tEQO;, 3 heteros otro 1. Estadística y relación con aAAo<; - 2. La gama de significados - 3. Pasajes discutidos.

Bibl.: S. Aalen, Zungenreden, en BHH III, 229s; F. C. Baur, Kritische Übersicht über die neuesten, das yAWOOUL<; AUAElv in der ersten christlichen Kirche betreffenden Untersuchungen: ThStKr 12 (1838) 618702; H. W. Beyer, ihEQO<;, en ThWNT II, 699-702; BlaB-Debruilller § 64, 6; 247, 3; 306; 480, 3; J. K. El/iot!, The Use ofEr;EQo<; in the NT: ZNW 60 (1969) 140s; W. Gutbrod, vó¡.to<; (B-D), en ThWNT IV, 10291077; K. Haacker, Das Pfingstwunder als exegetisches Problem, en FS Stahlin, 125-131; G. Howard, Was James an Apostle? A Reflection on a New Proposal for Gal. i 19: NovT 19 (1977) 63s; W. Marxsen, Der ihEQO<; vó¡.to<; van Rom 13, 8: ThZ 11 (1955) 230-237; F. Selter, en DTNT III, 2IOs.; L. P. Trudinger, "ETEPON llE TQN AITOITOAQN OYK EIllON, El MH IAKQBON. A Note on Galatians i 19: NovT 17 (1975) 200-202. ef. más bibliografía en ThWNT X, 1087.

1. De las 100 veces que se halla atestiguado el término en el NT (con ÉLÉQW~ en Flp 3, 15), 50 aparecen en Lucas/Hechos, 10 en Mateo, 9 en Romanos y 11 en 1 Corintios. La frecuencia en Lucas/Hechos se produce en detrimento del uso de ---+ aAAo~. En contraste con ello, es sorprendente que se evite el uso de eLEQo~, en favor de aAAo~, en Marcos (la excepción en 16, 12 es secundaria por razones de crítica textual), en Juan (excepto en 19, 37) Y en el Apocalipsis. Esto tiene una explicación simplemente estilística, porque en la época postclásica eLEQo~ y aAAo~ eran intercambiables. Tan sólo en Lucas/Hechos la frecuencia de eLEQo~ se explica en parte por influencia del sentido original de eLEQo~, que es el de: el otro de dos. A Lucas le gusta presentar pares de opuestos y contrastes dramáticos (---+ 2). La posterior tradición textual

1623 del NT restauró a menudo, por influencia aticista, el uso clásico de E-tEQOC;, lo cual en casos concretos significa un argumento en favor de la variante textual menos clásica (Elliott). 2. Aproximadamente la mitad de los testimonios encierran la idea de una adición: otro ejemplar u otros ejemplares de un mismo género; así sucede -entre otros casos- en la combinación con ltOAAOL (cf. Mt 15, 30; Lc 3, 18; 8, 3; 22, 65; Hech 2, 40; 15, 35), en enumeraciones (cf. Mt 16,14; Lc 8, 6-8; 9, 59.61; Rom 13,9; 1 Cor 12, 9s; Heb 11, 36) Y en referencias al tiempo: Tñ f.ú:QQ. (a saber, ~[1ÉQQ.) (Hech 20, 15; 27, 3). Puede ser que no se exprese el término genérico que sirve de punto de partida, de tal manera que se cause a veces la impresión de yuxtaponer entidades aparentemente heterogéneas (cf. Mt 8, 21; Lc 22, 58; 23, 32). La conexión reside aquí en lo semejante de la acción, de tal manera que se sugiere una traducción adverbial: además, adicionalmente o aparte de eso. Frecuentemente lhEQoC; sirve para enlazar con la primera cita una segunda cita de la Escritura (Jn 19, 37; Hech 13,35; Heb 5, 6), en todo lo cual se deja sentir el antiguo significado dual de EtEQOC; (cf. Dt 19, 15 ?). Esta conservación del antiguo significado debe suponerse también en otras partes, sobre todo en combinación con --> ltQonoc; (cf. Mt 21, 30; Lc 16, 7; con un tercer miembro: Lc 14, 19s; 19,20; 20,11) Yen la contraposición con dC;. Se trata entonces, en la mayoría de los casos (excepto en Lc 5, 7), de posiciones, formas de conducta o destinos opuestos (cf. Mt 6, 24 par.; Lc 7, 41; 17, 34s; 18, 10;23,40; Hech 23, 6; 1 Cor 4,6). El uso adversativo, por el cual ETEQOC; indica una alternativa pertinente, se extiende desde la simple constatación de la no identidad (Mt 11, 3 par. Lc 7, 19 v.l.; Mc 16, 12; Lc 9, 29; Hech 8, 34; 1 Cor 15,40; 2 Cor 8, 8; Sant 2,25; de cambios de lugar: Lc 9, 56; Hech 12, 17), pasando por la connotación de «extrañeza» (Hech 2, 4; 1 Cor 14,21; Jds 7), hasta llegar a la oposición hostil (Rom 7, 23; 2 Cor 11,

1624 4; Gál 1, 6) o la rivalidad personal (Mt 6, 24 par.; Lc 16, 18; Hech 4, 12; 12,7; Rom 7,3). Los pasajes que hablan de otro como sustituto o sucesor tienen también una resonancia adversativa (Hech 1,20; 7,18; Rom 7, 4; Heb 7,11.13.15). Tienen especial peso los pasajes en los que ETEQOC;, sinónimo de ó --> ltAl]oLov, designa al prójimo. En tales casos, el término se refiere algunas veces al concepto abstracto del prójimo (así ocurre, seguramente, en Rom 2, 1; 13, 8, --> 3.b; 1 Cor 10,24; Gál 6, 4; Flp 2, 4; Sant 4, 12 v.l.). Sin embargo, no siempre Ocurre así; puede tratarse también de determinadas personas o tipos de personas con las que uno tiene contacto, y que se hallan definidas por el contexto (cf. Rom 2,21; 1 Cor 6,1; 10, 29; 14, 17). De esta manera, la dignidad y el interés de quien es nuestro semejante quedan equiparados a la dignidad de la propia persona y a los propios intereses (designados mediante formas de --> f.mJTou y de --> tCLOC;; así en Rom 2, 1.21), o bien se da prioridad a aquéllos (así en 1 Cor 10, 24.29; 14, 17; incierto: Flp 2, 4). Gál 6, 4s acentúa que nadie puede hacer que otro le sustituya.

3. Se discute el significado de ETEQOC; en los siguientes pasajes: a) Hech 2, 4: AUAELV f.TÉQmc; yArooomc; fue interpretado frecuentemente hasta Baur como un hablar «en expresiones extrañas» (o algo por el estilo), para eludir la idea del milagro de las lenguas. Pero se piensa efectivamente en tal milagro de las lenguas (cf. Aalen) como se ve con seguridad por los vv. 4 Y 8 (a pesar de 10 que se dice en el v. 13): los discípulos galileos hablan en lenguas que son extranjeras para ellos, pero que son reconocidas como sus propias lenguas (ETEQOC; / '(CLOC;) por los correspondientes grupos de oyentes. Los burlones ETEQOL del V. 13 no deben asignarse a otro estrato distinto (como piensa una opinión muy difundida), sino que su reacción se explica por el predominio de lo ininteligible para cada oyente concreto (en efecto, el texto no se refiere a un milagro del

1625 oír sino a un milagro del hablar). La escena en su totalidad corresponde alCor 14, 21-23 Y no está en contradicción con 1 Cor 14, 7s (cf. Haacker). b) Rom 13, 8: Gutbrod, Marxsen y F. Leenhardt, Romains (CNT), sub loco, siguiendo a exegetas más antiguos, entienden ETEQOC; en Rom 13, 8 como atributo de VÓ[10C;, con diferentes consecuencias con respecto al contenido. A esto habrá que responder que ayultám no aparece jamás en ningún texto paulino sin objeto de la acción verbal, mientras que ó ETEQOC; puede sustituir a Ó ltAl]oLov (--> 2); cf. O. Michel, Der Brief an die Romer s (KEK), 409. El término --> VÓ[10C;, usado sin artículo, se halla atestiguado también en otras partes. c) Gál 1, 6s: por el contexto se ve claramente que el ETEQOV EUUyyÉALOV es la proclamación de un mensaje diferente y que se halla en competencia y rivalidad con el mensaje proclamado por Pablo. Ahora bien, varía la interpretación que se da de la oración de relativo o OU% Eonv ano. La traducción frecuente «no hay otro (evangelio) diferente» no hace justicia al enlace relativístico. Si la oración de relativo se refiere a EUUyyÉALOV, entonces Pablo afirma acerca de ese «otro evangelio»: «en realidad no hay otro evangelio más que pueda elegirse adicionalmente», es decir, ese mensaje no merece el nombre de «evangelio». aAAOC; y ETEQOC; no son aquí intercambiables, como en Hech 4, 12, sino que anOC; tiene matiz aditivo, y ETEQOC;, adversativo. Así que objetivamente en Gál 1, 6s no se trata de cualquier falsa doctrina, sino de la estructura misma de la proclamación como evangelio y de su falsificación legalista. d) Gáll, 19: Trudinger propone la siguiente traducción de Gáll, 19: «No vi a nadie más que a los apóstoles, con excepción de Santiago», o más brevemente: «Fuera de los apóstoles vi únicamente a Santiago». De esta manera se resolvería el problema de que Pablo, al parecer, designe aquí como apóstol a Santiago. Howard se opone con razón a esta traduc-

1626 ción, porque los testimonios aducidos por Trudinger no son apropiados para demostrar el significado que quiere darse a Gál 1, 19. Más aún, una construcción comparable de genitivo, con sentido comparativo, se halla atestiguada únicamente con respecto al neutro sustantivado ETEQOV (<
hiQro; heteros

(adv.) de otra manera, de modo diferente* Flp 3, 15: el TL f.TÉQmc; !PQOVELTE, «si pensáis de modo diferente».

h .. eti (adv.) todavia, aún Aparece 93 veces en el NT, siendo su empleo más frecuente en Apocalipsis (22 veces), Lucas (16) y Hebreos (13) (cf. también BlaB-Debrunner § 459, 4 con la nota 6; 474 nota 4). ETt acentúa en enunciados temporales la continuación o (en sentido negativo) el cese de un estado o de una acción: todavía, aún o (en sentido negativo) «no ya», «no más», por ejemplo, aparece muy frecuentemente en la expresión EtL UUTOU AUAOUVTOC;, «mientras él se hallaba aún hablando» (Mt 12,46; Mc 5, 35 Ypassim; d ETL avfrQroltOLC; fíQE<J%OV, «si todavía quisiera agradar a hombres» (Gál 1, 10; cf. 5, 11); con referencia al futuro: lt(ñC; IhL, «¿cómo aún? (Rom 6, 2); En e% %OLALuC; [1l]TQOC; UUtOU, «estando aún en el seno materno» (= «ya desde el seno materno»; Lc 1, 15); aparece varias veces en el evangelio de Juan en la frase: ETL [1L%QOV (XQóvov), «todavía un poco de tiempo» (cf., a propósito, BlaB-Debrunner § 127,2 con la nota 2) (Jn 7, 33; 12,35; 13, 33; 14, 19); en sentido negativo: aAA' oUCE ETL VUV, «porque todavía no» (1 Cor 3, 2); ou [1tl ETL, «nunca más» (Heb 8, 12; 10, 17; Ap 3, 12); la expresión abunda especialmente en Ap 18, 21.22 [tres veces].23 [dos veces]); TL ETL, «¿para qué ... aún?» (Mc 5, 35; Mt 26, 65).

, I

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En otros contextos €-tL significa todavía, además, aún o (en sentido negativo) «no más», «no ya», por ejemplo, d~ OU()EV ... E'tL d fl~, «para nada más, sino para» (Mt 5, 13); E'tL Eva ~ ()ÚO, «a uno o a dos más» (Mt 18, 16); En n: xaL, «y además a» (Lc 14,26; Hech 21, 28); E'tL una;, «una vez más» (Heb 12, 26); sacando conclusiones en oraciones interrogativas: 'tL ovv E'tL, «¿por qué, pues, todavía?» (Rom 9, 19; cf. 3, 7; Gá15, 11b). É'tmp.ui~ro hetoimazo preparar* 1. Aparición en el NT - 2. Construcciones - 3. Significado.

Bibl.: Baner, Worterbuch, s.v.; W. Grundmann, X'tA.., en ThWNT n, 702-704; S. Solle, Preparado, dispuesto, en DTNT III, 402-404. 1hOLflo~

1. En el NT É'tOLflá~w aparece en total 40 veces, encontrándose con la mayor frecuencia en los Sinópticos, especialmente en Lucas (14 veces), y en el Apocalipsis (7 veces). Otro testimonio podría ser el de Mc 15, 1 con hOLfláauVTE¡; (Sin C L 892) en lugar de nOL~­ aaVTE¡; (A B K W y otros), como afirma R. Pesch, Markusevangelium II (HThK), 455 nota a, quien entiende que el texto habla originalmente de que se propone una resolución, y no de que se adopta una resolución; el citado especialista considera también posible la influencia del texto paralelo Mt 27, 1 v.l. (EnOL'I1aUv D a c f); tienen una opinión contraria E. Lohmeyer, Das Evangelium des Markus' (KEK), quien se decide en favor de nOL~aaVTE¡;, por ser una lectura mejor atestiguada, y GNTCom 117, según el cual la expresión ambigua a'Ull~o'ÚA.LOV nOLEiv, que puede referirse tanto a la celebración de una asamblea en cuanto tal (council) como a sus resoluciones (counsel), fue sustituida por É'tOLlláaavTE¡;, que expresa claramente el último de los sentidos indicados. 2. Generalmente hOLflá~w lleva un acusativo como objeto de la acción verbal. Pero en Mc 14, 15 Y Lc 9, 52 el verbo tiene únicamente el objeto en dativo y designa la preparación de la comida o del alojamiento para alguien ('tLvL). Aparece en sentido plenamente absoluto en Lc 12,47; 22, 9.12.

Al comienzo del diálogo sobre la preparación de la cena de Pascua, los Sinópticos difieren en cuanto a la construcción sintáctica: Mc 14, 12 no expresa el objeto de la acción verbal y presenta a continuación una oración de ha; Mt 26, 17 tiene un objeto en dativo (OOL), seguido por un infinitivo. En ambos casos, la frase aparece en una pregunta formulada por los discípulos. Lc 22, 8 tiene el objeto de la acción verbal en dativo y en acusativo (~flLV 'to náoxa), seguidos por una oración de Lva; en este caso se trata de un encargo dado por Jesús, que es quien toma aquí la iniciativa. Para qué fin están preparados los ángeles, nos lo dice Ap 8, 6 mediante una oración de Lva, y Ap 9, 15 mediante un sustantivo introducido por d~ (cf. 9, 7; 2 Tim 2, 21). Sobre anó (en lugar de lmó) con la voz pasiva en Ap 12, 6, cf. BlaB-Debrunner § 210, 2. 3. El objetivo de las acciones designadas en el NT mediante el verbo É'tOLflá~w, raras veces supone en las personas una determinada actitud ética. El verbo É'tOLflá~w se refiere menos frecuentemente a personas. En la mayoría de los casos el verbo se refiere a cosas, y significa no sólo la preparación de las mismas en el sentido de una modificación, sino más frecuentemente su producción. Es decir, el verbo se refiere a «hacer» algo, más bien que a «preparar» algo. Con ello responde al significado del verbo hebreo kún, que casi siempre es traducido en la LXX por hOL-

1629 14, 2.3) y de un lugar seguro (Ap 12, 6), la preparación tanto del reino celestial como del fuego del infierno (Mt 25, 34.41), de la salvación en Jesús (Lc 2, 31) y de la bienaventuranza segura junto a Dios (1 Cor 2, 9), y finalmente la determinación del orden en que cada uno ha de sentarse en el reino de Jesús (Mc 10, 40 par.; el pasivo divino en Marcos ha sido aclarado en Mateo y en manuscritos de Mc más tardíos). El compuesto nQoE'tOLflá~w en Rom 9, 23 y Ef 2, 10 expresa la idea de la predestinación para la gloria o para obras buenas. En Mc 15, 1 v.l. hOLflá~w se refiere a la preparación de una decisión. Cuando É'tOLflá~w se refiere a personas, se dice que los soldados han sido preparados, es decir, están listos para entrar en acción (Hech 23, 23); también la esposa se ha preparado y está dispuesta (Ap 19, 7), e igualmente los ángeles están preparados (9, 15; cf. 8, 6). hOLflá~w tiene significado ético y religioso en 2 Tim 2, 21 (<<preparado para toda obra buena») y, sobre todo, en Lc 1, 17. En este último texto se habla de una tarea mesiánica: la de crear un pueblo «preparado» (Bauer) y bien dispuesto, y de lograrlo precisamente mediante la conversión de ese pueblo (cf. v. 16). A esta finalidad se orienta también la cita de Is 40, 3, que aparece en todos los Sinópticos (Mc 1,3 par.). La preparación del camino para el Señor (cf. Lc 1, 76) no significa sino la conversión de Israel. W. Radl

flá~w.

Así que É'tOLflá~w designa en el ámbito material, además del equipamiento de los caballos para la batalla (Ap 9, 7) Y del atavío (el adorno) de la nueva Jerusalén (21, 2), los preparativos que se hacen para la cena (Mc 14,12.15.16 par.; Mt 22, 4; Lc 12,47; 17,8), la preparación de los ungüentos (Lc 23, 56; 24, 1), la acumulación o almacenamiento de víveres (Lc 12, 20); además, la acción de abrir camino (Ap 16, 12), la disposición de albergue (Flm 22; Lc 9, 52, la preparación de alojamiento), la edificación de una ciudad (Heb 11, 16), la preparación de moradas (Jn

É'totp.ta(Jí,a, a~, Í) hetoimasia preparación, disposición, presteza --+ E'tOLflO~.

E'tOtp.tO~, 3 hetoimos dispuesto, preparado* É1:oL/luoLa, a~, ~ hetoimasia preparación, disposición, presteza* É1:oLfl w <; hetoimos (adv.) prontamente, dispuestamente, de manera preparada * '1. Aparición en el NT - 2. Detalles gramaticales 3. Campo referencial - 3. ih;OLflO~ en palabras del Señor.

1630 Bibl.: Baner, Worterbuch, s.v.; W. Grundmann, X'tA.., en ThWNT n, 702-704; S. Solle, Preparado, dispuesto, en DTNT III, 402-404. ih;OLflo~

1. El adjetivo E'tOLflo~ aparece 17 veces en el NT, ocho de las cuales se encuentran en los evangelios sinópticos. En las cartas paulinas auténticas el adjetivo aparece únicamente en 2 Corintios, pero en ella se encuentra tres veces, y además aparece una vez el adverbio. Este último se halla atestiguado sólo tres ve-o ces, siempre en la combinación hOLflW~ EXW, yel sustantivo aparece únicamente en Ef 6, 15. 2. El adjetivo, que propiamente tiene tres terminaciones (cf. 2 Cor 9,5; 1 Pe 1,5), muestra en el NT la tendencia, como vemos por Mt 25, 10, a convertirse en adjetivo de dos terminaciones (BlaB-Debrunner § 59, 2). La idea de estar dispuesto se expresa ordinariamente por hO(flW~ EXW (Hech 21, 13; 2 Cor 12, 14; 1 Pe 4, 5) y EV hoLWp EXW (2 Cor 10, 6). El fin para el que uno está dispuesto, se expresa en estos casos por medio del infinitivo. Un infinitivo sigue también a E'tOLflO~ en Lc 22, 33; un infinitivo declinado con 'tov se encuentra en Hech 23, 15; un infinitivo con sentido final en 1 Pe 1, 5; E'tOLflO~ nQó~ 'tL aparece en Tit 3, 1 yen 1 Pe 3, 15. 3. E'tOLflo~ se refiere: a) a cosas: la colecta en favor de Jerusalén debe estar preparada en Corinto (2 Cor 9, 5). Pablo no quiere cosechar fama por 'ta E'tOLfla «en un campo ya cultivado» (10, 16). Una sala en el piso de arriba, guarnecida ya (¿con cojines?), está preparada para la cena (Mc 14, 15). La fiesta de bodas está preparada (Mt 22, 8); todo está dispuesto (v. 4), de tal manera que se da la voz para que todos acudan a la mesa: «todo está ya preparado» (~()lJ E'tOLflá EO'tLV: Lc 14, 17; cf. Bauer). De sus parientes incrédulos dice Jesús que para ellos cualquier tiempo (xmQó~) es bueno, disponen siempre de tiempo (Jn 7,6). 1 Pe 1,5 habla de la salvación que está dispuesta para ser revelada (Bauer).

1631 b) a personas: los cristianos deben estar preparados para toda obra buena (Tit 3, 1) Y dispuestos a dar razón a todo el que les pida cuenta (1 Pe 3, 15; cf. Ef 6, 15: ÉLOL!WOLa, disposición [para luchar] en favor del evangelio). Jesús exhorta a que se esté preparado para la llegada del Hijo del hombre; a que se esté dispuesto para él (Mt 24, 44 par. Lc 12,40); cf. Mt 25, 10). Pedro y Pablo están igualmente dispuestos a ir a la prisión y a la muerte con Jesús o por Jesús (Lc 22, 33; Hech 21, 13). Pablo está dispuesto a ir a Corinto (2 Cor 12, 14) Y castigar toda desobediencia (10, 6). Un grupo de conspiradores están preparados en Jerusalén; han decidido dar muerte a Pablo (Hech 23, 15.21). c) a Dios: El está preparado para el juicio (l Pe 4, 5). 4. Siempre que ELOL!W~ aparece en palabras del Señor, se refiere a la preparación escatológica: a) Las parábolas de los Sinópticos contienen objetivamente el imperativo que exige estar dispuestos, pero esta idea se expresa de maneras distintas. Según Mat 22, 1-14 (¿par.?) el convite está preparado (vv. 4 y 8), a diferencia de los invitados, que no lo están. La referencia a la ira del anfitrión interpreta con perfecta claridad la exhortación de Jesús a estar dispuestos y a decidirse ya desde ahora. En Mt 24, 42-44 par. y 25, 1-13 los interesados están dispuestos (o no están dispuestos) para un acontecimiento que está todavía por llegar; en consecuencia, se exhorta expresamente a los oyentes a estar siempre vigilantes. Aquí aparecen dos situaciones y dos perspectivas de la proclamación. En el primer caso, Jesús habla con conciencia de que el reino de Dios se encuentra ya presente (Lc 14, 17; --+ 3); ante este reino hay que adoptar ya desde ahora una decisión. En el segundo caso aparece la comunidad aguardando la parusía, que aún está por llegar. Ahora tiene uno que estar dispuesto para la decisión futura. b) Jn 7, 6 no está pensado en sentido positivo, porque aunque siempre haya XaLQó~, sin

1632 embargo «éste no se da nunca realmente», «el mundo no conoce ningún 'ahora' de auténtica decisión» (R. Bultmann, Das Evangelium nach Johannes 'o [KEK], 220). «El poder disponer siempre de la existencia mundana equivale a no lograr jamás la verdadera existencia» (R. Schnackenburg, El evangelio según San Juan 11, 201). W. Radl i'toí".ull~ hetoimos (adv.) prontamente,

dispuestamente, de manera preparada --+ fh;o LflO S;. €'to~, otJ~, tó etos año El término aparece 49 veces en el NT, de ellas 15 en el Ev de Lc y 11 en Hechos. Son importantes las siguientes construcciones: ~v ... E-tWV ()W()EXa, «tenía 12 años» (Mc 5, 42; cf. Hech 4, 22); X~Qa Em~ E-twv ... , «viuda hasta los 84 años» (Lc 2, 37); xm:' fLO~, «todos los años» (Lc 2, 41); fyÉVELO h·wv ... , «[cuando] él cumplió 12 años» (Lc 2, 42; cf. 8,42); f:JÚ f-t1'] ... , «durante tres años y medio» (la mitad del período de siete años: un perído que aparece frecuentemente; Lc 4, 25; cf. Hech 19, 10); a:7tO E-twv ... , «desde hacía doce años» (Lc 8, 43; cf. Rom 15, 23); ... EtE fxmv, «llevaba 38 años» (Jn 5,5); f; ftWV ... , «llevaba 8 años» (Hech 9, 33; cf. 24, 10); w~ ftEOLV ... , «unos 450 años» (Hech 13, 20); ()L' ftWV :7tAELÓVmV, «al cabo de muchos años vine (de nuevo)>> (Hech 24,17; cf. Gá12, 1); de manera distinta se dice: flEta ft1'] tQLa, «tres años después» (Gál1, 18; cf. 3,17); fltl fAm:tov ftWV ... yeyovuLa, «que haya cumplido ya los 60 años» (1 Tim 5, 9). Hay que mencionar también expresamente las siguientes frases en las que aparecen números de años: tres años (como período típico de tiempo, Lc 13, 7); doce años, por ejemplo, los que duraba ya la hemorragia (Mt 9, 20; Mc 5, 25.42; Lc 8, 43), la edad de Jesús (Lc 2, 42; cf. también 8, 42); «tenía unos 30 años», wod E-tWV tQLáxovta (dícese de Jesús, cuando comenzó su ministerio; Lc 3,

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1634

23); cuarenta años como período general de tiempo (una generación, cf. ThWNT VIII, 136-139; Hech 7,30.36.42; 13,21; cf. 4, 22); cuarenta y seis años como el tiempo que se necesitó para la construcción del templo (herodiano) (Jn 2, 20); sesenta años, a propósito de la selección de las viudas (la edad en que se pasa a la ancianidad; 1 Tim 5, 9); cuatro cientos años (Hech 7, 6); cuatrocientos treinta años (Gál 3, 17); mil años (2 Pe 3, 8 [bis] y en todos los lugares del Apocalipsis (20, 2.3.4.5.6.7) en los que se habla de los mil años del reino mesiánico que precederá al fin (cf. Hen [et] 91, 12ss; 4 Esd 7,28; ApBar [gr] 29, 3ss).

dí eu (adv.) bien* En sentido absoluto: Mt 25, 21.23 (Lc 19, 17 v.l.), «¡muy bien! / ¡excelente!»; dí :7tOLÉm, «hacer el bien» (Mc 14, 7); dí :7tQá;EtE (Hech 15, 19) puede significar: «os irá bien» (cf. Filón, Virt 170; 2 Mac 9, 19) o (más probablemente) «obraréis bien» (cf. Filón, Mut 197; IgnEf 4, 2; IgnEsm 11, 3; tal es también la manera en que entienden estas palabras D Ir Tert y la Vg [bene agetis] así como también las traducciones copta y armenia; cf. también E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], sub loco); lva dí OOL yÉv1']taL, «para que te vaya bien» IEf 6, 3).

E-va, a~ Heua

Bva* En 2 Cor 11, 3 se habla de que Eva fue seducida por la serpiente (cf. Gén 3, 1ss); 1 Tim 2, 13: 'AMfl ... :7tQWtO~ f:7tAá01'h], ELta Eva (refiriéndose a Gén 2, 21ss) como fundamento para sostener la subordinación de la mujer.

E"ayyEl..í,~ro euaggelizo proclamar* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Empleo no técnico del término - 4. dJUyyEAl~Ol como tecnicismo para designar la acción de «proclamar el mensaje de Cristo» - 5. EuayyEAL<J1:~<;. Bibl.:

--->

EuayyÉAtOv.

1. El término dJayyEAL~m aparece 54 veces en el NT. Casi la mitad de los testimonios

se encuentran en Lucas: 10 veces en el Ev de Lc (además de 1,28 v.l.), 15 veces en Hechos (además de Hech 16, 17 D*). En Pablo EuayyEAL~m aparece 19 veces. En el resto del NT, el término aparece 2 veces en Efesios y también en Hebreos y en Apocalipsis, 3 veces en 1 Pedro y una vez en Mateo. 2. La voz activa aparece únicamente en Ap 10,7; 14,6; Hech 16, 17 D*; es una forma que pertenece al griego tardío (Bauer, Worterbuch, s. v.) y tiene el mismo significado que la voz media, atestiguada frecuentemente: proclamar / traer una (buena) noticia. Hay que distinguir entre el sentido técnico y el sentido no técnico (o neutro, --+ 3) del término. Tan sólo el sentido técnico presupone un objeto cristológico en acusativo CI1']oovv, etc.) y es el tecnicismo que se emplea para expresar la acción de proclamar el mensaje de Cristo (--+4). 3. Además de un sentido profano, débilmente atestiguado (= comunicar; por ejemplo, en 1 Tes 3, 6, donde aparece -no obstante- en conexión con :7tLOtLV y ayá:7t1']v), el empleo no técnico del término abarca un amplio espectro teológico. Como sujeto de EUayyEAL~m aparecen en Lucas unos ángeles (l, 19.28 v.l.; 2, 10), Juan el Bautista (3, 18), Jesús (4, 18.43; 7, 22 y passim), unos discípulos de Jesús (9, 6). Es también diverso el objeto del anuncio: XaQav flEyáA1']V (2, 10), paOLAELaV (4, 43; 8, 1; en voz pasiva: 16, 16; con :7tEQL: Hech 8, 12), :7tLOtLV (Gál 1, 23), dQ~­ v1']v (en citas del AT: Hech 10, 36; Rom 10, 15 Y passim), f:7tayyEALav (Hech 13, 32). En conexión con la proclamación profética, EuayyEAL~m puede adquirir también el significado de anunciar/prometer; así sucede en Ap 10, 7 (dícese del cumplimiento del misterio, anunciado por Dios a sus profetas); aparece en voz pasiva especialmente en Hebreos: el pueblo de Dios, del antiguo testamento, «recibió la promesa», a saber, de que entraría en el reposo, pero no experimentó el cumplimiento de esa promesa a causa de su desobediencia; correspondientemente, el pueblo cristiano,

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1635 como pueblo de Dios, se halla bajo la promesa (Heb 4, 2.6). El uso teológico no técnico se halla preparado en el AT (cf. Is 52, 7 Ó Nah 2, 1: Hech 10, 36; Rom 10, 15; Is 61, 1: Mt 11, 5 par. Lc 4, 18; 7, 22) Y puede traducirse por anunciar la salvación (escatológica) (en contra de la referencia del NTG a Ef 2,17, en ls 57, 19 LXX no se encuentra el verbo EuayyEAL~úl; tampoco se encuentra en el AT EuayyÉALOv EuayyEAL~ELV [Ap 14,6; en voz media: 2 Cor 11,7; en voz pasiva: Gáll, 11]. Esta estrecha base textual no justifica para deducir unilateralmente que EuayyEAL~úl proceda de la tradición veterotestamentaria y judía. Es verdad que el judaísmo posterior al AT muestra un uso parecido del término, cuando -inspirándose enIs 52, 7; Nah 2, 1- aparece el participio me bas's'er «<el mensajero del gozo escatológico») (IQH 18, 14; llQ Melquisedec 16); sin embargo, en el NT, un correspondiente EuayyEAL~Ó¡tEVO¡;;, atribuido a Jesús, se halla atestiguado tan sólo redaccionalmente, es decir, en pasajes tardíos de Lucas (8, 1; 20, 1). Aparte de eso, los escritos helenísticos conocen también el empleo del término EuayyEAL~úl en sentido religioso: según Filón, la curación del emperador o su ascensión al trono (LegGai 18.231) y, según Filóstrato (VitAp 1, 28; VIII, 27), la llegada de un {l-ELO¡;; aV"ÍQ benefactor, es objeto de la acción de EuayyEAL~úl. El EUayyEAL~úl del NT se halla bajo la esfera de influencia no sólo del mundo lingüístico del AT y del judaísmo, sino también del mundo lingüístico griego y helenístico. 4. Para el significado técnico, cristológicosoteriológico del término son característicos los objetos en acusativo 'Ir]ooilv (Hech 8, 35; 17, 18 + Tl]V avúo·taOLV), XQLOTOV 'l'r]ooilv (Hech 5, 42; cf. Ef 3, 8), X'ÚQLOV 'ITjooilv (Hech 11, 20; cf. Oál 1, 16: aUTov = ULOV {}wil). Designan la significación salvífica del acontecimiento de Cristo. Como el acontecimiento de Cristo, entendido de esta manera, se actualiza por medio de la proclamación que tiene como contenido a Cristo, vemos que en vez del objeto personal de EuayyEA.í,~úl puede aparecer también el acusativo --+ EuayyÉALOv o Myov (Hech 8, 4; cf. 15, 35; 1 Pe 1, 25). Tal interacción se presupone en el uso absoluto de Eua)')'EAl~ú) (proclamar el evangelio:

Lc 9,6; Hech 14, 7; 1 Cor 1,17 Y passim; cf. también 1 Pe 4, 6: en voz pasiva con dativo [predicación en el Hades a los muertos]). Esta conexión confirma la tesis de que la más antigua tradición del cristianismo primitivo acerca del verbo y del sustantivo se hallaba estrechamente vinculada con fórmulas cristológicas existentes en la comunidad helenística (1 Cor 15, ls; Rom 1, 15 --+ EuayyÉALOv 3.5). Es improbable que Jesús designara su proclamación con un término hebreo o arameo equivalente de EuayyEAL~úl. El único testimonio digno de mención, Mt 11, 5 par., es dependiente y procede de la cita de ls 61, l. En el contexto dado de la fuente Q, se trata de la predicación del Hijo terreno del hombre, que anuncia <
1637

EuayyEAL~úl - EuaYYÉALOv

5. El término ElJUYYEl"lCJ'tt]¡;;, proclamador*, aparece raras veces en griego (10 XIII, 675, 6: el sacerdote que anunciaba los oráculos) y se encuentra sólo tres veces en el NT. Hech 21,8: Felipe, miembro del grupo de los siete (cf. 6, 5), misionero en Samaría (8, 4ss), es EuayyEAL<JT~e; en Cesarea. - 2 Tim 4, 5: a Tímoteo, discípulo del apóstol Pablo (cf. 1 Tes 3, 2; Flp 2, 19ss) se le exhorta a que haga <
EvayyÉAlOV, O\), tó euaggelion

evange-

lio* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Tradición anterior al NT -4. Excursus: Sobre el origen histórico-religioso del término - 5. El EuayyÉALOv como mensaje acerca de Cristo. Bibl.: P. Blliser, en HThG 1, 355-363; N. A. Dahl, Hva betyr EuayyÉALOv i det Nye Testamente?: SvTK 36 (1960) 152-160; D. Dormeyer, Die Kompositionsmetapher 'Evangelium Jesu Christi, des Sohnes Gottes' Mk 1, l. lhre theologische und literarische Aufgabe in der Jesus-Biographie des Mk: NTS 33 (1987) 452-468; J. A. Fitzmyer, The Gospel in the Theology of Paul: lnterpretation 33 (1979) 339-350; H. Frankemiille, Evangelium. Begriff und Gattung, Stuttgart 1988; G. Friedrich, EuayyEAl~o[tm XTA., en ThWNT 11,705-735; Goppelt, Theologie n, 435-446; J. HubyX. Léon-Dufour, L'Evangile et les Evangiles (VSal 11), París 1954; H. Kiister, From the Kerygma-Gospel to Written Gospels: NTS 35 (1989) 361-381; U. Luck, lnwiefern ist die Botschaft von Jesus Christus «Evange/ium»?: ZThK 77 (1980) 24-41; O. Michel, en RAC

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VI, 11 07 -1160; E. Molland, Das paulinischen Euange/ion. Das Wort und die Sache (ANVAO. HF 1934 Nr. 3), Oslo 1934 (además, O. Michel: ThLZ 60 [1935] 141s); H. Schlier, EuayyÉALOv im Rom, en FS Schelkle, 127-142; W. Schmauch, en EKL 1, 1213-1216; 1. Schmid, en LThK III, 1255-1259; Id., en DTB, 378382; R. Schnackenburg, «Das Evangelium» im Verstiindnis des ii/testen Evangelisten, en FS Schmid 1973 309-324' W. Schneemelcher, Evangelium, en Hen~ecke-Sch~eemelcher, 1, 41-44; J. Schniewind, Euangelion. Ursprung und erste Gestalt des Begriffs Evangelium (BFChTh II 13/25), Gütersloh 1927-1931, 185-196; Spicq, ¡Yotes, Suppl 296-30?; G., Strecker, Literarkritische Uberlegungen zum EvayyEALOv-Begriff im Mk, en FS Cullmann 1972,91-104; Id., Das Evangelium Jesu Christi, en FS Conzelmann, 503548; P. Stuhlmacher, Das paulinische Evangelium 1. Vorgeschichte (FRLANT 95), Giittingen 1968; H. Weder, «Evangelium Jesu Christi» (Mk 1, l) und «Evangelium Gottes» (Mk 1, 14), en Die Mitte des NT. FS E. Schweizer, Giittingen 1983, 399-411; WikenhauserSchmid, 315-321. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1087s.

1. La mayoría de las 76 veces que aparece el término en el NT, se encuentra en las cartas paulinas (Pablo 48 veces, deuteropaulinas 8). En cambio, el término aparece tan sólo 12 veces en los evangelios (Mateo 4 veces, Marcos 8). No se halla atestiguado en Lucas, en los escritos joánicos, en Tito, Hebreos, 2 Pedro, Santiago, Judas. En los evangelios EuayyÉALOV se emplea tanto en sentido absoluto (Me 1, 15 Y passim) como acompañado también por el genitivo (Mt 4, 23 y passim: Tfíe; ~a<JL­ AEtae;, --+ 5). Pablo, al igual que Marcos, encontraron ya en la tradición cristiana helenística, anterior a ellos, el uso absoluto de EUayyÉALOv y la construcción de genitivo con {}wil o TOil XQL<JTOil. No se hace distinción entre ambas modalidades, como tampoco es posible -en este contexto- separar por su contenido el genitivo subjetivo y el genitivo objetivo. 2. A diferencia del uso que se hace del término en el lenguaje del AT y del judaísmo y también en el de la lengua griega y helenística «<mensaje de victoria» o «recompensa por una buena noticia» --+ 4), EuayyÉALOv designa en el NT la noticia que se refiere a Dios o que llega de Dios. Además de un uso sin restric-

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EuayyfA~ov

ciones (Ap 14,6; un uso presupuesto por Mateo -+ 5), el término es el tecnicismo empleado para referirse al mensaje acerca de Cristo (y, así, se dice también en sentido absoluto 'to €vayyfA,wv); éste se entiende, en sentido amplio, como la «buena nueva» (o «noticia alegre»), una traducción que, no obstante, no es acertada para todos los pasajes, porque el €VayyéALov no sólo habla de «gracia» sino también de «juicio» (Rom 2, 16; Ap 14, 6d y passim). Posiblemente por influencia de los epígrafes secundarios que llevan losevangelios (por ejemplo, €VayyéAwv xaL<x MUQxov), y en época posterior al NT, €VayyéAwv se convirtió en el término técnico para designar a los libros de los evangelios (Ireneo, Raer IV, 20, 6; Clemente de Alejandría, Strom 1, 136, 1). 3. Probablemente el concepto de €vayyéAwv o su equivalente hebreo o arameo no formó parte integrante de la proclamación efectuada por el Jesús histórico. El término no se halla atestiguado tampoco en la colección de logia (Q). Y como no es convincente el intento por suponer que en Ap 14, 6 existe una antigua tradición (-+ 5), vemos que el origen del concepto neotestamentario de €vayyÉAWV no puede hacerse remontar a la comunidad palestinense judeocristiana. El uso del concepto en el cristianismo primitivo puede dilucidarse por la conexión que guarda con la tradición pre-paulina O Tes 1, 1ss; 1 Cor 15, lss; Rom 1, 1ss), porque Pablo presupone ya como conocido el concepto, al usarlo en sentido absoluto, tanto en sus relaciones con las comunidades fundadas por él como con las otras comunidades. 1 Tes 1, 9b-1O es una unidad de tradición -una unidad pre-paulina y a modo de confesión- que es probable que perteneciera originalmente a la tradición bautismal cristiana. La estructura bimembre es característica, por su contenido, del ámbito cristiano helenístico (conversión al «Dios vivo y verdadero» yexpectación del Hijo de Dios). La vinculación del fragmento de tradición, de acentos sote-

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riológicos y cristológicos, con el concepto de €vayyÉAwv (v. 5) hace probable que, con anterioridad a Pablo, en las comunidades helenísticas del cristianismo primitivo, hubiera ya enunciados monoteístas y cristológicos combinados con el concepto de €VayyÉAwv. Pero esto no permite suponer que el término se derive de la predicación misionera monoteísta de la sinagoga helenística. En 1 Cor 15, lss se encuentra una unidad de tradición, al menos en los vv. 3-5. La composición pre-paulina la sugieren las frases no paulinas y la estructura métrica (cuatro veces on). Es de suponer que el fragmento de tradición tenninaba con el v. 5a (wq)'lh¡ Kr¡<jl(t) y que los vv. 5b-7 son una adición paulina, a base de una tradición preexistente, probablemente de carácter oral, conectada con la tradición anterior por ih:u o EJtEL'tU, con arreglo a las fórmulas paulinas para presentar una serie. La confesión de fe no tiene un Sitz im Leben claro, y (en esta versión) debe atribuirse a la comunidad helenística. Los pasajes de €VayyÉAwv O Cor 15, 1-2) fueron conectados por Pablo con la confesión de fe, ateniéndose a la tradición de las comunidades cristianas helenísticas. De ahí se se deduce, por tanto, que la acentuación cristológica (como sucede en 1 Tes 1), es decir, la conexión con la muerte expiatoria y la resurrección de Jesucristo, fuera trasmitida ya como contenido esencial del €VayyÉAwv prepaulina. También en Rom 1, 1ss el concepto de €VayyÉAwv (vv. 1 y 9) está vinculado con una confesión pre-paulina. El lenguaje no paulina, la construcción de participio, el paralelismo y la cristología de dos fases indican que los vv. 3b-4a son un fragmento de tradición que fue completado específicamente por Pablo (xa'ta OUQxu y xa'ta J'tv€v[.ta áyLÚ)O'ÚV1J~). La fórmula citada tiene en el contexto paulina la función de mostrar que el «evangelio» de Pablo es idéntico a la «fe» de la comunidad romana. Independientemente de la cuestión de si Pablo encontró ya previamente la conexión de esta fórmula de confesión con el término €VayyÉAwv, confirma lo que acabamos de

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EUUyyÉALOV

decir: en lo que respecta a las comunidades pre-paulinas de la misión cristiana helenística, debe presuponerse como cosa hecha la interpretación cristológica del concepto de €VayyÉAwv. Aunque los testimonios del término €vayyÉAWV en Marcos deben atribuirse a la redacción (-+ 5), sin embargo la manera de hablar refleja una tradición pre-marquina. Como se deduce de una comparación con Pablo, las construcciones con el genitivo 'fr€Ov (1, 14) o 'I1Joov XQLO'tOV O, 1) o el uso absoluto del término (1, 15; 8, 35; 10, 29; 13, 10; 14, 9) son tradicionales. En el uso pre-marquino, no se hizo realmente distinción alguna en cuanto al contenido. La permanente referencia cristológica confirma que la concepción cristiana pre-paulina y la pre-marquina se hallaban centradas cristológicamente. No puede identificarse ya una orientación específica de los elementos cristológicos pre-marquinos (¿apocalípticos?) . 4. El sustantivo hebreo bes'ora, de confprmidad con el uso profano, significa en el AT, de manera absolutamente positiva, «la recompensa que se da al mensajero por un mensaje de victoria» (2 Sam 4, 10; 18, 22) o «el mensaje de victoria» (2 Sam 18, 20.25.27; 2 Re 7,9). - En la LXX €uuyyÉALOV aparece con el mismo significado que en el TM, pero únicamente en plural (2 Sam 4, 10); aparece además el femenino T] €UUYyEALU (<<mensaje de gozo», 2 Sam 18,20-27; 2 Re 7, 19). La distancia de la tradición veterotestamentaria y judía con respecto al concepto neotestamentario de EUUYYÉALOV es considerable, tanto más que el sustantivo no tiene significado teológico ni en el TM ni en la LXX. El uso griego y helenístico del ténnino corresponde en parte al uso profano del mismo en la LXX (por ejemplo, Homero, Od 14, 152: «recompensa por una buena noticia»). Por el contrario, un significado religioso se halla atestiguado en la tradición helenística, al menos en los escritares judíos Filón y Josefa. Mientras que Filón emplea el verbo (--> EUUyyEAL~Ú) 3), hallamos en Josefa el sustantivo: BelllI, 420 (= «buena nueva») y Bell IV, 618, donde la exaltación de VesP~siano al trono imperial es el objeto del EUUyYEALov. Al entorno helenístico de Josefa le resulta familiar la vinculación del EuuyyfALOv

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con el culto al emperador y con el ofrecimiento de sacrificios al mismo. Y, por tanto, le resulta también familiar el significado del ténnino como tecnicismo religioso y sacro. Así lo confinna Bell IV, 656 (proclamación del emperador). Hay, asimismo, inscripciones helenísticas que atestiguan el sentido religioso: en relación con el culto a los soberanos aparece ya una antigua inscripción del siglo IV a.C. que muestra que a los EuuyyÉALU se les atribuye significado salvífico (OGIS 1, 13.20). De especial importancia es la inscripción de Priene (OGIS 11, 458). Por ella vemos que los EuayyÉALu designan no sólo el anuncio de la salvación que llega con la presencia del emperador (líneas 37s) sino también los mensajes de gozo por el acontecimiento salvífica (líneas 40s). A pesar del estilo retórico, está claro que los EuuyyéALU, tanto aquí como en otros testimonios helenísticos (cf. DeiBmann, Licht, 313s) y también en Josefa, designan acontecimientos salvíficos que afectan a las vidas de los habitantes del imperio. La base primaria -en la perspectiva de la historia de las tradiciones- del EuuyyéALOv del NT habría que buscarla en el ámbito del culto helenístico a los soberanos. A partir de allí el concepto de EuuyyéALOv halló entrada en el lenguaje cristiano. Aunque el NT no se distancia explícitamente de la terminología del culto greco-helenístico a los soberanos o del culto helenístico-romano al emperador, sin embargo este distanciamiento se da ya por el contenido mismo del evangelio, porque el singular EuuyyÉALOV designa el acontecimiento de Cristo como evento escatológico singularísimo y lo diferencia de todos los €uuyyÉALU que se dan en el entorno no cristiano. Ha quedado bien patente que no puede establecerse una clara genealogía veterotestamentario-judía o greco-helenística del EUUyyÉALOV. La proclamación neotestamentaria del €UuyyÉALOV puede recoger en sí tanto elementos veterotestamentario-judíos como greco-helenísticos. En todo ello resulta evidente la conexión primaria del sustantivo EUUyyÉALOV con la tradición greco-helenística. Gracias a ella, la novedad que la proclamación cristiana quiere anunciar podrá expresarse de manera que sea inteligible en su entorno. 5. En 1 Tesalonicenses, la carta paulina más antigua, €VayyÉAwv como nomen actionis designa, por un lado, el acto de la predicación de Pablo que tuvo como resultado la fundación de la comunidad (1, 5). Aquí la rea-

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EuayyÉ"J,.wv

lización de la tarea de predicar se designa como expresión de la agape (2, 8; cf. 3, 2). Por otro lado, EvayyÉA.LOV designa el contenido doctrinal del «evangelio», haciéndolo claramente mediante la construcción con A.a"AÉw (2, 2) Y x1']Qúoow (2, 9): un contenido que ha sido confiado al apóstol para su proclamación (2,4). Este contenido tiene orientación monoteístico-cristológica, porque incluye la confesión de fe en el sentido salvífico de la cruz y de la resurrección de Jesucristo (compárese 1, 8-10 con 4, 14). EvayyÉA.LOV es palabra obrada por el poder del Espíritu y que obra actos pneumáticos; porque manifiesta la elección del hombre -una elección que precede a la historia (1,4)- Y que es vocación a la salvación (2, 12). Los enunciados EV X'UQLq>/XQLO'tQ) de 1 Tesalonicenses muestran la tensión (contenida en el concepto de EvayyÉA.LOv) entre el «ahora ya» y el «todavía no». El contenido soteriológico de la proclamación paulina del evangelio está determinado por el contexto apocalíptico (cf. el sentido futurista y forense de :n:aQo'UoLa en 2, 19; 3, 13; 4, 15; 5, 23); al mismo tiempo, la salvación escatológica acontece anticipadamente en el don del Espíritu (1, 5; 4, 8; 5, 19). No podemos detenemos aquí a estudiar los problemas exegéticos de Gálatas, especialmente de los dos pasajes más importantes, que son 1, 6 Y 2, 7 (cf. la bibliografía; ~ ihEQO¡; 3). Aunque no es posible una reconstrucción clara de la unidad de tradición que hay en 2, 7s, sin embargo vemos que se trata de una enseñanza trasmitida por tradición en las comunidades helenísticas, una enseñanza que sugiere a este propósito que la proclamación del apóstol era designada ya como EvayyÉA.LOv. En 1, 6s Pablo identifica el único evangelio, que es la norma para juzgar acerca de la legitimidad de la predicación cristiana, con el EvayyÉA.LOV wu XQLO'tOU. El genitivo no debe entenderse en sentido exclusivamente objetivo (cf. 1, 16) ni en sentido exclusivamente subjetivo (cf. 1, 12). Lejos de eso, caracteriza al EvayyÉA.LOV como autorizado por el Cristo exaltado. El objeto del

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evangeÚo paulino (1, 7; 2, 2) es el acontecimiento de Cristo, como lo es también la fe en cuanto aceptación de la proclamación (cf. 1, 23). De manera distinta que en 1 Tesalonicenses, Pablo desarrolla en Gálatas su evangelio que es mensaje de justificación. El acontecimiento de Cristo como contenido del evangelio es superación de la justicia humana procedente de la ley y es fundamentación de la vida por la XáQL¡; 'frEOU (1, 11; 2, 19-21). La «verdad del evangelio» se experimenta como justificación del pecador (2, 5.14). En 1-2 Corintios EvayyÉA.LOV designa globalmente la proclamación efectuada por Pablo (1 Cor 4, 15; 9, 12ss; 2 Cor 2, 12; 4, 3s; 8, 18; 10, 14). De manera ejemplar 1 Cor 15, lss caracteriza el contenido del EvayyÉA.LOV como kerygma acerca de la muerte y la resurrección de Jesucristo (cf. 2 Cor 9, 13), mientras que otros pasajes están subordinados a la finalidad parenético-ética de la primera Carta a los corintios (9, 12ss). En la segunda Carta a los corintios, se reflexiona fundamentalmente -en la confrontación con los adversariosacerca de la persona y del encargo de Pablo de proclamar el evangelio (11, lss). Las consecuencias de la predicación del EvayyÉA.LOV son la aceptación escatológica de los creyentes y la reprobación de los incrédulos (4, 3s). La Carta a los romanos desarrolla más extensamente la relación, expuesta en Gálatas, entre el EvayyÉA.LOV como proclamación hecha por Pablo (1, 9) o -en términos más generales- entre el mensaje cristiano (10, 16; 11, 28), por un lado, y el acontecimiento de la justificación, por el otro lado: el contenido de la proclamación paulina del evangelio, la justicia de Dios que se revela a la fe, se fundamenta en el kerygma de Cristo (1, 3s; cf. 15, 19). El EvayyÉA.LOV tiene un horizonte en la historia de la salvación (1, ls; otra cosa sucede en la doxología final de Romanos, una doxología tardía y que no es paulina, según la cual el EuayyÉA.LOV se compara con la revelación de un misterio, que fue mantenido en secreto desde la eternidad: 16, 25). Establece, además, la base para la orientación universal

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EuayyÉ"J,.wv

d~ la predicació,n paulina; porque el EvayyEA.LOV es una 6'Uva,.LL¡; por la cual la justicia de Dios se convierte en realidad salvífica para todo creyente (1, l6s). Pero no sólo el mensaje de la justificación es objeto del evangelio, sino también la proclamación del juicio según las obras (2, 16). Aunque no es inequívocamente seguro que la instrucción ética del apóstol pertenezca al contenido del EuayyÉA.LOV, sin embargo la unidad entre el «indicativo» y el «imperativo» del acontecimiento de Cristo pertenece con seguridad al evangelio (cf. Gál 5, 25), Y el EvayyÉA.LOV se comprende como una norma general para la conducta de las comunidades (15, 16; cf. Gál 2, 14; Flp 1,27). Las dos cartas escritas desde la prisión, Filipenses y Filem6n, muestran la perspectiva global del concepto paulino de EvayyÉA.LOv. El EvayyÉA.LOV es interpretado primariamente en ellas desde la situación del encarcelamiento de Pablo (1, 7.16). El evangelio es una fuerza que crea comunión entre el apóstol y la comunidad (1, 5; 2, 22; 4, 3.15; Flm 13). Los padecimientos del apóstol sirven para la difusión del evangelio (1, 12). Además, el evangelio proporciona la norma para la conducta de la comunidad y salvaguarda la unidad de la fe (1, 27).

En Colosenses, que probablemente es una carta deuteropaulina, el término EvayyÉA.LOV aparece sólo al margen del verdadero centro de gravedad de la carta -la confesión de fe en l~ presencia de la salvación que se ha producIdo y se sigue produciendo en Cristo- y se coordina con la EA.:n:L¡; en la tríada «fe amor esperanza». El evangelio, como la «;alabr~ de la verdad», desvela -cual contenido de la pr~clamación de la comunidad y de la Iglesia u~lVersal- el futuro escatológico (1, 5). Esta ~ne~t~~ión queda subrayada en la segunda panclOn del término evangelio: junto a la «fe» , la «speranza e d I' e evangeho» se cuenta ent~e l~s. sillares fundamentales sobre los que esta tá b' edlftcada la comunidad (1 , 23) .Y, así , eslen claro para el autor que semejante es-

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peranza se fundamenta supremamente en la realidad de Cristo (cf. 1,27). Los testimonios de EuayyÉA.LOV en Efesios interpretan los lugares paralelos de Colosenses. En consonancia con Col 1, 5, vemos que EuayyÉA.LOV expresa en Ef 1, 13s el objeto de la esperanza: el aQQa~wv 'tfj¡; XA.1']Qovo,úa¡;, la prenda que garantiza el «rescate de la heredad», se promete a la comunidad por medio del evangelio. En 3, 6 (cf. Col 1, 23) EvayyÉA.LOV determina el contenido del misterio de Cristo: este misterio hace que los gentiles sean también partícipes de la promesa. En Ef 6, 19, mediante la inserción de 'tOu EvayyEA.Lo'U -en vez de 'tOu XQLO'tOU en Col 4, 3- se identifica el misterio de Cristo con el misterio del evangelio, cuya proclamación ha sido encargada al apóstol (una variante textual probable del p46 así como de los manuscritos B y G, Y además los Padres de la Iglesia Tertuliano y Ambrosi aster, no atestiguan el genitivo 'tOU EvayyEA.LO'U; se trata posiblemente de una asimilación secundaria a Col 4, 3). Ahora bien, la proclamación del EvayyÉA.LOV no sólo incumbe al apóstol sino también a la comunidad; ésta se halla bajo la exigencia de emplearse a fondo en favor del EuayyÉA.LOV 'tfj¡; EtQ~V1']¡; (Ef 6, 15, en cita de Is 52, 7). El autor de la segunda Carta a los tesalonicenses quiere hacer frente a un entusiasmo cristiano-apocalíptico y reclama para ello la autoridad de Pablo, según se refleja no sólo en las exposiciones apocalípticas de su carta sino también en el concepto de EvayyÉA.LoV. En el amenazador juicio final, que retribuye con justicia a los perseguidores de la comunidad, se ejecuta el juicio contra los que son desobedientes al «evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (1, 8; cf. 1 Pe 4, 17). Según 2, 14, la proclamación del apóstol, designada como EvayyÉA.LOV, tiene como consecuencia la vocación divina de la comunidad. En ella se manifiesta la voluntad de Dios, que es quien elige, y en ella se fundamenta la esperanza de alcanzar la 6ó1;a del Kyrios Jesucristo exaltado. La apelación al Exaltado (cf. 1, 8s.12; 2, 13s.16; 3, 3.5.16) Y la proclamación autoritativa del evangelio por parte del autor se co-

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EuaYYÉALOV

rresponden mutuamente y sirven para la salvaguardia de la fe. En las Cartas primera y segunda a Timoteo, que son post-paulinas, el evayyÉ"Awv se asocia con la imagen post-apostólica de Pablo. Como maestro de la Iglesia, Pablo pone el fundamento para la recta doctrina (cf. 1 Tim 1, 10). Recogiendo la tradición paulina, 1 Tim 1, 11 -con lenguaje litúrgico- designa como evayyÉ"Awv "Cfí¡;; M~l]¡;; 'tO'U [w'XaQLO'lJ {}wu la misión de proclamación recibida por el apóstol. La ()ó~a celestial es aquí, como en 2 Cor 4,4-6 Y Col 1,27, el contenido del evangelio. Pero el contexto ético (1 Tim 1, 3-10) muestra que la proclamación post-paulina del evangelio quiere conducir, al mismo tiempo, a una actitud que esté en consonancia con las ordenanzas eclesiales. Como las Pastorales reflejan la situación de sufrimientos por los que atravesó Pablo, vemos que 2 Tim 1, 10 -con estilo litúrgico participial- pone de relieve la importancia del eVayyÉ"Awv ante el sufrimiento y la muerte: el «evangelio» vence a la muerte y revela «la vida y la inmortalidad». El discípulo del apóstol debe estar dispuesto a sufrir por el evangelio, siguiendo el ejemplo de Pablo. En ello se demuestra el poder de Dios (2 Tim 1, 7s), exactamente igual que en Rom 1, 16 se dice que este poder se identifica con el evayyÉ"Awv. Si se produce tal sufrimiento «por amor de los elegidos» (2 Tim 2, 10), entonces se exhorta a la Iglesia en su totalidad a soportar el sufrimiento y la muerte (2 Tim 2, 8) 'XaLa "Ca eVayyÉ"ALóv [lO'lJ (así se dice también en Rom 2, 16; 16, 25). La razón para perseverar en medio del sufrimiento se halla en el kerygma de Cristo, un kerygma cuya cita en 2 Tim 2, 8.11 remite directa o indirectamente a la fórmula cristológica de dos fases que leemos en Rom 1, 3s. Prescindiendo del pasaje secundario de Mc 16, 15, los siete testimonios que hallamos en Marcos (1, 1.14s; 8, 35; 10,29; 13, 10; 14,9) pertenecen, todos ellos, al material redaccional. Por tanto, deben también interpretarse primariamente en conexión con el contexto li-

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terario del segundo evangelio. La estrecha vinculación entre el evayyÉ"Awv y la persona de Cristo demuestra también, en el caso de Marcos, que el concepto procede de la tradición cristológica de la comunidad helenística (cf. especialmente 1, 1; 14,9). En la tradición pre-marquina evayyÉ"Awv está completado por el genitivo objetivo 'tOU XQL<J'tOu. Sin embargo, el evangelista Marcos ha empleado el genitivo en sentido subjetivo, convirtiéndose Jesús en el proclamador del evangelio (cf. 1, 14s). Y, así, 1, 1 debe entenderse primariamente en sentido subjetivo. Pero en 13, 10 y 14,9 no puede excluirse el uso objetivo. En 8, 35 y en 10, 29 puede tratarse tanto de una proclamación de la comunidad acerca de Cristo como de la proclamación efectuada por Cristo mismo. Marcos pasa de la proclamación acerca de Cristo a la proclamación efectuada por Cristo, a fin de orientar a la comunidad hacia la imagen del Hijo de Dios e Hijo del hombre que actuó en el pasado. Sin embargo, Marcos no sólo encuadró históricamente el evayyÉ"ALov, sino que lo interpretó también apocalípticamente. La proclamación que Jesús hace del evangelio no es sólo el «cumplimiento del tiempo», sino que además se anuncia en él el futuro reino de Dios (1, 15: ~yyL'XeV = orientado hacia el futuro). Asimismo, la aparición del término en 8, 35 se halla también orientada apocalípticamente: la actitud que se adopte ante Jesús equivale a la actitud que se adopte ante el evangelio, y decidirá acerca de la aceptación o la reprobación que se experimente en el juicio. En todo caso, el evayyÉ"Awv tiene también aquí el carácter de mensaje acerca del comienzo del reino de Dios, proclamado por Jesús. Aunque Marcos no distingue terminológicamente entre el evangelio de Jesús y el evangelio post-pascual, sin embargo él nos hace ver que la proclamación del evangelio efectuada por la comunidad (13, 10; 14, 9) se basa en la palabra de Jesús. Esta incluye la exhortación a seguirle a él cargando con la cruz (8, 34). Y, así, la cruz de Jesús no es exclusi-

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EuaYYÉALOV

vamente un criterio interpretativo del evayyÉ"Awv, sino que es la realidad tangible del motivo trascendente del ocultamiento del Revelador, que encuentra una resolución parcial en Pascua y que señala finalmente hacia la parusía (9, 1.9 y passim). En consonancia con ell.o, en 10, 29 se promete a los discípulos perseguidos un futuro escatológico, y en 10, 30 el evayyÉ"Awv mismo, como parte integrante de los «dolores de parto del fin de los tiempos» (13, 8), es un acontecimiento apocalíptico. El «evangelio de Jesucristo», que en Marcos se representa en la vida de Jesús como parte del marco de la historia de la salvación, es prometido -después de la cruz y la resurrección- a los judíos y a los gentiles y se realiza precisamente en los sufrimientos y en la persecución padecidos por la comunidad como anticipación y anuncio de la llegada del reino de Dios. Mateo recoge la mayoría de los pasajes de Marcos acerca del evayyÉ"ALoV. Las «excepciones» están motivadas por el tema (Mc 1, 1 es eliminado a causa de la genealogía y de las historias de la infancia relatadas por Mateo; Mc 8, 35 y 10, 29 lo son en virtud del realce que se da en Mateo a la persona de Jesús; Mc 1, 14s aparece básicamente en Mt 4, 23 Y 9, 35). Mateo no utiliza nunca el término evayyÉ"Awv en sentido absoluto, sino siempre en combinación con 'tOu'tO (24, 14; 26, 13) o con "Cfí¡;; paOL"Ada¡;; (4, 23; 9, 35; 24, 14). Esto indica que Mateo encontró un uso no restringido del concepto y refleja así una manera de hablar anterior al NT (un uso greco-helenístico del término). En cuanto a su contenido el evayyÉ"Awv se halla orientado más inte~sa­ mente que en Marcos hacia la proclamación de Jesús (asociación frecuente con 'Xl]Qúo000). El genitivo "Cfí¡;; paOL"Ada¡;; tiene significa~o «objetivo». Y, así, no es posible distingUIr entre la proclamación y la enseñanza de Jesús. El evayyÉ"ALov es una exigencia ética de ~esús y una instrucción escatológica del Kyrzos, y se dirige hacia la comunidad y hacia el mundo (cf. 28, 18-20). En el evangelio de Lucas no aparece el concepto e'lJayyeJl.wv. ' '\ El doble empleo que se

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hace del mismo en Hechos se refiere a la predicación de los apóstoles entre los gentiles (15, 7; 20, 24). Esta modificación que convierte el concepto en término técnico, no sugiere que el concepto pueda emplearse al mismo tiempo para designar la predicación de Jesús, y con tanta mayor razón cuanto que la predicación apostólica, en Hechos, no es simplemente una repetición de la predicación de Jesús, sino que está determinada fundamentalmente por el acontecimiento salvífico que tuvo lugar en la cruz y la resurrección de Jesucristo. En el único testimonio que aparece en la primera Carta de Pedro (4, 17), evayyÉ"Awv 'tOU {}cou significa el contenido apocalíptico del mensaje de Cristo en el cristianismo primitivo, por cuanto el término está integrado en la parenesis relativa a los sufrimientos de la comunidad en medio de las persecuciones: mientras que el que sufre como cristiano recibe la promesa, todos aquellos que son desobedientes al evayyÉ"Awv recibirán castigo en el juicio. A diferencia, por ejemplo, de 1 Cor 11, 32, y en consonancia con 2 Tes 1,8, se ha independizado la idea acerca del juicio contra los no creyentes; el evayyÉ"Awv se ha convertido aquí en parte integrante de una reflexión secundaria desde el punto de vista de la historia de las tradiciones, que interpreta tradiciones sapienciales veterotestamentarias de los Proverbios (v. 18; Prov 11,31). El único testimonio que hay del sustantivo en el Apocalipsis (14, 6), lo mismo que el verbo (también 10, 7; --+ evayye"Atl;oo 3), debe atribuirse por su lenguaje y su composición al redactor final del Apocalipsis, y por tanto no es un testimonio apropiado que sirva de punto de partida para la reconstrucción de la más antigua historia de las tradiciones cristianas. También el contenido del pasaje se halla muy alejado de la tradición apocalíptica del cristianismo primitivo. El «evangelio eterno» que proclama el «otro ángel», se dirige a todas los pueblos y lenguas. Su contenido es un llamamiento ilimitado al arrepentimiento, y con él se asocia un anuncio del juicio (v. 7).

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EvayyÉALOV - EVOO'ltÉW

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Sin embargo, es fundamental en el pasaje, como en el resto del NT, la finalidad cristológica: el euayyÉAwv es el mensaje de Cristo, que se orienta hacia la llegada del Kyrios, el cual pronunciará juicio y ejercerá gracia (cf. 22,20s). G. Strecker

dJaYYEJ"LCJtÍl;, olí, Ó euaggelistes proclamador -+ euayyeALtw

5.

ElJaºECJtiro euareste6

ser agradable a; en voz pasiva, complacerse en* El verbo aparece únicamente en Hebreos: en 11, 5 dícese de Enoc, que agradó a Dios, precisamente por su fe (11, 6); en 13,16 dícese de los sacrificios en los que Dios se complace (en voz pasiva). F. Luciani, Uso e significato del verbo euareste5 in Filone Alessandrino: Verifiche 6 (1977) 275-297, 557-588.

ElJciºECJtO;, 2 euarestos

agradable, aceptable* El adjetivo aparece 9 veces en el NT, cinco de ellas en Pablo. Es un término muy corriente en la Koiné, pero raro en la LXX (únicamente en Sab 4, 10; 9, 10). En el NT se usa casi exclusivamente para referirse a las acciones de los creyentes que son agradables a Dios o a Cristo: Rom 12, 1: euáQEOwv"t(j':> 'fre(j':>, dícese del sacrificio vivo y santo de los cuerpos de los creyentes; cf. euáQEOw~ "t(j':> 'frE(j) junto a ()6'ltq.w~ wü; av'frQómOL~ en Rom 14, 18; además Fil 4, 18; 2 Cor 5, 9 (euáQEO"tOL au"t(j':»; Ef 5, 10; Col 3, 20 (euáQEOwv "t(j':> 'lt1JQL(¡l); Heb 13, 21 (euáQEO"toV EVÚlmov au"toií); en sentido absoluto: "to aya'frov x,at euáQEOwv x,at "tÉAeLOv como contenido de la voluntad de Dios, Rom 12, 2. Según Tit 2, 9 los esclavos deben ser complacientes con sus amos, mostrando así su «buena fe». euáQeo"to~ es un extenso concepto clave del lenguaje parenético, por el que se exhorta a los creyentes a que se dediquen a examinar cuál es la voluntad

de Dios en la correspondiente situación de su vida. ThWNT 1, 456s; DTNT 1,281-283.

ElJaºiCJtro; euarest6s (adv.) de una manera agradable* Heb 12, 28: Aa"tQeúW[1.ev euaQÉo"tw~ "t(j':> 'fre(j':>, es decir, «con respeto y reverencia». Ev~ou/"o;,

ou Euboulos Eubulo* Nombre de un cristiano que, juntamente con otros, manda saludos a Timoteo (2 Tim 4, 21). EVyE euge

¡muy bien!, ¡magnífico! Como exclamación en Lc 19, 17 (v.l. -+

dí).

ElJYEVÍl;, 2 eugenes noble, distinguido* En Lc 19, 12 dícese de un hombre distinguido, según el contexto un «noble» o «príncipe», en todo caso un pretendiente al trono (alusión al viaje que Herodes Arquelao realizó a Roma, cf. Josefo, Ant XVII, 11); en 1 Cor 1, 26, junto a OOcpOL y ()1JVaWL se habla de las personas distinguidas en sentido social, cf. también 4, 10; Orígenes, Ce1s 11, 79; cf. G. TheiBen: ZNW 65 (1974) 232-272, esp. 233235; en Hech 17, 11 dícese que los habitantes de Berea tenían más nobles sentimientos (~oav euyevÉo"teQOL) que los tesalonicenses. Spicq, Notes 1, 301-304.

ElJMa, a;, i¡ eudia buen tiempo Mt 16, 2 C D Koiné L W etc. Spicq, Notes 1,305s.

ElJl)oxiro eudoke6 complacerse en,

elegir,

decidir* 1. Aparición del término y contenidos semánticos 2. Usos teológicos - a) cristológico - b) soteriológico c) profético-apostólico. Bibl.: S. Légasse, Jésus et l'enfant, Paris 1969, 180182; O. Münderlein, Die Erwiihlung durch das Plero-

EVOO'ltÉW - EUOO'ltLa

ma. Bemerkungen zu Kol 1, 19: NTS 8 (1961-1962) 264-276, sobre todo 266-271; G. Schrenk, EvboxÉw en ThWNT n, 736-740. .

En el NT el verbo aparece 21 veces, nueve de ellas en las cartas paulinas auténticas; se encuentra, además, 3 veces en Mateo y otras tantas en Hebreos; 2 veces en Lucas, y también en los pasajes siguientes: Mc 1, 11; Col 1, 19; 2 Tes 2, 12; 2 Pe 1, 17. Falta, por tanto, en los escritos joánicos. El sujeto del verbo eu()ox,Éw es casi siempre Dios; tan s610 en 7 pasajes el verbo se predica de hombres. El uso de eu()ox,Éw en el NT, un verbo de voluntad, está marcado por la influencia de la LXX. Los significados oscilan entre querer, decidir, elegir. Las veces en que el verbo apar~ce con una persona humana como sujeto no tlenen verdadero contenido teológico: Rom 15,26.27; 2 Cor 5,8; 12, 10; 1 Tes 2,8; 3, 1; 2 Tes 2, 12. 2. Las otras 14 veces, en las que Dios aparece como sujeto, se distribuyen entre enunciados que tienen acento cristológico, soteriológico o profético-apostólico. a) El primer tipo se encuentra en la voz del cielo, que se escucha con ocasión del bautismo de Jesús (Mc 1, 11 par. Mt 3, 17/ Lc 3, 2~;. EvEb en Epifanio, Haer 30, 17), donde es facIl reconocer la influencia de Is 42, 1. Mt 17, 5 Y 2 Pe 1, 17 asimilan la voz que se es~ucha en la transfiguración a la «voz del bautlsmo» (cf. Mc 9, 7 par. Lc 9, 35). En la misma línea cristológica se halla Mt 12, 18-21 (v. ~8: av eM6x,r¡oev ~ 'ljJ1Jx'IÍ [1.01J), donde se. cIta a Is 42, 1-4. En estos ejemplos predomIna la idea de la elección divina en orden al de~tino singularísimo y trascendental de C~iStO, el Hijo unigénito (aya:n:r¡"t6~ !). La misma nota cristológica se reconoce en Col 1, ~9 (cf. Sal 67, 17 LXX). Según la interpretaCión más probable, la «plenitud» (-+ :n:A'IÍQ(O[1.a) de las riquezas salvíficas que moran en C . h nsto (para que él las comunique a los ~~bres, cf. 2, 9-11; Ef 1, 23) se refiere aquí a hbre y absoluto decreto de Dios.

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b) Este decreto confirma aún más claramente su independencia con respecto a toda convención humana, cuando Pablo afirma en 1 Cor 1, 21 que la salvación de los creyentes se basa en una decisión divina que incluye el «necio» mensaje de la cruz. La salvación -en la realización de dicho decreto- está asegurada para la «pequeña grey» de los pobres, que son los protegidos de Dios (Lc 12, 32). Sin embargo, este punto de vista tiene una contrapartida negativa: la masa de los israelitas de ti~mpos del éxodo no consiguió -por su propia culpa- lo que Dios había previsto, y tan sólo ~~a minoría llegó a disfrutar del programa divmo. En consonancia con ello, Heb 10, 38 (en ci~a de Hab 2, 4 LXX) acentúa que e~ ~ombre sm la fe pone obstáculos al plan divmo de salvación y, así, no puede menos de perecer. (~. 39). De esta manera se ve que la absolutlvldad de la voluntad divina no excluye la libertad humana. Por eso, en forma aná!oga, los sacrificios del antiguo pacto que no iban acompañados de la obediencia del «corazón», no podían menos de «paralizar» el plan salvífico de Dios (Heb 10, 6.8); únicamente Cristo, por medio de su obediencia era capaz de realizarlo (vv. 7 y 9). ' c) Finalmente, Pablo considera su llamamiento para ser un profeta mesiánico como el objeto de un decreto incondicional y de pura gracia de Dios «()Ul "tfj~ XáQLW~ auwií) con respecto a él (Gáll, 15; cf. 1 Cor 9,17-18). S. Légasse !J ~

I

e

EUuoxLa, a;, 1) eudokia complacencia, voluntad, decreto* 1. Aparición y significado general del término _ 2. En la literatura epistolar - 3. Mt 11, 26 par. Lc 10, 21 (Q) - 4. Lc 2, 14. B~,bl.: Bauer, ,,!,orte,rbuch, s.v.; P.-R. Berger, Lk 2, 14: aV{}QwJtOL EuboXLa.;. Die aufGottes Weisung mit Wohlgefallen beschenkten Menschen: ZNW 74 (1983) 129-144; Id., Menschen ohne «Gottes Wohlgefallen» L~ 2, !4?: ZNW 76 (1985) 119-122; G. Schrenk, EUbo,~EW X'tA., en,Th"':NT n, 736-748; G. Schwarz, « ... aV{}QwJtoL Euboxta~»? (Lk 2, 14): ZNW 75 (1984) 136s. Cf. más bibliografía en ThWNT X 1088s. '

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EuooxLu

1. euboxLu es probablemente un término judeo-helenístico creado por derivación de --> euboxéw, y aparece casi exclusivamente en escritos judíos o cristianos. El trasfondo más importante para el uso que se hace de este término en el NT (donde aparece 9 veces) es la LXX (juntamente con los Salmos de Salomón, donde aparece 28 veces, y 8 veces en los Salmos y 16 en el Eclesiástico). Frecuentísimamente euboxLu es la traducción del término hebreo rii~ón (aunque éste se halla representado en la mayoría de los casos por otros vocablos griegos), que significa «complacencia, voluntad». Por lo general se habla de la euboxLu de Dios; cuando se predica de hombres, puede referirse también -según el contexto- a la mala voluntad. 2. En Rom 10, 1 Pablo habla de la eU6oXLU de su propio corazón hacia los judíos. La traducción frecuente, deseo, es posible -¡que duda cabe!- partiendo de --> euboxéw, pero el uso del sustantivo en otras partes sugiere un contenido más vigoroso. Y, así, Schrenk, 743 piensa en «la voluntad del corazón», y, siguiendo a Harnack, en «mi voluntad de amar». Los que, según Flp 1, 15, proclaman a Cristo bt' €U60XLUV, lo hacen según el v. 16 por amor, en contraste con los que lo hacen por envidia y rivalidad. Por tanto, también aquí es €U60XLU más que un débil sentimiento; es la buena voluntad. Según Flp 2, 13, Dios es quien obra «tanto el querer como el hacer 'Ú:rr:fQ'ti'j~ €u6oxiu~». Con «por, en interés de» (BlaB-Debrunner § 231) puede entenderse aquí una de dos: o bien la euboxLu de Dios (él actúa por su propio decreto, porque así le place), o bien la de los hombres (más de lo que es capaz la voluntad humana; cf. Bauer, WiJrterbuch, s. v. eu60xtu y s. v. 'Ú:rr:éQ l.e). Aunque el uso anterior que Pablo hace del término habla en favor de esta segunda posibilidad, sin embargo el trasfondo general hace que la primera posibilidad sea más probable (--> 4, a propósito de Lc 2, 14). El Pablo de la segunda Carta a los tesalonicenses pide a Dios en 1, 11 que con su poder consuma o complete en los tesalonicenses

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«toda eMoxLuv aym'twavvl'J~ (de la bondad) y toda obra de la fe». También aquí es posible que eU60XLU signifique la bondad de Dios (por ejemplo: que el beneplácito de Dios llegue a realizarse; así Schrenk, 744); pero en este caso el contexto (cf. también 1 Tes 1, 3) hace que sea más probable la idea de la eu60xLu humana. Sin embargo, la índole del genitivo, la relación con la bondad, sigue siendo incierta. O bien hay un genitivo subjetivo, como en la «obra de la fe» (entonces: la voluntad que procede de la bondad o de la rectitud; así piensa Bauer), o bien un genitivo objetivo (por ejemplo: la decisión para el bien; así piensa G. Friedrich, Thessalonicherbriefe [NTD 8 14], sub loco). En Ef 1, 5.9 eu60xLu se usa de manera clarísima para significar la libre voluntad y decreto de Dios (XU'tIX 't~v eu6oxLuV ... uu'to'Ú, en el v. 5 en combinación con :rr:QooQLau~, Y en el v. 9 con tlv :rr:Qoétte'tO). 3. También en Mt 11, 26 par. Lc 10,21 (Q) eV60XLU es el libre decreto de Dios (Schrenk, 745; cf. Bauer, WiJrterbuch, s. v. f!!:rr:Qoattev 2.d), en consonancia con 4> €av ~OvAl'J'tm en el versículo que sigue en cada caso (cf. P. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle, Münster i. W. 1972, 109). 4. En Lc 2, 14 la variante textual eU60XLU (con el sustantivo en nominativo) -por ejemplo, en la Koiné- no debe rechazarse a priori (GNTCom, sub loco), pero el genitivo ev6oxLu~ (B* Sin* A D) podría ser la lectura original. Nuevamente es posible entender el genitivo en el sentido de la ev60xLu humana, no -desde luego- como una actitud meritoria, sino en el sentido de que Dios, con su paz, nos concede también graciosamente el don de abrirnos a él. Ahora bien, lo más probable es que el genitivo signifique la libre decisión de Dios (Schrenk, 745-748); esta interpretación se ve corroborada nuevamente por el paralelo «hijos del beneplácito», de Qurnrán (lQH 4, 32s; 11, 9); cf. C.-H. Hunzinger: ZNW 44 (1952-1953) 85-90; 49 (1958) 129s; cf. J. A. Fitzmyer: ThSt 19 (1958) 225-227, Y R.

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Deichgraber: ZNW 51 (1960) 132; cf. ya 1. Jeremias: ZNW 28 (1929) 13-20. Por tanto, el mensaje angélico es la proclamación del don de la paz de Dios a los hombres del beneplácito divino; cf. Schrenk, 747s; H. Schürmann, Lukas (HThK), sub loco; cf., no obstante, G. Schwarz: BZ 15 (1971) 260-264, quien basándose en una retraducción al arameo pretende eliminar aquÍ ev6oxLu. R. Mahoney

EVEQ'(Eaí,a, a~, ción buena --> eueQye'tÉw.

tí euergesia beneficio, ac-

EVEQ"{E'tiro euergetei5 hacer el bien* eVEQyeaíu, U~, ~ euergesia beneficio, acción buena* eUEQYÉ'tr¡C;, 01), Ó euergetes bienhechor, benefactor* 1. Aparición en el NT y significados - 2. El grupo de palabras en el Helenismo - 3. Trascendencia teológica del grupo de palabras en Lucas/Hechos.

Bibl.: G. Bertram, f1JEQYEiéw ¡¡TA., en ThWNT n, 651.-653; H. Bolkestei~: Wohltlitigkeit und Armenpfleg~ 1m vorchristlichen Altertum, Utrecht 1939 (= Gromngen 1967),95-102, índice, s.v.; U. Busse, Die Wunder des Propheten lesus (FzB 24), Stuttgart 1977, 434-437; DeiBmann, Licht, 214-216; B. Kotting, Euergetes, en RAe VI, 848-860; A. D. Nock, Soter and Euergetes, en The loy 01 Study. FS F C. Grant, New Y~rk 1951, 127-148; J. Oehler, Euergetes, en PaulyWlssowa VI, 978-981; H. Schürmann, lesu Abschiedsrede (NTA 20, 5), Münster 1957, 70-73; E. Skard, Z~ei religios-politische Begriffe: Euergefes - Concordla,Oslo 1931; Spicq, Notes 1, 307-313.

1. El grupo de palabras se centra en la doble obra de Lucas (donde cada vocablo aparece una vez). En el resto del NT EueQywLu aparece una sola vez (1 Tim 6, 2). Este último sustantivo abstracto designa el ~echo de obrar rectamente en general, y partIcularmente la acción buena tanto en el sent~ , 1 o de un acto concreto como en general (Homero, Od 22,374; Herodoto 11, 47.67; IV, 165; V, 11; Jenofonte, An VII, 7, 47; Platón, Gorg 513e; la LXX aplica el término a Dios,

que obró milagros con ocasión de la salida de los israelitas de Egipto: Sal 77, 11; Sab 16, 11.24). En 1 Tim 6, 2 el término se aplica a los amos creyentes, a quienes los esclavos deben servir, «porque son creyentes y amados (por Dios) y son diligentes en hacer el bien ('tij~ d,eQywLu~)>>. En Hech 4, 9 se habla de la acción buena hecha a un hombre enfermo (avttQw:rr:ou a(JtteVO'Ú~). Testimonios de este término en escritos cristianos posteriores: 1 Clem 19,2; 21,1; 38, 3; Diogn 8,11; 9, 5. El verbo significa hacer el bien, beneficiar, hacer actos de bondad (en la LXX y en otras partes dícese nuevamente de los milagros obrados por Dios con motivo del éxodo: Sab 11,5.13; 16,2). El verbo aparece en sentido absoluto en Hech 10, 38 en el discurso de Pedro ante Cornelío, donde el término caracteriza la actividad de Jesús, «que pasó haciendo el bien (6ti'jAttEV eUEQye'toov) y curando a todos ... ». En el ámbito de la literatura cristiana primitiva el verbo se encuentra también en 1 Clem 20, 11; Diogn 10,6; IgnRom 5, 1. El sustantivo eUEQyé'tr¡~ designa a quien realiza un beneficio, al benefactor. En Lc 22, 25 este término se emplea en una palabra de Jesús dirigida a sus discípulos (probablemente es redaccional; cf. Schürmann, 72): los poderosos del mundo «hacen que los llamen benefactores» (--> 2). Y a los discípulos se les hace también la advertencia del v. 26: «Pero vosotros no debéis proceder de esta manera. Entre vosotros, el más importante ha de ser como el menor, y el que manda como el que sirve». 2. EUE(lyÉ'tT]~ se halla atestiguado frecuentemente en el Helenismo como un título aplicado a los soberanos y a otras personas destacadas (filósofos, descubridores, médicos; Herodoto VIII, 85; Jenofonte, Hist VI, 1, 4; Platón, Gorg 506c. Aparece también en las inscripciones, cf. SIG, índice, s. v.; Moulton-Milligan, 260s; Liddell-Scott, s. v. Se encuentra también en monedas, cf. DeiBmann, 215, y en papiros). En los escritos judíos se usa igualmente este título: AdEst 8, 12n; 2 Mac 4, 2; 3 Mac 3, 19; Filón, Omn. Probo Liber 118; Flacc 81; Josefo, Bell I1I, 459. Es frecuente la doble predicación (Jw'tTJQ xui EueQyé'tT]~: Pap London (11) 177, 24; una inscripción espartana en

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Moulton-MiIligan, 261 (sobre Adriano); IG XlIII, 978 (sobre Trajano); Est 8, 12n; Josefo, BelllIl 459. El empleo polifacético (también de los de~ más vocablos del grupo de palabras) está relacionado con el optimismo cultural del mundo helenístico. Di versas personas (raras veces dioses; cf. Nilsson, Geschichte, 183) «son celebradas como benefactores por los méritos adquiridos en el progreso del género humano» (Bertram, 651). Sobre todo el renacimiento en tiempo de los Augustos convirtió el título (que para aquel entonces había quedado ya muy desvaído) en un término fundamental de carácter religioso y político (Skard). Los emperadores eran considerados como divinos salvadores y benefactores de la humanidad, porque con la Pax romana habían hecho posible la cultura (cf. Bertram, 652; A. AlfOldi: Mus. Helv. 11 [1954] 145-151).

14, 17: Dios como ayu{}o'UQYwv). Lucas nos permite conocer la razón objetiva de la prohibición dada por Jesús. El verdadero benefactor de los hombres prohíbe a los discípulos que se dejen llamar EUEQyÉtm (Lc 22, 25s). La formulación presupone que los portadores profanos de este título lo que hacen en realidad es ejercer su dominio y poder sobre los pueblos. Sin embargo, en la comunidad de Jesús el más importante (¿el dirigente de la comunidad?) debe ajustarse al ejemplo dado por Jesús (v. 27) y distinguirse por sus actos de servicio (cf. también en 6, 33.35 ayu{}oJtOLÉW, y consúltese, a propósito, Busse), sin aspirar a que la gente los reconozca y les aplique títulos (cf. Mt 23,6-12).

3. Los testimonios de los tres vocablos en Lucas/Hechos no se hallan claramente coordinados entre sí, pero los tres pasajes tienen su propio perfil teológico. En Hech 10,38 la actividad de Jesús se describe por medio de los dos participios EUEQYEtwv y tW[!EVO~. La actividad benefactora de Jesús es esencialmente una actividad de curación de «todos los que se hallan dominados por el diablo», y se ejerce en el Espíritu Santo, con «poder» y con la asistencia de Dios. En consonancia con ello, la curación de un paralítico junto al templo (Hech 3, 1-10) se declara ante el Sanedrín en Hech 4, 9 (también en este caso por boca de Pedro) como un acto de EUEQYEaLU hacia un enfermo. A causa de esta curación (bd con dativo) se interroga a los apóstoles, sospechosos injustamente de haber hecho algo ilegal; se quiere averiguar «por medio de quién ese hombre ha sido curado (oÉoonm)>>. Aquí no sólo se recoge el paralelo usual «salvador y benefactor» (~ 2) (cf. también Lc 6, 9: ayu{}oJtOLi'jom junto a owom), sino que además se hace ver claramente que los benefactores no son propiamente los apóstoles; detrás de su acto de curación se halla Jesús, a quien las autoridades judías habían crucificado (Hech 4, 10) junto a dos xuxouQyOL (Lc 23, 32.33.39 a diferencia de Marcos). Sin embargo, a Jesús no se le aplica el título de «benefactor» (l Clem 23, 1; 59, 3 habla de Dios como benefactor; cf., no obstante, Hech

G. Schneider EVEºyÉ'tl)~, OU, Ó euergetes bienhechor, benefactor ~ EUEQYEtÉW. dJ-3E'tO~,

2 euthetos útil, apto, adecuado* Lc 9, 62: no apto para el reino de Dios; en 14, 35 dícese de la sal que no sirve ni para la tierra ni para el muladar; Heb 6, 7: ~otávl]v dJ{}EtDV, «vegetación útil». EV-3Éro~, eutheos (adv.) en seguida, inme-

diatamente ~ EU{}'Ú~.

Ev-3ubºOf.lÉro euthydromeo marchar directamente (hablándose de un navío)* Hech 16, 11, con d~; 21, 1, en sentido absoluto.

Ev-3ullÉro euthymeo tener buen ánimo* En el NT, únicamente en sentido intransitivo: Hech 27, 22.25; Sant 5, 13 (10 opuesto: xuxoJtu{}Éw). Spicq, Notes 1,314-317. t:iJ-3ullO~,

2 euthymos animado* En Hech 27, 36: Eií{}'U[!OL bE yEVÓ[!EVOL. Spicq, Notes 1, 314-317.

1661 EV-3Úf.lro~ euthymos (adv.) gustosamente,

con confianza * Hech 24, 10: EU{}'Ú[!W~ tU JtEQI, E[!U'UtOU aJtoAoyoU[!m, «con gusto presento mi defensa». Spicq, Notes I 314-317.

EV-3ÚVro euthyno enderezar, guiar* Jn 1, 23: EU{}'ÚVUtE 'tTjv óMv X'UQLOU (cf. Is 40, 3); Sant 3, 4, participio de presente: ó EU{}'ÚVWV, «el piloto». EV-3Ú~, 3 euthys (adj.) derecho* EV{}'Ú~, EV{}ÉW~ euthys, eutheos (adv.) en se-

guida, inmediatamente 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. drfhJ<; en los relatos de milagros.

Bibl.: K. Berger, Exegese des NT (UTB 658), Heidelberg 1977, 22s; D. Daube, The Sudden in the Scriptures, Leiden 1964, 46-72; R. Pesch, Das Markusevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br. 1976, 18s.79; E. J. Pryke, Redactional Style in the Marcan Cospel (SNTS Mon 33), Cambridge 1978,87-96; G. Rudberg, EY0YL: CNeot 9 (1944) 42-46; L. Rydbeck, Fachprosa, vermeintliche Volksprache und NT (SGU 5), Uppsala 1967, 167-176; D. Tabachovitz, Die Septuaginta und das NT (Skrifter utgivna av Svenska Institutet i Athen 8° IV), Lund 1956, 29-35; G. TheiBen, Urchristliche Wundergeschichten (StNT 8), Gütersloh 1974, 199s.

l. El adjetivo EU{}'Ú~ se halla atestiguado 8 veces en el NT, y con excepción de Hech 9, 11 (la «calle Recta») se usa siempre en sentido figurado. El adverbio EU{}'Ú~/EU{}ÉW~ aparece 87 veces en el NT (37 veces en la forma EU{}ÉW~; 51 veces en la forma d,{}'Ú~); el adverbio de tiempo se encuentra casi exclusivamente en textos narrativos (milagros, imágenes, parábolas) y se utiliza también en estos casos para mostrar conexiones y relaciones entre las secciones del texto. La sorprendente frecuencia del adverbio en Marcos (42 veces; veintiséis de ellas en la construcción xul, EU{}'Ú~) debe atribuirse únicamente en parte a la redacción marquina; EU'fr'Ú~/EU'frÉW¡; existía ya en la tradición premarquina. De los 18 testimonios que se encuentran en Mateo, vemos que 14

1662 son paralelos sinópticos directos de Marcos (los demás son: Mt 14,31; 24, 29; 25,15; 27, 48). En Lucas se encuentra 7 veces EU{}'Ú¡;/EU'frÉW¡;, pero sólo una vez el adverbio está tomado de Marcos (Lc 5, 13). En el material de Marcos, vemos que Lucas suprime a menudo el adverbio o lo sustituye por JtuQUXQi'j[!U (Lc 5, 25; 8, 44.55; 18, 43; 22, 60). Los demás testimonios lucanos se hallan en el material procedente de la fuente Q (Lc 6, 49; 12, 36.54) y en el material peculiar de Lucas (Lc 14,5; 17,7). Es una excepción Lc 21, 9 (en el material de Marcos). El evangelio de Juan emplea 6 veces EU{}'Ú~IEU{}Éw~; de los 10 testimonios de Hechos, vemos que 5 (Hech 9, 18,34; 10, 16; 12, 10; 16, 10) pertenecen al contexto de milagros o visiones. Los restantes testimonios (Gál 1, 16; Sant 1, 24; Ap 4, 2) confirman la regla de que EV{}'Ú~/EU{}ÉW~ se limita a textos narrativos o en los que se habla en imágenes. La única excepción es 3 Jn 14 (estilo espistolar). 2. El adjetivo EU'fr'Ú~ designa en la cita de Is 40, 3s LXX (Mc 1, 3 par. Mt 3, 3; Lc 3, 4) el camino para Yahvé en el desierto. En Hech 13, 10 (cf. Ez 33, 17 LXX; Os 14, 10; Dan 3, 27; Ec10 39, 24) describe los «caminos rectos» de Dios para los hombres. Se califica también de recto el camino de los piadosos, la conducta requerida por Dios (2 Pe 2, 15; cf. 1 Sam 12, 23; Prov 2, 13.16; 20, 11 LXX; Is 26, 7; Sab 10, 10). La metáfora del camino, gastada rápidamente, hizo que surgiera la imagen del «corazón recto» (Hech 8, 21; cf. 2 Re 10, 15; Sal 77, 37 LXX Y passim). El significado temporal del adverbio no tiene nunca la connotación de lo inesperado o repentino, como sucede con acpvw o ESULcpvl]~, sino que indica, de manera parecida a como ocurre con ESUUti'j~, una sucesión temporal o una consecuencia lógica (inmediatamente, sin demora) (Mc 14, 72; Jn 19, 34 y passim). Además, E'U{}'Ú¡;/EU'frÉW¡; tiene a menudo la función de mostrar la conexión (temporal) entre unidades narrativas. Por eso, el adverbio aparece al principio (Mc 1, 12.21.

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29; 6,45; 14, 43; 15, 1; Hech 9, 20) o al final de secciones del texto (Mc 1,28; 4, 29; 5, 43; 8, 10; Hech 10, 16; 12, 10; 16, 10). En Marcos, el adverbio es un elemento importante en la composición del relato. 3. En las historias de milagros de los Sinópticos, del evangelio de Juan y de Hechos encontramos un uso uniforme de EUlhJe:;. En los relatos de milagros de curación (Mc 1, 42 par.; 2, 12; 5, 29.42; 7,35; 10,52 par.; Jn 5, 9; Hech 9, 18.34) Y de salvación (Mt 14, 31; Mc 6, 50; Jn 6, 21) el adverbio designa el instante en que se produce o se comprueba el milagro. En las curaciones preceden la palabra o el gesto del taumaturgo, de tal manera que lo que se quiere acentuar no es seguramente lo repentino del suceso (TheiBen, 199), sino la conexión entre la palabra (o gesto) y el milagro, una conexión concebida como consecuencia. Es afín el uso de --> JtaQUXQ'ÍÍlla. En 15 de los 18 pasajes del NT que hablan de milagros de curación (Lc 1,64; 4,39; 5, 25; 8, 44.47.55; 13, 13; 18,43; Hech 3, 7), de milagros de castigo (Mt 21, 19s; Hech 5, 10; 12, 23; 13, 11) Y de la apertura milagrosa de una puerta (Hech 16,26), el término designa el instante en que se produce o se observa el milagro. W. Pohlmann

d,ltúe;, E\;ltÉroe; euthys, eutheos (adv.),

en

seguida, inmediatamente ---* ElJ'fr'Úe:; (adj.).

EultÚ'tlJe;, lJ'toe;, ti euthytes derechura, rectitud, justicia* Heb 1, 8: ~ Qá~ooe:; 't'ÍÍe:; EU'frÚ'tr¡'tOe:;, «el cetro de justicia» (cita del Sal 44, 7 LXX).

Euxa'QÉro e¡tkaireo

tener tiempo, tener oportunidad, ocuparse* Mc 6, 31: «no tenían tiempo ni siquiera para comer»; en Hech 17,21 dícese que los atenienses «no se ocupaban de otra cosa»; 1 Cor 16, 12: (hav ElJXaLQ~an, «cuando tenga oportunidad». Spicq, Notes 1,318-320.

Euxa'Qí,a, ae;, ti eukairia ocasión favorable* Mt 26, 16 par. Lc 22, 6: Judas andaba buscando una ocasión favorable para entregar a Jesús. Spicq, Notes 1, 318s.

Eüxa'QOe;, 2 eukairos oportuno, lo que llega a su debido tiempo* Mc 6, 21: ~f.tÉQa EiíxalQoe:;, «un día oportuno»; Heb 4, 16: EiíXaLQoe:; ~o~{tELa, «ayuda en tiempo oportuno». Spicq, Notes 1,319.

Euxaí,Qroe; eukairos

(adv.) en el momento oportuno * En Mc 14, 11 dícese de Judas (cf. Mt 26, 16 par. Lc 22, 6 [EUXaLQLa]; 2 Tim 4,2, en construcción asindética con axaLQwe:;: «a tiempo y a destiempo». A. J. Malherbe, «In Season and out of Season»: 2 Timothy 4:2: JBL 103 (1984) 235-243; Spicq, Notes 1, 320.

EÜXO"';Oe;, 2 eukopos fácil * En el NT se usa únicamente en grado comparativo, y siempre en la construcción ('tí,) EUxonó)'tEQóv €a'tlv, «¿qué es más fácil?: Mc 2,9 par. Mt 9,5/ Lc 5, 23; Mc 10,25 par. Mt 19,24/ Lc 18,25; Lc 16, 17.

ti

EUAá~E,a, ae;, eulabeia temor, temor de Dios, piedad * En Heb 12, 28 EuM~wx (junto a Oéoe:;) significa muy probablemente temor/miedo (cf. v. 29). Heb 5, 7 es muy discutido: ELaaxo'Ua{tEte:; 't'ÍÍe:; ElJAa~dae:; puede traducirse por: «(Cristo) fue escuchado en virtud de su temor de Dios / piedad» (cf. Bauer, Worterbuch, s. v. [bibl.]; BlaB-Debrunner § 210, 2 con la nota 1 [bibl.]; O. Michel, Der Brief an die Hebriier7 [KEK], sub loco; G. Friedrich, Das Lied vom Hohenpriester im Zusammenhang van Hebr 4, 14-5, lO, en Id., Auf das Wort kommt es ano Gesammelte Aufsatze, Gottingen 4.b); 1978, 279-299, esp. 289s, etc.; ---* puesto que en el contexto se acentúa el temor (humano) de Cristo, otros traducen: «él fue

ano

anó

1665 escuchado desde su situación de angustia» (cf. A. Strobel, Der Brief an die Hebriier [NTD], sub loco) o «fue escuchado y librado de su angustia» (V. Wi1ckens, Das Neue Testament, Hamburg '1971, sub loco), o bien (siguiendo a A. von Harnack) se conjetura la existencia de una negación oux delante de ELaaxo'Ua'frde:; (R. Bultmann, en ThWNT 11, 751; sobre el debate consúltese especialmente a Michel, sub loco). Según el contexto de los enunciados, bien marcados, acerca de Cristo y del Sumo Sacerdote en 4, 14ss, a Cristo no se le dispensó, indudablemente, de sentir debilidad y angustias de muerte (cf. 4, 15; 5, 2.7a; la tradición que se encuentra igualmente en Mc 14,36 par. y sobre todo en Lc 22, 43; cf. también el Sal 116, 3ss), pero no se permitió que Cristo fuera vencido por el poder de la muerte ({táva'tOe:;, Heb 5, 7; cf. Friedrich, 188s). Por tanto, EUAá~ELa en el v. 7 implica su «singularísima» (cf. 4, 15) sumisión a Dios o su piedad, en virtud de la cual fue escuchado por Dios y, como 'tEAWÜ{tde:;, fue constituido como el fundamento de la salvación y como el verdadero Sumo Sacerdote para todos los obedientes (vv. 9s). E. GriíBer, Der Brief an die Hebriier I (EKK), Neukirchen-Vluyn 1990,302-305. H. Balz

EUAa~ÉOJlm eulabeomai preocuparse, ser temeroso de Dios* En Heb 11, 7 dícese de Noé, que con temor de Dios (EuAa~r¡{tde:;) construyó el arca siguiendo las instrucciones divinas y, de esta manera, demostró su fe (V g metuens); Hech 23, 10 Textus Receptus en vez de cpo~r¡{tde:;.

EUAa~ÍJe;, 2 eulabes piadoso, temeroso de Dios* ~n el NT, el adjetivo se halla siempre acompanado por aV~Q, avoQEe:; o av{tQwnoe:;: en Lc 2, 35 dícese de Simeón (al que también se l~ llama OLXaLOe:;); en Hech 2, 5 dícese de judIOS piadosos de la Diáspora que habitan en Jerusalén; en 8, 2 dícese de los varones que

1666 dieron sepultura a Esteban; en 22,12 dícese de Ananías (EuAa~i]e:; xa'tu 'tov VÓf.tov).

EUAOyÉro eulogeo alabar, ensalzar, exaltar; bendecir, recitar la oración de alabanza (en la comida)* 1. Aparición y significado - 2. La alabanza de Dios y la bendición - 3. La bendición de la mesa - 4. EVAOyT]1;Ó~

- 5. EVAoyla.

Bibl.: W. Beyer, EVAOyÉW ,,'tA., en ThWNT n, 751763; Billerbeck, I, 685-687; IV, 627-634; R. Deichgraber, Gotteshymmus und Christushymmus in der frühen Christenheit (StUNT 6), Oottingen 1967; L. Ooppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), Oottingen 1978, 90-92. 225-229; H.-O. Link, en DTNT I, 173-180; J. Mateas; Filología Neotestamentaria l (1988) 5-25 (EvAoyla); H. Patsch, Abendmahlsterminologie auj3erhalb der Einsetzungsberichte; ZNW 62 (1971) 210-231; J. Scharbert, Die Geschichte der biirfik Formel: BZ 17 (1973) 1-28; Id., Segen n. Biblisch, en LThK IX (1964) 590-592 (bibl.); W. Schenk, Der Segen im NT, Berlin 1967; R. Schnackenburg, Die groj3e Eulogie Eph 1, 314: BZ 21 (1977) 67-87; A. Stuiber, Eulogia, en RAC VI, 900-928; C. Westermann, Der Segen in der Bibel und im Handeln der Kirche, München 1968. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1089s.

1. El grupo de palabras de la raíz ElJAOyaparece principalmente en los Sinópticos, en Pablo y en Hebreos (el verbo se encuentra 41 veces, el adjetivo EUAOyr¡'tÓe:; 8, y el sustantivo EllAoyLa 16, ---* 4 Y 5). Por su trasfondo bíblico-semitizante, el grupo de palabras aparece raras veces en las partes tardías del NT, y en algunas de ellas falta por completo. El sustantivo se encuentra únicamente en la literatura epistolar. La limitación de su significado en contraste con el uso profano de los términos (<
1667

¡;U"oyÉW

ticamente el significado de consagrar (Bauer, W6rterbuch, s. v.). Sin embargo, en nuestra literatura este significado no es objetivamente probable. 2. Los actos salvíficos de Dios suscitan alabanzas llenas de agradecimiento (Lc 1,64; 2,28; 24, 53; cf. Sant 3,9). Pablo exige que la alabanza de Dios, cuando se habla en éxtasis, siga siendo comprensible para el inexperto (l Cor 14, 16). El evangelio de Lucas y la Carta a los hebreos utilizaron de forma conscientemente biblizante el significado bendecir, cuando plasman escénicamente la bendición de despedida (Lc 2, 34; 24, 50s) o cuando citan las bendiciones de los padres y las bendiciones ancestrales (Heb 7,1.6.7; 11, 20s). Mientras que en Heb 6, 14 la bendición de Abrahán (Gén 22, 16-18; 18, 18; 12,3) se utiliza parenéticamente como una exhortación a la paciencia, vemos que esta bendición -en el discurso de Pedro que se encuentra en Hechos- sirve para fundamentar la misión de Jesús a los judíos (Hech 3, 26). Ahora bien, Pablo basa su doctrina de la justificación en el ejemplo de la fe de Abrahán, que fue bendecida por Dios (Gál 3, 9). El que imparte la bendición es siempre -últimamente- Dios, quien bendice a los suyos aquí (Ef 1, 3) Y en el juicio final (Mt 25, 34). Así aparece también claramente en el pasivo divino del clamor de homenaje «bendito sea (por Dios)>>, que se dirige a María y al fruto de su vientre (Lc 1,42) o a Jesús que hace su entrada triunfal en Jerusalén (Mc 11, 9 par. Mt 21,9/ Lc 19,38/ Jn 12, 13; Mt 23,39 par. Lc 13,35 [Q]; cf. Sal 117, 26 LXX) Y al reino de Dios que llega con él (Mc 11, 10). Con lo de «Bendecid a los que os maldicen» (Lc 6, 28a) se completa en el discurso del llano el enunciado del mandamiento de amar a los enemigos, dentro de una proposición de cuatro miembros. Esta estructura, que da forma concreta a la exigencia radical de Jesús y que refleja la experiencia de la comunidad, es una sentencia suelta de la tradición, que fue utilizada también parenéticamente por

1668

Pablo y por la Carta primera de Pedro (Rom 12, 14; 1 Cor 4, 12; 1 Pe 3, 9; cf. Did 1,3). 3. Conforme a la prescripción judía (bBer 35a), Jesús recita la oración de alabanza antes de la comida, cuando da de comer milagrosamente a los 5000 hambrientos (Mc 6, 41 par. Mt 14, 19/ Lc 9, 16) o a los 4000 (Mc 8, 7) Y cuando come con los discípulos de Emaús (Lc 24, 30). Estos textos, en la perspectiva de la historia de las tradiciones, se hallan en conexión con los relatos de la Ultima Cena, en los que Jesús -como haría exactamente un padre de familia judío- recita la oración de alabanza antes de romper el pan, con lo cual da comienzo a la comida principal (Mc 14,22 par. Mt 26, 26). Pablo, con motivo de su argumentación sobre si se puede comer o no la carne sacrificada a los ídolos (l Cor 10, 14ss), recuerda con lenguaje conscientemente litúrgico la copa de bendición sobre la que recitamos la oración de alabanza (v. 16) (¡no: «la copa que consagramos»!). Es propio de estos textos, que denotan el desarrollo de una terminología litúrgica sacramental, el uso promiscuo del verbo -+ evxuQLOtÉro, bien sea en la tradición paralela (la multiplicación milagrosa de los alimentos: Mc 8, 6 par. Mt 15, 36; la Cena: Lc 22, 19/1 Cor 11,24, cf. Justino, Apol 1, 66, 3), o bien sea como variante dentro de los textos mismos (Mc 8, 6.7; Mc 14, 22.23 par. Mt 26, 26.27). Esta yuxtaposición, que aparece también en otras partes (1 Cor 14, 16s; Jos, Ant VIII, 111; CorpHerm I 26, 6; 27, 2), no permite formular sospechas sobre diferencia alguna de significado ni sobre la paulatina sustitución de un verbo por el otro. 4. EilAOy1]tÓ~ bendito, alabado* es traducción del hebreo ba ruk. Pertenece a un tipo doxológico de expresión que se deriva de una forma de oración veterotestamentaria y judía, que es tradicional. En el NT se refiere siempre a Dios. El Benedictus de Zacarías (Le 1, 68) recoge los finales doxológicos de los libros de los Salmos (Sal 41, 14; 72, 18; 89, 53;

1669

1670

¡;U"oyÉw - dívOLU

106, 28). Se ensalza a Dios como Creador (Rom 1, 25) Y Padre de nuestro Señor Jesucristo (2 Cor 11, 31; lo mismo sucede en la eulogia del proemio de 2 Cor 1, 3; Ef 1, 3; 1 Pe 1, 3). Habrá que entender también de manera análoga Rom 9, 5. - El título de «Hijo del Bendito», en la pregunta que hace el sumo sacerdote (Me 14, 61), evita -a la manera judía- la pronunciación del nombre de Dios. 5. Tan sólo en Rom 16, 18 se escucha el significado que tiene EilAoyía* en el griego profano, «palabras lisonjeras» (expresión que se entiende aquí en sentido negativo). En Ap 5, 12.13; 7, 12, la colección de términos sinónimos en las doxologías da a eVAoytu el sentido de alabanza, loor. En otras partes el significado es enteramente el de bendición. El dador de la bendición es Dios (o Cristo) (Heb 6, 7; Gál 3, 14), aunque la bendición sea pronunciada por un hombre (Heb 12, 17: bendición ancestral, cf. 11, 20s). Lo contrario es -como en Gén 27, 12.29, etc.la maldición (Sant 3, 10). Puesto que los cristianos están llamados a heredar la bendición de Dios, queda excluido el «derecho del talión» (1 Pe 3, 9: parenesis que sigue a Lc 6, 28). Pablo llama bendición a la colecta en favor de la comunidad de Jerusalén, lo que para él incluye el sentido veterotestamentario de generosidad, abundancia en dones y frutos (2 Cor 9, 5 [bis].6 [bis]; cf. Rom 15, 29). La antítesis entre la bendición y la maldición se interpreta cristológicamente en el marco de la doctrina de la justificación, en Gál 3: por la muerte en la cruz, Cristo se convirtió en maldición a fin de que también los gentiles fueran hechos partícipes de la bendición de Abrahán, la cual consiste en el don del Espíritu por medio de la fe (3, 14; cf. 3, 8s). En la eulogia en la introducción hímnica a la carta, Ef 1, 3 emplea el campo léxico eVAoy-, con sus diversos matices de significado, para alabar a Dios porque los creyentes, que han recibido (en el bautismo) la bendición de Dios, viven -como miembros del cuerpo de Cristo- en el ámbito ~e su reino celestial. En 1 Cor 10, 16 Pablo lllterpreta la «copa de bendición» (en hebreo,

kas se! berakti) de la Cena del Señor como «comunión» con la sangre de Cristo, es decir, como la participación real en la muerte de Cristo. La interpretación (del contenido) de la copa como referido a la sangre le venía dada ya previamente por la tradición de la Cena (11, 25); él aplica esa interpretación a la muerte salvífica de Cristo (cf. Rom 3, 25; 5, 9); H. Patsch

EUAO"(1)"tÓ;, 3 eulogetos bendito, -+

alabado

eVAoyÉro 1.4.

EUAo"{ía, a;, .. eulogia

alabanza, loor, bendición, palabras lisonjeras -+ eVAoyÉro 1.5.

EUJlnábo"to;, 2 eumetadotos generoso* 1 Tim 6, 18 en una exhortación dirigida a los ricos (se emplea junto a xOLvroVLXOÚ~). Spicq, Notes 1, 32ls.

Euvb(1), 1); Eunike Eunice* Eunice se menciona en 2 Tim 1, 5 como madre de Timoteo, para quien ella fue un modelo de «fe sincera», y a quien instruyó también seguramente en las «Sagradas Escrituras» (3, 16), a pesar de que el padre de Timoteo era un griego pagano (cf. Hech 16, 1, donde se dice que Eunice era yuvi] 'lolJ6utu :1tLOt~, 10 que difícilmente se compagina con su matrimonio [contrario a la ley] con un pagano, cf. Billerbeek 11,741).

EUVOÉro eunoe6

inclinarse favorablemente, estar bien dispuesto* Mt 5,25: Loih evvo&v ... tUXÚ refiriéndose a la parte contraria en un juicio, ¡trata de ponerte a buenas con él! / ¡llega a un entendi-

miento!

d,vota,

a;,..

eunoia buena voluntad, afecto * En Ef 6, 7 dícese de los esclavos cristianos ¡.tet' evvotu~ 60lJAeúovtec;, que sirven con

1671

EUVOLU -

EUV01íXO~

buena voluntad; 1 Cor 7, 3 v.l.: OqJEtAO¡.tÉV'rjV dívOLUV en vez de OqJELAtí V. EVVOtlXí.~O) eunouchiz6 castrar, hacer eu-

nuco --+ EVVOUXO~.

Evvoiíxo~,

Otl, Ó eunuco, castrado* Evvo'UXLtw eunouchiz6 castrar, hacer eunuco* 1. Aparición del término en el NT - 2. El entorno social y religioso - 3. Mt 19, 12 - 4. Hech 8, 27ss.

Bibl.: J. Blinzler, "Zur Ehe unfahig ... ». Auslegung von Mt 19, 12, en Id., Aus der Welt und Umwelt des NT. Gesammelte Aufsiitze 1, Stuttgart 1969, 20-40; L. H. Gray, Eunueh, en ERE Y, 579-584; H. Hitzig, Castratio als Verbreehen, en Pauly-Wissowa 1U2, 1772s; A. Hug, Eunuehen, en Pauly-Wissowa, Suppl. 111,449455; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 353-354; A. D. Nock, Eunuehs in Andent Religion: Archiv für Religionswissenschaft 23 (1925) 25-33; A. Sand, Reieh Gottes und Eheverzieht im Evangelium na eh Matthiius, Stuttgart 1983; J. Schne!der, EUVOÜXO~ XtA., en ThWNT 11,763-767. Cf. mas bibliografía en ThWNT X 1090.

.1. El grupo de palabras aparece ún~came~­ te en dos pasajes del NT: Mt 19, 12 (E'UVO'lJXL~w 2 veces, EVVOUXO~ 3 veces); Hech 8 (EVvouXo~ vv. 27.34.36.38.39).

2. El entorno social y religioso del grupo de palabras muestra dos aspectos diferentes. a) En toda la sociedad antigua, los eunucos pertenecían en su mayoría a los grupos de ~ers?­ nas más despreciadas y vituperadas. De ordmano eran esclavos mutilados por la mano del hombre (los testimonios sobre la condición social de estas personas véanse principalmente en Gray, 582s). La costumbre de la mutilación vino probablemente de Oriente y penetró en Roma a fines de la era republicana (Hug, 449-551). También en el ámbito del judaísmo se contaban los eunucos entre la casta más desprovista de derechos: no podían ser miembros del Sanedrín ni se escuchaba su voz en los tribunales de justicia (Jeremias, 354). b) Especialmente en el Oriente y más tarde en Roma, así como también, por ejemplo, en la corte de Herodes, una minoría de eunucos logró ele-

1672

varse a puestos altos e influyentes, en la f~~il!a y en el Estado. Así que eunuco podla ser smommo de «alto funcionario» (sobre esto y sobre el problema de la etimología, cf. Gray, 579). c) No está claro a qué grupos se refería l.a prohibición de la castración dec:~tada ~or DOIlllciano (Suetonio, Caes 111, 84; DlOn CaSIO LXVII, 2) Y sus sucesores (cf., a propósito, Hitzig). Como razones se aducen los excesos morales, la excesiva influencia y la codicia de los tratantes de esclavos (textos en Hug, 551s). d) La autocastración de sacerdotes varones se practicaba en los cultos de fe~undidad d~ las, regiones de Asia Menor (ArtemIsa, Atargatls, Cibeles, etc.). La finalidad de esa costumbre era la pureza ritual y la consagración de la vida entera a la divinidad venerada (Nock). También esos sacerdotes eran despreciados y vituperados fuera del culto. 3. El conocimiento del ambiente social y religioso es absolutamente necesario para comprender el texto de Mt 19, 12. La sentencia del v. 12 ha sido vinculada redaccionalmente por Mateo con la perícopa sobre el divorcio (19,19 par. Mc 10,2-12) mediante una pregunta de los discípulos (v. 10) y una introducción a la sentencia. Como resultado de ello, los vv. 1012 adquieren la forma, iniciada ya quizás por Mc 10, 10, de una instrucción suplementaria impartida a los discípulos. El texto menciona tres clases de eunucos: a) los que están mutilados por la naturaleza, b) los que han sido mutilados por la mano del hombre, c) los que se han mutilado por amor del reino de los cielos. Se discute qué interpretación debe darse a esto último. En favor de una interpretación literal, es decir, no figurada, hablan las siguientes consideraciones: 1) el contexto, porque c) no puede desligarse de los ejemplos a) y b) entendidos -con seguridad- en sentido literal; 2) el ambiente histórico-social e histórico-religioso, que no excluye los casos de autocastración. En contra de la interpretación literal, es decir en favor de una interpretación en sentido fi~urado hablan las siguientes consideraciones: 1) en la tradición cristiana se sabe muy poco acerca de una costumbre de autocastra-

1674

1673 ción; lejos de eso, fue prohibida pronto expresamente (véanse las Constituciones Apostólicas VIII, 47,21-24). 2) Se conoce el empleo del grupo de palabras en sentido figurado (Filóstrato, VitAp VI, 42; Clemente de Alejandría, Strom 111, 7, 59). 3) Es menos convincente el hecho de que la mayoría de los exegetas hayan entendido siempre este pasaje en sentido figurado. No parece posible una decisión definitiva. Nuestra dificultad para comprender tal radicalismo no debe hacernos excluir la posibilidad de que en el ambiente de un radicalismo extremo y que circulaba por todas partes estuviera difundida tal costumbre de automutilación, dentro de una tradición de plena renuncia al matrimonio y a la familia, y en solidaridad con los más desposeídos de todos sus derechos. En el fondo, la interpretación del texto en sentido figurado señala también en la misma dirección, aunque en un sentido esencialmente atenuado.

en que él prospere» (difícilmente: «en cuanto él consiga ganancias»); 3 Jn 2 (bis): encontrarse bien, irte a uno bien (junto a 'ÚyLULVW).

Ev3tá~Eb~o~,

2 euparedros perseverante, fiel* En 1 Cor 7, 35, en sentido sustantivado, junto a díoX'rj¡.tov, «para que sin distracciones, permanezcáis de manera decorosa y fiel para con el Señor». El término no se halla atestiguado antes de Pablo. EV3tEI:ihl~,

2 eupeithes obediente, condescendiente* En Sant 3, 17 dícese de la «sabiduría de lo alto» que es condescendiente (además de ayvtí, ELQ'rjVLXtí, eJtLEtxtí~, etc.). Spicq, Notes 1, 325s. EV3tE~í.()''ta'to~,

4. En Hech 8, 27ss se menciona a un eunuco que, evidentemente, había llegado a ocupar un alto puesto en la administración del Estado (--+ 2.b). Puesto que b'lJváo't'rj~ se menciona igualmente para designar un alto cargo (v. 27), habrá que entender seguramente lo de eunuco en sentido literal. G. Petzke

Evobí.a, a~ Euodia Evodia* Nombre de una cristiana de Filipos, a quien se exhorta en Flp 4, 2 -a ella y a Síntique- a 'to uv'to qJQOVELv. Según el v. 3, las dos, juntamente con Pablo, «lucharon en favor del evangelio». BHH 1, 448. ,

2 euperistatos dícese de lo que enreda fácilmente, de lo que cautiva* En Heb 12, 1 dícese de la á¡.tuQ'tÍu (p46 EUJtEQLoJtuo'tO~). Spicq, Notes 1, 325s.

fa

a~, eupoii'a beneficencia, acción buena* En Heb 13,6 junto a XOLVWVLU. Spicq, Notes 1,327.

EV3tOlia,

EV3tO~ÉO) eupore6 contar con recursos fi-

nancieros, ser capaz* Hech 11,29, en voz media: xu{tcú~ EVJtOQEL'tó 'tL~, «conforme a los recursos de cada uno». Spicq, Notes 1, 328s.

So'

EtlouOO) euodo6 ir por el buen camino, tener éxito, ir bien* En el NT el verbo se usa únicamente en voz pasiva yen sentido figurado: Rom 1, 10: E'( Jtú)~ fíb'rj Jtoú: Evobw{ttíoo¡.tm, «si por fin consigo»; 1 Cor 16, 2: 'tL euv Evob&'tUL, seguramente quiere decir: «en la medida

o

11 euporia bienestar, abundancia, prosperidad* Hech 19, 25: ~ EVJtOQLU ... eo'tLv ex, «nuestra prosperidad depende de ... ». Spicq, Notes 1,328s. EV3tO~í.a, a~,

1676

1675 EV:7t~É:7tELa, a~,

'ÍJ

euprepeia belleza, her-

mosura* Sant 1, 11: ~ euJtQÉJtELU -WV JtQoaómo'U, dícese de la hermosura de la flor de la hierba (cf. Is 40, 7). Spicq, Notes 1, 330. Ev:7t~ó(JbEX'tO~, 2 euprosdektos agrada-

ble, aceptable, favorable* Dícese de los «sacrificios» agradables a Dios en Rom 15, 16 (JtQoa<jloQu .wv e{}vwv euJtQóa()ex-w~) y en 1 Pe 2, 5 (Jtve'U¡.,tu.LxU~ {}'Uatu~ euJtQoa6Éx.o'U~.0 {}e0); en relación con seres humanos: Rom 15,31 «()LUXOVtU ... euJtQóa()ex-w~ -WL~ áyLOL~); en 2 Cor 8, 12 dícese de la buena disposición (que había en Corinto) para llevar a cabo la colecta, pero que sólo es aceptable en cuanto el querer se basa en lo que uno tiene, no en lo que uno no tiene. Pablo no asegura a los donantes que no se les vaya a pedir con exceso (en contra de R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco), sino que los exhorta a preparar lo que sea conveniente. En 2 Cor 6, 2 háblase de xmQo~ euJtQoa()ex.o~, citando a Is 49, 8: xmQo~ ()ex.ó~ (v. 2a). Pablo interpreta su fuente reformulándola: «Ahora es el tiempo favorable / propicio». Spicq, Notes 1, 331s. EV:7t~Ó(JEb~o~, 2

euprosedros perseverante En 1 Cor 7, 35 Textus Receptus en vez de

---+ euJtáQe()Qo~.

EV:7t~O(Jro:7tÉro

euprosopeo tener buena presencia, causar buena impresión* Gá16, 12: euJtQoaú)Jtfjam ev aUQxL, «(querer) causar buena impresión a los hombres». Ev~me"Arov, rovo~, ó eurakylon viento del Nordeste, Euraquilón* En Hech 27, 14 como tecnicismo de la navegación (formado por e~Qo~, «viento del Sudeste», y el término latino aquilo, «viento del Norte», Aquilón, cf. BlaB-Debrunner § 5, nota 6).

E,,~í,(JXro heurisko encontrar, hallar 1. Estructura lingüística - 2. Estilo narrativo general - 3. Palabra clave en la teología de la revelación 4. Lenguaje oficial - 5. Derivados.

Bibl.: O. Betz, Offenbarung und Schriftforschung in der Qumransekte, Tübingen 1960, 15-40; R. Bultmann, Jesus, Tübingen 1951, 135-145; F. C.hrist, Jesus Sophia, Zürich 1970, 100-119; R. Pesch, Uber die Autoritat Jesu, en FS Schürmann, 25-35; G. Schneider, Die Passion Jesu nach den drei alteren Evangelien, München 1973,55-64, 102s; Ph. Vielhauer, 'AváJtuuOL<;, zum gnostischen Hintergrund des Thomas Evangelium, en FS Haenchen, 281-289; B. Th. Viviano, Study as Worship, Leiden 1978,66-71; H. Th. Wrege, Jesusgeschichte und Jüngergeschick nach Joh 12, 2033 und Hebr 5, 7·10, en FS Jeremias 1970, 259-288. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1090.

1. Los verbos «buscar» (~'YJ.Éú)) y «hallar» aparecen a menudo como verbos íntimamente relacionados y complementarios. Hallar sin buscar es cosa singularísima (posiblemente en Lc 4, 17). Buscar sin hallar es absurdo (Cant 3,2; 5, 6); cf. Os 2, 9 (el amor); Lam 1, 19 (el alimento); Ap 9, 6 (la muerte); véanse las parábolas acerca de graves repercusiones sobre el destino en Mt 12, 43-45 par.; Lc 13,6-9, cf. Mc 11, 12-14 par. Al mismo tiempo, buscar no es sinónimo de hallar; en la interpretación religiosa, la alternativa «hallar / no hallar» es cuestión de la presencia de Dios o del endurecimiento del hombre (cf., no obstante, Filón, All I1I, 47). Mientras que el extenso uso de eVQLaxú) (el verbo aparece 176 veces en el NT) conduce a un significado correspondientemente amplio (cf. H. Preisker, en ThWNT 11, 767s), el otro verbo (<
1677 5, 18?; Jn 12, 14; Hech 21, 2; 27, 6; Ap 20, 15?). Se narra principalmente cómo uno se mueve hacia alguna parte (en griego, EQXO¡.,tm / JtoQe'Úo¡.,tm / ytvo¡.,tm, etc.), donde luego uno encuentra a alguien o algo (Hech 9, 32s; 13,6; 18, 1s; 19, 1; 28, 13s; 2 Cor 2, 12s; cf., con negación, en Heb 11, 5), o se entera de que algo ha sucedido (Mc 7, 30; 14,37.40 par.; Lc 7, 10; 8, 35; 24, 1-5.22-24.33; Jn 11, 17; Hech 5, 1O.22s; 10, 27). La asociación condi:cional entre ambos verbos puede tener el carácter de promesa, de tal manera que el movimiento de la persona en obediencia hacia la señal dada o la orden impartida, lleve implícita la idea de que esa persona encuentre lo que está buscando (Mc 11, 2.4 par.; 14, 16 par.; Mt 17,27; Lc 2,12; Jn 21, 6). Como indican ya varios de los ejemplos dados, la conexión interna entre ambos verbos puede debilitarse, de tal manera que lo de «encontrar» parezca ser casual (Mt 18, 28; 27, 32; Jn 2,14; 5,14; 9,35; Hech 17, 23?). Por otro lado, el elemento del «buscar» en el caminar o en el viaje puede desarrollarse y ampliarse directamente por medio de ~'YJ.Éú) u otros términos correspondientes (Lc 2, 44-46; cf. Mt 2, 8; Lc 11, 24s par.; 13, 6 par.; Jn 6, 24ss; cf. Mc 1, 36s; Hech 11, 25s; cf. 9, 1s; 2 Tim 1, 17). La conexión puede también realzarse estilísticamente, dentro del material de la parábola, cuando el verbo de movimiento expresa ya de por sí una búsqueda intensa (Mt 20, 6; 22, 9s), o cuando el motivo buscar-hallar es el verdadero motivo principal, como sucede en algunas parábolas del NT, especialmente en Mt 13, 45s (con raíces en el AT, por ejemplo en Prov 2, 4; 3, 13ss; 8, 9ss); 18, 12s par.; Lc 15, 8s. En la literatura rabínica cf. Mek 14,5, etc.; ahora bien, en Filón se aduce también material de imágenes para ilustrar una súbita y sorprendente acción de hallar algo (Imm 91-93). 3. En efecto, esta estructura básica del verbo caracteriza a una serie de destacadas afirmaciones teológicas acerca de la revelación. Así sucede en Mt 7, 7.8 par. Lc 11,9.10, donde con tres enunciados generales (<<prover-

1678 bios») se formula: «El que busca halla». Así como el enunciado anterior (<<El que pide recibe») expresa una «sabiduría de mendigos» (K. H. Rengstorf, en FS Koberle, Hamburg 1958, 28s), así también este enunciado expresa una «sabiduría de los que encuentran» (cf. también Billerbeckl, 458; Ab 3, 6; sobre el significado de daras/paras en la teología de la revelación de los escritos de Qumrán cf., por ejemplo, 1QS 8, 11-16; 9, 13-20; CD 6, 19; 15, 10; sobre la tradición griega cf., por ejemplo, Epicteto, Diss 1, 28, 20; IV, 1, 51; sobre la tradición gnóstica cf. EvTom I [cf. EvVer 17, 3]; 2 [cf. PapOxy 654, 5-9; Clemente de Alejandría, Strom V, 14,96]; 92; 94 [cf. Mt 7, 7 s par.]; Ireneo, Haer 11, 17; 11, 46, 2; Tertuliano, PraescrHaer 10; 43, 1; Pistis Sophia 184, 11; 250,4; 347, 15. Esta idea aparece asociada con la creación como fuente de conocimiento religioso, Hech 17, 27; cf. B. Gartner, The Areopagus Speech and Natural Revelation, Uppsala 1955, 144-169; cf. también Filón, Abr 87). En el contexto del NT, la confiada expectación de la presencia de Dios (<
1679

1680

11,29 (<
Como ejemplos del AT podemos aducir aquí Dt 4, 29, donde Yahvé es el único a quien hay que buscar, y el único que hace que le encuentren (4, 7; cf. también 1 Re 18, 20-39). También Jer 29, 12-14 (26, 12-14 LXX) con la correspondiente cadena de enunciados que enlazan con la oración. En la literatura sapiencial, la sabiduría es la que quiere ser buscada y la que se deja hallar (Prov 16, 8 LXX; Sab 1, ls; 6, 12).

1681 que es conocido por una serie de enunciados acerca del reino de Dios (Mc 10, 14.24.31.45; cf. Jn 13, 12-15), Y representa una transformación de todos los valores, la cual se ha conservado en Lc 15, 24.32 «
1682 los judíos que creían en Cristo y a los judíos que lo negaban (In 1, 38s.41.43.45; 7, 34-36; cf. Is 55, 6) o al Israel que rechazaba a Cristo y a la Iglesia, que (en su mayoría) estaba integrada por cristianos procedentes del mundo gentil (Rom 10, 20 [cf. Is 65, 1]; cf. Lc 13, 24ss). 4. En el lenguaje forense, EVQL<JXro indica la conclusión final a que se ha llegado después de la investigación precedente de unos hechos, de una acusación (UL-tLu) o de un litigio (1;~-¡;T]<JL~/ 1;~-¡;T][-tu); cf., entre otros textos, Hech 23, 28s; 24, 20. En la exposición del proceso contra Jesús, el término se usa de la siguiente manera: a) Refiriéndose a las acciones del Sanedrín para poner en claro que el deseo de las autoridades judías por lograr la ejecución de Jesús no se basa en diversas acusaciones, confirmadas por declaraciones de testigos, entre ellas la palabra dirigida contra el templo, sino en la afirmación de Jesús (hecha directa o indi~ rectamente) de que él tenía una posición escatológica singularísima (Mc 14, 55ss par.; Mt 26, 59ss); b) Refiriéndose a las acciones que tuvieron lugar ante el gobernador romano Pilato para dejar en claro (tres veces tanto en Lucas como en Juan) que, desde el punto de vista de su competencia como gobernador, él no había encontrado en Jesús ningún indicio que justificara la acusación de alborotador y que fundamentara, por tanto, su ejecución. Se indica de manera explícita que Pilato cede finalmente ante la acusación formulada por los judíos (Lc 23,2.4.14.22.24-25; cf. Hech 3,13 a diferencia de 13,28; Jn 18, 38; 19,4.6.16). También a Pablo se le encuentra libre de culpa que merezca la pena capital (cf. Hech 25, 25; 26, 31s; cf. 24, 12.18; refiriéndose a los judíos, 23, 9 a diferencia de 24, 5; 25, 7). Otra forma de lenguaje «oficial» la tenemos en la expresión: «hallar gracia a tus ojos / ante tu rostro» (u otras por el estilo) para referirse a la concesión de una petición (o súplica) dirigida a una autoridad superior, o para referirse al favor, completamente inesperado, que se ha recibido de lo alto. Como semitismo es frecuente en la LXX (por ejemplo, Gén 30, 27; 33, 8.10.15; 34, 11; 39, 4; 47, 25.29; 50,

1684

1683 4; Rut 2,2.13; 1 Sam 16, 22; 2 Sam 14,22). En lo que respecta a las relaciones con Dios, cf. especialmente Gén 6, 8 (Noé); 18, 3 (Abrahán); 19, 19 (Lot); Ex 33, 16, etc. (Moisés). En el NT se deja sentir esta manera de hablar en Lc 1, 30 (María); Hech 7, 46 David); 2 Tim 1, 18; Heb 4,16). 5. El verbo E'ÚQlOXo) se emplea frecuentísimamente en dos significados fundamentales, cuyas relaciones con -> 4 en cuanto al contenido resaltan más o menos claramente. Como expresión de un conocimiento o de una ~xpe­ riencia, E'ÚQlOXo) significa: hallar, avenguar, pensar, saber (en voz pasiva: ser evidente = ser)): Mt 1, 18; 8, 10 par.; 24, 46 par.; Mc 13, 36 par. Lc 12, 37s; Lc 6, 7; 17, 18; 18,8; 19, 48; Hech 4, 21; 5, 39; 12, 19; 13,22; 17,6; 19,19; 27, 28; Rom 7,10.21; 1 Cor 4,2; 15, 15; 2 Cor 5,3; 9,4; 11, 12; 12,20; Gá12, 17; 1 Pe 1, 7; 2, 22; 2 Pe 3, 14; 2 Jn 4; Ap 2, 2; 3, 2' 5 4' 14 5' 18 14-24' 20, 15. En el sentido d~ ;eclbir,' c~nse~uir, obtener participación / lograr participación: Lc 9, 12; Jn 10, 9; Hech 7, 11; Rom 4, 1; Heb 9, 12. S. Pedersen

mino ancho (EVQ'ÚXO)QO'C; ó6óC;) que conduce a la perdición». EUCJÉ~Eta,

a;, i¡ eusebeia prO'fundO' respe-

tO', piedad, religión* EUOE~ÉO) eusebei5 tener O' mO'strar prO'fundO' respetO'* dJOE~1ÍC;, 2 eusebes respetuO'sO' (del O'rden establecidO'), piadO'sO'* EU(JE~fuC; eusebi5s (adv.) piadO'samente* 1 Aparición de los términos en el NT - 2. Campo refe~encial - 3. En las Pastorales - 4. En la segunda Carta de Pedro. Bibl.: N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, 459,531-538; W. Foerster, EVOE~~~ X'1:A., en ThWNT VII, 175-184; W. Günther, OI\~o¡.tm, en DTNT IlI, 359-361; D. Kaufmann-Bühler, Eusebeia, en RAC VI, 985-1052; St. Ch. Mott, Greek Ethics and Chnstlan Conversion: NovT 20 (1978) 22-48, esp. 22-30.

1. Con excepción de Hech 3, 12, el sustantivo aparece únicamente en las Pastorales (10 veces) yen la Carta segunda de Pedro (4 veces). El adjetivo se encuentra en Hech 10, 2.7 Y en 2 Pe 2, 9, Y el adverbio en 2 Tim 3, 12 Y Tit 2, 12. El verbo aparece en Hech 17, 23 Y en 1 Tim 5, 4.

dlQOXI.'Úbrov euroklydi5n (prO'bablemente) vientO' impetuoso del Sudeste, Euroclidón , En Hech 27, 14 Koiné pI en vez de EUQUx'ÚA,O)v. Son posibles varias traducciones: «viento impetuoso del Sudeste que agita las olas» o «viento que levanta grandes olas», también en general «viento huracanado» (cf. Bauer, Worterbuch, s. v. EVQuXA.'Ú(0)v). Como el término aparece únicamente en este lugar, es posible que los copistas intentara~ asimi1~ el enunciado del v. 14 al del v. 13 (V01:O'C;, «VIento del Sur» o «viento del Sudeste»), sustituyendo -ux'ÚA,O)v (<
dlQ'ÚXroQO;, 2 eurychi5ros anchO', espaciO'sO'* En Mt 7, 13 junto a nA,U1:Et:u tí n'ÚA,l1 (cf., a propósito, GNTCom, sub loco) dícese del «ca-

2. Con arreglo al uso profano, EVOEP- designa el respeto a los valores existentes o a las estructuras de valor aceptadas, como sucede -por ejemplo- cuando en 1 Tim 5, 4 s.e habla de la obligación de los hijos y de los lllet~s de ayudar a su madre o a su abuela. Lo ~lllsmo ocurre con la caracterización de Comeho y de su soldado (Hech 10, 2.7) como EVOEPlÍC; en sentido amplio; a aquél se le aplica especialmente el predicado de «temeroso de Di?s»; el v. 22 añade al epíteto anterior el de «Justo», que sustituye aquí al de EVOEPlÍC; (compárese en 2 Pe 2, 9 lo de «justo» con su concepto contrario: <'i6Lxm). Su aplicación específica ~l ámbito religioso aparece en Hech 17, 23.' refIriéndose a los atenienses; en consonanCIa con ello, Pedro -en 3, 12- se aplica la EVOÉpELU a sí mismo y se la aplica a Juan. Esta yuxta~o­ sición del sentido amplio y del sentido estnc-

1686

1685 to se debe a que se piensa que las estructuras sociales tienen su origen en lo religioso, y a que existe el convencimiento de que tales estructuras están garantizadas por lo divino. Por tanto, ante lo numinoso hay que observar especial respeto y reverencia. Aquí se tiene en perspectiva la vida religiosa como tal (cf. también en 1 Tim 2, 10: 'freoOÉpELU). 3. Las Pastorales muestran la amplia gama del uso de este grupo de palabras en el Helenismo. En consonancia con 1 Tim 5, 4 (-> 2) habrá que citar Tit 2, 12: la vida del cristiano (con una comprensible omisión de av6QELo)C;) está determinada por las virtudes cardinales (cf. Esquilo, SeptTheb 610). El contexto nos hace ver claramente que este ideal humanístico no adquiere sentido y plenitud para el cristiano sino gracias a la acción salvífica de Dios (de manera correspondiente piensa ya Filón, por parte judía). Análogamente, en 1 Tim 2, 2 se aspira a vivir una vida «en toda piedad y dignidad», al servicio de la voluntad salvífica universal de Dios. Con esto no se espera sencillamente que los cristianos vivan una tranquila «vida burguesa», como vemos expresamente por 2 Tim 3, 12. Aquí se especifica -además- clarísimamente que EVOEPillC; ~i'ív es vivir «en Cristo Jesús». Esta caracterización cristiana tiene su peso específico en los demás pasajes en que se habla de EUOÉpELU. De esta manera, el Sitz im Leben de las Pastorales sugiere de diversas maneras una visión global de la religión (cf., por ejemplo, 4 Mac 9, 29s). Así sucede también en la descripción que se hace de Pablo en Tit 1, 1. Su apostolado está asociado con el «conocimiento de la verdad», tal como ésta es accesible a los creyentes. Ahora bien, los falsos maestros no al~anzan la «doctrina» que está anclada en este ~onocimiento (1 Tim 6, 3). Como una de las ~xpresiones centrales «sanas» se presenta el «misterio de la fe» en el himno a Cristo de 3, 16. Más aún, los falsos maestros (con su YVillOLC; errónea) despliegan tan sólo la apariencia de religiosidad, pero en realidad la lliegan (2 Tim 3, 5). El contexto hace ver cla-

ramente la conexión que hay entre una vida errada y la falsa doctrina. Los vicios que aquí se mencionan por vez primera, el egoísmo y la avaricia (v. 2), son denunciados también en 1 Tim 6,5 (cf. 6, 9s). En contraste con esto, se exhorta a los que ejercen ministerios en la Iglesia a practicar la religión «con contentamiento» (vv. 6ss). Esta vida, que tiene como meta los valores cristianos fundamentales (6, 11, EvoÉpau aquí como uno de ellos), debe ser practicada, claro está (por todo cristiano; 4, 7). Cuando se practica, entonces se obtiene de ella verdadero provecho, porque a la verdadera piedad se le ha prometido la vida, en este mundo actual y en el mundo venidero (4, 8; cf. 6, 6.12ss). 4. 2 Pe 1, 3 caracteriza la existencia humana horizontal y verticalmente como «vida y piedad». Por el contrario, el contexto permite entender concretamente EVOÉpELU, en la enumeración de 1, 6, como «misericordia» (Kaufmann-Bühler, 1032, refiriéndose a San Agustín, CivD X, 1, 3). Finalmente, en 3, 11 se hace referencia a algunos actos de «vida piadosa» (sobre el plural cf. Josefo, Ant XVIII, 127). P. Fiedler EUCJE~Éro eusebei5 tener O' mO'strar profun-

dO' respetO' EVoÉpau.

->

EUCJE~ÍJ;, 2 eusebes respetuO'sO' (del O'rden

establecidO'), piadO'sO' -> EVoÉpau. EUCJE~ro; eusebi5s (adv.) piadO'samente -+ EUoÉ~ELa.

díCJtlp.tO;, 2 eusemos fácilmente recO'nO'cible, clarO'* 1 Cor 14,9: euv !-!~ díOl1fwv AóyO'v 6ill1:E, «si no pronunciáis palabras inteligibles [por hablar en lenguas]».

1687

d)onA.uyXvo~

ElJ0'3tAayxvo;, 2 eusplagchnos misericordioso, compasivo* En catálogos de virtudes en Ef 4, 32 junto a XQ'I1otOL y xaQL~ó¡..tevOL Éauto¡;~; en 1 Pe 3, 8, entre otros conceptos junto a epLAáoeAepoL y tmtfLvóepQove~. Cf. Polic 5, 2; 6, 1.

EUaX1]p.lÓvro; euschemonos (adv.) decentemente, decorosamente --+ evaX~¡..t<j)v.

EUaX1]p.lOaúv1], 1];, Í) euschemosyne decoro, decencia --+ evax~¡..túJv.

EuaXÍlp.lrov, 2 euschemon estimado, respetable* EUax'l1!.lÓvÚ)~ euschemonos (adv.) decente-

mente, decorosamente* EUaX'l1!.lo
El sustantivo (l Cor 12, 23) Y el adverbio (aparece 3 veces) se encuentran únicamente en Pablo; el adjetivo (1 Cor 12, 24; sustantivado en 7,35) aparece también en Mc 15,43 yen Hech 13,50; 17, 12. Los pasajes de Marcos y de Hechos se refieren a personas: a José de Arimatea, miembro del Sanedrín, y a mujeres gentiles (<
- elJ'tóvúJ~

1688

y buenas» (Lc 23, 50). Evidentemente, para Lucas el término Evax~¡..túJv se encontraba ya demasiado fijado en el sentido que le dan los Hechos. Esta restricción del uso del término, acorde con el desarrollo experimentado por el mismo en el griego profano, va precedida por un significado que designa también la actitud interior de la persona, al menos sus intenciones: lo que goza de prestigio, debe ser también «respetable», es decir, debe aparecer como decente y decoroso. Y, a su vez, lo que es respetable puede esperar el respeto de la gente. En Pablo este matiz se halla especialmente presente en 1 Tes 4, 12, cuando la atención se centra en «las personas de fuera (de la comunidad cristiana)>>. Cuando se observa una «conducta como la que corresponde (al cristiano)>> (Rom 13, 13), «Jesucristo el Señor» hará sentir sus efectos (v. 14). 1 Cor 7, 35 se refiere a las instrucciones del apóstol sobre el matrimonio y la virginidad; estas «reglas de conducta decente» -para el cristiano en su expectación de la parusía inminente- se orientan esencialmente a la entrega total al Señor, mencionada aquí expresamente. En la imagen del cuerpo, EilaX'l1¡..toa'Úv'I1 se halla en paralelo con tL¡..t~ en 12,23: tratamos a diversas partes del cuerpo con más «honra» que a otras, conforme a lo dispuesto por el Creador; de esta manera se elimina su menor «decoro» con respecto a las demás y se conserva la armonía entre los miembros. La afirmación general que se hace en 14, 40 (paralelos en Dautzenberg, 279) pone punto final a las «normas dadas para la comunidad» en los vv. 26ss. Señala el ideal que preside el culto divino en el judaísmo y en el cristianismo, y que se halla atestiguado también en lo que respecta a los cultos mistéricos. P. Fiedler

1689

EutQa3tEALa,

el.n:QuneA.LU - eU
a;, Í)

eutrapelia bufonada,

palabras livianas* El término tiene propiamente un matiz positivo en el sentido de «ingeniosidad, humor». Pero en la literatura cristiana primitiva tiene siempre un matiz negativo: en Ef 5, 4 junto a aiaXQó't'l1~ y ¡..túJQoAoyLa. P. W. van der Horst, Is Wittiness Unchristian? A Note on EVtQa¡mALa in Eph. V 4, en T. Baarda-A. F. J. KlijnW. C. van Unnik (eds.), Miscellanea Neotestamentica (NovTS 48) 11, Leiden 1978,163-177.

EUtlJXO;, OlJ Eutychos Eutico* Según Hech 20, 9 un VEaVLa~ üvó¡..tatL Evsentado en el alféizar de una ventana, se quedó dormido durante la predicación nocturna de Pablo en Tróade y cayó desde el tercer piso; cf. también 20, 4 D. BHH 1, 499; Haag, Diccionario, 644; E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 (KEK), sub loco (bibl.). tLXO~,

a;, Í) euphemia buena reputación, fama, elogios* En 2 Cor 6, 8 junto a ouaep'l1¡..tLa: «entre calumnias y elogios».

EUCfl1]p.lLa,

EUCfl1]p.lO;, 2 euphemos satisfactorio, digno de elogio, bien sonante* Flp 4, 8: Evep'l1¡..tá después de JtQoaepLAfí y antes de a.Qet~ y l!Jtmvo~, muy probablemente: satisfactorio.

EUCflOQÉro euphoreo producir buen fruto, dar buen rendimiento* En Lc 12, 16 dícese de las tierras del rico agricultor.

EUCflQaLvro euphraino gozarse* 1. Estructura lingüística - 2. Contexto del AT -

EUtÓVro; eutonos (adv.) con vehemencia,

3. Contexto del NT - 4. EVlpQoaúvr¡.

vigorosamente* Lc 23, 10: EVtÓVúJ~ xat'l1yoQouVtE~, «acusándole con vehemencia»; Hech 18,28: EVtÓVúJ~ ... oLaxut'l1A.ÉYXEto, «refutaba vigorosamente / con contundencia».

Bibl.: R. Bultmann, EUlpQalvúJ X'tA., en ThWNT n, 770-773; H. Conzelmann, XalQúJ X'tA., en ThWNT IX, 350-362; F. Debuyst, Das Fest als Zeichen und Vorwegnahme der endgültigen Gemeinschaft: Concilium (D) 4 (1968) 646-657; B. Reicke, Diakonie, Festfreu-

1690

de und Zelos, Uppsala-Wien 1951, 167-229; A. B. du Toit, Der Aspekt der Freude im urchristlichen Abendmahl, Winterthur 1965; H. Windisch, Die Frommigkeit Phi/os, Leipzig 1909, 55-60.

EvepQaLVúJ aparece 14 veces en el NT: 6 veces en Lucas (parábolas), 2 en Hechos, 3 en Pablo, 3 en el Apocalipsis. De 5 a 7 veces se encuentra en citas del AT o en alusiones al mismo; en voz activa aparece únicamente en 2 Cor 2, 2. EvepQaLvúJ se emplea en paralelo con --+ XaLQúJ (Lc 15,32; 2 Cor 2, 2s; Ap 11, 10) y con --+ a.yaAALáo¡..taL (Hech 2, 26); en la LXX el paralelismo se efectúa con el término precedente (por ejemplo en Hab 1, 15; Sof 3, 14), especialmente en textos poéticos (parallelismus membrorum: 1 Sam 1,20; Sal 20, 1, etc.). Estructuralmente, el verbo pertenece a contextos de relación. El gozo jubiloso tiene como presupuesto fundamental la experiencia de que la comunión se ha hecho realidad. Si la relación se niega o se encuentra llena de conflictos, entonces el verbo adquiere una denotación negativa (Dt 28, 63; 2 Sam 1, 20; Sal 29,2 LXX; 34, 15 LXX; Is 65, 13). Pablo utiliza esta estructura lingüística en su pregunta: «... ¿quién será el que me alegre sino aquel a quien entristecí?» (2 Cor 2, 2). El principal pecado en las relaciones de uno mismo con Dios es la negación de Dios como la causa del gozo; cf. la interpretación del gozo por el becerro de oro de Ex 32, 1-6 (cf. Os 9, 1) en Hech 7, 40-42: « ... se regocijaron en la obra de sus manos» (cf. 1 Cor 10, 7). 2. En el AT, este gozo por las relaciones enlaza primariamente con la experiencia de la presencia y ayuda de Dios (LXX Sal 9, 3; 30, 8; 39, 17s; 68,33; 2 Crón 6, 41; Zac 10,7, etc.), es decir, con el culto como la experiencia actualizadora y confirmadora de las relaciones con Dios, que intervino para redimir y que sigue interviniendo (por ejemplo, Sal 42, 4; 84, 7; 91, 5ss). Esta intervención divina que establece relación, va dirigida al individuo (Sal 20, 7 [el rey]; 33, 3, etc.) y también al pueblo. 3. En el NT, el verbo expresa en Hech 2, 26 (Sal 15, 9 LXX) una confesión jubilosa y gozosa de que la presencia redentora de

1691 Dios está vinculada sui generis con Jesús. Esto se aplica no sólo a la actividad terrena de Jesús (v. 22), sino también a su muerte en la cruz (vv. 23ss). La muerte y resurrección de Jesús se convierte así en testimonio de la totalidad y universalidad del gozo por la relación, un gozo que se manifiesta -por un lado- por la unidad que se crea en la comunión eucarística (2, 46: ... /lE'tEAá/l~UVOV 'tQocpfj~ Ev ayuAALáoEL XUL acpEAó't1]'tL xUQ6tu~), Y -por otro lado- por el carácter del derramamiento escatológico del Espíritu, que destruye fronteras (cf. la cita de Joel en 2, 17-21). La universalidad de este gozo que crea unidad, la enuncia con precisión Pablo en Rom 15, 10 en una reinterpretación radical de Dt 32, 43 LXX: los gentiles, juntamente con los judíos, deben regocijarse por la presencia de Dios en Jesucristo (cf. v. 13). En Gá14, 25-27 la invitación del AT dirigida a la mujer estéril para que se goce por la intervención creadora y maravillosa de Dios (Is 54, 1ss) se utiliza en una correspondiente reinterpretación de las expectaciones asociadas con la ciudad de Jerusalén (cf., entre otros pasajes, Is 65, 17ss; cf. F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], sub loco). En consecuencia, la Jerusalén celestial se convierte en la ciudad escatológica del gozo. También en el Apocalipsis, donde se exhorta al gozo y al júbilo en las fases decisivas de la descripción apocalíptica, se utilizan fuentes del AT con variante reinterpretación (11, 10; 12, 12; 18,20). Ap 11, 10 muestra que el gozo por la victoria sobre los amenazadores poderes malignos puede condensarse en el intercambio de dones en la comunión de mesa (cf. Est 9, 19.22). En la literatura sapiencial del AT, EUCPQUtvw puede expresar el gozo por otras relaciones, por ejemplo, por el hecho de estar juntos comiendo y bebiendo (cf., entre otros, Ecl 5, 18; 10, 19), gozo por la pareja en el matrimonio (Eclo 26, 2), por los hijos (Prov 10, 1; 17, 21; 23, 24s). Lc 15, 29 está en consonancia con esto. Ahora bien, la invitación del padre, dirigida al mayor de los dos hermanos para que participe en la fiesta de gozo, preparada por él con tanta abundancia para celebrar el regreso del hijo menor (Lc 15, 22-24.32),

1692 abarca también -en su interpretación religiosa- el gozo jubiloso de Dios (cf. 15,7.10) porque un ser humano ha regresado a las relaciones con Dios, que El ha mantenido abiertas sin reservas, mientras que el individuo había intentado vivir a base de sus propias posibilidades. Allá donde se vive la vida desde las posibilidades que Dios ofrece, es obligatorio gozarse (v. 32: l!bEL); el gozo por el arrepentimiento nos es conocido ya por Dt 30, 9 (entre otros textos) y por Filón, Som 11, 172-178. Esta relación con Dios falta en la persona descrita en Lc 12, 16-19 (cf. Ecl3, 12; Sant 4, 13ss). Por eso, al agricultor rico se le llama necio (cf. Sal14, 1; Lc 12, 20s; Mt 6, 19-21. 23). Otra forma de falso gozo es el rechazo de la comunión con los demás, de la comunión de mesa con los que padecen necesidad (Lc 16, 19-21). En este caso no puede surgir tampoco una comunión futura (16, 24s; cf. Mt 10, 42; cf. también W. W. Seng: NovT 20 [1978] 136-155). 4. EVcp~OO'ÚVlJ alegría, gozo* aparece únicamente en Hech 2, 28 (cf. 2, 26; --+ 3) Y en 14, 17, donde se acentúa que el gozo concreto por la creación, cuyo símbolo era el gozo por la cosecha (Is 9, 3, etc.), forma parte de las relaciones de uno mismo con Dios como el Dador que es de la vida y el origen, por tanto, de la alegría. S. Pedersen EVqJ~á'tt);, o'U Euphrates Eufrates* En Ap 9, 14; 16, 12 en la frase ó Jto'tU/lO~ ó /léyu~ EucpQá't1]~ en la sexta visión de las trompetas, al darse suelta a los ángeles de la destrucción junto al río Eufrates, y en la sexta visión de las copas,' que secó las aguas del Eufrates, de tal manera que quedó expedito el camino para que los soberanos del Oriente pudieran irrumpir. BHH 1, 448; Haag, Diccionario, 643. fVqJ~O(JÚVt), t);, gozo --+

EUCPQUtvw 4.

i¡ euphrosyne

alegría,

1693

fvxa~uJ'tiro euchariste6 estar agradeci-

do, dar gracias; recitar la oración de alabanza (en una comida); recitar la oración eucarí~tica*

l. Aparición y significado del término - 2. Proemios y parenesis - 3. Bendición de la mesa y eucaristía.

Bibl.: H. Conzelmann, flJXUQW1:Éúl xü., en ThWNT IX, 397-405; H. E/3er, en DTNT 1,55-57; E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser und an Philemon (KEK), Giittingen 1968, 40-44.67-69; H. Patsch, Abendmahlsterminologie aujJerhalb der Einsetzungsberichte: ZNW 62 (1971) 210-231; J. M. Robinson, Die Hodajot-Formel in Gebet und Hymnus des Frühchristentums, en FS Haenchen, 194-235; A. Stuiber, Eulogia, en RAC VI, 900-928.

1. El verbo, que en la LXX aparece por primera vez en los apócrifos y que se ha1.la luego muy difundido entre los escritos judíos helenísticos, aparece 38 veces en el NT, principalmente en Pablo y en los evangelios. Designa (con escasas excepciones: Lc 17, 16; Rom 16, 4) la acción de gracias que se tributa a Dios. En la mayoría de los casos se menciona expresamente a Dios en dativo como objeto de la acción verbal, o a Dios debe inferÍrsele por el contexto inmediato. El significado especial, singularísimo del NT, de recitar la bendición de la mesa, es un semitismo (yen este caso es intercambiable con --+ EUAoyÉW). EUXUQLO'tÉW, empleado en sentido absoluto, corresponde al lenguaje litúrgico de la celebración de la Cena y llega a ser en la época post-paulina el término técnico para referirse a la oración eucarística.

2. Cuando Pablo y sus discípulos insertan una fórmula fija de acción de gracias, el estilo corresponde al de la carta helenística. En las variantes más breves el autor da gracias a Dios y expresa en una frase de O'tL la razón para dar gracias, implicando normalmente a los destinatarios: los dones de gracia concedidos a la comunidad (1 Cor 1, 4s), la fe de la misma (Rom 1, 8), la fe y el amor (2 Tes 1,3); véanse -fuera de la introducción de la cartalos motivos de la aceptación de la palabra de

1694 Dios (1 Tes 2, 13) Y de la elección (2 Tes 2, 13). Por medio de hasta tres oraciones de participio, la forma más extensa inserta el motivo para la acción de gracias: las obras de la fe (1 Tes 1, 2ss), la participación en el evangelio (Flp 1, 3ss), la fe y el amor (Flm 4, ss; Co11, 3ss; Ef 1, 15ss). También por lo que se refiere a su propia persona, Pablo puede expresar gracias a Dios dentro de un argumento teológico (1 Cor 1, 14; 14, 18; cf. Hech 28, 15). En cambio, los gentiles no dan gracias a Dios, a pesar de que lo conocen (Rom 1, 21). La acción de gracias es una obligación parenética (2 Cor 1, 11; Ef 5,20; Col 1, 12; 3, 17; 1 Tes 5, 18). La doxo10gía de los ancianos en la presencia de Dios (Ap 11, 17ss; cf. Did 9, 2.3; 10, 2s.4ss) nos permite reconocer claramente el trasfondo judío de las formulaciones del NT (Sal 134-136; Jdt 8, 25; 1QH 2, 20.31 Y passim). Pablo piensa seguramente en el lugar litúrgico de tales oraciones de acción de gracias, cuando exige para el culto divino una forma de acción personal de gracias que resulte inteligible (1 Cor 14, 17). Sobre la oración personal de acción de gracias cf., por un lado, la oración.del fariseo (Lc 18, 11) y, por el otro lado, la oración de Jesús, cuando hace que Lázaro vuelva a la vida (Jn 11, 41). 3. De acuerdo con la costumbre judía (bBer 35a), Pablo recita antes de la comida la bendición de la mesa (Hech 27, 35). Esta costumbre era general en las comunidades cristianas; por eso, el apóstol puede referirse a ella dentro de un argumento (Rom 14, 6). Esta oración de alabanza se tiene también en cuenta en 1 Cor 10, 30, cuando -en la discusión del problema sobre comer carne sacrificada a los ídolos- Pablo plantea la pregunta retórica de por qué le van a criticar de algo por lo que él da gracias a Dios. En los relatos de la Ultima Cena, Jesús -como un padre de familia judío- recita la oración de alabanza sobre el pan (Lc 22, 19 par. 1 Cor 11, 24) o sobre la copa de bendición. Aquí, como en los pasajes en que se habla de dar de comer milagrosamente a los cuatro mil

1695

1696

(Mc 8, 6: oración sobre el pan; par. Mt 15,36: sobre el pan y los peces), o cuando se da de comer a los cinco mil (Jn 6, 11.23: el pan), nos llama la atención el uso común de -> EVAOyÉW. La estereotipia característica de la terminología empleada en los milagros de dar de comer a las multitudes, delata la influencia conservadora de la liturgia de la Cena del Señor. El uso del verbo EvXaQLO'tÉW, sin expresarse el objeto de la acción verbal, adquiere aquí (como más tarde en la Did 9, 1; 10, 1.7) el significado especial de recitar la oración eucarística. H. Patsch

E"xaQUJtla, a~, Í) eucharistia oración de acción de gracias, acción de gracias; oración de alabanza (en una comida); eucaristía* 1. Aparición y significado - 2. Acción de gracias y oración de acción de gracias - 3. Eucaristía.

Bibl.: J.-P. Audet, Literary Forms and Contents of a Normal euXaQw'da in t~e First Century: StEv 1 (1959) 643-662; H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 307. CL más bibliografía en -> eUXa-

Qw'téw. 1. El sustantivo, lo mismo que el verbo, no tiene equivalente directo en el AT, pero se halla difundido en los escritos judíos helenísticos. En el NT aparece 15 veces, especialmente en Pablo; faIta por completo en la tradición de los evangelios. Con una excepción (Hech 24, 3), la acción de gracias se tributa siempre a Dios. En los Padres apostólicos EvXaQLOtLa se convirtió en el término técnico para designar la Cena del Señor. 2. Para Pablo, el dar gracias tiene una significación fundamental. El quiere «ofrecer una acción de gracias» (1 Tes 3, 9, como si fuera una tOda espiritual, cf. Sal 50, 14; 107, 22 Ypassim [donde Aquila -a diferencia de la LXX- traduce también por EvXaQLo'tLaD a Dios como respuesta al gozo que le ha proporcionado la comunidad de Tesalónica, pero

se anima también frecuentemente a sí mismo a realizar acciones de gracias en el cuIto divino y en la vida privada. En relación con su argumentación a propósito del hablar en lenguas (-> EVAOyÉW 2), exige él que el no iniciado pueda pronunciar un inteligente «amén» a la acción de gracias y alabanza de Dios (1 Cor 14, 16). De la acción de gracias en el culto divino se habla también quizás en 2 Cor 4, 15 Y 9, lIs (con ocasión de la colecta en favor de los pobres de Jerusalén). La acción de gracias debe ocupar igualmente un lugar junto a la petición, la plegaria y la intercesión en favor de las personas investidas de autoridad (1 Tim 2, 1). La invitación a la acción de gracias es un elemento fundamental de la parenesis (Ef 5, 4; Flp 4, 6; Col 2, 7; 4, 2). «El dar gracias es la forma genuina y preferida de hablar que tienen los cristianos» (Schlier). Apelando a la creación divina, Pablo rechaza las prohibiciones ascéticas de comer ciertos alimentos, con tal que tales alimentos se tomen con acción de gracias, es decir, bendiciendo la mesa (1 Tim 4, 3.4; -> EVAOyÉW 3. 5). La acción de gracias forma parte de la doxología entonada por los seres celestiales ante el trono de Dios (Ap 4, 9; 7, 12). 3. Por ser intercambiables los temas EuXaQLO't- y EUAOy- en lo que respecta a la bendición de la mesa, y por la integración del término EuXaQLOtla en la tradición acerca de la Santa Cena, este término adquiere desde el siglo 1 (Did 9, 1.5) el significado de la Cena del Señor (lgnEf 13, 1; IgnFil 4; IgnEsm 8, 1; cf. Justino, Apol 1, 65s). Por eso, 1 Cor 10, 16 G pc syP sustituye el 'to :1tO't~ºLOV 'tfj~ EUAoyla~ (que había llegado a ser incomprensible) por 'to :1tO't~QLOV 'tfj~ EuXaQLO'tla~, «la copa de la eucaristía». H. Patsch E"XáQuJ'to~, 2 eucharistos agradecido* Col 3, 15: xaL EvXáQLOtOL YLvW'frE, «¡y sed agradecidos!».

E"XÍI, ij~, Í) ->

euche oración, voto E'ÜXO[taL (3).

1697

El,xoJlat euchomai orar, pedir, desear* EUXtí, i)~, ~ euche oración, voto* 1. Aparición de los términos en el NT; sus equivalentes y significados - 2. eÜXO!WL - 3. eUX~.

Bibl.: A. Citron, Semantische Untersuchung zu oJtÉvow{}m - om\voELv - eÜxw{}m, Winterthur 1965, 73101,116-120; G. Delling, Nasiriier, en BHH n, 1288s; J. Herrmann-H. Greeven, eÜXOflaL liLA., en ThWNT n, 774-808, esp. 774-776, 801-806; H. SchiinweiB, en DTNT nI, 218-223. CL más bibliografía en ThWNT X, 1091-1093.

1. A diferencia de los compuestos nQooE'Úxo[taL (85 veces) y nQooE'Uxtí (37 veces), en el NT las formas simples díxoftat y E1JxTÍ aparecen sólo 7 y 3 veces respectivamente; ambas formas faltan por completo en los evangelios; el sustantivo falta también en Pablo. Así que la forma simple, que está atestiguada desde Homero para la invocación de la divinidad, está siendo desplazada por la forma compuesta, ya en la LXX y en grado mayor aún en el NT. Entre otras expresiones neotestamentarias para designar la idea de «orar, pedir» se hallan aLTÉw (70 veces), ~oáw (12), MO[taL (22), EQw'táw (63), xQá1;w (56), y también yov'UnEtÉw (4), EUAOyÉW (42), E'UXaQLO'tÉW (38) y nQoox'UvÉw (60). Mientras que EVXO[taL, en el griego clásico y en la LXX, junto a los significados de «pedir, orar», puede tener también frecuentemente el de «hacer un voto o una promesa» (por ejemplo, Núm 11,2: «orar» [nQo~ x'ÚQwv]; 30, 3: E'ÜXO[taL EvxTÍv, «hacer un voto») y el significado profano de «desear» desaparece casi por completo en la LXX (tan sólo en Jer 22, 27' EVxTÍ, «deseo», no aparece en la LXX ni en ei NT), vemos que en el NT el verbo tiene los significados de orar, pedir, desear. El sustantivo tiene los significados de voto y oración. 2. a) E'ÜXOftaL se emplea en el NT con dativo (Hech 26, 29), con nQó~ (2 Cor 13, 7), con únÉQ (Sant 5, 16), con un infinitivo dependiente (con acusativo: Hech 26, 29; 27, 29; Rom 9, 3; 2 Cor 13, 7; 3 Jn 2) y con objet~ en acusativo (2 Cor 13, 9). Los exegetas d~scuten cuál es el significado preciso de E'UXO[taL en algunos pasajes concretos.

1698 b) El significado de desear se puede admitir únicamente con seguridad allá donde no se menciona a Dios como destinatario: lI'ÜXoV'to ~[tÉQav YEVÉO'fraL, «deseaban que se hiciera de día» o «anhelaban que llegara el día» (Hech 27, 29). El imperfecto lIVXÓ[tllV expresa un deseo (imposible de satisfacer): «porque yo desearía ... » (Rom 9, 3; cf. ií'frEAOV en Gál 4,20; cf. BlaB-Debrunner § 359,2 con la nota 5). No se trata de que Pablo ofrezca en realidad sacrificarse a sí mismo, sino que es una manera literaria de expresar el profundo dolor del apóstol (cf. v. 2) por lo que pasa con sus hermanos xa'ta (JáQxa. 3 Jn 2 (nEQL náv'twv E'ÜXOftaL... , «deseo que en todas las cosas te vaya bien ... ») es una fórmula muy cercana a la expresión corriente que encontramos en las cartas privadas antiguas: nQo návtwv EÜXO[tal (cf. PapOxy, 11; cf. Greeven y 776). Lo importante es el desplazamiento en el sentido de lo que se dice: lo más importante para el autor de la carta no es el bienestar y la salud del destinatario, sino su «bienestar espiritual» (v. 2b). c) En 2 Cor 13, 7.9 Pablo ora a Dios para que los corintios no hagan nada malo (E1JXÓ[tE'fra M. nQo~ tOV 'frEOV fti) nOLfíoaL ú[ta~ xaxov [tllMv, v. 7); para que ellos estén «en buenas relaciones» con Dios ('tou'to xaL E1JXÓftE'fra, 'ti)v úftillv xa'táQ'tl(JLV, v. 9). Pablo, con esta petición dirigida a Dios, no desea que quede acreditatada su propia condición de apóstol (cf. v. 3), sino que, por amor de la comunidad y de la verdad, él acepta de buena gana la posible acusación de que «él no está acreditado» (v. 7c), con tal de que la comunidad, con la ayuda de Dios, obre el bien y no tenga ya que depender de que se pruebe que el apóstol esté acreditado o no (con ocasión de la próxima visita de éste a Corinto, vv. 2s). Por consiguiente, la oración (intercesora) de Pablo es aquí una invocación a Dios pidiendo su ayuda y su protección; es con ello una expresión de la debilidad de los creyentes, quienes al mismo tiempo tienen su fortaleza en Cri'sto. Posee también el carácter de una exhortación y advertencia dirigida a la comunidad. Sant 5, 16 habla asimismo de la oración de intercesión (E'ÜXW'frE [nQooE'Úxw'frE A pc,

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:ltQOOEúxw'frm B, cf. también lo que se dice en los vv. 13.14.17.18] Ú:ltEQ aAA~A(¡)v) por la curación de los enfermos (cf. d,X~ -¡;fj~ :ltLO-¡;E(¡)~ en el v. 15, 6Él](JL~ en el v. 16b). La oración hecha en la fe obra la curación; no basta sólo con ungir con óleo (vv. 14s). EV~aLf-tl]V av -¡;0 'frE0 en Hech 26, 29 (el optativo potencial con aves raro en el NT y se encuentra únicamente en el evangelio de Lucas y en Hechos; pero tan sólo en Hech 26, 29 aparece en una oración principal) debe traducirse muy probablemente: «yo desearía rogar a Dios (en el NT, tan sólo aquí se halla en dativo, pero en la LXX es frecuente con el sentido de «hacer un voto o una promesa»). En principio, y de acuerdo con el contexto literario y retórico, sería también posible la traducción: «yo deseaba» (cf. BlaB-Debrunner § 385, 1 con la nota 2); ahora bien, -¡;0 'frE0 debe entenderse seguramente como objeto directo en dativo, no como dativo de daño o provecho o como dativo ético. 3. EVX~ (:ltQOOEUX~ P al) aparece en Sant 5, 15 en el sentido de oración (de intercesión) por los enfermos (---+ 2). En Hech 18, 18; 21, 23 EVX~ significa voto (cf. la manera de expresarse de la LXX, ---+ 1). El autor piensa en ambos casos en el voto del nazirato y se refiere específicamente a la tonsura del cabello (cf. Núm 6, 1-21, especialmente los vv. 5.9.11.18s) (XELQáf-tEVO~ ... -¡;~v xEcpaA~v, 18, 18; lva ~uQ~oov-¡;m -¡;~v xEcpaA~V, 21, 24). 18, 18 es problemático, porque lo de cortarse el cabello no se hacía al comienzo del voto, sino al final del mismo, y coincidía generalmente con el hecho de darse por terminado el voto en el templo de Jerusalén. En un país extranjero era posible hacer un voto, pero no darlo por concluido, y difícilmente era posible la tonsura de los nazireos (cf. también Billerbeck 11, 749-751; desde luego, no se piensa en una norma especial en caso de haberse contraído impureza, a tenor de lo que se dice en Núm 6, lIs). En 21, 23 Pablo debe liberar a cuatro varones del voto del nazirato (EUX~V exov-¡;E~ ecp' éam:wv, cf. Núm 6, 7; cf. también, a propósito, Josefo,

1700 Ant XIX, 294), con lo cual carga él al mismo tiempo sobre sí ese voto durante siete días (v. 24; cf. v. 26; ---+ &.yvó~ 3), a no ser (cosa que parece improbable) que se piense en la purificación levítica de la impureza (por ejemplo, después de una estancia en el extranjero) durante un período de siete días. (¿Habría afectado también una impureza semejante a los cuatro varones? Así piensan Billerbeck 11, 757-761; G. Stahlin, Apostelgeschichte [KEK], sub loco). La exposición que hace Lucas se compagina sólo parcialmente con las prescripciones rabínicas (cf. también E. Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK], sub loco), a saber, en lo que se refiere a la EVX~ de los cuatro varones, pero no en lo que respecta a los supuestos siete días del nazirato de Pablo. H. Balz

d'XQlJ(J'to~, 2 euchrestos útil* En 2 Tim 2, 21 dícese de un vaso que es de provecho para el propietario (EUXQl]OWV -¡;0 6eo:ltó-¡;n); en 4, 11 dícese de Marcos: eO-¡;Lv ... ¡tOL EUXQl]OW~ d~ 6LaXOVLav; cf. Flm 11 refiriéndose a Onésimo.

Etr'VlJxiro

eupsycheo tener buen ánimo, hallarse sereno* Flp 2, 19: lva ... EV1jJUXw yvov~ -¡;a :ltEQL úf-twv, cf. Herm (v) 1, 3, 2. Spick, Notes 1, 337s.

Eurobí,«, «~ Euodia Evodia Variante ortográfica de -> Evo6La. EUrobí,«, «~, it euodia olor agradable, aroma fragante* 6of-t~, fj~, ~ osme aroma olor* 1. Aparición de los términos en el NT y contenidos semánticos - 2. El uso figurado de OO[!T] EUOJola<; - 3. 2 Cor 2, 14-16.

Bibl.: R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), Gottingen 1976,67-70; G. Delling, o(J[!~, en ThWNT V, 492-495; E. Lohmeyer, Vom gottlichen Wohigeruch: SAH 10, 9 (1919); A. Stumpff, Euoola.,

1701 en ThWNT 11, 808-810. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1093.

1. En el NT EuwOLa aparece dos veces (Flp 4, 18; Ef 5, 2) en la construcción de genitivo oof-t~ Ev(¡)6La~, y una vez en 2 Cor 2, 15 en proximidad inmediata y, en cierto modo, en paralelo con oof-t~ (2, 14.16 bis). Ambos términos se usan en sentido figurado en estos pasajes. Además, oof-t~ aparece en sentido propio en Jn 12, 3: «la casa se llenó con la fragancia del ungüento (---+ f-túQov)>>. 2. En la LXX la frase oo¡ti¡ EU(¡)OLac; es traducción de la expresión veterotestamentaria realJ nflJoalJ, «aroma que aplaca» (Gén 8, 21; Lev 1,9. 13.17 Ypassim). La LXX, al utilizar así en su traducción la raíz 00-, abandonó ya el viejo concepto del sacrificio (alimento para la divinidad por medio de la fragancia; cf. F. Stolz, en DTMAT 11, 71s). La construcción de genitivo aparece con referencia al culto espiritual (-> AOyLXÓ~) en TestLev 3, 6 (sobre el culto celestial), en Ec10 39, 14 (refiriéndose a la alabanza de Dios por los piadosos), en lQS 8, 9; 9, 4s (acerca de la oración de la comunidad de Qurnrán) y en Bern 2, 10 (sobre la alabanza del Creador). Pablo utiliza la expresión en Flp 4, 18, junto a otras expresiones sacrificiales, para caracterizar los dones con que los filipenses le han ayudado como un sacrificio espiritual ofrecido a Dios: «Tengo abundancia, desde que recibí de Epafrodito vuestro don, un olor fragante, un sacrificio (-> 'fruoLa) aceptable, agradable (---+ EváQeow~) a Dios». En Ef 5, 2 (<
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embargo la calificación que se hace de esa entrega de sí mismo como «don y sacrificio etc.» no es seguramente una simple expresión típica del estilo p1erofórico de Efesios, sino que podría estar motivada también parenéticamente y podría presentar ante los ojos de los destinatarios a Cristo como ejemplo y modelo del culto divino espiritual, al que también ellos están llamados. Se discute si -¡;0 'frEw debe relacionarse con 'fruoLav o con d~ oo~~v EV(¡)6La~. La LXX conoce la expresión d~ 6of-t~v Evw6La~ -¡;0 XUQLq> (Lev 2, 12; 6, 14; Dan 4, 37a). Pero Ex 29, 18 tiene -¡;0 XUQLq> antes de d~ oof-t~V EV(¡)OLa~ en una predicación de sacrificio. En Ef 5, 2 el movimiento del pensamiento parece señalar hacia esta dirección. 3. El origen y el significado de la metáfora de la fragancia en 2 Cor 2, 14-16 se interpretan de diferentes maneras: oof-tilv -¡;fj~ yVÚJOE(¡)~ av-¡;ou (v. 14) es <1ragancia que consiste en el conocimiento de él» (genitivo de aposición: BlaB-Debrunner § 167, 2). Si suponemos que ---+ 'frQLa¡t~EÚ(¡) alude a la costumbre romana de la entrada triunfal, entonces la imagen de la fragancia estará asociada con ese marco de referencia, y Pablo se presentaría a sí mismo como un incensador en esa entrada triunfal (W. Bousset, Der zweite Korintherbrief [SNT], 179; C. F. G. Henrici, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 104). Ahora bien, son discutibles tanto la imagen de la entrada triunfal como la derivación de la imagen de la fragancia de ese contexto de imágenes (Stumpff, 809; Bultmann, 67; Lietzmann-Kümmel, Korintherbriefe [HNT], 108). La expresión, como vemos por la continuación en 2, 15s, enlaza con el lenguaje simbólico -tan familiar para los antiguos- de la «fragancia divina» (Lohmeyer; Delling, 493; Bultmann, 68-70), que pone de relieve la presencia casi material y local (ev :ltav-¡;L -¡;óm[» y la fuerza vivificadora del conocimiento de Dios trasmitido por medio de la proclamación de la palabra. La idea de la «fragancia divina» presupone una comprensión material del aroma, característica·

1703 del mundo antiguo, como portador de energías de vida y muerte (Job 14,9; Aristóteles, De Sensu, 5 p445a 17; Platón, Tim 66e). La fragancia puede entenderse como señal de la presencia divina y de la vida divina (Eurípides, Hipp 1392; Plutarco, Is 15). En el ámbito del AT y del judaísmo, el simbolismo de la fragancia no tuvo entrada en enunciados acerca de Dios, pero sí en enunciados acerca de la sabiduría (Eclo 24, 15), la justicia (Eclo 39, 13s; ApBar [sir] 39, 13s; ApBar [gr] 67, 6) Y del paraíso (Hen [gr] 25, 3-6; 32, 3s). En relación con el v. 14a, Pablo quiere decir -con la metáfora de la <1ragancia del conocimiento de El»- que Dios hace público en todas partes su conocimiento (--+ cpavEQóm) a través de sus apóstoles, de tal manera que ese conocimiento se halla presente por doquier y exige una decisión. Con XQL(rWV Evm6La EaflEv 't<{l t}E<{l, «somos aroma de Cristo para Dios» (v. 15), se recoge la imagen de la fragancia con Evm6La y se aplica a los apóstoles. La proximidad con la expresión de la LXX oafl~ Evm6La~ (--+ 2) Y la calificación «para Dios» han dado ocasión para la interpretación de que Pablo enlaza -aquí y en el v. 14- con el simbolismo del sacrificio: según el v. 141a fragancia sacrificial del conocimiento de Dios se elevaría hasta Dios (Lietzmann-Kümmel, Korintherbriefe, 108). Según el v. 15, la existencia apostólica se compararía con un sacrificio (cf. Flp 2, 17; Lietzmann-Kümmel, Korintherbriefe). Pero esta hipótesis va en contra de la tendencia de las afirmaciones que se formulan en 2, 15b. 16a y que hacen ver el efecto que causan los apóstoles entre la gente. El uso metafórico de la sentencia no se entendería en el supuesto de que se admitiera un marco de referencia más amplio para las imágenes (Stumpff, 809s; H. Windisch, Der zweite Korintherbrief(KEK], 98). La derivación del enunciado «somos aroma de Cristo» de la idea de que XQLa'tó~ viene de --+ XQLm, «ungir», de que la unción despide una fragancia y de que el apóstol ha sido ungido de manera especial (cf. 2 Cor 1, 21), trasmitiendo así ulteriormente el aroma de Cristo (Windisch, Der zweite Korinther-

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briej), no está justificada tampoco al contexto, al menos si la consideramos en sí misma (Stumpff, 809). Más bien, la metáfora del aroma en el v. 15, que presenta intuitivamente el «conocimiento de Dios» del que se habla en el v. 14, se aplica consecuentemente a quienes, como apóstoles, trasmiten y difunden ese conocimiento. En ellos se personaliza precisamente el conocimiento de Dios (M. A. Chevalier, Esprit de Dieu, paroles d'hommes, Neuchatel 1966, 104). Cuando Pablo, en el v. 15b, afirma que los destinatarios del aroma son «los que se salvan y los que se pierden», entonces la división en dos grupos opuestos va contra las connotaciones de la metáfora del aroma. No puede explicarse tampoco por el simbolismo antiguo (Bultmann, 71). Sino que Pablo piensa en el efecto de su predicación. La decisión que se adopte ante ella decide acerca de la participación en la salvación final, de tal manera que los dos grupos de los (J<¡l~ÓflEVOL y de los ano"-A.'IÍflEvOL surgen como «aroma de Cristo» mediante la predicación, es decir, por medio de los apóstoles. La aposición «para éstos olor de muerte que lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que lleva a la vida» (v. 16a) da un final impresionante al enunciado del v. 15. Evm6La es sustituido de nuevo por OCJfllÍ (cf. el uso paralelo que se hace de ambas expresiones en Eclo 24, 15). Ofrece dificultades el juego de las preposiciones Ex. ... d~, «de ... para». Si lo entendemos al pie de la letra, entonces el olor no sólo tendría un doble efecto (<<para»), sino también, como el contraste indica, dos orígenes y cualidades diferentes. Esto sería concebible para la parte positiva del paralelo con EumOLa en el v. 15; pero ¿cómo el olor iba a tener la cualidad de la muerte? Habría que entender entonces ambos enunciados derivándolos de la muerte y de la resurrección de Jesús, de tal manera que parecería que el apóstol fuera para unos como hedor de un cadáver, y para otros como hálito de vida. Ahora bien, tal fundamentación cristológica es improbable; difícilmente podrá basarse en el texto; habrá que introducirla en él forzadamente. El significado de «hedor de un cadáver» rompería por completo la

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EumoLa - Ecpá:n:a1;

imagen de la fragancia, que es todavía determinante para el v. 16. Es un significado sumamente problemático, considerado desde todo el conjunto de la teología paulina. Es más probable que Pablo piense en la situación del proclamador de la palabra y en el efecto que esa situación causa, como veíamos antes en el v. 15. De forma retóricamente impresionante (quiasmo en los vv. 2, 15b-16a) Pablo finaliza sus enunciados acerca de su predicación apostólica, sirviéndose para ello de la metáfora del aroma y empleando la estructura preposicional «de ... para» como figura estilística unificante (cf. Rom 1, 17; 2 Cor 3, 18; 4, 17), con la cual figura él describe, refuerza y realza impresionantemente el efecto que causa la proclamación de la palabra (cf. Bauer, W6rterbuch, 468; Bultmann, 7). Pueden compararse con este desarrollo algunas reflexiones judías acerca del doble efecto de la Torá, que puede causar beneficio o daño (Filón, Mut 202) y que puede ser «medicina de vida» y «medicina de muerte» (bTaa 7a Bar, en Billerbeck I1I,498). G. Dautzenberg E"Ó)V'Vp.tO~, 2 eu6nymos lo que está a la izquierda, izquierdo* Este adjetivo aparece 9 veces en el NT: 5 en Mateo, 2 en Marcos, y las otras dos en Hech 21, 3 Y Ap 10, 2. Excepto en Hech 21, 3, el adjetivo izquierdo se encuentra siempre en contraste con «derecho», y aparece principalmente en la expresión ES Evmvúflmv (cf. también BlaB-Debrunner § 141, 2). Así lo vemos en Mc 10, 37 (v.l.).40 par. Mt 20, 21.23, refiriéndose a los puestos de honor «a la derecha ya la izquierda» de Jesús. Mc 15,27 par. Mt 27, 38: «a la derecha y a la izquierda» de Jesús son ejecutados dos "-UCJ'taL; de esta manera podrían realzarse ignominiosamente los que de ordinario son puestos de honor (cf. R. Pesch, Das Markusevangelium [HThK] 11, 485s). En el juicio final, los cabritos estarán a la izquierda del Hijo del hombre (Mt 25,33), Y los que se hallen a su izquierda (ES Evm-

VÚflmv) serán condenados (v. 41). En Ap 10, 2 se habla del pie izquierdo de un ángel. Hech 21,3: «Cuando dejamos Chipre a la izquierda (EVWVUflOV»>.

Eq>ayov ephagon comer Aoristo segundo de

--+

Eat}Lm, fCJt}m.

Eq>áJ...J...op.tm ephallomai precipitarse sobre* En Hech 19, 16 dícese de un poseso que se precipita sobre unos exorcistas judíos: EcpaA.ÓflEVO~ ... En' av'tOú~ (Ecpa,,-AóflEvo~ p.' Koiné E pI).

Eq>chta; ephapax (adv.) a la vez, de una vez para siempre* Lo mismo que anaS, vemos que EcpánaS (que aparece 5 veces en el NT) tiene su centro de gravedad en Hebreos: en 7, 27 se habla de la reconciliación definitiva por medio de Cristo, quien de una vez para siempre se ofreció a sí mismo como sacrificio ('tov'tO yaQ EnoLl]CJEv Ecpánas ÉU'lJ'tov aVEV€y%a~, en contraste con los sacrificios «diarios» de los sumos sacerdotes; sobre el problema, cf. O. Michel, Der Brief an die Hebriier' [KEK], sub loco); cf. 9, 12 (dafjAttEv EcpánaS d~ 'ta aYLa); en 10, 10 se habla de la santificación de los creyentes por medio del sacrificio -efectuado de una vez para siempre- del cuerpo de Jesucristo; véanse más detalles en --+ anas 3. Pablo, que emplea anas únicamente en sentido numérico, utiliza EcpánaS en Rom 6, 10 para referirse al cambio de umi vez para siempre y, por tanto, permanentemente válido (para los creyentes) que hizo pasar de la muerte de Cristo por el pecado a la vida para Dios (<
1707 hausen, Der Ablauf der Osterereignisse und das leere Grab [SAH 1952/1954], Heidelberg 31966, 13-15; J. Kremer, Das iilteste Zeugnis van der Auferstehung Christi [SBS 17], Stuttgart 1966,71-74). 'EqJE(Jivo~,

3 Ephesinos efesio Ap 2, 1 Textus Receptus: 'tfj~ 'EcpWLVT]~ ex.x.AT]OLU~, en vez de ev 'EcpÉoep.

'EqJÉ(JtO~ Ephesios de Efeso, efesio* Hech 19, 28.34: /LEYáAT] ~ --> 'A.Q'tE/LL~ 'ECPWLWV (una forma corriente de aclamación, cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK], sub loco; 19,35: «Hombres de Efeso» (avOQE~ 'EcpÉOLOl), y como designación de la ciudad CEcpWLWV JtÓAL~); en 21, 29 se menciona a Trófimo «de Efeso» ('tov 'EcpÉOLOV). "EqJE(JO~ Ephesos Efeso*

Rica ciudad comercial de Jonia, situada no lejos de la costa occidental de Asia Menor, cerca de donde el río Caistro vierte sus aguas en el Mar Egeo. Desde el año 133 a.C. capital de la provincia romana de Asia y sede del pro cónsul. Efeso era famosa por su cultura y por la celebración de sus cultos religiosos (sobre todo los que tenían lugar en el templo de Artemisa, destruido en el año 356 a.C. y reconstruido con posterioridad, --> 'A.Q'tE/LL~). Efeso se menciona en Hechos al final del «segundo viaje misionero» (18, 19.21) Y al comienzo y al final del «tercer viaje misionero» (18, 24; 19, 1.17.26; 20, 16.17). Fue, indudablemente, el lugar principal donde se desarrolló la actividad paulina. Pablo mismo habla únicamente de Efeso en la Carta primera a los corintios, que fue escrita en esa ciudad (15, 32; 16, 8); cf., por lo demás, Ef 1, 1 Sine A B 3D al (cf. GNTCom, sub loco); 1 Tim 1,3; 2 Tim 1, 18; 4,12; Ap 1, 11; 2,1. Según las Pastorales, Efeso fue la comunidad de la patria de Timoteo. Entre las siete comunidades a las que va dirigida la carta circular del Apocalipsis, Efeso ocupa el primer lugar. Bauer, Worterbuch, s. v. (bibl.); BHH 1, 418 (bibl.); W. Elliger, Ephesos, Stuttgart 1985;

1708 Haag, Diccionario, 515 (bibl.); E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK) sobre 18, 24ss; 19, lss (bibl.); LAW 821-823; IDB Suppl 269271; E. Lessing-W. Oberleitner, Ephesos, Wien 1978; F. Miltner, Ephesus, Stadt der Artemis und des Johannes, Wien 1958; PaulyWissowa V, 2773-2823; E. Pereira, Ephesus. Climax of Universalism in Luke-Acts, Anand (India) 1983; R. Schnackenburg, Ephesus.

Entwicklung einer Stadt van Paulus zu Johannes: BZ 35 (1991) 41-64. EqJEUQntí~, olí, Ó epheuretes inventor* Rom 1, 30, en un catálogo de vicios se habla de: ecpf1)QE'ta~ X.Ux.wv, designándose así a los que «planean un mal» (cf. 2 Mac 7,31), a los que «buscan un mal» o a los que «permiten que se busque un mal» (H. Schlier, Der Romerbrief [HThK], 65).

EqJl)p.tEQta, a~, Í) ephemeria clase o grupo de sacerdotes* En Lc 1,5.8 se designa con este término la clase o grupo de sacerdotes, es decir, la «distribución semanal» en que a Zacarías le correspondía ejercer sus funciones sacerdotales (cf. Billerbeck I1, 55-68, 71; W. Grundmann, Lukas [ThHK], sub loco). EqJtíp.tEQO~, 2 ephemeros diario* En Sant 2, 15 háblase de la «necesidad del alimento diario» (ecpT]/LÉQT] 'tQoCPlÍ).

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ecpLx.vo'Ú/LEVOL d~ vWi~, debe traducirse por una de dos: o bien por «pues no como los que no llegan (como misioneros) hasta vosotros» (como sucede con los adversarios), o bien debe referirse, en términos más generales, a la competencia misionera de Pablo: «pues no como los que no pueden llegar hasta vosotros»; cf. también R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), sub loco.

EqJt(J'tl)'.u ephistemi acercarse, atacar, estar junto a, estar a la mano, estar presente (ser inminente)* El verbo aparece 21 veces en el NT, todas las cuales, exceptuados 1 Tes 5, 3; 2 Tim 4, 2.4, se hallan en Lucas-Hechos (7 testimonios en el Ev de Luc y 11 en Hechos). Acercarse, con dativo (Lc 2, 9; 24, 4; Hech 4, 1; 23, 11), con eJtL (Hech 10, 17; 11, 11), con eJtávw ul'J'tfj~, «él se acercó a su cabeza / a ella a la cabecera de la cama» (posiblemente también: «se inclinó sobre ella», Lc 4, 39), en sentido absoluto (2, 38; 10,40; 20, 1; Hech 6, 12; 12, 7; 22, 13; 23, 27); acercarse en sentido amenazador / venir sobre alguien, con eJtL (Lc 21, 34; 1 Tes 5, 3); atacar, con dativo (Hech 17, 5); en otros lugares, «acercarse» en el sentido de estar pronto / estar a la mano (2 Tim 2, 4); ser (inmediatamente) inminente (4, 6). En Hech 28, 2 OLa 'tav vE'tav 'tav ecpw'tw'tu puede entenderse como referido a la lluvia que comenzaba o era inminente, y quizás también que «se perduraba».

EqJvtbto~, 2 ephnidios repentino

EqJtXvÉop.tat ephikneomai alcanzar, llegar hasta* En el curso de su defensa en 2 Cor 10, 13.14 Pablo acentúa que la norma fijada por Dios para juzgarle a él es el terreno en que a él le corresponde ejercer su misión: SCPLx.w'frm aXQL X.UL V/LWV, «que lleguemos precisamente hasta vosotros» (v. 13; el infinitivo interpreta el /LÉ'tQOlJ anterior [sobre la atracción del relativo cf. BlaB-Debrunner § 294 nota 9], pero se refiere retrospectivamente a x.UlJXr¡OÓ/LE'frU); en el v. 14, 011 yaQ ro~ /Li]

Forma alternativa de

-->

ULcpVLOLO~.

iqJoQ«Xro ephoraiJ poner sus ojos sobre, mirar* Lc 1,25, en sentido absoluto con infinitivo: «El puso sus ojos sobre mi para quitar»; Hech 4,29, con eJtL: «¡mira sus amenazas!»

'EqJQatp.t Ephraim Efraín* Según Jn 11, 54, Jesús se va de los alrededores inmediatos de Jerusalén y marcha a una

población cercana al desierto, llamada Efraín, a la que no se puede ya identificar con seguridad. Quizás haya que pensar en una ciudad (Aphairema, 1 Mac 11, 34 ?) situada en el antiguo territorio de la tribu de Efraín. G. Dalman, arte und Wege Jesu, Gottingen 31924, 231-235; Bauer, Worterbuch, s.v.; BHH 1, 420s; R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes 'o (KEK), sub loco; B. Schwank, Ephraim in Joh 11, 54, en M. de Jonge (ed.), L'Evangile de Jean, Gembloux 1977, 377-383.

EqJqJa-3a ephphatha ¡ábrete!* En Mc 7, 34 como transcripción griega del imperativo hitpael formado del tema arameo petal} (con asimilación regresiva de la t a la p), «¡ábrete!» (ECPCPE'frU Sin3 D [W] latt sa), traducido por el evangelista por OLuvoLx'frT]n. La interpelación se hace a toda la persona, no sólo a los órganos del enfermo. Sobre el problema lingüístico cf. G. Dalman, Grammatik des jüd. -paliistinischen Aramiiisch, (Leipzig '1905) Darmstadt 1960,278 nota 1, quien supone que se trata de un plural femenino; Billerbeck 11, 17s; J. A. Emerton: JThS 18 (1967) 427-431; F. L. Horton Jr., Nochmals ecpcpu'frá in Mk 7, 34: ZNW 77 (1986) 101108; M. Black, en FS Rigaux, 57-62; 1. Rabinowitz: ZNW 53 (1962) 229-238; Id.: JSSt 16 (1971) 151-156; S. Morag: JSSt 17 (1972) 198-202; TRE I1I, 602-610, esp. 606.

EX-3É~ echthes (adv.) ayer* Jn 4, 52; Hech 7, 28: el día anterior (en ambos casos v.l. X'frÉ~); Heb 13,8 en la fórmula de aclamación: 'IT]ooil~ XQLo'ta~ ex'frE~ (v.l. X'frE~) X.UL olÍ/LEQov Ó a1ho~ X.UL d~ 'tOiJ~ ULWVU~, para designar el tiempo pasado de la comunidad creyente (cf. v. 7); cf. también F. V. Filson, «Yesterday». A Study of Hebrews in the Light of Chapter 13 (SBT 11/4), London 1967; O. Michel, Der Brief an die Hebriier7 (KEK), sub loco.

ExaQa, a~, tl echthra enemistad --> sX'frQó~.

1711 EX-3QÓ~,

oii, Ó echthros enemigo* eX{}Qa, a~, lÍ echthra enemistad* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Enunciados escatológico-apocalípticos - 3. Los enemigos de Dios - 4. Enunciados dualísticos y polémicos - 5. El enemigo personal - 6. El enemigo de la comunidad.

Bibl.: H. Bietenhard, en DTNT n, 75s; W. Foerster, €X1'tQó<:;, EX1'tQU, en ThWNT n, 810-815; A. S. Geyser,

en BHH 1, 467s; X. Léon-Dufour, en DNT, 193s; O. Linton, St. Matthew 5, 43: StTh 18 (1964) 66-79; D. Lührmann, Liebet eure Feinde (Lk 6, 27-36; Mt 5, 3948): ZThK 69 (1972) 412-438; G. Molin, Mt 5,43 und das Schriftum von Qumran, en FS Bardtke, 150-152; F. Neugebauer, Die dargebotene Wange und Jesu Gebot der Feindesliebe. Erwiigungen zu Lk 6, 27-36, Mt 5, 38-48: ThLZ 110 (1985) 865-876; J. A. Sanders, Enemy, en IDB n, 101; J. Sauer, Traditionsgeschichtliche Erwiigungen zu den synoptischen und paulinischen Aussagen über Feindesliebe und Wiedervergeltungsverzicht: ZNW 76 (1985) 1-28; J. Scharbert, en DTB 317-322; L. Schottroff, Gewaltverzicht und Feindesliebe in der urchristlichen Jesustradition, en FS Conzelmann, 197-221; O. J. F. Seitz, Love Your Enemies: NTS 16 (1969-1970) 39-54; M. Smith, Mt 5.43: «Hate Thine Enemy»: HThR 45 (1952) 70-73; G. Strecker, Die Antithesen der Bergpredigt: ZNW 69

(1978) 36-72, esp. 65-69. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1093s. 1. En el NT, EX{}QÓ~ aparece 32 veces, y ExfrQa, 6 veces. Ambos términos faltan en los escritos joánicos. EX{}QÓ~ se usa siempre como sustantivo masculino, con una posible excepción: Mt 13, 28 (Bauer, Worterbuch, s.v.). 2. El uso de los términos en el NT se halla en general muy influido por la tradición del AT y del judaísmo. - Además de Lc 1,71.74 (esperanza de la liberación de Israel de manos de sus enemigos [Sal 105, 9s]; cf. SalSl 17, 45) y de Lc 19, 43 (palabras proféticas de amenaza, cf. H. Ringgren, en DTAT 1, 226s; E. Jenni, en DTMAT 1, 198-200), hay que mencionar también los enunciados escatológico-apocalípticos del Sal 110, 1. Mientras que en Mc 12,36 par.; Hech 2, 35; Heb 1, 13; 10, 13 no se especifica quiénes son los enemigos, vemos que en 1 Cor 15, 25s, en el contexto de una argumentación antientusiástica (cf. también Heb 10, 12s!), esos enemigos son los poderes demoníacos (v. 24), que el Cristo

1712 exaltado y entronizado ha de destruir (cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 322; a propósito, K. Berger, Die Auferstehung des Propheten und die Erhohung des Menschensohnes [StUNT 13], Gottingen 1976, 251); pero la sujeción del último enemigo, la muerte, hará posible la vida escatológica. Lc 19, 27 alegoriza la venganza que toma de sus enemigos el pretendiente al trono (sobre el trasfondo histórico, cf. Josefo, Bell 11, 80ss y 111), interpretándola como la destrucción de los enemigos por el Cristo que había sido perseguido por ellos, pero que ahora es el Kyrios entronizado y que ha vuelto para el juicio final (cf. Hen [gr] 1, 1). La descripción de la destrucción de los enemigos por obra de los dos testigos en Ap 11, 5, «por fuego que sale de la boca de ellos», hace referencia a la tradición profética del AT (2 Re 1, 10, a propósito Lc 9, 54 A C D W e Koiné; Jer 5, 14). Aquí se expresa la misión divina de esos testigos. Así aparece también en Lc 10, 19: la autoridad de los mensajeros enviados por Dios les da potestad sobre el adversario. El contexto, tanto en el Apocalipsis como en Lucas, indica que los EX,{}QOL están caracterizados por el verbo --> a xm;a""áaaú) (atestiguado, fuera de la Biblia, en: Herodoto 1, 61; VII, 145; Aristóteles, Rhet 1367b 17; Platón, Resp VIII, 566e; Filón, Virt 118; Josefo, Ant XVI, 267 Y passim): Rom 5, 10; Ef2, 14.16; Col 1, 21. Inversamente, losjudíos son XaLa LO EvayyÉALoV, es decir post Christum, los enemigos de Dios.

1713

Ef 2, 14.16 indican que no podemos establecer

separ~ción entre la enemistad de los gentiles con-

tra DIOS y contra el pueblo de Dios. Recogiendo l~ idea de Is 57, 19, el autor muestra que la hostihdad entre los gentiles y los judíos, que está creada por la ley (v. 14), queda abolida únicamente cuando se suprime la enemistad de ambos con Dios, y cuando ambos se convierten en una nueva persona. Esta idea se encuentra formulada también en Rom 5, 10. 4. La «enemistad contra Dios», en el contexto del dualismo de la carne y del Espíritu (Rom 8, 7s), es el seguir las tendencias de la aáQs (8, 7), por cuanto ésta es incapaz de obedecer a la ley de Dios, que está del lado delltvEvf.ta (7, 14). Una referencia análoga es Gál 5, 20, donde las EX,{}QaL se cuentan (desde el punto de vista ético) entre las obras de la aáQs, que se hallan en contraste con los frutos del JtvEvf.ta. Con la oposición frecuente entre los pares de conceptos
1714 [WUNT 15], Tübingen 1974, 304ss), y la recepciónjudía de Ex 23, 5: Filón, Virt 116ss; 4 Mac 2, 14; Pseudo-Focílides 140ss (también Nissen, 308 nota 956; 313; Billerbeck III 302). ' . A este contexto pertenece también Mt 5, 43 (cf. Lmton; Seitz; BilIerbeck 1, 364-368): Mateo asocia con el ~andamiento del amor a los enemigos el mandamiento veterotestamentario del amor al p~ólimo en Lev 19, 18 (cf. también, a propósito, FIlon, Virt 116ss; EcIo 27, 18; también 29, 5s). Mt 5, 43 no es una reflexión sobre los denomina?os «mandamientos del odio», del AT y del judaIsmo, como lo es -por ejemplo- 1QS 1, 10 (Foerste~, ~13s; Seitz, 49; cf. Braun, Qumran 1, 17; a ~ropOSltO, Molin), sino que pretende realzar retóncamente la antítesis con 5, 44 Y debe explicarse desde este punto de vista (cf. G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit [FRLANT 82], Gottingen 31971,24 nota 5 [p. 25]). El mandamiento del amor a los enemigos (Mt 5, 44 par. Lc 6,27.35; sobre la historia de las tradiciones, cf. Lührmann) se encuentra aplicado ya en Q a la conducta de la comunidad con respecto a sus enemigos (cf. Mt 5, 44~), la .cual por esta superación de la simple reCIprocIdad en el amor debe distinguirse de la conducta seguida por los publicanos y los gentiles (Mateo) o por los pecadores. En cuanto a Jesús mismo, esto se expresa indudablemente en la sencilla exhortación: «¡Amad a. ~uestros enemigos!» (Lührmann, 425s), dingIda a los carismáticos itinerantes que iban con él de una parte para otra, y en la que se expresa claramente su radicalismo ético. En contra de Hengel (Jesús y la violencia revolucionaria, Salamanca 1973, 32; para la crítica cf. Schottroff, 203s), difícilmente podrá decirse que hay aquí una actitud en contra de los zelotas, porque aquí no se piensa en los romanos, sino en los enemigos de los seguidores de Jesús. 6. Según 2 Tes 3, 14 la comunidad debe evitar, sí, a quien no quiere entender las cosas, pero no debe excluirlo, es decir, no debe considerarlo como «enemigo» (según Mt 18, 17 como «gentil y publicano»), sino exhortarle

1716 1715 como a hermano (hay también una contraposición entre enemigo y hermano en Epicteto, Diss n, 10, 13). - Gál 4, 16 debe entenderse igualmente en este mismo sentido: Pablo da por supuesto que los gálatas, por decir él la verdad (uA:rlf}¡::'ÚfLV), no le consideran ya como hermano, sino como enemigo, es decir, como quien no está ya en comunión con ellos. M. Wolter

EXl()Va, 11;, Í) echidna serpiente venenosa* En Hech 28,3 en sentido propio. Hallamos el sentido figurado en la exclamación llena de reproche: yEvvlÍflU1:U Exu5vrov, «¡Raza de víboras!» (Mt 3, 7 par. Lc 3, 7; Mt 12, 34; 23, 33). ThWNT 11, 815. -+ yEvv1']flu.

EXro echO haber o tener 1. Aparición del término en .el NT - 2. Contenid~s semánticos - 3. Campo referenclal- 4. Tener como termino de importancia teológica.

Bibl.: G. Agrell, Work, Toil and Sustenance, Lund 1976, 68-152; W. Bienert, Die Arbeit nach der Lehre der Bibel, Stuttgart 1954, 185-408; H. Frhr. von Campenhausen, Die Christen und das bürge:l.iche Leben nach den Aussagen des NT, en Id., TradUlOn und Leben, Tübingen 1960, 180-202; G. Dautzenberg,. Der Verzicht auf das apostolische Unterhaltsrecht: Blb 50 (1969) 212-232; H. J. Degenhardt, Lukas - Evangelist der Armen, Stuttgart 1965; D. J. Doughty, The Presence and Figure of Salvation in Corinth: ZNW 66 (1975) 61-90; J. Eich\er, Solidaridad, en DTNT IV, 226-229; E. Ellwein, Heilsgegenwart und Heilszukun~; im NT (TEH 114), München 1964; H. Hanse, EXOl,. en ThWNT n, 816-827; M. Hengel, Eigentum und Relchtum in derfrühen Kirche, Stuttgart 1973, 3~-78; 1. SOIsalon-Soininen, Der Gebrauch des Wortes EXEIN In der Septuaginta: VT 28 (1978) 92-99; G. T~eiBe~, Radicalismo itinerante, en Estudios de soclOlogza del cristianismo primitivo, Salamanca 1985, 13-40; Id., Legitimación Y sustento, en ibid., 151-187. Cf. mas bibliografía en ThWNT X, 1094.

1. En el NT, este verbo se usa más de 700 veces, sobre todo en los evangelios (Mateo 75 veces, Marcos 72, Lucas 78, Juan 88), lo cual está relacionado con su vivo estilo narrativo. Entre los escritos del NT destacan con especial relieve los escritos joánicos (y, así, en-

contramos el verbo unas 28 veces en la Carta primera de Juan y unas 101 veces en el A~o­ calipsis). El uso de disminuye especialmente cuando la literatura epistolar adopta un estilo de argumentación. Pero esto no quiere decir que el término posea entonces escaso significado teológico.

exro

2. El verbo posee una amplia gama de significados: haber, tener, mantener, poseer; en aoristo: conseguir, entrar en posesión, obtener en sentido intransitivo: comportarse (cf. Ba~er Worterbuch, s.v.). El verbo designa cualq~ier forma de vinculación entre dos e~~­ dades tanto de índole personal como tambten material y metafórica. Aristóteles se ocupó ya detenidamente del significado del verbo y lo incluyó en su doctrina sobre las catego,~ías (Metaph IV, 23, 1023a; cf. Cat 15, 15b). EX no tiene ningún equivalente hebreo. La relación expresada por el verbo griego se enun~ia de diferentes maneras en el AT hebreo (Cl[cunlocuciones, preposiciones, uso del dativo, etc.). Consecuencia de ello es que la LXX traduce por medio de más de 50 exp~esio­ nes diferentes. Por lo demás, el lenguaje del NT coincide a grandes rasgos con el del griego clásico y helenístico (Hansen, 817). Sin embargo, el contenido teológico hay que estudiarlo teniendo en cuenta el trasfondo del pensamiento hebreo del AT que está detrás de todo ello.

ro

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exro

puede ser 3. En el NT, el sujeto de Cristo y también otros seres supraterreno s , por ejemplo, ángeles y demonios. Asim~smo, pueden serlo algunos cristianos en particular o la comunidad. Sin embargo, lo normal es que el objeto de la acción verbal de Exro sea especialmente Cristo y los poderes trascendentes. Otros objetos de la acción verbal de ro pueden ser cualidades personale~ o dones espirituales, por ejemplo, la ausenCIa de ~e­ mor, la paz con Dios, el acceso a la gracIa, etc. En muchos casos se trata de un haber o tener en el que la familia, los amigos, los enemigos o las cosas materiales son objeto de la acción verbal de Ahora bien en lo suce-

ex

exro.

1717

1718

sivo estudiaremos principalmente los numerosos casos en los que el verbo tiene significado teológico. 4. Como se indicó (-+ 3), Cristo puede ser sujeto del verbo haber o tener. Aparece de manera impresionente el texto de Ap 1, 18, donde se dice que Cristo, el Hijo del hombre, es quien posee las llaves de la muerte y de la región de los muertos. Corresponden a este motivo aquellos enunciados joánicos que afirman que el Hijo tiene la vida en sí mismo (Jn 5, 26); que él tiene poder para entregar su vida y volver a tomarla (10, 18). Incluso durante su vida terrena, Jesús -como Hijo del hombre- tuvo el poder de perdonar los pecados (Mc 2, 10 par.). Es singularísimo el enunciado de Ap 3, 1 (cf. 1, 4; 4, 5; 5, 6) de que Cristo tiene consigo los siete espíritus de Dios, lo cual significa seguramente que él tiene el se- ' ñorío sobre esos poderes (y participa, por tanto, del señorío de Dios). El que Cristo haya vencido a la muerte significa últimamente su victoria sobre el señorío del diablo, que hasta entonces había tenido un poder ilimitado sobre la muerte (Heb 2, 14). También otros seres ejercen la función de sujeto del verbo. En Ap 7, 2 un ángel tiene el sello del Dios vivo; los siete ángeles que se hallan ante el trono de Dios tienen siete trompetas (8, 6); la bestia tiene diez cuernos y siete cabezas (13, 1), etc. La mayoría de los enunciados en que aparece el verbo están formulados desde la perspectiva humana. El pueblo de Dios o sus diversos miembros tienen objetos de distinta índole. Aparecen raras veces y tienen un sonido primeramente extraño algunos enunciados como, por ejemplo, «tener a Dios», y otros enunciados por el estilo. Pero pueden entenderse fácilmente partiendo de los antecedentes que tienen en el AT (a pesar de que en el ~T no hay ningún término que corresponda a EXro). El centro del mensaje del AT es la convicción de que Dios ha hecho de Israel el pueblo de su propiedad, y al mismo tiempo se ha hecho a sí mismo el Dios de ese pueblo. El es

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objeto de la acción de poseer de la que ese pueblo es sujeto. Israel lo tiene como a su Dios (Sal 32, 12; 143, 15 LXX; cf. Os 2, 2125); El es la heredad de los levitas (Dt 10, 9; 18, 2; Núm 18, 20; Ez 44, 28), porque ellos no tienen tierras en el país. Dios es el refugio, el salvador del individuo (Sal 17, 3; 26, 1 LXX). Estos enunciados no significan, ni mucho menos, que se tenga derecho de propiedad sobre Dios, en el sentido literal de la palabra. Son únicamente expresión de los estrechos lazos que existen entre Yahvé y su pueblo. Algo parecido habrá que decir de los enunciados del NT en los que se habla de tener a Dios (aunque estén formulados desde presupuestos cristológicos). Esto se expresa con especial claridad en los escritos joánicos. En 1 Jn 2, 23 se habla de «no tener» o tener al Padre, lo cual se halla íntimamente asociado con las ~elaciones en que se esté con el Hijo. La «comunión» con el Padre -precisamente por medio del Hijo- se halla aquí en primer plano, como lo está también en 2 Jn 9 (posiblemente en una afirmación polémica contra tendencias docetistas). Los restantes testimonios del NT sobre «poseer a Dios» son bastante desvaídos. En Rom 1, 28 se habla de tener a Dios EV buyvwOfL. Aquí se trata, por decirlo así, de la función del conocer como medio para la comunión con Dios (cf. 1,21), pero no del «poseer» a Dios. En Col 4, 1 el autor recuerda a los amos terrenos (dueños de casa, propietarios de esclavos) que también ellos tienen un Amo o Señor en el cielo, que vela por los derechos de los débiles. no expresa aquí una forma de comunión, sino que su función es recordar que existe un Dios que vela por la justicia. Los judíos tienen a Dios por Padre (Jn 8, 41). Por tanto, el contenido semántico es aquí la paternidad, no la acción de tener. Como ya se indicó antes, la mayoría de los enunciados sobre un tener divino se concentran en Cristo. En 1 Jn 5, 12 se dice que el que tiene al Hijo tiene la vida. Dios nos dio en su Hijo vida eterna (5, 11). Aquí, pues, el Hijo se

exro

1724

1723 3. Una ojeada a los pasajes centrales de la literatura del NT nos dará una impresión de la gran variedad de posibilidades en que puede usarse esta partícula y señalará y esclarecerá también sus principales acentos. a) Los testimonios que se hallan en Mateo, que presuponen en parte los de Marcos, pero que en la mayoría de los pasajes los modifi- . can o los completan, hacen resaltar el aspecto temporal (tanto de la conjunción como de la preposición), cuando se señala el comienzo (Ct:7tó) y el final (ew~) de un período, por ejemplo en 1, 17 y 23, 35, allá donde los lazos de conexión y el correspondiente intervalo de una generación se realzan como importantes; cuando, además, se contempla únicamente la meta en sentido inclusivo o exclusivo: inclusivo, por ejemplo, en 1, 25 (hasta que María hubo dado a luz a su hijo); 5, 18 (hasta que pasen el cielo y la tierra). Por el contrario, ero~ se usa en sentido exclusivo en 11, 12s (hasta Juan, todos los profetas ... vaticinaron) (a diferencia de Lc 16, 16: [lÉXQL 'Iroúvvov), porque «según entendamos el ero~ / [lÉXQL en sentido inclusivo o exclusivo, tendremos una distinta valoración del Bautista, y hasta una visión distinta de la historia de la salvación. Según Lucas ... , el Bautista pertenece todavía a la época de la Ley y los Profetas ... Según Mateo ... , el Bautista pertenece ya al nuevo eón» (Jeremias, 64). Hay que mencionar también el carácter profético-futuro de ero~ en sentencias que incluyen un anuncio de la salvación (Mt 26, 29, tomado de Mc 14,25; análogamente Mt 17, 9) o un vaticinio de perdición (23, 39; 24, 34), [l~, con subjuntivo asociado a menudo con y a.v (16, 28, tomado de Mc 9, 1). Aquí el fondo de todo lo constituye el género profético y el lenguaje de los LXX (cf. Is 55, 10.11; Jer 23, 20), donde -por lo demás- no se ofrece ningún equivalente hebreo directo de ero~ (Hatch-Redpath, 592s). En esta dirección señalan también los pasajes con tenor escatológico-judicial: 13, 30 (hasta el tiempo de la cosecha; cf. también 18,30.34: como período de purificación); positivamente: 28, 20 (hasta

ov

la consumación del mundo). Una limitación temporal (hasta) aparece en 18, 21s, mientras que 17,17 (tomado de Mc 9,19: ¿Hasta cuándo ... ?) refleja un grado de acento (emocional). Las sentencias de 14,22 (cf. Mc 6, 45) Y 26, 36 (cf. 18, 30.34) podrían expresar finalidad (reforzada con o{í). Encontramos sentido local en 26,58 (tomado de Mc 14,54). b) En la tradición lucana (con Hechos) resalta más intensamente el uso preposicional de ero~, en sentido temporal en Lc 1, 80; Hech 1, 22; 7, 45; en sentido local en Lc 2, 15; 4, 42; 22, 51, con especial frecuencia en Hechos, por ejemplo, Hech 1, 8, 9, 38; 11, 19; aquí también a modo de precisión, por ejemplo, Hech 8, 10; 28, 23. El uso como conjunción, con acento final, lo vemos por Lc 12,50 y 13, 8, y se recoge en 15, 4.8 en el lenguaje de la parábola (asociado con una pregunta retórica). Unicamente en Lucas (22, 16.18) aparece ew~ en un contexto cultual-profético. El infinitivo (sustantivado) final después de ew~ se halla atestiguado únicamente en Hech 8, 40. c) Las cartas paulinas (especialmente 1-2 Corintios) ofrecen ero~ como preposición y como conjunción, sin señalar nuevos acentos. - Entre los escritos tardíos, hay que mencionar el evangelio de Juan, el cual asocia frecuentemente ero~ con a.QtL para referirse a la situación presente (2, 10; 5, 17; 16, 24), para indicar la duración (12, 35.36) o para determinar la meta final (21, 22.23). En un contexto escatológico encontramos ero~ en Santiago y 2 Pedro, y de manera parecida en Ap 6, lOs y 20,5. d) Resumiendo podemos afirmar: ew~ puede servir tanto para marcar la continuidad como la finalidad de una acción; puede expresar lo que todavía continúa, lo que ya está terminado, y también lo futuro de un período. En casos concretos puede indicar una limitación local y una limitación gradual. Pero, sobre todo, puede adquirir también sentido históricosalvífico y profético y ser importante en sentencias escatológicas de juicio. A. Kretzer

1725

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z~ Za~ouArov Zabouli5n Zabulón* Nombre de uno de los doce patriarcas (Gén 30, 20) y, por tanto, nombre de una tribu israelita en Ap 7,8. En Mt 4, 13.15 se menciona el territorio de la tribu de Zabulón junto al de la tribu de Neftalí.

Zaxxaio;, ou Zakchaios Zaqueo* Nombre de un -+ &QXLtEAWVl']~ en cuya casa se hospedó Jesús, en su paso por Jericó (Lc 19, 2.5.8). G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas 11 (OTK) a propósito de 19, 1-10 (bibl.).

ZáQa Zara Zara* Nombre de persona en Mt 1, 3 (cf. 1 Crón 2,4).

ZaxaQta;, ou Zacharias

Zacarías* Nombre de persona, bastante corriente (en el AT: Aristeas, Josefo), llevado en el NT por dos hombres diferentes: 1) el padre de Juan el Bautista (Lc 1,5.12.13.18.21.40.59.67; 3, 2); 2) una persona con este nombre, que fue asesinada (Lc 11,51); según Mt 23,35 era «hijo de -+ BaQaXla~ (Baraquías)>>.

~áO) zai5 vivir -+ ~w.

ZE~E()aio;, ou Zebedaios Zebedeo* Nombre de persona; en el NT, padre de los apóstoles Juan y Santiago: Mc 1, 19.20 par. Mt 4,21 (bis) / Lc 5,10; 3,17 par. Mt 10,2; 10, 35 par. Mt 20, 20; Mt 26, 37 a diferencia de Marcos; 27, 56 a diferencia de Marcos (<
~E(J'tÓ;,

3 zestos caliente* En Ap 3, 15 (bis).16 se emplea en sentido metafórico, en un reproche dirigido a la comunidad de Laodicea, la cual (¿como el agua?) no está ni fría ('I!VXQó~) ni caliente, sino tibia (XALaQó~) y, por este motivo, será arrojada de la boca (por ser inaguantable). ThWNT 11, 878s; J. Kraft, Offenbarung (HNT), sub loco. ~EUyo;,

ou;, 'tó zeugos yunta, par* Lc 14, 19: ~E'ÜYO~ powv, «una yunta de bueyes~>; 2, 24: ~E'ÜYO~ tQvyóvrov, «un par de tórtolas» (cf. Lev 5, 11; 12,8 LXX) como ofrenda que debían ofrecer los pobres.

tl

~Eux'tt]Qta, a;, zeukteria maroma, amarra* En el NT únicamente en Hech 27, 40 (en plural: &VÉVtE~ ta~ ~Evxtl']Qla~ t&v :7tl']6aI-.lroV, «soltando las amarras de los timones». Mientras la nave estaba anclada, quedaban bien amarrados los dos timones (cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], 677).

ZE'Ú;, Ató; Zeus, Dios Zeus* Nombre griego (de origen indoeuropeo) del «padre» de los dioses (cf., a propósito, LAW 3333-3336). En el NT se menciona únicamente en Hech 14, 12.13: la multitud de Listra (después de presenciar un milagro de curación obrado por Pablo), llama Zeus (en acusativo: ~La) a Bernabé, y Hermes a Pablo; el sacerdote (del templo) de Zeus se dispone a ofrecer un sacrificio. Sobre Hech 14, 12s, cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), 409411. La identificación de los dos predicadores con Zeus y Hermes se explica quizás por la leyenda de Filemón y Baucis (Ovidio, Metam VIII, 611-724). - A. B. Cook, Zeus [3 vols.], Cambridge 1914-1940; Prümm, Handbuch (s. v. en el índice analítico); Nilsson, Ges-

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1728

chichte (11) (s. v. en el índice analítico); H. Schwabl: Pauly-Wissowa, Suppl. X A (1972) 253-376: Suppl. XV (1978) 993-1411, 14411481; E. Simon, en ibid. 1411-1441 (datos arqueológicos). ~iO) zeo cocer, hervir*

En el NT el verbo se usa únicamente en sentido figurado, y como participio de presente con dativo (de causa) tq:> :7tVEÚ!-tUtL. En Rom 12, 11, en una exhortación a ser t<'i> :7tVEÚ!-tUtL l;ÉOVtE~,
En el NT el término aparece únicamente en Ap 3, 19b (en sentido absoluto) en la exhortación dirigida a la comunidad de Laodicea: l;ríAEUE OÚv XUL !-tEtuvÓ'llaov. ~iíAO~,

OlJ, Ó zelos celo*

!;;í'ít...o~, OU~, tÓ zelos celo*

l;'I']t...ów zeloo ser ferviente, estar celoso de* 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Significado - 3. Líneas de la tradición - 4. Juan - 5. Hechos6. Pablo - 7. Hebreos y Santiago.

Bibl.: M. Hengel, Die Zeloten, Leiden '1976; G. Sauer, qin'a, en DTMAT 11, 815-819; A. Stumpff, ~i'jl.o<; X1:l.., en ThWNT 11, 879-890; S. Wibbing, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Berlin 1959, 77108. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1096s.

1. En el NT, l;fíAO~ (16 veces) y l;T]Aów (11 veces) aparecen principalmente en Pablo (18 veces, pero no en las Pastorales); aparecen, además, en Juan (1 vez), Hechos (4), He-

breas (1) y Santiago (3). El término falta casi totalmente en la tradición acerca de Jesús, tanto referido a Jesús como a sus adversarios; falta también ampliamente en los escritos de mejor estilo griego, lo cual sugiere cierta influencia judía. 2. l;fíAO~ (ó y tÓ con igual sentido) o l;'I']-

Aów designan una actitud de orientarse -con intensa carga afectiva- hacia una persona o una cosa (Stumpff, 879). La motivación puede ser muy diferente: la entrega a los más altos valores, la fascinación, el estar movido por sentimientos sagrados, la vulneración del honor, la rivalidad y la envidia, el ánimo pendenciero y la irritabilidad. Correspondientemente diferenciada se halla la valoración que se haga de lo que es positivo, neutro y negativo. El punto de vista respectivo desempeña un papel considerable. 3. En el NT pueden observarse cuatro líneas de la tradición: a) El «celo sagrado», del AT y del judaísmo (cf., a propósito, Hengel, 151-234): Jn 2, 17; Rom 10, 2; 2 Cor 11,2; Flp 3, 6; Heb 10,27. b) La enemistad originada principalmente por mala voluntad (Hech 5, 17; 7, 9; 13,45; 17, 5), en la cual puede desempeñar también un papel la testarudez, la cólera y (excepto en 7, 9) el sentimiento del deber religioso. c) Los «celos» y la envidia en los catálogos de vicios (Rom 13, 13; 2 Cor 12, 20; Gál 5, 20; Sant 3,14.16; 4, 2; de manera parecida en 1 Cor 3, 3; 13,4). Aquí encontramos una tradición fijada (por ejemplo, Eclo 40, 4; lQS 4, 10; más detalles en H. Schlier, La Carta a los gálatas, a propósito de 5, 20), especialmente en combinación con fQL~ u otros términos por el estilo. Aquí los celos y la envidia son «una pasión que envenena la convivencia humana» (Stumpff, 880). d) El anhelo de alcanzar metas o de permanecer adicto a determinadas personas (1 Cor 12,31; 14, 1.39; 2 Cor 7, 7.11; 9, 2; Gá14, 17 [bis].18).

1729 4. Según Jn 2, 17, la acción de Jesús de purificar el templo recuerda a los discípulos lo que se dice en el Sal 69, 10. El celo de Jesús abarca no sólo el respeto y reverencia sino también la cólera sagrada. Lo de «devorar» se entiende como algo que consume objetivamente, más bien que interiormente: «acabará por quitarle la vida» (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, 399s). 5, En todos los pasajes de Hechos (5, 17; 7, 9; 13, 45; 17, 5), el celo de los judíos o de sus antepasados contra sus oponentes (cristianos o José) reacciona contra el aumento de prestigio en la parte contraria. El celo, pues, nace directamente de la mala voluntad; traducirlo por «excitación apasionada» no llega lo suficientemente lejos. En opinión de Lucas, hay que añadir a todo ello una falta general de discernimiento (7, 51ss; 13, 45s). Suponemos que Lucas quiere caracterizar así un «celo típicamente judío», pero que en el relato no trasparenta ya un conocimiento positivo de sí mismo (otra cosa sucede en 21, 20; cf. Gál 1, 14). 6. Pablo emplea l;fíAO~ y l;'I']AÓW con diversos significados: a) El celo como expresión típica de una conducta «camal», por contraposición al Pneuma y a la agape (Rom 13, 13; 1 Cor 3, 3; 13, 4; 2 Cor 12, 20; Gál 5, 20). El celo, aquí, es una actitud hostil hacia un semejante. b) El celo falsamente piadoso (xuta l;fíAO~ ... xuta 6LXaLOaÚVT]v) conduce incluso

-según Flp 3, 6- a la persecución intolerante (cf. Gál 1, 13s). Aparece dos veces la expresión l;fíAO~ 'ttwu. En Rom 10, 2 Pablo reconoce que Israel tiene «celo por Dios» (genitivo objetivo), «aunque no según el recto discernimiento». Pablo respeta los propósitos serios. Según 2 Cor 11, 2, Pablo se empeña -como el padre de una novia (H. Windisch, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco)- en presentar a la comunidad ante Cristo como una novia casta y pura. 'ttEOV l;fíAO~ (genitivo de cualidad, con R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub 10-

1730

ca; otras posibilidades: genitivo de origen, de autor, genitivo subjetivo) hace referencia al «celo santo» de Yahvé (cf. Sauer, 649). Como Pablo no vela por sus propios intereses, no se se podrá hablar de «celos» sino a lo sumo indirectamente; es preferible entender: «velo porque vuestra relación con Cristo sea una relación que excluya todas las demás, como corresponde a la esencia de Dios» (cf. Hengel, 182: sentir vicariamente celos por Dios). c) Según 1 Cor 12, 31; 14, 1.39, el cristiano debe aspirar a los carismas, a los dones pneumáticos y especialmente al :7tQO
ov

7. Heb 10, 27 hace referencia a Is 26, 11 LXX: al pecador liviano sólo le quedan eljuicio y «el celo [= la furia] del fuego» consumidor (una imagen que describe a la persona del Dios que juzga: A. Strobel, Hebriier [NTD], sub loco). Sant 3, 13-4,3 establece una antítesis entre la sabiduría pacífica y el ánimo pendenciero (de él forma parte el l;fíAO~, 3, 14. 16; 4, 2, que aparece dos veces juntamente con EQL'ttdu, «bajeza»: F. Büchsel, en ThWNT 11,

1731 658); procede «de abajo» (3, 15), de las (4, 1.3). W. Popkes

~bova(

~1)AÓro zeloo ser ferviente, estar celoso de -+ ~fjAO~.

