La Sociedad Del Riesgo

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LA SOCIEDAD DEL RIESGO A medida que se producen cambios en el escenario internacional, producto de desvanecimiento del mundo bipolar, hemos pasado de un mundo de adversarios claros e identificados, a un mundo de peligros y riesgos. EL RIESGO Y LA MODERNIDAD INDUSTRIAL El desarrollo de la sociedad moderna tiene una fase en la que los riesgos sociales, políticos, económicos e individuales creados por el impulso de la innovación, eluden cada vez más el control de las instituciones protectoras de la sociedad industrial. Se podría decir que hay dos etapas: una en la que se producen de forma sistemáticas consecuencias y auto amenazas aunque estas no están en el centro del debate y el conflicto político. Esta es una fase que está dominada por el auto identidad de la sociedad industrial que intensifica y legitima como riesgos los peligros que se derivan de las decisiones adoptadas. Surge una situación completamente distinta cuando los peligros de la sociedad industrial dominan los debates políticos y también el privado. En este momento, las instituciones de la sociedad industrial producen y legitiman peligros que no pueden controlar. La sociedad industrial se percibe a si misma como sociedad de riesgo. Por un lado, la sociedad sigue tomando decisiones y actuando conforme a las pautas de la antigua sociedad industrial, por otro lado, los debates y conflictos que se originan en la dinámica de la sociedad del riesgo se están superponiendo a las organizaciones de intereses, el sistema legal y a la política. En toda sociedad, cualquiera sean las características que esta tenga siempre hay una cierta distribución de los efectos negativos o de los “males” que se superponen a los conflictos sobre los efectos positivos o la distribución de los bienes sociales, que se generan producto de los procesos de toma de decisiones. En la sociedad del riesgo, los conflictos sobre la distribución de los efectos “negativos” que produce se superponen, a los conflictos sobre la distribución de los efectos positivos tales como la renta, el empleo la seguridad social que constituyen el conflicto fundamental de la sociedad industrial que condujeron a los intentos de solución por las instituciones pertinentes. Estos conflictos surgen producto de la pregunta de cómo se pueden distribuir, evitar, controlar y legitimar las consecuencias de los riesgos que acompañan el proceso de producción, la tecnología, la ingeniería genética las amenazas al medio ambiente, la escalada de armamentos, y el crecimiento de normas que regulan las condiciones de trabajo. Los riesgos siempre van a depender de decisiones, es decir, presuponen decisiones. Surgen de las transformaciones de la incertidumbre y los peligros en decisiones y exigen por tanto un proceso de la toma de decisiones que a su vez produce riesgos. Hay en consecuencia un proceso sistemático de retroalimentación recíproca entre decisiones y riesgos. Las amenazas incalculables de la sociedad pre industrial que estaba constituida por pestes, hambrunas y catástrofes naturales, guerras, se transforman en riesgos calculables en el curso del desarrollo del control racional e instrumental que el proceso de modernización promueve en todas las esferas de la sociedad. Esto caracterizó las situaciones y los conflictos en la temprana sociedad clásica industrial. En el curso de su expansión, esto no solo no es valido para la, cálculos de los

