La Fuerza Viril (1928)

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I

2)r. Franz Keíler

La Fuerza Viril \

II.

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Cómo se Conserva Cómo se Recupera

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LA FUERZA VIRIL

P rólogo del D b . A, Aeteaga P ereula DI LABUL ACADIKI1 DI «DICtN*

PÓ R TIC O ES P R O P I E D A D Queda hecho t í depó­ sito que m arca t& ley.

La mayor parte de las obras referentes a la fisiología y patología del vigor sexual son sim­ ples copias de antiguos libros, escritos en épo­ cas en que eran menos completas que hoy las nociones referentes a ese punto interesante en la vida del hombre y en la reproducción de la especie. Las corrientes de vulgarización cien­ tífica empezaron tímidamente por ser meros consejos de higiene, pero hoy se tiende a dar al público trabajos de mayor extensión, sin pecar de demasiado técnicos ni caer en el ex­ tremo opuesto de hacerlos demasiado vulgares. Franz Keller ha sabido dar con el justo me­ dio en esas materias que, al leerlas, parecen fáciles y, sin embargo, representan un nota­ ble esfuerzo en quien las escribe. La lectura de la obra instruye y agrada, y en I kpbihta LA NEQTIPIA : Rambla Cataluña, i u : BARCELONA

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OR. FRANZ KEI.LKR

ella se adivina al hom bre de verdadera ciencia deseoso de ser útil a sus sem ejantes. Sólo por este concepto pudiera ya recom endarse el libro, ta n distinto de m uchos otros que inundan el m ercado con la falsa etiqueta d e obras científi­ cas, y no son m is que libracos perniciosos, con tendencias m is bien eróticas que módicas, y que producen deplorable efecto en el ánim o del lector que busca ansioso el alivio de sus m ales. H ay que ser púdico al tra ta r d e m aterias de cierta índole, y eso sólo puede hacerlo el hom­ bre de ciencia que sabe m antenerse inm acula­ do, aun en pleno am biente vicioso. La ciencia es casta hasta en el reino de la lujuria, porque sólo busca el bien ajeno y no se preocupa de dónde ha de sem brarlo. La obra de K etler carece de sensualism os; la p arte dedicada al tratam iento es sum am ente original, y racional la aplicación He las moder­ n as tendencias de la escuela naturista, que pretende orientar hacia la higiene todas las in­ dicaciones terapéuticas. C uanto m ás se avanza en el ejercicio de la m edicina, m ás parcos som os en rem edios y m ayor valor concedemos a la higiene, a la cual se ciñe el autor naturista, erigiéndola en sistem a curativo. P o r este motivo es digno de alabar el em pe­ ño del autor, que no sólo aconseja lo que debe

la fu e r za v ir il

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hacerse, sino que pone en m anos de «la legión de parias del am or» un tratam iento de sum a sencillez, de g ran alcance como medio de des­ pertar y sostener la en erg ía viril, y de u n vaM económ ico ta n reducido, que nadie puede decir que existe la ley d e castas, que sólo per­ m ite que el rico se cure y obliga al pobre a descuidar su salu d o a perder su m isero su s­ tento. Aire, agua, sol y alim ento sano y ejercicio que nada c u e s ta : eso es lo que preconiza el au­ tor, N o puede por m enos que creer que esos m edias son y serán eficaces en estos y m uchos casos, y p ara que sepan cóm o deben curarse los atorm entados por los desvíos o alteraciones de la virilidad, se escribió este libro, que m e complazco en recom endar sin reserva alg u n a. A l fo n so A kteaga P ereira

PRÓLOGO

D EL AUTOR

Una práctica médica m uy extensa en las en­ ferm edades por viciación y defecto de la fuerza viril, me ha hecho ver de cerca la necesidad de dar al público un libro de vulgarización que pudiera servir de g u la de tratam iento y que les perm itiera evitar ser victim as de esos males tan crueles como poco conocidos en general. En el curso de la obra encontrará el lector explicada mi opinión sobre este punto, y verá tratado cpn bastantes detalles cuanto a ella afecta, y su aplicación al tratamiento de las alteraciones del aparato genital, cuya trascen­ dencia es incalculable. Durante una gran parte de nuestra vida el instinto sexual nos domina y dirige, y sin él la humanidad no existirfa y el hombre hubiera quedado reducido a la miserable condición de

l)R. PRANX KELLSR

LA FUERZA VIRIL

un sér triste e incom pleto. El antiguo aforis­ mo, que dice que la m ujer lo es por el útero, puede aplicarse con igual razón al hombre, diciendo que sólo es hom bre p o r su aparato generador, no sólo el que produce la sem illa fecundante, sin o tam bién aquella p aite que perm ite su transporte y que eng en d ra asim is­ mo el deseo. Son num erosos los infelices seres que ocul­ tan vergonzosos su aniquilam iento sexual y que carecen d e un placer licito y n ecesario ; pobres parias del am or, que ¿10 pueden gozar de sus dulzuras infinitas y tienen que renun­ ciar a la m ujer, creada p a ra com pañera y ami­ g a del hom bre. Seria injusto e inhum ano p riv ar a esos se­ res dignos de lástim a el m edio de volver a ad­ quirir sencillam ente y con facilidad su condi­ ción social íntim a de que les ha privado una enferm edad de efectos m orales tan depresivos, que les conduce al m ás atroz de los suplicios y les niega los inefables goces de la fam ilia. En mi libro hallarán rem edio a sus males y consuelo a sus tristezas, sin necesidad de pa­ sar parte de su existencia, com o tristes pere­ grinos solitarios, buscando quien les redim a de su m iserable condición. l odo cuanto en él he escrito es fruto de mi larga experiencia, y de tan fácil em pleo que no es necesario ab andonar po r un instante las

ocupaciones o deberes personales, ni ofrece di­ ficultad alguna. R esulta, además, sum am ente económico, hecho digno de tenerse en cuen­ ta ; su aplicación es agradable y redunda en beneficio d e la salud total, porque se basa en el restablecim iento de la arm onía del orga­ nism o. E s posible que m i sistem a encuentre detrac­ tores, por dem asiado sencillo y que algunos se sonrían de unos m edios de tratam iento, al parecer, vulgares. L o s que tal h agan, olvidan que la vida vegetal y anim al fuera im posible sin sol, aire y a g u a ; que sin ejercicio es la vida incom pleta, y que los m undos todos no son m ás que transform aciones incesantes de m ateria en m ovim iento y desarrollo d e energías. H e visto y he c re fd o ; sólo deseo que leáis y apliquéis lo que hayáis leído p a ra contaros en el núm ero de los redim idas y de tos cre­ yentes.

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II

PRIMERA PARTE I. Anatomía y fisiología del aparato genital masculino. II. Evolución normal de la sexualidad.-III. Los ene­ migos de la virilidad. - IV. Estudio de la impotencia.

CAPÍTULO PRIMERO A natom ía y fisiología del aparato genital masculino

Anatomía. Los órganos genitales masculi­ nos comprenden : t.° Un aparato secretor representado por dos glándulas llamadas testículos, que produ­ cen el líquido fecundante llamado esperma o

semen. 2. " Las vías que sigue el esperma para sa­ lir al exterior: conducto deferente del testícu­ lo, glándula seminal, conductos eyaculadores y canal uretral. 3. " Un aparato adaptado a ia porción de la uretra, que forma con ella el miembro viril o pene, capaz de imprimir a este órgano, en ciertas circunstancias, la rigidez necesaria para la emisión del semen y para su introducción en los genitales femeninos.

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testícu­ los están contenidos en una bolsa de doble ca­ vidad, colgada debajo del pubis y del pene, entre los m u s ti o s , y form ada de varías mem­ branas superpuestas que reciben el nom bre de bolsas. C om prenden éstas de fuera a d e n tro : la piel, que, bajo el nom bre de escroto, cons­ tituye una cubierta com ún a las dos glándulas, m uy elásticas, d e color m ás obscuro que la restante del cuerpo, provista d e num erosas glándulas sebáceas y d e pelos la rg o s ; dis­ fruta de gran retractilidad. S igue el darlos, que forma dos sacos divididos por el tabique dartoideo, uno p a ra cada testículo, adherente a la cara profunda d el escroto, cuyo arruga­ m iento por el frío o el orgasm o genital es de­ bido a la retracción de las fibras rojizas del d a n o s. E ncuéntrase después el cremásier, aplicado sobre el dartos y form ado de fibras m usculares insertas por arriba al pubis o al arco crural y cuya contracción brusca lleva el testículo hacia arrib a y afuera. Hállase, final­ mente, la túnica vaginal, que envuelve el ór­ gano por todas partes, excepto por dentro, form ada de dos h o ja s : parietal y visceral, que facilita el deslizam iento del testículo, y que en ocasiones da lu g a r a u n a acum ulación d e se­ rosidad conocida con el nom bre d e hidrocele. L os testículos son d o s órganos de form a ovoidea, cuyo e je m ayor e s de seis centlm eT estícu lo s

y s u s cu b ierta s .— Los

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tros, y está d irig id o oblicuam ente de arrib a abajo, de delante a trá s y de fuera adentro. <E1 izquierdo desciende un poco más que el dere­ cho, circunstancia q u e evita su frote y pellizcam iento cuando se cruzan o se aproxim an bruscam ente los m uslos. C ada testículo está revestido de u n a mem­ brana fibrosa, blanca, llam ada túnica albugí­ nea, d e la que se desprenden num erosos tabi­ ques m uy delg ad as que dividen el tejido pro­ pio de la g lá n d u la en otros tantos lóbulosC ada uno de éstos está form ado por g ran núm ero d e canalículos m uy finos que se anastom osan entre sí y se repliegan m uchas veces sobre sí m ism os {canalículos seminíferos). S obre el borde superior del testículo sufre la túnica albugínea un engrasam iento bastante considerable {cuerpo de Higmoro) y a este nivel los canalículos se hacen rectilíneos, for­ m ando una veintena de conductillos que, atra­ vesando el citado cuerpo y después de form ar en su espesor u n a red (red vascular de Háller), salen de la albugínea y se dirigen al epi-

didimo. El epidídim o es un apéndice testicular si­ tuado sobre el borde superior de la glándula, a la cual cubre com o la cim era de un casco. T iene una extrem idad gruesa o cabeza y una extrem idad corta o cola, que se afila por de­ trás y se eleva reflejándose sobre sí mism a, 2

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LA H F .K Z A \ J KI I -

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D R . P R A N Z K K U .B R

para continuar con el conducto deferente. El epidfdimo está formado por un conducto muy largo y delgado, replegándose sobre sf mismo gran número de veces. El conduelo deferente que forma su conti­ nuación, describe un trayecto ascendente y vertical para alcanzar el orificio inferior del conducto inguinal, en el que se coloca for­ mando pane del cordón espermático, que con­ tiene además las arterias, venas y nervios del testículo. ,U nacimiento, los testículos dejan la cavi­ dad abdominal donde estaban alojados y ba­ jan a las bolsas a través del conducto ingui­ nal. Cuando esta migración no tiene lugar se llama criptorquidia. El testículo segrega una substancia especial llamada esperma, destinada a la fecundación del óvulo de la mujer. Este liquido, que apa­ rece en el momento de la pubertad, es viscoso, blanquecino u opalescente, de reacción neutra o ligeramente alcalina ; de olor especial seme­ jante al polen de ciertas plantas. Contiene materias albuminoides, nucleína, lecitina, sa­ les, principalmente fosfatos; una base orgá­ nica cristal izable. En el seno del liquido se hallan los espermatozoides o elementos figu­ rados que se forman en los espermatoblastos o células especiales de tos conductos seminales. Eos espermatozoides están compuestos de

una cabeza alargada y aplanada, de un seg­ mento medio cilindrico y de una cola muy larga y adelgazada en la punta; su longitud total es de unos cincuenta milímetros; se mueven con vivacidad en el esperma fresco mantenido a la temperatura del cuerpo ¡ esta movilidad es debida a los movimientos ondu­ latorios de la cola, especie de latiguillo que azota el líquido en un plano transversal; de este modo progresa como una anguila, siem­ pre en el mismo sentido, con la cabeza ade­ lante, pudiendo recorrer en un minuto una distancia igual a cuatrocientas veces su propia longitud. Sus movimientos persisten mucho tiempo al abrigo de la desecación, habiéndose hallado espermatozoides vivos en el útero ocho y más días después del coito. El agua, el al­ cohol, los ácidos y las temperaturas elevadas los matan, f.a cantidad de semen eyaculada durante el coito varia de 2 a 6 gramos, y en­ tonces el esperma se halla mezclado con la se­ creción de las glándulas ureterales y prostáticas. Una vez el conducto deferente llega al agu­ jero superior del canal inguinal abandona el cordón espermático y se encorva hacia la pel­ vis, para unirse con las vesículas seminales. Estas se hallan situadas una a cada lado entre la vejiga y el recto, detrás de la próstata. Esta situación explica la frecuencia de las ereccio-

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DK. FKAXZ m -L-Bfi

nes m atinales producidas por la compresión ejercida por la vejiga urinaria llena de orina, excitando por acción refleja los cuerpos cavérnosos. E xteríorm ente presentan la form a de una circunferencia rugosa y desigual, estando form adas interiorm ente por com partim ientos. Estas glándulas segregan un liquido album i­ noso que se añade a la secreción testicular. El conducto de las vesículas y el deferente form an el conducto eyaculador, que pasa a través de la próstata y va a term inar a la porción prostática de la u retra po r delante de u n a pequeña em inencia llam ada verumanlánum, cuyo obje­ to es evitar la caída del sem en en la vejiga urinaria en el acto de la eyaculación. Divídese la uretra en tres porciones, llama­ das prostática, m em branosa y esponjosa o po­ ntana, siendo esta últim a la única q ue ofrece interés para nuestro estudio. El conducto ure­ tral sirve p ara la em isión de la orina y el semen. L a uretra esponjosa tiene una longitud de doce a catorce centím etros, estando dirigida bacía abajo en estado de flaccidez, y hacia arriba en estado d e erección, en la que alcanza m ucho m ayor volum en. Al salir la u retra de la porción fija se rodea de un tejido esponjoso que presenta dos en san ch am ien to s: uno pos­ terior, el fridbo, y otro anterior, el glande. Su estructura es la m ism a que la de los cuerpos

cavernosos que estudiarem os más adelante. E ntre el bulbo de la uretra y la cara inferior de la región m em branosa se encuentran a cada lado de la linea m edia las glándulas de Cooper, cuya secreción se mezcla al esperm a en la eyaculación y que, además, sirve para lubricar el conducto uretral, hallándose en la capa siibm ucosa las de Littré, con igual des­ tino. La m ucosa que tapiza la uretra se conti­ núa con el resto de las m ucosas genitourina­ rias, lo que explica la facilidad con que se transm iten a los dem ás órganos las inflama­ ciones especificas de ésta. Los cuerpos cavernosos están adosados a la uretra peniana form ando cuerpo con ella, y se hallan constituidos p o r una serie de lagunas adonde llegan las arterias y de donde parten las v e n a s ; las arterias son m ayores en núm e­ ro que las venas y presentan adem ás una dis­ posición especial en form a de hélice, que les perm ite retardar la m archa de la sangre en los senos, m anteniendo de este modo la erección. El pene se halla constituido por la reunión de la uretra esponjosa y los cuerpos caverno­ sos y tiene la form a de un cilindro, que en es­ tado de erección form a una curva de ligera concavidad hacia arriba. El glande, que lo term ina, ofrece una punta cónica que facilita su introducción en la vagi­ na ; su base, que está dirigida oblicuam ente

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atrás, ofrece un reborde saliente, sobre todo por detrás, llamado corona del glande, sobre el que se abren gran núm ero de glándulas se­ báceas, Kn el vértice del glande se abre el meato urinario, orificio del conducto de la ure­ tra en forma de hendidura vertical y cerrado en estado de reposo. La superficie del glande está recubierta de una mucosa de color rosado, que se refleja so­ bre la corona del glande y se continúa por en­ cima de éste con la piel, form ando una ranura en donde se am asa el producto de las glándu­ las sebáceas, llamado esmegma prepucial, La pie! que recubre el m iem bro desliza fácilmente sobre la vaina fibrosa común a iOS CUerpOs ca­ vernosos y a ia uretra. Se prolonga sobre la corona del glande, de la que recubre el' dorso, form ando lo que se llam a la capucha o calote ; se adhiere a la parte inferior del ensancha­ m iento term inal de la uretra, llamado frenillo. El repliegue de la piel que protege el glande recibe el nom bre de prepucio. En algunos ca­ sos la longitud y estrechez del prepucio no perm ite descubrir el glande, ocasionando Ij fimosis, que se cura y evita practicando la cir­ cuncisión. Fisiología. Las sensaciones de voluptuosi­ dad determ inan por acción refleja la eyaculaciñn o emisión del esperm a, siendo preciso

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p ara ello que el pene se halle en estado m ayor o menor de rigidez. E rección.— La erección es debida a la acu­ mulación de la sangre bajo cierta tensión jen las mallas del tejido cavernoso, como resul­ tado de la vasodilatación arterial producida por la acción de los nervios erectores, descu­ biertos por E ckardt. Además, tos músculos bulbo e isquiocavérnosos comprimen por su contracción las ralees de los cuerpos caverno­ sos y el bulbo de la uretra, acum ulando asi la sangre en el pene. Esta acción m uscular es necesaria p ara que la erección sea c o m p le ta ; ya que inyectando tos vasos del pene en un cadáver sólo se obtiene una erección im per­ fecta. La erección se produce por acción re fle ja ; el centro del reflejo está situado en la porción lum bar de la m edula espinal. E ntra en acción bajo la influencia de la excitación d e los ner­ vios sensibles del pene y tam bién por excita­ ción psíquica (im ágenes voluptuosas), o por contacto de otros órganos (pezones). E n cam ­ bio, o tras im presiones de origen cerebral pue­ den desarrollar fenóm enos de inhibición e im­ pedir la erección necesaria del pene. E yaculación. — F.n el mom ento del o rg as­ m o venéreo el esperm a es expulsado con fuer­ za y de un modo interm itente fuera del canal uretral. E ste fenóm eno es el resultado de con-

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M . nU M K U t U R

tracciones m usculares de origen reflejo (cen­ tro lu m b a r); contracciones peristálticas de los m úsculos lisos d e las vesículas seminales» de los canales deferentes, y sobre todo de las contracciones rítm icas del bulbo cavernoso, que expulsa por tiem pos e l contenido del canal de la uretra. D urante la erección del canal de la uretra está cerrado por el lado vesical por la em inencia del verumantdnum.

C A P ÍT U L O 1!

Evolución normal de la sexualidad

D urante la infancia la función sexual es in­ diferente en el caso norm al, y a que el indivi­ duo, ni por su función fisiológica, ni por sus lecturas, ni p o r excitación voluptuosa se da cuenta de ella, y todos los casos en que so b re­ venga algún trastorno o vicio en la función indicada, debe buscarse su origen en algo pa­ tológico o en algo psíquico anorm al. El sentido sexual no se desarrolla hasta la pubertad, y aun de una manera vaga, no bien definida, coincidiendo con el desarrollo del cuerpo y, especialm ente, con la existencia del licor sem inal. Pero antes de la pubertad, ya que por tal debe entenderse la robustez com­ pleta y necesaria para la procreación normal, y ésta no se alcanza hasta los diez y ocho o veinte años, existe ya en la adolescencia un

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cam bio físico y m oral que señala la avanzada del sensualism o, y que en los pueblos civili­ zados y en las clases sociales con promiscui­ dad frecuente entre am bos sexos, anticipa el desarrollo de la sexualidad. A si, por ejemplo, en las clases altas, en que las costum bres so­ ciales perm iten los apartes entre muchachos y m uchachas y en los talleres febriles, en que unos y otros viven aglom erados, se excita el sentido sexual tem pranam ente. De igual mo­ do se observa ese fenóm eno entre los escola­ res, por la mezcla de individuos jóvenes con otros de m ás edad que ya entraron en las prácticas g e n ita le s; en los colegios, y en los individuos que se entreg an sin discernim iento a toda clase de lecturas. A ntes de com enzar la adolescencia por esa anticipación prem atura, la m ayor parte de in­ dividuos sufren de orgasm o genital, con erec­ ciones provocadas por excitaciones físicas o psíquicas voluptuosas. O bsérvase el desarro­ llo prem aturo del pene y los testículos; la aparición del pelo en el em peine; la voz a veces eunueoíde y otras con tim bre demasiado varonil. Kl individuo siente en presencia de la m ujer una sensación especial, agradable, que le lleva a buscar su com pañía, aun en lo* casos de ignorancia com pleta de la vida se­ xual, hoy, por desgracia poco frecuente. Si la m asturbación o las relaciones sexuales

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prem aturas no vienen a dism inuir el vigor sexual, llega el hom bre a la edad juvenil con la virilidad necesaria y la potencia creadora fisiológica p ara el m atrim onio, único modo de perfeccionar la raza, m ás racional que el cruce de castas, m uy difícil en la especie hum ana por m ultitud de causas sociales y morales, lEntonces ha adquirido el individuo su com­ pleto desarrollo físico, a excepción de algunos puntos de osificación incom pletos; los ó rg a­ nos genitales hállansc tam bién en su estado n o rm a l; aparece el pelo en el rostro, y ya no existe inconveniente físico alguno para el fun­ cionalism o del aparato generador. Decim os físico porque, desde el p unto de vista m oral, es preferible la continencia ; esto aparte del peligro de contraer una enferm edad contagiosa en las relaciones con una m ujer mercenaria, no ofreciendo m ayor seguridad ciertas relaciones con m ujeres discretas, que nadie puede estar seguro de ser el único po­ seedor de las m ism as. L a continencia sexual no constituye ningún peligro, puesto que el organism o se encarga de facilitar la salida del semen acum ulado, m ediante las poluciones nocturnas periódicas. En cam bio, el exceso sexual resta al orga­ nismo, no sólo los fosfatos que tiene en ab u n ­ dancia el licor sem inal, sino que tam bién pri­ va al cuerpo del estim ulo que obtiene en be-

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iw. r o m

kkujcr

noticio suyo, con et prudente ahorro de sus energías glandulares, y a que está dem ostrado que todas y cada u n a d e las glándulas inter­ nas o externas contribuyen al sostenim iento del equilibrio funcional. Además, se hace necesario llegar al m atri­ monio con la castidad física que exigim os a nuestras esposas, cosa de trascendental im­ portancia que nos coloca en condiciones de estim a moral po r parte de la m ujer, y nos ap arta del sendero de la falta m atrim onial, casi inevitable en quien probó ya tos placeres am orosos de fácil acceso y de m oralidad nula. H ay que tener en cuenta que transm itim os a nuestras hijos, no sólo nuestra m anera de ser, desde el punto de vísta orgánico, sino tam ­ bién nuestras inclinaciones m orales y nuestra intelectualidad en la m ayor parte de ios casos. La herencia o bra fatalm ente sobre los indivi­ duos, como lo com prueba la transm isión de las enferm edades nerviosas particularm ente. ITn la mism a escala anim al se ha observado que, forzando el apaream iento del macho y la hem bra, o haciéndolo prem aturam ente, los productos del cruce salen en condiciones de inferioridad, y los padres pierden rápidam en­ te su potencia sexual. Aun desde el punto de vista del matrim o­ nio, éste no debe consentirse dentro de los lí­ m ites de edad que señalan la ley y la Iglesia,

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que en este p u n to se hallan en com pleto des­ acuerdo con las leyes del organism o. E s cierto que resulta difícil dentro de la vida m oderna, poco casta y poco racional, es­ pecie de suicidio m oral y orgánico, m antener en el espíritu del joven las ideas antes apun­ tadas ; las costum bres licenciosas, las litera­ turas m alsanas, el consejo d e am igos viciosos, la falta de vigilancia paterna y la facilidad del vicio que atrae, son factores im portantes que pu g n an contra el tem or al contagio y contra la m oralidad innata, dem asiado com batida y objeto de b u rla para los llamados hom bres de m undo. El único m edio p ara com batir esas influen­ cias nocivas es despertar en su ánim o el am or al estudio, evitar el tedio y la holgazanería y fom entar el ejercicio físico, que realm ente sir­ ve de freno al placer sexual, por el natural deseo de sobresalir entre los dem ás y evitar una pérdida de energías. E s, adem ás, necesa­ rio dar ejem plo de virtud por los que están en­ cargados de educarle y vigilarle, y en lugar de consentirle la frecuentación de ciertos lu­ gares, llevarle a la v ida social honesta, y des­ pertar en él el deseo d e ser adm itido por sus prendas m orales e intelectuales. E l cultivo racional y continuo de sus ener­ g ía s m orales y volitivas, el equilibrio del doble sér físico y m oral que llevamos dentro, pro-

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DR. FRANZ KJíLLBR

ducen excelentes resultados, y si al par se le ponen de maniñesto los peligros del contagio venéreo para él y sus descendientes, en caso de matrimonio, es posible evitar en gran parte el uso de los placeres de Venus, o cuando me­ nos moderarlos. Es preciso inculcarle que la función sexual tiene un fin más elevado que la satisfacción de un placer ¡ que dicho acto representa la per­ petuación de la especie, y que ésta tiene el de­ ber de ser sana y fuerte en todos sentidos, y que sólo para ello sirve de medio el placer que produce la unión física de los sexos. El goce es un medio para procrear, pero esta función instintiva en los seres inferiores ha de ir acom­ pañada en el hombre de la satisfacción moral, que sólo puede producir el amor esencialmen­ te espiritual. Todo cuanto se aparte de este modo de comprender la unión de los sexos, nos pone al nivel de los animales, en los que el apareamiento termina al concluir el coito, y donde no existe otro amor que el de la hembra para sus hijos y aun por tiempo limitado. Obsérvese generalmente que el coito fuera del amor espiritual produce una sensación de depresión triste, y que, pasada la excitación voluptuosa, el hombre siente hastio hacia la mujer que ha sido su compañera de ocasión y cesa la necesidad de retenerle por parte de ella.

LA FUERZA VIRIL

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El embotamiento del placer por parte del hom­ bre conduce a extravíos y perversiones sexua­ les enfermizas y vergonzosas. Sólo en estas circunstancias, y por efecto de un rebajamien­ to moral inexplicable en el hombre, se da el caso de los placeres en común, con olvido de todo pudor y con escarnio de la propia dig­ nidad. Los placeres castos necesitan de la soledad entre el hombre y la mujer que se entregan a ellos ; es un momento de recogimiento íntimo que no puede tolerar la presencia de un extra­ ño. y las caricias aun más honestas se recatan de la vista de los demás. Y es fuerza que sea asi, porque la unión amorosa no tiene nada de impúdica en la soledad de los dos seres, pero se transforma en vergonzoso extravio ante ojos indiscretos. Cuando el hombre llega al matrimonio for­ talecido con el convencimiento de su misión augusta y noble, con la plenitud de sus ener­ gías y con los impulsos de su alma enamora­ da, es cuando empieza realmente la vida se­ xual. Siendo necesaria la perpetuación de la es­ pecie desde el punto de vista social, y siendo necesario el ejercicio de la función sexual, fisiológicamente consideradas, claro está que, después de lo dicho, hemos de considerar el matrimon:o como una necesidad bajo todos

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0 8 . FKAKZ UtLLKK

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sus aspectos. El m atrim oniu obliga al hombre al trabajo p ara sostener a la fam ilia fu tu ra ¡ aleja la lujuria de su lado y le da medios de crear ui> hogar donde gozar de las dulzuras de la vida, cum pliendo asf su misión honrada en la tierra. Si hacemos un estudio com parado de las causas predisponentes del placer sexual y de sus resultados dentro y fuera del matrim onio, hallarem os que el prim ero es m ás conforme a la vida lisiológica y es un medio de prolongar la vida. Las causas predisponentes a los placeres am orosos fuera de la unión matrim onial son : la excitación producida por las lecturas eróti­ cas o por la contem plación de imágenes luju­ riosas ¡ el contagio del ejem plo de otros indi­ viduos; la voluptuosidad refinada de la corte­ sana ¡ la apetencia de placeres variados a solas y en com ún la carencia de am biente moral y de finalidad ética. S us resultados más frecuen­ tes suelen s e r : el hastio moral ; la pérdida de la dignidad ; la inferioridad m oral ante la mu­ jer h o n e s ta ; el contagio venéreo, que pone en peligro la vida y dism inuye su resistencia fí­ sica el exceso de placeres y su depravación, que agotan su vigor y enferm an su sistem a nervioso ; la tendencia a la vida ociosa y vi­ ciosa, con todas sus consecuencias m orales y sociales.