~1)Aro'ttí~, olí, ó zelOtes persona celosa o entusiasta, zelota* 1. Aparición del término en el NT - 2. Contextos semánticos - 3. Lc 6, 15; Hech 1, 13. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s. V.; M. Hengel, Die Zelaten, Leiden '1976; R. A. Horsley, The Zealots. Their Origin, Relationships and Importance in the Jewish Revolt: NovT 28 (1986) 159-192; H. Merkel, Zealot, en IDB Suppl. Vol., 979-982; A. Stumpff, ~liAOC;, ~11AOlt~C;, en ThWNT n, 884-890. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1096s.

1. El nomen actoris ~r¡A(¡)'t1Í~ (del verbo aparece 8 veces en el NT. En 6 de los pasajes sigue un genitivo, que indica la cosa o la persona a la que se dedica la actitud celosa o ferviente; dos veces aparece el sustantivo en sentido absoluto. -+ ~r¡Aów)

2. Pablo comprueba en 1 Cor 14, 12 que los corintios anhelan fervientemente los espíritus (= los dones espirituales); él les exhorta a que presten servicio con ello a la edificación de la comunidad. Mirando retrospectivamente a su época precristiana, Pablo dice de sí mismo que «tenía mucho celo por la ley recibida de mis antepasados» (Gáll, 14). De manera parecida, acentúa en Flp 3, 5 su anterior orientación farisaica y legalista. Subraya así el milagro de la revelación que le llamó, sin estar preparado por su vida anterior, para ser misionero del evangelio libre de la ley. Según Hech 22, 3, Pablo, acusado injustamente por los judíos de profanar el templo, dice de sí mismo que siempre tuvo «un gran celo por Dios». Esto recuerda su propio testimonio. Pero no se ve claramente la ruptura causada por su encuentro con Cristo. «A diferencia del Pablo histórico (Flp 3, 4-11), el Pablo lucano no rechaza su celo anterior por la ley, sino que únicamente condena las falsas conclusiones que él de-

1732 dujo antaño de ese celo» (H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT], 135; K. Uining, Die Saulustradition in der Apostelgeschichte, Münster i. W. 1973, 165-169). Según Hech 21,20, diez mil judíos celosos de la ley se hicieron creyentes. Prescindiendo del número exagerado, se refleja aquí el rigor por la observancia de la ley sentido por la comunidad primitiva de Jerusalén en tiempos de Santiago (cf. M. Hengel: ZThK 72 [1975] 198s). En 1 Pe 3, 13 se pregunta a los cristianos, discriminados y amenazados por los paganos: «¿Quién os podrá hacer daño, si demostráis tener celo por lo bueno?». A pesar de la manera de hablar, que recuerda a la filosofía moral helenista, el autor se refiere a ideas específicamente cristianas (cf. 3, 8s.16). No está completamente claro si lo que se quiere decir es que el celo por lo bueno es capaz de mantener alejado el mal (así piensa W. Schrage, Der erste Petrusbrief [NTD], 99, refiriéndose a 2, 14; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief [KEK] , 233), o si lo que se piensa es que: «El mal no puede afectar, en el fondo, a los cristianos» (N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,211s). Al final de la sección de Tit 2, 11-14, que se halla intensamente imbuida de conceptos de la piedad y la filosofía moral helenistas, se formula así la finalidad de la muerte sacrificial de Cristo Jesús: «El se entregó por nosotros para redimimos de toda injusticia y consagrarse para sí un pueblo de su propiedad, que se esforzara celosamente por las buenas obras» (v. 14). A pesar del mayor peso específico que las «buenas obras» adquieren en las Pastorales (l Tim 2, 10 Y passim; Tit 2, 7; 3, 8.14), vemos que el enunciado soteriológico constituye la base del imperativo ético (cf. O. Merk: ZNW 66 [1975] 91-102). 3. ó ~r¡AWL1Í~, usado en sentido absoluto, aparece en Lc 6, 15 Y Hech 1, 13 como el sobrenombre dado a un discípulo de Jesús llamado Simón. Los paralelos sinópticos leen Ó Kavavalo~ (Mc 3, 18; Mt 10, 3), que es el equivalente arameo de ó ~r¡A.WL1Í~ (Hen gel 72).

1733

El uso absoluto de OL ~r¡A.Úl'taL lo encontramos ya en Josefo, Bell, por ejemplo, IV, 196; V, 250, quien designa de esta manera a los que luchaban en la resistencia contra las fuerzas romanas de ocupación. Seguramente se llamaron a sí mismos de esta manera inspirándose en los ejemplos de Pinjás (Núm 25) y de Elías (1 Re 19, 9s). El movimiento de los zelotas fue creado por Judas el Galíleo y por el fariseo Zadoc, cuando en el año 6 p.e. Judea fue convertida en provincia romana. La idea principal de este movimiento era observar ríguros amente y sin compromisos el primer mandamiento del Decálogo: a nadie, fuera de Yahvé, habría que venerar como «rey» y «seño!», y por tanto ningún extraño podría ejercer su dominio sobre Israel. Pagar tributos al emperador romano era reconocer el dominio extranjero y significaría, por tanto, una apostasía de Yahvé. Además, los zelotas se señalaban por su estricta observancia del sábado, por el cumplimiento riguroso de los preceptos de la pureza ritual y por la exigencia de que también los gentiles se circuncidaran. El hombre tenía que cooperar con Dios para la liberación de Israel: había que proceder con violencia no sólo contra los violadores paganos de la ley, sino también contra los violadores judíos. Con la conquista de Jerusalén en el año 70 p.e. y con la autoinmolación de los defensores de la fortaleza de Masada en el año 73 p.e., terminó el movimiento. El intento de hacer de Jesús mismo un zelota, porque uno de sus discípulos fuera de origen zelota, está en contradicción con elementos esenciales de la predicación de Jesús, y es, por tanto, un intento equivocado (cf. Hengel, 384-386; H. Merkel: BiKi 26 [1971] 44-47). H. Merkel

1734 cuentra junto a %EQbaivw: Mc 8, 36 (~r¡¡.tLW­ tlijvm L~V 'lj!ux~v mJLou) par. Mt 16, 26, a diferencia de Lc 9, 25 (ÉauLov bE ¿moAÉ(Ja~ ~ ~r¡¡.tLwftd~); Flp 3, 8 (La náV'ta E~r¡¡.tLW­ ftr¡v). En la sentencia sinóptica de Jesús se trata de la pérdida de la vida, que no podrá compensarse con ninguna otra ganancia; cf. G. Dautzenberg, Sein Leben bewahren, München 1966, 68-82. En Flp 3, 8 (-+ ~r¡¡.tia) afirma Pablo que él, por amor de Cristo, está dispuesto a «sufrir cualquier pérdida», a fin de «ganar a Cristo»; cf. J. Gnilka, Der Philipperbrief(HThK) 191-195. En 1 Cor 3, 15 Pablo habla de la pérdida (material) que una persona sufre (en cambio, Bauer, Worterbuch, s.v. 2, traduce aquí por ser castigado) cuando su «obra» arde. 2 Cor 7, 9: «para que, en modo alguno, tengáis que sufrir pérdida (~r¡¡.tLWftfjLE) por nuestra causa». ThWNT 11, 890-894; DTNT IV, 29s; Spicq, Notes 1, 339-342. Z1)va~ Zenas Zenas*

Nombre de un «abogado» tiano, Tit 3, 13.

(VO¡.tL%Ó~)

cris-

~1)'tÉro zeteo buscar ~~t'r¡¡.ta, at'O~, LÓ zetema cuestión deba-

tida*

~1)p.tí,a, a~, ÍJ zemia desventaja, pérdida* Flp 3, 7.8, en ambos casos en la construcción: ~r¡¡.tiav ~you¡.tm, «estimo (algo) como pérdida» (Jenofonte, Mem n, 3, 2; 4,3; Epicteto, Diss 11, 10, 15; I1I, 26, 25). El sustantivo aparece en Hech 27, 10.21, en ambos casos asociado con ÜPQL~: «con daño y gran pérdida» (v. 10, en el anuncio de Pablo; v. 21, de «los daños y pérdidas» causados por la tempestad). ThWNT 11,890-894; DTNT, IV 29s; Spicq, Notes 1, 339-342.

~1)p.t'óro zemioo causar daño; en voz pasiva, sufrir daño* En el NT, el verbo aparece únicamente en voz pasiva. En los siguientes pasajes se en-

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. ~r]1;Éw - 4. ~~TT][la.

Bibl.: H. Greeven, ~11TÉW %TA., en ThWNT n, 894898; H. G. Link, en DTNT 1, 197ss; R. Schlarb, Die Suche nach dem Messias. ~11TÉW als terminus technicus der markinischen Messianologie: ZNW 81 (1990) 155-170. Más bibliografía en ThWNT X, 1097s.

1. ~r¡LÉW aparece 117 veces en el NT, de ellas 83 en los evangelios (Mateo 14 veces, Marcos 10, Lucas 25; Juan 34). En Hechos el verbo aparece 10 veces; en el «Corpus paulinum» 20 veces, en Hebreos 1 vez, en 1 Pedro 2 veces, en Apocalipsis 1 vez. ~1ÍLr¡¡.ta aparece únicamente en Hechos (15, 2; 18, 15; 23, 29; 25, 19; 26, 3).

1735 2. El verbo significa buscar, indagar, investigar, escrutar, considerar (de conformidad con el uso del verbo en los escritos del griego profano), aspirar a algo. En la LXX el verbo aparece unas 400 veces; en ella traduce ordinariamente el verbo hebreo biiqas (piel). En el NT, tr'rt'Y]¡.ta (propiamente, lo que se busca) aparece únicamente con el significado de cuestión debatida. 3. a) En el NT, t'Y]"tÉúl se usa a veces para expresar la acción de buscar en un sentido no religioso: María y José buscan a Jesús adolescente (Lc 2, 45.48s), Jesús es buscado por su familia (Mc 3, 32 par.). Los mensajeros de Comelio buscan a Pedro (Hech 10, 19.21; cf. también 13, 11; 27, 30). Esta búsqueda no religiosa puede adquirir también formas hostiles: Herodes busca al niño Jesús para matarlo (Mt 2, 13; cf. 2, 20). La búsqueda hostil aparece también claramente en los intentos de los enemigos de Jesús por enredarle con preguntas y matarle (Mc 11, 18 par.; 12, 12 par.; 14, 1 par.). Lo mismo habrá que decir del plan de Judas para encontrar el momento adecuado para traicionar a Jesús (Mc 14, 11 par.). Entre las numerosas sentencias joánicas, consúltese a este propósito: 7, 19ss; 8,40; 10,39, etc.; la LXX conoce un uso no religioso de t'Y]"tÉúl en circunstancias análogas, por ejemplo, en Gén 37,16; Ex 2,15; 1 Sam 24,10; 25, 29; 26, 20; Is 11,21; Sal 34, 4. b) En su significado religioso, t'Y]"tÉúl tiene como sujeto a Dios (o a Cristo) y también a hombres. Pero en ambos casos se da la relación entre Dios y el hombre, y aparece el interés divino por conservar y preservar. En Jn 4, 23 se dice que Dios (el Padre) busca orantes que le adoren en Espíritu y en verdad. t'Y]"tÉúl tiene aquí el sentido de querer, requerir. Los dueños de la viña, en Lc 13, 6s, esperan que la higuera dé frutos. Su búsqueda implica, al mismo tiempo, una exigencia, una expectación. Algo parecido sucede con Lc 12, 48: a quien mucho se le ha dado, mucho también se le exige (Dios es lógicamente el sujeto en la construcción en voz pasiva). También en 1 Cor 4, 2 es Dios el sujeto de t'Y]"tEhm.

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Un uso diferente de t'Y]"tÉúl aparece en Jn 7, 18 cuando Jesús dice que él busca la gloria de'quien le envió (es decir, la gloria de Dio~). En 8, 50 es Dios mismo quien busca su glona, es decir, la realización de su voluntad en el Hijo. Aquí t'Y]"tÉúl está unido significativamente con XQLVúl «<juzgar»), es decir, con la idea del juicio sobre quienes no responden a la posibilidad de alcanzar la salvación en Cristo. t'Y]"tÉúl en conexión con Dios es frecuentemente expresión de una exigencia divina. Pero esto no agota el contenido del t'Y]"tELV de Dios, como vemos por Lc 13, 6ss. En la parábola de la oveja perdida (Mt 18, l2ss; cf. Lc 15, 3ss), resalta en primer plano la búsqueda amorosa de Dios. Lo mismo habrá que decir de los enunciados programáticos acerca de la tarea del Hijo del hombre, que consiste en buscar y salvar lo que se hallaba perdido (Lc 19, 10). La búsqueda ardiente efectuada por Dios aparece de manera concisa, pero impresionante, en la parábola de la monedita perdida (Lc 15, 8ss). En la misma línea que esta perícopa se halla el relato acerca de la vocación de Saulo (Hech 9, 11). Excepcionalmente el diablo -como el enemigo que es de Dios (y de los hombres)- puede aparecer también como sujeto de t'Y]"tÉúl; con ello se exhorta a los cristianos a permanecer vigilantes, para no ser vencidos por el maligno (1 Pe 5, 8). Normalmente el sujeto de t'Y]"tÉúl en sentido religioso son hombres. El buscar puede ser un yerro; puede consistir en exigir señales (Mc 8, 11 par.), en tratar de salvar ante todo la propia vida (Lc 17, 33), en buscar a Jesús para proveerse de cosas materiales (Jn 6, 26), en hacer alarde de la propia justicia (Rom 10, 3), en desear la sabiduría (humana) (1 Cor 1, 22), en buscar las propias ventajas (Flp 2, 2), en perseguir el propio honor (Jn 7, 18a; 1 Tes 2, 6). En contraste con estos caminos extraviados, se dice que el recto ~'Y]"tELV del hombre es la búsqueda de la salvación. Se exhorta programáticamente a los discípulos a buscar ante todo el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura (Mt 6, 33; Lc 12, 31). La búsqueda intensiva, que implica al hombre

1737

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entero, se expresa en las enseñanzas de Jesús. La parábola del comerciante y de la perla (Mt 13, 45) explica esta entrega total que lo pone todo en juego, y que es necesaria para conseguir aquello a lo que se aspira (el reino de los cielos). La seriedad de este esfuerzo se acentúa por el hecho de que muchos quieren entrar por la puerta estrecha de la salvación, siendo así que no pueden hacerlo (Lc 13,24). El relato de Zaqueo (Lc 19, 1ss) sirve de ejemplo de lo que es la verdadera búsqueda (cf. vv. 3ss), y las palabras de Jesús iluminan lo que es esta búsqueda por parte de Dios (v. 10). En el «Corpus paulinum» se trata en la mayoría de los casos de buscar las cosas que pertenecen a la existencia cristiana. De manera directa o indirecta se exhorta a los destinatarios a buscar la gloria, el honor y la inmortalidad (Rom 2, 7) Y el provecho de los demás, es decir, su salvación (1 Cor 10, 33b); a contribuir a la edificación de la comunidad (1 Cor 14, 12); a buscar lo que es de lo alto, allá donde está Cristo (Col 3, 1; cf. 1 Pe 3, 11). Se dice tanto de los amigos como de los enemigos que no podrán seguir a Cristo allá adonde él va (es decir, al Padre), y que por tanto le buscarán inútilmente (Jn 8, 21; 13, 33), una situación que para los discípulos es sólo provisional y que ha de convertirse en gozo (16, 20ss). Tengamos en cuenta que todos los relatos evangélicos de la resurrección emplean el verbo t'Y]"tÉúl (Mt 28, 5; Mc 16,6; Lc 24, 5; Jn 20, 15). Esta búsqueda del Crucificado conduce a quienes le buscan hasta el Resucitado. 4. t~"t'Y]¡.ta designa la cosa sobre la que se disputa. Un buen ejemplo es Hech 15, 2: Pablo y sus colaboradores son enviados a Jerusalén para obtener claridad en un punto disputado, sobre el que hay diferencias de opinión (t~"t'Y]OL~, v. 2a), a saber, la cuestión acerca de la circuncisión de los cristianos gentiles (cf. los demás lugares en que aparece atestiguado este término: 18, 15; 23, 29; 25, 19; 26, 3). E. Larsson

~1Í't1J ...a, a'to~, tida --+ t'Y]"tÉúl.

'tó zetema cuestión deba-

~1Í't1J(n~, E(t)~, ÍJ zetesi investigación, disputa, confrontación* Bibl.:

--+

~l]TÉ(J).

1. t~"t'Y]OL~ aparece 7 veces en el NT (Jn 3, 25; Hech 15, 2.7; 25, 20; 1 Tim 6, 4; 2 Tim 2, 23; Tit 3, 9). La LXX no emplea este término. El significado fundamental es el mismo que el del verbo t'Y]"tÉúl, de tal manera que t~"t'Y]OL~ puede significar también investigación (cosa que ocurre raras veces en el NT). El término significa además: discusión, disputa, debate. Este último significado, que indica una confrontación, es el que más aplicación tiene en el NT. Por tanto, t~"t'Y]OL~ no es de ordinario una investigación, sino que designa el resultado de la acción de pensar, el diálogo o discusión sobre algo, el debate como resultado de un ~'Y]"tE¡;V religioso o cultural. 2. En 1 Tim 6, 4 t~"t'Y]OL~ se usa en relación con los falsos maestros, a quienes se designa como arrogantes e ignorantes, lo cual se demuestra, entre otras cosas, por el hecho de que buscan morbosamente las contiendas (~'Y]"t~OEL~) y las discusiones estériles (Aoyo¡.taxLa~). Esto conduce, a su vez, a situaciones desdichadas dentro de la comunidad, por ejemplo, a mala voluntad, contiendas, insultos, etc. En Hech 15, 2 se usa también el término con el significado de debate. La asociación del término con O"táOL~ sugiere que el autor piensa en una confrontación -diríamos- subida de tono. También en 15, 7 Y Jn 3, 25 ~~­ "t'Y]OL~ adquiere el significado de disputa / discusión. El significado de t1Í"t'Y]OL~ es más difícil de determinar en Hech 25, 20. En el v. 19 Festo dice que la acusación contra Pablo está determinada por «controversias» (t'Y]"t~­ ¡.ta"ta) internas de la religión judía; cuando afirma en el v. 20 que él se declara u:rtoQo'Ú¡.tEVO~ ... t~"t'Y]OLV, quiere dar a entender seguramente que él se considera incompetente pa-

1740

1739 ra realizar una investigación sobre estas cuestiones. En 2 Tim 2, 23 el autor exhorta a Timoteo a abstenerse de ~l]'ttíOEl<; necias y vanas. Aquí el término ~tí'tl]OL<;, considerado en sí mismo, podría referirse a «investigaciones inútiles», pero el contexto demuestra clarísimamente que se piensa en discusiones necias y vanas. Lo mismo habrá que decir de Tit 3, 9: también en este caso es posible traducir el término por «investigación», pero el contexto aboga por el significado de discusión, debate. E. Larsson ~t~ávtov, O\J, tó zizanion cizaña; (en plural) malas hierbas* En el NT se usa únicamente en plural, Mt 13, 25.26.27.29.30.36.38.40 (en la parábola de la mala hierba sembrada en medio del trigo, 13, 24-30 [cf. EvTom 57], y en su interpretación, 13, 36-43). El término es probablemente de origen semítico (Lewy, Fremdworter, 52) y se refiere (con suma probabilidad) a la cizaña (lolium temulentum; Billerbeck 1, 667; Bauer, Worterbuch, s. v. [bibliografía]; Jeremias, Parábolas, 270-273), que al brotar se parece al principio al trigo. - Sobre la parábola de la mala hierba, cf. Jeremias, Parábolas. 99-106, 270-273; Id., en FS Cullmann 1962, 59-63. ZOQo~a~iJ., Zorobabel Zorobabel* Nombre de persona en Mt 1, 12.13; Lc 3, 27, hijo de ~uAu{htíA (Salatiel); según Mt 1, 13, padre de 'A~LOÚO (Abiúd); según Lc 3, 27, padre de 'Pl]Oú (Resá). Zorobabel era descendiente de David (1 Crón 3, 19) Y bajo el dominio persa fue gobernador de Judá (Ag 1, 1.14; 2, 2). A. Petitjean: EThL 42 (1966) 40-71; G. Sauer, en FS für L. Rost (BZAW 105), 199-207; LThK X, 1355s; Haag, Diccionario, 2084ss (bibl.). ~ótpo~, O\J, ó zophos oscuridad, tinieblas* En Heb 12, 18 el término se halla entre yvóqJo<; y {tÚEAAU, «oscuridad, tinieblas y

tempestad» como fenómenos de la teofanía (cf. Dt 4, 11 LXX, donde en la tríada aparece oxó'tO<; en lugar de ~óqJo<;). El sustantivo designa especialmente la oscuridad del mundo de las profundidades (Homero, Od 20, 356: 1JJ1:o ~óqJov) y el mundo mismo de las profundidades o Averno (Homero, 1115, 191; 21, 56; Od 11, 57): Ó ~óqJo<; 'toü oxó'tOlJ<;, «la oscuridad de las tinieblas / el sombrío infierno» (2 Pe 2, 17 Y Jds 13). Las OElQut ~óqJOlJ en 2 Pe 2, 4 son las cadenas del infierno. Según Jds 6, los ángeles caídos son «retenidos con cadenas eternas en las tinieblas (lJJ1:o ~ó­ qJov)>>. ~\J'Yó~,

olí, ó zygos yugo, balanza*

l. Aparición del término - 2. Metónimo de la falta de libertad - 3. Uso cristo1ógico. Bibl.: J. B. Bauer, Das milde Joch und die Ruhe. Mt /l, 28-30: ThZ 17 (1961) 99-106; G. Bertram-K. H.

Rengstorf, svyó<; X'tA.., en ThWNT n, 898-904; H.-D. Betz, The Logion of the Easy Yoke and of the Rest: JBL 86 (1967) 10-24; Billerbeck 1, 608-610; A. van der Born: BL 850s, 1863; F. Christ, Jesus Sophia, ZÜrich 1970, 100-119; H. Frankemiille, JahwebU/1d und Kirche Christi, Münster i. W. 1974, 98s; A. Fridrichsen, Eine unbeachtete Parallele zum Heilandsruf Mt 11, 28jj, en FS Wikenhauser, 83-85; Haag, Diccionario. 200s, 2076s; R. Hentschke, en BHH 11, 869; D. Lotze, Aspekte der Sklaverei im Altertum: ZdZ 17 (1963) 330-338; E. Schweizer, Mt und Seine Gemeinde, Stuttgart 1974, 54-57; R. Smend, en BHH 111, 2121s; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Giittinge n 1962, 172-175; M. J. Suggs, Christology and Law in Matthew's Gospel, Cambridge 1970,62-97. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1098.

l. El sustantivo, atestiguado 6 veces en el NT, tiene únicamente en Ap 6, 5 el significado de balanza (como medio de dividir, metónimo de encarecimiento, v. 6), mientras que en los demás pasajes tiene el significado de «yugo», siempre en sentido figurado. En la LXX, los aproximadamente 75 testimonios del término se distribuyen más o menos uniformemente entre los dos significados. El origen común de la expresión griega, con su semántica referencial, se halla en la barra trasversal de la que cuelgan los dos platillos de la balanza o en la barra de tracción de la

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que deben tirar las bestias de carga (cf. además 3 Mac 4, 9: barra trasversal entre los tablones de la nave).

~",Ul, 1)~, Í] zyme levadura* al;lJ!!o<;, 2 azymos ázimo, sin levadura* l;lJ!!óW zymoi5 hacer fermentar*

2. La frase preposicional de carácter adjetival 1mo ~lJyóv tiene en la unilateral norma que se da para los esclavos en 1 Tim 6, 1 el significado sociológico corriente de persona carente de libertad, dependiente: ~lJyó<; pertenece tradicionalmente al campo léxico griego de la -+ OOlJAELU (Sófocles, Ai 944; Platón, Ep 8, 354d; 1 Mac 8, 17s.31). Cuando en Hech 15, 10 se rechaza la idea de imponer como un yugo a los cristianos gentiles la observancia de las leyes mosaicas, hay que tener en cuenta que Lucas no tiene en su mente un concepto teológico de la ley sino un concepto sociológico (las «costumbres judías»). Por el contrario, en Gál 5, 1 el yugo característico de la esclavitud, en el que se corre peligro de recaer, es descrito teológicamente por medio del antónimo «libre servicio» creado por Cristo (w. Schenk: EPM 4 [1975-1976] 328-333, según Lotze): el yugo es la confianza en las propias acciones, nacida de la desconfianza en la promesa divina de un amor incondicional.

1. Aparición y significados en el NT - 2. Clasificación - 3. Los Sinópticos y Hechos - 4. Pablo.

3. «Mi yugo» como metáfora positiva de haber sido tomado a su servicio por la Sabiduría misma, que concede descanso (Eclo 51, 26s), aparece en Mt 11, 29s en el «llamamiento del Salvador» Jesús (probablemente se trata de una creación redaccional; reelaboración de la tradición en el caso únicamente de que el EvTom 90 sea independiente de Mateo) para indicar el contenido mateico del discurso de revelación de la fuente Q recogido en los vv. 25-27. Son paralelos sinónimos directos -+ f,Luv{túvw y qJoQ'tí.ov (<
Bibl.: G. Beer, Pesachim, GieBen 1912; J. Jeremias, La Ultima Cena. Palabras de Jesús, Madrid 1980,5863; Id., :n:áoXa, en ThWNT Y, 895-903, especialmente 899s; O. Michel, en RAC 1, 1056-1062; A. NegoitaC. Daniel, L'énigme du levain: NovT 9 (1967) 306314; H. Weder, Die Gleichnisse Jesu als Metaphern, Giittingen 1978, 128-138; H. Windisch, SÚ!l11 xÜ., en ThWNT 11,904-908. Cf. más bibliografía en ThWNT X,1098.

l. En el NT, el tema ~lJ!!- aparece únicamente en los Sinópticos, en Hechos y en Pablo: ~Ú!!l] 13 veces, ~lJ!!ÓW 4 veces y a~lJ!!o<; 9 veces. Los términos se usan en relación con la fabricación del pan, y en él tienen un sentido clarísimo. Pero, en sentido figurado, los términos sugieren un poder de penetración o también una influencia negativa. 2. Por su contenido y desde la perspectiva de la historia de las tradiciones, los pasajes en que aparecen estos términos se clasifican en tres grupos: a) Las referencias a la fiesta judía de las mazzot, L<X a1;lJ!!u (<
1743 3. a) Los Sinópticos mencionan la fiesta de las mazzot para datar la semana de Pasión, pero el interés recae sobre la Pascua, no sobre las mazzot, y no se da ninguna interpretación de ello. Los Hechos se refieren dos veces a «los días de los ázimos». La indicación cronológica que se hace en 12, 3 es más digna de tenerse en cue.nta que la que se hace en 20, 6; la combinación con la Pascua (12, 4) recuerda la Pasión de Jesús (H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT], sub loco; cf. A. Strobel: NTS 4 [1957-1958] 210-215). b) La parábola de Mt 13, 33 par. pone de relieve el poder de penetración de la levadura y la desproporción existente entre la pequeña cantidad de levadura y la gran cantidad de harina. Es incierto si se quiere acentuar el aspecto de ocultamiento o si se pretende un «efecto de shock» (la levadura como símbolo negativo) (Weder, 133s, donde se hace referencia también a R. W. Funk: Interpretation 25 [1971] 161s; Windisch, 907 entiende positivamente el símbolo y remite a Mt 5, 13). Jesús quiere poner de relieve la certeza de la llegada del reino de Dios. Mateo acentúa que el reino de Dios penetra en el mundo (E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthiius [NTD], Gottingen, sub loco); en el contexto lucano se dice que el reino de Dios no podrá detenerse ni siquiera por la resistencia de Israel. De manera totalmente diferente el EvTom 96, donde el gnóstico plasma su existencia (cf. Weder, 137s). c) El sentido original de Mc 8, 15, es incierto (Negoita y Daniel sospechan que ha habido una confusión de vocablos arameos: palabras en vez de levadura). ¿Se entiende ~'Ú[.t1'] en sentido neutro (como «influencia») o en sentido negativo? (cf. Windisch, 908). ¿Lo «de Herodes» se refiere a ambiciones políticas? (E. Lohmeyer, Das Evangelium des Markus' [KEK], sub loco; R. Pesch, Das Markusevangelium [HThK], sub loco; según E. Stauffer, en FS O. Eififeldt, Berlin 1959, 172, se piensa en la actividad de espías). Marcos utiliza la sentencia como una palabra enigmática

1744 sin resolver; en combinación con 3, 6; 12, 13 se refiere muy probablemente a las maquinaciones hostiles y angustiadoras (de manera distinta piensa Pesch, Das Markusevangelium: la exigencia de señales; W. Grundmann, Markus [ThHK], sub loco: impedimentos para la fe). Mateo es clarísimo (16, 12): la doctrina de los fariseos y saduceos (que aquí encajan; cf. V. Taylor, Mark, London 1952,365, sobre una posible conexión con los adversarios de Pablo en Gál 2, 4). De manera parecida piensa Lucas: interpreta la expresión como referida a la hybris típica de los fariseos. 4. En 1 Cor 5, 6; Gál 5, 9 el proverbio está determinado negativamente por el contexto. En Gál 5 hay que pensar en una falsa doctrina más bien que en falsos maestros (cf. F. MuBner, Der Galaterbrief[HThK], sub loco): un ligero desvío de la verdad (v. 7, especialmente en la cuestión acerca de la circuncisión) tiene ya fatales consecuencias. De manera semejante, en 1 Cor 5, 6 se trata -al principio- de la tolerancia de la mala conducta moral. Viene luego, en los vv. 7s, una espiritualizante «alocución para la fiesta de los a~"U[.tu = náoxu» (Windisch, 905; sobre la tradición, cf. Jeremias, La Ultima Cena. Palabras de Jesús; es discutible que, a propósito de 16, 8, se puedan sacar conclusiones sobre la actual fiesta judía o incluso sobre la fiesta cristiana, cf. A. Schlatter, Paulus, der Bote Jesu, Stuttgart 41969, sub loco; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco). La comunidad debe estar totalmente marcada por la nueva cualidad, es decir, en este caso, por la pureza y la verdad. Gracias a la muerte de Cristo, la Iglesia es la comunidad festiva pura (el indicativo precede) y, en consecuencia, debe mantenerse pura (la imagen cambia: la Iglesia «tiene» o «es levadura»). W. Popkes ~v ...ÓO) zymoo fermentar, hacer fermentar -> ~'Ú[.t1'].

1745

~ro zo vivir ~(j)'IÍ, 1']~, ~ zoe vida 1. Aparición de los términos en el NT - 2. Conceptos generales - 3. En Pablo - a) Ideas básicas - b) La vida bajo el señorío de la muerte - c) La vida liberada - 4. En Juan - a) Los conceptos relacionados con ~(ú~ - b) El contenido cristológico y soterioló¡¡;ico de la «vida» - 5. En la doble obra de Lucas.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v. ~(ú~ (bibl.); G. Bertram-R. Bultmann-G. von Rad, ~á(ú XTA., en ThWNT 11, 833-877; 1. Broer, Auferstehung und ewiges Leben im Johannesevangelium, en 1. Broer-J. Werbick (eds.), «A uf Hoffnung hin sind wir erlOst» (Rom 8, 24) (SBS 128), Stuttgart 1987, 67-94; R. Bultmann, {}áva"tO~ XTA., en ThWNT I1I, 7-25; G. Dautzenberg, Leben (IV), en TRE XX, 526-530; P. Hoffmann, Die Toten in Christus (NTA NF 2), Münster i. W. 21969; G. D. Kilpatrick, Atticism and the Future of Zi'jv: NovT 25 (1983) 146-151; G. Klein, Aspekte ewigen Lebens im NT: ZThK 82 (1985) 48-70; J. A. L. Lee, The Future of~i'jv in Late Greek: NovT 22 (1980) 289-298; H.-G. Link, en DTNT IV, 354-360; C. F. D., Moule, The Meaning of «Life» in the Gospel and Epistles of Sto John: Theology 78 (1975) 114-125; F. MuBner, ZQH. Die Anschauung vom «Leben» im vierten Evangelium unter Berücksichtigung der Johannesbriefe (MThS 1, 5), München 1952; G. Richter, Die Deutung des Kreuzestodes Jesu in der Leidensgeschichte des Johannesevangelium (Joh 13-19), en Id., Studien zum Johannesevangelium, Regensburg 1977,58-73; R. Schnackenburg, Leben und Tod nach Johannes, en Schnackenburg 11, 123-148; Id., El evangelio según san Juan 11, Barcelona 1980, 428-439; L. Schottroff, Der Glaubende und diefeindliche Welt (WMANT 37), Neukirchen-Vluyn 1970, 115-296; H. Thyen, Aus der Literatur zum Johannesevangelium: ThR 43 (1978) 328359; G. Strecker, 1-3 Joh (KEK), Giittingen 1989, 66-70, 288s; U. Wilckens, Die Missionsreden der Apostelgeschichte (WMANT 5), Neukirchen-Vluyn 31974, 137-178. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 10941096.

1. ~& aparece un total de 140 veces, especialmente en el «Corpus paulinum» (principalmente en Romanos: 23 veces), así como también en el evangelio de Juan (17 veces) y en Apocalipsis (13 veces); en cambio, aparece escasas veces en los Sinópticos (Mt 6 veces, Marcos 3, Lucas 9) y en las Cartas de Juan (tan sólo una vez en la Carta primera de Juan). - ~O)lÍ (en total 135 veces) se distribuye de manera parecida, pero aparece 13 veces en la primera Carta de Juan.

1746 2. Como en otras religiones antiguas, el concepto de «vida» se usa en el cristianismo primitivo para designar la salvación. Es común al AT, al judaísmo y al cristianismo el término de «el Dios vivo» (cf., a propósito, W. Stenger: TThZ 87 [1978] 61-69). En cada contexto, este término adquiere un matiz específico, por ejemplo, el de que existe el (solo) Dios vivo, en contraste con los ídolos muertos, es decir, con los demás dioses (por ejemplo, 1 Tes 1, 9). En común con el judaísmo de pensamiento apocalíptico, que espera una resurrección, el cristianismo tiene la esperanza de la ~O)~ Utó:JVLO~, «la vida eterna» después de la resurrección de los muertos, la vida del eón futuro (es típico de ella el uso ya pre-marquino en Mc 10, 17.30). Este concepto aparece también en casi todos los escritos del NT. Mateo hace uso especialmente de esta idea apocalíptica. Utiliza el sustantivo ~O)~ junto a PUOLAÚU t&V ov(>uv&v o xu(>á u otros términos parecidos para designar la salvación escatológica, que en él aparece en vivo y enfático contraste con los castigos eternos. En Mateo, esta escatología se halla primariamente al servicio de una ética. La recompensa prometida por obrar rectamente es la vida (eterna). Conceptos como los del árbol de la vida, el libro de la vida, el agua de la vida se hallan extensamente difundidos y atestiguados en las religiones del mundo antiguo (cf., además, un abundante material histórico-religioso en R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes 'o [KEK] a propósito de 4, 10; 15, 1; W. Bousset, Offenbarung [KEK] a propósito de 2, 10; 3, 5). En el NT Juan hace uso metafórico de esos mitos (-> 4), pero éstos se encuentran principalmente en la mitología apocalíptica del Apocalipsis. En ella, la salvación del mundo futuro, contemplada por el vidente, significará que uno está inscrito en el libro de la vida (13, 8; cf. 3, 5; 17,8; 20,12.15; 21, 27); que uno puede beber el agua de la vida (22,17; cf. 21, 6; 7,17; 22,1); que uno puede comer del árbol de la vida (2, 7; cf. 22, 2.14.19), y que uno podrá llevar la corona de la vida, la corona victoriosa de los mártires (2, 10).

1747 Una afirmación característica del kerygma del NT, que aparece en muchos sectores del NT (especialmente en Pablo, en el Apocalipsis, en Lucas, y hasta cierto punto también en Juan), es la de que Cristo, como el Resucitado y el Exaltado, es el Viviente que promete la vida. 3. a) La «vida» y la «muerte» son conceptos utilizados por Pablo para expresar contenidos soteriológicos centrales, de manera parecida a como él emplea eAEu1tEQLa, EtQ~Vlj, CUWWOlJvlj o couAda, áflaQTLa y otros conceptos por el estilo. Para el concepto de la «vida», la muerte física desempeña tan sólo un papel accidental. El aguijón de la muerte es el pecado (1 Cor 15, 56), no el temor de la muerte. El espíritu de la couAda d,~ cpó~ov (Rom 8, 15) atormenta al hombre irredento, pero no con el temor de la muerte (Bultmann, 17; H. Schlier, Der Romerbrief [HThK], sub loco), sino con el temor al juicio divino (K. Barth, Romerbrief, Zürich 1954; O. Michel, Der Brief an die Romer5 [KEK]; E. Kasemann, An die Romer3 [HNT], siempre en el lugar correspondiente). El hecho de que la vida humana sea mortal y perecedera (cp1toQá, 8, 21; 1tvr]1:ov oWfla, 6, 12; 8, 11) significa primariamente que es una vida esclavizada por el pecado, del cual Cristo libera (6, 12-14) Y ha de liberar (8, 11.21). La fecha decisiva para el final del señorío de la muerte es la resurrección de Cristo (y el bautismo del creyente), no la muerte física. Cuando Pablo habla no metafóricamente de la muerte como del final de la vida física, entonces entiende juntamente la vida y la muerte como la totalidad de la existencia física. El final de la vida es parte integrante de la vida. El acto de vivir puede estar cualificado por la salvación o por la perdición; el hombre puede vivir o morir para el Señor (Rom 14, 7s; Flp 1,21; 2 Cor 5,9) o para el pecado (Rom 6, 2). En este sentido no metafórico se usan también en 8, 39 los conceptos de la muerte y de la vida: Pablo quiere enumerar la universalidad de la creación entera, la cual no es capaz de hacer que el amor de Dios sea ineficaz.

1748 Sin embargo, en Pablo el uso metafórico de los términos «vida» y «muerte» se halla en primer plano en lo que respecta a las afirmaciones soteriológicas. Cuando Pablo habla de la muerte, piensa casi siempre en la esclavitud bajo el pecado, que ha quedado atrás para el creyente; piensa en el vivir para la muerte, del que el cristiano está liberado (por ejemplo, Rom 8, 2.6.13). Sin embargo, no se puede trazar estrictamente la frontera entre el uso metafórico y el uso no metafórico. Por ejemplo, en 5, 12 se abordan al mismo tiempo ambas realidades (---+ b). b) También para Pablo nadie es capaz de servir a dos señores, porque una de dos: o se sirve y se vive para la muerte y el pecado, o se vive para el Señor (Rom 6, 16; 14, 8) la vida liberada. La vida bajo el señorío de la muerte tiene su origen en el poder de la áflaQTLa. Hablando en términos mitológicos: la muerte tiene su causa en la caída de Adán (5, 12-14: cf. 1 Cor 15,20-22) o en la confrontación con la ley de Dios (Rom 7, 9). Pablo no piensa aquí a partir de la lógica de un mito que narre la historia de la humanidad, sino a partir de la lógica de las relaciones de dominio y señorío. La muerte es un rey que saca su poder de la áflaQTLa (5, 12-14.17). Ella es el instrumento de dominio de la áflaQTÍ,a (5, 21), su «paga» con la que ella retribuye a sus esclavos (6, 22s). El hecho de que todos tengan que morir tiene su causa en el pecado (Rom 5, 12). Esta muerte -extensa y abarcante- no es sólo superficialmente la transitoriedad de todo ser viviente, sino que en realidad la muerte colectiva es más: la vida de esclavos que la creación entera arrastra, vendida como está bajo el pecado (cf. únicamente 8, 19-22; 7, 14). Desde Adán, la creación gime y se lamenta: «¿ Quién me redimirá del cuerpo de esta muerte?» (7, 24). Sin embargo, el horror de la muerte no es el tener que morir, sino la incapacidad de realizar la vida. Esta incapacidad, de la que Pablo habla con horror, aparece como incapacidad para cumplir la voluntad de Dios, la Torá (8, 7s). La Torá quiere dar vida (7, 10.12), pero el

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hombre es un esclavo desvalido a merced del pecado; es su marioneta, que hace iniquidad e injusticia (cf., por ejemplo, 6, 12-14.19; 8,7). La vida bajo el pecado y la muerte es una caza tras la vida, una caza que siempre produce únicamente la muerte (7, 16.22). Frente a la liberación por Cristo, se manifiesta el señorío del pecado; se hace patente al creyente qué es lo que ha quedado detrás de él, y que su pasado es lo que le ha afectado por completo. Con esta interpretación del poder del pecado para la muerte, Pablo se encuentra solo, tanto dentro del NT como también dentro de tradiciones religiosas comparables del mundo antiguo. Aquí está indicada sobre todo la comparación con textos gnósticos. En ellos, el poder de la muerte no alcanza precisamente al genuino «yo» del hombre (cf., a propósito, Schottroff, 115-169). Como Pablo contempla con eficacia tan radical el poder del pecado sobre el hombre entero, habrá que afirmar que la concepción de un alma inmortal no es sólo ajena a Pablo, sino contraria incluso a él. c) Pablo, que piensa tan radicalmente en el poder del pecado, entiende también la vida, la salvación, que Cristo hizo posible, en un sentido total y abarcante: el hombre entero, el hombre como oWfla, es liberado (cf' Rom 6, 12-14), y todos los hombres son objeto de salvación (et. únicamente 5, 18). La vida es vida i,lin;litada: ~(j)i] atwvw~ (6, 22s y passim), avaoTaoL~ VEXQWV (1 Cor 15, 21 y passim). Pablo piensa apocalípticamente. La resurrección de los muertos tiene en la resurrección ?e Cristo su principio, su causa, su realización ~efutable (Cristo es :n:Q(j)TÓLüXO~ Ev :n:OAAOL~ a6EAcpoL~, Rom 8, 29; cf. a:n:aQX~, 1 Cor 15, 20.23). En Pablo, el presente y el futuro (con~ebido apocalípticamente) no se pueden deshndar entre sí temporal ni objetivamente. NoVEXQWV ~WV'tE~ (Rom 6, 13), sotros, eDod hemos muerto por el bautismo al pecado (6, 2.11), y vivimos en la esperanza de la resu" de los muertos (sobre la esperanza rreCClOn c~. ~specialmente 8, 24s). Nosotros vivimos y Vlvl,remos (la ~(j)lÍ actual, 6,4.11; 8, 2.6.10; la ~(j)lj futura, 1, 17; 2, 7; 5, 17s.21; 8, 11.13);

ex

estamos liberados y seremos liberados (6, 18. 22; 8, 21). Llevándolo hasta el extremo: Pablo, en 8, 11 podría formular también su afirmación en presente. Incluso en lo que respecta a la esperanza para el futuro, Pablo no piensa en términos de un mito escatológico narrable o de una imagen colorista de la vida, sino partiendo de relaciones de poder: Cristo es el XlJQLO~, y el hombre redimido es su 6ouAo~. En ocasiones Pablo tiene cierta dificultad para describir la nueva vida como esclavitud, ahora bajo el señorío de Cristo (Rom 6, 19; 8, 15), porque él asocia con couAda la realidad social en la que el esclavo no es el hijo (8, 15) y no se cuenta tampoco entre los libertos (6, 19). Los esclavos de Cristo son libres, tienen el espíritu propio de su condición de hijos. Pablo tiene una razón teológica para describir como couAda la existencia liberada (aunque, como podemos ver, emplea muy conscientemente el lenguaje de la CouAda en el contexto de la realidad de su sociedad): el poder universal de la áflaQTLa se halla en oposición al poder universal de Cristo. Más aún, Pablo utiliza el lenguaje de la esclavitud bajo Cristo allá donde algunos creyentes pretenden entender su propia libertad como dominio y señorío sobre otras personas (14, 4). En concreto, la libertad de los esclavos de Cristo debe contemplarse bajo tres aspectos: el cumplimiento de la voluntad de Dios (de la Torá), la vida en esperanza, y la victoria sobre las tribulaciones reales (persecuciones) como una victoria de personas que son miembros de la comunidad de Cristo. El que vive en Cristo, es capaz de cumplir la ley. El VÓflo~ LüU :n:VElJflaLü~ Tii~ ~(j)ii~ (8, 2) libera del VÓflO~ del pecado y de la muerte (Pablo utiliza aquí VÓflO~ como un concepto amplio para referirse a la sujeción a una esfera de poder, como en 7, 1-6.21-23) Y hace posible el cumplimiento del VÓflo~ LüU 1twu. Esto significa: el caminar en el Espíritu (Gál 5, 25) o [:n:EQl:n:aTELv] ev XaLVÓTljTl ~(j)ii~ (Rom 6, 4) o -como dice E. Kasemann- «el culto en la vida cotidiana del mundo» (Ensayos exegéticas, Salamanca 1977, 21ss), en su humildad diaria, es el co-

1751 mienzo del futuro, de la resurrección de los muertos. Los esfuerzos sumamente concretos de Pablo por plasmar en este sentido la propia existencia deben contemplarse en el marco total del «Corpus paulinum» y deben entenderse como pasos hacia la realización de la nueva vida. Puesto que vivimos para el Señor, no estamos en condiciones de juzgar ni de menospreciar al hermano (14, 3.4). Tanto el destino individual de Pablo como también frecuentemente la vida de las comunidades paulinas se hallan influidas por la {}}\;¡;1jJL~: por la hostilidad por parte de la población (cf. tan sólo 1 Tes 2, 14), por las amenazas de muerte (cf., por ejemplo, ¡,táxmQa, Rom 8, 35) Y por la pobreza (sobre este sentido de {}f...L1jJL~ cf. 2 Cor 8, 13 Y las diversas listas de sufrimientos, por ejemplo, en Rom 8, 35). Cuando Pablo habla de {}f...L1jJL~, se refiere principalmente a estas experiencias concretas de sufrimiento, y no tanto al sufrimiento en sentido general (de otra manera piensa Bultmann, Teología, 407-415). El creyente se halla bajo el señorío de Cristo en el amor (concebido casi como un espacio) de Dios, un amor del que nada le podrá separar (8, 35.39). Por tanto, la nueva vida es experimentable actualmente en la práctica de la solidaridad, tal como se exige, por ejemplo, en Rom 14 y 15, en el poder de resistir frente a los sufrimientos, y en la esperanza que ve en este culto divino cotidiano el comienzo de la resurrección de los muertos para toda la creación. 4. a) El evangelio de Juan habla de la «vida» en los siguientes contextos: La vida y la muerte: El que acepta la palabra reveladora de Jesús, «ha pasado de la muerte a la vida» (5, 24), no verá ya ni gustará la muerte eternamente (8, 51s; cf. 11,26). La imagen está tomada del suceso de la muerte física. El creyente vive más allá de la muerte física. Claro que este hecho de trascender la muerte física no significa la inmortalidad. Eso sería entender erróneamente la vida más allá de la muerte (8, 52). Por tanto, Juan utiliza aquí en dos sentidos las palabras «muerte» y «vida»: tan sólo de forma superficial se piensa en la muerte física. El que escucha la palabra del

1752 Revelador, ese tal sobrepasa la muerte, mucho más amplia, que consiste en la lejanía de Dios. Los dos milagros de vida que aparecen en el evangelio de Juan (4, 46-53; 11, 1-44) muestran a Jesús como excelso taumaturgo que, a distancia, con una sola palabra, es capaz de sanar al hijo enfermo del pa
1754

1753 juicio escatológico tiene lugar ya ahora para aquel que no crea en Jesús como el Revelador de Dios (cf. tan sólo 3, 18). Los insistentes enunciados, en escatología de futuro, como 5, 27b-29, deberán quizás considerarse como adiciones posteriores. La reinterpretación de expectaciones apocalípticas es especialmente masiva (quizás hasta polémica) allá donde se trae la resurrección de los muertos al presente de la fe (cf. principalmente 11, 24-26; 5, 21.25). Allá donde se escucha a Jesús y se cree en él, allí acontece ya la resurrección de los muertos. Los VeXQOL (esto significa para Juan: los que no tienen la vida eterna) oyen la voz del Hijo de Dios, y si la escuchan realmente (es decir, si aceptan su palabra), entonces vivirán (5, 25). La imagen apocalíptica es clara, pero en el evangelio de Juan es una imagen de otra cosa distinta. El agua de la vida y el pan de la vida: Jesús es el pan de la vida (6, 35.48) y da el pan de la vida (6, 51) y el agua de la vida (4, 10; 7, 38; cf., a propósito, F. Hahn, en FS Dahl, 5170). Juan alude aquí a ideas mitológicas (véanse las recopilaciones de materiales antes mencionadas), pero no lo hace con la intención de contrastar críticamente la revelación de Jesús con esos mitos. Sino que utiliza el material mitológico como imagen o como metáfora. Es importante para él la contraposición con el pan que uno puede comer, y con el agua que puede sacar del pozo (cf., por ejemplo,4, 10-15; 6, 26s): ambos son confundidos incesamente por los hombres con el pan y el agua verdaderos. La comunicación sacramental de la vida: en el fragmento post-joánico (o, mejor dicho, en la «reinterpretación eucarística», cf. Thyen, 337) de las palabras sobre el pan de la vida en 6, 51 b-58, el pan de la vida se entiende de manera enteramente distinta que en la sección precedente. La oáQl; y la sangre de Jesús, a quien la come (tQwyw se entiende en sentido drástico: «masticar») y la bebe, han de dar comunión con Jesús (v. 56), es decir, la vida (v. 53, tw~ Ev émn;o¡;~), la vida eterna y la resurrección en el último día (vv. 54.58). Por con-

siguiente, la vida se trasmite aquí de manera exclusivamente sacramental. b) Jesús es la vida (11, 25; 14,6) en el sentido de que él da la vida. Por eso, Juan -sin problema alguno- puede asociar el pan que es Jesús y el pan que él da (-+ a). Jesús da la vida al revelarse a sí mismo. El dice quién es él y qué ha oído del Padre. Juan utiliza -como hemos indicado- diversos materiales de imágenes, a fin de expresar ese concepto de la vida. El hecho de que Jesús sea la vida y dé la vida, no se halla relacionado primariamente para Juan (como lo está para Pablo) con su resurrección o exaltación, sino con su origen de lo alto, de Dios (cf. tan sólo 3, 11-17). La formulación tm xal, 'Ú[teL~ ~~OeLe en 14, 19, a causa de la promesa de volver a verse con Jesús, puede referirse en el contexto a la experiencia de Pascua. Pero precisamente la peculiaridad del evangelio de Juan es que la frase cristológica tm ... no se halla relacionada específicamente con la Pascua. Es ya verdad ev uQXñ (1, 1). La vida que Jesús da, según el evangelio de Juan, saca su viveza de las imágenes y conceptos usados metafóricamente (-+ a) y de los llamados malentendidos que han de poner en claro lo que no es la vida verdadera. No es la inmortalidad ni la futura resurrección escatológica de los muertos (-+ a). La resurrección de Lázaro es sólo un recurso para entender la vida verdadera. La vida verdadera que Jesús da, es vida «eterna» definitiva; el creyente «no verá ya» la muerte (8, 51s). Es vida actual (eXHv, por ejemplo en 3, 15s.36), pero anticipa un futuro ilimitado (4, 14; 6, 27; 12, 25). Si buscamos realizaciones concretas de esa vida verdadera, entonces habrá que pensar en el papel del amor fraterno en Juan y en las experiencias concretas de la comunidad joánica, que en el relato de la Pasión de Jesús es seguramente donde más se reconocen. No se describe como tema el caminar en la vida verdadera.

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eyw

5. Lucas habla de la vida en un sentido henchido teológicamente, y lo hace principalmente en dos contextos: en el de la resurrección y en el de la recta conducta.

1755 Jesús fue resucitado por Dios de entre los muertos (sobre el interés de Lucas por la resurrección de Cristo como acto de Dios, cf. especialmente Wilckens, 137-150). Esta resurrección significa para Lucas que la oUQ~ de Jesús no conoce la corrupción (Hech 2,27.31; 13, 55; cf. Sal 16, 10). Los discípulos pudieron tocarle (Lc 24, 36-43). Por tanto, el hecho de que el Resucitado viva significa primeramente que él vuelve a tener la vida física, como también volvió a tenerla Tabita o Eutico después de la resurrección milagrosa de muertos (Hech 9, 41; 20,12). Sin embargo, la resurrección de Jesús tiene también significado escatológico. Demuestra que Jesús ha de juzgar a los vivos y a los muertos, a toda la OLxO'U!!ÉvTJ (10,42; 17, 30s). El es el primero que se levantó de entre los muertos (26, 23); él es el aQXTJYo~ 'tfj~ ~Ulfj~ (3, 15; cf. 5, 31), es decir, el primer resucitado, no el autor de la vida (H. Conzelmann, El centro del tiempo, Madrid 1974, 284s). Justos e injustos resucitarán (24, 15), Y a los justos les espera entonces la vida eterna (así lo dice, por ejemplo, Lc 18, 30 [tomado de Marcos]). Según Lucas, Pablo es especialmente elocuente en esta cuestión, con motivo de su proceso (Hech 23, 6; 24, 16; 26, 6.7; cf. 18, 10). Pero para Lucas, en la resurrección de Jesús y en la expectación de la recurrección, lo particularmente importante es que los hombres, en su conducta práctica, se muevan hacia esa vida futura. Es posible, como hicieron los judíos que mataron a Jesús, que uno se juzgue a sí mismo y demuestre ser indigno de la vida eterna (13, 46). El camino hacia la vida es la !!e'tuvota, el perdón de los pecados (11, 18; 13, 38 después de 13, 32-37) Y el cumplimiento de la Torá (cf. especialmente Lc 10,25-31; 16,2731). El que se convierte a la vida y vive según la Torá, ése alcanzará la vida eterna. Concretamente, Lucas ve en todo ello dos puntos de interés central: la misericordia y la actitud debida ante los bienes que constituyen una amenaza para la vida (cf., además, Lc 12, 15 y la historia del rico UQXUlV en 18, 18-30). Lc 15, 11-32 utiliza la «muerte» y la «vida» en sentido metafórico (vv. 24 y 32), un senti-

1756 do que se ajusta bien a lo que se ha dicho hasta ahora. La !!e'tuvota y el perdón de los pecados son el paso de la muerte a la vida. Por tanto, para Lucas el mensaje de Cristo es mensaje de vida (Hech 5, 20). No hay para él nada tan grotesco como confundir con un asesino al aQXTJYo~ 'tfj~ ~Ulfj~ (3, 15) o buscar al Viviente entre los muertos (Lc 24, 5). Podemos ver la tensión ética en Lucas en formulaciones clave vomo Lc 10, 28 Y Hech 11, 18. «¡Haz esto y vivirás!» (en relación con la torá). Dios ha dado !!e'tuvota eL~ ~UlríV. No son el pecado y la muerte, como en Pablo, los que tienen en su poder al hombre, sino muchos enemigos concretos de la vida. Lucas menciona con especial frecuencia la riqueza y la codicia (Lc 12, 15 es en enunciado representativo, cf. L. Schottroff-W. Stegemann, Jesus von Nazareth, Hoffnung der Armen, Stuttgart 1978, 89ss). L. Schottroff

1757 dícese del cinto de oro con que estaba ceñido el Hijo del hombre (1, 13), y de los cintos de oro de los ángeles (15, 6). El cinto sirve también de bolsa para guardar dinero (Mc 6, 8 par. Mt 10, 9). ThWNT V, 302-308; DTNT I1I, 406s; W. Speyer, Gürtel, en RAC XII 12321266. ~ÓJVVlJ,.u, ~o)VVÚo) zonnymi, zonnyo ce-

ñirse el cinto* Jn 21, 18a.b: «te ceñías a ti mismo ... , otro te ceñirá» (una imagen para profetizar la muerte; se sirve tal vez del doble sentido de ~Ú>VV'U!!L [«encadenar»]; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, 453s). En Hech 12, 8 en voz media (cf. Josefo, Bell 11, 129), ceñirse a sí mismo, en las palabras que el ángel dirige a Pedro: «¡Cíñete y átate las sandalias!», ThWNT V, 302-308; DTNT I1I, 406s.

1758

1. ~&ov, que aparece 23 veces en el NT (veinte de ellas en el Apocalipsis), pertenece a la misma raíz que ~Ulrí y designa, por tanto, todo ser que tiene alma (cf. Bultmann, 834s [textos]): ser viviente. El término puede aplicarse tanto al hombre como al animal, pero se predica casi siempre del animal, al que en ocasiones puede designarse más concretamente llamándolo UAOYOV (por ejemplo, Platón, Prot 321b). El término se aplica igualmente a seres celestiales (cf. Bultmann, 834 y 875). 2. En Heb 13, 11 se designa con el término ~0a a los animales del sacrificio que son quemados fuera del campamento. En 2 Pe 2, 12 Y Jds 10 se habla de ~0a uAoya; en estos textos que, desde el punto de vista literario, dependen probablemente unos de otros, se compara a los falsos maestros con «animales irracionales» .

~<poyoviO) zoogoneo dar la vida, conser-

~O)YQiO) zogreo atrapar, capturar (vivo)*

En el NT se usa únicamente en sentido figurado. En Lc 5, 10 en las palabras de Jesús a Simón Pedro (a diferencia de Mc 1, 17): «Desde ahora capturarás (fOTI ~UlYQ&V) hombres» (uso figurado de ~UlYQÉUl en relación con la captura de peces en Aristeneto Ep 2, 23). 2 Tim 2, 26 exhorta al destinatario a reprender a los obstinados y hacerles reflexionar de nuevo «para sacarlos del lazo del diablo, una vez que fueron capturados por él (e~UlYQTJ!!ÉVOL 'Ún' av'to1í) para que hicieran su voluntad (= para ejecutar la voluntad del diablo)>>. Spicq, Notes 1, 343-345. ~O)ÍJ,

tí;, it zoe vida

-> ~&.

1);, it zone ceñidor, cinto* En el NT el sustantivo se refiere a la correa de cuero que llevaba Juan el Bautista ceñida a la cintura (Mc 1,6 par. Mt 3, 4; cf. 2 Re 1, 8 = Josefo, Ant IX, 22). En Hech 21, 11a.b dícese del cinto de Pablo, que Agabo utiliza para realizar una acción profética. En el Apocalipsis

var la vida* Bibl.: E. Schweizer, 'tjJ1JxÍ] XTA. (D), en ThWNT IX, 635-657, esp. 642s; Spicq, Notes I, 346s. Más bibliografía en --> tw. ~<¡>OYOVÉUl puede significar: dar la vida (así en 1 Tim 6, 13) o conservar la vida (así en Hech 7, 19). En Lc 17, 33 el verbo debe traducirse en sentido activo, por el contexto escatológico y principalmente por 21, 19. En el día del Hijo del hombre se precisa el mismo valor para afrontar la muerte que en la situación en que se sufren persecuciones (9, 24). El que no vuelva la cabeza para mirar atrás como la mujer de Lot (cf. 17, 32) ni quiera ganar su vida, es decir, el que no quiera salvar su vida física, conseguirá su vida (eterna) (la vivificará). L. Schottroff

~ÓJV1),

~t'pOV, OlJ, 'tó zoon ser viviente, animal* 1. Aparición del ténnino y uso general - 2. t00v en Hebreos, 2 Pedro y Judas - 3. t00v en el Apocalipsis. Bibl.: R. Bultmann, táúJ XTA. (A), en ThWNT II, 833-844; Id., t0ov, ibidem, 875. ef. más bibliografía en ThWNT X, 1094-1096.

3. En el Apocalipsis, el término ~0ov designa exclusivamente a los cuatro seres celestiales que, en la visión del vidente, rodean el trono celestial (Ap 4, 6): se asemejan a un león, a un buey, a un ser con rostro semejante al del hombre y a un águila (4, 7: aparece cuatro veces el término «ser»); tienen alas y están llenos de ojos por dentro y alrededor (4, 8); alaban a Dios (4, 8s; 5, 8.14; 19,4); los diversos seres puede ejercer funciones de servicio, por ejemplo, al abrirse los cuatro primeros sellos (6, 1.3.5.7) y al entregarse las siete copas (15, 7). Otras referencias a los cuatro seres: 5, 6.11; 6, 6; 7, 11; 14,3. La idea de esos cuatro seres celestiales la tomó el autor del Apocalipsis de una tradición que aparece también, por ejemplo, en Ez 1. Se supone en general que esa tradición está influida por la astrología de la antigua Babilonia (cf. los comentarios sobre Ap 4, 6ss), donde el ser con rostro semejante al del hombre podría designar al escorpión. Esos cuatro seres representan originalmente todo el círculo de signos del zodiaco y, además, los cuatro elementos del mundo (por eso, el águila aparecía en lugar de Acuario). En el Apocalipsis

1760

1759 esa procedencia de los seres ha quedado muy desvaída; estos seres son la clase suprema de los ángeles, cuya función consiste en la alabanza y el servicio de Dios. La equiparación de esos cuatro seres con los cuatro evangelistas es conocida ya desde los tiempos de Ireneo, Haer III 11,8. G. Petzke ~qlO3tOltro zi5opoiei5 dar la vida, vivificar* Bibl.:

-> ~w.

En el NT ~Q>oJtotÉw se emplea exclusivamente en sentido soteriológico (sobre el concepto de la vida --* ~& [1]). El sujeto de ~Q>o­ JtotELV es Dios (Jn 5, 21; Rom 4, 17; 8, 11) o Cristo (Jn 5, 21; 6, 63; 1 Cor 15, 22.45). ~Q>o­ JtotÉw se entiende principalmente como la acción de resucitar a los muertos (en paralelo con EydQw, Jn 5, 21; pero cf. también Rom 4,17; 8,11; 1 Cor 15,22.45; cf. también 1 Pe 3, 18). Ahora bien, el término conserva también una asociación con la creación. En Rom 4, 17 la justificación de los impíos es considerada como la resurrección de los muertos y la crea-

tio ex nihilo. La dimensión universal de la esperanza aparece claramente en esta afirmación. Una nueva creación ha comenzado. Es comparable lo que se dice en 1 Cor 15,35-45: entre la siembra y la planta se halla la muerte. La vida de la planta es vida nueva (v. 36). El primer Adán fue 'ljJ1JX~ ~&(Ja, es decir, representante de una creación que sirve a la á[wQtia. El último Adán inicia una nueva creación: Cristo vivifica, da la vida (JtvEií[.ta ~Q>o­ JtOLOUV, 15, 45). ~Q>oJtotÉw se refiere al presente y al futuro de la vida que ha sido hecha posible por Cristo. Para Pablo, el VÓ[WC; no puede dar la vida (Gál 3, 21); tan sólo lo puede la promesa (cf. 2 Cor 3, 6). La ley fue dada, sí, dC; t;,w~v (Rom 7, 10); pero se necesita primero la liberación por medio de Cristo para que se realice la intención de vida que es inherente a la ley. La interpretación de Jn 6, 63 depende de la comprensión total del Evangelio de Juan y especialmente de 1, 14. ¿Es la (JáQ~ la revelación paradójica y escandalosa de Jesús (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes 'o [KEK], sub loco) o «el lugar de tránsito» (E. Kasemann, Versuche 11, 34)? El Espíritu vivificador es Jesús, el Revelador que está hablando. L. Schottroff

1761

1762

Hll tí e (partícula) 0, ° también, que 1. Disyuntiva - al Excluyente - bl No excluyentecl Especialmente en frases interrogativas - 2. Comparativa - al Después de forma comparativa - bl Sin forma comparativa precedente. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, S.V.; BlaB-Debrunner § 185, 245s, 298, 446, 448; Liddell-Scott, S.V.; Mayser, Grammatik 1112, 140, 142, 516; II/3, 53, 138-140; Schwyzer, Grammatik n, 564s.

1. La partícula ~ está atestiguada desde los tiempos de Homero, tanto en textos literarios como no literarios. En el NT aparece 344 veces. a) ~ o, ~ - ~, ~'tot - ~ sea - sea, ya - ya coordina dos o varios conceptos o afirmaciones que se excluyen mutuamente (como en latín aut). Ejemplos: Mc 11,30 par. Mt 21, 25 / Lc 20, 4, «¿del cielo o de los hombres?»; Jn 9, 22, «¿éste o sus padres?»; Ap 3, 15, «frío o caliente». ~ - ~ en el NT aparece sólo en pasajes procedentes de la fuente Q (Mt 6, 24 par. Lc 16, 13; Mt 12, 33); ~'tOL - tí aparece únicamente en Rom 6, 16. b) Más frecuente es el tí disyuntivo en sentido no excluyente, para enlazar términos que son afines o complementarios o entre los que se puede elegir: o en el sentido de o también (como en latín vel). De ahí la alternancia de xaL y tí en algunos manuscritos, por ejemplo: Mt 20, 23; Mc 3, 33; Lc 12, 29; Hech 2, 45; 10, 14; 17,21.27; 1 Cor 5, 10; Ef 5,4; Col 2,16; 1 Tim 2,9; también Lc 11, 11. Ejemplos: Mt 5, 18, «una iota o una tilde»; 6,25.31, «¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos?»; 7, 16; 10, 11. 14.19.37; 12, 25; Lc 12, 29 (todos procedentes de Q); Mc 4, 17 par. Mt 13,21, «tribulación o persecución»; Jn 7, 48; Hech 1,7; Rom 1,21; 4, 13; Sant 4, 13; 1 Pe 1, 18; Ap 14,9. La combinación tí - xaL, o también, aparece en Mt 7,10; Lc 11, 11s; 12,41; 18, 11; Rom 2, 15; 4, 9; 14, 10; 1 Cor 5, 10 v.l.; 9, 8; 16,6;

2 Cor 1, 13b. Tres o más miembros pueden enlazarse en secuencia por medio de tí: Hech 20, 33; 1 Cor 5, 10 v.l.; 1 Tim 2, 9 v.l. [tres veces]; Lc 18,29; 1 Cor 14, 6; Col 2, 16; Ap 13, 6s [cuatro veces]; 1 Cor 5, 11 [cinco veces]; Rom 8, 35 [seis veces]; Mt 19, 29 [según la variante textual hasta ocho veces tí]. tí se usa frecuentemente con números no claramente definidos: Jn 2, 6; 6, 19; Hech 25, 6; 1 Cor 14,27; 1 Tim 5, 19; Heb 10,28. Si se presenta en forma negativa un enunciado disyuntivo (aquí se incluye también una pregunta retórica), entonces podemos traducir la frase a nuestra lengua por «(ni -) ni». Por ejemplo: Mc 4, 21; 7, 12; Mt 5, 18; 7, 16; 10, 19; Jn 8,14; Hech 1, 7; Rom 1,21; 1 Cor 1, 13; Gá13, 15; Flp 3,12; Ap 13, 17. c) tí sirve con frecuencia para introducir preguntas retóricas a las que se espera respuesta negativa: Mt 7,9, «¿D qué hombre entre vosotros ... ?»; 12, 15, «¿D es que no habéis leído ... ?»; cf. Mt 20, 15; 26, 53; Lc 13,4; Rom 3, 29; 6, 5; 7, 1; 9, 21; 11,2; 1 Cor 6, 9.16.19; 9, 8; 10,22; 2 Cor 11, 7; 13,5; Sant 4,5; una pregunta doble en 1 Cor 14, 36. Las preguntas que enlazan con una pregunta anterior se conectan por medio de tí (a menudo en combinación con el interrogativo 'tLC;, 'tL o Jt&C;): Mt 7, 4; 16,26; Mc 4,30; 8, 37; 11,28; Lc 12, 11; 14,31; 20, 2; Jn 4,27; 9, 21; Rom 3, 1; 10,7; 11, 34s; 1 Cor 7, 16; 9, 6s; 2 Cor 6, 14s. - En las preguntas dobles, el segundo miembro se introduce ordinariamente con tí, mientras que el primero va sin partícula: Mt 9, 5 par. Mc 2, 9/ Lc 5, 23; 1 Cor 4,21; Gál 1, 10; tan sólo en Jn 7, 17 JtÓ'tfQOv ... tí. 2. a) tí como partícula comparativa después de un comparativo. Por ejemplo: Mt 10, 15 par. Lc 10, 12; Mt 11, 22.24 par. Lc 16, 17 (tomado de Q), también Mt 19,24 par. Mc 10, 25/ Lc 18,25, «es más fácil... que»; Rom 13,

1764

1763 11; 1 Cor 7,9; 14,5; 1 Pe 3,17; 2 Pe 2,21; 1 Jn 4, 4. Con especial frecuencia se encuentra la construcción fLaAAov fí, «más, más bien que»: Mt 18, 13; Jn 3, 19; 12,43 (fLaAAov fíJtFQ); Hech 4, 19; 5, 29; 20, 35; 27, 11; Gál 4,27; 1 Tim 1,4; 2 Tim 3, 4; Heb 11,25. Formas de comparativo de JtoAú~ con fí: Mt 26, 53 v.l.; Lc 9, 13; Jn 4, 1; Hech 24, 11 v.l.; fí comparativo después también de JtQLv, «antes que», Mt 1, 18; Mc 14, 30; Lc 2, 26; 22, 34 v.l.; Hech 2,20 v.l.; 7, 2; 25, 16. b) En vez del comparativo puede aparecer el positivo con significado comparativo, por ejemplo: xaAóv EO'tLV ... fí, «es mejor... que» (Mt 18, 8s par. Mc 9, 43.47; 1 Cor 9, 15); €SW'tLV ... fí, «es lícito ... más bien que» (Mc 3, 4 par. Lc 6, 9); XaQu €o'taL ... fl, «habrá más alegría ... que» (Lc 15, 7); A'UOL'tFAFL. .. fí, «más le aprovecha ... que» (Lc 17, 2); {}ÉAO) ... fí, «prefiero ... antes que» (1 Cor 14, 19). En Jn 13, 10 v.l. y Hech 24, 21 fí tiene el significado de d fLtí, a no ser que / a menos que; lo mismo sucede con aAA' ... fí, «sino» (Lc 12,51; 1 Cor 3,5 v.l.; 2 Cor 1, 13 (cf. BlaJ3-Debrunner § 448, 8). R. Peppermüller

~

e (adv.) verdaderamente Heb 6, 14 (Textus Receptus) lee ~ fLtív, «verdaderamente». Esta expresión adverbial se halla atestiguada desde Homero (también, por ejemplo, en Josefo, Ant XV, 368; XVII, 72). En realidad, en Heb 6, 14 hay que leer el fLtív (con p46 Sin A BCD). Bauer, Warter..:: buch, s. v. piensa si tal vez no habrá que leer tí en 1 Cor 9, 10.15; de manera parecida opina H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther (KEK) sobre estos pasajes. t)y"'ptov",'Úro hegemoneui5

estar al frente,

estar al mando ~ ~YFfLWV.

t)y"'ptoví,a, a;, t) hegemonia premo, gobierno ~ ~YFfLWV (5).

mando su-

t)y"'ptrov, óvo;, ó hegemi5n

príncipe, go-

bernador* ~YefLOVe'ÚO) hegemoneui5 ser jefe / gober-

nador* ~YefLOvLa, a~, ~ hegemonia mando supre-

mo, gobierno* 1. Mt 2, 6 - 2. El gobernador romano de Judea como tíYEfHÍlv - 3. Otros «gobernadores» - 4. El verbo en Lc 2, 2 (Quirinio) - 5. ~YEf!ovla (de Tiberio).

Bibl.: Bauer, Worterbuch, 678s; H. Dieckmann, Dasfünfzehnte Jahr des Caesar Tiberius: Bib 6 (1925) 63-67; I. H. Eybers, The Roman Administration of Judaea between anno Domini 6 and 41: Theologia Evangelica 3 (1970) 131-146; Leipoldt-Grundmann 1,177183; Pauly, Lexikon IV, 1049, 1151, 1199-1201; H.-G. Pflaum, Procurator, en Pauly-Wissowa XXIII, 1 (1957) 1240-1279; Reicke, Zeitgeschichte, 102-104, 170-187; Schürer 1, 454-543; G. Ürogdi, Procurator fisci, en Pauly-Wissowa, Suppl. X (1965) 667-670; A. Wikenhauser, en LThK VIII, 789s. Sobre Pilato como gobernador y sobre el realce de esta figura en el relato de la Pasión según Mateo: J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg '1969,266; N. A. Dahl, Die Passionsgeschichte bei Mt: NTS 2 (1955-1956) 17-32; J. F. Quinn, The Pilate Sequence in the Gospel of Matthew: The Dunwoodie Review 10 (1970) 154-177; P. Winter, On the Trial of Jesus, Berlin 1961, especialmente 51-61. Sobre la cita que se hace en Mt 2, 6: J.-M. van Cangh, La Bible de Matthieu: Les citations d'accomplissement: RTL 6 (1972) 205-211; E. Lohmeyer-W. Schmauch, Das Evangelium des Matthiius (KEK), Gottingen '1967,23; E. Nellessen, Das Kind und seine Mutter (SBS 39), Stuttgart 1969, 35-49; W. Rothfuchs, Die Erfüllungszirate des Matthiiusevangelium (BWANT 89), Stuttgart 1969, 60s, 126s; K. Stendhal, The School ofSt. Matthew and irs Use ofthe OT(ASNU 20), Uppsala '1968,99-101. Sobre Quirinio como gobernador: J. Ernst, Das Evangelium nach Lukas (RNT), Regensburg 1977, 10 1-104; H. W. Hoehner, Chronological Aspects of the Lije of Christ: Bibliotheca Sacra 130 (1973) 338-351; H. U. lnstinsky, Das Jahr der Geburt Christi, München 1957; W. Lodder, Die Schiitzung des Quirinius bei Flavius Josephus, Leipzig 1930; H. R. Moehring, The Census in Luke as an Apologetic Device, en FS Wikgren, 144-160; Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÓTK), Gütersloh 1977, 64-69; A. Vogtle, Was Weihnachten bedeutet, Freiburg i. Br. '1977,41-56.

1. El significado general de ~YFfLWV, príncipe, soberano, aparece en la cita (refundida redaccionalmente) que se lee en Mt 2, 6. A Belén, como lugar del nacimiento del Mesías, no se la considera, «ni mucho menos, como la

1765 más pequeña entre los príncipes de Juda». En el texto hebreo de Miq 5, 1 se habla de las «regiones de Judá» (bealfe yehada). En contraste con este significado local, la LXX tiene el colectivo «entre los miles de Judá» (h XLALÚOLV 'Io'Ú6a). La cita de Mateo no concuerda ni con el texto hebreo ni con el de la LXX. Como sucede con varios cambios que hay en esta cita, se trata probablemente de una «reinterpretación mesiánica» (Nellessen, 42) efectuada por Mateo. 2. El oficio del gobernador romano de Judea se designa con el término ~YefLWV en Mt 27, 2.11a.b.14.15.21.27; 28, 14; Lc 20, 20 (Pilato); Hech 23, 24.26.33; 24, 1.10 (Félix); 26, 30 (Festo), y el ejercicio de la función se designa en Lc 3, 1 con el verbo ~yefLOVF'Úo). El título predominante y oficial de los gobernadores de las provincias romanas era, desde luego, el de EJtL'tQoJto~ y, a veces, el de €JtaQXO~; pero ~YefLwV aparece para designar al gobernador de Judea incluso en Josefo, Ant XVIII, 55. En el NT, ~YefLWV es el título usual de los gobernadores romanos. Los testimonios de ~YefLWV como designación del gobernador de Judea se limitan al estrato redaccional de los textos de la pasión y de la resurrección según Mateo (Mt 27s), al relato lucano de la cuestión sobre el pago del tributo al César (Lc 20) y al «sincronismo» de la aparición en público del Bautista (Lc 3, 1: el verbo) así como también a las noticias de Lucas sobre la condición de Félix y de Festo como gobernadores, cuando Pablo fue hecho preso y tuvo que prestar declaración (Hech 23s; 26). El título designa en los mencionados pasajes un cargo que tiene como atribuciones el ejercicio del poder político, la función judicial y el mando militar. 3. Originalmente, en ellogion de la persecución en Mc 13, 9 se hacía referencia a «los procuradores romanos de Judea» (R. Pesch, Das Markusevangelium 11 [HThK], 284); pero Marcos sobrepasa este horizonte y piensa en gobernadores de diversas regiones; lo mismo sucede con los paralelos sinópticos Mt 10, 18; Lc 21, 12. También la parenesis de la obe-

1766 diencia en 1 Pe 2, 14 se refiere como autoridades a los gobernadores imperiales de las diversas provincias. 4. En Le 2, 2 el verbo se usa para designar la función administrativa del legado romano de Siria, ~ K'UQtíVLO~ (Quirinio). Puesto que no se puede probar que, en el período señalado por Lucas, Quirinio hubiera ejercido sus funciones en Siria, se ha intentado interpretar aquí el verbo ~YefLOVe'ÚO) en sentido más general, por ejemplo, como el ejercicio principal de la autoridad en oriente (l Ernst, Das Evangelium nach Lukas [RNT], 103). Ahora bien, aparte de que faltan claros testimonios en favor de esta hipótesis, Josefo, Ant XV, 345 nos da a entender también que el verbo expresa el ejercicio de las funciones del legado romano (H. Schürmann, Das Lukasevangelium [HThK], 99-101; Vogtle,49s). 5. En el NT, ~YFfLovLa aparece únicamente en Lc 3, 1. El término designa entonces el período de reinado del emperador Tiberio (14 a.C.-37 p.C.). El dato cronológico refleja la intención del evangelista de poner de relieve la significación universal de Jesús, que trae la salvación al mundo, y a quien el Bautista prepara el camino. A. Weiser

t)yÉoptat hegeomai

conducir; creer, opinar, considerar como

Bibl.: F. Büchsel, ~yÉof!m 1i:tA., en ThWNT n, 909-911; E. Haenchen, Die Apostelgechichte (KEK), Gottingen 71977, 409s; P. Hoffmann-Y. Eid, Jesus von Nazareth und eine christliche Moral, Freiburg 1975, 186ss; E. Klisemann, An die Romer (HNT), Tübingen '1974,333; O. Michel, Der Brief an die Romer (KEK), Gottingen '1977, 302s; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, Barcelona 1980, 279s; Spicq, Notes 1, 348-352. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1098.

1. Con el significado, atestiguado desde Homero, de conducir, dirigir, ~yÉOfLaL aparece sólo en la forma de participio de presente (o ~YO'ÚfLeVO~) en el NT y en el resto de la literatura cristiana. Designa a «varones que des-

1768

1767 empeñan un puesto dirigente de cualquier clase que sea» (Bauer, Worterbuch, s.v.). En una combinación de citas de Miq 5, 1.3 Y 2 Sam 5, 2, el verbo se aplica al rey escatológico que, como buen pastor, ha de apacentar al pueblo de Dios (Mt 2, 6). Y se aplica también a José como «gobernador» de Egipto (Hech 7, 10). Se aplica igualmente a los funcionarios de la comunidad cristiana. Judas Barsabás y Silas, juntamente con Pablo y Bernabé, son enviados como delegados del concilio apostólico a Antioquía; son «varones dirigentes entre los hermanos» (avbQE<; ~yoVIlEVOL ... ), Hech 15,22. El autor de Hebreos, al enviar saludos en 13, 24, menciona especialmente a los dirigentes de la comunidad (náV'tE<; oL ~yovIlE­ VOL), y 10 hace antes de mencionar a los ayLoL, que son los miembros «normales» de la comunidad. Con ello nos da a entender que él considera a la comunidad como estructurada jerárquicamente. A los dirigentes de la comunidad, como «vigilantes de las almas», responsables de ello ante Dios, se les debe rendir obediencia (13, 17). A los que murieron (¿la muerte del martirio?) se les debe tributar un buen recuerdo, como modelos que fueron en la fe (13, 7). La jerarquía paradójica, de la que Jesús dio ejemplo y que él recomendó a sus discípulos, fue modificada (si no abandonada) aquí y en otras partes del NT, en favor de un alto aprecio -propio de un «catolicismo incipiente»- del ministerio. Ya Lc 22, 24-27 (incluida la variación introducida por Lucas con respecto a los paralelos sinópticos en el v. 26: xal, 6 ~yovIlEvo<; w<; 6 bLaxovwv) convierte la exigencia de Jesús de que se renuncie al poder en «una instrucción sobre el recto uso de la posición que se ocupa y del poder en la comunidad» (Hoffman-Eid, 227). Según Hech 14, lIs, en Listra se consideró a Bernabé y a Pablo como dioses en figura humana: Bernabé fue «identificado» como Zeus, y Pablo como Hermes, «porque él era el portavoz de la palabra» (EnELb~ atJ'to<; ~v 6 ~yovIlEvo<; 'tolí AÓyOU). Esta expresión, que es única en el NT, no carece de paralelos en el griego profano (Bauer, Worterbuch, s. v.; Haenchen).

2. Con el significado de creer, opinar, considerar como, ~yÉollm aparece en Hech 26, 2 (Pablo se considera dichoso de poder defenderse ante el rey Agripa) y, aparte de ahí, sólo en la literatura epistolar (19 testimonios); va seguido de infinitivo en las expresiones estereotipadas «considerar necesario, considerar justo que ... » (avayxaLov / btxmov ~yÉollm), o frecuentemente va seguido por doble acusativo, por ejemplo, en Flp 3, 7 (lo que para el Pablo pre-cristiano era ganancia, eso -por amor de Cristo- lo ha considerado él como pérdida: 'talí'ta ~yl]llm ... ~l]lltav) o en Flp 2, 6 (Cristo, que vivía en la forma de existencia de Dios, no consideró como botín, es decir, no se aferró ansiosamente a lo de ser igual a • :> (: \ 'l' " DIOS: oUX aQnaYllov l]yl]aa'tO 'tO ELvm Laa {tE({l). Pablo formula de manera insólita pero clarísima en 1 Tes 5, 13: la comunidad «debe tener» a los XO:n:LWV'tE<; y nQo'ía'táIlEvoL en alta estima» (~yeLa{tm únEQExnq~Laaolí ... ; mediante el adverbio, ~yELa{tm se ha intensificado in bonam partem). De manera parecida se dice en Flp 2,3: cada uno de vosotros considere al otro como más importante que él mismo (an~AOU<; ~yovllEvOL únEQÉxov'ta<; Éau'twv); lo mismo dice Rom 12, 10 con el verbo compuesto que sólo se halla atestiguado aquí: 'tñ 'tLllñ aAA~Aou<; nQOl]yovIlEvoL, es decir, no (como traduce Lutero) «preceder, anticiparse», sino seguramente preferir / tener en mayor estima (cf. Kasemann, 333; también Michel, 303). T. Schramm I!:'

"bÉm; hedáis

\

(adv.) de buena gana, con gusto* En el NT el adverbio, que se deriva de ~M<; (agradable, dulce), aparece en conexión con axoú{J) (Mc 6, 20; l2, 37) Y avÉxollm (2 Cor 11, 19). El comparativo ~bLOV, preferiblemente, falta en el NT (cf., no obstante, 1 Clem 2, 1; 62, 3); el superlativo ~bLO'ta, muy gustosamente (con xauxáollm o &anavá{J), aparece en 2 Cor 12, 9.15; cf. Hech 13, 8 D. Spicq, Notes 1, 353s.

1769

'ijbl) ede (adv.) ya,

1770

ahora

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; Liddell-Scott, s. v.: Preisigke, Worterbuch, con el Suppl., S.V.; Schwyzer, Grammatik n, 563.

1. El adverbio flbl] se halla atestiguado literariamente desde Homero, en documentos escritos en papiro y en la LXX. Aparece con frecuencia para designar la proximidad temporal o lógica de algo. 2. En el NT, flbl] aparece 62 veces (no se encuentra en 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Colosenses, 1 Tesalonicenses, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Juan, 3 Juan, Judas y Apocalipsis). Puede usarse en sentido absoluto (por ejemplo, en Mt 3, 10 par.) o asociado con una referencia de tiempo (por ejemplo, en Mt 15, 32; no hay ejemplos en las cartas ni en el Apocalipsis). Se encuentra en oraciones principales (por ejemplo, Mt 3, 10 par.), oraciones secundarias (introducido por
La construcción fíbl] no'tE significa «ya al fin» en Flp 4, 10; EL n{J)<; fí&l] no'tE quiere decir «si quizás ahora, alfin, logro ... » (Rom 1, 10).

R. Peppermüller

"bovit, tí;, " hedone placer,

satisfacción,

goce* Bibl.: E. Beyreuther, T¡oovi¡, en DTNT n, 24s; V. Cathrein, Lust und Freude 1, 1931; J. Dupont, La parabole du semeur dans la version de Luc, en FS Haenchen, 97-108; B. Gerhardsson, The Parable of the Sower and its Interpretation: NTS 14 (1967-1968) 165-193; B. Reicke, Diakonie, Festfreude und Zelos in Verbindung mit der urchristlichen Agapenfeier, Uppsala-Wiesbaden 1951; G. Stlihlin, T¡oovi¡, en ThWNT n, 911-928; A. Viigtle, Die Tugend- und Lasterkataloge im NT, Münster i. W. 1936, lndice, s. v.; P. Zingg, Das Wachsen der Kirche, Fribourg (Suiza).-Giittingen 1974, 93. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1098.

Originalmente f¡bov~ significa el sentimiento de placer experimentado por el sentido del gusto. Al ampliarse la extensión del concepto, f¡bov~ pasó a significar todos los placeres que se experimentan por medio de los sentidos (Herodoto) y de la mente (Platón, Aristóteles). Pero ya en la época clásica, al hacerse distinción entre la f¡bov~ más alta y la más baja, comenzó a restringirse la extensión del concepto. Este estrechamiento condujo en el helenismo al significado de «goce sensual, deleite sexuai», y adquirió una valoración ética negativa entre los cínicos, los estoicos y los representantes de la filosofía popular. Con esta restricción y valoración negativa aparece también f¡bov~ en los cinco pasajes en que se usa el término en el NT. Dentro de la interpretación post-pascual de la parábola del sembrador, Lucas modificó el texto de Mc (Lc 8, 14), al situar entre «los poderes seductores de la vida cotidiana» (J. Ernst, Lukasevangelium [RNT] , '269) «los placeres de la vida», que ahogan a quien inicialmente ha llegado a la fe. - Los cuatro pasajes de la literatura epistolar pertenecen al género de la parenesis y se hallan bajo la influencia de la filosofía popular helenista. Tit 3, 3, en un catálogo de vicios, caracteriza a la actitud precristiana y anticristiana como «esclavizada a todos los placeres». Sant 4, 1 considera los placeres que combaten en los miembros como

1771

tíoov~ - ~Xúl

la causa también de los conflictos externos, y advierte contra una actitud adoptada en la oración que pretenda dilapidar en deleites (EV 'tU¡;~ ~oova¡;¡; ú[twv) lo que se pida orando (v. 3). De los falsos maestros dice 2 Pe 2, 13 que cuentan por deleite el andar en placeres disolutos en pleno día. A. Weiser OU, 'tó hedyosmon menta* Mt 23, 23 par. Lc 11, 42: u:nooEXato'Ü'tE 'to ~6úoo[tov, «pagáis el diezmo de la menta». Billerbeck 1, 932s (¡no se conoce ningún testimonio expreso del pago del diezmo de la menta!).

i¡búoap.tov,

~-3o;, ou;, 'tó ethos hábito, eostumbre* En el NT, el sustantivo (conocido desde Hesíodo y Herodoto) aparece únicamente en 1 Cor 15, 33 (plural): ~itlj XQljo'tá, «buenas costumbres» (en un proverbio; cf., a propósito, Bauer, Worterbuch, s. v.). Además, ~itO¡; se emplea en Hech 16,21 v.l. y 26,3 v.l. (en ambos casos en sustitución de EitO¡;) para referirse a las leyes judías; el sustantivo aparece también en 1 Clem 1, 2 (~itO¡; de la hospitalidad); 21, 7 (de la castidad). DTNT 11, 417s.

l1xro hek6 haber venido, estar presente Bibl.: J. Jeremias, Jesu Verheif3ung für die Viilker, Stuttgart 1956, 47ss; O. Michel, Der Brief an die Hebraer (KEK), Giittingen 1975, 335ss, 355ss, esp. 362366; R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan 1, Barcelona 1980. 377-380; J. Schneider, 'iíXúl, en ThWNT 11 929s; Schulz, Q, 271-277, 323-330 (bibl.).

1. fíxw, que por su forma es presente, tiene sentido perfectivo (haber venido, estar presente). En la época helenística podía tener también la flexión de perfecto (BlaB-Debrunner § 101, 28). Y así sucede también frecuentemente en los LXX y una sola vez en el NT (Mc 8, 3). 2. fíxw aparece principalmente en contextos cultual-sacramentales y teológicos. «Designa la venida de la divinidad a los hombres, sobre todo a los participantes en el culto» o

1772

«la llegada de los hombres, de los participantes en el culto, a la divinidad» (Schneider, 929, con numerosas referencias). El uso que se hace de este verbo en la LXX y en la literatura cristiana primitiva corresponde mutatis mutandis a este uso general. En el NT, el uso claramente profano y local de fíxw tiene escasos testimonios, exceptuado Mc 8, 3: el hijo pródigo vino (o regresó a casa) (Lc 15, 27); Jesús fue de Judea a Galilea (Jn 4, 47: alternan los verbos fíxw y EQXO[tUL); los representantes de los judíos de Roma vinieron a casa de Pablo para oír lo que él pensaba (Hech 28, 23 v.l.). Los restantes testimonios hacen referencia, de diferente manera, a la llegada escatológica de los hombres o del Señor (o de su juicio) a la salvación, a la perdición: Jesús espera y amenaza diciendo que innumerables (gentiles) han de venir de oriente y de occidente para ser hechos partícipes de la basileia, mientras que los «hijos del reino» serán juzgados (Mt 8, lIs par. Lc 13, 28s; cf. Jeremias; Schulz, 323ss). Días (de juicio) vendrán sobre Jerusalén; plagas llegarán sobre Babilonia; «todo esto» vendrá sobre esta generación (Lc 19, 43; Ap 18, 8; Mt 23, 36); pero cuando se haya proclamado el evangelio en todo el mundo, cuando hayan terminado las tribulaciones escatológicas, entonces vendrá el fin: xal 'tÓ'tE fí1;a 'to 'tÉAO¡; (24, 14). El Señor llega inesperadamente (para celebrar el juicio) incluso para sus discípulos; su día o él llegan como un ladrón (Mt 24, 50 par. Lc 12, 46 [cf. Schulz, 271ss]; 2 Pe 3, 10; Ap 3, 3). Juan y Hebreos emplean fíxw en enunciados significativamente cristo1ógicos. Jn 2, 4: «Mi hora no ha llegado todavía»; 6, 37: «Todo el que el Padre me da, vendrá a mí (fí1;a); y a aquel que viene (tOV EQXÓ[tEVOV) a mí, yo no le echaré fuera»; 8, 42 (cf. 1 Jn 5, 20): «Yo procedo de Dios y he venido (a vosotros)>> (EX 't0'Ü itw'Ü E1;fíAitOV xalfíxw). La prontitud de Cristo para ofrecerse a sí mismo en sacrificio expiatorio de una vez para siempre, la subraya el autor de Hebreos mediante una cita del Sal 39, 8 LXX: LOOV fíxw, «He aquí que vengo para hacer tu voluntad» (10, 7.9); la certidumbre de la esperanza cristiana la re-

~Xúl

1773

- 'HAluS;

trata con las palabras del profeta Habacuc (2, 3): Ó EQXÓ[tEVO¡; fí1;a xal XQovLoa, «vendrá el que ha de venir, y no se hará esperar» (10,37). T. Schramm

ov

llAt eli Dios mÍo* Transcripción del hebreo 'elf (Sal 22, 2) en Mt 27,46 (bis). En la fuente de Mateo, en lugar de esta transcripción hebrea se hallaba la palabra aramea ~ EAWL (Mc 15, 34). La forma ljAL se encuentra también (como corrección secundaria) en Mc 15,34 D.

'HAl Eli Eli * Transcripción del nombre de persona 'elf (así, por ejemplo, en 1 Sam 1,3; 2, 12.20.22; 1 Re 2, 27); aparece en Le 3, 23 como nombre del padre de José.

'HAla;, ou Elias Elías* 1. Aparición en el NT - 2. EJías en el AT y en el judaísmo primitivo - 3. Referencias ilustradoras a Elías 4. Funciones de Elías en el NT.

Bibl.: R. Bauckham, The Martyrdom of Enoch and Elijah: Jewish or christian?: JBL 95 (1976) 447-458; K. Berger, Die Auferstehung des Propheten und die ErhOhung des Menschensohnes (StUNT 13), Giittingen 1976,9-149,228-235; H. Bietenhard, en DTNT 11,7274; Billerbeck, IV, 764-798; M. Black, The 'Two Witnesses' of Rev. 1l:3s in Jewish and Christian Apocalyptic Tradition, en FS Daube, 227-237; P. Dabeck, Siehe, es erschienen Moses und Elias (Mt 17, 3): Bib 23 (1942) 175-189; Elie le prophete (Etudes Carmélitaines), Brügge 1956, sobre todo 1, 116-128; M.-E. Boismard, Elie dans le NT 11, 199-255; M.-J. Stiassny, Le Prophete Elie dans le Judai'sme; G. Fohrer, Elia (AThANT 31), Zürich 1957; G. Friedrich, Lk 9, 51 und die Entrückungschristologie des Lukas, en FS Schmid 1973,48-77; 1. Gnilka, «Me in GOft, mein GOft, warum has du mich verlassen?» (Mk 15, 34 par.): BZ 3 (1959) 294-297; Hahn, Hoheitstitel, 354-357, 371-380; R. A. H~mmer, Elijah and Jesus: A Quest for 1dentity: Juda¡sm 19 (1970) 207-218; G. Hentschel, Die Elijaerzahlungen. Zum Verhiiltnis von historischen Geschehen und geschichtlicher Erfahrung, Leipzig 1977; J. Jeremias, 'HI.,(f)[US;, en ThWNT 11, 930-943; P. Joüon, Le costume d'Elie et celui de Jean Baptiste: Bib 16 (1935) 74-81; W. C. Kaiser, The Promise ofthe Arrival of Elijah in Malachi and the Gospel.~: Grace Theol. Journal3 (1982) 221-233; C. A. Keller, Wer war Elia?:

1774

ThZ 16 (1960) 298-313; G. Molin, Der Prophet Elijahu

und sein Weiterleben in den Hoffnungen des Judentums und der Christenheit: Judaica 8 (1952) 65-94; P. M. K. Morris, Elijah and Jesus in Mark:~ Gospel: Trivium 1 (1966) 121-133; J. M. Nützel, Die Verktarungserzahlung im Mk (FzB 6), Würzburg 1973, 102-122; Id., Elija- und Elischa-Traditionen im NT: BiKi 41 (1986) 160-171; R. Pesch, Zur Enstehung des Glaubens an die Auferstehung: ThQ 153 (1973) 200-228, 270-283; 1. de la Potterie, L'onction du Christ: NRTh 80 (1958) 225252, sobre todo 226-229; M. Rehm, Eli, Eli, lamma sabachtani: BZ 2 (1958) 275-278; J. A. T. Robinson, Elijah, John and Jesus: An Essay in Detection: NTS 4 (1957-1958) 263-281; Id., Twelve New Testament Studies (SBT 34), London 1962,28-52; H. SeebaB-N. Oswald, Elia, en TRE IX, 498-504; M. E. Thrall, Elijah and Moses in Mark's Account of the Transfiguration: NTS 16 (1969-1970) 305-317; O. Wahl, GOft behiilt das letzte Wort. Zu den Elija- und Elischa-Erzahlungen der Kiinigsbücher: BiKi 41 (1986) 146-153; U. Wilckens, La resurrección de Jesús, Salamanca 1981, 121-133; T. L. Wilkinson, The Role of Elijah in the NT: Vox Reformata 10 (1968) 1-10: D. Zeller, Elija und Elischa im Frühjudentum: BiKi 41 (1986) 154-160. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1098s.

1. El nombre de 'HALa~ aparece 29 veces en el NT; aparece además en Lc 9, 54 v.l. En los Evangelios sinópticos 'HALa¡; se encuentra 25 veces (nueve en Mateo, nueve en Marcos, siete en Lucas): el nombre aparece, además, en Jn 1,21.25; Rom 11,2 Y Sant 5,17. En el estudio de esta palabra hay que contar también con varias alusiones que se hacen a la figura de Elías. En los Evangelios, Elías se menciona a propósito de la identificación de este personaje con Juan el Bautista y también con Jesús. Elías aparece juntamente con Moisés en el monte de la trasfiguración; y las personas que oyen los clamores de Jesús crucificado, interpretan así su grito: «¡Mira, está llamando a Elías» (Me 15, 35). 2. Para entender la importancia de Elías en el NT, hay que tener bien presentes las informaciones que se nos dan en 1 Re 17-2 Re 2 y también las correspondientes tradiciones del judaísmo primitivo (incluidos Mal 3, 1.23-24 Y Eclo 48, 112). En el judaísmo se consideraba a Elías, que se hallaba en el cielo, como un auxilio en caso de necesidad. Y en calidad de tal se le invocaba. Se reflexionaba intensamente sobre el regreso de Elías: algunas veces Elías es una figura mesiánica; otras veces, el precursor del Mesías. El aman-

1775

'HALa~

sará la cólera, obrará la paz, restaurará las tribus de Jacob (cf. Eclo 48, 10). En otras expectaciones, Elías es el que anuncia el tiempo de la salvación, el que lucha contra el anticristo y el que unge al Mesías (cf. Billerbeck, Fohrer, Jeremias, 930-936, Keller, Molin, Stiassny). 3. Tres sucesos de la vida de Elías se mencionan en el NT con el fin de ilustrar situaciones específicas: a) El relato sobre la larga sequía que hubo en Israel (l Re 17-18) se menciona en Lc 4 25-26: «Muchas viudas había en Israel en lo~ días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en la región de Sidón». De esta manera Jesús ilustra, aunque de manera algo exagerada, la sentencia: «Ningún profeta es bien acogido en su tierra» (4, 24). En Lucas se trata de una referencia a la inminente misión entre los gentiles. Según Sant 5,17-18, Elías fue un hombre justo y, a pesar de todo, un hombre como nosotros. Su ferviente oración «porque no llueva» (1 Re 17, 1 no es una oración), y porque vuelva a caer la lluvia después de tres años y seis meses (cf. 1 Re 18, 42; para la modificación de «tres años» en «tres años y medio», cf. Dan 7,25; Ap 12, 14 Y passim, y también Lc 4, 25) es para nosotros un modelo de oración (vv. 13-15). b) Pablo, en Rom 11, 2-4, hace referencia a 1 Re 19, 1-18 (la huida de Elías: «los siete mil hombres que no han doblado su rodilla ante Baal» son una prueba de que también «en el tiempo presente» ha quedado un resto; el derrotismo de Elías no está justificado). Probablemente hay también una conexión literaria entre Lc 22, 43 Y 1 Re 19, 5-8: el motivo del ángel confortador. c) En Lc 9, 54, Santiago y Juan quieren hacer que descienda fuego del cielo para que destruya a los inhospitalarios samaritanos: una clara referencia a 2 Re 1, 9-12 (cf. Eclo 48, 3). Una variante textual muy difundida (A C D y passim; según GNTCom, una «glosa derivada de alguna fuente extraña, escrita u

1776

oral») añade: ÚJ~ xai, 'HALa~ EJtOL1]OEV (<
1777

'HALa~

de estos personajes parece estar relacionada también con su función escatológica: antes del fin, estos dos personajes, que fueron llevados al cielo y mantenidos allí, harán nuevo acto de presencia. En Mc 9, 3 Elías (en contra del orden cronológico) aparece en primer lugar (otra cosa sucede en el v. 4); la atención de Marcos, como se ve por 9,11.12.13 (par. Mt 17, 10.11.12), se dirige principalmente a Elías. Mateo y Lucas «corrigen» esto. Además, Lucas en 9, 31 refleja exactamente el contenido del diálogo con Jesús: se trata del inminente E~O<')O~ de Jesús en Jerusalén (Lc 9, 28-36 se halla entre los dos anuncios de la pasión en 9, 22.44). c) En el diálogo después de la trasfiguración (Mc 9, 9-13 par. Mt 17, 9-13), los tres discípulos mencionan la opinión de los escribas (y del judaísmo contemporáneo): Elías tiene que venir primero. Jesús lo afirma: Elías vendrá y «restaurará todas las cosas» (cf. Mal 3, 23-24); pero Jesús añade: Elías ha venido ya y ha padecido. Tan sólo Mt 17, 13 explica esto más concretamente: «Entonces los discípulos comprendieron que les estaba hablando de Juan el Bautista»; cf. 11, 14: «El (= el Bautista) es Elías que había de venir». El texto en Q se refería ya al Bautista (Mt 11, 10 par. Lc 7, 27; cf. Mc 1, 2), aludiendo a Elías que ha de regresar según Mal 3, 23-24. Probablemente, la vestidura del Bautista (Mc 1, 6 par. Mt 3, 4) sugería ya la referencia a Elías (cf. 2 Re 1, 8). La afirmación del Bautista, que seguramente no debe entenderse en sentido hist~~ico, de que él no es Elías (Jn 1,21, cf. tambIen el v. 25), indica con qué intensidad el pueblo aguardaba el retorno de Elías. Así aparece también en Mc 6,15 par. Lc 9,8 YMc 8, 2.8 par. Mt 16, 14/ Lc 9, 19, donde se menCIOna la opinión del pueblo de que en Jesús se había manifestado Elías. Lucas omite los detalles sobre la vestidura del Bautista y también el diálogo después de latr " Parece . . a~ f IguraclOn. que quiere evitar una IdentIficación expresa del Bautista con Elías. En ~c 1, 17 se dice únicamente (con una referenCIa a Eclo 48, 10-11 Y Mal 3 23-24) que " delante de Dios «en el poder ' de Elías». Juan Ira

1778

Al parecer, Elías es más bien para Lucas el tipo del Jesús «profético». Caracteriza la vida pública de Jesús con material tomado de la tradición de Elías (algunas veces también en contraste con dicha tradición); cf. 4, 25-26;7, 11-17 (cf. 1 Re 17,8-24); 9, 8.10 (opiniones sobre Jesús); 9, 30.33; 9, 51 (? a.VáA1][.L'IjJL~; cf. 2 Re 2, 11; 1 Mac 2,58; Eclo 48, 1); 9, 54 Y 9, 62 (cf. 1 Re 19, 20); cf. de la Potterie 226-229. ' d) En Ap 11, 3-13 los dos testigos se describen con rasgos de (Moisés y) Elías: v. 5 (fuego, cf. 2 Re 1, 10) Y v. 6 (sequía, cf. 1 Re 17, 1). Probablemente, con estos dos testigos el autor del Apocalipsis no pretende referirse a individuos sino a un colectivo: la comunidad cristiana de su tiempo, que es perseguida y da testimonio. ¿Podrá suponerse que el autor, en todo ello, ha dependido de una tradición judía precristiana, según la cual Henoc y Elías regresarán antes del fin, se manifestarán e~ pú~lico com,o profetas que predican la pemtenCla, se veran envueltos en una lucha contra el anticristo y serán muertos, resucitarán después de tres días y medio, subirán al cielo, regresarán de nuevo y darán muerte al anticristo? (Cf. Jeremias, 941-943, Berger, Black, y también Bauckham y J. M. Nützel: BZ 20 [1976] 59-94). ¿Se referirán también Mc 6, 15 Y 8, 28 (y par.) a esta tradición, que se encuentra todavía de variadas maneras en diversos escritos apocalípticos (a menudo más tardíos) y en escritores eclesiásticos? (Cf. Berger). Estos datos sobre el martirio y la resurrección del profeta escatológico se expresan en la discusión acerca del origen de la fe pascual (cf. Bauckham; Berger; Nützel, BZ 20 [1976] 5994; Pesch, Entstehung; Wilckens). - Bibliografía un tanto antigua sobre Ap 11: W. Bousset, Der Antichrist in der Überlieferung des Judentums, des NT und der alten Kirche Gottingen 1895, 134-139; D. Haugg, Die' zwei Zeugen, Münster i. W. 1936; J. Munck, Petrus und Paulus in der Oftenbarung Johannis. Ein Beitrag zur Auslegung der Apokalypse, Kopenhagen 1950, 81-120.

J. Lambrecht

1780

1779 a~, tl helikia edad de la vida, período de la vida, estatura física*

tlAlXía,

Bibl.: J. R. Buismann, 'HALx[a: NedThT 19 (1930) 139-145; M. Dibelius-H. Greeven, Der Brief des Jakobus (KEK), Gottingen '1964, 178; J. Gnilka, Der Epheserbrief(HThK), Freiburg 1971, 214s; W. Grundmann, Das Evangelium nach Lukas (ThHK), Berlin '1961, 97; Jeremias, Parábolas, 209; J. E. Renié, El Jeslls profidebal sapienlia el aelale el gratia apud Deum et homines en Studia Anselmiana 27-28 (Miscellanea A. Miller), Roma 1951, 340-350; J. Schneider, ~ALx[a, en ThWNT n, 943-945; H. Schürmann, Das Lukasevange¡¡um 1 (HThK), Freiburg 1969, 134-138; G. Stahlin, nQoxon~, nQoxón'túJ, en ThWNT VI, 703, especial-

mente 712s. 1. El sustantivo, atestiguado desde Homero, tiene en griego clásico los significados de a) «edad de la vida» (a menudo determinada más concretamente por el contexto como edad juvenil -por ejemplo, Homero, Il16, 808; 4 Mac 8, 2.10. 20- o edad avanzada -por ejemplo, Homero, Il 22 419- o «edad del vigor / aptitud para los nego~ios / madurez»; correspondientemente; d~ 1ÍALxLav EQxw{}m, «entrar en l~ ed~d a~ulta» [Diodoro Sículo XVIII, 57, 2J; r¡ALXWV EX ELV , «tener madurez» [Platón, Euthyd 306d]). b) «Era de la generación (que vive actualmente), por ejemplo, Demóstenes, Or 60, 11); c) «estatura física, talla» (al principio fue, seguramente, la señal de una determinada edad), por ejemplo, Herodoto III 16; Platón, Euthyd 271 b Y passim; también en la LXX Eclo 26, 17: «Lámpara que brilla en candelabro santo, es un rostro bello en cuerpo bien formado» (bd 1ÍALXL<;l <J1;a(JL~u)· 2. En el NT ~A.LXla aparece con los significados de edad de la vida y estatura física: claros testimonios son, por un lado, Jn 9, 21.23 (los padres del ciego de nacimiento evitan una respuesta posiblemente peligrosa afirmando: ~ALxLav EXEL, es decir, «él ya es adulto / ha llegado a la edad de la madurez»; puede declarar sobre sí mismo); Heb 11, 11 (Sara se queda embarazada :rtaQu XaLQov ~A.LXla~, «pasada ya la edad apta para ser fecundada»); por otra parte, Lc 19,3 (Zaqueo se sube a un sicomoro para ver a Jesús, O"tL "tñ ~ALXl<;l IlLXQO~ ~v, «porque era bajo de estatura»). En los demás testimonios del término, puede suponerse unas veces un significado y otras veces, otro; claro que, con su debida razón, hay que tener en cuenta el sentido metafórico en Ef

4, 13: «Todos llegaremos a la unidad de la fe ... , hasta que alcancemos en plenitud la 'talla' / la 'madurez' de Cristo» (d~ IlÉ"tQov ~ALxla~ wíJ :rtA.l]Qwlla"tO~ "tOíJ XQLO"tOíJ); el contexto sugiere más concretamente la idea espacial (Dibelius-Greeven), pero no excluye la idea temporal. Por el contrario, en Lc 2, 52 es seguro (en contra de Schürmann y otros) que se habla de la edad física, como en el «paralelo» SIG 11, 708, 18 (Bauer, Worterbuch, s. v.; Stlihlin, 712a, etc.): Jesús iba creciendo en sabiduría y en edad (:rtQOÉXO:7t"tEV EV "tñ OOCjll<;l xal ~A.L­ Xl<;l) y en XáQL~ ante Dios y ante los hombres. Se trata de la edad, y decididamente no de la estatura, en la palabra escatológica de la tradición de logia, según la cual nadie es capaz, por mucho que se preocupe, de añadir un solo codo (= un breve lapso de tiempo, cf. Jeremias 209) a la duración de su vida: Mt 6, 27 par. Lc 12, 25; cf. también la variante, más breve, de la tradición con el mismo sentido en PapOxy 655 Frgm. lb (falta EvTom 36) en Hennecke-Schneemelcher 1, 71. T. Schramm

3 helikos cuán grande, qué grande, qué pequeño* Col 2, 1: ~Aíxov aywva EXW, «¡cuán grande fatiga tengo». En Sant 3, 5 como juego de palabras: ~A.íxov :rtíJQ ~AlXl]V ÜAl]V avá:rt"tEL, «¡cuán grande bosque se incendia con tan pequeño fuego!». Los significados opuestos de ~Aíxo~ (cuán pequeño, cuán grande) «son un encantador contraste, asegurado además por los paralelos» (M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [KEK], sub loco). El contraste existente entre una pequeña causa y un gran efecto se aplica aquí --como antes en el v. 4- a «la lengua» y a los perniciosos efectos de su mal uso.

tlAíxo~,

iíAtO~,

ou, Ó helios sol*

l. El sol en su función natural- 2. «Rayos» como el sol - 3. Concepciones apocalípticas - 4. La influencia del culto al sol. Bibl.: S. Aalen, Die Begriffe «Licht» und «Finsternis» im AY, im Spatjudentum und im Rabbinismus, Oslo

1781 1951, en el índice analítico, S.v.; J. Maier, Die Sonne im rel. Denken des antiken Judenlums: ANRW n, 19, 1 (1979) 346-412; Th. Hartmann, semes , en DTMAT n, 1238-1252. 1. En el NT ~ALO~ aparece en total 32 veces (con especial frecuencia en el Apocalipsis: 13 veces). Una parte importante de los testimonios se refiere a la función natural del sol, el cual, según Mt 5, 45, está sometido a la actividad creadora de Dios. El sol sale y se pone, indicando así las horas y los tiempos (Mc 1,32 par. Lc 4, 40; Mc 16,2; cf. Ef 4,26; cf. Plutarco, Defraterno amare, 17 [488 C]; también Dt 24, 15) o la dirección geográfica (Ap 7, 2; 16, 12); el sol es algo que se puede ver (Hech 13, 11 [cf. también Ecl 7, 11]) Y que sirve para orientarse (Hech 27, 20); la experiencia de su benéfico calor desempeña también un papel (Mc 4, 6 par. Mt 13, 6; Sant 1, 11; Ap 7,16; cf. también 16, 8 [cf. Sal 121, 6; Is 25, 4; 49, 10; Jer 17,8; Hartmann, 990]). El pasaje de 1 Cor 15,41 se entiende igualmente como una referencia a la naturaleza. Incluso la comparación, en la cristofanía de Hech 26, 13, se orienta hacia la aparición natural del sol como la fuente más intensa de luz (cf. Aalen, 80-86 en cuanto a las referencias al AT). Asimismo, el hecho de que, cuando llegue la consumación, no será ya necesario el sol (ni la luna), según Ap 21, 23; 22, 5 (cf. Sib V, 480-483), se halla íntimamente relacionado con la función de los astros como fuentes de luz y marcadores de las horas; ahora bien, todo eso pertenece al ámbito de este mundo y de su historia, que cesarán por la realidad de Dios. 2. Ocupa un lugar especial la comparación de la apariencia o del rostro de una persona con los rayos del sol. En Mt 13, 43 la comparación se refiere al aspecto escatológico que tendrán los justos; en Mt 17, 2 se refiere a Jesús, Con ocasión de la trasfiguración; en Ap 1, 16, se refiere al que es semejante a hijo de ?ombre; en 10, 1, a un ángel revelador. Esta imagen tiene una extensa historia judía, que se remonta a Jue 5, 31 (cf. Dan 12, 3); cf. 4

1782 Esd 7, 97 (también Hen [et] 38,4; 39, 7; 104, 2); Hen (esl) 1, 5 (también 66, 7); JyA 18, 7 (cf. también 6, 5) así como también los testimonios rabínicos que aparecen en Billerbeck III, 790 Y A. Schlatter, Der Evangelist MattMus, Stuttgart 1929, 446 Y 527. El resplandor semejante al del sol es signo de la gloria en la que participan los justos redimidos, los ángeles (cf. ApBar [sir] 51, 10; Hen [et] 51, 4s) y Cristo. 3. En la descripción apocalíptica del final, es importante el daño causado al sol y la destrucción del mismo. Esta expectación está tomada de la tradición apocalíptica del AT, y del judaísmo (sobre el AT, cf. Hartmann, 998; sobre el judaísmo, AsMo 10, 5; Sib III, 801; V, 346-348). Mc 13,24 par. Mt 24, 29 hace referencia a Is 13, 10. Hech 2, 20 corresponde a la cita de JI 3, 1-5. El mismo pasaje se halla detrás deAp 6, 12; por el contrario, 8, 12; 9, 2 no tienen un modelo directo. El oscurecimiento del sol es un signo cósmico, que señala amenazadoramente el final. Es notable el tratamiento que se hace del motivo en Lucas: en Lc 21, 25 el motivo se halla modificado en relación a como aparece en Marcos y Mateo; en Lc 23, 45 el motivo está asociado con la crucifixión; en Hech 2, 20 se ha integrado en él la interpretación del acontecimiento de Pentecostés. De esta manera se realza la significación escatológica de la historia de Cristo. No sabemos si detrás de la determinación del lugar en que se halla el ángel en Ap 19, 17 (h "tip ~Aícp) hay una tradición especial; quizás se piense en el lugar más alto del firmamento. 4. Una influencia de la adoración divina del sol no se observa en el NT, ni en el rechazo de esa adoración ni en referencias a la misma. Evidentemente, el culto tributado al sol no interesaba para nada a los autores del NT. Ap 12, 1 recoge, sí, la imagen de la regina caeli, pero la interpreta en el marco de la historia de la salvación. Todo el uso que se hace del término muestra asombrosamente cómo la

1783

1784

Biblia considera a la naturaleza como una simple cosa. T. Holtz

~1.0;,

OlJ, ó helos clavo* En el NT, se habla únicamente en Jn 20,25 (bis) de los clavos utilizados para crucificar a Jesús. .'ÚJto~ .OOv ~A.ú)v, «la señal de los clavos» (v. 25a) o (refiriéndose a lo mismo) o .óJto~ .OOv ~A.ú)v, «el lugar de los clavos» (v. 25b): Tomás no está dispuesto a creer que el Señor se ha aparecido (y ha resucitado) sino una vez que haya visto y palpado las huellas de la crucifixión. - Sobre la costumbre de utilizar clavos para crucificar, cf. H. W. Hewitt: HThR 25 (1932) 29-45: J. Blinzler, Der ProzejJ Jesu, Regensburg 41969, 377-379.

o

'ÍI,..,Ei; hemeis nosotros Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v. EyÓJ; BlaB-Debrunner § 277, 1; 280; 284; M. Carrez, Le «Nous» en 2 Corinthiens: NTS 26 (1979-1980) 474-486; H. J. Cadbury, «We» and «1» Passages in Luke-Acts: NTS 3 (19561957) 128-132; E. von Dobschütz, Wir und /eh bei Paulus: ZSTh 10 (1932-1933) 251-277; E. Haenchen, Das «Wir» in der Apostelgeschichte und das [tinerar: ZThK 58 (1961) 329-366; A. von Harnack, Das «Wir» in den johanneischen Schriften, en SAB (1923) 96-113; U. Holzmeister, De «plurali categoriae» in Novo Testamento et a patribus adhibito: Bib 14 (1933) 68-95; J. J. Kijne, We, Us and Our in [ and 1I Corintians: NovT 8 (1966) 171-179; E. Plümacher, Wirklichkeitseifahrung und Geschichtsschreibung bei Lukas. Erwiigungen zu den Wir-Stücken der Apostelgeschichte: ZNW 68 (1977) 2-22; Radermacher, Grammatik, 72-74; R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, Barcelona 1980, 91106 [sobre 1 Jn 1, 1-4]; H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 (HThK), Freiburg 1969, 1-8 [sobre 1, ls]; E. Stauffer, EyÓJ (e. 1-3), en ThWNT n, 352-355.

1. En el NT aparece frecuentísimamente el plural del pronombre personal de primera persona (864 veces en todos los casos de la declinación), aunque ni siquiera aparece la mitad de veces que el correspondiente plural del pronombre personal de segunda persona Ú[lEL~ (1847 veces). Esto confirma el carácter de «alocución» que tienen los escritos del NT. Mientras que en ~[lEL~ predomina con mucho el caso genitivo (~[loov) sobre todos los demás

casos, vemos que en Ú[lEL~ son el dativo (Ú[lLV) y el genitivo (Ú[loov) los casos más destacados. ~[lEL~ aparece en los escritos del NT (en todos sus casos) con el siguiente orden decreciente de frecuencia: Hechos (126 veces), 2 Corintios (108), Lucas (69), Romanos (59), 1 Juan (56), 1 Corintios (54), Mateo (49), Juan (49), 1 Tesalonicenses (48), Hebreos (31). 2. El nominativo ~[lEL~, como los demás pronombres personales de primera y de segunda persona, «se emplea, con arreglo a las normas del buen estilo (como en el griego clásico) para establer contrastes o marcar énfasis» (BlaB-Debrunner § 277, 1), por ejemplo, Lc 23, 41; 1 Cor 1, 23; 2, 12. Son características del uso enfático de ~[lEL~ las combinaciones, especialmente frecuentes, XUL ~[lE1~ (Mt 6, 12; Lc 3, 14; 2 Cor 1, 6 y passim, unas 36 veces) y ~[lE1~ 6É (Lc 24, 21; Hech 6, 4; 1 Cor 2, 12 Y passim, unas 20 veces). Son más raras las combinaciones ~[lE1~ yáQ (únicamente en Pablo: 2 Cor 6, 16; Gál 5, 5; Flp 3, 3), ~[lEL~ ovv (3 Jn 8), ~[lEL~ JtáV.E~ o JtáV.E~ ~[lEL~ Un 1, 16; Hech 2,32; 10,33; 1 Cor 12, 13; 2 Cor 3, 18; Ef 2,3). El contraste ~[lEL~ - Ú[lEL~ es carácterístico del estilo paulino (1 Cor 4, 10; 2 Cor 4, 12; 6, 12; 13,9). El uso de ~[lEL~ en vez de EyW es frecuente entre los escritores griegos, pero se hallaba también difundido en la lengua coloquial. El escritor (o el hablante) establece o acentúa así la comunicación con sus lectores (u oyentes); sobre el plural asociativo (pluralis sociativus) cf. BlaB-Debrunner § 280. El autor de Hechos utiliza ~[lEL~ en los relatos en primera persona de plural (Hech 20, 6.13; 21, 7.12) para acentuar así su relación -como narrador- con Pablo y su carácter de testigo ocular. En las Cartas paulinas el nosotros no se refiere frecuentemente el autor individual (plural «literario», como -por ejemplo- en Gál1, 8), sino al nosotros de la comunidad, o de Pablo y sus colaboradores (cf. también 1 Jn 1, 4; cf., a propósito, Schnackenburg, 94). Un nosotros eclesiológico se da segurarnente en Lc 1, 1s (Schürmann, 8, sobre el v. 2; Schürmann en-

1785 tiende EV ~[lLV del v. 1 como un nosotros «escatológico»); de tenor parecido son Jn 1, 14; 1 Jn 2, 1b.2.3.5.18b Y passim. Parece que el autor de Hebreos emplea el singular y el plural sin hacer diferencia alguna (BlaB-Debrunner § 280, 2). 3. El genitivo ~[lOOV aparece primeramente en un gran número de combinaciones con preposiciones, de las cuales las más frecuentes son ES ~[lOOV (Lc 24, 22; Hech 15, 24; 2 Cor 4,7; 7, 9; 8, 7; 1 Jn 2,19 [cuatro veces], [lE1't' ~[loov (Mt 1, 23; Lc 9, 49; 24, 29; 2 Tes 1, 7; cinco veces en 1-2 Juan), JtEQL ~[lOOV (1 Tes 1, 9; 5, 25; Col 4, 3; 2 Tes 3,1; Tit 2,8; Heb 11, 40; 13, 18) Y ÚJtEQ ~[lOOV (Mc 9, 40; once veces en Pablo; Ef 5, 2; Tit 2, 14; Heb 6, 20; 9, 24; 1 Jn 3, 16). A esto se añaden otras doce preposiciones con ~[loov. El genitivo ~[lOOV está regido también por verbos (Mc 12, 7; Lc 20, 14; Hech 7, 40; 24, 4; 2 Cor 8, 4; 1 Jn 4, 6 [bis]; 5, 14.15), o se halla en combinación con un sustantivo (Mt 20, 33; Jn 11,48; Hech 16, 20; seis veces en Pablo; 2 Tes 2, 1; 2 Pe 3, 15; 1 Jn 3, 20; Jds 3; sobre esta combinación del genitivo, cf. BlaBDebrunner § 284; Kühner, Grammatik 11/1, 619s). Además, ~[lOOV aparece en genitivo absoluto (BlaB-Debrunner § 417 Y 423), especialmente frecuente en Hechos (16, 16; 20, 7; 21, 7; 26, 14; 27, 18.27) Y en Pablo (Rom 5, 6.8; 2 Cor 4, 18; 7, 5) Y que, por lo demás, aparece únicamente en Mt 28, 13 (material peculiar) y Heb 10, 26. Conviene tener en cuenta las expresiones (el~) EXUOLO~ ~[lOOV (Hech 17,27; Rom 14, 12; 15,2; Ef 4,7) y.a JtEQL ~[lOOV (Hech 28, 15; Ef 6,22; Col 4, 8). 4. El dativo ~[lLV aparece principalmente en construcciones con la preposición fv (Lc 1,1; 7, 16; 24, 32; Jn 1, 14; 17,21; Hech 1, 17; 2, 29; seis veces en Pablo; Ef 3, 20; 2 Tim 1, 14; Heb 13,21; Sant 4,5; 1 Jn 1, 8.10; 3, 24; 4, 12 [bis].13.16; 2 Jn 2) y también con o'Úv (únicamente en LucaslHechos, cinco veces) y JtuQá (Mt 22, 25). El simple dativo ~[lLV aparece en Pablo, principalmente en re-

1786 lación con verbos de dar y recibir y referido a los dones salvíficos de Dios a los cristianos: Rom 5, 5; 8, 32; 12, 6; 1 Cor 2, 12; 15, 57; 2 Cor 5,5.18; 10, 13; cf. 1 Cor 1,18.30; 2,10; 8, 6. - Sobre la pregunta (del poseso o de los demonios) .L ~[lLV XUL OOL; «¿Qué (hay entre) nosotros y tú?» (Mc 1,24 par. Lc 4, 34; Mt 8, 29 a diferencia de Marcos), que es una «fórmula de rechazo», cf. R. Pesch, Das Markusevangelium 1 (HThK), 122. 5. El acusativo ~[la~ aparece, entre otras cosas, con las preposiciones EJtL (diez veces, cinco de ellas en Lucas/Hechos; no aparece en Pablo), JtQó~ (nueve veces; con excepción de 1 Tes 3, 6, aparece únicamente en Marcos, Mateo, LucaslHechos), El,~ (nueve veces, cinco de ellas en Pablo) y ¿¡Lá (únicamente en Pablo: ¿¡L' ~[la~, Rom 4, 24; 1 Cor 9, 10 [bis]). G. Schneider

'ÍI,..,ÉQ«, «;, 'ÍI

hemera día

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campo referencial.

Bibl.: P. Auvrey-X. Léon-Dufour, Día del Señor, en VTB, 198-203; O. Cullmann, Christus und die Zeit, Zürich '1948; G. Delling, Das Zeitverstiindnis des NT, Gütersloh 1940; Haag, Diccionario, 461s; E. Jenni, yom, en DTMAT 1, 975-1000 (bibl.); K. Lehmann, Auferweckt am dritten Tag nach der Schrift, Freiburg i. Br. 1968 (bibl.); U. Luz, Das Geschichtsverstiindnis des Paulus, München 1968, 310-317; G. von Rad-G. Delling, ~[tÉQa, en ThWNT n, 945-956. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1099s.

1. En el NT el sustantivo aparece 389 veces (GNT) y, con excepción de 2-3 Juan, se encuentra en todos los escritos. Entre ellos figura a la cabeza, debido a su género literario, el libro de los Hechos (94 veces), mientras que las Cartas paulinas muestran un uso relativamente escaso de este término (el «corpus paulinum», sin las Pastorales: 45 veces). En el NT no se encuentran derivados de ~[lÉQu (cf. Pape, Worterbuch, s.v.). En los evangelios y en Hechos hallamos expresiones de estilo narrativo como «en aque-

1787 llos días» (Mc 1,9; 8, 1; Lc 2, 1; Hech 9,37; es frecuente en la LXX, cf. Jue 18, 1; 19, 1; 1 Sam 3, 1; 28, 1; cf. Beyer, Syntax, 32), también en Lucas (cf. la distinción en H. Schürmann, Das Lukasevangelium I [HThK], 65 nota 162) «en esos días» (Lc 1, 39; 6, 12; Hech 1, 15; 6, 1) (BlaB-Debrunner § 291, 3; 459, 3), «antes de esos días» = antes de ese tiempo (Hech 5, 36; 21, 38). Es corriente el acusativo adverbial ('to) xaW ~!lÉQav, diariamente (Mc 14,49; Lc 16, 19; 19,47; 2 Cor 11, 28; Mayser, Grammatik 11, 2, 436; BlaBDebrunner § 160, 2), el acusativo o genitivo temporal vvxta xaL ~!lÉQav (Mc 4,27; Lc 2, 37; Hech 20,31) Y VVXtO~ xaL ~!lÉQa~ (Mc 5,5; Lc 18, 7; Hech 9, 24; 1 Tes 2, 9; 3, 10; 1 Tim 5, 5), día y noche; en dativo ~!lÉQ<;t xaL ~!lÉQ<;t, de día en día (2 Cor 4, 16, según la expresión hebrea yom wayom, Est 2, 11; 3,4) (cf. Jenni, 987) y muchas otras combinaciones (cf. Bauer, Worterbuch, s.v. 2). 2. El sustantivo aparece con numerosos significados, lo cual se debe principalmente a la variedad del uso del término en el hebreo del AT: a) el día como unidad de tiempo que consta de 24 horas; b) el día como período diario de claridad, como tiempo en que luce el sol; c) como expresión del tiempo, de un período de tiempo, refiriéndose especialmente al tiempo de la propia vida o de la propia actividad; d) para realzar algunos días particulares. a) La unidad astronómica de tiempo incluye también la noche dentro del ciclo de las horas, los días, los meses y los años (Ap 9, 15; Mc 13, 22; Mt 25, 13; cf. Gál 4, 10). Sirve para indicar un día determinado, aunque no fijado nunca por su fecha en el NT (Lc 23, 12), para designar un período de tiempo en una secuencia de días (tres días, Mc 8, 2; seis días, Mc 9, 2; dos días, Mc 14, 1; al día siguiente, Lc 9, 37 [cf., no obstante, p45], etc.), asociado a veces con un sentido tradicionalmente simbólico o proverbial (cuarenta años, Hech 4, 22; 7, 23.30.36; 13, 18.21; cuarenta días, Mc 1, 13; Lc 4, 2; pero «cuarenta días y

1788 cuarenta noches», Mt 4, 2). (Sobre la cifra de tres en relación con la resurrección, cf. --> 3.a; sobre el comienzo del día en hebreo cf. Jenni, 978s.) b) El día para designar el período de claridad, el tiempo en que luce la luz (del sol), por contraste con la noche, lo encontramos frecuentemente 1) en sentido propio, por ejemplo, en las expresiones: al amanecer (Lc 4, 42; 6, 13 y passim; cf. 2 Pe 1, 19), a mitad del día = a mediodía (~!lÉQa~ !lÉa'Y]~, Hech 26, 13), el peso (del calor) del día (Mt 20, 12), el día va cayendo = al atardecer (Lc 9, 12; 24, 29), de día / durante el día (Lc 21, 37; Ap 21, 25: en genitivo de tiempo, con y sin artículo, como en la lengua clásica, cf. BlaB-Debrunner § 186,2.3), a lo largo de todo el día (Hech 5, 42) y, en general, para designar la jornada laboral (Mt 20, 2.6). 2 Pe 2, 13 fustiga a quienes andan en placeres disolutos durante el día (= mientras luce el día). Según Jn 11, 9 el día tiene doce horas; el que camina a la luz del día, no tropieza. 2) Este último pasaje constituye una transición al sentido figurado: el día como ámbito de la claridad, de la santidad: un ámbito que debe determinar la vida de los cristianos. Detrás de este uso del término se halla la relación humana general y la relación religiosa especial entre la luz (día) = el bien, y la oscuridad (noche) = el mal. (Cf., a propósito principalmente de Qurnrán, F. Notscher, Zur theologischen Terminologie der Qumran-Texte [BBB 10], Bonn 1946,92-123). El Jesús joánico se identifica -mediante el uso del pluralcon sus discípulos: «Nosotros tenemos que hacer las obras del que me (!) envió, mientras es de día». En la «noche», que llega para Jesús con la pasión, y que para los discípulos supone toda clase de impedimentos para su labor, nadie puede ya actuar (Jn 9, 4; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, 304s; cf. 1 Jn 2, 8-11: «estar en la luz» amar al hermano). La parenesis de 1 Tes 5,111 se basa en la cercanía del «día del Señor» (v. 2, cf. v. 4; --> 3b). Como «hijos de la luz y del día», es decir, no como hijos «de la noche

=

1789 y de las tinieblas», los cristianos están llamados a la vigilancia y la sobriedad (vv. 5-8; cf. Rom 13, 12s). La expresión VLOL ~!lÉQa~ no está atestiguada en griego bíblico en ninguna otra parte, ni está atestiguada tampoco en los escritos de Qumrán. La expresión VLOL (o tÉxva, Ef 5, 8)
1790 gua que se está cumpliendo ya en el presente: «En los últimos días» (h taL~ Eaxátm~ ~!lÉQm~), es decir, ahora se está cumpliendo la promesa del Espíritu (Hech 2, 17.18; cf. Sant 5,3; Heb 1,2. En los escritos tardíos del NT se habla también negativamente acerca de los «días malos» del momento presente: Ef 5, 16; cf. 2 Pe 3, 3). Otras veces se habla de días para referirse anticipadamente: al fin de los días, a los días del juicio que han de llegar. Así lo vemos en Mc 13, 17, 19 Ypassim par.; 2 Tim 3, 1; Lc 21, 22 (~!lÉQm Ex(hx~aew~); cf. Ap 10, 7. Los «días del Hijo del hombre» se mencionan en Lc 17, 22 (cf. v. 24) (<
1791 tiempos (festivos) y años», inspirada probablemente en la piedad prescrita por el calendario judío (4, 8-11; cf., a propósito, F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 297-304). Prácticas parecidas, pero asociadas con preceptos ascéticos de abstinencia, se mencionan en Col 2, 16ss; Rom 14, 5s (sobre la perspectiva histórico-religiosa de todo ello cf. H. Schlier, Der Romerbrief [HThK], 403-406). 3. Además de los campos de referencia mencionados en los que se habla de ~ftÉQu, son también de especial importancia a) «el tercer día» en relación con el kerygma de la resurrección, y b) el día futuro y escatológico del fin. a) La indicación numérica «al tercer día» forma parte fundamental del testimonio del NT acerca de la resurrección de Jesús (1 Cor 15,4; Lc 24, 7.21.46; Hech 10,40; cf., a propósito, la predicciones de la Pasión en Mc 8, 31 par.; 9, 31 par.; 10,34 par.; Mt 12,40). La alternancia entre «al tercer día» en dativo (Pablo, Lucas, Mateo; no así en Mt 27, 63) Y «después de tres días» con preposición (Marcos; cf. también «en tres días» en Jn 2, 19s) no designa una diferencia real, sino que se basa más bien en razones de expresión lingüística (Delling, en ThWNT 11, 259s; VIII, 219). Se discute, además, el origen de esta expresión. Tienen menos probabilidad las hipótesis que pretenden derivarla de religiones mistéricas (<
1792 b) Un punto central del NT lo constituyen las palabras que hablan del día escatológico del fin, del día del juicio y de la redención. Esta manera se deriva de la tradición veterotestamentaria y judía acerca del «día de Yahvé» (Jenni; Volz, Eschatologie, 163ss; K.-D. Schunck: VT 14 [1964] 319-330). 1) En la tradición sinóptica se habla generalmente de «aquel día» o de «aquellos días». La mayoría se los testimonios se hallan en la fuente de logia (Q). Se refieren al día del juicio (Lc 10, 12; pero en Mt 10, 15 se habla de €v ~ftÉQc;:t xQLoew¡;; lo mismo sucede en Mt 11, 22.24; 12, 36 [material peculiar]), pero se concentran sobre todo en el «día del Hijo del hombre». Así lo atestigua el complejo de Lc 17, 22-37, que puede considerarse como el «apocalipsis de los logia». En él se formulan temáticamente con gran vigor «la manifestación» del Hijo del hombre y la advertencia contra la falsa seguridad (cf. vv. 22. 24.26.27.28.30.31; Schulz, Q, 277-287). De la incertidumbre acerca de ese día (de la parusía) o acerca de la «hora» (Lc 12,46) se habla en la parábola sobre el siervo fiel y el siervo malo (Lc 12, 42-46 par.; cf. 12, 39s). En Marcos, los testimonios se encuentran en su apocalipsis (13,17 par.; v. 20 par. [v. 24 par.], v. 32 par.: lo desconocido de «ese día»), hablándose de día/días de horrores apocalípticos. Pero Jesús contempla positivamente ese momento, refiriéndose al banquete que tendrá lugar en el reino de Dios (14, 25 par.). Mateo y Marcos desarrollan también esta manera de hablar, sobrepasando así sus fuentes (cf., además de los lugares antes mencionados: Mt 7, 22: 24,42; 25, 13; Lc 21, 6.22.34; 23, 29). Una tradición auténticamente jesuánica se hallará únicamente en unos cuantos casos (así, principalmente, en Mc 14, 25 par.), porque los diversos logia aparecen asociados casi únicamente con las teologías de Marcos y de Q, que se hallan orientadas apocalípticamente. Parece que por parte cristiana se desarrolló más que nada la manera de hablar del Antiguo Testamento y del judaísmo. 2) Fuera de los Sinópticos, el topos del día final aparece sobre todo en contextos parenéticos y en la manera de hablar de la comuni-

1793 dad, que se había hecho ya tradicional (Luz, 313s). Tan sólo Pablo, en todo el NT, habla de la parusía de Cristo como del «día del Señor» (1 Cor 1, 8; 5, 5; 2 Cor 1, 14; 1 Tes 5, 2; en la tradición paulina: 2 Tes 2, 2); cf. «el día de Cristo (o de Jesucristo)>> (en el NT aparece únicamente en Flp 1, 6.10; 2, 16). Pablo conoce también el término ~ftÉQu usado en sentido absoluto (1 Cor 3, 13; 1 Tes 5, 4; cf. Rom 2, 16; Heb 10,25; 2 Pe 1, 19). Pero el «día del Señor» en 2 Pe 3, 10.12 (cf. Hech 2, 20 en cita de Joel 3, 4 LXX) se refiere a Dios. La idea del juicio se halla siempre en primer plano y se hace explícita en fórmulas como el «día de la cólera» (Rom 2, 5; cf. Ap 6, 16s), el «día del juicio» (2 Pe 2, 9; 3, 7; Jds 6; 1 Jn 4, 17), el «día malo» (Ef 6, 13), «en aquel día» (2 Tes 1, 10; 1 Tim 1,12 y passim) y seguramente también en el «día de la visitación» (1 Pe 2, 12). No obstante, la faceta salvífica del día se menciona también en el «día de la salvación» (2 Cor 6, 2), «de la redención» (Ef 4, 30). 3) En el Evangelio de Juan hay que mencionar tres características, que parecen estar íntimamente relacionadas con la refundición de la escatología tradicional. Se trata, en primer lugar, de la expresión que es única en el NT (yen los escritos apocalípticos), que habla de «el último día» (~ EoXá'tl] ~ftÉQu). En Jn 11, 24 procede quizás del evangelista, quien le da una nueva interpretación mediante los vv. 25s, pero que en los demás lugares podría haber sido insertada redaccionalmente para corregir una comprensión unilateral de la escatología joánica de presente (6, 39.40.44. 54; 12,48). En segundo lugar, la expresión cristiana primitiva «aquel día», a la que ordinariamente se da un sentido futuro (--+ 3.b.1), recibe una nueva interpretación. En el discurso joánico de despedida la expresión se refiere al día de la nueva comunión actual con el Señor exaltado, un día en el cual ellos le «conocerán» y, por tanto, no tendrán ya nada que «preguntar» (14, 20; 16,23.26) (sobre el conjunto: R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, excursus 523-537).

1794 En tercer lugar, «mi día», que Abrahán vio y en el que se regocijó (Jn 8, 56; cf. TestLev 14, 5.14), es seguramente el día del Mesías, es decir, el tiempo de la revelación del Mesías a Israel (cf. Jn 9, 4; 11, 9; --+ XaLQÓ¡;, wQu).

W. Trilling

ÍJ,",i'n~o~, 3 hemeteros nuestro* ~ftÉ'teQO¡; aparece acompañado de ordinario por un sustantivo, como vemos en Hech 2, 11 (en nuestras lenguas); 24, 6 v.L (nuestra ley); 26, 5 (nuestra religión); Rom 15, 4 (nuestra instrucción); 2 Tim 4, 15 (nuestras palabras); 1 Jn 1, 3 (nuestra comunión); 2, 2 (nuestros pecados). 'to ~ftÉ'teQov en Lc 6, 12 v.l. es lo nuestro (según el v. 11, las verdaderas riquezas). OL ~ftÉ'teQOL en Tit 3, 14 son los nuestros (así también en MartPol 9, 1), es decir, los cristianos. ÍJ,",u'}avÍJ~, 2 hemithanes medio muerto* Lc 10, 30: «le dejaron medio muerto»; el adjetivo se halla atestiguado, entre otros luga- . res, en 4 Mac 4, 11. ií,",LO'\l~, 3 hemisys medio; sustantivado, (la) mitad* En combinación con un sustantivo, (el adjetivo) fíftLOU¡; adquiere el género y el número de dicho sustantivo: 'tu ~ftLol] (neutro plural) 'twv 'ÚnuQXóv'twv, Lc 19, 8 D 2 'P. El texto más sólidamente atestiguado (Sin B y otros) ofrece, en cambio, la lectura 'tu ~ftL(JLU 'twv 'ÚnuQXóv'twv, «la mitad de mis bienes». 'to fíftLOU, la mitad, aparece en los demás lugares del NT: Mc 6, 23 (<
1796

1795 ~[lLó:JQLOV). Aparece también la forma ~[lLW­

QOv (A C pc); cf. Kühner, Grammatik 112, 323.

t]vbea hénika (partícula) cuando, en el momento en que* La partícula temporal ~VLXU aparece en 2 Cor 3, 15 en combinación con av y el presente de subjuntivo (cada vez que); en 3, 16, con eúv y el aoristo de subjuntivo (tan pronto como): Cada vez que se lee en público a Moisés, «un velo cubre el corazón de ellos» hasta el día de hoy (v. 15); pero tan pronto como Israel se vuelve al Señor, «se quita el velo» (v. 16); sobre el contexto cf. S. Schulz: ZNW 49 (1958) 1-30; W. C. van Unnik, Sparsa collecta 1, Leiden 1973, 194-210. BlaB-Debrunner § 455, 1.

fFtE~ eper que* En Jn 12, 43 ~:n:fQ aparece después de [lUAAOV (así también en Tob 14,4 Sin): «amaban la aprobación de los hombres más que la aprobación de Dios».

'ij3tW;, 3 epios benigno, amistoso* 1 Tes 2, 7 v.l. (A Koiné y otros): «hemos llegado a ser benignos / amistosos (l\mOL) entre vosotros»; aquí, con p65 B C D* y otros, será preferible leer vr'¡mOL (como niños pequeños). 2 Tim 2, 24: ~mo; :n:Qó; 'tWU, «amable con alguien»: «un siervo del Señor... debe ser amable con todos» (lo opuesto es: [lúxw{tm); D G* leen aquí Vr'¡:n:LOV. Sobre ambos pasajes cf. GNTCom 629s. Spicq, Notes 1, 355-357.

"HQ ErEr* Nombre de persona en Lc 3, 28; padre de Elmadán (Gén 38, 3; Filón, Post 180).

'ijQE,.W;, 2 eremos tranquilo* 1 Tim 2, 2: «para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada (~Qf[lOV XUl ~a'Ú­ XLOV ~LOV) en toda piedad». Así se desea (oración subordinada introducida por LVU) como

fruto de la oración de intercesión en favor de la autoridad civil (v. 1); cf. N. Brox, Las Cartas pastorales, Barcelona 1974,457-459.

'HQq.lhl;,

Oll Herodes Herodes*

1. Herodes 1 - 2. Herodes Antipas - 3. Agripa 1

Bibl. (en general): F. M. Abel, Exils et tombeaux des Hérodes: RB 53 (1946) 56-74; A. H. M. Jones, The Herods of ludaea, Oxford 1938 ('1967); W. Otto, en Pauly-Wissowa, Suppl. n, 1-191; Sr. Perowne, Herodier, Romer und luden, Stuttgart 1958; S. Sandmel, en IDB n, 585-594. Sobre Herodes 1: Abel, Histoire 1, 324-406; E. Bammel, Die Rechtsstellung des Herodes: ZDPV 84 (1968) 73-79; B. Bayer, en EJ VIII, 375-387; S. G. F. Brandon, Herod the Great: HistoryToday 12 (1962) 234-242; M. Grant, Herod the Great, London 1971; Sr. Perowne, Herodes der Groj3e, Stuttgart 1957; B. Reicke, Herodes der Groj3e: Reformatio 9 (1960) 24-34; Reicke, Zeitgeschichte, 58-80; Id., en BHH n, 696-700; S. Sandmel, Herodes, Stuttgart 1968; A. Schalit, Konig Herodes, Berlin 1969 (fundamental); Schürer, 1, 360-418; M. Stem, The Reign of Herod and the Heodian Dynasty, en S. Safrai-M. Stem y otros, The lewish People in the First Century 1, Assen 1974,216-282. Sobre Mt 2: P. Gaechter, Die Magierperikope: ZKTh 90 (1968) 257-295; M. Hengel-H. Merkel, Die Magier aus dem Osten, en FS Schmid 1973, 139-169; A. Vogtle, Das Schicksal des Messiaskindes, en Theol. lahrbuch, Leipzig 1968, 126-159; Id., Messias und· Gottessohn, Düsseldorf 1971; Id., Die mt Kindheitgeschichte: BEThL 29 (1972) 153-158. Sobre Herodes Antipas: Abel, Histoire 1, 440-443; G. Baumbach, Herodes-Herodeshaus, en TRE XV, 159162; J. Blinzler, Herodes Antipas und lesus Christus, Stuttgart 1947; Id., Der Prozej3 lesu, Regensburg 4196~, 284-300; F. F. Bruce, Herod Antipas, Tetrarch of Gablee and Peraea: ALUOS 5 (1963-1965) 6-23; M. Dibelius, Herodes und Pila tus: ZNW 16 (1915) 113-126;V. E. Harlow, The Destroyer of lesus, Oklahoma Clty 1954; H. W. Hoehner, Herod Antipas, Cambridge 1972 (bibliografía); H. Merkel-D. Korol, Herodes der Groj3e, en RAC XIV, 815-849; Reicke, Zeitgeschichte, 92s; Schürer 1, 431-449; J. B. Tyson, lesus and Herod Antipas: JBL 79 (1960) 239-246. Cf. más bibliografía en 'HQoIÍlá~.

1. Herodes 1 (nació hacia el año 73 a.C.; reinó del 37 al4 a.C.) fue hijo del idumeo Antípatro y de la nabatea Cipro (cf. Josefo, Ant XIV, 158-XVII, 199; Bell 1, 180-673). En el NT aparece únicamente en Mt 2, 1.3.7.12s. 15s.19.22; Lc 1, 5; Hech 23, 35. Lucas (1, 5) sitúa el nacimiento de Juan el Bautista «en los días de Herodes», que se sincronizan con el

1797 tiempo del nacimiento de Jesús (2, 1) Y que, según Lucas, tuvieron lugar entre la apographe siria hacia los años 7/6 a.c. y la muerte de Herodes en el año 4 a.c. En la legendaria historia de la infancia, en Mt 2, un relato novelado y dramático al estilo de la agadá judía de nacimientos, aparece Herodes, siguiendo la tipología de Moisés (según el axioma judío: «como el primer salvador así será también el último»), desempeñando el papel de un faraón alarmado por astrólogos y que, mediante el asesinato en masa de niños, trata de asegurarse contra las amenazas que se ciernen sobre su reino. La caracterización de Herodes es históricamente exacta. Herodes era gobernador de Galilea y huyó a Roma después de la invasión de los partos y de la toma del poder por el asmoneo Antígono (40-37 a.c.). En Roma Herodes, a petición propia y por instigación de Antonio, se convirtió en rey cliente (rex socius et amicus populi Romani), con un reino que comprendía Judea e incluía también Idumea, Galilea y Samaría (arrendada a Cleopatra), en sustitución de la dinastía asmonea, que no gozaba de la confianza de Roma. Herodes consolidó la conquista de su reino arrebatando su poder al Sanedrín (ejecución de la aristocracia sacerdotal saducea; control sobre el nombramiento de sumo sacerdote) yexterminando a la casa real as monea, vinculada con él por lazos conyugales. Se vio movido a ello por su innata desconfianza y por el constante temor de que surgiera un pretendiente rival al trono. Por las burlas provocativas de su esposa Mariamne (jamada realmente por él!) y por la influencia de su madre y de su hermana Salomé, se vio impulsado a ejecutar a Aristóbulo 111 (cuñado suyo y sumo sacerdote, 36 a.C.), Hircano 11 (antiguo sumo sacerdote, 31 a.C.), Mariamne (29 a.C.), Alejandra (su suegra, 28 a.C.), Alejandro y Aristóbulo (hijos de Mariamne, 7 a.c.), Costobar y los hijos de Baba. Finalmente, se apoderó del rey un temor delirante de perder su poder y de ser asesinado, hasta tal punto que creó un ingenioso sistema de informadores que le tuvieran al tanto de cualquier conato de resistencia, con

1798 el fin de abortarlo inmediatamente. Y así lo confirman las numerosas veces que modificó el testamento y la ejecución de su propio hijo Antípatro, pocos días antes de su dolorosa muerte (¿de cáncer intestinal?), que tuvo lugar en Jericó. Herodes se consideraba a sí mismo como un helenista. Sus proyectos arquitectónicos (por ejemplo, la nueva fundación de Samaría con el nombre de Sebaste, y de la Torre de Estratón con el nombre de Cesarea, con edificios y templos monumentales para el culto del emperador; el Herodión; el palacio de recreo de Jericó; las fortalezas de Hircania, Alejandreyon, Maqueronte y Masada) y sus esfuerzos por la difusión de la cultura helenística más allá de las fronteras de Palestina, estaban íntimamente relacionados con la conciencia que él tenía de su propia misión como emisario judío de la salvadora Pax Romana. Hech 23, 35 hace referencia al palacio de Cesarea. Mc 13, 1; Mt 24, ls; Lc 21, 5 aluden -pero sin mencionar el nombre de Herodes- a la reedificación del templo de Jerusalén, emprendida por este monarca y que comenzó en el año 20 a.C. No se mencionan el teatro, el anfiteatro, el hipódromo, la Torre Antonia y el palacio de Herodes, situados en Jerusalén (cf., no obstante, sobre estos dos últimos: Mc 15, 16 par.; Jn 19, 13). 2. 'HQr.pb't]; es también el nombre con que el NT conoce a Antipas, hijo de Herodes I y de Maltaque (cf. Josefo, Ant XVII, 20, 188, 224-249, 318-320; XVIII, 27, 36-38, 101126, 136, 148-150, 240-256; Bell 1, 562, 646, 664-668; 11, 20-38, 80-100, 167s, 178-183; OGIS 416s; Dión Casio 59, 20s); nombre dinástico (Hoehner) del tetrarca (Mt 14, 1; Lc 3, 1.19; 9, 7) de Galilea y Perea (4 a.C.-39 p.C.), a quien Mc 6, 14.22.25-27 Y Mt 14, 9 atribuyen equivocadamente el título de rey. El príncipe territorial de Juan el Bautista y de Jesús se educó en Roma y fomentó la cultura helenística durante su gobierno, que fue largo y pacífico (edificación de Séfori s, Livias y Tiberíades). Muestra una actitud pro-judía, sobre todo por su distanciamiento del procura-

1800

1799 dor Pilato (cf. Lc 13, 1; 23, 12; Filón, LegGai, 299-304). Los Sinópticos le hacen responsable del asesinato del profeta Juan el Bautista, por intrigas de su segunda esposa Herodías (Mc 6, 14-29; Mt 14, 1-12: Lc 3, 19s), mientras que Josefo, Ant XVIII, 116-119 indica que la muerte se debió a una calculada maniobra anticelótica. El amor hacia su segunda esposa Herodías y la sed de poder provocan su derrota, en tiempo de Aretas IV, padre de su primera mujer, la cual había huido de su lado. Fracasó en su intento de conseguir la corona real de manos de Cayo, por las maquinaciones de su cuñado Agripa I (---+ 3; ---+ 'AYQÍJtnus;), que le acusó de conspirar contra Tiberio y de colaborar con los partos. El año 39 p.C. marchó desterrado a Lugdunum (Lyon) en la Galia (¡en Bell 11, 183 se dice que fue desterrado a España!), donde él y Herodías murieron. Sus dominios, juntamente con la tetrarquía de Filipo, pasaron a manos de Agripa 1. Según los Sinópticos, Antipas persiguió a Jesús. Según Mt 14, 1.12 (dejando a un lado a Mc 6, 7-13), la incredulidad que Jesús encuentra en su propia tierra va seguida por las amenazas lanzadas por el príncipe territorial. Mc 8, 15 advierte contra la incontenible y funesta hostilidad de Antipas, quien a la invitación a la fe contesta con persecuciones (cf. 3, 6; 6, 14-29). Lucas perfila la figura del adversario de Jesús: en 3, 1 presenta la aparición de Jesús en público en el marco histórico general. En 3, 19 señala una cesura en la historia de la salvación: con la muerte del Bautista termina la época de la ley y los profetas (16, 16) Y comienza la proclamación del evangelio, ante el cual Antipas, a diferencia de personas de su entorno (8, 3; Hech 13, 1), adopta una actitud negativa de curiosidad (Lc 9, 7-9; 23, 8); se comporta con la cobarde y taimada astucia de una persona débil (13, 3133); con burlas y afrentas (23, 6-12), Y se une a Pilato en una enemistad que originaría la muerte de Jesús (Hech 4, 25-27 según Sal 2, 1s). La tradición pre-marquina en Lc 23, 6-12 (conjeturada por noticias como 9, 9; Filón, LegGai 300; Josefo, Ant XVIII, 122 ?) refleja ya la tendencia a hacer de Antipas y de Pilato

testigos de la inocencia y de la naturaleza no política de la mesianidad de Jesús. 3. 'HQCi>~J'rlS; aparece también en Hech 12, 1.6.11.19.21 como nombre popular de Agripa 1; ---+ 'AYQÍJtnus;.

U. Kellermann 'HQ
rov, oí

Heri5dianoi hero-

dianos* 1. Aparición del término en el NT - 2. Designación de un grupo judío - 3. Adversarios de Jesús, especialmente en Marcos.

Bibl.: B. W. Bacon, Pharisees and Herodians in Mark: JBL 39 (1920) 102-112; W. J. Bennet, The Herodians of Mark's Gospel: NovT 17 (1975) 9-14; E. Bickerman, Les Hérodiens: RB 47 (1938) 184-197; C. Daniel, Les «Hérodians» du NT sont-ils des Esséniens?: RQum 6 (1967) 31-53; Id., Nouveaux arguments en faveur de l'identifieation des Hérodiens et des Esséniens: RQum 7 (1970) 397-402; H. W. Hoehner, Herod Antipas, Cambridge 1972, 331-342; P. Joüon, Les «Hérodiens» de l'Evangile: RSR 28 (1938) 585-588; W. Otto, en Pauly-Wissowa, Suppl. 11, 200202; B. Reicke, en BHH 11, 703; H. H. Rowley, The Herodians in the Gospels: JThS 41 (1940) 14-27; S. Sandmel, en IDB 11, 549s; A. Schalit, Kiinig Herodes, Berlin 1969,479-481; K. WeiB, uQwuIOt; (B), en ThWNT IX, 36-49, especialmente 40s; P. Winter, On the Trial of Jesus, Berlin 1961, 128s.

\ 1. En el NT se los menciona únicamente junto con los fariseos: Mc 3, 6; 8, 15 p45 W E> y otros; 12, 13. Mateo (excepto en 22, 16) Y Lucas sustituyen a los 'HQQl6LUVOL por otros grupos judíos; en Josefo, Bell 1, 319 'HQw6doL es la forma helenizada del correspondiente término latino.

2. La mención de los herodianos juntamente con los fariseos en Mc 12, 13, donde se habla de grupos judíos que eran contrarios a Jesús, hace referencia a un grupo de partidarios de Herodes Antipas (---+ 'HQ06T]S; 2), los cuales, como amigos de los romanos (denominación injuriosa) o como legitimistas (así piensa Hoehner), desempeñaban en Galilea el mismo papel que los saduceos en Jerusalén (compárese Mt 16, 6 con Mc 8, 15). Ya en tiempo de Herodes I (---+ 'HQ06T]S; 1) existen tales grupos (cf. Josefo, Ant XIV, 2; Bell 1,

1801

1802

319) que, basándose en los éxitos obtenidos por el monarca y en la integración del país en la paz romana universal de Octaviano, entendida como salvación (Schalit, 412ss), sienten admiración mesiánica por el monarca (cf. los autores eclesiásticos antiguos; Bickerman, Rowley, Schalit) y tratan de convencer a la opinión pública de la legalidad del usurpador. 3. En Marcos vemos que los herodianos quieren atentar contra la vida de Jesús. La asociación de los herodianos con los fariseos (12, 13), incluso como emisarios del Sanedrín, se interpreta como retroproyección no histórica de circunstancias existentes en tiempo de Agripa 1, que mantuvo relaciones amistosas con los fariseos (---+ 'HQ06T]S; 3) o, según Winter, en tiempo de Agripa 11, o como reflejo de la lealtad oportunista de los fariseos a Roma, después de la caída de Seyano en el año 31 p.C. (Reicke). En los pasajes marquinos redaccionales (!), a distancia ya de los acontecimientos, adversarios y amigos de Roma, representantes de Jerusalén y representantes de Galilea se agrupan para tender una trampa a Jesús planteándole la cuestión de los celotas (12, 13s). La mención de los herodianos es significativa (cf. 8, 15) en sí misma, porque Antipas perseguió a Jesús y poseía en Galilea la autoridad competente para juzgar sobre delitos que entrañaban la pena de muerte. U. Kellermann 'HQ
Bibl.: F. M. Abel, Exils et tombeaux des Hérodes: RB 53 (1946) 56-74, especialmente 71-73; H. Crouzel, Le lieu d'exil d'Hérode Antipas et de Hérodiade selon Flavius Josephe, en StPatr X (TU 107), Berlin 1970, 275-280; J. Gnilka, Das Martyrium Johannes' des Tiiufers (Mk 6, 17-29), en FS Sehmid 1973, 78-92; H. W. Hoehner, Herod Antipas, Cambridge 1972, 110-171, 257-263; W. Lillie, Salome or Herodias?: ExpT 65 (1953-1954) 250s; W. Otto, en Pauly-Wissowa, Suppl. 11, 202-205; 1. de la Potterie, Mors Johannis Baptistae (Me 6, 17-29): VD 44 (1966) 142-151; B. Reicke, en BHH 11, 703s; Reicke, Zeitgesehiehte, 92s; S. Sandmel,

en IDB n, 595; Schürer, 1, 435-449; M. Stern, The Reign of Herod and the Herodian Dynasty, en S. Safrai-M. Stern y otros, The Jewish People in the First Century, Assen 1974,216-307, especialmente 284-289. Cf. más bibliografía en -+ 'HQ«¡/hlt; (sobre Herodes Antipas).

1. En el NT 'HQQl6LáS; se menciona únicamente en Mt 14, 3.6; Mc 6,17.19.22; Lc 3,19. 2. Según Josefo (Bell I, 552, 557; II 182; Ant XVII, 12-14; XVIII, 109, 136, 148,240-255) Herodías era nieta de HerodesI, e hija de Aristóbul0 (que fue ejecutado en el año 7 a.C.) y de Berenice. Estaba casada con el hijo de Herodes, Herodes Boeto, quien -excluido de la sucesión al tronovivía en Roma. Allí su medio hermano Antipas (-+ 'HQcp~hl(; 2) se inflama de amor hacia la heredera del afán asmoneo-herodiano de poder, que estaba descontenta de la pasividad política de su marido. La esposa de Antipas, al sentirse engañada, huye a donde su padre, el rey de los nabateos Aretas IV, cuya victoria en la expedición militar de venganza pudo ser impedida únicamente por los romanos. Cuando en el año 37 p.C. Cayo nombra rey sobre la tetrarquía de Filipo a Agripa I (--> 'HQcpbY)(; 3), hermano de Herodías, ésta incita a su marido a que pretenda también de Roma la concesión de este título, lo cual, por las intrigas de Agripa, conduce a la deposición de Antipas y a su destierro a Lugdunum (Lyon en Galia) en el año 39 p.C., adonde Herodías le sigue voluntariamente. 3. En el relato novelado de Mc 6, 17-29 (par. Mt 14, 3-12), legendario y adornado con motivos folclóricos de carácter judío y helenístico, que se deriva de un relato del martirio, más breve, de los discípulos del Bautista (Gnilka), vemos que Herodías, como una segunda Jezabel (1 Re 19, 2), persigue con su odio al Bautista, porque éste censura al marido por haber contraído un matrimonio prohibido con su cuñada. A pesar de la custodia protectiva y de la influencia de Antipas, Juan sucumbe víctima de la venganza de Herodías (¿en Tiberíades?). Aunque Josefo, que sitúa la muerte de Juan en Maqueronte, no describe la venganza de Herodías, su intriga es históricamente posible. Si no es histórica, entonces la relación entre la muerte del Bautista y la historia marital de Antipas (cf. Josefo, Ant

1804

1803 XVIII, 109-119) proporcionó la base para el desarrollo de la tradición. Mc 6, 17 (Mt 14,3) confunde a Boeto, cuyo sobrenombre Filipo es desconocido, con el tetrarca Filipo, con quien se casó Salomé, la hija de Herodías. U. Kellermann

tíO'O'rov, 2 hesson menor,

más débil* Adjetivo en grado comparativo (otra forma es ~'t'tO)v) sin el correspondiente grado positivo. 1 Cor 11, 17: d~ LO ~aaov a'UvÉQxw{tE, «os reunís para lo peor» (es decir, con vuestras reuniones las cosas van a peor). 2 Cor 12, 15: ~aaov ayartw¡tm, «¿seré amado en menor medida?» (~aaov como adverbio: menos).

'HQqlbtrov, roVO¡; Herodion

Herodión* Nombre de un judeocristiano (a'UYYEv~~ de Pablo) a quien Pablo envía saludos en Rom 16, 11.

'HO'ata¡;, OU Esaias Isaías* Nombre de un importante profeta del AT, bajo cuyo nombre se difundió el más extenso libro profético de la Escritura (cf. lQIs"; IQIsb ; 4QpIs'-d; cf. también AscIs, Martls). Al escrito de Isaías remiten los 22 pasajes del NT que mencionan su nombre, bien hagan referencia (yÉYQamm, Mc 1,2; Lc 3, 4; avaYLvwaxO), Hech 8, 28.30 al libro Lc 14,7), o bien le presenten como un profeta que habla en sus escritos (MYEL, Rom 10, 16.20; 15, 12; xQá~EL, 9, 27) o bien se refieran a él como orador de antaño ('to Q'Y]{tev OUl 'HaaLo'U, Mt 4, 14; 8, 17; 12, 17; 13, 35 v.l.; cf. 3, 3; 13, 14; 15, 7; Mc 7,6; Jn 1,23; 12,38.39.41; Hech 28,25 [el Espíritu Santo habló por medio de Isaías]; Rom 9, 29). DBS VI, 647-729; RGG I1I, 600611; LThK V, 779-786; Haag, Diccionario, 915-922; BHH 11,850-857.

'HO'aií Esau Esaú * Nombre del hermano gemelo (primero en nacer) del patriarca Jacob (Gén 25, 25s). Rom 9, 13 (siguiendo a Mal 1, 2s) dice que Dios «aborrecía» a Esaú, mientras que «amaba» a Jacob. Heb 11, 20 menciona la bendición de Isaac sobre Jacob y Esaú (Gén 27, 27-41). En 12, 16 dice que Esaú pensaba de manera rastrera (~É~'Y]AO~), porque menospreció sus derechos de primogenitura (Gén 25, 33s). ThWNT 11, 957s; V. Maag: ThZ 13 (1975) 418-429.

ÍJO'uXá~ro hesychazo callarse, guardar si-

lencio ---+

~a'UxLa.

ÍJO'UXla, a¡;, ÍJ hesychia

descanso, tran-

quilidad, silencio* Y¡a'Uxá~O)

hesychazo guardar silencio, descansar, callarse* ~a'ÚxLO~, 2 hesychios tranquilo* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campos referenciales.

Bibl.: Haag, Diccionario, 1735-1740; B. Reicke, en BHH Ill, 162s; G. Schelbert: BL, 1494s; Spicq, Notes l, 358-364.

1. En el NT, el sustantivo aparece 4 veces, el verbo 5, el adjetivo 2; además, el sustantivo y el verbo aparecen, una vez cada uno, en el Codo D (Hech 21, 40; 22, 2). Del total de las once veces que aparecen los términos, cinco se encuentran en la doble obra de Lucas, tres en 1 Timoteo y una vez en cada uno de los escritos siguientes: 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses y 1 Pedro. En el NT, el sustantivo aparece cuatro veces en diversas construcciones: con ¡tELá (2 Tes 3,12), con EV (1 Tim 2, 11.12 con significado de adjetivo) y con rtaQÉXELv (Hech 22, 2 con significado verbal); en Hech 21, 40 D, se construye en paralelo con <JLy~ (<<silencio»). En el NT, el verbo aparece únicamente en voz activa y en sentido intransitivo; en la doble obra de Lucas se encuentra tan sólo en aoristo primero (cuatro veces; es un tema dental que, al formarse, pierde la dental: ~aúxaaa); en 1 Tes 4, 11 aparece en infinitivo presente. El adjetivo acompaña en 1 Tim 2, 2 al sustan-

1805

1806

tivo ~Lo~; en 1 Pe 3, 4 acompaña, juntamente con rtQa{j~, al sustantivo rtVEu¡ta. Como adjetivo en -o~, tiene dos terminaciones.

ÍJO'ÚXtO¡;, 2 hesychios tranquilo

2. Los significados principales en la literatura griega son «descanso, paz, tranquilidad». Esos mismos significados son precisamente los que se encuentran en el NT. A Jesús le dejan en paz sus adversarios (Lc 14, 4 material peculiar). Pedro acalla los argumentos en contra que le presentan los otros once apóstoles, en lo que respecta a la misión entre los gentiles (Hech 11, 18). A Pablo le dejan en paz, después de tratar de convencerle honradamente para que no emprenda el peligroso viaje a Jerusalén (Hech 21, 14). El grupo de palabras puede implicar más que silencio; puede significar una extraordinaria atención (22, 2) o el sosiego en cuanto a las expectaciones escatológicas (1 Tes 4, 11; 2 Tes 3, 12), que deja libre a la persona para realizar su labor cotidiana. La exhortación a que las mujeres guarden silencio durante el culto divino (1 Tim 2, 11.12) no les prohíbe hacer preguntas o hablar en general, sino únicamente molestar haciendo interrupciones. Finalmente, el equilibrio y la serenidad se elogian como virtud de la mujer (1 Pe 3, 4); la tranquilidad y el sosiego se consideran como un estado al que hay que aspirar (1 Tim 2, 2; cf. el descanso sabático como don [cf., a propósito, Lc 23, 56] Y ~a'UXLa como término técnico para designar el rtA~QO)¡ta, la plenitud del ser entre los gnósticos cristianos; cf. G. Bornkamm: ThWNT IV 831 nota 162).

-ij'tOt etoi 0*

3. El grupo de palabras se usa siempre para referirse a personas, por ejemplo, en la parénesis dirigida a las mujeres que están influidas por lo visible (la cosmética, la moda) y no por lo invisible, y por la desenfrenada emancipación; a los hombres que se dejan llevar por la exaltación escatológica; a las mujeres que son fieles a la observancia del sábado; a los adversarios de Jesús que fueron enmudecidos por él; a grupos de personas, y al mundo cristiano, cuyo interés debe cifrarse en poseer y conservar la paz. C. H. Peisker

---+

~a'UxLa.

ljLOL -lj, «o - o», «ya sea - o». Rom 6, 16: «como esclavos, ya sea del pecado para la muerte, o de la obediencia para la justicia».

ÍJnáo!-1at hettaomai sucumbir* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva: ser vencido, sucumbir. 2 Cor 12, 13 v.l. (A Koiné plural, en lugar de Éaaóo¡tm): ~'t'táo¡tm "ÚrteQ La~ AOLrta~ ExxA'Y]aLa~, «ser inferior a las demás iglesias»; 2 Pe 2, 19.20: «se es esclavo de aquello a lo que uno ha sucumbido» (v. 19); «cuando sucumben a ellas (a las contaminaciones del mundo) ... » (v. 20).

tínt'J!-1a, a'to¡;, 'tó hettema derrota, fracaso* Rom 11, 12: LO ~LL'Y]¡ta aULwv: el fracaso de los judíos supone riqueza para los pueblos gentiles. 1 Cor 6, 7: «Es ya un fracaso para vosotros el andar pleiteando unos con otros».

tínrov, 2 hetton menor,

más débil

---+ ~aaO)v.

t1XÉro echeo resonar, bramar* 1 Cor 13, 1: «bronce que resuena (xaAxo~ ~xwv) o címbalo que retiñe»; cf. Herodoto IV, 200; Platón, Prot 329a. Del bramido del mar se habla en Lc 21, 25 Textus Receptus; cf. Sal 45, 4 LXX; Jer 5,22 LXX. ThWNT 11, 958.

~Xo~, OU, Ó echos sonido, ruido fuerte, fama* En Lc 4, 37 dícese de la fama de Jesús (~Xo~ rtEQI, auwu) que se iba extendiendo. Hech 2, 2: «Vino del cielo un gran ruido, como de viento impetuoso» (el milagro de Pentecostés). En Heb 12, 19 dícese del sonido de la trompeta.

1807

~xo;, 0\);, 'tó echos sonido, ruido*

.,.

l1XO~

El neutro ~:x:o~ se encuentra con certeza en Lc 21, 25: EV UTtoQL¡;x ií:x:o'U~ 'fraAáoo't]~, «en perplejidad a causa del bramido del mar» (4 ~:X:ÉW). El sustantivo neutro aparece también posiblemente en Lc 4, 37; Hech 2,2 (4 ~:x:O~, O'U).

"

- l1Xw

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t1XÓJ, 013;, it echO sonido En el NT, el sustantivo aparece únicamente en Lc 21, 25 en la edición de Westcott-Hort (h UTtoQL¡;x ~:X:OÜ~; 4 ~:x:o~, o'U~). Aparece también, por. ejemplo, en Job 4, 13; Sab 17, 18.

{tu tha (¡ven!) 4

[.laQava 'fra.

0ubbuto;,

O\) Thaddaios Tadeo* Nombre de un discípulo de Jesús, que aparece en la «lista de apóstoles» entre «Santiago el hijo de Alfeo» y «Simón el Cananeo» (Mc 3, 18 par. Mt 10, 3). D lee en ambos pasajes Ae~~a1:o~ en vez de E>aMa1:o~; cf. Dalman, Worte, 40, quien sospecha que la misma persona se llamó en lengua semítica libay y en lengua griega E>c'U6a~ (de donde procede taday/

E>aMa1:o~).

{táAumJa, 1);, it thalassa mar, lago 1. Sentido general y sin especificar - 2. Indicaciones geográficas - 3. Narraciones «escenificadas» 4. «El mar y la tierra» - 5. El «maligno mar» - 6. Empleo en sentido figurado y simbólico - 7. En comparaciones.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, S.V.; Dalman, Arbeit VI, 343-370; O. Eissfeldt, Gott und das Meer in der Bibel, en Id., Kleine Schriften 111, Tübingen 1966,256-264; E. Hilgert, The Ship and Other Related Symbols in the New Testament, Assen 1962; R. Kratz, Rettungswunder. Motiv-, traditions- und formkritische Aufarbeitung einer biblischen Gattung, Frankfurt a. M. 1979 (bibl.); G. TheiBen, «Meen> und «See» in den Evangelien: StNTU 10 (1985) 5-25; E. Struthers Malbon, The Jesus of Mark and the Sea of Galilee: JBL 103 (1984) 363-377. Cf. más bibliografía en --> iíoWQ, --> f"LflVT].

1. En el NT, 'frá.Aaooa se usa en sentido general y sin especificar, con el significado de mar, principalmente en las sentencias que tratan del tema de la «fe»: Mc 9, 42 par. Mt 18, 6/ Lc 17, 1s; Mc 11.23 par. Mt 21,21; cf. Lc 17,6. 2. Como término geográfico, 'frá.Aaooa se ?sa: a) raras veces para designar el «Mar RoJO»: Hech 7,36; Heb 11,29; b) aisladamente para designar el Mar Mediterráneo: Hech 10, 6.32; 17, 14; 27, 30.38.40; 28, 4; Ap 18, 17.19

(referido originalmente a Tiro [Ez 26s], en este caso referido a Babilonia = Roma); c) casi siempre para referirse al «Mar de Galilea» (cf. Genesaret), expressis verbis en Mc 1, 16; 7, 31; Mt 15, 29 ('frá.Aaooa 'tfj~ raALAaLa~); Jn 6, 1 ('frá.Aaooa 'tfj~ raALAaLa~ 'tfj~ n~e­ QLá.6o~); 21,1 ('frá.Aaooa 'tfj~ TL~eQLá.6o~); e indirectamente, en indicaciones de lugar, al señalarse un itinerario directo, o bien con un sentido determinado por el contexto: Mc 2, 13; 3, 7; 4, 1.39.41; 5, 1.13.21; 6,47.48.49; Mt 4, 15 (cita de Is 8, 23 - 9, 1, donde se hace referencia al territorio situado junto al Mar Mediterráneo); 8, 24.26.27.32; 13, 1; 14, 24. 25.26; 17,27; Jn 6,16.17.18.19.22.25; 21, 7. Merece especial mención, a este respecto, la «colección pre-marquina de historias de milagros». En ella se reúnen diversos relatos que representan redaccionalmente los subgéneros más importantes de historias de milagros, desde un punto de vista cristológico y de teología de la misión (trasfondo del AT, motivo de superación en grandeza: Jesús es más que ... ). Se coordinan y disponen concéntricamente dentro de un marco geográfico unificado: todas las historias se desarrollan junto a o en el «Mar de Galilea» (Mc 3, 7; 4, 1; 4, 39.41; 5, 1.13; 5, 21; 6, 47ss). El Sitz im Leben (<<situación vital») podría ser la misión entre gentiles, llevada a cabo por círculos galileos de carácter judeocristiano y helenístico, que se orientaban por el AT Y por el pensamiento helenístico. El evangelista Marcos deshizo el conjunto de la colección: 3, 7-12; 4, 1; 4,35-39.41; 5,1-20; 5, 21-43: 6,32-44: 6, 45-52: 6, 53-56 (cf. R. Pesch, Das Markusevangelium [HThK], 277-281 Y passim). En el Evangelio de Juan, el Mar de Galilea, que en él se denomina «Mar de Tiberíades», aparece únicamente en la fuente de semeia (signos), que muestra cierta afinidad con la colección pre-marquina de historias de milagros, y en el capítulo suplementario 21, que a

1811

{}áAUOOU

1812

su vez muestra claras reminiscencias del capítulo 6. Lucas emplea consecuentemente el término A.L[.tV'Y] (fEVV'Y]OUQÉ't).

poder de agitar el mar y volver a calmarlo y en el de caminar sobre las olas. El interés cada vez mayor por los demonios en la apo~alípticaj~día y.en las postrimerías de la edad antigua mantiene viva la idea del «maligno mar».

3. Obviamente, {}áA.uOOU aparece en escenas relacionadas con el mar o con el lago: Mc 1, 16-20 par. Mt 4, 18-22 (vocación de pescadores para que sean discípulos); Mc 4, 3541 par. Mt 8, 23-27 (se calma la tempestad del lago); Mc 5, 13 par. Mt 8, 32 (rebaño de cerdos que se precipitan en el mar); Mc 6, 45-52 par. Mt 14, 22-23 (Jesús camina sobre las aguas); Mt 13, 47-50 (parábola de la red de pescar); Mt 17,27 (el estáter en la boca del pez); Jn 6, 16-25 (Jesús camina sobre las aguas); 21, 1-23 (aparición junto al lago de Tiberíades); Hech 27-28 (viaje a Roma y naufragio de Pablo); Ap 18, 17.19 (cf. Ez 26s).

Sobre este trasfondo se comprenden plenamente las «historias milagrosas de rescate y salvación» que aparecen en el NT, como en Mc 4, 35-41 par. y Mc 6, 45-52 par. Jesús, en el relato de la tempestad calmada, en cuya estructura y contenido teológico es de importancia fundamental la historia de Jonás, se muestra como Aquel que descuella por encima de los taumaturgos del AT Y del helenismo. Jesús actúa como Yahvé mismo, amenazando a los elementos demoníacos (---+ bn'tL[.táw) y haciéndolos enmudecer. En el relato en que se narra que Jesús caminó sobre las aguas, en el cual el milagro de salvación está dominado por motivos de epifanía, Jesús asume plenamente la función del Dios del AT. En el NT, las historias milagrosas de rescate y salvación tienen claramente objetivos de teología de la misión y de parénesis didáctica. En Mateo, en los relatos intervienen primariamente los discípulos (= la Iglesia). El diálogo central entraña el problema del seguimiento en la fe «<poca fe», 8,26; 14,31). La comprensión demoníaca de las aguas se observa todavía en Mc 5, 13; la legión de demonios es desterrada al rebaño de cerdos «impuros», que se precipitan al mar y se ahogan: los demonios han regresado a su elemento primordial. Las ideas de la apocalíptica judía tuvieron su continuación directa en el Apocalipsis del NT. El mar se considera como el ámbito del diablo y de los demonios (Ap 12, 12), como el Abyssos, del cual emerge la bestia (11, 7; 13, 1) -tipo del anticristo-, cual encarnación de Babilonia, es decir, de Roma (18, 21). El mar es aniquilado en el juicio (8, 8ss; 20, 13; 21, 1), con lo cual queda quebrantado el poder de Satanás y de la muerte.

4. La combinación «mar y tierra» es corriente: Mt 23, 15 (+ ~'Y]Qá); Ap 7, 1.2.3; 10, 2.5.8 (+ Y'lÍ). En la mayoría de los casos el mar se menciona como un ámbito de la creación, juntamente con el cielo y la tierra, para designar a todo el cosmos: Hech 4, 24; 14, 15; Ap 5,13; 7, 1ss; 10,6; 12, 12; 14,7; 21,1 (cf. Ex 20, 11; Sal 146, 6; Jon 1,9). 5. El «maligno mar». Aun el hombre moderno, que se halla bajo el signo del progreso técnico, contempla con cierto temor e inquietud la bravura del mar. la energía dinámica de las aguas. El hombre antiguo, aprisionado en el pensamiento mítico, veía aún más en el mar el elemento impredecible, casi siempre destructivo, caótico. El mundo antiguo. regido por dioses y por demonios, se creía que estaba dominado principalmente por las deidades malvadas del mar. La tempestad marina y sus efectos se consideraban como expresión de la cólera y del castigo divinos. En los mitos de la creación del Oriente antiguo, una divinidad celestial, buena y luminosa, lucha y vence al mar tenebroso y maligno del caos, al dragón del caos (Marduk-Tiamat; Baal-Yam). Ahora bien, la amenaza del caos sigue estando siempre presente. En la recepción efectuada por el AT, se atribuye al Dios creador Yahvé la victoria definitiva sobre los monstruos míticos marinos Rahab, Leviatán, el dragón y el océano primordial. La superioridad de Dios se muestra en el

6. Se da el uso figurado y simbólico, cuando a los que creen con una fe firme como la roca se les promete que serán capaces

1813 de caminar sobre las aguas. El prototipo de semejante figura es el milagro del paso del Mar Rojo en el éxodo (así Heb 11, 29). Su forma narrativa más marcada aparece en el motivo de la fe que se mantiene firme en medio de la tentación, como aparece en el relato en que se cuenta que Pedro caminaba sobre las aguas (Mt 14,28-31). Por el contrario, el que duda -expresado metafóricamente- se va al fondo de las aguas; a veces se le compara incluso con lo impredecible de los mismos elementos: Sant 1, 6; Jds 13. El destino de «hundirse» amenaza también a los que dan ocasión para que otros tropiecen (cf. el campo léxico oxáv6uA.ov; Mc 9, 42 par. Mt 18, 6/ Lc 17, 1s). 7. Finalmente, {}áA.uOOU aparece en comparaciones cual «tan numerosos como la arena del mar» (Rom 9, 27; Heb 11, 12; Ap 20, 8; cf. Gén 22, 17; Is 10,22; Os 2, 1) o en sentido metafórico como en Ap 4,6; 15,2: «mar de cristal». R. Kratz

{}áA:7tro thalpo calentar,

cuidar de* El sentido figurado de cuidar de, atender con cariño, se aplica a la madre en relación con sus hijos, 1 Tes 2, 7. Dícese de la esposa, a quien el esposo debe cuidar con ternura como a «su propia carne», Ef 5, 29. Spicq, Notes 1, 365s.

0aJláQ Thamar Tamar* Nombre de la nuera de Judá, madre de los gemelos Peres y Zéraj (Gén 38, 6.27-30). En el NT aparece sólo en Mt 1, 3. ThWNT I1I, 1-3; X, 1100 (bibl.); H. Stegemann, en FS Kuhn, 246-276.

{}<,XJlfl iro thambeo dejar atónito*

ttu¡.t~o~, o'U~, 'tó / o'U, Ó thambos asombro, miedo, terror* 1. Aparición y significado - 2. En reacción al mil ag~? de teofanía - 3. En reacción al milagro de curaClOn - 4. En reacción a una enseñanza llena de autoridad - 5. En reacción a la acción de Dios.

1814

Bibl.: G. Bertram, {}á[!~o<; XTA., en ThWNT III, 3-7; O. Betz-W. Grimm, Wesen und Wirklichkeit der Wunder Jesu, Frankfurt a. M. 1977. 55s, 77-92, 105; Jorg Jeremias, Theophanie, Neukirchen-Vluyn 1965; W. Mundle, Temor, en DTNT IV, 246-248; R. Otto, Das Heilige, München "'.4°1971, esp. 14-22 [trad. española: Lo Santo, 1925]; G. TheiBen, Urchristliche Wundergeschichten (StNT 8), Gütersloh 1974,78-80, 102-106.

1. {}U[.t~Éw aparece 3 veces en el NT (siempre en sentido transitivo y en voz pasiva). {}á[.t~o~ aparece también 3 veces. El verbo y el sustantivo se hallan relacionados con la raíz indoeuropea dhabh, «golpear, ser muy afectado», y significan el profundo estupor que se apodera de una persona, cuando asiste a una revelación divina. Los términos indican la repentina consternación y total conmoción de la persona. El compuesto ---+ EX{}U[.t~Éw es una forma intensiva. Los vocablos {}u[.t~Éw y {}á¡.t~o~ alternan con los relativamente sinónimos cpo~Éo¡.taL. 'tQÉ¡.tw ('tQó¡.to~), E1;LCJLa¡.taL (EX01;UCJL~) y LaQáCJoo[.taL. No traducen ningún determinado vocablo hebreo del AT, sino diversos verbos hebreos comobiihal nifal, ha'at nifal/piel, /Jiifaz qal/nifal, /Jii rad, piilJad qallpiel y riigaz, que designan ya sea un movimiento causado por el terror o bien el afecto mismo de terror (Bertram, 4s). La tradición de teofanías del AT debe considerarse como la base teológica propiamente tal de los términos neotestamentarios {}u¡.t~Éw y {}á¡.t~o~; el tema se emplea también en sentido parecido en el griego clásico; cf. Polibio XX, 10, 9: EX{}U¡.t~OL YEyOVÓ'tE~ E01:UCJUV acpwvoL :rtáV'tE~, oLovd :rtUQUAEA1J¡.tÉVOL XUL 'to¡:~ aw¡.tuOL XUL 'tu¡:~ '¡J1Jxai:~ <"!La 'to :rtuQáoo1;ov 'twv a:rtuv'tw¡.tÉvwv. Es también ilustrativo el fragmento de Plutarco, Frgm. 178 (ed. F. H. Sandbach, Moralia VII, Leipzig 1967, 107): En la muerte el hombre tiene que pasar primero por 'ta OELVa :rtáv'tu, CPQLXr¡ XUL 'tQó¡.to~ XUL LOQW~ XUL {}á¡.t~o~ y entra luego en la esfera del cpw~ 'tL {}U1J¡.táOLOV. 2. Según Lc 5, 9, la primera «manifestación» de Jesús ante Pedro con ocasión de un milagro produce un {}á[.t~o~, es decir, el estremecimiento y terror ante la revelación de lo Santo (cf. Ex 3, 5-6; Is 6, lss). Esto indica que la vocación de Simón para convertirse en pescador de hombres se produce de manera tan compulsiva como la vocación de los pro-

1816

1815 fetas del AT. Pedro, al mismo tiempo, experimenta a Jesús como el «Santo de Dios», que -como Moisés- refleja durante brevísimo tiempo el resplandor de la gloria de Dios (cf. Ex 34, 29-35). Ex 34, 29ss explica también el pasaje de Mc 9, 15 (en contra de Bertram, 6 nota 13): cuando Jesús regresa del monte de la transfiguración, las gentes «se quedaron vivamente consternadas» (f1;d}a""p~{}r¡oav), evidentemente por el resplandor de la gloria de Jesús. Algo parecido sucede con el «milagro de resplandor» (Betz-Grimm, 88ss) en 16, 5.6: las mujeres, junto al sepulcro vacío, se quedaron consternadas ante el joven vestido de resplandecientes vestiduras blancas. Con arreglo a lo que sucede en las teofanías, les quitan el temor: «¡No os asustéis!>} (¡.t'ij f:l(.{}(f.¡.t~do{}e). 3. La reacción de los circunstantes ante una expulsión de demonios realizada con éxito, se describe en Mc 1, 27 par. Lc 4, 36 con los términos {}a""pém y {}á""po~. Con ellos se da a entender el estupor que se siente ante una teofanía que ofrece el centelleante e impresionante conocimiento del «Santo de Dios» (Mc 1, 24) Y de su poder y autoridad singularísimos (Mc 1,24). Hech 3, 10.11 tiene también rasgos de teofanía: las personas que contemplan el suceso se llenan de {}á""po~ (que aquí debe traducirse más o menos por «entusiasmo reverente») y Exo'taOL~; todo el pueblo corrió con «asombro reverente» (Ex{}á""pm, D {}a",,pr¡{}év'te~) adonde estaban los apóstoles. 4. Teniendo en cuenta el texto de Mc 1,27 (el enseñar con autoridad, como cosa que produce asombro), parece que lo apropiado en Mc 10, 24 es entender también {}a""pém como el estupor que causa en las personas la santidad de Dios que se acerca a los hombres en las enseñanzas de Jesús. 5. Cualquiera que sea la solución que se dé al problema sintáctico de Mc 10, 32 (¿la diferenciación entre los «seguidores}> de Jesús en sentido estricto y la multitud anónima que iba con ellos?), {}a""pém significa aquí el estremecimiento de los que reconocen la acción.

(¡histórico-salvífica!) de Dios en la historia de la pasión del Mesías, que está apareciendo ahora clara a sus ojos. La conmoción espiritual de Jesús (designada por fx{}a""pdo{}m y &br¡""ovdv) en Getsemaní (Mc 14,33) es expresión de profunda consternación: la experiencia inmediata de la voluntad divina en lo que le está sucediendo ahora a Jesús. Sobre el problema teológico relacionado con el grupo de palabras {}a""pém habrá que preguntarse: ¿Tendrá razón Bertram (6-7) cuando afirma que el asombro o el temor con que se reacciona ante una teofanía es sólo una «fase previa de la posesión cristiana de la salvación», una «actitud» de los que todavía están fuera? ¿No designará, más bien, instantes de la más alta certeza, a saber, del verse sobrecogidos por Dios hasta en las capas más profundas del ser humano? (Así piensan BetzGrimm,77-103.) W. Grimm -3á,,~o~, OlJ~, 'tÓ bro, terror -)o {}a""pém.

I

OlJ, Ó thambos asom-

-3avá(Jt"O~, 2 thanasimos mortal (que produce la muerte)* En el final secundario de Marcos, Mc 16, 18: «si bebieren algún veneno mortal, no les causará daño»; IgnTral 6, 2 habla de veneno mortal (y también Filón y Josefo). -3ava'(1)qJóQo~, 2 thanatephoros mortífe-

ro* En Sant 3, 8 dícese de la lengua, que es «un mal turbulento y lleno de veneno mortal» (cf. IgnTral 11, 1: xaQn:6~ {}ava'tr¡cpóQo~). -3áva'to~, OlJ, Ó thanatos muerte*

1817

{}áVU1;O~

Perspectives on Death in Romans 5-8: JBL 103 (1984) 413-433; H. Braun, Das «Stirb und Werde» in der Antike und im NT, en Id., Gesammelte Studien zum NT und seiner Umwelt, Tübingen '1971, 136-158; R. Bultmann, t}áVatO~ %TA., en ThWNT III, 7-25; W. Diezinger, Unter Toten freigeworden. Eine Untersuchung zu Rom 11/VIII: NovT 5 (1962) 268-298; L Fazekas, Taufe a/s Tod in Rom 6, 3S8: ThZ 22 (1966) 305-318; A. Feuillet, La regne de la mort ella regne de la vie (Rom. V, 12-2/): RB 77 (1970) 481-521; J. GewieB, Das Abbild des Todes Christi (Rom 6, 5): HJ 77 (1958) 339-346; M. Gotheim, Die Todsünden: ARW 10 (1907) 416-484; J. Herkenrath, «Sünde zum Tode», en Aus Theologie und Philosophie (FS F. Tillmann), Düsseldorf 1950, 119138; R. Martin-Achard, Tod und Todesschatten, en BHH III, 1999-2002; H. Schlier, Der Tod im urchristlichen Denken, en Schlier, IV, 101-116; E. Schweizer, Dying and Rising with Christ: NTS 14 (1967-1968) 1-14; R. Scroggs, Romans VI. 7: NTS 10 (1963-1964) 104-108; E. Stommel, Das «Abbild seines Todes» Rom 6, 5 und der Taufritus: RQ 50 (1955) 1-21; L. Wiichter, Der Tod im AT, Berlin 1967; Id., Spekulationen über den Tod im rabbinischen Judentum: Kairos 20 (1978) 81-97. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1100-1103.

1. {}áva'to~ aparece 20 veces en los Sinópticos, 8 veces en Hechos, 32 veces en los escritos joánicos (8 testimonios en el Evangelio de Juan, 6 en la Carta primera de Juan, 18 en el Apocalipsis), 47 veces en Pablo (22 testimonios en Romanos [únicamente en Rom 1-8], 8 en la Carta primera a los Corintios, 9 en la Carta segunda a los Corintios, 6 en Filipenses, uno en Colosenses y uno en la Carta segunda a Timoteo), 10 veces en Hebreos y 2 veces en Santiago. El verbo &:n:o{}v1Í0xm lo encontramos 23 veces en los Sinópticos, 4 veces en Hechos, 32 veces en los escritos joánicos (26 testimonios en el Evangelio de Juan, 6 en el Apocalipsis), 37 veces en Pablo (19 testimonios en Romanos, 7 en la Carta primera a los corintios, 4 en la Carta segunda a los corintios, 2 en Gálatas, Colosenses y Carta primera a los tesaloniceses, 1 en Filipenses), 7 veces en Hebreos y una vez en Judas.

&:n:o{}vUo'){.ú) apothnesk6 morir* 1. Aparición en el NT - 2. En Pablo - 3. En los Sinópticos y en Hechos - 4. En los escritos joánicos 5. En los escritos tardíos del NT - 6. a{}uvuo[u. Bibl.: L. R. Bailey, Biblical Perspectives on Death in Romans 5-8, Philadelphia 1979; C. C. Black, n, Pauline

2. Según Pablo, la muerte llegó al mundo como un poder personificado y penetró como Una epidemia en todos los seres humanos (Rom 5, 12), incitándolos a todos a pecar (1 Cor 15, 56). Y, así, desde la caída de Adán, y a

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consecuencia de esa caída, la muerte estableció un dominio soberano (15, 21; Rom 5, 14. 17), en el cual el pecado llegó por su parte a reinar (5, 2) sobre los hombres, que por su propia conducta merecieron la sentencia de muerte (1, 32) Y tenían que morir (1 Cor 15, 22). Todos ellos se comportaron como esclavos del pecado (Rom 6, l6s), que en sus actividades corrían hacia la muerte como hacia el fin de sus acciones (6, 16.21). En todo ello, el hombre pecador se sirve del mandamiento divino, que en sí es bueno (7, 12), haciéndolo de tal manera que el poder del pecado hace sentir sus efectos en acciones vanas, y de este modo no sólo «conduce (finalmente) a la muerte» (Rom 7, 10) en un pesar sin arrepentimiento y salvación (2 Cor 7, 10), sino que (incesantemente) «está produciendo la muerte» (Rom 7, 13). Semejante persona satisface así incesantemente «a la ley de la muerte» (8, 2), de tal manera que, en todos sus esfuerzos y afanes, está orientada -como «carne» que es- hacia lo que produce la muerte (8, 6). Por eso Pablo, siguiendo al Salmista, y como representante de la creación que gime (8, 23), se pregunta quién es el que redime (7, 24) del «último enemigo» (1 Cor 15, 26). La pregunta nace de la experiencia de «esta» realidad de la muerte, que adquiere forma en la existencia corporal constantemente necesitada de redención. Así se desarrolla la esfera de poder de la muerte en una línea cronológica que va hacia una fecha definitiva, en la cual -empleándose de nuevo la imagen de la muerte- se da como salario la muerte en retribución por el servicio prestado al pecado (Rom 6, 21) o la muerte aparece ante los ojos como un granero en el que se va almacenando paja como cosecha (7, 5). En su reflexión cristológica, Pablo emplea la fórmula confesional de que Jesús murió y resucitó (1 Tes 4, 14); la muerte y resurrección de Jesús fueron pronto interpretadas soteriológicamente (<<por nosotros», 5, 10). Cristo murió (Rom 8, 34) por los pecadores (5, 8), por los débiles e impíos (5, 6), por los enemigos (5, 10). La acción de Cristo no estuvo determinada por la ley de la simpatía, según la cual

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'frávct'to(;

un justo puede despertar admiración y mover a la imitación, pero sólo un hombre «bueno» puede incitar a alguien a morir por él (5, 7). Lejos de eso, Cristo, con su constante disposición para amar, no preservó -ciertamente- a los hombres de morir, pero los liberó «de una vez para siempre» (6, 10) del poder del pecado, cuya violencia tuvo él que experimentar (2 Cor 5, 21; Rom 6, 10). Como Resucitado, él escapó del poder de la muerte y, por tanto, «no muere ya» (6, 9). Pablo ve que por la muerte de Cristo se puso fin a la enemistad de los hombres con Dios (Rom 5, 10; cf. Col 1, 22). Esto es un acontecimiento universal: Cristo, que es uno, «murió por todos» (2 Cor 5, 14). Su muerte tuvo como consecuencia que aquellos por quienes él murió, sean la multitud de los que son conscientes y confiesan que «Cristo murió para quitar nuestros pecados» (1 Cor 15, 3). Pablo contempla dos aspectos de ello. Por un lado, él tiene presente el movimiento universal de todos los hombres que comparten el destino de Adán, que corren inexorablemente hacia la muerte (<<en Adán todos mueren», 15,22); más aún, ya han sido marcados por la muerte (<<por la caída de uno solo, murieron los que son muchos», Rom 5, 15). Por otro lado, Pablo reconoce el destino universal de todos los hombres a experimentar el fin de su enemistad con Dios (<<por tanto, todos murieron», 2 Cor 5, 14), a fin de que el tiempo de vida que todavía les queda (jcf. 1 Pe 4, 2!) lo utilicen «para vivir para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Cor 5, 15), pero haciéndolo en apertura hacia el hermano que plasma de manera diferente su vida cristiana, el hermano «por quien» o «por amor del cual» «Cristo murió» (Rom 14, 15; 1 Cor 8, 11). De esta manera, en la Cena del Señor «proclaman la muerte del Señor» (1 Cor 11, 26) en unidad fraterna. Si la finalidad de la muerte y la resurrección de Cristo es su señorío sobre los muertos y los vivos (Rom 14, 9), entonces el morir no debe entenderse como un proceso egoísta, sino como una entrega al Señor (14, 7s). La anticipación de la experiencia de la muerte en las palabras «pero yo morí» (7, 10)

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debe entenderse como fruto de la nueva vida. En Rom 7 no se trata ni de un yo biográfico ni de un yo psicológicamente descriptible, sino de la confesión de aquel que ha encontrado en Cristo su nuevo yo más allá de la muerte, quien -por tanto- no vive ya como yo, sino como alguien que, a través de la lucha en sus miembros (7, 23), ha encontrado su vida en la fe en el Hijo de Dios (Gál 2, 20). Si Pablo, en la fe en el Hijo de Dios, ha dejado detrás de sí la muerte como poder del pecado (<<Muerte, ¿dónde está tu aguijón?», 1 Cor 15, 55), entonces Pablo se sitúa -por un lado- frente a los hedonistas materialistas que se entregan a disfrutar de la vida, sabiendo que mañana «morirán» (Rom 8, 13), más aún, que, a consecuencia de su rechazo del evangelio, aceleran el proceso de corrupción que ya ha comenzado (<
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fante como la de «hemos dejado atrás de nomuerte de Cristo, ni para llevarlos erróneasotros la muerte» y tan sobria como «morimente a una idea de unión mística, cargada de mos cada día», para afrontar la experiencia de afecto, sino para llamarlos a ir por la senda la vida. Por eso, él espera de los cristianos histórica de la nueva vida, en la cual -con la que sepan vérselas con la muerte como vencecombatividad de la fe- tienen que hacer que dores llenos de esperanza (1 Cor 3, 22; 15, mueran los actos malvados del cuerpo (---+ 55). Por ello, la muerte no puede separar del 'fravm:ów, Rom 8, 13). amor de Dios en Jesucristo (Rom 8, 38), Mediante la muerte de Cristo, ellos están libres de la sujeción a la ley, para que puedan quien es capaz de contabilizar en el haber del servir a Dios (7, 2s). Esta vida en la libertad apóstol, que ha sido «ganado» para el servicio del servicio a Dios, que se opone diametralmisionero mediante la muerte, una ganancia mente al «servicio de la muerte» (2 Cor 3, 7), definitiva, de la que es partícipe el mártir (Flp se produjo de tal manera que el creyente «por 1, 21; 3, lOs). De esta manera responde Pamedio de la ley murió a la ley» (Gál 2, 19), blo, en sentido apostólico y de martirio, a la porque su Señor, en quien él cree, «fue puespérdida materialista de tiempo de los hedonisto bajo la ley» (4, 4). Esta libertad del servicio tas y al fanatismo espiritualista de los exales tan importante para Pablo, que, sin su «títados. tulo apostólico de gloria», le quedaría sólo el ¿Cómo, dónde y cuándo «hemos muerto morir (1 Cor 9, 15). Para no disminuir los con Cristo»? (Rom 6, 8). No podemos dirigir efectos de la muerte de Jesús, el creyente dela mirada simplemente a la crucifixión históbe considerarse a sí mismo como quien está rica ni al acontecimiento histórico del bautisrescatado del poder y de la maldición de la mo, sino que con el (Júv (v. 8) se nos indica el ley (GáI2, 21; 3,13). Pablo se halla tan oriencamino histórico de la peregrinación de la fe tado hacia la resurrección (Rom 6, 5), que se (<> (2, 20). Uno se preguntará Cristo en la «semejanza» de su muerte, entonsi el «empeñarse en reflexionar» acerca del ces se acentúa que Cristo murió su muerte sentido de los poderes astrales conduce incon(expiatoria) especial. Pablo tenía que realzar dicionalmente a la veneración religiosa de los ambos aspectos para no caer en ninguno de mismos (así piensa E. Lohmeyer, Der Brief los dos extremos: para no inducir a los bautian die Kolosser' [KEK], 104). El «alejamienzados en Roma a una visión historizante de la to» de (Cotó) los (J'tOLXda significa práctica-

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'frávm:o;

mente una vida liberada de ritos y reglas (2, 21s) bajo el dominio de Cristo (3, ls), que en acción trasformadora utilizará los «elementos» del mundo, sin permitir que sus hijos liberados recaigan bajo el señorío de los poderes. Los enunciados de Filipenses acerca de la muerte se caracterizan por la capacidad de Pablo para ver lo ininterrumpido de la obediencia de Cristo «hasta la muerte» (2, 8) Y la continuidad del compromiso y entrega de Epafrodito cuando estuvo enfermo a punto de morir (2, 27.30). Pablo demuestra así cómo el que sigue a Cristo «se hace como Cristo en su muerte» (3, 10), aunque Cristo se diferencie especialmente de él por la «muerte en la cruz» (2,8). 3. a) En los Evangelios sinópticos, 'frávm;oc; se usa para referirse al juicio que, en el caso de Jesús conduciría al castigo de la muerte (F. Büchsel, en ThWNT I1I, 943): de Jesús que en Getsemaní -a diferencia de Jonás (Jo n 4, 9; cf. H. W. Wolff, lona [BK], 145ss)- experimentó ya las tristezas de la muerte (Mc 14, 34; Mt 26, 38). Se usa de manera parecida en las predicciones de la Pasión (Mc 10,33; Mt 20, 18) Y en el relato de la Pasión (Mc 14, 64; Mt 26, 66) así como en la historia de los discípulos de Emaús (Lc 24, 20). En Lucas, Pilato acentúa la inocencia de Jesús, que no ha cometido nada «que merezca la muerte» (Lc 23, 15.22). De manera parecida, en la vista de la causa ante Félix y ante Festo se acentúa que Pablo no ha cometido nada «que merezca la muerte» (Hech 23, 29; 25, 25; 26, 31; cf. 13, 28; 25, 11; 28, 18), a pesar de que en otro tiempo él hubo perseguido a los cristianos «hasta la muerte» (Hech 22, 4). La alusión a la disposición de Pedro para recorrer de buena gana con Jesús el camino «hasta la muerte» (Lc 22, 33; Marcos dice en 14, 31 -¿por influencia de Pablo?-, cf. Mt 26, 35: ovva:no'frv!Íoxw) se parece en otro contexto a la prontitud de Pablo para la muerte (Hech 21, 13a; 25, 11), sirve para acentuar la muerte singularísima de Jesús, en cuyo servicio las personas «son entregadas a

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la muerte» por sus propios familiares (Mc 13, 12; Mt 10, 21; 4 :naQa6t6w,.u). b) Mateo presenta a Jesús actuando entre su propio pueblo, que habita «en el país y en sombras de muerte» (Mt 4, 16; cf. Lc 1,79): la muerte (cf. Is 9, 2; H. Wildberger, lesaja [BK] sobre 25, 8a; Ch. Barth, Die Errettung vom Tode in den individuellem Klage- und Dankliedern des AT, Zollikon 1947, 53-67) es, por un lado, el tenebroso ámbito para los vivientes (S. Schulz, en ThWNT VII, 397) y, por otro lado, el punto final de la existencia humana, un punto que proyecta ya anticipadamente sus sombras. En él caen los demonios juntamente con los cerdos (Mt 8, 32), los varones que mueren sin hijos en la ficticia historia narrada porlos saduceos (Mc 12, 19-22; Mt 22, 24.27; Lc 20, 28.29.31.32.36), el rico y el pobre de la parábola (Lc 16, 22), pero también el hombre Jesús (Mc 15,44) Y Tabita después de su enfermedad (Hech 9, 37). La muerte es también (cf. Ex 21, 17) castigo para el que habla mal de sus padres (Mc 7, 10; Mt 15,4; cf. C. Schneider, en ThWNT I1I, 469). Si la muerte proyecta anticipadamente su sombra, también la vida proyecta anticipadamente su luz: mientras que la multitud ve ya al muchacho epiléptico en el ámbito de la muerte (Mc 9, 26 4 VEXQOC;), Jesús se preocupa de que el muchacho «se levante». En consonancia con ello, Dios aprovechó la «muerte del padre» como ocasión para hacer que Abrahán, su hijo, se pusiera en camino, a fin de trasladarle al país de la promesa (Hech 7, 4). Finalmente, Dios hizo que Jesús mismo se levantara de la muerte, después de poner fin a los «dolores de parto de la muerte» (2, 24). Detrás de esta expresión se halla la fe mesiánica, referida a Jesús, de que el «seno materno» de la muerte dejó libre, en medio de dolores de parto, al Redentor, a quien mantenía cautivo. Los motivos del dolor, de la prisión y de la liberación se entreveran en Hech 2, 24 (cf. G. Bertram, en ThWNT IX, 674; W. Bieder, Die Vorstellung von der Hollenfahrt lesu Christi, Zürich 1949, 64-66). A la noticia de que la hija de Jairo no sólo se estaba muriendo (Lc 8,

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{}úvm:o;

42) sino que ya definitivamente (cf. 8, 35) había muerto (Mc 5, 35), Jesús le sale al paso con el mensaje de que «la muchacha duerme» (4 xa'frEú6w, Mc 5,39; Mt 9,24; Lc 8, 52), con el fin de atestiguar así que la muerte es una realidad limitada temporalmente. «No gustarán la muerte», es decir, no la experimentarán, es la promesa que se da a los elegidos que experimenten la parusía del Hijo del hombre y, con ella, la poderosa irrupción del reino de Dios (Mc 9, 1; Mt 16, 28; Lc 9, 27). 4. a) La persona que cree en Jesús, según Juan, no cae en poder del destino de la muerte (Jn 11, 26) Y no se contenta con verse preservada de la muerte (11, 21.32.37). No, sino que esa persona ha salido del ámbito de la muerte, en el cual el morir sucede (6, 49.58; 8, 52s) o se espera como cosa obvia (4, 47. 49), más aún, se pronuncia como vaticinio de perdición sobre los pecadores (Jn 8, 21.24; cf. Prov 24, 9 LXX; Ez 18, 24) que no tienen amor (1 Jn 3, 14b). Esa persona ha entrado en el ámbito de la vida (Jn 5, 24), en el que existe el amor (1 Jn 3, 14). Y, así, no «verá» la muerte (¿como poder hostil?), es decir, no la experimentará (Jn 8, 51s). Más aún, si come el pan del cielo, «no morirá» (6, 50; 11, 26; 21, 23a). Esto no excluye que personas como Lázaro (11, 14.25) o como el discípulo amado (21, 23b) tengan que morir. Pero esa muerte es un acontecimiento pasajero y puede llamarse, por tanto, un sueño (11, 11). La enfermedad de Lázaro no tiene como finalidad la muerte (11, 4). Juan pone de relieve que Jesús, a quien los judíos querían aplicar la pena de muerte por supuesta blasfemia contra Dios (19,7), Y el mártir Pedro murieron una muerte especial (12,33; 18,32; 21, 19). Jesús murió, como afirma Caifás, profetizando «sin saberl~ ni quererlo» (R. Bultmann, Das Evangelzum des lohannes [KEK], a propósito de 11, 51), no sólo por el pueblo (4 ",aoc;, 11, 50; 1~, 14), sino para congregar a los dispersos hiJOS de Dios (11, 51). Su muerte no conduce a una glorificación privada (4 60l;á~w), sino al «abundante fruto» que se muestra en la

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congregación de los que se hallaban dispersos (Jn 12, 24). b) Aunque el «pecado de muerte» es originalmente el pecado que merece el castigo corporal de la muerte (Jub 21, 22), sin embargo el pecado mencionado en 1 Jn 5, 16 no es un pecado que produzca inmediatamente la aparición de la muerte, sino un delito en el cual su autor, con la acción que comete, se orienta hacia la nulidad de la muerte (:nQOC; 'frávawv) y, así, en su acción, experimenta ya anticipadamente a la muerte como poder anulador. Ahora bien, el escritor pone en guardia contra ese pecado que existe de hecho, sin minimizar el celo por la intercesión. c) En el Apocalipsis. el morir es parte del juicio impuesto por Dios: las seres vivientes que están en el mar (8, 9; 16,3) y los hombres en su mayoría (8, 11) tienen que morir. El tormento antes de morir es tan intenso, que «el deseo natural de morir» (F. Büchsel, en ThWNT I1I, 170) -en forma distinta de lo que siente Pablo en Flp 1, 23- brota en los que son mantenidos en vida para ulteriores juicios, antes de que la muerte definitiva los arrebate del tormento que sufren en vida (9, 6). 'frávawc; designa el «ámbito que alberga a los muertos» (20, 13), del que Cristo posee la llave (1, 18). Es el «final de la vida», hasta el cual el cristiano -como luchador en la arenatiene que mantener su fidelidad (2, 10), abandonando el amor de sí mismo (12, 11). Es el nombre del jinete que trae la peste (6, 8a), y luego es la peste misma (2, 23; 6, 8b; 18, 18; cf. Jer 15, 2; Job 27, 15), que la muerte, por poder divino, hace que irrumpa sobre los seres humanos. Cuando se dice que la «herida de muerte» de la bestia (13, 3, 4 'fr'YJQtov) fue curada, se atestigua así que el poder del anticristo, que se había manifestado políticamente en los actos hostiles del Imperio Romano contra los cristianos, volvió de nuevo a la vida después de una crisis. «Los que mueren en el Señor» (14, 13) «son los que, en una plena y total decisión de su vida en favor de Cristo, han llegado in ex-

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{}úvm;o~

tremis al final de todas sus penalidades» (W. Bieder: ThZ 10 [1954] 22). En 3, 2 se contempla a la comunidad de Sardes desde dos puntos de vista: por un lado, ella está espiritualmente muerta (---+ VEXQÓC;); por otro lado, como tiene aún tiempo para el arrepentimiento, lo que «queda» está a punto de morir. Por la «segunda muerte» (20, 6.14; 21, 8) debe entenderse la reprobación escatológica, que a su vez será presa de la destrucción, y de esta manera perderá su «poder» (20, 6). Si la «segunda muerte» se depara a los apóstatas en tiempo de persecución, sin embargo no se ha decidido aún nada sobre el carácter definitivo de la condenación de los pecadores perdidos, porque precisamente esa segunda muerte encontrará -ella misma- su final. El tiempo de la muerte es limitado. «No existirá ya» la muerte en forma alguna (21, 4). 5. a) Según Hebreos, Jesús no pudo ser salvado de la muerte (5, 7), sino que tuvo que pasar por los sufrimientos de la muerte (2, 9), para que así probara la muerte por todos. De esta manera compartió su suerte con los que pasan su vida en el «temor de la muerte» (2, 15) o tienen que morir «una vez» (9, 27; cf. 11, 13), quizás entre bendiciones, como sucedió con Jacob (11, 21), o tuvieron que sufrir la muerte al filo de la espada (11, 37). La muerte de Jesús obró la «redención» de los pecados cometidos bajo el primer pacto (---+ U:n:OA:Ú'tQW(JLC;, 9, 15), que en casos graves conducían a que e! pecador tuviera que morir en virtud del testimonio dado por los testigos (10, 28). La muerte de Jesús hizo que su testamento entrara en vigor (9, 16). Por eso, la sangre de Jesús habla mejor que la sangre de Abel, porque Abe! que murió (11, 4), que era considerado como hombre justo y como juez (TestAbr 11), pero que clamaba pidiendo la justicia vengadora de Dios, no pudo traer la redención. Mientras que los sacerdotes y levitas del AT tropezaban en su ministerio con el inexorable límite de la muerte (7, 8.23), vemos que Henoc -a diferencia de Simeón (Lc 2, 26)- no experimentó la muerte, sino que fue arrebatado (Heb 11, 5, ---+ f.tE'taLL{}l]IU).

- {}uvm;ów

1828

b) La Carta de Santiago, a diferencia de Pablo (Rom 6, 21; 7, 5), considera la muerte como hija del pecado (1, 15). La persona que lleva a otras al arrepentimiento (---+ EJtLaLQÉ
l'tavatóro thanatoo matar* 1'tuvu'tów se usa para referirse a la acción de dar muerte a Jesús (Mc 14, 55; Mt 26, 59; 27, 1; 1 Pe 3, 18) Y a sus discípulos (Mt 10, 21; Lc 21, 16). Según Pablo, los cristianos romanos fueron redimidos (1 Cor 7,23) por el cuerpo de Cristo (---+ oWf.tu) para el Señor resucitado (cf. Rom 14, 8). Ellos hiCieron morir al hombre viejo, lo cual redunda en perjuicio del poder de la ley (Rom 7, 4; cf. el contexto 7, 1-4). Como los que han sido vivificados por el Espíritu, tienen que dar muerte por medio del

1829

{}uvm;ów - {}ú:n:1:W

Espíritu a las malas acciones, es decir, tienen que erradicar de lleno (8, 13) lo que el hombre con su cuerpo, a pesar de que éste se halla muerto (7, 10), pudiera ejecutar (8, 12). Y, así, «los que somos muertos cada día» (8, 36; cf. Sal 44, 23) estamos llamados a emplearnos activamente en resistir al mal. En medio de pruebas y castigos, esas personas -paradójicamente- «no están entregadas a la muerte» (cf. G. Bertram, en ThWNT V, 623 nota 178) sino que, como «los que mueren», están llamados a permanecer en la vida (2 Cor 6, 9; cf. Sal 118, 18). W. Bieder

l'tántro thapto enterrar, sepuItar* 1. Aparición en el NT - 2. ICor 15, 4 - 3. Mt 8, 21.22 par. Lc - 4. Los demás contextos.

Bibl.: Billerbeck IV/I, 578-592 [dar sepultura a los muertos]; M. Hengel, Seguimiento y carisma, Santander 1981 [sobre Mt 8, 21s par. Le]; H. G. Klemm, Das Wort von der Selbstbestattung der Toten: NTS 16 (19691970) 60-75; 1. Kremer, Das illteste Zeugnis von der Auferstehung Christi (SBS 17), Stuttgart 1966, 36-39 [sobre 1 Cor 15, 4]; J. Nelis, Begrilbnis, en BL, 182185; R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona 1964, 94-10 1 [La muerte y los ritos fúnebres].

1. En el NT, el verbo 1'tá:n:'tw aparece relativamente pocas veces, mientras que se encuentra con frecuencia en la LXX (casi siempre como traducción del hebreo qabar). De las orrce veces que el verbo aparece en el NT, siete se encuentran en Lucas/Hechos, y las otras cuatro se distribuyen entre Mateo (3 veces) y 1 Cor 15, 4. Los paralelos sinópticos (de Q) son Mt 8, 21.22 par. Lc 9, 59.60. Las tres veces que el verbo aparece en voz pasiva (siempre el aoristo segundo E'tá> (Lc 16, 22; Hech 2, 29; 1 Cor 15, 4; cf. Gén 35,8.19; Núm 20,1; Dt 10,6; Jue 10,2.5; 12, 7.10.12.15 Y passim, frecuentemente con indi~ación del lugar donde se halla el sepulcro). MIentras que {}á:n:'tw se usa siempre en senti-

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do propio, vemos que el «Corpus paulinum» atestigua el uso figurado del verbo compuesto ---+ ouv1'tá:n:'tw (Rom 6, 4; Col 2, 12, en ambos casos en voz pasiva y referido al bautismo), un uso que no se encuentra en ningún otro lugar del NT. El sustantivo ---+ 'tá<poC; (tumba, sepulcro) aparece 6 veces en Mateo (de las 7 veces que se halla atestiguado en el NT) y, por lo demás, se encuentra también únicamente en Rom 3, 13 (cita, uso en sentido figurado). Son, asimismo, afines en cuanto al sentido el verbo 'tu
ev-

2. En la antigua fórmula, citada por Pablo en 1 Cor 15, 3b-5, E'tá
1832

1831 Dios». La palabra de Jesús, que niega el permiso para ir a enterrar al padre, sitúa la exigencia del seguimiento inmediato (~ axoAo1J{}Éw 4) por encima de una urgente obligación impuesta por la ley y la costumbre. Jesús exige que se rompa con la tradición y con la familia (Hengel). Cuando Jesús dice que hay que dejar que los muertos entierren a sus muertos, piensa seguramente en una vida que ya no está bajo el poder de la muerte. Pero difícilmente querrá designar como «espiritualmente muertas» a las personas que le siguen (en contra de Hengel; Klemm). Cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I (OTK), 230-232. 4. Mt 14, 12 (a diferencia de Mc 6, 29), al final del relato acerca del asesinato de Juan el Bautista, refiere que los discípulos de éste se llevaron el cadáver (to ntw!w) y lo sepultaron. Desde el punto de vista de la crítica textual será difícil ya decidir si lo que se entiende como objeto de la acción de dar sepultura es «el cadáver» o (la persona de) Juan (B Sin* leen uutóv, C Koiné D W tienen -lo mismo que Mc 6, 29- UUtó). Lc 16, 22 (material peculiar) sigue el esquema: él (el rico) murió y fue sepultado (~ 1). Tal vez se quiera expresar el contraste entre el entierro (conforme a la condición social) y los tormentos de la región de los muertos (v. 23) y también el contraste con la suerte corrida por el pobre (v. 22a sin hácprJ). Hech 2, 29 dice acerca de David (en la predicación de Pedro en el día de Pentecostés) «que él murió y fue sepultado y su sepulcro (!!vrÍf,lu) está entre nosotros hasta el día de hoy». Con la presencia de la tumba de David en Jerusalén se quiere probar que la profecía «davídica» antes citada (Sal 15, 8-11 LXX) no debe referirse a David, sino a la resurrección de Jesús, que «no fue abandonado en la región de los muertos» (v. 31). En Hech 5, 6.9 {}ántw se refiere al entierro de Ananías y de su mujer Safira. En los vv. 6 y 10 se sobreentiende, por el sentido, el objeto en acusativo. G. Schneider

0á~a

Thara Tara* Nombre del padre de Abrahán en Lc 3, 34 (Gén 11,27-32). -3a~~Éro tharreó tener buen ánimo*

El verbo aparece cinco veces en la Carta segunda a los Corintios (5, 6.8; 7, 16; 10, 1.2) y en Heb 13, 6. En el sentido de tener buen ánimo / tener confianza, en 2 Cor 5, 6.8; Heb 13,6. En 2 Cor 7, 16 {}uQQÉw EV tLVL significa confiar en alguien; en 10, 1 {}uQQÉw d~ tLVU quiere decir ser valiente ante alguien. ThWNT I1I, 25-27; X, 1103 (bibl.); DTNT 1, 32ls; Spicq, Notes 1, 367-371. -3a~(JÉro tharseo estar lleno de buen ánimo*

En el NT el verbo aparece únicamente en los autores de los evangelios. {}uQoÉw es una forma alternativa (probablemente más antigua) de {}uQQÉw. Mc 6, 50 par. Mt 14, 27: {}UQOELtE, seguido por la frase (en la que también se indica la razón): «¡Soy yo, no temáis!». El imperativo {}áQOEL en Mc 10, 49; Mt 9, 2 a diferencia de Mc; Mt 9, 22 a diferencia de Mc (par. Lc 8, 48 v.l.); Hech 23, 11. El imperativo plural {}UQOELtE aparece también en Jn 16,33 (seguido por la frase: «Yo he vencido al mundo»). ThWNT I1I, 25-27; X, 1103 (bibl.); DTNT I 32ls; Spicq, Notes 1, 371. -3á~(Jo;,

O";, 'tÓ tharsos ánimo, valor* Hech 28, 15: {}áQoov Au!!~ávw, «cobrar ánimo» (cf. Josefo, Ant IX, 55). Spicq, Notes 1, 371.

-3aií,..,a,

a'to;, 'tÓ thauma lo maravilloso, milagro, asombro* En el sentido objetivo de lo que causa asombro, el sustantivo se halla en 2 Cor 11, 14. Por el contrario, {}ui:í!.w significa en Ap 17, 6: asombro: E{}UÚ!!uou ... {}ui:í¡..tu ¡..tÉYu. ThWNT I1I, 27-42; ~ {}u1J¡..tá~w.

1834

1833 -3a",..,á~ro thaumazo maravillarse, asom-

brarse 1. Aparición en el NT - 2. Contenido semántico 3. Campo referencial - 4. Historias de milagros 5. En los diversos evangelios. Bibl.: G. Bertram, ttav[.ta XTA., en ThWNT III, 2742; G. Minette de Tillesse, Le seeret messianique dans l'évangile de Mare (LeDiv 47), Paris 1968,264-278; W. Mundle, ttav[la, en DTNT III, 85-89; K. Tagawa, Miracles et Evangile. La pensée personnelle de I'Evangeliste Mare, Paris 1966,92-122; G. TheiBen, Urehristliehe Wundergesehichten, Gütersloh 1974, 78-80. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1103.

1. En el NT, {}u1J¡..tá~w aparece en total 43 veces, la mayoría de ellas (30) en los evangelios. Lucas tiene el mayor número de testimonios: 13. En Mt el verbo aparece 7 veces, en Marcos 4, en Juan 6. En Hechos el verbo se encuentra 5 veces, y en el Apocalipsis 4 veces. Pablo lo utiliza únicamente en Gál 1, 6 (y en 2 Tes 1, 10). A esto se añaden los testimonios que aparecen en 1 Jn 3, 16 y en Jds 16. En el NT, el verbo compuesto Ex{}u1J¡..tá~w (maravillarse mucho) aparece únicamente en Mc 12, 17. 2. {}u1J¡..tá~w, por su raíz, está relacionado con {}Eáo¡..tm (contemplar) y designa, por tanto, el asombro que se origina por la contemplación de algo. A nuestra lengua se puede traducir casi siempre por maravillarse o asombrarse. Pero el contenido semántico tiene, además, diversos matices según el contexto. Puede significar el asombro que se siente en medio de perplejidad e interrogantes (Lc 24, 12; Jn 3, 7); puede expresar la acción de sorprenderse y maravillarse (Mc 15, 44; Lc 1, 63) y puede tener también connotación de temor (Lc 8, 25). En otros pasajes se trata de un asombro acompañado por el gozo (Lc 24, 41) o debido a una fuerte impresión recibida (Mt 9, 33). El verbo puede tener también la connotación de reverencia e incluso de veneración (Ap 13, 3; 2 Tes 1, 10). Pero puede significar igualmente lo contrario: un asombro que causa extrañeza (Lc 11, 38) o incluso rechazo (Jn 5, 20). El verbo {}u1J!!á~w designa

frecuentemente, tanto en el griego profano como en la LXX, la reacción de las personas ante la epifanía y la acción de la divinidad. Y esto hay que tenerlo en cuenta también para la interpretación de numerosos pasajes del NT. 3. Con respecto a los sujetos a los que se atribuye la acción de asombrarse, es digno de tenerse en cuenta que en los evangelios se trata casi siempre de un grupo de personas, con especial frecuencia de una multitud indeterminada, a la que se designa como náVtE~, Ol oXAm, Ol aV{}Qwnm y otras expresiones por el estilo. Más raras veces son los discípulos de Jesús o sus adversarios los que se asombran. El verbo {}u1J¡..tá~w puede emplearse en sentido transitivo. Pero con mayor frecuencia es intransitivo. La razón del asombro puede expresarse mediante las preposiciones Ent, <)tá, EV, nEQL o puede ir introducida por OtL o

d. En lo que respecta al contenido, en los evangelios el asombro se dirige casi siempre hacia Jesús, su vida y sus obras (~ 4 y 5). Fuera de los evangelios, es digno de tenerse en cuenta el pasaje de 2 Tes 1, 10, donde se admira al Señor en su parusía. Y también Ap 13,3; 17,6.7.8, donde figuras apocalípticas (la bestia y la gran ramera Babilonia) son objeto de asombro. Además, en Ap 13, 3 se emplea el aoristo pasivo en sentido activo, cosa que es frecuente en el griego ulterior, pero que en el NT no aparece sino en este lugar. Merece, además, nuestra atención la frase {}U1J!!á~ovtE~ nQóownu que aparece en Jds 16. La fórmula se encuentra frecuentemente en la LXX para traducir la expresión hebrea nasa' pan/m y significa «tener en cuenta el prestigio de la persona» (cf. Sant 2, 1, nQoownoArJ ¡..t'ljl LU). 4. El motivo del asombro o del temor tiene su lugar (no siempre, desde luego) en las historias de milagros, tanto en los Sinópticos como en la literatura judía y helenística sobre milagros (cf., a propósito, Tagawa, 92-94; TheiBen, 79). No se pretende describir únic.a-

1835 mente la reacción psíquica de los testigos del milagro. Sino que se trata, más bien, de un recurso literario para dirigir la atención del lector hacia el significado del acontecimiento descrito y hacia el misterio divino que en él se revela. Los Sinópticos, además de emplear para esto el verbo 1'tulJf-tá~w (Mc 5, 20; Mt 8, 27 par. Lc 8, 25; 9, 33 par. Lc 11, 14; 15,31; 21, 20), utilizan también 1'tUf-t~E¡o1'tm, fSLO'tuo1'tm, fxJtA:r'jooEa1'tm, <po~ELo1'tm, etc., sin que pueda observarse ninguna predilección clara. 5. En general, 1'tulJf-tá~w adquiere en cada uno de los evangelios un perfil totalmente propio. Para Marcos, toda la actividad de Jesús está acompañada por el asombro de los discípulos y de las multitudes, principalmente en la primera parte de su obra hasta la confesión de Pedro (8, 27-30). Ahora bien, Marcos utiliza raras veces el verbo 1'tulJf-tá~w (5, 20; 15, 5.44), Y en una ocasión emplea el compuesto fx1'tulJf-tá~w. En Mateo, 1'tulJf-tá~w predomina entre otros verbos que expresan asombro, sobre todo en relación con los milagros de Jesús (Mt 8, 27; 9, 33; 15,31; 21,20). Lo característico de Mateo es que él se esfuerza en la mayoría de los casos por interpretar el asombro (MyovtE~, 8, 27; 9, 33; 21, 20; ~AÉJtov'tu~, 15, 31). La actitud de sentir asombro puede tener en él una valoración positiva (9,33; 15,31). En Lucas es donde aparece con mayor frecuencia el verbo 1'tulJf-tá~w. Desde el nacimiento (2, 18.33) hasta la resurrección (24, 12.41), la vida y la actividad de Jesús provoca asombro. La gente se asombra de la predicación de Jesús en Nazaret (4, 22), de algunos milagros concretos (8, 25; 11, 14), de toda la actividad de Jesús (9, 43). En la mayoría de los casos, la admiración es valorada muy positivamente por Lucas como «un asombro lleno de presentimientos o de reverencia ante lo divino» (Bertram, 39) que se manifiesta en Jesús. Pero no se identifica aún con la genuina fe (cf. especialmente 4, 22; 9,43). Es diferente el uso que se hace del verbo en el cuarto evangelio. En Jn 3, 7 Y 5, 28 (cf.