riesgos de exportación y las consecuencias de la guerra, sino también para las vicisitudes de las vidas individuales, accidentes, enfermedades, muerte, inseguridad social y pobreza. Las instituciones que crea la sociedad industrial en vías de desarrollo deben entenderse también desde el punto de vista de cómo la sociedad puede calcular y exigir responsabilidades por las consecuencias auto producidas y como pueden hacerse controlables sus conflictos. Lo impredecible se transforma en algo predecible. Lo que todavía no ha ocurrido se convierte en el objeto de la acción presente. En contraste con los primeros riesgos industriales, los riesgos nucleares, químicos, ecológicos, y de ingeniería genética: (a) no pueden ser limitados ni en cuanto al tiempo ni en cuanto al espacio, (b) no es posible exigir responsabilidades por ellos conforme a las normas establecidas de causalidad, culpa y responsabilidad legal y (c) no pueden ser compensados si es posible asegurarse contra ellos.” (Beck 1994, página 2). Los riesgos nos refieren a los daños producidos. No son por lo tanto equivalentes a la destrucción. Si así fuera, todas las compañías aseguradoras quebrarían. Los riesgos representan más bien, una amenaza de destrucción. El análisis de los riesgos empieza donde termina nuestra confianza en nuestra seguridad, y deja de ser relevante cuando acontecen la catástrofe potencial. El concepto de riesgo por tanto, caracteriza un peculiar estado intermedio que se produce entre la seguridad y la destrucción, en el que la percepción de los riesgos que nos amenazan determina el pensamiento y la acción. El tema que surge con relación a los riesgos se refiere a si estos son proposiciones fácticas o proposiciones valorativas. Las proposiciones sobre riesgos no son solo fácticas o solo valorativas. vivir? Son por el contrario ambas cosas a la vez. Por tanto, en una sociedad de riesgo la pregunta que tenemos que plantearnos es la siguiente: ¿Cómo deseamos vivir. Esto significa entre otras cosas que las proposiciones o propuestas sobre riesgos, son proposiciones que pueden analizarse en una relación multidisciplinaria dado que asumen en igual medida un cierto conocimiento de carecer técnico y un mapa cognitivo respecto a las normas culturales valóricas y a las percepciones que la sociedad tiene sobre ellas. En la medida en que la naturaleza se industrializa y las tradiciones se hacen opcionales, surgen nuevos tipos de incertidumbres que Anthony Giddens denomina “incertidumbres fabricadas”. Estos tipos de riesgos y peligros internos presumen la participación de expertos, científicos en el papel de productores, analistas y beneficiarios de la definición de riesgos. En estas condiciones, muchos esfuerzos por limitar y controlar los riesgos se convierten en una amplificación de las incertidumbres y los peligros. Por tanto, el concepto contemporáneo de riesgo asociado a la sociedad del riesgo y a la “incertidumbre manufacturada” se refiere a una síntesis peculiar que existiría de conocimiento y desconocimiento. Se fusionan de esta manera dos significados es decir, la evaluación de riesgo basada en el conocimiento empírico como por ejemplo el accidente de un automóvil, y la toma de decisiones y la actuación sobre los riesgos, la incertidumbre indefinida, es decir la indeterminación, por otro. En este sentido, el concepto de “incertidumbre fabricada” tiene una doble significación: en primer lugar, un mayor y mejor conocimiento de algo que la mayoría de la gente evalúa sin reservas en forma positiva, se está convirtiendo en fuente de nuevos riesgos.

De esta manera cuanto más sabemos de las funciones cerebrales por ejemplo sabemos que una persona puede padecer muerte cerebral pero puede esta viva en algún otro sentido porque le sigue latiendo el corazón. Al abrir cada vez más nuevas esferas de acción, la ciencia crea también nuevos tipos de riesgos. Los ejemplos actuales son una vez más los progresos en la genética humana que hacen posible diluir la frontera entre las personas enfermas y las saludables porque cada vez es más factible diagnosticar más enfermedades congénitas incluso las que afectan a personas que se consideran así mismas sanas desde la perspectiva de su propia experiencia. En segundo lugar, es también cierto lo contrario es decir, los riesgos provienen de y consisten en desconocimientos, o un no-conocimiento. ¿Qué se entendería por desconocimiento? En la seguridad sin sobresaltos del mundo de la vida el desconocimiento se entiende muchas veces, como que todavía no se conoce es decir como un conocimiento potencial. Los problemas del desconocimiento se entienden desde supuesto. Es decir, desde el conocimiento y la certidumbre no expresada en la que reside. De esta manera, una sociedad basada en el conocimiento, la información y el riesgo se abre a un amplio abanico de posibilidades. Los riesgos sugieren lo que únicamente no debiera hacerse, no lo que debería hacerse. Esto tiene una enorme trascendencia, como veremos más adelante con respecto a los riesgos éticos, puesto que no hay prescripciones, respecto a lo que debe hacerse pero si hay implicancias éticas con relación a lo que no debería realizarse. En la medida en que los riesgos se conviertan en el contexto omnicomprensivo la alarma que provocaría crearía una atmósfera de impotencia de parálisis y de petrificación, lo que limitaría el cambio. Es decir, el no hacer nada y exigir demasiado transformaría la sociedad en una serie de riesgos incontrolables. Las podríamos denominar la trampa del riesgo que es aquello que la sociedad no puede convertirse en la forma perceptiva del riesgo. No existen prescripciones respecto como actuar en la trampa del riesgo, pero existen reacciones culturales diferentes en cada sociedad, sumamente antitéticas, es decir cada sociedad tiene culturalmente determinados umbrales de resistencia al riesgo que difieren una de otra. Hay un “umbral” de aceptación social del riesgo y del peligro, que tiene que ver con valores compartidos respecto a un conjunto de características culturales entre una sociedad y otra. Así por ejemplo los umbrales de tolerancia al riesgo y al peligro en la sociedad colombiana pueden ser diferentes a los umbrales y a la tolerancia del riesgo y del peligro en una sociedad como la uruguaya y la chilena. Paradigma humano de la política basada en la ética Hay dos relatos sobre las vinculaciones entre las personas (Jonathan Saks): 1.- Entender a la persona como un animal político. 2.- Entender a la persona como un animal social. La persona como animal político crea las instituciones propias de la sociedad política: los estados, los gobiernos y los sistemas políticos. Como animal social crea instituciones propias de la sociedad civil: la familia, las comunidades, las asociaciones voluntarias y las tradiciones morales.