El placer fácil entra po r los sentidos y no vive más que en ellos y tiene menos valor que el instinto anim a], porque éste sólo es tem po­ ral y pasajero. D entro del am or pu ro son causas predispo­ nen tes: el cariño que inspira la com pañera elegida lib rem en te; el deseo noble de la pa­ ternidad, la intim idad am orosa sin im pudores ni refinam ientos viciosos, pero acrecentada por la espiritualidad de la u n ió n ; la finalidad m o­ ral del a c to ; el placer sentido que no se acom ­ paña de hastio ni tristeza, sino de u n a sensa­ ción de languidez a g ra d a b le ; la regularizarión del am or físico una vez pasados los pri­ meros tiem pos de transporte amoroso ; la mo­ ralidad de su unión física. S u s consecuencias son : el perfeccionam iento y la propagación de la esp ecie; el bienestar moral y la creación de la fam ilia ; el am or al tra b a jo ; la evitación de] contagio venéreo y sus consecuencias peli­ grosas ; el equilibrio moral, intelectual y físi­ co que prolonga la v id a ; el acrecentam iento de la dignidad m oral y social y el respeto que a ella acom paña. E s un placer espiritual con unión física, donde el instinto sólo interviene como medio y no como fin, perdiendo, por tanto, la anim alidad del acto. En los prim eros tiem pos del m atrim onio, las relaciones sexuales tienen extraordinaria fre­ cuencia y se efectúan con una intensidad física

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en relación con el deseo de posesión que existe en el marido, y esta natural intensidad, que más tarde se regulariza, sin dejar por ello su carácter amoroso, sirve para estrechar el cari­ ño y aum entar el deseo. El esposo ve cada día a su com pañera bajo un nuevo prism a, reco­ nociendo en ella m odos de ser distintos, ya que en la arm onía del am or caben variaciones eternas sin dejar de ser nuevas. No obstante, es necesario que estudiem os los medios m ás conducentes para conservar el vigor sexual du ran te g ran parte de nuestra vida, entendiendo por ello el uso natural de la función fisiológica y no un aum ento de la misma, casi siem pre patológico. Debe recordarse que las condiciones en que se verifica el coito requieren una excitación nerviosa refleja o voluntaria de una duración corta, pero de extraordinaria intensidad, que igualm ente es necesario que los cuerpos caver­ nosos estén en un g rado de elasticidad deter­ m inado y que los m úsculos isquio y bul bocavernoso tengan la tonicidad n ece sa ria; esto aparte del trabajo de la glándula testicular an­ tes y d u rante el acto citado. ■Existe, pues, un placer rápido, pero exce­ sivo, de influjo nervioso, de tal índole que suspende casi en absoluto el resto de las sen­ saciones para concentrarlas en el contacto vo­ luptuoso, y por ello es necesario lim itar el uso

de la función sexual, so pena de producir se­ rios tratornos en los centros nerviosos medu­ lares y predisponerse a la neurastenia y al agotam iento. No puede establecerse una me­ dida com ún para el uso del coito, por cuanto son m uchos los factores que la hacen v a ria r; aparte de la energía o rgánica variable en cada individuo, están las condiciones de edad, la alim entación, las profesiones, por no c ita r m ás que las de m ayor im portancia. En general, es suficiente usar del m atrim o­ nio dos veces por sem ana en las profesiones penosas o intelectuales, y a que las prim eras requieren una g ran cantidad de vigor físico y las segundas ocasionan una pérdida de fuerza nerviosa, am bos necesarios a la función se­ xual. En los individuos que gozan de una posi­ ción social que les perm ite ap añ a rse del tra ­ bajo continuado, no hay inconveniente en au ­ torizar el coito en días alternos, aun cuando, respecto a esto, debe tenerse en cuenta tam ­ bién la salud de la esposa. Al llegar a los cuarenta años debe reducirse en un tercio el núm ero de cohabitaciones, y pasados los cincuenta, sólo debiera pagarse el débito conyugal dos veces al mes. E s necesario suprim ir, en atención a la m u­ jer, las prácticas sexuales durante el período m enstrual, los dos últim os meses del em ba-

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razo y hasta cuarenta dfas después del parto. Los hebreos y los grieg o s legislaron sobre el particular, siendo m uy variable el plazo, ya que los jóvenes y robustos debían hacer el pago diario, los artesanos sem anal, y el con­ ductor de camellos, m ensual. Si necesario resulta ordenar el débito con­ yuga), aun m ás debe reglam entarse la repeti­ ción del m ism o en la m ism a sesión conyugal, y a en seguida, ya transcurrido un rato. Fuera deseable que tales prácticas se desterraran, pues sí bien hay individuos de potencia geni­ tal extraordinaria, a los que parece no afectar la repetición del coito, es indudable que la tensión nerviosa acum ulada cada vez y repe­ tida h a de conducir a un estado de menor re­ sistencia, y la repetición exige mayores es­ fuerzos y proporciona m enor placer, siendo éste m ás tardío y con u n a excitación que llega a veces hasta ocasionar sensaciones dolorosos. Lo m ás conveniente es satisfacer el placer genésico cuando se sienta, sin necesidad de excitación físico o m ental, el deseo de satisfa­ cerlo ; que el coito sea único en la m ism a se­ sión y que éste vaya acom pañado de una la­ xitud suave, pero no de u n a sensación de can­ sancio doloroso, que dem uestra que el orga­ nism o se resiente de un acto fisiológico y , por lo tanto, que en tra dentro del estado enfer­ mizo.

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No son reprobables todas aquellas prácticas de excitación que facilitan la disposición al acto, siem pre que no produzcan una excita­ ción dem asiado v iv a ; hay que gozar en la anión de dos seres, pero m anteniendo el goce en los limites de lo ju sto en lo físico y de lo honesto en lo m oral. La depravación sexual, sea en la unión licita o fuera de ella, es repro­ bable e inútil ¡ es un arm a de dos filos contra el organism o y contra la paz moral del m atri­ monio, porque no d eja a) organism o satisfe­ cho, antes bien, excitado y excitable, y hace de la m ujer u n a cortesana posible. M ediante la continencia basta la edad del desarrollo com pleto del cuerpo y el uso metó­ dico y prudente a partir desde aquel m om ento en las relaciones sexuales, puede obtenerse un vigor genital duradero, com pleto y agradable. Pero com o du ran te ese largo periodo que abar­ ca más de la m itad de la vida hum ana se co­ meten transgresiones de )a higiene y se llega a la constitución de estados patológicos con­ trarios a la virilidad, en capítulos sucesivos estudiarem os los enem igos de) vigor genital, sus causas y rem edios, p ara poner al lector en condiciones de prevenirlos o curarlos. P ero com o la función sexual es tan sólo una función del organism o y su alteración in­ fluye sobre la totalidad del m ism o, nos ocupa­ rem os tam bién del tratam iento general, sin

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acudir al arsenal farm acológico, ya que ma­ dre N atura puede y debe cu rar con ayuda tan sólo de los medios físicos que form an parte de ella, o sean los m edios curativos naturales, poco estudiados en su esencia mism a y en la com plejidad de sus efectos terapéuticos. C A P ÍT U L O III

Los enemigos de la virilidad

El prim ero en tiem po, y quizá en extensión, de loa enem igos de la virilidad es el onanis­ mo, llam ado tam bién m asturbación y placer solitario, aunque a veces se efectúe en com ún. Su form a habitual es la solitaria, en la que el individuo, por m edio de movimientos m a­ nuales sobre el m iem bro viril, provoca la erec* ción del m ism o y luego la eyaculación del esperm a. Fl origen del m ism o se hace rem ontar a los tiempos bíblicos y su nom bre viene de O nán, personaje citado en el libro prim ero de Moi­ sés. No siem pre el onanism o provoca la erec­ ción y la eyaculación, porque se observa este vicio en los prim eros años de la vida en que la prim era es incom pleta por falta de desarrollo y la segunda aun no existe.

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M ás de u n a vez el onanism o ha sido provo­ cado ya desde el prim er añ o de la vida p ara conseguir el sueño de las criaturas, o por goce voluptuoso de la nodriza, y aun de las m is­ m as m a d re s; pero esas prácticas, que suelen cesar al term inar la lactancia, no dejan huella en la m ente del niño. O tra s veces, el picor producido por la acum ulación del esmegma entre el prepucio y el glande, lleva al niño a .sobarse el miembro, y com o ello le produce una sensación agradable, reitera el estimulo y se entrega a un vicio cuya im portancia des­ conoce. G eneralm ente su desarrollo se debe a la imi­ tación de otros com pañeros, o de sus herm a­ nos, que le inician en dicha práctica y le in­ citan a seguir dicho cam ino. A lguna vez, la costum bre de algunos padres de dorm ir con sus hijos pequeños, sin cuidar de su presencia al vestirse y desnudarse y ejercer sus funcio­ nes sexuales, despierta en ellos curiosidades m alsanas. El m asturbador busca la soledad y no es­ tim a el trato de los m a y o re s; si el vicio fuá provocado por otro se le ve desear la am istad de aquel individuo y buscar con él los luga­ res m ás apartados y seguros donde poder en­ tregarse a su viciosa costum bre. D urante la noche suele fingir que se duerm e en seguida, y cuando se ve libre de toda vigilancia, se

entrega a la m asturbación ; después del acto el rostro está rojo y sudoroso, pero luego se pone pálido. S uele tener la vista baja, y es­ quiva m irar a su alrededor y no suele mez­ clarse en los juegos de otros niños. La repetición frecuente de estas prácticas acaba de resonar sobre el estado general y sobreviene la anem ia, la pérdida del apetito, el enflaquecim iento, los sudores p ro fu so s; su estado mental tiende a ser melancólico, hura­ ño. Pueden sobrevenir convulsiones y crisis nerviosas, debidas a la exageración de la ac­ ción sexual, y a que p o r lo g rar el placer se ve obligado a forzar cad a vez sus órganos, tardos en responder a sus m aniobras culpables. Por fortuna, son raros los casos graves de onanism o en la prim era infancia, porque, a pesar del poco cuidado de los padres, llega a llamarles la atención el estado de sus hijos, y el médico suele dar con la clave de su enfer­ m edad. No obstante, se dan casos en niños pequeños que les produce la m uerte. Si se descubre el vicio y se adoptan las me­ didas necesarias, el estado general se rehace con relativa p rontitud y se conjura todo peli­ gro, pero es conveniente ejercer una activa vi­ gilancia, pues no son raras las recaídas vicio­ sas. ya por inclinación propia, ya por consejo de sus antiguos com pañeros, bastando en oca­ siones la presencia de ellos para que en su

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mente debilitada y sugestionable nazca de nuevo el deseo onánico. En la adolescencia y en la edad juvenil es menos frecuente, pero más peligrosa la mas­ turbación, porque a la excitación física se agrega la pérdida frecuente del licor seminal, que conduce rápidamente a la depauperación del organismo y a la tuberculosis. Uno de los síntomas más frecuentes es el temor y la vergüenza que experimenta el vi­ cioso ante las mujeres, cuyas caricias suele rehuir, aunque su presencia sirva de excita­ ción para su vicio. A esta edad se agrega a las causas antes se­ ñaladas las lecturas obscenas, la vista de lá­ minas pornográficas y las ideas voluptuosas que el individuo crea para excitar su sentido genésico. El examen de los órganos geni lides mues­ tra, a veces, la caída de las bolsas, el aumento de longitud del miembro, la aparición de le­ siones en la piel, ocasionadas por los roces continuos y por alteraciones tróficas de los nervios cutáneos. Suele presentarse el va ricocele o tumefacción venosa de! cordón espermático, y en un período adelantado a la hi­ pertrofia genital primitiva sucede una atrofia marcada. Hay en los casos graves pérdidas es­ pontáneas de licor uretral y prostético, y más

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tarde poluciones nocturnas y diurnas por falta de tono muscular. Cada vez se hace más difícil la erección es­ pontánea y luego hasta la provocada manual­ mente, por falta de tono en los cuerpos caver­ nosos y en los músculos del mismo nombre, 'El individuo intenta en vano estimular sus energías sexuales y sobreviene la impotencia total. En esta edad se exageran los síntomas apun­ tados y especialmente los psíquicos; comien­ zan los trastornos por la disminución de la memoria, sigue luego la dificultad de atención, la aversión al estudio, el titubeo en las reso­ luciones, terminando por un estado de estupor melancólico en unos casos, y en otros, por ex­ citación seguida de depresión, preséntanse ideas suicidas. El individuo, incapaz de resistir a sus há­ bitos vergonzosos, que desea ocultar a todos, se siente imposibilitado para reaccionar y lle­ gar a conseguir la curación, y de día en día se ve condenado a la destrucción de su propio organismo. A pesar de su conciencia del mal, los individuos onánicos suelen protestar cuan­ do eí médico les habla de ello ; pero la confu­ sión que experimentan, el calor que ponen en la negativa y el rubor que asoma a sus me­ jillas son la prueba de que están entregados a ese vicio tan vergonzoso como terrible.

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Los padres y maestros, a quienes incumbe velar por ellos, debieran ejercer una vigilan­ cia discreta, pero sostenida, sobre el niño o adolescente que, sin motivo, presente altera­ ciones de carácter o tendencia a la soledad, que sufra pérdida de la atención y de la me­ moria, o que enflaquezca con cierta rapidez. No es difícil convencerse de la causa, porque las pérdidas seminales denotan ya de lo que se trata, y, en muchas ocasiones, es posible sorprender al enfermo en el momento en que se entrega a la masturbación. Aunque en menor grado, el uso temprano del coito y su repetición frecuente en la edad de la adolescencia es otro de los enemigos del vigor sexual. En el coito existe un ele­ mento de placer natural y más completo que en la masturbación, y no es posible, por múl­ tiples razones, su repetición exagerada como en el placer solitario. Ei organismo queda más satisfecho en la cohabitación, y por ello se siente menos la necesidad de reiterar el acto; además, el psiquismo enfermizo del onanístn no es compatible con el goce de la mujer. El masturbador busca el placer exclusivo, soli­ tario ; la mujer evoca el vicio, pero no le atrae; tanto es ast que algunos autores han señalado como remedio el uso del coito que venga a modificar las tendencias sexuales del enfermo. Mas turbarse es un hábito morboso ;

cohabitar es una función fisiológica y si bien el exceso de una función es dañino, nunca lo será tanto como la perversión de la misma. Pero, a pesar de ello, la práctica del placer sexual ames del desarrollo total del individuo vicia el organismo y lo empobrece, y al pro­ pio tiempo agota tempranamente los órganos sexuales, preparando el anticipo de la debi­ lidad genital que se observa también en el adulto que abusa de estos placeres. Sobre todo, donde se manifiesta esta deca­ dencia es en la calidad del licor seminal, que se vuelve más escaso y disminuye en numero de zoospermos, que tampoco tienen el grosor y la vitalidad ordinarios, sucediendo que la repetición frecuente del coito llega a provocar tan sólo la emisión de una pequeña cantidad de líquido, casi totalmente formado por el pro­ ducto de las glándulas uretroprostáticas. Por fortuna para el enfermo, la exagera­ ción del hábito vicioso termina por no produ­ cirle sensaciones agradables, sino penosas, y con ello suspende su fea y fatal costumbre; pero muchas veces al precio de lesiones se­ rias y génitourinarias, de alteraciones del sis­ tema nervioso y de una depresión extraordi­ naria del organismo. Si estas alteraciones no han tomado estado orgánico, es posible su curación con cierta lentitud, si el enfermo no reincide.

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A hora nos ocuparem os del tratam iento pre­ ventivo, el m ás im portante y que debe comen­ zar desde la infancia. Los padres no deben bajo ningún pretexto confiar sus hijos a m a­ nos m ercenarias, ni perm itir su alejam iento de la casa en poder de criados o gente poco cuidadosa. Será conveniente que no los pier­ dan de vista d u rante sus juegos, y, sobre todo, en el retrete y al acostarse, ocasiones prefe­ ridas para ei vicio. Sí en el niño pequeño observan la costum ­ bre de llevarse la m ano a los genitales, aunque no practique m aniobra alguna, exam inarán si existe retención sebácea acum ulada en el glan­ de, o si hay oxiuros en el ano, que a veces estim ulan el picor uretral. Se le acostum brará a la limpieza exquisita de estas partes, no dando a ellas nin g u n a im portancia y sobre todo no entreteniéndose en ellas. D eberá evitarse que los niños duerm an en las habitaciones de los m ayores y, con más m otivo en la de sus p a d re s ; delante de ellos se evitará toda conversación deshonesta y toda caricia íntim a. No hay que olvidar que las principales fuentes de conocim iento del niño son las im presiones que recibe por los senti­ dos y que en él vive el instinto aún como dueño de su cuerpo. Igual cuidado deberán tener los maestros,

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que deberán inform ar a los padres de las in­ clinaciones y am istades de los niños. En lo referente a lecturas se suprim irá cuan­ to pueda excitar la im aginación en este senti­ do, y no se le perm itirá la contem plación de lám inas o grabados del desnudo, aun cuando sea puram ente artístico. El padre debe ser el mejor am igo de su hijo, y cuando éste se halle en disposición de com prender el alcance m oral de las observa­ ciones que se le dirijan respecto a estos pun­ tos, deberá aquél enseñarle lo referente a la anatom ía y fisiología sexuales, haciéndole com prender las ventajas de la vida casta y los peligros de cualquier extravío en ese orden de cosas. Si el hábito y a está adquirido debe hablarse al niño con firmeza, pero sin acritud, ayudar­ le en su curación con cariñosas advertencias y hacerte com prender que él puede despren­ derse de ese h á b ito ; el mejor m edio de co­ rregir el vicio es la bondad y no la severidad ; estim ular al que está bajo su influencia a que cese en él haciendo un llamamiento a su ra­ zón y a su c a r iñ o ; hacerle que contribuya a su curación, estim ulando su amor propio, para que en lu g a r de oponer dificultades se asocie a la curación. H ay que alejarle sobre todo del causante de su error, m ediante m edios há­ biles, no prohibitivos.

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E n el caso d e coito p rem aturo se liará hin­ capié, sobre todo, en el p eligro del contagio ; si e s preciso s e le llevará a u n a clínica vené­ rea p ara que se pen etre de los fatales resulta­ d o s que d a la prostitución, y se apelará a los arg u m en tas religiosos O m orales o a los sen­ tim ientos de la a m istad y d e la fam ilia para hacer m ella en su ánim o. N unca deben los p ad res b ailar n atu rales las co rrerías d e los hi­ jos, ni ocultar el u n o al o tro las enferm edades c o n tra íd a s ; la frase co tid ian a «es la edad, co­ sa s de jóvenes», son causa de que se perse­ vere en el vicio, y a que, a p esar de la fan­ farro n ería de la ju v en tu d , la m ayor p arte de los m uchachos se avergüenzan de lo que ha­ cen y desean ocultarlo. P o r lo tan to , cuanto pueda servirles de disculpa es un aliciente a su s inclinaciones. D el tratam ien to m édico, variable seg ú n los sín to m as que se presenten, nos ocuparem os m ás tarde al e stu d iar el m edio de oponerse a la pérdida del vigor sexual y al p lan necesario p a ra recobrarlo, Al h ab lar de las poluciones nocturnas pe­ riódicas, no teníam os en cuenta m ás que el fenóm eno que puede acep tarse com o fisioló­ gico, p ero existen estados en que tom a ca­ rá c te r patológico, co n stitu y e n d o la llam ada es-

Permalorrea. E sta suele s e r consecutiva a tos excesos so­

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xuaics y a lg u n a s veces a lesiones genitouri­ narias Inflam atorias crónicas que producen la paresia d e dichos órg an o s. N o existe Umite natural entre la polución nocturna casi fisio­ lógica, y la patológica, pero creo que m ejor que en la frecuencia y repetición debiera bus­ carse en si va aco m p añ ad a o no de erección ; a] prim er caso deb iera reservarse el nom bre d e poluciones y a! se g u n d o de esperm atorrea. P ero el flujo sem ina) n o sale a l exterior tan sólo p o r la noche, sin o que en los individuos afectos d e la rg o tiem po y m uy debilitados las p érd id a s pueden s e r d iu rn as, y a sin esfuerzo alg u n o , y a en el m om ento d e defecar y o rin a r, p o r los esfuerzos m usculares que o bran sobre las g lá n d u la s sem in ales. El su jeto afecto p ie rd e con rapidez las fuer­ zas, palidece y ad elgaza y, sobre todo, es presa de viva preocupación, creyendo que su estado es incurable. H a y , sin em bargo, algu­ nos esperrnatorreicos que ofrecen un sem blan­ te san o y está n gordos, p ero su salu d está m inada y su v ig o r sexual es casi nulo, € n a lg u n a s ocasiones, m ás que de verdade­ ras pérdidas sem in ales, se tra ta de lesiones crónicas de la u re tra y la p ró stata consecuti­ vas a la b le n o rra g ia . T en ie n d o en cuen ta los antecedentes, d eb e hacerse el exam en m icros­ cópico del d erram e. P o r re g la g e n e ra l, e s c u ra b le la esp erm a to 4

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rrea m ediante an tratam iento apropiado que tenga en cuenta las causas de la m ism a. Existen o tras m anifestaciones que, si bien no afectan al vigor sexual, modifican las con­ diciones del coito, com o las deform idades de la uretra, las estrecheces uretrales, la corte­ d ad del miembro, la rapidez de la eyaeulación, etcétera, que será objeto d e estudio al tratar de las condiciones necesarias p ara la cópula. La esterilidad, o sea la carencia de liquido sem inal, influye tam bién de un m odo espe­ cial sobre la potencia sexual, pues si bien el hom bre estéril puede tener erecciones, no hay duda que la falta del estim ulo de la glándula sobre la totalidad del organism o h a d e dis­ m inuir el apetito venéreo. H ablan en favor de esta opinión el cam bio de voz que experim en­ tan los individuos castrados y la atrofia que sobreviene a la la rg a en los órganos de la có­ pula y en los atrib u to s pilosos de la m asculinídad. C ontribuyen a la dism inución del vigor se­ xual el alcoholism o y la obesidad el prim ero, por la perturbación que produce en el siste­ m a nervioso, y el segundo, por la pasividad general que com unica al cuerpo. E stas obser­ vaciones nos dem uestran la im portancia que tiene el vigor general en el vigor local y , por tanto, la posibilidad de modificar las pertur-

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baciones de éste tratando de vigorizar U to­ talidad de las funciones. N o debe olvidarse que son varios las fac­ tores que intervienen en la fisiología del acto sexual y que, por lo m ism o, es variable la in­ dicación terapéutica según la causa produc­ tora. Pero lo que realm ente debe estudiarse con todo detenim iento es la enferm edad conocida con el nom bre d e impotencia, o sea la im p o ­ sibilidad m aterial perm anente o transitoria de realizar la cópula. C abe que un individuo se halle en posesión de testículos'sanos, de ór­ ganos copuladotes bien conform ados, que no tenga lesión m edular alg u n a y que, a pesar de ello, no te n g a la energía necesaria p a ra rea­ lizar el coito. E n el capitulo siguiente estudiarem os la im­ potencia bajo todos sus aspectos, haciendo hincapié en la que no sea debida a lesiones incurables, casi siem pre de origen m edular y a lg u n a vez d e ó rg an o s que facilitan o coadyu­ van a la función sexual.

CAPÍTULO IV Estudio de la Impotencia

Es conveniente para la comprensión clara de la enfermedad que vamos a estudiar, recor­ dar las condiciones en que el hombre llega al momento del coito, y cuáles son las causas que originan ese mecanismo. Es necesario, para que el mecanismo de la erección tenga lugar, que exista una incitación interna o externa que ocasione el aflujo de sangre a los cuerpos cavernosos y que no exis­ ta obstáculo mecánico o patológico que se oponga a la dilatación de los mismos ; pero, además, es absolutamente necesario que la ex­ citación se sostenga por algún tiempo y que la dilatación pueda ser constante durante un periodo igual o mayor que el de la excitación. Sólo de este modo es posible verificar el coi­ to normal y llegar a la eyaculación, comple-

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m entó necesario y fisiológico de la cópula* Si tenem os en cuenta et gran núm ero de excitantes que pueden ocasionar la excitación sexual, el núm ero no m enor de elementos an a­ tóm icos locales y generales que entran en jue­ go y las condiciones personales de cada indivividuo, com prenderem os cuán variables pueden ser las causas de la im potencia y la diversidad de la misma, desde la ocasionada por un can­ sancio o preocupación pasajera hasta la defi­ nitiva, producida por una lesión crónica de los centros nerviosos. H ay que distinguir, adem ás, la erección normal con deseo venéreo, única que debemos estudiar, de la producida por el decúbito dor­ sal, la plenitud de la vejiga, etc. E s frecuente la erección m atinal a todas las edades, pero es raro que ella se acom pañe de estim ulo se­ xual, y en m uchos casos desaparece con el cam bio de decúbito, sobre todo con la posi­ ción vertical. Com o el acto sexual en el hom bre sano va acom pañado de sensación de placer, inherente y necesaria al coito, puede considerarse como parcialm ente im potente el que no disfrute en algo de esa sensación, que constituye un se­ g u n d o estim ulo en la cópula. P or regla general, el hom bre no adquiere en un m om ento toda su capacidad eréctít, r no la conserva vigorosa por virtud de la pri­

m era excitación. E s cierto que hay individuos fuertem ente sexuales que con escaso estim ulo llegan al m áxim o de potencia y de duración de la misma, pero lo frecuente es que la erec­ ción sea más com pleta con la variedad de es­ tím ulos. 'Esto se observa a diario y esto explica cierta clase de im potencias de orden psíquico. No debe olvidarse que hay en las relaciones sexuales algo m ás que ei contacto m aterial de dos s e re s ; existe en ellas, aun entre los seres menos afectivos, algo aním ico que hace de este acto uno de los más com plejos del organism o. C ada uno siente a su m anera y a su modo exterioriza su sentim iento, cada uno lleva al am or carnal toda su personalidad, y no sabe separar lo interno y afectivo de lo m aterial y grosero, sin que el acto sea incom pleto. Po­ dría estudiarse el proceso psíquico del am or y veríam os lo que influye en el proceso carnal de la cópula. Pero ha de bastarnos estudiar la influencia de nuestro estado, que pudiéram os llam ar su­ perior sobre el v igor sexual, y, al hacerlo, v e ­ rem os cuánto influye en él, por ser uno de los principales factores de la invitación al acto sexual. S in pecar de exagerados podem os de­ cir que toda aberración sexual sostenida tiene un fondo psíquico m ás im portante que todas las dem ás causas. El onanista y el sexual pre­ coz adquieren el vicio y a por m enor potencia

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mental y voluntaria y continúan en él por de­ presión de su voluntad y de su raciocinio. T odas las pasiones tienen un poder enorme sobre el hom bre y son capaces de m odiñcar su sér y ocasionar enferm edades v aria b les; pero ninguna como el am or puede variar el vigor sexual, ya que constituye la base moral del placer y el fin más im portante de la vida. D ebe separarse tam bién en absoluto la im­ potencia o im posibilidad de conseguir la erec­ ción suficiente p ara el coito, de las alteracio­ nes de la eyaculación del semen que afectan más especialm ente al acto de engendrar y que deben incluirse realm ente en la esterilidad m asculina. No obstante, algo diré de ellas, porque constituyen la parte más interesante desde el punto de vista de la reproducción de la especie y son tam bién el punto culm inante del placer sensual norm al. A tendidas las condiciones que ofrece el acto sexual, dividiré la im potencia en dos grandes g ru p o s ; Im potentes por ausencia de deseo sexual e im potentes por im posibilidad de erec­ ción sostenida y suficiente ; haciendo esta sal­ vedad porque existen m uchos individuos en que la erección no es com pleta y realizan la cópula, otros en la que d ura poco, y estos he­ chos constituyen el preludio de la im potencia verdadera. El prim er g ru p o com prende diversas varie­

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d a d e s : .-lj A usencia com pleta de deseos se­ xuales desde la infancia y persistente siem pre. B) Ausencia adquirida de deseo sexual. C) Ausencia por perversión sexual. La variedad A es poco frecuente, y en los pocos casos observados se h a lla n : una inte­ gridad com pleta de los órganos g e n ita le s ; la posibilidad de obtener la erección por m edios mecánicos, pero no espontáneam ente; la ce­ sación rápida de la erección una vez cesa el estím ulo originario. El sujeto no siente deseos am orosos y m ás bien repele toda aproxim a­ ción sexual. En la variedad B se com prenden todos aque­ llos casos en que las preocupaciones m entales, de cualquier clase que sean, dejan al hom bre incapaz de realizar al acto sexual. En todos ellos existe posibilidad anterior d e cohabitar, desaparecida por d istin tas circunstancias, to­ das de índole m e n ta l; los estudios absorben­ tes, especialm ente los m atem áticos y físicos, la obsesión de los negocios, la pasión del ju e ­ go, la sim ple desviación del pensam iento en el acto de la cópula, son suficientes a crear una im potencia que. de seguir obrando las causas, puede hacerse definitiva. En esta variedad incluiré aquellos casos que otros autores consideran de perversión sexual, en los que el individuo no siente su im poten­ cia m ás que con determ inadas mujeres, por

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LA FUUCZA VIRIL

hábitos adquiridos o por exceso de deseo y tem or al fracaso. N o son raros los casos en que un sujeto norm al en ocasiones se ve poseído de im potencia sú b ita en el m om ento de poseer a una m ujer, a quien h a deseado durante lar­ g o tiem po ap asio n a d am en te; se trata de un sim ple fenóm eno de inhibición, o sea de pa­ rálisis de fuerza nerviosa producido p o r la m ism a concentración del deseo. El miedo a una sorpresa en las relaciones clandestinas; el hábito de gozar con determ inados tipos de m ujeres, en sitios d eterm in a d o s; la repetición de una m ism a caricia d u ra n te largo tiem po antes del acto, el vestido, etc., son m otivos de im potencia observados com únm ente. En la variedad C el contingente m ayor lo dan las perversiones del acto sexual, ya se re­ fieran al abuso del m ism o, al onanism o y la esperm a torrea, o a lo que en realidad puede llam arse perversión m ental (pederastía, coito bucal, degenerados sexuales, etc.).

dism inuye la tonicidad necesaria, y la dism i­ nución del licor esperm ático, que es un pode­ roso excitante del deseo sexual. Toda función orgánica lleva aparejada de un modo necesa­ rio el cansancio del órgano u órganos encar­ gados de la m ism a, y el reposo viene a faci­ litar de nuevo la función y conservar el ór­ gano. E s innegable que d u rante algún tiem po pue­ de abusarse del poder genital sin que al pare­ cer se altere el vigor v ir i l; pero si el individuo se observa atentam ente notará que necesita una m ayor dosis de estim ulo y m ayor espacio de tiem po p ara consum ar el c o ito ; de mom en­ to no se nota la falta de erección, pero sí el retardo del espasm o sensual.

Abusos sexuales. N o es difícil com prender que la repetición dem asiado frecuente del coi­ to conduzca de un modo irrem ediable a la im­ potencia ; para ello contribuyen el agotam ien­ to nervioso producido por excitaciones repe­ tidas, el can san d o m uscular que sufren los m úsculos que favorecen la erección, la dilata­ ción repetida de los cuerpos cavernosos que

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M asturbación. Este vicio es el que m ayor influencia ejerce en el desarrollo de la im po­ tencia, puesto que no sólo necesita un m ayor estím ulo y a éste no corresponde el placer re­ cibido, sino que tam bién aleja al individuo del am or de la m u je r ; de m anera que en este caso se aum enta la excitación como en el caso an ­ terior y adem ás se dism inuye el deseo sexual. M uchos autores colocan la m asturbación en­ tre las perversiones sex u ale s; por mi parte creo que sólo deben e n tra r en esta categoría los casos en que la tendencia onanista se acom ­ paña de la necesidad de otros estím ulos (ob-

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DR. FRANZ KELUiR

jetos para m asturbarse, objetos que le predis­ pongan a ello). M ientras no exista un elem ento psíquico anorm al sólo debe considerarse como un vicio deplorable, peligroso y, en ocasiones, indicador de una m enor m entalidad, pero no como una perversión sexual. Sea como fuere, la m asturbación prolonga­ d a conduce a la im potencia, y no sólo da este resultado, sino que ataca la integridad del or­ ganism o, p or lo que resulta m ás peligrosa aún que el abuso del coito. Esperm a torrea. C uando ésta es algo acen­ tuada indica un estado de debilidad del apara­ to genital y, por tanto, nada tiene de particu­ lar que coincida con la im potencia, a la que contribuye a crearla o ag rav a rla con la pér­ dida de influjo nervioso y de tonicidad ner­ viosa que supone la secreción excesiva de licor seminal y la salida del m ism o al exterior. U causa se explica por la cantidad de fósforo que contiene el licor prolífico y la parte im­ portante que juega este cuerpo en la consti­ tución y nutrición del sistem a nervioso central. Perversiones sexuales. C uanto contribuye a excitar el placer sensual fuera del coito, tiende a la creación de la im potencia p or el doble concepto de desviar el deseo genésico de su cam ino normal y de crear una excitación

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que a la larga produce la dism inución de la erección fuera del acto habitual, causa de la perversión. Así, por ejem plo, el pederasta activo tiene potencia bastante p ara su vicio contra natura, pero no siente el deseo de la m ujer, y cuando lo siente e$ para satisfacer con ella a lg u n a aberración sexual. H ay , pues, falta de deseo, y luego existe falta de erección, porque no puede cohabitar, dadas las condiciones distin­ tas en que adquiere el deleite. L o m ism o su­ cede en los que se habitúan al coito bucal, de m ayor refinam iento excitante, y que pro n to conduce al cansancio erectivo del pene. H ay que tener en cuenta que los órganos genitales m asculinos están destinados a ponerse en con­ tacto con los genitales de la m ujer y que, por la form a de am bos y la distribución nerviosa de los m ism os, se obtiene el m áxim o de placer de un modo fisiológico, T odo cuanto se aleje de estas condiciones naturales obliga a u n a excitación m ás sostenida, m enos fisiológica y seguida de m ayor voluptuosidad y m enor bienestar, condiciones todas abonadas a alte­ rar con m ayor rapidez la norm alidad de un órgano cualquiera. Por regla general, la pederastía, que com ien­ za como vicio, se convierte luego en perver­ sión sexual, porque así como en el onanism o el placer suele ser solitario, en el pederasta no

LA FUERZA VIRIL

io es y se asocian dos viciosos que remedan torpe y vergonzosamente ios placeres entre hombre y mujer. De esa asociación nacen ma­ yores extravagancias que influyen en la de­ gradación de su mente, alimentada sólo por ideas y reflejos nocivos de tal modo que el pederasta pasivo toma hábitos femeninos, se interesa por todos los objetos que a la mujer afectan, conoce las modas y vive como un afe­ minado en compañía de mujeres, cuya socie­ dad desea, pero no busca sus placeres, pues con ellas no siente el menor apetito sexual. Esto prueba la aberración de su espíritu, y el que comenzó por vicio, sigue su camino hasta pervertir su sexualidad en absoluto. Es innumerable la diversidad de perversio­ nes sexuales que se conocen ; prescindiendo de la vergonzosa promiscuidad entre hombres y mujeres, se cuenta de individuos que sólo pueden sentir el placer sufriendo azotes, gol­ pes, pinchazos; otros exigen que la mujer vista determinadas trajes ; los hay que gol­ pean a su compañera para entrar en celo ; todo esto y mucho más que sucede, como en las or­ gías satánicas de las misas negras, son per­ versiones determinadas por una impotencia o por una enfermedad de origen mental ambas. Muchos de estos individuos cuentan entre sus ascendientes a epilépticos, paralíticos genera­ les o degenerados de todas clases.

