La Epistola A Los Romanos - A. B. Simpson.pdf

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ÍNDICE

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x,Libros C Ll E Galvani, 113 TERRASSA (Barcelona) LA EPISTOLA A LOS f
XI,XII,XIII,-

Versión española: Henry Wagoner Depósito Legal: B. 433-1986 ISBN 84-7645-076-1 Impreso en los Talleres Gráficos de la M.C.E.Horeb, A.C. nº 265 S.G.- Polígono Industrial Can Trias, calles 5 y 8- VILADECAVALLS (Barcelona).

XIV,XV,-

Printed in Spain

XVI.-

INTRODUCCION, EL PODER DEL EVANGELIO EL CUADRO DEL PECADO. EL PECADO DEL JUDIO LA JUSTICIA DE DIOS LA LEY DE LA FE LAS BENDICIONES QUE FLUYEN DE LA JUSTI F I CAC ION LA SANTIFICACION POR LA MUERTE Y LA RESURRECCION , , , , , SANTIFICACION POR LA GRACIA DE DIOS, , , , , , , , SANTIFICACION POR EL ESPIRITU , LA DIVINA PROVIDENCIA , , , EL PROPOSITO DE DIOS EN RELACION A ISRAEL Y EL MUNDO , , , , CONSAGRACION Y SERVICIO , , , LA CONSAGRACION EN RELACIONA NUESTROS DEBERES CIVILES Y SOCIALES. , , , , , , LA CONSAGRACION EN RELACION A NUESTRO DEBER PARA CON LOS DEBILES Y ERRANTES , , , , LA CONSAGRACION PRACTICA EN RELACION CON LA EVANGELIZACION DEL MUNDO , , , , , , LECCIONES OBJETIVAS DE SERVICIO CRISTIANO , , , , , ,

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Introducción

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A epístola a los Romanos es la más sobresaliente de las cartas de Pablo. Contiene el más compacto sistema de teología que existe. Su gran tema es el evangelio de Cristo, del cual el apóstol no se avergüenza, como consta de su testimonio dado en la introducción a la epístola. Y toda ella es un desarrollo hermoso, lógico y profundamente espiritual de dicho evangelio. La epístola puede ser también llamada un tratado sobre la vida de fe en sus sucesivos pasos - o, como él mismo lo expresa, "de fe en fe". Se compone de cinco grandes temas. EL

PECADO

L El primero de estos temas es el desarrollo de la doctrina del pecado. En los tres primeros capítulos él enfoca la luz sobre el corazón del hombre, y traza un cuadro de la maldad humana, tanto en el judío como en el gentil, cuadro cuya veracidad queda evidente por el hecho que aun los pueblos paganos de hoy día lo reconocen como el cuadro exacto de sus propios corazones. LA

SALVACIÓN

II. El segundo tema es el de la salvación, y lo desarrolla en los capítulos tres, cuatro y cinco, con todos sus grandes principios y condiciones, resumien-

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

INTRODUCCION

do su tema con un sublime contraste entre Adán y Cristo, los dos grandes jefes de la humanidad, y entre la ruina traída por uno y la gloriosa redención efectuada por el otro.

dad, una hermosa sinopsis del evangelio en su plenitud, y no tiene paralelo entre todos los escritos del Nuevo Testamento en cuanto a lógica claridad, profundo pensamiento, poderoso argumento, profunda compenetración en las Escrituras y en el corazón humano, amplitud de alcance, brevedad de materia, fuerza de palabra, sublimidad de concepción, profunda espiritualidad, y aplicación práctica a las necesidades y obligaciones de la vida humana. Es la epístola sobresaliente de Pablo, y el compendio más completo de teología cristiana dada por el Espíritu Santo. No es preciso que nosotros demos más que un brevísimo bosquejo de la historia y de las circunstancias que influyeron en la preparación de esta epístola, porque se encuentran en cualquier buen comentario bíblico.

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LA SANTIFICACIÓN

111. El tercer tema es la santificación, que presenta en forma plena y variada en los capítulos sei!, siete y ocho. Muestra que el principio de la santificación es la muerte al yo y al pecado, por la cruz de Cristo, y la vida por su resurrección, librándonos así de la esclavitud de la ley y de nuestras luchas bajo su poder, tal como lo vemos suceder en el capítulo siete. Entonces nos introduce, en el hermoso capítulo ocho, a la libertad, poder y gloria que alcanzamos por el Espíritu Santo y a una vida de permanente comunión con el Señor Jesucristo. LA VENIDA DEL SEÑOR

IV. Entonces el apóstol se detiene y discute en los siguientes tres capítulos el gran tema del propósito de Dios para el hombre en cuanto a judíos y gentiles, y el glorioso plan que ha de alcanzar su plena consumación en la venida del Señor Jesucristo. Habiendo arreglado estas profundas cuestione~ teológicas, el apóstol ahora aborda, en el capítulo doce, los asuntos prácticos de la vida cristiana, y termina su epístola con el último terna, cual es, la consagración práctica y servicio. LA

CONSAGRACIÓN PRÁCTICA

V. Este tema lo desarrolla con referencia a todas las fases de nuestra vida cristiana. Constituye, en ver-

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PABLO Y RoMA

Basta decir que cuando Pablo escribió esta epístola, aún no había visitado a Roma, pero también es evidente, de varios pasajes que encontramos en ella, que él conocía a muchos de los miembros de la iglesia en Roma y tenía muchos amigos allí. Parece probable que esa iglesia había sido fundada por la influencia de Priscila y Aquila, amigos íntimos de Pablo, y de este modo, y en forma indirecta, por ellos y otros, la iglesia fue el resultado de su propia vida espiritual. Pablo había deseado ardientemente hacerles una visita, como lo manifiesta en el décimotercer verso del primer capítulo: "Mas no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (empero hasta ahora he sido estorbado)". Al escribir

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

INTRODUCCION

esta epístola, está rogando tener "por la voluntad de Dios, próspero viaje para ir a ellos", y agrega, "porque os deseo ver, para repartir con vosotros algún don espiritual, para confirmaros; es a saber, para ser juntamente consolado con vosotros por la común fe vuestra y juntamente mía". En los capítulos que siguen, que son más bien expositivos antes que exegéticos, hallaremos que los grandes temas abordados en la epístola aparecen en su lógico orden y orientación espirítual. Sólo necesitamos referirnos aquí en forma breve al pasaje introductorio que abarca los primeros dieciseis versos· de la epístola.

rrección de Cristo, uno de cuyos requisitos y condiciones era que había visto al Señor Jesús en su vida resucitada. 3. Dice que ha sido "apartado para el evangelio de Dios". Es decir, había sido apartado para este ministerio especial y consagrado a él por la gracia separadora y santificadora del Espíritu Santo. Lo esencial para el verdadero apostolado y servicio es la completa separación del pecado, del mundo, del egoísmo, y aun de los demás, y ser unido con Cristo y su obra. 4. El había recibido la gracia y el apostolado, como vemos en el verso 5: "Por el cual recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe en todas las naciones en su nombre". La gracia es esencial para el ejercicio del apostolado. 5. En la manera más solemne les habla, en el verso 9 de su servicio: "Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo". Su servicio era un servicio espiritual. No era una mera actividad natural, sino que tuvo su origen en un corazón lleno del Espíritu Santo, y completamente rendido a la obra del Maestro. 6. Elles manifiesta su afectuoso recuerdo de ellos, haciendo "sin cesar oraciones" por ellos. ¡Qué hermoso ejemplo de ese amor que sabe cómo derramar bendiciones. Este es el verdadero ministerio del afecto y comunión humanos, y es el ministerio más alto, aun de Pablo. 7. Les dice que tiene ardientes deseos de visitarlos, y su ferviente oración a Dios es tener próspero viaje hacia ellos por la voluntad de Dios, como vemos en el versículo 10. Reconoce a Dios en todos sus pla-

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REFERENCIAS PERSONALES

l. En esta introducción a la epístola encontramos algunas hermosas referencias a Pablo mismo. l. Comienza por llamarse un "siervo de J esucristo". Parece innecesario decir que la palabra "siervo" significa "esclavo". A Pablo le gustaba llamarse a sí mismo "esclavo de Jesucristo". Estaba tan completamente rendido a la voluntad de su Maestro que ya no pensaba que su vida le pertenecía, sino que era propiedad de su Maestro. No deseaba tener voluntad propia, mas vivía únicamente para agradar y glorificar a Cristo. Este es un hermosísimo concepto de la vida y carácter cristianos, y constituye el fundamento de todo verdadero servicio. 2. El se llama "apóstol de Jesucristo". La palabra "apóstol" significa "enviado", y en el caso de Pablo indudablemente significaba ese apostolado especial a que fue llamado como uno de los testigos de la resu-

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

INTRODUCCION

nes y movimientos, y hasta los detalles de sus viajes ¡os considera como asuntos de dirección providencial. 8. En seguida, da a conocer las razones que tiene para desear tal visita, pues desea enriquecerlos repartiendo entre ellos "algún don espiritual", y también él mismo ser consolado juntamente con ellos. Aquí vemos un hermoso rasgo de modestia de parte del apóstol. Su principal razón para hacer la visita era de bendecirlos. Pero nunca pensó que él sólo habría de comunicar bendición, sino también esperó recibir vmto como repartir, como vemos en sus palabras del yersículo 12: "Para ser juntamente consolado con vos0tros por la común fe vuestra y juntamente mía". 9. Les cuenta de los esfuerzos que ha hecho para visitarlos, y de los estorbos que había encontrado, reconociéndolos como posibles ataques del adversario, porque en otra parte lo dice claramente, que Satanás westorbaba en sus propósitos de viajar entre las iglesias y en cumplir los propósitos que él había formado. _:61 versículo 13 agrega: "No quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vos0tros (empero hasta ahora he sido estorbado)". 10. El expresa en lenguaje enfático la obligación que siente de dar el evangelio a todo el mundo, especialmente a los gentiles. Esto lo vemos en los versícuJOS 14 y 15, donde dice: "A griegos y a bárbaros, a sabios y a no sabios, soy deudor". Para él no era un :3cto de especial generosidad y extrema consagración, que haya dedicado su vida tan asidua y abnegadamente a esta tarea. Se consideraba como mero mayordomo, de modo que no pensaba que tenía derecho a retener el evangelio para sí solo, sino que estaba obligado a

comunicar las bendiciones que había recibido a toda la raza humana, y especialmente a las naciones gentiles, para quienes Dios le había hecho apóstol. ¡Y cuánta responsabilidad descansa también sobre nosotros! Algunas personas creen que llegar a ser misionero es una señal de rara consagración. Pablo lo tenía como una obligación, de la cual no podía 1i brarse sin manchar su alma con la sangre de otros. 11. El expresa su confianza en el evangelio como e1 poder de Dios para la salvación de los hombres. Y no se avergüenza del evangelio, sino al contrario, cree que es el único agente que puede en verdad salvar a los hombres, y que hará precisamente ésto cuando sea debidamente proclamado y verdaderamente recibido. Todo esto encontramos en sus palabras, dadas en el versículo 16: "Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego". 12. Finalmente, en el versículo 15, Pablo da a conocer el principio y secreto de su vida, cuando dice: "Así que, cuanto a mí, presto estoy a anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma". Este ('ra el espíritu que animaba a Pablo, y este es el espíritu que anima a todo verdadero discípulo y misionero de Cristo. . . listos hasta el máximo de nuestro podPr ... "cuanto a mí". Lo que esto significa, llenaría :t muchos de nosotros de admiración y humillación, si sólo permitiéramos que Dios nos mostrara cuánto requiere de nosotros.

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REFERENCIAS LOCALES

II. En esta introducción a su epístola, Pablo nos dice algo de sus amigos, los cristianos en Roma. Ade-

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

INTRODUCCION

más del cuadro que ya hemos visto de Pablo, tenemos también otro de la iglesia a quien escribía. l. Dice, en el versículo 6, que son llamados de Jesucristo: "Entre las cuales sois también vosotros, llamados de Jesucristo". Es algo grande y glorioso ser llamado de Jesucristo, haber sido visto, escogido y señalado como objeto de su gracia y de su salvación, mientras otros han quedado en su pecado y ceguedad.

en los versículos 11 y 12: "Porque os deseo ver, para repartir con vosotros algún don espiritual, para confirmaros; es a saber, para ser juntamente consolado con vosotros por la común fe vuestra y juntamente mía".

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2. Según el versículo 7, dice que son, "A todos los que estáis en Roma, amados de Dios". Esta es una alta y preciosa distinción, y es la verdad de todos los que aman al Señor Jesucristo. Son amados de Dios, y "El los ha hecho aceptos en el amado, y los ama como a El". 3. Son "llamados santos". La palabra "santos" significa santificado, consagrado, lleno del Espíritu Santo, viviendo enteramente para Dios, y agradándole a El por sus vidas de sagrada fidelidad y de santa obediencia. Cada cristiano es llamado a ser santo, y Dios ha hecho provisión para cumplir con esta alta vocación y llamamiento. 4. El los alaba por su fe, que es tema de conversación en todo el mundo. Esto es en verdad una alta alabanza que debe ser buscada e imitada por todos los cristianos.

5. Y, finalmente, habla de ellos como tan llenos del Espíritu Santo que podían comunicarle a él mismo algún consuelo y bendición, porque debiera existir esta comunicación entre el maestro y el alumno, de modo que "el que es enseñado en la palabra, comunique en todos los bienes al que lo instruye". Esto lo vemos

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LECCIONES ACERCA DE CRISTO

III. En esta misma introducción, Pablo nos ensena algo acerca de Cristo. l. Cristo es "de la simiente de David, según la l'arne". 2. El es el Hijo de Dios, según el Espíritu, "y declarado Hijo de Dios con potencia, según el espíritu de ~.antidad por la resurrección de los muertos". La expn•sión, "el espíritu de santidad" puede referirse al l•:spiritu Santo, quien dio testimonio de la Deidad de < 'risto por la resurrección de la muerte, o puede refen rse a la naturaleza Divina y espiritual de Cristo IlliSmO. :~. Pablo nos dice que Jesús es el autor de nuestra ¡~rada y el objeto de nuestro servicio, como vemos en t • 1 versículo 5: "Por el cual recibimos la gracia y el .1 postolado". 4. Es Jesús mismo quien nos llama a su servicio v reino, según el versículo 6: "Entre las cuales sois l.tlnbíén vosotros, llamados de Jesucristo". LECCIONES ACERCA DEL EVANGELIO

IV. Esta introducción también nos dice algo acer, .1

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del evangelio. El primer versículo nos dice que Pa-

fue "apartado para el evangelio de Dios". l. Es el evangelio de Dios; es a saber, el ministede Dios de buenas nuevas al mundo.

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

2. "El lo había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras" (versículo 2). 3. Es también llamado "el evangelio de su Hijo" en el versículo 9: "Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en ~l evangelio de su Hijo". El evangelio constituye las buenas nuevas de Jesucristo. Cristo es el tema del evangelio, y es también el autor de él. 4. Es el poder de Dios para salvación, según el versículo 16: "Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego". 5. El evangelio es un legado para todo el mundo. Ha sido dado para todas las naciones, y según el versículo 5, estamos bajo la responsabilidad de darlo a todo los hombres: "Por lo cual recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe en todas las naciones en su nombre". La actitud de Pablo frente al evangelio la encontramos en los versículos 14 y 15: "A griegos y a bárbaros, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, cuanto a mí, presto estoy a anunciar el evangelio a vosotros que estáis en Roma". 6. El evangelio es una revelación de la mayor plenitud de Cristo, a medida que podamos recibirlo por el ejercicio de una fe más alta y más fuerte: "Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe". Es esta la verdadera nota alta de esta gran epístola. Es un desarrollo de las sucesivas fases y grados de la fe, de parte del creyente, que le introducen a la mayor experiencia de la gracia y justicia de Dios, a me-

INTRODUCCION

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dida que avanza, paso a paso, desde la fe que salva a l;t ft> que santifica, a la fe que sana, y a la fe que le consa~:ra a una vida de santo servicio y fruición. ¡Qué así 1•:! nos guíe a nosotros, mientras nos conduce por las p;q~inas de este inspirado volumen de teología y expeIWIIcia cristianas!

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CAPITULO

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El Poder del Evangelio "Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego. Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe". Romanos 1:16,17.

STE pasaje constituye una especie de texto para toda la Epístola de Pablo a los Romanos. El objeto de esta profunda y comprensiva carta es desarrollar la plenitud y el poder del evangelio como la revelación de la justicia de Dios, que ha de ser recibida por nosotros por la fe, y como él lo expresa aquí, "de fe en fe"; es decir, por los varios grados o épocas de nuestra fe a medida que sube paso a paso desde las primeras experiencias de la salvación hasta alcanzar toda la plenitud de nuestra santificación y servicio para Dios.

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I.

EL PODER DEL EVANGELIO

Pablo iba a Roma, y si alguna vez ha habido algo en la tierra que constituya la personificación y expresión de poder, esto era Roma. Grecia representaba la cultura del mundo; Babilonia, su lujo y orgullo; Israel, la idea ética y el desarrollo de la verdad moral; pero Roma era la personificación de la fuerza y el poder, como ninguna otra nación del pasado.

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1,a cultura material de la vida romana se dirigía .d dt•sarrollo de la más alta forma de la perfección 1i~;ica. El poder militar de Roma era supremo, y ese ¡:r;¡n Coloso Imperial desmenuzaba bajo su pie el últi1110 vestigio de independencia de las naciones y pueIJioo.; d<' alrededor, hasta que, en las visiones de Daniel v .Juan, llegó a ser un gran monstruo que despedazaba h;IJo sus pies la libertad del mundo juntamente con las 111lo rtunadas víctimas de su despótico poder.

Y, sin embargo, Pablo iba a Roma a desafiar a ··:.lt· orgulloso coloso y atacar su ciudadela de paganisnlo t'n el nombre de Jesús de Nazaret. Su única arma c·ra una humilde espada, no hecha por sabiduría huruana y que carecía de prestigio terrenal. Y, sin emh;ll·go, él no se avergonzó de esta humilde arma, sino q111~ la blandió ante el palacio de los césares, y con gran .1rrojo, exclamó: "No me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que nt't'; al judío primeramente y también al griego".

Antes que pasaran dos siglos, el orgullo y el poder de· Roma habían caído ante esa arma, y la ciudad de lu:; césares había reconocido al evangelio de Cristo conlo la religión del Imperio Romano y del mundo. A t ravt\s de los siglos que han pasado desde entonces, el "" ico poder que ha sido capaz 'de afrontar las exigennas y necesidades de un mundo perdido es el evangelio del Señor Jesucristo. Una gran lástima es que algu: 11 •s de sus amigos se han avergonzado de esta vieja c·:;pada que ha venéido en tantas batallas, y han tratado de cambiarla por algunas armas carnales de cultura, pero que no ha perdido su poder si sólo es usada

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

EL PODER DEL EVANGELIO

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por el Espíritu de Dios en las manos de hombres de fe. El otro día, un escritor prominente, autor de una clase de literatura sensacionalista y de baja moral, y que ha creído firmemente en el principio del positivismo, dio un notable testimonio. Conversando de estas cosas, en términos generales, dijo lo siguiente: "Yo he sido positivista durante treinta años, pero tengo que confesar que como remedio para los males que afligen a la sociedad humana, el sistema ha fracasado, y mientras busco alguna esperanza para el mundo, lo único que encuentro que promete suplir la necesidad es una verdadera creencia religiosa; pero, ¡ay! ¿dónde la hallaré en su pureza y poder, aun entre sus amigos?" Es lamentable, pero hay que reconocer que la queja es justificada. Los amigos de la verdad y del cristianismo han llegado a avergonzarse de su antigua simplicidad y poder, y en su lugar han puesto tantas otras cosas, o le han puesto tantas trabas, que tiene poca oportunidad de demostrar su divinidad y omnipotencia. Cuando se toman en cuenta los estorbos e impedimentos que encuentra de parte de sus partidarios y seguidores, es notable lo que el cristianismo aun hoy día hace. Y sin embargo, donde quiera que vaya, demuestra su carácter divino y su gran eficiencia. Un distinguido viajero que recorrió todo el Oriente, y que tenía pronunciados prejuicios contra las misiones evangélicas, ha llegado a ser un devoto amigo por la obra que ellas hacen en esos países. PODER PARA CAMBIAR O DESTRUIR

¿Qué es el poder del evangelio de Cristo? l. Es un mensaje autorizado que viene desde el

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Trono del Universo, y que lleva consigo principios, beneficios e influencias capacitados para cambiar destinos eternos. Hay palabras que no traen autoridad o poder especial. Yo leo el diario de la mañana o el vespertino meramente como una discusión de cuestiones públicas. Leo los libros de mi biblioteca como colecciones de opiniones y pensamientos humanos dados sobre varios tópicos. Puedo o no creerlos, dependiendo de mi agrado. Me interesan, me entretienen, y quizás me instruyen, pero no vienen con autoridad. Pero en sentido muy distinto recibo una citación la Corte, el fallo de un jurado, o un decreto del juez sentado en su sillón. Estas son palabras definidas, que determinan, pues son fuerzas vivas. Determinan los destinos. Cambian el curso de las vidas. Son palabras que tienen que ser recibidas y contestadas, y además, acatadas, pues vienen con poder y autoridad. (~e

Y este es el carácter del evangelio. Es la voz de Dios a un mundo rebelde y a una raza subyugada. Es nn mensaje desde el trono del Gobernador Soberano a hombres y mujeres que son responsables ante EL Contiene la sentencia de condenación decretada sobre toda la raza humana, y de la cual no hay escape sino sólo por el remedio designado por Dios mismo. Contiene, además, el anuncio de este remedio, y la seguridad positiva de que todos los que lo aceptan serán perdonados y recibidos en la esfera del amor y confianza de su ofendido Soberano, y serán tratados como sus amigos e hijos. Trae, a toda persona que lo

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

recibe, la oportunidad de la vida eterna, pero al que lo rechaza le añade la terrible culpa de una agravada y pecaminosa desobediencia al mandato de infinito amor. Nosotros comunicamos este mensaje a los hombres, no como asunto de consejo, discusión u opinión, sino como un mensaje venido directamente de Dios, e jnvestido con su suprema sanción: "El que os recibe a vosotros, a mí recibe; y el que os rechaza a vosotros, a mí rechaza". El portador de tal mensaje va entre los hombres con la dignidad de un Embajador Divino, y puede hablar con la autoridad de su Maestro, y con un sentido de poder que ningún mensaje humano podría comunicar, y el hombre que oye, puede saber con toda seguridad que este evangelio, si él lo recibe, tiene poder para transformar instantáneamente su destino eterno, cerrarle las puertas del infierno, cancelarle su cuenta de maldición, levantarle del reino de tinieblas, y abrirle la bendita y gloriosa perspectiva de una vida pura y feliz aquí abajo, y una gloriosa inmortalidad arriba. En el momento que el hombre lo recibe, el evangelio cambia toda su carrera y lo levanta del pecado a la salvación, del infierno al cielo. Pero tiene que ser creído, de otra manera, de nada le sirve el gran poder del evangelio. Hace varios años atrás, había un italiano, vendedor de frutas, que demostraba las señas de mejores días y de noble cuna. Supongamos que Ud. fuera enviado a él con un mensaje del Gobierno italiano, diciéndole que podía volver a su patria y hacerse cargo de su herencia, ya que el decreto político que lo des-

EL PODER DEL EVANGELIO

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terró había sido anulado y una amnistía había sido declarada para él y sus asociados políticos. Ahora, si este hombre creyera el mensaje que Ud. le traía, aceptaría la amnistía, volvería a su patria, y poco tiempo después se encontraría en su hermosa villa, o entre los nobles del país; todo esto sería porque había creído el mensaje suyo, y este mensaje lo había levantado de la oscuridad y destierro al lugar de honor y bendición. Pero, si él no creyera al mensaje, y dijera: "Esto es un engaño y una trampa para entregarme en manos de mis enemigos", entonces rehusaría la oferta bondadosa suya, se quedaría en su frutería, y año tras año se hundiría más, y terminaría su existencia en una tumba desconocida ... todo por no haber creído el mensaje de perdón. Precisamente así son los resultados de la incredulidad del pecador. Dios le envía un mensaje de amnistía, reconciliación y salvación. Si Ud. lo cree, entonces recibirá perdón de El, llegará a ser su hijo, entrará al círculo de su amistad, subirá a la dignidad de un verdadero cristiano, será regenerado, purificado y poseído por el Espíritu Santo, será ensalzado por las gloriosas esperanzas y sagradas tareas de una nueva vida, subirá de gracia en gracia y de gloria en gloria, hasta el día en que "resplandecerá como el sol en el reino de su Padre". Pero si Ud. rehusa creerlo, quedará sin perdón y sin salvación, seguirá hundiéndose en el pecado y en la tentación, hasta perderse en la profundidad de eterna ruina y desesperación, y todo por no haber querido creer en el mensaje de la gracia y del amor de Dios.

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

EL PODER DEL EVANGELIO

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Es sólo "al que cree" que el evangelio es potencia de Dios para salvación.

sepa que ha sido ordenado divinamente como Embajador de Dios a los hombres.

EL PODER DEL ESPIRITU SANTO

Si el predicador tiene esta unción divina, puede estar seguro que además de la unción que acompañará su propia palabra, y el tacto, ternura y fuerza con que pueda hablar, irá un poder al corazón del oyente; un testigo secreto estará en cada banco y asiento, y susurrará en cada corazón, "tú eres el hombre", un eco solemne y misterioso resonará en el oído del pecador, y aun Félix temblará mientras Pablo diserta de "la justicia, y de la continencia, y del juicio venidero". "El redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio".

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El evangelio es el poder de Dios porque va acompañado de la energía divina y sobrenatural del Espíritu Santo, que lo transforma en una fuerza viva en las vidas y corazones de los que lo reciben. 2.

El evangelio es mucho más que una información, o aun un mensaje autorizado. Cuando es debidamente predicado en el poder del Espíritu Santo, va acompañado por una viva y sobrenatural presencia y poder que lo capacita para producir resultados mucho má~ allá de lo que las mismas verdades parecen capaces de efectuar. No sólo tiene el verdadero predicador del evangelio la promesa del poder del Espíritu, sino también la tiene el oyente, obrando en su corazón. Esto es necesario en ambos para efectuar la verdadera finalidad del evangelio. Ningún hombre tiene el derecho de predicar el evangelio sin la unción del Espíritu Santo. Así predicaba Pablo, en demostración del Espíritu y de poder. El mismo Señor Jesucristo no intentó iniciar su ministerio público hasta que hubo recibido al Espíritu Santo al tiempo de su bautismo; y si el Hijo de Dios no trató de predicar ni llevar adelante su ministerio sin el Espíritu, entonces cualquier hombre que trate de hacerlo incurre en presunción e impertinencia. No importa cuanto sepa el predicador, ni cuantos títulos honoríficos pueda ostentar junto a su nombre, porque todo eso no le da derecho para levantarse y predicar el evangelio, ni aun en el más pequeño púlpito, o al pueblo más humilde del país, a menos que

Este es el poder que hace que los hombres se reconozcan pecadores. Esta es la luz que revela a Jesús como el Salvador eterno, y hace fácil que confíen en El. Esta es la mano que rompe las cadenas "del mundo, de la carne, y del diablo", y suelta el espíritu para que pueda amar a la santidad y al servicio del Señor. Esta fue la gloria de la gran comisión de Pablo, y lo es de cada verdadero embajador, de "abrir sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados". Y dondequiera que la Palabra de Dios sea hablada con poder, allí hay suficiente poder presente para ayudar a cada corazón sincero a recibirla, creerla y experimentar sus bienaventurados efectos. Dios no ordena a nadie que haga algo sin darle el poder necesario para hacerlo. Y si El ahora ordena BfBL!OTECA INSTITUTO BIBUCO BUENOS AIRES

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

EL PODER DEL EVANGELIO

a alguna persona que se arrepienta, que crea, que obedezca, ese mismo mandato contiene en sí el poder para que esa persona lo haga, tal como cuando dijo al paralítico: "extiende tu mano", o al cadáver de Naín, "mancebo, a ti digo, levántate".

aliento, cuando el médico anuncia que ha pasado la crisis de la enfermedad, y que al fin el enfermo ha entrado por la vía de convalescencia? ¡Y cuánto mejor la nueva que la culpa está cancelada, que Dios está reconciliado, que el cielo está ganado, que el aguijón de la muerte ha sido quitado y que la tristeza ha sido cambiada en gozo eterno, por la salvación divina!

PODER INHERENTE

3 . El evangelio contiene, en la naturaleza de la~ cosas, un mensaje lleno de poder. Las verdades que el evangelio desarrolla son apropiadas, cuando son entendidas y creídas, para influenciar el corazón y la vida con intensa fuerza. La palabra "Evangelio" significa literalmente, "buenas nuevas". Todos sabernos que hay gran poder tanto en buenas como en malas noticias. Yo he visto desmayarse a una persona al recibir malas noticias, y en cambio he visto el rostro iluminarse como con la luz del cielo, y la vida renovada y restaurada, al recibir buenas nuevas. Y el evangelio es la mejor noticia que jamás haya oído un mundo triste y pecaminoso. LIBERACION

Primero, el evangelio es la buena nueva de liberación. Habla del escape de peligro y destrucción, de la maldición del pecado, del poder de Satanás, y de la amenazadora sombra del eterno porvenir. Seguramente hay poder en noticias de esta clase. ¿Habrá inspiración y aliento para la tripulación náufraga en un mensaje que anuncia que el auxilio está cerca? ¿Habrá gozo y esperanza para el encarcelado cuando le llega el mensaje de perdón? ¿No se acelera el pulso y se sonrojan las mejillas de gozo y

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Hay hombres que se hunden en el desaliento y en la desesperación. Amados, si sólo creyereis estas buenas nuevas, vuestros corazones se llenarían de entusiasmo y os impulsarían a una vida mejor y más noble. Se cuenta de un hábil artesano empleado por un rey oriental, que había quedado casi inútil para su empleador, pues su mano había perdido su destreza, y su buena hoja de servicios manchada por constantes fracasos. El rey lo llamó un día para saber la razón de tan sorprendente cambio. "Oh", exclamó el artesano, "es mi corazón que hace temblar la mano. Estoy bajo una nube de calamidad y desaliento. Estoy desesperadamente endeudado, y mi familia ha de ser vendida en la esclavitud. Desde la mañana hasta la noche no puedo pensar en otra cosa, y cuando trato de lustrar las joyas y labrar facetas en los diamantes, mi mano tiembla y mis dedos pierden su destreza". El rey sonrió y dijo: "¿Eso es todo? Tu deuda será pagada, tu familia salvada, y tus preocupaciones disipadas. Tienes la palabra de tu rey, y puedes volver a tu trabajo con corazón libre y sin temor". Esto fue suficiente; nunca hubo trabajo más hábilmente efectuado, ni tallados más exquisitos hechos en joyas, co-

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

mo los que salieron de las manos de este feliz artesano cuando salió libre de sus temores y cargas. De la misma manera podemos entrar al verdadero servicio de Dios. En primer lugar, tenemos que ser salvados y libertados, y el trabajo que seguirá será el producto de gratitud y gozo de almas redimidas. El evangelio trae las buenas nuevas de que todo esto ha sido hed10 por nosotros y en el momento que lo aceptamos por la fe somos salvados, y el mismo conocimiento de nuestra liberación tiene en sí el poder de levan~arnos a un amor, a una pureza y a una devoción que ninguna otr<J. cosa podría efectuar. A:A:OR

También, el evangelio es la buena nueva de amor. Hay un extraño poder en el conocimiento de ser amado. El conocimiento de ser amado de su madre trae luz y gozo al rostro del niño, mientras la duda de ello lo cubre de tristeza. Se dice que uno de los distinguidos estadistas de la revolución norteamericana fue en un tiempo un borracho empedernido. Había estado de novio con una hermosísima señorita, pero sus hábitos disolutos los habían separado, ya que ella no podía entregarse a un hombre tan enviciado. Ella no dejó de amarlo, ni de orar por él. Un día, lo vio en la cuneta de una calle, embriagado, la cara expuesta al calor del sol y a la vista del público. Se conmovió tan profundamente, que al pasar, tomó su pañuelo y lo puso sobre su cara. Algún rato después despertó, y vio el pañuelo con el nombre de ella en una esquina. Saltó en pie, vibrando

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de aliento y esperanza. "Ella aun me ama", dijo, "no la he perdido del todo. Por amor de ella voy a cambiar de vida". Y lo hizo. El amor de esa mujer lo salvó. Había poder en ese nombre y en el mensaje que le trajo, para rescatar a ese hombre altamente dotado y de gran intelecto de la vergonzosa tumba del borracho. Y, ¡cuánto más poder hay en el amor de Cristo para salvar a los hombres de la perdición y desesperación, si sólo pueden creer que El los ama! Y cómo dudarlo, cuando se toma en cuenta la narración de su nacimiento y cruz, y cómo El sigue al pecador a través de toda su carrera pecaminosa, anhelando salvarlo, listo a rescatarlo en cualquier momento, librarlo de la perdición y hacerse cargo de todo su porvenir. Sí, lector, si Ud. sólo puede creer que Elle ama, y le amará para siempre, esto le levantará de cualquier situación o condición en que se encuentre. Hablando de este amor de Cristo, Pablo dijo que lo había transformado y lo había constreñido como un gran torrente encerrado entre los diques, hasta que su irresistible corriente rompió todo e inundó toda la ribera con poder y plenitud. Es aquí donde encontramos el secreto rle esa poderosa vida de Pablo: era el conocimiento o .· sentimiento del amor de Cristo, y una devoción subli- .., me y heroica a su persona y servicio. Es la fuerza más potente que puede entrar a la vida humana. Puede ser suya, si sólo cree la buena nueva del evangelio. AUXILIO

El evangelio también trae la buena nueva de auxilio. Cuando la guarnición de Lucknow, India, estaba

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sitiada, amenazada de hambre por dentro, y por los insurrectos afuera, la última esperanza de la guarnición era la llegada de los ejércitos del General Havelock y Sir Colin Campbell. Pero no venían. Pasaban los días y las semanas, disminuían los alimentos, aumentaba el calor, el cañoneo se intensificaba y los rebeldes se hacían más arrogantes y desafiantes, hasta que al fin parecía que tendrían que rendirse. Pero una mañana una niña escocesa escuchaba con oído fino, y le parecía que oía el sonido de música. Exclamó: "¡Ahí vienen! ¿No lo oyen?" Aunque ninguna otra persona lo oyó, ella no estaba equivocada, porque pronto llegaron los auxiliadores escoceses, y los sitiados fueron librados. Era emocionante para mí poder mirar esos viejos edificios, algunos años atrás, recordar la historia de aquellos días y pensar cómo había llegado a tiempo el auxilio para salvar a la hermosa ciudad de Lucknow, a las mujeres y niños de horrores peores que la muerte misma. Pero hay un mucho mejor mensaje de auxilio para las almas que se hunden. Sobre el mar de la vida, lleno de naufragios, sobre los años perdidos, llega un dulce mensaje ofreciendo no sólo perdón por lo pasado, sino también poder para salvar hasta el máximo, y para guardar del poder de Satanás y del pecado la vida más aplastada y desesperada. Como la música celestial, nos dice: "El puede salvar hasta lo sumo". "Espíritu nuevo daré en sus entrañas. . . y andarán en mis ordenanzas, y guardarán mis juicios y los cumplirán". "El es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros delante de su gloria irreprensibles con grande alegría". El evangelio es, en verdad, buenas nuevas

para corazones impotentes, vidas arruinadas, voluntades que han perdido su fuerza y vidas amarradas por las cadenas de malas costumbres, esclavizadas por Satanás. Aunque su cuerpo sea deshecho por enfermedad y pecado, el poder que salvó a Agustín de los resultados de una juventud disoluta y le dio santidad y salud durante sesenta años de glorioso servicio, este mismo poder puede también salvar a Ud., restaurarle y recuperar para Ud. los años perdidos.

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ESPERANZA

Además, el evangelio es la buena nueva de esperanza. Hay inmenso poder en una esperanza bien fundada. La ambición es la inspiración de millones de vidas; y aun una falsa ambición, frecuentemente ha podido levantar una vida innoble hasta parecer una grandeza. El evangelio nos da una esperanza segura, y tan gloriosa como segura, y está capacitado para elevarnos e inspirarnos a la nobleza de un sagrado heroísmo. Créalo y levántese a encontrarlo; permita que los poderes del mundo venidero le atraigan con su santo magnetismo, de una vida mundana y egoísta a la santidad y altura de una vida consagrada. II.

LOS PASOS PROGRESIVOS DE LA FE

Pero este pasaje no sólo nos habla del poder del evangelio, sino también del progreso de la fe. "Porque en él la justicia se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe". • La epístola a los Romanos es realmente el desarrollo de tres pasos sucesivos de la fe. Primero, la fe que nos salva, en los capítulos tres, cuatro y cinco.

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

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En seguida, viene la fe que nos santifica, en los capítulos seis, siete y ocho. Y a continuación, encontramos la fe que nos consagra al servicio de Dios, estando este paso de la fe en los últimos capítulos de esta predosa epístola. Nos revela los pasos sucesivos "de fe en fe". La misma fe que nos salva, al ser debidamente apropiada, nos santificará, y también nos traerá el poder del Espíritu Santo, con toda la plenitud de una vid;l
cerle caricias. Es todo lo que desea. El gatito no mira más alto, ni desea un cielo más alto que sentarse cómodamente y recibir las caricias. Y nosotros hemos conocido personas tan felices, a su manera, como la ostra y el gatito. Me acuerdo de una mujer que me dijo que ella no tenía necesidad de Dios. Estaba contenta con el cariño de su marido y los abrazos de su niño. Su corazón estaba lleno de estos placeres y, a su manera, era supremamente feliz.

gran salvación.

1•:1 propósito de Dios en toda su trato con nos-

otros es hacernos creer y alcanzar algo más alto y mejor. La mayor calamidad que puede sobrevenir a una persona es que llegue a estar conforme con su actual condición. Alguien me preguntó el otro día acerca de un amigo: "¿Es feliz?" Yo le contesté, "sí, tan feliz como él puede estarlo, pero esto es muy poco". Yo pensaba en ese momento en una ostra, allá en la bahía, que se alimenta y engorda en su laguna, preparándose así para el mercado metropolitano. Esa ostra es tan feliz como puede serlo. Tiene todo lo que desea, está satisfecha. Y así hay personas, tan felices como una ostra. Subamos un poco más alto: pensemos de ese gatito en su falda, o que juega a sus pies. Tiene una carpeta suave, una pieza abrigada, una ama cariñosa, comidas en abundancia y una mano bondadosa para ha-

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'' Hay personas que comen y duermen, y en todo sentido viven la vida de un animal. No son malos, sino sólo almas mundanas. Son tan felices como ellos pueden serlo, pero no tienen capacidad para la felicidad más alta ni para sentimientos más nobles." Dios nos guarde de semejante estado de contento, y nos dé hambre, sed y anhelos para las cosas más altas de Dios. Tales son los vasos que El puede llenar con su misma gloriosa presencia. Tales tienen capacidades para la vida más alta, y para la aspiración y esfuerzo de santidad. Estos son los impulsos de una fe más alta y de una vida divina. Estos son los peldaños de oro en la escala de progreso eterno, que nos conducen de fe en fe hasta llegar a la madurez de la virilidad espiritual y a las alturas de gracia y gloria.

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EL CUADRO DEL PECADO

CAPITULO

II

El Cuadro del Pecado (Romanos 1: 18-32).

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ETRAS del arco iris está la tenebrosa nube de la tempestad. La historia de la redención sale de la obscura tragedia del pecado.