1836

también 1 Jn 3, 13), 1'tUlJf-tÚ~W se halla en una expresión retórica, conocida también en la literatura rabínica y helenística (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, 423). También en el cuarto evangelio es Jesús el objeto del asombro. Pero, con excepción de 4, 27 (los discípulos), los que se asombran no son los seguidores de Jesús, sino los judíos (5, 20.28; 7, 15.21). Así que 1'tUlJf-tú~w es «precisamente un término para describir el impacto causado por Jesús con su actividad» (Bertram,40). F. Annen

1837 aparecen también en el NT (con excepción de Jn 9,30). Y, así, vemos que Mt 21, 42 par. Mc 12, 11 Y Ap 15, 3 son igualmente citas de los salmos. En 1 Pe 2, 9 se habla de la maravillosa luz de Dios; en Ap 15, 1, de una maravillosa señal en el cielo. El hecho de que los milagros de Jesús se denominen una sola vez 1'tUlJf-táOLU (Mt 21, 15) es importante para el concepto de milagro en el NT. El NT, para referirse a los milagros de Jesús, prefiere usar los términos 6lJvúf-tEL~ y ol]f-tELu. F. Annen

-3Eá, él;, 1]

-3n"...,áow;,

3 thaumasios maravilloso,

asombroso -> 1'tUlJf-tuo'tó~.

thea diosa* En Hech 19,27 (19, 35.37 v.l.) se habla de Artemisa, a la que se denomina ~ f-tEyÚAl] 1'tEú, «la gran diosa» (cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT], 123).

-3n"...,ao'tó;,

3 thaumastos maravilloso, asombroso* 1'tUlJf-táOLO<;, 3 maravilloso, admirable* 1. Aparición en el NT - 2. Contenido semántico 3. Campo referencial.

Bibl.: G. Bertram, ituuflu 'litA., en ThWNT I1I, 2742; C. F. D. Maule, The Vocabulary of Miracle, en Id. (ed.), Miracles, London 1965,235-238; W. Mundle, ituuflu, en DTNT IlI, 85-89.

1. En el NT, 1'tUlJf-túow<; aparece únicamente en Mt 21, 15. También 1'tUlJf-tuo'tó<; se encuentra raras veces (Mc 12, 11 par. Mt 21, 42; Jn 9, 30; 1 Pe 2, 9; Ap 15, 1.3; 2 Cor 11, 14 v.l.). 2. Por lo que se refiere al significado, en el griego helenístico no se observa ninguna diferencia entre el adjetivo 1'tulJf-túmo<; y el adjetivo verbal 1'tUlJf-tuo'tó<; (Bertram, 28). En Jn 9, 30 'to 1'tUlJf-tuo'tóv tiene el sentido de lo asombroso. En el resto del NT, el término debe traducirse siempre por maravilloso (en el sentido de «milagro»). 3. En la LXX, principalmente en los salmos, ambos adjetivos sirven frecuentísimamente para designar las acciones maravillosas -los portentos- de Dios. Con este significado

-3Eáo...,nl theaomai ver, mirar, contemplar, considerar* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campos referenciales. Bibl.: R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes (KEK), Giittingen 1°1968, esp. p. 45 notas 1 y 3; F. Hahn, Sehen und Glauben im Johannesevangelium, en FS Cullmann 1972, 125-148; K. Lammers, Horen, Sehen und Glauben im NT (SBS 11), Stuttgart 1976, esp. 83-106; J. Mánek, en BHH IlI, 1688s; W. Michaelis, óQáw 'litA., en ThWNT V, 315-381; H. Wenz, Sehen und Glauben bei Johannes: ThZ 17 (1961) 17-25. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1204.

1. En el NT, el verbo aparece 22 veces: 9 veces en los Sinópticos (4 veces en Mateo, 2 veces en el final [inauténtico] de Marcos, 3 veces en Lucas), 3 veces en Hechos, 1 en Pablo, 6 en Juan, 3 en la Carta primera de Juan. En el NT, el verbo, que es defectivo, aparece únicamente en aoristo primero de la voz media, en perfecto, en aoristo primero de la voz pasiva. El presente y el imperfecto son sustituidos por el verbo 1'tEWQÉW. Se construye con objeto de la acción verbal en acusativo, a menudo con un participio como complemento, y también con O'tL. El dativo, en la voz pasiva, corresponde a úJtó 'tLVO~.

1838

2. En el NT, {l-EúOf-tm designa siempre el acto sensorial de ver con los ojos, lo mismo que cualquier otro verbo de ver (por ejemplo, óQúw, d6ov, ~MJtw, oJt'túvof-tm, 1'tEWQÉW). Sin embargo, no es un perfecto sinónimo de los otros verbos de ver, ni es un término t~c­ nico para designar la acción de ver al Resucitado, de ver la doxa o del acto de ver que conduce a la fe. La etimología indica ya lo peculiar del verbo: se deriva de 1'tÉu (<
1840

1839 dad, invitados, Jesús; caña,. tumba, campos, luz; el proceso de maduración), y también a lo que no es accesible a la percepción general (Cristo, Dios, Espíritu; doxa; resurrección, discipulado). En la mayoría de los pasajes joánicos (Jn 1, 14.32; 11,45; 1 Jn 1, 1; 4,14), la visión sensible de Jesús, de su persona y de sus obras va seguida por el conocimiento de su doxa y, con ello, por la decisión de creer. C. H. Peisker ih~a't~í,~ro theatrizo exhibir como espectá-

culo o ludibrio* Heb 10, 33: {}w'tQLl;óftEVOL, exhibidos como espectáculo público. ThWNT I1I, 42s. itia't~ov, OlJ,

'tó theatron (edificio del)

teatro, espectáculo* En Hech 19, 29.31 se habla del anfiteatro de Efeso que, con su capacidad para casi 25.000 espectadores (BHH I1I, 1966; Haag [ed.], Bibel-Lexikon, Einsiedeln 21968, 1736 [en ambos casos, con bibliografía]), podía dar cabida seguramente a la ingente multitud de personas instigadas por Demetrio contra Pablo y sus compañeros. El teatro era, por lo demás, el lugar adecuado para la celebración de asambleas públicas (DeiBmann, Licht 90s). En 1 Cor 4, 9 Pablo emplea el término en el sentido de espectáculo, para afirmar que -en contraste con la imagen estoica de la lucha heroica sostenida por el sabio, como espectáculo digno de los dioses y de los hombres, cf. Séneca, Prov 11, 9; Ep 64, 4-6- Dios puso a los apóstoles para ser exhibidos públicamente como personas sentenciadas a muerte. Mientras que los espectadores creen ver en ellos únicamente un lamentable espectáculo, los apóstoles son en realidad los testigos de la verdadera lucha de los misioneros de Cristo en el mundo. ThWNT III, 42s; H. Conzelmann, Dfr erste Brief an die Korinther, sub loco (bibl.). H. Balz

l'tEiov,

OlJ,

'tó theion azufre*

Lc 17,29 (cf. Gén 19,24 LXX): JtuQ XUL {}E1:ov, «fuego y azufre». La misma combinación (añadiéndose a veces xuJtvó~, «humo») se encuentra en Ap 9, 17.18; 14, 10; 19,20; 20, 10; 21, 8. l'tEio~, 3 theios divino* {}ELÓ't1']~, 1']tO~, theiotes divinidad*

'ti

Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.V.; E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen'1974, 32-39; H. Kleinknecht, {}ELO~, {}ELÓTl1~, en ThWNT III, 122s; H. Koster, cp'ÚOL~, en ThWNT IX, 246-271, esp. 249s, 269; LiddeIl-Scott, s. v.; H. Lietzmann, An die Romer (HNT), Tübingen '1971, 31s. Cf. más bibliografía en -- rel="nofollow"> {}EÓ~.

El concepto expresado por estos términos es típico del helenismo religioso, incluido el judaísmo helenístico, pero en el NT aparece sólo aisladamente. Es programática de la teología lucana la aceptación positiva del neutro 'to {}E1:ov, la Divinidad, en Hech 17,29 (cf. v. 27 v.l.). También Pablo utiliza una vez positivamente el término {}CLÓ't1]~, tomado de la filosofía helenística (Rom 1, 20; cf. Col 2, 9). Lo mismo sucede en 2 Pe 1,3.4, cuando se describe la redención como «participación en la naturaleza divina» por medio del «poder divino». H. D. Betz l'tELótt)~, t)to~, -> {}E¡:O~.

ÍJ

theiotes divinidad

l'tEuÍlbt)~, 2 theiodes semejante al azufre,

sulfúreo * En el NT, el término aparece únicamente en Ap 9, 17 (-> {}E1:ov), donde se habla de jinetes con «corazas amarillas de color de azufre».

l'til.,t) .... a, ato~, tó thelema voluntad 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campo referencial - 4. {}ÉAl1ftu en los evangelios 5. {}ÉAl1ftU en los escritos paulinos - 6. {}ÉAl1ftu en las cartas apostólicas tardías.

Bibl.: H. FrankemoIle, Jahwebund und Kirche Christi, Münster i. W. 1974, 275-279 [sobre Mt]; E. Kase-

1841 mann, An die Romer (HNT), Tübingen '1974; S. Pancaro, The Law in the Fourth Cospel (NovTS 42), Leiden 1975, 368-379; H. Schlier, Der Romerbrie! (HThK), Freiburg i. Br. 1977; W. Schrage, Die konkreten Einzelgebote in der paulinischen Paranese, Gütersloh 1961, 163-173; G. Schrenk, {}Ét.:ruw, en ThWNT III, 52-62. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1103s.

1. En el NT, {}ÉA1]ftU aparece 62 veces. En 60 de ellas el término se encuentra en singular, y en dos, en plural (Hech 13,22 [cita de Is 44, 28 LXX]; Ef 2, 3). 2. {}ÉA1]ftU puede significar lo que se quiere (objetivamente) y la acción (subjetiva) de querer, el acto de la voluntad. En Jn 1, 13; 1 Cor 7, 37 {}ÉA1]ftU significa específicamente el deseo sexual del varón. 3. En la inmensa mayoría de los casos, {}ÉA1]ftU se refiere a la voluntad de Dios. Dos veces se habla de la voluntad del Cristo exaltado (Hech 21, 14; Ef 5, 17); dos veces designa {}ÉA1]ftU la voluntad del diablo (2 Tim 2, 26), Y doce veces significa la voluntad humana, casi siempre en oposición a la voluntad de Dios. 4. Entre los cuatro evangelios, Mateo y Juan son los que hablan más frecuentemente acerca de la voluntad de Dios (Marcos tan sólo en 3, 35; Lucas únicamente en 22, 42). Para Mateo, la voluntad de Dios es siempre «la voluntad del Padre» que está en los cielos (-> Jtu'ttlQ): 6, 9s; 7, 21; 12,50; 18, 14; 21, 31; 26, 42. El pasaje de 7, 21-23 no nos deja duda alguna de que, para Mateo -como para el judaísmo- la voluntad de Dios se identifica con la Torá (-> VÓfto~): los que no hacen la voluntad de Dios, están obrando la iniquidad (-> avoftLu). Pero la ley revela que el amor a Dios y al prójimo es la meta esencial ~e la voluntad de Dios (cf. 22, 34-40; 24, 12). or eso, no puede ser la voluntad de Dios ~~e se pierda siquiera «uno de los peque~ltos» (18, 14; sobre la expresión {}ÉA1]ftU E¡.tJtQoa{}Ev 'tOU Jtu'tQo~ 'ÚftWV, cf. Dalman, Worte, 173).

1842 Los Sinópticos mencionan la sumisión de Jesús a la voluntad de Dios, pero lo hacen únicamente en el contexto del relato de Getsemaní (Mt 26, 42; Lc 22, 42). Otra cosa sucede en el Evangelio de Juan: en él Jesús designa precisamente «la voluntad de Aquel que me envió» como la razón y el contenido de toda su vida (4,34; cf. 5, 30; 6, 38). Ahora bien, la voluntad del Padre es la vida de aquellos que él ha dado al Hijo (6, 39). Y esa voluntad la cumple el Hijo resucitando en el último día a todos los que le ven y creen en él (6, 40). En este sentido el Cristo joánico encarna la Torá, que tiene igualmente como meta la vida de los hombres (cf. ya Dt 28, 1-14: 30, 15-20). Puesto que la voluntad del Padre constituye la base de todo lo que el Hijo dice y hace, la verdad de las enseñanzas del Hijo se revelarán únicamente a aquel que se entregue igualmente al cumplimiento de la voluntad de Dios (7,17). 5. También en los escritos paulinos {}ÉA1]¡.tu designa en la mayoría de los casos la voluntad de Dios (excepciones: 1 Cor 7,37; 16, 12; Ef 2, 3). Pero puede hablarse de ella bajo distintos aspectos: a) Rom 2, 18; 12, 2; Col 1, 9; 4, 12; 1 Tes 4, 3; 5, 18 hablan de la voluntad de Dios, en cuanto insta a la persona a actos de obediencia; tan sólo Rom 2, 18, que se refiere a los judíos, identifica esa voluntad con la Torá. Según 1 Tes 4, 3, la voluntad de Dios es la santificación del hombre (áyLua¡.tó~). Según 1 Tes 5, 18, lo es la constante acción de gracias. Según Rom 12, 2, la voluntad de Dios es «lo que es bueno, aceptable y perfecto», pero sólo podrá conocerlo el que haga que su pensar se renueve constantemente por medio del Espíritu divino que se le dio en el bautismo (Kasemann, 310-315; Schlier, 358-362). También en Col 1, 9; 4, 12, el conocimiento de la voluntad divina está vinculado con la sabiduría y la inteligencia (aoepLu, a'ÚvE(JL~) concedidas por el Espíritu, es decir, ese conocimiento no está relacionado con el progresivo conocimiento de

1844

1843 un documento escrito, de la torá, sino con el crecimiento en el conocimiento de Dios. b) Pero la voluntad de Dios puede plasmar también la forma de vida del hombre. Y, así, la entrega que Jesús hizo de su propia vida tiene su fundamento en la «voluntad de nuestro Dios y Padre» (Gál 1, 4). También Pablo fue llamado a ser apóstol «por la voluntad de Dios» (2 Cor 1, 1; cf. Col 1, 1; Ef 1, 1; 2 Tim 1, 1). Y la continuidad de su apostolado está determinada por la voluntad de Dios (Rom 1, 10; 15, 32). Asimismo, la extraordinaria entrega de los macedonios al objetivo de reunir una colecta en favor de la comunidad de Jerusalén tiene su causa suprema en la voluntad amorosa de Dios (cf. 2 Cor 8, 1.5). c) De la voluntad (salvífica) de Dios, que determina toda la historia humana y cósmica, se habla finalmente en la eulogia que figura al comienzo de la Carta a los efesios: la voluntad benigna (-+ Ev6oxLu) de Dios, que ahora (Ef 1,9) se manifiesta (por medio del ministerio del apóstol, 3, 1-11) Y que tiene como meta la reunión del todo en Jesucristo (1, 9s) es la verdadera razón de que «los que creen en Cristo Jesús» (1, 1) se convirtieran en hijos de Dios y llegaran hasta Dios (1, 5.11). 6. En los escritos apostólicos tardíos no se duda tampoco del poder fundamental y decisivo de la voluntad divina, ni siquiera en lo que respecta a la pasión de Jesús (Heb 10, 7.9s) y a los propios sufrimientos (1 Pe 3, 17; 4, 19). Se trata siempre de la voluntad del «fiel Creador» (l Pe 4, 19; cf. Ap 4, 11), que es benévolo hacia el hombre (1 Jn 5, 14; cf. Heb 10, 10) Yque le hace apto para cumplir la voluntad divina, es decir, todo «lo que es agradable ante él por medio de Jesucristo» (Heb 13, 21). M. Limbeck {)-ÉA1)(Jt~, Ero~, Í] thelesis acción de que-

rer, voluntad* Heb 2, 4: «conforme a su voluntad (de Dios)>>. ThWNT III 62s.

{)-ÉAro thelO querer l. Aparición en el NT y contenidos semánticos 2. Campo referencial - 3. {}ÉAW en los evangelios 4. {}ÉAW en las cartas de Pablo - 5. {}ÉAW en los escritos no paulinos. Bibl.: H. Riesenfeld, Zum Gebrauch von 8EAQ im NT: Arbeiten und Mitteilungen aus dem neutestamenffichen Seminar zu Uppsala 1, Uppsala 1936, 1-8; G. Schrenk, {}ÉAW, en ThWNT X, 1103s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, l103s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, l103s.

1. En el NT, itÉAW aparece 209 veces. Significa en la mayoría de los casos querer, ya sea en el sentido de desear (Mt 20, 21; 1 Cor 4,21; Gá14, 20 Y passim), o en el de decidir y tener intención de algo (Lc 13, 31; Jn 6, 67; Gál 1, 7; 1 Tes 2, 18 Y passim), o en el de mandar alguna cosa (Mt 18,23; Lc 1,62; Ap 11,6). De acuerdo con el uso de la LXX, que emplea neste verbo para traducir el ~ebreo lJafe~ be, «complacerse en», itÉAW puede significar también complacerse en, gustar de (Mc 12, 38; Mt 9, 13 / 12, 7 [en cita de Os 6, 6 LXX]; 27, 43 [en cita de Sal 21, 9 LXX]; Lc 20, 46; Heb 10, 5.8 [en cita de Sal 39, 7 LXX]; Col 2, 18). En el sentido, más desvaído, de tener ganas de algo, encontramos itÉAW en Hech 2,12; 17,20. Finalmente, en 2 Pe 3, 5, itÉAW tiene el significado insólito de: afirmar algo en contra de la realidad efectiva. 2. Los sujetos de itÉAW pueden ser Dios (Mt 9,13; 12,7; 27, 43; Rom 9,16.18 Y passim), el Cristo exaltado (1 Cor 4, 19) Y también el diablo (Lc 4, 6). Pero, en la mayoría de los casos, itÉAW significa el acto humano de querer algo. 3. Según el testimonio unánime de los escritos del NT, a la voluntad de Dios le corresponde la función básica y decisiva en la realización de la salvación humana y cósmica (-+ itÉAYIl.1u). Sin embargo, la voluntad humana no deja de tener importancia. Así lo vemos principalmente por el uso que se hace de itÉAW en los Sinópticos, en el cual son dignas de notarse varias cosas: a) De la voluntad de

1845 Dios se habla sólo en tres o cuatro pasajes: Mt 9, 13 / 12, 7 [cita de Os 6, 6 LXX]; Mt 20, 14.15, Y también indirectamente en Mc 14,36 par. Mt 26,39. b) Acerca de su propia voluntad, Jesús habla a lo sumo cinco veces: Mc 1, 41 par. Mt 8, 3 / Lc 5, 13; Mc 14,36 par. Mt 26, 39; Mt 23, 37 par. Lc 13, 34; Mt 15, 32; Lc 12, 49. c) En una ocasión se habla de la voluntad del diablo: Lc 4, 6. d) En todos los demás pasajes, es decir, 81 veces en los Sinópticos, itÉAW se refiere al acto de la volición humana. Si dejamos a un lado los pasajes teológicamente irrelevantes (Mt 2, 18; 5, 40.42; Mc 6, 22; Lc 5, 39; 8, 20 Y otros por el estilo), nos llama también la atención el que principalmente en dos contextos se hable de la voluntad del hombre: en relación con curaciones y en relación con el discipulado y seguimiento de Jesús. 1) En relación con curaciones: Mc 1, 40s par. Mt 8, 2s; Lc 5, 12s; Mc 10,51 par. Mt 20,32; Lc 18,41; Mt 15,28. El hombre tiene también que querer que le curen. 2) En relación con el discipulado y seguimiento de Jesús, ya sea porque Jesús formule directamente las condiciones que deba cumplir la persona que quiera ser su discípulo (Mc 8, 43s par. Mt 16, 24s; Lc 9, 23s; Mc 10, 35s.43s par. Mt 20, 21.26s; Mt 7, 12 par. Lc 6, 31; Mc 9, 35; Mt 19,17.21; Lc 14,28), o bien porque Jesús, en las parábolas, quiera ganar a personas para una determinada conducta (Mt 13, 28; 18,30; 21,29; 22, 3; Lc 15, 28; 19, 14, 27). La vida en el seguimiento de Jesús depende de que así lo quiera el individuo. Por eso, elllamamiento que Jesús hace para que le sigan, es una solicitud y una invitación, nunca una necesidad imperiosa (<
1846 ñorío de Jesús se manifiesta en su capacidad para obrar por propia voluntad (Mc 3, 13; 6, 48;7,24;9,30;Jn1,43;5,21;6,11;7, 1; 17, 24). 4. Si en la predicación de Jesús encontramos sólo pocos pasajes en los que Jesús hable acerca de su propia voluntad (-+ 3), vemos que esta reserva se modifica sorprendentemente en las Cartas paulinas: de los 53 pasajes en los que Pablo usa el verbo itÉAW en Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, 1 Tesalonicenses y Filemón, veinticinco se hallan en primera persona de singular (incluido Romanos 7), y dos en primera persona de plural, como circunlocución para decir yo. Pablo es consciente de que Dios es quien obra el querer humano y hace que ese querer prospere (Flp 2, 13; cf. Rom 9, 16.18). Sin embargo, esto no impide que Pablo quiera «que todos los hombres fueran como yo» (1 Cor 7,7; cf. 14, l8s), y ello no sólo, ni mucho menos, en la cuestión acerca del matrimonio o el celibato. El apóstol desea principalmente que su conocimiento se convierta también en el conocimiento de sus destinatarios (<<no quiero que ignoréis»: Rom 1, 13; 11,25; 1 Cor 10, 1; 11,3; 12, 1; 2 Cor 1, 8; 1 Tes 4,13) Y plasme así su conducta (cf. Rom 16, 19; 1 Cor 7,32; 10,20; 14,5; 2 Cor 12, 20). Siempre que Pablo, sea en Corinto o en Galacia, tropieza con una «voluntad extraña», se despierta su apasionada contradicción y resistencia: 2 Cor 11, 12; Gál 1, 7; 4, 9.17-21: 6, 12s. 5. En el centro de los demás escritos se halla el querer (o no querer) de los destinatarios (de las 23 veces que aparece itÉAW en tales escritos, dos veces se halla el verbo en primera persona de singular [Col 2, 1; 3 Jn 13], y una vez en primera persona de plural [Heb 13, 18]). La norma es la Escritura (cf. Heb 12, 17; Sant 2,20-26: 1 Pe 3,8-12) o la labor salvífica de Cristo (cf. 1 Tim 1,4-7; 2, 1-4: 1 Pe 3, 17s; Ap 2, 21). M. Limbeck

1847

t'tEp.tÉAWV, OU, 'tÓ themelion fundamento cimientos* ' {}c/lÉALO~, ou, ó themelios fundamento cimientos* ' {}E/lf,ALÓW themelioi5 cimentar, fundar establecer firmemente* ' 1. Uso y aparición de los términos - 2. Sentido literal - 3. Sentido figurado. Bibl.: A. Fridrichsen, Themelios, 1Kor 3, 11: ThZ 2 (~946~ 316s; P. L. Hammer, Canon and Theological Va-

nety In tht; Pauline Tradition: ZNW 67 (1976) 84-86; H. Muszynsky, Fundament, Bild und Metapher in den Handschriften aus Qumran. Studie zur Vorgeschichte des neutestamentlichen Begriffs 8EMEAIO:2: (AnBibl 61), Roma 1975; K. L. Schmidt, t}eIlÉf"W<; X'rt"., en ThWNT I1I, 63s. Cf. más bibliografía en ThWNT X 1104. '

1. 1tE/lÉALOV, -o~ se halla atestiguado en el griego profano, tanto en sentido literal como en sentido figurado (los primeros testimonios se encuentran en Homero). Se trata de un adjetivo sustantivado, en el que es más frecuente la forma masculina (por sobreentenderse Al1tO~). Sin embargo, en la mayoría de los pasajes del NT, no es posible determinar con seguridad la forma, por ser igual la terminación. La LXX usa igualmente 1'tE/lÉALOV, -o~, aunque lo hace sólo en sentido literal, si bien no debe excluirse que pasajes como Is 28, 16; 54, 11 hayan influido en el uso de la imagen del fundamento en el NT y en la literatura judía (¡Qurnrán!). El empleo del verbo coincide con el del adjetivo. La forma de adjetivo aparece en el NT un total de 16 veces, y el verbo, 5 veces. Sobre el uso figurado, que se encuentra únicamente en la literatura epistolar, cf. --+ olxo6o/l'IÍ, --+ É6QalW/la.

2. En los evangelios el sustantivo y el verbo se emplean únicamente en sentido literal. En la parábola de la casa cimentada sobre roca (Mt 7,21-27 par. Lc 6, 46-49), que sirve de final al sermón de la montaña y que ilustra metafóricamente el contraste entre el (simple) oír y (el oír acompañado del) hacer, Lucas usa dos veces el adjetivo sustantivado para referirse a los cimientos de la casa (6, 48.49). Mateo habla de la cimentación de la casa so-

1848 bre roca (Mt 7, 25; Lc 6, 48 tan sólo en una variante textual que está influida, evidentemente, por el pasaje paralelo de Mateo). De igual manera, 1tq.tÉALOV en Lc 14,29 (la imagen de la edificación de una torre) designa la cimentación (el fundamento) de la torre que se va a edificar. En Hech 16, 26 se denomina igualmente 1tE¡..tÉALa a los cimientos del edificio de la cárcel. E~ Heb 11, 10 Y Ap 21, 14.19 (dos veces), 1tE¡..tEALO~ designa los cimientos sobre los que se asienta la ciudad celestial o los doce (así 21, 14) sillares de la ciudad celestial, que se asientan (así 21, 14b) sobre el fundamento de los apóstoles; aquí aparece la imagen, corriente en la tradición apocalíptica, de los cimientos inconmovibles de la ciudad celestial puestos por Dios mismo. En Heb 1, 10 se cit~ el Sal 101, 26 LXX: Dios puso los cimientos de la tierra. 3. El uso de los términos en sentido figurado se limita a la literatura epistolar y tiene su centro de gravedad en la tradición paulina y post-paulina. Lo mismo que en la literatura judía (por ejemplo, 1QS 7, 17; 8, 4ss) y griega contemporáneas (por ejemplo, Epicteto, Diss 11, 15, 8), 1tE¡..tÉALOV, -o~ sirve para designar metafóricamente la edificación de la comunidad y la doctrina (<<edificio doctrinal»). Sobre la imagen de la edificación de la comunidad: Pablo no quiere edificar sobre fundamento ajeno (Rom 15, 20), entendiéndose por «fundamento» la labor de otros misioneros. En 1 Cor 3, 10-12 (tres veces) Pablo se compara con un «experto arquitecto» que pone el fundamento adecuado, el único cimiento que puede echarse, a saber, Jesucristo. Esta afirmación es una respuesta a los diversos partidos que pretenden basarse en sus correspondientes líderes. En Ef 2, 20 esta imagen se ha modificado esencialmente, porque ahora los apóstoles y profetas son los que definen el fundamento. La metáfora se emplea nuevamente de otra manera distinta en 2 Tim 2, 19: como se ve por el contexto, se entiende ahora como fundamento a la Iglesia (sobre el desarrollo de esta metáfora cf. Hammer).

1850

1849

En 1 Tim 6, 19 1'tE¡..tÉALOV designa la base para el futuro, una base que uno puede asentar por medio de buenas obras. En Heb 6, 1 el fundamento es la doctrina. Según Ef 3, 17, los destinatarios están cimentados en el amor; según Col 1, 23, permanecen firmemente asentados en la fe; con arreglo a 1 Pe 5, 10, Dios fundamenta (consolida) a los creyentes; en estos tres pasajes el verbo se refiere a personas. G. Petzke

t'tEp.tÉAW;, OU, ó themelios sillar, fundamento --+ 1'tq.tÉALOV.

t'tEp.tEALóm themelioi5 cimentar, fundar, establecer firmenente --+ 1tE¡..tÉALOV.

t'tEObí.bax'to;, 2 theodidaktos instruido por Dios* 1 Tes 4, 9: «habéis sido enseñados por Dios a amaros unos a otros». Cf. Bern 21, 6: «¡Llegad a ser 1'teo()[6ax'tOL!» (= ¡Dejad que sea Dios quien os enseñe!). ThWNT I1I, 122; Spicq, Notes 1, 372-374.

t'tEop.taxÉm theomachei5 luchar contra Dios Hech 23, 9: Koiné añade al anacoluto «¿Pero si un espíritu o un ángel le ha hablado - ?», la exhortación: ¡..t~ 1teo¡..taxw/lEv: «". ¡no resistamos a Dios!» (inspirándose seguramente en 5,39, --+ 1'teo¡..táxo~). ThWNT IV, 534.

t'tEOp.táxo;, 2 theomachos el que lucha contra Dios * Hech 5, 39: «No sea que os halléis luchando ~ontra Dios», en el consejo que da Gamahel. Será difícil que Lucas dependa directamente de Eurípides, Ba 45.325.1255 (1'teo¡..taXÉw). A. Vogeli: ThZ 9 (1953) 415-438; ThWNT IV, 534; H. Conzelmann, Apostelgeschichte2 (HNT), sub loco.

t'tEÓn:VEU(J'tO;, 2 theopneustos inspirado por Dios* En 2 Tim 3, 16 1tEÓ:n:VE'U(J'tO~ se halla en posición atributiva. Se refiere a :n:cwa YQacp'IÍ (<
t'tEÓ;, ou, Ó (Í) theos Dios (diosa) l. Uso general - 2. La perspectiva de la historia de las religiones - 3. Concepto - 4. Dios en el NT - a) Jesús - b) Los Sinópticos - c) Juan - d) Pablo - e) El resto del NT - 5. Deidades no cristianas - 6. Hombres divinos - 7. Uso polémico.

Bibl.: H. D. Betz, Gottmensch (H), en RAC XH, 234-312; Ch. Demke, Gott (IV), en TRE XIII, 645652; H. Merklein, Die Einzigkeit Gottes als die sachliche Grundlage der Botschaft Jesu: Jahrbuch für Biblische Theologie 2 (1987) 13-32; G. Reim, Jesus as God in the Fourth Gospel: The OT Background: NTS 30 (1984) 158-160; H. Ringgren, ''''lohfm, en DTAT 1, 282-302; J. Roloff, Gotteslehre (V), en EKU H, 300304; J. Schlosser, El Dios de Jesús, Salamanca 1995; W. Stenger, Die Gottesbezeichnung «iebendiger Gott» im NT: TThZ 87 (1978) 61-69. Sobre 1: Bauer, Worterbuch, s. V.; Chantraine, Dictionnaire, 429s; Frisk, Worterbuch 1, 662s; III, 104; K. Goldammer y otros, Gott (I-IV), en RGG H, 17011717; H. Kleinknecht, t}eó<;, en ThWNT III, 65-120 (bibl.); Liddell-Scott, s.v.; H. Ringgren,
1851 Sobre 4: H. D. Betz, Galatians, Philadelphia 1979, 213-219; Id., lesus as Divine Man, en FSfür E. C. Colwell, Philadelphia 1968, 114-133; Bultmann, Teología § 3,9,21,57; Conzelmann, Theologie, en el índice analítico S.v. Gott: J. Coppens (ed.), La Notion biblique de

Dieu: Le Dieu de la Bible et le Dieu des Philosophes, Gembloux 1976 (bibl.); Ch. Demke, «Ein Gott und viele Herren»: EvTh 36 (1976) 473-484; C. H. Holladay, Theios Aner in Hellenistic ludaism: A Critique of the Use of this Category in NT Christology, Missoula (Mont.) 1977 (bibl.); W. Schrage, Theologie und Christologie bei Paulus und lesus auf dem Hintergrund der modernen Gottesfrage: EvTh 36 (1976) 121-154; C. Spicq, Dieu et l'homme selon le NT, Paris 1961,13-100; D. L. Tiede, The Charismatic Figure as Miracle Worker, Missolula (Mont.) 1972 (bibl.).

1. En el NT (ó) {}EÓ~ es frecuentísimamente el término usual para designar a la divinidad. El nominativo aparece con o sin artículo determinado. Y también en otros casos puede faltar el artículo, sin que se observen diferencias de significado. Así que (ó) {}EÓ~ se ha convertido en término fijo (cf. BlaB-Debrunner § 254, 1; 268, 2; Bauer). ~ {}EÓ~ (Artemisa) aparece en Hech 19, 37 (-+ {}Eá, -+ 'AQ"tE¡,tL~). La práctica judía de evitar el nombre divino medianteuna circunlocución se encuentra también en el NT (cf., por ejemplo, Mt 5, 33-37; cf. BlaB-Debrunner § 130, 1; Billerbeck 1, 330ss; H. Bietenhard, ThWNT V, 248ss), pero no está aplicada sistemáticamente. Una razón de ello es que {}EÓ~ no es propiamente un nombre divino, sino un título a modo de predicado (cf. Kleinknecht, 65ss; Burkert, 406ss). La derivación etimológica de {}EÓ~ sigue siendo incierta (cf. Frisk; Chantraine). 2. Desde el punto de vista de la historia de las religiones, el concepto de {}EÓ~ enlaza con la teología judía de la época helenística. También en el NT se evita la mención del tetragamma (yhwh) (cf. L. M. Pákozdy: BHH I1I, 1956). Se ha recogido el monoteísmo (-+ d~, -+ !lóvo~) y la lucha contra el politeísmo, recurriéndose a la crítica helenística de la religión (Gá14, 8s; 1 Cor 8, 4-6: 10, 10; Rom 1, 18-23; Hech 7, 40; 8, 9ss; 12, 22; 14, 11ss; 17, 18ss; 19, 23ss). Aquel a quien se adora en

1852 el NT es considerado como «el único Dios verdadero» (Jn 17, 3; también 3, 33; Rom 3, 4; 1 Jn 5, 20) Y como «el Dios vivo» (Mt 16, 16; 26, 63; Jn 6, 57; Hech 14, 15; 2 Cor 3, 3; 6, 16; 1 Tes 1,9; cf. Ap 1,8). Por otro lado, la interprétación neotestamentaria de Dios y de su obrar es razón de separación entre el judaísmo y el cristianismo. El desarrollo se marca en la ampliación del predicado que se aplica a Dios mediante fórmulas cristológicas y soteriológicas (cf. Rom 15,6; 2 Cor 2,17; 11,31; Gál1, 1.3s; Ef 3,2, etc.). La separación de la comprensión judía de Dios va acompañada por un acercaminto a la comprensión de Dios propia de la filosofía helenística. El NT no desarrolló una teología propia, aunque existen principios de ello. Lo verdaderamente típico de la teología del NT consiste en el desarrollo de la cristología y de la soteriología. 3. Desde el punto de vista de los conceptos, en el NT, lo mismo que en el mundo antiguo en general, se presupone la existencia de Dios. Ahora bien, {}EÓ~ no designa propiamente la existencia de Dios, sino más bien su presencia, su epifanía. En el culto, el hombre invoca a Dios y experimenta su presencia (cf. 1 Cor 14, 24s). Esta experiencia puede ser de tipo entusiástico y expresarse en sobrecogedor asombro, en temor y alegría. Por parte del hombre, las reacciones adecuadas ante esta experiencia son la acción de gracias, la doxo10gía y la proskynesis (cf. Lc 17, 15s; 18, 9s; Jn 11,41; Rom 1, 8s; 7, 25; 16, 25s; Gál1, 5, etc.). Es nota característica de la comprensión neotestamentaria de Dios la relación entre la trascendencia y la cercanía. Por un lado, Dios está «en el cielo» (Mt 6, 9s par.; 7, 11; 11,25) Y separado estrictamente de todo lo de acá. Pero, por otro lado, él es omnipresente (Mt 6, 1-18; Ap 1, 8) Y omnisciente (Mt 6, 8.32; Hech 1, 24; 15, 8). Esta idea se halla formu1a- . da programáticamente en Jn 4, 24: «Dios es Espíritu, y los que le adoran, tienen que adorarle en el Espíritu y en la verdad». Por eso,

1853 es «idolatría» querer restringir su presencia al templo o a estatuas (Jn 4, 20ss; Hech 7, 48; 17,24; Rom 2, 22; 1 Cor 8, 4; 10,7.19; 12,2). En general, todos los términos tomados del lenguaje humano y del mundo conceptual humano no pueden aplicarse a Dios sino como metáforas. De ahí que todos los atributos de Dios deban considerarse como metáforas (-+ XÚQLO~, -+ Jta"t~Q, -+ {Í'ljno"tO~, etc). Tienen también carácter metafórico todas las construcciones de genitivo como ~aOLAda "tOu {}wu, 6úva!lL~ "tou {}wiJ, JtvEu¡,ta "tOiJ {}wu, ut6~ "tOiJ {}wiJ, etc. (cf. Bauer, Worterbuch,

648). Por eso, los intentos de definir a Dios siguen siendo la excepción (cf. Hech 14, 15ss; 17, 23ss; Rom 15, 33; 1 Cor 14, 33; 2 Cor 1, 3; 13, 11; 1 Tes 5, 23; 1 Pe 5,10): Dios es Espíritu (Jn 4,24), luz (1 Jn 1, 5), amor (l Jn 4, 7s.16). 4. Las enseñanzas acerca de Dios ocupan un lugar central en la proclamación del NT. Sin embargo, estas enseñanzas no se dan nunca como tema didáctico aislado ni como sistema teístico especulativo. Sino que se dan enseñanzas acerca de Dios, cuando se habla del hombre, es decir, de su relación con Dios, con sus semejantes y con el mundo. La cristología y la soteriología son, en su totalidad, enseñanza acerca de Dios. No pertenece únicamente a la enseñanza del NT, sino al conocimiento de Dios que era común en el mundo antiguo, el que los enunciados acerca de {}EÓ~ se formulen únicamente en el marco de la autocomprensión humana y de la experiencia humana de la vida. Por eso, el juicio de Bultmann acerca de la teología paulina es indiscutiblemente correcto y debe aplicarse a toda enseñanza acerca de Dios: «Toda frase sobre Dios es al mismo tiempo una frase sobre el hombre y viceversa. Por consiguiente, y en este sentido, la teología paulina es al mismo tiempo una antropología» (Teología, 245). a) La enseñanza de Jesús acerca de Dios se halla en relación sumamente estrecha con la enseñanza judía de su época. Dentro de la

1854 variedad de doctrinas acerca de Dios, propias de la teología judía de aquella época, la enseñanza de Jesús ocupa un lugar muy marcado. Esta peculiaridad no debe declararse sencillamente como «cristiana» ni debe contraponerse al judaísmo como si fuera antijudía. Es verdad que la enseñanza de Jesús acerca de Dios tiene perfiles nítidos y está orientada polémicamente, sobre todo contra los fariseos. Pero no sobrepasa el pensamiento judío, sino que se concentra en enunciados centrales de la tradición doctrinal. A la pregunta de cuál es el mandamiento supremo de la Torá, Jesús responde -en perfecto acuerdo con la ortodoxiapronunciando el se ma' yisra 'el, de Dt 6, 4: «Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios es un solo Señor» (Mc 12,28-34). Para Jesús no es tema de discusión el que haya o no que cumplir la Torá. Sino que lo único discutible es lo que a los ojos de Dios se considera como verdadero cumplimiento de la Torá. En la Torá Dios hace una exigencia al hombre entero (Mc 12,33), Y no se contenta simplemente con que se observen los diversos mandamientos según su sentido literal (véanse, a propósito, las denominadas antítesis del sermón de la montaña en Mt 5,21-48, así como sus principios hermenéuticos en Mt 5, 17-20). La proclamación que Jesús hace de la cercanía' de Dios se halla en íntima conexión con esta idea. El concepto principal es el «reino de Dios». La presencia de Dios se interpreta aquí como su ~aOLAda, es decir, a este concepto originalmente apocalíptico se lo hace venir desde su lejanía en el más allá y se lo sitúa en la «expectación de la cercanía»: «Se ha cumplido el tiempo, y el reino de Dios está cerca» (Mc 1, 15). Mostrar incesantemente esta cercanía de Dios: tal es el pleno sentido de la predicación (especialmente en las parábolas) y de los actos de Jesús. Esta cercanía de Dios encuentra su expresión en la oración: en la invocación «¡Padre!» (Mt 6, 9-13; Lc 11, 2-4: -+ a~~á, -+ Jta"t~Q). Aunque es cierto que esta invocación debe considerarse como tradicionalmente judía o incluso como co-

1855 sa común en el mundo antiguo (cf. H. Ringgren, en DTAT 1, 1-19; G. Schrenk, en ThWNT V, 951-959; G. Quell, en ibid., 965-968), sin embargo el empleo casi unilateral de esta invocación en la tradición acerca de Jesús indica que ésta fue típica de su enseñanza sobre Dios. La invocación de Dios como Padre pretende describir una relación de confianza entre Dios y el hombre, la cual no tiene más analogía humana que la relación que existe entre el hijo y su padre. Por lo que respecta al Padre hay que mencionar su solicitud y su bondad (Mt 6, 9-13 par.; 5, 45; 6, 25-33), su misericordia y su disposición para perdonar (Mt 6, 12 par.; 6, 14 par.; Lc 15, 1-10.11-32: 18,9-14, etc.). Por lo que respecta al hombre, corresponde a todo ello la «condición de hijo», una antigua expectación escatológica (cf. Mt 5,9; Rom 8, 19; 2 Cor 6, 18), que también ha llegado a estar cercana (Mt 5, 45.48; cf. Gál 3,26-28; 4, 4-7: 1 Tes 5, 5). La crucifixión de Jesús significó ciertamente la crisis extrema de esa fe en el Padre (cf. Mc 14,3236 par.; Lc 23, 34.36), pero -según la teología de Marcos- precisamente en el clamor de desesperación de Jesús «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» (Mc 15, 34) se manifiesta su condición de Hijo: «¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!» (Mc 15, 39). b) En los Evangelios sinópticos hay poco interés por desarrollar una doctrina sobre Dios. Mejor dicho: la cristología del Hijo de Dios es implícitamente enseñanza acerca de Dios (cf. Mc 1, 9-11.14s.24; 3, 11; 4, lIs; 8, 27ss; 14, 61ss par.; Mt 4, lss.13ss; 11, 25ss; 16, 13ss; 28, 16ss; Lc 2, lOss; 24, 19ss.25ss. 44ss; Hech 1, 3ss, etc.). c) Por el contrario, Juan desarrolla ulteriormente la doctrina sobre Dios, y lo hace en armonía con la cristología y la soteriología. Las cristologías de las fuentes recogidas por él se fusionan entre sí subsumiéndolas bajo la cristología del Logos (cf. el himno de Jn 1, 1ss). Jesús es el Revelador divino por excelencia, el Logos preexistente, el Creador del universo, que asumió forma humana e hizo su

1856 aparición como «Hombre divino». Sin embargo, sus criaturas le rechazaron; a los pocos discípulos que le reconocieron y aceptaron, les prometió el reino de Dios (cf. 3, 3.5; 18, 36). El título de Hijo de Dios está reservado para Jesús (1, 18.34.49; 3, 16ss y passim; 20, 31). El Padre le envió (3, 17.28.34; 5, 36.38; 6,29.57; 10,36; 17, 18ss; 20, 21), lo cual fue un acto de amor (3, 16.35; 10, 17; 14, 21ss; 15, 9; 17,24.26). En Jesús mostró Dios su ---+ M!;a (1,14; 2,11; 8, 54; 13, 31s; 14, 13; 17, 1ss; 21, 19). Como el perfecto Revelador de Dios, Jesús mismo es th::ó~ (1, lb; 20, 28). En este título de Jesús, que aparece por primera vez en el NT (pero cf. Flp 2, 6; así como también ---+ eLxwv) se transparenta el significado predicativo, más antiguo, de {}€Ó~. Es verdad que se hace diferencia entre el Padre y el Hijo: el Hijo «ha venido» del Padre (3, 2; 8, 42; 13, 3; 16, 27ss; 17, 8) Y ha asumido forma humana (1, 14) para revelar el conocimiento de Dios (3, 1ss.17ss; 10, 14s.38; 17, 3ss) y regresar luego al Padre (3, 8; 7, 33; 8, 14.21s; 13, 3.33.36; 16,5.10.17). Pero el Padre y el Hijo son uno (10, 30.38; 14, 17ss; 17, l1.21ss) en lo que constituye la esencia de la Divinidad: en el ---+ o:yém:'I1 (3, 16; 10, 14ss; 13, 1ss; 14, 21ss; 15, 9ss; 17, 23ss). Puesto que Dios es ayáJt'l1 (1 Jn 4, 7ss; 5, 1ss), Jesús -como quien la representa tan perfectamente (3, 1621; 4, 34; 5, 36; 17, 4.23; 19, 20.30)- es {}€Ó~.

d) En las Cartas paulinas auténticas se modifica escasamente la doctrina cristiana tradicional acerca de Dios. Por eso, el empleo numéricamente intenso de {}EÓ~ se halla en característica oposición al escaso interés que Pablo muestra por la doctrina acerca de Dios en sentido estricto. Sin embargo, él fija algunos acentos que merecen ser tenidos en cuenta. A pesar de toda la importancia que Pablo da a la cristología, sin embargo se mantiene estrictamente adherido al monoteísmo (---+ d~ 3): detrás de todo se halla la voluntad salvífica de Dios (Gá11, 4; 1 Cor 1, 1; 2 Cor 1,1; 8, 5; Rom 1, 10; 12, 2; 15, 32; ---+ 'frÉA'I1!W 5).

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Dios es el origen de toda XáQL~ (Rom 1, 7; 3, 24; 5, 15ss; 1 Cor 15, 10) Y la meta de la redención (1 Cor 15, 20-29). Gran peso se da al juicio final y a la exigida ---+ C)LXaLOOÚV'I1 (Gá1 2, 15-21: 5, 5; Rom 1, 16s; 3, 21ss; 8, 3ss). Con estos presupuestos, se elabora intensamente la doctrina acerca de la cólera de Dios (Rom 1, 18ss; ---+ oQYIÍ). En relación con lo mismo, el apóstol hace una dura crítica contra la decadencia contemporánea en el ámbito de la religión (Rom 1, 18-24) Y de la moral (1, 25-32). Esta crítica se halla intensamente influida por la filosofía helenística. El fin supremo para Pablo y su evangelio es también la recta adoración de Dios (Rom 12, 1-2; Gál 4, 8-10). e) La doctrina acerca de Dios en las deuteropaulinas y en las pastorales se limita a la trasmisión de fórmulas doctrinales (cf., por ejemplo, Ef 2, 4-10; 4, 5s). En ello aparece claramente la armonización con el lenguaje y la manera de pensar de los misterios (Ef 3, 119; 4, 24; Col 3, 1-4.12-17) o de la religiosidad helenística ordinaria (cf., por ejemplo, la síntesis del tÉAO~ cristiano en 1 Tim 1,5-11). N o habrá que decir muchas cosas más acerca de Hebreos, 1-2 Pedro, Judas y Apocalipsis. Tan sólo que en estos escritos ocupa un lugar destacado la manera de hablar del judaísmo de la Diáspora, incluida la apocalíptica. 5. El título {}€Ó~ se aplica sólo polémicamente a deidades no cristianas (Hech 7, 40.43; 19, 37; 2 Tes 2, 4), con excepción del «Dios desconocido» (Hech 17, 23). Conceptos como OL A€yÓf.LEVOL {}€OL (1 Cor 8, 5) Y OL
{}EÓ~ (---+ 4.c). Pero aun esta cristología ha de justificarse contra la acusación de la deificación de hombres (Jn 10, 29ss).

7. Se valora negativamente el término cuando en Flp 3, 19 se afirma de los adversarios diciendo que su dios es el vientre. Parece que esta crítica es originalmente un proverbio, dirigido quizás contra los epicúreos (cf. Billerbeck I1I, 622; Lohmeyer, Die Briefe an die Philipper, an die Kolosser und an Philemon' [KEK], 154s). Aun al diablo se le puede llamar ó {}€6~ tOV aL&vo~ toútou (2 Cor 4,4). H. D. Betz {}€Ó~,

{}EÓ;, olí, i¡ theos diosa* En Hech 19,37 dice el secretario municipal (v. 35) que Pablo y sus compañeros «no son ladrones de templos ni blasfeman contra nuestra diosa (Artemisa)>>. {}EoOÉ~Eta, a;, i¡ theosebeia veneración de Dios, religión* En 1 Tim 2, 10, en la parenesis dirigida a las mujeres, se dice que éstas deben «profesar la religión por medio de buenas obras». El sustantivo, además de encontrarse en 2 Clem 20,4, aparece principalmente en Diogn (1, 1; 3, 3; 4, 5.6; 6, 4). ThWNT I1I, 124-128; X, 1109 (bibl.); Spicq, Notes 1, 375-378. {}EOOE~Í);, 2 theosebes piadoso, temeroso

de Dios* Jn 9, 31: «Si alguien es temeroso de Dios y hace su voluntad (la voluntad de Dios), Dios le escucha». ThWNT I1I, 124-128; X, 1109 (bibl.); Spicq, Notes 1, 375-378. {}EOOtVyÍ);, 2 theostyges el que aborrece

a Dios* Antes del NT, este adjetivo se halla atestiguado únicamente con el significado pasivo de quien es odiado por Dios (por ejemplo,

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1859 en Eurípides, Tro 1213), y también de quien ha sido abandonado por Dios. Pero en el catálogo de vicios de Rom 1, 30 habrá que entenderlo con el significado activo de quien aborrece a Dios (este sentido aparece clarÍsimamente en PsClem Hom 1, 12) (cf. el sustantivo {tEoatuytu, «odio contra Dios», en 1 Clem 35, 5). -3EÓ't1)~, 1)'to~, 'Í] theotes deidad, (el) ser

dios* Bibl.: H. S. Nash, 0ELÓ,r¡<; - 0EÓ,r¡<;, Rom. /. 20; Col. /l. 9: JBL 18 (1989) 1-34; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 120s; E. Stauffer, l'tEÓ,11<;, en ThWNT I1I, 120.

El sustantivo abstracto {tEót'f]<;, derivado de {tEÓ<;, no aparece en el NT sino en Col 2, 9: En Cristo habita J'tav to ---;. J'tA:'ÍQúl¡.tU t'fj<; {tEÓt'f]tO<; aúl¡.tUtLxW<;. El sustantivo {tEÓt'f]<; falta, por ejemplo, en la LXX y en Josefo, pero se halla atestiguado en el helenismo (Plutarco, Luciano, Proclo); véanse también los testimonios en el CorpHerm 12, 1; 13, 7a. {tEÓt'f]<; (a diferencia de {tELÓt'f]<;, «divinidad» [G6ttlichkeit, divinity] significa deidad [Gottheit, deity]. En la literatura de la Iglesia antigua (ya en Herm [m] 10,1,4; 11,5.10.14), {tEÓt'f]<; adquiere importancia y esempleado con frecuencia; cf. PGL s. v. (637-639). El sentido del pasaje de Colosenses no está completamente claro. Puede significar: En Cristo habita la Deidad (no sólo parcialmente, sino) en toda su plenitud (cf. Bornkamm, Aufsatze 1, 144s). Sin embargo, a la luz de Col 1, 19 (en Cristo habita J'tav to J'tA:'ÍQúl¡.tU), parece que el genitivo t'fj<; ltEÓt'f]to<; es más bien epexegético: En Cristo habita toda la plenitud, es decir, la Deidad, corporalmente/realmente (cf. J. Emst, Kolosserbrief [RNT], 198-200). La ampliación actualizadora de 1, 19 (Schweizer, 120s) da una explicación adicional del término J'tA"ÍQúlftU, con respecto a su contenido esencial (Emst, Kolosserbrief, 199). Ahora bien, en Cristo habita «no sólo la esencia divina en sí misma, sino que al mismo tiempo habita también, juntamente con el cuerpo de la

resurrección, el comienzo de la creación redimida» (ibid., 200). G. Schneider eEÓCfJtAO~, OV Theophilos Teófilo* Bibl.: Beginnings 1I, 507; IV, 2; H. J. Cadbury, The Book of Acts in History, London 1955, 113; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte7 (KEK), Géittingen 1977, 105; H. Schürmann, Das Lukasevangelium (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 13s; B. H. Streeter, The Four Cospels, London 1936,539; A. Véigtle, Was hatte die Widmung des lukanischen Doppelwerks an Theophilos zu bedeuten?, en Id., Das Evangelium und die Evangelien, Düsseldorf 1971, 31-42; A. Wikenhauser, Theophilos, en LThK X, 87.

1. El nombre griego E>EÓqJLAO<; aparece desde el siglo III a.C. Por el elemento teofórico neutro de este nombre, también los judíos lo adoptaban frecuentemente como nombre propio (Cadbury). 2. Teófilo, a quien Lucas dedicó su Evangelio y el libro de Hechos, fue instruido -según Lc 1, 4- en la doctrina cristiana y, por tanto, se hizo cristiano. Por el nombre, no se puede deducir que ésta persona fuera de origen griego o de origen judío. El vocativo xQátLatE (Lc 1, 3; omitido en Hech 1, 1) puede designar a una persona que sea miembro de la clase social de los senadores o de la de los caballeros (vir egregius o clarissimus). Sin embargo, en Lc 1, 3 no se trata de aplicar un tÍtulo, sino que es sencillamente una manera respetuosa de dirigirse a una persona (<<muy distinguido Teófilo»). Por tanto, no hemos de deducir de ahí que la fe cristiana se hubiera difundido ya entre las clases altas, en tiempos de Lucas. Hay señales claras de que así fue hacia el año 200 p.e. (Tertuliano, Apo137, 4). Lucas no presenta a Teófilo como a una persona de condición social elevada, sino como a un cristiano que le merece respeto. Se trata, pues, de una figura histórica; el nombre no es símbolo de todos los que son amados por Dios (así piensan los Padres desde Orígenes); tampoco es el seudónimo de un cristiano en la clandestinidad, que fuera miembro de la casa

1861

eEóqJLAO~ - (}EQUJtEÚúl

imperial romana (T. Flavius Clemens, cónsul en el año 95 p.C., así piensa Streeter). La dedicatoria a Teófilo no hace que la obra escrita por Lucas sea un escrito privado, sino que acentúa la intención del autor de exponer el kerygma apostólico en todo su significado universal. W. P6hlmann

-3EQa:n:EÍa, a~, 'Í] therapeia servicio, curación, servidumbre de la casa ---;. ltEQUJtE'ÚW 7.

-3EQa:n:Eúro therapeuo curar, sanar 1. Significado fundamental y aparición en el NT 2. Clases de curaciones - 3. La relación de la curación con la proclamación de Jesús - 4. La manera de realizar las curaciones - 5. Las curaciones obradas por los apóstoles - 6. l'tEQUJtEÚW en contextos no mesiánicos 7. l'tEQUJtElu.

Bibl.: O. Betz, Heilung-Heilungen (1), en TRE XIV, 763-768; O. Betz-W. Grimm, Wesen und Wirklichkeit der Wunder Jesu, Frankfurt a. M. 1977, 30-66; H. W. Beyer, l'tEQUJtEÚW, en ThWNT III, 128-132; J. A. Comber, The verb therapeuo in Matthew's Cospel: JBL 97 (1978) 431-434; R.-M. Hengel, Die Heilungen Jesu und medizinisches Denken, en Medicus Viator (Festgabefür R. Siebeck), Tübingen 1959,331-361; L. P. Hogan, Healing in the Second Tempel Period, Freiburg 1992; B. Lindars, Elijah, Elisha and the Cospel Miracles, en C. F. D. Moule (ed.), Miracles, New York '1966,62-79; H. K. Nielsen, Heilung und Verkündigung. Das Verstiindnis der Heilung und ihres Verhiiltnisses zur Verkündigung bei Jesus und in der iiltesten Kirche, Leiden 1987; A. Nolan, Jesus Before Christianity, New York 1977, 30-36; K. Seybold-U. Müller, Krankheit und Heilung (Kohlhammer Taschenbücher 1008, Biblische Konfrontalionen), Stuttgart 1978; A. Suhl, Die Wunder Jesu, Ereignis und Überlieferung, Gütersloh 1968, esp. 7-23; G. TheiBen, Urchristliche Wundergeschichten (StNT 8), Gütersloh 1974, 98-10 1. Para más bibliografía ThWNT X,1109.

1. El verbo aparece 43 veces en el NT, especialmente en Mateo (16 veces) y en Lucas (Evangelio 14, Hechos 5); en Marcos aparece 5 veces, en el Evangelio de Juan una vez y en el Apocalipsis 2 veces. Los detallados relatos de los evangelios nos permiten ver que {tEQUJ'tEÚW, en la tradición acerca de Jesús,

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no designa un proceso terapéutico en el sentido moderno, sino el efecto de la acción salvífica de Jesús. La manera de hablar del NT enlaza así con la última fase del desarrollo lingüístico del término en el ámbito griego, en el que {tEQUJ'tEÚW significa primeramente «servir» y luego -teniendo en cuenta el servicio que prestan los médicos- puede significar también «cuidar a un enfermo», «darle tratamiento médico». De ahí no hay más que un pequeño paso al sentido efectivo de «curar», «devolverle a uno la salud» (por ejemplo, en Platón, Gorg 513d; cf. Beyer, 128s). Sin embargo, en lo que respecta a las curaciones obradas por Jesús, se recomienda -por su sentido escatológico y la presencia de lo milagroso- (---;. 3) la traducción de curar (milagrosamente) o sanar, es decir, restaurar en una persona el estado de salud. El verbo aparece algunas veces en palabras de Jesús (Mt 8, 7; Lc 14,3), pero en la mayoría de los casos lo encontramos en frases de los narradores que hacen referencia una curación, y con mucha frecuencia en sumarios y observaciones redaccionales (Mc 1,34; 3, 10; 6,5.13; Mt 4, 23s; 8, 16; 12,22; 14, 14; 15, 30; 19,2; 21, 14; Lc 4, 40; 5, 15; 6, 18; 7, 21; 8,2). 2. {tEQUJ'tEÚW se refiere tanto a actividades exorcÍsticas (Mt 4,24; 12,22; 17, 16; Lc 6, 18; 8, 2) como a la eliminación de dolencias físicas cual la ceguera o las parálisis (por ejemplo, en Jn 5, 10). Esta es una razón, entre otras, para que no hagamos una distinción demasiado forzada entre las curaciones obradas por Jesús y las expulsiones de demonios llevadas a cabo por él. 3. Los actos de curación no se narran bajo el aspecto de la interrupción de la causalidad de las leyes de la naturaleza, sino como manifestación del reino de Dios en la lucha mantenida por los poderes (cf. principalmente Mt 11,2-6: 12,28). Por eso, tales actos se denominan repetidas veces buvá¡.tEL<; (Mt 11, 20s; 14, 2; Mc 6, 2.5.14; 9, 39; Hech 2, 22) y se mencionan junto a la proclamación del evan-

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gelio (Mt 4, 23; 9, 35). El {}EQU:rtE'ÚELV obrado por Jesús consiste en salvar la vida y restaurar el estado de la creación (Mc 3, 2.4.5; cf. 8, 25; Lc 13, 13), romper las cadenas de Satanás (Lc 4, 18; 13, 16; cf. Mc 3, 27; 7, 35), Y es siempre un acontecimiento escatológico, calificado como tal por la preferencia con que Jesús obra sus curaciones en día de sábado (Mc 3, 4; Lc 13, 16; 14, 3; Jn 5, 9; 9, 14). El tiempo del fin es, según Is 61, ls y Lc 4, 19; Mt 11, 28, tiempo de «sábado». El conflicto de Jesús con los fariseos en torno al sábado manifiesta dos comprensiones distintas de {}EQU:rtE'ÚW: los evangelistas, con este vocablo, describen (Lc 13, 13.16; cf. Jn 5, 9ss; 9, 14ss) un acontecimiento salvífico (escatológico, anunciado proféticamente [cf. Is 26, 19; 35, 5ss; 53, 4; 61, lss]); los fariseos piensan en una actividad médica y profana, que está prohibida en día de sábado (Lc 13, 14; cf. Jn 5, 9ss; 9, 14ss). 4. Son importantes cuatro aspectos de la actividad sanadora de Jesús: a) El motivo: La iniciativa procede normalmente de los enfermos; Jesús cura por apasionada misericordia, llegando a veces a sentir cólera santa ante los daños que sufren las criaturas de Dios (Mc 1,41.43; 3, 5; 6, 34; 7,34; 8, 2; 9, 19; Jn 11,33.38). b) Los medios externos: Muy raras veces son intervenciones «médicas» o «medicamentos» (Mc 7,33; 8,23); con más frecuencia es un simple contacto como tomar de la mano o imponer las manos (Mc 1,31; 5, 23.41; 6, 5; 7,32; 8, 23.25; 9, 27; Lc 4, 40; 13, 13; 14,4). c) La fuerza que se halla detrás de la curación: La fe (enraizada en la voluntad) de los enfermos, una fe absoluta y que mueve montañas (Mc 6, 5s; 5, 28s.34; 10,52; Lc 17,19; cf. Mc 11,23; Mt 17, 20), o de quienes interceden por el enfermo (Mc 2, 3-5: 5, 36; 7, 25ss; 9, 23s; Mt 8, 5ss; 15,28): una fe que coopera con la fe o con la voluntad concentrada de Jesús (Mc 1, 40ss; 9, 24; Mt 15, 28). d) Es característico de Jesús el poder creador: basta pronunciar (tan sólo) una palabra;

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«inmediatamente» (EU{}'Ú<;, :rtuQuXQfjftu) esa palabra se hace realidad, como la palabra del Creador que vence a la muerte y al caos (Gén 1-2): Mt 8, 8.13; Mc 1, 41s; 2, lIs; 3, 5; 7, 34s; Lc 13, 12s; cf. también las palabras de «lucha» en Mc 1, 25s; 5, 8; 9, 25s. 5. Los Doce son hechos partícipes de la autoridad mesiánica: se los envía en parejas a predicar la basileia y a obrar curaciones milagrosas (Mt 10,1; Le 9, 1s; 10,9; cf. Me 3,15; 6, 7). De los éxitos de curación se informa en Mc 6, 13; Lc 9, 6; 10, 17; de un fracaso, en Mc 9, 18. También la predicación post-pascual de los apóstoles va acompañada por curaciones milagrosas ({}EQU:rtE'ÚW: Hech 4, 14; 5, 16; 8, 7; cf. 3, 1ss; 8, 7; 9, 32ss; 28, 8s), que ahora -¡en contra de la intención de Jesús!- serían consideradas como a'l']ftELu de fuerza probativa (Hech 4, 16; 5, 12). 6. En Hech 17,25 se usa {}EQU:rtE'ÚW (como se había usado ya en Platón Euthyphr 13d) para referirse al servicio de culto, del que no tiene necesidad el Creador del cielo y de la tierra y Padre de Jesucristo. - {}EQU:rtE'ÚW se usa en sentido no mesiánico para referirse a una curación transitoria de la herida del dragón, del anticristo (Ap 13, 3). 7. El sustantivo itEºal'tEta, curación, servidumbre de la casa*, corresponde al significado del verbo en los relatos sobre Jesús (Lc 9, 11), Y también en Ap 22, 2, donde se habla del árbol cuyas hojas sirven para la «curación milagrosa» de los pueblos. En la parábola de Lc 12, 42, el término se usa para referirse a los criados de la casa; para atenderlos debidamente, el amo busca un fiel mayordomo. W. Grimm

3EQ
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3EQí~ro therizi5 cosechar* {}eQLof-Lót:;, ou,

ó therismos cosecha*

1. Aparición y significado - 2. {}EQl~w: campos referenciales - 3. {}EQl~w: enunciados en el NT 4. {}EQt(JflÓ~. Bibl.: A. van der Born, Ernte, en BL, 432s; Dalman, Arbeit I1I, 1-66; Haag, Diccionario, 385s; F. Hauck, {}EQl~w, {}EQl(JflÓ~, en ThWNT n, 132s; F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), Freiburg i. Br. 1974, 403407; Schulz, Q. 288-298; A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse der synoptischen Evangelien (StANT 29), München 1971,226-272. ef. más bibliografía en ThWNT X, 1109.

1. En el NT, el verbo aparece 21 veces; el sustantivo, 13 veces. Pablo no utiliza el sustantivo, pero emplea 7 veces el verbo; en la restante literatura epistolar, tan sólo Santiago conoce el verbo (lo usa una vez). Las demás apariciones del término se distribuyen entre los Sinópticos, el Evangelio de Juan y el Apocalipsis: el verbo aparece tres veces en Mateo y otras tantas en Lucas, cuatro veces en Juan y tres veces en el Apocalipsis; el sustantivo aparece una vez en Marcos, seis veces en Mateo, tres veces en Lucas (Evangelio) y una vez en el Apocalipsis. El significado literal de {}EQt~W, cosechar, se encuentra en Mt 6,26 (par. Lc 12,24) y Jn 4, 36 (bis); pero ya Jn 4, 36 muestra la transición al sentido figurado, porque lo de «recoger la cosecha» se asocia con la «vida eterna». También en Sant 5, 4 se entiende en sentido literal lo de los que cosechan. El sustantivo se usa en sentido literal en Jn 4, 35 (bis).

2. Con frecuencia {}EQt~W aparece en conexión con a:rtdQw (sembrar): Mt 6, 26; 25, 24.26; Lc 12, 24; 19, 21.22; Jn 4, 36b.37; 1 Cor 9, 11; 2 Cor 9,6 (bis); Gál 6, 7.8 (bis). «Sembrar y cosechar» designan el principio y el fin de un proceso de crecimiento. El uso proverbial de estos términos (Gál 6, 7b; Mt 25, 24.26; Lc 19, 21.22; Jn 4, 37) demuestra que se ha recibido una expresión figurada del AT (Rut 2, 3ss; Prov 22,8; Job 4,8; Ec10 7, 3) Y se la ha reinterpretado redaccionalmente. En Ap 14, 15 (bis + {}EQLOftÓt:;) se ha recogido

tradición apocalíptica: al que está sentado en la nube se le recomienda que mande la hoz y coseche, «porque ha llegado la hora de cosechar, pues la mies de la tierra está madura» (--> 3.e), cf. ApEsd (gr) 4, 28ss; ApBar (sir) 70, 2ss; con la imagen de la siembra y de la cosecha va unida la idea del juicio. 3. a) En 1 Cor 9, 11 Pablo distingue entre sembrar bienes espirituales y cosechar beneficios materiales (ta aUQxLxá); los misioneros cristianos tienen derecho al sustento terreno (cf. Rom 15, 27), después de haber sembrado antes los bienes espirituales. En Gál 6, 7b9 se expresa la idea del juicio. El v. 7b inicia el curso del pensamiento con el proverbio: «Lo que el hombre siega, eso cosechará». El v. 8 ofrece en el plano teológico la prueba de lo acertadas que son estas palabras: la contraposición entre sembrar y cosechar se muestra como un contraste soteriológico entre --> aáQs y --> :rtVEUftU o entre lo perecedero y la vida eterna (cf. Rom 6, 20-23). Mientras que en 2 Cor 9, 6 la oposición expresada por la metáfora se aplica a la correspondencia que existe entre los actos y la retribución, vemos que en Gál 6, 7b-9 el enunciado se radicaliza: El «futuro escatológico» (MuBner, sub loco) acentúa que la perdición o la vida eterna brotan, por decirlo así, del terreno en que se ha sembrado. Pero no se desatiende la motivación ética, como lo demuestra el uso de {}EQt~w en el v. 9. La relación entre la siembra y la cosecha «contiene energía motivadora que impulsa la acción del hombre en el eón presente» (Hauck, 133); el indicativo tiene su continuidad en el imperativo, como llamamiento a la responsabilidad del hombre para que no se canse de hacer el bien. b) Mt 25, 24.27 Y Lc 19, 21.22 usan dos veces el verbo en la parábola acerca de la suma de dinero confiada. El criado malvado, que no ha negociado con su dinero, dice -por miedo y para justificarse- que su amo es duro (axA'I']Qót:;; en Mateo aparece únicamente aquí) o severo (uua't'l']Qót:;; hapax legomenon en Lucas); quiere cosechar donde no ha sem-

1867 brado; quiere recoger donde no ha esparcido (Lucas ha modificado y traspuesto el texto: Schulz, Q, 291; de otra manera piensa Weiser, quien no sitúa la parábola en la tradición de Q). En el v. 26 la acusación del criado es confirmada por el amo (cf. Jülicher 11,483), pero en forma de pregunta: el amo coge al criado por la palabra del criado y justifica así su acción judicial. c) Jn 4, 36-38 se halla en el contexto de la teología de la misión. En ella el que cosecha recibe ya desde ahora su recompensa, que se define más concretamente como fruto para la vida eterna (v. 36a); porque el que siembra y el que cosecha deben regocijarse juntos (cf. el gozo de la cosecha en Is 9, 2; Sal 125, 5s LXX), a saber, el Padre y el Hijo (R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, 519). Después del proverbio que sirve de transición en el v. 37, vemos que el v. 38 concreta la idea: En el futuro (cf. 20, 21) los que cosechen serán los discípulos, enviados por Jesús, aunque no sean ellos los que hayan pasado las fatigas. «La labor de los discípulos consiste únicamente en cosechar» (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK] 147). d) En el anuncio de juicio contra los ricos, en Sant 5, 1-6, se presenta a modo de ejemplo a los terratenientes que no han querido pagar el salario justo. El v. 4, que está formado en paralelismo sintético, habla en la segunda parte del clamor de los que trabajaron en la cosecha, un clamor que llega a los oídos de Dios (cf. Gén 4,10; Is 5, 9; Hen [et] 47,1; 97, 5). El contenido del enunciado se había formulado ya en el AT (Eclo 34, 25s; Dt 24, l4s; Lev 19, 13 Y passim) y expresa la idea de que Dios hace justicia a los que han sido desposeídos de sus derechos y hará pagar a los ricos por su conducta injusta. e) Ap 14, 15.16 anuncia mediante la imagen de la cosecha el juicio final. El Hijo del hombre (en 19, 11-13 se concreta el enunciado, todavía impreciso, de 14, 14) tiene en su mano la hoz (DQÉnuvov, en el NT el término aparece únicamente en Mc 4, 29 y siete veces en Ap 14), para segar la mies, que está ya más

1868 que madura. La imagen de la cosecha no se desarrolla más. Pero se refiere seguramente a la reunión escatológica de los elegidos por parte del Hijo del hombre (cf. Mc 4, 29; 13, 27; Mt 3, 12; 9, 37; 13, 30). Será difícil pensar aquí en la recolección de los que se pierden (así, entre otros, E. Lohse, Offenbarung [NTD],79). 4. frEQLOflÓe:; se emplea en sentido literal en Jn 4,35. El enunciado en materia de teología de la misión (---+ 3.c) se introduce mediante la constatación: quedan aún cuatro meses para que llegue (el tiempo de) la cosecha. Jesús corrige esta manera de ver las cosas (<>, es decir, hay que comenzar a recoger ya la cosecha. Mc 4, 29 (material peculiar) emplea la metáfora de la cosecha para formular un enunciado acerca de la actividad judicial de Dios. La parábola de la siembra que crece por sí misma termina con una cita de JI 4, 13: Si la semilla rinde su fruto, entonces ha llegado ya el tiempo de la cosecha. En Mt 13, 30 (bis, material peculiar).39 la idea es: la mala hierba y el trigo crecen juntos y no serán separados sino en el día de la cosecha. Mateo aplica este enunciado metafórico a la situación de su comunidad: en la interpretación de la parábola (Mt 13, 36-43) la cosecha se entiende como el final del eón presente y, por tanto, como el final del tiempo de prueba para la comunidad. De Q tomaron Mt 9,37 y Lc 10,2 ellogion: «La mies es mucha, pero los obreros son pocos ... » (frEQL<JfA.Óe:; aparece aquí tres veces en cada uno de los pasajes: Mt 9, 37. 38a.b; Lc 10, 2b.c.d). La imagen, tomada de la vida cotidiana en Palestina, señala la necesidad de recolectar en seguida la mies ya madura y, por tanto, de disponer del mayor número posible de trabajadores para la recolección. Por medio del logion se pone de relieve la terrible discrepancia entre la urgencia de la tarea y el escaso número de trabajadores disponibles

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(cf. A. Polag, Die Christologie der Logienque!le [WMANT 45], reimpresión en 1977,71). En Ap 14, 15 se halla la frase: «la cosecha de la tierra», ---+ 2 y 3.e. A. Sand

-3f.Qta"ó;, ou, ó therismos cosecha ---+ frEQL~(JJ

-3f.Qla'tÍ);,

rigidas las Cartas a los Tesalonicenses (1 Tes 1, 1 Y 2 Tes 1, 1) se dice: «a la btXA'I']<JLU E>E<J<JUAOVLXÉWV». En Hech 20, 4 se menciona a los tesalonicenses Aristarco y Segundo como compañeros de Pablo. En 27, 2 se menciona otra vez a Aristarco (<<macedonio de Tesalónica») como compañero de Pablo.

(4).

ov. Ó theristes recolectador, se-

8EaaaAOVtXll, 1]; Thessalonike Tesaló-

En Hech 28, 3 se habla de la víbora que, «a causa del calor ardiente» (ano Lije:; frÉQfA.'I']e:;), saltó de la brazada de leña y mordió en la mano a Pablo sin soltarla.

nica* Nombre de una ciudad macedónica situada junto al Golfo Termaico (fundada hacia el año 315 a.c., al norte de la antigua ciudad de Terme). Pablo fundó allí una comunidad cristiana: Hech 17, l-lOa. El v. 1 menciona una sinagoga judía en la que Pablo predicó durante tres semanas (v. 2). No sólo judíos sino también «griegos temerosos de Dios» abrazaron la fe (v. 4). Por parte judía se instigó un alboroto en contra de Pablo y Silas (vv. 5-lOa). Y, así, a los judíos de Berea se los llama «de más nobles sentimientos que los de Tesalónica» (17, 11). En 17, 13 se menciona a «los judíos de Tesalónica». En Flp 4, 16 Pablo habla de su estancia en Tesalónica, durante la cual los filipenses le enviaron ayudas. En 2 Tim 4, 10 se dice que Demas abandonó a Pablo y se marchó a Tesalónica. Bibliografía sobre la historia de la ciudad y de la comunidad cristiana que había en ella: Pauly-Wissowa VI/1, 143-163; DACL XV/1, 624-713; B. Rigaux, 1/2 Thessaloniciens (EtB), 3-32; RGG VI, 850s; LAW 3069; LThK X, 108-111: Pauly, Lexikon V, 761-763 (bibl.); w. Elliger, Paulus in Griechenland, Stuttgart 1978,78-116.

-3iQo;, OU;, 'tó theros verano*

8EUbci;, ci Theudas Teudas*

gador* En el NT, el término aparece únicamente en Mt 13, 30.39. Dícese de los segadores que primero tienen que recoger la mala hierba y atarla en manojos (v. 30). En la interpretación alegórica de la parábola, los frEQLOLUL son los ángeles (v. 39), que reunirán a los «hijos del maligno» (vv. 38, 41s).

-3f.Q"atvo"at thermainomai calentarse* En Mc 14,54.57 dícese que Pedro se calentaba (frEQflaLVÓflEVOe:;, par. Jn 18, 18b.25) junto al fuego. En Jn 18, 18 se dice que los sirvientes habían encendido una hoguera «y se calentaban». En Sant 2, 16 se habla de quienes se niegan a dar ayuda real a los pobres y los despiden con las palabras: «¡calentaos y saciaos!» (de los vestidos se habla también en Ag 1,6; Job 31, 20).

-3iQ"ll, 11;, tl therme carlor ardiente*

En la parábola de la higuera (Mc 13, 28 par. Mt 24, 32/ Lc 21, 30): Cuando el árbol echa hojas, «sabéis (= se sabe) que está cerca el verano».

9EaaaAOVtXf.Ú;, im;, ó Thessalonikeus tesalonicense* Habitantes de la ciudad de ---+ E>E<J<JuAovL')('1'] (Tesalónica). En el destino al que van di-

Según Hech 5, 36, Gamaliel recuerda la aparición en público de Teudas y de sus cuatrocientos seguidores: «El fue muerto, y todos los que le seguían fueron dispersos y aniquilados». Según Josefo, Ant XX, 97-99, la rebelión del insurgente judío Teudas tuvo lugar en tiempo del gobernador Cuspio Fado (a partir del año 44 p.C.), por lo cual la datación ofrecida por Hechos es cronológicamente inexac-

1871 tao Schürer 1, 566s; Schürer, Historia 1, 584; E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), 246 Y 251s.

-3eroQfro thei5rei5 ver, mirar, observar, contemplar como espectador 1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. 'frfúlQÉúl en Juan.

Bibl.: R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes (KEK), Gottingen 10 1968; E. Haenchen, «Der Vater, der mich gesandt hat», en Haenchen 1,68-77; F. Hahn, Sehen und Glauben im Johannesevangelium, en FS Cullmann 1972, 125-141; W. Michaelis, ÓQáúl xt/..., en Th WNT V, 315-368; F. MuBner, Die johanneische Sehweise und die Frage nach dem historischen Jesus (Quaestiones Disputatae 28), Freiburg i. Br. 1965; H. Schlier, Glauben, Erkennen, Lieben nach dem Johannes, en Schlier, 11, 279-293; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1-I1I, Barcelona 1980; H. Wenz, Sehen und Glauben bei Johannes: ThZ 17 (1961) 17-25.

1. En el NT, 'ltcroQÉro aparece 58 veces (incluido Jn 6, 2, donde en vez del singular éWQrov hay que leer e'ltcwQouv); el verbo se encuentra principalmente en los escritos lucanos (Evangelio de Lucas 7 testimonios, Hechos 14) y en el Evangelio de Juan (24 testimonios). Pablo no utiliza en absoluto el verbo 1'tcwQÉw. Este verbo aparece muy frecuentemente en presente e imperfecto. El imperfecto sustituye a ÉWQrov, y en Juan el presente sustituye a óQáro. El posible intercambio con ~MJtro es poco significativo, mientras que el intercambio con 1'tcáo[taL se basa a menudo en el tema expresado. - Sobre las distinciones entre los significados básicos de los verbos de ver, cf. Michaelis, 316ss. 2. 1'tEroQÉW participa de la variedad de significados de los verbos de ver en general: desde la simple percepción sensible hasta la comprensión interna de una realidad no perceptible por los sentidos. El significado fundamental de observar / contemplar como observador se presupone también en la descripción de la crucifixión y del entierro de Jesús (Mc 15, 40.47 par. Mt; Lc 23, 35, pero cf. 'ltcáo[taL [!] en Lc 23, 55; Jn 20, 6). Por lo menos

1872 Jn 20, 6 va más allá del mencionado significado fundamental de ver literalmente un objeto y llega hasta el nivel de una indicación que «señala hacia la resurrección» (Schnackenburg I1I, 385). Hay que mencionar además, a este respecto, el simple ver los signos de Jesús (Jn 2, 23; 6, 2) Y sus acciones (7, 3), que es la base de una fe insuficiente (cf., no obstante, Bultmann, 173 y -* 3) o de que equivocadamente se pretenda algo acerca de Jesús (2, 23s; cf. 7, 4s). Frecuentemente, sobre todo en Hechos, 1'tcwQÉw significa percibir / reconocer (Jn 4, 19; 12,19; Hech 4, 13; 17,22; 21, 20; 27,10; 28, 6; Heb 7, 4). - Aunque el objeto del verbo 1'tcroQÉro pueden ser también manifestaciones sobrenaturales (Lc 10, 18; Jn 20, 12; Hech 7,56; 10, 11), sin embargo 1'tcroQÉw no es un tecnicismo para designar la contemplación visionaria. 3. Jn 6, 40 es especialmente importante para comprender el uso joánico de 'ltcwQÉro. En este texto parece que no se piensa ya en la acción de ver con los sentidos, sino que 1'tcroQÉw viene a ser sencillamente sinónimo de JtLO'tcÚro. Ahora bien, como 6, 36 (donde se usa óQáro) sugiere una posibilidad negativa (ver y no creer), hay que distinguir -a pesar de todo- entre 1'tcroQÉw y JtLO'tcÚW. Según esto, 1'tcroQÉw incluye la posibilidad objetiva de la fe en Jesús y es, por tanto, expresión de la exigencia -válida para todos- que impone la revelación. Hay que distinguir de ello el uso de 1'tcwQÉw en los pasajes joánicos en los que se excluye la posibilidad de ver para un grupo determinado de personas, para el cosmos en 14, 17.19, para los discípulos (!) en 16, 10, o durante un período fijado temporalmente pero limitado (16,16.17.19), nuevamente para los discípulos. En el primer caso, la incapacidad de ver es expresión del acto de incredulidad. Esto, evidentemente, no se aplica a 16, 10. El hecho de que los discípulos no vean ya, como 16, 7 indica con toda claridad, debe entenderse en el marco de lo que se dice en 16, 6s.

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Aquí la limitación de la posibilidad de ver se refiere al tiempo hasta la venida del Espíritu, con cuya actividad continuará la revelación. Pero no se refiere al tiempo hasta la parusía, y probablemente no se refiere tampoco al tiempo que media entre la pasión y la resurrección de Jesús. Por consiguiente, aquí y sólo aquí, en el tiempo del Espíritu, 1'tcwQÉw y OU 1'tEWQÉro pueden significar de hecho la decisión que se adopte de creer o de no creer. Finalmente, desde esta perspectiva hay que entender el texto de 12, 45 (cf. 14, 9s). El versículo no anula 10 que se ha dicho en 1, 18 ni se aventura a formular un enunciado acerca de «la relación interna entre el Padre y el Hijo» (Michaelis, 364), sino que describe la cualidad del acontecimiento de la revelación como un acontecimiento histórico y, por tanto, básicamente accesible, y también como un acontecimiento singularísimo e irreemplazable. En resumen, Juan podría haber introducido el concepto de «ver» en pasajes esenciales de su evangelio, porque él quería expresar la posibilidad objetiva de la decisión adoptada en respuesta a la revelación y, por tanto, la exigencia global que esta revelación impone, y -al mismo tiempo- quería ofrecer una expresión conceptual de la decisión adoptada. M. Volkel u~, tl thei5ria espectáculo* Lc 23, 48 (a diferencia de Mc 15, 39) habla de las personas «que se habían congregado para este espectáculo» (¡la crucifixión de Jesús!). En un contexto análogo aparece 'ltEWQí.a en 3 Mac 5, 24.

-3eroQtu,

-3ípU l, ll~, tl

theke vaina (de espada)* Jn 18, 11: «¡Envaina de nuevo tu espada!» (este significado de 1't"Íxl1 se encuentra también, por ejemplo, en Josefo, Ant VII, 284).

-311lvác;ro thelazi5

amamantar, mamar* El verbo se usa en sentido absoluto: aL 'lt11A.á~ouoaL en e11amento sobre las madres lac-

tan tes én Mc 13, 17 par. Mt 24, 19/ Lc 21, 23; por el contrario, los 1'tl1A.á~ov'tcc:; en Mt 21, 16 (Sal 8, 3 LXX) son los niños de pecho. La exclamación que considera dichosos el seno materno y los pechos «de los que mamaste» (Lc 11, 27), se refiere a la madre de Jesús. Por el contrario, en Lc 23, 29 v.l. (Koiné A W), los !laowl, oL oux e1't"ÍA.aoav (en vez de e'ltQE'ljIav) son los «pechos que no amamantaron».

-3ijIvU~,

3 thelys femenino; (sustantivado) hembra, mujer*

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, 712; G. Dautzenberg, 'Da ist nicht mannlich und weiblich '. Zur lnterpretation von Gal3, 28: Kairos 24 (1982) 181-206; F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), Freiburg 1974, 164s con la nota 94.

Etimológicamente, 1'tfiA.uc:; significa «pecho que amamanta» (relacionado con 1'tfio'ltaL, de 1't11A."Í, pecho materno, emparentado con el latín Jelare, «amamantar»; Jilius, «lactante»). En los animales, seres humanos y dioses el término designa el sexo femenino. Está asociado con uQOl1V, desde Gén 1,27, Y significa así la diferenciación sexual y la unidad de la pareja humana en Mc 10, 6; Mt 19,4 (CD 4, 21 !); esta diferenciación ha llegado a perder todo significado en el plano de la salvación: Gál 3, 28. De ahí deducen EvEg (Clemente de Alejandría, Strom 11 92 y 2 Clem 12, 2), EvTom 22, HechTom 129, los Naasenos (Hipólito, Ref V, 7, 15), los Valentinianos (NHC 1, 4-132, 21) Y PistSoph 143 la restauración del hombre primordial, que habría sido andrógino. Con frecuencia 1't"ÍA.ELa es sinónimo de yuv"Í (compárese Jdt 9, 10; 13, 15; 16, 5 con Jue 9, 54). En Rom 1, 26s 1't"ÍA.ELaL no se usa en sentido peyorativo, sino que se emplea porque la expresión, más corriente, yuvalxEC:; au'twv pudiera entenderse en el sentido de «sus esposas». Pablo menciona la homosexualidad femenina antes que la masculina (v. 27), porque aquélla, en contraste con la ho-

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mosexualidad masculina, era despreciada también por los paganos. Según Luciano (Amores 28), las OftLA,Lm de hombres con hombres era~ consideradas EU:7tQE:7tEL~ (<<decentes»). Pero la homosexualidad femenina se veía como un castigo divino (Ovidio, Metam IX, 724-729; cf. Rom 1, 24.26.28; Séneca, Ep. 95, 21; Marcial, Epigr 1, 90, 7; Luciano, Dial. Meretr. 5; no está representada en absoluto en la cerámica antigua). Más aún, las formas de homosexualidad masculina eran consideradas en sí mismas como -&ríA,ELU vóao~ (Herodoto 1, 105; Filón, Abr 136; SpecLeg 1, 325; I1I, 37; Clemente de Alejandría, Prot 11 24, 1). J. B. Bauer

,'híQa, a~, ~ thera red, trampa* Rom 11, 9 en la cita (modificada) del Sal 68, 23 LXX: «¡SU mesa se convierta para ellos en lazo y en trampa!» (-&ríQu después de :7tUYL~ corresponde seguramente al Sal 34, 8 LXX).

1't1]QfÚro thereui5 cazar, hacer caer en la trampa* En Lc 11, 54 dícese, en sentido figurado, de las asechanzas con que los adversarios de Jesús trataban de «atraparle en algo que él dijera», a fin de poder acusarle (cf. Mc 12, 13 par. Mt 22, 15/ Lc 20,20). Platón, Gorg 489b usa la expresión ovóftu'tu ofr'l']QEvm en el sentido de «dar caza» a las palabras de otra persona a fin de pillarla en algún desliz.

1't1]QlOplaXÉro theriomachei5 luchar con fieras * Bibl.: Bauer, Warterbuch, s. v. (bibl.); A. J. Malherbe, The Beasts of Ephesus (lCor 15, 32): JBL 87 (1968) 71-80.

En el NT el término aparece únicamente en 1 Cor 15, 32: d xunl avofrQm:7tov fofr'l']QLOftáX'I10U fV 'EqJÉa(¡). Se discute si Pablo se refiere a una lucha real con fieras, si -con esta

metáfora de la lucha contra bestias salvajesrecuerda los peligros mortales por los que tuvo que pasar en Efeso (cf. 4, 9: w~ fmofruVU'tLOU~, O'tL ofrÉu'tQov fYEV'Ií-fr'l']ftEV ... ; así piensan, por ejemplo, B. H. Lietzmann-W. G. Kümmel, Der erste und der zweite Korintherbriefe4 [HNT], sub loco), o si, finalmente, emplea el verbo en sentido literal, pero formulando el enunciado como una oración irreal: «Si yo ... hubiera tenido que sostener una lucha con fieras ... » (así piensa, por ejemplo, 1. WeiB, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco; cf. también H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco, con la nota 132). El uso general permite tanto la interpretación literal del verbo como la interpretación en sentido figurado y metafórico (en sentido literal, por ejemplo, IgnEf 1, 2: fV'PWftTI ofr'l']QLOftUxfjam; IgnTral: 'tL 6E xul. díxoftm ofr'l']QLOftUxfjam; cf. IgnEsm 4, 2: Éuun)v ... bÉbmxu ... :7tQo~ ofr'l']QLU. Por el contrario, en sentido figurado en IgnRom 5, 1: ftÉXQL 'Pw!k'l']~ ofr'l']QLOftUX W, donde un destacamento de soldados es comparado con diez leopardos a los que el autor está «encadenado» durante su traslado de Siria a Roma; en el v. 2 se vuelve a hablar otra vez en sentido literal de la lucha con fieras, que aguarda a Ignacio en Roma). La imagen está muy difundida en la literatura antigua sobre certámenes y luchas (cf. Malherbe) y pertenece al contexto de la crítica de los cínicos contra la estimación excesiva de las hazañas atléticas: La «lucha» del sabio es el verdadero certamen atlético (cf., a propósito, 1 Cor 9, 24-27; 1 Clem 5, 1ss; 6, 1s). En 1 Cor 15, 29 y 30-32a Pablo formula dos preguntas que tratan de combatir, mediante la reducción ad absurdum, el rechazo que los corintios hacían de la resurrección de los muertos. Para ello, Pablo recurre a una práctica de los corintios (el bautismo por los muertos, v. 29) y a la existencia apostólica de Pablo (vv. 30-32a). Ambas preguntas se hallan estructuradas de la misma manera: oración de 'tL, oración de d, oración de ú; el v.

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1877 31 se ha introducido para hacer encarecimiento. Mientras que el v. 29 con la oración de EL recoge una afirmación de los adversarios corintios, el v. 32 alude a la arriesgada y peligrosa lucha emprendida por el apóstol en Efeso, por propia voluntad y por amor a Cristo: «Si yo, por motivos humanos, me presenté en Eféso como un luchador contra fieras salvajes, ¿de qué me aprovechará (si los muertos no resucitan)?»; cf. también, a propósito, 2 Cor 1, 8; 4, 11; 6, 4s; 11, 23ss; es también importante, a este respecto, 1 Cor 16, 8. Desde luego, una real damnatio ad bestias, que sólo se aplicaba -en el caso de delitos merecedores de la pena capital- a personas de baja condición, estaría en contradicción con lo que se dice en Hech 22, 25-29, según lo cual Pablo volvió a apelar en Jerusalén a sus derechos como ciudadano romano (cf. también Th. Mommsen, Romisches Strafrecht, Leipzig 1899, 925928). Además, Pablo difícilmente habría silenciado tal condena en sus catálogos de sufrimientos. H. Balz

1't1]QtOV, OlJ,

'tó therion animal, bestia

l. Aparición - 2. Significado - 3. Campo referencial. Bibl.: O. Bocher, Die lohannesapokalipse (EdF 41), Darmstadt 1975 (bibl.); M. E. Boismard, L'Apocalypse de lean, en Introduction critique au NT IV: La tradition johannique, Paris 1977, 12-55 (bibl.); W. Foerster, fu]Qlov, en ThWNT III, 133-136; H. Kraft, Die Offenbarung des lohannes (HNT), Tübingen 1974; W. Pohlmann, Die heidnische, jüdische und christliche Opposition gegen Domitian. Sudien zur neutestamentlichen Zeitgeschichte, tesis Erlangen 1966; E. Schüssler-Fiorenza, Religion und Politik in der Offenbarung des 10hannes, en Biblische Randbemerkungen, Würzburg 1974, 261-272. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1109s.

l. De las 46 veces que aparece el término en el NT, treinta y nueve corresponden al Apocalipsis (--> 3.b); el término aparece, además, una vez en Marcos, tres en Hechos, y una vez en cada uno de los escritos siguientes: Tito, Hebreos y Santiago (--> 3.a).

2. Mientras que en el Apocalipsis predomina la figura de la bestia como encarnación del malvado anticristo, vemos que en el resto del NT la figura se refiere principalmente al animal salvaje, indómito y peligroso. En las enumeraciones se observa la influencia del estilo de la LXX, que por ofr'l']QLU entiende las bestias salvajes que viven en la tierra. 3. a) Según Mc 1, 13 Jesús, tentado por Satanás, estuvo expuesto a los peligros del desierto, viviendo entre las fieras. Como se dice que los ángeles le servían, no puede pensarse en un estado paradisíaco de convivencia con los animales salvajes. En la visión de Pedro, en una enumeración de cuatro miembros (Hech 11, 6), se mencionan: «cuadrúpedos de la tierra, fieras salvajes, reptiles y aves del cielo». Se presenta así la diversidad de los animales, que no deben dividirse ya -como se hace en Lev 11- entre animales puros e impuros. En la enumeración de Hech 10, 12 faltan las «fieras salvajes». Las expresiones, que en parte son hebraizantes, presuponen pasajes centrales del AT (cf. Gén 1,24; 6, 11; especialmente 7, 14 LXX). En Hech 28, 4 se llama bestia a una víbora. En Tit 1, 12, en un hexámetro que, según Clemente de Alejandría (Strom 1, 59, 2), procede del poeta Epiménides, se dice que los cretenses son, entre otras cosas, «malas bestias». En Heb 12,20 se cita el texto de Ex 19, 13 (LXX). Según él, ni aun una bestia salvaje debe profanar la santidad del Monte de Dios. Sant 3, 7 menciona clases de animales que pueden domesticarse: fieras salvajes y aves, reptiles y animales marinos. b) El Apocalipsis (con excepción de 6, 8) habla de la bestia como encarnación de la maldad del anticristo. El texto de 11, 7 se introduce sin preparación. Subiendo del mundo de las profundidades, la bestia lucha y da muerte a los dos profetas del fin de los tiempos. En 13, 1ss la bestia emerge del mar. En 13, 11 se añade otra bestia, que sube de la tierra. Ambas bestias, que son encarnaciones del

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'lt1']Qlov -

anticristo y del profeta de mentiras, simbolizan a los demonios (políticos) del fin de los tiempos (cf. Job 40, 15s·s.25ss). Sin embargo, el personaje principal del esquema es la «primera bestia» (13, 12), que lleva en sí una herida mortal pero cicatrizada (13, 3) Y que ha recibido su poder del dragón (= Satanás; 13, 4). De la «otra bestia» se erige una imagen que los hombres han de adorar (13, 14ss). La bestia tiene un nombre y un «número», a saber, 666. Hace falta sabiduría para interpretarlo. Los seguidores de la bestia llevan una marca especial (16, 2). La bestia posee, además, un trono (16, 10), sobre el que se derrama la cólera de Dios. De su boca brota lo inmundo (16, 13). Se la ve como una «bestia de color rojo escarlata» (17, 3), sobre la que se sienta la ramera Babilonia (= Roma), y que está llena de nombres blasfemos, tiene siete cabezas (= colinas) y diez cuernos (= reinos parciales). El capítulo 17 es principalmente el que proporciona ayudas para descifrar el misterio. Se dice en él que la bestia «érase y no es y será (17.9ss). Según esto, se trata de uno de los cinco emperadores anticristianos, que reinó ya una vez y que finalmente volverá como el octavo (Nero redivivus ?). Como enemigo principal del Christus victor, la bestia es apresada en la lucha final y arrojada al lago de fuego del juicio (19, 20; 20,10). Así como en Dan 7 las bestias (= reinos del mundo) se hallan en contraste con el reino de quien es semejante al Hijo de hombre, así también en el Apocalipsis la bestia está en oposición radical a la imagen del Cordero. A diferencia de la prontitud de éste para sufrir, la bestia encarna el poderío del mundo anticristiano del fin de los tiempos. Es evidente que el trasfondo de todo es el período de reinado del emperador Domiciano. A. Strobel

{}r¡aauQó~

1880

a1](J«"QÓ~, olí, ó thesauros cofre del tesoro, tesoro* ano'frl]oa'UQLtw apothesaurizo atesorar* {}l]oa'UQLtw the saurizo almacenar, atesorar* l. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. Ambitos de aplicación - a) Empleo positivo en sentido literal - b) Crítica contra los ricos - c) Enunciados sobre retribución - d) Tradiciones sapienciales. Bibl.: K. Berger, Materialien zu Form und Überlieferungsgeschichte neutestamentlichen Gleichnisse: NovT 15 (1973) 1-37; J. Dauvillier, La parabole du trésor et les droits orientaux: RIDA 3.Ser. 4 (1957) 107-115; H.-J. Degenhardt, Lukas - Evangelist der Armen, Stuttgart 1965, 78ss, 88-93; J. D. M. Derrett, Law in the NT: The Treasure in the Field (Mt. XII/, 44): ZNW 54 (1963) 31-42; J. Dupont, Les Paraboles du Trésor et de la Perle: NTS 14 (1967-1968) 408418; J. Eichler-C. Brown, en NIDNT n, 829-836; J. C. Fenton, The Parables of the Treasure and the Pearl (Mt /3, 44-46): ET 77 (1965-1966) 178-180; F. Hauck, {}l](JauQó~, (}l](JuuQl~{¡), en ThWNT 1Il, 136138; J. D. Kingsbury, The Parables of Jesus in Matthew 13, Richmond 1969, 110-117, 125-129; K. Koch, Der Schatz im Himmel, en Leben angesichts des Todes (FS für H. Thielicke), Tübingen 1968, 47-60; B. Kübler, Thesaurus, en Pauly-Wissowa, 11111, 7-13; W. MagaB, «Der Schatz im Acker» (Mt 13, 44): LingBibl 21-22 (1973) 2-18; H. Merklein, Die Gottesherrschaft als Handlungsprinzip, Würzburg 1978, 64-69 [sobre Mt 13,44]; W. Pesch, Zur Exegese von Mt /6, 19-21 und Lk 12, 33-34: Bib 41 (1960) 356-378; H. Riesenfeld, Vom Schlitzesammeln und Sorgen - ein Thema urchristlicher Parlinese, en FS Cullmann 1962, 4758; Schulz, Q, 142-145. 316-320; D. Zeller, Die weisheitlichen Mahnsprüche bei den Synoptikern, Würzburg 1977,77-81 [a propósito de Mt 6,19-21]; Id., Zu einer jüdische Vorlage von Mt 13, 52: BZ 20 (1976) 223-226 (bibl.); L. Ziehen, (}l](JuuQÓC;; en Pauly-Wissowa, II/ll, 1-7. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1110.

1. El sustantivo 'frl']OU'lJQÓt; aparece 17 veces en el NT, el verbo 'frl']oa'UQt~(O 8 veces, y el verbo compuesto (mo'fr'lloa'lJQt~w se encuentra únicamente en 1 Tim 6, 19. El tema 'frl']OU'lJQ- aparece con relativa frecuencia en las palabras del Señor (el sustantivo 7 veces, el verbo 3 veces, prescindiéndose de los lugares paralelos).

a1](J«"Qí,~O) thesaurizo acumular, alma-

cenar, atesorar --+ 'frl']oauQót;.

2. El sustantivo significa (¿originalmente? así piensa Ziehen) el lugar donde se guardan

1881 cosas de valor -así aparece claramente en Mt 2, 11: «abrieron los cofres de sus tesoros»-, y luego significa también lo que se guarda en ellos, el tesoro. El verbo 'fr'lloa'UQttw significa almacenar algo en un lugar o reunir un tesoro (el objeto de la acción verbal va en acusativo). El objeto en dativo enuncia para quién se hace tal cosa. En el NT, términos afines en cuanto a su significado y que aparecen en los mismos contextos que 'ltr¡aauQó~ son La aym'tá (Lc 12, 18s), La XL~f.la1:a (Mc 10, 22), Ó JtAoi}1:O~ (Rom 2, 4; Col 2, 2; Heb 11, 26; Sant 5, 2), La úJtáQxoV1:a (Mt 19,21; Lc 12, 33) o ~ 'ÍÍJtaQSL~ y las circunlocuciones como Jtáv1:a oaa fXEL~ (Lc 18,22). Con estos términos se piensa únicamente en bienes muebles. En paralelo con 'ltr¡aauQL1;ELv se emplean É1:OLf.lá~ELV en Lc 12, 20, Lr¡QELV en 2 Pe 3, 7. Los pasajes del NT nos permiten ver en que consistían los tesoros en el mundo antiguo: en monedas de oro y plata (Sant 5, 3; Mt 2, 11), en espléndidos vestidos (Sant 5, 2b) que son destruidos por la polilla (Mt 6, 19s), en provisiones de trigo y víveres (Lc 12, 16-21) que se echan a perder o son devoradas por animales (Sant 5, 2a; Mt 6, 19s) y en valiosos perfumes (Mt 2, 11). 3. a) Allá donde era desconocida la economía de capital, había que asegurarse el futuro acumulando dinero y cosas que tuvieran valor real. A este respecto, algunos textos usan 'frl']oa'lJQt~(O en un sentido positivo: En 1 Cor 16, 2 Pablo recomienda que cada uno, en Corinto, ahorre en sábado para la colecta lo que haya podido economizar, y lo ponga aparte en su casa. Parece que no se había previsto una caja común. En 2 Cor 12, 14c aplica a las circunstancias de la comunidad de Corinto el axioma, aceptado universalmente (cf. Filón, VitMos 11, 245; Plutarco, De Cupo Div. 526), de que no son los hijos menores los que tienen que ahorrar para sus padres, sino que éstos deben hacerlo para sus hijos. Como una figura en las parábolas, 'fr'lloa'UQó~ representa lo que posee excelso valor. La parábola de Mt 13, 44 (material peculiar), lo mismo que la parábola paralela de los vv. 45s, pretende hacer ver intuitivamente que la singularísima ganancia del reino de los cielos merece que se

1882 empeñe en ella todo cuanto se posee, aunque ese empeño total pueda parecer necio al mundo (de manera semejante TestJob 18, 6-8; cf. Berger 2-7). Las imágenes presuponen que los tesoros había que «esconderlos» de los ladrones y de los saqueadores: cf. ls 45, 3 (matmon en paralelo con 'o~ar); 1 Mac 1, 23; Josefo, Ant XII, 250; bPes 119a; Platón, Resp 548a. A menudo los tesoros se escondían en hoyos excavados en la tierra: cf. Mt 25, 18 (a propósito, Billerbeck 1, 971a); Hen (esl) 51, 2; Máximo Tirio 15, 5h. «Encontrar» (Eclo 40, 18 Ypassim) un tesoro olvidado al arar (LevR 5 [108b]; cf. Billerbeck 1,674) o al plantar un árbol (Filón, lmm 91), se consideraba como un golpe de suerte (Aristóteles, EthNic 1112a; Luciano, Timon 29s.40s en palabras atribuidas a Plutón), en el que se soñaba despierto (Luciano, Hermot 71s; Artemídoro, Onirocr 2, 59). Como el hallazgo, según el derecho romano y el derecho judío, pertenecía al propietario del terreno (cf. Kübler, Dauvillier, Derrett), entonces un jornalero -pongamos por caso- no podía apropiárselo sino comprando el campo (cf. Horacio, Sat II 6, 10; Mid Cant 4, 13 [116a] y los paralelos en Billerbeck 1, 674; de manera parecida EvTom 109; Filóstrato, VitAp VI, 39). Mt 13, 44 no cuestiona la legalidad de la transacción. b) En la exhortación dirigida a los ricos, el NT emplea el grupo de palabras, y lo hace en sentido crítico y -al mismo tiempo- en sentido figurado, con el fin de poner de relieve el valor que tiene distribuir las riquezas entre los pobres. En Mt 6, 19-21 las palabras de Jesús se acercan más a la forma de la fuente Q que en Lc 12, 33s, donde la conclusión práctica se expresa de manera más radical y clara. La exhortación sapiencial de los vv. 19s pretende disuadir de reunir tesoros terrenos, recordando el conocido tópico (cf. tan sólo Prov 23, 4s; Sant 1, lOs) de su caducidad. La sentencia, originalmente independiente, del v. 21 argumenta diciendo que un tesoro es una atadura para el corazón (cf. Sal 62, llb; sobre ulteriores variaciones de esta idea cf. Pesch, 377). El sermón de juicio de Sant 5, 1-6 tiene un sonido más intensamente apocalíptico. Amontonar tesoros en los últimos días (v. 3c) es ab-

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surdo, tanto más que, según los vv. 4-6, esos tesoros se han adquirido mediante injusticias (cf. Prov 10,2; 21, 6; Miq 6, 10; Hen [et] 97, 8s). Los ricos, juntamente con sus tesoros en los que habían confiado, perecerán en el juicio (cf. Hen [et] 94, 8; 98,3). Pero también la muerte demuestra la necedad (~ cUPQoo'Úv'Y]) de quien acumula provisiones (cf. Sal 38, 7 LXX); tal es la conclusión moral que Lc 12, 21 (cf. Dupont, Béatitudes I1I, 115-118) deduce de la narración ejemplar de 12, 16-20. En vez de eso, 10 que habría que hacer es «ser rico para con Dios», es decir, (según Mt 6, 20) acumular tesoros en el cielo. ¿Cómo? El llamamiento al discipulado, en Mc 10, 21 par., dice: Si el rico vende 10 que posee y se 10 da a los pobres (cf. Filón, SpecLeg IV, 74 contra -fr'Y]oUUQOqYlJAUXELV), entonces tendrá un tesoro en el cielo, que garantice la vida eterna (v. 17). De manera parecida se dirá más tarde en 1 Tim 6, 19: Haciendo el bien (v. 18), los ricos irán acumulando un valioso tesoro (a:n:o-fr'Y]ouuQt~(O) para alcanzar la vida eterna. En Heb 11, 26 la parenesis no tiene como finalidad el dar limosnas, sino el compartir los sufrimientos, cosa que Moisés consideraba como una riqueza mayor que los fabulosos -frljouuQot de los egipcios. También aquí el hecho de poner la mirada en la retribución (cf. 10, 34: «bienes mejores y más duraderos») permite una inversión tan paradójica de los valores, en la cual se manifiesta la fe. c) Los tesoros en el cielo son las buenas obras, que están bien guardadas junto a Dios, y por las que él recompensará más tarde al que obra bien. Esta idea tiende un puente que salva la tensión existente entre las acciones humanas y la recompensa en el más allá. Esta idea enlaza con la concepción del AT acerca de las cámaras celestiales ('orrot) en las que Yahvé almacena la lluvia y el viento (cf. Dt 28, 12; Sal 33, 7; 135,7; Jer 10, 13 = 51, 16), pero también las armas de su cólera, la nieve y el granizo, para sacarlas en el día del castigo (Dt 32, 34s; Job 38, 22s; Jer 50, 25; Ec10 43, 14; Hen [et] 17,3). Según lQS 10,2; lQH 1, 12; lQM 10, 12

1884 (cf. OdSl 16, 15), allí se guardan la luz y las tinieblas, es decir, los misterios decisivos del tiempo, que fueron comunicados a la comunidad de Qumrán. Filón hace referencia especialmente a Dt 28, 12 Y 32, 34s: En el cielo hay un te~oro del bien, que supremamente es Dios mismo. El se lo abre a los suyos, pero castiga a los pecadores en el día de la venganza con el tesoro del mal, que temporalmente está aún atado (All 111, 105s; lmm 150; Migr 121; Her 76; Fug 79). La literatura sapiencial intertestamentaria incita a hacer buenas obras: el dinero no se pierde, sinó que está bien depositado junto a Dios, y traerá bendición en situaciones de desgracia (cf. Tob 4,9; 12, 8s; Ec10 3, 4; 17, 22s; 29, 10-12; SalSl 9, 5). En la apocalíptica, el tesoro de buenas acciones depositado en el cielo no se abrirá sino en el juicio final (Hen [et] 38, 2; 4 Esd 6,5; 7, 77; 8, 33; ApBar [sir] 14, 12; 24, 1; Hen [esl] 50,5). Según Tos; Pea 4, 18 (24), el rey Monabaz distribuyó sus tesoros entre los pobres, a fin de acumular tesoros en lo alto (cf. Billerbeck 1, 430). Los rabinos distinguen algunas veces, en cuanto a las obras de caridad, entre los intereses, de los que se disfruta ya en este mundo, y el capital, que queda depositado para el mundo futuro (bPea 1, 1; cf. Billerbeck 1, 430). En la cámara celestial del tesoro (en arameo ginzii, genfz; cf. Billerbeck n, 268) están preparados tesoros de vida para los justos: cf. Prov 2, 7 LXX; ExR 45 (101a) (cf. Billerbeck III, 268); bf.lag 12b (ibid., 667); Memar Marqah 4, 9.

Así como uno «acumula como tesoros los cumplimientos que hace de los mandamientos (siggel)>> (manera rabínica de hablar, cf. Billerbeck 1, 431), así también puede acumular perdición obrando el mal (Prov 1, 18; 16, 27 LXX). El pecador desprecia la riqueza de la bondad de Dios y acumula para sí cólera, que se descargará en el día de la ira (Rom 2,5; cf. Filón, All I1I, 105s). En 2 Pe 3, 7 Dios es el sujeto oculto (pasivo divino) de -fr'Y]ouuQt~(O; pero también aquí lo de estar almacenado sirve para superar la diferencia de tiempo existente entre el ahora y el juicio cierto. d) Un último campo de aplicación está dominado por tradiciones sapienciales. En ellas 'fr'Y]ouuQÓ¡;; se emplea casi siempre en sentido metafórico. En Q las palabras metafóricas que hay en Mt 12, 35 par. Lc 6, 45a comentan las

1886

1885 palabras metafóricas que aparecen en Lc 6, 43.44a y 6, 44b; explican que los «frutos» son la conducta del hombre. La sentencia de 6, 45b, que quizás había circulado como proverbio independiente, se restringe aquí al acto de hablar. Ambas cosas, la conducta en general y el hablar en particular, proceden de lo que hay almacenado en el corazón. Lucas desarrolla esto añadiendo un genitivus subiecti del v. 45b. Puesto que el -fr'Y]ouuQÓ¡;; de cada persona tiene la misma cualidad que las manifestaciones que ella hace, el -fr'Y]ouuQÓ¡;; no podrá ser simplemente el contenedor (así piensa Jülicher 11, l2ls en contra de la mayoría de los comentaristas, que suponen que el genitivo es apositivo; así, desde luego, TestAs 1, 9b: Ó -fr'Y]ouuQO¡;; 'tOv 6lU~OUA.tou). En el fondo de todo podría estar la idea atestiguada en Filón de que, mediante el ejercicio del bien, se va almacenando en el alma un tesoro de 10 xuAóv (Det 35.43; Ebr 200; Conf 50, 69; en sentido gnóstico el EvTom 45b: tesoro que está en su corazón). En la breve parábola de Mt 13, 52 (material peculiar), -fr'Y]ouuQÓ¡;; significa el almacén del que un padre de familia saca cosas nuevas y viejas (cf. Isócrates 1, 133: room:Q EX 'tu,.tldou). Aunque 10 del padre de familia se aplicaba -en una fuente judía- a un maestro de la Torá (Zeller), sin embargo la imagen está sugerida por la tradición sapiencial, que compara el hábito mental de la sabiduría con un tesoro (cf. Eclo 20, 30 = 41, 14). En Prov 2, 4, el aspirar a la sabiduría se compara con la búsqueda de un tesoro. Su adquisición es mejor que el oro y la plata (Job 28,15-19; Prov 3, 14s; 8, lOs.19; 16, 16; 20, 15; Ec1 7, 11a; Sab 7, 8s; 8, 5; cf. Ec10 51, 21; TestLev 13,7). En Sab 7, 13 -&r¡ou'UQÓS; es una metáfora para designar a la sabiduría (de manera parecida se expresa Máximo Tirio 15, 5g; Filón, Cher 48; lmm 92s), y lo mismo sucede en ls 33, 6; el Pseudo-Menandro designa así al temor de Dios (cf. Tob 4, 21; bBer 33b en Billerbeck 1, 430). Por -&r¡ou'UQoi. OO
[sir] 44, 14; Jenofonte, Mem 16, 14; IV 2, 9; Platón, Phileb 15e; Filón, Congr 127). Cuando la sabiduría se identifica con la sabiduría de Dios, con sus insondables tesoros dispuestos bajo el trono divino (ApBar [sir] 54, 13; cf. Memar Marqah 3, 1; Ginza parte izquierda 2, 6), entonces. esos tesoros son accesibles únicamente por medIO de la revelación (cf. Bar 3, 15-38; en Hen [et] 46, 3, por medio del Hijo del hombre). El reino de los cielos, en Mt 13, 44, ¿aparecerá en lugar de la sabiduría, tanto más que su valor se mide a veces por el de las perlas (Job 28, 18; Prov 3, 15; 9, 11; cf. Mt 13, 45s)? Esta metáfora podría estar en el fondo de 2 Cor 4, 7. -fr'Y]ouuQov 'tOv'tOv se refiere al evangelio (vv. 3s; así piensan la mayoría de los comentaristas) o a la 6luxovtU 'tfí¡;; 6ó~'Y]¡;; (v. 1; así piensa R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 114). Pablo tiene ese tesoro en una vasija de barro, como sucede muchas veces los tesoros se guardan en cántaros de barro. De manera parecida, las tradiciones judías contrastan la sabiduría (bTaa 7a; cf. Billerbeck 1,861) o la Torá (SifreDt 11, 22 § 48 [84a]; MidrCant 1, 2 [84a]; cf. Billerbeck I1I, 516) con sus insignificantes portadores humanos. En Col 2, 3, 10 de «tesoros de sabiduría y conocimiento» aparece junto a una construcción análoga con :n:AOV'tO¡;; (v. 2). Los tesoros están escondidos en Cristo, es decir, El es el único lugar donde se puede hallar todo conocimiento (cf. 1, 26s). Hay en todo esto una alusión a la «filosofía» de los falsos maestros (vv. 4 y 8). También en escritos de tendencia gnóstica (HechPe 20; Silvano 107, lss) vemos que en Jesús, que es la sabiduría, hay «tesoros ocultos». En la gnosis el motivo del tesoro desempeña un gran papel (cf. EvTom 76, 109 Y las referencias que se hallan en Hauck, 138). D. Zeller

ihyyávro thiggano tocar* 'frlyyávElV 'tlVÓ¡;;, «tocar algo»: Heb 12, 20 (<<cuando una bestia toca el monte»; cf. Ex 19, 12 LXX); dícese de un contacto en sentido hostil en Heb 11, 28 (<<para que el que des-

1887

{hyyávúl -

truÍa a los primogénitos no los tocara»). En Col 2, 21 aparece en sentido absoluto el imperativo acompañado de negación: «no toques»; se trata quizás de «una marcada caricatura» de las exigencias de la ley (E. Lohse, Der Brief an die Kolosser [KEK], sub loco).

itAí~m thlibO apretar, afligir, atormentar -+ {}),X'ljn~.

itAiljJt;, 10m;,

t1

thlipsis aflicción, angustia, tribulación* {}At~(¡) thUbo apretar, afligir* 1. Aparición y significado general - 2. Contenidos semánticos especiales en el NT.

Bibl.: B. Ahern, The Fellowship of His Sufferings (Phi/3, ID). A Study of Sto Paul:s Doctrine on Christian Suffering: CBQ 22 (1960) 1-22; R. J. Bauckham, Colossians 1, 24 again: The Apocalyptic Motiv: EvQ 47 (1975) 168-175; N. Baumert, Taglich sterben und auferstehen. Der Literalsinn von 2Kor 4, 12-5, 10 (StANT 34), München 1973; J. Carmignac, La théologie de la souffrance dans les hymnes de Qumrdn: RQum 9 (1961) 365-386; M. Carrez, De la souffrance a la gloriere: NeuchateI1964; G. Le Grelle, La plénitude de la parole dans le pauverté de la Chair d'apres Col 1, 24: NRTh 81 (1959) 232-250; E. Güttgemans, Der leidende Apostel und sein Herr (FRLANT 90), GOttingen 1966; E. Kamlah, Wie beurteilt Paulus sein Leiden?: ZNW 54 (1963) 217-232; A. J. Mattill, «The Way of Tribulation»: JLB 98 (1979) 531-546; R. Schippers, Persecución, tribulación, en DTNT III, 353-355; H. Schlier, {}t..l~úJ, en ThWNT III, 139-148; W. Schrage, Leid, Kreuz und Eschaton. Peristasenkataloge als Merkmal paulinischer theologia crucis: EvTh 34 (1974) 141175; G. H. P. Thompson, Eph 3, 13 and 2 Tim 2, 10 in the Light ofColl, 24: ET 71 (1959-1960) 187-189. Cf.

más bibliografía en Th WNT X, 1110. 1. En el NT, la significación fundamental de {}AL~úl, oprimir, aplastar, frotar, apretar, se encuentra únicamente en Mc 3, 9 (de manera parecida en Mc 5, 24.31 OUV{}ALPW, en Lc 8, 45 a:Tto{}ALpW) y en Mt 7, 14 (oprimida, es decir, estrecha). Por lo demás, el verbo aparece (ocho veces) en sentido figurado: afligir. En el NT (a diferencia de lo que sucede en la literatura profana), el sustantivo {}AL'ljn~ se emplea siempre (45 veces) en sentido figurado, asociado a veces con O't€VOXúlQLU, aváyxl'],

(}A¡;'\¡JL~

1888

O~WYf!Ó~, :Ttá{}l']f!u, AV:Ttl'], y sin que se dife-

rencie siempre de estos términos en cuanto a su significado. Quiere decir: persecución, tribulación o la experiencia de la opresión, aflicción (externa), calamidad o tribulación (interna). En forma general, {}AL'\jn~ designa en 2 Cor 8, 13; 1 Tim 5, 10; Sant 1, 27 la tribulación de los pobres, principalmente de las viudas y los huérfanos; en Hech 7, 10, la gran calamidad del hambre, y en Jn 16, 21 los dolores de parto (probablemente no se hace alusión al motivo apocalíptico de los dolores de parto mesiánicos). La preferencia del NT por el uso de {}A¡;'\¡JL~ en sentido figurado corresponde al uso de este término en la LXX. {}A¡;'\¡JL~ (muy frecuentemente en singular) designa en ellos como sus equivalentes hebreos: 1) una gran calamidad del pueblo de Israel (por ejemplo, en Ex 3, 9; 4,31; 1 Mac 9, 27) Y en los textos apocalípticos la gran tribulación deLfin de los tiempos (por ejemplo, Dan 12, 1; Hab 3, 16; Sof 1, 5; cf. lQM 1, 12); 2) el sufrimiento de un justo en particular, un tema central de la apocalíptica judía, tomado de la literatura sapiencial (por ejemplo, Sal 33, 30; 36, 39; cf. 4 Esd 7,89; ApBar [sir] 15,8; 48, 50; lQH 2, 6-12: cf. Schlier, 140-142; Carmignac, 374ss; Schrage, 142-149). Esto marcó intensamente el significado particular de {}A¡;'\¡n~ en el NT. 2. En casos aislados, y según la manera de hablar de los sermones judíos sobre el juicio, {}AL'ljJL~ significa una tribulación y angustia que amenazan como un castigo (Rom 2, 9; 2 Tes 1, 6; Ap 2, 22; cf. Carmignac, 369). Con más frecuencia {}AL'\jn~ significa la (gran) tribulación escatológica, «tal como no ha acontecido desde el principio de la creación» (Mc 13, 19 par. Mt [Lc: aváyxl']] = Dan 12, 1; cf. Mc 13, 24 par. Mt; también Ap 7, 14). Esta {}AL'ljJL~ se cuenta entre los «dolores de parto» (-+ WOLV) que precederán inmediatamente al fin y que serán provocados principalmente por la persecución. (En Mt 24, 9 [«Entonces os entregarán a la tribulación»] {}AL'\jJL~ significa directamente persecución [cf. par. Mc 13, 10].) En 1 Cor 7, 28 (<<ellos tendrán aflicción

1889 en su carne [= en su vida terrena]») Pablo recoge un motivo de la apocalíptica (cf, 7, 26.29) para subrayar la recomendación de permanecer solteros (cf. Mc 13, 17 par.; Lc 23, 29. Por la obligación de mirar el uno por el otro [1 Cor 7, 32ss] y por las preocupaciones que origina la familia, los casados están más expuestos a la tribulación del fin de los tiempos). En 1 Tes 3, 3b, las calamidades (1, 6) que -en sentido apocalíptico- se originaron con la persecución, son designadas como las aflicciones que acompañan necesariamente a la proclamación apostólica y a la vida de los cristianos (<<ésta será vuestra suerte»). Como tales, esas aflicciones pueden predecirse (3, 4; Jn 16, 33; Hech 20, 23). La referencia a que son inevitables, sirve de consuelo y aliento para no sentirse extraviados en medio de esas aflicciones (1 Tes 3, 3a). Pablo entiende también quizás la {}AL'ljn~ de la persecución (1 Tes 3, 7; 2 Cor 1, 8; 4, 8; 8, 2; Rom 8, 35; Flp 4, 14) como {}AL'ljn~ escatológica (cf. Schlier, 144-146) que se halla en estrecha relación con el poder de la muerte (Rom 8, 35s; 2 Cor 1, 8; 11, 23) (cf. Schlier, 147s). Según 2 Tes 1,4-7, la aflicción de los perseguidos es prueba del justo juicio de Dios, que ha comenzado ya desde ahora. En Ap 2, 9s, a la aflicción producida por la pobreza se la caracteriza como procedente del diablo y de corta duración (cf. 3, 10). Ahora bien, el aspecto escatológico no es el único. Las calamidades que sufrían los cristianos perseguidos (Hech 11, 19) fueron contempladas en la Iglesia primitiva como Íntimamente asociadas con las tribulaciones sufridas por los piadosos del antiguo pacto (cf. Hech 7, 10; Heb 11,37), Y como algo que, por tanto, forma parte de la vida cristiana (Hech 14, 22; cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK], sub loco; Heb 10,33). Es característica del NT la estrecha relación entre las tribulaciones de los cristianos y las de Jesucristo. Lo que Pablo escribe sobre ellas, no sólo se le aplica a él (Güttgemanns,

. 1890

323ss), sino también a todos los cristianos (Kamlah, 231; Schrage, 159, refiriéndose a 2 Cor 1,4.6 Y al significado ejemplar de los padecimientos de Pablo según 1 Tes 1, 6-7; 2, 14-15; Flp 1, 29s), aunque el apóstol tiene conciencia de verse afectado de manera especial por tales aflicciones (2 Cor 1, 5). Estas aflicciones no se derivan sólo de la persecución (cf. Mc 4,17 par. Mt 13,21: «la aflicción o la persecución por causa de la palabra». Según Flp 1, 17, los adversarios de Pablo añaden a sus cadenas más tribulación. En 2 Cor 7, 4s se concreta más en qué consisten las {}AhjJ€L~. Son «luchas por fuera, angustias por dentro». El plural {}AL'IjJ€L~ en 2 Cor 6, 4s abarca las aflicciones enumeradas en el catálogo de situaciones calamitosas que sigue a continuación (cf. 12, 10). «Mucha aflicción y angustia de corazón» (2, 4) es la pena experimentada por el apóstol ante los sucesos de Corinto. Hay que decir que todas estas aflicciones tienen un sentido positivo. Por eso, no hay que avergonzarse de ellas, sino que hay que gloriarse incluso. (<<porque sabemos que la tribulación produce paciencia, y la paciencia, carácter probado ... », Rom 5, 3). La tribulación fomenta la paciencia (12, 12), Y ésta -a su vez- ofrece la posibilidad de dar buena cuenta de sí (OOXlf!lÍ, cf. 1 Pe 2, 7), es decir, la tribulación hace que la persona afectada experimente que el1a se cuenta entre los que tienen la esperanza de ser partícipes de la gloria de Dios (Rom 5,2; cf. 15,4; Sant 1,2). Pablo llega incluso a escribir: «Esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación» (2 Cor 4, 17), es decir, la gloria futura no admite punto de comparación con la calamidad del momento (cf. Rom 8, 18), Y la tribulación misma contribuye a la inmensa abundancia de gloria (cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], sub loco; es insostenible la afirmación de Baumert, 129-134, que relaciona xa'lt' lJ:Tt€QpoAlÍv con EAUCPQÓV [«la aflicción que es insignificante en grado sumo»]). Además de hallarse relacionadas con el propio futuro, las tribulaciones tienen tam-

1892

1891 bién un significado para otros: Pablo, por el consuelo experimentado en medio de la tribulación, puede consolar también a otros que se hallan afligidos (2 Cor 1, 4). Más aún, la aflicción sucede «para vuestro consuelo y salvación» (1, 6; cf. Ef 3, 13: «para vuestra gloria»; cf. también 2 Tim 2, 10). Cómo sucede esto, no nos lo dice Pablo expresamente; pero, desde luego, se halla relacionado de manera muy íntima con el hecho de que esas aflicciones, que se experimentan como «padecimiento (--+ Jtá'frl]llU) de Cristo» (2 Cor 1, 5; cf. 4, 10: --+ Vb{,QWOl~; Gál 6, 17: tú OtLy¡.tata), por amor de Cristo y en comunión con Cristo (Rom 8, 17: o'U¡.tJtáoxw; Flp 3, 10; Ap 1, 9: --+ xOlvwvLa, cf. 1 Cor 12, 26s), sirven para que se manifieste la vida comunicada por Cristo (cf. 2 Cor 4, 10-12). Col 1, 24 habla de manera muy singular acerca de las mlohjJEl~ toV XQWtOV, las aflicciones de Cristo, en las cuales el apóstol «suple» (aVtavaJtAl]Qw) lo que falta (ÚOtEQ~¡.ta­ ta) a las mismas. Lo hace así en su existencia terrena que está entregada a la muerte (<<en mi carne»). ¿Serán las «aflicciones de Cristo», como el sufrimiento «en mi carne» (v. 24a), las aflicciones propias de Pablo (sufridas por amor de Cristo, en imitación de Cristo, o en la comunión de sufrimientos con Cristo) o las aflicciones de otro (de Jesús, de la Iglesia descrita como «Cristo» o de Cristo entendido a la manera de una corporate personality [cf. 1 Cor 12, 12])? La respuesta depende de la interpretación que se dé de toda la frase y de la teología paulina o deutero-paulina del sufrimiento. (La interpretación que hace referencia a los «dolores de parto mesiánicos» [recentísimamente ha vuelto a proponerla Bauckham] falla, entre otras razones, por la composición tardía de Colosenses.) A menos que se trate de una expresión condicionada por los adversarios, la mejor manera de explicar el insólito enunciado es indicar que el apóstol, como proclamador del evangelio, representa la posición de Cristo. En sus sufrimientos, determinados por su compromiso apostólico, Pablo completa la obra de Cristo, que en este mundo está vinculada con

la aflicción (sobre las diversas interpretaciones, cf. 1. Erost, Der Kolosserbrief [RNT] y E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, sub loco con bibliografía). Puesto que la aflicción experimentada en comunión con Cristo y en su servicio se orienta hacia la gloria futura y hacia la salvación de otros, el creyente no sólo puede sentir consuelo en ella, sino también experimentar gozo ya desde ahora en virtud del Espíritu Santo (1 Tes 1,3; 2 Cor 7,4; 8, 2; Col 1, 24; 1 Pe 1,6-9; 4, 13; Sant 1,2-4). (Sobre la vinculación entre la 'frA."¡;·ljn~ y el gozo futuro [no el gozo presente] en la apocalíptica, cf. Schrage, 145 [bibliografía].) J. Kremer

1893

está ya «absorbido (xataJtLvw) por la vida», de tal manera que no hay ya lugar para consideraciones sobre la muerte (2 Cor 5, 4). Pero esto no impide, ni mucho menos, que Pablo reconozca la realidad efectiva del morir: es «esto mortal», que ha de revestirse de inmortalidad (l Cor 15, 53s). W. Bieder

-3V1)'tó;, 3 --+

thnetos mortal 'frvnoxú).

-30QtJ~ó:~ro thorybaziJ inquietar; en voz pasiva, ser inquietado --+ MQ'Upo~.

-3vnoxro

thneskiJ morir*

'frVl]'tó~ 3 thnetos mortal* Bibl.:

-->

itávU'toc:;.

'frvúoxw se emplea 8 veces en el sentido literal de morir (Mt 2,20; Mc 15,44; Lc 7, 12; 8,49; Jn 11,44; 19, [21 Textus Receptus].33; Hech 14, 19; 25, 19); y se emplea una vez en sentido figurado: en 1 Tim 5, 6 la viuda que lleva una vida disoluta, está espiritualmente muerta, ya sea con respecto a la verdadera vida con Dios, o bien porque esa mujer es inutilis (Calvino) para la comunidad. Mientras que en la LXX Ó 'frVl]tÓ~ se emplea sustantivadamente para referirse al «hombre mortal» (Job 30, 23; Prov 3, 13; 20, 24) y los Padres Apostólicos la siguen en este punto (1 Clem 39, 2; Diogn 9, 2), vemos que el NT emplea 'frVl]tó~ como adjetivo en asociación con OÚQS o con ow¡.ta o como neutro singular tO 'frVl]tóv. La «carne mortal» (2 Cor 4, 11) Y el «cuerpo mortal» (Rom 8, 11) son importantes para Pablo en su empeño por atestiguar el poder resucitador de Dios que actúa sobre el hombre mortal en el presente. Esto lleva a la conclusión de que «el pecado no debe reinar en el cuerpo mortal» (Rom 6, 12). Así que, para Pablo, el proceso del morir no es importante como tal: él ve que lo mortal

-3oQtJ~iro thorybeiJ alborotar; en voz pasiva, estar inquieto o preocupado --+ 'fróQ'U~o~.

-3ÓQtJ~O;, otJ, Ó thorybos ruido, alboroto, tumulto * 'froQ'Upúsú) thorybaziJ inquietar; en voz pasiva, ser inquietado* 'froQ'UPÉú) thorybeiJ alborotar; en voz pasiva, estar inquieto o preocupado* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos -

3. Campo referencial. Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s. vocibus; Frisk, W6rterbuch 1, 678; Passow 1, 1422.

1. El sustantivo 'fróQ'Upo~ aparece 7 veces en el NT (2 veces en Mateo, 2 en Marcos, 3 en Hechos). De los dos verbos, 'froQ'UPÉw aparece con más frecuencia y, por cierto, en los mismos escritos que el sustantivo (una vez en Mateo, otra en Marcos y otra también en I:I~chos), mientras que 'froQ'Upá~w aparece Ulllcamente en Lc 10, 41 (material peculiar). Mc 5, 39 y Mt 9, 23 ('froQ'UPÉw) se hallan en relación de dependencia literaria, y lo mismo SUcede con Mc 14, 2 y Mt 26, 5 ('fróQ'Upo~).

1894 El grupo de los tres vocablos aparece con la máxima frecuencia en Lucas/Hechos (6 testimonios); Marcos y Mateo ofrecen, cada uno, 3 testimonios. 2. 'fróQ'Upo~ tiene el significado general de ruido, barullo (Mc 5, 38; Hech 21, 34; MartPoI 8, 3; 9, 1), pero significa también confusión, tumulto, alboroto, sobre todo cuando se trata de una masa de gente que arma barullo (Mc 14,2 par. Mt 26,5; Mt 27,24; Hech 20, 1; 24, 18); Passow: «designa especialmente la alborotada confusión y griterío de muchas personas y el jaleo, desorden y aturdimiento que producen, sobre todo el barullo de una concentración de gente». 'froQ'UPÉw en la voz activa significa inquietar, alborotar (Hech 17, 5), y en la voz pasiva, ser inquietado o estar inquieto / alborotado (Mc 5, 39; Mt 9, 23; Hech 20, 10). 'froQ'Upú~w significa inquietar (cf. Hen [gr] 14, 8; Dositeo, Ars grammatica 71, 16) Y aparece en voz pasiva en Lc 10,41: 'froQ'Upá~TI, te inquietas (con JtEQL n, «a causa de»). Desde el punto de vista de la historia del lenguaje, el grupo de palabras está relacionado con los términos latinos turbare, turbulare; españoles, turbar, turbación; franceses, troubler, trouble; inglés, trouble, y alemán Trubel. 3. En la historia de la hija de Jairo, Jesús -al llegar a la casa del jefe de la sinagoga- ve «el 'fróQ'Upo~, y cómo lloraban y se lamentaban a gritos» (Mc 5, 38). Jesús pregunta: «¿Por qué armáis alboroto (tL 'froQ'UPdO'frE) y lloráis? La niña no ha muerto, sino que está dormida» (v. 39). La pregunta de Jesús indica que el alboroto y los lamentos fúnebres son inapropiados, y corresponde al imperativo de Pablo en Hech 20, 10: «¡No os alarméis (¡.t'iJ 'froQ'UPdO'frE), porque su alma está en él!». Mt 9, 23, en la historia de Jairo, habla de «los flautistas y del ruidoso gentío». No sabemos si en estos contextos hay que traducir el término por ruido o por confusión. Probablemente se tienen en cuenta ambos aspectos (--+ 2).

1896

1895 En la historia de la pasión se habla clarísimamente de alboroto / tumulto. A Jesús no hay que darle muerte durante la celebración de la Pascua, para evitar alborotos entre el pueblo (Mc 14,2 par. Mt 26,5). Mt 27, 24, en una ampliación redaccional de la fuente, habla de que Pilato se dio cuenta de que «el tumulto se había hecho mayor», y a continuación puso en libertad a Barrabás y mandó azotar a Jesús y lo entregó para ser crucificado (v. 26). En el libro de Hechos se mencionan varios tumultos (cf. también auyx'Úvvw, «incitar, alborotar», 21, 27.31).17,5: Los judíos de Tesalónica alborotaron a la ciudad en contra de Pablo y Si1as. 20, 1 se refiere al tumulto que tuvo lugar en Efeso (19, 23-40; cf. también el v. 29: a'ÚyxuaL~, y el v. 40: atáaL~). 21, 34 menciona el tumulto que se produjo en la plaza del templo, al ser detenido Pablo, por lo cual el tribuno no podía enterarse de nada con seguridad. En 24, 18 Pablo dice en su defensa que él se hallaba en el templo, «sin tener nada que ver con la multitud y con el tumulto» (cf. 21,27-34); cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), sub loco. 1'toQu~á<;w es hapax legomenon en el NT, donde aparece en Lc 10,41 (Koiné A r ~ II al leen tUQ~á<;w, «originar confusión»), en las palabras de reproche que Jesús dirige a Marta: «Tú te afanas y estás inquieta por muchas cosas» (ftEQLftV{i~ XUL 1'toQu~á<;TI :1tEQL :1toAM). Frente a eso, el v. 42 acentúa que «una sola cosa es necesaria», a saber, el escuchar la palabra de Jesús (v. 39); G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (OTK), sub loco. G. Schneider

-3Qaúw thraui5 quebrantar, destrozar* En el NT, el verbo aparece únicamente en Lc 4, 18: el participio de perfecto de la voz pasiva tE{}QuUaftÉvOL, quebrantados, procede (lo mismo que Bern 3, 3) de Is 58, 6 LXX.

-3QÉp.tp.ta, ato~, tó thremma anim~l dt mesticado; en plural, ganados, rebanos En Jn 4, 12 se recuerda (junto al pozo de Jacob) a Jacob, «sus hijos y sus rebaños», que bebieron del pozo.

{tQ1)vÉw threnei5 lamenta~, llor~* Mt 11, 17 par. Lc 7, 32: E{}Ql]Vl]aUftEV, e.n las palabras de Jesús que se refieren a los lllños que están jugando: «Os hemos entonado canciones de duelo, y no os habéis lamentado (llorado)>>; F, MuBner: Bib 40 (1959) 599612; O. Linton: NTS 22 (1975-1976) 159179; D. Zeller: ZNW 68 (1977) 252-257. El verbo se halla en Lc 23, 27 (donde se refiere a las plañideras) junto a XÓ:1ttOftUL (como en Mt 11, 17), y en Jn 16,20 junto a xAuLw (como en Lc 7,32). ThWNT I1I, 148-155. {tQijVO~, O\), Ó threnos lamentación fúne-

bre Mt 2, 18 C Koiné D W: {}Qfjvo~ XUL xAuu1'tftó~, «lamentación fúnebre y llanto». La mención de {}Qfjvo~ se ha añadido secundariamente (siguiendo a Jer 38, 15 LXX). ThWNT I1I, 148-155.

{tQ1)(JxEÍ,a, a~, i) threskeia religión, cul-

to, piedad* 1. Significado fundamental y empleo del término 2. Significados que aparecen en el NT - 3. Sobre la relevancia de lo cultual en el NT. Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; W. Carr, Two Notes on Colossians: JThS 24 (1973) 492-500; M. Dibelius, An die Kolosser, Epheser, an Philemon (HNT), Tübingen '1953, 35, 38-40; Id., Der Brief des Jakobus (KEK), Giittingen 51964, 153"156; F. O. Francis, Humility and Angelic Worship in Col 2: 18: StTh 16 (1962) 109-134; E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser und an Phtlemon (KEK), Giittingen 1968, 146-150, 173-175; F. MuBner, Der Jakobusbrief (HThK), Freiburg i. Br. '1967, 110114; L. Schmidt, 'frQ11(JXELU KtA., en ThWNT I1I, 155159; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 138s; Spicq, Notes 1, 379-383. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 111 O.

1. El término, difícil de explicar etimológicamente (cf. Frisk, Worterbuch 682), designa en su significado básico el servicio sagrado, es decir, la religión y su ejercicio, «acentuándose probablemente el celo especial en se~ejante ejercicio» (Schmidt, 156). Lo que es objeto de veneración religiosa se halla a menudo en ge-

1897

nitivo objetivo junto a {}Ql]axdu: toil {}eoil (Herodiano Histórico IV, 8, 7; Josefo, Ant 1, 222; XII, 271; CorpHerm XII, 23), toil injJLatou (1 Clem 45, 7), toov ayyÉAwv (Col 2, 18), toil 'A:1tÓAAWVO~ (inscripción de Galión: SIG 801), tooV avwv'ÚftWV d6wAWV (Sab 14, 27), toov 1'tEOOV (Filón, SpecLeg 1, 315); ~ :1tEQL uutov {}Ql]axdu aparece en Josefo, Ant 1, 223.224. Para distinguirla de otra «religión» distinta, {}Ql]axdu se concreta con un adjetivo, pronombre o genitivo posesivo: :1tátQLO~ (Josefo, Ant XIX, 283; cf. XX, 13: ta :n:átQLU 1'tQl]axE'ÚELv), ~ftEtÉQU (Hech 26, 5), 'Iou6uLwv (4 Mac 5, 7), tfja6E tfj~ (5, 13), ~ftoov (1 Clem 62, 1). 2. Así como {}Ql]axelu aparece tan sólo cinco veces en la LXX, y dos de ellas en el mismo contexto de 4 Mac 5, 20, así también es un término muy raro en el NT (donde sólo aparece cuatro veces), y además en cada escrito con un significadO'diferente: a) En Hech 26, 5, lo mismo que en 4 Mac 5, 7.13, donde aparece en labios del pagano Antíoco, {}Ql]axelu debe entenderse en el sentido de la religión (judía). En el discurso ante el judío Agripa, «conocedor de todas las costumbres y controversias entre los judíos» (v. 3), y ante el romano Festo, afirma Pablo: «He vivido con arreglo a la tendencia más rigurosa de nuestra religión». b) En Col 2, 18, {}Ql]axelu toov ayyÉAwv es la veneración (cultual) de los ángeles, el servicio de los ángeles o el culto de los ángeles. Esto no se refiere a un servicio celestial de adoración por parte de los ángeles, sino a una actividad humana de adoración de los ángeles. Así se ve por la reanudación del pensamiento del v. 18 en el v. 23, donde se rechaza ese «culto elegido por uno mismo», esa «religión hecha por uno mismo» (Bauer, 432). Schweizer, 138 interpreta lo de los «ángeles» con arreglo a la comprensión bíblica tradicional. Esta vincula muy estrechamente a los ángeles con Dios (y con Cristo) (Lc 9,26; 1 Tes 3, 13; 1 Tim 5, 21; Ap 3, 5; 18, 4), quizás también con el Espíritu de Dios (com-

1898 párese Hech 8, 26 con 29.39), de tal maner.a, que, como indica Ap 19, 10; 22, 8s, tal veneraClOn de los ángeles resulta bastante ob.via. Pero e~ ,contexto se halla en contra de esta mterpretaclOn. Porque en el v. 8 y el v. 20 los «elementos del mundo» (cf. Gál 4, 3.9) se hallan en oposición a Cristo, y el culto de los ángeles se rechaza en el v. 23 con conceptos del v. 18. c) En Sant 1, 26.27, {}Ql]axelu aparece dos veces, una inmediatamente después de la otra. Es una estructura de eficacia retórica, que se logra mediante la disposición quiástica y la conexión asindética. Se ofrecen ejemplos de piedad falsa o verdadera. 3. El uso poco frecuente de {}Ql]axeLu en el NT está en consonancia con el uso, también poco frecuente, de otros conceptos cu1tuales como {}EQU:n:eLu, AUtQelU, e:1tLftÉAELU, AELtouQyLu y LEQOUQyLu (cf., para más detalles, Schmidt, 158). La causa y la consecuencia de este hecho son idénticas: el cristianismo, fundamentalmente, no exige un comportamiento cultual especial. W. Radl

{tQ1)(JXÓ~, 2 threskos religioso, piadoso* Sant 1, 26: «Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua ... , la religión ({}Ql]axeLu) del tal es vana». ThWNT III, 155-159; Spicq, Notes I 382s.

{tQLa .... ~E1)W thriambeuo dar a conocer* 1. Aparición y contenidos semánticos en el NT 2.2 Cor 2, 14 - 3. Col 2, 15. Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; G. Delling, 'frQLU[len ThWNT I1I, 159s; R. B. Egan, Lexical Evidence on Two Pauline Passages: NovT 19 (1977) 34"62; P. Marshall, A Metaphor of Social Shame: 'frQLU[l~EÚELV in 2Cor. 2, 14: NovT 25 (1983) 302-317; H. S. Versnel, Triumphus, Leiden 1970, 3"24; L. Williamson, Led in Triumph: Interpretation 22 (1968) 317-322; R. Yates, Col 2, 15: Christ Triumphant: NTS 37 (1991) 573-591. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1110. ~Eúm,

1. En el NT, {}QLUft~E'ÚW aparece tan sólo en 2 Cor 2, 14 Y Col 2, 15. Se supone de ma-

1899 nera bastante general que en ambos pasajes hay que interpretar el término en un sentido atestiguado en griego (Plutarco) y que equivale al del verbo latino triumpho, «celebrar un desfile triunfal de victoria sobre». Pero el uso de {}(lLa¡,t~Eúw en estos dos pasajes difícilmente se ajusta a los paradigmas conocidos por la cultura del mundo antiguo. Por eso, vamos a proponer la idea de entender este verbo en el sentido de dar a conocer. 2. Si {}QLal1(3EÚW aludiera a la imagen de la entrada triunfal después de una victoria, entonces se hablaría de una entrada triunfal de Dios recorriendo victoriosamente el mundo, (a) y en este cortejo triunfal se llevaría como enemigos vencidos a Pablo o a los apóstoles (Delling, 160; Williamson, 325s). Pero, si entendemos en un sentido menos estricto la analogía con las entradas triunfales de los romanos -en ninguna otra parte del mundo se celebraban-, entonces (b) podría pensarse también en que Dios lleva consigo a Pablo o a los apóstoles, haciéndolos participar de la entrada triunfal, lo mismo que un general hace que le acompañen sus oficiales y soldados en su desfile victorioso (Liddell-Scott, 806; en lo que respecta a una alusión atenuada a la imagen de la entrada triunfal, cf. también H. Lietzmann, Die zwei Korintherbriefe [HNT], 108; W. G. Kümmel, ibid. 198; R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 66). La imagen de la entrada triunfal proporciona también (c) el trasfondo para la traducción de «hacer triunfaD>: Dios concede el triunfo; los triunfadores son los apóstoles (así traducen Lutero, la Zürcher Bibel, F. Tillmann; para los comentarios ya un tanto antiguos, cf. Bauer; cf. BlaB-Debrunner § 148, 5; 309, 1). Objeciones contra estas interpretaciones: a) Se ajustan mal al contexto, en el que Pablo no alude a que ha sido vencido por Dios, sino a su propia función como mediador (--+ Euwo[a); con respecto a b) yac), faltan correspondencias que muestren un uso parecido de este verbo en la lengua griega (Williamson, 322); en lo que respecta a c), se sobreestima la función de los apóstoles. Además, los griegos se refirieron con el verbo {}QLal1(3EÚW a entradas triunfales en el sentido literal ,de la palabra. En la época del NT no hay testimonios de un empleo de este verbo en sentido figurado. A pesar de una larga tradición de interpretación y exégesis, es preferible optar por el sig-

1900

nificado de dar a conocer, que es independiente del latín triumphus (en cuanto a este sentido de la palabra cf. Moulton-Milligan, 293, donde se hace referencia a AgU IV, 1061, 19; este significado se halla atestiguado también en Ctesias, Persica, 13 y 58; ambos pasajes son clasificados incorrectamente por Bauer; cf. Williamson, 320-322; véanse las reflexiones fundamentales sobre (}QLal1~EÚW en Versnel, 24). La idea de que Dios, a sus apóstoles, los «da a conocer en todo tiempo» tiene un paralelo en la misma sección de la Carta segunda a los Corintios (6, 9; cf. 1 Cor 4, 9), y constituye un buen antecedente para entender 2, 14b: Dios, cuando da a conocer a los apóstoles, hace que a través de ellos se difunda la «fragancia de su propio conocimiento». Lo de «en Cristo», que sigue a {}QLa¡,t~EÚOV"tL ~¡,ta<;, expresa seguramente la idea de que Dios los da a conocer, en la relación que ellos tienen con Cristo, como proclamadores del evangelio de Cristo (cf. F. Neugebauer, In Christus, Gottingen 1961, 80). 3. La frase recargada de Col 2, 15 describe la sujeción de los poderes (aQxat, El;ouatm): Dios los ha «despojado» (aJtEx(\úo¡,tm), es decir, les ha arrebatado su poder; los ha «exhibido públicamente como espectáculo» (--+ (\Ely¡,ta"tt~w). La descripción se completa con la construcción de participio {}QLa¡,t~Eúaa<; auLOu<; Ev au"t0. Una interpretación posible es que los dos enunciados anteriores se integran en la imagen de una entrada triunfal, que los sintetizaría. En esta entrada triunfal, Dios haría que los derrotados poderes marcharan detrás de Cristo, «como el emperador romano hacía marchar a los prisioneros de guerra detrás dé! triunfador» (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 132; E. Lohse, Der Kolosserbrief [KEK], 167). Pero entonces sorprende la posición de {}QLa¡,t~Eúaa<; al final de la frase, y tendremos que preguntarnos si el término {}QLa¡,t~Eúw basta por sí solo para hacer que el camino de Jesús hasta la cruz se entienda como una entrada triunfal (así Delling, 160).

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Una segunda manera de entenderlo todo consiste en interpretar {}QLa¡,t~Eúw en el sentido más general de «vencer» (Bauer). Testimonios de este uso del término se encuentran únicamente en relación con el verbo latino triumpho. Otra opción posible sería la de entender aquí {}QLa¡,t~Eúw en el sentido de «dar a conocen>, quizás también en el sentido peyorativo de «desenmascaran> (Ctesias, Persica, 13, 15: Desenmascarar / dar a conocer a alguien como falso soberano) o de «escarnecen> (Vita Euripidis, p. 137.89 según Delling, 160 nota 2). Entonces la construcción de participio {}QLa¡,t~Eúaa<; sería una repetición variante y una síntesis de las ideas expresadas primeramente por medio de los verbos «despojar de su poden> y «poner como espectáculo», mientras que EV alJnp, al final de todo, recordaría que Dios ha puesto en evidencia públicamente a los poderes por medio del acontecimiento de Cristo. G. Dautzenberg

-3Qt;, tQLXÓ~, Í)

thrix cabello, pelo* En el NT, el sustantivo se refiere principalmente al pelo humano (12 veces); tan sólo Mc 1, 6 par. Mt 3, 4 hablan del vestido del Bautista, que estaba hecho de pelo de camello, y en Ap 9, 8a, donde se habla de las largas cabelleras de las bestias apocalípticas (<
la blanca lana» (cf. Dan 7, 9 Teod.). B. Kotting, Haar, en RAC XIII, 177-203.

-3Qoiro

throeo en pasiva, ser asustado, dejarse asustar* Mc 13, 7 par. Mt 24, 6: ¡,tt) {}QoELa{}E, «¡No os dejéis asustar!». El mismo significado de la voz pasiva aparece también en 2 Tes 2, 2.

-3QÓ"po~, ou, ó thrombos gota * Lc 22, 44: «su sudor se volvió como gotas de sangre que caían sobre la tierra».

-3Qóvo~, ou,

ó

thronos trono, sede de po-

der 1. Aparición en el NT - 2. Aspectos lingüísticos _ 3. Contenidos semánticos en el NT. .

Bibl.: E. Bammel, Versuch zu Col /, /5-20: ZNW 52 (1962) 88-95; H. Bietenhard, Die himmlische Welt im Urchristentum und Spiitjudentum (WUNT 2), Tübingen 1951,53-73; Billerbeck 1,974-979; Ch. B1endinger, en DTNT IlI, 393-395; O. Hofius, Der Vorhang vor dem Thron Gottes (WUNT 14), Tübingen 1972; K. P. Jorns, Das hymnische Evangelium (StNT 5), Gütersloh 1971; J. Maier, Vom Kultus zur Gnosis (Kairos [Stuttgart] 1), Salzburg 1964, 61-86, 95-106; L. Mowry, Revelatian 4-5 and Early Christian Liturgical Usage: JBL 71 (1952) 75-84; H. P. Müller, Formgeschichtliche Untersuchungen zu Apc 4s, tesis Heidelberg 1962, 1-14, 195-201; W. W. Reader, Die Stadt Gottes in der Johannesapokalipse, tesis Gottingen 1971, l38-141; O. Schmitz, {}Qóvo~, en ThWNT IlI, 160-167; G. Scholem, Die jüdische Mystik in ihren Hauptstromungen, Frankfurt a. M. 1957,43-86,389403. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 111Os.

1. En el NT, {}Qóvo<; aparece unas 60 veces, correspondiendo la mayoría de ellas (a saber, una tercera parte) al Apocalipsis. Los demás testimonios se distribuyen esencialmente entre Mateo (5, 34; 19, 28 bis; 23, 22; 25, 31) y los escritos lucanos (Lc 1, 32.52; 22, 30; Hech 2, 30; 7, 49); hay que añadir también Col 1, 16 y Heb 1,8; 4,16; 8,1; 12,2. 2. {}QÓVOC; está relacionado lingüísticamente con {}Qavoc; «
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l1QÓVOS;

según la definición de Ateneo V, 192e, fAE'Ul1ÉQLOS; xUl1ÉoQu avv 'ÚJtOJtOOL<¡>. Aunque l1QóvoS; designaba todavía originalmente una buena silla y -sobre todo- con asiento alto, para un huésped de honor (Homero, Od 1, 130; 8, 65s), designará más tarde el sitial para reyes o para dioses, y se utilizará en plural como circunlocución para expresar el poder y señorío de un rey (Esquilo, Coeph 565,969; Prom 912; Soph, Oed Tyr 237; OedCoI426). 3. En consonancia con la variedad de significados que se observan ya en el ámbito griego, los autores del NT o las tradiciones en que ellos se basan combinan con la imagen del (}Qóvo~ gran variedad de ideas. a) Con la máxima frecuencia es Dios quien -en el cielo (cf. 1 Re 22, 19; Sal 11, 4; 103, 19 Y passim)- está sentado en un trono (Heb 8, 1; 12,2; Ap 1,4; 3, 21; 4, 2s.9s; 5, 1; 7, 10.15; 11,16; 19,4; 21, 5 Y passim).El vidente Juan utiliza la expresión ó XU{}~IlEVO~ bd 'toiJ {}Qóvou (por ejemplo, en 4, 9s; 5, 1; 6, 16; 7, 10; 21, 5) como tecnicismo tradicional para referirse a Dios (cf. 1 Sam 4, 4; 2 Re 19,15; Sal 79, 2 LXX; Is 37,16) y, por cierto, en su función de soberano y juez. Ap 4, 28 nos proporciona la única descripción del NT acerca del trono divino y de su entorno: lo rodea un arco iris (v. 3); del trono salen relámpagos, voces y truenos (v. 5); veinticuatro ancianos que están sentados en otros tantos tronos a su alrededor (v. 4); siete espíritus, es decir, ángeles que sirven a Dios en su trono (cf. 8,2 Y E. Schweizer, Die sieben Geister in der Apokalypse, en id., Neotestamentica, ZÜrich-Stuttgart, 1963, 198s; de manera distinta piensa Bietenhard, 60s), y se hallan delante de él como luminarias (v. 5), y cuatro seres vivientes (~<'I>u) que tienen un rostro semejante respectivamente al de un león, un toro, un hombre y un águila y que alaban a Dios entonando el trisagio (v. 8b), completan la escena del trono de Dios. No se emplean más detalles para describir a Dios mismo, que está sentado en su trono. Tan sólo se indica el esplendor que dimana de él (v. 3a).

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Los antecedentes histórico-religiosos de esta escena del trono hay que buscarlos en el ámbito del AT y del judaísmo, aunque las raíces de los mismos lleguen hasta el simbolismo del trono en el Oriente antiguo. Sentarse en un trono -en los LXX l1QóvoS; es casi siempre traducción del hebreo kisse', cf. Hatch-Redpath 1, 655s- es, en el AT, privilegio del rey (Gén 41,40; 2 Sam 14, 9) o de otras personas de muy alto rango (Ex 11, 5; 12,29; 1 Re 2, 19; 2 Esd 13,7). Especial importancia y dignidad le corresponden al trono de Da.vid. Con él no sólo está vinculada la promesa de la presencia salvífica de Yahvé en Israel (2 Sam 7, 12-16: Sal 89, 5.30.37 Y passim); sino que, además, el trono de David es precisamente sinónimo de poder y señorío (2 Sam 3, 10; Jer 22, 30; Sal 132, 11-18), como se dice a veces del trono en general (Is 14, 13). Precisamente el título que Yahvé ostenta para imponer su señorío se manifiesta en el hecho de que él está sentado en su trono en el cielo, cf. los «salmos de entronización» 47, 9; 89, 15; 93, 2; 97, 2. En otros pasajes, el (monte del) templo es la sede del trono (Jer 14,21; 17, 12) o lo es Jerusalén (3, 17), asociada en este caso con la concepción mitológka del monte de Dios (cf. Is 14, 13). Cuando Is 66, 1 dice: «Así dice Yahvé: 'El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies'», entonces semejante afirmación no es -ni mucho menos- única en cuanto a la concepción del trono de Yahvé en el AT (cf. C. Westermann, Jesaja 40-46 [ATD] 327s). Los elementos decisivos para la comprensión de la escena del trono en Ap 4 proceden de la visión de Ezequiel sobre el carro del trono en Ez ls y de la «visión de la corte del trono» en Is 6 (H. Wildberger, Jesaja [BK] 1, 236), como lo demuestran los numerosos detalles comunes. Por otro lado, no deben pasarse por alto las diferencias principales. Si la visión de la corte del trono, en Isaías, tiene lugar en el templo de Jerusalén -Yahvé está entronizado en el lugar que ocupa el arca en el lugar santísimo (sobre la discusión acerca del arca de la alianza como sede del trono de Yahvé, cf. Maier, 61-86)-, vemos que el apocalíptico Juan contempla «en el Espíritu» el mundo celestial y su contemplación tiene dimensiones cósmicas. A diferencia de Ez 1, el trono de Dios en Ap 4s no es un carro del trono, sino que es la sede fija del trono. Especialmente con Ez 1s enlaza toda una serie de especulaciones del judaísmo antiguo. Estas pertenecen al círculo del esoterismo rabínico y a lo que se conoce con el nombre de misticismo Merkaba (Scholem, Billerbeck). Como lo más

1905

l1QÓVOS;

importante que hay en el cielo es el trono de Dios, esas especulaciones giran principalmente en torno a él. Hay textos rabínicos que hablan de que el trono de Dios, en lo más alto del cielo está separado del resto por una cortina (parg8d), para que nadie a quien no le sea permitido, pueda contemplar el esplendor de la gloria de Dios. Tan sólo los especialmente elegidos podrían entrar en el es~a.cio que está más allá de esa cortina (cf., a proposIto, Hofius, 4-12). b) Los demás pasajes del NT en los que aparece {}Qóvo~ en sentido absoluto o acompañado por un genitivo que determina más concretamente al sustantivo, presuponen en lo esencial las concepciones del AT acerca del trono y/o las amplían temáticamente con arreglo al correspondiente contexto. Mt 5, 34s recoge el texto de Is 66, 1 para fundamentar la prohibición absoluta del juramento. Otra cosa sucede con Mt 23, 16-22, donde se habla igualmente del cielo como del {}Qóvo~ 'toiJ {}wiJ (v. 22), pero presuponiéndose como enteramente habitual y permitida la posibilidad de jurar por el cielo. Hech 7, 49 (¿redacción lucana utilizando un tópico cultual espiritualizante?) cita con intención polémica el texto de Is 66, 1s y critica la edificación del templo en general: Dios no habita en una obra hecha por la mano del hombre (XELQoJtoL'Y]'tO~), porque «el cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies». Como es natural, la promesa hecha en el AT al trono de David representa un papel importante en el NT, pero recogida e interpretada ahora con un interés cristológico. En la anunciación de María, Gabriel declara que a Jesús le ha sido conferido el {}Qóvo~ Lluu[6 (Lc 1, 32), con palabras que aluden seguramente a 2 Sam 7, 12-16. Lo de xA'Y]{}~aE'tm en el v. 32 podría entenderse en sentido adopcionista (cf. S~! 2, 7; 89, 27-30). Hech 2, 30 expresa tambIen el cumplimiento de la profecía de Natán en Jesucristo (cf. vv. 29.30s). Cristo es el descendiente legítimo que debe ocupar el trono de David. Pero, .muy {} , . significativamente ' este QOvo~ no se lImIta al poder terreno sino qu ' e es un trono que se halla en el cielo y que entraña el título al dominio universal (vv. 34b.35, como cita del Sal 109, 1 LXX).

1906

La incomparable dignidad y poder del Señor exaltado, los acentúa de manera especial la Carta a los hebreos. Heb 1, 8a aplica a Cristo el texto de Sal 45, 7, que actualiza la promesa de un trono eterno contenida en la profecía de Natán. Según 4, 16 Y 8, 1 Cristo, como sumo sacerdote celestial, está sentado en el «trono de la gracia» o «a la diestra del trono de la majestad» (8, 1, refiriéndose nuevamente al Sal 110, 1). La gracia (XáQL~) y la majestad (lleyuAoa'Úv'Y]) son circunlocuciones para designar a Dios mismo o su actuación (genitivo de cualidad), de tal manera que aquí Cristo, como el Exaltado, participa del señorío de Dios. 12, 2 expone en términos parecidos: El que fue obediente en el sufrimiento es ahora el Exaltado y el que se halla entronizado en poder y majestad. Formulaciones parecidas, aunque en un contexto apocalíptico, se encuentran en el Apocalipsis, especialmente en el capítulo 5. Un cordero (aQv[ov), que aparece como inmolado (5, 6), recibe un libro sellado de mano de «Aquel que está sentado en el trono» (5, 7; --+ a). Con la entrega, el cordero es proclamado rey de los últimos tiempos, y le rinden homenaje los congregados en la sala del trono celestial (5,8-14: cf. 7, 9s.17; 22, 3). Aquí se enuncia en metáforas apocalípticas la entronización celestial del Cristo que sufrió y fue crucificado en la tierra, y se la proclama como la victoria sobre todos sus enemigos. Es singularísimo del NT el hecho de que Ap 2, 13 presente también a Satanás sentado en un trono (cf. 13, 2; 16, 10), con lo cual se caracteriza seguramente el poder soberano -por tiempo limitado, desde luego..,.. del Adversario. Mateo trasmite dos palabras del Señor, según las cuales el Hijo del hombre hace su aparición, como juez sentado en el {}Qóvo~ 6ó~'Y]~ mhoiJ, en el nuevo mundo de Dios (así hay que entender lo de --+ JtUALYYEvwLu en 19, 28) o con ocasión de su parusía (25, 31), para juzgar entonces, acompañado de sus doce discípulos (que se sientan en otros tantos tronos [19, 28b par. Lc 22, 30]), a las doce tribus de Israel (sobre el uso del título de Hijo del hombre en estos pasajes, cf. C. Colpe,

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{}Qóvo~

en ThWNT VIII, 450s). Vemos que nuevamente, con la imagen del itQóvo~ o de los itQÓVOl, se expresa el poder soberano que ejerce el que se halla entronizado. Mateo da por supuesta aquí la restauración escatológicoapocalíptica de la confederación de las doce tribus. Lc 1, 52 (<<El [a saber, Dios] derriba de sus tronos a los poderosos y exalta a los humil des») quiere decir que el nacimiento del Mesías Jesús es el comienzo del reino de Dios, que pone fin a las calamidades de Israel y de los pobres y establece el equilibrio definitivo (L. Schottroff: EvTh 38 [1978] 300-306). c) Un rasgo peculiar del uso de itQóvo~, que no aparece en ninguna otra parte del NT, lo encontramos en Col 1, 16. Mediante la yuxtaposición con %'lJQlÓt'lltf~, aQxuL y ESo'lJoLal, los -frQÓVOl parecen ser una alusión a las falsas doctrinas de los colosenses. Los -frQÓVOl, lo mismo que los otros tres conceptos de la enumeración, representarían poderes angélicos de importancia para las especulaciones de los colosenses sobre los ángeles (cf. Hen [es!] 20, 1 [A]; TestLev 3, 8; de manera distinta piensa Bammel, 90-93). D. Sanger

9Uel't(f)t(!U., mv, 'tú Thyat( e)ira Tiatira* Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; W. H. Buckler, Monuments de Thyatire: Rev. Philolog. 37 (1913) 289331; D. H. French, Prehistoric Sites in Northwest Anatolia: Anato!. Studies 19 (1969) 41-98; Haag, Diccionario, 1933s; F. Hahn, Die Sendschreiben der Johannesapokalypse, en FS Kuhn, 357-394; J. Keil, Thyateira, en Pauly-Wissowa VI/l (1936) 657-659; H. Kraft, Die Offenbarung (HNT), Tübingen 1974,67-74; E. Lohmeyer, Die Offenbarung (HNT), Tübingen '1970, 27-31, 40-43; D. Magie, Roman Rule in Asia Minor, Princeton 1950, 123, 977s; O. F. A. Meinardus, The Christian Remains of the Seven Churches of the Apokalypse: Bib!. Archaeologist 37 (1974) 69-82; M. J. Mellink, Archaeology in Asia Minor: AJA 74 (1970)

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- (}uyátl]Q

1908

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1. La antigua ciudad de Tiatira, en Lidia, situada en el valle del Lico, en la ruta de Pérgamo a Sardes, se llama actualmente Akhisar. Estuvo poblada ya en la época pre-helenística, pero en tiempos de Seleuco 1, en el año 181 a.e., se convirtió en colonia miliar y experimentó un gran desarrollo que la convirtió en importante ciudad. comercial e industrial. En la literatura y en las inscripciones se menciona varias veces la labor artesana de los tintoreros de color de púrpura y sus cofradías. En el año 129 a.e. Tiatira cayó en poder de los romanos. 2. 8'lJát(f)lQU aparece en el NT en Hech 16, 14 y tres veces en el Apocalipsis. Según Hech 16, 14, Lidia, de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, escucha la predicación de Pablo, hace que la bauticen (v. 15) e invita a venir a su casa a Pablo y a sus acompañantes. No es admisible (Suhl) la idea de que se enuncie aquí la leyenda acerca de la fundación de la comunidad cristiana de Tiatira, una fundación que Lucas habría trasladado primeramente a Filipos (Schille, 50-53). Ap 1, 11 menciona a la iglesia de Tiatira entre las siete iglesias destinatarias. La misiva enviada al «ángel de la iglesia de Tiatira» (2, 18) alaba la conducta cristiana de la comunidad, pero censura lo tolerante que es con la falsa profetisa Jezabel (-'> 'If~á~ff..) y se dirige en 2, 24 a los miembros de la comunidad de Tiatira que han permanecido fieles para exhortarlos a que perseveren en su actitud. A. Weiser

3uYel'tt)(!, 't(!Ó~, tl thygater hija* 1. Aparición - 2. En sentido literal - 3. En sentido figurado.

Bibl.: Billerbeck 1, 586s; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 371-387; P. Ketter, Christus und die Frauen, Stuttgart I )1950; 11, 1949;.1. Leipoldt, Die Frau in der antiken Welt und im Urchrl S -

1909

{}uyátl]Q

tentum, Berlin 1962; E. Lovestam, en BHH III, 1999; H. Vorliinder, en DTNT I1I, 127ss; G. Wallis, en BHH 111, 1999.

1. -fr'lJyát'llQ aparece 28 veces en el NT. La mayoría de los testimonios se encuentran en los Evangelios sinópticos (Mateo 8 veces, Marcos 5, Lucas 9) y en Hechos (3 veces). El término aparece también en Jn 12, 15; 2 Cor 6, 18 Y Heb 11, 24. 2. En el NT, ituyát'llQ designa casi siempre a la hija en relación con su padre (Mt 9, 18; 10, 37; Mc 5, 35; Lc 2, 36; 8, 42. 49; Hech 7,21; 21, 9; Heb 11,24) o con su madre (Mt 10, 35; 14, 6; 15,22.28; Mc 6, 22; 7,26.29; Lc 12,53 [bis]), independientemente de la edad que tenga la hija. Habrá que pensar que se trata de una muchacha, todavía no casadera (es decir, menor de 12 años y medio), en Mt 9, 18 par. (hija del jefe de la sinagoga) y en Mc 7, 26.29 par. (hija de la mujer sirofenicia); en cambio, la hija de Herodías (Mc 6, 22 par.) habría alcanzado ya la edad de casarse. Ahora bien, se designa como hija de Fanuel (Lc 2, 36) a la profetisa Ana, de 84 años. La cifra se refiere seguramente a la edad, no a los años de viudez (G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I [OTK], 72). Aquí la relación de hija tiene preferencia sobre el vínculo con el difunto esposo. Por el contrario, tiene un acento distinto la denominación de hija de Faraón (Hech 7, 21; Heb 11, 24), tomada de la tradición acerca de Moisés (Ex 2, 5-10). No describe en sentido propio una relación entre padre e hija, sino que sugiere el status de la hija con arreglo a la dignidad real de su padre. .El empleo de {}uyátl]Q en una tradición predoffilnantemente palestinense se nos presenta sobre el trasfondo de un orden social estructurado de m~nera rigurosamente patriarcal. Y, así, la {}uYUt'l']Q, Con arreglo a la posición social de la muJer, tenía un status minoris. Hasta su mayoría de e~tad =-has~~ ese momento se distinguía entre la anah (mna menor de edad, hasta los 12 años) y a na 'arah (muchacha joven, de doce a doce años y. medio)- en la que ya podía contraer matrimomo (concertado previamente por el padre), la hija

f.

1910

estaba sometida en todos los aspectos a la autoridad del padre, autoridad que se transfería luego al esposo. Esa patria potestas llegaba tan lejos, que el padre podía incluso vender como esclava a su hija (menor de edad). Los actos jurídicos realizados por la hija sin consentimiento de su padre eran inválidos. Al padre iba a parar también el precio que el novio tenía que pagar por la novia. Esta posición de la hija, jurídicamente desprotegida ante su padre, era muy propicia para considerar principalmente a la hija como un objeto de transacción comercial. Y esta situación se hallaba, desde luego, muy difundida. Claro que se encontraba especialmente difundida entre los niveles sociales bajos de la población, donde el rendimiento del trabajo de la hija y el dinero que se esperaba recibir al darla en matrimonio, eran de importancia económica decisiva (numerosos testimonios en Jeremias). Con referencia a este orden social, firmemente estructurado, el logion de Q de Mt 10, 35 par. Lc 12,53 (bis), inspirándose en Miq 7, 6, profetiza la ruptura de los lazos familiares: La madre se enemistará con su hija (y la hija con su madre, Lc). Aquí se presupone la idea apocalíptica de la alteración del orden de la convivencia humana a causa de las tribulaciones escatológicas. A este contexto pertenece también la regla (atenuada en Mateo) que se da (en la fuente Q) a los discípulos de que no pongan, entre otras cosas, el amor a la hija por encima del amor a Jesús (Mt 10, 37). Originalmente esta regla pretendía mostrar la alternativa radical que existe entre las relaciones familiares y el seguimiento de Jesús (cf. Lc 14, 26). Esta exigencia de abandonar «al padre y a la madre, al hijo y a la hija -aquí Mateo reflejó quizás el paralelismo existente en Q- es para la fuente Q la expresión de una conciencia escatológica, que, en el seguimiento de Jesús, el Hijo del hombre, anticipa ya la desintegración de la sociedad humana. 3. -fr'lJyát'llQ tiene sentido figurado como semitismo para designar a la mujer o a un colectivo al que se dirige la palabra como a una mujer (<
1911

{tUYúTY1Q - {tUflÓOflaL

promesa de curación (y salvación) que Jesús hace a la mujer enferma: «¡Hija mía, tu fe te ha sanado/salvado!» (Mc 5, 34 par. Mt 9, 22 / Lc 8, 48). Por el contrario, -ltuyá'tl]Q en Lc 1, 5 (<<Su mujer [a saber, la de Zacarías] era de las hijas de Aarón») y en Lc 13, 16 (hija de Abrahán) se usa en sentido genealógico, queriéndose decir en el primer caso que la mujer era de familia sacerdotal y, en el segundo caso, que la mujer pertenecía al pueblo escogido. En 2 Cor 6, 18 -ltuyá'tl]Q se entiende en el sentido metafórico de una adopción. El pasaje se encuentra en el marco de una inserción parenética no paulina (2 Cor 6, 14-7, 1) Y está relacionado con una colección de citas del AT. La afirmación de que Dios será un padre para los «hijos e hijas» de su pueblo (expresión sinónima de <
-3"yá:tQtOV, OV, 'tó thygatrion hij.i.~a*

, En Mc 5, 23, Jairo habla de su hZJlta ('tú -ltUyá'tQLÓV ftou, a diferencia de MtlLc). En 7, 25 se habla de "to -ltUyá'tQLOV aiJ'tfj~, para referirse a la hijita (a diferencia de Mt) de la sirofenicia.

1912

pra (v. 11): niiv 1;ÚAOV -ltú'Cvov, «toda clase de madera de cedro» (= maderas perfumadas). a'to~, 'tó thymiama incienso, ofrenda de incienso* El sustantivo aparece únicamente en Lc 1, lOs y cuatro veces en el Apocalipsis. Lc 1, 10: «a la hora de la ofrenda de incienso» (cf., a propósito, H. Schürmann, Das Lukasevangelium I [HThK], 31); 1, 11: el ángel del Señor está «a la derecha del altar para la ofrenda de incienso» (= altar del incienso, Ex 30, 1.27; 2 Mac 2, 5). El Apocalipsis conoce únicamente el plural en el sentido de incienso (5, 8; 8, 3.4; 18, 13).

-3",..,ta,..,a,

-3",..,ta'tÍlQtOV, O\), 'tó

thymiaterion altar del incienso* En Heb 9, 4 se habla del -ltUftLa't~QLOV de oro que se hallaba en, el lugar santísimo .. ~n este sentido, -ltUftLa"tl]QLov aparece tambien, entre otros, en Filón, Her 226; VitMos 11, 94; Josefo, Bell V, 218; Ant I1I, 147.198.

a",..,tciro

thymiao hacer una ofrenda de incienso* En Lc 1, 9 dícese de Zacarías: EAaXE mil {}uftLiioaL (infinitivo de aoristo primero), «fue escogido por sorteo para hacer la ofrenda de incienso», -+ -ltuftLafta.

a",..,o,..,axÉro thymomacheo estar muy irri-

-3uÉAAa, 1)~, Í) thyella tempestad, torbellino*

tado* Hech 12, 20: Herodes (Agripa 1) estaba muy irritado (-ltuftoftaxrov) con los habit~n­ tes de Tiro y Sidón. El verbo -ltUftOftaXEw aparece también en Polibio IX, 40, 4; XXVII, 8, 4; Plutarco, Demetr 22.

En Heb 12, 18 este término forma parte del «inventario» de la teofanía (Dt 4, 11; 5, 22): -ltuÉAAa junto a -+ ~ó<po~.

a",..,óo,..,at thymoomai (voz pasiva) enfu-

-3ú¡:VO~, 3 thyinos de cidro, perfumado (re-

ferente a madera)* En Ap 18, 12, entre las mercadería~ exquisitas de los comerciantes, que ya nadie com-

recerse* En Mt 2, 16 dícese de Herodes: f-ltUftW-ltl] ALav, «se enfureció mucho». El empleo de {}uftÓOftaL en sentido absoluto se encuentra también en Polibio V, 16,4; TestDan 4, 4. DTNT 1I,356s.

1913 a",..,ó~,

1914

O", ó thymos ira, furor*

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campo referencial.

Bibl.: F. Büchsel, fruflÓ<;, en ThWNT III, 167s; A. T. Hanson, The Wrath ofthe Lamb, London 1957,50,62, 65, 86s, 159-180, 206-209; H. SchonweiB, Ira, en DTNT n, 356ss. ef. más bibliografía en ThWNT X, 1111.

l. De las 18 veces que aparece el término en el NT, nada menos que diez se encuentran en el Apocalipsis. Además, -ltUftÓ~ aparece dos veces en los escritos lucanos y seis veces en las cartas. 2. El término significa originalmente «lo que es movido o lo que mUeve» y.. por tanto, el «principio vital» o el «poder vital». En el griego profano, el vocablo contiene por de pronto toda una escala de significados: «anhelo, impulso, pasión, denuedo, ira, disposición, reflexión». Pero en el uso posterior del lenguaje (en los prosistas, en Platón, Tucídides y otros), -ltUftÓ~ significa principalmente «denuedo, ira, coraje». El uso judío y neotestamentarío del término se atiene al del griego profano más reciente. Mientras que en la LXX se perdió casi por completo la distinción original entre -ltUftÓ~ como emoción del alma y -+ oQY~ como manifestación externa de esa emoción, vemos que en el judaísmo tardío y en el NT existe una innegable vacilación a la hora de asociar -ltu ftÓ~ (a diferencia de oQY~) con Dios (en el NT únicamente en Rom 2,8 y en el Apocalipsis), muy probablemente por las connotaciones primariamente emocionales del concepto de -ltUftÓ~. 3. En los escritos lucanos y en las cartas (con excepción de Rom 2, 8), -ltUftÓ~ se aplica siempre al hombre. En Lc 4, 28 y Hech 19, 28, el término designa la ira como reacción de un grupo de personas ante unas palabras que les desagradan; en Heb 11, 27, significa la ira del rey de Egipto. En los otros cuatro pasajes (2 Cor 12,20; Gá15, 20; Ef 4,31; Col 3, 8), -ltuftÓ~ aparece en catálogos de vicios.

En Ef 4,31 y Col 3, 8, el vocablo aparece d~­ rectamente junto a oQY~, sin que se aprecie diferencia alguna de significado entre ambas expresiones. En 2 Cor 12, 20 y Gál 5, 20, el término se halla en plural (arrebatos de ira) dentro de un grupo de expresiones a modo de fórmula: EQL~, ~fjAO~, -ltUftOL, fQL-ltEi:aL. En Rom 2, 8 -ltUftÓ~ designa, juntamente con oQY~, la ira divina en el j~icio fin~l. Est~ combinación para designar la ira de DlOS esta tomada seguramente del AT (cf., por ejemplo, Dt 9, 19; Sal 2, 5; Os 13, 11). En el Apocalipsis, -ltUftó~ significa una vez la ira del diablo (12, 12); en las demás ocasiones designa la ira divina, que -como vino de la ira- se derrama sobre la humanidad (cf. 14, 8.10.19; 15, 7; 16, 1.19; 18, 3; 19, 15; cf. 15, 1). Esta imagen del vino de la ira y de la copa de la ira procede del AT: Is 51, 17.22; J~~ 25, 15~s; S_al 75, 9, etc. También la expreslOn -ltu!l0~ 'tl]~ oQyfj~ (16, 19; 19, 15) procede del AT (cf., por ejemplo, Núm 14, 34; Dt 13, 17; Sal 69, 24). El vino o el vino de la ira (seguramente, no «vino envenenado» ni «vino de pasión») de las inmoralidades de Babilonia, del que han bebido las naciones (17, 2 y 14, 8; 18, 3; cf. Jer 51, 7s), se refiere, por un lado, al pecado de las naciones y, por otro lado, se identifica de hecho con el vino de la ira de Dios. H. W. Hollander

a"Qa, a~, Í) thyra puerta, portón, entrada* l. Sentido propio - 2. Descripciones de milagros en que se abren puertas - 3. En sentido figurado.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; Dalman, Arbeit VII, 50-56 67-74; F. Ebert, en Pauly-Wissowa, VI AIl (1936),737-742; J. Jeremias, {}úQu, en ThWNT ~Il, 173-180; R. Kratz, Auferweckung als BefrelUng. Eme Studie zur Passions- und Auferstehungstheologie des Mt (SBS 65), Stuttgart 1973; Id., Rettungswunder. J;lotiv-, traditions-, und formkritische Aufarbeitunf! el.ner biblischer Cattung, Frankfurt a. M. 1979; O. Wemrelch, Cebet und Wunder, en Id., Religionsgeschichtliche Studien, Darmstadt 1968, 38-298.

1. En sentido propio, -ltúQa puede significar en el NT cualquier clase de puerta, portón

1915

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o entrada: Mc 1, 33; 2, 2; 11,4; Mt 6, 6; Lc 11, 7 (de la casa); Jn 10, 1.2 (del redil de las ovejas); 18, 16; 20, 19.26; Hech 3, 2 (la «Puerta Hermosa» del templo); 12, 13 (la puerta del vestíbulo); 21, 30 (del atrio interior del templo); 5, 19.23; 12,6; 16,26 (de la prisión); Mc 15,46; 16,3; Mt 27,60 (la entrada al sepulcro). En la mayoría de los casos, el término «puerta» va acompañado por los verbos avotyw o xAdw; la puerta cerrada protege contra las visitas inoportunas (Lc 11, 7), contra las asechanzas de los enemigos (Jn 20, 19) Y permite disfrutar de intimidad (Mt 6, 6).

los rasgos de los milagros en que se abren puertas o de los milagros de liberación sobre los relatos acerca del sepulcro: la resurrección de Jesús es «liberación» de la tumba y de la muerte mediante la intervención «salvadora» de Dios (cf. la exposición detallada de Kratz, Auferweckung; Rettungswunder). - La aparición de Jesús en una habitación con las puertas cerradas (Jn 20, 26) tiene otra función: el Resucitado no está sometido ya a las leyes de este mundo.

2. En Hech 5, 19.23; 12, 6; 16, 26 (en todos los casos se trata de la puerta de la prisión), {hJQu aparece en «descripciones de milagros en que se abren puertas o de milagros de liberación» (cf. Weinreich; Kratz, Rettungswunder). Los motivos asociados (la puerta está bien trancada, los presos están encadenados, hay vigilantes, se aparece un ángel, se produce un terremoto, la liberación tiene lugar durante la noche, la puerta se abre «automáticamente») forman parte del esquema narrativo del género, que es corriente en todo el entorno del mundo antiguo. Se describen liberaciones milagrosas, relacionadas principalmente con la difusión del culto de Dioniso, en relatos acerca del dios mismo o de sus adeptos (Eurípides, Ba; Nonnos, Dionysiaka) así como también en la vida del {tdo~ aV"ÍQ (Filóstrato, VitAp; Artapano, Novela de Moisés). La «situación vital» (Sitz im Leben) de las descripciones de milagros en que se abren puertas y de milagros de liberación, estructurada conforme a su género, es el empeño por implantar y preparar misioneramente un nuevo culto, una nueva religión. Y, así, los milagros de liberación que en los Hechos tienen por objeto a los apóstoles en general, y a Pedro y Pablo (con Silas) en particular, sirven para legitimar a los misioneros y para probar que el Dios verdadero interviene en favor de quienes los proclaman y hace que sus adversarios queden confundidos (--> {}Eof!áxo~). En el contexto de Mc 15,46; 16,3; Mt 27, 60, los motivos afines señalan la influencia de

a) La imagen espacial del hallarse a la puerta puede expresar una cercanía temporal inmediata (Hech 5, 9), casi siempre con un aspecto escatológico (Mc 13, 29 par. Mt 24, 33; Sant 5, 9).

3. El uso figurado de {tvQu es relativamente frecuente.

b) La imagen de la puerta puede utilizarse también para visualizar el acercamiento mutuo entre Dios y el hombre: Dios «se abre» sin límite alguno. El hombre «se abre» enteramente a Dios, en su disposición para la fe y el arrepentimiento (Ap 3, 7s.20). Dios, en su gracia, abre a los gentiles la puerta de acceso a la fe (Hech 14, 27); abre a los misioneros la puerta para que realicen con éxito su labor (1 Cor 16,9; 2 Cor 2, 12; Col 4, 3). c) La puerta que conduce a la salvación eterna es angosta (Lc 13,24); por eso, es tanto mayor el peligro (en el juicio) de que queden excluidos los que han llegado demasiado tarde (Mt 25, 10; Lc 13, 25). Jesús, que es el Juez y el Hijo del hombre, posee las llaves del poder (cf. Ap 3, 7s; también Mt 16, 13-20). d) Partiendo de la imagen intuitiva y concreta (el pastor entra abiertamente adonde están sus ovejas pasando por la puerta; el ladrón se desliza subrepticiamente en el interior del redil), en Jn 10, ls, se desarrolla luego la imagen de 10,7-9. En ella, lo de eyÓJ Elf!L ~ {tvQu 'twv JtQo~á'twv tiene primeramente el significado de «la puerta de acceso a las ovejas», y luego también el de «la puerta para que pasen por ella las ovejas». En todo ca-

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so, esta imagen de la puerta acentúa la afirmación de Jesús de que él es el único que trae la salvación.

R. Kratz

a"ºfÓ~, olí, ó thyreos escudo grande y oblongo * En Ef 6, 16 dícese metafóricamente del «escudo de la fe». ThWNT V, 312-314.

a,,º,~, ,bo~, Í] thyris ventana* En Hech 29, 9 se habla del joven Eutico, que estaba sentado en el alféizar de la ventana (eJti 'tfí~ {}uQt6o~) y que, al quedarse dormido, cayó al vacío. En 2 Cor 11, 33 Pablo cuenta cómo, en Damasco, «metido en una espuerta y a través de una ventana (6LU {tuQ[6o~) fui descolgado por las murallas abajo».

a,,ºO)ºÓ~, olí, Ó (Í]) thyroros portero (a), guarda de la puerta * En Mc l3, 34 se habla de la tarea del {tuQWQó~, que consiste en vigilar la casa. Jn 10, 3 habla del guarda, que abre la puerta al verdadero pastor; 18, 16.17 refiere que laportera dejó entrar a Pedro en el patio interior de la casa del sumo sacerdote, y le preguntó si era uno de los discípulos de Jesús (v. 17, ~ JtaL6toxl] ~ {tuQwQó~).

a"aí,a, a~, Í] thysia acción de ofrendar sacrificio, banquete sacrificial * ' (tvú) thyo sacrificar, matar, asesinar' en voz media, ofrecer un sacrificio, s;crificar para uno mismo* • 1. Significado y relaciones con la demás terminolo-

g~~

del sacrificio, especialmente en el AT - 2. Aparin de los términos y referencias en el NT - 3. Sinóp!Jcos y Hechos - 4. Pablo y 1 Pedro - 5. Efesios y Hebreos. C.lO

"T' en Bibl.: ThW Bauer, Worterbuch ' s.v:, J. Behm , -"--'.,., UU~ ~.A., h NT 1Il, 180-190 (bibl.); J. Casabona, Récher~ es sur le Vocabulaire des Sacrifices en Grec, Aix-enk ovence. 1?66; O. Casel, Die ¡\OyL%~ -&uala der antien Mystlk In christlicher-liturgischer Umdeutung: JLW 4 (1924) 37-47; M. Dibelius, Der himmlische Kultus

nach dem Hebriier, en Dibelius, Botschaft 11, 160-176; W. Fauth, Opfer, en KP IV, 307-310; D. Oill, Thysia and semm/m: Questions 10 R. Schmid's Das Bundesopfer in Israel: Bib 47 (1966) 255-262; R. Hentschke, Opfer (11. 1m An, en ROO IV, 1641-1647 (bibl.); H.-J. Hermisson, Sprache und Kultus im altisraelitischen Kult. Zur «Spiritualisierung» der Kultbegriffe im AT (WMANT 19), Neukirchen-Vluyn 1965,29-64; E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen'1974, 313319; K. Kertelge, Die «reine Opfergabe». Zum Verstiindnis des «Opfers» im NT, en Freude am Gottesdienst. FSfÜrJ. G. PlOger, Stuttgart 1983, 347-360; H. Lietzmann, An die Romer (HNT), '1971, 106-110; J. Maier, Die Tempelrolle vom Toten Meer (UTB 829),

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Wlssowa XVIII, 579-627, especialmente 613ss. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1111-1113. 1. Mientras que las formas activas del verbo acentúan la veneración de la deidad (sacrificio de acción de gracias), vemos que en las formas de la voz. medi~ destacan en primer plano las súplicas, las mtenclOnes y las necesidades de los oferentes. El sacrificio designado por {}úw tiene su origen en la comida familiar doméstica, en la cual partes del animal sacrificado eran quemadas y ofrecidas a la diosa del hogar. Por eso, el «echar llamaradas» (de humo y fuego) habría sido la significación fundamental de {}úw (cf. {}U¡Úafla, {}uflLa.TÍQLOV, {}UflLáw, (}Vf!ÓS;, etc.). En la época homérica, la {}vota es ya un banquete cultual público sometido a ciertas reglas, en el que se quemaban porciones de los alimentos destinadas a la deidad. Esta analogía casi completa con el rito de los s~c:i~icios se [amfm en Israel (cf. Rendtorff, 119ss) d~f¡cllmente será casual; habrá que suponer, más bien, que existe una relación de dependencia de estos últimos con respecto a la {}vota (Gill). A diferencia de la {}vota, de la oblación y del banquete sacrificial ofrecido por la comunidad celebrante, los sacrificios que se ofrecen por en-

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{tuaÍ,u

tero a la deidad -ya sea por parte del individuo o bien por la comunidad reunida para el culto- se denominan óAoxa'ÚtW/lu y m:páyLov, «holocausto y sacrificio sangriento». En los tiempos antiguos no se hacía nunca referencia a tales sacrificios con el verbo {t'Úw, sino siempre con verbos como EVtÉ/lVW y principalmente mediante los verbos -> acpá1;w y ocpuyLá1;o/laL, así como de ordinario la LXX traduce el verbo hebreo siíhat (<
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nifica sacrificar el cordero pascual. En Jn 10, 10, {tuw (como indican las connotaciones que se escuchan en XAÉ:rt'tW y a:n:óAA1Jf,tL) quiere decir asesinar. Prescindiendo de los mencionados pasajes relativos a la Pascua, en los que el sentido de sacrificio que en ellos se escucha no está determinado por el verbo {tuw, sino por el objeto del mismo, que es el «cordero pascua!», vemos que el verbo tl'uw se usa únicamente en Hech 14, l3.18 Y 1 Cor 10, 20 como tecnicismo para referirse al ofrecimiento de sacrificios. Por cierto que en ambos pasajes se alude expresamente a sacrificios paganos y el verbo tiene, por tanto, un acento claramente negativo. Por el contrario, en el NT, para referirse a los sacrificios agradables a Dios, se emplean verbos como bLbwf.u, :n:QoocpÉQw y avacpÉQw (tl'uoLav). De las 28 veces que aparece el sustantivo tl''UoLa, la mitad de ellas se encuentran en Hebreos (-> 5). Por lo demás, el sustantivo aparece también 5 veces en los Sinópticos, 2 en Hechos, 4 en Pablo y una vez en Efesios. 3. Mateo, en su elaboración del material de Marcos, puso dos veces en labios de Jesús la sentencia divina tomada de Os 6, 6 (cf. 1 Sam 15, 22; Is 1, lOss; Sal 40, 7): «¡Misericordia quiero, y no sacrificio!». Lo hizo así en los relatos sobre <
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-&uaíu

nada «casuística farisaica», sino que censuran la falta concreta de misericordia en aquellos que, bajo pretexto de observar el mandamiento del sábado, cierran sus ojos al hambre de los pobres. Por eso, de su cita de Os 6, 6 no puede deducirse nada acerca de la idea que Mateo tenga de los sacrificios; ¡cf. también Mt 5, 23! Mc 9, 49 D pc it no es tampoco de mucho peso para la cuestión acerca del sacrificio. Cuando Marcos (12, l3) describe al escriba afirmando que el cumplimiento del doble mandamiento es mucho más importante que todos los holocaustos y banquetes sacrificiales (-> óAoxau'tW!w y tl'uoLa), tal afirmación se halla plenamente de acuerdo con la extensa corriente de la tradición judía (cf. 1 Sam 15, 20ss; Sal 51, 18s y, a propósito, Billerbeck 1, 499s; Hermisson, 143s). El hecho de que la madre de Jesús, con arreglo a Lev 12, 1ss, ofrezca un par de tórtolas como holocausto y sacrificio expiatorio (Lc 2, 24), acentúa no sólo el temor de Dios, sino también -marcadamente- la pobreza de los padres de Jesús. Porque sólo puede recurrirse a esta sustitución, cuando la exigida ofrenda de una «oveja de un año» no esté al alcance de las posibilidades económicas de una persona; cf. el material en Billerbeck 11, 123s. En Lc l3, 1 se presupone también la práctica de los judíos en cuestión de sacrificios. En el discurso de Esteban (Hech 7, 41s), la cita de Am 5, 25-27 LXX no debe interpretarse, ni mucho menos, como crítica de los denominados «helenistas» contra el sistema de los sacrificios judíos. ¡Sino que lo que aquí se critica precisamente (en contra de la intención de Amós, que alaba el tiempo de la peregrinación por el desierto como tiempo en el que no hubo sacrificios) es que Israel, en el desierto, ~o haya ofrecido sacrificios a Dios, sino al ldolo! 4. Pablo fundamenta la idea de que la cena del Señor une a quienes la celebran con su S:,ñor hasta constituir un solo cuerpo (-> oW[.ta), argumentando que los israelitas que

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tenían comunión en el banquete sacrificial participaban del «altar de los sacrificios» (-> tl'voLao'tlÍQLOv 2) y, por tanto, tenían parte en Yahvé como Señor de ese altar (1 Cor 10, 18; cf. 8, 4ss; cf. también Lev 7, 6.15; Dt 18, lss). Tan sólo «en Cristo», a saber en la Iglesia integrada por judíos y gentiles, y no -por ejemplo- «desde Cristo», quedó suprimida tal cosa. Por eso, la referencia a < o:n:Évbw designa casi siempre semejantes sacrificios de libación, tanto más

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'ÍhJOLU

que el uso de 'fruo-La y ~ AEL'tOuQyLa indican claramente que el término tiene aquí este sentido (cf. 2 Tim 4, 6); véanse otras propuestas de interpretación en O. Michel, en ThWNT VII, 536s. La invitación de la Carta primera de Pedro a sus lectores para que, como «sacerdocio santo», ofrezcan «sacrificios espirituales» que sean agradables a Dios (2, 5), no debe entenderse como argumento de escritura en favor de un «sacerdocio general» que se halle en contraste con el ministerio sacerdotal específico o que llegue incluso a suprimirlo. Las metáforas del contexto (5,1-10), que se definen recíprocamente, designan a los cristianos como posesión de Dios. En consonancia con ello, la imagen de los «sacrificios espirituales» designa la. práctica total de la vida cotidiana de los cristianos (cf. 1, 15; 5, 1), que viven siguiendo a Cristo en sus padecimientos (5, 21); cf. N. Brox, La primera Carta de Pedro, 135ss. Con esto vemos que 1 Pe 2, 5 (lo mismo que toda la carta) se halla plenamente dentro de la tradición paulina y corresponde exactamente a la exhortación que se hace en Rom 12, ls a ofrecer a Dios la propia «existencia corporal» como «sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» y como el «servicio divino racional». Así como es cierto que aquí, de manera clara e intencionada, se rompen mediante esta paráclesis los límites del ámbito cultual estrecho, y éstos se amplían para que abarquen toda la existencia profana, así lo es también que no debemos comprender el pasaje como una polémica explícita contra el culto. 5. Mientras que Pablo describe el sacrificio expiatorio de Cristo, un sacrificio realizado de una vez para siempre y definitivo, con términos como alf.wo tf,aOn'lQLOV, vemos que Ef 5, 2 Y Hebreos hablan de que Cristo se entregó a sí mismo como 'fruoLa. Además, Hebreos, al sacerdocio terreno y a su ministerio de ofrecer sacrificios, le contrapone como antitipo el sumo sacerdocio celestial de Cristo y su sacrificio de sí mismo. Todos los sacerdotes humanos han sido designados para

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ofrecer a Dios sacrificios y dones para la expiación de los pecados (5, 1; 8, 3), primeramente por los pecados propios y luego por los pecados del pueblo (7, 27). Sin embargo, todos sus sacrificios que ellos, año tras año (lO, 1), tienen que ofrecer diariamente (lO, 11), no son capaces siguiera de hacerlos perfectos a ellos mismos (10, 1) en su propia «conciencia» (9, 9). No tiene fuerza para ello la Torá, que es mera «sombra» de los bienes futuros (10, 1). Es verdad que los sacrificios terrenos, ofrecidos con «sinceridad» (rdo'tL(;) en el culto terreno, son superiores a todos los demás sacrificios (11, 4; cf. la tradición judía: «El Santo, alabado sea, habla a Israel: Hijos míos, no acepto de vosotros ningún holocausto, ningún sacrificio por los pecados, ningún sacrificio por la culpa y ninguna oblación, a menos que me agradéis por medio de la oración, las súplicas y la sinceridad del corazón», PesR 198b). Ahora bien, los verdaderos sacrificios no sólo se ofrecen a Dios en el culto terreno, sino también en el culto celestial (9, 23). Mediante el irrepetible sacrificio de su propio cuerpo, Cristo -como Sumo Sacerdote celestial- eliminó de una vez para siempre todos los pecados (9, 26; 10, lss). Si alguno, conociendo esta verdad, vuelve con petulancia a pecar, para él no hay ya sacrificio que pueda obrar la expiación (10, 26; cf. 6, 5s). En adelante, los únicos sacrificios «agradables a Dios» serán el «sacrificio de alabanza» ('fruoLa aLvÉoEÚ)~) de la confesión de fe y los «sacrificios» de la ayuda prestada a otros (13, 15s). La comunidad de Qumrán rechaza tajantemente el ministerio sacrificial contemporáneo del Templo de Jerusalén por considerarlo una impía desfiguración del culto verdadero, revelado por Yahvé en el Sinaí (con un calendario y una forma que se describen en el «Rollo del Templo»). Lo sustituye, con arreglo a la «ley para este tiempo», por la propia vida comunitaria, estrictamente ritualizada. Esta comunidad se entiende a sí misma como sacerdocio y aguarda la pronta restauración escatológica del culto del templo. Después de la destrucción del templo en el año 70, junto a la esperanza de los fariseos en la renovación del ministerio sacrificial (cf. la 17.' l""I..!._: __

n.CI"')

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ftUOLU - ftuOLUO't'IÍQLOV

bendición de las Dieciocho Bendiciones: «... Señor, nuestro Dios, ... restaura el servicio divino al' santuario de tu Casa; y las ofrendas de Israel y sus plegarias, amorosamente recíbelas con benevolencia... », Sot 7, 7), se formó principalmente en círculos sacerdotales una mística del culto que entendía el pasado culto terreno como mer~ sombra de su prototipo celestial ante el carro de querubines de Dios (merkabfi) y se consolaba así con relativa facilidad del final del templo terreno. Son muchos los indicios de que la patria intelectual del autor de la Carta a los hebreos haya que buscarla en tales círculos. Porque parece que, con ayuda de los theologumena de esos círculos, el autor de Hebreos da una nueva interpretación de la cristología de la preexistencia, propia de la comunidad helenística, y de su interpretación sacrificial de la muerte de Jesús en la cruz (H.-M. Schenke, Erwiigungen zum Riitsel des Hebriierbriefs, en FS Braun 421-437). En todo caso, la Carta a los hebreos, por su tono y por su contenido, es algo totalmente distinto de una polémica hostil al culto, dirigida contra un cristianismo sacramentalista que sustituyera los sacrificios sangrientos por las propias celebraciones de la cena del Señor (así G. TheiBen, Untersuchungen zum Hebriierbrief, Gütersloh 1969,79-83). H. Thyen 3\}(Jt(UJ'tÍ) QWV, O\}, 'tÓ thysiasterion

altar* 1. Aparición en el NT y significado - 2. Altares en general - 3. Del altar de los holocaustos - 4. Del altar de la ofrenda de incienso - 5. Apocalipsis - 6. Heb 13,10.

Bibl.: S. Aalen, Das Abendmahl als Opfermahl im NT: NovT 6 (1963) 128-152; J. Behm, {}'Úoo XTA., en ThWNT 1II, 180-190; K. Galling, Der Altar in den Kul-

turen des alten Orients, Berlin 1925; H.-J. Klauck, {}UOLUatlÍQLOV, eine Berichtigung: ZNW 71 (1980) 2~~-~77; O. Michel, Der Brief an die Hebraer (KEK), Go~tmgen '1966, 502s; F. J. Schierse, Verheiflung und Hezlsvollendung, München 1955, 190s. ef. más bibliografía en ThWNT X, 1111-1113.

l. El término aparece 23 veces en el NT, donde designa -como sucede ya en la LXX (Lev 4, 7 Ypassim)- el altar del Dios de Israel. Para referirse a altares de dioses ajenos se emplea sin excepción el término ~ú)f..tÓ~ (Hech 17,23; cf. también 1 Mac 1,59).

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2. En Rom 11,3 (cita de 1 Re 19, 10) Y Sant 2, 21 (el altar del sacrificio de Isaac) se habla de altares en general. 3. Una serie de pasajes se refieren al altar de los holocaustos del santuario de Jerusalén. Este altar, un bloque rectangular de piedra no labrada, de unos 25m' de base y 7, 5 m de altura, con una rampa que conducía hasta él (Josefo, Bell V, 225; descrito de manera un poco diferente en Mid 3, 1ss), se hallaba situado en el templo herodiano en el atrio de los israelitas. Mt 23,35 par. Lc 11,51 (Q?) alude al último asesinato mencionado en el AT (2 Crón 24, 20-22), que se perpetró entre el portón de entrada del templo y el altar del incienso. El material peculiar de Mateo, en Mt 5, 23.24; 23, 18.19.20, nos permite comprobar que el culto del templo, a pesar de la crítica de Jesús contra dicho culto, siguió siendo hasta el año 70 una realidad determinante en la vida del judeocristianismo. En 1 Cor 9, 13 Pablo deduce por analogía una conclusión basada en un precepto de la ley relativa al culto: «los que se ocupan permanentemente del altar, participan de lo que se ofrece en el altan>; los sacerdotes que atienden al culto de los sacrificios, obtienen su sustento por el servicio que prestan en el templo. De manera análoga, los misioneros cristianos, que desempeñan también un servicio sagrado, tienen derecho a recibir su sustento de mano de las comunidades. En 10, 18 se menciona igualmente el ámbito del culto en una conclusión que se saca por analogía: Los sacerdotes israelitas son «partícipes del altan>; al comer de lo ofrecido en los sacrificios, se asocian con el altar y con el Dios de ese altar. Pero, de igual manera, los que participan en los banquetes cultuales paganos «se asocian con los demonios», es decir, caen bajo la esfera de poder de los demonios, a quienes esas comidas están dedicadas. Heb 7, 13, teniendo en cuenta la circunstancia de que Jesús no pertenecía a la tribu de Leví, que era la única encargada del servicio del altar, sino a la tribu de Judá, «de la cual nadie había oficiado en el altar», saca la conclusión de que el

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1927 ministerio sacerdotal levítico, y con él el culto del templo, han llegado a su fin. 4. Lc 1, 11 habla del altar del incienso, que estaba situado en el interior del templo de Jerusalén. Mientras Zacarías presiona los granos de incienso sobre los carbones encendidos del altar del incienso, se le aparece el ángel «a la derecha del altar del incienso», es decir, entre éste y el candelabro de siete brazos. 5. El Apocalipsis habla de los altares del santuario celestial. En 6, 9; 9, 13; 11, 1; 14, 18; 16, 7 se menciona, por cierto, el altar celestial de los holocaustos. Debajo del altar, el vidente ve «las almas de aquellos que habían sido muertos» (6, 9), es decir, de los testigos de sangre, porque la sangre de los animales de los sacrificios se derramaba al pie del altar, y porque el alma, es decir, la vida está en la sangre. Quiere decirse con ello: los testigos se hallan en la cercanía directa de Dios. Cuando de ese altar, «que está delante de Dios», sale una voz que pronuncia un juicio de castigo sobre la humanidad (9, 13), tal cosa debe entenderse como una respuesta a las oraciones de los testigos de sangre. Muy semejante es el contenido de la imagen de 14, 18, donde un ángel sale del altar para dar instrucciones sobre la vendimia de los racimos (= imagen del juicio), y asimismo en 16, 7, donde habla el altar mismo y confirma lo justos que son los juicios de Dios. La instrucción dada al vidente para que mida el templo, el altar del incienso y a los que en el santuario adoran, pero no el atrio del templo (11, 1), debe entenderse -por el contexto- en sentido eclesiológico: la comunidad, como templo que es de Dios, será preservada de la destrucción general. - Por el contrario, 8, 3 (bis).5 se refiere al altar celestial del incenso. El aroma que sube de él es símbolo de las oraciones de los santos que suben hasta Dios. 6. En el difícil pasaje de Heb 13, 10 parece que se habla de un altar cristiano, aunque en sentido metafórico y figurado. En términos formales, se trata de una prescripción de derecho sacro en la que se dispone una exclusión:

«Los que sirven al tabernáculo», es decir, los que pertenecen al antiguo orden de purificación, «no tienen derecho» a comer del altar de los cristianos. Las opiniones ofrecidas por los especialistas un tanto antiguos -el altar como metáfora de la muerte expiatoria de Jesús, de la cual vive la Iglesia, o como la cena cristiana del Señor- deben abandonarse en favor de una combinación de ambos motivos. El pasaje se refiere a los que quedan excluidos de la comunión de la mesa eucarística, una comunión que queda constituida por el sacrificio de Cristo (<
3"ro thyo sacrificar, matar --- rel="nofollow"> {}uoLa.

ero"a¡;, a Th6mas Tomás* 1. Aparición en las listas de los Doce en el NT 2. Aparición en Juan - 3. Figura y significado en Juan.

Bibl.: A. Dauer, Zur Herkunft der Thomas-Perikope Joh 20, 24-29, en Biblische Randbemerkungen (Schülerfestschrift für R. Schnackenburg), Würzburg 1974, 56-76; Haag, Diccionario, 1954s; K. Staab, en LThK X, 118s. Para los escritos no canónicos que pretenden haber sido escritos por Tomás, cf. Hennecke-Schneeme1cher,l, 199-223 (Evangelio de Tomás), 223s (Libro de Tomás), 290-299 (Evangelio de la infancia de Tomás); 11,297-372 (Hechos de Tomás).

l. En el NT, el nombre de eú)f.ta~, si prescindimos del Evangelio de Juan (---> 2.3), aparece únicamente en las cuatro listas de los Doce (Mc 3, 16b-19; Mt 10,2-4; Lc 6, 14-16; Hech 1, 13). El nombre se encuentra siempre hacia el medio de esas listas (Mc 3, 18 par. Mt 10,3 I Lc 6, 15; Hech 1, 13d), donde también se hallan Felipe, Bartolomé y Mateo. En el Evangelio de Marcos y en el de Lucas se le menciona después de Mateo. En el Evangelio de Mateo se halla en un grupo de dos y figura en primer lugar antes de Mateo; en el Evangelio de Lucas aparece en un grupo de dos y figura en segundo lugar después de Mateo; mientras que en Hechos se halla delante de Bartolomé y Mateo, en un grupo de dos juntamente con Felipe.

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2. En el Evangelio de Juan, E)(tlf.ta~ aparece 7 veces: 11, 16; 14,5; 20, 24.26.27.28; 21, 2, así como en 20, 29 v.l. En Jn 14, 5.8s se le agrupa con Felipe. En 11, 16; 20, 24; 21, 2 se le llama además Dídimo (---> t\Í.(h)f.to~, «gemelo»; traducción griega del nombre arameo, y sobrenombre que se le aplica después de Pascua). 3. En Jn 11, 16 Tomás manifiesta que él no comprende lo que Jesús se propone. Pero, al mismo tiempo, declara su decisión de no abandonar a Jesús, aunque ello suponga un riesgo para la vida. De la incomprensión por parte de los discípulos se trata también en 14, 5. Pero el lector de la Biblia conoce especialmente a Tomás por 20, 24-29. En 20, 24 se presenta a Tomás -como en la tradición acerca de Jesús se hace únicamente con Judascomo «uno de los Doce»; cf. 6, 66-71. Así como en el círculo más íntimo de los discípulos de Jesús hubo un discípulo capaz de traicionar al Maestro, así también a Tomás se le distingue de los demás miembros del círculo por el hecho de que representa el papel del escéptico que duda de la resurrección de Jesús. Pero, subyugado por la aparición de Jesús, que se le concede también a él, y por el conocimiento que Jesús tiene de los corazones, Tomás se convertirá también en uno de los proclamadores originales del mensaje de la resurrección. Sin embargo, todo el que crea, sin haber visto personalmente, será superior en este aspecto a Tomás y al círculo de los testigos originales (20,29).

1930 En Jn 21, 2 se menciona a Tomás inmediatamente después de Pedro y de los hijos de Zebedeo. Suponemos que se trata de una alusión a que, en la época de la fundación de las comunidades joánicas, él desempeñaba un papel importante como apóstol itinerante en el territorio de esas comunidades. Así lo presupone también su repetida aparición en el cuarto Evangelio. En él se condensó el recuerdo de un discípulo que había gozado antaño de prestigio e influencia en esas comunidades. Pero esto no significa, claro está, que los textos joánicos en los que Tomás aparece, traten de acontecimientos concretos de su vida. Hablan en contra de esto, entre otras cosas, la estructura literaria del malentendido joánico, que está asociado varias veces con la intervención pública de Tomás, y su designación como representante de los discípulos y de los Doce. E. Ruckstuhl

3mQa;, axo¡;, ó thorax coraza (compuesta generalmente de peto y espaldar)* 1 Tes 5, 8: «Seamos sobrios, poniéndonos la coraza de la fe y del amor... ». El texto de Ef 6, 14: «revestidos con la coraza de la justicia» se halla dentro de la tradición bíblica (Is 59, 17 LXX; Sab 5, 18). Junto a este empleo metafórico de {}ÚJQa~ (en singular), el Apocalipsis conoce también el sentido literal del término (en ambos casos aparece {}ÚJQal; en plural): 9, 9, «tenían corazas como corazas de hierro»; 9, 17: «corazas como de fuego». ThWNT V, 308-310.

1932

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1L 'Iá¡:E?o~,

ou [airos Jairo*

Nombre del jefe de una sinagoga (Mc 5, 22 par. Lc 8, 41). Sobre la derivación de la forma griega del nombre cf. Bauer, W6rterbuch, S.v.; cf. además R. Pesch: BZ 14 (1970) 252-256. 'I«xro~ [ak6b Jacob Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s. v.; Haag, Diccionario, 928-930 (bibl.); H. Odeberg, 'IaxÓl~, en ThWNT III, 191s; A. Weiser, en RGG 111, 517-520 (bibl.).

El nombre del hijo de Isaac, de origen semítico occidental y que puede explicarse de diferentes maneras (Gén 25, 24-26; 27, 36: etimología popular), aparece siempre en el NT (a diferencia de como aparece, por ejemplo, en Josefo) en forma no helenizada e indeclinable. Lo encontramos un total de 27 veces, cinco de ellas en las genealogías de Jesús (Mt 1, 2 [bis]; 1, 15.16 [donde no se hace referencia al patriarca, sino al padre de José de Nazaret]; Lc 3, 34) Y cinco veces en la designación tomada de Ex 3, 6.15, que sonaba con especial solemnidad en época posterior: Ó 'frEO<; 'A~Qau¡.t xaL 'IcJaux xaL 'Iaxw~ (así en Hech 3,13; 7,32; cf. Mt 22,32 par. Mc 12, 26 / Lc 20, 37), que penetró también en la magia pagana (los testimonios en Bauer). El conocimiento de la identidad de Jacob como el antepasado de las doce tribus de Israel se supone como cosa obvia en el NT (cf. Hech 7, 8 (bis) y Jn 4, 12 [aquí enfáticamente en labios de judíos: ó :TtaT~Q 1Í¡.twv 'Iaxw~)). Este nombre se halla también en el fondo de la manera -tomada del AT- de referirse a Israel como el o1xo<; 'Iaxw~ o como 'Iaxw~ (Ex 19, 3; Is 2, 5; Lc 1,33; Hech 7, 46 ó Núm 23, 7; Is 40, 27; Rom 11, 26 [cita de Is 59, 20)). Por el contrario, la idea del judaísmo primitivo de que Jacob, juntamente con los demás patriarcas y justos, se sentaría a la me-

sa en el banquete de la salvación escatológica, en la basileia (cf. Billerbeck IV, 1154-1165; Schulz, Q, 325), aparece únicamente en el 10gion (procedente de Q) de Mt 8, 11s par. Lc 13, 28s, que habla en tono amenazador de que serán excluidos los «hijos del reino» (Mateo) y de que los gentiles serán admitidos a esta comida. En Rom 9, Jacob -al ser preferido a Esaú- sirve de ejemplo de la libertad absoluta de la precedente elección por parte de la gracia divina (9, 10-13; el v. 13 es una prueba de Escritura, tomada de Mal 1, 3). En Heb 11, Jacob es uno de la serie de testigos de la fe, que comienza con Abel y culmina con Abrahán (11, 20.21; cf. v. 9). E. Plümacher 'Iáxro~o~,

ou [aMbos Santiago [Jacobo]*

1. El hermano del Señor - 2. El hijo de Zebedeo 3. El hijo de Alfeo - 4. El pariente de una tal María 5. El padre del apóstol Judas.

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1933

'Iá'Xúl~o~

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1. Santiago, «el hermano del Señor» (Gál 1, 19), se menciona en Mc 6, 3/ Mt 13, 55 como el primero de los cuatro hermanos de Jesús (- aOEAcpó<; 3.4). Tenía ciertas reservas (se-

1934

gún parece), en vida de Jesús, con respecto a la actividad de éste (Mc 3, 21.31). 1 Cor 15, 7 lo menciona como testigo de una epifanía de Pascua. Esto suele interpretarse en el sentido de que, sólo por la aparición del Resucitado, Santiago llegó a ser discípulo y creer en Jesús. Como hermano del Señor y testigo pascual, Santiago llegó a poseer en adelante especial autoridad en el seno de la(s) primera(s) comunidad(es) (cf. también Hech 12, 17). Cuando Pablo se hallaba en Jerusalén (¿hacia el año 35 p.e. ?), visitó a Cefas y a Santiago (Gál 1, l8s). En los años cuarenta, Santiago era uno de los tres «pilares» (Gál 2, 9, _ atuAo<;) que concertaron el acuerdo con Pablo y Bemabé en la conferencia de Jerusalén acerca del reconocimiento de la misión entre los gentiles (Gál 2, 1-10; apartándose en detalles: Hech 15, donde se menciona a Santiago en el v. 13). Las autoridades de Jerusalén no eran «judaizantes», ni siquiera Santiago. No tienen nada que ver con la agitación suscitada por los «falsos hermanos» (Gá12, 4). En la conferencia no se impusieron condiciones' a los misioneros que trabajaban entre los gentiles, ni se exigió la circuncisión de los cristianos procedentes de la gentilidad (Gál 2, 3-6). Mientras que a los cristianos gentiles no se les imponían condiciones, Santiago exigió (según parece) que los judeocristianos observaran las prescripciones rituales de la ley. Por este motivo (a causa de los preceptos de los judíos acerca de las comidas, cf. a propósito F. MuBner, Der Galaterbrief' [HThK], 140142) Santiago rechazaba la comunión de mesa entre los judeocristianos y los cristianos gentiles (Gál 2, 12). Después de la muerte de Pedro, parece que la dirección de la iglesia de Jerusalén pasó completamente a manos de Santiago. El episodio de Gál 2, 12s nos muestra que la influencia de Santiago se extendía mucho más allá de Jerusalén. - Pablo le visitó en su tercer viaje a Jerusalén (Hech 21, 18), seguramente para hacer entrega de la colecta recogida por las comunidades gentiles.

1935

'!áXO)l3o~

Según una tradición judeocristiana, a Santiago le aplicaban el honroso título de ó bLXaLO~ (<<el justo») (Hegesipo, Hypomnemata V, en Eusebio, HístEccl n, 23, 4, 7 Y passim; IV 22, 4; Clemente de Alejandría, Hypotyposes VI en Eusebio, Hist Eccl n, 1, 3; Hypotyposes vn, en Eusebio Hist Eccl n, 1, 4s; EvHeb 7; Pseudo-Josefo, en Eusebio, HistEccl I1, 23, 20). Lo extensamente que se hallaba difundida esta tradición, lo atestiguan también textos gnósticos: EvTom 11 (12); Primer Apocalipsis de Santiago (NHC V 3) 32, 2s; cf. 6s; Segundo Apocalipsis de Santiago (NHC V 4) 44, 13s.18; 59, 22 (?); 60,12; 61,14. -Hegesipo (Eusebio, HistEccl I1, 23, 7) le aplica, además, otro honroso título: w~/..La~. Tal vez (como sospecha Torrey, cf. también Baltzer-Koster) QBAIA~ es un error ortográfico por QBLlIA~. La interpretación (3tEºLOX~ 'tou /..aou) podría recordar también (Baltzer-Koster) el texto de Ab 1, 1 LXX. Del fin de Santiago nos informa Josefo, Ant XX, 200. Según este relato, el hermano del Señor fue víctima de la persecución promovida contra la comunidad de Jerusalén por el sumo sacerdote Ananos, quien mandó lapidar a Santiago (y a algunos otros miembros de la comunidad) durante el período de vacancia entre la muerte de Pesto y la llegada de Albino (¿62 p.C. ?). Relatos legendarios sobre el Martyrium lacobi: Hegesipo, Hypomnemata V, en Eusebio, HistEccl II, 23,10-18 Y(con algunas semejanzas) Segundo Apocalipsis de Santiago 61, 13. Hay una información más breve en Clemente de Alejandría, Hypotyposes VII (Eusebio, HistEccl II, 1, 5). En sentido amplio, quizás haya que tener también en cuenta lo que refieren las PsClem Rec 1, 66-71). Estos relatos tienen afinidad en cuanto a algunos detalles concretos. Pero no sabemos con exactitud qué relación existe entre ellos desde el punto de vista de la historia de las tradiciones (cf. Funk 172-178.194-198). Hegesipo, en la frase final de su informe (Eusebio, HistEccl n, 23, 18, al fin del capítulo) establece una relación entre el Martyrium lacobi y el asedio de Jerusalén, que tuvo lugar «inmediatamente después». Detrás de todo se halla la idea: la caída de la ciudad fue un castigo de Dios porque se había dado muerte al justo. Esta opinión aparece también -aunque sin conexión directa en el tiempo- en el Pseudo-Josefo (Eusebio, HistEccl n, 23, 20; este texto fue conocido ya por Orígenes: Cels 1,47 [GCS n 97];

1936

cf. n, 13 [II 143]; in Mt. 10, 17 [GCS XL 22]). Ahora bien, no podemos deducir ninguna conclusión de la observación, orientada totalmente en sentido hagiográfico, sobre la cronología del Martyrium lacobi (como si fuera necesaria una fijación más tardía). La Carta de Santiago procede seguramente de un cristiano desconocido, que «puso su carta de exhortación bajo el nombre y la autoridad del antiguo dirigente de la iglesia de Jerusalén» (Kümmel, Einleitung 364), cf. 1, 1. En Jds 1 el autor se designa a sí mismo como hermano de Santiago. En época posterior, Santiago desempefia un papel especial en las tradiciones e ideologías de diversos grupos judeocristianos. La leyenda que aparece en EvHeb 7 le convierte, según parece, en el primer testigo creyente de las apariciones de Pascua. Hegesipo en Hypomnemata V (en Eusebio, HistEccl II, 23, 4-18) elaboró tradiciones de intenso colorido legendario procedentes de cículos judeocristianos, en las cuales Santiago goza del máximo prestigio. Sobre el papel destacado de Santiago en las PsClem (la imagen legendaria de Santiago en las PsClem no es uniforme), cf. Strecker 137-145, 194-196, 235, 246-254 Y passim. ¡El antipaulinismo peculiar del Kerygma Petrou no puede pretenderse que corresponda al Santiago histórico !). Hubo también grupos gnósticos que se apoderaron de la figura de Santiago (quizás, originalmente, a través de judeocristianos que habían sucumbido al gnosticismo; cf. EvTom 11 [12]). Sobre el uso indebido de la figura de Santiago en la gnosis, cf. la Primer Apocalipsis de Santiago (NHC V 3); la Segundo Apocalipsis de Santiago (NHC V 4); además, los Naasenos en Hípólito, RefV, 7,1 (GVS XXVI 78s); X 9,3 (XXVI 268). Al hermano del Sefior pretende también atribuírsele, probablemente, la obra gnóstica titulada Apócrifo de Santiago (NHC 1 2) (consúltese, por lo demás, Hennecke-Schneemelcher I1, s. v. en el índice analítico). 2. Santiago, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan, pescador del Lago de Genesaret, fue llamado juntamente con su hermano para que fuera en seguimiento de Jesús (Mc 1, 19s / Mt 4, 21s; cf. Mc 1, 29 Y Lc 5, 10). Pertenece al grupo de los «Doce» (Mc 3, 17 / Mt 10, 2ILc 6, 14/ Hech 1, 14; -> 6<Í:J()EXU 4). Según Mc

1937

'IáxO)~o~ - 'Iávvf]~

3, 17, Jesús le dio a él y a su hermano el sobrenombre de -> BoavllQyÉC;. Pedro, Santiago y Juan desempeñan un papel especial como testigos oculares en Mt 5, 37 / Lc 8, 51 (resurrección de la hija de Jairo), en Mc 9, 2/ Mt 17, 1/ Lc 9, 28 (Transfiguración) y en Mc 14, 33 (cf. Mt 26, 37; Getsemaní). En Mc 14, 33 Pedro, Santiago, Juan y Andrés preguntan acerca del momento y de los signos de los acontecimientos escatológicos. Los dos hijos de Zebedeo destacan especialmente en Lc 9, 54 y Mc 10, 35ss par. (cf. también 10, 41 par.). Mc 10, 39 predice en forma velada su martirio. Hech 12, 2 informa de manera sumamente concisa acerca del martirio de Santiago: el rey Herodes (Agripa 1) mandó ejecutar a espada (¿en el año 44 p.c.?) al hijo de Zebedeo, durante una persecución contra los cristianos. Sobre las problemáticas circunstancias jurídicas cf. Blinzler. Según este especialista, el hijo de Zebedeo, «con suma probabilidad, no fue procesado y condenado por el rey Agripa 1 en persona, sino por el Sanedrín de Jerusalén, aunque con el pleno asentimiento y, posiblemente, con cierta cooperación activa del monarca» (NovT 5 [1962] 205s). Sobre la ejecución de la pena (¿según las leyes saduceas?), cf. Blinzler, ¡bid. 200-205. Clemente de Alejandría, Hypotyposes VII (Eusebio, HistEccl n, 9, 2s) nos ofrece un relato legendario. - Sobre tradiciones más tardías acerca de Santiago, cf. Hennecke-Schneemelcher II, s. v. en el índice analítico. 3. Santiago, el hijo de Alfeo (-> 'AAcpaToC;), era también uno de los Doce (Mc 3, 18/ Mt 10, 3 / Lc 6, 15/ Hech 1, 13). Según D E> cp it Tat, el publicano que, según Mc 2, 14, fue llamado por Jesús en su seguimiento, no se llamaba Leví, hijo de Alfeo, sino Santiago, hijo de Alfeo (una corrección posterior). - Cf. Hennecke-Schneeme1cher 11, 31. 4. Mc 15, 40 conoce un tal Santiago que tenía el sobrenombre de ó [tLXQÓC; (<<el menor» o «el más joven»; cf. O. Michel, en ThWNT IV, 652s). El texto menciona a una tal María (su hija o madre o hermana) entre los testigos de la ejecución de Jesús.

1938

Si la frase MaQLa ~ 'Iaxro~ou 'tou flLXQOU xal 'Io)<Jfí'to~ fl'Í)'tf]Q (¡variantes!) se refiere a una o a dos mujeres, es algo que no puede decidirse con certeza. Si se refiere a una sola mujer, entonces María era la madre de Santiago el menor y de su hermano Joset. El paralelo de Mt 27, 56: MaQLa ~ 'tOU 'Iaxro~ou xal. 'Io)<J~qJ fl'Í)'tf]Q (¡variantes!) parece que se refiere a una sola mujer (cf. 27, 61 !) Y hace de María la madre de Santiago; --> MaQLa 4. La MaQta ~ 'tou 'Iax<Í:J~ou vuelve a mencionarse en Mc 16, 1, esta vez como testigo de la tumba vacía; cf. Lc 24, 10.

5. Santiago, el padre (menos probablemente: el hermano) del apóstol Judas (no de Judas Iscariote), uno de los Doce: Lc 6, 16; Hech 1, 13. Sobre el apóstol Judas Iacobi -> 'Ioú6ac;. K. Niederwimmer

tU "U, u'to;, 'tó iama curación ->

iáo[taL 1.4.

'Iu"PQií; Jambres Jambrés* 2 Tim 3, 8 menciona a «Janes y Jambrés», que en otro tiempo se opusieron a Moisés. -> '!ávvllC;·

'Iuvvut Jannai Janay [Jana]* Nombre de persona en Lc 3, 24, padre de Melquí.