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E n el segundo g ru p o de im potencia por fal­ ta de erección sostenida y suñciente figuran en prim er térm ino los abusos sexuales preco­ ces y el onanism o, que ya se hallan incluidos en el prim er gru p o , com o medios que dism i­ nuyen el deseo sexual, pero que constan aquí p o r el agotam iento a la vez nervioso y mecá­ nico que producen, haciendo im posible la re­ pleción de los cuerpos cavernosos. C uando los excesos sexuales se com eten ya en la edad ad u lta es raro que se manifieste la im potencia com pleta de un m odo rá p id o ; lo que ocurre es que, debido al cansancio for­ zoso que trae consigo el exceso sexual, el su­ jeto suspende por unos días el coito y con ello se repone o tra vez el o rg a n ism o ; pero com o no es posible forzar las funciones m ás allá de su térm ino natural, resulta que la im potencia se presenta y a pasados los cuarenta años, pri­ mero bajo la form a de erecciones tardías, y m ás tarde, por su ausencia com pleta, resul­ tando una vejez genital prem atura. En estos casos de excesos sexuales hay que distinguir desde el punto de vista del prejuicio que ocasionan los excesos frecuentemente re­ petidos en una sola sesión ; en estos casos puede sobrevenir una impotencia brusca, sin supresión del deseo genital, pero con imposi­ bilidad absoluta del coito, y se comprende que así sea, ya que el influjo o corriente nerviosa

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DR. p r a NZ KSLLK k

som etida a una alta presión repetida deja de funcionar por largo tiem po. F iguran entre las causas que dism inuyen la capacidad sexual y algunas veces el d e se o : la obesidad excesiva; las afecciones m edulares y cerebrales cró n ic as; los traum atism os cra­ neales ; las neuralgias del cordón espertnático y de) te stíc u lo ; la equitación repetida y exce­ siva, sobre todo al galope, que ocasiona alte­ raciones notables del te stíc u lo ; el uso prolon­ gado de los b ro m u ro s; el alcoholism o crónico y el exceso del tabaco. Como com plem ento de lo expuesto, y dada la Intima trabazón que existe entre la erección y la eyaculación, apuntaré algo sobre esta úl­ tim a. lin circunstancias norm ales, una vez in­ troducido el miembro viril en la vagina, se aum enta con el roce el placer sexual y, como com plem ento del mismo, sobreviene la eyacu­ lación, acom pañada de un placer más intenso y más espasmódico, que pone fin al acto ge­ nésico. Existen casos en que la eyaculación se ve­ rifica antes de la introm isión o en seguida que ésta tiene lugar y no produce un placer extra­ ordinario ; estos individuos no son siem pre de g ran potencia genital, como parece, según la rapidez de su eyaculación, antes por el contra­ rio, sufren de falta de tono uretral o de alguna lesión al nivel del verumantánum.

puxRzji ñ a u ­

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C ontrastando con éstos existen otros suje­ tos en que la emisión del esperm a no tiene lugar y se acom paña de vivos dolores en el periné y en el recto y parte posterior de la uretra, falta debida a un espasm o invencible en el mom ento del coito. En otros, la em isión es tardía, babeante y no se acom paña de placer alguno, lo que es debido a una dism inución del poder del m úsculo constructor de la uretra, y cuando ésta se paraliza, la eyaculación puede faltar por com pleto y el semen retenida en la uretra pue­ de salir mezclado con la orina, dando lugar a la creencia de la esperm atorrea. P uede darse el caso que la m ujer, durante el paroxism o sensual, com prim a la uretra pos­ terior y cause la existencia de este fenómeno, y otras, aun sin placer, recurren a este artifi­ cio para evitar la emisión del semen en la vagina, y con ello ponerse al abrigo del em­ barazo. 'Existen sujetos que llegan a crear el mismo estado com prim iéndose la uretra con un anillo de gom a puesto alrededor del pene con objeto de evitar el peligro ya dicho en sus relaciones sexuales con ciertas m ujeres, a quienes pudiera perjudicar o comprom eter la fecundación. L a repetición de una u otra de estas m aniobras produce fatalm ente la ausen­ cia de emisión sem inal, aun después de cesar en ellas, si se han practicado durante algún 5

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DE. FKANZ KELLBR LA tUEKZA VIRIL

tiempo, y sobreviene la esterilidad definitiva del sujeto. En algunos casos, poco frecuentes, la eyaculactón es sencillam ente im posible por el g ra­ do extremo de erección que provoca un espas­ mo absoluto. La falta de erección y eyaculación durante la cópula puede deberse tam bién a la anestesia del glande que no provoca ningún deseo ve­ néreo durante el acto sexual, y, sin em bargo, se obtiene m ediante la m asturbación. En cam­ bio, la hiperestesia del glande provoca el or­ gasm o y la eyaculación casi instantáneas al menor roce que experim ente, frustrando de este modo el acto sexual. El estudio de estos fenóm enos y de sus cau­ sas dem uestran u n a vez m ás que es necesario un acuerdo perfecto e n tre la idea excitadora y la norm alidad orgánica general y local entre el hom bre y la m ujer para que el vigor viril alcance sus debidas proporciones y se m an­ tenga constante hasta una edad bastante avan­ zada. Y aquí entraré de lleno en el estudio de los lim ites fisiológicos del vig o r viril tom ado com o térm ino medio, y a que en ésta com o en todas las cuestiones relativas al sér hum ano caben variaciones notables. E sta s indicaciones en­ trañan gran im portancia p ara el estudio de la im potencia y para las reglas higiénicas nece-

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sañ as a su prevención ; por de pronto puede asegurarse que la fuerza viril se extingue an ­ tes de lo natural en la m ayoría de los hom ­ bres por anticipo del placer y por exceso en el mismo en las edades tem pranas, porque tie­ nen mayor influencia los excesos juveniles, que representan una excitación m ayor, que los de la edad adulta, en que los órganos ge­ nitales y sistem a nervioso han alcanzado su com pleto d esarro llo ; com parando estos fenó­ menos a ¡os de una m áquina de vapor, se com prende que el exceso de tensión superior a su capacidad la ponga rápidam ente fuera de servicio útil. L a civilización actual aum enta las causas de predisposición a la sensualidad, creando ya. por tanto, una m enor resistencia viril, y com o estas causas obran ya desde la prim era juven­ tud, resulta que las estadísticas dem uestran que la im potencia prem atura es la m ás fre­ cuente, y que a ella sigue la im potencia a par­ tir de los cuarenta y cinco años, con lo que se prueba la influencia fatal que sobre la virili­ dad ejercen los excesos tem pranos. P ara regular en lo posible la función sexual, hablando siem pe de un justo medio, debe p ro ­ hibirse el coito y toda aproxim ación o m ani­ pulación genital, aun m ás perjudicial que la cópula, antes de los veintiún años de edad, en que se com pleta el desarrollo general del

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UK. FKANZ JtB LU K

c u e rp o ; desde esta edad hasta los veinticinco se consentirá una vez cada quince d ía s ; desde entonces a los cuarenta y cinco años, dos ve­ ces por sem ana, y a p artir de esta edad, una cada quince días hasta los cincuenta. Pasando de esta edad, la regla debe ser retrasarlo g ra­ dualm ente, y no buscar el placer sexual más que cuando el organism o lo pide con mani­ festaciones de virilidad, sin ran cias previas o ideas eróticas. Como precepto absoluto, no repetir jam ás el acto, ni aun con intervalo de unas horas, y atender más que a la excitación sexual al de­ seo despertado por la voz de la naturaleza. Estos preceptos, que pueden modificarse al­ gún tanto según el tem peram ento y, sobre todo, según los resultados que observe el su­ jeto, permiten conservar la potencia genital hasta m ás allá de los sesenta años, límite que debe asignarse a los placeres venéreos. Por fortuna, la edad dism inuye el deseo y lo hace m enos frecuente, y si el hom bre huye de en­ canallarse con caricias lascivas más que amar, tes, no pasará de ese lím ite. P arto del supuesto de que los trastornos de la virilidad recaen en individuos que tienen norm ales sus órganos viriles, puesto que en casos de deform idades de los mism os ha de recurrírse a los cuidados del cirujano en unos casos, y en otros, como en la cortedad exce­

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siva del pene, h a y que conform arse con los hechos anatóm icos. Im potencia agnda. H e indicado anterior­ mente que existen casos en que un sujeto, d es­ pués d e u n a noche de excesos am orosos, se halla sum ido en la im posibilidad absoluta de conseguir la erección p o r ningún m edio. Gene­ ralm ente atribuye a una debilidad transitoria el hecho, e in tenta d e diversos modos y por excitaciones diversas salir d e aquel estado, con­ siguiendo tan sólo aum entar su triste situ a ­ ción. S i tiene suficiente cordura p ara d ejar en descanso absoluto su s órganos viriles hasta que ellos le anuncien su restablecim iento a la norm alidad, todo pasa, y vuelve a su se r n a­ tural ; pero si tiende a nuevos excesos, verá establecerse la im potencia crónica porque for­ zó el resorte de su fuerza. R ara vez el sujeto es lo bastante cuerdo, y en nuevas pruebas se agota para pasar al estado siguiente, dificul­ tando su curación. Impotencia crónica de form a lenta. Este estado se establece, com únm ente, a consecuen­ cia de abusos en el coito, o prácticas viciosas que suprim en el deseo de la m ujer y al mismo tiempo agotan el poder viril. E n algunos in­ dividuos tam bién puede presentarse a causa de una continencia de m ucha duración, si al

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DK. PRAttZ KKJ-LER

propio tiem po viven retirados del trato soda) fem enino y no ocupan su espíritu en ideas e ró tic a s ; en éstos hay inapetencia sexual que provoca la falta de energía física. Sea cual fuere la causa en los prim eros, el sujeto im potente se percata de que, a pesar de su excitante habitual, no adquiere el miembro su tam año norm al, y que al m ism o tiem po la erección es m enos duradera, pecando, por ta n ­ to, en fuerza y duración. Si procura cam biar el excitante, la erección se hace con m ayor fa­ cilidad al principio por la razón de u n a exci­ tación nueva, pero al poco tiem po sobreviene nuevam ente el cansancio del órgano y aum en­ ta su debilidad prim itiva, porque to enferm o es la tonicidad eréctil y ésta no puede seguir funcionando. ■El reposo prolongado basta p ara conseguir una m ejora, pero esto no es suficiente, ya que el sujeto im paciente por g o zar d e nuevo o for­ zado a ello por ra2Ón de su estado, intenta un nuevo esfuerzo, siem pre incom pteto como re­ sultado y doblem ente perjudicial, pues con ello pierde el terreno ganado y cae en una profun­ da preocupación, que sirve p ara ag rav ar su estado moral y, por tanto, a suprim ir el factor energfa, tan necesario en estos casos. La m ayor parte de los sujetos caen en un estado de tristeza extraordinaria y sufren una alteración en su carácter, que trasciende a su

vida social, a su vida íntima y hasta a la es­ fera de sus negocios o de su profesión. Sien­ ten aversión a la mujer por el hecho de su inferioridad genésica, piensan continuamente en su estado, que creen incurable, y llevados del deseo de salir de su desgraciada situación, emplean toda clase de medicamentos afrodi­ siacos, inútiles en su mayor parte, y otros sumamente perjudiciales para sus órganos génitourinarios; consultan médicos, reinciden en sus tentativas y, finalmente, se consideran perdidos irremisiblemente, llevando una vida miserable y pensando muchas veces en el suicidio. E s preciso haber oido las ¿olorosas confe­ siones de estos fracasados de la vida que no pueden g o zar del m ás dulce y natural de los placeres, para com prender su horrible situa­ ción. D ecaída la voluntad, suprim ida la ener­ gía, perdida la alegría, arrastran la vida com o un fardo insoportable y sienten un odio enfer­ m izo hacia los que son vigorosos. M ás de uno atribuye su situación miserable a los sortile­ gios de alg u n a m ujer celosa ; otros sienten los m ás crueles rem ordim ientos por sus locuras pasadas, y todos están conform es en creer su situación com o la m ás terrible. No basta a sacarlos de este estado de alm a ni ia fe religiosa, ni las prom esas de curación, ni los consuelos de la m u je r; y si este estado sobreviene después del m atrim onio, se ve tur-

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FRANZ KJ5LLBE

bada para siem pre la paz conyugal, pues la m ujer sospecha al principio la infidelidad de su marido, y si llega a conocer el mal que le aqueja, lo atribuye generalm ente, y con razón, a los desórdenes de su vida anterior. Aun en los casos en que la m ujer atiende a la razón y siente el deseo de ayudarle y tranquilizarle, prescindiendo en absoluto de gozar las deli­ cias m atrim oniales, el esposo se siente infe­ rior a ella y sufre tanto de su desvio como de su compasión. La historia de m uchos de estos desgracia­ dos pone de relieve al médico una colección de hechos viciosos, de erotism os enfermizos y de vicios sexuales que dem uestran hasta dónde pueden llegar ias perturbaciones de) instinto sexual en seres que parecen dotados de inteligencia y de equilibrio mental en los demás actos de su vida. Y esto sucede con mayor frecuencia en las clases sociales más elevadas, que por su m ayor facilidad en pro­ curarse toda clase de goces y por su educa­ ción más frívola, caen con deplorable fre­ cuencia en las aberraciones viciosas, cuyo triste e inevitable final es la im potencia y el hastio de la vida. Impotencia eventual, B ajo este epígrafe reúno una serie de casos en que los fenóme­ nos de la falta de erección y aun de estímulo

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sensual son dependientes de una alteración temporal en circunstancias d eterm in a d as; asf, por ejemplo, un sujeto que goza de toda su potencia viril con una m ujer morena se sien­ te im potente ante una r u b ia ; el que necesita un estim ulo siem pre igual para su erección c o m p leta; los que am an un olor determ ina­ do, ya genital, ya de p erfu m e ría ; el que sólo es potente con la m ujer desnuda y no siente el deseo con la que está vestida, o vice­ versa, y por este estilo mil condiciones varia­ bles en cada individuo, E stos sujetos, sobre todo después de una larga cam paña am atoria, se consideran fra­ casados físicam ente al hallarse en un caso se­ m ejante, pero al volver a encontrarse en las mismas condiciones anteriores se convencen de su error. Aquí se encuentran los que llam aba em oti­ vos y los realm ente desequilibrados; son to­ dos aquellos que pertenecen al reino de los nervios más bien que al reino dé la carne. E sta clase de im potencia es transitoria en general en los prim eros, si bien algunas ve­ ces coloca al individuo en condiciones difíci­ les. Existen algunos casos en que el individuo afecto de esta variedad de impotencia se ve precisado a contraer matrim onio, y a pesar de hallarse verdaderam ente enam orado y de­ seoso de su esposa, se halla en la im poslbili-

DK. FKANZ KECLER

LA FUERZA VJKJI»

dad de cum plir su deber conyugal, con grave sentim iento por su parte. En un caso de esta especie es necesario som eterse a una absten­ ción com pleta, pero obligándose a com partir el lecho de su esposa, y, en general, a los po­ cos días la naturaleza recobra $u$ derechos. El pronóstico de la im potencia es variable según las causas y según las condiciones físi­ cas, m orales y sociales del enferm o, y según la energía que despliegue en desear la cura­ ción ; pero puede contarse siem pre con la cu­ ración com pleta em pleando los medios que indicaré en el capítulo destinado al tratam ien­ to de esta enferm edad. La m edicina clásica fracasa en m uchas ca­ sos por insuficiencia de medios, y por esto el pronóstico de la dolencia es m ás serio si sólo se cuenta con los escasos medios de que dis­ pone, puesto que a excepción de la electrici­ dad, en algunas form as de im potencia, el m asaje y los brom uros y la estricnina, no co­ noce un medio arm ónico que oponer a esta afección. P ero desde que decidí aplicar el sistem a cu­ rativo po r los medios naturales he logrado tales éxitos que puedo decir, sin tem or a equi­ vocarme, que n inguna form a resiste a su eficacacia. D e este modo, no sólo se logran grandes resultados, sino que pu ed e reducirse mucho el g ran núm ero de variedades estudiadas, ne-

cesarías desde el pum o de vista especulativo, pero no desde el p u n to de vista práctico de su aplicación a los enferm os. Se logra, adem ás, que el enferm o se trate por sí m ism o, sin desatender a sus ocupacio­ nes, con facilidad extraordinaria y con sen­ cillez y econom ía. A dem ás del capitulo de­ dicado a la exposición com pleta y clara del tratam iento, he incluido, como apéndice, un resum en de bigiene sexual y otro de terapéu­ tica que perm ita ver en poco espacio de tiem­ po todo lo m ás conveniente a am bos objetos. Al dar fin a esta parte, que pudiera llam ar expositiva, voy a e n tra r en la terapéutica tal y como la he concebido y aplico para bien de mis clientes, cada día m ás num erosos.

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SEGUNDA PA R TE I. Generalidades del tratamiento na turista. — II Uso del agua y del sol.—III. El ejercicio físico. - IV. El régimen de al mentación.

C A P IT U L O P R IM E R O

Generalidades del tratamiento naturista

El Fracaso de la terapéutica clásica en algu­ nos casos com plicados de pérdida del vigor sexual me llevó a estudiar detenidam ente la llamada terapéutica naturísta, fundada en la acción com binada y sistemática de tos agen­ tes físicos, tal como los facilita la N aturaleza ; a saber : el uso del a g u a y de la luz solar, unidos al ejercicio físico individual y sin ap a­ ratos y a la simplificación de la alim entación, poco racional y poco adecuada a nuestro or­ ganism o. Mis prim eros ensayos fueron vacilantes, porque no podía desprenderm e del lastre mé­ dico, pero asi y todo logré alguna mejoría, que rae anim ó a seguir con fe dicho cam ino, llegando, gracias a una tenacidad extraordi­ naria, a concluir por dedicarm e con ardor a

Dfc. F U H S IteLLÜM

LA MISRZA VIRIL.

su aplicación, Los éxitos fueron cada vez ma­ yores, los casos de aplicación de la nueva ciencia fueron más variados, y por fin, seguro del éxito, me decidí a publicar mis opiniones, convencido de que serian acogidas con asom­ bro y quizá con burla por los sabios, pero que prestaría un servicio a ios enfermos que arras­ tran sus miserias físicas de clínica en clínica, sufriendo pacientes los tratamientos más va­ nados y contradictorios. H ablo con autoridad en esto, porque tam ­ bién fui de los que usaron la sugestión hipnó­ tica y la electricidad en todas sus formas, los mil y un tónicos aconsejados, el masaje, la hidroterapia clásica, los m étodos locales, las inyecciones subcutáneas y, en una palabra, todo el extenso arsenal que la medicina pone al servicio del práctico, no siem pre con espe­ ranzas de éxito. No quise contentarm e con ser un creyente de la nueva idea, y, llevado de la natural ten­ dencia a investigar la causa de las cosas, qui­ se, antes de dar a luz m is experiencias, edi­ ficar sobre bases científicas una teoría de es­ tos hechos asom brosos que pugnan con la en­ señanza de nuestras escuelas oficiales. Me lle­ vaba adem ás a ello el deseo de hacer aceptable una idea nueva fundada tan sólo en el em pi­ rismo y explicada con arreglo a doctrinas aun m ás em píricas.

Yo tenía la convicción de que los fenóme­ nos producidos por esos agentes naturales obedecían a algo relacionado con nuestro or­ ganism o y me dolía que carecieran de una base sólida o, cuando menos, aceptable, que les diera carta de naturaleza en la ciencia y no fuera considerado como curanderism o in­ digno. Debieran bastar los hechos para con­ vencer a la inteligencia, pero ésta está edu­ cada en el raciocinio, aunque no siem pre, y era preciso hablar a] raciocinio. Hace bastante tiem po que la higiene pre­ coniza estos m edios de que hablo como sal­ vadores en m uchos c a s o s ; las corrientes mo­ dernas de una parte de ios médicos se incli­ nan a aceptar el ejercicio y la alimentación reformada como útil en las afecciones cróni­ cas ; se encom ia la lim p ie z a ; se recomienda el so), el aire y el agua, pero no se perm ite que estos medios por sí solos alcancen supre­ macía terapéutica, y al lado de ellos y por en­ cima de ellos se preconiza la droga y se en­ salza la virtud de los preparados farmacoló­ gicos. Los espíritus escépticos suponen que se trata de m antener la vieja escuela para evi­ tar que la ruina del tem plo de la ciencia no alcance a sus a d e p to s ; se atribuye falsam ente al egoísm o grosero, lo que es cuestión de rutina escolástica 5 no es posible im aginarse

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cuánto cuesta desterrar e! hábito intelectual y cuánto pesa sobre nuestros espíritus la tra­ dición. SÍ descorriéram os el velo de ciertas co­ sas. vertam os que m uchas doctrinas venera­ das son tan sólo lugares com unes perpetua­ dos con solem nidad y sostenidos por los gran­ des sacerdotes de la ciencia oficial, sin que se hayan tom ado la pena de exam inarlas. Así se explica que perduren errores y se tomen por verdades. Se lanza la excomunión científica sobre el atrevido que intenta pe­ netrar el m isterio del arcano, sem ejando a los antiguos sacerdotes de las religiones paganas que reservaban p ara ellos el cultivo de la ciencia, que luego servían a los pueblos arre­ gladas a su sabor y envueltas en m isteriosos ritos. Pero aun hay otra causa m ás im portante en nuestra ciencia m o d e rn a : es necesario que las ideas tengan la sanción de los pontífices, lo de menos es la idea, lo que se cotiza es la firma, y el atrevido que se perm ite hacer uso del raciocinio para com batirla, levantará con­ tra él una cruzada enorme, caerá bajo el peso de sus adversarios, que consideran fecunda una idea, por huera que sea, con tal la haya expuesto alguien que está por encim a de las m ultitudes. P o r eso y sólo por eso se abre paso difícil­ m ente toda idea nueva, y no es sólo el técnico

el que la com bate j es el vulgo que no cree en la eficacia de las cosas sencillas, que no le hablan a la im aginación, que se encoge de hom bros ante lo que ve cada día y se extasía ante lo que ignora, que va al hom bre de cien­ cia a buscar alivio a su males, sin que por ello deje de extasiarse ante el charlatán de plazuela, que am a el m isterio del curandero, estando convencido de su ignorancia, pero es sugestionable y se entrega al que le sugestio­ na ; es la m ultitud ignorante, pero buena y sencilla, que ensalza hoy y deprim e m añana a su ídolo de a y e r ; los niños que corren en pos de quien los acaricia, sin pensar por qué los acaricia. H asta hoy la llam ada medicina naturista ha sido patrocinada y ejercida por individuos aje­ nos a la m edicina y que generalm ente han debido su salud a estas prácticas sen c illa s; gentes que carecían de los conocimientos n e­ cesarios para el diagnóstico de las enferm eda­ des y hasta de conocim ientos generales que les perm itieran erigir en sistem a los conoci­ mientos atesorados por una larga y detenida observación. Basta leer cualquiera de los m anuales es­ critos en este sentido para com prender el em ­ pirismo de sus autores, y no es extraño que sus teorías hayan sido rechazadas por com ple­ to. No obstante, despojando a estos escritos

LA Fl-eRZA VIRIL

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DR. FRANZ K&LLSR

del fárrago de vulgaridades que encierran en su parte teórica, debieran haberse fijado los espíritus cultivados en las enseñanzas prácti­ cas que contienen y, separando el trigo de la cizaña, llevar a la medicina todo aquello útil y conveniente y procurar ponerlo en armonía con nuestra ciencia de curar. La observación atenta de ¡os animales en­ tregados tan sólo al instinto, nos demuestra que atienden a la curación de sus enfermeda­ des agudas con la dieta absoluta de alimentos, limitándose a beber agua en cantidad, prefi­ riendo las aguas comentes. Algunos buscan en las hierbas el modo de purgarse, pero es­ tudiando las hierbas que emplean y que no tienen virtud médica alguna, se viene en co­ nocimiento de que se valen de ellas como me­ dio mecánico para combatir la constipación. Entre los enfermos del campo, sobre todo en los viejos y valetudinarios, es corriente la práctica de ponerse al sol durante el día como medio de reanimar su vitalidad adormecida. Es proverbial la robustez de los pescado­ res, sometidos diariamente al sol y a la lluvia, y son muchos los que permanecen horas con las piernas en el agua durante sus tareas, sin perjuicio para su salud. Asimismo los trabajadores del campo dis­ frutan, a pesar de lo penosa de su profesión, mayor robustez que el obrero de las ciudades,

y eso que su trabajo corporal es mucho m ayor y se ejercita en invierno y verano a la intem ­ perie ; en cambio, los m ineros resisten mucho - menos porque están privados del aire y de luz solar. T odos estos hechos, asi como la m ayor salud y longevidad de que disfrutan los individuos parcos en el com er y ajeno s a las bebidas ex­ citantes, fueron conocidos en la antigüedad, y la medicina de H ipócrates y m ás tarde la es­ cuela de Salerno las indicaron como preceptos higiénicos. A pesar de ello, merecen algo m ás y son dignos los trabajos d e la reciente escuela naturista de reunirlos en un cuerpo de doctrina y elevarlos a la categoría d e ciencia de curar. U n a objeción que debem os contestar antes de en tra r en el fondo del asunto es la siguien­ te : i Cóm o es posible que una medicación tan sencilla y con ta n escasos m edios pueda apli­ carse con resultado a enferm edades tan num e­ rosas y d istin ta s? L a contestación es m uy fácil estudiando cómo se producen las enferm edades y cómo reacciona el organism o. H oy día está perfec­ tam ente dem ostrado que todas las enferm e­ dades agudas tienen un período de elaboración silencioso que varia de unas horas a varios días, en tos cuales la lucha existente entre la causa morbosa y el organism o pasa com ple-

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UR, FRAMZ KEU-ER

lamente inadvertida; periodo al que se da el nombre de incubación. A éste sigue una alte­ ración general del organismo, aunque la lesión se localice, prueba de que el cuerpo todo par­ ticipa de los fenómenos de defensa y de la alteración de la causa. Siguiendo atentamente el modo de defenderse, se ve que siempre re­ curre al mismo medio, y sí esto es asi, ¿por qué no admitir que podemos ayudarle con los mismos remedios, variando sólo su inten­ sidad y su modo de aplicarlos, sea local o general ? Sí de los procesos agudos pasamos a los c ró n ic o s v ere m o s q u e casi todas las alteracio­ nes del cuerpo hum ano se producen a conse­ cuencia de u n a falta de régim en local o ge­ neral, que produce la alteración de uno o va­ rios órganos. No de otro modo obran los ex­ cesos alim enticios, el alcoholism o, la falta de ejercicio, etc. ¡ es esto decir que podem os res­ ponder a estas alteraciones con pocos medios, y éstos son precisam ente aquellos opuestos a las causas que han venido obrando. A un cuando el cuerpo hum ano presenta di­ versidad de órganos necesarios para las dis­ tin tas funciones que a cada uno le están en­ com endadas, no existiría la debida arm onía si todas no tendieran a un fin común, que es la vida.

LA FU IR ZA VIRIL

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Además, esta estrecha dependencia se ma­ nifiesta en que todos tienen vasos y nervios que reciben su a c c ió n ; los prim eros, de la sangre com ún a todo el cuerpo, y los segun­ dos, de un centro general subdividido en tres grandes grupos ; encéfalo, medula y gran sim ­ pático. P o r el interm edio de la sangre se transm ite a todo el cuerpo la alteración aguda o crónica, y por el sistem a nervioso se entrecruzan, como en una red telefónica, todas las sensaciones; así se com prende que una enferm edad local resuene sobre todo el organism o, y que un tratam iento local modifique, a su vez, un es­ tado general p o r mediación de la sangre y de los nervios. H echas estas aclaraciones, pasarem os a es­ tudiar Jos agentes naturales terapéuticos y sus indicaciones principales, asi como la ma­ nera de usarlos. Con ello ponem os al enfer­ mo en condiciones de ayudar activam ente y de un modo racional a los esfuerzos que hace la Naturaleza para desem barazarse de su enem igo.

C A P ÍT U L O II Del uso íc\ Agua, y del sol

El uso del agua en la terapéutica natu* rista. El agua puede emplearse al interior para facilitar el descarte de ciertas substancias nocivas a través de la piel y de la orina ; úsase ya fría, ya caliente, según el objeto que de­ see llenarse. Por regla general es preferible el uso interno del agua caliente, pues es menos excitante que la fría, para algunos individuos, y porque, sin perder nada de su acción diu­ rética, facilita mejor la provocación del sudor. Además, tomada a pequeños sorbos, modifica la sed mejor que el agua Fría. La manera pre­ ferible de administrar el agua es en ayunas, constituyendo entonces un verdadero lavado del tubo digestivo. En algunos casos de en­ fermedades del estómago debe tomarse des­ pués de las comidas.