Hay dos revelaciones dadas en este capítulo. Una es "la justicia de Dios se descubre de fe en fe", como hemos visto del capítulo anterior, y la otra es "la ira de Dios del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres". Esta es una llamarada espeluznante del cielo, como un rayo celeste en la medianoche, revelando en su fiera luz un tremendo cuadro de horror. Es el cuadro Divino del pecado. 1.

EL JUICIO DE DIOS TOCANTE AL PECADO

"La ira de Dios del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres". Tenemos aquí el punto de vista de Dios sobre el pecado. No es cuestión de sentimiento. No se trata de una desgracia, o de una enfermedad, ni de algún raro desarrollo del cráneo, sino que se trata de un asunto de ley, justicia, principio. El pecado es la trausgresión de la eterna ley de Dios; es una desviación de lo que es y siempre será

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correcto; es un acto y estado que Dios tiene que condenar y castigar, por cada atributo de su ser, y en bien del Universo que El gobierna. Es tan necesario para Dios odiar al pecado como amar a la justicia. Dios puede perdonar PECADOS, pero jamás puede perdonar y tolerar EL PECADO. Hay una sola cosa que Dios puede hacer con el pecado, y es destruirlo. Esto es un asunto que ya está arreglado, y tiene que estar eternamente arreglado por la misma naturaleza, de Dios. La ira de Dios del cielo ya ha sido manifestada, el juicio ha pasado, y el pecador ya está condenado. La palabra "ira" expresa mucho más que una mera sentencia o fallo judicial. Encierra el intenso odio personal de tcdo el ser divino contra el pecado. Dios no sólo lo cor,dena y lo trata desde su puesto de Juez, sino que lo c.borrece con todos los atributos de su santidad, y dor:.dequiera que el pecado se acerque a El, tiene que azotarlo, tal como el fuego consume la mecha, o el 1 ayo al obstáculo que se interponga en su camino. Dios puede amar a la persona del pecador aunque odiar al mismo tiempo al pecado que ve en él. Pero si no nos separamos del pecado, tendremos que ser los objetos de su eterna ira, porque la maldad no pue~ de morar en su presencia, y la iniquidad no será tole~ rada por su santidad. 2.

LA DOBLE DENUNCIA DIVINA CONTRA LOS HOMBRES PECAMINOSOS

"Toda impiedad e injusticia de los hombres". Aquí se clasifica el pecado en dos departamentos. La

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EL CUADRO DEL PECADO

impiedad representa al pecado hacia Dios, y la injusticia representa al pecado hacia nuestros semejantes. De esto vemos que el metro de Dios funciona en dos direcciones: una es horizontal, y abarca el círculo de este mundo; la otra es vertical, y toma en cuenta la altura de los cielos.

tra una vida de mera moralidad y de práctica impiedad? La gran mayoría de los hombres llevan sus vidas completamente separadas de Dios. Nuestra vida normal depende completamente de Dios, pero el hombre se ha separado de su centro y lleva una vida concentrada en sí mismo, no teniendo a Dios en sus pensamientos, y no tomándolo en cuenta en sus motivos, ambiciones o principios. Y es este descuido práctico de Dios, lo que constituye la impiedad, hace que el hombre sea su propio Dios, y lo eleva como impío rebelde contra la autoridad del cielo. Bajo estas dos clasificaciones se incluyen todas las formas de pecado, y bajo esta doble denuncia todo el mundo queda culpable delante de Dios.

Nuestro deber hacia Dios es como la dimensión vertical, que es infinitamente mayor, que el deber hacía nuestros semejantes. Puede ser que seamos padres amantes, madres tiernas, comerciantes honrados, leales ciudadanos, vecinos correctos, o amigos devotos. Quizás no haya una sola mancha sobre nuestra conducta humana, ninguna crítica sobre nuestro carácter y relaciones con nuestros semejantes. Pero, ¿cómo están nuestras relaciones con Dios? ¿Hemos llenado el inmenso círculo que abarca los cielos? ¿Hemos amado al Señor nuestro Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza, con todo lo que hay en nosotros? ¿Es mayor nuestro amor hacia la esposa e hijo, que nuestro amor hacia Dios? ¿O ha sido la nues-

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

La línea horizontal es corta. Todo el diámetro de nuestro globo es sólo de unas 8. 000 millas, y en ninguna parte puede nuestro círculo alcanzar más allá de cuatro mil millas de distancia de donde nos encontremos. Pero si alzamos la línea perpendicular en dirección a los cielos, allí podremos continuar por millones de millas antes de alcanzar la última dimensión de la creación; y cuánto más lejos estará la última dimensión de Dios no cabe en el pensamiento humano. Y alli tenemos la más alta medida de lo que es correcto e incorrecto.

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LAS AGRAVA ClONES DEL PECADO

El apóstol señala ahora las sombras más profundas y tenebrosas del pecado y cómo son agravadas por una cantidad de consideracipnes. a) El abuso de luz. La primera agravación señalada es que "detienen la verdad con injusticia". Es mucho peor pecar contra la luz que hacerlo en ignorancia, y Dios aquí acusa a todos los hombres de poseer luz suficiente para agravar su culpa, porque dice: "Porque lo que de Dios se conoce a ellos es manifiesto; porque Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de El, su eterna potencia y divinidad, se echan deber desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son inexcusables".

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

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Conciencia natural

clara la luz y más alta la verdad que ha sido dada a los que han recibido la divina revelación de la Palabra de Dios! Este fue el mayor pecado del judío. Y esta es todavía la más alta responsabilidad del cristiano, y esta será la causa de la desesperación en las prisiones de los perdidos_ - "Sabías el deber, pero no lo hiciste". b) La vanagloria de la sabiduría humana. "Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni dieron gracias, antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos". Una terrible verdad es que los siglos de la más alta cultura, siempre han sido los tiempos de la más profunda degradación moral en la historia del mundo. Cuando Grecia y Roma estaban en su apogeo en arte y literatura, entonces florecía y desmoralizaba a la sociedad toda forma de vicio y crimen. Esto se ve en los vergonzosos archivos descubiertos en las pinturas al fresco de Pompeya, como también en el impío arte y literatura de los tiempos clásicos.

Es decir, aun las personas que no poseen la Biblia, ni nada saben de la revelación divina, sin embargo tienen luz suficiente por medio de la razón y la conciencia natural para hacerlos responsables. La eterna potencia y divinidad de Dios son manifestadas por las cosas que son hechas de la creación material. En cierta ocasión, alguien preguntó a un árabe: "¿Cómo sabe que hay un Dios"? El contestó: "Porque he visto sus pisadas. ¿Cómo sé yo que un camello pasó frente a mi carpa anoche? Porque he visto sus pisadas en el polvo, y le puedo decir por qué camino fue, puedo decirle su tamaño, y hasta el color de su pelo, por los pelos que se le cayeron por el camino. ¿Cómo sé que hay un Dios? Yo veo sus pisadas en los cielos, en el desierto, en el oasis del desierto, en cada flor y árbol, y en mi cuerpo y alma. Yo lo conozco por sus pisadas". En cada conciencia y conocimiento humano, Dios ha escrito lo suficiente de su gran nombre para hacerlos responsables ante su trono de juicio, y les ha dado tal concepto de lo correcto y lo incorrecto que quedan culpables cuando desobedecen los instintos e impulsos de la conciencia. Y ellos han desobedecido. El testimonio de los misioneros de todos los países del mundo es que jamás han encontrado una alma humana sin el sentimiento de haber obrado mal, o sin alguna idea de adoración, sin algún concepto de Dios, y sin algún método de aplacar o propiciar a los poderes invisibles. Esta luz, que podría haber sido un guía a la verdad, es ahora un agravante a su pecado. ¡Cuánto más

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Mentes entenebrecidas

El Dr. Dollinger ha dicho que hasta el tiempo de Cristo la literatura antigua no había alzado la voz una sola vez contra los crímenes antinaturales mencionados en este primer capítulo, que eran tan generales y comunes en esas tierras y siglos. Lo mismo se puede decir del siglo de oro del arte italiano; y hoy, entre los países orientales, si bien es cierto que Japón es el más avanzado en la civilización, es también verdad que es el país más profundamente hundido en la

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inmoralidad y vergonzosa impiedad. La mera cultura, aparte de Cristo, sólo aumenta la capacidad del hom~ bre para el mal e independencia de Dios, y cuando el hombre trata de ser sabio sin Dios, El siempre lo rleja en el lugar del necio, porque el propósito de Dios es que ningún hombre sea independiente de El, ni que sea sabio o fuerte aparte del Señor Jesucristo, quien ha sido dado por Dios para ser la sabiduría y la fuerza del hombre. El plan divino para el hombre es que éste dependa completamente de Dios, de modo que la independencia del hombre resulta en el ateísmo práctico. Hoy día, los hombres tratan de desacreditar y desechar la Biblia. Pero la infidelidad francesa condujo a la Revolución Francesa, y las modernas escuelas del Panteísmo, Positivismo, Ciencia Cristiana, y las artes ocultas de Satanás conducirán a una repetición de la historia de Sodoma y Gomorra, a la adoración de Venus y Astartí, y a la licencia de los Borgia y de la Corte de Luis de Francia. e) La idolatría. El próximo paso es la pretensión de degradar a Dios, transformándolo en una imagen de hombre por la idolatría. - "Trocaron la gloria de Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves y de animales de cuatro pies, y de serpientes". La degradación de la idolatría

En este pasaje vemos los pasos descendentes en la idolatría. El primer paso es una imagen "en semejanza del hombre corruptible", y la estatuaria antigua siempre representaba a Dios en la forma de los

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tipos humanos, con toda la lascivia y las pasiones del "hombre corruptible". Pero la cosa no paró aquí. El "descenso del hombre" ha sido mucho más profundo que el proceso desarrollado por Darwin, porque en•eguida viene toda la creación animal en los pasos descendentes de la idolatría. En primer lugar, utilizaron las más altas formas de la vida volátil como representaciones de la Deidad, como vemos de las esculturas del antiguo Egipto y de los supersticiosos augurios de Roma, por el vuelo de los pájaros. Enseguida las imágenes bajan a las formas más groseras de los "animales de cuatro pies", como ser, el toro y la vaca sagrados, y casi todas las formas de la vida animal son reproducidas en los símbolos idolátricos de casi todas las religiones falsas, especialmente las de Egipto, Asiria y la India. Y muy pronto se llega a las profundidades más bajas, y el dragón, la serpiente y las innumerables formas de reptiles y cosas que se arrastran, llegan a ser representantes de la Deidad, hasta que llega al extremo, y la adoración de Dios se transforma en la adoración del Diablo. En su postrimería, casi todas las religiones orientales se resuelven en la adoración de demonios. La criatura, en vez de servir como peldaño hacia el Creador ha procurado llegar a ser el propio substituto de Dios, de manera que "mudan la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos de los siglos. Amén". A una persona que nunca la ha visto, es imposible darle un concepto cabal de la degradación de la idolatría. La primera impresión que el espectador re-

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cibe es su falta de interés y atractivo. Los ritos de la idolatría son tan pobres, tan baratos, tan deprimentes, tan comunes y tan faltos de interés. Las momerías del paganismo siguen adelante entre la risa y la habladuría de mujeres y niños, y con toda clase de juegos y métodos para engañar a sus mismos dioses. Muchos de sus ritos son sucios y repugnantes, y los más lujosos templos en Benarés son meros establos para vacas y jaulas para monos, donde los sagrados brutos se pasean en su inmundicia y son adorados, y en su derredor están los objetos obcenos consagrados a la adoración religiosa. Si alguna vez Dios ha hecho que una cosa manifieste su necedad, lo ha hecho con el paganismo, pues lleva encima la marca de lo diabólico y de la estupidez. Si el lector desea leer "La Luz de Asia" ( 1) y apreciar sus absurdos, que vaya a Benarés, donde este sistema tuvo su principio, y que lea allí los extravagantes cuadros presentados por el señor Arnold, entre la inmundicia y la obscuridad de esta asquerosa ciudad, y allí verá lo que el budismo ha hecho para el mundo, y lo que puede prometer para el porvenir. Imnoralidad

d) La degradación de sus propios cuerpos, y los profundos deseos hacia la obscenidad y vicios monstruosos. Pretenden degradar a Dios, y terminan degradándose a sí mismos. (Véanse los versos 24, 26 y 27). "Por lo cual también Dios los entregó a inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de ( 1) Libro escrito por l\1. Arnold en defensa del Budismo.

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suerte que contaminaron sus cuerpos entre sí mismos. Por esto, Dios los entregó a afectos vergonzosos ... " etc. Los instintos de decencia requieren que limitemos nuestros comentarios sobre este horroroso cuadro, pero las exigencias de la verdad nos impulsan a poner el debido énfasis sobre él, especialmente en los días en que vivimos. Si no hemos dicho la verdad sobre el antiguo paganismo, que lo diga su propia literatura, y que lo confirmen las pinturas descubiertas en las ruinas de Pompeya. Pero estas cosas no sólo existían en Grecia y Roma en la antigüedad. La señora Bishop nos ha hablado sobre la terrible degradación de la moralidad que actualmente existe en los países orientales, y cada persona de autoridad en la India confirmará nuestra palabra cuando decimos que los vicios antinaturales son practicados casi universalmente, y que las escenas de Sodoma y Gomarra son la regla, y no la excepción. Pero, lamentable como es, hay que reconocer que estas cosas no son desconocidas en nuestro propio país civilizado. Hombres pensadores están consternados ante las condiciones que existen en muchos de nuestros colegios, porque parece imposible que niños sean hoy día muy íntimos sin ir por el camino del vicio. Parece que el vicio natural ha llegado a ser demasiado insípido para las bajísimas pasiones de los tiempos en que vivimos, y Satanás ha tenido que agregar a sus asquerosas insinuaciones la especie de la lascivia desnaturalizada y hasta la degradación bestial para poder satisfacer a los lujuriosos y monstruosos gustos de nuestro siglo corrompido.

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En los tiempos actuales la maldad llega a madurarse dentro de muy pocos meses, y muchos niños y niñas antes que lleguen a la madurez ya han experimentado toda la categoría de maldad de Sodoma y Pompeya. Aún más: Hemos sabido de crímenes mucho más groseros y de mayores profundidades de bestialidad, dentro de la luz de nuestra propia metrópoli, hasta que nos parecía que no sería raro si alguna de nuestras ciudades desaparecieran en una llama de fuego, o que cayeran en ruinas en un momento por un tremendo terremoto. El efecto de esta degradación pronto queda manifiesto. "Recibiendo en si mismos la recompensa que convino a su extravío". Estas palabras encierran la triste historia de constituciones físicas naufragadas, de virilidad arruinada, de feminidad marchitada, y quizás, la mayor parte de los casos de enajenación mental que llenan el mundo, y cuya triste historia sólo revelará la eternidad.

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mala. El ser humano que es escéptico lo es porque el deseo es padre del pensamiento, y desea ser libre de la limitación que le impone la soberana voluntad y santa autoridad de Dios. Cuando el hijo pródigo deseaba seguir su propio camino, se apartó lo más posible de su padre. Y el hombre infiel a Dios, lo es porque en su corazón es hombre malo. Quizás el lector no creerá esto, pero no tardará en descubrir que es la verdad. El salmista nos ha dado un cuadro del ateo. "Dijo el necio en su corazón: No hay Dios". Lo dijo primeramente en su corazón, y luego trató de sancionarlo en su cabeza. Pero escuche un momento: "Corrompiéronse, hicieron obras abominables; no hay quien haga bien. Todos declinaron, juntamente se han corrompido: no hay quien haga bien, no hay siquiera uno". No hay alternativa. ¿Cómo podría tal hombri creer en Dios? Esto sería una inconsecuencia, y para su propia paz de ánimo, él rompe todas las restricciones de una conciencia religiosa y de una ley divina.

Ateísn:o

e) El completo rechazamiento de Dios por obitinada incredulidad y ateísmo. Cuando los hombres aman al pecado, muy pronto descubren que es sumamente difícil retener su fe en Dios. O tienen que rechazarle completamente o rebajarle al nivel de ellos mismos. Así, el efecto lógico de la maldad es la infidelidad (verso 28). "Y como a ellos no les pareció retener a Dios en su noticia". Dios era demasiado santo para tolerar sus crímenes, y por esto hicieron caso omiso de EL Por lo general, la infidelidad no procede de falta de luz, sino de un corazón malo y de una vida

Ceguera judicial

f) Pero esto trae consigo una terrible retribución, porque el texto señala el hecho que "Dios los entregó a una mente depravada, para hacer lo que no conviene". Ellos escogieron al diablo, y Dios permitió que recibiesen del diablo todo lo que querían. Ellos deseaban el pecado, y Dios permitió que se llenaran del pecado, y así llegaron a ser bautizados del espíritu de Satanás, poseídos del amor a la vileza, y verdaderas encarnaciones de espíritus inmundos.

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

Existe la posibilidad de ser poseído por el diablo, como también de ser poseído por Dios. Los hombres pueden ponerse de tal manera debajo de la influencia de la pasión satánica que ésta llegará a encontrarlos como una ley irresistible, y bien puede &er que lleguen a creer que esto es bueno y divino. En todos los siglos Satanás ha echado este encanto sobre los hombres y mujeres. Ellos pensaron que amaban a lo impío, pero en verdad adoraban a Satanás en todas las orgías de una sensualidad diabólica. Los hombres pueden llegar a estar de tal manera dominados por la influencia satánica que no puedan resistir a la profanidad, a la blasfemia, o a cualquier pecado. Este es el significado del "endurecimiento del corazón de Faraón". Dios no lo endureció hasta que Faraón hubo rehusado ser guiado por Dios, pero una vez hecha su elección, entonces Dios obró. Esta es la terrible amenaza que pesa sobre los últimos días de esta época. "Por tanto, que, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira". Tengamos mueho cuidado en no rechazar la luz, porque la pena de rechazamiento se manifiesta en la visión de las tinieblas en que caemos, y sin saber por qué. Esta es quizás la más terrible de las retribuciones de Dios, la decadencia de vida y visión del alma, y la entrega de las mentes y los corazones de los hombres al poder de maldad. Maldad

g) Pero ahora viene la fruición de maldad en la vida diaria.

EL CUADRO DEL PECADO

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Hay cuatro clasificaciones. El pasaje menciona, en primer lugar, los pecados del corazón, - avaricia, maldad, envidia, malignidad, aborreciendo a Dios, injuria, soberbia, invención de males, necedad, implacabilidad, y falta de misericordia. Enseguida encontramos los pecados del hogar - desobediencia a los padres, y sin afecto natural. Luego vienen los pecados de la lengua - contiendas, murmuraciones, altivez. Y al final encontramos los pecados de la vida - iniquidad, fornicación, homicidio, engaños y deslealtad. ¡Qué tremenda cosecha de maldad, y cuán fácil es hallar esta mala hierba por la orilla de todos los caminos, y en casi todos los jardines! Y finalmente, el tenebroso toque en el cuadro es la deliberada obstinación con que los hombres siguen adelante en su maldad, aun cuando saben cuan inícuo es, y se dan cuenta del juicio de Dios sobre ella. El clímax de esta tremenda revelación del pecado está en el último verso: "Que, habiendo entendido el juicio de Dios que los que hacen tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, más aún consienten a los que las hacen". Esto también es verdad. Los hombres se hunden hasta tal profundidad de maldad que aunque supieran que el próximo momento había de ser su último, lo usarían para blasfemar al Espíritu Santo. Ellos creen demostrar valor y coraje al allegar a sus labios y beber sin vacilar la bebida que paralizará sus vidas y los arrojará en la tumba del ebrio. Sí, y se deleitan en la

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

maldad, habiendo escogido su camino, y, como Judas, van a su lugar. Su maldad ha llegado a ser intencional, su carácter se ha estereotipado, su curso es deliberado y final, y ya no le resta más que una temerosa expectativa de juicio, y la plenitud del infierno que en miniatura ya ha principiado en su vida. Amados, guardémonos de estos principios del pecado. Tengamos cuidado de no rechazar la luz ni de pasar por alto su más minimo rayo. Que nuestros ojos estén abiertos, nuestros corazones alertas a los peligros de nuestra época, y enviemos el evangelio al mun
EL CUADRO DEL PECADO

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de esas traicioneras aguas. Y así hay vidas que flotan en el negro mar del pecado, que no poseen la vida suficiente para darse cuenta de la peligrosa situación. Una voz ha dado la alarma, pero sin fuerza suficiente para despertarlas, y ellas van a hundirse en el lago de fuego, a menos que encuentren un ayudador más fuerte. Pero hay auxilio aun para ellos. El amor de Dios es una ayuda bastante fuerte para medirse contra toda la injusticia de los hombres, pero tenemos que reconocer el pecado, su sentencia y su juicio, antes que podamos tener esta ayuda. Pero hay ayuda, y esta ha sido revelada desde el cielo. La justicia de Dios y el evangelio del Señor Jesucristo constituyen la potencia de Dios para la salvación de todo aquel que cree. Abramos nuestros corazones a esta revelación. Tomémosla para nosotros mismos, y dejemos que la misericordia se regocije sobre el juicio, y el Dios que se deleita en la misericordia verá en la salvación de los hombres el trabajo de su alma, y será saciado.

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EL PECADO DEL JUDIO

CAPITULO

III

El Pecado dal Judío "¿Y piensas esto, hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas, y haces las mismas, que tú escaparás del juicio de Dios?" Romanos 2:3.

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N el capítulo anterior hemos observado el cuadro divino del pecado del mundo gentiL Ahora, el apóstol vuelve a la circuncisión, a los hijos de luz, de privilegio y de alta profesión, y los acusa de ser culpables de pecado aun más grave, y al final resume el gran proceso de Dios contra judío y gentil, y pronuncia el fallo de culpabilidad sobre ambos, dejándolos silenciados e impotentes bajo el juicio de Dios. DISTINTAS NORMAS DE JUICIO

a) En primer lugar el apóstol desarrolla el principio del juicio divino en cuanto a ambos, judíos y gentiles. Todos serán juzgados por el mismo tribunal divino, pero no todos serán juzgados según la misma norma. Los que han pecado sin ley serán juzgados sin l~y. Los paganos que no tienen la ley de la revelación divina serán juzgados por la ley de la conciencia y el sentimiento de bien y mal que Dios ha puesto en el pecho de cada ser humano; pero esto no pre-

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senta ninguna esperanza de que serán salvos al fin, porque se verá que ellos no han guardado esta ley, y estarán convictos de su propia conciencia y del juicio de Dios, y confesarán, ''conocíamos nuestro deber, pero no lo hicimos". La gran necesidad del mundo no consiste tanto en saber el bien y el mal, sino en la posesión del poder para escoger lo bueno. El judío será juzgado por la ley y por la medida de luz que haya recibido por medio del Antiguo Testamento: pero él también será condenado por el veredicto de sus propias Escrituras y conciencia. Los oyentes del evangelio serán juzgados según el evangelio, y su condenación no será porque hayan quebrantado la ley o que hayan pecado contra su propia conciencia, sino más bien porque habrán rechazado al Señor Jesucristo, porque "el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios". EL CARACTER DEL JUICIO DIVINO

b) En segundo lugar tenemos el carácter del juicio de Dios. ( 1 ) Este juicio será de lo más misericordioso y benigno. Dios es longánime y lento para pronunciar o ejecutar juicio, y cuando lo hace es con la mayor ternura, y haciéndose cargo de excusas y atenuantes. Mientras ahora se demora el juicio, la longanimidad de Dios trata de guiarnos al arrepentimiento, y, sin embargo, los hombres "menosprecian las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad los guía a arrepentimiento". Esta mis-

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

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ma ternura de Dios hará que su final juicio sea terriblemente severo. Es mucho más serio el desagrado de un amigo que la caprichosa ira de un impulsivo y apasionado enemigo. Cuando una persona que siempre nos ha amado se vuelve en nuestra contra, entonces queda poca esperanza; y cuando el Salvador que murió, el Padre que esperó largo tiempo, y el Espíritu Santo que suplicaba por nuestra salvación, cuando ellos retiren su misericordia y nos entreguen para el juicio, entonces principiará la larga noche de eterna desesperación. ( 2) El juicio de Dios es justo. "La manifestación del justo juicio de Dios; el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: a los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, la vida eterna. Mas a los que son contenciosos, y no obedecen a la verdad, antes obedecen a la injusticia, enojo e ira; tribulación y angustia sobre toda persona humana que obra lo malo, el judío primeramente, y también el griego: porque no hay acepción de personas para con Dios". En este juicio todos serán tratados inexo· rablemente según merezcan. Cada cosa secreta será traída a luz; cada motivo, pensamiento o sentimiento, cada consecuencia y resultado de nuestros hechos y vidas quedarán manifiestos. Si tomamos el lugar de pecadores condenados y nos apoyamos en la misericordia de Dios, El ha hecho provisión en el evangelio de Cristo para el ejercicio de su misericordia en la manera más gloriosa y generosa. Pero para recibirla, tenemos que ponernos a los pies de Cristo en absoluta impotencia y propia condenación.

Hay una hermosa frase en la epístola a los Hebreos, donde el apóstol, al hablar de la luz escrutadora de Dios, dice: "Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta". La traducción literal de la frase es: "Las cosas están desnudas y aturdidas". Esta es la fuerza que el griego da a la frase. La figura es la de un atleta en el estadio quien ha luchado lo mejor que pudo, y al fin ha caído a los pies de su adversario, desarmado e impotente. Allí queda, incapaz de dar un golpe o de levantar el brazo. Está desnudo y aturdido, desarmado e inhabilitado, y no le queda otra cosa que hacer sino sólo echarse a los pies del adversario y pedir misericordia.

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( 3) El pecado del judío y de otros que, como él, han pecado contra la luz, será hallado de mayor gravedad, por cuanto su profesión era más alta. Cuanto más nos ensalcemos, tanto más se esperará de nosotros. Los judíos eran muy aficionados a juzgar a otros, y pensaban de sí mismos como merecedores de los más altos lugares. "Tú confías que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, enseñador de los que no saben, maestro de niños, que tienes la forma de la ciencia y de la verdad en la ley". Pero esto sólo hacía más notoria su conducta cuando ellos cometían los mismos pecados que censuraban en otros. Y nosotros que tenemos un grande y glorioso evangelio debemos llevar vidas consecuentes. Los ojos del mundo, y especialmente el mundo religioso, miran fijamente a los que enseñan la plenitud del evangelio

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

EL PECADO DEL JUDIO

de Cristo representando un Salvador que salva hasta lo sumo. Además de ·ser apóstoles y anunciadores de la verdad, debiéramos ser epístolas que manifiesten la verdad en la vida diaria. El pecado del judío fue aún más agravado por los privilegios que gozaba, las oportunidades que tenía, y la alta enseñanza que recibía. Era para él de gran ventaja en todo sentido poseer los oráculos de Dios, y saber su voluntad y pacto, y, sin embargo, su conducta era peor que la de los gentiles, lo que hacía que el nombre de Dios fuese blasfemado entre los paganos.

mino más comunmente usado significa "errar el blanco". Otra expresión quiere decir: sobrepasar la línea; una tercera palabra significa: caer cuando debíamos haber quedado de pie; cuarta, ser ignorantes cuando debíamos haber sabido; quinta, quitar de lo que debía ser entregado completo; sexta, desobedecer una voz; y séptima, desatender la ley y ser deliberadamente descuidado. De cualquier manera en que Dios mire al hombre, ve que está errado y arruinado, y que toda la raza yace condenada al pie del tribunal de juicio.

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EL RESUMEN DE LAS ACUSACIONES e) El apóstol ahora resume las acusaciones contra judíos y gentiles y trae el testimonio de la Palabra de Dios de las páginas de sus propias Escrituras para confirmar el fallo. En especial, cita los salmos catorce y cincuenta y tres, donde encontramos la tremenda acusación divina contra la impiedad de los hombres. Romanos 3:10-17. Este pasaje contiene una cuádruple clasificación del pecado del hombre. Primero, negativamente presenta las cosas que faltan; segundo, positivamente presenta los pecados del corazón; ter· cero, los pecados de la lengua; y cuarto, los pecados de la vida. Bajo estas cuatro categorías el mundo ha sido hallado completa e irremediablemente culpable y perdido. Como quiera que se mire al hombre, es un ser caído que está bajo el juicio de Dios.

En el Nuevo Testamento, las palabras usadas pa· ra señalar el pecado son variadas y sugestivas. El tér.

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PERDIDO E IMPOTENTE

d) Finalmente, el hombre no sólo está condenado, sino absolutamente impotente, de modo que jamás podrá justificarse, o reincorporarse al favor de Dios. "Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él; po~:que por la ley es el conocimiento del pecado". No solamente somos perdidos, sino que nada podemos hacer para salvarnos, y somos dejados completamente a la misericordia de Dios. Dios es misericordioso al destruir así nuestra última esperanza de justificación propia; tal como el preso que está frente al juez, si no puede refutar las acusaciones hechas en su contra, lo mejor que puede hacer es reconocerse culpable, y apelar a la misericordia de la Corte. Y esta es la única manera en que Dios puede intervenir a favor del pecador. Delante de la ley no tenemos derecho de ninguna clase, y si reclamamos lo perderemos todo. Es a este punto a donde Dios quiere llevarnos, donde dejaremos nuestras propias luchas y tentativas de defensa y mejoramiento para arrojarnos impotentes a la misericordia de Dios. Esta es la única esperanza del

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pecador, y cuando así yace a los pies de misericordia, el Señor Jesús está listo para levantarlo y darle esa salvación gratuita que espera a los que estén lo suficientemente impotentes y listos para recibirla. Esta es también la gran necesidad del cristiano que busca una vida más profunda y alta: tiene que comprender completamente su inutilidad e impotencia, y colocarse desnudo y aturdido a los pies del Señor Jesús, tal como el apóstol lo hace en el séptimo capítulo: "¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?". Y si lo hace, podrá dar también el grito gozoso del próximo verso: "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro", y el poder santificador del Salvador vendrá en su plenitud, como en el bienaventurado capítulo que sigue. El gran impedimento a nuestra salvación y santificación somos nosotros mismos, y Dios tiene que terminar con nosotros antes que pueda empezar su obra. En el antiguo estadio romano, mientras el gladiador yacía impotente y listo para la muerte, era costumbre permitir que los espectadores de galería determinasen su suerte, y mientras su adversario miraba a esa multitud de crueles espectadores, esperaba él su veredicto. Todos recordamos cómo era dado. El pulgar invertido era señal de muerte, y el pulgar levantado era la orden de perdonar esa vida impotente; cuando todos esos pulgares se alzaban, saltaba en pie un hombre salvado por la misericordia de la multitud. Pero esa compasión brutal no constituye ni una pequeña sombra de la misericordia de Cristo. En el momento en que alcemos nuestros ojos y manos al cielo, sabemos que se alzan sus manos ensangrentadas ha-

cia el trono de su Padre, su tierna voz ruega por nosotros, podemos ponernos de pie, reclamar y recibir su gran perdón con su omnipotente ayuda y gracia. Aunque culpables, condenados, miserables, impotentes y mereciendo sólo el castigo eterno, podemos levantarnos en su nombre y decir frente a la tierra, cielo e infierno: "¿Quién es el que me condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también intercede por nosotros". El gran objetivo de Dios en todo su trato con los hombres es traerlos al punto donde vean su absoluta necesidad de El y de la salvación que ha provisto por el Señor Jesucristo. Su controversia con el hombre no se basa tanto en los pecados que haya cometido, sino más bien EL PECADO de rechazar a su único Hijo y la gran redención que El ha provisto a tan alto precio. Si los hombres sólo reconocen su culpa e impotencia, entonces El siempre está dispuesto a perdonar y salvar, a levantar al alma oprimida que se hunde, y transformar a los peores hombres en gloriosos trofeos de su gracia y poder. No es la transgresión de la ley moral la que arruina a las almas, sino el rechazamiento del Señor y Salvador Jesucristo. Muchos años atrás conocí a un hombre de gran cultura y de buena familia, pero que estaba bajo el poder del licor, y se hundía rápidamente bajo la terrible opresión del vicio. Yo oré por este hombre durante años, y al fin se presentó la oportunidad de alcanzarlo con el evangelio. El se puso bajo su influencia hasta cierto punto, pero el único resultado fue que aumentó su intenso orgullo, propia justicia y antago-

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nismo a Cristo, hasta que un día me dijo: ''Yo deseo ser un hombre mejor, tengo el propósito de abandonar mis malas costumbres, creo que puedo lograrlo si así me lo propongo. Yo creo en la moralidad, pero no deseo su Cristo ni su religión. Yo puedo salvarme a mí mismo". Al oír esto, me parecía que mi corazón se partía dentro de mí, y desde ese momento mis oraciones a favor de este hombre parecían haber perdido su fervor. Me alejé de la ciudad donde él vivía, y no tuve ocasión de volver por algún tiempo, pero cuando la visité por un par de días, quedé asombrado de una noticia que leí en el diario, la que decía que ese pobre hombre había sido encontrado muerto en una cantina el día anterior, habiéndose ido a la eternidad con una vida pecaminosa y con corazón duro e incrédulo que rechazaba a Cristo, porque no creía en su propia impotencia, y no quiso arrojarse, cual miserable pecador, a la misericordia de Dios. Es aquí donde encontramos el secreto de la salvación, de la santificación y de cada bendición espiritual. "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de los tales es el reino de los cielos". La ley puede señalarnos nuestros pecados, pero no puede librarnos de ellos, como tampoco podríamos nosotros limpiar nuestros rostros reflejados en el espejo en que vemos nuestra inmundicia. "Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu".

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La Justicia de Dios "Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él; porque no hay diferencia; por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios; siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús; al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el j1.1sto, y el que jl'stifica al que es de la fe de Jesús". Romanos 3:21-26.

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N las cortes humanas hay un procedimiento para salvar a un hombre: culpabilizándolo. Un sabio abogado, cuando nota que su cliente no puede comprobar su inocencia, siempre le recomendará que '·se confiese delincuente" y luego implore la clemencia de la corte. No puede ejercitarse la misericordia sin que la culpa sea confesada. De la misma manera, Dios, para salvar al hombre tiene que comprobar su culpa. Los dos primeros capítulos de Romanos presentan el tremendo veredicto de Dios contra gentil y judío, y al fin, Dios resume todo el caso pronunciando culpables a ambos, judíos y gentiles, y bajo pecado, los deja postrados y culpables delante de Dios, con la boca tapada y cada excusa silen-

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la Justicia de Dios "Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él; porque no hay diferencia; por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios; siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús; al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el j1.1sto, y el que jt!stifica al que es de la fe de Jesús". Romanos 3:21-26.

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

ciada. Pero entonces es cuando El principia la revelación del plan de la salvación, por la propiciación y justicia del Señor Jesucristo. En cierta ocasión, en una cárcel francesa, por permiso otorgado por Napoleón, un príncipe ruso concedió la gracia de perdón a un criminal. El empezó a hacer preguntas a los diferentes hombres que encontró en esa institución carcelaria, con miras de encontrar uno que fuese digno de su clemencia. Pero cada uno con quien hablaba profesaba ser inocente, y en verdad, muy maltratado e injustamente castigado. Pero, al fin encontró a un hombre que no se consideró digno de recibir el perdón- el único hombre culpable en toda la cárcel, - no pedía nada para sí mismo, pero confesó francamente su indignidad y reconoció que merecía todo el castigo que había recibido. El príncipe fue profundamente conmovido por la humildad y penitencia del hombre, y le dijo: "Yo le he traído su perdón, y en nombre del Emperador, lo declaro libre. Usted es el único hombre en este lugar que ha estado listo a reconocer su culpa y así tomar el lugar donde la misericordia podía ser mostrada". Este es el lugar donde Dios lleva a los hombres, y cuando llegan, entonces en su gran amor los levanta y los coloca en su seno, y pronuncia sobre ellos, no ya la sentencia de condenación, sino de absolución y de perdón. En la hermosa alegoría de Mansoul (Alma del Hombre) escrita por Juan Bunyan, tenemos la historia de la rendición de las guardias al Rey Emanuel. Ellos habían resistido hasta donde podían, pero, sitiados y hambrientos, al fin tenían que dejar la lucha y

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rendirse a la misericordia de su vencedor. La condición impuesta por el vencedor era que cada vencido tenía que venir a su presencia con cadenas al cuello, diciendo: "somos culpables y dignos de muerte". De esta manera, en gran humildad y temor, salían de las puertas de la ciudad y se arrojaban a sus pies. Esperaban el castigo más severo, porque habían luchado y resistido hasta el último momento, y bien sabían que merecían sólo la muerte. Pero tan pronto hubieron dado su humilde confesión, el Rey Emanuel ordenó a su heraldo que anunciara a todo su campamento que aquellos eran gratuitamente perdonados por su misericordia y restaurados a su favor, que su ciudad fuese reedificada llegando a ser su real capital, y que ellos fuesen tratados con gran favor y benevolencia, y adoptados como hijos del Rey. Por supuesto, ellos estaban asombrados, y prorrumpieron en lágrimas de gratitud y gritos de alabanza. Sí, es aquí donde encontramos la paradoja gloriosa de la divina misericordia. "Dios ha encerrado a todos en incredulidad (pecado), para tener misericordia de todos". El pasaje que tenemos por delante, desarrolla con gran fuerza y claridad los principios de la divina salvación. ES LLAMADA LA JUSTICIA DE DIOS

1) Estamos tan acostumbrados a pensar en la redención como un método para el alivio del hombre, que olvidamos su aspecto mayor como la revelación de la justicia de Dios. El propósito de la obra de Cristo no era meramente socorrer al hombre en una peligro-

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sa situación, sino más bien revelar a Dios en la más alta actitud y aspecto de justicia, sabiduría y amor, no sólo para su propia gloria, sino también para la mayor dignidad y seguridad del hombre redimido. Dios ha hecho que el plan de la salvación sea más un asunto de justicia que de gracia y misericordia, de manera que a través de toda esta Epístola a los Romanos predomina el término "justicia" al describir el plan de la salvación. Es aquí donde está la diferencia entre el cristianismo y todas las religiones humanas. Estas tratan de rebajar a Dios al nivel de la pecaminosidad del hombre, y ajustar la escala moral a la bajísima norma de la actual condición del hombre. El plan divino de la salvación es muy opuesto a todo esto, pues trata de elevar la condición del hombre hasta el nivel de la ley divina. Ni un solo principio de la justicia está comprometido, ni una jota, ni un tilde de la ley es modificado o evadido. Queda satisfecha cada exigencia de la justicia, y cuando el hombre es salvado, éste puede erguirse sin sonrojarse de vergüenza, y reclamar su absolución, del mismo decreto de la eterna justicia, como también del tierno seno de la misericordia perdonadora. Me acuerdo de un buen amigo de veinte años atrás, hombre de negocios de alta posición entre sus compañeros. Frecuentemente notaba yo su porte varonil, la alta y noble dignidad de su rostro, su andar, y el profundo respeto que le tenían en sus círculos de amistad. Un día conocí el secreto. Años antes él había ido a la quiebra en sus negocios, y sus acreedores le habían ofrecido un arreglo que envolvía cierto com-

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promiso sobre sus deudas. Esto no lo aceptó, y sólo pidió tiempo y oportunidad para pagar cada dólar con sus respectivos intereses; enseguida entró en la lucha para hacer esto, y no cesó hasta que hubo pagado el último centavo a cada acreedor. Ahora va por las calles de esa ciudad con la majestad de un rey entre los hombres. El no fue perdonado, sino justificado. Este es el propósito de Dios en el plan de la salvadón. El no piensa pasar por alto las transgresiones del pecado por un mero acto de bondad. El desea que sepamos que cada pecado ha recibido el debido tratamiento, ha sido castigado y finiquitado, y que ahora estamos en la misma situación frente a la ley divina como si nunca hubiésemos pecado, más aún, como si hubiésemos guardado perfectamente cada mandato de la ley. Por medio de nuestro gran substituto, no sólo ha sido encontrado y castigado el pecado, sino que por su propiciación somos hechos sin culpa, y tal como si nosotros mismos hubiésemos sufrido. El término "justific~r", quiere decir "declarar justo". No precisa necesariamente que la persona declarada justa sea en verdad justa. El hecho es que asume la justicia, aunque no es justa. Dios justifica a los impíos, pero el impío no es reconocido en y por sí mismo, sino en la persona de su substituto, el Señor Jesucristo, y su justicia es como si fuese Cristo mismo. La vida que El entregó es aceptada en lugar de nuestra vida perdida, y la obediencia que El rindió es aceptada como nuestra obediencia. "Al que no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros, para que nosotros, fuésemos hechos justicia de Dios en él", de modo que el pecador puede mirar aun en el rostro del Espíritu Santo

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y decir: "no hay condenación para los que están en Cristo Jesús". Puede pararse frente al acusador y decir: "¿Quién es el que condenará? Es Cristo quien murió". Y hasta puede enfrentar a su propia conciencia y a las víctimas de sus crímenes con corazón quebrantado y humilde contrición, y decirle: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica". LA BASE DE SU JUSTICIA

2) Esta se presenta por tres términos muy significativos. El primero es "redención". "La redención que es en Cristo Jesús". Este término denota una transacción definida por la cual somos rescatados por precio, de una situación de amenaza de castigo. La salvación del hombre se basa sobre una definida transacción entre el Padre y el Hijo -el pacto de redención celebrado en los siglos pasados, y cumplido por el Señor Jesucristo cuando se encarnó en la tierra y murió en el Calvario. El Padre dispuso en este .pacto ciertas condiciones, bajo las cuales El daría a su Hijo la eterna salvación de su pueblo. Estas condiciones incluían la oferta de su vida en la cruz, su perfecta obediencia, y todos los actos de mediación que nuestro Salvador ahora está cumpliendo. Estas condiciones han sido cumplidas en forma absoluta, y por haber sido cumplidas, Dios perdona al creyente y salva al alma penitente y confiada. Por esto leemos que "si confesarnos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad". Es asunto de justicia que Ello haga. Y así, otra vez leemos que "a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de

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Dios, a los que creen en su nombre". "En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia". El segundo de estos términos es "propiciación". La palabra significa literalmente, cubrimiento, cubierto. En forma correspondiente, se usa la palabra en el Antiguo Testamento para hablar de limpiarniento, pero la idea literal expresada en la palabra es cubierto. Nos insinúa la cubierta sobre el testimonio en el Tabernáculo. La posición de la cubierta era muy significativa a su referencia espiritual. Era la cubierta del arca del testimonio. Debajo de ella, y dentro del arca, estaban las tablas de la ley que el hombre había violado y que testificaban contra su pecado. Encima era el lugar de la "Shekinah", simbólico de la omnisciencia de Dios. El ojo divino miraba al arca, y si sólo hubiera visto la ley quebrantada y el pecado contra el cual la ley testificaba, entonces podría haber lanzado sus llamaradas de santo fuego contra los transgresores, y no podría haber descansado en el amor del pacto sobre los adoradores en aquel lugar santo. Pero no veía nada del pecado, porque entre el arca y la Shekinah estaba la cubierta, la tapa de oro puro que siempre estaba rociada con la sangre de la propiciación. Dios sólo veía la sangre, y la sangre cubría el pecado. Y por esto leemos palabras como estas: "Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados". "No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel". "Cristo es la propiciación por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo". El tercero de los términos usados es "su sangre".