'Iávv1); Jannes Janes* En 2 Tim 3, 8 se menciona a «Janes y Jambrés» como ejemplo de actitud negativa, porque «se opusieron» (av'tÉ<J't'Y]oav) a Moisés. Se piensa en los hechiceros egipcios de los que se habla en Ex 7,8-25 y que en presencia de Faraón debían competir con Moisés. Los nombres están tomados de la tradición judía (Schürer I1I, 402-405; Dibelius-Conzelmann, Die Pastoralbriefe [HNT], sub loco). El hecho de que algunos testimonios de la tradición textual (G lat y otros) lean «Janes y Mam-

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'IávvYJ~

bres», se debe a las vacilaciones de dicha tradición. Billerbeck m, 660-664; ThWNT I1I, 192s; X, 1113 (bibl.); L. L. Grabbe: JBL 98 (1979) 393-401.

iáoJ.lat iaomai curar,

sanar 'LUftU, u'tO~, TÓ iama curación* 'LU<Jl~, EW~, ~ iasis curación* l. Aparición de los términos en el NT - 2. En los relatos de milagros - a) Empleo y significado - b) La curación y la fe - c) Enjuiciamiento de las curaciones milagrosas de Jesús - 3. En sentido figurado - 4. ralla -

5. raau;. Bibl.: R. H. Fuller, Die Wunder lesu in Exegese und Verkündigung, DüsseldOlf 1967, 37-44; H. van der Loos, The Miracles of lesus (NovTS 9), Leiden 1965, 293336, 339ss: A. Oepke, iáo[!at, en ThWNT III, 194-215; A. Richardson, The Miracle Stories of the Gospels, London 1942. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1114.

l. En el NT, táoftaL aparece 26 veces, especialmente en el Evangelio de Lucas (11 veces); aparece también en: Mateo 4 veces, Marcos 1, Juan 3, Hechos 4, y una vez en cada uno de los escritos siguientes: Hebreos, 1 Pedro y Santiago. tUftU aparece únicamente en 1 Corintios (3 veces); tU<JL~ en la doble obra lucana: Evangelio de Lucas, una vez; Hechos, dos veces. 2. a) táoftaL se emplea como alternativa del término, más usual, {}EQUJtEÚW en el sentido de sanar, y sin que haya entre ambos diferencia alguna de significado. Pero da la casualidad de que sólo táoftaL se usa en sentido figurado. táoftaL no puede tener el significado adicional de «cuidar, servir», sino únicamente de realizar una curación efectiva, ya sea por tratamiento médico o por intervención sobrenatural. En el NT, táof!aL, prescindiendo de su sentido figurado, aparece únicamente en relación con curaciones milagrosas. Lo mismo sucede con tUftU y 'LuaL~ (pero no con -+ tUTQÓ~).

táoftaL se emplea para referirse a los actos milagrosos realizados por personas dotadas de poder di vino (-+ MVUftL~). La visión dina-

- táof!aL

1940

mística de la curación aparece con especial claridad cuando el simple contacto con los vestidos realiza la curación, como en la historia de la mujer que padecía hemorragias (Mc 5, 25-34 par.), en la cual se narra que Jesús se da cuenta de que, con el contacto, había dimanado poder de él (cf. Mc 6, 56; Lc 6, 19; Hech 19, 12). Es característico de Lucas el hablar del poder del Señor para curar, 5, 17 (cf.6, 19). Este pasaje puede causar incluso la impresión de que Jesús sólo poseía este poder en ciertas ocasiones. Difícilmente pretendería Lucas darnos a entender tal cosa. Porque él afirma en otras partes que Jesús había curado en su camino a todos los enfermos y posesos (9, 11; Hech 10, 38; cf. Lc 6, 18). Jesús comunica también a sus discípulos ese mismo poder (Lc 9, ls; 10,9.17). Lo derivado que era este poder de los discípulos se ve claramente por el hecho de que la curación se obra únicamente en el nombre de Jesús (Hech 3, 6.12.16; 4, 30; 9, 34). b) Algunas veces parece que la curación depende de la fe de los enfermos o de los que interceden por ellos (Mc 5, 34.36 par.; 6, 5s; 10, 52 par.; Mt 8, 10; 15, 28). Esto no significa la curación por la fe; una explicación psicosomática estaría descaminada. (En algunos casos, el enfermo ni siquiera está presente). La fe es necesaria, porque no se trata de hechicería, sino de la recepción de la salvación divina. En la historia del muchacho poseso (Mc 9, 14-29 par.), es digno de tenerse en cuenta que los discípulos, que habían intentado antes expulsar el mal espíritu, fueron criticados por su falta de fe. Parece que Jesús opina que todo es posible para el que cree (v. 23), porque la oración de quien tiene fe es capaz de conseguirlo todo (v. 29; cf. Mt 17,20). c) La credibilidad de las historias debe examinarse caso por caso. Es cierto que las curaciones de enfermos desempeñaron un papel destacado en la vida de Jesús (por contraste con el Bautista, Jn 10, 41). En ello se expresa la compasión de Jesús (por ejemplo, en Lc 13, 16), Y sobre todo su autoridad divi-

1941

na (Mc 2, 10, -+ €~ouotu). Existe cierta tensión entre el rotundo rechazo de los milagros de legitimación (Mc 8, 11 par.) y el significado de los milagros como signos de acreditación. Ahora bien, el ansia de milagros es condenada como superstición, mientras que la fe va siempre acompañada de milagros. En parte, esto parece ser la experiencia normal de todos los que creen, y en parte los milagros pertenecen al tiempo de la salvación. Jesús mismo consideró las curaciones milagrosas como señales del reino de Dios (Lc 7,22 [Q]; 11,20 [Q]). Los milagros proclaman la llegada del reino y la caída de Satanás (Lc 10, 18; cf. Hech 10, 38). 3. táoftaL se usa en sentido figurado para referirse a la intervención salvífica de Dios, de acuerdo con lo que dicen textos del AT, en Mt 13, 15; Jn 12,40; Hech 28, 27. De manera parecida se emplea el texto de Is 53, 6 en 1 Pe 2, 24. La concepción general de que la enfermedad es consecuencia del pecado (por ejemplo, en Jn 9, 2) se halla detrás de este empleo del verbo curar en sentido figurado. El lenguaje metafórico que se utiliza en Heb 12, 13: «para que el miembro cojo no se descoyunte, sino que sea sanado», tiene más bien el carácter de una parenesis ética. 4. tUftU aparece únicamente en la combinación XáQLOftU tUftáTWV en 1 Cor 12, 9.28. 30. El «don de la gracia de obrar curaciones» es aquí un don especial que se concede a algunos miembros de la comunidad. Podemos deducir de Rom 15, 19; 2 Cor 12, 12 que ese don fue también una de las notas características de un apóstol. 5. tUOL~ se emplea únicamente en Lucas. En Lc 13, 32, táoet~ anoTEAw es tan sólo una circunlocución de táoftaL (literalmente: «yo realizo curaciones»). Hech 4, 22 habla del signo de la curación, a propósito de la curación de un mendigo paralítico obrada por los ~póstoles, y en 4, 30 se menciona la tum~, Juntamente con los signos y milagros, como

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efecto obrado por la mano de Dios por medio del nombre de Jesús. R. Leivestad

'IáQEt laref Járet [Jared]* Nombre del padre de Henoc: Lc 3, 37 (cf. Gén 5,15.18; 1 Crón 1,2; Hen [gr] 106, 13, en todos estos casos aparece la forma 'IáQEc). ta(Jl~, EID~, Í) iasis curación -+ táoftaL 1.5. ta(J3tt~, tbo~, Í) iaspis jaspe* En la antigüedad, el nombre de jaspe no se limitaba a la variedad de cuarzo que denominamos así hoy día, sino que podía designar cualquier piedra preciosa opaca (Bauer, W¿¡rterbuch, s. v.). En el NT tuom~ aparece únicamente en el Apocalipsis: 21, 18.19; At{}O~ tuom~ en 4,3 Y 21,11. ovo~ lason Jasón* Frecuente nombre de persona, que (como genuino nombre griego) podía sustituir en los judíos al nombre 'IfJaou~ (BlaB-Debrunner, § 53, 3d). En el NT, dos personas distintas se llaman Jasón: en Rom 16, 21 Jasón, compatriota de Pablo, envía saludos. En Hech 17, 5. 6.7.9 un hombre llamado Jasón da hospedaje a Pablo y a Silas en Tesalónica.

'Iá(JIDv,

¡atQó~,

O", Ó iafros médico*

Bibl.: K. Beth, Heilung, en ROO III, 194-198; H. Oreeven, Krankheit und Heilung naeh dem NT (Lebendige Wissenschaft 8), Stuttgart 1948; R. Herzog, Arzt, en RAC 1, 720-725; A. Kiiberle, Arzt und Seelsorger, en ROO 1, 636s; F. Kundlien, Der griechiseher Arzt im Zeitalter des Hellenismus, Wiesbaden 1979; D. Lührmann, Aber aueh dem Arzt gib Raum (Sir 38, 1-15): WuD 15 (1979) 55-78. Cf. más bibliografía en ThWNT X,I114.

En el NT, tUTQÓ~ aparece en total 7 veces: Mateo una vez, Marcos dos, Lucas tres y Colosenses una vez.

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1943 Se emplea únicamente para designar al médico profesional, y no aparece en sentido figurado ni como título cristológico. Por Col 4, 14 nos enteramos de que Lucas, el colaborador de Pablo, es médico. (¡El utilizar los servicios de un médico no se consideraba como cosa poco espiritual! Cf. Lc 10, 34; 1 Tim 5, 23). Es insostenible la opinión de que los escritos lucanos se caractericen por la terminología y la manera de pensar de un médico. En Mc 5, 26 Y Lc 8, 43 oímos que algunas mujeres, sin éxito pero con grandes gastos y molestias, habían consultado a varios médicos. La intención no es difamar a los médicos, sino poner de relieve lo incurable de la enfermedad. Se pone en labios de Jesús dos frases a manera de proverbios: Mc 2, 17 par. Mt 9, 12/ Lc 5, 31: «Los fuertes (= los sanos) no tienen necesidad de médico, sino los enfermos», y Lc 4, 23: «¡Médico, cúrate a ti mismo!». R. Leivestad

¡bE ide ¡mira!, ¡mirad! Lo que originalmente era el imperativo tOé se convirtió en partícula. De ahí que tbE se emplee para llamar la atención de una sola persona (¡mira!) o de varias personas (¡mirad!), y vaya acompañado por el nominativo, y no por el acusativo de lo que debe mirarse (BlaB-Debrunner § 107, 2; 144 nota 4). La partícula se halla casi siempre al comienzo de la frase (aparece, por el contrario, en medio de la frase en Jn 3, 26). En el NT, tbE aparece principalmente en el Evangelio de Juan (15 veces), en Marcos (4 veces) y también en Gál 5,2 (yen Jn 19,5 v.l.; Rom 2,17 v.l.). Marcos, Mateo y Juan emplean únicamente tbE dentro del discurso. Marcos asocia a veces la partícula con un interrogativo (Mc 2, 24; así sucede también en Jn 11,36) o con un demostrativo (Mc 13, 21 mbE y EXEL). Marcos, Mateo y Pablo, además de emplear tbE, utilizan también --+ tbo'Ú, y por cierto con mayor frecuencia; sin embargo, Juan emplea tan sólo cuatro veces tbo'Ú, mientras que Lucas/Hechos, Santiago y el Apocalipsis utili-

zan exclusivamente tbo'Ú. P. Fiedler, Die Forme! «und siehe» im NT, München 1969, esp. 17-48. R. van Otterloo: OPTAT 2 (1988) 34-64. ¡bLO~,

3 idios propio, peculiar, perteneciente al individuo

1. Aparición en el NT - 2. Significados - a) El uso como adjetivo - b) El uso como sustantivo - c) El uso como adverbio - 3. El uso específico en Juan.

Bibl.: Bauer, W6rterbuch, s.v.; R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes (KEK), Góttingen 1°1977, 34s, 372-374; J. Jervell, Er kam in sein Eigentum: StTh 10 (1956) 14-27.

1. El adjetivo aparece 11 veces en los Sinópticos, 7 en Juan, 12 en Hechos, 25 en las Cartas paulinas, 21 en las Pseudo-pau1inas y Hebreos, y lOen las Cartas católicas. El vocablo no aparece en el Apocalipsis. El adjetivo sustantivado tO tbLOV, en singular, se encuentra únicamente en Jn 15, 19; el plural, Ol 'LbLOL, se encuentra 2 veces en Juan y en Hech 4,23; 24, 23; ta tbLa aparece en Lc 18,28; Jn 1,11 (--+ 3); 8,44; 16,32; 19,27; Hech 21,6. La expresión adverbial Xat' tbLav aparece 15 veces en los Sinópticos, referida a Jesús, y se encuentra también en Hech 23, 19 Y Gál 2, 2.

2. a) El uso de tbLO!!; en el NT está determinado en principio por el uso que se hace de este término en la LXX, que traduce siempre el sufijo personal hebreo por el pronombre posesivo tbLO!!;, por ejemplo, en Gén 47, 18: ÚnOA.dnEtm ~¡.tlv ... tO tbLOv aO:J¡,La xal ~ ríj ~¡,L&v (igualmente en Dt 15, 2; Job 2, 11; 7, 10 Ypassim). En el NT, el adjetivo, usado como pronombre posesivo, tiene una acentuación más o menos enfática (Mt 9, 1: ~A.{tEV d!!; t~v tbLav nÓA.LV). Son características del uso las diversas variantes de Mt 13, 57: B DE> pc: ou')(. EGtLV nQoq:1l1tr¡; aUflo; d fl~ EV tñ :rtatQl~h ')(.aL EV tñ otúc;x aUTo'Ü; Koiné W pI: natQlOL auto'Ü; Sin pc: EV tñ tblc;x :rtatQl~h (= Jn 4, 44); C: EV tfí tblq. natQlOL auto'Ü. La decisión, en materia de crítica textual, no está tan clara como se supone a veces.

1945 El pleonasmo del Sin puede ser omitido perfectamente por B D pc por considerarlo superfluo, mientras que Jn 4, 44 difícilmente habrá dado ocasión para que se haga una inserción. De todos modos, las variantes muestran cómo se entendía el término. En Mt 22, 5 el adjetivo es pronombre posesivo, lo mismo que en 25, 14, donde los paralelos sinópticos (Mc 13, 34; Lc 19, 13) leen, en vez de él, au-wií o Eautoií. En Mt 25, 15 el adjetivo se emplea con significado enfático: Exáat

tM


1946 viceversa en Hech 24, 24; 1 Cor 7, 2.4; 14, 35; Ef 5, 22; Col 3, 18 v.l.; Tit 2, 5; 1 Pe 3, 1.5; con referencia a la familia o al hogar, cf. 1 Tim 3, 4s.12; 5, 4. Tan sólo en Hech 4, 32 tbLO!!; tiene el sentido de «posesión privada»: xal oME d!!; tL tO:Jv únaQxóvtWV au'1'ip EA.EyEV tbLOV dvm, an' ~v aU-WL!!; anavta XOLvá (véanse los ejemplos tomados del griego profano en Bauer, s. v. lOaa). Lo opuesto es lo que se posee en común. xmQoL!!; tbLOL!!; (1 Tim 2,6; 6, 15; Tit 1, 3) se refiere a un punto en la historia de la salvación: el tiempo fijado para la promesa de Dios, que se cumple xmQ


1947

c) El uso adverbial de xm;' I,bLav, con su significación, se halla atestiguado en Josefo, Bell 11, 199: (I1€'tQWVLO¡;;) 'tOU¡;; buva'tOu¡;; xm;' l,btav xai, 't0 JtAfí{to¡;; Ev XOLV<'[> OUAMywv ... De igual manera, esta expresión en Mt 14,13.23; 17, 1.19; 20,17; 24, 3; Mc 4, 34; 6, 31s; 7, 33; 9, 2.28; 13,3; Lc 9, 10; 10, 23 quiere decir una de dos: o que Jesús se retira de la multitud para hacer oración, o que éllleva aparte a sus discípulos. Hech 23, 19 tiene este mismo significado, mientras que Gál 2, 2 se refiere a la reunión por separado de los boxouyt€¡;; con Pablo. El adverbio I,bL¡;t, con el mismo sentido, aparece únicamente en 1 Cor 12,11. 3. Mientras que los pasajes de Juan ya mencionados se integran en el uso del que ya se ha hablado, vemos que Jn 5, 18.43; 7, 18; 10, 3s.12 muestran un significado enfático con peso teológico. Así se ve también en el prólogo, en el que 1, 11 es de interpretación discutida: d¡;; 'ta 'LbLa ~A{t€v, xai, OL 'íbLOL au'tov ou JtaQÉAa~ov. Mientras que Bultmann, 34s entiende 'ta 'LbLa como el mundo de los hombres, y OL 'LbLOL como los hombres, vemos que C. K. Barrett (The Gospel according to Sto John, London '1978, sub loco) interpreta ambas expresiones como el pueblo que es propiedad de Dios. En favor de la interpretación de Bultmann habla el hecho de que, en la LXX, en Ex 19, 5; Dt 7, 6, 'am seguZla se traduzca por AaO¡;; Jt€QLo'ÚmO¡;;. La interpretación de Bultmann es acertada probablemente en cuanto al himno pre-cristiano, mientras que Juan entendió 'ta 'LbLa como el pueblo que es propiedad de Dios, y OL 'LbLOL, como los judíos de tiempos de Jesús (así piensa R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, 277s). En Jn 13, 1 OL 'LbLOL son el círculo, más reducido, de los discípulos que se reúnen en torno a Jesús: un círculo que se había formado después de los sucesos que se narran en 6, 6071. Estos discípulos fueron dados a Jesús por Dios, y se identifican con OL E¡'WL, de los que se habla en 10, 14. H.-W. Bartsch

1948

i,buÍJ'tl);,

OU, Ó idiotes persona lega, no

instruida* Bibl.: Billerbeck III, 454-456; H. Schlier, LC)LW'tl]<;, en ThWNT III, 215-217; Spicq, Notes 1,384-386.

1. En el uso de la lengua griega, I,bLW'tll¡;; significa también «persona privada», en contraste con los funcionarios. Y significa también «extraño» en contraste con los miembros del grupo, con los del país. Aunque el término no aparece en la LXX, sin embargo fue adoptado como préstamo léxico en la literatura rabínica con los mismos significados: hedeyOf, que puede designar también al hombre en contraste con la deidad. El sentido es determinado concretamente en cada caso por el contexto o por la antítesis que se establece. En el NT I,bLW'tll¡;; aparece cinco veces, tres de ellas en 1 Cor 14 (vv. 16.23.24).

2. En Hech 4, 13 se designa a los apóstoles como av{tQwJtOL aYQáfA.¡'w'tOL xai, I,bu'i':J'tm. Son personas sin instrucción, no son escribas (= expertos en la ley). De manera parecida, Pablo se llama a sí mismo en 2 Cor 11, 6 I,bLW'tll¡;; 't<'[> MY
1950

1949 reúne toda la comunidad y todos hablan en lenguas, dOÉA{tWOLV bE I,bLiJnm 11 amo'tOL, ¿no dirán que estáis locos? Por el contrario, si todos hablan proféticamente, dOÉA{tn bé 'tL¡;; aJtw'tO¡;; 11 I,bLWLrI¡;;, será convencido por todos de su culpa». Schlier (217) y H. Conzelmann (Der erste Brief an die Korinther [KEK], 286) no ven diferencia alguna entre aJtLo'tO¡;; y I,bLW'tll¡;;, mientras que Bauer (Worterbuch, s. v. 2), considerando I,bLW'tll¡;; como un tecnicismo propio de la estructura religiosa, cree que por él se entiende una especie de prosélito, un miembro de la comunidad pero no de pleno derecho. El paralelo con ~áQ~aQo¡;;, que se observa en Justino, aparece también en 1 Cor 14, 11. H.-W. Bartsch

i,boÍl idou ¡mira!, ¡mirad! I,bo'Ú es propiamente la segunda persona del singular del imperativo de aoristo de la voz media (l,bou, de óQáw), que se escribe con acento agudo al convertirse en partícula demonstrativa. Las cifras de aparición en los escritos del NT son (por orden de frecuencia decreciente): Mateo 62, Lucas 57, Apocalipsis 26; Hechos 23, Marcos 7, Santiago 6, Juan 4, Hebreos 4, Pablo (únicamente en 1-2 Corintios, Gálatas, Romanos) 9, Judas 1, y 1 Pedro 1. I,bo'Ú, 10 mismo que el hebreo hinneh, sirve para animar el discurso, ya sea avivando la atención (por ejemplo, Lc 22, 10; Jn 4, 35; 1 Cor 15, 51; 2 Cor 5,17; Sant 5, 9; Jds 14; Ap 1, 7; 9, 12; 11, 4), introduciendo algo nuevo (por ejemplo, después de un genitivo absoluto, Mt 1, 20; 2,1.13 Y passim: xai, I,bo'Ú; Mt 2, 9; 3, 16 Y passim, también Lucas/Hechos: I,bo'Ú) , en medio del discurso (Mt 23, 34; Hech 2, 7; 13, 11; 20, 22.25), para acentuar la importancia de un tema (Mt 19, 27; Mc 10, 28; Lc 13, 16; 15,29; 19, 8 Y passim), o bien como invitación a reflexionar y considerar las cosas más atentamente (Mt 10, 16; 11, 8; 22, 4; Mc 14,41; Lc2, 48; 7, 25). En conexión con un sustantino sin verbo finito, encontramos el significado: ¡he aquí!, ¡ahí está (esta-

ba)!, ¡aquí viene!, ¡allí vino! (Mc 3, 17; 12, 10; Le 7 34; Hech 8, 27.36; Jn 19, 5, en el Apocali~sis frecuentemente dbov xai, I,bo'Ú [4,1; 6, 2.5.8; 7, 9; 14, 1.14]). Bauer, Worterbuch, S.v.; P. Fiedler, Die Formel «und siehe» im NT, München 1969. Cf. R. van Otterloo: OPTAT 2 (1988) 34-64.

a; Idoumaia Idumea* Mc 3, 8 refiere que las multitudes que seguían a Jesús, no sólo venían de Galilea, sino también de Judea (v. 7) «y de Jerusalén y de Idumea y del otro lado del Jordán», e incluso de Tito y de Sidón; sobre esta lista, cf. R. Peseh, Das Markusevangelium I (HThK), 200 (la lista se contempla desde Galilea). Idumea es el país montañoso situado al sur de Galilea (= Edom). Abel, Histoire 1, 261-264; LThK V, 61Os.

'IbouJlata,

¡b~Ól;,

oo'to;, ó hidros sudor* Lc 22, 44 habla del sudor de «sangre» de Jesús (el sudor de sangre como fenómeno milagroso se menciona en Apolonio de Rodas IV, 1284s y Apiano, BellCiv IV, 4 § 14). L. Brun: ZNW 32 (1933) 265-276; G. Schneider: BZ 20 (1976) 112-116: W. J. Larkin: NTS 25 (1978-1979) 250-254. 'IE~«~d" Iezabel Jezabel* Nombre de la esposa del rey Ajab, que fomentó el culto de Baal y persiguió a los profetas de Yahvé (Elías) (1 Re 16 - 2 Re 9). 2 Re 9, 22 la acusa de prostitución y hechicería. Por eso, Ap 2, 20 aplica el nombre de Jezabel a una mujer peligrosa para la fe de la comunidad de Tiatira (ella se denomina a sí misma «profetisa»); cf. ThWNT I1I, 218; H. Kraft, Offenbarung (HNT), sub loco. 'IE~«:7tOAl;,

Ero; Hierapolis Hierápolis* Nombre de una ciudad de Frigia situada en el valle del Lico (actualmente Pambuk Kalessi). En Col 4, 13 se la menciona junto a Laodice a: Epafras se esfuerza mucho «por voso-

1951

'IEQá:n:oA.L~ - 'IEQEl-tLu~

tros (los colosenses) y por los que están en Laodicea yen Hierápolis)>>. LAW 1295.



tEQanta, a¡;, hierateia oficio sacerdotal, ministerio sacerdotal* Lc 1, 9: «conforme a la costumbre del oficio sacerdotal», le correspondió a Zacarías la ofrenda del incienso. Heb 7, 5 habla del ministerio sacerdotal del AT (confiado a los hijos de Leví). ThWNTIII, 251; DTNTIV, 154-156. tEQánup.ta, a'to¡;, 'tó hierateuma sacerdocio* Bibl.: J. Blinzler, IERATEYMA. Zur Exegese von 1 Petr 2,5 u. 9, en Episcopus (FSf M. Kard. Faulhaber), Regensburg 1949,49-65; H. Goldstein, Das Gemeindeverstandnis des Ersten Petrusbrief, tesis 1973, esp. 46-115; G. Schrenk, LEQá'tEU!lu, en ThWNT I1I, 249251.

1. El término aparece en la LXX y en los escritos que de ellos dependen; en el NT aparece únicamente en 1 Pe 2, 5.9. Para la interpretación de la perícopa de 1 Pe 2, 4-10, hay que partir de que a) los vv. 6-8 reflejan una tradición cristiana primitiva que, basándose en pasajes del AT relativos al AL'fro~, formula enunciados cristológicos; b) los vv. 9-10 nos dan a conocer igualmente una manera cristiana primitiva de leer el AT, que con ayuda principalmente de citas combinadas de profetas, y también de Ex 19,6, se propone definir la identidad del nuevo pueblo de Dios, y c) elementos de 2, 6-8.9-10 se recogen en los versículos introductorios 4-5, los cuales parecen constituir, por su parte, una interpretación parafraseadora intercalada previamente (Goldstein, 46-51). 2. 1 Pe 2, 9-10: la combinación de pasajes de Oseas e Isaías (Os 1,6.9; 2,1.3.15 [TM]; Is 43, 20s), que se deriva de la tradición, tiene (en comparación con Rom 9, 25-33) una peculiaridad, por cuanto en Is 43, 20s se inserta además: BUOLAcLOV LcQá'tE'U¡,LU €t}vo~ aylov (Ex 19,6). La inserción pretende afirmar, evidentemente, que la comunidad, por ser el palacio real de Dios (LXX: BUOLAcLOV, que debe entenderse en sentido sustantivado), se

1952

encuentra en una cercanía inmediata de Dios, desconocida hasta entonces, y que esta comunidad, como corporación de sacerdotes, no posee esa relación con Dios para sí misma, sino que -como pueblo santo de Dios- tiene el ministerio de testimoniar y misionar (Goldstein 64-82). 3. 1 Pe 2, 4-5: en la variación temática introductoria (vv. 4-5), el autor inserta LEQá'tE'U¡,LU aywv, tomado del v. 9. aylov tenía originalmente la función de caracterizar concretamente a E'frVO~. El «sacerdocio santo» se describe más detalladamente en la frase siguiente, mediante un infinitivo final-atributivo «para ofrecer sacrificos obrados por el Espíritu» (v. 5b). Los cuatro términos LcQá'tE'U¡,LU, ayw~, 'fruoí,u y :n:VEU¡,LU'tL'X.Ó~ se interpretan mutuamente (Goldstein, 83-115). H. Goldstein

tEQanúro hierateu6 realizar el ministerio sacerdotal * El verbo aparece en la literatura griega tardía y también en la LXX y en Josefo (Ant I1I, 189; XV, 253); falta en Filón. En el NT, el término aparece únicamente en Lc 1, 8, donde se habla del ministerio sacerdotal de Zacarías. Aparece también en 1 Clem 43, 4, donde se menciona el oficio sacerdotal de la tribu de Leví. Se encuentra, asimismo, en Justino, Apol 1,62,2, donde se hace referencia al ministerio sacerdotal pagano. ThWNT I1I, 248s. 'IEQEp.tta¡;, ou Ieremias Jeremías* Al profeta Jeremías se le cita cinco veces en el NT (cf. GNT 899), pero sólo se le menciona explícitamente (tres veces) en Mateo: 2, 17 Y 27, 9 en la fórmula: «entonces se cumplió lo que fue dicho por medio del profeta Jeremías, cuando dijo ... ». Mt 16, 14 menciona a Jeremías (a diferencia de Mc 8, 28) en la respuesta de los discípulos a Jesús: después de mencionarse a Juan el Bautista y a Elías, se añade la mención de Jeremías. Billerbeck 1, 730; ThWNT 111, 218-221; X, 1114 (bibl.); C. Wolff, Jeremia im Frühjudentum und Urchristentum (TU 118), Berlin 1976.

1954

1953

tEQEÚ¡;, Éro¡;,

ó hiereus sacerdote

1. Aparición y significado - 2. Sinópticos y Hechos 3. Hebreos - 4. Apocalipsis. Bibl.: J. Baehr, leQE1Í~, en DTNT IV, 130-135; Bj]lerbeck 1,2-5; 11, 55-68, 646-650; P.-M. Beaude, Sacerdoce, en DBS X, 1170-1342; Eichrodt, Teología 1, 357398; E. GraBer, Der Glaube in Hebr, Marburg 1965, 211-214; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 167-238; B. Kiitting, Die Aufnahme des Begriffs «Hiereus» in den christlichen Sprachgebrauch, en Text - Wort - Glaube. FS für K. Aland, Berlin 1980, 112-120; F. J. Schierse, Verheij3ung und Heilsvollendung, München 1955; G. Schrenk, tEQE1Í~, en ThWNT IlI, 257-265; Schürer n, 277-363. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1114-1118.

1. El NT emplea 31 veces el sustantivo, catorce de ellas en Hebreos. Marcos lo emplea 2 veces, Mateo 3 y Lucas 8 (el Ev de Lc 5 veces, Hech 3); Juan lo emplea tan sólo en 1, 19, Y el Apocalipsis en 3 lugares. Llama la atención el hecho de que el término falte por completo en Pablo y en la tradición post-paulina, así como en las restantes cartas del NT (con excepción de Hebreos). El NT utiliza LcQc'Ú~ para referirse a sacerdotes paganos (Hech 14, 13) pero sobre todo a sacerdotes judíos. En su significado cristológico, Cristo es el LcQc'Ú~, el sacerdote «según el orden de Melquisedec, como se dice en Heb 5, 6; 7, 17.21 (v.l.), o -según 10,21- el «gran sacerdote». En Ap 1, 6; 5, 10; 20, 6, se llama a los cristianos: sacerdotes de Dios. 2. La orden dada por Jesús al leproso que había sido curado: «¡Muéstrate al sacerdote!» (Mc 1,44 par. Mt 8, 4/ Lc 5, 14; cf. Lc 17, 14 [material peculiar] donde LEQc'Ú~ se halla en plural), se refiere al precepto de la ley (Lc 13, 19) según el cual al sacerdote le correspondía adoptar determinadas medidas sanitarias para comprobar la existencia de impurezas cultuales y, después de eliminada la enfermedad, para declarar que la persona había vuelto a quedar limpia. El mandamiento dado por Jesús no se propone. primordialmente apoyar la autoridad del sacerdote, sino demostrar la plena autoridad de Jesús (d~ f.LUQ't'ÚQLOV uv'to¡;~).

En Mc 2, 26 (par. Mt 12,4/ Lc 6, 4) Jesús alude al ejemplo de David y de sus compañeros, los cuales, en una situación de urgente necesidad, comieron del pan consagrado que se guardaba en la casa de Dios (cf. 1 Sam 21, 5.7). El ejemplo sirve para corroborar la afirmación teológica de que el mandamiento del sábado no debe estar por encima del cuidado y atención que hay que prestar a las personas. Mateo (12, Ss material peculiar) encarece aún más el tema, señalando que los sacerdotes, en el ejercicio de su ministerio, profanan habitualmente el sábado, sin que por ello incurran en culpa. Nuevamente se acentúa la libertad de Jesús ante el mandamiento del sábado, y se hace así apelando a la Escritura: Os 6, 6; cf. 1 Sam 15, 22. Se expresa una clara crítica contra los sacerdotes en Lc 10, 31s: el samaritano, al prestar generosa ayuda, está muy por encima del sacerdote y del levita (la mención conjunta de sacerdotes y levitas aparece sólo de nuevo en Jn 1, 19). Tan sólo en Le 1, 5.8 y en Hech 6, 7 se hallan los sacerdotes en una relación positiva con el acontecimiento de la salvación. 3. Hebreos ofrece los enunciados cristológicos acerca del Hijo como intercesor, acerca de su muerte expiatoria y exaltación. Y todo ello, bajo la imagen del sumo sacerdote (--+ aQXlcQc'Ú~ 4). Las distinciones (históricas) entre el sumo sacerdote y el sacerdocio levítico no se mantienen consecuentemente (compárese, por ejemplo, 5, 6 con 5, 10; 6, 20; compárese igualmente 7, 20 con 7, 26.27.28 Y passim). Refiriéndose a Cristo, se dice que el sacerdote según el orden de Melquisedec (S, 6.10; 6, 20; 7, 1.11.15.17) es el «sumo sacerdote perfecto» (GraBer, 213). Unicamente sobre el trasfondo del imperfecto sacerdocio levítico (7, 14.20.23; 8, 4 y passim), los enunciados de Hebreos acerca del sumo sacerdote adquieren su especial vigor y significado cristológico. 4. Los textos de Apocalipsis 1, 6; 5, 10 Y 20, 6 recogen lo que se dice en Ex 19, 6 (sin embargo, la LXX lee LEQá'tE'U¡,LU en vez de Lc-

1955

LEQE'Ú':; - LEQÓV

QEL<;). La dignidad sacerdotal que se atribuye a la comunidad, es parte de la dignidad real que le fue concedida por Dios y por su Cristo. El sacerdocio al que aquí se hace referencia, no debe entenderse -ni mucho menos- en sentido literal; no sólo porque entretanto había sido destruido el templo, sino porque en la nueva Jerusalén celestial no habrá ya templo, y por tanto no existirá ya un ministerio sacerdotal dedicado al templo (21, 22). En vez de ello, Dios -soberano universal- y el Cordero asumirán la función del templo.

A. Sand

'IfQlXm IerichO Jericó* Nombre de una ciudad de Judea. Constituye un oasis en medio de la depresión del Jordán. En tiempo de Jesús había un puesto aduanero (Lc 19, 1) en la ruta, de mucho tránsito, que conducía a Jerusalén y cruzaba por una serranía desierta (Josefa, Bell IV, 474) y tenía mala fama por su inseguridad (Lc 10, 30). Heb 11, 30 se refiere a la conquista de la ciudad de Jericó, siendo Josué caudillo de las operaciones (Jos 6). Por lo demás, Jericó se menciona únicamente en los Sinópticos. De la visita de Jesús a Jericó hablan Mc 10, 46 (bis) par. Mt 20,29/ Lc 18,35 (curación de un ciego); Lc 19, 1 (Zaqueo). En la parábola del samaritano compasivo se habla de un hombre que «descendía de Jerusalén a Jericó» y que cayó en manos de salteadores (Lc 10, 30). Sobre la historia y la arqueología de la ciudad cf. E. Sellin-C. Watzinger, Jericho, Leipzig 1913; K. M. Kenyon, Digging up Jericho, London 1957; Id., Excavations at Jericho (2 vals.), Jerusalem-London 1960, 1965; Kopp, Stiitten, 312-319; LThK V, 896-898; BRL 152157 (bibl.); J. R. Barlett, Jericho, Guildford 1982; K.-H. Bernhardt, Jericho, en TRE XVI, 586-588.

lfQÓ-3lJ'tOV, OlJ, 'tó hierothyton carne de animales ofrecidos en sacrificio ~ ELOW/"'OV (1.2).

1956

lfQÓV, 0\1, 'tó hieron santuario, templo* 1. Aparición y referencias en el NT - 2. El complejo del templo - 3. El templo como lugar de culto 4. Jesús y el templo.

Bibl.: Bauer, Wdrterbuch, s. v.; M. Bachmann, Jerusalem und der Tempel. Die geographische-theologische Elemente in del' lukanischen Sic!a des jüdischen Kultzentrum (BWANT 109), Stuttgart 1980; X. LéonDufour, en DNT, 456 (Indice); Liddell-Scott, s.v. LEQÓC;, III.2; Mayser, Grammatik II11, 24; 2, 606 (Indice); 3,240 (Indice); Moulton-Milligan, s. V.; F. MuBner, Jesus und «das Haus des Vaters» - Jesus als «Tempel», en Freude am Gottesdienst. FS für J. G. Pldger, Stuttgart 1983, 267-275; Preisigke, Wdrterbuch 1, 692; G. Schrenk, LEQÓC; XLA., en ThWNT III, 231-247; H. Schwier, Tempel und Tempelzerstdrung. Untersuchungen zu den theologischen und ideologischen Faktoren im ersten jüdischen-rdmischen Krieg (66-74 n. Chr.) (Novum Testamentum et Orbis Antiquus 11), Fribourg/SuizaGottingen 1989; Templum amicitiae. Essays on the Second Temple (FS fur E. Bammel), Sheffield 1991; H. SeebaB, LEQÓC;, santo, en DTNT IV, 154-157. ef. más bibliografía en -, vaóc;.

1. tO h'Qóv, literalmente el lugar sagrado, el santuario, aparece en 71 lugares del NT: Marcos 9 veces, Mateo 11, Lucas 14, Hechos 25, Juan 11, Pablo una vez. En 1 Cor 9, 13 LEQÓV es un término general para designar al culto: «¿No sabéis que los que realizan lo santo (es decir, los que desempeñan el ministerio del templo, neutro plural del adjetivo LEQó<;) comen de lo santo (ta EX tOU lEQOU significa el beneficio que produce el servicio del templo)? (en lo cual ta es una variante textual secundaria; en contra de H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 184 nota 2). Hech 19, 27 se refiere al «templo de Artemisa» en Efeso (--+ vaó<; 2); todos los demás pasajes aluden al templo de Jerusalén. El término significa toda el área del templo, a diferencia de vaó<;, que se refiere principalmente (aunque no de manera exclusiva, --+ S.v. 5.a) al edificio del templo. No es posible establecer una distinción clara entre LEQÓ<; (cf. Schrenk, 234,34-41); vaó<; (cf. O. Michel, en ThWNT IV, 886, 25 - 887, 10), y tó:n:o<; (cf. H. Koster, en ibid. VIII, 205, 13-23).

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LEQÓV - LEQÓ':;

bIes e impresionantes, pero que -a pesar de todo- serán destruidos (Mc 11, 11; 13, 1s par. Mt 24, 1s / Lc 21, 5s; 13, 3). El «alero del templo» es escenario de una tentación de Jesús (Mt 4, 5-7 par. Lc 4, 9-12; cf. Schrenk, 235, 14-23). Jesús enseña cerca de donde se encuentra la cámara del tesoro (8, 20; cf. Mc 12, 41-44 par. Lc 21, 1-4 [cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, 247s]). Jesús se pasea por el pórtico de Salomón (Jn 10, 23; cf. Hech 3, 11; 5, 12). Junto a la «Puerta Hermosa», Pedro cura a un paralítico (Hech 3, 2.10; cf. Kopp, Stiitten, 345 y 362). 3. El templo como lugar de culto: a) Ministerios del templo. Los sacerdotes realizan el servicio del sábado (Mt 12, 5). El «capitán de la guardia del templo» ejerce la suprema autoridad policial (Hech 4, 1; 5, 24.26). A su lado están los guardianes del templo, que en Lc 22, (4.)52 se designan con el nombre de oficiales (del templo) (otQatr¡yol, tOU LEQOU; cf. Schrenk, 271, 1-10; ¿erróneamente?, cf. W. Grundmann, Lukasevangelium [ThHK], 389s, 414 nota 7). b) El templo como lugar de piedad. En él se ora (Lc 2, 27-32.37s [y se ayuna]: 18, 10; 24,53; Hech [2, 46s;] 3, 1.8s; 22,17; --+ c). Se ofrecen sacrificios y se cumplen votos (Lc 2, 22-24-27; Hech 21, 23-27; 24, 17s). Jesús cree que las actividades de los comerciantes son incompatibles con el templo como «casa de oración» (Mc 11, 15-17 par. Mt 21, 12s / Lc 19, 45s / Jn 2, 14-17; cf. Schrenk, 243, 1024; O. Michel, en ThWNT V, 124,27-46). c) Escenario de la revelación de Cristo (cf. Schrenk,242, 14-26): a través de Simeón y de Ana (Lc 2, 25-38; cf. ibid., 245, 22-28), por medio de las ideas y las respuestas de Jesús (2, 46s), por medio de sus milagros (Mt 21, 14s [cf. Jn 2, 23]), por el hosanna de los niños (Mt 21, 15s), por un milagro de Pedro (Hech 3, 1-10; cf. 12s.16; 4, 9s), por una visión de Pablo (Hech 22, 17-21). d) Lugar de enseñanza: Jesús enseña (Mc

2. Jesús y los discípulos contemplan el templo como un conjunto de edificios admira-

11, 16s; 12,35; 14,49 par. Mt 26,55; Mt 21, 23; Lc 19,47; 20, 1 [--+ e]; 21, 37s; Jn 7,

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14.28; 8, 2 [cf. Lc 21, 37s]; 18,20; los apóstoles enseñan (Hech 5, 20s.25.42 (--+ e). e) Lugar de proclamación del evangelio: por Jesús (Lc 20, 1), por los apóstoles (Hech 5,42). f) Ocasión para el encuentro y el diálogo (o la controversia): Mc 11, 27s; Lc 22, 53; Jn 5, 14; 10, 23s; 11, 56. g) Lugar de peligro: para Jesús (Mc 11, 15.18; Jn 8, 59; 10, 23 [cf. vv. 31.59; cf. también 11, 7s]), para los apóstoles (4, 1-3: 5, 25s), para Pablo (Hech 21, 27-30; 24, 6; 26, 21). h) Delitos contra el templo: a Pablo se le acusa de enseñar cosas que son desfavorables al templo (tó:n:o<;); de iniciar disputas en el templo; de originar una revuelta; de haber profanado el santuario por entrar en él acompañado de un gentil (cf. ibid., 233,36-46: 246, lOs); Pablo rechaza todas esas acusaciones (Hech 21, 27-30; 24, 5s.12s.18s; 25,8). 4. Para Jesús el templo es la casa (--+ olxo<;) de su Padre: (Lc 2, 49 y) Jn 2, 16. El se halla por encima del templo: Mt 12, 6 (Schrenk, 244, 27-34). Jesús reclama para sí el derecho de purificar el templo, de enseñar en él, de obrar en él milagros y aceptar homenajes (--+ 3.b-e). Jesús no responde a la pregunta que le hacen sus adversarios acerca de con qué autoridad hace todo eso (según Juan, los adversarios le piden una señal) (Mc 11, 27-33 par. Mt 21, 23-27 / Lc 20, 1-8), o responde con ambigüedad a esa pregunta, Jn 2, 18-21 (--+ vaó<; 6.d).

U. Borse lfQ03tQf3tÍ);, 2 hieroprepes santo, reverente* En Tit 2, 3 dícese de la actitud de las mujeres mayores en la comunidad. ThWNT 111, 253s; DTNT IV, 154 y 156; Spicq, Notes 1, 387s. lfQÓ;, 3 hieros santo, sagrado* Bibl.: R. Asting, Heiligkeit im Urchristentum (FRLANT 46), Gottingen 1930,234-236; Bauer, War-

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terbuch, s. v.; J. T. Hooker, hieros in Early Greek 1, 1980; G. Schrenk, tEQÓ~ xÚ., en ThWNT I1I, 221-230; H. SeebaB, Santo, en DTNT IV, 154-157.

Las pocas veces que aparece el adjetivo LEQÓ<; en el Nuevo Testamento corresponden al escaso uso que se hace del mismo en la LXX, que traduce casi siempre el término hebreo q6deS por ayLo<;, mientras que LEQÓ<; aparece únicamente en Jos 6,8 Y Dan 1,2. La razón de tal reserva podría ser la «impronta cultual pagana» que lleva en sí el término LEQÓ<; (Schrenk, 226). Porque LEQÓ<;, en griego, es lo santo [= lo sagrado] en sí, sin ninguna connotación ética, lo que ha sido consagrado a los dioses, y el término se aplica principalmente a los sacrificios (ta LEQá, casi siempre en plural). En 1 Cor 9, 13 Pablo basa su derecho a recibir una remuneración por su ministerio (9, lOs) en el hecho de que los sacerdotes, en el Antiguo Testamento (Dt 18, 1-4: Núm 18, 1. 8.9.31), recibían ya una determinada porción de los sacrificios. 'ta LEQá significa concretamente la ofrenda, y además todo lo que pertenece al templo (Bauer, W6rterbuch, s.v.); especialmente {)-U<JLUO't~QLOV, en el v. 13, trae a la mente los sacrificios del Antiguo Testamento. 2 Tim 3, 15 habla --en forma completamente única- de las Santas Escrituras ('ta LEQa YQáf-t!w'tu); por lo demás, en el Nuevo Testamento se evitan conscientemente los enunciados acerca de la santidad de la Escritura. Se piensa en las Escrituras del Antiguo Testamento, que proporcionan enseñanzas acerca de la salvación por medio de la fe en Jesucristo. En el final breve «
A. Sand

eIEQoaó"'UJ1U Hierosolyma Jerusalén 'IEQouauA:rlf-t Ierousalem Jerusalén 1. Aparición en el NT, formas - 2. AT Yjudaísmo 3. Jerusalén en los Evangelios y en Hechos - 4. Jerusalén en los demás escritos del NT.

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'IEQoaóAU!1a

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1. En el NT, el nombre de Jerusalén, escrito como 'lfQouaUA~f-t o 'IEQoaóAuf-tu, aparece 139 veces. La mayoría de los testimonios se encuentran en los evangelios y en Hechos (64 y 61 veces respectivamente). Ambas formas del nombre de la ciudad están tomadas de la LXX, donde los libros que forman parte del canon hebreo adoptan la forma hebraizante 'leQouaUA~f-t, no utilizada en el griego profano. En los apócrifos del AT aparece en general la forma ('ta) 'IEQoaóAuf-tu, que se encuentra también en autores no bíblicos. 'IEQouoaA~f-t tiene con frecuencia un sonido arcaico o solemne, mientras que 'IEQOOÓAUf-tU suena más a término cotidiano y profano. En Marcos, Mateo y Juan, la forma helenística es la que aparece de ordinario (la excepción es Mt 23, 37, donde encaja bien la forma solemne, tomada de Q). En el Evangelio de Lucas y en Hechos es más difícil observar un uso consecuente de ambas formas, aunque en el Evangelio de Lucas predomina 'IEQouauA~f-t, lo cual es congruente con el estilo del evangelista que trata de armonizar con la Biblia. En Hechos, en los capítulos 1-7, que tratan de la comunidad primitiva, se usa 'IEQouauA~f-t (con excepción de 1, 4). A partir del capítulo 8 se mezclan ambas formas, sin

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que se observe una preferencia consecuente por ninguna de ellas. 2. En la historia del AT, la ciudad de Jerusalén era la sede real del reino davídico. Después de la división del reino, era el lugar donde estaba emplazado el templo y constituyó un centro religioso. Jerusalén era el lugar escogido por Dios (cf. Dt 12, 5 Y passim) para su revelación (Am 1,2; Is 2; JI 3, 16, etc.), el lugar donde las personas se encontraban con su Dios por medio del culto celebrado en el templo. Y, así, durante el destierro, las esperanzas de salvación se vinculaban especialmente con Jerusalén (Sal 137; Jer 3, 17; 31, 38ss, etc.). Ahora bien, en contraste con la elección de Jerusalén se hallaba, según los profetas, la apostasía de sus habitantes. Los profetas anunciaban a la ciudad el juicio de Dios (Jer 6, 22ss; Ez 4, lss y passim), que se llevaría a cabo por mano de los gentiles. Pero, fiel a sus promesas, Dios habría de erigir de nuevo a Jerusalén, y esta ciudad se convertiría en lugar de peregrinación para las naciones (Is 22ss; Jer 3, 17 y passim), más aún, en centro vivificador del mundo (Is 24, 23; Ez 47, lss y passim). En la época del judaísmo antiguo, los judíos que vivían fuera de Jerusalén hacían sus oraciones vueltos hacia esta ciudad (cf. Dan 6, 11), Y acudían a ella en peregrinación, siempre que podían, para celebrar las festividades. Los judíos de la Diáspora enviaban sus dones al templo de su LEQÓJtOAL~ o !1'1]tQÓJtOAL~ (Filón, LegGai 225 y 281, cf. Jerusalén como la madre de todos los israelitas en 4 Esd 10, 7). Se esperaba que Dios cumpliera en Jerusalén las diversas expectaciones escatológicas de salvación (Billerbeck IV, 883ss, 919ss). Estas expectaciones se expresaban también mediante ideas acerca de una Jerusalén celestial preexistente. Y, así, la salvación difinitiva se representaba como algo radicalmente nuevo, dado por Dios, y en imágenes se expresaba como la ciudad elegida y protegida por Dios, en la que se producía la revelación de Dios y se sentía su cercanía. En tiempo de Jesús, Jerusalén era una ciudad grande con unos 25.000 habitantes (Jeremias: ZDPV). Herodes el Grande, con su celo por engrandecer con edificios la ciudad, la había cambiado, entre otras cosas por la reedificación del templo. En Jerusalén celebraba sus reuniones la autoridad judía suprema, el Sanedrín. Los sacerdotes y escribas de Jerusalén daban instrucciones decisivas sobre cómo debían vivir y comportarse rectamente todos los judíos. En tiempo de los

1963 procuradores (a partir del año 6 p.e.) ocupaba la Torre Antonia una guarnición romana, mientras que los procuradores sólo se trasladaban en contadas ocasiones desde Cesarea a Jerusalén. Lo hacían principalmente durante las fiestas de peregrinación. La tensión entre la teocracia judía y el poder romano condujo a la Guerra de los Judíos, que tuvo como consecuencia el asedio y la conquista de Jerusalén por Vespasiano y Tito (en el año 70 p.C.). La ciudad fue destruida y el templo arrasado por las llamas. Las personas piadosas interpretaban la destrucción de Jerusalén como castigo divino por los pecados de sus habitantes. 3. Para Marcos, Jerusalén, precisamente en nombre de la teocracia, es el lugar de la hostilidad y del fracaso (3, 22; 7, Iss; pero el evangelista se expresa en un sentido más neutro en 1,5 Y 3, 8). La tercera predicción de la pasión destaca que Jerusalén es el lugar de la pasión y de la resurrección, un lugar donde se hace responsables a los representantes de la teocracia por el terrible (v. 32) juicio. En 11, Iss se describe la entrada triunfal del Mesías en la capital del «reino de David» (v. 19), que era el centro de la salvación esperada. Pero con esto comienza la vaticinada pasión. La purificación del templo (11, 15-17), las enseñanzas de Jesús y la autoridad que él declara poseer (11, 17; 11,22-12,40) ahondan el conflicto con las autoridades de Jerusalén (11, 18.27; 12, 12s.38ss) y hacen sentir sus efectos en el proceso de Jesús (14, 55ss, cf. 14, Is. 10s.49). Conforme a lo dispuesto en la Halaká (Billerbeck IV, 4Is), Jesús celebra «en la ciudad» el convite pascual en compañía de sus discípulos. En Mateo la perspectiva de Mc se desarrolla aún más. Entre los nombres geográficos que desempeñan un papel importante en la historia de la infancia (Stendahl) se halla Jerusalén, no como el lugar donde hubiera nacido y se hubiese criado el Mesías, sino únicamente a causa de la hostilidad que él experimentó allí. Al oír las palabras de los Magos, no sólo se estremece el asesino Herodes, sino «con él toda Jerusalén» (2, 3), la ciudad que mata a los profetas y a los enviados de Dios (23, 37). En Jerusalén, la ciudad que poseía grandes conoci-

1964 miento s acerca de Dios, se produce (capítulo 23) la confrontación decisiva de Jesús con los fariseos y los escribas (cf. 15, 1), Y «en la ciudad» (28, llss) los ancianos sobornan a los vigilantes del sepulcro, que son testigos indirectos de la resurrección. En contraste con el paralelo de Mc, se afirma ya expresamente en el primer vaticinio de la pasión (16, 21) que Jesús, conforme a la voluntad divina, tiene que (bE!:) ir a Jerusalén para padecer allí (cf. 20, 17ss). Jesús comparte así la suerte que corrieron los enviados de Dios en el AT, y también la de los que serán enviados por él mismo (23, 37 ó v. 34). Y, así, después de su entrada triunfal en la agitada ciudad (21, 10), la multitud describe a Jesús como «el profeta de Galilea». En las palabras de juicio de 23, 37ss, Jerusalén representa a Israel, al que Jesús dirigió su llamamiento (cf. Is 31, 5), pero que se negó a aceptar el llama miento divino (cf. Dt 1,32; Os 11, 2). Por eso, su «casa», especialmente el templo, quedará «abandonada» (cf. 24, 1), más aún, a merced de los enemigos y privada de la protección divina (cf. Dt 32, lOs). Este mismo tema se aborda en 21, 33-46 y 22, 7. Probablemente, la comunidad mateana pensaba aquí en sus vinculaciones con los judíos y en los sucesos de la guerra de los judíos. Sin embargo, para Mateo Jerusalén es también «la ciudad santa» (cf. Is 48,3; 52, 1; Dan 9,24): la santidad se basa en el templo, que es la morada de Dios, quien protege a los suyos; de eso habla la segunda tentación (4, 5ss). Y, así, Jerusalén es también «la ciudad del gran Rey» (5, 35; cf. Sal 48, 2), de tal manera que jurar por Jerusalén es como jurar por Dios. En «la ciudad santa» se aparecen también (27, 52s) los santos resucitados, seguramente como señal de que se ha iniciado la salvación escatológica por medio de la muerte y la resUrrección de Jesús; pero el templo y el culto han terminado ya de desempeñar su cometido (v. 51). Aunque Lucas comienza (1, 5ss) y termina (24, 53) con el templo, el evangelista no menciona expresamente a Jerusalén hasta 2, 22. A

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'IEQoaóA:U/lu

pesar de que es obvio que la Pasión tiene lugar en Jerusalén (24, 18), el evangelista no lo indica específicamente en la historia de la pasión. (Tan sólo cuando se habla del convite de Pascua, aparece en escena brevemente «la ciudad».) Por el contrario, a partir de 9, 31, durante la peregrinación a Jerusalén, esta ciudad se menciona repetidas veces como el lugar del sufrimiento; a ella «se dirige» Jesús voluntariamente (9, 51; 13,22; 17, 11; 18, 31; 19, 28), «porque no es posible que un profeta perezca fuera de Jerusalén» (13, 33). Con este enunciado (que aparece únicamente en Lucas) el profeta enlaza con la lamentación (de Q) sobre Jerusalén (13, 34s), que se inserta así en el relato, comenzado en 9, 51, acerca del camino de Jesús hacia Jerusalén. A Jerusalén se la presenta no sólo como el lugar de la ejecución de Jesús, sino también como la ejecutora de esa muerte. Sigue luego el ocultamiento del Mesías y la destrucción. Jerusalén le verá como el que viene, según se dice en el Sal 118, 26, pero (probablemente) como el que viene a juzgar. Al final del viaje a Jerusalén (19,41-44), se escucha el mismo tema: Jerusalén no reconoce el tiempo de su visitación, y por ello será destruida. En el discurso escatológico de Jesús (en lugar de hablarse, como hace Marcos, de la abominación de la desolación) se habla de la destrucción de Jerusalén (21, 20), que es una retribución vaticinada por las Escrituras (v. 22). Según esta retribución, Jerusalén «será pisoteada por los gentiles (Zac 12, 3 LXX) hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles» (seguramente: hasta que terminen los tiempos del dominio de los gentiles sobre Jerusalén). También en 23, 28ss se menciona el destino de Jerusalén y de sus habitantes: si la ejecución de Jesús es cruel, más crueles serán todavía las plagas que han de caer sobre «el leño seco». Con la mención de Jerusalén en 2, 22-38 Y 41-52, parece que Lucas quiere indicar discretamente que «Jerusalén es el verdadero lugar de destino de Jesús, y que el camino de Jesús terminará en Jerusalén» (Schneider

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390). Y, así, la tentación que se sitúa en Jerusalén (4, 9) es trasladada al final del relato. En Jerusalén terminaron «por el momento» las tentaciones (4, 13; cf. 22, 3.28; Conzelmann, 113). Como ciudad donde Jesús sufrió sus padecimientos mortales, Jerusalén es el lugar de su «salida» (9, 31) y de su «asunción» (9, 51); en esa ciudad y en sus alrededores se sitúan las apariciones del Resucitado (24, 13.33s. 36). De esta manera, Jerusalén se convierte en centro de la historia de la salvación, porque -«comenzando en Jerusalén» (24, 47)- el mensaje, según la Escritura, se difundirá entre todos los pueblos. Este significado de Jerusalén se desarrolla en los Hechos. De una manera nueva, «la palabra del Señor procede de Jerusalén» (cf. Is 2, 3). En esta ciudad se instruye a los apóstoles del Resucitado acerca del reino de Dios (1, 3); allí aguardan ellos (Lc 24, 49; Hech 1, 4s) al Espíritu y lo reciben (2, Iss). Con esto se convierten en testigos «en Jerusalén (2, 1420; 3, 12-26: 4, 8-12.16.33; 5, 28-32.42) Y hasta en los más remotos confines del mundo» (1, 8). Así, pues, la misión universal procede de Jerusalén, y la Iglesia que se va difundiendo tiene allí su centro: los apóstoles de Jerusalén confirman la misión de Samaría (8, 14-25); en Jerusalén comienza su labor Pablo, el apóstol de los gentiles, primeramente como perseguidor (8, 1.3; 9, 1ss), y luego como predicador (9, 26-29). En Jerusalén Pedro tiene que defender el bautismo de los gentiles (11, 2-18); desde Jerusalén Bernabé es enviado para que anime a los de Antioquía (11,22); de Jerusalén salen profetas (11, 27); los antioquenos envían apoyo a Jerusalén, por medio de Saulo y de Bernabé (11, 29s; 12, 25); en Jerusalén se resuelve la cuestión acerca de las relaciones de los gentiles con la ley (15; 16,4); en Jerusalén termina Pablo su segundo viaje misionero (18, 22), y allí comienza él el tercero (18, 23) para acabarlo -según las instrucciones del Espíritu- en Jerusalén (19,21; 20,16.22; 21, 13ss); desde Jerusalén Pablo es conducido, según su propio testimonio, a Roma para testificar en esa ciudad (23, 11; 25-28). Pero Jerusalén es también, como

1967 10 fue para Jesús (4, 27; 13, 27s; cf. Lc 5, 17.21), el lugar del fracaso y de la hostilidad hacia la palabra (22, 18), hacia los testigos de la misma (4,5; 5, 17s; 21, 11ss; 25) y hacia los creyentes (8,1; 9, 2.13.21; 22, 5). Jerusalén desempeña un papel en la historia de la salvación (Conzelmann, 295ss): el autor y sus lectores pueden contemplar el tiempo inicial como el preámbulo histórico de la situación en que ellos se encuentran. Se hallan, por decirlo así, al «fin del mundo»; su Iglesia está distante de Jerusalén, el emplazamiento original; ha pasado ya el tiempo inicial, pero la Iglesia actual está en continuidad con la original y en unidad histórica con la misma, y, por tanto, «se inserta en la historia de la salvación» (Conzelmann, 297). En Juan, Jerusalén es escenario de la lucha entre Dios y el mundo, entre la fe y la incredulidad ante la obra del Hijo de Dios y de la revelación de su gloria. En su propia situación los lectores reconocerán esa lucha. Casi siempre que los 'Io1J6uLm hacen acto de presencia en esa lucha, ésta tiene lugar en Jerusalén. Y, así, la fe suscitada por señales que han sucedido en Jerusalén, es una fe deficiente (2, 23; 3, 12; pero cf. también 4, 45), y allí el Hijo encuentra amenazas e incredulidad por parte del mundo (5, 16; 7, 25.30.32; 8, 59; 10,2239; 11,46-57). Cuando el Hijo haya terminado su obra, entonces habrá llegado la hora en que su cuerpo se convierta en el lugar del verdadero culto, del verdadero encuentro con Dios y de la revelación (2, 21s; 4, 20ss). 4. Si, en los autores que hemos estudiado hasta ahora, la significación de Jerusalén reside principalmente en el pasado, vemos que la cosa es distinta en Pablo. Jerusalén es para él el centro de la Iglesia. Jerusalén es el lugar del que irradia la palabra de Dios, el Evangelio (cf. Is 2, 3; 1 Cor 14, 36; Rom 15, 19), Y del que «bienes espirituales» llegan a los gentiles (Rom 15, 27; 2 Cor 8s). Para el apóstol no es indiferente el que los de Jerusalén le reconozcan como apóstol, concretamente como apóstol de los gentiles (Gál 1, 18 - 2, 21). Pero parece incluso que Pablo se consideró a sí

1968 mismo, en cierto modo, como un enviado de Jerusalén, encargado del asunto de la colecta para los «pobres» (GáI2, 10). Su deseo es que «su ministerio en favor de Jerusalén sea aceptado por los santos» (Rom 15, 26-31; cf. 1 Cor 16, 1-4), en vista de la tensión existente entre su posición como apóstol de Cristo, una posición que -en principio- es independiente de Jerusalén (Gál 1, 16s), y el encargo que él ha recibido (y que se ha mencionado últimamente) junto con el enjuiciamiento del mismo por parte de Jerusalén. En Gál 4, 21-31 Pablo desarrolla su argumento contra la exigencia de que los gentiles se circunciden, y lo hace basándose en la tradición apocalíptica acerca de la Jerusalén celestial. Se establece una antítesis entre la Jerusalén de arriba y la Jerusalén actual. Esta última existe para el judaísmo celoso de la ley y, por tanto, esclavizado por la misma. En cambio, aquella otra Jerusalén es libre y es «nuestra madre». Hay que tener en cuenta el tiempo presente del verbo: la salvación está ya aquí. A despecho de los judaizantes, los cristianos triunfarán: así como los habitantes son como hijos de la ciudad madre y a ella le deben vida y protección, así también los cristianos gozan ahora de una vida libre, concedida y protegida por Dios. La misma tradición aparece también en la Carta a los hebreos. En Heb 12,22 el carácter apremiante de las exhortaciones se basa en el hecho de que la comunidad ha llegado a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial. Jerusalén significa aquí la situación salvífica que no está limitada por lo visible (cf. v. 11). Los destinatarios se encuentran ya en ella, en la cercanía del Dios que reina como soberano y que juzga, juntamente con la asamblea festiva de los ángeles y la ekklesia de los primogénitos (se trata, probablemente, de una manera de llamar a la comunidad cristiana). Por tanto, aunque los destinatarios se encuentr~ ya, en cierto modo, en el mundo divino, VIviendo de él y obligados a él, sin embargo se les recuerda en 13, 14 que esa situación. de salvación escatológica no es nada segura, slUO que es una meta que hay que alcanzar.

1969

'IEQoaóA1Jftu - 'IExoVLu¡;

Jerusalén se menciona en el Apocalipsis como la ciudad «en la que su Señor fue crucificado» (11, 8). Los testigos escatológicos comparten la suerte de Jesús en ese lugar de impiedad y pecado, que, por tanto, ha incurrido también en juicio (11, 2). En el Apocalipsis hallamos igualmente la tradición acerca de la Jerusalén nueva y celestial. En contraste con los que falsamente se denominan a sí mismos judíos (3, 9), los vencedores gozan de derecho de ciudadanía en la Jerusalén celestial (3, 12); ciertamente, los falsos judíos tendrán que postrarse ante los vencedores (3, 9). En Ap 21 se describe la gloria de esta Jerusalén, que al final descenderá a la tierra. En el lenguaje metafórico reaparecen algunos rasgos de las imágenes tradicionales sobre Jerusalén. Esa Jerusalén es realmente «santa» (21, 2), es decir, ella y sus ciudadanos pertenecen a la esfera divina; su estrecha comunión con Dios y con el Cordero se expresa mediante el simbolismo de la novia (cf. 19,7). La promesa hecha en el pacto, que aseguraba la cercanía de Dios entre los suyos y que éstos le pertenecían a él, se ha cumplido (21, 3). Y, bajo la protección de Dios, ha llegado a su fin toda tribulación, incluida la de la muerte. En 21, lOss se pinta con colores de Ez 40-48 la gloria supraterrenal de esta ciudad. L. Hartman

·IE~o(JoA\)p.tí:t1]~, O\), Ó Hierosolymites habitante de Jerusalén* El plural, los habitantes de Jerusalén, lo encontramos en Mc 1, 5 (n;ávn:~) y Jn 7, 25 (tLVE~ €x 'toov). El sustantivo está formado a base del nombre de la ciudad --+ 'IEQoaÓA1J¡.tu.

¡E~O(J\)I.É{J) hierosylei5 saquear templos* En Rom 2, 22 junto a xAÉmw (v. 21) y ¡.tOLXEÚW, lo mismo que en Filón, Conf 163. ThWNT 111, 254-256; DTNT IV, 156. D. B. Garlington, LEQOO1JAELV and Idolatry of Israel (Romans 2, 22): NTS 36 (1990) 142-151.

1970

. ¡E~Ó(J\)AO;, 2 hierosylos dícese del que saquea templos, (el) saqueador de templos* En Hech 19, 37, en la forma sustantivada ó LEQÓ01JAO~, el saqueador de templos. Pero el término puede entenderse también en sentido más general (por ejemplo, el de no guardar la debida reverencia hacia el santuario) (Bauer, Worterbuch, s.v.). ThWNT I1I, 256; DTNT IV, 156. ¡E~O\)~'YÉ{J) hierourgei5 realizar funciones sacerdotales * En Rom 15, 16 con «el evangelio» como objeto de la acción verbal: Pablo presta servicio sacerdotal al evangelio o presta servicio al evangelio a la manera sacerdotal. ThWNT III, 251s; DTNT IV, 157. 'IE~O\)(Ja,A1Íp.t Ierousalem Jerusalén --+

'IEQOOÓA1J¡.tU.

¡E~{J)(JÚV1], '1;, i¡ hieri5syne sacerdocio, dignidad sacerdotal * En el NT, el término aparece únicamente en Heb 7, 11.12.24 (v. 14 v.l.), donde se refiere al sacerdocio levítico, al cambio de sacerdocio y al sacerdocio de Jesús, quien posee la LEQWOÚV'Y) «permanentemente». ThWNT I1I, 247s; DTNT IV, 154ss.

'IE(J(Ja,í Iessai Jesé* El nombre del padre de David (1 Sam 16, 1.10 y passim) se menciona en: Mt 1, 5.6; Lc 3, 32; Hech 13, 22, así como en Rom 15, 12 en una cita de Is 11, 10 LXX (~ QL~U 'tou 'IeoouL).

'IEq>3áE Jephthae Jefté* Heb 11, 32 menciona a 'IE<¡JiME en la enumeración de los «jueces» y profetas, anteriores a David y Samuel, que «por la fe conquistaron reinos» (v. 33).

'IExovía,;,

O\) Iechonias Jeconías* Mt 1, 11.12 menciona a «Jeconías y sus hermanos durante el destierro a Babilonia» (v.

1971

'IExoVLU(; - 'If]aou(;

11). Jeconías es hijo de Josías (v. 11) y padre de Salatiel (v. 12). Según 1 Crón 3, 15s, el rey Jeconías era nieto de Josías.

'I1)ooií;, oií Iesous Jesús 1. Aparición en el NT - 2. Origen del nombre 3. Personas que tuvieron este nombre, además de Jesús de Nazaret - 4. Jesús de Nazaret - a) Empleo del nombre de Jesús en el NT (visión de conjunto) - b) La trayectoria de la vida de Jesús - c) Jesús en los Evangelios y en Hechos - d) Jesús en el «Corpus paulinum» d) Jesús en los demás escritos del NT. Bibl. (especialmente sobre 4): G. Aulén, Jesus in Contemporary Historical Research, London 1976; C. K. Barrett, Jesus and the Gospel Tradition, London 1967; G. Baumbach, Jesus von Nazareth im Lichte der jüdischen Gruppenbildung, Berlin 1971; W. Beilner, Jesus ohne Retuschen, Graz 1974; J. Blank, Jesús de Nazaret, Madrid 1973; J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg '1969; G. Bornkamm, Jesús de Nazareth, Salamanca '1990; H. Braun, Jesús, el hombre de Nazaret y su tiempo, Salamanca 1975; R-L. Bruckberger, Die Geschichte Jesu, München 1967; R Bultmann, Jesus (1926), Tübingen '1951; Ch. Burchard, Jesus, en Pauly, Lexikon n, 1344-1354; Id., Jesus van Nazareth, en J. Becker y otros, Die Anfdnge des Christentums. Alte Welt und neue Hoffnung, Stuttgart 1987, 12-58; J. Caba, El Jesús de los evangelios, Madrid 1977; H. Conzelmann, Jesus Christus, en RGG III (1959) 619-653; Dalman, Worte; G. Delling, Geprdgte Jesus-Tradition im Urchristentum, en Studien zum NT und zum hellenistischen Judentum, G6ttingen 1970, 160-175; Id., Der «historische Jesus» und der kerigmatische Christus, en ibid., 176-202; M. Dibelius, Jesus (1939), Berlin '1966; J. Dupont (ed.), Jésus aux origines de la christologie, Louvain-Gembloux 1975; P. Fiedler, Jesus und die Sünder, Bern-Frankfurt a. M. 1976; P. FiedlerL. Oberlinner, Jesus von Nazareth. Ein literarischer Bericht: BiLe 13 (1972) 52-74; W. Foerster, 'lr¡ooiJC;, en ThWNT III, 284-294; J. Gnilka, Neue Jesus-Literature: ThRv 67 (1971) 249-258; Id., Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, Barcelona 1993; M. Goguel, Jésus, Paris '1950; Goppelt, Theologie 1; E. GraBer, Der historische Jesus im Hebriier: ZNW 56 (1965) 63-91; Id., Die Naherwartung Jesu, Stuttgart 1973; Id., Der Mensch Jesus als Thema der Theologie, en FS Kümmel, 129-150; M. Grant, Jesus, London 1977; W. Grundmann, Die Geschichte Jesu Christi, Berlin '1961; Hahn, Hoheitstitel, Índice s.v.; Haag, Diccionario, 962-974; M. Hengel, Jesús y la violencia revolucionaria, Salamanca 1973; H. W. Hoehner, Chronological Aspects of the Lije of Christ, Grand Rapids 1977; T. Holtz, Jesus aus Nazareth, Zürich 1981; Id., Jesus, en EKL' n, 824831; Jeremias, Parábolas de Jesús, Estella 1970; Id., Teología; E. Kasemann, El problema del Jesús histórico, en Id., Ensayos exegéticas, Salamanca 1978, 159-

1972

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1973 schichte und Verkündigung, Stuttgart 1973. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1118-1120.

1. En el NT, el nombre de Jesús aparece un total de 919 veces, referido de manera muy principal a Jesús de Nazaret; tan sólo en seis pasajes aparecen'otras personas que llevan este nombre (-> 3). El nombre de Jesús se encuentra con la mayor frecuencia en los evangelios (Juan 244 veces, Mateo 152, Lucas 88, Marcos 82); vienen luego Hechos (70 veces), Romanos (37), 1 Corintios (26), Filipenses (22) y Efesios (20). Con excepción de 3 Jn, el nombre de Jesús aparece en todos los escritos del NT. Se menciona con menor frecuencia en: 2 Pedro (9 veces), Colosenses (7), Filemón (6), Judas (6), Tito (4), Santiago (2) y 2 Juan (2).

2. El nombre 'If]aoij~ aparece muy a menudo en la LXX, donde es la transcripción más frecuente de ye hósua' o ye hósua' y de la forma más tardía del nombre ye sua '; cf. Hatch-Redpath 11 Suppl. 84. En la LXX, además de referirse a Josué, el hijo de Nun (Ex 17, 9s; Núm 11,28 Ypassim), 'If]aoij~ es también el nombre de otras personas, por ejemplo, del sumo sacerdote Jesúa (Ag 1, 1; Zac 3,1) Y del levita Jesús (2 Crón 31, 15). La LXX recoge la forma abreviada del nombre, que llegó a ser la forma común después del destierro, y la hace. declinable mediante la adición de la sigma fmal (en el nominativo). A partir del siglo 11 p.e. desaparece en el judaísmo el uso del nombre. yesúa '/Jesús como nombre propio (l~s rabmos vuelven a usar la forma antigua y ~as extensa del nombre), mientras que antes, mcluso en tiempos de Jesús de Nazaret, esta forma breve había estado muy difundida (Foerster 285-287). El nombre significa origina~mente: «Yahvé ayuda / es salvación» (cf. la m,terpretación de Filón, Mut 121: aúnf]QLa X'UQLO'U). La forma breve yesúa' no permitía reconocer ya claramente el elemento teóforo, pero seguía recordando al verbo ys' (cf. Eclo 46, 1 con una interpretación del nombre Yosua). ~t 1,21 nos hace ver que en el nombre de JeSUs se escuchaba todavía el verbo ys' (-> a0~ú)) (Foerster, 289s): «porque él salvará (aw-

1974 aeL) a su pueblo de sus pecados». El judaísmo rabínico no designaba habitualmente a Jesús de Nazaret con el nombre de yesua', y menos aún con la forma teófora, más antigua, que entretanto había vuelto a usarse, sino que le llamaba más bien yesu. En ello se veía una intencionada mutilación del nombre (Billerbeck 1, 64; cf. G. Dalman, Jesus-Jeschua [Leipzig 1922, 1929], reimpreso en Darmstadt 1967, 6 y 225). En esa forma falta, además del elemento teóforo, el verbo ys', que significa «salvación». 3. Mientras que en el NT 913 pasajes emplean el nombre de Jesús para referirse a Jesús de Nazaret (Jesús el Cristo o Jesucristo) (-> 4), vemos que este nombre aparece únicamente seis veces para designar a otras (cuatro) personas; cf., además, la forma compuesta BaQLf]aoij~ (-> e). a) Ateniéndose a la forma del nombre que aparece en la LXX, Hech 7,45 y Heb 4,8 emplean el nombre de 'If]aoij~ para referirse a Josué, el hijo de Nun, el sucesor de Moisés que condujo a los israelitas a Canaán (-> 2): El primer pasaje (que forma parte del discurso de Esteban) recuerda cómo fue introducido el tabernáculo sagrado «en la tierra poseída por los gentiles»; el segundo pasaje niega la ldea de que fuera ya Josué quien «condujera» el pueblo de Dios «al descanso» (en contra de Jos 22, 4). b) En Mt 27,16.17 algunos testimonios de la tradición textual dan al «tristemente famoso prisionero» -> BaQappa~ (como leen Sin A B Y otros) el nombre compuesto de Jesús Barrabás (8 f1 700* syr'p,¡ Orígenes); sobre la preferencia de la variante textual con el nombre compuesto cf. GNTCom, sub loco. c) En la genealogía de Jesús en Lc 3, 29 se da el nombre de Jesús al hijo de Eliezer. d) En Col 4, 11 el tercer colaborador de Pablo que se menciona, y que «procedía de la circuncisión», era un tal «Jesús, llamado el Justo». e) Entre los íntimos del gobernador de Chipre se encontraba, según Hech 13, 6, un he-

chic ero judío llamado --* sús = «hijo de Jesús»).

1976

'hlaoii~

1975

BaQL'I']Ooij~

(Barje-

4. a) El uso del nombre de Jesús de Nazaret se caracteriza primeramente por el hecho de que en los evangelios predomina el empleo del nombre simple (o) 'l'I']ooij~ (columna A). Por la frecuencia del nombre en aquel ambiente, y para distinguir a Jesús de otras persanas que tenían el mismo nombre, se le llamó «Jesús de Nazaret» (o de maneras parecidas) (columna B). Fuera de los evangelios (con ex-

cepción del Apocalipsis), el nombre de Jesús va asociado principalmente con predicados cristológicos (columna C). Aquí destacan sobre todo, por su frecuencia numérica, las combinaciones «Jesús el Cristo [o Jesucristo]» (C 1) y «Cristo Jesús» (e2); encontramos, además, otros predicados, integrados en parte en Ia designación de Cristo (C 3). Los datos de frecuencia que se ofrecen en la siguiente tabla, son únicamente aproximados en algunos puntos (por las vacilaciones que existen en la tradición textual).

A

B

Mateo Marcos Lucas Juan

141 74 81 238

3 4 3 4

2

Hechos

31

5

9

Romanos 1 Corintios 2 Corintios Gálatas Filipenses 1 Tesalonicenses Filemón

2 1 7 1 1 3

Efesios Colosenses 2 Tesalonicenses

C3

suma total

5 4 3

150 82 87 244

4

20

69

7 3 2 5 4

12 7 1 8 12 2 3

16 15 9 3 5 11 3

37 26 19 17 22 16 6

1

10 3

8 3 13

20 6 13

10 10

4 2 3

14 13· 4

5

13

2 1 8 5 1

2 10 9 12 2 O

2

4

6

3

2

14

155

913

C1

1 Timoteo 2 Timoteo Tito Hebreos

5

Santiago 1 Pedro 2 Pedro 1 Juan 2 Juan 3 Juan Judas

5

Apocalipsis

9 600

C2

3 8 1 2 1

19

56

1

83

-

1977

'I'I1aoii~

Sobre A. 'l'I']ooij~ (con arreglo a la regla clásica a la que se ajustan los nombres de persona en general) no lleva frecuentemente artículo. Sin embargo, éste puede añadirse anafóricamente al nombre. Se trata de «un fino matiz del lenguaje, que a menudo resulta imposible de traducir» (BlaB-Debrunner § 260). El uso del artículo con el nombre propio se consideraba cosa del lenguaje vulgar (Mayser, Grammatik 11/2, § 54s). En los Sinópticos, 'l'I']ooij~ (a menos que vaya en vocativo o unido a una aposición) suele llevar artículo (por ejemplo, Mc 1,24; Mt 26,69.71). Sin embargo, el artículo falta cuando se menciona por primera vez el nombre (Mc 1, 9; Mt 1, 6 [en Lucas no aparece el artículo sino en 4, 4, donde se emplea anafóricamente]) y luego vuelve a faltar cuando se narra la primera aparición del Resucitado (Mt 28, 9; Lc 24, 15). Lucas, ateniéndose al gusto clásico, emplea con relativa frecuencia el nombre sin artÍCulo (cf., a propósito, F. Rehkopf, Die lukanische Sonderquelle, Tübingen 1959,51-53). En Juan, o 'l'I']ooij~ y 'I'I']ooij~ aparecen aproximadamente con la misma frecuencia (el artículo falta, por ejemplo, en la expresión -a manera de fórmula- a:n:ExQi{}'I'] 'l'I']ooij~, Jn 3, 3.5.10; 18,36 y passim, pero aparece anafóricamente con artículo, por ejemplo, en 18, 37). Las Cartas y el Apocalipsis (yen parte también los Hechos) omiten casi siempre el artículo, porque no existe en ellos ninguna anáfora narrativa (BlaB-Debrunner § 260, 1); pero cf., en cambio, Rom 8, 11; 2 Cor 4, lOs; Gál 6, 17; cf., además, el uso anafórico con artículo en 1 Tes 4, 14; Ef 4,21; 1 Jn 4,3, y también en Hech 1, 1 por asimilación al Evangelio de Lucas. Sobre B. Para distinguir a Jesús de otras personas con el mismo nombre que aparecen en su ambiente, se caracteriza a Jesús mencionando el lugar de su origen (tan sólo en los Evangelios y en Hechos: 'I'I']ooij~ --* Na~aQ'I']Vó~ (Mc 1,24; Lc 4, 34), 'I'I']ooij~ oNa~aQ'I']Vó~ (Mc 10,47; 14, 67; 16, 6; Lc 24, 19), 'I'I']ooij~ o --* Na~(()Qa¡;o~ (Mt 26, 71 [cf. 2, 23]; Lc 18,37; Jn 18, 5.7; 19, 19; Hech 2,23

1978

[con otros predicados más en 3, 6; 4, 10]; 6, 14; 22, 8; 26, 9), 'l'I']ooij~ o a:n:o Na~aQW (Hech 10, 38), 'Irlooij~ o a:n:o Na~aQW 'tfj~ raA.LA.ata~ (Mt 21, 11 [cf. Mc 1, 9]), «Jesús, el hijo de José (Jn 6, 42), de Nazaret» (Jn 1, 45), 'l'I']ooij~ o raA.LA.a¡;o~ (Mt 26, 69).

Sobre e 1.2. Las cifras de aparición se refieren a las combinaciones 'l'I']ooil~ --* XQLO'tó~ y (o) XQLO'tO~ 'l'I']ooij~, en la medida en que éstas se usan sin otros predicados nominales. Quedan excluidas las frases de fO'tLV como Jn 20,31; 1 Jn 2,22; 5, 1. Mientras que 'l'I']ooij~ XQLO'tÓ~ (C1) se entiende en la mayoría de los casos como un nombre compuesto, vemos que en la expresión XQLO'tO~ '1'1']ooij~ (C2), preferida, por ejemplo, por Pablo (y también por Efesios, Colosenses y las Pastorales) se escucha también a veces el uso titular de la combinación (<<el Mesías Jesús»). Ambos nombres compuestos se derivan seguramente de lo que en su origen fue una oración de predicado nominal o una exclamación a manera de confesión de fe (Jesús [es] el Cristo; Cristo [es] Jesús). Sin embargo, en el uso paulino de la combinación destaca ya la idea de un nombre compuesto, como acentúan los ejemplos enumerados en C3. La extrañeza con que sonaba el título de Cristo (<<Mesías» = «Ungido») en las comunidades cristianas gentílicas fomentó la transición hacia el nombre compuesto, en el cual (o) XQLO'tÓ~ se convirtió en el sobrenombre de Jesús (W. Grundmann, en ThWNT IX, 519). «A Jesús, que tiene un nombre muy común, se le realza así en su singularidad única e inconfundible» (ibid. 533). En los escritos paulinos, el nombre compuesto aparece en «pasajes muy importantes» (ibid. 534) como en las introducciones de las cartas y en las conclusiones de las distintas secciones. Sobre e 3. Sobre este punto del esquema, en el que se incluyen los predicados cristológicos que van más allá de los compuestos 'l'I']ooij~ XQLO'tÓ~ Y XQLO'tO~ 'I'I']ooij~ y que contienen el nombre de Jesús, se enumeran a continuación todas las veces en que aparecen

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(excluidas frases como 1 Cor 8, 6; Flp 2, 11; 1 Jn 4, 15; 5, 5). Para facilitar la visión de conjunto, partimos de las formulaciones más completas, sin atender primariamente al aspecto de la historia de las tradiciones. Para conocer el significado cristológico de las formas, hay que tener en cuenta los correspondientes predicados de majestad que se exponen en los artículos que tratan de las voces pertinentes. La expresión más detallada que se encuentra con mayor frecuencia (38 veces) es: ó x:úQLO~ ~¡.t&v 'Il']O'oií~ XQw'tó~, nuestro Señor Jesucristo (Hech 15,26; Rom 5, 1.11; 15,6. 30; 16,24; 1 Cor 1,2.7.8.10; 15,57; 2 Cor 1, 3; 8,9; Gá16, 14.18; 1 Tes 1,3; 5, 9.23.28; Ef 1,3.17; 5, 20; 6, 24; Col 1, 3; 2 Tes 2,1.14. 16; 3, 6.18: 1 Tim 6,3.14; Sant 2,1; 1 Pe 1, 3; 2 Pe 1,8.14.16; Jds 17.21). Las expresiones más cercanas a ella son Ó 'KÚQLO~ ~¡.t&v 'Il']aoií~, nuestro Señor Jesús (Rom 16, 20; 1 Cor 5, 4 [bis]; 2 Cor 1, 14; 1 Tes 2, 19; 3, 11.13; 2 Tes 1, 8.12; Heb 13, 20; Hech 20, 21), y ó X'ÚQLO~ 'Il']O'o'Ü~, el Señor Jesús (Mc 16,19; Lc 24, 3; Hech 1,21; 4, 33; 8,16; 11, 20; 15, 11; 16,31; 19,5.13.17; 20, 24.35; 21, 13; 1 Cor 11,23; 16,23; 2 Cor 4,14; 11,31; 1 Tes 2, 15; 4, 2; Flm 5; Ef 1, 15; 2 Tes 1, 7; 2, 8; Ap 22, 21). Son afines otras expresiones que designan a Jesús como XÚQLO~: Ó X'ÚQLO~ 'Il']O'oií~ XQLO"tÓ~, el Señor Jesucristo (Hech 11,17; 28, 31; Rom 13,14; 1 Cor 6,11; 2 Cor 13, 13; Flp 4, 23; Flm 25 [únicamente Pablo]), X'ÚQLO~ 'Il']O'oií~, Señor Jesús (Hech 7, 59; Rom 10, 9; 14, 14; 1 Cor 12, 3; Flp 2, 19; 1 Tes 4, 1; Col 3, 17; Ap 22, 20), y XÚQLO~ 'Il']O'oií~ XQw'tó~, Señor Jesucristo (Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1,2; Gáll, 3; Flp 1,2; 3, 20; 1 Tes 1, 1; Flm 3; Ef 1,2; 6, 23; 2 Tes 1, 1.2.12; 3, 12; Sant 1, 1). Las siguientes frases de «Señor Jesús» hacen que preceda el nombre (o los nombres) de Jesús: 'Il']O'oií~ XQLO"tO~ ó XÚQLO~ ~¡.t&v, Jesucristo, nuestro Señor (Rom 1, 4; 5, 21; 7, 25; Jds 25); la misma frase, pero precediendo la expresión ó 1JlO~ alho'Ü (1 Cor 1, 9). 'Il']-

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O'oií~ XQLO''tO~ XÚQLO~,

Jesucristo, Señor (2 Cor 4, 5). 'Il']O'o'Ü~ Ó XÚQLO~ ~¡.t&v, Jesús, nuestro Señor (Rom 4,24; 1 Cor 9, 1; 2 Pe 1, 2). XQLO''tO~ 'Il']O'o'Ü~ Ó XÚQLO~ ~¡.t&v, Cristo Jesús, Señor nuestro (Rom 6, 23; 8, 39; 1 Cor 15,31; 1 Tim 1,2.12; 2 Tim 1, 2); en forma análoga, XQLO''to~ 'Il']O'ojj~ Ó XÚQLO~ ¡.tov (Flp 3, 8); cf. también ó XQw'to~ 'Il']O'o'Ü~ Ó X'ÚQLO~ (~¡.t&v) (Ef 3, 11; Col 2, 6). En las Pastorales y en la Carta primera de Pedro encontramos frases con el título de --+ O'(J)'t'IÍQ: 2 Tim 1, 10; Tit 1,4; 2, 13; 3, 6; 2 Pe 1,1.11; 2, 20; 3,18. Mientras que las Pastorales hablan de Jesús como del O'únljQ ~¡.t&v, encontramos en la Carta segunda de Pedro la expresión O'w'tl]Q 'Il']O'oií~ XQLO''tÓ~. Es sorprendente que el nombre de Jesús (o de Jesucristo) se asocie raras veces con el predicado de Hijo de Dios (--+ VlÓ~): Heb 4, 14; 1 Jn 1, 3.7; 3, 23; 5, 20; 2 Jn 3. - Otras formulaciones, en parte también de carácter singular, se hallan en Heb 3, 1; 12, 2.24; 1 Jn 2, 1; Jds 4. Los Sinópticos testifican que Jesús es el «Hijo de David» (Mt 1, 1; Mc 10,47; Lc 18, 38), el «Hijo del Dios altísimo» (Mc 5, 7; Lc 8,28), el «Rey de los judíos» (Mt 7,37 [cf. Jn 19, 19]). La expresión 'Il']O'o'Ü~ Ó AEyÓ¡.tEVO~ XQLO''tó~ aparece únicamente en Mateo (1, 16; 27,17.22). En Hech 3,13; 4,27.30 se designa a Jesús como el --+ Jta¡;~ de Dios. Compárense también Mt 21, 11 (Jesús como «el Profeta»), Mc 9, 5 (donde se le dirige la palabra llamándole --+ Qa~~l) y Lc 17, 13 (esta vez se le dirige la palabra llamándole --+ EJtLO''tá'tl']~).

4. b) Las fuentes principales para nuestro conocimiento acerca de la vida de Jesús y de sus enseñanzas son los Evangelios sinópticos; . los demás escritos del NT, incluido el Evangelio de Juan, vienen sólo en segundo lugar. Dentro de la tradición sinóptica, tienen la primacía las «unidades menores» por ser material de tradición más antiguo (en comparación con el «marco» redaccional de los evangelios). Sin embargo, deben evaluarse críticamente en lo que respecta a su valor histórico, porque en la más an-

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tigua tradición había ya intenciones cristológicas (sobre los criterios cf. F. Lentzen-Deis, en Kertelge, 78-117; sobre la metodología cf. F. Hahn, ibid. 11-77). Tienen cierta primacía la más antigua historia (pre-marcana) de la pasión y -en lo que respecta a la predicación de Jesús-la fuente de logia (Q). Las fuentes ajenas a la Biblia vienen sólo en tercer lugar. La tradición apócrifa sobre Jesús posee escaso valor como fuente (además de Hennecke-Schneemelcher l, consúltese principalmente W. Bauer, Das Leben Jesu im Zeitalter der neutestamentlichen Apokryphen, Tübingen 1909). Los dichos de Jesús no recogidos en los escritos canónicos (agrapha) explican sólo de manera no esencial el mensaje de Jesús (cf., a propósito, J. Jeremias, Palabras desconocidas de Jesús, Salamanca '1990). Los escasos testimonios no cristianos acerca de Jesús pueden confirmar, a lo sumo, algunos datos de los evangelios, pero no ofrecen informaciones nuevas (Tácito, Ann XV, 44; Suetonio, Caes V, 25, 4; Josefo, Ant XX, 200; bSan 43a Bar.); cf., a propósito, J. B. Aufhauser, Antike Jesus-Zeugnisse (KIT 126), Bonn '1925; Blinzler, 39-57). Jesús nació en vida de Herodes el Grande (fallecido en el año 4 a.e.) -según Mt 2, 1.5; Lc 2, 4.11 en Belén, lo cual no es seguro desde el punto de vista histórico- y se crió en Nazaret (<<Jesús de Nazaret», --+ 4.a). Siendo ya adulto, fue bautizado por Juan en el río Jordán y, después de finalizada la actividad del Bautista (a causa de su encarcelamiento), probablemente a principios del año 28, Jesús comenzó a proclamar públicamente el comienzo del esperado reino de Dios (--+ ~a­ O'LAELa 'tO'Ü {}Eoií), que se iniciaba con su propia actividad. En conexión con su mensaje, Jesús prometía a los hombres (como anticipación del juicio final de Dios) el perdón de sus pecados. Al mismo tiempo, hacía un llamamiento a la conversión (--+ ¡.tE'távma 4). El verdadero cumplimiento de la voluntad de Dios (y de la Torá) lo ve Jesús en la práctica del amor a Dios y al prójimo (llegando hasta el amor a los enemigos). El llamamiento a la conversión, que primeramente se hizo en Galilea, no fue bien acogido por todos. Quizás después de una «crisis galilea» (así F. MuEner en FS Schmid 1973 2 ' , 38-252), se encargó una nueva tarea al redu-

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cido círculo de los Doce (--+ 6ÓJ6Exa), que eran los mensajeros de Jesús para congregar a todo Israel. A este reducido círculo de sus «discípulos» (--+ ¡.ta{}l']'t'IÍ~), seleccionado entre el grupo, más numeroso, de los seguidores (--+ axoAov{}ÉW), se le asignó la tarea de ser el núcleo de la comunidad de discípulos y el primer portador (programático) de la tradición de Jesús (MuEner, 247s). Con ello se había establecido un nuevo comienzo. En su camino hacia Jerusalén, Jesús adquirió certeza de su inminente muerte violenta. No podemos determinar con claridad si él entendió o proclamó ya esta muerte como muerte expiatoria. Pero a esta pregunta habrá que darle una respuesta positiva, a lo más tardar en relación con la «Ultima Cena» (H. Schürmann, ¿ Cómo entendió y vivió Jesús su muerte?, Salamanca 1982, 19-104; R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 354-377). Jesús pretendía ser el «Mesías», como puede verse por algunas de sus maneras características de hablar y de obrar, aunque la conciencia que él tenía de sí mismo no está expresada por medio de un título. El hecho de que Jesús se sentara a la mesa con «publicanos y pecadores», así como sus provocativas «violaciones del sábado», hicieron aparecer en escena a sus adversarios, principalmente a los fariseos. Para Jesús, las expulsiones de demonios y las curaciones de enfermos, que se hallaban en relación muy íntima con su predicación, eran signos reales de que llegaba el reino de Dios. La autoridad que Jesús pretendía tener se mostraba también, finalmente, en el llamamiento que hacía para que le siguieran (M. Hengel, Seguimiento y carisma, Santander 1981, esp. 85ss). En Jerusalén, la acción llevada a cabo por Jesús en la explanada del templo (<
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Mc 14, 61s nos hace ver ya que semejante título no era capaz de definir exhaustivamente la autoridad de Jesús. Los círculos dirigentes del consejo supremo lograron imponer al juez romano Pilato que dictara contra Jesús la sentencia de morir en la cruz (---> (J'tu'UQó~, ---> (J'tu'UQów), acusándole de pretender ser el Mesías. De la condena a la muerte de cruz, dictada por el gobernador romano, podemos deducir que Jesús, «al comparecer ante Pilato, no hizo nada para librarse de esa acusación, pero no que él mismo pretendiera ser un mesías revolucionario y político» (Vogtle, Jesus van Nazareth, 20). Jesús fue crucificado en la fiesta de la Pascua (probablemente del año 30) ante las puertas de Jerusalén. Se discute si el día de su muerte fue el 14 (como indica Juan) ó el 15 de Nisán (como indican los Sinópticos). 4. c) El predominio del nombre de Jesús en los Evangelios y su empleo casi absoluto demuestran que los autores de los Evangelios quieren informar sobre el Jesús «terreno», sobre el hombre «Jesús de Nazaret». Sin embargo, hacen ver claramente, de diferentes maneras, al comienzo de sus escritos, que ese mismo Jesús, de quien narran las obras que realizó y el destino de muerte que tuvo que sufrir es el Cristo de la confesión cristiana de fe: M~ 1, 1.9.11.24; Mt 1, 1.16.18.21.25; Lc 1, 31-33.35; 2, 11.21.49; Jn 1, 17s.45. Podemos entender los Evangelios como formas más plenas de desarrollar la confesión de fe: «Jesús es el Cristo». Parten de que la resurrección de Jesús no sólo acentúa su majestad «mesiánica», sino que también la demuestra supremamente: Mc 16, 6s; Mt 28, 5s; Lc 24, 3.5s.19.26.34; Jn 17,3; 20,31; 21, 21. El nombre de Jesús (de Nazaret) lo emplean las personas de su entorno, cuando hablan acerca de él (Mt 21, 11; Mc 10, 47a; 14,67; Lc 24, 19; Jn 1, 45; 18, 5.7) o cuando -junto a otros vocativos- le dirigen así la palabra (Mc 1,24; 10, 47b; Lc 17,13; 23, 42). - La inmensa mayoría de las numerosas veces (principalmente en Mateo y Juan) que aparece el nombre de Jesús, éste se halla en el texto evangélico

que narra algo sobre él. En el Evangelio de Lucas el nombre de Jesús es relativamente menos frecuente. El evangelista, en la narración, usa unas 16 veces ---> XÚQLO~, observándose que 22, 61 y 24, 3 difieren del texto de Marcos (cf. Jn 6,23; 20, 2.18.20.25). El libro de Hechos habla de Jesús (sin añadir títulos cristológicos) cuando hace referencia a la «vida de Jesús» (por ejemplo, 1, 1.14.16; 10, 38), o cuando personas que no son cristianas hablan sobre él (4, 18; 5, 40; 17,7; 19, 13.15; 25,19). Pero con este nombre Jesús se da a conocer también a Saulo (9, 5; 22, 8; 26, 15); los ángeles lo usan en la ascensión (1, 11), y también lo emplea Esteban (7,55). La proclamación apostólica dice esencialmente que Jesús es el Cristo (17, 3; 18, 5.28); en ella «se proclama a Jesús» (8, 35; 9, 20) o se enseña «acerca de Jesús» (18, 25; 28, 23; cf. 5, 42; 8,12; 11,20; 28, 31). Los contenidos esenciales de esa predicación son la muerte y la resurrección de Jesús (2, 22.32. 36; 3, 13.20; 5, 30; 10,38; 13,23.33; 17,3; 18,5.28). Una expresión característica de Hechos es la de hablar del «nombre (---> OVO ¡.tu) de Jesús (o de Jesucristo)>>: 2, 38; 3, 6; 4, 10.18.30; 5, 40; 8, 12; 9, 27; 10,48; 16, 18; 26, 9. También se encuentra frecuentemente la expresión «el Señor Jesús» (---> 4.a sobre C 3).

o

4. d) Pablo emplea sencillamente la expresión 'Ilj(Jov~, sobre todo en 1 Tesalonicenses (1, 10; 4, 14 [bis]) Y 2 Corintios (4, 5.10 [bis].l1 [bis].14; 11,4), Y la emplea también en Rom 3, 26; 8, 11; 1 Cor 12, 3; Gál 6, 17; Flp 2, 10. Está bien claro que Pablo «piensa especialmente en lo 'histórico'» (Foerster, 289), a saber, cuando habla de la muerte y la resurrección de Jesús (1 Tes 1.10; 4, 14a; Gál 6,17; 2 Cor 4, 10a.b.lla.b.14; Rom 8,11).1 Tes 1, 10 Y 4, 14b se refieren a la parusía o a la resurrección de «los que durmieron». Entre las expresiones: «en el nombre de Jesús» (Fl~ 2, 10), ---> avá1h:¡.tu 'Ilj(Jov~ (1 Cor 12, 3) yo Ex n:to'tc(¡)~ 'Ilj(Jov (Rom 3, 26), seguramente las dos últimas son creación paulina: «Mal-

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dito es Jesús» se ha formulado en oposición a XÚQLO~ 'Irl(Jov~ (cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco); en Rom 3, 26 'Ilj(Jov~ es el objeto de la fe, en consonancia con Gál 2, 16 y 3, 22 (cf. H. Schlier, Der Romerbrief[HThK], sub loco). En 2 Cor 4, 5 y 11,4 encontramos la expresión preposicional «por amor de Jesús» (OLá con acusativo). La expresión oux 'tOV 'Ilj(Jov aparece en 1 Tes 4, 14b; compárese el correspondiente «por medio de Jesucristo» en Rom 1, 8; 16, 27; Gál1, 1; Flp 1, 11; cf. Ef 1, 5; Heb 13,21; 1 Pe 4, 11. En contraste con ello, la expresión con ---> EV y dativo significa el lugar en que se está: «en Cristo Jesús» (Rom 6, 11; 8, 1.2 y passim). En las Cartas deuteropaulinas y en las Pastorales, el nombre de Jesús, empleado a secas, retrocede clarísimamente (tan sólo Ef 4, 21: «la verdad en Jesús»); el nombre compuesto «Jesucristo» (Jesús el Cristo) aparece tres veces sin que se añadan más predicados (Ef 1, 5 en la expresión de oLá; 2 Tim 2, 8, a propósito de la resurrección de Jesús; Tit 1, 1: «apóstol de Jesucristo»). En las Pastorales, vemos que en el nombre compuesto precede siempre XQLO'tÓ~; y éste no aparece nunca sin que vaya seguido por 'Ilj(Jov~; cf. W. Grundmann, en ThWNT IX, 555-557. 4. e) En los restantes escritos del NT, (o) 'Iljoov~ aparece usado en sentido absoluto en

tres escritos, varias veces en cada uno de ellos (5 veces en Hebreos y otras tantas en 1 Juan, 9 veces en Apocalipsis). Santiago, Judas y 2 Pedro conocen únicamente la fórmula '1 lj(Jov~ XQL(J'tÓ~, asociada varias veces con el título XÚQLO~; XQL(J'tÓ~ se ha convertido enteramente en el sobrenombre de Jesús (Grundmann, en ThWNT IX, 560). La Carta a los Hebreos (cf., a propósito, GriiBer, Der historische Jesus, y también O. Hofius, en FS Jeremias 1970, 132-141; J. Roloff, en FS Conzelmann, 143-166) habla de Jesús en relación con su existencia terrena (2, 9), sus padecimientos y su muerte (2, 9; 10, 19; 13, 12) Y su papel de precursor (6, 20). El es «la garantía de un mejor pacto» (7, 22).

La Carta primera de Juan, en contra de doctrinas gnósticas (?), formula las proposiciones de fe de que Jesús es «el Cristo» (5, 1; expresada en forma negativa en 2, 22) Y «el Hijo de Dios» (4, 15; 5, 5). Por eso, lo que interesa decisivamente es «confesar a Jesús» (4, 3; sobre las variantes textuales cf. GNTCom, sub loco, pero consúltense, no obstante, los argumentos en contra en R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, sub loco). El Apocalipsis presenta cinco veces la expresión ~ ---> ¡.tUQ't'UQLU 'Ilj(Jov (1, 9; 12, 17; 19, 10 [bis]; 20, 4; cf. 17, 6: los testigos de Jesús). El autor fue a la isla de Patmos «por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús» (1, 9); se trata del testimonio confesante en favor de Jesús. El autor, juntamente con los creyentes, persevera «en Jesús» (1, 9), en la «fe en Jesús» (14, 12). El que reciba la revelación, oirá decir a Jesús desde el cielo: «Yo, Jesús» (22, 16). G. Schneider

hmvó;,

3 hikanos suficiente, adecuado, grande

sufic~entemente

1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. Campo referencial y sintaxis - 4. 2 Cor 2, 16-3, 6 - 5. Lenguaje confesional - 6. Lc 22, 38.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.V.; G. Bertram, 'IKANOL, in den griechischen Übersetzungen des AT als Wiedergabe von schaddaj: ZAW 70 (1958) 20-31; O. Cullmann, Die Bedeutung der Zelotenbewegung für das NT, en Id., Vortriige und Aufsiitze 1925-1962, Tübingen-Zürich 1966,292-302, esp. 298; Frisk, Worterbuch 1, 719s; W. von Meding, en DTNT 1, 158s; K. H. Rengstorf, L%avóc:; %1:A., en ThWNT 111, 294-297; H. Schürmann, Jesu Abschiedsrede Lk 22, 21-38, Münster 21977, 132s; V. Taylor, The Passion Narrativ of St Luke, Cambridge 1972, 66-68; M. Weippert, Sadday (Nombre de Dios), en DTMAT 11, 1096-1107. Cf. más bibliografía en ThWNT X, ll20.

1. De los 39 testimonios que hay en el NT del uso del adjetivo, la mayor parte se encuentra en Lucas (9) y en Hechos (18). En cambio, Mateo y Marcos no ofrecen más que tres testimonios, cada uno de ellos; Pablo ofrece cinco (1-2 Corintios; además Rom 15,

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LIGaVÓS - 'IIGóvLOv

33 v.l.) y las Pastorales un solo testimonio (2 Tim 2,2). 2. La etimología, relacionada con la del verbo LIGúl, «venir, llegar a, alcanzar» (Frisk), sugiere: a) una cantidad suficiente o generalmente grande, o b) una cualidad adecuada, en el sentido de lo que es «válido» por ser apropiado o digno. 3. El término, frecuente en el helenismo y en la LXX, tiene un amplio campo de aplicación: La LXX (Rut 1,20.21) y especialmente las traducciones griegas posteriores lo usan -con una derivación etimológica discutiblepara traducir el nombre divino Sadday, en el sentido de Aquel que se basta a sí mismo y proporciona plena satisfacción (Bertram, 31; Weippert, 876). El NT emplea Lx,UVÓe;, en sentido atributivo y en sentido absoluto (Hech 12,12; 14,21; 19, 19; 1 Cor 11, 30), para referirse a una cantidad satisfactoria de pueblo, de discípulos, de palabras, de tiempo, etc. Además, en sentido predicativo (construido con infinitivo, Lva y JtQóe;), designa la validez para algo. La forma neutra del adjetivo sustantivado, en combinación con JtOLfíom, describe en Mc 15, 15 la decisión de Pilato de complacer al pueblo poniendo en libertad a Barrabás, y, en combinación con p-.a~ELv, designa la aceptación de una fianza (Hech 17,9). 4. El campo léxico Lx,avÓe;, í"uvón¡e; y Lx,avów adquiere especial importancia en la polémica de Pablo en 2 Cor 2, 16 - 3,6: frente a la recomendación propia y a las cartas de recomendación de sus adversarios, Pablo acentúa que la plena capacitación para pensar (juzgar) y ejercer el ministerio «no procede de nosotros mismos, sino que nuestra capacitación procede de Dios, quien también nos hizo aptos como ministros del nuevo pacto» (3, 5s). 5. Un contenido semántico parecido se manifiesta también claramente en el lenguaje confesional de los evangelios (Mc 1, 7 etc.): en comparación con el Mesías que viene de Dios, la capacidad humana es insuficiente aun

para el menor de los servicios. La confesión de la propia incapacidad, expresada por medio de L"UVÓe; y --> a;LOe;, «digno», alaba en último término la grandeza de Aquel que viene. 6. Se ha prestado a malentendidos la respuesta que da Jesús: LX,UVÓV fO'tLV, «es suficiente» (Lc 22, 38), por la que él rechaza las dos espadas que le han mostrado e interrumpe el diálogo sobre la conducta de los discípulos en tiempo de persecución. La sentencia no debe entenderse como una sanción del uso de las armas, según se ve claramente por el uso parecido de la expresión en Lc 22, 51, donde significa a todas luces: «¡Basta ya de esto!» (Schürmann, 133). P. Trurnmer

lxavó'(1);, 1)'to;,

'al

hikanotes capacita-

ción, aptitud* 2 Cor 3, 5: <
lxavóro hikanoo hacer apto, capacitar* 2 Cor 3, 6: «quien nos ha capacitado para ser ministros del nuevo pacto». En Col 1, 12 dícese de Dios Padre, «quien os hizo dignos de compartir la herencia de los santos en la luz». ThWNT 11,294-297; DTNT 1, 158s.

a;, 'al hiketeria ardiente súplica* En Heb 5, 7 dícese de Cristo, quien «en los días de su carne presentó ante Dios oraciones y ardientes súplicas (Lx,E'tEQLae;»>. Th WNT I1I,297s.

lxE'tEQta,

tXJ.lá;, ábo;, 'al ikmas humedad* En Lc 8, 6 se habla de la semilla que se secó «porque no tenía humedad» (a diferencia de Mc 4, 6: «porque no tenía raíz»).

'IxóvtOv,

0'U Ikonion Iconio* Nombre de una ciudad de Asia Menor, visitada por Pablo y Bernabé durante su denomi-

1989 nado «primer viaje misionero» (Hech 13,51; 14, 1.9.21; 16, 2). Lograron éxitos en su actividad misionera (14, 1), pero tuvieron que huir a Licaonia (Listra, Derbe) (14, 5s). Aunque hubo judíos de Iconio que promovieron también alborotos en Listra en contra de Pablo (14, 19), sin embargo éste volvió de nuevo a Iconio en su camino de regreso; para fortalecer «las almas de los discípulos» (14, 21s). Hech 16, 2 menciona a la comunidad cristiana de Iconio junto con la de Listra. 2 Tim 3, 11 menciona (cf. Hech 14, 2-6) entre las persecuciones que Pablo tuvo que sufrir, la que padeció en Iconio. La ciudad de Iconio se llama actualmente Qoniyah. Se consideraba que pertenecía en parte a Frigia (Jenofonte, Anl, 2, 19; Plinio, NatHist V, 41; Hech 14, 5s) y en parte a Licaonia (Estrabón XII, 6, 1). Pauly, Lexikon 11, 1360; H. Conzelmann, Apostelgeschichte' (HNT) 86s.

l"'aQó;, 3 hilaras alegre, contento* 2 Cor 9, 7: «Dios ama al dador alegre» (cf. avcQu LP-.UQOV x,al, M'tljv, Prov 22, 8a); aquí hay que tener también en cuenta el significado de amable (Nageli, Wortschatz 65s). Cf. ThWNT I1I, 298-300.

'al hilarates alegría, alborozo, amabilidad* Rom 12, 8: «El que practica la misericordia, ¡(hágalo) con alegría (ev LP-.aQó'tlj'tL)!», --> LP-.UQÓe;. ThWNT I1I, 298-300. l"'aQó'(1);, 1)'to;,

.~

,

tll.aoxoJ.lat hilaskomai reconciliarse, expiar* Lc 18, 13 en el sentido pasivo de reconciliarse (con dativo): «¡Ten compasión de mí, que soy pecador (Lp-.áo{}lj'tL [WL 'tCl> <Í[wQ'twNp)!» - En Heb 2, 17 se habla del ministerio del sumo sacerdote Cristo, que consistía en «expiar los pecados del pueblo (de; 'to LP-.áoX,w{}m»>. F. Büchsel, en ThWNT I1I, 301318; K. Orayston, LP-.áox,E<J{}m and Related Words in the LXX, NTS 27 (1980-1981) 640-

1990 656; D. Hill, Greek Words and Hebrew Meanings, Cambridge 1967,23-48; H.-O. Link, en DTNT IV, 38-41; 1. E. Lunceford, A Historical and Exegetícal Inquiry into the NT Meaning of «LP-.áox,o[A.m» Cognates (tesis defendida en la Baylor University, 1979); R. R. Nicole: EvQ 49 (1977) 173-177. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1120; --> LP-.ao't~QLOv.

l"'a0J.ló;, olí, Ó hilasmos expiación, reconciliación --> LP-.ao't~QLOv

3.

l"'(lo'tÍ)QtOV,

0'U, 'tó hilasterion expiatorio, don expiatorio, lugar de expiación* l. Significado, especialmente en los LXX - 2. LAaa-

't~QLOV en el NT - 3. LAaaflóc:;.

Bibl.: J. Becker, Die neutestamentliche Rede van Sühnetad Jesu: ZThK, Beiheft 8 (1990) 29-49; F. Büchsel-J. Herrmann, lAfúlC:;, en ThWNT III, 300-324, esp. 317s, 320-324; A. DeiBmann, IAALTHPIOL und IAALTHPION - eine lexikalische Studie: ZNW 4 (1903) 193-212; C. H. Dodd, The Bible and the Greeks, London 1935, 94s; G. Fitzer, Der Ort der Versohnung nach Paulus: ThZ 22 (1966) 161-183; L. Goppelt, Typos, Güters10h 1939 (reimpresión Darmstadt 1966), 178s; M. G6rg, Eine neue Deutung für kapporaet: ZAW 89 (1977) 115-118; E. Kasemann, An die Romer (HNT), Tübingen '1974, 85-95; W. Kraus, Der Tad Jesu als Heiligtumsweihe. Eine Untersuchung zum Umfeld der Sühnevarstellung in Romer 3, 25-26a (WMANT 66), Neukirchen-Vluyn 1991; E. Lohse, Miirtyrer und Gattesknecht, G6ttingen 21963,149-154; S. Lyonnet-L. Sabourin, Sin, Redemptian, and Sacrifice, Roma 1970, 163-166; T. W. Manson, LAaa't~QLOv: JThS 46 (1945) 1-10; L. Moraldi, Sensus vacis LAao't~QLOv in R 3, 25: VD 26 (1948) 257-276; L. Morris, The Meaning af LAaO't~QLOv in Rom IlI, 25: NTS 2 (1955-1956) 33s; H. Sch1ier, Der Romerbrief (HThK), Freiburg 1977, 110s; R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, Barcelona 1980, 129s; P. Stuhlmacher, Zur neueren Exegese van Rom 3, 24-26, en FS Kümmel, 315-333; U. Wi1ckens, La Carta a los romanos 1, 1989,236-238. ef. más bibliografía en ThWNT X, 1120s.

1. Forma sustantivada neutra del adjetivo lA.alJ«lo que pertenece a la propiciación/expiación» (Ex 25, 16; 4 Mac 17,22; Josefo, Ant XVI, 182). En el griego profano, designa un don de consagración o expiación ofrecido a la deidad, casi siempre en forma de una estela consagrada

't'r'lQLO~:

1991 (Dión Crisóstomo, Or XI,121; W. R. Paton-E. L. Hicks, The Inscriptions of Cos, Oxford 1891, 81 Y 347). Tan sólo un testimonio aislado en un papiro del siglo II p.C. presenta el término con el significado de «sacrificio expiatorio» (PapFayfim n.o 313). LAUOt~QLOV se convierte en término fijo en la LXX, donde se usa para traducir el vocablo hebreo kapporet. La kapporet, según Ex 25, 17-22, es el objeto más importante del culto que se halla en el lugar santísimo del tabernáculo o del templo. Era una plancha de oro colocada sobre el arca de la alianza, sobre la que se hallaban a ambos lados los querubines que, con sus alas, cubrían el lugar de la presencia invisible de Yahvé. Como tal, es al mismo tiempo el lugar donde, por disposición de Yahvé, se hace expiación por toda la comunidad de Israel en el gran día de la expiación: el sumo sacerdote rocía la kapporet con la sangre de un novillo (Lev 16). Este uso técnico de LAUOt~QLOV se impuso también en los escritos del judaísmo helenístico (Filón, Chr 25; VitMos 11 [I1I], 95ss). 2. En el NT, LAUO"t'IÍQLOV aparece sólo dos veces. En Heb 9, 5 se recoge el término empleado por la LXX, en el marco de una descripción del lugar santísimo en el santuario terreno: sobre el arca de la alianza «se hallaban querubines de gloria que cubrían con su sombra el lugar de la expiación». Mucho menos claro es el pasaje de Rom 3, 25, donde aparece LAUO"t'IÍQLOV en conexión con una tradición pre-paulina, al parecer de carácter judeocristiano helenístico, en la que la muerte de Cristo se interpreta tipológicamente a partir del ritual de la expiación: su muerte es el acontecimiento expiatorio escatológico establecido por Dios, que sobrepasa y, al mismo tiempo, suprime todas las formas anteriores de expiación realizadas en el culto. Aunque la interpretación de LAUO"t'IÍQLOV como el lugar de la expiación, la kapporet, está sugerida por el marco conceptual, hay numerosos exegetas recientes que prefieren la traducción: «a él lo expuso Dios públicamente como expiación (o sacrificio expiatorio)>> (Kasemann, 85; Schlier, 102; Lohse, 149-154). Esta traducción se fundamenta, entre otras cosas, en el hecho de que LAUO"t'IÍQLOV aparece aquí

1992 sin artículo, a diferencia de lo que vemos en la LXX, y de que una comparación de Cristo con la kapporet sería ilógica, porque en ese caso habría que rociar con la sangre de Cristo la kapporet, que sería él mismo. Sin embargo, estos argumentos no son concluyentes, ni mucho menos (como nos han hecho ver, con razón, Stuhlmacher, 321ss; Wilckens 237s). La ausencia de artículo se explica por lo formal del estilo, y la impresión de que existe una ruptura lógica demuestra ser infundada, en cuanto uno se da cuenta de que en el centro de la tipología no está propiamente el rito expiatorio de rociar con sangre, sino la institución de un nuevo lugar de expiación, que supera al antiguo: en vez de la kapporet oculta en el templo, y del rito expiatorio relacionado con ella, Dios hizo aparecer en público a Jesús, quien por medio de «su sangre», eS decir, por medio de la entrega de su vida, realizó la expiación. Así que el Crucificado se ha convertido en el lugar en el que Dios mismo ha hecho que se realice públicamente, y de manera visible para todos, la reconciliación. Por eso, el viernes santo se convirtió en el gran día escatológico de la reconciliación. Además de estas razones de fondo, hay también otras razones lingüísticas (difícilmente se puede atestiguar que LAuOt'IÍQLOV tenga el significado de «expiación» o «sacrificio expiatorio») que hablan en favor de la traducción: «A Ello expuso Dios públicamente como lugar de expiación por medio de la fe en su sangre». 3. ¡",«optó;, expiación* es un sustantivo de acción derivado del verbo --+ LAáoxo[A.at, que en general describe la acción (o las acciones) por la cual (o por las cuales) se realiza la expiación (así Plutarco, Fab. Max. XVIII, 3; Sol. XII, 5; Filón, Plant 61; Her 179; Congr 89 y 107). En la LXX, el término puede expresar también ocasionalmente el sacrificio expiatorio (Ez 44, 27; 2 Mac 3, 33). En el NT, LAUO[A.Ó~ aparece únicamente en 1 Jn 2, 2; 4, 10, Y en ambas ocasiones lo encontramos en la misma expresión a manera de fórmula, que procede seguramente de una tradición más antigua, y que designa a Cristo

1993 como «expiación por nuestros pecados». El sentido de esta frase se aclara cuando observamos su proximidad a Rom 3, 25, en la perspectiva de la historia de las tradiciones: Jesucristo es el lugar establecido por Dios, en donde se realiza la expiación que él hizo posible. La consecuencia de ello es que se elimina la culpa y se restaura la relación con Dios. En el fondo se halla la idea, aunque más pálidamente que en Rom 3, 25, de que el viernes santo es el gran día escatológico de la reconciliación (--+ 2). 1. Roloff nvEOJ~, 2 hilei5s clemente, benigno*

En el NT, el adjetivo LAEw~ es el único ejemplo de la denominada segunda declinación ática (BlaB-Debrunner § 44, 1), que por lo demás se ha extinguido ya en la Koiné. En el NT, el sujeto de LAEw~ es únicamente Dios. Heb 8, 12: «quiero ser clemente» (cf. Jer 38, 34 LXX). En Mt 16, 22, las palabras de Pedro LAEW~ OOL, XVQLE, deben completarse con arreglo al sentido: «¡ (Sea Dios) clemente contigo, oh Señor!» (BlaB-Debrunner § 128, 5 nota 7), es decir, ¡sea Dios clemente apartando de Jesús la Pasión! ThWNT III 300s; X, 1120s (bibl.); DTNT IV, 38-39. 'U."'UQlXÓV, oil Illyrikon Ilírico* En Rom 15, 19 Pablo afirma que él ha difundido el evangelio «desde Jerusalén y por los ahededores hasta el Ilírico». Puesto que con el nombre de Illyris superior se designaba a Dalmacia, y por el de Illyris inferior, a Panonia (LAW, 1374s), Pablo tuvo que haber visitado una de estas regiones. Sin embargo, las demás cartas del NT y el libro de Hechos no saben nada acerca de ello. Según 2 Tim 4, 10, Tito fue a Dalmacia, evidentemente con la intención de continuar la misión de Pablo. ~auer, Worterbuch, s. v. cree que Pablo, parhendo de Macedonia, visitó el Ilírico (meridional). Según E. Kasemann, An die Romer (HNT), sub loco, Jerusalén y el Ilírico, en Rom 15, 19, designan «los límites hasta donde había llegado la actividad misionera».

1994 t,.á~, áv'to~, Ó himas correa* Mc 1, 7 habla de la correa de las sandalias, y lo mismo hacen Lc 3, 16 (par. Mc) y Jn 1, 27. En Hech 22, 25 to¡;~ L[A.éioLV puede entenderse como dativo instrumental (Pablo debía de estar atado con correas), pero es preferible traducir las palabras en sentido final: a Pablo le están estirando (= sujetando) para las correas (= para el látigo). t,.a'tÍ~OJ himatizo vestir* En Mc 5, 15 par. Lc 8, 35 dícese del poseso que había sido curado: la gente lo ve sentado: «vestido y en su juicio cabal».

¡,.á'tlOV, OU, 'tó himation vestidura, túnica exterior* 1. Aparición - 2. Significados - 3. Empleo. Bibl.: Bauer, Worterbuch, 743s; Cornfeld-Botterweck (eds.), Die Bibel und ihre Welt I1, Bergisch Gladbach 1969, 903-911; G. Fohrer, en BHH I1, 962-965; Haag, Diccionario, 2025-2029; E. Haulotte, Symbolique du ve· tement selon la Bible, Paris 1966; H. Weigelt, en DTNT IV, 351s; H. Weippert, Kleidung, en BRL 185-188; U. WiIckens, atOATÍ, en ThWNT VII, 687-692.

l. En el NT, L[látLOv aparece 60 veces (sobre la cita [secundaria] de cumplimiento en Mt 27, 35b, cf. GNTCom, 69) y, por cierto, casi únicamente en los escritos de carácter narrativo y en el Apocalipsis. Por el contrario, en las cartas el término aparece únicamente en Sant 5, 2; 1 Pe 3, 3 yen el marco de la cita de Heb 1, 11.12 (el v. 12 fue insertado con posterioridad en el Sal 101,27 LXX). Veinticinco de esos testimonios se hallan en singular, y ocho aparecen en combinación con otros términos para designar el vestido: 'lCLtwV (Mt 5, 40 par. Lc 6, 29; Jn 19, 23; Hech 9, 39), L[lutLO[A.Ó~ (Lc 7, 25; Jn 19, 24), 'lCAU[l'Ú~ (Mt 27, 31) y JtEQL~ÓAULOV (Heb 1, 12). En el Apocalipsis (compárese 6, 11; 7, 9.13 con 3, 5.18; 4, 4, y también 7, 14; 22, 14 con 19, 13), alterna L[láttov con OtOA~. Lucas (Lc 23, 11; 24, 4; Hech 1, 10; 10, 30; 12, 21) elige el término EO~~~ para referirse a un vestido lujoso (Wilckens, 690). 2. L[A.á"tLOV designa ya sea el vestido en general y, por tanto, en plural las vestiduras, o bien significa en especial la túnica exterior, el

1996

1995 manto, es decir, el sobretodo o capa con aberturas para los brazos. Se hace un contraste explícito entre la túnica exterior y la prenda interior en Mt 5, 40 par. Lc 6, 29. Mateo piensa en un proceso y utiliza la secuencia XL'tWV L[!á'tLOV. Lucas, en cambio, se refiere a un atraco (cf. Bauer, 744, donde se dan ejemplos que constan en papiros y que atestiguan que en el mundo antiguo era bastante frecuente el robo de mantos). Se piensa también clarísimamente en la túnica exterior, cuando se habla de quitarse el L[!á'tLOV, que resultaba un estorbo para alguna acción, como en el caso de la lapidación de Esteban (Hech 7, 58; 22, 20), en el de Bartimeo, que da un salto y arroja el L[!ánov, utilizado por él seguramente como lecho en que reposar y como capa para cubrirse (Mc 10, 50; cf. R. Pesch, Das Markusevangelium 11 [HThK], 173), y, a pesar del plural, en la escena en la que Jesús lava los pies a sus discípulos (Jn 13, 4.12). La túnica exterior es también la que muy bien puede venderse, si está entera y no se ha repartido en trozos (Lc 22, 36), la que la mujer que padecía de hemorragias se atreve a tocar (Mc 5, 27.28.30 par. Mt 9, 20.21 / Lc 8,44), y la prenda que los habitantes de Jerusalén extienden sobre la cabalgadura y alfombran con ella el camino (Mc 11,7.8 par. Mt 21,7.8/ Lc 19, 35.36), la prenda que se va a buscar antes de emprender la huida (Mc 13, 16 par. Mt 24, 18) Y el manto en que uno se envuelve (Hech 12, 8). Si la acción de desgarrar (más exactamente: rasgar) los L[!á'tLa (en Mt 26,65 se habla de una sola persona que lo hizo) se refiere o no exclusivamente a la túnica exterior (como piensa Bauer, 744), es cosa que no se sabe con seguridad (cf. Haag, Diccionario, 2028). 3. El NT habla frecuentísimamente del L[!ánov, de una manera rutinaria. El L[!á'tLOV es unas veces el objeto mismo del que se habla, y otras es simplemente un punto de comparación. En el primer caso se informa directamente sobre lo que pasa con los vestidos: éstos se confeccionan (Hech 9, 39), va uno a buscarlos (Mc 13, 16 par.), uno se los pone

(Mc 15,20 par. Mt 27, 31; Lc 8, 27; Jn 13, 12; Hech 12, 8; 1 Pe 3, 3), se los quita (Mc 10, 50; Hech 16, 22), los abandona (Mt 5, 40), deja que se los arrebaten (Lc 6, 29), llevan inscrito un nombre (Ap 19, 16), son cosas que uno vigila y guarda (Ap 16, 15; Hech 7, 58; 22, 20), se reparten (Mc 15, 24 par. Mt 27, 35 / Lc 23, 34/ Jn 19,23.24), se venden para conseguir dinero (Lc 22, 36). En el segundo caso, el vestido sirve en general como imagen de la caducidad (Heb 1, 11.12; cf. Sant 5, 2); el vestido viejo significa el antiguo orden ya superado (Mc 2, 21 par. Mt 9, 16 [bis] / Lc 5, 36b), y el vestido nuevo significa el orden válido y que debe ser preservado (únicamente en Lc 5, 36a). El vestido blanco (Ap 3, 5.18; 4, 4) simboliza la fidelidad; en cambio, el vestido sucio simboliza la apostasía (3, 4); el vencedor (cf. Is 63, 2s) se vestirá de una ropa teñida en sangre (19, 13), y las ropas de púrpura distinguen al rey (Jn 19,2.5). El NT conoce también la vestidura como símbolo real y concreto. La esencia de la persona y lo que sucede en su interior se expresan a través de su manifestación exterior. De esa manifestación forma parte también el vestido. Y, así, se habla de las vestiduras resplandecientes del Jesús transfigurado (Mc 9, 3 par. Mt 17, 2), del manto -lleno de poder- del Salvador (Mc 5, 27.28.30 par.; 6, 56 par. Mt 14,36) y de las ropas «finas» de los aristócratas indolentes (Lc 7, 25). Esta expresión se ve también cuando la gente sacude sus vestidos con gesto de desdén y castigo (Hech 18,6) o los extienden con gesto de veneración y entusiasmo (Mc 11, 7.8 par.) o los desgarran al sentirse presa de un dolor (Mt 26, 65; Hech 14, 14) o los arrojan al aire, movidos por el furor (22, 23). W. Radl ¡p.ta'n(Jp.tó~,

ou, Ohimatismos ropa, vestido, vestidura* Lc 7, 25: OL EV L[!a'tw[A4l EVOÓ~cp, «las personas con vestiduras espléndidas». En Lc 9, 29 (a diferencia de Mc 9, 3: 'ta L[!á'tLa) se habla de las «vestiduras resplandecientes» del

1997 Jesús transfigurado. 1 Tim 2, 9 habla de los «vestidos costosos» (de las mujeres). Jn 19, 24 (= Mt 27, 35 v.l.): «mi túnica la echaron a suertes» (Sal 21, 19b LXX). Hech 20, 33 en las palabras de Pablo: «Ni la plata ni el oro ni los vestidos de nadie he codiciado».

lva hina (conjunción) que, para que, de tal modo que 1. Visión de conjunto - 2. La fuente Q de logia 3. Marcos - 4. Mateo - 5. Lucas/Hechos - 6. Escritos joánicos - 7. Pablo y las restantes cartas - 8. Apocalipsis.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.V.; BlaB-Debrunner, s.V. en el índice analítico (448); D. S. Deer, More about the Imperatival Hina: BiTr 24 (1973) 328s; H. Kramer, Zum Sprachliche Duktus in 2 K lO, V. 9 u. 12, en FS Friedrich, 97-100 (98, en general sobre las oraciones dependientes introducidas por Lva); P. Lampe, Die markinische Deutung des Gleichnisses von Sdmann, Mk 4, 10-12: ZNW 65 (1974) 140-150 (l42ss sobre Marcos en conjunto); 1. Larsen: Notes on Translation 2 (1988) 28-34; G. M. Lee, Three Notes on Lva: Bib 51 (1970) 239s (sobre Jn 15, 8.13; Mc 4, 12); W. G. Morrice, The Imperatival Lva: BiTr 23 (1972) 326-330; Moulton, Grammar III, 94s, 100-106, 138s y passim; IV, 23, 36, 73s, 92 y passim (bibl.); F. Neirynk, The Minar Agreements of Matthew and Luke against Mark, Louvain 1974,217-219; H. Riesenfeld, Zu denjohanneischen Lva-Sdtzen: StTh 19 (1965) 213-220; A. P. Salom, The Imperatival Use afLva in the NT: ABR 6 (1958) 124-141 (bibl.); E. Stauffer, LV a, en ThWNT III, 324-334 (bibl.); M. Zerwick, Biblical Greek, Roma 1963 [= Graecitas Biblica, Roma 1966), especialmente los nn. 406-415, 425s, 428s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1122.

1. El uso de Lva es es un indicador del nivellingüístico de un autor del NT. En la Koiné se observan las siguientes posibilidades:

a) Además del uso clásico con sentido final (afin de que). b) El uso consecutivo (de tal modo que), en el que Lva indica la consecuencia lógica. c) En la Koiné se desarrollan oraciones independientes introducidas por Lva, a partir de las oraciones clásicas independientes introducidas por onw~, que tienen sentido imperativo (<
1998 d) En vez de un infinitivo (o de una oración introducida por onw~) encontramos Lva XLA. como complemento u oración que hace de objeto de la acción verbal en algunos verbos, en verbos de querer, rogar, exhortar, mandar: por ejemplo, {}üw Lva (BlaB-Debrunner § 392). e) En vez de un infinitivo, encontramos Lva

XLA. como sujeto de la oración en expresiones impersonales: por ejemplo, aU[!<jlÉQEL Lva. f) En vez de un infinitivo, encontramos Lva xú.. como complemento determinativo de los adjetivos a~LO~ y Lxavó~.

g) El Lva explicativo o epexegético (en lugar de un infinitivo), referido a un sustantivo, explica el contenido del correspondiente sustantivo: por ejemplo, «ésta es la obra de Dios, a saber, que» (Jn 6, 29); ~ E~ouaLa aih't] Lva, «esta autoridad, que consiste en que» (Hech 8, 19; Mc 11, 28). Puede omitirse también el demostrativo: por ejemplo, [!La{}o~ Lva, «recompensa, que consiste en que» (l Cor 9, 18); EV'tOA~ Lva, «mandamiento de que»; ~ ffiQa Lva, etc. O bien se omite el sustantivo, quedando solo el demostrativo: 'totiLo Lva, «esto, a saber que». h) Se propone a veces un Lva causal, temporalo relativístico (cf' Zerwick, nn. 412ss, 425s, 428s), pero su existencia no puede atestiguarse nunca de manera convincente en el NT. i) No es usual en la lengua clásica el empleo de Lva con sentido final, pero llevando la oración de Lva el verbo en futuro. j) El Lva elíptico en la construcción aAA' Lva, con el cual hay que sobreentender alguna idea: «sino que (pero) esto sucedió (sucede) para que» (especialmente en Juan: 15, 25; 1, 8 [añádase: ~A.{}EV]; 9, 3 [añádase: EYEVVlÍ{}'Yj 'tu<jlM~]; 11,52 [añádase: ano{}VTIaxCL]; 13, 18 [añádase en el v. 18a: «no a todos vosotros os he escogido», o algo por el estilo]; 14, 31 [añádase: «moriré a causa del príncipe de este mundo», o algo por el estilo]; 1 Jn 2, 19 [añádase: «no se quedaron con nosotros»]; Mc 4, 22b (añádase: EyÉVE'tO anóxQu<jlov]; 14, 49 [añádase: xQa'tEL'tÉ [!E o con arreglo a lo que

1999

Lva

se dice en Mt 26,56]). En Jn 1,22; 9, 36, sobreentiéndase «responde», o algo por el estilo, delante de Lva. Después de Lva sobreentiéndase yÉV'I']taL en Rom 4, 16; 1 Cor 1,31; 2 Cor 8, 13; EuayyEAL~<Í:>f!E1'ta, -wvtaL en GáI2,9. 2. Allá donde está claro que Lva aparece en la fuente Q de logia, se observa que esta conjunción se usa en sentido vulgar y no clásico (Mt 4, 3 par. Lc 4, 3: fLnE Lva; Mt 7, 12 par. Lc 6, 31: (}É"w Lva; Mt 8, 8 par. Lc 7, 6: txavo~ Lva). No podemos determinar con seguridad si otros usos de la conjunción, especialmente con sentido final, se derivan de Q o de alguna otra tradición o son r~­ daccionales (Mt 7, 1; Lc 14, 23; 22, 30 son mas bien redaccionales; Lc 11,50 Y6, 34 proceden seguramente de Q-Lucas; es imposible decidir en el caso de Mt 10, 25 [aQxE"tóv impersonal con oración de Lva haciendo las veces de sujeto]; Lc 19, 15; 12, 36). 3. En Marcos el Lva final aparece sólo 33 veces (de las 64 que aparece en total esta conjunción). Con frecuencia, el Lva. fi~~l se encuentra después de verbos que slgmflcan enviar (5 veces) y dar (5 veces), donde en ático se halla más bien el infinitivo: también después de verbos de movi~ento (6 ~ece~~. Lva no final: Marcos tIene predIleccIOn por las oraciones que constituyen el objeto de la acción verbal después de verbos de pedir, exigir y ordenar (¡20 veces!). Otras oraciones que constituyen el objeto de la acción verbal después de verbos se encuentran en 6, 25; ~, 30; 10, 35; 10, 37; 11, 16; una de estas oraCIOnes se encuentra después de un nOLÉw elíptico en 10,51; aparece como complemento de uyyaQfúwen 15,21; como oración que hac~,de sujeto de yÉYQantaL en 9, 12. La oraCIOn con sentido de imperativo se encuentra en 5, 23a; 12, 19; con sentido explicativo en 11,28. Algunos de los testimonios con sentido final pueden interpretarse también de otra ~anera: ~, 10 (en sentido imperativo; p~a que tU,Y1era sent~­ do final la oración introdUCIda por Lva tendna que dep~nder de un sobreentendido: «Diré esto»); 11, 25 (consecutivo). - En cuanto a 4, 12 se han propuesto otras cinco posibilidades: sentido consecutivo (C. H. Peisker: ZNW 59 [1968] 126s);

2000 sentido causal (E. Lohmeyer, Das Evangelium des Markus [KEK], sub loco); sentido relativo, conforme al arameo dy, «a aquellos que viendo, ven» (T. W. Manson, The Teaching?f J~sus, Cam,bridge '1935, 76ss); sentid_o explicatIvo ,de "ta náv"ta «a ellos se les ensena todo en parabolas, a saber: para que ellos», y la cita de Isaías reflejaría entonces el contenido de la parábola de la semilla (Lampe, 141); Jeremias, Parábolas, 20s completa sobreentendiendo Lva 3t",,:!Qw{}ñ. In~er­ pretar Lva en 4, 22 como un relatIVO (ZerwIck, 425) es innecesario: «nada está oculto, a no ser con elfin de que sea revelado». 4. En Mateo, de un total de 39 testimonios, dieciséis proceden de Marcos, y de 3 a 5 proceden de Q (cf. supra). Puesto que 17,27 (con sentido final; material peculiar) es también quizás material tradicional,. quedará sól? como redaccional la mitad caSI de los testImonios. - El uso redaccional es en buena parte ajeno al gusto clásico: Lva XtA. viene después de verbos, como complemento o como oración-objeto de la acción verbal (26, 4; 28, 10; 27, 20 es material redaccional influido por Mc 15, 11). Usada con predilección por la redacción es la oración de Lva como sujeto de aUf!C{lÉQEL (5, 29.30; 18,6). La oración de LV,a se usa como explicativo de 1'tÉA1]f!a y de EUXaLQLa en 18, 14; 26, 16. Con sentido final se emplea la oración de Lva en el material redaccional de 23, 26; 26, 5 (o con sentido imperativo); 26, 63, así como en la fórmula típica de Mateo: Lva nA1]Qw1'tñ to Q1]1'tÉv (1, 22;2,15; 4 14' 12 17' 21 4)' en 18, 16 un Lva final red~cci'onai in;rod~ce' una cita del AT. Las omisiones del lva marcano se deben a menudo a que Mateo prefiere el discurso directo en vez del discurso indirecto de Marcos: ~on frecuencia oraciones de Mc con Lva se convierten en imperativos (Mc 7, 26; 9, 9; 14, 35; 6, 8.25; 5, 23a), en oraciones finales de lva, en infinitivos (Mc 12, 2; 14, 12; 15, 20), o se trasforman paratácticamente en oraciones principales (Mc 5, 23b; 14, 10; 15, 32; 6,41; 8, 6). 5. Lucas. a) El Evangelio (con un total de 46 testimonios) toma 14 de ellos de Marcos, y de 3 -a 9 de la tradición de Q (cf. supra).

2001

b) En el material peculiar la oración de Lva se halla en sentido final en 14, 10 (con futuro, en contra del gusto clásico); 14, 29; 15, 29; 16, 4.9.24; 18, 5; 19, 4, siendo característico del material peculiar el hecho de insertar oraciones subordinadas dentro de la oración de Lva (<<para que, cuando», 14, 10; 16, 4.9; cf. 14, 29). Con sentido explicativo Lva sigue a toUto en 1, 43 (material tradicional). Como objeto de la acción verbal, la oración de Lva se encuentra en 16,27; 10,40; 16,28. MOf!aL Lva, en el material peculiar de Lucas, es sospechoso de ser redaccional (al menos) en los siguientes pasajes: 21, 36; 22, 32. c) La redacción lucana ofrece cuatro ejemplos que son ajenos al gusto clásico: son oraciones-objeto de la acción verbal los pasajes de 7, 36; 8, 32; una oración que hace de sujeto del verbo impersonal AUOLtEAd aparece en 17,2. Tiene más bien carácter consecutivo 9, 45; por el contrario, tienen sentido final, con arreglo al gusto clásico: 1,4; 8, 12.16; 11, 33; 20, 14 (en vez de la parataxis de Mc). En conjunto, Lucas se empeña -aunque no consecuentemente- por atenerse al gusto clásico. Así lo demuestran las omisiones del lva marcano: se suprimen oraciones completivas no clásicas después de verbos (Mc 14, 35) Y se trasforman en infinitivos (Mc 5, 18.43; 8,30; compárese Mc 3, 12 con Lc 4, 41) o en imperativos de discurso directo (Mc 6, 8; compárese Mc 15, 11 con Lc 23, 18). El Lva final y el uyyaQEúw Lva, que no es clásico, se trasforman en infinitivos de finalidad después de verbos de dar (Mc 6, 41; 15,21). El Lva imperativo, que no es clásico, se convierte en naQaxaAÉw + infinitivo (Mc 5, 23 / Lc 8, 41); se suprime el Lva explicativo (Mc 11, 28). Véanse las correcciones efectuadas en Contraste con Mc 10, 17; 4, 21s. Estos cambios con los que se evitan las oraciones marcanas con Lva, corresponden al empeño global de Lucas por ofrecer un estilo más elevado y que se halle más en consonancia con la lengua clásica. d) Hechos. De los quince testimonios que hay en este escrito, once corresponden al Lva

Lva

2002

con sentido final (pero en 21, 24 con futuro). En contraste con la mayoría de los escritos del NT, Lva no es el recurso preferido para expresar el fin, sino que a Lucas le gusta utilizar el onw<; (10 veces), que es más selecto, y el infinitivo ático de finalidad, después de verbos de dar y de hacer un encargo (12,4; 16,4 y passim). La oración completiva -no clásica- de Lva X"tA. aparece únicamente en 19, 4 (porque en 16, 36 tiene más bien sentido final); hay un Lva explicativo de €~OUaLa, tOAr'], ~OUAr'] en 8,19; 17, 15; 27, 41. Es curioso que once de las quince veces que aparece, se encuentren en discursos directos (en lenguaje coloquial).

ev-

6. Los escritos joánicos tienen preferencia por el '(va (que aparece 145 veces en el evangelio y 26 veces en las cartas). Algunas veces se ensarta una oración de Lva con otra oración de Lva (Jn 1,7; 15, 16s; 17,21-24 y passim). En contraste con Lucas, vemos que a Juan no le gustan las construcciones de infinitivo equivalentes. Para expresar la finalidad, Juan se sirve casi exclusivamente de Lva. a) El Lvafinal aparece unas 105 veces en el evangelio, y 13 veces en las cartas. Sin embargo, de manera ajena a las reglas clásicas, el verbo se halla a menudo en futuro. - Hay que distinguir tipos específicos: 1) El Lva final suele seguir a verbos de movimiento; nueve veces se refiere que Jesús dijo: «Yo he venido para que»; otros testimonios son: Jn 6, 15.50; 10, lOa; 11, 11.16.19.31.55; 12,9.20 y passim. 2) Lo mismo sucede con las fórmulas joánicas de misión (Jn 3, 17 [bis]; 1 Jn 4,9; Jn 1, 19; 7, 32 Ypassim. 3) Uoo característica de Juan es la de indicar la finalidad que Jesús quiere conseguir con sus palabras (5, 34; 11, 42; 13, 19; 14,29; 15, 11; 16, 1.4.33; 17, 13). En consonancia con ello, el autor refleja la finalidad que él quiere conseguir con su propio escrito:-20, 31; aquí encontramos una manera fija de hablar del círculo joánico: YQácpw Lva (1 Jn 1, 4; 2, 1; 5, 13); unayyÉAAw Lva (1 Jn 1,3 [cf. 3,11; Jn 19,35]). 4) La frase de sentido final Lva ~ YQacpi] / ó Aóyo~ nA1]Qw1'tñ aparece nueve veces, y a veces adquiere sen-

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Lva

tido consecutivo o imperativo. 5) Además de la traducción con sentido final, son posibles otras traducciones alternativas: significado consecutivo en Jn 3, 21; 4, 36; 6, 7; 12, 38.40; 16, 24; interpretación en sentido imperativo en 11,15; 12,7.35; 14,31; 17, 21b.23a.26 y passim. En 5, 7, un ejemplo nada literario, se reconoce todavía el sentido final: «no tengo a nadie para que me introduzca ... » (cf. 'en le). 6) En el círculo joánico, a determinados objetivos se los presenta constantemente, a manera de fórmula, con el revestimiento de oraciones finales de Lva: lafe de los cristianos (Jn 1, 7b; 6, 30; 9, 36; 11, 15.42; 13, 19; 14, 29; 19, 35; 20, 31; 1 Jn 5, 13); el gozo de los cristianos (Jn 15, 11; 17, 13; 16,24; 4, 36; 1 Jn 1,4; 2 Jn 12); la unidad de la comunidad (Jn 11,52; 17, 11.21.22.23a; 1 Jn 1, 3); la vida (Jn 3, 15; 5,40; 10, lOb; 17,2; 20, 31; 1 Jn 4,9 Y passim), y la doxa de Dios y de Cristo (Jn 11,4; 14,13; 17, 1.24; 5, 23; cf. 12,23; 9, 3). Del indicativo de la salvación se sigue la exigencia ética, expresada por medio de una oración final (13, 34.15; 17,26; 15,2.16). b) El Lva consecutivo aparece en Jn 5, 20; 9, 2; 1 Jn 1, 9, -> a.5. c) En 18 ejemplos aparecen oraciones completivas después de verbo~: por ejemplo, J~ 8, 56: «deseó con vivo entusIasmo»; 13,2: paAAW et~ "ti]v xaQ6Lav Lva; 12, 7: «déjala ~ue lo guarde» (cf. Mc 11, 16; -> 3, pero eXIste también la posibilidad de interpretar esta frase en sentido final y en sentido imperativo); 17, 21: EQw"táw Lva. d) Como oración que desempeña la función de sujeto de 01JflCPÉQEL: Jn 16,7; 11,50; ;omo oración que hace de complemento de asw~ en 1,27. e) En 27 pasajes joánicos Lva es explicativo: 1) Después de sustantivos con pronombre demostrativo: «ésta es la voluntad de Dios, a saber, que», y otras expresiones por el estilo (Jn 6,39.40; 15, 12; 1 Jn 3,11.23; 4, 21; 5,~; 2 Jn 6a; Jn 6, 29; 17,3). Sobre la catequesIs de la comunidad como Sitz im Leben (<<situación vital») de estas expresiones a manera de fórmulas, cf. Riesenfeld. 2) El demostrativo

2004

puede también omitirse: EVLOAi] ha, Jn 13, 34' 11 57' wQa Lva, 13, 1; 16,2.32; 12,23; Efl6v ~Qw~á EOLtV Lva, 4, 34; 01Jv~-&ELa Lva, 18,39; XQdav fXW Lva, 2, 25; 1,?' 30; 1 .Jn ~, 27; ayáJt1'] Lva, 1 Jn 3, 1. 3) El Lva exphcahvo puede hallarse también detrás de demostrativos independientes: Jn 15, 8.17; 15, 13 ("taú"t1']~, a saber, ayáJt1']~); 1 Jn 4, 17; 2 Jn 4 (LOÚ"tWV). 7. En Pablo el uso de Lva tiene sentido final en un promedio del 83% de las veces; por el contrario, en las cartas deuteropaulinas de Colosenses y 2 Tesalonicenses, el promedio es sólo del 46% y del 43% respectivamente. Cuanto más teórico sea el contexto de las ideas, tanto más clásico será en Pablo el uso de Lva; cuanto más familiar sea ese contexto (por ejemplo, en los saludos, 1 Cor 16, cf. infra), ·tanto menos clásico será el uso de esta conJunción! En Gálatas (17 veces), tan sólo en 2, 10 puede tenerse en cuenta el sentido imperativo, además del sentido final; en 5, 17 puede pensarse eventualmente en el sentido consecutivo. En la Carta primera a los corintios, 43 de los 57 testimonios tienen sentido final (entre ellos, 5, 2 es posible interpretarlo también en sentido consecutivo o imperativo). Son ajenos al gusto clásico el Lva ~~pli~ativo (:6, 12b, -&ÉA1']fla Lva; 9, 18) Y el Lva lmperahvo (7,29; 1, 15 puede entenderse también en sentido final). Como ejemplos de oraciones completivas después de verbos se hallan 16, 1? 12a; 16, 16 (JtaQaxaAÉw Lva o bien en sentIdo imperativo); 1, 10; 4,2; 14, 1.5a.12.13. Como oración que desempeña la función de sujeto de una expresión impersonal aparece la oración de Lva en 4, 3. En la Carta segunda a los corintios 37 de los 44 testimonios tienen sentido final' (entre ellos, 8, 13 es posible interpretarlo también en sentido imperativo). Se halla con sentido consecutivo en 1, 17; con sentido explicativo en 11, 12; con sentido imperativo en 8, 7; 10, 9 (Kramer, 97: «que no dé la impresión»). A Pablo le gusta que una oración completiva de Lva sea el objeto de naQaxaAÉw, 8, 6; 9, 5; 12, 8; tres veces en 1 Cor; 1 Tes 4, 1. En la Carta primera a los te-

2005

Lva - Lvm:L

salonicenses (7 veces), junto a 5 veces en que se usa la conjunción con sentido final, vemos que en 5, 4 tiene sentido consecutivo. En Filipenses (12 veces), aparece en 1,9 con sentido explicativo (LOiho Lva); con sentido imperativo o bien con sentido explicativo de xaQá. En Filemón (4 veces; con sentido final tres veces) el v. 19 tiene sentido imperativo (<<no te diré», Kramer, 98). En la Carta segunda a los tesalonicenses, tres de los siete pasajes tienen sentido final. Como oraciones completivas que son objeto de un verbo aparecen 1, 11; 3, 1.2.12. De Colosenses y Efesios son características las oraciones de Lva después de expresiones que significan orar (7 veces, cf. infra). En Colosenses, seis de los trece testimonios tienen sentido final. Como oraciones completivas aparecen las oraciones de Lva después de los verbos de orar; pero pueden interpretarse también en sentido final. Otras oraciones completivas de Lva después de verbos de pAÉJtw y JtmÉw son 4, 16 (bis).17. En Efesios, 22 de los 23 testimonios tienen sentido final (en 6, 3 con futuro). Sin embargo, 1, 17; 6, 19s pueden interpretarse también en sentido explicativo (JtQoO!;1Jxal, Lva; 6É1']OL~ Lva). Tiene sentido imperativo 5, 33. En las Pastorales (donde aparece 33 veces) las oraciones de Lva tienen en general sentido final. El Lva con sentido imperativo aparece únicamente en 1 Tim 1, 3 (Tit 2, 4 es más bien final o consecutivo). La oración de Lva es completiva en 1 Tim 5,21. Son características del «Corpus paulinum» las oraciones de Lva que indican el sentido de la muerte de Cristo (Rom 14, 9; Gál 3, 14; 4, 5; 2 Cor 5, 15.21; 8, 9; 1 Tes 5, 10; Tit 2, 14; Ef 5, 26) Y de la existencia de la cruz en los cristianos (Rom 6, 4.6; 8, 17; 1 Cor 3, 18; 2 Cor 4,7.10.11; 11,7; 12,7.9; cf. Gá12, 19; 2 Cor 7,9; 11, 16; 2 Tim 2, 10). Cf. 1 Pe 1,7; 2, 24; 3, 18; 5, 6. Asimismo, las oraciones de Lva tienen casi generalmente sentido final en Santiago (donde aparecen un total de 4 veces), 1-2 Pedro (15 veces) y Hebreos (20 veces). Heb 13, 17 debe entenderse e~ sentido final (el v. 17b constituye un parénteSIS) más bien que en sentido imperativo. En 2 Pe

2006

3, 17, Lva fl'IÍ, en lugar del clásico 8nw~ fl'IÍ, aparece después de cput..áaaoflm. Se ha propuesto entender en sentido causal 1 Pe 4, 6 (Moulton IV, 130); cf., no obstante, d~ "tOUTO, que está en paralelo con el Lva final. Son características de Hebreos cinco oraciones finales de Lva fl'IÍ: los cristianos no deben fatigarse ni dar tropiezos (3, 13; 4, 11; 6, 12; 12, 3.13).

8. Apocalipsis: a) De los 42 testimonios, 27 tienen sentido final; pero cinco de esos pasajes pueden interpretarse de otra manera: en sentido consecutivo (6., 2; 8, 12; 11, 6; 13, 15a); en sentido explicativo (9, 15: wQa Lva; tendría sentido final la oración de Lva dependiente de EAú-&1']oav). En 16, 15; 22, 14, la oración de Lva con sentido final depende de "t1']Qwv o nAúvovL!::~; es innecesario interpretar en sentido causal el pasaje de 22, 14 (flaxáQWL Lva). b) Cuando la oración de Lva no se emplea con sentido final, entonces se hace más frecuente el uso del futuro (7 veces), cosa que es ajena al gusto clásico. Deben entenderse en sentido consecutivo 9, 20 Y 13, 17 (xaL v.l.); posiblemente también 13, 13 (cf. Mt 24, 24; pero Lva puede ser explicativo de o1']flELa: «a saber, que / y por cierto»). Además del Lva explicativo (21, 23: XQELa Lva [prolepsis]) y del Lva imperativo (14, 13), aparecen oraciones completivas después de nmÉw (3, 9; 13, 12.15b) Y oraciones que hacen de sujeto de EQQÉ'fr1'] (6, 11; 9, 4). Es típico del Apocalipsis el empleo semitizante de Ebó'fr1'] (<
lva'tt hinati ¿por qué?, ¿con qué fin?* La scriptio continua (en vez de Lva "tL) surgió de la frase: «con qué fin va a suceder eso» (Lva "tL yÉv1']"tm; BlaB-Debrunner § 12, nota 3). En el NT, esta expresión se halla atestiguada únicamente en tres autores: Mateo (Mt 9, 4, a diferencia de Mc 27, 46 = Sal 21, 2

2007

LXX), Lucas (Lc 13, 7 material peculiar; Hech 4,25; 7, 26) Y Pablo (1 Cor 10,29).

'Ió3t3tl),

l)~ Ioppe Jope (Jafa, Yafó)* La ciudad portuaria de Jope (en hebreo yafo, actualmente Jafa), situada en la costa de Palestina (llanura de Sarón), no aparece en el NT sino en Hech 9, 36-11, 18 (diez veces). Sobre la historia de esta ciudad cf. Schürer 11, 128-132 (trad. esp. de una versión inglesa refundida: Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús 11,157-162); LThK V, 851s; Haag, Diccionario, 2053s. En esta ciudad tiene lugar la resurrección de Tabita por Pedro (Hech 9, 36.38.42.43). Pedro es llamado por Cornelio para que vaya de Jope a Cesarea (10, 5.8.23.32; 11, 13). En Jope Pedro «cayó en éxtasis y tuvo una visión» (11, 5; cf. 10,9-16).

'IoQ()áVl)~,

ov Iordanes Jordán* El Jordán es el río principal de Palestina. Nace en el Antilíbano, fluye a través del Lago de Genesaret y desemboca en el Mar Muerto. En el NT se menciona al Jordán principalmente en relación con la actividad bautizadora de Juan (Kopp, Stiitten, 139-153): Mc 1,5 par. Mt 3, 5.6; Lc 3, 3; Jn 1, 28; 3, 26; 10,40 (según Jn, «al otro lado del Jordán»). En el Jordán fue bautizado también Jesús (Mc 1,9; Mt 3, 13; Lc 4, 1). Entre las multitudes que seguían a Jesús y que escuchaban su predicación, se encontraban también gentes llegadas «del otro lado del Jordán» (Mc 3, 8 par. Mt 4, 25). Jesús visitó personalmente «el territorio que queda al otro lado del Jordán (Mc 10, 1 par. Mt 19, 1; cf. Jn 10,40), es decir, fue a Transjordania o Perea. La expresión rtÉQuv 'tov 'IoQe>úvou se encuentra igualmente en Mt 4 15 como cita de Is 8, 23-9, 1. Abel, Géog~aphie 1,161-176,423-429,474-483; N. Glueck, The River Jordan, London 21954; ThWNT VI,608-623; LThK V, 1118s; Haag, Diccionario, 1010-1012. ov, ó íos veneno, herrumbre* Rom 3, 13c: «veneno de serpientes» (Sal 13, 3; 139, 4 LXX). Veneno en sentido figurado: ¡ó~,

2008

Lvm;L - 'Io'\JoaLa

en Sant 3, 8 dícese de la lengua (<
'Iov()ata,

a~

Ioudaia Judea*

l. Derivación del nombre y su aparición en el NT 2. Ambito de significados - 3. Expresiones tradicionales - 4. 'Io'\J(\ala en los evangelistas (Evangelios y Hechos) y en Pablo.

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1. El nombre helenístico ~ 'Ioue>uLa (siempre con artículo) es un adjetivo derivado del gentilicio arameo yehuday, que debe completarse con XWQu (<uLu designa primeramente el área del antiguo reino meridional, ocupada en gran parte por el territorio de la tribu de Judá (la Gran Judá desde Berseba hasta Mispá, Jos 15; cf. «la casa de Judá», 1 Re 12,21.23). Después de la caída de Jerusalén, quedó subordinada primeramente a Samaría, y luego fue establecida como provincia aparte (medfna) por los persas (Esd 2, 1). Después de Herodes ,el Grande fue sometida, juntamente con Samana, a un prefecto romano e incorporada a la provincia de Siria (Josefo, Ant XVIII, 2; Lc 3, 1: Pilato). b) En sentido más amplio, 'Ioue>uLa se empleó para referirse a la Palestina habitad~, por judíos, es decir, comprendiendo tamblen a Galilea y a Perea, porque bajo el reinado de los Asmoneos, Herodes el Grande y Agripa 1

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'Io'\JoaLa

y los procuradores, desde el 44 hasta el 66 p.e., la región abarcaba también estos territorios, incluida Samaría, Idumea y la zona costera; desde el 70 hasta el 150 p.e., Judea constituyó una provincia romana independiente (cf. la inscripción «luda ea capta» en las monedas acuñadas por Vespasiano para celebrar la victoria). 3. Son tradicionales las expresiones «todo el país de Judea» (Mc 1,5; cf. Hech 26,20; Dt 34,2; CD 4, 3; 6, 5), «la región de Judea» (Mc 10, 1; Mt 19, 1; cf. Ez 48,8), «toda la región montañosa de Judea» (Lc 1,65; cf. Jos 11,21; además Lc 1,39: «a la serranía ... a una ciudad de Judá»; cf. 2 Sam 2, 1), «el desierto de Judea» (Mt 3, 1; cf. Jue 1, 16; Sal 63, 1), «los habitantes de Judea» (Hech 11, 29; cf. 2 Crón 30, 25), «Belén de Judea» (Mt 2, 1.5; cf. Jue 17, 7; Rut 1, 2), «Jerusalén y (toda) Judea» (Mt 3, 5; 4, 25; cf. Zac 14,21; 2 Re 24, 20). Es nueva la combinación «Galilea, Judea y Jerusalén» (Lc 5, 17). Sobre «el rey de Judea» (Lc 1,5 = Herodes el Grande) cf. 1 Re 15, 17; sobre Arquelao como monarca real (Mt 2, 22) cf. Josefo, Bell 1, 668; sobre el gobierno de Pilato (Lc 3, 1) cf. Josefo, Ant XVIII, 55. 4. a) [sobre 2.a]. Según Mt 2, 1.5; Lc 2, 4, Belén de Judea fue el lugar del nacimiento de Jesús (cf. Miq 5, 1). La región está más estrechamente asociada con Juan el Bautista, que era oriundo de la «región montañosa de Judea» (entre la Sefelá y el desierto de Judea; Lc 1, 65, cf. 1, 39), desempeñó su actividad en el «desierto de Judea» (Mt 3, 1), y acudía a él gente de Judea (Mc 1, 5; Mt 3, 5). Por el «desierto de Judea» hay que entender seguramente las estepas de la región montañosa de Judea, al oeste del Mar Muerto; Mt 3, 5, basándose en Is 40, 3, incluye también las desoladas regiones calizas situadas a ambos lados del Jordán. Aunque Jesús desarrolló su actividad principalmente en Galilea, se llegaban también hasta él, según Mc 3, 7; Mt 4, 25; Lc 5, 17, personas venidas de Jerusalén y de Judea. En estos pasajes aparece claramente el deslinde que se hace de Judea, en contraste con Galilea, Idumea y Transjordania.

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En Juan resalta Judea y Jerusalén como campo de la actividad de Jesús: él bautizó en el «país de Judea», es decir, en la región de Judea (3, 22), Y según 4, 43-45, Judea juntamente con Jerusalén deben considerarse como la patria de Jesús, en la que no se honraba a un profeta (a pesar de 1, 45s; 7, 1.41s; de otra manera aparece en Mc 6, 4); el templo, desde luego, es «la casa de mi Padre» (2, 16; cf. Lc 2, 49). Jesús salió varias veces de Judea, que era -por decirlo así- su lugar de partida, para dirigirse a Galilea (Jn 4, 3.47.54; cf. 7, 1; inversamente en 11, 7, cf. 7, 3). Pero según Mc 10, 1 Jesús no fue «a la región de Judea» sino después de un período bastante largo de actividad, ahora ya concluida. Y, por cierto, fue primeramente a la región situada «al otro lado del Jordán» (así también Mt 19, 1); por tanto, aquí se engloba en Judea a la región de Perea, gobernada por Herodes Antipas. En el discurso apocalíptico de Mc 13, Jesús aconseja, cuando la calamidad llegue a su punto culminante, que «los habitantes de Judea huyan a las montañas» (v. 14 par. Mt 24, 16/ Lc 21, 21). Según esto, la catástrofe del fin de los tiempos tendrá su centro en Judea, que ya en tiempo de Antíoco IV (1 Mac 2, 28) Y más tarde, en la rebelión contra Roma, ofreció refugio entre sus yermas montañas a los perseguidos. 4. b) [sobre 2.b]. Lucas (Evangelio/Hechos) emplea el término «Judea» en la acepción que era común en el mundo helenísticoromano para referirse al país de los judíos, es decir, a toda Palestina (cf. Schürmann, Das Lukasevangelium I [HThK], 29 nota 12). Lo hace principalmente con la expresión <
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'loubaLa -

Tal es también la manera de hablar de los Hechos: si Jesús comenzó su actividad en Galilea y abarcó toda Judea (Hech 10, 37), más tarde «toda la región de Judea, incluidas Samaría y Galilea», fueron evangelizadas por los helenistas dispersos (8, 1; 9, 31); Pablo participó también en esta actividad (26, 20). Los «hermanos en Judea» aparecen en 11, 1, alIado de los apóstoles de Jerusalén, como el núcleo de la Iglesia, al que se adhirieron los gentiles. Junto a Jerusalén, baluarte de la doctrina apostólica y punto de partida de la misión (1, 8; 15, 1-32; de conformidad con Is 2, 3), se considera Judea como el punto de partida de los profetas de la Iglesia primitiva (11, 29; 21, 10) o también de los fanáticos judaizantes (15, 1). Para los judíos de la Diáspora, Jerusalén es el centro que marca las directrices (Hech 28, 21). En la lista de los territorios de la Diáspora (2, 9), Judea es probablemente una adición posterior (cf., a propósito, GNTCom). 4. c) También Pablo pensaba que Jerusalén era la que tenía que dar las directrices en materia de doctrina (Gál 1, 17s; 2, 1; Rom 15, 19) Y que Judea era el centro de la vida de las iglesias. Aunque Pablo no era conocido personalmente por las «comunidades de Judea» (Gál 1, 22), sin embargo él pone a las «comunidades de Dios, que se encuentran en Judea», como modelo para los cristianos gentiles en cuanto a sufrir las persecuciones promovidas por los judíos (1 Tes 2, 14; cf. los «desobedientes [judíos] en Judea», Rom 15, 31). Judea se menciona también como meta del viaje del apóstol para el asunto de la colecta (2 Cor 1, 16); según Hech 11, 19, los «hermanos en Judea» fueron ayudados ya en sus necesidades materiales por la comunidad O. Betz antioquena. ¡ol.lbal~ro ioudaizo vivir como judío* 'IouOab(,('b~

Ioudaiko (adv.) a la manerajudía, según la costumbre judía* 'Iouoa'Lo""ó~, oil, Ó Ioudaismos Judaísmo, la manera judía* Bibl.: W. Gutbrod, 'loQa~A (D I 6.7), en ThWNT III, 384s; M. Hengel, ludentum und Hellenismus

1,0ubaL~W

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1. Los términos Lou6at~w y 'Iou6a'L%w~ son hapax legomena en el NT y aparecen juntos en Gál 2, 14. Claro que Tit 1, 14 emplea el adjetivo ~ 'lou6a'L%ó~ (<<mitos judíos»). 'Iou6a'Co[!ó~ se encuentra únicamente en Gál 1, 13.14, en ambos casos en la expresión EV 't0 'Iou6a·Co[!0. Estos conceptos helenísticos surgieron en la lucha contra la aguda helenización del judaísmo, durante el siglo 11 a.e. (cf. 'Iou6a'Co[!ó~ en 2 Mac 2, 21); 8, 1; 14, 38). Pablo los utiliza, lo mismo que más tarde Ignacio de Antioquía (el verbo en IgnMagn 10,3; el sustantivo en 8,1; 10,3; IgnFil6, 1), en la lucha por la libertad de los cristianos gentiles frente a los fanáticos judaizantes. 2. A diferencia del verbo ÉA.A.'I']VL~W, semejante en cuanto a la forma, y que significa «dominar la lengua griega», vemos que LOU6at~w quiere decir practicar la religión y las costumbres judías por parte de los gentiles simpatizantes con el judaísmo o convertidos a él; un término afín es el de É~Qat~w. a) El verbo aparece en Est 8, 17 (LXX) juntamente con JtEQL'tf[!VO[!UL para traducir el hebreo hityahed, «vivir como judío»; el oficial romano Metilio prometió «vivir con arreglo a la ley judía» (Lou6at~fLv, Josefo, Bell 11, 454) hasta llegar a la circuncisión; los gentiles que en Siria viven a la manera judía son Lou6at~OV'tE~ (Bell 11, 463). También 'Iou6a'C%ó~, usado en otras partes para designar el origen judío, adquiere en los LXX, al igual que el sustantivo 'Iou6a'Lo[!ó~ (yahadut) , la nota de quien vive su existencia con arreglo a la ley judía, una manera de vivir que es opuesta al 'EA.A.1']vLO[!Ó~ y al 'EA.A.1']VL%O~ ~LO~ (2 Mac 4, 10-15; 6, 9; 11,24), propagados bajo el reinado de Antíoco IV, y que se practicaba como ortopraxia judía principalmente por medio de la circuncisión y de la observancia de los mandamientos relativos a los alimentos (2 Mac 2, 21; 8, 1; 14,38; cf. 15, 1.5). El rey intentó «forzar

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1,0ubaL~W - 'loubaLo<;

(avay%á~fLV)

a todo judío a abjurar de su manera judía de vivir ('Iou6a'Co[!ó~), obligándole a comer alimentos impuros» (4 Mac 4, 26). b) Inversamente, Pablo censuró a Pedro en Antioquía por retirarse de la comunión de mesa con los cristianos gentiles, «forzándolos» así a que siguieran la manera judía de vivir con arreglo a la ley mosaica (avay%á~EL~ ... Lou6at~fLv, Gál 2, 14), a pesar de que él mismo vivía como gentil y «no a la manera judía» (OV% 'Iou6a'L%w~); esta actitud vacilante significaría una trasgresión de la ley, que había vuelto a reconocerse como obligatoria (2, 18). Pablo, por el contrario, se había distinguido -antes de su vocación- por observar consecuentemente «una conducta en el judaísmo» CE'\! 't~ 'Io'\)oui,o¡.¡,~), que había sobrepasado a la observada por muchos de sus contemporáneos (Gál 1, 13.14). Pero esta conducta se expresó no sólo en su celo por las tradiciones de los antepasados (1, 14), sino también en su afán por perseguir y destruir a la «Iglesia de Dios» (1, 13), es decir, se tradujo en la obcecación de practicar actos de violencia, como los que antaño habían perpetrado Antíoco y sus secuaces. O. Betz

'Iol.lbaixó;, 3 Ioudaikos judío, judaico* Tit 1, 14 advierte contra «mitos judíos» se refiere probablemente al origen de esos mitos y a sus asociaciones) y contra «preceptos de hombres». ThWNT 111,385. ('Iou6a'C%ó~

'Iol.lbaixro; Ioudaikos (adv.) a la manera judía, según la costumbre judía ~ Louoattw.

'Iol.lbaio;, 3 Ioudaios judío, judaico 1. Frecuencia y distribución en el NT; combinaciones de palabras - 2. Uso griego y judío - 3. Sinópticos - 4. Pablo - 5. Juan - 6. Hechos - 7. Apocalipsis.

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'lou6ato(;

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1. Con un total de 195 testimonios, el término 'Io'U6uLo~ se cuenta entre los nombres más usados en el NT. En nueve pasajes hace las veces de nombre adjetivo (Me 1, 5; Jn 3, 22; Hech 2, 14; 10,28; 13,6; 19, 14; 21, 39;

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22, 3; 24, 24); en todos los demás casos se usa como adjetivo sustantivado. Los dos empleos del término son semánticamente intercambiables, porque -por un lado- se hallan casi siempre en función atributiva junto a sustantivos que pueden expresarse o no, según se desee (avrH;>/av6QE~ [Hech 2, 14; 10,28; 22, 3]; av{tQW:7tO¡; [Hech 21, 39]; ylJV~ [Hech 24, 24]; yij [Jn 3, 22]; XWQu [Me 1,5]) y, por otro lado, el sustantivo plural es frecuentemente genitivo atributivo, que se aproxima mucho en cuanto a su significado al adjetivo atributivo (compárese XWQu 'tWV 'Io'UouLwv [Hech 10, 39] con 't~v 'Io'UouLuv yijv [Jn 3, 22]). La distribución entre los escritos y grupos de escritos del NT es extraordinariamente desigual: con 79 y 71 testimonios respectivamente figuran a la cabeza Hechos y Juan, mientras que los Sinópticos no emplean el término sino un total de 17 veces (Marcos 7 veces, Mateo 5, Lucas 5). Al «Corpus paulinum» le corresponden 26 testimonios, que pertenecen principalmente a Romanos (11 veces), 1 Corintios (8) y Gálatas (4), mientras que 2 Corintios, 1 Tesalonicenses y Colosenses no ofrecen más que un testimonio cada una. A esto hay que añadir las dos veces que el término aparece en el Apocalipsis. La distribución del término con arreglo a su número gramatical sorprende por un fuerte dominio del plural sobre el singular (en proporción de 171 frente a 24], un dominio que en los Sinópticos llega a estar especialmente marcado (el término aparece en plural 16 veces, frente a una sola vez que aparece en singular), mientras que Pablo muestra una distribución aproximadamente homogénea del plural y del singular (14 frente a 11 [+ 1 en Colosenses]), pero en Romanos, frente a las tres veces que aparece el plural (3, 9.29; 9, 24), el singular llega a aparecer incluso ocho veces (1, 16; 2, 9. 10.17.28.29; 3, 1; 10, 12). De las 171 veces en que aparecen plurales, vemos que 42 corresponden a genitivos atributivos. La más frecuente de todas esas combinaciones de palabras es el sintagma PU<JLA.EV¡; 'tWV 'Io'U6ULWV, que aparece 18 veces, y al que siguen a gran distancia las combinaciones de pa1a-

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bras a'Uvuywy~ 'tWV 'Io'UOuLwv (4 veces), éOQ't~ 'twv 'Io'UOuLwv (3 veces) y :7táaxu 'twv 'IolJOuLWV (2 veces). 2. .La formación de la palabra 'lou6ato(;, que en gnego aparece por primera vez en Clearco y en Teofrasto, se ajusta al modelo usual de ténninos con tema acabado en a, al que se añade el sufijo -mo(; (numerosos ejemplos: K. Zacher, De nominibus Graecis in aLO(;, ma, aLOV, Halle 1877; G. Sandsjoe, Die Adjektive auf -AIOL, tesis, Uppsala 1918; Schwyzer, Grammatik 1,467). Esta fonnación de la palabra, en contra de la fonnación competitiva 'louOÉo(;, que se usó raras veces (cf. Hatch-Redpath, Suppl., s.v.) y no logró imponerse, está influida, con su terminación -aLO(; (que se encuentra también en otros nombres griegos para referirse a pueblos orientales), por la terminación -ay (propia de gentilicios) del ténnino arameo básico yehUdiiy (cf. G. Dalman, Grammatik des jüdischen-paliistinischen Aramiiisch, Leipzig '1 ?05, § 36; 1 A. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century R.e., Oxford 1923,290 s.v.. El origen arameo de la designación étnica es conocida por los testimonios griegos antiguos: xaAo'Dv'tUL... J'tUQu LÚQOL(; 'lou6atOL [Clearco en Josefo, Ap 1, 179]). El nombre tribal hebreo yehUdii es la base del gentilicio tanto en la forma aramea como en la griega. Se derivaba del nombre del declive montañoso existente entre Jerusalén y el Mar Muerto (J. Hempel, en BHH n, 898) y designó primeramente a la tribu de Judá o a su antepasado epónimo. D~spués de la división del reino, sirvió para denommar al reino meridional y, durante el período persa, a la región administrativa situada en tomo a Jerusalén (Neh 5, 14). El ténnino yehUdf, q~e aparece raras veces en el AT, designa a los rruembros de la tribu de Judá (2 Re 16, 16; Jer 32, 1.2). Durante el período posterior al destierro, deslgn~ también a los miembros del pueblo de Israel, sm tenerse en cuenta su pertenencia a una tribu detenninada ni su lugar de residencia. Y así el t' . , , ennlllO arameo yehUdiiy es la denominación con que se conocían a sí mismos los judíos de ;~efantina (A. Cowley, Aramaic Papyri of the ifth ,Century B. e., s. v. en el índice analítico). !'--Sl sucedía también en la Diáspora de lengua gne~a: los judíos se identificaban a sí mismos co~~ lou6atOL (cf. CPJ, s. v. en el índice analítico; Ph.' s.v. en el índice analítico; G. Mayer, Index w"lloneus, Berlin 1974, S.V.; A Schalit, NamenOrterbuch zu Flavius Josephus, Leiden 1968, s.v.). El uso de otros términos como 'laQa1ÍA o

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'laQU'I']AÍ't'l'](; 10 limitaban en buena parte a las fórmulas de oración (por ejemplo, 3 Mac 2, 6.10.16; 6, 4.9) Y a expresiones parecidas de carácter religioso (por ejemplo, 3 Mac 6, 32; 7, 16. 23) o bien lo reservaban para describir sucesos del tiempo anterior al destierro (sobre el procedimiento seguido por Josefo, cf. Schalit, Namenworterbuch zu Flavius Josephus, s. v. 'lou6aro(;, 'laQu1ÍA, 'laQa'l']AL't'l'](;). El uso entre los judíos de Palestina era muy diferente (cf. Kuhn, 361ss; White, 868S): en los libros apócrifos y pseudoepígrafos de origen palestino, una de dos: o no aparece 'lou6ato(; en absoluto (Tob, Eclo, Jdt, SalSl, 4 Esd, TestXn, etc.) o bien aparece eventualmente junto al ténnino dominante 'laQa1ÍA y quedando limitado su uso a determinadas situaciones de comunicación (así, en 1 Mac se limita a palabras pronunciadas por no judíos [10, 23; 11,50], a la correspondencia diplomática con súbditos que, desde el punto de vista del derecho de gentes, no eran judíos [en este caso, en boca de ambas partes, cf. Kuhn, 362] ya la autodenominación en documentos oficiales incluso de orden interno judío [cf. Kuhn, 361]). En los escritos de Qumrán no se hallan atestiguados los ténninos yehadf/yehUdiiy (sobre yehada y cf. KQT, s. v.). En la literatura rabínica el ténnino se encuentra raras veces; y las veces e~ que aparece, es siempre en declaraciones hechas por los gentiles (por ejemplo, bSebi 35b; GénR 11 sobre 2, 3), mientras que los escasos testimonios del uso del término como designación interna de los ~udíos (Ned 11, 12 [tres veces]; bMeg l3a) constituyen seguramente «una simple imitación de la manera de hablar de los no judíos o bien de la Diáspora judía» (Kuhn, 364). 3. El uso del término 'Io'UouLo¡; en los Sinópticos se acerca sorprendentemente al uso que se hace del mismo en el judaísmo palestinense (~ 2), porque en los Sinópticos el término no aparece en absoluto «como un nombre para designar propiamente al pueblo con el que tiene que relacionarse Jesús» (Gutbrod 376). En vez de eso, los Sinópticos diferencian en cada caso a los actores según su pertenencia a un grupo o clase determinados (aQXLElJQE'Ú¡;, YQU¡"¡'¡"¡'U'tE'Ú¡;, :7tQWP'Ú'tEQO¡;, LuMo'UXULO~, CPuQLaULO¡;, etc.) o bien hablan de ~ 'IaQu~A., cuando se refieren a la totalidad del pueblo. Por eso, hay que afirmar de manera especial que los Sinópticos, con el uso del lexema 'Io'U-

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'Io'UoaLoc;

bULOC;, no transparentan cuál era su actitud (o la de su tradición o incluso la del Jesús histórico) ante el mundo judío que los rodeaba. Del total de siete veces que el término aparece en Marcos, cinco corresponden al sintagma ~a<JLAEVC; 1:rov 'IoubuLúlv (15, 2 par. Mt 27, 11 / Lc 22,3; Mc 15,9.12; 15, 18 par. Mt 27,29/ [Lc 23, 37]; Mc 15,26 par. Mt 27,37 / Lc 23, 38), un título reservado exclusivamente para Jesús, y que se usa solamente (al menos, en el caso de Marcos y Lucas) en la historia de la pasión y se encuentra únicamente en declaraciones hechas por no judíos (Pilato: Mc 15, 2.9.12; soldados: v. 18 [los fariseos y escribas dicen: ó ~UOLAEUC; 'IoQu~A, v. 32]; la inscripción [titulus] que se puso en la cruz: v. 26). Mateo menciona además el título en la pregunta con que los magos orientales quieren informarse acerca del rey de los judíos (2, 2). Los demás lugares en que el término aparece en los Sinópticos se refieren a «el país judío» (Judea; -> 'IoubuLu: Mc 1, 5), los «ancianos de los judíos» (Lc 7,3: «presidentes de la comunidad local», cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I [ÓTK], 165), la caracterización de la ciudad de Arimatea como «ciudad de los judíos» (Lc 23, 51), la explicación -a manera de paréntesis- de la costumbre judía de lavarse las manos antes de comer (Mc 7,3; cf., a propósito, J. Gnilka, El Evangelio según san Marcos 1, 327s) y la mención que se hace de los judíos como difusores de la calumnia, que persiste «hasta el día de hoy» (Mt 28, 15), de que los discípulos habían robado el cadáver de Jesús. 4. a) Pablo describe frecuentemente a la humanidad como dividida entre judíos y no judíos, llamándose frecuentísimamente «griegos» (-> "EAAl]V; cf. 2 Mac 4, 36; 11, 2; 3 Mac 3, 8 y passim, a estos últimos; un sinónimo alternativo es: -> e{}vr¡ [cf., por ejemplo, 1 Cor 1, 22s]). Y, así, vemos que este término se usa en singular en: Rom 1, 16; 2, 9s; 10, 12; Gál 3, 28; (Col 3, 11); y en plural en: Rom 3,9.29; 9, 24; 1 Cor 1,22-24: 10,32; 12, 13.

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Eljudío, mencionado colectivamente en singular (cf. Kühner, Grammatik 11/1, 14; Schwyzer, Grammatik 11, 41s) y contrapuesto al «griego», representa -lo mismo que este último- uno de los dos conjuntos parciales de que se compone la humanidad, y que tiene como nota distintiva la elección de Israel y los privilegios que de ella se derivan. Esta diferenciación se presupone y, al mismo tiempo, se relativiza en la definición paulina del evangelio como «poder de Dios ... para la salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del gentil» (Rom 1, 16). Pablo conecta paradójicamente la prioridad (JtQro'tOv) del judío con la afirmación de la igualdad entre judíos y gentiles, y de esta manera difícilmente hace «una concesión prácticamente sin valor» (como piensa H. Lietzmann, Romerbrief [HNT], 30), sino que, «por consideración con la continuidad del plan salvífico, (concede) precedencia al judaísmo» (E. Kiisemann, An die Romer' [HNT], 20). Rom 2, 9s saca de esta paradoja una conclusión especialmente sorprendente por el hecho de que la precedencia del judío se refleja siempre en correspondencia con sus obras, y por tanto como precedencia en la experiencia de la tribulación del condenado (v. 9) y como precedencia en la adquisición de los bienes salví ficos Ml;u, 1:L[1~ y EiQ~Vl] (v. 10), lo cual hace -desde luego- que en ambos casos el judío sea únicamente un prímus ínter pares (U. Wilckens, La Carta a los romanos 1, Salamanca 21996, 162). Rom 2, 28s (interpelación directa a un ficticio interlocutor judío, desde 2, 17) establece un contraste entre el judío visible (ó ev 1: 0 cpuvEQ0 'IouCiuLoc;) Y su circuncisión corporal y el que es <<judío en lo oculto» y posee «la circuncisión del corazón en el Espíritu». Así demuestra Pablo que la existencia como «verdadero judío» no depende de las cosas exteriores, sino del cumplimiento de la ley (v. 25), cumplimiento que sustituye incluso a la circuncisión misma (v. 26). La objeción que pregunta en qué consiste entonces la «ventaja del judío» y «para qué sirve la circuncisión» (3, 1) encuentra respuesta en la afirmación de

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'Io'UoaLoc;

que a los judíos se les confiaron los AÓyLU 'tOil {}wil (v. 2): «Israel se distinguía y sigue distinguiéndose principalmente por el hecho de que a él se le confiaron las promesas de Dios» (Bornkamm, Aufsatze IV, 142). En 1 Cor 1, 22ss no se trata de la posición de los judíos y de los gentiles ante Dios, sino de su correspondiente actitud distinta ante la revelación, con respecto a la cual los judíos exigen señales, y los griegos exigen sabiduría (v. 22). Ahora bien, la predicación cristiana presenta a Cristo como el Crucificado, lo cual -en consonancia con la correspondiente perspectiva- es escándalo para los judíos y locura para los gentiles, siendo así que el Cristo cruficado (v. 23) es, para los «llamados, tanto judíos como gentiles, ... poder de Dios y sabiduría de Dios». b) La división de la humanidad en judíos y gentiles, lo mismo que las distinciones de sexo y las diferencias de condición social han quedado superadas en el bautismo. No han sido eliminadas, pero sí han perdido cualquier importancia para la salvación (Gál 3, 28). La misma idea se halla en Col 3, 11 y en 1 Cor 12, 12 (sobre la elección de las palabras, la estructura de las frases y el orden de sucesión de las mismas, cf. F. MuBner, Der Galaterbrief[HThK] , 264 nota 94). En otros enunciados paulinos de parecida estructura e intención falta el contraste entre judíos y gentiles o se describe con una terminología de distinto tenor (GáI6, 15: circuncisión - incircuncisión [prepucio]). La prueba de toque de la unidad en Cristo -fundamentada en el bautismo- entre judíos y gentiles tenía que ser la comunión de mesa entre ambos grupos (cf. Billerbeck IV, 374378), que en Antioquía se practicaba con la participación de Pedro. Pero se desencadenó un conflicto, cuando llegaron emisarios de Jerusalén que ponían objeciones contra esa práctica (Gá12, 11ss). Pedro «empezó a apartarse y retraerse (v. 12) ... y los demás judíos le siguieron en esa hipocresía» (v. 13), lo cual I?otivó que Pablo hiciera a Pedro la provocatIva pregunta: «Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por

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qué obligas a los gentiles a vivir como los judíos?» (v. 14). c) 1 Tes 2, 14 se refiere a las tribulaciones por las que estaba pasando la comunidad local por obra de sus conciudadanos no cristianos (o'U[1cpuAÉ1:l]C;, a la luz de 1 Tes 1,9, tiene que referirse primariamente a los gentiles; cf. E. von Dobschütz, Der erste Thessalonicherbrief [KEK] , 109s; para una perspectiva diferente: Hech 17, 5ss) y pone en paralelo esas tribulaciones con la persecución de la «comunidad cristiana de Dios en Judea ... a manos de los judíos». Vienen a continuación en los vv. 15s las más duras invectivas antijudías. La falta de concreción del texto, que no deja de ser discutido en cuanto a su autenticidad (por ejemplo, B. A. Pearson: HThR 64 [1971] 7994) puede explicarse de manera muy sencilla por el hecho de que Pablo «recogiera los reproches cristianos tradicionales y las acusaciones paganas tradicionales contra los judíos y los completara con la valoración escatológica de los obstáculos que se ponían a la misión paulina entre los gentiles ... » (Kümmel 1, 412; de manera parecida se expresa O. Michel, en Eckel-Levinson-StOhr, 52ss). De qué manera se manifestaban los obstáculos que ponían los judíos contra la misión paulina, lo vemos entre otras cosas por la mención que hace Pablo, en el catálogo de sufrimientos de 2 Cor 11, 24, de las cinco veces que se aplicó el castigo de la flagelación previsto por la sinagoga (las denominadas 'arba 'im [makkot); cf. Billerbeck I1I, 527ss; H. Windisch, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 355s). 5. En comparación con los Sinópticos, Juan llama la atención no sólo por su uso mucho más frecuente del término 'Io'UbuLoC;, sino más todavía por el diferente empleo que hace del mismo: bajo una amplia renuncia a hacer diferenciaciones internas, en el seno del judaísmo, según grupos y posiciones, aparecen aquí «los judíos» como un cuerpo homogéneo de personas cuya nota esencial consiste en su hostilidad hacia Jesús y en el rechazo de su misión. Lo mismo que se habían opuesto ya al Bautista (1, 19), se sitúan desde un prin-

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'Iou<'ialoc:;

cipio frente a Jesús (2, 18) Y maquinan constantemente poner fin a su vida (5, 16.18; 7, 1; cf. v. 19; 8, 22-24.37-59: 10, 31-39; 11, 4553: 19, 7). Y, así, la mitad aproximadamente de las veces en que aparece el término 'Io'UbaLo~ en Juan, corresponden a descripciones de situaciones de conflicto entre Jesús y «los judíos» o a textos parecidos con clara tendencia antijudía: 1, 19; 2, 18.20; 3, 25; 5, 10.16.18; 6, 41.52; 7, 1.11.13.15; 8, 22.48. 52.57; 9, 18.22; 10,24.31.33; 11,8.54; 13, 33; 18, 12.14.31.36; 19,7.31.38; 20, 19. Sin embargo, no es segura, ni mucho menos, la identificación de esos «judíos» y la determinación de su función en la polémica joánica: mientras que para algunos exegetas «los judíos» no son más que una manera cifrada de referirse al «mundo» hostil a Dios (R. Bultmann, Das Evangelium des lohanndo [KEK], 59; Conzelmann, Theologie, 353, etc.), otros exegetas se aferran a la idea de considerarlos como entidades históricas, ya se trate de la fracción del pueblo judío que era observante de la ley (Lütgert), o bien de <<judaítas» (Lowe) o también de representantes de la clase social alta y dirigente de los judíos, por contraste con el pueblo llano y sencillo (Leistner y otros). Frente a todas las explicaciones unidimensionales se halla la realidad, conocida ya desde antiguo, del lenguaje poco uniforme de Juan (cf. Gutbrod, 378ss; GrliBer, 52ss; Leistner, 142ss; White, 166ss; Bratcher, 401ss), porque además de las apariciones del término antes mencionadas en contextos claramente polémicos, existe un uso neutro del término, muy disperso, que no considera a «los judíos» como los antagonistas de Jesús, sino que designa con esta palabra a las multitudes presentes, sin hacerse ninguna valoración de su calificación como 'Io'UbaLOL (10, 19; 11, 19. 31.33.36.45; 12,9.11; 18,20.38; 19, 12.14.20. 21), o que habla de los <<judíos» para diferenciarlos de los no judíos (18, 33.35.39; 19, 1.19.21) o que los menciona como un pueblo con costumbres e instituciones que resultan extrañas y necesitan explicación (2, 6.13; 3, 1; 4, 9; 5,1; 6, 4; 7, 2; 11,55; 19,40.42), aun-

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que la transición a un uso del término con valoración negativa no siempre pueda determinarse con exactitud. En todo caso, el término aislado 'Io'UbaLo~, incluso en Juan, no lleva inherente ninguna connotación peyorativa, sino que tal connotación pudiera deducirse únicamente del correspondiente contexto. «Tan sólo el gran número de tales contextos tiende a dar cierta consistencia a esa orientación» (Gutbrod, 380). El sentido fundamental de apertura con que, por principio, se emplea el término puede verse también por el hecho de que Juan conoce 'Io'UbaLOL que creen en Jesús (8,31; 11,45; 12, 11) y de que presenta a la mujer samaritana, en la escena del pozo, llamando judío incluso a Jesús (4, 9). Que Juan no niega el papel que Israel desempeña en la historia de la salvación, lo demuestra el texto de 4, 22, y también el hecho de que a ese papel «se lo considera como terminado y superado» (R. Schnackenburg, El Evangelio según san luan 1, 506). A pesar del uso poco uniforme del término 'Io'UbaLo~, este dato difícilmente podrá utilizarse para hacer diferenciación entre diversas fuentes, y los intentos realizados en este sentido (por ejemplo, White, 326ss) no han conducido a resultados convincentes. La causa de las tensiones existentes en el empleo del término 'Io'UbaLo~ debe atribuirse más bien a que el evangelista, con arreglo a su perspectiva dualista, llena de actores el cosmos enemigo de Dios, pero -por otra parte-, a pesar de toda su tipificación, no deja que la realidad se disuelva sencillamente en el símbolo. 6. El uso de 'Io'UbaLo~ en el libro de Hechos tiene, en parte, muchos puntos en común con el uso que hace Juan (--+ 5) del término (Gutbrod, 381), no sólo por la frecuencia, casi igual, con que se emplea la palabra (--+ 1), sino también por la abundancia de coincidencias en cuanto al contenido: abandonándose casi por completo las diferenciaciones que se hacen en los Sinópticos, 'Io'UbaLo~ se convierte en la manera normal de designar a todos los que pertenecen al pueblo judío, dando

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'Iou<'iuloc:;

igual que habiten en Palestina (10, 22.28.39; 12,3.11 y passim) o en la Diáspora (9,22.23; 11,19; 13,5.6.43.45.50; 14, 1.4.5.19; 16, 1.3. 20; 17, 1.5.10.13; 18,2.4.5.12.14.19.24.28; 19, 10.13.14.17.33.34; 20, 3.19.21 y passim). A diferencia de lo que ocurre en los Sinópticos y en Juan, <<judío» aparece en Hechos como una autodenominación (21, 39; 22, 3) y como una forma de dirigirse a otra persona en la comunicación interna entre judíos (2, 14). Lo mismo que en Juan, el contenido polémico no es inherente al término como tal (cf. el empleo que se hace del mismo en el sentido de constatar simplemente un hecho: 13,6; 14, 1; 18,4; 19, 10.17 y passim), sino que ese contenido polémico se desprende únicamente del contexto (por ejemplo, 9, 23; 12, 3; 13, 50 y passim). También a algunos cristianos se los puede llamar judíos, pero este uso se limita de ordinario a casos en los que algo particular se asocia con la ascendencia judía de una persona (16, 1; 18,2) o en los que se trata de una indicación de que tal persona sigue sometiéndose a la ley (10, 28 y passim). Que a los prosélitos no se los incluye entre los 'IovbaLOL 10 sugiere la yuxtaposición de ambos grupos en 2, 11; 13, 43 (pero aquí, no obstante, JtQOOlJ/..:tJ1;wv se halla junto a Of~O!lÉvwv; lo cual sugiere o «una manera descuidada de expresarse» o una glosa, cf. H. Conzelmann, Apostelgeschichte' [HNT], 77; pero ¡compárese 2, 5 con 2, 11 !). La designación atributiva de las instituciones y de los funcionarios judíos como «sinagoga de los judíos» (13, 5; 14, 1;,17, 1.10), «ley de los judíos» (25, 8), JtQw~'U'tfQOL (25, 15; cf. Lc 7, 3) Y JtQW'tOL 'twv 'Io'Ubaíwv (25, 8; 29, 17) difícilmente se entenderá como una simple explicación para l~ctores no informados, sino que expresa ya el distanciamiento que se había producido entre la Iglesia y el judaísmo en tiempo de la comPosición del libro de Hechos. . ~os judíos son los instigadores de la agitaClon anticristiana, se oponen en todas partes a los misioneros cristianos y tratan varias veces de matar a Pablo (9, 23.29; 14, 19 Y passim). Las incesantes confrontaciones se realizan estereotipadamente según la secuencia siguien-

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te: «Exito inicial de la misión cristiana, contragolpe de los judíos, continuación del viaje por parte de los misioneros cristianos» (Haenchen, Aufsiitze 11, 361). La dureza de la ruptura con los judíos a consecuencia de estos conflictos se realza tres veces de manera especial mediante el anuncio de Pablo de que en adelante va a dirigirse únicamente a los gentiles (13, 46; 18, 6) o mediante la referencia a que la salvación ha sido enviada a los gentiles (28, 28). La doble repetición y la aparente inconsecuencia en 14, 1ss; 19, 8ss no muestran ni falta de seriedad ni limitación regional de la predicación de Pablo, sino que corresponden a la técnica literaria empleada por el autor (cf. Haenchen, Aufsatze 11,371). Indudablemente, a partir de 13, 46, Pablo lleva a cabo sus intentos de evangelización de los judíos como un mero cumplimiento de su deber, para que se manifieste más claramente aún el endurecimiento del corazón de los judíos, un endurecimiento querido por Dios (28, 26s). La descripción de los repetidos conflictos entre los misioneros cristianos y el judaísmo son con seguridad históricamente ciertos en sus rasgos fundamentales, aunque la construcción histórica de Lucas debe verse en la forma en que se desarrollan tales conflictos y en la indicación de que éstos se hallaban ocasionados por la irritación de los judíos ante la predicación cristiana de la resurrección de Jesús (E. Haenchen, Apostelgeschichte' [KEK], 102). A pesar de todas las semejanzas existentes en la actitud de Hechos y de Juan frente a «los judíos», no debemos afirmar que la manera de hablar de ambos concuerde plenamente en todos los aspectos (en contra de Lütgert, luden im NT, 146). 7. El Apocalipsis habla en dos pasajes acerca de supuestos judíos «que dicen ser judíos y no lo son, sino que son una sinagoga de Satanás» (2, 9). Está bien claro que, para el autor del Apocalipsis, lo de ser <<judío» es un nombre que honra y que está siendo usurpado por los que no están legitimados para hacerlo. Pero lo que no está tan claro es si los «seudo-

'IouoaLoc; - 'Io'Úoac;

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judíos» atacados por él son personas de religión judía que calumnian a los cristianos (Gutbrod 384; W. Bousset, Offenbarung 6 [KEK], 208s, 227s; R. H. Charles, Revelatían [ICC], 3 56s 88; J. WeiB-W. Heitmüller, Offenbarung 3 [SNT], 248, 252; E. Lohmeyer, Offenbarung 3 [HNT], 24, 35; E. Lohse, Offenbarung [NTD], 26, 33) o si se trata de «un grupo cristiano sincretista» (H. Kraft, Offenbarung [HNT], 61). H. Kuhli

'Ioub(itO'Jtó~, olí, Ó loudaismos Judaísmo, la manera judía ~ Iouoat~ú).

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Se desconoce el significado ~riginal, de este nombre. Gén 29, 35 ofrece una eumologla popular basada en ydh, «alaban>. Como nombre d~. la tnbu de Judá, que honraba a Judá, el cuarto hiJo ~e Jacob como su antepasado, el nombre propIO de Judá (o Judas), durante los primeros tiempos que siguieron al destierro, sirvi~ para a~entuar la pureza de la propia genealogla. En tIempos posteriores cuando el pasado de Israel se fue contempland~ a una luz cada vez más idealizada, se deseaba tener un hijo que llevara este nombre y participar así del esplendor de tiempos pasados. Por tanto, Judá (o Judas) llegó a ser un n~mb~e propio judío muy popular no sólo en Palestma SIno también en la Diáspora. 2. 'Io'Úoa~ aparece 44 veces en el NT Y se refiere a nueve personas diferentes (~ 311).

'Io"ba~,

a loudas Judá, Judas*

1. Nombre y significado - 2. A~arició~ en el N~ 3. Judá, el hijo de Jacob - 4. Juda, el hiJo de JO,se 5. Judas el Galileo. - 6. Judas Iscariote - 7. El apostol Judas - 8. Judas, el hermano de Jesús - 9. Judas de Damasco - 10. Judas Barsabás - 11. Judas, el autor de la Carta de Judas. Bibl.: S. Berg, ludas als Stellvertreter Satans: EvTh 51 (1992) 42-45; J. Blinzler, Die Brüder und Schwestern lesu (SBS 21), Stuttgart 1967, 124-129; J. Ernst, Das Evangelium nach Lukas (RNT), Regensburg 1977, 209s; J. Gnilka, El Evangelio según san Marcos 1, Salamanca 1992, 159-167; W. Grundmann, Das Evangelium nach Markus (ThHK), Berlin '1973, 79s; Id., Das Evangelium nach Lukas (ThHK), 61971, 137s; Haag, Diccionario, 1034-1040; E. Haenchen, D~r Weg lesu, Berlin 1966, 137s; D. Haugg, ludas.lskan~th In den neutestamentlichen Berichten, Frelburg 1. Br. 1930; M. Hengel, Die Zeloten, Leiden 1961, ~9-150; H.-J. Klauck, ludas - ein lünger des Herm, Frelburg 1. Br. 1987; R. Medisch, Der historische ludas - und was aus ihm gemacht wurde: Theologie der Gegenwart 31 (1988) 50-54; R. Pesch, Das lI1arkusevangelium I (HThK), Freiburg 1976, 207ss (blbL); H. Schurmann: Das Lukasevangelium 1 (HThK), Frelburg 1969, 317ss, G. Schwarz, lesus und ludas (BWANT 123), ~tuttgart 1988; W. Vogler, ludas lskarioth (Theol. Arbelten 42), Berlin '1985.

1. 'Io'Úoac;, en hebreo yehíida, se escribía en Qurnrán y'wdh a causa de la debilitación de la ~ intervocálica (cf. M. Baillet, Les paroles des lumlnaires: RB 68 {l961] 195-250, esp. 205). ?e esta forma se derivó la transcripción griega 'Iouoa(c;).

3. 'Io'Úoac; (Judá), el cuarto hijo de Jacob, se menciona tres veces en las genealogías de Jesús: Mt 1, 2.3; Lc 3, 33. 'Io'Úoa~ designa cinco veces a la tribu o casa de Judá, de la que desciende Jesús como el Mesías: Mt 2, 6 (dos veces); Heb 7, 14; Ap 5,5; 7,5. En Heb 8, 8 (cita de Jer 38, 31 LXX) se habla del nuevo pacto que Dios ha de concertar ,co~ la casa de Judá, mientras que en Lc 1, 39 Iouoa~ se refiere al territorio de la tribu de Judá. 4. En Lc 3, 30, en la genealogía de Jesús, se menciona a un tal Judas, hijo de José, por lo demás desconocido, en una de las series de siete ascendientes, anteriores al destierro. 5. Judas el Galileo, de quien se habla en un discurso de Gamaliel en Hech 5, 37, se declaró en rebeldía abierta contra los romanos, una vez que el territorio de Arquela~ (-: 'AQXEAáo~) se hubo convertido en provmcla romana y que Quirinio, gobernador romano de Siria, hubo realizado un censo de la población. «Declaró que eran unos malvados los que consintieran en seguir pagando tribu~o a los romanos y en tener dueños mortales, Siendo así que tenían a Dios por su Señor» (Jos~­ fo, Bell 11, 118). Aunque la rebelión acaudillada por Judas el Galileo fue sofocada con

2029

'Io'Úoac; - 'IovAwC;

relativa rapidez, sin embargo Josefo cree que este personaje fue el verdadero iniciador del movimiento zelota, que se desarrollaría más tarde (Hengel, 79-150). 6. Según el testimonio unalllme de los evangelios, Jesús fue entregado a las autoridades judías por uno de los Doce (~ 000OExa), llamado Judas (Mc 14, 43; Mt 26, 47; Lc 22, 47; Jn 18, 3). En las denominadas listas de los apóstoles (Mc 3, 16-19; Mt 10, 2-4: Lc 6, 14-16), este Judas, que es mencionado siempre en último lugar, lleva el sobrenombre de Iscariote (~ 'IOXa(lLOOtt), como también lo lleva en Mt 26, 14; Mc 14, 10; Lc 22, 3; Jn 6, 71; 12,4; 13, 2.26, mientras que en Mt 26, 25.47; 27, 3; Mc 14,43; Lc 22, 47.48; Jn 13, 29; 18,2.3.5; Hech 1, 16.25 no se menciona el sobrenombre de Iscariote. 7. Las listas de los apóstoles transmitidas en Lc 6, 14-16; Hech 1, 13, mencionan, en lugar de Tadeo (Mc 3, 18; Mt 10, 2), a un segundo Judas, a quien por la adición mí) 'IaxOO~ov (= hijo de Santiago [o Jacobo]) se le diferencia de Judas Iscariote (cf. Jn 14,22). Si no se cuenta con una fusión secundaria de nombres, originada por la posterior incorporación de Judas Iscariote al círculo de los Doce (Haenchen), habrá que atribuir -con gran probabilidad- la mención de Judas, el hijo de Santiago, a una tradición peculiar recogida por Lucas, en favor de la cual habla también la recta traducción de qan'an (Mc 3, 18; Mt 10, 4: ó Kavava'Loc;) por ó ~l]AOO'tl]~ (Lc 6, 15; Hech 1, 13), que difícilmente puede atribuirse a Lucas mismo. 8. En Mc 6, 3; Mt 13, 55 se menciona entre los hermanos (~ &OEA
2030

10. En Hech 15, 22.27.32 se nos habla de un tal Judas Barsabás, de quien nada más sabemos. Era una de las personalidades dirigentes (avoQE~ ~yO'Ú¡.tEVOL) de la comunidad de Jerusalén. Juntamente con Silas, debía llevar a Antioquía la carta en la cual se informaba a la comunidad antioquena sobre las decisiones adoptadas en el denominado Concilio apostólico. 1l. El autor de la Carta de Judas se denomina a sí mismo: Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago (Jds 1). Puesto que, por el nombre de Santiago -sin darse más detalles-, no puede entenderse sino a Santiago, el hermano del Señor (cf. Sant 1,1; Gáll, 19; 2, 9; 1 Cor 15, 7) Ypor el NT no conocemos más que una pareja de hermanos llamados Santiago y Judas, a saber, Santiago y Judas, hermanos del Señor (Mc 6, 3; Mt 13, 55, ~ 8), la Carta de Judas debió de ser escrita, obviamente, por un hermano de Jesús. Claro que en contra de ello no sólo habla el buen estilo griego de la carta y la cita que en ella se hace de los fragmentos griegos del libro primero de Henoc, sino también el hecho de que el autor, en los vv. 3 y 17, contemple retrospectivamente el tiempo de los apóstoles como tiempo ya del pasado (Kümmel, Einleitung, 376ss). M. Limbeck

'Iou"'ta, a~ loulia Julia* Nombre propio de mujer, que en el NT aparece únicamente en Rom 16, 15, Y a quien se envían saludos. En Rom 16, 7 p46 vg' leen 'IovALa en vez de ~ 'IovvLii~flovvia. 'Io"",to~,

ou loulios Julio* Nombre propio frecuente en el ambiente contemporáneo. En el NT corresponde a un centurión de la cohorte imperial (Hech 27, l.3), a quien se le confió en Cesarea el traslado de Pablo a Roma (v. 1). Según el v. 3, fue amable con Pablo y le permitió que en Sidón visitara a sus amigos.

2031

'Io'UvLa~

-

'Iouvui;, a lounias Junias* o 'IolJvta, a; lounia Junia* Este nombre, que aparece en Rom 16,7, no se halla atestiguado en ningún otro lugar en su forma masculina (Junias) (¿se tratará de una forma abreviada de lunianus?). Quizás se piense en el nombre femenino Junia ..En t~ caso Pablo se referiría aquí a un matnmomo jude~cristiano: Andrónico y Junia. son «eminentes entre los apóstoles». U. Wtlckens, La Carta a los romanos 11, Salamanca 1992, 482s. V. F1lbrega, War Junia(s), der hervorragende Apostel (Rom 16, 7), eine Frau?: J~C 27~28 (1984-1985) 47-64; P. Lampe, luma-lumas: Sklavenherkunft im Kreise der vorpaulinischen Apostel (Rom 16, 7): ZNW 76 (1985) 132-l34; R. R. Schulz, Rom. 16, 7: Junia or Junias: ET 98 (1986-1987) 108-110.

'Iov(J'to;, OlJ loustos Justo* Nombre frecuente entre los judíos y los prosélitos (<<el Justo»). En el. N! es el sobre: nombre de tres personas d1stllltas: l. Jose Barsabás (Hech 1,23: -+ 'Iwo~


te a la caballería* Ap 9, 16: «El número, de las tr~p,as de ca..ba llería (tWV otQuteUflutwv tOU L:n:mxou)>>. La forma neutra del adjetivo sustantivado ÍJtmxóv significa propiamente caballería (por ejemplo, Herodoto VII, 87) y, por tanto, Ap 9, 16 se refiere a un número inmenso de tropas de caballería.

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L:n;:n;O~

'í~~o;,

OlJ, ó hippos caballo*

Bibl.: J. S. Considine, The Rider on the White Horse. Apocalypse 6: 1-8: CBQ 6 (19~4) 406-422; F. Dornseiff, Die apokalyptischen RelUr: ZNW. 38 (1959) 196s; H. Gerhold, Die apokalyptlschen Re/ter (Apk 6,

1-8) tesis mecanografiada, Wlen 1972-1973; Haag, Dic~ionario, 250ss; M.-L. Henry, en BHH III, 1~3~s; H. Krafl, Die Offenbarung des J?,hannes (HNT), Tubmgen 1974, 114-118; O. Michel, ~3to<;, en ThWNT I1I, 336-339; A. Steier, en Pauly-Wlssowa, XIX/2, 14301444; J. Wiesner, Haustiere, en LAW 1209-1217, esp. 1212s. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1122. l. En contraste con nuestra cultura, en la cual el caballo ocupó un lugar central hasta las primeras décadas de nuestro siglo, vemos que en la Biblia el caballo aparece únicamente en contextos en que se habla de «guerra», «ejércitos de caballería» y «rey de los ejércitos». En el AT, el caballo se relaciona también con la mayor naturalidad con Dios, que cabalga como el verdadero Rey de Israel. En el NT, 'L:n::n:o~ aparece 17 veces. Exceptuando Sant 3, 3 donde el caballo juntamente con la nave sirven de ejemplo para expresar gráficamente la idea de gran fuerza y magnitud, pero a las· que «hay que refrenar» y «contener», vemos que del caballo se habla únicamente en el Apocalipsis. En este libro, el caballo aparece, sí, en las batallas que preceden al reinado de Dios, pero no tiene ninguna relación con el reino mismo de Dios. 2. Con los «jinetes apocalípticos»(Ap 6, 1-8) comienzan los dolores de parto del fin d~ los tiempos. La visión está completa en ~~. Sobre todo no debe confundirse el primer J1nete con el jinete contemplado en Ap 19, 11. Los jinetes, en su totalidad, no representan plagas ni castigos, sino la guerra con sus, consecuencias, que son la primera de las catastrofes que harán que se derrumbe el viejo mundo y su orden. E! primer jinete sobre el «caballo blanco» (v. 2) lleva la corona, que es el distintivo de honor

. - 1 de sU del general romano victonoso, co~o. ~en~ .' a victoria sobre el enemigo. Su apancIOn slgmflC el final de la paz Augusta y el derrumbamiento

2033 del orden establecido. Aunque el Imperio Romano sirve de telón de fondo, sin embargo laprofecía no se refiere únicamente a él, sino a todo el orbe de la tierra. Así que el jinete no se identifica con las tropas de caballería de un determinado pueblo, y el arco que el jinete lleva en su mano es el anna típica de la caballería. El segundo jinete, que cabalga sobre el «caballo rojo como el fuego» (v. 4), significa el derramamiento de sangre que está íntimamente relacionado con la victoria sobre los enemigos y las luchas que la precederán y acompañarán. El tercer jinete, que cabalga sobre el «caballo negro» (v. 5), representa la carestía y el hambre. E! trigo escasea, porque los agricultores han sido muertos o desterrados; el olivo y la vid seguirán produciendo sus frutos, aunque nadie los cuide ya. El cuarto jinete, que cabalga sobre el «caballo amarillento» (v. 8), es la muerte, que consuma la obra de los tres jinetes que la precedieron. El Hades está asociado con él, y no se menciona ningún instrumento que simbolice su actividad; le corresponde la corona, la espada y la balanza. El color de los caballos simboliza la labor que realizan sus jinetes. Pero, en este particular, nuestra sensibilidad se halla impresionada intensamente por la visión. Aparecen también caballos en la quinta (9, 1-12) y en la sexta (9, l3-21) visión de las trompetas. Los tañidos de las trompetas de los ángeles anuncian plagas que deben mover a los hombres al arrepentimiento. La visión de la quinta trompeta está sugerida por la octava plaga de Egipto (Ex 10, 13ss) y por la visión de loel sobre las langostas (capítulos 1-2). El enjambre de langostas, se convierte a los ojos del profeta en un ejército de demonios que atormentan durante cinco meses a los hombres, y las langostas que se comparan primeramente con caballos (vv. 7 y 9), se convierten así en animales que permiten reconocer cada vez más los signos de que proceden del caos. En la sexta visión de las trompetas, un ejército de fuego, acaudillado por cuatro ángeles (= los ángeles de los vientos), atormenta a los hombres; aquí las llamas se describen mediante la imagen de corceles (vv. 17 [bis]. 19). Las plagas se originan por mandato divino; pero el enjambre de langostas y el ejército de fuego son poderes hostiles a Dios, que

2034 se rebelan contra Dios y que, con su rebeldía, realizan una labor prevista por Dios. En Ap 14, 14-20, el vidente contempla <
IQt;, t()O;, ÍJ iris arco iris* Ap 10, 1: un ángel, «envuelto en una nube, y el arco iris sobre su cabeza». También en 4, 3 lQL~ es seguramente un arco iris (en contra de Bauer, Worterbuch, s. v. 2: una aureola de

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LQL¡; - '!aUÚx.

colores): «un arco iris alrededor del trono (de Dios), semejante en su aspecto a una esmeralda». ThWNT I1I, 340-343.

'Iaaúx Isaak Isaac* Bibl.: R. Albertz-M. Brocke, Isaak, en TRE XVI, 292-301; R. Kilian, Isaaks Opferung. Zur Überlieferungsgeschichte von Gen 22 (SBS 44), Stuttgart 1970; Haag, Diccionario, 9ns; H. Kremers, en EKL, 392s; H. Odeberg, Iax<Íl~, en ThWNT III, 191s; G. Schmitt, en BHH n, 775s; A. Weiser, en RGG III, 902s.

1. 'Iouáx aparece 20 veces en el NT: Mateo (4 veces), Marcos (una vez), Lucas (3 veces), Hechos (4 veces), Pablo (3 veces), Hebreos (4 veces) y Santiago (una vez). Los testimonios aparycen con especial densidad en la serie de paradigmas de Heb 11. 2. En contraste con -> 'A~Quá¡,L, que aparece corno una figura aislada, separada de la tradición de los patriarcas (Lc 16, 22-31), 'Iouáx no posee significación independiente, sino que aparece siempre en contextos genealógicos en asociación con otros patriarcas, especialmente con Abrahán. Rom 9, 10 podría considerarse una excepción, ya que aquí Pablo -en el contexto de la historia de la salvación- habla de Isaac corno de «nuestro padre». Sin embargo, estas palabras se refieren a la condición de hijo que poseía Isaac, y por la cual se hallaba bajo la promesa. Así que a Isaac se le llama «padre» porque, al ser la «simiente» prometida por Dios a Abrahán (v. 7; cita de Gén 21, 12), legitima (GáI4, 28) a los creyentes corno «hijos de la promesa» (v. 8). Isaac tiene también una función indirecta de legitimación corno eslabón que es del llamado «árbol genealógico» de Jesús (Mt 1, 2 [bis] par. Lc 3, 34). Hech 7, 8 (bis), siguiendo a Gén 17, 10; 21, 4, recuerda que Dios instituyó la circuncisión corno signo del pacto (OLU'fr'!Íwrl :n:eQltO¡,Lfí~), un signo que se realizó en Isaac. La conexión con los patriarcas culmina en la predicación triádica que se hace de Dios, llamándole «el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob». Esta predicación, en Hech 7,32, se

2036

basa en el testimonio que Dios da de sí mismo ante Moisés (Ex 3, 6). En Hech 3, 13 la predicación remite al comienzo de la acción salvífica de Dios con respecto a Israel, un comienzo con el que contrasta la glorificación de Jesús corno consumación de esa acción salvífica. Este título de Dios de ser el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob se menciona también corno prueba teológica de la resurrección y corno refutación de la historia hipotética de los saduceos, que se basa en una situación no tenida en cuenta en la ley del matrimonio por levirato (Mc 12, 26 par. Mt 22, 32 / Lc 20, 37). Del conocimiento de que Dios es un Dios de vivos (cf. Sal 6, 6; 115, 17) síguese que los patriarcas no han permanecido en la muerte, porque de lo contrario Dios no habría podido relacionarse a sí mismo con ellos, corno lo hizo en presencia de Moisés (Ex 3, 6). En consonancia con ello está la idea de que Abrahán, Isaac y Jacob son figuras celestiales. La palabra de juicio pronunciada por Jesús (Mt 8, lIs par. Lc 13, 28s) convierte a los patriarcas en comensales de los gentiles, con quienes se sentarán a la mesa, mientras que los u LOL tfí~ ~UOLAdu~ (Mateo) irán a parar al lugar de las «tinieblas». Detrás de ello se encuentra el motivo escatológico, modificado trascendentemente y dirigido ahora contra Israel, de la peregrinación de las naciones hacia Sión (cf. Is 2, 2s; Miq 4, 1s y passim). Lucas ofrece una versión intensificada, por cuanto los profetas -juntamente con los patriarcasse sentarán también a la mesa con los gentiles y, por tanto, aparecerán así como testigos contra Israel. Más aún, aquí se transparenta especialmente la relación entre el ámbito celestial y el de las «tinieblas» (cf. Lc 16, 22-31): los que han quedado excluidos «ven» a Abrahán, Isaac y Jacob en comunión con los gentiles y se enfurecen por ello con «llanto y rechinar de dientes». Esta conducta demuestra su hostilidad hacia Dios, no su tormento. Las referencias a Abrahán en Heb 11 aparecen en el contexto de la visión que el autor tiene de la historia de la salvación y de su comprensión escatológica de «la comunidad cristiana corno 'la última generación' en una

2037

'!auúx - '!ax.uQL<Í:n'}

historia de la fe» (O. Michel, Der Brief an die Hebrii~r6 [~EK], 370). El uso estereotipado d~l dativo mOtEL se convierte en el motivo domInante, que se define por lo expresado en Heb 11, l. Heb 11, 9 menciona a Isaac y J acob (1) corno personas que comparten la morada c~n Abrahán y que juntamente con él viven en «tierra extraña» (= Canaán). Su designación corno «coherederos de la misma promesa» hace referencia a la promesa de la tierra hecha por Dios.a ~brahán (?én 12, 1; 26, 3; 35, 12). En cambIO, E:n:UYYEA-La designa en Heb 11, 17 la promesa de descendencia que se había cumplido en Isaac (Gen 12,2; 15,5), una promesa en la que Abrahán sigue confiando firmemente «~~ la fe», a pesar de que Dios le pide que sacnfique a su hijo (Gén 22, ls). Heb 11 18 cita a Gén 21, 12 para confirmar el conflicto de fe que Abrahán tuvo que soportar. En Heb 11,20 Isaac bendice a Jacob y Esaú «en lo que respecta a cosas futuras» (:n:eQL ¡,LEAAóvtwv). Lo q.u~ ~: quiere decir seguramente es que Isaa~ dmgIO su mirada hacia el plan salvífico de DIOS. Frente a u~ ?auli~ismo al que se critica por ~na acentuacIOn umlateral del indicativo en la Justificación por la fe, Santiago (2, 21) se opone presentando la tesis de que Abrahán fU,e justificado por las obras, tal y como quedo demostrado «de hecho» cuando Abrahán estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac. H.-J. Ritz

¡a~yyd.o~,

2 isaggelos semejante a los angeles* En Lc 20, 36 (a diferencia de Mc 12, 25) dícese ~e los resucitados (del fin de los tiempos) ~.e m se casarán ni se darán en matrimonio. ~entras que Marcos realza el contraste con la eXIstencia terrena (<<sino que son como ángeles» [que no se casan]), Lucas da la razón de ello, . «porque no pueden ya morir, dado que s?n como ángeles y que son hiJ'os de Dios slend h" , . o lJOS de la resurrección»; cf. G. Schnelder, Das Evangelium nach Lukas 11 (OTK) sub loco; ThWNT 1, 86s. '

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'Iaxa~u;)1'} Iskarioth Iscariote* 'loxuQl(b'tl]~, ou Iskariotes Iscariote* 1. Aparición en el NT - 2. Grafías diferentes - 3. Iscanote = el hombre de Keriyot - 4. Iscariote = sicario _ 5. Iscariote = el falso - 6. La historicidad del Iscariote _ 7. Iscariote en los evangelios.

Bibl.: Y. Arbeitman, The Suffix of Iscariot: JBL 99 (1980) 122-124; P. Benoit, Der Tod des Judas, en Id., Exegese und Theologie, Düsseldorf 1965, 167-181; J. D. ~. Derrett, The Iscariot, m'Slra , and the RedemptlOn, en Id., Studies in the NT III, Leiden 1982 161-183; B. Giirtner, Die riitselhaften Termini Nazorae; u~d Iskariot, Uppsala 1957; H. L. Goldschmidt-M. Llmbeck, H:ilvo~ler Verrat?, Stuttgart 1976; D. Haugg, Ju~as Isk.arlOth m den neutestamentlichen Berichten, Frelburg 1. Br. 1930; M. Hengel, Die Zeloten Leiden 1~61, 47-5~; J. A. Morin, Lfs deux derniers de; Douze: Slmon le Zelote et Judas Iskarioth: RB 80 (1973) 332358; F. SchultheB, Zur Sprache der Evangelien: ZNW 21 (1922) 241-258; D. P. Senior, The Passion Narrative accordmg to Matthew, Louvain 1975,41-50,343-397; C. C. :orrey, The ~ame «Iskarioth»: HThR 36 (1943) 51-6~, Id., Studles In the Aramaic ofthe First Century A. D.: ~A~ 65 (1953) 228-247; M. Wilcox, The JudasTradlflOn m Acts I. 15-26: NTS 19 (1972-1973) 438452.

~. En el NT encontramos 'loxuQLórt't, 'Ioxucomo sobrenombre de Judas (-> 'IoúOU~ 6), que traicionó a Jesús entregándolo a las autoridades judías (-> :n:UQUOLOW¡,LL). QLWtl]~

2. 'IOXUQLó}'fr se encuentra en Mc 3 19' 14, 10; Lc 6, 16, así como en Mt 10,4 C ~ L~ 22, 47 D. 'I01-c.aQLÓ}tl]~ aparece en Mt 10 4' 26, 14} Lc 22, 3; Jn 6, 71; 12,4; 13, 2.26; '14: 22, aSl como en Mc 3, 19 A Koiné' 14 10 A Koiné; Lc 6, 16 A Koiné. Curiosa~ent~ falta la vocal inicial '1 en el códice C (Mc 3, 19; Lc 6, 16; Jn 6, 71: LXUQLÓ}'I't. Mt 10 4' 26 14' Mc ~4, ,10: LXUQLÓ}t't]~. Jn 12,4; 12,2.26'; 14: 22: u~o KUQuótou), en las antiguas versiones latmas (Scarioth o Scariotis), así como en Mc ~4, 10; .~t 26, 14; Jn 6, 71 en las antiguas verSIOnes Slnacas.

3. Según la opinión más difundida Iscariote debe in~erpretarse como 'fs qe rfy¿;t, «hombre de Kenyot, porque a) por Jos 15,25 conocemos un lugar de Judá denominado Keriyot, b) 2 Sam 10, 6.8 trancribe el hebreo 'fs tob

2039 por Io'tw~ y c) la frase 'Ioúoa~ Ltflwvo~ '10xaQLw'tO'U (Jn 6, 71; 13,26) es posible únicamente en en el caso de que Iscariote sea un nombre que designa un origen. Contra esta interpretación hay que aducir lo siguiente: a) '/s es un vocablo hebreo y no pertenece al lenguaje coloquial arameo, del que procede precisamente el sobrenombre Iscariote; b) según el lenguaje bíblico, '/s puede tener sentido singular delante de un nombre de tribu, pero no delante de un nombre de ciudad (SchultheB, 251; sobre el uso de este término en la Misná cf. SchultheB, 252; Torrey, 54); si Iscariote hubiera designado el origen, entonces cabría esperar que 'fS tuviera como traducción ó a:n:ó (cf. Jn 12,21; 21, 2, así como Jn 12,4; 13,2.26; 14,22 D); c) si el nombre Iscariote hubiera comenzado por una vocal larga, entonces sería inexplicable su desaparición en LxaQLw'tl]~ u otras formas parecidas; d) 'Ioúoa~ Lt¡tWVO~ 'IoxaQLw'tO'U puede entenderse también como un error de traducción de yehúdá bar sim 'on '/sqaryti' ::: 'Ioúoa~ LtflwvO~ 'IoxaQLw'tl]~ (así Jn 13, 2) o como asimilación de 'IoxaQLw'tl]~ (que no se entendía ya) a ~tflwvo~. 4. Según otra interpretación, en Iscariote se encierra el término latino sicarius, «asesino (a sueldo), bandido», que es el nombre que los romanos daban a los extremistas del nacionalismo judío. Habla en contra de esta opinión lo siguiente: a) Los sicarios se conocen únicamente desde que Festo fuera gobernador (a partir del 52 p.C.), pero eran desconocidos en tiempos de Jesús (Josefo, BelI n, 254-265; Ant XX, 186; Hech 21, 38); b) la denominación sicarius I OLXUQLO~ se convierte en el préstamo léxico judío sfqtir (Levy I1I, 518); c) la primera vocal de sicarius I (JLXUQLO~ es larga y difícilmente se habría suprimido al arameizarse la palabra (Torrey, 58). 5. Partiendo del arameo seqar o siqray / se qaryti " «mentiroso», que con la terminación -ti (que le da estado de determinación) y

2040 con el alef prostético se convierte en 'fSqarya', se piensa que Iscariote significa «el mentiroso, el falso» (Torrey; Gartner, 42). En favor de esta interpretación habla lo siguiente: a) es capaz de explicar el sobrenombre de Iscariote a base del lenguaje popular en tiempo de Jesús; b) hace que se comprenda la falta de la vocal inicial átona en una serie de manuscritos y versiones de carácter tardío; c) el hecho de que la acusación de falsedad (Seqer) desempeñara un papel importante en la polémica del judaísmo incipiente (Goldschmidt-Limbeck, 47s); d) la exégesis aramea del Sal 55, que en la tradición judía se interpretó con arreglo al prototipo del traidor nacional y del traidor del amigo, que era Ajitófel, porque también en esta tradición -a diferencia del texto bíblico- al concepto de falsedad ('Se qar) le corresponde importancia central (Glirtner, 62-64). 6. La cuestión acerca de la historicidad de la figura del Iscariote no puede recibir respuesta sino en el contexto de la cuestión acerca de la historicidad de los Doce (6w6Exa: Goldschmidt-Limbeck, 49-53). 7. Aunque todos los evangelios concuerdan en la descripción del acto cometido por el Iscariote, sin embargo ponen diferentes acentos al diseñar su personalidad. a) Para Marcos el Iscariote es uno de los Doce (14, 10.20.43; sorprende especialmente 14, 20, que aparece sólo en Marcos), que se sentó a la mesa con Jesús (o fO{ttWV flE't' fflOii: únicamente en 14, 18). En el Iscariote encuentra la comunidad lo que puede sucederle a ella misma. b) Mateo interpreta la acción y la suerte corrida por el Iscariote, con ayuda de Zac 11, 12s: por la acción del Iscariote, que fue aceptada por las autoridades judías, se realizó en el seno del pueblo judío una ruptura parecida a la que se había producido entre Samaría y Jerusalén. Cuando los principales sacerdotes -en contraste con Dt 21, 7 s- compraron un terreno con el dinero obtenido con el derramamiento de sangre inocente, cargaron sobre su pueblo esta culpa (Limbeck, 60-74).

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c) Lucas ve en el Iscariote un instrumento de Satanás (22, 3). Tan sólo él llama traidor al Iscariote (6, 16). El destino que cae sobre el Iscariote es el que aguarda a los impíos (Hech 1, 16-20; cf. Benoit). d) Para Juan, el Iscariote es igualmente un instrumento de Satanás (6, 70; 13, 2). Y, además, es ladrón (12, 6). Desde el principio, Jesús se halla muy distanciado del Iscariote (6, 71). La entrega que Jesús hizo de su vida no surtió efecto para el Iscariote (13, lOs); él es el hijo de la perdición (17,12). M. Limbeck

10'0;, 3 ¡sos igual * 1. Uso general y aparición en el NT - 2. Como expresión de la relación de Cristo con Dios - 3. LOÓ·trl<;. Bibl.: E. Beyreuther, en DTNT IV, 190-193; J. GewieB, Die Philipperbriefstelle 2, 6b, en FS Schmid 1963,69-85; E. Kasemann, Análisis crítico de Flp 2, 511, en Id., Ensayos exegéticos, Salamanca 1978,71121; E. Lohmeyer, Kyrios Jesus (S AH 1927-1928,4), Heidelberg 1928; Spicq, Notes, Suppl. 351-360; G. Stahlin, LOO<;, en ThWNT III, 343-346; K. Thraede, Gleichheit, en RAC XI, 122-164. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1122.