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1>R. FRANZ KXLLSK

K n los casos en que el individuo sienta u n a sensación de frío que no s e disipe con el ejer­ cicio activo, deberá tom ar un vaso de a g u a ca­ liente, azucarada o no. Si a pesar de esto per­ siste su m alestar, entonces se tratará proba­ blem ente de una afección que comienza su periodo de agudez. El uso de) agua al interior debe lim itarse a las horas en que no pueda dificultar la di­ gestión, siendo preferible en ayunas, durante las com idas, al fina) de las m ism as y cuatro horas después de ellas. Al exterior se aplica el a g u a fría o caliente, con o sin fricción y en form a de vapor. Cada u n a de estas aplicaciones tiene su s indicacio­ nes especiales, que se ap u n tarán brevem ente. La acción del a g u a fría es m ás tónica so­ bre los tejidos que la del a g u a caliente, y sir­ ve para prevenir la inflam ación, si su aplica­ ción es c o n sta n te ; pero sólo puede hacerse localm ente cuando ha de usarse largo tiempo, ya que el baño frió general muy prolongado substrae al cuerpo su calor vital, A su aplicación sigue inm ediatam ente la contracción de los vasos capilares sanguíneos, y de este modo se substrae calor y vitalidad a la parte, pero cuando cesa la acción del agua fría sobreviene la dilatación vascular seguida de g ran aflujo de sangre, o sea un fenómeno de reacción.

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Kn la m edicina clásica suele aplicarse el hielo com o m edio de oponerse a ciertas infla­ m aciones (m eningitis, apendicitis, peritoni­ tis), pero en este caso debe protegerse la piel m ediante una capa de tela en varios dobleces, puesto que el uso prolongado de este roedlo puede ocasionar la g an g ren a del tegum entoEste medio tiene peligros en su uso, y a que no puede medirse la reacción posterior. Kn todo caso las aplicaciones frías locales deben renovarse an tes d e que el a g u a absorba el calor de la parte, so pena de no conseguir el resultado apetecido. l-as aplicaciones locales de a g u a caliente son útiles para estim ular la piel y facilitar la transform ación purulenta d e las inflamacio­ nes. al propio tiem po excitan los glóbulos blancos de la san g re estancada y facilitan su función defensiva. Siem pre que se trate de aplicaciones de com presas húm edas, sean frías o calientes, se colocará por encim a de ellas un papel o tela im perm eable que im pida la evaporación rápi­ da del liquido. De uso m ás frecuente en la terapéutica na­ tural son los baños generales o parciales en que la acción del ag u a es más sostenida. Por regla general el baño frío total debe reservar­ se para la limpieza del cuerpo y usarse una o dos veces por sem ana, debiendo ir seguido de

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DR. FRANZ KELLKR

una fricción enérgica que excite la reacción y com plete sus efectos, Los baños locales tienen, adem ás de su ac­ ción parcial, u n a general, ya que al q uitar calor de una parte enfrian asim ism o el resto del organism o, si' bien lo hacen de un modo m ás lento y menos peligroso- P ara d ar m ayor fuerza curativa a estos baños conviene que durante ellos, o al final, se acom pañen de fricciones practicadas con una toalla o lienzo fuerte, o un guante de crin alg o duro. A si se tiene a la vez la acción anticongestiva det agua y la excitante de la fricción, siendo este me­ dio m uy útil para conseguir, adem ás, la re­ sorción de cualquier depósito que se haya he­ cho, sea de grasa, sea de tejido inflamatorio. O tro de tos medios de em pleo del ag u a es el baño de vapor, en el que se utiliza el calor húm edo sin aplicar el ag u a a la superficie del cuerpo. S u acción es sum am ente im portante p ara provocar una transpiración activa y fa­ cilitar el descarte por la piel de g ran núm ero de m aterias nocivas, estim ulando al propio tiem po la circulación general. Su aplicación puede ser general o local, como en los dem ás b a ñ o s ; la aplicación ge­ nera) se reserva para las enferm edades agudas o crónicas que afectan la totalidad del cuer­ po, y las aplicaciones locales son reservadas

LA FUERZA VIRIL

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al tratam iento de las afecciones crónicas lo­ cales de origen inflam atorio. B años d e s o l . — L os baños de sol consti­ tuyen uno de los rem edios m ás poderosos en el tratam iento d e todas aquellas afecciones de fondo aném ico escrofuloso y tuberculoso. E s el excitante natural por excelencia, cuya ac­ ción es insubstituible por ningún medicamen­ to ; reúne las ventajas de los baños p o r la excitación que produce sobre la piel y la res­ piración, y al propio tiem po obra por la irra­ diación lum inosa, cuyos distintos rayos pro­ ducen acción física, acción quím ica y acción radiactiva. B años d e a i r e calien te . — En algunos ca­ sos pueden usarse los baños de aire caliente sin vapor, sobre todo en ciertas enferm edades crónicas de la piel. T écnica

d e las d ist in ta s aplicaciones del

— L a v en taja inestim able de este tra­ tam iento es que lodo el m undo puede aplicar­ lo sin gasto im portante, y lo mism o puede usarse en los enferm os pobres que en los de posición social elevada. T iene, por o tra parte, su uso ta n ta s indicaciones que no hay incon­ veniente en que Lo em pleen de m odo em pírico los individuos, pues sólo buenos resultados se obtendrán d e su em pleo. agua .

A plicaciones

rales.

del agua fr ía . —

A) Gene­

D esde los 15 a los 25 grados puede

b tt. FKAN¿ KULEK

LA FUERZA VIRIL

considerarse como agua fría y puede aplicar­ se en distintas form as. P uede usarse una ba­ ñera grande en que pueda colocarse cómo­ dam ente el individuo, o un recipiente m is pe­ queño en que pueda introducirse en cuclillas, quedando fuera del tronco p ara arriba, en cual caso se tendrá cuidado de m ojar el resto del cuerpo. En otros casos puede usarse una as­ persión desde los hom bros con una regadera o un irrigador con tubo de gom a y cánula, el uso de una esponja m ojada y exprim ida, se­ gún los medios con que cuente el enferm o. El baño general, corto o seguido de fric­ ción, debe usarse a diario y constituye uno de los m ejores medios para la conservación de la salud. Produce una sensación de bienestar y e n e rg ía ; endurece contra los cam bios at­ mosféricos ; obliga a la m ayor am plitud del pecho y acelera los m ovim ientos del corazón y de los vasos, contribuyendo a oxigenar la sangre. E s m ás bien un medio higiénico que terap éu tico ; como remedio ha de emplearse en los casos en que convenga substraer con rapidez calor al cuerpo, aunque, en semejante caso, no debe repetirse con frecuencia sin con­ su lta r al médico. 1.a hora m ás oportuna es el mom ento de d ejar el lecho, por la m añana, y sea cual fue­ re la form a d e b añ o que se adopte, débese tener presente que no ha de exceder de diez

m inutos, y debe ir seguido de una fricción general y enérgica que facilite la reacción. ■En caso de no poder bañarse a dicha hora, deberá tenerse como regla absoluta no b añar­ se hasta pasadas cuatro horas de la com ida, y si el cuerpo estuviese sudado, debe friccio­ narse antes de tom ar el baño. En las personas débiles, y como transición, para u sar los baños fríos se em pleará el ag u a a la tem peratura de 30 grados, usando sólo la fricción en caso d e que la reacción sea lenta. D espués del baño el individuo debe ha­ llarse ág il y bien dispuesto, y si esto no su­ cediera, será m uy conveniente salir a d a r un paseo a paso rápido o practicar unos cuantos ejercicios gim násticas. L os baños frío s sólo deben suspenderse en la m ujer d u ran te el periodo de las re g la s ; siendo de observar que su uso continuado ejerce u n a influencia beneficiosa sobre las mism as, que se regularizan sin necesidad de tratam iento farm acológico alguno. Tiene el baño frío una acción prim aria so­ bre la circulación, pues dism inuye ia corres­ pondiente a la piel y aum enta la de los ó rg a­ nos internos, y su acción secundaria es inver­ sa, facilitando la circulación periférica y dis­ m inuyendo la congestión de los ó ig an o s in­ ternos. P o r ello no deben hacer uso de esta clase de baños los individuos afectos de lesio-

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96

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LA FUKRZ* VIRIL

ÜK. FKAKZ KEU-RR

nes del pulm ón, del corazón y de los grandes vasos. B) Locales. Las indicaciones de los ba­ ños fríos locales son más num erosas y sobre todo en las enferm edades que liemos estudia­ do ; asi como el baño frío tiene una acción general sobre todo el cuerpo, esta form a ejer­ ce su acción m ás sostenida sobre un órgano dado, sin dejar por ello de tener resonancia en la totalidad por el equilibrio entre la cir­ culación general y la loca!. En efecto, toda manifestación morbosa local se acom paña de una modificación vascular perm anente en el sitio afecto, y ello ocasiona los fenóm enos de dilatación vascular y estacionam iento de san­ gre que conducen a la congestión y a la in­ flamación y, como consecuencia de la misma, a la alteración de las funciones de) órgano, y m ás tarde a las diversas alteraciones de los tejidos. E s fácil dar un baño local sin necesidad de grandes instalaciones; un recipiente de cinc, alargado por los brazos y piernas, y una ba­ ñera de las llam adas de asiento, para los ba­ ños pelvianos, son suficientes. La tem peratura del ag u a puede ser de 15 a ib grados, y la duración del baño ha de ser m ayor que la del baño g e n e ra l; durante e) m ism o son utilísí-, m as las fricciones, ya m anuales, ya con un guan te de crin o una tela recia.

En los baños de extrem idades, las friccio­ nes serán hechas en e) sentido de la circula­ ción v e n o sa ; es decir, de la p unta del miem­ bro hacia el cuerpo. E n los de pelvis, o sea en los que se b añ a tan sólo la parte corres­ pondiente a los órganos genitales, perineo y nalgas, las fricciones serán m ás suaves, po r tratarse de sitios m ás delicadas, y se harán de atrás adelante y de abajo hacia arriba. C uando el baño alcance a la parte inferior del vientre, se harán fricciones de derecha a izquierda, siguiendo la dirección del intestino grueso, term inando en la ingle izquierda. T ienen una acción notable sobre la astricción del vientre, consiguiendo que cese a los pocos días. M ás adelante nos ocuparem os de la acción especial del baño de asiento en las afecciones del aparato urinario y genital. E s conveniente tom ar de dos a tres baños locales al dia para m antener sus buenos efec­ tos ; y en algunos casos, que luego determ ina­ remos, conviene, du ran te la noche, hacer una envoltura húm eda, sobre todo de las partes genitales, para contrarrestar la congestión que éstas sufren con el calor de la cam a y con el acúm ulo de san g re a la m edula espinal y a los órg an o s declives (testículos, pene y recto). A plicaciones

nerales. r

del agua caliente .— A)

Ge­

Los baños generales calientes de 38

98

DK. FRANZ KHLLHt LA FL-KKZA V IR IL

a 45 grados tienen por objeto provocar una congestión externa que llame a la piel la san­ gre aglom erada en el interior del cuerpo y al m ism o tiem po excitar el sudor. Su uso está indicado en las fiebres eruptivas (saram pión, viruela, escarlatin a); en las que la erupción palidece, o se hace d ifícilm en te; en los ata­ ques convulsivos de las m ujeres em baraza­ das, o en los niños, y, en general, siem pre q u e se trate de producir una revulsión gene­ ral enérgica. A la temperatura de 30 a 35 grados son convenientes en las personas nerviosas, como calmantes; en este caso su duración será más larga que en las anteriores. B) Locales. Son indicados por su acción excitante en los casos de escasa vitalidad de los órganos ; generalmente, se reservan para las extremidades y en los baños de asiento. Su duración será la suficiente para producir un aumento de calor en la parte. T anto en éstos, como en los generales, con. vendrá aplicar en la cabeza del enferm o unas com presas de ag u a fría, p ara com batir un po­ sible estado de sincope. T écnica

de

«.o s

baños d e vapor . —

A) G e­

nerales. P a ra em plearlos se sentará el enfer. mo en una silla de rejilla, debajo de la cual se colocará un cubo de ag u a hirviendo, que será substituido antes- de que se enfrie. El

SU

enferm o introducirá sus pies en el recipiente con agua caliente y estará cubierto con una o m ás m antas, de m odo que no pueda eva­ porarse el calor que provoca el agua. Se ten­ drá la precaución de dejar fuera la cabeza y de cubrirla con un paño humedecido en ag u a fresca, como antes se h a aconsejado. L a du­ ración del baño será en relación con el sudor que quiere provocarse y con la resistencia del paciente. T iene gran utilidad para provocar el sudor y la salida de m aterias tóxicas por la piel, y es preferible al baño caliente, cuando sólo se trate de hacer su d ar a un enferm o, sobre todo en las enferm edades crónicas (reum atis­ mo, gota, obesidad). G eneralm ente, se usará una o dos veces p o r sem ana. B) Locales. S u acción em oliente, y es­ tim ulante a la vez, hace que estén indicados en las enferm edades de las articulaciones y en las neuralgias e inflamaciones ag u d as de los m iem bros. T ienen una notable influencia en estados ag u d o s. Se usan con m ayor fre­ cuencia los del dorso (espalda), los d e los miembros superiores e inferiores y los de asiento. Com o su acción es lim itada sobre la totalidad del cuerpo, su duración puede ser mayor y deben em plearse cuando m enos de quince a treinta m inutos.

LA FUERZA VIRIL

— C onstituyen el medio vj. gorizador por excelencia para el organism o y, como los demás baños, puede ser general o local, aunque se usa con más frecuencia el pri­ mero, reservando los locales al tratam iento de los tum ores blancos y enferm edades crónicas de los huesos. Su técnica es sum am ente sen­ cilla : el Individuo, desnudo o ligeram ente ves­ tido, se expone a los rayos solares, resguar­ dando la cabeza de su acción para evitar una congestión cerebral. Sucesivam ente presenta a los rayos del sol los diversos lados de su cuerpo, hasta experim entar una sensación de calor bastante fuerte, Al principio el baño podrá tom arse dentro de la habitación y con el balcón cerrado, para evitar el contacto del aíre, pero a m edida que se endurezca et sujeto será preferible tom arlo con el balcón abierto, para aprovechar al mis­ mo tiem po los efectos beneficiosos del aire li­ bre y soleado. La m ejor hora en verano es por la m añana, de ocho a nueve, y en invierno, a las once, y si es posible $e practicarán, durante la expo» sición al sol, ejercicios respiratorios, de los que hablarem os luego. En los individuos afec­ tos de alguna lesión pulm onar deberá prote­ gerse del sol ia parte superior del pecho en ios quince prim eros baños. B aS os

de so l .

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P ara que éstos produzcan todo su efecto es conveniente llegar a tom arlos com pletam ente desnudo y que sean d e larga duración. 1*1 único inconveniente de estos baños es que la piel tom a un color m uy m oreno, y algunas ve­ ces el individuo llega a despellejarse, pero esto se evita no exagerando la duración. Después del baño una fricción húm eda, seguida de otra seca. No existe m edio m ás tónico en todas las en­ fermedades por anem ia, consunción, en la neurastenia y en los individuos agotados por excesos de inteligencia o por abusos sexuales. U nido al clim a de altura, el baño solar es uno de los tratam ientos m ás seguros de (a tuberculosis pulm onar y articular. 'En las for­ mas locales basta exponer la región enferm a, excepción de la cabeza y parte superior det pecho, a la acción del sol durante mucho tiem po. B aRo s de aire caliente . — Substituyen a los de vapor en algunos casos y se aplican de igual modo, sólo que, en vez del agua colo­ cada debajo del individuo, se coloca una lám­ para de espíritu de vino encendida. S u acción no es tan notable sobre el sudor, pero son preferibles en los enferm os con afecciones del corazón y de los pulm ones. H asta aquí se han descrito los medios na­ turales que puede em plear el enferm o: pero

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DR. FPANZ KRI.IJB

como en todos los procesos crónicos se halla alterada la vitalidad en uno u otro sentido, es necesario echar m ano de otros procedim ien­ tos que faciliten la vuelta del organism o en­ ferm o a su estado norm al. A propósito del tratam iento anterior, he­ mos hablado de la conveniencia de los ejer­ cicios físicos com o medio de facilitar las reac­ ciones después del baño, pero, adem ás, sir­ ven p ara otros fines que luego describirem os. De igual m anera tiene capital im portancia la modificación de la alim entación, causa mu­ chas veces de enferm edades crónicas, porque los residuos de la m ism a pueden intoxicar nuestro cuerpo. De am bas cosas nos ocupa­ rem os en el siguiente capitulo, con la deten­ ción necesaria.

C A P ÍT U L O III

Del ejercido físico metódico y racional B asta considerar la m asa m uscular d e nues­ tro cuerpo y los distintos m ovim ientos que ella ejecuta p a ra com prender la im portancia de su s funciones y la necesidad de m antener vigorosa nuestra m usculatura. E s verdad que d u ran te el dta la inarcha y los diferentes trabajos que hacemos nos obli­ gan a ejercitar nuestros músculos, pero ello se realiza de un m odo inconsciente, sin la in­ tervención de nuestra inteligencia y, por lo tanto, sin atender al desarrollo arm ónico del cuerpo. Asi sucede que, según las profesio­ nes, unos m úsculos se desarrollan con exceso al paso que otros se atrofian, y al propio tiem ­ po desdeñam os adquirir la agilidad en nues­ tra naturaleza, que sólo puede obtenerse con un método fijo.

C S. PSAN2 XCLLSR

I.A PU S82A VIRIL

Existen, adem ás, g ran núm ero de personas que, por sus ocupaciones sedentarias, adquie­ ren no sólo una obesidad perjudicial, sino que, a la larga, por este motivo, llegan a cansarse al m enor ejercicio, porque les falta la fuerza indispensable en el m úsculo del corazón y en los pequeños m úsculos de los bronquios. L a digestión para ser com pleta debe ir acom­ pañada del ejercicio a c tiv o ; por eso una de las causas m ás frecuentes del estreñim iento, que aflige a tanta gente, es la falta de m ovimiento. M uchos dicen, al ser preguntados sobre este p u n to ; «Yo hago ejercicio todo el día», pero ignoran que esto, como todo, debe hacerse de una m anera metódica, diariam ente y res­ pondiendo a una arm onfa. No es necesario, como generalm ente se cree, ser un atleta para ser f u e r te ; nada más equi­ vocado : bastan treinta m inutos de ejercicio diario, divididos entre la m añana y la noche, para ser fuerte y ágil, p a ra vivir sano y para com batir gran núm ero de m olestias físicas. El ejercid o m uscular metódico y racional es una fuente de en erg ía incalculable : activa la respiración y, por lo tanto, hace más com­ pleta la com bustión de las diversas m aterias orgánicas, las cuales, mal quem adas, son otros tantos venenos para el c u e rp o ; acelera la circulación e im pide el estancam iento de san­ gre en los órganos ¡ facilita la digestión, utili-

¿ando m ejor los alim en to s; estim ula el sudor y la secreción de la orina, consiguiendo de este modo arra stra r las substancias nocivas al ex­ terior del cuerpo. Y todos esos beneficios se consiguen con poco tiem po, sin g ran esfuerzo y sin m aestro alguno. Tam poco necesitam os aparatos inúti­ les (peligrosos y caros), puesto que no debe­ mos convertirnos en artistas de circo, sino en hom bres fuertes, ágiles y sanos. E n el desgaste diario de nuestra vida, pro­ ducido por las diferentes fu n d o n es del cuer­ po, el ejercicio representa el papel im portante de activar la asim ilación d e lo útil y la expul­ sión de lo perjudicial. Para que su utilidad sea d e rta y no resulte excesiva y, po r lo mismo, contraproducente, es necesario que proporcione, después de su uso, u n a sensación de bienestar y un acre­ centam iento de energía. Para conseguirlo, precisa saberlo escoger, lim itarlo a lo necesa­ rio, aprenderlo despacio y aum entarlo g ra­ dualm ente. El entrenam iento no se obtiene sino en estas condiciones; proceder de otro modo es buscar el cansancio, perjudicar el cuerpo y desacreditar un método excelente. Dividirem os los ejercicios en m atinales y nocturnos, por la hora en que conviene veri­ ficarlos ; pero no hay inconveniente alg u n o en invertir et orden « en hacerlos de una vez.

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HIT

UR, FRANZ K1LL1K

LA FUERZA VIRIL

según las facilidades que ten g a para ello el sujeto. Se han elegido ios más útiles y más im portantes, de la m ultitud de ellos preconi­ zados, pero no es perjudicial am pliarlos, si se quiere. De todas m aneras, con los que indicam os basta para lograr el resultado ape­ tecido.

con el hábito, se aum entará el núm ero sin necesidad de pasar de diez. Debe procurarse al propio tiempo desarro­ llar la m usculatura y adquirir flexibilidad en los ejercicios. D espués de cada sesión m atinal se tom ará un baño frío, o cuando menos una fricción h ú m e d a ; uno u otra irán acom pañados de fricción seca. La sesión matinal debe hacerse en ayu­ nas ; la de la noche, tres horas después de la cena. Según la re­ sistencia del indivi­ duo, la sesión noctur­ na puede ir seguida de fricción h ú m e d a ; envolviéndose luego en una sábana y acos­ tándose. U na vez re­ accionado y seco el sujeto, se quitará la envoltura.

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I ndicaciones generales para la ejecución DE los ejerc ic io s . — D eben practicarse en

una habitación bien aireada y, si es posible, soleada. Se vestirá al principio, un pantalón ancho y una cam iseta tam bién ancha y con m anga corta. Se irá abriendo progresivam ente el balcón (o ventana), hasta llegar a m ante­ nerlo abierto, En los clim as benignos se lle­ g ará a tener la ventana abierta y el cuerpo desnudo. Se respirará por la nariz, en el mom ento de em pezar el movimiento y hasta la prim era parte del m ism o ; después se expulsará por la boca el aire respirado. C uando ya se efec­ túa esto con facilidad, deberá hacerse toda la respiración por la nariz. De este modo se com binan los m ovim ientos físicos con la gim ­ nasia respiratoria. Todos los ejercicios se harán de un modo completo, despacio y sin rigidez inútil, por causar pérdida de fuerzas. Los prim eros días se repetirá una sola vez cada movimiento y,

E jercicio s les. —

matina ­

Son en núm e­ ro de seis y pueden hacerse en el orden que se indica a continua­ ción : P rim e ro : Colocarse de pie con los talones

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Dlt. FRAHZ KELLER

separados uno de otro unos 6o cen tím e tro s; las m anos en las caderas. Levantarse entonces lentam ente sobre las p untas de los pies a la m ayor altura posible y m antenerse en esta posición unos segundos (respirar por la na­ riz). Después, con toda lentitud, volver a la posición prim itiva. E stos m ovim ientos des­ arrollan los músculos de las extrem idades in­ feriores (fig. i). S e g u n d o : En pie, con los brazos a lo largo del tronco, elevarse como en el movim iento a n te rio r; entonces doblar y separar las rodi­ lla s , b a ja n d o el cuerpo cuanto se pueda, lle v a n d o las m anos a la ca­ beza hasta quedar en cuclillas. U na vez en esta posi­ ción volver a la prim itiva, bajan­ do los brazos con­ form e se eleva el tronco. Con este ejercicio se desa­ rrollan los múscu­ los de las extrem idades superiores e inferio­ res, y los del bajo vientre y perineo (fig. 2). T e rc e ro : Sostenido por un brazo a un mué- ble, colocar la otra m ano en la cadera respec­

LA FUERZA VIRIL

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tiva, y sosteniendo sobre el pie opuesto a la m ano que se apoya, elevar en extensión toda la extrem idad inferior opuesta hasta la m ayor altura posible. Se alternará este ejercicio con

am bas extrem idades. Fortalece los m úsculos de la pelvis y del extrem o inferior. Debe eje­ cutarse despacio (fig. 3) C u a r to : P uesto en pie, y respirando pro­ fundam ente, llevar las m anos extendidas has­ ta encim a de la c a b e z a ; después, bajando las m anos, se dobla el cuerpo hacia adelante, has­ ta llegar con las m anos al suelo. Volver a la

no

OH. f M H Z KELLER

LA nJBRZA VIRIL

posición vertical y entonces doblar el cuerpo hacia a trá s todo lo posible, colocando las ma­ nos en las caderas. E s te m o v im ie n to d e b e h a c e rs e c o n cuidado y sin do­ blar m ás que la cin­ tu ra (fig. 4). A este movimien­ to se acom pañará el de lateralidad a izquierda y a dere­ cha partiendo de la posición v e r ti c a l . Fl* 4 P a ra el derecho se baja el brazo del mismo lado hasta tocar al suelo doblando el cuerpo, m ientras el otro brazo se coloca m ás arrib a de ia cabeza ; debe hacerse sin inclinar el cuerpo hacia adelante. Fortifica los m úsculos del dorso, tronco, vien­ tre y caderas. E s uno de los m ás útiles en la gim nasia casera.

manos y las p u n ta s de los p ie s ; debe m an­ tenerse el sujeto com pletam ente rígido, sin doblar el vientre ni las rodillas. V olver de nuevo a la posición prim itiva. Acciona el dor­ so, pies y brazos (fig. 5).

Flg. s Q u in to : Extendido com pletam ente sobre el vientre, elevar el cuerpo, apoyándose en las

III

S e x to : Sentado en un taburete, de modo que los pies puedan apoyarse en los barrotes de la cam a, levantar tos brazos verticalm ente y respirando profundam ente inclinar hacia atrás el tronco y la cabeza todo lo posible. Volver a la posición prim itiva. Notable me­ dio de desarrollar los músculos del pecho, vientre y d o rs o ; útil en la constipación de vientre y en los estados dispépticos (fig. ó).

E jercicios nocturnos.— H acerlos al acos­ tarse y con una sim ple cam iseta. En núm ero tam bién de seis.

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U

rUSRZA VIRIL

J .1 3

D R . FK A N Z KCLLBR

P rim e ro : A costarse en la cam a de espal­ das ¡ cruzar tos brazos sobre el pecho y, sin doblar el cuerpo, procurar que se sostenga sobre los talones y los hom bros. D esarrolla la región lum bar y las caderas (fig. 7).

S e g u n d o : T endido de lado y con las pierñas estiradas, arquear la cadera de modo que el cuerpo quede en hueco, sostenido tan sólo sobre el pie, brazo y hom bro del mismo lado. T u rn ar am bos lados (fig. 8).

si ble sin doblar las rodillas. Llevar los brazos por encima de la cabeza. V olver a la posición prim itiva (fig. g).

C u a r to : E charse sobre el vientre y cogerse fuertem ente a la cabecera de la c a m a 5 levan­ tar las piernas bien estiradas cuanto se pueda (figura 10).

Fie. 10 En esta posición se eleva la extrem idad in­ ferior correspondiente al lado opuesto, man­ teniéndola extendida cuanto sea posible (figu­ ra 8 bis). T e rc e ro : Acostarse sobre la espalda y, ex­ tendiendo las piernas, levantarlas lo más po-

Q u in to : A costarse boca arriba horizontal­ m ente y, sin ayuda de las m anos ni de los codos, levantar el tronco hasta quedar sentado, contrayendo tan sólo los músculos abdom ina­ les (fig. n ) . 8

DR. FIU N Z KKLLXR

LA FUXRZA VIRIL

S e x to : Sentarse en el borde de la cam a o en un taburete, de modo que los pies descan­

cía afuera y arrib a cuanto se pueda. Se alter­ nan am bas extrem idades (fig. ia). Importante. — N o se debe olvidar que el núm ero de ejercicios h a de ser escaso al prin­ cipio y que han de aum entarse gradualm ente. Se debe respirar bien y a fondo, y hacer des­ pacio y sin rigidez los m ovim ientos.

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sen com pletam ente sobre el s u e lo ; colocar las m anos en las caderas y separar los músculos

en ángulo recto. Entonces se levanta el pie y estira la pierna de un lado dirigiéndola ha-

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CAPITULO IV £1 régimen alimenticio

No existe enfermedad crónica en cuyo des­ arrollo no influyan los errores alimenticios y cuya marcha no pueda modificarse con una higiene sencilla y bien estudiada en lo que a la alimentación se refiere. Precisamente el lla­ mado método naturista se abre paso por sus triunfos en estas afecciones, que sólo puede corregir la higiene. Los errores alimenticios suelen ser : lilegir malos alimentos ¡ comer demasiado y con de­ masiada frecuencia ; abusar de los condimen­ tos ; mascar poco. Por tanto, la alimentación deberá modifi­ carse en el sentido d e : Comer menos y con menos frecuencia ¡ elegir los alimentos con arreglo a las necesidades del individuo ; su-

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primir la mayor parte de los condimentos; mascar despacio y completamente. S upresión de aumentos . — Todo indivi­ duo que no esté bien sano debe abstenerse de carnes de toro, buey, vaca, perdiz, pichón, liebre, conejo, faisán, pavo, pato y cerdo. Pescados azules y rojos, crustáceos y molus­ cos. Quesos duros y fermentados; toda clase de salazones y conservas. Chocolate y dulces secos. Residas . — Sólo se permitirá el agua po­ table, filtrada y bien aireada durante las co­ midas, y una infusión aromática ligeramente azucarada, que no sea té ni café. C antidad de aumentos permitida. — Car­ ne o pescado, de tres a cuatro onzas en la comida dei mediodía. Manteca, de 30 a 50 gramos, con pan o con patatas. Purés o ver­ duras, entre la comida y la cena. Dos huevos al día, hechos de modo que no se cuajen por completo. De verduras crudas o cocidas, se­ gó n el apetito. De sopas, 50 gramos. De azú­ car o dulce en almíbar, 30 gramos (excepto en la diabetes). De patatas y pan completo, 200 gramos. De frutas crudas, según el aj>etito (sobre todo por la mañana). De legum­ bres, 50 a 100 gramos, en puré o bien coci­ das. De queso fresco, 50 a 100 gramos. De leche, 250 a 750 gramos.