Volviendo al origen..... En el Génesis, Dios crea al ser humano a su imagen y semejanza, es decir, con un ser sagrado, digno e inviolable: como un “valor absoluto”. Nunca debe ser instrumentalizado no importando el fin que se persiga. La persona tiene un carácter racional y se manifiesta su ser en una relación con otra persona. La pregunta de Saks: ¿Cómo moldear una forma de asociación una vez germinada la semilla del conflicto?

Dos relatos paralelos

Relato del Leviatán El estado y la comunidad política nacen de un contrato entre individuos libres con capacidad para firmar. La comunidad política no se forma de modo natural. El estado es creado artificialmente por el contrato. La motivación del contrato es el temor y el egoísmo: “El hombre es un lobo para el hombre”. En consecuencia el poder se ejerce por coacción. Claves de la política: individualismo, la razón calculadora, el contrato autointeresado, la mercantilización de la vida compartida, el conflicto latente y la coacción.

Relato del Antiguo Testamento: La Alianza. Es el reconocimiento mutuo entre personas que toman conciencia de su identidad humana. Perspectiva del personalismo dealógico: la persona reconoce su propia identidad a través de la relación con otro idéntico. Quien reconoce al otro como parte suya no rompe el vínculo en los tiempos difíciles.

LEVIATÁN

ALIANZA

Cuando en contrato no interesa se mantiene por la coacción

La alianza se mantiene por un sentido internalizado

BASE DEL ESTADO

DIFERENCIA

BASE DE LA SOCIEDAD CIVIL

Estos dos relatos son complementarios, pero el relato de la alianza ha sido relegado y olvidado. En cambio el relato del contrato se ha usado para interpretar la formación del Estado, el

funcionamiento del mercado y la visión del conjunto de las instituciones sociales. Sin la sociedad civil, sin confianza ni reciprocidad, fallan incluso las estructuras políticas y económicas. Cada vez más los grupos de solidaridad primaria (familia,escuela, hospitales,universidades, instituciones religiosas, etc.), entienden más sus relaciones de acuerdo a los derechos, deberes, pactos o grupos de interés. Sin embargo, el “ethos” de la familia por ejemplo, debería ser el cariño mutuo, la preocupación constante, y cuestiones que no pueden exigirse por ley. Nadie tiene derecho de dañar a otra persona....pero no podemos por eso llegar al extremo de creer que nadie está ligado a alguien si no es por lazos contractuales de derechos y deberes. Justamente los vínculos humanos son satisfactorios cuando la permanencia de ellos no es exigida por coacción. ¿Por qué debo respetar los derechos humanos? Porque nos interesa a cada uno, porque nuestros derechos estarán mejor protegidos en una sociedad en que las personas se respetan mutuamente.

CIRCULO VIRTUOSO Respeto mutuo

Hábitos de respeto

Sociedad cooperativa

CIRCULO VICIOSO Maltrato

La sociedad civil y sus distintas formas

Hábitos de no respeto

Sociedad irracional

El ser humano es un ser social antes que un animal político. Se es persona a través de un reconocimiento interpersonal que se da en distintas asociaciones, entre ellas, la comunidad política. Olvidar este carácter social es empobrecer la riqueza asociativa humana. ¿Se puede identificar el conjunto de vínculos que se contraen en la sociedad civil con la alianza tal como la hemos analizado? Dos acepciones de sociedad civil (I) SENTIDO AMPLIO a) La sociedad civil es un entramado de instituciones socio-políticas que incluye un gobierno o estado limitado, que opera bajo el imperio de la ley. b) Un conjunto de instituciones sociales y asociaciones basadas en un acuerdo voluntario entre agentes autónomos. c) Una esfera pública en que estos agentes debaten entre si y con el estado asuntos de interés público. Dos acepciones de sociedad civil (II) SENTIDO RESTRINGIDO Se refiere a las instituciones sociales que están fuera del control directo del estado, tales como los mercados, asociaciones voluntarias y el mundo de la opinión pública. Reconocer que forman parte de la sociedad civil las entidades económicas, la opinión pública, las asociaciones cívicas de todo tipo y las actividades profesionales, supone admitir que los vínculos que atan a los miembros de las distintas asociaciones no son siempre de alianza y ni siquiera son de alianza la mayoría de las veces. Sociedad civil y “tercer sector” Diferencias

Primer Sector

Segundo Sector

Tercer Sector

Sector público

Sector privado mercantil

Sector privado NO lucrativo

Organizaciones Solidarias

¿ES LA ETICA DE ESTE MUNDO?