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Por supuesto, esto se refiere a la muerte del Señor Jesucristo. La sangre es la vida, y la oferta de la sangre de Cristo siempre expresa su sacrificio vicario por el pecado. El rescate era su vida, la propiciación, su sangre. El se ha puesto entre nosotros y las justas consecuencias de nuestra culpa, y "Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros". "El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados". Aquí tenemos la esencia del cristianismo. Este es el centro del evangelio. Esta es la base de nuestra justificación. Dios ha puesto al Señor Jesucristo delante del mundo en forma tan enfática y clara que su gran propiciación no puede ser mal entendida o evadida por cualquier mente honesta, y El es la propiciación por su sangre, "al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia. atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús". LA EFICACIA DE SU PROPICIACION

3) "Atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados". El lenguaje usado aquí es muy expresivo, e insinúa que en los tiempos pasados, y hasta la muerte de Cristo, Dios tenía paciencia con el pecado, aunque no hubo arreglo. Hay dos palabras griegas usadas que expresan los dos pensamientos que resaltan del pasaje. Una es "paresis", la otra "aphesis". "Paresis" significa pasar por alto, "aphesis" re-

tirarlo. Bajo el Antiguo Testamento era "paresis"; bajo el Nuevo Testamento es "aphesis". Entonces, era paciencia. Ahora, es remisión. Entonces, Dios pasaba por alto el pecado, no liviana ni caprichosamente, sino en vista del arreglo que había de hacerse por Cristo en el Calvario, y que estaba reconocido como ya efectuado por "el Cordero inmolado desde la fundación del mundo". Pero en términos literales, aún no estaba pagado el rescate y, por tanto, Dios miraba pacientemente a los hombres en vista de la propiciación que había de efectuarse por Cristo. Por decirlo así, Cristo había dado su pagaré para el pago del rescate, y Dios Jo aceptó y trató con los creyentes bajo el viejo pacto sobre la base de su futuro pago. Cristo lo redimió en el Calvario, así fue quitado, clavado en la cruz, haciendo real y plenamente eficaz su propiciación. El pecado estaba retirado, cancelado, aniquilado. Cristo había venido para poner fin a la transgresión, terminar con el pecado, introducir la eterna justicia, y ahora nosotros no somos tomados como objetos de paciencia, sino que somos enteramente justificados, somos eternamente salvados y recibidos en la comunión de Dios, tal como su propio amado Hijo, en quien somos aceptos. "El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado", dijo Jesús, ''tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida". "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna, y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano". La obra del Señor Jesús es completa, final, eterna. "Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados". "Mas ahora una vez en la

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consumación de los siglos, para deshacimiento del pecado, se presentó por el sacrificio de sí mismo". "Y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que le esperan para salud". ¿No es esta una gloriosa redención, una fundación divina, una fuerte consolación, una roca de siglos? ¿No es éste un mejor lugar de descanso para su confianza y esperanza, que todos los sentimientos y experiencias variables nuestras? ¿No es éste un bendito lugar de descanso cuando la mente se pone nublada y el corazón se torna triste y helado y el adversario lanza sus dardos de fuego en una conciencia acusadora? Bien recuerdo de una buena santa del Señor que había traído muchas almas a Cristo durante una larga vida de servicio. Pero a medida que se ponía el sol de su vida, se juntaban las nubes en su horizonte, su mente se debilitaba, su fe se empañaba y ella pensaba que había perdido su utilidad al Señor y que El ya no la deseaba. ¡Bendita alma! Cuán dulce era tener el privilegio de decirle que su salvación descansaba sobre la inmutable Palabra de Dios y que ella estaba segura en Cristo Jesús, la Roca de los Siglos, que nada podía mover. Amado lector, asegúrese que está anclado en esta Roca Eterna - la redención de nuestro Señor Jesucristo.

tes, es el don de Dios. No podemos ganarla, merecerla o alcanzarla por nosotros mismos. Tenemos que recibirla, desde el principio hasta el fin, directamente de las manos del Padre con las mismas condiciones de misericordia e inutilidad personal. Nuestras obras, experiencias o utilidad no tienen nada que ver con la adquisición de nuestra salvación. Yo no tengo más derecho a mi salvación, por el hecho de haber servido al Señor Jesús durante treinta y cinco años, que ese pobre hombre que anoche aceptó a Cristo como Salvador, abandonando una vida de inmundicia. Cuando esté en la presencia de mi Señor mi único argumento tiene que ser que Jesús murió por mí. No hay ninguna diferencia en la posición de todos los hombres ante la puerta que conduce a la vida. "Todos pecaron, y están destituídos de la gloria de Dios; siendo justificados gratuitamente por su sangre", y cualquier otra cosa que tengamos con esto - lo que hubiera de santidad o utilidad que Dios haya permitido que gozáramos - ésta también ha venido por las riquezas de su gracia. "¿Qué tienes que no hayas recibido?" Y aun Pablo, hablando de su salvación, dijo: "yo obtuve misericordia", y luego agregó, hablando de su carrera subsecuente: "mas la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y amor que es en Cristo Jesús".

LAS CONDICIONES DE ESTA DIVINA JUSTICIA

4) "Siendo justificados gratuitamente por su gracia". A primera vista esto parece una repetición, porque gratuitamente y gracia tienen el mismo significado. Pero el propósito del escritor es expresar la idea con todo el énfasis posible. Esta salvación, en todas sus par-

Es verdad que hay una gran diferencia al final, pero no hay ninguna al principio. Bajo las mismas condiciones entramos por las puertas de misericordia, igualmente condenados, y entonces por la gran bondad de Dios se nos permite luchar y esforzarnos a ga·

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nar la recompensa y seguir adelante, hacia la meta, en la carrera para la victoria. Es como si una gran institución pública educacional diera libre entrada a cuantos se presentaran, sin tomar en cuenta las circunstancias y méritos personales de los candidatos, pero, una vez admitidos en el colegio, se les dan premios a los alumnos según su diligencia y provecho en los diferentes estudios.

pero en sí mismo no es una obra de mérito, sino sólo el medio por el cual recibimos lo que Dios ofrece.

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Y así nos recibe Dios, como impotentes, inútiles pecadores, pero una vez adentro de la escuela de Cristo como beneficiados de su gracia, somos invitados a seguir adelante hacia los premios más altos que El ofrece a los diligentes y fieles. Pero aun el poder para ganar el premio y las luchas para la victoria son el don de gracia e infinita misericordia. De esta manera todo es de gracia, por el pago de la preciosa sangre de Cristo y el don del soberano amor del Padre. EL MEDIO PARA RECIBIR ESTE DON: FE EN JESUCRISTO

5) "La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él; porque no hay diferencia", y otra vez se dice en el versículo 27, "la ley de la fe". Este es el principio básico de todo el sistema del evangelio. Cada bendición tiene que ser recibida por la fe. Esta es la única manera en que un don puede ser recibido. No hay ningún mérito en un acto de fe, pues es sencillamente la recepción con acción de gracia y confianza de lo que Dios da. Es ciertamente un acto bienaventurado, porque cuando el corazón recibe el amor y la gracia de Dios, esto ejerce una bendita influencia sobre la vida y el carácter,

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Es llamado la ley de la fe. Es el principio sobre el que Dios trata con los hombres. "Sin fe es imposible agradar a Dios". Veremos el completo desarrollo de esta fe en el próximo capítulo, pero mientras tanto debemos darnos cuenta de su inmensa importancia en nuestras propias vidas y aceptarla como el principio y la ley de nuestra vida, tal como es la ley administrativa de Dios para hombres pecaminosos. Dios tiene las más ilimitadas riquezas de su gracia a disposición de los más perdidos y pecaminosos, si ellos sólo aceptan el don por simple fe; pero seremos más ciertamente perdidos por la incredulidad que por la comisión del más terrible crimen. Se cuenta de un terrateniente inglés, quien, para enseñar a sus trabajadores la lección de la fe en Dios, ofreció pagar todas las deudas de ellos en un día fijado con tal que trajeran la cuenta de todas sus deudas y aceptasen su cancelación como un don de generosidad. Llegó la mañana del día señalado, y él esperó en su oficina hasta la hora de mediodía, según el aviso publicado profusamente. La gente se juntó en grupos, conversando y pensando en el significado de todo esto. No podían entender tal generosidad y esperaban que alguien entrara y probara si el patrón realmente cumpliría su oferta, y entonces todos estarían dispuestos a entrar a reclamar su parte también. Pero el tiempo pasó y nadie parecía dispuesto a entrar. Al fin se acercó un par de ancianos, débiles y tambaleantes. La

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gente les dijo: "Apúrense en salir y dígannos lo que ha hecho". Los ancianos entraron y el patrón los recibió bondadosamente, examinó su cuenta, pagó sus deudas y luego les preguntó si había algo más que él pudiera hacer por ellos. Dijo que tenía cierta suma de dinero que deseaba gastar de esta manera, pero parecía que nadie deseaba aprovecharla. El regaló a los ancianos dinero suficiente para comprar una casita y proveyó a todas sus necesidades. Ellos le agradecieron su bondad con lágrimas de gozo. Conversaron unos momentos más, hasta cuando dieron las doce del día; entonces él se levantó, les abrió la puerta y los despidió. Entonces dijo a la gente reunida: "El tiempo señalado en el aviso ha pasado y ahora tengo otros asuntos que atender". Diciéndoles adiós se fue, y los ancianos bajaron la escala. La gente les preguntó: "¿Les pagó sus deudas? ¿Lo hizo de veras?" Los ancianos les miraron con asombro y contestaron: "Por supuesto, lo hizo". Ahora todos deseaban entrar; pero ya era tarde, el tiempo había pasado y la oportunidad se había ido. ¡Cómo sintieron no haber confiado en su promesa! El domingo siguiente, cuando les habló en la iglesia sobre las promesas de Jesús y lo que significa, muchos allí se dieron cuenta de la necedad de la incredulidad y de la bienaventuranza de confiar en Dios, recordando que lo que El promete también lo cumple.

CAPITULO V La Ley de la Fe "¿Dónde pues está la iactancia? Es excluida. ¿Por cuál ley? ¿de las obras? No: mas por la ley de la fe". Romanos 3:27.

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AY en el universo leyes naturales, lo mismo que hay espirituales, y a menudo las naturales son típicas de las espirituales. Todo el universo material es gobernado por un gran principio que todo sujeta en armonía - la ley de gravitación. Por la operación de esta ley las estrellas y planetas se quedan en sus órbitas, y por la misma las partículas de materia no se desmenuzan, sino que son retenidas en cohesión, en la montaña, en la atmósfera y aun en el cuerpo humano. Dios no necesita de complicada maquinaria para operar este enorme universo, sino que con infinita sabiduría y poder ha colocado esta gran fuerza en la naturaleza, y así las ruedas revuelven y los planetas vuelan en obediencia a esta poderosa ley.

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También en el mundo social Dios ha puesto en vigencia una ley parecida, tan sencilla, y sin embargo de gran alcance y eficacia. Podemos llamarla la ley de gravitación social. Es el principio de mutua confianza. Si nos paramos en algún gran camino público y miramos las multitudes que sin cesar van pasando,

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no podemos menos que pensar donde viven todos ellos, y cómo el mundo puede contener tanta gente sin que haya confusión y anarquía. Y sin embargo, estas multitudes, tal como las abejas de aquel cajón, todas van a su propio lugar. Son unidas por relaciones sociales, de negocio y de política, y éstas las mantienen en perfecto ajuste. Dios ha puesto en el corazón de esa madre el instinto que la hace cuidar de sus hijos; en los corazones de los hombres de negocios ha puesto los intereses comunes que los unen; y en los corazones de la multitud ha puesto los instintos del patriotismo, que los une en estados y países, de modo que los millones de la tierra son gobernados por un gran pacto hecho entre hombre y hombre, tan perfecto como la ley que gobierna los movimientos de las esferas. Es la ley de la fe. En el mundo espiritual Dios gobierna por el mismo gran principio. El es el sol y centro moral de todo el sistema moral y espiritual, y es su voluntad que todos los seres sean unidos a El, tal como los planetas a sus soles, por la ley de confianza, fe y amor, que los hará fieles a El y justos en su trato con sus semejantes. Esta es la ley de la fe. Mientras sus criaturas confían en El y le obedecen, son felices y santas, pero cuando se corta esta unión, entonces principia una vida de desorden y destrucción, tal como sucedería con nuestra tierra si se alejara del sol, pues llegaría a ser una estrella errante y terminaría naufragando en la inmensidad del espacio. La caída del hombre en el Edén vino por la violación de esta ley de gravitación espiritual. El tentador,

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en su sutileza, alcanzó a destruir la confianza del hombre, y en el acto sucedieron dos cosas. Primero, empezó a esconderse de Dios; y en seguida empezó a acusar a su semejante. Adán perdió su amor para Dios y para Eva en el mismo momento, y desde entonces la familia humana ha estado alejándose más y más de Dios y separándose más y más uno de otro. Fue por esto que cuando Jesús vino, lo primero que hizo fue restablecer la ley de la fe. Por esta razón la condición básica de la vida eterna es creer en Dios. La primera cosa que los hombres tienen que aprender es la confianza, y la condición de fe bajo el evangelio es fe en Dios, de modo que la misma ley del cristianismo es la fe. En el capítulo anterior, el capítulo tres de Romanos, el apóstol ha desarrollado el plan de redención y la base de la justicia de Dios para hombres pecaminosos. Entonces aborda los medios por los cuales puede ser alcanzada su justicia. Este medio es la fe. "La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él". Esta es la única condición por la cual recibimos la divina justicia y la salvación de Jesucristo. Pero condición tan importante tiene que ser presentada en forma clara y explícita, y por esto todo el cuarto capítulo está dedicado a la exposición de la fe y a la ilustración de esta importante ley. El apóstol muestra que Dios siempre ha puesto esto como condición de bendición, aun bajo el Antiguo Testamento, y en demostración de esto, cita los casos de Abraham y David, los dos más prominentes santos de la antigua dispensación. Abraham representaba la

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época patriarcal, y David la época de los reyes; el apóstol muestra que ambos fueron salvados y tratados por Dios bajo la ley de la fe. Abraham fue el Cristóbal Colón de la fe, el gran descubridor de la tierra de promesa; y David el Josué de la fe, el gran vencedor de este nuevo mundo de santas posibilidades. Y, sin em" bargo, Abraham fue justificado por la fe, porque "creyó a Dios y le fue atribuído a justicia". David expresó la misma verdad en el salmo treinta y dos, cuando dijo: "Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados. . . a quien no imputa Jehová la iniquidad". Es evidente que esta justicia no es intrínseca o interna, sino que viene por cuenta divina a la persona que la recibe, y no por derecho personal.

ciendo, bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.

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En seguida, el apóstol desarrolla cuatro grandes <:aracterísticas de este gran principio de la fe, como está presentado en la historia de Abraham. 1.

ES FE SIN OBRAS

"Que si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse; mas no para con Dios. "Porque, ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue atribuído a justicia. "Empero al que obra no se le cuenta el salario por merced, sino por deuda. "Mas al que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia. "Como también David dice ser bienaventurado el hombre al cual Dios atribuye justicia sin obras, di-

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"Bienaventurado el varón al cual el Señor no imputó pecado". No estaba en ningún sentido relacionado con las obras de justicia personales de Abraham, pero era un acto de la libre gracia de Dios hacia Abraham, tal como sucede hoy día con cualquier hombre pecaminoso. La particularidad de la fe es que renuncia a nuestras obras y acepta las de Dios en su lugar. El hombre que confía en Dios por una cosa, espera que El la hará. "Empero entramos en el reposo los que hemos creído ... Porque el que ha entrado en su reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas". 2.

ES FE SIN DIFERENCIA

"¿Es pues esta bienaventuranza solamente en la circuncisión, o también en la incircuncisión? porque a Abraham fue contada la fe por justicia. "¿Cómo pues le fue contada? ¿en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. "Y recibió la circuncisión por señal, por sello de la justicia de la fe que tuvo en la incircuncisión: para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, para que también a ellos les sea contado por justicia; "Y padre de la circuncisión, no solamente a los que son de la circuncisión, mas también a los que si-

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guen las pisadas de la fe que fue en nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.

tal manera que queda distinguida y para siempre diferente de toda imitación.

"Porque no por la ley fue dada la promesa a Abraham o a su simiente, que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe". De modo que no descansa sobre el hecho que Abrahaín haya pertenecido a una clase privilegiada, porque Abraham fue justificado antes de ser circuncidado, y, por lo tanto, antes de ser reconocido como judío. El hecho es que Abraham fue circuncidado porque ya estaba justificado por la fe. De manera que era poseedor de la realidad, y por eso tenía derecho al signo y señal exterior. Así Abraham representa tanto al mundo gentil y la provisión del evangelio para él como al judío, y por él somos enseñados que los creyentes de todos los siglos heredan las promesas, sean ellos judíos o gentiles. El evangelio de fe no es la primogenitura de unos pocos, sino la herencia de un mundo pecaminoso, bajo la simple condición de creer a Dios y aceptar las promesas por Jesucristo.

Nos enseña que Abraham creyó a Dios hasta tal punto que contaba las cosas que no son como si existiesen. Esto está ilustrado en su vida, en el hecho que aceptó la promesa del advenimiento de Isaac como cosa cierta, mucho antes que ocurriera. Tan seguro estaba él de la promesa que Dios le había dado, que tomó su nuevo nombre, cambiando de Abram a Abraham, lo que sirve de confesión exterior de esta fe. Ante un mundo crítico y burlador él se llama el padre de una multitud de naciones, cuando el hijo de quien debían venir aún no había nacido, y según las posibilidades naturales no podía nacer como hijo suyo.

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" (Como está escrito: Que por padre de muchas gentes te he puesto) delante de Dios, al cual creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como las que son. "El creyó en esperanza contra esperanza, para venir a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que había sido dicho: Así será tu simiente". Este es un pasaje maravilloso. Coloca los profundos fundamentos de la fe y desarrolla sus principios de

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En la narración del pacto de Dios con Abraham, en capítulo diecisiete de Génesis, tenemos un maravilloso desarrollo del principio de la fe cuando cuenta las cosas que no son como si realmente existiesen. Dios viene a Abraham como el "Shaddai", el Dios Todopoderoso, revelándose en la forma que parecía el mayor desafío a la más alta confianza de Abraham, y luego procede dándole su pacto en tres notables revelaciones. La primera de estas revelaciones está en el tiempo futuro, y dice: "Pondré mi pacto entre mí y ti, y multiplicarte he mucho en gran manera". Abraham aceptó esto, tal como la fe siempre lo hace, en sus primeros grados, en el sentido futuro; creyó que Dios haría como lo había dicho. Pero ahora se acerca más y cae sobre su rostro delante de Dios, y El empieza a hablarle más íntimamente, dándole un segundo mensaje. Pero este mensaje es-

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tá en el tiempo presente. Dios nunca repite. Cuando

bre esta base El salvó a los santos del Antiguo Testamento, tratando con ellos como si el precio ya estuviera pagado y la redención ya hecha.

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nos habla, siempre tiene algo más que decirnos. Y ahora dice: "He aquí mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de gentes". La cosa ahora ha llegado a ser de actualidad; Abraham lo recibe y toma un paso concreto, del futuro al presente. Esta es la fe que toma el don de Dios y lo cuenta como realidad. Pero esto no es todo. Una vez más habla Dios, y esto constituye un paso más hacia adelante. El se mueve ahora del tiempo presente al tiempo perfecto y su palabra es: "No se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes". De aquí en adelante la cuestión tiene que ser pensada, hablada y reconocida como cosa completada y hecha. En los ojos de los hombres no era todavía un hecho, ni siquiera una probabilidad; pero a la vista de Dios está hecho, y la fe cuenta las cosas que no son como si realmente existiesen. En todo esto Abraham estaba imitando a Dios. La verdadera acepción del pasaje es: "Como aquel a quien creyó, aun Dios, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como las que son". Al obrar así, Abraham obró sencillamente como Dios. Es así como obra Dios. El habla del "Cordero inmolado desde la fundación del mundo". Sabemos que Cristo no murió antes de la fundación del mundo, pero en el plan y propósito de Dios ya había muerto. Cristo había de ser sacrificado en el Calvario, y Dios obra como si este sacrificio ya estuviese hecho. Era un hecho tan segurísimo que Dios lo contaba como ya consumado, y so-

De esta misma manera vemos que Dios obra continuamente en su trato con su pueblo. Dios vino a Gedeón y le dijo: "Jehová es contigo, varón esforzado". Pero Gedeón pudiera haber sido cualquier otra cosa, menos un hombre de valor. La verdad era que estaba muy asustado y en ese mismo momento se escondía de sus enemigos. El mensaje debe haberle sorprendido, mas Dios inmediatamente agregó: "Ve con esta tu fortaleza, y salvarás a Israel". Pero el hecho es que el valor no fue de Gedeón, sino de Dios. Dios constituyó esta fuerza y valor, y desde ese momento Gedeón podía apoyarse en él, y así él fue y libró a Israel. Las cosas que no son, las contó como las que son. El poder de Dios llegó a ser su poder, y lo invisible se cristalizó en una realidad. Y así dijo Dios al hombre que yacía impotente a sus pies: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Esa palabra hizo real y efectivo el perdón, y al aceptarla el hombre, y levantarse, fue cumplido en él. De esta misma manera se salva el pecador. Puede ser que esta misma noche se humille un pobre ebrio en alguna sala de predicación y oiga una voz que diga: "Hijo, tus pecados te son perdonados", y lo que no era verdad momentos antes, será verdad por su recepción. Así, la fe de Abraham será otra vez cumplida, y ese hombre saldrá a una nueva vida y a un feliz porvenir, por contar las cosas que no son como las que son. Hablando del futuro, Jesús dijo a sus dis-

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cípulos: "Ahora vosotros sois limpios por la pala· bra que os he hablado". Un momento antes, ellos no estaban limpios, pero fueron limpiados en el momento en que aceptaron la palabra y la contaron como un hecho verdadero.

te existiese. Esta fue la actitud de Abraham. Cuando le vino la promesa del nacimiento de Isaac, le pareció imposible que tuviera un hijo por Sara, su propia esposa, y durante un tiempo, Abraham, como muchos otros, trató de ayudar a Dios en la dificultad. Con el consentimiento de Sara tomó a la empleada de ella, Agar, quien llegó a ser la madre de Ismael. Esto no fue hecho con un propósito malo, ni con un motivo grosero o terrenal, sino simplemente con un franco deseo de ayudar en el cumplimiento de la promesa de Dios. Pero el único efecto que este hecho tuvo fue traer tristeza a todos, especialmente a Abraham y Sara. Cuando terminaron con sus tentativas, Dios pidió que Abraham creyese que lo prometido vendría por medio de Sara, y no sólo hizo que lo creyera, sino que lo confesara a todos sus vecinos antes de que sucediera, tomando el nombre de Abraham, y es probable que para hacerlo claro y explícito tenía que explicar por qué había tomado ese nuevo nombre. Cuando terminaron las críticas, entonces Dios empezó su obra, y antes de que pasara mucho tiempo sucedió lo prometido. Isaac nació, y lo que había parecido imposible, ya era una realidad. Dios vivificó lo muerto, El revivificó sobrenaturalmente los poderes de Sara, y el hijo nació como de la tumba. Dios siempre desea obrar así. El puede hacer mucho más con un muerto que con un vivo. El hecho es que "lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: para que ninguna carne se jacte en su

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De esta manera, tenemos que tomar nuestra santificación por la fe, contándola como verdadera antes que sea en verdad real. Tal como al pronunciar la promesa matrimoni~l la señorita se transforma en una esposa, terminando su anterior vida de soltera y colocando delante de ella un nuevo porvenir, así el sencillo acto de fe constituye una nueva vida en Cristo y nos trae a la unión con El como nuestro santificador y guardador. Otra vez, la sencilla palabra de sanidad hizo real lo proclamado. Las palabras "ve, tu hijo vive", trajeron un estado de cosas que no existía momentos antes. Dios presentó la cosa que no es como la que es, y sucedió lo que El había dicho. También en la promesa que El ha dado en cuanto a la oración, cuando pedimos, tenemos que creer que recibiremos las cosas que pedimos, y las tendremos. El propio elemento fundamental de la fe es lo invisible. No es correcto decir "yo he visto, por tanto. creo". La verdadera fórmula es "bienaventurados los que no vieron y creyeron", porque la fe que nos po· ne en contacto con el evangelio es "la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven". La verdadera fe no sólo cree en la cosa que no existe, sino que la reconoce, la proclama, pone todo su peso sobre ella y obra como si realmen-

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presencia", y la fe es sólo el eco de Dios, repitiendo su palabra y creyendo efectivas las cosas que El promete, con un eterno amén de humilde y santa confianza.

próximas sean nuestras relaciones con las gentes, tanto más perfecta será nuestra confianza. El hombre necesita tener absoluta confianza en la persona que está más próxima a su corazón. La más leve cuestión o duda es fatal a la felicidad. Y si creemos en Dios, tenemos que creerle completamente. La vacilación siempre procede de la incredulidad. Llamémosla por los nombres que queramos, la vacilación, literalmente, significa: "yo no creo enteramente en mi Dios".

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4.

ES FE SIN DUDAS

"Y no se enflaqueció en la fe, ni consideró su cuerpo ya muerto, (siendo ya de casi cien años) , ni la matriz muerta de Sara. "Tampoco en la promesa de Dios dudó con desconfianza: antes fue esforzado en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que todo lo que había prometido, era también poderoso para hacerlo". Aquí tenemos la última fase de la fe de Abraham. "No se enflaqueció", o más bien, no vaciló. Hay mucha diferencia entre estas dos palabras. La palabra traducida "enflaquecer" indica que uno está por caer, pero "vacilar" se refiere a una forma más benigna de debilidad. Abraham no manifestó ni siquiera el más leve movimiento de duda, no se inmutó ni una sola fibra de su ser, no vaciló por un solo segundo, "se levantó muy de mañana ... y fue", obedeciendo instantáneamente. Las pequeñas dudas son tan funestas como un ladrón o una conflagración. El hombre que no vacila, nunca será tentado a caer. El tiempo de desechar la duda es en su principio mismo, cuando exista la más leve forma de duda. El único lugar seguro para la fe es la confianza absoluta y sin vacilación en el amor de Dios. Una vez principiadas las dudas, estamos perdidos. Si hemos de creer en Dios tenemos que creer en El absolutamente. Cuanto más cercanas y

Leemos en este pasaje que Abraham no consideró los obstáculos. "No consideró su cuerpo ya muerto". Si miramos a las cosas externas jamás tendremos la fe sin vacilación. Si confiamos únicamente en nuestros sentidos, cuando nos sentimos felices, muy pronto dejaremos de sentirnos felices, y también de confiar. Si sentimos confianza en nuestra sanidad solamente cuando notamos mejoría, muy pronto cesará la mejoría. Si creemos que Dios está contestando nuestras oraciones, solamente porque vemos que algo sucede, muy pronto dejaremos de ver ese algo. La Versión Moderna nos arroja más luz sobre el pasaje. Abraham miró a las dificultades, pero sin sentirse desalentado por ellas. El "no se debilitó en la fe", a pesar de considerar su cuerpo amortecido. Es una gran cosa poder mirar el lado negativo sin ser debilitado en la fe, comprender plenamente la situación, permitir que Satanás haga su inventario, reconocer todos sus recursos, y entonces decirle: ''Sí, todo eso es verdad, pero Dios, con eso y sin eso, Dios puede hacerlo". "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" Y principia por nombrarlas, una por una: tribulación, an-

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LA LEY DE LA FE

gustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, cuchillo ... y entonces subiendo por encima de todas ellas, exclama: "Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro". Y otra vez leemos el agregado: "Plenamente convencido de que todo lo que había prometido, era también poderoso para hacerlo". Esta palabra poderoso no sólo significa que Dios puede hacerlo, sino que para El es facil hacerlo, no exigiendo lucha, ni esfuerzo, ni sacrificio. Todo lo que Abraham deseaba saber era si Dios lo había dicho, porque entonces estaba seguro de que sucedería. No importa la fuente de donde había de venir. Dios tenía infinitos recursos, y a El no le era difícil llevar a efecto su propósito o cumplir su potente palabra. Aquí contemplamos la misma esencia de la fe. No es un mero proceso intelectual. La fe de Abraham reposó en Dios mismo. El conocía al Dios con quien estaba tratando. Era una confianza personal en uno en quien podía confiar absolutamente. El verdadero se<:reto de la vida de Abraham consistía en que era amigo de Dios, que conocía a Dios como su grande, buen y fiel amigo, y, habiendo aceptado su palabra, él había abandonado todo lo que sabía y amaba y había seguido un camino desconocido, acompañado sólo por Dios, y por todo el trayecto se había apoyado en El como en un verdadero y probado amigo.

Amados, ¿estamos confiando no sólo en la palabra de Dios, sino también hemos aprendido a apoyarnos completamente en El, en el Dios de infinito amor y poder, en nuestro Dios del pacto y nuestro eterno amigo?

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Las Escrituras nos dicen que Abraham glorificó a Dios por esta vida de fe. La verdadera manera de glorificar a Dios es dejar que el mundo vea lo que El es, y lo que El puede hacer. Dios no se interesa tanto en que nosotros hagamos cosas, sino en que dejemos que el mundo vea lo que El puede hacer. Dios no está buscando caracteres o personas extraordinarias como sus instrumentos, de quienes las gentes digan: "Oh, sí, no es nada para él", sino que El busca humildes instrumentos, por los cuales pueda ser honrado a través de los siglos, y el hombre que confía en su Dios realmente hace más alto servicio que los grandes obreros o los hombres brillantes, cuyas vidas pueden ser una mera reflección de su propio valer o un monumento a su propia gloria. El apóstol termina este capítulo diciéndonos que Dios espera, en sustancia, de nosotros, la misma fe bajo el evangelio, y nosotros heredaremos las mismas bendiciones de Abraham si seguimos en sus pisadas de fe, porque "no solamente por él fue escrito que le haya sido imputado; sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación". Seguramente, si Abraham, en el alba de la reve-

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lación, con unos pocos desparramados rayos de celestial luz, podía confiar tan completamente en Dios, ¡con cuánta más razón debemos nosotros, después de siglos de la luz del evangelio y en todo el fulgor de la inspiI'ación del Espíritu Santo, confiar también en El, y hasta con una fuerza y fidelidad que ni Abraham conocía! "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta". "Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen perfeccionados sin nosotros".

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CAPITULO VI

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Las Bendiciones que Fluyen de la Justificación

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"Justificados pues por la fe, tenemos paz :para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucnsto; por el cual también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios ... " Romanos 5: 1,2.

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STE capítulo es un inventario de los tesoros de la casa de fe y de las bendiciones que fluyen de la justificación por la fe. En los capítulos anteriores el apóstol había desarrollado los principios de la justicia de Dios y las condiciones de su recepción, y ahora, antes de terminar este segundo capítulo sobre la divina salvación, procede a detallar y a resumir las especiales bendiciones de esta gran sa4tación. Al hacerlo, se anticipa un poco en el tema de la santificación, que se encuentra en el próximo capítulo, de manera que encontramos algunas cosas en esta enumeración que propiamente dicho pertenecen a la vida santificada, y de esto no debemos extrañarnos ni pensarlo ilógico, porque si bien es cierto que la justificación y la santificación son distintas, y así son tratadas en esta epístola, sin embargo, en la mente de Dios están íntimamente relacionadas, y en las experiencias del creyente no debieran estar tan separadas como suele su-

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ceder. La verdad es que parece pensamiento de Dios el que deben seguirse inmediatamente. Cuando el pueblo de Dios salió de Egipto, El deseaba que entrasen inmediatamente a la tierra de Canaán, y el intervalo de cuarenta años que intervino no era según el intento de Dios. En la experiencia pentecostal de la Iglesia Apostólica, parece que todos los que aceptaban a Cristo eran en el acto tomados en su plenitud, y recibían el bautismo del Espíritu Santo, igual como los apóstoles, entrando inmediatamente a la vida santificada, viviendo en completa consagración, de modo que se decía de ellos: "gran gracia era en todos ellos ... y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía". Por la relajación de la norma cristiana ha aparecido una especie de cristianismo que no tiene ninguna autorización espiritual; existe una condición en que gentes son justificadas, y sin embargo, no esperan vivir una vida santa, y no la viven hasta que por verdadera enseñanza y la preparación del Espíritu Santo son despertadas para ver la vida de santidad a que Dios las llama, y después de años de vagar, al fin llegan a la experiencia de la santificación que debían haber conocido desde el principio. Mientras el sumario de bendiciones que el apóstol desarrolla en este capítulo se refiere especialmente a los frutos de la justificación, sin embargo, alcanza también a la plenitud de la vida santificada del creyente, y abarca, por vía de anticipación, algunas de las cosas que serán más explícitamente desarrolladas en los capítulos que siguen.

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PAZ CON DIOS

"Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios". Parece que la traducción correcta del texto es "tengamos paz con Dios". El Dr. Vincent, en sus comentarios sobre este verso dice: "Indudablemente esta es la interpretación correcta, pero los comentadores han estado perplejos para entender por qué debe ser puesto así en vez del modo indicativo - "tenemos paz". ¿Por qué debemos decir "tengamos paz", cuando ya la tenemos? Porque la paz mencionada aquí no es un sentimiento de paz, sino la condición del cielo, una re<.:onciliación con Dios por la redención del Señor J esu cristo". Se nos trae de una condición enajenada y de separación, a una de aceptación y paz. Se ha terminado la controversia. Ya no hay condenación. Somos considerados y tratados como amigos, y recibidos en su familia como hijos y coherederos con Cristo. Ahora, ¿por qué debe decirse, tengamos paz, cuando ya la tenemos? Indudablemente hay una profunda razón, y ésta será más evidente si ponemos el énfasis sobre la palabra tengamos. Tengamos paz. Dios la ha hecho, aceptémosla nosotros. Muchas personas tratan de hacer paz, pero la paz ya está hecha por medio del Señor Jesucristo, y todo lo que Dios pide de nosotros es que aceptemos la reconciliación que El ofrece, y que tengamos la paz que El ha arreglado. Muchas personas asumen una actitud hacia Dios como si El estuviera en guerra contra ellas, como si todo fuera en su contra, como ~j Dios fuera su peor enemigo. Pero la verdad es que

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Vivamos en ella, reconozcámosla, y nunca dudemos. No es un mero armisticio, sino que es la paz permanente, una amnistía absoluta, un gran tratado de paz, firmado y ratificado para siempre.

Dios estaba en Cristo Jesús reconciliando el mundo a sí, y la muerte de Jesús era la manifestación de su propio y soberano amor, y una vez que veamos y sepamos esto, estaremos listos a deponer nuestras armas y llegar a ser sus amigos. Se dice que después de la antigua guerra francesa, se vio un buque de guerra francés huyendo de un buque de guerra inglés en los mares del sur. El buque inglés perseguía al francés, y después de una larga carrera lo alcanzó. El capitán francés se rindió y cuando presentó su espada a su vencedor, el inglés se rió de él y le preguntó por qué se rendía. "¿No sabe usted que la guerra terminó meses atrás?". El francés respondió que no lo sabía, y dijo: "Yo pensaba que todavía estábamos en guerra, y por esto traté de escapar. Cuando no pude hacer esto, sólo me quedaba rendirme. Pero he estado por tanto tiempo alejado de puertos civilizados que no sabía que la paz estaba hecha". Los hombres se dieron las manos, la espada fue devuelta al francés, y se sentaron como camaradas. Se terminó la guerra y dijeron "tengamos paz", porque había paz en los cuarteles generales. Esto es lo que Dios quiere decir. La paz está hecha para cada hombre que quiera recibirla por Jesucristo, que vuelve de sus pecados y acepta al Salvador como su Redentor y Señor. No trate de agradar a Dios por medio de sus propias obras, ni trate de ganar su favor, sino francamente acepte su perdón, deje su actitud de rebelión y desobediencia, y acepte la paz que ha sido sellada por la preciosa sangre de Cristo. Quizás el versículo pueda ser explicado de otra manera. Retengamos la paz que tenemos con Dios.