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Condimentos. — Sólo deben permitirse la sal común, la harina, la almendra, avellana, nuez, canela y vainilla. El principio más importante es condimen­ tar la comida en forma que, sin dejar de ser agradable al paladar y a la vista, carezca de todo excitante nocivo que, de momento, au­ menta el apetito, pero a costa luego de una irritación estomacal, principio de dispepsia. Otro principio esencial es la masticación lenta y detenida, no sólo de los alimentos só­ lidos, sino también de los semisóltdos; aun la"misma leche debe tomarse a sorbos con len­ titud y deteniéndola en la boca, pues no sólo tiene la masticación el objeto de triturar y hacer más fácil la digestión gastrointestinal, sino tumbién mezclar los alimentos con la sa­ liva, fermento importante, y humedecer el bolo alimenticio. Además, la fisiología ense­ ña que el estímulo que producen los alimen­ tos al ser introducidos y mantenidos en la boca, hacen fluir en mayor cantidad el jugo gástrico. Con las cantidades de alimentos señaladas anteriormente y las restricciones indicadas, puede combinarse con facilidad el régimen alimenticio de cualquier sujeto, teniendo en cuenta su edad, su sexo y su profesión. Ge­ neralmente, se calculan en calorías los valo­ res alimenticios, pero no es necesario, ya que

ISO el individuo debe com er hasta casi saciar su apetito, y reponer sus fuerzas. El núm ero de com idas estará en relación con la profesión del individuo. B astan en ge­ neral : el desayuno, en tre siete y ocho de ta m a ñ a n a ; la com ida d e doce a una, y la cena, de seis a siete d e la noche. A los individuos de constitución débil se les puede perm itir un vaso de leche a las once de la noche. E l desayuno puede com ponerse de leche, p an , m anteca y f r u ta s ; p ara los que están sujetos a trabajos rudos, puede añadirse un huevo a lo y a indicado. N o se crea que esta ración sea insuficiente, puesto que da un nú­ mero m uy regular de calorías. L a comida, que debe ser la hora de tom ar mayor alim ento, puede com ponerse de una sopa o puré de carne o pescado, un plato de legum bres, patatas o verduras y un huevo, postres de fru ta o pastas. La cena, que debe ser ligera, se com pon­ d rá de sopa o puré, una verdura cocida o cruda y un vaso de leche. Con este régim en, cuya cantidad podrá au­ m entarse según el apetito y el trabajo del su­ jeto, puede el cuerpo hum ano subvenir a sus necesidades y conseguir el m ínim o de intoxi­ cación alim enticia. Podrán variarse los platos y los postres, ateniéndose a lo antes dicho, y el sujeto cui­

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d a rá de estudiar aquellos alim entos que le son m ás convenientes, fijándose en su estado después de las com idas. Siem pre que sienta pesadez gástrica o sue­ ño después de comer, es señal de que se ha com etido un exceso en cantidad o c a lid a d ; lo m ás conveniente es levantarse d e com er sin saciar por com pleto el apetito, con lo que se g an a rá una digestión m ás fácil y com pleta y m ayor ap titu d p a ra el trabajo. R especto a la cantidad d e bebidas debe fijarse en un litro y m edio, teniendo en cuen­ ta que los alim entos contienen y a g ran can­ tidad de a g u a p o r sí, a la que se añade la necesaria p ara su cocción. E l secreto está en no dilatar el estóm ago con m uchos m anjares, ni d ilu ir los alim entos con m ucho liquido, p ara evitar el peligro de una dilatación gás• trica de origen mecánico y una ferm entación débil de las substancias ingeridas. R especto a los alim entos en particular, será preferible usarlos tal y como los ofrece la na­ turaleza ; asi, por ejem plo, la fruta es prefe­ rible com erla cruda o cocida. Los cereales, con su cáscara, sim plem ente triturados, son m ás nutritivos que sin ella, y el pan de lujo es m ás indigesto y m enos nutritivo que el pan que contiene el salvado y la harina. Además, los vegetales dejan menos resi­ duos tóxicos, siendo algunos de aquéllos más

m nutritivos que la carne, com o sucede con las legum bres y los cereales; p o r su celulosa fa­ cilitan las contracciones del intestino y com­ baten el estreñ im ien to ; teniendo, entre otras ventajas, a m ás de las citadas, la de ser abun­ dantes en sales m inerales y ácidos débiles or­ gánicos, que el organism o quem a con m ayor facilidad que los procedentes de las substan­ cias anim ales. N o debe olvidarse que las carnes muertas, aun procedentes de anim ales fuertes y sanos, que no hayan trabajado, y esto no es lo co­ m ún, han sufrido un principio de putrefac­ ción que las hace m ás g rata s al paladar y m ás digestibles, pero de u n a toxicidad terri­ ble. Pensem os, por otra parte, las num erosas enferm edades que atacan al ganado, entre ellas la tuberculosis, para d ism inuir y m ejor suprim ir toda clase de carne. E s frecuente la intoxicación por las carnes, en particular fas de cerdo y caza, por las con­ diciones especiales de una y otra ; el cerdo se consum e cuando se ha provocado en él ynu obesidad artificia), que al fin y al cabo es una enferm edad y no un estado natural ¡ la ca2a, adem ás de com erla ya alg o pasada, procede de un anim al som etido en el m om ento de cogerlo a una fatig a física y moral que causa un desarrollo extraordinario de toxinas. A parte de estas razones, ya por s( suficten-

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tes, existe otra no menos im p o rta n te ; los su­ jetos que usan de preferencia un régimen poco anim alizado poseen m ejor carácter m o r a l; son menos excitables; su inteligencia tiene m ayor equilibrio, y su rendim iento en trabajo corporal e intelectual es m ayor y m ás soste­ nido. El régim en anim alizado da un vigor ficticio, m ayor actividad tran sito ria; es m ás brillante, pero menos sólido y m ucho menos duradero. En las enferm edades nerviosas, tan fre­ cuentes en el m undo civilizado, el régim en lactovegetariano es el único que perm ite la curación de los e n fe rm o s: consiguiendo que cese su estado d e intoxicación cerebral y ha­ ciendo que el sujeto recobre su m entalidad cansada e insuficiente. En las enferm edades sexuales no he podido conseguir nunca verdaderos éxitos en los ca­ sos de im potencia m ental o de extravío se­ xual, si no he som etido seriam ente al enferm o a un régim en de alim entación que llamo re­ form ada, para distinguirla de la ordinaria. Se com prende m uy bien que un organism o enferm o en lo más noble de nuestro sér, en el sistem a nervioso central, verdadero dueño de todas nuestras facultades físicas, morales e intelectuales, no pueda recobrar su norm a­ lidad y ejercer su tutela vigilante si se halla som etido a una intoxicación perm anente, a

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una viciación nutritiva que desequilibre por com pleto la arm onía, tan necesaria p ara su vitalidad. Toda sensación que reciba ha de ser interpretada de un modo enferm izo ; cada idea ha de llevar necesariam ente una fa lta de e q u ilib rio ; la voluntad est¿ casi a n u la d a ; la inteligencia está entorpecida j la falta de es­ tím ulo normal y la carencia de freno permiten e! desorden corporal y el triunfo del instinto enferm o sobre el raciocinio, que debe ser nuestro guía. No es posible vivir sano sin sangre rica y que circule sin dificultades m ecánicas ¡ sin oxígeno en cantidad suficiente, absorbido por unos pulm ones sanos y de capacidad respira­ toria n o ta b le ; sin nervios equilibrados que funcionen con rapidez, y centros nerviosos que ordenen con a c ie rto ; hay que digerir b ie n ; hay que absorber lo útil y elim inar lo tóxico, y todo esto no puede conseguirse más que respirando un aire puro que vivifique la sangre ¡ tom ando el sol que nos excita y ton iz a ; usando sin tem or del ag u a que limpia, vigoriza y seda ¡ dando energía a los múscu­ los ; dando descanso al tubo digestivo, en una palabra, ingresando bien lo que ingresa, ad­ m inistrando bien nuestra vida, que es un ca­ pital precioso, y procurando que sea nuestro cuerpo lo más limpio posible, con ingresos sanos y excreciones fáciles de toxinas,

U sando los m edios sencillos y baratos que preconizo, seréis fuertes en la vida y trans­ form aréis vuestra debilidad en e n e rg ía ; vues­ tro dolor se trocará en placer, y la miseria orgánica se convertirá en riqueza vital.

TE R C E R A PARTE Higiene y tratamiento preventivo. -II. Tratamiento de la mu»turbación y de la cape rm atorrea. - I1L Trata­ miento curativo de la impotencia.

CAPITU LO PRIMERO Higiene y Tratamiento preventivo

Estudiando en conjunto la manera de ma­ nifestarse el sentido sexual, veremos que exis­ ten dos clases de seres anormales: los fuer­ temente sexuales y los débilmente sexuales. En los primeros es más rápido y completo el desarrollo de los órganos de la generación ; aparece más tempranamente el semen ; tie­ nen mayor tendencia al trato femenino y son más vigorosos en sus manifestaciones amoro­ sas, al paso que en tos segundos se notan los caracteres opuestos. Existen, además de los sexuales, los sujetos que deben llamarse sensuales ; éstos son los que, sobre el acto copulativo, dan mayor im­ portancia a las caricias que al acto en sí mis­ mo, pues sin ellas y, sobre todo, sin su pro­ longación no sienten placer completo en el 9

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coito, t n estos individuos el instinto sexual puede ser hasta vigoroso, pero necesitan para su com pleta m anifestación largos prelimi­ nares. A esta categoría pertenecen los emotivos, los refinados, los psíquicos y los n eurósicos; predom ina en ellos m ás el estím ulo nervioso superior que el instinto génitom edular j no son generalm ente, sexuales fuertes, y a que no les basta su estím ulo instintivo aislado, aun­ que sean capaces d e portarse heroicam ente en las lides am orosas, ni son débiles, aunque parezca que el coiro les resulte difícil sin pre­ vios acicates; son sim plem ente sensuales, que buscan la intensidad del placer físico y men­ ta] a la vez. Los sexuales fuertes son, y perm ítasem e la m etáfora, gente que no necesitan prólogo al­ g u n o para que la obra les resulte de éxito com pleto, y pueden reeditarla en poco tiem­ po ; el sexual débil publica poco, prólogo y obra resultan largos y poco in teresan te s; no reedita sino de tarde en ta rd e y no suele in­ teresar a su c o lab o rad o ra; el sensual pone un prólogo largo, delicioso casi siem p re; la o bra es a veces de trazos vigorosos y otras de suavidades e n erv a n tes; puede reeditar, pero siem pre con prólogo ¡ interesa m ucho al co­ laborador fem enino, y a que éste, por razón de su organism o, necesita, para saborear las

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filigranas de la obra, prepararse con-un p ró . logo que le interese. Estos tipos, que sólo pueden aceptarse en conjunto, pues hay otros interm edios que ha­ cen im posible una clasificación com pleta, res­ ponden orgánicam ente a las condiciones de los sujetos. Los fuertes son vigorosos, san­ guíneos o b ilio so s; obedecen a la excitación testicular m ás que a la psíquica ¡ viven en pie de guerra y luchan pensando en ellos y dan­ do poca im portancia a la colaboradora. Los débiles son linfáticos, físicam ente indolentes, poco robustos, sienten poco las sensaciones internas testículares y necesitan g ran estím u­ lo de las d e m á s ; am an la colaboradora, pero no la desean. L os sensuales responden al tipo n erv io so ; poseen g ran im aginación; son m ás cerebrales que m edulares, aunque su m edula pueda ser lo suficiente vigorosa p ara portarse como sexuales fu e rte s ; son am orosos y artis­ tas en a m o r ; am an y desean a la colabora­ dora, que es tanto m ás deseada en razón di­ recta de su habilidad para despertar su psiquism o erotivo. En esta esfera hay que distinguir el em oti­ vo y psíquico (que son tipos casi norm ales y sólo varían en lo referente a su modo de com­ prender las sensaciones) del erotóm ano o re­ finado, que es casi siem pre un gastado o un enferm o mental, y del neurótico, en el cual

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DB. FR4KZ KEIXER

existen interm itencias am orosas en relación con sil estado de intoxicación nerviosa. Los prim eros suelen convertirse en los últim os en ta esfera sexual por condiciones casi siempre pasajeras. H ay un abism o en tre el am or vigoroso del aldeano, el del burgués y el del artista, por condiciones de medio am biente, de organis­ mo, de hábito, y conste que sólo me refiero a los individuos en plena vida sexual, pues cuando ésta declina, el fuerte sexual, se trans­ form a en sexual vulgar, sin floreos menta­ les ; en cuando al débil, ya no figura en el censo am atorio. Recordando la composición quím ica del li­ cor sem inal y su abundancia en fósforo orgá­ nico, se com prende que el que es rico en fósforo y no consum e m ás que energías cor­ porales sea fuerte, y que aquel que vive prin­ cipalm ente de su sistem a nervioso tienda por hábito a ser sensual, por la doble condición de su modo de ser y p or la necesidad de dar a sus glándulas una excitación bastante para crear el licor suficiente. T ien e el fuerte sus alm acenes genitales con existencias conside­ rables, a las que debe d ar salida con el placer venéreo, al paso que el sensual reparte una m enor plenitud entre su s necesidades intelec­ tuales y el am or, a que precisam ente le lleva su superioridad m ental.

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'Es el placer am oroso u n a mezcla de instin­ to y deseo ; hay en sus manifestaciones bestia y alma, como diría un escolástico; pueden variar las proporciones de una y o tr a ; y esa variedad se traduce en el modo de preparar el placer y en el de sentirlo, en la energía y en la afectividad del m ism o, y a ello contri­ buye la colaboradora, estudiando el carácter de su am ante y aprovechando este estudio para conseguir el m áxim o goce. Bordeando estos tipos, artificialm ente ag ru ­ pados, están los que tienen un organism o fuerte y un psiquism o enferm o, y a transito­ rio, ya definido, siendo estos últim os verda­ deros enferm os de la m ente, de los que no debem os ocuparnos. En cambio, los prim eros son los que deben estudiarse con cuidado, pues precisam ente en­ tre ellas se reclutan la m ayor parte de los onánicos y una g ran parte de los im potentes. De otra variedad en que cuerpo y m ente es­ tán enferm os dan el contingente num eroso de los esperm atorreicos. La masturbación em pieza con la infancia ; ia esperm atorrea es com ún en la adolescen­ cia y en el principio de la edad adulta, al paso que la im potencia se enseñorea en plena acti­ vidad sexual o en la época correspondiente a ella. Se com prende que asf sea, ya que el niño no conoce el am or, y sólo la sugestión de

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u n . n u N i kkller

otro iniciado, el contacto casual o la imitación, pueden llevarle al tocam iento vicioso de sus genitales. M ás adelante, las lecturas o las conversa­ ciones o la contemplación de im ágenes obsce­ n as le conducen al vicio, y la aparición de la pubertad hace nacer en su espíritu ideas va­ g a s y mal definidas, que no tardan en orien­ tarse de un modo nocivo. El abuso del ona­ nismo, pasando o no por la esperm atorrea, conduce de un m odo seg u ro a la im potencia. H igiene y terapéutica preventiva son una misma cosa, ya que sólo de la higiene física y moral debemos valernos. H acer al niño fí­ sicam ente fuerte es ap artarle de toda idea m alsana ; velar por su castidad, sin que él lo advierta, es cerrar las puertas del vicio. Desde los prim eros años hay que reglam en­ tar su vida, habituándole a los baños fríos, a los ejercicios de gim nasia casera, y adiestrán­ dole en ciertos deportes, que, como la nata­ ción, la pelota y el salto, exigen una energía q u e le obliga a no pensar en cosas perjudicia­ les, E s un hecho com probado que los ejerci­ cios activos, y sobre todo si en ellos se procu­ ra estim ular el am or propio, hacen olvidar toda clase de placeres. Procúrese que duerm a en lecho no m uy blando, porque invita a la p e re z a ; que no ten­ g a calor excesivo en la cam a, para evitar la

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congestión de la m e d u la ; desterrar la alm o­ hada de plum a, que lleva calor al cerebelo, substituyéndola por la de crin, que es m ás hi­ giénica ; hacer que vacie la vejiga y el recto antes de acostarse, p ara que no existan estí­ mulos locales, nada convenientes; despertar tem prano es evitar ociosidades perjudiciales en el lecho ; p ara dorm ir bien hay que acos­ tarse con cierta fatiga física y con poca ple­ nitud g á s tric a : asi, pues, es m uy conveniente cenar tem prano, poco y vegetal. Estos preceptos no son sólo aplicables a la infancia y la adolescencia, sino que también tienen utilidad en todas las edades de la vida. En lo que debe ejercerse g ran vigilancia a esas edades es en su s lecturas y en sus com­ pañeros. Bajo ningún pretexto debe perm itir­ se que el niño ni el joven se entreguen con toda libertad a la lectura, sin que se ejerza una censura previa sobre los lib ro s ; p ara ello con­ viene inculcarles la idea de que no tienen el rriterío necesario p a ra leer cuanto les venga a la mano, y que conviene se aconsejen de sus padres y de sus m aestros. H ay que acostum ­ brarles al estudio y a la lectura de lo útil para form ar su inteligencia y su corazón ¡ iniciarles en el cultivo del arte, sobre todo en la música, dejando para m ás tarde el dibujo y la pintura, excluyendo de éstos el estudio del desnudo. En punto a esparcim ientos serán preferí-

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bles las excursiones al cam po y el trepar por los m ontes. Estos ejercicios, por dem ás a g ra ­ dables, son altam ente beneficiosos, en lo físi­ co, porque vigorizan el cuerpo, y en lo moral, p orque nada ensancha tanto el espíritu como la contem plación de bellos paisajes y esplén­ didos panoram as que nos ofrece pródiga la N aturaleza. N unca debe llevarse al n iño a la represen­ tación de obras teatrales de tem as escabrosos, donde se aprende todo m enos la virtud. O tro tanto debe decirse del cine, por ser, general­ m ente, escuela de inm oralidad, en la que el joven se inicia en los m isterios del am or y en las prácticas galantes. Sin hipocresías, debe enseñarse a tem er y aborrecer el vicio, pintando su perjuicio irre­ m ediable. El hom bre debe conocer el mal para ap artarse d e él, ya que la ignorancia en que se d eja a este respecto a los jóvenes les sirve de e s c u s a ; se tiene a im pudor hablar de los sexos an te jóvenes y se perm ite, en cam bio, que aprendan solos en donde no debieran, d is­ culpando sus calaveradas. H ay que enseñar y practicar la castidad, hay que enaltecer la v ir tu d ; debe hacerse fuerte al niño y al adolescente, único m edio de re ta rd ar la caída y dism inuir los peligros de la. m ism a. No le ocultéis que el am or existe, porque lo verá por todas partes y lo sentirá

cuando despierte su organism o, pero decidle que el am or venal no es am or, sino v ic io ; que en él se em bota el alm a y enferm a el c u e rp o ; llevadle a la idea del am or futuro, del am or sano, del am or a la m ujer que sea suya por la ley y por el afecto. Sólo asf puede ponerse una valla al instinto que degrada, em brutece y con duce a la m in a del cuerpo y de la virilidad. U nas horas, aun m enos a veces, de placer, se pagan con la blenorragia, a la que no se con­ cede gran valor, pero que se repite a m enudo, preparando el cam ino de la estrechez uretral, de los procesos prostéticos crónicos y, m uchas veces, de la orq u itis estérilizadora. O tras ve­ ces es la sífilis, de interm inable tratam iento, con sus largos períodos de contagio, con su am enaza perpetua de teiciarism o, con su trans­ m isión posible a seres inocentes. P a ra evitar esos m ales, la vigilancia de la prostituta, desde el p unto de vista médico, e s im posible e ilusoria, y no sólo es la m eretriz de cartilla la tem ible, sin o aun m ás la am oro­ sa libre, reclutada en todos los m edios socia­ les y en todos los estados. Y tened en cuenta de que no sirve de g ran cosa el preservativo clásico, del cual se h a dicho, m uy acertada­ mente, «que es m uro contra el placer y tela­ raña contra el dolor». No hay otro m edio que la continencia vo­ luntaria, sin placeres provocados artificial­

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mente que conducen aún con mayor seguri­ dad a la pérdida de la fuerza viril. No fíen, los que tienen la misión de dirigir al niño y al adolescente, de ciertas amistades inseparables entre individuos del mismo se­ xo ; es probable la masturbación entre ellos, y si eso sucede, es seguro que uno de los dos es sugestionado por el otro y puede ejercer en su vida una extraordinaria influencia que debe evitarse. La amistad juvenil debe sólo re­ vestir el carácter de expansión social, pero no debe permitirse que se transforme en tutela de uno por el otro, que ha de oponerse a la larga a la autoridad paterna, y puede ser se­ millero de vicios y ejercer funesta influencia sobre el más débil. Cuando la amistad se desarrolla entre indi­ viduos de sexo diferente, la vigilancia es más necesaria en la adolescencia, no por temer que se establezcan relaciones sexuales o tocamien­ tos deshonestos tan sólo, sino principalmen­ te por ta influencia que sobre el sentido geni­ tal, y aun sobre el carácter, puede tener el con­ tinuo trato con otro sexo. Desconfiad del que busca afanoso en esas edades el trato de per­ sonas de otro sexo y que después de un rato de conversación se pone animado, con los ojos brillantes y húmedos, buscando luego soledad, para volver de nuevo al lado de aquel ser a quien apetecen. <El onanista no siempre huye

LA FUERZA

v ir il



de la m ujer; pueden citarse numerosos casos en que el joven desea la masturbación por mano femenina, que todos los extravíos tienen lugar en los placeres ocultos. El mejor ami­ go es el padre, la mejor amiga debe ser la madre, y deben ambos procurar que los hijos tengan en ellos absoluta confianza, lejos de creer que tratarán de oponerse a sus expan­ siones naturales y morales. Para impedir la prostitución y el vicio se­ xual no hay medio que ofrezca más garantías y que tenga mayor fuerza moral que la cons­ titución de la familia, sobre sólidas bases de unión entre padres e hijos, en la que impere el verdadero respeto y el mutuo apoyo. El ho­ gar sano es la base de la sociedad. Por des­ gracia, el hogar se resiente de falta de morali­ dad, de exceso de frivolidad, y para los hijos suele ser una casa de familia en la que no ne­ cesitan pagar la pensión mensual y pueden disfrutar de todas las ventajas de este estado, al que los padres se acomodan fácilmente, para disfrutar, a su vez de mayor libertad, dejando la pesada carga de los hijos. Una vez se ha llegado a la edad adulta, no se crea que ha terminado el peligro de perder su fuerza viril, ya que, por el contrario, entra en el período de plena virilidad y más fácil­ mente se entrega al ejercicio de la misma.

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t a ru sazA v ía n .

Si bien el ejercicio de u n a profesión o de un oficio le ocupa m uchas horas del día y le m antiene alejado del placer, tam bién es mayor el estim ulo genital y m ás frecuentes las oca. stones de e x a g e ra rlo ; de m anera que resultan hallarse contrabalanceados el debe y haber en este punto. Sí durante la adolescencia y la ju­ ventud supo ser casto, lo que equivale a ser prudente y g u ard ar el capital vigor, no h a de serle difícil continuar en la m ism a senda y lo­ g ra r con el m atrim onio la satisfacción natural, m oral y social de sus deseos venéreos. P ero aun entonces necesita conservar su valor sexual y no hacer un derroche inútil de energías, que más tarde ha de p ag ar con d is­ m inuciones antes del plazo natural de la edad. N o se puede evitar la fogosidad de los trans­ portes am orosos del prim er tiem po del m atri­ monio, ni la exaltación en el núm ero de cari­ cias, pero aun en esto debe tenerse en cuenta que no conviene extrem ar el despliegue d-fuerzas, ni m antener en pie de g u erra las ener­ gías, porque en lo físico parecem os luego me­ nos valerosos y nos exponem os a ser tachados de infieles o ser tenidos por débiles. El justo medio m antiene la virilidad d uran­ te m uchos años y el crédito am oroso de que disponem os, cosa m uy necesaria para la paz conyugal, ya que la m ujer, ajena a cuestiones

fisiológicas, sólo ju zg a por comparación entre lo que sois y lo que fuisteis. Si sabéis hallar el justo m ed io ; si consa­ g ráis a vuestra energía física lo que os aconse­ jé en otro c a p itu lo ; si no buscáis en el alco­ hol ni en las com idas fuertes el suplem ento de fuerzas ; si huís de todo afrodisiaco que no se llame deseo y am or, llegaréis a viejos con alientos de m adurez, ya que no deben extre­ m arse las cosas a esas edades en que el orga­ nism o cesa de crear, p ara dedicarse al pru­ dente ahorro, si no se quiere ir a la bancarrota rápida e inevitablem ente.

CAPITU LO II T ratam iento de la M asturbación y de la Esperm atorrea

En otro capítulo he referido lo que pudiera llamar mi conversión a la medicina naturista y las razones especulativas que me conducen a recomendaría como sistema médico, y ahora voy a ocuparme de ello en su aplicación a los estados patológicos del vigor viril, en los que he obtenido resultados verdaderamente extra­ ordinarios. Antes he de señalar la necesidad de aplicar largo tiempo los medios que indicaré en es­ tos estados, ya que no es posible la curación

de una manera rápida sin estar en pugna con la razón. Todos estos estados son, como he dicho antes, una mezcia de modificaciones fí­ sicas y modificaciones mentales ; unas y otras vienen obrando durante largo tiempo antes de llegar a constituir un estado de enfermedad,

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y p ara conseguir el salto atrás» o sea la devo­ lución de la salud, es necesario proceder con una lentitud relativa. T odos los remedios que curan de prisa tienen aplicación a un síntom a, o a un estado agudo, y, en general, producen u n a perturbación del cuerpo contraria a la en­ ferm edad o sim ilar a ella, según se acepte la doctrina alopática u hom eopática. A dem ás, no debe olvidarse que el estado general es casi toda la enferm edad en estos casos y que su modificación por medios físi­ cos o fisiológicos requiere obrar despacio para obtener una victoria definitiva. Tratanñenta de la M asturbación. Casos clí­ nicos: C .-M . N ., m uchacho de doce años de edad, viene a mi consulta acom pañado de sus padres, que están inquietos po r el estado de debilidad que sufre y para el cual han em plea­ do inútilm ente varias prescripciones de otros módicos. H asta hace un ano no habían obser­ vado n ad a de particular y había com enzado sus estudios en el In stitu to con aplicación y lucim iento, pero, al cabo d e poco tiem po, sin razón alguna, com ienza a d ejar de estudiar y a volverse re tra íd o ; desde entonces se nota q u e enflaquece y pierde el apetito, pero como no se queja de nada, se cree, según opinión médica, que se trata d e una crisis de creci­ m iento.

El enferm o tiene una talla algo mayor de la que corresponde a su edad ; está flaco, oje­ roso, triste, y las pupilas están ligeramente dirigidas hacia a r r ib a ; la m irada carece de v iv a cid ad ; el aspecto del rostro es apático. A nda titubeando y confiesa que siente debili­ dad en las p ie rn a s ; acusa gran sensibilidad para el frío. R especto al carácter, dicen los padres, el niño era antes alegre, vivo, cariñoso y aficio­ nado a e s tu d ia r; sus juegos eran ruidosos y tu rb u le n to s; en la actualidad está siem pre tr is te ; busca la s o le d a d ; siente despego por los suyos y, cuando se halla en presencia de extraños, han de reñirle p o r lo poco educado que parece. N o tiene deseos d e estudiar ni de ju g a r. S u s padres, intei rogadas por mí, con­ testan que no tiene am igos, ni am igas, antes al contrario, huye d e las m uchachas vecinas, con las cuales ju g a b a an tes con gusto. El conjunto de sintonías m e hace sospechar que el sujeto es víctim a del onanism o, y ruego a los padres que m e dejen solo con el niño, porque la revelación de un vicio es siem pre penosa y no quiero que, al saber la realidad, le riñan agriam ente, como sucede general­ m ente en esos casos. U n a vez solos, le p regunto si acostum bra a fijar su atención en sus genitales, y si alguna vez, como suelen hacer todos los chicos, se 10

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ha entregado a maniobras manuales en los mismos. Al ver que no contesta a mis pregun­ tas, pero que baja la cabeza y se ruboriza, procuro ganar su confianza hablándole con cariño y diciéndole que estoy seguro que de­ sea curarse de ese vicio y que yo estoy dis­ puesto a ayudarle para que vuelva la tranqui­ lidad al espíritu de sus padres; le exhorto a ser franco conmigo y, por fin, logro que me confiese que hacia cosa de un a fio, a causa de haber leído un libro obsceno, comenzó a masturbarse y que, desde entonces, no había de­ jado de hacerlo con mucha frecuencia, pen­ sando siempre en escenas lúbricas. Se masturbaba varias veces al día, y por vergüenza no se había atrevido a revelar su vicio a sus padres ni a los médicos que le habían visitado anteriormente. Después de pintarle la suerte desgraciada que le acarrearía el vicio y el fin funesto que le espera en tal caso, le ofrezco guardar se­ creta su confesión y ocultar a sus padres lacausa de su estado, siempre y cuando me pro­ meta sujetarse a mis prescripciones, aunque conociendo la falta de voluntad de esta clase de enfermos, me guardé en absoluto de no contar con la ayuda de sus padres. Establezco como tratamiento los simples medios físicos con ligeras variantes adaptadas al ca so : Gimnasia matinal de media hora al

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dejar la cama, seguida los primeros días de fricción húmeda y fricción seca ; baño de sol que comience por media hora de duración has­ ta llegar a las dos horas ; cultivo del jardín de su casa, una hora mañana y tarde; paseo de dos horas diarias en compañía de una persona de su familia. Como medios tócales le reco­ miendo el porte, durante la noche, de un cal­ zoncillo de baño cerrado, empapado en agua fría y, además, la envoltura fría de todo el cuerpo, medios que dificultan las maniobras culpables, ya que la envoltura la ordeno de modo que queden por fuera de ella los brazos. Ordeno también qye duerma en una habita­ ción con su padre y que la cama sea algo dura y frescas las almohadas. En caso de tener ne­ cesidad de ir al retrete, debe hacerlo bajo la vigilancia de su padre. Al ordenar estas precauciones delante del enfermo, indico a sus padres la necesidad de ajustarse a lo que ordeno, sin hacer conside­ ración alguna, por requerirlo así el estado de debilidad física y mental del niño, única en. fermedad que padece. E l tratamiento se instituyó con toda escru­ pulosidad, y a íos dos meses el estado dei en­ fermo había sufrido una agradable transfor­ mación ; el sujeto comenzaba de nuevo sus estudios, pero en su casa, bajo la vigilancia y dirección de un profesor que tomó a su car­

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go el despertar físico y moral del niño, y a los seis meses pudimos verle curado con gran contento de todos. Entre los varios casos que he tratado, re­ cuerdo otro de un niño de seis años en que el tratamiento físico fue también eficaz en poco tiempo, a pesar de que se hallaba en un estado notable de demacración, ya que su vi­ cio databa de tres años antes y su menor edad le disminuía la resistencia. En este enfermito, cuya vigilancia era más fácil y cuyos padres eran muy inteligentes, usé con amplitud de los baños generales fríos, En realidad, ei tratamiento naturista tiene una acción general indudable desde el punto de vista orgánico, pero además es de gran efecto moral, porque permite variar los me­ dios de tener distraída la atención del enfer­ mo y substraerle de la sugestión viciosa. No combate el vicio en sí, pero aumentan­ do el vigor individual en todas sus manifes­ taciones, cura indirectamente una enfermedad en que la voluntad flaquea y el enfermo, aun conociendo sus peligros, no puede luchar con­ tra su propia flaqueza, como ocurre en los morfinómanos, que más que intoxicados son mentales débiles. Sólo en casos gravísimos de masturbación casi continua y, por decirlo así, inconsciente, en que el enfermo ha perdido todo pudor y

se entrega a la masturbación, aun delante de las gentes, debe recurrtrse al internamiento en un asilo. Son inútiles todos los fármacos aconseja­ dos, que no tienen la acción compleja, com­ pleta, variable y útil de los medios naturales, cuyo uso se traduce en una vigorización pro­ funda e intensa del enfermo. Tratamiento de la Espermatorrea. Para tra­ tar acertadamente esta enfermedad debe te­ nerse en cuenta el origen variado de la misma. Con arreglo n éste dividiremos las causas en locales (enfermedades génitouri nanas, recta­ les, y de lus órganos contenidos en la pelvis menor), generales (epilepsia, lesiones de los centros nerviosos, neurastenia, debilidad ge­ neral) y consecutivas a la masturbación y a los excesos sexuales. Es natura! que sean una o varias las causas productoras, así, por ejem­ plo, la neurastenia, en que obran a la par el estado nervioso del sujeto, la debilidad sexual v ía constipación propia de estos estados. De todos modos, a excepción de ciertas irri­ taciones de ia uretra, de la próstata, de) glan­ de y del recto, hay siempre en la espermato­ rrea una falta de tono nervioso, por parte del aparato nervioso central, que permite que el acto reflejo excitomotriz, que constituye la erección y la eyeculación. se efectúe con de­

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masiada facilidad, sobre todo en la segunda parte. No se llega, en general, a ta solución incon­ tinente e inevitable por cualquier razón, sin pasar por un periodo de polución fisiológica frecuente, que luego se transform a en polu­ ción sin erotism o y sin erección, La mayor parte de los esperm atorreicos, que pudiéra­ mos llam ar de origen central, son, o viciosos anteriores, o sensuales im aginativos, aparta­ dos del coito. N aturalm ente que los esperm atorreicos por causas locales que irriten, laxen o debiliten los órganos de transm isión del semen, deben som eterse al tratam iento toca) necesario, sobre todo en casos de lesiones pro stéticas; per» no debe olvidarse que en el tratam iento local po r los medios que nos proporciona la medi­ cina natural, contribuirá poderosam ente a la curación. En otros tiem pos la electricidad, aplicada a los centros nerviosos o localmente, e ra el único m edio que podia oponerse a estos e s ta d o s ; pero en la actualidad, aunque sigan em pleándose por casi todos los médicos y aconsejándose en todos los libros, deben ce­ der el paso a las aplicaciones de los baños de vapor, los baños calientes locales y las fric­ ciones húmedas, aplicadas con arreglo a las causas que originan la enferm edad.