1. En el NT, LOO~ aparece en total 8 veces; una vez en cada uno de los escritos siguientes: Mateo, Lucas, Juan, Hechos, Filipenses y Apocalipsis, y dos veces en Marcos. Significa principalmente de igual valor, pero en su significado viene a coincidir fácilmente con --> OJ.tOLO~. Cuando los «pecadores» se prestan dinero unos a otros, entonces lo hacen esperando recibir algo de igual valor (Lc 6, 34). Los jornaleros murmuran, porque reciben un salario de igual valor los que se han esforzado mucho menos que ellos (Mt 20, 12). Según Ap 21, 16, las tres dimensiones de la nueva Jerusalén tienen igual medida; tiene, pues, la forma de la perfección. A los que escuchan a Pedro en casa de Cornelio les da Dios el mismo don que a los judíos que llegan a creer en Cristo, el don del Espíritu Santo, y les abre así el acceso a la comunidad; a diferencia de lo que vemos en 1 Cor 12, 4ss, el carisma se

identifica aquí con el Espíritu mismo, que está aquí individualizado. Puesto que las declaraciones de los testigos «no coincidían», es decir, no eran del mismo tenor (cf., desde el punto de vista lingüístico, Stahlin, 345s, y en cuanto a la realidad de las cosas San 5, 4), las autoridades judías, de acuerdo con el riguroso procedimiento que se seguía en las causas judiciales judías, no encuentran suficientes testimonios para condenar a Jesús (Mc 14, 56. 59). 2. Los dos usos teológicamente importantes de LOO~ ponen a Jesús en relación con Dios. En Jn 5, 18 los judíos critican a Jesús por sus acciones en sábado, acusándole de que se hace a sí mismo igual a Dios. Con ello no se piensa en la unidad y en la comunidad de acción de Jesús con Dios, que es a lo que Jesús se refiere en la respuesta que da en los vv. 19ss. Sino que se piensa en que Jesús se sitúa como igual junto a Dios, actuando con pretensiones salvíficas en contra del mandamiento de Dios. Este mismo significado de «ser igual a (es decir, de situarse junto a) Dios» tendrá 'Loa {tE


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dell-Scott, s. v. '(aoe; 2.3; Stahling, 348 y 355s), exige a los amos que concedan 'to 6Lxmov xal, 'ttlV Laó'tl]'ta a sus esclavos, es decir, que se porten con ellos con <<justicia y equidad». No se exige con esto, evidentemente, la igualdad social. Pablo, en 2 Cor 8, 13.14, da una razón para realizar la colecta en favor de Jerusalén (una razón distinta de la que se expone en Rom 15, 27) Y es que hay que equilibrar la escasez y la abundancia, compensando las desigualdades que existen entre las comunidades. R. Iori, Uso e significato di 'ILOTHL in 2eor. 8, 13-14: RivBib 36 (1988) 425-438. T. Holtz

t(JÓ't11C;, l]toC;, ---+ '(aoe; 3.

tl isotes igualdad, equidad

t(Jóttp.toC;,2 isotimos de igual valor, igual* 2 Pe 1, 1 se dirige a los destinatarios como a «los que han alcanzado una fe igualmente valiosa (= la misma fe) que la nuestra». Cf. ThWNT I1I, 349s. t(JÓ\jJUX0C;, 2 isopsychos de la misma grandeza de alma, igualmente excelente* En el NT aparece únicamente en Flp 2, 20: «Pues a nadie tengo tan excelente (como Timoteo), que se interese genuinamente por vuestros asuntos». Laó1\Juxoe; no se refiere aquí, seguramente, a alguien que participe de los mismos sentimientos que Pablo (en contra de DTNT IV, 192). P. Christou: JBL 70 (1951) 293-296; 1. Gnilka, Der Philipperbrief(HThK), sub loco.

'I(Jºa11A Israel Israel 1. Frecuencia y distribución en el NT - 2. 'IoQcdlA como nombre de persona - 3. 'IoQa~A como nombre de un pueblo - a) Sinópticos - b) Juan - c) Hechos d) Pablo - 4. ¿Uso figurado?

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2045 tische Anmerkungen zum Thema Kirche und Israel: ThZ 31 (1975) 211-222; Id., Israel und Kirche in Rjjmer 9: NTS 34 (1988) 208-217; P. Richardson, Israel in the Apostolic Church (STNS Mon 10), Cambridge 1969; K. H. Schelkle, Israel und Kirche im Anfang: ThQ 163 (1983) 86-95; Id., Israel im NT, Darmstadt 1985; Id., Theologie IV/2, 157-186; K. L. Schmidt, Die Judenfrage im Lichte der Kap. 9-11 des Romerbriefes (ThStZür 13), Zürich '1947; R. Schmitt, GottesgerechtigkeitHeilsgeschichte - Israel in der Theologie des Paulus, Frankfurt a .. M. 1984; G. Schneider, Das Evangelium nach Lk n (OTK), Gütersloh-Würzburg 1977,424-426; G. Schrenk, Was bedeutet «Israel Gottes» (GaI6, 16)?: Judaica 6 (1949) 81-94; Id., Der Segenswunsch nach der Kampfepistel: Judaica 6 (1950) 170-190; Id., Die Weissagung über Israel im NT, Zürich 1951; M. Simon, Israel im NT und in der Alten Kirche, en RGG III, 946s; Id., Verus Israel. Etude sur les relations entre Chrétiens et Juifs dans l'empire Romain, Paris 1964; G. Strecker, Das Land Israel im biblischen Zeit, Giittingen 1983; P. Stuhlmacher, Zur Interpretation von Rom 1/, 25-32, en Probleme biblischer Theologie (FSfür. C. von Rad), München 1971,555-570; R. C. Tannehill, Israel in Luke-Acts: A Tragic Story: JBL 104 (1985) 69-85; Trench, Synonyma, 79-84; W. Trilling, Das wahre Israel. Sludien zur Theologie des Matthiiusevangeliums (StANT 10), München '1964; I. WiIIi-Plein, Israel als Bezeichnung eines nachisraelitischen Gottesvolkes: Judaica 37 (1981) 70-75.148-153; K. E. Wolff, «Ceh in das Land, das ich Dir zeigen werde ... ». Das Land Israel in der frühen rabbinischen Tradition und im NT (EHS. T 340), Frankfurt a. M. 1989; S. Zeitlin, The Names Hebrew, Jew, and Israel: The Jewish Quarterly Review 43 (19521953) 365-379. Cf. más bibliografía en -, ¡OUOULO~; también en ThWNT X, 1122-1124.

1. En el NT, el nombre propio indeclinable aparece en total 68 veces. De ellas, dos corresponden a Marcos, 12 a Mateo, 12 a Lucas y 4 a Juan. En Hechos el término aparece 15 veces. El «Corpus paulinum» participa en la frecuencia total con 17 testimonios (de ellos casi dos terceras partes en Rom 9-11 [11 veces], mientras que 2 Corintios tiene dos testimonios, y 1 Corintios, Gálatas, Efesios y Filipenses ofrecen, cada uno, un testimonio). Los demás testimonios del NT se distribuyen entre Hebreos (3 veces) y Apocalipsis (3 veces) .. 'IaQa~A

2. El NT no tiene interés independiente en usar Israel como nombre de persona (tal como aparece 34 veces en Gén 32, 29 - 50, 25, frente a las 75 veces en que se usa el nombre de Jacob). Este nombre aparece únicamente cuando se quiere reflejar los sintagmas hebreos que

2046 describen al pueblo de Israel como vinculado personalmente con Jacob/Israel, por descender de este patriarca. Vemos que ya en la Carta a los hebreos se perdió en buena medida la referencia explícita al antepasado y se sustituyó por la referencia colectiva al pueblo. En el NT es frecuentísimo describir a los miembros del pueblo de Israel como «los hijos de Israel» (bene yisrli 'el [637 veces en el TM], Lutero traduce: Kinder Israel), que se trasmitió por conducto de la LXX: Lc 1, 16; Hech 5,21; 7, 23 (cita).37; 9, 15; 10,36 (cita); Rom 9, 27 (cita); 2 Cor 3, 7; Heb 11, 22; Ap 2, 14: 7, 4; 21, 12 (cita). Los miembros del pueblo de Israel pueden designarse también como «casa (= familia) de Israel» (146 veces en el TM) (Mt 10, 6; 15, 24; Hech 2, 36; 7, 42; Heb 8, 8 [cita].10 [cita]), sin que haya necesariamente una referencia consciente al patriarca. Lo mismo habrá que decir de la manera en que el judaísmo palestinense se refería normalmente al territorio geográfico de Palestina designándolo como la tierra de Israel (designación que en el NT se emplea únicamente en Mt 2, 20.21). No debe excluirse que en Rom 9, 6 haya un elemento genealógico en la fórmula oL 'IoQa~A.: «los que descienden de Israel (= Jacob)>> (Bauer, Worterbuch, s. v.; A. Schlatter, Gottes Gerechtigkeit, Stuttgart 1935, 297; O. Michel, Der Brief an die Romer" [KEK], 231 Y otros). Pero 'IoQa~A puede entenderse aquí también en sentido colectivo con EX partitivo: «Personas que por su nacimiento son miembros del pueblo de Israel» (Gutbrod, 386). Que en Flp 3, 5 (Ex yÉvoue; 'IaQmíA, cf. Jdt 6, 2; 3 Esd 1, 30) se piense primariamente en el hecho de ser descendiente de la familia del patriarca, no es tampoco convincente, si tenemos en cuenta el paralelo con cpUAfje; BEVLafllV.

ex

3. a) En los Sinópticos, de acuerdo con la manera de hablar del judaísmo palestinense (---+ 'Iou6a1:0e; 2), 'IaQa~A se emplea para designar al pueblo judío, resaltando en algunos casos la intención de referirse con el uso de este término al aspecto religioso de pertenecer al pueblo judío. Y, así, se habla del Dios de Is-

2047 rael (Mt 15, 31; Lc 1,68) e igualmente del rey de Israel (Mt 27, 42; Mc 15, 32). Se espera al Mesías como la consolación de Israel (Lc 2, 25), que aguarda su redención por medio de él (24, 21). La actividad de Jesús se desarrolla «en Israel» (Mt 8, 10 par. Lc 7, 9); más aún, tal actividad se limita a las «ovejas perdidas de la casa de Israel»: Mt 10, 6; 15, 24 (sobre estas palabras clave en la teología de Mateo, derivadas del debate misionero de la comunidad palestinense [Bultmann, Geschichte, 176], cf. Trilling en sus estudios sobre la teología de Mateo, 99-105). A pesar del contenido religioso del término 'loQa~A, que existe por igual en Mateo y en Lucas, existen grandes diferencias entre las concepciones religiosas de ambos evangelistas con respecto a la definición de las relaciones entre el cristianismo e Israel: mientras que Mateo refiere directamente a la Iglesia el llamamiento a la penitencia que Jesús dirige a Israel y su anuncio del reino de Dios (Goppelt, Theologie 11, 561), vemos que -según Lucas/Hechos- «la Iglesia, como el pueblo de Dios, surge en una progresión histórico-salvífica, en un continuado desarrollo que va de Israel a los gentiles» (Schneider, 426). Sin embargo, además de este uso del término 'loQa~A, «por el cual se contempla la esencia específica de este pueblo como pueblo de Dios» (Gutbrod, 387), existe también un empleo muy difundido de este término en el sentido de referirse simplemente a un pueblo que de hecho lleva este nombre (por ejemplo: Mt 2,20; 9, 33; 10,23; Lc 1, 80; 4, 25.27). b) Se opina de manera general que Juan emplea consecuentemente el término '10Qa~A, a diferencia de 'lo'U()a¡;o~, «con sentido clarísimo y fijo» (Gutbrod, 387) para referirse al pueblo de Dios, y distinguirlo de la expresión «los judíos», que se usa casi siempre con una valoración negativa para referirse a los representantes del mundo hostil a Dios. Esta opinión, si tenemos en cuenta las cuatro veces que se emplea el término 'loQa~A en Juan, con una valoración positiva o -al menosneutra, no deja de estar fundada, pero habrá que relativizarla por el hecho de que se trata

2048 siempre (con excepción de Jn 1, 31) de fórmulas sintagmáticas acuñadas (1,49; 12, 13: rey de Israel) o de expresiones formadas por analogía con combinaciones corrientes de palabras (3, 10: maestro de Israel). c) La frecuencia del término étnico para designar a Israel en la primera parte de Hechos (14 veces en los capítulos 1-13: 1,6; 2, 36; 4, 10.27; 5, 21.31; 7, 23.37.42; 9, 15; 10, 36; 13, 17.23.24), frente a una sola aparición de la palabra en el resto del libro (28, 20), no debe explicarse primariamente ni por razones de crítica literaria ni únicamente basándose en los temas tratados en el libro (tales son las alternativas propuestas por Gutbrod, 388), sino por la intención teológica de la exposición efectuada por Lucas: para Lucas, «Israel -en la medida en que rechaza la fe- se convierte en el pueblo judío» (Eltester, 119). Esto se efectúa como un proceso continuo a lo largo de la exposición que se hace en Hechos, en cuyo trascurso se efectúa «la escisión de Israel bajo la predicación del evangelio» (ibid., 121; cf. Conzelmann, Centro, 208s). La consecuencia es que la parte del pueblo judío que ha llegado a ser creyente, realiza su existencia como Israel, mientras que la parte incrédula pierde su función en la historia de la salvación y «se convierte en el judaísmo, con el que tiene que vérselas el cristianismo, según la perspectiva de Lucas» (Eltester, 121). El empleo acentuado de Aaó~ para referirse tanto a Israel (Hech 21, 28; 28, 17 Y passim) como a la Iglesia (15, 14; 18, 10) demuestra hasta qué punto ambas entidades son convergentes para Lucas (cf. Conzelmann, Centro, 230s), a pesar de que en el libro de Hechos no se ha efectuado la equiparación expresa entre ambas entidades, y en ningún pasaje encontramos el término 'loQa~A para designar a la Iglesia y al cristianismo (cf. George, 523; Richardson, 161). d) Es indiscutible que 'IoQa~A tiene en Pablo un significado religioso específico, en contraste con 'lo'U()a¡;o~. Este hecho aparece con especial claridad por la distribución que

2049 se hace de ambos términos en la Carta a los romanos, donde en los capítulos 1-8 se habla exclusivamente de 'lo'U()a¡;o~, y, a partir del capítulo 9, se emplea de manera congruente 'IoQa~A.

Sirviéndose del juego de palabras de que «no todos los de Israel son Israel» (Rom 9, 6; la variante textual 'loQa1]Ai:1:m D G vg y otros es una suavización de la dureza del texto), Pablo afirma que el hecho de ser descendiente del patriarca o de pertenecer sencillamente al pueblo de Israel (-> 2) por razón de la sangre, no es suficiente para pretender formar parte de Israel, porque «Israel está constituido ante todo por la promesa (Luz, 35), que no puede trasmitirse inmanentemente ni puede reproducirse -por decirlo así- a través del cuerpo, sino que es algo que debe prometerse y autenticarse incesantemente de nuevo» (E. Kasemann, An die Roma' [HNT], 250). Después de la promesa hecha a los gentiles en Rom 9,26 mediante la cita de Os 2, 1, aparece en Rom 9, 27s la cita de Is 10, 22s precisamente como palabra de juicio: (tan sólo) el resto (de Israel) será salvado. Ahora bien, Pablo mantiene firmemente que la promesa hecha a Israel sigue en pie, aunque, eso sí, en este caso -a diferencia de lo que sucede con los gentiles- es una promesa que se limita a la conservación de un «resto». Mientras que los gentiles, sin tender a la justicia (que procede de la ley), consiguieron la justicia (que procede de la fe) (Rom 9, 30), Israel -en su búsqueda de la ley- falló en alcanzar esa ley (prometedora de justicia) (9, 31) Y mediante las obras de la ley no pudo alcanzar lo que era su objetivo (11, 7). La situación del pueblo de Israel, un «pueblo desobediente y obstinado» (Rom 10, 21 [cita de Is 65, 2]), se la representa Pablo como un «endurecimiento parcial» (-> ltWQú)OL~ altO [lÉQo'U~) «hasta que haya 'entrado' la plenitud de los gentiles» (11, 25) (la sección 11,25-27 es parte integrante de la Carta a los romanos, y no una inserción secundaria de una carta paulina desconocida [en contra de Plag, 60]). En este modelo paulino de explicación, se han trasformado las tradiciones judías acerca de la

2050 restauración de Israel y de la peregrinación de los pueblos a Sión (Klisemann, An die Romer,' 299). Lo de lta~ 'IoQa~A (11, 26), una expresión de carácter semitizante (BlaB-Debrunner § 275, nota 4), debe entenderse en sentido colectivo como la totalidad del Israel que ahora se halla endurecido (v. 25) y del «resto» que ha llegado ya a la fe (11, 1s) (Luz, 292ss). «Para Pablo, el fin de toda la historia no lo representa la llegada de los gentiles a la fe según Rom 10, 4ss, sino únicamente la justificación de los gentiles y de los judíos juntamente» (Stuhlmacher, 568). 4. A pesar de que el cristianismo se entendió ya a sí mismo desde muy pronto, según puede demostrarse, como el sucesor legítimo de Israel, sin embargo el NT es extraordinariamente prudente a la hora de emplear el nombre de 'loQa~A para referirse a la Iglesia o a los cristianos. Y, así, de la referencia al Israel según la carne (1 Cor 10, 18) como al Israel empírico, puede deducirse -a lo sumoindirectamente la usurpación incipiente del nombre del pueblo de Israel por parte de los cristianos, pero ni siquiera esta deducción es convincente, ni mucho menos, porque '10Qa~A x,a'tu oáQx,a no exige un término correlativo 'IoQa~A x,a'tu ltvev[la, como tampoco lo exigen muchas otras combinaciones de x,a'tu oáQx,a (Richardson, 122 nota 5). Existe amplio acuerdo en que el enunciado paulino acerca del Israel de Dios (Gál 6, 16) debe aplicarse a los cristianos, ya sea a los judeocristianos, distinguidos de los demás cristianos por el x,aL copulativo (Schrenk), o bien -por la interpretación explicativa del x,aL- a los cristianos en general, que han sido mencionados anteriormente. Sin embargo, ninguna de las dos explicaciones son demasiado satisfactorias, porque -en primer lugar- nada indica que el enunciado se limite a los judeocristianos (Dahl y otros en contra de Schrenk), y -por otro lado- está claro que «la adición rezagada de x,al eltl 'tov 'IoQa~A 'tOV 'freov ... (amplía) el círculo de los destinatarios» (F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 417). Una explicación posible la ofrece la ex-

2052

2051 tensión del saludo de paz (H. Lietzmann, Korintherbriefe [HNT] sobre 1 Cor 1, 2b !) a «todo el Israel de Dios, la fXXAl]OLa dondequiera que esté» (H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1985,330). Pero no debe excluirse la posibilidad de que aquí se piense en el Israel original (D. Lührmann, Der Galaterbrief [Zürcher Bibelkommentare] 102), ya sea en su parte no creyente aún en Cristo, pero que en el futuro ha de llegar a la fe -«an Israel (of God) within (all) Israel» (<
'I(J~at]J,í:tt]~, OlJ, Ó Israelites israelita* 1. Aparición en el NT, uso judío, formación de la palabra, grafía - 2. Diversos pasajes - 3. Relación con 'Io1JOuioC;.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; D. Gonzalo Maeso, Hebrero, israelita, judío. Breve disquisición filológica: Cultura Bíblica 18 (1961) 3-14; W. Gutbrod, 'IoQufjA XTA. (C. D.), en ThWNT III, 370-394, esp. 385-391; R. Kugelmann, Hebrew, Israelite, and Jew in the NT: Bridge 1 (1955) 204-224; H. Kuhli, Nathanael- «wahrer IsraeIU»? Zum angeblich attributiven Gebrauch van &A~{}iiiC; in Joh 1, 47: Bibl. Notizen 9 (1979) 11-19; K. G. Kuhn, 'IoQu~A X'1:A. (B), en ThWNT III, 360-374, esp. 360-366; Liddell-Scott, s.v.; R. Mayer, Israel, judío, hebreo, en DTNT n, 362-371; Trench, Synonyma, 79-84; M. C. White, The ldentity and Function of the Jews and Related Terms in the Fourth Gospel (tesis, Emory University), Atlanta (Ga.) 1972, 161s, 276-278. Cf. más bibliografía en --> L01JOuioC;, 'IoQu~A.

1. Con un total de 9 testimonios en el NT, la frecuencia de 'IoQal]AL'tl]~ con respecto a la de 'Io1)oaLo~ se halla en proporción de 1 a 22. Aparece 5 veces juntamente con el vocativo aVOQE~ en cuatro discursos y en un clamor de alarma en Hechos (2, 22; 3, 12; 5, 35; 13, 16; 21,28). Aparece, además, una vez en Juan (1, 47) Y tres veces en Pablo (Rom 9, 4; 11, 1; 2 Cor 11, 22; la variante textual ofrecida por D

G Vg etc. en Rom 9, 6 ['IoQal]AL'taL en vez de es una suavización de la aspereza del estilo).

'loQa~A]

La frecuencia relativamente escasa del término corresponde a la reserva del judaísmo contemporáneo en el uso del mismo: un ténnino que no logró imponerse en el uso cotidiano, como tampoco lo logró su equivalente hebreo yisre'elf. Mientras que el judaísmo palestinense y babilónico empleaba la denominación del pueblo yisrii 'el para referirse incluso a un miembro particular del pueblo (ejemplos: Kuhn, 363), el judaísmo helenístico se servía del nombre 'lovoaLOL, que era corriente en el entorno pagano, y limitaba en lo esencial el uso del nombre 'loQa~A a contextos religiosos (para detalles y testimonios: --> 'I01JOaLoc:;, 'loQa~A). Por el contrario, para la elección del término 'loQur¡ALtl]c:; no es condición necesaria ni suficiente que exista un campo referencial religioso. Para la elección de este término, hubo algo de importancia más decisiva que la diferenciación entre la esfera religiosa y la no religiosa. Y fue el cambio de época marcado por el destierro y que condujo al empleo de 'loQar¡AL'taL para referirse a los tiempos anteriores al destierro, y al uso de 'IOVOULOL para referirse a los miembros del pueblo durante la época del segundo templo. Y, así, Josefa, al describir los tiempos antiguos, usa de manera totalmente predominante el ténnino 'loQar¡AL'taL (188 veces en Ant U-XI); en cambio, a partir de Ant XI, 6 usa predominantemente y en Ant XI, 317-XX emplea exclusivamente el ténnino 'IOVOULOL. Al reservarse, pues, el uso del ténnino 'IOQUr¡ALtr¡c:; para una parte de la historia ya concluida, este término, cuando era aplicado a un judío contemporáneo, se convirtió en arcaísmo, y su empleo quedó limitado a determinadas ocasiones solemnes y a maneras retóricas de dirigirse a alguien (cf. 4 Mac 18, 1). La formación del término griego con el sufijo -L'tr¡~ corresponde a la formación predilecta de gentilicios del tipo 'f\~or¡Qa I 'A~or¡Qhr¡c:; (cf. Kühner, Grammatik 112, 284; para conocer el procedimiento seguido por la LXX, cf. H. St. J. Thackeray, A Grammar of the OT in Greek, Cambridge 1909, 171). La grafía del término no es unifonne y puede variar diversas veces incluso dentro de un mismo manuscrito. Así, por ejemplo, D en Hech 2, 22; 5, 35; 21, 28 escribe 'IoQur¡AEI'taL, yen Hech 3, 12; 13, 16 'IoQur¡t..I'tm. 2. a) Jn 1, 47 suele traducirse en la mayoría de los casos por: «Ved un verdadero is-

2053

'IoQar¡Ab:r¡c:;

rae lita en el que no hay doblez», de tal manera que con estas palabras se califica a Natanael como «representante del verdadero pueblo de Dios, por constraste con los 'judíos'» (J. Schneider, Das Evangelium des Johannes [ThHK], 79; de manera parecida piensan Trench 84, R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes'o [KEK], 73, R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 1, 351s; Bauer, Worterbuch, 74 etc.). Los propugnadores de esta interpretación se refieren al uso ya clásico del adverbio &Al]{t&~ en sentido atributivo y lo entienden de esta manera, pero pasan por alto que en los ejemplos aducidos (por ejemplo, Rut 3, 12; Plutarco, Is 3, 353c) no hay en absoluto un uso atributivo del adverbio, mientras que los demás pasajes aducidos como paralelos de Jn 1,47 (por ejemplo, Platón, Phaed 10ge; Josefo, Ant IX, 256; SIG 834, 6) no vienen al caso, porque en ellos aparece el artículo, prácticamente irrenunciable para que el adverbio tenga valor atributivo (cf. Kühner, Grammatik II/l, 594ss; Radermacher, Grammatik, 110; Mayser, Grammatik 1I/2, 168ss), mientras que dicho artículo está ausente en el pasaje de Natanael (cf. Kuhli, 13ss). Hay que tener en cuenta, además, que en Jn 1, 47 el énfasis principal no recae sobre 'IoQal]AL'tl]~, sino más bien sobre la segunda mitad del versículo (White, 161), de tal manera que &Al]{t&~ no pretende caracterizar al israelita como el genuino representante del pueblo de Dios, sino que acentúa la realidad efectiva de todo el enunciado: «Mirad, (porque allí viene) efectivamente un israelita en el que no hay engaño». b) El libro de Hechos utiliza únicamente el término 'IoQal]AL'tl]~ en combinación con aVOQE~ para dirigirse a los oyentes, con arreglo a la retórica griega tradicional, concretamente en el discurso de Pedro el día de Pentecostés (2, 22), en el discurso de Pedro en el pórtico de Salomón (3, 12), en el discurso de Gamaliel en el Sanedrín (5, 35), en el discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia (13, 16) Y en el clamor pidiendo ayuda contra la supuesta profanación del templo cometida por Pablo (21, 28). Las formas alternantes del vocativo dentro del mismo discurso (2, 14 aVOQE~ '101)-

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oaLOt, 2, 22 aVOQE~ 'IoQal]AL'taL) demuestran que entre 'Io1)OaLo~ e 'loQal]ALLl]~ no existe, desde luego, ninguna diferencia fundamental, pero que sí se pretende dar cierta intensificación (cf. el tercer vocativo &OEArpOL en el v. 29) en cuanto al grado de familiaridad (E. Haenchen, Apostelgeschichte7 [KEK] , 142). La predilección de Lucas por el vocativo solemne, «¡oh israelitas!», «¡oh varones de Israel!», corresponde a su tendencia, atestiguada ya en otras partes, al uso de arcaísmos (cf. E. Plümacher, Lukas als hellenistischer Schriftsteller [StUNT 9], Gottingen 1972, 72ss). c) En 2 Cor 11,22 Pablo contesta a lajactancia de sus adversarios de que ellos son partícipes de los privilegios del pueblo de Dios, y afirma que él también reúne todas las cualificaciones como hebreo, israelita y simiente de Abrahán. Será difícil establecer un nítido deslinde conceptual entre los tres predicados. Es evidente que Pablo, con redundancia retórica, sirviéndose de los recursos estilísticos de la enumeratio, de la pregunta retórica y de la epífora, describe su plena pertenencia al pueblo de Israel. En Rom 9,4 Pablo enuncia la razón de que él se identifique con la suerte del pueblo judío, descrita tan apasionadamente en los vv. 1-3, y lo hace mediante la afirmación: «Ellos son israelitas» (propiamente, una oración de relativo: « ... que son israelitas»). Esta manera de llamar a sus contemporáneos, que había caído en desuso en el lenguaje cotidiano, evoca los bienes salvíficos que fueron concedidos al pueblo en los tiempos antiguos (v. 4b) y corrobora la permanente validez de esos bienes dentro de la continuidad del pueblo de Dios. En Rom 11, 1 Pablo se basa en la vocación que él mismo ha recibido como israelita, de la simiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín, para deducir de ahí que Dios no ha rechazado a su pueblo escogido (v. 2); una deducción que del destino de un individuo concluye cuál es el destino de un pueblo, y que es seguramente una deducción «extraordinariamente audaz» (E. Kasemann, An die Romer' [HNT], 287).

2055

'IoQur¡ALtr¡(; - Latr¡flL

3. Es indudable que con frecuencia se sobrevaloran las diferencias entre 'Io'U&uLo(; e 'IoQur¡ALtr¡(;. Pero, por otro lado, no se trata tampoco de sinónimos, sino que los términos 'Io'U&uLo(; e 'IoQur¡ALtr¡(; pertenecen a distintos planos del uso del lenguaje. A diferencia de 'Io'U&uLo(;, vemos que 'IoQur¡ALtr¡(; es casi siempre expresió~ de consciente solemnidad. En virtud de esta realidad observada, que se aplica tanto a la literatura judía como al NT, podemos afirmar que la relación entre ambos vocablos es la de homeonimia, porque ambos «son congruentes e intercambiables en cuanto al concepto que expresan, pero no en cuanto a su respectiva connotación afectiva y su capacidad de evocación» (S. Ullmann, Grundzüge der Semantik, Berlin '1972, 102). H. Kuhli

'I(J(JaXcl.Q Issachar Isacar* Nombre indeclinable de uno de los doce patriarcas (Gén 30, 18) Y de una tribu israelita (49, 14; Núm 1, 28s y passim). En Ap 7, 7 dícese de los que fueron sellados «de todas las tribus de los hijos de Israel» (v. 4): «de la tribu de Isacar, doce mil».

'ún:1),.",

tO'tcl.VOO histemi, histan6 estar en pie, poner en pie, hallarse

1. Aparición en el NT y significados - 2. Campos semánticos - 3. Acerca de la existencia cristiana.

Bibl.: S. Amsler, 'md estar de pie, en DTMAT II, 419-423; Id., qüm levantarse, en ibid., 800-808; W. Grundmann, Stehen und Fallen im qumranischen und neutestamentlichen Schrifttum, en H. Bardtke (ed.), Qumranprobleme (SSA 42), Berlin 1963, 147-166; Id., lO'tll[U, O1:i¡ltW, en ThWNT VII, 635-652; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus (FRLANT 119), Gottingen 1978, 118-129, 174-176; R. Pesch, Die Vision des Stephanus (SBS 12), Stuttgart s. f. (1966); M. Wolter, Rechtfertigung und zukünftiges Heil (BZNW 43), Berlin 1978,121-123.

1. Eh el NT, LO't'l1f-tL (forma alternativa LO'távro) aparece 154 veces (VKGNT 11, s.v.). Predomina claramente su uso en los textos narrativos (Evangelios, Hechos, Apocalipsis), mientras que o'tlÍxro, que aparece 10 veces, predomina en la literatura espistolar, principalmente en Pablo. En la mayoría de los casos, Lot'l1f-tL (sobre las posibilidades de

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traducción del significado fundamental y sobre los significados especiales que de él se derivan cf. Grundmann, en Th WNT VII, 645-647 y Bauer, Worterbuch, s.v.) tiene un significado localizante general y se concreta por la información que se da en el contexto. - LO'tTJf-tL es intransitivo en el perfecto y en el pluscuamperfecto, lo mismo que otlÍxro, que se forma del perfecto de LO'tTJf-tL y que tiene el significado de estar en pie, con una acepción que frecuentemente se parece a la de -. ELIlL (cf. Mt 13, 2: <
únicamente la postura corporal, como sucede, por ejemplo, en el acto de orar: Mt 6, 5; Me 11, 25; Lc 18, 11 (13); Hech 1, 23; cf. también Sant 2,3. Además, LO't'l1IlL sirve para caracterizar el final de un movimiento: detenerse (intransitivo): Mt 2,9; 20, 32 par.; Lc 7, 14; Hech 9, 7, o detener, parar (transitivo): Hech 9, 38. - En Lc 8,44, 'ÚJ'tTJIlL tiene significado médico: cesó la hemorragia de la mujer (cf. PapOxy 1088, 21; en Dioscórides, edición a cargo de M. Wellmann, 1 129; 11 178, dícese de una hemorragia nasal). El contraste característico que existe entre los verbos LO'tTJf-tL y -. :n:L:Juro ha conducido en diferentes contextos a significados semánticos que son específicos en cada caso. Y, así, Lo'tTJIlL adquiere a veces el significado de hacer frente, resistir (Mt 12, 25 par. Mc 3, 24 a diferencia de Lc 11, 27, en el que aparece el verbo :n:L:n:'tro; Mt 12,26 par. [cf., a propósito, 1 Sam 13, 14; Filón, LegGai 117]; Rom 14, 4; 1 Cor 10, 12 [cf. v. 13, :n:ELQuollót;; bSan 8%; Abot 5, 3: Abrahán «se mantuvo firme» en las tentaciones, 'md]). Hay también antonimia implícita entre LO'tTJf-tL y :n:L:n:'tro en Ef 6, 11.13. Ap 6, 17 ('tLt; 6'Úvu'tm om1}iivm) recuerda a JI 2, 11, donde el anuncio de juicio va seguido también inmediatamente por una interrogativa enlazada con 'dt;; igualmente en Sal

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Lotr¡flL

75,8.10 LXX; 147, 6 LXX; Nah 1, 5s (cf. también Mal 3, 2; Sal 129, 3 LXX). En Ap 6, 17; Sal 75, 8 LXX; 147,6 LXX; Nah 1,6, esa pregunta de 'tLt; se refiere a la cólera de Dios mencionada anteriormente, de tal modo que hay que suponer aquí la existencia de un campo semántico fijo. 2. Además de este uso general, los verbos LO'tTJf-tL y O1:lÍXro aparecen en diversas asociaciones y contextos específicos. - Por ejemplo, LO'tTJIlL se encuentra con relativa frecuencia para describir la acción de hallarse ante un juez o ante un tribunal: Mt 27, 11; Mc 13,9; Hech 4, 7; 5, 27; 22, 30; 24, 20; 25, 10; 26, 6; Ap 20, 12. - Lo'tTJIlL tiene significación cultual, cuando se habla de hallarse en presencia de Dios o en la cercanía de Dios. Así se dice especialmente de los ángeles, en cuanto son la corte celestial: Ap 7, 11; 8, 2s (cf. 2 Crón 18, 18; Dan 7, 10 Y passim), y se dice también, por ejemplo, de los mensajeros de Dios, Ap 11,4 (cita de Zac 4, 3.11-14; cf. K. Berger, Die Auferstehung des Propheten und die ErhOhung des Menschensohnes, Gottingen 1976, 265s notas 95 y 97). En el AT y en la literatura de Qurnrán se dice también que los sacerdotes y la asamblea de culto «se hallan» ante Dios: Lev 9, 5; Dt 29, 9; Jos 24, 1; 1 Re 8, 14; 2 Crón 29, 11 Y passim; lQH 7, 30s; 11, 13; cf. Amsler, 'md 422. El fondo de todo lo constituye la idea de un ámbito de santidad, que es el espacio donde mora Yahvé (cf. Wolter, 108 y 121s). Lc 21, 36 (cf. Hen [et] 62, 8 !); Jds 24; Ap 7, 9 emplean este motivo (cf. Ap 7, 15: «sirven») sacerdotal (por ejemplo, Núm 5, 16) para describir la consecución de la salvación escatológica, que ya en la tradición judía se representa muchas veces como un hallarse en compañía de los ángeles y, por tanto, como un estar cerca de Dios (cf. Hen [et] 60, 2; Zac 3, 7 LXX; 1QH 3, 21s; 11, 13; 1QS 11, 7-9 Y passim; cf. H.-W. Kuhn, Enderwartung und gegenwiirtiges Heil, Gottingen 1967, 66ss; cf. también 4 Mac 17, 18). - En consecuencia, debe permanecer alejado aquel que padece

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una enfermedad que causa impureza (Lc 17, 12) o el que está en pecado (Lc 18, 13; Ap 18, 10.15.17). No le es permitido hallarse en la cercanía de Dios o de Cristo, es decir, en el ámbito de santidad que los rodea (cf. Ex 20, 18-21). El estilo de las descripciones de apariciones puede verse en Lc 6, 8; Hech 26, 16 (cf. 9, 6); Ap 11, 11 (cita de Ez 37, 10). Según Berger (Die Auferstehung, 154 y 189), la orden «¡levántate!» o «¡ponte en pie!» equilibra «la diferencia de rango existente entre el que se aparece y el visionario» y crea así las condiciones para una conversación mutua (abundantes testimonios fuera del NT, ibid., 531534; cf. también ApAbr 10; Hen [gr] 14, 25; ApBar [sir] 13, 2). En consonancia con ello está la forma de la aparición: aquel que se aparece está en pie (a menudo inmediatamente) en la cercanía o en medio de aquellos a quienes se aparece (Lc 1, 11; 24, 36; Jn 20, 14.19.26; 21, 4; Hech 10,30; 11, 13; 16,9; para completar, habría que mencionar aquí también: Hech 1, 10; 27, 23 [-. :n:UQLO'tTJf-tL]; Lc 2, 9; 24, 4; Hech 12, 7; 23, 11 [-. ecpLo'tTJf-tL); Lc 9, 32 [-. O'UVLO'tTJf-tL]; cf. Filón, All I1I, 38; testimonios fuera del NT pueden verse en Berger, Die Auferstehung, 433 nota 21, y especialmente en G. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu, München 1971, 199 nota 136). Sorprende el texto de Hech 7, 55s, porque en él Esteban ve que Jesús esta de pie a la derecha de Dios, y no lo ve sentado, es decir, difiere de la forma en que se presenta la escena en el Sal 110, 1 Y que es común a todos los demás pasajes del NT. Esta cuestión se ha discutido repetidas veces (un examen crítico de la bibliografía puede verse en Pesch, 13-36). - Según Pesch, el Hijo del hombre se ha puesto en pie aquí para celebrar juicio y, por la acusación presentada en el discurso de Esteban, pronuncia sentencia contra Israel (55). Pesch relaciona Hech 7, 55s con Is 3, 13 YAsMo 10, 3, - Ahora bien, AsMo 10, 3 Y los demás textos mencionados por Berger (Die Auferstehung, 629 nota 574) para apoyar la tesis de Pesch corresponden a la idea general del AT de que Yahvé se pone en pie contra sus enemigos para combatirlos (cf., por ejemplo, Sal 12,6; 68, 2; Is 33, 10 Y passim; AsMo 10, 7; Hen [et/gr] 100, 4; para

2059 una crítica, cf. también M. Hengel: ZThK 72 [1975] 194 nota 141), de tal manera que la referencia no deja de ser muy vaga e indirecta, tanto más que Hech 7, 56 no alude ni con una sola palabra a una eventual sentencia judicial. - Así que hay algunos indicios que señalan que en Hech 7, 55s encontramos también el estilo propio de una visión (cf. Lohfink, Die Himmelfahrt Jesu, 199): í:O'tT)!1L, como sucede también en los demás textos mencionados, describe la forma en que se produce la aparición y ha desplazado, por tanto, a xa{híf!EVOV. En Mc 7, 9 D W E> al it sys/p; Rom 3, 31; Heb 10,9; también Rom 10,3; 2 Tim 2, 19, 'LO'tl']f!L se halla en oposición a un verbo que pertenece al ámbito de significado de «suprimir, dejar sin vigor», y -en contraste con ello- expresa la determinación definitiva. También Mt 18, 16; 2 Cor 13, 1 (cita de Dt 19, 15) pertenecen a este contexto: cuando hay dos o tres testigos, lo que se ha afirmado tiene validez (cf. Billerbeck 1, 790s). En los escritos exegético s se discute vivamente el sentido de Rom 3, 31 (cf. Hübner, 121ss, 174s). Este versículo hay que interpretarlo a partir de Mc 7, 9 y de toda una serie de pasajes de la LXX, donde 'LO'tl']¡,LL, lo mismo que en Rom 3, 31, se refiere a la ley (por ejemplo, Dt 28,69; 1 Sam 15, 11 A L+.13; 2 Re 23, 3.24; 2 Crón 35, 19 LXX; 2 Esd 15, 13; 20, 33; Jer 42, 14.16). En todos estos pasajes se trata, en primer lugar, del cumplimiento de la ley (cf. especialmente 1 Sam 15, 11, donde encontramos la misma variación textual que en Mc 7, 9: la v.l. es en ambos casos 'tl']QÉw). En consecuencia, el texto de Rom 3, 31 hay que interpretarlo a partir del v. 27b (contraste entre la ley de lafe y la ley de las obras): la ley, como la voluntad de Dios atestiguada en el AT (-+ VÓf!O~), es una ley de la fe y no de las obras, y por tanto se cumple y surte sus efectos únicamente por medio de la fe (v. 31). 2 Tim 2, 19 acentúa, contra herejes gnósticos (cf. 2, 18), la verdad fundamentada y sellada autoritativamente por Dios, y que es,

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por tanto, la única verdad válida (sobre 'Lo'tl']¡,LL y {}ef!ÉA.LO~ cf. Is 51, 16).

mann, 643; J. Pascher, H BA~IAIKH O~O~, Paderborn 1931, 228ss).

3. Principalmente Pablo utiliza ambos verbos para caracterizar la actual existencia cristiana: ya sea como enunciado afirmativo -'LO'tl']f!L se halla entonces en perfecto y tiene sentido de presente, cf. BlaB-Debrunner § 341- (Rom 5, 2; 11, 20; 14, 4; 1 Cor 7, 37; 15, 1; 2 Cor 1, 24), o bien como enunciado apelativo (1 Cor 16,13; Gá15, 1; Ef 6,14; Flp 1,27; 4,1; Col 4, 12; 1 Tes 3, 8; 2 Tes 2, 15; 1 Pe 5, 12). Pablo, en el primer caso, prefiere el perfecto de 'LO'tl']¡,LL, y emplea de manera casi exclusiva o'tY¡x,w con sentido apelativo. Ambos verbos se relacionan por medio de EV con sustantivos teológicos abstractos o se emplean también en sentido absoluto: XáQL~ (Rom 5, 2; 1 Pe 5, 12); l'tLO'tL~ (Rom 11,20; 1 Cor 16, 13; 2 Cor 1, 24); evayyÉA.LOV (1 Cor 15, 1); nveií¡,La (Flp 1, 27); X,'ÚQLO~ (Flp 4,1; 1 Tes 3, 8). Los dos verbos se aproximan aquí notablemente al -+ ¡,LÉvw joánico (la LXX emplean ¡,LÉvw y 'LO'tl']¡,LL para traducir los mismos verbos hebreos). Se enlaza con enunciados judíos acerca de estar/permanecer en la ley, en el pacto, etc. (1 Sam 26, 19; 2 Re 23,3; Eclo 11,20; 43, 10; TestDan 5, 4; TestJos 1,3; AntBibl9, 4; cf. Jn 8,44). De igual manera, 'LO'tl']f!L y o'tY¡x,w se emplean también en sentido absoluto (Rom 14, 4; 1 Cor 10, 12; Gá15, 1; Ef 6, 14; Co14, 12; 2 Tes 2, 15; cf. Ex 14, 13 LXX) para describir de manera cifrada -como quien dice- la existencia cristiana (que se halla, desde luego, bajo la tentación, cf. 1 Cor 10, 12). Está implícito el contraste con «caer» (-+ 1) o con «vacilar»; ese «estar en pie» (y no vacilar ni caer) se emplea de igual manera para describir la existencia de las personas piadosas en Qumrán (1QH 4, 31s.36s; 5, 28s; 7, 7 Y passim) y la existencia del gnóstico (cf. EvVer 23, 35ss); en Filón esta idea desempeña igualmente un gran papel (cf. Post, 23; Grund-

Por su combinación con la idea de la entrada (-> JtQooáyw / JtQooaywy~), í:O't'l]f!L adquiere en Rom 5, 2 un componente originalmente cultual (-> 2; cf. Heb 4, 16 Y Wolter, 107ss), que se espiritualiza mediante la comprensión del acontecimiento de la salvación como traslado al ámbito salvífico supraindividual de la gracia (cf. Gál 1, 6; 5, 4). Una analogía de esto se encuentra en Filón, que habla de un traslado al ámbito salvífico de la ooepta (cf. Wolter, 112 y 125s; E. Brandenburger, Fleisch und Geist, Neukirchen-Vluyn 1968, 56s y 202s). W. Wolter

¡(J'tOQÉro historei5 visitar* Bibl.: F. Büchsel, en ThWNT III, 394-399; 1. D. G. Dunn, The Relationship between Paul and Jerusalem according to Galatians 1 and 2: NTS 28 (1982) 461478; Id., Once More - Gall, 18: [o'WQi'jOaL K1']epuv. In Reply to Otfried Hofius: ZNW 76 (1985) 138s; O. Hofius, Gal 1, 18: [o'tOQi'jOaL K1']epuv: ZNW 75 (1984) 73- 85; G. D. Kilpatrick, en NT Essays. Studies in Memory ofT. W. Manson, Manchester 1959, 144-149; K. F. Ulrichs, Grave verbum, ut de re magna. Nochmals Gal 1, 18: [o'WQ110aL K11epuv: ZNW 81 (1990) 262-269.

El verbo denota una visita que se hace, entre otras cosas, para llegar a conocer a alguien o algo (por ejemplo, Plutarco, Theseus 30, 3; Pomp 40, 2; Lucullus 2, 9; Epicteto, Diss 11, 14, 28; III 7, 1; Josefo, Bell VI, 81; Ant 1, 203; OGIS n.o 694). Se emplea en Gál 1, 18 para referirse a la (primera) visita realizada por Pablo (ya convertido) a Jerusalén «con el fin de conocer a Pedro~~. Pablo subraya de esta manera que él no había tenido antes ningún contacto con la comunidad primitiva (cf. v. 17) y que viajó a Jerusalén con la sola finalidad de «conocer» a Pedro (durante una visita que duró dos semanas). El verbo aparece atestiguado también (parcialmente) como v.l. de Hech 17, 23 en Clemente de Alejandría (en vez de ava{}EwQÉw, para referirse a la «visita» que Pablo realizó para conocer Atenas). D* lee, en cambio, ~h¡;o'toQÉw. Estas variantes textuales son, desde luego, secundarias,

pero esclarecen la manera en que hay que entender también LO'tOQÉW en Gál 1, 18. G. Schneider

t(JX"QÓ~, 3 ischyros fuerte, poderoso* Bibl.: W. Grundmann, Der Begriff der Kraft in der neutestamentlichen Gedankenwelt, Stuttgart 1932; Id., LOX'ÚOO X'tA., en ThWNT III, 400-405.

1. En el NT, l,oxuQó~ aparece 28 (ó 29) veces con el significado de fuerte, poderoso. 2. LOXUQÓ~ puede predicarse tanto de personas (Heb 11, 34; 1 Jn 2, 14; Ap 5, 2; 6, 15; 10,1; 18,8.21; 19, 18) como de cosas (Mt 14, 30 B'C D K L W y otros; Lc 15, 14; Heb 5, 7; 6, 18; Ap 18,2.10; 19,6). Es característico de este término su uso en combinación con otros términos que significan fuerza y poder (Mva¡,LL~, EveQyÉw, x,Qá'tO~, Ev6uva¡,Lów). Es también importante la antítesis que se marca al mismo tiempo con la debilidad (ao{}evY¡~). Como lo demuestra especialmente el denso empleo de l,oxuQó~ en el Apocalipsis, el uso de este adjetivo se basa en la manera de hablar del AT. Hay que destacar también la estrecha asociación de este término con Dios: Ap 18, 8, Dios es el (único) fuerte en el sentido literal de la palabra. Esta conexión entre la esfera divina y la fortaleza (matizada también en 1 Jn 2, 14, donde la fortaleza de los destinatarios se basa en su fidelidad a la palabra de Dios), así como el aspecto dinámico del poder, dominan la manera de expresarse de la tradición sinóptica (a) y de la tradición paulina (b): a) Mc 1,7 (cf. Mt 3,11; Lc 3, 16; sobre el contenido cf. también Hech 13, 25) se halla en el marco de la predicación del Bautista, que se orienta hacia el futuro. Aquí la conexión entre Mc 1,7 Y 1,8 pudo hallarse ya presente en la tradición. Juan se refiere a alguien que viene (-+ EQXO¡,LaL 4.a), que es más fuerte que él y que demostrará ser superior a él. Tal superioridad tiene su razón de ser en la fuerza del bautismo del Espíritu o bautismo de fue-

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2063 go. Se discute lo que quiere decir el Bautista en su predicación, al referirse a esa persona que viene y que es el más fuerte (propuestas: el Hijo del hombre, Dios, el Mesías, el Profeta escatológico, una figura desconocida del fin de los tiempos), y no queda claro tampoco si aquél que viene pertenece al contexto de la salvación o al del juicio. Sin embargo, parece de importancia central la acentuación de la superioridad de aquél que es más fuerte, en comparación con el Bautista: algo que facilitó esencialmente al cristianismo primitivo la relación e identificación de esa figura con Jesús. En Mc 3, 27 (Mt 12,29; cf. Lc 11, 21s) hay una sentencia expresada en imagen y que originalmente estuvo aislada (así lo demuestra la comparación del texto de Marcos con la tradición de MateolLucas), pero que actualmente se halla insertada en la unidad compositiva de 3, 22-30. En Lucas, que emplea la imagen de manera distinta y que posiblemente se refiere a una tradición peculiar (cf. F. Katz, Lukas 9, 52-11, 36. Beobachtungen zur Logienquelle und ihrer hellenistisch-judenchristlichen Redaktion, tesis mecanografiada, Mainz 1973; Klisemann, Versuche 1, 242-248), aparece ya claramente la influencia del lenguaje teológico; la imagen permanece. La imagen original, por contraste, habla de que un hombre fuerte es desposeído de su poder por uno que es más fuerte y más poderoso y que penetra en sus dominios. En tal derrocamiento y victoria se hace patente el poder de la actividad de Jesús y la presencia del reino de Dios. b) 1 Cor 1, 25 Y los demás textos paulinos (el término aparece únicamente en 1-2 Corintios) sitúa LOXUQÓ~ en el contexto de la teología paulina de la cruz; llama la atención el desarrollo estilístico del texto (cf. la transición de los vv. 24 y 25), pero sigue siendo también importante la proximidad de LOXUQÓ~ con respecto a los conceptos DÚVUI.tL~/()UVULOL (vv. 24 y 26). Al mismo tiempo, se mantiene la antítesis con la debilidad (cf. también 2 Cor 10, 10). La locura y el escándalo de la cruz demuestran ser cosa más sabia y poderosa (00-

qJW"tEQOV, LOXUQÓ"tEQOV) que toda sophia, y precisamente por su superioridad son incompatibles con ella. En 1, 27, Pablo expresa esto mismo en estilo de diatriba (¡v. 261) mediante un argumento ad hominem: Pablo recuerda polémicamente su elección y vocación por Dios, que desde luego son locura en términos humanos, porque no se orientan por normas y pretensiones humanas, sino que lejos de eso las avergüenzan Y dejan sin vigor. El pasaje de 4, 10 enlaza con este uso que se ha hecho de los términos en 1, 27. El texto de 4,9 establece un contraste irónico entre la debilidad de los apóstoles y la fortaleza de la comunidad. Las tres antítesis de 4, 10 cualifican nuevamente para Pablo, desde el punto de vista de la theologia crucis, la conciencia que la comunidad de Corinto tiene de sí misma. Finalmente, 10, 22 -con una pregunta ret6rica- recuerda a los corintios que Dios, que es el único fuerte, demuestra que la supuesta fortaleza de ellos es debilidad (cf. 10,9). H. Paulsen ¡ax'Ú~, 'ÚO~, ÍJ ischys fortaleza, poder ---> LOXÚW 3.

¡ax'Úm ischy6 ser poderoso, ser capaz 1. Aparición y contenido semántico - 2. Campo referencial - 3. lOXÚ<;.

Bibl.: W. Grundmann, Der Begriff der Kraft in der neutestamentlichen Gedankenwelt, Stuttgart 1932; Id., lOXÚOJ X'tA., en ThWNT I1I, 400-405.

1. En el NT LOXÚW aparece 28 veces. Tiene el significado de ser fuerte/poderoso; ser capaz, tener poder para algo.

2. Además del uso -sorprendentemente frecuente y poco acentuado teológicamentede LOXÚW en los escritos lucanos (cf. Lc 6, 48; 8, 43; 13, 24; 14, 6.29.30; 16, 3; 20, 26; cf. también Hech 6, 10; 15, 10; 19, 16.20; 25, 7; 27, 16), hay que mencionar especialmente Mc 2, 17 (Mt 9, 12 par.; sobre el contenido cf.

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también Lc 5, 31, donde en lugar de LOXÚOV"tE~ se usa el término 'ÚyLULVOV"tE~, que en realidad es de significado muy parecido): en una sentencia sapiencial se dice que no se necesita el médico para las personas sanas, sino para las enfermas. Esta sentencia expresa en forma abreviada la escena de 2, 13-16: las relaciones de Jesús con los publicanos y los pecadores. Muchos elementos (principalmente los lugares paralelos en la historia de las tradiciones) sugieren que se trata de una sentencia que al principio existió independientemente, y de la que además puede separarse 2, 17b, por ser ésta una sentencia secundaria. El v. 17b explica la imagen por medio de los conceptos ()LXUWL / UIlUQ"tWAOL y compendia expresivamente la misión de Jesús mediante la sentencia de ~A{tOV (cf., a propósito, E. Arens, The HAeON-Sayings in the Synoptic Tradition. A Historicocritical Investigation, Gi:ittingen 1976). En Gál 5, 6 se usa LOXÚW para poner de relieve la impotencia y la insignificancia de la aXQo~uo"tLU y la JtEQLLOIl'IÍ en comparación con el poder de la fe, que actúa en el amor (---> EvEQyÉW 2). Flp 4, 13 explica el poder del apóstol por el don que él ha recibido de Cristo (---> EV()UVUIlÓW 2). Finalmente, en Sant 5, 16 se usa LOXÚW para referirse al poder eficaz de la oración, mientras que en Hech 19, 20 el término se emplea en sentido casi técnico para designar la eficacia del logos misionero (sobre el tema cf. también Heb 4, 12; ---> EVEQYÉW 2). 3. En cuanto a tOXv;*, que aparece diez veces en el NT con el significado de potencia, fortaleza, hay que tener en cuenta principalmente -lo mismo que para LOXUQÓ\; y, en parte, para LOXÚW- el trasfondo del AT. Así lo vemos especialmente en las citas que se hacen en 2 Tes 1, 9, donde se recoge el texto de Is 2, 10 LXX, y en Mc 12, 30.33 (donde se modifica el texto citado). Sin este trasfondo, no es posible comprender la idea neo testamentaria de LOxúw. Intimamente relacionados con ello se hallan los enunciados «teológicos» (Dios como el único lugar donde se halla la fortaleza), que

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hacen que toda fortaleza se entienda únicamente como derivada (así hay que entender también, seguramente, 2 Pe 2, 11, que habla de la LOXÚ\; de los ángeles), y el estrecho contacto, a veces incluso la intercambiabilidad, con los demás términos que designan fortaleza y poder, como son XQáLO~, Mvul-tL~ y EvÉQyELU (en parte, así sucede ya en los LXX). Mc 12, 30.33 (cf. Lc 10, 27; sobre las modificaciones con respecto a Marcos y Mateo, cf. Bornkamm, Aufsiitze 111, 37-45) se halla dentro de la unidad compositiva 12, 28-34, que es el debate acerca de la cuestión de cuál es el supremo y más excelente mandamiento. La respuesta la da Jesús refiriéndose a Dt 6, 4s; la repetición de esta respuesta en 12, 33 por el escriba acentúa de nuevo la importancia del doble mandamiento del amor. No es casual que el texto de la LXX de Dt 6, 5 experimente una modificación (cf., a propósito, Bornkamm): se emplea l,oxú~ en lugar de DÚVUIlL~. Sin embargo, no habrá que atribuir especial importancia a esta variante, sino que convendrá recordar la proximidad que existe entre ambos términos en la LXX. Ap 5, 12, en una cadena de términos que se hallan próximos objetivamente al significado de LOXÚ~, aplica el concepto a Dios, y lo hace mediante una aclamación doxológica de aSLo~ (cf., a propósito de aSw~, w. C. van Unnik, Worthy is the Lamb. The Background of Apoc. 5, en FS Rigaux, 445-461). En forma parecida (aunque ahora en el marco de una aclamación doxológica de Et~ ULWVU) sucede esto mismo en Ap 7, 12 (de nuevo en asociación con otras expresiones que significan poder). Este estrecho contacto con términos comparables caracteriza también a Ef 1, 19 (EVÉQyELU) y 6, 10 (---> EvDUVUIlÓW 2; sobre la cuestión, cf. 3, 16 Y Col 1, 11). 1 Pe 4, 11, recogiendo material parenético tradicional (seguramente, no sin influencia de la comprensión paulina del carisma), atribuye el carisma del servicio en la comunidad, del ()LUXOVELV, a aquel poder que Dios hace que se conceda a los creyentes. Aquí no es casual que el versículo termine con una doxología. H. Paulsen

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laro; isos (adv.) quizás, probablemente* Lc 20, 13 (a diferencia de Mc 12, 6): al enviar a su «hijo amado», el dueño de la viña piensa: 'íow<; Toiíwv EVTQunlÍoovTUL, «quizás a él lo respeten».

'l'taJ..ta, a; Italia

Italia* En el NT, el nombre de Italia aparece únicamente en Hechos (18, 2; 27, 1.6) Y en Hebreos (13, 24). A propósito del viaje de Pablo a Roma: EL<; T~V 'hUALUV (Hech 27, 1.6). En consonancia con ello 18,2: Aquila acababa de llegar «de Italia», lo cual -según el v. 2bquiere decir: de Roma. Heb 13, 24: «Os saludan OL Tfj<; 'hUALU<; (los de Italia)>>. Este saludo se entiende de la manera más sencilla, si suponemos que el autor escribe desde fuera de Italia, y que «los de Italia» envían saludos a sus compatriotas. Según Spicq, Hébreux l' (EtB), 261-265, el versículo sugiere saludos enviados desde Italia, donde se habría escrito entonces la Carta a los hebreos; cf. O. Kuss, Carta a los hebreos, Barcelona 1977, sub loco. Sobre el nombre de Italia consúltese LAW 1418.

ano

'l'taJ..LXÓ;, 3 Italikos itálico (italiano)* Hech 10, 1: 1Í onELQu 1Í 'hUALXlÍ, «la cohorte itálica», a la que pertenecía Comelio. Se trata probablemente de una unidad auxiliar integrada por libertos, que había sido trasladada de Italia a Siria; allí se tiene noticia de ella durante los siglos I y 11 p.C.; cf. E. Haenchen, Apostelgeschichte7 (KEK), 333 con la nota 2.

'l'tollºatO;,

3 Itouraios itureano, de Iturea* Lc 3, 1: 'hOllQULU XWQu, literalmente «el país itureano» (= Iturea). Se refiere al territorio perteneciente a la tetrarquía de Filipo (en el Líbano y el Antilíbano; capital: Calcis). Schürer 1,707-725. W. Schottroff, Die Ituraer: ZDPV 98 (1982) 125-152.

¡x-3Ú()WV, Oll, 'tó ichthydion

pez pequeño, pececillo* Mc 8, 7 par. Mt 15, 34, antes del milagro de la multiplicación de los panes y los peces: La gente tenía tX'frú<'lLU OALyU (Mateo: OALyU tXfrÚ6LU).

¡x-3ú;, Úo;, ó ichthys pez* 1. Aspectos lingüísticos - 2. Tradiciones de parábolas - 3. Historias de milagros - 4. Descripciones de la resurrección y de la vocación de personas.

Bibl.: Dalman, Arbeit VI, 343-370; J. Dolger, IX8YL I-V, Münster i. W. 1910-1943 (esp. tomo I); 1. Engmann, en RAC VII, 959-1097; E. R. Goodenough, Jewish Symbols in the Greco-Roman Period V, New York 1956, 3-61; R. M. Grant, «One Hundred FiftyThree Large Fish»: HThR 42 (1949) 273-275; E. Hilgert, The Ship and Relate Symbols in the NT, Assen 1962, 105-123; U. H. J. Kortner, Das Fischmotiv im Speisungswunder: ZNW 75 (1984) 24-35; J. Mánek, Fishers ofMen: NovT 2 (1958) 138-141; R. Meyer, Der Ring des Polykrates, Mt. 17, 27 und die rabbinische Überlieferung: OLZ 40 (1937) 665-670; R. Pesch, Der reiche Fischfang, Düsseldorf 1969; I. Scheftelowitz, Das Fischsymbol im Judentum und Christentum: ARW 14 (1911) 1-53,321-392; Ch. W. F. Smith, Fishers of Men: HThR 52 (1959) 187-203.

1. En el NT, tX'frú<; se emplea 20 veces, casi exclusivamente en los evangelios (Mateo 5 veces, Marcos 4, Lucas 7, Juan 3). Fuera de ellos, el término se encuentra únicamente en 1 Cor 15, 39, donde -en una enumeración que recuerda las tradiciones del AT acerca de la creación (Gén 1,26.28; 9, 2; Job 12,8; Sal 8, 9; Os 4, 3; Ez 38, 20; LXX Dan 2, 38; cf. Sof 1, 3)- se hace distinción entre las di versas clases de animales (y sus respectivas carnes: oUQS). Se trata de una imagen que pretende caracterizar la diversidad que habrá también en la nueva creación (= la resurrección de los muertos). En Jn 21 vemos que tX'frú<; aparece junto a -+ 01jJUQLOV (vv. 6.8.11/9.10.13). Por el AT conocemos ya varios motivos relacionados con los peces; a propósito de Salomón cf. 1 Re 5, 13. La captura de peces por medio de anzuelos o redes servía de imagen de un destino desdichado que era sorprendente o inevitable (Ecl 9, 12; Jer 16, 16; Ez 12, 13; 17, 20; 29, 4s; 32, 3;

2069 Hab 1, 14s; cf. 1QH 5, 8 Y passim; cf. O. Betz: RQum 3 [1961] 53-59; por el contrario, en Mc 1, 17 par;; ~c 5, 10, el. motivo de la captura de peces ha recIbIdo un sentido positivo (-+ 4). - En otros contextos se habla de la multitud o del tamaño de los peces como expresión de la plenitud mesiánica (Ez 47, 8-10; Tg Onq Gén 48, 16; TestZab 5, 5-6, 8 JZabulón, el primer pescador; cf. Gén 49, 13]; GenR 13, 16; cf. EvTom 8).

2070 legendaria descripción de Mt 17, 24-27 (material peculiar) tenemos la pálida forma de un relato que conocemos no sólo por Herodoto (111, 42¿ sino también por variadas formas judías (bSab 119a; PesR 23, etc.).

3. Asimismo, en los relatos del NT sobre los milagros de la multiplicación de los panes y ~e los peces (Mc 6, 38 par.; Mt 15, 36), lX2. txfrú <; significa pez (o pescado) como {}ll<; debe entenderse concretamente como alialimento común. mento, a saber, como acompañamiento del pan (por un lado, los peces se incluyen en la acY, así, se habla de los peces que hay en los ríos ción de gracias sobre el pan [Mc 6, 41 par.; Mt (Ex 7, 18.21; Sal 104, 29 LXX) o en el mar (Is 15, 36, de conformidad con Ber 6, 5.7; a dife50, 2), ~ue el Señor puede hacer que perezcan corencia de Mc 8, 7], y, por otro lado, no se los mo. :astlgo, o ~e los que siente añoranza la generaClOn del desierto, al recordar que en Egipto pomenciona en el diálogo que sigue a continuadía ~omer pescado (Núm 11, 5). Nehemías, que ción acerca de los milagros [Mc 8, 14-21 era fIel a la ley, se horroriza de que en día de sápar.]). bado se vendan en Jerusalén peces traídos de TiEn la versión de Jn 6 aparecen yuxtapuestos ro (2 Es 23, 16), posiblemente en el mercado de un realismo concreto (v. 9: pan de cebada y pescad?s, que dio su nombre a una de las puertas pescado cocido; Moulton-Milligan, 470) y una de la CIUdad: <
2072

2071 tamaño de los peces en ambos textos (21, 6.11 /5,6-7; -4 1). Además, Jn 21 y Lc 5 tienen otro punto en común: hay que proclamar la llegada de la era mesiánica, y, por cierto, en el plano universal (el número de 153 peces expresa la totalidad y la universalidad). S. Pedersen 01);, tó ichnos pisada, huella* En el NT, el sustantivo aparece únicamente en sentido figurado, refiriéndose siempre a la idea de ir en pos de las huellas ('tOL~ LXVEOLV) de otra persona: 2 Cor 12, 18 con JtEQLJta"tÉW, Rom 4, 12 con (J"tOLXÉW: «caminar / ir siguiendo las huellas»; 1 Pe 2, 21 con EJtUXOAOU'frÉW, «seguir las pisadas (de Cristo)>>. ThWNT I1I, 405-409.

IXVO;,

'Iom-3á.. li5atham Joatán (Jotán)* Nombre de persona en Mt 1, 9 bis (Lc 3, 23-31 D 'Iwu'fráv): padre de Acaz (cf. 1 Crón 3, 12s).

'Iroaváv li5anan Joanán* Nombre de persona en Lc 3, 27: padre de Yodá (v. 26); cf. 2 Crón 17, 15; 23, 1.

'Iroávva, a; li5anna Juana* Nombre de mujer (sobre la grafía 'Iwávu cf. BlaB-Debrunner § 40). Lc 8, 3 menciona entre las mujeres que acompañaban a Jesús y le asistían con sus bienes, a una tal «Juana, mujer de Cusa (-4 Xoul;a~), administrador de Herodes (Antipas»>. Se la menciona también en 24, 10 (junto a María de Magdala y a «María la de Santiago»), y es, por tanto, testigo de la resurrección, así como testigo de la actividad «terrena» de Jesús. A. Hastings, Prophet and Witness in Jerusalem, London 1958,38-49.

'Iroávvl);,

01)

li5annes Juan

Significado y aparición del nombre en el NT 2. Juan el Bautista - 3. Juan el hijo de Zebedeo 4. Juan, autor del Apocalipsis - 5. Juan Marcos 6. Juan, padre de Pedro - 7. Un miembro del Sanedrín. 1.

Bibl.: sobre 2: K. Aland, Zur Vorgeschichte der christlichen Taufe, en FS Cullmann 1972, 1-14; M. Bachmann, Johannes der Tiiufer bei Lukas: Nachzügler oder Vorliiufer?, en FS Rengstoif, 123-125; J. Becker, Johannes der Tiiufer und Jesus von Nazareth (BStN 63), Neukirchén-Vluyn 1972; O. Bocher, Johannes der Tiiufer in der neutestamentlichen Oberlieferung, en Rechtfertigung, Realismus, Universalismus in biblischen Sicht, en FSfür A. Koberle, Darmstadt 1978,4568; Id., Johannes der Tiiufer, en TRE XVII, 172-181; L. Davies, John the Baptist and Essene Kashruth: NTS 29 (1983) 569-571; S. von Dobbeler, Das Gericht und das Erbarmen Gottes. Die Botschaft Johannes des Tiiufers und ihre Rezeption bei den Johannesjüngern im Rahmen der Theologiegeschichte des Frühjudentums, Frankfurt a. M. 1988; J. Ernst, Johannes der Taufer (BZNW 53), Berlin 1989; G. Lindeskog, Johannes der Taufer: ASTI 12 (1983) 55-83; C. H. Kraeling, John the Baptist, London 1951; J. P. Meier, John the Baptist in Matthew's Gospel: JBL 99 (1980) 383-405; J. Murphy-O' Connor, John the Baptist and Jesus: NTS 36 (1990) 359-374; E. Nodet, Jésus et Jean-Baptiste selon Josephe: RB 92 (1985) 321-348, 497-524; K. Rudo1ph, Die Mandaer I (FRLANT 74), Gottingen 1960,66-80,222252; W. Schenk, Gefangenschaft und Tod des Taufers. Erwagungen zur Chronologie und ihren Konsequenzen: NTS 29 (1983) 453-483; J. Thomas, Le mouvement baptiste en Palestine et Syrie, Gembloux 1935; H.

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465. Sobre 4: H. Kraft, Die Offenbarung (HNT), Tübingen 1974,9-11 (bibl.); Kümmel, Einleitung, 414-417 (bibl.). Sobre 5: W.-H. Ollrog, Paulus und seine Mitarbeiter (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979,47-49.

2073

1. Forma griega del nombre propio hebreo

yolJanan (por ejemplo, 2 Re 25, 23; Jer 40, 8ss ó Neh 12, 22s; importante portador de este nombre a principios del judaísmo postbíblico es Yohanán ben Zakkay) o yehOfJanan (por ejemplo, Esd 10, 6 ó 1 Crón 26, 3; Neh 6, 18). El nombre tiene la forma típica de una oración semítica de predicado nominal: «Yahvé es clemente». Su forma griega 'Iwávvl]~ -sobre la ortografía cf. la bibliografía en Bauer, Warterbuch, s. V.- se halla atestiguada raras veces en época precristiana (por ejemplo en 1 Mac 2, la; 9, 36.38; 13,53; 3 Esd 8, 38; 9, 29; Arist 42.49.50, y passim en Josefo). En cambio, se halla atestiguada con mucha frecuencia, después de la aparición del cristianismo. En el NT, el nombre aparece 135 veces y se refiere a seis portadores distintos del mismo; aparece, además, como v.l. en Jn 1, 29 Y Ap 21, 2, así como en la subscriptio tardía xa"ta 'Iwávvl]v del cuarto evangelio. 2. Juan el Bautista aparece 91 veces (exclusivamente en los Evangelios y en Hechos, así como en Jn 1,29 v.l.). De valor histórico como fuente para la reconstrucción de la figura y la significación del Bautista, además de las referencias que se hallan en el NT, es únicamente el testimonio de Josefo (Ant XVIII, 116ss) acerca de la actividad pública y del martirio de este personaje. Por el contrario, las tradiciones sobre el Bautista que se hallan en el «Josephus Slavicus» (Bell 11, 110 Y 168) son glosas tardías sin valor histórico alguno. Lo mismo habrá que decir de las noticias mandeas sobre el Bautista, que -desde el punto de vista de la historia de las tradiciones- pertenecen a niveles más recientes de la literatura mandea y presuponen, en su totalidad, la tradición cristiana y su ulterior desarrollo en forma apócrifa y legendaria (cf. Rudolph,66ss). Puesto que parece que, inmediatamente después del martirio del Bautista, se formó una secta joanita, de carácter independiente y que veneraba a su maestro casi como un mesías, y que pronto llegó a rivalizar seriamente con el cristianismo naciente, las noticias sobre el Bautista que encontramos en el NT están marcadas por esta situación. Proceden en parte del ambiente mismo de la secta bautista (por ejemplo, la historia del naci-

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miento de Juan, en Lc 1), en parte del rechazo polémico de las pretensiones de los bautistas por parte de los cristianos y en parte reflejan, de manera que parece históricamente cierta, la extraordinaria estima en que Jesús tuvo a Juan el Bautista. Teniendo en cuenta el carácter complejo de nuestras fuentes, podremos reconstruir la siguiente imagen histórica del Bautista y de su impacto sobre quienes le rodearon. A pesar de su carácter legendario y de sus ecos de la historia bíblica de Samuel, podremos deducir de los relatos de Lc 1 sobre el Bautista que Juan nació en el seno de una antigua familia sacerdotal. Difícilmente habrá existido una relación directa entre Juan y el esenismo de la comunidad establecida en Qurnrán. Ciertas analogías se deben a que en uno y otro caso hallamos reliquias de la compleja riqueza de la religión judía durante la primera mitad del siglo primero. El sobrenombre, sin analogía alguna, de Juan «el Bautista» (ó ~a:rI:"tL~ü.lv, Mc 1,4; 6, 14.24, o ó ~uJttLGt'IÍ~, Josefo, Ant XVIII, 116 Y Mateo/ Lucas; ¡este sobrenombre falta en Juan!), nos hace ver que el bautismo fue la nota específica inconfundible de este personaje. Como sacramento de penitencia escatológica, el bautismo es una singularísima y última oferta de salvación hecha por Dios a todo Israel (~áJttL(JItU ItE"tavoLu~ d~ <,hpEaLV áItUQ"tLWV, Mc 1, 4 par.). Tan sólo aquel que se somete ahora al salvador «bautismo de agua» administrado por Juan, escapará de la cólera del Juez del universo y de la destrucción por efecto de su inminente «bautismo de fuego». (Esta antigua correspondencia entre el «bautismo de agua» y el «bautismo de fuego» se reconoce todavía en Qumrán [Mt 3, 11s par. Lc 3, 16s]. Claro que aquí se sobrepone ya la competencia que el «bautismo -cristiano- del Espíritu» hace ya al «bautismo -simplemente- de agua» administrado por Juan; cf. Mc 1,8; Hech 19, lss). El hecho de estar destinado a Israel, de ser administrado por el Bautista, y de tener como efecto el perdón de los pecados, diferencia al bautismo de Juan de la práctica (que a lo sumo apareció simultáneamente) del bautismo de los prosélitos que, como bautismo administrado por uno mismo, sirve para la purificación ritual y la iniciación de los gentiles. Del bautismo -de efecto también sacramental- de los mandeos, pero que debía repetirse sin cesar, y de los bautismos de inmersión de Qurnrán -que

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'Iooávvr¡~

también eran bautismos administrados por uno mismo-, se diferencia el bautismo de Juan por su carácter único y escatológico y por la función constitutiva desempeñada en él por el «Bautista». Sobre el trasfondo del movimiento bautista que se desarrolló en Palestina y Siria (Thomas), el bautismo de Juan debe considerarse como «creación original» de Juan (Vielhauer); -> ~un'tL~oo 2, ~un'tLa't1Í~. Como último mensajero de Dios antes de la amenazadora catástrofe del bautismo de fuego, Juan -asumiendo una función profética (cf. Mt 11, 9 par.; 14,5; Mc 11,32 par.; Lc 1, 76 Y passim)- hace un llamamiento a la conversión total y al cambio pleno de sentido en la vida (-> ¡..LEtávOLU). La aparición de Juan en el desierto (Mc 1, 3 par.; Mt 11, 7 par.; Jn 1, 23; cf. también la función de Is 40, 3 en 1QS 8, 12ss; 9, 19) Y su forma de vivir y de vestir (Mc 1, 6) acentúan con énfasis esa función escatológica. Posiblemente Juan se entendió a sí mismo (cf. Mc 9, 13), Yen todo caso sus «discípulos» pronto le identificaron como el profeta Elías que -según Mal 3, 23shabría de regresar antes del terrible «día de Yahvé»; cf. el encarecido rechazo de esa función, un rechazo nacido de la polémica cristiana, en Jn 1, 19ss. Frente a esta comprensión de Juan como el encargado inmediato de preparar el camino de Yahvé, que no deja espacio alguno para otras figuras mesiánicas intermedias (t<JX1JQÓtEQO~ en Mc 1, 7 es originalmente una circunlocución del nombre divino), se alza la tendencia innegable del testimonio cristiano acerca del Bautista que hace de él el precursor de Jesús como el Mesías (Mc 1, 7ss par.; Jn 1,23). Más aún, el bautismo de que es objeto Jesús se convierte en simple instrumento de diagnóstico para reconocer a Jesús (Jn 1, 31ss), y Juan mismo llega a ser el «testigo» por excelencia de la cualidad exclusiva que Jesús posee de ser el Revelador, de su preexistencia y de su condición de ser el Hijo de Dios (Jn 1, 6ss.15.19ss.29ss; 3, 27ss; 5, 31ss). En paralelo con ello trascurre la trasformación de la imagen del que bautiza en el desierto en la imagen del predicador del arrepentimiento y

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la penitencia, como se ve clarísimamente en la elaboración que hace Lucas de los pasajes relativos al Bautista. La denominada «predicación de Juan a las distintas clases sociales» (Lc 3, lOss) es, en realidad, una parenesis del tercer evangelista dirigida a su propia comunidad. A la función mesiánica desempeñada (de hecho) por Juan ya la proporción amenazadora del movimiento desencadenado por él (Mt 3, 5), le corresponde su ejecución por orden del tetrarca Antipas en su fortaleza de Maqueronte en Perea (Josefo, Ant XVIII, 116ss). La motivación política, reconocible aquí, de la eliminación de Juan merece ser preferida a la legendaria descripción del final del Bautista en Mc 6, 17ss, una descripción que, en el lugar en que se halla, sirve para proyectar la sombra del martirio sobre la misión de los discípulos. Jesús que, impresionado por el mensaje escatológico de Juan, hace indudablemente que él le bautice (una circunstancia que, según el testimonio de los evangelios, proporcionaba cada vez más dificultades a los cristianos, que rivalizaban con la secta bautista), y que alabó a Juan como «al mayor de los hombres» y como a alguien que es «más que profeta» (Mc 11, 7ss par.), Jesús -digo- podría haber pertenecido quizás al círculo íntimo de los discípulos del Baütista hasta la muerte de éste. En todo caso, Jesús hizo su aparición en público después del martirio del Bautista, porque sólo así pudo ser considerado en su entorno como el Juan redivivus (Mc 6, 14ss; 8,28). Es también muy probable que los primeros discípulos de Jesús procedieran del círculo del Bautista (Jn 1, 35ss). De esta manera Juan, como maestro de Jesús, fue de hecho el que le preparó el camino. El lugar literario de la leyenda de Mc 6, 17ss nos obliga a entender el nUQuClo{tfívm de Mc 1, 14 en el sentido de «ser encarcelado», en vez de entender esta palabra en su sentido simple. La simultaneidad, presupuesta así en los Evangelios sinópticos, de Juan encarcelado y de Jesús en su actuación pública (cf. especialmente Mt 11, 2ss par.), y sobre todo la simultánea actividad bautizadora de am-

2077

'Iooávvr¡~

bos según el cuarto evangelio (Jn 3, 22ss; 4, 1ss), sirvió a los cristianos para superar eficazmente, a saber, por boca misma de Juan, las dudas de los bautistas acerca de Jesús y para mantener a raya las pretensiones mesiánicas de los discípulos de Juan. De la corrección, posiblemente secundaria, de la noticia sobre la actividad bautismal de Jesús (Jn 4, 2), no puede deducirse el carácter histórico de la misma. Porque un testimonio tan importante de la propia actividad bautismal de Jesús no habría pasado inadvertido a la comunidad primitiva. En favor de que la actividad pública de Jesús no comenzó sino después de la muerte de Juan, habla también la arcaizante «sentencia sobre el reino que sufre violencia» (Mt 11, 12 par.), una sentencia que posiblemente procede de Jesús mismo y que contempla retrospectivamente la actividad del Bautista como una era ya terminada. Además de los testimonios, ya mencionados, dados en sentido negativo por el Bautista en Jn 1, 19ss, el «Benedictus» de Zacarías (Lc 1, 67ss; cf. Vielhauer) y posiblemente la fuente hímnica, refundida en Jn 1, 1-12, son testimonios de la veneración cuasi-mesiánica de Juan por parte de sus adeptos. 3. Juan, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago (mencionado 30 veces en los Sinópticos, Hechos y Gál 2, 9, Y también -¡sin mencionarse su nombre!- en Jn 21, 2). Después del martirio de su hermano Santiago por orden de Agripa 1, nieto de Herodes, hacia el año 43 (Hech 12, 1s), Juan aparece junto a Santiago (el hermano del Señor) y Pedro en el informe de Pablo sobre el Concilio apostólico. Allí Juan aparece como miembro del triunvirato de los <JtUAOL, que son los dirigentes de la comunidad primitiva de Jerusalén y que están a cargo de las negociaciones con los antioquenos (Gál 2, 9; cf. Hech 15, 7.13, donde -desde luego- no se menciona a Juan). A tenor de Hech 12,2 podremos deducir que Juan sobrepasaba en importancia a su hermano. En todo caso, después de la muerte de Santiago, y antes del encumbramiento del hermano del Señor, parece que él fue figura

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dirigente junto a Pedro. Así se refleja en los relatos de Hech 3, 1ss; 4, 13ss Y 8, 14ss. Sobre la base de esta constelación, fijada ya en la tradición, Lucas identifica con Pedro y Juan a los dos discípulos anónimos de Mc 14, 13, que fueron enviados a preparar la pascua (Lc 22,8). Juntamente con su hermano, el nombre de Juan, hijo del pescador galileo, se halla firmemente asentado en las listas de los Doce (Mc 3, 13ss; Lc 6, 12ss; Mt 10, 1ss; Hech 1, 13). Se cuenta entre los primeros en ser llamados (Mc 1, 16ss; Mt 4, 18ss; Lc 5, lss; cf. Jn 21, 1ss). Los Sinópticos nos lo presentan, juntamente con Pedro y Santiago, como uno de los más íntimos de Jesús: en la retirada de la actividad rodeada por multitudes al silencio de la casa (Mc 1, 29), como testigos de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37; Lc 8, 51), de la transfiguración de Jesús (Mc 9, 2ss par.), de su discurso escatológico (Mc 13, 3) Y de su oración en Getsemaní (Mc 14, 32ss; Mt 26, 36ss). Juan pregunta a su Maestro acerca del derecho del exorcista extraño (Mc 9, 38; Lc 9, 49), Y con Santiago quiere hacer que descienda fuego del cielo como juicio contra la aldea samaritana que no quiso acoger a Jesús (Lc 9, 54). Los dos hermanos, cuando piden que se les reserven los puestos de honor a la derecha y a la izquierda en la futura gloria de Jesús, escuchan que Dios es el único que puede disponer tal cosa; sin embargo, ellos deben permanecer cerca de Jesús en sus humillaciones y padecer, lo mismo que él, la muerte del martirio (Mc 10, 35ss par.). A pesar de este anuncio -debe juzgarse seguramente como vaticinium ex eventu, y debe presuponerse, por tanto, que la muerte violenta de Juan tuvo lugar antes de la composición del Evangelio de Marcos (Schwartz)-, la imagen sinóptica de Juan debió de mover ya desde muy pronto a los lectores del cuarto evangelio a identificar con Juan a su enigmático autor anónimo que tenía el brillante seudónimo de «el discípulo a quien Jesús amaba» (Jn 13, 21ss; 19, 25ss.35; 20, 2ss; 21, 1ss; y seguramente también en 1, 35ss, donde el primero en ser llamado permanece anónimo, así como en 18, 15s), que según Jn 21, 24 habría

2079 compuesto el Evangelio. Su presencia en la última Cena (Jn 12, 23 !) le hizo aparecer en el círculo de los Doce (Mc 14, 17 par.; cf. Lc 22, 8), Y la designación que se le dio le señala como uno de los más íntimos de Jesús. Como en la escuela joánica debía de conocerse la verdadera identidad del varón a quien sus discípulos dedicaron post mortem (Jn 21, 20ss) un monumento literario con el honroso seudónimo de «el discípulo a quien Jesús amaba», en escenas altamente simbólicas, pudiera ser que la identificación del discípulo amado con Juan no se hubiera impuesto de manera general sino más tarde y después de vencer algunas resistencias. Esta identificación llegó a estar muy clara y se convirtió en la tradición eclesial dominante en el Canon Muratori (9ss), que considera al discípulo amado Juan como el autor del Evangelio de Juan, del Apocalipsis y de las Cartas 1-3 de Juan. Según Eusebio, HistEccl III, 18, 1; 20, 8s; 23, 3s; V 8, 4; 20, 6, quien se basa, entre otros, en Ireneo (Haer n, 22, 5; III, 1,2; 3, 4), Juan habría sido desterrado a Patmos durante el reinado de Domiciano, y allí habría escrito el Apocalipsis. Hasta el tiempo de Trajano, desarrolló luego su actividad en Éfeso, como autoridad suprema, y en esta ciudad, después de componer su Evangelio, murió de muerte natural a una edad avanzada (cf. Clemente de Alejandría, QuisDivSalv 42, 2; HechJn passim; Tertuliano, De anima, 50; más referencias en Bauer). Sin embargo, esta tradición fue impugnada acérrimamente a fines del siglo n por el presbítero romano Gayo, quien declaró que el Evangelio de Juan era una falsificación realizada por el gnóstico Cerinto, y encontró también la oposición de otra tradición, desplazada casi totalmente por la anterior, que habla del martirio de Juan en Palestina (Mc lO, 39; Papías en Philippus Sidetes [TU V/2, 170]; Martirologio siríaco [KIT 2, 8]). IgnEf no sabe nada de una estancia de Juan en Efeso, y el primer comentarista de Juan, Heracleón (en Clemente de Alejandría, Strom IV 2, 170), acentúa que, de los Doce, únicamente Mateo, Felipe, Tomás y Leví habían muerto de muerte natural. Por razones internas y externas nos consta que el pescador galileo Juan, que según Hech 4, 13 era avt'tQw3tOC; aYQálllw'toC;, no pudo ser el autor del Evangelio de Juan. Más probable es que el «presbítero Juall», mencionado ya por Papías (en Eusebio, HistEccl nI, 39, 3ss), distinto claramente del apóstol Juan, se identifique con el ~~anciano» de 2 Jn 1; 3 Jn 1 y el venerado portador de la tradición que en el evangelio lleva el seudónimo de «el discípulo a

2080 quien Jesús amaba», de tal manera que la leyenda del hijo de Zebedeo se habría visto fomentada por esta casual semejanza de nombres. Los textos del Evangelio de Juan que hablan del discípulo amado son, todos ellos, literariamente secundarios y carentes de historicidad. Puesto que no alcanzan su clímax intencionado sino en Jn 21, proceden del autor de ese «epílogo», quien al mismo tiempo debe considerarse como el editor y creador del evangelio en la forma en que se nos ha trasmitido. Además de conferir autoridad a la tradición joánica, esos textos sirven para venerar a una importante personalidad del círculo joánico, que, para dolor de la comunidad, había muerto hacía muy poco (Jn 21, 20ss). Este personaje podría ser el mismo que el «anciano» que escribe las dos breves cartas joánicas (cf. Thyen, Entwicklungen). 4. Juan, el profeta y autor del Apocalipsis (mencionado cuatro veces en Ap 1, 1.4.9 y 22, 8, así como en 21, 2 v.l.). El autor del Apocalipsis, que se designa a sí mismo como «Juan, el siervo de Dios» (1, 1), no pretende en ninguna parte poseer autoridad apostólica. Se llama a sí mismo profeta (cf. 22, 9; ¿adición de otra mano?), diferenciándose de esta manera de los apóstoles (18, 20; 21, 14). Escribe su obra por propia autoridad, hacia el año 98 p.C. Este Juan no se identifica, en modo alguno, con el autor del Evangelio de Juan y/o de las Cartas joánicas. 5. Juan por sobrenombre Marcos (aparece cinco veces en Hech 12, 12.25; 13,5.13; 15, 37, así como con el nombre de MáQxo¡;; en Flm 24; Col 4, 10; 2 Tim 4, 11 y 1 Pe 5, 13). Colaborador judeocristiano de Pablo, con sobrenombre latino; según Col 4, lO, sobrino de Bemabé; ~ MáQxo¡;;, BUQvuf3á¡;;. 6. En Jn 1,42 (v.l. 'Iffivá); 21, 15.16.17 Simón es llamado hijo de Juan. Pero en Mt 16, 17 -así como en Jn 1, 42 Koiné pI lat syse le llama ¿:L!lffiV BUQLffiVá. 7. Juan, un miembro -por lo demás, desconocido- del Sanedrín (D [it]: 'Iffivúitu¡;;), se menciona en Hech 4, 6. H. Thyen

2081

'Iw~

'IÓJp IOb Job* Nombre de un justo que sufrió mucho, cuya historia se narra en el libro que lleva su mismo nombre. Sant 5, 11 10 menciona como ejemplo de paciente perseverancia; cf. 1 Clem 17,3; 26, 3.

'ImpÍJb li5bed Obed* Nombre del abuelo de David (Rut 4, 17): Mt 1,5 (bis); Lc 3, 32.

'ImpÍJA IOMl Yobel Nombre del abuelo de David (~ 'Iffif3~6) en Lc 3, 32 según la variante textual de B Sin * sys. Cf. 'Qf3TtA. como v.l. de D*.

'Imbá loda Yodá* Nombre de persona en Lc 3, 26 (cf. e Esd 5, 56): hijo de Joanán ('Iffiuváv, v. 27).

'ImÍJA lOel Joel* Nombre de un profeta del AT y del libro que lleva su nombre. Hech 2, 16 interpreta el milagro de Pentecostés como cumplimiento de «lo que fue dicho por medio del profeta Joel», y cita luego en los vv. 17-21 la profecía de JI 3, 1-5a LXX.

'Imvá" lonam Jonán* Nombre de persona en Lc 3, 30: hijo de Eliaquín y padre de José (~ 'IffioTtCP 2).

'Imvci~,

ci lOnas Jonás*

Bibl.: Y.-M. Duval, Le livre de lonas dans la littérw ture chrétienne grecque et latine, Paris 1973; R. A. Edwards, The Sign of lonah in the Theology of the Evangelists and Q (STB II/18), London 1971; J. Jeremias 'lúJvac;, en ThWNT 111, 410-413; G. Schmitt, Das Zei: chen des lona: ZNW 69 (1978) 123-129; P. Seidelin, Das lonaszeichen: StTh 5 (1951) 119-131; M. Sekine, lona-lonabuch, en BHH 1, 881s; A. Vogtle, DerSpruch vom lonaszeichen, en FS Wikenhauser, 230-277. Cf. más bibliografía en ThWNT X, 1124s.

Jonás (en hebreo Yóna), profeta en tiempo de Jeroboán n, no es el autor del libro bíblico que lleva su nombre, sino el «héroe» del mismo, so-

- 'Iwvac;

2082

bre el cual se narran cosas maravillosas (además de la experiencia central con el pez, se refieren otros cinco milagros). Al judaísmo «la historia de Jonás le brindó la ocasión para adornar con toques fantásticos el relato bíblico» (Jeremias, 410). En el NT, la figura de Jonás la encontramos primeramente en la perícopa del signo de Jonás en Mc 8, 11-13 par. Mt 16, 1-4. Se mencionan dos sucesos de la vida de Jonás: su permanencia en el vientre del pez y su predicación llamando a los ninivitas al arrepentimiento. La crítica literaria nos muestra que la exigencia de una señal se trasmitió en dos formas distintas: 1) Mc 8,11-13 par. Mt 16, 1-4; 2) Lc 11, 16.29-32 par. Mt 12, 38-42. Según Marcos, Jesús se niega por principio a dar una señal del cielo; falta por completo la referencia a Jonás. Mt 16,4 añade a la fuente marcana (seguramente tomando estas palabras de Q, cf. infra): «a no ser la señal de Jonás»; pero no dice concretamente en qué consiste esa señal. La fuente de logia conoce igualmente un relato sobre la existencia de una señal. Tanto Lc 11, 29 como Mt 12, 39 concuerdan en acentuar (después del reproche dirigido contra «esta generación»; Mateo encarece aún más el reproche añadiendo «[esta generación] adúltera»): «y no se le dará ninguna señal, a no ser la señal de Jonás». En la subsiguiente interpretación de la señal, Mateo y Lucas van por diferentes caminos. Mateo relaciona en primer lugar la permanencia de Jonás durante tres días en el vientre del pez con la permanencia del Hijo del hombre (durante tres días y tres noches) «en el corazón de la tierra» (v. 40). Y sólo entonces añade la referencia a la predicación de Jonás llamando al arrepentimiento; en Mateo, Jonás no sólo es señal como predicador de penitencia, sino que lo es principalmente como referencia a la muerte del Hijo del hombre. Por el contrario, Lucas (11, 30-32) habla únicamente de la predicación de Jonás llamando al arrepentimiento, para señalar después -lo mismo que Mateo- que aquí, en la persona de Jesús, está sucediendo algo mayor. Tanto Ma-

2083

'Iwva~

teo como Lucas consideran la predicación de Jonás llamando al arrepentimiento como la verdadera señal (--+ al] [1ELOV), como vemos por el hecho de que Mateo menciona específicamente la actividad profética de Jonás (12, 39: 'tOV :TtQoCP~'tO'U) y de que también Lucas habla del kerygma de Jonás (11, 32; cf. Mt 21, 41). La realidad de que, según Lc 11, 30s, Jonás mismo sea «una señal para los ninivitas», permite a este evangelista establecer un paralelismo más acentuado con el Hijo del hombre, que -en la parusía- ha de traer el juicio sobre los incrédulos que exigen señales (obsérvese el futuro en el v. 30). Sobre la variante textual 'Iwva (Jn 1, 42; 21, 15.16.17) como nombre del padre de los apóstoles Simón y Andrés, ofrecida por el textus receptus, cf. GNTCom 20l. A. Sand

'IroQáp.t IOram Jorán (Yoram)*

2084

- 'Iwai¡


(títo~) lOses Joset (Josés)* es una forma helenizada y declinable del nombre hebreo Yósef (en forma abreviada Yóseh, cf. BlaB-Debrunner § 53, 2 nota 4). 1. Mc 6, 3: nombre de un hermano de Jesús, que en el lugar paralelo de Mt 13, 55 es llamado --+ 'Iwa~cp (5) (Textus Receptus: 'Iwafj~). 2. Mc 15,40.47: hijo de una tal María y hermano de «Santiago el Menor»; en el lugar paralelo de Mt 27, 56, en vez de esta forma, se lee --+ 'Iwa~cp (9) (v.l. 'Iwafj~). 3. Hech 4, 36 (Textus Receptus): nombre de --+ 'Iwa~cp (7) --+ BaQvapa~. - Lc 3, 29 (Textus Receptus), en vez de 'Il]aov~ (hijo de Eliezer).



'Iwafj~

1. El patriarca José - 2. José, hijo de Jonán - 3. Jo-

sé, hijo de Matat - 4. José, el esposo de María - 5. José, hermano de Jesús - 6. José de Arimatea - 7. José Bernabé - 8. José Barsabás - 9. José, hijo de una tal María. Bibl.: W. Bauer, Das Leben Jesu im Zeitalfer der neutestamentlichen Apokryphen, Tübingen 1909, índice analítico s.v. (564); J. Blinzler, en LThK V (1960) 1124 [sobre 6.8J, 1129s (bibl.) [sobre 4J; V. Ermoni, en DB IlI, 1655-1674 [sobre I.4J; K. Oalling-Ch. Maurer, en ROO III (1959) 859-861 [sobre 1.4J; Haag, Diccionario, 1012-1015 [sobre 1,4 Y 6J; Hennecke-Schneemelcher, índice analítico s. v. (Il, 646); E. Plümacher, Joseph (Mann Marias), en TRE XVII, 245s.

'IroQtp.t IOrim Jorín*

1. En el NT se menciona nueve veces por su nombre al patriarca José (cf. Gén 30, 2224; 37; 39-50), hijo de Jacob y Raquel. El nombre Yósef significa: «¡Que El (Dios) añada (otros al hijo que acaba de nacer)!», (cf. Gén 30, 24). Jn 4, 5 menciona la parcela de tierra «que Jacob dio a su hijo José» (cf. Jos 24, 32). En el discurso de Esteban en Hech 7 aparece cinco veces el nombre de José (vv. 9.13 [bis].14.18). En concreto, al narrarse la historia de José (vv. 9-16), se refiere: la venta de José y su traslado a Egipto, donde fue nombrado regente por el faraón (vv. 9s); que José se dio a conocer a sus hermanos y el faraón llegó a conocer cuál era su origen (v. 13); que José hizo venir a su padre y a todos sus parientes (vv. 14s). Al comienzo de una

'Iroampát IOsaphat Josafat (Yosafat)* Transcripción del nombre hebreo yehOsáfát de un rey con sede en Jerusalén (cf. 1 Re 15, 24; 22, 2ss; 2 Crón 17, 1ss) y que era hijo de Asaf. Aparece en la genealogía de Jesús en Mt 1, 8 (bis). BHH 11, 886; Haag, Diccionario,2073s. 'Iroada~ li5seias Josías

Forma alternativa de --+ 'IwaLw;.

'Iwai¡
nueva sección del discurso (7, 17-19), se introduce la historia del éxodo con la mención de un nuevo rey egipcio «que no sabía nada de José» (v. 18; cf. Ex 1, 8). Heb 11,21: por la fe Jacob, al morir, bendijo «a cada uno de los hijos de José» (Gén 48, 17-20); 11, 22: por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel y dio instrucciones acerca (del entierro) de sus huesos» (Gén 50, 2426); cf., a propósito, O. Kuss, Carta a los hebreos. Al final de la enumeración de los doce mil elegidos de cada una de las tribus de Israel, Ap 7, 8 menciona las tribus de José y Benjamín; sobre la lista de las tribus, en la que falta Dan, cf. H. Kraft, Offenbarung (HNT) 126s.

'Iroatlq> IOseph José*

Transcripción del nombre hebreo YehOrám de un rey con sede en Jerusalén (cf. 1 Re 22, 51; 2 Crón 21, 3ss; Josefo, Ant IX, 58) Y que era hijo de Josafat. Aparece en la genealogía de Jesús en Mt 1, 8 (bis). BHH 11,884; Haag, Diccionario, 2072s.

Nombre de persona, no atestiguado en el AT, que aparece en la genealogía de Jesús en Lc 3, 29.

2085

2. José, hijo de Jonán, Lc 3, 30. 3. José, hijo de Matat, Lc 3, 24. 4. José, «el esposo de María» (Mt 1, 16. 19s), se menciona 14 veces (Mt 1, 16.18.19. 20.24; 2,13.19; Lc 1,27; 2, 4.16; 3,23; 4, 22; Jn 1,45; 6, 42. A esto hay que añadir variantes textuales en Mt 1, 16; Lc 2, 33.43). Mt 1-2 se narra principalmente desde la perspectiva de José, mientras que en Lc 1-2 aparece María en primer plano. En Mt 1, 16 se dice primeramente: «Jacob engendró a José»; pero entonces se interrumpe claramente el esquema de la «genealogía» (a engendró a b), para señalar el diferente origen de la vida de Jesús, narrado en 1, 18-25. Después de la mención de José, se añade como aposición: «el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo». Cuando María estaba prometida en matrimonio a José, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo, «antes de que vivieran juntos» (1, 18). José, entonces, quiere dejar a María en secreto, para no difamarla (v. 19); cf., a propósito de esta alternativa, Billerbeck 1, 50-53). Pero un ángel le anima a que acepte a su prometida (v. 20). José actúa según estas instrucciones y recibe a María como «su esposa» (v. 24), pero sin tener relaciones con ella (v. 25). 2, 13 refiere la orden dada por el ángel a José para que toma-

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ra «al niño y a su madre» y los llevase a Egipto, a lugar seguro, con el fin de librarlos de Herodes. Y cuenta cómo se cumplió este encargo (vv. 14.15a). Después de la muerte de Herodes, un ángel ordena a José que regrese «a tierra de Israel» (vv. 19s). José cumple este encargo, pero no regresa a Judea (a causa de --+ 'AQXÉA.ao~), sino a Nazaret y establece allí su residencia (vv. 21-23a). En 13, 55a preguntan los habitantes de Nazaret: «¿No es éste (Jesús) el hijo del carpintero (--+ 'tÉ%'twv)?» - Se trata de una referencia insegura al oficio de José, porque en la fuente (Mc 6, 3) se designa a Jesús mismo como 'tÉ%'twv. Lc 1, 27 comienza refiriendo que María, en tiempo de la anunciación del ángel, estaba prometida en matrimonio a José «de la casa de David» (compárese también el v. 34 con Mt 1, 18). En la historia del nacimiento, en 2, 1-20, se cuenta que José (juntamente con su esposa, que estaba embarazada) marchó de Nazaret a Belén, con motivo de un censo ordenado para la imposición de tributos. Y tuvo que emprender este viaje, «porque era de la casa y de la familia de David» (v. 4). Los pastores encuentran en Belén «a María, a José y al niño» (v. 16). Lucas acentúa que José era descendiente de David (1, 27; 2, 4; cf. 3, 23.31), Y señala al mismo tiempo que Jesús, tan sólo según lo que se suponía generalmente (ÚJ~ EvO[1Ll;E'tO), era hijo de José (3, 23; cf. Mt 1, 16). Algunas variantes textuales quieren mostrar claramente que José no era el verdadero padre de Jesús (por ejemplo, Le 2, 33 K X Ll e y otras (José, en vez de «su padre»); 2, 43 C Koiné A y otros (<<José y su madre», en vez de «sus padres»). En la perícopa de Nazaret, los oyentes (críticos) de Jesús preguntan: «¿No es éste el hijo de José?» (a diferencia del lugar paralelo: Marcos, --> MaQLa 2.c; cf. Mt 13, 55). Jn 1,45 designa a Jesús (en boca de Felipe) como «el hijo de José, de Nazaret». En 6, 42 preguntan críticamente «los judíos»: «¿No es éste Jesús, el hijo de José, a cuyo padre y a cuya madre conocemos?» (cf. Lc 4, 22; Mt 13, 55). Lo hacen para refutar así la pretensión de Jesús de «haber descendido del cie-

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'Iú)o~


lo». Los críticos piensan conocer al padre y a la madre de Jesús, y en realidad no saben nada sobre su verdadero origen; cf. 7, 27s; cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan 11, a propósito de 6, 42. 5. Mt 13, 55 menciona a un tal José entre los hermanos de Jesús, juntamente con Santiago, Simón y Judas. Ahora bien, el lugar paralelo Mc 6, 3 llama Joset a este hermano (según los mejores manuscritos) y 10 menciona en segundo lugar. Esta diferencia en cuanto a la grafía del nombre se explica por una asimilación que hace Mateo del nombre 'IÚ)o1Í(~) (transcrito según la pronunciación galilea) a la forma hebrea correcta del mismo (--+ 1); cf. GNTCom, sub loco. 6. En la historia evangélica de la pasión se menciona a «José de Arimatea (--+ 'AQL~ta{}ata)>> (Mc 15, 43.45 par. Mt 27, 57.59/ Lc 23, 50; Jn 19,38; además EvPe 2, 3; 6, 23); cf. 1. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg "1969,391-397,435-437; 1. Broer, Die Urgemeinde und das Grab Jesu, München 1972, esp. 138-200. Según Mc 15, 43, «miembro distinguido del consejo»; según Lc 23, 50, un hombre «bueno y justo». «El esperaba el reino de Dios» (Mc 15,43 par. Lc 23, 51). Lucas refiere que él no había asentido al plan y al proceder de los demás miembros del consejo (v. 51). Según Mt 27, 57, era «rico», pero era discípulo de Jesús (Jn 19,38, «en secreto, por temor a los judíos»). Pidió a Pilato que le entregara el cadáver de Jesús para darle sepultura (Mc 15, 43.45 par. MtJLc), lo descolgó de la cruz, lo envolvió en una sábana y le dio sepultura (Mc 15,46 par. MtJLc; Marcos y Mateo: en un sepulcro en la roca; Lucas: en una gruta excavada en la roca). Según Jn 19, 39-42, Jesús fue enterrado por José y Nicodemo (cf., a propósito, Broer, 230-249). 7. Según Hech 4,36, José era un levita natural de Chipre, «llamado por los apóstoles con el sobrenombre Bernabé»; --+ BaQvaf3a~. 8. Hech 1, 23 menciona junto a Matías a otro «candidato a ser nombrado apóstol»: un

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torta

tal José, «llamado Barsabás, por sobrenombre el Justo»; --+ BaQoaf3f3a~.

es realmente la letra más pequeña del alfabeto hebreo (en el cual ocupa el décimo lugar y tiene como valor numérico 10).

9. Mt 27,56, entre las mujeres que estaban al pie de la cruz de Jesús, menciona a María Magdalena (par. Mc 15,40), a la madre de los hijos de Zebedeo (Marcos: Salomé), y a una tal «María, que era la madre de Santiago y José» (Marcos: «la madre de Santiago el Menor y de Joset»). Mateo modificó la forma del nombre Joset, lo mismo que había hecho en 13, 55 (--+ 5). José/Joset no es conocido por ninguna otra referencia; no se identifica con el José/Joset de Mt 13, 55 (Mc 6, 3). G. Schneider

2. xfQuta se deriva de xÉQu~, «cuerno», y significa propiamente «estaca, palo». Pero en el NT, en Mt 5,18 par. Lc 16, 17 significa tilde, trazo. La expresión significa casi siempre el trazo ornamental con que se embellecía una letra en la escritura cuadrada hebrea, y más raras veces el pequeño trazo que hace que una letra pueda confundirse con otra (por ejemplo, ;, [h] Y n [~]).

'Ioo(Jt]l losech Josec* Nombre de persona -no atestiguado en el AT- en la genealogía de Jesús en Lc 3, 26.

'Ioo(Jta;,

0\1 losias Josías* Forma griega del nombre hebreo YO 'sfyiihíl, un rey con sede en Jerusalén (cf. 2 Re 21, 24; 2 Crón 34, 1; Josefo, Ant X, 48. Es hijo de Amón (Mt 1, 10) y padre de Jeconías (1, 11) en la genealogía de Jesús. BHH 11, 890s; Haag, Diccionario, 2074.

trota, tó iota iota* xq~ata, a~,

'tÍ keraia tilde, trazo*

Bibl.: G. Barth, Das Gesetzesverstiindnis des Evangelisten Matthiius, en Bornkamm-Barth-Held, Überlieferung und Auslegung im Mt (WMANT 1), NeukirchenVluyn 61970, 54-154, 60-68; G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit. Untersuchungen zur Theologie des Matthiius (FRLANT 82), Gottingen 31971, 143-147; A. Sand, Das Gesetz und die Propheten. Untersuchungen zur Theologie des Evangelisten Matthiius (BU 11), Regensburg 1974, 36-39; G. Schwartz, torta EV 11 !lta %EQaia (Mt 5, 18): ZNW 66 (1975) 268s (bibl.). Cf. más bibliografía en -+ VÓ!lO~, -+ ¡ú.ljQów.

1. La iota (1, L) es la novena letra del alfabeto griego (su valor numérico es 10, porque originalmente iba precedida por la digamma). En la única mención que se hace de ella en el NT, en Mt 5, 18, la iota es tan sólo la equivalente griega de la letra hebrea yod (y). La yod

3. Mt 5, 18 se encuentra en el contexto de tres sentencias sobre la ley (vv. 17-19) que introducen sumariamente la temática de la ley en el sermón de la montaña (hasta 7, 12) y que se hallan estructuradas en las siguientes antítesis. Los exegetas no están de acuerdo sobre el Sitz im Leben de las diversas sentencias, ni lo están tampoco sobre la cuestión de si constituyen una unidad original o fueron agrupadas posteriormente; sólo se puede obtener alguna certeza partiendo del actual contexto en que esas sentencias se hallan en Mateo. La «ley y los profetas» (v. 17) es a menudo en Mateo una fórmula abreviada para referirse a los mandamientos divinos que son vinculantes (7, 12; 11, 13; 22, 40) y que han de cumplirse con todas sus consecuencias. De manera muy expresiva el v. 18 encarece esta misma exigencia. «La sentencia, introducida

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por la fórmula «amén» y que probablemente perteneció en su origen a un contexto escatológico (cf. 24, 34s), se refiere ahora al incesante cumplimiento de la totalidad de la ley, hasta que se realice por completo la voluntad de Dios (sentido final del segundo €ú)~). Se trata en todo ello (como lo explica el v. 20) del cumplimiento de la justicia; cumplir la justicia significa hacer obedientementemente la voluntad del Padre (cf. 3, 15). Ahora bien, la voluntad de Dios se expresa en la ley, pero -según Mateo- no en el sentido en que la interpretan los escribas (23, 2s.13s), sino en el que la interpreta Jesús (<
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Kx xayÓl kago y yo, yo también, pero yo x&yoo, que se ha formado por crasis (cf. BlaB-Debrunner § 18) de xaL Eyoo, aparece 84 veces en el NT, siendo especialmente frecuente en el Evangelio de Juan (30 veces, mientras que falta en las Cartas de Juan), en la Carta primera a los corintios (10 veces) y en el Evangelio de Mateo (9 veces). Lo mismo que ~ xaL, vemos que x&yro puede usarse para coordinar y unir copulativamente: y yo (por ejemplo, Lc 2, 48), para enlazar sentencias (Jn 10, 27s); y yo, en el sentido de como yo, expresa una relación mutua entre dos enunciados '(Jn 14, 20; 15, 5; Gál 6, 14; Ap 2, 6), o bien una relación de consecuencia (Mt 11, 28; Jn 15, 4). En la mayoría de los pasajes, x&yro se puede traducir por yo también, como sucede especialmente cuando se recoge un «yo» precedente u otra expresión parecida (por ejemplo, Mt 2, 8; 10, 32s; Lc 1, 3; Jn 1, 31.33; Hech 8, 19; Ap 3, 10); en el sentido de así también yo (Jn 10, 15; 15, 9); yo igualmente (2 Cor 11, 22 [tres veces]; (así) como yo (en comparación con otros; 1 Cor 7, 8.40; 10, 33; Flp 2, 19); recogiendo con énfasis un AÉyw VflLV precedente (Lc 11,9). En sentido adversativo, pero yo, en Hech 10,28; Sant 2, 18a; en expresiones retóricas, ·ti En xayro, «entonces, ¿por qué todavía yo ... ?», en Rom 7,37; cf. 1 Tes 3, 5 (<<por eso, yo también entonces ... ».

xaihí katha (adv.) como, tal como Mt 27, 10 (cita de Ex 9, 12 LXX): xa{}u ovvÉ'ta1;Év ¡.t0l X'ÚQlO¡;;. Cf. BlaB-Debrunner § 453, nota 1.

xaaaíQlJm;, f-m;, 'Í1 kathairesis destrucción, arrasamiento* En sentido propio en 2 Cor 10, 4: JtQO¡;; xu-fraLQE<Jlv oX'UQoflÚ'tWV, «para la destrucción

de fortalezas»; en sentido figurado en 10, 8; 13, 10: d¡;; OLXO()Ofl~V xaL oux d¡;; xa{}aLQEOlV (Vfl&V).

xait
3. Sobre Lc 1, 52.

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acción alcanzan incluso la dimensión política: Dios ha derribado a los poderosos (xa{}ELAEv D'UVÚ<J1;U¡;; {}Qóvwv, 1, 52; un motivo del AT: una visión de conjunto en E. Klostermann, Das Evangelium des Lukas 3 [HNT], 18s) y ha exaltado a los humildes. «Tan sólo una revolución que procede de Dios, o -mejor dicho- la realidad que llega con la venida de Dios es capaz de poner remedio en estas cosas (a saber, a una desesperada situación político-social). Esta revolución será también una revolución política ... » (H. Schürmann, Das Lukasevangelium [HThK], 76). H. Hübner

cmo

Bibl.: C. Schneider, xa-&mQÉw XTA., en ThWNT IlI,414-416.

1. De las nueve veces que aparece el verbo en el NT, seis se encuentran en los escritos de Lucas, dos en Marcos (entre ellas 15, 46 par. Lc 23, 53) Y una vez en Pablo. 2. El extensísimo espectro de significados de atQÉw en el griego clásico y en el helenístico, que va desde «tomar», pasando por «asir», hasta «matar», en la voz media «elegir» (en el NT aparece únicamente en voz media, ---+ aLQÉo¡.tUl), se refleja en el uso que el NT hace de xa{}UlQÉw: bajar de la cruz a Jesús (Mc 15, 36.46; Lc 23, 53; Hech l3, 29); derribar graneros (Lc 12, 18; aquí como en la LXX, por ejemplo, en Jer 49 [42], 10, en oposición a OLXO()O¡.tÉw); derribar a poderosos (Lc 1, 52); aniquilar naciones (Hech l3, 19). En contraste con la sintaxis clásica y helenística, xa{}UlQÉw en Hech 19, 27 rige genitivo de separación: sufrir la pérdida de su grandeza (BlaB-Debrunner § 180, nota 2); cf. también Bauer, W6rterbuch, 764. En 2 Cor 10, 4, R. Bultmann traduce acertadamente: «so zerst6ren wir Sophismen» (<
xaitaíQm kathairolimpiar, podar* En Jn 15,2 dícese de la limpieza de la vid o de la poda de los pámpanos (cortando los brotes inútiles), cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, sub loco; en sentido figurado en Heb 10,2 Textus Receptus.

xaitá3tEº kathaper como, así como, tal como* Aparece 13 veces en el NT, únicamente en Pablo (12 veces) y en Heb 4,2: seis veces en la construcción xai xa{}úJtEQ, «como también» (Rom 4,6; 2 Cor 1, 14; 1 Tes 3, 6.12; 4, 5; Heb 4, 2); al introducir como prueba la imagen del «cuerpo»: xa{}Ú:7tEQ YÚQ (siguiendo luego olÍ'tW¡;;), «pues así como» (Rom 12, 4; 1 Cor 12, 12; en la formulación de referencias bíblicas: como (1 Cor 10, 10; 2 Cor 3, l3); tal como (2 Cor 3, 18; 8, 11 [sin verbo]); así como (1 Tes 2, 11). La expresión XU{}Ú:7tEQ yÉYQa:7t'tUl aparece en Rom 3, 4; 9, 13; 10, 15; 11, 8, en todos los casos como v.l. de xa{}w¡;; yÉYQa:7t'tUl).

xaitá3ttm kathapto prenderse, agarrar* En Hech 28, 3, con sentido de voz media, dícese de una serpiente que se prendió en la mano de Pablo, mordiéndole (eXl()Va ... xa{}fj1jJEv 'tfj¡;; XElQO¡;; aU'toíJ), de tal manera que podía

vérsela colgando de la mano de Pablo (v. 4); cf. también BlaB-Debrunner § 310, nota 1. xaitaQí~m katharizolimpiar, purificar ---+ xa{}aQó¡;;.

xaitaºlaJlÓ;, 013, Ó katharismos purificación xa{}aQó¡;;.

---+

xaitaºó;, 2 katharos puro, limpio; inocente; inmaculado axm'taQoLa, a~, ~ impureza; inmoralidad axá{}aQ'to~, 2 akathartos impuro; desvergonzado, licencioso xa-fraQ(~(j) katharizo purificar, limpiar; hacer puro; declarar puro xa-fraQl<Jfló~, oi:í, ó katharismos purificación, rito de purificación xa-fraQó'tr¡~, r¡'tO~, ~ katharotes pureza* 1. Aparición en el NT - 2. Puro e impuro como sistema simbólico en el AT y en el judaísmo - 3. Puro e impuro en el helenismo - 4. El uso del campo léxico en el NT - a) La tradición sinóptica - b) Pablo - c) La escuela paulina - d) La misión entre los gentiles y el «Concilio Apostólico» - e) Hebreos y Evangelio/Cartas de Juan.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; K. Berger, Die Gesetzesauslegung Jesu I (WMANT 40), NeukirchenVluyn 1972,465-475; H. Braun, Spiitjüd.-hiiretischer und frühchristlicher Radikalismus 11 (BHTh 2412), Tübingen 1957, 62-73; O. W. Buchanan, The Role of Purity in the Structure of the Essene Sect: RQum 4 (1963) 397-406; M. Douglas, Purity and Danger. An Analysis of Concepts of Polution and Taboa, London 1966; J. T. Forestell, The Ward ofthe Cross (AnBibI57), Roma 1974, 155-157; W. H. Oispen, The Distinctian between Clean and Unclean: OTS 5 (1948) 190-196; F. Hauck, xa{}aQó~ XTA., en ThWNT 111,416-434; H.-J. Hermisson, Sprache und Ritus im altisraelitischen Kult (WMANT 19), Neukirchen-Vluyn 1965, 84-99; H. Huppenbauer, ~hr und ~hrh in der Sektenregel van Qumran: ThZ 13 (1957) 350s; W. Kornfeld, Reine und Unreine Tiere im AT: Kairos 7 (1965) 134-147; O. van der Leeuw, Phiinomenolagie der Religion, Tübingen '1970,386-393; B. A. Levine, In the Presence of the Lord, Leiden 1974; E. Lohse, Rein und Unrein III. 1m NT, en ROO V, 944; F. MaaB, .thr «ser puro», en DTMAT 1, 895-902 (bibl.); Id., tm' «ser impuro», en ibid. 1, 918-921; J. Maier, Die'Tempelrolle vom Taten Meer (UTB 829), München-Basel 1978, especialmente 5053; R. Meyer, xa{}aQÓ~ XTA. (C: 1m Judentum), en

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2095 ThWNT II1, 421-427; J. Neusner, The Idea of Purity in Ancient Judaism, Leiden 1973; J. H. Neyrey, The Idea of Purity in Mark's Cospel: Semeia 35 (1986) 91128; W. Paschen, Rein und Unrein. Untersuchung zur biblischen Wortgeschichte (StANT 24), München 1970; F. Pfister, Katharsis, en Pauly-Wissowa, Suppl. VI, 146162; W. Potscher, Katharmos, Katharsis, en Pauly, Lexikon II1, 164-166 (bibl.); R. Rendtorff, Die Cesetze in der Priesterschrift (FRLANT 62), Góttingen 1954, 38-56; Id., Rein und Unrein n. 1m AT. en RGG V, 942944; Id., Reinigungen n. 1m AT und Judentum, en ibid., 947s; H. Ringgren, tiihar, en ThWAT II1, 306315; H. Ringgren-G. André, tiime', en ibid., 352-366 (bibl.); M. Smith, The Dead Sea Sect in Relation to Ancient Judaism: NTS 7 (1960-1961) 347-360; B. E. Thiering, Inner and Outer Cleansing at Qumran as a Background to NT Baptism: NTS 26 (1979-1980) 266277; L. M. Weber, Reinheit n. Theol., en LThK VIII, 1144s; Y. Yadin, Megillat ham-Miqdé. The Temple Scroll (ed. hebrea) I-IlI, Jerusalem 1977; J. K. Zink, Uncleanness and Sin: VT 17 (1967) 354-361. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1125.

rotestamentario Y judío de reglas de pureza. y sólo desde esta perspectiva podrán comprenderse. Por este motivo, Marcos tuvo que hacer que su dilucidación del probl~ma (Me fu~~e precedida por la correspondiente exphcaclOn destinada a sus lectores no judíos (7, 3s).

?)

La idea fundamental del antropólogo C. LéviStrauss, según la cual un mito se compone siempre de la «totalidad de sus variantes» (Die Struktur der Mythen, en Id., Strukturale Anthropologie, Frankfurt am Main 1967, 226-254, esp. 239), se aplica también al sistema dualístico de la pureza y la impureza en la Biblia. Debe entenderse. co~o un «universo simbólico de sentido», constItuttvo y conservador de la sociedad, que marca toda la conducta de Israel, todas sus acciones y expectativas. Tan sólo la existencia y el funcionamiento de semejantes reglas diferencia a una «sociedad» de la simple agrupación de seres animados. En otros lugares podrán dominar valores como la 1. El adjetivo xa:fraQó<; aparece 27 veces en «igualdad», el «honor» y la «justicia», pero en Isel NT; no se encuentra en Marcos ni en las Carrael en el vértice de la pirámide se hallan las esferas, en mutuo contraste, de lo «puro» y lo <
manera consciente o bien inconsciente. Y, así, en Is 6, 1ss o en el Sal 51 no se trata de una «espiritualizacióu» tardía de fenómenos originalmente «cultuales» que se trasforman en lo moral, sino que se trata de fósiles de los tiempos primitivos, para los que todas las trasgresiones engendraban impureza, y toda impureza era pecado. La impureza es la consecuencia del constante ataque de poderes malignos y demoníacos, que constituyen una amenaza para Israel, sus casas, su tierra y su Dios. Ante sus acosos, hay que proteger cuidadosamente el lugar donde mora la Deidad en Israel. Y hay que hacerlo principalmente por medio de ritos cruentos (Levine, 67-77). Los círculos sacerdotales, a cuya actividad de recopilación y redacción debemos la máxima parte del canon bíblico, intentaron -con notable éxito- centrar en torno al templo casi todas las reglas de pureza y relacionarlas con el culto del templo. Al subordinar de esta manera todos los tabúes a la voluntad divina, se consigue al mismo tiempo la neutralización de los mismos. Sin embargo, los restos que precisamente no se diluyeron en este empeño, como las listas de animales impuros, los tabúes sexuales, etc., demuestran que en todo ello no se trata del «significado original» de las reglas de pureza, sino de un proceso de selección, dirigido por la «propaganda sacerdotal» (Neusner, 120), que -por eficaz que fuese de hecho- sirvió para el ejercicio del dominio: para la estabilización de la hierocracia, para el dominio de lo viril, para la conservación del tradicional ordenamiento del matrimonio y de la familia, etc. (Douglas, 140ss). Aquí sólo podemos remitir a la bibliografía indicada, en lo que respecta a los ideales de pureza (regidos por intereses totalmente diferentes en cada caso y por los correspondientes mecanismos de selección) de los fariseos y los zelotas en tiempos del segundo templo, en lo que respecta a la función dominante de la pureza en la secta de Qurnrán, la cual se entiende a sí misma como el verdadero santuario en lugar del profanado templo de Jerusalén, y cuyo dualismo propio difícilmente se deberá a «influencia» externa sino a antiquísimos conocimientos sacerdotales' acerca de lo que es «puro» e <
3. Es verdad que en el mundo religioso de Grecia, desde los tiempos homéricos, y también en la antigua Roma, existió un extenso sistema de ritos de purificación y expiación (xa{}a~nw¡ y lustrationes). Sin embargo, en este caso, el «contraste entre lo puro y lo impuro» no desempeñó un papel tan dominante, tanto más que en Grecia el culto y el Estado eran ámbitos que siempre estuvieron estrictamente separados, y el culto estatal romano, que degeneró en instrumento político, había perdido ya hacía mucho tiempo su atractivo y, con él, el significado existencial de sus ritos de lustración para la masa de la población. Los esfuerzos de Augusto por reformar la religión y lograr la restauración de los decadentes templos no lograron tampoco ningún cambio esencial. Además de demostrarlo el escepticismo religioso, que se hallaba muy difundido, y para el cual lo «puro» y lo <
2099 que se presenten a los sacerdotes y ofrezcan los sacrificios prescritos (Mc 1,44 par. Lc 5, 14; Lc 17, 14). Es verdad que el contacto de Jesús con los leprosos es primariamente un gesto por el que se trasmite poder purificador (cf. también Mc 5, 25ss), pero -teniendo en cuenta los antecedentes descritos- sorprende que no se tenga en cuenta lo contagioso de la impureza, y que no se hable de que, a continuación, Jesús fuera a «purificarse» (Mc 1, 40s par.). La purificación de la lepra, que ya Eliseo -el profeta del desierto- realizó en Naamán (Lc 4, 27), se considera, juntamente con la resurrección de muertos y el exorcismo, como señal mesiánica del fin de los tiempos (Mt 11, 5 par. Lc 7, 22). A los discípulos se los envía en misión, dotados también de autoridad para realizar esta señal (Mt 10, 8). La actuación de Jesús en público -de Jesús que es el Hijo de Dios y que está dotado del Espíritu (Mc 1, lOs)-la describe el evangelista Marcos, de manera sumamente programática, como la lucha y la victoria escatológica del «Santo de Dios» (1, 24; 3, 11) sobre Beelzebu1, el príncipe de los demonios (3, 22ss), y sobre todos sus «espíritus inmundos». Por eso, el demonio, en la primera actuación de Jesús en público, en la sinagoga de Cafarnaún, declara -en nombre de todos sus tenebrosos congéneres- que ha sonado la hora para todos ellos: «¡Has venido para destruimos!» (1, 24 par. Lc 4, 34; cf. Mc 3, 11). Jesús hace partícipes a sus discípulos de esta autoridad sobre los «espíritus inmundos» (Mc 6, 7; Mt 10, 1; cf. Hech 5, 16; 8, 7 cf. también Ap 16, 13; 18, 2). La maligna imputación de los escribas de que Jesús se halla al servicio de Beelzebul y de que tiene un «espíritu inmundo» (Mc 3, 22ss par.; cf. Mt 9, 32ss), es una «blasfemia» contra el «Espíritu Santo» que reposa sobre Jesús. Esa blasfemia, como tal, es el único «pecado que no tiene perdón» (Mc 3, 22ss). Ahora bien, lejos de de 10 que piensan los escribas, Jesús, al expulsar a los «espíritus inmundos», está arrebatando su presa al príncipe de los demonios, vencido ya y encadenado. Cuando Jesús contrasta la escrupulosa observancia de la torá de la pureza, como simple

2100 «ordenanza humana», con el cumplimiento del «mandamiento de Dios», que con ligereza ha sido dejado a un lado, y proclama como secreto mesiánico que nada de lo exterior es capaz de hacer impuro al hombre (Mc 7 par.), entonces está declarando de hecho que «todos los alimentos son puros» (7, 19). Ahora bien, como Jesús no niega, ni mucho menos, que los pensamientos y actos malignos que brotan del corazón son realmente el poder que hace impuro al hombre, sino que enseña precisamente que hay que temer esos pensamientos y actos, entonces vemos que él, a pesar del radicalismo de su crítica, sigue estando en el terreno del sistema de lo puro y lo impuro (cf., sobre Mc 7, Paschen, 155ss; cf. también Mt 23, 25ss; Lc 11, 37ss). b) En el cristianismo primitivo, no cabe la menor duda de que Pablo es el que, con mayor reflexión, expone la idea de que Dios, por medio de Cristo que es el «nuevo Adán» (Rom 5, 12ss), al llegar la plenitud de los tiempos (Gál 4, 4), ha concedido su <~usticia salvadora y purificadora» (Rom 3, 21 y passim) a los gentiles, que eran pecadores impuros (GáI2, 15; cf. Rom 1, 24; 6, 19). Y lo ha hecho «sin la ley», es decir, sin imponer la obligación de circuncidarse ni de observar la torá de la pureza. No sólo ellos, sino también sus hijos nacidos del matrimonio con un cónyuge gentil incrédulo, están santificados y son puros por medio de la fe (1 Cor 7, 14). Todo lo que no procede de la fe es impuro y es pecado (Rom 14,20; cf. Tit 1,15 [--+ ¡.ualvw]. c) En la escuela paulina se ha perdido de vista la relación mutua entre judíos y gentiles, constitutiva de la salvación (Gál 2, lss; Rom 1, 16; 9-11), y la Iglesia de los gentiles, que Cristo -mediante su muerte sacrificial- redimió de la «impiedad», ha usurpado el lugar del «pueblo purificado que es propiedad de Dios» (Tit 2, 14; cf. Ef 5, 26). El pasaje de 2 Cor 6, 14-7, 1 queda enteramente fuera del enfoque paulino del tema de la pureza. Como este pasaje rompe, además, la firme conexión literaria entre 6, 13 Y 7, 2, podría tratarse de la glosa marginal de algún lector antiguo que se hallara próximo a la ideo-

2101 logía qurnránica sobre la pureza (cf. H. Braun: ThR 29 [1963] 221ss). d) La idea paulina de la vocación divina, a saber, que Dios -«sin la ley»- declaró escatológicamente limpios a los impuros gentiles, es también el tema principal del relato acerca de la apertura programática, realizada por Pedro, de la misión entre los gentiles (Hech lOs). Los «animales impuros» de la visión simbolizan en ella no sólo a los gentiles mismos sino también sus «alimentos impuros» (a los ojos de los judíos; 11, 3). En el relato, y sobre todo en la manera en que se efectúa su repetición ante los cristianos fieles a la ley en Judea (11, 4ss), se refleja el conflicto en torno a la admisión de incircuncisos en el seno del pueblo de Dios, y principalmente en tomo a la comunión de mesa entre los judeocristianos, aferrados estrictamente a la observancia de la torá de la pureza, y los cristianos gentiles. Este conflicto fue también la razón de que los cristianos de Antioquía respondieran a una correspondiente intervención efectuada por los judeocristianos (Hech 15, lss), enviando una delegación a Jerusalén, al frente de la cual se hallaban Pablo y Bemabé. Esto condujo al denominado «Concilio Apostólico», que confirmó de manera definitiva y solemne (Hech 15 y Gál 2) que los cristianos gentiles estaban libres de la ley: «Porque Dios ha purificado por medio de la fe sus corazones» (Hech 15, 9). Sin embargo, a pesar de este acuerdo en lo fundamental, seguía habiendo problemas en la práctica de las comunidades (cf. tan sólo Gá12, lIs). El denominado «Decreto Apostólico» (Hech 15, 19s.28s; 21, 25) es uno de los intentos por hallar una solución de avenencia que fuera tolerable por ambas partes y que permitiese el intercambio y la convivencia entre los miembros de comunidades mixtas. A pesar de lo que se refiere en Hech 15, las palabras de Pablo en Gá12, 1ss, especialmente en los vv. 11ss, muestran que es imposible que el decreto del «Concilio Apostólico» se adoptara en presencia de Pablo (cf. también Hech 21,25). Ni en esta materia ni en otras se ocupaba Pablo de formular decretos (¡ cf. la Carta

2102 a Filemón!). No, sino que él se preocupaba de que se entendieran las cosas y se adoptara una actitud responsable y apelaba al respeto que debe sentirse ante el camino seguido y ante la conciencia moral de los hermanos (Rom 14, 14ss; cf. 1 Cor 8, 7ss). Por desgracia, el problema «se solucionó» porque los cristianos gentiles llegarían pronto a ser una mayoría abrumadora, porque usurparon las prerrogativas salvíficas de Israel (¡Rom 9, 1ss!) y porque los cristianos juzgaron que la destrucción del templo era el juicio por el que Dios rechazaba definitivamente a Israel. Y esta «solución» se impuso en una forma todavía inconcebible para Pablo y que habría de tener funestas consecuencias para ambas partes. e) Las ideas acerca de la pureza en Hebreos y en el Evangelio de Juan (así como en las Cartas de Juan) están profundamente enraizadas en la herencia judía: Hebreos (--+ ttvola 5) reinterpreta la idea cristiana primitiva acerca del sacrificio expiatorio y purificador llevado a cabo por el Cristo preexistente. Y la re interpreta valiéndose de teologúmenos procedentes de la especulación de la merkabá judía acerca del perfecto culto divino de los ángeles en el santuario celestial. Esta especulación consideraba a Melquisedec, equiparado con Miguel (cf. 11 Q Melquisedec y Filón, All III, 79), como ángel y sumo sacerdote que se hallaba cerca del trono. Cristo, a quien se presenta inmediatamente como exaltado por encima de todos los ángeles (Heb 1, 4ss), ha sido instituido en el santuario celestial como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, a causa del sacrificio que hizo de sí mismo. El efectúa ahora la purificación definitiva, que el culto terreno solamente podía hacer de manera provisional y a manera de una sombra; cf. Heb 7, 26ss; 9, 13ss; 10,2 Y passim. La sentencia programática de Jn 1, 17 no establece una antítesis entre la «ley» y la «gracia», sino que describe el cumplimiento y la superación escatológicos de la purificación concedida por la ley. Según Jn 2, 1ss y passim, la purificación escatológica y definitiva por obra del «Espíritu de la verdad», anhelada

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vivamente por la comunidad de Qurnrán (lQS 4, 20ss; cf. Forestell, 155ss), simbolizada por la inagotable abundancia de vino en contraste con los ritos judíos de la purificación por medio del agua (2, 6), se halla presente en la palabra y en la obra de Jesús y efectúa la completa purificación y comunión de los discípulos con Dios (13, 1ss; 15, 3; cf. 3, 25; 1 Jn 1, 7ss). H. Thyen xa-3aQó'(1)~, 1)'to~,

t1 katharotes pureza

-- rel="nofollow"> xm(tuQó~.

xa-3ibQa, a~,

t1

kathedra asiento, silla,

cátedra* Bibl.: Billerbeck 1, 909, 915s; I. Renov, The Seat of Mases: lEJ 5 (1955) 262-267; C. Roth, The 'Chair of Mases' and its Survivals: PEQ 81 (1949) 100-111; E. L. Sukenik, Ancient Synagogues in Palestine and Greece, Oxford 1934,57-61.

xu'frÉ()QU se encuentra en su significación original de asiento, silla en la perícopa de la purificación del templo (Me 11, 15-19 par.). Mientras que Mateo sigue el modelo de Marcos y ambos hablan de los asientos de los vendedores de palomas (Me 11, 15; Mt 21, 12), Lucas omitió los enunciados acerca del proceder cotidiano y material de Jesús contra los comerciantes y suprimió los vv. 15b.c.16 de su fuente. Otro significado del término lo tenemos en Mt 23, 2. Aquí la xa'frÉ()Qu Mwi.ioÉw~ se distingue de los otros asientos, que deben entenderse como los primeros puestos (:7tQw'toxu'frebQtat) para los dignatarios de las sinagogas (Mt 23, 6). Según el contexto, estos últimos eran los asientos de la sinagoga sumamente codiciados como puestos de honor para los miembros que, por su prestigio y consideración, recibían especiales respetos (cf. la :7tQw'toXA.wlu en los convites, Mt 23, 6). La xu'frÉ()Qu Mwi.ioÉw~ formaba parte, como sitial de honor, del mobiliario permanente de la sinagoga. Esa «cátedra de Moisés» era, según el relato de Mateo, el asiento ocupado habitualmente por los escribas y fariseos para impartir sus enseñanzas. Con este enunciado, Mateo

acentúa expresamente la autoridad doctrinal de estos dos grupos religiosos: su doctrina debe ser acatada por el pueblo. Frente a esto, Mateo acentúa en el capítulo 23 (pero no sólo en este capítulo) que el ejercicio de la piedad por parte de los mencionados dirigentes del pueblo se halla en contradicción con la Torá de Moisés; que no merecen que se los imite; que, por tanto, esos dirigentes religiosos ocupan de hecho injustamente la xu'frÉ()Qu de Moisés, que en la sinagoga ha de declarar cuál es la voluntad de Dios. A. Sand xa-3i~o .... al kathezomai estar sentado,

sentarse* El verbo aparece siete veces en el NT. Casi siempre con el significado de estar sentado, por ejemplo, como maestro que enseña «en el templo», xuftÉ~EOftUl EV 't0 LEQ0, Mt 26, 55; Lc 2, 46; cf. xU'frÉ~WftUl EV ti¡) OUVE()Qli¡), «estar sentado en el Sanedrín, Hech 6, 15; cf. también 20, 9 (XUftÉ~EOftUl E:7tL ti'í~ 'fruQt()o~); xu'frÉ~eoftUl EV tep OLXQ>, «quedarse sentado en casa», Jn 11,20; en sentido absoluto, estar sentado allí, 20, 12. El significado de sentarse aparece únicamente en Jn 4, 6: exuftÉ~Eto oiítw~ E:7tL tft :7tl]Yft, «se sentó junto al pozo»; cf. también 6, 3 v.l. xa-3Ei~ katheis uno a uno, cada uno

En el NT únicamente como v.l. en lugar de xu'fr' e1~ en Jn 8, 9; Rom 12, 5. xa-3E;ií~ kathexes (adv.) por orden, suce-

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chos (cinco veces). Designa la sucesión temporal y espacial y la secuencia lógica, por orden, en la (debida) sucesión (Bauer, Worterhuch, s. v.). En Lc 1, 3 xu'fresi'í~ OOL YQ(l-IjJat significa el propósito del autor de «escribir por su orden» los sucesos que constituyen el tema de su obra, con destino a aquel a quien va dedicada. Con ello se piensa probablemente, de manera especial, en la exposición (orientada según la historia de la salvación) que se atiene al esquema «promesa y cumplimiento» (Schneider); porque precisamente la exposición realizada xu'fresi'í~ será apropiada, según el v. 4, para llegar a conocer la «fiabilidad» de las «palabras» de la instrucción recibida hasta entonces (cf. Hech 11,4). En Lc 8, 1 €v t0 xu'fresi'í~ significa después de esto (cf. tO xu'fresi'í~ en MartPol22, 3), en el trascurso ulterior: una referencia redaccional al camino de Jesús (cf. Lc 7, 11; 9, 37, --> Ési'íc:;) en la proclamación del «reino de Dios». «Samuel y los sucesores» (oL xuftesi'í~, los profetas que vinieron después de Samuel, los sucesores) fueron anunciando uno por uno, sucesivamente (TestJud 25, 1) al «profeta como Moisés» (Hech 3, 24). Según 11,4, Pedro expuso por su orden a la comunidad de Jerusalén las circunstancias que condujeron al bautismo de Comelio; la sucesión de los acontecimientos permitía conocer claramente la intención de Dios en favor de la misión entre los gentiles. Se cuenta en Hech 18, 23 que Pablo fue recorriendo por su orden la región de Galacia y Frigia» (cf. --> Ési'í~ refiriéndose al camino de Pablo en Hech 21,1; 27, 18). G. Schneider

sivamente* Bibl.: J. Kürzinger, Lk 1,3: ... (hQL~W<; xa{}E~fj<; GOL YQ á'l\J al: BZ 18 (1974) 249-255; F. MuBner, Ka{}E~fj<; im Lukasprolog, en FS Kümmel, 253-255; G. Schneider, Zur Bedeutung van xa{}E~fj<; im lukanischen Doppelwerk: ZNW 68 (1977) 128-131; H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 12s; M. V61kel, Exegetische Erwiigungen

zum Verstiindnis des Begriffs xa{}E~í'i<; im lukanisehen Prolog: NTS 20 (1973-1974) 289-299.

En el NT, xuftesi'íc; (lo mismo que --> Ési'í~) se halla atestiguado únicamente en Lucas/He-

xa-3EQí,~m katherizolimpiar, purificar

Forma alternativa de

--> xu'fruQt~w.

xa-3E'ilbm katheudo dormir 1. Aparición en el NT - 2. En los Evangelios sinópticos - 3. En la parénesis.

Bibl.: K. M. Fischer, Tendenz und Absicht des Epheserbriefes (FRLANT 111), Gottingen 1973, 140146; E. Fuchs, Die Zukunft des Glaubens na eh l.

Thess 5, i-lJ, en Fuchs, Aufsiitze III, 334-363; W. Harnisch, Eschatologisehe Existenz. Ein exegetischer Beitrag zum Sachanliegen van l. Thess 4, 13-5, 11 (FRLANT 110), Gottingen 1973, 142-152; P. Hoffmann, Die Toten in Christus. Eine religionsgesehiehtliehe Untersuehung zur pln Esehatologie (NTA NF 2), Münster i. W. 1966; M. Lautenschlager, BITE YQfJYOQWflEV EL-IE xa{}Eú6ooflEV. Zum Verhiiltnis van Heiligung und Heil in 1 Thess 5, lO: ZNW 81 (1990) 39-59.

1. En el NT, xuftElJ()W aparece 22 veces. Fuera de los Evangelios sinópticos, el término se encuentra únicamente en Ef 5, 14; 1 Tes 5, 6. 7.10. En los escritos del NT el verbo xu'frelJ()W, lo mismo que el verbo --> xOlftáoftaL, significa la acción de dormir, tanto en sentido literal como en sentido figurado. Pero no es algo así como una circunlocución para referirse eufemísticamente a la muerte (sobre 1 Tes 5, 10 --> 3). 2. XU'frElJ()W en el sentido del sueño natural se encuentra en Mc 4, 27 (e igualmente en Mt 13, 25; 25, 5). Significa la tranquilidad con que vive el sembrador en medio del ritmo cotidiano del estar despierto y del dormir, porque él está seguro de que ha de recoger la cosecha. El énfasis con que se dice que Jesús dormía en la barca (Mc 4, 38 par.) es, por un lado, parte integrante del milagro de salvación, y sirve, por otro lado, para exponer el tema de la incomprensión de los discípulos (4,40). En los Evangelios sinópticos, el sueño se critica únicamente en 14, 37 par. (si prescindimos de la crítica implícita que se hace en la advertencia de 13, 36). La exhortación de Jesús (14, 38) trasciende claramente la situación concreta, como lo demuestra el término :7tELQUOftÓ~. Merece atención especial el pasaje de 5, 39 par. No cabe la menor duda de que la niña había muerto efectivamente (5, 23.35). Cuando Jesús considera la muerte de la muchacha como un sueño, entonces no se trata del eufemismo -tan corriente- de referirse a la muerte como a un sueño. Sino que la muerte, ante la presencia de Jesús, es caracterizada como algo realmente provisional (cf. Hoffmann, 203). Por eso, Jesús «trata» a la niña como si estuviera dormida (5, 41).

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3. En Ef 5, 14, xalh,'Ú(')ro aparece en lo que se ha demostrado que es la cita de un himno, pero sin que se sepa qué himno. Se trata seguramente de un himno bautismal. Si la exhortación a despertarse del sueño está relacionada con el bautismo, entonces la referencia al bautismo es el fundamento de la exhortación que se hace en 5, 15, en paralelismo con la imágen -análoga- de la luz (5, 8a) y con la correspondiente parénesis (5, 8b). Asimismo, en el marco de la terminología parenética del bautismo, Pablo emplea xa{te'Ú(')ro en 1 Tes 5, 6.7. Y lo hace a continuación inmediata del indicativo con que afirma la salvación en 5, 5. Si en 5, 10 se recoge nuevamente el indicativo en sentido cristológico, entonces es difícil de entender aquí el verbo xa{te'Ú(')ro. Si, como la mayoría de los exegetas suponen, YQllYOQÉro (<<estar despierto») y xa{te'Ú(')ro designan el contraste entre los vivos y los muertos, entonces YQllYOQÉro en general y xa{te'Ú(')ro significarían -de manera singularísima para Pablo- la «vida» y la «muerte», lo cual, en vista de la terminología paulina de 1 Tes 4, 14s y del uso exhortativo de YQl]YoQÉro y xa{te'Ú(')ro (5, 6), resulta una hipótesis difícil de aceptar. Así que 5, 10 contiene una paradoja peculiar, que posiblemente es expresión de una suprema primacía del indicativo (5, 5.9s) sobre el imperativo (5, 6.8). M. VOlkel

X(u'h1YlltlÍ;, 0\3,

Ó kathegétes maestro, dirigente, guía del camino* En el NT, el término aparece únicamente en Mt 23, 10 (dos veces), muy probablemente en el sentido de maestro; Jesús rechaza la pretensión de cualquiera que quiera convertirse en el dirigente en la comunidad, porque el xa1tl]Yl]'t~¡; de los discípulos lo es únicamente el Cristo; cf. 23, 8 v.l. El término se encuentra varias veces en el ámbito del helenismo para designar la autoridad de los maestros y de los que por su conducta sirven de modelos (por ejemplo, Plutarco, AlexFort n, 327s [cf. Aristóteles] y passim). En este aspecto,

Mt 23, 10 es un desarrollo de lo que se dice en el v. 8. Spicq, Notes 1, 389-391.

xaihíxOJ katheki511egar a, ser conveniente* La frase impersonal: 01) xa{tfjxev alJ'tov ~fjv, «no debe seguir con vida», Hech 22, 22 (sobre el imperfecto con sentido de presente, cf. BlaB-Debrunner § 358, nota 3). El participio neutro de presente 'tO xa{tfjxov designa en la literatura estoica, desde los tiempos de Zenón, lo que corresponde o es adecuado, lo que se deriva de las exigencias del entorno del hombre y del propio ser del hombre (cf. Diógenes Laercio VII, 107ss; Epicteto, Diss 11, 17, 31). Ahora bien, la formulación paulina :rr:OLELV 'tu !-t~ xa{t~xov'ta, en Rom 1, 28, no recoge directamente la expresión filosófica específica, que además tendría como negación 'Co :1taQu 'to xa{tfjxov (ThWNT III, 443), sino que refleja más bien el uso popular de la misma (cf. 'tu !-t~ xa{t~xov'ta en 2 Mac 6, 4; 3 Mac 4, 16). Por tanto, en Rom 1, 29 se trata de lo que es ilícito / indebido ante Dios. ThWNT I1I, 440-443; X, 1126 (bibliografía); G. Bühring, Untersuchungen zur Anwendung, Bedeutung und Vorgeschichte der stoischen <mumeri officii», tesis, Hamburg 1960.

xá3'1!.tal kathemai estar sentado, sentarse, estar entronizado 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial - 3. El salmo 110 y la historia de las tradiciones en la cristología de la exaltación en el cristianismo primitivo.

Bibl.: M. Black, The Throne-Theophany, Prophetic Commission and the 'Son of Man': A Study in Tradition-History, en FS Davies, 57-73; J. Dupont, Assis a la droite de Dieu. L'interprétation du Ps 110, I dans le NT. en E. Dhanis (ed.), Resurrexit. Actes du symposion sur la résurrection de lésus, Regensburg 1974, 423436; Id., Le logion des douze trones (Mt 19, 28; Lc 22, ;28-30): Bib 45 (1964) 355-392; T. F. Glasson, 'Plurality of Divine Powers' and the Quotations in Hebr 1, 6ff.: NTS12 (1965-1966) 270-272; Hahn, Hoheitstitel, 126-132; D. M. Hay, Glory at the Right Hand. Psalm JI O in Early Christianity (SBLMS 18), N ashviJIe Tenn. 1973; M. Hengel, El Hijo de Dios, Salamanca 1978; O. Keel, lahwe- Visionen und Siegelkunst. Eine neue Deutung der Majestiitsschilderungen in les 6, Ez I und /O und Sach 4 (SBS 84-85), Stuttgart 1977; Id.,

2109 Die Welt der altorientalischen Bildsymbolik und das AT. Am Beispiel der Psalmen, Zürich 1972; R. Kempthorne, The Marcan Text of lesus' Answer to the High Priest (Mark XIV 62): NovT 19 (1977) 197-208; S. Légasse, lésus devant le Sanhédrin. Recherche sur les traditions évangéliques: RTL 5 (1974) 170-197; B. Lindars, NT Apologetic, London 1961,45-51; O. Linton, The Trial of lesus and The Interpretation of Psalm CX: NTS 7 (1960-1961)258-262; W. R. G. Loader, Christ and the Right Hand. Ps CX, I in the NT: NTS 24 (1977-1978) 199-217; E: Lovestam, Die Davidssohnfrage: SvEA 27 (1962) 72-82; G. Lohfink, Die Himmelfahrt lesu. Untersuchungen zu den Himmelfahrts- und Erhohungstexten bei Lukas (StANT 26), München 1971; F. J. Moloney, The Targum on Ps 8 and the NT: Sal. 37 (1975) 326-336; F. Neugebauer, Die Davidssohnfrage (Mk XII, 35-37 parr.) und der Menschensohn: NTS 21 (1974-1975) 81-108; A. F. Segal, Two Powers in Heaven: The Significan ce of the Rabbinic Reports about Binitarism, Ditheism and Dualism for the History of Early Christianity and ludaism (tesis), Yale 1975; O. J. F. Seitz, The Future Coming oI the Son oI Man: Three Midrashic Formulations in the Gospel of Mark: StEv VI (1973) 478-494; J. Theisohn, Der auserwiihlte Richter. Untersuchungen zum traditionsgeschichtlichen Ort der Menschensohngestalt der Bilderreden des iithHen (StUNT 12), Gottingen 1975; J. W. Thompson, The Structure and Purpose ofthe Catena in Heb 1:5-13: CBQ 38 (1976) 352-363; W. Thüsing, ErhOhungsvorstellung und Parusieerwartung in der tiltesten nachosterlichen Christologie: BZ 11 (1976) 95-108,205-222; 12 (1968) 5480, 223-240. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1126.

1. En el NT, las 92 veces que aparece el término, se concentran en los Evangelios (47) y en el Apocalipsis (33), mientras que en los Hechos (7) y en las Cartas (4) el número de referencias es mucho menor. El uso de este término para designar un acontecimiento bien visible tiene lugar preferentemente en la forma literaria de las narraciones y descripciones. 2. Con el término XÚ{tll!-taL se asocia una perspectiva histórico-cultural de la costumbre de estar sentado en tiempos del NT: las personas están sentadas en el suelo (los niños, cuando están jugando a algo, Mt 11, 16 par. Lc; los mendigos, los lisiados, los ciegos están sentados a la vera del camino, Mc 10, 46 par. MtlLc; Jn 9, 8; Hech 3, 10; Pedro está sentado junto a los criados, calentándose al amor del fuego, Mc 14, 54 par. MtlLc, en el patio, Mt 26, 69; los guardias están sentados al pie

2110 de la cruz, Mt 27, 36; cf. BRL, 229). Es corriente estar sentado en el suelo, mientras se observa en espera de algo (Mc 2, 6), cuando una multitud está reunida contemplando algo (Mc 3, 32.34); la gente se sienta para escribir y para las actividades relacionadas con ello (Mc 2, 14 par. Mt/Lc; Lc 16, 6; Jn 2, 14). El antiguo poseso se halla ahora tranquilo y sentado en el suelo como una «persona normal» (Mc 5, 15 par. Lc). Como señal de duelo y de penitencia, las personas están sentadas en el suelo (Lc 10, 13; cf. Mt 4, 16; sobre el significado de xú{tl]!-taL, estar sentado = habitar, cf. el verbo hebreo yasab, Lc 21, 35). También Jesús se sienta para enseñar (Mt 5, 15; 13, 1; Mc 9, 35; Jn 8, 2). Así, pues, en una cultura en que la gente se sienta en el suelo, al asiento elevado le corresponde una especial importancia que destaca el atributo de autoridad: en el Oriente antiguo, el rey terreno y el Señor celestial están sentados en tronos que corresponden a la ideología ya la concepción del mundo y de la vida (cf. Keel, Jahwe- Visionen, 33s, y la expresión de la LXX X'ÚQLO¡; xa{t~!-tevo¡; E:rtl, 'twv XeQOlJ~LV [por ejemplo, Sal 79, 2]; a propósito de sentarse = estar sentado en un trono, cf. Ap 18, 7). En el NT, el vidente del Apocalipsis recoge la expresión ó xa{t~!-tevo~ E:rtl, 't([> {tQóvCP para describir que Dios está bien visible y puede contemplársele (Ap 4, 2ss; 5, 7.13; 6,16; 7,10 Y passim, cf. Mt 23,32). El funcionario romano con atribuciones para administrar justicia está sentado en un ~fj!-ta (Mt 27, 19; Hech 25,6.17; cf. en Hech 23,3 la expresión xú{tlla{taL XQLVroV como tecnicismo para expresar la idea de «estar sentado para juzgar»). En el Apocalipsis, veinticuatro ancianos están sentados cada uno en su trono, alrededor del trono de Dios, ataviados con vestiduras blancas de santidad y gloria celestial y con coronas de oro en sus cabezas (4, 4); a pesar de hallarse ataviados así, lo que se realza es su función de rendir culto, no la de ejercer un dominio (11, 16); esas figuras celestiales corresponden a la comunidad terrena y a su consejo de ancianos. De igual manera, la autori-

2111 dad de los doce discípulos como soberanos y jueces sobre Israel corresponde a la autoridad del Hijo del hombre, que, en su humillación terrena y cuando no tiene hogar, promete a sus discípulos que se sentarán con él en sendos tronos celestiales (Mt 19,28 par. Le; Mc 10,41-45 par. Mt/Lc). Allá donde se trata de la entronización del Hijo del hombre y del ser partícipes en ella, la tradición de los mártires, orientada hacia el contraste entre el «ahora» y el «algún día», se sobrepone sobre la tradición de la autoridad que señala más intensamente hacia la correspondencia actual entre lo «celestial» y lo «terreno» (cf. Col 3, 1; Ef 1, 20; 2, 6s; Heb 12,2; Ap 3,21; ---+ 3). Cuando Jesús se sienta en el monte para enseñar (Mt 5, 1; 15,29; Mc 13,3 par. Mt; Jn 6,3), el simbolismo del monte como lugar de la revelación y sede de la Deidad (cf. la revelación de que fue objeto Moisés en Ex 20, y cf. sobre el conjunto Keel, Bildsymbolik, 100-105) expresa la dignidad de este Maestro. 3. De importancia central para la cristología del NT es el uso de 'X.áttll!!at en el enunciado que afirma que el Cristo celestial está sentado a la derecha de Dios. La forma lingüística de este enunciado se deriva del Sal 110, lss (cf., sobre el conjunto, Hay). Este salmo pertenece por naturaleza al ámbito de la ideología del AT sobre la realeza, según la cual el reyes engendrado / adoptado por Dios, y su entronización terrena está legitimada por el puesto de honor cósmico que le corresponde, por el hecho de estar sentado a la derecha de Dios (cf. Keel, Bildsymbolik, 234ss con la ilustración de la p. 342). Además de la interpretación (¿la más antigua desde el punto de vista de la historia de las tradiciones?) que aplica este salmo al descendiente mesiánico de la Casa de David (cf. Mc 12, 35-37; Hech 2, 34-36), está la interpretación asmonea que se basa en el Sal 110, 4 Y afirma que el monarca asmoneo reinante es caudillo y sumo sacerdote para la eternidad, ELvm ... tly01J[!EVOV xal aQXLEQÉa eLr; 'tav atwva (l Mac 14, 41; cf. Hay, 24). Existe, además, la línea de interpretación (decisiva para el NT) que relaciona la entronización y la dignidad sacerdotal con una figura celestial (cf. Hay, 26s) y que ve así cómo la suerte de los justos

2112 de Israel se halla acogida de manera celestial y escatológica por la justicia de Dios (cf. K. Berger, Die Auferstehung des Propheten und die ErhOhung des Menschensohns, Gottingen 1976, 4042): Dan 7 presupone ya, según parece, el Sal 110 (cf. la conexión explícita entre Mc 14, 62 y bSan 38b; Hay, 26; Berger, Auferstehung, 404s, nota 563; sobre la interpretación del Sal 110 en la tradición de Henoc acerca del Hijo del hombre, tal como se refleja en las imágenes del Hen [et], cf. Theisohn, 94-99) y, como toda la literatura de Henoc (sobre el «estar sentado» del Metatrón compárese bl;Iag 14bs con Hen [heb] 48 [Cl), establece al Hijo del hombre como Juez y Sumo Sacerdote, dotado de autoridad por Dios. Su autoridad celestial para juzgar y su intercesión realiza ahora ya la salvación de los justos y «santos del Altísimo». 11 QMelquisedec resulta también ininteligible sin el Sal 110, 4 -aunque no se cite el salmo-: Melquisedec demuestra su autoridad para juzgar, cuando ejecuta, como sumo sacerdote escatológico, el Año escatológico de la Remisión. Una alusión al trono celestial aparece también en el TestJob 33, 3.9: Job, afligido por las desgracias que sufre en la tierra, sabe que tiene su trono celestial a la derecha de Dios y conoce la magnificencia y gloria del reino divino, que se asienta sobre «el carro del Padre». Para la interpretación del destino del justo que sufre, se piensa aquí en términos helenísticos e individualistas y no se recurre a la figura del Hijo del hombre, sino que se trasforma una antigua forma de la mística de la merkiibil (doctrina acerca del carro del trono celestial según Ez 1). El NT enlaza plenamente con la interpretación apocalíptico-mística del Sal 110. En la recepción del Sal 110 encontramos una antiquísima interpretación de la suerte de Jesús (cf. Berger, Auferstehung, 124; es distinta la interpretación difundida por Hahn, Hoheitstitel, 190ss, que parte del contraste existente entre una expectación de la parusía inminente y una coordinación, más tardía, de Cristo y del mundo celestial); considera la muerte y resurrección de Cristo como la transferencia de la autoridad del celestial Hijo del hombre a ese justo. El estrato literariamente más antiguo en 1 Cor 15, 25s presupone ya una combinación (¿dada ya previamente por una antigua recopilación de citas?) del Sal 110 y del pasaje del Hijo del hombre en el Sal 8, 7 (cf. sobre la interpretación del Sal 8 en el targum: Moloney): en el destino terreno y en la entronización celestial del Hijo del hombre-Adán (cf. el Metatrón como Adán primordial en Hen [heb] 48 [C]) tiene su funda-

2113 mento la justicia y la soberanía: para todos los justos (= creyentes). Rom 8, 34 describe la labor de Aquel que está sentado a la derecha de Dios como una intercesión sacerdotal (Sal 110,4; sobre el Metatrón como sumo sacerdote celestial cf. Hen [heb] 15 [B]; NúmR 12, 15); esta interpretación se encuentra luego -en el NT- en la Carta a los hebreos (8, 1; 10, 12: el Sumo Sacerdote celestial está sentado a la derecha de Dios) y se desarrolla plenamente en la doctrinajoánica del Hijo del hombre-Paráclito: en su muerte y en su cruz, el Hijo del hombre sube a su trono celestial y realiza como Sumo Sacerdote celestial su tarea de intercesión. En efecto, la doctrina acerca del Hijo del hombre y la doctrina de la exaltación llevan ya inherente -desde Dan 7- un significado para la suerte de los justos. Este significado se expresa también en Hech 5, 31 (aQXllYov 'X.aL (JúltfjQa 'Ü'tjJúl(JEV tñ ()ESL(i autou, «(Dios) lo exaltó a su derecha como Dirigente [de la salvación] y Salvador»; Col 3, 1 y Ef 1, 20; 2, 6. Tenemos aquí una mística bautismal que asocia la participación de los creyentes en la suerte del Hijo del hombre-Cristo con el hecho de ser asumidos celestialmente al mundo de las alturas; en el destino de Cristo como Hijo del hombre, que culmina en su exaltación, Dios hace que brote la humanidad escatológica de los creyentes. Desde el trono celestial de Aquel que está sentado a la derecha de Dios, la mirada -en esta mística cultual apocalíptica- se dirige hacia la creación y la preexistencia (Heb 1,3; Jn 1, lss; cf. Hengel, 106-119), hacia la posición del Exaltado, que se halla elevado por encima de todos los demás seres celestiales (Heb 1, 13), así como hacia la derrota de los enemigos, una derrota que se hace escatológicamente visible (1 Cor 15, 25). El Cristo que está sentado a la derecha de Dios ocupa su trono como el Hijo del hombre y Sumo Sacerdote (cf. Ap 5, 13 Y passim; es el Cordero que está junto a Aquel que se halla en el trono); en todo ello hay que tener en cuenta la conexión con la tradición de los mártires: En la suerte de Jesús, el NT ve el arquetipo del mártir justificado por Dios (Heb 12, 2). El mártir cristiano, como recompensa

2114 por su victoria, puede sentarse en el trono del Testigo primordial fiel (Ap 3, 21; cf. TestJ ob 33, 3), y -especialmente en la visión a la hora de la muerte-, al contemplar al Hijo del hombre que se halla a la derecha de Dios, puede recibir la certeza de que va a ser acogido juntamente con el Hijo del hombre en su celestial gloria y santidad (Hech 7, 56). Podemos sospechar con alguna razón que esta doctrina martirológica, asociada con la doctrina de la exaltación del Hijo del hombre, tuvo su comienzo -para la tradición del NT- en el anuncio carismático de Jesús acerca de su propio destino. Mc 14, 62 par. MtlLc es, para esto, el testimonio más antiguo, que se ve apoyado también por la interpretación, igualmente antidavídica, del Sal 110, 1 en Mc 12, 36 par. MtlLc (cf., asimismo, la tradición del mártir que se encuentra en Hech 2, 34-36: A Aquel a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha constituido el Cristo). Una clara extensión del proceso, concebido originalmente como uniforme, de la resurrección/exaltación se palpa sólo visiblemente en una tradición narrativa que ofrece una visión cronológica de las apariciones del Resucitado en forma legendaria y biográfica (Mc 16, 19; Hech 1, 3ss). J.-A. Bühner )(aal)",EQtVÓ~, 3 kathemerinos cada día, diario* En Hech 6, 1 dícese del «apoyo diario» (h t'ñ
Bibl.: Bauer, Worterbuch, S.V.; J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg '1969, 346-356; Haag, Diccionario,

2116

2115 s. v.; E. Haenchen, Jesus vor Pilatus: ThLZ 58 (1960) 93-102; J. Kremer, Pfingstbericht und Pfingstgeschehen (SBS 63-64), Stuttgart 1973, 107-117; 1. de la Potterie, Deux livres récents sur le proces de Jésus: Bib 43 (1962) 87-93; C. Schneider, xá-&l]f!<J.L XTA.., en ThWNT I1I, 443-447; B. Schwank, Der konigliche Richter: Jo 19, 816a: Sein und Sendung 29 (1964) 196-208; W. Thüsing, ErhOhungsvorstellung und Parusieerwartung in der dltesten nachOsterlichen Christologie (SBS 42), Stuttgart 1969.

1. En el NT, el verbo aparece 46 veces, encontrándose con la mayor frecuencia en Mateo (8 veces), Marcos (8) y Hechos (9). Tiene sentido transitivo y causativo, así como también sentido intransitivo. 2. Además de su simple significado fundamental (por ejemplo, Mt 13,48; Mc 12,41; 14,32; Hech 8,3.1; 13, 14; 16, 13; 1 Cor 10, 7), xatHt;m debe traducirse a veces por cabalgar (Mc 11, 2.7 par. Lc 19, 30). Puede significar también permanecer, quedarse (Mt 26, 36; Lc 24, 49; Hech 18, 11) Y adquirir incluso el sentido de considerar, calcular (cf. Lc 14, 28.31). En el mundo de la actividad profesional, el verbo xafrLt;m aparece a menudo en conexión, entre otras cosas, con la actividad de enseñar (Mt 23, 2; Lc 4, 20; 16, 6). En efecto, según la costumbre rabínica, tanto el maestro como los discípulos se sientan. Jesús se sienta para predicar (Mt 5, 1; Mc 9, 35; Lc 5,3; Jn 8,2). El hecho de estar sentado no expresa ninguna dignidad especial, contra lo que sucede, por ejemplo, en el campo de la política. 3. En el ámbito político, el judío (y otros) es puesto -según la ley- en su oficio, es decir, se le hace sentar para que desempeñe su cargo (cf. 1 Cor 6,4). El oficio más elevado exige la ocupación de un puesto correspondientemente más destacado: algo que aparece en la costumbre especial de tomar asiento o de ocupar un trono. Ahora bien, el trono está reservado por principio para el que ejerce un cargo de gobierno (Jn 19, 13; Hech 12,21; cf. también Hech 2,30; Ex 11, 15; 12,29; 1 Re 1, 17; 3, 6; 8, 25). El oficio de Sumo Sacerdote y el de juez (en la medida en que no están unidos en el ejercicio de un cargo de gobierno) tienen

igualmente una dignidad sitial, es decir, exigen que la persona tome asiento en un sillón destacado (cf. adicionalmente Hech 23,3; 25, 6.17). A los oficios y gremios administrativos más bajos no se les concede esta distinción especial. Ahora bien, para el creyente piadoso, no es últimamente el rey el que está sentado en el trono, sino Dios mismo. El reyes tan sólo un representante visible. 4. La idea religiosa primitiva que se expresa en la imagen de Dios sentado en su trono, una idea que tiene raíces cananeas, se manifestó especialmente en el AT (cf. 1 Sam 4, 4; 2 Sam 6, 2; 1 Re 22, 19; 2 Re 19, 15; 1 Crón 13, 6; Sal 9, 8; 11,4; 47,9; 80,2; 99,1; 103, 19; Is 6, 1; 37, 16; 66, 1; Jer 3,17; 14,21; Ez 1, 26; 10, 1; Dan 3, 55 Y passim). En el NT este concepto humano supremo se usa para expresar lo inexpresable. De Jesucristo se dice que «está sentado a la derecha» de su Padre (Mc 16,19; Ef 1, 20; Heb 1,3; 8, 1; 10, 12; 12,2; cf. también Mc 10, 37.40 par. Mt 20, 21.23 Y passim). El lugar a la derecha, como sitio de honor, significa, por un lado, el cumplimiento definitivo de la mesianidad anunciada en el Sal 110 (un salmo del rey; Jesús no es sólo el que sencillamente se sienta en el trono de David, sino también el Señor del universo). Y, por otro lado, expresa el reconocimiento definitivo de Jesús como el Cristo (W. Grundmann: ThWNT 11, 37ss). En el fin de los tiempos, el Rey Mesías está sentado en un trono, juntamente con su Iglesia (Ap 3, 21; 20, 4), Y en el juicio final destruye (Mt 19, 28; 25, 31) el lugar donde tenía su trono el anticristo (2 Tes 2,4). En el milagro de Pentecostés (Hech 2, 3) se revela ya desde ahora el poder de Cristo y se asienta (exáfrLO'EV) en forma de lenguas sobre todos y cada uno de los que están en la Iglesia, e inaugura así la era escatológica para aquellos que le abren sus corazones (cf. E. Schweizer, en ThWNT VI, 404 Y 408). F. Schroger

xu,'}í....

"u

kathiemi bajar, hacer descender* En voz activa en Lc 5, 19 (6LU 'twv xEQá[.twv) a diferencia de Mc 2, 4; Hech 9,25 (6LU

2117

'toD 'tdxov~), cf. 2 Cor 11, 33 (6L<x frvQL60~ ... 6L<x 'toD 'tdxo'U~). En voz pasiva en Hech 10, 11 (btL 'tfj~ yfj~); 11,5 (ex wD 01)QavoD).

xu,'}ío'tlHU, xU,'}lo'távro kathistemi, kathistanolIevar, constituir, designar, hacer que* 1. Significados y aparición del término en el NT 2. En contextos jurídicos - 3. En el marco de la soteriología y la cristología del NT. Bibl.: L. C. Allen, Is 53, Il and its Echoes, en R. P. Martin (ed.), Vox Evangelica. Biblical and Historical Essays, London 1962,24-28; E. Brandenburger, Adam und Christus. Exegetisch-religionsgeschichtliche Untersuchung zum Rom. 5, 12-21 (J. Kor. 15) (WMANT 7), Neukirchen-Vluyn 1962, 161s; O. Cullmann, Cristología del NT, Buenos Aires 1965, 182-188; J. D. M. Derrett, Law in the NT, London 1970; Id., Eating up the Houses of Widows': Jesus's Comment on Lawyers?: NovT 14 (1972) 1-9; J. de Fraine, Adam und seine Nachkommen. Der Begriff der 'Korporativen Personlichkeit' in der Heiligen Schrift, KOln 1962, 134-136, 215s; O. Michel, Der Brief an die Hebrder (KEK), Giittingen 71975, 137-142, 217; F. Mul3ner, Der Jakobusbrief(HTHK), Frankfurt a. Main 1964, 162-165; A. Oepke, xa-&Úrtl]f!l, en ThWNT I1I, 447-449; J. M. Wedderburn, Adam and Christ. An Investigation into the Background of 1 Cor 15 and Rom 5, 12-21 (tesis), Cambridge 1970-1971; S. Wibbing, en DTNT 1, 316.

1. En el NT, xm'tLO''tT]fH aparece en 21 pasajes. Los significados de llevar, constituir, designar, hacer que (Oepke), atestiguados en la Koiné y en el NT, forman parte también del contenido semántico del término en el NT (xafrlO''távm, llevar, aparece únicamente en Hech 17, 15), aunque en este caso hay que tener en cuenta además acepciones y matices jurídicos y teológicos.

2. En las parábolas en Mt 24,45-51 par. Lc así como en Mt 25, 14-30 par. Lc, Jesús presupone costumbres jurídicas palestinenses del ámbito de la administración de la economía doméstica y de la administración de bienes. Es normal que el amo de la casa conceda autoridad a 60DAOL de confianza (= los de su casa», cf. Derrett, Law, 19) sobre partes de sus propios bienes. Y, así, según Mt 24, 45-51, designa a uno de los de su casa para que se

2118 haga cargo de la comunidad doméstica (según Lc 12, 42, esa persona se convierte así en ol,xovó[.to~; sobre las tareas del llamado «hijo de la casa» cf. bseb 48b). Pero de la autoridad puede hacerse también un uso indebido (sobre la expresión «comerse y beberse» como término técnico para designar la infidelidad en la administración, cf. Derrett, Eating, 4). Sin embargo, en el caso de que el administrador demuestre su fidelidad, su autoridad puede ampliarse también y convertirse en autoridad general sobre todo (Mt 24, 47; cf. sobre el origen de la expresión y sobre la realidad expresada, cf. Hech 7, 10). En Mt 25, 21.23, xafrLO''tl1[.tL designa la participación asociada de los de la casa en la administración de la fortuna, con el fin de acrecentar las ganancias (cf. Derrett, Law, 17-31). En Lc 12, 14; Hech 7,27.35 encontramos una frase típica con la que se rechaza la autoridad para juzgar. En Hech 6, 3; Tit 1, 5 xafrLO''tl1[.tL significa la designación para ejercer un ministerio eclesial. En Heb 5, 1; 7, 28; 8, 3 xafrLO''tl1[.tL significa la autoridad del sumo sacerdote en materia de derecho cultual (cf. 3, 1: el sumo sacerdote como &:n:ÓO"tOAO~). 3. El sentido jurídico es también decisivo para entender xafrLO''tl1[.tL en Sant 3, 6; 4, 4; 2 Pe 1, 8 Y finalmente Rom 5, 19. Según Santiago, el hecho de que una persona pertenezca al XÓO'[!O~ y posea hostilidad escatológica hacia Dios se demuestra e incluso se consuma en la &6LxLa humana. Según 2 Pe 1, 8, el hecho de responder positivamente a la elección y la vocación confirma para el creyente el juicio escatológico de que él no ha estado inactivo ni ha dejado de dar fruto, sino que permanece en el conocimiento.del Señor. En Rom 5, 19 Pablo refiere xafrLO''tl1[.tL al acto judicial escatológico de establecer a alguien en el ámbito de la justicia o en el del pecado: en la obediencia de Cristo que abarca todos los destinos, Dios establece su justicia escatológica como sentencia judicial que, para los :n:OAAOL -los creyentes, los miembros de Cristo-, establecerá escatológicamente su pertenencia a esa justicia. Con mirada retrospecti-

2120

2119 va, según Pablo, se hace patente -por la aceptación la doctrina corporativa del aV'frQwn:o~­ que la desobediencia de Adán ha establecido la injusticia de los hombres. Este acto jurídico del xa{HeJ"trJftL, que escatológicamente determina y divide la historia, tiene una base cristológica en el hecho de que la persona y el destino de Cristo están comprendidos en el xa{}L<J1:rJflL escatológico de Dios (cf. xm'HOTrJftL en las interpretaciones de los Sal 2, 8 Y 110 por Heb 2, 6-10; 5, 1-10; 7, 21-28). El pensamiento jurídico escatológico que se manifiesta en el término xa{}LoTrJftL, está íntimamente relacionado en Hebreos y en Pablo con el misterio, que se da por supuesto, del destino y de la dignidad del Hijo del hombre (cf. Michel, 138; Cullmann, 182-188). J.-A. Bühner

xa-3ó katho

(adv.) así como, en la medida en que, en tanto que* Rom 8, 26: xa{}o oE!:, «tal como debiéramos»; para designar un grado o extensión: en la medida en que, en 2 Cor 8, 12a; con sentido parecido en el v. 12b; 1 Pe 4, 13.

xa1}ólvoll katholou

(adv.) completamente, del todo* Hech 4, 18: TO xa{}ó"o'U fl~ cp{}Éyyw{}m, «no hablar de ninguna manera», cf. BlaB-Debrunner § 399, nota 5. xa1}mtU~m

kathoplizo proveer de, armar; en voz media, armarse* Lc 11,21: Ó LOX'UQOC; xa{}wJt"wflÉVO~, «el fuerte, que está bien armado / con sus armas».

xa-3oºúm kathorao contemplar, percibir* Rom 1, 20 en un juego de palabras: Ta yaQ &óQaTu ... Voo'Úflcva xu{}oQ¿iTaL, «desde la creación del mundo, 10 invisible que hay en él (en Dios) puede comprenderse en sus obras y contemplarse». La comprensión del mundo

como obra de Dios es la posibilidad -ofrecida también a los gentiles- de encontrarse con el Dios que se revela. xu{}oQáw, en el juego de palabras, designa la percepción sensible y, al mismo tiempo, la «intuición» -posible únicamente mediante la contemplación de las obras divinas- de la verdadera esencia de Dios; por tanto, no se trata únicamente de una «percepción intelectual» (de manera distinta se piensa en ThWNT V, 379-381); cf. también U. Wilckens, La Carta a los romanos, sub loco.

xa-3ón kathoti porque, por;

según* En el significado de porque en Lc 1,7; 19, 9; Hech 2,14; 17,31; según / en la medida de, en Hech 2, 45; 4,35 (en ambos casos en la construcción xu{}ón av TL~ XQcLuv EtXEV).

2121

2122

xa{}w-; - xaL

(cada uno de estos escritos con seis de las quince veces que esta construcción se halla atestiguada en el NT). La expresión xa{}w~ yÉYQan:TaL aparece 23 veces, de las cuales 12 se encuentran en Romanos (--+ YQa
de luego, en cuanto a su expresión verbal, tienen ya sus puntos de correspondencia en el AT hebreo, en los escritos de Qumrán y en la literatura rabínica. b) En el campo referencial Dios - Cristo los discípulos, xa{}w~ lo emplean especialmente los escritos joánicos (cf. Ef 4, 32). xa{}wc; describe en ellos la conformidad entre el Padre y el Hijo (Jn 5, 30; 8, 28; 12, 50; 14, 31; 17,2), la existente entre Jesús y sus discípulos (13, 15.34; 15, 12; 17, 14.16; 1 Jn 2, 6.27; 3, 3.7.23; 4, 17; cf. 2 Jn 4.6), así como la analogía entre ambas clases de relaciones (Jn 6,57; 10, 15; 15,9.10; 17, 11.18.21.22; 20, 21; cf. 17,23). W. Radl

xa-3roCJ3tEQ kathosper como, tal como* xa-3ÓJ~ kathOs como 1. Aparición - 2. Significado - 3. Uso principal.

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; J. A. Fitzmyer, The Use of Explicit OT Quotations in Qumran Literature and in the NT, en Id., Essays on the Semitic Background of the NT, London 1971, 3-58, especialmente 7-.16; B. M. Metzger, The Formulas introducing Quotations of Scripture in the NT and the Mishnah, en Id., Hislorical and Lilerary Studies, Leiden 19611" 52-63.

1. xa{}w~ se emplea ya en la LXX unas 280 veces y aparece en el NT 180 veces. Se halla con especial frecuencia en los escritos joánicos (aparece 31 veces en el Evangelio de Juan), pero es significativo que no se encuentre en absoluto en el «Apocalipsis de Juan». Tampoco aparece en Santiago y en Judas. En las Pastorales xu{}<ÍlC; aparece una sola vez. En cambio, se encuentra muy a menudo en Pablo (en Romanos 18 veces, en 1 Corintios 19, en 2 Corintios 12, en 1 Tesalonicenses 13). Se han incluido también los pasajes de Rom 9, 13 Y 10, 15; en ellos, en lugar de xa{}án:EQ que aparece en B, un número aproximadamente igual de buenos testigos del texto (por ejemplo, p46) nos ofrecen la lectura xu{}w~. Efesios y 1 Tesalonicenses prefieren la construcción (prácticamente sinónima) xu{}cÚC; xaL

3. El uso de xa{}<Íl~ en el NT es muy variado, pero muestra dos focos principales: uno de ellos es cuando se habla de una promesa hecha en el AT y de su cumplimiento en el NT; y el otro es en las comparaciones entre Dios, Cristo y los discípulos.

Heb 5, 4: xu{}won:cQ xuL (Textus Receptus: xu{}ún:cQ xuL), «tal como / como en el caso de»; 2 Cor 3, 18 v.l.

a) El primer uso se halla atestiguado en los evangelistas, en Hebreos y principalmente en Pablo. 'X,Cl:fr<Íl; sirve entonces para una de dos: o bien para hacer una comparación directa con lo que sucedió con personas del AT como Jonás (Lc 11,30), Noé (17,26), Lot (17,28), Moisés (Jn 3, 14; Heb 8, 5), Abrahán (Gál 3, 6), Caín (l Jn 3, 12) Y «los padres» (Jn 6, 58), o bien como parte integrante de diversas fórmulas de introducción de citas del AT. La más importante de todas ellas es xa{}a~ yÉYQun:TUL (además de aparecer en Romanos se encuentra también en Mt 26, 24; Mc 1,2; 9, 13; 14,21; Lc 2, 23; Hech 7, 42; 15, 15; 1 Cor 1, 31; 2, 9; 2 Cor 8,15; 9,9; cf. Jn 6, 31; 12, 14). También en Lc 1,55.70; 2, 20; 5,14; Jn 1,23; 7,38; Hech 7,44.48; Rom 9, 29; 1 Cor 14, 34; 2 Cor 6, 16; Heb 3, 7; 4, 3.7; 5, 6 se emplea xa{}w~ para referirse al AT. Estas fórmulas acentúan en el NT la conformidad del acontecimiento del NT y de su proclamación con la palabra de Dios contenida en el AT. Des-

1. Aparición en el NT - 2. Ambito de aplicación de xal, y - 3. xaL... xal - 4. Ambito de aplicación de xal, también, incluso.

xal kai y;

también

Bibl.: Bauer, Worterbuch, s.v.; Beyer, Syntax, 29-72; BlaB-Debrunner § 442; J. Blomqvist, Das sogenannte xal adversativum (Studia Graeca Upsaliensa 13), Uppsala 1979; P. Fiedler, Die Formel 'und siehe' im NT (StANT 20), München 1969,9-96; Kühner, Grammatik U/2, 253-256; A. Laurentin, We'attah - Kai nun. Formule caractéristique des textes juridiques et Jitur· giques (il propos de Jean 17, 5): Bib 45 (1964) 168197, 413-432; Mayser, Grammatik II/3, 140-145; Morgenthaler, Statistik, 164ss; A. Vincent, El valor atenuado de OtO xal (= «por eso en cierto modo») dentro y fuera del NT: EstB 32 (1073) 57-76; VKGNT U, s. v.

1. En el NT, xaL se usa «con mucha más frecuencia que en el griego literario» (Bauer) y, con las 9164 veces que aparece, es el vocablo más frecuente del NT, después de Ó. Se emplea con una frecuencia unas tres veces mayor que la de la partícula que le sigue en frecuencia (M). El porcentaje del uso de xaL en relación con todas las palabras que aparecen

2123

'XaL

en los diversos escritos del NT, oscila en general entre el 4% y el 7%. Se apartan de ese marco Gálatas con una porcentaje del 3, 3%, Mateo con el 9, 8%, Y Apocalipsis con el 11, 5%. En las Cartas paulinas xaL tiene en Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios y Gálatas únicamente un porcentaje aproximado de sólo 3, 3 - 4, 7%, pero en las demás cartas el porcentaje aproximado es del 5, 5 - 7%; compárese también el Evangelio de Lucas con un porcentaje del 7, 6% con Hechos que muestra un porcentaje del 6, 2%, Y el Evangelio de Juan con un porcentaje del 5, 6% con las Cartas de Juan que muestran un porcentaje del 6, 1%. 2. En la mayoría de los casos xaL enlaza como conjunción copulativa (a la manera de la conjunción y en español) coordinando dos miembros de la oración o dos oraciones semejantes. Esta coordinación tiene lugar también cuando nOAAoL va seguido por un atributivo: por ejemplo, en Jn 20, 30: nOAAu xal, aAAa or¡flfLa, «muchas otras señales». En el NT, el empleo -extraordinariamente frecuente y a menudo en forma continua- de la conjunción xaL, en contra de las normas del griego clásico, para enlazar oraciones en una narración, se explica por la proximidad a la lengua coloquial o por influencia del arameo o por el gusto de la época: por ejemplo, Mt 7, 25-27: 9,9-11: sobre Hech 13, 17-22 cf. también BlaB-Debrunner § 442, nota 2. - Aun los paréntesis se introducen a veces por medio de xaL: Jn 2,9; Rom 1, 13; 2 Pe 1, 18. Por lo que respecta a la estructura de diversas palabras y frases, la simple coordinación con xal ha ganado terreno sólidamente en el NT frente a formas más diferenciadas de coordinación y subordinación. Por fidelidad al estilo del original, habrá que tener en cuenta con mayor intensidad de lo que se hace o se sugiere muchas veces, que existe una diferencia entre la tendencia e intención de un enunciado (tendencia e intención que uno puede esclarecer interpretando y parafraseando) y su forma lingüística, una forma que en muchos pasajes del NT parecía seguramente tan imperfecta a un usuario exigente de la lengua griega como imperfecta parecerá a un lector

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moderno su traducción por medio de la simple conjunción y. Pero, como hay también casos en que la traducción de xaL por y se presta a malentendidos o resulta incomprensible, vamos a agrupar a continuación las tendencias empíricamente comprobables del uso de xaL, e iremos examinando caso por caso si la traducción de xaL por y es suficiente o si xaL, para evitar malentendidos, debe traducirse por y en combinación con otra conjunción coordinante o habrá de sustituirse por otras conjunciones coordinantes o subordinantes: a) 'XaL en lugar de una conjunción temporal: por ejemplo, Mc 15, 25: «érase la hora tercia y ... », en el sentido de «cuando ... »; sobre todo con EyÉVf'tO con una referencia de tiempo y a continuación xaL: por ejemplo, Hech 5, 7: «hubo un intervalo de unas tres horas / pasaron tres horas hasta que ... », es decir, «después de unas tres horas». b) 'XUL en lugar de un pronombre relativo: por ejemplo, Mc 2, 15: «eran muchos y le seguían», es decir, « .. .los que le seguían». c) Coordinación del objeto con xaL en lugar de una construcción con OtL, un participio o un acusativo + infinitivo: por ejemplo, Ap 6, 12: «y yo vi y sucedió un terremoto», es decir, «... que sucedía un terremoto». d) Enlace de una secuencia, a la manera de y así / y entonces o en lugar de una oración subordinada con que / de tal manera que: por ejemplo, Mt 5, 15.25; 8, 9. Cuando se da este sentido, entonces es especialmente frecuente que un imperativo vaya enlazado con un futuro: por ejemplo, Jn 1, 39: «venid (y) así / entonces veréis»; esta construcción se ajusta al modelo clásico o -lo que es más probablesurge por influencia semítica (cf. Beyer, 252). e) Enlace del fin indicándolo por medio de xal: por ejemplo, Mt 26, 53: «puedo rogar a mi Padre y él pondrá ... », en el sentido de «... para que él. .. ». f) Enlace de la oración principal con la oración secundaria que precede, «una construcción que está condicionada esencialmente por el hebreo» (BlaB-Debrunner § 442, 5a): por ejemplo, O'tE ... 'Xul, «cuando ... entonces».

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xaL - Ka'Lá<pa~

g) Un par de palabras enlazadas por 'Xal en vez de una estructura verbal (se trata de la llamada hendíadis): por ejemplo, Hech 23, 6, EAnl,~ xal, &VáO'tUOL~, «la esperanza en la resurrección»; Lc 6, 48, €o'X a'ljJ lo V 'Xal, E~á­ {l-UVfv, «cavó y ahondó», en vez de «cavó profundamente». h) 'XaL para enlazar una pregunta «en la que quien hace la pregunta recoge con asombro las palabras pronunciadas por otra persona» (Kühner, 247)): Mc 10, 26, xal, Li~ en el sentido de «¿quién, entonces ... ?»; cf. Lc 1, 43; 10, 29; Jn 9, 36; 14, 22. i) 'Xal, no para enlazar nada nuevo, sino para profundizar, explicar o completar lo que ya se ha dicho, en el sentido de y por cierto / a saber, con frecuencia en combinación con oií'to~: por ejemplo, Lc 8, 41, «y, por cierto, éste ... », y también de otras maneras: por ejemplo, Jn 1,20, «él confesó ... , y, por cierto, confesó ... ». k) 'Xal en relación adversativa, en el sentido de pero / y no obstante o una estructura oracional con a pesar de: por ejemplo, Mt 5, 29; 20, 10. Aquí hay que incluir también, seguramente, el texto de Mt 18,21: «¿Cuántas veces pecará mi'hermano contra mí, y yo, a pesar de todo, debo perdonarle?» (de manera distinta piensa BlaB-Debrunner § 442, nota 14). Como sucede ya en el griego clásico (cf. Kühner, 291), xal puede transferir una negación precedente a un segundo o tercer miembro, sustituyendo así al usual ovO¿ / flr¡bÉ: por ejemplo, Mt 5, 25; 7, 6 y passim: fl~­ no'tf ... xal; Jn 12, 40: Lva fl~ ... xaL.. xaL; con especial dureza en Ef 5, 3s. 3. 'XaL .. xaL acentúa casi siempre lo adicional y lo peculiar de la combinación, hasta tal punto que (acentuado) y, o no sólo ... sino también: por ejemplo, Mt 8, 27; 10, 28. Lo peculiar puede residir también en lo diverso u opuesto de los conceptos y miembros de la frase, algo así como por un lado ... por otro lado / y no obstante: por ejemplo, Jn 15, 24; Hech 23, 3; esto aparece con especial claridad, cuarido uno de los miembros enlazados

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está provisto de la negación ov (como 'Xal, ov ... xal o 'XaL.. xal, ov): por ejemplo, Jn 17, 25; Lc 5,36. - En vez de xal, ov encontramos en Jn 4, 11 Y 3 Jn 10: 01)'tf ... xaL 4. xaL es originalmente un adverbio aditivo, casi siempre. con función reforzadora o intensificadora, parecido a lo que queremos decir con incluso / hasta; es especialmente frecuente delante del pronombre personal y del pronombre demostrativo, formando a menudo crasis con él, como sucede especialmente con x&yw y 'X&'XfLVO~. Otros ejemplos: Mt 5, 46, ovXl, xaL, «¿no lo hacen también ... ?»; Jn 5, 25, 'Xal, vilv EO'tLV, «y ya es ahora»; pero se encuentra también detrás de interrogativos, reforzándolos: por ejemplo, 1 Cor 15, 29: 'tL xaL, «¿por qué, entonces ... ?»; y después de pronombres relativos, para confirmar la idea precedente: o~ xaL, «el cual también», cf. Hech 1, 11; 13,22. Con arreglo al uso clásico, parece que xal, en caso de que se mencionen números, pasa de desempeñar una función intensificadora a desempeñar una función de alternativa: por ejemplo, 2 Cor 13, 1: «de dos, incluso de (= o hasta / o de) tres testigos; sin mencionarse números, sucede esto también en Mt 12,37; 20, 23 y passim. 1. Jeremías, Palabras desconocidas de Jesús, Salamanca 1990, 61, nota 25 pone en relación esta función de xaL con el w' semítico con el significado de «o bien», «respectivamente» (ofrece ejemplos). bLO 'XaL significa «por eso hasta cierto punto» (cf. Vincent). - Para el uso de 'XaL con otras partículas, cf. -> s. vocibus. K.-H. Pridik Katáq>a~,

a Kaiaphas Caifás*

Bibl.: E. Bammel, en ROO 1II, 1091; Id., Die Bruderfolge im Hohenpriestertum der herodianisch-rom. Zeit: ZDPV 70 (1954) 147-153; Billerbeck 1, 985; D. R. Catchpole, The Trial of Jesus, Leiden 1971, 168172; A. Dauer, Die Passionsgeschichte im Joh-Ev., München 1972,66-99; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 199-208; S. J. Katz, en EJ IX, 354s; T. Lohmann, en BHH 11, 918s; Reicke, Zeitgeschichte, 106s; O. Schrenk, UQXLEQEÚC:;, en ThWNT 111, 265-284, especialmente 270; Schürer 11, 256s,

2127 270s; E. M. Smallwood, High Priests and Politics in Roman Palestine: JThS 13 (1962) 14-34; A. Wikenhauser, en LThK V, 1242; P. Winter, On the Trial of lesus, Berlin 1961,31-43.

2128

como el sumo sacerdote en funciones (se recoge el Enl temporal con genitivo, desplazado de Mc 2, 26) durante el tiempo en que se desarrolló la actividad del Bautista y también durante el período de la comunidad primitiva. Estos textos de Lucas dependen quizás de la tradición joánica. Según eso, el anaforismo de Lc 22, 50.54 no puede referirse sino a Anás. Lucas omitió enteramente al sumo sacerdote en el interrogatorio efectuado por el Sanedrín. Un intento de explicación armonizadora que sugiere que un antiguo sumo sacerdote conservaba siempre su título y que sobre todo la influencia de Anás debió de ser grande, porque uno de sus hijos había ocupado el cargo antes de Caifás, y después lo ocuparon otros cuatro hijos suyos, no es capaz de resolver las contradicciones literarias de los evangelios que surgieron en el período postapostólico tardío. Las menciones posteriores de Caifás en EvEb 3; EvNaz 33; HechPe 8; HechTom 32; Pseudo-Clemente, Rec 1, 44-71 dependen de los evangelios. W. Schenk

José Caifás (en arameo: qaiyafa', lo cual podría significar «intérprete, vidente» o «inquisidor»; Josefo, Ant XVIII, 35, 95; el NT menciona únicamente el sobrenombre; cf., además, Par 3, 5; TosYeb 1, 10) fue designado por el procurador Valerio Grato en el año 18 p.C. para el ministerio de 4 aQXLEQEVe; (Josefo, Ant XVIII, 35). El ministerio era asignado ordinariamente por los romanos con una vigencia de un año. Pero Caifás, con buena táctica política y condescendiendo con los romanos (más tarde dando también sumas de dinero a Pilato), logró mantenerse en su cargo durante 19 años. Fue depuesto en el año 37 p.C. por el legado Vitelio (Josefo, Ant XVIII, 95). Y seguramente que su deposición no sólo coincidió en el tiempo con la destitución de Pilato. Como sumo sacerdote, Caifás era también presidente del 4 auvebQLOv, que entregó a Jesús para que fuese condenado por Pilato. xaí.YE kaige por lo menos, e incluso, y realAhora bien, mientras que Marcos habla sólo mente del aQXLEQEVe; (14, 47.53s.60.63.66), vemos En el NT aparece únicamente como v.l.: Lc que Mt 26, 3.57, proporcionando datos histó19, 42: por lo menos; Hech 2, 18: e incluso; ricos, añade el nombre propio. Lo mismo ha17, 27: y realmente (en los dos últimos pasace Juan cinco veces: le presenta, además, dejes, en lugar de x.al YE). sempeñando el papel decisivo en la sesión previa para juzgar a Jesús, en la cual, por razones de conveniencia, da un consejo diploKáiv Kai"n Caín* mático (Jn 11, 49; 18, 14). Es una anécdota que Transcripción del nombre hebreo qayin, hipodría ser típica de la personalidad y del cajo de Adán (Gén 4, 1). Según Heb 11,4, Abel rácter de esta figura, y que es interpretada coofreció un sacrificio mejor que el de Caín; 1 mo profecía. Por el contrario, el interrogatoJn 3, 12 menciona a Caín como el asesino de rio de Jesús (18, 19-24), ya preso, se atribuye su hermano menor; según Jds 11, la vida de al antiguo sumo sacerdote 4 "Avvae; (2). Y se los fanáticos y de los falsos maestros trascumenciona tan sólo de pasada a Caifás (vv. 24 rre por el «camino de Caín». Caín es considey 28). Cuando en el v. 13 se afirma que Anás rado, por tanto, como el tipo de quien ha era suegro de Caifás, este dato podría repreapostatado de Dios. ThWNT 1, 6s; 4 'A.~EA.. sentar únicamente la tendencia de Juan a caracterizar la acción concertada de grupos asoKaivá,.., Kai"nam Cainán ciándola con lazos de parentesco. Nombre de persona en la genealogía de JeLc 3, 2 Y Hech 4, 6 mencionan únicamente sús según Lucas. Aparece dos veces: en 3, 36 a Caifás como segunda figura después de para designar al hijo de Arfaxad (aparece tan Anás, y consideran equivocadamente a Anás

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Ka'Lváf! - "mvó~

sólo en la LXX: Gén 10, 24; 11, 12s); y en 3, 37 como transcripción del nombre hebreo qenan, hijo de Enós (Gén 5, 9). R. Bauckham, More on Kainam the Son of Arpachshad in Luke's Genealogy: EThL 67 (1991) 95, 103.

xaIVÓ;, 3 kainos nuevo* aVax.mvL~OJ anakainizi5 renovar* avax.mvóOJ anakainoi5 renovar* aVax.aLvOJOLe;, EOJe;, 1Í anakaini5sis renovación* x.mvóLr]e;, r¡toc;, 1Í kainoÜ?s novedad, nuevo ser* 1. Aparición en el NT - 2. Significados en el lenguaje coloquial- 3. Sentencias sapienciales relativas a lo antiguo y lo nuevo - 4. El Nuevo Pacto - 5. La nueva creación en Pablo - 6. %mvó"tfJ~ - 7. El hombre nuevo en Efesios - 8. La nueva creación escatológica en el Apocalipsis - 9. El nuevo mandamiento - lO. Compuestos.

Bibl.: J. Baumgarten, Paulus und die Apokalyptik (WMANT 44), Neukirchen-Vluyn 1975, especialmente 163ss; J. Behm, %mvó<; %Tf... , en ThWNT I1I, 450456; H. Haarbeck-H.-G. Link, en DTNT III, 178181; F. Hahn, «Siehe,jetzt ist der Tag des Heils». Neusehopfung und Versohnung na eh 2. Kor. 5, 14-6, 2: EvTh 33 (1973) 244-253; R. A. Harrisville, The Coneept of Newness in the NT: JBL 74 (1955) 69-79; U. Luz, Der alte und der neue Bund bei Paulus und im Hebr: EvTh 27 (1967) 318-336; G. Schneider, Die Idee der NeusehOpfung beim Apostel Paulus und ihr religionsgesehiehtlieher Hintergrund: TThZ 68 (1959) 257-270; Id., NeusehOpfung oder Wiederkehr? Eine Untersuehung zum Gesehiehtsbild der Bibel, Düsseldorf 1961; H. Schwantes, Sehopfung der Endzeit (Arbeiten zur Theologie VI2), Stuttgart 1963, 26-31; E. Stegemann, Alt und Neu bei Paulus und in den Deuteropaulinen (Kol-Eph): EvTh 37 (1977) 508-536; P. Stuhlmacher, Erwiigungen zum ontologisehen Charakter der %mv~ %"tlOL~., bei Paulus: EvTh 27 (1967) 135. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1126.

1. En el NT, el adjetivo xmvóe; se halla atestiguado 38 veces: Marcos (5 veces), Mateo (4), Lucas (3); por lo demás, aparece también en Jn 13, 34; 19,41; Hech 17, 19.21; 1 Cor 11, 25; 2 Cor 3, 6; 5, 17; Gá16, 15; Ef 2, 15; 4, 24; Heb 8, 8.13; 9, 15; 1 Jn 2, 7.8; 2 Jn 5; 2 Pe 3, 13 (bis); Apocalipsis (8 veces); el sustantivo x.mvótr¡e; aparece en Rom 6, 4; 7, 6). 2. El significado de nuevo en el sentido de lo que no·ha sido utilizado, lo que se ha cons-

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truido muy recientemente, se halla presente en los textos que hablan de la sepultura de Jesús: José de Arimatea había hecho excavar para sí una gruta nueva en la roca. Y la puso a disposición para dar sepultura al cadáver de Jesús (Mt 27, 60; Jn 19,41). Se dice que las enseñanzas de Jesús son nuevas, en el sentido de que no se conocía nada igual hasta entonces y de que son unas enseñanzas que se imparten con autoridad y que causan asombro (Mc 1, 27): Jesús da la impresión de ser un maestro nuevo de la ley. Y, con su poder y autoridad sobre los demonios, rebasa aquello de lo que era capaz un escriba (vv. 21ss). Asimismo, la «nueva enseñanza» de Pablo, proclamada por él en el Areópago, parece a los atenienses una enseñanza desconocida hasta entonces, más aún, una doctrina extraña (Hech 17, 19). No hay en ella nada que se oponga específicamente a una enseñanza antigua, siendo así que a los oyentes lo que les gusta sobre todo es escuchar cosas nuevas (Hech 17, 21: único caso en el NT donde se usa el comparativo de «nuevo»). En el final inauténtico de Marcos, a los discípulos enviados en misión se les promete que los que abracen la fe poseerán facultades especiales: entre otras cosas, la de hablar en lenguas, designándose esa facultad como la de «hablar en lenguas nuevas» (Mc 16, 17). Esta facultad debía de ser análoga a la glosolalia del cristianismo primitivo, pero parece que aquí se le da una cualidad nueva. Al terminar la exposición de las parábolas, Jesús -en Mateo- compara a todo escriba bien instruido en las cosas del reino de los cielos, con un padre de familia «que saca de su tesoro cosas antiguas y cosas nuevas» (13, 52). La tradición y la enseñanza nueva aparecen aquí juntas, formando una síntesis. 3. A la pregunta que la gente dirige a Jesús (Mc 2, 18; según Mt 9, 14 son los discípulos de Juan los que preguntan) de por qué sus discípulos no ayunan, Jesús responde con dos máximas sapienciales que tienen carácter de proverbios: «Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque el remiendo

2131 tira del vestido -10 nuevo de 10 viejo- y se produce una rotura peor» (Mc 2, 21). Lucas recoge en 5, 36 esta imagen, le da un carácter más estricto estableciendo un paralelo entre el vestido viejo y el vestido nuevo y ajustando la conclusión a las realidades: el verdadero problema no consiste en cortar un trozo del paño nuevo, sino en que lo nuevo y 10 viejo no se compaginan entre sí. Asociada con esta imagen se halla en Mc 2,22 Y Lc 5,37-39, así como en Mt 9, 17, la imagen del vino nuevo en odres viejos o nuevos. En la antítesis «viejonuevo», referida al vino, se usa siempre para designar lo nuevo la expresión oLvov vÉov (<
2132 zonte de la theologia crucis. La participación en la Cena del Señor es, al mismo tiempo, una proclamación constante de la muerte del Kyrios, hasta que se produzca su nueva venida (11,26). Durante el tiempo que media entre la cruz y la nueva venida del Señor, la celebración de la Cena constituye a la comunidad como la hermandad del nuevo pacto. Para Pablo, el sentido del nuevo pacto no es el de anular o sustituir al pacto del Sinaí, sino el de hacerlo entrar plenamente en vigor con especial dignidad. De 2 Cor 3, 6 (<<él nos capacitó también para ser ministros del nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu») y del término técnico «nuevo pacto», no puede deducirse que el «antiguo» pacto haya quedado sustituido por otro. Precisamente por medio de la historia de Jesús de Nazaret, Dios demuestra que él no ha denunciado su pacto. La historia del pacto experimenta su ampliación escatológica mediante la integración del mundo de las naciones en la historia de la elección y de las promesas hechas a Israel (Rom 9-11). En el acontecimiento del pacto, que abarca a Israel y al mundo de las naciones, Dios testimonia el cariño con que se vuelve hacia el hombre. Para Pablo, este pro nobis de Dios ha adquirido en Jesucristo una nueva cualidad y encuentra su culminación en la cruz. A esto corresponde el único pueblo de Dios, el cual -como el Israel de Dios- sigue elllamamiento hacia el futuro divino liberador, que se ha abierto mediante la cruz y la resurrección. Los textos de los Sinópticos sobre la Ultima Cena no son uniformes en cuanto refieren las palabras del cáliz: Mc 14, 24 par. Mt 26, 28 mantienen la unidad del pacto (<
2133 2134 comunión con el Señor durará hasta la nueva comunión de mesa en el reino de Dios, mientras que Lucas constata ya desde ahora la novedad del pacto, cuya consumación está todavía por llegar en el reino de Dios (Lc 22, 16: ¡falta precisamente aquí la referencia a la nueva acción de beber!). La Carta a los hebreos contrasta el nuevo p~cto ~o~ el a~tiguo, desde una perspectiva cnstologica: Cnsto, como Sumo Sacerdote es ~ed~ador de un, mejor pacto (8, 6: xQEh~o­ vo<; E~'tLV 6LU'I'h¡xr¡<; !lwhr¡<;), que «está estableCido en orden a mejores promesas». El autor se sitúa plenamente dentro de la tradición de Jer 31 (Heb 8, 8), que él ve que se c~mple en Cristo como Sumo Sacerdote: preCisamente ~orque aquel pacto no era irreprochable, eXiste la necesidad de un segundo pacto (8, 7). Jeremías, al hablar del «nuevo pacto», declara ya que el primero está anticuado (8, 13: rtErtUAULWOEV). Así como la p.rim~r~ parte del tabernáculo es una imagen s~~bohca del tiempo presente (9, 9), así tambien los contenidos del primer pacto se orientan hacia el mundo terreno (9, 1). Y de la misma manera que Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes futuros, entró en el santuario «a través de un may.or y más perfecto tabernáculo» (9, 11) Y mediante su único y perfecto sacrificio expiatorio obró la redención, así también él ha llegado a ser de esta manera el Mediador de un pacto nuevo y mejor: por medio de la muerte de Cristo, se expían «las trasgresiones c.ometidas bajo el primer pacto»; al mismo tiempo, «los llamados reciben la promesa de la herencia eterna» (9, 15) como una promesa escatológica de salvación, hecha por el Mediador del nuevo pacto. 5. En ~1.NT, el motivo de la xmvi¡ X'tL<JL<; aparece Ulllcamente en 2 Cor 5, 17 y Gál 6, 15, y en estos dos casos se expresa tan sólo mediante la mencionada combinación de palabras (para lo que sigue, cf. especialmente Bau~garten, 163-170, así como la bibliografía menciOnada anteriormente). Tradiciones del Deuteroisaías y del Tritoisaías (ls 42, 9; 43, 19; 48, 6; 65, 17; 66, 22) fueron recogidas por la apocalíptica israelita tardía (Jub 4, 26; Hen

[et] 72, 1; 4 Esd 7, 75; ApBar [sir] 32,6; 44, l~;.lQS 4,25) y constituyen el campo de tradiCiOnes del que Pablo tomó -directa o indirectamente- el motivo. Contra obvias asociaciones cosmológicas y futurístic?-escatológicas (así Stuhlmacher y otros), la mterpretación paulina de este motivo está determinada por el contexto: la idea directriz de 2 Cor 5, 14-21 la constituye la reconciliación}un~amentada cristológicamente; por t~nto: EL 'tL<; EV XQw'tQ), xmvi¡ X'tLOL<;. El enunCiado acerca de la nueva creación está en presente (v. l7a) o en perfecto (v. l7b) y se refiere a c~da individuo que es miembro del cuerpo de Cnsto. Los pensamientos principales son la presencia y la universalidad de la salvación dentro del marco de la idea de la obra divina d~ reconciliación (Baumgarten, l69s). El enunciado inclusivo acerca de la expiación vicaria de Jesús en la cruz (v. l4c) implica que al mal no le corresponde ya ningún poder (v. l7b). En la pertenencia al Crucificado y Resucitado y a su cuerpo -la Iglesia-, la salvación es ya realidad como «nueva creación» (cf. 1 Cor 10, 11; 2 Cor 6, 2). La reconciliación del mundo -como enunciado antropológico y no cosmológicouniversal (el mundo = el mundo de los hombres)- es el horizonte de la acción salvífica de Dios. El «ministerio de la reconciliación» o de la justicia (2 Cor 3, 9) y la predicación de «la palabra de la reconciliación», como consecuencia de la reconciliación en la cruz, han sido confiados a aquellos que han sido poseídos por la nueva creación. Y a ellos se les ha dado también la promesa de la paz y la misericordia (Gá16,16). 6. En el NT, el sustantivo xmvó'tr¡<; -que, como sucede a menudo en las lenguas semíticas, sustituye a adjetivos- aparece únicamente en Rom 6, 4 y 7, 6 (cf. para lo que sigue: Bornkamm, Aufsatze 1, 34-50; E. Kasemann, An die Romef3 [HNT], sub loco): La novedad de. v~da se halla en antítesis con la vida precnstlana. Por medio del bautismo los cristianos están sepultados con Cristo, es decir, han sido hechos propiedad suya, así como también -en virtud de la resurrección de Cristocaminarán en una nueva vida. Esa nueva posi-

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xmvó~

bilidad y realidad de vida ha comenzado ya para los cristianos con la resurrección de Cristo, pero se halla aún bajo la reserva escatológica del «todavía no». De esta manera, el apóstol distingue entre la resurrección de Cristo, ya acaecida, y la expectación de la resurrección de los creyentes en el futuro. Ahora bien, en la conducta propia y en la nova oboedi en tia (6, 12-23) se anticipa ya la resurrección, y su poder es ya una realidad presente. Corresponde a ello «la libertad de los cristianos, que ya no están bajo el poder de la torá» (Kasemann, An die Romer, 182). La antítesis entre xmvó'tl]~ y :7tu"mó'tl]~ (Rom 7,6; cf. Rom 2, 29; 2 Cor 3, 6) esclarece el cambio de eones que se ha producido, y es una síntesis de los capítulos 7 y 8: el servicio «en el nuevo ser del Espíritu, no (ya) en el antiguo de la letra» vence en la existencia práctica el poder de la ley (para más detalles, cf. Kasemann, An die Romer, 182s; Id. en Paulinische Perspektiven, Tübingen 1969,237-285, especialmente 251-253). 7. La Carta a los efesios usa la expresión del «hombre nuevo» en sentido cristológico (2, 15) yen sentido antropológico (4, 24): En Cristo y . por medio de Cristo llegó a existir un hombre nuevo, en el cual ambas partes (del pueblo de Dios) --judíos y gentiles- se convirtieron en una unidad y se derribó «la pared intermedia de separación, la enemistad» (2, 14). El superó el legalismo judío, tendió un puente sobre la enemistad entre judíos y gentiles, y al mismo tiempo -por medio de la cruz- obró la reconciliación con Dios. Cristo trae como noticia alegre la paz entre los hombres y, al mismo tiempo, la paz con Dios por medio del libre «acceso al Padre en un solo Espíritu» (2, 18). La parénesis corresponde a la perspectiva cristológica (4, 17ss): La comunidad debe despojarse de la antigua conducta pagana, del «hombre viejo» -como quien se despoja de un vestido- y debe vestirse del hombre nuevo, «que ha sido creado según Dios en justicia y santidad verdaderas» (4, 24). Esta modificación en la imagen tradicional del cambio de vestidos (cf. 1 Cor 15, 53; 2 Cor 5, 2ss; Gál 3,

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27; Rom 13,12.14) es tanto una consecuencia de la renovación en el ser interior por medio del Espíritu (4, 23; cf. también 2, 1-10) como un acto del hacer individual (4, 25ss). 8. La nueva creación escatológica de la que se habla en el libro del Apocalipsis -recogiéndose elememtos de la apocalíptica del AT, de la del período israelítico tardío y de la del período cristiano primitivo- es teocéntrica, universal y es cosa que se espera como inmediatamente inminente. El centro de esa escatología universal-cosmológica es la palabra del Kosmokrator que está sentado en su trono: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (21, 5). Todo ello está embebido de la idea de lo próxima que está en el tiempo la pronta irrupción de los cambios cosmológicos (1, 1.3; 3, 11; 22, 6.7. 10.12): éstos, en el marco de la concepción de los tres niveles del mundo, que es propia del Apocalipsis, se describen como un «nuevo cielo» y una «nueva tierra» (21, 1). La imagen del nuevo cielo y de la nueva tierra, tomada del AT (cf. Is 65, 17; 66, 22), puede tener como punto de partida, en lo que se refiere a la expectación de nuevos cielos, una pluralidad de tales mundos, como sucede -por ejemplo- en 2 Pe 3, 13. La meta de esta teología escatológica de la creación es la asociación interna entre la creación y la salvación, la redención como consumación de la creación y la soberanía universal del Kosmokrator, cuyo poder no sólo abarca al hombre sino también a todo lo creado (sobre las consecuencias éticas cf. E. GraBer: WPKG 68 [1979] 98-114, esp. 105). El marco conceptual está formado por la tradición acerca del «día de Yahvé», en cuyo centro se encuentra la llegada del Mesías, que va acompañada de alteraciones cósmicas en las que los elementos antiguos son consumidos por el fuego (2 Pe 3, 10.12) Y se crea un nuevo cielo (o nuevos cielos) y una nueva tierra en un segundo acto creador, que se halla en analogía con el primer acto creador ex nihilo (21, 1). La novedad se entiende principalmente como un cambio que invierte por completo las circunstancias terrenas (21,4; 2 Pe 3, 13).

2137

xmvó~

El centro de la visión -recogiéndose de nuevo las tradiciones del AT acerca del «día de Yahvé» y en asociación con el concepto del arquetipo celestial- lo constituye la expectación de que Dios haga descender del nuevo cielo a la tierra la ciudad santa, la «nueva Jerusalén» (Ap 3, 12; 21, 2; cf. 4 Esd 7, 26; 10, 54; 13, 36; testimonios rabínicos en Billerbeck I1I, 796), bella como una novia que va a casarse (la descripción de la nueva Jerusalén sigue en Ap 21, 9-22, 5). La nueva Jerusalén recibirá igualmente de Dios un «nuevo nombre» (3, 12; cf. Is 62, 2), lo mismo que el Santo (Ap 3, 7.12) Y aquellos que vencen y llegan a ser ciudadanos del nuevo cielo y de la nueva tierra (2, 17; 19, 12), más aún, que se convierten en pilares en el templo de Dios (3, 12). En el marco de la alabanza escatológica se cantan «cánticos nuevos» ante el Cordero y ante el trono (5, 9; 14,3; cf. Sal 144, 9; 147, 7; 149, 1): antes de la apertura del libro con siete sellos, las cuatro criaturas y los 24 ancianos se postran ante el Cordero y delante del trono: allí, postrados, cantan un «cántico nuevo de alabanza» (texto en: 5, 9s) en honor del Cordero. En un escenario parecido -esta vez en el Monte Sión- los 144.000, que son «las primicias», se distinguen porque aprenden «un cántico nuevo» y con su cántico tributan homenaje a Aquel que está sentado en el trono (14, 3). 9. Al comienzo del discurso de despedida (numerosos exegetas hablan de una «adición posterior»), Jesús formula su legado: «Un nuevo mandamiento os doy» (Jn 13, 34; cf. 15, 12.17). El contenido no es, desde luego, tan nuevo: no es el amor al prójimo (Lev 19, 18) Y no es el amor al enemigo (Mt 5,44), sino el amor al hermano (cf. 1 Tes 4, 9) en forma análoga a la del amor de Jesús hacia sus discípulos (para más detalles, cf. -+ ayá:7tl] 3.d). El amor mutuo será en el futuro la nota distintiva que ha de caracterizar a los discípulos (13, 35). Los amigos de Jesús deben estar con él en una relación análoga a la relación de Jesús con su Padre (guardando los manda-

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mientos y permaneciendo en el amor): «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor» (15, 10). Así que el «mandamiento nuevo» no es nuevo en el sentido de algo que antes no hubiera existido o que hubiera sido desconocido, sino que es «la ley de la comunidad escatológica ... , para la cual lo 'nuevo' no es una peculiaridad histórica, sino un predicado esencial. Lo 'nuevo' es el mandamiento del amor, fundamentado en el amor que se ha recibido del Revelador, como un fenómeno del nuevo mundo que Jesús ha hecho nacer» (R. Bultmann, Das Evangelium des Johanndo [KEK], sub loco). Las Cartas primera y segunda de Juan arrojan enteramente la misma luz que el Evangelio de Juan, pero hacen que lo nuevo del mandamiento del amor fraterno no aparezca de manera tan aislada: frente a los falsos maestros, 1 Jn 2, 7 -y luego también 2 Jn 5- niegan claramente que se trate de un fenómeno nuevo en la historia del espíritu. En realidad se trata de un mandamiento antiguo, que ya estaba en vigor desde el principio (cf. también 1 Jn 3,11) Y que tiene por autor a Dios mismo (3,23; 4,21; 2 Jn 4). Sin embargo, el mandamiento es nuevo por ser una «realidad escatológica» (R. Bultmann, Die Johannesbriefe [KEK], sobre 1 Jn 2, 7). Sobre el trasfondo del dualismo entre la luz y las tinieblas en la Carta primera de Juan, y la identificación del odio fraterno con las tinieblas y del amor fraterno con la luz, el mandamiento nuevo -identificado con la luz- es capaz también de renovar y corroborar el mandamiento antiguo (2, 8-11). . 10. Los compuestos no tienen en general el perfil teológico del adjetivo o del sustantivo. En el NT, aVUXULVL~ELV (d~ ¡,tE'távOLUV) aparece exclusivamente en Heb 6, 6 Y significa allí concretamente -en el sentido de renovar, restaurar (a los apóstatas)- «llevar de nuevo al arrepentimiento»: no es posible un segundo arrepentimiento, un reiterado comienzo que conduzca a la penitencia. En 2 Cor 4, 16 (y Col 3, 10) se halla atestiguado avuxULvóW y significa -en contrapo-

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XatVÓ~ - XatºÓ~

sición a la destrucción del ESW aV{}Qw:Tto<;la renovación cotidiana del EOW aV{}Qw:Tto<; por medio del Espíritu de Dios. Col 3, 10 utiliza el mismo verbo para referirse al hombre nuevo del que se han «vestido» los cristianos (-> 7) Y que, en busca de un conocimiento cada vez más profundo, se va renovando a imagen de su Creador. aVUXULVW
x(U,vót1];, llto;, 1Í kainotes novedad -> xmvó<;.

xubuQ kaiper aunque, a pesar de (que) En el NT, la conjunción va seguida siempre por un participio y tiene sentido concesivo: Flp 3, 4; Heb 5, 8; 7,5; 12, 17; 2 Pe 1, 12; Ap 17,8 v.l.; cf. también BlaB-Debrunner § 425, 1, con nota 1. F. Scheidweiler: Hermes 83 (1955) 220-230. x(U,QÓ~, olí, Ó kairos tiempo, instante, duración, momento, ocasión 1. Aparición en el NT - 2. Campo léxico y sinónimos - 3. Corpus paulinum - 4. Deuteropaulinas - 5. Sinópticos - 6. Hechos - 7. Juan - 8. Pastorales - 9. Hebreos - 10. Carta primera de Pedro - 11. Apocalipsis.

Bibl.: J. Baumgarten, Paulus und die Apokalyptik (WMANT 44), Neukirchen-Vluyn 1975, 180-197 (p. 180, nota 1 para más bibl.), 209-213, 221ss; G. Delling, XC1.lQó<; XA1:., en ThWNT III, 456-465; F.

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Hahn, «Siehe, jetzt ist der Tag des Heils». Neuschopfung und Versohnung nach 2. Kor. 5, 14-6, 2: EvTh 33 (1973) 244-253; H. Ch. Hahn, en DTNT IV, 267-272; A. Lindemann, Die Aufhebung der Zeit. Geschichtsverstiindnis und Eschatologie im Eph (StNT), Gütersloh 1975; U. Luz, Das Geschichtsverstiindnis des Paulus (BEvTh 49), München 1968. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1126s.

1. En el NT, xmQó<; aparece 84 veces: en Marcos 5 veces, en Mateo 10, en Lucas 12, en Juan 3, en Hechos 9. En las Cartas paulinas que sin duda alguna son auténticas, el término aparece 18 veces; en las deuteropaulinas 2 Tesalonicenses/Efesios/Colosenses el término aparece en total 6 veces; en las Pastorales, 7 veces; en Hebreos 4 veces y otras tantas en 1 Pedro, y en el Apocalipsis 5 veces. 2. I<.mQó<; en el sentido de tiempo, instante, momento aparece en el contexto del campo léxico EuxmQÉw (Mc 6, 31; Hech 17, 21; 1 Cor 16, 12), EUXaLQLU (Mt 26, 16; Lc 22, 6), díxmQo<; (Mc 6, 21; Heb 4, 16), EUXULQW<; (Mc 6,31 v.l.; 14, 11; 2 Tim 4, 2), axulQw<; (2 Tim 4, 2), :TtQÓOXaLQo<; (Mc 4, 17; Mt 13, 21; 2 Cor 4, 18; Heb 11,25). XaLQó<; aparece con mayor frecuencia en conexión con la terminología «día» (en aquel tiempo = en aquel día) y en coincidencia con y en deslinde con respecto a XQóvo<; (-m), UI.WV(-E<;) y wQu (en Juan). 3. En el Corpus paulinum, XaLQó<; aparece en los siguientes lugares: Rom 3, 26; 5, 6; 8, 18; 9, 9; 11, 5; 12, 11 v.1.; 13, 11; 1 Cor 4, 5; 7, 5.29; 2 Cor 6, 2 (bis); 8, 14; Gá14, 10; 6, 9.10; 1 Tes 2, 17; 5, 1. XaLQó<;, juntamente con XQóvo<; y ul.wv, pertenece al campo léxico para designar «tiempo»: XaLQó<; y XQóvo<; se usan en parte como sinónimos, especialmente cuando se trata de «indicar un determinado período de la vida humana en el sentido del calendario» (Baumgarten, 187). XQóvo<; designa más bien un «período» en sentido lineal, mientras que xmQó<; significa a menudo «el tiempo que escatológicamente se ha cumplido, el tiempo de la decisión». Pablo recoge, además, fórmulas tradicionales, tomadas de la terminología de los

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eones (la expresión ó ul.rov oiíto<; se halla atestiguada 7 veces). En contraste con las Deuteropaulinas (Ef 1, 21; 2, 7), falta en Pablo la expresión «aquel eón» o el «futuro eón», que corresponda a «este eón» (más detalles en Baumgarten, 181-189). xmQó<; tiene en Pablo un amplio espectro de significados: en Rom 5, 6 se habla de un momento pasado. En Rom 9,9; 1 Cor 7,5; 1 Tes 2, 17 Y Gál 6, lOse trata de un período de tiempo indeterminado. En Gál 4, 10 se piensa en los comienzos de las estaciones (H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, sub loco) o en fechas de fiestas (Delling, 459s). Para designar el tiempo presente, Pablo evita el uso del pronombre demostrativo (excepto en la cita de Gén 18, 10.14 que se hace en Rom 9, 9) Y dice en cambio: ó vvv xmQó<; (<<el tiempo actual»: Rom 3, 26; 8, 18; 11,5; 2 Cor 8, 14) en el sentido del tiempo que se extiende actualmente. El acento especialmente paulina en la comprensión de XaLQó<; se encuentra allá donde «se marca el Ahora escatológico que comenzó con el envío de Cristo» (W.-G. Kümmel en H. Lietzmann, Die Korintherbriefe (HNT], 205): en 2 Cor 5, 14-6, 2 Pablo expone que en el sentido de «la palabra de la reconciliación» se ha cumplido y se ha hecho eficaz la palabra del AT que se lee en Is 49,8. Por eso, el apóstol acentúa expresamente: «He aquí, ahora es el tiempo favorable; he aquí, ahora es el tiempo de la salvación» (6, 2; cf. F. Hahn, 252s). 1 COf 7, 29 ofrece un enunciado de profecía cristiana primitiva: ó xmQo<; oUVWtUAflÉVO<; eOtLv. Aquí XaLQó<; designa el tiempo que queda todavía hasta que lleguen la parusía y el juicio. Ese tiempo que aún queda se ha «comprimido», «abreviado», «estrechado», es decir, se ha hecho «corto». «Detrás de esta tesis se halla el motivo del acortamiento del período de la última tribulación antes de que llegue el juicio divino y/o el motivo de la amputación del tiempo» (Baumgarten, 222). De manera parecida el conocimiento que la Iglesia tiene del tiempo se explica en Rom 13, 11 por medio del «clamor escatológico exhor-

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tanda a permanecer despiertos». La salvación (OWtr¡QLU) está ahora más cerca de la comunidad, que cuando ésta llegó a la fe: el tiempo es aquí un «tiempo extraordinariamente relevante desde el punto de vista escatológico», en el cual se anticipan parenéticamente acontecimientos del futuro escatológico. En Gál 6, 9s se enlaza el momento futuro del juicio -orientado para la comunidad hacia la salvación- con el tiempo escatológicamente relevante que queda hasta la parusía, el tiempo lleno de oportunidades, que alguna vez ya no será. Mientras todavía hay tiempo, cualquier instante es «tiempo decisivo», en el que hay que tornar partido (Rom 12, 11 v.l.; cf. E. Kasemann, An die Romer [HNT], 333s). Por tanto, XaLQó<; designa también en Pablo el «momento futuro del juicio y/o de la parusía»: 1 Cor 4, 5; Gál 6, 9; 1 Tes 5, 1 (junto a Gál 4, 10 la única vez que el término se halla en plural, y donde es sinónimo de XQóvo<;). Es sorprendente que en Pablo falten expresiones corno Ó XaLQo<; eyyú<; (eotLv) o ~yyLXEV (-> 5). Constantemente está fundamentando Pablo, en argumentos incesantemente nuevos, que el kairós de la parusía y del juicio limita como tiempo de decisión el tiempo de salvación que está comenzando por medio del acontecimiento de Cristo (cf. especialmente 1 Cor 10, 11). Por este motivo, el kairós actual es también «el tiempo del cuerpo universal de Cristo y de la misión entre los gentiles» (Kasemann, Versuche 1, 100). «El tiempo de ahora, cumplido cristológica y soteriológicamente, (es) el centro y la clave del tiempo, hacia el cual trascurre la historia y del cual que ella procede» (Baumgarten, 193). Además del centro cristológico del tiempo, surge también la (tradicional) dimensión tea-céntrica: el futuro es el tiempo de la obra de Dios. La comprensión paulina del tiempo culmina en la interpretación «del futuro determinado por el presente», y «del presente determinado por el futuro»: el futuro es, pues, a) tiempo de la obra de Dios, b) tiempo limitado, y c) tiempo abierto para que se confirme la fe de la Iglesia de Jesucristo (cf. Baumgarten, 195s).

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4. En las Deuteropaulinas 'XoaLQÓC; aparece seis veces: 2 Tes 2,6; Ef 1, 10; 2, 12; 5, 16; 6, 18; Col 4, 5. Se recogen algunas de las variantes de significado del concepto paulino de 'XoaLQÓC;: 2 Tes 2, 6 se refiere a la parusía como su tiempo (del Señor) en el «día del Señor» (v. 2). La época histórica del tiempo que precedió al acontecimiento de Cristo, la designa Efesios como tiempo sin esperanza y sin Dios (2, 12). Así como Gá14, 4 describe el tiempo del envío de Jesús como nA~Qwfta toii XQóvo'U, así también se hace lo mismo en Ef 1, 10 con la frase nA~Qw¡ta tWV 'XoaLQwv: con el acontecimiento de Cristo se da la plenitud del tiempo escatológicamente relevante. A éste le corresponde el presente como tiempo de confirmación en el que hay que dar buena cuenta de sí (Ef 5, 16). «Aprovechad bien el tiempo» (Col 4, 5), así dice la correspondiente exhortación a aprovechar al máximo el tiempo que queda, sacando partido de todas sus posibilidades. En comparación con esto, el significado de 'XoaLQÓC; en Ef 6, 18 no es específico: el autor exhorta a la comunidad a orar «en todo tiempo en el Espíritu», ejercitándose en velar con perseverancia y en practicar la intercesión. 5. En los Sinópticos es raro el significado inespecífico en el sentido de «en cualquier tiempo» (Lc 21, 36). Por el contrario, es más frecuente la transición redaccional (Mt 11, 25; 12, 1; 14, 1: «en aquel tiempo»; cf. también Lc 13, 1), que conecta lo que sigue con lo que precede, sin que tal conexión pueda determinarse con mayor exactitud o sea históricamente fiable. 'XoaLQóc; se usa además para designar los «tiempos de la cosecha» (Mt 13, 30: trigo; Mc 11, 13: higos; Mc 12,2 par.; Mt 21, 34.41: la vendimia) y las «horas del día» (Mt 24, 45; Lc 12,42: «a su debido tiempo» = a la hora de comer). El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista se refiere a un momento indeterminado en el futuro (Lc 1, 20). Y lo mismo sucede con la referencia al momento en que el diablo ha de

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renovar su tentación (Lc 4, 13: aXQL 'XoaLQoii). En todo ello puede acentuarse la brevedad del tiempo y el momento, el instante (Lc 8, 13: la semilla que crece sin echar raíces). Un puente hacia el significado escatológico de 'XoaLQÓC; lo ofrecen los pasajes en los que se habla de un período de tiempo cualificado, determinado concretamente en su contenido: la predicción de las desgracias que han de caer sobre Jerusalén se funda en que la ciudad no ha conocido el tiempo de su «visitación» (Lc 19, 44; cf. 1 Pe 2, 12). En contraste con Mc 14, 12ss par. donde el centro lo ocupa la pregunta acerca del local (<<¿dónde está mi aposento?»), se dice en Mt 26, 18: «El Maestro dice: Mi tiempo está cerca (ó 'XoaLQÓC; ¡to'U EyyÚC; EOtLV)>>: una alusión a la cena pascual como inicio del tiempo de la Pasión de Jesús. Desde el punto de vista de la historia de las tradiciones, 'XoaLQóC; se halla estrechamente asociado con expectaciones escatológicas. En el contexto de la exhortación a la vigilancia, Marcos da la siguiente razón: No sabéis nÓtE Ó 'XoaLQÓC; EOtLV (13, 33). El contexto afirma el momento incierto, impredecible, de la parusía del Hijo del hombre. El sumario marquino (1, 14s) compendia así la predicación de Jesús: El kairós se ha cumplido en la proclamación acaecida en tiempo de Marcos: <
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(21, 8; adición secundaria de Lucas, según piensa Bultmann, Geschichte, 353) ya está allí. Frente a ello, Lucas -de acuerdo con su visión de la historia- afirma rotundamente que el 'tÉAOC; no ha llegado todavía. Esto da un tono apremiante a la exhortación a la vigilancia (v. 36). En consonancia con ello, Lucas hace que Jesús pregunte a las multitudes por qué ellos no saben interpretar adecuadamente «este tiempo» (12, 56) de lucha y discordia, que Jesús trae, ni tampoco los signos del tiempo (cf. la adición, no segura textualmente, que se hace en Mt 16,3). Una expresión del estadio final redaccional de Mc 10, 30 par. es la detallada ampliación de la recompensa por la que se recibe cien veces más: « ... ahora, en este tiempo, casas y hermanos ... bajo persecuciones, y en el eón futuro la vida eterna». Detrás de ello se encuentra indudablemente la doctrina sobre los dos eones. El período de tiempo actual, que se opone al eón futuro, es caracterizado como «este tiempo» de persecuciones y sufrimientos, quedando reservada la recompensa de la vida eterna para el futuro tiempo cósmico del reino de Dios.