En las reuniones que tenía el predicador Sr. Whittle, en Glasgow, Escocia, una pobre señora vino a la luz por medio de un versículo en el capítulo cinco del evangelio de Juan: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado. tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida". El evangelista dio una tarjeta a la señora, con este versículo escrito y ella se fue gozosa a su casa acompañada de su hijo. Ambos se retiraron esa noche, felices como los ángeles. Pero en la mañana bajó la señora al desayuno tan triste como siempre, su rostro nublado, y su corazón lleno de desaliento. Ella había tenido una noche de conflicto, dudas y temores, y cuando el niño le preguntó qué tenía, ella prorrumpió en lágrimas y dijo: "Oh, todo se fue. Yo pensé que estaba salva, pero ahora me siento tan miserable como antes". El niño mostró cierta sorpresa, y dijo: "Mamá, ¿ha cambiado tu versículo? Yo iré a verlo". El corrió a la mesa, tomó la Biblia y sacó de ella la tarjeta, y leyó: "De cierto. de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida". "Mire, mamá", exclamó el niño, "no ha cambiado en lo más mínimo. Es igual como anoche, todo está bien". La madre miró con una sonrisa al pequeño predicador cuya sencilla confianza fue usada por Dios para salvarla, y tomándolo en sus brazos,

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ella dio gracias a Dios que su precioso versículo no había cambiado, y que su paz era tan invariable como la eterna Palabra de Dios. ¿Es esto lo que quiere decir el apóstol? Somos justificados; ahora, tengamos y retengamos la paz. No se trata meramente de perdón, sino que es un decreto eterno. Andemos en la fuerza de ello, y no permitamos la más leve sombra de duda o temor de cruzar nuestro iluminado cielo.

El se hace cargo de mucho más de lo que el amor humano seria capaz de hacer. Solamente la infinita grada comprada en el Calvario podría inducirlo a tolerar todas las necesidades, provocaciones, desobediencias y fracasos que hemos cometido contra nuestro bendito Señor, y para lo cual El ha hecho provisión tan gloriosamente que la misma palabra nos avergüenza, al mismo tiempo que nos impulsa a confiar más en El. El apóstol Pablo, hablando de la salvación, dijo que había alcanzado misericordia, y entonces agrega algo de su experiencia posterior: "mas la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y amor que es en Cristo Jesús". La misma fe y amor eran dones de la divina gracia. Cada paso del camino depende de El. Aparte de El nada podemos hacer. De su plenitud hemos recibido, y gracia por gracia. Ahora, obtenemos toda esta gracia y toda esta plenitud por medio de El. La persona del Señor Jesucristo es el canal por el cual es creada y también mantenida nuestra vida. Cada momento somos sujetados a El personalmente por una completa dependencia, como el niño queda sujeto a su madre, y el árbol a sus raíces.

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2.

ENTRADA POR LA FE A ESTA GRACIA EN QUE ESTAMOS FIRMES

Hay gracia para guardarnos, igual como para salvarnos. Esta gracia no nos guarda cayendo, sino parados en santa obediencia y continua victoria. La palabra "entrada" significa libertad, derecho, ilimitada libertad y poder, y un trono de gracia al que podemos venir siempre a obtener misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. En cierta ocasión una bondadosa señora envió al señor Rowland Hill una suma de dinero para ayudar a un pobre predicador. El señor Hill con su acostumbrado tino, no le dio todo el dinero de una vez, sino le envió una cantidad suficiente para sus cuentas pendientes y darle un nuevo principio, y agregó al pie de la carta: "más seguirá". Cada par de semanas llegaba otra carta al predicador con las mismas palabras misteriosas - "más seguirá" - hasta que el predicador se acostumbró al mensaje, y llegó a escribir sobre ellas uno de los más dulces himnos del cristianismo. Cuando el Señor Jesucristo perdona los pecados de un hombre y lo recibe en íntima relación consigo,

3.

GOZO EN LA PERSPECTIVA Y ESPERANZA DE LA GLORIA DE DIOS

Esto significa el gozo de la salvación, el gozo que proviene del conocimiento de que somos salvos, y que estamos mirando hacia adelante a la plena y final salvación en la gloria del Señor. Este es un gozo diferente del mencionado en el versículo once. Este es el gozo del alma en su primer

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amor. Está fundado sobre el hecho de la salvación y la esperanza del cielo.

la palabra gloria expresa la más alta clase de gozo y triunfo. No es la mera tolerancia o paciencia, sino es triunfante y de gozo extático. Nos sugiere la idea de {1ue el gozo ordinario puede sostenernos en las pruebas ordinarias, pero llegando a las aflicciones más profundas y a los lugares más difíciles, necesitamos las más altas experiencias del gozo divino, y levantarnos hasta el mismo espíritu de gloriarnos en el Señor.

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Es algo maravilloso saber que hemos escapado de la ira de Dios, del juicio que merecían nuestros pecarlos, de la terrible perspectiva de un alma perdida, y que hemos sido trasladados de una vez a disfrutar de todos los privilegios y esperanzas del reino de Dios. No es de admirarse que el alma recién nacida se llene de indecible gozo, que lamentablemente llega a ser a menudo una mera memoria de la "bienaventuranza que conocíamos cuando primero vimos al Señor". Todo esto está bien. Es cosa maravillosa y gloriosa ser salvo, y tener la esperanza de la gloria de Dios. No corte las alas del pequeño pájaro, no impida el libre crecimiento de la niña, no estorbe el gozo de este niño el diablo hará esto bastante temprano. Ellos necesitan toda la fuerza y dulzura, todo el gozo triunfante de esta hora. El ajustamiento vendrá en el tiempo y manera que Dios indique, y tanto mejor si hay mucho que ajustar. 4.

LA DISCIPLINA DE LA PRUEBA

"Mas aun nos gloriamos en las tribulaciones". Es notable que las dos palabras usadas aquí son palabras extremas, una señalando el más alto triunfo, y la otra el más profundo sufrimiento. Se refiere aquí a la tristeza, no bajo un término ordinario, sino con una palabra que sugiere la más difícil clase de tristeza. La palabra tribulación deriva de una raíz que significa un mayal, y se refiere a una clase de sufrimientos que nos deja magullados y golpeados, como el trigo que ha sido trillado en pleno sol de verano. Por el otro lado,

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Pero también hay un lado grave en la prueba, la paciencia quieta y reposada de aprendizaje que frecuentemente sigue a la larga tensión del primer conflicto victorioso. "La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza". Este es el profundo y arraigado fundamento que viene por el paciente sufrimiento y el gozo del Señor. Nosotros deseamos el gozo para inspirarnos en la larga prueba, y entonces, cuando es probable la fe, y la paciencia ha hecho su perfecta obra, viene una santa confianza que no avergüenza, y un sentido del divino amor que ha sido probado en la más severa prueba que puede sobrevenir a corazones y vidas humanas. Esta es la gloria de nuestra gran salvación, en que se sostiene el corazón humano en la hora de prueba. Otras cosas tendrán que ver con la prosperidad, salud y la más alta felicidad, pero Cristo tiene esta suprema gloria, que su gracia brilla más notablemente cuando todo lo demás fracasa, y que las horas más brillantes del cristianismo son a menudo aquellas que son sombreadas por las más pesadas pruebas terrenales.

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5.

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LA CERTIDUMBRE DEL AMOR DE DIOS

Otros hablan de su propio amor, pero "Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros".

"El amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado. Porque Cristo, cuando aun éramos flacos, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente apenas muere alguno por un justo: con todo podrá ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros".

6.

LA VIDA DE CRISTO EN NOSOTROS

"Mucho más, estando reconciliados. seremos salvos por su vida". Lq_ gracia de Cristo es el punto de partida de la vida cristiana y la base de nuestra justificación, pero la vida de Cristo, nuestro Señor resucitado, es la fuente de nuestra vida espiritual. Su intercesión por nosotros a la diestra de Dios, y su vida residente en nuestros corazones, nos traen la fuerza y la gracia que nos guardan día por día, y nos llevan victoriosamente a través de todas las pruebas. Sólo la fe en un Salvador crucificado puede dar sinceridad y profundidad a nuestra vida cristiana, pero únicamente la revelación del Cristo vivo puede elevarnos a las alturas e inspirarnos con la fuerza que necesitamos para vivir victoriosamente. En un sentido real y precioso, somos salvos por su fe, pero de una manera aún más gloriosa somos salvos por su vida.

Hay una revelación del amor de Dios en el momento de la conversión por la gracia de Jesucristo y la promesa de salvación. Pero hay una experiencia más profunda del divino amor que viene al alma después que ha sido probada y traída a la intimidad de su comunión. Esto proviene del Espíritu Santo, que derrama el amor de Dios en el corazón. Hay mucha diferencia en las atmósferas de la vida cristiana. Algunos de los hijos de Dios viven todos sus días en un subterráneo, donde hay poca luz y mucha humedad; otros viven en piezas sombreadas y de poca luz, viendo pocas veces la luz del sol; pero hay otros que viven en la plena luz del perfecto amor de Dios. El elemento de vida de éstos no es el deber, ni la conciencia, o doctrina, convicción intelectual, y ni siquiera la obra cristiana, sino que es el amor divino, el aire caliente y meloso de la casa y corazón del Padre, el amor de Dios derramado en el corazón como la caliente luz del sol, por el Espíritu Santo residente en el corazón, y el mismo amor mora continuamente sobre el glorioso don de Dios y la eterna promesa de su perfecto amor, su propio Hijo amado.

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7.

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GOZO EN DIOS

Alcanzamos al clímax de estas bendiciones en el versículo once, cuando el apóstol dice: "Y no sólo esto, mas aun nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliación". Este es un gozo distinto del mencionado en el tercer versículo. Allí, el gozo se basaba sobre una cosa, pero aquí proviene de una persona. En el versículo tres el gozo resulta de la esperanza de nuestra gloria venidera, pero aquí es un gozo en Dios mismo,

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por nuestra reconciliación a El y nuestra comunión con EL La palabra usada en el original por "reconciliación" significa algo más que reconciliación; creemos que abarca el pensamiento de traernos en perfecta armonía con Dios en toda su voluntad, e introdudrnos en tan perfecta comunión que tenemos su propio gozo en nuestro corazón y vida. Este es el gozo que no está sujeto a vaivenes, ni es influenciado por las circunstancias, pues salta del mismo corazón de Dios, y es eterno con su felicidad.

alguna de ellas. Hemos recibido la vida natural de Adán; pero si hemos nacido de arriba, entonces somos la simiente de Cristo, y participantes de su obediencia y vida.

Ahora, éstas son las bendiciones de los justificados, y con tal catálogo de cosas gloriosas, el apóstol finalmente resume el capítulo con un magnífico contraste entre Adán y Cristo, y la caída del hombre por el primero, y su redención por el segundo Adán, el Señor Jesús. El señala los puntos en que concuerdan. En ambos casos las consecuencias han venido por un solo individuo. Nuestra ruina viene por Adán, nuestra redención por Cristo. También, en ambos casos, las consecuencias han venido de un solo acto. Por un acto de desobediencia Adán arruinó a su posteridad, y por un solo acto de propiciación Cristo redimió la suya. En ambos casos, los actos del individuo descienden a su posteridad. 1\dán arruinó a toda su raza por la desobediencia, y Cristo salvó su simiente espiritual por su propiciación, comprobando la verdad del versículo que dice: "Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados". Hay dos generaciones o razas en el mundo: la raza de Adán, y la de Cristo, y todos pertenecemos a

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Luego el apóstol hace el contraste entre estas dos cabezas de la humanidad. a) Uno ha traído una herencia de pecado, el otro ha traído una divina justicia. "Porque como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituídos pecadores, así por la obediencia de uno los muchos serán constituídos justos". b) Uno nos ha traído la condenación, el otros nos ha traído la justificación. ''De manera que por un delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una justicia vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida". e) Uno nos ha traído la muerte, el otro la vida. Y así leemos que "si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de la gracia, y el don de la justicia". d) Las consecuencias de la redención de Cristo son mayores que las consecuencias del pecado y caída de Adán, porque "cuando el pecado creció, sobrepujó la gracia; para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro". Esto " es verdad en el hecho que la redención de Cristo elevó a la humanidad a un lugar mucho más alto que el que

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Adán podría haber legado a la mayor parte de su posteridad.

dulcés son formados de los más tempestuosos y caprichosos : la más poderosa fe es creada de un desierto de dudas y temores; y el amor más divino aparece de un corazón de odio y egoísmo. Boanerges llega a ser Juan, Jacob llega a ser Israel, y Simón el hijo de Jonás llega a ser el humilde y glorioso apóstol que fue crucificado con la cabeza hacia abajo. La gracia de Dios es capaz para los temperamentos más antipáticos, y las circunstancias más desfavorables; su gloria es transformar la maldición en bendición, y mostrar a los hombres y ángeles de los siglos venideros que donde "el pecado creció, sobrepujó la gracia".

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Cristo no ha venido para restaurar a los salvados a la pureza adámica o a un Paraíso de Edén. La santidad que Jesús da es mucho más alta que la santidad que Adán conocía, pues consiste en que seamos participantes de la naturaleza divina, y la gloria a que El nos eleva es inmensamente superior a la de un Paraíso restaurado. Un solo redimido en la gloria de los siglos venideros será más alto que toda la raza humana podría haber sido en la vida adámica, e indudablemente, el número de los redimidos será mayor que todos los seres que han sido o que serán perdidos. Sin duda se aproxima el día cuando los millares de estrellas que llenan el espacio, serán colonizadas, sí, y gobernadas por hombres redimidos, y todo el universo será un monumento a la grandeza de la redención de Cristo. En un sentido más individual es también verdad que la gracia sobrepuja al pecado en cada vida que se rinde completamente a Cristo. El deleite de Dios es tomar los más perdidos de los hombres y transformarlos en gloriosos monumentos de su amor y poder redentor. Dios se deleita en tomar a las víctimas del encono de Satanás, y las vidas más destruídas por él, y usarlas para ilustrar e iluminar al mundo sobre las posibilidades de la obra de la divina misericordia y de la nueva creación por el Espíritu Santo. Dios desea tomar las peores cosas de nuestras vidas, las que han sido las más duras y hostiles a Dios, y transformarlas de tal manera que seamos todo lo opuesto de lo que éramos antes. Los espíritus más

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LA SANTIFICACION POR LA MUERTE. . .

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ma es exhalada del fatídico pantano, o como el agua insalubre fluye de una fuente inmunda. CAPITULO

VII

La Santificación por la Muerte y la Resurrección "Así también vosotros, pensad que de ciertos estáis muertos al pecado, mas vivos a Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias". Romanos 6:11,12.

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N este capítulo el apóstol inicia la tercera sección de su epístola. En la primera sección nos dio el cuadro del pecado; en la segunda, el de la salvadón por la justicia de Dios y la propiciación de Cristo, recibida por la fe, y así nos trae al estado de justificación. En la tercera sección, trata de la santificación. Y empieza con una pregunta: "¿Pues qué diremos? ¿Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca?" Y en el acto contesta la pregunta en forma enfática: "En ninguna manera", y esto constituye una eterna prohibición para el pecado en la vida espiritual del cristiano. Notaremos que de aquí en adelante el apóstol usa el número singular al hablar del pecado. En los capítulos anteriores habló de nuestros pecados - nuestros actos pecaminosos. "Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios". Pero ahora habla de pecado, del estado y carácter del mal, del cual proceden todos nuestros actos, tal como la mias-

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La justificación trata con nuestros pecados, pero la santificación tiene que ver con nuestro pecado. Dios puede perdonar los pecados, pero jamás podrá perdonar o tolerar al pecado. El pecado tiene que ser alejado y destruído, y el solo pensamiento de continuar en el pecado es refutado desde el principio con el solemne "de ninguna manera", lo que equivale a exigir de cada seguidor de Cristo la "santidad, sin la cual midie verá al Señor". Pero, ¿cómo se efectuará esta liberación del pecado? La contestación envuelve tres puntos, y el apóstol los desarrolla en estos tres capítulos. Primero, somos santificados, no por mejoría de la vieja naturaleza, sino por la muerte de ésta, y en su lugar por el influjo de la vida resucitada del Señor Jesucristo. Segundo, somos santificados, no por nuestro viejo maestro, la ley, ni por nuestros propios esfuerzos o luchas, sino por el gratuito don y gracia del Señor Jesucristo, y por la unión con El. Tercero, somos santificados por la vida y poder del Espíritu Santo, residente en nosotros y llenando nuestro espíritu, alma y cuerpo con la vida de Jesucristo. Nos detendremos por el momento sobre el primer punto, tal como está expuesto en la primera parte del capítulo seis de Romanos. Al desarrollarlo, el após-

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LA SANTIFICACION POR LA MUERTE ...

tal presenta algunos puntos con gran fuerza de lógica y claridad.

LA CRUZ

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EL BAUTISMO

a) El principio de muerte y resurrección está presentado en el símbolo del bautismo cristiano. "¿No sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte?" Este es, entonces, el verdadero significado del bautismo. Es el símbolo apropiado de la muerte y la resurrección, y no sólo de la muerte, sino de una muerte tan definida y final que es seguida por la sepultación, de modo que para siempre ha desaparecido la vida vieja, y estamos tan separados de ella como el alma es separada del cuerpo que está en la tumba.

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e) La muerte del Señor Jesucristo en la cruz colocó el fundamento de nuestra muerte y resurrección. Cuando él fue ofrecido en el Calvario, no fue sólo por nuestros pecados, sino también por nuestra pecaminosidad. En El fuimos reconocidos por Dios como colgando en esa cruz con El, muriendo cuando El murió, de modo que su muerte representa nuestra muerte, y cuando nosotros la reconocemos, la apropiamos, y nos identificamos con ella, entonces llega a ser lo mismo como si nosotros hubiésemos sido crucificados, y que nuestra vida vieja hubiese espirado con la de él. "Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado ~ea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que es muerto, justificado es del pecado".

NATURALEZA APROPIACION DE FE

b) El mismo principio es presentado otra vez bajo el símbolo de la siembra. "Si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de su muerte, así tam. bién lo seremos a la de su resurrección". Esta es la misma figura que Cristo usó para hablar de su propia resurrección. "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva". La naturaleza está llena de ese principio de muerte y resurrección. Cada primavera lo reitera, cada cosecha resulta de él, cada flor y árbol lo proclama. La pequeña semilla tiene que desaparecer, podrirse y morir, y de su seno aparece el germen de vida frutal. Esta es la parábola de Dios de la verdadera vida espiritual.



d) Pero tiene que haber, de parte nuestra, una apropiación definitiva de la muerte de Cristo para nuestra santificación, y una rendición de nosotros mismos a El en la muerte y en la resurrección. Si bien es cierto que la muerte de Cristo está a disposición de cuantos la reclamen, esa muerte sólo es efectiva y eficaz para aquellos que la apropien. Por lo tanto, es necesario que hagamos de esto un hecho verídico en nuestra vida, y el Espíritu Santo hará real en nuestra experiencia lo que hemos apropiado por la fe. Tiene que haber una colocación definitiva de la semilla en la tierra. Y tiene que haber una rendición definitiva de la vida para que sea crucificada con Cris-

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to. Llega el momento en ql43 consentimos morir ,y pronunciamos la sentencia de muerte sobre nosotros mismos, y entonces Dios la ejecuta y la imputa a nosotros, puesto que la hemos reclamado para nosotros. El apóstol asume que hacemos esto en nuestro bautismo. Este es el verdadero y profundo significado del bautismo, y se presupone que todos los que son bautizados entran en esta experiencia. Sin embargo, es un hecho que muchos bautizados no apropian todo lo que significa, siendo para ellos un mero reconocimiento de la salvación, y una confesión de Cristo para el perdón de pecados. En el plan divino, la santificación está íntimamente relacionada con la justificación, y se presume como siguiéndose una a otra. Pero en la vida cristiana de muchas personas la santificación viene más tarde. Esto no es el intento de Dios, y por lo tanto, el Nuevo Testamento da por sentado que la santificación debe acompañar, o seguir inmediatamente a la primera acción de la fe. Esto es lo que realmente sucedió con los discípulos en el día de Pentecostés. Tan pronto como hubieron recibido a Jesús, también recibieron al Espíritu Santo, y esta debe ser la experiencia de todos los cristianos. Pero, desgraciadamente, no es esta la experiencia de muchas personas. Son bautizadas en Cristo para el perdón de sus pecados, y en un período más tarde reciben al Espíritu Santo como su libertador del pecado interior. En este capítulo es mencionado como algo muy relacionado con su bautismo, y a lo que este acto les comprometió. En cualquier caso, es un acto definitivo, y tiene que tener un punto de partitta muy claro en la experiencia de cada alma santificada.

Amados, ¿hemos así pasado la sentencia de muerte sobre nosotros mismos? ¿Nos hemos rendido a la muerte con Cristo? ¿Hemos hecho tal definitiva y completa rendición que nos trae el poder de su muerte y nos separa de la vida anterior? MUERTO AL PECADO

e) Por este acto definitivo de entrega y el efecto de la muerte de Cristo que este acto apropia, llegamos a morir al pecado. Comprendamos bien esta expresión bíblica. No se dice que el pecado ha muerto. En ninguna manera. El pecado está lejos de morir, pues nos rodea por todos lados, como una negra y lóbrega atmósfera, o una irresistible inundación. Pero nosotros somos muertos al pecado. ¿Qué ha muerto? ;,Una parte de nosotros? ¿Ha muerto una de nuestras naturalezas? ¿O ha muerto algún principio dentro de nosotros? ¿Habrá muerto lo malo en nosotros? No, pero VOSOTROS sois muertos, todo vuestro ser. El hombre viejo, como individuo - la persona - es como si ya no fuera la misma, habiendo dejado de existir, y otra persona nacida de arriba hubiera sido bajada del cielo a la tierra en su lugar. "Con Cristo estoy juntamente crucificado", no mi pecado ni mi naturaleza pecaminosa, sino "yo", el hombre viejo, el individuo anterior. Han muerto tanto lo bueno como lo malo, mi fuerza y mi debilidad, mi pecado y mi orgullo, mis buenas cualidades juntamente con las malas, y de rtquí en adelante "vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí" TENIENDOSE POR MUERTO f)

El acto de rendición tiene que ser seguido por

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una actitud de contarlo como hecho. Habiendo tomado esta posición, tenemos que ajustarnos a ella, y permanecer en ella. No debemos estarnos crucificando vez tras vez, ni repitiendo continuamente la consagración y crucifixión, sino debemos considerarlo hecho de una vez y terminado, y a pesar de lo que parezca de contrario, tenemos que contarlo constantemente como un hecho acabado. Aquí tenemos el punto central, el secreto de su poder. Es en la fe constante que hallaremos siempre el secreto de nuestra fuerza, y así leemos: "sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Porque el haber muerto, al pecado murió una vez; mas el vivir, a Dios vive. Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos a Dios en Cristo Jesús Señor nuestro". Aquí vemos claramente que el apóstol reconoció que nuestra crucifixión es tan definitiva y completa como la de Cristo, y que ha sido aceptada una vez por todas, que no hemos de estar crucificándonos siempre, y que en las dudas hay un poder fatal para hacer volver a la vida al viejo hombre. Aquí tocamos un principio importante y extraordinario, tanto en la naturaleza como en la gracia. Llegamos a ser lo que pensamos de nosotros mismos. Que un mero niño principie a considerarse bajo y malo, y pronto llegará a ser de hecho malo y atrevido. En la moderna ~ción hay una extraña historia de un .hombre que vivía dos vidas, una vil y horrible, y la otra noble y elevada. En ciertas ocasiones le sobrevenía una especie de encanto, se consideraba otro hombre, y mientras duraba esta condición, obraba como ese hombre en todo sen-

tido, tan bajo y vil como su ideal. El temía esta horrible influencia, y cuando le sobrevenía se llenaba de horror y desaliento, y trataba vanamente de resistirla. Pero en otras ocasiones se consideraba otro, y entonces era noble, y todo lo opuesto de lo que había sido.

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"Porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él". El conocimiento de culpa degrada al hombre. El temor del mal paraliza al alma. El sentido de inocencia eleva el propósito. Que aquella señora sienta que es verdadera esposa, y se ensalzará su feminidad. Pero venga el pensamiento en su mente que está degradada y en mala relación, que piense que ella no es esposa, e inmediatamente el conocimiento del mal la Ill.ancha y la llena de vergüenza y de toda tentación al pecado. Por esto, Dios nos ha fortificado en nuestra nueva vida por el espíritu de la fe, contra el poder del mal. El permite que tomemos una posición en Cristo, y entonces el Espíritu Santo la transforma en una verdadera experiencia, y nos da la fe para retenerla y permanecer en el conocimiento de ella, para que así limpie y eleve todo nuestro ser. Pero, me dirá el lector, ¿cómo puedo yo tenerme por muerto, cuando me encuentro continuamente lleno de los mismos pensamientos, sugestiones, e incentivos viejos al pecado? Amado, es aquí donde está el poder de la fe. Cuando el viejo hombre parece volver, rehuse reconocerlo como parte de su ser, y esta actitud lo destruirá. Cuando el cadáver insiste en levantarse de la tumba y colocarse adelante, mueva la vara de fe sobre él y volverá a su lugar en el cementerio del alma.

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Sabemos que en el espiritismo moderno, parece que a veces los rostros de los muertos vuelven y hablan con sus amigos en tonos vivos, y miles de los adeptos del espiritismo creen que esos rostros realmente viven y representan a los padres, madres o amigos que han muerto. Nosotros sabemos que esto no es verdad. El hombre que murió el año pasado, está aún en su tumba, y si fuéramos al cementerio, encontraríamos sus restos allí. El espiritismo es una ilusión practicada por el diablo sobre la mente humana. Trátelo como a una ilusión, y desaparecerá; háblele, créalo, y quedará, y tendrá la misma influencia sobre su mente como si el muerto realmente estuviera parado ante usted.

aparece. Jesús solía darle la espalda y decirle: "Retírate, Satanás". Rechacémosle nosotros también, y veremos que él tendrá que obrar según nuestra fe. El señor Jamieson nos cuenta que en la primitiva iglesia hubo una hermosa niña, que vivía en Antioquía, y allí un hombre impío trató de seducirla. Para este fin se valió de un mágico, y lo envió a donde ella para que practicase sobre su mente las artes diabólicas y echar sobre ella su hechizo de pensamientos y pasiones impuras. Este impío mágico también se enamoró de la niña cristiana, y traicionando a su jefe, trató de ganarla para sí mismo, y por alguna maniobra diabólica, alcanzó a ingertar en su mente pensamientos, sentimientos e imaginaciones completamente ajenas a su modo de vivir. Ella descubrió, horrorizada, que estaba dando lugar a pensamientos y sentimientos que causaban repugnancia a su puro espíritu interior, pero no era capaz de echarlos. Poco a poco se desalenfaba, y se preguntaba si su propio corazón estaba contaminado con estas impurezas, bajo influencia tan horrible que casi la dominaba. Al fin, en su desesperación, fue a donde su buen pastor, el Obispo de Antiaquía, y le contó lo que le sucedía. El comprendió la situación, y le dijo que eso no era su pecado, que era sencillamente una tentación del maligno, que esos sentimientos no eran de ella sino extraños a su vida y que si ella los tomaba como tal no tendrían poder sobre ella. El le explicó cómo debía rehusarlos, y tratarlos como los pensamientos de Satanás o de alguna otra mente impía, y que se pusiera en su contra, con el conocimiento de su propia pureza e inocencia. Cuando ella lo hizo, se fueron las visiones, el Espíritu Santo

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Del mismo modo, cuando vuelva el hombre viejo, si se le escucha, se le teme y le cree, tendrá la misma influencia sobre su vida como si no fuera muerto: le controlará y le destruirá. Pero si hace de él caso omiso, y dice, "tú ya no eres mi vida, sino tú eres Satanás haciéndome creer que el hombre viejo no ha muerto. Te rechazo, te trato como un poder diabólico fuera de mí, me separo de ti". Más aún, si le dices: "Tú no eres nada para mí, no tienes poder sobre mí; yo te he renunciado, en el nombre de Jesús te mando que te retires", las cosas malas desaparecerán, la sombra se desvanecerá, la vara de fe vencerá al espffitu turbado, y lo enviará al abismo, y hallarás que Cristo estará contigo en todo el poder de su vida resucitada para llenarte de confianza y sellar la victoria. Satanás no puede soportar el olvido y el menosprecio. Si lo olvidamos, entonces él se disgusta y des-

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llenó su ser, y alcanzó una nueva fuerza en su vida. Muy pronto el hombre que había usado sus artes de vileza contra ella vino y confesó su pecado, y le dijo que desde el momento que ella asumió su nueva actitud él sintió que se había desvanecido su poder y que un poder supremo lo estaba aplastando a él. Amados, ésta es la victoria que vence al mundo. Sobrepongamos nuestra fe, permanezcamos en esta confianza viva, y Dios la hará verdadera y efectiva en la experiencia.

y seguirlo por una continua profesión de fe, así tenemos que tomar a Cristo como nuestra vida, por una definitiva apropiación, y retenerlo por continuo reconocimiento. No que nos sintamos con vida, porque la vida no está en los sentimientos. "Somos muertos, y nuestra vida está escondida con Cristo". La tenemos depositada en El y a nuestra orden, contamos siempre con ella y la reclamamos, dependiendo de ella, contando con ella, tal como cuando giramos un cheque sobre nuestro banco, confiamos que el cheque sea aceptado; y al hacerlo, hallamos que la vida nos es dada por medio de El, y así podemos vencer en todas las circunstancias y situaciones de nuestra vida.

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DE MUERTE A VIDA

g) Pero no debemos estar tratando siempre con la muerte. La santificación no es solamente la muerte de lo viejo, sino también la resurrección de lo nuevo. Así leemos: "Si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de su muerte, así también lo seremos a la de su resurrección". "Para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida". "Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos a Dios en Cristo Jesús Señor nuestro". La muerte dura un momento, pero la vida es eterna. La muerte es un solo acto, la vida es una continua sucesión de actos y experiencias. Hay personas que siempre vive' en la atmósfera del cementerio, llevando consigo el olor a moho. Dios desea que terminemos con la muerte, como lo hizo el Señor Jesús, y que vivamos perpetuamente en la atmósfera de la vida. "Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de El". Tal como tenemos que rendirnos a la muerte por un acto definitivo,

RENDICION

h) Hay aún un paso más en esta hermosa progresión, y es la constante y habitual rendición de nuestro .ser a Dios en su nueva actitud de dependencia y obediencia. "Presentaos a Dios como vivos de los muertos, y vuestros miembros a Dios por instrumentos (mejor dicho, por armas) de justicia". Téngase presente, que la rendición mencionada aquí no es el acto de rendición por el cual nos consagramos a Dios para ser santificados. Esto se toma como un hecho ya acabado y terminado. Ahora hemos llegado frente a la actitud de muerte y resurrección. Esta rendición es subsecuente a aquella y es su verdadero resultado. Hemos llegado a estar unidos con Cristo en su muerte y en su resurrección, y ahora nos toca obrar en conformidad a este hecho en todos los detalles de la vida, día por día. Tal como la esposa con su marido, ahora asume una nueva actitud y se rinde

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a él en obediencia y cariño; así nosotros, teniendo una nueva relación con Cristo, nos rendimos a El momento a momento, y constantemente, para que cada miembro sea usado individualmente para su voluntad, servicio y gloria.

abnegación de que está llena esta situación tiene en sí el más alto poder santificador y elevador.

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Amados, que así muramos, vivamos, confiemos, nos rindamos, y así probemos toda la plenitud de este maravilloso método divino de santificación por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo nuestro Señor.

Esta rendición no es para que seamos crucificados, purificados, disciplinados, o que aceptemos la espada que es introducida en lo profundo de nuestro ser; pero sí, es una rendición como de los ya muertos y resucitados de la muerte, para abnegado servicio y santa obediencia. Es algo muy distinto rendirse para la muerte, que rendirse como uno que ha vuelto de la muerte. Lo primero es como la rendición al cuchillo del cirujano en la operación; lo segundo es como ofrecerse de soldado para servicio y deber.

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Dios desea tenernos en actitud de servicio, abandonando la actitud de ensimismado. No hay nada más angustioso que estar continuamente preocupado de su santificación y su estado espiritual, o procurando su crecimiento, viviendo en un hospital de inválidos. No hay nada tan saludable como "abandonarse" en Cristo, y seguir adelante en su abnegado servicio para la gloria de Dios y la salvación de otros. ~ La expresión usada aquí, "instrumentos", o, "armas", quiere decir lo opuesto a un estado subjetivo. Nuestra actitud es de animación. Hemos tomado la espada de Dios en nuestras creyentes y consagradas manos, y nos hemos rendido a El para que nos domine, y nos llene y nos use como quiera. Salimos por su mandato, en su voluntad, para su gloria; y la misma

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CAPITULO

VIII

Santificación por la Gracia de Dios "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". Romanos 6:14. "Así también vosotros, hermanos míos, estáis muertos a la ley por el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, a saber, del que resucitó de los muertos, a fin de que fructifiquemos a Dios". Romanos 7:4.

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STOS pasajes expresan la gran verdad básica del capítulo siete de Romanos, y constituyen la segunda sección de los escritos de Pablo sobre la santificación. Su primer principio es, que ha de ser por muerte y resurrección, y no por el viejo hombre, ni por la mejoría del hombre, sino por una nueva vida recibida por la resurrección de Jesucristo. Su segundo principio es que no ha de ser por el viejo maestro, la ley, ni por nuestras luchas o esfuerzos, sino por la unión con el Señor Jesucristo, como nu_115tro nuevo esposo, y la vida comunicada directamente por El, y produciendo fruto en y por nosotros para santidad hacia Dios. l.

NUESTRA MUERTE AL VIEJO ESPOSO, LA LEY

Primeramente nos da un cuadro de nuestro casamiento con la ley, personificada aquí como marido justo, pero severo. "Los afectos de los pecados que

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eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando para muerte. Esta es una metáfora muy vívida, basada en la relación del matrimonio, y que expresa los poderosos movimientos de pasiones pecaminosas, despertadas por nosotros por la ley, y dando vida a la impiedad y pecado. Esto no es por culpa de la ley, porque ~uestro viejo esposo no está descrito como injusto o cruel, sino como santo, justo y bueno. Pero nosotros éramos sin santidad, y todo lo que se despertaba en nosotros participaba de nuestra naturaleza mala, y desarrollaba nuestro pecado. Cuanto más la ley censuraba nuestros malos deseos, tanto más aumentaban, hasta que aun lo bueno se tornó malo para nosotros. El viejo marido, aunque bueno y justo, por su misma justicia, tenía que ser severo. Si hubiéramos hecho siempre lo recto, él habría sido siempre bondadoso, y nos habría recompensado con su sonrisa y favores; pero por su misma naturaleza él tenía que condenar nuestro pecado, e inexorablemente tenía que castigarnos con severidad. No había nada de misericordia, ni había indulgencia para cualquier fracaso, porque la más mínima desviación de la ley trae su inevitable castigo. La más patética historia del rigor de la ley está relacionada con Moisés mismo, el fundador de la ley. Una sola vez en toda su hermosa y casi intachable vida, violó su propia ley, y el resultado fue que perdió la tierra prometida. No se podía hacer excepciones, y él mismo tuvo que ser ejemplo de la inexorable justicia de la ley, y por una sola desobediencia fue excluído de la herencia a que guiaba a su pueblo, y por la cual había sufrido tanto.

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Así, vemos en este cuadro que la ley condena severamente al pecado, del cual no pudo salvar. Nuestro viejo marido pudo hablarnos de lo recto y castigarnos por lo malo, pero no tenía poder para limpiar el mal o despejarlo de nuestra naturaleza, ni podía darnos el poder para guardar su propio mandamiento, y cuando desobedecimos, lo único que pudo hacer fue azotarnos y al fin matarnos con la espada de su justo juicio. Esto era lo más misericordioso que pudo hacer, porque cuando nos hubo muerto, entonces, al fin, estábamos libres de su tremenda esclavitud. Por esto, el apóstol dice en otra parte: "yo por la ley soy muerto a la ley, para vivir a Dios". "Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, libre es de la ley del marido". "Así también vosotros, hermanos míos, estáis muertos a la ley por el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, a saber, del que resucitó de los muertos, a fin de que fructifiquemos a Dios". En dos sentidos hemos llegado a morir a la ley; primero, porque la misma ley nos lo die~ y segundo, por la muerte de Cristo por nosotros en la cruz. Jesús murió en el Calvario por el azote de la ley, y nosotros somos reconocidos como muertos en El, de manera que ahora estamos libres de nuestro viejo esposo, y estamos obligados enteramente a otro, a saber, al Señor Jesús. Por tanto, no busquemos la santificación por la ley, ni esperemos mejoría espiritual aparte de .Jesucristo, nuestro verdadero esposo, y única fuente de verdadera luz. La ley representa no sólo los mandamientos de Moisés, sino también todo lo que esté basado sobre

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nuestros esfuerzos y fuerza. La ley representa lo que puede hacer el hombre, la gracia lo que Dios puede hacer. La santificación es enteramente el don de la gracia de Dios, tanto como lo es la justificación, y nunca conoceremos la primera parte de nuestro texto, "el pecado no se enseñoreará de vosotros", hasta que hayamos aprendido la segunda parte, "pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". La más alta vida cristiana nuestra no es alcanzada por nuestros esfuerzos, sino es el don divino, dado tan libremente como el perdón de nuestros pecados por la sangre y justicia de Jesucristo. Para siempre será ésta la verdad acerca de la vestidura de la esposa del Cordero, que "le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino son las justificaciones de los santos". 2.

NUESTRO NUEVO ESPOSO

El cuadro presentado es notable; somos representados como una mujer yaciendo en su sangre a los pies de su esposo anterior, quien la ha azotado por su falsedad y crímenes, y al fin le ha quitado hasta su vida. Allí yace ella, inerte, impotente, sin vida; pero mientras permanece allí en su sangre, pasa por ahí un ser glorioso. Es el Hijo de Dios, el Príncipe de Vida. El la contempla en su inanimidad y vergüenza, y es movido con intensa compasión. Hablando El mismo de la escena, dice: "Yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tu sangre, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores". Su corazón se conmueve hacia ella con misericordia intensa y todopoderosa; la toca con su vara. La

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levanta y le da nueva vida. La resucita de la muerte y la lava de todas sus manchas de sangre. La viste con su propia vestidura blanca. La adorna con su propia hermosura y luego la corona con su propio amor. La toma como su esposa, casándose con ella, y entonces comunica a ella todo lo que El es y lo que tiene, haciéndola coheredera de su reino y de su gloria. Esta es la hermosa figura presentada en este pasaje, y es la sublime visión que sigue a través de toda la narración bíblica, desde el Paraíso hasta Patmos, desde la boda de Eva hasta las bodas de Cordero.

el gran misterio eterno, del cual estas cosas son la imperfecta sombra y símbolo terrenal. Dios nos dio el amor de un padre para que podamos comprender al Padre Eterno; la ternura de una madre, para que comprendamos la ternura del Espíritu Santo; el afecto de un hermano para que apreciemos al Amigo más cerc:ano que el hermano; el amor filial del niño para que conozcamos lo que es decir "Abba Padre" a nuestro Padre Celestial. De manera que él ha dado a la mayoría de nosotros el toque del tierno amor matrimonial, ante el cual todo otro cariño cede, y el exclusivo efecto mutuo de dos corazones, por el cual, como por parábola y cuadro, podemos elevarnos a la altura del más potente de los amores y al más magnífico de los casamientos: la eterna unión entre el Señor Jesucristo y los corazones de aquellos que entran en su perfecta comunión y aprenden a llamarle "Ishi", mi Esposo. Quizás yo no pueda explicar a entera satisfacción del lector cómo yo puedo sentir hacia mi Redentor ese santo y exquisito latido de amor que corresponde a la relación matrimonial, y por el cual puedo mirar su rostro, descansar en su seno, derramar mi corazón en el suyo y embeber su espíritu en el mío, como ninguna relación terrenal puede expresarlo. Y sin embargo, es así. Ni tampoco puedo explicar cómo, en un tiempo El era para mí sólo un Salvador, un Maestro, pero vino un día cuando llegó a ser también para mí un Amigo y un Esposo, y despertó en mi corazón anhelos y deleites que no había conocido antes. Y sin embargo, es así. El lector quizás lo conoce en lo profundo de su ser, aunque no podría jamás explicarlo a alguien que no lo ha experimentado.