En principio, quienes se abocaban al tema de la ética, en un momento determinado, estábamos cansados de oír que no se puede ser político y ser ético, que no se puede ser empresario y ser ético, que no se puede ser tal como y ser ético, etc. en fin, de todas las actividades de la vida social se decía que no se podía desempeñarlas y además ser ético. Daba la sensación de que cuando uno entra al mundo de la empresa, tiene que dejar la ética en la puerta; que cuando se ingresa a la vida política, es menester dejar la ética en la puerta; que cuando se empieza a trabajar en un hospital, se debe dejar la ética en la puerta. Al final, se llegaba a la conclusión que siempre había que dejar la ética en la puerta sencillamente porque la ética no es de este mundo y en conclusión, no interesaba la ética. Quizás tampoco se sabía muy bien qué es la política o qué es la empresa, y tal vez la única forma de moralizar el mundo parecía que era preguntarnos en serio qué es la ética a la altura de nuestro tiempo, qué es cada una de estas actividades, la política, la empresarial, la sanitaria, etc. ¿QUE ES LA ETICA? Hasta ahora, la ética en cuanto a reflexión relativa al comportamiento moral del hombre, casi siempre ha llegado demasiado tarde. Con mucha frecuencia, la pregunta sobre lo bueno y lo malo ha surgido después que han ocurrido los acontecimientos. Lo importante, como señala Ortega y Gasset, no es la distinción moral o inmoral, que para nuestros efectos es sinónimo de ético o no ético, sino la distinción moral – desmoralizados. Todos de alguna manera estamos en un tono moral, porque el ser persona es estar ya en algún tono moral, pero se puede estar alto de moral o se puede estar bajo de moral, pero todos estamos en el mundo moral. La moral no es algo que viene de fuera. Hasta ahora, la ética en cuanto a reflexión relativa al comportamiento moral del hombre, casi siempre ha llegado demasiado tarde. Con mucha frecuencia, la pregunta sobre lo bueno y lo malo ha surgido después que han ocurrido los acontecimientos. Pese a sus condicionamientos socioculturales, la ética no puede limitarse a hacer una reflexión sobre la crisis que ha quedado, mirando constantemente el camino que dejo atrás y que por lo tanto, termina perdiendo lo que tiene por delante. Necesitamos, por tanto, de una ética preventiva. Esta no puede limitarse solamente al ámbito económico, sino que tiene que establecer prioridades y preferencias en múltiples campos, tan decisivos como la tecnología genética y la reflexión científica. La experiencia de las últimas décadas demuestra que para que la sociedad funcione, no hay que descuidar la función de las finalidades, de los vínculos libremente elegidos. Siempre que hablemos de ética, ya sea refiriéndonos a personas, organizaciones oficios o instituciones, es importante no buscar normas externas, sino que tratar de ver desde esa propia actividad, cómo se le pone en pleno rendimiento, cómo se logra que alcance su eficacia vital. Necesitamos, por tanto, de una ética preventiva. Esta no puede limitarse solamente al ámbito económico, sino que tiene que establecer prioridades y preferencias en múltiples campos, tan decisivos como la tecnología genética y la reflexión científica.

La experiencia de las últimas décadas demuestra que para que la sociedad funcione, no hay que descuidar la función de las finalidades, de los vínculos libremente elegidos. De acuerdo a la definición que da Adela Cortina: “La ética es un tipo de saber de lo que pretende orientar la acción humana en el sentido racional”; es decir: pretende que “obremos racionalmente”, la ética por tanto es un tipo de saber que está orientado a la acción. Es esencialmente un saber para actuar de un modo racional. Pero este saber para actuar está referido no a un determinado momento específico -como sería para conseguir un efecto determinado, tal como ocurre con el saber técnico- sino para actuar racionalmente en el conjunto de la vida, consiguiendo de ésta lo más posible, para lo cual es necesario ordenar las metas individuales de manera inteligente. Estas sencillas expresiones “racional” y “obrar racionalmente” son bastantes mas complejas de lo que pueden parecer, ya que en el transcurso de la historia han tenido una multiplicidad de significados, que han hecho que el saber ético se entendiera de diferentes maneras. “Obrar racionalmente”, significa en principio saber deliberar adecuadamente antes de tomar una decisión, con el propósito de realizar la decisión más adecuada y actuar según lo que se haya elegido. Quien no reflexiona antes de actuar sobre los distintos cursos de acción y sus resultados, quien no pondera cuál de ellos es el más conveniente y por último, quien actúa en contra de la decisión que el mismo reflexivamente ha tomado, no obra racionalmente. La ética, en este sentido, tiene por fin mostrarnos cómo deliberar bien, con el objeto de hacer buenas elecciones. Habituarse a hacer buenas elecciones significa más bien ser consiente de los fines últimos que se persiguen, acostumbrarse a elegir en relación con esos fines y tener la suficiente habilidad para optar por los medios más adecuados para alcanzarlos. La ética es un tipo de saber práctico, preocupado por averiguar cuál puede ser el fin de nuestra acción, para poder decidir qué ámbitos se han de asumir, cómo ordenar las metas intermedias, cuáles son los valores por los que hemos de orientarnos, qué modo de ser o de carácter hemos de incorporar con el objeto de obrar con prudencia, es decir, tomar decisiones acertadas. El hecho de que exista el saber ético indicándonos cómo debemos actuar, es una muestra evidente de que se es libre para actuar en un sentido o en otro, por muy condicionada que esté la libertad. De allí que, por lo tanto, la libertad sea un elemento indispensable del mundo ético y está va estrechamente vinculada con la responsabilidad, ya que quien tiene la posibilidad de elegir en un sentido u otro, es responsable de lo que ha elegido y tiene que responder de su elección, porque también estaba en su mano evitarlo. Los proyectos éticos no son solamente proyectos inmediatos, que pueden llevarse a cabo en un breve lapso de tiempo, como ocurría por ejemplo con el presente y el futuro inmediato. Necesitan contar con el futuro, con tiempo y con sujetos que por ser en alguna medida libres, pueden hacerse responsables de este proyecto, pueden responder de ellos. Etica cívica:

Es una concepción relativamente reciente, que nace en los siglos XVI y XVII, a partir de una experiencia muy positiva, que se refiere a que es posible la convivencia entre ciudadanos que profesan distintas concepciones religiosas, ateas o agnósticas, siempre que compartan valores y normas con mínimas comunes. La experiencia del pluralismo nace con esta incipiente ética cívica. Porque esta ética consiste en un mínimo de valores y normas que los miembros de una sociedad moderna comparten, sean cuales fueran sus cosmovisiones religiosas, agnósticas, ateas o filosóficas, políticas o culturales. Son estos mínimos los que nos llevan a comprender que la convivencia de concepciones diversas es fecunda y que cada quien tiene perfecto derecho de intentar llevar a cabo sus proyectos personales de felicidad, siempre que no imposibilite a los demás llevarlos también a la práctica. Adela Cortina, distingue entre lo que se llaman las “éticas de mínimo” y las “éticas de máximo”. La ética cívica es una ética de mínimo, lo que significa que lo que comparten los ciudadanos de una sociedad moderna no son determinados proyectos de felicidad personales, ya que cada persona tiene su propio ideal de vida buena dentro del marco de una cierta concepción religiosa, agnóstica, filosófica, etc. Por tanto nadie tiene derecho a imponer esa determinada visión a los otros. En cambio, las posiciones religiosas, agnósticas y ateas del mundo que propugnan un modelo de vida feliz constituyen las éticas de máxima y en una sociedad moderna estas son esencialmente plurales. Una sociedad pluralista es entonces aquella en la que conviven personas y grupos que se proponen distintas éticas de máxima, de modo que ninguno de ello pueda imponer a los demás sus ideales de felicidad, sino que a lo sumo pueda invitarlos a compartir a través del diálogo y el testimonio personal dichos ideales. Esta es una sociedad auténticamente democrática. Sin embargo, el pluralismo no significa que no haya nada en común. Por el contrario, el pluralismo es posible en una sociedad cuando sus miembros, a pesar de tener ideales distintos, tienen también en común unos mínimos éticos que les parecen innegociables y que no son compartidos porque algún grupo los haya impuesto a la fuerza, sino porque los distintos sectores han llegado a la convicción -por ellos mismos- de que son valores y normas a los que la sociedad no puede renunciar, sin dejar de ser una sociedad verdaderamente humana. LAS ETICAS APLICADAS Cuando se quiere implementar la libertad en el sentido ético y con responsabilidad, en la medicina, en la empresa, en la economía, en los partidos políticos, en las universidades o en cualquiera organización, hay que entrar necesariamente en la complejidad, en los mecanismos racionalizadores de cada una de estas instituciones. No son suficientes los principios generales. La fundamentación en la ética es vital, porque sino no hay convicciones para llevar adelante una construcción personal, y para la construcción de una organización, de cooperación en las instituciones, hace falta las convicciones fuertes y sólidas. Si se piensa que se puede vivir en el vacío, se estaría labrando el camino hacia la desestabilización general, personal e institucional. Por tanto, las fundamentaciones son indispensables y necesarias.