7. En Juan 'XoaLQÓC; aparece rarísimas veces. Jesús dice a sus hermanos: «Mi tiempo no ha llegado todavía, pero vuestro tiempo está dispuesto siempre» (7, 6) o «mi tiempo no se ha cumplido todavía» (7, 8). Con el «todavía no» del kairós se realza el «todavía no» de la Pasión de Jesús. Ahora bien, el inminente tiempo de la Pasión será a la vez el tiempo cumplido escatológicamente de la revelación definitiva (un concepto importante en Juan es el de ---+ wQu. «Vuestro kairós» está, pues, en todo momento, porque las obras de Jesús, que son acontecimiento escatológico, exigen en todo momento actos de decisión y, por tanto, le sitúan a uno en el tiempo de la decisión (más detalles en R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes lO [KEK], sub loco. - Jn 5, 4 es una glosa secundaria).

6. En el libro de Hechos encontramos en 14, 17 el plural ('XoaLQOUC; x.uQno
8. Los testimonios de 'XoaLQÓC; en las Pastorales se centran en el significado escatológico de 'XoaLQoL (cinco de los siete testimonios se hallan en plural): La muerte de Jesús como rescate por todos es el testimonio de «tiempos apropiados» (l Tim 2, 6: X.aLQOLC; tbLOLC;) en el sentido de un futuro escatológico indeterminado: «un término histórico-salvífico que originalmente significa el tiempo determinado por Dios en las promesas» (M. Dibelius-H. Conzelmann, Pastoralbriefe4 [HNT], 35; cf. 1 Cor 15, 20.23; Rom 8, 23). Terminológicamente idéntico es el momento de la epifanía de Jesucristo, un momento que está indeterminado en cuanto a su perspectiva en el tiempo, pero que se halla atestiguado en su certeza objetiva (1 Tim 6, 15). EV úOtÉQaLC; 'XoaLQOLC; (1 Tim 4, 1) significa el futuro indeterminado durante el tiempo de la apostasía antes de que llegue la consumación (cf. 2 Tim 3, 1: «tiem-

(1, 7: sobre los sinónimos XQÓVOL y 'XoaLQoL cf. Sab 8, 8; Dan 2, 21; 1 Tes 5, 1). Pero los tiempos no son sencillamente ambivalentes, sino que están orientados hacia la salvación: son tiempos de refrigerio (3, 20: la parusía) antes de la uno'Xoutúo'taOLC; núvtwv (3, 21; concepto único en el NT).

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pos difíciles» [XaLQol, XaAE:rrOL]). Al kairós de la apostasía se refiere también la advertencia de que llegará un tiempo (en singular) cuando no se soportará la sana doctrina (2 Tim 4, 3). Por eso, Timoteo debe proclamar la palabra en todo momento (en tiempo oportuno y en tiempo inoportuno) (2 Tim 4, 6 se refiere al momento de la muerte del autor de la Carta segunda a Timoteo). En el praescriptum de la Carta a Tito (1, 2s) el autor describe su visión teocéntrica del tiempo y de la historia: la revelación de su palabra a su debido tiempo (XaLQOL~ L6LOL~) en la época de la actividad del apóstol (ev x'I]QÚYftan) corresponde a la promesa proto1ógica (:rrQo XQóvwv aLwvLwv) de la vida eterna. El tiempo de la revelación es a la vez el tiempo de prueba y confirmación en la tarea apostólica. 9. Según Hebreos 9,9.10, los dos tabernáculos (o las dos partes del tabernáculo) son símbolos del tiempo presente y del tiempo futuro (= el tiempo de un orden mejor). El autor ve que la Iglesia vive en la tensión entre los dos eones. El presente es el tiempo de los sacrificios; el futuro, el nuevo eón, está caracterizado por la adoración de Dios en el santuario celestial (cf. O. Michel, Der Brief an die Hebriier7 [KEK], sub loco). Los demás testimonios del término en Hebreos se refieren· al «poder -a destiempo- de procreación» (cf. Michel, Der Brief an die Hebriier, 396), que Abrahán y Sara recibieron de Dios, en virtud de la fe, «en contra del tiempo propicio por la edad de ambos», y se refieren también a la «oportunidad para el regreso» (Michel, 400) a la patria terrena, una oportunidad que los patriarcas habrían tenido, si realmente hubieran querido pensar en ella (11, 15). 10. En la Carta primera de Pedro, ,)WLQÓ~ aparece exclusivamente en el sentido definido escatológicamente: el autor parte de que el Espíritu de Cristo se encontraba presente (y oculto) en los profetas, cuando ellos contem-

2148 pIaron anticipadamente el tiempo -prometido, esperado y escrutado por ellos- de la Pasión de Cristo y de la doxa subsiguiente (cf. 1, 9), pero que no se ha revelado sino por medio de los testigos que ahora viven (1, lIs). Así, pues, la esperanza de los cristianos se basa en la salvación (ow.'I]QLa), que no se revela completamente sino al fin de los tiempos (1, 5: ev xmQ0 eoxú.cp). El presente se halla bajo la seriedad del comienzo del juicio de Dios (.0 xQLfta aparece únicamente aquí en la Carta primera de Pedro; en cambio, XQLVELV aparece en 1, 17; 2, 23; 4, 5s). Su comienzo en el presente constituye el verdadero kairós. Empieza por la Iglesia (4, 17). A esta seriedad le corresponde en la parénesis el actual estado de humillación, al que Dios hace seguir a su debido tiempo (5, 6: ev xmQi¡); la v.1. e:rrwxo:rrfj~ es seguramente una adición secundaria, por asimilación a 2, 12) el estado de exaltación para los obedientes. 11. La impronta apocalíptica general del Apocalipsis se observa en el concepto del XaLQó~. Y, así, el Apocalipsis recoge el motivo de los tres tiempos y medio (12, 14: XaLQov xal, 'X,aLQou<; xal, ~ftWU XaLQou, como cita de Dan 12, 7 LXX ó 7,25 LXX/e? Cf. también Ap 11, 2; 12, 6; otros testimonios en Baumgarten, 186, nota 33), así como la imagen de la lucha con el dragón, al que sólo se concede un «breve plazo» (12, 12) en el drama final. El verdadero marco escatológico lo constituye el anuncio atestiguado al principio y al final: ó (yaQ) xmQo~ eyyú<; (eoLLv) (1, 3 Y 22, 10): el tiempo escatológico está cerca. El Apocalipsis ofrece a través de todo el libro la interpretación de este 'X,aLQó~. Puede verse concretamente en la doxo10gía de los 24 ancianos (11, 17s): en el marco del ejercicio de la soberanía del Kosmokrator y en la lucha con la cólera inflamada de las naciones, la cólera de Dios juzgará a los muertos (ó 'X,mQo~ 1:WV VEXQWV): los profetas, los santos y los temerosos del nombre de Dios recibirán «recompensa»; los restantes serán entregados a la «perdición». J. Baumgarten

2149

KaToaQ

KuiauQ, uQo;, ó Kaisar César, emperador (de Roma)* Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; K. Christ, en LThK V, 635-638; H. Dessau, Geschichte der romischen Kaiserzeit (2 vols.), Berlin 1924-1930; M. Dibelius, Rom und die Christen im ersten Jahrhundert, en Dibelius, Botschaft n, 177-228; O. Eck, Urgemeinde und Imperium, Gütersloh 1940; H. Grundmann en RGG Hengel, III, 1059s; Haag, Diccionario, 323-324; Christus und die Macht, Stuttgart 1974; G. HerzogHauser, Kaiserkult, en Pauly-Wissowa, Suppl. IV (1924), 806-853; G. Kittel, Christus und Imperator, Stuttgart 1939; Leipoldt-Grundmann I, 38-74; 141158; E. Lohmeyer, Christuskult und Kaiserkult, Tübingen 1919; A. v. Premerstein, Vom Werden und Wesen des Prinzipats (ABAW 15), München 1937; Reicke, Zeitgeschichte, 168-237; Rosenberg, Imperator, en Pauly-Wissowa IX (1914),1139-1154; W. Schrage, Die Christen und der Staat nach dem NT, Gütersloh 1971; E. Stauffer, Christus und die Caesaren, MünchenHamburg '1966; H. Volkmann, Princeps, en Pauly, Lexikon IV, 1135-1140; Id., Herrscherkult, en ibid. n, 1110-1112. Sobre Lc 2,1; 3, 1: H. Dieckmann, Kaisernamen und Kaiserbezeichnung bei Lukas: ZThK 43 (1919) 213234; Id., Das fünfzehnte Jahr des Caesar Tiberius: Bib 6 (1925) 63-67; H. Flender, Heil und Geschichte in der Theologie des Lukas, München 1968,56-58; H. W. Hoehner, Cronological Aspects of the Lije of Christ: BS 130 (1973) 338-351; H. U. Instinsky, Das Jahr der Geburt Christi, München 1957. Sobre Jn 19: E. Bammel, lAOC; 'tO'Ü KulauQoc;: ThLZ 77 (1952) 205-210; J. Blinzler, Der Proze.fJ Jesu, Regensburg 41969, 265, 337s; A. Dauer, Die Passionsgeschichte im Joh (StANT 30), München 1972. Sobre los Hechos de los Apóstoles (apelación de Pablo al César): H. J. Cadbury, Roman Law and the Trial of Paul, en Beginnings V, 297-338; J. Dauvillier, A propos de la venue de saint Paul aRome: Bulletin de Littérature Ecclésiastique (Toulouse) 61 (1960) 3-26; G. Lombardi, Motivi giuridici dell'appello di Paolo a Cesare, en B. Mariani (ed.), S. Paolo da Cesarea a Roma, Torino 1963, 9-20; Th. Mommsen, Die Rechtsverhiiltnisse des Apostels Paulus: ZNW 2 (1901) 8196; W. Radl, Paulus und Jesus im lukanischen Doppelwerk, Bem-Frankfurt a. M. 1975, 204-209, 325-345; A. N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the NT, Oxford 1963; V. Stolle, Der Zeuge als Angeklagter (BWANT 102), Stuttgart 1973, 40-55, 264-267.

M.

En el NT, KaLoaQ aparece 29 veces. Exceptuando Flp 4, 22, el término aparece únicamente en los Evangelios (18 veces) y en Hechos (10 veces). En Marcos el término César aparece 4 veces, pero sólo en la perícopa sobre si es lícito

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pagar tributo al César (12,14.16.17 [bis]). La escena se desarrolla en tiempo de Tiberio (1437 p.C.). La respuesta de Jesús reconoce el poder del ordenamiento estatal y sus exigencias, pero los relativiza en comparación con la autoridad de Dios. Cf., a propósito, R. Pesch, Das Markusevangelium II (HThK), 224-229 (bibliografía). Mateo y Lucas toman de Marcos la perícopa con las cuatro veces en que aparece el término (Mt 22, 17.21 [ter]; Lc 20, 22.24.25 [bis]. Lucas, además, se refiere redaccionalmente a esta escena, concretando en 23, 2 las acusaciones que se formulan contra Jesús ante el tribunal de Pilato. Coordina -también redaccionalmente- la información sobre el nacimiento de Jesús (2, 1) con las medidas de gobierno adoptadas por el emperador Augusto (30 a.C.-14 p.C.), y la aparición del Bautista y de Jesús, con el reinado del emperador Tiberio (14-37 p.c.), con el fin de expresar así la significación universal de los acontecimientos salvíficos. Juan emplea tres veces el nombre de César, todas ellas en el juicio de Jesús ante Pilato. Sin mencionar expresamente su nombre, se piensa aquí en Tiberio. Los judíos amenazan a Pilato diciendo que, si deja en libertad a Jesús, no es «amigo del César» (19, 12a); aluden a la supuesta intención de Jesús de alzarse contra la autoridad imperial (19, 12b), e intensifican su acusación afirmando que no tienen más rey que al César (19, 15) Y menospreciando así su propia identidad religiosa. «Amigo del César» significaba no sólo el favor personal del emperador, sino que era también un título (R. SChnaCkenburg, El Evangelio según san Juan III, 324). En Hechos 17, 7, los judíos de Tesalónica lanzan contra Pablo y sus compañeros la acusación de que estaban actuando en contra de las leyes del César, al proclamar a Jesús como el Rey-Mesías. Pero no se llega a dictar ninguna sentencia condenatoria. Lucas hace ver así claramente que el cristianismo no pone en peligro al Estado romano, y en 25, 8 pone en labios de Pablo la declaración expresa, pro-

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Kui:ouQ - KuwáQfLU

nunciada ante Festo en Cesarea, de que él no ha cometido ningún delito contra el César. Todos los demás pasajes se refieren a la apelación (---> E:n:L'KUA.ÉW 2.b) con que Pablo recurre al César (25,10.11.12 [bis].21; 26, 32; 27, 24; 28, 19). En aquel tiempo era Nerón emperador (54-68 p.C.). Pablo hace uso del derecho que le corresponde como ciudadano romano, y exige mediante provocatio (Stolle, 266) que su causa sea llevada directamente ante el emperador. Para Lucas lo más importante en todo ello es que Pablo da testimonio del evangelio en Roma, que era el centro del imperio del mundo, y que así corresponde al plan divino. En Filipenses 4, 22 Pablo trasmite saludos de un grupo de cristianos «de la casa del César». Probablemente se trata de esclavos y libertos en Efeso en tiempo de Nerón (J. Gnilka, Der Philipperbrief[HThK], 182). A. Weiser

Kat(JáQEUX., a~ Kaisarea Cesarea 1. Cesarea Marítima (Caesarea maritima) Bibl.: M. Avi-Yonah, en EJJ Y (1971) 6-13; 1. Benzinger, en Pauly-Wissowa HIIl (1987) 1291-1294; G. Boing, en LThK Y, 1244; A. Frova y otros, Scavi di Caesarea Maritima, Milano 1965; L. Haefe1i, Caesarea am Meer (NTA 10,5), Münster 1923; E. Kutsch, en RGG 1, 1580s; L. 1. Levine, Roman Caesarea, Jerusa1em 1975; B. Lifshitz, Césarée de Palestine, son histoire et ses institutions, en ANRW II18 (1977), 490-518; A. Negev, Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land 1 (dirigida por M. Avi-Yonah), Jerusalem 1975, 270-285 (aquí se menciona más bibliografía sobre arqueología); J. Ringel, Césarée de Palestine, Paris 8. f.; H. Treid1er, en Pau1y, Lexikon 1Il, 488. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1126.

Ciudad portuaria edificada por Herodes el Grande en el emplazamiento de una antigua estación costera denominada Torre de Estratón. Se llamó Cesarea en honor de César Augusto. Fue la sede del procurador romano y, después de la muerte de Agripa I (44 p.C.), se convirtió en lugar de acantonamiento de tropos romanas. En el NT, Cesarea se menciona únicamente en el libro de Hechos, donde apa-

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rece 15 veces: Felipe se dirige de Asdod a Cesarea y proclama allí el evangelio (8, 40). En Cesarea (10, 1.24; 11, 11) tiene lugar el primer bautizo de un gentil, con arreglo a las instrucciones y las disposiciones divinas. Lucas lo describe como un acontecimiento programático. Agripa I muere en Cesarea (12, 19) durante un acto público (cf. Josefo, Ant XIX, 343-352). Los otros diez pasajes en que aparece el nombre de esta ciudad, se refieren a Pablo: como su vida en Jerusalén se halla en peligro, Pablo huye a Tarso pasando por Cesarea (9, 30). Después de su «segundo viaje misionero», regresa a Antioquía pasando por Cesarea (18, 22), donde visita a la comunidad cristiana. Al final del «tercer viaje misionero», Pablo se aloja en casa de Felipe (21, 8), donde Agabo profetiza que el apóstol será encarcelado; luego cristianos de Cesarea (21, 16) le acompañan a Jerusalén. Los textos de Hech 23,23.33; 25, 1.4.6.13 señalan Cesarea como el lugar donde Pablo estuvo bajo la custodia protectiva de los romanos. Por el mismo cambio de escena de Jerusalén a Cesarea, Lucas indica ya la transición del testimonio paulino acerca de Cristo, que pasa del ámbito judío al ámbito gentil y romano: una transición que tendrá como meta Roma, la metrópoli del Imperio. 2. Cesarea de Filipo Bibl.: M. Avi-Yonah, en EJJ Y (1971) 162; Bauer, Worterbuch, s.v. 1; 1. Benzinger, en Pau1y-Wis8owa Hl/1 (1897), 1290s; Haag, Diccionario, 324s; Kopp, SUitten, 291-294; Schürer n, 204-208.

Localidad situada junto a la fuente más septentrional del Jordán, al pie de la ladera meridional del Hermón. El asentamiento y la región se llamaron originalmente I1uvLá~, por encontrarse allí el santuario del dios Pan. La localidad estaba poblada principalmente por no judíos. Herodes el Grande erigió en ella un templo en honor de Augusto (Josefo, Ant XV, 363; Bell 404), y su hijo Filipo edificó una ciudad a la que llamo Cesarea en honor del emperador Tiberio. Por eso, en el NT y también

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KmoáQfLU - 'KU'KLU

en Josefo se llama a la ciudad KaLoáQHU ~ LAÍJt:7tO'U. Se menciona en Mc 8, 27 Y -con dependencia de este texto- en Mt 16, 13 como el lugar en cuyos alrededores Pedro hizo su confesión de fe en Jesús, reconociéndole como el Mesías. A. Weiser

xaí:tot kaitoi aunque, y sin embargo* La conjunción aparece en sentido adversativo, acompañada de un verbo en tiempo finito, en Hech 14, 17 (v.l. 'KuL 't0l YE): y sin embargo; cf. Jn 4, 2 v.l.; Heb 4, 3 con genitivo absoluto: aunque; cf. BlaB-Debrunner § 425, nota 1; 450. nota 2.

xaí:tOtyE kaitoige aunque, si bien* En el NT la partícula aparece únicamente en la formulación (¿redaccional?) de un paréntesis, como refuerzo de 'KUL'tOl: en Jn (el único ejemplo del uso de yE en Juan: 'KUl'tOLyE 'hlooí)~ U1J'tO~ OU'K E~á:7t'tLtEV, «si bien Jesús mismo no bautizaba».

xaí,ro kaii5 encender, hacer que arda, quemar* En el NT, el verbo aparece 11 veces. En Mt 5, 15 dícese, en sentido literal, de la acción de encender una lámpara (no recayendo el acento sobre la acción misma de encender, sino sobre el hecho de que la luz «arda»); en voz pasiva significa arder (constantemente): Lc 12, 35, A'ÚXVOL 'KaLÓflEVOL, «lámparas encendidas»; cf. también Jn 5, 35; cf. Ap 4,5, donde se habla de las siete antorchas de fuego que ardían; en 8, 8 se habla de una «montaña ardiendo en llamas» (:7t'UQL 'KaLÓflEVOV); 8, 10; 19, 20: 'KaLOflév1'] EV {tElep, «ardiendo con azufre» (cf. Gén 19,24); de manera parecida en Ap 21, 8: 'KaLOflÉV1'] :7t'UQL 'KUL {tElep; la frase 'KE'Ku'Uflévep :7t'UQL, «a un fuego ardiente», en Heb 12, 18 es una alusión a Dt 4, 11; 5, 23. En voz pasiva el verbo significa consumirse por el fuego en Jn 15, 6 (dícese de los sarmientos arrojados al fuego); en 1 Cor 13, 3 v.l.: LVU 'Ku'U{t'lÍaOflaL, hay que pensar en una de dos: o en el martirio voluntario (morir ejecutado en la hoguera), o en

el acto de entregarse a sí mismo a las llamas (como un acto ascético de inmolación). (Cf. ThWNT I1I, 466-469; Bauer, Worterbuch, s.v. 2; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco.) En Lc 24, 32 el verbo se usa en sentido figurado: «¿No ardía nuestro corazón [dentro de nosotros]?» (xuQ6Lu ... 'KaLOflév1']).

xaxEi kakei (adv.) y allí, allí también* Formado por la crasis de 'KUL EXc'l:. En el NT aparece 10 veces: y allí (Mt 5,23; 10, 11; 28, 10; Mc 1, 35; 14, 15 v.l.; Jn 11, 54; Hech 14, 7; 22, 10; 25, 20; 27, 6); allí también (Hech 17, 13; Mc 1,38 v.l.).

xaxEi-3Ev kakeithen (adv.. ) y de allí, y entonces* Formado por crasis de XUL EXc'l:{tEV. En el NT aparece 10 veces: con sentido local (Mc 9, 30; 10, 1 v.l.; Lc 11,53; Hech 7, 4; 14,26; 16, 12; 20, 15; 21, 1; 27,4; 28, 15; con sentido temporal: y entonces (Hech 13,21). xaxEivo~,

3 kakeinos y aquél, también aquél; y éste, también éste* Formado por crasis de XUL E'Kc'l:VO~. En el NT aparece 22 veces. Para expresar una referencia a alguien o a algo que se acaba de mencionar o que se ha mencionado hace poco: y éste /y esto (Mt 15,18; Mc 16,11.13; Jn 7, 29; 19, 35 v.l.); después de 'tuu'tu, y aquello (Mt 23, 23 par. Lc 11, 42); también éste, él también (Mc 12,4.5; Lc 20, 11; Jn 6,57; cf. 14,12: «él también las hará»; 10, 16; 17,24; 2 Tim 2, 12; Heb 4, 2; Mt 20, 4 v.l.). Para designar algo más remoto: y aquél (Lc 11,7; 22, 12; Hech 18, 19); aquél también (Hech 5, 37; 15, 11: «de la misma manera que también aquéllos»; Rom 11,23; 1 Cor 10, 6). xaxí,a, a~, ÍJ kakia maldad, iniquidad; carga* 1. Aparición en el NT - 2. Mt 6, 34 - 3. La 'ltu'ltLu concreta de Simón el Mago en Hech 8, 22 - 4. 'Ku'ltLu como característica de la vida no cristiana.

Bibl.:

->

'KU'ltó<;.

2156

2155 1. Los sólo 11 testimonios que hay de XUXLU en el NT se hallan sumamente dispersos. Podemos afirmar que el sustantivo -en la LXX es unas 80 veces traducción del hebreo ra 'il (que, además, no es precisamente un término frecuente)- no se cuenta entre las palabras preferidas de ninguno de los (grupos de) escritos del NT. Faltan por completo los aspectos que pudieran relacionar este término com problemas éticos y filosóficos (como sucede, por ejemplo, en Diógenes Laercio VII, 92s). Las definiciones gnósticas son, en parte, sumamente ajenas al NT (por ejemplo, CorpHerm X, 8: XUXLU ()f 'ljJuxij~ ayvwO'Lu) y, en parte, tienen un tenor parecido (por ejemplo, CorpHerm VI, 4: ó YUQ XÓO'¡.to~ JtA~Qw¡.tá eO'tL tij¡; XUXLU~, ó M {}EO¡; 'tou ayu{}oü). 2. Es singularísimo en el NT el significado que XUXLU tiene en el Sermón de la Montaña, un significado que -por lo demás- es raro. Con la afirmación, de carácter gnómico y sapiencial, sobre la carga propia de cada día, termina en Mt 6, 34 el «poema didáctico acerca de las preocupaciones» (W. Grundmann, Das Evangelium des Matthiius [ThHK], sub loco). 3. El término X,UXLU adquiere tan sólo perfiles claros en la discutida perícopa sobre Simón el Mago. Desde el punto de vista histórico sigue siendo bastante incierto, -aunque está claro desde el punto de vista de la composición narrativa de Lucas, de qué maldad debe apartarse Simón, según Hech 8, 22: él quiso comprar con dinero el poder que tenían los apóstoles de trasmitir el Pneuma santo por medio de la imposición de las manos (v. 19). 4. Lo mismo que en Hech 8, 22, XUXLU tiene sentido moral en todos los demás pasajes: es (una) característica de la vida no cristiana. Como desde Pablo hasta las Cartas católicas, pasando por las Deuteropaulinas, no se observa desarrollo en el concepto de XUXLU, esos pasajes pueden ser considerados en conjunto e investigadas sus notas características. En primer lugar, XUXLU -en forma parecida al término opuesto aQEt~- tiene un sentido su-

mamente general e impreciso, que se refuerza con la adición de Jtéiau en Rom 1, 29, Ef 4, 31 Y 1 Pe 2, 1. Esto no sólo se aplica alCor 14, 20 y 1 Pe 2, 16, donde con maldad o iniquidad (evítese traducir este término por vicio) se expresa y se rechaza la mala conducta humana en general, especialmente cuando se da en los cristianos. Este significado general e impreciso lo tiene también XUX,LU en 1 Cor 5, 8 ó Sant 1, 21, donde se menciona la maldad juntamente con la ~ JtOVl]QLU o la QUJ"taQLU, e incluso en Rom 1, 29, Col 3, 8, Ef 4,31, Tit 3, 3 y 1 Pe 2, 1, donde XUXLU aparece como iniquidad junto a otras cualidades morales reprobables. Según muestra c1arísimamente Rom 1, 29, la iniquidad humana es nota característica de la existencia antes de la justificación sola gratia / sola fide, es decir, de la existencia bajo la cólera de Dios (cf. también 1 Cor 5, 8 y Tit 3, 3). Sin embargo, esto se contempla también temáticamente bajo otros conceptos (como, por ejemplo, ~ á¡.tUQtLU). En todos los casos, con excepción de Rom 1,29, x,uxLa se encuentra en contextos parenéticos. Es digna de tenerse en cuenta la combinación tradicional de este término con ~ aJtotL{}l]¡.tL (<<despojarse» en el sentido figurado de «desechar») en Col 3, 8, Sant 1, 21 y 1 Pe 2, 1. Las exhortaciones al rechazo se hallan asociadas íntimamente y aparecen en contraste con exhortaciones positivas, igualmente generales. La «influencia de la teología paulina» (K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe [HThK], sub loco) aparece en el fundamental enunciado de 1 Pe 2, 16. La comprensión cristiana (neotestamentaria) de la existencia y de la ética se hallan determinadas por la EAEU{}EQLU; la libertad, como liberación radical también de la XUXLU, no deja ya margen alguno para la maldad humana (y para la maldad con nuestros semejantes). M. Lattke

a;, Í) kakoetheia malicia, astucia* En Rom 1, 29 se la menciona en un catálogo de vicios (en los vv. 29-31) junto a cp{}óxaxOtlaEta,

2157

xaxo~{tELa

vo~, ÓAO~, que precede inmediatamente, y debe entenderse más bien como astucia; cf. Aristóteles Rhet 11, 13, 1389b, 20: EatL YUQ XUXO~{}ELU tO erci tO XELQov 'ÚJtoAu¡.t~ávELV Jtávtu; cf. también Filón, Som 11, 192; Josefo, Ap 1, 222. Spick, Notes 1, 392s.

- XaXOJtOLÓ¡;

2158

con ¡.tuXQO{}U¡.tLU nos hacen pensar más bien en la disposición para soportar el sufrimiento (cf. 4 Mac 9,8; Filón, VitMos 1, 154). M. Dibelius, Der Brief des Jakobus 5 (KEK), sub loco; Bauer, Worterbuch, s. v.; Spicq, Notes 1, 394-396.

xaxo:rtotÉm kakopoieo hacer el mal, hacer xaxoJ...oyÉm kakologeohablar mal de, maldecir* Mc 7, 10 par. Mt 15,4: Ó xuxoAoywv JtutÉQu ~ ¡.tl]tÉQu (cita de Ex 21, 6 LXX) en la versión del cuarto mandamiento del Decálogo y del derecho de los padres en el AT (cf. Prov 20, 9a; cf. también Billerbeck 1, 709-711); hablar mal de Jesús (Mc 9, 39); t~v óMv (Hech 19, 9).

xaxo:rtcHtna, al;, Í) kakopatheia sufrimiento, el soportar sufrimientos, esfuerzo doloroso Forma alternativa de ~ xuxoJtuiHu.

xaxo:rtaaÉm kakopatheo soportar la maldad, soportar sufrimientos* En 2 Tim 2, 9; Sant 5, 13 dícese del soportar la maldad; en 2 Tim 4, 5; 2, 3 v.l. dícese, más bien, del soportar a pie firme los sufrimientos, que necesariamente encuentra aquel que proclama a Cristo o combate por la causa de Cristo. Spick, Notes 1, 394-396.

a;, Í) kakopathia sufrimiento, el soportar sufrimientos, esfuerzo doloroso* Según Sant 5, 10, los profetas son ejemplo de firmeza en soportar sufrimientos y de paciencia (xuxoJtuiHu xul, ¡.tuXQO{}U¡.tLU). Sería posible igualmente traducir este término por «sufrimiento, tribulación» (cf. Mal 1, 13; 2 Mac 2, 26s; también Sant 5, 13), pero la alusión a los profetas (o mártires judíos) (cf. Mt 5, 12; 23, 29ss; Heb 11, 32ss) y la asociación xaxo:rtaata,

injusticia, causar daños* En el NT, el verbo aparece cuatro veces, siempre en contraste con ~ ayu{}uJtoLÉW o ayu{}ov JtOLÉW (Mc 3, 4), y como sinónimo básicamente de xuxov JtoLÉw/JtQáaaw (por ejemplo, Mt 27,33; Hech 9, 13; Rom 3,8; 13, 4 y passim). En Mc 3, 4 par. Lc 6, 9 el verbo aparece en el relato de la curación, en día de sábado, del hombre que tenía la mano seca: hacer el mal (es decir, espiar al Sanador, impedir la curación) no puede ser la finalidad del sábado; el verbo aparece también en 1 Pe 3, 17, en el sentido de la mala conducta en general; de manera parecida en 3 Jn 11. J. R. Michaels: NTS 13 (1966-1967) 394-401.

xaxo:rtotó;, 2 kakopoios el que obra el mal, el que comete delitos * En el NT, el adjetivo aparece únicamente en la Carta primera de Pedro (2, 12.14; 4, 15; 3, 16 v.l.; también en Jn 18,30 v.l.), siempre como adjetivo sustantivado: malhechor. En 1 Pe 2, 12.14 se trata del contraste entre hacer el bien y hacer el mal; en el v. 14 se hace referencia, a manera de fórmula, al ámbito civil (cf. Rom 13, 4); en el v. 12 se alude a la discriminación contra los cristianos, a los que se considera como XUXOJtOLOL. En 4, 15 el término aparece en un catálogo de vicios, junto a
XUXOJtOLÓ~ - XUXÓ~

2159

nOLoL, reflejándose así el sentir de la sociedad y de las autoridades (2, 12; 3, 16).1. B. Bauer, Aut maleficus aut alieni speculator (1 Petr 4, 15): BZ 22 (1978) 109-115; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), 238s y 307s.

xaxó;, 3 kakos

malo, malvado*

1. Información estadística y general - 2. xaxóc; en las Cartas paulinas - 3. En los Evangelios y en el libro de Hechos - 4. En los demás escritos. Bibl.: E. Achilles-L. Coenen, Malo (xaxóc;, novfJQÓC;), en DTNT III, 22-28; G. Baumbach, Die Funk.tion des Basen in neutestamentlichen Schrifter: EvTh 52 (1922) 23-42; J. Bernhardt, Das Bose, en HThG I, 184-197; E. Brandenburger, Das Base. Eine biblischtheologische Studie (ThStZür 132), Zürich 1986; W. Grundmann, xaxóc; %'1:1..., en ThWNT III, 470-487; H. Haag, Vo~ dem Bosen ratlos?, München-Zürich 1978 (bibl.); G. Harder, novfJQóc;, novfJQ[a, en ThWNT VI, 546-566; W. Oelmüller, El mal, en Conceptos fundamentales de filosofía n, Barcelona 1978, 491-506; W. H. Schmidt, Gotl und Bases. Hinweise auf das AT: EvTh 52 (1992) 7-22. Para más bibliografía, cf. áflUQ'da, y además ThWNT X, 1127.

1. Casi la mitad de los aproximadamente 50 lugares en que aparece xaxó~ en el NT, se encuentran en las Cartas paulinas, principalmente en Romanos (15 veces). El resto se halla tan disperso como --+ xaxLa (1). Al igual que su antónimo --+ aya{}ó~, usado también frecuentemente, el adjetivo xaxó~ es un término de lo más corriente (¡como los vocablos correspondientes en otras lenguas!), con una traducción que puede variar (idiomáticamente) cuando así lo exija el contexto o una especial combinación de palabras. De los compuestos de xaxóc;, que son muy frecuentes en griego (cf. Pape, W6rterbuch 1, 1299-1305; Liddell-Scott, 861-864; PGL 694-696), poquísimos son los que aparecen en el NT. El uso sustantivado, especialmente de las formas neutras ("tO xaxóv, Jn 18,23; Rom 2, 9; 7, 21; 12,21 [bis]; 13,4 [bis]; 16, 19; 1 Cor 13,5; 3 Jn 11; 'ta xaxá, Lc 16,25; Rom 3,8; 1 Tim 6, 10), está marcado por el mismo sentido general e impreciso que caracteriza a xaxla. El NT se halla muy lejos de querer ofrecernos una dilucidación filosófica (cosmológica o ética)

2160

del problema nó{}ev 'ta xaxá (Plotino 1, 8 [51]; cf. también 1, 7 [54] I1eQI. 'tou nQwLOv aya{}ou). 2. Excepto en Col 3, 5, donde en el catálogo de vicios se habla también contra la mala em{}vf.tLa, los testimonios se encuentran siempre en las Cartas paulinas auténticas. El adjetivo xaxóc; sirve para la calificación negativa de EQyá't'Y]~ (Flp 3, 2), de EQyOV (Rom 13, 3) o -en la cita de Menandro- de Óf.tLALa (1 Cor 15, 33, donde XQ'Y](J'¡;ÓC; es la antítesis de xaxóc;. En el sentido de nocivo se halla xaxÓC; en Rom 14, 20: «Es malo para el hombre» comer lo que por principio es puro pero «origina escándalo» (aquí lo opuesto es: xaAÓV; BlaB-Debrunner § 223, 8; Bauer, Worterhuch, 358, s. v. OLá). Por lo demás, Pablo usa únicamente, con sorprendente frecuencia, la forma neutra del adjetivo sustantivado, casi siempre en singular. En los pasajes en que aparece el plural (Rom 1, 30, en el mismo catálogo de vicios: --+ xaxla; 3, 8; 1 Cor 10,6), sería también posible usar el singular (cf., además de LiddellScott, 863, la alternancia en Plotino, --+ 1); en todo caso, tanto 't0 xaxóv como 'ta xaxá pueden traducirse por el mal. Entre las notas características del uso paulino del término, vamos a destacar las siguientes: En textos parenéticos, Pablo combina xaxóc; con un verbo de hacer, por ejemplo, con nOLÉú) (Rom 3, 8; 13, 4a; 2 Cor 13, 7), xan:Qyál;o¡..tm (Rom 2, 9) o nQáoaú) (Rom 7, 19; 13, 4b). Aunque llama la atención casi en todas partes la mención de ayuf}óv en el contexto inmediato, sin embargo hay que hacer referencia a Rom 9, 11 y 2 Cor 5, 10, donde JtQuoaO) aya{}óv o epaüAov (¡la v.l. xaxóv está bien atestiguada en aml;>os lugares!) designa precisamente la suma total de la conducta humana. El contraste positivo con ayuf}óv se realza también explícitamente, cuando Pablo polemiza contra la ley de la retribución (Rom 12,17.21; 1 Tes 5, 15). La exhortación que se hace en Rom 16, 19 recuerda notablemente la de 1 Cor 14, 20 (--+ xuxLu 4).

2161

xuxó~ - xuxoíjQYo~

El mal es también incompatible con el amor (Rom 13, 10; 1 Cor 13, 5). xaxóv es de máxima importancia teológica en Rom 7, 19 (término opuesto: aya{}óv) y en 7, 21 (término opuesto: xaAóv). Según Pablo, el origen . del mal es el pecado (--+ á"taQLla 4.a) en cuanto poder histórico y cósmico. Pero el pecado está provocado por la ley (--+ VÓf.tO~). 3. La paronomasia xaxou~ xaxw~ anoAÉoeL (Mt 21, 24) en la parábola de los viñadores malvados, es una figura de sonido que aparece no raras veces (cf. BlaB-Debrunner § 488, la; Bauer, Worterbuch, 785; Pape, Worterhuch 1, 1303). En la parábola de Mt 24, 4551 par. Lc 12,42-46, que se deriva de Q, tan sólo Mt 24, 48 descalifica escatológicamente con el adjetivo xaxó~ la mala conducta del criado. Las maldades catalogadas como náv'ta 'taü'ta 'ta nov'Y]Qá, que hacen impuro al hombre y que brotan de su interior, se designan en su totalidad como oLaAoyLOf.tol aL xaxol, «malos pensamientos» (Mc 7, 21). Con 'ta xaxá se hace referencia en Lc 16, 25 (cf. Hech 8, 24 D) a la desdicha que tuvo que soportar Lázaro durante toda su vida, por contraste con la felicidad y el lujo ('ta aya{}á) de que disfrutó el rico. Es interesante la aparición de xaxó~ en los relatos de la Pasión. Mientras que, en Jn 18, 30 (cf. 18, 24, donde aparece también --+ xaxwc;), Jesús es acusado por los judíos ante Pilato de ser un malhechor (x axov nOLwv, ¡pero téngase en cuenta la v.l.!), vemos que en los Evangelios sinópticos (Mt 27, 23 / Mc 15, 14/ Lc 23, 22) aparece simplemente la pregunta de Pilato, que quiere saber qué mal ha hecho Jesús, que deba considerarse como un delito y merezca condena ('tL yaQ xaxov enoL'Y]aev;). Hay también un sentido forense en Hech 23, 9, cuando los escribas que pertenecían al partido del Sanedrín no encontraron nada malo en Pablo. Pablo había hecho (enoL'Y]aev, Hech 9, 13) mucho mal (xaxá) a los santos en Jerusalén. Mientras que xaxov náaxO) significa sufrir daño (Hech 28, 5), vemos que nQáoaú) ÉmJLQ> xaxóv significa en Hech 16,28 el acto de cometer suicidio.

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4. La sentencia de 1 Tim 6, 10 (el amor al dinero es la raíz de toda clase de males) no tiene nada que sea específicamente cristiano (cf. M. Dibelius, Pastoralbriefe [HNT], sub loco). Con una cita de Epiménides, se caracteriza en Tit 1, 12 a los cretenses, entre otras cosas, como malas bestias (xaxa {}'Y]QLa). En qué consistían las cosas malas (xaxá) hechas por Alejandro (2 Tim 4, 14), no podemos deducirlo por el contexto. La misma vaguedad aparece en Ap 2, 2 al identificarse a los «malvados» (H. Kraft, Offenbarung [HNT], sub loco). El Sal 34, 13-17 está caracterizado por la antítesis entre el bien y el mal; de la cita de estos versículos en 1 Pe 3, 10-12 brota la exhortación, que recuerda a Pablo (Rom 12, 17; 1 Tes 5, 15), por la que se rechaza la práctica de devolver mal por mal (1 Pe 3, 9). El texto de 3 Jn 11 se expresa también en términos muy generales en contra del mal y en favor del bien. La expresión OLáxQL<JLC; xaAoü xal, xaxoü, en Heb 5, 14, se inspira seguramente de Gén 2, 17 (yLvwaxHv xaMv xal nov'Y]QÓv); también aquí se hace referencia quizás (como en Rom 9, 11 Y 2 Cor 5, 10, --+ 2) a todas las posibilidades de la conducta humana. En Ap 16, 2 xaxóc; se introduce como pleonasmo -junto a --+ nov'Y]Qóc;- en una cita mixta de la LXX; es difícil que ambos términos se diferencien aquí por algún matiz de significado. Sant 3, 8 dice que la lengua, junto a otras características, tiene la de ser un «mal que no descansa» (Bauer, Worterbuch, 59). También en Sant 1, 13 el genitivo plural debe entenderse en sentido neutro: Dios no puede ser tentado por el mal. M. Lattke

xaxouQYo;, 2 kakourgos

delictivo (adj.); malhechor, delincuente* En el NT, el término aparece cuatro veces, siempre como adjetivo sustantivado: en Lc 23, 32.33.39 dícese de los malhechores que estaban crucificados junto a Jesús; en 2 Tim 2, 9 dícese de «Pablo», que se encuentra en la prisión «como si fuera un malhechor». A dife-

xuxouºyo~

2163

rencia del término -+ xaxonoLó~, vemos que xuxo'DQYo~ se refiere claramente a quien ha cometido un delito punible. Spicq, Notes 1, 397-399.

xaxo"XÉro kakoucheo atormentar, maltratar* En el NT, el verbo se usa únicamente en participio de la voz pasiva: en Heb 11, 37 se usa junto a V(J"tEQo'ÚflEVOL y {tAL~ÓflEVOL para referirse a los padecimientos sufridos por los judíos piadosos; en 13, 3 se habla de los maltratados (en paralelo con OL MaflLOL), cuyos sufrimientos debe uno sentir como si los padeciera en su propio cuerpo.

xaxóro kakoi5 hacer

el mal, maltratar, enfurecer* En el NT el verbo aparece seis veces: hacer el mal (Hech 7,6.19; 12, 1; 18, 10; 1 Pe 3,13, en oposición a aya{}otí tTlAúJ·taL); enfurecer / envenenar contra (Hech 14, 2: E:Jtl'¡YELQav xal Exáxwaav).

xaxm; kakos

(adv.) malamente*

1. xaxfu~ en los Evangelios sinópticos - 2. En combinación con verbos de decir, Jn 18,23; Hech 23, 5 - 3. xaxfu~ ahÉo!!aL, Sant 4, 3.

Bibl.:

-->

xaxó~.

1. El adverbio xax6)~ aparece en muchas frases, algunas de las cuales son expresiones idiomáticas (cf. Pape, Worterbuch 1, 1303; Liddell-Scott, 863). En los Evangelios sinópticos es donde el adverbio aparece con mayor frecuencia (en Mateo cuatro veces; en Marcos cuatro; en Lucas 12) en la expresión xax6)~ EXW, estar enfermo (Bauer, Worterbuch, 787). El uso de esta expresión en relatos (y sumarios) de curaciones, casi siempre junto a otros términos que designan una enfermedad (Mt 4, 24; Mc 1, 32.34 par. Mt 8, 16; Mc 6,55 par. Mat 14, 35; Lc 7,2), no permite conocer con alguna exactitud médica de qué enfermedad

-

xux6í~

2164

se trata. En el «proverbio sapiencial acerca del médico» (R. Pesch, Das Markusevangelium I [HThK], sub loco) en Mc 2, 17 par. Mt 9, 12/ Lc 5, 31, xax6)~ EXOV'tE~, lo mismo que su término opuesto Lax'ÚoV'tE~, tiene sentido figurado. Otras dos expresiones son más concretas: mientras que la hija de la mujer cananea en Mt 15,22 «está poseída gravemente por un demonio» (xaxw~ baLflovttE"taL), el epiléptico lunático en Mt 17, 15 «sufre terriblemente» (xaxw~ nuaXEL, aunque tal vez la lectura original sea xaxw~ eXEL, como vemos en Sin B L 8). Sobre la paronomasia en Mt 21,41 -+ xaxó~ 3. 2. La afirmación de Jesús ante Anás en Jn 18,23, EL xaxw~ EA.aATlaa (lo opuesto: El bE xaAw~), no debe entenderse únicamente por el xaxóv que aparece en el mismo versículo, ni tampoco por el contexto más inmediato, sino a partir de toda la acusación que se formula en el proceso, según la versión joánica. Tiene carácter más idiomático la expresión xaxw~ dnov en la cita, hecha irónicamente, de la LXX (Ex 22, 27), que se pone en boca de Pablo en su discurso ante el Sanedrín (Hech 23, 5). Lo mismo que el paralelo (en Ex 22, 27) xaxo/..oyEw (qalal, piel; en otros lugares se traduce por xax6)~ itnov, y casi siempre por xa"taQáofl m ), significa maldecir y es traducción de 'arar (que, por lo demás, se traduce casi siempre por Iw"taQáoflm o E:JtLXa"tuQa"to~).

3. El significado de «pedir malamente» en Sant 4, 3 (sobre la sinonimidad de UhEOflaL con uhÉúJ, cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [KEK], sub loco) se explica por el contexto inmediato, en la oración final siguiente, donde la culpa de «no recibir» se achaca a aquellos deleites (-+ ljbov1Í) que, según 4, 1 -«usado el término en sentido peyorativo» (F. MuBner, Der Jakobusbrief[HThK], sub loco)-, constituyen la causa (no{}Ev !) de las discordias que hay en la(s) comunidad(es). M. Lattke

2165

xáxroat;, Ero;,

xáxúJ<JL~



kakosis malos tratos,

tribulación* En Hech 7, 34 (cita de Ex 3, 7) dícese de los malos tratos que tuvo que soportar el pueblo de Dios en Egipto Gunto a a"tEvaYfló~).

xaAáJ.l'l, '1;, tí kalame tallo (de cereales), caña, paja* En 1 Cor 3, 12 se menciona junto a XÓQ"tO~ y ~'ÚAa como «material de construcción» que es muy poco duradero y que, al mismo tiempo, es imagen de lo que carece de valor (lo opuesto: XQuaóv, uQyuQov ... ), porque es lo que queda después de recoger lo valioso (de las espigas) (cf. Homero, Od 14, 214). Pablo no utiliza la imagen para referirse a los materiales de construcción que son verdaderamente aprovechables, sino para poner de relieve la gran diferencia que hay entre lo que es valioso y duradero y lo que carece de valor; cf. también Billerbeck I1I, 334s. XáAaJ.lO~, O", Ó kalamos junco, caña, pluma (de caña) para escribir* El término aparece 12 veces en el NT: dícese de la caña agitada por el viento (como imagen de la inestabilidad, cf. 1 Re 14, 15), Mt 11, 7 par. Lc 7, 24; xu/..aflo~ auv"tE"tQLflflEVO~, «caña quebrada» (cf. Is 42, 3 LXX), Mt 12, 20 (probablemente no como referencia a una pena de muerte, sino como imagen de la debilidad; en contra de lo que piensa W. Zimmerlí, en ThWNT V, 668). Una palo de caña en Mc 15, 19 par. Mt 27, 30; Mc 15, 36 par. Mt 27,48; como «cetro» en la burla que se hizo de Jesús (Mt 27, 29). Pluma de escribir en 3 Jn 13 (bux flEAavo~ xal XUAUflou). De una caña para medir (cf. Ez 40, 3) se habla en Ap 11, 1 (xu/..aflo~ OflOLO~ Qu~6q»; 21, 15 (flE"tQOV XUAUflOV XQuao'Dv); 21, 16.

xaAÉro kaleollamar,

invitar, designar

XAfj(JL~, EÚ)~, ~ klesis llamamiento, voca-

ción XA.l']"tó~, 3 llamado, invitado

1. Aparición del grupo de palabras en el NT - 2. Contenidos semánticos y campo referencial - 3. xaAÉúJ -

- xut..ÉúJ

2166

a) llamar, invitar - b) designar, ser designado - c) Jesús como el que llama - 4. xaAÉw, XAi'jat<; y XAY)1:Ó<; como términos técnicos para designar la vocación divina a) Pablo - b) las Deuteropaulinas - e) 1-2 Pedro y Judas - d) Hebreos / Apocalipsis.

Bibl.: F. Agnew, Vocatio primorum discipulorum in traditione synoptica: VD 46 (1968) 129-147; W. Bieder, Die Berufung im NT, Zürich 1961; L. Coenen, Llamada, en DTNT III, 9-15; 1. Daumoser, Berufung und Erwahlung bei den Synoptiker, Meisenheim 1954; H. Giesen, Berufung nach dem NT: Theol. der Gegenwart 23 (1980) 8-14; P. Grelot, La vocation ministérielle au service de Dieu: ReehBib 7 (1965) 159-173; W. W. Klein, Paul's Use ofkalein: Journal of the Evang. Theol. Soco 27 (1984) 53-64; R. Pesch, Das Markusevangelium 1 (HThK), Freiburg i. Br. 1976, 108-116, 162-170 (bibl.); G. Richter, Deutsches Worterbuch zum NT, Regensburg 1962, 97-101; H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 107-109; K. L. Sehmidt, xaAÉúJ XTA., en ThWNT III, 488-497; K. Stendahl, The Called and the Chosen. An Essay on Election, en A. Fridrichsen, The Root of the Vine, London 1953,63-80; F. Wagner, Berufung (lI), en TRE V, 684-688; D. Wiederkehr, Die Theologie der Berufung in den Paulusbriefen, Fribourg (Suiza) 1963; H. Zimmermann, Los métodos histórico-críticos en el NT, Madrid 1969, 88-104. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1127.

1. El verbo aparece en casi todos los escritos del NT. Son numerosos los testimonios en Mateo (17 veces) y principalmente en Lucas (Evangelio de Lucas / Hechos 24 veces), quien utiliza frecuentemente los compuestos. En Pablo y en las Deuteropaulinas xaf..Ew aparece unas 30 veces, pero casi siempre en un sentido diferente que en Lucas (--+ 2). En consonancia con ello está que XA.iíaL~ (vocación) aparezca únicamente en Pablo y en los escritos influidos· por Pablo (9 veces en las Cartas paulinas; una vez en Hebreos y otra en la Carta segunda de Pedro), y que también XAl']"tÓ~ (llamddo) se use principalmente en Pablo (7 veces; en cambio se usa una sola vez en Mateo, otra en Judas y otra en el Apocalipsis). 2. En el NT xaf..Ew tiene las siguientes variantes de significado: a) xaf..Ew con acusativo: llamar a alguien en el sentido de llamar a sí, invitar; b) xaf..Ew con doble acusativo: llamar en el sentido de llamar por nombre; en voz pasiva, ser llamado, llamarse (xa/..o'Ú-

2167

XUAÉúl

IlfVOC; = llamado, por nombre). La amplia distribución de estos significados corresponde al uso general del término; c) xaMw tiene el sentido primordial de llamar, invitar, y su sentido se acerca mucho al de nombrar, designar; d) xaMw tiene frecuentemente el significado, preparado por la LXX, de llamar (en el sentido de una vocación), y así lo vemos principalmente en los escritos paulinos e influidos por Pablo, que conocen también el sustantivo XAfíOLC;, vocación, y el adjetivo XAl]1;ÓC;, llamado por vocación. xaAÉw aparece en combinación con XAfíOLC; en 1 Cor 7,20; Ef 4, 1.4; 2 Tim 1,9. La combinación de palabras aparece también en el campo léxico de hMyollaL / EXAfX"tÓC; en Mt 22, 14; Rom 8, 28; 2 Pe 1, 10; Ap 17, 14. El que llama en vocación es Dios o (raras veces) Jesucristo. Los llamados son Israel, algunas personas escogidas, Jesús, diversos creyentes o todos los creyentes del Nuevo Pacto. La finalidad de llamamiento es la de cumplir una tarea en la historia de la salvación, o bien la de alcanzar la nueva salvación en Cristo. 3. a) XUAÉW aparece sin especial matiz teológico en el sentido de llamar o hacer venir a alguien, por ejemplo, en Mc 3, 31 (la madre y los hermanos de Jesús le mandan llamar), cf. además Mt 2, 7; 20, 8. Ese llamamiento puede tener carácter imperativo (cf. Mt 25, 14; Hech 4, 18; 24, 2). Con esto se prepara el sentido figurado de xaMw en la acepción de llamar (dando una vocación), una acepción que se da ordinariamente cuando el llamamiento procede de Dios o de Jesucristo (--+ 3.c y 4). N o raras veces encontrambs xuMw con el significado de invitar (cf., por ejemplo, 1 Cor 10,27; Lc 7, 39; Jn 2, 2). En la parábola sobre los puestos en que se sientan los invitados al banquete (Lc 14,7-11), se exhorta a los invitados (XfXAlJIlÉVOL) a demostrar modestia. La exhortación a invitar al banquete a los pobres, lisiados, paralíticos y ciegos, corresponde a la intención de Jesús y a la perspectiva social de Lucas, ya que el verdadero amor debe demos-

2168

trarse en la renuncia a la recompensa terrena (Lc 14, 12-14). La parábola de la invitación al gran banquete, según el motivo básico que aparece en las diversas tradiciones (Lc 14, 15-24: Mt 22, 114; EvTom 64), compara las vicisitudes de la proclamación del reino de Dios efectuada por Jesús con la invitación al banquete. Los primeros en ser llamados, no hacen caso de la invitación (Lc 14, 16-20; Mt 22,3-5) y se hacen así indignos de la invitación (Lc 14, 24; cf. Mt 8, 11); en cambio, los pobres, enfermos y pecadores, que eran despreciados en Israel por las personas piadosas, aceptan la invitación (Lc 14, 21b.22; Mt 22, 9). Ahora bien, Mateo, al ampliar la parábola con el relato del comensal que no iba vestido con ropa de fiesta (Mt 22, 11-13), encarece a los creyentes en Jesús, que tienen conciencia de ser los invitados y llamados por Dios al banquete de bodas de su Hijo, la necesidad de acreditarse a sí mismos observando la debida conducta moral (cf. el v. 10), porque también a ellos se les aplica lo de: «Muchos son los llamados (XAlJTOL), pero pocos los escogidos» (v. 14; cf. 20, 16 v.l.; --+ ExAfXTÓC; 2). La prometida salvación de los creyentes se expresa en el macarismo de Ap 19, 9: «Bienaventurados los que están invitados al banquete de bodas del Cordero». b) Lo mismo que en el griego clásico y en la LXX, XUAÉW tiene también el sentido de llamar, dar un nombre, predominando entonces el uso de la voz pasiva y dando a conocerse con el participio XUAO'ÚllfVOC; el nombre o el sobrenombre aplicado a una persona (cf. Lc 6, 15: Simón, llamado el celoso»; Hech 15, 37: «Juan por sobrenombre Marcos»; Hech 10, 1: «Había en Cesarea un hombre llamado Comelio», etc.). El nombre (--+ ovo[ta) puede ser significativo, como se ve con claridad principalmente cuando se imponen nombres en las historias de promesa relacionadas con los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús, historias que corresponden a la tradición del AT (compáre-

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XUAÉúl

se Lc 1, 13.21; Mt 1,21 con Gén 16, 11; 17, 19; también Is 7, 14). Conforme al esquema tradicional del anuncio del futuro del niño, que se revela en la imposición del nombre (Gén 16, 12; 17, 19), se dice acerca del destino singularísimo de Jesús en la historia de la salvación: «Este será grande y será llamado el Hijo del Altísimo ... » (Lc 1,32; cf. Is 9, 6s; 2 Sam 7, 14; Juan, según Lc 1, 76, será llamado profeta del Altísimo»). Y, por ser el engendrado por el Espíritu Santo, Jesús será llamado «santo» e «Hijo de Dios» (Lc 1,35). Para responder a la pregunta sobre quién es el Mesías y de dónde procede, no basta según Mc 12, 35-37a par. Lc 20, 41-44 / Mt 22, 4146 la designación de Cristo como «Hijo de David», porque David, «en el Espíritu Santo» (Marcos), le «llama» (Marcos: AÉyfL, Lucas/Mateo: xUAd) «Señor» (X'ÚQLOV) «en el libro de los Salmos» (Lucas), es decir, en el Sal 110, 1. Según muchos textos bíblicos, es muy importante saber cómo se llama alguien para conocer el lugar que ocupa en la historia de la salvación. La caracterización de los creyentes como procedentes de los judíos y de los gentiles en la cita de Rom 9, 25s indica la estrecha conexión que existe a menudo entre la imposición de un nombre y la elección: «A los que no eran mi pueblo, llamaré 'pueblo mío', y a la que no era amada, 'amada mía'. Y acontecerá que en el lugar donde les fue dicho 'Vosotros no sois mi pueblo', allí serán llamados hijos del Dios viviente (Os 2, .25.1)>>. Según la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 1132), este hijo, que confiesa ante el padre que ya no es digno de llamarse hijo suyo (vv. 19 Y 21), escapa -por su arrepentimiento y en virtud del amor del padre- de la fatalidad de perder su nombre. En la vocación y en el nombre de una persona se expresa su naturaleza y el lugar que ocupa ante Dios; cf. Mt 5, 9: «Bienaventurados los que procuran la paz, pues serán llamados hijos de Dios» (cf. además Mt 5, 19) ó 1 Jn 3, 1: «Considerad qué amor tan grande nos ha demostrado el Padre. Somos llamados hijos de Dios, y lo somos en verdad». - La ba-

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se cristológica de la salvación escatológica consiste, según Heb 2, 11, en que el Hijo de Dios «no se avergüenza de llamarlos sus hermanos». Pablo hace resaltar la gracia de la vocación divina, cuando confiesa: «Yo soy el más insignificante de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy... » (l Cor 15, 9s). Al mismo tiempo, Santiago (Sant 2, 23) acentúa que la fe de Abrahán, que quedó demostrada en obras, «le fue reputada como justicia», y él «fue llamado el amigo de Dios» (cf. Is 41,8; 2 Crón 20, 7; Jub 19,9; ApAbr 6,9; CD 3, 2). Un recurso lingüístico de índole especial son los nombres bíblicos misteriosos (en parte) que aparecen en el Apocalipsis. Jerusalén, la gran ciudad, «es llamada espiritualmente [es decir, según una interpretación más profunda del nombre] Sodoma y Egipto» (Ap 11, 8). Con ello se hace referencia bien a su inmoralidad sexual y a su idolatría (Jer 23, 14; Ez 16, 46.49), o bien a su destrucción inminente (11 3, 19). La enigmática noticia de que el lugar donde se congregan los poderes de las tinieblas se llama en hebreo Harmaguedón» (Ap 16, 16), trata seguramente de establecer asociaciones con el escenario de lucha en Meguido (cf. Jue 5, 19; 2 Re 23, 29s; Zac 12, 11). Por el jinete que cabalga sobre el corcel blanco, «que es llamado el fiel y el veraz» (Ap 19, 11) -la traducción del término hebreo «amén»hay que entender al Cristo victorioso que retorna, y cuyo «nombre» también «se llama la Palabra de Dios» (v. 13). c) Más claramente que en Lc 14, 15-24 par.; Rom 8, 25s y Heb 2, 11, resalta la idea de la vocación allá donde Jesús aparece -en los evangelios- como el que llama. Sin embargo, en la perícopa sobre la vocación de los discípulos (Mc 1, 16-20 par. Mt 4, 18-22), el verbo xaMw no aparece sino en la segunda escena: «e inmediatamente él [Jesús] los llamó (a Santiago y a Juan)>> (Mc 1, 20 par.). No se nos dice el contenido de la vocación, pero aparece claramente en la primera escena, con

2171 ocasión de la vocación de Simón y Andrés. La comparación con 1 Re 19, 19-21 Y Mc 2, 14 nos permite reconocer la forma literaria de una historia de vocación, que está marcada conjuntamente por la fe pascual en Jesús como el Señor y también por el interés parenético de los tradentes. Se proclama a Jesús como Aquel que -mediante el poder soberano de su divina palabra (cf. Is 55, lOs)-llama a sus discípulos, haciéndolos salir de sus vínculos anteriores, para que entren en el discipulado y participen en la proclamación del reino de Dios (cf. Lc 9, 57-62 par. Mt 8, 19-22). El que es llamado, sigue sin demora alguna la voz del llamamiento. Lo que, desde el punto de vista histórico, fue más probablemente un proceso difícil y gradual de adhesión a Jesús, aquí se compendia en sus momentos decisivos. La perícopa sobre la vocación de Leví, recaudador de impuestos, y sobre la comunión de mesa de Jesús con recaudadores de impuestos y con pecadores (Mc 2, 13-17 par. Lc 5, 27-32/ Mt 9, 9-13) termina con la justificación de la conducta chocante de Jesús mediante aquel logia n puesto en labios de Jesús: «No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores» (Mc 2, 17 par. Mt 9, 13). Frente a la segregación farisaica de quienes se considerabanjustos a sí mismos (cf. Lc 18,9), Jesús defiende su comunión de mesa con los pecadores considerándola como la realización inicial del reinado salvífico de Dios (cf. Lc 14, 15-24 par.). Lucas vuelve a acentuar más intensamente la: actividad humana, cuando habla del llamamiento dirigido a los pecadores «para el arrepentimiento» (adición lucana, Lc 5,32). 4. En el NT el verbo xaMm para designar el soberano llamamiento divino en el sentido de una vocación que procede de Dios, aparece sobre todo en Pablo y en la tradición paulina, y juntamente con el término Xf..fjOL<;, un tecnicismo del vocabulario paulino para designar la vocación divina, y el término -de difusión más amplia- Xf..rl":o<;, revelan elementos básicos de la comprensión bíblico-cristiana de la existencia y de la salvación.

2172 a) En Gál 1, l5s Pablo describe su vocación al apostolado, que coincidió con su vocación a la fe, basándose en los relatos del AT sobre la vocación de los profetas, y acentúa los siguientes motivos: la decisión libre y clemente de Dios (EVCÓX'I10EV), la elección (separación) del que ha sido llamado desde el primer instante de su existencia (cf. Jer, 1, 5; Is 49, 1-5), la vocación por la gracia de Dios (Exá. A'I1 0EV ), la revelación de Jesús como el Hijo de Dios y la tarea que hay que realizar dentro de la historia de la salvación (cf. Jer 1, 5; Is 49, 6). La estrecha relación que existe entre el don de la vocación y la tarea que hay que realizar, está indicada en Rom 1, 1: «Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, escogido para el evangelio de Dios» (cf. 1 Cor 1,1). Sin embargo, según lo entienden el NT Y Pablo, no es sólo el apóstol el que está llamado, sino que todos los que creen en Cristo son <
2173 antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó, y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó». El «propósito» de Dios (-+ JtQó{}WL<;), su «presciencia» (JtQoyLvú)(Jxm) y su «predestinación» (JtQooQLl;w) preceden a la vocación divina. Estar en la vocación de Dios significa ser «declarado justo» (-+ CLxmóm) y ser partícipe de la gloria de Cristo (cf. 2 Cor 3, 18; -+ oo1;ál;m), con el fin de ser hecho conforme a la imagen del Hijo de Dios (cf. 2 Cor 4, 4; -+ cLXWV). Rom 8, 26-30 representa en cierto modo la suma de los enunciados paulinos acerca de la vocación. Ahora bien, el enfoque radical de la teología del apóstol acerca de la gracia recibe expresión desde el principio mismo en sus escritos. En la Carta primera a los tesalonicenses, Pablo recuerda a los miembros de la comunidad la exhortación que les hizo «de que anduvieran como es digno del Dios que os ha llamado a su Reino y gloria» (1 Tes 2, 12). Y asegura: «Fiel es Aquel que os llama, y él también lo llevará a cabo» (1 Tes 5, 24; cf. 1 Cor 1, 9). Dios se atiene a su decreto salvífico, y su vocación no es ineficaz (cf. Rom 8, 28; Flp 1, 6), aunque las adversidades en la vida de los creyentes digan lo contrario. Desde luego, los que han sido llamados para salir del viejo mundo (cf. Gál 1,4), tienen que vivir una vida nueva, porque no han sido llamados «a la impureza, sino a la santidad (EV áyLao!-t0)>> (1 Tes 4, 7). La Carta a los gálatas habla también del peligro en que se encuentran los creyentes, cuando el apóstol observa consternado que los gálatas, al volverse a la ley como a un aparente camino adicional de salvación, se han apartado «de quien los llamó a la gracia (EV Xá.QL'tL)>> para volverse a «otro evangelio» (Gál 1,6; cf. 5, 8). Es difícil determinar si EV XáQL'tL se refiere a la gracia de la vocación divina (cf. Gáll, 15) o a la meta, que es la comunión de la salvación en Cristo por la gracia (cf. 5,

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4; sobre EV con un posible sentido final cf., además de 1 Tes 4, 7 [cf. supra], 1 Cor 7, 15: «Dios nos ha llamado a la paz [EV cLQr'jVn]»). Con el llamamiento: «Vosotros habéis sido llamados a la libertad (EJt' Ef..EU{}EQL<;t), hermanos», Gá15, 13 acentúa la meta de la vocación, pero advierte a continuación inmediata contra el peligro de no hacer realidad las nuevas posibilidades de vida, y de sacar consecuencias equivocadas de la libertad cristiana, que ya no está bajo la ley. La vocación de los creyentes, que han salido de la vieja vida para entrar en la nueva vida, no la vincula Pablo en la Carta primera a los corintios con el interés por una revolución social, porque para él < (v. 20). XAfjOL<; aquí, en contraste con el uso paulino normal del término, difícilmente se refiere a la «vocación», sino a la condición en la cual (no a la cual) uno fue llamado. En este sentido va también la exhortación dirigida al esclavo de que no se aflija, sino que permanezca en su condición: «Porque el que fue llamado por el Señor siendo esclavo (ó yaQ EV XUQLq:¡ XA'I1{}d<; COiJAO<;), liberto es del Señor; de la misma manera, el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo» (vv. 21s). En Cristo ha quedado «suprimida» la condición étnica, social y sexual de cada uno (cf. Gál 3, 28; 1 Cor 12, 13) y, por tanto, esa condición no tiene ya un valor supremo. Por este motivo, el que ha sido llamado puede adoptar una actitud serena ante

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xaA.Éw

las instituciones de este mundo. Los creyentes, que están llamados por Dios «a la comunión con su Hijo Jesucristo» (l Cor 1, 9), tienen ique dar buena cuenta de sí, «a fin de obtener el premio del llamamiento hacia lo alto ('tfí¡:; avw XA.~OEW¡:;) hecho por Dios en Cristo» (Flp 3, 14). La vocación que Pablo indica aquí como la meta de su vida, se contempla en este lugar desde la perspectiva de su consumación futura (sobre la expresión ~ avw xA.fím¡:; cf. ApBar [sir] 4, 15; Gál 4, 26); se inició con la conversión a Cristo y alcanza su meta en la comunión eterna con él. b) La Carta a los colosenses acentúa la unidad en Cristo de los creyentes de las más diversas procedencias (Col 3, 11), Y exhorta a los cristianos a realizar en una vida pacífica y fraternal la paz de Cristo, a la que están llamados «en un solo cuerpo», que es la Iglesia (Col 3, 15; cf. 1 Cor 7, 15). - Más sugestiva aún es la referencia en la Carta a los efesios a la dimensión futura de la vocación: «Un cuerpo y un Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una sola esperanza de vuestra vocación» (Ef 4, 4). El llamamiento está asociado con la pertenencia a la Iglesia. Se exhorta a vivir «de una manera digna de la vocación» (Ef 4, 1) Y a comprender la gran meta dispuesta por Dios, «la esperanza de su vocación» y la «riqueza de la gloria de su herencia entre los santos» (Ef 1, 18; cf. Sab 5, 5; lQH 3,20-22). En 2 Tes 1, 11 se presupone la situación de prueba en que se hallan los creyentes, que han sido llamados por medio del evangelio (2 Tes 2, 14). Pero, al mismo tiempo, se considera necesaria la ayuda de Dios, cuando se dice: «¡Que nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación!». 1 Tim 6, 12 menciona, como motivación para pelear la buena lucha de la fe, la vida eterna cual la meta a la que Dios llamó al cristiano en su bautismo. - La vocación, que se demuestra en la redención, se basa, según 2 Tim 1, 9, en la eterna voluntad salvífica de Dios, «que nos ha salvado y nos ha llamado con santo llamamiento, no según nuestras

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obras, sino según su propósito y según (su) gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad ... ». c) La Carta primera de Pedro habla de la vocación, a fin de fortalecer a los creyentes por el camino en que viven como extranjeros (l Pe 1, 1; 2, 11). En el contexto de los enunciados bíblicos acerca de la elección del nuevo pueblo de Dios, se recuerda a los creyentes que Dios los «llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pe 2, 9). Su conducta debe estar en consonancia con Aquel que los llamó y que es «santo» (1 Pe 1, 15; cf. 2, 5.9). No deben devolver mal por mal, sino bendecir, porque están llamados a «heredar bendición» (1 Pe 3, 9). Forma parte de la existencia cristiana el soportar los sufrimientos en seguimiento de Cristo; a eso están llamados los cristianos (1 Pe 2, 20s). Ahora bien, el tiempo de los sufrimientos de Cristo es breve en comparación con la «gloria eterna en Cristo»; «el Dios de toda gracia» «restablecerá, fortalecerá, robustecerá y consolidará» a los que han sido llamados (l Pe 5, 10). Judas 1 habla también de la fortalecedora benevolencia de Dios hacia los llamados (x.A.lj'tot), que los caracteriza como «amados en Dios el Padre y guardados para Jesucristo». - El don del divino poder, que conduce a la vida eterna y a la piedad, está asociado -según 2 Pe 1, 3- con el conocimiento de Jesús el Señor, un conocimiento que Dios concede a los que han sido llamados por él; pero ellos, por su parte, con su esfuerzo, deben «consolidar su vocación (xf..fím¡:;) y elección» (2 Pe 1, 10). d) La Carta a los hebreos quiere dirigir la mirada de los cristianos hacia los bienes futuros: «¡Hermanos santos, que sois partícipes de la vocación celestial, poned los ojos en el Enviado y Sumo Sacerdote (celestial) de nuestra confesión de fe!» (Heb 3, 1). Seguramente se hace referencia más que nada a la vocación que conduce al cielo. Como quien ha sido nombrado por Dios y designado -lo mismo que Aarón -como Sumo Sacerdote (5, 4-6),

2177

xaA.Éw - xaAó~

Cristo por medio de su muerte se convirtió en el «Mediador de un nuevo pacto», «a fin de que los llamados (oL X.EXA.lj!-tÉvm) reciban la promesa de la vida eterna» (Heb 9, 15). Entre los numerosos testigos, se realza como modelo en la fe a Abrahán, quien, al ser llamado, obedeció únicamente a la palabra de la promesa divina (Heb 11,8). El libro del Apocalipsis pretende fortalecer la fe de los que han sido llamados, en la situación de tribulación y tentación en que se encuentran. Y, para ello, los llama compañeros del Cordero victorioso, del Rey de reyes, «llamados y escogidos y fieles» (Ap 17, 14, --* EXA.EX'tÓ¡:; 5) y alaba como bienaventurados a «los que están invitados (oL XEx.A.f]!-tÉvm) al convite de bodas del Cordero» (Ap 19,9).

J. Eckert

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ce en los escritores antiguos, pero XUA.ó¡:; se halla con frecuencia para designar un buen fondeadero (cf., por ejemplo, Diodoro Sículo I1I, 44, 7; V, 10, 1). Bauer, Worterbuch, s.v.; L. Robert, Hellenica 11/12, Paris 1961,263-266; BHH 1,616; E. Haenchen, Apostelgeschichte' (KEK), sub loco.

XaA03tOtÉm kalopoieo hacer el bien* En 2 Tes 3, 13, una exhortación dirigida a toda la comunidad: !-ti] EYXUX~Olj'tE XUA.O:JtoLOilv'tE~, «no os canséis de hacer el bien»; cf. Gá16, 9.

xaAÓ;, 3 ka los hermoso,

bueno

1. Aparición del término en el NT y campo léxico 2. Significados fundamentales - 3. Pablo - 4. Evangelio de Juan - 5. Pastorales y 1 Pedro.

xaAobtbá"xaAO;, 2 kalodidaskalos

Bibl.: E. Beyreuther, en DTNT 1, 191-193; N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994; L. Goppelt, Der erste Petrusbrief (KEK), Gottingen 1978, 159-163; E. Grassi, Die Theorie des Sch6nen in der Antike, Koln 1962; W. Grundmann, xaAó~, en ThWNT III, 539-553; C. W. Reines, Beauty in the Bible and the Talmud: Judaism 24 (1975) 100-107; P. Rossano, L'ideale del bello (xaAó~) nell'etica di S. Paolo, en Studiorum Paulinorum Congressus (AnBibl 17118) n, Roma 1963, 373-382; G. F. Snyder, The Tobspruch in the New Testament: NTS 23 (1976-1977) 117-120; C. Spicq, Théologie morale du NT 1, Paris 1965, 146-153; Id., Les Epftres Pastorales n, Paris 41969, 676-684; H.-J. Stobe, en DTMAT 1, 902-918; W. C. van Unnik, The Teaching ofGood Works in 1 Peter: NTS I (1954-1955) 92-110; Id., Die Rücksicht auf

KaAoi AtJtÉVe; Kaloi limenes

die Reaktion der Nicht-Christen als Motiv in der altchristlichen Pariinese, en FS Jeremias, 1960, 221234; H. Wankel, xaM~ xaL &ya-&ó~, tesis mecanografiada, Würzburg 1961; C. Westermann, Das Sch6ne im AT, en Beitriige zur alttestamentlichen Theologie (FS W Zimmerli), Gottingen 1977; 479-497. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1131.

xaAAtÉAaw;, OU, tí kallielaios olivo noble* En Rom 11,24 (en contraste con --* aYQLÉA.aLo¡:;); el mismo contrate aparece también en Aristóteles, De Plantis 1, 6, 280b, 40.

XáAAtOV kallion

(adv.) mejor, muy bien* El comparativo de --* X.UA.w¡:; se emplea en Hech 25, 10 en lugar del superlativo; cf. BlaBDebrunner § 244, nota 3. el que enseña lo bueno* Tit 2,3: Las ancianas deben ser maestras en el bien (para las mujeres jóvenes). Buenos Puertos* Nombre de una ensenada (abierta hacia el Este) situada en la parte meridional de la isla de Creta, cerca de la ciudad de Lasea (al Este del cabo Lítinos, su nombre actual es Kali Liménes). El nombre significa Buenos / Bonitos Puertos. Allí Pablo -según Hech 27, 8(s)- advirtió a la tripulación que no continuara la travesía marítima a causa de la inminencia del invierno~ El nombre de la ensenada no apare-

1. Los cien testimonios de XUA.ó¡:; se distribuyen entre 15 escritos del NT. El término aparece frecuentemente en las Pastorales (24 veces), pero falta -entre otros- en Hechos (con excepción de 27, 8: --* KUA.Ol A.L!-tÉVE~), Colosenses, Efesios, 1-3 Juan y Apocalipsis. En el lenguaje del NT xuA.ó~ es casi sinónimo de --* aym')-ó¡:;. Ambos términos pueden usarse el uno en lugar del otro: compárese 1

2179 Tim 2, 10 con 5, 10; Tit 1, 16 con 2, 7; Ef 2, 10 con Heb 10,24: «buenas obras»; Hech 23, 1 con Heb 13, 18: «buena conciencia»; Mc 3, 4 con Mt 12, 12: «hacer el bien». «En primer lugar, puede decirse que aya{}ó~ designa más bien los sentimientos y el valor moral basado basa en ellos, mientras que x,aM~ describe más bien la manifestación de lo bueno en acciones laudables» (Th. Zahn, Das Evangelium des Matthiius' [KNT], 206, nota 62). x,aAó~ en la LXX equivale principalmente a (ob, «(moralmente) bueno» (cf. Gén 2, 9; 3, 22; Dt 12,28 Y passim), aunque aya{}ó~ se usa con mucha mayor frecuencia, y a yajeh, «bello, hermoso de apariencia» (cf. Gén 12, 14; 2 Re 14, 27; Cant 1, 8 Y passim; cf. Westermann). En el NT, 10 mismo que en el AT, no se entiende nunca «lo bello» en el sentido en que 10 entienden el pensamiento platónico o el helenístico (cf., a propósito, Grundmann, 540543, Grassi, Wankel). En el NT x,aAoxaya{}ta aparece sólo en Sant 5, 10 v.l.; cf. IgnEf 14, 1 Y también la combinación (¿accidental?) en Lc 8, 15 (a diferencia de Mc 4, 20): fV x,aQbtg. x,aAñ xaL aya{}ñ ax,o'Ú(JavtE~ tOV Myov (pero --+ 5).

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con mucha más frecuencia se emplea -> btx,mo~ en sentido bíblico, en el que se ve la diferencia con respecto a la ética griega. x,aM~, en el caso de personas, caracteriza únicamente una determinada profesión u oficio, cf. Jn 10,11.14 (<
2. x,aM~ debe traducirse por hermoso (en 3. En Pablo disminuye notablemente la el sentido de un juicio estético) tan sólo en Lc frecuencia de xaAó~ en comparación con 21, 5 (At{}m x,aAot). Con mucha mayor freaya{}6~ (--+ aya{}óc; 4). En expresiones parecuencia, x,af...ó~ designa 10 que es moralmente néticas, el apóstol puede exhortar a retener bueno, noble, apetecible. Puede aparecer co«lo bueno» (l Tes 5, 21), a pretender «lo buemo término opuesto a --+ xax,ó~ (cf. Rom 12, no» (Rom 12,17; 2 Cor 8, 21) o sencillamen17; Heb 5, 14) o a --+ JtOV'l1Qó~ (cf. 1 Tes 5, te a hacer «el bien» (Gál 6, 9; 2 Cor 13, 7; cf. 21s). Son conceptos característicos: «la buena Sant 4, 17 Y --+ xaAw~ rtOLdv). Es importante obra» (Mc 14, 6 par. Mt 26, 10; Jn 10, 33; 1 la cualificación que Pablo hace de la Torá de Tim 3, 1); «las buenas obras» (Mt 5, 16; Jn Moisés, a la que considera como buena (Rom 10, 32; 1 Tim 5, 10.25; 6, 18; Tit 2, 7.14; 3, 7, 16; cf. 1 Tim 1, 8). El apóstol sabe que la 8.14; Heb 10,24; 1 Pe 2, 12); «la buena conley debe compararse con la voluntad santa de ducta» (Sant 3, 13; 1 Pe 2, 12); «la buena conDios, pero sólo en cuanto la voluntad de Dios ciencia» (Heb 13, 18) o sencillamente «el exige que el hombre la ponga en práctica y de bien» (así únicamente en Pablo: 1 Tes 5, 21; esta manera revela nuestra condición de perGá16, 9; 2 Cor 13,7; Rom 7, 18.21). Conviedidos (cf. Rom 7, 7-13: --+ v6t-to~). ne tener en cuenta que x,aA6~ se usa casi siem4. En el Evangelio de Juan (Jn 10, 11.14, pre para designar la cualidad moral de la con«el buen Pastor») xaAó~ (que acentúa aquí el ducta. Pero, cuando se habla directamente de sacrificio que el Pastor hace de su vida) tiene personas, se usa más bien aya{}ó~ (cf. Mc 10, sentido absoluto, comparable quizás con --+ 17; Mt 5,45; 12,35; 20, 15 Y passim), aunque

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aA1']{}Lv6~ en Jn 6, 32 (<<el pan verdadero») o en 15, 1 (<
5. El uso frecuente de x,aM~ en las Pastorales señala que se ha modificado la comprensión del ser del cristiano. Lo de ser cristiano se acerca a la observancia de una conducta «razonable» y civilmente ejemplar. Como sucede en el lenguaje de la ética estoica, x,aAó~ sirve para designar lo que está bien y es ordenado y correcto (cf. Grundmann, 544; Spicq, Epures Pastorales; cf. también Preisigke, Worterbuch, s. v.). Y, así, las «buenas obras» (1 Tim 5,10.25; 6, 18; Tit 2,7.14; 3, 8.14; también 1 Pe 2, 12; Heb 10, 24) significan principalmente la buena conducta social de los cristianos. En 1 Tim 5, 10 la educación de los hijos y la hospitalidad se cuentan entre las buenas obras. Los que ejercen un oficio (Tit 2, 7), los ricos (1 Tim 6, 18) Y todo el pueblo de Dios (Tit 2, 14; 3, 8.14) deben sobresalir en «buenas obras». El obispo debe tener «buena reputación» (1 Tim 3, 7) entre los de fuera. Aparece más intensamente en el horizonte la consideración que hay que tener con el mundo circundante de los paganos (cf. también 1 Tim 3, 13; Tit 3, 8, Y a propósito van Unnik, Rücksicht, 229s). La Carta primera de Pedro (2, 12), inspirándose probablemente en Mt 5, 16, exhorta: «Llevad una vida ejemplar entre los paganos a fin de que, a la vez que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras dén gloria a Dios en el día del juicio»

2182 (traducción según Brox; cf. van Unnik, Teaching). La conducta social ejemplar de los cristianos se convertirá en un «testimonio dado por medio de obras» (Goppelt, 162). El uso de x,aAó~ en estos textos, que se acerca más a la sensibilidad griega que otros textos más antiguos, no debe hacernos olvidar que aquí también la conducta moral sigue siendo consecuencia de la gracia de Dios. La parénesis está enraizada supremamente en el kerygma de Cristo. Y, así, en ella la cruz, que se halla en oposición vigorosa a los conceptos antiguos de la «perfección» y de la «belleza», mantiene aquí su lugar. J. Wanke XáAlJ",,,Ut, ato;, tó kalymma cubierta, velo* En el NT el término aparece cuatro veces, todas ellas en la Carta segunda a los corintios: 2 Cor 3, 13.14.15.16, en la descripción que hace Pablo de la gloria del ministerio del nuevo pacto del Espíritu, como cosa que sobrepasa y contrasta con el ministerio de la ley. Primeramente se usa el término en sentido propio, para designar el velo con que Moisés, después de su encuentro con Dios en el Sinaí, cubría el resplandor de su rostro, según Ex 34, 33-35, mientras no se hallaba en presencia de Dios o mientras no hablaba con el pueblo en nombre de Dios. Según Pablo, Moisés lo hacía para ocultar a los israelitas el final del resplandor perecedero (cf. v. 7). Luego, el término se usa en sentido figurado para referirse al «velo que permanece sobre la lectura del antiguo pacto» (x,áA'U!l!la fJtL tft avayvwoEL tfj~ rtaAata~ bLa{}~x,1']C; t-tÉVEL, v. 14) y «sobre los corazones» de los oyentes (X,áA'U!lt-ta frtL ti}v xaQbtav X,ELtaL, v. 15). Así como Moisés se quitaba el velo, cuando comparecía ante el Señor (Ex 34, 34), así también el velo es quitado (del corazón) de Israel, cuando Israel se vuelve a Dios (JtEQLaLQELtm tO x,áA'Ut-t!la, v. 16). Por tanto, en el velo de Moisés se muestra, por un lado, (en forma de superación) la libertad del apóstol de Cristo; y, por otro lado, se describe con él (como en un tipo) el ocultamiento de la gloria de Dios y la ceguera que

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existe con respecto a esa gloria en el ámbito del «antiguo pacto». ThWNT 111, 560-562: Bauer, Worterbuch, s. v. (bibl.); S. Schulz: ZNW 49 (1958) 1-30; C. J. A. Hickling: NTS 21 (1974-1975) 380-395; R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), 82-92 (bibl.); J. Carmignac: NTS 24 (1977-1978) 384-386. H. Balz

X
kalypto cubrir, ocultar; en voz pasiva, estar oculto*

1. Aparición - 2. En sentido propio - 3. En sentido figurado.

Bibl.: W. Mundle, en DTNT n, 112-114; A. Oepke, %ut.:ú:rt'!:w %1:1..., en ThWNT IlI, 558-597. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1131-1133.

1. xaM:7ttw se halla atestigado 8 veces en el NT: dos veces en Mateo, otras dos en Lucas, y además en 2 Cor 4,3 (bis); Sant 5,20 Y 1 Pe 4,8. 2. En sentido propio, xaM:7ttw se refiere a un sujeto u objeto concreto que cubre o que es cubierto. En el relato de la tempestad calmada, Mt 8, 24 dice que las olas levantadas por la tempestad cubrían la pequeña embarcación (es decir, se precipitaban sobre ella). xaA:U:7ttw se refiere aquí a la situación de peligro mortal en que se halla la comunidad a causa de las persecuciones. En Lc 23, 28-31 Jesús, camino del Calvario, pide a las mujeres que lloran que entonen el llanto fúnebre, no por él sino por ellas mismas y por sus hijos, porque llegan días en que parecerá preferible no haber nacido o haber muerto. El anuncio del juicio sobre Jerusalén es una visión retrospectiva de los sucesos del año 70 p.C. En la sentencia del v. 30, que parece que fue añadida secundariamente, inspirándose en Os 10, 8 (cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas [OTK], sub loco), xaA:UJt'tW es un tecnicismo que designa la acción de enterrar a alguien (Oepke, 559). La imagen de Lc 8, 16, que desarrolla la interpretación de la parábola de los vv. 10-15,

ilustra intuitivamente cómo ha de ser un discipulado que dé frutos y difunda luz. La base de la imagen es la práctica normal de no cubrir con una vasija una lámpara encendida, sino de dejarla que difunda su luz. 3. En sentido figurado, XaM:7ttül se refiere a un acontecimiento espiritual. En Mt 10, 26 xaM:7ttw aparece en el contexto de las instrucciones que Jesús da a sus discípulos, cuando los envía en misión. El paralelismo sinonímico dellogion acentúa la referencia al significado oculto (xExaA'UftftÉvOv junto a xQ'U:7ttóv): lo que está oculto se revelará finalmente. La interpretación de la palabra se deduce de su conexión con los vv. 26-33. A los discípulos se les encarga que den testimonio público de su fe (v. 27) y de su disposición para el martirio (vv. 28-31). La confesión que el Señor exaltado hace ante el «Padre celestial» (v. 32) corresponde al testimonio de fe que dan los discípulos, así como la negación hecha por Jesús corresponde a la actitud de los que no cumplen con su misión (v. 33). xaAúJttw se refiere al comportamiento de los discípulos como mensajeros de la fe. En 2 Cor 4, 3 (bis), Pablo utiliza en su argumentación la antítesis entre «encubrir» y «revelar». La buena nueva queda encubierta para quienes no la aceptan y que, de esta manera, están perdidos. xaAúJt'tw no designa, pues, un fatalismo sino que presupone la libre voluntad humana y la libertad de decisión. Sobre el trasfondo de una concepción judía sobre la contabilidad que se lleva en el cielo, donde se asientan respectivamente en el haber y en el debe las buenas acciones y los pecados de los hombres (cf. Eclo 3, 29s; Tob 4, 10), xaM:7ttwen 1 Pe 4, 8 se refiere al poder del amor para borrar pecados. La sentencia que aquí se usa en la parénesis dirigida a la comunidad, y que está inspirada en Prov 10, 12, es posiblemente una máxima del cristianismo primitivo (cf. 1 Clem 49, 5; 2 Clem 16, 4). Que el amor fraterno cubre «multitud de pecados», habrá que entenderlo aquí seguramente en «doble» sentido (L. Goppelt, Der erste Petrusbrief

[KEK], 285). El enunciado se refiere tanto al que demuestra amor como al que lo recibe. :7tA:ii{}o~ áftaQ'tL&v aparece nuevamente con xaAúm;w en Sant 5, 20. Aquí se refiere a quien hace que un pecador vuelva al «camino» del que se había extraviado. Lo de áftaQtWAÓ~ podría no referirse a un hereje, sino -conforme a las intenciones éticas de Santiago- a algún miembro de la comunidad que no observa una conducta cristiana. H.-J. Ritz

X
(adv.) bien, correctamente

--> %UA.Ó~.

1. El adverbio xaA&~ aparece 37 veces en el NT. No se encuentra, por ejemplo, en Efesios, Colosenses, 1-2 Tesalonicenses y Apocalipsis. El uso más frecuente se da en Marcos (6 veces).

XaA&~ designa muy frecuentemente la rectitud o idoneidad de una manera de obrar o de un estado de cosas, cf. Mc 7, 37 (<<él todo lo ha hecho bien»), Lc 6, 48 (<<porque [la casa] estaba sólidamente construida), Gál 5, 7; 1 Cor 14, 17; Sant 2,3 (<<¡tú siéntate aquí cómodamente!»). xaA&~ :7tOLEtV puede significar además (pero --> 2): «obrar rectamente o correctamente, cf. 1 Cor 7, 37s; Sant 2,8.19 o «hacer bien en», cf. Hech 10, 33; Flp 4, 14. Sobre todo con verbos de decir, oír y otros por el estilo, xaA&~ expresa la correcto de lo que se dice, se oye, etc., por ejemplo, en Mc 7, 6 (<
2. En consonancia con el amplio significado básico de -- rel="nofollow"> xaM~, «(moralmente) bueno, noble», xaA&~ puede expresar también un juicio de valor moral, cf. Gál 4, 17 (< aya{}O:7tOLÉW en Lc 6, 9); Lc 6, 27 (<
xa"i kame y a mí, a mí también Forma de acusativo de --> xayw.

x6."1)1.0C;, O", ó/Í)

kamelos camello*

Bibl.: G. Aicher, Kamel und Nadelb'hr. Münster i. W. 1908; E. Best, The Camel and the Needle's Eye (Mk la, 25): ET 82 (1970-1971) 83-89; O. Bocher, W6lfe in Schafspelzen: ThZ 24 (1968) 405-426, espeCialmente 408-412; Dalman, Arbeit VI, 147-160; EJJ V, 72-73; 1. D. M. Derrett, A Camel through the Eye of a Needle: NTS 32 (1986) 465-470; 1. P. Free, Abraham's Camels: JNES 3 (1944) 187-193; P. Joüon, Le costume d'Elie et celui de lean Baptiste: Bib 16 (1935) 74-81; R. Lehmann-K. L. Schmidt, Zum Gleichnis vom Kamel und Nadelb'hr und Verwandtes: ThBI 11 (1932) 336-440; O. Michel, %á[!l]A.o~, en ThWNT IlI, 597599; E. Nestle, Zum Mantel aus Kamelshaaren: ZNW 8 (1907) 238; Ph. Vielhauer, Tracht und Speise lohannes des Tiiufers, en Id., Aufsiitze zum NT, München 1965, 47-54; F. H. WeiBbach, en Pauly-Wissowa X/2, 18241832; H. Windisch, Die Notiz über Tracht und Speise des Tiiufers lohannes: ZNW 32 (1933) 65-87. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1133.

1. Con arreglo a la cultura general y al mundo animal del Cercano Oriente, el camello (de diversas clases) aparece en las descripciones del AT que se remontan incluso al período patriarcal. El camello está atestiguado del segundo al cuarto milenio en Egipto, Meguido, etc. Era cabalgadura y bestia de carga (Gén 24, 10-64: 31, 17.34; 37, 25; 1 Sam 30, 17; 1 Re 10, 2 par.; 1 Crón 12,

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41; Is 21, 7; 30, 6; Tob 9, 2.5; Jdt 2, 17). Los rebafios de camellos se mencionan en las descripciones de bienes y como señal de una condición especialmente acaudalada (Gén 24, 35; 30, 43; 1 Crón 27, 30; Job 1, 3.17; 42, 12; 2 Esd 2, 67 par.; Tob 10, 10). Por tanto, pueden regalarse camellos como gesto de consideración hacia alguien (Gén 12, 16; 32, 7.15), pueden arrebatarse como botín (1 Sam 15, 3; 27, 9; 1 Crón 5, 21; 2 Crón 14, 14; Jer 30, 24.27 LXX), pueden verse afectados por el castigo divino (Ez 9, 3; Zac 14, 15) o concretar la imagen de la «plenitud mesiánica» (Is 60, 6). Ahora bien, el camello es un animal impuro según los preceptos judíos sobre los alimentos (Lev 11,4; Dt 14, 7; cf. al mismo tiempo la interpretación que da Filón de estos pasajes, Agr 131-145); pero esto nada tenía que ver con la utilización de pelo y piel de camello para la confección de vestidos o tiendas de campaña. Los camelleros eran considerados como personas de condición baja (comparable, por ejemplo, a la de los pastores). 2. Xa[1'1']AOe; aparece en el NT seis veces, todas ellas en los evangelios: a) La noticia biográfica añadida en Mc 1,6 par. Mt 3, 4 (falta en LucaslJuan) sobre la vestidura de Juan el Bautista (confeccionada con pelo de camello) y sobre el alimento con que él se sustentaba, pretende ilustrar intuitivamente su función como profeta del desierto, con arreglo a la cita de Is 40, 3 (debida probablemente a la manera en que el Bautista mismo entendía su propia función en la historia de la salvación). Este pasaje, por su tenor mismo, puede verse como paralelo concretizador de Mt 11, 7ss par. Lc 7, 24ss, donde la vida en el desierto y los «vestidos blandos» (así como el alimento «cultivado») se consideran como opuestos que se excluyen mutuamente; la alimentación mencionada es conocida también por la vida de los beduinos. El vestido de lana es considerado como símbolo del «verdadero» profeta (cf. Zac 13, 4; Martls 2, 10; cf. también Heb 11, 37) y la referencia a la «vida en las casas de los reyes» (el alimento interpretado como «maná», EvEb 2; Hennecke-Schneeme1cher 1, 103) puede servir también de refuerzo para la interpretación general del Bautista -en el contexto del

NT- como el «nuevo» Elías, que habría de venir como precursor mesiánico; cf. la tradición sobre la aparición en público y la actuación del Elías del AT en 2 Re 1, 8 (cf. Josefo, Ant IX, 22); 1 Re 19,9-21; 2 Re 2, 8.13s -así como la expectación en Lc 1, 15-17.76-79. b) En la Mc 10, 17-31 par., los vv. 23-27 y 28-31 sirven para dar mayor profundidad a la instrucción de los discípulos, después de los vv. 17-22. Lo primario (aunque cualquier alternativa sería equivocada) en la exigencia de Jesús en el v. 21 no es, como condición, la venta de todo lo que se posee para dárselo a los pobres, sino el tener en Dios el propio tesoro (es decir, el propio corazón), a saber, el estar al servicio de Dios (trabajando en beneficio de los necesitados), en vez de estar al servicio de Manmón (es decir, trabajando en beneficio de sí mismo; cf. Lc 16, 19ss; 1 Tim 6, 17ss). Por tanto, la pregunta acerca de cómo heredar la vida eterna no es una cuestión a la que pueda contestarse refiriéndose al compromiso en que ha de empeñarse el hombre (v. 17), sino que es cuestión exclusivamente de la bondad de Dios y de las posibilidades que Dios ofrece (vv. 18 y 27; cf. Rom 4, 1622). La posibilidad que una persona tiene, en virtud de sus propios recursos (y los ricos, en este punto, y en contra de todos los criterios humanos, son los más pobres), de entrar por la «puerta estrecha» de la vida (el «camino estrecho» en Mt 7, 13s) es la misma que la posibilidad que tiene el animal más grande (el camello) de pasar a través del orificio más pequeño (el ojo de la aguja) (Mc 10, 25 par. Mt 19,24 I Lc 18,25).

5, 2; PesR 15). En el Corán parece haber una alusión a Mc 10,25: «Ellos (los infieles) no entrarán en el Paraíso hasta que entre un camello por el ojo de una aguja» (sura 7, 40). Por el contrario, las posibilidades del hombre corresponden a las de los niños pequeños: «aceptan> como única posibilidad de vivir (Mc 10, 15 par.). y esta condición para «heredan> el reino de Dios se actualiza como exigencia de un seguimiento absoluto (v. 21c) en pos de Jesús, quien vivió y murió -él mismoen el desinteresado servicio de su fe en Dios en favor de los que padecían necesidad (Mc 10,41-45). c) En conformidad con esto se halla Mt 23 24 (material peculiar): Aquellos que enseña~ un camino distinto del camino de Jesús, obstaculizan el camino hacia el reino de Dios bloqueándolo para sí mismos y para otros (v: 13; cf. 15, 9). Cuando, en medio de la ceguera, se enseña a otros ciegos a abandonar el camino del servicio de Dios en favor de los demás (el camino de la justicia, de la misericordia y de la fe, v. 23), para encarrilados por el camino del propio cumplimiento de la ley, entonces no se los conduce hacia el camino, sino hacia el abismo (15, 13-14). O para expresarlo con otra imagen: con su celo por evitar tragarse un mosquito (el animal más pequeño), uno se traga el camello (el animal más grande; cf. el co~traste entre un «piojo» y un «camello» en bSab 12a; 107b). S. Pedersen

De esta manera nos distanciamos de interpretar como %á!-lLAO~ (<<maroma para amarrar embarcaciones»; cf. también BlaB"Debrunner § 24, nota 2) -aunque objetivamente no es una interpretación imposible- y también de la hipótesis que supone la existencia de un portillo especialmente pequeño en las murallas de Jerusalén. Por los escritos rabínicos conocemos la imagen del elefante que pasa a través del ojo de una aguja (bBer 55b; bBM 38b), Y la imagen del ojo de una aguja como la apertura más pequeña (MidrCant

En Mt 13, 15; Hech 28, 27 en la expresión: 'tOue; oqn'}uA[10Ue; Exa[1[1110uv (cita de Is 6, 10 LXX), «cerraron sus ojos», como imagen del rechazo del mensaje por parte de los judíos. El verbo, formado del compuesto XU'tU[1'Úúl, recibe en la lengua popular y en el griego bíblico el mismo tratamiento que el verbo simple; cf. Bauer, Worterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § 69, nota 1.

xáp.tvro kamni5 estar cansado, estar exhausto, estar enfermo* Heb 12, 3: LVU [1~ Xa[1'1']"tE wLe; 'ljJllxuLe; tJ[1&v EXAllÓ[1EVOL, «para que no os canséis en vuestras almas ni desmayéis». El enunciado está determinado por la imagen precedente de la carrera de competición (vv. 1s). El dativo "tme;, 'ljJ1J x aLe; pertenece seguramente a xa[1vúl y no al participio siguiente, que aquí podría estar usado en sentido absoluto, lo mismo que en Gál 6, 9 (cf. Heb 12, 5 como cita de Prov 3, 11). Sobre la expresión xa[1vELv "taLe; 'ljJllxuLe; ("tñ 'ljJllxñ) cf. Job 10, 1; Herm (m) 8, 10; Diodoro Sículo XX, 96; 3; cf. además Bauer, Worterbuch, s. v.; O. Michel, Der Brief an die Hebraer7 (KEK), sub loco, que prefieren entender xa[1Vúl en sentido absoluto (cf. Josefo, Vita 209; Ap 2, 3 Textus Receptus). En Sant 5, 15 dícese de la salvación del enfermo ('tov xa[1vov"ta) por medio de la oración hecha con fe. Spicq, Notes 1, 400-402.

xap.toÍ, kamoi y a mí, también a mí xáf.uvo;, Oll, .. kaminos horno*

%á!-l1]AO~

xap.tp.t'Úro kammyi5 cerrar (los ojos)*

El sustantivo se encuentra en sentido propio en imágenes del Apocalipsis: en 1, 15 dícese del horno de fuego (XÚ[1LVOe; JtEJtllQúl[1ÉV'l']; cf. Dan 3, 6: xa¡.tLVOe; 'tOV JtllQOe; XULO[1ÉV'I']; del horno de fundición, Ez 22, 20); 9, 2: me; xuJtvoe; XU[1LVOU [1EYaA:rle; (cf. Ex 19, 18). Se usa también en sentido figurado para referirse al fuego del infierno: Mt 13,42.50 (en ambos casos, ~UAolíOLV uvtQve; lOte; xa[1LVov 'tOlí JtllQÓe;), cf. 4 Esd 7, 36; cf. Billerbeck 1, 673.

Forma de dativo de --> xayw.

XUp.t3t'tw kampti5 doblar, hincarse (de rodillas )* En el NT siempre en combinación con yóvu/yóvu"ta como signo de veneración o de sumisión; en sentido transitivo en Rom 11, 4 (···"tñ BúaA); Ef 3, 13 (... JtQoe; "tov Jta"tÉQa); en sentido intransitivo (como cita de Is 45, 23 LXX) en Rom 14, 11 (E[1oL..); Flp 2, 10 (EV"t& ovó[1un 'l'I']oou ... ). •

2191

xav kan y si, aunque, tan

xav - xav<Ílv

2192

(bibl.). R. M. Mackowski, Scholars' Qanan: BZ 23 (1979) 278-284; R. Riesner, Fragen um «Kana in Galiliia»: BiKi 43 (1988) 69-

sólo con* xav aparece 17 veces en el NT. Está formado por crasis de xaL Eáv y se usa como con71. junción concesiva o como conjunción condicional o como partícula (cf. BlaB-Debrunner Ka.va.va.ioC;, OlJ, Ó Kananaios cananeo* §§ 18 nota 3; 374 con notas 4-6). Sobrenombre del segundo Simón, en el gruCondicional Y si: Mc 16, 18; Lc 12, 38: po de los Doce: Mc 3,18 par. Mt 10,4. Como xav ... xav, aunque ... o; 13, 9a, como conjunSimón es llamado ó tllAffi'ttl<; en los lugares ción hipotética: xav IlEv ... (a saber, «así está parelelos (Lc 6, 15; Hech 1, 13), habrá que bien»), El OE Iltl yE (cf. Bauer, Worterbuch, pensar no en Caná sino en qan' an, que es el s.v. 1; BlaB-Debrunner § 454, 4); Jn 8, 55; 1 equivalente arameo de 4 tllAffi'ttl<; (3), «faCor 13, 3: xav ... xaL Eáv (cf. 13, 2: xaL nático, zelota». M. Hengel, Die Zeloten, LeiEáv ... xaL Eáv); Sant 5, 15; Mt 10, 23 v.l. den 21976, 72; TRE IlI, 606. Concesiva aunque, incluso si, aun en el caso de que: Mt 21,21; 26, 35; Jn 8,14; 10,38; 11, 25; aunque sea, Heb 12,20. - Como partícula Ka.va.ví:t1)C;, OlJ, Ó Kananites hombre si tan sólo: Mc 5, 28; por lo menos: Mc 6, 56; oriundo de Caná, cananita Hech 5, 15; 2 Cor 11, 16. Variante textual y, por tanto, interpretación propia dada por el Textus Receptus del término 4 KavavaLo<; en Mc 3,18 par. Mt 10,4. Ka.vei Kana Caná* En el NT el topónimo Kavá (en hebreo, qiineh, «caña») aparece únicamente en el EvanKa.vbeix1), 1)C; Kandake Candace* gelio de Juan: en 2,1.11; 4,46, como el lugar Hech 8, 27 ( ... o'Uváo'tll<; KaVOá xll<; ~aol­ donde Jesús hizo el milagro del vino (en 4, ALO Oll<; Ah'hó:7tffiv) como transcripción grie46ss aparece también como el lugar donde Jega del título corriente de una reina etíope (cf. sús curó al hijo del funcionario real; según el en meroítico Ka[n}take o Ka[n}dakit; Plinio, v. 47 el lugar estaba situado en la serranía que NatHis VI, 186: regnare feminam Candacen, dominaba Cafarnaún) y en 21, 2 aparece coquod nomen multis iam annis ad reginas tranmo el lugar de donde era oriundo Natanael. A siit; cf. también Estrabón XVII, 1, 54; Dión Caná se la designa siempre como Kava 'tfJ<; Casio LlV, 5). El autor de Hechos entendió raAlAaLa<; (cf. Josefo, Vita 86), seguramente probablemente el título real como nombre para distinguirla de la localidad del mismo propio de una persona. Bauer, Worterbuch, nombre, mencionada en Jos 19, 28, que estas. v. (bibl.); BHH II, 930; Haag, Diccionario,7 ba situada cerca de Tiro. La situación de Caná 264 (bibl.); E. Haenchen, Apostelgeschichte es incierta: muchos indicios hablan en favor (KEK), sub loco; G. Schneider, Die Apostelde Khirbet Qana (a unos 14 km al Norte de geschichte (HThK), 499s .. Nazaret; así la tradición más antigua, cf. Kopp, Stiitten, 184ss), pero desde comienzos del siglo XVI se prefiere identificarla con xa.vrov, ÓVOC; Ó kanon norma de conducKefr Kenna (a unos 9 km al Nordeste de Nata, medida* zaret), probablemente por su situación favoraBibl.: H. W. Beyer, xavÓlV, en ThWNT IlI, 600ble junto a la ruta que conducía a Tiberíades. 606; J. Guhrt-H.-G. Link, Norma, en DTNT IlI, 177s; C. Kopp, Das Kana des Evangeliums, KOln K. Prümm. Diakonia Pneumatos l, Freiburg i. Br. 1967,587-593; A. Sand, Kanon (HDG I/3a). Freiburg 1940; Kopp, Stiitten, 184-195; BHH n, 926 i. Br. 1974 (bibl.). Para más bibliografía, cf. ThWNT (bibl.); G. Schille, Anfiinge der Kirche, MünX,1133s. che n 1966, 186s; Haag, Diccionario, 262

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xav<Ílv - Ka:n;:n;a<'\ox[a

1. El término xavwv aparece 4 veces en el NT, todas ellas en Pablo: Gál 6, 16; 2 Cor 10 13.15.16 (además, Flp 3, 16 v.l.). Está forma~ do como préstamo léxico del semítico qaneh con el significado fundamental de «caña»: después adquirió el sentido de vara «recta» y' con él, el sentido de «norma», «medida». L~ LXX emplea xavwv una vez en este sentido (4 Mac 7, 21), en un total de tres veces). Pero ya s~ observa aquÍ un cambio de significado: xaVffiV se convierte en regla de conducta, en norma para enjuiciar alguna cosa. 2. En la bendición que se lee en Gál 6 16 Pablo compendia lo que ha puesto de reÚev~ como su evangelio, frente a los adversarios y s~ doctrina errónea. Sobre todos los que se aJuste~ «a este canon» (a saber, el de Pablo), «¡descle?da la paz y la misericordia!»; porque por mediO del Pneuma el cristiano ha llegado a ser ,una nueva criatura (Gal 6, 15). Por tanto, xaVffiV es la nueva norma para el creyente. En Flp 3, 16 NTG Y GNT ofrecen el siguiente texto: «En todo caso, permanezcamos firmes en lo, que ya a lo que y.a hemos alcanzado» Un buen n~mero d~ m~nuscntos ha efectuado aquí correccI~n~s (¿sigUIendo a Gá16, 16?): trasposiciones y adiCIOnes (
2194

el apóstol se gloría de que él no puede ir más allá de la medida que se le ha fijado. El v. 16 habl~ de «la norma de otra persona». Aunque precisamente en este versículo hay que contar con la posibilidad de que haya habido «corrupciones del texto» (H. Windisch, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 312), sin embargo xavwv tiene aquí el mismo significado que en el v. l3 yen el v. 15, aunque -eso sÍcon énfasis negativo: Pablo rechaza todo lo que sea gloriarse basándose en una directriz que corresponda a otra persona. A. Sand

KmtEQva.oÚ" Capernaoum Cafarnaún Forma alternativa de

4

Ka<paQvao'Úll.

xmtl]~ÉlJro kapeleu6 negociar con, co-

merCIar al por menor, poner en venta* 2 Cor 2, 17: 011 ... Xa:7tllAE'ÚoV'tE<; 'tov Aóyov totí {}¡c:otí. El verbo (derivado de xá:7t1J..AO<;, «comerciante al por menor») desempe~a un papel en la polémica griega contra los sofistas, y critica gráficamente la acción de comerciar con bienes espirituales e intelectuales para obtener ganancias. No se trata tanto de «adulterar» lo que se vende (en contra de lo que pensaba Lutero), cuanto de obtener beneficios vendiéndolo. Bauer, Worterbuch, s. v.; R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK) , sub loco; Spicq, Notes 1, 403-406.

xmtvóc;, olí, Ó kapnos

humo* El ,té~ino, además de aparecer en Hech 2, 19 (a'tIlL<; xa:7tvotí, «vapor de humo», cita de JI 3, 3 LXX), se encuentra 12 veces en el Apocalipsis: dícese del humo que «asciende» i~f. Ex 19, 18; Is 34, 10) en Ap 8,4; 9, 2 (ter); , 11; 19,3; aparece junto a «fuego» y «azufre» e~ 9, 17.18; en cita de Is 6, 4 en Ap 15,8' ademas en 9,3; 18,9.18. ' K~1t1ta.boxí,a.,

a.; Kappadokia CapadoCIa* Nombre de. una región y provincia romana en la parte onental de Asia Menor: en la lista de pueblos de Hech 2, 9 aparece como la pa-

Ka:n::n:aaoxla - xaQala

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tria de algunos judíos que se hallaban presentes en Jerusalén. La Carta primera de Pedro (1, 1) va dirigida a cristianos que viv.en en Capadocia y en otros lugares. Pauly- WIsso~a X, 1910-1917; Haag, Diccionario, 279 (bIbl.); LAW 1486s.

xa.Qbta,

a;, Í) kardia corazón

1. Aparición y significado - 2. Campos ref~renci~­ les - 3. Pablo - 4. Sinópticos - 5. Juan y demas escfltos tardíos.

Bibl.: J. B. Bauer, De «cordis» notione biblica etjudaica: VD 40 (1962) 27-32; Id., en DTB 214-218; J. B. Bauer-A. Felber,Herz, enRAC XIV, 1093-1131;F. Baumglirtel-J. Behm, xUQólu, en ThWNT nI, 609616; Bultmann, Teología, 269-276 (sobr~ ~ablo); G. Dautzenberg, Se in Leben bewahren. W1JXll In ~~n Herrenworten der Evangelien (StANT 14), Munch~n 1966 114-123; A. M. Denis, L'Apotre Paul, prophete 'mes~ianique' des Gentiles. Etude Thématique de 1 Thess 11, 1-6: EThL 33 (1957) 245-318; P. Hoffman~, Herz I. Biblisch, en HThG 686-690; J. Jeremias, Die Muttersprache des Evangelisten Matthiius: ZNW.50 (1959) 270-274; R. Jewett, Paul's Anthropol~glcal Terms, Leiden 1971, 305-333; E. Lerle, KUQOLU als Bezeichnung fur den Mageneingang: ZNW 76 (1985) 292-294; F. H. van Meyenfeldt, Het hart (len, lebab) in het Oude Testament, Amsterdam 1950; H. Rusche, Das menschliche Herz nach biblischen Verstiindnzs, BiLe 3 (1962) 201-206; H. Schlier, Das Menschenherz nach dem Apostel Paulus, en Schlier nI, 184-200; Th. Sorg, DTNT 1, 339-341; W. D. Stacey, The, Pa.uhne View of Man, London 1956, 194-19. Para mas biblIografía, cf. Th WNT X, 1134s.

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xaQ6í.a (tan sólo raras veces por. 6Lá~OLU o por 'ljJvx~). xaQ6ia significa el mterlor del hombre, la sede del entendimiento, del conocimiento y de la voluntad, pero adquiere también el sentido de conciencia moral. En el NT se produce cierta reorientación, cuando se usa un pronombre para re~erirse ~ la. persona, mientras que el AT prefIere el tennInO «corazón» para formular enunciados parecidos (cf. Mt 9, 3; 16, 7; 2 Cor 2, 1 Y passim); por otra parte, xaQ6Lu se usa para referirse al yo de la persona, cuando se habla del «hombre oculto del corazón» (1 Pe 3,4).

1. XUQ6ia aparece en todos los escritos del NT, con excepción de Tito, Filemón: 2-.3 Juan y Judas. Los 157 testimonios se dIstrIbuyen extensamente, sin que se observe la preferencia por este término en ningún autor (hay cierto predominio en los escritos de Lucas: 22 veces en el Ev de Lc y 21 veces en Hech). En cuanto a su significado, el uso del término en el NT se atiene al empleo del mismo en la LXX y en los escritos judíos. XUQ6ta no se usa como en la comprensión griega del ténnino (es decir, como un órgano ~n ~entido fi,si~­ lógico y como sede de los sentIm~entos ammIcos y espirituales: Behm, 611), SInO que es el equivalente del hebreo [eh (lebjj~). ~a LXX traduce constantemente ambos termIno s por

2. El uso de xaQ6ia para designar un lugar de ocultamiento ofrece la posibilidad de que el hombre hable «en su corazón»: Mt 24, 48 par. Lc 12,45; Rom 10,6; Ap 18,7, o de que lleve «en su corazón» algo que se ha experimentado: Lc 1, 66; 21, 14; Hech~, 4. Por otro lado, el vigor de la fe procede EX ~aQ6La~ (lJJtl]X01JOa1:E): Rom 6, 17, cf. 1 TIm 1, 5 (ayáJtl] EX ... xaQ6í.w;); 2 Tim 2, 22; 1 Pe 1, 22; Hech 8, 37 v.l. En sentido figurado se habla del corazón de la tierra: Mt 12,40 (cf. Jn 2, 4; Ez 27, 4.25 Y passim) o del corazón que se en contraste con lo exterior.: 2 Cor 5, 12' 1 Tes 2, 17. Las circunlocucIOnes con xa'Q6í.a sustituyen a veces a un simple pronombre, compárese Mc 2, 6 con 2, 8.; también Jn 16, 22; Col 4, 8; Sant 5, 5: SIn embargo, en todos estos pasajes xaQ~ta es una expresión más vigorosa que la del SImple pronombre. El significado teológico de xaQbiu e~ ~ás importante que el simple uso antropologICO: la XUQ6ta es el «lugar» de la persona do~de se realiza el encuentro con Dios en sentido positivo o negativo, donde la vida religiosa se asienta firmemente, Y desde el cual se determina la conducta moral del hombre. Una peculiaridad la ofrece el uso litúrgico de xaQbla en las fórmulas de bendeción: 1 Tes 3, 1113; 2 Tes 2, 16-17; 3, 5. En los texto~ m~n­ cionados, se pide a Dios en forma hImnICa que tenga a bien fortalecer, alentar y elevar los corazones de los creyentes.

2197 3. a) En la Carta primera a los tesalonicenses, Pablo se atiene predominantemente al uso tradicional de la tenninología antropológica judía (faltan, entre otros, los conceptos importantes para la visión paulina del hombre como son oáQs, ovvd6r¡OL~, JtvE'Ü¡..ta TO'Ü av{tQómov, etc.). Es característico el uso de xaQ6ia en' textos que contienen una defensa del apóstol contra afirmaciones falsas acerca de su persona. Según 1 Tes 2, 4, Dios es «quien examina nuestros corazones», el garante de que la actividad apostólica de Pablo (cf. 2, 1-12) es legítima y de que es impugnada sin razón por los adversarios (¿profetas itinerantes judíos?). En 1 Tes 2, 17 Pablo expresa su deseo de volver a ver a los hermanos; estuvo ausente en persona, pero no «según el corazón». La ausencia física no es importante; lo único decisivo es el vínculo espiritual, que tiene su fundamento en la xaQ6ta; aquí Pablo permanece «más en el espíritu de la psicología hebrea» que en 1 Cor 5, 3, donde existe una idea parecida (cf. E. von Dobschütz, Thessalonicherbriefe [KEK], 120). Gál 4, 6 (el único texto de Gálatas donde aparece xaQ6ia) acentúa que Dios «ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo». Los dos pasajes de Filipenses (Flp 1, 7s Y 4, 7) combinan conceptos judíos con conceptos griegos. En 1, 7 xaQ6La se halla junto a
2198 impenitente (2 Cor 3, 14s; Rom 2, 5), Y no sabe entender (Rom 1, 21). Aunque se dice de los gentiles que «en sus corazones» tienen un conocimiento de lo que es bueno y recto ante Dios (Rom 2, 15), sin embargo predomina el elemento pesimista en la visión de la xaQ6ta humana. Esta visión aparece ya en el AT: «Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio» (Jer 17, 9). Por eso, toda conversión tiene que comenzar por el corazón (1 Cor 4, 5). Se exige la «circuncisión del corazón» (Rom 2, 29). Dios hace que resplandezca su luz en el corazón (2 Cor 4, 6), Y derrama su amor (Rom 5, 5) Y su Espíritu en el corazón (2 Cor 1, 22; Gál 4, 6s). Pero aun «ese corazón permanece todavía oculto. El corazón no aparecerá finalmente en lo que es de verdad sino cuando se produzca la manifestación de Cristo» (Schlier, 200). 4. También en los Sinópticos el significado de xaQ6ta está determinado esencialmente por el AT. En su predicación del reino de Dios, Jesús se dirige al corazón de los hombres: la palabra de Dios se siembra en el corazón: Mt 13, 19; Lc 8, 12.15. La decisión en favor o en contra de la fe se efectúa en el corazón: Mc 11, 23; Mc 13, 15b; Lc 24, 25; en el corazón se muestra el endurecimiento hacia Dios: Mc 3, 5; 6, 52; 8, 17; Mt 13, 15a. Allá donde las acciones de una persona no proceqan del corazón, es decir, allá donde el pensamiento, las palabras y la acción del hombre no se compaginen entre sí, habrá que pensar que se trata de un hipócrita: Mc 7,1-23; Lc 12, 1.56. Mateo especialmente ve en la conducta del fariseo una manifestación de hipocresía: Mt 6, 1-8.1624; 7, 15-23: 15,7-9; 23, 1-16. Frente a esta hipocresía, Jesús exije que vayan unidos el corazón, la palabra y la acción: Mt 12, 34; Lc 6, 45. «Este acentuado dirigirse al corazón del hombre, en la predicación de Jesús, no se halla bajo el signo de un espiritualismo; presupone siempre la acción del hombre, pero quiere evitar que esa acción se convierta en hipocresía y mentira» (Hoffmann, 688). La pregunta acerca de cuál es el supremo mandamiento, la responde Jesús refiriéndose

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a Dt 6, 5 (Mc 12, 30.33 par.). Sobre las variantes textuales y los problemas relativos a la historia de las tradiciones, cf. Jeremias. Aunque ninguno de los evangelistas concuerda exactamente con el modelo de texto que aparece en la LXX, todos ellos coinciden con la LXX al enunciar que hay que amar a Dios «con todo el corazón» y al colocar marcadamente este precepto al principio de todo. Vuelve a verse claramente que el mensaje de Jesús recurre a la visión del hombre que aparece en el AT: el hombre está obligado a amar a Dios desde lo más íntimo de su ser. Yeso, con fidelidad total e indivisa. 5. Jn 14, 20 cita (el término xugDtu aparece dos veces) el enunciado de Isaías acerca del endurecimiento (Is 6, 9s): la incredulidad existente en el corazón, Jesús la pone decididamente al descubierto. Del corazón de Judas procede la traición (13, 2). La perplejidad (14, 1.27) Y la tristeza (16, 16) se producen en el corazón (cf. 16,20.22). Pero los corazones de los discípulos se gozarán en «aquel día», es decir, en el día de la glorificación de Jesús (16, 22s). Las cuatro veces que aparece el término en 1 Jn 3, 19.20 (bis).21 dan testimonio de que el corazón humano puede ser -él mismo- acusador, pero que Dios, por su sabiduría, es mayor que el corazón que acusa, y reconoce las obras del amor fraterno. En el corazón, el hombre tiene que acreditarse a sí mismo por su obediencia y paciencia: 2 Tes 3,5; cf. ya Rom 6, 17. La paz de Cristo establece su señorío en el corazón: Col 3, 15s. Dios examina lo profundo del corazón, porque éste es malo, incrédulo y entenebrecido: Heb 3, 12; Ef 4, 18. Vemos, pues, que también los escritos tardíos del NT permanecen en el terreno del AT Y del judaísmo. La xugDtu (a pesar de pequeños desplazamientos del acento) es el centro del hombre: el centro que determina su vida y desde el cual el hombre ha de determinar su vida. A. Sand

xaºbtOyvÓ>CJtl)~, O", Ó kardiognostes persona que conoce los corazones El sustantivo aparece únicamente en textos cristianos: dícese de Dios en Hech 1,24; 15,8;

cf. Herm (m) 4, 3, 4; cf. además E. Haenchen, Apostelgeschichte 7 (KEK), sub loco; J. B. Bauer, KugDLOyVÓJ(J't'l]~, ein unbeachteter Aspekt (Apg 1, 24; 15, 8): BZ 32 (1988) 114-117.

xaºnó;, olí, Ó karpos a.xug:n:o~,

fruto 2 akarpos estéril, infructuoso*

1. Aparición en el NT; sentido propio y sentido figurado - 2. Frases proverbiales - 3. Parábolas 4. Evangelio de Jn - 5. Misión y parénesis en las cartas - 6. Otros sentidos. Bibl.: F. Hauck, x.uQ1tó<; X.T!.., en ThWNT III, 617619; R. Hensel-L. Coenen, en DTNT n, 212-215; A. Lozeron, La notion de ¡ruit dans le NT. tesis Lausanne 1957; E. O/3wald, en BHH 1, 503. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1135.

1. El sustantivo aparece 66 veces en el NT. Es especialmente frecuente en los evangelios (Mateo 19 veces, Marcos 5, Lucas 12, Juan 10). En Pablo aparece un total de 9 veces. El adjetivo se halla atestiguado 7 veces. En el AT el fruto es resultado de la plantación y del crecimiento. Es un término que se relaciona con los árboles, las cosechas y el consumo de alimentos. Como resultado de la conexión existente entre un acto y su consecuencia, este término se aplica también a la conducta humana (por ejemplo: Sal 1, 3; 58, 12; Is 3, 10). En las parénesis con que conluye la ley de santidad (Lev 26, 4.20) Y en las del Deuteronomio (7, 13; 28, 18), el 10gro o o la pérdida de los frutos se considera como bendición o maldición de Dios según haya sido la conducta del hombre con respecto a los mandamientos divinos. También en el NT el significado de fruto oscila entre el sentido propio (Lc 12, 17; Hech 14, 17 [adjetivo]; Sant 5, 18) Y el sentido figurado que se da en el plano teológico (Gál 5, 22: «Elfruto del Espíritu es amor... »), en el cual los elementos de la imagen quedan relegados en la mayoría de los casos ante las referencias que se hacen a los destinatarios de las palabras (en Jn 15, lss se habla de la vid, del pámpano y del fruto). En todo ello aparecen diferentes perspectivas de juicio (Mt 3, 10 par. Lc 3, 9: «Todo árbol que no da buen fru-

fa es cortado y echado al fuego»; Jn 15, 2ss; Lc 13, 6ss: la higuera que no produce fruto; ~c 1!, 12ss: la maldición de la higuera esté:11), SIn que se abandone el plano gráfico de la Imagen.

.2. Encontramos frases al estilo de proverbIOS en ICor 9, 7 (<<¿Quién planta una viña y ~o c~me de su fruto?»), entre las que hay que mclUIr la relativa al «derecho de los trabajadores a participar de los frutos» (2 Tim 2, 6), Y el derecho del propietario de la viña (Mc 12, 1ss) en la parábola acerca de los viñadores malvados. También Sant 5, 7 está expresado a man~ra de proverbio (<<el labrador espera el precIado fruto de la tierra»). El material sobre e.l árbol y el fruto, que aparece en la parénesis fmal del Sermón de la Montaña (Mt 7, 16b par. Lc 6, 44b; Mt 7, 17s par. Lc 6, 43; Mt 7 1~a par. Lc 6, 44a) es acentuado por Mate~ mIsmo, en Mt 7, 21ss, con ideas del juicio final. La correspondencia que existe entre la planta y elfruto permite sacar una conclusión retrospectiva que deduzca de los frutos (como actos del discípulo) la calidad de su discipulado (como planta o árbol). En este sentido los frutos son de gran importancia para el juicio. Mt 7, 19 es una cita redaccional de la tradición acerca del Bautista en Mt 3, 10 par. Le 3, 9. De el.lo se diferencia totalmente el grupo de sentencIas de Mt 12, 32-37, que no está referido a la acción sino a las palabras, y que tiene un paralelo independiente en el EvTom 44s (H.-Th Wrege, Die Gestalt des Evangeliums Frankfurt a. M. 1978, 124ss). Por tanto, ei fruto en el contexto actual significa el hablar como expresión y consecuencia de la condición teológica del hombre (cf. a propósito Eclo 27,6 LXX). Mateo da énfasis redacciona1 al significado del fruto como obediencia a las instrucciones de Jesús (Mt 7, 16a.20); el acento se dirige externamente contra Israel (21,41.43). Ya la fuente (¿jesuánica?) de Mc 12, 1ss ponía a Jesús al final de la serie de enviados que habían reclamado inútilmente de los viñadores el fruto de la viña. Con ello se introduce en la estructura del género «evange-

lio», creado por Marcos, la última confrontación en torno al Jesús terreno: por los frutos se enciende el conflicto. 3. En la parábola del sembrador en Mc 4 2ss; EvTom 9 la buena tierra produce frut~ abu~dantís.imo (4, 8), mientras que las espinas h,an ImpedIdo cu~lquier fruto (v. 7). La alegor~a hace referencIa a las preocupaciones y a la nque~a (Mc 4, 19 par. Mt 13, 22: a.xug:n:o~). ASOCIa lo de dar frutos con la aceptación de la palab~a misionera (v. 20: xugJtocpogÉw, cf. JeremIas, Parábolas, 94-96). La parábola de la semilla q.ue crece secretamente, en Mc 4, 26ss (matenal peculiar), acentúa en el v. 28 (xugJtocpogÉw) la independencia de la acción de fructificar, la cual no depende del hombre, y se acerca así especialísimamente al enunciado a.cerca del reino de Dios. El v. 29 al hablar de que la mies (= el fruto) está ma~ dura, señala el comienzo del reino de Dios bajo la imagen de la cosecha. En la parábola en Mt 13, 24ss (material peculiar) la maduración ?el fruto (v. 26) designa al mismo tiempo el I~~tante en que, junto con el trigo, brota tambIen la cizaña. 4. Jn 4, 36 refleja la misión postpascual, la cual -como en las parábolas de la basileia- se describe como una cosecha. Se habla del fruto para .la vida eterna (R. Bultmann, Das Evan?ehum des Johannes lO [KEK], sub loco). La Imagen de la vid, de sus sarmientos y de los frutos en 15, 1ss procede de claras identifi~aciones (v. 1: «Yo soy la vid verdadera, y mI Padre es el viñador»; v. 5: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos»), identificaciones que sirven de base para todas las exhortaciones subsiguientes. Lo acentúa también 15, 16 con su elección de los discípulos por Cristo para que denfruto. Los sarmientos que no den fruto serán destruidos (15, 2a.5b.6), mientras que. los que den fruto serán «purificados» (es d~clf, ?odados) para estimularlos a que den aun mas fruto. Se trata de hacer más profunda la relación con la palabra de la revelación (15 3, cf. Bultmann, sub loco) y de que los discí~ pulos permanezcan «en mí» (15, 4ss).

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X.UQJtó~

- X.UQJtO!jloQÉW

El motivo del fruto, en Jn 12, 24, está conectado ahora directamente con el kerygma acerca de la muerte de Jesús (<<Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, produce mucho fruto»). Ahora bien, en 12, 24-26a el fondo de la imagen lo constituye de hecho un grupo pre-literario de sentencias acerca del seguimiento de Jesús (H.-Th. Wrege, en FS Jeremias 1970,267273), que sólo en el contexto actual se interpretan como referentes a la muerte del Revelador: Jesús es, pues, el primero que con su muerte produce fruto. 5. El
2204

6. Lc 1, 42 «
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X.UQJtoqJOQÉW - x.m:ú

do» (cf. también, a propósito, el v. 10 y también Gén 1,22.28; Mc 4,8; cf. E. Lohse, Der Brief an die Kolosser2 [KEK], sub loco) -+ xaQ:7tÓe; (5).

xaQ:TtóqJoQO;, 2 karpophoros fructífero, que produce fruto* Hech 14, 17: XaLQOl xaQ:7tocpóQOL, «tiempos fructíferos», junto al don de la lluvia como signo de la benevolencia de Dios; también en el sentido de «estaciones fructíferas» que suceden a la lluvia (cf. también Sab 7, 18); -+ XaLQóe; 6. Bauer, Worterbuch, s.v. XaLQóe; 1.

xaQuQÉro kartereo ser fuerte, mantenerse

Nombre de un cristiano de Tróade, mencionado en 2 Tim 4, 13 en una nota personal. P. Trummer: BZ 18 (1974) 193-207.

firme, perseverar* En Heb 11, 27 dícese de Moisés: 'tov yaQ &óQa'tOv me; óQWV ExaQ'tÉQTJOEV. Esta frase se entiende ya sea en sentido absoluto, él se mantuvo firme, o bien (lo que es más probable) como referida al participio -«él tenía al Invisible como quien dice firmamente ante sus ojos». Bauer, Worterbuch, s.v.

xaQn:oqJoQÉro karpophoreo dar o produ-

xáQCfJO;, ou;, 'tó karphos mota, pajita*

cir fruto* El verbo aparece 8 veces en el NT. En sentido propio se habla de la tierra que «por sí misma produce fruto», Mc 4, 28. En sentido figurado, se habla del efecto que produce la palabra en quienes la escuchan y aceptan, y por ello dan fruto abundantísimo, Mc 4, 20 par. Mt 13, 23 / Lc 8, 15. De manera parecida se habla de quienes, por la muerte de Cristo, han muerto a la ley y ahora «dan fruto para Dios» (dativo de provecho o daño), Rom 7, 4, mientras que antes, cuando se hallaban bajo el poder del pecado, eran impulsados a «dar fruto para muerte», Rom 7, 5 (cf. también, a propósito, 4 Esd 9, 31). xaQ:7to<poQÉw designa aquí el rendimiento total de la vida humana. En Col 1, 10 xUQJtocpoQÉw se refiere especialmente a la conducta cristiana; en Col 1, 6 xaQ:7to<poQÉw se halla en voz media para designar el efecto del evangelio, que «da fruto en todo el mundo y va crecien-

El término aparece en Mt 7,3.4.5 par. Lc 6, 41,42 (bis) en la imagen empleada por Jesús cuando habla de la pajita y de la «viga» (-+ 6óxoe;), para establecer un contraste entre lo insignificante y lo que tiene verdadera importancia.

H.-Th. Wrege

KáQ:TtO;, O\) Karpos Carpo*

xa'tá kata con genitivo: de lo alto de, desde; por, en; contra; con; con acusativo: a lo largo de; durante; por; según 1. Aparición en el NT - 2. Con genitivo - a) Sentido local - b) Sentido figurado - 3. Con acusativo a) Sentido local - b) Sentido temporal - c) Sentido figurado - d) Perífrasis en lugar del simple genitivo. Bibl.: Bauer, Wdrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § 224-225; H. J. Genthe, Die spezifische Bedeutung von XU1:Ú mit dem Akk. in den theol. Aussagen des Apostels Paulus, tesis mecanografiada, Halle-Wittenberg 1969; Johannessohn, Prapositionen, 245-259; Kühner, Grammatik IVI, 475-480; Mayser, Grammatik 1I12, 427-440; Radermacher, Grammatik, 137-146; P. F. Regard, Contribution a ['Etude des Prépositions

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dans la langue du NT, Paris 1919,466-490; Schwyzer, Grammatik n, 473-481.

1. En el NT xa'tá aparece 476 veces y ocupa así el octavo lugar en cuanto a frecuencia entre todas las preposiciones en el NT. Predomina con mucho el uso de la preposición con el caso acusativo. Como prefijo de verbos, xa'ta- ocupa el tercer lugar en frecuencia en el NT (después de los prefijos O'UV- y E:7tL-). xa'tá con acusativo y el prefijo verbal xa'tason típicos de los escritos lucanos y paulinos y de la Carta a los hebreos, aparecen raras veces en los escritos joánicos y en el Apocalipsis (Morgenthaler, Statistik, 160). xa'tá con genitivo designa originalmente el punto de partida o la meta de una acción. xa'tá con acusativo designa el espacio sobre el que se extiende un movimiento. En ambos casos se deja sentir el significado fundamental de hacia abajo (Kühner, 475). Como en las demás preposiciones, xa'tá muestra también una tendencia a la ampliación y la mezcla de significados durante el período helenístico. Por eso, no siempre es posible establecer un claro deslinde entre los matices de los significados. Además, en el uso de xa'tá aparece una tendencia cada vez mayor a sustituir la construcción de genitivo simple por frases preposicionales (-+ E:7tL 1). 2. a) En sentido local: de lo alto de - desde (Mt 8, 32 par.: «desde un despeñadero»; 1 Cor 11, 4: xa'ta xEcpaA:íie; fXWV ['tL] , «tener algo colgando de la cabeza / tener algo sobre la cabeza»); hasta (lo profundo de) (2 Cor 8, 2: ~ xa'ta ~á{to'Ue; J't'twxda, «la pobreza que descendía hasta lo profundo [es decir, la profunda/gran pobreza]»); por, en (Hech 9, 42: por todo Jope, en todo Jope; Lc 23, 5 y passim: «por toda Judea; Lc 4, 14: «por toda aquella comarca»). b) En sentido figurado: contra (en sentido hostil, con verbos de acción, de decir, de ser capaz, de ser): (Hech 14,2: «enfurecer contra los hermanos»; Mt 5, 11: «decir contra/sobre vosotros toda clase de calumnias»; 2 Cor 13, 8: «nada puede hacerse contra la verdad»; Mc

2207 9, 40: «el que no está contra nosotros»; Mt 5, 23: «él tiene algo contra ti [en su corazón]); (jurar) por (Heb 6, 13: por sí mismo); Heb 6, 16: por uno mayor que ellos»; Mt 26, 63: <<por el Dios vivo»). 3. Con acusativo: a) En sentido local: a través de, a lo largo de, sobre, por (Lc 8, 39: <<por toda la ciudad»; Lc 15, 14: <<por toda la región / sobre toda la región»; Mt 24, 7: Xata tó:n:OU¡; «en (muchos) lugares»; Hech 11, 1: «por toda Judea / en toda Judea; Hech 24, 14: «todo lo que está en la ley»); a lo largo de (Hech 27,5: to :n:f"Aayo¡; tO Xata tT]v KLALxLav, «atravesando el mar a lo largo de las costas de Cilicia»); a, hacia, hasta (Lc 10, 32: «cuando llegó al lugar»; Hech 8, 26: «ve hacia el sur»; Flp 3, 14: «hacia la meta»; Gál 2, 11 Y passim: xata :n:Qóaw:n:ov, «a la cara», «cara a cara», «personalmente», «en su presencia»; 2 Cor 10, 7: ta xa"ta :n:Qóaw:n:ov, «según la apariencia exterior, según lo que está ante vosotros»; Gál 3, 1: xat' ocp{taA[.Lo'Ó¡;, «ante los ojos»); conforme a, en (Rom 14, 22: xa"ta aeau"tóv, <<para ti mismo, conforme a tu propia convicción»; Hech 28, 16: [.LÉveLv xa{t' EautóV, «vivir solo, vivir aparte»; Mc 4, 10: xata [.Lóva¡;, «quedarse a solas»; (en sentido distributivo): (Hech 2,46 Y 5, 42: xa"t' oIxov, «de casa en casa» / en las distintas casas»; Hech 15,21 Y passim: xata :n:ÓALV, «en cada ciudad / ciudad por ciudad»). b) En sentido temporal: mientras (Heb 1, 10: Xat' aQxa¡;, «al principio»; Hech 12, 1: xat' EXeLVOV tov XaLQóv, «en aquel tiempo»; Rom 5, 6: xa"tCt XaLQóv, «a su [debido] tiempo / entonces»; Mt 1, 20: xa"t' avaQ, «durante el sueño»; Hech 16, 25: «hacia media noche»); (en sentido distributivo): (Lc 2, 41: xat' eto¡;, «todos los años / anualmente»; de manera semejante en Heb 9, 25 Y passim: xat' EVLau"tóv; Mt 26, 55 Y passim: xatt' tí [.LÉQav, «todos los días / cada día»; algunas veces se añade :n:daav [Hech 17, 17] o hao"tl]v [Heb 3, 13]; 1 Cor 16, 2: «en cada primer día de la semana / en cada domingo»; Mt 27, 15: «en cada fiesta».

2208 c) En sentido figurado: 1) distributivo (lo mismo que en sentido local y en sentido temporal, xata se usa también distributivamente en sentido figurado; en este caso no es posible distinguir claramente los matices): 1 Cor 14, 27, «tan sólo dos o a lo sumo tres»; 1 Cor 14, 31: xa{t' eva :n:av"tE¡;, «todos, uno después de otro»; Jn 21, 25: xa{}' ev, «una por una / en detalle»; otra construcción con el mismo sentido en Hech 21, 19: xa{}' EV exao"tOv; Ap 4, 8: EV xa{}' EV, «uno por uno / cada uno de ellos»; Mc 14, 19: de; xa{}' eI¡; (expresión sustantivada indeclinable [como opina Bauer, 460] o xata usado adverbialmente [como opina BlaB-Debrunner § 224, 2], cf. también Regard, 488s), «uno por uno»; Rom 12, 5: "to xatt' el¡;, «y cada uno / individualmente»; Mc 6, 40: «por grupos de cien y de cincuenta»; Heb 9, 5: xu"ta [.LÉQoe;, «en detalle / individualmente»; Jn 10,3: xat' avo[.La, «a cada una por su nombre». 2) En sentido final: con el fin de, para (en algunos de estos ejemplos es posible también traducir con arreglo a: Jn 2, 6: <<para la purificación / con arreglo al precepto de purificación»; 2 Cor 11, 21: «para vergüenza mía»; Tit 1, 1: a:n:óo"toAO¡; Xata :n:LO"tLV EXAeXt&v, «apóstol para la fe de los elegidos / apóstol para conducir a la fe a los elegidos» o: «apóstol, con arreglo a la fe de los elegidos». 3) Expresa homogeneidad, semejanza, correspondencia, modo y manera: con arreglo a, según, de conformidad con, así como (Lc 2, 22 Ypassim: «según la ley»; Lc 2, 39: :n:av"tu ta xa"ta "tov vó,.wv XUQLOU, «todo lo [que hay que hacer] según la ley del Señor»; 1 Cor 15,3, «según las Escrituras / según la Escritura»; Hech 18, 14: xu"ta AÓyOV, «procedería o «sería razonable / con toda razón»; Rom 8, 27 Ypassim, XUta {}eóv, «según [la voluntad de] Dios»; Mt 16, 27: «retribuirá a cada uno según lo que ha hecho»; Mt 2, 16: xu"tCt "tov XQóvov, «conforme al tiempo»; Mt 9, 29: «con arreglo a vuestra fe»; Mt 25, 15: «conforme a su capacidad»; Gál 4, 28: xunl 'Iouax, «como Isaac»; Lc 6, 23 Y passim: xuta ta uu"ta, así como en Hech 14, 1: xuta tO av"tó, «de la misma manera»; 2 Tes

2209

XU1:á - xU1:a(3aLvw

2,3: xa"ta [.Ll]&Éva "tQó:n:ov, «de ninguna manera»; Mc 1,27: xa"t' EsouoLav, «con autoridad»; 1 Cor 14, 40: xa"ta "taSLv, «con orden / según el orden»; Rom 8, 12 Y passim: xata oaQxu, «según la carne»; Heb 3, 3: xa{}' oaov, «así como»). 4) Razón: por razón de, a causa de, por (Ef 3, 3 y passim: xata a:n:oxaAU'ljnV, «en virtud de una revelación / por una revelación»; Hech 3,17: xa"ta ayvoLav, <<porignorancia»; Mt 19, 3: xu"ta :n:daav ahLav, <<por cualquier causa»). 5) Dirección o relación: con respecto a, en relación con (Hech 24, 22: "ta xatt' Ú[.Lii¡;, «lo que os concierne a vosotros / vuestros asuntos»; Hech 17,22 Y passim: xata :n:avta, «en cualquier aspecto». d) Una expresión con xata sirve a menudo de perífrasis para sustituir a un genitivo, a un adjetivo atributivo o a un posesivo: Hech 26, 3: ta xa"ta 'Iou&aLou¡; e~, «las costumbres / las leyes de los judíos»; Heb 11, 7: tí xa"ta :n:La"tLV chxawo'Óvl], «la justicia de la fe»; 1 Tim 6, 3: ~ xu"t' EuaÉ¡3ELav &L&uoxaALa, «la piadosa doctrina»; véanse también los títulos de los evangelios: xata Ma{}{tuLov, etc.; Rom 11, 21: OL xa"ta cpÚOLV xAa&m, «las ram~s naturales»; Ef 6, 5: OL xa"ta oaQxa XUQWL, «los amos terrenos»; Hech 17, 28: OL xutt' v[.Lii¡; :n:oLl]taL, «vuestros poetas»; Ef 1, 15: tí xa{}' ú[.Ld¡; :n:La"tL¡;, «vuestra fe»; Hech 18, 15: VÓ[.LO¡; o xa{}' Ú[.Ld¡;, «vuestra ley». W. Kühler

)(a'ta~aí,vro katabainó bajar, descender 1. Aparición en el NT - 2. Significados del término - a) en sentido geográfico-espacial - b) en sentido específicamente religioso.

Bibl.: J. Blank, Krisis, Freiburg 1964, 78s; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan n, Barcelona 1980, 55-112; G. Schneider, Engel und Blutschweif3 (Lk,22, 43-44): BZ 20 (1976) 112-116; J. Schneider, (~(UV(¡)) X1:A., en ThWNT l, 516-521.

1. xa"tu¡3aLvw aparece 85 veces en el NT: los Sinópticos ofrecen 30 testimonios (Mateo 11, Marcos 6,Lucas 13); a esto se añaden 19

2210

testimonios en Hechos. Además, el término aparece con frecuencia en Juan (17 veces + Jn 5,4 v.l.) y en el Apocalipsis (lO veces), mientras que aparece muy raras veces en la literatura espistolar (Rom 10, 7; 1 Tes 4, 16; Ef 4, 9.10; Sant 1, 17). 2. Según sea el punto de vista del hablante y la índole del movimiento, xa"ta/3aLvw debe traducirse por descender o bajar (alejándose o acercándose uno), es decir, significa exactamente lo contrario de -+ ava/3aLvw. Hay que distinguir dos campos semánticos: a) En los Sinópticos y en Hechos predomina el sentido geográfico-espacial sin especial connotación religiosa (37 de las 49 veces en que aparece el término). Así, de la relativa altitud de Jerusalén y del templo se deduce que hay que bajar o descender de él (por ejemplo, en Mc 3, 22; Lc 2,51; 10,30.31; 18, 14; Hech 8, 15.26; 24, 1.22; 25, 6.7). En consonancia con esto, la manera de hablar de Hech 18, 22 (<<[Pablo] viajó descendiendo [de Efeso] a Cesarea; de allí subió [a Jerusalén], saludó a la comunidad y descendió [al marcharseJ a Antioquía) sugiere que Pablo visitó Jerusalén (ef. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte' [KEK], 522). Según Lc 6, 17, Jesús -después de la vocación de los Doce- desciende de la montaña (a diferencia de Mt 5, 1), para enseñar al pueblo en una explanada, seguramente al pie del monte. La forma de la narración sugiere que la escena hay que leerla a la luz del acontecimiento del Sinaí (Ex 32-34; H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 [HThK], 311 Y 320). - En Lc 22, 44 la comparación (<<Su sudor llegó a ser como gotas de sangre que caían a tierra») ilustra lo tensa que era la oración; no es la descripción de un fenómeno extraordinario de aywvLu (por ejemplo, una hemohidrosis). Cuando se designa por medio de xa"ta~aL­ vw el descenso de acontecimientos naturales como la tormenta (Lc 8, 23), la lluvia (Mt 7: 25.27), el fuego (Lc 9, 54; Ap 13, 13; 29, 9) Y el granizo (Ap 16,21), hay que tener en cuenta que se piensa muchas veces en la dimen-

2211

x,utu[)uLvw - x,ata[)uQvvw

sión religiosa (---+ b) de tales fenómenos; sobre todo el x,U1;éPlJ redaccional en Lc 8, 23 difícilmente designará que se levantó en especial un fuerte viento en el lago de Genesaret (ráfagas de viento), sino que se daban las circunstancias, queridas y previstas por Dios, para una demostración de su poder. b) Fuera de los Sinópticos y de Hechos, domina un sentido religioso específico de xu"tUPULVW (26 de los 32 testimonios del verbo). Este interpretación se deduce de la cosmología del Cercano Oriente antiguo, que concebía el mundo como dividido en planos que se superponían verticalmente. Sobre la tierra, plana, se extendía el firmamento, por encima de él las aguas, y finalmente se hallaba el cielo (---+ oVQavó~), donde estaba la sede de Dios y de los seres celestiales; por debajo de la tierra se encontraba la región de los muertos (---+ ap'U<Joo~, ---+ Q.()lJ~). Y, así, ya en la LXX x,a"tapaLvw sirve a menudo para designar el descenso de Dios o de un ser celestial (testimonios en F. MuBner, ZQH, Münche n 1952, 54s). Esteban, en Hech 7, 34, habla de que Dios descendió para liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto (cf. Ex 3, 8 LXX). Sant 1, 17 afirma, a manera de máxima, que toda buena dádiva y todo don perfecto «desciende (x,u"tupa'Lvov, participio referido a ()wQlJ!1a) del Padre de las luces (del cielo)>>. También los ángeles descienden del cielo como mensajeros de Dios (Mt 28, 2; Ap 10, 1; 18, 1; 20, 1; Sobre Jn 1, 51 ---+ avapaLvw 4). - En los relatos sobre el bautismo de Jesús, éste ve al Espíritu de Dios descender sobre él como paloma (Mc 1, 10 par. Mt 3, 16). En Lc 3, 22 este acontecimiento es visible para todos; en Jn 1, 32.33 el Bautista es quien da testimonio del suceso. Principalmente en el Evangelio de Juan, el Hijo del hombre es quien ha descendido del cielo; como tal, él era el único capaz de ascender de nuevo a él (In 3, 13). La formulación del evangelista se halla aquí en vivo contraste con las doctrinas de la gnosis (Blank, 79 en contra de R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes [KEK] , 107, etc.); el uso

2212

de x,atapaLvw para referirse al descenso de la encarnación como condición previa para la redención, se acentúa también incesantemente en el «discurso del pan» en Jn 6, 22-59, cuando Jesús se designa a sí directamente (vv. 38.42) o mediante la imagen del pan de la vida (vv. 33.41, 50.51.58) como el que ha descendido del cielo. El pan vivo del cielo, a diferencia del maná, trae vida eterna, no destinada exclusivamente para Israel, sino para el mundo (v. 33). En Ef 4,9.10 se interpreta cristológicamente el Sal 68, 19: El que ascendió puede ser únicamente «el que también había descendido a las profundidades de la tierra»; también aquí designa x,a"tapaLvw, en una formulación afín a la de Jn 3, 13, la encamación del Cristo preexistente. En 1 Tes 4, 16 x,a"tapaLvw designa el descenso del X,'ÚQLO~ para la parusía. En Ap 3, 12; 21, 2.10 el término describe igualmente acontecimientos escatológicos: la nueva Jerusalén desciende del cielo. F. Fendrich

xa'tapáH..ro kataballi5 echar abajo, derribar; en voz media, asentar (el fundamento) En voz pasiva en 2 Cor 4, 9: «derribados, pero no destruidos»; en voz media en Heb 6, 1: !-L~ n
ra), gravar (sobre)* 2 Cor 12, 16: EyO:> ou X,aLEpúQlJaa 'Út-La~, «no he sido una carga para vosotros» (a saber, «no haciendo que me proporcionarais el sustento») (cf. 11, 9). En sentido absoluto en Herm (m) 9, 28, 6. xa.'ta~aº'Úvro katabaryno pesar, cargar

(sobre)* Mc 14,40: «Sus ojos estaban pesados / se cerraban por el sueño» (xata!3aQ'Uvó!-LEVOL, a diferencia de Mt 26, 43: !3EpaQ~!-LEvOL).

2213 xa'tápa(Jt~, Ero~, i¡ katabasis bajada, descenso, cuesta* En Lc 19, 37 dícese del camino que desciende del Monte de los Olivos o de la cuesta que baja del Monte de los Olivos. xa'taptpá~ro katabibazi5 hacer bajar, obligar a alguien a descender Mt 11, 23 v.l. par. Lc 10, 15 v.l.: EW~ ("COi)) Q.()o'U XatapLpa<J'fr~on (en vez de x,aLap~<Jn)·

xa'tapOAÍ), t¡~, i¡ katabole fundamentación* Bibl.: Black, Approach, 83-89 (= Id., en FS Haenchen, 39-44); H. H. EBer, en DTNT 1, 342s; F. Hauck, Xata~oA1Í, en ThWNT III 623; O. Hofius, «Erwahlt vor Grundlegung der Welt» (Eph J, 4): ZNW 62

(1971) 123-128. 1. El sustantivo xa"tapoA~, que en el griego ajeno al NT tiene una gama relativamente amplia de significados (cf. Liddell-Scott, s.v.), no se encuentra en el NT, con excepción de Heb 11, 11 (---+ 3), sino en las expresiones nQo xa"tapoAfi~ XÓ<J!1o'U (In 17, 24; Ef 1, 4; 1 Pe 1, 20) y ano xa"tapoAfj~ x.Q<J!-L0'U (Mt 13, 35 [v.l. ano XaLapoAfj~]; 25, 34; Lc 11, 50; Heb 4, 3; 9, 26; Ap 13,8; 17, 8). Ambas expresiones se hallan atestiguadas hasta ahora únicamente en el NT y en textos dependientes de él (no está en lo cierto EBer, 342 al afirmar: «Desde Polibio, s. 11 a.C., aparece la indicación de tiempo [aJto] Ex, xutu[)oAii~ x,óa!w'U»); sin embargo, las expresiones tienen analogías en la literatura judía (---+ 2). Hay influencia del NT cuando, por ab initio orbis terrarum (AsMo 1, 14), en Gelasio, HistEcc1 n, 17, 17 aparece la fórmula: JtQo x,utu[)oAii~ x,óaflo'U. 2. La combinación de palabras x,U1;apoA~ XÓO!-Lo'U corresponde a la expresión X"tL<JL~ xóa!-Lo'U en Rom 1, 20 y significa la <1undamentación / creación del mundo» (cf. el uso de XatapOA~ en 2 Mac 2, 29; Josefo, Ant XII; Arist 104). a) La expresión nQo xU1;apoAfi~ XÓO!1o'U, «antes de la fundamentación del mundo» des-

2214 cribe la absoluta anterioridad al tiempo y al mundo. Según Jn 17, 24, Cristo es el Hijo amado del Padre, antes de todo el mundo y de todo el tiempo, el Hijo que -como tal- posee desde toda la eternidad la ---+ ()ÓSa divina (cf. v. 5). Pedro (1 Pe 1, 20; cf. 1, 1s) expone el eterno decreto divino de salvación: Antes de la creación del mundo, Cristo fue escogido por Dios para redimir por medio de su muerte expiatoria a los que se hallaban perdidos (v. 19). Este enunciado incluye objetivamente la idea de una elección de los redimidos antes de la creación del mundo, una idea que se encuentra ya expressis verbis en Ef 1, 4 (cf. 2 Tim 1, 9s). La idea se encuentra ya presente en el judaísmo antiguo: Dios escogió a Israel «antes de la creación del mundo» = qOdem b'rfat 'o/[¡m, etc. (así en la literatura rabínica, por ejemplo, en MidrSal 10 § 1; 74 § 1; 93 § 3) o bien JtQLV YEvÉa{}m ta Jtávta (así en el judaísmo helenístico: JyA 8, 9 [50, 1 en Batiffol]). b) La expresión ano xa-¡;apoAfi~ XÓ<J!10'lJ es, en Mt 13, 35; Lc 11, 50; Heb 4, 3; 9, 26, una sencilla designación de tiempo que tiene a la vista la terminación de la obra de la creación: «desde la creación del mundo / desde la (consumación de la) creación del mundo». Por el contrario, en Mt 25, 34 (preexistencia del bien salvífico escatológico) y en Ap 13, 8; 17, 8 (predestinación [cf. CD 2, 7]), la expresión se refiere a una decisión divina adoptada en el comienzo primordial, de tal manera que su significado se acerca en estos casos al de nQo xa"tapoAfj~ XÓ<J!1o'U. El mismo sentido tienen en la literatura rabínica las expresiones min yoma' d"itb're 'alma', «desde la creación del mundo» (TgCant 8, 2); mitt'l:lillat b'rfyato sel 'olam, «desde el comienzo de la creación del mundo» (Pes 21, 5; MidrEst 1, 1; cf. AsMo 1, 14.7); Y misseset y'me b're'sft, «desde los seis días de la creación» (MekEx sobre 14, 15). 3. La frase de Heb 11, 11a es discutida desde el punto de vista de la crítica textual y de la exégesis (cf. especialmente Black). Como

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2215

el tecnicismo xU'ta~oA~ oltÉQ!la'to~ designa exclusivamente la función sexual masculina (los testimonios en Wettstein, NT, sub loco), el sujeto de la acción verbal no puede ser Sara sino -como lo exige además el contextoúnicamente Abrahán. Con Black, Approach, 86s y el GNT será preferible leer: ltLO'tEL xaL ai)'t~ ~áQQa o'tELQa - MVa!lLV EL~ xa'ta~oA~v oltÉQ!la'to~ eAa~Ev, «por medio de la fe -y aunque Sara, por su parte, era estéril- recibió (Abrahán) la fuerza para la generación». O. Hofius lotata~Qa~Evro katabrabeuo privar del

premio de la victoria, privar de la victoria* Col 2, 18: «Nadie (como juez de competición) os prive del premio de la victoria (xata~Qa~EUÉtW )>>.

lotatayyEAEv;, Éro;, ;, kataggeleus proclamador, heraldo* Hech 17, 18: ~Évcov Om!l0vLwv OOXEL xatayyaAEu~ eLVaL, como juicio expresado por algunos filósofos atenienses acerca de Pablo; en las palabras de estos filósofos hay seguramente reminiscencias de la acusación formulada en su tiempo contra Sócrates; cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte 7 (KEK), sub loco.

lotatayyÉ').J"ro kataggellaproclamar, anunciar* 1. Aparición en el NT - 2. Hechos - 3. Corpus paulinum.

Bibliografía: 1. Schniewind, xm:uyyf/..f...w, en ThWNT 1,68-71.

1. En Hechos el verbo aparece 11 veces, y

en el Corpus paulinum 7. En la LXX sólo pueden determinarse con seguridad dos testimonios (2 Mac 8, 36; 9, 17), Y principalmente en el segundo de ellos el uso del verbo se acerca bastante al sentido con que se usa el

verbo en el NT (<<proclamar el poder de Dios»). 2. En Hech 13,5; 15,36; 17, 13 xa'tayyÉAAW tiene como objeto de la acción verbal la «palabra de Dios / del Señor». xa'tayyÉAACO es aquí claramente el tecnicismo usado por Lucas para designar la predicación misionera -de manera semejante que en 17, 3 y 16, 7- cuyo contenido, a pesar de todos los diferentes matices de lenguaje (cf. 4, 2; 13, 38; 17,23), es siempre uno: Jesucristo (17, 3) Yla acción salvífica de Dios en él y por medio de él (cf. también 8, 14; 11, 1). Pero se trata también de una cuestión de perspectiva (16, 17.21). Como hace ya en su Evangelio, Lucas emplea en Hechos diferentes verbos para expresar la idea de proclamar: en vez de xa'tayyÉA.A.CO 'tov AÓyov 'tou {tEoií / 'tOU X'UQLO'U puede él usar también, sin diferencia apreciable de significado, AaAÉw 'tov AOyov tou {twií / 'tou XUQLO'U (cf. Hech 4,29.31; 8,25; 16, 32). Hech 15, 35s es muy instructivo a este propósito, porque en este pasaje se emplean en sucesión inmediata los verbos OLoáoXW, diayyEA.ttO!laL y xa'tayyÉAAco con el mismo objeto de la acción verbal: 'tov Myov 'tou XUQLOU. Parece, pues, que Lucas no establece diferencia especial entre las mencionadas expresiones, aunque él emplee generalmente OLoáoxw, como hace en Hech 4, 2, para designar en general la predicación de los apóstoles, y con el verbo xU'tayyfA.Aco exprese seguramente un aspecto específico relacionado con los saduceos que se hallaban presentes. Hech 26, 23 se ajusta a este empleo del lenguaje, mientras que en 3, 24 xa'tayyÉAAw adquiere casi el significado de JtQoxa'tayyÉAAW: prometer, profetizar.

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otros verbos de proclamar, juntamente con xa'tayyÉAAw, como vemos en Flp 1, 14-18, donde se emplean sucesivamente 'tov AÓyov AaAÉw, 'tov XQLa'tov xljQ'Úaow y 'tov XQLa'tov xa'tayyÉAAw (vv. 17.18). Se piensa también aquí en la predicación misionera, cuyas palabras tienen siempre un mismo contenido: Cristo (o «Jesucristo, y a él únicamente como crucificado» (1 Cor 2, 1s). Está claro, por 1 Cor 11, 26, que la proclamación del evangelio se efectúa no sólo mediante la palabra. Aquí la referencia no se hace a la palabra sacramental que acompaña al acto cultual, sino al hecho de comer el pan y de beber la copa, precisamente por la relación que guardan con la muerte de Jesús (cf. 11, 23b) como la proclamación que son (¡¿del sentido salvífico?!) de esa muerte. Rom 1, 8 se ajustaría a este uso del término en Pablo, porque -en este texto- la fe de la comunidad romana, que ha penetrado en todo el mundo, se interpreta como evangelio para todo el mundo (cf. H. Schlier, Der Romerbrief [HThK], 36). En Col 1,28 «el peso del mensaje apostólico que da lugar a la fundación de la Iglesia se desplaza hacia el consejo y la asistencia, ligada con aquél, pero necesaria sólo en un segundo momento y que en Pablo suele ser competencia de los miembros de la comunidad» (E. S'Chweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 101).

1. Broer

)(u:tayd,áro katagelaa burlarse, reírse de* Mc 5, 40 par. Mt 9, 24 / Lc 8, 53: xaL xa'tEyÉAwv mhoü, en el sentido de una risa burlona de las palabras de Jesús; cf. ThWNT 1, 657s.

)(UtuytVW(J)(ro kataginaska condenar, 3. El uso que hace Pablo del término en 1 Cor 9, 14 se acerca mucho al de Lucas, aunque XatayyÉAAw se use aquí en un sentido más amplio y tienda a significar: «ejercer la actividad de mensajero de la fe». Pablo, lo mismo que Lucas, puede emplear también

acusar* Se emplea en voz pasiva en Gál 2, 11, Y dícese de Cefas O'tL xan:yvwaf-tÉvo~ ~v, «porque estaba juzgado / puesto en evidencia por su injusticia», a saber, por la conducta que había observado en Antioquía (sin referirse pre-

cisamente a un juicio emitido por la opinión pública); cf. ThWNT 1, 715; Bauer, Worterbuch, s. v. - Se emplea en voz activa en 1 Jn 3, 20.21 con ~ xaQOLa como sujeto de la acción verbal: «si nuestro corazón (no) nos condena»; cf. TestGad 5, 3; Eclo 14, 2.

)(atáyvlJ'U katagnymi quebrar, romper* Mt 12, 20 (xáAa!lov); Jn 19, 31.32.33 ('tu axÉAlj): «quebrar las piernas», una práctica conocida como crurifragium, que pretendía acelerar la muerte de una persona crucificada (vv. 31s). Pero los huesos de Jesús (como los del cordero pascual) no se quebraron (v. 33; cf. v. 36; Ex 12, 10.46; Núm 9, 12). Sobre la forma verbal cf. BlaB-Debrunner § 66, 2; 101,3.

)(ataY(~chflro katagrapho escribir, inscribir, dibujar* En Jn 8, 6 dícese que Jesús xa'tÉYQa'IjJEv (v.l. eYQa'IjJEv) EL~ 'ti¡v yfjv. Se trata, probablemente, de un hábil detalle narrativo que caracteriza la superioridad de Jesús frente a los que le estaban haciendo preguntas. Así que «él dibujaba en la tierra con el dedo»; cf. J. Becker, Das Evangelium nach Johannes (OTK), sub loco.

lotatáyro kataga hacer bajar, traer* Junto a Lc 5, 11 (xU'tayayóVtE~ 'tu ltAola eltL 't~v yfjv, «llevando las barcas a tierra [desde alta mar]») y Rom 10, 6 (XQLO'tOV xa'tayayELv, «hacer bajar a Cristo [desde el cielo]»), este verbo aparece con especial frecuencia en Hechos: Hech 9, 30: «hacer bajar (de Jerusalén) a Cesarea»; conducir a Pablo desde la Torre Antonia a un lugar más bajo en Jerusalén: 22, 30; 23.15.20; 23, 28. En voz pasiva es un tecnicismo de la navegación: arribar = entrar en puerto (27, 3; 28,12; 21, 3 v.l.). lotatayO)ví,~oJtat katagonizomai vencer, someter* Heb 11, 33: xa'tljycovLauV'to ~aaLAda~, como primer ejemplo de las acciones de fe de

2219

xm;uYúJvLl;oftaL - Xm;ULOXVVúJ

jueces, reyes (David) y profetas de Israel (v. 32); --+ aywv 1.2.

xu'tubÉO) katadeo vendar* Lc 10, 34, con Ta TQU'Ú!WTU como objeto de la acción verbal, «vendar las heridas».

xu'tá(1)AO;, 2 katadelos muy claro, evidente, manifiesto: Heb 7, 15: JtEQL(JOÓTEQOV ETL xu'táb'Y]AOV, «más evidente aún». XU'tUblXá~O) katadikazo condenar*

Mt 12, 7: 'tOUC; aVUL'tLo'UC;; Sant 5, 6: 'tov bLXaLOV (junto a E
guéis!»

XU'tUblX1), 1);, i) katadike condena, condenación* Hech 25, 15: ULTOlJ!!EVOL xa't' uu'tOv xa'tUbLX'Y]V, «pidiendo su condena (de Pablo)>>.

xu'tubuóxoo katadioko ir a la busca de, buscar diligentemente* Mc 1, 36: Xa'tE()íúl~EV UUTÓV, <<.fue en busca de él»; cf. también Sal 22, 6 LXX; por lo demás, el verbo suele usarse en sentido hostil.

xu'tubOlJ/,óO) katadouloo esc1avizar* 2 Cor 11, 20: E'( 'tLe; ú!!iie; xUTubo'UAOt:, en relación con las pretensiones insolentes de los adversarios; en Gál 2, 4, también en sentido figurado, dícese del intento por trasformar la libertad de la fe en nueva esclavitud (de la ley); --+ bO'UAEUW 1.2.5.

xU'tu"lJVaCJ'tE'ÚO) katadynasteuo tratar violentamente, oprimir* Según Sant 2, 6 los ricos proceden violentamente contra la comunidad (xuTub'Uvuan:'Úo'UoLV Úftrov); cf. Diogn 10, 5; en voz pasiva en Hech 10,38: Jesús sanaba «a todos los que se hallaban oprimidos por el diablo».

2220

xa'tá-3EI-lu, u'to;, 'tó katathema lo que está bajo maldición* Ap 22, 3, en la descripción del estado escatológico en el Paraíso: «y ya no habrá nada maldito» (cf. Zac 14, 11 LXX: avá1'tqtu), porque se acabó el pecado, que es lo que conduce a la maldición divina; cf. Did 16, 5. ThWNT 1, 356s; G. Menestrina, KUTá{}qLU: BeO 21 (1979) 12. xa'ta-3EI-lU'tl~o) katathematizo maldecir, ponerse bajo maldición* Mt 26, 74, con o¡.tv'ÚELV, dícese de Pedro, quien lanzando imprecaciones contra sí y bajo juramente confirma que no conoce a Jesús; cf. la intensificación creciente del v. 70 al v. 72 y luego al v. 74. ThWNT 1,357.

xa'talCJX'ÚVo) kataischyno avergonzar, poner en vergüenza* l. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. Campo referencial.

Bibl.: H. C. Kee, The Linguistic Background of «Shame» in the NT, en FS f E. A. Nida, Den Haag 1974, 133-147; M. Wolter, Rechtfertigung und zukünftiges Heil. Untersuchungen zu Rom 5, 1-11 (BZNW 43), Berlin-New York 1978, 150-153. Para más bibliografía, cf. --+ aloxvvoftat; cf. además ThWNT X, 962.

1. El verbo (compuesto de ULOX'ÚVúJ; desde Homero, Od; frecuente en la LXX) aparece 13 veces en el NT (8 veces en indicativo Y 5 en subjuntivo), pero de ellas una sola vez en los evangelios (Lc 13, 17). 2. Significa concretamente deshonrar en el sentido de afear (1 Cor 11, 4s), pero generalmente (7 veces en pasiva, 4 veces en activa) tiene el significado de avergonzar, poner en vergüenza (R. Bultmann, en ThWNT 1, 189s; Bauer Worterbuch, s.v.). El significado subjetivo: de la voz media, avergonzarse (d. Sófocles, Phil 1382; --+ uLax'ÚvOllaL 2.4) aparece quizás en Lc 13, 17. 3. El sujeto de XUTUWX'ÚVúl es, con excepción de Rom 5, 5 (EAJtl~), una persona (por

2221

XU'taLOXVVúJ - XU'tUXUAVJt'túJ

ejemplo, Dios en 1 Cor 1,27; Pablo en 2 Cor 7, 14) o un grupo de personas (por ejemplo, los corintios en 1 Cor 11, 22). El objeto directo puede ser un grupo de personas (1 Cor 1, 27; 11,22; cf., por ejemplo, Platón, La l87a) o algo impersonal (l Cor 1, 27; 11, 4s; cf., por ejemplo, Homero, Od 16, 293). El uso causativo absoluto (cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 3.a) con una negación se encuentra en Rom 5,5. En otros cinco pasajes, todos ellos en voz pasiva, el verbo se halla asociado también con una negación. En Pablo se usa 4 veces como antónimo el verbo xU'UXáO!!UL (cf. Wolter, 151; K. Berger, Exegese des NT, Heidelberg 1977, 145). XUTULOj('ÚVW en la voz pasiva es sinónimo del verbo simple (cf. 2 Cor 10, 8; Lc 13, 17; Is 45, 16; cf. A. Fuchs, Sprachliche Untersuchungen zu Mt und Lk, Rom 1971, 184), e implica la idea de verse confundido (--+ ULOj('Úvo¡.taL 3). Cuando Pablo se gloría ante Tito de la comunidad de Corinto, no es avergonzado por ello (2 Cor 7, 14); cuando se gloría ante los macedonios de la buena voluntad que los corintios muestran en el asunto de la colecta, Pablo no quiere que él y los corintios tengan que avergonzarse de ello (2 Cor 9, 4). El uso de la voz activa aparece también en Rom 5, 5 (en lo que respecta a XU'Uj(W¡.tE1'tU, en el v. 2, cf. especialmente Wolter) y en 1 Cor 1, 27: Dios ha avergonzado a los sabios o a lo fuerte, para que nadie se gloríe ante él. En 1 Pe 3, 16 se dice que los paganos que difaman la buena conducta de los cristianos, deben ser puestos en situación de tener que avergonzarse de sí mismos (Bultmann, en ThWNT 1, 190). En Lc 13, 17 los adversarios de Jesús se encuentran ya en tal situación. En Rom 9, 33; 10, 11 Y 1 Pe 2, 6, la cita de Is 28, 16 (en voz pasiva, con negación) debe interpretarse de acuerdo con esto. En 1 Cor 11, 22 se dice que en la Cena del Señor se avergüenza a los pobres. Finalmente, en 1 Cor 11, 4s se habla de que, en el culto divino, se deshonra la cabeza, cuando el hombre o la mujer llevan respectivamente la cabeza cubierta o descubierta. Los paralelos más exactos se encuentran en Josefo, Ant XX, 89 (cf. 1. WeiB, Der

2222

erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco) y Babrius, 82, 8 (cf. Moulton-Milligan, s.v.). A. Horstmann

xu'tuxalo) katakaio quemar, consumir (en el fuego)* Como imagen del juicio en Mt 3, 12 par. Lc 3, 17 (TO aX'UQov [«la paja»] XUTUXU'ÚOEL Jt'UQL ao~éoTq¡); cf. Mt 13, 30.40 (Ta ~L~ávLU, «la cizaña»; 1 Cor 3, 15 (EL TLVOC; TO EQyOV XUTUXU~OETUL ... ); como imagen apocalíptica del fin de los tiempos, en Ap 8, 7 (ter: la tercera parte de la tierra, de los árboles y toda la hierba verde); cf. 2 Pe 3, 10 v.l.; se habla de la caída y destrucción de la «ramera Babilonia» enAp 17, 16; 18,8. Dícese que la carne de los animales destinados al sacrificio se quema fuera del campamento, en el Día de la Reconciliación, en Heb 13, 11 (cita de Le 16, 27). Según Hech 19, 19, los efesios -al convertirse- quemaron públicamente libros de magia por un valor de 50.000 dracmas; sobre la quema de libros en el mundo antiguo, cf. Beginnings IV, 243.

XU'tUXUA'Ú3t'tO) katakalypto cubrir* En el NT el verbo se usa únicamente en voz media. 1 Cor 11, 6 (bis).7: las mujeres en el culto divino deben cubrirse (v. 6) (con un velo, v. 10), mientras que el varón, por ser la imagen de Dios, no debe hacerlo (en el v. 7 T~V XE
2224

2223

XU'tUXU\JxclOJlUt katakauchaomai glo-

xu'tuxJ.ívro kataklino hacer sentar, hacer

riarse, sentirse orgulloso, triunfar (sobre)* En sentido absoluto en Rom 11, 18b; Sant 3, 14; con genitivo de objeto 1:WV x.Aábwv en Rom 11, 18a; con el sentido de triunfar en Sant 2, 13 (x.U1:ux.u'Uxii'tm fAEO~ X.QLOEW~).

reclinarse; en voz pasiva, estar sentado o reclinado (a la mesa)* En el NT el verbo aparece únicamente en Lucas: en voz activa en Lc 9, 14: x.u1:ux.ALVUtE UV1:OV~ XALOLu~, «¡Haced que se sienten en grupos ... !»; 9, 15; en voz pasiva en 7, 36: EI,OEA{}WV ... XU1:EX.AL{}lj, «Entró ... y se sentó a la mesa»; 24, 30; 14, 8: /l~ X.U1:UXAL{}ñ~ EL~ t~V JtQWtOX.ALOLuv, «¡ no te sientes en el lugar de honor!»

XU'tclXEt!lUt katakeimai yacer (en cama), estar echado o reclinado* El verbo aparece 12 veces en el NT. Dícese de enfermos: Mc 1, 30 (X.U1:ÉX.EL1:0 Jt'UQÉooO'UOU, «estaba en cama con fiebre»); 2, 4; Lc 5, 25; Jn 5, 3.6; Hech 9, 33; 28, 8 (Jt'UQEtO¡;~ ... O'UVEXÓf,I,EVOV x.ux.El:o{}m). El sentido de estar reclinado a la mesa (para celebrar un banquete) aparece en Mc 2, 15 par. Lc 5, 29; Mc 14, 3; Lc 7, 37, empleándose siempre el verbo en sentido absoluto; €V EL()WAEL


xa'tUXJ.clro kataklao romper, partir en trozos* En el NT dícese únicamente del partir el pan en Mc 6, 41 (tOV~ aQ1:o'U~) par. Le 9, 16, an ambos pasajes junto a EVAóYl]OEV.

XU'tUxJ.Ú ~(J) kataklyzo inundar, anegar* En 2 Pe 3, 6 dícese del diluvio que hizo que el mundo de aquel entonces quedara inundado por el agua ('Ü()U1:L xutux.A'Uo{}d~); cf. Ez 13, 11.13.

XU'tuxJ.\J(J!lÓ¡;, olí, Ó kataklysmos inundación, el «diluvio»* En el NT, el término se usa únicamente para referirse al diluvio (cf. Josefo, Ant 1, 92s): Mt 24, 38; 24, 39 par. Lc 17, 27: ~A{}EV Ó X.U1:UXA'UO/lÓ~; 2 Pe 2, 5: XU1:UX.A'UO/lOV ... EJtásu~, «cuando él (Dios) trajo el diluvio».

xu'taxoJ.0,,3iro katakolouthe6 seguir ---+

ax.oAo'U{}ÉW 5.

xu'taxJ.EÍ.ro katakleiO encerrar, encarcelar* Lc 3, 20 (€V cp'UAux.ñ); Hech 26, 10 (€V cp'UAUX.U¡;~); cf. Jer 39, 2. xu'taxJ.rH~obo'tÉro kataklerodoteo distri-

buir por sorteo, dividir Hech 13, 19 Textus Receptus: xun:x.AljQoM1:l]<JEV (en vez de X.atEXAljQOVÓf,I,ljOEV). xu'taxlvl1~OVOJlÉro katakleronomeo dar

como herencia* En Hech 13, 19 dícese de Dios, que dio a Israel como herencia el territorio de siete naciones en Canaán (cf. Dt 7, 1): XU1:EXAljQOVÓ/ll]OEV .rlv yfjv UV1:oov.

xu'taxó3t'tro katakopt6 golpear, lastimar a golpes* En Mc 5,5 dícese del poseso de Gerasa: x.utUXóJt1:WV ÉUU1:0V AL{}OL~, «se lastimaba golpeándose con pieckas» (cf. Billerbeck 1, 491s). xu'taX~l1!lvt~O) katakremnizo arrojar (desde una altura)* Lc 4, 29: cOmE XU1:ux.Ql]/lvLom UV1:ÓV, «para despeñarlo desde la altura»; cf. 2 Crón 25, 12.

XU'tclXQt!lU, aTO;, 1Ó katakrima condenación, reprobación ---+ x.utuxQtvw.

2225

xu'tuXQívro katakrino condenar* X.U1:áX.QL/lU, U1:0~, 1:Ó katakrima reprobación* XU1:áX.QLOL~, EÚ)~, ti katakrisis condenación* 1. Aparición en el NT y significados - 2. La condena contra Jesús - 3. El principio de carácter sapiencial y escatológico - 4. Pablo.

Bibl.: H. R. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung, München 1971, 116-123; E. Brandenburger, Adam und Christus, Neukirchen 1962, 219-247; F. Büchsel, x,atax,Qívw x,ü., en ThWNT I1I, 953s; J. Gnilka, Die Verhandlung vor dem Synhedrion und vor P!latus nach Mk 14, 53-15, 5: EKK VI2, Zürich-NeukIrchen 1970, 5-21; L. Mattern, Das Verstiindnis des Gerichts bei Paulus, Zürich 1966, 62-64, 91-102; P. von der Osten-Sacken, Romer 8 als Beispiel paulinischer Soteriologie, Gottingen 1975, 20-57, 165-175, 226-247, 312-314; H. Paulsen, Überlieferung und Auslegung in Romer 8, Neukirchen-Vluyn 1975; W. Schenk, Der Passionsbericht nach Mk, Berlin 1974, 229-243; G. Schneider, Gab es eine vorsynoptische Szene «Jesus vor dem Synedrium»?: NovT 12 (1970) 22-39; Ders., Die Passion Jesu nach den drei alteren Evangelien, München 1973, 55-67; E. Synofzik, Die Gerichts- und Vergeltungsaussagen bei Paulus, GotUngen 1977; U. Wilckens, La Carta a los romanos 1 Salamanca '1996,154-163,170-174 Y 350-359. '

1. El verbo xU1:ux.QLvw aparece únicamente 4 ó 5 veces en la LXX, en el libro de Ester (Est 2, 1) para traducir el hebreo gazar, «decidir». El verbo aparece 15 veces en el NT (omitidos los tres testimonios que se hallan en Mc 16, 16 Y Jn 8, lOs). Una tercera parte de los testimonios se encuentran en Pablo (1 Cor 11,32; Rom 2,1; 8, 3.34; 14,23), que es el único que en el NT emplea el neologismo helenístico x.atáxQL/lu (Rom 5, 16.18; 8, 1 como nomen resultantum, que designa «el castigo que sigue a la sentencia», Bauer, Warterbuch, s. v.), que todavía no se halla presente en la LXX, y XUtáXQLOL~ (2 Cor 3, 9 con el mismo sentido, pero en 7, 3 como nomen actionis sin connotación jurídica: «pronunciar un juicio desfavorable»). Pablo reúne, pues, la mitad de todos los testimonios. .2. Marcos emplea el verbo en sentido jurídICO en las dos testimonios que aparecen en su evangelio, que están relacionados entre sí y

2226 que evidentemente son redaccionales (lO, 33; 14, 64), para referirse a la condena (AdDan Sus 53 [LXX]; Dan 4, 37a [LXX] o AdDan Sus 41.48.53 [Teod.]) de Jesús a muerte. El dativo de castigo en 10, 33 (como en Dan 4, 37a [LXX]; Josefo, Ant X, 124; 2 Pe 2,6; SIG 11, 736, 160ss) es evidentemente un latinismo (damnare morte). Marcos es el primero que afirma que la condena de Jesús por el Sanedrín judío se ajustó a las leyes (Y. Taylor, Mark, London 1952, sub loco), lo cual no se puede atribuir ciertamente a su fuente (cf. Schenk; de otra manera piensa R. Pesch, Das Markusevangelium [HThK], sub loco). Mateo recogió ambos pasajes (20, 18 Y 27, 3, trasladando de lugar el pasaje de Mc 14,64). Lucas los suprimió. 3. El principio de carácter sapiencial y escatológico (Sab 4, 16: «El justo muerto condena a los impíos vivos»), según el cual las acciones de los unos proporcionan la norma para enjuiciar la conducta de los otros, y para demostrar así que estos últimos obran injustamente y proceder de esta manera a condenarlos (Josefo, Ant X, 238; MekEx 12, 1), es un principio aplicado por la fuente Q según aparece en Lc 11, 31s (par. Mt 12, 41s) y en Heb 11, 7 (el verbo simple aparece también en Rom 2, 27). En 2 Pe 2, 6 hallamos entreveradas, en una serie de ejemplos históricos, la condena y la ejecución del castigo aniquilador. Puesto que estos ejemplos preliminares de destrucción se recapitularán en el juicio final, podrán servir actualmente de ejemplo y advertencia. 4. En el uso paulino, hay que tener en cuenta que todos los pasajes que aparecen en Romanos deben entenderse en la relación que todos ellos guardan entre sí en cuanto a su composición. Todos ellos pertenecen al campo léxico de la justificación por Dios acontecida cristo lógicamente. El amplio horizonte del pensamiento no es un principio de retribución, sino el principio de la correspondencia entre la acción y el estado de cosas, por lo cual nuestro lexema tiene el componente se-

2227 mántico principal de «abandono, renuncia». Rom 2, 1 parte del hecho fundamental, demostrable empíricamente, de que cada cual «critica» al otro y, sin embargo, hace aquello mismo en que critica al otro, y con ello demuestra lo caída que está la condición humana universal y lo inexcusable que resulta tal proceder (como en 2 Sam 12). En vista de la resurrección de Jesús de entre los muertos, la decisión de Dios contra el pecador no debe esperarse ni de un juicio post mortem ni de u.n juicio transhistórico, ni tampoco debe conSiderarse como pendiente, sino que se se da ya en la muerte que es común con Adán y que separa definitivamente de Dios (Rom 5, 16.18: 2 Cor 3, 9, cf. v. 7). A partir de su resurrección, la muerte de Jesús demuestra ser la destrucción del poder del pecado, por cuanto en esa muerte se efectuó el juicio final sobre el pecado, según formula Rom .8: 3 como compendio de los enunciados pOSitiVOS de Rom 5, 15ss. Este juicio de muerte sobre toda la humanidad adamítica y la absoluta desesperanza que él implica se convierten para e~ ho~bre en cosa del pasado, cuando el Resucitado mstaura su señorío sobre esa vida. El hombre está seguro entonces de hallarse libre de ese juicio de muerte (Rom 8, 1). Rom 8, 34 resun:e esta certeza, haciéndolo según un formulano tradicional de preguntas y respuestas, en el cual el cambio de sujeto entre las preguntas y las respuestas demuestra la irrelevancia de la pregunta y señala así lo absurdo que es que haya alguien que acuse y condene. El futuro lógico demuestra que la situación de proceso es un acontecimiento permanente, y los poderes de destrucción son concretados históricamente. 1 Cor 11, 32 distingue entre el verbo simple (como juicio pedagógico de purificación) y el verbo compuesto, que se usa para la condenación total al que está sometida toda la ~u~~­ nidad adamítica. No se trata de que el JUiCiO se anticipe y se haga de esta manera .más ligero; sino que se piensa en juicios radicalmente distintos. El verbo se halla en Rom 14,23 en el marco de una oración condicional sapiencial y se

2228 refiere a las conexiones entre la acción y el estado de cosas: «no tener futuro». -De e~ta manera una inversión antitética del macansmo del v. 22b proporciona la conclusión de las exhortaciones concretas. W.Schenk

xa'táxºun;, Ero;, 1) katakrisis condenación, acción de condenar --+ X,UTUXQLVW.

xa'taxí"..:'tro katakypti5 inclinarse* Jn 8, 8: :n:áAtv XUTUXV'\jJa~, «él se inclinó de nuevo» (cf. XáTW x,ú'lj!u~, V. 6).

xa'tax"ºtEúro katakyrieu6 enseñorearse, subyugar, dominar* En Mc 10, 42 par. Mt 20, 25 dícese del despotismo con que los príncipies de este m~ndo dominan sobre los pueblos (XUWXUQLEU01Jatv junto a XUTE~01Jatá1;o1Jatv); cf. Sal 118, 133 LXX que habla del dominio de la avo¡.tLU; Jos 24, 33b (A), del domini~ extranje:o; 1 Pe 5, 3: ¡.tl']('¡' w~ XUTUXUQLEUOVTE~ TWV XAlJQrov, en una exhortación dirigid~ a los ancianos para que no traten de doml~ar a ~as partes de la comunidad que les han si.do aSignadas, sino que como pastores l~s Slf,:an de ejemplo. Hech 19, 16: XaTUxuQL~uau~ ~~<po­ TÉQWV, «los dominó a ambos» (junto a LOX1JaEV XUT' UVTWV). ThWNT III, 1097s; K. W. Clark, en FS Kilpatrick, 100-105.

xa'taAaAÉro katalale6 hablar mal de, calumniar* Sant 4, 11 (ter) con objeto aAA~Awv (v. 4a), abEA<pou y VÓflOU (v. 4b, en el segundo y tercer ejemplo junto a XQLVELV). De manera semejante en 1 Pe 2, 12 (EV Q) XaTU~UAOUOLV ÚflWV w~ XUXO:l1:otroV) y (:n voz pasiv~) en 3, 16. En sentido absoluto: o XUTUAUAWV, «el calumniador», en Herm (m) 2, 2 (ter).

xa'taAaAtá, ti;,

tl katalalia calumnia, di-

famación* En el NT el término aparece únicamente en catálogos de vicios: 2 Cor 12, 20 (después de

2229

X,aLUAUALá - x,m:UAAUY'!Í

eQL'frEi:m); 1 Pe 2, 1: a:n:o'frÉflEVOL...
xa'táAaAO;, 2 katalalos calumniador, di-

2230

selección hecha por la comunidad [el verbo está en voz pasiva]; cf. además 5, 3ss.9bss y la instrucción [dirigida al presidente de la comunidad] en el sentido de que se rechace a mujeres de menos de 60 años [v. 11]); cf. también ThWNT IX, 445s. Será difícil pensar que se llevaba en toda regla un «catálogo de viudas».

famador* En Rom 1,30 en un catálogo de vicios (despúes de '\jn'fruQwTuL, «chismoso»): calumniador; cf. Herm (s) 6, 5, 5.

xa'táAn,.,.a, a'to;, 'tó kataleimma res-

xa'taAa,.~ávro katalambani5 alcanzar,

to, remanente Rom 9,27 v.l.: TO XaTáAEL¡.tflU Ow{}r'JoETm (cita de Is 10,22 LXX) en vez de ú:n:óAELflflU.

apoderarse de, atrapar; en la voz media, comprender* El verbo aparece 15 veces en el NT, casi siempre en las voces pasiva y activa. El significado fundamental de alcanzar se encuentra únicamente en Pablo: Rom 9, 30 (XUTÉAU~EV bLxmoOvVl']v); en sentido absoluto aparece en 1 Cor 9, 24 (debe suplirse TO ~Qu~dov por el contexto): «conseguir el premio de la victoria»; Flp 3, 12a; 3, 12b en voz pasiva (xuTEA1Ut
xa'taAÉyro katalegi5 seleccionar, poner en una lista* 1 Tim 5, 9: en voz pasiva x'lÍQu XUTUAEyÉo'frw, «sea escogida (sólo) como viuda ... » (en el sentido de que se le reconozca un estado especial de viudez, seguramente mediante una

xa'taAd3tro kataleipi5 dejar (abandonar), dejar atrás, reservar(se), estar pendiente* El verbo aparece 24 veces en el NT; referido a cosas, personas y lugares: dejar un lugar (Mt 4, 13), un país (Heb 11, 27), «el camino recto» (2 Pe 2, 15); dícese de personas: Mt 16,4; 19,5 par. Mc 10,7 (cf. Ef 5,31); Mt 21, 17; dejar atrás: Hech 18, 19; 24, 27; Tit 1, 5 v.l.; en el sentido de dejar (al morir): Mc 12, 19.21; Lc 20, 31; al cambiar de oficio o cargo: Hech 25, '14 (en voz pasiva); abandonar, dejarlo lodo: Mc 14, 52; Lc 5, 28; dejar solo: Lc 10,40 (cf. BlaB-Debrunner § 392, nota 7); 15, 4; eri voz pasiva quedar solo en Jn 8, 9; quedarse solo en 1 Tes 3, 1; «reservarse» (teniendo como sujeto a Dios): Rom 11,4 (cf. 3 Re 19, 18); dejar a un lado, descuidar: Hech 6,2: «Dejamos (Chipre) a la izquierda»: Hech 21, 3; dícese de «la 'promesa que todavía se halla pendiente» (E:n:UYyEALU~ XUTUAELJtO¡.tÉvl']~): Heb 4, 1.

xa'taAtaá~ro katalithazi5 apedrear, lapidar* Lc 20, 6 (a diferencia de MarcoslMateo): «todo el pueblo nos apedreará» (XUTUAL'fráoEL ~¡.ta~); el verbo aparece únicamente en textos cristianos; cf. ThWNT IV, 271s.

xa'taAAay'Í),

tí;, 1)

ción --+ XUTuAAáaow.

katallage reconcilia-

2231

x,m:aAf..ÚOOúl

xataAAáaaO) katallasso

reconciliar* a:rtoxm:u",,,,úooCú apokatallasso reconciliar* xutu",,,,uy~, fí~, ~ katallage reconciliación* l. Aparición en el NT - 2. Significados fuera del ámbito del NT - 3. Pablo - 4. Colosenses - 5. Ef 2, 16

- 6. Los enunciados acerca de la reconciliación como interpretaciones de la palabra y del camino de Jesús. Bibl.: G. K. Beale, The OT Background of Reconciliation in 2 Corinthians 5-7 and its Bearing on the Literary Problem of 2 Corinthians 6, 14-7, 1: NTS 35 (1989) 550-581; C. Breytenbach, Versohnung. Eine Studie zur paulinischen Soteriologie (WMANT 60), Neuchirchen-Vluyn 1989; F. Büchsel, x,m:aAAáaaw, en ThWNT 1, 252-2260; Bultmann, Teología, 342344; J. F. Collange, Enigmes de la deuxieme épftre de Paul aux Corinthiens (SNTS Mon 18), Cambridge 1972,266-280; E. Dinkler, Die Verkündigung als eschatologischsakramentales Geschehen. Auslegung von 2Kor 5, 14-6, 2, en FS Schlier, 169-189; J. Dupont, La réconciliation dans la théologie de saint Paul (ALBO 1I/32), Paris 1953; H.-J. Findeis, VersohnungApostolat - Kirche. Eine exegetisch-theologische und rezeptionsgeschichtliche Studie zu den Versohnungsaussagen des NT (FzB 40), Würzburg 1983; J. A. Fitzmyer, Reconciliation in Pauline Theology, en J. W. Flanagan-A. W. Robinson (eds.), No famine in the land (Studies in honor of J. L. McKenzie), Missoula 1975,155-177; V. P. Furnish, The Ministry of Reconciliation: CThMi 4 (1977) 204-218; L. Goppelt, Versohnung durch Christus, en Id., Christologie und Ethik, Gottingen 1968, 147-164; F. Hahn, «Sieh, jetzt ¡st der Tag des Heils». Neuschopfung und Versohnung nach 2 Kor 5, 14-6, 2: EvTh 33 (1973) 244-253; M. Hengel, Der Kreuzestod Jesu Christi als Gottes souveriine ErlOsungstat. Exegese über 2 Kor 5, l/-21, en Theologie und Kirche. Reichenau-Gespriich der Evangelischen Landessynode Württemberg, Stuttgart '1967, 60-89; O. Hofius, «Gott hat unter uns aufgerichtet das Wort von der Versohnung» (2 Kor 5, 19): ZNW 71 (1980) 3-20; Id., Erwiigungen zur Gestalt und Herkunft des paulinischen Versohnungsgedankens: ZThK

77 (1980) 186-199; Id., recensión a la obra arriba citada de C. Breytenbach: ThLZ 115 (1990) 741-745; H. Hübner, Sühne und Versohnung: KuD 29 (1983) 284305; E. Kasemann, Erwiigungen zum Stichwort «Versohnungslehre» im NT, en FS Bultmann 1964,47-59; D. Lührmann, Rechtfertigung und Versohnung: ZThK 67 (1970) 437-452; R. P. Martin, NT Theology: A Proposal. The Theme of Reconciliation: ET 91 (19791980) 364-368; H. Merklein, Christus und die Kirche. Die theologische Grundstruktur des Epheserbriefes nach 2, l/-18 (SBS 66), Stuttgart 1966; E. Schweizer, Versohnung des AlIs. Kol 1, 20, en FS Conzelmann, 487-501; P. Stuhlmacher, «Er ist unser Friede» (Eph 2, 14), en FS Schnackenburg, 337-358; H. Vor1iinder,

2232

en DTNT IV, 41-43; K. Wengst, Versohnung und Befreiung. Ein Aspekt des Themas «Schuld und Vergebung» im Lichte des Kolosserbriefes: EvTh 36 (1976) 14-26; M. Wolter, Rechtfertigung und zukünftiges Heil. Untersuchungen zu Rom 5, l-lJ (BZNW 43), Berlin 1978,35-89; Para más bibliografía, d. ThWNT X, 968.

1. En el NT, el grupo de palabras aparece únicamente en el Corpus paulinum. El verbo xataAAúooúl se emplea 6 veces en las cartas paulinas auténticas; se usa una vez para referirse a las relaciones humanas (1 Cor 7, 11), y cinco veces para referirse a las relaciones entre Dios y el hombre (Rom 5, 10 [bis]; 2 Cor 5, 18.19.20). El sustantivo XatUAAuy~ aparece cuatro veces (Rom 5,11; 11, 15; 2 Cor 5, 18.19). El compuesto con doble preposición anoxataA",úooúl se halla atestiguado hasta ahora únicamente en escritos cristianos; aparece dos veces en Colosenses (1, 20.22) Y una vez en Efesios (2, 16). 2. El tema x,a'tuA'Aay-, compuesto de -> aAAúooúl, «cambiar, modificar», significaba originalmente «intercambiar»; desde Herodoto, Jenofonte, Platón, etc., se utiliza en sentido figurado, juntamente con el sinónimo fnuAAay-, para designar el «cambio» de la hostilidad, la ira o la guerra por la amistad, el amor o la paz; designa, pues, la reconciliación entre personas o en el ámbito político. Un caso especial interesante es que Plutarco designe a Alejandro Magno como «reconciliador del universo», un reconciliador enviado por Dios, que tiene la misión de reunir a la humanidad en un solo Estado mundial (Plutarco, Alex Fort 1, 329c; cf. Wolter 57s). Faltan casi por completo los testimonios de un uso religioso del término (Dupont, 7-28; Wolter, 39). En cambio, el judaísmo helenístico usa xCt.'taAAuy- (y fJLaAAaycon el mismo significado) para expresar la relación de Dios con su pueblo (2 Mac 1, 5; 5,20; 7, 33; 8, 29). Aquí, la iniciativa para la reconciliación con Dios parte siempre del hombre. Y, así, puede escribir Josefo que la Deidad se deja reconciliar fácilmente con los que confiesan y se arrepienten (Bell V, 415), pero él sabe también que hay casos en los que Dios no accede a la reconciliación (Ant I1I, 315; VI, 144-156). Lo esencial es que la reconciliación con Dios se efectúe por iniciativa humana (oración, penitencia), aunque no se presuponen para ello actos de culto especiales.

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x,m:aAf..ÚOOúl

Así, pues, los enunciados del NT acerca de la reconciliación enlazan más bien con el entorno helenístico (cf. Hengel, Hahn), y no tanto con el judaísmo antiguo (en contra de lo que piensa Wolter). O. Hofius: ZThK 77 (1980) 186-199 intenta derivar del Dtls las ideas paulinas acerca de la reconciliación, pero el citado autor, por no encontrar en el Dtls el grupo de palabras, tiene que dar muchos rodeos para tratar de ser convincente. 3. a) Pablo utiliza únicamente en 1 Cor 7, 11 el verbo XataA",úooúl para referirse a las relaciones interhumanas: Si una mujer se divorcia de su marido, debe permanecer sin casarse o debe reconciliarse de nuevo con el marido, es decir, debe reanudar la sociedad conyugal. El mismo uso de XataA"'ÚOúl lo encontramos en documentos antiguos relativos al matrimonio, que datan de la época helenística (PapOxy 104, 27; DJD 11, 250). Por el contrario, los demás testimonios paulinos del uso del verbo y del sustantivo se refieren a las relaciones entre Dios y el hombre. b) 2 Cor 5, 19a debe considerarse quizás como un texto pre-paulino (así piensa P. Stuhlmacher, Gerechtigkeit Gottes bei Paulus, Gottingen 21966, 77, nota 2; Collange, 270-272 [únicamente 19a]; Furnish, 21Os, diferenciándose en esto de Kiisemann 49s, quien había considerado sencillamente los vv. 19-21 como un «fragmento hímnico pre-paulino»): «Dios, por medio de Cristo, ha reconciliado consigo al mundo, no tomándoles en cuenta sus trasgresiones». El judeocristianismo helenístico afirmó probablemente por vez primera, con este enunciado a manera de fórmula, la significación universal del acontecimiento de Cristo. Los gentiles, que son los pecadores por excelencia (cf. SalSl 1, 1.8; 2, 1; 17,35; Gá12, 15), tienen acceso únicamente a la salvación por medio de este acto de clemencia por parte de Dios. Anteriores interpretaciones de la muerte de Jesús, con sus formas cultuales de lenguaje y de pensamiento, habían permanecido más bien en el horizonte del estricto judeocristianismo.

2234

c) Pablo apela a esta tradición en 2 Cor 2, 14-7,4 (probablemente, un fragmento de una carta separada e independiente; cf. Bornkamm, Aufsiitze IV, 162-194; Collange, 6-15 y 318-320) a propósito de una importante disputa acerca de la comprensión del apostolado. Los adversarios se glorían de sus experiencias extáticas y de sus poderes milagrosos. Jesús era para ellos un «segundo Moisés» y era considerado principalmente como un taumaturgo (D. Georgi, Die Gegner des Paulus im 2 Kor, reimpresión en 1964, 219-234 Y 282-292). Por el contrario, Pablo hace que la muerte de Jesús, con su significado salvífico y su poder plasmador, sea la norma de la existencia apostólica. Este contexto polémico proporciona.el trasfondo para la comprensión de la descripción que Pablo hace de su oficio como «ministerio de la reconciliación». Aquí utiliza él también las designaciones de «ministerio del Espíritu» (3, 6.8) Y «ministerio de la justicia» (3, 9) para «acentuar la inferioridad del ministerio mosaico, al que apelan los adversarios, y la cualidad superior de su propio ministerio, que fue autorizado por Dios». La descripción «caracteriza la OLUXOVLU paulina como determinada y autorizada por la reconciliación objetiva de Dios con los hombres» (Wolter, 81s). Además, Pablo completa la fórmula en el v. 19c con una afirmación acerca de la simultaneidad entre el acto de la reconciliación y la institución de la predicación acerca de la realización (Dinkler, 176s); como «embajador que hace las veces de Cristo», Pablo hace el llamamiento: «¡Reconciliaos con Dios!» (5, 20). «Por tanto, Cristo es Señor del mundo, porque Dios ha reconciliado consigo al mundo por medio de él [= Cristo], y llega a ser Señor del mundo, cuando éste se deja reconciliar con él por medio del evangelio y de la fe» (Goppelt, 158). La consecuencia de este acto reconciliador de Dios es que los creyentes llegan a ser <<justicia de Dios» (5, 21). d) Las palabras de la reconciliación se recogen también finalmente en la sección Rom 5, 1-11, que concluye el curso del pensamiento iniciado en 1, 18 (con U. Wi1ckens, La Carta a los romanos 1, 353s; Wolter, 201-

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'Xu'tunáaaw

216). Los detalles de la Carta segunda a los Corintios se profundizan aquí en cuestiones fundamentales. 1) La reconciliación es necesaria, porque toda la humanidad se halla en situ ación de desesperada perdición y bajo la cólera de Dios (1, 18-3, 20). 2) La reconciliación se efectúa como demostración del amor de Dios hacia los pecadores (5, 8), los impíos (5,6), los débiles (5, 6) Y los enemigos de Dios (5, 9). «Por eso, para Pablo, el sujeto de la acción de reconciliar es exclusivamente Dios; él es el único que tiene la iniciativa, y la reconciliación es enteramente obra suya» (Hengel,74s). 3) La verdadera razón de que se haya efectuado la reconciliación es la muerte expiatoria de Jesús (5, 6.8.9; cf. 3,2126). 4) El hombre tiene que aceptar en la fe la justificación (5, 1); únicamente así puede él recibir la reconciliación (5, 11); él permanece enteramente pasivo. 5) Los creyentes, en cuanto reconciliados, tienen la certeza de ser salvados en el juicio final (5, 10). e) El último testimonio paulino es Rom 11, 15. Como premisa de una conclusión a minori ad maius, Pablo habla de que la reprobación de Israel significa la reconciliación del mundo. A partir ya de 9, 24, Pablo viene exponiendo el paso de la promesa a los gentiles; XU't(:ú..AUy~ XÓO¡W1J debe entenderse como consecuencia de la C,LUXOVLU 'tfíc; XU'tUt..AUyfjc; de 2 Cor 5, 18. f) Si tenemos en cuenta estas conexiones, no podremos aceptar la tesis de Klisemann de que Pablo recogió solamente la manera de hablar de la reconciliación y la subordinó a su doctrina de la justificación. Habrá que estar, más bien, de acuerdo con Hengel, 83s, cuando éste afirma que una de las características del pensamiento oriental es la «variedad de los enfoques», de tal manera que Pablo acentúa precisamente el significado salvífico de la muerte de Jesús situando conjuntamente las diferentes categorías interpretativas: la reconciliación, tomada del ámbito político y social; la expiación, tomada del ámbito cultual; la justificación, tomada del ámbito forente; el rescate, tomado del pensamiento del derecho de gentes.

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4. Los tres testimonios de anoxm:uAt..áoO{J) que hay en Colosenses exigen igualmente una distinción entre tradición y redacción: a) Hoy día podemos partir de que en Col 1, 15-20 se ha elaborado un anterior himno a Cristo (cf. P. Benoit, en FS Smith 1, 226-263 [bibl.]). A pesar de las divergencias de detalle que pueda haber en la reconstrucción del himno original, se reconocen dos estrofas que ensalzan a Cristo como mediador de la creación y como mediador de la reconciliación. «A la cristología cósmica en la estrofa 1 le corresponde una soteriología cósmica en la estrofa 2» (H. Hegermann, Die Vorstellung vom SchOpfungsmittler im hellenistischen Judentum und Urchristentum, Berlin 1961, 101). Agradó a la «plenitud» divina (v. 19) el morar en el Resucitado (v. 19) «y por medio de él y orden a él reconciliar todas las cosas» (v. 20a). Este enunciado, que pertenece ciertamente al himno (cf. Hegermann, Die Vorstellung vom SchOpfungsmittler im hellenistischen Judentum und Urchristentum; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 74s), es singular: no se trata, como en la tradición pre-paulina de 2 Cor 5, 19a.b, de la reconciliación del mundo de los hombres con Dios, sino de la reconciliación entre las partes del universo. En el trasfondo de este enunciado se halla «el sentimiento, difundido por todo el mundo helenístico, de vivir en un mundo que se resquebraja, en el que la lucha de todos contra todos caracteriza a la naturaleza entera» (Schweizer, La Carta a los colosenses, 76; Id., Versohnung). Estos poderes de la naturaleza se encuentran ya en paz, de una vez para siempre. b) El autor de la Carta a los colosenses (con E. Lohse, Der Brief an die Kolosser [KEK], 249-257; W. Marxsen, Introducción al Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 183-193, creemos que pudiera tratarse de un discípulo de Pablo) reinterpreta radicalmente esta soteriología cósmica. No es ya el universo el cuerpo que tiene como cabeza a Cristo, sino que lo es la Iglesia (una idea fundamentada detalladamente por Kiisemann, Versuche 1, 36s; últimamente

2237

'Xu'tunáaaw

por Schweizer, La Carta a los colosenses, 58s). En la tradición de la teología paulina, el autor de la carta describe más precisamente el acontecimiento de la reconciliación, diciendo que es el establecimiento de la paz por medio de la sangre de su cruz (v. 20b; Kiisemann, Versuche 1,37; Schweizer, La Carta a los colosenses, 78s). Finalmente, en los vv. 21-23, el autor aplica directamente el himno a los lectores, que en otro tiempo estaban «alejados» y eran «hostiles», pero a quienes Cristo -por medio de su muerte- ha reconciliado consigo de una vez para siempre. Ahora deben mantenerse firmemente aferrados a este indicativo de salvación, haciéndolo «en la fe» y «en la esperanza del evangelio». Con ello el autor de la carta cierra el paso a un salto entusiástico que trate de evadirse de la realidad del mundo: un peligro que el compositor del himno no llegó a conocer. 5. El último enunciado del NT acerca de la reconciliación lo ofrece Ef 2, 16. El contexto estricto en 2, 14-18 elabora, sí, enunciados tradicionales, pero (con Merklein, Stuhlmacher y Wolter, 63-65, en contra de Gnilka, Der Epheserbrief[HThK], 147-152, y A. Lindemann, Die Aufhebung der Zeit, Gütersloh 1975,152-159) no debe considerarse como un himno reelaborado. El autor mismo de la carta interpreta aquí la obra de Cristo, quien «ha hecho que los dos ámbitos», a saber, el mundo judío y el mundo gentil, «fueran uno solo» (v. 14) y «ha destruido la ley con sus diversos mandamientos», a fin de «hacer» de las «dos (clases) de personas», a saber, de los judíos y de los gentiles, «una sola persona nueva» (v. 15) «y reconciliar con Dios a las dos en un solo cuerpo por medio de la cruz» (v. 16). Por tanto, la reconciliación, como en Colosenses, es la obra de Cristo; y, así, la consecuencia de la reconciliación con Dios es la reconciliación entre los dos grupos de personas que hasta ahora habían permanecido enemistadas. Con este «carácter integral de la comprensión de la paz y de la reconciliación» (Stuhlmacher, 349), el autor de Efesios interpretó genialmente la tradición paulina.

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Pero hay que señalar un cambio de perspectiva en relación con las ideas de Pablo: Por medio de la muerte de Jesús en la cruz, se crea primeramente la Iglesia como ámbito de salvación; en la Iglesia se concede gratuitamente la reconciliación. «Este primado de la eclesiología sobre la soteriología» es característico del autor de Efesios (Merklein, 62-68). 6. Si preguntamos ahora hasta qué punto estos enunciados acerca de la reconciliación son interpretación adecuada de la palabra y del camino de Jesús, entonces tendremos que ver el «impulso esencial» para ello en el Jesús terreno (Goppelt, 152; cf. también P. Stuhlmacher, en FS Conzelmann, 87-104). a) Jesús, en sus parábolas (Lc 15, 11-32: 18, 10-14: Mt 18,23-35: 20, 1-15), describió a Dios como el que es bondadoso sin reserva alguna, como el que no hace que su amor dependa de ningún acto previo del hombre. «La oferta de salvación, como centro de la proclamación hecha por Jesús a 'publicanos y pecadores', se realizó precisamente sin tener en cuenta y sobrepasando las distinciones religiosas y sociológicas sancionadas por la ley» (J. Becker, en FS Conzelmann, 115). Jesús proclamó efectivamente la reconciliación de todos con Dios, e hizo que esa proclamación llegara a ser realidad social en la comunión de mesa que él mantenía con los marginados religiosamente (cf. J. Roloff, en P. Cornehl-H.-E. Bahr Gottesdienst und Offentlichkeit, Stuttgart 1970: 88-117, especialmente 96-99). b) «La muerte de Jesús difícilmente habrá sido motivada por otra cosa que no sea el rumbo de colisión de Jesús con la ley» (Becker, en FS Conzelmann); Jesús, conscientemente, aceptó sobre sí la consecuencia de sus acciones. En este sentido, la muerte de Jesús forma parte de su obra de reconciliación. Cuando la tradición antioquena, sobre la que se asienta Pablo, y la escuela paulina formulan su «predicación acerca de la reconciliación, 10 hacen en continuidad esencial con la tradición de Jesús, porque «la experiencia de Dios, en Pablo, ejemplificada en la cruz y la resurrección, no fue en su contenido esencial intrínseco sino lo que uno podía ver en la concepción que Jesús tenía de Dios» (Becker, en FS Conzelmann, 125). Una visión de conjunto de las tradiciones (narrativas y reflejadas teológicamente) del cristianismo primitivo demuestra, pues, que la «reconciliación» es una categoría interpretativa central del acontecimiento de Cristo. H. Merkel

2239

xa"CáAOt3tO~,

xutaf..oLJto~

2 kataloipos resto, restante*

Hech 15, 17: OL xU1:úAm:n:m 'tOJV av'frQcó:n:wv, «el resto de los hombres», es decir, los pueblos gentiles (cita de Am 9, 12 LXX).

xa"CáAlJJta, a"Co~, "Có katalyma hospedaje, alojamiento, albergue* Este sustantivo se deriva del significado especial del compuesto ---+ xu'tUA1JW (2), «descansar, hospedarse en». En Lc 2, 7 se emplea seguramente en el sentido general de alojamiento (los padres de Jesús no encontraron ya lugar donde alojarse); se trataba también, posiblemente, de un refugio para el albergue de forasteros (cf. el término empleado en Lc 10, 34: :n:UV()OXELOV, que significa «albergue»). En todo caso, Lucas acentúa que el nacimiento de Jesús no se produjo en un espacio destinado a la habitación humana, sino en un establo o en una cueva; cf. P. Benoit, Non erat eis locus in diversorio (Le 2, 7), en FS Rigaux, 173-186; M. Byrne, No Room for the Inn: Search 5 (1982) 37-40; W. Grundmann, Das Lukasevangelium (ThHK), sub loco; E. Pax: BiLe 6 (1965) 285-298; ThWNT IX, 55s con la nota 46. Mc 14, 14 par. Lc 22, 11 hablan de un cuarto de huéspedes (en una casa, cf. el contexto) en el que Jesús quiere celebrar con sus discípulos el convite pascual.

xa"CaAVOO katalyo disolver, destruir, dejar sin validez; descansar, hacer un alto* 3.

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos Relevancia teológica.

Bibl.: G. Bornkamm-G. Barth-H. J. Held, Überlieferung und Auslegung im Mt-Ev. (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn '1975, 54-98, 149-154; F. Büchsel, lIm:Ut.ÚW, xatáf..1J~a, en ThWNT IV, 339; H. Hübner, Das Gesetz in der synoptischen Tradition, Witten 1973, 15-39; J. Jeremias, Die Drei-Tage- Worte der Evangelien, en FS Kuhn. 221-229; E. Linnemann, Studien zur Passionsgeschichte (FRLANT 102), Gattingen 1970, 109-135; R. Pesch, Das Markusevangelium II (HThK), Freiburg 1977, sobre 13, 2 (bibl.); G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit (FRLANT 82), Gattingen '1966, 137-147; G. TheiBen, La profecía de Jesús sobre el Templo. en Estudios de sociología del cristianismo primitivo, Salamanca 1985,79-101; N.

- xUtUf..'Úw

2240

Walter, Tempelzerstdrung und synoptische Apokalypse: ZNW 57 (1966) 38-49. 1. De las 17 veces en que aparece el verbo XU'tUA'ÚW en el NT, 14 se encuentran en los Sinópticos y en Hechos, y únicamente 3 en Pablo. De los tres testimonios que se hallan en Marcos y Lucas, vemos que Mateo recoge solamente uno.

2. XU'tUAÚW es un compuesto de ---+ A.ÚW (que aparece en Mt 5, 19 en el mismo contexto que XU'tUAÚOl en el v. 17; sobre la tensión entre los vv. 17 y 19, cf. Strecker, 145) y significa por su sentido básico disolver. El espectro de significados en el NT abarca: destruir (el templo [vuó~]: Mc 14, 58/15,29 par. Mt 26, 61 /27,40; Hech 6, 14; la obra misionera [EQYOV): Hech 5, 38s; cf. también Rom 14, 20, donde EQYOV, a causa del v. 19, es la obra de edificación de la comunidad [otXO()o¡..t~]; cf. también Gál 2, 18), derribar (una piedra: Mc 13, 2 par. Mt 24, 2/ Lc 21, 6), dejar sin validez (la ley [vó¡..to~]: Mt 5, 17; cf. 2 Mac 2,22), demoler (nuestra morada terrena, el cuerpo: 2 Cor 5, 1; cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 133s). Tan sólo en Lucas (9, 12; 19,7) vemos que %a'tuMw significa descansar, hacer un alto en el camino (propiamente, «desenganchar las bestias de tiro», cf. ---+ xutúAU¡..tU, «albergue»).

3. Ellogion programático de Mt 5, 17, tan importante para la concepción total de Mateo (y que probablemente no es redaccional en su totalidad, como suponen W. Grundmann, Das Matthiiusevangelium [ThHK], 144; Strecker, 144 y otros; Bultmann, Geschichte, l46s opina correctamente [que Mt 5, 17-20 proceden de los debates de la comunidad' acerca de la ley], pero de manera todavía demasiado indiferenciada; cf., a propósito, Hübner, 32ss), presenta a Jesús como quien, no a pesar de la modificación parcial de la ley, sino precisamente a causa de ella, no deja a ésta sin validez, sino que la cumple (:n:A.l1Qwa(U). Así, pues, Mt 5, 17 es la variante cristológica de Rom 3,31; ---+ xU'tUQyÉOl 3.

2241

xU'tut.:úw - xU'!:uve'Úw

2242

Según Barth, 149, Mt 5, 17 rechaza tendencias antinomísticas dentro de la comunidad cristiana; opina en contra de ello Strecker, 137, nota 4. Hay que tener en cuenta la posibilidad de que el v. 17, en una etapa pre-redaccional, quiera rechazar la acusación judía de que Jesús era un a abrogador la Torá.

xa"CaJtóva~ katamonas (adverbio) a solas Forma elíptica que debe completarse con un sustantivo femenino (cf. BlaB-Debrunner § 241, nota 9): Mc 4, 10 Textus Receptus; Lc 9, 18 Textus Receptus (en vez de xa'tu ¡..tóvu~).

Se discute la autenticidad del anuncio profético de Jesús acerca de la destrucción total del templo en Mc 13,3 (abogan por su autenticidad: Pesch, Jeremias, TheiBen; tienen una opinión diferente: Gnilka, El Evangelio según san Marcos n, Linnemann, Walter); sin embargo, las razones en contra de la autenticidad no son convincentes, si tenemos en cuenta la actitud crítica de Jesús ante la parte cultual de la Torá (cf. Mc 7, 15) en lo que respecta a las implicaciones de dicha Torá para el culto del templo. Como Mc 14, 58 no puede aislarse del contexto de las expectaciones escatológicas judías (expectaciones que, según Tgls 53, 5, eran incluso mesiánicas), la sentencia se entendió quizás erróneamente como una polémica judía (<
xa"Cavá-3EJta, a"Co~, tÓ katanathema lo

xataJtav-3úvro katamanthano observar, mirar* Mt 6, 28: «¡Observad los lirios del campo!» (xutu[J.ú'fren ... :n:OJ~).

x.a"CaJtaQ'tlJQÉro katamartyreo testificar contra* Mc 14,60 par. Mt 26,62; 27, 13; Mc 15,4 Textus Receptus (en vez de xutl1yoQÉw). Este verbo compuesto se emplea a menudo en relación con el testimonio «falso» dado por acusadores, cf. ThWNT IV, 516.

x.ataJtÉvro katameno morar, permanecer* Hech 1, 13: ijauv xu'tu[J.éVOvtE~; 1 Cor 16,6 V.l. (en vez de :n:uQu¡..tÉvw).

que está bajo maldición Ap 22, 3 Textus Receptus (en vez de XU'tú'frE¡..tU).

xatava-3EJta'tÍ.~ro katanathematizo maldecir, ponerse bajo maldición Mt 26, 74 Textus Receptus (en vez de xuru'frE¡..ta'tll;w).

XataVaAt(Jxro katanalisko consumir, devorar* Heb 12,29: Ó 'freo~ ... :n:vQ Xa'tuvuAlaxov, «un fuego devorador» (cita de Dt 4, 24; 9, 3 LXX).

x.a"CavaQx.úro katanarkao paralizar, ser una carga, crear dificultades* En el NT, el verbo se usa únicamente en sentido figurado, cuando Pablo afirma en la Carta segunda a los corintios, que él no quiere ser gravoso a la comunidad (y, por ello, renuncia a su derecho a recibir el sustento): 11, 9; 12, 13.14. En este sentido lo interpretan la V g (nulli onerosus fui / non gravavi / non ero gravis), syP y Jerónimo, Ep. 121, 10,4 etc.; cf. también Bauer, Worterbuch, s. v.; LiddellScott, s. v. E. B. Allo (Se conde épftre aux Corinthiens, Paris 1937, 283) deduce (desacertadamente) del uso médico del verbo (<
xa"CaVEúro kataneuo hacer señas* Lc 5, 7: «Hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca» (el verbo va seguido de infinitivo; cf. BlaB-Debrunner § 400, 7, con la nota 9).

XU-rUVOÉúl -

2243

xatavoÉro katanoeo

ver, darse cuenta,

considerar* El verbo aparece 14 veces en e! NT: distinguir (observando): Hech 27, 39 (una ensenada); darse cuenta (mediante la reflexión): Mt 7, 3 par. Lc 6, 41 (de la viga que se tiene en el propio ojo); Lc 20, 23 (de la astucia); considerar, contemplar: Lc 12, 24 (los cuervos); 12, 27 (los lirios); Rom 4, 19 (e! propio cuerpo, que ya estaba como muerto); poner los ojos en: Heb 3, 1 (en Jesús); prestar atención: 10, 24 (unos a otros); contemplar: Sant 1, 23.24 (su propio rostro en e! espejo); en sentido absoluto: mirar (atentamente): Hech 7,31.32; 11,6.

xatavtáro katantao llegar,

lograr, a1canzar* En el NT e! verbo aparece 13 veces, nueve de ellas en Hechos; casi siempre se usa en sentido propio: llegar (a un lugar), con dS;: Hech 16,1; 18, 19.24; 21, 7; 25, 13; 27, 12; 28, 13; con avtLxQus;: 20, 15. En sentido figurado, lograr, alcanzar algo, con ds;: Hech 26, 7; Ef 4, 13 (dS; ty]v Évótllta 'tfjs; :rdan,úlS;); Flp 3, 11 (dS; ty]v avuo'tuoLV 'ty]v Ex. VEXQWV). Dícese del encuentro de la gente con algo que viene hacia ellos, con EtS;: 1 Cor 10, 11 ('ta 'tÉ/..ll trov ULCÚVúlV); 14, 36 (ó AóyoS; 'tou {}wu). ThWNT I1I, 625-628; 1. Peri, Gelangen zur

Vollkommenheit. Zur lateinischen Interpretation van xU'tUV'táúl in Eph 4, 13: BZ 23 (1979) 269-278; Spicq, Notes 1, 414s.

xatávu;t;, roo;, 1] katanyxis

picadura, sentimiento punzante, estupor* Rom 11, 8 en sentido figurado: nVE'Ü¡.tu xutUVU1;Ems;, «espíritu de estupor» (cita de Is 29, 10 LXX). ThWNT I1I, 628.

xatavúa(Jop.tat katanyssomai

ser traspa-

sado, sentir dolor* Hech 2, 37, en sentido figurado (como siempre en la LXX); XutEvuYllauv 'ty]v xUQMuv, «se sintieron traspasados de dolor en su corazón» (cita del Sal 108,16 LXX). ThWNT III, 628; Bauer, Worterbuch, s. v.

xu-ráJtm)(JL~

2244

xata;tóro kataxioo considerar digno* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva: con genitivo de cosa: 2 Tes 1, 5 (xmuSLw{}fjvm ... 'tfjs; ~uaLA.dus; toU {}wu); seguido de infinitivo: Lc 20, 35; 21, 36 v.l.; Hech 5, 41. ThWNT 1, 379s.

xataltatÉro katapateo

pisotear, hollar con los pies* En sentido figurado (dícese de los cerdos): Mt 7,6; en voz pasiva en Mt 5,13; Lc 8, 5; en el sentido de «estar apretujados, pisarse unos a otros»: Lc 12, 1 (maLE xutunmELv af..A.~­ AOUS;); en sentido figurado en Heb 10, 29: «despreciar / hollar bajo sus pies al Hijo de Dios». ThWNT V, 943s.

xatáltauat;, roo;, 1] katapausis

descanso, lugar de descanso* xatunu'Úw katapauo hacer descansar, descansar* 1. Aparición y empleo en el NT - 2. xUTCinuuou; -

3. xu-rcmu'Úw. Bibl.: O. Bauernfeind, xu-runu'Úw X'tA., en ThWNT IlI, 629s; H. Braun. Der Hebraerbrief (HNT), Tübingen 1984, 90-93; D. R. Darnell, Rebellion, Rest and the Word of God. An Exegetical Study o[ Hebr 3, 1-4, 13, tesis Duke University 1973; J. Frankowski, Requies, Bonum Promissum populi Dei in VT et in Judaismo (Hebr 3,7-4, lJ): VD 43 (1965) 124-149,225240; O. Hofius, Katapausis. Die Vorstellung vom endzeitliehen Ruheort im Hebr, Tübingen 1970; E. Kasemann, Das wandernde Gottesvolk, Góttingen 1938 (='1961),40-45; H. A. Lombard, Katápausis in the Letter to the Hebrews: Neotestamentica 5 (1971) 6071; D. A. Losada, La reconciliación como «reposo»: RevBib 36 (1974) 113-128; G. TheiBen, Untersuchungen zum Hebr, Gütersloh 1969, 124-129; H.-F. WeiB, Der Hebraerbrief (KEK), Góttingen 1991,268-273; H. Zimmermann, Das Bekenntnis der Hoffnung, KOIn-

Bonn 1977, 129-145. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1135. l. En el NT, tanto el sustantivo como el verbo aparecen únicamente en Hechos (una sola vez cada uno) yen Heb 3, 7-4, 13 (el sustantivo 8 veces, el verbo 3 veces). Prescindiendo de Hech 14, 18, donde el verbo tiene el significado de disuadir a alguien de algo (cf. Dan 11, 18 Teod.; TestJob 14, 5, hay que

2245

xu-ráJtuUGL~ - xu-ruJtÉ-ruof-tu

hacer notar que los términos tienen una acepción religiosa en todos los pasajes.

2246

terpretarse en el sentido de un ideal quietista (- rel="nofollow"> ou~~u-rWfA,ÓS;).