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La relación que guarda esta sublime figura con el tema de la santificación es muy clara e intensamente importante. Tal como el pecado era el fruto de nues· tro casamiento con la ley, así la santidad es el fruto de nuestra unión con Jesús. Todos los deberes y gracias de la vida cristiana son personificados como hijos de un matrimonio, nacidos del amor de ~sús obrando en nuestros corazones, y de la unión vital de nuestros espíritus con el suyo, trayendo el fruto del Espíritu, que es "caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza". Estos son los hijos del celestial matrimonio, hijos del divino Esposo, por nosotros su esposa, en virtud del Espíritu Santo obrando en nosotros, trayéndonos en viva unión con El. Aquí está el gran misterio de la vida interior. Hay algo aquí que el mero intelectual no puede comprender, y que el grosero materialismo sólo entiende mal o abusa. Tras cada amor terrenal, tras el casamiento entre marido y esposa, tras el tierno afecto de esos dos corazones jóvenes que aún no se entienden, está

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Es esta bendita y celestial comunión con nuestro divino Marido la que trae el fruto de santidad en la vida santificada. Si no conocemos a Cristo así, no podremos conocer toda la santidad de su gracia santificada. Si el lector es extraño a esta experiencia, aún no ha entrado en el verano del amor, aún vive enlazona templada o a lo mejor donde hay plantas y arbustos que no florecen. Es necesario ir a la zona tropical para conocer la dulce fragancia y la rica exuberancia de la más alta y profunda vida espiritual. Y si el lector quisiera conocer estas cosas en su plenitud, no encontrará el secreto por sus esfuerzos y luchas, sino recibiendo más de esta plenitud y viviendo más íntimamente en la comunión y amor del Esposo. "Y será que en aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Marido mío, y nunca más me llamarás Baalí (mi Señor) . "Y te desposaré conmigo para siempre; desposarte he conmigo en justicia, y juicio, y misericordia, ~miseraciones. Y te desposaré conmigo en fe, y conoc!!-ás a Jehová". "Y daréle sus viñas desde allí, y el valle de Achor por puerta de esperanza". Es del lugar del desposamiento que vienen las viñas. ¡Cuán hermosamente dice El a su restaurada esposa, en la profecía de Oseas: "Yo medicinaré su rebelión, amarélos de voluntad: porque mi furor se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. Extenderse han sus ramos, y será su gloria como la de Oliva, y olerá como el Líbano. Volverán y se sentarán bajo su sombra: serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid: su olor, como de vino del Líbano". Y luego agrega Dios: "De mí será hallado tu fruto".

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LA TRANSICION

Nos queda un cuadro más en esta sección, a saber, la lucha de la vida vieja bajo el viejo marido y el clímax que es alcanzado al fin en la liberación por la revelación de Jesucristo como santificador y Señor. Este cuadro ocupa la última parte del séptimo capítulo de Romanos. Y no hay otra porción de las Escrituras que como ésta ha servido de verdadero campo de batalla para la teología de la santificación. De una cosa estamos segurísimos, y es, que no es un cuadro de la vida cristiana, tal como ella debe ser, porque esto ya está resuelto por el apóstol en el primer versículo del capítulo seis, - es decir, que la vida, cautiva del pecado, como está descrita en este cuadro, no es la vida que el cristiano debiera llevar. "¿Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca?". era la pregunta, y la terminante contestación es: "De ninguna manera". Esto significa que Dios prohibe que un discípulo de Cristo continúe en el pecado, o que esté contento con la vida descrita en este capítulo. Si bien es cierto que Pablo estaba allí en cierta fase de su experiencia, no se quedó allí. Indudablemente es un cuadro dramático de una verdadera lucha que él soportó, la que también experimentan la mayoría de las almas santificadas, pasando de la vida vieja para entrar a la nueva. Primero, tenemos el efecto de la ley, dándole una revelación de sí mismo y convenciéndole del pecado. "Yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia: porque sin la ley el pecado está muerto". Y luego nos

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cuenta cómo se desarrolló el conocimiento del pecado. "Yo sin la ley vivía por algún tiempo". Es decir, yo me sentía feliz y recto, libre de condenación, y aun de las obras del pecado. Pero vino un cambio, porque llegó el mandamiento prohibiendo que hiciera las cosas que hacía, y entonces, cual torrente atajado, o una bestia salvaje acorralada, se manifestó toda la fuerza de su naturaleza mala, y dice: "el pecado revivió, y yo morí", es decir, llegó a conocer toda.a fuerza del mal en su corazón, perdió la esperanza, el consuelo y se hundió en la desesperación.

terior, me deleito en la ley de Dios". Este hombre interior que se deleita en la ley de Dios sin duda alguna es el nuevo hombre, el alma regenerada, nacida de arriba. A pesar de nuestras corrupciones y luchas, no perdamos la confianza en nuestra salvación. Somos hijos del Señor, aunque llenos de faltas y culpas. La pepita es de oro genuino, aunque mezclado con mucha impureza. En su tiempo, el gran refinador la limpiará y la separará de la escoria; pero hay que tener cuidado de no desecharla por tener un poco de escoria.

¿No es ésta la acostumbrada experiencia del jóven discípulo? Su temprana experiencia es deleitosa y sin nubes. Aun no ha visto las profundidades de su mal corazón, y piensa quizás que no hay tales profundidades de pecado en él. Pero repentinamente se le exige un gran sacrificio, alguna cosa deseable ha de ser cortada de su vida, tiene que prestar obediencia en un asunto difícil, se manifiesta algún pecado secreto, y entonces toda la fuerza de la voluntad se concentra sobre este punto, y la batalla llega a ser decisiva y crítica.

Enseguida, observamos la lucha entre estas dos naturalezas. El nuevo corazón nacido de arriba es contradicho y opuesto por el viejo corazón natural, y resulta una terrible lucha en que lo bueno es a menudo derrotado por lo malo, aunque nunca cede consciente y voluntariamente. "Veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros". Esta es la lucha en que tantas vidas cristianas se desgastan mientras permanecen en la tierra. Es un conflicto honesto y sincero, y Dios nos abona plenamente el intento nuestro, pero observa con tristeza el fracaso que es innecesario y vano.

El primer resultado es, a menudo, un profundo desaliento, y casi está para rendirse a la desesperac:ión y decir: "creo que nunca he sido cristiano". El mandamiento viene, el pecado revive, y él muere. Entonces, junto con esta revelación del pecado, viene el claro reconocimiento de un nuevo principio opuesto, una nueva vida en su ser por el corazón indudablemente regenerado, a pesar de las corrupciones de alrededor. Y así leemos: "Porque según el hombre in-

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¿Qué debe hacer el alma? ¿Continuar para siempre la lucha? ¿Qué hizo Pablo? Escuche: "Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?". Cuando nada más podemos hacer, al menos podemos lanzar un grito. Cuando arreciaba el conflicto, Pablo alzó su voz y pidió auxilio. Cuando se le hundía su barquito en el fuerte oleaje, gritaba por soco-

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SANTIFICACION POR LA GRACIA DE DIOS

rro. Y nunca se lanza tal llamado en vano. Dios le oyó, y un momento más tarde, he aquí la visión del bote salvavidas con Jesús dirigiéndolo, animándole con mano y voz, y Pablo exclamó: "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro". Pronto el bote salvavidas lleva al barquito naufragado a través de las aguas turbulentas y le introduce en el mar de paz, gracia y gloria descrita en el capítulo que sigue. El capítulo séptimo de Romanos es !~desesperada lucha del nuevo corazón con el viejo en un hombre salvado. Y el capítulo octavo de Romanos es la victoria del mismo hombre sobre su viejo enemigo y todos los otros, cuando se le agrega a su vida la presencia y poder residente del Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo para llenarlo y mantenerlo en triunfo sobre todos sus enemigos. El último versículo del capítulo siete de Romanos nos da la llave de todo el capítulo en las palabras: "yo mismo"; pues es la narración de lo que yo mismo puedo hacer; es lo mejor que lo bueno puede hacer en mí; mientras el capítulo ocho es lo mejor que Cristo puede hacer en nosotros, la llave a este capítulo es: "Nosotros en Cristo, y Cristo en noso1l:os".

m o conflicto: "La carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne". Generalmente deletreamos la palabra "espíritu" con "e" minúscula, y esto nos retiene en el capítulo siete de Romanos, y nuestro espíritu lucha contra nuestra carne. La verdadera manera de deletrearla es con "E" mayúscula y esto nos lleva al capítulo ocho de Romanos, y la lucha ya no es entre nuestro espíritu y carne, sino entre el Espíritu Divino y nuestra naturaleza mala. La batalla no es nuestra sino de Dios, y la victoria es segura y completa, de manera que el apóstol dice en Gálatas: "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne".

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Yo mismo puedo escoger lo recto y luchar a favor de ello, pero no lo puedo alcanzar plenamente. Con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a menudo sirvo a la ley del pecado. Pero llegando al más alto lugar de unión con Cristo, entonces "la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte". En el capítulo cinco de Gálatas se describe el mis-

En ccnclusión, resumamos todo el tema. Primero, ¿hemos visto nuestra necesidad de santificación? ¿Estamos convencidos para la obra más profunda del Espíritu Santo en nuestros corazones? Segundo: si es así, no la busquemos de maneras equivocadas, por las obras de la ley y las luchas de nuestra voluntad. Sino, tercero, juntémonos con Cristo, y recibamos su vida como el principio y fuente de los santos deseos y aspiraciones que jamás podríamos alcanzar solos. Un amigo dio la siguiente ilustración de lo que hemos tratado de explicar: Dos señoritas empleadas en una fábrica se encontraron en la calle un día, y una preguntó: "Hola, Elizabeth, ¿dónde estás trabajando ahora?" Elizabeth miró a la otra con aire de superioridad, y dijo: "¿Trabajando? Yo ya no trabajo, estoy casada". Ella había dejado el trabajo, se había casado, y ahora tenía quien la mantuviera. Esta historia tiene cierta semejanza con lo que hemos dicho. Dejemos

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el trabajo, y casémonos con Cristo; cesemos nuestrai luchas, y recibamos su plenitud de vida y amor; y entonces brotará espontáneamente de nuestros gozosos corazones y vidas los frutos de santidad; las gracias celestiales de amor y gozo, de justicia y servicio, de paciencia y tolerancia, cosas que jamás alcanzaremos mediante nuestros esfuerzos, pero que por su gracia saltarán de El, luego volverán a El y fluirán hacia otros en gloria y bienaventuranza.

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CAPITULO IX

Santificación por el Espíritu "Así que, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él". Romanos 8:8-9.

LEGAMOS ahora a la tercera sección de los escritos del apóstol sobre la santificación, en que él muestra que la santificación no es por la carne, sino por el Espíritu. Los versículos que hemos citado arriba muestran el contraste entre dos vidas - la carne y el Espíritu - y manifiestan su irreconciliable y eterna enemistad.

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LA CARNE

Es muy importante que entendamos desde el principio lo que se quiere decir con los términos carne y Espíritu. La carne significa, sencillamente, toda nuestra vida natural. No es nuestro cuerpo, ni aun nuestra naturaleza carnal, sino todo el hombre viejo, incluyendo todo lo que fue nacido de Adán, o sea, espíritu, alma y cuerpo. "Lo que es nacido de la carne, carne es". Todo lo nacido de la carne es carne. Algunos enseñadores parecen dejar la impresión que sólo la parte material y del alma de nuestro ser son malas, y que de alguna manera la parte espiritual es más alta y me-

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jor, y por esto los hombres tratan de eliminar la ma· teria y el alma, y entrar en el reino del espíritu. Pero esto es un error. El espíritu natural del hombre es tan malo como su alma, y también necesita ser crucificado y reemplazado por el Espíritu de Dios. La totalidad de nuestra vida adámica es carnal, y tiene que ser depuesta y traída por la muerte de Cristo a la vida de resurrección - no sólo las cosas malas en nosotros, sino aun las que hemos considerado bue.u¡s. "La hierba se seca, y la flor se cae; porque el viento de Jehová sopló en ella". No sólo tenía que ser destruí da por el diluvio la corrompida carne (humanidad) del tiempo de Noé, sino aun el natural afecto de Abraham para con su hijo Isaac tuvo que ser crucificado y luego aparecer, después de la escena en el Monte Moría, como un amor de resurrección, por medio de un nuevo efecto ·que había atravesado el fuego, y que en adelante amara a su objeto, no por sí mismo, ni por el objeto, sino en y por Dios sólo.

morar adentro como fuente de toda nuestra vida y fuerza.

EL ESPIRITU

¿Qué se quiere decir por Espíritu? No significa nuestro espíritu humano, sino el Espíritu Santo. Debe deletrearse siempre con mayúscula. "Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros". Por tanto, un hombre espiritual, es un hombre que tiene el Espíritu Santo. Hay gran diferencia entre esto y nuestro propio espíritu convertido. Tiene que venir en toda vida santificada una época bien notoria cuando el espíritu convertido llega a ser la morada del Divino Espíritu, cuando el Espíritu Santo viene para fijar su residencia y

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Esta permanencia tiene dos lados o aspectos. En un sentido el Espíritu está en nosotros, y en otro sentido nosotros estamos en el Espíritu. Es como un gran océano, al que nos lanzamos hasta que nos rodea completamente y llega a ser el mismo elemento en que vivimos; pero cuando entramos al océano, éste entra en nosotros y nos llena e inunda hasta que nos encierra por todos lados, y llega a ser el mismo elemento de nuestro ser. Notamos en el pasaje una notable variedad de términos en que se habla del Espíritu Santo. Primero, se habla de El como el Espíritu de Dios, en seguida como el Espíritu de Cristo, y luego como Cristo. Esto es muy sugestivo. El Espíritu de Dios representa su verdadera deidad tal como fue revelado en el Antiguo Testamento. El Espíritu de Cristo representa la revelación en el Nuevo Testamento del Espíritu Santo, tal como lo vemos en la persona de Jesús, y su deidad es suavizada, humanizada y traída más cerca de nosotros por su residencia en el Señor Jesucristo. EL ESPIRITU DE CRISTO

Es el Espíritu que vivía en El, y por quien todas sus obras fueron hechas. Jesús no salió a ejercer su ministerio hasta que hubo recibido el Espíritu Santo, y nosotros tampoco estamos capacitados para ir y hacer cualquier servicio para Dios sin su unción de sabiduría, poder y amor. Es muy grato saber que cuando lo aceptamos, recibimos a Aquel quien inspiró todo el ministerio de nuestro Señor, y El viene a nosotros con "'~

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tanta ternura y tan semejante a lo humano como la revelación del Antiguo Testam~to no lo pudo traer.

de los siglos pasados, están llenas de altos ideales, pe· ro los hombres no han podido alcanzarlos. Séneca, Ci· cerón y Marco Aurelio podrían decirnos de los profundos anhelos para "lo verdadero, lo hermoso, y lo bueno"; Platón y Zenón pudieron desarrollar muchos principios de alta ética, pero ellos mismos no alcanza. ron sus propios modelos. La estatua de mármol, la te· la pintada, el sueño poético, podían idealizar la virtud, pero las estatuas de mármol eran mejores que sus ha· cedores, los poemas eran más altos que sus autores, su filosofía era más pura que sus vidas, y ellos retrocedieron de su sueño momentáneo a las inmundas profundidades de corrupción y vergüenza. Los peores hombres a menudo tienen buenos pensamientos y re· suelven romper sus cadenas, pero tal como sucedió con Laocoonte en la historia antigua, al fin se hunden, aplastados por la fuerza de la horrible serpiente que en vano resisten. "La carne es débil".

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Pero más aún: no sólo es El el Espfritu de Cristo, sino que es también llamado Cristo mismo. El viene a revelar a Cristo y a traer su presencia personal en nuestro corazón y vida. Cual pintor divino, El está al frente y traza sobre la tela el rostro de otro, es decir, el rostro de Cristo, y nosotros no vemos la mano que traza el cuadro, sino sólo el rostro que revela. Cual telescopio perfecto, El nos trae la revelación de los mundos celestiales, y cuando miramos por el reflector o tubo, no vemos el instrumento, sino sólo el objeto que nos exhibe. Por tanto, la residencia del Espfritu en nosotros es prácticamente la residencia de Cristo; y el más directo conocimiento que tiene el corazón de la morada del Espfritu es el de la persona de Jesús, antes que la persona del Espíritu Santo, aunque ambos nos sean conocidos; y justo es que tengamos comunión con cualquiera de ellos, o con ambos. Es una vida en el Espíritu, y al mismo tiempo una vida en Cristo. Es la permanencia en la comunión del Espíritu Santo, y sin embargo, Cristo habla de esto como que permanecemos en El. Estas dos vidas son vívidamente contrastadas en este capitulo. l.

LA CARNE

a) Es débil. "Lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne". Nuestra vida natural es débil en toda dirección, sea espiritual o natural. Tiene muchas altas aspiraciones, pero no puede alcanzarlas. La poesía y la filosofía, y aun las nobles artes

b) Pero la carne no sólo es débil, sino mala e impía. "Por cuanto la intención de la carne es enemis· tad contra Dios". No sólo es un mero enemigo de Dios, sino personifica la intensa y dura enemistad. Todo lo que hay de la carne es hostil a Dios. La carne aborrece su ley, su voluntad, sus caminos y hasta su plan de salvación y misericordia por Jesucristo. "Es mala, y solamente mala", y no tiene nada de bueno. Puede ser que tenga mucha benevolencia y aparente virtud, pero cuando llega a tener relaciones con Dios, siempre manifiesta su malignidad y absoluta depravación. e) No sólo está la carne en enemistad contra Dios, sino es aborrecible a Dios. "Así que, los que es-

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tán en la carne no pueden agradar a Dios". Dios no tiene placer por nada del hombre natural. Toda la razá adámica, juntamente cóit la tierra adámica, está bajo una maldición. Puede ser que Caín traiga sus más brillantes ofrendas, las más hermosas flores y los frutos más ricos al altar de Jehová, pero juntamente con el ofrendante, serán rechazados. Son cosas carnales y nacidas de una tierra maldita por el pecado, y con Caín tienen que ser rechazadas. La carne puede ser tan hermosa como la hija de Jairo, quien, un momento después de su muerte estaba en toda su hermosura, o puede ser tan horrible como el cuerpo de Lázaro, corrompiéndose en la tumba; no importa si se presenta con el vestuario de moda, en la sala de baile, o en el hábito eclesiástico del altar ritualístico; no importa si viene al son de la marcha musical, o del carnaval de orgía, o de los cantos lascivos del ebrio o relajado, o en los espléndidos coros de la ópera o de la religión; todo _es igualmente desagradable a Dios. Su hermosa música, sus elocuentes sermones, sus primorosas buenas obras, sus costosas benevolencias, como también sus inmundos excesos y brutales concupiscencias, son igualmente ofensivos y malditos delante de los ojos de aquel que dijo: "el fin de toda carne ha venido delante de mí". d) La carne es irremediablemente mala. "No se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede". Jamás puede ser mejorada. No vale la pena intentar la mejora de la carne. Se la puede educar tanto como quiera. Se la puede entrenar según los mejores métodos, y colocar delante de ella los mejores ejemplos, se la puede tratar con energía o severidad, la naturaleza de la car-

ne será siempre igual, es incurablemente mala. Como el águila que el niño caza en su infancia y trata de inculcarle los hábitos de la paloma, antes que él se dé cuenta, ella cerrará sus garras crueles sobre los tiernos dedos que la acarician, mostrando el viejo espíritu de braveza y ferocidad. Es águila por naturaleza, y jamás puede ser transformada en paloma. "Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede".

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El único remedio para la naturaleza humana es su destrucción, y recibir en su lugar la naturaleza divina. Dios no mejora al hombre. El crucifica la vida natural con Cristo, y entonces comunica la vida de resurrección de Cristo, y luego educa al nuevo hombre en toda la madurez de la vida divina. El argumento más fuerte que yo conozco a favor del castigo eterno es el eterno pecado. Cuando un alma perdida llega a la libertad del eterno pecado, alcanzará posibilidades de maldad que apenas podemos concebir hoy, y en una sola hora cometerá pecado suficiente para condenarla por un millón de años. No, lector, si las sagradas influencias del cristianismo y del Espíritu Santo no traen a los hombres a Dios, seguramente tampoco lo hará la atmósfera y el medio ambiente en el cual viven. El alma desdichada llegará a ser más miserable y más maligna a través de los eternos siglos, y "los malos hombres y los engañadores, irán de mal en peor, engañando y siendo engañados". 2.

EL ESPIRITU

En contraste con la carne, este capítulo desarrolla

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

los frutos del Espiritu residente en la vida del creyente. ~ a) No hay condenación. Esto es esencial al progreso en santidad. Si hemos de crecer en la gracia, tenemos que mantenernos en la luz del amor de Dios y en la plena certidumbre de su aceptación; pero no salimos del estado de condenación, ni tampoco empezamos a vivir en la perpetua luz de su rostro hasta que hemos recibido al Espíritu Santo y entrado en esta más profunda unión con Cristo que está expresada bajo la frase "en Cristo". El alma no santificada siempre está colocándose bajo condenación; siempre está pecando y arrepintiéndose y tratando de salir de debajo de la sombra del desagrado de Dios. Pero cuando recibimos el Espíritu como morador en nuestro ser, el primer efecto es levantarnos a una vida de paz y de ininterrumpido conocimiento de la aceptación, aprobación y amor divinos. De allí en adelante se dirá en verdad de nosotros: "no se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna: porque te será J ehová por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados". "He jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré". b) Hay liberación del poder del pecado en nuestro ser. "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte". Aquí se mencionan dos leyes. La primera es la ley del pecado y de la muerte. Este es aquel principio dentro de nuestra naturaleza caída que opera con el poder y la uniformidad de una ley y nos guía al pecado y a la muerte. Somos incapaces de resistir a esta ley por

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la mera fuerza de nuestra voluntad humana. Pero podemos colocar la ley natural bajo su opositora, es decir, la vida espiritual en Cristo Jesús. Esta es la vida que Jesucristo trajo a nuestro corazón por el Espíritu Santo, y allí opera como una nueva ley de divina fuerza y vitalidad, oponiendo, venciendo y levantándonos por encima de la vieja ley del pecado y de la muerte. Ilustraré estas dos leyes con una sencilla comparación. Sentado a mi escritorio, por la ley de gravitación mi mano naturalmente cae sobre él, atraída hacia abajo por aquella ley natural que hace que los cuerpos pesados caigan a la tierra. Pero hay una ley más fuerte que la ley de gravitación - mi propia vida y voluntad. Y así, por la operación de esta más alta ley - la ley de mi vitalidad - yo desafío a la ley de gravitación y levanto mi mano, la sujeto sobre el escritorio y la muevo allí a mi voluntad. La ley de vitalidad me ha librado de la ley de gravitación. Y es precisamente así la vida residente de Cristo Jesús, pues operando con el poder de una ley, me levanta, se opone y vence al poder del pecado en mi naturaleza caída. Este es el secreto de la santificación. No es tanto expulsión del pecado, sino la entrada del Espíritu Santo lo que ha roto el control que el pecado antes tenía, y me ha levantado a una esfera completamente nueva de vida santa y victoriosa. e) Justicia práctica. "Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos confoQrme a la carne, mas conforme al Espíritu". La santificación no es un mero sentimiento o experiencia in-

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LA EPISTOLA A LOS ROl\fANOS

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terior, sino que nos lleva a la justicia práctica, o sea, al cumplimiento de la 1eJ en nuestro corazón y vida, de modo que ahora andamos según el Espíritu y cumplimos la justicia de la ley. La diferencia entre esta moralidad y la del Antiguo Testamento es que la justicia de la ley es primeramente cumplida en nosotros, y después por nosotros en obediencia práctica.

Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros".

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d) Obediencia habitual. "Porque los que viven conforme al Espíritu, de las cosas que son del Espíritu se ocupan". Todos recordaremos el tiempo cuando nuestra madre solía decirnos: "Ahora, haga lo que digo. Haga su trabajo, fíjese en mis palabras y órdenes". Esto significaba que debíamos pensar en eso y obedecer cuidadosamente sus deseos en todo. Y así, en nuestra vida espiritual tenemos que escuchar al Espíritu Santo, nuestra verdadera madre, y obedecerle en todas las cosas. e) Esta vida residente del Espíritu nos trae vida y paz. "Porque la mente carnal es muerte, mas la espiritual, vida y paz". (Versión Hispano Americana) . Literalmente esto significa que la obediencia al Espíritu traerá vida y paz. Esta vida en el Espíritu Santo nos trae divina paz, vida plena, llena del profundo conocimiento de la aprobación, presencia y bendición de Dios. Es en verdad, una vida dulce y feliz, donde "entramos y salimos, y hallamos pastos", y nuestro Pastor nos hace "yacer en lugares de delicados pastos, y nos pastorea junto a aguas de reposo, ungiendo nuestra cabeza con aceite, y haciendo que rebose nuestra copa". f) Nf1S trae sanidad física y vivificación. "Y si el

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No hay duda que este pasaje se refiere a la vida deJ Espíritu en nuestro cuerpo. Se habla aquí del cuerpo mortal, y significa el cuerpo actual que puede morir; no se refiere al cadáver al tiempo de la resurrección. Es el Espíritu, que ahora mora en nosotros, quien nos vivifica mientras mora, y la vivificación descrita aquí no es el levantamiento del cadáver, sino la estimulación y vivificación de una vida aún no extinta, sino agotada y decaída. Es la frase usada con respecto a Abraham, en el capítulo cuatro, donde se refiere a la vivificación de su agotada energía, que nacería Isaac, cuando Abraham ya era tan anciano. Esta vivificación divina de nuestro cuerpo mortal es uno de los privilegios de nuestra vida en el Espíritu. Es únicamente para aquellos en quienes mora el Espíritu, no como visita ocasional, sino como huésped permanente. Puede haber un hogar pobre que visitemos a menudo, pero una vez que fijemos nuestra residencia allí, entonces arreglaremos lo que necesite arreglo, lo limpiaremos, lo haremos confortable, renovaremos los vidrios rotos, taparemos las goteras del techo, y lo consideraremos nuestro feliz hogar. Mientras el Espíritu Santo sólo nos visite de cuando en cuando, El no hará ningún cambio en la morada, pero si le damos las llaves para que fije su resiclencia adentro, entonces El lo transformará en hogar digno de El y de nosotros. Lo convertirá en hogar bienaventu-

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rado, traerá su escolta de seres celestiales y tendre· mos un cielo en miniatura en nuestras vidas.

i) El testimonio de nuestro parentesco. "Porque no habéis recibido el Espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba Padre". El Espíritu Santo nos trae un conocimiento más íntimo e infantil de nuestro parentesco. La palabra "Abba Padre" es lo mismo como nuestra palabra "papá", lo que expresa un tierno afecto filial.

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g) La mortificación de nuestros miembros. "Si por el Espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis". El Espíritu Santo es el único que puede matarnos y mantenernos muertos. Muchos cristianos tratan de hacer este desagradable trabajo por su propia cuenta, y siempre están crucificándose, pero jamás alcanzan a hacer una obra permanente. Esta es la obra del Espíritu Santo, y cuando nos rendimos realmente a la muerte, es notable cómo El hará el trabajo. Hay algunas cámaras legislativas que han adoptado la electricidad como el medio de aplicar la pena capital, y por el solo toque de la chispa dinámica, la vida se extingue casi sin estremecimiento de dolor. Pero sea esto así o no, sabemos que el Espíritu Santo puede tocar lo rendido a El con fuego celestial y ponerle fin en un momento, después que se haya rendido realmente a la muerte. Esto último es nuestra parte, pero toca a Dios ejecutar la sentencia y mantenerla vigente. No vivamos ya como el suicida, sin éxito, sino reconozcámonos muertos en verdad, dejémonos en las manos del bendito Espíritu Santo, y El matará cualquier cosa que se levante en oposición a su voluntad, nos mantendrá fieles a la computación celestial y llenos de su vida de resurrección. h) La dirección divina es el próximo privilegio nuestro en la vida en el Espíritu. "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios". El nos guia, nos aconseja, nos muestra el camino, y va delante de nosotros.

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La vida residente del Espíritu Santo nos saca de la distanciación y miedo de nuestra vida vieja, nos lleva al mismo seno del Padre, y nos capacita para exclamar con la simplicidad de un niño, "Abba Padre". Muchos cristianos viven como siervos, en vez de hijos; viven en el Antiguo Testamento, en vez del Nuevo, y la misión del Espíritu Santo es de unirnos de tal manera a Jesús, trayéndonos a El a nuestros corazones de manera que llegamos a ser idénticos con El en parentesco, y miramos al Padre con su amor y confianza - su Padre y nuestro Padre, su Dios y nuestro Dios. j ) El próximo efecto de la presencia del Espíritu Santo es despertar en nosotros el Espíritu de esperanza. "Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada. Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de grado, mas por causa del que las sujetó con esperanza, que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que todas las criaturas gimen a una, y a una

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están de parto ha~ ahora. Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza somos salvos; mas la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Emr•ero si lo que no vemos esperamos, con paciencia esperamos". Este hermoso pasaje desarrolla y manifiesta la actitud que nosotros, en conjunto con "toda la creación", mantenemos por la venida de nuestro Señor. Estamo3 esperando con sincera expectación, con poderoso anhelo y con gemidos del Espíritu, la redención de nuestro cuerpo y de toda la creación, para salir de la servidumbre de corrupción y entrar a la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Y esta potente esperanza nos fortalece no sólo para soportar los "padecimientos de este tiempo", sino aun triunfar sobre ellos, y para considerarlos incomparables "con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada". Tal esperanza tiene que nacer del Espíritu Santo, y cuando El entra en su plenitud en el corazón consagrado, se produce una de sus benditas obras. Entonces llega a ser no una teoría, ni una doctrina de la venida del Señor, sino una esperanza personal de indecible dulzura y poder, influenciando y controlando toda nuestra vida, y levantándonos más allá de nuestras pruebas y temores. k) El Espíritu Santo nos prepara para la venida del Señor, y aun ser entre "los primeros frutos" de

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su aparición. Hay una notable expresión aquí y que tiene un significado más profundo de lo que a primera vista se nota. "Nosotros mismos, no tenemos las primicias del Espíritu". Esto significa que el Espíritu Santo está preparando una primera compañía de santos y consagrados corazones para la venida del Señor y la reunión de sus santos, y que éstos serán seguidos más tarde por una compañía más grande de todos los salvados. Esta es la primera resurrección en que los bienaventurados y santos tendrán parte, y para esto El está preparando a todos los que están listos a recibirle en su plenitud. Este es el gozoso privilegio de los que reciben la plenitud del Espíritu Santo, que son llamados y calificados para las Bodas del Cordero, y entrenados para formar parte de su Esposa. ¡Honor trascendente! ¡Indecible privilegio! ¡Qué Dios nos haga aptos de tener parte en esta esperanza bienaventurada! l) El ministerio de oración. ''Y asimismo también el Espíritu ayuda nuestra flaqueza: porque que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cual es el intento del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios, demanda por los santos". El Espíritu Santo llega a ser el Espíritu de intercesión al corazón consagrado. Tenemos dos abogados. Tenemos :m abogado con el Padre, quien ora por nosütros a la diestra de Dios; pero el Espíritu Santo es el abogado interno, quien ora en nosotros, inspirando

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nuestras peticiones y presentándolas por medio de Cristo a Dios. ..-

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( Nosotros necesitamos este abogado. No sabemos qué pedir, ni sabemos cómo orar, pero El coloca en el corazón santificado los deseos que no siempre entendemos y los gemidos que nosotros mismos no podríamos articular ni comprender. Pero Dios comprende, y El, con tierno corazón de Padre, siempre escudriña los corazones para encontrar la oración del Espíritu y contestarla en bendición_:.._\ El no espera hasta que la oración sea formalmente presentada, sino que escudriña el corazón y encuentra muchas oraciones que nosotros ni hemos descubierto, y El contesta muchos clamores que nosotros no hemos entendido. Cuando lleguemos a nuestro hogar, y si allí leemos los archivos de la vida, sabremos y apreciaremos mejor el infinito amor de ese amigo divino, quien ha velado adentro como el Espíritu de oración, y ha comunicado cada necesidad del corazón de Dios. . . a ese Padre Celestial, quien, deseando mostrar su gracia, tantas veces ha cumplido su propia promesa: "Y será que antes que clamen, responderé yo; aun estando ellos hablando, yo habré o1do". Tales son algunos de los pasos de la vida que podemos vivir en el Espíritu Santo. Es, en verdad, una vida gloriosa, y es un privilegio que está al alcance de todos los que dejan sus propios esfuerzos, y reciben al Espíritu Santo y al Cristo que El trae consigo para morar en ellos y manifestar su bendita vida en sus cuerpos mortales. Recibamos al Espíritu Santo. Escuchémosle. Obe-

dezcámosle. Dejémonos guiar por El, y sigámosle en toda su perfecta voluntad hasta alcanzar la plenitud de nuestra madurez espiritual, y que así estemos preparados para la dispensación venidera con sus mayores desenvolvimientos, perspectivas y posibilidades.

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LA DIVINA PROVIDENCIA

CAPITULO X

La rnvina Providencia "Sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que con- , forme al propósito son llamados". Romanos 8:28.

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STE, pasaje da principio a la cuarta sección de. !a Eptstola a los Romanos. El tema de esta seccwn es la Providencia de Dios; primeramente, en cuanto al cristianismo individual, y luego después en cuanto a las naciones y comunidades, especialmente la nación hebrea. Este vistazo más amplio del tema es discutido en los capítulos nueve, diez y once de esta gran Epístola. Los últimos doce versículos del capítulo ocho son dedicados al desarrollo de la especial Providencia de Dios en lo que toca a sus propios hijos. PARA SUS SANTOS

a) El punto de vista desde el cual hemos de considerar la Providencia de Dios es primeramente presentado con mucha claridad, y es en verdad un punto de profunda significación y solemnidad. La Providencia de Dios no es la misma para cada persona, ni tampoco puede decirse promiscuamente que "todas las cosas les ayudan a bien", porque esto es verdad solamente para los que "a Dios aman ... y los que conforme al propósito son llamados". Es algo como si miráramos a un inmenso ejército, espléndidamente uniformado,

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equipado, montado y armado, y guiado por un general diestro. Los sentimientos que tal ejército despertaría en nosotros dependerían del lado en que estuviéramos. Si el ejército fuera amigo de nosotros, lo miraríamos con orgullo y confianza; pero si fuera del lado enemigo, entonces su misma fuerza y esplendidez sólo nos llenaría de espanto. Hemos de mirar en esta forma a los majestuosos ejércitos de la Divina Providencia, que se mueven por toda la tierra en constante obediencia a su voluntad y en cumplimiento de sus planes, pero ellos serán o un terror o un gozo, según si estamos al lado de Dios o en su contra. No hay mayor crueldad que predicar indistintamente que todo esta bien, y que todo saldrá bien al fin. No hay nada más cruel que estar aliado del moribundo o del féretro y hablar palabras dulces y vanas de consuelo cuando Dios mismo está hablando con terribles voces de amonestación y reprensión. Nuestra simpatía no puede sanar el dolor de corazones que están ·errados, ni puede detener las irresistibles ruedas de retribución que se mueven en obediencia a los solemnes principios del gobierno divino, principios que no pueden ser evadidos por nadie. "Decid al justo que le irá bien porque comerá de los frutos de sus manos. ¡Ay del impío! mal le irá: porque según las obras de sus manos le será pagado". No hay en la Biblia promesa más consoladora que ésta, pero tampoco hay ninguna cuyo consuelo tiene que ser reclamado tan absolutamente en relación a su lugar en el contexto y con las condiciones anotadas. La promesa sigue al desarrollo de nuestra vida en el Espíritu, dado en el versículo anterior; y en la experiencia cristiana de hecho

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

LA DIVINA PROVIDENCIA

viene después de las cosas de que el autor ha estado hablando. Es para aquellos que han recibido el Espí· ritu de Cristo y que están andando en toda la bendita plenitud desarrol..da en el capítulo; es para ellos que todas las cosas les ayudan a bien; o, en las palabras mismas del texto, es para "los que a Dios aman. . . a los que conforme al propósito son llamados".

chos conforme a la imagen de su Hijo. Por tanto, las personas que aman a Dios y para quienes todas las cosas les ayudan a bien, son las que se han rendido al propósito de Dios y permiten su formación a la imagen de su Hijo; es decir, hacerlos semejantes a Cristo Jesús, santificándolos, separándolos, y llevándolos a la voluntad y semejanza de su Maestro.

Esta no es una expresión superficial. Es muy fácil decir que amamos a Dios, sin que signifique algo en nosotros. Recuerdo una conversación que tuve con un hombre que recién había tenido una riña de ebrio. Traté de convencerlo de su pecado y mostrarle su necesidad de Cristo, pero ni la menor impresión pude hacer sobre su conciencia. Le parecía que todo estaba bien, y cuando le pregunté si había cumplido el gran mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con toda tu fuerza", él dijo: "Por supuesto, yo siempre he amado a Dios, yo nunca he tenido nada contra El". Y esto es, por lo general, el alcance del amor de lamayoría para con Dios; pero esto no es el amor que la esposa aceptaría de su marido, ni el niño de su madre, y tampoco lo aceptará Dios en cumplimiento de su mandamiento mayor.

De esta manera veremos que por lógica necesidad, si hemos de tener la Providencia de Dios al lado nuestro, nosotros mismos tendremos que estar al lado de Dios. En cierta ocasión, una persona hablaba con el señor Abraham Lincoln, y trataba de mostrarle la importancia de orar para tener a Dios a nuestro lado. El sabio estadista dijo: "Me parece mucho más importante que nosotros estemos al lado de Dios y entonces no tendremos dificultades en conseguir que Dios esté a nuestro lado". Pongámonos en la voluntad de Dios y hagámosle el supremo propósito de nuestra vida; entonces cada fuerza y agencia en tierra, cielo e infierno, tendrán que trabajar para nuestro bien. Hombre santificado es el que ha entrado al propósito y voluntad de Dios, y tal hombre, al renunciar a su propia voluntad, ha ganado incalculablemente más de lo que ha perdido. Es verdad que se ha perdido a sí mismo y a su voluntad egoísta, pero en cambio ha hallado a su Dios, y todas las cosas son ahora suyas, y aun Dios mismo está con él en cada atributo de su ser y en cada forma de su providencia.