Pero no es posible vivir sólo con fundamentaciones, porque el mundo de las organizaciones es complicado. Ética aplicada quiere decir que el principio de la realidad es constitutivo de la comprensión de dicha realidad. Sin él no se puede comprender adecuadamente la realidad. La ética localizada en las instituciones debe atender las peculiaridades propias de la institución, sin cerrarse sólo en los fundamentos. Ello porque los fundamentos iluminan e inspiran, pero las instituciones requieren que se les pongan en pleno rendimiento, en función de sus propios objetivos, para que de acuerdo a esos objetivos y a su propia estructura y función en la sociedad, cumplan sus funciones especificas con una ética interna. LO QUE NO ES LA ETICA EN LAS ORGANIZACIONES Etica en las organizaciones no es necesariamente sinónimo de cooperación con instituciones benéficas u organizaciones de obras de solidaridad. El simple hecho de llevar a cabo actuaciones de interés social no supone necesariamente encontrarse ante una organización ética. Reducir la ética organizacional a este aspecto por lo tanto sería erróneo. Una de las cosas que se debe aclarar en la ética de las organizaciones es el grado de responsabilidad que la organización tiene hacia su entorno o hacia el ambiente del cual opera. Dicho de otro modo, si se realizan obras benéficas a la vez que se pagan sueldos ínfimos o se contrata a los trabajadores en condiciones precarias, entonces se estará cometiendo una injusticia en la utilización del capital. La ética en las organizaciones tampoco es sinónimo de contar con un código de ética o de buen gobierno. Los códigos de ética son necesarios y ayudan, pero siempre que se implementen y que pretendan conseguir un clima de confianza en la organización , cooperando así al desarrollo de la ética. No obstante, estos medios podrían ser también un artificio vacío de contenido, cuyo único fin fuera lograr una buena imagen. No se puede reducir la ética en las organizaciones al desarrollo de códigos de conducta. Los códigos sólo son medios, lo que no les quita ningún mérito cuando su finalidad es realmente ética. La ética aplicada a las organizaciones implica hablar de organizaciones humanas, es decir de un conjunto de personas que se unen para conseguir objetivos comunes mediante medios tangibles o intangibles, de modo más o menos estable. En este sentido cada organización trabaja para conseguir su propia misión, que es su objeto, su razón de ser. Estos elementos, personas, medios y fines, se encuentran en cualquier organización, ya sea esta una empresa con fines productivos, una universidad, un hospital, etc. Un elemento común de toda organización es la necesidad de contar con medios o recursos para lograr sus metas. Por ello es calificada como más o menos eficiente, más o menos capacitadas para conseguir mejores resultados con menos medios.

Toda organización está constituida por personas, lo que ha permitido hablar de organizaciones más o menos éticas. Es decir, que contribuyen más o menos al desarrollo humano de sus miembros y aquellos a quienes sirven o con los cuales están relacionados. La ética, junto con la eficacia y la eficiencia son pues aspectos constitutivos de la naturaleza de toda organización. La eficiencia se define como la relación que existe entre la entrada de los recursos que son utilizados en una organización, es decir los input, y los resultados generados, es decir los output. En la medida en que se logran más y mejores resultados utilizando menos recursos, se es más eficiente. Eficacia y eficiencia siendo criterios distintos no están separados, pues ambos pertenecen al ámbito de lo científico técnico. La eficacia implica realizar el trabajo adecuado, mientras que la eficiencia significa realizar el trabajo de la manera más adecuada. La eficacia mira los fines. La eficiencia a los medios. Pero ambas se centran en el resultado del comportamiento organizativo. Hablar de organizaciones mejores o peores en términos científicos-técnicos es hablar de organizaciones que logran mejor o peor sus fines (eficacia) mediante una utilización mejor de los medios con los que cuenta (eficiencia). Considerar solo la eficacia y de la eficiencia es insuficiente cuando contemplamos la definición completa de organización y revisamos el concepto de excelencia de la organización. Si una organización satisface las demandas de sueldos justos a sus trabajadores y proporciona trabajo lo suficientemente gratificante a sus empleados, lo más seguro es que sea capaz de retener y contratar nuevos trabajadores. La ética, aunque en dimensión distinta de la técnica, está conectada con la eficacia y la eficiencia. Es razonable pensar que el trabajador que se realiza como persona en una organización (ética), contribuirá al logro de sus fines (eficacia) poniendo los medios a su alcance (eficiencia). Al contribuir al desarrollo de los miembros de la organización, se favorece la construcción de confianza en la organización o dicho de otro modo, la construcción de tejido organizativo. Ética, Eficacia y Eficiencia, son aspectos esenciales en el desarrollo de una organización, es decir de sus miembros de sus fines y de sus medios. Hablar de 3 “E” como elementos esenciales para una toma excelente de decisiones, no es sólo un juego de palabras, constituye la incorporación de estos tres elementos constitutivos en el ámbito de las decisiones. Si una organización satisface la demanda de pagos puntuales a sus proveedores, seguramente estos seguirán proporcionándoles los materiales necesarios en cantidad, calidad, plazos y precios razonables. No obstante, si una organización deja de satisfacer cualquiera de las demandas de las personas implicadas en sus objetivos: trabajadores, proveedores o sociedad en general, su eficacia se debilitará por la pérdida consecuente de la confianza de quienes la integran, o bien de aquellos a quienes quiere servir.