O. Hofius 2. Los testimonios del sustantivo xutánuums; dependen, todos ellos, de la LXX: Hech 7, 49 es una cita de Is 66, 1; en Heb 3-4 se cita en parte literalmente el Sal 94, 11 LXX (3, 11; 4, 3b.5), y en parte se hace una paráfrasis del mismo (3,18; 4, 1.3a. 10. 11).

xat:altaúoo katapuo

llevar al descanso,

descansar -> xutUnUuoLS; (3).

xat:altÉtaa,..,a, ato;, tó katapetasma velo, cortina*

Los testimonios del uso religioso del sustantivo en la literatura del judaísmo antiguo, se derivan todos ellos de la LXX. JyA 8,9 (50, ls Batiffol [= 8, 11 Philonenko)) enlaza con el Sal 94, 11, mientras que JyA 22, 13 (73, 19s B. [= 22, 9 Ph.)) está plasmado en su expresión por Is 66, 1. El sustantivo, en la LXX, se usa -sin excepción- en sentido intransitivo. Con arreglo a su equivalente hebreo m'na/Jil, el sustantivo significa en esa versión no sólo «descanso, reposo» (por ejemplo, 3 Re 8, 56) sino también «lugar de descanso o de reposo» (Dt 12,9; Sal 94, 11; 131, 14 Y passim). En Heb 3s, con arreglo al Sal 94, 11 LXX, encontramos el sentido local. El autor de Hebreos entiende por la xUtUnu'UOLS; mencionada en el salmo la morada celestial de Dios, que El ha destinado para que sea el lugar del descanso escatológico para su pueblo (cf. JyA 8,9). Por la palabra de Dios dada en Jesucristo (Heb 1, 2), se ha prometido fielmente a la comunidad cristiana que, en el día de la consumación de la salvación, ella ha de entrar en la xmánuuaLS;. Claro que la condición indispensable para ello es que la comunidad cristiana -a diferencia de la generación del desierto en Núm 14- se mantenga inquebrantablemente firme en la fe y en la obediencia a la palabra de la promesa. 3. El verbo xatunuum, en Heb 4, 8, significa llevar al lugar de descanso (en sentido transitivo, como en Ex 33, 14 LXX Y passim); en cambio en Heb 4, 4.10 significa descansar (en sentido intransitivo, como en el pasaje de Gén 2, 2 LXX, que sirve de fondo). El v. 9 nos hace ver claramente que el descanso prometido al pueblo de Dios (v. 10) no debe in-

Bibl.: BiIlerbeck 1, 1043ss; O. Hofius, Der Vorhang vor dem Thron Gottes, Tübingen 1972; F. Laub, «Ein für allemal hineingangen in das Allerheiligste» (Hebr 9, /2) - Zum Verstiindnis des Kreuzestodes im Hebr: BZ 35 (1991) 65-85; S. Légasse, Les voiles du temple de Jérusalem: RB 87 (1980) 560-589; R. Pesch, Das Markusevangelium II (HThK), Freiburg 1977, 498s (en 502s bibliografía); C. Schneider, xUTunÉTaoilu,

en ThWNT III, 630-632. Para más bibliografía, ef. ThWNT X, 1135. l. En el NT, xu'tunÉ'tuo¡.tu aparece 6 veces (Mc 15, 38 par. y Heb 6, 19; 9, 3; 10,20). Los relatos del AT sobre el santuario del tabernáculo (-> axr¡v~) mencionan que delante de la puerta del santuario había una cortina (miisiik, Ex 26, 36s y passim) y que había otra cortina delante del lugar santísimo (piiroket, Ex 26, 31ss y passim). En la LXX los dos términos hebreos para expresar estas dos cortinas se traducen por xu-ruJtÉTuaf-tu, término del que luego se sirve Josefa para designar, por analogía, el velo exterior y el velo interior del templo salomónico o del herodiano (Ant VIII, 75, 90; BelI V, 212, 219). En Filón, SpecLeg 1,231,274, el velo exterior se denomina -ro JtQÓ-rEQOV xu-runÉ-ruaf-tu; en Heb 9, 3 el velo interior (del tabernáculo) recibe el nombre de -ro OE'Ú-rEQOV 'Xu-ruJtÉ-ruof-tu. Según Mc 15,38 par. Mt 27, 51 / Lc 23, 45, a la muerte de Jesús se rasgó en dos de arriba abajo e! xu'tunÉtuofA,u 'tOU vuoU. Se discute en cuál de los dos velos del templo se piensa aquí y cuál es el significado simbólico de este suceso. Como únicamente a la pároket le corresponde un elevado sentido cultual (cf. Lev 4, 6.17; 16, 2.11ss), el texto tiene que referirse únicamente a este velo. Entre las interpretaciones propuestas (entre otras: signo del juicio sobre Israel, señal anticipada de la destrucción del templo, confirmación de la mesianidad de

2248

2247 Jesús), la interpretación soteriológica merece la preferencia: Jesús, mediante su muerte expiatoria de carácter vicario, abrió de una vez para siempre a los hombres el acceso a Dios, de tal manera que éstos no necesitan ya ofrecer más sacrificios expiatorios. 2. Una idea difundida en el judaísmo antiguo, y que es compartida también por el autor de Hebreos (cf. 8, 5), ve en el santuario terreno la imagen fiel de un prototipo celestial real. En el santuario de lo alto, un velo correspondiente a la paroket oculta la morada de Dios, en la cual se halla el trono de gloria (cf. Hofius, 4ss). De este velo, que en textos rabínico-esotéricos se denomina casi siempre pargad, se habla en Heb 6, 19 Y 10, 20. La expresión TO EaónfQov TOí) XUTaJtETáa¡.taTo~ en 6, 19 (cf. Lev 6, 2.12.15 LXX) designa el lugar santísimo en el santuario celestial, para el cual en Heb 8, 2; 9, 8.12.(24); 10, 19 aparece la expresión Ta ayLu. Los dos enunciados de Heb 6, 19s y 10, 19s pertenecen al contexto de la doctrina acerca del autosacrificio del Sumo Sacerdote celestial Jesús, tal como la Carta a los hebreos desarrolla esta doctrina mediante una interpretación tipológica del ritual de Lev 16. Según ella, Jesús, a continuación de la JtQoacpoQu TOU (JW¡.tUTO~ en la cruz (lO, 10), entró en el lugar santísimo del santuario celestial para presentar allí su sangre derramada (9, 11ss.24ss). Por medio de esta acción expiatoria, él consiguió para los suyos la purificación de los pecados (1, 3; 9, 14.26; 10, 1-18; 13, 12) Y así consiguió, al mismo tiempo, para ellos el privilegio -propio de los sumos sacerdotes- de penetrar, en el día de la consumación de la salvación, a través del velo celestial, en ellugar santísimo de Dios (10, 19s). Puesto que Jesús, como el Sumo Sacerdote eterno que está sentado ahora a la derecha de Dios, es el garante fiel de la Elaobo~ (= entrada) escatológica de los creyentes, este «objeto de esperanza» que ellos tienen, puede describirse metafóricamente como un «ancla segura y firme del alma», que «penetra hasta el interior del lugar santísimo (celestial»> (6, 19s).

o. Hofius

';Un:«otlVO) katapini5 tragar, devorar, consumir* En sentido propio (aunque metafórico): Mt 23, 24, «tragarse el camello»; en 1 Pe 5, 8 dícese del diablo que «anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devoran> (~l']T6:lV TLva xawmElv); cf. Jer 28, 34 LXX, como imagen de la destrucción total; Ap 12, 16 (cf. Núm 16, 30-33); en voz pasiva, ahogarse, Heb 11, 29. En sentido figurado y siempre en voz pasiva en Pablo: devorar, consumir por completo, 1 Cor 15,54 (XUTEJtÓltl'] Ó ltáVaTO~ Et~ VLXO~, «devorada ha sido la muerte en victoria»); cf. Is 25, 8 (sobre la historia del texto cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco); de manera semejante en 2 Cor 5, 4; de hundirse en el pesar, en 2 Cor 2, 7 (cf. Filón, Gig 13). ThWNT VI, 158s.

2249

xm:áQu - xa-cuQyÉw

x«'táQ«, «~, ÍJ katara imprecación, maldición* De la tierra estéril que produce únicamente espinas y abrojos, se dice: xUTáQa~ EyyÚ~, «está cerca de la maldicióm>, Heb 6, 8 (cf. Gén 3, 17); EUAoyLa xal, xaTáQa no deben brotar de la misma boca, San 3, 10 (cf. también 3, 9; Rom 12, 14); xaTáQa~ TÉxva, «hijos de maldición = malditos», 2 Pe 2, 14. En Pablo dícese siempre de la maldición de la ley, una maldición que ella misma pronuncia, Gál 3, 10.13a (cf. Dt 21, 23; 27, 26); según Gál 3, 13b, «Cristo se hizo maldición por nosotros (yfVÓ¡.tEVO~ ... xaTáQa»>, porque, al colgar de la cruz, cayó sobre él la maldición (cf. 3, 13c, EmxaTáQa-co~): Cristo, que está libre de la maldición, cargó con la maldición para liberarnos de ella a nosotros (cf. también Did 16, 5). ThWNT 1, 449-451: X, 989s (bibl.); J. Becker, Der Brief an die Galater (NTD), a propósito de 3, 13.

x «'t «ot lot'tO) katapipti5 caer (de lo alto), caer* Lc 8, 6; Hech 26, 14: «todos caímos al suelo»; Hech 28, 6: «caer muerto» (XQ1:aJtLJtTfLV ... VEXQÓV). ThWNT VI, 169s.

X«'t«otAÉC:O kataplei5 navegar a o hasta* Lc 8, 26: navegar de alta mar a la costa, «a la tierra de los gerasenos». x«'t«otOVÉO) kataponei5 maltratar, oprimir* En el NT el verbo aparece únicamente como participio de presente de la voz pasiva: ó xu"tcmovoú¡.tfVO~, el oprimido, maltratado: Hech 7,24 (cf. Ex 2,12); 2 Pe 2, 7 (usado como adjetivo), dícese de Lot, que estaba siendo afligido. xa'ta:7tOV'tl~O!lat katapontizomai aho-

garse, hundirse* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva; en sentido absoluto, hundirse: Mt 14, 30; «ser arrojado al fondo del ma!»: Mt 18,6.

x«'t«Qáo,..,«t kataraomai maldecir* Usado en sentido absoluto significa maldecir (junto a EUAOyÉW), Rom 12, 14 (cf. Filón, Her 177); con acusativo significa maldecir (en el sentido de echar maldiciones sobre alguien o sobre algo): Lc 6,28; Mt 5, 44 Textus Receptus (EVAOyELTE TOU~ xUTaQw¡.tÉvo'U~ v¡.téi~); Sant 3, 9 (fUAOyOÜ¡.tfV ... xQ1:aQw¡.tflta); dícese de la maldición de una higuera en Mc 11, 21; en voz pasiva, al xa"tl']Qa¡.tÉvm, «vosotros los malditos», Mt 25, 41. ThWNT 1,449; X, 989s (bibl.). xa'taQyÉC:O katargeo destruir, despojar de poder, liberar* l. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. xm:uQYÉw en Pablo.

Bibl.: K. W. Clark, The Meaning of EVEQYÉOl and XUTUQyÉW in the NT, en Id., The Gentile Bias and Other Essays, Leiden 1980, 183-191; G. Delling, uQYóc" en Th WNT 1, 452-455; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus (FRLANT 119), Gottingen '1980,118-129; K. Müller, Anstofi und Gericht (StANT 19), München 1969, 116s; H.-A. Wilcke, Das Problem eines messianischen Zwischenreichs bei Paulus (AThANT SI), Zürich 1967, 100-105.

2250

1. En el NT xaTuQyÉw aparece 27 veces; de ellas 22 veces en Pablo, tres veces en las Deuteropaulinas, una vez en Hebreos y otra en el Evangelio de Lucas. Llama la atención el hecho de que Pablo utilice 15 veces el verbo en voz pasiva. 2. XUTUQyÉW, como compuesto de uQyÉw, se deriva etimológicamente de uQYó~ (raíz: U-EºYÓ~), «ineficaz, ocioso, inacabado». En el NT abarca todo el espectro de significados, desde hacer ineficaz, destruir, privar de poder, dejar sin vigor, esquilmar (Lc 13, 7) hasta el enunciado positivo de liberar; en voz pasiva, el verbo significa perecer, pasar (1 Cor 13, 8.10), ser separado, ser cortado. 3. Un aspecto sorprendente del uso teológico que Pablo hace de este verbo es que el sujeto gramatical o lógico de XaTuQyÉw es Dios o Cristo (con excepción de 1 Cor 13, 11), cuando se trata de una efectiva destrucción o privación de poder (varias veces en un contexto apocalíptico): el Creador, además de su poderoso «¡Hágase!», pronuncia también su poderoso «¡Perezca!» (xaTaQyÉw es el contrapunto negativo de --+ JtmÉw, en hebreo hará'). Dios no sólo reducirá a la nada el alimento y el estómago (1 Cor 6, 13); sino que principalmente por él son privados de su poder los poderes hostiles, 1 Cor 2, 6 (de manera algo distinta piensa H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], 79, nota 46: «perecedero»; --+ aQXwv 2.c: en 1 Cor 2, 6.8 por aQxovTE~ se entienden los poderes demoníacos). Más claro todavía es 1 Cor 15, 24: Cristo, como regente del reino divino (--+ ~a­ GLAda 4), destruirá esos poderes, entre ellos la muerte (v. 25; Conzelmann, 321ss). Según Rom 6, 6, «el cuerpo del pecado» es privado de su poder (según E. Kasemann, An die Romer [HNT], 150, xaTaQyÉw significa aquí es destruido; luego, congruentemente, ibid., 160: x.aTUQYÉW tiene sentido escatológico; cf., no obstante, Delling, 454), «para que no sirvamos ya al poder del pecado» (xaTaQyl']lt'ñ aquí es ya casi un pasivo divino. Ahora bien, sin que la

2252

2251 ley sea propiamente un poder de perdición, se dice también de la ley en Rom 7, 6 que nosotros estamos liberados de ella, lo mismo que en Rom 7, 2 la mujer está «libre» del esposo, cuando éste muere. En continuidad con estas ideas de Pablo se hallan 2 Tes 2, 8; 2 Tim 1, 10; Ef 2, 5 y Heb 2, 14. Puesto que nadie puede gloriarse ante Dios (¡doctrina de la justificación!), Dios destruye las cosas que son ('ta oV'tu, 1 Cor 1,28). Ahora bien, en Gá15, 4 Pablo usa Xa'tUQyÉOl en una forma de raciocinio que va en dirección opuesta a la de los enunciados de Romanos: no se es liberado por Cristo de la ley, sino que se es «liberado» de Cristo por la ley, es decir, uno es separado de Cristo por la ley. Por consiguiente, si Xa'tUQyÉOl, como destruir, es asunto de Dios, entonces de ello no son capaces, en sentido muy significativo, ni los hombres ni los ángeles, sobre todo cuando se trata de las obras de Dios: la infidelidad del hombre no es capaz de anular la fidelidad de Dios (Rom 3, 3); la ley dada por los ángeles (GáI3, 19) no puede dejar jurídicamente sin vigor la promesa hecha por Dios a Abrahán, Gál 3, 17; cf. Rom 4, 14; tan sólo «el escándalo de la cruz» podría ser suprimido por la predicación de la circuncisión, Gál 5, 11 (así con F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 361 s, en contra de Müller). Según O. Michel, Der Brief an die Romer' [KEK], 157, la oposición entre VÓfwV xu'tuQyoilf!ev y VÓf!ov LcJ'táVOf!eV, en Rom 3, 31, señala hacia los equivalentes arameos baHel y qayyem. Pero su referencia a Ab 4, 9 no es capaz de probar la existencia de semejante par rabínico de opuestos como tecnicismos para designar el «dej ar sin vigOr» o el «hacer entrar en vigor» la ley o una prescripción de la ley (Hübner, 121ss); --> XU'tUA:ÚOl 3. Así que Pablo, con Xa'tUQyÉOl, en Rom 3, 31, no recogería una objeción de sus adversarios judaizantes (¡reacción a la Carta a los gálatas!) ni la rechazaría con lo de VÓf!OV LatáVOf!EV: «Concedemos validez a la ley», a saber, como «ley de la fe», Rom 3, 27 (Hübner, 118ss).

En 2 Cor 3, 7.11.13.14 se expresa por medio de xu'tuQyÉw el carácter perecedero de la dispensación mosaica. El participio sustantivado 'to XU'tUQy01J[lEVOV es la quintaesencia de esa época transitoria y ya pasada (sobre 2 Cor 3 cf. principalmente R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 81ss). H. Hübner

xataQta,.Éro katarithmeo contar, contar entre* Hech 1, 17: Judas XU'tl]QL'frf!'Y][lÉVO¡; ~v Ev ~[liv, «era contado entre nosotros (entre los Doce)>>; cf. Lc 22, 3. xataQtí,~ro katartizi5 poner (de nuevo) en

2253

fección I para que seais restaurados»; cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), sub loco; ThWNT 1,475. xataQ'tlo,.ó~, olí, Ó katartismos equipamiento, preparación* En Ef 4, 12 se habla de la <<preparación de los santos para la labor del ministerio». ThWNT 1, 475; J. Gnilka, Der Brief an die Epheser (HThK), sub loco.

103, 12 LXX; Dan 4,21 Teod.; Ez 31,6; según Marcos: a la sombra, cf. Ez 17,23) del arbusto de la mostaza; Hech 2, 26: ~ oáQ~ [l01J xU'tuOXl]VWOEL EJt' EA.JtlOL, «mi carne habitará (= descansará) en la esperanza» (cita del Sal 15,9 LXX). ThWNT VIII, 389-391.

xataoxÍlvro(Jt;, fro~, ÍJ kataskenosis lugar de morada, nido* Mt 8, 20 par. Lc 9, 58: Las aves del cielo tienen nidos.

xataoEtro kataseio agitar, hacer señas, hacer una señal * Con dativo 'tñ XELQl en Hech 12, 17: «les hizo una señal con la mano para que callarall»; 13, 16; 21, 40; con acusativo 't'Y1V XdQu, «él les hizo una señal con la mano», 19,33.

orden, completar, preparar* En el NT el verbo aparece 13 veces. Mc 1, 19 par. Mt 4,21: remendar ('ta OlX't1JU). Frecuentemente en contextos parenéticos: los corintios deben estar equipados / perfeccionados (Xa't'Y]Q'tLOf!ÉVOL EV 'tQ> ulJ'tQ> VOL XUL Ev 'tñ uvtñ yVWf!U), 1 Cor 1, 10; restaurar a quien se ha alejado, Gál 6, 1; en voz pasiva, ser restaurados / enmendar vuestros caminos, 2 Cor 13, 11; completar ('ta úOtEQ~[la'tU tfj¡; JtlO'tEOl¡; 'ÚfÜúv), 1 Tes 3, 10; de manera semejante, hacer apto (EV :rr:UVeL ayufuQ> ), Heb 13, 21 (cf. O. Michel, Der Brief an die Hebriier' [KEK], sub loco); preparar / perfeccionar (junto a ot'Y]Qll;w, O'frEvÓOl, {}E[lEA.LÓOl), 1 Pe 5, 10; el discípulo debe estar «completamente equipado / perfeccionado» (xu'tl]Q'tL<J[lÉVO¡; OE JtU¡;), Lc 6,40 (cf. W. Grundmann, Lukasevangelium [ThHK], sub loco). En el sentido de producir, preparar: «tú te has preparado alabanza» (en voz media), Mt 21, 16 (cita del Sal 8, 3 LXX); «hecho para la de~truccióll», Rom 9, 22; Heb 10, 5 (en voz media; cf. Sal 39, 7 LXX); 11, 3 (xu'tl]Q'tla'frm 'tOU¡; ulroVU¡; Q~!-lUtL {}wu). ThWNT 1, 475; Spicq, Notes 1, 253-255,416-419.

xataoxfuá~ro kataskeuazopreparar, construir, instalar* En el NT el verbo aparece 11 veces, seis de ellas en Hebreos. Mc 1, 2 par. Mt 11, 10 I Lc 7, 27: <<preparar el camino» (cf. Ex 23, 20; Mal 3, 1 LXX); Lc 1, 17: AUO¡; XUtEOXE1JUO[lÉVO¡;, «un pueblo equipado / bien preparado». En Hebreos encontramos los significados de construir: una casa, 3, 3.4a; un arca, 11,7 (cf. 1 Pe 3,20); instalar, equiparlas dos tiendas del santuario, la tienda anterior (el «lugar santo»), Heb 9, 2, Y el santuario entero en 9, 6 (to'Ú'twv OE olÍtW¡; Xa'tEOXE1JUO[lÉVOlV, «conforme a esta instalación» y crear en 3, 4b (o OE :rr:áv'ta xu'taaxE'Uáo~¡; 'frEÓ¿

xatáQtlOt~, fOJ~,

katartisis mejora,

xat(l(Jx11 vó ro kataskenoi5 (hacer) habitar,

perfeccionamiento* 2 Cor 13, 9: toilto xul EVXÓ[lE-frU, 'tT]v 'Úf!WV XUtáQtLOLV, «oramos por vuestra per-

anidar* En Mt 4, 32 par. Mt 13,32 I Lc 13, 19 dícese de las aves que anidan en las ramas (cf. Sal

'Í1

2254

xataoxtá~ro kataskiazo cubrir, cubrir con su sombra* Según Heb 9, 5, los querubines cubrían con su sombra el propiciatorio del tabernáculo (xu'tuoxLá1;oV'tu 'to LAuo't~QLov, cf. Ex 25, 19).

xataoxántro kataskapto demoler, destruir* Hech 15, 16: 'ta XU'tEOXUf![lÉvu UVtfj¡;, «lo destruido en él (en el tabernáculo de David) I sus ruinas (cita de Am 9, 11 LXX); Rom 11,3 «derribar altares» (cita de 1 Re 19, 10).

xataoxonÉro kataskopeo explorar, espiar* Gál 2, 4: xu'tuoxoJtfjOaL ti]v EA.E1J{}EQlUV ~f!rov, «para espiar nuestra libertad»; cf. ThWNT VII, 418 (¿será un juego irónico de palabras: XU'tU-/EJtWXOJtfjOaL?, cf. ibid., nota 1).

xatáoxon:o~, O", Ó kataskopos espía, explorador* En Heb 11, 31 dícese de los espías a los que Rajab acogió amistosamente; cf. Jos 2, lss. ThWNT VII, 418s.

xataooq>í,~o,.at katasophizomai engañar con astucia o trampas* En Hech 7, 19 dícese de la suerte que Israel corrió en Egipto, después de la muerte de José; cf. Ex 1, 8ss.

xataotÉAAro katastello apaciguar, calmar* Hech 19, 35: xu'tuo'tElA.U¡; ... 'tov OXA.OV, «apaciguó a la multitud»; 19,36, XatEOtUA[lÉvOl:;, tranquilo. ThWNT VII, 595s.

2256

2255

xa'tá(J'tfJp.ta, a'to~, 'tó katastema dispo-

a la destrucción»; en sentido figurado en 2

sición, conducta* Tit 2, 3: Ev XU'tu01;~[!atL lfQO:n:Qf:n:d~, «honorables en su conducta».

Tim 2, 14: e:n:t xULaa'tQo
xa'ta(J'tOA'Í), i'í~, Í) katastole actitud,

xa'ta(J'tQmvvup.tt katastronnymi derribar,

compostura * Según 1 Tim 2, 9 las mujeres «deben presentarse en actitud decente/ digna» (ev xu'taa'toA.ñ XOa[!Lcp) (en el culto divino). El enunciado paralelo en el v. 8 hace pensar en la compostura total, que -desde luego- puede mostrarse especialmente en la manera de vestir (cf. Josefa, Bell 11, 126; Is 61, 3; Tácito, Hist I1I, 73, 3). Como el v. 9 menciona otros detalles de la apariencia exterior, entre ellos t[!a'tLa[!a~ :n:OA.'UtfA.~~, creemos que xU'taa'tOA.~ se refiere a la actitud misma. ThWNT VII, 595s.

matar* En 1 Cor 10, 5 dícese de los israelitas que perecieron (xa'tf(J'tQw'l't'Y]aav) en el desierto (cf. Núm 14, 16).

xa'ta(J'tQÉepoo katastrepho volcar, derribar* Según Mc 11, 15 par. Mt 21, 12, Jesús volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas en el templo (xa'tÉatQ f'l\' lo v); Hech 15, 16 v.l.: ta. xa'tf<J'tQa[![!Éva en vez de 'ta xa'twxa[![!Éva. ThWNT VII, 716.

xa'ta(J'tQfJvtáro katastreniao ser desenfrenado contra, seguir los impulsos de los sentidos en contra de* En 1 Tim 5, 11, a propósito de la prohibición de admitir las viudas más jóvenes para el «ministerio de viudas»: otav ya.Q xa'taatQ'Y]vLáoúlOLV 'tou XQL<J'tOu, ya[!ELv {)'ÉA.OUmv, «porque cuando siguen los impulsos de sus sentidos en contra de Cristo», cf. BlaBDebrunner § 181, 1, con la nota 3; ThWNT I1I, 632s.

xa'ta(JtQoeptl, 'ij~, Í) katastrophe destrucción, ruina En 2 Pe 2, 6 dícese que Dios xataotQoCPñ xa'tÉxQLvEV, «condenó a Sodoma y Gomarra

xa'ta(JúQoo katasyro arrastrar, llevar a la fuerza* Lc 12, 58: :n:Qo~ 'tav XQL't"ÍV, «arrastrar ante el juez». xa'ta(JqJá~ro, xa'ta(Jepá'ttoo katasphazo, katasphatto matar, sacrificar* Lc 19, 27: xataocpásu'tf autoú~, «¡matadlos (a mis enemigos) en mi presencia!»; cf. BlaB-Debrunner § 71, nota 1. xa'ta(JqJQayí,~ro katasphragizo sellar*

En Ap 5, 1 se habla de un rollo (o libro) sellado con siete sellos (I3L~A.lov ... xa'twcpQayL<J[!Évov); --> I3L~A.tOV 3; --> É:n:tá. ThWNT VII, 951.

2257

xU'tm;o!-t~

- XU'tUqJQOVÉúl

xa'tatop.t'Í), i'í~, Í) katatome mutilación*

xa'taep1'tdQro kataphtheiriJ depravar, ani-

En Flp 3, 2 Pablo acusa a sus adversarios Gudeocristianos), con un juego irónico de palabras (paronomasia), de que la «circuncisión» que ellos tienen en tanto aprecio, es en realidad una mutilación (~A.É:n:f'tf 'tOu~ xúva~ ... ~A.É:n:f'tf 't~v xaLa'tO[!lÍv); cf. la polémica correspondiente en Gál 5, 11 s (:n:fQL'tof,LlÍ... a:n:oxó:n:'túl). Quizás la expresión refleje la prohibición veterotestamentaria de la mutilación ritual (cf. xa'ta'tÉf,LVúl en 1 Re 18,28; Os 7, 14). Hay parecidos juegos de palabras en Rom 12, 3; 2 Tes 3, 11. E. Lohmeyer, Der Philipperbrief (KEK), sub loco; ThWNT VII, 109-111 (bibl.); G. Barth, Philipperbrief (Zürcher Bibelkommentare), sub

quilar; en voz pasiva, estar depravado, perecer* 2 Tim 3, 8 (en voz pasiva): xa'tE, 2 Pe 2, 12 v.l.; cf. también ThWNT IX, 94-106; Spicq, Notes 1, 423s.

loco.

xatato1;Eúro katatoxeuiJ abatir de un tiro Heb 12, 20 v.l.: II ~OA.tOL xaLa'tOSw{)lÍaf'taL, «con un arma arrojadiza».

it

voz media, conceder* Hech 24, 27: xáQLta xa'tu'l'tÉa'l'tm; 25, 9: XUQLV xU'ta{}Ém(taL, «hacer un favor»; en voz activa en Mc 15,46 v.l., dícese de la acción de dar sepultura a Jesús (en vez de e'l'tr¡XEV).

Forma intensiva de
Hech 21, 32: xa,;ÉOQa[!fV e:n:' av'tOú~,

«él bajó corriendo hacia ellos».

llevar delante; en pasiva, sumergirse* El verbo aparece sólo en Hechos: 25, 7: xata>; en voz pasiva en 20,9 (bis): xma
xataqJEúyoo katapheugiJ huir, buscar rexa'ta'tí.-3fJp.tt katatithemi depositar; en

xa'taqJtAÉOO kataphileo besar*

xatatQÉXoo katatrecho bajar corriendo*

xataepÉQoo katapheriJ llevar hacia abajo, xa'tá(JXE(Jt~, Ero;, kataschesis toma de posesión, posesión* Hech 7, 5: bouvaL ... d~ xu'táa)(fmV, «dar en posesión (un país)>> (cf. Gén 17, 8; 48, 4); 7,45: ev tñ xa'tuaXÉofL 'tWV e{)ywv, «en la toma de posesión (del país) de los gentiles (por Israel)>> = «en la ocupación del país» (cf. 1 también E. Haenchen, Die Apostelgeschichte [KEK], sub loco, con la nota 3); 20, 16 v.l.

2258

fugio* En sentido propio en Hech 14, 6: xa'tÉ
xa'taqJQovÉro kataphroneo despreciar, tratar con desprecio, mirar con desdén* En el NT el verbo aparece 9 veces: despreciar, estimar en poco: Mt 6, 24 par. Lc 16, 3, en sentido proverbial (cf. Billerbeck 1, 433): despreciar a uno de los dos amos (opuesto: avtÉXO[!aL); 1 Cor 11, 22 ('tfí~ exxA.'Y]ata~ 'tOu {)wu, a saber, por la conducta indigna en la Cena del Señor); 2 Pe 2, 10: X'UQLÓ'tr¡'tO~ xu'tacpQovouV'tf~, «los que desprecian el señorío (de Cristo) / no toleran sobre sí ningún Señon>; cf. Jds 8: X'UQLó't'Y]'ta M atlf'tOU<JLV, cf. también Herrn (m) 5, 6, 1; Did 4, 1; tratar con desprecio / con menosprecio: Mt 18, 10 (éva~ tWV [!LXQWV 'tOÚ'túlV); 1 Tim 4, 12 ( ... oo'U tfí~ VfÓ'tr¡'tO~, « ... a ti [Timoteo] por tu juventud»); mirar con desdén, menospreciar: Rom 2,4 ('tQv :n:A.oú'tO'U ... ); en sentido absoluto: 1 Tim 6, 2 en una exhortación dirigida a los esclavos que tienen amos creyentes: [!~ xa'tuCPQoVEL'túloav (a saber, av'twv); en Heb 12, 2

2260

2259

dícese de Cristo: uLaX'ÓVT]~ XUTucpQovr']au~,

telgeschichte' (KEK), sub loco. ThWNT n,

«menospreciando la vergüenza». ThWNT nI, 633s.

376s; R. R. Wycherley: JThS 19 (1968) 619621.

xutUq>QOV1)tÍ);, olí, Ó kataphronetes

xutivuvtl katenanti

burlón, despreciador* Hech 13,41: oL xucaCPQOVT]TUL, en cita de Hab 1, 5 LXX, refiriéndose a judíos y prosélitos (cf. v. 26). ThWNT I1I, 634.

xutuXiro katacheo derramar

(sobre)* De la acción de derramar el óleo de la unción sobre la cabeza de Jesús, en Mc 14, 3 (Tfíe; XfcpUAfí~, cf. BlaB-Debrunner § 181, nota 4) par. Mt 26, 7 (btL Tfíe; XfcpuAfí~).

xutuX{}óvw;, 2 katachthonios

subterráneo, de debajo de la tierra* Sustantivado en Flp 2, 10 junto a bto'UQáVLOL y bdyfLOL en la mención hímnica de todos los seres y poderes existentes; cf. Ap 5, 13; IgnTral9, 1. ThWNT 111, 634s.

xutuXQÓ:O..-,Ut, XUTUXQÍ)O!lat katachraomai, katachreomai emplear, usar, utilizar plenamente* El significado del compuesto es más intenso que el del verbo simple. En sentido absoluto en ICor 7, 31: oL XQW[tfVOL...
XUtuljrúxro katapsychi5 enfriar, refrescar* Lc 16, 24: lVU xUTmv'Ó~n, «para que él re-

(adverbio y preposición impropia) frente a, enfrente* El término aparece 8 veces en el NT. Como preposición impropia (con genitivo) en Mc 11,2 par. Mt 21,2: xatÉvuvtL ú¡.twv, «la aldea que está enfrente de vosotros»; en cambio, se usa como adverbio en Lc 19, 30: d~ Tl]V XatÉVUVTL XÚl¡.tr¡V; Mc 12, 41: xaTÉVUVtL TOiJ yU~Ocp'UAUXLO'U; 13,3: xuTÉvavTL toiJ LfQOiJ; Mt 27, 24 v.l.: XatÉVUVtL TOiJ OXAO'U, «enfrente del pueblo»; en Pablo se refiere siempre a Dios: Rom 4, 17 (xuTÉvavTL oii fJtLoTf'Uafv {}eoiJ; atracción por xaTÉVUVtL TOiJ {}fOiJ ili fJtLOTf'UOfV); 2 Cor 2, 17; 12, 19 en la exp;esión: XatÉVUVTL {}eoiJ fV XQWTep AUAOiJ¡.tfV: «en presencia de Dios». BlaB-Debrunner § 214,4 con la nota 6.

xunvóm:wv katenopion

(adverbio y preposición impropia) delante de, en presencia de* Como preposición impropia, se halla siempre referida a Dios en la expresión: «(santos y) sin mancha delante de Dios», Ef 1,4; Col 1, 22; Jds 24. Además en la expresión: Xatfvwmov {}eoiJ fV XQLOtep, 2 Cor 2, 17 v.l.; 12, 19 v.l.; --> fvwmov 1. Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.). xun:;olJ(Jtá~ro katexousiaz6 ejercer el propio poder contra* En Mc 10,42 par. Mt 20,25 dícese de los soberanos que abusan de su poder en. contra de sus propios pueblos (junto a XUTUXUQLf'ÚOO). ThWNT n, 572.

fresque (mi lengua)>>.

xutdbroAO;, 2 kateidi5los lleno de ídolos* Según Hech 17, 16, Pablo vio que la ciudad de Atenas estaba llena de ídolos (xuTd6úlAOV o'Óauv T~V JtÓALV; Vg: idololatriae deditam); cf., a propósito, E. Haenchen, Die Apos-

xutEQyá~O!lut katergazomai completar, llevar a cabo, producir* En el NT el verbo aparece 22 veces, de ellas once en Romanos y, entre éstas, seis en el capítulo 7 de Romanos: 7, 15.17.18.20, para referirse a lo que se obra por medio de la propia

2261

actividad; dícese del pecado que suscita la concupiscencia (7, 8) Y que ha producido la muerte (7,13). 1,27: CWXT][toa'ÓvT]v XatfQYU~Ó¡.tfVOL, «cometiendo hechos vergonzosos / practicando la desvergüenza»; 2, 9: to xuxóv; 15, 18: WV ou xatfLQyáauTO 6L' f¡.tOiJ, «lo que no habría obrado Cristo por medio de mí»; 1 Cor 5, 3: oihúl~ TOiJTO; 1 Pe 4, 3: TO ~O'ÓAT]¡.tU TWV f{}VWV; en voz pasiva, 2 Cor 12, 12: Ta ¡.tEV aT]¡.te1u TOiJ CXJtOOTÓAO'U xuTfLQyáa{}T] . Ef 6, 13: aJtuvTu XUTfQyuaá¡.tfvOL puede significar «después que vosotros lo habéis llevado a cabo todo» (es decir, después que os habéis revestido de la armadura de Dios, cf. vv. 11.13a.14ss) o «después que lo habéis superado todo» (cf. vv. 12s; 3 Esd 4, 4). El cambio de avtLatfívm (v. 13b) a aTfívm (v. l3c, cf. la continuación con OTfí'tf, v. 14a) sugiere la primera traducción. En el significado de producir, crear: Rom 4, 15: ó yaQ VÓ¡.to~ oQyl]V xatfQyá~fTm; 5, 3: ({}AL'\jne; ... úJto¡.tovr']v), cf. Sant 1, 3; 2 Cor 4, 17 (atÚlvLOv ~áQo~ M~T]~); 7,10 ({}áVUTOV); 7, 11 (aJto'U()lÍv). Efectuar: 9, 11 (fuxaQLaTLuv T0 {}fep); Flp 2, 12 (T~V ÉU'UtwV aúltT]QLUV; cf. S. Pedersen: StTh 32 [1978] 1-31). Preparar: 2 Cor 5, 5 (~¡.ta~ d~ aUTO TOiJTO, «a nosotros precisamente para esto»). ThWNT I1I,635-637.

xutiQX0!lUt katerchomai bajar,

llegar a* En el NT el verbo aparece 16 veces (Lucas 2 veces, Hechos 13 veces, Santiago una vez). En sentido figurado en Sant 3, 15: «bajando de lo alto (avoo{}fv = de Dios)>>. En todos los demás casos en sentido propio, con d~: Lc 4, 31; Hech 8, 5; 13,4; 15,30; 19, 1; con JtQó~: 9, 32; llegar (a puerto desde alta mar): 18,22; 21,3; 27, 5; con indicación del punto de partida (aJtó): Lc 9, 37; Hech 15, 1; 18,5; 21, 10, del punto de partida y de la meta (aJto ... d~): 11, 27; 12, 19.

XUU(J{}Í,w, xuti(J{}ro katesthii5, katesthi5 consumir, devorar, tragar* En el NT el verbo aparece 15 veces. En sentido propio en Mc 4, 4 par Mt 13, 4/ Lc 8, 5,

2262 dícese de las aves que se comen los granos de la siembra; en Ap 10, 9.10 dícese del vidente que devora un libro (--> ~L~AUQL()LOV, cf. Ez 2, 8s; 3, 1-3); en Ap 12, 4 dícese del dragón que quiere devorar al hijo de la mujer, inmediatamente después de su nacimiento. En todos los demás casos en sentido figurado: Mc 12, 40 par. Lc 20, 47 / (Mt 23, 14 v.l.): xaTf(J{}LOvtf~ Ta~ OLXLU~ TWV XT]Qwv, dícese de los fariseos que «devoran / se apoderan de las casas de las viudas»; cf. 1. D. M. Derrett: NovT 14 (1972) 1-9; Lc 15, 30: TOV ~LOV, «dilapidar su fortuna»; Jn 2, 17: consumir (cf. Sal 68, 10 LXX); devorar, en el sentido de desgarrar a mordiscos (junto a 6áxVúl) en Gál 5, 15; en el sentido de explotar (en sentido absoluto): 2 Cor 11, 20 (cf. Sal 13, 4 LXX); dícese del fuego: devorar, consumir en Ap 11,5; 20,9.

XUTElJ{}ÚVW kateuthyno enderezar,

dirigir, guiar* Lc 1, 79: TOV~ Jtó6u~ ~¡.twv eL~ Móv eLQr']vT]~, «para dirigir nuestros pies hacia el camino de la paz»; 1 Tes 3, 11: T~V óMv ~¡.twv JtQo~ ú¡.ta~; 2 Tes 3, 5: Ta~ XUQ6LU~ et~ Tl]V ayáJtT]v TOiJ {}eoiJ (cf. 1 Crón 29, 18 LXX).

XUTElJAOyiro kateulogeo bendecir* Mc 10, 16 (a diferencia de Mateo/Lucas): Jesús «los abrazaba (a los niños), les imponía las manos y los bendecía» (cf. también Tob 10,14; 11, 17BA).

xUTiq>uyov katephagon consumir,

devorar Aoristo segundo de --> xUTfa{}Lúl, xaTÉa{}úl.

XUtFq>Í,(JTU..-,Ut katephistamai alzarse contra* Hech 18, 12: XatfJtÉatT]Ouv ... OL 'Io'U6uLoL T

rUAALúlV 3.

2263

XO:tÉlro katecho asir firmemente, retener* 1. Aparición en el NT - 2. Contenidoso semánticos - 3. Campo referencial- 4. Significados en 2 Tes 2, 6s.

Bibl.: R. D. Aus, God's Plan and God's Power: /saiah 66 and the Restraining Faetors of 2 Thess 2:67: JBL 96 (1977) 537-553; E. Best, The First and Seeond Epistles to the Thessalonians (BNTC), London '1977, 295-301; J. Coppens, Le katechon et le katechón: derniers obstacles a la parousie du Seigneur Jésus, en J. Lambrecht (ed.), L'Apoealypsejohannique et l'Apoealyptique dans le NT, Gembloux 1980, 345348; O. Cullmann, Vortrlige und Aufslitze /925-/962, Tübingen 1966, 305-336; H. Hanse, %U'tÉXw, en ThWNT n, 828-830; B. Rigaux, Les épftres aux Thessalonieiens (EtB), Paris 1956, 259-280, 662-671; Spicq, Notes, Suppl., 379-385; A. Strobel, Untersuehungen zum eschatologisehen Verzogerungsproblem (NovTS 2), Leiden-Ki.iln 1961; W. Trilling, Untersueh ungen zum zweiten Thessalonieherbrief(EThSt 27), Leipzig 1972; Id., Der zweite Thessalonieherbrief (KEK), Zürich (reimpresión) 1980, 81-105 (bibl.).

1. En el NT el verbo aparece 17 veces (sin contar Jn 5, 4 v.l.). Su uso se limita a unos cuantos (grupos de) escritos: en el Evangelio de Lucas hay 3 testimonios, en Hechos 1, en Pablo 8, en 2 Tesalonicenses 2 y en Hebreos 3. 2. x.u'tÉxw significa: a) en sentido transitivo: detener, asir firmemente, retener, con una amplia gama de acepciones (d. Pape, Worterbuch I, s. v.; Liddell-Scott, s. v.). En el NT se halla representada sólo una parte de esas acepciones. b) El uso intransitivo aparece tan sólo una vez, como tecnicismo de la navegación: dirigirse rumbo a, ir (hacia la playa), Hech 27, 40, o desembarcar (los testimonios en Bauer, Worterbuch, s. v. 2; bibliografía sobre la navegación en el mundo antiguo en W. Haenchen, Die Apostelgeschichte' [KEK),666). 3. a) En sentido físico, x.atÉxw significa: 1) retener, en el intento de la gente (en imperfecto) por impedir a Jesús que se marchara (Lc 4,42), retener a Onésimo (Flm 13); 2) tener, poseer (1 Cor 7, 30; 2 Cor 6, 10), ocupar el sitio (Lc 14, 9 material peculiar). b) El verbo se usa mucho más frecuentemente en sentido figurado, con las siguientes acepciones: 1) En sentido negativo: dícese de

2264 «los hombres que refrenan la verdad mediante la injusticia» (Rom 1, 18), del poder de la ley «en el cualfttimos mantenidos (cautivos)>> (Rom 7,6; cf. Gál 3, 23; H. Schlier, Der RomerbrieJ[HThK], sub loco) cf. también a propósito de 2 Tes 2, 6s (-+ 4). 2) En sentido positivo: con orientación predominantemente parenética, retener «la palabra» (Lc 8, 15 a diferencia de Marcos/Mateo), «las tradiciones» (1 Cor 11,2), «el evangelio» (1 Cor 15, 2), «lo bueno» (1 Tes 5, 21), la confianza y la esperanza de la confesión (Heb 3, 6.14 [significado incierto]; 10,23). 4. Desde la antigüedad cristiana se discute acerca del significado de xatÉxw en 2 Tes 2, 6.7. La diferencia entre el participio sustantivado neutro (tO x.u'tÉy..ov, v. 6) y el masculino (ó x.u'tÉXwv, v. 7) no se puede explicar con seguridad ni desde el punto de vista gramatical ni desde el semiótico. Sin embargo, el contexto inmediato exige que ambos participios se traduzcan con igual sentido: una traducción que debe tomar como punto de partida el análisis lingüístico de los vv. 5-7 (como una especie de «excursus» entre los vv. 3b4.8. lOa) y la función que desempeñe esa entidad (Trilling, Untersuchungen, 77-92). De ahí se deduce con alta probabilidad una eficiencia positiva del x.u'tÉXwv( -ov), y por cierto como factor en la dilación del final de la historia / del mundo dentro de un contexto fijo de tradiciones acerca de una «demora» que es obrada por Dios mismo (desde Hab 2, 3s; cf. Cullmann, Strobel, passim) (<<detener», «retener»). La mejor manera de entender el «poder que detiene» es interpretarlo, dentro del marco de esa tradición, como una figura literaria para designar el aplazamiento de la aparición del «hombre de maldad» (<
2265

son menos probables o se hallan enteramente descaminadas. Los intentos de interpretación en el marco de la historia del mundo y de la historia del fin de los tiempos (referidos especialmente al Imperio Romano, desde Hipólito y Tertuliano) y en el marco de la historia contemporánea (referidos a la proclamación del evangelio, a Claudia, Vespasiano y a otros) han quedado descartados. La hipótesis de que la Carta segunda a los tesalonicenses es un pseudoepígrafo da impulso a la idea de descartar tales interpretaciones (Trilling, Untersuchungen; Id., Der zweite Thessalonicherbrief, sub loco). W. Trilling

xa'tl]yO(!Éro kategoreo acusar, presentar cargos * En el NT el verbo aparece 23 veces, veintidós de ellas como tecnicismo jurídico; tan sólo en Rom 2, 5 el verbo aparece en sentido figurado y sin carácter jurídico, para referirse a los pensamientos (de los paganos) «que se acusan / se hacen reproches mutuamente o también se defienden» (xa'tl]yoQOÚVT,WV ~ x.uL aJtoAoyOlJ J-tÉvwv). En los Sinópticos el verbo se emplea siempre para referirse a Jesús: En Mc 3, 2 par. Mt 12, 10 / Lc 6, 7 dícese de las intenciones de los enemigos de Jesús de acusarle; cf. Jn 8, 6; Lc 11, 54 Textus Receptus; acusar, Lc 23, 2; inculpar, Mc 15, 3.4 (con acusativo de cosa); Lc 23,10, 14 (a'i:'tLOV WV, aquí seguramente por atracción de casos); en voz pasiva en Mt 27, 12. Acusar ante Dios, Jn 5, 45a; 5, 45b: ó x.u'tl]YOQwv, «el acusador»; en Ap 12, 10 se dice que Satanás es Ó x.u't~ywQ ... ó x.u'tYlyoQwv (uil'to'Ú~); cf. también Job 1, 6ss; Zac 3, 1ss; Hen (et) 40, 7. Los testimonios del verbo que hay en Hechos se hallan en el contexto del proceso entablado contra Pablo: presentar cargos, 22, 30; 24, 2.19; 25, 5.11 (El. bE oubÉv ea'tLv WV, «pero si ninguna de esas cosas de que éstos me acusan es verdad, entonces ... »); 25, 16: Ó xu'tl]yOQOÚ!tEVO~, «el acusado»; inculpar (en el trascurso del proceso), 24,8.13; dícese de las relaciones de Pablo con

2266 su pueblo en 28, 19: oux w~." exwv 'tL x.u'tl]YOQfLV, «no porque yo tuviera acusación alguna contra mi pueblo». ThWNT III, 368.

xa'tl]yo(!ía, a~,

t] kategoria acusación, inculpación* Jn 18, 29: x.U'tl'lyOQLUV
aa-

xa'tt]yO(!O~, O", Ó kategoros acusador* Sólo en Hechos: 23, 30.35; 25, 16.18; 24, 7s v.l. para referirse a los acusadores de Pablo; por lo demás, Jn 8, 10 Textus Receptus; Ap 12, 10 v.l. (en vez de x.u't~ywQ).

xa'tt]yro(!, OQo~, Ó kategor acusador* En Ap 12, 10 (únicamente A; mientras que p4' Sin C 051 Koiné leen x.u't~yoQo~, cf. a propósito GNTCom, sub loco) Satanás es el acusador de los hombres ante Dios (junto al participio de presente de -+ x.u'tl]yoQÉw), un acusador que fue derribado del cielo (Lc 10, 18; Billerbeck 1, 141-144). x.u't~ywQ puede ser un vulgarismo, formado a base del genitivo plural xU'tl]yóQwv (así piensa Bauer, Worterbuch, s. V.; BlaB-Debrunner § 52, con la nota 3 (bibl.), o bien un semitismo correspondiente al extranjerismo qii(egor en el lenguaje rabínico (cf. ThWNT III, 637, con la nota 2; Billerbeck 1, 141s). La hipótesis de que tal semitismo se ha conservado únicamente en A (a pesar del vulgarismo x.U't~ywQ que se encuentra en PapLondon 1, 124,25) apoya la difícil decisión en materia de crítica textual que hay que adoptar en este pasaje.

xadlJ.,.30v katelthon bajé Aoristo segundo de -+ x.u'tÉQxoJ-tm.

xa'tt]Vfy)ta katenegka llevé hacia abajo Aoristo primero de -+ x.u'tu
2268

2267

xa:tt]qJna,

a;, Í) katepheia tristeza, des a-

liento* Sant 4, 9: [lE'tUO'tQa:J'tYI";w ... 1Í XUQa d~ xunlcpauv, «que vuestra risa se torne en llanto», como señal de que uno se ha convertido a Dios; cf. 4,6; 5, 1; Lc 6, 25.

xa'tt)XfW katechei5 comunicar, instruir, enseñar; en voz pasiva, aprender* 1. Aparición - 2. Significado general- 3. XaTllXÉW en relación con la enseñanza cristiana.

Bibl.: H. W. Beyer, XUTllXÉw, en ThWNT III, 638640; A. García del Moral, «Catequizar» según Pablo y Lucas: Studium 24 (1984) 57-110; A. Knauber, Zur Grundbedeutung der Wortgruppe XUTllxÉw-catechizo:

Ob.erreinisches Pastoralblatt 68 (1967) 291-304; SplCq, Notes 1, 425-427; K. Wegenast, en DTNT 11, 88s; R. B. Zuck, Greek Words for Teach: Bibl. Sacra 122 (1965) 158-168. Para más bibliografía, cf. ThWNT X,l135. 1. En el NT el verbo aparece 8 veces, cuatro de ellas en las cartas paulinas auténticas (Rom 2,18; 1 Cor 14, 19; Gá16, 6a.b) y otras cuatro veces en la doble obra de Lucas (Lc 1, 4; Hech 18, 25; 21, 21.24). Se trata de un vocablo tardío que falta, por ejemplo, en la LXX y que aparece raras veces en Josefo (Vita 366, en la voz activa) y en Filón (LegGai, 198, en voz pasiva). - Son importantes los testimonios del siglo II que se encuentran en 2 Clem 17, 1 yen Luciano, JupTrag 39. La Carta segunda de Clemente recuerda el mandamiento de «apartar a los hombres de los ídolos e instruirlos (uJtooJtuv XUL xu'tl]Xtiv» rel="nofollow">. Si aquí se entiende ya xatT])(Éw «en el sentido de la enseñanza catequética impartida por la Iglesia» (así piensa Bauer, Worterbuch, s. v. 2b) es cosa que, por lo menos, debe quedar en duda (cf. ~~auber, 30~). Además, la frecuente interpretaClon. del prefijO xa'ta- que se basa en el pasaje de Luclano «<sonar desde arriba hacia abajo»; así, por ejemplo, Beyer, 638) debe considerarse incorrecta (Knauber, 293s, 298-301). En todo caso, el Lexikon de Suidas (111, 77 en la edición de Adler) tr~duce xu'tl]XÉw por JtQOTQÉJtOflaL y JtaQaLVEW. 2. En Hech 21,21.24 el verbo aparece (como en Josefo y Filón, -+ 1) con el significado

general de comunicar/informar. Según 21, 21, los numerosos judeocristianos (v. 20) «se han enterado (xu'tr¡x1Í1'tr¡ouv) acerca de ti (Pablo) que enseñas a los judíos que viven entre los gentiles que deben apostatar de Moisés». A continuación (v. 24) se recomienda a Pablo que asuma los gastos relacionados con un voto. Se hace ver que, de esta manera, los recelosos judeocristianos se tranquilizarán al ver «que no hay nada cierto en lo que se les ha contado (xu't1ÍXl]v'taL) sobre ti». Las otras dos veces en que aparece xa'tr¡X1Íw en la obra lucana, indican que el verbo comienza a adquirir un sentido técnico (Lc 1, 4; Hech 18, 25; cf. H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 [HThK], 15), cosa podría afirmarse también en lo que respecta a Pablo (-+ 3). 3. Lc 1,4 Y Hech 18,25, lo mismo que las cartas paulinas, expresan por medio de xutr¡XÉw la idea de impartir una instrucción de carácter religioso (Bauer, Worterbuch, s. v. 2), concretamente -con excepción de Rom 2, 18la idea de impartir la instrucción cristiana. Lc 1,4 (lo mismo que Hech 21, 21.24) construye la voz pasiva con JtEQL (mQL WV xa'tr¡X1Ít}r¡~ AÓyWV). En otros dos pasajes, el objeto de la instrucción se expresa en acusativo: Hech 18, 25, ~v xa'tr¡xr¡[lÉvo~ 't~v oMv 'toD xVQLo'U, y Gál 6, 6a, Ó xu'tl]XOV[lEVO~ tov Aóyov. El participio pasivo designa a los que son instruidos (así también -en lo que respecta al judío- en Rom 2, 18: xu'tl]XOV[lEVO~ EX toD vó[lov, «instruido por la ley»), y el participio activo (o xa'tr¡xwv designa a quien instruye (Gál 6, 6b): el que recibe instrucción debe tener comunión con el que instruye EV JtUOLV &yu1'to¡:~. Como no es seguro que aquí se hable de proporcionar el sustento (H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, 318), no podremos afirmar tampoco que éste sea «el testimonio más antiguo de la existencia de un ministerio profesional dedicado a la enseñanza en el cristianismo primitivo» (Wegenast; cf. Beyer, 639). En 1 Cor 14,19 Pablo dice refiriéndose a la glosolalia que él prefiere hablar cinco palabras con su entendimiento, «a fin de que yo

2269

XaTT]XÉW - XatoLxÉw

p~eda instruir también a otros (Lva ... xu'tr¡Xr¡ow), que no innumerables palabras EV yAWO°U»· Difícilmente podrá probarse la tesis de que «Pablo no sólo emplea el término común chbáoxav, sino también el verbo xu'tr¡XELV, mucho más raro y nada usual en el lenguaje religioso del judaísmo, como un término técnico para designar la instrucción cristiana, a fin de acentuar de esta manera el carácter peculiar de la instrucción impartida a base del evangelio» (Beyer, 639). G. Schneider

xa'ttóop.tat katioomai oxidarse, enmohecerse* Sant 5, 3: El oro y la palabra (de los ricos) se han enmohecido (es decir, se habrán enmohecido a la hora del juicio final); cf. EpJer 10.23; Ec10 29, 10; Mt 6, 19s. Así que lo que parece permanente, no tienen ninguna consistencia; las riquezas se convertirán en el testimonio contra quienes las hayan acumulado (5, 3b). ThWNT I1I, 336; W. Schrage, Der Jakobusbrief (NTD), sub loco.

xa'tt(JX'Úro katischyi5 ser fuerte, imponerse, prevalecer* Mt 16, 18 con genitivo:

ov xa'tLOx'Úoo'UOLV

av'tfí~ (= 'tfí~ EXXAr¡(JLu~), «no prevalecerán

contra ella»; con infinitivo, ser capaz de, Lc 21, 36; en sentido absoluto, predominar, imponerse, Lc 23, 23. ThWNT I1I, 401.

xa'tOtxiro katoikei5 vivir, habitar* 1. Aparición en el NT - 2. Significado y uso - 3. xu10LXÉW en sentido figurado. Bibl.: Bauer, Warterbuch, s.v; N. Kehl, Der Christushymnus ¡m Kol, Stuttgart 1967, 110-125; A. S. Lawhead,. A Study of the Theological Significance of «yasab» In the Masoretic Text, with Attention to [ts Translation in the Septuagint, tesis Boston Univ. Gra-

duate Schoo11975; o. Michel, XUTOLXÉW, en ThWNT V, 155-157. 1. En el NT xa'tOLxÉw aparece 44 veces, con la máxima frecuencia en Hechos (20 veces) y en Apocalipsis (13 veces + 12, 12; 14,

2270

6 v.l.). Por el contrario, el verbo xa'toLxÉw se encuentra raras veces en los evangelios (6 veces, únicamente en Mateo y en Lucas) y en la literatura epistolar (5 veces + Sant 5, 4 v.l.). 2. En el NT el verbo XU'tOLXÉW se usa en sentido transitivo (XU'tOLÚW 'tL: habitar algo) y en sentido intransitivo (vivir, principalmente con un adverbio para determinar el lugar; en sentido absoluto aparece únicamente en Hech 22, 12). Se usa raras veces en tiempo finito, y con muchísima frecuencia aparece el plural del participio de presente de la voz activa (oL xa'toLxoDv'tE~: los habitantes, los moradores). En la mayoría de los casos XU'tOLxÉw tiene sentido literal y se refiere al hecho de que los seres humanos moren o habiten (34 veces), y en 10 casos el verbo se emplea en sentido figurado (-+ 3). En Hechos predominan la construcción transitiva (Hech 1,19; 2, 9.14; 4,16; 9, 32.35; 19, 10.17; cf. también Lc 13,4) Yla construcción intransitiva con EV (Hech 1, 20; 7, 2.4a.48; 9, 22; 11,29; 13,27; 17,24; así también en Heb 11, 9) Y más raras veces con d,~ (Hech 2, 5; 7, 4b; así también Mt 2, 23; 4, 13). Se hallan formulados de manera inusual Hech 22, 12, «por todos los judíos que habitaban (Bauer completa EXEi:: allí)>> y, seguramente con intención reforzadora (Michel, 156), Hech 17,26, «habitar sobre (brL) toda la faz de la tierra». En el Apocalipsis oL xa'tOLxoDv'tE~ EJtL 'tfj~ yfj~ «
2272

2271 templo, en Hech 7, 48, se halla en contradicción con esta idea, y por cierto basándose en el AT mismo (cf. 1 Re 8, 27.29: «el Altísimo no habita en obras de la mano del hombre». Hech 17,24 recoge esta idea: El Dios Creador «no mora BV XfLQO:nOLT]1;OLe; VUOLe;». En la bendición de Ef 3, 17, «¡Cristo more en vuestros corazones por la fe!», la permanencia designada por el verbo X.a'tOLX.Éú) está ligada a la renovación incesante de la fe (l Gnilka, Der Epheserbrief[HThK], 184). En el himno de Col 1, 15-20 se dice de Cristo «que agradó a toda la plenitud habitar en él» (Col 1, 19; cf. 2, 9). En una frase plasmada según el AT (cf. la combinación de EUOOx.Éú) y x.U1mx.éú) en el Sal 67, 17 LXX), se hace referencia a la función de Cristo como mediador de la presencia de Dios en el cosmos (Kehl, 123). H. Fendrich xatoíX1)(Jl~, Ero~, Í) katoikesis morada, domicilio* En Mc 5, 3 dícese que el poseso de Gerasa tenía su morada / su cobijo en las cuevas se-

pulcrales.

xatolX1)'tlÍQlOV, OU, tó kaitoketerion casa, morada, guarida* Según Ef 2, 22, los cristianos gentiles Guntamente con los santos, los apóstoles y profetas y Cristo como la piedra angular, 2, 11-22) «están edificados juntamente para morada de Dios en el Espíritu» (ete; X.U'tOLX.'l']'t~Q':ov 'tou {tEOU BV :nVEVf.La'tL); en Ap 18, 2 dícese de Babilonia (:: Roma) que se convirtió en morada / guarida de demonios (cf. Is 13,21; 21,9; Jer 9, 10; 50, 39; Bar 4, 35). ThWNT V, 158.

xatolxía, a;, Í) katoikia morada, habitación* En Hech 17,26 dícese de los «límites», fijados por Dios, para la morada / la habitación» de los pueblos (oQo{}E<JLm 'ti'íe; x.a'tOLX.LW;); cf. Sal 73, 17 LXX.

xa:touá~(!}

katoikizo hacer habitar en, proporcionar una morada* En Sant 4, 5 dícese del Espíritu «que Dios hizo que morara en nosotros»; cf. Herm (m) 3,1; cf. 5, 6, 5. ThWNT V, 158s. xa'to3ttQí~OJlal katoptrizomai contem-

plar (en el espejo)* Bibl.: R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther (KEK), Gottingen 1976, 93-97; J. Dupont, Le Chrétien, miroir de la gloire divine d'apres 2 Cor. /Il, /8: RB 56 (1949) 392-411; N. Hugedé, La métaphore du miroir dans les épftres de S. Paul aux Corinthiens, Neuchatel 1957,20-36; G. Kittel, E001U:QOV, xU'tOlt'tQltoflaL, en ThWNT n, 693s; J. Kremer, Christl. Schriftauslegung. Eine bibeltheol. Erwiigung zu 2 Kor 3, /8: Bibel und Liturgie 52 (1979) 18-21; J.Lambrecht, Transformation in 2 Cor 3, /8: Bib 64 (1983) 243254; K. Prümm, Diakonia Pneumatos 1, Roma 1967, 166-202; E. Schweizer, 2 Korinther 3, 12-/8: GPM 60 (1971) 89-93; W. C. van Unnik, «With Unveiled Face». An Exegesis of 2 Corinthians III, /2-/8: NovT 6 (1963) 163-169. Xato:n'tQí,~ú) (cf. x.á'to:n'tQov, «espejo, imagen reflejada en el espejo»; --+ EGo:ntQOV) tiene el significado fundamental de mostrar en el espejo, reflejar en el espejo. En cuanto al verbo en voz media, x.atoJt'tQí,~o¡.tm, además del significado de contemplarse en el espejo, se halla atestiguado dos veces -fuera de la Bibliacon el significado de contemplar algo en el espejo (Filón, All IlI, 101; Gregorio Taumaturgo, cf. Hugedé). En este sentido o en el sentido simple de contemplar, las antiguas versiones y los comentarios más antiguos entendieron también el significado del verbo x.atoJt'tQí,~w, según aparece en 2 Cor 3, 18. Partiendo del contexto inmediatamente anterior (<
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2274

la contemplación de la gloria de Dios fuera una idea ajena a Pablo (Dupont). Ahora bien, Pablo en 2 Cor 3, 18 no habla directamente de su ministerio, sino de una excelencia de todos los cristianos (:náV'tEe;). No se establece un contraste entre ellos y Moisés, sino entre ellos y los judíos, a quienes se ha mencionado antes (vv. 14s). Por tanto, «con rostro descubierto» hay que entenderlo aquí en el sentido de «con el corazón descubierto» (Bultmann), como se indica por la interpretación tipológica que Pablo mismo hace en 2 Cor 3, 14s del pasaje de Ex 34.33.36. Los cristianos, sin verse impedidos por un «velo» (cf. 4, 3s), sino habiendo sido liberados por el Espíritu del Señor (v. 17b; cf. 4, 6), son capaces ahora de contemplar la gloria del Señor. Que x.uto:n'tQí,~of.Lm no debe entenderse en el sentido pulido de contemplar (= <X'tEví,<Jm, vv. 7. 13; así Bultmann), lo exige la frase 'tiJv uu'tiJv dx.óva: la contemplación de la gloria de Yahvé en el espejo! imagen (cf. Sab 7, 26) que es Cristo (cf. 4, 4.6) se halla al servicio (¡participio!) de la trasformación obrada por el Espíritu (---+ f.LE'tUfWQ
arriba abajo»; Jn 8, 6 (x.á'tú) x.'Ú:ntú); 8, 8 v.l.; Hech 20, 9 (:ní.J"t'tÚ) x.á'tú). ThWNT III, 640s; X, 1135 (bibl.).

xatrotEQo~, 3 katoteros inferior, más bajo, lo más inferior, lo más bajo* Comparativo de x.á'tÚ) (cf. BlaB-Debrunner § 62, 3), que puede tener también el significado del grado superlativo. En Ef 4, 9 (x.u'tÉ~l] de; 'tu X.U't<ÍJ'tEQU ¡.téQl] 'ti'íe; yfje;; cf. 62, 10; 138, 15 LXX), el genitivo 'tfje; '{i'íe; puede entenderse como genitivo apositivo (<

J. Kremer

xa'trotiQOJ katotero (adv.) abajo, mucho

xatóQ-3roJlft, ft'to;, tó katorthi5ma rela-

más abajo, debajo* Mt 2, 16: a:no ()LE'tOUe; x.ut x.u'tú)'téQú), «de dos años abajo»; cf. 1 Crón 27, 23; -+ a:nó 4.c.

ciones ordenadas, situación saludable Hech 24, 2 Textus Receptus: x.u'tOQ{tú)¡.tátú)v '{LVOf.LÉVÚ)v (en vez de OLOQ{tú)f.Lá'tú)v).

xátOJ katO (adv.) abajo, hacia abajo; bajo, debajo* El término aparece 9 veces en el NT; sobre los significados cf. BlaB-Debrunner § 103,1 Y nota 4; abajo: Mc 14,66 (x.á'tú) 8v 'tñ aUAñ); Hech 2, 19 (BV 'ti! rel="nofollow"> oUQavi!> avú) ... E:nt tfje; '{fj~ x.á'tú); sustantivado en Jn 9, 23 (Ex. twv x.átw ... Ex. 't&V avw, «de abajo ... de arriba»). Hacia abajo, Mt 4,6 par. Lc 4, 9; Mc 15, 38 par. Mt 27, 51 (cut' aVú){}Ev ewe; x.ú'tú), «de

Kaiíba Kauda Cauda Hech 27, 16: nombre de una pequeña isla (v'l']<Jlov) situada a unos 40 km al Sur de la costa sudoccidental de Creta, con unas costas al amparo del viento que ofrecían refugio a las tripulaciones de las naves; V.l. KAUUOU Sin* Nid 33 etc. Pauly-Wissowa VII, 861; IX, 57; BHH 11, 961.

xaiíJla, a'to~, tó kauma quemadura, ar-

°

dor, calor sofocante* Ap 7, 16: oMe... ~ALOe; oMe :nuv x.aí}¡.ta, «ni caerá sobre ellos el sol ni calor sofo-

2275

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cante alguno» (cf. Sal 120, 6 LXX); 16, 9: EXU'U[W'tL<J{hj<Juv ... xuiJ[!U [!Éyu, «fueron quemados por el gran calo,.,>. ThWNT I1I, 643.

12, 33; el calor abrasador del sol (no el «viento abrasador»), Sant 1, 11. Th WNT I1I, 644.

xalJJla'tí~ro kaumatizi5 quemar, abrasar*

xalJ'tt¡Qtá~O) kauterilizi5 cauterizar, mar-

Ap 16, 8: xU'U[!UtL<JUl EV rt'UQL; en voz pasiva en 16, 9: EXU'U[LU'tL~'frlJ<JUV OL av'frQÚ>3tOL (como efecto de la cuarta «copa de la ira»); en Mc 4, 6 par. 13, 6 dícese de la semilla que cae sobre terreno pedregoso; la semilla brota en seguida, pero se quema (junto a ES1']Qáv'frlJ) por el ardor del sol. ThWNT I1I, 643.

car con hierro candente 1 Tim 4, 2 Textus Receptus, en vez de xu'u<J't'l']Qlál;w.

xaií(Jt~, Ero~,



kausis la acción de quemar(se)* Según Heb 6, 8, la tierra estéril está próxima a ser maldecida, y termina por ser quemada (~~ 't0 'tÉA,O~ cL~ xuiJ<JLV); como parábola para indicar la suerte que van a correr los cristianos apóstatas (cf. 6, 1ss). ThWNT I1I, 644.

xalJ(Jóro kausoi5 quemar* En 2 Pe 3, 10.12, en voz pasiva, dícese de los elementos del mundo, que «serán destruidos en el ardor del fuego» (v. 10) o «serán fundidos» (v. 12) «J'tOLXdu XUUOOÚ[LcVU A,'U'frlÍOc'tUl 'tlÍXc'tUl). ThWNT III, 644s. xalJ(J'tt¡Qtá~ro kaustériazi5 cauterizar, mar-

car con hierro candente* En 1 Tim 4, 2, en voz pasiva y en sentido figurado, dícese de los falsos maestros «que tienen cauterizada la conciencia» (xcxuu<J'tlJQlu<J[!Évmv 't~v t6luv ouvd6'l']<JlV), es decir, que llevan en la conciencia la marca con hierro candente que indica que son esclavos del pecado (cf. ThWNT III, 645; J. Jeremias, Die Pastoralbriefe [NTD], sub loco); cf. también 6, 3ss.

xa'Ú(JO)v, rovo~, Ó kausi5n calor sofocan-

te, calor abrasador del sol * Dícese del calor sofocante del día, Mt 20, 12; el viento del Sur trae calor sofocante, Lc

xalJxáoJlat kauchaomai gloriarse, jactarse* 'l<.UÚ Xll [tu, U'tO~, 'tó kauchema jactancia, orgullo * 'l<.UÚXll<Jl~, cw~, ~ kauchésis la acción de jactarse o gloriarse* 1. Aparición y significados - 2. Observaciones de sintasis gramatical y de semántica - a) sobre el verbo b) sobre los sustantivos - 3. Acerca de la teología paulina del gloriarse. Bibl.: S. C. Agouridis, 'H xaúXl1oL~ míJ 'An;. I1aúAOU JtQo 'tíj~ btLO'tQOqJíj~ ulJtoíJ xUL J.lf'tCt WÚ'tllv, en Id., Biblica Meletémata 1, Thessalonike 1966,87-109; R. Asting, Kauchesis, Oslo 1925; K. Berger, Exegese des NT (UTB 658), Heidelberg 1977, 144-156; R. Bultmann, xUUXáOJ.lUL X'tA., en ThWNT III, 646-654; Bultmann, Teología § 23; Bultmann, Glauben Il, 3258, especialmente 40-43; M. Carrez, La confiance en l'homme et la confiance en soi selon l'apótre Paul: RHPhR 44 (1964) 191-199; G. Dautzenberg, Der Verzicht auf das apostolischen Unterhaltsrecht: Bib 50 (1969) 212-232; B. A. Dowdy, The Meaning of kauchasthai in the NT, tesis Ann Arbor 1978; J. K. Elliott, In Favour ofxa'll'S~ooflaL al I Corinthians 13, 3: ZNW 62 (1971) 297s; T. Fahy, St Paul's «Boasting» and "Weakness»: IThQ 31 (1964) 214-227; A. Fridrichsen, Zum Sta des pln Peristasenkatalogs 2 Coro 11, 23ff.: SO 7 (1928) 25-29; Id., Peristasenkatalog und Res gestae: SO 8 (1929) 78-82; P. Genths, Der Begriff des xaúX1Wa bei Paulus; NKZ 38 (1927) 501-521; H. Ch. Hahn, Gloriarse, en DTNT Il, 234-236; M. Join-Lambert-X. Léon-Dufour, Orgullo, en VTB 547-550; O. Kuss, Carta a los romanos, Barcelona 1976,59-68; F. Pack, Boasting in the Lord: RestQ 19 (1976) 65-71; J. H. Petzer, Con textual Evidence in Favour of xa'llx~omJ.lUL in ICor. 13, 3: NTS 35 (1989) 229-253; K. Prümm, Diakonia Pneumatos IU2, Roma-Freiburg 1962, 78ss, 340-355; F. Raurell, Exégesis y teología del «kauchema»: EstFr 72 (1971) 337-347; 1. Sánchez Bosch, «Gloriarse» según san Pablo. Sentido y teología de XUUXáOJ.lUL (AnBib 40), Roma 1970; H. Schlier, Der Romerbrief(HThK), Freiburg 1977, 143s; 1. Schreiner, Jeremia 9, 22.23 als Hintergrund des pln «Sich-Rüh-

2277 men.p>, en FS Schnackenburg, 530-542; Spicq, Notes, Suppl. 386-394; S. H. Travis, Paul's Boasting en 2. Corinthians 10-12: StEv VI (1973) 527-532; J. Zmijewski, Der Stil der pln «Narrenrede» (BBB 52), Kiiln-Bonn 1978. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1136.

1. En el NT, estos tres términos aparecen en total casi 60 veces; de ellas corresponden a las cartas paulinas auténtices 53 veces o (con el pasaje -discutido por la crítica textual- de 1 Cor 13, 3) 54 veces. Además, XUUXáO[!Ul se encuentra en Ef 2,9; Sant 1,9; 4, 16 (aquí juntamente con XUÚX1'\<Jl~), Y 'l<.UÚX'l'][!U, en Heb 3, 6. El verbo es casi siempre intransitivo y significa entonces gloriarse (indicando el correspondiente contexto si se trata de gloriarse en sentido positivo o de jactarse, enorgullecerse en sentido peyorativo [cf. Berger, 144: «El significado negativo de 'gloriarse' está determinado únicamente por el objeto»]). Cuando el verbo es transitivo (con objeto en acusativo; 2 Cor 7, 14; 9, 2; 10, 8; 11, 12.16.30b), entonces habrá que traducirlo por gloriarse de algo (en el sentido de «destacar algo gloriándose en ello» [Bauer, Worterbuch, s. v.]). Entre los dos sustantivos existe cierta diferencia de significado, basada en la morfología, porque 't0 'l<.UÚXlJ[W expresa más bien lo que se dice para gloria (cf., por ejemplo, 2 Cor 9, 3), el objeto por el que uno se gloría (por ejemplo, Gá16, 4), Y también la posibilidad o la razón para gloriarse (así casi siempre en Pablo: Rom 4, 2; 1 Cor 9, 16; 2 Cor 1, 14; Flp 2, 16 Y passim). ~ XUÚX1']Ol~ designa más bien la acción de gloriarse como tal (así en 2 Cor 7, 14; 8, 24). Claro que Pablo no siempre se atiene con rigor a estos matices de significado. Y, así, 'to XUÚX1'][!U puede significar también, para él, el acto de gloriarse (2 Cor 5, 12); inversamente, ~ 'l<.uúXlJ<Jl~ puede significar la posibilidad (Rom 3, 27), la razón (Rom 15, 17) o el objeto de la acción de gloriarse (2 Cor 1, 12). 2. a) Tan sólo raras veces el verbo usado intransitivamente se halla en sentido absoluto

2278 (1 Cor 4,7 [13, 3]; 2 Cor 11, 18b.30a; 12, 1.6; Ef 2, 9; cf. también el participio sustantivado Ó xu'Uxó[tcvo~, 1 Cor 1, 31 a; 1 Cor 10, 17 a [de manera diferente en Flp 3, 3]); en la mayoría de los casos, el verbo es definido (al menos) más precisamente, de ordinario mediante una frase preposicional. Muy frecuentemente (en aproximadamente la mitad de los casos) se encuentra un EV con dativo. El EV con dativo, el ErtL con dativo (Rom 5, 2: XUUXW[!c'fru Ert' EA,rtLI'Jl, «nos gloriamos a causa de la esperanza») y el El~ con acusativo (2 Cor 10, 16: f'tOl[lU xU'UXlÍ<Juo'frm, «gloriarse con respecto a lo que ha sido [ya] completado»; pero cf. el sentido diferente de ct~ en 2 Cor 10, 13.15: ct~ 'ta a[tc'tQu xU'UX{i<J'frm, «gloriarse hasta lo desmesurado») indican, todos ellos, el objeto y la razón para gloriarse (xu'UX{i<J'frm; BlaB-Debrunner § 196, 2: ¡dativo de causa!). Los objetos de estas preposiciones son Dios (EV 'frC(t>, Rom 2, 17; 5, 11), el Señor (EV xUQQl, 1 Cor 1, 31; 2 Cor 10, 17), Cristo (EV XQl<J'tip, Flp 3, 3), la ley (EV VÓ[lQl, Rom 2,23), la carne (EV <JuQXt, Gál 6, 13), la cruz (EV tip <J'tauQip, Gál 6, 14), las debilidades (EV a<J'frcvdm~, 2 Cor 12,9), las tribulaciones (EV 'tUL~ 'frA,L-tjJcOlV, Rom 5, 3), las fatigas (EV xórtm~, 2 Cor 10, 15), etc. (cf. también 1 Cor 3,21; 2 Cor 5,12; Sant 1, 9s). La construcción de EvW3tlOV con genitivo expresa ante quién se gloría uno (1 Cor 1, 29: Evwmov 'toiJ 'frwiJ. lmÉQ con genitivo indica para quién (es decir, en interés de quién o por recomendación de quién [cf. BlaB-Debrunner § 231, 1]) se gloría uno (así dos veces en 2 Cor 12, 5; cf. 2 Cor 7, 14; 9, 2, donde se encuentra en cada caso un objeto en acusativo para indicar el objeto de la acción de gloriarse). rtcQl con genitivo designa aquello de lo que uno se gloría (cf. 2 Cor 10, 8, rtEQI, 'tij~ ESO'U<JLU~). xu'tá con acusativo caracteriza la medida (la norma, índole) del «gloriarse» (xuuxáo{lm, cf. 2 Cor 11, 18, xu'tU oáQxu 'l<.UUxwv'tm, por oposición a 'l<.u'ta XÚQLOV A,UA,cLV, 2 Cor 11, 17). Con sorprendente frecuencia el verbo aparece en formas que expresan un imperativo o una prohibición (por ejemplo, [[l~] xu'Uxú<J{}m, «¡[no] se glaríe!»: 1 Cor 1, 31; 3, 21; 2

't(x

2279

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el hecho de «ser engrandecido» por medio de Cor 10, 17; Sant 1, 9; ¡'¡'l] )'ÉVOL'tO xuuxtio'frm, otros. En 2 Cor 12, 9 Pablo dice que él se glo«¡lejos de mí el gloriarme!»: Gál 6, 14; cf. ¡'¡'l] ría en sus debilidades, y quiere decir en el xu'tuxU'UXtiO'frE, «¡no os gloriéis!»: Sant 3, fondo lo mismo que afirma en el v. 10, donde 14). El verbo aparece también con frecuencia acentúa que él se «regocija» (Eu60xw) en sus en combinación con construcciones de sentidebilidades. do final o consecutivo (por ejemplo, en frases En Flp 3, 3 Pablo afirma: «Nosotros nos con LVU: 1 Cor 1,31 [13,3]; 2 Cor 5,12; 11, gloriamos en Cristo Jesús y no confiamos en 16; Gál 6, 13; Ef 2, 9 [sobre la aparición del la carne» (oux EV OUQXL 3tE3tOL'frÓ'tE~), y dessustantivo XUÚXl]¡'¡'u en tales frases d. 2 Cor cribe así el gloriarse como «la manera en que 9,3; Flp 1,26]; o con 03tW~: 1 Cor 1,29). De la misma manera, hallamos el verbo en cons- . va cristalizando la confianza» (Schlier, 143; sobre el paralelo entre xu'UXao'fraL y 3tEJtOLtrucciones que reaparecen típicamente y que 'frÉVaL cf. 2 Cor 10, 7s). Cuando en Rom 2, 17 expresan determinadas relaciones semánticas; se dice del judío que él «confía en la ley» y, así, el verbo se emcuentra casi constante(E3tUVUJtuúo[taL, literalmente: «descansar, mente en oposiciones (ou) ... a.AJ"á/M (por apoyarse» [Bauer, W6rterbuch, s. v.]) y «se ejemplo, 2 Cor 5, 12; 10, 12s.16s; Gá16, 13s; gloría de Dios», entonces lo de gloriarse se cf. también Flp 3, 3 [ ... xul oux]; además, Ef entiende aquí también como confiar (en deter2, 8s; Sant 1, 9s), en relaciones de corresponminadas excelencias) (cf. 3tÉ3tOL'frU~, v. 19). dencia con XUL (por ejemplo, 2 Cor 1, 14; 11, Otros sinónimos de xuuxtio{}m que apare16.18; cf. 2 Cor 8, 24), en expresiones de licen en Pablo son: EJtULQO[tUL (<<exaltarse uno mitación con Et ¡,¡,~ (2 Cor 12, 5; Gá16, 14), en a sí mismo»; compárese 2 Cor 11, 20 con 11, expresiones que indican que se sobrepasa al18), cp'UOLÓO[taL (<
2281

es mala») dan una valoración al hecho de gloriarse. Los sustantivos se hallan casi siempre en conexión con verbos típicos como exw (<
4; 8, 24; 9, 3). Son de especial importancia semántica los sinónimos, los paralelos explicativos y los antónimos (que algunas veces aparecen en conexión directa con xuúXl]!la o xaúXYJoL~. Entre los sinónimos se halla el sustantivo :n:E3tot{}YJaL~ «
2282 la confianza, de la seguridad firme. Y, así, dice Pablo a los corintios en 2 Cor 7, 4: «Grande es mi franqueza hacia vosotros, grande es mi gloriarme acerca de vosotros», y de esta manera hace ver claramente que su xaúXYJm~, es decir, lo que él dice gloriándose (ante otros) acerca de la comunidad, es expresión de aquella firme confianza que le une a él con los corintios. Heb 3, 6 habla de retener firmemente tanto la 3taQQYJota como el xaÚXl]!la 'tfí~ EA:n:toO~; la combinación de «franqueza» y de «gloriarse en la esperanza» aparecen, pues, como maneras (casi) sinónimas de traducir lo que se dice en Heb 4, 16 (donde se presenta un motivo tradicional de juicio) con aquellas palabras: «poder acercarse con franqueza ante el trono (del Juez» rel="nofollow"> (cf., a propósito, Berger, 147). (Por lo demás, Pablo conoce también esta combinación de motivos y la hace suya, como vemos claramente por Rom 5, 2; cf. en este pasaje la yuxtaposición de «obtener acceso a la gracia» y «gloriarse de la esperanza en la gloria de Dios».) &yá3tYJ en 2 Cor 8, 24 no es un sinónimo directo, pero sí una expresión paralela explicativa de xaÚXl]m~. Pablo exhorta aquí a los corintios a que lleven a cabo la colecta en favor de Jerusalén, y lo hace. con las siguientes palabras: «Mostrad ante las (demás) comunidades la prueba de vuestro amor y de nuestra razón para gloriarnos de vosotros»; el apóstol demuestra así la conexión inseparable entre la conducta de ellos y la suya propia. La &yá3tYJ de ellos es objeto de la xaúXr¡OL~ de él; la prueba que demuestra la autenticidad del amor de ellos, y que ellos presentan a los ojos de otros mediante la ejecución de la colecta, y se proclama al mismo tiempo como la prueba de lo justificado que está lo que él anuncia en todas partes para gloria de ellos. Otro pasaje en el que se explica xaúXYJm~ mediante una expresión paralela es 2 Cor 1, 12. En él no se trata, desde luego, de la reputación de la comunidad sino de la del apóstol mismo: «Porque ésta es nuestra gloria, el testimonio de nuestra propia conciencia de que nos hemos conducido en el mundo, y especialmente hacia vosotros, en santidad y pureza que viene de Dios, no en sabiduría camal, sino en la gracia de Dios». Aquí Pablo describe la sinceridad de su conducta como el tema de que él se gloría; cuando él apela para ello al «testimonio de la conciencia», quiere señalar «la conformidad que existe entre su conducta exterior y sus propios sentimientos e intenciones» (H. Windisch, Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 53), lo cual garantiza la verdad de la xaúxYJo!.S.

2283 Otras expresiones paralelas se hallan en 1 Tes 2, 19s: «¿Quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No sois vosotros, ante nuestr.o Señor Jesucristo en su venida? ¡Sí, vosotros SOlS nuestro honor y nuestro gozo!» La conexión entre el gloriarse y la XaQá (el «gozo» [lleno de ~rati­ tud]), que aparece ya en el AT, se r~alz~ aqUl con más claridad que en otras partes. EA:r,L~ (<<~spe­ ranza»), oó~a (<
2284

pues, la xa'ÚX'YJOL~ (la posibili?ad de. gloriarse de sí mismo)?». Y responde lllmedlatamente con un expresivo: «¡(Esa posibilidad) queda excluida!» (eSExAdo{)-l'] es una circunlocución pasiva para describir la acción de Dios). Como indica el contexto (cf., por ejemplo, lo de XWQL~ [EQYWV] VÓIW1J, 3, 21.28), Pablo piensa aquí primordialmente (aunq~e no de manera exclusiva) en el judío. Precisamente es nota característica del judío esa pecaminosa confianza en sí mismo, que quiere ufanarse ante Dios basándose en las propias excelencias y en las propias obras. Lo cuestionable de tal actitud se explica en 2, 17-24: Es verdad que el judío «se apoya en la ley», «se gloría de Dios» (v. 17) y tiene privilegios con respecto a los gentiles (cf. vv. 18-20); pero su xa'Úxl']OL~ es tan sólo un vano gloriarse en sí mismo, porque él no hace lo que enseña a otros (vv. 21s), sino que «deshonra a Dios» trasgrediendo la ley de la que «se enorgullece» (v. 23) y contribuye así a que el nombre de Dios sea blasfemado entre los gentiles (v. 24). Ahora bien, con ello prueba, al mismo tiempo, que él no puede ser justificado por las obras de la ley (unas obras que él, además, no es capaz de realizar) y que, por tanto, para él existe únicamente el camino (según 3,27, un camino que excluye radicalmente toda posibilidad de gloriarse en sí mismo) de la justificación por medio de la sola fe. Esto -como expone el capítulo 4- se aplica incluso a Abrahán, el perfectamente justo según la t~adición ju~ía, que cumplió todos los mandamientos de DiO~ (los testimonios en Billerbeck IlI, 186s). «SI él» (como afirma la tradición judía) «se hubiera justificado por las obras, entonce.s tendría» (¿EXEL irreal?) «razón· para glonarse» (xa'ÚXl'][.I.a), «pero no (la tiene, desde lueg.o, ) ante Dios» (4, 2), porque de hecho no fue JUstificado por las obras, sino, como dice la Escritura (Gén 15, 6) por la fe (4, 3). El rechazo de todo gloriarse en sí mismo ~e halla en contraste con aquel «gloriarse» (xa1JXl'][.I.a) del que se habla en 5, 1-11, ~ qu~ .corresponde al cristiano en virtud de la Ju~tIflca­ ción por la sola fe: el «gloriarse en DiOS por

2285 medio de nuestro Señor Jesucristo» (v. 11). Este gloriarse se refiere a una triple realidad: 1) al estado de gracia conseguido ya en la fe (cf. el v. 2a; sobre la conexión de los motivos del «gloriarse» y del «tener acceso a la gracia» -+ 2.b); 2) a la consumación, aguardada en la esperanza, por medio de la 6ósa de Dios (v. 2b); 3) a las {)-A,L'Ij!EL~ presentes (v. 3a); precisamente en el Xa1Jxw[.I.E{)-a mencionado últimamente, y que parece tan paradójico, se muestra -según Pablo- la autenticidad del gloriarse cristiano. «Con él se demuestra la confianza que lo abarca todo, y se corrobora la esperanza» (Schlier, 146). Con la misma consecuencia con que Pablo en Romanos impugna el gloriarse judío en sí mismo, para contraponerlo con el gloriarse cristiano, rechaza él en la Carta primera a los corintios toda autoconciencia del hombre helenista, que se gloría de su sabiduría y que desprecia la «necedad de Dios», que se hace manifiesta en la cruz y que «es más sabia que los hombres» (1, 25). El apóstol acentúa que Dios se ha decidido precisamente en favor de lo débil y lo necio (cf. 1, 27s) «para que ninguna carne se gloríe delante de Dios» 0, 29). Y, con una cita del AT (Jer 9, 22s), reinterpretada a la luz del acontecimiento de Cristo, encarece a los corintios una regla fundamental acerca del gloriarse cristiano: «El que se gloría, ¡gloríese del Señor!» (1, 31). Pablo menciona esta regla no sin una intención específica. Prepara así su postura ante las rivalidades existentes entre los corintios. Esas rivalidades suponen una desviación del principio fundamental: «Nadie debe gloriarse de los hombres» (3, 21), Y representa un
2286 imagina que es algo, siendo así que no es nada, se está engañando a sí mismo. Que cada uno examine su propia obra, y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para gloriarse (el xa'ÚXl'][.I.a; 6, 3). Que el gloriarse en sí mismos es propio especialmente de los judaizantes, lo acentúa el apóstol en 6, 13: ¡Quieren «gloriarse de vuestra carne!». Frente a esto, Pablo afirma acerca de sí mismo: «¡Lejos de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo ... !» (6,14). De manera parecida, en la Carta segunda a los corintios, Pablo describe a los falsos maestros como «personas que se glorían de lo exterior (ev JtQoowJtq>, literalmente: del rostro) y no del corazón» (5, 12), «que se recomiendan a sí mismos» y «se miden por sí mismos» (10, 12), «se glorían desmesuradamente por esfuerzos ajenos» (10, 15), «se glorían según la carne» (11, 18). El, por el contrario, quiere atenerse a aquel principio (tomado de Jer 9, 22s): «El que se gloríe, ¡gloríese del Señor! Porque no es aprobado aquel que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda» (10, 17s). Precisamente en la Carta segunda a los corintios hay buenos ejemplos de que Pablo, en su xauX(io{)-m, se atiene rigurosamente a este principio. Y, así, en 10, 8 habla del gloriarse de su eS01JOLa «
2288

2287 se aguarda para la parusía). En 2 Cor 11, 7-11 Pablo habla de la gloria que le corresponde por haber renunciado al derecho de recibir el sustento (cf. 1 Cor 9, 16s), pero esta gloria es igualmente un xu'Uxiia{}m Ev X'UQL
2289

breve catálogo de sufrimientos (12, lOa)-, a fin de que se cumpla en él aquella ley paradójica (que se hizo ya patente en la cruz de Cristo) de la fuerza en medio de la debilidad (12, lOb). Así que el paradójico «gloriarse de las debilidades» constituye precisamente para el apóstol la forma más perfecta del xu'UXiia{}aL Ev X'UQL
(Lc 4, 23; cf. Mt 11, 20) y, sin embargo, maldijo la ciudad por su incredulidad (Mt 11, 23 par. Lc 10, 15). Bauer, Worterbuch, s. v. (bibl.); BHH 11, 931; Haag, Diccionario, 254s; Kopp, Stiitten 214-230; sobre la arqueología: B. SapirD. Ne'emann, Capernaum, Tel Aviv 1967; 1. A. Comber: CBQ 39 (1977) 497-504; V C. Corbo, Cafarnao: Antonianum 58 (1983 102-111); A. Lancelloti, La casa di Pietro a Cafarnao nei Vangeli sinottici: ibid. 48-69; S. Loffreda, Cafarnao. La citta di Gesu, Gerusalernme 1976.

xavxt),Ut, ato;, tó kauchema el objeto

KEYXQEat, rov Kegchreai Cencreas*

del gloriarse, el gloriarse --+ xu'Uxáof,tm.

xavXt)(Jt;, Ero;, ÍJ kauchesis la acción de gloriarse* --+ xu'UXáof,tUL.

KaCflaQvaOÚJ1 Kaphanaoum Cafarnaún (Reina-Valera: Capernaum)* Aparece 16 veces en el NT. Nombre de una ciudad importante donde Jesús desarrolló parte de su actividad. Patria de los hermanos Simón y Andrés (Mc 1,29; cf. Mt 8, 14; Lc 4, 38), situada junto a la orilla noroccidental del lago de Genesaret, a unos 4 km al Oeste de la desembocadora del Jordán (en hebreo, K1ar NalJúm). No se la menciona en el AT (pero cf. Josefa, Vit 72; Bell I1I, 519). Se identifica con la actual Telllfúm. Ciudad fronteriza entre los territorios de Filipo (Betsaida) y de Herodes Antipas (Corazín), con un puesto aduanero (Mt 9, 9) y una guarnición militar (como lugar situado en la frontera norte) al mando de un centurión (ÉXaLóvuQXOt;; Mt 8, 5 par. Lc 7, 1s; cf. Jn 4, 46) no judío, qUe había edificado la sinagoga judía (Lc 7, 5). Sobre la grafía del topónimo cf. BlaB-Debrunner § 39, 2. Jesús se dirigió de Nazaret a Cafamaún (Mt 4, 13), a la que también se llama «su ciudad» (~ l,ÓLU nÓALt;, Mt 9, 1), enseñó allí en la sinagoga (Mc 1, 21 par. Lc 4, 31; Jn 6,59, salía y entraba de «la casa» en aquel lugar (Mc 1,29; 2,1; 9, 33; Mt 17, 24s); cf. además Jn 2,12; 6, 17.24, realizó grandes cosas en Cafarnaún

Nombre de un puerto de Corinto, en el costado occidental del istmo situado junto al Golfo de Sarónica (cf. Filón, Flacc 155): Según Hech 18, 18 Pablo embarcó en Cencreas juntamente on Priscila y Aquila, para dirigirs~ a Siria, después de haberse rasurado el cabello con el fin de cumplir un voto (--+ díxof,tm 3); en Rom 16, 1 se menciona a Febe como ÓLáXOVOt; de la comunidad de Cencreas. W. Michaelis: ZNW 25 (1926) 144-154; BHH 11, 940; Haag, Diccionario, 313; 1. G.Hawthome: . Archaeology 18 (1965) 191-200.

xÉbQo;, ou, tí kedros cedro

Jn 18, 1: 'tOu xÉÓQo'U Sin* D W it· .wv ÚÓQwv Sin' B C Koiné etc., en cada c~so en lugar de 'tOU KEÓQÓ)V.

KEbQów Kedron Cedrón* Jn 18, 1: nÉQuv .OU XELf,táQQo'U 'tOU KEÓQÓJv, «(Jesús fue) al otro lado del torrente (de invierno) Cedrón», que fluye hacia el Sur teniendo como cauce el profundo valle situado al Este de Jerusalén; cf. Mc 14, 26. BHH 11, 946s; Haag, Diccionario, 307; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan I1I, sub loco, con la nota 4.

xEiJ1at keimai estar echado, encontrarse, estar destinado Bibl.: Bauer, Worterbuch, s. v.; F. Büchsel, %EIllaL, en ThWNT III, 654; M. Silva, New Lexical Semitisms?: ZNW 69 (1978) 253-257, especialmente 255s.

2290

En el NT XELf,taL aparece 24 veces, de ellas 3 en Mateo, 6 en Lucas, 7 en el Evangelio de Juan, 4 en Pablo, una vez en cada uno de los escritos siguientes: 1 Timoteo, 1 Juan y Apocalipsis. El significado fundamental de xELf,tm es estar echado o tumbado (dícese de personas o de cosas), estar situado, y luego, de manera menos determinada, encontrarse, existir, hallarse. De importancia teológica es el significado de estar destinado para (por Dios): Lc 2, 34 (Jesús está destinado para que muchos caigan y se levanten en Israel); Flp 1, 16 (Pablo está destinado para la defensa del evangelio); 1 Tes 3, 3 (la comunidad está destinada a sufrir tribulaciones escatológicas). Asimismo, en un contexto apocalíptico se dice en palabras del Bautista en Mt 3, 10 par. Lc 3, 9: «El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles». Sobre 1 Cor 3, 11 --+ {}Ef,tÉALOV 3. H. Hübner

XEtQta, a;, ÍJ keiria venda* En Jn 11, 44 dícese de Lázaro resucitado: «salió son los pies y las manos atados con vendas» (ESi'íA{}EV ... ÓEÓEf,tÉVOt; ... XELQLmt;).

xEÍQro keiro cortar, trasquilar* Hech 8, 32: ó xdQwv «el trasquilador (de ovejas) rel="nofollow">> (cita de Is 53, 7 LXX; cf. también 1 Clem 16, 7; Bern 5, 2); en voz media, Hech 18, 18: «hacerse cortar el cabello de la cabeza» (cf. BlaB-Debrunner § 317); en sentido absoluto en 1 Cor 11, 6a.b (junto a s'UQiia{}m).

KEÍ; Keis Ceis Forma alternativa del nombre --+ KLt;.

XÉJ.,EU(JJ1a, a'to;, 'tó keleusma voz de mando, orden* En 1 Tes 4, 16 dícese de los acontecimientos del fin: UtJ't()~ Ó X'ÚQLOt; EV xEAE'Úaf,taLL ... xu.uf3~aE'tm un' oUQuvoü, «el Señor mismo, a la voz de mando, descenderá del cielo»

XÉAEVOIW - XEVÓC:;

2291

Gunto a Ev <poovf] aQxayyf'Aou xal EV oá"AmyyL th::o'Ü), concibiéndose seguramente ~~a voz como una señal dada para la resurreCClOn de los muertos, cf. ThWNT 111, 656-659; G. Friedrich, Der erste Brief an die Thessalonicher (NTD), sub loco; cf. también 1 Cor 15, 52.

XEAEÚro keleuo ordenar, mandar* En el NT el verbo aparece 25 veces, de las que 7 se encuentran en Mateo, una en el Evangelio de Lucas y 17 en Hechos: con una excepción (Hech 25, 23, en sentido absoluto: xE"AE'ÚaaV'to~
4. Conexión entre Col 2, 8 Y Ef 5, 6 - 5. XEVWC:; en Santiago.

2292

XEVÓC:;

y

Bibl.: O. Bauernfeind, [!á:wwc:;, en ThWNT IV: 525-530; Id., 1:QÉXw X1:A., en ThWNT VIII, 225-~35, G. Bertram, [!wQóc:; X1:A., en ThWNTIV, 837-85?, e J. Bjerkelund, «Vergeblich» als MlsSLOnserge~nls bel Paulus, en FS Dahl, 175-191; A. Oepke, XEVOC:; xTA., en ThWNT III, 659-662; A. Suhl, Paulus und sem~ Briefe, Gütersloh 1975; Spicq, Notes, Suppl. 3,95-400, E Tiedtke-H.-G. Link, Vacío, vano (XEVOC:;, [!U1:;tWC:;), e~ DTNT IV, 313-317. Para más bibliografIa, cf. ThWNT X, 1136s.

1. El adjetivo XEVÓ~ no se usa únicamente en su sentido literal y concreto (vacío en relación con todos los contenidos posibles), sino que se emplea también frecuentemente Y de múltiples maneras en sentido figurado. La amplia gama del uso figurado, que ~e obse~va principalmente en las Cartas pauh.~as, eXige que, para poder ofrecer una traducClOn que refleje todos los matices, observemos atentamente el correspondiente contexto y sus acentos. Además de los 18 testimonios seguros de XEVÓ~ que aparecen en el NT -más de la mitad ~e ellos en Pablo-, encontramos el adverbiO XEV&~ en Sant 4, 5. Es digno de tenerse en cuenta que el adjetivo aparece dentro de frases hechas y, especialmente en Pablo, en contextos temáticos afines.

2. El lenguaje de la LXX, en citas más o menos literales, dicta en varios pasajes el uso de XEVÓ~. Entre ellos se cuenta Lc 1, 53 (el xEvobo1;ta, at;, .. kenodoxia vanagloria, Magnificat); el que Dios despida ~acíos, a los ricos, es decir, sin bienes en el sentido mas am, , jactancia* Flp 2, 3: ~'t]Mv xat' EQLttduv ¡.tr¡DE xa-w plio de la palabra, es cosa que fonna parte de.la XEvoDoSLav; cf. IgnFil 1, 1; 1 Clem 35, 5. inversión escatológica anticipada de las Ci~­ ThWNT 111,662. cunstancias político-sociales de poder y de nqueza. En la parábola de los viñadores malvaXEvóbo1;ot;, 2 kenodoxos presumido, jac- dos, (ES)unoo'tÉf..A.oo 'tLva XEVOV (~c 12, 3 par. Lc 20, 10.11) significa despedIr con las tancioso* manos vacías (Bauer, Worterbuch, 846). Au~­ Gál 5, 26: ~il yLVw~Etta xEvóbosOL; cf. que XEVÓ~ aquí se refiere al hecho de no reCiDid 3,5. ThWNT I1I, 662. bir la renta pactada, sin embargo el :~pleo d: XEVO~ en este pasaje se halla en el hilllte entr XEvót;, 3 kenos vacío, vano, inútil* el uso literal y el uso figurado. En Hech 4, 25~, en una plegaria llena de citas de la LXX, se ,c~= 1. Gama de significados y aparición del término en el NT - 2. XEVÓC:; en citas de la LXX y ~n los Evangeta literalmente el Sal 2, 1s; en el v. 25
XEVÓC:; y

de:;

XEVOV

en Pablo -

2293

XEVÓC:;

aoo (<<estar furioso») se halla en paralelo con ~E"AE'táoo

xEvá, que viene a significar: maquinar cosas vanas. La influencia de la LXX (Is 49, 4; 65, 23) aparece también en Pablo, concretamente en Flp 2, 16 (El.~ XEVOV ExoJtLaaa). Sin embargo, esta expresión (El.~ XEVÓV), que aparece otras 4 veces en Pablo, y que debe traducirse por «en vano», no tiene por qué derivarse siempre directamente de la LXX. 3. Desde muy pronto, la preocupación de Pablo (BlaB-Debrunner § 370) fue que su labor misionera (xóJto~) no fuera El~ XEVÓV (l Tes 3, 5). Por otro lado, él está seguro de que ni su visita a los tesalonicenses es xEV'lÍ (l Tes 3, 5, E'(aobo~ para designar metafóricamente el conjunto de la labor) ni el el esfuerzo (xóJto~) de los corintios es XEVÓ~ (l Cor 15, 58). Así como Pablo puede exhortar a los corintios a que no reciban El~ XEVÓV el acto de la gracia divina, es decir, a que lo reciban positivamente, a que de la aceptación de la gracia divina saquen consecuencias para su propia vida (2 Cor 6, 1), así también Pablo sabe di alécticamente que él, desde luego, es indigno y el más insignificante de los apóstoles, pero que el poder de la gracia no fue xEV'lÍ en él, sino que él trabajó (ExoJtLaaa) como ningún otro (l Cor 15, 10). En estos pasajes XEVÓ~ o la expresión El~ XEVÓV (cf. BlaB-Debrunner § 207, 5) significa inútilmente en el sentido de sin éxito, ineficaz o de manera impotente. Aunque está claro que en Gál 2, 2 Y Flp 2, 16 hay una combinación de El.~ XEVÓV con el verbo 'tQÉXoo, procedente de la terminología de las competiciones y que aquí se usa en sentido figurado y como elemento de una diatriba, sin embargo resulta difícil la comprensión filológica o teológica de estos dos pasajes. ¿Será Gál 2, 2b una oración en la que se expresa una preocupación (BlaB-Debrunner § 370) o se tratará de una interrogativa indirecta? (Bauer, Worterbuch, 1028, S.v. ~'lÍJtoo~). Qué es Lo que Flp 2, 16 (en la paráclesis de los vv. 14, 16, dirigida a la comunidad y plasmada de ideas del AT) llama concretamente xaúxr¡¡.ta, se aclara mediante la utilización

2294

del verbo -> XEVÓoo (3); ¡aquí se hace bien patente la orientación escatológica! La doble expresión, procedente en parte de la LXX (-> 2), O'tL OUX d~ XEVOV l!bQu¡.tov DUDE d~ XEVOy ExoJtLuau, hay que entenderla seguramente como «parallelismus membrorum» de carácter sintético o incluso sinonímico. Sería un esfuerzo apostólico inútil, si la comunidad no se mantuviera firme en la «palabra de vida», que es como aquí (y únicamente aquí) llama Pablo al evangelio. Pablo utiliza también XEVÓ~ -en el mismo sentido que -> ¡.tá'taw~ (v. 17)- en su discusión fundamental (aunque sumamente difícil y discutida) sobre la resurrección en 1 Cor 15. Cuando se cuestiona el acontecimiento salvífico y escatológico de la resurrección de (Jesús el) Cristo, entonces el kerygma y la fe carecen de sentido (v. 14b.c; cf. Rom 4, 14 Y 1 Cor 1, 17 en -> XEVÓoo), es decir, no tienen objeto alguno, carecen de fundamento y de significado, no son nada. 4. El clamor de advertencia en Col 2, 8, que recoge la exhortación del v. 4 y que se concreta en la sección 2, 16-23, presenta a las claras el peligro amenazador y cautivador que surge de la «filosofía» y (¿XUL epexegético?) del vano engaño, que no corresponden a Cristo, sino a la tradición humana y a los elementos del mundo. - Por influencia formal y verbal de Col 2, 4.8 surge en la parte parenética de Efesios la advertencia de Ef 5, 6, la cual -en paralelo con la amenaza fonnulada en el v. 5- entabla una polémica contra el engaño des caminador que está producido por palabras vanas (XEVOL~ A.ÓyOL~, expresión que se halla también en 1 Cor 3, 18 D). 5. En la forma de una pregunta retórica se encuentra en Sant 4, 5, antes de una «cita» imposible de verificar, la afirmación de que la Escritura no (lo) dice en vano (XEV&~). Con ello, seguramente, no se afirma tanto la «validez absoluta» (F. MuBner, Der Jakobusbrief [HThK], sub loco) de la Escritura en su totalidad, sino que se indica que el uso de una «ci-

2295

XEVÓ<; - XEVÓW

ta de la Escritura» en un argumento parenético no carece de razón. En la exclamación que se hace en Sant 2, 20, a propósito de la dilucidación de las relaciones entre la fe y las obras, lo de vacío significa algo así como necio (¡.twQó~). Posiblemente, el vocativo xevf ha suscitado la variante textual representada por el p74 (en lugar de uQYlÍ o vexQá). Aunque las variantes textuales son interesantes, por un lado, para determinar la gama de significados de xevó~, sin embargo una comparación con 1 Cor 15, 14 (---+ 3) muestra, por otro lado, el profundo abismo que existe entre Pablo y Santiago en cuanto a la comprensión de la fe. M. Lattke

xEvmproví,a, a;, .. kenopMnia palabrería vana, vaniloquio* 1 Tim 6, 20; 2 Tim 2, 16, en una advertencia dirigida a Timoteo para que se mantenga alejado de la «funesta palabrería vana / vaniloquio» (aL ~f~r¡AOL xevocpúJvlm). XEVÓro kenoi5 vaciar, anonadar, destruir* 1. Limitación del uso neo testamentario del término a Pablo - 2. El problema de Flp 2, 7 - 3. XEVÓW en combinación con el gloriarse del apóstol (1 Cor 9, 15; 2 COf 9, 3) - 4. El peligro de que «se haga vana» la fe (Rom 4, 24; 1 Cor 1, 17).

Bibl.: --> XEVÓ<;, además: K. E. Bailey, Recovering the Poetic Structure of 1 Coro 1, 17-2, 2: NovT 17 (1975) 265-296; R. Baumann, Mitte und Norm des Christlichen, Münster 1968, 46-66; G. Bornkamm, Para la comprensión del himno a Cristo de Flp 2, 611, en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 145155; R. Deichgraber, Gotteshymnus und Christushymnus, Giittingen 1967, 123s; G. Delling, Kenosis, en ROO III, 1243s; O. Eichholz, Die Theologie des Paulus, Neukirchen-Vluyn 1972, 132-154; E. E. Ellis, «Weisheit» und «Erkenntnis» im l. Korintherbrief, en FS Kümmel, 109-128; J. GewieB, Kenosis, Kenose, en LThK VI, ll5s; O. Hofius, Der Christushymnus Phil2, 6-Il, Tübingen 1976, especialmente 56-74; M. D. Hooker, Phil 2:6-11, en FS Kümmel, 151-164; C.-H. Hunzinger, Zur Struktur der Christus-Hymnen en Phil 2 und l. Petr 3, en FS Jeremias 1970, 142-156; J. Jeremias, A propósito de Flp 2, 7: Éautov EXÉVWOEV, en Abba. El mensaje central del NT, Salamanca 41993, 177-182; E. Kasemann, Una variación paulina del «amor fati», en

2296

Id., Ensayos exegéticas, Salamanca 1977, 51-70; Id., Der Glaube Abrahams in Rom 4, en Id., Paulinischen Perspektiven, Tübingen 21972, 140-177; E. Larsson, Christus als Vorbild, Uppsala 1962,230-275; E. Lohmeyer, Kyrios Jesus, Darmstadt 21961 (= SAH 192728); W. Pratscher, Der Verzicht des Paulus auf finanziellen Unterhalt durch seine Gemeinden: NTS 25 (1978-1979) 284-298; J. T. Sanders, The NT Christological Hymns, Cambridge 1971, especialmente 5874; E. Schweizer, Erniedrigung und ErhOhung bei Jesus und seinen Nachfolgern, Zürich 21962, 93-102; M. Seils, Kenose, en HWP IV, 813-815; P. Stuhlmacher, Achtzehn Thesen zur pln Kreuzestheologie, en FS Kiisemann, 509-525; U. Wilckens, Weisheit und Torheit, Tübingen 1959, 1I-2l. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1I36s.

1. El verbo xevóúJ, que en el NT aparece únicamente en Pablo, significa propiamente vaciar y constituye, por tanto, la antítesis del verbo JtAr¡QÓúJ, pero, lo mismo que xevó~, se usa a menudo en sentido figurado y se refiere al vaciamiento, privación o destrucción de los más diversos contenidos de carácter espacial o psíquico y anímico. 2. Se discute el sentido del enunciado hímino pre-paulino ÉalJtov EXfvwoev (Flp 2, 7), que hasta entonces no se hallaba atestiguado en griego. Es verdad que el pasaje en cuestión ha influido sobre todo el debate dogmático posterior acerca de la kénosis, pero el término XfVúJCJL~, usado con frecuencia en la época patrística (cf. PGL 744-746), no se encuentra en el NT. La tesis de que Éau'tov Exfvwoev es una traducción filológicamente exacta de he "rá lam(m)iiwet naf'so (Is 53, 12) Y de que, «por tanto, no hay que referirla a la encarnación, sino a la muerte en cruz» (Jeremias, 179), es una tesis que no es aceptada universalmente en su aspecto puramente lingüístico ni es contemplada sobre todo en esa intensificación alternativa. Por el contexto inmediato del himno, y teniendo en cuenta el pasaje de 2 Cor 8, 9 (donde EJttWxelJoev JtAO'ÚOLO~ WV es precisamente una fórmula paulina abreviada para expresar la paradoja de la cristología y de la encarnación) indica que la dura expresión habla de la humillación de quien se entrega a sí mismo y del empobrecimiento de quien se priva a sí mismo del

2297

XEVÓW - XEv'tUQíwv

modo divino de existir. Que la muerte no ha quedado oscurecida en todo el drama, sino que se la menciona explícitamente como la consecuencia obediente de la encarnación, lo vemos por el realismo radical del acontecimiento salvífico, proclamado ya con anterioridad a Pablo. 3. Lo mismo que en Flp 2, 16 (---+ xevó~ 3), Pablo defiende ante los corintios su motivo para gloriarse. En 1 Cor 9, un capítulo que habla sobre la libertad del apóstol, el v. 15 constituye un anacoluto que aparece como una especie de digresión en los vv. 15-18 (Kasemann, Variación, 52). En este anacoluto Pablo afirma encarecidamente que nadie le «privará de su título de gloria» (ibid.). También en 2 Cor 9, 3, xa'Úxr¡¡.ta (a propósito de la colecta en favor de Jerusalén) se entiende en sentido enteramente positivo; ¡el gloriarse de Pablo sobre los corintios no debe quedar vano! Como en estos dos pasajes y en los siguientes se trata claramente de un contenido positivo, resuena aún vigorosamente en el sentido figurado el sentido literal de la acción de «vaciar». 4. Casi sinónimo con xa'tlÍQyr¡tat (cf., por ejemplo, Gál 3, 17 o Rom 3, 3) es el paralelo pasivo xexfvúJ'tm que aparece en Rom 4, 14. Si en 1 Cor 15, 14.17 (---+ xevó~) se trataba de la premisa de la resurrección, aquí, en un pasaje que es crítico de la ley, se trata de la recta comprensión de la promesa hecha a Abrahán (vv. 13-16), porque existe el mismo peligro, a saber, una destrucción de la fe que la vacíe de sentido. En 1 Cor 1, 10-17, que en los vv. 1416 ofrece alguna información sobre las prácticas bautismales de Pablo, el v. 17a concluye con la declaración de cuál es el encargo misionero específico de Pablo, a saber, predicar el evangelio. El v. 17b, que sirve de transición para la exposición que Pablo hace acerca de la sabiduría y la necedad en 1, 18-2, 16, el apóstol rechaza en primer lugar la sabiduría de la palabra como nota característica de la proclamación, para advertir luego, en una oración final de carácter negativo, contra la destrucción de la cruz de Jesús, es decir, contra el he-

2298

cho de vaciar al evangelio de su contenido fundamental y esencial. M. Lattke xiv'q~ov, OU, 'tó kentron aguijón, pincho* Dícese del aguijón de animales en Ap 9, 10, en el marco de la quinta visión de las trompetas: las «langostas» descritas (cf. Ex 10, 1ss; JI 2, lss) «tienen cola como los escorpiones y aguijones», es decir, colas punzantes y venenosas con las que atormentan a los seres humanos; en sentido figurado en 1 Cor 15, 55, donde se habla del aguijón de la muerte, que es el pecado, v. 56 (cita de Os 13, 14 LXX). Aguijón puede ser aquí tanto una imagen del señorío despótico (acicate violento) como de los tormentos infligidos (aguijón venenoso como instrumento de tortura, cf. Herodoto 111, 130 junto a ¡.táo'tLye~): con la victoria de Cristo sobre el pecado se ha quebrantado el señorío despótico de la muerte (cf. Th WNT I1I, 667; H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco). En un proverbio mencionado en Hech 26, 14 (cf. 9, 5 Textus Receptus): JtQo~ XfVtQa Aax'tt~ELv, «dar coces contra el aguijón», como imagen de lo que hace una cabalgadura o una bestia de carga, cuando están encabritadas, yen sentido figurado se entiende de la resistencia del hombre contra un poder superior (cf. Píndaro, Pyth 11, 94ss; Esquilo, Ag 1624; Eurípides, Ba 794s y passim, una imagen que no está atestiguada en el ámbito del judaísmo; el viejo debate sobre una cita literaria directa ha llegado a ser obsoleto actualmente; cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte7 [KEK], sub loco [bibl.]; Bauer, Worterbuch, s.v. [bibl.]). ThWNT I1I, 662-668.

XEV'tUQí,rov, rovo~, ó kentyrion centurión* El término aparece únicamente en Mc 15: en los vv. 39.44.45 (a diferencia de Mateo/ Lucas: Éxatóv'taQXo~ / Éxm:ov'táQXlJ~) para referirse al centurión romano que se hallaba frente al Crucificado (v. 39) y que confirmó ante Pilatos la muerte de Jesús (vv. 44s, únicamente en

2299

XEVt'UQLWV -

Marcos). XEVt'UQLWV es la trascripción griega del término latino centuria «<jefe de una centuria / cien hombres», la unidad militar más pequeña del ejército romano); aparece también como extranjerismo en textos rabínicos. C. Schneider: ZNW 33 (1934) 1-17: BHH 11, 657s; J. Ramsay Michaels: CBQ 29 (1967) 102-109; Haag, Diccionario, 315; J. Gnilka, El Evangelio según san Marcos 1I, Salamanca '1993, sub loco.

KEVXQEaí, mv Kenchreai Cencreas Forma alternativa del nombre -+ KEYXQEaL

XEVro; keni5s (adv.) en vano, sin propósito* Sant 4, 5 (posiblemente en una pregunta): YQaepT) A.ÉYEL(;), (¿)dice la Escritura en vano(?); -+ 1.5.

XÉQU~

2300

XEQá,'uov, ou, ,;ó keramion cántaro*

XfQaIlE";, Em;, Ó kerameus alfarero* En Rom 9, 21 se habla del poder que tiene el alfarero sobre la arcilla (cf. Is 29, 16; 45, 9; Jer 18,6; Sab 15,7) como imagen de la autoridad de Dios sobre Israel; Mt 27, 7.10 (material peculiar): &.YQo~ ·wÜ xEQaI1Éw~, seguramente una alfarería en el valle del Hinnón (cf. Jer 19, 2s), que se compró con el dinero de la recompensa pagada a Judas, para que sirviera de cementerio para los forasteros (v. 8, de manera distinta en Hech 1, 18)); cf. además Jer 18, 2ss; 32, 6ss; Zac 11, 12s; E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthiius (NTD), sub loco; W. Grundmann, Matthiiusevangelium (ThHK), sub loco (bibl.). Kopp, Stiitten, 408411; BHH 1,260; I1I, 2007s; Haag, Diccionario,796s. XfQalltXÓ~,

3 keramikos de arcilla, de ba-

rro* Ap 2, 27: axeúll ... XEQaI1Lxá., «vasijas de barro»; cf. BlaB-Debrunner § 113, nota 2.

xfQánov, OU, ,;ó keration algarroba*

Mc 14, 13 par. Lc 22, 10: XEQó'l1wV ü6a'to~, «cántaro de agua».

El plural se aplica en Lc 15, 16 a los frutos del algarrobo. (Algunas versiones traducen el término por «bellotas».) Spicq, Notes 1, 428s.

xÉQa,tO~, OU, Ó keramos barro, teja*

xEQbaívm kerdaino ganar, conseguir*

Según Lc 5, 19, al paralítico le bajaron al interior de la casa «a través del tejado» (6ul 'twV XEQó'I1WV), es decir, «retirando las tejas»; a diferencia de lo que sucede en Mc 2, 4b, se ve que el autor está familiarizado con el tipo de casa occidental; las casas de Palestina tenían como tejado una capa de barro apisonado que descansaba sobre una base de vigas cubiertas con ramas. Bauer, Warterbuch, s. v. (bibl.); RAC I1I, 517-557, especialmente 524-529; Haag, Diccionario, 1905s.

xevw~ ~

xfQaía, a;, ÍJ keraia trazo (de una letra) -+ luna (2).

2301

xÉQa;, u,;o;, tó keras cuerno* . En sentido propio en la descripción de las bestias apocalípticas: Ap 5, 6; 12, 3; 13, 1 (bis).l1; 17,3.7.12.16. El plural, en 9,13, se refiere a las cuatro esquinas del altar (Ex 27, 2; 29, 12 Y passim). En sentido figurado, xÉQa~ es expresión de poder y fortaleza (cf. Sal 88, 18; 131, 17 LXX Y passim) en Lc 1, 69 (el Mesías como xÉQa~ ow't'l1Qta~). Cf. ThWNT 111, 668-671; X, 1137 (bibl.); DTNT 1I,223s.

Hech 22, 28, XEepó'AUWV es la suma de dinero, el capital: el oficial consiguió la ciudadanía romana :n:OAAOií xEepaAaio'U.

XECflal,atÓm kephalaioo golpear en la caEn sentido propio en Mc 8, 36 par. Mt 16, 26 / Lc 9, 25 (<<el mundo entero»); Mt 25, 16.17.20.22 (ganancias obtenidas con los «talentos»); Sant 4, 13 (en sentido absoluto). En sentido figurado (¿lenguaje misionero?): (aplicado al reino de Dios): ganar (para el reino de Dios) en Mt 18, 15; 1 Cor 9, 19.20 (bis). 21.22; 1 Pe 3, 1. XQw'tov xEQ6~ow, Flp 3, 8. El significado de ahorrarse algo, evitar alguna cosa (Ü~QLV, ~r¡l1tav) se da en Hech 27, 21 (cf. Josefo, Ant 11,31; X, 39). ThWNT I1I, 671s; D. Daube: HThR 40 (1947) 109-120; DTNT IV, 29-31 / Spieq, Notes 1, 341s.

xfQávvUJ.u kerannymi mezclar, llenar el vaso (con vino mezclado)* En Ap 14, 10 dícese, en sentido metafórico, del «vino de la ira de Dios, que se echa sin mezcla (es decir, sin rebajar) en la copa (XExEQaallÉVou &.xQét'tou)>>; cf. Jer 22, 25 (32, 15s LXX); el mismo sentido aparece también en Is 19, 14; Sab 8, 14. En Ap 18,6 (bis), en la instrucción a los ángeles castigadores acerca de la doble retribución que deben dar a Babilonia por sus malas acciones: «En la copa en la que ella ha mezclado, ¡mezclad el doble para ella! (ex.ÉQaOeV ... XeQó'OU'te)>>; el verbo podría significar también: echar vino; cf. ThWNT V, 1668.

2302

xÉQbo;, OU¡;, ,;ó kerdos ganancia* Tit 1, 11 en la frase: «para obtener ganancias sórdidas». En Flp 1, 21 xÉQ6o~ es lo que produce ganancias: «para mí... el morir es ganancia»; lo mismo sucede con el plural en 3, 7 (a'tLva ~v !!OL xÉQ6r¡). ThWNT I1I, 671s; X, 1137; Spicq, Notes 1, 341s.

xÉQp.ta, ato~,,;ó kerma moneda(s), dinero* En Jn 2, 15 B Orig tienen el plural, mientras que Sin Koiné e tienen el singular (colectivo): Jesús «desparramó el dinero de los cambistas)) .

XfQp.tano't'Í);, olí, ,;ó kermatistes cambista (de dinero)* En Jn 2, 14 dícese de los cambistas que tenían sus puestos en el atrio exterior del templo; cf. Schürer 11, 76 Y 314s. Spicq, Notes 1, 430-435.

xupál,awv, OU, ,;ó kephalaion punto principal, suma de dinero* Heb 8, 1: xErpáAaLOV E:n:l 'tOL~ AEyÓ¡.tEVOL<;, «el punto principal en lo que se ha dicho». En

beza Forma alternativa (Mc 12, 4) de ALÓW.

-->

xEepa-

XECflal,Í), tí;, ÍJ kephale cabeza, jefe superior* 1. Frecuencia, distribución y gama de significados de xfq¡aA~ en el NT - 2. El concepto xfq¡aA~ y(¡)vta~ - 3. El empleo de Xeq¡aA~ en los homologoumena paulinos - a) La sentencia sapiencial de Rom 12, 20 (Prov 25, 21 s LXX) - b) La jerarquía: Dios - Cristo varón - mujer en ICor 11, 3 - c) El problema de cubrirse la cabeza en 1 Cor 11, 4-10 - d) Xf(paA~ como miembro del cuerpo en ICor 12, 21 - 4. xfq¡aA~ en los evangelios y en Hechos - a) Juramento por la cabeza, Mt 5, 36 - b) La fórmula de maldición en Hech 18, 6 - c) La decapitación del Bautista - d) El gesto de menear la cabeza - e) La unción de la cabeza - f) Pelo(s) de la cabeza - g) El cortar el cabello en el denominado voto de los nazireos - h) La cabeza de Jesús en los relatos de la Pasión - i) La expresión xfq¡aA~v XAtV(¡) - j) Otros usos del término - 5. xfq¡aA~ en los antilegomena paulinos - a) Cristo como xfq¡aA~ en Colosenses - b) Cristo como xfcpaA~ en Efesios 6. Las muchas «cabezas» en el Apocalipsis.

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2304

ring: Westminster Theol. Journal 35 (1972-1973) 2127. Para más bibliografía, ef. ThWNT X, 1137s; -> ywv[u.

1. Si incluimos los cinco testimonios de Xe<paA~ ywvLa~, el término xe<paA~ aparece 75

veces en el NT, casi siempre en singular (de las 17 formas de plural, 14 se hallan en el Apocalipsis; cf., por lo demás, 4.d.j) y con el significado literal de la parte más noble del cuerpo humano (cabezas de animales aparecen únicamente en el Apocalipsis, -> 6): 'to ~YEf.tOVLXOV 'tOU ow!-WtO~. En la mayoría de los casos el término aparece en los relatos de los evangelios, en las imágenes fantasmagóricas del Apocalipsis y en la sección 1 Cor 11,4-10. Pero, por su importancia teológica, los acentos recaen sobre los (escasos) testimonios de Pablo (especialmente en 1 Cor 11, 3) Y sobre las cartas deuteropaulinas (Colosenses, Efesios). Es verdad que el uso que se hace de este término en el NT no refleja toda la gama de signifIcados de xe<paA~ (cf., por ejemplo, Liddell-Scott, 945; PGL 749; ThGL V, 1495-1499). Pero en algunos escritos del Nuevo Testamento hay combinaciones de palabras, locuciones, conexiones de ideas y enunciados específicos que requieren una clasificación de significados que sea lo más diferenciada posible. 2. El concepto xe<paA.~ ywvlac:;, traducción de ro's pinna, aparece en Mt 21, 42 par. Mc 12, 10 / Lc 20, 17 Y 1 Pe 2, 7 en cita literal del Sal 117, 22 LXX; el mismo versículo del salmo se ha incorporado, en forma griega diversa al discurso de Pedro. Si la imagen del AT se' refiere a la piedra clave o, lo que es más probable, a la piedra angular, lo cierto es que tanto en hebreo como en griego se u~a ro's o xE<paA~ para designar lo más destacado o sobresaliente (cf. H.-J. Kraus, Salmos n, 590). Sobre el concepto y los correspondientes pasajes del NT -> yoovLa 3. 3. a) En la paráclesis de Rom 12ss, que consta de diversas exhortaciones particulares, Pablo cita entre otros, en 12, 20, el pasaje de Prov 25, 21s LXX. La imagen de los carbones encendidos sobre la cabeza del enemigo, una

2305 imagen difícil ya de entender en tiempos del NT (sobre el origen, difusión y bibliografía cf. G. von Rad, Sabiduría en Israel, Madrid 1985, 169; O. Michel, Der Brief an die Romer [KEK], sub loco; -> aV'frQa~), trata de lograr el arrepentimiento mediante la impresión causada por un amor agresivo. b) El sentido figurado de xe<paA~ como el primero, el dirigente, el jefe, que se halla atestiguado para los equivalentes hebreo y arameo (siríaco) (cf. también KQT, 197s) y que se había difundido a través del judaísmo helenístico (LXX, Filón, TestXII), permite a Pablo combinar, en 1 COI 11, 3, el hecho sociológico del patriarcalismo antiguo (TheiBen, 230s) con la idea teológica del origen y del dominio. Sin embargo, en el contexto inmediato, y con arreglo a la teología paulina de la libertad, se allana la diferencia EV X'UQLq> (v. 11) entre el hombre y la mujer, es decir, esta diferencia se relativiza escatológicamente. La sospecha de que se está pensando en una emanación sustancial, sugerida sobre todo por el v.7 (cf. especialmente el excursus de H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther [KEK], sub loco), queda disipada por la acentuación que Pablo hace de la creatio ex nihilo. c) Junto a otros argumentos tomados de la Escritura, de la naturaleza y de las costumbres (eLXWV en el v. 7, :7tQÉJtw en el v. 13,
2306 de palabras (Hooker, 410; cf. ya H. Lietsmann, An die Korinther I/Il [HNT], sub loco) en relación con el sentido y el enunciado del v. 3, entonces xe<paA~ en los vv. 4b y 5b adquiere el genuino sentido griego de «persona, vida». El v. 10 sigue siendo una crux interpretum (-> ayyeAo~, -+ E~o'U(JLa; cf., además de Hooker, 413s, la controversia entre Fitzmyer y Braun, Qumran 1, 193s). d) Dentro de la imagen de los miembros del cuerpo en 1 Cor 12, 12ss, xe<paA~ en el v. 21 debe entenderse únicamente en sentido literal (cf. 1 Clem 37, 5). Es de suma importancia el hecho de que Pablo no hable nunca de Cristo como cabeza en relación con -> o&¡.,ta o -> ¡.,tÉAO~. 4. a) En el fragmento de Mt 5, 34b-36, la cuarta antítesis (sobre la redacción de 5, 1748 cf. Meier, Law) entabla polémica contra la antigua costumbre de jurar «por la cabeza». La razón que se ofrece en el v. 36b (-> 4.f) reflexiona, sí, sobre la cabeza concreta, pero en el v. 36a se amplía retóricamente el sentido de xe<paA~ (pars pro toto), aplicándose este término a la vida humana (cf. Strecker, 62). b) Hech 18,6 es tan sólo una forma de una antigua imprecación, muy difundida (véanse los paralelos griegos en Bauer, Worterbuch, 850; Liddell-Scott, 945). El paralelo neotestamentario más importante es Mt 27, 25, donde la aceptación de responsabilidad puede expresarse sin el término xe<paA~, pero al mismo tiempo demuestra que xe<paA~ se entiende aquí en representación de toda la persona (cf. Munzer, 635). La maldición no se limita, ni mucho menos, a la sangre -> atila (cf. de la LXX 2 Sam 1, 16; 1 Re 2, 32ss; Ez 33, 4 con 1 Re 2, 44; Neh 4, 4; Jdt 8, 22; 9, 9; Sal 7, 16; Ec10 17, 23; JI 3, 4.7; Abd 15; Ez 11,21; 17, 19; 22, 31; cf. también OdSI5, 7). c) En la leyenda de Mc 6, 17-29 par. Mt 14, 3-12 (cf. R. Pesch, Das Markusevangelium 1, 337-344; sobre Lc 9, 9 -> a:7toxeqJaAL~w), la cabeza del Bautista en la bandeja constituye la prueba de su muerte. Hay ejemplos históricos de esa cruel costumbre -no só-

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2307 ra bien como «dormir» (x,a{tEúOw, X,OL[keXOlo en Oriente- hasta la edad moderna; testi[km) pdede significar también «morir», es muy monios literarios se encuentran ya en el AT posible que x,EcpaAl]v ~A.lVW en J,n 19, ~? sea (por ejemplo, 2 Sam 4, 7s; 2 Re 10, 6ss; 1 un eufemismo para deCir que Jesus muna (W. Crón 10, 9s; Jdt 14, 1aa; 1 Mac 7, 47; 2 Mac Bauer, Das Johannesevangelium [HNT], sub 15,30ss). loco). d) El motivo de menear la cabeza (x,Ecpaj) El imperativo bteXQa'tE 'ta~ x,EcpaAa~ Al]V X,LVÉcÚ, Mc 15, 29s par. Mt 27,39) tiene su v[kmv (Lc 21, 28) invita a ag~~rdar preparados origen en el AT (cf. Sal 21, 8 LXX etc.) y es un y vigilantes la venida del HiJO del hombre: «gesto apotropaico de rechazo» (R. Pesch, Das Junto a los pies y las manos, Jn 13, 9 menclOMarkusevangelium, sub loco). na la x,EcpaA~ simplemente como una parte d~l e) La unción (cf., en general, P. Welten: cuerpo. - Jn 20, 7 habla de un paño (oo1JOaBRL 260-264) de la cabeza de Jesús, en Mc QWv) que se había colocado sobre la cabeza 14,3 par. Mt 26, 7 (de manera dist~nta en Lc 7, del cadáver. - Finalmente, en Jn 20, 12 con las 38; cf. Jn 12,3), es un signo especia~ de respeexpresiones nQo~ 'tñ XEcpaAñ y nQo~ 'tO¡;~ to y honor (así en Lc 7, 46), que es mte~~reta­ JtOOLV se hace referencia sencillamente al condo como la unción anticipada con ocaSlOn de traste entre la parte de arriba y la parte de abasu muerte -no, por ejemplo, como la unción jo; cf., además de la expresión griega d~ (mesiánica) de un rey- (Mc 14, 8 par.). - ConJtóoa~ EX x,EcpaA.fí~ (Liddell-Scott, 945), la tra el exhibicionismo judío a la hora de ayuimagen que aparece en OdS123, 16 ó 42, 13. nar, Mt 6, 17 enseña a los que ayunan que, en esas ocasiones, procedan al aseo normal de su 5. a) La tradición, de impronta judea-helecuerpo (lo laven, lo unjan, etc.). nística (cf. E. Lohse, Der Brief an die Kolosf) La expresión «cabello(s) de la cabeza (-+ a_ se [KEK] r , 77-103), ensalza hímnicamente ,~ , {tQí,l;)>> aparece en Mt 10, 30 par. Lc 12, 7; Lc Cristo en Col 1, 18 llamándole llxEcpaJl.ll 'tOU oW[ka'tO~, es decir, el principio vital y e~ so7,38 (cf. 7,46 Y Jn 12, 3); Lc 21, 18, de ma¡ berano señor del universo. No menos Ulllvernera parecida en Hech 27,34. Sobre Ap 1, 1 sal (-+ JtA~QW[ka) es la afirmación ~ue se ha: (X,EcpUAl] x,ui, aL 'tQí,XE~) -+ 6. ce en 2, 10 de que Cristo Jesús es II XECPO;All g) También en Hech 18, 18 (-+ x,úQw en JteXoll~ aQxfj~ xai, El;ouoLa~; sólo que aqUl se voz media) y 21, 24 (-+ l;1JQeXw en voz media) acentúa más que nada, con mente veterotes~a­ X,EcpUAlÍ significa, como es lógico, los cabementaria y paulina, la «autoridad» del Kyrtos llos de la cabeza. (E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Sah) Con la acción de golpear a Jesús en la lamanca 1987, sub loco). Claro que, con l.a cabeza (Mt 27,30 par. Mc 15, 19) se expresa adición de 'tfj~ Ex,xAllOLu~, el autor ha sustino sólo un acto físico de brutalidad, sino tamtuido la idea del cuerpo cósmico por la d~ la bién un acto de humillación personal. La cosociedad eclesial. Esta comprensión de Cnsto rona de espinas sobre, su cabeza (Mt 27, ~9 como cabeza de la Iglesia, que se desvía' de la par. Jn 19,2; sobre O'tEcpUVO~ cf. Bau~r, Woridea de Pablo, se desarrolla ulteriorn:ente en terbuch, s.v.) no es sólo un tormento smo tam2, 19 en dos aspectos: los adversa~lOs, q~e bién una burla que se hace de Jesús como rey son vivamente atacados, no se adhieren fumemente a la cabeza (D* syh añaden como (como en Filón, Flacc 37: un r~y d~ b~~la con una corona de papiro). En la mscnpclOn que explicación: a «Cristo»); pero de la ~a~eza depende el crecimiento divino (-+ u~ l;uvw se pone sobre la x,EcpaAlÍ de Jesú.s (~t ~7' X'tA..) del cuerpo, lo cual se ilustra mediante la 37), se trata sencillamente de una mdicaclOn comparación fisiológica. Sobre e.l esquema de lugar. cabeza-cuerpo cf. la imagen semepnte cabei) xEcpaAl]V XAí,VW puede significar «dorza-miembros en OdSl 17, 15s; IgnTral 11,2. mir, descansar» (Mt 8, 20 par. Lc 9,58). Aho-

b) Tanto la independencia de Efesios como su dependencia de Pablo y de Colosenses aparecen en los tres pasajes de la xEcpaA~, y literariamente se ven de manera clarísima en Ef 4, 15 (-+ a, a propósito de Col 2, 19). Los motivos (pre-)paulinos de la sumisión del universo (-+ na~) y de la exaltación de Cristo sobre todas las cosas determinan la cristología cósmico-eclesiológica de la x,EcpaA~ en Ef 1, 22 (cf. Steinmetz, 86-89). También en 5, 23, donde la superioridad rectora del hombre sobre la mujer (cf. 1 Cor 11, 3, -+ 3.b) encuentra su analogía (w~) en las relaciones de Cristo con su Iglesia, la idea de la x,EcpaA~ se orienta primordialmente hacia la expresión de la soberanía (cf. Howard, 355s). Claro que, mediante la vinculación de la cabeza con el omIta en cada uno de los contextos inmediatos, se asocia intensamente la idea de la unidad entre la cabeza, que es Cristo, y su cuerpo, que es la Iglesia (sobre la semejanza con «la concepción del Dios del universo como macroántropos» cf. Fischer, 76-78). 6. En las visiones del Apocalipsis las cabezas y los que son cabeza desempeñan un gran papel desde el punto de vista puramente numérico. En aquel que es «semejante a hijo del hombre», en la visión de la vocación, con arreglo al modelo veterotestamentario (Dan 7, 9), lo de x,EcpaAl] U'lhou xaL ahQLXE~ en 1, 14 alude tan sólo, probablemente, a la cabellera blanca de la cabeza (-+ 4.f). El lamento de los navegantes por la destrucción de la gran ciudad en 18, 19 se expresa en términos tomados de Ez 27, 30; es costumbre oriental expresar los sentimientos de duelo, entre otras cosas, echándose polvo o ceniza sobre la cabeza (cf. W. Zimmerli, Ezechiel [BK], sub loco). Aparece estereotipada incluso en su expresión lingüística (EnL con acusativo o con genitivo) la imagen de las coronas (de oro) (-+ OLeXOll/ta, -+ o'técpavo~) sobre las cabezas: los veinticuatro ancianos alrededor del trono celestial (4, 4), la mujer en el cielo (12, 1), el «semejante a hijo de hombre» (14, 14) que aparece para la cosecha, o el vencedor celestial (19, 12), Y también los caballos dispues-

tos para la batalla (9, 7) Yel dragón de siete cabezas (12, 3) están, todos ellos, adornados con coronas. Incluso la imagen de la corona de estrellas (12, 1) se entiende en sentido literal (sobre la corona o las guirnaldas depositadas sobre la cabeza cf. Josefa, Bell 1, 671 Y passim; sobre el sentido figurado, por ejemplo en Ap 2, 10, cf. Prov 4, 9 Y passim en la LXX, o bien OdSl 1, 1; 5, 12; 9, 8). El arco iris sobre la cabeza del ángel (Ap 10, 1; cf. también, a propósito de -+ IQL~ 4,3) es como una corona. Las cabezas de caballos, leones y «serpientes» de las trompetas quinta y sexta (9, 7.17. 19) aparecen como especialmente funestas por su multitud incontable. El número siete (frecuente en el Apocalipsis) ha originado una serie de monstruos de siete cabezas (y, al mismo tiempo, de diez cuernos), el dragón en el cielo en 12,3 (cf. Sal 73, 13 LXX; OdS122, 5; TestAs 7, 3), la bestia que sube del mar con las blasfemias en sus cabezas en 13, 1.3, Y la bestia semejante a ésta en 17,3, cuyas siete cabezas son interpretadas por el ángel en 17, 7.9 como siete colinas o siete reyes (sobre las relación con Roma cf. Kraft, 221s); -+ Én'teX 2. M. Lattke

XECjlUAtóro kephalioo golpear en la cabeza* Mc 12, 4 (Sin B L): Ex.EcpaALwoav junto a ~-¡;í,/taoav ('tov OOilAOV). El significado de «acabar con él» (Bjorck) o «decapitarle» es también posible. G. Bjorck: CNeot 1 (1936) 1-4; BlaB-Debrunner § 108, 1, nota 1. XECjlUAí,~, í,()O~,

t1

kephalis (cabecita)* Heb 10, 7 en cita del Sal 39, 8 LXX: x,EcpaAi,~ ~L~ALOU, «rollo del libro». x,EcpaAL~ es propiamente el final del rollo de un libro, pero se aplica también al rollo mismo; cf. Ez 2, 9; 3, 13 LXX. O. Michel, Der Brief an die Hebriier (KEK), sub loco. Xl)p.tóro kemoo poner bozal* 1 Cor 9, 9 con objeto en acusativo: al buey, cuando está trillando.

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xfjvoo~

xijvao;, O", ó kensos

impuesto, tributo,

capitación* Bibl.: Billerbeck 1, 770s, 884s; J. Gnilka, El Evangelio según san Marcos n, Salamanca '1993, 175-182; L. Goppelt, Die Freiheit zur Kaisersteuer (zu Mark /2, 17 und Rom /3, /-7), en Ecclesia und res publica. FS f K. D. Schmidt, Gottingen 1961, 40-50; W. Kubitschek, Census, Pauly-Wissowa III (1899),1914-1924; G. Petzke, Der historische Jesus in der sozialethischen Diskussion, en FS Conzelmann, 223-235; W. Schrage, Die Christen und der Staat nach dem NT, Gütersloh 1971, 29-40; E. Stauffer, Die Botschaft Jesu - damals und heute, Bern-München 1959,95-118; F. X. Steinmetzer, Census, en RAC n, 969-972; W. Stenger, «Gebt dem Kaiser, was des Kaisers ist... !». Eine sozialgeschichtliche Untersuchung zur Besteuerung Palastinas in neutestamentliche Zeit, Frankfurt 1988; H.-F. WeiB-B. Reicke, en BHH III, 1868s; K. WeiB, qJóQo~,

en ThWNT IX, 81-86, especialmente 83s.

l. En el NT %'fívoo~ aparece 4 veces, tres de ellas en la «historia del dinero del tributo», concretamente con la expresión bouvm xi'ívoov [census] KuLouQL, en la pregunta capciosa que los fariseos y los herodianos dirigen a Jesús en Mc 12, 14 (v.l. bouvm E:n:LXEcpá"-mov [tributum capitis] D El 565 k) par. Mt 22, 17 (a diferencia de Lc 20, 22: cpóQov [tributum] bouvm), así como en la respuesta de Jesús en Mt 22, 19 refiriéndose a la moneda para pagar el tributo ('tO VÓfHOflU tou X~VOO1J, a diferencia de Mc 12, 15/ Lc 20, 24: (lrlváQLOV). Hay que añadir el pasaje de Mt 17,25 (material peculiar) con la combinación "-Ufl~ávELV 'tÉA:rl ~ xi'ívoov. Lucas evita el préstamo léxico xi'ívoo~, formado del latín census, y emplea para los diversos elementos del census romano diferentes términos tributarios como cpóQo~ (cf. Lc 20, 22 Y 23, 2) y, para designar la investigación y elaboración de listas sobre los bienes sujetos a tributación (cf. Kubitschek; Steinmetzer, 969s), el término técnico del lenguaje administrativo --+ a:n:oYQucp~ (2, 2; Hech 5, 37; el verbo en Lc 2, 1.3.5). Los textos rabínicos conocen como extranjerismo el término q'nGs (por ejemplo, bKet 35b) en el sentido de «multa (a pagar en dinero)>>. 2. xfjv(Jo~ es un término técnico del sistema tributario romano y designa en el NT, lo mismo

2312

que qJóQo~ (y a diferencia de los 'tÉf..T], que eran los derechos que había que pagar en concepto de aranceles aduaneros o impuestos sobre el consumo), el tributo relacionado directamente con el dominio ejercido por el emperador (un tributo introducido en Palestina desde los tiempos de Pompeyo, cf. Josefo, Bell 1, 154). Este tributo lo pagaban los propietarios de tierras como contribución en concepto de rendimientos agrícolas (tributum agri) , y el resto de la población (con excepción de los niños y de los ancianos), en concepto de impuesto sobre los bienes personales (tributum capitis). Desde el censo provincial, que según los testimonios documentales consta por vez primera en el año 6 p.e., de Judea (juntamente con Samaría e Idumea), cuando era gobernador de Siria P. Sulpicius Quirinius, los procuradores romanos eran los responsables del censo. Eran ayudados en esta misión por autoridades judías locales a las que se concedían facultades para recaudar impuestos (cf. Josefo, Bell 403ss). Contra el tributo pagado al emperador se alzaba a la sazón la enconada resistencia de la oposición judía acaudillada por Judas el Galileo (cf. Hech 5, 37; Josefo, Ant XVIII, lss; Bell n, 118). Con el pago del tributo se reconocía implícitamente el dominio del emperador como soberano extranjero sobre el país y sobre el pueblo, y esta circunstancia se hallaba en permanente conflicto con la fe en Dios como único Soberano y Señor (cf. Josefo, Ant XVIII, 23; Bell n, 433). En tiempos de Jesús, la moneda para pagar el tributo en todo el imperio era el denario de plata (--> OT]VáQLOV, otro préstamo léxico del latín: Mc 2, 15 par. Lc 20, 2; cf. también bBQ 113a), que llevaba la efigie del emperador (Tiberio) y una inscripción con su nombre (cf. Stauffer, 100ss). Así que la moneda misma para pagar el tributo era ya un signo de dominio, que, por un lado era empleado por muchos, sin dificultad alguna, para las transacciones comerciales cotidianas, y que, por otro lado, era rechazado vehementmente por otros, por ejemplo, por los esenios (Hipólito, Ref IX, 26). Jesús responde a la pregunta capciosa de Mc 12, 14 par. Mt 22, 17 / Lc 20, 22, sin identificarse con la lealtad de los saduceos a Roma ni con el talante acomodaticio de círculos farisaicos ni mucho menos con el ánimo de oposición hostil a Roma, adoptado por grupos de zelotas y esenios. Según Mc 12, 17, lo que hace Jesús es reducir el debate religioso acerca del census a los límites de una cuestión de

2313

xfjvoo~

orden práctico (<<el denario pertenece al emperador y, por tanto, a él le pertenece también el census»). Y, al mismo tiempo, confronta la demanda hecha por el emperador con la exigencia constante de Dios, siempre actual y sin limitación alguna. Por eso, la finalidad de esta escena podría ser, por un lado, mostrar la falta de sinceridad de quienes formulaban la pregunta, y, por otro lado, relativizar las pretensiones del poder romano, fundamentadas supremamente en una idea religiosa (cf. Schrage, 36-40). En la conversación de Jesús con Pedro acerca del impuesto del templo en Mt 17,25, xi'ívoo~ designa el tributo que los reyes de la tierra cobran de los extraños ( AU flPávo1JOLV), pero no de sus hijos. Con ello se rechaza en principio la obligación de pagar el tributo del templo (bLC>QUXflOV, v. 24; --+ C>QaXfl~ 2.4), pero al mismo tiempo se acentúa la libertad (y la disposición de Dios) para hallar soluciones de avenencia (lVU C>E flfJ oxavc>uAloooflEV UULOÚ~, v. 27). H. Balz

xijn:o~, ou, ó kepos huerto* Según Lc 13, 19 el grano de mostaza (a diferencia de Marcos/Mateo) es echado en el

huerto. En Jn 18, 1.26: el huerto en el que fue prendido Jesús; en 19,41 (bis): el sepulcro de Jesús, que se hallaba en un huerto.

x .... n:ouQó;, olí, ó kepouros

hortelano* Jn 20, 15: María Magdalena toma equivocadamente a Jesús por el hortelano; cf. 19,41, -+ xi'í:n:o~. Cf. N. Wyatt, «Supposing Him to Be

the Gardener» (John 20,15). A Study ofthe Paradise Motif in John: ZNW 81 (1990) 21-38.

x .... Qtov, O", 'tó kerion

cera, panal Lc 24, 42 Textus Receptus: Presentaron también a Jesús a:n:o flEALOoLo1J xl]QLo1J (o xl]QLov E* El al), «un panal de miel».

xÍIQ"Y,..,«, «'to;, 'tó kerygma ción -+ xl1Q'Úoooo.

proclama-

- xT]Qúoooo

xijQ";, uxo;, ó keryx

2314

heraldo, proclama-

dor --+ Xl1Q'Úoooo.

x .... QúaaO) kerysso proclamar* x~Q1JYflu, u'to~, tó kerygma proclamación* xfjQlJ1;, lJXO~, Ó keryx heraldo, proclamador* 1. Aparición en el NT - 2. Pablo - 3. Sinópticos y Hechos - 4. Escritos tardíos - 5. Resumen.

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2315

'X'T\Q'Úoow

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1. Los testimonios se hallan distribuidos desigualmente en el NT, y no corresponden, en su aparición, a la extensión del grupo de palabras proclamar/proclamación en las modernas traducciones de la Biblia. x'Y]Q'Úaaoo aparece 61 veces (Mateo 9, Marcos 14, Lucas 9, Hechos 8 [hay que añadir las variantes textuales 1,2; 16,4; 17, 15; 19, 15, cf. Epp 65s, 113, 116, 119], Cartas paulinas y Colosenses 17, Pastorales 2; 1 Pe 3, 19; Ap 5, 2); el término falta en los escritos joánicos. x~Q'Uy¡.ta aparece en Mt 12,41 par. Lc 11, 32; ; Mc 16, 18 v.l. (final breve de Marcos); en Pablo aparece 4 veces (incluido Rom 16, 25), en las Pastorales 2 veces; xfí(l'US se encuentra en 1 Tim 2,7; 2 Tim 1, 11; 2 Pe 2, 5. El grupo de palabras se halla enraizado conceptualmente en el pensamiento griego y helenístico, y en sus aspectos gramaticales no está orientado al griego de la Biblia (BlaB-Debrunner §§ 206,4; 392, nota 5[b]; 405, nota 4). Sin embargo, tiene equivalentes en conceptos del AT y posteriores al AT (Friedrich, 682ss, 695ss; Coenen, 58s; Mcdonald, passim). La formación del lenguaje de la predicación cristiana primitiva se efectuó enlazando con conceptos objetivamente afines y que, no obstante, debían llenarse de nuevo contenido. xT\Q'Úaaw Y XT\Q1JyltU son relevantes en los comienzos de la misión cristiana juntamente con expresiones correspondientes (por ejemplo, fuay"{fALl;w, fVU"{yé''Awv; Bultmann, 136s; Egger, 47ss). Pertenecen a la tradición pre-paulina y son recogidas por Pablo y en el NT se observan literariamente por vez primera en sus cartas. Estos términos son desarrollados teológicamente en el curso ulterior de la tradición cristiana primitiva y son asociados con el mensaje propio de Jesús

2316

(Marcos, Mateo, especialmente Lucas). 'XiíQ1Jl;, que en griego se halla en el origen del desarrollo lingüístico del grupo de palabras (Friedrich, 685ss), no se llenó sino en época tardía del cristianismo primitivo, de un contenido de ideas importante también para el pensamiento cristiano. 2. Para Pablo la importancia teológica se halla en relación mutua con el uso, relativamente poco frecuente, de los conceptos específicos: Proclamar el evangelio (1 Tes 2, 9; Gál 2, 2) es lo mismo que proclamar a Cristo (1 Cor 1, 23; 2 Cor 1, 19; 4,5; 11,4 [bis]; Flp 1, 15), una proclamación para la cual el Resucitado se identifica con el Crucificado gracias a la acción de Dios. Por eso, la proclamación es «la palabra de la fe que nosotros proclamamos» (Rom 10, 8). Y ésta no es otra cosa que la proclamación fundamental del mensaje de Pascua (l Cor 15, 11.12.14), que se hace manifiesto en la proclamación del Crucificado (1 Cor 1,21.23; 2, 2.4). Tal proclamación no tiene lugar sin una misión y un encargo recibido (Rom 10, 15; Gál 2, 2). Y ese encargo recibido integra obligatoriamente la vida del apóstol en la acción de proclamar (l Cor 9,27; cf. 1 Tes 2, 1-10; Flp 4, 8), porque la proclamación, partiendo de Dios, se orienta existencialmente hacia el oyente y hacia su salvación (Rom 10, 14; 1 Cor 1, 21) y, con ello, hacia la explicación de la fe que llega a ser posible por la proclamación (Rom 10, 8ss; 1 Cor 1, 21). Con ello se ha adoptado la decisión fundamental: la acción de proclamar no puede agotarse en la enumeración de mandamientos (Rom 2,21); este hecho, importante en sí, hace que la «discrepancia existente entre la exigencia y la actuación» sitúe también al <<judío» en el horizonte de la condición de todos los hombres de haber incurrido en castigo (Rom 1, 18-3, 20; cf. E. Kiisemann, An die Roma' [HNT], [bibl.]). Por eso, seguir proclamando la circuncisión (Gál 5, 11) es de facto el rechazo de la libertad (Gál 5, 11; cf. 2, 2) que se basa en el acontecimiento de Cristo, que se hace explícita en la justificación (GáI2, l6ss; 3, 1-5, 12) Y que se proclama en el evangelio. Esta libertad se halla en

2317

'X'T\Q'Úoaw

juego en el debate con los «judaizantes» en las comunidades de Galacia. Aunque 2 Cor 11, 4 no muestra en concreto el enunciado específico, sin embargo nos hace ver en la intensificación del debate crítico y polémico de Pabl~ contra los adversarios corintios, que reclaman Igualmente para sí la proclamación de Jesús, 9ue el concepto 'X'T\Q'Úaaw es de gran importancia en las luchas del cristianismo primitivo (últimamente 10 ha expuesto de manera detallada' J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narren~ rede» [BB~ 52], K6ln-Bonn 1978,92-100, 105s, 112s). - Gal 5, 11; 2 Cor 11,4 parece ofrecer al menos una base hipotética para la idea de que Pa~lo usa xiíQ1JOOW en el debate con sus adversanos de procedencia judía. «Proclamar», según Pablo, es un acontecer que implica activamente tanto al proclamador como al oyente (y a este acontecer se hace referencia, como sucede extensamente en el cristianismo primitivo, con el verbo x1')Q'Úaaoo). La proclamación corresponde, pues, a la fe que, en suprema actividad, excluye la obra, el logro (Bultmann, 373-375): la fe en la cual el creyente, que ha sido afectado por la palabra que le ha sido dirigida, se deja asignar al servicio que se desprende de la proclamación. En la coordinación entre el kerygma y la didache (Stuhlmacher y Mcdonald, passim) se hace patente el aspecto total de la existencia cristiana en la unidad entre la obediencia de la fe, la confesión de la fe y la conducta concreta de la vi~a. El grupo correspondiente de palabras se mtegra así objetivamente en la corriente, más amplia, de la terminología de la proclamación cristiana primitiva, y que a su vez -evidentemente por el uso preferente del verbo %'Y]Q'Úaaoo- adquiere una profunda nitidez en la terminología de la misión. Así 10 aclara también Col 1, 23 con la referencia a la proclamación universal del evangelio. Aqaí, tal vez en el contexto de las formulaciones ya plasmadas anteriormente y en la transición a la concepción post-paulina de la misión, el horizonte del entendimiento de la misión iniciado por Pablo queda bien marcado (sobre la discusión cf. Hahn, Mission

2318

126ss; E. Lohse, Der Brief an die Kolosser [KEK], sub loco; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Sahimanca 1987, 88s; Kümmel, Einleitung, 302 [bibl.]). En la doxología post-paulina de Rom 16 25-27, el x~Q'UYfA.a '!r1ao'Ü XQLa"to'Ü design~ la proclamación de (genitivo objetivo) Jesucristo, en la cual «el evangelio específicamente paulino» es contemplado en conexión «con todo genuino mensaje de Cristo» y, por tanto en asociación con la difusión cristiana primi~ tiva del testimonio de Cristo (Kiisemann, An' die Romer', 408 [bibl.]; H. Schlier, Der Ro~ merbrief [HThK], 453, en contra de Goldammer, 81s; sobre el debate cf. Friedrich, 716, nota 16; E. Kamlah, Traditionsgeschichtliche Untersuchungen zur SchlujJdoxologie des Romerbriefs, tesis mecanografiada, Tübingen 1955, espec. 61ss; Roloff, 93, nota 173). 3. a) Prescindiendo del material procedente de Q ("to x~Q'UYlta 'Ioova, Mt 12, 41 par. 11, 32 [única aparición del sustantivo en los Sinópticos]; Mt 10, 27 par. Lc 12, 3), todos los demás paralelos sinópticos se basan en la fuente de Marcos (--+ c)l). b) En la composición de Q conservada más originalmente en Lc 11, 29-32 (par. Mt 12, 3842), la palabra que se supone que es auténtica de Jesús.(v. 29; cf. también Mc 8, lIs) es interpretada pnmeramente por Q en el v. 30: en la «señal de Jonás» se refleja la propia actividad de Jesús en medio de su generación perversa y que reclama señales. Jesús se presenta en una situación c?mparable a la de Jonás, y en su mensaje se decI~e todo. En la referencia cristiana primitiva al HIJO d~l ho~bre (aquí) se acentúa el paralelo entre la _SltuaclOn de la Iglesia post-pascual y la que se senala en el v. 29. Esta situación comparable debe ?0~te~p1arse en dos sentencias (al parecer) del cnstlamsmo primitivo que se encuentran en la c~mposición de. Q en Lc 11, 31s: Los gentiles mismos y la sabiduría de Salomón juzgarán a Isr~el en el juic~o final. A diferencia de lo que hic~~ron los habitantes de Nínive ante la proclamaClOn efectuada por Jonás, los judíos no han sacado las consecuencias debidas de la actividad de Je.s~s. Así, el, tiempo' de decisión que se les ofreclO en los di as del Jesús terreno, lo mismo que la situación actual de proclamación y misión,

2319

XllQú(J(JW

han sido desaprovechados (como se dice ateniéndose claramente a las fonnulaciones de la LXX, cf. Jon 3, 5 [OL aV()Qf~ NLVf1Jll] ó 1, 2; 3, 2.4 [XllQlloow]; 3, 2 [x1ÍQ1J'Y~a]). También ahora hay que decir: «¡Mirad, aquí hay alguien más grande que Salomón!» (v. 31), «¡Mirad, aquí hay alguien más grande que Jonás!» (v. 32). (Sobre la discusión cf. A. Vogtle en Id., Das Evangelium und die Evangelien, Düsseldorf 1971, 103, 136; D. Lührmann, Die Redaktion der Logienquelle [WMANT 33], Neuchirchen-Vluyn 1969, 36-43; R. A. Edwards, The Sign of Jonah in the Theology of the Evangelists and Q, London 1971; P. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquel/e [NTANF 8], Münster i. W. 1972,64,113,158, 181 Ypassim; Id.: BZ 19 [1975] 111; Schulz, Q, 250-257. A. Polag ha mostrado que Q no conoce «ninguna demanda expresa de arrepentimiento», y que a <<Jesús» allí «no se le contempla como a predicador de penitencia»; hay, más bien, en tales referencias <
2320

túen la proclamación y lleguen hasta la actividad misionera (1, 45; 5, 20; 7, 36). Tan sólo en el período postpascual se vinculó la proclamación con la actividad y el mensaje de Jesús en este sentido abarcante. Incluye «el tiempo de la salvación profetizado en el AT» (E. Schweizer, Neotestamentíca, Zürich-Stuttgart 1963,94) en la figura del Bautista. En él la orientación hacia la proclamación universal corresponde a la comprensión marquina del «evangelio». En virtud de este «giro efectuado por la proclamación de la comunidad» (G. Strecker, Eschaton und Historie, Gottingen 1979, 217), a la luz del acontecimiento de la muerte y la resurrección de Jesús, hacia el Jesús terreno, se dan los fundamentos para la elaboración de la tradición acerca de Jesús en los relatos evangélicos. Además, se demuestra la perspectiva teológica -bajo consideraciones misioneras- en la relación existente entre la proclamación y la enseñanza en Marcos (E. Schweizer, Beitrage zur Theologie des NT, Zürich 1970, 24ss; Egger, Hahn, Mission, 95ss; 1. Gnilka, El Evangelio según san MarcoS"!, Salamanca 31996, 73ss, 232ss; 11, 221ss y passim. En otro sentido expresa varias veces su pensamiento R. Pesch, quien atribuye extensamente los pasajes aducidos a una tradición per-marquina [Das Markusevangelium (HThK) 100ss y passim]). c) 2) En los dos finales secundarios de Marcos (visión de conjunto: G. W. Trompf: Australian Biblical Review 21 [1973] 15-26: J. Hug, La finale de l'évangile de Mare [Me 16, 9-20J [EtB], Paris 1978) el final breve (no canónico) de Marcos emplea el lenguaje del siglo 11 (cf. IgnMagn 6,2),"to LfQOV xaL aqrfraQ"tov x1ÍQ'UYllu "t1j~ al,wvLo'U ow't1']QLa~, para describir el significado central del kerygma «desde el Oriente hasta el Occidente», expresando así su naturaleza misionera universal (sobre los detalles cf. Pesch, Das Markusevangelium 11, 557ss). En el final canónico de Marcos (Mc 16, 9-20), XljQú(J(Jw se usa en 16, 15 para describir la proclamación como misión universal que ha de realizarse por encargo del ResucitadolExaltado en el horizonte de la creación (cf. Col 1, 13). Esta proclamación se caracteriza como «evangelio» sin una indicación más precisa de su contenido. Con

2321

xllQú(J(Jw

ello aparece aquí una tradición independiente de la comprensión marquina del evangelio, una tradición que puede servirse sin más, en el siglo 11, del lenguaje cristiano de la proclamación y que, unida con ideas procedentes del judaísmo (cf. Jdt 9, 12; 3 Mac 2, 2.7; 6, 2), tiene una continuidad en los Padres apostólicos (por ejemplo, 1 Clem 19,3; 53, 3): El evangelio es la proclamación del «señorío» del Resucitado incluso «sobre la creación» (los testimonios recientemente en Gnilka, El Evangelio según san Marcos 11, 413ss [la cita en la p. 417]). Los portadores de tal proclamación podrían ser «carismáticos y misioneros», porque en 16, 20 «el mandato misionero y el carisma» están enlazados de manera notable (G. Kretschmar, en: H. Frohnes-U. W. Knorr [eds.], Kirchengeschichte als Missionsgeschichte l. Die Alte Kirche, München 1974, 94ss, especialmente 96s [cita]). d) Mateo emplea xllQúoaw en forma paralela a como lo hace Marcos (cf. Mt 3, 1 par. Mc 1,4; 4, 17 par. Mc 1, 14; 4,23 par. Mc 1, 39; 24, 14 par. Mc 13, 10; 26, 13 par. Mc 14, 9), pero omite la proclamación efectuada por las personas sanadas (Mc 1,45; 5, 20; 7, 36), probablemente por la concentración cristológica de las historias de milagros, que es más intensa que en Marcos, y porque Mateo no tiene en cuenta la concepción marquina del «secreto mesiánico». Mateo, al expresar redaccionalmente en 9, 35 par. Mc 6, 6b la proclamación efectuada por Jesús, yen 10, 7, en el discurso de misión (formado a base de Marcos y de Q), el mandato de proclamar dado por Jesús a los discípulos, se sirve en ambos casos del verbo xllQúoaw. Pero en 11, 1, con la yuxtaposición de «enseñar» y proclamar, muestra cuál es su verdadera intención (cf. 28, 19; capítulos 5-7: enseñanza [cf. 5, 1; 7, 28s], capítulos 8-9: hechos; la coordinación de ambos en 4, 23; 9, 35; cf. también G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit [FRLANT 82], Gottingen 31971, 126ss), aunque es cierto que -con la recepción de Q (-+ b)- Mateo conoce cuál es la situación postpascual de la proclamación, y en la configuración redaccional de 10,7 (a diferencia de Lc 10, 9b) el %1']QÚOOfLV de los discípulos es asimilado al de Juan el Bautista y al de Jesús (3, 1; 4, 17; cf.

2322

9, 35s; cf. Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle, 275; Schulz, Q, 406 nota 22). La clara orientación de xllQúaaw hacia Juan el Bautista, Jesús y los discípulos (que no deben limitarse estrictamente a «los Doce») indica también, por medio de este verbo, la concepción del autor que se orienta hacia la Iglesia (una concepción que, a pesar de todo, no olvida el horizonte del mundo; cf. Burchard, 333ss; Hahn, Sendungsauftrag, 28ss, 35, 37ss). e) Lucas recoge el verbo %1']Qúaaw en su propia concepción, que es desigualmente más intensa. Junto a una clara aceptación del verbo (Lc 3, 3 par. Mt 1, 14; 4, 44 par. Mc 1, 39; 8,39 par. Mc 5,20; 9, 2 par. Mc 6, 12), se halla: 1) la equiparación, obvia ya para él, de xllQúoaw con fuayyfAL~o[tm (4, 43 a diferencia de Mc 1,38; cf. Stuhlmacher, 230, nota 5, sección a); 2) la acentuación de %1']QúoOfLV (4, 18s) en el sermón inaugural de Jesús (4, 16-30), con referencia a la proclamación en el AT, por lo cual Lc 4, 15 a diferencia de Mc 1, 14 no menciona todavía la acción de «proclamar»; 3) el hecho de que la expresión ~a(JLAfLa "to'Ü 1teo'Ü, que únicamente en Lucas está asociada con una expresión de proclamar, incluya también %1']Qúoaw, así como lo muestra igualmente la yuxtaposición redaccional de 8, 1 de OLWOf'UfV ... %1']Q'Úaowv con xaL EvaYyEAL~Óf-LfVO~ "t~v ~aaLAcLav "to'Ü 1'teo'Ü, y lo confirman 9,2; Hech 20,25; 28, 31. En el «hoy» de la salvación en tiempos de Jesús (Lc 4, 16-20; cf. 4, 21) el anuncio profético (4, 18s) está situado en el contexto de la historia de la salvación y es interpretado cristológicamente. Es situado dentro del horizonte de la proclamación (cf. U. Busse, Das Nazareth-Manifest Jesu [SBS 91], Stuttgart 1977,65 Y passim). Juan el Bautista es caracterizado como proclamador situado en el umbral de los tiempos (Lc 16, 16). La acción de XllQúOOELV (uso tradicional, en parte) es considerada como un mandato (Lc 3,3; Hech 10, 37). El resumen del Evangelio de Lucas en Hech 10, 36-43 (cf. U. Wi1ckens, Die Missionsreden der Apostelgeschichte [WMANT 5],

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XY\QÚOOoo

Neuchirchen-Vluyn 31974, 63-70), que comienza con la proclamación de Juan el Bautista (lO, 37), se encamina -Dios mismo ordenó al pueblo [de los judíos] que proclamarana la proclamación presente, y es en sí mismo un sermón. Ese resumen hace del kerygma de Jesús la palabra de la que se da testimonio: el X'ÚQLO~ (10, 36) es el Jesús atestiguado en el evangelio, el Jesús que fue destinado por Dios para ser el Juez de vivos y muertos (lO, 43; cf. Nellessen, 183ss y passim). El acontecimiento de la proclamación, que está caracterizado con numerosos conceptos, es de la máxima importancia para Lucas. Y, así, la acción de X1'] Q'Ú (JOELV, anclada en el plan salvífica de Dios, fue iniciada por el Resucitado mismo (Lc 24, 47), Y sin embargo es contemplada y'a en el discurso inaugural de Jesús (Lc 4, 18s). Comienza partiendo «de Je~rusalén», como un encargo misionero (Lc 24, 48). Con XlJQ'ÚOOELV se caracteriza la difusión del mensaje más allá de Jerusalén. El concepto aparece por vez primera en Hechos con la actividad misionera del «helenista» Felipe (Hech 8, 5, quizás una antigua tradición que conoce la conexión entre la misión y xlJQ'ÚoOELv). Según Lucas, la acción de %1']Q'Úo(JELV está objetivamente asociada con el testigo decisivamente misionante y que realmente se mueve: Pablo (Hech 9, 20; 19, 13; 20, 25 [más allá de la muerte de Pablo]; 28, 31). Es la proclamación de Cristo (Hech 8, 5; 9, 20; la predicación en 10, 36-43; 19, 13; 20, 25; 28, 31) Y llega así a formar parte del proceso, notable hermenéuticamente, de atestiguar mediante la proclamación la permanente presencia de Jesús para el «tiempo de la Iglesia» (los testimonios en O Merk, en FS Kümmel, 201220). Es dudoso que Hech 15, 21 pueda citarse a este propósito. El v. 21 es igualmente difícil como base del decreto apostólico, porque es una base difícil para la cita anterior, tomada de Am 9, lls LXX. Si se hubiera pretendido esto último, entonces con una audaz fundamentación se habría acentuado una referencia histórico-salvífica a la proclamación de Cristo (G. Stahlin, Die Apostel-

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geschichte J [NTDJ, 206) Y se habría destacado la asociación con la predicación de Cristo en la sinagoga, también precisamente fuera de Palestina. Es más probable la referencia a 15, 20: la proclamación de la ley en toda ciudad. «Por eso, los cristianos gentiles tienen que observar las cuatro prohibiciones que se exigen también a los gentiles en general» (E. Haenchen, Die Apostelgeschichte' [KEK], sub loco con discusión). Hech 15,21; Gá15, 11; 2 Cor 11,4 prueban que realidades del judaísmo o supuestamente de procedencia judía son asociados con el verbo XTJQúo000.

4. a) Entre los escritos tardíos del NT, en las Pastorales es donde más claramente aparece el grupo de palabras: En el himno a Cristo, recogido en 1 Tim 3, 16, se asocian la «presentación en el cielo» y la «proclamación en la tierra», haciendo así de la proclamación «en el mundo entero», antes de la entrada en funciones, de «la universal soberanía de Jesucristo» la tarea decisiva de la misión (R. Deichgraber, Gotteshymnus und Christushymnus in der frühen Christenheit [StUNT 5], Gottingen 1967, 133ss [la cita en la p. 135]; Schweizer, Neotestamentica, 94), que tiene como su función la tarea de inculcar la fe (N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, 512s). 2 Tim 4, 17 Y Tit 1, 3 entrelazan, a propósito del uso de x1ÍQuy¡.ta, la actividad de la proclamación y el contenido de la proclamación (cf., recientemente, van Lips, 41ss), porque la proclamación de la palabra (también para la caracterización de Timoteo [2 Tim 4, 2; cf., a propósito, von Lips, 41 y 275]) está vinculada -en las Pastorales- con la comprensión de la fe y del evangelio, y el xfíQUS (un término no usado ordinariamente hasta la época tardía del cristianismo primitivo, pero que aparec'e por vez primera en el uso cristiano) «Pablo» (1 Tim 2, 7; 2 Tim 1, 11) permanece como unóotoAO~ en exclusiva «relación con el Evangelio» (Roloff, 239). La presencia permanente del evangelio como una tarea de proclamación que todavía ha de llevarse a cabo en una Iglesia que está consolidándose a fines del siglo 1, y que no ha abandonado todavía por completo el acento misionero aunque está

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conservando lo trasmitido por tradición, hace que el correspondiente grupo de palabras aparezca también como muy significativo, entre otros numerosos conceptos, para expresar la proclamación y la enseñanza (Schlier, Ordnung; cf. Roloff, 239-244; Brox, Cartas pastorales, 464, 619s, 645 y passim; O. Merk: ZNW 66 [1975] 91-102; van Lips, 40-45, 132,273,275).

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Carta de Pedro, 235s; cf. ibid., 245ss; sobre el estado recientemente del debate cf. ibid. 228-254; Goppelt, Der erste Petrusbrief, 242ss; Vogels, Christi Abstieg ins Totenreich und das Lauterungsgericht an den Toten, 88141). c) En el contexto de ejemplos del castigo divino, 2 Pe 2, 5 hace referencia a Noé como xfíQUS de justicia.

b) 1 Pe 3, 19: La interpretación del enunciado acerca de la proclamación se ve dificultada La referencia tiene puntos de contacto con la por el contexto (3, 19-22) Y por la inseguridad imagen de Noé que se tenía a fines del siglo 1 (l a la hora de determinar los presupuestos mitoClem 7, 6; 9, 4). El enunciado mismo tiene sus raíces en las caracterizaciones de Noé que van lógicos y de historia de las religiones que se más allá de lo que se dice en el relato del Génehallan detrás del pasaje. Esa interpretación ha sis, principalmente en medios del judaísmo helede armonizar, además, con 4, 6, aunque «no n~stico (Josefa, Ant 1, 72ss; desarrollándose especoincida» con ese pasaje (N. Brox, La primeCialmente en Jub 7, 20-39; Sib 1, 128s.150-198) y ra Carta de Pedro, 246; L. Goppelt, Der erssobre todo en GénR 30 [l8b]: «Hubo un heraldo te Petrusbrief [KEK], 250). A pesar de la opide Dios que anunció el juicio. Fue Noé» (cf. W. Grundmann, Judas /2. Peta' [ThHK], 93). nión contraria, por ejemplo, de H.-J. Vogels Christi Abstieg ins Totenreich und das Lauted) Ap 5, 2: Con el anuncio hecho por el «ánrungsgericht an den Toten [FThSt 102], Freigel fuerte» (caso singular en el NT) se da a coburg 1976) y de L. Goppelt (interpretación senocer «la palabra clave decisiva de toda la vigún la idea cristiana antigua que veía en este sión» (5, 1-14; E. Lohse, Die Offenbarung des pasaje una referencia a la generación del diluJohannes [NTD], 38; cf. B. Bousset, Die Ofvio, Der erste Petrusbrief, 249s y passim, pe- fenbarung des Johannes' [KEK], 254ss). ro cf. especialmente la p. 250, con la nota 54), la referencia indirecta al libro de Henoc (o a 5. Desde los comienzos de la Iglesia crissus tradiciones; un extenso resumen en Brox tiana, el grupo de palabras se emplea muchas veces en la situación postpascual y se va deLa primera Carta de Pedro, 230s) puede con~ densarse de tal manera que se convierta en sarrollando en concepciones teológicas plenamente independientes, en la medida en que el tradicionales «asociaciones de temas ... , un mensaje de Cristo se convierte en una prediconstructo típico de la teología judeocristiacación (misionera) referida a la existencia. na». Cuando estos temas se encuentran en esAhora bien, el significado de los conceptos no critos cristianos, originan, por un lado, aspecse revela en su totalidad sino cuando es contos cristológicos y, por otro lado, claras líneas templado en el contexto de la gran variedad de separación del uso cristiano. «Cristo no es del lenguaje cristiano de la proclamación duy no será Enoc» (Brox, 235). Cristo no puede rante el siglo 1. - Sobre la «eficacia histórica» interpretarse como «el anunciador de desgrade esta manera de hablar, con posterioridad al cia» (como lo es Henoc) ni siquiera a los NT, véanse los testimonios en Goldammer, nVf'Ú[lu'tU. «O bien el texto quiere significar, 85ss. según el contexto, '" que el evangelio fue O. Merk anunciado a los 'ángeles cautivos' (sin prejuzgar si lo fue para la conversión o la condena); o Cristo proclamó su triunfo en los lugares xfíto;, 0\);, tó ketos monstruo marino* más remotos del escenario cósmico, incluso Mt 12, 40 (a diferencia de MarcoslLucas), (xaL) a estos 'espíritus'» (Brox, La primera refiriéndose a Jon 2, 1: Jonás permaneció tres

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días y tres noches EV 'tñ XOLAL<;l 'tOu x.1Í't01J~. Herm (v) 4, 1,6.9 entiende por x.i'í'to~ una bestia apocalíptica. K1Jq>ñ~,

ñ Kephas Cefas*

1. Aparición en el NT - 2. Origen y significado - 3. Jn 1,42 - 4. 1 Cor 15, 5 - 5. Cefas en Pablo (1 Corintios, Gálatas).

Bibl.: C. K. Barrett, Cephas and Corinth, en Id., Essays on Paut, London 1982,28-39; R. E. Brown-~. P. Donfried-J. Reumann (eds.), Der Petrus der B/be,l, Stuttgart 1976 (bibl.: 240-252); O. Cullmann, IlEl{)O~, Kl] JtÉ1:Qa, --+ rrÉtQo~; cf. además ThWNT X, 1230-1232.

1. Cefas es el sobrenombre (que llegó a convertirse en nombre propio) de Simón (Pedro), discípulo y apóstol de Jesús, el primero de los Doce. K'I']cpa~ es la transcripción griega del término arameo kéfli' (junto a la traducción griega -> rrÉ'tQo~, que pronto llegó a preferirse por los cristianos de habla grieg~); se ha conservado únicamente en el Evangeho de Juan (1, 42) Y en Pablo (1 Cor 15, 5), yes utilizada independientemente tan sólo por Pablo (1 Cor 1, 12; 3, 22; 9,5; Gál 1, 18; 2, 9.11.14). En el NT se halla atestiguada un total de 9 veces. La transcripción de la forma aramea del nombre se halla en los siguientes contextos: la promesa vinculada con el nombre (Jn 1, 42), la protofanía (1 Cor 15, 5), el grupo de Cefas en Corinto (1 Cor 1, 12; 3, 22), los viajes misioneros de Cefas (1 Cor 9, 5), la primera visita de Pablo a Jerusalén (Gál 1, 18), el acuerdo de Jerusalén, el «consejo» de los que eran «columnas» (Gál 2, 9) Y el incidente de Antioquía (Gál 2, 11.14). 2. kefo' es un término para designar una. cosa, y no se halla atestiguado com? ~ombreproplO an-

tes de la era cristiana (con la Ulllca posible excepción: un texto de Elefantina del año 416 a.C). El significado predominante en arameo se refleja en la traducción griega I1É'tQO¡;, que debe verterse

por «piedra» (también: fardo., c?~glomerado. y otras cosas por el estilo). El slglllftc~do especI~1 de roca, supuesto en Mt 16, 18 (I1ELQO¡; ~ :7tE'tQu) desempeña tan sólo un papel secundan o en la semántica de kéf en la lengua aramea de los targumes bíblicos, en los que sólo a veces se usa el término (como traducción del hebreo seta ') para designar el fundamento rocoso seguro y firme p~­ ra la edificación de una casa. El hecho de que SImón reciba de Jesús el sobrenombre de «piedra» (Mc 3, 16) tiene su marco en el sent~do de la historia de la tradición neotestamentana de que Jesús imponga sobrenombres (como ocurre con los hijos de Zebedeo: Mc 3, 17). El simbolismo original del nombre, en vista de su «éxito», fue ~ro­ bablemente el de «piedra preciosa» = persona Importante (Pedro fue el «primero» en el círculo de los Doce). Además de ser un sobrenombre (conservado en el doble nombre «Simón Pedro»), Cefas se convirtió muy pronto en nombre propio, como lo atestigua el antiguo credo de la comunidad en 1 Cor 15, 3ss, y fue suplantando gradualmente al nombre de Simón. No sabemos cuándo tuvo lugar la trasformación semántica de «piedra» en roca (:n:É'tQu), atestiguada en Mt 16, 18. Pero podemos suponer con seguridad qu~ ~~a trasformación estuvo relacionada con la poslclon y la función ec1esiológicas de Cefas en el cristianismo primitivo, en favor de 10 cual habla especialmente el uso del sobrenombre (Mt 16, 18) Y del nombre propio en relación con la tradiciones pascuales que legitiman a Simón. 3. La promesa vinculada con el nombre, en Jn 1,42 (cf. como analogías: Gén 17,45; 35, 10; Jub 15,7; 32,17; AntBibl8, 3; JyA 15, 7; TestJob 2, ls), presupone en el contexto de la «vocación» de Simón el significado eclesiológico del nombre de Cefas (Mt 16, 18).

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Kr¡qJa~ - xLvb1Jvo~

en el territorio de la misión judeocristiana (l Cor 1, 12; 3, 22; 9, 5). En 1 Cor 9,5 se refleja la significación de Cefas como misionero; 1, 12 Y 3, 22 parecen presuponer que la pretensión petrina de posee autoridad (tal como se formula en Mt 16, 16-18) era aceptada igualmente en comunidades paulinas, independientemente de que Cefas hubiera estado alguna vez en Corinto o no. Gál 1, 18 confirma la posición dirigente de Cefas en los primeros tiempos de la comunidad primitiva. Confirma también que Cefas, juntamente con Santiago y Juan, eran considerados como las «columnas» del templo escatológico de la comunidad del Mesías. En el conflicto de Antioquía, descrito por Pablo desde su propia perspectiva, Cefas podría haberse visto envuelto en un dilema entre sus ideas teológicas (posibilidad de una misión entre los gentiles, no sujetos a la observancia de la ley) y su lealtad a Santiago y a su interpretación, (compartida antes seguramente por Pedro) del acuerdo de Jerusalén (separación entre la misión de los judíos y la misión de los gentiles, sujeción de los judeocristianos a la ley). Hasta ahora no se ha dado una explicación esclarecedora del cambio de Cefas (Gál 1, 18; 2, 9.11.14) a rrÉ'tQo~ en 2, 7.8. R. Pesch

)(I,PO)'tó~, oií, tí kibi5tos arca, cofre* En Mt 24, 38 par. Lc 17, 27 dícese del arca de Noé (Gén 7, 7); igualmente en Heb 11, 7; en 1 Pe 3, 20. ~ x.t~ú)'to~ 'ti'í~ 6ta1'}~x'I']~ en Heb 9, 4 es el cofre, es decir, el «arca de la alianza» (cf. Ex 39, 14 LXX y passim); en el templo celestial hay también un arca de la alianza: Ap 11, 19.

4. En la tradición pre-paulina de 1 Cor 15, 5 se menciona a Cefas (juntamente con los Doce, con Santiago y con todos los apóstoles: 1'5, 7), y seguramente se le menciona de manera deliberada por el nombre de su función eclesiológica, para indicar que fue el receptor de la protofanía (o primera aparición de Cristo) y que es el garante del kerygma cristiano primitivo.

En 1 Cor 14, 7 se menciona junto a uvAó~ (flauta) la xdl-úQu. En el NT XL'frÚQU aparece también en Ap 5, 8; 14, 2; 15, 2.

5. Pablo atestigua que el nombre propio, que ponía de relieve la relevancia eclesiológica de su portador, se había difundido también

xt-3a~í~ro kitharizo tocar la lira* 1 Cor 14, 7; Ap 14, 2 (Xt{)-UQL~Ú) Ev Xt'frúQ<;l).

xt-3á~a, a~,

tí kithara cítara, lira*

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xt-3a~qlbó~, oií, Ó kithari5dos el que canta acompañándose de la lira * A diferencia del x.t'fruQt<J't1Í~, que se limita a tocar la lira (Filón, Agr 35), con xt'fruQqlM~ se hace referencia en Ap 14, 2; 18, 22 a cantores que se acompañan con el instrumento musical (cf. 14, 3).

a; Kilikia Cilicia* Nombre de una región o provincia romana al Sudeste de Asia Menor, con Tarso como capital. Según Gáll, 21 Pablo, después de su (primera) visita a Jerusalén (vv. 18s), se dirigió «a las regiones de Siria y Cilicia». Tarso de Cilicia es la ciudad natal de Pablo (Hech 21, 39; 22, 3) y, por tanto, Cilicia es la provincia de donde él es oriundo (23, 24). En Hech 6, 9 se dice que entre los judíos que disputaban con Esteban, algunos eran «de Cilicia y de Asia». La carta del «Concilio. Apostólico» va dirigida a cristianos gentiles «en Antioquía, Siria y Cilicia» (15, 23.30.41). Hech 27,5 habla del viaje marítimo «a lo largo de las costas de Cilicia y Panfilia» en dirección a Mira. LThK VI, 144146; LAW 1523; Haag, Diccionario, 329; Pauly, Lexikon I1I, 208s. Ktl..txía,

XtVbtVEÚro kindyneui5 estar en peligro, correr peligro* 1 Cor 15, 30: «¿Por qué también nosotros (~f.LEL~ acentuado) estamos en constante peligro?». Por lo demás, en el NT el verbo aparece sólo en Lucas: Lc 8, 23 (a diferencia de Marcos); Hech 19,27.40.

KívblJvo~, OlJ, Ó kindynos peligro* El singular aparece únicamente en Rom 8, 35 en la enumeración que sigue a la pregunta: ¿quién nos «separará del amor de Cristo»?: 'frAL'ljn~ ... ~ y1Jf.LVó't'l']~ ~ x.Lv61Jvo~ 1j f.Lúx,mQU; el dativo plural aparece 8 veces en 2 Cor 11, 26 en un catálogo de sufrimientos en el que se enumeran diversos peligros. J. Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Narrenrede», K61n 1978,254-259,317-319.

'XLVÉW - 'XAuLw

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XtvÉro kine8 mover,

alejar, incitar; en voz

pasiva, moverse* El significado sencillo de mover (de): Mt 23, 4; Ap 2, 5; 6, 14 (en voz pasiva). Menear la cabeza: Mc 15,29 par. Mt 27, 39. Hech 21, 30: «la ciudad entera se alborotó». El sentido figurado de incitar aparece en Hech 24, 5. El pasivo XlVOÚ¡.tE{tU, nos movemos / tenemos movimiento, se halla en Hech 17,28 entre ~&¡.tEV y E<J[tÉV; cf., a propósito, E. Norden, Agnostos Theos, Leipzig 1913, 19-24; M. Pohlenz: ZNW 42 (1949) 69-104; H. Hommel: ZNW 42 (1957) 193-200; P. Colaclides: VigChr 27 (1973) 161-164; ThWNT I1I, 717-719.

Xtvt)(Jt;, lOro;, i¡ kinesis movimiento Jn 5, 3 Textus Receptus: ~ 'tou 'Übu'tO~ «el movimiento del agua».

XLVTl(Jl~,

xtvvá,.ro,.ov, ,.ou, 'tó kinnamomon

canela* En Ap 18, 13 en una enumeración de cosas apreciables: XLVVcl¡.tW¡.tOV xui. a¡.túJ¡.tov (amomo) xui. {t'U¡.tlÚ.¡.tU-W (incienso).

Kí; Kis Cis* Transcripción griega indeclinable del nombre hebreo Qfs, mencionado en Hech 13, 21 como nombre del padre de Saúl (1 Sam 9, 1 Y passim LXX).

xí,XQt),.t kichremi prestar*

. Lc 11, 5: XQií<JÓV (imperativo de aorIsto) flOL 'tQd~ a.Q'to'U~.

xAábo;, ou;, ó klados rama* Mc 4, 32: (JtOlÉW XAú.bo'U~, «echar ramas»); 13, 28 par. Mt 24,32; Mt 13,32 par. Lc 13, 19 (<<en sus ramas»); Mt 21, 8 (<
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xl«í,ro klaio llorar, lamentar* l. Aparición en el NT y usos - 2. Como. expresión de duelo humano - 3. Significados metafóncos y tea· lógicos. Bibl.: F. C. Grant·(C.·M. Edsmann), Lachen und Weinen, en RGG IV, 195; E. OBwald, en BHH 1Il, 2151; L. Radermacher, Weinen und Lachen, Wien 1947; K. H. Rengstorf, xAulw X'tA, en ThWNT Ill, 721.725; L. Schottroff-W. Stegemann, Jesús de Nazaret, esperanza de los pobres, Salamanca 1981, 4?s; H. Schürmann, Das Lukasevangelium 1 (HThK), Frelburg 1969, 325·341; F. Stolz, bkh, en DTMAT 1, 457·460. Para más bibliografía, ef. ThWNT X, 1138.

1. De los 40 testimonios de XAULúJ que aparecen en el NT, la mayoría se encuentran en Lucas (11), en el Evangelio de Juan (8) y en el Apocalipsis (6). El verbo XAULúJ expresa siempre una emoción muy intensa, concretamente de duelo y lamentación por difuntos (16 veces), de dolor por algo que se ha perdido (6 veces), de tristeza por una despedida (Hech 21, 13) Y de conmoción al ver lo perdido que uno se halla (2 veces) o de la insuficiencia de otros (3 veces). xAulúJ puede usarse también en sentido figurado para expresar angustia (Jn 16, 20), arrepentimiento (5 veces) o, en general, la sensación de una existencia insatisfecha y triste (6 veces). Con frecuencia 'XAULúJ se encuentra junto a sinónimos que expresan lamentación y duelo como JtEV{tÉúJ (6 veces), {tQTlvÉro (3 veces), UAUAÚ.~úJ (Mc 5, 38) u 6AOAÚ~úJ (Sant 5, 1), {toQ'U~ÉúJ (Mc 5, 38), xómo¡.tUl (3 veces), G'UV'tQL~úJ (Hech 21, 13), 'tUAUlJtOQÉúJ (y JtEV{}ÉúJ) (Sant 4, 9). Encontramos fórmulas de contraste con YEAáro en Lc 6, 21.25 (cf. Sant 4, 9); con XULQúJ en Jn 16, 20; Rom 12, 15; 1 Cor 7, 30 (cf. también Ap 18, 19s). XAUÍ,úl, en sentido transitivo, aparece únicamente en Mt 2, 18; Ap 18, 9 Textus Receptus. Va acompañado de EJtL en Lc 19,41; 23, 28 (bis); Ap 18, 9.11. 2. xAuiúl se usa muy frecuentemente para expresar el duelo humano. Las personas llo· ran ante la muerte, Mt 2, 18 (dícese de Raquel, cf. Jer 31, 15); de la lamentación fúnebre (cf. Gén 23, 2; Jer 22, 10, Y también Eclo

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'XAULW

22, 11), que a menudo se hace con gran ruido y aparatosa ostentación de duelo, Mc 5, 38.39 par. Lc 8, 52 (bis); cf. 7, 13.32; 23, 28a; Jn 11, 3l.33 (bis); Hech 9, 39. En Mc 16, 10 se habla del sentimiento de dolor de los discípulos; en Jn 20, 11 (bis).13.15 se habla del dolor que embargaba a María Magdalena, antes de que se le apareciera el Resucitado. Jesús pone fin al dolor ante la muerte (Lc 7, 13: ¡.ti¡ XAULE; cf. también Ap 5, 5; Lc 8, 52: ¡.ti¡ XAULE'tE; cf. también 23, 28a; en forma semejante en Jn 20, 13: 'tL XAULElI;;). Ahora bien, el encuentro con Jesús no sólo pone fin a los sentimientos de dolor y duelo, sino que también puede suscitar la conciencia de la propia debilidad y del propio pecado, y esto conduce a una intensa conmoción interior. Así, en Lc 7, 38 se habla de la pecadora que baña con sus lágrimas los pies de Jesús; en Mc 14,72 (-4 Em~clnúJ) par. Mt 26,75/ Lc 22, 62 (siempre con mXQ&~) se dice que Pedro, después de negar por tercera vez al Señor, lloró. Según Lc 23, 28, Jesús rechaza el llanto de las mujeres que se lamentaban por él, que iba camino de la muerte, porque en el llanto por él se manifiesta la ignorancia y el estado de perdición de quienes se lamentan, que deben llorar más bien por su propio futuro y por el de sus hijos; cf. Lc 19,41(-44), donde se habla del llanto de Jesús por Jerusalén (cf. también Jer 13,17). Es parecido el do. lor que siente Pablo por los enemigos de la cruz de Cristo (Flp 3, 18: XAULúJV con lágrimas; cf. también 2 Cor 2,4); cf. Ap 5, 4s. En el NT falta el llanto como expresión de inmensa alegría (pero cf. Gén 46, 29). 3. XAULro tiene significado teológico más intenso cuando, casi siempre en el contexto inmediato de expresiones de gozo (~ 1), es imagen de la vida en opresión, escasez e impotencia. Y, así, después de los macarismos, en el discurso del llano según San Lucas, los discípulos de Jesús son los pobres, los que tienen hambre y los que lloran (oÍ, XAULOV'tE~, Lc 6, 21; cf. oL JtEV{tOUV'tE~, Mt 6, 4); a ellos se les promete que en el futuro han de «reír» (v. 21), cf. Ap 7, 17; 21, 4), mientras que los

2334

que ahora ríen son los que en el futuro van a gemir y llorar (JtEV'fr~<JE'tE XUL XAUÚ<JE"tE, v. 25; cf. Mt 8, 12; también Sant 5, 1; Hen (et) 94, 8ss; y, de la lamentación de los hombres del mundo por la caída escatológica de Babilonia, se habla en Ap 18, 9.l1.15.19 [siguiendo el modelo de la lamentación profética por la caída de Tiro, en Ez 26s; cf. también Is 32, 11ss]). En la imagen del llanto se recoge la sensación de impotencia que experimentan los piadosos judíos y, en íntima relación con ella, la visión apocalíptica de este mundo como un mundo perdido, en el que el «reír» significa mundanidad y falsa arrogancia contra Dios, y el «llorar» caracteriza a los que están en el mundo pero pertenecen a Dios (cf. Is 25, 8; 35,10; 65,17-25; Job 16, 16; 30, 25; Sal 126, lss; l37, lss; Eclo 35, 20; 4 Esd 4, 27; 9, 38ss; cf. también ThWNT 1, 659s; Stolz, 316; Schürmann, 327; Schottroff-Stegemann; cf. infra a propósito de Sant 4, 9). El llorar, en este contexto, es señal de ahesión a Dios (cf. Rengstorf, 722), pero no de arrepentimiento ni de contrición (en contra de Haarbeck). Esta idea se halla también asociada con la angustia que sienten los creyentes en el mundo, según Jn 16, 20 (XAUV<JE'tE XUL {tQYJV~<JE'tE 'Ú¡.tEl~, Ó be XÓ<J¡.to~ XUQ~<Je'tUl) y con el uso paulino del verbo en 1 Cor 7, 30 (oL XAULOV'tE~ w~ ¡.ti¡ XAULOV'tE~), donde llorar es imagen del «sufrimiento del mundo y por el mundo» (w. Schrage: ZThK 61 [1964]151, con la nota 82), mientras que Rom 12, 15 (XULQElV ¡.tE'ta XalQóv'túJv, xAuiELV ¡.tE'ta XAalÓV'túJV) sigue más intensamente la tradición sapiencial (cf. Eclo 7,34; Ecl3, 4) Yhace resaltar la idea de la unión fraternal que debe existir entre los de arriba y los de abajo, entre los que son felices y los que se sienten afligidos. En la parénesis de Santiago, el duelo y el llanto, según una tradición también muy difundida en el AT y en el judaísmo, se exigen a los «amigos del mundo» y «enemigos de Dios» (4,4) como señal de que han comprendido su propia miseria y de que se convierten a Dios (4, 9; cf. Jer 4, 8; JI 2, 12; Miq 1, 8; Sal 6,9; 1 Mac 7, 36; 4 Esd 5, 20), si es que no se

piensa en un anuncio profético de futuro llanto y lamentación (cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus 5 [KEK], sub loco), como sucede ciertamente en 5, 1, refiriéndose a los que se han enriquecido injustamente (cf. Lc 6, 24s; Is 13, 6; JI 1, 8ss; Ez 22, 24ss; Hen [et] 94, 8ss; también Ap 18, 9ss). H. Balz

xJ...ó.(J"~, --+

2336

%AuLw - %Aáw

2335

fro~, x"-áoo.

tí klasis la acción de partir

~AÓ.(J,. W., «'to~,

tó klasma trozo (de pan), restos (de una comida)* En los evangelios dícese de los restos de una comida: Mc 6, 43 par. Mt 14, 20 I Lc 9, 17/ Jn 6,12.13; Mc 8, 8 par. Mt 15, 37; Mc 8, 19.20. ThWNT I1I, 727s. KI.,«ÍJbl1 Klaudé Clauda Nombre de la isla --+ KavCu según Hech 27, 16 Textus Receptus. En cambio Sin y A leen K"-uvcu. GNTCom, 498. n~ Klaudia Claudia* Nombre de una cristiana, quien en 2 Tim 4, 21, juntamente con tres varones (mencionados antes), envía saludos.

KI.,«\lbín,

KI.,«ÍJbl.O;,

O\)

Klaudios Claudio*

Bibl.: Bauer, Worterbuch. s. v.; F. F. Bruce, Christianity under Claudius: BJRL 44 (1962) 309-326; K. Gross, en LThK n, 1219; R. Hanslik, en Pauly, Lexikan I, 1215-1218; Reicke, Zeitgeschichte, 177s; V. M. Scramuzza, The Emperor Claudius (HHS 44), Cambridge, Ma. 1940. Sobre la gran hambre, en Hech 11, 28: 1. Dupont, La famine sous Claude. Acles Xl, 28: RB 62 (1955) 52-55; R. W. Funk, The Enigma of the Famine Visit: JBL 75 (1956) 130-136; K. S. Gapp, The Universal Famine under Claudius: HThR 28 (1935) 258-265; E. Haenchen, Die Apastelgeschichte (KEK), Gtittingen '1977,75-77; J. Jeremias, Sabbathjahr und ntl. Chronalogie: ZNW 27 (1928) 98-103; K. Lake, The Famine in ¡he Time of Claudius, en Beginnings V,452-455. Sobre el edicto, en Hech 18, 2: Wikenhauser, Geschichtswert, 323s; Schürer III, 61-63.

l. Tiberio Claudia (Tiberius Claudius Drusus Nero Germanicus) fue emperador romano durante los años 41-45 p.C. El libro de Hechos refiere (11, 28) que una gran hambre, vaticinada por el profeta Agabo, azotó todo el imperio romano durante el reinado de Claudio. Es verdad que esta hambre no se halla atestiguada en la historia profana como hambre de extensión universal; pero durante el reinado de Claudio hubo varios períodos de hambre de extensión parcial. Josefo, Ant XX, 51, 10 1 menciona una de esas hambres que tuvo lugar en Jerusalén, siendo gobernador Tiberio Alejandro (46-48 p.C.), Y en I1I, 320 menciona un hambre que azotó a todo el país. Según Hech 18, 2, Pablo se reunió en Corinto con el matrimonio Aquila y Priscila, que habían tenido que abandonar Roma por un decreto de expulsión contra los judíos dictado por Claudia (cf. Suetonio, Claudius, 25; Dión Casio LX, 6). Orosio, His!. contra Pago VII, 6, 15s, sitúa la expulsión en el año 49 p.C. 2. K,,-U'ÚCLO<; A'UoLa<; es el nombre del comandante de la guarnición romana estacionada en Jerusalén, el cual, según Hech 23, 26, puso a Pablo en custodia protectiva y lo envió a Cesarea. A. Weiser ~I.,«"a.. ó~, ou, Ó klauthmos llanto* Mt 2, 18: x"-uu'frf.l.0\; xaL oouQ¡.to~ (lamento) JtoM~ (Jer 38, 15 LXX). Hech 20, 37: txuvo~ M x"-u'U'fr¡.to<; EyévE'tO nuv"Cwv. Aparece, por lo demás, en las respectivas sentencias finales procedentes de Q (Mt 8, 12 par. Lc 13, 28): «Allí serán los alaridos/llantos y el rechinar de dientes (~Quy¡.tO\; "Cmv ocóv1;o)V)>>: Mt 8,12; 13,42.50; 22, 13; 24,51; 25, 30; Lc 13, 28. ThWNT I1I, 725. B. Schwank: BZ 16 (1972) 121s.

xl.,áro klao partir* xAá<JL<;,

(000<;, ~

klasis la acción de partir*

1. Aparición - 2. El rito (judío) de «partir el pan» en la comida - 3. El «partir el pan» en Hechos. Bibl.: J. Behn, xr..áw X'tA.., en ThWNT III, 726-743; J. Betz, Eucharistie. In der Schrift und Patristik

2337 (Handbuch der Dogmengeschichte IV/4a), Freiburg 1979; Billerbeck IV, 620s; F. Cabrol, Fractio panis, en DACL V, 2103-2116; O. Cullmann, Die Bedeutung des Abendmahls im Urchristentum (1936), en Id., Vortrage und Aufsiitze, Tübingen-Zürich 1966, 505523; Id., Urchristentum und Gottesdienst (AThANT 3), Zürich '1962, 17ss; G. Dalman, Jesus - Jeschua, Leipzig 1929, 122-134; G. Delling, Abendmahl II. Urchristliches Mahl-Verstandnis, en TRE I, 47-58; W. A. Dowd, Breaking Bread (Acts 2, 46): CBQ 1 (1939) 358-362; M. Fraeyman, Fractio panis in communitate primitiva: CBG 1 (1955) 370-373; J. GewieB, Brotbrechen, en LThK n, 706s; J. Jeremias, Brotbrechen beim Passahmahl und Mk /4,22: ZNW 33 (1934) 203s; Id., La Ultima Cena. Palabras de Jesús, Madrid 1980; Ph.-H. Menoud, Les Actes des Apótres et l'Eucharistie: RHPhR 33 (1953) 21-36; B. Reicke, Diakonie, Festfreude und Zelos in Verbindung mit der altchristl. Agapenfeier, Uppsala-Wiesbaden 1951; Th. Schermann, Das «Brotbrechen» im Urchristentum: BZ 8 (1910) 33-52, 162-183; H. Schürmann, Eucharistiefeier, urchristlíche, en LThK Ill, 1159-1162; Id., Die Gestalt der urchristl. Eucharistiefeier (1955), en Schürmann n, 77-99; E. v. Severus, Brotbrechen, en RAC 1I, 620-626; A. B. du Toit, Der Aspekt der Freude im urchristl. Abendmahl, Winterthur 1965; B. Trémel, La fraction du pain dans les Actes des Apótres: Lumiere et Vie 94 (Lyon 1969) 76-90; A. VOiibus, Kritische Beobachtunger! über die lukanische Darstellung des Herrenmahls: ZNW 61 (1970) 102-110; J. Wanke, Beobachtungen zum Eucharistieverstandnis des Lukas auf Grund der lukanischen Mahlberichte (Erf. Theol. Schriften 8), Leipzig 1973. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1138-1143.

1. En el NT el verbo x,,-áoo aparece únicamente en relación con el rito de partir el pan en una comida (14 veces; cf., además, 1 Cor 11, 24 v.l.), con la misma significación que xu"Cux,,-áw (que aparece únicamente en Mc 6, 41; Lc 9, 16), pero con significado diferente que Exx,,-áoo, «cortar (ramas) desgajándolas»: Rom 11, 17.19s. X,,-á<JL~"tOD (aQ'to'U) aparece únicamente en Lc 24, 35; Hech 2, 42. La expresión xMoo "Cov aQ"Cov o X,,-á<JL~ "CaD aQ"CO'U falta en el griego profano (incluso en Filón yen Josefo), pero cf. Jer 16, 7 LXX; Lam 4, 4 LXX (ÓLaxMoo), donde se traduce en ambos casos la expresión hebrea piiras le':temo La cosa es diferente en Is 58,7 LXX (CLU'frQ'Ú:¡t"tw; cf. 1 Cor 11,24 D* 'frQ'UJt'tÓf.l.EVOV). En algunos autores romanos se encuentra la frase panemfrangere (pero sólo como una expresión poética sin ninguna connotación religiosa; von Severus, 621).

2338 2. «Partir el pan» es un rito bien determinado, que se realiza al comienzo de una comida judía (Dalman, 125s; Billerbeck, 621). Al comienzo de la comida se levanta el padre de familia, coge una torta de pan (casi siempre aplanada y blanda) y pronuncia sobre ella una bendición, poco más o menos así (según Ber 6, 1): «Alabado seas, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que haces que brote de la tierra el pan». Los comensales responden diciendo «¡amén!». El padre de familia parte entonces un trozo de esa torta de pan para cada uno, que pasa de mano en mano para ser entregada a los que están sentados lejos. Luego parte él un trozo para sí mismo y come: es la señal para que todos comiencen la comida. El trozo de pan ofrecido a cada uno no significaba que se hacía partícipes a todos de la oración de la mesa (en contra de lo que piensa Dalman, 125s) -esa particiación se obtenía ya mediante el «¡amén!» de confirmación, pronunciado por todos- sino que representaba la trasmisión salvífica de la bendición a todos los comensales (Schürmann, Gestalt, 81, nota 31). La expresión x,,-ám<; "Cov aQ"tO'U, «partir el pall», se deriva de este ritual descrito de partir la torta de pan, pero comprende también -en sentido amplio- la oración de bendición (¿cf. Lc 24, 35?) y la distribución del pan (cf. Mc 8, 19; 1 Cor 11,24). La ceremonia de «partir el pan», entendida en este sentido específico, es desconocida para los gentiles (Schermann, 39s) y designa únicamente el comienzo de la comida, no la comida entera (para esto existe la expresión «comer pan»: Ex 18, 12; Mc 3,20; 7, 2.5). Los evangelios describen a Jesús desempeñando la función de padre judío de familia, cuando parte el pan, al dar de comer a la multitud (Mc 6, 41; 8, 6; Mt 14, 19; 15,36; Lc 9, 16) o en la cena de despedida (Mc 14,22; Mt 26,26; Lc 22, 19, cf. 1 Cor 11,24). Es posible que Jesús hiciera su propia versión de la bendición que se pronunciaba sobre el pan, pero difícilmente lo haría con arreglo a la cuarta petición del Padrenuestro, ya que ésta no pide seguramente el pan escatológico (en contra de Dalman, 124; Jeremias, La Ultima Cena, 114). En la Ultima Cena, Jesús utilizó

2339

XA,áw - XA,d~

el ritual común de partir el pan como fundamento de la nueva interpretación de su ofrecimiento del pan, que -en contraste con la costumbre judía (cf. Dalman, 127)- él acompañó con palabras interpretativas. 3. En el lenguaje cristiano, el «partir el pan» adquiere el sentido específico del partir «eucarístico» del pan, de tal manera que la expresión siguió usándose aun después de que la acción sobre el pan pasara a la acción sobre la copa, al final de la comida. La expresión abarcó entonces no sólo la primera acción sino también la segunda (cf., a propósito, Schürmann 1, 182-184: de otra manera piensa Jeremias, La Ultima Cena, 125, que argumenta en favor de una conjunción de las celebraciones). Según Hech 20, 7, con xAáam uQ'tov se describe la razón para que se reuniera la comunidad de Tróade. Y, así, xMaa~ tOV aQ'tov en 20, 11 se refiere probablemente a la realización del doble acto eucarístico. En Hech 2, 46, xMiv'tE~ xa't' OLXOV aQtov, «ellos partían el pan en casa» (E. Haenchen, Die Apostelgeschichte 7 [KEK], 193), o «en las casas» (L. Goppelt, Die apostolische und nachapostolische Zeit, Gottingen 21965, 30), «el pan» se diferencia de la comida normal para saciar el hambre (ftE'taAa!l~ávELv 'tQocpfjs)' Así que la expresión xAá(n~ toíJ aQ'tolJ, en el sumario de 2, 42, Y con arreglo a la intención de Lucas, hace referencia a este aspecto particular de las comidas comunitarias, sin que los cuatro elementos allí mencionados (la enseñanza, --+ xOLvwvLa =comunión [¿de mesa?], el partir el pan, las oraciones) tengan que interpretarse como elementos del culto divino (en contra de Jeremías, La Ultima Cena 128s; de acuerdo con H. Zimmermann: BZ 5 [1961] 75s; Haenchen, Die Apostelgeschichte7 , 192). Lucas refiere que esas comidas estaban llenas de gozo escatológico (cf. 2, 46: ayaAALuaL~; cf., a propósito, Toit; --+ ayuAALáw) e iban acompañadas de diaconía mutua (cf. Hech 2, 44s; 6, 1; cf., a propósito, Reicke). Según Hech 27, 35, Pablo actúa con arreglo a la cos-

2340

tumbre de las comidas judías (-+ 2). Sin embargo, en lo que respecta a Lucas, no debe excluirse una alusión a la cercanía del Kyrios Jesús experimentada en la comida eucarística (Wanke, 25-30). 1 Cor 10, 16 nos recuerda el origen de la expresión cristiana «partir el pan», con aquellas palabras: «el pan que nosotros partimos» (cf. Delling, 56). Lo de «partir el pan» no pudo imponerse como designación de las celebraciones eucarísticas de los cristianos (cf. además Did 14, 1; IgnEf 20, 2; cf. también la expresión xAáafta, Did 9, 3s). Eso quedaría reservado para la expresión -+ EUXUQL<J'tLU, no atestigada aún en este sentido en el NT (cf. Did 9, 5; IgnFil 4, 1; IgnEsm 7, 1; 8, 1; IgnEf 13, 1; Justino, Apol 1, 66, 1 Y passim; cf., a propósito, Conzelmann, en ThWNT IX, 405; Betz, 26-29). J. Wanke

x/..ft;, bó;, tl kleis llave* xAdw kleii5 cerrar* 1. Aparición en el NT - 2. XAEL<; y sus significados - 3. XAELW. Bib!.: Bauer, Worterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § 47,3; J. Jeremias, XAcL<;, en ThWNT III, 743-753; E. Lohse, Die Offenbarung des Johannes (NTD), Gottingen 1960; G. Menestrina, XAEL<; 8u1Jl/): BeO 20 (1978) 182; E. Schweizer, Das Evangelium nach Matthdus (NTD), Gottingen 1973.

l. En el NT xAd~ aparece 6 veces, todas ellas en sentido figurado y en las siguientes expresiones: «dar las llaves del reino de los cielos» (Mt 16, 19); «quitar la llave del conocimiento» (Lc 11,52); «tener las llaves de la muerte y del mundo de las profundidades (del Hades)>> (Ap 1, 18); «tener la llave de David» (3, 7a); «ser dada la llave del pozo del abismo» (9, 1); «tener la llave del abismo» (20, 1). xAds se declina de diferentes maneras en acusativo singular yen acusativo plural (XAei:oa/xAELv o xAei:oa~/xAEis) y se usa exclusivamente en sentido figurado. xAdw aparece 16 veces, de ellas siete en sentido propio (Mt 6, 6; 25, 10; Lc 11,7; Jn 20, 19.26; Hech 5, 23; 21, 30) Y nueve veces en sentido figurado

2341 (Mt 23, 13; Lc 4, 25; 1 Jn 3, 17; Ap 3, 7b.c.8; 11,6; 20, 3; 21, 25; de otra manera piensa Bauer s. v. 1, quien entiende en sentido literal Ap 3, 7b.c; 20, 3; 21, 25). 2. En el lenguaje bíblico y en el del judaísmo primitivo, hacer entrega de las llaves significa «conceder autorización», y poseer las llaves, «tener autoridad» (Jeremias, 749). El Cristo exaltado tiene autoridad sobre los poderes de la muerte y del abismo, vencidos por él en su descenso al abismo. El, y no ellos, tiene «las llaves de la muerte y del abismo» (Ap 1, 18; genitivo de posesión). La autoridad para resucitar a los muertos, que según la tradición judía está reservada para solo Dios, ha sido entregada a él, que es el «Resucitado» y el «Viviente». El es «el Veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir» (3, 7). El Exaltado tiene poder para disponer sobre el mundo futuro. Además de Cristo, se mencionan otros «poseedores de llaves»: Pedro (Mt 16, 19), los maestros de la ley (Lc 11,52) Y el «ángel del abismo» (Ap 9, 1; 20, 1). En Mt 16, 19: «Te daré las llaves del reino de los cielos» significa que al príncipe de los apóstoles se le ha concedido autoridad judicial con respecto al reino de Dios. El está facultado (en Mt 18, 18, lo están en consonancia los apóstoles) para atar y desatar, es decir, para prometer la gracia del reino de Dios o negarla. Según Lc 11, 52, Jesús censura a los escribas por no hacer justicia al «poder de las llaves», que ellos reclaman para sí. «Habéis quitado la llave para el conocimiento [se trata, seguramente, de un genitivo de objeto]». Según el v. 52b, debe entenderse por ello «la llave para el reino de Dios». Los maestros de la ley abusan de la autoridad que ellos reclaman para abrir a los hombres el acceso a la salvación. Indirectamente se rechaza así la interpretación judía de la ley como camino para entrar en el reino de Dios (cf. Mt 23, 13). Con arreglo a la concepción antigua, tanto el cielo como el mundo de las profundidades estaban cerrados por grandes puertas. Según

2342 Ap 9, 1, «a la estrella que había caído del cielo a la tierra» «se le dio la llave del pozo que conduce al abismo». En el v. 11, a esa «estrella» se la identifica con el «ángel del abismo». A él le fue conferido (pasivo divino) por Dios (<<por el cielo») la autoridad para abrir el abismo (cf. 20, 1). La consecuencia de ello es: «Los poderes de las profundidades suben para ser utilizados como instrumentos del juicio de Dios. Pero, al fin, el juicio se ejecutará también en ellos» (Lohse, 53; cf. Ap 20, 1-3). 3. En su sentido literal, XA¡;tW significa cerrar (la puerta, Mt 6, 6; 25, 10; Lc 11, 7; Jn 20, 19.26; Hech 21,30) o trancar (el acceso a edificios, Hech 5, 23). Parece que este sentido se halla también presente de manera primordial en Ap 3, 7b.c; 3, 8; 20, 3 Y 21, 25. La cita de Isaías (22, 22), que se encuentra en Ap 3, 7b.c., significa «cerrar» la casa de David, es decir, el palacio real en Jerusalén. Ahora bien, según la interpretación mesiánica de este pasaje, Cristo abre o «cierra» el acceso «al palacio escatológico de Dios» (Jeremias, 748; cf. v. 8). La expresión «cerrar el abismo», en Ap 20, 3, se refiere al ángel que posee «la llave del abismo» (v. 1) y tiene autoridad para abrirlo o cerrarlo. La afirmación de que las puertas de la Jerusalén nueva y celestial «ya no se cerrarán» (21, 25), podría describir aquel tiempo de la consumación en el que quedará suprimido el ejercicio del «poder de las llaves». El verbo tiene sentido claramente figurado en Mt 23,13; Lc 4, 25; 1 Jn 3, 17. El ¡ay! de Jesús por los escribas y fariseos, que cierran «delante de los hombres» el reino de los· cielos (Mt 23, 13), tiene su explicación en 16, 19, donde se habla de la «llave del reino de los cielos». Y, así, lo de «cerrar» se refiere a la «incapacidad» para hacer que el venidero reino de Dios sea accesible al hombre (Schweizer, 287). Con arreglo a las ideas judías, la expresión «el cielo estuvo cerrado» (Lc 4-, 25; cf. Jeremias, 744) significa la situación de sequía o «falta de lluvias». La uso de la voz pasiva significa que Dios es quien tiene la llave de la

2344

2343 lluvia, quien niega la lluvia como señal de juicio o que delega el poder de la llave en los mensajeros de los últimos tiempos para que sea una señal que acredite la actividad profética de éstos (Ap 11, 6). La expresión «cerrar ante el hermano el propio corazón» (l Jn 3, 17) tiene antecedentes en el AT (cf. Jer 31, 20b; Gén 43, 30; Prov 12, 10; Eclo 30, 7) Y significa no querer interesarse de corazón por el prójimo.

F. G. UntergaBmair

xJ.dro kleio cerrar, --+

trancar

XAEL~.

a'to~, 'tó klemma robo, hurto* Ap 9,21: !-lEtUVOÉW EX tWV X/..E!-lWltWV , «arrepentirse de los robos». En un catálogo de vicios, Mc 7, 22 D; Henn (m) 8, 5.

xJ.i,.,.a,

KJ.f03tti~,

ti Kleopas Cleofás*

Forma abreviada del nombre de persona KAEóJtatQo~, que se usaba a veces en lugar del nombre semítico --+ KAWJta~. En Lc 24, 18

nombre de un discípulo de Jesús en Jerusalén, que no se menciona ya en ninguna otra parte. xJ.io~, o,,~,

'tó kleos fama,

gloria* 1 Pe 2, 20: ltOLOV x/..Éo~, seguido por EL: «¿qué mérito hay, si ... »; cf. también 1 Clem 5, 6; 54, 3. xJ.i3t'tl1~, O", Ó kleptes ladrón* Mt 6, 19.20 par. Lc 12, 33 (a propósito de acumular tesoros); Mt 24, 43 par. Lc 12, 39 (<<Si el dueño de la casa supiera en qué vigilia de la noche [Lucas: a qué hora] viene el ladrón ... »; Jn 10, 1.8.10 (XAÉJt'tl']~ en contraste con el «pastor»; así también en Homero, Il 3, 11; 1 Pe4, 15). Judas era ladrón, Jn 12, 6. Los ladrones no pueden heredar el reino de Dios, 1 Cor 6, 10. La entrada violenta de un ladrón (durante la noche) es imagen de la súbita aparición de la parusía (cf. ya supra Mt 24, 43 par.): 1 Tes 5,2.4; 2 Pe 3, 10; Ap 3,3; 16, 15; cf., a propósito, W. Harnisch, Eschatologi-

sche Existenz, Gottingen 1973, 84-116. Cf. ThWNT 111,753-756; X, 1143s (bibl.).

xJ.'ij,.a, a'to~, 'tó klema rama, sarmiento* En la imagen de la vid en Jn 15,2.4.6 dícese de la rama / el sarmiento de la vid; en 15, 5 en plural. ThWNT 111, 756s; R. Borig, Der wahre Weinstock, München 1967. KIvÍJ"1]~, fV'tO~ Klemes Clemente* Forma helenizada del nombre latino Clemens. Clemente se llama en Flp 4,3 un «colaborador» de Pablo (Clemens se halla atestiguado en inscripciones de Filipos: CIL 111, 633). Un miembro de la comunidad cristiana de Roma llevará también más tarde ese mismo nombre: Herm (v) 2, 4, 3 (se piensa en el autor de la Carta primera de Clemente).

xJ.1]Qovo,.iro kleronomeo heredar, recibir en posesión* XAl]QOVO!-lLU, U~, ~ kleronomia herencia, heredad, posesión* XAl]QOVÓ!-lO~, O'U, ó kleronomos heredero* 1. Aparición en el NT - 2. Significado material 3. Doble significado - 4. La herencia prometida a Israel en el AT - 5. La promesa de herencia en el NT 6. La promesa escatológica de la herencia de la tierra.

Bibl.: J. Eichler, en DTNT 11,264-269; W. FoersterJ. Herrmann, XAiíQo<; XtA., en ThWNT III, 757-786; P. L. Hammer, A Comparison ofKleronomia in Paul and Ephesians: JBL 79 (1960) 267-272; J. D. Hester, The Heir - and Heilsgeschichte. Study of Gal 4, 1ff, en FS Cullmann 1967, 118-125; Id., Paul's Concept of Inheritance (SJTh. OP 14), Edinburgh 1968; A. Kerrigan, Echoes of Themes fram the Servant Songs in Pau/ine Theology, en Studiorum Paulinorum Congressus Internationalis Catholicus 1961 (AnBibl 17-18) 11, Roma 1963, 222-225; H. W. Kuhn, Enderwartung und gegenwartiges Heil (StUNT 4), Gottingen 1966, 7275; H. Langkammer, «Den er zum Erben van allem eingesetzt hat» (Hebr 1, 2): BZ 10 (1966) 273-280; Id., Die VerheiJ3ung vom Erbe: BiLe 8 (1967) 157165; W. Pesch, en DTB 439-443; G. von Rad, Tierra prometida y tierra de Yahvé en el hexateuco, en Id., Estudios sobre el AT, Salamanca 1975,8193; G. Wanke, naJ:¡"lii, en DTMAT 11, 82-88. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1144s.

1. En el NT, XAl']QOVO!-lÉw aparece 18 veces, xAl]QOVOftLa. 14 veces, y x/..l]Qovó!-lO~

2345 15 veces. Estos 47 testimonios se encuentran en los siguientes grupos de escritos: 14 en las cartas paulinas, 15 en los evangelios y en Hechos, 9 en Hebreos, 8 en otras cartas, 1 en el Apocalipsis. En los escritos joánicos (evangelio y cartas) no aparece el grupo de palabras. 2. Tan sólo en un pasaje del NT se emplea un término del grupo heredar sin que se escuche la resonancia de un sentido figurado: XAl']QOVO!-lLU en Lc 12, 13, en la invitación que se dirige a Jesús para que haga de árbitro en una disputa por razones de herencia. Con XAl]QOVO!-lÉw X'tA. se expresa en el griego profano la acción de heredar. También la LXX traduce de esta manera el término hebreo nalJ"lá, que se emplea en las leyes del AT relativas a la herencia (cf. Núm 27, 8-11). 3. Una transición del sentido literal al sentido figurado se encuentra en Mc 12, 7 par. Mt 21, 38 / Lc 20, 14. Aquí XAl]QOVÓ!-lO~ / XAl]QOVOf.tLU se usa concretamente en la parábola, pero el sentido figurado se escucha juntamente con el sentido literal: la herencia prometida (sólo en Mt 21, 43 se designa como el «reino de Dios») se quitará a Israel y se entregará a los gentiles (Mc 12, 9). Algo parecido sucede en Gál 4, 1.30; Heb 12, 17, donde se escucha en primer lugar el sentido material, pero resuena al mismo tiempo la alusión a la herencia prometida. 4. La referencia a la herencia prometida resultaba evidente para todo oyente judío, porque en el AT se había designado ya con el término nah"lá a la posesión de la tierra, que Dios habría de 'dar a Israel en posesión permanente (cf. Ex 32, 13; Nú~ 26, 52-~6 y passim). La promesa de la poseSlOn de la tIerra se hace remontar a los patriarcas, especialmente a Abrahán (cf. Dt 6, 10). La continuada memoria de esa promesa puede verse en las referencias que en el NT se hacen a ella principalmente en Pablo (Gal 3, 18; 4, 1.7.30; Rom 4, 13s), pero también en Hebreos (6, 17; 11, 8) y en Hechos (7, 5). En efecto, el pacto concertado con Abrahán tenía dos facetas (cf. Hech 7, 5): la promesa de un descendiente que fuera su heredero (Gén 15, 4; cf. 12,2; 17,5; en relación con el término na1r1il aparece por primera vez en Ex 32, 13; cf. Gál 3, 18.29; 4, 1.7.30; Heb 6,

2346 12ss.17), y la promesa de la posesión de la tierra (Gén 15,7; cf. 12, 1; 15, 18; 17,8; Rom 4, 13s; Heb 11, 8), que habría de pertenecer a Abrahán y a sus herederos. (naJ;"lil designa la «posesión permanente», expresada también en nuestra lengua por la palabra «herencia», y que por tanto la LXX ha traduci?o acertadamente por XA.T]Qovo¡.tÉw / XA.l']QOVO¡.tLU.) Estas promesas se ampliaron ya escatológicamente en el AT y en el judaísmo antiguo. Esta ampliación comienza durante el destierro (cf. Ez 47, 14), cuando se va debilitando la esperan~~ de una ?ueva herencia, es decir, la recuperaClOn de la tIerra (cf.Dt 30, 5). Esa tierra no le será arrebatada ya nunca más a Israel. Israel la retendrá eternamente (Is 60, 21). La ampliación de es~a idea encuentra su punto final en el pensamIento de que esa heredad no se concederá sino «al fin de los días» (cf. Dan 12, 13 LXX -+ XA.fíQ0<; [3]), de que sólo los justos la obtendrán (Sal 37,9.11 y passim; cf. Hen [et] 39, 8; 71, 16), y de que se trata de una heredad trasfigurada y espiritualizada (así se ve ya en Dt 10, 9; cf. Lam 3, 24; Sal 16, 5; Hen [et] 40, 9). Esta evolución va acompañada por una ampliación en sentido universal. Resalta también especialmente durante el destierro (cf. Ez 47, 21-23). ~~ halla :elacionada con la idea de un dominio pohtIco unIversal de Israel (cf. en período anterior al destierro: Sal 2, 8). Con ello esta idea llega también a asociarse íntimamente, durante ese tiempo, con la persona del heredero, con la figura del mesías, que ha de traer definitivamente ese dominio y señorío universal (Langkammer: BiLe 164). El NT recoge, de manera enteramente despolitizada, esa ampliación universal, asociándola con los conceptos (que aparecen también en el judaísmo) del «futuro eón», del «reino de Dios», etc. 5. Especialmente para Pablo es importante la idea de la «herencia»: la promesa se hizo en otro tiempo a Abrahán y a su descendiente, y este descendiente es Cristo (Gál 3, 16; cf. Mc 12, 7 par.), quien es, por tanto, el heredero de las promesas hechas a Abrahán (Gál 3, 18) Y que comunica tales promesas a su Iglesia (Gál 3, 29; 4, 1.7), de tal manera que los miembros de esta Iglesia llegan a ser «coherederos» (OUyXAl]QOVÓ!-lOL) de la promesa (Ef 3, 18; Rom 8, 17). Asimismo, la idea de que los creyentes son hijos de Dios sugiere su caracterización como herederos, al menos en el

2347

2348

ámbito griego y judío (Rom 8, 17 [bis]; Gá14, 7; cf. ThWNT I1I, 768). La Iglesia, pues, recibe la promesa, no en virtud de la ley (Gá1 4, 30; Rom 4, 13s), sino en virtud de la fe (Rom 4, 13s; cf. Heb 11, 7s; 6, 12; Tit 3, 7; de manera diferente en Sant 2, 5: en virtud del amor a Dios). Ahora bien, la designación de Cristo como el heredero aparece en el NT, pero también sin referencia directa a Abrahán (Heb 1, 2), ya sea porque se piense en el Mesías que ha de traer el dominio universal, o bien porque, a partir de la idea del «Hijo de Dios», se sugiera para Jesús el título de «el heredero» (cf. Heb 1, 4; Ap 21,7; Mc 12,7 par.).

nuevo pacto (11, 7-9; 6, 12; cf. 1 Pe 1,4). La yuxtaposición del «todavía no» y del «ahora ya» se observa también en el uso que se hace de XAljQovo,úa. Según Ef 1, la Iglesia ha recibido ya las arras de la herencia prometida (Ef 1, 14.18; cf. 1, 11: XAljQÓW; Hech 20,32; claro que Hammer, 269, piensa que en Efesios se acentúa el elemento futuro, en contraste con el énfasis de Pablo en el presente); por tanto, esta herencia no radica únicamente en el futuro (así aparece ya, probablemente, en Gál 3, 15ss; 4, 1ss). J. H. Friedrich

6. Ahora bien, la promesa de la tierra, que han de recibir en herencia Abrahán y sus descendientes, desempeña un papel mayor por cuanto esa idea se amplía escatológicamente. Esta idea ampliada aparece ya en los estratos más antiguos de los evangelios (Mt 5, 5: t~V Yllv; cf. 25, 34: t~v ... ~aOLAcLav). En 1 Cor 15,50, lo de «heredar el reino de Dios» se entiende expresamente en sentido escatológico, porque en este pasaje tal expresión es sinónima de «resucitar». La expresión aparece en otros tres pasajes paulinos, como sucede en Mt 25, 34, en relación con la idea del juicio: el que se conduzca positivamente, heredará el reino de Dios (Mt 25, 34; Sant 2, 5); pero el que se conduzca injustamente (1 Cor 6, 9) o el que cometa algún tipo de vicio (1 Cor 6, 10; Gál 5, 21; cf. Ef 5, 5) no herederá el reino de Dios. Al mismo contexto escatológico pertenece también la expresión «heredar la vida eterna». También aquí se piensa en la recompensa positiva en el juicio (cf. Mc 10, 17 par. Lc 18, 18; Lc 10,25; Mt 19, 29; Tit 3, 7; Col 3, 24; Ap 21, 7; también probablemente 1 Pe 3, 9; cf. 3, 7: «coheredero» de la vida). El grupo de palabras se usa especialmente en Hebreos con un sentido escatológico. Lo mismo que en Pablo, se hace resaltar que la herencia prometida (Heb 6, 12; la herencia eterna, 9, 15; la salvación como herencia, 1, 14), que no se podía alcanzar por medio de la ley del antiguo pacto, es asequible únicamente por medio de la mediación sacrificial del

XAl1Qovo,.tÍ.a, a;, ÍI

kleronomia herencia,

posesión ---+XAl]QOVOf.tÉw.