Las personas que aman a Dios son descritas más detalladamente por otra expresión en el versículo - "los que conforme al propósito son llamados". ¿Cuál es su propósito? Esto se define en el próximo versículo: "Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo". Este es el propósito de Dios, que seamos he-

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EN CRISTO

b) También está claramente indicada la condición de la Providencia de Dios. En el versículo 32 leemos:

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

LA DIVINA PROVIDENCIA

"El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros; ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" Aquí vemos otra vez las mismas "todas las cosas" mencionadas en el versículo 28, pero ahora estáq_ unidas con la persona, "con él". Todas dependen d~ Cristo, y sólo podemos tenerlas teniéndole a él primero. Es como cuando el Maestro dijo durante su vida terrenal: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". No podemos conseguir los dones de Dios sin recibir primero el mayor de los dones, el Señor Jesucristo, y con él vienen todos los demás. Es inútil ir a Dios y pedirle bendiciones temporales y peticiones menores, mientras descuidamos su mayor exigencia, a saber, que creamos en su Hijo Jesucristo, aceptándole como nuestro personal Salvador. Es una impertinencia pedir algo a Dios mientras descuidamos su gran salvación y rehusamos someternos a Jesús; pero una vez que hemos aceptado a Cristo, entonces todas las demás cosas nos son también entregadas. Es como si nos casáramos con el hijo de un millonario. Es cosa fácil aprovechar de su fortuna cuando ya tenemos a su hijo. Todos los dones providenciales de Dios nos son garantizados en y por su gran don de redención, y de tal manera tiene El arreglado todo, que teniendo a Cristo, forzosamente tenemos también todo lo demás. Se dice que en cierta ocasión un gran rey egip· cio se proponía construir un gran obelisco en una plaza pública, y temiendo que los ingenieros fueran descuidados y lo dejaran caer, tomó a su único hijo y heredero y lo amarró al extremo del obelisco, y dijo: "'La vida de mi hijo está unida a la seguridad de este

obelisco, si cae, él perece". Demás está decir que el obelisco fue elevado con el mayor cuidado y puesto sin novedad sobre su pedestal. Del mismo modo, Dios ha unido la vida de su único Hijo, el Señor Jesucristo, con la seguridad de cada cristiano. Por decirlo así, El ha unido nuestras vidas con la persona de Jesucristo, y si puede caer, entonces también podremos nosotros. Pero si algún mal nos alcanza, también tendría que alcanzarlo a El. Por tanto, cuando Saulo perseguía a los primitivos cristianos, el Señor Jesús le habló desde el cielo, diciendo: "¿Por qué me persigues?" ¡Qué maravilloso misterio del eterno amor y notable don de Dios!

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TODAS LAS COSAS

e) La perfecta amplitud de la providencia de Dios está fuertemente expresada en esta promesa. Alcanza a todas las cosas y las entrelaza todas en una perfecta cadena de divina cooperación y predominio, de modo que si alguna cosa obrara en nuestra contra, la próxima operaría sobre ella, haciéndola volver a favor nuestro. Y si bien es cierto que algunas cosas aisladas nos parecen desfavorables, cuando Dios las toma, las entrelaza y dirige, llegan a formar un perfecto plan de bendición. Por esto tenemos que esperar su tiempo para ver el fin de las cosas que ahora no comprendemos. Como un mapa hecho en diferentes secciones, si tratamos de juntar tres ó cuatro de las secciones veremos sólo confusión, pero cuando se juntan todas, cada una en su lugar, entonces veremos la simetría y que no se podría haber suprimido una sola. Lo que Dios desea es que reclamemos tanto su obra providencial en nuestras vidas, como su obra espiritual en nuestros corazones. ª'1

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

LA DIVINA PROVIDENCIA

COSAS TEMPORALES

quedóse Jacob solo, y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba". Esa noche de oración señalaba la obra de Dios en Jacob, y a la mañana siguiente Jacob era un nuevo hombre, en el sentido espiritual. El había tocado a Dios, y de allí en adelante tenía poder con Dios y con los hombres. Y antes del medio día se notaba la obra de Dios a favor suyo. Se encontró con su hermano y sus decididos seguidores, pero no hubo hostilidad ni mal alguno; se abrazaron en perfecta reconciliación y amor. Dios obró el milagro externo, porque Jacob ya había entrado al milagro mayor en su propia alma.

Posiblemente los hombres desprecien lo que se llama bendición temporal, y hablen en cambio de la mayor santidad del reino espiritual; pero el hecho es que Dios siempre ha querido glorificarse obrando en cosas temporales. y m<mifestando que ellas son subordinadas y controladas por sus obras espirituales. Hay dos expresiones en el capítulo tres de los Efesios que son notables en este sentido. "Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas más abundantemente de lo que pedimos o entendemos". Esto describe la obra de Dios en las cosas que El quiere y puede ha· cer por nosotros; pero esto depende enteramente de su obra en nuestros corazones, como la próxima frase lo expresa: "por la potencia que obra en nosotros". Si Dios obra en nosotros poderosamente, entonces no habrá dificultad acerca de su obra por nosotros en cosas visibles y discernibles. JACOB

Toda la historia de la Biblia está llena de la obra de Dios en y por los suyos, y las dos se mantienen juntas. Ve a Jacob en la hora de su gran peligro, en Pe· niel. En su extremo apuro, todos sus planes y obras han fracasado. Su cruel y enfurecido hermano acompañado de un tremendo ejército, viene a su encuentro, y parece cierto que antes de ponerse el sol de mañana la sangre de sus mujeres y niños será derramada sobre la arena del desierto. ¿Qué puede hacer? Absolutamente nada. Si algo ha de hacerse, Dios tendrá que hacerlo. Y ¿dónde principia Dios? ¿Afuera? ¡No! Primeramente obra en el corazón de Jacob. "Y

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DANIEL

Veamos otra vez: Allá en Babilonia un hombre solitario es levantado por la justicia y Dios frente a los dos grandes imperios de Babilonia y Persia. Su nombre es Daniel. Su carácter es un verdadero milagro de bondad. Nada pueden hallar los hombres en su contra, a menos que sea en lo referente a las leyes de su Dios. Los leones no le atemorizan, y reyes y palacios no pueden tentarle. El se ha mantenido firme contra los ricos sobornos del más grande de los imperios de la tierra. Dios ha hallado un hombre en quien puede confiar, aun en Babilonia. Esta es la obra interior de Dios. Vedlo postrado delante de Dios por veintiún días en ayuno y oración hasta que los mismos ángeles vienen del cielo trayendo las contestaciones a sus ruegos. ¿Podría ser vana tal vida? Imposible. En respuesta a esas oraciones de fe se ponen en movimiento todas las ruedas de la providencia, y aun el orgulloso Ciro en su trono, animado por su conquista del mundo y gobernando al imperio más orgulloso de su tiempo en con,¡

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

LA DIVINA PROVIDENCIA

testación a la oración de Daniel tiene que publicar en todo el mundo el decreto más extraordinario que jamás haya salido de labios de un rey pagano: "Jehová excitó el espíritu de Ciro rey de los Persas, el cual hi70 pasar pregón por todo el reino, y también por escrito, diciendo: Así dice Cj¡o rey de los persas : Jehová el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha encargado que le edifique casa en J erusalem, que es en Judá. ¿Quién de vosotros hay de todo su pueblo? Jehová su Dios sea con él, y su· ba". En respuesta a esta proclama, la larga hilera de ex-cautivos regresó a Sión, y una vez más se restauró la vida nacional de Israel, para que Cristo pudiera nater entre su pueblo en Betlehem de Judea.

tu Santo obrando exteriormente y en armonía con su obra interior.

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PENTECOSTES

Miremos otro cuadro: El advenimiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue la mayor bendición espiritual de la época del Nuevo Testamento; pero esto fue acompañado por iguales maravillosos acontecimientos providenciales. ¿Ha habido jamás algo más maravilloso que esa reunión, en el día de Pentecostés, de una compañía extraña venida de todos los países, tribus y lenguas, y reunida en ese aposento alto para recibir el bautismo del Espíritu Santo, y hablar para Dios como el Espíritu les daba la palabra en todas las lenguas humanas, y luego volver a sus pueblos y tribus para repetir allí la historia oída y aprendida? Pero esto fue justamente lo que sucedió por la maravillosa providencia de Dios en el día de Pentecostés. Y a través de todo el libro de los Hechos vemos las mismas maravillosas manifestaciones del poder del Espíri-

FELIPE

Ved a Felipe de Samaria: En todo el apogeo de su notable obra allí le vino un mandato, diciéndole: "Ve al desierto", y él obedece en el acto. Fue como si en medio de un gran avivamiento Dios repentinamente llama a algí!n hombre público que dejara su obra y fuera a algún lugar solitario, donde toda oportunidad de utilidad pareciera imposible. Esto fue lo que se exigió de Felipe, y él obedeció, y fue a Gaza. Mientras andaba a través del desierto pensando en lo que significaba todo esto, de repente divisa una nube de polvo en el horizonte, indicando la proximidad de una caravana, en viaje a Africa. Un gran príncipe de Etiopía regresaba a su hogar con corazón triste y desalentado, pues había estado buscando la verdad sin hallarla. Los sacerdotes en Jerusalén no habían podido satisfacer el clamor de su corazón. Felipe en el acto obedece el impulso de juntarse con él, y sentado en su carroza, en pocos momentos le anuncia el evangelio de Jesús, y el príncipe acepta a Cristo como su Salvador. Antes que termine ese día, él está en camino a su distante hogar, transformado en embajador de Cristo para publicar el evangelio entre su pueblo, probablemente guiar a multitudes al Salvador y ser uno de los fundadores del cristianismo en ese gran continente, donde durante los cinco primeros siglos la Iglesia de Jesús ha tenido su mayor baluarte. Esta fue la obra de Dios por medio de Felipe, quien ya había consentido en recibir su obra interior en su ser. ~

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

LA DIVINA PROVIDENCIA

PEDRO

de doblegar todas las cosas para el bien nuestro. Entonces entenderemos la verdad de la palabra: "Si Dios es por nosotros, ¿quién será en contra?"

Miremos un cuadro más: Es Pedro, el gran apóstol a los judíos. Un rigido sectario, casi un fanático; hoy día sería llamado como de la "alta" iglesia. Ni siquiera había entrado en su cabeza el pensamiento que los gentiles podrían recibir igual.¡>arte que los judíos de las bendiciones del evangelio. Pero Dios tenía el propósito de cambiar todo esto, y asi llevó a Pedro a la azotea de la casa en Joppe, y allí, mientras oraba, le mostró una visión que le enseñó que no debía en adelante pensar de nada como común o inmundo; en cambio, debía considerar que los gentiles eran tan queridos a Dios como los judíos, y él debía estar listo para dar el evangelio a todos, y reconocer a todas las naciones como iguales en la familia de la fe. Apenas había aprendido Pedro la lección cuando hay un golpe a la puerta. Han llegado algunos mensajeros, habiendo venido desde Cesarea con un pedido de Cornelio, el comandante romano de esa ciudad, que viniera y les predicara el evangelio de Jesús. Aquí vemos otra vez cómo Dios obra exterior e interiormente, y al llegar Pedro a Cesarea, él encuentra a una familia entera esperando el mensaje; el Espíritu Santo desciende con poder sobre ellos, y se inaugura una nueva dispensación, a saber: el evangelio a los gentiles, por la cual dispensación nosotros mismos hemos entrado a disfrutar de los privilegios de la salvación. Estos son sólo algunos de los ejemplos de la manera en que Dios anhela obrar a favor del corazón que está realmente unido a El, y si le entregamos el trono de nuestro ser interior 1 entonces su mayor gozo será el

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En estos días de hombres prácticos y materialistas no tenemos nada más importante que esto, que Dios mismo es más práctico y efectivo que cualquiera de las cosas con que tengamos contacto. La verdad es que toda la armazón de los asuntos humanos constituyen la maquinaria providencial de Dios, por la cual El desea obrar, y usar hasta las cosas corrientes de la vida para manifestar su gloria y edificar su reino. Los asuntos de las naciones, las cuestiones de negocios, las ocupaciones diarias, son los eslabones de la providencia de Dios que el Espíritu Santo puede unir en una cadena de santo poder, amarrada al trono y llevando este mundo rebelde a la unión con El. Dios no tiene otra manera de manifestarse a algunos hombres sino sólo por las cosas que ellos pueden ver y tocar, y en estos últimos tiempos El desea que nosotros seamos los instrumentos por los cuales pueda revelarse a un mundo incrédulo. Y así, en los días pasados, Dios ha estado dirigiendo los asuntos de las naciones y obrando en el trabajo de misioneros para el esparcimiento de su evangelio y el apresuramiento de su venida. Los milagros de. su providencia en la sanidad de los cuerpos de los hombres, la provisión de los recursos financieros para llevar adelante su obra, la remoción de obstáculos, la apertura de puertas, y la transformación de las que parecían hostiles al adelanto de su reino, no han sido menos maravillosos que la historia de los Hechos de los Apóstoles. Confiemos más

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LA EPISTQLA A LOS ROMANOS

LA DIVINA PROVIDENCIA

en El para la provisión de las necesidades de nuestras vidas; entreguemos nuestras dificultades y necesidades temporales a su tierno cuidado.

notado que el cable constituye una cadena interminable que se mueve continuamente y capacitada para llevar mucho más peso que el conectado con él. Cuando el carro es unido a ese cable, entonces es movido y así llega a estar en contacto con toda la resistencia y fuerza del cable. Es llevado por un poder de afuera, y sólo necesita mantener su conexión.

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NUESTRA SALVACION FINAL

d) El propósito de Dios está detrás de su promesa y su Providencia. "A los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hecho~onformes a la imagen de su Hijo; y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó". Esta es la interminable cadena del propósito eterno de Dios, y es la garantía de nuestra seguridad y bendición si estamos dentro de aquel propósito. El propósito de Dios no se menciona aquí como de un grado absoluto de salvación para determinado número de personas, sin tomar en cuenta sus condiciones y haciendo segura su salvación, no importa lo que hagan. Es un propósito de conformarlos a la imagen de su Hijo. Dios no elige a los hombres para ser salvos, sino para que sean santos, y si son hechos santos, inevi· tablemente tienen que ser salvos. En el Nuevo Testamento se reconoce que el propósito de Dios siempre está concentrado en Jesucristo. Fuimos escogidos en El antes de la fundación del mundo, y cuando llegamos a estar unidos con El entramos al propósito divino. Cuando nos rendimos completamente a ese propósito en plena consagración El nos garantiza nuestra completa salvación y como una interminable cadena nos amarra al trono y a la eterna gloria. En algunas ciudades hay carros movidos por tracción de cable. Los lectores que los hayan visto habrán

El propósito de Dios para nosotros es como un gran cable amarrado al trono y abarcando la eternidad. Cuando nos rendimos a Cristo y a toda su perfecta voluntad, entramos al contacto con un poder y un propósito tan potente como Dios mismo, y de esta manera nuestra débil voluntad y débiles esfuerzos son respaldados por una fuerza que es i:nmutable, eterna y divina; así es que el divino propósito y la gloriosa doctrina de la elección de Dios está llena de consuelo para el corazón que está completamente rendido a ese propósito, y sabemos que a pesar de tierra e infierno, y aun a pesar de nosotros mismos, El puede salvarnos completamente, y guardar nuestro depósito para aquel día. PROTECCION

e) La protección divina nos es garantizada por esta promesa y providencia. "Si Dios es por nosotros ¿quién será en contra?" VINDICACION

f) También hay vindicación contra cada acusador. "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es

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LA DIVINA PROVIDENCIA

murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros".

remos más que vencer por medio de aquel que nos amó.

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""" PROVISION

g) Provisión divina para cada necesidad. "¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?" Cada necesidad es sólo como un cheque sobre el banco de sus recursos divinos, y nosotros podemos llevarlo a El reclamándolo sobre su prometida plenitud. "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús". SEGURIDAD

Nuestra eterna seguridad está garantizada por la providencia y promesa de Dios. "¿Quién nos apartará del amor de Cristo?" Y luego viene la contestación triunfante, después de mencionar los posibles obstáculos y enemigos uno por uno. "Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó". Nuestras pruebas serán tornadas en ayudas, nuestros enemigos serán tomados prisioneros y tendrán que pelear nuestras batallas. Como los pesos de aquel reloj que lo mantienen en marcha, nuestras dificultades resultarán ser incentivos a la fe y oración, y darán ocasión para que Dios llegue a ser más real a nosotros. No solamente escaparemos de los que nos atacan, pero su mismo ataque llegará a ser beneficioso para nosotros porque nos fortalecerá por medio de la disciplina, y los debilitará a ellos por causa de su derrota. Saldremos de nuestras dificultades no sólo con liberación sino con triunfo, y en todas estas cosas ha-

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Nuestra seguridad no depende de que nuestro amor no cambie, sino del amor de Dios en Cristo Jesús hacia nosotros. No son los brazos del niño sujetos al pecho de su madre lo que impide su caída, sino los fuertes brazos de la madre que lo envuelven y que no lo dejarán caer. El nos ha amado con un amor eterno, y aunque todo lo demás cambie, El nunca nos dejará ni nos abandonará. ¿Ha visto el lector al arador hacer un surco derecho? Lo hace usando estacas, una cercana, y la otra al otro extremo del terreno, y manteniéndose en líneas con las dos puede hacer derecho el surco. Es la estaca lejana la que lo mantiene sin desviarse de la línea. r\-osotros también somos aradores en un campo celestial. Mantengamos el ojo no sólo en la estaca cercana, sino en especial sobre la más lejana estaca de su segunda venida, y de nuestra eterna esperanza más allá de estos cielos nublados y variables; porque su eterno pacto abarca tanto todo el futuro como todo lo pasado, y "ni muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor".

ISRAEL Y EL MUNDO ~

CAPITULO

XI

El propósito de Dios en relación a Israel y el mundo "Verdad digo en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y contínuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser apartado de Cristo por mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales es la adopción, y la gloria, y el pacto, y la data de la ley, y el culto, y las promesas; cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén". Romanos 9:1-5.

N la última sección hemos trazado la providencia de Dios en cuanto al pueblo salvado y santificado de Dios. En esta sección, el apóstol desarrolla los principios de la providencia de Dios tocante al más amplio campo del mundo, y especialmente la nación hebrea, el pueblo de Dios.

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El apóstol ya había dejado establecido en los capítulos anteriores, el gran principio que Dios usa para con todos los hombres, tratándolos a todos como pecadores, sin tomar en cuenta su raza o clase social. En cuanto a la salvación, no hay diferencia entre judío o griego, "porque el mismo que es Señor de todos, rico es para con todos los que le invocan". Pero para que no se piense por esto que todas las promesas de Dios a Israel han sido desviadas y trans-

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feridas a los gentiles, el apóstol ahora aborda la cuestión del propósito de Dios para con Israel y su especial providencia tocante a su pueblo escogido. ¿Ha sido echado a un lado el antiguo pacto de Dios, o anulado por la desobediencia de Israel? o ¿ha habido un propósito inmutable a través de los siglos que ha seguido cual hilo de oro, para alcanzar su completo cumplimiento en los siglos futuros? La discusión de esta cuestión ocupa los próximos tres capítulos, y forma el escrito más profundo y claro de las Escrituras sobre el lugar de Israel en conexión con los gentiles, el evangelio, la dispensación cristiana y la venida del Señor. EL AMOR DE PABLO PARA CON ISRAEL

a) El interés del apóstol mismo en el asunto. Estaba muy cercano y caro a su corazón, tanto que pudo decir: "Ciertamente la voluntad de mi corazón y mi oración a Dios sobre Israel, es para salud", y casi deseaba que él mismo fuera apartado de Cristo, si por este enorme sacrificio su pueblo pudiera ser salvo. Y cada corazón que está en la verdadera simpatía con Cristo se siente así en cuanto a Israel. Nos otros no podemos comprender el espíritu del Maestro si no simpatizamos con "sus parientes según la carne", y si no anhelamos y trabajamos para salvarlos y traerlos a su pacto y voluntad. Todos los que se interesan en el cumplimiento de la profecía y la venida del Señor, abrigarán un interés inteligente y sincero en cuanto a la semilla de Abraham y estarán trabajando y orando por "la paz de Jesusalem".

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

EL PROPOSITO DE DIOS ...

EL PACTO DE DIOS

todo Israel será salvo; como está escrito: vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad; y este es mi pacto con ellos, cuando quitare sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros: mas cuanto a la elección, son muy amados por causa de los padres. Porque sin arrepentimiento son las mercedes y la vocación de Dios".

b) El llamamiento de Israel, y el pacto de Dios con ellos. El apóstol reconoce y ensalza la importancia del lugar de Israel en el propósito y pactos de Dios. "Que son israelitas, de los cuales es la adopción, y la gloria, y el pacto, y la data de la ley, y el culto, y las promesas; cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos". Separados de las naciones, para que fuesen guardados como pueblo puro y peculiar, Dios los hizo depositarios de sus oráculos, testigos de su verdad, y representantes de su nombre en la tierra; los recibió en solemne pacto consigo mismo, los hizo enseñadores del mundo, y ante todo, los guardó como linea hereditaria por la cual al fin vino al mundo su propio Hijo. El les ha dado promesas que se extienden por mil generaciones, y que sólo han principiado a cumplirse. Indudablemente es verdad que hay un Israel espiritual, que no todos los israelitas son de Israel, y que en cierto sentido, las promesas a Israel tienen algún cumplimiento en la Iglesia del Nuevo Testamento; sin embargo, la promesa es fiel en cuanto a Israel literal, y si bien es cierto que Japhet tiene derecho a compartir la tienda con Sem, él no tiene derecho a robar la tienda y echar afuera a Sem, quitándole sus promesas y heredad. El apóstol reconoce en forma muy distinta la permanencia del pacto de Dios con Israel como pueblo escogido de Dios, por medio de la antigua elección divina y su plan inmutable, y así agrega: "Y luego

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SU FRACASO

e) El fracaso de Israel en el cumplimiento del propósito de Dios en cuanto a ellos, y su momentáneo rechazamiento por ello. Ellos fueron incrédulos y desobedientes, y el resultado fue que fueron quebrados de su propia oliva, y Dios tuvo que decirles: "todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor". A través de cada siglo de su historia nacional, Israel ha fracasado, a pesar de toda la bondad y gracia de Dios. La época patriarcal terminó en el pecado de los hijos de Israel y su descenso a Egipto. La liberación de Egipto fue seguida por el vagar en el desierto, y la conquista de Canaán terminó en cuatrocientos años de decadencia. Los reinados de David y Salomón terminaron en la triste apostasía de Salomón y la división del reino. Las diez tribus fueron al cautiverio y aparente extinción. El reino de Judá fue llevado a Babilonia, aún cuando El había restaurado a su pueblo cautivo, y les envió su propio Hijo como su Profeta, Sacerdote y Rey. "El vino a los suyos, y los suyos no le recibieron". El fue rechazado y crucificado, sus apóstoles y discípulos fueron perseguidos, y Dios tuvo que

EL PROPOSITO DE DIOS ...

LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

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entregar a Israel a siglos de tinieblas y tristeza indecibles y sin paralelo.·

"Y será, que en el lugar donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío: Allí serán llamados hijos del Dios viviente".

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No sólo ha permitido Dios que los gentiles los hollasen, sino El mismo los ha visitado con el más terrible de sus juicios - el espíritu de sueño y de ceguedad judicial, y el velo aún esconde de sus ojos al Salvador, de modo que las tremendas palabras de sus propias Escrituras proféticas han sido cumplidas en ellos. "Como está escrito: Dióles Dios espíritu de remordimiento, ojos con que no vean, y oídos con que no oigan" hasta el día de hoy. "Y David dice: Séales vuelta su mesa en lazo, y en red, y en tropezadero, y en paga; sus ojos sean obscurecidos para que no vean, y agóbiales siempre el espinazo". Dios les previno que todo esto les sucedería si eilos le desobedecían y si quebraban su pacto. En el capítulo veintiseis de Levítico les dijo que si le eran infieles, El traería sobre ellos siete períodos (o épocas) de aflicción y juicio, y por dos mil quinientos años <'Stas siete épocas han sido lenta y terriblemente cumVlid as, hasta que al fin el tiempo casi se ha cumplido, los tiempos de los gentiles casi han terminado, y los tiempos de Israel una vez más se asoman. LOS GENTILES

d) El llamamiento de los gentiles para que tomen ol Jugar de Israel. ''Como también en Oseas dice: Llamaré al que no E'Ta mi pueblo, pueblo mío; y a la no amada, amada.

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"Mas digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con gente que no es mía; con gente insensata os provocaré a ira. E Isaías determinadamente dice: Fui hallado de los que no me buscaban; manifestéme a los que no preguntaban por mí".

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"Digo pues: ¿Han tropezado para que cayesen? En ninguna manera; mas por el tropiezo de ellos vino la salud a los gentiles, para que fuesen provocados a celos. Y si la falta de ellos es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más el henchimiento de ellos?" "Que si algunas de las ramas fueron quebradas, y tú, siendo acebuche, has sido ingerido en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la grosura de la oliva; no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti". "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arr<'gantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles". Nosotros los gentiles hemos estado en peligro de la vanagloria, imaginando que el evangelio fue dado especialmente para nosotros. No debemos olvidar

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LA EPISTOLA A LOS ROMANOS

EL PROPOSITO DE DIOS ...

que nuestro lugar es meramente un paréntesis, y que hemos entrado por la falta de Israel, y que sólo hemos sido ~eridos en un árbol que existía antes que nosotros naciésemos. Fuimos desechados y peregrinos, y hemos sido convidados a participar del abrigo de la tienda de Israel, pero debemos tener cuidado en no despreciar a los antiguos dueños, ni tampoco de excluirlos de sus propias prerrogativas.

le dice la divina respuesta? He dejado para mí siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal".

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Israel ha tenido su tiempo de probación, y nosotros tenemos el nuestro. Y casi ha terminado. Aprovechémoslo bien, aprendiendo por su ejemplo, y tengamos cuidado en no repetir su pecado y así participar en sus juicios. La falta de Israel constituye la riqueza del mundo; su extrañamiento significa la reconciliación del mundo, pero "no nos ensoberbezcamos, antes temamos. Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, a nosotros tampoco nos perdone". EL RESTO DE ISRAEL

e) Mientras tanto, aun durante el extrañamiento de Israel como nación, hay un resto de Israel que se salva a través de los siglos. "También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena de la mar, las reliquias serán salvas". "No ha desechado Dios a su pueblo, al cual antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Ellas la Escritura? Como hablando con Dios contra Israel dice: Señor, a tus profetas han muerto, y tus altares han destruido; y yo he quedado solo, y procuran matarme. Mas ¿qué

Probablemente no ha habido nunca un periodo en la historia de Israel en que no haya habido alguien que represente a la verdadera semilla espiritual de Abraham. Y hoy día hay entre los hebreos un número creciente que vuelven a Cristo. Tales como Delitzch, Edershem, Saphir y Rabbinowitch representan al fruto que Dios está recogiendo de la higuera de Israel aun en esta presente generación. El extraordinario movimiento de los últimos cinco años, en que medio millón de ejemplares del Nuevo Testamento en hebreo han sido puestos en circulación entre los judíos, es una notable señal de los tiempos, y muestra que el corazón de Israel principia a volver a su verdadero Mesías. Se dice que hoy día hay más de cincuenta mil judíos convertidos en el mundo. Al menos sabemos que como había siete mil hombres fieles en Israel aun en el tiempo de Achab y Jezabel, así tiene Dios hoy día su resto, a pesar del orgullo y descreimiento de esta incrédula nación. Démosle gracias a Dios por el creciente número de cristianos hebreos, y trabajemos y oremos por el recogimiento de los primeros frutos de este pueblo juntamente con los de los gentiles. LA RESTAURACION DE ISRAEL

f) Israel será restaurada a su tierra como nación independiente, y aceptará a Cristo como su Mesías, volverá de la incredulidad a Dios, y cuando así vuelvan a Dios y acepten al Salvador, su restauración traerá gran bendición al mundo.

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"Digo pues ¿han tropezado para que cayesen? En mnguna manera; mas por el tropiezo de ellos vino la salud a los gt!llftiles, para que fuesen provocados a celos. Y si la falta de ellos es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos es la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más el henchimiento de ellos?" "Porque si el extrañamiento de ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será el recibimiento de ellos, sino vida de los muertos?" "Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán ingeridos; que poderoso es Dios para volverlos a ingerir. Porque si tú eres cortado del natural acebuche, y contra natura fuiste ingerido en la buena oliva, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán ingeridos en su oliva?" "Y luego todo Israel será salvo; como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad; y este es mi pacto con ellos, cuando quitare sus pecados. Así que, cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros: mas cuanto a la elección, son muy amados por causa de los padres. "Porque sin arrepentimiento son las mercedes y la vocación de Dios. Porque como también vosotros en algún tiempo no creísteis a Dios, mas ahora habéis alcanzado misericordia por la incredulidad de ellos; así también éstos ahora no han creído, para que, por la misericordia para con vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios encerró a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos". Hay un extenso y glorioso campo de profecía y promesa en estos pasajes. Ellos nos aseguran que el

EL PROPOSITO DE DIOS ...

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pacto de Dios con su antiguo pueblo será literalmente cumplido, y que esto incluirá no sólo su restauración nacional, sino también su salvación por su conversión a Cristo. Y todo esto se cumplirá por la venida del Señor Jesucristo. "Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad". Es muy probable que Israel vuelva en estado de incredulidad a su tierra. Y hoy día vemos el cumplimiento de esto de una manera acrecentada, pues hay nn movimiento muy decidido entre el pueblo hebreo hacia Palestina. El movimiento del Sionismo ha sido bien organizado en las comunidades hebreas en varias partes del mundo, y el objetivo principal de este movimiento es la colonización de Palestina por los judíos. Después que la nación haya sido restablecida en Palestina, el Señor Jesús, al venir por sus santos, se mostrará a Israel, tal como lo hi::o a Saulo en el camino a Damasco, e Israel será convertido por la visión de su Señor. "Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre unigénito ... y en aquel tiempo habrá manantial abierto para la casa de David y para los moradores de Jerusalén, para el pecado y la inmundicia". Entonces seguirá un tiempo de gran tribulación, y al final, Cristo volverá con sus santos en gloria, y establecerá su reino milenial en la tierra, y entonces Israel llegará a ser la reina de las naciones y su pueblo los evangelizadores del mundo. LA BENDICION DEL MUNDO

g) La restauración de Israel será al resto del mundo gentil como vida sacada de la muerte. En He-

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chos 15 ~póstol nos da la perspectiva en forma muy clara. Primero, el Señor visita a los gentiles para tomar de ellos un pueblo para su nombre. Esta es la obra que hoy día se desarrolla por medio del gran movimiento misionero entre las naciones gentiles, y su objeto es juntar una compañía de primeros frutos de entre el pueblo de cada tribu y lengua como esposa para el Cordero, para encontrarlo en su venida. Y luego dice el Señor: "Después de esto volveré y restauraré la habitación de David, que estaba caída". Esta es la restauración de Israel y la venida del Señor. Y, finalmente, "para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es llamado mi nombre, dice el Señor, que hace todas estas cosas". Esto es para conseguir la salvación de la raza y de todos los gentiles.

CAPITULO XIT

Consagración y servicio "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto". Romanos 12:1.

A hemos sido llevados, en esta maravillosa epístola, a través de la revelación del pecado, salvación, santificación y la providencia y propósito de Dios tocante a su pueblo y al mundo, hasta la venida de nue~tro Señor. El ahora procede a la parte práctica de esta carta, y basándose en todas estas bendiciones recibidas, todas estas bondades y misericordias manifestadas, nos llama a que nos consagremos a Dios para el servicio que debiera ser el lógico resultado de todas estas bendiciones.

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Tal es el lugar de Israel en el propósito de Dios, y tal es nuestra alta vocación en los últimos días de los tiempos de los gentiles. ¡Que Dios nos ayude a ser verdaderos hombres de Issachar, "entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer", que trabajemos en cooperación con nuestro gran jefe en recoger pronto los primeros frutos de entre los gentiles, y la preparación de Israel para la venida del Señor!

EL ORDEN DE DIOS

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Es muy importante que notemos el lugar de la consagración, con referencia a la santificación. Un conocimiento incompleto en la teología o en la terminología no impedirá la bendición de Dios. La gracia de Dios es tan plena y gratuita que El la concederá, cualquiera que sea la condición en que llegue la pobre alma pecaminosa en el nombre de Jesús; sin embargo, hay una clara y definida revelación del orden de bendición espiritual que conviene conozca~

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rnos y sil!lmos, y el apóstol lo presenta claramente en esta epístola. Según este orden, la salvación aparece en los capítulos tres, cuatro y cinco; la santifi· cación en el seis, siete y ocho, y ahora en el capítulo doce sigue la consagración, en su apropiado lugar, como una ofrenda completa de nuestra vida salvada y santificada, para que sea usada en el servicio y la gloria de Dios.

Dios. Tiene que ser colocado a los pies de Jesús para limpiarniento, y, corno se hacía anteriormente, podemos colocar nuestras manos sobre el cordero de su sacrificio, traspasar nuestros pecados a El, y su justicia y su espíritu entran a nosotros, y así somos santificados por su vida y presencia.

LAS OFRENDAS HEBREAS

Estos dos pasos serán comprendidos si recordamos las dos grandes ofrendas del tabernáculo hebreo. La primera era la ofrenda por el pecado, y era típica no sólo de la consagración para el servicio, sino también de la rendición para la santificación y limpiamiento. Era la prefiguración típica del capítulo siete de Romanos. El hombre pecaminoso, conocedor del mal que hay en su interior, e impotente para desalojarlo, llega delante del altar de su Dios trayendo como substituto a un intachable cordero. El coloca su mano sobre la cabeza del cordero y confiesa su pecado traspasándolo así al cordero, que llega a ser una masa de pecado e inmundicia. Este cordero no es santificado, pues sería sacrilegio consagrarlo, y profanaría el altar. Hay una sola cosa que hacer con El, y es llevarlo afuera del campamento, abrirlo y colocarlo con toda su repugnancia sobre el fuego consumidor que allí siempre arde, como tipo del odio de Dios contra el pecado. Esto nos enseña que el corazón pecaminoso no puede ser ofrecido en consagración a

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Pero hubo otra ofrenda, completamente distinta. Era la ofrenda de holocausto. Después que el pecador había sido limpiado por la ofrenda por el pecado, entonces traía su ofrenda de holocausto, también cordero. Colocando su mano encima del animal, identificándose así con él, el cordero era aceptado y cortado en mil pedazos, indicando así que cada parte era preciosa, y luego era quemado en el santo fuego del altar, como olor suave al Señor. Este es el tipo de la consagración enseñado por el hermoso cuadro de Romanos. Santificados ahora, por la muerte y la vida de Cristo, traemos nuestra ofrenda y la colocamos ante el altar de Dios, y luego es aceptada con aprobación y gozo como "sacrificio vivo, santo, agradable a Dios". Esta es la consagración en su verdadero sentido espiritual, y este es el hermoso cuadro presentado en el capítulo doce de Romanos. Notemos en el verso citado, que la ofrenda es presentada como algo "santo, agradable a Dios". No se presenta a Dios para que sea hecha santa, sino ES santa y agradable. SERVICIO

El gran objetivo de la santificación y de la consagración es el servicio. Dios quiere usarnos, pero no puede hacerlo hasta que nos tenga purificados por

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la presenci« de su Espíritu en nuestro ser. Parece que la idea popular de la santidad es que nos prepara para el cielo. Vemos que Zacarías tenía luz suficiente para comprender que el gran propósito de la gracia divina es "que sin temor, librados de nuestros enemigos, le serviríamos en santidad y en justicia delante de El, todos los días nuestros".

El es nuestro amigo. Por tanto, toda esta revelación de la gracia de Dios ha sido dada primeramente, y es en vista de ella que ahora, atraídos por la misericordia de Dios, nos allegamos y permitimos que El, con cuerdas de amor, nos amarre cual sacrificio a los cuernos del altar. Es su infinita bondad lo que hace que nos acepte en cualquier forma. Es para nosotros un indecible privilegio el que podamos venir a El, y volamos a sus brazos como el niño que va a su madre, como la esposa a su marido, como el acero al imán que lo atrae. La palabra original para "ruego", usada aquí, significa literalmente "paracleto". Es como si se dijera, "yo os paracleto", y Paracleto es el nombre del Espíritu Santo. Significa, pues, que el Espíritu Santo nos exhorta a que nos rindamos a Dios. Pero El no nos presionará más allá de nuestra voluntad, ni tampoco aceptará el sacrificio si es dado recelosa o tímidamente. Presentémonos, pues, a El, con sinceridad y gozo.

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Miremos primeramente algunas de las características, y después algunas de las consecuencias de la verdadera consagración mostradas en este cuadro. l.

SUS CARACTERISTICAS

a) Es voluntaria. "Os ruego. . . que presentéis vuestros cuerpos". Dios no nos obliga a consagrarnos, pero tenemos que hacerlo de nuestra libre voluntad. La primera condición de la antigua ofrenda de holocausto era "de su voluntad lo ofrecerá" (Lev. 1:3). Ya pertenecemos al Señor, por derecho de compra, creación y nueva creación, pero ahora tenemos que reconocerle este derecho, y con nuestro libre consentimiento entregarnos a El, para vivir en lo sucesivo como esclavos de amor y de propiedad de Dios. b) Es gustoso. "Os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos". No nos entregamos por el temor al castigo, sino por el recuerdo de sus misericordias, y por la gozosa respuesta de un corazón que vive y confía en EL No podemos consagrarnos completamente a Dios hasta que le conozcamos, le amemos y confiemos en EL No es posible ponernos en las manos de un temible enemigo, ni entregarnos a una fuerza incierta. Tenemos que saber que

e) Es una consagración definitiva. "Presentéis vuestros cuerpos". No es un mero sentimiento emocional o éxtasis espiritual, sino un verdadero y práctico contrato para servicio, tal como el obrero da su tiempo y labor a su empleador, para pertenecer a él durante las horas que le correspondan. Significa que damos nuestros ojos a El a fin de mirar para El: nuestros oídos para oír lo que a El agrada; nuestras manos para ser empleadas por El; nuestros pies para andar para El; nuestros sentidos físicos para ser poseídos y controlados por El; estando en todas las cosas sujetos a su voluntad.

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d) No es solamente una consagración física, sino también espiritual. "Es vuestro racional. .. " No le traemos un cuerpo muerto, como en el antiguo sacrificio judío, sino nuestro cuerpo vivo, la vida que hemos de vivir. No sólo hemos de darle nuestros miembros externos, sino también nuestros poderes interiores, facultades y capacidades, todo nuestro ser rendido a EL Nuestro cerebro es suyo para pensar para El. Nuestra lectura ha de ser para El. Nuestros mismos gustos intelectuales y estéticos son suyos, y han de ser usados para su gloria y no para nuestra propia gratificación. El otro día me fijé en un ejemplar de una gran revista religiosa, en cuya primera página aparecía un artículo intitulado: "¿Cuál es la mejor lectura?" En toda la página se discutía lo de las revistas mensuales, y la cuestión de su decadencia o mejoría. Y esta era lectura para los hijos de Dios, y su mejor lectura. No es de admirarse que muchos pobres cristianos se enfermen de indigestión espiritual. Nuestros afectos, nuestra amistad y nuestros anhelos han de ser suyos, usados por El y controlados por su perfecta voluntad. Todo nuestro ser interior ha de ser una constante emanación del incienso de oración y alabanza, confianza y amor, como olor suave a Dios. e) Esta ofrenda es "santa, agradable a Dios". Ha sido hecha santa por la gracia de Cristo, revelada en los capítulos anteriores, y el hecho de ser ofrecida a Dios la hace doblemente santa, y el altar santifica a la ofrenda. Es aceptada. Dios se agrada en aceptar el don, y podemos saber que en el momento en que el don es presentado con corazón sincero y amante,

el sello del cielo cae sobre él, el fuego consume el sacrificio, y Dios dice nuevamente: "Mi hijo amado, en el cual tengo contentamiento". 2.