Por más que una organización genere conocimiento, si no existe confianza ética, esta no siempre será compartida. La confianza, en su dimensión ética, facilita la contribución al logro de resultados, puesto que contribuye a la cooperación, lo que quiere decir que actuar de modo ético es siempre rentable. MARCO ETICO ECONOMICO DE LA EMPRESA MODERNA Desde las primeras formas de organización hasta la actualidad, una empresa consiste en la realización de un plan de gran alcance, cuya ejecución requiere la colaboración permanente de varias personas bajo el signo de una voluntad unitaria. Desde entonces, hasta hoy, la empresa es la unidad productora de riquezas en la sociedad, que se distingue por su contribución al crecimiento económico y cuyos objetivos son: 1) Producir bienes y/o servicios 2) Aumentar el valor económico añadido, es decir lograr beneficios a fin de atender las rentas del trabajo y de capital y poder invertir para garantizar la viabilidad de la empresa 3) Promover el desarrollo humano 4) Garantizar la continuidad de la empresa Si una empresa tiene una tarea y una legitimidad social es porque produce bienes sociales, entonces obviamente hay un interés social que haya empresas y si lo que la empresa está intentando es producir buenos productos para la sociedad, con calidad y a un costo razonable, está creando algo que es interés de todos. La actividad empresarial, por lo tanto, requiere al menos de cinco principios éticos fundamentales: 1. La ética de la empresa es una ética de la responsabilidad. No es una ética de convicción, sino una de la responsabilidad por las consecuencias de las decisiones que se toman. 2. Los consumidores son interlocutores válidos y una ética de la empresa exige tener en cuenta sus intereses a través de mecanismos de participación efectiva. 3. Los miembros de la empresa son interlocutores válidos cuyos derechos tienen que ser respetados al nivel de una conciencia moral. De allí que queden fuera de época las prácticas humillantes y las desconsideraciones. 4. Los miembros de la empresa deben también cumplir con sus obligaciones y corresponsabilizarse por la marcha de la empresa a la que se pertenece. De ahí que la cooperación tenga que tomar un lugar preponderante con respecto al conflicto, y la corresponsabilidad con respecto a la apatía. 5. Una empresa actual debe atenerse a un marco post-convencional de justicia, no solo legal sino ante todo moral. La ética kanteana tiene que ser complementada en al menos tres niveles, para lograr una adecuada ética para la empresa: 1. La ética kanteana se basa en la buena intención de las personas, en la buena conciencia individual. Esto es verdad, para calificar moralmente una acción. Pero una ética individual no es suficiente para una ética de las organizaciones.