A excepción de los esperm atorreicos con lesiones centrales incurables, el solo trata­ miento general que usarem os serán los diver­ sos medios naturistas estudiados anteriorm en­ te, y con especialidad la modificación de la alimentación, que com batirá el estado de irri­ tabilidad en unos, y dará a todos los fosfatos que pierden a diario con notoria agravación de su fuerza nerviosa, fosfatos que sacarem os de los cereales y, sobre todo, del pan comple­ to y de la leche. El tratam iento general debe com prender los ejercicios físicos señalados en el capitulo se­ gundo d e la segunda parte de la o b r a ; pero teniendo en cuenta ta debilidad general que presentan esta clase de enferm os, se procede­ rá a ellos de un modo lento y gradual. D es­ pués de los ejercicios m atinales, el sujeto practicará unas fricciones con un trozo de lana em papada en agua fría, por todo el cuerpo y las extrem idades, fricciones h ed ías de arri­ ba abajo y seguidas de una fricción con una toalla seca. C uando sobrevenga fácilmente la reacción, pasará al uso de los baños genera­ les fríos, seguidos de fricciones secas ; el baño será de corta duración, para obtener toda su acción estim úlam e. El tratam iento local varía según la causa local de la esperm atorrea ; en los casos en que sea consecutiva a irritaciones crónicas de los

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192 órganos génitourínaríos (vesículas sem inales, vejiga urinaria, próstata o uretra), aconsejo tres días po r sem ana el baño de tronco y vien­ tre, que se describirá en el capítulo siguiente, seguido de fricciones secas. D ichas fricciones se harán con un cepillo de crin, en la siguien­ te fo rm a : en el vientre se h arán circularm en­ te prim ero y después desde la parte inferior del lado derecho hacía a rrib a ; luego que se llegue debajo de las costillas derechas, se si­ g u e en dirección transversal a) lado izquier­ do y, por fin, hacia abajo del mism o lado. Los otros tres dfas el enferm o tom ará un baño de asiento de ag u a caliente, d e diez m inutos de duración, seguido de fricciones en igual sentido. Las fricciones en la parte inferior del tronco y de las nalgas serán en am bos rasos dirigidas de arrib a abajo por am bos la­ dos. y su duración total será de cinco mi­ nutos. R eservo para la noche la fricción fría de la parte inferior de las nalgas y posterior de los muslos, acom pañada de fricciones por debajo de los testículos y del m iem bro con un trozo de lana en varios dobleces, siguiendo la di­ rección desde el ano a la p u n ta del miembro. T erm inada la fricción fría y húm eda, se prac­ ticará otra seca. E n los casos en que sólo existe atonía o de­ bilidad general y local, el tratam iento general

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será el mismo que en el caso anterior, pues su objeto es vigorizar al s u je to ; pero las apli­ caciones locales serán exclusivam ente frías y practicadas m añana y noche, como antes se ha expuesto para el otro c a s o ; adem ás se aña­ dirá por la noche el uso de un pequeño cal­ zón de baño de lana fina, que se em papará en agua fría, y después de retorcerlo para quitar el exceso de agua, se aplicará y guar­ dará toda la noche. E sta diversidad d e tratam iento atiende a los diversos estados productores de la enfer­ m edad, y por su com binación tiene acción estim ulante general y tónica o sedante loca­ les. Aplicado con constancia, produce la cu­ ración segura y le hace apto para cum plir con sus funciones sexuales. E n poco tiem po se opera en los individuos enferm os una transform ación n o ta b le ; au­ m enta el bienestar general y dism inuyen las pérdidas sem in ales; se despierta el deseo se­ xual y se asiste día p o r d ía a la resurrección moral del sujeto. Como m edida higiénica recomiendo dorm ir en cam a alg o d ura y con colchón y alm ohada de crin, evitando el estar sobre la espalda, posición que favorece la congestión m edular y agrava la enferm edad.

CAPÍTU LO III Tratam iento curativo de la Impotencia

He procurado exponer con toda claridad cuanto me ha parecido conducente para ela­ borar el capitulo más interesante de la obra, y no he querido apartarme de lo que realmen­ te tiene carácter de utilidad, dejando toda di­ gresión o ejemplo inútil ; escribo para quien no conoce el tecnicismo médico, y forzosa^ mente he de colocarme en un punto de vista especia!. Si desde el punto de vista científico, y para facilitar la comprensión de las materias que estudio, he dividido los impotentes en varias clases, al llegar al tratamiento prescindiré de ellas y sólo me ocuparé del sujeto impotente. Ante todo es preciso separar la enfermedad en sí de la preocupación que ella produce, y todo enfermo debe grabar en su memoria esta

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fra s e : «A unque ía im potencia se deba a una causa física, la m ayor dificultad en el trata­ m iento estriba en el pesim ism o mental del sujeto.» Esto necesita u n a acla ra c ió n ; no be visto ningún sujeto afectado de im potencia o creído de serlo, que no considere incurable su dolencia y que no se en treg u e por com ple­ to a un pesim ism o desconsolador; puede de­ cirse que su espíritu todo está pendiente de (as m enores evoluciones de sus g e n ita le s; su vida en tera se concentra en ellos, y cuanto m ayor sea la pasividad de éstos, m ayores son las tristezas v pesim ism os del enferm o. H e insistido d istintas veces en el transcurso del libro sobre la influencia que ejerce el es­ tado m ental deprim ente en la im potencia, y por ello com prenderá el lector la g ran dificul­ tad de conseguir la energía viril si el enfermo carece de un optim ism o com pleto relativo a la curación. Considero indispensable, pues, que todo individuo im potente aleje de su áni­ mo la preocupación constante de su m al, pata substituirla con la noción clara, precisa e im­ periosa de su curación seg u ra. O tro precepto, no m enos indispensable, es el de olvidar que es hom bre, sexttalm ente ha­ blando, hasta que su apetito venéreo sea franco y las m anifestaciones viriles sean de una esplendidez indudable, sin halagos men­ tales ni caricias lascivas. Sí no es así, es indu­

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dable que se trata de u n a falsa virilidad, y la credulidad en ella se paga con un largo retroceso. Estos dos preceptos suprim en la m entalidad agobiante y la reincidencia aplastadora, d e ­ jando libre el cam po al tratamiento físico, único que permite curar la impotencia en los sujetos genitalm ente bien constituidos, cual­ quiera que sea la causa y el tiem po transcu­ rrido. El antiguo aforism o M n u sana tn corpore sano (m ente sa n a en cuerpo sano) debe subs­ tituirse en nuestro caso p o r el d e Mente tran­ quila y madre notara curan la im potencia ; y con ello em piezo a decir cómo se cu ra el im potente: con facilidad, con sencillez, por si solo y con tal econom ía que puede asegu­ rarse que el tratam iento es gratuito. ¿C óm o cura la m edicina clásica? ¿C u án d o c u ra ? Con brom uros, que debilitan no sólo el sistem a nervioso, sino el organism o e n te ro : con estricnina, que d a tono a la fibra m uscu­ lar, pero que excita tam bién lo que se preten­ de sedar con el b ro m u ro ; con la electricidad estática, farádica y continua, sin pensar en las acciones d istintas y aun no bien estudiadas de cada m o d a lid ad ; con el masaje, aconsejado con tim id ez; en una palabra, con un trata­ m iento de síntom as, sin plan ordenado y con

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resultados poco halagüeños las m ás de las veces. R ecientem ente se h a aconsejado un medio original, titulado el masaje neumático, con­ sistente en el em pleo d e un recipiente de cris­ tal que tenga la form a del pene y de dim en­ siones suficientes p a ra contener a éste durante la erección, y en el cual se hace la aspiración por una bom ba d e doble juego, consiguiendo la erección en treinta o cuarenta segundos. Se m antiene ésta d u rante d o s o tres m inutos, y se aplica el procedim iento varias veces al día, y se repite los días necesarios hasta ob­ tener la erección espontánea y la confianza del páctente en si mismo. H e aquí el secreto : la sugestión del enferm o. M ucho más sencillo resulta tra ta r racional­ m ente al enferm o siguiendo las indicaciones del o rg a n ism o ; interesar al paciente en su curación, m ejor dicho, hacer que se cure él mismo, con lo cual se consigue m ucho m ás que de otro modo. £1 tratam iento debe ser sistem ático, conti­ nuado hasta la curación absoluta, siem pre po­ sible ; su aplicación diaria sólo variará, según las fuerzas del enferm o. El im potente sufre una alteración de su energía física y moral, siendo, po: lo tanto, un deprim ido que sólo puede curar sacando sus energías vacilantes o ausente» de todas

aquellos m edios que le perm itan recobrarlas sin perturbaciones orgánicas, dando lo m á­ ximo de beneficio con el m ínim o de gasto or­ gánico, y para atender a ello se requiere una modificación absoluta en su régim en total de vida. H ag o esta indicación p ara que no pa­ rezca extraño aconsejar u n a alim entación de­ term inada, cosa que parece in ú til; pero basta leer el capítulo destinado al régim en alim en­ ticio para com prender la necesidad de evitar intoxicaciones que, a la larga, conducen a es­ tados perturbadores del vigor en general. Los m edios m ás prácticos de conseguir la energía total, y con ella el restablecim iento de la fuerza viril, son los ejercicios físicos, los baños de sol, los baños fríos generales y especialm ente el baño de asiento con fricción. Gom o com plem ento del tratam iento debe em­ plearse un baño de vapor de tronco una vez por sem ana. P ara facilitar la realización de estos m e­ dios, doy a continuación la nota que entrego a m is enferm os y que constituye lo que llamo

Jornada terapéutica: Levantarse por la m añana, poco después de la salida del sol, y practicar, ligeram ente v e r­ tido (o con un sim ple taparrabos, una vez se obtenga el endurecim iento necesario), los ejer­ cicios matinales indicados con este nombre en la página 107. En invierno se perm itirá

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practicarlos con el balcón cerrado, y si el frío es excesivo, con fuego en la chimenea o en un brasero, pero debe prescindírse de la cale­ facción lo antes posible. En verano, antes de tos ejercicios, se tomará el baño de sol, de veinte a treinta minutos de duración. Una vez terminados los ejercicios en in­ vierno y éstos y el baño en verano, procederá el sujeto a tomar un baño de asiento con fric­ ción . Al mediodía, una hora ames de la comida, repetirá el mismo baño con fricción. Por la noche, antes de acostarse, y por lo menos cuatro horas después de la cena, que debe ser ligera, tomará un batía general frío, haciendo durante el mismo iguales fricciones que en el de asiento, y luego practicará los ejercicios físicos nocturnos, para conseguir la reacción necesaria. Una vez por semana se substituirá el baño general frío por un baño de tronco de vapor con fricción local. Lo mejor será dedicar el domingo a esta clase de baños. Durante todo el periodo de curación, el en­ fermo se abstendrá de toda clase de alcohol, de té y café. Si es fumador, deberá limitar el uso del tabaco. Los días festivos, además del baño de sol, deberá salir al campo y dedicarse a largos paseos o a deportes no fatigosos, exceptuando

la equitación, cuyos malos resultados han sido ya definidos. El sujeto puede dedicarse a sus ocupaciones habituales y al trato social, aun cuando Sea femenino ¡ pero deberá evitar el trato con las mujeres que trafican en amor y abstenerse de las lecturas eróticas. El organismo es el único que debe dar el aviso de la virilidad. A continuación, y aunque sea repetir lo ya escrito, doy la explicación de la técnica de los baños indicados, exceptuando lo relativo a los ejercicios físicos y la alimentación, expuestos en otros capítulos, y que deben ser objeto de atenta lectura.

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Cómo se toma el baño de sol. Periodo de iniciación en los sujetos débiles ¡ Deben vestir solamente camiseta de algodón, sin mangas, y calzoncillos de algodón o de h ilo ; babuchas y sin calcetines. E l balcón estará cerrado; si el sol es excesivo se cubrirá la cabeza con un sombrero de paja. Deben exponerse a los ra­ yos del sol cinco minutos de frente, cinco de espaldas, cinco del lado derecho y otros cinco del izquierdo; volver de nuevo igual espacio de tiempo de frente y de espaldas. Si el su­ jeto es muy débil puede hacerlo acostado so­ bre una chaise-longne o simplemente sobre una manta tendida en el suelo. — Periodo de iniciación en los sujetos fuertes: El balcón, 11

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c e rra d o ; el sujeto, desnudo, y con !a cabeza cubierta, D urante el baño debe practicar ejer­ cicios respiratorios. -—Sujetos ya entrenados: En invierno, el balcón estará cerra d o ; en ve­ rano, balcón abierto, pero sin corrientes de aire. El sujeto, desnudo, y con la cabeza cu­ bierta. Práctica de ejercicios respiratorios y ejercicios m atinales. L a duración del baño puede ser de una hora, alternando el tiempo para conseguir la rusticación útil y evitar el despellejam iento.

Cómo se toma el baño trío general. Lo más cómodo es el uso de una bañera grande en que pueda sum ergirse el individuo ; bañera que puede ser de mármol, cinc, e t c . ; a falta de bañera puede utilizarse un recipiente ancho donde ponerse de pie y echar sobre el sujeto agua fría con una regadera o un irrigador, aunque este últim o medio no perm ite prolon­ g ar lo suñciente el baño. La tem peratura del ag u a será, en los prim e­ ros días, de 25 a 30 grados centígrados, inter­ media entre el baño frió y el templado, para facilitar la reacción y habituar el organism o, descendiendo luego gradualm ente hasta 15 grados en verano y so grados en invierno ; lo m ejor es descender de un g rado cada dos días hasta llegar al m ínim o señalado.

D urante el baño, el sujeto debe friccionarse suavemente el cuerpo y, sobre todo, el peri­ neo y el miembro viril, de atrás adelante, con un lienzo de lana en varios dobleces, o bien con u n a esponja de superior calidad. L a duración del baño será de cinco a diez m in u to s; pero si el sujeto experim enta una viva sensación de frío, deberá salir del agua en seguida, friccionarse vivamente con un guante de crin para activar la circulación, y secarse y vestirse con rapidez. Si persiste dicha sensación, hay que prac­ ticar m ovimientos enérgicos hasta llegar a la reacción norm al. D urante el verano pueden tom arse baños de mar de quince m inutos de duración, segui­ dos del baño de sol de media h o r a ; asi se tiene la ventaja de tom ar los dos baños segui­ dos al aire libre y, adem ás, aprovechar los efectos excitantes del movimiento de las olas y del aire m arino. Kn este caso, así como cuando al sujeto le resulte más cómodo, se traslada a la noche el baño m atinal de asiento con fricción, y en su lugar se tom a el baño general frío. A costum ­ bro aconsejar el baño frío general a) acostarse, pues asi la reacción es m ás suave en la cama y más duradera la acción estim ulante.

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Cómo se tom a el baflo de asiento con fric­ ción. Al describir esta aplicación disentiré de la form a aconsejada p o r algunos naturistas que no han com prendido el alcance exacto del mismo» en lo que a tas enferm edades de los órganos génitourinaríos, y especialm ente a la im potencia, se refiere. D ichos autores aconse­ jan el lavado y fricción de (a punta del miem­ bro viril únicam ente y que el ag u a alcance tan sólo al nivel de los genitales, con lo que se pierde la tonicidad necesaria, no sólo al pene, sino también a la uretra posterior, sitio de es­ pasmo algunas v eces; al perineo, donde resi* den p a n e de los m úsculos que facilitan el acto viril, la próstata y las vesículas sem inales. E s absolutam ente necesario o b rar sobre la tota­ lidad de todos los órganos que coadyuvan a tan im portante función. 1 'órnese un recipiente redondo y fuerte don­ de quepan de treinta a cuarenta litros de agua, y dentro de él se coloca una silla o taburete, al que se ha quitado el asiento, con objeto de que, al sentarse el sujeto, el a g u a bañe com­ pletam ente la punta de las caderas, el perineo, los testículos y el pene. E l resto del cuerpo debe quedar fuera del recipiente y el enferm o deberá llevar cubierto el tronco, brazos y ex­ trem idades inferiores. El a g u a no deberá pa­ sa r de) nivel indicado y su tem peratura será.

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en los prim eros días, de 20 grados centígra­ dos y después d e 15 grados. La duración del baño será, la prim era se­ m ana, de diez m inutos, y se aum entará de cinco cada sem ana, hasta llegar al máxim o de una hora. D esde el principio del baño, el sujeto tom a­ rá un pañuelo d e hilo usado, en cuatro doble­ ces, y lo pasará con una d e sus m anos desde la m argen posterior del ano hasta la punta del m iem bro viril a lo la rg o del perineo, cuidan­ do d e separar los testículos para seguir el tra­ yecto inferior de la uretra. La fricción debe ser continua y firme, pero sin desplegar una fuerza excesiva, y el glande estará cubierto con el prepucio, term inando la fricción ánteroposterior por una circular al nivel de la parte descubierta del glande. Term inada la fricción, practicará un ligero m asaje de los testículos con el mismo paño, y asi sucesiva­ m ente. E sta com binación de m asaje irlo y húm edo tiene una acción extraordinaria para conseguir que despierte la vitalidad adorm ecida o ago­ tada, activando la circulación capilar y la ar­ terial y venosa, estim ulando la contracción de las fibras lisas y estriadas de los músculos, generalm ente insuficientes en su función, sos­ teniendo el vigor del tejido cavernoso, com­ pletam ente perdido, y, finalmente, d ispertan-

do las corrientes nerviosas activas y reflejas. De este modo se consigue com batir a la vez, y con un solo agente terapéutico bien senrilio, la falta de tono, la languidez de la circu­ lación, la paresia m uscular y el retardo de energía nerviosa, causas todas de la im poten, cía en lo referente a la localización genital ¡ pero com o toda excitación local despierta ex. citaciones generales por la arm onía vital, que es la base de la vida, la repetición de este me­ dio influye a su vez sobre el organism o en ge­ neral, ayudando de un m odo Temo, pero se­ guro. a la acción d e los m edios generales in­ dicados antes. P ara conseguir un resultado com pleto y que la estim ulación producida dé pronto resulta­ dos, aconsejo dos barios de asiento con fric­ ción al dfa y la fricción durante el baño frío, de modo que en veinticuatro horas se em plean más de dos horas de m asaje frió y húm edo. Esta es la práctica local que m ejores resul­ tados produce en el tratam iento de la impo­ tencia, y gracias a la cual he conseguido des­ terrar del tratam iento las aplicaciones eléctri­ cos, m ás engorrosas, m ás caras y no siem pre curativas. Con el uso inteligente de las aplicaciones del agua, asi general como localmente, cabe desarrollar toda clase de acciones cu rativ as; consiguiendo excitaciones, revulsiones, efec­

tos de sedación, efectos resolutivos y antiflo­ gísticos ¡ sólo es necesario saber aplicarla en su debida forma. Cómo se tom a el baño de vapor de tronco. Existen diversos aparatos construidos expre­ sam ente para la aplicación de los baños de vapor, sean generales o lo c a le s; pero siendo mi deseo hacer asequible el tratam iento a toda clase de enferm os, sea cual fuere su posición social, describiré el medio más sencillo. Se coloca el enferm o sentado en una silla de rejilla, de cara hacia el respaldo, que le servirá de punto de apoyo para los brazos, haciendo m enos penosa su p o sició n ; en esta form a la m ayor parte de las extrem idades in­ feriores quedan p o r fuera de los lados de la silla cubiertas p o r el pantalón, que sólo se ba­ jará para d ejar descubiertos el vientre y las n a lg a s ; la cam isa se subirá hacia arriba hasta un poco m ás a lta que la cintura, y entonces se coloca debajo de la silla un cubo de ag u a hirviendo y se rodea con una m am a o dos la parte inferior de la silla, tapando el cuerpo y nalgas del sujeto, de modo que no quede nin­ gún hueco por donde pueda escaparse el va­ por que desprende el ag u a caliente. C uando convenga, el cubo se cam bia por debajo de la manta, que rodea la silla, y se substituye por otro caliente.

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. ñ u ta xauxit

D espués del baño de vapor, cuya duración no seré siem pre excesiva y que debe suspen­ derse tan pronto experim ente el sujeto u n a sensación desagradable, cualquiera que haya sido su duración, se d ará en seguida una fric­ ción húm eda fría con un g u an te d e crin, para estim ular la reacción. D espués d e este baño no se harán las» fricciones correspondientes al de asiento antes descrito. P a ra dem ostrar la absoluta seguridad con que se obtiene la curación de la im potencia con estos medios, transcribo u n a d e las cartas tom adas al azar de en tre los m uchos testim o­ nios que poseo d e m is clientes. D ice a s i : «Mi querido doctor y sa lv a d o r: A penas hace cuatro m eses que he com enzado el tratam iento que usted se dignó prescribir­ me, y ya me he convencido de la posibilidad de mi curación absoluta en un plazo cercano. N o he dejado ni un solo día de seguir sus ins­ trucciones, aunque, a decir verdad, al princi­ pio me costaba algo conform arm e a ellas y dejar mis hábitos de vida, pero la obsesión constante que me producía la enferm edad y la confianza que sus palabras hablan desper­ tado en m(, respecto al tratam iento, hicieron que lo observara fielmente. «U sted y a sabe que m i estado m oral y físi­ co e ra d ep lo ra b le; que habla llevado una vida d e locuras d e todo género, y que, próxim o a

tener que cum plir mis com prom isos con la hija de una honorable fam ilia, me vi sorpren­ dido por la terrible im potencia. Mi situación era, pues, grave desde el pum o de vista físico y peor desde el p u n to de vista social y m oral. «Confieso que, habituado a seguir los con­ sejos de otros m édicos reputados, y sin obte­ ner beneficio alg u n o , m e pareció dem asiado sencillo su tratam iento y no creí triu n far de mi m a l; pero no quise desistir, puesto que éste era el único tratam iento que faltaba poner a prueba, y él h a sido mi áncora d e salvación. H oy soy un adep to fiel de su doctrina y com­ prendo que no fracase su m aravilloso cuanto sencillo tratam iento, al ver palpablem ente cuán buenos resultados m e h a producido en un tiem po relativam ente corto, ya que algunos am igos míos, y la lectura de libros referentes a este mal que padezco, señalaban largos pla­ zos de uno y m ás años para obtener no siem­ bre la curación. »A partir del tercer mes de tratam iento, mi estado físico ha sufrido una transform ación radical, habiendo ganado en peso y e n e rg ía ; hoy no siento en absoluto el frió ni el can­ sancio, y mi alegría es tan grande, que no sólo mis am igos, sino hasta mis relaciones menos intim as se han dado cuenta de ello. Así como sentía verdadero pesar al tener que se­ g u ir mis relaciones am orosas porque me con­

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fiu m y u u

lideraba fracasado para la vida m atrim onial, boy siento una gran satisfacción y no dudo lle­ g a r m uy pronto al logro de mis esperanzas. »Me he perm itido modificar, sin su permiso, el orden del tratam iento que usted me acon­ sejó, sin que por ello haya notado retraso al­ guno ; y con este motivo voy a referirle mi vida curativa, por si cree que debo modificarla en algo. »Me levanto cada m añana a las siete, y en seguida abro la ventana de mi cuarto, y frente a ella practico los ejercicios respiratorios du­ rante diez m in u to s; una vez term inados éstos cierro la ventana y tom o un baño general frió de quince m inutos, con fricción genital, se­ guido de una fricción con guante de crin. Al term inar la fricción me pongo un sim ple cal­ zoncillo de baño y hago durante media hora los ejercicios físicos m atinales. D esayuno con frutas y pan com pleto y voy a la oficina donde estoy em pleado. »AI llegar a casa, al m ediodía, tomo el baño de so] y de asiento al mismo tiempo, em plean­ do una hora en ello, H e aquf cómo consigo mi o b je to : me siento desnudo en una silla, sin el asiento, colocada dentro de un recipiente grande, lleno de ag u a a 15 grados, y estoy un cuarto de hora de frente al sol, otro de espal­ das y la otra media hora dividida entre am­ bos co sta d o s; durante todo el tiem po indica­

LA VUBRZA VIRIL

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do hago mí fricción genital. C om o el baño de sol neutraliza el frió producido por el baño de asiento tan prolongado, no necesito hacer la fricción seca. «Por la noche hago el baño de asiento con fricción, d u rante m edia hora, y luego otra media hora de ejercicios físicos nocturnos. «Los dias festivos paso la m añana en el cam­ po, y por la tarde aprovecho la circunstancia d e existir u n río cerca de la población para rem ar un par de horas en un pequeño bote, y por la noche h ag o mi baño d e tronco de vapor, d u rante el cual m e fricciono tam bién los órganos genitales. «Espero escribirle pronto diciéndole que estoy curado ¡ siento y a de cuando en cuando erecciones bastante com pletas, sin som eterm e a nin g u n a práctica sensual ni tener ideas libi­ dinosas. Creo que seré un excelente m arido y, con la dolorosa experiencia que he sufrido, no votveré a reincidir en mis locuras. «Supongo habrá usted recibido la visita de dos am igos enferm os como yo, de im potencia, a quienes ha convencido el resultado de mi tratam iento.» El enferm o de la carta anterior se casó a los tres meses de la fecha de su escrito y se con­ sidera hoy el más feliz de los esposos.

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DR. FRAN2 KBLLBR

D e los dos enferm os a que se refería mi cliente, el uno era un sujeto atacado de im po­ tencia aguda, agravada por posteriores e in­ útiles tentativas, el cual, fiando en su juventud y varonil energía, asaltó siete veces, en una noche orgiástica, el tem plo de Venus, con tan m ala fortuna, que salió del em peñado com ba­ te con su im potencia y u n a blenorragia. C uró de la segunda después de un largo tratam ien­ to, pues la infección fué m uy seria, debido a la excitación de su s órganos, y de la prim era anduvo m ás de un añ o en inútiles ensayos. Lo som etí con toda severidad al tratam iento naturista indicado, pero con objeto de im pedir la pululación posible de algún gonococo ador­ mecido, le aconsejé que tom ara dos baños de vapor de tronco por sem ana. T uvo la fortuna de evitar una gonorrea y de cu rar de su im po­ tencia en ocho meses. El otro caso era un paciente de los descritos en la variedad de im potencia eventual, que tenía hacia cinco años una querida rubia, del­ gada, y, según decía, m uy inclinada a los pla­ ceres del am or, con la cual podía, sin incon­ veniente alguno y sin grandes prelim inares, corresponder a los deseos frecuentes de aqué­ lla. C ansado de su vida irregular, decidió con­ trae r m atrim onio con u n a m uchacha honesta, m orena y de carnes m ás que regulares, ver­ dadera antítesis de su am ante, y seguro de sa­

ber llenar los deberes conyugales en el lecho, se casó sin preocupación alguna. A pesar de q u e su esposa, a la cual me pre­ sentó, era u n a m ujer atractiva (física y m oralmente), el m arido se halló la prim era noche en tan apurado trance, que fracasó vergonzo­ sam ente en la intentona m atrim onial, C reyen. do que tal vez se sentía cohibido ante una m ujer honesta, aguardó la segunda noche, sin más fortuna, y siguió asi hasta la sexta, en que no pudiendo resistir tal vergüenza con­ sultó a un médico, que le dió unos cuantos consejos y una m edicina, con la cual sald ría del paso. Tom ó inútilm ente el m edicam ento y, por fin, no tuvo m ás rem edio que explicar a su m ujer, a quien extrañaban ta n tas tentati­ vas, la situación en que se hallaba. H ubo u n a escena algo deprim ente p ara el antes arro g an te c a la v e ra ; intervinieron los pa­ dres p a ra aconsejar la paz, y el pobre enfer­ mo se decidió, p o r consejo de un am igo, a probar fo rtu n a de nuevo en el tem plo am oro­ so a que estaba habituado ¡ salió con bien como antes y, convencido d e que su virilidad no habla decaído, to m ó al tálam o conyugal y el fracaso volvió de n u e v o ; entonces deci­ dió consultarm e y vino a verme acom pañado de su Esposa. En un aparte rápido me explicó su escapa­ toria am orosa, después del m atrim onio, y,

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convencido de hallarme frente a un caso pron­ tamente curable, le di la seguridad más abso­ luta de que en breve plazo conseguiría el an­ siado desquite, mediante el tratamiento naturista que repondría en seguida la falta de ere­ tismo nervioso, AI mismo tiempo le indiqué la necesidad absoluta de evitar toda tentativa de cualquier orden, e igual indicación hice a su esposa ; pero ordené que hicieran lecho co­ mún y que para tener seguridad de que el tra­ tamiento se cumplía estrictamente, su esposa debía tomar parte en él, en lo relativo al baño frío matinal. Hice esta indicación esperando, con fundamento, que la presencia de su mujer en aquellas circunstancias y la seguridad de que compartirían el baño, obraría sobre la vi­ rilidad del sujeto de un modo seguro. Algo tuve que insistir sobre este punto, pues aun cuando ella estaba dispuesta a contribuir a la curación, le parecía algo impúdico el procedi­ miento, pero no pudo resistir a las ardientes súplicas del marido, deseoso de reivindicarse a sus ojos de los pasados y vergonzosos fra­ casos, y al poco tiempo desapareció la impo­ tencia eventual, con gran satisfacción de ambos.