LOS EFECTOS DE LA CONSAGRACION

a) Nos separa. "No os conforméis a este siglo, mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento". Esta separación es doble. Es negativa y positiva a la vez. Nos separa del mundo sacándonos de él. "No os conforméis". Pero nos separa del mundo de una manera mejor que por sacar el mundo de nosotros. "Reformaos por la renovación de vuestro entendimiento", esta es la verdadera separación. Fue así la separación de Cristo del mundo. El no tenía afinidad con el mundo. Como el ave marina se precipita al agua, y sin embargo, se levanta sin que una gota de agua se adhiera a sus alas; como el oro puro que puede atravesar sin daño el fuego, así el Señor Jesús pasó por todas las escenas y asociaciones del pecado sin un solo eco en su santo corazón.

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El método del hombre es encerrarse en un convento y así mantenerse afuera del mundo. Pero el método divino es poner a Cristo en el corazón, y así mantener al mundo afuera de nosotros. El metodo del hombre es renunciar al baile y al teatro. El método de Dios es quitar de nosotros al teatro y baile. Los deseos de la señorita consagrada gravitan hacia el cielo, y los placeres del baile no tienen encanto para tal corazón. Este método es tanto más fácil que el otro, que llega a ser como una segunda naturaleza vara nosotros.

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b) El próximo resultado de la consagración es traernos a la voluntad de Dios. "Que experimentéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". El espíritu consagrado está enteramente unido a la voluntad divina. La escoge, se deleita en ella y desea encontrarla en toda su plenitud.

mas vive Cristo en mí". Su espíritu es el de profunda humildad y olvido de sí mismo.

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Se dan aquí tres pasos en la descripción de la voluntad divina: el positivo, el comparativo y el superlativo. Hay algunos que sólo piensan en alcanzar la buena voluntad de Dios. Hay otros que siguen hacia adelante, en agradable voluntad de Dios, a una vida que agrada a Dios y que tiene constantemente el testimonio de ser aceptado por El. Pero hay la perfecta voluntad de Dios, a la que podemos entrar, y allí comprenderemos en todo su alcance su propósito al llamarnos y salvarnos. e) La verdadera consagración nos lleva a la renuncia del propio yo. "Digo pues por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme a la me· dida de fe que Dios repartió a cada uno". La más alta vida espiritual es siempre la más baja y humilde. No ministra el egoísmo espiritual, sino lo destruye. No nos impulsa a reconocer nuestra propia santificación, fe o poderes espirituales, sino más bien nos muestra nuestra impotencia, vaciedad y completa dependencia de Cristo. Su lenguaje, como el de Pablo, es: "No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos", "soy menos que el más pequeño de todos los santos"; "no ya yo,

d) La verdadera consagración reconoce y recibe la fuerza y la suficiencia de Cristo, y consigue de El salud y vida con santo arrojo. "Conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". El poder de la vida consagrada consiste en la gracia del Espíritu residente de Cristo. INDIVIDUALIDAD

e) La verdadera consagración conduce a la verdadera individualidad. "Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, empero todos los miembros no tienen la misma operación; así muchos somos un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada ... úsese conforme". El propósito del Espíritu de Dios no es hacer todos los cristianos del mismo modelo, sino que cada uno sea conforme a su propia individualidad. Dios desea que seamos nosotros mismos, y no una copia de otro. Si el cuerpo espiritual estuviera compuesto de sólo una o dos características, sería una monstruosidad. Si hemos sido llamados a ser rosas fragantes, no nos enojemos porque no somos naranjos. Seamos nosotros mismos, con Cristo brillando en y por nosotros, viviendo en nosotros, y así cumpliremos nuestra alta vocación. El pulimento más agradable en la madera de un edificio es al natural, con su sencilla fibra o grano trasluciendo del barniz. Una tabla corriente de

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pino, cuando es genuíno y natural, es mucho más botJita que los más trabajados retoques de pintura. Y Dios desea que cada uno de nosotros sea fiel a la fibra o grano natural, y entonces barnizados con viveza del Espíritu Santo.

que reparte, hágalo en simplicidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría".

SERVICIO

f) El verdadero espíritu consagrado se ajusta a otros, y fácilmente entra a su lugar en el cuerpo de ..._ Cristo. "Somos todos miembros los unos de los otros". Cuanto más completamente recibimos al Espíritu Santo, tanto más perfecta será nuestra comunión con el pueblo de Dios y nuestro ajuste con todos los otros cristianos. La persona que sólo tiene una medida limitada de la gracia, tal vez sea áspero, intratable, resuelto y duro. Pero el que está realmente lleno de Dios, fácilmente ve el bien en otros, y trabajará en armonía y comunión aun con personas de gran variedad de temperamento y gustos. El secreto de la verdadera comunión y cooperación es ver a Dios en el otro, y adherirse no a lo humano, sino a lo divino. De esta manera, mientras cada uno se adapta al lugar de Dios para él, al mismo tiempo formaremos en conjunto un total perfecto y bien ligado entre sí por todas las mezclas de su alimento, todo el cuerpo crecerá hasta llegar a la plena estatura de Cristo. g) La verdadera consagración guiará a un definido ministerio en el cuerpo de Cristo. "De manera que. teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la rnedida de la fe; o si ministerio, en servir; o el que ensefla. en doctrina; el que exhorta, en exhortar; el

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Cada uno de estos ministerios es de igual importancia en su lugar. Uno es llamado a ser enseñador público, otro a ser un ganador de almas, otro a ser director de algún departamento de obra cristiana, otro a ser un próspero hombre de negocios y generoso dador a la obra, y con sus bienes suplir los recursos necesarios para el avance de la obra de Cristo, etc. Cada uno sea fiel a su llamamiento, y que cada uno tenga un llamamiento y obra definida para Dios. En la Viña del Señor no hay lugar para zánganos. Ni un solo miembro del cuerpo puede ser disculpado de algún ministerio especial, y sin embargo, el ministerio de uno no puede ser considerado como más importante que el del otro. Como cada uno ha sido llamado y preparado, que sea fiel a su llamamiento y tenga su confianza en el poder del Espíritu Santo. Uno, dos, tres, o ni aún diez, debieran monopolizar la obra de cualquier iglesia, sino todos los miembros juntos, en santa y armoniosa comunión deben cooperar en consagrado servicio. Esta es una iglesia modelo. Así fue la Iglesia Apostólica, y esta es la verdadera consagración. VIDA SOCIAL

h) La verdadera consagración se manifiesta especialmente en los deberes sociales y prácticos de la vida. "El amor sea sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos a lo bueno; amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros; en el cuidado no perezosos;



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ardientes en espíritu; sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza: sufridos en la tribulación; constantes en la oración; comunicando a las necesidades de los santos; siguiendo la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen: bendecid, y no maldigáis. Goza os con los que se gozan: llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros: no altivos, más acomodándoos a los humildes. No seáis sabios en vuestra opinión".

pesará nuestro carácter y mantendrá en equilibrio nuestra ala, haciéndonos "sufridos en la tribulación", y nos sujetará en santa confianza y tranquilidad por el recuerdo y conodmiento de la presencia sombreadora de Dios. Nos hará sensibles a los goces y tristezas de otros, prestos y sencillos en participar de su felicidad como también para sentir sus dolores, como "nos gozamos con los que se gozan: y lloramos con los que lloran". Nos hará tiernamente considerados de los pobres y desamparados, y nos guiará a "comunicar a las necesidades de los santos", y a compartir nuestra hospitalidad con los de la familia de la fe. Nos dará una hermosa modestia en nuestro carácter, y no seremos "sabios en nuestra opinión", sino considerados y condescendientes aun con los de menor rango y clase social. La condescendencia mencionada aquí no se refiere a los hombres, sino a las cosas, porque para la alta y consagrada naturaleza no hay nada bajo. Aun el trabajo más servil es honorable si es hecho por una mano honorable y noble.

~En estas palabras, el apóstol enfoca el espíritu de consagración sobre toda la extensión de nuestra vida social y religiosa, y presenta un hermoso cuadro del hombre consagrado en el hogar, en el círculo social, en la oficina comerciaL en la hora de tristeza, y aun en la hora de gozo. Nos hará afectuosos, sinceros y tiernos en todas las relaciones de la vida. No seremos duros y fríos, sino "amándoos los unos a los otros con caridad fraternal". Seremos atentos y considerados, "previniéndoos con honra los unos a los otros". Nos hará sinceros en nuestras expresiones de afecto, y nos santificará de todas las vanas frases y palabras vacías con que el mundo engaña a sus adeptos. "El amor sea sin fingimiento". Nos hará francos en nuestras expresiones de des<1probación de lo que es malo, e intensos en nuestra devoción a lo que es bueno. Nos hará enérgicos y emprendedores en nuestro negocio, y sin embargo, nos hará devotos en todo el vaivén del mundo, y constantes en nuestra devoción al servicio de Dios para su gloria.

Nos hará lucientes y hermosos cristianos, "gozosos en la esperanza", pero al mismo tiempo contra-

Ante todo, el espíritu consagrado nos hará rectos y honestos en nuestras relaciones con nuestros congéneres humanos. "Procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si se puede hacer cuanto está en vosotros, tened paz con todos los hombres". Nos guardará de riñas, pendencias, controversias y dificultades, y nos hará cuidadosos para evitar deudas, injusticias y deshonrosas transacciones de cualquier clase, de manera que podremos mirar el rostro de cualquier ser humano sin sentir vergüenza, ser irreprens1bles y sencillos, "hijos de Dios sin culpa en medio

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de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como lurrünares en el mundo".

de la vida de fe. No es tanto por resistir directamente al mal que lo vencemos, sino más bien por recibir la vida y poder de Cristo, y permitiendo que El nos purifique por el poder expulsivo de un principio más alto y una vida más divina. Es la entrada de la luz que hace desaparecer las tinieblas. Es la presencia del álcali que destruye el ácido. El espíritu residente de Cristo excluye el pecado y el mundo. Cuando entraba la presencia de Dios en el antiguo tabernáculo, no había lugar para Moisés, y cuando el Espíritu Santo entra al alma, El desaloja el poder de maldad. Un jardinero había tratado de enderezar un sauce que persistía en crecer torcido y desequilibrado. Todo su trabajo de poda no podía conseguir que crecieran los ganchos al otro lado del árbol. Estaba por entregarse a la desesperación, cuando se le ocurrió investigar las raíces. Abrió la tierra con su pala, y halló una corriente de agua al lado donde crecían los ganchos, lo que explicó el fenómeno que había observado. El árbol crecía sólo del lado donde estaba la corriente. Abrió un pequeño canal por el otro lado del árbol y el próximo año se enderezó, los ganchos crecieron por todos los lados y llegó a ser un árbol simétrico y hermoso. El no podía forzar la simetría, pero lo hizo fácilmente por la atracción de una nueva y espontánea vida. Y este es el remedio divino para el mal: "Vence con el bien el mal". Dios es bueno; llenemos el corazón con El y con su vida y amor, y seremos levantados más allá de la región del mal, y como los árboles y plantas de justicia que llenan el jardín del Señor, la mala hierba desaparecerá, y la "hermosura del Señor será sobre nosotros".

DULZURA

i) La verdadera firmeza del corazón consagrado se muestra en la hora de prueba, y bajo la presión de desafecto y malignidad. "Bendecid a los que os persiguen: bendecid, y no maldigáis. No paguéis a nadiewnal por mal. No os venguéis vosotros mismos, amados míos; antes dad lugar a la ira; porque escrito está: Mía es la venganza: yo pagaré, dice el Señor". El alma verdaderamente consagrada encomendará su caso al Señor, y El vengará el mal. "Yo pagaré", dice el Señor. Y si somos realmente consagrados desearemos su misericordia y bendición para los que nos han perjudicado. Nuestra ocupación es "bendecid, y no maldigáis", y echar sobre las cabezas de nuestros enemigos las ascuas de fuego de nuestro amor y bendición. Muchas vidas que han triunfado frente a la prosperidad y la alabanza, han sucumbido bajo la equivocación, tergiversación y la cruel injuria. Sólo el Espíritu de Aquel, a quien cuando "le maldecían, no retornaba maldición", cuando fue traspasado, abofeteado y crucificado, sólo dio oraciones y bendiciones en recompensa. . . sólo su gracia puede fortalecernos para salir triunfantes de los lugares duros y difíciles que tarde o temprano llegan a cada vida realmente entregada a Dios. Esta es la más alta gloria de paciencia y amor.

j) El gran principio de una vida de victoria y consagración es "no seas vencido de lo malo; mas vence -con el bien el mal". Esto nos da el verdadero secreto

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Cristo no es de este mundo, ni está en antagonismo con ninguna autoridad humana. CAPITULO

XIII DEBERES CIVILES

La consagración en relación a nuestros

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deberes civiles y sociales (Romanos 13)

L Nuevo Testamento siempre toma en cuenta las condiciones existentes de la sociedad humana, y entre ellas está el hecho y el derecho del gobierno civil. Cristo nunca alentó a sus seguidores a tomar alguna actitud de antagonismo a las instituciones políticas de su tiempo; al contrario, les instruyó a que se sometiesen a cada ordenanza de hombre por amor al Señor, sea esto al rey, como supremo, o a los nombrados por él para la administración de gobierno. Si alguna vez hubo un tiempo cuando el evangelio tuvo abundante razón para protestar contra los gobiernos del día, esto fue en el tiempo de Pablo, cuando el cruel Nerón ocupó el trono y los otros dirigentes del gobierno usaron su poder para oprimir a los seguidores de Jesús. Pero a pesar de todo esto, tenemos la enseñanza más positiva en este pasaje que "las potestades superiores" han de ser reconocidas como ordenadas de Dios para la aministración de justicia, y que cada verdadero cristiano debe ser patriota y fiel ciudadano y cumplir con su deber en cada fase de la vida, recomendando así el evangelio de Cristo aún a los gobiernos del mundo y dejándoles ver que el reino de

Por esto, él dice: "Pagad a todos los que debéis: al que tributo, tributo; al que pecho, pecho; al que temor, temor, al que honra, honra". Hasta el mismo recaudador de contribuciones debe ser reconocido como ministro de Dios y debemos pagar nuestros tributos o contribuciones sin quejarnos, "no como a los hombres, sino como a Dios". Cuán hermoso es el incidente de la vida de Cristo, en Capernaum. Los oficiales exigieron la acostumbrada contribución de Pedro, por cuenta del Señor y de sus discípulos. Para Pedro fue muy sensible esto, especialmente porque no tenía el dinero para pagarla, pero Jesús, con tierna consideración, se anticipó a la perplejidad de Pedro, y le envió al mar para sacar de allí un pez con el dinero en la boca, y cuando lo encontró, le dijo: "tomadlo, y pagad por mí y por ti". De esta manera reconoció el Señor Jesús su propia obligación para con los gobiernos terrenales y su deber de pagar el tributo. Al hacer nosotros el pago de estas mismas obligaciones, es de· leitoso reconocer que lo estamos haciendo tanto para El como para nosotros mismos. El aceptará el don y proveerá los medios para su cumplimiento. Por tanto, debemos confrontar animosa y honestamente cada exigencia del deber cívico dando tributo y honra a quien merezca. La palabra tributo puede cubrir cada exigencia de contribuciones, y pecho a los impuestos sobre los

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varios artículos de uso. Por lo tanto, toda tentativa de defraudar a las autoridades por la introducción, venta o compra de contrabando, sea en grande o pequeña escala, es prohibida por este pasaje y es indigna del discípulo de Cristo.

nuestros deberes mutuos, como de hombre a hombre. La verdadera consagración no sólo alcanza arriba, hasta Dios, sino también afuera, hasta toda la familia humana, y nos hace justos y sin tacha en nuestras relaciones con cada ser humano. Indudablemente el pasaje debe ser tomado en forma literal, como también en su sentido más comprensivo. Prohibe las deudas bajo toda circunstancia, donde pudiera afectar a otro en pérdida o herida. Este es un asunto muy práctico, y es uno que toca cada fase de la vida humana y social. Debemos comprender exactamente lo que significa. ¿Prohibe literal y absolutamente la contracción de deudas o de una cuenta comercial cuyo total o saldo queda impago por un período largo o corto? ¿Prohibe el préstamo de dinero, los pagarés, o los métodos ordinarios de las transacciones comerciales o de negocio? Si fuera así, llegaría a ser una prohibición casi imposible de aplicar según los actuales métodos de procedimiento comercial. Nosotros no creemos que este sea su significado, pero eso sí que prohibe la contracción de cualquiera deuda que no podamos pagar, y que no sabemos, al momento de contraerla, si la podremos pagar. Puede ser que yo sea dueño de una casa, y que deba la mitad de su valor al hombre de quien la compré, o al hombre que me prestó dinero sobre ella, y sin embargo, siento que estoy dentro de los límites de la Palabra de Dios, siempre que mi casa sea de valor suficiente para asegurar a mi acreedor de la no pérdida; pero si yo tomara prestado este dinero sin seguridad alguna y en tal manera de ponerlo en riesgo de perderlo, entonces estaría desobedeciendo esta pro-

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DEBERES SOCIALES

No sólo esto, pero la cortesía correspondiente a cada rango social es aquí exigida de los obedientes hijos de Dios. Temor, reverencia y honra han de ser dados conforme al rango ocupado por la persona. El rudo descuido de las amenidades de la vida social no demuestra verdadera independencia, como algunos piensan; no hay verdadera dignidad en rehusar el reconocimiento del puesto más alto que ocupe otra persona. Cristo nunca fue tan noble como cuando se ciñó la toalla y se inclinó a lavar los pies de sus discípulos; o como cuando estuvo delante de Poncio Pilato y reconoció aun a éste como su juez. Pablo no perdió nada de la influencia o poder de sus hermosas palabras delante de Félix y Festo, porque reconoció la dignidad y autoridad de ellos. La mayor maldición del mundo hoy día es la pérdida de la reverencia para los de mayor edad y para los que están en autoridad, y el espíritu de ruda insolencia, independencia y licencia está destruyendo a la juventud de nuestros tiempos y la prepara para los tiempos del Anticristo y de libertinaje de los últimos días de esta era. DEBERES SECULARES

"N o debáis a nadie nada, sino ama os unos a otros". Esta breve sentencia abarca todo el campo de

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hibición. A la luz de este versículo, yo no tengo derecho de ir a la tienda para comprar artículos a menos que sepa que tengo los medios o la seguridad para proteger al dueño de la tienda contra toda posibilidad dE: pérdida. Toda especulación temeraria y la contracción descuidada de deudas son prohibidas por este saNo y justo decreto de la ley del amor.

bres; pero en el momento de desobedecerla, llegamos a estar bajo su poder.

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La verdadera consagración debe producir, al menos, la más alta moralidad, porque el mismo Jesús dijo: "Os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos".

OBLIGACIONES MORALES

LA LEY DEL AMOR

En los versículos que siguen, el apóstol reconoce en forma clara nuestra obligación a la ley moral en el sexto, séptimo, octavo, noveno y décimo mandamiento, y si bien es cierto el cristiano debe estar por encima de esta ley, en el sentido de no necesitarla para evitar el pecado, por cuanto ha sido recibido en un plano más alto de vida, que lleva en sí todas estas cosas, sin embargo, nunca está en libertad de traspasar estos mandamientos. Puede colocarse sobre la ley, pero nunca tiene el derecho de quebrantarla. Que yo no sea homicida no es por temor a las leyes del país, sino porque mis principios morales y religiosos me levantan más allá de las leyes sobre el homicidio; sin embargo, esto no me deja en libertad de cometer el homicidio. De la misma manera, yo no me refreno del robo o de la calumnia porque los diez mandamientos los prohiben, sino porque la naturaleza divina en mí hace repulsivas estas cosas. Así soy levantado sobre la ley, sin embargo, si yo cometiera estos crímenes, vendría a estar bajo la ley como transgresor. Porque la ley no fue hecha para las personas justas, sino para los transgresores; mientras la obedecemos, somos li-

El gran principio de la justicia social y la consagración práctica es la ley del amor. "La caridad no hace mal al prójimo: así que, el cumplimiento de la ley es la caridad", y si hay otro mandamiento, está incluí do en esto: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Es siempre mejor tener un principio antes que un manual de reglas. El método de Dios es fijar las cosas en su centro, y dejar que las extremidades se cuiden solas. En vez de enviar a un hombre que recoja las hojas de los árboles del bosque, El envía la nueva savia que produzca el nuevo follaje, y la nueva vida desecha a la vieja. En vez de enviar a un ejército de hombres que despejen el hielo y la nieve, El envía sol de primavera, y en pocos días los ríos fluyen y ha pasado el invierno. Yo he visto aldeas en el invierno, a veces con los techos de sus casas cubiertos de nieve. Un método para despejar esa nieve sería enviar a los habitantes de la casa a sacarla con palas. Pero he observado la subida de las espirales de humo, cuando los aldeanos encendían sus fuegos, y antes que pasara una hora, el calor de dentro de la casa había derretido la nieve y corría por las chimeneas sin que la tocara

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mano humana. ¡Así obra Dios! Cuán hermosamente obra en el mundo natural y en los instintos afectivos humanos. El no ordena a esa madre que cuide y alimente a sus hijos, o que trabaje por su marido y familia temprano y tarde, sino que coloca en su corazón el toque de amor de esposa y madre, y de puro amor trabajará ella y soportará pacientemente, de la malWI'
bía mal en referirlas a mi esposo; pero Dios me ha mostrado que su Palabra es de constante aplicación, y que yo no tengo derecho a desobedecerla aun en el retiro de mi hogar y con mi amigo más íntimo y querido". Esto quitará la mitad de nuestras palabras de la historia de la vida; simplificará mil cuestiones de deber social; impulsará muchos actos de abnegación, y muchos pequeños servicios de amor que ni hemos recordado antes, y todo por vivir en esta gran ley. "El amor no hace mal al prójimo". "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", o esta ley aún más alta: "Amaos unos a otros como yo os he amado". El gran principio de amor es el verdadero intérprete de la ley. El séptimo mandamiento no se cumple por una mera abstinencia exterior de la inmoralidad, sino por el espíritu de tierna consideración por la pureza, bienestar y felicidad de las personas con quienes mantenemos relaciones. Por tanto, la cuestión del homicidio no es un mero asunto de amor a nuestro hermano. La cuestión del robo incluye cada acto que pudiera perjudicar la prosperidad de nuestro hermano. Por tanto, el mandamiento que prohibe dar falso testimonio contra nuestro prójimo es violado cada vez que hablamos una palabra que pudiera perjudicar a nuestro prójimo en su reputación e influencia. Por tanto, el décimo mandamiento, "no codiciarás", prohibe todo deseo egoísta que pudiera desear el mal de otro, o codiciar cualquier cosa que pudiera quitarle a alguno sus derechos. Al mismo tiempo la ley del amor coloca sus pro· pías limitaciones sobre sus propios actos como el más tierno y el más alto amor. No es amor meramente para cierto individuo con los complicados intereses del

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Y así, en el más alto mundo espiritual, Dios nos da de su propio amor, y nos dice que trabajemos, no conforme a reglas de esclavos, sino sólo dice: "el amor no hace mal al prójimo". En otras palabras: "Ahora manifiéstalo en una vida de santa libertad, y cuando yo venga otra vez, tu vida será medida conforme a la norma de amor''. Y así vemos que finalmente las vidas son pesadas en la balanza del amor humano. "Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis". Hallaremos que este principio es de amplia y constante aplicación. Por ejemplo, una prominente señora cristiana escribió entre otras cosas lo siguiente en una revista religiosa: "Dios me ha estado recordando con gran énfasis últimamente algunas de sus palabras, y entre otras éstas: "No habléis mal de nadie". Yo solía pensar que debíamos obedecer estas palabras en círculos sociales y públicos, pero que no ha-

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caso. Por esto, el sexto mandamiento no exige que promovamos la prosperidad del hermano por un acto que pudiera perjudicar a otros. El noveno mandamiento no prohibe que llevemos testimonio contra nuestro prójimo cuando sea necesario protejer a cierto individuo de la indigna influencia de otro; pero tenemos que estar ~guros que lo que decimos sea absolutamente la verdad, que la protección dada sea absolutamente necesaria, y que al darla no estemos infligiendo mayor perjuicio a la persona contra quien damos el testimonio, porque el amor siempre puede proteger los intereses de ambos, y obrar el bien de ambos, aun de los más indignos. EL MOTIVO SUPREMO

El gran incentivo a la consagración práctica es la proximidad de la venida del Señor. "Y esto, conociendo el tiempo, que es hora ya de levantarse del sueño; porque ahora nos está más cerca nuestra salud que cuando creímos. La noche ha pasado y ha llegado el día: echemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Andemos como de día, honestamente: no en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia: mas vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne en sus deseos". Este pasaje trae la más sublime de las esperanzas en contacto directo con el más práctico de los deberes. Permite traslucir la gloria misma del reino venidero en la propia cocina, fábrica, hogar y la vida diaria, cual proyector y como una divina inspiración. Lleva la visión de la transfiguración del monte al valle, y nos fortalece para vivir cada momento bajo los poderes del mundo venidero.

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Primero. Nos dice que la noche casi ha pasado, y que el día está cerca. Y si esto fue así en el tiempo de Pablo, ¿cuánto más verdadero lo es hoy día? Ya se ha levantado la Estrella matutina de la esperanza en muchos corazones, y se divisan los primeros rayos de luz del alba. Segundo. Dice "levantaos". El sueño es una condición en que las cosas reales parecen falsas, y las falsas como cosas reales. Al soñador, la tierra de ensueüos parece ser un mundo de personas y cosas verdaderas y sin embargo, las realidades de la vida de alrede· dor aún no han sido efectuadas. Las llamas pueden estallar en su cámara; el ladrón puede estar llevando sus tesoros, lo más preciado de su vida puede estar por perderse y, sin embargo, él queda indiferente y al mismo tiempo alguna dificultad imaginaria agita su mente llenándola de agonía e incertidumbre, o se llena su mente de un gozo imaginario. Y así, hay muchísimos que sueñan en sentido espiritual, y están continuamente preocupados de cosas imaginarias y son insensibles a las cosas que atañen a su alto bien espiritual. Despertemos del sueño; estemos alertas, estemos vivos en cuanto a las grandes necesidades que nos afectan. Tercero. Echemos el vestuario de noche y las indulgencias nocturnas; las sueltas ropas de placer, y las largas vestimentas del reposo. Los placeres de las horas de tinieblas no son para los hijos del día. Echemos, pues, las obras de tinieblas. Cuarto. Armémonos para el día. Antes de ponernos nuestra ropa, pongámonos nuestras armas, por-

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que estamos por salir a tierra de enemigos y en un mundo de peligros; pongámonos el yelmo de salud, la cota de fe y amor, el escudo de la fe, y est~mos armados y vigilantes a medida que los peligros de los últimos días nos rodean.

Si miramos a los diez mandamientos del Decálogo, hallaremos que casi cada uno de ellos es un "no harás". Y en el capítulo trece de la primera epístola a los Corintios con su hermoso cuadro de amor, hallaremos que la mayoría de las características del amor son en forma negativa, "no es injuriosa, no busca, no se irrita, no piensa, no es". Y hallaremos que la mayor parte de la vida de consagración consiste realmente en decir "No".

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Quinto. Vistámonos del Señor Jesucristo. Este es el vestuario del día. N. nuestras propias obras de justicia, sino la persona y la justicia del Señor J es ucristo, quien nos dio su misma vida y llega a ser nuestro suficiente Salvador y Señor. Sexto. Andemos como los hijos del día. "No en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia". Estas son las cosas de la noche, y ni siquiera debieran entrar en el pensamiento de los hijos del día. El espíritu de pendencia y envidia es tan manchador como el espíritu de licencia y lascivia; todos pertenecen a las tinieblas. Pero los hijos del día han de andar en justicia y vivir con cautela, sobriamente, píamente, anhelando esa esperanza bienaventurada y la gloriosa aparición del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo. Séptimo. Digamos "No" a la carne, al mundo, y al amor egoísta, y aprendamos esa santa abnegación, de la que tanto consiste la vida de obediencia. No hagamos provisión para la carne, ni demos reconocimiento a todo lo que sea terrenal y egoísta. ¡Cuánto de la vida de fe depende y consiste en simplemente negarnos a nosotros mismos! Principiemos con un gran "Si" a Dios, y concluyamos con un eterno "No" a nosotros tnismos, al mundo, a la carne y al diablo.

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El vestido de una mujer oriental es sujetado a la persona por un pequeño nudo. Metros y metros son colocados en forma elegante, y todo queda suspendido en una pequeña amarra. Y así también, nuestros vestidos espirituales son amarrados con un pequeño "No", y si éste se suelta, todo cae, dejándonos desnudos y avergonzados. En el último capítulo vimos el gran principio de vencer con el bien el mal. Y aquí, con igual énfasis, tenemos el principio correspondiente de guardar el bien por negar el mal. DIGAMOS NO

Aprendamos el poder divino que reside en esta pequeña arma: "No". Cuando Satanás nos tienta, aprendamos a decir: "No"; cuando el sutil "yo" trate de imponer sus deseos, digamos "No", y de esta manera nuestra vida llegará a ser un eterno "Si" a Dios, y un enfático "No" al yo y al pecado. Así andaremos como los hijos del día, y estaremos listos para el alba de la mañana eterna.

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CAPITULO XIV

La consagración en.relación a nuestro deber para con los Uébiles y errantes "Así que, los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en bien, a edificación. Porque Cristo no se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre mí. Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes según Cristo Jesús". Romanos 15:1-5.

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A gloria del cristianismo práctico es que mientras trata con los más altos y más sublimes principios de la verdad, también los relaciona con las cosas más comunes y prácticas de la vida humana, y mantiene un perfecto equilibrio entre las cosas más altas y las más bajas, entre la más alta devoción y el deber más humilde. Es aquí donde fracasan todas las religiones naturales del mundo. El budismo es puramente especulativo. El confucionismo es puramente moral. El cristianismo combina a ambos, y nos enseña que seamos al mismo tiempo "diligentes en el negocio, fervientes en el espíritu, sirviendo al Señor" en todo. Los capítulos anteriores de esta epístola son dedicados a la teoría de la santificación, pero en estos

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últimos capítulos la santificación es relacionada con casi cada fase de la vida. Ya ha sido presentada en relación a nuestros deberes sociales y cívicos, pero en estos capítulos se presenta una fase más delicada de la consagración práctica, y esto con sabiduría infinita y poder escudriñador, y muchas de las cuestiones más difíciles del deber son solucionadas por los grandes principios aquí enunciados. No hay clase de personas más difíciles de tratar, para el sincero cristiano, que aquellas que tantas veces encontramos y que son aquí descritas como "débiles". Es mucho más fácil tratar directamente con enemigos abiertos y con gentes del mundo, que con aquellos que realmente pertenecen a Cristo, pero que parecen ser inconsecuentes e indignos del nombre. Frecuentemente sucede que las almas más sinceras tienen que tener estrecho contacto con tales personas. A menudo son encontradas en la misma familia, en la misma obra cristiana, en la misma iglesia, en la misma vocación secular, y allí tienen que estar en constante relación con ellos, a pesar de tener distinto carácter. Estos son pequeños diamantes, o quizás pedacitos de polvo de los diamantes genuinos, pero que no sirven para otra cosa que para pulir a los diamantes más grandes. A menudo es difícil entender por qué el fuerte, valiente y fiel seguidor de Cristo tiene que ser impedido por tales contactos; pero al fin serán hallados como agentes purificadores de Dios, y resultarán en gran bendición. El apóstol ahora nos dice cómo tratar con ellos. COMUNION

a) Hemos de recibirlos. No debemos rechazarlos

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ni tratar de librarnos de ellos. Dios tiene un lugar para ellos en su Iglesia. No debemos tratar de juntar un grupo de cristianos escogidos, agradables y deseables en todo sentido; sino que hemos de aceptar de todas las condiciones que Dios ha mezclado en este mundo y recibirlo en su nombre, ~ontando como la mayor prueba de su confianza en nosotros que El los entregue a nuestro cuidado espiritual y comunión. La iglesia más provechosa en que podamos encontrarnos, y la mejor escuela en que nuestro carácter pueda ser formado, es justamente tal combinación de varios elementos y de prueba. La más alta prueba que hizo el Maestro del amor de Pedro no fue la alimentación de los corderos, sino la de los corderitos débiles, y nada menos que el más alto grado del amor de Dios puede prepararnos para tal tarea.

provo•.:ándolos así a la crítica y a la controversia. Hay cosas que si fueran dejadas solas nunca llegarían a ~)resentar serias dificultades, pero agitadas crecen en fmma exagerada, y el amor cristiano se diluye en ::.sLmtos menores y completamente ajenos al verdadero centro. Es verdad que hay grandes principios esen·:-iales sobre los cuales no podemos admitir compromiso alguno, por ejemplo, en lo que toca a la persona y obra de Cristo, la simplicidad de la gran salvación, la plenitud de la redención, y la vida futura; pero la plataforma es de suficiente anchura para sostener al gran cuerpo de cristianos evangélicos, y formar un puente sobre cien pequeñas diferencias que jamás debían haber sido levantadas públicamente.

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b) Recibirlos sin controversia. "Recibid al flaco en la fe, pero no para contiendas de disputas". No hay nada que perjudique tanto al cuerpo de Cristo y destruya toda la unidad de la vida cristiana, como la controversia religiosa, especialmente cuando se trata de asuntos no esenciales. Durante medio siglo las iglesias de Escocia estuvieron divididas en media veintena de cuerpos presbiterianos, sobre puntos microscópicos, y un centenar de sectas cristianas testifican los lamentables resultados de la lucha eclesiástica. Hay lugar para una infinita variedad de opiniones sobre puntos menores, pero no hay necesidad de hacer alarde de nuestras opiniones en la cara de nuestros hermanos,

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Las palabras tienen en sí gran fuerza para herir y separar. Un pensamiento es comparativamente inocente, pero vestido, dada su expresión, y enviado para el conocimiento público, entonces llega a ser no sólo un hueso de contención, sino también una semilla para producir mil dificultades.

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LIBERTAD

e) La libertad de conciencia de parte de cada persona para obrar según sus propias convicciones constituye uno de los más fuertes principios de la ver<1 adera unidad en el cuerpo de Cristo. "Cada uno esté asegurado en su ánimo". "Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que de suyo nada hay inmundo: mas a aquel que piensa alguna cosa ser inmunda, para él es inmunda". Estas sencillas palabras traen un importantísimo prin-

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cipio. Apenas es necesario decir que este pasaje no se refiere a la cuestión de lo recto y lo malo en el campo moral, porque hay ciertas cosas que son esencial y eternamente rectas o malas. La palabra "inmundo" en este pasaje es un término ceremonial, y es la misma palabra usada en la visi~n de Pedro, donde él aprendió que no debía consl\lerar ninguna cosa común o inmunda, de modo que el pasaje no tiene nada que ver con la cuestión de la moralidad. El robo, la calumnia, la lascivia y el homicidio son esencialmente malos, pero hay miles de cosas que no son esencialmente malas. La observancia de ciertos días, los asuntos del vestuario, comida y bebida, - estas cosas no son malas en si mismas, pero han de ser reguladas por los instintos de la conciencia. Si pensamos que es malo beber té o café, y a pesar de esto, lo bebemos, estamos cometiendo pecado; si creemos que es malo usar un vestido o terno de color, y lo hacemos contra nuestra conciencia, cometemos pecado; si consideramos que es malo trabajar en el día de Navidad o en Viernes Santo, y lo hacemos contra la conciencia, estamos cometiendo pecado. Pero si no tenemos conciencia en estos asuntos, estamos libres. No hay nada más sagrado en todo el universo que la voz de la conciencia. Hasta el adepto pagano que se inclina ante su ídolo, merece nuestro respeto. Sabemos que está equivocado o mal dirigido, pero está obedeciendo lo que es para él la voz de Dios. Después que yo he hablado con un hombre, tratando de convencerlo de alguna verdad, y él me mira a los ojos y me dice que está andando honestamente

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según la ley de Dios y según su comprensión, entonces yo tengo que aceptarlo, y no me atrevo a sentar juicio sobre él, ni debo compelerlo a aceptar mi conciencia en vez de la suya. Pero él también tiene que aceptar mis convicciones concienzudas tal como yo acepto las suyas, y ambos estamos en el sagrado deber de asegurarnos que nuestra conciencia es recta y que la hemos consagrado a la luz de la Palabra y la Voluntad de Dios, porque en el día del juicio, no nos librará una conciencia errada, aunque honestamente obedecida, de las consecuencias del error. Al mismo tiempo, el hombre sólo tiene actualmente la voz de la conciencia para dirigirle, pero Dios será más profundo y juzgará al hombre según la ley de la conciencia, excepto en aquellos asuntos donde Dios por su propia ley, ya ha determinado lo recto y lo malo. Por tanto, este principio de respetar la conciencia de nuestros hermanos en las cosas no esenciales, es el verdadero secreto de tolerancia y de unidad cristiana. NO JUZGUEMOS

d) No debemos juzgarnos unos a otros en los asuntos de conciencia, pues está prohibido. "El que come, no menosprecie al que no come: y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha levantado. ¿Tú quién eres que juzgas al siervo ajeno? para su señor está en pie, o cae: mas se afirmatá; que poderoso es el Señor para afirmarle". "Mas tú ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué' menosprecias a tu hermano? porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo". "Así que,

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no juzguemos más los unos de los otros: antes bien juzgad de no poner tropiezo o escándalo al hermano".

lo que no es de fe es pecado". Es una buena regla no hacer una cosa sobre la cual tengamos la menor duda, y debemos siempre postergar nuestras decisiones y actos hasta que estemos absolutamente seguros. Así tendremos la dicha de tener a nuestra conciencia al lado nuestro, y de tener nuestra propia aprobación. Pero una sombra de duda es suficiente para hacernos miserables y envolvernos en el conocimiento de pecado y mal. Después de la aprobación de Dios, no hay nada tan sublime como tener en lo profundo del ser el conocimiento de haber obrado según las más altas convicciones. Por tanto, tengamos siempre el tiempo necesario para meditar bien nuestro acto, y entonces obremos en certidumbre y plena seguridad de fe. Pero junto con esto viene el principio aún más alto de amor, al sacrificar por amor a otro, las propias preferencias, y abstenerse de lo que nuestra conciencia plenamente aprueba para nosotros mismos, no sea que por nuestro acto la conciencia de otro sea herida, sus pasos confundidos y tropiece. Este es uno de los más hermosos principios de la ética cristiana, y una de las posiciones más altas de abnegación cristiana posibles al discípulo de Cristo. "Todas las cosas me son lícitas", dijo Pablo, "pero no todas las cosas edifican". Puede ser que yo esté completamente libre de hacer muchas cosas, pero al hacerlas tal vez perjudique a mi hermano y hiera su conciencia, y el amor renuncia gozosamente a esta pequeña indulgencia para así salvar de la tentación al hermano. Este principio arregla fácilmente muchas cuestiones que se suscitan. Por ejemplo, el uso de licores, que en el juicio de algunos es prohibido por las Escrituras, y sin embargo, hay otros

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Nosotros no hemos de juzgar al hermano débil cuando él, al obedecer a su conci~cia, hace algo que nosotros no podemos ver; pero n1lestro hermano débil tampoco ha de juzgarnos a nosotros cuando obramos con libertad en un asunto que a él parece tan im· portante. La tolerancia ha de ser mutua, y cada uno ha de dejar el juicio a Dios. Hasta está insinuado que cuando sentamos juicio sobre los otros, provocamos a Dios a transformar nuestro juicio, y a hacer aún más para aquel sobre quien hayamos pronunciado juicio que lo que El hanía pensado. "Se afirmará; que podero~o es el Señor para afirmarle". Dios es celoso de su propia prerrogativa de juicio. Hay una maravillosa ley de retrib\1· dón que invariablemente trae sobre nuestras propias cabezas el juicio que hemos pasado sobre otros. "No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volverán a medir". LA PRUEBA DE FE

e) El principio de fe con referencia a nuestros propios actos es recalcado, y es muy importante respz:cto a toda la fila de cosas mencionadas en el capítulo. "¿Tienes tú fe? Tenia para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba. Mas el que hace diferencia, si comiere, es condenado, porque no comió por fe: y todo

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cristianos inteligentes que lo consideran una cuestión pendiente, y que la Biblia no prohibe su uso. Suponiendo que fuera asi como estos últimos alegan, siempre existe la más alta ley de amor que nos impulsa a abandonar el uso de licores por causa del mal que hacen, y por la impotencia de mil~ de resistir a la tentación. Así hay muchas formas de recreo, que en sí mismas, son inocentes, y bajo ciertas circunstancias exentas de objeciones; pero han llegado a estar asociadas con la mundanalidad y la impiedad, y han demostrado ser redes de tentación para muchas personas; por tanto, la ley del amor nos guía evitarlas y a oponernos a ellas, y de no alentar a otros a que participen en ellas. Es justamente en estas cosas que no nos regimos por reglas absolutas, sino por los impulsos ele un amor pensador, donde las más altas cualidades del carácter cristiano se demuestran, y las más delicadas notas del amor cristiano se manifiestan. No somos compelidos a hacerlo, pero lo hacemos por amor a Jesús, y al hacerlo así nos será agregada a nuestra corona una joya de indecible gloria, cuando el Maestro pese todos los actos y recompense las obras.

bras parecidas en otra parte: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús". Esta es nuestra alta vocación, representar a Cristo y obrar a favor de El en su carácter y espíritu, bajo toda circunstancia y hacia todos los hombres. "¿Qué haría Jesús en mi lugar?" es una sencilla pregunta que resolvería cada dificultad, y siempre la arreglaría por el lado del amor.