2. La ética kanteana, tal como lo resaltó el filósofo social Max Weber, consiste en decir, que determinadas acciones hay que realizarlas por que son buenas en sí mismas, sin tener en cuenta las consecuencias que pueden provocar. Si un empresario entiende por ética, solamente, la ética de la convicción, entonces lo más probable es que va a ser un empresario bastante desafortunado, porque él ya no tiene más remedio que tener en cuenta las consecuencias de sus decisiones, la ética de la convicción tiene que venir complementada con una ética de la responsabilidad. 3. Es preciso complementar la ética individual con una ética de las organizaciones, con una ética de los colectivos, de las corporaciones, que no tenga en cuenta sólo la buena voluntad personal de cada individuo, la lógica a la que tienen que adaptarse si quieren conseguir los fines mismos de la empresa, porque sus miembros no pueden inventar partiendo de cero. El riesgo es siempre que, al tener en cuenta sólo las consecuencias, puede desvirtuarse en un “pragmatismo”. Para evitarlo no sólo es necesario pensar en las consecuencias para la empresa, sino en la responsabilidad con ella y con los consumidores, con quienes trabajan en ella, con los proveedores, los adversarios y la sociedad en general. En tercer lugar, hay que tener en cuenta la complementariedad de la ética del desinterés con la ética de un interés que es legítimo. Se ha entendido que las conductas son tanto más moralmente meritorias cuando más desinteresadas son. Cuando alguien está trabajando por su interés parece que es alguien absolutamente inmoral. La sola palabra interesadamente, da la sensación de inmoralidad. Esto ha tenido graves repercusiones para el mundo de la empresa porque como ésta no tiene más remedio que buscar el interés pareciera que el mundo empresarial está absolutamente alejado de cualquier conducta ética porque no puede ser desinteresado debido a su propia lógica. Una acción interesada es moralmente correcta cuando lo que se está buscando no es únicamente el interés egoísta sino el interés universalizable, es decir, aquel que está basado en el interés propio y también en el interés común. La figura y la función del empresario han cambiado con el tiempo. El empresario clásico aporta capital y realiza a la vez las funciones de la dirección (planificar, organizar, controlar). Se ha de tener conocimientos técnicos, (ser innovador, habilidades directivas, saber administrar) y aportar el capital, responsabilizarse de los riesgos, beneficios y pérdidas. Sin embargo, a medida que se ha hecho más compleja la actividad empresarial se ha ido separando la propiedad y el control de la empresa en el empresariado contemporáneo y por tanto, aumenta la distancia entre un inversionista que asuma riesgo mediante la aportación de capital y el directivo profesional que se dedica a administrar las empresas. Se ha pasado por tanto de la época de las organizaciones en las que se produce una decadencia de la propiedad, a favor de la dirección debido a diversos factores que serían los siguientes: Las dimensiones de la empresa, la sofisticación de la tecnología, la necesidad de dirección especializada y de talento comercializador y de la complejidad de la toma de decisiones. Así pues lo decisivo en la empresa es la organización y su capacidad estratégica para responder innovadoramente al resto competitivo del mercado y del desarrollo tecnológico. LA CONFIANZA COMO VALOR ETICO Y VIGA MAESTRA DE LA EMPRESA DEL FUTURO

La confianza será un elemento clave en la construcción de la empresa del futuro e irá adquiriendo progresivamente un papel decisivo en las nuevas relaciones de trabajo. La empresa tradicional regula el trabajo a través del mecanismo del “mando y control”. El jefe ordena lo que hay que hacer y como hay que hacerlo y luego controla el cumplimiento. “El mando y control” funciona pues se apoya en último termino en la fuerza del miedo. En la medida en que garantizamos que las órdenes se cumplan las relaciones de trabajo pueden adquirir un rostro mucho más amable. Pero cuanto más nos acercamos a la línea del incumplimiento ellas tienden a mostrar más descarnadamente los elementos en los que efectivamente se sustentan. Las nuevas empresas evitan el paradigma de la empresa tradicional. Intuyen que este no es el camino capaza de conducirlas al éxito. Sin embargo predominan la confusión la falta de claridad con respecto al tipo de empresa que es necesario construir. Durante las últimas décadas se ha producido una fundamental transformación en el carácter del trabajo. Se ha transitado en una empresa en la que el trabajo manual era el preponderante, el más numeroso y el que más contribuía al proceso generación de valor a una empresa en la que ahora predomina el trabajo no manual, tanto cuantitativamente como en su aporte a la creación de valor. Se ha pasado de una fuerza de trabajo relativamente homogénea y escasamente calificada a una masa laboral educada con gran diversidad de conocimiento y competencia. Crecientemente comienza a reconocerse la capacidad de instaurar nuevas relaciones de trabajo. En este contexto cada vez se escucha con mayor frecuencia la necesidad de generar relaciones de trabajo fundadas en la confianza. En la medida en que la empresa genere relaciones de confianza, logra mejores resultados de sus trabajadores. La confianza se la menciona muy a menudo pero rara vez se encuentra una adecuada comprensión del fenómeno. Una relación sustentada en la confianza no es necesariamente una relación entre iguales. Muchas de ellas son altamente asimétricas, desde el punto de vista de la distribución del poder entre sus miembros. Si se compara el mundo de hoy con el mundo del pasado, se comprueba que hoy somos mucho más vulnerables a las contingencias. Vivimos en mundos más abiertos, más desprotegidos, donde las acciones ejecutadas por los lugares más distantes pueden acarrearnos profundas consecuencias. La confianza es un gran disolvente del miedo. Un disolvente del temor a las infinitas cosas que podrían suceder. Con confianza abro mis brazos a otros delego lo que tengo que hacer coloco mi persona y mis posibilidades en otras manos. La confianza tiene el efecto de reducir tanto la incertidumbre como la complejidad (Luhmann) el mundo se hace menos difícil y mas simple todo ello permite establecer una relación básica entre la confianza y la relación humana. Hay juegos muy diferentes: algunos de ellos tienden a promover la confianza entre los miembros de un sistema mientras que hay otros que tienden al efecto contrario el de corroerla. Un sistema que estimula la cooperación desarrollará confianza; en cambio, un sistema que estimula la competencia entre sus miembros provocará formas diversas de desconfianza.

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