XAl1QOVÓp.tO;,

OlJ,

ó kleronomos heredero

---+ XAl]QOVOf.tÉro.

XAlíQO;, 0\);, ó

kleros suerte, participa-

ción, porción* 1. Aparición y significado fundamental - 2. El proceso concreto de echar suertes - 3. Herencia, porción (en sentido escatológico) - 4. En sentido figurado: ministerio apostólico. Bibl.: --> %A.1]QOVO[lÉw, además: J. Blinzler, Der Prozej3 lesu, Regensburg 41969, 368s; N. Brox, La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,309; V. Ehrenberg, Losung, en Pauly-Wissowa XIII, 1451-1504;

Th. Lenschau, KA.fjQo~, en Pauly-Wissowa XI, 810813; W. Nauck, Probleme des frühchristl. Amtsverstandnisses (1 Pt 5, 2f): ZNW 48 (1957) 200-220; F. Nótscher, Zur theol. Terminologie der Qumran-Texte (BBB 10), Bonn 1956, 169-173; H. H. Schmid, goriil, en DTMAT l, 588-591. 1. En el NT, XAfjQO¡; aparece 11 veces: una vez en cada uno de los evangelios, 5 veces en Hechos, una vez en Colosenses y otra en la Carta primera de Pedro. La diversidad de significados de XAllQO¡; en esos escasos pasajes es tan grande como la de la palabra suerte en nuestro idioma. Originalmente, el término significa, tanto en griego como en hebreo, la decisión de la Deidad, independiente de la in-

2349

fluencia humana, que se recibe como oráculo para proceder a la elección de una persona, a la legitimación de la distribución de tierras, o en el caso de pleitos. A partir de ahí se explican los diversos significados (suerte, sorteo, signo significativo, porción, lote de terreno asignado por sorteo, herencia) que XAllQO¡; tiene ya en el griego profano. En Israel, el único oráculo permitido era el oráculo que se obtenía echando suertes (Urim y Tummim; Dt 18,9-14; Núm 27,21 y passim). 2. La aparición de este término en los relatos de la Pasión (Mt 15,24 par. Mt 27,35/ Lc 23, 24; Jn 19, 24) hace referencia al Sal 22, 19, que en estos casos se cita como prueba de Escritura. Según el derecho romano, los verdugos podían apropiarse de las pertenencias del ejecutado (cf. Blinzler, 368s con la nota 47). La parte -seguramente -más antigua- del relato de la Pasión describe cómo los soldados se repartieron entre sí las vestiduras de Jesús (seguramente, el manto, la túnica interior, el ceñidor, las sandalias y el turbante). Pero la túnica interior, al estar tejida de una sola pieza, y no tener seguramente costuras, no permitía dividirla en cuatro partes. Por eso, los soldados la echaron a suertes. La descripción del sorteo de las vestiduras significa, tanto en el Sal 22 como en los relatos de la Pasión, la total derrota de quien se lamenta o de Jesús, una idea que se expresa también con la exclamación: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» (Mc 15, 34). Mientras el ejecutado aún vivía, se repartían ya las vestiduras del moribundo, como si éste hubiese ya muerto. Los enemigos difícilmente podían hacer una afrenta mayor. En un procedimiento real de sorteo se piensa también en Hech 1, 26 (bis) (sobre el proceso cf. G. Lohfink: BZ 19 [1957] 247-249): Matías es elegido por sorteo como sucesor de Judas, ya muerto, de quien se dice en 1, 17 que él había recibido la «suerte de este ministerio» (xAllQO¡; tfj¡; 6wxovLa¡;). Con el procedimiento de echar suertes se atribuye a Dios la responsabilidad del resultado de la elección; esa elección entra en el plan de Dios (---+ 1).

2350 3. En Col 1, 12 Y Hech 26, 18, XAfíQO~ tiene estrecha afinidad con %A1']Qovolúa. Así como en el griego profano 'XAfíQO~ puede designar ya la porción determinada por sorteo y, por tanto, la correspondiente propiedad de tierras y, en sentido más general, la porción de herencia, así también en la LXX este término puede usarse, junto al -más frecuente- de 'XA1']Qovof.tla (sobre la diferenciación precisa de ambos términos cf. ThWNT III, 758s), no sólo como la traducción de «suerte» (por ejemplo, en Lev 16, 9: góral), sino también con el significado de «posesión» (por ejemplo, en Núm 33, 53: yaras), «(porción) de posesión de tierras» (por ejemplo, en Núm 16, 14: nal;"lii), «posesión heredada» (por ejemplo, en Núm 18, 21: nal;"lii) y, finalmente, como término para designar la herencia eterna y el destino escatológico (cf. Is 57, 6 y principalmente Dan 12, 13; en el judaísmo: lQS 2, 17; Hen [et] 37,4; 39, 8; Sab 3, 14 y passim).

Frente al exclusivismo del judaísmo, lo sorprendentemente nuevo en Hech 26, 18 es que también los gentiles reciben este «derecho de herencia entre los santos». De manera parecida sucede en Col 1, 12: también aquí la comunidad cristiana gentil participa en la «herencia de los santos en la luz», la cual se contrapone al «poder de las tinieblas» (1, 13), lo mismo que vemos en Qumrán (cf. lQM 1, 11). En ambos pasajes no es posible decidir con plena seguridad si los «santos» designan a la Iglesia o a los ángeles. Col 1, 15 habla de un suceso que ha tenido ya lugar, y así indica probablemente que la Iglesia tiene ya una porción en la herencia celestial (cf. Ef 1, 14.18 Y el uso de ---+ 'XAl]QÓro en Ef 1, 11). Tal vez haya que incluir aquí también Hech 8, 21, donde a Simón se le niega ls «porción en esta palabra», ¡probablemente una especie de fórmula temprana de excomunión! 4. En cuatro pasajes hay que consignar un uso de 'XAfíQO~ que se halla íntimamente relacionado con la designación posterior de la jerarquía eclesiástica con el nombre de el «clero» (etimológicamente: «participación en el ministerio espiritual»). Hech 1, 25 tiene una variante textual, bien atestiguada, que en relación con el «ministerio apostólico» usa dos veces en el v. 26 el término 'XAfíQO¡;, en vez de .óJtO¡;, para designar el procedimiento

2352

2351 por el cual se elige por suerte a quien ha de sustituir al apóstol. La variante debe considerarse probablemente como asimilación a 1, 17 Y 1,26. Este uso de XA:fíQO¡; para referirse al ministerio apostólico se halla relacionado con el procedimiento para la elección. Ahora bien, en el NT no encontramos más que otros cuatro pasajes que señalen esto mismo: Hech 1, 17 (Judas había sido elegido para el ministerio apostólico); 1, 26 (elección de Matías para el ministerio apostólico); 8, 21 (Pedro dice a Simón: «tú no tienes parte ni porción en esta palabra», en lo cual es evidente la referencia al «ministerio de la palabra» en 6, 4). También Qumrán conoce esta manera de designar el ministerio mediante el término XA:fíQo~ (cf. 1 QS 2, 23). Tal vez influyó en ella la idea de que la única posesión de los levitas es Dios: Dt 10, 9 LXX: [.t¿QL~ xal, XA~QO~, igualmente en Hech 8, 21; cf. Dt 14, 29; 18, 1s. Se discute cuál es el significado de XAfjQO~ en 1 Pe 5, 3. Nauck, 210 enumera seis sugerencias que se han presentado: «las cosas espirituales, las porciones de terreno, las comunidades particulares, los donativos, la porción de los creyentes o de los presbíteros en el reino mesiánico». Elopina personalmente que por XAfjQO¡; se hace referencia a los «ministerios y categorías» que los presbíteros no deben distribuir arbitrariamente (210s). Por el contrario, Brox (309, con nota 23) piensa que XAfjQO~ es el distrito asignado a cada uno, «la Iglesia parcial o territorial confiada a los presbíteros». Cualquiera que sea el aspecto que el autor de la Carta primera de Pedro desee acentuar, la mejor manera seguramente de ajustarse al amplio significado de XAfjQO¡; es traducirlo igualmente en sentido amplio: «¡Pastoread el rebaño ... no como los que gobiernan con violencia sobre su ámbito (o sobre su porción)!» Aquí el uso de XA~QO¡; podría indicar que Dios se halla detrás de quien desempeña el ministerio, porque El es quien le ha llamado al ejercicio del ministerio (---> 1). J. H. Friedrich

XA1)~ÓOJ

kleroo determinar por suertes; en voz pasiva, ser elegido por suertes* En el NT el término aparece únicamente en Ef 1, 11: fV


2353

XALvLowv - xOLALa

XAtví,btov, OlJ, 'tó klinidion camilla* Diminutivo de XALVl]. En el NT el término aparece únicamente en Lc 5, 19.24. En cambio, Mc 2, 4.11 emplea el término xQáPa-¡;w¡;.(camilla); cf. Lc 5, 18: bü XALVl]~.

ción, estado --+ xaMw.

XA1)'tÓ;, 3 kletos llamado, invitado --+

xaAÉw.

xUpavo;, OlJ, Ó klibanos horno* En Mt 6,30 par. Lc 12,28 dícese de la hierba que «mañana es arrojada al horno». Según 2 Clem 16, 3, el día del juicio es ÓJ¡; XAtpaVO¡; XatÓ¡.tEVO~ (Os 7, 4 LXX).

xAí,,,a, a'to;, 'tó klima territorio, región* En el NT, únicamente en Pablo y en plural: 2 Cor 11, 10: -¡;a xAt[.ta-¡;a -¡;i)¡; 'Axata~; de manera semejante en Gál 1,21: «las regiones de Siria y Cilicia». Rom 15, 23: «en estas re-

giones».

reclinar, recostar; en sentido intransitivo, declinar* En Mt 8, 20 par. Lc 9, 58 Y Jn 19, 30 en la expresión: XALVW -¡;~v xE<paA~v. Lc 24, 5: XAtVW -¡;o nQóoomov Ei¡; -¡;~v yi)v. En sentido intransitivo: ~ ~[.t¿Qa XAtVEt, «el día declina», Lc 9, 12; 24, 29. Heb 11, 34: XAtVW naQE¡.tpoAa~ UAAO-¡;QtWV, hacer caer (= poner en fuga) ejércitos de (pueblos) enemigos».

XAtaí,a, a;, ÍJ klisia

grupo (de comensales)* Lc 9, 14: xa-¡;aXAtVw avwv¡; XAtOta¡;, «hacer que se sienten [o: se echen] a comer en grupos. El término es conocido desde Homero, incluso en el judaísmo: 3 Mac 6, 31; Arist 183; Josefo, Ant XII, 96.

XA03ttí, ij;, ÍJ klope robo* El plural aparece en catálogos de vicios: Mc 7,21 par. Mt 15, 19; Did 3,5; 5, 1.

XAúbOJv, OJvo;, ó klydon

hacer cosquilleo; en voz pasiva, sentir cosquilleo* 2 ~im 4, 3: XVl]M[.tEVOt -¡;~v uxo~v (dependIente de: «se harán con un montón de maestros según los propios deseos»). La frase de participio significa probablemente: «por el prurito de oír».

Kví,bo;, OlJ Knidos Cnido

(Gnido)* Nombre de una península (y de una ciudad) a orillas de la costa de Caria. Pablo llegó frente a Cnido en su viaje a Creta (Hech 27, 7). Pauly, Lexikon I1I, 260.

xob~áv'(1);, O", Ó kodrantes cuadrante, moneda de escaso valor* El cuadrante valía un cuarto de as (= dos leptas), Mc 12, 42. El cuadrante representa la moneda de menor valor en la expresión «(hasta) el último céntimo» en Mt 5,26 par. Lc 12, 59 D it sy. --+ AEmóv.

XOtAí,a, a;, ÍJ koilia mar embraveci-

XAtvá~tov, O", 'tó klinarion lecho* Diminutivo de XALVl]. En Hech 5, 15, en un sumario, aparece junto a xQápat-¡;o~ (camilla), que significa también «lecho».

do,ola(s)* Lc 8, 24: XA1J()wv wií ü()aw~ (a diferencia de Marcos: 'ftáAaooa). Sant 1,6: XA1JOWV {}aAáool]~, «el oleaje (del mar)>>.

XAí,V1), 1);, ÍJ kline

XAlJbOJví,~o"m klydonizomai ser sacudi-

lecho, camilla, catre* XAtVr¡ es el lecho para los que descansan, para los que están enfermos o también para los que se reclinan a la mesa para comer (Jenófanes 18, 2; Ez 23, 41 LXX): en el NT, en Me 4, 21; 7, 4.30; Lc 8, 16; 17,34. XALVl] es también la camilla para trasportar enfermos: Mt 9, 2.6; Lc 5, 18. De ahí también la expresión: PáAAW (uva) Ei; XALVl]v, «arrojar (a uno) al lecho (del dolor)>>, es decir, hacerle sufrir una enfermedad: Ap 2, 22.

de origen semítico, pero no es fácil interpretar con certerza su sentido. Hegesipo (en Eusebio HistEccl I1I, 11; 32, 1-4.6; IV, 22, 4) mencio~ na a un tal Cleofás como hermano de José.

xvtíl'tOJ knetho

XAí,VOJ klino inclinar,

XAfjCJt;, EOJ;, ÍJ klesis llamamiento, voca-

2354

do por las olas* Se emplea en sentido figurado en Ef 4, 14: nav-¡;l, uVÉ[.t


KAOJ3tci;, ci Klopas Cleofás* Jn 19,25: MaQta ~ -¡;oií KAwna se hallaba juntamente con María Magdalena junto a la cruz de Jesús. Se refiere a «la mujer de Cleofás». El nombre de Cleofás es probablemente

vientre, cavidad ab-

dominal, matriz* . Bibl.: J. Behm, %OLAla, en ThWNT III, 787-789; BllIerbeck n, 492; O. Michel, Der Brief an die Romer (KEK), Giittingen '1966; R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan, Barcelona 1980, a propósito de 7,38.

1. XotAta aparece 22 veces, una de ellas en plural (Lc 23, 29). El significado fundamental es vientre, cavidad abdominal. En el logion de Jesús en Mc 7, 19 par. Mt 15, 17 (<
2359

XOLVÓ<; - XOLVWVLU

por aVLJt'to~ (<<no lavado»), que se deriva de Lev 15, 11 ('ta~ XdQu~ ou vÉvLJt'tm). Siguiendo las enseñanzas de Jesús, Pablo atestigua «que nada es impuro por sí mismo» (Rom 14, 14a). Según el NT, no existe la impureza cultual objetiva, pero Pablo concede que exista todavía una apreciación subjetiva de lo impuro: «lo impuro existe únicamente para aquel que considera algo como impuro». Antes este juicio subjetivo, Pablo cede por consideración con el hermano. Pablo se sitúa enteramente del lado de Jesús, quien, frente al judaísmo, introduce una nueva comprensión de lo que es «puro» o «impuro» (Michel, 344). En el libro de Hechos, la recepción de esta doctrina de Jesús se ilustra por medio del ejemplo de Pedro, quien primeramente se niega a comer «nada impuro» (Hech 10, 14; cf. 11, 8), pero que luego hace suyo el juicio divino: «Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro o inmundo» (10, 28; cf. 10, 15). %otVÓ~, como concepto antitético de ayw~, designa a aquel que no tiene acceso a lo «santo» (<
2360

(Hech 21, 28). Heb 9, 14 hace referencia a la sangre sacrificial de Cristo; es el medio de purificación, que descuella por encima de todo, previsto ya por las leyes levíticas de la pureza (<
xmvóro koinoohacer común, manchar, profanar -+ %OLVÓ~ 1.3.

XOlVroVÉro koinoneo participar, hacer partícipe -+ '){,OLvmvLu.

xmvrovía, «;, 'Í] koini5nia comunión, participación* %OLVwvÉm koinoneo ser partícipe, hacer partícipe, tener comunión* %mvwvó~, oij, Ó koini5nos compañero, partícipe* 1. Aparición en el NT - 2. Significados y construcciones de carácter general - 3. Uso especial, particularmente en Pablo - 4. Diversos testimonios.

Bibl.: P. C. Bori, KOINQNIA. L'idea della comunione nell'ecclesiologia recente e nel Nuovo Testamento, Brescia 1972; T. Y. Campbell, KOLV(¡)vLu and its Cognates in the NT: JBL 51 (1932) 352-380; P. J. T. Endenburg, Koinonia, En Gemeenschap van zaken bij de Grieken in den klassieken tijd, Amsterdam 19;37; J. Hainz, Koinonia. «Kirche» als Gemeinschaft bei Paulus (tesis), München 1974; Id., Gemeinschaft (XOLv(¡)vLu) zwischen Paulus und Jerusalem (GaI2, 9f), en FS Muj3ner, 30-42; Id., Koinonia. «Kirche» als Gemeinschaft bei Paulus, Regensburg 1982; F. Hauck, XOLVÓ<; X-rA., en ThWNT IlI, 789-810; G. Jourdan, KOINQNIA in / Corinthians JO, 16: JBL 67 (1948) 111-124; M. Manzanera, Koinonía en Hch 2, 42: Est Ec1 52 (1977) 307-329; J. M. McDermott, The BibUcal Doctrine of KOINQNIA: BZ 19 (1975) 64-77, 219-233; G. Panikulam, Koinonia in the NT, Roma 1979; Ph. Perkins, Koinonia in 1 John 1, 3-7: CBQ 45 (1983) 631-641; R. Schnackenburg, Die Einheit der Kirche unter dem Koinonia-Gedanken, en F. Hahn-K. Kertelge-R. Schnackenburg, Einheit der Kirche, Frei-

2361

xOLvúJvLa

burg 1979, 52-93; H. Seesemann, Der Begriff KOINQNIA im NT, Gie/3en 1933; A. Weiser, Basis und Führung in kirchlicher Communio: BiKi 45 (1990) 66-71.

2362

cuando se construye con dativo de persona (Gál 6, 6; Flp 4, 15). La cosa en que se hace partícipe, o la manera en que se mantiene comunión, se indica con (Gál 6, 6) o d~ (Flp 4, 15). '){,oLvmvLu, que es la forma abstracta correspondiente, se traduce por comunión y también por (tener y dar) participación. El primer significado se sugiere principalmente cuando el término se usa en sentido absoluto (Gál 2, 9; Hech 2, 42: «Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la comunión»; Heb 13, 16: «¡ y no os olvidéis de hacer el bien y de la comunión!»; 1 Jn 1,3: «para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo»; de manera semejante los vv. 6 y 7: '){,OLvmvLuv EXO!lEV). Juntamente con el genitivo normal de cosa en la que uno participa (l Cor 10, 16; 2 Cor 8, 4; 13, 13; Flp 2, 1; 3, 10; Flm 6), Pablo emplea también en un pasaje (l Cor 1, 9) el genitivo de persona, que es inusual en griego. Es también singular la construcción con dativo de cosa en 2 Cor 6, 14 (<<¿ qué comunión tiene la luz con las tiniebIas?») En cambio, en el NT hallamos con más frecuencia las determinaciones preposicionales de '){,OLvmvLu con d~ (2 Cor 9, 13; F1p 1,5), EV (Flm 6), :n:Qó~ (2 Cor 6, 14) Y !lE'tá (l Jn 1,3.6.7). Una peculiaridad de Pablo es el empleo de '){,oLVmvLu para referirse a la «colecta» en favor de Jerusalén (Rom 15, 26). Se explica por el uso específicamente paulino del campo léxico (-+ 3).

ev

1. En el NT, el campo léxico '){,oLvmvLu aparece principalmente en Pablo, en las cartas influidas por Pablo (Efesios, 1 Timoteo, 1-2 Pedro), en Hebreos y en 1-2 Juan. '){,oLvmvó~ aparece una vez en Mateo (22, 30) Y otra vez en Lucas (5, 10). Y '){,OLvmvLu una vez en Hechos (2, 42). Tan sólo el uso del campo léxico en Pablo y en los escritos dependientes de Pablo tiene carácter específico (-+ 3); en el resto del NT, el uso corresponde a las acepciones generales que se encuentran en griego (-+ 2). 2. '){,oLvmvó~, como adjetivo, puede traducirse por «común, partícipe»; y, como sustantivo, por compañero (-a), participante, partícipe, copartícipe, asociado (-a). En el NT el uso adjetival aparece, desde luego, en 2 Pe 1, 4: «partícipes de la naturaleza divina». El sustantivo se emplea principalmente en Pablo. Empleado en sentido absoluto y en número singular aparece en 2 Cor 8, 23 y en Flm 17 (compañero u otras expresiones por el estilo). Con el dativo se indica la persona con la que se es partícipe o de la que se es compañero (Lc 5, 10: «que eran compañeros de Simón»). El genitivo de cosa indica en qué se es compañero o de quién se es compañero (1 Cor 10, 18.20; 2 Cor 1, 7; 1 Pe 5, 1; Heb 10, 33: «compañeros de quienes se comportaban así»). De las construcciones con preposición que EL~, JtEQL, EJtL), en son posibles en griego el NT aparece únicamente la construcción con EV (Mt 23, 30: «copartícipes, es decir, correspon sables, en el derramamiento de la sangre de los profetas»). '){,OLvwvÉm, que es un verbo derivado de '){,OLVWVó~, significa ser partícipe / tener parte en algo, cuando se construye con genitivo o dativo de cosa (Rom 12, 13; 15,27; 1 Tim 5, 22; 1 Pe 4, 13; Heb 2, 14: «pues los hijos participan en carne y sangre ... »; 2 Jn 11: «El que le saluda [al falso maestro], participa en sus malas obras); y significa hacer partícipe, com!!nicar, (man- )tener comunión con alguien,

(ev,

3. El carácter peculiar del uso paulino de estos términos se realza, sÍ, constantemente en las obras de exégesis, y se acentúa su carácter religioso. Sin embargo, se prefiere casi siempre la traducción neutra por «participante», «participa!», «participación». Esto se hace sobre todo por aversión al término «comunión». Se asocian fácilmente con él las ideas de asociación, alianza, unión y otras por el estilo, todas las cuales inducen a error a la hora de comprender lo que Pablo entiende por xOlvwvlu. Y, sin embargo, los diccionarios insisten en que el campo léxico XOLvwvlu se diferencia precisamente de otros sinónimos comparables por el elemento de comunión, de vinculación Íntima. «'){,oLv(¡)vla expresa una re-

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XOLVWVLU

lación mutua ... Como sucede con XOLVWVÉW, no se puede destacar con mayor relieve ni la faceta otorgadora ni la faceta receptora de la comunión» (Hauck, 798); cf. Moulton-Milligan, 351). En realidad, en el uso concreto se expresa siempre con mayor relieve una faceta u otra. Y, sin embargo, de todo el uso paulino no puede deducirse una fundamental estructura uniforme de este campo léxico como tal, que debiera ser tenida en cuenta siempre para la interpretación de cada uno de los textos. Expresa: comunión (con alguien) mediante la (común) participación (en algo). XOLVWVLU es en Pablo una designación de diversas relaciones comunitarias que surgen por la (común) participación y que se constituyen como una acción (recíproca) de dar participación o tener participación. Si la relación comunitaria (de la participación común en algo) se comunica por medio de alguien (por ejemplo, Jerusalén, apóstol, maestro), entonces surge una relación deudora que obliga a quien recibe participación a responder haciendo a su vez partícipe. En ese caso son XOLVWVOL las personas que están en relación de comunión, porque tienen participación común en algo, y por XOLVWVÉW se expresan principalmente los actos mismos del ser partícipe y del dar participación, el tener comunión o el mantener comunión con alguien en algo. Algunas veces se ha impugnado que pueda aplicarse a Pablo el significado de mantener comunión, dar participación, comunicar; pero es un significado que brota sin duda alguna de Gál 6, 6 Y de Flp 4, 15, Y que se halla documentado tanto en la lengua griega (Endenburg) como en la literatura cristiana primitiva (Bern 19,8; Did 4, 9; Justino, Apol 1, 15, 10). Puesto que el campo léxico XOLVWVLU incluye en su contenido estas diversas implicaciones, un sumario preciso de tales aspectos podrá ofrecerse únicamente refiriéndose a los correspondientes contextos (---> 4).

4. La reciprocidad de las relaciones de comunión designadas por el campo léxico XOLVWVLU, la acentúa Pablo especialmente en la descripción de las relaciones de sus comu-

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nidades con la comunidad madre de Jerusalén y con él, que es su apóstol fundador. En Rom 15, 27 Pablo hace ver claramente que esas relaciones de comunión son fundamentalmente relaciones de deuda y obligación: «pues si los gentiles han sido hechos partícipes (exOLVÓNfjauv) de sus [= de los miembros de la comunidad de Jerusalén] bienes espirituales (el evangelio, la fe, la salvación), entonces son deudores y están obligados a prestarles también a ellos un servicio en las cosas materiales». Por tanto, se intercambian cosas desiguales, pero en el intercambio se demuestra la afirmación de la XOLVWVLU, el reconocimiento de la relación de comunión existente, por la cual el hecho de ser partícipe obliga a hacer partícipe (cf. Gál 6, 6: «Aquel a quien se enseña la palabra, tenga [o: mantenga] comunión en todos los bienes con quien {le} enseña»). De este principio deduce Pablo su propio derecho -en principio- a recibir apoyo material y personal de las comunidades que por medio de él llegaron a la fe (aunque de hecho él -por temor a falsas interpretaciones- haga uso muy escasas veces de ese derecho). Y, así, recuerda a los filipenses que ninguna comunidad «tuvo comunión» (es decir, compartió con él) «en cuanto a dar y recibi!», sino únicamente ellos (Flp 4, 15). Las dádivas de los filipenses fueron expresión de la gratitud por lo que ellos debían a su apóstol fundador, y de la comunión que ellos querían mantener con él, y que eran los únicos en poder mantener de esta forma. Esta exigencia de reciprocidad en el hecho de recibir participación se expresa de forma generalizada en Rom 12, 13: «¡Tened participación en las necesidades de los santos!». Asimismo, la relación de comunión que existe entre los que han llegado a la fe, les obliga a prestarse ayuda unos a otros. De tenor menos paulino es 1 Tim 5, 22: «No participéis en pecados ajenos». Sobre 1 Pe 4, 13 cf. infra. Lo mismo que hace con XOLVWVÉW, Pablo utiliza también XOLVWVLU para referirse a las más diversas relaciones de comunión entre

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XOLVWVLU

unos cristianos y otros. Y, así, da las gracias a los filipenses por su «comunión en lo que respecta al evangelio» (Flp 1, 5). Es una comunión comunicada por medio del apóstol, basada en la participación comunitaria en el evangelio y que se expresa en el servicio en favor del evangelio (o en favor de Pablo como comunicador del mismo). Tal comunión existe entre el apóstol y todos los que por la predicación de él llegaron a la fe, como, por ejemplo, Filemón. Por eso, Pablo es capaz de esperar que la comunión surgida con él, el apóstol (Flm 6), por su «participación en la fe», se haga eficaz en el cumplimiento de su petición. A propósito de Flm 17 (<. La comprensión paulina de la XOLVWVLU adquiere su máxima significación en conexión con los enunciados acerca de Cristo y del Espíritu. En 1 Cor 1, 9 Pablo habla de la vocación por la que Dios llama «a la comunión con su Hijo Jesucristo», claro que sin que pueda verse en este pasaje por medio de qué surge esta comunión -expresada mediante el nada habitual genitivo de persona- y en qué consiste la comunión. En cambio, la conexión aparece clara en 10, 16ss, sobre todo en contraste con ftEtÉXW, que en griego puede ser sinónimo de XOLVWVÉW, pero que en Pablo expresa únicamente la recepción concreta de una participación, pero no el aspecto más decisivo: la «comunión» en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es decir, la comunión con los otros co-

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mensales, efectuada en la Santa Cena mediante la «participación en» el cuerpo del Cristo exaltado. Esto último lo acentúa la explicación de 10, 16 que se hace en 10, 17 Y el contexto amplio, en el que se habla únicamente de las diversas relaciones de comunión que se dan entre los que participan en la mesa del Señor, en el altar, o entre los que participan en la mesa de los demonios, y de esta manera se hacen socios (lO, 18: «Los que comen los sacrificios ¿no se hallan en comunión mediante la común participación en el altar?». El enunciado no se refiere directamente a la relación con Dios de los que comen del altar -esta idea no se atrevió el AT a formularla en ninguna parte, y no aparece sino en Filón: VitMos 1, 158; SpecLeg 1, 221-, sino a la comunión en la que los comensales entran por el hecho del comer; así se afirma también a propósito de los adoradores de los demonios; cf. 1 Cor 10, 20s, donde habría que traducir, ajustándose al sentido que Pablo quiere dar: «Pero yo no quiero que vosotros entréis en comunión con aquellos que participan en los sacrificios idolátricos y de esta manera están en relación con los demonios»). La persona entra en comunión con los poderes a quienes se ofrecen los sacrificios. Esto, como afirma Pablo, no sucede de manera diferente cuando se trata de la Cena del Señor que cuando se trata de los sacrificios de los judíos y de los paganos. Ahora bien, Cristo no sólo establece comunión mediante la participación en su cuerpo (y sangre), sino también mediante la participación en sus sufrimientos. Flp 3, 10: «comunión en sus sufrimientos», es decir, comunión con El mediante la participación en sus sufrimientos (Cí. 1 Pe 4,. 13: «regocijaos de participar en los sufrimientos de Cristo»). En consonancia con ello está la esperanza en la futura comunión con Cristo mediante la participación en su gloria (cf. 1 Pe 5, 1: «partícipe, al mismo tiempo, de la gloria»). Así que el apóstol sabe con certeza que los padecimientos de Cristo, que han llegado muy abundantemente sobre él, y también el aliento que él ha experimentado igualmente en gran medida por medio de Cristo (sobre 2 Cor 1, 5-7, cf. 1

2367

XOLVúlVLU - XOAáSúl

2368 2369

Cor 15, 31; 2 Cor 4, lOs; Col 1, 24), son compartidos también por la comunidad (2 Cor 1, 7: «así como sois partícipes de los padecimientos, así lo sois también del aliento»). Lo que une a todos los cristianos es finalmente «la comunión (mediante la participación común) en el Espíritu» (2 Cor 13, 13; Flp 2, 1). Esta comunión permite al apóstol pedir compenetración y misericordia como demostraciones de esa comunión (Flp 2, 1). Finalmente, la comprensión paulina de la XOLvúlvLa tiene especial significado en relación con la colecta en favor de Jerusalén. Según Gá1 2, 9, Pablo y las autoridades reconocidas en la comunidad primitiva se dieron «la mano de la comunión». El apretón de manos pretendía confirmar con un gesto la comunión existente y expresar la voluntad de que la comunión siguiera siendo eficaz. La comunión sellada tenía su base en la participación común en la proclamación del evangelio que -al menos en principio- era un solo evangelio, y debía hallar su expresión visible en la colecta acordada (cf. Gá12, 10). Según 2 Cor 8-9, la colecta es una aportación a la comunión de unas comunidades con otras (cf. xat eL~ :n:ávtUl; en 2 Cor 9, 13) Y particularmente con la de Jerusalén. La colecta es un servicio a la comunidad madre (y los macedonios piden que se les permita participar en ella: 8, 4), por el cual servicio (como demostración de la voluntad de comunión) los cristianos de Jerusalén alabarán a Dios (9, 3: a causa de la pureza de esa «demostración de comunión» hacia ellos). Así, pues, la colecta es una concreción de la existente relación de comunión y deuda, en la cual se hallan las comunidades cristianas gentiles con respecto a la comunidad madre de Jerusalén. Que esta relación exige por principio una xOLvwvLa ilimitada, nos lo indica Rom 15,25-31 (d. también Gál 6, 6); sin embargo, basta una manifestación parcial (Rom 15, 26: las comunidades de Macedonia y Acaya decidieron 'XOLvúlvLav 'tLva :n:OL~oao-&at, es decir, «ofrecer cierta demostración de comunión»). J. Hainz

XOtvroVtXÓ~, 3 koinonikos que comparte, que hace bien a la comunidad* 1 Tim 6, 18 en una exhortación a los ricos para que compartan de buena gana. ThWNT I1I, 810.

XOtvrovó~, olí, partícipe ~ xOLvwvLa.

XOAUX(E)LU - KOAOCJaUL

XOAaX(E)Í,a, a~, ÍJ kolak( e}ia adulación* El sustantivo se deriva de xOAa'XE'Úw, «seducir por medio de adulaciones». 1 Tes 2, 5: AÓYO~ XOAaXELa<;, «palabras de adulación». ThWNT IlI, 818; Spicq, Notes 1,436-439.

(, koinonos compañero,

xoÍ,1;l1, 1J~,

ÍJ koite cama, relaciones sexuales* Lc 11, 7 en la expresión eLe; 'tfJV 'XOlt1']V eIVaL, «estar en la cama». Heb 13, 4: ~ xohl'] aftLaVtoe;, «el lecho conyugal (sea) sin mancilla». Para referirse a las relaciones sexuales, 'XOl't1'] se halla eufemísticamente en Rom 9, 10; 13, 13. M. Silva: ZNW 69 (1978) 255. XOt'tmv, rovo;, (, koiton dormitorio, cámara* En Hech 12,20 como parte del título: ó f:n:L toi) XOL'tWVOe;, «mayordomo de la cámara (real»>; cf. Epicteto, Diss IV, 7, 1.

XÓXXtVO;, 3 kokkinos escarlata, rojo* Mt 27, 28: el manto escarlata de los soldados romanos. Heb 9, 19: «Lana roja» (eQLov). En Ap 17, 3 como color de una bestia apocalíptica; 17,4 (cf. 18, 12.16): «la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata ... ». ThWNT I1I,812-815.

XÓXXO;, OV, (, kokkos semilla, grano* Dícese de la semilla de mostaza en Mc 4, 31 par. Mt 13,31/ Lc 13, 19; Mt 17, 20 par. Lc 17,6 (la fe como una semilla de mostaza). Dícese del grano de trigo en In 12, 24; 1 Cor 15,37. ThWNT I1I, 810-812; X, 1146 (bibl.). XOI.«~ro kolazo castigar* En voz media con acusativo en Hech 4,21; en voz pasiva en 2 Pe 2, 9: los injustos son reservados para recibir castigo ('XOAU~OflÉ­ vo\Js;) en el día del juicio. ThWNT IlI, 815s.

XÓl.a(Jt~, Ero;, ÍJ kolasis castigo* Derivado de ~ xoAá~úl. Mt 25, 46: ÉQXOfWL d~ xÓAaoLv aLCÍJvLOv, «ir al castigo eterno». 1 Jn 4, 18: ó cpópoe; XÓAa<JLV eXEL, «el temor tiene que ver con el castigo». Cf. Th WNT I1I, 816s.

cm-

XOAacpÍ,~ro kolaphizo golpear con el puño, abofetear, maltratar* Mc 14, 65 par. Mt 26, 67: los malos tratos inferidos a Jesús en el Sanedrín; d., a propósito, K. L. Schmidt, en FS Goguel, 218-227. 1 Cor 4, 11: :n:ELVWftEv ... xat 'XoAacpL~ÓftE-&a xaL ao'ta'touftEV, «padecemos hambre ... y somos maltratados y no tenemos donde vivif». 2 Cor 12, 7: Pablo es abofeteado por un «ángel de Satanás» (sobre la interpretación de este mal como epilepsia, histeria, depresiones, cefaleas, malaria o trastornos del lenguaje [tartamudeo] cf. Bauer, Worterbuch, s. v. 2). 1 Pe 2, 20: «si tenéis que soportar malos tratos ('XoAacpL~óftEVOL Ú:n:OflEVd'tE)>>. ThWNT I1I, 818-821; X, 1146 (bibl.).

XOAAáro kollao juntar; en voz pasiva, juntarse, estar adherido (a)* En el NT el verbo se usa únicamente en voz pasiva. En Lc 10, 11 dícese del polvo que se queda adherido; en Ap 18, 5, de los pecados que han tocado al cielo (= que han llegado hasta el cielo); en Hech 8, 29, «unirse a este carruaje». En Mt 19, 5, unirse a su mujer; en 1 Cor 6, 16, unirse a una prostituta; en 6, 17, unirse al Señor; de manera parecida en el sentido de buscar relación íntima: Hech 5,13; 9, 26; 10, 28. En Hech 17, 34, hacerse discípulo de alguien. En Lc 15, 15, allegarse a alguien. En Rom 12, 9: 'XOAACÍJflEVOL 'tip uya{}ip, «adherirse a lo que es bueno». S. E. Porter, How Should XOAACÍJflfVO~ in 1 Cor 6, 16.17 be

2370

Translated?: EThL 67 (1991) 105s; ThWNT IlI, 822; X, 1146 (bibl.).

XOAAOVQtOV, OV, 'tó kollourion ungüento para los ojos* Ap 3, 18: ayoQá(JUL 'XOAAO'ÚQLOV, «ungüento para untar en los ojos». P.-R. Berger,

Kollyrium für die blinden Augen, Apk 3, 18: NovT 27 (1985) 174-195.

XOAI.VPUJ'tÍ);, olí, tó kollybistes cambista de dinero* Mc 11, 15 par. Mt 21, 12: «(Jesus) volcó las mesas de los cambistas de dinero». Jn 2, 15: «(Jesús) desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas». Spicq, Notes 1, 430-435.

XOAAVQtOV, OV, 'tó kollyrion ungüento para los ojos Forma alternativa de ~ XOAAO'ÚQLOV en los manuscritos Sin B C.

XOAOPóro koloboo mutilar, acortar* Mc 13, 20 (bis) par. Mt 24, 22 (bis); en Marcos en voz activa (exoAópWOEV) y con el objeto en acusativo 'ta~ ~flÉQa~; en Mateo en voz pasiva (fXOAopcó-&l]oav, XOAOPúl1híOOV'tUL), teniendo como sujeto aL ~ftÉQm fxE'i:VUL. El verbo se refiere aquí a que Dios ha de abreviar el tiempo de la tribulación. ThWNT III, 823.

Kol.o(J(JaÍ" ffiv Kolossai Colosas* En la dirección de la Carta a los colosenses (1, 2): «Pablo ... y Timoteo a los santos fV

KoAoooaü;. El epígrafe de Colosenses lleva en plural el sustantivo (ó) KOAOOOUf'Úe; (<

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2372

KOAoooaL - XOVLOQ1:Ó<;

dicea, situada a 15 km de distancia. La comunidad cristiana de Colosas fue fundada probablemente por Epafras (Col 1, 7; 4, 2). DibeliusGreeven, Der Kolosserbriej' (HNT), 4; Haag, Diccionario, 345s; E. Lohse, Der Brief an die Kolosser (KEK), 36-38; E. Schweizer, La Carta a los colosenses, Salamanca 1987, 2ls.

XÓA3tO;, Oll, Ó kolpos seno, pecho, pliegue (de una túnica), bahía* Jn 13, 23 (h 't0 XÓAJt


XOAU/-l~Í){tQa, a;, kolymbethra estanque, piscina* En Jn 5, 2.4.7 se habla del «estanque de Betes da» (-- rel="nofollow"> Bll{}~a{}á). En Jn 9,7.11 se habla del «estanque de Siloé» (--+ LlAWá[l). En los lugares de 5, 4 Y 9, 11 XOAlJ[!~~{}ga aparece únicamente como v.l.

xoAO}ví.a, a;, ~ colonia colonia* Préstamo del latín (colonia); cf. Josefa, Ant XIX, 291. En Hech 16, 12, refiriéndose a la ciudad de Filipos, que había sido trasformada por Augusto en colonia militar.

cambio, para la mejor, según 11, 15a, es un honor (Msa m'nñ EO"tlV). A. Jaubert: NTS 180971/1972) 419-430; J. P. Meier: CBQ 40 (978) 212-226. --> xE<paA~ 3.c.

XOVLOQ1:Ó<; - XÓ:7W<;

13,51 con Ex"tlváoOO/lUl (voz media); en Lc 9, 5 con ano"tLváoow; en 10, 11 con ano[láoOO/lUl (en voz media: limpiarse). En Hech 22, 23 dícese de una multitud que vocifera y echa polvo al aire (~áAAW dc:; 'tov aÉga).



XÓ/-lt), 1];, kome cabellera* 1 Cor 11, 15b: «Pues el cabello (largo) se le ha dado como un velo»; --> xO[láw. XO/-lí.~ro komizo traer; en voz media: alcanzar, obtener* En el NT, el significado fundamental de la voz activa, traer, aparece únicamente en Lc 7, 37. En todos los demás testimonios del NT el verbo aparece en voz media. Los objetos de xo[lt~O/lUl son: la corona de gloria O Pe 5, 4), la recompensa (injusta) (2 Pe 2, 13 v.l.), la EnaYYEAta (es decir, los bienes prometidos, Heb 10, 36; 11, 13 v.l.; 11, 39), «como meta de la fe la salvación del alma O Pe 1, 9). En el «Corpus paulinum», XO[lt~o/lm se usa para designar la recepción de la retribución justa: 2 Cor 5, 10; Col 3, 25; Ef 6, 8. El sentido de recuperar aparece en Mt 25, 27 (<
XO/-lli'ÓtEQOV kompsoteron (adv.) mejor* En Jn 4, 52 dícese de un enfermo: xo[l'\j!Ó'tEQOV fXW, «encontrarse mejor (de una enfermedad)>> . xovláro koniao blanquear* El verbo se deriva de xovtu «polvo (de cal)>>. En Mt 23, 27 en el «¡ay!» sobre los escribas: «Os parecéis a sepulcros blanqueados». Hech 23, 3 (Pablo dirigiéndose al sumo sacerdote): "tolXE xEXOVLa/lÉvE, «¡pared blanqueada!» (cf. Ez 13, 10). ThWNT IlI, 826s. XOVLO~'tÓ;,

XO/-láw komaotener el cabello largo* 1 Cor 11, 14: Para el hombre el llevar el cabello largo (Eav xO[l¡;i) es una deshonra; en

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oil, Ó koniortos polvo* En el NT, en la frase hecha: «sacudirse el polvo de los pies» u otras expresiones por el estilo: en Mt 10, 14 con EX'tLVáo(Jw; en Hech

X03tá~w kopazo cesar, calmar* Mc 4, 39; 6, 51 par. Mt 14, 32, en todos los casos: ExónaoEv Ó aVE/loc:;, «el viento se calmó» (así también en Herodoto VII, 191).

X03tnó;, oil, Ó kopetos lamentación* Hech 8, 2, al final de la historia de Esteban: «hicieron (EnOL1l0av) por él una gran lamentación fúnebre»; cf. Miq 1, 8; Zac 12, 10 LXX. ThWNT III, 829-851 (bibl.). X03tÍ), ij;, i¡ kope derrota, matanza* Heb 7, 1 (Gén 14, 17): ... cuando Abrahán «regresaba de la matanza de los reyes».

X03tláro kopiao cansarse, afanarse, atormentarse* Jn 4, 6 y Ap 2, 3 en el sentido de cansarse' Mt 11,28: OL xomwv'tEC:;, quizás: los exhaus~ tos (cf. infra). En el sentido de atormentarse / afanarse, en todos los demás testimonios que aparecen en el NT: Mt 6, 28 par. Lc 12, 27; ~t 11, 28 (OL xomw/l'tEC:; xui JtECjJOg"tlO/lEVOL); Lc 5, 5; Jn 4, 38 (bis); Hech 20, 35; Rom 16,6.12 (bis); 1 Cor 4, 12 (oUbE dc:; XEVOV ExOJtLUOU, cf. Is 65, 23 LXX); 1 Tes 5, 12; Col 1, 29; Ef 4, 28; 1 Tim 4, 10; 5, 17; 2 Tim 2, 6. ThWNT III, 827-829. XÓ3tO;, Oll, Ó kopos trabajo, fatiga* Bibl.: A. von Harnack, Kónoc; (Komav, ot KomWV1:Ec;) im frühchristl. Sprachgebrauch: ZNW 27 (1928) 1-10; F. Hauck, xónoC; X1:I.., en ThWNT IlI, 827-829; K. H. Schelke, Arbeit III (NT), en TRE 1lI, 622-624 (bibl.); M. Seitz-H. G. Link, xónoc;, en DTNT 1, 225s.

En el NT, xónoc:; aparece 18 veces, principalmente en el Corpus paulinum (11 veces).

2374

Aparece 5 veces en los evangelios (Mt26, 10; Mc 14,6; Lc 11,7; 18,5; Jn 4,38) y 2 veces en el Apocalipsis (2, 2; 14, 13). A esto hay que añadir Heb 6, 10 Koiné, donde se lee (como en 1 Tes 1,3) wí} xónolJ 'tij~ ayánl]C:;. 2. XÓJtoc:; (originalmente «el golpe» [de xón'tw]) designa en primer lugar, lo mismo que el correspondiente verbo --> xomáw, el trabajo fatigoso y que le deja a uno «destrozado», el esfuerzo penoso. En los Sinópticos (yen Gál 6, 17) encontramos la construcción: xónolJ~ (xóJtov) JtugÉXw, proporcionar fatiga( s), molestar: Mc 14, 6 par. Mt 26, 10: «¿por qué la molestáis (Mateo: a esta mujer)?» Pablo imprime al término un significado más específico: en primer lugar, el apóstol designa con esta palabra el trabajo manual difícil practicado por él, para no ser gravoso a las comunidades (1 Tes 2, 9; 2 Tes 3, 8), y las numerosas fatigas que él sufrió (2 Cor 6, 5; 11, 23.27). Precisamente porque éstas le caracterizan como verdadero servidor de Dios y de Cristo (6, 4; 11, 23: Pablo utiliza muchas veces el término xónoc:;, cuando se defiende a sí mismo y defiende su trabajo), XÓJto~ se convierte en el término por excelencia para designar el trabajo misionero O Cor 3,8; 2 Cor 10, 15; 1 Tes 3, 5) Y la labor desarrollada en la comunidad cristiana (1 Cor 15, 58; 1 Tes 1, 3). Siempre se halla en perspectiva la consumación escatológica: «Cada cual recibirá su propia recomensa conforme a su esfuerzo» (1 Cor 3, 8); es un esfuerzo no realizado en vano (15, 58) a causa de la resurrección de Cristo (cf. v. 14). Los demás testimonios de xónoc:; que aparecen en el NT, se aproximan a la terminología paulina: Jn 4, 38 (el trabajo misionero), Ap 2, 2 (las obras, el esfuerzo y la perseverancia caracterizan, 10 mismo que en 1 Tes 1, 3, a la comunidad buena) y Ap 14, 13 (de la supresión de las fatigas gracias al cumplimiento escatológico).

H. Fendrich

2375

xoJtQla - KÓQLV{}O<;

xmt(~ta, a~, Í] kopria estercolero, mula-

dar* Le 14, 35 (a diferencia de Mt 5, 13) en la imagen de la sal: olnE cL<; xoJtQlav Eií{¡-EtÓV EOtLV, «no es útil ni para el estercolero». 13, 8 Textus Receptus: PÚAW xoJtQlav (--+ xóJtQLOV). XÓ:7tQlOV, Otl, tó koprion estiércol* Le 13, 8: EWt; Otou ... PÚAW xóJtQLa, «hasta que eche estiércol (como abono)>>. XÓ:7ttro kopti5 cortar; en voz media, golpearse (el pecho), lamentarse* El significado fundamental en la voz activa es cortar (de algo) y aparece en Mc 11, 8 par. Mt 21, 8. La voz media significa golpearse (el pecho por sentimientos de duelo) / lamentarse intensamente, y aparece, por ejemplo, en Esquilo, Pers 683; Platón, Phaed 60b; la LXX; Josefo, Ant VII, 41. Hay que tener en cuenta también Mt 11, 17; 24, 30; Lc 8, 52; 23,27; Ap 1, 7; 18, 9. En Lc 8, 52; 23, 27 se menciona en acusativo a la persona por la que se hace duelo; en Ap 1,7; 18,9, en acusativo con la preposición EJtL Th WNT III, 829-851; DTMAT 1, 71-75.

xÓQa;, axo~, ó korax cuervo* Lc 12, 24: Hay que fijarse en los cuervos (Mt 6,26: «las aves del cielo»), que no siembran ni cosechan, pero a los que Dios alimenta. Quizás Mateo haya suprimido la mención de los cuervos (los cuervos se contaban en el judaísmo entre los animales cuya carne estaba prohibida para el consumo humano: Lev 11, 15; Dt 14, 14). E. Fuchs, en Ristow-Matthiae, 385-388; Schulz, Q, 149s. xOQáawv, OlJ, tó korasion muchacha* Diminutivo de XÓQl]. Mc 5, 41 (tO xOQúOLOV como vocativo; BlaB-Debrunner § 147, nota 4); 5, 42 par. Mt 9, 25; 6, 22; 6, 28a par. Mt 14, 11; 6, 28b; Mt 9, 24 (a diferencia de Me 5,39). C. Spicq: RB 85 (1978) 216-218.

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XOQ~av

korban don, ofrenda* La transcripción del término hebreo qorbiin es indeclinable y en Mc 7, 11 se explica diciendo 8 EOtLV DWQOV (cf. ya Lev 2, lA. 12.13 LXX). Se trata de una ofrenda dedicada a Dios. Billerbeck 1, 711-717; Th WNT III, 860-866; X, 1146 (bibl.); J. D. M. Derrett, Studies in the NT, Leiden 1977, 112-117; TRE III, 607; H.-J. Fabry, qorbiin, en ThWAT VII,165-171. xOQ~ava~, a,

ó korbanas tesoro del templo* Transcripción del término arameo qorbana '. Designa el tesoro del templo (Josefo, Bell II, 175). Aparece en Mt 27, 6 (material peculiar) en la expresión: «depositar (PÚAAW) en el tesoro del templo». ThWNT III, 860866; X, 1146s (bibl.); TRE III, 607. KÓQE Kore Coré* Nombre indeclinable de un israelita que fue cabecilla de un movimiento de rebeldía contra Moisés (Núm 16,1-40; Eclo 45,18): Jds 11. XOQÉVVtlpU korennymi saciar; en voz pasiva, saciarse, hartarse* En el NT el verbo aparece únicamente en voz pasiva: Hech 27, 38: xOQW{¡-ÉVtE<; DE tQoCPfjt;, «cuando hubieron comido hasta saciarse». En sentido figurado e irónico en 1 Cor 4,8: «¡Ya estáis saciados (XEXoQw¡.tÉvm)!» KOQtvt'ho;, OlJ, Ó Korinthios corintio* Gentilicio derivado de --+ KÓQLV{}O<;, que designa a un habitante de esta ciudad. En Hech 18, 8 y en 2 Cor 6, 11 en plural; aparece también en Hech 18, 27 D; 1 Clem 47, 6; se encuentra en los epígrafes de las Cartas primera y segunda a los corintios. KÓQtvt'to~, OlJ Korinthos Corinto*

Desde el año 27 a.C. la ciudad de Corinto era la capital de la provincia (senatorial desde el año 44 p.c.) de --> 'Azuta y sede del pro-

2377

KÓQLV{}O<; - XOO¡.tÉW

cónsul. Así, pues, la ciudad (después de su destrucción por los romanos en el año 146 a.c.) se desarrolló rápidamente hasta convertirse en una de las más espléndidas ciudades de Grecia. La población, especialmente por la afluencia de personas del Oriente, se hallaba muy mezclada. La ciudad tenía muy mala fama por la gran corrupción de sus costumbres. Pertenecía a Corinto la parte oriental del puerto de Céncreas (--+ KCYXQEUl) a orillas del Golfo de Sarónica. La comunidad cristiana de Corinto se remonta a Pablo (Hech 18, 1). Pablo, según Hech 18, 12-17, tuvo que comparecer ante el tribunal del procónsul Galión (--+ rUAAlWV). También Apolo (--+ 'AJtOAAW<;) desarrolló su actividad en Corinto (Hech 19, 1). Dos cartas de Pablo (1 Cor 1,2; 2 Cor 1, 1) está,? dir!gidas a la ExXAl]OlU toí} {¡-EOí} (tñ ouon) EV KOQlVfrep. En 2 Cor 1, 23 Pablo dice que él no ha «vuelto ya a Corinto» para ser indulgente (cpELDÓftEVO<;) con los destinatarios de la carta. 2 Tim 4, 20a: «Erasto (--+ "EQuoto<;) se quedó en Corinto». Pauly-Wissowa, Suppl. IV, 991-1036; LThK VI, 553s; LAW 1598s; Haag, Diccionario, 383s; Pauly, Lexikon I1I, 301-305; mB Suppl. Vol. 179s; W. Elliger, Paulus in Griechenland, Stuttgart 1978, 200-251; J. Murphy-O'Connor, Sto Paul's Corinth, Wilmington DE 1983.

KOQVÍJAlO~, Otl Cornelios Cornelio* Frecuente nombre de persona, que es transcripción del latín Cornelius. En el NT se menciona al centurión (ÉxUtOVtÚQXll<;) Cornelio de Cesarea (Hech 10, 1.3.17.22.24.25.30.31; 10, 7.21 [v.l.]). Sobre el relato del bautismo de Cornelio (Hech 10, 1-11, 18) cf. M. Dibelius, Aufsiitze zur Apostelgeschichte, Gottingen 1951, 96-107; F. Bovon: ThZ 26 (1970) 22-45; E. Haulotte: RSR 58 (1970) 63-100; K. Loning: BZ 18 (1974) 1-19; K. Haacker: BZ 24 (1980) 234-251. XÓQO;, Otl, Ó koros coro (medida)* Lc 16,7: Un hombre debe Éxatov XÓQou<; ol1;ou, «cien coros (Biblia de Jerusalén: cargas) de trigo». XÓQo<; es un semitismo (kor) y

2378

designa una medida de capacidad para áridos (por Josefo, Ant XV, 314 se calcula que un coro equivalía a unos 400 litros). xoaptÉro kosmeiJ poner en orden, decorar, adornar* En el NT el verbo aparece 10 veces (no se halla atestiguado en Marcos, Juan y Pablo). Sus significados principales se derivan del sustantivo --+ XÓOfto<;, «orden, adorno». En el significado de poner en orden, preparar (cf. Hesíodo, Op 306; Eclo 29, 26) xooftÉw aparece únicamente en Mt 25, 7: EXÓOftll oUV tu<; AuftJtáDa<; Éautwv, «ellas prepararon sus antorchas»; cf. Jeremias, Parábolas, 214: «quitan a los trapos los restos carbonizados y los rocían con aceite, para que las antorchas ardan de nuevo brillantemente»; cf., no obstante, -+ AaftJtá<; 3. En Mt 12,44 par. Lc 11, 25, en virtud del clímax en EÚQLOXEL [olxov] oXoAá~ovta (en Lucas sólo como v.l.) oEoaQWftÉvov xal, XEX00ft llft ÉVOV (<<desocupada, barrida y bien ordenada»), se escucharía más intensamente el elemento del adorno asociado frecuentemente con XOOftÉw. Según Lc 21, 5, el templo «está adornado (XExÓOft'Y]Tm) con hermosas piedras y ofrendas votivas» (cf. 2 Cor 3, 6; 2 Mac 9, 16; a diferencia de MarcoslMateo que usan OLxoDo¡.taL), pero es más importante conocer el fin, que no el esplendor del templo; cf. también Ap 21, 19 (en voz pasiva): los fundamentos sobre los. que se asientan los muros de la Jerusalén celestial están adornados con piedras preciosas. Con las palabras XOO¡.tELTE ta ftVl]ftELU twv OLxalwv (junto a OLXODo¡.tELtE tov<; TÚcpOU<; twv JtQocpllt&v) en Mt 23, 29, Jesús critica a los fariseos y los escribas, que construyen tumbas y las adornan para los profetas y los justos que sufrieron el martirio en tiempo de los «padres», a fin de distanciarse (en vano) de sus padres que hicieron las persecuciones (cf. también Josefo, Ant XIV, 284; J. Jeremias, Heiligengriiber in Jesu Umwelt, Gottingen 1958, índice, sobre Mt 23, 29). En Ap 21, 2 la «novia adornada» (VÚftCPl] XExoO¡.tllftÉVl]tép aVOQL atnfj<;) es imagen de la pertenencia inmediata de la Jerusalén celes-

2379

2380

XOOflÉW - XÓOfloS;

tial (en contraste con la «ramera Babilonia», 18, lss) a Dios y a Cristo (cf. 19, 7s; 21, 9; también Is 61, 10; Ez 16, 11). Tan sólo en sentido figurado se usa xoo[lEW para referirse al ornato de las mujeres, seguramente con una alusión crítica a las tradiciones griegas, tan difundidas (cf. también N. Brox, Cartas pastorales, Barcelona 1974, sub loco; cf. Jer 4, 30 LXX; Jdt 12, 15): «Las mujeres se atavíen (,w0[lElv ÉalJTá<;) ... con castidad y sensatez», en vez de hacerlo con peinados ostentosos, oro, perlas y vestidos costosos, 1 Tim 2, 9; cf. también 1 Pe 3, 5 (EXÓU[lOuv ÉalJTá<;). Lo que importa es el ornato interior, mientras que el ornato exterior, en las asambleas, conduce únicamente a crear confusión y suscitar envidias (cf. también G. Holtz, Die Pastoralbriefe' [ThHK], 65-68). Según Tit 2, 10, los esclavos, mediante su conducta y su fe, «deben adornar en todo la doctrina (es decir, deben honrarla, Lva Tl]V ClLcammALuv ... XOO!Uj)OLV EV JtdOLV)>>. Bauer, Worterbuch, s. V.; Liddell-Scott, s. V.; ThWNT I1I, 867; DTNT I1I, 138-142, especialmente 138 y 140. H. Balz

xoa!-uxós, 3 kosmikos terreno, mundano* Heb 9, 1: TO ayLOv XOO[llXÓV, «el santuario terreno» (por contraste con el celestial). En Tit 2, 12 se habla de los «deseos mundanos». ThWNT I1I, 897s.

xóa!-uos, 2 (3) kosmios respetable, honorable* 1 Tim 2, 9: EV XUtaOTOA'ñ xoo[lL
Notes, 440-445. xoaJ.lox~á:tO)~, o~os, Ó kosmokrat6r señor del mundo* Al margen de la Biblia, el término sirve para designar a los dioses que rigen el mundo

(Helios, Zeus, Hermes), y también a los seres espirituales «cósmicos» (los planetas). Ef 6, 12: XOO[lOXQáTOQE<; TOi} OXÓTOlJ<; T01JTOlJ, «los poderes del mundo de estas tinieblas», es decir, de este mundo pecador; cf. Testamento de Salomón (edic. de McCown) 8, 12; 18, 2: XOU[lOXQáTOQE<; TOi} UXÓTOlJ<;, probablemente por influencia de Ef 6, 12. Th WNT I1I, 913; J. Gnilka, Der Epheserbrief(HThK), sub

loco.

xóaJ.los,

Otl, Ó kosmos mundo, universo;

ornato; totalidad 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semántkos en el NT y en su mundo circundante - 3. Empleo en el NT en general- 4. Pablo y los escritos deuteropaulinos - 5. Escritos joánicos.

Bibl.: W. Andersen, lesus Christus und der Kosmos: EvTh 23 (1963) 471-493; A. Auer, Welt, en LThK X, 1021-1027; G. Baumbach, Gemeinde und Welt im loh-Ev.: Kairos 14 (1972) 121-136; J. Bauer, Wie nimmt der Glaube die Welt wahr? Einsichten und Folgen des christl. Weltverstandnisses: EvTh 30 (1970) 582-593; J. Blinzler, Lexikalisches zu dem Termillus 'ta otOLxela lO'Ü XÓallOlJ bei Paulus, en SPCIC n, Roma 1963,429-443; O. Bocher, Der johanneische Dualismus im Zusammenhallg des nach-bibl. ludentums, Gütersloh 1965, 23-33; G. Bornkamm, Cristo y el mundo en el mensaje del cristianismo primitivo, en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 87-102; R. G. Bratcher, The Meaning ofkosmos, «world», in the NT: Bible Transl. 31 (1980) 430-434; R. Bultmann, Das Verstiindnis von Welt und Mensclz im NT und im Griechentum, en Bultmann, Glauben n, 59-78; N. H. Cassem, A Grammatical and Contextual Inventory of the Use ofxóa[tot:; in the Johannine Corpus with some Implications for a lohannine Cosmic Theology: NTS 19 (1972-1973) 81-91; A. W. Cramer, Stoicheia tou kosmou. Interpretatie van een nieuwtestamentische term, Nieuwkoop 1961; J. A. Dvotácek, Zum evangelischen Weltverstdndnis: ZEE 15 (1971) 285-298; H. Flender, Das Verstdndnis der Welt bei Paulus, Mk und Lk: KuD 14 (1968) 1-27; D. J. Furley, Kosmologie, en

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2381

xócrfloS;

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1. En el NT, Xó0[l0<; aparece 186 veces, con clara preponderancia en los escritos joánicos (Evangelio de Juan 78 veces, 1 Juan 23, 2 Juan 7) y en Pablo (donde aparece 37 veces, de ellas 9 en Romanos, 21 en 1 Corintios, 3 en 2 Corintios, 3 en Gálatas y también en Flp 2, 15). Además, los Sinópticos ofrecen 15 testimonios (nueve de ellos en Mateo), las cartas de Hebreos, Santiago y 2 Pedro ofrecen 5 testimonios cada una, Colosenses 4 testimonios, 1 Timoteo 3 testimonios y otros tantos el Apocalipsis, y además Hech 17, 24. 2. Los significados básicos de «institución» y «orden», que son fundamentales en el uso de XÓUfloS; en griego, y que se han sedimentado en la aplicación a determinados ordenamientos (por ejemplo, en Homero Od 8,492; 13,77; dícese del sistema de gobierno espartano, Herodoto 1, 76) Y a las reglamentaciones vigentes entre las personas en general (por ejemplo, El; xm:a XÓUflOV, Homero, 11 10, 472), Y que encuentran su expresión en el uso especial de xócrfloS; para designar todas las formas posibles de «ornato» (por ejemplo, el ornato de las mujeres, Platón, Resp 373c): esos significados básicos quedan relegados casi por completo en el NT. xócrfloS;, referido al ornato de las mujeres (rechazado como cosa superficial), aparece únicamente en 1 Pe 3, 3 (cf., por lo demás; ..... xoo[lÉw, XÓcr/lLOS;). La cosa es diferente con los significados «mundo / orden del mundo / universo», que XÓOfloS; adquirió como concepto central de la filosofía griega. Según Diógenes Laercio VII, 1, 25 Y Plutarco, Plac II, 1, fue Pitágoras (siglo VI a.C.) el primero en designar con el término XÓO/lOS; a la

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«totalidad del mundo», y lo hizo así por el orden inherente al mundo. En todo caso, a partir de la filosofía jónica de la naturaleza, del siglo VI a.c., se piensa que el XÓOflOS; es un orden o norma que mantiene la cohesión entre las cosas del mundo (Anaximandro, Frgm. 9). De ahí que, finalmente, esa totalidad del mundo, incluso en su aspecto espacial como mundo / universo se denomine xócrfloS; en el sentido de un universum, en el que «el cielo y la tierra, los dioses y los hombres se mantienen en unidad mediante un orden universal» (Sasse, 871; cf. Platón, Gorg 507e-508a; Tim 92c: 1;cpov ... óQm:ov ... ELXWV 'tou vOT]'tou {}EOS; ULU{}T]tÓS; ... ). Desde luego, la idea de un ser cósmico o de un alma del mundo dejará paso muy pronto a una visión científico-natural, en la cual es XÓUflOS; abarca todo lo que está ligado al espacio y al tiempo, y se halla separado de lo trascendente, que, más allá del espacio y del tiempo, existe en inmutabilidad e impasibilidad; cf. Aristóteles, Cael 1, 9, 279a (sobre el ulterior desarrollo filosófico y científico, cf. Sasse, 869ss; Furley). Desde luego, para el NT, ni la explicación filosófica de la unidad y orden del xócrfloS; ni la cosmología griega desempeñan un papel significativo (Bultmann, 68ss). De todos modos, pueden verse puntos de contacto con la visión dualística del mundo que se desarrolla en la en la tradición platónica posterior (hasta llegar a la concepción neoplatónica de los dos mundos, el XÓ0f10S; EXELVOS; o vOT]tÓS; como el mundo verdadero y original, frente al cual se halla el xóu[lOS; O-UTOS; o ULO{}T]TÓS; como el mundo empírico; cf. Plotino, Enn I1I, 2, 2ss). El concepto griego del XÓOfloS; se trasmitió al cristianismo primitivo, pero a través del judaísmo helenístico, tal como aparece en la LXX, especialmente en los escritos tardíos y ya en los escritos redactados originalmente en griego (cf. Sab 7, 17; 9,3; 4 Mac 16, 18 Y passim), y tal como aparece también en Filón. Con arreglo a la tradición platónica, Filón fue capaz de distinguir entre un mundo visible y el mundo de las ideas, y, al mismo tiempo, de retener la idea veterotestamentaria de la creación, concibiendo al Logos divino como el mediador entre Dios y el mundo (SpecLeg 1, 81): al Logos a quien Dios constituye como el «padre» y el «salvador» de este mundo, que es imagen del otro (por ejemplo, SpecLeg n, 198).

.,

Aquí se encuentran ya las formas lingüísticas que son determinantes también en el NT, a saber, el XÓU[lo<; para designar a todo el

2383

xóal-.w~

mundo creado por Dios (creado «de materia informe», Sab 11, 17, o oux E~ ov'twv, 2 Mac 7,28; cf. Arist 254), a la «Tierra» habitada por los hombres (Sab 2, 24; 4 Mac 16, 18) y, finalmente, al «mundo de los hombres» (Sab 6,24; 4 Mac 17, 14). La terminología griega aceptada sustituye a las antiguas expresiones hebreas «los cielos y la tierra» (Gén 1, 1) y, a veces también, «el todo» (Sal 8, 7); pero conduce también a un ulterior desarrollo de las concepciones sobre el xóal.w~, que dan lugar al dualismo sapiencial-apocalíptico incluso en el ámbito de la terminología sobre el mundo y la creación, y que permiten enunciar la independización del «mundo» frente a su Cr~ador; una independización que es consecuencia del pecado y de la desobediencia de los hombres, y que se halla relacionada también con la separación que se establece entre «este mundo» y «aquel mundo (verdadero)>> (cf. 4 Esd 4, 26ss; Hen [et] 48, 7; Jub 10, lss). 3. Con excepción de 1 Pe 3, 3 (-> 2), en el NT, lo mismo que en el judaísmo helenístico, significa siempre el mundo; claro que el sentido figurado de totalidad/suma se halla también subyacente en la expresión apocalíptica Ó xoalw~ tij~ a(hXLa~ (referida a la lengua) en Sant 3,6 (cf. Prov 17, 6a LXX; especialmente Hen [et] 48, 7: «mundo injusto»). Ahora bien, en el NT se habla del mundo bajo diferentes aspectos:

xóalw~

a) En primer lugar, el xóalw~ se considera como la totalidad de lo que ha sido creado por Dios, en cuanto es contemplado bajo el aspecto de lo que existe, de lo que ha llegado a ser y de lo perecedero. Una separación ~aracterís­ tica entre la creación misma (-> x'tL1;w 2.3) Y el mundo que existe como resultado de la acción creadora de Dios (y que se ha alienado de Dios) aparece claramente cuando se habla de Dios, seguramente en conexión con las ideas helenísticas, como Ó :noLlÍoa~ 'tov xóa¡..t.ov (Hech 17, 24), pero, por lo demás, Dios no es «Señor y Rey» del xoo¡..t.o~ (según se ve, por ejemplo, en 2 Mac 7, 9; 12, 15; tam-

2384

bién Bern 21, 5; 1 Clem 19, 2; por el contrario, se dice de manera diferente :na'tlÍQ, XÚQLO~ wu oUQavou xaL 'tij~ yij~, Mt 11,25 par. Lc 10, 21; cf. también Ap 11,.15). xóa¡..t.o~ circunscribe el (inmenso) es~aclO, de lo creado, Jn 21, 25; cf. 1 Cor 8, 4 (EV xoa¡..t.q¡, en paralelo con EV oUQav0 .. · E:nL Yi'í~, v. 5); quizás también el universo, Flp 2, 15, «c,omo lumbreras en medio del mundo» (w~ cpwa'tijQE~ EV xóa¡..t.q¡; cf. también Mt 5, 14; Jn 9, 5); la plenitud de lo creado que pertenece a los creyentes, 1 Cor 3, 22. El xóa¡..t.o~ tiene un principio establecido por Dios: :nQo (u:no) xata~oAij~ (wu) xóa¡..t.ou, Mt 13, 35 v.l.; 25, 34; Lc 11,50; Jn 17, 24; Ef 1, 4; Heb 4,3; 9, 26; 1 Pe 1, 20; Ap 13, 8; 17,8; cf. además: u:n' uQxij~ xóa¡..t.ou, Mt 24,21 (a diferencia de Mc 13, 19: _u:n' aQXi'í~ X'tlOEW~); :nQo wu tov xóa¡..t.ov dVaL, Jn 17, 5; a:no x'tLaf(¡)~ xóa¡..t.ou, Rom 1,20. En consonancia con esto, se habla también del fin del xóa¡..t.o~: Ó xóa¡..t.o~ naQáYE'taL, 1 Jn 2, 17; cf. 1 Cor 7, 31 (también la expresión a1JV'tÉJ.. ELa 'tOU alwvo~, Mt 13, 40), Y se dice igualmente que el mundo es lugar de cpl1oQá, 2 Pe 1,4. «Este mundo» se describe como el lugar de la transitoriedad y del pecado, y se halla caracterizado por la falta de salvaci~n y de conocimiento de Dios: ó xóo¡..t.o~ oiJ'to~, Jn 8, 23 (bis); 9,39; 12,25.31 (bis); 13, 1; 14,30; 16,11; 18,36 (bis); 1 Cor 3,19; 5,10; 7,31; Ef 2, 2 (xa'ta 'tov alwva 'tOU xóa¡..t.o1J wú'tou); 1 Jn 4,17; dícese de las personas de antes del diluvio: uQxaLo~ xóa¡..t.o~, 2 Pe 2, 5; Ó 'tótE xóa[to~, 3, 6. En el Evangelio de Juan, . este xóa[to~ está dominado por el aQXwv 'tOu xóa¡..t.o1J (wú'tou), 12, 31; 14,30; 16, 11 (cf. también 1 Jn 4, 4); cf. en Pablo la expresión aQxov'tEC; w'Ü aLwvo~ toút01J, 1 Cor 2, 6.8 (cf. además Rom 8,38; 16,20; 1 Cor 5, 5; 15, 24.26; 2 Cor 2, 11; 4, 4). Por lo demás, se habla de «este mundo» como de «este tiempo • ; e :) , '?' del mundo» con la expreslOn o aLWV 01J'to~ (Lc 16, 8; 20, 34; Rom 12, 2; 1 Cor 1,20; 3, 18; 2 Cor 4,4; Ef 1, 21; cf. Gál 1,4), que contraste con el futuro tiempo del mundo (Mt 12,

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xóa[to~

32; Mc 10, 30; Lc 18, 30; 20, 35; esta expresión no se formula nunca con xoa¡..t.o~, y se halla totalmente ausente en Pablo). Pero también el sencillo término xoa¡..t.o~ significa en este sentido -especialmente en el Evangelio de Juan- el mundo creado por Dios por medio del Logos, pero el mundo que luego se alienó de Dios: 1, 10 (tres veces); 3, 16s; 7, 7; 13, 1; 14, 17; 15, 18.19 (cinco veces); 16, 33; 17, 25; cf. también Mt 18, 7; Rom 3, 6; 5, 12s; 1 Cor 1, 20a.21; 2, 12 ('to :nvE'Ü[ta w'Ü xóalwu); 2 Cor 5, 19; 7, 10; Gál 4, 3 (ta a'tOLXELa wu xóa¡..t.o1J, cf. Col 2, 8.20); 6, 14 (bis); Sant 1,27; 2, 5; 4, 4; 1 Jn 2, 15-17 (seis veces); 3, 17; 5, 19 Y passim. Aquí, como es lógico, se hallan muy íntimamente relacionados los diversos aspectos del mundo como totalidad de la creación y como «orbe terráqueo» o como «mundo de los hombres», aunque no deben identificarse a priori xóa¡..t.o~ y el mundo de los hombres (cf. Bultmann, Teología, 309ss). Juzgar al mundo es tarea de Dios o de Cristo (Jn 9, 39; 12,31; 16, 8.11; Rom 3, 6.19; 1 Cor 11, 32; cf. también 6, 2a [OL ayLOL 'tov xóa¡..t.ov XQLVOUOLV]. 2b), y la definitiva ~aaLAda 't0'Ü xóa[to1J pertenecerá a Dios y a su Ungido, Ap 11, 15. En el NT falta un interés inmediato por una doctrina cosmológica, e incluso las diversas ideas particulares, que se dan por supuestas, sobre el origen y la estructura del xóa¡..t.oc; no pueden reducirse a común denominador. Las especulaciones cosmológicas de la gnosis son rechazadas vehementemente, sobre todo en la época tardía del cristianismo primitivo (cf. 1 Tim 1,4; 4, 7; 2 Pe 1, 16ss y passim). b) En una serie de pasajes, xoo[to~ tiene el sentido especial de el mundo como el espacio vital de los hombres y como la totalidad de los hombres o de las relaciones entre los hombres. En Lc 4, 5 la expresión :náaac; 'ta~ ~a­ aLAELac; 'tOu xoa[to1J (Mt 4, 8) equivale al genitivo tij~ OLX01J¡..t.ÉV%; lo mismo sucede, en lo que se refiere a la «misión mundial», en Mc 14, 9 (d~ OAOV 'tov xóa¡..t.ov) par. Mt 26, 13 (EV OAq¡ 'tep xóa[tw); en el «encargo de misionan>, en Mc 16, 15 (d~ 'tov xóa[tov

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a:nav'ta junto a :náan 'tñ x'tLaEL); cf. además Mt 5, 14; 13, 38; Lc 12, 30 (nI el1vr¡ W'Ü xóa¡..t.o1J, a diferencia de Mt 6, 32: 'ta el1vr¡); Rom 1, 8; 3, 19; 4, 13 (cf. Gén 18, 18; 22, 17s); 1 Cor 4, 13; 2 Cor 1, 12; Col 1, 6; 1 Tim 3, 16; 1 Pe 5, 9; 2 Pe 3, 6; 1 Jn 2, 2 (:nEQL OA01J W'Ü xóa¡..t.o1J); 3, 1.13, con especial referencia a los gentiles (en oposición a los judíos), Rom 11, 12.15; con especial claridad en el Evangelio de Juan: 1, 10.29 (á¡..t.aQtla W'Ü xóa¡..t.o1J); 6, 33.51; 12, 19; 14,17.19; 16,20; 17,21 Y passim. De manera parecida se habla de los bienes y valores terrenos, así como del gozo y del sufrimiento: Mc 8, 36 par. Mt 16, 26/ Lc 9, 25 (con la expresión xEQbaLvw 'tov xóa¡..t.ov OAOV); cf. 1 Cor 1, 20s.27 (bis).28; 7, 31 (XQc.O[tEVOL 'tov xóa¡..t.ov).33s ('ta 'tOU xóa¡..t.01J); Sant 4,4; 1 Jn 2, 15s; 4, 5. Dios, con su acción salvífica, se halla frente al xoa¡..t.o~; su Enviado o sus dones llegan «al mundo» ([da]ÉQxo¡..t.aL d~ 'tov xóa¡..t.ov u otras expresiones por el estilo); la luz: Jn 1,9; 3,19; 12,46; el Hijo: 3, 17a; 9, 39; 10,36; 11, 27; 16,28; 17, 18a; 18,37; el Profeta: 6,14; Jesús: 1 Tim 1, 15; el Cristo: Heb 10,5; pero también el pecado y la muerte llegaron «al mundo», Rom 5, 12s (cf. Sab 2, 24); falsos profetas: 1 Jn 4, 1 (cf. 4, 3); seductores: 2 Jn 7. El Cristo, que se marcha del mundo (Jn 13, la; 16, 28b; 17, lla), deja a los suyos en el xóa¡..t.oc; (13, 16; 17, llb; cf. 1 Cor 5, lOb; 1 Jn 4, 17), donde ellos tienen que vivir su vida en constante conflicto con la esencia del xóa¡..t.oC; (2 Cor 1, 12; Sant 1,27; 4, 4 [bis]; 2 Pe 1, 4; 1 Jn 2,17; 5,4 [bis]). Sobre todo en Pablo y en la tradición joánica puede observarse una desarrollada visión teológica del xóo[to~ como el mundo (de los hombres) que se ha puesto en contradicción con Dios: ese mundo en el cual y para el cual Dios ha actuado redimiendo y reconciliando. 4. Para Pablo, los enunciados teológicos acerca del xóalw~ se hallan supremamente en un contexto antropológico. :na~ ó xoal.wC; (Rom 3, 19) no significa otra cosa que naaa oáQ~ (3, 20), es decir, todos los hombres en

2387

2388

XÓOftOS;

su condición de hallarse perdidos ante Dios. oorpLa 'tOU XÓOf,101J (l Cor 1, 20) se identifica con la sabiduría xa'tcJ. oáQxa (l, 26). XÓOf,lo<; designa aquí la «esfera», alienada de Dios y dominada por el pecado, «de todo lo que los hombres piensan, planean y quieren» (Bultmann, 68). El pecado del hombre tiene la culpa de este estado en que se halla el xóof,lo<; (Rom 5, 12; cf. 8, 19-22), pero los hombres no tienen poder sobre el pecado, sino que, como XÓOf,lo<;, están dominados por él y son llevados a una total oposición a Dios (1 Cor 1, 20s.27s; 3, 19; 2 Cor 7, 10; Gál 4, 3). El xóof,lo<; no puede percibir esta oposición en sí mismo y por sí mismo; está sometido a la futilidad y a la transitoriedad y, finalmente, al juicio de Dios (l Cor 7, 31; Rom 3, 6; 1 Cor 11, 32), lo mismo que los aQxov'tE<; 'tOv at&vo<; 'to'ú'to1J, que se arrogaron el juzgar a Cristo (1 Cor 2, 6.8). De Dios mismo partió la acción de reconciliar consigo al XÓO[,lo<; (Rom 11, 15, cf. v. 12; 2 Cor 5, 19: 'frEO<; ~v EV XQLo0 xóof,lov xataAAáoowv Éau'trp); por la reconciliación, los creyentes siguen viviendo, sí, en el xóo[,10<;, pero viven como reconciliados, que ya no son el XÓOf,lo<; (2 Cor 1, 12; Gá14, 3), que ya no tienen que usar el XÓOf,lo<; como xóof,lo<; (1 Cor 7, 31), y que finalmente, en su libertad, pueden disponer del XÓOf,lo<; (1 Cor 3, 22; cf. Col 2, 20). Por eso, los creyentes no viven, por ejemplo, en virtud de un XÓOf,lo<; nuevo y modificado, sino que viven como creación renovada (xmv~ XtlOL<;, 2 Cor 5, 17; Gá16, 15). Por medio de la cruz de Cristo se han hecho extraños a ese XÓOf,lo<; y, con ello, a la vieja existencia carnal de ese mundo (Gál 6, 14). Desde luego, están despreciados por el XÓO[,lo<; (cf. 1 Cor 3, 19; 4, 9.13), pero como los que son verdaderamente superiores a él y los que han de ser en el futuro sus jueces (6, 2) Y como la luz que ilumina la noche del XÓO[,lo<; (Flp 2, 15). La Carta a los colosenses va más allá de las afirmaciones paulinas, seguramente para rechazar especulaciones gnósticas, cuando esta carta, por la victoria de Cristo sobre las aQxal xal El;o'UoLm, considera como acabada la vi-

da EV XÓOft
ano

5. En la teología joánica reaparecen los rasgos fundamentales de la comprensión paulina del xóof,lo<;, pero intensificándose hasta el extremo el radicalismo de la alienación e impiedad del XÓOf,lo<; creado por Dios, y del amor de Dios que, a pesar de todo, sigue amando al xóof,lo<; (cf. Bultmann, Teología, 430ss). En el concepto del xóof,lo<; (sobre la estadística cf. especialmente Cassem) se incluye no sólo la totalidad de lo creado (-+ 3.a), sino también el aspecto especial del hombre que, en su lejanía de Dios, representa a lo creado, sin que ninguno de estos dos aspectos puedan separarse entre sí. La relación de Dios con el x6of,l0<; corresponde a la relación de la luz con las tinieblas; lo creado no reconoce al Creador, las tinieblas rehúsan la luz (Jn 1, 5.9s) y la verdad (cf. 17,17; 18, 37). Así, se describe la redención como un acontecimiento dramático, en el que el amor del Creador se colma al enviar a su Hijo al x6of,l0<; (3, 16s; 10, 36; 11, 27; 12, 46s; 18, 37; 1 Jn 4, 9.14). Aquel que «no es de este mundo» (Jn 8,21-23: cf. 18, 36), viene al mundo como la «Luz» (l, 9; 3, 19; 8, 12; 9, 5; 12, 46) yel «Salvador» (4,42; 1 Jn 4, 14), a fin de cargar con el pecado del XÓOf,lo<; (1, 29; 1 Jn 2, 2); encuentra en el mundo a los

2389

XÓOftOS; - xóqJLVOS;

que están, sí, en el XÓOf,lo<;, pero no se hallan determinados por el XÓOf,lo<; (15, 19; 17, 14.16) y, por tanto, tienen que cargar con el odio del mundo (15, 18s; 17, 14; 1 Jn 3, 13; cf. 3, 1; Jn 16,33), como tuvo que cargar con él el Hijo mismo (sobre el odio de los judíos cf. 5, 17s; 8, 37-47; 10,31 y passim); alas suyos el Hijo les muestra el verdadero amor del Padre (13, 1; 17,21.24) y, cuando él se marcha del XÓOf,lo<;, los deja a ellos en el xóof,lo<; (17, 11.15; 1 Jn 4, 17) para que sean la comunidad del Espíritu (14, 17) Y del mandamiento del amor (13, 34s; 15, 9ss). Más aún, él los envía al xóof,lo<;, como el Padre le envió a él (17, 18ss). La venida del Hijo para la salvación del XÓOf,lo<; (Jn 3, 17; 12, 47) se convierte para éste enjuicio, porque el mundo rechaza la salvación (3, 19; 12, 31: vvv ó aQXwv 'tOU xóof,l01J w'ÚW1J EX~All{h'lOftm ESW; 16, 18ss). Ahora bien, los creyentes, en medio del xóof,lo<;, son los representantes de la revelación del Hijo y del amor de Dios al XÓOf,lo<; (17, 21.23). Así que el XÓOf,lo<; no es reprobado, sino superado (16, 33; 1 Jn 5, 4s). Los creyentes no pueden ya amar al xóof,lo<; (l Jn 2, 15-17), porque tienen a quien es mayor que el XÓOf,lo<; (4, 4). En los enunciados de la teología joánica acerca del XÓOf,lo<; se habla de la esencia del mundo, que se ha apartado de Dios y se encuentra dominado por el mal (no aparecen expresiones apocalípticas como aLwv OUto<; o [,IÉAAWV / EQXÓ[,IEVO<;). La cumbre del dualismo cósmico se halla en la cristología: el enigma del rechazo de los hombres, especialmente de los judíos, que no quieren aceptar la misión y el mensaje del Hijo encuentra su explicación en el hecho de que los hombres no están en condiciones de captar, ellos mismos, la vida y la verdad. Los que rechazaron al t..óyo<; ti'j<; ~wfj<; (l Jn 1, 1), demuestran así que están determinados por el XÓOf,lo<;. Tan sólo oyendo, conociendo y creyendo, son capaces los hombres de liberarse de ese poder del XÓOf,lOS;. En consonancia, también el camino del Hijo para la salvación tiene dimensiones cósmicas: los poderes del XÓOfto<; se

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~allan vencidos permanentemente en el EspífItu, en la fe y en el amor fraterno, y las tinieblas son iluminadas por la verdadera luz de Dios. Con esta concepción, la teología joánica va acercándose cada vez más a la gnosis del cristianismo primitivo y a la gnosis herética, contra la cual tiene que defenderse decididamente (especialmente en la Carta primera de Juan) (cf., a propósito, 1. Becker, Das Evangelium nach Johannes 1 [OTK], 51-55 Y 147-151 [bibl.]). H. Balz Kt)"úaQTOS', OU Kouartos Cuarto* Rom 16, 23: Nombre de un cristiano (ó acEArpÓ<;) que envía saludos. XOUJ! koum (imperativo) ¡levántate!* Mc 5, 41, en la forma imperativa taAL'fra X01Jf,l, que es traducida por: «¡Muchacha -yo te lo digo- levántate!». En contra de A D (X01Jf,lL) hay que preferir la forma de Sin B C (X01Jf,l). X01Jf,l es transcripción de la forma mesopotámica del imperativo qúm (qumf es la forma correspondiente en el arameo palestinense). TRE 111,609.

xouO"T(Obta, aS', ÍJ koustOdia

guardia (soldado que hace guardia)* Este préstamo latino (custodia) aparece en Mt 27, 65 en la expresión: EXW X01Jo'twOLav, «tener una guardia» (= un piquete de soldados); en 27,66 y 28, 11 se refiere a los soldados que hacían guardia junto al sepulcro de Jesús. W. L. Craig, The Guard at the Tomb: NTS 30 (1984) 273-281).

xouqJi~(O kouphizo aligerar, quitar peso*

Hech 27, 38: X01JffJL~W 't0 nt..olov, «aligerar la nave (echando por la borda el cargamento)>> (cf. Jon 1, 5 LXX; Polibio 11,5, 11). XÓqJLVOS, OU, Ó kophinos canasto* XÓrpLVO<; es el canasto portátil en Mc 6, 43 par. Mt 14,20/ Lc 9, 17/ In 6, 13 (<<doce ca-

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xóq)LVO~

nastos»). Mc 8, 19 par. Mt 16, 9: :n:óaolJ<; xocpLVOlJ<;; Lc 13, 8 D: XÓcpLVO<; XO:n:QLWV, «un canasto de estiércol». xºá~a'tto~, O\), Ó krabattos cama, camilla* El origen de este extranjerismo (que aparee ce también en la literatura rabínica) es desconocido. La ortografía varía (xQál3~u'tO<;, xQá~u'tO<;, xQál3uxto<;; cf. BlaB-Debrunner § 42, 4, con la nota 4). En el NT, 'XQál3at'tO<; aparece únicamente en Marcos, Juan y Hechos. Como cama para un hombre pequeño o como medio para trasportar enfermos: Mc 2, 4; 6,55. En Mc 2,9.11.12 Y Jn 5,8.9.10.11: ULQW tOV 'XQáj3at"tov. En Hech 5, 15 aparece xQál3ut"to<; junto a xAwáQLOV. En Hech 9, 33 se habla del hombre que estaba paralítico desde hacía ocho años «y se hallaba postrado en cama (E:n:l xQul3át"tOlJ)>>. xºá~ro krazi5 gritar, clamar, dar voces*

l. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos 3. El «clamar» en Rom 8, 15; Gál 4, 6. Bibl.: D. A. Carson, xQUSw xü., en NIDNT 1, 408410; W. Grundmann, xQu1;,w xü., en ThWNT III, 898-904; P. van der Osten-Sacken, Rom 8 als Beispiel pln Soteriologie, Gtittingen 1975, 129-131; C. Romaniuk, Spiritlls clamans: VD 40 (1962) 190-198; H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, 230s. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1148.

1. En el NT xQá~ú) aparece 56 veces, encontrándose con la mayor frecuencia en Mateo (12 veces), Hechos y Apocalipsis (11 veces en cada uno de estos escritos) y Marcos (10 veces). En cambio, Lucas y el Evangelio de Juan tienen sólo 4 testimonios, cada uno de ellos, Pablo tres testimonios (Rom 8, 15; 9, 27; Gál 4,6) y Santiago un testimonio (5,4). 2. El verbo (que se halla a menudo en combinación pleonástica con [ev] cpcovñ flEYáAn como en Mt 27,50; Mc 5,7; Hech 7,57.60; Ap 10, 3 y passim) designa relativamente pocas veces un grito inarticulado e incomprensible: el grito que dio Jesús al morir, Mt 27, 50 (cf. Mc 15, 39 v.l.); los gritos de terror de los disCÍ-

- xQásw

2392

pulas, Mt 14,26; los gritos de los poseídos por demonios, Mc 5, 5; 9, 26; Lc 9, 39; los gritos de una parturienta, Ap 12, 2; el clamor de un ángel (que anuncia el juicio), Ap 10,3 (cf. Am 1,2; 114, 16); los gritos de odio lanzados por el pueblo contra Esteban, Hech 7, 57. En sentido figurado, Jesús habla en Lc 19, 40 del clamor de las piedras; si no se deja hablar a los discípulos, las piedras clamarán dando testimonio de la realeza de Jesús (cf. el v. 38). Según Sant 5, 4, el jornal retenido (es decir, no pagado debidamente) de los trabajadores clama (al cielo, cf. Gén 4, 10). En los demás casos, xQá~w, en el sentido de clamar, exclamar, gritar (en combinación frecuentemente con Myw), introduce un enunciado; en los Sinópticos se testifica en la mayoría de los casos la peculiaridad de la persona de Jesús: los demonios, con sus gritos, le reconocen como el Hijo de Dios, Mc 5, 7 par. Mt 8, 29, a diferencia de Lucas; Mc 3, 11 par. Lc 4, 41; los ciegos invocan a Jesús llamándole Hijo de David y piden que les socorra, Mc 10,47 par. Mt 20, 30, a diferencia de Lucas; Mc 10,48 par. Mt 20, 31 / Lc 18,39; Mt 9, 27; Y lo mismo hace la mujer cananea, Mt 15, 22. En la serie de testimonios acerca de Jesús se cuentan aquellos gritos de júbilo que le aclaman, cuando él hace su entrada en Jerusalén, Mc 11, 9 par. Mt 21, 9 (a diferencia de Lucas; pero cf. Jn 12, 13 v.l.) y Mt 21, 15 (material peculiar). xºá~w expresa también los gritos fanáticos de la multitud, Mc 15, 13.14 par. Mt 27,23; lo mismo sucede en Hechos (19, 28.32.34; 21, 28.36), donde se menciona el hablar a gritos con el fin de hacerse oír por la multitud (14, 14; 23,6; 24, 21). En el Evangelio de Juan, en contraste con los Sinópticos, el verbo introduce enunciados de Jesús acerca de sí mismo (Jn 7, 28.37; 12,44) o una palabra del Bautista acerca de Jesús (1, 15). Este clamor debe entenderse en el sentido de una proclamación profética, hecha con autoridad (cf. 7,40s). Por lo demás, en el NT el verbo xQá~w aparece únicamente en Rom 9, 27 como término técnico para designar la proclamación profética (cf. Josefa, Ant X, 117).

2393

xQásw - xQUtÉw

3. Rom 8, 15 Y Gá14, 6 concuerdan al afirmar que el Espíritu de filiación (del Hijo) hace que los creyentes clamen «¡ Abba (--+ a~­ j3á), Padre!». Creemos que Pablo alude a una determinada situación en el culto divino (E. Kasemann, An die Romer' [HNT] , 219s). El clamor de la comunidad al decir ¡Abba! es un clamor inspirado (cf. en Romaniuk, 193-196, los paralelos rabínicos de la exclamación invocando al Espíritu; estos paralelos introducen siempre citas bíblicas, es decir, textos inspirados). El Espíritu es quien hace posible esta relación de hijos y quien, al mismo tiempo, da testimonio de ella impulsando a los creyentes a la confesión de fe. Aunque se sabe que ese clamor está sustentado por el Espíritu, no habrá que pensar tanto en una glosolalia (F. MuBner, Der Galaterbrief [HThK], 275) cuanto en un clamor de tipo extático y entusiástico (O. Kuss, Romerbrief, Regensburg 1963, 550s, 603s. Difícilmente se tratará tampoco de un clamor convulso comparable a los gritos lanzados por los demonios (así van der Osten-Sacken, 130). No hay razones para creer que este clamor no brote de la vida consciente de la persona (Grundmann, 903). Como comparación podrán aducirse aquellos pasajes en los que 'XQá~w designa una acto de proclamación pública (H. Schlier) o tiene carácter de aclamación (--+ 2).

H. Fendrich

xºatnáA11, 11~,

t1 kraipale embriaguez,

vértigo, tambaleo* Lc 21, 34: EV xQm:n:áATI xal, flÉ1'tn, «con embriaguez y borrachera».

xºavlov, O\), tó kranion calavera, cráneo --+ rÓAyo1't<1.

xºá(JnEbov, O\), 'tó kraspedon borde, orla, fIeco* Dícese de la orla del vestido de Jesús en Mc 6, 56 par. Mt 14, 36; Mt 9, 20 par. Lc 8, 44 (a diferencia de Marcos); en Mt 23, 5 se dice de los flecos de los vestidos de las farise-

2394

os (cf., a propósito, Billerbeck IV, 276-292). ThWNT I1I, 904; M. Hutter, Ein altorientalischer Bittgestus in Mt 9, 20-22: ZNW 75 (1984) 133-135.

xºatatóop.tat krataioomai robustecerse, fortalecerse * La voz pasiva de xQutmów aparece en Lc 1, 80; 2, 40 juntamente con uu!;ávw, refiriéndose a Jesús niño (tO nmOLov); en 1, 80 con dativo de relación: nVEUflUtL. En Ef 3, 16 con el dativo OlJVáVEL. 1 Cor 16, 13: O"t~XEtE ... , aVOQL~w{}E, xQatmolía1'tE, «¡permaneced firmes ... , conduCÍos como hombres, sed fuertes!». ThWNT I1I, 912.

xºatató~, 3 krataios fuerte, poderoso* 1 Pe 5, 6 habla de la <<poderosa mano de Dios» que exalta a los humildes. ThWNT 111, 912.

xºatÉro krateo asir, aferrarse, retener, mantener* 1. Aparición en el NT y usos - 2. xQu.Éw con genitivo - 3. xQUtÉw con acusativo. Bibl.: Bauer, Wdrterbllch, s. v.; G. Bornkamm, Das Bekenntnis im Hebrderbrief, en Bornkamm, Allfsdtze n, 188-203; E. Gral3er, Der Glaube im Hebr, Marburg 1965, 32; W. Michaelis, xQatÉw, en ThWNT III,

91Os. 1. En el NT, xQu"tÉw aparece 47 veces. Describe en sentido literal o figurado el proceso de asir o el resultado del mismo: retener. 2. xQa"tÉw con genitivo expresa constantemente un acto realizado sin violencia alguna. Jesús coge de la mano a una persona enferma para curarla (sólo en Mc 1,31; 9, 27) o a una persona muerta para resucitarla (Mc 5, 41 par. Mt 9, 25 / Lc 8, 45). Los que navegan (Hech 27, 13) creen que podrán llevar a cabo sus planes (xQatÉw Tií~ nQo1'tÉaEw<;). El autor de Hebreos exhorta a la comunidad tentada a mantenerse firme en la confesión bautismal de fe (4, 14; Bornkamm) o a echar mano de la esperanza puesta delante de ella (6, 18; menos

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xQm:ÉúJ

probablemente -como se dice, por lo demás, en Herm [v] 3, 8, 8- a «retener» esa esperanza; en contra de GraSer, 32, cf. especialmente el dinamismo en ')w'tcxcpUyÓV'tE<; ... , 6, 18 Y en xa'tÉXELv, 3, 6.14; 10, 23, para designar la acción de «retener firmemente»). 3. a) xQcx'tÉw con acusativo designa una acción más o menos violenta de asir a alguien: los parientes de Jesús tratan de hacerse cargo de él (Mc 3,21). Herodes manda prender a Juan (Mc 6, 17 par. Mt 14, 3; con referencia a Jesús: Mc 12, 12 par. Mt 21, 46; Mc 14, l.44.46.49 par. Mt 26, 4.48.50.55; Mt 26, 57; con referencia a Pablo: Hech 24, 6). El criado despiadado echa mano de su con siervo (Mt 18, 28); los invitados que no quieren aceptar la invitación echan mano de los criados del rey (22, 6); los esbirros echan mano del joven, que luego se les escapaba (Mc 14, 51); el cordero prende al dragón (Ap 20, 2). Las mujeres se abrazan (Mt 28, 9) a los pies del Resucitado; el dueño coge a la oveja que había caído en un hoyo (12, 11), incluso aquí se escucha en el fondo la idea de «violencia»: la acción, en todos los casos, se lleva a cabo independientemente de la voluntad de la persona afectada por ella. b) xQCX'tÉw con acusativo tiene el significado de tener asido, retener fuertemente, de nuevo con diversos matices: el Resucitado retiene (firmemente) en su mano las siete estrellas, como signo de que quiere preservar a sus comunidades (Ap 2, 1). El paralítico que había sido curado sigue asiéndose a Pedro y a Juan (Hech 3, 11); los cuatro ángeles retienen a los cuatro vientos (Ap 7, 1). De manera parecida se dice, sólo en voz pasiva, que los ojos de los discípulos de Emaús estaban retenidos, es decir, estaban como hechizados (Lc 24, 16; en forma semejante en Hech 2, 24). Así como se impide la marcha de los apóstoles o el desencadenamiento de los vientos, así también al comienzo del encuentro con los de Emaús se impide que esos discípulos reconozcan al Resucitado. Jesús confiere a los discípulos la autoridad para retener pecados (Jn 20, 23; Michaelis, 911). Los cuatro testigos de la Trasfiguración ca/!-

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servan en su interior lo que ha dicho la voz del cielo y tratan de comprender su sentido (Mc 9,10). Esta misma expresión, en Mc 9, 10, conduce a un grupo de textos mayor y relativamente homogéneo. Mc 7, 3 describe con la expresión «conservar la tradición de los padres» (cf. también 7, 4.8) la fidelidad de los fariseos a la tradición oral. En conformidad enteramente con este sentido, se exhorta en 2 Tes 2, 15 a los cristianos a «mantener firmemente las tradiciones». La descripción del hereje en Col 2, 19 como de «quien no se mantiene firmemente asido a la cabeza, nos hace pensar concretamente en tradiciones cristo lógicas como las que se enuncian, por ejemplo, en 1, 15-20. Semejantes tradiciones determinan la frontera entre la fidelidad y la infidelidad a la «Cabeza» (cf. también 2,8.18). Un último contexto para determinar el significado de xQa'tÉúJ, lo tenemos en las cartas dirigidas a las iglesias, en el Apocalipsis. El testimonio en favor de la comunidad de Pérgamo (2, 13) porque se mantiene firmemente asida al nombre de Jesús, y la invitación que se hace a las comunidades de Tiatira (2, 25) Y de Filadelfia (3, 11) para que retengan lo que poseen, hay que referirlos, como lo demuestra el contexto correspondiente (cf. 2, 13.24; 3, 8), a las confesiones cristológicas y tradiciones doctrinales conservadas actualmente (es decir, acreditadas y conocidas) por esas comunidades. Por eso, la correspondiente designación de los herejes, en 2, 14, como personas que se aferran a la doctrina de Balaán y de los nicolaítas debe entenderse probablemente como una referencia a quienes se orientan por otras tradiciones distintas. Es común al uso de xQu'tÉw seguido por un acusativo para expresar el concepto de una tradición o algo por el estilo (cf. en forma parecida xQu'tÉúJ con acusativo, Lc 8, 15; 1 Cor 11, 2; 15,2; Heb 3, 6.14; 10, 23) en Marcos, 2 Tesalonicenses, Colosenses y Apocalipsis, el hecho de que en todos esos casos se trate de enunciados formulados en un marco polémico. Esta manera de hablar podría derivarse del tiempo posterior al destierro, con sus conflictos en materia de política religiosa (cf. el hifil

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XQa1:ÉúJ - xQá:wC;

de ~azaq en Is 56, 2, 4.6.; lQS 5, 1, 3, entre otros). Parece especialmente importante, desde el punto de vista teológico, el que incluso en el NT se exhorte a lo que Mc 7 critica con tanta pasión: a mantener firmemente (xQcx'tELV) las tradiciones (las -nuevas- tradiciones «antiguas» ). P. von der Osten-Sacken

xQátUJto;, 3 kratistos altamente venerado, altamente apreciado* Bibl.: Bauer, Wiirterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § 5, 3; 60, 2; 146, 3; G. Klein, Lukas 1, 1-4 als theologisches Programm, en Id., Rekonstruktion und Interpretation (BEvTh 50), München 1969,237-261, especialmente 255-257; O. Seeck, en Pauly-Wissowa Y, 2006s; A. Yogtle, Was halte die Widmung des lukanischen Doppelwerkes an Theophilus zu bedeuten 7, en Id., Das Evangeliwn und die Evangeliol, Düsseldorf 1971,31-42.

l. xQá'tww<; es superlativo de xQa'tuc;. Es la traducción oficial del título latino vir egregius, y como tal es un tratamiento distinguido para dirigirse a personas que ocupan un alto cargo. Josefo, Ant XX, 12 se lo aplica a Vitelio, gobernador de Siria. En Hech 23, 26 se da este tratamiento a Félix, gobernador de Judea, en el praescriptum de una carta; y en 24, 3 se le da este mismo tratamiento, al dirigírsele la palabra al comienzo de una acción judicial entablada contra Pablo. En 26,25 Pablo se dirige al gobernador Festo, dándole este tratamiento. La composición de las escenas y el estilo son lucanos. 2. xQá'tLG'toC; aparece también como un tratamiento respetuoso y cortés, pero sin que vaya dirigido a una persona con un cargo oficial. Y, así, encontramos XQá'tLCJ~O<; en las dedicatorias de obras literarias, por ejemplo, en Josefo, Ap l, 1; Diogn 1, 1; Galeno 10,78. Lucas utiliza esta expresión para dirigirse a Teófilo, a quien en Lc 1, 3 dedica su Evangelio y más tarde los Hechos de los Apóstoles. La forma literaria del proemio, que trata de ajustarse a ciertas normas del buen decir en una obra culta, y el vocativo XQá'TLCJ"tE nos hacen sospechar que la persona a quien iban

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dirigidas las obras ocupaba una posición elevada. A. Weiser

xQá'to;, 0\);, tó kratos poder, fuerza, dominio* l. Aparición y uso en el NT - 2. El poder de Dios 3. Hech 19,20; Heb 2, 14. Bibl.: Bauer, Wiirterbuch, .1'.1'.; W. Grundmann. Del' Begriff del' Kraft in der nt!. Cedankenwelt, Stuttgart 1932 (bibl. antigua); W. Michaelis. xºátO~ xtA., en ThWNT III. 905-910; E. Percy, Die Probleme de,. KoIO.l'ser- 1II1d Epheserbriefe, Lund 1946, 195s; E. Pe terson, EIL: ElEOL:, Gottingen 1926, 168s; P. Winter, Some Observations on the Language in the Birth and Infane)' Stories of the Third Cospel: NTS I (19541955) 111-121. Para más bibliografía, cf. ThWNT X. 1148.

l. En el NT, xQáw<; aparece 12 veces, principalmente en contextos influidos litúrgicamente de la literatura epistolar tardía. La mitad de los testimonios se encuentran en doxologías, y otros tres testimonios en oraciones o himnos. Aunque los frecuentes enunciados acerca del poder, el dominio y la fortaleza de Dios, que aparecen en las plegarias y los himnos, reflejan la tradición bíblica y judía (cf. Grundmann, 109, nota 2; Percy; E. Lohse, Der Brief an die Kolosser' [KEK], a propósito de 1, 11), sin embargo la influencia del culto tributado al emperador romano podría dejarse sentir en las doxologías (cf. Peterson; en contra de Michaelis, 905). De acuerdo con este uso primordial del término, el NT no habla nunca de xQá'to<; para referirse a personas (cf. Michaelis, 907). En relación con los demás términos para expresar fuerza, xQáto<; significa «el poder o al,ltoridad efectivamente superior» (H. Schlier, La Carta a los efesios, Salamanca 1991, 112 [a propósito de 1, 19]). Se acentúa especialmente el poder de Dios como soberano poderoso, incluso en la guerra. Casi puede decirse que el término tiene un constante aspecto de milicia. 2. a) Según el Magnificat, Dios demuestra el poder de su brazo (cf. Sal 117, 16; 88,11 LXX; a propósito, Winter, 116; además 1QM

2401 2399 6,6; 11,5 Y passim), dispersando a los soberbios (como se dispersa en el combate a los enemigos; Lc 1,51). En la intercesión en que se pide fortaleza, en Col 1, 11 (para la lucha de la fe, cf. v. 29), xQátoC; podría referirse a la lucha mencionada en 1, 13. De manera semejante, según la petición que se formula en Ef 1, 19, «la extraordinaria grandeza de su poder (del poder de Dios)>> es la que ha hecho que Jesucristo triunfe sobre todos los demás poderes. En este sentido, Ef 6, 10 no exhorta «de manera muy general» (J. Gnilka, Der Epheserbrief [HThK], sub loco, sino que de manera específica y deliberada sitúa esta exhortación antes de las instrucciones para revestirse de la armadura de Dios, a fin de fortalecerse con el «fuerte poder (de lucha)>> del Kyrios (cf. IQM 10,5; 1QH 7,17.19; 12,35). b) En la doxología de 1 Tim 6, 16, la mención del aLWVLQV xQ(h:oc; «<poder eterno»), junto a 'tLrt~, recoge la predicación anterior de Dios, a quien se llama inmortal «Soberano, Rey de reyes y Señor de señores». En las doxologías en honor de Cristo en 1 Pe 4, 11; Ap 1, 6; 5, 13, y en las doxologías en honor de Dios en 1 Pe 5, 1; Ap 5, 13, la elección precisamente de xQátoC; junto a Msa (y a otros términos más en Ap 5, 13) debe explicarse por la situación de persecución en que se hallaban las comunidades. En la alabanza del poder soberano de Dios, estas predicaciones expresan la certeza de la victoria divina sobre los poderes a que ahora están expuestas las comunidades. Los motivos de la lucha de la fe (Jds 3) y del juicio (Jud 5ss) podrían explicar el uso de xQá'toC; (poder) junto a ESovala y otros términos en la doxología en honor de Dios en Jds 25. (Sobre xQá'toC; en las doxologías cf. también 1 Clem 64; 65, 2; MartPol 20, 2.) 3. En contra de la opinión corriente (Bauer; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte 3 [KEK], sub loco; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erkliirt' [HNT]), Hech 19, 20 no es un ejemplo del uso absoluto de xa'ta xQátoc; = «poderosamente». Sino que forma parte de lo que sigue, 'tov XVQLOV, el cual genitivo, por tanto, no debe entenderse como genitivo que

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modificara a ó MyoC;. En primer lugar, la ausencia de artículo después de xata A6yoC; tiene una analogía, por ejemplo, en Hech 22, 3; en segundo lugar, Ó AÓyOC; no aparece nunca (!) en Hechos como nomen regens postpuesto a su modificador; en tercer lugar, la afirmación sumaria de que la palabra crecía «con arreglo al» o «por medio del poder del Señor» se entiende perfectamente después del relato acerca de los poderosos actos de Dios realizados por medio de Pablo (19, 1l.l2ss). xQátoC; EXClV 'twóC; (<
voces* Dícese de personas en el sentido de gritar, vociferar, en Mt 12, 19; Hech 22, 23. En el mismo sentido, pero seguido de discurso directo en Jn 19, 15; lo mismo con A,¿yOVtEC; en Jn 18,40; 19, 6.l2. En Lc 4,41 A DE W al, dícese de los demonios que son expulsados (en vez de xQa~(j) como en B Sin Cal). xQavya~w significa clamar en voz alta en Jn 11,43 (Jesús clama en voz alta) y en 12, 13 (la multitud clama a gritos ¡hosanna!). Cf. ThWNT IlI, 898-904.

XQ«uytl, tí;, 'Í] krauge grito, griterío,

clamor* Dícese de un enorme griterío en Hech 23, 9. En Ef 4,31, del grito de temor, Ap 21, 4. Un clamor en voz alta y con palabras claramente articuladas, en Mt 25, 6; Lc 1,42; Heb 5,7. ThWNT III, 898-904.

XQÉ«;, XQÉro; (xQÉa'to;), tó kreas carne* Junto al genitivo xQÉWC; existe la forma (más tardía) xQÉu'tO¡;:;. En el NT, xQÉac; apa-

rece únicamente en la frase epáyw xQÉa, «comer carne», Rom 14, 21; 1 Cor 8, 13 (cf. TestJud 15,4). DTNT 1, 227-233.

xQdoorov, xQdttrov, 2

kreisson, kreitton más excelente, más útil; adverbio, mejor* La forma que se emplea concretamente, varía según los diversos testimonios de la tradición (aa o 't't); BlaB-Debrunner § 34, 1. xQelaawv se usa en el NT como el comparativo de aya'fróC;. Designa la calidad más excelente de personas (Heb 1, 4; 7, 7) Y de cosas (Heb 7, 19.22; 8, 6 [bis]; 9, 23; 10.34; 11, 16.35). En ICor 12, 31a Textus Receptus dícese de los xaQlartata mejores. Heb 11,40: XQ€LLtÓv n, «algo mejor». El sentido de más provechoso / más ventajoso aparece en: 1 Cor 7, 9; 11, 17 (etc; 't0 xQ€'i:aawv a1.JvÉQX0/-lCtL); Flp 1, 23; Heb 6, 9; l Pe 3, 17; 2 Pe 2,21. Tan sólo en l Cor 7, 38 (xQ€LaaOV nOL~a€L) y Heb 12, 24 (XQ€LLtOV AaAoíJvn),' el término se emplea como adverbio.

xQE,..,ávvuJ.u kremannymi colgar* 1. Aparición en la literatura cristiana primitiva 2. Con referencia a la crucifixión - 3. Otros usos del verbo en sentido propio - 4. En sentido figurado.

Bibl.: Bauer, Wórterbuch. s. v.; J. M. Baumgarten, Does tlh in the Temple Scroll Refa lo Crucifixion?, en Id., Studies in Qumran Law, Leiden 1977, 172-182; K. Berger, Die Gesetzesauslegung Jesu 1, Neukirchen-Vluyn 1972, 56-257, especialmente 227-232; G. Bertram, xQqlávv1JfU xTA., en Th WNT I1I, 915-920; Billerbeck I, 775-778, 907s; Ch. Burchard, Das doppelte Liebesgebot in der friihen christl. Überlieferung, en FS Jeremias 1970. 39-62, especialmente 55-57, 60s; 1. A. Fitzmyer, Crucijixion in Andent Palestine, Qumran Literature, and the NT: CBQ 40 (1978) 493-513,especialmente 498ss; A. J. Hultgren, The Double Commandment of Love in Mt 22:34-40. lts Sources and Compositions: CBQ 36 (1974) 373-378; H.-W. Kuhn, Jesus als Gekreuzigler in del' frühchristl. Verkiindigung bis zur Mitte des 2. Jh.: ZThK 72 (1975) 1-46, especialmente 20, 33-36; A. Nissen, Goft und del' Niichsle im antiken Judenlum. Untersuchungen zum Doppelgebol del' Liebe, Tübingen 1974, especialmente 498-502.

l. En el NT, el término aparece siete veces, cuatro de ellas en el Evangelio de Lucas y los

2402 Hechos de los Apóstoles, dos veces en Mateo, y una vez en Pablo. En los demás escritos del cristianismo primitivo (según las estadísticas de Bauer, Worterbuch VII), xQ€/-láVV1.J/-ll aparece tres veces (Herm [s] 2, 3s; ApPe 7, 22). En los escritos del cristianismo primitivo encontramos también el verbo compuesto EXXQ€/-láVV1.J/-lL (<<estar suspendido de»): Lc 19,48; 1 Clem 12, 7). En cuatro pasajes, en todos los cuales aparece el verbo simple y que se encuentran -todos ellos- en el NT, el verbo se refiere al castigo de la crucifixión. 2. En Gál 3, 13 el verbo se usa a propósito de la ejecución de Jesús, en una cita de Dt 21, 23: mientras que en el AT tlila 'al/ xQ€/-lavV1.J/-lL Enl se refiere a que el cuerpo del ejecutado quedaba colgado de la cruz, después de su muerte, vemos que Pablo refiere el pasaje (como lo hacen ya los textos de Qumrán 4Qp Nah 3-4 I, 7s e indudablemente [en contra de Baumgarten] también el Rollo del Templo 64, 6-13; asimismo, la aplicación de Dt 21,22 v.l. a la crucifixión de Jesús en Justino, Dial 89s) al castigo de la crucifixión. También, en la mención que se hace de la ejecución de Jesús en Hech 5, 30 Y 10, 39, la combinación de palabras xQE/-laaavt€C; EnL SVA01.J sugiere una alusión a Dt 21, 22s. Asimismo, Lucas emplea xQ€/-lavVV/-lL para referirse a la ejecución de los· dos malhechores que fueron crucificados juntamente con Jesús (23, 39, a diferencia de MarcoslMateo; cf. Lc 23, 33, donde se emplea en cambio el verbo a'tauQovv). Igualmente, en la literatura contemporánea ajena al cristianismo, el simple uso de xQ€/-lavVulkl, sin más añadiduras, podía significar «crucificar» como ejecución (por ejemplo, en Plutarco, Caes 2, 2 [cf. 2, 4, donde en vez de xQ€/-lávV1.J[.tL encontramos avua'tu1.JQovv]). -> SVAOV 3.a. 3. El sentido literal aparece en otros dos pasajes del NT: como verbo transitivo (con n€Ql y acusativo: «alrededor de») en Mt 18, 6: «que le colgaran alrededor del cuello una piedra de molino de las que mueve un asno» (xQ€/-lav-

2403

2404

xQqtáVVUf!L - xQl¡tU

V'UftL, a diferencia de Marcos/Lucas); como verbo intransitivo (con EX, «de») en Hech 28, 4, donde se dice que una víbora mordió a Pablo y se quedó prendida de su mano.

y árabes» (a propósito, O. EiBfeldt: ThLZ 72 [1947] 207-212: B. M. Metzger, en FS Bruce, 123-133); Tit 1, 12 en una maliciosa observación: «Los cretenses son siempre mentirosos ... » (según Epiménides, cf. N. Brox, Cartas pastorales, sub loco).

4. El verbo, usado en sentido figurado, significa depender de, en Mt 22, 40 (a diferencia de Marcos/Lucas): «toda la ley y los profetas» KQitmell~, EvtO~ Kreskes Crescente* (considerados como la «suma» [así piensa tamForma griega del nombre latino de persona bién, por ejemplo, Burchard, 57] de la volunCrescens. Crescente, según 2 Tim 4, 10, fue tad divina; cf. Mt 22, 28) dependen «del» (EV) compañero de Pablo. denominado «doble mandamiento del amor» (también par. Marcos/Lucas; se cita a Dt 6, 5 Y KQit'tll, 11~ Krete Creta* Lev 19, 18). Los paralelos lingüísticos más El nombre de la (mayor) isla (griega) aparecercanos en la literatura rabínica son: bBer 63a ce en Hech 27, 7.12.13.21 (en el relato del (también con afinidad temática); SifreDt 41 a viaje marítimo; se mencionan en concreto las propósito de 11, 13; cf. también 1:1 ag 1, 8 (en siguientes ciudades de Creta: en el v. 8 Buetodos los pasajes tald y be). Sin embargo, el nos Puertos y Lasea, en el v. 12 Fenice) y trasfondo histórico-religioso para poner de retambién en Tit 1, 5 (Pablo dejó a Tito en Crelieve el doble mandamiento del amor o un ta). E. Kirsten: Antike 14 (1938) 295-346: mandamiento parecido se halla en el judaísmo LThK VI, 602-604; LAW 1614-1616; Haag, helenístico; un paralelo lejano de XQEftUVV'UftL Diccionario, 394s; Pauly, Lexikon III, 338lo encontramos en Filón, SpecLeg I1, 63: la 342; N. Platon, Kreta, München '1978. piedra y la filantropía son las dos enseñanzas fundamentales (DUO ta avo.)tutw XEcpUAELU) (sobre el carácter especial del contenido de esXQt-3it, fí;, Í) krithe cebada* ta afirmación cf. Nissen, 500s). En el NT se Ap 6, 6: «tres medidas de cebada»; cf. Dalhallan enunciados objetivamente paralelos de man, Arbeit Il, 251-256; I1I, 300-302. XQEftUVV'UftL en Gál 5, 14 (---+ nA.l1Qów) y ---+ avuxEcpuAmów 2; ---+ JtA~QúJftU), cf. Sant 2, 8 xQi-3tvo;, 3 krithinos preparado con hari(--+ PUaLAEÚ<; 6); pero en todos los casos se hana de cebada* bla únicamente del amor al prójimo. Además Jn 6, 9.13, en ambos casos: «cinco panes de del paralelo de Mc 12,31, cf. también Mt 7,12 cebada» (en el milagro de la multiplicación Y23,23. ---+ ayunyt (3.a; bibliografía). de los panes). Cf. ---+ XQL1't'!Í. H.-W. Kuhn XQll~VÓ~,

olí, Ó kremnos barranco, acan-

tilado* Mc 5, 13 par. Mt 8,32/ Lc 8,33: xuta toi'í XQEftVOi'í, «se precipitó por un acantilado» (dícese de la piara de cerdos que se precipitó al mar). Kºit~, l1'tó;, Ó Kres cretense* Habitante de la isla de Creta. En el NT aparece únicamente el plural KQfjtE~: «cretenses

xQi~a, a'to;,

'tó krima juicio, castigo*

1. Aparición y significado - 2. En los Evangel.ios Y en Hechos - 3. En las Cartas paulinas - 4. En la literatura cristiana primitiva.

Bibl.:

-+

xQlvw.

1. En el NT XQLftU aparece 27 veces, diez de ellas en las Cartas Paulinas, y designa en la mayoría de los casos el resultado de una acción: el veredicto del juez o el castigo impuesto por el mismo. Sin embargo, puede

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xQlftu

adoptar también los significados de XQLOL<;: la acción de juzgar, separar, acusar. Una vez se usa en el sentido veterotestamentario de dominio (Ap 20, 4) Y (en plural) en el sentido de litigios (1 Cor 6, 7) Y en el sentido veterotestamentario de la acción judicial de Dios en la historia (Rom 11, 13). 2. XQLftU aparece una sola vez en Marcos. Jesús, en las palabras de advertencia contra los escribas, les amenaza con «un juicio más riguroso», por su mala conducta en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones sociales (Mc 12, 40 par. Lc 20, 47; cf. la inserción de algunos manuscritos en Mt 23, 14). Las palabras de Jesús acerca del juzgar (Q: Mt 7, 1 par. Lc 6, 37) adquieren en Mateo una fundamentación concisa: «Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados». La medida del juicio escatológico divino será el juicio que nosotros pronunciemos sobre nuestros semejantes. En los escritos lucanos XQLftU es casi siempre la condena que resulta de una acción judicial: Lc 23, 40: pena de crucifixión; 24, 20: pena de muerte; Hech 24, 25: el futuro juicio pronunciado por Dios. El Evangelio de Juan emplea una vez la palabra en el sentido de la separación que se efectúa entre los hombres por la presencia de Jesús, una separación que depende de la actitud que ellos adopten ante la persona de Jesús, y que tiene como consecuencia el «ver» o el «quedarse ciego» (9, 39; ---+ XQLVW 5). 3. En Pablo el término aparece únicamente en Romanos, 1 Corintios y Gálatas, como juicio condenatorio pronunciado por Dios en Rom 2, 2.3 (---+ XQLVúJ 3); 3, 8 (en 13, 2 puede referirse al juicio dictado por Dios o al juicio dictado por el Estado); Gál 5, 10. Rom 5, 16 acentúa el poder superior de la gracia en relación con la divina sentencia de castigo por el pecado de Adán, una sentencia que lleva a la condenación del mundo pecador y asociado con Adán. El poder de la gracia sobrepasa a las trasgresiones y conduce a la justificación en el acontecimiento de Cristo.

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El término se refiere también a la «divina sentencia de castigo» -referida al presenteen 1 Cor 11, 29.34, donde Pablo habla de las lamentables circunstancias en que la comunidad celebra la Cena del Señor (11, 20) y que amenazan destruir la unidad de la comunidad. El comer y beber la Cena del Señor, que debiera significar la proclamación de la muerte salvífica del Señor (11, 26), puede convertirse en juicio: fti¡ OLUXQLVúJV tO OWftU (11,29: si «el cuerpo» no es «discernido, rectamente enjuiciado o distinguido», cf. Büchsel: ThWNT III, 948). «El cuerpo» se refiere a menudo al pan de la Cena del Señor (cf. Synofzik, 50s), pero aquí designa al cuerpo (de Cristo) que es la Iglesia (cf. G. Bornkamm, Eucaristía e Iglesia en san Pablo, en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 129s, 135s), la cual ha de ser «salvada» mediante los juicios divinos (11, 32); ---+ XQLVúJ 3. 4. Según 1 Tim 3, 6, ningún «recién convertido» debe llegar a ser obispo, porque hay peligro de que se envanezca, lo cual podría conducir al XQL/W tOU OLUPÓAO'U, es decir, a la acusación del diablo (cf. 5, 12) ante el juicio de Dios (cf. Ap 12, 10). Heb 6, 2 incluye en la instrucción cristiana elemental la doctrina acerca del XQLftU aLwVLOV. Los vv. ls mencionan tres pares de acciones íntimamente relacionadas entre sí (unidas siempre por «y»), en las que la primera precede temporalmente a la segunda. Por eso, <
xQl¡w - xQlvúJ

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minio en Ap 20, 4 (cf. Dan 7, 22, donde XQL[lu es un concepto paralelo al de PUO"LA.ELOV [LXX] o PUO"LA.ELU [8]). M. Rissi

XQtVOv, OlJ, -.:Ó krinon lirio* Mt 6, 28 par. Lc 12, 27 menciona T>, como ejemplos de flores muy hermosas. Dalman, Arbeit 1/2, 357-366; Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.); Schulz, Q, 149-157, especialmente 151.

XQtvro krino juzgar

xgLms;, EWS;, l. Aparición

~ krisis juicio y

significado - 2. xQ[vúJ Y XQ[Ol~ en

Q, los Sinópticos y Hechos - 3. En las Cartas paulinas

- 4. En los escritos del cristianismo primitivo - 5. Peculiaridades en Juan - 6. Compuestos. Bibl.: J. Blank, Krisis, Freiburg 1964; G. Bornkamm, La revelación de la ira de Dios (Rom 1-3), en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 9-36; Id., Eucaristía e Iglesia en san Pablo, en ibid., 103-144; E. Brandenburger, Gericht Gottes (IlI), en TRE XII, 469-483; H. Braun, Gerichtsgedanke und RechtfertigUlzgslehre bei Paulus, Leipzig 1930; F. Büchsel- V. Herntrich, xQ[vw XTA., en ThWNT lIl, 920-955; H. Conzelmann, Gericht Gottes (1II: im NT), en RGG 1I, 1419-1421; A. Corell, Consummatum esto Eschatology and Church in the Gospel of St. John, London 1958; E. Dinkler, Rechtsnahme und Rechtsverzicht (1 Ko/' 6, lID), en Id., Signum Crucis, Tübingen 1967, 204-240; K. P. Donfried, Justification and Last Judgemenl in Pau/: ZNW 67 (1976) 90-110; F. V. Filson, St. Paul's CO/lception of Recompense, Leipzig 1931; G. Friedrich, \!cmz Richten im NT, en Th. Heckel (ed.), Das Richteramt, München 1958,7-23; K. Karner, Gericht, en BHH 1, 549s; L. Mattern, Das Verstiindnis des Gerichts bei Paulus, Zürich 1966; C. F. D. Maule, The Judgement Theme in Ihe Sacraments, en FS Dodd, 464481; S. Mowinckel, He that Cometh, Oxford 1956; Th. Preiss, La justification dans la pensée- johannique, en Id. (ed.), La vie en Chrisl, Neuchatel1951, 46-64; M. Reiser, Die Gerichtspredigt Jesu. Eine Untersuchung zur eschatologischen Verkündigung Jesu und ihrem frühjüd. Hintergrund (NTA NF 23), Münster 1990; C. R. Roetzel, Judgement in the Community, Leiden 1972; S. Schulz, Die Anklage en Rom 1, 18-32: ThZ 14 (1958) 161-173; H. Schuster, Rechtfertigung und Gericht bei Paulus, en Stat crux dum volvitur orbis. FS H. Lilje, Berlin 1959,57-67; E. Synofzik, Die Gerichts- und Vergeltungsaussagen bei Paulus, Géittingen 1977; L. Vischer, Die Auslegungsgeschichte van J Kar 6, l-]J, Tübingen 1955; R. Walker, Die Heiden

2408

und das Gericht: EvTh 20 (1960) 302-314. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1I48s.

1. En el NT, el verbo aparece 114 veces (la tercera parte de ellas en las Cartas paulinas) con diversas variantes de significado: juzgar, distinguir, decidir, proceder judicialmente y castigar (en voz pasiva: comparecer enjuicio o litigar), en Mt 19, 28 par. Lc 22, 30 con el sentido veterotestamentario de gobernar (= safar, Jue 3, 10 Ypassim). XQLO"LS; aparece 47 veces en el NT, doce de ellas en Mateo y once en Juan, y designa en la mayoría de los casos la decisión del juez o su resultado, en el sentido veterotestamentario de justicia; en Mt 5, 21 designa el tribunal local. Los enunciados del NT acerca del juicio no se limitan al empleo de términos jurídicos. El NT comparte en general las concepciones del AT y del judaísmo sobre el juicio final, pero la manera en que el NT comprende el acontecimiento de Cristo crea diferencias esenciales. 2. En Q el verbo aparece en las advertencias de Jesús para que los hombres no juzguen (en el sentido de que no condenen), en Mt 7, 1.2 par. Lc 6,37. Dios, a quien le corresponde exclusivamente juzgar (pasivo divino), juzgará con la misma medida a quienes juzgaren (-+ XQL[lU 2). Tan sólo aquí el verbo aparece en la tradición sinóptica con el sentido del juicio escatológico. Al juicio escatológico (<<el día del juicio» ) se refieren aquellas palabras de Jesús que hablan de las personas que no quieren aceptar su mensaje de salvación. Tienen mayor responsabilidad que los proverbiales sitios de pecado y las ciudades paganas (Sodoma, etc.) o que la Reina del Sur: Mt 10, 15; 11,22 par. Lc 10, 14; Mt 11,24; 12,41.42 par. Lc 11, 31.32. De Q procede aquella sentencia de Jesús sobre el futuro de Israel: Cuando Dios, según Mt 19,28, cree de nuevo el mundo (--+ nUALYYEVEO"La), los discípulos se sentarán en doce tronos para juzgar a las tribus de Israel, es decir, para gobernarlas (Mt 19, 28 par. Lc 22, 30). Los tronos pertenecen al escenario del juicio escatológico desde Dan 7, 9s. Ahora bien, mien-

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xQlvúJ

tras que la tradíción judía habla de la participación de ángeles, justos y grandes de Israel en el juicio sobre las naciones (así Volz, Eschatologie, 275-276; cf. 1 Cor 6, 2; Ap 20, 4), Jesús habla del señorío sobre el pueblo de las doce tribus. La palabra de Jesús prevé para el antiguo pueblo de Dios un futuro especial, pero no en el tiempo actual del mundo, sino tan sólo en la nueva creación (cf. Mt 23, 29). En la primera antítesis del Sermón de la Montaña en Mt 5, 21a, Mateo intensifica la prohibición de matar: aun aquel que se encolerice con el hermano, será llevado ajuicio, es decir, teniénsose en cuenta el mayor rigor de la prohibición, que se expone en el V. 22b: esa persona merece que ser entregada a las autoridades judiciales locales. La cólera se equipara al homicidio. Este es el único pasaje del NT en que XQLO"tS; designa un consejo judicial. En Mt 5, 40, la pasiva del verbo se usa en el sentido de procesar (cf. 1 Cor 6, 1; Rom 3, 4), en la hiperbólica exhortación de Jesús a no resistir al mal: A una persona que quiera entablar proceso para quitar la túnica, hay que entregarle también el manto (Lc 6, 29 piensa en un atraco perpetrado por delincuentes; por eso, menciona en primer lugar el manto). Mt 12, 36 realza la gran responsabilidad que recae sobre la comunidad de salvación: En el día del juicio habrá que dar cuenta de toda palabra injusta (véanse los paralelos judíos en Billerbeck 1, 639s). En Mt 23, 33 al juicio escatológico se lo denomina «juicio de la Gehenna» (condenación a la Gehenna). La imagen, que procede de la tradición judía (cf. Billerbeck IV, 1036ss), no ofrece más detalles sobre la forma del castigo. Lucas emplea con frecuencia el verbo para referirse a los juicios y decisiones de los hombres (Lc 7,43; Ap 4, 19 Y passim), a las sentencias judiciales (Hech 3, 13 Y passim), al juicio de Dios dentro de la historia (7, 7), Y una vez al juicio escatológico de Dios (17, 31), un juicio que será realizado con justicia por el Jesús resucitado de entre los muertos. En una cita de Is 53, 8 LXX, la muerte de Jesús -en Hech 8, 33- se entiende como 'ltQí.m;, es decir, como juicio condenatorio: en su hu-

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millación fue abolido el juicio contra Jesús. El texto no es interpretado, pero la humillación no puede significar más que la crucifixión, y la abolición de su juicio no puede significar más que la resurrección (cf. 2, 24). 3. En Pablo el juicio no llega a ser nunca un tema independiente (cf. Synofzik, 105). Puede hallarse ausente incluso en contextos escatológicos como 1 Cor 15; 1 Tes 4. XQLO"tS; aparece únicamente en 2 Tes 1, 5: el juicio final se anuncia por medio de los sufrimientos de la persecución; traerá el reino de Dios para los oprimidos, y la aflicción para los opresores. En Pablo, el verbo abarca casi toda la escala de sus posibles significados. Es importante teológicamente el que también para Pablo toda la acción de juzgar sea derecho exclusivo de Dios. Con la tradición del AT y del judaísmo y con la tradición del cristianismo primitivo, Pablo conoce los juicios y castigos de Dios dentro de la historia. Y, así, el no tener en cuenta, durante la celebración de la Cena del Señor, que la comunidad es el cuérpo de Cristo, acarrea enfermedad y muerte (l Cor 11,29; -+ XQL[lU 3). Sin embargo, el juicio divino no se encamina a la destrucción sino a la salvación de la comunidad: «Cuando somos castigados por el Señor, entonces somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados juntamente con el mundo» (11, 32). El juicio aplicado por Dios es una llamada al arrepentimiento. Por eso, los creyentes deben <<juzgarse» a sí mismos, es decir, deben examinarse a sí mismos, para que no caiga sobre ellos la sentencia condenatoria de Dios (11,31). En el contexto de su demostración de lo perdidos que se hallan los judíos y los gentiles, en Rom 1, 18-3, 20, Pablo hace una advertencia contra el juzgar humano, es decir, contra el condenar humano, porque el juicio condenatorio lanzado sobre el otro recaerá sobre el mismo que juzga, ya que todos los hombres son pecadores (2, 1s; 3, 10-18; 1 Cor 4, S; 10,29). Dios es el único que puede realizar un juicio justo, porque Dios juzga «lo

2411 oculto», es decir, la verdadera esencia de los hombres (Rom 2, 16). Como a todos los hombres la salvación se les ofrece únicamente en Cristo, Dios juzgará «en virtud del evangelio», del mensaje de salvación proclamado por Jesús, y «por medio de Cristo Jesús». Por eso Pablo puede designar indistintamente como Juez a Dios o a Cristo (Rom 14, 10; 2 Cor 5, 10). No está en contradicción con ello el que Pablo asocie el juicio final con las «obras» (Rom 2,6; 1 Cor 3, 13ss; 2 Cor 5, 10), aunque nadie puede «ser declarado justo por las obras de la ley» (Rom 3, 20.28 y passim). Esto aparece ya claramente en Rom 2, 6, donde Pablo establece una antítesis entre la «perseverancia en la buena obra» y la desobediencia egoísta contra la verdad. El paralelismo antitético de los conceptos demuestra que la desobediencia a la verdad es una rebeldía contra la revelación de Dios en Cristo, y que la obra buena es obediencia a Dios, quien es el único que revela lo que es bueno. La obra buena de la obediencia es aquella realización de la vida, que Dios mismo efectúa en el creyente por medio del Espíritu (Rom 14, 23; Gál 5, 22; Flp 1, 6; 1 Tes 1, 3; 2 Tes 1,11; 1 Cor 15, 58; 2 Cor 9, 8), y que no la efectúa el hombre en su celo por justificarse ante Dios. Por eso, el gentil en quien se ha cumplido Jer 31,33, yen «cuyo corazón está escrita» la voluntad de Dios, y que, por tanto, en la fe se ha convertido en hacedor de la ley, condenará en el juicio final al judío (Rom 2, 27). El juicio final divino se extiende, según Pablo, a todos los hombres, también a los creyentes (Rom 2, 16; 3, 6; 14, 10; 2 Cor 5, 10). Sin embargo, el que cree, está ya liberado del juicio condenatorio (Rom 8, 1). Para él el juicio final será la confirmación de su salvación (cf. Rom 8, 11; 2 Cor 4,14). Ahora bien, al hablarse del juicio según las acciones, se acentúa que la gracia no suprime la responsabilidad del hombre por sus acciones. El verbo aparece también en Rom 3, 1-8 (vv. 4.6.7) en relación con el problema de la fidelidad de Dios a sus promesas hechas a Israel en el pacto. A pesar de la infidelidad de

2412 Israel, Dios mantiene su palabra. Si se «entra en disputa» con Dios, el vencerá, es decir, se revelará su fidelidad. Esto no se aplica sólo a la palabra de la promesa hecha a Israel: toda persona, en la disputa con Dios, quedará desenmascarada como mentirosa, y el juicio de Dios se revelará como justificado. De lo contrario, Dios no podría «juzgar al mundo» (3, 6). La fidelidad de Dios hacia Israel es sólo un «caso especial de su fidelidad hacia toda la creación» (E. Kasemann, An die Romer" 77). En efecto, la victoria de Dios es la reconciliación -por medio de Cristo- del mundo impío (2 Cor 5, 19; Rom 5, 6.10). Por eso, se suscita en 3, 8 la objeción contra la doctrina paulina de la reconciliación. Ahora bien, la reconciliación hay que apropiársela en la fe, y con ello el hombre queda «justificado». Por eso Pablo habla únicamente de la justificación (pero no de la reconciliación) por medio de la fe. En su argumentación en contra de entablar procesos recurriendo a jueces paganos, Pablo recoge en 1 Cor 6, 2 una expectación apocalíptica judía: «Los santos juzgarán al mundo» (cf. Dan 7,22; Sab 3,8; lQpHab 5, 4; Volz, Eschatologie, 275; Billerbeck I1I, 363), e incluso a los ángeles, 6, 3. Por eso, la comunidad debe estar dispuesta a resolver en su fuero interno los litigios que surjan entre sus miembros. Puesto que el juzgar es derecho exclusivo de Dios, se prohíbe la acción humana de juzgar (Rom 2, 1-3; 14,4.10.13; 1 Cor 4,5). El que condene al otro, se está juzgando a sí mismo, porque todos hacen lo mismo (Rom 2, 3; cf. supra) y sólo pueden vivir en virtud de la reconciliación en Cristo. Por eso, la libertad de la decisión no debe hacerse depender del dictamen de la conciencia moral ajena (Rom 14, 10.13; 1 Cor 10,29). Por otro lado, la libertad no ha de conducir a la desobediencia. Y, por ello, se alaba como dichoso a «quien no tenga ninguna razón para condenarse a sí mismo en lo que considere justo» (Rom 14, 22). Sin embargo, la prohibición de condenar no debe llevar a una actitud de falta de crítica en el seno de la comunidad. «Los que están

2413 dentro» deben someterse al juicio vigilante de la comunidad (l Cor 5, 12). Incluso el apóstol se somete al juicio de la comunidad (1 Cor 10, 15). 4. En los escritos que dependen de Pablo, se usa únicamente en el sentido de juicio final (l Tim 5, 24). El verbo aparece tan solo en 2 Tim 4, 1, en la fórmula que confiesa el juicio sobre los vivos y los muertos; en Tit 3, 12, este término aparece en el sentido de la adopción humana de decisiones; en Col 2, 16, el verbo significa enjuiciar algo, criticarlo (cf. Sant 4, lIs). En Heb 10, 30; 13, 4 el verbo se usa para referirse al juicio escatológico de Dios. En 9, 27 la muerte singularísima y única de cada persona en cuanto es un paso para el juicio, se coordina con el sacrificio de Cristo ofrecido una sola vez para siempre. Nada se dice aquí sobre el instante en que se va a producir la acción de Dios como Juez. Sin embargo algunos pasajes como 12, 26-29 nos indican claramente que el autor se refiere al juicio final. Este «juicio» divino aguarda a todos los que «resisten a Dios» (lO, 27; cf. v. 29). Sant 2, 12 exhorta al lector a vivir de tal manera, que en el juicio final sea juzgado «por la ley de la libertad». 'XQ[aL~

Esta ley debe entenderse ya sea en conceptos del judaísmo helenístico como la ley que libera de la servidumbre del pecado a quien la guarda, o bien (lo que es más probable) como la expresión concreta de la voluntad de Dios, a la que uno debe ajustarse en libertad (según el v. 13 se trata especialmente de la misericordia; según 5, 9, se trata de la veracidad). La Carta primera de Pedro emplea sólo el verbo, y por cierto en el sentido de la actividad judicial de Dios. Según 1, 17, el Padre ejerce el juicio sin acepción de personas, según la obra de cada uno. Para el cristiano, esto significa la realización de aquella vida que le fue donada graciosamente por medio de la resurrección de Cristo y por la palabra de la proclamación (l, 3.23s). Por consiguiente, el juicio según la obra de cada uno se entiende

2414 aquí de manera parecida a como se entiende en Pablo. En la tabla de deberes, en 2, 18-20, se presenta ante los esclavos el modelo de Cristo (cf. el himno a Cristo según Is 53 en 2, 21ss), el cual no se vengó sino que dejó eljuicio en manos de «Aquel que juzga con justicia» (2, 23). Lo seria que es la responsabilidad del cristiano se acentúa en 4, 5, con la perspectiva del juicio final sobre los vivos y los muertos. En 4, 6 se añade la razón de que precisamente a los muertos se les ofrece aún una posibilidad de decisión mediante la proclamación del evangelio (cf. 3, 19). Así, ellos son juzgados «en la carne» (es decir, su muerte es juicio divino, lo mismo que en el caso de todos los demás hombres); pero, por medio del evangelio, con el que ellos serán confrontados después de su muerte, se les concederá graciosamente una nueva vida de salvación según la voluntad de Dios, una nueva vida que se les dará por medio del Espíritu. Según la Carta segunda de Pedro y la Carta de Judas, eljuicio recae sobre los los ángeles y los hombres desobedientes (2 Pe 2, 4.9; Jds 6, 9.15). En 2 Pe 2, 11, 'XQlm~ es el juicio de maldición. En la Carta primera de Juan aparece únicamente el sustantivo, y por cierto en el sentido de juicio final: el amor da a los cristianos confianza en el «día del juicio» (4, 17). En el Apocalipsis predomina el sentido negativo del verbo y del sustantivo. Ap 16, 5.7 hablan del juicio en la historia; todos los demás pasajes se refieren a los actos escatológicos de Dios. Los mártires bajo el altar del cielo claman a grandes voces, en 6, 10, pidiendo la revelación de la justicia divina, es decir, el castigo de los perseguidores (cf. Dt 32, 43; Sal 79, 5.10; Hen [et] 47,2). La hora deljuicio sobre el mundo (11, 18; 18, 8.20; 19,2) será el juicio «para vosotros», es decir, en favor de la comunidad perseguida (18, 20). El Juez es Dios (6, 10 y passim) o Cristo que retorna (19, ll). La visión de juicio, en 20, 1115, se refiere únicamente a los perdidos (de manera parecida en ApBar [sir] 24, 1), que son juzgados con arreglo a los libros, es decir, a sus actos impíos; porque los justos han resucitado ya para aquel entonces (20, 6).

2417 2415

XQlVúl - KQl(J:rco~

5. La idea del juicio adquiere su propia perspectiva característica en el· Evangelio de Juan, donde tal idea está plasmada enteramente por la peculiar cristología del evangelista. El Jesús joánico no ha sido enviado al mundo para juzgarlo, sino para salvarlo (3, 17; cf. 8, 15; 12, 47). La salvación se lleva a cabo por medio del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (1, 29.36), por medio del Salvador del mundo (4, 42), quien da al mundo la vida salvífica que el Padre ha otorgado al Hijo (5, 26). Por eso, la hora del juicio sobre el mundo es la hora en que el Hijo mismo es ejecutado, porque él retorna al Padre por medio de la muerte y la resurrección (12, 23ss). Este juicio consiste en que el príncipe de este mundo es arrojado fuera, es decir, es expulsado de su posición como señor del cosmos. El diablo no es contemplado en el Evangelio de Juan como poder subyugador (este evangelio se atiene a la visión sapiencial de los poderes cósmicos, cf. G. von Rad, Sabiduría en Israel, Madrid 1985, 380). En vez de eso, el diablo es el prototipo de! incrédulo (8, 44) y el príncipe del mundo de la incredulidad, sobre el que él gobierna. Este gobierno se le arrebató en el juicio que tuvo lugar por medio de la muerte de Jesús (12, 31; 14, 30; 16, 11; cf. Co12, 15).

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Unicamente los enunciados que se hacen en 5, 27-29 no se ajustan a esta teología del juicio y son, por tanto, una inserción secundaria. Tan sólo aquí se fundamenta la autoridad de Jesús para juzgar, al estilo de la apocalíptica judía, en el título que Jesús posee de ser el Hijo del hombre (el artíc~lo falta únicamente aquí, donde no acompaña al tItulo; cf. Dan 7, 13). Jesús, en el Evangelio de Juan, es Juez porque es e! Hijo. Tan sólo aquí se sep~a tambié,n el juicio del encuentro presente con Jesus, y tan solo aquí habla el texto de una doble resurrección, para la vida o para el juicio. Sin ~r.nbar~o, para el Evangelio de Juan, la «resurreCClOn» s¡gmf¡ca la entrada en la vida salvífica en comunión con Jesús (5, 24), porque Jesús es «la resurrección» en persona (11,25; cf. 5, 26; 6, 39s.44.54; 20, 9). El concepto actual del juicio no escluye la fe en un futuro juicio final. Cuando Jesús promete que el creyente que «no llegará a juicio», 5, 24, esta afirmación presupone que se espera un juicio futuro.

6. avaxQtVffi* significa en la mayoría de los casos interrogar, hacer una investigación judicial (Le 23, 14; Hech 4, 9; 12, 19; 24, 8; 28, 18; 1 Cor 9,3); en Hech 17, 11 significa examinar, estudiar a fondo (las Escrituras). Según 1 Cor 2, 14, las cosas del Espíritu ~e Dios hay que examinarlas / escudriñarlas baJO la influencia del Espíritu. Por eso, el pneumática juzga todas las cosas, pero no puede ser juzCon ello el mundo ha quedado libre para se gado por nadie, 2, 15. Por tanto, un extraño atraído hacia su Salvador (12, 32). Ahora todo puede ser examinado / convencido por una cose decide según la postura que el hombre munidad bajo la influencia del Espíritu, 14,24. adopte ante el Salvador. El que cree en él, no El verbo se usa en el sentido de 'XQLVúl en 1 tiene que esperar ninguna condenación; ha saCor 4, 3.4: Pablo se siente independiente de los lido ya del ámbito de la muerte y ha entrado juicios emitidos por la comunidad, porque él en el ámbito de la vida (5, 24). De este modo, sabe que el Señor es el único que le <<juzga». la revelación de la salvación se ha convertido aváxQlO'tS, interrogatorio, investigación* en causa de separación en el seno de la huaparece únicamente en Hech 25, 16 Y se refiemanidad (3, 19; 8, 11s). El rechazo de la revere a un interrogatorio judicial. lación descubre la maldad de las obras del M. Rissi hombre; pues la obra buena es la fe en Jesús (6, 29). Por medio de la incredulidad, la revelación de la salvación se convierte en juicio xQtcn;, Ero;, tl krisis juicio de condenación. Por eso no hay contradicción --+ 'XQLVW. alguna en que Jesús, por un lado, hable de que fue enviado para la salvación, y, por otro lado, KQtmto;, ou Krispos Crispo* hable de su juicio válido y verdadero, que seNombre latino de persona (Crispus); BlaBrá llevado a cabo por él y por su Padre (5, Debrunner § 41, 3 con la nota 8. 1 Cor 1, 14: 22.24.30; 8, 16.26.50).

KQl(J:rco~ - XQL't~~

«N o bauticé a ninguno de vosotros, a excepción de Crispo y Gayo». En Hech 18, 8 se refiere que un tal Crispo, presidente de la sinagoga de Corinto, aceptó la fe juntamente con todos los de su casa. Ambos pasajes se refieren a la misma persona: E. Haenchen, Die Apostelgeschichte' (KEK), sub loco. XQt'tÍ)QlOV, Oll, 'tó kriterion proceso* Bibliografía: F. Büehsel, XQt1:1Í1.>LOV, en ThWNT III,944s.

1. Esta forma neutra sustantivada del adjetivo, derivado del sustantivo de persona 'X{JL't~~, en las tres veces en que aparece en el NT (yen las cuatro o seis veces en que aparece en la LXX) no significa nunca la norma o la nota distintiva, y únicamente en Sant 2, 6 (en una expresión obviamente usual: n,xw d~; cf. Bauer, Worterbuch, s.v. 1) designa el tribunal de justicia (desde Platón, Leg VI, 767b; cf. Jue 5, 10 B; 3 Re 7, 7; AdDan Sus 49 8) ante el cual los poderosos arrastran a los débiles. El sustantivo no se usa en el NT con Dios como sujeto (como en Ex 21, 6; Dan 7, 10.268) para designar el juicio de Dios (el uso más remoto del sustantivo en la Iglesia primitiva aparece en Justino, Dial, 31, 2, quien cita a su vez a Dan 7, 10). 2. En lo que respecta alCor 6, 2.4 (sinónimo de 'XQLVW'frat en el v. 1 y de --+ xQLfla en el v. 7), no hace falta recurrir probablemente al complicado sentido de «tribunales para asuntos triviales» o «tribunales para conflictos de la vida», es decir, «tribunales que entienden en las pequeñeces de la vida cotidiana» (como piensa Bauer, Worterbuch, s. v. 1), porque en inscripciones del mundo helenístico se halla suficientemente atestiguado el sentido de proceso (Inscripción de Cirene 21 red. J. J. E. Hondius, Suppl. Epigr. Graecum IX, Leiden 1938]; Diatagma Kaisaros 14 [Suppl. Epigr. Gr. VIII, 1937]) Y también en Diodoro Sículo (1,72,4; XXXVI, 3,3) (cf. Bauer, Worterbuch, S. v.; Büchsel, 945, nota 5): en vista de la vocación escatológica de los cristianos, queda por debajo de su dignidad el enredarse en pleitos

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por bagatelas y acudir por este motivo a los tribunales de los no cristianos. W. Schenk XQt'tÍ);, Oll, Ó krites juez* Bibl.: F. Büehsel, XQtT~C;, en ThWNT III, 944; G. Liedke, .fpt, «juzgar», en DTMAT n, 1252-1265. Para más bibliografía, ef. ThWNT X, 1148s.

l. Los 19 testimonios del término que se encuentran en el NT (que aparece más de 70 veces en la LXX, casi siempre como traducción del hebreo sofa, que es el encargado de restaurar el orden alterado en una comunidad, eliminando la causa de la alteración) se concentran en Lucas (Lc 6 veces, Hech 4 veces) y en Santiago (4 veces) y se refieren 15 veces a una persona. 2. El empleo más antiguo de este término en el cristianismo primitivo se halla en la imagen jurídica de la avenencia a que conviene llegar a tiempo (Lc 12,58 bis [Q] par. Mt 5, 25 bis), porque es mejor reconciliarse oportunamente que no tener que comparecer ante el juez. En Lc 11, 19 (Q) par. Mt 12, 27, donde la actividad de los discípulos de los rabinos, semejante a la de Jesús, condena a los maestros de esos discípulos con la misma acusación que ellos lanzan contra Jesús, la forma verbal significa lo mismo que --+ 'XU'tUXQLVW (Lc 11, 31 s [Q]) y podría ser una formación análoga, preferida por la redacción de Q. En el diálogo que introduce el relato del rico estúpido, y que muestra las señales de labor redaccional de Lucas en 12, 14, Jesús, en una hendíadis, se niega a hacer de «árbitro en un litigio por cuestiones de herencia». La sorprendente conducta en el relato ejemplar sobre el juez indigno de confianza (Lc 18, 2.6; el V. 6 es un semitizante genitivo de cualidad; compárese 16, 9 con 16, 11; el V. 11 tiene al mismo tiempo el antónimo --+ JtLO'tÓ~) sirve en la conclusión a minore para mover a la oración incesante. En Hech 24, 10 el procurador romano asume la función de un abogado que media en un pleito, y en el discurso que Pablo pronuncia en su propia defensa, le dirige la palabra co-

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2419 mo a tal. En 18, 15 el procónsul, en una situ~­ ción parecida, se niega a «tomar una decIsión» (estructura de verbo de función), por considerarse incompetente para ello. En 13, 20 el sustantivo, según Jue 2, 16-18 LXX (tanto titulus como subscriptio; cf. Josefo, Ant VI, 85; XI, 112) designa a los correspondientes caudillos populares del AT, que desempeñaban funciones de gobierno antes de la creación del Estado. En los dos pasajes de Santiago, el verbo, que precede en ambos casos, desempeña la función de un estructura intensificadora de verbo de función: en 2, 4, «hacerse jueces con principios injustos» (genitivo. de cualidad, en el que la parcialidad se menCiOna en los vv. 1 y 9); 4, 11, «el que se alza a sí ';lismo sobre la ley» (cf. VOf.wfrÉ't1']¡; xal, x~~:1']¡; en el v.. l~). Ni en Pablo ni en la tradIciOn de los Smoptic os se designa jamás a Dios como Juez. Esta designación se hace por primera ve~ en Sant 4 12 donde el término se refiere a DlOs (también 'en Heb 12, 23, donde es un predicado acentuado positivamente: Dios como abogado de los oprimidos, a quienes ayuda p~ra que consigan finalmente sus derechos), mIentras que Sant 5, 9 (cf. vv. 7.8: JtUQouoL.a) podría referirse a Cristo con un acento POSitIVO, Y lo mismo sucede en 2 Tim 4, 8 (cf. v. 1); otro tanto habrá que decir de Hech 10, 42 (cf. 17, 31), donde -en paralelo con «Señor de todos» (10, 36)- se dice que Cristo concede el perdón (v. 43, en paralelo con el v. 36: «paz por W. Sch enk medio de Jesucristo»).

7,7.8 par. Lc 11,9.10; Lc 12, ~6; ~ech 12, 16; Ap 3, 20). Con acusativo 't1']v fruQav en Lc 13,25; Hech 12, 13. ThWNT 1I1, 956-958. XQú:rt'tt), t)~, Í] krypte pasillo oscuro, rincón oculto* Lc 11,33: Nadie enciende una lámpara (--+ A:úXVO ¡; 3.a) y la pone de; xQ'ÚnL1']v (<<en un lugar oculto»). ThWNT III, 862 Y975. XQ'U:rt'tÓ~,

3 kryptos oculto, secreto

--+ xQ'ÚJt'tw.

XQú:rt't{J) krypt6 ocultar, enterrar, (entre) mezclar con* . l. Aparición del término - 2, Cont~nidos semánticos y campos referenciales - 3. xQlJ1t'tOC;.

Bibl.: W. Mundle, en DTNT II, 115-119; A. OepkeR. Meyer, XQU1t'tOl XLA., en ThWNT lll, 959-999. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1149.

1. En el NT xQ'ÚJt'tw aparece 18 veces. La mayoría de los testimonios se encuentran en Mateo (7), Lucas (2), Evangelio de Juan 53) y Apocalipsis (3). xQ'ÚnLW aparece, ademas, en Col 3, 3, 1 Tim 5, 25 Y Heb 11, 23; aparece igualmente en Lc 13,21 v.l.

2. El mashal acerca de la ciudad asentada sobre un monte y que no puede quedar ocul~a (Mt 5, 14b), se halla asociado con la sentencIa acerca de los discípulos en Mt 5, 14a (<
esta oración cf. Dibelius, Formgeschichte, 279287) -el participio de aoristo aJtoxQLfrEte; presupone aquí el diálogo de Jesús con DiosJesús alaba al «Padre y Señor del cielo y de la tierra», porque ha ocultado a los OO
Jesu, München 1970,112-119; Jeremias, Parábolas, 69-78). En Lc 13,21 (B K L al) el reino de Dios se compara con un poco de levadura que -como aditivo- se mezcla con la harina. El filo de la comparación es el efecto que produce una pequeña cantidad de levadura, cuando se mezcla con una gran masa de harina. La llegada del reino de Dios produce una repercusión semejante sobre lo que se encuentra a su alrededor. En relación con el tercer anuncio de la Pasión, Lc 18, 34 (redaccional) acentúa la incomprensión de los discípulos, para quienes «esta palabra» se halla oculta (xQ'ÚJt'tw junto a OV6EV ... ouvfíxav y ovx EyLVWOXOV). Según la concepción de Lucas, los discípulos no llegan a comprender plenamente el camino histórico-salvífico de Jesús, sino cuando el Resucitado les instruye sobre él (24, 25-27. 44-49). xQ'ÚJt'tw aparece también en Lucas, a propósito del lamento de Jesús sobre Jerusalén, por la ceguera de la que esta ciudad se ha hecho culpable (Lc 19,42). La profecía de desgracias, expresada en el estilo de una lamentación, hace referencia aquí -como vaticinium ex eventu- a la suerte cruel que corrió el movimiento nacional judío en el año 70 p.C. En Jn 8, 59 Jesús se oculta (se retira) de la multitud alborotada de judíos que consideran como blasfemia el que Jesús se llame a sí mismo «Hijo» del Padre celestial (vv. 35s) y a ellos los llame «hijos del diablo» (v. 33). Por este motivo quieren apredrearle (cf. Billerbeck 1, 1013-1019). La inutilidad de aquel intento de agresión violenta demuestra «que el Revelador está más allá del alcance del mundo» (R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes 'o [KEK], 249). En Jn 12, 36 xQ'ÚnLW marca el final de la actividad pública de Jesús. El se retira, porque, a pesar de todas las «señales» que ha hecho, no encuentra ninguna fe. Como predicado nominal que se refiere a f.tm'}lJ'ti¡¡; wu 'I1']oou, xQ'ÚJt'tw designa en 19, 38 la condición de José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero en secreto (cf. 12,42). Contra la comprensión gnóstica de ~w~ como la consumada realidad salvífica que se

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abre ya para el creyente, Col 3, 3 sostiene la idea de que la «vida» de los creyentes «está oculta con Cristo en Dios» (v. 4) y de que, por tanto, no se manifestará sino en la parusía. En la «mística escatológica» (Oepke, 978; cf. M. Dibelius, An die Kolosser' [HNT], 40) de esta idea se halla, a la vez, el fundamento para la parénesis que sigue a continuación. En 1 Tim 5, 25 la referencia a que las «buenas obras» son visibles en algunos, pero en otros se hallan (de momento) ocultas, se asocia con la exhortación a no precipitarse a ordenar a nadie para el desempeño de un ministerio en la comunidad (v. 22). En relación con la lista de personas del AT que dieron testimonio de su fe, en el capítulo 11 de Hebreos, el v. 23 (remitiendo a Ex 2, 2) dice que Moisés, después de su nacimiento, fue mantenido oculto por sus padres durante tres meses. En Ap 6, 15, las personas que no pertenecen al pueblo escatológico de Dios -las condiciones sociales enumeradas representan a toda la población mundial- se esconden en las quebradas de las montañas para escapar de la «cólera del Cordero». La región montañosa como lugar para refugiarse del juicio de Dios, es una imagen tomada de las ideas del AT (cf. Is 2, 10.19; Jer 4,29 y otros). En Ap 2, 17, recogiéndose la expectación apocalíptica de un segundo milagro del maná al final de los tiempos (ApBar [sir] 29, 8), al «vencedor» (= al mártir) se le promete como recompensa el maná oculto, es decir, celestial. 3. xQ'lJ3t"tó;, oculto*, aparece 17 veces en el NT. El adjetivo conserva la misma gama de significados que el verbo. En Mt 6, 4 (bis), Jesús habla contra las personas piadosas que hacen sus buenas obras en público para que la gente las aprecie; y exige a sus seguidores que realicen anónimamente sus obras de caridad. A esta exhortación le corresponde la promesa de que Dios, «que ve en lo oculto» (cf. Eclo 17, 15; 23, 19; 39, 19), recompensará esas obras. En el contexto de esta sentencia se halla en Mt 6, 6 (bis) el mandamiento de orar a Dios en secreto. Jesús, al rechazar la costumbre seguida por los rabinos

en la oración, que al invocar a Dios en público pretenden hacer ostentación de su propia piedad (v. 5), afirma que la oración debe ser un acontecimiento íntimo en el que se encuentren adecuadamente el hombre que ora en lo oculto y Dios que ve en lo oculto (cf. Mt 14,23 par.; Lc 5, 16; 6, 12 Y otros). Por tanto, la recompensa prometida por esta manera de obrar, no considera la oración como un acto religioso meritorio, sino que acentúa cuál es la debida actitud ante Dios, que se pone de manifiesto en esta forma de orar. La sentencia de Mt 10, 26 par. Lc 12,2, que se formula en paralelismo sinonímico, y según la cual no hay nada oculto que no se revele, aparece en este contexto como una exhortación a confesar la fe sin temor alguno. En cambio, ellogion se encuentra en Mc 4, 22 par. Lc 8, 17 en relación con la parábola del sembrador, de modo que el acento recae aquí sobre el encargo de proclamar el evangelio, que hace que el discípulo esté destinado a no ocultar la palabra que se le ha confiado, sino a hacerla fructificar. En Jn 7, 4, los hermanos de Jesús le instan a que vaya a Judea y, con sus obras, se dé a conocer allí como el Revelador; la razón que dan (v. 4) imputa a Jesús sentimientos de ambición. Jesús rechaza expresamente tal sugerencia (v. 8), pero sigue en secreto a sus hermanos hasta Jerusalén para asistir a la fiesta (v. 10). Claro que la contradicción aparente se resuelve si tenemos en cuenta lo que el evangelista quiere decirnos aquí: Jesús no acude a Jerusalén para hacer que le admiren, como pretendían sus hermanos, sino con la conciencia de su propia oposición fundamental al «mundo», cuyo aborrecimiento suscita (v. 7). La fiesta de la Pascua a la que Jesús acude, señala anticipadamente cuál ha de ser su propia suerte (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan II, sub loco). Desde esta perspectiva, la respuesta de Jesús a la pregunta del sumo sacerdote acerca de sus seguidores y de sus enseñanzas (18, 19) adquiere un sentido más profundo. Cuando Jesús indica que él ha hablado siempre en público «ante el mundo» y que no ha di.cho

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nada en secreto (v. 20), se defiende sólo de man~ra .s~perficial contra la acusación de cons-

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. 1 Pe 3, 4 habla de diferentes trasfondos soCIales (en contra de L. Goppelt, Der erste Petr~sbrief [KEK], 216). La parénesis se refiere eVIdentemente a mujeres cristianas que llevaban joyas valiosas. En contraste con ello se encuentra «la persona oculta del corazón»' detrás de esta expresión no está la fórmul~ qu~ hace referencia a «valores internos», sino la Idea de que la persona integral, como creyente, está determinada por el Espíritu (cf. Goppelt, Der erste Petrusbrief, 216s).

pIraclOn. De hecho, se halla aquí la verdadera causa del conflicto: el encuentro del Revelador con el «mundo». Rom 2, 16, .q~e e~ un pasaje sobre el que pesa~ muchas hIpotesIs (cf. E. Kiisemann, An die Romer [HNT], sub loco), podría significar, dentro de su contexto, que el juicio de Dios que pone de manifiesto lo que está oculto en el hom?re, juzga a judíos y a gentiles según la medIda de las divinas exigencias. En este caso, Pablo establecería una analogía entre el H.-J. Ritz concepto de «ley» y el de ~ o1Jvdbl'J(JL~ (v. 15), q,u~ es un concepto derivado del judaísmo XQ~CJtaAAi~(O krysttaliz6 brillar como el helemshco. En esta analogía, la ley -en contra cnstal* ~e .la idea judía de que la leyes una norma obEn Ap 21, 11 dícese de la luz (cpwa't~Q) JetIva de salvación- adquiere el valor de una que .resplandece en la Jerusalén celestial: «coV?Z interior que impone exigencias al hombre. mo Jaspe de brillo cristalino». SI lo que demanda esta voz se cumple o no, es algo que permanece oculto, lo mismo que la XQÚCJtaAAO~, 0\J, Ó krystallos cristal de voz de la conciencia, y que, por tanto, no se roca* revelará. sino en el juicio. Rom 2, 29 se halla En el Apocalipsis, siempre en comparacioen la mIsma línea que este argumento. Aquí ne~: 4, 6: «c?mo un mar de vidrio semejante al Pablo establece un contraste entre un judaísmo n 1JO'táAAW)>>' en 22 1 d' CrIstal (O/lOLU X" "'" Icese oc~lto, es decir, basado en el Espíritu, y un jud e la corriente de agua viva: «clara como crisdaIsmo que se fundamenta tan sólo en la cirtal (w~ xQúa'tuAAo~)>>. Cf. ~ XQ1JO'tUAALl;w cuncisión como señal del pacto. (Ap 21, 11). Refiriéndose seguramente a las reservas que la comunidad sentía con respecto a su xQ\JCfla¡o~, 3 kryphaios ocuIto* p~rsona, Pablo exhorta en 1 Cor 4, 5 a los . ~t ~, 18a.b, en ambos casos en la expremIembros de la comunidad a que no juzguen SlOn: EV 't0 XQ1JCPULQ), «en lo oculto». Cf. (o condenen) antes de tiempo, sino que aguarThWNT I1I, 961 y 974. d~~ a la parusía del Señor, que pondrá de mamfIesto «los designios de los corazones». A~nque Pablo presupone aquí que los pensaXQ\JCflft kryphe (adv.) en secreto, secretamIentos y las intenciones del hombre no se mente* harán manifiestos sino en el momento de la Ef 5, 12: 'ta XQ1Jcpñ yLVÓ¡.tEVU 1m' Ull't<íív, parusía: ,sin embargo en 14,25 vemos que esa «las cosas que ellos hacen en secreto». ThWNT r~velaclOn se efectúa por medio del don espiI1I, 961 y 976; BlaB-Debrunner § 26, nota 4. ntual de profecía que actúa en la comunidad (cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die x't~optat ktaomai adquirir, obtener, ganar* Korinther [KEK], sub loco). . DIcese de las ganancias materiales o de los En 2 Cor 4, 2 Pablo se defiende contra la acumgresos de una persona, Mt 10, 9; Lc 18, 12; sación de sus adversarios, que le culpan de «acHech 1, 18; 8, 20. De la adquisición de la ciutuar cobardemente en secreto» (R. Bultmann dadanía romana, Hech 22, 28. En relación con Der zweite Brief an die Korinther [KEK], 103): la esposa en 1 Tes 4, 4: x-taa1'tat EV úytua¡.t0

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2427 xaL 'tLf,tñ, «adquirir(la) en san~idad y ~onor». Dícese de la obtención de la vIda medIante la perseverancia, Lc 21, 19 (ev 'tñ 'ÚJtof,tovñ x't~aao{tE ... ).

xtijfta, ato;, tó ktema posesión propiedad* El plural posesiones junto a 'Ú:núQ!;Et<; en Hech 2, 45; del joven rico dícese en Mc 10, 22 par. Mt 19,22 que «tenía muchas posesiones». x'tij¡,ta, en singular, designa una posesión concreta, un terreno, en Hech 5, 1 (cf. XooQLOV en el v. 3). DTNT IV, 113s.

zum nt/. Schópfungsgedanken, Uppsala- Wiesbad~n 1952; U. Mell, Neue Schópfung (BZNW 56), Berj¡~ 1989; G. Schneider, NeuschOpjung oder Wlederkehr:, Dlisseldorf 1961; H. Schwantes, SchOpfung und Endzelt.. Ein Beitrag zum Verstiindnis der Auferweckung bel Paulus, Stuttgart 1963; P. Stuh1macher, frw~gunge~ zum ontologischen Charakter der xmvr] KWJL<; bel Paulus: EvTh 27 (1967) 1-35; C. Westermann, ,!eu.e Arbeiten zur SchOpfung: VF 14/1 (1969). Para mas bI-

bliografía, cf. ThWNT X, 1150-152.

1. En el NT xú1;oo aparece 15 veces, dos de ellas en Pablo (Rom 1, 25; 1 Cor 11,9), ocho en la restante literatura epistolar (Efesios 4 veces, Colosenses 3 veces, 1 Timoteo una vez) y aparece también en Mt 19, 4; Mc 13,19, Y tres veces en el Apocalip~is ..Los. ~9 testimonios de x'tLaL<; tienen una dIstnbuclOn xtijvo;, O\l;, tÓ ktenos animal domésti- parecida; también aquí la ma~oría de los. tesco cabeza de ganado* timonios se encuentra en la hteratura epIstoE~ 1 Cor 15, 39 (oúQ!; x't'l']villv) significa lar: nueve veces en Pablo (Romanos 7 veces, animales pertenecientes a un rebaño; en cam2 Corintios 2 veces, Gálatas una vez), seis vebio, en Ap 18, 13 (x'tijv1] xaL :nQój3a'tU) se ces en la restante literatura epistolar (Colopiensa en el ganado vacuno. Lc 10, 34 Y Hech senses 2 veces, Hebreos 2 veces, una vez en 1 23 24 hablan de cabalgaduras (en ambos caPedro y otra en 2 Pedro), tres veces en Marso~ en asociación con EJtLj3L~ú1;oo). cos y en Ap 3, 14. x'tLaf,tU se emplea únicamente en 1 Tim 4, 4; Sant 1, 18; Ap 5, 13; 8, xtÍ)'troQ, oQO;, ó ktetor dueño, propieta- 9. X'tLO't1]<; es hapax legomeno n (1 Pe 4, ~~). En general, se observa un ~laro predo.mmlO rio* del radical en Pablo y en la hteratura epIstolar En Hech 4, 34 en un sumario: OOOL YUQ influida por él. X't~'tOQE<; XooQLooV 11 OLXLooV v:nijQXoov, «t~­ Todos los ténninos correspondientes al rados los que poseían tierras o casas» las vendldical se refieren a Dios como Creador o a su an y entregaban el precio de la venta a los creación y sus criaturas. El NT, en su tennin~­ apóstoles. logía, sigue a la LXX y al judaísm~ p~stbíbh­ co, cuando evita, por ejemplo, el tennlllO 01]xtí,~ro ktizo crear, fundamentar* f,tLOlJQYÓ<;, que en el entorno se empleaba x'tLau;, cw<;, ~ ktisis creación, criatura * corrientemente para referirse al Creador. La x'tLa¡,ta, u'to<;, 'tó ktisma criatura, lo creado* LXX (sobre todo en Gén 1) usa originalm~n­ x'tLa'tl]<;, OlJ, Ó ktistes creador* te el verbo X'tL~{)) y junto a él el verbo :nOLEW. x'ttm<; y X'tLO't1]<; se hallan ~testiguados i?~al­ l. Aparición y conceptos de los términos - 2. La mente en la LXX para refenrse a la creaClOn o idea de la creación - 3. Uso del radIcal. a la criatura, mientras que X'tLOf,tU aparece Bibl.: G. Baumbach, Die SchOpfung in del' Theolo· únicamente en los Apócrifos (cf. Foerster, ie des Paulus: Kairos 21 (1979) 196-205; P. Bonnard, ~réatioll et nouvelle création seloll le NT, en Id., Anam· 1024-1027). Todas las expresiones usadas se nesis, Genf-Lausanne 1980,71-80; R. Bultmann, Del' hallan atestiguadas en el griego profano y en Glaube an Golf del! Schópfer: EvTh I (1934-1935) tiempos anteriores al NT; su sentido básico es 177-189' M. Eliade, Die Schópjungsmythen, Darm«fundar / establecer» o «fundación / lo que ha stadt 1977 9-34; H. H. EBer, Creación, en DTNT 1, sido fundado». A diferencia de lo lo que suce343-352' W. Foerster, ){:tl~w XtA., en ThWNT III, 999-1034; G. w. H. Lampe, Die nt!. Lehre van ~er de con 01]!lLOlJQYÓC;, que hace pensar más Ktisis: KuD 11 (1965) 21-32; G. Lindeskog, Studlen

bien en una obra manual, vemos que x'tL1;oo x'tA.. expresa principalmente el acto de la voluntad, el acto de decisión (Foerster, 1025). 2. La idea de que Dios creó el mundo, se presupone en el NT como una idea obvia y sobradamente conocida. Así como en el AT Dios es primeramente el Dios de la historia y luego también el Dios creador, así también en el NT no se realza en primer plano la idea de Dios como el Creador, sino que esta idea queda por detrás de la idea de la acción salvífica de Dios en Cristo. La fe en la creación no era tampoco lo peculiar de la fe cristiana; se hallaba muy difundida la idea de que el mundo había sido creado por una deidad o por los dioses. Claro que era y sigue siendo importante para los cristianos el saber que su Dios, el Padre de Jesús, es considerado y creído como el Creador del mundo. En el NT no se describe explícitamente cómo tuvo lugar la creación del mundo. Basta la referencia a esta realidad, que luego debe entenderse concretamente por medio de los relatos del AT acerca de la creación. Se hace referencia directa únicamente a Gén 1, 26 (Mc 10, 6 par. Mt 19, 4); es de suponer que el relato sacerdotal de Gén 1s se consideraba como el relato detenninante. La mejor manera de comprender los relatos del AT sobre la creación es situarlos en el marco de las concepciones del Oriente antiguo: cada motivo tiene en ellas sus paralelos. La ciencia se halla todavía «en sus comienzos en la investigación acerca de la manera de hablar del Creador y de la creación» (Westermann, 13). Se va reconociendo cada vez más intensamente que la función de la idea la creación no consiste tanto en una explicación (intelectual) del comienzo del mundo, sino más bien en el interés por la continuada existencia del mundo y de las personas o en la preocupación de la persona acerca de su propia existencia (cf. Eliade, 11-34: Westermann, 17). Por eso, en la mitología, el proceso de la creación se representa constantemente como una batalla de los poderes del orden (<
su dependencia con respecto a poderes que se hallan más allá del control humano. En el monoteísmo del AT y del NT quedan depreciados radicalmente todos los poderes, con excepción del único Dios. La novedad del NT con respecto a la fe del AT en la creación es la idea que resalta a veces, de que Cristo es mediador en la creación. 3. El grupo de palabras se emplea en el NT para referirse: a) al Creador; b) a la creación; c) a la nueva creación; y d) a cada una de las criaturas (o seres). Estos cuatro ámbitos no siempre pueden deslindarse con nitidez unos de otros. a) La idea de que Dios creó el mundo se presupone en todas partes y, por tanto, no se acentúa de manera especial. Así hay que entender, por ejemplo, la referencia que se hace en Mc 13, 19, cuando se precisa más concretamente que la creación fue hecha por Dios. Según Rom 1, 25, los idólatras adoran a la creación en lugar de adorar al Creador, y por este motivo se hallan bajo la ira de Dios. La referencia a Dios Creador puede emplearse como base para la enseñanza: en Mt 19,4 (Dios creó al hombre y a la mujer) y en 1 Cor 11, 9 (el hombre no fue creado a causa de la mujer) el matrimonio o la relación entre el hombre y la mujer se caracterizan con referencia al «orden de la creación», como diríamos expresándonos en términos modernos. De manera parecida, en 1 Tim 4, 3 se rechaza la abstinencia: Dios creó los alimentos para que los recibamos con acción de gracias. A Dios se le designa, algunas veces de manera expresa en las doxologías, como el que ha creado todas las cosas: Ef 3, 9; Ap 4, 11 (bis); cf. Ap 10, 6: «el cielo y las cosas que en él hay». Según 1 Pe 4, 19, el Creador es «fiel», es decir, en Aquel que creó el mundo, puede seguir confiándose hoy día y en el futuro. Independientemente de la actividad creadora de Dios, atestiguada de manera general, se asigna a Jesucristo una función de mediador en la creación, cuando se dice en Col 1, 16 (bis) que «todas las cosas fueron creadas en él.., por medio de él y para él». Algunos manuscritos insertan una idea parecida en Ef 3, 9 (<<por medio de Jesucristo»).

2431 En Col 3, 10 (el hombre nuevo debe vestirse a la imagen del Creador) se realiza la transición a la idea de la nueva creación; los pasajes correspondientes (cf. también Ef 2, 10.15; 4,24) se estudian más adelante (--+ c). b) En la referencia que se hace a la creación en Mc 13, 19, destaca en primer plano el aspecto temporal: semejante tribulación no la ha habido (ni la habrá) desde el comienzo de la creación que Dios creó. De manera parecida, Pablo se refiere en Rom 1, 20 al acto de la creación del mundo: desde entonces el poder y la divinidad de Dios pueden conocerse por las cosas creadas. Esta referencia temporal se emplea en Mc 10, 6 como base para un argumento: desde el comienzo de la creación, Dios creó a los seres humanos como hombre y como mujer. En boca de los burlones la observación de que, desde el comienzo de la creación, todo ha seguido siendo igual se utiliza como argumento en contra de la promesa de la parusía (2 Pe 3, 4). A la creación entera va dirigida la proclamación del evangelio, según Colosenses (1, 23) Y según el final secundario de Marcos (16, 15). Cristo es el Primogénito o el comienzo de la creación (Col 1, 15 ó Ap 3, 14); de esta manera Cristo, a quien se atribuye el papel de mediador en la creación, queda diferenciado y contrastado -por decirlo así- con toda la creación. De manera parecida se hace distinción expresa entre el Creador y la creación (Rom 1, 25). Una resonancia más claramente negativa la tiene la creación en Heb 9, 11: el tabemácu10 por el que Cristo entra en el santuario, no ha sido hecho por manos y, por tanto, no es de esta creación. Se discute cuál es el sentido del término «creación» en Rom 8, 19-22 (donde aparece cuatro veces). ¿Se refiere a la totalidad de la creación, incluidos los hombres (redimidos), o se refiere únicamente al resto de la creación (o de la naturaleza)? Por el contexto se ve claramente que hay aquí un contraste entre los hijos de Dios (los cristianos) y la creación; ellos son la promesa para la creación (irredenta) que gime, y en la que se incluye evidentemente a las criaturas no humanas. Por tanto,

2432 la caída (cf. el v. 20) y la redención no tienen sólo sentido antropológico, sino que poseen también una dimensión cosmológica (cf. Stuhlmacher, 9s; E. Küsemann, An die Romer" [HNT], sub loco). De hecho, este pasaje es un comentario del concepto de la nueva creación (Stuhlmacher). c) Tan sólo en Pablo y en los escritos pospaulinos se usa este grupo de palabras en relación con la «nueva creación». Aquel que está «en Cristo» es «nueva criatura» (2 Cor 5, 17); en la nueva creación han quedado suprimidas las diferencias, por ejemplo, entre la circuncisión y la incircuncisión (Gál 6, 15). Como es natural, esta nueva creación se halla relacionada de manera sumamente íntima con Cristo; cf. Ef 2, 10 (<
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de designar también una criatura en particular: Rom 8, 39 (<
xttO"t;, Ero;, it ktisis creación, criatura --+ X't(~ill.

Xtlo",.UX, ato;, to ktisma criatura lo creado -+

X't(~ill.

'

xttO"'t1);, O\l, Ó ktistes creador -+ X'tL~ill.

xupda, a;, it kybeia juego de dados*

En 4, 14: ev Tñ 'Ku~d<;l TWV UVfrQÓ)JtillV, «por el juego de dados (= la astucia) de los hombres».

XUPfºV1)O"t;, Ero;,

it

kybernesis gobierno, dirección* El plural en 1 Cor 12, 28 en la enumeración de ministerios o servicios en la Iglesia (junto a UVTLA~f..t'IjJfL~ y yÉv'Y) yAWOOWV). En concreto se alude a muestras de capacidad para dirigir la comunidad, ThWNT 1Il, 1034-1036.

XUPEºV'Í)'t1);, ou, Ó kybernetes piloto, capitán* Hech 27, 11: El centurión confiaba más en el capitán que en las palabras de Pablo. Ap 18, 17: :n:d~ 'KU~eQv~T'Y)~ xal :n:d~ Ó e:71hó:n:ov :n:MillV, «todos los pilotos y todos los que navegan por el mar».

X\lXI.E"ro kykleui5 rodear, cercar* Ap 20, 9: Los enemigos de Dios «rodearon el campamento de los santos».

X\lXI.ÓaEV kyklothen (adv.) alrededor, por todas partes * En el NT el término aparece únicamente en el Apocalipsis: 4, 3.4 como preposición (impropia) que rige genitivo: «alrededor del trono» (lo mismo sucede en 5, 11 v.l.); en 4, 8 aparece como adverbio junto a Eow'frev (<
X\lXl.óro kyklo6 rodear, cercar, marchar alrededor* X1JXAÓill 'tLvá, «rodear a alguien», en Jn 10,24; Hech 14,20. Dícese del cerco de Jerusalén en Lc 21, 20 (cf. Ap 20, 9 v.l.); en voz pasiva, de los muros de Jericó, que fueron rodeados, Heb 11, 30.

X"Xl.ql kykl6 (adv.) en círculo, todo alrededor* XÚXAq> es un antiguo dativo de lugar que se ha convertido en adverbio: Mc 3 34· 6 6· 6 36 par. Lc 9, 12. En Rom 15, 19 ~l si~n¡fic~¿ es probablemente: «comenzando por Jerusalén y siguiendo luego en círculo (describiendo un círculo)>>, mejor que «comenzando por Jerusalén y sus alrededores»; cf. Bauer, Worterbuch, s. v. la). XÚ'KAq> aparece como preposición (con genitivo) en Ap 4,6; 5, 11; 7, 11 (en todos los casos: XUXAq> 'tO'Ü 'frQóvou, «alrededor del trono»).

x\ll.ío ....at kyliomai revolcarse* . En Mc 9, 20 dícese del epiléptico: «cayó a tierra y se revolcaba (eXUAtE'tO) echando espumarajos». El empleo del verbo en sentido activo (<
X\lI.LO"....Ó;, olí, Ó kylismos la acción de revolcarse* En 2 Pe 2, 22 dícese del cerdo, que se baña y vuelve d~ XUALOf..tOV j3oQj3óQ01J (<

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X"l.l.ó~, 3 kyllos lisiado, mutilado*

Mc 9, 43 par. Mt 18, 18: «es preferible entrar mutilado en la vida». Mt 15,30.31 menciona a lisiados junto a paralíticos y mudos. a'to~, tó kyma ola* En el NT aparece únicamente el plural: 'tu XVf.lu'ta, en Mc 4, 37 par. Mt 8, 24; Mt 14, 24; Hech 27, 41. En la caracterización metafórica de los falsos maestros, en Jds 13: XVf.lu'tu aYQLu tl'U",áaar¡~, «olas bravías del mar» (cf. Sab 14, 1).

xiíJia,

2436 19). Hech 13, 4-12 informa sobre la actividad de Pablo (y de Bernabé) en Chipre. La isla de Chipre se menciona también en: 15, 39 (Bernabé se dirige juntamente con Marcos a Chipre); 21, 3 (se avista Chipre); 27, 4 (<<de allí... navegamos al abrigo de Chipre»). Pauly-Wissowa XII, 59-117; DBS 11, 1-23: Haag, Diccionario, 429s; Pauly, Lexikon III, 404-408.

X'Ú:rt't(O kypto agacharse, inclinarse* Participio de aoristo XÚ'IjJU; en Mc 1,7 YJn 8, 6; cf. también Jn 8, 8 v.l. (en vez de xmux'Ú'ljJu~) ..

XVJifJal.ov, O", 'tó kymbalon címbalo, lavamanos* 1 Cor 13, 1: « ... soy como metal que resuena o címbalo que retiñe (XVf.lI3UAOV aAu",ál;úJv) rel="nofollow">>. ThWNT I1I, 1037s; C. Riesenfeld: CNeot 12 (1948) 50-53.

XVJiLVOV, O", tó kyminon comino* Mt 23, 23: «Pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino». Billerbeck 1, 933.

KUQ1)vaios, O", Ó Kyrénaios cireneo* K'UQr¡VULO~

designa al que es natural de -> En Hech 13, 1 con artículo: «Lucio, el de Cirene». En los demás pasajes sin artículo: Mc 15, 21 par. Mt 27, 32 / Lc 23, 26 (Simón cireneo); Hech 6, 9 (<<sinagoga ... de los cireneos»); 11, 20 (aV()QE~ K'Ú:n:QLOL 'XUL K'UQr¡VULOL). K'UQr¡VULO~ se usa como adjetivo en Mt 27, 32 Y Hech 11, 20. K'UQ~vr¡.

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2438

Quirinio y al censo realizado bajo su mandato; sin embargo, este censo no tuvo lugar hasta el año 6/7 p.C. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas I (OTK), 64 (bibl.) Y68s; DBS IX, 693-720.

x"Qta, a~, " kyria

señora* En el NT el término aparece únicamente en 2 Jn 1.5 como designación (en sentido figurado) de una comunidad: en el v. 1 la carta se dirige «a la señora escogida y a sus hijos»; en el v. 5 es un vocativo con el que el autor de la carta se dirige a la comunidad destinataria. ThWNT I1I, 1094s; Bauer, Worterbuch, s.v.; R. Schnackenburg, Cartas de san Juan, Barcelona 1980, 330s; H.-J. Klauck, K'UQtu fxXAr¡atu in Bauers Worterbuch und die Exegese des zweiten Johannesbriefes: ZNW 81 (1990) 135-138.

X"QLaxós, 3 kyriakos concerniente al Señor -> 'X'ÚQLO~

(12).

X"QW'Úro kyrieuo ser señor, dominar, poseer* X"VclºLOV, O", 'tó kynarion

perrito* Diminutivo de xvwv: Mc 7, 27.28 par. Mt 15,26.27. ThWNT I1I, 1103s; R. Pesch, Das Markusevangelium I (HThK), 389s.

KV:n:ºLOS, O", Ó Kyprios chipriota* En Hech 4, 36 dícese de Bemabé: KVJtQLO~ 't«> yÉV'CL, «oriundo de Chipre». Según 11, 20, entre los cristianos «helenistas» había algunos que eran «de Chipre y de Cirene (av()Q'C~ K'Ú:n:QLOL XUL K'UQr¡VULOL)>>; ellos comenzaron en Antioquía la misión entre los gentiles. En 21, 16 se menciona a «Nasón, de Chipre».

KUQtlvt), 1)S Kyréné Cirene* Nombre de una ciudad del Norte de Africa, que era capital de la región costera (desde el año 27 a.C. asociada con Creta, con la que formaba una provincia senatorial) de Cirenaica (Pentápolis) con un gran porcentaje de población judía (Schürer I1I, 52-54). Hech 2, 10 menciona a habitantes «de Egipto y de las regiones de Libia junto a Cirene». Pauly-Wissowa XII, 156-169; LThK VI, 702s; Pauly, Lexikan I1I, 41Os; S. Applebaum, Jews and Greeks in Ancient Cyrene, Leiden 1979.

XVQWS,

O", Ó kyrios dueño, señor; el Señor

XUQLU'XÓ~, 3

kyriakos concerniente al Señor*

1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semánticos -

K"QtlVLOS, O\) Kyrenios Kv:n:ºo~, ou Kypros Chipre* Nombre de una isla situada en el Mediterráneo oriental, que desde el año 22 a.C. era provincia senatorial (en Hech 13, 7 se menciona al procónsul Sergio Pablo). El mensaje cristiano llegó a Chipre por medio de los «helenistas», aun antes de Pablo (Hech 11,

Aquello sobre lo que uno tiene señorío se expresa en genitivo: Lc 22, 25; 2 Cor 1, 24; Hech 19, 16 D W. Del señorío de Cristo sobre vivos y muertos se habla en Rom 14,9. Dios es «Señor de señores», 1 Tim 6, 15. Pero en Pablo otras entidades son también sujeto del verbo 'X'UQL'CÚELV: la muerte (Rom 6, 9), el pecado (6, 14) Y la ley (7, 1). ThWNT 111, 1097; K. W. Clark, en FS Kilpatrick, 100-105.

Quirinio (Quirinius)* Nombre de un gobernador romano de Siria, bajo cuyo mandato -según Lc 2, 2- se llevó a cabo un censo (-+ a:n:oYQuq¡'lÍ 3) con fines tributarios (según 2, 1 el censo se efectuó «en todo el mundo habitado») . En J osefo, Ant XVII, 355; XVIII, 1-5 se menciona a Publio Sulpicio

3. Uso profano - 4. El vocativo XlÍQLE como invocación a Jesús - 5. Yahvé/Dios como XÚQlOC; en expresiones fijas - 6. Otras formas de uso (citas del AT, etc.) - 7. Origen de x'lÍQtoc; referido a Dios, en el NT - 8. XlÍQLOC:;, referido a Jesús de Nazaret - 9. (ó) XlÍQLO~ en los Evangelios y en Hechos - 10. En los restantes escritos del NT - 11. Significado del título de XlÍQLO~ referido a Jesús - 12. X1JQLUXÓC;. Bib/.: K. Berger, Zum traditionsgeschichtlichen Hintergrund christologischer Hoheitstitel: NTS 17 (1970-

1971) 413-422; G. Bornkamm, Cristo y el mundo en el mensaje del cristianismo primitivo, en Id., Estudios sobre el NT, Salamanca 1983, 87-102; W. Bousset, Kyrios Christos, Gottingen '1926; F. F. Bruce, Jesus is Lord, en FS W. C. Robinson, Richmond 1968,23-36; Bultmann, Teología, 170-183; L. Cerfaux, Kyrios, en DBS V, 200-228; Id., Le titre, «Kyrios» et la dignité royale de Jésus: RSPhTh 11 (1922) 40-71 (Recueil L. Ceifaux 1, Gembloux 1954, 3-63); Conzelmann, Theologie, 102s; O. Cullmann, Cristología del NT, Buenos Aires 1965, 227-274; J. A. Fitzmyer, Der semitische Hintergrund des nt/. Kyriostitels, en FS Conzelmann, 267-298; W. Foester, Herr ist Jesus, Gütersloh 1924; W. Foester-G. Quell, xlÍQLOC:; X-tA., en ThWNT III, (1938) 1038-1098; Hahn, Hoheitstitel, 67-125; I. Hermann, Kyrios und Pneuma, München 1961; G. Howard, The Tetragram and the NT: JBL 96 (1977) 6383; L. W. Hurtado, New Testament Christology: A Critique of Bousset's Influence: ThSt 40 (1979) 306317; W. Kramer, Christos, Kyrios, Gottessohn, Zürich 1963,61-103,149-181; W. G. Kümmel, Die Theologie des NT, Gottingen 1969,99-102,140-142; 1. de la Potterie, Le titre XlÍQLO<; appliqué aJésus dans l' évangile de Luc, en FS Rigaux, 117-146; H. Schlier, Über die Herrschaft Christi, en Schlier III, 52-66; G. Schneider, Gott und Christus als KYPIO~ nach der Apostelge· schichte, en FS Zimmermann, 161-174; S. Schulz, Maranatha und Kyrios Jesus: ZNW 53 (1962) 125-144; E. Schweizer, Der Glaube an Jesus den «Herm» . EvTh 17 (1957) 7-21; Ph. Vielhauer, Ein Weg zur n~~: testamentlichen Christologie?, en Id., Aufsiitze zum NT, München 1965, 141-148. A propósito del AT/LXX: W. W. Graf Baudissin, Kyrios als Gottesname im Judentum ... , GieBen 19261929; L. Cerfaux, Le nom divin «Kyrios» dans la Bible grecque: RSPhTh 20 (1931) 27-51 (Recueil 1, 113126); O. EiBfeldt, 'ádon, '"donáy, en DTAT 1 (1973), 62-78; P. E. Kahle, The Cairo Geniza, Oxford '1959, 218-228; A. Murtonen, Philological and Literary Treatise on the OT Divine Names, Helsinki 1952. A propósito del helenismo: L. Cerfaux-J. Tondriau Le culte des sourverains dans la civilisation gréco.ro: maine, Tournai 1957; A. DeiBmann, Light from the Ancient East, London 1927, 349-359 (cf. DeiBmann, Licht, 298-310); W. Fauth, Kyrios, Kyria, en Pauly, Lexikon III, 413-417; H. Lietzmann, An die Romer (HNT), Tübingen '1971, 97-101; M. Hengel, Judentum und Hellenismus, Tübingen '1973, 542-544; E. Williger, Kyrios, en Pauly-Wissowa XII/l (1924), 176-183. Para más bibliografía, cf. P.-E. Langevin, Bibliographie biblique, Québec 1972 y 1978,1, 542s, 809s; II, 1012s; ThWNT X, 1152s.

1. En el NT el sustantivo 'X'ÚQLO~ aparece 719 veces, y por cierto en todos los escritos, con excepción de Tito y las Cartas de Juan (cf., no obstante, Tit 1,4 Y 2 Jn 3 en el Textus Receptus). Lucas es quien emplea más fre-

2439 cuentemente el término X'ÚQLO~: éste aparece 104 en el Evangelio y 107 veces en Hechos. X'ÚQLO~ aparece 189 veces en las Cartas paulinas que son indiscutiblemente auténticas. Colosenses, Efesios y 2 Tesalonicenses tienen en total 64 testimonios; otros 22 testimonios se encuentran en 1-2 Timoteo. Marcos tiene 18 testimonios, Mateo 80, el Evangelio de Juan 53 Hebreos 16, Santiago 14, 1 Pedro 8, 2 Pedr~ 14, Judas 7 y Apocalipsis 23. - El adjetivo x'UQL
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16b), a Pi lato (Mt 27, 63), a un rey que se sienta en el trono de David (Mt 22, 44b; Mc 12, 36b; Lc 20, 42b; Hech 2, 34b), e incluso a uno de los ancianos en la corte celestial (Ap 7, 14). En un sentido más bien figurado, X'ÚQLO~ se emplea en ellogion sobre lo de servir a «dos señores» (Mt 6, 24; Lc 6, 13) o en la expresión «Señor del sábado» (Mt 12, 8; Mc 2, 28; Lc 6, 5). 4. El vocativo X'ÚQLE se usa a menudo en los Evangelios y en los Hechos para dirigi.rse a Jesús .. Será su sentido un simple tratanuento de cort~sía, como «señor» (en inglés, «sir»), o será un título de majestad para dirigirse al Cristo (como en inglés «Lord»)? En labios de personas que no son discípulos o que no so~ judíos, el vocativo se entiende quizás en el pnmero de estos dos sentidos, como en los casos de la mujer sirofenicia (Mc 7, 28; Mt 15, 22.25.27), del centurión (romano) (Lc 7,6), de Zaqueo (Lc 19, 8b), del padre del muchacho epiléptico (Mt 17, 15), del ciego (Mt 9, 28; 20, 30.31.33; Lc 18,41), del leproso (Mt 8,2; Lc 5,2), de la samaritana (Jn 4, 11.15.l9), del funcionario real (4, 49), del enfermo de Betesda (5, 7), de la adúltera (8, 11), del ciego de nacimiento (9, 36), de María Magdalena (20, 15) y de Saulo cuando iba camino de Damasco (Hech 9, 5a; 22, 8. lOa; 26, 15a). Pero en muchos casos XUQLE es también usado por discípulos y seguidores de Jesús para dirigirse a él. Así lo hacen candidat~s ~I discipulado (Lc 9, 57.59.61; Mt 8, 21), dlSClpulo s (Mt 8,25; 26, 22; Lc 10, 17; 11, 1; 17, 37; 22,38.49; Jn 6,34; 11, 12), justos (Mt 25, 37) e injustos (25,44), una persona de la q.ue no se menciona su nombre (Lc 13,23), el cIego que había sido curado (Jn 9, 38), el disCÍpulo amado (Jn 13,25; 21, 20), Pedro (Mt 14, 28.30; 16,22; 17,4; 18,21; Lc 5,8; 12,41; 22,33; Jn 6, 68; 13, 6.9.36.37; 21, 15.16. 17.21), también Santiago y Juan (Lc 9, 54), Marta (Lc 10, 40; Jn 11, 21.27.39), Marta y María (Jn 11,3.34), María (de Betania, Jn 11, 32), Tomás (Jn 14,5; 20, 28 [ó X'ÚQLO\; !w'U]), Felipe (14, 8) y Judas (14, 22). Cuando el vocativo X'ÚQLE se dirige al Jesús resucitado (Hech 1, 6; 7, 59.60; 9, 10b.13; 22,

2441 19), entonces tiene claramente el matiz de un título de majestad (<
2442 Señor» (Sant 5, 10), «la mano del Señor» (Hech 11, 21). En algunos de estos casos el X'ÚQLO~ tradicional del AT se aplica seguramente a Jesús (~ 6). 6. En los siguientes pasajes se designa a YahvélDios como X'ÚQLO~, pero en forma distinta -es decir, prescindiendo de la expresiones enumeradas en ~ 5- (el asterisco * indica que se trata las citas del AT; el signo de interrogación detrás de un pasaje indica que en ese caso X'ÚQLO\; se refiere quizás a Jesús): Mt 1, 20.22; 3, 3*; 4, 7*.10*; 5, 33*; 11,25; 21, 9*.42; 22, 37*.44a*; 23, 39*; 24, 42(?); 27, 10*; Mc 1,3*; 5, 19(?); 11,9*.10; 12, 11*. 29a.b*.30*. 36a*; 13,20; Lc 1, 6.9.15.16.17. 25.28.32.38.45.46.58.66.68.76(?); 2, 9b.15.22. 23a.b*.24.26.39; 3, 4*; 4, 8*.12*.18*.19*; 5, 17; 10,21.27*; 13,35*; 19,38*; 20, 37. 42a*; Jn 1,23*; 5,4; 12, 13*.38a.b*; Hech 1,24; 2, 20*.21 *25*.34a*.39.47; 3, 20.22; 4, 26.29; 5, 9; 7, 31.33.49*; 8, 22.24.39; 10, 4.14 (?).33; 11, 8.16(?).21a.23(?); 12, 11.17; 13,2.11.12. 44.47; 15, 17a.b.40; 16, 14.15.30.32 (?); 17, 24; 18, 8.9(?); 20, 19(?).28.32; 21, 14; Rom 4, 8*; 9, 28.29*; 10, 12.13*.16*; 11,3*.34*; 12, 19*; 14, 4b.6a.b.c.11 *; 15, 11*; 1 Cor 1, 31*; 2,16*; 3,5.20*; 4,19; 7,17; 10,26*; 14,21*; 2 Cor 5, 11(?); 6,17*.18*; 8,19.21; 10, 17.18; 2 Tim 2, 14(?).19a*.b*.22(?).24(?); Heb 1, 10*; 7,21 *; 8, 2(?).8*.9*.1O*.11 *; 10, 16*. 30a*.b*: 12,5*.6*; 13,6*; Sant 3,9; 4,10.15; 5, 4.11a.b; 1 Pe 1, 25*; 2, 3*.13(?); 3, 12a*.b*; 2 Pe 2, 9.11(?); 3, 8.9.15; Jds 5(?). 9.14; Ap 1, 8; 4, 8.11; 11,4.15.17; 15,3.4; 16,5.7; 18,8; 19,6; 21, 22; 22, 5.6. 7. Se pregunta de dónde derivan los autores del NT el nombre griego de X'ÚQLO\; para aplicárselo a Dios/Yahvé. Se pensaba que el absoluto (ó) X'ÚQLO~, sin atributos, podía considerarse derivado de la LXX; porque, en los grandes códices en pergamino, el hebreo yhwh es traducido por X'ÚQLO\; (así piensan, por ejemplo, Cullmann, Hahn). Ahora bien, esta traducción se encuentra únicamente en las copias cristianas de la LXX que datan de los siglos IV Y V, pero no en los manuscritos

2443

"ÚQLO~

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la parusía a la muerte de Jesús). Usado en confeccionados para los judíos de lengua sentido absoluto, %úQto~ constituye el clímax griega en época anterior al cristianismo (por del himno pre-paulino a Cristo, en Flp 2, 16. ejemplo, PapFouad 266 [de Egipto; cf., a proEn este himno (que es posiblemente de origen pósito, Schulz, 129] y 8l:1evXII gr [Nai).al judeocristiano, no cristiano gentílico), %ÚQLO~ l:Iever, Palestina]). En estas traducciones del es el «Nombre sobre todos los nombres» (v. AT, el nombre de yhwh -escrito en letras he9); se aplica al Jesús exaltado y constituye la breas o paleohebreas- se insertaba en el texto razón de que haya que tributarle a él la misma griego. Tanto Orígenes como Jerónimo conoadoración (vv. lOs) que, según Is 45, 23, le cieron tales copias en su época. Pero además corresponde a Yahvé mismo. se ha mantenido, al menos desde W. Bousset, Este uso prepaulino, que encuentra su eco que era «inconcebible» que un judío palestino en las más tempranas confesiones de fe: «Jehubiera designado a Dios en sentido absoluto sús es Señor» (1 Cor 12, 3; Rom 10, 9), pone como «el Señor» (cf. Bultmann, Teología, 96). en relación este título con el más antiguo Sin embargo, podemos afirmar: entre los kerygma judeocristiano palestinense, que fue judíos palestinenses de los dos siglos anterioformulado en arameo por los «hebreos» de la res al cristianismo existía una costumbre incicomunidad de Jerusalén (dI miireh Yesua' piente de referirse a Dios llamándole «(el) SemeSflJii') o en griego por los «helenistas» (cm ñon>, en arameo miireh (indefinido, llQTg %ÚQLO~ 'Irl(Joií~ XQLOtÓ~). El origen de este Job 24, 6s; lQGénApoc 20, 12s) o miiryii' título referido a Jesús no puede buscarse en (definido,4QHen b 1, IV, 5), en hebreo 'iidan terreno «helenístico», sino en el judaísmo pa(incluso sin el controvertido sufijo -iiy, Sal lestinense anterior al cristianismo, que aplica114, 7; llQSal" 28, 7s) y en griego XUQLO~ ba a Yahvé el título miireh, 'iidan o %ÚQLO~ (Josefo, Ant XX, 90; XIII, 68 [como cita de Is (--+ 7). El título de %ÚºLO~ implica que el Je19, 19]; TestLev 18, 2 [xuQto~]; Hen [gr] 10, sús exaltado es equiparado a DioslYahvé. Sin 9 [ó %ÚQLO~]). Aunque ninguno de estos embargo, no se le identifica con él, ¡el Jesús ejemplos demuestra que yhwh era traducido exaltado no es 'abbii'! El título de %ÚºLO~ no por 'XUQLO~, sin embargo indica que, al menos dice inmediatamente lo mismo que el de {}EÓ~. para los judíos palestinenses, no era «inconEl mencionado uso pre-paulino se desarrocebible» llamar Señor a «Dios» ('el) o al «Tolla hasta llegar a un empleo muy difundido dopoderoso» Csadday). Es verdad que no se del título entre los primeros escritores del NT. ha rastreado (todavía) una línea que enlace diPablo utiliza principalmente de tres maneras rectamente este uso judío pre-cristiano con el título (ó) %ÚQLO~, referido a Jesús: a) En los autores precristianos, pero no puede dessentido absoluto, refiriéndolo al «Señor» recartarse que sobre estos últimos haya existido sucitado: Rom 10,9; 14, 8a.b; 1 Cor 2,8 (xútal influencia. ºLO~ Lií~ M1;l]~); 4, 4.5; 6, 13a.b.5.14.17; 7, 1O.12.22.25a.b.32a.b.34.35; 9, lb.5.14; 10, 8. En el NT, %úQto~ se aplica también en 9.21a.b.22; 11, 23a.26.27a.b.29.32; 12, 3.5; sentido religioso a Jesús de Nazaret. Aparece 14, 37; 15,58; 16,7; 2 Cor 3, 16.17a.b.18a.b; como «título» referido a Jesús en todos los es4,14; 5, 6.8.11(?); 8,5; 10, 8; 11, 17; 12, 1.8; critos del NT, exceptuadas la Carta a Tito y 13, 10; Gáll, 19; 6, 17; Ef 4, 5; 5, 10.17.19. las Cartas de Juan (--> 1). De ordinario se de22.29; 6, 4.7.8.9; Flp 2, 11; 4,5; Col 1,10; 3, signa como Señor al Cristo resucitado. Es po13.16.22b.23.24; 4, lb; 1 Tes 1,6; 3,12; 4,6. sible que originalmente se le aplicara este tí15b.16.17a.b; 5, 27; 2 Tes 1, 9; 2,13; 3,3.5. tulo por considerárselo muy apropiado para l6a (Lií~ El,ºrlv'I']~).b. b) En la expresión predesignar al Cristo que viene para la parusía, EV %'UQLCP: Rom 16, 2.8.11.12a.b. posicional como sugiere la forma griega de la expresión 13.22; 1 Cor4, 17; 7, 22.39; 9, 2; 11, 11; 16, 19; aramea miiranii tii' (1 Cor 16, 22; cf. también 2 Cor 2, 12; Gál 5, 10; Ef 2,21; 4, 1.17; 5, 8; 1 Cor 11, 26, donde el título es retrotraído de

2445 6,1.10.21; Flp 1, 14; 2,19.24.29; 3,1; 4, 1.2. 4.10; Col 3, 18.20; 4, 7.17; 1 Tes 3,8; 4,1; 5, 12; 2 Tes 3,4; Flm 16.20a.b. La expresión se encuentra a menudo en exhortaciones y saludos y también para expresar la unión de los cristianos con Cristo. c) Pablo añade a menudo al título de XÚQLO~ los nombres de Jesús y/o Cristo: XÚQLO~ ('Il](Joií~) (XQt<J"tó~): Rom 1,4.7; 4, 24; 5, 1.11.21; 6, 11.23; 7, 25; 8, 39; 12,11; 14, 14; 15,6.30; 16, 18.20.24; 1 Cor 1, 2.3.7.8.9.10; 5, 4a.b.5; 6, 11; 8, 6; 9, la; 11, 23b; 15, 31.57; 16, 23; 2 Cor 1, 2.3.14; 4, 5. 10; 8, 9; 11,31; 13, 13; Gál 1,3; 6, 14.18; Ef 1,2.3.15.17; 3,11.14; 5, 20; 6, 23.24; Flp 1, 2; 3, 8.20; 4, 23; Col 1, 2.3; 2, 6; 3, 17.24; 1 Tes 1, la.b.3; 2,15.19; 3,11.13; 4, 2; 5, 9.23. 28; 2 Tes 1, 1.2.7.8.12a.b; 2, 1.8.14.16; 3, 6. 12.18; Flm 3.5.25. Esto aparece especialmente en los textos con que comienzan las cartas. 9. Junto al uso de %ÚQLO~ en vocativo (xúQw --> 4), se encuentra también (ó) XÚºLO~ en los

Evangelios y en Hechos, donde se detecta la influencia de la tradición pre-paulina. a) En Marcos aparece dos veces: 11,3 (el Señor necesita un pollino); 12, 37 (David le llama Señor); cf. además Mc 16, 19.20). b) En Mateo se .halla únic~mente en los paralelos con los pasaJes marqumos: 21, 3; 22, 43.45. c) Lucas utiliza (ó) xUQto~ no sólo para referirse al Resucitado (24, 3.34 [¡aquí como antiquísimo testimonio!], sino también a Jesús durante su actividad terrena (7,13.19; 10,1.39.41; 11,39; 12, 42a; 13, 15; 17,5.6; 18,6; 19, 8a.31.34; 22, 61a.b), e incluso a propósito del nacimiento de Jesús (2, 11) y con anterioridad a su nacimiento (1,43). Prescindiendo del paralelo con la pregunta acerca del hijo de David (20, 44), el uso lucano de la expresión el Señor refleja la manera de hablar de su tiempo, en el cual el título post-pascual (referido al Resucitado) se ha~ía convertido ya casi en nombre que se aplIcaba a Jesús. d) En Hechos Lucas dice ó XÚQLO~ para referirse a Jesús dur:mte su actividad terrena (1, 21; 20, 35) Y al Resucitado (2, 36; 4, 33; 9, 27). Aparece constantemente una se,rie de frases típicamente lucanas con (ó) 'X'UQLO~: El Señor (resucitado) se apareció, hizo

2446 o dijo talo cual cosa (9, lOa.11, 15.17; 22, IOb; 11; 26, 15); los cristianos creen en él, se dingen a él o son añadidos al Señor (5, 14; 9, 35:42; 11, 17.21b.24; 14,23; 16,31; 20, 21); «dlSClpulos del SeñOr» (9,1) le proclaman (11, 20; 14,3; 28, 31) o le alaban, predican o bautizan en su nombre (8,16; 9,28; 19,5.13.17; 21, 3). Aparecen también expresiones aisladas como: «el camino del SeñOr» (18,25), «el temor del SeñOr» (9, 31), «la gracia del SeñOr» (15 11 [cf. 20, 24]), «por la causa del SeñOr» (15' 26) y «el Señor de todos» (10, 36). Vémos có~ mo el Señor se ha convertido en el objeto de la proclama~ió~ cristiana. e) En el Evangelio de Juan, o X'UQLO~ se emplea sólo en pocos lugares. El uso de este título recuerda el empleo que se hace del mismo en los fragmentos lucanos que narran la actividad terrena de Jesús (Jn 4, 1; 6, 23; 11,2). Sin embargo, el título se encuentra también en labios de María Magdalena, que refiere que «al Señor» se lo han llevado del sepulcro (20, 2; en 20, 13 dice ella: «mi Señor»), o en la noticia de que ella ha visto «al Señor» (20, 18). También otros discípulos le reconocen como tal (20,20.25; 21, 7a.b.12). El cuarto Evangelio ha repetido sencillamente este uso de la tradición más antigua. ~3,

10. Lo mismo habrá que decir de la aparición de %ÚºLO~ en los demás escritos del NT: 1 Tim 1,2.12.14; 5,5 v.l.; 6, 3.14.15; 2 Tim 1, 2.8.16.l8a.b.; 2, 7; 4,1.8.14.17.18.22; Heb 2, 3; 7, 14; 12, 14; 13, 20; Sant 1, 1.7; 2, 1; 5, 7.8.14.15; 1 Pe 1, 3; 3,15; 2 Pe 1,2.8.11.14. 16; 2, 20; 3,2.18; Jds 4, 17.21.25; Ap 11, 8; 14,13; 17, 14a; 19, 16a; 22, 20.21. 11. Los primeros cristianos, al atribuir a Jesús el título de XÚQLO~, confesaban su victoria sobre una muerte humillante, su exaltación a un estado trascendente de gloria y su dominio real sobre quienes llegan a compartir su fe en él. Frente a la creencia, muy difundida, de que los emperadores romanos eran XÚQLOL (por ejemplo, Augusto [AgU 1197, 1, 15]), los cristianos proclamaban, como cita Pablo: «Para nosotros no hay más que un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas, y por me-

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dio del cual existimos» (l Cor 8, 6). Jesús, para .ellos, era más que un Mesías davídico (Mc 12, 35-37 par.). La más antigua proclamación kerigmática sobre Jesús de Nazaret, a quien proclama como el agente -crucificado y resucitado- de Dios, incluye la confesión de fe en Su condición de Señor y en su mesianidad (Hech 2, 36), e igualmente en Su exaltación (2, 33) Y proclama la persuasión de que «debajo del cielo no existe otro nombre en el que podamos ser salvos» (4, 12). Jesús fue exaltado como Señor para que derramase el Espíritu que inicia la vida cristiana (2, 33). Por eso, Pablo pudo llegar a afirmar con anterioridad que «el Señor es el Espíritu» (2 Cor 3, 17), una crux interpretum, que desde luego debe interpretarse a la luz de 1 Cor 15, 45: «El último Adán llegó a ser el Espíritu que da vida (cf. Rom 1,4: «constituido como el Hijo de Dios en poder conforme al Espíritu de santidad en virtud de la resurrección de entre los muertos», en contraposición a lo que él era «según la carne» [v. 3]). En estos enunciados Pablo no hace una distinción tan cuidadosa entre X:ÚQLOI,; y :n:vEií[.lU como la que que él establece en 2 Cor 13, 13, o como la que haría la doctrina trinitaria de los siglos posteriores. 12. El adjetivo KUQLUX,Ó~ no posee equivalente semítico. Se adoptó del uso helenístico y se aplicó dándole un sentido religioso: es lo concerniente o perteneciente al Señor, es decir, a Jesús, al Señor resucitado. X'UQLUXOV -+ ()EL:n:VOV, la «cena del Señor» (1 Cor 11, 20), se relaciona con el :n:O"t~QLOV y la tQá:n:El;u X'UQLOU (la «copa» y la «mesa del Señor»; 1 Cor 10, 21). Aquí aparece claramente la influencia del sustantivo sobre el adjetivo. Se refiere a la cena de la anámnesis eucarística, en la cual los cristianos participan del «cuerpo y de la sangre del Señor» (11, 27) Y «proclaman la muerte del Señor hasta que él venga» (11, 26). ti X,UQLUx.T¡-+ ti[.lÉQu, «el día del Señor» (Ap 1, 10), recuerda, sí, aquella expresión del AT «el día del Señor (de Yahvé) (cf. JI 2, 31 LXX), pero por su formulación como adjetivo indica que se refiere a un día que los cristianos celebran en honor del «Se-

ñOf» resucitado, probablemente «el primer día de la semana» (l Cor 16, 2; cf. Jn 20, 1.19; Did 14, 1). J. A. Fitzmyer

XlJQtÓ't1);, 1)'to;, poder soberano*

'ÍJ

kyriotes soberanía,

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daísmo y Nuevo Testamento), en ROO n, 1301-1303; H. Schlier, Miichte und Gewalten im NT, Freiburg 1958; K. L. Schmidt, Die Natur- und Geisteskrafte im pln Erkennen und Glauben: Eranos-Jabrbuch 14 (1947) 87-143. 1. En el NT X,'UQLÓtr¡~ aparece cuatro veces (una vez en cada uno de los escritos: Colosenses, Efesios, 2 Pedro y Judas). Hay que distinguir entre dos formas en que se aplica el término. 2. a) Fundamentalmente X,'UQLÓ"tr¡~ significa la (una) soberanía ejercida por el (un) señor. No se piensa tanto en Dios, sino en Jesucristo, en quien se cree y a quien se atestigua como el -+ X,'ÚQLO~ exaltado (2 Pe 2, 10; Jds 8). Este concepto, tomado del ámbito político, implica (en contraste con ()Ea:n:ótr¡~) el derecho a ejercer un señorío legítimo y verdadero, el cual es considerado, por tanto, como él único y universal señorío. b) Ef 1, 21 Y Col 1, 16 cuentan también con que hay otros poderes y autoridades (subordinados a la X'UQLÓ"tr¡1,; de Jesucristo) que poseen también X'UQLÓ'tr¡~. Se piensa principalmente en la angelología dualística por la que tanto se interesaba la apocalíptica judía, es decir, en el mundo de los demonios, los ángeles y los espíritus, que surgió en el ámbito cultural babilónico-iranio y que posiblemente se mezcló luego -en la Palestina bíblica- con el degradado mundo de las antiguas deidades cananeas (cf. Filón, Conf 171; Mut 59; MartPoi 14, 1; 1QS 3, 13ss; Hen [esl] 20, 1; Ren

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X.UQLÓ,¡;r¡¡; - X.roAOV

[et] 61, 10). Esta concepción representa, con sus repercusiones que llegan hasta nuestros mismos días, el intento del hombre por conocer, basándose en la múltiple experiencia de su propia impotencia, los poderes y las fuerzas que rigen al hombre. Ahora bien, el cristianismo confiesa que todo el poder reside en Dios.

F. Schroger XlJQóro kyroo corroborar, ratificar* Gál 3, 15: «Un testamento ratificado (X,Ex,'UQW[.lÉvr¡v ?hu'frlíxr¡v) nadie lo invalida». En 2 Cor 2, 8 con el significado de resolver / decidirse (en favor de); Pablo exhorta: x,'UQwam d~ uutóv ayá:n:r¡v, «decidirse a demostrarle amor». ThWNT I1I, 1098s. X"'rov, X\JVÓ;, ;, kyon perro* Bibl.: Billerbeck 1, 447; 722-726; 111, 621-622; 773; O. Bocher, Diimonenfurcht und Damonenabwehr (BWANT 90), Stuttgart 1970, 86-88; K. Galling, en BRL 149s; J. Jeremias, Matthtius 7, 6a, en FS Michel, 271-275; O. Michel, ltúúJv lttA., en ThWNT III 11001104; H. van Lips, Schweine füttert man, Hund~ nicht - ein Versuch, das Ratsel von Mt 7, 6 zu lOsen: ZNW 79 (1988) 165-186; F. Perles, Zur Erklarung von Mt 7, 6: ZNW 25 (1926) 163-164; W. Richter, en Pauly, Lexikon 11, 1245-1249; W. Schmithals, Die Irrlehrer des Phil: ZThK 54 (1957) 297-341; O. Schwarz, Matthtius VII 6a: NovT 14 (1972) 18-25. Para más bibliografía, cf. ThWNT X, 1154.

1. Con pocas excepciones (Jue 7, 5: en sentido neutro; Job 30, 1: perro pastor; Is 56, 10; Tob 11, 5: perro guardián), el perro es considerado en la Biblia como un animal despreciable (junto a la hiena [Eclo 13, 18] o el buitre [1 Re 14, 11; 16,4; 21, 24; Jer 15, 3] Y el cerdo [Mt 7, 6; 2 Pe 2, 22; cf. Horacio, Ep. 1, 2, 23ss; EvTom 93; PapOxy V, 840; bBer 83aJ), que siempre está hambriento (Is 56, 11) Y anda vagabundeando para alimentarse de las basuras que se tiran (Ex 22, 31; cf. JyA 10, l3; 13, 8), o que se arroja desvergonzadamente como depre~~dor de todo lo que se halla indefenso por la debilIdad, la enfermedad o la soledad. Sin embargo, la firme tenacidad del perro puede valorarse también positivamente, y se aplica incluso a Israel (ExR 42, 9 par.). Por tanto, en el AT el perro personifica no sólo la extrema bajeza (cf. EcI 9, 4; 1 Sam 17, 43; 24, 15; 2 Sam 9, 8; 16,9; 2 Re 8, 13; también 1 Re 21, 19.23; 2 Re 9,10; cf. también Josefa, Ant XV, 289; Bell IV, 324) sino también un grave peligro e in-

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cluso un peligro amenazador para la vida (cf. Sal 22,17.21; 59, 7.15s; también Ex 11,7; Jdt 11, 19). 2. Este tono de fondo, generalmente negativo, se aprecia también en el NT. - Lc 16, 21 acentúa la miseria y desgracia de Lázaro: no puede siquiera alejar de sí a los perros que vagabundean a su alrededor. En Ap 22, 15 se dice de la ciudad escatológica que «los perros quedan afuera ... » (E~W OL X'ÚVE~). Entre los demás que quedan «excluidos» se hallan los gentiles y los herejes (= todo el que ama y practica la mentira). En 2 Pe 2, x'Úwv es finalmente la designación de los herejes en la descripción que se hace de los maestros de mentiras ('ljJE'UbO
xroAOV, ou, 'tó k6lon cadáver* El término se aplica especialmente al cadáver que yace tendido sin recibir sepultura.

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XWAOV - XO>A1)O>

Heb 3, 17: «cuyos cuerpos cayeron en el desierto» (cf. Núm 14,29.32 LXX).

xroJ..:vro kalyo impedir, estorbar, prohibir Bibl.: K. Aland, Die Siiuglingstaufe im NT und in der alten Kirche, München '1963, 68s; A. Argyle, O. Cullmann's Theory Concerning ')tW!..úELV: ET 67 (1955) 17; G. R. Beasley-Murray, Baptism in the NT, London 1963, 324s; O. Cullmann, Le Bapteme des enfants et la doctrine biblique du bapteme, Neuchatel 1948, 63-69; Dupont, Béatitudes n, 151-161; 1. Jeremias, Die Kindertaufe in den ersten vier Jahrhunderten, G6ttingen 1958, 668; S. Légasse, Jésus et l' enfant, Paris 1969, 3643, 187-195, 210-214, 326-333.

1. En el NT el verbo XO>A:ÚO> aparece 23 veces. Su significado en la mayoría de los casos es impedir / estorbar, a veces con el matiz de oponerse (a alguien) o de poner un obstáculo en el camino (de alguien) (Hech 11, 17; 27, 43) o también de prohibir (l Tim 4, 3) Y rehusar (Lc 6, 29; Hech 10, 47). El verbo compuesto DLa.Xo>A:Uo> (Mt 3, 14; --+ 2.c) refuerza los contenidos semánticos del verbo simple. 2. Ni en la LXX ni en el NT tiene XO>A:UW por sí mismo una significación teológica. Tal significación aparece sólo en contextos particulares. El NT emplea xwAÍJw -prescindiendo del uso del verbo en sentido neutro- en tres diferentes asociaciones: a) En relación con los carismas: Mc 9, 38.39 par. Lc 9,49.50 es un eco de Núm 11, 28 (XWAlJO'OV a.il1;mí~): se trata de la libertad que debe dejarse a las prácticas teúrgicas ejercidas en el nombre de Jesús por personas nocristianas. En 1 Cor 14, 39 Pablo recomienda que, aunque sea más excelente la profecía, no se prohtba el don de hablar en lenguas, con tal de que se observe el orden debido. En Hech 16,6 XWAÚW se usa para referirse a la actividad del Espíritu Santo que dirige a los apóstoles señalándoles los caminos que deben deben seguir. b) XWAÚO> aparece en Hech 8, 36; 10, 47; 11, 17 en relación con el bautismo. Expresa

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en estos casos la falta de impedimento que se oponga a la administración del bautismo a gentiles, sobre todo teniéndose en cuenta las garantías milagrosas ofrecidas por el Espíritu. No se puede probar (en contra del EvEb en Epifanio, Haer XXX, 13, 8, a diferencia de Mt 3, 14; PsClem Hom 13,5, 1; versión siríaca de la leyenda de Irene) que XWAÚW, en estos pasajes de Hechos, se remonte a un formulario para la administración del bautismo (en contra de Jeremias); porque XWAÚW se usa en un sentido demasiado poco específico para que eso pudiera ser cierto. Por este motivo, las conexiones «sacramentales» que se han sugerido también en otros pasajes, carecen de suficiente fundamento. c) Ahora bien, XWAÚW adquiere su mayor densidad teológica cuando designa los impedimentos que los hombres ponen al plan salvifico de Dios. Así, Juan quiere disuádir a Jesús de ser bautizado (Mt 3, 14: DLEXWAlJO'EV autóv); pero de esta manera Juan se opone al plan de Dios, tal como se halla consignado en las Escrituras (3, 15). Este mismo sentido tiene el verbo en aquella escena en que unas personas traen niños y se los acercan a Jesús (Mc 10,14 par. Mt 19,14/ Lc 18,16): aunque el texto ofrece sólo un apoyo indirecto en favor de la práctica de administrar el bautismo a los niños, sin embargo ilustra una actitud característica de Jesús, que censura a quienes -lo mismo que hicieron los discípulos en la escena de los niños- tratan de impedir que las personas insignificantes y marginadas sean acogidas por Jesús. Según 1 Tes 2, 14-16, los judíos se oponían a la misión apostólica: Pablo estigmatiza a quienes se ponen del lado de los impíos de los últimos tiempos, impidiendo a los apóstoles que proclamen el evangelio a los gentiles (v. 16). Un reproche análogo dirige Jesús contra los doctores de la ley: ellos, con su errónea doctrina, impiden a sus semejantes que lleguen al conocimiento que les trae la salvación, mientras que a ellos mismos se les ha negado tal conocimiento (Lc 11, 52; cf. Mt 23, 13). S. Légasse

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xm,.uJ, 1];, Í) kome

aldea, pueblo En el NT, el sustantivo aparece únicamente en los evangelistas: en Marcos 7 veces, 4 en Mateo, 12 en Lucas (una sola mez en Hechos), 3 veces en Juan. XWf.t'll aparece en contraste con la :rtÓAL~ en Mt 9,35; 10, 11; Mc 6, 56; Lc 8, 1; 13,22. El sustantivo se encuentra junto a &.YQó~ en Mc 6, 36; Lc 9, 12. El plural aparece juntamente con el genitivo de una zona de mayor extensión, para designar así a las aldeas que se encuentran en dicha zona: Mc 8, 27 (Cesarea de Filipo). Se mencionan expresamente como XWf.tUL: Betania (Jn 11, 1.30), Betsaida (Mc 8, 23.26), Belén (Jn 7, 42) Emaús (Lc 24, 13.28). - En Hech 8, 25 XWf.tUL se halla en sentido figurado para referirse a los habitantes de las aldeas.

xro""Ó1toJ...t;, Ero;, Í) komopolis

villa con

mercado* Mc 1,38: «Vayamos ... a las villas con mercados».

xm,...o;,

OV, Ó komos banquete, orgía, juerga* xwf.tO¡; designaba originalmente el desfile festivo en honor de Diónisos, luego el banquete festivo, la orgía. En el NT el término se usa únicamente en sentido negativo y en plural: Rom 13, 13 Y Gá15, 21, junto a [tÉ'frUL; 1 Pe 4, 3, junto a nótOL. Spicq, Notes 1, 449s.

xmvro'\j1, ro1tO;,

Ó konaps mosquito* En Mt 23, 24 en el reproche que se hace a los escribas y fariseos: «¡Guías ciegos, que coláis (--+ DLiiAí,~W) el mosquito y os tragáis el camello!».

Km Kos Cos* Nombre de una isla griega del Mar Egeo. La segunda en extensión entre las Islas Dorias situadas frente a la costa sudoccidental de Asia Menor. Desde el siglo IV a.e. existía un famoso santuario de Asclepio al suroeste de la ciudad del mismo nombre. Hech 21, 1: « ... llegamos con rumbo directo a Cos (El,~ t~V Kw), al día siguiente a Rodas y de allí a Pátara». Pauly-Wissowa XI, 1467-1480; LAW, 1601; Pauly, Lexikon I1I, 312-315. Km;,

Kro(Jú"" Kasam Cosán* Nombre de persona en la genealogía de Jesús en Lc 3,28.

xroqJÓ;, 3 kaphos mudo;

sordo* El adjetivo significa originalmente embotado, obtuso; puede referirse al órgano de la fonación o al del la audición, y por tanto puede significar tanto mudo como sordo. De la mudez hablan la mayoría de los pasajes del NT (el término aparece tan sólo en Mateos y Lucas): Mt 9, 32.33; Mt 12, 22 (bis) par. Lc 11, 14 (bis); Mt 15, 30.31 (a diferencia de Marcos); Lc 1,22. De la sordera se habla en Mc 7, 32.37; 9, 25; Mt 11, 5 par. Lc 7,22.


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