APfíNDICF- 1 Breviario higiénico) Consejos a los psdres.—Consejo» a Ion jóvenes. - Consejos a los hombres.—Consejos a los viejos.—Fórmula de conjunto.

I Breviario higiénico

Consejas de los padres. Acostumbrar a los niños desde sus primeros años a no temer el agua, el sol ni el aire es darles patente de vida sana. Procurar que el agua fría y el ejercicio les eviten cargarse de ropa en invierno. Los ni­ ños-estufas son plantas poco duraderas. Hacerles fuertes es apartarles de los vicios sexuales. No confiéis a nadie el desarrollo físico y mo­ ral de vuestros hijos ; nadie puede substituir a los padres ; ios seres mercenarios pueden con facilidad prostituirlos. Buscad para su inteligencia un maestro, no solamente sabio, sino honrado y, sobre todo, que ame a los niños; él os ayudará a educar su moral y a modelar su espíritu. 12

LA FUERZA VIRIL

Vigilad las amistades de vuestros hijos y sus inclinaciones afectivas; procurad ser los primeros en su corazón; asocióos a sus jue­ gos para que vean en vosotros su mejor com­ pañero. Nunca os entreguéis en su presencia a ex■ pansiones cariñosas que no sean castas; no despertéis su instinto de imitación ni deis mo­ tivo a que os acusen más tarde de su sensua­ lidad. No tengáis nunca en vuestro lecho a ningi'm niño [ aparte de que os quitará la ocasión de expansionaros, basta a veces una explora­ ción para enseñarle lo que aun no debe saber. No seáis gazmoños para que no se eduquen hipócritas, pero no seáis tan francos que se inclinen luego a ser desvergonzados j recor­ dad que el niño tiende a exagerar lo que ve y que durante sus primeros años el instinto de imitación es su escuela principal. No consintáis lecturas sin vuestra previa censura ; para educar su espíritu no le deis novelas ni dramas ¡ dadle obras de viajes, de ciencias naturales, escritas en forma amena, que preparen sus estudios futuros. Vigilad las láminas que m ira; no le llevéis al museo a ver plasticidades peligrosas ; antes de educar la idea artística hay que educar sólidamente su moral.

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Cuando entre en la adolescencia debéis co­ menzar la iniciación científica de su futura vida sexual con un libro de higiene casto, se­ vero y científico; la ciencia no tiene mancha de pecado si no pasa de ser tal. Entonces es cuando debéis apoderaros en absoluto del alma de vuestros hijos, haciendo que el hogar y la familia les sean gratos; es­ cogiendo sus amistades, no con vistas a la esfera social, sino entre los que sean dignos moral mente de vosotros. Habituadle al respeto a todas las m ujeres; decidle cómo pecan las fáciles, y llevándole al cultivo de la amistad de las mujeres hon­ radas, le dificultaréis el camino para llegar a Fas damiselas galantes. El joven ha de saber de la vida sexual lo suficiente para llenar sus deberes futuros, para comprender cuál es el objeto de la vida, pero debe ignorar aún lo más elemental de la sen­ sualidad. Que aprenda el peligro físico y moral que se encierra en la prostitución vergonzosa del cuerpo, pero que no olvide que el camino de no llegar a ella es conservar la castidad mo­ ral. No debe temer el peligro como único castigo; debe aspirar a la perfección como medio de evitar lo indigno y poder ser ejem­ plo de los suyos en días lejanos.

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Consejos a los jóvenes. Si vuestros pa­ d res supieron inclinar regularm ente vuestra vida, no os preocupará que de cuando en cuando, d u rante vuestro sueño, la naturaleza previsora expulse el exceso de semen ; mas, SÍ, por desgracia, no tuvisteis quien de- esas cosas supiera preveniros, no debéis preocu­ paros de ese hecho natural, ni tampoco de que vuestro órgano viril dé m uestras alguna vez de que entra en la vida. No creáis que eso es la advertencia de que ha sonado la hora del p la c e r; es nada más que el anuncio de que tenéis una función más en vuestro orga­ nismo. ií£l hombre no fué creado sim plem ente para el placer, pero es justo que lo disfrute en la vida i p ara que sea tal habéis de buscarlo cuando vuestro organism o h ay a alcanzado su m adurez completa, cuando lo sepáis gozar cuerdam ente y, sobre todo, cuando responda al fin de que ese placer es legítim o. N uestro fin en la vida es crear hum anidad, y para crearla, desde el punto de vista de la reproducción, es necesario hallarse en pleno dom inio orgánico y en pleno derecho legal. Nadie tiene el derecho de crear sin tener me­ dios de velar po r el ser creado. Acaso alguno os dirá al oído que hay me­ dios de eludir esa carga, y no querrá, o no

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sabrá deciros que todo fraude am oroso se paga con creces. Si fuiste vicioso d e pequeño, d eja el vicio y busca el reposo de una función que no de­ biste turbar. C uando quieras ser realm ente hom bre te encontrarás im posibilitado de serlo, con vergüenza y desesperación luya, pues no sólo habrás fracasado en el hogar, sino que también fracasarás en la sociedad. No creas a quien te díga que debes g o z a r ; escucha a quien te advierta que la hora del goce no ha llegado y te prepare la energía para el día que debas em plearla. Siendo casto en la juventud serás fuerte durante la plenitud de tu vida, cuando el am or te sonría y en el am or engendres nuevas vidas. P ara ser casto ocupa tu inteligencia ; culti­ va con el ejercicio tu o rg a n ism o ; sigue el cam ino de la prudencia y al fin encontrarás la felicidad. Sean tu s am igos los sabios y los buenos en cualquier esfera que los h a lla re s; prefiere a todo la com pañía y el consejo de tu s padres : sé espejo de tu casa y fuera de ella, que no hay mayor beneficio que te respeten los dem ás y sirvas de ejem plo a todos. Piensa que la inteligencia da m ás p la c e r; que es m ás duradero y m ás útil que la vida lasciva y desocupada ; alterna con el bien tus

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estudios, y en la am istad con las jóvenes dis­ cretas y honradas busca el Camino de tu ho­ g ar futuro. S igue con el am or a los medios naturales $Í te lo inculcaron antes, y si no tuviste esa educación física, recréate en el baño frío, en las caricias del sol, en la expansión de tus músculos y de tu s pulm ones. H as de ser pa­ dre, y de tu energía se engendrará la energía de tus hijos. Lee lo que instruye, lo que conm ueve y excita a la b o n d a d ; deja a un lado lo nocivo, que es grato al leer, pero es nocivo al aplicar.

Si eres vigoroso y rápido, excusa largos prelim inares que, probablem ente, te im pedi­ rían term inar la o bra sexual con fruto. SÍ eres lento, pero vigoroso, puedes alargar el pró­ logo sin perjuicio de la obra, pero sin abusar. N o extrem es la luna de miel, si quieres que sea d u ra d e ra ; p a ra pro b ar el valor, basta un hecho heroico, y nadie está obligado a per­ petuo heroísm o. A ntes de repetir el asalto, d a reposo a tus fu e rz a s: es m ás higiénico, resulta m ás g rato y m enos expuesto a una hum illación. Procura, sin em bargo, no hacerlo sino muy de tarde en tarde o n u n c a ; el am or con exceso de sen­ sualidad a n d a cerca de la im potencia. C onsum a tu deseo u n a vez por sem ana ¡ dos veces, si eres en exceso vigoroso, hasta que lle­ gues a los cuarenta y cinco años. E l coito es com o todo lo h u m a n o ; el hábito atrae, el ale­ jam iento de él en turbia el d e se o ; procura un justo m edio y no olvides que toda h artu ra exige luego ayuno. No entres en com bate si no sientes instin­ tos b élico s; las escaram uzas son g r a ta s ; pero nunca satisfacen tanto com o la tom a de pose­ sión enérgica, que denota vigor que place y deseo que incita a quien das tu s caricias ín­ timas. Piensa que cerebro y semen tienen paren­ tesco quím ico y biológico, y no canses nunca

Consejos a los hom bres. S i supisteis con­ servar intacto en la prim era juventud el cau­ dal viril, podréis, usando con m oderación, ser ricos en vigor d u rante ta edad adulta y Con­ servar el patrim onio necesario para la prime­ ra vejez. S i gastasteis cuando no debíais, exponéis el patrim onio de la vejez, así com o si gastáis sin m oderación. S i m algastasteis de jóvenes, iréis a la quiebra por poco que os excedáis en el am or físico. P ensad que el placer debe entrarse por la puerta del am or y no por la del erotism o vi­ cioso, si no queréis quedaros antes d e hora en la puerta y sin poder pasar de la antesala.

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los dos a un tiem po. T u s nervios y tu inteli­ gencia lo pagarían. C uando te hablen de hom bres sabios geni­ talm ente vigorosos, no pierdas de vista que pagarán tem pranam ente esa asociación anta­ gónica. P or regla general, e) arte predispone al placer y la ciencia al reposo genital. Al prim er asomo de decaim iento genital reposa y no te em peñes **n encender la ho­ guera ; sí soplas para encender el fuego de las cenizas, brotará la im potencia. Sea tu divisa la tem p lan za; no quieras ser muy fuerte, pero procura serlo mucho tiem ­ po ; la m ujer no suele ser libidinosa, pero toma a olvido y .agravio lo que m uchas veces es sólo el principio del desastre, Consejos a los viejos. A los cincuenta años comienza el crepúsculo de la vejez sexual, que se anticipa bastante al de la vejez de la vida. Si fuiste prudente, apenas te darás cuen­ ta de e llo ; si fuiste pródigo, andarás repleto de sensualidad y vacio de vigor, buscando con variedad y prolongación de caricias una energía que huye. C uando el am or se deja sentir en la vejez, el instinto se despierta, al parecer intenso, en realidad, v erg o n za n te; la sexualidad va des­ apareciendo y queda la sensualidad, que pa­ rece oro, y es oropel.

LA FUBKZA VIRIL

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Desconfía de la lujuria, que no debes con­ fundir con la v irilid a d ; el am or m ata m ás viejos de lo que se cree. C uando tu m edula se cansa y tus piernas se doblan y tu vísta se enturbia, no exijas a tus músculos genitales un vigor que tos dem ás pierden. Sé prudente desde los cincuenta a los cin­ cuenta y cinco a ñ o s ; sé avaro el resto de tu v id a ; cada erotism o es una derrota orgánica. Si tienes gran energfa física, aun podrás m uy de tarde en tarde ap ag a r tu necesidad, pero no escuches la voz de tu deseo. Pon entre la m ujer joven y tú una valla infranqueable, si no quieres arru in a r tu salud. Fórm ala de conjunto. Casto, hasta los veinticinco a ñ o s ; discreto, hasta los cuaren­ ta y c in c o ; prudente, hasta los cincuenta ; avaro, hasta los sesenta. D e esta edad en ade­ lante, hazte cuenta que vuelves a ser niño y has de ser en absoluto casto.

APENDICE II Memorial terapéutieoi Tratamiento de la Maaturbicióu. Tratamiento d é la Eapennatorrea, —Tratamiento de la Impotencia.

II Memorial terapéutico

Tratam iento de la M asturbación. Preven­ tivo : V igilancia del niño por parte de los pa­ dres y m adres. — Elección de am istades y lecturas. — Supresión de espectáculos que no sean de com pleta m oralidad. — Vida activa ai aire y al sol. Curativo : R edoblar la vigilancia, discreta pero continua. — R epresión moral en form a de consejos y ejem plos ; no usar de am enazas ni castigos. — P orte diurno y nocturno de un calzoncillo corto cerrado. Media hora de gim nasia m atinal al levan­ tarse (pág. 107 y siguientes). — Fricción hú­ meda y fricción seca después de la gim na­ s ia .— Baño de sol de m edia a dos horas de duración (págs. 100 y 161). — Paseos largos y deportes. — P or la noche colocar mojado

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en ag u a fría el canzoncillo y, adem ás, envol­ ver el cuerpo com pletam ente con u n a sábana m ojada. — A ntes de acostarse, ejercicios físi­ cos nocturnos (pág. n i y siguientes). T ratam iento de la E sperm atorrea. Gene­ ral; Ejercicios físicos m atinales y nocturnos an tes indicados.— C om enzar por fricciones húm edas y luego seg u ir por los baños fríos, unos y otros seguidos de fricción. Local: Aplicación del baño de tronco con fricción (p ág . 167) en las form as irrítativas locales, tres veces p o r sem ana. — Por la noche, fricciones húm edas frías d u rante largo rato, desde el borde posterior del a n o hasta la punta del miembro, luego fricción se c a .— En las form as por atonía o debilidad local, substituir las aplicaciones locales calientes por otras frías. Llevar durante la noche u n a envoltura local genital húm eda. T ratam iento de la Impotencia. La jornada terapéutica del impotente • Ejercicios m atina­ les al le v an tarse; en verano tom ar antes el baño de sol (págs. 100 y 161). Después de los ejercicios, un baño de asiento frío con fricción tpág. 164). Al m ediodía, repetir el baño de asiento con fricción. P or la noche, durante seis días a la semana, un baño frío general (página 162), du ran te el

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cual se practicarán las fricciones aconsejadas durante el baño d e asiento. D espués del baño, ejercicios físicos nocturnos (p ágina ( i r y si­ guientes). U n d ía por sem ana se substituirá el baño frío por el baño d e vapor de tronco con fric­ ción local. Alim entación racional y renovadora (capítulo IV , segunda parte, página 117). D edicar los días festivos a prácticas deporti­ vas (m enos la eq u itació n ); paseos largos, as­ censión d e m ontañas, remo, pelota. G raduar los ejercicios físicos según las fuerzas del en­ ferm o.

No es necesario despertar la energía mental del enfermo que se cree perdido sexualmente, puesto que este tratam iento rehace de prisa organism o y órgano. N o hacer tentativa genital a lg u n a sin que el organism o dem uestre espontáneam ente, y sin excitación física ni psíquica, que tiene de nuevo la ap titu d necesaria. L a erección mati­ nal o la nocturna, no deben tenerse en cuen­ ta como signos d e virilidad, porque obedecen a estím ulos m ecánicos y a congestión m edular por decúbito. Con¡lanza, persistencia y prudencia son las tres bases del tratam iento naturista, siem pre curativo. El sólo devuelve la fuerza viril.

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DA. F 8AN 2 KELLBR

Al terminar este libro, que escribí para con­ suelo de muchos, ha de permitirme el lector que le desee de todo corazón que sólo tenga que aprovechar los consejos de higiene que en él puse, y de ningún modo el tratamiento cu­ rativo ; pero si, por desgracia suya, se en­ contrara en el trance de usarlos, le recomien­ do que los siga sin vacilar, seguro del éxito. Para todo autor que puso en su obra su co­ razón y su inteligencia, el lector es un amigo anónimo a quien se quiere, aun sin conocerlo, y no es cortés dejar a los amigos sin expre­ sarles el contento de haberles ganado y la pena de dejarlos. Ambos sentimientos em­ bargan mi alma al llegar al final de mi libro

SU PLEM ENTO A «LA F U E R Z A V IR IL »

L a F uerza V iril .

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LA DEBILIDAD SEXUAL PRECEPTOS DE HIGIENE Y

RECETAS EITSUÍUAS DE LOS MEJORES FO f<M l'L\ajO S MODERNOS

DOS P A L A B R A S A C L A R A T O R IA S

estamos plenamente convencidos de la superioridad del método naturista sobre cuantos preconiza la medicina clásica, por los inmejorables resultados que hemos obtenido con la aplicación de aquél en distin­ tas enfermedades, y singularmente en la de­ bilidad sexual en todos sus grados y manifes­ taciones, no por esto queremos privar a nues­ tros queridos lectores del conocimiento de aquellas drogas y medicamentos que utiliza con preferencia la terapéutica oficia], y sólo con este objeto los damos a conocer, y no para que se recurra a la farmacopea, toda vez que no la creemos indispensable, desde el momen­ to que nos hemos declarado entusiastas defen­ sores de la doctrina naturista.

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U S . F M N K JOCUJMt

Además, el uso de los preparados farm a­ céuticos ofrece serias dificultades que sólo los médicos pueden resolver, y a veces no resuel­ ven, por to que puede deducirse cuán peligro­ so seria para el profano obrar erapiricam ente en m ateria tan delicada, E sto basta para que el lector se convenza de que, para curarse a sf mismo, sólo el m étodo naturista le convie­ ne, puesto que no ofrece peligro alguno adop­ tarlo y por tener la seguridad de que su cu­ ración será cierta. Siendo las fórm ulas que copiam os las me­ jores que conocemos p ara la curación de la debilidad sexual, hem os creído que su publi­ cación puede ser de alguna utilidad a aque­ llos de nuestros Ictores que, por una u otra causa, se vieran privados de adoptar el método naturista que preconizam os.

LA DEBILIDAD SEXUAL i La Impotencia

im potencia es la ineptitud p ara consu­ m ar el acto sexual, llam ado coito. H ay dos clases de im p o ten cia: i.* L a ocasionada por ausencia de deseo venéreo o indiferencia genésica (im potencia tem poral o falsa). 2* La que tiene por causa ún estado pato­ lógico o bien la exigüidad dei miem bro viril (im potencia perm anente o verdadera). La falsa im potencia generalm ente se debe a causas m orales, a la im aginación y al ex­ ceso de trabajo intelectual. Felizm ente, esa clase de im potencia es pasajera. U na idea fija, una preocupación constante, el respeto que nos inspira la m ujer am ada, un recuerdo des­

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agradable, una palabra mal interpretada, el tem or de una sorpresa, etc,, pueden ocasionar m om entáneam ente ía falta de erección nece­ saria para consum ar el acto sexual. P or esto es indispensable, para efectuar debidam ente la copulación, entregarse a ta com pañera con tranquilidad de espíritu y confiado en las propias fuerzas. O tra causa de im potencia por in flu jo 'm o ­ ral es la repugnancia que a veces despierta la m ujer. Esta repugnancia o aversión puede ser inspirada por un defecto físico, por el desaseo, por la fetidez del aliento, por la pre­ sencia de una enferm edad herpética, por la de una hernia, etc. Cuando falta la erección obedece a un de­ fecto anatómico, a la exigüidad o ausencia del órgano copuiador, la im potencia es irre­ m ediable. Pero no lo es cuando reconoce por causa la excesiva tirantez del frenillo, la pre­ sencia de tubérculos, varices, etc., en el pene, pues la cirugía puede rem ediar con más o menos facilidad estos estados, dejando libre la erección. Los excesivos trabajos intelectuales pueden ocasionar una especie de im potencia aparen­ te, que suele alarm ar al individuo y causarle vivas inquietudes, las cuales hacen más duradero su adorm ecim iento viril. Cuando el hom bre se engolfa en largos trabajos de



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espíritu, toda su energía vital se acum ula al cerebro y los deseos venéreos se extinguen, pues el trabajo m ental aniquila toda pasión am orosa. Entonces las más vivas inquietudes le asaltan, y sin motivo alguno, pues su im­ potencia es tem poral y tan fácil su curación como sencilla es la causa que la produce. De­ jad en reposo el cerebro y ta m ente tranquila, y la fuerza viril reaparecerá. A dem ás de las causas señaladas como ori­ gen de la im potencia, debem os añadir la que con frecuencia suele ocasionar la indiferencia hacia la m ujer y la falta de vigor sexual : la m asturbación. C uando este vicio detestable se adquiere de niño y se prosigue en la edad adulta, a) llegar a la de la virilidad se carece de ella, y no se siente por la m ujer atractivo alguno. El doctor H u g u cs describe m agistralm ente al m asturbador en los párrafos sig u ie n te s : "E l repugnante vicio del placer solitario a que desenfrenadam ente se entrega tiende a alejarlo del bello sexo. En un principio, sus pensam ientos se cifraban en una m ujer, para embellecer un sér im aginario con todos los encantos de u n a perfección ideal. Sin em bar­ go, el hábito trueca paulatinam ente la índole de sus ideas eróticas hasta prescindir del con­ curso de la m ujer soñada. S u m ente se extrar vía y toma su vicio el cam ino real de las per­

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Iffl. FRANü KXLL8R

LA FUERZA VIRIL

versiones genésicas. Su lubricidad le sugiere mil form as repugnantes de excitar y satisfa­ cer sus apetitos venéreos. wMás adelante em pieza a sufrir las funes­ tas consecuencias de sus prácticas o n á n tc a s : las poluciones nocturnas aparecen y se repi­ ten con tal frecuencia que postran su cuerpo y deprim en su ánim o ¡ se siente tlitiido ante la m ujer, a la que acaba por o d ia r ; se vuelva m isá n tro p o ; su m em oria dism inuye sensible­ m ente ; el estudio le enerva y es incapaz de resistir un trabajo m anual un tanto prolon­ gado. Se considera indigno ante su propia conciencia. Se halla, en fin, física y moral­ m ente, aniquilado.» E ste vergonzoso abuso de sí mismo, el que da origen a diversas enferm edades, particu­ larm ente a la im potencia, es uno de los m ás tristes espectáculos que puede presentar la hum anidad. M ucho nos tem em os que. después de haber reflexionado detenidam ente en todos los ca­ sos d e im potencia, no nos veam os precisados a deducir esta co n clu sió n : C uando hay deseo y se carece de potencia, este estado proviene del abuso de los órganos generadores, y los efectos de sem ejante abuso son agravados por el temor, por la perturbación de una concien­ cia culpable, p or el m iedo de quedar m al, por el alcoholismo, o bien p or excitaciones dem a­

siado frecuentes que no han sido seguidas del acto sexual. D igam os algo de la castidad e im potencia. A veces se confunde lastim osam ente la casti­ dad con la im potencia. U n hom bre en buen estado de salud, cuyos órganos genitales están bien desarrolladas y que jam ás h ay a abusado de sí mismo, sufrirá de vez en cuando algu­ nas em isiones nocturnas y sólo estará sujeto a cortas erecciones al despertar por la m aña­ na. E ste hom bre e s continente, y le es sum a­ m ente fácil perm anecer en este estado. Podrá, pues, asegurarse que no es im potente, aun cuando haya fracasado alg u n a vez, pues las causas de su fracaso serán otras y no la de su constitución orgánica. Por e je m p lo ; un hom bre nervioso é im pre­ sionable se encuentra por prim era vez en b ra­ zos de una m eretriz y en una casa que desco­ noce. I-a incertidum bre, la duda, llenan su cerebro y le p a ra liz a : no puede consum ar el coito. E sto es m uy com prensible que así su­ ceda, y no hay p ara qué inquietarse p or su estado viril. De no ser así, la m ism a preocu­ pación podría ocasionar una falsa im potencia por p ura autosugestión. No obstante, aunque raram ente, puede la im potencia existir p or una causa física desco­ nocida. E n este caso puede ensayarse, antes que otro, el siguiente tratam iento, fácil de

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D*. FRANZ KELLKB

a p lic a r; D ar reposo al sistem a, m ejorar la salud general, de tal suerte, que los centros nerviosos puedan tener tiempo, medios y oca­ sión para re h ac erse; infundir vigor a los músculos, de m anera que los que obedecen a la voluntad y los que obran independiente­ mente puedan cobrar su diapasón normal. 1 Al mismo tiem po hay que evitar todo ex­ citante, local o no, que pueda estim ular los órganos generadores, sin fortalecer el orga­ nismo entero, pues lo único que debe procu­ rarse es vigorizar el sistem a nervioso, o más bien dejarlo que recobre por st mismo sus fuerzas y jam ás extenuarlo por nuevas exci­ taciones. Si se procede de esta suerte en todos los casos sencillos, los órganos genitales se ha­ rán capaces, al mismo tiem po que las dem ás funciones, de llenar su cometido. Sin em bar­ go, los im pacientes, no contentándose con medios tan suaves, recurren a los estim ulan­ tes, ansiosos de despertar sus facultades g e ­ neratrices. E l uso de estos estim ulantes puede convenir únicam ente a algunas personas cuya dolencia provenga de una causa momentánea, a los tem peram entos tím idos y a los que más especialm ente se ven atorm entados por inquie­ tudes mentales. Em pero, si bien este tratam iento se ju stn Jira y es ventajoso en tales casos, es muy pe-

u nuui

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ligroso en otros, sobre todo cuando hay pos­ tración general. Estim ular entonces los ór­ ganos y provocar una eyaculación no puede sino agravar el estado del enferm o. Si la salu d general hubiese m ejorado desde un principio, el desorden local reparado, y para determ inar una crisis feliz, se hubiese aplicado un estim ulante, en este caso se concibirla su em pleo, pero sólo en estas condi­ ciones.

II

Los Afrodisiacos

final del capítulo anterior hemos indi­ cado los inconvenientes que el uso de los rem edios estim ulantes de la virilidad ofre­ cen, asi como las graves consecuencias que pueden acarrear cuando son aplicados fuera de tiempo y sazón. Guárdense mis lectores de recurrir a cier­ tas recetas absurdas que el vulgo ignorante preconiza como las más eficaces en los casos de extenuación ; rechácense las pociones cantariadas y el fósforo, medicamentos peligro­ sos que sólo la ciencia del médico puede em­ plear con el acierto y la parquedad necesarios. Teniendo presentes las observaciones he­ chas, que nunca deben olvidar mis lectores, so pena de que les cueste caro el olvido, creemos no hay obstáculo alguno en dar a conocer las fórmulas de los afrodisiacos, que así se Ha-

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uk .

LA FUKRZA VIRIL

n u M z K K Lin

m an los m edicam entos farm acéuticos que tie­ nen por objeto excitar los árg an o s d e la viri­ lidad. La lista de los afrodisiacos p odría hacerse interm inable si diéram os crédito a cuantos se han preconizado desde los tiem pos m ás re­ m otos hasta nuestros d ias. Pero, tranquilícese el lector, que no hem os de ser tan abundosos en la exposición de la m ateria. F ig u rarán , sin em bargo, en nuestra rela­ ción algunos de aquellos afrodisíacos que g o­ zan todavía de cierta predilección, aunque en realidad no la m erecen, y así lo harem os cons­ ta r, p ara que estén sobre aviso nuestros lec­ tores, por si alguien se los recom endare. En cuanto a los verdaderos afrodisíacos, es decir, aquellos que estim ulan sin perjudicar el esta­ do general, les dam os la preferencia que ju s ­ tam ente merecen. Afrodisíacos m inerales. — Al bórax refina­ do (borato de sosa), sal m uy útil para la in­ dustria y las artes, se le ha concedido grandes virtudes afro d isiacas; sin em bargo, su efica­ cia es del todo nula. L a etites, o piedra del águila (que no es m ás que hierro carbonatado), la recom ienda A lberto el G rande p ara despertar los deseos genésicos. N o hay tal cosa.

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El fósforo es, en realidad, un estim ulante de los ó rg an o s genitales, pero no tan podero­ so como sostienen algunos autores. En cam­ bio, su uso es m uy peligroso. Sólo los médi­ cos expertos pueden aplicarlo oportunam ente. Y o sólo lo em pleo en rarísim os casos. L a sal m arina y asim ism o la sal com ún han disfrutado de g ran nom bradla. Y a d e anti­ guo se llam aron, por esta razón, salaces las personas m uy lascivas. Y sin em bargo, la fuerza excitadora de la sal es bien poca. Agua clara. — H e aquí un afrodisiaco mi­ neral de g ra n eficacia y exento de pelig ro s y al alcance de todos. (Este afrodisiaco es el ag u a. E l a g u a pu ra, transparente y aireada constituye un excelente esperm atópeo (acu­ m ulador d e esperm a). D e m uy an tig u o se ha observado que la virilidad dism inuye m uy pronto en los que abusan de los lic o re s; un vaso de cerveza bebido mom entos antes de copular e s suficiente para retardar O im pedir la eyacu(ación. En cam bio, la fuerza viril $e prolonga hasta muy avanzada edad en los be­ bedores de agua. L as ag u as ferruginosas suelen ser el m ejor remedio para curar la im potencia. El agua, en fin, es una verdadera panacea, el remedio universal. 14

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Afrodisiacos vegetales. — H an gozado de gran celebridad afrodisiaca todas las hojas y frutos, flores y sem illas, zum os y rafees, g o ­ m as y resinas, de arom a en olor m ás o m enos fuerte y de acritud m ás o menos pronunciada. Como m uestra, siguiendo el orden alfabético, enum erarem os algunas de estas substancias vegetales. A. L a ajedrea, el ajo, las alcachofas, las alcaparras, la angélica, el apio, la aristoloquia y la escalonia. B. El benjuí, los berros, y, sobre todo, el betel. El betel es una plan ta sarm entosa, que se cultiva como la vid y form a la base de un afrodisíaco incendiario, que se m astica. E s m uy usado en la India. C. El cacao, la calam ita, la canela, el can­ tueso, la caña arom ática, cuya raíz confitada se usa en los harenes d e T u r q u ía ; el cáñam o silvestre, el cardo corredor, las cebollas, los clavos de especia, las cotufas y el cubeba. CH. El chocolate e s u n a p asta analéptica y restauradora, cuando no es adulterada, lo cual es harto raro en nuestra época de com pe­ tencia industrial. D . La dam iana es una planta de la A m é­ rica tropical. S u acción fundam ental es la de un buen tónico nervioso, cuyo efecto es du­ rable, y, sin duda alguna, es la m ás indicada en la debilidad sexual.

B. G ozan fam a de estim ulantes los espá­ rragos y el espliego. (El estram onio, en cortí­ sim a cantidad, tam bién se ha recetado como afrodisiaco. G. I .a g a la n g a e ra considerada antig u a­ mente como una hierba prodigiosa p a ra des­ pertar los deseos venéreos, sin em bargo su acción es b astante débil. H. L as habas, legum bre cuya virtud afro­ disiaca debe serle com ún com o todas las de­ m ás legum bres q u e producen la neum atosis o que engendran flatos que distienden las par­ tes cercanas a los órganos v irile s : los higos secos, el hinojo y el hisopo. f . E l incienso, que entraba com o ingre­ diente principal en el afrodisíaco, polvos que se usaron en la m ateria médica de los anti­ guos. y. El jengibre, raiz arom ática y acre, la cual, reducida a polvo, se usa en la In d ia como pim ienta. T am bién se conserva co n s­ tada. L . E l laurel, ta n to sus hojas como su fru­ to, se consideran como estim ulantes de la vi­ rilidad y , sin em bargo, su virtud es pura­ m ente im aginaria. M. E l m arro verdadero o hierba gatera, la m ejorana de C hipre, la m irra, el m irto y la mostaza, no carecen de cierta propiedad afro­ disíaca.

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N.