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Pero no podemos contestar esta pregunta debidamente sin tener a Jesús mismo en nuestros corazones. Sin tener a Cristo en nuestros corazones no podemos imitarle, pero con El en el corazón podemos vivir naturalmente esta nueva vida que El mismo da. Y, ¡cuán fácil es amar a todos, y ver sólo lo bueno en otros cuando nuestro corazón está lleno de Cristo! Y ¡cómo se desvanecen las dificultades, y cómo cada persona que encontramos parece ser cubierta por el Espíritu dentro de nosotros, cuando nosotros mismos estamos llenos de El!

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REPRESENTANDO A CRISTO

f) El gran principio que tiene que regular tales preguntas lo encontramos en los primeros versículos del capítulo quince, y puede ser resumido en una sentencia: -Trate a cada persona, y en cada cosa, como si Ud. fuera el mismo Señor Jesús. "Por tanto, acogeos los unos a los otros, como también Cristo nos acogió, para gloria de Dios". Este es un sublime principio, y dará sublimidad a la vida. Encontramos pala-

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Recuerdo una hermosa puesta de sol la última vez que salí de la casa de mi padre. Mientras andábamos en coche a esa hora, el cielo se llenaba del color de ámbar y oro, y las nubes parecían montones de joyas de múltiples colores. Quedé mirando hasta que mis ojos se deslumbraron, y al mirar a las personas que me rodeaban, todas parecían de ámbar y oro. Miraba a los campos alrededor, y también parecían de ámbar y oro. Miraba al distante horizonte, y otra vez el ámbar y oro. Todo se coloreaba con la gloria de esa puesta de sol. Si, meditaba yo, cuando nuestros ojos están fijos en El, todas las cosas son tocadas y glorificadas

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por Dios, y las cosas más comunes de la vida llegan a ser divinas, las más difíciles llegan a ser fáciles, y las cosas más repugnantes llegan a ser hermosas y atrayentes. Este es el secreto del amor, del gozo, de la victoria; ser llenos de El, ser unos con El, permanecer en El, y ministrar a favor de El~n el mundo en que somos llamados a ser sus representantes. Es como la antigua oración: Ayúdame a vivir como tú, Ayúdame a vivir como tú, Por tu maravilloso poder, Por tu gracia cada hora, Ayúdame a vivir como tú. La única diferencia es que la oración se transforma y se levanta a un más alto significado: Vive tu vida en mí, Vive tu vida en mí, Por tu maravilloso poder, Por tu gracia cada hora, Vive tu vida en mí.

CAPITULO

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La consagración práctica en relación con la evangelización del mundo "Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo. Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que mira a Dios. Porque no osaría hablar alguna cosa que Cristo no haya hecho por mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de milagros y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios: de manera que desde Jerusalem, y por los alrededores hasta Ilírico, he llenado todo del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde antes Cristo fuese nombrado, por no edificar sobre ajeno fundamento: sino, como está escrito: a los que no fue anunciado de él, verán: y los que no oyeron, entenderán". Romanos 15: 16-21.

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EMOS visto la relación de la vida consagrada con los deberes sociales y cívicos y con nuestras obligaciones mutuas en el cuerpo de Cristo. Pero ahora, en la conclusión de la epístola, el gran apóstol llega al clímax de su pensamiento y tema, y nos muestra la influencia de una vida consagrada sobre la tarea de la evangelización del mundo y la gran obra a que él dedicó la mayor parte de su vida: la predicación del evangelio a los paganos. Habría sido muy extraño si el apóstol Pablo, al escribir una epístola sobre la vida y doctrina cristiana, no hubiera tocado este gran tema, que es en verdad el verdadero resultado de toda vida divina y verdadera consagra-

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c10n. En el primer párrafo de su epístola, ya se refiere a este tema en los términos más enfáticos. "A griegos y a bárbaros, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, cuanto a mí, presto estoy a anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo del evangelio: ~orque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego". Y en el último capítulo de la epístola, en los últimos versículos, él termina con el mismo sublime pensamiento: "Según la revelación del misterio encubierto desde tiempos eternos, mas manifestado ahora, y por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento de Dios eterno, declarado a todas las gentes para que obedezcan a la fe; al solo Dios sabio, sea gloria por Jesucristo para siempre. Amén". En esta conclusión de la epístola, él desarrolla más detalladamente algunos de los principios que están detrás de la gran obra de evangelización, y luego los ilustra por su propio testimonio y experiencia. Nos dice que Jesucristo es el ministro de Dios no sólo para los judíos, sino también para los gentiles: "Y para que los gentiles glorifiquen a Dios por la misericordia; como está escrito: por tanto yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre". Y otra vez dice: "Alegraos, gentiles, con su pueblo". Y otra vez: "Alabad al Señor todos los gentiles, magnificadle, todos los pueblos". El gran don de Dios en la persona de su Hijo no fue para cierta clase o raza. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna". Nosotros no tenemos derecho de

aceptar su salvación para nosotros mismos, y dejar a mil millones de nuestros conseres humanos, cuyas almas son tan preciosas como las nuestras, y para quienes Cristo murió también, sin siquiera el conocimiento de su gran salvación.

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La predicación del evangelio a los inconversos y paganos no es un asunto de beneficencia, sino sencillamente una obligación nuestra. Somos "deudores a griegos y a bárbaros, a sabios y a no sabios, a judíos y a gentiles". Si retenemos el evangelio a cualquiera de nuestros conseres humanos que podemos alcanzar, somos culpables de abuso de confianza y deshonestidad espiritual. Por tanto, la evangelización del mundo es la más alta obligación del verdadero cristiano, y el descuido de ella hará recaer sobre la Iglesia de Jesucristo la culpa de la pérdida de las almas. EL MINISTERIO DE PABLO A LOS GENTILES

Pablo dice que él fue llamado especialmente "para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios". La palabra "ministro" usada aquí, es un término muy raro en el texto original. Es la misma palabra usada en Rom. 13:4, respecto a las reglas civiles: "El ministro de Dios para tu bien". Pablo reconoce aquí que su llamamiento de predicar el evangelio a los gentiles tiene tanta autoridad e importancia como el oficio o puesto de emperador o rey. El se llama específicamente el Embajador de Jesucristo, y se reconoce como el llamado para representar al Rey de reyes y al Señor de señores entre los príncipes. y que hay uno que está detrás de él, diciendo: "Toda

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LA CONSAGRACION PRACTICA

potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y doctrinad". Esto es lo que da aliento y valor al embajador de Cristo en lw; campos peligrosos y difíciles. Fue esto lo que fortaleció a Arnot para hacer frente a los peligros del Africa central, y a Paton par:1 afrontar a los salvajes de Tanna, porque estos misioneros sabían que representaban al Todopoderoso quien había creado las salvajes bestias de la selva, y también los más salvajes hombres quienes no podían tocar sus vidas hasta que el Señor mismo diera el permiso u orden. Pero Pablo usa aun otro término en el pasaje, y es también muy sugestivo: "Ministrando el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo". La palabra ''ministrando" usada aquí, denota el oficio del sacerdote, como la anterior denotaba la venida del embajador. Somos ministros sacerdotales, y al mismo tiempo embajadores reales. Nuestro ministerio tiene que ser no sólo armado por la Omnipotencia, e inspirado por el coraje de lo alto, sino también acompañado por un espíritu de mansedumbre, ternura y oración. Es un sacrificio de amor para Dios; y su obra es una ofrenda sacerdotal colocada sobre el altar de Dios, y aceptable a Dios por !Jesucristo. Este es un hermoso y práctico concepto de. la obra misionera. Tal vez seamos consagrados y capacitados para la obra misionera, y sin embargo, fracasaríamos si El nos llamara a otra obra distinta. Pero cuando somos consagrados y dedicados a El, entonces estamos listos para hacer lo que El exija de nosotros, y ser igualmente capacitados para servirle al lado de la cama de un hermano enfer-

mo, en los deberes seculares del hogar, o la predicación en el púlpito, o en guiar un alma a Cristo. El concepto de Pablo es de una obra santa, o de un sacrificio especial y directamente a Cristo, y sólo a Cristo; y él se ponía como uno debe hacerlo frente al altar de incienso, levantando con manos santas las naciones gentiles hasta Dios, y colocando toda su obra cual fragante incienso delante del trono, complacido sólo con lo que agradaba a su Maestro y con lo que pasaría la prueba de su inspección y ganaría el sello de su aprobación en aquel glorioso día. Este es el espíritu de verdadero servicio. Esta es la más alta y más noble obra misionera.

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EL ESPIR!TU SANTO Y LAS MISIONES

La gloria de Pablo era que Dios había puesto su sello sobre su obra misionera, dándole el poder del Espíritu Santo para testificar de ella por medio de señales y maravillas, y por el poder del Espíritu de Dios, "para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las cbras". Esto fue todo lo que des~aba recordar en conexión con su obra. No dice el número de personas ganadas, ni de los resultados aparentes, como nosotros lo haríamos hoy, sino su gloria era que Dios había obrado por él, y que la obra había sido divina. ¡Cuánta diferencia hay entre la moderna y antigua obra misionera! Hoy día la narración generalmente incluye una agradable reunión de despedida, abrazo de multitudes, un buen equipo, un seguro sostenimiento, un agradable viaje por mar, una bienvenida en la tierra lejana, un campo preparado, tal vez una capilla para predicar, y el aliento y apoyo de

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amables manos y corazones. Pero miremos ahora al cuadro antiguo. Un cuadro tempestuoso a través del mar Egeo, tal vez en la cubierta anegadt"én agua de un buque a vela; él desembarcó en Filipos, entre gente extraña, un paseo por la ciudad en busca de empleo, un trabajo humilde en una fábrica de tiendas, algunos días de duro trabajo alli, y luego el día Sábado. De una cosa podemos estar seguros, que Pablo y Silas no trabajaron ese día, y aunque hubiesen perdido el empleo, al menos tendrían su conciencia limpia. El sábado por la mañana se pasean por la orilla del río, donde encuentran un grupo de mujeres reunidas para oración. Y antes que terminara el día, el primer convertido europeo había aceptado el evangelio; en la noche tienen alojamiento en la casa de Lydia, y principian su ministerio en el mercado. Pero antes que terminara la semana están en el calabozo de una cárcel romana, amarrados y sangrantes, y parece que su obra ha terminado en desastre. Algunos misioneros habrían dicho: "Nos equivocamos; el campo no está abierto; son demasiado grandes las dificultades". Pero Pablo y Silas tenían a Dios consigo en su gran gira misionera, y sólo veía en esto una oportunidad para que El obrara; y antes que pasara mucho tiempo, sus oraciones se tornan en alabanzas, la prisión se llena de sus cánticos de confianza y de gozo, hasta que llega la contestación del cielo: se abren por sí las puertas de la cárcel, y el carcelero está a sus pies, exclamando: "¿Qué haré para ser salvo?" Este era el método divino de poner el sello de Dios sobre su obra; y así con nosotros, si entramos en alguna obra para Dios, y le pedimos que ponga su sello sobre ella, El

traerá alguna gran crisis, de la cual sólo El puede sacarnos; y así la hará notable por su gloriosa liberación. Esta es la manera en que Dios manifiesta su poder; y las dificultades son meros desafíos para su divina intervención. Y así, vez tras vez, en la obra misionera de Pablo, Dios puso su mano sobre la labor librándole de las más delicadas situaciones: Lo vemos en Derbe y Lystra, golpeado por la multitud, arrastrado fuera de la ciudad, y dejado por muerto. Sencillamente se puso de pie mientras los discípulos lo rodeaban, y, tomando fuerzas del Cristo vivo, volvió a su trabajo como si nada hubiese sucedido. Lo vemos nuevamente en camino a Roma para cumplir la promesa hecha en esta epístola, parado en la cubierta del pequeño buque azotado por la tempestad "euroclydon", imponiéndose valientemente sobre la furia del temporal, el terror del capitán y tripulación, y guiándolos mediante su triunfante fe a la playa. Y nuevamente, en la plaza de Melita, vemos cómo arrojó de sí a la serpiente que amenazó su vida, y tornando el mismo odio de Satanás en el amor protector de Dios, y luego va por toda la isla derramando en otros corazones la bendición que él mismo había recibido. Así efectuaba Pablo su obra misionera, tornando cada maldición en bendición, y cada ataque en victoria. Y así desea Dios todavía enviar a sus obreros, y sellar sus labores con mano potente. Pero tenemos que conocer primeramente su poder en nuestra propia vida, y entonces será fácil reclamarlo para las vidas de otros como sello sobre nuestra obra. No hay nada que Dios no hará POR nosotros si primeramente permitimos que lo haga EN nosotros.

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La gran necesidad de la obra hoy día, tanto acá como en tierras extrañas, es un poderos.. bautismo del Espíritu Santo. Esto producirá entusiasmo misionero, la consagración de bienes, el llamamiento de verdaderos obreros, la preparación del poder que más necesitamos, y esto abrirá los corazones de los inconversos, romperá puertas de metal, y dará triunfos al evangelio frente a la idolatría y la oposición. Una de las más agradables características de nuestra obra misionera en los últimos años, ha sido el notable derramamiento del Espíritu Santo en los campos extranjeros, y el principio de las señales y maravillas prometidas para los últimos tiempos antes de la venida del Señor. Esto se ha manifestado no sólo en las vidas de hombres como Paton, MacKay y otros, sino que ha sido aún más manifiesto en el recogimiento de miles de almas en la India, Birmania y las islas. Muy marcada en los últimos años ha sido la profundización de la vida espiritual de parte de los misioneros y de las iglesias nacionales, principiando a manifestarse el poder de Dios en respuesta a la fe de sus hijos, en la sani· dad de enfermos, y las manifestaciones del poder so· brenatural de Dios, tal como en los días apostólicos, y aun en medio de las tinieblas del paganismo. Esta magna obra de la evangelización del mundo es demasiado grande para nosotros. Tiene que ser he· cha por el Espíritu Santo y la omnipotencia de Dios. Que sea ésta nuestra oración especial a favor de nuestros misioneros en campos extranjeros, que Dios los llene, y por medio de ellos, manifieste las maravillas de su antiguo poder, y que sea también la ambición de -cada verdadero hijo de Cristo ser instrumento de Dios

y tener el sello del cielo sobre toda su obra. Pablo dijo que no se atrevía a hablar de otra cosa, sino sólo de lo que Cristo había obrado por él. Todo lo demás era para él inútil y transitorio. Sólo quedará en nuestra eterna hoja de servicio, y será digno de recuerdo, lo que Dios ha hecho por medio de nosotros, habiéndolo sellado con su divina mano.

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EL ALCANCE DE LA OBRA MISIONERA DE PABLO

No hay espectáculo más sublime en los anales del cristianismo que el presentado por este hombre solitario, en una época cuando los métodos de viaje y de transporte eran tan limitados; eran desconocidos los buques a vapor y los ferrocarriles; y a pesar de todo esto, él en un breve espacio de su vida, la mitad de la cual fue pasada en la cárcel, atravesó todo el mundo predicando el evangelio de Cristo en regiones que en aquel entonces eran tan remotas como lo son China y Siberia para nosotros hoy día. El dice que desde Jerusalem, y por los alrededores hasta Ilírico, ha llenado todo del evangelio de Cristo, y que ahora está por "ir a España", porque no tenía "más lugar en estas regiones". El había cumplido de tal manera su obra que ahora está en libertad de ampliar la esfera de su obra de evangelización; y ya está en viaje para la distante España a fin de predicar el evangelio allí también. ¿Dónde está Ilírico? Incluía las actuales provincias de Servía y Dalmacia; y una buena parte de Turquía en Europa, regiones donde aún ahora el evangelio es predicado sólo en parte; España era como los vastos confines de Europa. Sin embargo, hacia allá se dirigía el valiente zapador para contar a esa gente la

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maravillosa historia del amor de Dios. Con una veintena de hombres de esta clase, podría ser evangelizado todo el mundo en menos de una generación. La gloria de su ministerio consistía en el hecho de que predicaba el evangelio a

Hay una región más allá, aun en la presente obra cristiana. Hay cosas que podemos hacer, hay almas descuidadas.. que son dejadas por las multitudes; hay caminos descuidados que obreros no pisan; hay subterráneos, buhardillas y chozas solitarias donde obreros de rutina jamás piensan en entrar; hay misiones y servicios sin atractivo; y mensajes sin interés, que el Maestro reconocerá y recompensará en aquel día, y dirá: "en cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis". La pobre viuda de Constantinopla no pudo construir ese espléndido templo, y ni aún pagar por una piedra en sus hermosas murallas, pero ella podía juntar el largo pasto de la orilla del camino y esparcirlo por donde habían de venir las piedras para evitar que se rayaran al pasar. Era un pequeño servicio para alivianar la pasada de los obreros, pero cuando se dedicó el templo se dice que los ángeles escribieron en él: "Esta iglesia fue construida por la viuda Eudoxia para Dios". Días atrás había que rendir cierto servicio en relación a la obra de Dios, que era la última cosa que muchos habían pensado hacer. No era el envío de un misionero a su campo; no era la apertura de una nueva misión; no era un óbolo dado a cierto objeto que llevaría buenos frutos; sino que era la cancelación de una vieja deuda que impedía a un joven obrero ir a su campo de trabajo; era la inversión de dinero, en lo que algunos llamarían un hueco, donde se vería poco fruto de la inversión, al menos de dicha suma de dinero, y sin embargo, capacitaría a un obrero para que fuera a los confines de la tierra con el Mensaje. Pero Dios tenía un fiel siervo suyo a quien le habló en las

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LAS REGIONES MAS APARTADAS

"Sí", dice él, "de esta manera me ofreceré a predicar el evangelio, no donde antes Cristo fuese nombrado, por no edificar sobre ajeno fundamento: sino, como está escrito: A los que no fue anunciado de él, verán: y a los que no oyeron, entenderán". Las iglesias acá reunen unos cien mil ministros en un pequeño círculo, lo que llaman "el campo doméstico", dando un obrero cristiano por cada sesenta individuos de nuestra población, mientras China tiene un misionero para cada doscientos a trescientos mil habitantes, y la ambición del joven ministro es a menudo suceder a algún nombre distinguido, o entrar en un lugar preparado anticipadamente. ¡Qué ambición más indigna, comparada con el glorioso propósito del apóstol, cuyo solo deseo era ser usado por Dios para llevar el evangelio por primera vez a las multitudes que nunca lo habían oído, que tuviesen una obra verdaderamente suya, y así en el gran día venidero poder presentar a Dios razas y lenguas como su corona de justicia. píos está colocando esta ambición en algunos corazone~ nobles hoy día, pero el tiempo para obrar es corto. Pronto el mensaje habrá sido proclamado a cada criatura, y nunca más será posible sembrar la semilla en terreno virgen, o ser el primero en contar del amor deJesús a un alma humana.

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horas de la noche, y ese corazón estaba más que listo para obedecerle, y antes que terminara la semana esta suma había sido puesta a un lado para- Jesús, demasiado sagrada para tocarla para alguna necesidad personal, y fue colocada a los pies del Maestro. Se pagó la deuda, el obstáculo fue así quitado, y ~obrero dejado libre para ir con el sello de Dios sobre su vida y ministerio. Estas son las cosas que agradan al Espíritu Santo, y que serán recomendadas en la venida del Señor. Hay tales regiones más allá para todos nosctros. ¡Qué Dios nos conceda a cada uno la gloria de tener su propio trabajo y no el de otro! Pablo dijo que este era el objetivo de su vida, y la palabra que usa es enfática: "Me esforcé a predicar el evangelio, no donde antes Cristo fuese nombrado". La palabra "esforzar" significa literalmente un punto de honor con Dios; y puede significar aún más-un punto de honor con los obreros mismos. Así pronto oirá el mundo el sonido gozoso, y proclamará el heraldo: "He aquí, viene".

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CAPITULO XVI

Lecciones objetivas de servicio cristiano (Romanos 16). "Y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán mi especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer". Malaquías 3:16-17.

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STE capítulo es una página del libro de la vida, y nos da una idea de cómo aparecerán los archivos de nuestra vida cuando sean abiertos los libros. Muchas veces pasamos por alto las largas tablas genealógicas al leer nuestras Biblias, pero éstas no son de ninguna manera áridas o faltas de interés. Para la mente que es divinamente enseñada constituyen capí~ tulos del libro de recuerdos, y algún día tal vez otros lean nuestros nombres, como nosotros ahora leemos los de ellos. Ellas nos muestran cómo Dios aprecia y recuerda las vidas y servicios de sus hijos, y hace diferencia entre los que hacen bien y los que hacen aún mejor que esto. Este capítulo forma el clímax a los principios que hemos visto en su desarrollo en las páginas anteriores, y aquí los vemos en acción. LA MUJER

a) Tenemos aquí un vistazo de la mujer en la Iglesia Apostólica. La mayoría de los cristianos nombra-

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cios aquí son mujeres, y ellas reciben el más alto cargo y reconocimiento: No hay duda, que si en aquel tiempo cuando las limitaciones de la vida social y de la opinión pública hacían tan difícil los servicios públicos de la mujer, y a pesar de esto ella alcanzó tan alto lugar, que hoy día puede efectuar mufho más en e:.;te tiempo de libertad e igualdad, cuando el evangelio ha hecho tanto para desatarla de tanto impedimento, y le ha dado un lugar de honra y preeminencia. No hay ninguna duda de que el apóstol limita la esfera de la mujer en la Iglesia de Dios; pero sólo de las limitaciones exigidas por su naturaleza y su distinto lugar dentro de la economía social. Como un gran río, que cuando fluye dentro de su lecho es una bendición, pero cuando inunda llega a ser un desastre, así la mujer sólo puede alcanzar su más alta misión cuando se mueve en su verdadera esfera. En la epístola a los Corintios, Pablo le da el derecho de profecía, y él nos dice que la profecía significa "hablar para edificación, exhortación y consuelo". Esto incluye prácticamente todo lo que la mujer cristiana desea decir. La única limitación exigida es que tenga su cabeza tapada, que es u~ímbolo de modestia. Por tanto, la mujer que se mantiene en el lugar modesto que tanto la naturaleza como la Biblia requieren, puede hablar todo lo que sea para "edificación, exhortación y consuelo".

dad sobre el hombre. . . porque Adam fue formado el primero, después Eva". Es casi seguro que el apóstol colocó a la mujer bajo ciertas limitaciones. Creemos que éstas sólo tenían que ver con el ejercicio de autoridad en las iglesias. El intento de Dios no era que la mujer gobernara, sino que amara, y ayudara. Su corazón, y no su cabeza, debe estar en primer lugar. Su rendición es su fuerza; su ternura es su cetro. Ella no está llamada a ejercer autoridad eclesiástica, o tomar un lugar en el ministerio ordenado y gobierno de la iglesia; pero en el ministerio de testimonio y enseñanza, tanto público como privado, y en cada puesto de santo amor consecuente con los principios del cristianismo, ella tiene perfecto derecho y libertad.

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Dos capítulos más adelante, él parece limitar o modificar esto, exigiendo que "las mujeres mantengan silencio en las iglesias". En otro pasaje agrega, "porque no permito a la mujer enseñar, ni tomar autori-

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Había un oficiO eclesiástico especial dado a la mujer en la primitiva iglesia, y hoy día principia a aparecer nuevamente. Es el oficio de diaconisa. Este fue el puesto de Febe, la primera mencionada en el pasaje. El puesto de diaconisa era muy parecido al de nuestros misioneros domésticos y extranjeros. Era de enseñar, testificar, y especialmente ministrar a los enfermos y a los que sufrían en las congregaciones de antaño. Es evidente que en aquel tiempo era un puesto tan reconocido como el de diácono, anciano u obispo; y aunque no daba autoridad eclesiástica a la mujer, sin embargo, reconocía su ministerio de manera oficial, y le abría puertas de gran utilidad. En nuestros tiempos, el ministerio de la mujer ha sido grandemente honrado por Dios, y mientras pocas mujeres han sido llamadas a la dirección de una obra.

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y tal vez no sean aptas para ello, sin embargo, su ministerio de ayuda ha sido de mucha bendición, y nuestras Juntas Misioneras han sido ayudadas más por ellas que por cualquier otra fuente, y por ellas han podido extender sus operaciones en todos los países. Hasta tal punto es verdad esto, que se ha dicho con respelro a los legados de hombres y a las ofrendas de mujeres vivas y consagradas, que las operaciones misioneras de algunas sociedades han sido principalmente sostenidas por hombres muertos y mujeres vivas. Quiera Dios extender más y más, y honrar y bendecir el ministerio de la mujer.

"ecclesia". No hay ninguna duda que la reunión del pueblo de Dios en hogares particulares o en aposentos altos tenía mucho que ver con el dulce y sencillo espíritu del primitivo cristianismo. No sólo era la iglesia en el hogar, sino también el hogar en la iglesia. Sería bueno si nuestro moderno eclesiasticismo tuviera más de esta sencilla comunión.

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EL HOGAR

b) En seguida tenemos un vistazo de la iglesia en el hogar. Leemos de varias escuelas en el hogar de Aquila y Priscila. Durante los primeros dos o tres siglos no había edificios eclesiásticos, como los tenemos ahora. Todas las reuniones fueron celebradas en hogares particulares o\aposentos altos. Las primeras iglesias nsadas para la predicación del evangelio y la adoración de los cristianos fueron templos paganos transformados en sala de reunión para el servicio cristiano. Es probable que la iglesia era más pura antes que tuviera edificios que después de tenerlos. Es una cuestión abierta si la adición de edificios eclesiásticos ha aumentado o no la pureza y poder de la Iglesia. Cuando el apóstol habla de la Iglesia, él no habla del edificio, sino de la sociedad eclesiástica. Cuando él dice que las mujeres guarden silencio en las iglesias, él no habla del edificio, sino de la asamblea de la

No hay cuadro más dulce en el cristianismo apostólico que el presentado por Aquila y Priscila, la pareJa que recibió y ayudó tan bondadosamente al apóstol Pablo, y que fueron usados por Dios para llevar a Apolos, de gran intelecto en la primitiva iglesia, a toda la plenitud del Señor Jesús y en el poder del Espíritu Santo. En este caso vemos el poder del hogar cristiano. Aquila y Priscila no podían predicar como Apolos la verdad que hay en Jesús, pero llegaron a ser en las manos de Dios un potente instrumento para la divulgación del evangelio con potencia de lo alto. Amado lector: ¿cómo está la casa suya? ¿Está la iglesia en su hogar? Amado, ¿cómo está con nuestra iglesia? ¿Está el hogar en la iglesia lleno del espíritu de unidad, amor y devoción a lo de interés común? AYUDADORES

e) Este capítulo presenta un hermoso cuadro de los coadjutores o ayudadores en Cristo. Todos los nombres mencionados en este capítulo eran sólo ayudantes. No eran jefes, pero vez tras vez leemos expresiones como "mi ayudador en Cristo Jesús", "la cual ha trabajado mucho con vosotros", etc. La iglesia de Dios está plagada de capitanes. Pero ella tie-

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ne gran necesidad de algunos soldados rasos. Unos pocos ríos desembocan en el mar, pero muchos más desembocan en otros ríos. Todos no podemos ser zapadores, pero todos podemos ser ayudant~, y ningún hombre está capacitado para ir en primera fila hasta que haya aprendido a andar bien en la segunda. Un espíritu de importancia propia es fatal para toda la obra de Cristo. El mayor enemigo del verdadero poder espiritual es el ensimismamiento espiritual. Josué tiene que morir antes que pueda caer Jericó. A menudo, Dios tiene que someter a prueba a sus escogidos siervos colocándolos en un lugar subordinado antes que pueda usarlos en primera fila. .José tiene que aprender a servir en la cocina y a su/' frir en la cárcel antes que pueda ascender al trono, y tan pronto como José esté listo para el trono, el trono estará listo para José. Dios tiene más lugares vacantes que candidatos para llenarlos. No tengamos miedo de entrar en la clase de entrenamiento, y tomar aun el lugar más bajo, porque pronto subiremos. si realmente lo merecemos. UNA PAGINA DEL LIBRO DE LA VIDA

d) Tenemos aquí un tierno cuadro de los humildes miembros de la iglesia en Roma. Muchos de los nombrados en este capítulo son esclavos. En los registros de las catacumbas aparecen casi todos estos nombres como pertenecientes a alguna familia romana. Pero los encontramos juntos con los nombres más distinguidos. El tesorero de la ciudad de Corinto y el hermano Cuarto, este último sin duda un esclavo, envían sus saludos en la misma sentencia. Las diferen-

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tes familias mencionadas aquí son todas recordadas por Pablo con un reconocimiento tan bondadoso como el de sus maestros. Tal vez nos haya parecido extraño que el Nuevo Testamento no condenara la esclavitud. Por supuesto, todo el espíritu de su enseñanza es fatal a la cruel institución de servidumbre, pero ni Cristo ni sus apóstoles hablaron directamente en contra del sistema, y aunque el mundo estaba lleno de esclavitud, y cada importante familia romana tenía sus esclavos, sin embargo, la Biblia guarda silencio al respecto. ¿Por qué? La contestación a esta pregunta trae a la luz un hecho notable y hermoso, a saber, que cuando e1 evangelio en su espíritu y poder alcanzaba al esclavo en sus cadenas, lo levantaba más allá de su esclavitud, y lo hacía libre en Cristo y hermano de su maestro en la familia celestial. Esta tolerancia de las condiciones sociales existentes destacó aún más el milagro de la gracia, y traía a luz algunas de las más hermosas características del primitivo amor cristiano. No hay cu(!dro más conmovedor que el de Filemón y Onésimo, su esclavo, y los exquisitos puntos de consideración cristiana que el apóstol Pablo pudo señalar en su carta a su amigo. El evangelio no viene para declararse contra los ricos, ni para elevar forzosamente al pobre a un puesto social más alto, aparte de las condiciones naturales de la vida humana, sino que viene para ensalzar de tal manera al espíritu del humilde, y para darle tal nuevo poder en su vida y carácter personal, que se levantará más allá de

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las limitaciones sociales y las desventajas, y reclamará un lugar de igualdad en la hermandad del cristianismo y en la familia de Dios. No hay nadie demasiado humilde para no ser recordado en el Libro de la Vida, o demasiado pobre para ser usado por Dios, y ser llenado del poder del Espíritu Santo.

da tan deshonroso y triste que mostrarse traidor a la confianza depositada en nosotros y a los hermanos con quienes Dios nos ha llamado a trabajar y servir. Nada somos en nosotros mismos, y no deseamos atraer a las gentes a nosotros mismos. Pero si Dios ha permitido que representemos estas grandes verdades, principios y propósitos que el Espíritu de Dios ha inspirado y que el pleno desarrollo de la vida cristiana exige, y que un mundo que perece necesita, entonces el que se opone o el que se debilita llega a ser enemigo de Dios y de sí mismo; y el que no puede hacer más que mantenerse fiel y contribuir con nada más que su leal amor, simpatía y oraciones, es un socio en la obra, un camarada en la gran campaña, y participará de la recompensa en el día cuando Dios recordará nuestras obras y nos dará nuestras coronas.

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SUFRIMIENTO

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e) El ministerio de sufrimiento es reconocido en forma hermosa en este capítulo. Pablo habla de sus ''compañeros en la cautividad". Esta es una manera de ganar una corona y de trabajar para nuestro Maestro. Podemos sufrir con El, y si fuera necesario, podemos sufrir con los suyos. Pablo habla a menudo de los que no se avergonzaron de su cadena. Hay un hermoso pasaje en Hebreos, donde los cristianos son E>xhortados a traer "a la memoria los días pasados, E>n los cuales, después de haber sido iluminados sufristeis gran combate de aflicciones: por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado". ~~n

una obra como esta, es seguro que al estar con Dios y a favor de las verdades presentadas, a menudo seremos mal entendidos, tal vez perseguidos, y Dios reconoce con gran ternura y amor la leal devoción que se mantiene fiel a los principios y jefes de t.al movimiento, hasta que termine el período de prueba, y venga la hora de triunfo, como siempre viene para la verdad y la rectitud. Si no podemos hacer c,tra cosa. al menos podemos ser fieles: y no hay na-

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ESCRITURAS DE CARTAS

f) El ministerio de correspondencia. Es un hecho notable que Pablo haya tenido tantos amigos en Roma, y teda que enviar tantos saludos personales a todos ellos, aunque el mismo aún no había visitado la ciudad. ¿Cómo los conoció? Principalmente por correspondencia. Es verdad que se había encontrado con algunos de ellos en otras partes, pero la mayoría eran amigos a quienes él había escrito, y ellos le habían escrito a éL ¿Qué hace Ud. con su pluma? ¿La correspondencia particular suya está dedicada a Dios o a vanas charlas? DIOS RECUERDA

g) Este capítulo trae a nuestra memoria el re<.;Uerdo personal de Dios de cada uno de sus hijos, J

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la recompensa que tiene reservada para ellos en el día final. No siempre será tiempo de trabajo y prueba Algún día oiremos la lectura de nuestros nombres delante de todo el universo, justamente con cosas que habremos olvidado completamente. ¡Cómo se conmoverán nuestros corazones, y se agacharán nuestras cabezas, al oír nuestros nombres, y cuando el Maestro dé lectura a triunfos y servicios que no~tros mismos hemos olvidado! Tal vez de las filas de los salvados El llamará a las almas que hemos ganado para Cristo, y las que ellas a su vez han ganado, y al ver el glorioso resultado de cosas que al suceder nos parecían de poca importancia, caeremos delante del trono, y diremos: "No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria". En cierta ocasión un predicador inglés iba en camino a una iglesia de campo para predicar el evangelio, y se quedó por un tiempo en un pequeño hotel en el camino para descansar. Estaba muy desalentado, porque le habían hecho blanco de abusos y tergiversaciones. No era popular entre la gente, y fue despreciado el evangelio que predicaba: Al acostarse, se sentía tan cansado que deseaba que estuviera terminado su trabajo. Se quedó dormido, y soñó que en camino a una pequeña iglesia se había quedado en un pequelio hotel para descansar, y acostado en un sofá había deseado la muerte, y murió. En su sueño fue llevado por los ángeles a la gloria. Fue introducido en una sala de espera resplandeciente como palacio, donde le fue dicho que esperara unos momentos hasta que el Maestro mismo viniera a verle. Mientras esperaba allí a su Señor, empezaba a mirar en derredor de la sala

adornada de tapicería preciosa, y mientras las miraba creía reconocer en sus hermosos alrededores un cuadro de su propia vida. Pudo ver su nacimiento, su infancia, niñez y juventud, su conversión, los fracasos y restauraciones, sus trabajos y servicios para Cristo, las almas que había ganado, los sermones que había predicado, los lugares que había visitado y todos los maravillosos resultados de estas cosas, cuyo alcance jamás había soñado. Al abrirse para él el significado de su vida con toda esta gloriosa bendición, su corazón se conmovió profundamente. Llegó al final, y vio la cámara y su caballo a la puerta, el hombre muerto en su lecho, y la congregación reunida esperando en la iglesia al predicador; luego vio la gran tarea sin terminar, y las maravillosas posibilidades que pudieran haber sido realizadas. Entonces se llenó de tristeza su corazón, -deseaba que no hubiera muerto, anhelaba volver y estar sentado sobre el caballo, en camino a la pequeña iglesia, y mienb:as lloraba, despertó. Y ¡he aquí! allí estaba él en el sofá, y el caballo a la puerta. Se arrodilló y dio tracias a Dios que aún estaba vivo. Se fue a su labor, a trabajar y a esperar con nuevo aliento y esperanza, hasta que la obra quedó terminada; al fin llegó la hora cuando el bienaventurado Ricardo Baxter, entró al eterno descanso de los santos del cual había hablado tanto. Amados, las páginas del archivo de nuestras vidas suben cada día. Nosotros mismos estamos componiendo los tipos con los actos de cada momento. Manos invisibles están estereotipando las hojas, y prontc estará registrado el archivo, y leído ante el auditorio del universo y a la luz de la eternidad.

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Dice el autor en su prólogo: "La ep!stola a los Romanos es la más sobresaliente de las cartas de Pablo. Contiene el más conJf)acto sistema de teologia que existe. Su gran tema es el Evangelio de Cristo, del cual el apóstol no se avergüenza, como consta en la introducción a la epistola; y toda ella es un desarrollo hermoso, lógico y profundamente espiritual de dicho Evangelio". La epfstola puede ser también llamada "Un tratado sobre la vida de fe en sus sucesivos pasos", como él mismo lo expresa en la frase "De fe en fe", pues se compone de cinco grandes temas: 12 22

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El pecado La salvación. La santificación. La venida del Mesías Salvador prometido a Israel. L~ consagración práctica de los miembros del cuerpo de Cristo.

Descubre el félmoso pastor Simpson, dentro de estos apartados generales, 12 referencias personales que suelen pasar desapercibidas para el lector común de esta epístola, con sus grandes lecciones acerca de Cristo y del Evangelio. Es un desarrollo de las sucesivas fases y grados de la fe, por parte del creyente, que le introducen en la mayor esperanza de la Gracia y Justicia de Dios; desde la fe que salva, a la fe que justifica. Una fe que sana y consagra al creyente verdadero a una vida de servicio en la obra del Señor. Clasifíquese: COMENTARIOS BIBLICOS

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