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Los nabos y las nueces tiernas predis­ ponen, aunque débilmente, a la erección. La nuez moscada es de mucha más fuerza, sobre Lodo preparada con un vino generoso. O. El opio se emplea también como pode­ roso estimulante de los órganos viriles, pero su dosificación debe reservarse exclusivamen­ te al médico. El opio despierta la erección porque tiene la facultad de acumular la san­ gre al cerebelo. De abi el que la erección sea un síntoma constante en las apoplejías cerebelosas; de ahí las erecciones nocturnas y matutinas, sobre Lodo estando el individuo echado boca arriba, y de ahí el que en los estrangulados tenga efecto una erección se­ guida de eyaculación. El opio, mezclado con ciertas substancias aromáticas, constituye la base de ciertos remedios excitadores, muy usados en Oriente. P. El perejil, la pimienta, los piñones, el poleo y los puerros gozan todavía de bastante fama, no del todo inmerecida, de estimulantes genésicos. S. La sabina, el sa'ep, y en general todas las féculas finas, tienen un tanto de fuerza afrodisíaca, no mucha. El satirión, planta que despide un olor a macho cabrío, goza de fama y es muy usada en Oriente, sobre todo mez­ clada con vino espeso y caliente, al cual dan el nombre de «jarabe de zorro», porque los

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bulbos de dicha planta son bastante parecidos a los testículos de este animal. Las setas pa­ san también por excelentes estimulantes de la lujuria. T. E l tomillo y el toronjil se les contó desde tiempo inmemorial en el número de los afrodisiacos vegetales. Sin embargo, su efica­ cia es bien poca. La trufa • en cuanto a este delicioso tubérculo, dice el gran filósofo cu­ linario y excelente escritor francés, BrillatSavarin; «La trufa es el diamante de la co­ cina. La trufa no es, seguramente, un afro­ disíaco incendiario, pero, en ciertas ocasiones, puede hacer más tiernas a las mujeres y más amables a los hombres.» Las excelencias de la trufa son innegables como alimento; pero en cuanto a sus propiedades excitantes del erotismo désela por nula en absoluto. V. La vainilla también se la suele encon­ trar en diversos preparados que tienen por objeto despertar la pereza de los órganos vi­ riles. Su fuerza estimulante no es del todo despreciable. Z, Las zanahorias, planta modesta, cuyas rafees son un articulo alimenticio en varios países, y cuyas simientes entran en los licores de mesa llamados «ratafia de las siete raíces», cierran la lista alfabética de tos afrodisíacos vegetales.

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DB. rjW H/ JLBLLEK

Afrodisiacas animales.—-Largo es también el catálogo de los pretendidos afrodisiacos sa­ cados del reino animal. Algunos de ellos son substancias alimenticias restauradoras, pero otros muchos no pasan de ser cualquier cosa, si es que no llegan a ser nocivos. Han tenido fama de estimulantes del deseo venéreo las substancias siguientes: La algalia, substancia de olor muy fuerte que suministra el gato de Algalia, el cual tie­ ne encima del ano una glándula almizcleña. El almizcle, substancia todavía más olorosa, que se saca de una folícula que tiene el musco situada en la extremidad de los órganos ge­ nitales. El escarabeo de los egipcios, preparación que despierta una lujuria casi vesánica, cuya base es un escarabajo muy parecido, en sus efectos, a las cantáridas. Las cantáridas, moscas de un precioso ver­ de metálico, muy abundantes en España, re­ ducidas a polvo y suministradas como afro­ disiacos, han causado en el mundo numero­ sos envenenamientos y gangrenas. El uso de tales insectos es tan peligroso, que está pro­ hibida su venta. El castóreo, y en general todos los humores segregados por varios anímales en la región inguinal o cerca de los órganos sexuales, han sido empleados en los bebedizos despertado­

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res del amor físico. El napolitano Juan Bau­ tista Porta da numerosas recetas de este jaez, en su célebre obra titulada Magia Natural. Los cangrejos, las ostras, las almejas y demás mariscos gozan, desde muy antiguo, fama de afrodisíacos, y éstos si que, en rea­ lidad, la merecen, aunque unos más que otros. El pescado, generalmente, es un buen afro­ disiaco, y por lo tanto, puede recomendarse sin temor, aunque no hay que abusar. He ahí una selección de peces estimulantes de la amatividad : la jibia, el pulpo, el calamar y la ra ya ; la anchoa y el salmón, el lenguado y el atún ; el tiburón y la lija ; el sollo y el con­ grio. Y para no hacer interminable esta lista, diremos que participan de las mismas cuali­ dades, aunque no en tan alto grado, todos los demás peces, así grandes como pequeños, y asi los de mar como los de río. Entre los reptiles figuran, como estimulan­ tes : el estinco, especie de lagarto de la Libia, algo más pequeño que el caimán; la tortuga, y en particular sus órganos genitales, secados al sol y reducidos a polvo. De este afrodisiaco sólo sé que es muy estimado en algunos paí­ ses pero no he podido comprobar su eficacia. Los riñones de varias cuadrúpedos pasan por excitantes, pero, en realidad, no lo son. Los testículos o criadillas de carnero, de buey, de ciervo, de gallo y de otros muchos

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ÜR. FKANZ KKLU»

aním ales gozaron antiguam ente de gran fama afrodisíaca. El tuétano de los huesos de toro tam bién ha sido em pleado con el mismo ob­ jeto, y asim ism o las vergas de erizo, de lobo, de ciervo, etc., son de uso antiquísim o, como lo prueba el ser propuesto ya por P linto. Creem os habernos extendido lo suficiente en esta m ateria, que podría, sin em bargo, ha­ cerse interm inable. Direm os, para concluir, que tam bién se han atribuido propiedades afrodisíacas a cierto núm ero de agentes físi­ cos, com o la electricidad, la flagelación, tos sinapism os en el perineo, y hasta algunos au ­ tores han ensayado, sin grandes resultados, la sugestión hipnótica. .Según nuestro parecer, todos los medios que tienen por objeto excitar el sentido gené­ sico no son m ás que agentes ficticios; los verdaderos y únteos afrodisiacos s o n : la ju­ ventud, la salud y un régim en sobrio de vida. P ara ser potente no hay otro remedio que econom izar la potencia.

Fórmula* y Recetas

el capitulo anterior hem os hablado de fas substancias afro d isíacas; en éste da­ remos a conocer la m anera de servirnos de ellas, según fas fórm ulas indicadas por los doctores que gozan de m ás nom bradla en esa especialidad. A ntes de dar fin a esos pequeños apuntes que sobre la debilidad sexual hem os trazado, conviene recordar que la adm inistración im­ prudente de las recetas que vam os a transcri­ bir podría ocasionar serios disgustos y acci­ dentes fu n e s to s ; el fósforo y las cantáridas, que entran en la composición de ciertos me­ dicam entos estim ulantes, son substancias m uy peligrosas, y, por esta razón, no se debe re­ currir a ellas sino con grandes precauciones. Al facultativo, pues, y no a los profanos, in­ cum be el em pleo de sem ejantes drogas.

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LA VUSKZA VIRIL

P a n «orar la debilidad genital

Como tónico: Estricnina . . . . aa. O’Olft gramo. F ósforo..................... Extracto de cáñamo 0’12 gramo. indico. . . . . Hierro porfirizado. . 2 gramos. 0 ’40 gram o Polvo de ruibarbo . P a ra veinticuatro p ild o ra s: Tómense tres pil doras d ia ria s ; u n a antes de cada com ida.

Como calmante: óxido de cinc . . Valen anato de cinc Bromuro de cinc . Conserva de rosas .

Azúcar pulverizado . . Vaímlla pulverizada . . Gíngseng pulverizado. .

2.600 gramos. 610 gramos. 80 gramos.

Mézclese y añádase: Tintura de cantáridas. . Aceite volátil de cantá­ ridas .......................... Tintura de ámbar con­ centrado ....................

10gramos. 25 gotas.

10 gotas.

aa. 1 gramo.

Óézdese, y con cantidad suficiente de mucHa­ go de gom a tragacanto, háganse pastillas de un gram o. D o sis ; De cinco a seis tabli­ llas al día, para com batir la anafrodisia.

M IM littlMb.

Bouchakimt

P a ra veinte p ild o ra s : Tóm ense tres pildoras diarias. B ear y R ockw ell b á ls a m o e s tim u la n te

Cardamomo . . . C a n e la ..................... Bálsamo de la Meca. Tintura de cantáridas Alcohol de 21a. , , Azúcar .....................

Pastillas de GJagaeng

| aa. 30 gramos. 2 gramos. 1 gramo. 500 gramos. 250 gramos.

Se tom a mi una cucharadita de las de café, en vino generoso, p ara com batir la anafrodisia, o sea la ausencia de deseo venéreo, D r . G iléad

A lc a n f o r ..................... 5 centigramos. L u p o lin a ..................... 10 centigramo®. (Mézclese.; Tómese al acostarse una oblea, contra las p
Polvo de cornezuelo de centeno reciente . . Polvo de habas de San Ignacio . . . . .

10 centigramo*. 5 centigramos.

(Mézclese.) b t SlN(|iy

820

DR. »CAtiZ K8LLSR

E ip en u to rn t (canuda por la masturbación)

i.® Todos los días, de i a 2 gramos de yo* duro de potasio mezclado con jarabe de rui­ barbo. 2.0 Todos los días, de 7 a 10 centigramos de extracto alcohólico de digital, mezclado con el doble de sulfato de quinina. 3. * Lavado laxativo cotidiano. 4. * D uchas sulfurosas, calientes, al prin­ cipio ; después, hidroterapia fría. 5.® R égim en substancial (carne, féculas, etcétera). 6. ° 'Ejercicio moderado, pero re g u la r; so­ bre todo gim nasia y natación. G . B. S ée Pastilla» del Serrallo

Vainilla....................................8 Almizcle...................................... 4 C a n e l a ...................................... 4 Azafrán.................................. 12

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o ruiazA tnaiL

gramos. decigramos gramos. gramos.

Ambar g r is ............................. 4 gramos.

C la v o .............................................4 gram os.

Cubcba................................... 30 gramos. Jengibre.................................. 12 gramos. M aclas...................................23 gramos. Mucllago con agua de ro­ sas .................................... CtMM nldwtt. H ágase, según arte, pastillas de 15 centigra­ mos, a las que puede darse ta form a de grageas. D orvault

Pildoras tónica»

Acido fosfórico medi­ cinal ...................... aa. 4 centigramos. Corteza de quina pul­ verizada . . . . 12 miligramos. Extracto de cascar Ua Mézclese para una píldora, D o sis ; de cuatro a quince píldoras al día. W ülcer Pastillas estimulante»

Sulfato ferroso . . . . 6 gramos. Tintura de cantáridas . . 1 gramo. Azúcar pulverizado . . . 200 gramos. Mucllago con canela . . Ca.tlidad sutlcleilL Mézclese, según arte, y háganse pastillas de un gram o. S e tom ará una pastilla cada día en los casos de anafrodisia y en la astenia. J .-H . K lein Impotencia Acido hipoíosfórico diluido. Sulfato de estricnina. . . (Mézclese.)

30 gramos.

6 gramos.

Se tom arán diez gotas, tres veces al día, an­ tes de cada comida, en una cucharilla de las de tom ar café, con extracto flúido de coca. H am m ond

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0 8 , FRAMZ KUXSK

D im iiat

E s la Turneta aphrodisiaca, T. ulmtfolia. T. opifera, turnerácea de la A m érica tropical. E s diurética y afrodisiaca. Su acción funda­ m ental es la de un buen tónico nervioso, cuyo efecto es durable. Se usa el cocimiento (30 gram os por litro) i la infusión (10 por 1.000: tom as de 60 a 125 g ra m o s ); la tin tu ra al quin­ to {3 a 10 g ra m o s); el extracto fluido ( 2 2 4 gram os, tres veces al día), y el blando (2 a 4 decigram os). R o d r íg u e z M éndez Píldora» estimulante*

Fósforo............................ 10 centigramos. Extracto de nuez vómica.

p***. PóSTICO.............................................................................

PRIMERA PARTE C avítoio t. Anatomía y fisiología del aparato genital masculino.................................15 — II. Evolución normal de la sexualidad . 25 — III. Lo* enemigos de la virilidad. . . . 39 —

IV . E studio de la im potencia . . . . .

1 gramo.

H áganse, según arte, cincuenta pildoras. Do­ sis : una pildora antes de cada comida. D r . M allez

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9

PsélOOO DBL tD T O l........................................................

53

SBOUNDA PARTE CapItolo I. Generalidades del tratamiento natur is ta .................. - ........................... 79 — II. Del oso del agua y del sol......................... 89 — III, Del ejercicio t í s i c o ................................ 103 — IV. El régimen alimenticio............................117 TERCERA PARTE

F IN

DE

LA

OBRA

Capítulo I. Higiene y tratamiento preventivo. . 129 — II. Tratamiento de In Masturbación y de la Bsperm atorrea...............................149 — III. Tratamiento curativo de la Impoten­ cia......................................... : . . 1S* APENDICES I. Breviario higiénico .........................................177 II. Memorial terap éu tico .........................................189 SvvLKnmnro

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■ 193

Las Fuerzas del E s p ír i tu Obra m a e s t r a de l Do c t o r

Eduardo Feuchtersíeben obra titulada Las Faenas del Espirita, del eminente Dr. Eduardo Feuchtersíeben, que acabamos de traducir del alemán, pertenece a esa literatura llamada estimulante, y es, sin disputa, una de las mejores que en su género se han publicado, por lo que ha merecido los honores de la traduc­ ción a todos o casi todos los idiomas europeos. No se trata, pues, de uno de esos libros dispa­ ratados, escritos por un desconocedor de la mate­ ria y dados al público (sin el menor escrúpulo) como obra original de un sabio extranjero que ja­ más existió. El autor de Las Faenas del Espirita, el barón de Feuchtersíeben fué catedrático de Me­ dicina de la Universidad de Viena, y su nombre por sf solo constituye una sólida garantía de honradez y seriedad.

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EL ARTE DE MAGNETIZAR AL ALCANCE DE TODOS M M EL C ÍL C W IE P R O M S O fl

DAVID

PERRY

Un elegante volumen.......................Pía», J'M Per corree (certificado) . . . . • 3 'SO El pedido ha da Iraeoaipafladode a« Impon» o Éna deSe «tac. loarte por CIRO POSTAL o No admitían* sellos de «enea.

libro titulado El Arte de M agnetizar al alcance de tod os es uno de los tratados más prácticos que se han publicado en ¡lengua española sobre Magnetismo. Hipnotismo, Suges­ tión y Sonambulismo. Es el manual más sencillo y más claro, por lo cual está al alcance de todas las inteligencias. Es Indispensable tanto [a los que quieran practicar el magnetismo en el hogar doméstico como a los que se dediquen a la profesión de magnetizadores. Para poder formar­ se una idea aproximada del valor de la obra insertamos a continuación el índice de la misma. l

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MAGNETISMO Y SONAMBULISMO 8rM>( h is to r ia d e l M a g n e tis m o : Loa Caldeos y los Egipcios. — Greda y Roña. — La Edad Media. M e s m e r : Sos aforismo*. — Sos discípulos. — Sos de­ tractores. f u s t i g a n Sus experimentos le hicieron descubrir el fenómeno dei Sonambulismo. D e h u z e i Este célebre profesor os tura lisia se declara partidario del Magnetismo, — Su* escrito* sobre la nueva ciencia convencieron a lo* que antes la trataron despectivamente. D a P o te t: Con U aparición de este célebre magneti­ zador triunfó el Magnetismo. Sel M a g n e tiz a d o r : Cualidades que debe reunir un buen magnetizador. — Las mujeres pueden mignetiear 1o mismo que los hombres. Dei M a g n e tiz a d o : Condiciones en que debe colocarse el magnetizado. — Edades mis favorables a la acción magnética. —Precauciones que se deben tomar. V a r io s mífodoj de m a g n e t i z a r . M e s m e r : La cu­ beta histórica. M é to d o d e m a g n e ti z a r d e P u g s ig u r : Método que da siempre buenos resultados. M éto d o d e l a b a te Te rio ; Consíguese el sueSo por un acto de voluntad. M éto d o d e Deleorei Prodúcese el suelto magnético por los «pase»*. Método d e D e la a z z a n n e : Este célebre magnetizador emplea los «paseas y el «soplo». M éto d o d e Jticord; Este método es excelente para obtener los mejoro resultados. Método de Do ftótel: Sus teorías sobre la fuetea del pensamiento y de la voluntad. V a r a o b te n e r el jueflo magnético: Según lis príc­ ticas del Barón DuPoteL M a g n e tiz a c ió n d e loa ccarpos in a n im a d o s ; Se puede magnetizar el hierro, loe ir bolea, las llores, el agua, etc, — Mucho» doctorea cantan las excelencias del agua magnetizada. P e ra m a g n e ti z a r un bajo de a g a o : El medio es sencillísimo. P ara m a g n e ti z a r u n a f l o r ! Se consigue fácilmente y en poco tiempo. P a ra m a g n e ti z a r u n á r b o l: Procedimiento em­ pleado por el marqués de Puystgur. S o n a m b u lis m o n a t u r a l : Su explicación fisiológica. Hombres de Imaginación y estudio han creado obras

maestras en catado sonsmbútico. — Casos notables de sonambulismo natural. S o n a m b u lis m o m a g n é tic o : Éste se desarrolla bajo la voluntad del magnetizador. — EX sonámbulo ad­ quiere U «vista interior» o clarividencia, y entonen ve en el pasado, descubre el presente y lee en el porvenir. V e r s in la a g u d a d e ¡os o jo s ,- Experimentos sorpren­ dentes. S o b r e el janlído d e l o lfa to : La seSorita Julia, so­ námbula notabilísima, percibe el olor de ciertos obje­ tos que, al hombre en su estado natural, le es impo­ sible percibir. T r a n s p o s ic lin de lo s jen tíd o j; Se puede transportar el sentido de la vista al extremo de loa dedos, al estó­ mago o a la nuca; dar ■ la sonámbula la facultad de leer por la rodiUa, por loa dedo* pulgares de loa pica, la de guatar por la punta de loa dedos, etc. C in to s e p ro v o c a e l s o n a m b u lis m o : El catado *ooambtilico te obtiene con relativa facilidad. — El número de sonámbulos es mayor de lo que general­ mente se cree. S e ñ a l e s d e a d o r m e c im ie n to ; Enumeración de loa fenómenos que se observan en el sujeto al cual as trata de tona mbul Izar. Cómo s e e d u c a u n s o n á m b u lo : Lo má* importante que se necesita conocer. — Para obtener la vista a distancia. - Para obtener el éxtaela, P a ra dejportar a l s o n á m b u la ; El procedimiento más sencillo se obtiene por medio de loe «pasea». Precaución*» que te deben tomar. HIPNOTISMO Y SUGESTIÓN D Jp rsn d a entre el M a g n e tis m o p e í H ip n o tis m o : Autorizada opinión de Aymerlcb.— La existencia del Huido magnético. Todo e l m a n d o p u e d e h i p n o t i z a r ! Lo que dice el doctor Moutln sobre la fuerza de la voluntad. P a ra probar s i un In d iv id u o es a p to p a r a la h l p n o t l z o c l i n ; Varios procedimientos prácticos. F u e r z a a tr a c t i v a g F u e r z a r e p u ls iv a ; Dos prue­ ba» decisivas para convencernos de il es o no hlpnotl. cable un individuo. D o b la r la s r o d illo s ; Experimento hipnótico fácil de obtener. H a c e r b a ja r la c a b e z a : Otfo experimento igual­ mente fácil de conseguir.

L

a salud!

He aquí nuestro más'preciado bien, el

tesoro más grande que todos debemos conser­ var. En tas páginas de este precioso libro encon­ trará usted el remedio que ha de sanar sus malea, y lo conseguirá sin recurrir a las drogas, bastando,

de una raíz o de unas hojas, o la infusión de una planta aromática o de ana hierba Vulgar y conocida de todos. Muchas personas nos han escrito dándonos tos gracias, agradecidas, y han recomendado la obra a sus mejores amigos. Otras personas han explota­ do ciertos remedios que en esta obra se encuen­ tran; con uno sólo de ellos una mujer de Barcelona, en muy pocos nilos, ha ganado miles de pesetas. Como serla muy largo detallar el sinnúmero de secretos que contiene EL LIBRO DE LOS REMEDIOS del virtuoso FRAY ANSELMO, damos en la pági­ na stgnienle un reducidísimo extracto de la obra. muchas veces, la decocción

PARA GANAR DINERO p o r h l químico

MAX WOLKMANN

STE libro contiene 520 secretas» o sean algunos más de lo* que anuncia su título. Todo* han sido probado* antes de darlos a conocer ai público, par calo podemos responder de su eficacia. Todas fas fórmula* pueden ejecutarse en casa» ais aparato*. Ea ata obra se bailan loe medio* mi* segura* para conservar toda dase de atanentoe: huevos» pescado, tocino, cara» ostras, etc.» y toda suerte de inda* y legumbres» ató como toda dase de líquidos t aceite, leche, vino» vinagre» jarabea» etc. Contie­ ne, además, secretos para quitar toda dase de mancha* y lavar telas, plumas» sedea» lanas, terciopelo, etc. Para la destrucción de toda dase de bieboat ratone», cucarachas, chinches, poillias, moscas, mosquitos» pulgas» etc. Fabrica­ ción de jabonea comunes y de tocador. Fabricación de toda dase de Unta* par* escribir y dibujar sobre papel, mármol» metal, ele* tintas simpáticaa. Nota duna» tinta para plu­ ma estilográfica, etc. Fabricación de barnice* de toda* clases y lacrea de todo* colotes, fino* y económicos. Fabri­ cación de jarabea, licores, bebidas americana* (cocktail», whisky» brandy)» etc. Secreto* para ser hermosa: parias» cremas» depilatorios, cosméticos, dentífricos, etc. Reme* dios para las enfermedades mi» comunes. La verdadera tacata para fabricar la milagrosa Agua del Carmen. JÓ Secreto* raras» antiguo* y modernos. «tó

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A coottDtudÓB dsmoe, come muestra, u u pequeña Uxti compuesta de 200 fónnulujque se encuentran en U obr*

5 0 0 SECRETOS PARA GANAR DINERO Bceneáis deaóslka Para coacervar loa huevos durante un afto. —Con­ servación de la carne.—Conser ración de) trigo.—Con­ servación de los vinos. —Conservación del vinagre. — Conservación de la leche. —Para quitar el sabor rancio a la manteca.—Para quitar la acides del viso. —Man­ ches de grata en loe vestido». —Manchas de cera en el terciopelo. —Manchas de pintura. —Manchas de tinta sobre madera. — Msuchas de tinta sobre papel.— Manchas en los grabados impresos. —Modo de limpiar la sedería blanca.—Para limpiar toda clase de prendas de lana. —Modo de limpiar el terciopelo. —Para que las gallinas pongan mucho- — Para que las gallinas pongan en invierno.—Contra las moscas.—Contra los mosquitos. —Contra las pulgas.—Para exterminar las chinches —Para destruir las hormigas.—Contra las cucarachas.—Para destruir las polillas. —Para matar ratas, ratones, etc, — Papel matamoscas. Fabríeadéa de tiatsi: Tinta negra excelente.—Tinta negra-aaul indeleble e'final lera ble. —Tinta negra, en polvo, — Tinta para pluma estilográfica, — Tinta para máquina de eacribir,—Tinta para escribir sobre marfil.—Tinta china.— Tinta de oro. — Tinta indeleble para escribir sobre cinc. —Tinta para escribir «obre papel fotográfico.— Tinta para sello de Caucho.—Tinta para escribir sobre hierro blenco. — Tinta negra para escribir sobre m ár­ mol.—Tinta negra para escribir sobre metales,—Tima pura escribir sobre cristal.—Tinta para escribir sobre oro y plata. —Tintas simpáticas de todos colores. [Pabricscttu de iaboaes Jabón de aceite de coco —Jabón de coco a la rosa.— Jabón de almendras— Jabón de malvavisco. —Jabón de canela.—Jabón de violetas.—Jabón de miel.—Jabón liquidó a la glicerinn. —Jabones de locador, etc. fiara ices y lacres Barniz para toda clase de objetos. — Barnix para maderas y objetos de hierro. — Barnix para muebles de ebanistería. —Barnix para ladrillos. —Barnix para papel y pergamino. —Barnix de color de oro. —Barniz para grabar sobre vidrio. — Barnix excelente para cuadros.—Barnix para instrumentos de música. —Barnix para dejar la tela transparente. —Lacre blanco.— Lacre negro —Lacre amarillo. —Lacre encarnado.— Lacre azul.—Lacre verde. — Lacre perfumado.

Fabricad*! de jarabes Jarabe de frambuesas.—Jarabe de guindas.—Jarabe de grosellas.—Jarabe de cafó.—Jarabe de agras,— Jarabe de limdn. — Jarabe de granada, — Jarabe de cidra.—Jarabe de ajenjo.—Jarobe de menta. —jarabe de azahar, —Jarabe de miel, —Jarabe de vainilla. — Jarabe de almendras. —Jarabe de ponche, etc. —Para evitar que los jarabes cristalicen. FabrlceclÓe de licores 'Aguardiente de Ojén.—Marrasquino. —Knmmel.— Benedictiae.—Coñac extra.—Arner picón. —Crema de va in illaC re m a de menta Crema de cacao.—Crema de cofiac. —Curapto. — Ginebra. —Ratafia de angé­ lica. —Ratafia de cerezas. —Ratafia de dátiles. —Ra­ tafia de grosellas. —Rosoli de Torino.— Vermooth. — Vino de Champada, —Uitter. —Chámense. i Bebidas aaericaaat Absinthe cocktailB randy c o c k ta ilF an c y bran­ dy cocktail.—Gin cocktail.—Metropolitan cocktail.— Japanese cocktail. —Jamaica cocktail. — Soda cock­ ta il.— Vermouib co ck tail,—Whisky co c k ta il.— Whisky Kgg Nogg. — Brandy Toddy. — Hot Brandy Tody. —Whisky erusta. - Whisky üx —Kirscbwssser punch.—Champagne punch.—Brandy punch. —Khum punch. —Curnqao punch. —Gim punen. —Golden íixi. Para ser heroesa Contra las arrugas. —Contra las manchas blancal de la piel. —Agua de Juventud.—Para quitar las man­ chas ael cutis.—Contra las pecas.—Contra las pecas rojea o amarillas. — Para tener la piel fina como el marfil. — Depilatorio exeeleate. —Agua que reja ve. nece.—Para dar al cutis la suavidad de la seda.—Agua de Ninón: embellece el rostro.—Agua de Colonia de los cinco perfumes. — Agua de Colonia extratina. — Agua de Florencia.—Agua de Colonia al limón.—Agua de Colonia rusa — Agua de violetas. —Vinagre de rose. —Vinagre de lavanda.—Saquitos para perfumar la ropa —Bailo para endurecer las carnes —Agua de mar artificio!.—Para la belleza y la salud de los ojos.— Para bscer crecer tas pestañas. — Cómo renacen las cejas caldas. —Para agrandar los ojos.—Para detener la calda de las pestañas. —Para hacer crecer las peatafias. — Cómo se corrigen ciertos defectos de la naris, — Mari» estrecha. — Nariz abultada— Naris respingona. — Nariz torcida. — Nariz chica o atro­ fiada,—Contra la rubicundez de la naris. —Contra el brillo de la nariz. — Contra los puntos negros de la nariz. —Naxallna: Rapé para los resfriados. —Hedor de la naris (ocenai.—Para adelgazar la nariz. —Elixir ara el higiene de la boca.—Para curar el mal olor de i boca. —Para qaitsr lo negro de los dientes. —Un buen dentífrico líquido.—Un buen dentífrico en polvo.—

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Los Tiraides, los Irresolutos, los Desgraciados y todos loa D e s c o n t e n t o s d e l a V i d a deben adquirir la obra del Profesor R. P. MORRIS

todas sus empresas, lo debe exclusivamente a sus esfuerzos; a su Ingenio o a su destreza; a su talento o a su audacia, o, en fin, a otras cualidades cuya posesión es patrimonio de todos, en mds o menos grados. Desarrollemos o despertemos, pues, estas cua­ lidades que nos han de ser útiles para vencer en la lucha por la existencia; obremos como nuestro admirado y feliz vecino y estaremos en el cami­ no del Éxito, y triunfaremos también como él, pues es axiomático que «las mismas causas pro­ ducen siempre iguales efectos», Es evidente, pues, que los medios que debe­ mos emplear para que el Destino se BÜane a nuestros deseos, no son de orden extranatural, sino que están relacionados con nuestro carác­ ter, que podemos modificar; con nuestros pensa­ mientos, los cuales podemos dirigir, y, especial­ mente, con la energía de la voluntad, que pode­ mos desarrollar de una manera prodigiosa. Pero para modificar con acierto nuestro carácter, para pensar siempre útilmente y para querer con persistencia, es preciso saber; y para saber, es preciso aprender. Para conseguir esta educación se ha escrito la obra P ara T riunfar en la V idal libro verdaderamente práctico, que ense­ ña tos medios para hacerse dueño del pensamien­ to y desarrollar y fortalecer la voluntad, llegar al propio dominio y dominar a nuestros seme­ jantes. Para conseguir estas enseñanzas, de una ma­ nera fácil, segura y rápida, te recomendamos la obra titulada Para T riu n far en ta Vida que acaba de publicar el ilustre profesor R. P, Morris. Es el mejor tratado que se co­

noce en lengua española referente al Magnetis­ mo Personal y a la Autosugestión, y constituye una verdadera Guia del Éxito. Adquiere, pues, cuanto antes este precioso curso; léelo con atención, y adquirirás una fuer­ za de voluntad extraordinaria que hará nacer en ti la Confianza, el Aplomo, la Audacia, el Domi­ nio y otras cualidades que te permitirán contem­ plar sonriente el porvenir. Siguiendo los procedimientos de este magni­ fico tratado, que se titula P ara T riunfar eñ la V ida, podrás modificar tu carácter y cam­ biar tu existencia por completo. Ten en cuenta que la Fortuna sólo existe para aquellos que saben dominarla y atraerla hacia sf y que el éxito depende de uno mismo. No serás inferior a nadie y serás superior a muchos. Vencerás la Timidez. No habrá obs­ táculos para ti. Sabrás imponer tu voluntad a las personas q ue antes te dominaban. Te conquista­ rás la Amistad y la Confianza de tus semejantes. Alejarás los Temores, las Desdichas, las Enemis­ tades, y sabrás atraerte en cambio la SALUD, la RIQUEZA y el AMOR. Todo esto y mucho más puedes alcanzar st po­ nes en práctica las enseñanzas que el insigne Profesor R. P. Morris da en su obra P ara

Triunfar en ía V ida , Lector; La Suerte no existe. El porvenir se lo crea uno mismo. Decídete y vencerás. ¡Decídete! Precio de ta obra . ..................... Pías. 5’M Por correo (certificado).................. * 5 '5 0 El pedido ha de ir ■«ompeAido de su importe, o Éste debe efec­ tuarse por GIRO POSTAL, o No (dmlHmot «ellos de eorreo.

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